En Hong Kong se unen la cultura china y la occidental. ¿Qué es la identidad cultural? La identidad cultural es el conjunto de manifestaciones socioculturales (creencias, tradiciones, símbolos, costumbres y valores) que le provee a los individuos pertenecientes a una comunidad un sentido de pertenencia y comunión con sus pares. Dicho de otro modo, se trata de una forma de identificación colectiva, mediante la cual los miembros de un determinado grupo social (entendidos como una cultura) se diferencian de quienes no formen parte del mismo. Todos poseemos una identidad cultural, que en gran parte está determinada por las condiciones de nacimiento y por la cultura hegemónica (mayoritaria) recibida. Sin embargo, también influyen los subgrupos a los que se pertenece dentro de su cultura. Así, dentro de una cultura “oficial” (generalmente coincidente con la cultura o identidad nacional), existen distintas subculturas o subgrupos que, a pesar de formar parte de la mayoritaria, presentan rasgos diferentes. Las identidades culturales, sin embargo, no son monolíticas o totales. Una persona puede ser más o menos tradicional en su manera de entender y ejercer su identidad y su cultura, o puede tender al multiculturalismo, o sea, a la convivencia más o menos armónica de elementos provenientes de diferentes culturas humanas. Importancia de la identidad cultural La identidad cultural forma parte de quién uno es y de la propia historia. La identidad cultural puede ser muy relevante en el trato con los demás, especialmente cuando ésta se construye en oposición a otros, o en resistencia a otros. Por otro lado, también puede ser un aliado a la hora de experimentar la sociedad desde un punto de vista más abierto. El conocimiento y la aceptación de la propia identidad cultural permite enfrentar las ajenas desde la tolerancia y el entendimiento, sin sentir que el modo de hacer las cosas de los demás es una amenaza para las propias. La identidad cultural forma parte de quien uno es y de la propia historia. Constituye un legado importante que los migrantes llevan consigo y aportan a la sociedad que los recoge, tanto como esta última les ofrece una nueva. Al final, como todas las identidades, la cultural es porosa, móvil, no necesariamente estricta. Elementos de la identidad cultural Las tradiciones morales, éticas y místicas juegan un papel fundamental. Toda identidad cultural está definida, a grandes rasgos, por algunos de los siguientes elementos: Lengua. Un importante porcentaje de toda identidad cultural reside en el lenguaje, o sea, en el idioma que se habla, pero también en los dialectos geográficos y sociales con los que dicha lengua se habla. Así, por ejemplo, las regiones de una nación pueden tener una identidad cultural distinta a la de otra, a pesar de que profesen la misma identidad nacional. Religión. La religiosidad y las tradiciones morales, éticas y místicas de una cultura pueden ser similares o sustancialmente distintas a las de otra, dependiendo de patrones históricos, y ello juega un papel fundamental en la identidad cultural, incluso si se trata de personas ateas. Por ejemplo, los occidentales tendemos hacia una moral cristiana (católica o protestante), dado que fue la religión mayoritaria durante muchos siglos. Etnia. Los orígenes raciales y étnicos suelen incidir importantemente en la identidad cultural, dado que tradicionalmente las comunidades se han agrupado en torno a ideas comunes de raza, cultura y geografía. Por ejemplo, la identidad cultural afroamericana en los Estados Unidos es de las más intensas y combativas, dentro de la identidad nacional estadounidense. Clase social. Los estratos sociales de una comunidad también comparten rasgos de identidad cultural que pueden ser exclusivos, o que les permiten identificar entre sí a sus miembros. Una forma de habla, de baile o un imaginario compartido, suelen distinguir las clases obreras de las adineradas. Ejemplos de identidad cultural • La identidad hongkonesa. Si bien la ciudad de Hong Kong forma política, territorial y formalmente parte de la República Popular China, el hecho de que haya pasado casi un siglo bajo dominio colonial británico (hasta 1997) antes de ser devuelta a China, marcó para siempre sus tradiciones y su forma de identificación cultural. Por eso ahora existe un conflicto político y sociocultural entre los hongkoneses, hablantes de cantonés e inglés, identificados con las democracias occidentales, y la china tradicional comunista. • Los indígenas goajiros. Pertenecientes a la etnia Wayuu, uno de los pocos pueblos caribes que sobrevivió más o menos entero a la conquista y colonización española, estos habitantes tanto de Colombia como de Venezuela poseen una fuerte identidad cultural que los separa de ambas naciones latinoamericanas, a pesar de ser ciudadanos formales de éstas. Los Wayuu hablan su propia lengua (el wayuunaiki) y