TÍTULO: “ La complejidad social, la diversidad y la convergencia: tres claves para mirar y hacer con las familias.” AUTORIA: Mgter. SILVIA GATTINO AMBITO DE PRESENTACIÓN / PUBLICACIÓN: Taller :”Los nuevos mapas sociales y la interpretación de los problemas familiares hoy: una revisión de las categorías desde donde miramos, decimos y hacemos con los otros.” JORNADAS DE ACTUALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL “Las familias de la nueva pobreza. Lectura desde el Trabajo Social” FECHA: 14 y 15 de octubre de 2005 BAHIA BLANCA (BS. AS. - ARGENTINA) Publicada en formato CD DESCRIPCIÓN: La ponencia plantea que es posible pensar un abordaje social donde las múltiples estrategias hablan de las posibilidades de pensar al Otro como sujeto que expresa por sí mismo, y a través de sí, una trama de relaciones, con potencialidades y recursos que existen antes de que nosotros las descubramos. En este marco resignificar hoy a la familia como institución y organización social no sólo consiste en admitir sus múltiples manifestaciones y ‘formas de ser’, sino también mirarla inserta y configurada a la vez en redes sociales que significan circuitos complejos de recursos y satisfactores (de bienes y servicios materiales, socialesculturales y simbólicos). La miramos en su estructura y dinámica inmersa y emergente a la vez, de redes sociales, en la cotidianidad que le configura un enmarañamiento de situaciones a atender y satisfacer. JORNADAS DE ACTUALIZACIÓN EN TRABAJO SOCIAL Las familias de la nueva pobreza. Lectura desde el Trabajo Social FECHA: 14 y 15 de octubre de 2005 BAHIA BLANCA (ARGENTINA) TALLER: Los nuevos mapas sociales y la interpretación de los problemas familiares hoy: una revisión de las categorías desde donde miramos, decimos y hacemos con los otros. Día: 15 Octubre 2005. Duración 2 horas. A cargo de : Mag. SILVIA GATTINO Material de lectura previa: “ La complejidad social, la diversidad y la convergencia: tres claves para mirar y hacer con las familias.” 1 1 Autora: Mag. SILVIA GATTINO. Compilación y síntesis de varios ensayos propios. Junio – Agosto 2005 “ La complejidad social, la diversidad y la convergencia : tres claves para mirar y hacer con las familias.” 2 Magister. SILVIA R. GATTINO3 “En Las situaciones concretas de la práctica científica no se puede pretender construir problemáticas o teorías nuevas sino cuando se renuncia a la ambición imposible, que no es escolar ni profética de decirlo todo, sobre todas las cosas, y además ordenadamente” 4 I. Claves para ‘mirar’ a las familias... Siempre que uno se plantea decir algo acerca de lo que la familia es, y acerca de qué se debe hacer en situaciones de riesgo o en situaciones familiares críticas, aparece una necesidad de conceptualizar qué entendemos por familia, lo cual conlleva la duda previa acerca de cómo encarar esta discusión, reconociendo la existencia (y coexistencia) de interpretaciones de primer y segundo grado acerca de lo que ella es, y dada la experiencia que en ella hemos hecho y desde la cual hablamos de la misma. Para ello será bueno retomar de alguna forma la premisa que propone a la familia como una organización que existió históricamente en diferentes momentos, ( el clan, la vida en el feudo de la Edad Media, el desarrollo de las sociedades industriales y la emergencia de una nueva manera de vivir en familia, como núcleo y hacia dentro del hogar...) En efecto, los seres humanos, a lo largo de la historia convivieron en una organización: la familia, pero aunque como tal la familia existió siempre, su estructura y sus dinámicas han sido construidas en un proceso de transformaciones históricas que le dieron a dicha organización formas y modos de ser muy diferentes según los contextos y las diversidades culturales, siendo en consecuencia producto cambiante de construcciones culturales e históricas. Desde el Trabajo Social, y desde la perspectiva epistemológica y teórica ya referida, se puede entender a la familia en tanto organización social que participa de los procesos de producción y reproducción de la vida, la vida como existencia humana, existencia social, y decir esto ya es posicionarla en un campo junto con otros actores, junto con otras organizaciones, es mirar a la familia como reproductora de la vida y como productora de condiciones que la facilitan o la dificultan, según los contextos. En ese aspecto, ver a la familia como organización social que participa de procesos de producción y de reproducción de la existencia humana, de la vida social, es ubicarla específicamente con funciones definidas culturalmente, es 2 Reelaboración y síntesis de varios ensayos. Junio – Agosto 2005. Master en Ciencias Sociales de UNC (con orientación en Metodología de Investigación Social). Licenciada en Trabajo Social.- Profesora Titular (Cát. “A” :Trabajo Social con Familias) y Adjunta (Cát. “B”: Trabajo Social personalizado y familiar), ambos por concurso y oposición.Investigadora categorizada de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Instructora docente de la Residencia interdisciplinaria en Salud Familiar, del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba. 4 P.Bordieu, J.C. Chamboredón, otros “ El oficio del Sociólogo”, Ed. S. XXI, México,1975. 3 decir, implica preguntarse qué mandatos culturales reproduce, y en este sentido es interesante verla en tanto organización que se ocupa de organizar y administrar bienes y servicios para el consumo. Es decir, es dentro de estos grandes procesos sociales de producir y reproducir la vida donde podemos pensar la educación, donde podemos pensar el trabajo, donde podemos pensar la participación de distintos tipos de instituciones en cuanto a la circulación de los bienes y servicios que, en términos generales, hacen falta para la vida. La familia se ocupa de organizar y administrar esos bienes y servicios para el consumo porque junto con esto, hace efectiva la función de mantener la población y la reposición generacional desde un punto de vista demográfico, desde un punto de vista social y cultural. Así podemos entender a la familia como organización social en los procesos de producción y reproducción de la vida, en tanto participa de los procesos de organización y administración de bienes y servicios para el consumo en un intento de mantener la población y la reposición generacional. Ahora bien, estos bienes y servicios a los cuales estoy haciendo referencia no deben ser entendidos, en principio, como bienes y servicios sólo tangibles, materiales, (lo que remite a las necesidades de alimento, de vestimenta, de hábitat), no sólo esos bienes y servicios sino también aquellos que hacen a una dimensión de las relaciones humanas que es el intercambio simbólico de bienes y servicios, que hablan de la posibilidad de contar con un ‘Otro’ y de efectivizar y actualizar, ante determinado tipo de problemas y necesidades, la existencia concreta del mismo mediante favores, cuidados, ayudas, todo lo cual también participa de estos circuitos complejos de bienes y servicios que hacen falta para reproducir la vida. Por lo tanto haremos referencia a bienes y servicios en dos dimensiones, materiales y simbólicos.5 También es cierto que hablar de familia en este sentido, señalándola como invariable, como constante en lo que tiene de organización a través de la historia humana, demanda que hagamos un poco de historia para ver, paradójicamente, también las variables, es decir, las transformaciones que en ella se han producido: el proceso que, rompiendo con la matrística, sostuvo a la organización familiar en la estructura del patriarcado, hasta la aparición histórica de la estructura nuclear conyugal (una variante), y desde ésta a las estructuras familiares de nuestros días. Específicamente, propondría partir de uno de los acontecimientos históricos fundantes de nuestra cultura occidental _ la Revolución Industrial, la primera revolución industrial del siglo XVIII _ de la que se deriva el auge del industrialismo, las bases de la sociedad capitalista que sentó nuestra cultura y donde se construyeron durante siglos diferentes significados de estas cuestiones. Este ha sido uno de los hechos históricos que produjo, desde el punto de vista demográfico, social, cultural, político y económico, una manera de vivir que debe ser entendida como un antes y un después en el desarrollo y la evolución humana, y que instaló en las imágenes culturales que se fueron reproduciendo después, un modelo, una forma: la forma que esta organización debía reunir para poder ser reconocida e identificada ‘socialmente’ como familia. 