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Segal Hanna - Introduccion A La Obra De Melanie Klein

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Hannai Segal
INTRODUCCION
A LA OBRA
DE MELANTE KLEIN
PAIDOS
Buenos Aires
Barcelona
México
Título original: Introduction to the Work o f Melante Klein
W. Heinemann, Londres
© by Hanna Segal, 1964
con los auspicios de Melanie Klein Trust
Traducción de Hebe Friedenthal
150.195
SEG
Segal, Hanna
Introducción a la obra de Melanie Klein.1-. ed. 16§. reim p.- Buenos Aires : Paidós, 2003.
128 p . ; 20x14 cm.- (Psicología profunda)
Traducción de: Hebe Friedenthal
ISBN 950-12-4024-X
I. Título -1 . Psicología Profunda
1 - edición, 1965
1 6 - reimpresión , 20 03
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los ti­
tulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la re­
producción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, comprendidos la reprograíía y el tratamiento informáti­
co, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo
públicos.
©
1965 de todas las ediciones en castellano
Editorial Paidós SAICF
Defensa 599, Buenos Aires
e-mail: [email protected]
Ediciones Paidós Ibérica SA
Mariano Cubí, 92, Barcelona
Editorial Paidós Mexicana SA
Rubén Darío 118, México DF
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723
Impreso en la Argentina. Printed in Argentina.
Impreso en Gráfica MPS
Santiago del Estero 338, Lanús, Buenos Aires,
en febrero de 2003
Tirada: 1500 ejemplares
ISBN 950-12-4024-X
INDICE
Presentación de la versión castellana .................................................
Libros de Mclanic
......................................................................
11
.............................. : ........................................................
13
.................................................................................................
15
Agradecimientos
Introducción
I.
Fantasía
Klein
.................
19
II. La posición esquizo-paranoide
III. Envidia
Pág.
9
......................................................
..................................................
29
43
IV. Psicopatología de la posición esquizo-paranoide ................
57
V.
La posición depresiva
71
VI.
Defensas maníacas
VIL Reparación
.......
.......................................................................
85
...............................
95
VIII. Los estadiostempranos del complejo de Edipo .......................
107
Glosario
121
..........................................................................................................
PRESENTACION DE LA VERSION CASTELLANA
La obra de Melanie Klein, una de las piedras fundamenta­
les en el edificio del conocimiento psicoanalítico, ha llegado a
ser conocida por los lectores de habla castellana a través de la
traducción de varios de sus libros. Sin embargo, la comple­
jidad y riqueza de los conceptos desarrollados por la teoría
kleiniana resultaron sólo accesibles en forma completa a un
número limitado de personas: aquellas que poseían una larga
experiencia en el campo de la labor psicoanalítica.
Estos conceptos son los que se refieren especialmente a los
primeros estadios del desarrollo del yo, a la existencia de re­
laciones de objeto tempranas, a la influencia de la angustia a
partir del nacimiento, a la postulación de dos etapas funda­
mentales (con sus posiciones esquizo-paranoide y depresiva)
en la evolución mental y emocional del niño, a la aplicación
consecuente de las teorías freudianas acerca de la fantasía in­
consciente y los instintos de vida y de muerte, a la aparición
más precoz del superyó y del complejo de Edipo, a la impor­
tancia adquirida por la sublimación y la reparación, etcétera.
Por tratarse de conceptos que se relacionan principalmente con
las experiencias más tempranas de la vida del individuo, han
despertado también dudas y controversias.
Todo ello justifica ampliamente, a mi juicio, la publicación
de este libro, que cumple con la finalidad de esclarecer el con­
tenido de las ideas kleinianas, permitiendo qué se las pueda
apreciar en todo su valor. En la actualidad, en que el psico­
análisis ha traspasado las fronteras del consultorio psicoanalí­
tico, es indispensable que la teoría de Melanie Klein esté al
alcance de los médicos, psiquiatras, psicólogos, sociólogos y
estudiantes de diversas disciplinas.
Este ha sido el espíritu con que su autora, Hanna Segal, ha
escrito este libro, destacando que sus capítulos no pretenden
10
HANNA SEGAL
sustituir, de ningún modo, la lectura de las obras de Melanie
Klein, sino que sólo podrán ser aprovechados si se los considera
como “ guía” para su lectura ulterior. En mi opinión^ este in­
tento se ha visto coronado por el mayor de los éxitos, ya que
ha logrado exponer en forma sumamente clara y didáctica lo
medular de los conceptos kleinianos, ilustrándolos con el aporte
de valiosos ejemplos clínicos provenientes de su experiencia
en análisis de niños y adultos.
Hanna Segal, analista didáctica del Instituto Psico analítico
de Londres y miembro titular de la Asociación Psico analítica
Internacional, discípula y eficaz colaboradora de Melanie Klein,
ha llegado a ocupar, a pesar de su juventud, uno de los puestos
más destacados en la así llamada “ escuela kleiniana” de psico­
análisis. Sus numerosas contribuciones en artículos publicados,
aportaciones a los Congresos Psicoanalíticos, clases y confe­
rencias han tenido siempre una excelente acogida por su ori­
ginalidad.
Invitada especialmente por la Asociación Psicoanalítica Ar­
gentina, visitó Buenos Aires en dos oportunidades. Desarrolló
cursos y seminarios sobre las teorías psicoanalíticas de Melanie
Klein, dejando una impresión duradera por la capacidad y pro­
fundidad con que impartió sus conocimientos.
Deseo destacar finalmente la meritoria labor cumplida por
la Comisión de Publicaciones de la Asociación Psicoanalítica
Argentina en la supervisión de la traducción del libro, especial­
mente en lo que a la terminología técnica se refiere.
L e ó n G r in b e r g
LIBROS ÜE MELANIE KLEIN
Esta bibliografía incluye sólo los libros escritos por Melanie
Klein, En el International Journal of Psycho-analysis, 1961,
vol. XLIL págs. 7 y 8, se puede encontrar la lista completa de
sus libros y artículos.
1932. The Psycho-analysis o f Children (Londres, Hogarth;
New York, Grove Pres, 1960).
Traducciones.
Die Psychoanalyse des Rindes (Viena, Internat. Psychoánalytischer Verlag, 1932).
El psicoanálisis de niños (Buenos Aires, Hormé, 1964).
2da. adición.
La Psychanalyse des Enfants (París, Presses Univ. de
France, 1959).
1948. Contributions to Psycho-analysis, 1921-1945 (Londres,
Hogarth). Versión castellana: Contribuciones al psico­
análisis, Buenos Aires, Hormé, 1964.
1952. Developments in Psycho-analysis, Ed. J. Riviere (Lon­
dres, Hogarth) . Versión castellana: Desarrollos en Psi­
coanálisis, Buenos Aires, Hormé, 1962.
1955. New Directions in Psycho-analysis, con P. Heimann,
R. Money-Kyrle y otros (Londres, Tavistock; New York,
Basic Books). Versión castellana : Nuevas direcciones en
psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1965.
1957. Envy and Gratitude (Londres, Tavistock; New York,
Basic Books). Versión castellana: Envidia y gratitud,
Buenos Aires, Nova, 1960.
1960. Las emociones básicas del hombre (Buenos Aires, Asoc.
Psicoanalítica Argentina, 1960).
1961. Narrative of a Child Analysis (Londres, Hogarth; New
York, Basic Books). Versión castellana: Relatos del psi­
coanálisis de un niño, Buenos Aires, Paidós, 1961.
1963. Our Adult World, and Other Essays (Londres, Heinemann; New York, Basic Books).
AGRADECIMIENTOS
Este libro es una expresión de mi deuda para con la di­
funta Melanie Klein.
Agradezco a mis pacientes su cooperación con la labor
analítica, y en particular a los que me permitieron utilizar su
material como ilustración.
Agradezco a varias generaciones de estudiantes del Instituto
de Psicoanálisis de Londres el estímulo que me proporcionaron
con sus preguntas, críticas y sugerencias.
Agradezco también a la Sta. Betty Joseph y al Dr. Elliot
Jaques sus valiosas sugerencias y sus críticas. También re­
cibí gran ayuda de la señora de Jean Mac Gibbon, quien cola­
boró en la revisión final del manuscrito y en la lectura de
pruebas, y compiló el índice.
Agradezco a mi esposo su ayuda y apoyo en todas las
etapas de mi labor.
H. S.
INTRO DUCCION
Este libro se basa en una serie de clases que dicté durante
varios años en el Instituto de Psicoanálisis de Londres. Como
muchas veces los estudiantes me pidieron copias de las notas
que utilizaba para las clases, creí conveniente publicarlas en
forma de libro.
El propósito del curso era presentar las contribuciones de
Melanie Klein a la teoría y práctica psicoanalíticas. Como
estaba destinado a alumnos de tercer año del. seminario psicoanalítico, se suponía que conocían exhaustivamente a Freud.
En ocho clases sólo es posible describir en forma bastante sim­
plificada y esquemática las contribuciones teóricas de la señora
Klein, pero como las teorías psicoanalíticas provienen de la
experienciá clínica y su objetivo es esclarecer material clínico,
confío en que los ejemplos las mostrarán más acabadamente.
Las clases son introductorias: no sustituyen, por supuesto,
el estudio de la bibliografía correspondiente. Se las puede, sí,
utilizar como guía de lecturas. En el texto no se incluyen re­
ferencias porque resultarían demasiado numerosas, pero se
adjunta a cada capítulo una lista con la bibliografía perti­
nente *. Hice una excepción con el capítulo “ Psicopatología
de la posición esquizo-paranoide” , porque en este caso la con­
tribución del Dr. W . Bion ocupa una posición única, y yo uti­
licé su propia terminología.
El orden de los capítulos es el que finalmente adopté para
las clases. En cierto modo, el desarrollo de la teoría psicoanalítica siguió un curso inverso al del desarrollo del individuo. El
estudio de los adultos neuróticos llevó a Freud a descubri­
mientos relacionados primero con la niñez y luego con la in-i
i Sólo se mencionarán artíoulos relacionados con la obra de Mela­
nie Klein, ya que los estudiantes utilizaron la bibliografía analítica
clásica en los primeros años de su formación analítica.
16
HANNA SEGAL
fancia; y cada descubrimiento sobre los estadios más tempranos
del desarrollo fue enriqueciendo y esclareciendo el conocimien­
to de los posteriores. En forma similar Melanie Klein descu­
brió, al trabajar con niños, que tanto el complejo de Edipo
como el superyó se manifiestan claramente mucho antes de lo
que se suponía; al proseguir sus investigaciones llegó a las
raíces tempranas del complejo de Edipo, luego a sus formula­
ciones sobre la posición depresiva, y por último, sobre la po­
sición esquizo-paranoide. Si se presentaran en orden cronoló­
gico las contribuciones de Melanie Klein, se vería mucho más
claramente cómo se vincula su obra con la de Freud, y se
podría seguir paso por paso el desarrollo de sus teorías. Decidí,
sin embargo, adoptar otro enfoque, pues mi experiencia docente
me enseñó la conveniencia de comenzar con lá temprana infan­
cia y tratar de describir el desarrollo psicológico del individuo
tal como ahora lo vemos. La dificultad que plantea presentar
el material en este orden es que debo comenzar con las fases
del desarrollo en que los fenómenos psicológicos están más ale­
jados de nuestra experiencia adulta, son más difíciles de estu­
diar, y, por consiguiente, como era de esperar, más discutidos.
No obstante me decidí por esta forma de encarar la presenta­
ción porque considero que ya hemos acumulado suficientes co­
nocimientos, y que nuestra teoría abarca ya tantos aspectos,
que se justifica el intento de presentarla globalmente.
Comp todos los capítulos, excepto el último, se dedican a
describir los fenómenos de las posiciones esquizo-paranoide y
depresiva, creo que será útil desde el comienzo tratar de dilu­
cidar el término “ posición” . En un sentido, la posición esquizoparanoide y la posición depresiva son fases del desarrollo.
Podrían considerarse subdivisiones de la etapa oral, ocupando
la primera los tres o cuatro primeros meses y siendo seguida
por la última en la segunda mitad del primer año. La posición
esquizo-paranoide se caracteriza por el hecho de que el bebe no
reconoce “ personas” , sino que se relaciona con objetos par­
ciales, y por el predominio de la ansiedad parahoide y de pro­
cesos de escisión 2, El reconocimiento de la madre como objeto
2 Se ha traducido splitting por . escisión cuando el texto no indica
en cuántas partes se ha dividido al objeto o al yo, y por disociación
cuando indica claramente que se lo ha dividido en dos partes. Splitting
proviene del verbo, to split, que significa hender, partir, separar, divi­
dir, desdoblar, descomponer, etc. [T.]
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
17
total marca el comienzo de la posición depresiva, que se ca­
racteriza por la relación con objetos totales y por el predominio
de integración, ambivalencia, y ansiedad depresiva y culpa* Pe­
ro Melanie Klein eligió el término “ posición” para destacar que
el fenómeno que estaba describiendo no era simplemente una
“ etapa” o “ fase” transitoria, como por ejemplo la etapa oral.
“ Posición” implica una configuración específica de relaciones
objétales, ansiedades y defensas, persistente a lo largo de la
vida. La posición depresiva nunca llega a reemplazar por com­
pleto a la posició¿n esquizo-paranoide; la integración lograda
nunca es total y las defensas contra el conflicto depresivo pro­
ducen regresión a fenómenos esquizo-paranoides, de modo que
el individuo puede oscilar siempre entre ambas posiciones. Se
puede encarar cualquier problema que aparezca en estudios
posteriores, como, por ejemplo, el complejo de Edipo, con una
pauta esquizo-paranoide o depresiva de relaciones, ansiedad y
defensa, y pueden surgir defensas neuróticas en una persona­
lidad esquizo-paranoide o maníaco-depresiva. La forma de in­
tegración de las relaciones objétales durante la posición de­
presiva queda como base de la estructura de la personalidad.
Lo que sucede en el desarrollo posterior es que las ansiedades
depresivas se modifican y atemperan gradualmente.
Ciertas ansiedades paranoides y depresivas siguen siempre
activas en la personalidad, pero cuando el yo está suficiente­
mente integrado y durante la elaboración de la posición depre­
siva ha establecido una relación relativamente firme con la
realidad, los mecanismos neuróticos van sustituyendo poco a
poco a los psicóticos. De este modo, según Melanie Klein la
neurosis infantil es una defensa contra ansiedades paranoides
y depresivas subyacentes, y una forma de ligarlas y de elabo­
rarlas. A medida que continúan los procesos integradores ini­
ciados durante la posición depresiva, disminuye la ansiedad, y
la reparación, la sublimación y la creatividad reemplazan en
gran parte a los mecanismos de defensa tanto psicóticos como
neuróticos.
Capítulo I
FA N T A SIA
Tj* legí el tema de la fantasía para el primer capítulo de este
libro porque creo que se pueden resolver muchos equívo­
cos aclarando este concepto y la forma en que se lo emplea en
psicoanálisis, especialmente en la obra de Melanie Klein y sus
colaboradores.
Algunos psicólogos solían objetar la descripción freudiana
de la mente calificándola de antropomórfica. Extraña objeción,
al parecer, ya que el psicoanálisis se ocupa de describir al hom­
bre. Querían decir que cuando Freud formuló ciertos concep­
tos, como por ejemplo el de superyó, parecía considerar que
la estructura mental contenía objetos antropomórficos, o de
forma humana; si se comprende el concepto de fantasía incons­
ciente, esta objeción desaparecerá. Cuando describe el super­
yó, Freud no quiere decir que nuestro inconsciente contenga
realmente un hombrecito, sino que ésta es una de nuestras fan­
tasías inconscientes sobre los contenidos de nuestro cuerpo y
nuestra psique. Freud nunca se refiere específicamente al su­
peryó como a una fantasía; sin embargo, está claro que esta
parte de la personalidad se debe a una introyección — en la
fantasía— de una figura parental, una figura parental fanta­
seada, distorsionada por las proyecciones mismas del niño.
Algunos psicoanalistas criticaron del mismo modo la des­
cripción kleiniana de los objetos internos. Pero aquí sucede lo
mismo, estos objetos internos no son “ objetos” situados en el
cuerpo o en la psique; como Freud, M elanie Klein está des­
cribiendo las fantasías inconscientes que la gente hace sobre
lo que contiene. En su obra, M . Klein amplió mucho el con­
cepto freudiano de fantasía inconsciente y le dio mayor impor­
20
HANNA SEGAL
tancia. Las fantasías inconscientes están siempre presentes y
siempre activas en todo individuo Es decir que su presencia no
es índice de enfermedad ni de falta de sentido de la realidad,
así como no lo es la presencia del complejo de Edipo. Lo que
determinará el estado psíquico del sujeto es la naturaleza de
estas fantasías inconscientes y su relación con la realidad ex­
terna.
Freüd no elabora sus concepciones sobre el origen de las
fantasías inconscientes ni la fase del desarrollo en que apare­
cen por primera vez, y cuando describe fantasías inconscientes
específicas, generalmente se refiere a las que surgen después
del segundo o tercer año de vida. Según Melanie Klein, la fan­
tasía inconsciente es la expresión mental de los instintos y por
consiguiente existe, como éstos, desde el comienzo de la vida.
Por definición los instintos son buscadores-de-objetos. En
el aparato mental se experiencia al instinto vinculado con
la fantasía de un objeto adecuado a él. De este modo, para
cada impulso instintivo hay una fantasía correspondiente. Al
deseo de comer, le corresponde la fantasía de algo comestible
que satisfaría ese deseo: el pecho. Lo que Freud describe como
“ realización alucinatoria de deseos” se basa según Melanie
Klein en que una fantasía inconsciente acompaña y expresa al
impulso instintivo.
Por ejemplo, el bebe somnoliento que mueve la boca con
expresión placentera y hace ruidos de succión, o se chupa los
dedos, fantasea que está realmente succionando o incorporando
el pecho, y se duerme con la fantasía de tener el-pecho-queda-leche realmente dentro de sí. En forma similar, el bebe ham­
briento, furioso, que grita y patalea, fantasea que está realmente
atacando al pecho, desgarrándolo y destruyéndolo, y experien­
cia sus propios gritos que lo desgarran y lastiman como el
pecho desgarrado atacándolo en su propio interior. Por con­
siguiente, no siente solamente una necesidad; puede sentir tam­
bién que sus contracciones de hambre y sus propios gritos son
un ataque persecutorio en su interior.
Crear fantasías es una función del yo. La concepción de la
fantasía como expresión mental de los instintos por mediación
del yo supone mayor grado de organización yoica del que pos­
tula Freud. Supone que desde el nacimiento ei yo es capaz de
establecer -—y de hecho los instintos y la ansiedad lo impulsan
a establecer— relaciones objétales primitivas en la fantasía y
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
21
en la realidad. Desde el momento del nacimiento el bebe se
tiene que enfrentar con el impacto de la realidad, que comienza
con la experiencia del nacimiento mismo y prosigue con innu­
merables experiencias de gratificación y frustración de sus de­
seos. Estas experiencias con la realidad influyen inmediata­
mente en la fantasía inconsciente, que a su vez influye en ellas.
La fantasía no es tan sólo una fuga de la realidad; es una con­
comitante constante e inevitable de las experiencias reales, en
constante interacción con ellas.
Se puede ver un ejemplo de fantasías que influyen en la
reacción ante la realidad en el caso del bebe irritado por el
hambre que, en vez de aceptar el pecho, sé aparta de él y no
quiere mamar. En este caso, el bebe puede haber hecho la fan­
tasía de que ha atacado y destruido el pecho, al que siente
ahora malo y atacándolo a su vez. Por eso, en el momento de
la mamada, cuando reaparece el pecho externo real ya no lo
siente cómo un pecho bueno que lo alimenta, sino que sus fan­
tasías lo han distorsionado convirtiéndolo en un perseguidor
terrorífico. Estas fantasías se pueden observar fácilmente en
el juego de niños muy pequeños, así como en el juego y verbalizaciones de niños algo mayores. Pueden persistir en el in­
consciente de los niños e incluso de adultos, causando dificul­
tades en la alimentación.
Algunos analistas creen que estas fantasías surgen después
y se las proyecta retrospectivamente a la lactancia. Sin duda
es ésta una hipótesis adicional innecesaria, ya que hay una
congruencia notable entre lo que podemos observar en la con­
ducta de lactantes y fantasías que se expresan realmente cuando
se alcanza el estadio del juego y del lenguaje, o material ana­
lítico del consultorio.
En casos más complicados es posible ver cómo, aunque se
pueda percibir y observar correctamente la realidad, la secuen­
cia causal que se atribuye a los acontecimientos está determi­
nada por fantasías inconscientes. El ejemplo típico es el del
niño cuyos padres tienen realmente una mala relación y pelean.
Según se trasluce a menudo en el análisis, el niño siente que
esta mala relación es el resultado de sus propios deseos de
que los padres se peleen, y cree que al atacarlos con su orina
y heces ha embrollado y arruinado la relación entre ellos.
Si bien la fantasía inconsciente influye y altera constante­
mente la percepción o la interpretación de la realidad, lo in­
22
HANNA SEGAL
verso también es cierto: la realidad ejerce su impacto sobre la
fantasía inconsciente. Se la experiencia e incorpora, y ejerce
fuerte influencia sobre la fantasía inconsciente misma. Tome­
mos por ejemplo al bebe que empieza a sentir hambre y trata
de sobreponerse mediante la alucinación omnipotente de poseer
un pecho bueno que lo amamanta: la situación será radical­
mente distinta si se le da de mamar pronto que si se lo deja
con hambre durante largo tiempo. En el primer caso el bebe
sentirá que el pecho real que le ofrece la madre se funde con
el pecho fantaseado por él, y su propia bondad y la del objeto
bueno le parecerán firmes y duraderas, En el segundo caso
se sentirá avasallado por el hambre y la ira, y en su fantasía
se acrecentará la experiencia de un objeto malo y persecutorio,
con el resultado de que su propia ira le parecerá más poderosa
que su amor y el objeto malo más fuerte que él bueno.
Este aspecto de la interrelación entre fantasía inconsciente
y verdadera realidad externa debe tenerse muy en cuenta cuan­
do se quiere evaluar la importancia del ambiente sobre el desa­
rrollo del niño. El ambiente tiene, de hecho, importantísimos
efectos sobre la infancia y la niñez, pero no es verdad que sin
un ambiente malo no existirían ansiedades ni fantasías agre­
sivas o persecutorias^ La importancia del factor ambiental sólo
se puede evaluar correctamente si se tiene en cuenta cómo Jo
interpreta el bebe en función de sus propios instintos y fanta­
sías. Una mala experiencia real se hace mucho más importante
cuando el bebe ha tenido intensas fantasías coléricas en las
que atacaba el pecho, ya que dicha experiencia le confirma,
no sólo su sensación de que el mundo exterior es malo, sino
también su sensación de que él mismo es malo, y su creencia
en la omnipotencia de sus fantasías malevolentes. Las expe­
riencias buenas, por otra parte, tienden a disminuir la ira, a
modificar las experiencias persecutorias y a estimular el amor
y la gratitud del bebe y su creencia en el objeto bueno.
Hasta aquí hemos insistido en el papel de la fantasía
como expresión mental de los instintos, en contraposición con
la concepción que considera a la fantasía sólo como instru­
mento de defensa y medio de escapar de la realidad externa.
Pero las funciones de la fantasía son múltiples y complicadas,
y la fantasía tiene un aspecto defensivo que se debe tener en
cuenta. Como el objetivo de la fantasía es satisfacer impulsos
instintivos prescindiendo de la realidad externa, se puede con-
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE M EIANIE KLEIN
23
siderar que la gratificación proveniente de la fantasía es una
defensa contra la realidad externa de la privación. Es, sin
embargo, más que eso: es también una defensa contra la reali­
dad interna. Cuando el sujeto hace una fantasía de realizaciónde-deseos. no está evitando solamente la frustración y el reco­
nocimiento de una realidad externa displacentera; también está
(lo que es incluso más importante) defendiéndose contra la
realidad de su propia hambre y de su propia ira, o sea, contra
su réalidad interna. Además, algunas fantasías se pueden uti­
lizar como defensa contra otras fantasías. Un caso típico es el
de las fantasías maníacas, cuya finalidad principal es impedir
que aparezcan subyacentes fantasías depresivas. Una típica fan­
tasía maníaca es la de que el Y o 1 contiene un objeto ideal de­
vorado cuyo “ resplandor” 2 cae sobre el y o; ésta es una
defensa contra la fantasía subyacente de contener un objeto
irreparablemente destruido y vengativo cuya “ sombra” 3 cae
sobre el yo.
Al considerar la utilización de la fantasía inconsciente como
defensa nos preguntamos cuál es exactamente su relación con los
mecanismos de defensa. En pocas palabras, la distinción reside
en la diferencia entre el proceso real y su representación men­
tal detallada, específica. Por ejemplo se puede decir que en
un momento dado una persona usa como mecanismo de defensa
los procesos de proyección e introyección. Pero la persona mis­
ma experienciará dichos procesos en función de fantasías, y en
esas fantasías se expresa lo que ella siente que está incorpo­
rando dentro de sí o poniendo fuera de sí, la forma en que lo
hace y los resultados que atribuye a estas acciones. A menudo
los pacientes describen cómo sienten el proceso de represión,
por ejemplo hablando de un dique dentro de ellos que podría
estallar bajo la presión de algo similar a un torrente. Lo que
un observador puede describir como mecanismo, la persona
misma lo siente y describe como una fantasía detallada.
El material siguiente presenta un ejemplo más complicado:
Un paciente que había comenzado su análisis hacía poco tiempo
1 Se ha traducido self por Yo, reservando “ yo” para la designación
de la instancia psíquica. Self (Yo) alude a todo lo que es asimilado
a uno mismo, en referencia a la oposición Yo — no-yo [T.].
2 Abraham: Breve estudio del desarrollo de la libido, 1917.
3 Freud: D uelo y melancolía, 1917.
24
HANNA SEGAL
solía llegar tarde, faltaba a menudo y olvidaba gran parte de lo
que se había analizado. Durante algunos días podíamos realizar
una labor analítica bastante útil, pero luego reaparecería con
escasos recuerdos conscientes de dicha labor y ningún efecto de
ella en su personalidad, como si hubiera obliterado el proceso
entero y sus resultados. Tanto para mí como para mi paciente
era bastante claro (y hasta merecía ponerse rótulo al proce­
so) que en la situación analítica estaba utilizando como de­
fensa los mecanismos de escisión y negación. Un día llegó tarde,
perdiendo exactamente la mitad de la sesión* Dijo que se había
extraviado en Loudon Road, una calle cercana a mi casa, y allí
había pasado la primera mitad de la sesión. Asoció Loudon
Road con “ Las Brujas de Loudun” ; parecía haber escindido la
sesión analítica de modo de poder preservar una buena rela­
ción conmigo durante la mitad de la sesión en tanto que la
mala relación, escindida y apartada4 con una “ mala” bruja
analista la había transportado fuera de mi, a Loudon Road. Po­
cos días después surgió una oportunidad de interpretarle su
relación con el pecho, y en ese momento tuvo una fantasía muy
vivida. Se vio de pronto tomando un cuchillo enorme, cortando
mi pecho y arrojándolo a la calle. Tan vivida fue la fantasía que
el paciente se angustió mucho. Se pudo comprender entonces
que lo que se había hablado en términos de un proceso de esci­
sión y negación el paciente lo había sentido en realidad como
una fantasía extraordinariamente vivida. Había sentido real­
mente el proceso de escisión como tomar un cuchillo y escindir
—-cortar— uno de los pechos de su analista. Había sentido
también que arrojaba ese pecho a la cálle y que a continuación
ese pecho se convertía en la “ bruja” de Loudon Road. La nega­
ción de sentirse perseguido por su analista la vivió como cortar
el vínculo entre los dos pechos, el bueno y el malo. Después de
esta sesión, disminuyeron mucho la escisión y la negación y
pudo asistir regularmente al análisis.
Esta experiencia, como muchas otras, confirma el hecho de
que generalmente es ineficaz interpretar mecanismos de defen­
sa hasta tanto aparezca la oportunidad de interpretarlos en fun■* Se ha traducido split off por la expresión “ escindida y apartada” ,
para designar el resultado de un proceso en el que después de una
escisión se apartó o separó o aisló una de las partes escindidas (por
ejem plo: mala relación escindida y apartada, envidia escindida y
apartada, tercer área escindida y apartada). [T.].
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
25
ción de lo que el paciente realmente siénte que le está haciendo
con ellos al analista en la transferencia, a sus otros objetos o a
partes de su yo, y hacerlos de este modo significativos para él.
A veces en los sueños dé los pacientes podemos observar
claramente ésta relación éntre fantasía inconsciente y mecanis­
mos de defensa. Veamos dos sueños relatados por una paciente
durante la sesión anterior a mis vacaciones. En el primer sueño
se hallaba en una habitación oscura donde se veían dos figu­
ras humanas paradas una cerca de la otra, además de otras
personas más borrosas. Las dos figuras eran exactamente igua­
les, pero una de ellas parecía apagada y oscura, mientras la
otra estaba iluminada. La paciente estaba segura de que ella
era la única que podía ver a la figura iluminada — la que era
invisible para las otras personas del sueño.
Esta paciente utilizaba mucho los mecanismos de escisión,
negación e idealización. Esa misma semana había tenido opor­
tunidad de verme en una habitación llena de gente, situación
inusual para ella, y en relación con el sueño asoció que las dos
figuras me representaban. Una era la persona a quien todos
podían ver en la habitación llena de gente, pero la otra era “ su
analista” , que le pertenecía sólo a ella. Sentía que no le impor­
taría que tomara vacaciones más de lo que le había importado o
le había provocado celos el verme con otras personas, ya que
tenía esta especial relación conmigo, que nadie compartía.
En este primer sueño está claro que maneja sus celos, pro­
vocados tanto por haberme encontrado entre otras personas
como por las vacaciones analíticas, mediante escisión e ideali­
zación; ella posee la analista iluminada, idealizada, que nadie
le puede quitar.