se rigen, hasta donde el Estado lo permite, por códigos de justicia propios y ancestrales, razón por la cual suelen ser temidos. Pérdida de la identidad cultural El cambio de la identidad cultural puede darse de forma natural o violenta. La identidad cultural no es algo inmutable, ni fijo, sino que puede cambiar, reformularse y verse influenciada por otras culturas. Este intercambio puede darse de manera amable y pacífica, a través de relaciones sociales, culturales o comerciales, en las que ambos partícipes intercambian prácticas, formas de pensar y se influencian recíprocamente. En otros casos, el intercambio se da de manera unidireccional, violenta, a través de relaciones de dominación, colonización y sometimiento, como las que imponían los imperios europeos a sus colonias durante la era del Imperialismo. Estos procesos de cambio de identidad cultural pueden llamarse de distinta manera: Aculturación. Cuando se sustituyen elementos de la propia cultura por los provenientes de otra, como consecuencia de actos de violencia: conquista, invasión, colonización, etc. •Transculturación. Cuando dos o más culturas intercambian elementos, usualmente acompañando actividades de intercambio comercial, económico, etc. Son fenómenos naturales e inevitables, que enriquecen ambas culturas. •Inculturación. Cuando un individuo abraza elementos provenientes de diversas culturas y los asume como propios, sin sentir la necesidad de defender algunas como “propias”. Expresiones Culturales Festividades y Celebraciones Una de las celebraciones más comunes entre los Ashaninka han sido las “masateadas”, las cuales giran en torno a la preparación e ingesta del masato en honor a Kashiri, el dios Luna. Las mujeres se organizan para la preparación de grandes cantidades de masato, las cuales se comienzan a tomar desde la tarde, una vez finalizada la jornada de trabajo, hasta horas de la noche o incluso días, dependiendo de la provisión de masato. Los hombres tocan instrumentos como el tambor o la antara tsonkari mientras que el resto de participantes se unen con bailes (IDE, 2019). Weiss (2005) ha distinguido que tradicionalmente los bailes se dividían por género, formando cada grupo distintas figuras geométricas y desplazándose por el espacio disponible. Además de la música, algunos hombres también se animan a cantar Manifestaciones Artísticas y Artefactos Culturales El pueblo Ashaninka trabaja la cerámica, cestos, esteras, entre otros, los cuales componen parte de su legado material; el hilado y el tejido, de las cushma tradicional. El origen de la habilidad del tejido es explicado a partir de la mitología de la araña. Luego que una gran inundación destruyó la humanidad, los sobrevivientes fueron un chamán y su familia, de los cuales descienden los Ashaninka. Se cuenta que Heto, le comunica a la mujer sobreviviente sobre las técnicas del hilado, el tejido, así como la magia para que sea una buena tejedora. También le entregó las hierbas mágicas ivenki con las cuales purificarse las manos, así como los utensilios usados para la textilería. Al descubrir esta relación el chamán, Heto tomó la forma de la araña, con la cual se le conoce actualmente. Por otro lado, algunas creencias sobre el tejido explican que las mujeres Ashaninka no pueden mirar la luna mientras están tejiendo puesto que, de estar en cuarto creciente, la luna está torcida. En ese sentido, el tejido peligra de salir igualmente torcido y de producirse nudos (Rojas Zolezzi, 1999). La cerámica era destinada principalmente para la elaboración de ollas, tazones u objetos de la cocina, La alfarería se realizaba usualmente durante la estación seca, la cual facilitaba los insumos para la elaboración de objetos. Hacia la actualidad, la cerámica y alfarería es una práctica poco empleada por los Ashaninka. Kummels (2018) detalla que esto se debe a la inserción de nuevos objetos, como las ollas de aluminio o los objetos de plástico, que van reemplazando la necesidad de elaborar utensilios para la cotidianidad. Al igual que los telares y la cerámica, otros objetos cuya fabricación está en el dominio de las mujeres son los cestos y esteras. Estos se hacen de palma que se entrelaza para dar la forma deseada. Los cestos se caracterizan por llevar una cinta hecha de corteza, la cual sirve para portar el objeto. Las mujeres suelen ubicar esta cinta en la altura de la cabeza a manera de vincha, de tal forma que el cesto queda en la espalda y tiene la utilidad de cargar y transportar diversas cosechas Vestimenta y Trajes Tradicionales La vestimenta tradicional de los Ashaninka es denominada “cushma”, palabra de origen quechua cuya traducción a la lengua Ashaninka es kitsaarentsi. La elaboración de una cushma comprende un proceso bastante minucioso, donde las mujeres hilan el algodón local haciendo girar un huso dentro de un recipiente de calabaza. Los hilos que se consiguen