5 Existe abundante tratamiento conceptual acerca de estas consideraciones expresadas en término de intercambios y tipo de transferencias que se llevan a cabo en relaciones informales. Al respecto, ver entre otros a: Lomnitz, Larisa; Ramos Silvina; Duarte Q. Dagoberto. Cuando se rompen los muros de los castillos feudales y comienza un proceso de crecimiento del artesanado, la base de la burguesía industrial, la posibilidad de la construcción de una sociedad industrializada, época en que el impulso y el desarrollo de la tecnología y los avances científicos apuntalaron todo este gran desarrollo y despliegue económico, se va imponiendo una manera de vivir en sociedad, una organización de la sociedad que rompió con las anteriores imágenes de lo que es público y de lo que es privado. Es decir la familia, la relación con el trabajo, la relación con el poder hasta ese momento acontecían dentro de un mismo espacio, que era el feudo. Hasta ese momento, la división entre del poder y la necesaria definición social del trabajo según los espacios _dentro y fuera del hogar _ y según los sexos, no había sido una necesidad histórica de las sociedades y del desarrollo de las economías. Esta revolución industrial fue imponiendo la necesaria división del trabajo del hogar y fuera del hogar, el hecho de que las mujeres y, por esas épocas, los niños eran más requeridos por este proceso económico para su inserción primero en los pequeños talleres y luego en las fábricas, el gran desplazamiento migratorio de las zonas rurales a las ciudades, procesos que aparecen como recurrentes en otros períodos históricos, incluso bastante cercanos a nuestras épocas, pero que en aquel momento irrumpieron en la organización humana, en el orden social hasta entonces construido, imponiendo la necesidad de una nueva cultura organizativa, una nueva necesidad de espacios y, sobre todo, una demanda concreta de dividir el espacio relativo al trabajo y el espacio relativo a la vida privada, siempre por entonces circunscripta al recinto del hogar. Sobre esas bases la sociedad desarrolla toda una organización social asentando la vida pública en el trabajo, en la fábrica, en la organización del estado y sus instituciones, y la vida privada sostenida en el hogar asignando, tras esa primera división, distintos roles, distintas tareas y distintas funciones a cada sexo, según estos espacios, esto es, la división sexual del trabajo es un proceso complejamente simultáneo y, a la vez, producto de la división social en cuanto asigna al varón una mayor libertad y una mayor posibilidad, se le reconocen más atributos para su desempeño en ámbitos de la vida pública y se asienta la vida privada, la vida del hogar, lo doméstico, la vivencia de lo doméstico, en la figura de la mujer, en sus supuestos atributos para lo afectivo y la sensibilidad. Ello, sostenido en una determinada forma de ejercer poder, en una determinada estructura de poder que se va produciendo y reproduciendo, con las décadas y los siglos que transcurren desde ahí hasta nuestros días, con los cambios en esa división social y sexual del trabajo que resulta insoslayable señalar, en definitiva, han arraigado en nuestras representaciones, en nuestras imágenes muchas veces no explicitadas sino muy ‘naturalizadas’, ligadas a nuestras vivencias, a nuestras experiencias de lo femenino y lo masculino, a contextos y situaciones que asumimos como naturales según nuestra posición y condición de género, según definición de lo femenino/masculino en cada tiempo y espacio. Hay espacios que son naturales para el hombre en nuestras representaciones de la vida y otros que lo son para la mujer, y si bien ello ha ido cambiando a lo largo de la historia todavía permanecen arraigados, porque algunos de dichos núcleos responden a una estructura de poder que también reconoce en este hito histórico sus raíces constitutivas, que es la estructura patriarcal. En definitiva: este fugaz desarrollo histórico acerca del momento en que se ubica a la familia separada del mundo del trabajo y de la vida pública, y a la familia consagrada por la ley, después por el estado, por la iglesia, sancionada a través del matrimonio, instituida por prácticas, por normas, por determinadas reglas de juegos configura a la organización familiar a través de su estructura nuclear y, mas específicamente, ya avanzando hacia este siglo, en sus primeras décadas, a la estructura nuclear conyugal como la forma más lograda de vida en familia, desde algunos paradigmas, desde algunos modelos teóricos explicados como la forma funcional a la sociedad, a esta sociedad que arraiga sus orígenes en el esplendor del capitalismo como horizonte de todos lo estilos de vida, y la instituye cultural e históricamente como “el modelo de familia”. Tiene más de un siglo de vida este modelo de familia, que no nace sino al calor de procesos históricos, económicos, sociales que se organizan dentro de una cultura, se instituyen dentro de ella como uno de sus pilares básicos y son así reflexionados luego, por la teoría social, como ‘la célula de la vida social’ . Así se construyó esta estructura de familia y en tanto se constituyó en el modelo de familia reproducido por nuestras prácticas cotidianas, por nuestros valores, marca nuestras miradas y nuestras elecciones y, en consecuencia, buscamos repetirla en tanto ‘modelo a seguir’ para cumplir con mandatos (generacionales, culturales, sociales). Es decir, los procesos de reproducción de los que participa la familia en tanto organización social, implica la reproducción, imaginaria y real de sí misma, y como tal nos enfrenta a hablar de un mito. Como tal, se construye en las diversas culturas. Así, cuando damos nuestro concepto de lo que entendemos por familia, lo hacemos desde esa representación incorporada y reproducida, es decir, nosotros definimos _ y es lo que hace un niño en la escuela también cuando le piden que dibuje o que nombre cómo es su familia _ muy marcados por nuestra vivencia, con la complejidad y la diversidad que tiene en la experiencia, es decir, hablamos desde nuestra experiencia, desde nuestras vivencias de lo familiar y de nuestra familia, pero también es cierto que lo hacemos desde una experiencia y una vivencia de la familia que la cultura tiene como valor y como imagen, socializada e instituida, y que hace que cada uno de nosotros reproduzcamos, lo que termina también estando presente en nuestras búsquedas y en nuestros proyectos de vida, al instalarse como modelo (por lo menos hasta nuestra década), y en la intervención profesional también, como el referente más claro de lo familiar cuando, desde las prácticas institucionales se requiere la discusión acerca de cómo es la familia del sujeto que se está atendiendo, ó acerca de las decisiones a tomar respecto a si se saca o no se saca a dicho sujeto de la familia, si dicha organización desde la perspectiva del sujeto atendido es o no factor de riesgo, etc. Estas discusiones, por ejemplo, suelen estar filtradas de las representaciones señaladas arriba, y ello es así por cuanto las mismas constituyen fuertes componentes de nuestra ideología. Nuestra imagen de familia, actualizada en cada discusión y en nuestras intervenciones con las familias, es una ‘imagen visual’, similar a la de un círculo, un núcleo. Más allá de los detalles, generalmente pensamos en la copresencia, en la corresidencia de matrimonio e hijos: el modelo de la familia nuclear conyugal, lo que se ha dado en llamar la occidentalización del modelo de familia, ya que el industrialismo construyó una cultura que desde Europa se difunde a América por el gran desarrollo, también desde América del Norte se pudo sostener con base en esta industrialización, y toda esta cultura reproduce, aún con sus diferencias para el heterogéneo ‘Mundo de Occidente’, un mismo modelo de familia. Ello la construye en un mito, y como tal compone nuestras representaciones acerca de la familia disponiéndonos a actuar hacia la realización del mismo, es decir, se trata de una estructura estructurada, y estructurante de nuestras acciones y emociones acerca de lo familiar. Se trata de las estructuras hechas cuerpo, incorporadas. Entonces, lo que algunos antropólogos señalan como el mito producido por la occidentalización de la familia nuclear6, no significa negar por ello su existencia , lo que sería erróneo a la luz de su prevalencia como forma de vida en familia, en tanto que ha sido y es la forma estadísticamente más significativa de la organización familiar. Lo que ponen en cuestión las premisas anteriores es su lugar unívoco en tanto referente de la organización, su lugar de modelo, entendido como la forma , o la forma positiva de vivir en familia y de funcionar en familia. Y esto es así, porque se han dado, sobre todo en estas dos últimas décadas, para el mundo y para nuestro país también, vertiginosos procesos sociales, económicos, demográficos, políticos, que han cambiado estructuras sociales y han impactado fuertemente en estas imágenes y en estos significados que tenemos de las cosas, en nuestros propios valores, en nuestras propias prácticas. Yo me estoy refiriendo a procesos como el de la movilidad social descendente, este proceso de caída de la clase media en nuestro país claramente observado, así también como en México o en Colombia, un proceso que no vamos a desarrollar , pero que ocurre como efecto de un período de veinte años, por lo menos, de procesos regresivos en la distribución de los ingresos. Procesos sociales en general que van configurando un nuevo orden, la revolución genética de esta segunda mitad de siglo que plantea otras alternativas, otras formas de pensar la fecundidad, la procreación, una nueva manera de constituir familias, procesos que tiene que ver con las prácticas de género, nuevos lugares y nuevos significados para lo que puede hacer o no hacer la mujer y el varón en esta sociedad, y una redefinición de sus roles, tanto dentro como fuera del hogar, que tiene que ver con procesos que se arrastran tanto en nuestro país como en general desde los '60 por lo menos, si no antes. Toda esta complejidad de procesos, también impactan y reforman los modelos de gestión, organización y hasta vinculación entre la sociedad y el estado, transformando modelos de gestión y, nuevamente, un replanteo de qué es lo público y qué es lo privado y de qué lugares están asignados para cada quién y, por lo tanto, estos límites que aparecen difusos entre la vida pública y privada se vuelven a instalar en el centro de la discusión a los efectos de entender qué es la familia desde el punto de vista social , para hacernos ver que, en definitiva, es importante descentrar el modelo nuclear o la familia del mito y admitir una heterogeneidad de formas posibles de estructuras y dinámicas familiares, lo cual tiene que ver con su composición. Entonces hoy, en lugar de hablar de la familia o del modelo de familia o del concepto de familia que eso supone, es importante hablar de formas de vida en familia,(las familias) reconociendo el impacto que todos estos procesos tienen en la estructura familiar, produciendo muchas realidades familiares que tienen distintos movimientos internos, distintas dinámicas, estoy pensando en las familias reconstituidas, que son un replanteo de este modelo nuclear, en las familias monoparentales, a cargo de las mujeres, o de los varones, lo cual plantea diferentes movimientos y diferentes roles, diferentes reglas de juegos, diferentes formas de comunicarse, diferentes formas de interactuar dentro y fuera del hogar, estoy pensando en las familias extensas o extendidas, lo que habla de una red de parentescos que tienen fuerte impacto 6 Tal es el caso, por ejemplo de Segalen Martine, en su obra “Antropología histórica de la familia”. Edic. Taurus.España. 