En el segundo sueño una niñita sentada en el suelo recor­
taba papel con unas tijeras. Se guardaba el pedazo cortado y
el piso quedaba cubierto de papelitos descartados que otros ni­
ños recogían afanosamente. El segundo sueño es una versión
más completa del primero; muestra cómo sentía realmente esta
escisión é idealización. La escisión está representada por el acto
de recortar. Ella es la niñita que ha cortado de su analista la
figura recortada que, como la figura iluminada del primer
sueño, representa la parte buena de la analista. Las personas
que en el primer sueño sólo podían ver a la analista de figura
oscura están representadas en el segundo por los niños que sólo
tienen los papelitos descartados. La escisión del primer sueño
26
HANNA SEGAL
la vive claramente en el segundo como ataque, como cortar
realmente a la analista en una parte ideal y una parte sin valor;
y lo que en el primer sueño está representado como idealiza­
ción lo vive en el segundo como robar y retener para sí los
mejores pedazos recortados de su analista. El segundo sueño
muestra claramente que esta paciente sentía los procesos de
escisión e idealización como una actividad muy agresiva, voraz
y culpable.
Cuando consideramos la relación entre la fantasía y los
mecanismos de introyección y proyección se aclara en cierta
medida la compleja relación existente entre fantasía inconscien­
te, mecanismos y estructura mental.
Freud describió al yo como un “ precipitado de catexias de
objeto abandonadas” . Este precipitado está compuesto por
objetos introyectados. El primero de dichos objetos descrito
por Freud mismo es el superyó. El análisis de tempranas rela­
ciones objétales proyectivas e introyectivas ha revelado fan­
tasías de objetos introyectados en el yo desde la más temprana
infancia, comenzando por la introyección de los pechos ideal
y persecutorio. Primero se introyectan objetos parciales: el
pecho y luego el pene. Después se introyectan objetos totales:
la madre, el padre, la pareja parental. Cuanto más temprana
es la introyección, más fantásticos son los objetos introyectados,
y más distorsionados están por lo que se ha proyectado en ellos.
A medida que prosigue el desarrollo y se acrecienta el sentido
de realidad, los objetos internos se aproximan más a las per­
sonas reales del mundo exterior.
El yo se identifica con algunos de estos objetos: identifica­
ción introyectiva. Estos objetos son asimilados por el yo y
contribuyen a su desarrollo y características. Otros permane­
cen como objetos internos separados y el yo mantiene relación
con ellos (el superyó es uno de estos objetos). También se sien­
te a los objetos internos en relación mutua; por ejemplo, se
siente que los perseguidos internos atacan al objeto ideal
tanto como al yo. De este modo se va construyendo un comple­
jo mundo interno. La estructura de la personalidad está deter­
minada en gran parte por las fantasías más permanentes del
yo sobre sí mismo y los objetos que contiene.
El hecho de que haya tan estrecha relación entre estruc­
tura y fantasía inconsciente es importantísimo: es esto lo que
hace posible influir en la estructura del yo y del superyó me­
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
27
diante el análisis. Pues justamente al analizar las relaciones
del yo con los objetos, internos y externos, y al modificar las
fantasías sobre estos objetos, es que podemos influir esencial­
mente sobre la estructura más permanente del yo.
Como ejemplo final tomaremos un sueño de un paciente
en su primera semana de análisis, que ilustra la relación entre
fantasía inconsciente, realidad, mecanismos de defensa y estruc­
tura yoica. Se puede tener la seguridad de que este paciente
nunca había leído literatura analítica ni había oído hablar
de estos conceptos. Por supuesto, tampoco conocía el concep­
to de superyó. Se hace esta aclaración porque si no se po­
dría considerar este sueño con mucho escepticismo. El paciente,
que era oficial naval, soñó con una pirámide. La base de la
pirámide estaba constituida por multitud de rudos marineros,
que sostenían sobre sus cabezas un libro de oro muy pesado.
Encima del libro estaba parado un oficial naval del mismo ran­
go que el paciente, y sobre sus hombros un almirante. El almi­
rante, dijo el paciente, parecía ejercer a su modo tanta presión
desde arriba, e infundir tanto temor, como la multitud de ma­
rineros que formaban la base de la pirámide y presionaban
desde abajo. Después de contar este sueño, dijo “ Este soy yo,
éste es mi mundo. El libro de oro representa la ‘Regla áurea*,
el camino en el que trato de mantenerme. Estoy aplastado entre
la presión de mis instintos y de lo que quiero hacer, y las pro­
hibiciones provenientes de mi conciencia moral” . Asociaciones
posteriores le permitieron identificar al almirante con su padre.
Pero este almirante, representante de su padre, era muy dis­
tinto del padre real que recordaba. El hecho de que el almi­
rante fuera tan fuerte y temible como los marineros, represen­
tantes de sus instintos, mostraba que la severidad del superyó
se debía aquí a la proyección de sus propios instintos agresi­
vos en su padre. Podemos ver aquí la interrelación entre fan­
tasía y realidad externa, pues la proyección altera un aspecto
de la realidad: la verdadera personalidad del padre. Su princi­
pal mecanismo de defensa, la represión, está representado en la
fantasía por la presión combinada del almirante-superyó y del
oficial naval-yo, que tratan de dominar a los instintos. La es­
tructura de su personalidad está también claramente represen­
tada por las tres capas: los instintos pujando hacia arriba, el
superyó, presionando desde arriba, y su sensación de tener su
yo apretujado y restringido entre los dos. También podemos
28
HANNA SEGAL
ver claramente la actuación de la proyección y de la introyección: proyecta su agresión en el padre, y la introyección del
padre forma su superyó.
Todo esto — estructura y mecanismos mentales (proyección,
introyección y represión)— lo presentó el paciente mismo en
su sueño. Y cuando dijo “ Ese soy yo, éste es mi mundo” , puso
en evidencia que estaba describiendo sus fantasías sobre sí
mismo y su mundo interno.
BIBLIO GRAFIA
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Hay versión castellana: Desarrollos en Psicoanálisis, Buenos Aires,
Hormé, 1962.
Paula
Capítulo II
L A POSICION ESQ U IZO -PARAN O ID E
OMO sugerí en el capítulo anterior, el concepto de fantasía
^
inconsciente tal como lo utiliza Melanie Klein implica mayor
grado de organización yoica del que suponía Freud. La discu­
sión que sostienen los analistas sobre el estado del yo en los
primeros meses de la infancia no se reduce a una cuestión de
mutuos malentendidos o diferente utilización del lenguaje. Se
trata de una verdadera divergencia, muy importante, sobre
cómo son realmente las cosas. Por supuesto, las experiencias
atribuidas al bebe dependerán del cuadro que se tenga de su
yo en cada etapa. Para que una descripción de los procesos
implicados tenga sentido, debe comenzar describiendo al yo.
Según Melanie Klein, hay suficiente yo al nacer como para
sentir ansiedad, utilizar mecanismos de defensa y establecer
primitivas relaciones objétales en la fantasía y en la realidad.
Esta concepción no difiere por completo de la de Freud. A l­
gunos conceptos de Freud implican, al parecer, la existencia
de un yo temprano. Freud describe también un mecanismo de
defensa temprano, la deflexión del instinto de muerte, que ocu­
rre al comienzo de la vida, y su concepto de realización-alucinatoria-de-deseos implica un yo capaz de establecer una rela­
ción objeta! en la fantasia.
Suponer que desde el principio el yo es capaz de sentir an­
siedad, utilizar mecanismos de defensa y establecer relaciones
objétales no significa que al nacer el yo se parezca mucho al
de un bebe bien integrado de seis meses, no digamos al de un
niño o de un adulto plenamente desarrollado.
A l principio el yo está muy desorganizado, pero de acuerdo
con la orientación general del crecimiento fisiológico y psicolóP
30
HANNA SEGAL
gico tiene desde el comienzo la tendencia a integrarse. A veces,
bajo el impacto del instinto de muerte y de una ansiedad into­
lerable, esta tendencia pierde toda efectividad y se produce una
desintegración defensiva, de la que luego se dirá más. Por lo
tanto, en las primeras etapas del desarrollo el yo es lábil, se ha­
lla en estado de constante fluencia, su grado de integración
varía de día en día, y hasta de un momento a otro.
El yo inmaduro del bebe está expuesto desde el nacimiento
a la ansiedad provocada por la innata polaridad de los instin­
tos — el conflicto inmediato entre instinto de vida e instinto de
muerte. Está también inmediatamente expuesto al impacto de
la realidad externa, que le produce situaciones de ansiedad,
por ejemplo el trauma del nacimiento, pero también le da vida,
por ejemplo el calor, amor y alimento provenientes de la ma­
dre. Guando se ve enfrentado con la ansiedad que le produce
el instinto de muerte, el yo lo deflexiona. Esta deflexión del
instinto de muerte, descrita por Freud, consiste, según Melanie
Klein, en parte en una proyección, en parte en la conversión
del instinto de muerte en agresión.
El yo se escinde y proyecta fuera su parte que contiene
el instinto de muerte, poniéndola en el objeto externo original:
el pecho. Es así como el pechó — al que se siente conteniendo
gran parte del instinto de muerte— llega a experienciarse como
malo y amenazador para el yo, dando origen a un sentimiento
de persecución. De este modo, el miedo originál al instinto de
muerte se transforma en miedo a un perseguidor. A menudo se
siente que la intrusión del instinto de muerte en el pecho escin­
de a éste en muchos pedazos, de manera que el yo se encuentra
ante multitud de perseguidores. Parte del instinto de muerte
que queda en el yo se convierte en agresión y se dirige contra
los perseguidores.
A l mismo tiempo se establece una relación con el objeto
ideal. Así como se proyecta fuera el instinto de muerte, para
evitar la ansiedad que surge de contenerlo, así también se pro­
yecta la libido, a fin de crear un objeto que satisfaga el im­
pulso instintivo del yo a conservar la vida. Lo mismo que pasa
con el instinto de muerte, pasa con la libido. El yo proyecta
parte de ella fuera, y la restante la utiliza para establecer una
relación libidinal con ese objeto ideal. De este modo, muy
pronto el yo tiene relación con dos objetos: el objeto prima­
rio, el pecho, está en esta etapa disociado en dos partes, el
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
31
pecho ideal y el persecutorio. La fantasía del objeto ideal se
fusiona con experiencias gratificadoras de ser amado y ama­
mantado por la madre externa real, que a su vez confirman di­
cha fantasía. En forma similar la fantasía de persecución se
fusiona con experiencias reales de privación y dolor, atribuidas
por el bebe a los objetos persecutorios. Así, la gratificación,
no sólo satisface la necesidad de bienestar, amor y nutrición;
también se la necesita para mantener a raya la aterradora per­
secución. A su vez la privación se convierte no sólo en falta de
gratificación, sino también en amenaza de ser aniquilado por
los perseguidores. El objetivo del bebe es tratar de adquirir y
guardar dentro de sí al objeto ideal, e identificarse con éste, que
es para él quien le da vida y lo protege, y mantener fuera el
objeto malo y las partes del Y o que contienen el instinto de
muerte. La ansiedad predominante de la posición esquizoparanoide es que el objeto u objetos persecutorios se introdu­
cirán en el yo y avasallarán y aniquilarán tanto al objeto ideal
como al Yo. Estas características de la ansiedad y de las rela­
ciones objétales experienciadas durante esta fase del desarrollo
llevaron a Melanie Klein a denominarla posición esquizo-paranoide, ya que la ansiedad predominante es paranoide, y el es­
tado del yo y de sús objetos se caracteriza por la escisión, que
es esquizoide.
Contra la abrumadora ansiedad de ser aniquilado el yo de­
sarrolla una serie de mecanismos de defensa, siendo probable­
mente el primero el uso defensivo de la introyección y de la
proyección. Hemos visto que, como expresión de los instintos
y a la vez como recurso defensivo, el yo se esfuerza por introyectar lo bueno y proyectar lo malo. Pero no es ésta la única
forma en que se utilizan la introyección y la proyección. Hay
situaciones en que se proyecta lo bueno, para mantenerlo a
salvó de lo que se siente como abrumadora maldad interna, y
situaciones en que se introyectan los perseguidores e incluso se
hace una identificación con ellos, en un intento de controlarlos.
El rasgo constante es que en situaciones de ansiedad aumenta
la disociación y se utilizan la proyección y la introyección para
mantener a los objetos persecutorios tan alejados como sea
posible de los objetos ideales, a la vez que se mantiene a ambos
bajo control. La situación puede fluctuar rápidamente, y sen­
tirse a los perseguidores ora fuera, dando la sensación de una
32
HANNA SEGAL
amenaza externa, ora dentro, produciendo temores de carácter
hipocondríaco.
La escisión se vincula con la creciente idealización del ob­
jeto ideal, cuyo propósito es mantenerlo bien alejado del obje­
to persecutorio y hacerlo invulnerable. Esta idealización extre­
ma se vincula también con la negación mágica omnipotente.
Cuando la persecución es tan intensa que se hace insoporta­
ble, se la puede negar completamente. Esta negación mágica
se basa en la fantasía de total aniquilación de los perseguido­
res. Otra forma de utilizar la negación omnipotente como de­
fensa contra la persecución excesiva es idealizar al objeto per­
seguidor mismo, y tratarlo como ideal. A veces el yo se identi­
fica con este objeto pseudo-ideal.
Este tipo de idealización y negación omnipotente de la
persecución se ve a menudo en el análisis de pacientes esqui­
zoides, que en su infancia fueron “ bebes perfectos” , que nunca
protestaban ni lloraban, como si toda experiencia hubiera sido
buena para ellos. En la vida adulta, estos mecanismos conducen
a una falta de discriminación entre lo bueno y lo malo y a
fijaciones en objetos malos que deben ser idealizados.
De la proyección original del instinto de muerte surge otro
mecanismo de defensa, extremadamente importante durante
esta fase del desarrollo: la identificación proyectiva. En la
identificación proyectiva se escinden y apartan partes del Y o y
objetos internos y se los proyecta en el objeto externo, que
queda entonces poseído y controlado por las partes proyec­
tadas, e identificado con ellas.
La identificación proyectiva tiene múltiples propósitos: se
la puede dirigir hacia el objeto ideal para evitar la separación,
o hacia el objeto malo para obtener control de la fuente de
peligro. Se pueden proyectar varias partes del Y o con diversos
propósitos: se pueden proyectar partes malas del Y o tanto para
librarse de ellas como para atacar y destruir al objeto; se pue­
den proyectar partes buenas para evitar la separación o para
mantenerlas a salvo de la maldad interna, o para mejorar al
objeto externo a través de una especie de primitiva reparación
proyectiva. La identificación proyectiva comienza en cuanto
se instala la posición esquizo-paranoide en relación con el pe­
cho, pero persiste y muy a menudo se intensifica cuando se
percibe a la madre como objeto total y la identificación proyec­
tiva penetra en todo su cuerpo.
INTRODUCCION A LA OBRA DE M EIANIE KLEIN
33
Un ejemplo tomado del análisis de una niñita de cinco años
ilustra ■algunos aspectos de la identificación próyéctiy a. Hacia
el final de una sesión qué tuvo lugar pocas semanas antes de
una larga interrupción, derramó goma de pegar sobré el piso
del cuarto de juegos y sobre sus zapatos. En esa época el con­
tenido dé las sesiones giraba especialmente alrededor de los
embarazos. Le interpreté que quería pegarse al suelo para no
tener que irse al final de la sesión, que represéntába la inte­
rrupción del tratamiento. Confirmó vérbalmente esta interpre­
tación, y a continuación se puso a embadurnar con la goma,
ensuciando más, y haciendo un verdadero “ revoltijo’ ’. Con
gran satisfacción me. dijo: “ Pero también es un vómito, ahí
encima de tu piso” . Le interpreté que no sólo quería pegarse
al interior de la habitación, sino también al interior de mi
cuerpo donde crecían nuevos bebes, y ensuciar y hacer un “ re­
voltijo” en mi interior con el vómito. Al día siguiente me trajo
un gran geranio rojo. Y señalando el tallo y los numerosos
brotes que lo rodeaban, me dijo: “ ¿Ves? Todos estos bebes
salen del tallo; Este es un regalo para ti” . Le interpreté que
ahora quería darme el pene y todos los bebitos que salen de él
para compensar él “ revoltijo” que sentía que había hecho con
mis bebes y él interior de mi cuerpo el día anterior.
Más tarde, durante esa misma sesión, la pariente volvió a
tomar la goma de pegar y dijo que iba a dibujar un animal
en el piso, un foxg love*. Después vaciló, y dijo : “ No, el
foxglove (dedalera) es una flor” . Lo que quería decir era
fox (zorro). No sabía el nombre de la flor que me había
regalado. “ Puede ser un foxglove, también” . Mientras pintaba
el zorro en el piso, usando la goma de pegar como pintura,
siguió hablando de zorros. “ Entran arrastrándose sin que
nadie se dé cuenta. Tienen boca grande y dientes grandes y
comen pollitos y huevos” . Y agregó, con gran satisfacción:
“ Este era un zorro muy resbaladizo, porque nadie lo podía ver
sobré el piso y la gente se resbalaba y se rompía las piernas” .
De modo que la flor foxglove que me había ofrecido era
una expresión dé su parte de “ zorra resbaladiza” . Era su parte
“ zorra resbaladiza” , mala, dañina (identificada también con
el pene de su padre) , lo que quería deslizar dentro de mí para
que siguiera viviendo en mi interior y destruyera mis huevos y
i La paciente confunde foxglove (dedalera) con fox (zorro). [T.]
34
HANNA SEGAL
mis bebes. Al hacerlo conseguía librarse de una parte de sí
misma que no le gustaba y de la que se sentía culpable, y al
mismo tiempo, en su fantasía tomaba posesión del cuerpo de
su madre-análista y destruía a los otros bebes, como había
estado haciendo con su vómito en la sesión anterior. Como
se había librado de su parte mala, podía sentirse buena, la
nenita buena que ofrece una flor a su analista, cuando en reali­
dad la está dañando secretamente. El “ zorro resbaladizo” que
nadie podía ver se convertía así en símbolo también de su
hipocresía.
A la sesión siguiente le asustaba entrar en la habitación;
entró cautelosamente, examinó el piso y abrió de mala gana
su cajón. En esa etapa de su análisis, ésta era una conducta
desusada y recordaba un período anterior en que temía al león
de juguete de su cajón. Para ella la fantasía implicada en la
identificación proyectiva era algo muy real. Al día siguiente de
pintar el zorro resbaladizo, el cuarto de juegos y el cajón — que
representaba mi cuerpo—- se habían convertido en un lugar
que contenía un animal peligroso. Cuando le interpreté esto,
recordó que había tenido una pesadilla en la que aparecía un
animal enorme. Su ansiedad disminuyó, y abrió su cajón de
juguetes.
Para ella, hasta este punto, yo contenía una parte peligrosa
de ella misma, de la que ahora se sentía completamente diso­
ciada; sus asociaciones con el sueño mostraron también que
muy poco después yo me había convertido por entero en el
zorro peligroso mismo. Esto se vio más tarde en la misma
sesión, cuando dijo que el animal peligroso de su sueño tenía
“ anteojos, como tú, y la misma boca grandota” .
En el ejemplo anterior, la identificación proyectiva se uti­
liza como defensa contra la separación inminente y como me­
dio de controlar al objeto y de atacar a rivales — los bebes de
mi interior. La parte proyectada — el vómito y el zorro resba­
ladizo— es principalmente la parte mala, voraz y destructiva,
estando también identificado el “ zorro resbaladizo” con el pene
malo introyectado, lo que forma la base de una mala relación
homosexual. Como resultado de esta proyección, la analista
aparecía primero como conteniendo esta parte mala y siendo
controlada por ella, pero gradualmente la paciente llegó a iden­
tificar por completo a la analista con dicha parte.
Cuando los mecanismos de proyección, introyección, esci­
INTRODUCCIÓN A LA O B R A D É ME^ANIE KLÍEIN
35
sión, idealización, negación, e ideiitificación proyectiva e introyectiva no alcanzan a dominar la ansiedad y ésta invade al yo,
puede surgir la desintegración del yo como medida defensiva.
El yo se fragmenta y escinde en pedacitos para evitar la expe­
riencia de ansiedad. Este mecanismo, muy dañino para el yo,
generalmente aparece combinado con la identificación proyec­
tiva: de inmediato se proyectan las partes fragmentadas del
yo. Este tipo de identificación proyectiva es de carácter pato­
lógico cuando se la utiliza extensamente. Trataremos esto con
más detalle en el próximo capítulo.
El bebe utiliza diversos mecanismos de defensa para pro­
tegerse de sentir, al principio, el miedo a la muerte desde den*
tro, y a los perseguidores externos e internos, una vez que ha
deflexionado el instinto de muerte. Pero todos esos mecanismos
originan a su vez ansiedades propias. Por ejemplo, la proyec­
ción hacia fuera de malos sentimientos y partes malas del Yo
produce persecución externa. La reintroyección de persegui­
dores origina ansiedad hipocondríaca. La proyección hacia
fuera de partes buenas produce la ansiedad de quedar vacío
de bondad e invadido por perseguidores. La identificación pro­
yectiva origina diversas ansiedades. Las dos más importantes
son las siguientes: el miedo de que el objeto atacado proyecte
sobre uno en retaliación, y la ansiedad de tener partes de uno
mismo aprisionadas y controladas por el objeto en el que se
las ha proyectado. Esta última ansiedad es particularmente in­
tensa cuando se proyectaron partes buenas del Yo, lo que pro­
duce la sensación de haber sido robado de estas partes buenas
y de ser controlado por otros objetos.
La desintegración es el más desesperado de todos los inten­
tos del yo para protegerse de la ansiedad. A fin de no sufrirla
el yo hace lo que puede por no existir, intento que origina una
aguda ansiedad específica: la de hacerse pedazos y quedar
pulverizado.
El material siguiente, perteneciente a un paciente no-psicótico, muestra algunos de estos mecanismos esquizoides. El pa­
ciente, un abogado de mediana edad, comenzó una sesión co­
mentando que yo me había demorado unos minutos. Agregó
que en las pocas oportunidades en que esto había sucedido an­
tes, él había advertido que yo me retrasaba o en la primera
sesión de la mañana o en la sesión que seguía al almuerzo.
Comentó que cuando yo me retrasaba, lo hacía porque proion-
36
HANNA SEGAL
gaba inism om entos libresusurpando minutos de la sesión.
El, en cambio, nunca hacía esperar a un cliente por alguna
razón personal, pero sí por estar ocupado con otro cliente.
En este contexto dejó entrever claramente que mi conducta
en éste aspecta le parecía más recomendable que la suya. Co­
mentó cuán incapaz se sentía de enfrentar la agresión de sus
clientes. Dijo también que por eso no podía terminar a tiempo
las entrevistas. Ambos conocíamos muy bien tanto su incapa­
cidad para manejar sus asuntos como sus ofendidas protestas
de inocencia: él nunca hacía nada por su propio bien — siempre
algunos clientes interferían con otros. Poco después de estos
comentarios dijo que había tenido un sueño relacionado con
retrasarse. En el sueño aparecían “ fumadores” . (Hacía muy
poco tiempo este paciente había atendido profesionalmente a
delincuentes, y se había comportado en forma muy omnipo­
tente. Estos asuntos le proporcionaron bastante éxito y dinero,
pero después le pareció que su éxito había sido ruin, y se sin­
tió culpable y avergonzado. Algunos de estos clientes delin­
cuentes fumaban mucho, y él ocasionalmente se refería a ellos
como a los “ fumadores” .)
En el sueño multitud de fumadores invadían su departa­
mento y el despacho contiguo. Fumaban y bebían por todas
partes y desordenaban todo; querían que él los acompañara y
se mostraban muy insistentes. De repente se daba cuenta de que
en la sala de espera estaba el cliente citado para esa hora y
advertía que no podría entrevistarlo a causa de los fumadores
que habían invadido su departamento. Desesperado y enojado,
los empujaba para que se fueran y así poder atender a su clien­
te. Agregó que ahora, al relatar el sueño, sentía que probable­
mente se las había arreglado para echar a los fumadores y
creía que había conseguido ver a su cliente a tiempo. En algún
momento del sueño entraba su esposa y le decía que ella había
asistido a la sesión en su lugar, pues evidentemente él no podría
enfrentarse con los fumadores y con el cliente que lo esperaba,
y además llegar a tiempo a la sesión. Esto, en el sueño, lo
deprimía mucho. Sus asociaciones con el sueño se refirieron
principalmente a los “ fumadores” . Comentó en qué forma vo­
raz y descontrolada fumaban y bebían, qué desprolijos, sucios
y desconsiderados eran, y cómo habían dejado su departa­
mento hecho un “ revoltijo” . Estaba seguro de que estos fuma­
dores representaban la parte de él que con su avidez de éxito,
IfíTRO
A LÁ OBRA DE MELANIE KLEIN
37
dinero y satisfacción fácil, convertía su vida y su análisis en
un “ revoltijo” *
Pero en sus asociaciones, por sinceras que fueran, se ad­
vertía uña omisión evidente: no se había referido ai hecho de
que yo misma fumaba mucho, aunque esto había aparecido
con frecuencia en su análisis, y en el pasado los “ fumadores”
me habían representado a menudo cómo peligrosa mujer fálica.
No consigno aquí los detalles del restó de la sesión porque
el sueño en sí es muy claro y lo que nos interesa es su aspecto
teórico 4a ilustración de ciertos mecanismos. Los fumadores
representaban ante todo una parte de mí. En el sueño el objeto
del paciente, yo como representante de la figura parental, es­
taba escindido. Por una parte, estaba la analista con quien que­
ría reunirse para tener su sesión; por otra parte, la multitud
de fumadores que invadían su departamento y le impedían lle­
gar hasta ella. En la medida en que yo era un objeto bueno,
estaba representada por una sola figura, la analista, y posible­
mente también por el cliente que lo esperaba en la sala y con
quien sentía que podía entenderse. Pero mi parte mala no
estaba representada por un solo fumador, sirio por una verda­
dera multitud de fumadores. O sea que percibía al objeto malo
escindido en multitud de fragmentos persecutorios. La escisión
entre mi aspecto bueno y el aspecto fumador se mantenía tan
rígidamente que en sus propias asociaciones el paciente no
vinculó á los fumadores conmigo.
Esta escisión en el objeto se acompañaba de — y en realidad
estaba producida por— una escisión en el yo. La parte buena
estaba representada por el paciente que, en el sueño, quería
concurrir a la sesión — y á la vez el paciente que, como buen
abogado, quería entrevistar a su propio cliente a la hora conve­
nida. No podía tolerar su parte mala, su parte incontrolada*
voraz, exigente, ambiciosa y embrolladora. La escindía en múl­
tiples pedazos y la proyectaba en mí, escindiéndome entonces
también a mí en múltiples pedazos; y como no podía tolerar
la persecución resultante y la pérdida de su analista buena,
escindía y apartaba además mi parte mala fragmentada y la
desplazaba a los “ fumadores” , preservándome entonces en parte
como objeto bueno.
Este material revela con bastante claridad por qué nunca
podía manejar bien su actividad profesional y su relación con
sus clientes. En realidad, los clientes no eran personas para él.
38
HANNA SEGAiL
Cada cliente representaba pedazos escindidos y apartados dé
una figura parental mala, a quien yo representaba en lá trans­
ferencia. Esta figura contenía pedazos de él mismo escindidos
y apartados y proyectados. En realidad no podía manejarse
con sus clientes más de lo que había podido manejarse con estas
partes malas de sí mismo.
A la luz de este sueño se aclara también por qué le parecía
mejor retrasarse* como yo, después de las horas libres, en vez
de retrasarse, como él, cuando la culpa era de otro — aunque
esto también implica una negación de mi real negligencia al re­
trasarme. Lo que trataba de expresar era que me sentía capaz
de responsabilizarme por mi propia mala conducta sin proyec­
tarla. El sentía que yo podía expresar mi voracidad, mi des­
control o mi agresión, y podía también responsabilizarme total­
mente por ellos; él en cambio se sentía tan voraz, destructivo
y embrollador que no podía responsabilizarse por el control de
esta parte de sí y necesitaba proyectarla en otros, principal­
mente en sus clientes.
Este sueño muestra una serie de mecanismos esquizoides:
la escisión del objeto y del Y o en una parte buena y una parte
mala; la idealización del objeto bueno y la escisión de la parte
mala del Yo en pequeños fragmentos; la proyección de partes
malas en el objeto con la sensación resultante de ser perseguido
por multitud de objetos malos. El método de proyectar partes
malas del Y o divididas en muchos fragmentos, típico de
las defensas esquizoides, era característico de este paciente.
Una vez soñó que se enfrentaba con muchos pequeños japone­
ses enemigos. Según mostraban sus asociaciones los japoneses
representaban su orina y heces, en las que ponía partes recha­
zadas de sí mismo y luego proyectaba la orina y heces en sus
objetos. En otra oportunidad escribió un artículo para un perió­
dico extranjero, y al pensar en él durante una sesión, le pareció
que tendría muy mal efecto moral sobre los lectores. Se consoló
pensando que como “ quedaba muy lejos” las consecuencias no
le alcanzarían. En su sueño posterior, el artículo estaba repre­
sentado por “ un poquito de mierda en China” .
Este paciente utilizaba mecanismos esquizoides principal­
mente como defensa contra ansiedades de la posición depre­
siva, en especial la culpa; pero la defensa en el sueño con los
fumadores resultaba sólo parcialmente exitosa porque no había
proyectado completamente los impulsos malos en los fuma­
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
39
dores. Incluso en el sueño mismo, el paciente se sentía respon­
sable por los fumadores, culpable por su relación para con el
cliente y para conmigo misma, y muy consciente del sentimiento
de pérdida de su objeto bueno.
Pero no sentía que la culpa del sueño estuviera directamente
relacionada con su voracidad, ambición, etcétera. Se sentía
culpable de debilidad; expresó esto al comienzo de la sesión,
diciendo que siempre se demoraba por su debilidad en el trato
con los clientes. Esta debilidad, que sentía consciente e intensa­
mente, se relacionaba con la proyección de su parte agresiva,
que le hacía sentirse desamparado para enfrentar la persecu­
ción de sus pedazos proyectados, de los que no podía renegar.
Al mismo tiempo, esta proyección de su parte agresiva le hacía
sentirse débil y desvalido, porque le parecía que la proyección
había vaciado a su yo, aunque fuera de partes que él conside­
raba malas.
