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SOBRE EL ÉXITO, LA CONCIENCIA PLENA Y EL CAMPO DE TODAS LAS POSIBILIDADES - Por Valentina Gómez.

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SOBRE EL ÉXITO, LA CONCIENCIA PLENA Y EL CAMPO DE TODAS
LAS POSIBILIDADES - Por Valentina Gómez.
Basado en las experiencias y diálogos sostenidos durante las sesiones de psicoterapia y
soportado en el libro “Las 7 leyes espirituales del éxito” de Deepak Chopra.
Existen principios que la naturaleza emplea para crear todo lo que hay en forma
material. Leyes universales que dan forma a todo lo que podemos experimentar con
nuestros sentidos físicos.
Chopra define el éxito en la vida como “el crecimiento continuo de la felicidad y la
realización progresiva de unas metas dignas”. En última instancia, la realización
progresiva de un sueño. Y es progresivo porque no es un destino en sí mismo sino que
es una travesía; la consecución de una meta nos lleva a la siguiente, permitiéndonos
experimentar cada día nuestros sueños y objetivos de vida.
Con frecuencia el éxito suele confundirse con tener dinero, poder e influencia. Sin
embargo, este está estrechamente relacionado más con el hecho de tener buena salud,
tener entusiasmo por la vida, realización en las relaciones con los demás, tener
estabilidad emocional y psicológica, y un sentimiento de bienestar y paz.
Es necesario abordar el éxito y la prosperidad en nuestras vidas desde una posición
más espiritual. En esencia somos la chispa de la divinidad que vive dentro de nosotros
y que busca materializarse a plenitud. En ese orden de ideas podemos decir, entonces,
que el éxito verdadero consiste en experimentar la autorrealización, en alcanzar
nuestro ser más auténtico.
La fuente de toda la creación es la Divinidad, el espíritu o la conciencia pura y plena,
visto desde una perspectiva más religiosa, es Dios que vive en nosotros; el proceso de
creación es la divinidad en movimiento o la mente, que nos permite ver con antelación
lo que será materializado; y el objeto de la creación es el universo físico del cual forma
parte nuestro cuerpo, es donde finalmente se hará manifiesto, a través de la acción
constante, aquello que hemos creado en el campo de todas las posibilidades.
En nuestro estado más esencial somos conciencia pura, y cuando conectamos con esa
naturaleza y sabemos quienes somos realmente, conectamos también con la
capacidad de convertir en realidad todos nuestros sueños y anhelos.
Sosteniendo toda la diversidad infinita de la vida está la unidad de un solo espíritu
omnipotente y omnipresente. Y no existe separación entre nosotros y ese campo de
energía. Es decir, estamos estrechamente relacionados con esa energía divina de la
creación que subyace en nuestro interior.
Vivir de acuerdo a nuestro yo, de acuerdo a nuestra conciencia pura, significa que
nuestro punto interno de referencia es nuestro propio espíritu,nuestro ser más
auténtico, en últimas la Divinidad. Por el contrario, cuando vivimos según la referencia
al objeto, el punto de referencia interno es el ego; buscamos constantemente la
aprobación de los demás, tener el control de lo que sucede a nuestro alrededor o poder
externo.
Sin embargo, el ego, no es lo que realmente somos. El ego es como creemos que
somos, nuestra construcción de la personalidad, una máscara social; pero, no somos
nuestra personalidad ni somos lo que tenemos ni lo que hacemos. Somos el ser que se
manifiesta y expresa a través de la personalidad. El ego corresponde a mecanismos de
defensa mediante los cuales buscamos no ser lastimados, encajar y ser apreciados.
En cambio, nuestro verdadero yo, nuestra conciencia plena, está completamente libre
de estos miedos. No le hace daño la crítica, por lo cual no busca la aprobación de
nadie; no siente temor ante los desafíos ni teme ser lastimado; y no se siente inferior a
nadie y no busca ser aceptado. Ahora bien, nuestro ser más puro es humilde y no se
siente superior a nadie, y es consciente de que todos los demás son la misma
Divinidad, el mismo yo, el mismo espíritu, expresándose con diferentes máscaras.
En ese sentido, el poder de la conciencia pura es el verdadero poder. Mientras que el
poder basado en la referencia al ego no es real, únicamente existe mientras prevalezca
el objeto de referencia (estatus, empleo, familia, etc.).
Cuando experimentamos el poder de la conciencia pura, atraemos también a la gente
hacia nosotros y las cosas que deseamos. Allí el “universo conspira”, magnetiza a las
personas, atrae las situaciones y las circunstancias que apoyan la consecución de
nuestros sueños. El apoyo de las leyes de la naturaleza.
Existen diferentes maneras de acceder a nuestra conciencia plena, al campo de todas
las posibilidades. Practicar el silencio nos conecta con nuestro ser auténtico. En un
inicio, nuestro diálogo interno puede hacerse más ruidoso, sin embargo, si se
persevera en la experiencia del silencio, nuestro ruido mental comienza a disminuir y
en poco tiempo el silencio se volverá más profundo y empezaremos a experimentar la
quietud del campo de todas las posibilidades.
También podremos experimentar la conciencia plena, el terreno de la creación donde
todo está inseparablemente conectado con todo lo demás, a través de la meditación.
En la quietud habita nuestra conexión con el campo de la potencialidad pura, el campo
de todas las posibilidades. Es este, entonces, el principal requisito para manifestar o
materializar nuestros deseos.
Practicar el hábito de no juzgar nos abre también la puerta a nuestra potencia creadora.
Al ocuparnos en clasificar lo que sucede a nuestro alrededor como bueno o malo
estamos creando un constante ruido en nuestro diálogo interno, limitando el flujo de
energía entre nosotros y el campo de todas las posibilidades. “El hábito de no juzgar
crea silencio en la mente”.
Tener acceso a nuestra verdadera esencia también nos permitirá reconocernos en los
otros, en el espejo de las relaciones interpersonales, ya que toda relación que
tengamos será un reflejo de la relación que tenemos con nosotros mismos.
Finalmente, podemos concluir que la esencia de toda creación es la potencialidad pura,
el campo de todas las posibilidades; y la potencialidad pura es nuestra propia
naturaleza. En cuanto estemos más conectados con nuestra esencia, con nuestra
conciencia pura y plena, mayor acceso tendremos a su poder creador, infinito e
ilimitado. Ahora bien, debemos acallar el ruido de nuestro diálogo interno, la confusión,
para poder conectarnos con esa conciencia infinita, abundante y creativa, que sumada
a la acción continua nos lleva a poder crear cualquier cosa que deseemos desde lo
más profundo de nuestro ser.
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