1992. también en las representaciones familiares según la mayor o menor distancia que se tenga de ellos. I. a. Tipos de familias, etapas del ciclo vital familiar y funciones familiares, según fuentes internacionales, nacionales y locales. HOGARES, SEGÚN EL TIPO Y LA ETAPA DEL CICLO DE VIDA FAMILIAR.7 Tipos de hogares Unipersonales: Constituídos por una sola persona. Se consideran también no familiares Nucleares:Jefe de hogar y cónyuge con y sin hijos, o sólo jefe con hijos. Extendidos:jefe y cónyuge con o sin hijos, o sólo jefe con hijos, más otros parientes. Compuestos:Igual que los nucleares o extendidos más otras personas que no son parientes. (excluídos los trabajdores domésticos) Sin núcleo: Jefe sin cónyuge ni hijos, aunque pueda haber otras relaciones de parentesco. En todos los casos el jefe de hogar puede ser de sexo femenino o masculino. Etapas del ciclo de vida familiar8 Etapa inicial: Pareja joven sin hijos cuya jefa de hogar o cónyuge es de 35 años y menos. Etapa I de constitución de la familia: Hogares donde el hijo mayor del jefe tiene menos de 13 años Etapa II intermedia: Hogares donde el hijo mayor tiene entre 13 y 18 años. Etapa III consolidada: Hogares donde el hijo mayor del jefe tiene 19 años y más Etapa del nido vacío: Pareja adulta sinhijos donde la cónyuge es mayor de 35 años y no tiene hijos que vivan en el hogar. Por su parte, otros analistas nacionales e internacionales proponen tipologías similares, pero que quizás en otros aspectos (por ejemplo la relación de parentesco con el jefe de hogar) complemente y/o resignifique los tipos mencionados. TIPOLOGIA DE HOGARES.9 1. Hogares unipersonales. 2. Hogares de familia nuclear 7 Arriagada- Espíndola. “Panorama Social de América Latina 1997”. Capitulo 6. Pág. 130- CEPAL, NACIONES UNIDAS. - CHILE. 8 Arriagada- Espíndola. “Panorama Social de América Latina 1997”. Capitulo 6. Pág. 130- CEPAL, NACIONES UNIDAS. - CHILE. 9 Tipología propuesta por Susana Torrado(Fuente: “La producción de datos sobre hogares y familias en el censo nacional de población y vivienda de 1980” Taller de análisis y evaluación de los censos de población del 80, Buenos Aires, 20 al 24 Mayo de 1985). Consultado y publicado por la División de Desarrollo Social de la CEPAL, con el título: “La investigación de la familia en los censos y encuestas de hogares de América Latina”- México, 27 al 30 Ocutbre 1992. 2.1.Completa Jefe con cónyuges e hijos solteros - Jefe con cónyuge sin hijos. 2.2.Incompleta - Jefe sin cónyuge y con hijos solteros 3. Hogares de familia no nuclear. 3.1.Completa 3.1.1. Familia extensa vertical ascendiente (hogares formados por una familia nuclear y padres/suegros exclusivamente) 3.1.2. Familia extensa vertical descendiente (hogares formados por una familia nuclear y parientes descendientes del jefe : hijos no solteros, yernos, nueras, nietos,etc.) exclusivamente. 3.1.3. Otras familias extensas. (Hogares formados por una familia nuclear y otros parientes del jefe, no incluídos en categorías 3.1.1 y 3.1.2.) 3.1.4. Familia compuesta (Hogares formados por una familia nuclear o por familia extensa, con otros no familiares) 3.2.Incompleta. Se repiten las mismas subcategorías que para completa. 4. Hogares no familiares Hogares en los que no existe un núcleo familiar primario. Están formados por el jefe y nietos, o padres/suegros (u otros familiares exclusivamente, o por el jefe y otros no familiares exclusivamente; o por una combinación de estas opciones) También en Córdoba, el estudio efectuado por Gattino S.,(1996), da cuenta de un modo de vida en familia recurrente entre las clases medias empobrecidas de la ciudad, es lo que se ha nombrado con la categoría “hogar nuclear compuesto” que hace referencia a la co-residencia de varios hogares nucleares sobre un mismo terreno, pero en distintas viviendas, que generalmente responden a una secuencia generacional, compartiendo no ya el techo y organización para el consumo de bienes y servicios, sino el pago de impuestos y otros servicios básicos de manera conjunta, tras la garantía de tener acceso a un lugar donde vivir.Esta manifestación empírica no se aproxima a la categoría de “hogares compuestos” antes mencionada (CEPAL;1997), dado que allí se toma como indicador la cohabitación, es decir la residencia común bajo un mismo techo. Asimismo, un producto del mismo estudio se dirige a poner en cuestión la consideración de la “jefatura de hogar” ´solo según quién y de qué sexo es el que provee los recursos e ingresos familiares, dado que se ha descubierto en este estudio exploratorio el fenómeno que se nombra como “jefatura de hogar compartida”, que da cuenta de la participación laboral simultánea de adultos de ambos sexos (en diferentes condiciones laborales y de exigencias de calificación), así como de la participación de ambos (al menos, sino de más miembros del hogar), en la toma de decisiones relativas a diversos asuntos familiares, especialmente los vinculados al consumo de bienes y servicios, y a educación de los hijos. Otra determinante de las desigualdades en el acceso a oportunidades de bienestar , (además de las familias según el tipo y la etapa del ciclo vital), consiste en el reconocimiento de las funciones familiares y en el esclarecimiento de cuáles son hoy, cuáles han cambiado, y cuáles deben ser reforzadas desde el Estado, en este contexto, y en este momento histórico. Según I.Arriagada (1998)10, citando como fuente a la propuesta de naciones Unidas, (1993) son funciones familiares: producción – socialización - provisión de cuidados afectivos y de recreacióndistribución de roles y democratización de relaciones de género y generacionales - protección de los miembros del grupo (especialmente jóvenes, adolescente y niños)- Procreación y sexualidad - Identificación y seguridad a niños y adolescentes - Provisión de recursos (bienes y servicios) a los miembros de la familia - constitución y consolidación de relaciones de pareja - división del trabajo en el hogar - educación a sus miembros - estimulación de la participación social de sus miembros y de inclusión ciudadana. En definitiva, las clasificaciones que se pueden hacer son múltiples, según las etapas del ciclo vital, según la composición, según su relación de parentesco con el jefe de hogar. Hay muchas maneras de construir los tipos de familia, lo que está demostrando la diversidad, esta heterogeneidad que empíricamente se ha manifestado en nuestros contextos cotidianos, desde la década de los 90´. Sin embargo no hay que creer que ello es un invento de estos años, estas formas existieron a la par de aquel mito, los hogares unipersonales, los hogares a cargos de mujeres, no son un invento de estos años en el sentido de analizarlos como productos históricos. Existieron como producto de la modernidad, pero ignoradas como posibilidades de proyecto familiar. Lo anterior quiere decir que cuando se pensaba y se hablaba de familia, situándonos desde esta lógica, en lugar de admitir esta diversidad se representaba a todas estas otras formas como disfunciones familiares, como formas no efectivas de funcionamiento familiar, incluso como un hogar no familiar, según el ángulo del cual lo miremos, como no recomendado (si uno lo hacía desde el punto de vista del menor, el adolescente, en suma, del sujeto atendido, al modo de preguntarnos muchas veces: ‘este hogar ¿brindará o no condiciones para que esta persona esté ahí?’) discusiones que se dieron en algunos ámbitos laborales, al ser las mismas vistas como un recurso dudosamente positivo para el crecimiento y desarrollo de sus miembros más allá de sus indicadores de salud, sino haciendo énfasis desde el ángulo de su disfuncional composición o estructura.. Yo creo entonces que si hay algo novedoso en el presente es esta nueva mirada, es permitirnos aceptar esta heterogeneidad, es admitirlas también como formas familiares, es incluirlas también como posibilidades de crecimiento saludable para las personas, cualquiera sea su etapa, es reconocerlas como organización familiar (cuyas estructuras y dinámicas están atravesadas por la diversidad) y es, de alguna manera, desmitificar, desnaturalizar el modelo. En realidad, este proceso da cuenta de relaciones y tensiones entre consenso y ruptura, o consenso y conflicto para lograr un nuevo orden o nuevos consensos, que es un poco la lógica o el movimiento propio de la familia como organización, y además de alguna forma indica o está sugiriendo que cada uno de nosotros realiza la elección de cómo vivir en familia, así como la formación y su acción también profesional o laboral con familias, sobre la base 10 Arriagada Irma.