Al describir la posición esquizo-paranoide insistí en las
ansiedades y defensas vinculadas con ella. Esto podría presentar
un cuadro engañoso de los primeros meses del bebe. Es nece­
sario recordar que el bebe normal no pasa la mayor parte del
tiempo en estado de ansiedad. Por el contrario, en circuns­
tancias favorables pasa la mayor parte del tiempo durmiendo,
mamando, disfrutando de placeres reales o alucinados, y de
este modo asimilando gradualmente su objeto ideal e integrando
su yo. Pero todos los bebes tienen períodos de ansiedad, y las
ansiedades y defensas que constituyen el núcleo de la posición
esquizo-paranoide son parte normal del desarrollo humano.
Ninguna experiencia del desarrollo humano se borra o des­
aparece jamás; debemos recordar que hasta en el individuo más
normal ciertas situaciones removerán las ansiedades tempranas
y pondrán en funcionamiento los tempranos mecanismos de
defensa. Además, en una personalidad bien integrada, todas las
etapas del desarrollo quedan incluidas, ninguna está escindida
y apartada o rechazada; y ciertas conductas del yo en la
posición esquizo-paranoide son realmente muy importantes para
el desarrollo posterior, del que sientan las bases. Deben des­
empeñar un papel en la personalidad más madura e integrada.
Una de las conductas de la posición esquizo-paranoide es
la escisión. La escisión es lo que permite al yo emerger del
caos y ordenar sus experiencias. Por excesivo y extremo que
pueda ser al comienzo, este ordenamiento de la experiencia que
40
HANNA SEGAL
acompaña al proceso de escindir al objeto en uno bueno y otro
malo sirve, sin embargo, para ordenar el universo de las im­
presiones emocioiaales y sensoriales del niño y es una condi­
ción previa para la integración posterior. Es la base de lo que
será después la capacidad de discriminar, cuyo origen es la
temprana diferenciación entre lo bueno y lo malo. Hay otros
aspectos de la escisión que persisten en la madurez y que tienen
mucha importancia en ella. Por ejemplo, la capacidad para
prestar atención, o para suspender la propia emoción con el
propósito de formarse un juicio intelectual, no se alcanzaría
sin la capacidad para hacer una escisión temporaria y rever­
sible.
La escisión es también la base de lo que más tarde llegará
a ser la represión. Si la eseisión temprana ha sido excesiva y
rígida, la represión posterior probablemente será la excesiva
rigidez neurótica. Cuando la escisión temprana ha sido menos
severa, la represión lesionará menos al sujeto, y el inconsciente
estará en mejor comunicación con la mente consciente.
De este modo la escisión, siempre que no sea excesiva y no
conduzca a la rigidez, es un mecanismo de defensa de gran im­
portancia, que no sólo sienta las bases de mecanismos poste­
riores y menos primitivos, como la represión, sino que sigue
funcionando en forma atemperada a lo largo de toda la vida.
Con la escisión se relacionan la ansiedad persecutoria y la
idealización. Por supuesto que ambas distorsionan el juicio,
cuando conservan su forma original en la vida adulta, pero al­
gunos elementos de ansiedad persecutoria e idealización están
siempre presentes en las emociones de la vida adulta y desem­
peñan un papel en ellas. Es necesario cierto grado de ansiedad
persecutoria para poder reconocer, evaluar y reaccionar ante
circunstancias externas realmente peligrosas. La creencia en la
bondad de los objetos y de uno mismo se basa en la idealiza­
ción, precursora de buenas relaciones objétales. La relación con
un objeto bueno contiene generalmente cierto grado de ideali­
zación, y esta idealización persiste en muchas situaciones, como
enamorarse, apreciar la belleza, formarse ideales sociales o po­
líticos -—emociones que, aunque no sean estrictamente raciona­
les, incrementan la riqueza y variedad de nuestras vidas.
También la identificación proyectiva tiene sus aspectos va­
liosos. Ante todo, es la forma más temprana de empatia, y la
capacidad para “ ponerse en el lugar del otro” se basa tanto
INTRODUCCIÓN A LÁ OBRA DE MELANIE KLEIN
41
en la identificación proyectiva com o introyeetiva. En la iden­
tificación proyectiva se basa también la primera clase dé for­
mación de símbolos. Al proyectar partes de sí en el objeto e
identificar partes del objeto con pa ríes del Y ó, el yo forma
sus primeros y más primitivos símbolos.
Por consiguiente, no debemos considerar a los mecanismos
de defensa de la posición esquizo-paranoide sólo como meca­
nismos de defensa que protegen al yo de ansiedades inmediatas
y abrumadoras, sino también como etapas progresivas del
desarrollo.
Esto nos lleva a preguntarnos cómo sale el individuo nor­
mal de la posición esquizo-paranoide. Para que la posición
esquizo-paranoide dé lugar, en forma gradual y relativamente
no perturbada al siguiente paso del desarrollo, la posición de­
presiva, la condición previa necesaria es que las experiencias
buenas predominen sobre las malas. A este predominio contri­
buyen tanto factores internos como externos.
Cuando las experiencias buenas predominan sobre las ma­
las, el yo llega a creer que el objeto iderál prevalece sobre los
objetos persecutorios, y que su propio instinto de vida predo­
mina sobre su propio instinto de muerte. Estas dos creencias,
en la Rondad del objeto y en la bondad del Yo, van juntas, ya
que el yo continuamente proyecta fuera sus propios instintos,
distorsionando así los objetos, y también introyecta sus obje­
tos identificándose con ellos. El yo se identifica repetidamente
con el objeto ideal, adquiriendo así mayor fuerza y mayor
capacidad para enfrentarse con ansiedades sin recurrir a vio­
lentos mecanismos de defensa. Disminuye el miedo a los per­
seguidores y disminuye también la escisión entre objetos per­
secutorios e ideales. Se permite a ambos que se aproximen más
y esto los prepara para la integración. Simultáneamente, a
medida que el yo se siente más fuerte y con mayor afluencia
(le la libido, va disminuyendo la escisión dentro del yo. Su rela­
ción con el objeto ideal es más estrecha, y le asusta menos su
propia agresión y la ansiedad que ésta le provoca; sus partes
buenas y malas pueden entrar en mayor contacto. A la vez que
disminuye la escisión y el yo tolera más su propia agresión,
disminuye la necesidad de proyectar y el yo puede tolerar
cada vez mejor su propia agresión y sentirla como parte de sí,
sin verse impulsado a proyectarla constantemente en sus obje­
tos. De esta manera, el yo se prepara para integrar sus objetos,
42
para integrarse él mismo y, por la disminución de los mecanis­
mos proyectivos. distingue cada vez mejor entre lo que es Yo
y lo que es objeto. De este modo se prepara el terreno para
la posición depresiva. Pero la situación es muy diferente cuan­
do las experiencias malas predominan sobre las buenas, situa­
ción que describiré al tratar la psicopatología de la posición
esquizo-paranoide.
BIBLIOGRAFIA
“ Notes on some Schizoid Mechanisms” , Developments
in Psycho-analysts (Cap. 9), I. J. P., vol. 27. Hay versión castella­
na: Desarrollos en Psicoanálisis, Buenos Aires, Hormé, 1962.
— “ On Identification” , New Directions in Psycho-analysis (Cap. 13).
Hay versión castellana: Nuevas direcciones en psicoanálisis, Bue­
nos Aires, Paidós, 1965.
— y otros: Our Adult W orld and Other Essays (Cap. 3).
H a n n a S e g a l : “ Some Schizoid Mechanisms Underlying Phobia Formation” , 7. / . P., vol. 35 (1954).
M e l a n ie K l e in :
C apítulo III
ENVIDIA
^ O M O dije en el capítulo anterior, para que el bebe se desarrolle favorablemente durante la posición esquizo-paranoide es esencial que las experiencias buenas predominen sobre las
malas. Qué experiencia llega a tener realmente el bebe depende
tanto de factores externos como internos. La privación externa,
física o mental, impide la gratificación; pero aunque el ambien­
te le proporcione experiencias aparentemente gratificadoras, los
factores internos pueden alterarlas e incluso impedirlas.
Melanie Klein considera a la envidia temprana como uno de
dichos factores, que actúa desde el nacimiento y afecta funda­
mentalmente lás primeras experiencias del bebe. Desde luego,
en la teoría y práctica psicoanalíticas se lia reconocido desde
hace mucho tiempo que la envidia es una emoción muy impor­
tante. Freud en especial prestó mucha atención a la envidia del
pene en la mujer. Pero la importancia de otros tipos de envidia
— la envidia por la potencia entre los hombres, la envidia del
hombre por las posesiones o posición de la mujer, la envidia
de las mujeres entre sí— no se ha reconocido tan específica­
mente. En la literatura analítica y en la descripción de casos,
la envidia desempeña un papel importante, pero con excepción
del caso particular de la envidia del pene, hay una tendencia
a confundir envidia con celos. Es interesante que en la litera­
tura analítica se encuentre la misma confusión que en la vida
cotidiana, en que por lo común se llama celos a la envidia. Por
otra parte es realmente muy raro que se describa a los celos
como envidia; el lenguaje cotidiano — y esto también se refleja
44
HANNA SEGAL
en el lenguaje analítico— parece evitar el concepto de envidia
y tiende a reemplazarlo por el de celos*
Melanie Klein, en Envidia y Gratitud, diferencia adecuada­
mente las emociones de envidia y celos. Considera que la
envidia es la más temprana, y muestra que es una de las emo­
ciones más primitivas y fundamentales. Se debe diferenciar la
envidia temprana de los celos y de la voracidad.
Los celos se basan en el amor y su objetivo es poseer al
objeto amado y excluir al rival. Corresponden a una relación
triangular y por consiguiente a úna época de la vida en que
se reconoce y diferencia claramente a los objetos. La envidia,
en cambio, es una relación de dos partes en que el sujeto envi­
dia al objeto por alguna posesión o cualidad; no es necesario
que ningún otro objeto viviente intervenga en ella. Los celos
son necesariamente una relación de objeto total, mientras que
la envidia se experiencia esencialmente en función de objetos
parciales, aunque persista en relaciones de objeto total.
El obj etivo de la voracidad es poseer todo lo bueno que
pueda extraerse del objeto, sin considerar las consecuencias.
Esto puede tener por consecuencia la destrucción del objeto,
arruinándose lo que tenía de bueno, pero la destrucción es con­
tingente y no el fin que se buscaba. El fin es adquirir lo bueno
a toda costa. En la envidia el objetivo es ser uno mismo tan
bueno como el objeto, pero cuando esto se siente imposible, el
objetivo se convierte en arruinar lo bueno que posee el objeto
para suprimir la fuente de envidia. Es este aspecto dañino de
la envidia lo que la hace tan destructiva para el desarrollo,
pues convierte en mala a la fuente misma de todo lo bueno,
de la que depende el bebe, y por ende impide la realización de
buenas introyecciones. La envidia, aunque surge del amor y la
admiración primitivos, tiene un componente libidinal menos
intenso que la voracidad, y está impregnada de instinto de
muerte. Como ataca a la fuente de vida, se la puede considerar
la primera externalización directa del instinto de muerte. Surge
envidia en cuanto el bebe reconoce en el pecho la fuente de
vida y de experiencias buenas; la gratificación real que expe­
riencia con el pecho, reforzada por la poderosa idealización
de la temprana infancia, le hace sentir que el pecho es la
fuente de todo bienestar físico y mental, un reservorio inago­
table de alimento y calor, de amor, comprensión y sabiduría.
La plácida y dichosa experiencia de satisfacción que este ma­
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
45
ravilloso objeto puede proporcionar aumenta su amor a él y
su deseo de poseerlo, preservarlo y protegerlo, pero la misma
experiencia le provoca también el deseo de ser él mismo la
fuente de semejante perfección ^experiencia dolorosos senti­
mientos de envidia que le provocan el deseo de arruinar las
cualidades del obj eto que le produce sentimientos tan penosos.
La envidia se puede fusionar con la voracidad, constitu­
yendo así otro determinante del deseo de agotar enteramente al
objeto, no sólo ya para poseer todo lo bueno que éste tiene,
sino también para vaciarlo intencionalmente, a fin de que no
contenga nada envidiable. Es su mezcla con la envidia lo que
suele hacer a la voracidad tan dañina y aparentemente tan in­
tratable en el análisis/ Pero la envidia no se detiene en agotar
al objeto externo. El alimento mismo incorporado, en la me­
dida en que se lo percibe como habiendo formado parte del
pecho, es en sí mismo objeto de ataques envidiosos, que se diri­
gen entonces también al objeto interno. La envidia actúa ade­
más utilizando la proyección, y con frecuencia es éste su meca­
nismo principal. Cuando el bebé se siente lleno de ansiedad y de
maldad y siente que el pecho es la fuente de todo lo bueno,
quiere por envidia estropear el pecho proyectándole partes ma­
las y dañinas de sí mismo; en su fantasía, lo ataca escupiéndo­
le, orinándole, defecándole, con flatos, y con la mirada pene­
trante, proyectiva (el “ mal de ojo” ) . A medida que prosigue el
desarrollo continúan estos ataques, dirigidos ahora al cuerpo de
la madre y a sus bebes, y a la relación entre los padres. En
casos de desarrollo patológico del complej o de Edipo, la envi­
dia de la relación entre los padres desempeña un papel más
importante que los verdaderos sentimientos de celos.
Si la envidia temprana es muy intensa, interfiere con el
funcionamiento normal de los mecanismos esquizoides. Como
se ataca y arruina al objeto ideal, que es el que origina envidia,
no se puede mantener el proceso de escisión en un objeto ideal
y un objeto persecutorio, de fundamental importancia durante
la posición esquizo-paranoide. Esto conduce a una confusión
entre lo bueno y lo malo, que interfiere con la escisión. Como
no se puede mantener la escisión y no se puede preservar un
objeto ideal, quedan gravemente interferidas la introyección
del objeto ideal y la identificación con él. Y con esto el des­
arrollo del yo debe sufrir necesariamente. Cuando la envidia
es muy intensa, lleva a la desesperación. Como no se puede
46
HANNA SEGAL
encontrar un objeto ideal, no hay ninguna esperanza de reci­
bir amor ni ayuda alguna. Los objetos destruidos son fuente
de incesante persecución y posteriormente de culpa. Al mismo
tiempo, la falta dé una buena introyección priva al yo de su
capacidad de crecer y asimilar (la que disminuiría su sensa­
ción de que existe un abismo tremendo entre él y el ob jeto);
surge así un círculo vicioso, en que la envidia impide una
buena introyección y esto a su vez incrementa la envidia.
Una poderosa envidia inconsciente yace a menudo en la
raíz de reacciones terapéuticas negativas y tratamientos inter­
minables. Se puede observar esto en pacientes con una larga
historia de tratamientos anteriores fracasados. Se vio clara­
mente en un paciente que llegó al análisis luego de muchos
años de variados tratamientos psiquiátricos y psicoterapéuticos. Cada tratamiento le producía una mejoría, que se des­
barataba después de terminado. Cuando comenzó su análisis,
pronto apareció como problema principal la intensidad de
su reacción terapéutica negativa. Yo representaba principal­
mente un padre exitoso y potente, y por su intenso odio y
rivalidad hacia esta figura de continuo atacaba y destruía in­
conscientemente al análisis, que representaba mi potencia como
analista. A primera vista esto parecía una rivalidad edípica
directa con el padre, pero faltaba un elemento importante para
dicha situación edípica: intenso amor o atracción hacia las
mujeres. Las mujeres sólo le resultaban deseables como pose­
siones del padre y parecían no tener valor por sí mismas. Si
podía poseerlas, las arruinaba y destruía en su mente, en la
misma forma en que trataba de arruinar y destruir otras po­
sesiones de su padre, como su pene o sus realizaciones. En
dichas circunstancias no podía introyectar la potencia de su
padre e identificarse con ella, y no podía introyectar, preser­
var o utilizar mis interpretaciones.
En su primer año de análisis soñó que ponía eñ el baúl
de su pequeño automóvil herramientas pertenecientes al mío
(más grande que el suyo), pero cuando llegaba a destino y
abría el baúl, las herramientas se habían hecho pedazos. Este
sueño simbolizaba su tipo de homosexualidad; quería tomar
el pene del padre en su ano y robarlo, pero de hacer esto sería
tal su odio al pene, incluso ya introyectado. que lo haría pe­
dazos y no podría utilizarlo. En la misma forma hacía peda­
zos y desintegraba inmediatamente interpretaciones que había
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
47
sentido completas y útiles, y así era especialmente después de
buenas sesiones, que le habían procurado alivio, cuando solía
sentirse confundido y perseguido, ya que las interpretaciones
fragmentadas, distorsionadas, recordadas a medias, lo confun­
dían y atacaban internamente. Pronto aparecieron ataques en­
vidiosos contra la pareja parental — cualquier unión^entre dos
personas, sea cual fuere su carácter y el sexo de la pareja, re­
presentaba para él el envidiado coito parental que había ata­
cado y destruido. Esto le provocó dificultades para mantener
un vínculo significativo conmigo, o, internamente, cualquier
vínculo entre pensamientos, ideas y sentimientos. Al avanzar
su análisis apareció más en primer plano la transferencia ma­
terna, con desesperada envidia en relación con la figura
materna, los genitales y el orgasmo femeninos, el embarazo
y, en especial, los pechos.
Uno de sus síntomas más antiguos era su incapacidad para
comer en compañía, y particularmente, para comer comida pre­
parada por su esposa. Padecía con frecuencia ideas delirantes
referidas a que su comida estaba contaminada y envenenada, o
arruinada porque se la había dejado demasiado tiempo en el
congelador. Si su esposa o la casera hablaban mientras él co­
mía, se sentía como si lo atacaran a mordiscos, y desarrollaba
de inmediato un agudo dolor gástrico. En la transferencia
siempre sentía que yo me ponía de parte de su esposa, que no
reconocía la agresividad de ésta, y que al interpretarle repetía
los ataques de ella. Pronto se puso en evidencia que envidiaba
tanto a la mujer que le daba la comida, aunque ella lo estuviera
gratificando, que atacaba de inmediato la comida con orina y
heces, y de este modo la contaminaba instantáneamente.
Estos ataques envidiosos a sus objetos buenos — padre, pa­
reja parental, madre que alimenta— interferían con todos sus
procesos introyectivos. Como resultado, tenía dificultades para
aprender, pensar, trabajar, y alimentarse. Sus dificultades in­
telectuales le resultaban particularmente dolorosas, ya que en
armonía con su carácter envidioso, padecía una ambición des­
medida, insaciable.
Todos estos problemas llegaron a un punto culminante cuan­
do, después de varios años de análisis y considerables progre­
sos. tuvo que presentar por primera vez a sus colegas algunos
resultados de sus investigaciones en el laboratorio. En su fan­
tasía era un acontecimiento que conmovería al mundo. Espe-
48
vHAIíNA SFGÁI*
raba que sus investigaciones harían pedazos y llenarían de em
vidia al jefe de su departamento, a quien admiraba y envidiaba
enormemente. Al mismo tiempo le aterrorizaba la perspectiva
de convertirse en objeto de ridículo y desprecio. A veces, en
la transferencia, visualizaba el acontecimiento inminente como
un gran éxito, destinado a mostrarme que él era mucho más
creador que yo y a llenarme de envidia* otras veces iba a ser
un completo desastre, que demostraría al mundo cuánto daño
le había hecho yo y me desacreditaría para siempre. Al mismo
tiempo se daba cuenta de que no podría ni completar su tra­
bajo ni presentarlo sin ayuda analítica y trataba de volverme
a poner, como él decía, “ en mi pedestal” , e identificarse con­
migo. En esos momentos sentía que yo hacía el trabajo desde
su interior.
Pocas semanas antes del día en que tenía que presentar su
trabajo, yo pude señalarle que parecía realmente incapaz de
visualizar la reunión ó prever en forma realista qué recepción
tendría su trabajo. Se dio cuenta entonces por qué no podía:
sentía que de un modo u otro acabaría en locura. Sabía que
para él no existía la perspectiva de un éxito moderado. Si su
investigación resultaba exitosa — y una palabra de elogio de
cualquiera le bastaba para sentir que era el trabajo más im­
portante que se hubiera hecho jamás sobre ese tema— temía
que nada podría contener su sentimiento de superioridad, y
enloquecería con delirios de grandeza. Por otra parte, si no
tenía éxito — y, de nuevo, sabía que tomaría cualquier crítica
como completo desastre— su depresión y persecución serían
tales que acabaría suicidándose.
Al día siguiente relató este sueño: Caminaba por Londres
de la mano de un dinosaurio. Londres estaba vacía, no se veía
un alma. El dinosaurio estaba hambriento y ávido y el pacien­
te lo alimentaba constantemente con trocitos que sacaba de su
bolsillo, muy angustiado porque cuando se acabara la comida
el dinosaurio se lo comería a él. Pensaba que quizá Londres
estaba yacía porque el dinosaurio ya se había comido a todos
los otros habitantes. Su primera asociación fue la siguiente:
el dinosaurio debía representar su propia vanidad ilimitada.
Vinculó el sueño con el final de la sesión anterior y pensó que
representaba su dilema en relación con su trabajo. Debía ali­
mentar su vanidad o ésta lo mataría, pero si la alimentaba
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
49
sólo conseguiría que creciera y sé volviera más peligrosa. Su
vanidad era el anverso de su envidia, una expresión de ésta a
la vez que una defensa contra ella. Había producido un vacío
alrededor de él, ya que había devorado todos sus objetos, y era
una amenaza constante para su propia vida. Asociaciones pos­
teriores relacionadas con el sueño mostraron claramente que
al tratar de satisfacer su envidia sentía que lo torturaban la
soledad, el remordimiento, la culpa y la persecución, y enton­
ces su envidia aumentaba porque se sentía infeliz. Si no la
satisfacía, se llenaba de una envidia tan destructiva y devoradora que lo destruía y lo envenenaba a éL
Como la intensa envidia al primer objeto origina tan agudo
sufrimiento y tanta desesperanza, se movilizan contra ella po­
derosas defensas. Arruinar, que describí como uno de los pro­
pósitos de la envidia, es en parte una defensa contra ella, ya
que un objeto arruinado no provoca envidia. Se puede trocar
por desvalorización, para proteger al objeto, pues así sólo se
disminuye su valor y no se lo arruina totalmente. Este arrui­
nar o desvalorizar se vincula habitualmente con la poderosa
proyección de sentimientos envidiosos en el objeto.
En contraste con la desvalorización y la proyección de la
envidia, se puede recurrir a una rígida idealización, en un in­
tento de preservar algún objeto ideal. Pero esta idealización
es muy precaria, ya que cuanto más ideal es el objeto, más
intensa es la envidia. Todas estas defensas lesionan al yo.
Las defensas mencionadas se veían claramente en el pacien­
te que acabo de describir. Por ejemplo, el análisis posterior del
sueño del dinosaurio reveló que el dinosaurio también me re­
presentaba a mí, que a mi vez representaba al padre internali­
zado. Guando se sentía exitoso, le parecía que estaba llenando
a sus objetos con su propia envidia monstruosa: Y así llegaba
a sentir que su superyó lo envidiaba, arruinaba sus realizacio­
nes, atacaba sus trabajos y todo lo bueno que poseía.
Al mismo tiempo trataba de protegerse, en esta situación
desesperada, con ciertos intentos de escisión e idealización. En
algún punto de su material aparecía siempre un objeto ideali­
zado qué él introyectaba y con el que se identificaba en parte.
Este objeto variaba y se modificaba rápidamente. Pero la idea­
lización requería una condición esencial: el paciente debía
sentir no sólo que el objeto ideal le pertenecía, sino que él
mismo lo había creado. Básicamente, el único objeto ideal era
50
HANNA SEGAL
un pecho interno del cual él se sentía creador. Esta fantasía
era especialmente importante para comprender la excesiva du­
ración de todos sus tratamientos psiquiátricos. Necesitaba un
objeto externo que lo mantuviera total e ininterrumpidamente
satisfecho; en estas condiciones podía fantasear que él mismo
era la fuente de comida, y negar o desdeñar completamente al
objeto externo. Cualquier frustración le haría reconocer que la
fuente de vida y alimento era el pecho de la madre y no él
mismo, y esto lo llevaría inmediatamente a ataques devastado­
res. Por ejemplo, durante una sesión se demostró a sí mismo
que yo me había deteriorado completamente (el deterioro de sus
objetos era una fantasía muy repetida), ya no servía como ana­
lista y probablemente mi carrera estaba acabada. Y o estaba,
según él, “ en la calle” . Ese mismo día encontró una referen­
cia a mi labor en una revista popular. Esto pareció perturbarlo,
pero sólo por muy poco tiempo. Dos sesiones después alababa
el análisis y mi trabajo como nunca lo había hecho antes. El
mismo estaba sorprendido por este cambio y se preguntaba
constantemente por qué me idealizaba tanto y por qué me había
puesto en “ semejante pedestal” . Se vio entonces claramente que
en su fantasía aprobaba el hecho de que se me hubiera men­
cionado en el artículo porque sentía que era él quien, al idea­
lizarme, lo había logrado; él me había puesto “ en este pedes­
tal” . Me permitía ser ideal porque me necesitaba como objeto
ideal para contrarrestar su destructividad interna; pero sólo a
condición de poder hundirme omnipotentemente “ en el arroyo”
o elevarme “ sobre un pedestal” . En identificación con este ob­
jeto ideal creado por él mismo se sentía omnipotente y gran­
dioso. Su ánimo fluctuaba entre una profunda depresión, cuan­
do sentía que todo dentro de él había quedado destruido por
sus ataques envidiosos, y sentimientos de elación y de grandeza.
En este paciente tan perturbado podemos ver a la vez
cómo las defensas contra la envidia contribuyen a producir el
desarrollo psicopatológico, y cuán poco éxito tienen para im­
pedir la destructiva actuación de dicho sentimiento. Esto no
sucede en el caso de personas menos enfermas. Las defensas
contra la envidia pueden ser mucho más exitosas. Por ejemplo,
desde la temprana infancia se pueden escindir y apartar senti­
mientos y fantasías envidiosas, y el yo puede ser lo bastante
f fuerte como para impedir su re-emergencia.
Por eso quisiera confrontar el material recién presentado
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
51
con el de una paciente mucho menos perturbada, a fin de ilus­
trar la actuación de la envidia y las defensas contra ella en
una personalidad más equilibrada.
Esta paciente, una mujer de mediana edad, feliz en su ma­
trimonio, con una profesión que la absorbía y en la que tenía
éxito, vino al análisis por una tendencia a la depresión y una
inhibición en el trabajo. Trabajaba en un cargo universitario
y aunque tenía éxito en su carrera le aparecían recurrentes
bloqueos en relación con lo más creativo y gratificador que
tenía su trabajo: la investigación.
No presentaba ninguna de las manifestaciones evidentes de
la envidia, no tenía inhibiciones para incorporar y aprender,
y podía cooperar fructíferamente con sus colegas. En la trans­
ferencia no surgían expresiones manifiestas de reacción tera­
péutica negativa, y sus progresos en el análisis parecían uni­
formes y paulatinos. En su material no aparecía mucho la
envidia a la madre; y aunque sentía una rivalidad muy intensa
que la llevaba a marcadas reacciones de culpa, dicha rivalidad
se vinculaba invariablemente con situaciones triangulares de
celos y de intenso amor posesivo. Durante su análisis descu­
brimos cuán intensa había sido su rivalidad con su hermana
menor, a la que había sentido preferida por los padres, y en
especial por el padre. En su análisis revivió tanto sus celos y
rivalidad con la hermana por el amor del padre como la culpa
y depresión que la habían invadido cuando ella murió, antes
de que la paciente cumpliera cuatro anos.
La envidia del pene aparecía en primer plano en su análisis
y se vinculaba con rivalidades triangulares; competía con su
padre y con su hermano mayor por el amor de la madre. Otro
factor que incrementaba su envidia del pene eran sus fuertes
impulsos reparatorios relacionados con figuras femeninas re­
presentantes de su hermana, impulsos que conducían a una
pauta homosexual latente. Lo que más le costaba aceptar en
su análisis era la idea de que pudiera sentir rivalidad con su
madre; aunque admiraba y deseaba al padre, habitualmente
desplazaba la rivalidad con la madre a figuras fraternas fe­
meninas o masculinas. En la pauta homosexual, en cambio,
reconocía más fácilmente la rivalidad con su padre y hermano
por la madre. En la transferencia, la competencia por mí
como figura materna ensombrecía completamente la rivalidad
52
HAJÍÑA SEGAL
conmigo. Pero ocasionalmente podíamos elaborar algún ma­
terial edípico directo.
Por aquel entonces posiblemente yo no reconocía hasta qué
punto es importante la envidia escindida y apartada, pues si no
me hubiera ocupado más de detectar sentimientos de envidia
escindidos y apartados, al ver cuánta era la resistencia de la
paciente a sentir transferencialmente la rivalidad, y al consi­
derar su marcada inhibición de la ambición. La paciente po­
día trabajar en su profesión gracias a su gran interés por el
trabajo y al intenso sentido reparatorio que tenía para ella,
pero en cuanto reconocía sus propias aspiraciones ambiciosas
le aparecían inhibiciones en el trabajo. La envidia tardó mu­
cho en surgir en su análisis y apareció cuando la mayor parte
de sus problemas parecían resueltos. La precedió una gran
perturbación y la aparición de material cuasi-psicótico. En
primer lugar reaparecieron inhibiciones en su labor creadora,
que desde mucho tiempo atrás no la habían perturbado, acom­
pañadas por depresión y ansiedad. Después fueron surgiendo
gradualmente ideas delirantes: sentía que sus colegas, en espe­
cial varones* actuaban contra ella, que su hermano había tra­
tado de conseguir una entrevista conmigo para obtener hora
para sí a sus espaldas, que su esposo podría serle infiel, et­
cétera. Guando se le ocurrían estas ideas, sabía qué eran pu­
ras fantasías, pero le perturbaban su carácter delirante y la
intensidad de sus sentimientos irracionales. Le aterrorizó ad­
vertir la fragilidad de la barrera existente entre la salud men­
tal y la locura. El contenido de sus ideas delirantes era bas­
tante evidente. Ella estaba preocupada por su rivalidad con
los hombres, y temía una retaliación; también los reparaba en
la fantasía, al dar a su esposo una pareja mejor y menos frus­
trante, y a su hermano la buena madre-analista. Las ideas
delirantes fueron desapareciendo gradualmente, pero la pa­
ciente siguió inhibida en el trabajo y de ánimo inestable. Sen­
tía que no habíamos analizado por completo su “ chifladura” .