de este proceso se tejen hasta la obtención de largas telas rectangulares, las cuales son decoradas con rayas finas hechas de otros hilos que son teñidos con la corteza del árbol pochotaroki (Kummels, 2018). Las cushmas hechas de hilo de algodón se destinan usualmente para los hombres, que se diferencian por tener una abertura vertical para la cabeza hacia el borde superior de la prenda. Las mujeres, por otro lado, suelen usar cushmas de tocuyo, tela industrial que se compran en las ciudades y a diferencia de los hombres, la cushma de las mujeres lleva una abertura horizontal para la cabeza (Veber, 2009). En la actualidad, el uso de la cushma sigue bastante extendido en el pueblo Ashaninka. Además del empleo de otro tipo de telas industriales, se suele adornar la cushma con semillas y plumas hacia las mangas de la prenda cuando se trata de los uniformes escolares, esto implica una referencia a las cushmas de gala que usaba tradicionalmente. A la par de los colores habituales obtenidos del tinte natural de plantas como el rojizo, el pardo, el anaranjado, también se han incorporado una nueva gama de colores como el rosado, verde, entre otros. Por otro lado, otro elemento que conforma parte de la vestimenta es la bolsa tsarato, elaborada de algodón, así como el tsompirontsi, que consiste en una faja que se utiliza para cargar a los bebés y niños pequeños (Kummels, 2018). pueblo asháninka Noción de territorio desde el pueblo Asháninka “La selva es templo. Allí penetra el hombre y mujer en ademán de adoración; descubierta la cabeza y la mirada en alto. […] En el vasto dominio, el tiempo se desenvuelve con un ritmo de eternidad, sin calendarios ni convenciones: los días no tienen nombre, y los ojos videntes, leen las horas en el reloj de los astros. […] El nativo campa era el señor de la espesura; en la maraña abría sus sendas a golpe de fuerza y temeridad y de pie sobre su canoa que es árbol que navega, remontaba el curso del río, dueño de su selva, echado el busto hacia adelante y la mirada en llamas como si fuera el dios de la montaña” (Bullón Páucar, 1978, p. 16). En esta cita, se concibe la selva como un lugar sagrado donde el asháninka ingresa a manifestar su espiritualidad diaria. Se le asigna ser dueño del espacio donde vive, es el dios de la montaña y, finalmente, el cuidador de la naturaleza amenazada en la actualidad. La formación del territorio asháninka, en su mayoría, está basada en los mitos sobre la creación y las transformaciones terrestres. Se cree que la tierra ha sufrido un único cambio notable y este a su vez, una transformación gradual: en un momento la tierra habló respondiendo las solicitudes de Tasórentsi, pero con el paso del tiempo, su voz se debilitó hasta terminar inerte, como se encuentra hoy. Eusebio Laos Ríos (2004) señaló: “Nosotros los asháninka, creemos que el dios Sol vivo, estaba siempre arriba antes que fuera este mundo. Como tiene poder, desprendió una partícula de su corona acá en este espacio y así esta partícula se asentó en las densas tinieblas y poco a poco formó este mundo. De ahí crecieron las plantas, crecieron todas las cosas que hemos visto. De ahí salimos nosotros, los asháninka; hasta este día creemos que su partícula es finita, así como chispitas. Había chispitas menuditas, pequeñitas, que se apagan ahicito, otra, que es capaz de convertirse en fuego. Por eso vemos que un niñito, moría antes de su edad y los viejos llegaban a tener edades. Tal vez, antiguamente se ha desprendido una partícula, un poco más grandecita y por eso algunas mujeres viven más allá y también se ve que otras mujeres de pocos días mueren. Por eso los asháninka, no dudamos que de donde nos hemos originado es partícula de ese padre Sol vivo” (Eusebio Laos Ríos, 2004, pp. 57-58). En la mayoría de los casos, el agente transformador fue un personaje mitológico, Nabireri, que fue el más activo en transformar a sus compañeros asháninka. En tal sentido, el territorio, para el pueblo Asháninka, es el espacio donde viven, donde abundan animales y aves, donde existe agua, lagunas, donde observan a sus astros, es un lugar de adoración, son los espacios sagrados en los que se comunican con otros seres. Todas estas ideas, vertidas por los propios asháninka, brindan una noción de espacio, que es ocupado dentro de su sistema cosmogónico. El pueblo Asháninka reconoce la importancia de la tierra para su supervivencia y mantiene con ella una relación profundamente espiritual, que es esencial para su propia existencia, que incluye creencias, costumbres, tradiciones y cultura. El territorio se concibe como el espacio, en el que cada expresión de la naturaleza es sagrada en la memoria y en la experiencia colectiva de un asháninka, y que es compartida en íntima interrelación, con el resto de los seres vivos, respetando su natural evolución, como única garantía para el mutuo desenvolvimiento.