- “Familias latinoamericanas: convergencias y divergencias de modelos y políticas” –División de Desarrollo Social de la CEPAL. Revista Nª 65. Agosto 1998, Chile de la realización del mito evaluando desde allí niveles de realización o de frustración ,según el caso . Lo novedoso de esta época , y lo creo como proceso, claramente ligado al próximo fin de siglo, un nuevo contexto para todos nosotros, para todas las sociedades, para las culturas, es el de admitir las diferencias, el de reconocer las diferentes maneras de vivir, que supone también diferentes valores, que supone también la posibilidad de realizar distintas prácticas, y que supone una nueva división social y sexual del trabajo, no sólo entendido como trabajo vinculado al mercado laboral o a la estructura ocupacional, sino al trabajo entendido como la manera de ocuparnos de determinadas cosas, el conjunto de actividades que llevamos a cabo, el conjunto de estrategias o procedimientos que llevamos a cabo en nuestra vida cotidiana para hacer frente a los problemas, a las necesidades, a los requerimientos de esa misma vida cotidiana, lo que designamos como reproducción de nuestra existencia, todo ese conjunto de actividades que desplegamos en nuestros espacios cotidianos y en nuestras relaciones con otros, son los que pueden darle cuerpo a este concepto de trabajo como lo estoy planteando, una división social y sexual de trabajo que presupone, en este contexto cultural de fin de siglo, una nueva manera de vincularnos, una nueva manera de entender al otro, una nueva manera de admitir que el otro puede cosas, un redescubrir cualidades, atributos. Estoy pensando concretamente en los espacios que mujeres y varones están ocupando dentro y fuera del hogar frente a lo cual, es útil detenerse a revisar nuestras intervenciones: prácticas reiteradas que suelen reforzar o recargar nuestro hacer con familias sobre el eje de la madre, por ejemplo, se trate desde la esfera que se trate, el hecho de problematizar las situaciones de un menor, o una adolescente, siempre asentando nuestros encargos, nuestras recomendaciones relativas a la vida doméstica sobre el eje de los roles femeninos también están siendo parte de aquel modelo-mito, mientras que la realidad nos muestra que la participación del varón en la dinámica del hogar, quizás en consecuencia de estos procesos sociales que conllevan procesos de exclusión del varón en otros espacios, por empezar el laboral, procesos que se complementan con una inclusión mayor de la mujer y de los jóvenes en dichos espacios, ligados a la precariedad laboral, como otros fenómenos, hacen que dentro del hogar estas imágenes también cambien y que la posibilidad de responsabilizarse frente a determinados problemas y necesidades de sus miembros, si no es compartida, permita al menos que el varón asuma también roles y funciones mediante tareas o trabajos que no les estaban ni siquiera imaginadas por la cultura ni por ellos mismos en otras épocas. I.b.La movilidad presente en la dinámica entre lo público y lo privado, constitutivos de nuevos escenarios y de nuevas relaciones entre ellos Otro eje sustantivo en la discusión que propongo para problematizar en su marco de análisis, es el caso de la relación de las familias con el estado, sobre la premisa de concebir a la familia en el espacio social, como campo con una autonomía relativa de otros campos, premisa que permite sustentar la noción de una nueva manera de vinculación entre las familias y el estado. Es decir, estos procesos de cambios de estructuras o de formas de vida, y esta heterogeneidad y diversidad que empezamos a reconocer en ellos, también ha acontecido para el estado. Es sabido que el estado ha tenido su propio desarrollo y su propia modificación, simultáneamente, como parte de este proceso histórico al que he hecho referencia, y que el estado de hoy no es ni cumple las mismas funciones que hace cinco o diez años, o veinte años, es decir, la manera en que el estado se plantea reconstruir o construir, según los contextos, sus relaciones con los ‘Otros’ también ha cambiado. Ello habla de nuevos modelos de gestión, habla de nuevas maneras de plantearse, de incidir en este circuito de necesidades y satisfacción. No sólo emergen nuevos sujetos, siempre entendidos en una complejidad de relaciones. Todos estos procesos históricos y culturales también producen la emergencia de nuevos objetos, de nuevas estructuras de problemas. Demandas de sujetos nuevos para las miradas desde la órbita de lo público y específicamente de lo público estatal, sectores más empobrecidos que antes no demandaban al estado hoy también lo hacen y por lo tanto, nuevos problemas o, por lo menos, nuevas maneras de manifestación de esos problemas. Ante esta complejidad que aparece a nuestros ojos, ante estos nuevos escenarios construídos por nuevos sujetos, nuevos tipos de problemas ú objetos de intervención, y el intento de identificar nuevos marcos o contextos para las intervenciones, pensando directamente en los marcos del estado, hace que posiblemente una de las relaciones sobre las que más interese reflexionar es la manera en que el estado y la familia se han relacionados históricamente y de cómo ha sido entendida dicha relación. Ha habido momentos de fuerte respuesta asistencialista, otros momentos de mayor inclusión de las familias, y de las de algunos grupos sociales más que de otros. Estamos siendo testigos de este proceso de exclusión reproducida también por el estado, pero toda esta movilidad que estoy intentando transmitir hace que, así como desde algunos canales se los excluye, estos sujetos deban ser, (y de hecho lo son), incluídos por otros canales. Es decir, esta gente que ha perdido sus obras sociales y acude a un hospital público, esta gente que en lugar de optar por la educación privada elige la escuela pública, esta nueva población que empieza a vincularse con los servicios públicos, específicamente estatales, replantea en la relación ‘sociedad civil-estado’ nuevas lógicas, nuevas maneras de actuar, nuevos desafíos para nuestras intervenciones, porque se le están planteando nuevas demandas al estado y se está ubicando al estado también en un lugar diferente. ¿Qué produce esto?: que la gente que trabaja en órbitas estatales muchas veces no haya podido entender las demandas, muchas veces no haya podido identificar con qué procesos o trayectorias familiares estas demandas se conectaban, y muchas veces estigmatizó la demanda y como no se ajustó al recurso disponible pensado para familias de otro tipo, aquellas que tradicionalmente recurren al estado, entonces esa gente quedó sin respuesta. Es decir, ha sucedido, como parte de este proceso histórico, un movimiento interno en las estrategias y políticas del estado hacia las familias que, a esta altura, impone la reflexión acerca de si es el estado el único que tiene que proveer exclusivamente de recursos y satisfactores a todas las familias o cuál es la manera sinérgica, multiplicativa de estas fuentes de satisfacción para las necesidades familiares donde, al imaginar una red compleja de organizaciones, instituciones, personas que, al relacionarse, al interactuar, permiten la circulación de bienes y servicios que hacen falta, abren el juego, descentran el poder de decir que si o que no a algunos y permiten la inclusión de estos nuevos actores para entrar en escena, para imponer sus nuevos problemas tal como hoy se expresan, en nuevos escenarios que antes no estaban legitimados para sí mismos como fuentes válidas de satisfacción. En la medida que todo esto acontece, permite pensar también que en la distribución de los bienes y servicios que la población necesita no es el estado el único y en muchos casos _ esto siempre es discutible_ tampoco el principal. Si uno piensa que la responsabilidad puede ser compartida, es porque el poder, aún cuando es asimétrico (porque algunos tienen mucho y otros no), también es compartido por implicar una relación: se comparte poder distribuído de modo desigual, pero los implicados en tal relación ‘pueden’ diferentes cosas: callar o no, admitir o no, consensuar o no, quedarse o irse, etc,etc. En consecuencia, al desplegarlo en esta red, en esta trama social, encontramos ONGs, encontramos fundaciones, encontramos asociaciones de la iglesia, organizaciones locales comunitarias, encontramos cooperadoras en las instituciones, encontramos redes de parientes, redes vecinales o redes de amigos que se actualizan como circuitos o vehículos de bienes y servicios que satisfacen un problema puntual, entonces esta nueva manera de mirar la relación entre las familias y el estado, o los servicios del estado, permite abrir la cabeza, abrir el juego y no quedarnos atrapados en las limitaciones y/o alcances de nuestras intervenciones concretas, no quedarnos limitados en nuestras respuestas, en la cantidad de dificultades que nosotros encontramos en nuestras intervenciones profesionales cotidianas en las familias, para dar respuestas creativas, buscar soluciones alternativas, puestos también nosotros en un lugar de poder, que es el de creer que tenemos que dar la respuesta, el de creer que tenemos que proveer el recurso y el de no permitirnos trabajar, desde esta complejidad de relaciones, de culturas, de ‘conversaciones’, viendo que en cada organización y en cada actor hay carencias pero también hay potencias, y en ese sentido, desde el punto de vista de las potencias, encontramos recursos sociales internos o externos, según se trate, que pueden ser multiplicados y a la vez pueden tener efectos multiplicadores si se articulan, si se complementan, si logran, en una estrategia de intervención, sostener o constituírse en soportes válidos frente al problema que queremos trabajar. Este segundo eje, el de la relación de la familia y el estado, también debe ser puesto a la luz y a la altura de los procesos sociales históricos, políticos, culturales generales que se viven en familia, que se reproducen en familia y que se expresan nuevamente en un espacio o en varios espacios sociales y, por lo tanto, si se expresan en varios espacios sociales, estos deben ser articulados a los fines de una respuesta o de la construcción de una alternativa para la satisfacción del problema, o la respuesta a una demanda en particular. I. c. ¿Qué pasa con toda esta complejidad, relacionada a la intervención con familias? Cuando se habla de intervención social, imaginamos muchas cosas que quedan implícitas en esa palabra. La intervención social como articulación de estrategias frente a los problemas y a las realidades cotidianas es así entendida