Durante varios meses tuvo una verruga en la coronilla.
Aunque aparentemente no le preocupaba, solía referirse a
ella en el análisis. Cuando se sentía molesta por sus propias
fantasías y sentimientos irracionales solía quejarse de tener
“ verrugas en el cerebro” . A veces asociaba la verruga con
criar un pene ubicado en su cabeza y que se manifestaba en
su trabajo intelectual. Un día contó que había asistido a una
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
53
fiesta con su esposo; allí les habían regalado globos que ellos
llevaron a su casa para dárselos a sus hijos. Asoció esto con
recuerdos infantiles: al levantarse por la mañana después de qué
sus padres habían asistido a bailes de Carnaval, encontraba en
su habitación globos, gorros y abanicos de papel. Recordaba
esto como experiencias muy felices, asociadas con padres
jóvenes y atractivos y su vida misteriosa y excitante. Sentía
que los regalos que le traían eran un intento de compartir todo
eso con ella.
Algo parecía haberla perturbado durante la fiesta. Estaban
con un grupo de amigos, entre ellos Joan, una mujer soltera.
Joan no tenía pareja de baile y se había retirado poco antes de
que la fiesta terminara. La paciente se sintió exageradamente
afligida porque Joan no los había esperado para que la lleva­
ran en auto a su casa. Joan ya había aparecido algunas veces
en su análisis; era una solterona de mediana edad con man­
chas de alopecia nerviosa en su cabeza. La paciente atribuía
la alopecia de Jo^n al hecho de que había quedado huérfana
siendo muy pequeña,
Al día siguiente relató un sueño: Tenía una excrecencia
en la cabeza; parecía una enfermedad de la piel, pero de as­
pecto muy repulsivo. Podía haber sido un tumor canceroso,
aunque en el sueño no estaba alarmada, sino sólo en parte
asqueada y en parte afligida. Notaba especialmente que esta
excrecencia se hallaba junto a la verruga y esto parecía sor­
prenderla. En el sueño había pensado. “ ¡Y también la verruguita! ” , como si hubiera esperado que la excrecencia se des­
arrollara a partir de la verruga, o que la reemplazara, pero no
tener ambas. Le mostraba esta excrecencia a su marido como
si quisiera demostrarle algo. No estaba segura si esto signifi­
caba una confesión o un pedido para que la tranquilizara o
ayudara.
El sueño la dejó perpleja e intranquila. Asoció la horrible
excrecencia de su cabeza con la alopecia de Joan. Dos veces
cometió un lapsus y llamó “ Jean” a Joan. Era un lapsus que
había cometido algunas veces antes, siendo Jean en cierto modo
el reverso de Joan: una bonita joven que hacía poco había
tenido un bebe. Vinculó la aparición de la excrecencia con
diapositivas coloreadas que había visto sobre el cáncer de
matriz y de pecho. Pero seguía sintiendo que representaba
seguramente una enfermedad de la piel. La vinculó también
54
HANNA SEGAL
con-algo padecido a un globo pinchádo desinflándose, pero
desparto esta asociación. Las asociaciones no le parecieron
muy significativas, pero la que se acompañaba de más afecto
era la vinculada a Joan. Recordó cuánto había envidiado el
hermoso cabello de su hermana, y ahora Joan le parecía su
hermana qiie volvía privada de todo, sin su hermoso cabello,
sin padres. Joan sin marido ni hijos representaba el hecho
de que su hermana no había llegado a ser mujer, ya que había
muerto en la infancia. La paciente sentía que la enfermedad
de su cuero cabelludo en el sueño representaba una expiación.
Pero aunque esta asociación le procuró cierto alivio y escla­
recimiento, parecía muy incompleta. De pronto, hacia el final
de la sesión, se dio cuenta dé que la enfermedad de la piel
representaba la tiña, y recordó que hacía unos días había oído
un proverbio español que dice: “ Si la envidia fuera tiña,
¡cuántos tinosos habría!” . Y con esa asociación sintió enor­
me alivio y le pareció que todo se había aclarado.
En la sesión siguiente advirtió cómo la envidia, semejante
a una tiña o cáncer (la asociación descartada representaba los
peligros que quería negar) era la verdadera “ verruga de su
cerebro” , y cómo invadía todas sus relaciones y actividades.
El pensamiento en el sueño “ ¡y también la verruguita!” re­
presentaba su súbito reconocimiento de que estaba envidiosa
y quería todo para sí: el pecho, la matriz, los bebes, todas
las realizaciones femeninas, y además el pene. Se dio cuenta
ahora de que cuando sus padres asistían a fiestas, la consumía
la envidia. Su relación con su hermanita era más compleja
de lo que parecía. No sólo competía con ella por el amor de
los padres; no sólo por celos, quería verla privada de todo,
sino también porque necesitaba una hermanita privada de
todo como vehículo para la proyección. Quería que fuera su
hermanita, y no ella, quien sufriera la envidia afeadora y
perjudicial. El primer objeto de su envidia era su madre,
representada en sus asociaciones por JeaiV y eran sus globos
— los pechos, la matriz— lo que ella incorporaba y arruinaba
(el globo desinflado de sus asociaciones con el sueño). Joan,
privada de todo, representaba a la vez a su madre y a su
hermana, y su lapsus entre Jean y Joan indicaba que eran
una misma persona. Su envidia del pene era secundaria con
respecto a su envidia a la madre. Intervenían en ella en parte
Ja envidia por desplazamiento del pecho y en parte la envidia
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
55
directa del pene, pero no como atributo masculino, sino como
otra posesión deseable más que pertenecía también a la madre.
En las sesiones siguientes sintió que envidiaba a todos y a
todo. Envidiaba a los hombres su pene y el amor de la mu­
jer; envidiaba a las mujeres sus nuevos bebes; a las madres
de lactantes sus pechos; a las mujeres casadas sus maridos;
pero también envidiaba a las solteras su tiempo, libre de pre­
ocupaciones familiares o económicas, y su éxito profesional
a veces mayor.
Lo que ella misma tenía, su matrimonio, hijos, capacidad
y éxito profesional, se lo arruinaba la culpa. Todo lo sentía
conectado con la actuación de su envidia. Se sentía culpable
de voracidad, ya que realmente se las había ingeniado para
obtener realizaciones tanto femeninas como masculinas. Pero
el mayor sentimiento de culpa lo sintió al advertir que estaba
utilizando inconscientemente sus riquezas para provocar envi­
dia, así como en el pasado había tratado de proyectar su
envidia en su hermana.
Su éxito debía ser moderado, porque se sentía demasiado
culpable de tenerlo y demasiado asustada de su envidia pro­
yectada; en especial no podía permitirse ser creadora en su
trabajo, pues esto representaba competencia con su madre
por atributos creadores, femeninos, competencia en la que, de
tener éxito, proyectaría en su madre una envidia abruma­
dora. La envidia era realmente “ la verruga de su cerebro” ,
que interfería con toda creatividad. La verruga misma se secó
y cayó pocos días después del análisis del sueño. Al aparecer
en primer plano por completo la envidia a mí, se pudo ver
que los globos estropeados representaban también su análisis
desinflado, en el que sólo podía permitirse y permitirme un
éxito muy moderado, como forma de impedir que apareciera
la envidia en cualquiera de las dos.
En el material de esta paciente se puede ver cómo, cuando
se escinde y aparta exitosamente la envidia, la personalidad se
puede desarrollar relativamente bien, pero al precio de con­
siderable empobrecimiento., Además, la envidia escindida y
apartada sigue siendo uña fuente constante de culpa incons­
ciente y una amenaza constante de irrupción de una parte
psicótica.
En un desarrollo más normal, la envidia se integra más.
La gratificación que produce el pecho estimula admiración,
56
HANNA SEGAL
amor y gratitud, a la vez qué envidia. Estos sentimientos en­
tran en conflicto en cuanto el yo comienza a integrarse y, si
la envidia no es abrumadora, la gratitud supera y atempera
la envidia. El pecho ideal, introyectado con amor, gratifica­
ción y gratitud, se hace parte del yo, y el yo mismo se llena
más de bondad. De este modo, en un círculo positivo, a me­
dida que aumenta la gratificación, disminuye la envidia, la
disminución de la envidia permite mayor gratificación, y esto
a su vez estimula la disminución de la envidia. Pero siempre
subsisten sentimientos de envidia en relación con el primer
objeto, aunque debilitados. Algunos de estos sentimientos se
desplazan del objeto primario al rival, fusionándose con los
celos del rival. La envidia del pecho de la madre se desplaza
al pene del padre, incrementando la rivalidad con el padre.
Si el remanente de envidia hacia el objeto primario no es
sentido ya como algo tan destructivo y devastador, puede lle­
gar a-estimular una competencia y rivalidad con él de carácter
egosintónico y que no origina abrumadores sentimientos de
culpa y persecución.
En el desarrollo patológico, la excesiva envidia temprana
afecta fundamentalmente el curso de la posición esquizo-paranoide y es un factor determinante de su psicopatología.
BIBLIOGRAFIA
Envy and Gratitude. Hay versión castellana: Envidia
y Gratitud, Buenos Aires, Nova, 1960.
H e r b e r t R o s e n f e l d : “ Some Observations on the Psycho-pathology o f
Hypochondriacal States” , /. J- P-, vol. 39 (1958).
B e t t y J o s e p h : “ Some Characteristics o f the Psychopathic Personality” ,
/ . / . F., vol. X L I (1960).
M eíí ANIe K l e i n :
Capítulo IV
PSICOPATOLOGIA DE LA POSICION
ESQUIZO-PARANOIDE
T V o es sorprendente que la psicopatología de la primera fase
■ ^ del desarrollo sea el problema más oscuro y difícil de la
investigación psicoanalítica. Pues es la fase del desarrollo que
más se aleja en el tiempo del momento en que vemos a nues­
tros pacientes, quienes seguramente ya han alterado, distor­
sionado y confundido sus primeras experiencias con las pos­
teriores*. Además, si observamos la conducta de los bebés,
cuanto más pequeños son éstos más difícil nos resulta inter­
pretarla. Las dificultades que se encuentran para estudiar
las primeras fases del desarrollo normal aumentan enorme­
mente ante fenómenos patológicos; cuanto más perturbado
está el bebe, más se alejan sus experiencias de las que el
observador adulto puede colegir por introspección.
No obstante, el estudio de esta fase es de fundamental im­
portancia. Sabemos que en los primeros meses de la infancia
yacen los puntos de fijación de la psicosis. Sabemos, además,
que en la enfermedad psíquica se produce una regresión, no
a una fase del desarrollo que fue en sí normal, sino a una
fase en la que ya estaban presentes perturbaciones patológicas,
que crearon bloqueos de desarrollo y constituyeron puntos de
fijación. Por consiguiente, tenemos derecho a suponer (y nues­
tra experiencia clínica ha confirmado ampliamente esta suposi­
ción) que, en la medida en que el psicótico hace una regresión
a los primeros meses de la infancia, regresa a una fase del
desarrollo que ya entonces poseía rasgos patológicos. Gracias
al estudio de las historias de pacientes esquizofrénicos y esqui­
zoides, y por la observación de bebes desde su nacimiento,
58
HANNA SEGAL
estamos más capacitados para diagnosticar rasgos esquizoides
en la temprana infancia y prever futuras dificultades. El psico­
análisis exhaustivo de pacientes esquizofrénicos de toda edad,
incluyendo niños psicóticos, nos aclara la dinámica de las per­
turbaciones psicológicas de la temprana infancia.
Como señalé en el capítulo anterior, en el desarrollo nor­
mal la posición esquizo-paranoide se caracteriza por la escisión
entre los objetos buenos y malos y el yo que ama y que odia,
escisión en que las experiencias buenas predominan sobre las
malas. Esta es una condición necesaria para que en estadios
posteriores del desarrollo se produzca la integración. He sub­
rayado también que en este estadio d bebe llega a organizar
sus percepciones por medio de procesos proyectivos e introyectivos.
Todos estos procesos se perturban cuando, por razones
internas o externas y por lo general por una combinación de
ambas, las experiencias malas predominan sobre las buenas.
Sobrepasaría los alcances de este capítulo consignar los múl­
tiples cambios patológicos que pueden ocurrir en esta situa­
ción. Me limitaré a describir algunos fenómenos patológicos
típicos.
En condiciones desfavorables de la posición esquizo-pa­
ranoide, la identificación proyectiva se utiliza en forma dife­
rente que en el desarrollo normal. El Dr. W. R. Bion fue el
primero en describir las características de la identificación
proyectiva patológica.
En el desarrollo normal, el bebe proyecta objetos internos
y parte del Yo en el pecbo y en la madre. Estas partes pro­
yectadas casi no se alteran durante el proceso de proyec­
ción, y cuando tiene lugar la reintroyección subsiguiente pue­
den reintegrarse al yo. Además, estas partes proyectadas si­
guen ciertas líneas de demarcación psicológica y fisiológica.
Por ejemplo, se puede proyectar lo “ malo” , o lo “ bueno” , o
ciertos órganos de percepción como la vista o el oído, o los
impulsos sexuales. El “ zorro resbaladizo” del material infantil
presentado en el capítulo sobre la posición esquizo-paranoide
es un ejemplo de semejante tipo de proyección.
Pero cuando la ansiedad y los impulsos hostiles y envi­
diosos son muy intensos, la identificación proyectiva sucede
de otro modo. La parte proyectada es hecha pedazos y des­
integrada en fragmentos diminutos, y son estos fragmentos
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
59
diminutos los que se proyectan en el objeto, desintegrándolo a
su vez en partes diminutas. El propósito de esta violenta iden­
tificación proyectiva es doblé. Como en el desarrollo patoló­
gico la realidad se experimenta primordialmente como perse­
cución, se odia violentamente toda experiencia de la realidad,
externa o interna. La fragmentación del yo es un intento de
desembarazarse dé toda percepción, y es ál aparato perceptual
al que primordialmente se ataca, destruye y oblitera. Al mismo
tiempo, se odia al objeto responsable de la percepción, y la
proyección se propone destruir ese pedazo de la realidad — el
objeto odiado— a la vez que librarse del aparato perceptual
que ló percibió. Cuando la envidia es muy intensa, la per­
cepción de un objeto ideal es tan dolorosa como la experiencia
de un objeto malo, ya que el objeto ideal provoca una envidia
intolerable. Por esta razón, este tipo de identificación pro­
yectiva se puede dirigir tanto al objeto ideal como al per­
secutorio.
Como consecuencia de este proceso de fragmentación no
hay una “ limpia disociación” entré un objeto u objetos idea­
les y malos, sino que se percibe al objeto escindido en dimi­
nutos pedazos, conteniendo cada uno una parte diminuta v
violentamente hostil del yo. Bien describió estos pedazos bajo
la denominación de “ objetos extraños” . Este proceso desinte­
grador daña gravemente al yo mismo, y sus intentos de li­
brarse del dolor que le produce la percepción sólo consiguen
incrementar las percepciones dblorosas, debidas ahora tanto
al carácter persecutorio de los “ objetos extraños” como a la
dolorosa mutilación del aparato perceptual. De este modo se
establece un círculo vicioso, donde el dolor que produce la
realidad conduce a una identificación proyectiva patológica,
y ésta a su vez hace que la realidad se vuelva cada vez más
persecutoria y dolorosa. El niño enfermo siente que la parte
de la realidad afectada por el proceso está llena de “ objetos
extraños” cargados de enorme hostilidad, que amenazan a un
yo despojado y mutilado.
Según mi experiencia, algunos pacientes tratan de salvar
una parte escindida y apartada del objeto y lo que queda del
yo intentando escindir y apartar y aislar estos “ objetos extra­
ños” en una especie de “ tercer área” . Por ejemplo un paciente
esquizoide fronterizo me dijo: “ No puedo ponerme en contacto
con Ud. Aquí está mi cabeza sobre la almohada y ahí está
60
HANNA SEGAL
Ud. en su sillón. Pero entre la punta de mi cabeza y Ud. no
hay más que un horrible ‘revoltijo sangriento’ ” . Prosiguiendé
el análisis, comprendimos que este “ revoltijo sangriento” se
asociaba con su experiencia de mamar de un pecho en el que se
estaba formando un absceso. Sentía que el “ revoltijo” era como
partículas chiquitas y mordidas del pecho, qué contenían su
orina y héces y trocitos rotos de sus dientes. Podía preservar
algo de su “ cabeza” , que representaba sü salud mental, y a
una analista remota en el sillón, pero no había ninguna rela­
ción entre él y yo. La verdadera relación entre su boca y el
pecho sucedía en la “ tercer área” , en el “ revoltijo” escindido
y apartado tanto de la analista-madre como del paciente-bebe.
En forma similar, una adolescente hebefrénica no me pres­
taba ninguna atención; lo único que parecía interesarle era el
almohadón del diván. Según surgió en su análisis, el almo­
hadón representaba el pecho conteniendo su propia cabeza in­
fantil proyectada. Las interpretaciones sobre el almohadón
como representante del pécho no significaban nada para ella,
pero cuándo le interpreté que el almohadón representaba el
pecho conteniendo la cabeza y qué estaba escindiendo y apar­
tando esta relación cabeza-pecho de la relación entré ella mis­
ma y su madre* se produjo un cambio muy marcado en la
transferencia. La paciente empezó a reconocer mi presencia y
vivenció una transferencia abiertamente hostil y persecutoria.
En cuanto la transferencia se volvía demasiado intensa, escin­
día y apartaba otra vez la “ tercer área” y sólo prestaba aten­
ción al almohadón u ocasionalmente a otras partes del diván.
El ataque a la realidad mediante la identificación proyectiva se conecta con otro proceso característico de la posición
esquizo-paranoide, descrito también por Bion: los ataques al
vínculo. El bebe ataca violentamente cualquier función u ór­
gano que percibe vinculando objetos. De esté modo destruye
su propia boca y el pezón porque son un vínculo entre él mismo
y el pecho. Como en el caso del paciente antes citado, en vez
de un vínculo entre el paciente y la analista (el bebe y la ma­
dre) sus ataques producían un “ revoltijo sangriento” . En for­
ma similar, la adolescente hebefrénica tenía lo costumbre de
arrancar hebras del almohadón y del diván, que luego rompía
en trocitos. En momentos de insight reconocía que estaba tra­
tando de romper sus vínculos con el mundo exterior, “ sus ca­
denas” , como ella los llamaba. De este modo, se rompen y
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
61
atacan vínculos entre el Yo y el objeto, interno y externo,
o entre diversas partes del Y o, por ejemplo el vínculo entre
las funciones de sentir y de pensar. Los vínculos entre los otros
objetos se vuelven a su vez objeto de tremendos ataques envi­
diosos, pues el bebe se siente a sí mismo incapaz de vincular
y envidia especialmente la capacidad de establecer vínculos de
los demás. Por supuesto que cuanto más ataca los vínculos
entre los objetos que internaliza, menos capaz se vuelve de
establecer vínculos él mismo, y más envidioso.
Estos vínculos percibidos entre los obj etos se sexualizan
de inmediato, y muchos analistas que atienden esquizofrénicos
están convencidos de que el bebe esquizoide tiene prematuras
fantasías y experiencias genitales, prematura y violenta envidia
sexual y celos. El complejo de Edipo permanece entonces en
un nivel oral y se caracteriza no ppr los celos, sino por inten­
sa envidia de la relación entre los padres.
El bebe esquizoide vive en un mundo muy distinto al del
niño normal. Tiene su aparato perceptual dañado, se siente
rodeado de objetos hostiles y desintegrados, sus vínculos con
la realidad están cortados o son muy dolorosos, y su capacidad
de establecer vínculos y de integrar se ha desbaratado. Para
sobrevivir en semejantes condiciones, el bebe debe tratar de
preservar de alguna manera una parte del yo capaz de alimen­
tarse, y de establecer un objeto lo bastante bueno como para
que obtenga de él la alimentación y otros procesos introyectivos, como el aprendizaje. Se encuentra ante la tarea de es­
cindir y apartar y conservar un objeto ideal protegido dé los
devastadores efectos de su identificación proyectiva. Quisiera
presentar ahora un ejemplo de éste tipo de intento.
El paciento que se quejaba del “ revoltijo” pasó por una
fase de agudos sentimientos persecutorios relacionados con su
esposa. En especial sospechaba que ella le estropeaba inten­
cionalmente la comida y una vez hasta llegó a pensar que le
había puesto veneno. Sospechaba también que ella era peligro­
samente ambivalente e incluso cruel con su hijita. Con frecuen­
cia me acusaba de ponerme de parte de su esposa, y gradual­
mente sus sospechas fueron apareciendo más directamente en la
transferencia. Al mismo tiempo se idealizaba a sí mismo, par­
ticularmente en su relación con su bebita y con su trabajo.
Cuando habíamos elaborado parte de este material, y en espe­
cial cuando habíamos analizado en parte su auto-idealización
62
HANNA SEGAL
y la proyección de partes malas de sí mismo, reconoció clara­
mente y con afecto sus propios ataques anteriores al análisis»
que representaba a la vez el alimento materno y una creación
de la madre: el bebe.
A continuación de un insight particularmente intenso, llegó
á la sesión con un estado de ánimo muy distinto. Su bebita
había estado enferma la noche anterior y él la había oído
llorar, pero no se había levantado. Comparó su conducta con
la disposición inmediata de su esposa para atender a la niñita,
su generoso amor y sus cuidados y la paciencia que tenía tanto
con la beba como con él. Comentó también cuánta paciencia
teñía yo para con sus diversas acusaciones y proyecciones. Pero
agregó, con voz burlona: “ como cuando yo decía cosas malas
de mi mujer, Ud. me interpretaba que eran partes malas de
mí que yo ponía en ella, supongo que ahora, cuando digo cosas
tan buenas de ella, y de Ud., me interpretará que son partes
buenas de mí, que yo sólo veo en los demás” . Aunque su aso­
ciación era burlona, le interpreté que esto era realmente lo que
él sentía. Le sugerí que necesitaba proyectar esas partes buenas
porque, si las retenía dentro de sí, se expondría a conflictos y
a obligaciones. Si retenía el amor a su bebita tendría que le­
vantarse por la noche para cuidarla. Si retenía su amor al
análisis tendría que cuidarlo dentro de sí y protegerlo de sus
propios impulsos malos.
En cuanto tomó conciencia de su propia destructividad,
tuvo que proyectar fuera su parte buena, para que su parte
mala no la aplastara en un conflicto interno. De este modo
nos erigió a su esposa y a mí, representantes de su madre,
en objetos ideales que contenían todas sus partes buenas,
dejándolo enteramente malo y despojado. Esta configurenion
correspondía a muchas situaciones en que el paciente dejaba
todo el trabajo por hacer a mi cargo, en la transferencia, o a
su esposa, en su casa. Pero esta idealización era muy preca­
ria. Hacia la mitad de la sesión el paciente recordó, furioso,
que había cedido a su esposa la mejor parte de sus bienes, y
que la odiaba por esto. Se sentía robado y despojado. A conti­
nuación se quejó de que el análisis le robaba su autoestima y
le hacía sentir que no valía nada. Su objeto ideal se convertía
inmediatamente también en perseguidor. No podía tolerar los
efectos de su propia idealización. Desde el momento en que
cedió a su objeto ideal su “ mejor parte” , sintió que éste le
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
63
había robado todo lo bueno de que disponía. Al mismo tiempo,
aumentó enormemente su envidia, de modo que el objeto ideal
volvía a ser blanco de ataques y de proyecciones hostiles.
Presentaré otra ilustración de las complejas dificultades
que implica mantener un objeto ideal cuando prevalecen pro­
cesos esquizo-paranoides patológicos. La paciente, una mujer
de mediana edad, atravesaba una fase de aguda hipocondría
con rasgos maníacos, paranoides y depresivos. Creía estar
sufriendo de una infección microbiana generalizada a la que
responsabilizaba de su inestabilidad anímica y de su agota­
miento general. Describía en forma muy vivida y fantástica
cómo los gérmenes le atacaban el sistema nervioso central, per­
turbando su pensamiento y sus glándulas suprarrenales y ago­
tándola; cómo invadían sus órganos sensoriales, provocándole
hiperagudeza visual y auditiva. No cabía duda de que sus per­
seguidores internos eran del tipo de los “ objetos extraños” .
Estaban escindidos y apartados de personas con las que la
paciente trataba de mantener una relación libre de persecución.
Dividía a las personas de su relación en dos categorías. A
las de la primera categoría ,las sentía dependientes de ella. Se
sentía responsable y preocupada por ellas y culpable si las des­
cuidaba. Según ella, todas estaban al borde de un “ derrumbe
nervioso” . Estas personas contenían su propio “ derrumbe ner­
vioso” proyectado. La segunda categoría incluía menos gen­
te ; idealizaba intensamente a su esposo y a uno o dos hom­
bres más, y dependía de ellos, aunque negaba enérgicamente
esta dependencia. Pero no pudo mantener exitosamente esta
disociación. De pronto empezó a sospechar de que uno tras otro
de sus objetos ideales padecía un “ derrumbe nervioso” . La
orina había desempeñado siempre un papel muy importante
en su análisis. En este contexto, sentía que la orina provenía
de una desintegración tan minuciosa de sus objetos internos y
de partes de sí misma que los había convertido en algo informe;
la sentía como un torrente de gérmenes que vertía en su objeto.
Sentía y utilizaba su forma de hablar —-maníaca, verborrágica,
exigente e invasora— como un torrente de orina mediante -4
cual podía proyectar su “ derrumbe nervioso” en su objeto.
Durante un tiempo se resistió mucho a las interpretaciones
transferenciales, hasta que un día dijo que había tenido un
sueño. Giraba alrededor de una bacinilla que no se podía uti­
lizar porque estaba cubierta por una tela de algodón — si-
64
HANNÁ SEGAL.
tuaeión que, en el sueño, la Deíiaba de ira y desesperación.
Su asociación con este sueño fue la siguiente; cuando la tarde
anterior me habla llamado por teléfono para pedirme un cam­
b i ó l e hora pensó que yo había estado brusca y cortante du­
rante nuestra conversación telefónica.
La labor realizada a continuación de este sueño esclareció
su relación conmigo como objeto ideal. Su objeto ideal era en
ese momento una bacinilla (un pecho en el que pudiera verter
su orina, un objeto que pudiera contener su “ derrumbe ner­
vioso” sin derrumbarse a su vez). Si sus proyecciones no pare­
cían afectarme, sentía que yo bloqueaba su identificación proyectiva y que le era tan inservible como una bacinilla tapada;
la dejaba estallar de gérmenes y orina. Pero si yo parecía de
algún modo afectada por Sus proyecciones, por ejemplo si esta­
ba más pálida o tenía un ligero resfrío, la paciente sentía que
todo “ el derrumbe” estaba proyectado en mí, lo que en princi­
pio me convertía en objeto de preocupación, pero enseguida yo
me convertía en un perseguidor que vertía de vuelta en ella la
desintegración y los gérmenes. En raras ocasiones, cuándo la
paciente lograba insight del proceso entero, me podía sentir
como el objeto ideal que satisfacía sus demandas incorporando
su “ derrumbe nervioso” y tolerándolo sin derrumbarse real­
mente ni vengarse. Esta experiencia le procuraba un alivio
temporario, pero incrementaba su envidia y sus frenéticos ata­
ques urinarios. Le resultaba tan intolerable reconocer su rela­
ción con su objeto ideal original^expresada en el sueño en
que la bacinilla representaba a su analista (el pecho-bacinilla)—
que necesitaba escindirla en tres tipos de relaciones que la
preocupaban: sus gérmenes (mera persecución), sus objetos
ideales, y sus objetos de preocupación (mezcla de depresión y
persecución). Esta escisión de su objeto la defendía de reco­
nocer que eran sus propios ataques los que habían convertido
a su objeto ideal en gérmenes-orina, y que por haber usado esa
orina infectada para atacar al objeto externo se había produ­
cido el derrumbe de su objeto ideal.
Para ilustrar mejor ciertos procesos patológicos transcri­
biré casi por completo la primera sesión de una adolescente
esquizofrénica. En pro de la claridad dividiré la sesión en
varias secuencias.
La paciente era una muchacha de 16 años, y su esquizo­
frenia se había manifestado desde hacía mucho tiempo. Llegó
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
65
a Londres procedente de un pueblito, X , poco después de que
su padre se suicidara. No le habían dicho que había muerto
por suicidio y se suponía que no lo sabía. Cuando la madre le
comunicó las disposiciones para entrar en tratamiento, sólo
hizo una pregunta: ¿Estaba casada la analista, y tenía hijos?
P r i m e r a s e c u e n c ia : Entró, miró a su alrededor, se paseó
casi Saltando por la habitación, y de inmediato empezó a ha­
blar. Dijo que venía a tratarse porque no se podía concentrar
en el trabajo, pero no creía que fuera a hablar mucho, porque
sabía que yo esperaba que hablara, y cuando la gente quería
que hablara ella quería quedarse callada. Sólo quería hablar
cuando creía que los demás querían que se callara. De cual­
quier modo, no tenía objeto hablar; la gente siempre hablaba
de la salud, de casamientos y de tener hijos, y nada más que de
eso. Ella no tenía ninguna de esas cosas, de modo que no tenía
interés en esos temas. Luego volvió a mirar a su alrededor y
murmuró: “ Y o sólo puedo hablar de enfermedad y eso hace
que todos los que me rodean se enfermen” ; luego dijo en voz
más alta: “ La gente habla mucho de enfermedades y eso no
me hace bien, me enferma. De cualquier modo mi familia no
hacía más que pelearse y hablar de enfermedades.”