como intervención que admite también la práctica profesional o de las profesiones vinculadas a lo social, no es el patrimonio de una disciplina. Generalmente esto es también un estigma para el caso de los trabajadores sociales. En esta multiplicidad, el abordaje social, desde mi punto de vista, implica mirar a la familia situada en una red de relaciones, en coherencia con lo que se viene señalando. Y en este sentido señalo estrategias que son posibles de utilizar si pensamos en la convergencia de nuestras prácticas, aunque reconozcamos las diferencias, que pueden ser teóricas, institucionales, de política institucional, de objetivos de trabajo, de constitución de equipos, de lo que se trate. Aún reconociendo esas diferencias hay puntos de convergencias que tienen que ver con las realidades concretas con las que nos estamos manejando y, además, con los problemas y las necesidades del Otro, que en este caso que nos ocupa, es la familia, y esos conjuntos complejos y diversos de ‘otros’ del que hablan las formas familiares. Entonces decimos, es posible pensar un abordaje social donde las múltiples estrategias hablan de las posibilidades de pensar al Otro como sujeto que expresa por sí mismo, y a través de sí, una trama de relaciones, con potencialidades y recursos que existen antes de que nosotros las descubramos. En este marco de significado, resignificar hoy a la familia como institución y organización social no sólo consiste en admitir sus múltiples manifestaciones y ‘formas de ser’, sino también mirarla inserta y configurada a la vez en redes sociales que significan circuitos complejos de recursos y satisfactores (de bienes y servicios materiales, sociales- culturales y simbólicos) Al respecto, es de advertir que al caracterizar, describir e interpretar las redes sociales en este aspecto (como circuitos complejos de recursos), se está pretendiendo explorar a los agentes sociales desde sus capitales en tanto productos históricos de la acumulación de recursos, así como su ‘poder de transformación’ que permite estructuraciones de prácticas creadoras de nuevos órdenes. Finalmente, al referirnos a redes sociales, se toma la noción constante en la literatura (más allá de sus diversas interpretaciones) que las concibe como conjunto de lazos que unen a individuos entre sí, y con instituciones formales e informales, así como a las instituciones entre sí, generando una trama de relaciones y/o vínculos sociales más o menos formalizados (según los casos), lazos que no sólo demarcan relaciones, sino también prácticas y representaciones en torno a la seguridad y las transferencias de recursos. Por lo tanto siempre que se habla de redes, existe la imagen implícita de algún tipo de intercambio. Toda red social implica intercambio como su condición de existencia y permanencia. No obstante, ese intercambio admite muchas posibilidades, y no siempre se trata de transferencias informales ni de ayudas mutuas de favores y contención social.11 II. Preliminares al tratamiento teórico de la intervención con familias. Una vez más, con la obstinada intencionalidad creadora del discurso(en este caso, el de las ciencias sociales) el tema requiere rodeos previos, una suerte de exploración de las condiciones existentes, necesarias, suficientes, para crear o recrear lo que del mismo digamos. En principio, la ‘intervención con familias’ aparece desafiando su propia conceptualización, dado su carácter genérico. Enunciada de esta forma, lleva a preguntarnos ¿qué es?, ¿quién/ quiénes lo hacen?, ¿desde dónde?, ¿con quiénes?, ¿cómo?...en suma: ¿qué define a la intervención con familias?, y ¿qué define que la misma sea social?. En consecuencia, ¿cómo entender al “abordaje social de las familias”, en este marco interpretativo que se abre frente al tema? El rodeo que se sugiere como preliminar, gira en torno a estos interrogantes, que se producen al reflexionar el tema desde ciertas premisas constitutivas y a la vez, soportes epistemológicos del posicionamiento que adoptaré para hablar del mismo. Dichas premisas _ que serán luego desarrolladas _ pueden desde ya ser presentadas de la siguiente manera: 11 Remitirse al respecto, a: Ramos Silvina: “Relaciones informales de intercambio y ayuda mutua: un estudio de caso”. CEDES, BsAs(1981).- También: Lomnitz, Lariza: “Cómo sobreviven los marginados?”. Edit. Siglo XXI. México 1975 La “intervención social” es diferente de la intervención “en lo social”. La intervención social es el producto articulado de diversas prácticas, entre ellas las prácticas profesionales y/o las institucionales. La “intervención social en lo social” es sostenida por diversidad de estrategias político-institucionales así como por conjuntos de procedimientos técnicosprofesionales . En este marco se propone el abordaje profesional del Trabajo Social, desde la convergencia teórica y desde la convergencia metodológica. La intervención profesional con familias, es un “dispositivo”, y una “articulación de múltiples racionalidades” existentes en la complejidad social. Estas cuatro premisas contienen los interrogantes planteados y desde ya, algún grado de respuesta a los mismos. Pero también muestran la perspectiva desde la cual el tema intenta rodearse, sus componentes epistemológicos y teóricos, indicando ni más ni menos cómo se está mirando desde allí a los sujetos, a los objetos, a sus escenarios y sus contextos históricos(mediante vectores de tiempo, espacio y ritmos de las prácticas sociales situadas desde la perspectiva de los agentes), “constructos” todos ellos de la intervención social y de sus campos. Esto es, expresa los implícitos de las argumentaciones acerca de la intervención ,posicionando un campo de análisis y de interpretación acerca de ‘lo social’, ‘lo familiar’, y de las prácticas sociales que se mueven en el juego del espacio social (real y simbólico) incidiendo todas de diversos modos significativos en la cuestión que les demanda intervenir. De lo dicho, resultará útil intentar definir de qué se habla cuando se habla de intervención, a fin de poder profundizar posteriormente en el desarrollo de las cuatro premisas enunciadas. Intervenir es incidir intersubjetivamente de manera significativa en una compleja trama de prácticas, relaciones y representaciones sociales contenidas en cuestiones emergentes de estructuras caóticas, hacia nuevos órdenes, resemantizados desde nuevos lugares. La incidencia es ‘intersubjetiva’ dada la articulación _ íncita en ella _ entre interpretaciones de primer y segundo grado acerca de esas cuestiones emergentes del caos, propias de cada actor que en aquélla participe (con diferentes posiciones y condiciones sociales), lo cual desatará estrategias o acciones reflexivas y reflexionadas (en menor o mayor medida, más espontáneas unas, más racionales otras) destinadas a crear las condiciones de posibilidad para resemantizar el orden y construir nuevos lugares. Lo anterior hace de esta incidencia en los emergentes del caos, una incidencia ‘significativa’, por cuanto imprime significados a tal construcción y desde allí deja marcas en la resemantización de los nuevos órdenes. El significado de tal resemantización y construcción de lugares nuevos, no es uno. Incidir significativamente no es lo mismo que incidir en un sentido, sino hacerlo de tal modo que se logra crear condiciones que posibilitan reordenamientos, pero cuyos sentidos no necesariamente tienen que ir hacia una misma dirección para que la intervención sea significativa.12 Lo anterior, como se advertirá, no es privativo de una práctica (cualquiera que ella sea), por cuanto todos los agentes e instituciones sociales que existen y se 12 Se trata de un concepto propio. No obstante ‘encuentra’ su inspiración en A.Giddens (1993), cuando expresa: “Definiré a la acción o actividades como la corriente de intervenciones causales reales o contempladas de seres corpóreos en el proceso en marcha de eventos-en- el- mundo. La noción de actividad se conecta directamente con el concepto de Praxis, y al referirme a tipos regulados de actos hablaré de prácticas humanas como una serie progresiva de ‘actividades prácticas’.” “Las nuevas reglas del método sociológico”- Edit. Amorrortu Buenos Aires, Argentina.Pág.77 mueven en el espacio social, y que según la pertinencia al campo que se trate, intervienen en cuestiones emergentes de las caóticas estructuras del mismo, lo hacen incidiendo intersubjetivamente de manera significativa. Piénsese, sino, cuando se expresa: ”la intervención policial produjo....”, o “ la intervención de un vecino impidió que....”, o “la intervención de la iglesia hizo posible que...” ó “la intervención del estado en los problemas produce ....”, o “la intervención profesional modificó ...”, y así, numerosos ejemplos más. Lo que difiere principalmente entre ellas es justamente su marco de significación específica, el mismo que, por otra parte, tampoco es internamente homogéneo, sino que coexisten múltiples y contradictorios sentidos en la estructura interna de cada práctica, y en cada campo: hacia la conservación, hacia el cambio, hacia el control, hacia la persuación, hacia la concertación, hacia la contensión, hacia varios de estos sentidos simultáneamente, etc. Cuando todas o algunas (según se trate) de estas prácticas sociales se articulan a partir de y en torno a una misma cuestión emergente, cuando diversas estrategias de intervención se coordinan y articulan en torno a ella, es posible hablar de INTERVENCION SOCIAL, ya que aún cuando internamente no llegue a homogeneizar el significado de su incidencia, lo hará significativamente, en razón de que logrará crear condiciones que posibiliten reordenamientos. De qué tipo serán los mismos dependerá de los significados intersubjetivamente construídos que prevalezcan en tal intervención, lo cual implica una construcción desde el poder desigualmente repartido, pero compartido(en tanto se trata de una relación) por los actores sociales que disputarán por hegemonizar el sentido de su (o sus) incidencias en la cuestión que atienden. Cada uno de ellos pondrá en juego ‘actos e intenciones’ vinculados a su práctica cotidiana, así como ‘actos con propósitos’ (ligados a ambiciones de más largos plazos), y éstos últimos generan “proyecto” (GIDDENS,1993). De lo cual podría sintetizarse que la INTERVENCIÓN SOCIAL así enfocada se constituye como complejidad de actos intenciones ,propósitos y proyectos. La intervención social se construye así, en y por las reglas del juego social mismo, entre campos cuyas estructuras caóticas tienen una autonomía relativa entre sí, y al interior del espacio social. La intervención social así entendida, podrá desplegarse toda vez que el caos de las estructuras se exprese en alguna cuestión: política, jurídica, religiosa, deportiva, habitacional, cultural, económico-productiva, económico-laboral... Claro que todo ello acontece en el espacio social, lo que le asigna a este último concepto una zona gris, que los contiene (en la denominación genérica de ‘fenómenos sociales’), pero a la vez los excluye al recortar para la dimensión ‘social’, algunos atributos particulares y prevalentes que la identifican como tal. Se hace necesario, a esta altura de las reflexiones, explicitar qué se dice cuando se habla de “lo social”. Desde el constructivismo sociológico, se entiende a lo social como producto histórico de las prácticas sociales de los agentes(como una construcción sociohistórica) mediante las cuales se producen y reproducen las estructuras sociales, y cuyos efectos recursivos sobre las mismas instituyen, y reproducen esas instituciones, mediante rutinas que se cristalizan en normas, reglas y relaciones de poder.(GIDDENS,1993) Desde esta perspectiva, lo social se expresa en estructuras construídas por los actores sociales a lo largo de trayectorias históricas. Dicha construcción mantiene relacionados a los actores en relaciones de poder unos de otros,(como dominantes/dominados) marcando en ellas diferentes posiciones y condiciones sociales objetivas en torno al capital (o los capitales materiales, culturales, sociales o simbólicos) que se disputan en el campo que así, queda constituído. Pero dichas posiciones y condiciones sociales , a lo largo de la historia, y en una trayectoria a la vez individual y colectiva de los actores, va configurando, construyendo en ellos, un conjunto de disposiciones a pensar, percibir, sentir y actuar en consecuencia, lo cual hace que dichas estructuras sociales objetivas _ estructuradas _ actúen también estructurando estructuras internas en los actores sociales, “sistemas de disposiciones transferibles y durables” que los disponen a actuar de determinadas maneras , lo que lleva a reproducir la vida social, dada la reproducción de dichas estructuras mediante las prácticas de los actores. (BOURDIEU 1988,1990,1991) Lo anterior no es la vieja noción de determinación estructural en la acción social, sino la dialéctica entre la estructura y el actor social13: lo social es la estructura objetiva construída entre posiciones y condiciones objetivas de vida, (a lo largo de la historia de los campos sociales). Pero también es la estructura incorporada a lo largo de las trayectorias históricas de los propios actores, que actúa estructurando sus acciones y los significados que les dan a las mismas. Ello equivale a decir que lo social existe de dos maneras: como estructuras externas, objetivas y objetivables (“lo social hecho cosa”), y como estructuras internas, incorporadas a lo largo de la historia individual o colectiva de los actores sociales (“lo social hecho cuerpo”): el habitus.(BOURDIEU,1988,1991) Ambas constituyen la estructura de los campos sociales históricamente construídos y reproducidos, e históricamente modificados (o producidos) mediante la práctica de los actores. Al respecto interesa rescatar que algunos autores dentro de esta perspectiva otorgan al actor social una fuerte capacidad y poder de transformación de las estructuras sociales, reconociendo en ‘lo social’ momentos de continuidades y de discontinuidades (de reproducciones y de rupturas, que se convierten en los momentos de producción de nuevas estructuras). Ello se denomina “Agencia social”(GIDDENS,1993)14 : la imagen de un agente con poder de transformar las estructuras sociales, produciendo discontinuidades históricas en ellas. Otra vertiente que alimenta y sustenta lo dicho en este artículo, considera y resignifica a la perspectiva constructivista en la complejidad. “(...) entendiendo como tal el enmarañamiento de acciones, de interacciones, de retroacciones tendiente a dejar de lado la simplificación, la disyunción, la separación o la reducción de posiciones, típica del paradigma racionalista clásico. (...) Es desde esta posición, múltiple y abarcativa, que entendemos las 13 Actualmente es posible señalar a Giddens, Bourdieu y Alexander (aún con sus diferencias), como los teóricos de referencia para la teoría social inscripta en esta perspectiva epistemológica,. Es de interés en particular la siguiente regla propuesta por A.Giddens: “Las estructuras no deben conceptualizarse simplemente como imponiendo coerciones a la actividad humana, sino en el sentido de permitirla. Esto es lo que llamo dualidad de la estructura. Las estructuras pueden en principio ser examinadas siempre en función de su estructuración como una serie de prácticas reproducidas. Indagar en la estructuración de pácticas sociales es tratar de explicar cómo son constituídas las estructuras mediante la acción, y de modo recíproco, cómo la acción es constituída estructuralmente”. (Ob.Cit.,pág.164) 14 “Me propongo decir entonces que la vida social puede considerarse como un conjunto de prácticas reproducidas(...)las prácticas sociales pueden ser estudidas en primer término desde el punto de vista de su constitución como una serie de actos ‘realizados’ por los actores; segundo como formas constituyentes de interacción, que involucran la comunicación del significado; y tercero, como estructuras constituyentes que pertenecen a ‘colectividades’ o ‘comunidades sociales’.” (Giddens,A. 1993. Op.Cit.pág. 105.) relaciones sociales como relaciones complejas, sostenidas en la dialéctica de la producción/reproducción de lo social y atravesadas por una noción de sujeto construida desde el entrelazamiento de múltiples componentes.(...) Es, entonces, sólo desde esta manera de mirar el objeto (...) que podremos dar cuenta de la cuestión del método, entendiendo que(...) éste se configura como una estrategia capaz de responder a los objetivos transformadores de la intervención en medio de la complejidad social. “ (GONZALEZ SAIBENE,A. 1996) En este marco de significado, interesa hacer observar una mirada acerca de la cultura, que contiene y aporta otro conjunto de dimensiones de interpretación de lo social. Es la que analiza a la cultura en tanto construcción histórica como una “red cerrada de conversaciones que constituye y define una manera de convivir humano como una red de coordinaciones de emociones y acciones que se realiza como una configuración particular de entrelazamiento del actuar y del emocionar de la gente que vive esa cultura. Como tal la cultura (...)genera a sus miembros en la medida en que éstos la realizan a través de su participación en las conversaciones que las constituyen y definen(...) ninguna acción particular, ni ninguna emoción particular define a una cultura, porque una cultura como red de conversaciones es una configuración de coordinaciones de acciones y emociones. (...) A medida que crecemos como miembros de una cultura, crecemos en una red de conversaciones participando con los otros miembros de ella en una continua transformación consensual que nos sumerge en una manera de vivir que nos hace, y se nos hace espontáneamente natural.(...)la emoción define la acción, (...) lo que connotamos cuando hablamos de emociones son distintas disposiciones corporales dinámicas que especifican en cada instante la acción que un cierto movimiento o una cierta causa es.” Desde este ángulo teórico, el ‘cambio ‘ ocurre “cuando tal red de conversaciones deja de ser conservada(...)una cultura como una red particular de conversaciones es una configuración particular de coordinaciones de coordinaciones de acciones y emociones (un entrelazamiento particular de lenguajear y emocionar) una cultura surge cuando una comunidad humana comienza a conservar generación tras generación una nueva red de coordinaciones de coordinaciones de acciones y emociones como su manera propia de vivir, y desaparece o cambia cuando la red de conversaciones que la constituye deja de conservarse. Por lo tanto para entender el cambio cultural debemos ser capaces tanto de caracterizar a la red cerrada de conversaciones que como práctica cotidiana de coordinaciones de acciones y emociones entre los miembros de una comunidad particular constituyen la cultura que esa comunidad vive, como de reconocer las condiciones de cambio emocional bajo las cuales las coordinaciones de acciones de una comunidad pueden cambiar de modo que surja en ella una nueva cultura.”(MATURANA..H. 1994) El prisma creado desde los ángulos teóricos señalados para la interpretación de ‘lo social’, da cuenta de que “ Lo social, entonces, se configura como el conjunto de relaciones complejas pero articuladas entre sí que se manifiestan en cada fenómeno, constituyendo un proceso de permanente estructuración en el que cada hecho o conjunto de hechos adquiere significación . Esta noción de lo social está sostenida en la dialéctica de la producción/reproducción de la vida social por sus actores constituyentes. La reproducción lleva en si la simiente del cambio, comenzando por la reproducción de las circunstancias materiales de existencia. Pero también "es fundamental completar la idea de la producción de la vida social ... que es siempre y en todas partes una realización de destreza de sus miembros ... con la de reproducción social de las estructuras... Cada acto que contribuye a la reproducción de las estructuras es también un acto de producción, una empresa novedosa y, como tal, puede iniciar el cambio al alterar esa estructura al mismo tiempo que la reproduce” .