En la primera secuencia la paciente muestra un súbito cam­
bio de percepción. Al principio “ la gente siempre habla de la
salud y de casamientos y de tener hijos” , y al final “ lo único
que hacen es pelearse y hablar de enfermedades” . Tras este
cambio de percepción hay un proceso dinámico. Ve en mí una
persona sana, casada y con hijos, lo que repite su experiencia
de sus padres como matrimonio. Al compararse conmigo — re­
presentante de sus padres— ella siente que no contiene más que
enfermedad. Me envidia, como envidiaba a sus padres su sano
estado matrimonial, y siente que hablando puede proyectarles
la enfermedad (“ yo sólo hablo de enfermedad y eso enferma
a todos” ), de modo que en el proceso de hablar hace que su
familia se pelee y se enferme. Después ellos a su vez la invaden
con la enfermedad. La envidia a sus padres y a la analista es
inconsciente, y tiene sólo vaga conciencia de la naturaleza de
sus ataques. Pero de lo que sí tiene conciencia es del peligro
de hablar *.
l
Atendí a esta paciente antes de la publicación de Envidia y Gra­
titud, y es interesante notar cómo, en el análisis del psicótico, la envi­
dia inconsciente aparece de inmediato en primer plano.
66
HANNA SEGAL
S e g u n d a s e c u e n c ia : Después de mi interpretación, en la
que le señalé su ataque y su miedo a la retaliación, la paciente
dijo que de cualquier modo no veía en la gente “ más que pro­
yecciones de personajes de libros” . Comentó cuánto le gustaba
leer libros; los devoraba. Dijo que los personajes de los libros
le parecían mucho más reales que cualquier otra persona, y
sin embargo eran tan irreales. Los personajes de los libros po­
dían tener cualquier emoción, ella no tenía ninguna. Los per­
sonajes de los libros eran maravillosos porque podía hacer con
ellos lo que quisiera. Ni siquiera le importaba lastimarlos, ya
que ellos nunca cambiaban.
En la segunda secuencia la paciente muestra la disociación
que existe en su mente. Siente que sus proyecciones enferman
a las personas reales de su alrededor, quienes se convierten en
perseguidores que a su vez proyectan en ella y la enferman.
Por eso pone todo su amor en personajes de libros y éstos se
convierten en sus objetos ideales. Cuando ha proyectado toda
su enfermedad — maldad— en personas reales, y todo su amor
y cualidades ideales en personajes de libros, ella misma se
siente completamente vacía. No tiene emociones ni contenidos,
sean buenos o malos. Para contrarrestar esto, necesita devorar
libros en un intento de introducir dentro de sí estos objetos
ideales y recuperar las partes proyectadas de sí misma que están
ahora en ellos. En esta secuencia también se trasluce por qué
convierte en objetos ideales a personajes de libros, en vez de
personas reales. Los personajes de libros satisfacen más sus
condiciones para que un objeto sea ideal. El objeto ideal no
sólo tiene que ser perfecto e indestructible, sino también com­
pletamente complaciente. (“ Puedo hacer con ellos lo que yo
quiera” .)
T e r c e r a s e c u e n c ia : Formulé una interpretación corta, se­
ñalando la disociación y la idealización, y al hacerlo utilicé la
frase siguiente: “ Y ahora tienes que tomar esos personajes de
libros adentro de ti” . Al oír la palabra “ adentro” , la paciente
mostró un súbito cambio de conducta. Reveló indudables signos
de que sentía una violenta persecución interna. Se retorció las
manos, se dobló en dos, gimió y musitó entre dientes, de modo
que sólo alcancé a entender las palabras “ adentro” , “ dolores” ,
“ sensación en el cuerpo” , “ dolor en la uña” . Le interpreté su
miedo de que las palabras se metieran dentro de ella, controlán­
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
67
dola y haciéndole doler. Sin responderme, comenzó una nueva
cadena de asociaciones.
C u a r t a s e c u e n c ia : Empezó a hablar animadamente de su
pasado: había estado pupila en una escuela desde los cuatro
años y era maravilloso. “ No importaba lo que uno hacía y
a quién se lo hacía” . Dijo entonces que ella y mamá dejaron
a papá cuando ella tenía dos anos 2. Habían recogido a todas
las personas enfermas del ferrocarril y del camino y habían
sido evacuadas junto con esa gente. A los cuatro años decidió
ingresar como pupila a una escuela y dejó a ambos padres.
En respuesta a mi comentario sobre dejar atrás al padre,
dijo: “ Oh, no importaba en lo más mínimo. Y o no distinguía
a una persona de otra.” Comenzó entonces a mirar ansiosamen­
te a su alrededor. Le sugerí que ahora estaba buscando a su
padre y que quizá lo extrañaba como lo había extrañado a los
dos años. Se rió y dijo: “ ¿Extrañar a papá? ¿En Londres?
¡Eso no puede ser! ¡Aquí no! No se extraña a una persona
en un lugar donde nunca estuvo. Si yo hubiera estado en X
quizás habría sentido algo por él, pero no podría sentir nada
por él en Londres, después que lo dejé en X .” Le interpreté
que sentía que había dejado atrás una parte de ella misma y
se había arrancado a sí misma de sus propios recuerdos, deján­
dolos en X. Entonces dijo en voz muy alta: “ Oh, sí. Pero las
cosas la siguen a una, gusanos, lombrices, cosas de los sueños y
esqueletos que saltan de los aparadores.” 3
En esta secuencia la paciente muestra una reintroyección
de la enfermedad proyectada. El padre, a quien había dejado
atrás, se escinde en su mente en miles de personas enfermas, a
quienes siente que debe tomar primero dentro de sí y luego
“ evacuar” . Muestra también algunos de sus mecanisinos de
defensa contra la culpa y persecución producidas por la des­
trucción de su objeto (el padre). Por ejemplo, se escinde en
el espacio y en el tiempo, dejando una parte de sí misma en
todo lugar que abandona. Al padre, que murió en X, y a la
parte de ella que lo introyectó, los arranca de sí misma, los
deja en X, y por un momento los cree omnipotentemente ani2 En realidad» había sido evacuada junto con su madre a los dos
años» y a los cuatro la habían dejado pupila en el colegio al que asis­
tía, al parecer por insistencia propia.
3 Esta referencia inconsciente al suicidio del padre es típica del
pensamiento esquizofrénico.
68
HANNA SEGAL
quitados. Pero de inmediato confiesa el fracaso de este meca­
nismo; siente que este objeto destruido, escindido en pedacitos,
y la parte de sí misma que trató de dejar atrás, la siguen a
todas partes en forma de gusanos, lombrices, etcétera.
La parte siguiente de la sesión giraba alrededor de su rela­
ción con su hermana menor, y no la relataré aquí porque sigue
una pauta muy similar a la de su relación con el padre. Hacia
el final de la sesión describió claramente su mundo interno.
Q u in t a s e c u e n c ia : “ Es como lo de] hombre de la Biblia. El
vivía en un castillo maravilloso y allí coleccionaba toda clase
de tesoros, pero el castillo estaba lleno de horribles criaturas
y de bichos asquerosos, y él se tuvo que exiliar en un chalecito.” Cuando le interpreté que así se sentía ella y que era en
su mundo interno donde estaba exiliada del castillo y debía
vivir en un chalecito, dijo muy tristemente, y pareciendo sana
por primera vez en la sesión, “ Sí, pero él no debía haberlo
hecho, ante todo no así.”
En esta última secuencia la paciente muestra muy clara­
mente cómo se siente en relación con su mundo interno. Se
siente escindida; hay una parte de ella que está llena de ri­
quezas como el castillo; sus objetos ideales con sus cualidades
maravillosas, y otra parte pobre y llena de bichos asquerosos.
Siente que ha incorporado tas cosas buenas con voracidad y
envidia, y que al hacerlo privó a la gente de toda bondad. Los
demás se han vuelto vacíos y malos y se han convertido en
bichos asquerosos que la persiguen. Se siente invadida por bi­
chos asquerosos (la enfermedad del comienzo de la sesión) y
exiliada del castillo de sus sueños, y en su mundo interno tiene
que vivir en una parte de sí misma escindida y apartada y des­
pojada — el chalecito— , desprovista de sentimientos, de sen­
saciones, y de cualquier experiencia que no sea la de pobreza
y persecución.
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
69
BIBLIOGRAFIA
W . B i o n : "Language and the Schizophrenic” , New Directions in Psycho-analysis (Cap. 9). Hay versión castellana: Nuevas direcciones
en psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1965.
— “ Differentiation o f the Psychotic from the Non-Psychotic Part of
the Personality” , I. / . P., vol. 38 (1957).
— “ Attacks on Linking” , L J. P„, vol. 40 (1959).
H. R o s e n f í x d : ‘‘Notes on the Psycho-analysis o f the Super-ego Conflict o f an Acute Schizophrenic Patient” , 7. J. P ., vol. 33 (1952).
New Directions in Psycho-analysis (Cap. 8). Hay versión caste­
llana: Nuevas direcciones en psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós,
1965.
H a n n a S e g a l : “ Bepression in the Schizophrenic” , / „ / . P., vol. 37 (1956).
Capítulo V
LA POSICION DEPRESIVA
A L describir la posición esquizo-paranoide, traté de mostrar
cómo el manejo exitoso de las ansiedades de los primeros
meses del desarrollo lleva al bebe a organizar gradualmente
su universo. A medida que los procesos de escisión, proyección
e introyección le ayudan a ordenar sus percepciones y emocio­
nes y a separar lo bueno de lo malo, el bebe se encuentra ante
dos objetos: un objeto ideal y un objeto malo. Ama al objeto
ideal, trata de adueñarse de él, de conservarlo y de identificar­
se con él. En el objeto malo ha proyectado sus impulsos agre­
sivos y lo siente como una amenaza para sí mismo y para su
objeto ideal.
Si el desarrollo se efectúa en condiciones favorables, el
bebe siente cada vez más que su objeto ideal y sus propios im­
pulsos libidinales son más fuertes que el objeto malo y sus
propios impulsos malos; se puede identificar cada vez más con
su objeto ideal, y gracias a esta identificación y también al
crecimiento y desarrollo fisiológico de su yo, siente que éste
se va fortificando y capacitando para defenderse a sí mismo y
al objeto ideal. Cuando el bebe siente que su yo es fuerte, y a la
vez firme poseedor de un objeto ideal fuerte, sus propios im­
pulsos malos le asustan menos y se ve entonces menos impelido
a proyectarlos afuera. Al disminuir la proyección de los impul­
sos malos disminuye también el poder atribuido al objeto malo,
mientras que el yo se fortifica, pues la proyección lo empobrece
menos. El bebe tolera mejor el instinto de muerte dentro de sí
y decrecen sus temores paranoides; disminuyen la escisión y
la proyección y gradualmente puede predominar el impulso
a la integración del yo y del objeto.
72
HANNA SEGAL
Desde el principio hay tanto una tendencia hacia la inte­
gración como hacia la escisión, y a lo largo del desarrollo, in­
cluso en los primeros meses, el bebe pasa por momentos de
integración más o menos completa. Pero cuando los procesos
integradores se hacen más estables y continuos surge una nueva
fase de desarrollo: la posición depresiva.
Melanie Klein definió la posición depresiva como la fase
del desarrollo en que el bebe reconoce un objeto total y se rela­
ciona con dicho objeto. Este es un momento crucial del desa­
rrollo infantil, que el lego advierte claramente. Todos los que
rodean al bebe perciben en él un cambio y lo consideran un
progreso enorme — advierten y comentan que ahora el bebe
reconoce a su madre. Como sabemos, enseguida comienza a
reconocer también a otras personas de su ambiente, general­
mente primero al padre. Cuando el bebe reconoce a su madre,
esto significa que ya la percibe como objeto total. Cuando deci­
mos que el bebe reconoce a la madre como objeto total, con­
trastamos esto tanto con relaciones de objeto parcial como
con relaciones de objeto disociado; o sea que cada vez más
el bebe se relaciona no sólo con el pecho, manos, rostro, ojos
de la madre como objetos diferenciados, sino con la madre co­
mo persona total, que puede ser a veces buena y a veces mala,
que puede estar presente o ausente, y a la que puede amar y
odiar al mismo tiempo. Comienza a percatarse de que sus ex­
periencias buenas y malas no proceden de un pecho o madre
buena y de un pecho o madre mala, sino de la misma madre,
que es a la vez fuente de lo bueno y de lo malo. Este reconoci­
miento de la madre como persona total tiene muchas conse­
cuencias y abre un mundo de experiencias nuevas. Reconocer
a la madre como persona total significa también reconocerla
como individuo con una vida propia y con sus propias rela­
ciones con otras personas. El bebe descubre cuán desamparado
está, cómo depende totalmente de ella, y cuántos celos le provo­
can los demás.
Este cambio en la percepción del objeto se acompaña de
un cambio fundamental en el yo, pues a medida que la madre
se convierte en objeto total, el yo del bebe se convierte en un
yo total, escindiéndose cada vez menos en sus componentes
buenos y malos. La integración del yo y del objeto prosiguen
simultáneamente. Al disminuir los procesos proyectivos e in­
tegrarse más el yo se distorsiona menos la percepción de los
INTRODUCCION A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
73
objetos, de modo que el objeto malo y el objeto ideal se aproxi­
man el uno al otro. Al mismo tiempo, la introyeceión de un
objeto cada vez más total estimula la integración del yo. Estos
cambios psicológicos estimulan la maduración fisiológica del
yo, que a su vez los estimula a ellos; la maduración del sistema
nervioso central permite la mejor organización de las percep­
ciones provenientes de diferentes áreas fisiológicas y el desa­
rrollo y organización de la memoria. Al percibir a la madre
como objeto total, el bebe puede recordarla, o sea, recordar
gratificaciones anteriores en momentos en que la madre parece
frustrarlo, y anteriores experiencias de frustración mientras ella
lo está gratificando. A medida que prosiguen estos procesos de
integración, el bebe reconoce más y más claramente que es una
misma persona— él mismo— quien ama y odia a una misma
persona — su madre. Se enfrenta entonces con los conflictos,
vinculados con su propia ambivalencia. Este cambio en el es­
tado de la integración yoica y objetal trae consigo un cambio
en las ansiedades del bebe, que se centran ahora en otro punto.
En la posición esquizo-paranoide, el motivo principal de la
ansiedad es que el objeto u objetos malos lleguen a destruir
al yo. En la posición depresiva, las ansiedades brotan de la
ambivalencia, y el motivo principal de la ansiedad del bebe es
que sus propios impulsos destructivos hayan destruido o lle­
guen a destruir al objeto amado de quien depende totalmente.
En la posición depresiva se intensifican los procesos de introyección. Esto se debe en parte a la disminución de los me­
canismos proyectivos, y en parte a que el bebe descubre cuánto
depende de su objeto, a quien ve ahora como persona indepen­
diente que puede alejarse de él. Esto aumenta su necesidad de
poseer este objeto, de guardarlo dentro de sí, y si és posible, de
protegerlo de su propia destructividad. La posición depresiva
comienza en la fase oral del desarrollo, en que el amor y la
necesidad provocan el deseo de devorar. La omnipotencia de
los mecanismos de introyeceión oral hace surgir ansiedad ante
la perspectiva de que los poderosos impulsos destructivos des­
truyan no sólo al objeto bueno externo, sino también al objeto
bueno introyectado. Como este objeto interno bueno forma el
núcleo del yo y del mundo interno del bebe, surge en el bebe
la ansiedad de poder ser él mismo el autor de la completa des­
trucción de su mundo interno.
El bebe bien integrado, que puede evocar y conservar su
74
HANNA SEGAL
amor por el objeto bueno, incluso mientras lo odia, está expues­
to a nuevos sentimientos poco conocidos durante la posición
esquizo-paranoide: el duelo y la nostalgia por el objeto bueno
al que se siente perdido y destruido, y la culpa, una experien­
cia depresiva típica provocada por el sentimiento de que per­
dió a su objeto bueno por su propia destructividad. En la cús­
pide de la ambivalencia puede sobrevenirle la desesperación
depresiva. El bebe recuerda que ha amado, y en realidad ama
aún a su madre, pero siente que la ha devorado o destruido
y ya no puede recurrir a ella en el mundo exterior. Además,
la ha destruido también como objeto interno, al que siente
ahora hecho pedazos. Para él su inundo interno, identificado
con este objeto, también está hecho pedazos, y vivencia agu­
dos sentimientos de pérdida, culpa y nostalgia, sin esperanzas
de recuperarlo. Además de sufrir por sí mismo sufre por su
madre, pues la ama constantemente, y también porque conti­
nuamente está introyectándola e identificándose con ella. Sus
padecimientos se acrecientan porque se siente perseguido. Esta
persecución se debe en parte a que en la cúspide de los senti­
mientos depresivos reaparece cierta regresión, por lo cual nue­
vamente se proyectan los malos sentimientos y se los identifica
con perseguidores internos, y en parte a que en cierta medida
se vuelve a sentir como perseguidor al objeto bueno hecho
pedazos que provoca tan intensos sentimientos de pérdida y
culpa.
He aquí un sueño típico, soñado por una paciente que se
sentía amenazada de caer en desesperación depresiva. Esta pa­
ciente era una maníaco-depresiva, y en la época del sueño
atravesaba un intervalo casi libre de depresión y de manía.
El día anterior al sueño me había planteado que por dificul­
tades económicas quizá no pudiera proseguir su análisis, y me
había preguntado si yo podría seguir atendiéndola aunque no
pudiera pagarme mis honorarios por un tiempo. Como sus difi­
cultades externas parecían muy reales, le di a entender que yo
no pensaba terminar allí su tratamiento.
Al día siguiente, la paciente comenzó la sesión quejándose
de que mi sala de espera era muy fría. Por primera vez había
pensado también que parecía muy grisácea y lúgubre y deplo­
raba que le faltaran cortinas. Tras estas asociaciones contó un
sueño. Dijo que el sueño era muy simple, sólo había en él un
mar de témpanos de hielo. Los témpanos se aproximaban en
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
75
oleadas interminables, de modo que no se podía ver el mar, el
mar azul mismo, sino sólo esas enormes montañas blancas que
se acercaban en grandes oleadas, una tras otra. En el sueño ella
advertía claramente que esos témpanos de hielo eran muy pro­
fundos y que las montañas blancas y frías sobre la superficie
del mar eran sólo un fragmento del gigantesco hielo bajo la
superficie. Al despertar había pensado que temía caer pronto
en las garras de la depresión. Agregó que este sueño mostraba
más claramente que cualquier sueño anterior cómo sentía real­
mente su depresión — era como estar en las garras de esos tém­
panos, que la llenaban de tal modo que nada quedaba de su
personalidad— ; ella misma se convertía en un témpano, sin
<pie quedara en ella sentimiento ni calor alguno. En asocia­
ción con los témpanos recordó un poema sobre barcos antiguos
y abandonados, que parecían cisnes dormidos. Los témpanos
le recordaban también el cabello blanco y ondulado de una
antigua amiga suya, la señora A .; esta mujer había sido siem­
pre buena con ella, ayudándola siempre, y ella no había corres­
pondido a sus atenciones, lo que le causaba mucha culpa y
aflicción.
Después de estas asociaciones, le interpreté que la sala de
espera fría representaba lo mismo que los témpanos fríos del
sueño: ella debía sentir que su pedido de pagarme menos o
no pagarme del todo me había agotado y empobrecido comple­
tamente (la sala de espera grisácea, lúgubre y sin cortinas);
en realidad, sentía que me había matado, de modo que yo me
parecía ahora a un témpano frío, y la llenaba de culpa y per­
secución.
Agregó entonces otras asociaciones. Advirtió de pronto
que esas oleadas salvajes tenían forma de pechos. Eran como
pechos muertos o congelados, y sus bordes aserrados seme­
jaban dientes. Luego dijo que la noche anterior se había en­
contrado con la señora A. en una fiesta. Había querido alcan­
zarle una taza de té, pero la señora A. le había dicho “ no,
gracias” , pues prefería café. Fue en ese momento cuando sintió
que vivenciaba por primera vez en ese día una ligera premoni­
ción de que le iba a reaparecer la depresión. Le pareció que
la señora A. se mostraba fría y la miraba con desaprobación.
Se consoló pensando que quizá estaba triste porque hacía poco
tiempo había muerto su yerno.
Estas asociaciones permiten comprender mejor el sueño
76
HANNA SEGAL
En primer lugar, revelan que había vivenciado inconsciente­
mente su pedido referente al dinero como un ataque voraz en
que mordía y devoraba mis pechos. Además, se trasluce en
ellas qué le originaba realmente el sentimiento de depresión:
siente que después de este ataque no puede repararme (repre­
sentada y ó por la señora A .). Hace un intento de reparación,
ofreciendo una taza de té a la señora A., pero se le rechaza la
reparación: la señora A. prefiere café. Por otro material de
su análisis, ambas sabíamos que para ella la señora A. le había
rechazado su taza de té porque ella, la paciente, era mujer. La
señora A. quería una taza de café de su yerno, representante
del hermano de la paciente. La paciente siente que, al no ser un
hombre, no puede reparar el pecho; en ese momento desapare­
ce su deseo de reparar, y hasta su aflicción, y la señora A. se
convierte en perseguidora: se muestra fría y la desaprueba. En
el sueño, este elemento de persecución está representado por
los témpanos-pechos dentados. Siente que así como ella nació
y mordió el pecho, ahora un pecho vacío, frío, muerto, y que
la muerde, la está llenando completamente y destruyendo su
propio yo, representado en el sueño por el mar azul no-visible.
La experiencia de depresión moviliza en el bebe el deseo
de reparar a su objeto u objetos destruidos. Anhela compensar
los daños que les ocasionó en sus fantasías omnipotentes, res­
taurar y recuperar sus objetos de amor perdidos, y devolverles
la vida y la integridad. Como cree que la destrucción de su
objeto se debe a sus propios ataques destructivos, cree también
que su propio amor y cuidados podrán deshacer los efectos de
su agresión. El conflicto depresivo es una lucha constante entre
la destructividad del bebe y sus impulsos amorosos y reparatorios. El fracaso en la reparación conduce a la desesperacióp,
el éxito, a renovadas esperanzas. Más adelante analizaré algo
más sobre las condiciones necesarias para la reparación. Baste
decir aquí que el bebe resuelve gradualmente las ansiedades
depresivas y recupera externa e internamente sus objetos buenos
al reparar a sus objetos externos e internos en la realidad y
en sus fantasías omnipotentes.
La posición depresiva marca un progreso crucial en el
desarrollo, y durante su elaboración el bebe cambia radical­
mente su concepción de la realidad. Al integrarse más su yo,
al disminuir sus procesos de proyección y al empezar a percibir
su dependencia de un objeto externo y la ambivalencia de sus
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
77
propios instintos y fines, el bebe descubre su propia realidad
psíquica. Advierte su propia existencia, y la de sus objetos como
seres distintos y separados de él. Advierte sus propios impulsos
y fantasías, y comienza a distinguir entre fantasía y realidad
externa. El desarrollo del sentido de la realidad psíquica está
inseparablemente ligado al creciente sentido de la realidad
externa, y el bebe comienza a diferenciar ambas realidades.
La prueba de realidad existe desde el nacimiento. El bebe
“ prueba el gusto” de sus experiencias, y las clasifica en buenas
y malas. Pero en la posición depresiva esta prueba de la reali­
dad se afirma más, se hace más significativa y se vincula más
estrechamente con la realidad psíquica. Cuando el bebe reconoce
sus propios impulsos, tanto buenos como malos, los cree om­
nipotentes, pero su preocupación por el objeto le hace vigilar
qué efectos tienen sobre él sus impulsos y acciones, y de este
modo prueba gradualmente el poder de sus impulsos y la resis­
tencia de su objeto. En circunstancias favorables, la reapari­
ción de la madre tras su ausencia, su atención y sus cuidados
reducen gradualmente la creencia del bebe en la omnipotencia
de sus impulsos destructivos. El fracaso de su reparación má­
gica disminuye igualmente su creencia en la omnipotencia de
su amor. El bebe descubre gradualmente tanto los límites de su
odio como los de su amor, y a medida que su yo crece y se
desarrolla encuentra cada vez más recursos para influir real­
mente sobre la realidad externa.
Al mismo tiempo, a lo largo del desarrollo y elaboración
de la posición depresiva el yo se fortifica, gracias al creci­
miento y a la asimilación de objetos buenos, introyectados en
el yo y en el superyó.
Una vez alcanzado este momento del desarrollo, el bebe
ha establecido su relación con la realidad. El punto de fijación
de las enfermedades psicóticas yace en la posición esquizo-paranoide y en los comienzos de la posición depresiva. Cuando
se produce una regresión a estos puntos tempranos del des­
arrollo, el sentido de realidad se pierde y el individuo se psicotíza. Pero si se alcanzó la posición depresiva y se la elaboró
por lo menos en parte, las dificultades que aparecen en el
desarrollo posterior no son de carácter psicótico, sino neurótico.
Con la progresiva elaboración de la posición depresiva
cambia totalmente la relación con los objetos. El bebe adquiere
la capacidad de amar y respetar a las personas como sere*
78
HANNA SEGAL
separados, diferenciados. Puede ahora reconocer como propios
sus impulsos, responsabilizarse por ellos y tolerar la culpa.
La capacidad recién adquirida de sentir preocupación por sus
objetos lo estimula a aprender gradualmente a controlar sus im­
pulsos.
Cambia el carácter del superyó. Los objetos ideales y per­
secutorios introyectados durante la posición esquizo-paranoide
forman las primeras raíces del superyó. El objeto persecutorio
es vivénciado como autor de castigos crueles y retaliatorios.
El objeto ideal, con quien el yo anhela identificarse, se con­
vierte en la parte del superyó correspondiente al ideal del yo,
que también resulta persecutorio por sus elevadas exigencias
de perfección.
A medida que se aproximan entre sí el objeto ideal y el
objeto persecutorio durante la posición depresiva, el superyó
se integra más y es vivénciado como un objeto interno total,
amado con ambivalencia. Los ataques a este objeto originan
sentimientos de culpa y autorreproches. En las fases tempra­
nas de la posición depresiva el superyó es vivénciado aún como
muy severo y persecutorio (el témpano con dientes del sueño
de la paciente gravemente depresiva), pero a medida que se
afirma la relación de objeto total, el superyó pierde algunos
de sus aspectos monstruosos y se aproxima más a una imagen
de padres buenos y amados. Dicho superyó no es sólo la fuente
de los sentimientos de culpa sino también ún objeto de amor,
y es además un objeto que, según siente el niño, lo ayuda en
su lucha contra los impulsos destructivos.
El dolor del duelo vivénciado durante la posición depre­
siva, y los impulsos reparatorios que se desarrollan para res­
taurar los objetos internos y externos amados constituyen
las bases de la creatividad y la sublimación. Estas actividades
reparatorias se dirigen tanto al objeto como al Yo. Se realizan
en parte por preocupación y culpa por el objeto, con el deseo
de restaurarlo, preservarlo y darle vida eterna; y en parte en
interés de la autoconservación, orientada ahora con mayor
realismo. El anhelo de recrear sus objetos perdidos impulsa
al bebe a juntar lo que ha hecho pedazos, a reconstruir lo des­
truido, a recrear y a crear. Al mismo tiempo, su deseo de pro­
teger a sus objetos lo lleva a sublimar los impulsos que siente
destructivos. De este modo, la preocupación por el objeto
cambia los fines instintivos y produce una inhibición de los
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
79
impulsos instintivos. Además, a medida que el yo se organiza
más y las proyecciones se debilitan, la represión reemplaza
a la escisión. Los mecanismos psicóticos gradualmente ceden
su lugar a mecanismos neuróticos: inhibición, represión y des­
plazamiento.
En este punto se puede ver la génesis de la formación de
símbolos. Para proteger al objeto, el bebe inhibe en parte
sus instintos y en parte los desplaza sobre sustitutos; aquí co­
mienza la formación de símbolos. Los procesos de sublima­
ción y de formación de símbolos están estrechamente vincula­
dos con conflictos y ansiedades de la posición depresiva, y
son una consecuencia de éstos.
Una de las mayores contribuciones de Freud a la psicología fue su
descubrimiento de que la sublimación es el resultado de una renuncia
exitosa a un fin instintivo; quisiera sugerir aquí que sólo a través de
un proceso de duelo puede producirse una renuncia exitosa. La renun­
cia a un fin instintivo, o a un objeto, es una repetición y al mismo
tiempo una revivencia de la renuncia al pecho. Com o en esta primera
situación, resulta exitosa si el objeto al que se debe renunciar puede
ser asimilado por el yo gracias a un proceso de pérdida y recuperación
internas. Yo sugiero que un objeto asimilado de este m odo se convierte
en un símbolo dentro del yo. Todos los aspectos del objeto, todas las
situaciones a las que se debe renunciar durante el proceso de crecí’
miento, dan lugar a la formación de símbolos.
Considerada de este m odo, la formación de símbolos resulta ser la
consecuencia de una pérdida; es un trabajo creativo que implica el
dolor y todo el trabajo del duelo.
Si la realidad psíquica es vivenciada y diferenciada de la reali­
dad externa, se distingue al símbolo del objeto l; se lo siente como
creado por el Y o y el Yo lo puede usar libremente 2.
De modo que durante la posición depresiva cambia entera­
mente el clima del pensamiento. Es en este momento cuando
se desarrolla la capacidad de establecer vinculaciones y la de
abstraer, base del tipo de pensamiento que esperamos del yo
1 Esto contrasta con la “ ecuación simbólica” , en la que el símbolo
es homologado al objeto original, provocando el pensamiento concreto.
Vide: “ Notes on Symbol Formation", International Journal of Psychoanalysis, 1957.
2 H. Segal, “ A Psychoanalvtic Gontribution to Aeschetics” , Inter­
national Journal of Psychoanalysis, 1952. Se lo encuentra en castellano
en Nuevas direcciones en psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1965.
80
HANNA SEGAL
maduro, en contraste con el pensamiento desarticulado y con­
creto característico de la posición esquizo-paranoide.
A medida que el bebe pasa por repetidas experiencias de
duelo y reparación, de pérdida y recuperación, su yo se enri­
quece con los objetos que ha debido recrear en su interior y
que ahora se hacen parte de él. Aumenta su confianza en su
propia capacidad de conservar o recuperar objetos buenos y
su creencia en su propio amor y posibilidades.
Quisiera ilustrar diversos aspectos de la integración que
tiene lugar durante la posición depresiva con el material si­
guiente, tomado del análisis de Ann, una niñita de cuatro
años. Las dos sesiones de las que quiero presentar algunos ex­
tractos tuvieron lugar en vísperas de las vacaciones de Pascua,
feriado que coincidió con el cumpleaños de Ann. La inte­
rrupción era en ciertos aspectos especialmente traumática para
esta paciente porque durante las vacaciones anteriores había
estado sin análisis mucho más tiempo que el habitual. Había
reaccionado a éstas dos interrupciones fundamentalmente con
fantasías de nacimiento y temprana frustración oral.
Poco tiempo antes de la Pascua empezó a concurrir a sus
sesiones trayendo un almohadón blanco y blando apretado con­
tra el pecho y succionándose el pulgar. El contenido de las
sesiones se refería principalmente a sus dudas sobre si la ma­
dre le había dado alguna vez de mamar o desde el principio
la había alimentado con mamadera, guardándose todo el pe­
cho para sí. (En realidad, Ann había sido alimentada con
mamadera desde su nacimiento.) Alrededor de quince días
antes de las vacaciones de Pascua tuvo un fuerte resfrío y
debió faltar a varias sesiones. Cuando reapareció después de
estas ausencias se pudo ver claramente que en su fantasía me
había matado y destruido, como representante de la madre
mala que la había privado del pecho, y ahora para ella su res­
frío contenía un pecho malo y envenenador que se vengaba
dañándola. Trató de manejar esta situación mediante una in­
versión total. En la sesión siguiente a su resfrío yo debía
representar el papel de una niñita enferma en cama y ella
el papel de madre que da la leche. Pero en este rol me trataba
mal, no me alimentaba cuando yo tenía hambre, me dejaba a
cada rato sola mientras ella “ se iba al teatro” y me inundaba
de regalos que mi personaje no quería, ya que no reemplaza­
ban ni su presencia ni su comida. Además me controlaba mu­
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
81
chísimo y pronto sé evidenció que necesitaba controlarme por­
que sentía que, como beba que dependía de ella y a la que
ella frustraba, yo debía odiarla. A pesar de que estaba des­
empeñando el papel de madre, a menudo se succionaba el
pulgar o se aferraba al almohadón, que llevaba consigo cuan­
do “ se iba al teatro” . Pude mostrarle que se identificaba con
una madre envidiada porque mamá tenía todo el pecho para
sí y podía gozar de él en todo momento, pero a pesar de po­
seer el pecho (lo que le permitía obligarme a ocupar la situa­
ción del bebe frustrado), seguía sintiéndome ella misma muy
pequeña, ya que sólo podía usarlo como lo haría un bebe,
succionándolo y disfrutando de él.
Se estaba defendiendo de la ansiedad depresiva, producida
por la separación inminente y por sus ataques al pecho inter­
no, mediante inversión e identificación proyectivá. Proyec­
taba en mí su parte bebe, mientras ella se identificaba mági­
camente conmigo — la madre— mediante introyección. Esto
duró varios días hasta que, cuatro días antes de las vacaciones
y hacia el final de la hora me pidió que le hiciera un reloj
redondo. Por primera vez desde su resfrío admitía de algún
modo que yo era una persona mayor y buscaba mi ayuda. Le
hice un reloj de papel y me pidió que le agregara una cadena
larga. Le pregunté qué hora debían marcar las manecillas y
respondió sin vacilar “ las siete” . Cuando le pregunté por qué,
me dijo que era “ hora de levantarse” . No se le permitía ir a
la habitación de sus padres antes de las siete de la mañana.
En las interpretaciones consideré el reloj como represen­
tando principalmente su sentido de realidad. Fundamental­
mente sentía que yo era la madre con el pecho redondo repre­
sentado por el reloj, y que ella era el bebe. Le interpreté tam­
bién que sentía mis vacaciones como la larga noche durante
la que debía estar sola, mientras yo — mamá— estaba lejos,
con papá. Pero las siete representaban la hora de levantarse,
lo que simbolizaba su esperanza de volver al tratamiento des­
pués de las vacaciones. Si tenía reloj — o sea sentido de rea­
lidad— , eso quería decir que debía pasar por la experiencia de
la larga noche — las vacaciones— y controlar sus impulsos
de interrumpirla; pero por otra parte la reconfortaba saber
que yo volvería y que me recuperaría como recuperaba a su
madre todas las mañanas a las siete.
Comenzó la sesión siguiente haciéndome acostar otra vez
82
HANNA SEGAL
para representar a la niñita enferma, pero en seguida rae pidió
que me levantara y le hiciera otro reloj. Me pidió que lo pin­
tara de celeste y le pusiera una cadena y me preguntó si le
permitiría llevárselo a casa. Y o no le había señalado el sig­
nificado de la cadena durante la sesión anterior; ahora le in­
terpreté su deseo de incorporar dentro de sí un pecho, re­
presentado por todo el tratamiento que sentía haber tenido, e
interpreté la cadena como su deseo de mantenerse en contacto
conmigo mediante esta buena internalizaeión. Me pidió enton­
ces que le hiciera un reloj exactamente igual, pero que lo
pintara de amarillo y no le pusiera cadena. Después con­
templó ambos relojes durante largo rato. Cuando le señalé
su semejanza y la diferencia de color, dijo que eran dos “ pe­
chos iguales” pero “ llenos de algo distinto” . Uno estaba lleno
de “ colorido” y el otro lleno de “ pipí” (disociación).
Como antes cuando me había hecho acostar había derra­
mado un vaso con agua sobre el diván, le interpreté ahora que
uno de los relojes era el pecho, de mamá lleno de leche, mien­
tras que el otro era el pecho de mamá cuando sentía que por
estar enojada con él lo había llenado de “ pipí” . Le dije tam­
bién que no quería que le pusiera cadena al amarillo porque
no quería incorporar el pecho malo lleno de “ pipí” . Entonces,
con una sonrisa picara, sacó del bolsillo el reloj que yo le ha­
bía hecho el día anterior y me mostró que lo había agujereado
con una tijera. De modo que ahora había tres pechos: uno
bueno lleno de leche, uno malo lleno de “ pipí” , y uno intermedio
que había sido bueno el día anterior, pero según me mostraba,
ella misma lo había cortado, o sea arruinado. Le interprete
que había además otra razón por la que no quería pegar una
cadena al pecho amarillo malo: no quería ver el vínculo entre
lo que ella misma hacía cuando estaba enojada, cuando mor­
día y orinaba con furia, y el pecho que se convertía en pecho
malo. Tomó entonces los relojes amarillo y azul, los juntó
mediante la cadena, los colgó de los tiradores de los dos cajoncitos superiores de la cómoda, y los contempló con gran satis­
facción. Le interpreté que había integrado los pechos bueno
y malo al descubrir su propia ambivalencia. En ese momento
se interesó por el último cajón de la cómoda, probó una llave
en la cerradura y d ijo: “ ¿No puedo usar éste, n o ?” Le in­
terpreté que ahora los cajones superiores representaban los
pechos de mamá y el inferior su órgano genital; sentía que
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
83
ella no podía tener este último porque pertenecía a papá y
sólo su lla v e— pene— encajaba en él. Le dije que veía en mí
no sólo un pecho, bueno o malo, sino una persona con un
cuerpo entero y una relación genital con papá, a la que ella
no tenía acceso.
Lo notable de este material es la estrecha vinculación entre
los diversos aspectos de la integración y el progreso en el
sentido de realidad que acompaña a dicha integración. Cuan­
do le interpreté la identificación proyectiva pudo recuperar
su parte de beba frustrada. Al ponerse en el lugar de la beba
revivió la disociación del pecho (los relojes azul y amarillo).
Mi interpretación de la disociación le hizo tomar conciencia
de su propia agresión y pudo integrar el pecho (los tres relo­
jes conectados por la cadena). Inmediatamente después de la
integración de los pechos bueno y malo, la relación de objeto
parcial se convirtió en relación de objeto total, no sólo en
función del contraste entre objeto bueno y malo, sino también
en función del contraste entre objeto parcial y total, preparando
el terreno para el complejo de Edipo. Juntó con esto, y tam­
bién a causa de esto, Ann tomó conciencia de su propia ambi­
valencia y de sus fantasías omnipotentes. Pero al mismo tiem­
po su creencia en la omnipotencia de esas fantasías disminuyó
gracias a la prueba de realidad, que le permitió preservar mi
imagen con realismo, como persona que puede irse de vaca­
ciones y volver a la hora convenida sin haberse alterado.
La posición depresiva nunca se elabora completamente.
Siempre tenemos ansiedades relacionadas con la ambivalencia
y la culpa y situaciones de pérdida que reavivan experiencias
depresivas. Los objetos externos buenos de la vida adulta
siempre simbolizan y contienen aspectos del primer objeto bue­
no, interno y externo, de modo que cualquier pérdida de la
vida posterior reaviva la ansiedad de perder el objeto interno
bueno y con ella todas las ansiedades sentidas originalmente
durante la posición depresiva. Si durante la posición depre­
siva el bebe ha podido establecer un objeto interno bueno su­
ficientemente afianzado, las situaciones anteriores de ansiedad
depresiva no le conducirán a la enfermedad sino a una ela­
boración fructífera, cuyas consecuencias son mayor enriqueci­
miento y creatividad.
Cuando la posición depresiva no se ha elaborado suficien­
temente, y no se ha afianzado la creencia en el amor y la
84
HANNA SEGAL
creatividad del yo y en su capacidad de recuperar interna y
externamente objetos buenos, el desarrollo posterior es mucho
menos favorable. El yo se siente acosado por la ansiedad cons­
tante de perder totalmente las situaciones internas buenas, está
empobrecido y debilitado, su relación con la realidad es frá­
gil, y hay un perpetuo temor y a veces una verdadera amenazr
de hacer una regresión a la psicosis.
BIBLIOGRAFIA
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Directions in Psychoanalysis (Cap. 16). Hay versión castellana:
Nuevas direcciones en psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1965.
M e il a n ie K l e i n :
Capítulo VI
DEFENSAS MANIACAS
T a s experiencias de repetida depresión e incluso de deses■ peración que acometen al bebe cuando siente que ha
arruinado completa e irreparablemente a la madre y su pecho
se le hacen intolerables, y el yo utiliza todas las defensas dis­
ponibles para evitarlas. Estas defensas 1 pertenecen a dos ca­
tegorías : reparación y defensas maníacas. Cuando se pueden
manejar las ansiedades depresivas mediante la movilización de
deseos reparatorios, dichas ansiedades conducen a un mayor
desarrollo del yo.
No quiero decir con ésto que la aparición de defensas ma­
níacas sea en sí misma un fenómeno patológico. Las defensas
maníacas desempeñan un papel importante y positivo en el
desarrollo. La resolución de la depresión mediante la repara­
ción es un proceso lento y al yo le lleva mucho tiempo ad­
quirir fuerza suficiente como para confiar en sus capacidades
reparatorias. Generalmente sólo se puede superar el dolor me­
diante defensas maníacas, que protegen al yo de la desespe­
ración total; cuando el dolor y la amenaza disminuyen, las
defensas maníacas pueden ceder gradualmente su lugar a Ja
reparación. Pero cuando dichas defensas son excesivamente
fuertes, se establecen círculos viciosos y se forman puntos de
fijación que interfieren con el desarrollo futuro.
La organización de las defensas maníacas durante la posi­
ción depresiva incluye mecanismos que ya se manifestaron
durante la posición esquizo-paranoide: escisión, idealización,
i En el próxim o capítulo se analizará si la reparación debe ser
considerada un mecanismo de defensa.
86
HANNA SEGAL
identificación proyectiva, negación, etcétera. La utilización de
dichas defensas durante la posición depresiva tiene caracte­
rísticas especiales. Ahora están mucho más organizadas, de
acuerdo con la mayor integración del yo, y dirigidas especí­
ficamente a impedir la vivencia de ansiedad depresiva y de
culpa. Esta última vivencia se debe al hecho de que el yo
ha adquirido una nueva relación con la realidad. El bebe
descubre su dependencia de la madre y el valor que ella tiene
para él; junto con esta dependencia, descubre su ambivalencia
y en su relación con su objeto externo e interno, experiencia
sentimientos muy intensos: miedo a la pérdida, duelo, nostal­
gia y culpa.
La organización defensiva maníaca tiene por objeto impe­
dir que se experiencia todo esto. Gomo la posición depresiva
se vincula con la vivencia de dependencia del objeto, las de­
fensas maníacas se dirigirán contra todo sentimiento de depen­
dencia, que se evitará, negará o invertirá. Como las ansieda­
des depresivas se vinculan con la ambivalencia, el bebe se
defenderá de la ambivalencia renovando la escisión del objeto
y del yo. Como la experiencia depresiva se vincula con el
reconocimiento de un mundo interno, que contiene un objeto
interno muy valorado, al que los propios impulsos del sujeto
pueden dañar, se utilizarán defensas maníacas contra toda ex­
periencia de poseer un mundo interno o de contener en él obje­
tos valorados, y contra cualquier aspecto de la relación entre
el Yo y el objeto que amenace contener dependencia, ambi­
valencia y culpa.
Técnicamente las defensas maníacas son de importancia
fundamental, ya que por estar destinadas primordialmente a
impedir que se experiencie la realidad psíquica, combaten el
propósito mismo del proceso analítico, en la medida en que
este propósito es procurar que se experiencie plenamente la
realidad psíquica y se adquiera insight de ella. La negación
de la realidad psíquica se puede mantener reavivando y forta­
leciendo la omnipotencia y especialmente el control omnipo­
tente del objeto.
La relación maníaca con los objetos se caracteriza por
una tríada de sentimientos; control, triunfo y desprecio. Es­
tos sentimientos se corresponden directamente con sentimientos
depresivos dé valorar al objeto y depender de él, con el miedo
a la pérdida y la culpa, y sirven de defensa contra ellos.
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
87
Controlar al objeto es una manera de negar la propia depen­
dencia de él, pero al mismo tiempo una manera de obligarlo
a satisfacer una necesidad de dependencia, ya que un objeto
totalmente controlado es, hasta cierto punto, un objeto con
el que se puede contar. El triunfo es la negación de senti­
mientos depresivos ligados a la valoración e importancia afec­
tiva otorgada al objeto; se vincula con la omnipotencia y
tiene dos aspectos importantes. Uno de ellos se relaciona con
el ataque primario infligido al objeto durante la posición de­
presiva, y el triunfo experimentado al derrotarlo, en especial
cuando el ataque está fuertemente determinado por la envidia.
Pero además el sentimiento de triunfo se incrementa como
parte de las defensas maníacas, porque sirve para mantener a
raya los sentimientos depresivos que de otro modo surgirían,
tales como sentir nostalgia del objeto, extrañarlo y echarlo
de menos. Despreciar al objeto es también negar directamente
cuánto se lo valora (la valoración del objeto es un aspecto muy
importante de la posición depresiva) y actúa como defensa
contra la experiencia de pérdida y de culpa. Un objeto des­
preciable no se merece que uno sienta culpa por él, y el des­
precio hacia semejante objeto se convierte en justificación
para seguir atacándolo.
Quisiera ilustran cómo funcionan las defensas maníacas
para impedir la vivencia de dependencia y amenaza de pér­
dida, con material producido por un paciente antes de úna
interrupción por vacaciones. Le angustiaba pensar que yo pu­
diera terminar prematuramente su tratamiento y que las vaca­
ciones fueran un preludio de dicha terminación. En sus aso­
ciaciones se refería frecuentemente a su lactancia insatisfac­
toria y al hecho de que su madre lo hubiera alimentado al
pecho sólo durante uno o dos días. Se defendía de la ansiedad
mediante defensas maníacas. Este paciente era un comerciante
de mediana edad, que por lo general tenía éxito en su trabajo,
pero por es¡a época había desbaratado varios negocios parti­
cularmente promisorios. Fantaseaba con establecerse en el ex­
tranjero, donde yo lo visitaría durante las vacaciones y él
me hospedaría con todo lujo. Poco después de mencionar esta
fantasía relató el sueño siguiente:
Se dirigía a una taberna y en el camino se encontraba con
la señorita X, con quien había tenido una relación temporaria
muchos años atrás. La señorita X parecía muy desdichada y
88
HANNA SEGAL
evidentemente deseosa por renovar su relación con él. Él se
sentía incómodo algo culpable y un poco tentado, y sentía una
especie de deseo sexual compulsivo, que a menudo experimen­
taba ante mujeres muy feas o desdichadas.
Sus asociaciones lo retrotrajeron primero a su juventud.
Eira entonces subgerente de una cadena de tiendas; se sentía
muy seguro de sí mismo y muy poderoso, feliz de manejar
gente, en especial muchachas; era muy promiscuo y le parecía
que las empleadas de las tiendas eran las víctimas naturales de
los jóvenes ejecutivos. La señorita X trabajaba en la sección
lechería. Las muchachas de la sección lechería le resultaban
particularmente atractivas. Usaban un bonito uniforme con
el que parecían muy puras y severas, y le daba una especial
sensación de triunfo conseguir que se acostaran con él. Recor­
dó todo esto muy intranquilo y ansioso; su conducta sexual
había cambiado completamente durante el análisis, y solía
criticar su pasado promiscuo. La señorita X lo había hecho
sentirse particularmente culpable, ya que la había tratado peor
que a las demás. Se había acostado con ella sólo una o dos
veces y luego la había descartado.
Le interpreté que las muchachas de la sección lechería
representaban a la madre que da el pecho; su madre le había
dado de mamar sólo una o dos veces, y su relación con la se­
ñorita X había sido una venganza dirigida a su madre. Como
la taberna del sueño era la que estaba situada en la esquina de
la calle en que yo vivía, le interpreté que la señorita X era
también yo en la transferencia, y vinculé el sueño con su fan­
tasía de encontrarse conmigo en el extranjero y hospedarme.
Tras el deseo de hospedarme estaba a la vez el deseo de inver­
tir la situación de dependencia — que yo me volviera pobre y
fea y quisiera renovar mi relación con él— y de tomar ven­
ganza. El paciente se rió de repente y dijo que ahora com­
prendía por qué siempre asociaba a la señorita X con la se­
ñorita Y, otra muchacha con la que había tenido una relación
igualmente breve en otro período de su vida. A diferencia de
sus otras amigas, generalmente altas y atractivas, estas dos
eran muy bajitas y tenían pechos enormes, una combinación
que las hacía parecer casi ridiculas. Pensó que quizá no eran
para él más que una vagina conectada con pechos.
Pensó entonces que el hecho de que fueran tan bajitas debía
significar que representaban a una primita varios años menor
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
89
que él, con la que de niño había tenido juegos sexuales. Le
interpreté que su fantasía atribuía a la niñita el pecho de su
madre para protegerse de sentir dependencia, con la amenaza
de pérdida que ésta implicaba. Si atribuía los pechos a la
nenita, podía poseerlos, controlarlos, castigarlos, triunfar so­
bre ellos, y usarlos sin necesidad de viveneiar jamás su de­
pendencia de ellos.
En este material se puede ver cómo el paciente se protege
de la depresión mediante defensas maníacas. La separación in­
minente podría hacerle sentir cuánta es su dependencia, ambi­
valencia y pérdida. Se defiende fantaseando que posee el pe­
cho en la persona de su primita, prototipo de todos sus objetos
sexuales posteriores. Niega completamente el amor, la depen­
dencia y la culpa, y las maneja mediante desprecio y escisión.
La primita está escindida en muchas mujeres sin importancia,
que posee y descarta a voluntad.
El triunfo como rasgo principal de un sistema de defensas
maníacas se ve en el material siguiente, presentado por un
paciente que también tenía una personalidad maníaca típica.
A poco de empezar su análisis relató dos sueños. En el
primero se hallaba en un desierto y observaba a unas personas
armadas de cuchillos de carnicero que cortaban carne y se la
comían. Aunque no podía ver qué era exactamente lo que co­
mían, veía muchos cadáveres esparcidos en derredor y sos­
pechaba que comían carne humana.
En un segundo sueño, de la misma noche, estaba sentado
ante el escritorio de su jefe de oficina. Se sentía distinto — se
veía muy grande, gordo y pesado, como si hubiera comido
mucho.
El paciente vinculó ambos sueños y advirtió que debía ser
él mismo quien comía carne humana. Debía haberse comido
a su patrón, representante de su padre, y así había llegado
a ocupar la silla del patrón y a sentirse tan gordo y pesado.
Estos sueños ilustran lo que Freud quería significar con la
“ fiesta maníaca” . Se devora al objeto, se hace una identifica­
ción con él y no se vivencian ni pérdida ni culpa algunas por
él. En el primer sueño se ve claramente que el paciente ma­
neja la culpa mediante proyección.
Pocos días después este paciente relató un sueño que ilus­
tra tanto las defensas maníacas como la situación depresiva
subyacente. Para comprender este sueño es necesario aclarar
90
HANNA SEGAL
que el paciente había tenido experiencias muy desdichadas en
su temprana infancia.
los dieciocho meses había llegado a
Londres con su madre, dejando al padre en e\ continente.
Muchos aspectos del material analítico indicaban que había
vivido esta separación como la muerte del padre. En cuanto
llegaron a Londres, la madre debió internarse en un hospital,
de modo que en muy poco tiempo el paciente sufrió la pérdida
del padre y de la madre.
Antes de relatar el sueño se echó a reír y le resultó muy di­
fícil controlar su risa lo bastante como para poder hablar.
Dijo que había tenido un sueño tan terriblemente cómico
la noche anterior que se había reído durante el sueño y se
había reído al despertar y se reía ahora al recordarlo. El sue­
ño era el siguiente: estaba en una peluquería. Un hombre lla­
mado Joe estaba sentado en la silla de la peluquería y un mono
lo afeitaba. El mono era muy oscuro y usaba anteojos; ¡era
tan cómico! El paciente se sentía muy bien dispuesto hacia
él: “ era un monito tan dulce” . Sin embargo le decía al mono
que en casa tenía un gatito que sabía afeitar muchísimo me­
jor. Temía herirlo con eso, y lo sentía mucho porque el mono
le gustaba y él no quería ser descortés. En una parte poste­
rior del sueño, iba a la sala de espera de la peluquería y veía
una larga cola, en la que dos hombres rezongaban en alta voz
y decían que los peluqueros ingleses no valían ni la mitad de
los del continente. Decían que en Europa no había colas; allí
se trabajaba más rápido.
Las primeras asociaciones del paciente giraron alrededor
de los dos rezongones. Uno de ellos era un comediógrafo que
escribía farsas terriblemente cómicas; en este punto el pa­
ciente se interrumpió para reírse otra vez, recordando esas
farsas tan cómicas. Este escritor sufría depresiones periódi­
cas muy graves, pero esto no importaba mucho porque en
cuanto le aparecían, le administraban electroshocks y “ quedaba
como nuevo” . El otro era un cirujano, un ginecólogo del que
un amigo le había hablado muy mal, describiéndolo como
“ un verdadero carnicero” . El paciente mismo vinculó esta
asociación con el sueño anterior, el de la gente con cuchillos
de carnicero.
El padre Joe era un amigo de la familia que se había he­
cho cargo de él por un tiempo, cuando su madre había estado
enferma al llegar a Londres. El padre Joe estaba muerto y
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
91
el paciente comentó que siempre se había sentido vagamente
culpable porque, aunque pensaba que este hombre lo había
cuidado bien y amablemente, no se había mantenido en con­
tacto con él ni lo había visitado años después, cuando ya el
padre Joe estaba viejo y enfermo.
Vinculó al mono conmigo y al gatito2 con su novia, a
quien llamaban Kitty, y que a menudo competía conmigo ha­
ciéndole interpretaciones al paciente. Al asociarme con el
mono se sintió evidentemente incómodo y me aseguró, muy
condescendiente, que el hecho de que me representara por un
mono no quería decir que me estuviera atacando, ya que se
trataba de un monito tan agradable.
Asoció la cola frente a la peluquería y las protestas con sus
frecuentes comparaciones entre el análisis rápido y fácil que
según creía se practicaba en Europa, en contraste con las
enormes listas de espera y el largo trabajo de análisis en In­
glaterra. De repente se interrumpió: la noche anterior había
oído sirenas a la distancia, y siempre que oía sirenas se sentía
terriblemente triste y conmovido, no sabía por qué.
Presenté las principales asociaciones con el sueño sin in­
tentar mostrar el Ínterjuego entre las asociaciones del paciente
y los comentarios de la analista. Mi propósito al transcribir
el material es mostrar las principales ansiedades expresadas
y los mecanismos de defensa utilizados. La situación subya­
cente era que el padre Joe estaba muerto y toda la broma, toda
la comicidad del sueño giraban alrededor de esta situación.
La peluquería representaba una situación interna en que el pa­
ciente se sentía conteniendo un padre muerto al que había
descuidado y abandonado. El análisis era el proceso por el
que yo (como padre externo) trataba de resucitar al padre in­
terno muerto y al mundo interno del paciente. En el sueño ridi­
culizaba este análisis; era una broma ridicula tratar de resu­
citar a un hombre afeitándolo. La analista estaba represen­
tada por un monito ridículo, que trataba de resucitar a un
hombre muerto afeitándolo, e incluso en esa tarea inútil era
inferior al gatito. Toda la situación de depresión y culpa por
el objeto interno muerto estaba completamente negada, como
lo estaba también la dependencia del padre-analista externo.
Y esta dependencia era realmente enorme, ya que el paciente
2 Kitty es el diminutivo de Catherine
bién gatito, minino [T.].
(Catalina), y significa tam­
92
HANNA SEGAL
dependía de su analista para que lo salvara dé su desesperante
situación interna. Negaba está situación de dependencia y la
invértía achicando al mono, ridiculizándolo y poniéndolo ce­
loso del gatito.
La primera parte del sueño muestra la negación del amor,
del duelo y de la culpa por la figura interna y la negación de
la dependencia de la figura externa. En la parte del sueño
en que aparece la cola estarT^representadas otras defensas, es­
pecialmente la escisión y la identificación proyectiva. Los dos
rezongones representan partes escindidas y apartadas y pro­
yectadas de la propia personalidad del paciente. El cirujano
carnicero representa los impulsos asesinos del paciente hacia
su padre, que se habían manifestado claramente en los sueños
anteriores; además, siendo ginecólogo, introduce las ansiedades
del paciente relacionadas con su madre, que aparecieron en
primer plano en sesiones posteriores. El otro hombre, aso­
ciado con el comediógrafo, représenta la profunda depresión
del paciente, a la vez que sus negaciones maníacas. De hecho,
el paciente consideraba su sueño tan cómico como las farsas
del escritor. Ambas partes de su personalidad, la que odia
y la deprimida, están escindidas y apartadas y proyectadas;
pero el paciente no puede permitirse vincular el odio y asesi­
nato dél padre con la depresión resultante, ni cuando ya están
proyectados. También niega la depresión del escritor, “ está
como nuevo” . Pero en la última parte del sueño la negación
se debilita, ya que los hombres rezongan por tener que espe­
rar: tras la denigración, los ataques y críticas hay una admi­
sión parcial de la dependencia, del enojo por dejarlo espe­
rando su análisis entre sesión y sesión, y un persistente resen­
timiento por haber esperado una vacante para comenzar su
tratamiento. Fue al asociar con esta parte del sueño cuando
recordó las sirenas. Al interpretársele el contenido depresivo
del sueño y las defensas maníacas cambió completamente su
estado de ánimo; recordó el sonido de las sirenas y las asoció
con las que debía haber oído durante su primer viaje y con
la separación de su padre, que había vivido como una muerte.
Fue entonces cuando advirtió las referencias al continente que
aparecían en el sueño.
Al final de la sesión recordó de pronto que no me había
contado que la noche anterior — o sea, la noche del sueño— su
padre había enfermado repentinamente y debieron llevarlo al
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANTE KLEIN
93
hospital para operarlo. El paciente temía que no sobreviviría
a esta operación. Surgió entonces claramente que la broma
del sueño era una broma sobre la muerte del padre, siendo
el sueño entero un manejo maníaco de la depresión y ansie­
dad subyacentes.
Este sueño ilustra algunos de los peligros que implican
las defensas maníacas. La escisión del objeto y del yo des­
barató la integración que el paciente evidentemente había lo­
grado en la posición depresiva. Los mecanismos proyeetivos
la empobrecieron. La relación de objeto total estaba ame­
nazada, la figura “ simiesca” ' era inhumana — una regresión
parcial a una relación de objeto parcial. Para mantener la ne­
gación de su ansiedad depresiva y culpa necesitaba negar
también su preocupación por el objeto, y esto renovaba los
ataques al objeto: triunfaba sobre su padre y lo atacaba nue­
vamente despreciándolo y ridiculizándolo.
Este material muestra cómo la necesidad constante de re­
novar el ataque al objeto original de amor y dependencia pone
en movimiento el círculo vicioso tan característico de las de­
fensas maníacas. En la posición depresiva se ataca original­
mente al objeto en forma ambivalente. Cuando la culpa y
pérdida por esta situación resultan intolerables, entran en
juego las defensas maníacas. Entonces se desprecia al objeto,
se lo controla y se triunfa sobre él. Las actividades reparatorias no pueden llevarse a cabo, y los ataques renovados sin
cesar incrementan a la vez la destrucción del objeto y su reta­
liación vengativa, profundizando así las ansiedades depresivas
y haciendo cada vez más desesperada y persecutoria la situa­
ción depresiva subyacente.
A veces se puede preservar en parte cierta preocupación
por el objeto, y los mecanismos maníacos se pueden utilizar
también en forma reparatoria, presentando la reparación ma­
níaca un problema propio muy especial.
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Capitulo Vil
REPARACIÓN
el bebe entra en posición depresiva y siente que
^
ha destruido omnipotentemente a su madre, su culpa y
desesperación por haberla perdido le despiertan el deseo de
restaurarla y recrearla para recuperarla externa e_ internamen­
te. Surgen los mismos deseos reparatorios en relación con
otros objetos amados, tanto externos como internos. Los im­
pulsos reparatorios hacen progresar la integración. El conflic­
to entre amor y odio se agudiza, y el amor se ocupa activa­
mente tanto de controlar la destructividad como de reparar y
restaurar el daño realizado. En el deseo y la capacidad de
restaurar al objeto bueno, interno y externo, se basa la capa­
cidad del yo para conservar el amor y las relaciones a través
de conflictos y dificultades. También las actividades creado­
ras se basan en el deseo del bebe de restaurar y recrear su
felicidad perdida, sus objetos internos perdidos y la armonía
de su mundo interno.