(GONZALEZ SAIBENE,A. 1996)15 Hasta aquí , así entendido, lo social es en consecuencia, el espacio donde se desplegará la intervención social ,ella misma inscrita en esa trama o ‘red’ de coordinaciones de acciones y emociones entrelazadas. Pero ubicado como una manera posible en que puede expresarse la ‘cuestión emergente de estructuras caóticas’ sobre la cual se incidirá significativamente , ‘lo social’ se recorta y delimita como una dimensión específica dentro de dicho espacio y de sus escenarios, constituyéndose ella misma en ‘cuestión’. Desde este punto de vista, al recortarse _ construírse _ lo social como una cuestión que dispara la intervención (tal como otras: lo político, lo cultural, lo jurídico, lo económico, etc), recorta _ construye _ también con ella a la intervención específica que requiere. En consecuencia, aparece la ‘INTERVENCIÓN EN LO SOCIAL’, como una reconfiguración más especificada de la intervención ,de su objeto y de los sujetos que en ella participarán. Desde este ángulo y siguiendo la lógica de estas reflexiones, ‘lo social’ queda recortado a sus expresiones cotidianas, y ligada a las carencias y necesidades(materiales y simbólicas) que irrumpen esa cotidianidad constituyéndose en obstáculos para los procesos de la reproducción de la vida en sus aspectos bio-demográficos , socio-culturales y económicos, y que fenoménicamente se ‘muestran’ en las formas de interacción y comunicación social de diferentes significados, en los actos y estrategias cotidianas que hacen posible tal reproducción. En consecuencia, LA INTERVENCION EN LO SOCIAL implica como tal un nivel de especificidad según cuál sea la práctica social que en dicha cuestión emergente (no ya en dicho espacio) pretenda incidir significativa e intersubjetivamente. Obviamente mantiene vigencia también aquí la posibilidad anterior: ‘LA INTERVENCION SOCIAL EN LO SOCIAL’ , de la misma manera que podría darse en lo político, en lo religioso, en lo jurídico, etc., en los términos que se analizaron precedentemente. Tal nivel de especificidad que se debe reconocer a la ‘intervención en lo social’ le viene dado por sus propios procedimientos, sus lógicas e interpretaciones particulares acerca de los sujetos, los objetos, los contextos y escenarios en los que pretende incidir significativamente: la intervención policial en lo social mira, define y procede de modo diferente a la intervención política, o política-partidiaria, y también diferente a la intervención jurídico-legal en lo social, o de la intervención profesional en lo social... Por lo tanto, dentro de esta complejidad de la ‘intervención en lo social’ _ que se autoproduce y se desagrega a la vez de la complejidad planteada en la ‘intervención social en lo social’ _ adquieren un nivel de especificidad mayor aún, las INTERVENCIONES PROFESIONALES EN LO SOCIAL. Siendo este último un campo de prácticas muy heterogéneo, el conjunto de intervenciones profesionales en lo social quedan especificadas en el soporte de la ciencia y el conocimiento y formas de proceder (‘metodologías’) por ella producido, que le define componentes muy particulares: el (o los) sujetos del conocimiento, los objetos de conocimiento y los objetos de intervención, las metodologías y/o 15 La autora cita como fuente en su artículo a A:Giddens entre otros para sostener sus argumentaciones acerca de lo social. procedimientos técnicos particulares en torno a ciertos objetivos e intencionalidades que le definen a cada una de ellas, funciones también particulares (en torno a lo social constituído en ‘cuestión emergente de estructuras caóticas’). Sin embargo, es éste un terreno resbaladizo y díficil de resolver, si se considera a la luz de los aportes de la etnometodología (por ejemplo), que la forma de conocer y de hacer cotidianos, que se expresan en la interacción ‘espontánea’ de los actores en su mundo real, también tiene métodos, formas de proceder y actuar, objetivos o intenciones. Definen cosmologías propias que explican su propio mundo también de una manera metódica.16 La polémica que este tema abre, será profundizada más adelante en este artículo ( punto I.b.) Por el momento, razonar por analogía resultará de interés y permitirá descubrir algunas relaciones entre los campos a comparar: si, para el caso que nos ocupa, pudiéramos pensar a ‘lo familiar’ como uno de los escenarios sociales ( como un campo de poder) en los que se reproduce y produce el espacio social y las culturas, quizás sea esclarecedor comenzar a hablar de la INTERVENCION SOCIAL EN LO FAMILIAR, así como de la INTERVENCION EN LO FAMILIAR, y finalmente, de la INTERVENCION PROFESIONAL EN LO FAMILIAR, desechando la prematura noción de ‘intervención familiar’ que , a la luz de lo expuesto hasta aquí, haría referencia por su parte a la incidencia significativa e intersubjetiva de la propia familia (hacia sí misma o hacia ‘otros’ de sus redes) en torno a lo social constituído en cuestión emergente del caos. II.a.- La intervención social en lo familiar como “dispositivo”, y como articulación de múltiples racionalidades existentes en la complejidad social. La noción de ‘dispositivo’ conceptualizada por Michel Foucault, permitirá profundizar el análisis que se está realizando. Lo define como “...un conjunto decididamente heterogéneo de discursos, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas...El dispositivo es la red que puede establecerse entre estos elementos” 17 En virtud de este concepto y retomando lo anterior, se desagrega la noción de intervención social en lo social (familiar), como un dispositivo, ya que siguiendo la misma fuente, la génesis del mismo obedece a objetivos estratégicos pero en la propia dinámica produce sobredeterminación funcional (efectos no deseados). “Esta sobredeterminación funcional es entendida por Foucault como lo no previsto 16 “Es evidente a la luz de los análisis recientes de las cosmologías africanas que lo que constituye lo distintivo de la organización social de la ciencia de Occidente no se puede caracterizar con facilidad. Tales cosmologías son capaces de proveer ‘versiones explicativa’ internamente coherentes y completas de los eventos del mundo;pueden dejar cierto lugar para la autocrítica y la revisión de las pretensiones de conocimiento que generan. Si se acepta que la mayor parte de la ciencia de Occidente se aproxima a la ‘ciencia normal’ de Kuhn,involucrando supuestos que en su mayoría se dan por sentados, dentro de los cuales la ‘solución de enigmas’ es el orden del día; y que la ciencia al igual que la religión y la magia, está orientada en gran parte a fines prácticos, ayudando a generar formas definidas de tecnología, resulta que las actividades de los científicos y la de los hechiceros parecen guardar un paralelo bastante cercano. Ahora bien: es importante destacar tales paralelos; su apreciación ayuda a socavar la especie de arrogancia intelectual que el positivismo lógico mostró en sus primeros años frente a otros tipos de pretensiones de conocimiento.” A:Giddens. Op.Cit. Pág.141. (1993) 17 Foucault,Michel. “Saber y verdad”·. Edic. La Piqueta. Madrid, España de antemano que producen nuevas configuraciones que requieren de revisiones y reajustes. De este modo se plantea en el dispositivo el relleno estratégico, la reutilización de estos efectos involuntarios en una nueva estrategia. Al ser una disposición estratégica confluyen en el dispositivo relaciones de fuerza, tanto activas como reactivas, por donde circula el poder” (CAZZANIGA,SANTANA, BUSTOS Y MAIN: 1998) “El dispositivo se halla siempre inscrito en un juego de poder, pero también ligado a uno de los bordes del saber, que nacen de él, pero asimismo, lo condicionan” 18 Así entendida, entonces, la intervención social en lo familiar podrá concebirse como una red de diferentes elementos dispuestos tras objetivos estratégicos por donde circula el poder. ¿Quiénes componen esa red?. Aquellos agentes sociales que intervienen (inciden intersubjetivamente de manera significativa), en una (o varias, según el contexto situacional del que se parta) ‘cuestión emergente de estructuras caóticas’. “Cada agente social es penetrado por una multiplicidad de posiciones de sujeto que no encuentran un eje aglutinante necesario en la posición de ese agente en las relaciones sociales. La posición de género, de clase, de generación, de etnia y otras posibles van articulando distintas prácticas en espacios específicos, sin que ninguna de estas posiciones se constituya como eje aglutinante necesario de las demás posiciones (...) en una organización se entrecruzan múltiples racionalidades, diversos intereses que van expresando diversas posiciones de sujeto.” (GATTINOAQUIN,1999) De lo que se infiere que en ella ,la racionalidad científica es una de las mediaciones posibles en la incidencia que se tenga en la cuestión emergente, pero no la única, y por momentos, la menos significativa. Se trata _ siguiendo esta última fuente _ de una intervención que “hace ver”, y en esa incidencia, crea condiciones de posibilidad para la construcción de nuevos ordenamientos. Ahora bien: podrá el lector de estas reflexiones, a esta altura, sentir quizás que la propuesta es un terreno resbaladizo, un discurso ambiguo, “liviano”, poco “comprometedor”... Si así fuera, desearía transferir y hacer eco del pensamiento de Guattarí.F., cuando dice: “¿Cuáles son las verdaderas posibilidades de la intervención, los márgenes reales de maniobra de los maestros, los trabajadores de la salud mental, los trabajadores sociales?. Para determinarlo es necesario que se superpongan discursos de diferentes órdenes y no solamente discursos de teorización general, sino también microdiscursos, más o menos balbucenates, en el nivel de las relaciones de la vida cotidiana, de las relaciones con el espacio, etc. El análisis, consiste en articular, en hacer coexistir _ no sólo en homogeneizar ni en unificar _ en disponer según un principio de transversalidad, en lograr que se comuniquen transversalmente estos diferentes discursos...” 