Las fantasías y actividades reparatorias resuelven las an­
siedades de la posición depresiva. Repetidas experiencias de
pérdida y recuperación del objeto reducen la intensidad de la
ansiedad depresiva. La reaparición de la madre tras sus
ausencias, que para el bebe equivalen a la muerte, y el amor
y cuidados constantes de su ambiente, le hacen advertir mejor
la resistencia de sus objetos externos y temer menos los efectos
omnipotentes de los ataques que les hace en sus fantasías. Al
crecer él mismo y restaurar a sus objetos se acrecienta su con­
fianza en su propio amor, en su propia capacidad de restaurar
su objeto interno y de conservarlo como objeto bueno incluso
mientras los objetos externos le exponen a experiencias de
privación.
I * u ando
96
HANNA SEGAL
Esto a su vez lo capacita para soportar la privación sin
que lo abrume el odio. Además, su propio odio le aterra me­
nos al aumentar su confianza en que su amor pueda restaurar
lo que su odio ha destruido. La repetición de experiencias de
pérdida y recuperación (sentidas como destrucción causada por
el odio, y como recreación producida por el amor), hace que
gradualmente el objeto bueno se vaya asimilando al yo. Pues
en la medida en que el yo ha restaurado y recreado interna­
mente al objeto, éste le pertenece cada vez más; el yo puede
asimilarlo y el objeto contribuye a su desarrollo. De ahí el
enriquecimiento del yo a través del proceso de duelo. Simul­
táneamente con estos cambios afectivos, la mayor destreza y
capacidad para las actividades externas reales proporciona re­
petidos reaseguramientos sobre las capacidades reparatorias del
yo. En la cúspide de los impulsos reparatorios se utiliza más
la prueba de realidad: el bebe observa con preocupación y
ansiedad qué efecto tienen sus fantasías sobre los objetos ex­
ternos, y una parte importante de su reparación consiste en
aprender a renunciar al control omnipotente de su objeto y
aceptarlo como realmente es.
Ilustraré mediante un sueño algunos aspectos de la repa­
ración, especialmente en relación con los objetos internos. El
sueño pertenece a una maníaco-depresiva, quien lo soñó en una
época en que sintiéndose mucho mejor después de varios años
de análisis, estaba considerando la posibilidad de finalizarlo.
Soñó que iba al trabajo en su automóviL En este punto del
sueño sentía cierta ansiedad porque se había cortado la co­
rriente eléctrica, pero se daba cuenta de que tenía una pila por­
tátil propia y que la batería funcionaba. Al llegar al trabajo,
esperó que apareciera un médico para ayudarla, pero cuando
éste apareció resultó que no podía ayudarla porque tenía un
brazo en cabestrillo. Poco a poco advertía que el trabajo que
se suponía debía hacer era abrir una enorme fosa común. Co­
menzaba a cavar sola a la luz de su pequeña pila, y mientras
cavaba se iba dando cuenta de que no todos los que estaban
enterrados en la fosa estaban muertos. Además, y esto la alen­
taba mucho, los que aún vivían inmediatamente se ponían a
cavar con ella. Al final del sueño sentía intensamente que ha­
bía logrado dos cosas: una era que había rescatado de esa
fosa común a todos los que aún vivían, y todos se habían puesto
a ayudarla; la otra, que los muertos podían ahora salir de la
INTRODÜ CGIÓN A LA OBRA DÉ MELÁOTE KLEIN
97
tumba anónima y (esto en el sueño le pareció muy importan­
te) recibir adecuada sepultura con sus nombres sobre la tumba.
En algún momento del süeño había pensado que todas
las víctimas de la fosa eran mujeres.
Una de sus asociaciones con la fosa común fue ésta: había
leído un libro sobre el ghetto de Varsóvia. Es imposible trans­
cribir aquí todas sus asociaciones, y ésta en particular tenía
uná larga historia. Su madre era eh parte judía, y sú antise­
mitismo inconsciente había surgido muchas veces durante el
análisis. Ya antes habían aparecido córi frecuéncia fosas co­
munes o multitud de cadáveres, por lo general asociados con
ataques asesinos a la madre y a mi en lá situación edípica.
El inédicó del brazo roto se vinculaba con sú vida actual a
través de muchas asociaciones, pero representaba principal­
mente a su padre, castrado por ella en la situación edípica
temprana e incapaz de ayudarla a restaurar a la mádre. Él
corte de la corriente eléctrica representaba la terminación del
tratamiento, y asoció su propia pila portátil con su propio
insight, adquirido a través del análisis.
En pocas palabras, este sueño representaba para ella la
resolución gradual de sus ansiedades depresivas. Ir a trabajar
con su pequeña pila significaba enfrentar sola su situación
depresiva en todos sus alcances, enfrentar sus rencorosos ata­
ques a su madre y a toda figura materna, causantes de la fosa
común en su interior, la depresión anónima de la época en
que no sabía por quién estaba de duelo. En este sueño el tra­
bajo de duelo consistía en rescatar y restaurar lo que podía ser
rescatado y restaurado. Los objetos restaurados en seguida se
ponían a ayudarla; o sea, ahora asimilaba los objetos que pri­
mero había destruido y luego restaurado, y dichos objetos for­
talecían su yo.
Pero no podía restaurar todo lo destruido. Debía enfrentar
también las situaciones en que el objeto realmente estaba muer­
to, como muchos de sus parientes, y las situaciones en que se
sentía autora dé un daño irreparable. Y aquí lo más signifi­
cativo era el hecho de nombrar y enterrar adecuadamente cada
una de esas situaciones y personas, lo que representaba reco­
nocerlas y hacer el duelo por ellas sin negación, sin dejarlas
en una fosa común. Al darles adecuada sepultura podría llegar
a renunciar a dichas personas y no necesitaría mantenerlas má­
98
HANNA SEGAL
gicamente vivas, de modo que su libido quedaría libre de su
fijación en ellas.
Hay, sin embargo, un elemento negativo del sueño que in­
dica una organización maníaca aún activa. Dicho elemento es
la insistencia de la paciente en que tenía que hacerlo “ todo
sola” . Esto no es sólo su reconocimiento de que necesita inde­
pendizarse del análisis, es también una insistencia en su propia
omnipotencia. La figura paterna del sueño sigue castrada y
no se le permite ayudar. La paciente debe restaurar sola a su
madre, sin ninguna ayuda del padre, clara indicación de fu­
turas dificultades en relación con la situación edípica, que
requiere la restauración de la pareja parental.
Como dije en el capítulo anterior, la reparación misma
puede formar parte de las defensas maníacas. En ese caso se
intenta reparar al objeto en forma maníaca y omnipotente.
Entonces se lo puede tratar parcialmente como objeto de preocu­
pación. Pero la reparación maníaca y no maníaca tienen
diferencias muy importantes. La reparación propiamente dicha
apenas puede considerarse una defensa, ya que se basa en el
reconocimiento de la realidad psíquica, en la vivencia del dolor
que esta realidad causa, y en la adopción de una acción ade­
cuada para remediarla en la fantasía y en la realidad. En reali­
dad és justamente lo opuesto a una defensa; es un mecanismo
de gran importancia para el desarrollo del yo y para su adap­
tación a la realidad.
La reparación maníaca es una defensa en la medida en que
su fin es reparar al objeto sin que aparezcan sentimientos de
culpa o de pérdida. Un rasgo esencial de la reparación maniaca
es que se debe realizar sin reconocer la culpa, y por consi­
guiente en condiciones especiales. En primer lugar, la repara­
ción maníaca no se dirige nunca a los objetos originales o a
los objetos internos, sino siempre a objetos más remotos; en
segundo lugar, es necesario no sentir que uno mismo dañó
al objeto destinatario de la reparación; en tercer lugar, se sien­
te al objeto inferior, dependiente, y más profundamente, des­
preciable. No puede haber verdadero amor ni valoración del
objeto u objetos que se reparan, porque esto amenazaría el
retorno de verdaderos sentimientos depresivos. La reparación
maníaca no puede completarse nunca porque, de completarse,
el objeto plenamente restaurado se haría nuevamente digno
de amor y aprecio, y libre del control omnipotente y del des­
INTRODUCCIÓN A LA OÉRA DE ME.LANIE KLEIN
99
precio del maníaco. Restaurado plenaménte a la independencia
y dotado otra vez de valor, se expondría una vez más a ser
atacado de inmediato con odio y desprecio.
Por todo esto, la reparación maníaca no consigue lo que
se proponía: aliviar la culpa subyacente, y no proporciona una
satisfacción duradera. Inconscientemente, y a veces consciente­
mente, se trata a los objetos a los que se está reparando con
odio y desprecio, siempre parecen ingratos y por lo menos
inconscientemente se los teme como perseguidores potenciales.
A veces se puede observar este tipo de reparación maníaca
en las instituciones de beneficencia, cuando sus organizadores
creen dispensar caridad y reparación a gentes indignas e ingra­
tas, a las que sienten esencialmente malas y peligrosas.
Quisiera mostrar el pasaje gradual de la reparación ma­
níaca a la verdadera reparación con material de Ann, una pa­
ciente de cuatro años. Las sesiones que deseo describir tuvie­
ron lugar pocos días antes de las vacaciones de verano, en una
época en que el material de Ann giraba especialmente alre­
dedor de sus ataques a mí y su necesidad de reparar. Mi par­
tida por las vacaciones representaba para ella el coito parental
y el embarazo materno. En sus juegos, la caja de pinturas ha­
bía llegado a representar principalmente el pecho de su madre,
y el cajón en que yo guardaba sus juguetes el cuerpo de su
madre lleno de bebes. En los días anteriores a las dos sesiones
que voy a describir había atacado furiosamente la caja de
pinturas, sacando las pinturas con un cuchillo, mezclándolas y
disolviéndolas en agua. Después utilizaba el agua sucia y colo­
reada para “ ahogar” a los juguetes del cajón. Esto se le inter­
pretó principalmente como representación de que atacaba al
pecho de su madre con dientes y uñas, lo agujereaba, hacía de
él un “ revoltijo” y usaba la leche hecha un “ revoltijo” y con­
vertida en orina y heces para atacar el cuerpo de su madre,
hacer un “ revoltijo” con los nuevos bebes y ahogarlos. Se
sentía impulsada a atacar por la privación que le traían las
vacaciones, y por sus celos y envidia al imaginar que yo, repre­
sentante de su madre, me iría de viaje para tener relaciones
sexuales y más bebes.
Un aspecto importante de esta situación agresiva era cómo
Ann atacaba mis palabras. O ahogaba mis palabras chillando y
cantando, o gritaba repitiéndolas sin sentido, cortándolas en
sílabas o gritando “ bla, bla, bla” . Le interpreté este ataque
segal
á mis palabras como equivalente de un ataque a mordiscos al
pecho de la madre y a veces al coito parental, y sus chillidos y
gritos de “ bla, bla, bla” como soltar heces malas y arrojár­
melas.
Hacia el final de una de las sesiones me pidió que le dibu­
jara una nenita. D ijo que la nenita era Ann y que ella le pin­
taría la cola. Puso entonces una masa enorme de pintura ma­
rrón por todo el dibujo y entre las piernas de la nenita. Cuando
le interpreté esto como las “ cacas” que hacía a partir de la
comida ingerida, pintó rápidamente una masa marrón similar
que salía de la cabeza de la nenita. Pude interpretarle enton­
ces que, cuando me odiaba, hacía en su cabeza con mis pala­
bras lo que sentía que hacía en su “ pancita” con la comida de
mamá. Confirmó esto diciendo que “ bla, bla, bla” era en
realidad “ plop, plop” (su palabra para heces) .
En la sesión siguiente predominó la reparación maníaca.
En cuanto entró, eii la habitación se dirigió a la caja de pinturas
y advirtió que ahora estaba inutílizable^ Me preguntó si le
había traído una caja nueva y al ver que no, la llevó a la
pileta y ine d ijo: “ Tienes que arreglarla muy rápido y dejarla
exactamente como estaba antes” . Trajo un poco de cola blanca
en polvo, puso algo de cola en los agujeros donde antes habían
estado las pinturas, pero advirtió que esto no serviría, y d ijo :
“ Hazlo tu en mi lugar, pero muy rápido, yo me encargaré de
cantar” . Mientras yo llenaba los agujeros con polvo blanco y
un poco de agua, y derramaba lo que quedaba de pintura para
colorear el polvo, ella saltaba de un pie a otro, cantando a voz
en cuello: “ ¡A trabajar, comadrejita, que es fácil de arreglar!” ,
excitándose cada vez más y gritándome que me apurara. Aceptó
inmediatamente mi interpretación de que yo debía hacerlo
mágicamente y dijo que su canto era un encantamiento y que
la magia era muy rápida.
Quería una reparación rápida y mágica, y la caja “ exac­
tamente como antes” , para poder negar la culpa y la pérdida;
la reparación debía ser tan veloz y completa que ella no tendría
tiempo de hacer el duelo ni de sentirse culpable. La reparación
que yo podía hacer a la caja evidentemente no resultaba lo
bastante mágica como para satisfacer sus necesidades. Varias
veces interrumpió su canto y simuló dormirse, pues no quería
ver la destrucción de la caja de pinturas, mientras yo la repa­
raba con relativa lentitud. Quería encontrar todo mágicamente
INTRODUCCION A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
101
restaurado al despertar, pero su ansiedad e impaciencia le im­
pedían dormirse, y tras uno o dos minutos corría otra vez a la
pileta y echaba un vistazo a la caja de pinturas.
Bajo la excitación iba surgiendo la ira. Una y otra vez
me sacaba de la mano la caja, creyendo poder arreglarla más
rápido; se enfurecía después con la caja, la lavaba, con lo que
quitaba el trabajo ya realizado, me la devolvía, y después se
enfurecía conmigo por no arreglarla más rápido. Me controlaba
todo el tiempo y me gritaba cada vez más enojada.
Su enojo con la caja representaba su enojo con el objeto
atacado original: con el pecho de su madre que, por no dejarse
reparar rápidamente, la exponía a dolorosos sentimientos de
pérdida y culpa, y por consiguiente provocaba otra arremetida
del odio. Su relación conmigo era compleja. En primer lugar,
quería negar su dependencia de mí, y anhelaba reparar la caja
con su propia magia. Sin embargo se sentía impulsada a bus­
car mi ayuda. Pero sólo podía utilizar mi ayuda tratándome
como objeto parcial, totalmente controlado por ella. Mi impre­
sión es que yo, como objeto parcial, representaba al padre, con
cuya ayuda Ann quería reparar mágicamente a la madre. Poro
debía controlar completamente a este objeto que necesitaba y
utilizaba para reparar, y lo odiaba cada vez más porque no
podía controlarlo y utilizarlo como quería. Además, tanto yo
como la caja le resultábamos cada vez más persecutorias; como
me dotaba de poderes mágicos, le parecía que yo a propósito
no reparaba la caja como ella quería, por despecho y en reta­
liación de sus empecinados esfuerzos por controlarme.
A lo largo de esta sesión fue atacando mis palabras cada
vez más frenéticamente. Esto era fácil de comprender: Ann
sentía que al hablar e interpretar, yo demostraba mi existencia
independiente como persona total, con pensamientos e ideas
propios, y de cuya ayuda ella misma dependía, mientras ella
quería que yo sólo fuera un objeto parcial completamente con­
trolado. Además, mis interpretaciones, al vincular sus activi­
dades reparatorias con el daño anterior inferido a la caja, la
enfrentaban con la verdad misma que quería evitar: necesitaba
reparar porque antes había agredido. Gomo su reparación es­
taba destinada a negar esto, mis interpretaciones no le pare­
cían Una ayuda, sino una constante interferencia con sus activi­
dades reparatorias mágicas. Pero con el transcurso de la hora
se fue tranquilizando y hasta pudo prestar atención a una ínter-
102
HANNA SEGAL
pretación completa, en la que traté de vincular sus actividades
y sentimientos actuales con la sesión anterior y con las vaca­
ciones inminentes.
La sesión siguiente muestra un cambio total en su estado
de ánimo, con retroceso de los mecanismos maníacos y apari­
ción de la verdadera reparación. En cuánto entró en la habita­
ción volvió a dirigirse a la caja, la abrió, suspiró ligeramente
y d ijo : “ ¡Es una lástima que esté tan estropeada!” , después
se volvió hacia mí y me d ijo : “ Tratemos de arreglarla juntas” .
Esta vez no insistió en la velocidad de la reparación ni tampoco
pretendió que la caja quedara exactamente igual que antes.
Con el polvo blanco, agua y algo de pintura que aun que­
daba nos ingeniamos para recuperar bástante sustancia colo­
reada como para utilizar la caja de pinturas un día más.
Después se sentó a la mesa, pidió papel, y se puso a pintar
una casa. Como aún no podía pintar sola una casa completa,
me pidió ayuda. Me pidió también lápices para compensar la
escasa pintura. De este modo, en parte dibujó y en parte pintó
una casa. Dijo que era una casa hermosa y me pidió que le
dibujara alrededor el contorno de otra casa, más grande. Le
pregunté si pensaba que la casita dentro de la casa grande era
ella misma dentro de mamá, pero Ann me mostró el techo pun­
tiagudo de la casita y me dijo con gran convicción que la casa
era papá dentro de mamá. Pude interpretarle entonces que
reparar la caja de pinturas significaba reparar el cuerpo de
mamá; ella sentía que para hacerlo necesitaba la ayuda de pa­
pá (representado por m í). La casa — papá dentro de la casa—
mamá representaba a mamá y papá reparados y restituidos el
uno al otro; papá curaba a mamá y le daba nuevos bebes. En­
tonces Ann dio vuelta la hoja del revés, me mostró cómo estaba
manchada por la pintura marrón que ella había derramado
previamente sobre la mesa, y dijo “ Otra vez está todo hecho un
revoltijo” . Le interpreté que en cuanto permitía a papá curar
a mamá estando con ella y dentro de ella volvía a sentirse
celosa y quería arrojarles sus “ cacas” y convertirlos en un
“ revoltijo” . Pidió más) lápices y quiso dibujar más casas.
Mientras dibujábamos y pintábamos las casas dejó caer varias
veces papelitos y virutas del lápiz sobre mi vestido, limpiándo­
me cuidadosamente cada vez. Siempre que lo hacía decía casi
riendo: “ ¡Pero, otra vez hice lo mismo! A cada rato tenemos
que volver a limpiar” . Con esto me dio oportunidad de Ínter-
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
103
pretarle directamente en la transferencia cómo me atacaba repe­
tidamente y cuánta era la tarea de reparación con que se veía
enfrentada si quería que yo siguiera siendo para ella una buena
analista. Después de un rato, pintó un dibujo impreso y me
pidió ayuda para nombrar los colores, que quería memorizar.
Pude interpretarle entonces que yo representaba a su padre,
cuya ayuda necesitaba para restaurar a su madre interna y
ordenar su mundo interno; y su pedido de nombrar los colores
era un reconocimiento de que la verdadera ayuda que yo podía
brindarle era nombrar los diferentes sentimientos que tenía
dentro, ayudándola a conocerlos, a diferenciarlos, y por con­
siguiente a sentirse más capaz de controlarlos.
Como se ve, esta sesión contrasta completamente con la an­
terior. También aquí Ana se ocupaba de reparar la caja (re­
presentante de su madre), utilizando la ayuda de la analista,
(representante del padre). Pero mientras en la sesión anterior
la reparación era mágica, y se basaba en la negación completa
de la culpa y preocupación, con desconsideración hacia la ma­
dre como objeto de reparación y tratando al padre como ob­
jeto parcial, en esta sesión reparaba porque había vivenciado
la culpa y la pérdida. Comenzó diciendo que era una lástima
que la caja estuviera estropeada. Con este cambio se modificó
también su actitud hacia m í; me aceptó como persona total
— papá— , que las reparaba a ella y a la madre, y la ayudaba a
ella misma a reparar cuanto pudiera. Reconocía ahora que ne­
cesitaba a ambos padres y dependía de ellos, y que necesitaba
restaurar a ambos y contar con su ayuda en el proceso de repa­
ración. Al mismo tiempo, no sólo reconocía su agresión pasada
sino también su agresión actual y constante. Cuando permitió
a los padres juntarse, representados por las dos casas, la agre­
sión irrumpió nuevamente. Al reconocer la realidad psíquica
de sus celos y sentimientos agresivos reconoció también que
la reparación es una tarea difícil. Cuando jugó a tirarme las
virutas de lápiz y limpiarme luego, admitió que la batalla
contra su agresión debía proseguir constantemente y que no
podía ganarla mágicamente de una vez para siempre. Al mismo
tiempo se dio cuenta de que reconocer la realidad psíquica
resulta una ayuda. Hubo aquí completo insighl en que la ayuda
de la analista no consistía en darle pinturas nuevas, papel,
etcétera, sino en “ nombrar” , es decir, en capacitarla para or­
denar sus sentimientos e impulsos y sus relaciones con figuras
104
HANNA SEGAL
externas e internas. El progreso de Ann entre estas dos sesio­
nes fue crucial, pues la capacitó para renunciar, por lo menos
por el momento, al empleo mágico de su análisis, en pro de una
utilización más realista y con más insighu
Es interesante señalar que tanto el sueño de la paciente
adulta como el material de la niñita introducen el “ nombrar”
como un elemento importante para la reparación. “ Nombrar”
representa en ambos casos aceptar la realidad, elemento funda­
mental para la verdadera reparación, ausenté en la reparación
maníaca. La aceptación de la realidad psíquica trae consigo
la renuncia a la omnipotencia y a la magia, la disminución de
la escisión y la remoción de la identificación proyectiva. Sig­
nifica aceptar la idea de que es un individuo separado de los
padres y diferente de ellos, con todos los conflictos que esto
acarrea. Implica también, como parte de la reparación, per­
mitir que los propios objetos sean libres y se amen y restauren
mutuamente sin depender de uno. Cuando la reparación forma
parte de defensas maníacas contra ansiedades depresivas, faltan
todos o casi todos estos elementos.
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H a n n a Se g a l :
Capítulo VIII
LOS ESTADIOS TEMPRANOS DEL COMPLEJO
DE EDIPO
j | N la definición kleiniana de la posición depresiva está im^
plícito que el complejo de Edipo comienza a desarrollarse
en esta fase, de la que es parte integrante. Cuando el bebe per­
cibe a la madre como objeto total, cambia no sólo su relación
con ella, sino también su percepción del mundo. Reconoce a
las personas como seres individuales y separados y con rela­
ciones entre sí; en especial advierte el importante vínculo que
existe entre su padre y su madre. Esto prepara el terreno para
el complejo de Edipo. Pero el bebe percibe las relaciones entre
los otros en forma muy distinta al adulto o incluso al niño
mayor. La proyección desfigura todas sus percepciones, y cuan*
do se percata del vínculo libidinal existente entre sus padres
proyecta en ellos sus propios deseos libidinales y agresivos.
Cuando le dominan sus propios impulsos poderosos fantasea
que sus padres están en coito casi continuo, y la naturaleza de
este coito varía con las fluctuaciones de sus propios impulsos.
Según los impulsos que prevalecen en él, y que él proyecta en
sus padres, fantasea que éstos intercambian gratificaciones
orales, uretrales, anales o genitales. Esta situación, en que per­
cibe a sus padres en función de sus propias proyecciones, le
origina intensísima frustración, celos y envidia, ya que percibe
a los padres dándose sin cesar precisamente aquellas gratifi­
caciones que él desea para sí.
Reacciona a esta situación con más fantasías y sentimientos
agresivos. En su fantasía ataca a sus padres con todos los re­
cursos agresivos de que dispone, y en su fantasía los percibe
destruidos. Como la introyección es muy activa en este estadio
del desarrollo, introyecta de inmediato esos padres atacados y
108
HANNA SEGAL
destruidos, y siente que forman parte de su mundo interno. De
modo que en la situación depresiva el bebe no sólo se encuentra
con un pecho y una madre internos destruidos, sino también
con la pareja parental interna destruida de la situación edípica
temprana/
Los sueños siguientes ilustran la situación edípica temprana
de una paciente muy depresiva. Los síntomas de los que más
se quejaba cuando refirió los sueños eran una sensación de
muerte por dentro, incapacidad de incorporar cosas, especial­
mente su análisis, y una sensación general de parálisis y falta
de vitalidad. Se trata de tres sueños soñados uno a continuación
del otro.
Primer sueño: Comía dulce de cerezas y tenía una sensación
horrible en la boca, de que le goteaban pedacitos de cerezas y
de- jugo. Le parecía que había mordido pedacitos sangrantes
de algo. Pensaba que el Dr. X tenía la culpa de todo.
Su primera asociación fue la siguiente: la noche anterior
había cenado con la señorita P. La señorita P. le había con­
tado que cierto Dr. Y le había pedido que pronunciara una
serie de conferencias sobre psicología en su hospital. La pa­
ciente no tenía ninguna conciencia de sentirse celosa. El Dr. X
es un joven de quien la paciente había estado enamorada antes
de su depresión y de cuya esposa siente intensos celos. La
señorita P. es una figura muy positiva en la vida de la paciente
y por lo general representa el aspecto bueno de la analista y de
la madre. Incluso cuando está muy deprimida tolera ver a la
señorita P., por más que siente que no puede establecer contacto
con ella ni “ tomar nada de ella” . La noche anterior al sueño no
tenía apetito, aunque la cena de la señorita P. era muy buena.
Su segunda asociación con el sueño vinculó al Dr. Y con el
Dr. X, y a la señorita P. dando conferencias conmigo misma
dando conferencias en el Instituto. Pero el mayor caudal de
afecto del sueño se refería a los pedacitos mordidos y sangran­
tes. Sentía que en eso había transformado la cena de la señorita
P. Al proseguir sus asociaciones, resultó evidente que la seño­
rita P. representaba a su analista y a su madre, que la cena re­
presentaba el pecho, y que en cuanto fue mencionado el Dr. Y,
provocando en la paciente poderosos celos edípicos incons­
cientes, sintió que había atacado el pecho con sus dientes y lo
había convertido en los pedacitos sangrantes representados por
el dulce de cerezas.
IÑTIIÓDUCCIÓN A LA OBRA DE MEIANIE KLEIN
109
Segundo sueno: Gomia porridge1 en un lindo tazoncito
con pajaritos blancos pintados, pero al comenzar á comerlo sin­
tió repugnancia y miedo porque encontró tres objetos dentro
del porridge que le cortaron los labios y se le quedaron atra­
gantados. Los tres objetos eran: una crucecita rota, un mone­
dero desgarrado, y una jaula con ganchos.
Asoció los pajaritos del tazón con mi nombre.2 Con res­
pecto a los tres objetos, después de cierta resistencia asoció la
cruz con su propio malhumor 3 y el monedero con la vagina.
Yo tuve que sugerirle que la jaula con ganchos representaba la
vagina conteniendo el pene.
Este sueño prosigue el tema de su incapacidad para “ incor*
porar” , en su vinculación con las dificultades con el pecho al
enfrentar la situación edípica* El tazón de porridge representa
nuevamente el pecho, pero para ella este pecho está lleno de las
partes sexuales de sus padres, como si el coito se estuviera rea­
lizando justo dentro del pecho. Siente el coito como muy malo
y los pedazos de los genitales de los padres no sólo como
dañados (el monedero desgarrado, la cruz rota) sino también
vengándose y dañando. Como en el primer sueño, se halla en
uña situación en que las ansiedades edípicas parecen interferir
con su incorporación de la comida buena proveniente de la
madre y de figuras maternas.
Estos dos sueños ilustran la interacción entre la relación
con el pecho y los problemas edípicos. La influencia de los celos
y envidia edípicos conduce al incremento de los ataques al
pecho y, con esto, a la inhibición de la alimentación y a la
intensificación de la depresión. Inversamente, otro material
reveló como su relación ambivalente con el pecho aumentaba
sus dificultades edípicas en la medida en que nunca había
afianzado suficientemente a la madre-pecho dentro de sí, como
objeto interno bueno con el que pudiera identificarse.
El tercer sueño, de la misma noche, se relaciona con otro
aspecto de su depresión: su sensación de parálisis y de muerte.
En este sueño, se hallaba en una fiesta que se desarrollaba en
un jardín y veía a un hombre yendo a un burdel “ a hacer un
‘jig-jig’
Después estaba en un lugar que parecía un jardín
1 Papilla de avena con leche y azúcar, habitual en el desayuno
inglés. pT.}
2 Segal se pronuncia en forma similai a sea gull —- gaviota. [T.]
2 Cross significa “ cruz" y también “ malhumorado” . [T.]
110
HANNA SEGAL
secreto y veía dos pajaritos pico contra pico, pero inmovili­
zados, porque el pico de un tercer pájaro atravesaba los suyos,
Los dos pájaros eran blancos; no recordaba claramente el color
del tercero,; el que los traspasaba, pero creía que era negro.
Asoció con El fin de la aventura de Graham Greene, en que una
relación amorosa acaba en suicidio. En este libro aparece la
expresión “ hacer un jig-jig” en relación con una forma de­
gradada de coito; nuevamente asoció los dos pájaros con mi
apellido.
Este sueño tenía muchas conexiones subyacentes. La paciente
tenía sesión casi de noche, ya que tuve que tomarla en trata­
miento con cierta urgencia y yo no disponía de otras horas.
La semana anterior había podido cambiarle su hora por otra
más temprana y habitual, y me había dicho cuánto la alegraba
pensar que ahora yo podría pasar las tardes en el jardín con
mi esposo. El jardín secreto de su sueño es una referencia a
un libro que había leído en su infancia y al que se había refe­
rido a menudo durante el análisis. Cuando tenía más esperan­
zas, sentía que en su interior había un jardín secreto, donde
todo era bueno y viviente, y que con sólo poder penetrar allí
se pondría bien otra vez. Este sueño la hizo sentir especialmente
deprimida cuando al despertar se dio cuenta de qué durante A
sueño había encontrado el jardín secreto, pero los pájaros del
jardín no estaban vivos, estaban paralizados.
El sueño representa su ataque a mí y a m i esposo, repre­
sentantes de los padres en la situación edípica. Mi jardín,
donde yo había de pasar las tardes con mi esposo, se convierte
en el jardín de la fiesta del sueño. Nuestro coito sé convierte
en una relación sórdida, en que mi esposo va al burdel a “ hacer
un jig-jig” , y se suicida. La alternativa de esta situación es el
jardín secreto; allí ella incorpora a los padres en coito — los
dos pájaros blancos pico contra pico— y los inmoviliza; para
liza su coito. El jardín secreto representa su mundo interno y
particularmente su genital, en el que contiene las figuras páren­
teles paralizadas, y en identificación con ellas debe ser frí­
gida e inmóvil. En la situación externa no puede volverse hacia
el padre, que se ha convertido en un objeto sexual muy malo,
ni hacia la madre, cuyo pecho siente destruido en la rivalidad
edípica.
Este sueño tiene elementos genitales más manifiestos que
los dos anteriores, pero posee todas las características de un
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
111
complejo edípico muy temprano. La paciente trata a la pareja
parental en una forma típica de la posición depresiva: la ataca
ambivalentemente, la introyecta en su mundo interno y se iden­
tifica parcialmente con ella. La parálisis de la pareja parental,
y la idealización que hace de ella en este estado paralizado son
una defensa maníaca.
Contra la situación de privación, celos, envidia, intensa
destructividad, y la depresión resultante, se despliegan, por
supuesto, las defensas que describí como pertenecientes, res­
pectivamente, a las posiciones esquizo-paranoide y depresiva.
La negación, escisión e idealización pueden tomar diversas for­
mas. Puede haber una escisión entre padres buenos, asexuales,
y padres malos, sexuales. Puede haber una escisión entre la
madre y el padre, convirtiéndose a uno de ellos en ideal mien­
tras se siente al otro como perseguidor. Esta última forma de
escisión puede parecerse estrechamente a una situación edípica
genital, salvo por la extrema idealización del progenitor deseado
y el odio y persecución extremas vivenciadós en relación con
el progenitor rival. Además, con semejantes extremos de idea­
lización y persecución, los roles de objeto ideal y persecutorio
pasan por lo general rápidamente de un progenitor al otro.
La fantasía de los padres combinados juega un papel im­
portante en el complejo de Edipo temprano. Esta fantasía apa­
rece por primera vez cuando el bebe reconoce a la madre como
objeto total pero aún no diferencia completamente al padre dé
la madre; en su fantasía el pene o el padre son parte de la
madre, su idealización de ella le hace verla conteniendo todo
lo deseable: pecho, bebes, penes. Los ataques envidiosos, y
las proyecciones pueden convertir a esta figura en un persegui­
dor terrorífico. A medida que va diferenciando más a los pa­
dres y sintiendo celos y envidia por sus relaciones sexuales, el
niño puede regresar defensivamente a la fantasía de los padres
combinados. Niega así la relación entre los padres y en su fan­
tasía omnipotente la convierte en figura parental combinada.
Al mismo tiempo proyecta en esta figura la agresión que le
provoca el coito. Los padres en odiado coito se convierten en
un monstruo odioso y amenazador. Es esta figura aterradora la
que constituye a menudo el centro de las pesadillas y delirios
de persecución de los ñiños.
Por lo que he dicho hasta ahora resultará claro que según
Melanie Klein el niño sabe muy tempranamente cómo son los
112
HANNA SEGAL
genitales masculinos y femeninos, y que la fase fálica y la fan­
tasía dé la mujer fálica son estructuras defensivas — una de las
versiones de los padres combinados.
Una figura parental combinada aparece en el sueño de una
paciente en fase maníaca, soñado justo antes de las vacaciones
de verano. Soñó que estaba en una feria, donde se representaba
una función. En esta función se exhibía un hombre monstruosa­
mente gordo, embarazado, con dientes enormes. El hombre
pronunciaba un discurso. Todos se reían y ella misma no sabía
si tenerle pena, asco, o reírse con los demás. No asoció direc­
tamente con el sueño, situación insólita en esta paciente; pasó
gran parte de la sesión atacándome secretamente con despre­
cio y ridiculización, pero no había vinculación directa con la
situación ridicula del sueño. Sin embargo, hacia el final de la
hora mencionó que acababa de oír algo sobre mí. Algunas se­
manas antes le habían dicho que yo iba a pronunciar una con­
ferencia en Cambridge. Había pensado que sería en alguna de
las facultades importantes, pero acababa de enterarse que sería
sólo una charla para una organización estudiantil. Esta aso*
oración aclaró inmediatamente el sueño. El tablado representaba
la organización estudiantil y el hombre gordo, embarazado y
en exhibición, era yo misma leyendo mi conferencia. La socie­
dad estudiantil, a la que ella no podía concurrir, se había con­
vertido en el miserable tablado de feria. Sabíamos, por material
anterior, que mi paciente envidiaba mucho el hecho de que yo
leyera cualquier artículo m ío; representaba para ella mi poten­
cia masculina y mi fertilidad femenina a la vez. A veces los
artículos representaban bebes hechos conjuntamente por mí
y mi esposo en un buen coito.
Esta situación, en que los padres tienen un buen coito y la
madre da a luz el bebe, es para ella la cúspide de úna situa­
ción de celos y envidia. La maneja combinando a ambos pa­
dres en una figura monstruosa. Además proyecta en esta figura
su propia agresión oral, dotándola de dientes enormes. La
paciente había experieneiado muy a menudo dicha figura como
enormemente amenazadora y persecutoria. Pero en este sueño
puede enfrentarla con desprecio y ridiculización maníacos. El
hombre monstruoso embarazado, como figura risible, es la
negación de sus celos y envidia de la situación parental, un
ataque a ella mediante desprecio y ridiculización, y la negación
de la persecución en relación con esta figura, a quien mediante
INTRODUCCIÓN Á JJL OBRA DE MELAN1E KLEIN
113
control maniaco y ridiculización se la ataca y a la vez se la
hace contener la agresión proyectada.
Esta es, por supuesto, una situación muy precaria, y sueños
posteriores mostraron que cuando la paciente no puede man­
tener el desprecio y surge el miedo, en la fase maníaca lo ma­
neja identificándose con esta figura aterradora. Así, pocas
noches después tuvo un sueño en el que se identificaba clara­
mente con un poderoso acoplado del que se estaba por perder
el control.
En los sueños que acabo de describir, soñados por pacientes
muy enfermos, podemos observar el estadio más temprano del
complejo de Edipo. Este estadio temprano se caracteriza por
la intensidad de la ambivalencia, el predominio de tendencias
orales y la incierta elección de objeto sexual. Sería difícil
deducir de cualquiera de esos sueños cuál de los progenitores
es el más deseado y a cuál se trata como rival. Ambos resultan
deseables y a ambos sé los odia, y el ataque principal se dirige
a su relación mutua. En el curso del desarrollo variará la elec­
ción de progenitor y variarán. también los fines libidinales
y los fines agresivos, tanto en la elección de objeto como en la
importancia de la zona libidinal. Los fines libidinales evolu­
cionan del temprano fin oral que es la incorporación oral del
pecho o pene* a través de deseos uretrales y anales, al pleno
deseo genital. Actualmente nos inclinamos a creer qué las ten­
dencias genitales están presentes mucho antes de lo que solía
suponerse, aunque no predominan hasta más avanzado el des­
arrollo infantil. Este desarrollo de la posición oral a la ge­
nital de ningún modo sucede en forma directa o lineal; la
fluctuación es constante. El propio desarrollo fisiológico del
niño, a la vez que la frustración de sus deseos tempranos, lo
impulsan a deseos más evolucionados.
La frustración y ansiedad que aparecen en la nueva posi­
ción le hacen regresar nuevamente. De este modo hay cons­
tantes fluctuaciones, superposición y conflicto entre distintos
deseos, hasta que gradualmente se establece la primacía genital
y el niño debe experimentar y elaborar todo el impacto de I03
celos genitales.
En forma similar hay una fluctuación constante en la
elección del progenitor más deseado, y ya en la situación oral
se sientan las bases tanto para la elección objetal heterosexual
como homosexual.
114
HANNA SEGAL
Tanto para el varón como para la niña el primer objeto de
deseos es el pecho de la madre, y al padre se lo percibe primero
como rival. Pero ante las ansiedades persecutorias y depresivas
experienciadas en relación con la madre y su pecho, el pene del
padre se convierte rápidamente, para ambos sexos, en un ob­
jeto alternativo de deseo oral hacia el que la criatura se puede
dirigir apartándose del pecho*
Para la niñita, esta primera aproximación oral al pene es
un paso hacia la heterosexualidad, que prepara el terreno para
la situación genital y el deseo de incorporar al pene en su va­
gina. Pero al mismo tiempo contribuye a sus tendencias ho­
mosexuales en la medida en que, en ese estadio del desarrollo,
el deseo oral se vincula con la incorporación y la identifica­
ción, y el deseo de ser alimentada por el pene se acompaña del
deseo de poseer un pene propio.
Para el varoncito este volverse hacia el pene del padre como
alternativa del pecho de su madre es primeramente un movi­
miento hacia la homosexualidad pasiva, pero al mismo tiempo
la incorporación del pene de su padre lo ayuda a identificarse
con él y de este modo fortifica su heterosexualidad.
Sería demasiado complicado examinar todas las combina­
ciones posibles de relación oral con los padres y las diversas
formas en que evoluciona hacia la relación genital. Sólo ne­
cesitamos decir que muy pronto las situaciones orales se acom­
pañan de deseos anales, uretrales y genitales, y que este vol­
verse hacia el pene del padre, tanto en el caso de la niñita como
del varoncito, pronto evoluciona hacia una situación genital,
hacia el deseo de tener relaciones sexuales con él y de recibir
bebes de él.
Al mismo tiempo, por supuesto, surgen sentimientos geni­
tales hacia la madre. El anhelo de recuperar la temprana re­
lación con el pecho se transforma en el deseo de unión genital,
y los sentimientos depresivos relacionados con el daño que el
niño siente que ha infligido al cuerpo de la madre y a su pecho
estimulan el desarrollo de tendencias genitales, y con ellas, el
deseo de restaurar el cuerpo de la madre mediante un buen
coito que le restituya el pene y los bebes, y llene sus pechos
de leche. Esta relación con la madre se puede sentir predomi­
nantemente como relación con un objeto externo, y en ese caso
ella se convierte en objetivo de deseos genitales heterosexuales
en el varón y homosexuales en la niña; o bien estos deseos se
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
115
pueden dirigir principalmente hacia la madre interna, con
quien el niño se identifica. En este último caso, el deseo de
restaurar a la madre mediante la genitalidad incrementa los de­
seos heterosexuales en la niña y homosexuales en el varóíi.
A medida que avanza el desarrollo va predominando el fin
genital, y con su predominio fluctúa cada vez menos la elec­
ción entre ambos padres. Se hace una elección más definida
y duradera del progenitor del sexo opuesto como objeto de
deseos libidinales, á la vez que aumenta la rivalidad y Ja
identificación con el progenitor dél mismo sexo. El crecien­
te sentido de la realidad trae consigo la percepción del pro*
pió sexo, y ayuda al niño a renunciar parcialmente a sus de­
seos homosexuales y a aceptar el propio sexo. De este modo
se prepara gradualmente el escenario para el complejo de Edipo
clásico en términos genitales.
La masturbación, que ha sido pregenital o genital, poco
a poco se vuelve predominante o exclusivamente genital; las
fantasías masturbatorias, vinculadas al principio a fantasías
orales, anales y uretrales, aun cuando la masturbación fuera
genital, empiezan a girar más consecuentemente alrededor de
la relación sexual genital. ;
Las fantasías del varón se centran alrededor del coito con
la madre y los temores de castración; las de la niña, en el
coito con el padre y la ansiedad de que la madre la ataque. Es­
tas ansiedades provocan a su vez retrocesos regresivos, hasta
que la genitalidad se establece más firmemente.
Pero por supuesto jamás nada en el desarrollo del individuo
se supera por completo o se pierde por completo, de modo que
la situación edípica genital llevará vestigios de deseos an­
teriores, incluyendo representaciones simbólicas de éstos, que
pronto se ponen en evidencia durante el análisis. Se concibe al
acto genital como incorporando y simbolizando todas las for­
mas anteriores de relación. Sabemos también que la elección
heterosexual nunca es terminante y que, acompañando al com­
plejo de Edipo positivo clásico, encontraremos siempre en for­
ma reprimida y simbolizada su contraparte, el complejo de Edi­
po negativo.
El material siguiente ilustra parte de la complejidad que
se oculta tras un aparente complejo de Edipo genital positivo.
Antes de una interrupción por las fiestas de Navidad, que
116
HANNA SEGAL
en su mente se vinculaba con fantasías sobre embarazo de la
analista, un paciente relató el siguiente sueño:
Se iba de vacaciones a Sudáfrica. EJ pasaje costaba 2 li­
bras* pero no estaba seguro de tener el dinero. Buscaba otra
vez y descubría que tenía una caja de dinero extranjero cua­
drado; sentía que había algo mágico en él, el dinero era inago­
table. Estaba sentado en una sala del aeródromo espérando el
momento de subir al avión y se compraba dos cervezas. Habría
podido tomar whisky también, si hubiera querido. Se sentía
muy rico y lleno de bienestar y se encaminaba lentamente hacia
el avión, mientras alguien comentaba sil elegante apariencia.
Frente al avión veía a su hermana con su sobrino.
Sus asociaciones giraron primero alrededor del Dr. S., un
psicoanalista sudafricano que había conocido la noche anterior.
El Dr. S. había venido a Inglaterra para proseguir sus estudios.
Mi paciente se sentía muy inferior a él, lo consideraba mucho
más serio y valioso que él misino. Y sin embargo el Dr. S.
vivía en relativa pobrera; trabajando muy duramente, incluso
pasando hambre a veces y sufriendo por el clima frío. Comparadó con él mi paciente Se sentía muy rico y lleno de bienestar,
y especiáhúeñte culpable porque, en contraste con el Dr. S., sus
actividades se dirigían principalmente a ganar dinero. Tuvo
una serie de asociaciones con Sudáfrica como tierra cálida, mis­
teriosa, llena de junglas; y la vinculó con su propio anhelo de
calidez. Pensó que el dinero representaba su potencia y la
llave de las cosas aúheladas. Se preguntó también si yo pasaría
mis vacaciones de Navidad en Sudáfrica, yá que me tomaba al­
gunos días más de lo habitual.
Ante esto el sueño se presentaba como un sueño edípico di­
recto. Durante las vacaciones navideñas se deja al paciente
fuera, a la intemperie, al frío, mientras se supone que su ana­
lista viaja a tierras cálidas en compañía del Dr. S., represen­
tante del marido o amante. En el sueño y en las asociaciones
referidas a él, el paciente invierte esta situación. Arroja fuera
al Dr. S., para que sufra frío y hambre, mientras él mismo via­
ja a Sudáfrica con su analista, y es él quien posee el pene po­
tente (el dinero para conseguir este objetivo).
El paciente prácticamente interpretó él mismo el sueño, y és­
te le produjo muy poca ansiedad. Toda su ansiedad se centraba
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
117
en un detalle del sueño — el dinero cuadrado 4— * El dinero
era siempre un tema que le traía ansiedad; gran parte de su
omnipotencia se centraba en él, y en relación con él su conducta
bordeaba la deshonestidad.
Su primera asociación fue que el dinero cuadrado era má­
gico ya que en el sueño parecía casi inagotable; en segundo
lugar, se le ocurrió que no existía nada semejante a dinero
cuadrado; asoció también “ equitativo” contratos equitativos y
honestidad. Sentía que su dinero era mágico y omnipotente, y
de ningún modo habría podido obtenerlo en forma “ honrada” .
También sentía que podía estar usándolo en forma deshonesta.
Su asociación posterior con la palabra “ square” (en el sentido
de manzana) le condujo a recuerdos infantiles. En el distri­
to en que vivía algunas zonas se llamaban “ square” , aunque no
tuvieran forma cuadrada. Uno de estos lugares, especialmente
importante para él de niño, era territorio prohibido, ya que los
niños que allí vivían se mostraban hostiles con los de su pro­
pia calle. Para llegar hasta él había que atravesar un pasaje
muy largo y estrecho, que a mi paciente le parecía misterioso
y muy peligroso. Meterse en él significaba meterse en pelea.
Otra característica del “ square” era que los niños que allí
vivían eran más ricos y de clase más alta que mi paciente y
sus amigos.
Todas estas asociaciones estaban cargadas de ansiedad, y
pronto se pudo vislumbrar poi* qué. Había dos engaños re­
lacionados con su dinero: primero había adquirido el dinero,
representante de su pene, en forma mágica y deshonesta, des­
plazando al padre y robándole; segundo, el engaño estaba en el
uso que hacía de su pene y en el aparente fin de tener relaciones
sexuales (el verdadero fin era volver al útero a través del es­
trecho pasaje, y ocupar la posición de un nuevo bebe), Estar en
Sudáfrica representaba estar en el útero y adquirir todas las
riquezas del interior del cuerpo de la madre. Asoció los dos
vasos de cerveza con los pechos, y el whisky que también habría
podido tomar, con el pene. De modo que tras el aparente
fin edípico genital estaba el deseo culpable de adquirir las
riquezas contenidas dentro de la mujer.
Este tema ocupó varias sesiones siguientes. Luego, la noche
4 El paciente asocia primero con square money — dinero cuadrado,
luego con la palabra square en diferentes acepciones: square deais —
tratos equitativos, honradez, y square — manzana de casas, distrito. [T.]
118
HANNA SEGAL
antes del día en que esperaba que yo le enviara la cuenta, soñó
que alguien le enviaba un cheque por ochenta y nueve o no­
venta y ocho libras esterlinas. Primero asoció ocho y nueve
con los meses de embarazo. Pensó también en algunos cheques
que habla recibido, dos de los cuales eran “ post mortem” , pro­
venientes de herencias. Estos cheques le hacían sentirse muy
intranquilo. Gran parte de la sesión giró alrededor de su an­
siedad por el futuro; se pudo ver que sentía principalmente que
seguiría en análisis, lo que en ese momento representaba para
él ser el bebe, hasta que pudiera ser más rico, más grande y
mejor que su analista. Igual que en el sueño anterior, también
en éste hay inversión. Está vez invierte la situación de emba­
razo. El es la madre embarazada; él recibe los cheques, que
representaban aquí el embarazo, y los cheques son “ post-mortem” porque son posteriores a la muerte de la analista, cuyo
lugar como madre embarazada él ocupa. Su idea de seguir en
análisis hasta volverse más rico y mejor que su analista se
vincula con la fantasía de permanecer en el útero como bebe
hasta haber incorporado tanto de su madre rica, embarazada,
que ella muera y él se convierta en ella. De modo que su po­
sición genital (y uno de sus síntomas iniciales era la promis­
cuidad compulsiva) es sólo aparente. Su fantasía completa es
usar su pene para meterse en el útero, tomar posesión de éste,
primero como bebe en el útero, pero con el fin posterior de ro­
bar a su madre y convertirse en ella. Esto es una elaboración
genital posterior de su envidia y rivalidad original con la
madre, a las que se subordinaban todos los otros fines.
Esto contrasta con la posición de otro paciente que, al ter­
minar su análisis, pudo incluir satisfactoriamente sus compo­
nentes homosexuales en su vida heterosexual. Había perdido
a su padre a los nueve meses. Al entrevistarse conmigo se que­
jó principalmente de homosexualidad relacionada con niños y
muchachos jóvenes, e impotencia heterosexual. Pronto se puso
en evidencia que uno de sus problemas inconscientes eran sus
deseos y temores homosexuales pasivos en relación con hombres
mayores, que representaban a su padre muerto. Nunca expe­
rimentó conscientemente dichos deseos, ya que el padre muerto
era también un perseguidor cuyo posible ataque le aterrorizaba.
En su patología elaboraba su problema mediante proyección e
inversión, poniéndose él mismo en el rol del padre que viola
y ataca. Hacia el final del análisis sus síntomas desaparecieron
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
119
y se casó, siendo feliz en su matrimonio. Mejoraron también
notablemente sus relaciones personales. Poco antes del fin de
su análisis, cerca de Navidad, y cuando esperaba que su esposa
estuviera embarazada, tuvo el siguiente sueño;
Soñó que Papá Noel descendía por la chimenea y le entre­
gaba un paquete que él debía regalar a su esposa para Navidad.
En este sueño, Papá Noel me representa a mí, la analista, que le
dio el regalo de la potencia, y también al padre muerto e ideali­
zado que le da potencia y bebes para que él a su vez los dé a
su esposa. El descenso por la chimenea representa evidente­
mente el coito anal. Pero aquí, en contraste con el paciente an­
terior, el regalo homosexual que él desea de su padre se con­
vierte en los bebes de su potencia y creatividad en relación con
la mujer.
Asociaciones posteriores pusieron también en evidencia que
esta combinación de elementos homosexuales y heterosexuales
expresaba su deseo de reunir simbólicamente a su padre y a su
madre en su propio matrimonio.
Es imposible, por supuesto, agotar el tema del complejo de
Edipo en un solo capítulo. He optado por comentar sólo algu­
nos aspectos, útiles para ilustrar la gran importancia de las
raíces tempranas de la constelación edípica, y la forma en que
se desarrolla desde la primitiva relación oral hasta la situaciónción genital descrita por Freud.
BIBLIOGRAFIA
Paula H eim ann : “ A Contribution to the Re-evaluation o f the Oedi-
pus Complex” , New Directions in Psycho-analysis (Cap. 2), I. J.
P„, vol. 33 (1952). Hay versión castellana: Nuevas direcciones en
psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1965.
M elanie K lein : “ Early Stages o f the Oedipus Conflict” , pág. 202,
Contributions to Psycho-analysis. Hay versión castellana: Contribuciones al psicoanálisis, Buenos Aires, Hormé, 1964.
— “ T h e Oedipus Complex in the Light o f Early Anxieties” , páe.
339, I. J. P., (1945).
G L O S A R 10
Este glosario no pretende ser exhaustivo. Contiene los términos cuya explicación los estudiantes solicitaban con frecuen­
cia. Algunos de estos términos fueron introducidos por Melánie Klein y sus colaboradores, otros se utilizan habitualmente
en psicoanálisis, pero se incluyen también porque Melanie
Klein les da un sentido específico.
A nsiedad: es la respuesta del yo a la actividad del instinto de
muerte. Guando el instinto de muerte es deflexionado, la an­
siedad toma dos formas principales.
Ansiedad paranoide: debida a la proyección del instinto de
muerte en un objeto u objetos, a los qué entonces se siente
como perseguidores. La ansiedad sé refiere a que estos per­
seguidores llegüén a aniquilar al yo y al objeto ideal. Se ori­
gina en la posición esquizo-paranoide.
Ansiedad depresiva: es la ansiedad motivada por la posibi­
lidad de que la propia agresión aniquile o haya aniquilado al
propio objeto bueno. Se la experimenta por el objeto y por el
yo que, en identificación con el objeto, se siente amenazado. Se
origina en la posición depresiva, cuando se percibe al objeto
como obj eto total y el bebe vivencia su propia ambivalencia.
Ansiedad de castración^ es principalmente de tipo paranoi­
de y se origina en la proyección que hace el niño de su propia
agresión, pero puede contener también elementos depresivos,
por ejemplo la ansiedad de perder el propio pene como ór­
gano de reparación.
Complejo de Edipo temprano : es la relación edípica tal como
la experiencia el bebe al comienzo de la posición depresiva. Se
la experiencia en términos pregenitales antes de alcanzarse la
genitalidad.
Culpa : es el doloroso reconocimiento de haber dañado al pro­
122
HANNA SEGAL
pió objeto u objetos amados. Se origina en la posición depre­
siva, cuando se experiencia ambivalencia hacia los padres per­
cibidos como objetos totales. Los padres ambivalentemente
amados introyectados durante la posición depresiva forman el
núcleo del superyó.
Defensas maníacas : se desarrollan durante la posición depre­
siva como defensa contra la experiencia de ansiedad depresiva,
culpa y pérdida. Se basan en la negación omnipotente de la
realidad psíquica, y las relaciones objétales se caracterizan por
triunfo, control y desprecio.
Depresión: estado de ánimo en que se experiencian parcial o
totalmente los dolorosos sentimientos de la posición depresiva.
Puede ser una reacción normal a experiencias de pérdida, o
una reacción patológica de carácter neurótico o psicótico.
Envidia temprana : el bebe la experiencia principalmente ha­
cia el pecho que lo alimenta. Es posiblemente la primera ma­
nifestación externa del instinto de muerte, ya que ataca a lo
qué se siente como la fuente de vida.
Envidia temprana excesiva: es un factor importante de la
psicopatología.
Escisión: puede implicar al yo y al objeto. La primera es­
cisión se hace entre Yo bueno y Y o malo, y entre objeto bueno
y objeto malo. La deflexión del instinto de muerte implica la
escisión entre la parte que se siente conteniendo los impulsos
destructivos y la parte que se siente conteniendo la libido.
Idealización: mecanismo esquizoide vinculado con la esci­
sión y la negación. Se niegan las características indeseables del
objeto, y el bebe proyecta en él su propia libido. Aunque per­
tenece primordialmente a la posición esquizo-paranoide, la idea­
lización puede formar parte de las defensas maníacas contra
ansiedades depresivas.
Identificación: se la considera siempre un resultado de pro­
cesos introyectivos y proyectivos.
Identificación introyectiva: el resultado de la introyección
del objeto en el yo, el cual se identifica entonces con algunas
de sus características, o con todas.
Identificación proyectiva: el resultado de la proyección de
partes del Yo en un objeto. Puede tener como consecuencia que
se perciba al objeto como habiendo adquirido las caracterís­
ticas de la parte proyectada del Yo. pero también puede resub
INTRODUCCIÓN A LA OBRA DE MELANIE KLEIN
123
tar en que el Y o llegue a identificarse con el objeto de su
proyección.
La identificación proyectiva patológica resulta de la des­
integración diminuta del Y o o de partes del Yo, qué luego
se proyectan en el objeto y se desintegran; tiene como conse­
cuencia la creación de “ objetos extraños” .
M undo interno : resulta de la actividad de la fantasía incons­
ciente, en la que se introyectan objetos y se construye den­
tro del yo un mundo interno complejo. En el mundo interno
se siente a los objetos internos en relación dinámica los unos
con los otros y con el yo.
Objetos extraños: son el resultado de identificaciones proyectivas patológicas, en las que se percibe al objeto escindido en
pequeños fragmentos, conteniendo cada uno una parte proyec­
tada del Yo. A estos objetos extraños se los siénte cargados de
mucha hostilidad.
Objetos internos: objetos introyectados en el yo.
Objetos parciales: objetos característicos de la posición esquizo-paranoide. El primer objeto parcial que experiencia el
bebe es el pecho. Pronto experiencia otros objetos parciales
— ante todo, el pene.
Objeto ideal (pecho o pene) : es experienciado por el be­
be durante la posición esquizo-paranoide como resultado de la
escisión y de la negación de persecución. El bebe atribuye
todas sus experiencias buenas, reales o fantaseadas, a este objeto
ideal al que anhela poseer y con el que ansia identificarse.
Objeto malo (o persecutorio) : es experienciado como re­
sultado de la escisión ocurrida durante la posición esquizoparanoide. El bebe le proyecta toda su hostilidad y a su acti­
vidad atribuye toda experiencia mala.
Objeto bueno: el término objeto parcial bueno se aplica ge­
neralmente al pecho o pene tal como se los experiencia en la
posición depresiva en relación con experiencias buenas. Se
siente al objeto bueno como fuente de vida, amor y bondad,
pero no es ideal. Se reconocen sus malas cualidades y, en con­
traste con el objeto ideal, puede ser experienciado como frus­
trante; se lo siente vulnerable a los ataques, y por consiguiente
se lo suele sentir dañado o destruido. Se siente que el pecho
bueno y el pene bueno pertenecen respectivamente a la madre
buena y al padre bueno, pero se los puede experienciar antes de
que se establezca plenamente la relación de objeto total.
124
HANNA SEGAL
Objetos totales: se refieren a la percepción del otro como
persona. La percepción de la madre como objeto total caracte­
riza la posición depresiva. El objeto total es lo opuesto tanto
del objeto parcial como de los objetos escindidos en partes
ideales y persecutorias. La ambivalencia y la culpa se experiencian en relación con objetos totales.
Padres combinados: imagen fantaseada de los padres combi­
nados en coito. Se origina cuando no se diferencia al padre de
la madre y se siente su pene como parte del cuerpo de la ma­
dre. Cuando surgen ansiedades edípicas esta fantasía se reac­
tiva regresivamente como medio de negar el coito par ental. Por
lo general se la experiencia como figura terrorífica.
Perseguidores: son objetos en los que se ha proyectado parte
del instinto de muerte. Originan ansiedad paranoide.
Posición depresiva: comienza cuando el bebe reconoce a su
madre como objeto total. Es una constelación de relaciones ob­
jétales y ansiedades caracterizada por la experiencia del bebe
de atacar a una madre ambivalentemente amada y de perderla
como objeto externo e interno. Esta experiencia origina dolor,
culpa y sentimientos de pérdida.
Posición esquizo-paranoide: la primera fose del desarrollo.
Se caracteriza por la relación con objetos parciales, el predomi
nio de escisión en el yo y en el objeto, y la ansiedad paranoide.
Realidad psíquica: la experiencia de la realidad psíquica es
la experiencia del propio mundo interno, incluyendo la expe­
riencia de impulsos y los objetos internos.
Reparación: actividad del yo dirigida a restaurar un objeto
amado y dañado. Surge durante la posición depresiva como
reacción a ansiedades depresivas y a la culpa. La reparación se
puede usar como parte del sistema de defensas maníacas, en
cuyo caso adquiere las características maníacas de negación,
control y desprecio.
Sentido de realidad : es la capacidad de experienciar la reali­
dad psíquica como tal y de diferenciarla de la realidad externa.
Implica la experiencia simultánea y la correlación de los mun­
dos interno y externo.
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