19 La intervención social en lo familiar queda entonces constituída sobre la premisa (que conlleva a las acciones y a los objetivos) de saber, poder y hacer para que dicha articulación discursiva (práctica y reflexiva) se concrete, incidiendo intersubjetivamente de manera significativa en la cuestión emergente del caos. Ello 18 Ibidem. Guattari,Felix, “La intervención institucional” . Citado por Gattino-Aquín. “Las familias de la nueva pobreza.Una lectura posible desde el Trabajo Social”. 1999.Edit.Espacio. Buenos Aires, Argentina. Pág.163. 19 presupone el interrogante acerca del sentido (y/o significados) de dicha incidencia, el que se responde desde otra premisa: deberá construirse desde la diversidad de significados que cada agente social le imprima a sus prácticas, en tiempos y espacios que sitúan tal heterogenidad, por lo cual, tal construcción es desde ya “ hacer ver”, “crear condiciones”, en suma: montar dispositivos que expresen múltiples racionalidades existentes en la complejidad social, atendiendo cómo ellos se expresan en los ‘microdiscursos’. Esto último adquiere relevancia cuando se trata de mirar y hacer en cuestiones emergentes de estructuras sociales caóticas, tal como éstas se expresan en la familia. La misma , en tanto agente social posicionado, y atravesado por condiciones y disposiciones a actuar, sentir y pensar, interpreta tales cuestiones, hace algo acerca de las mismas, y cuando requiere intervenciones externas para resolverlo, todo aquello debería poder ser articulado, en tanto “ microdiscurso más o menos balbuceante” superpuesto a otros discursos componentes de la red que se monta cuando ocurre la intervención social (así entendida) . Si mantenemos coherencia lógica con las reflexiones hasta aquí expuestas, en este marco la INTERVENCION EN LO FAMILIAR hará referencia a cómo cada agente social en y desde sus prácticas, monte este dispositivo (o bien , se incorpore en él), ante la iniciativa de incidir intersubjetiva y significativamente en la cuestión familiar. Así, será diferente cómo lo haga un sacerdote, un grupo de voluntarios, un funcionario, un militante político, un policía, un juez, un profesional (y en esta categoría, un psicólogo, un abogado, un trabajador social, un médico, ). De este “mapa simbólico” construído para hablar de la intervención social con las familias, así como de la intervención de cada práctica social en ella, se autoproduce y se diferencia con entidad propia, la intervención profesional con familias, y desde ella la intervención profesional del Trabajo Social con familias. II.b. La intervención profesional en lo familiar: el caso del trabajo social con familias. Sin alejarme de este mapa simbólico, sostengo que la INTERVENCIÓN PROFESIONAL en lo familiar, es la expresión concreta de una “doble hermenéutica” , dado que se ocupa de un universo que ya está configurado dentro de marcos de significados por los propios sujetos sociales, y los reinterpreta dentro de sus propios esquemas teóricos, mediando el lenguaje corriente y técnico es decir, transformándolo en categorías del discurso científico desde los que explica formas de vida divergentes dentro de marcos descriptivos e interpretativos de las ciencias. Ello le permite abrir /cerrar procesos de validación y legitimación del conocimiento que produce, los que al instituírse como formas de ‘saber’, de ‘hacer’ y de resolver cuestiones específicas, demandadas socialmente como el camino para que se resuelva, configuran a lo largo de una trayectoria histórica el ‘oficio’, y el ‘discurso’ que contiene cada profesión, definiéndole a cada una de ellas funciones de tal modo que respondan al mandato social de ´resolver la cuestión emergente del caos’. Podría objetarse que las prácticas no profesionales también saben, tiene inquietudes de conocimiento acerca de lo que hacen, y esto es decididamente así. Sólo que la forma en que lo hacen las profesiones es ‘única’ en el entendido de que le define un campo propio y específico ligado como ya se dijo, a la historia de profesionalización y desarrollo del conocimiento de cada disciplina, y a su constitución en torno a objetos de conocimiento construídos de manera sistemática, metódica y como producto de un trabajo intelectual sostenido en la lógica de categorías formales-formalizadas, que adquieren el rango de instrumentos explicativos de formas de vida diversas. Constituyen _ interna y externamente _ un ‘dispositivo’, dado que ese saber y conocimiento para intervenir es en sí mismo una red de elementos interpretados a partir de interpretaciones de primer orden (las que hacen cada uno de los agentes sociales en torno a su vida y sus problemas). En este caso particularizado, las profesiones intervienen con acciones y estrategias que son producto de interpretaciones acerca de las acciones e interpretaciones de los propios sujetos involucrados en la cuestión emergente. Y esa interpretación de segundo orden, que hace actuar no sólo al profesional sino a los propios agentes sociales con los que éste se vincula es de una gran complejidad: existe un deslizamiento (Giddens,1993) de los conceptos construídos en las teorías mediante el cual se apropian de ellos los sujetos sociales para el análisis de cuya acción fueron inicialmente creados. Ello constituye una de las marcas que permiten la especificación de la INTERVENCIÓN PROFESIONAL en el mapa (real y/o simbólico) de la INTERVENCIÓN SOCIAL con, y en lo familiar. “Entre las diferencias que separan a la ciencia de Occidente de la mayoría de los tipos de prácticas religiosas y mágicas figuran las siguientes: Primero, la ciencia opera dentro de una concepción del mundo que trata los eventos de la ‘naturaleza’ como el resultado de fuerzas impersonales(...) Segundo, la ciencia institucionaliza la presentación pública, dentro de las comunidades profesionales, de los modos mediante los cuales se formulan las teorías y se realizan las observaciones.Los ideales mediante los cuales la empresa científica es legitimada, que comprenden el libre debate y la comprobación crítica, pueden no coincidir con la práctica real (...) Esta característica legitimadora de la ciencia a menudo se vuelve un dogma, pero se trata de uno ausente en la mayoría de las doctrinas religiosas. Por fin, la religión y la magia con frecuencia pero en modo alguno universalmente, involucran formas de actividad que son ajenas a la ciencia de Occidente, incluyendo el culto en un ceremonial regularizado, la propiciación y el sacrificio.” (GIDDENS.A: 1993,pág 141-142) Lo anterior sigue en la premisa de que todos los actores conocen el mundo y los eventos que en él acontecen, en forma diferente, pero igualmente válidas, y que todas esas formas de conocer registran el recurso a métodos y prácticas más o menos regulares pretendiendo ser ‘verdaderas’. Dicho también de este modo, el conocer significa una red de conversaciones, acciones y emociones que se coordinan en la intervención, donde las profesiones se especifican (desde esta perspectiva) por su “doble hermenéutica”. III. Claves para ‘hacer’ con las familias...20 Encarar esta reflexión implica “vernos”, dar vuelta la mirada hacia atrás, y resignificar “cosas dichas” acerca de la intervención social. Esto de por sí supone también detenerse en los implícitos epistemológicos y teóricos que la fundamentan acerca de los sujetos, los objetos y objetivos profesionales , y que fueran anteriormente enunciados Pues bien, como se advierte, el tema tiene múltiples vías de acceso y habrá que elegir alguna. Para empezar a sentar las bases de la reflexión, diré que entiendo al ‘hacer profesional’ (y a cada uno de sus momentos) como un punto de partida y como un punto de llegada. 20 Advierto al lector que buena parte del desarrollo de este punto III, se hará en base a la reelaboración de un artículo de mi autoría ya publicado por la Rev. “Confluencias” Nª 28 (Año 6) del Colegio de Profesionales de Servicio Social de Córdoba, titulado: “El diagnóstico social: de la situación inicial a la situación de abordaje”.Pág.16. 1998 Esta mirada circular permite descubrir la complejidad de lo social en un proceso de construcción constante realizado entre los sujetos que en él participan, con sus múltiples identidades y necesidades, y además mira ese mismo proceso en tanto lo que es: una construcción, apartándose de aspiraciones unívocas tanto respecto de procedimientos como de resultados. Si se hace memoria, nuestra historia posterior a M. Richmond está aún “en deuda” con ella. Tanto es así, que si se consulta la bibliografía específica referida al diagnóstico social, por ejemplo, emergen tres sesgos constantes: 1) la sobre ideologización del discurso, profesional siempre tiñendo de distorsiones el concepto de diagnóstico social o intervención profesional hacia el tecnicismo, o el cientificismo, o el empirismo, o fisionándolo e identificándolo a diagnósticos políticos-militantes, o algún otro modo de voluntarismo . 2) el vacío de categorías de análisis que justifique la definición de un diagnóstico como social, y que en la medida que pudieran aclarar el discurso propio - de nuestras intervenciones, pudieran también legitimarla como una dimensión pertinente del “saber” y del “saber-hacer” profesional. 3) la linealidad del pensamiento que ubica en una secuencia “forzada” de etapas y fases, al diagnóstico social, y en esa medida sólo logra simplificar (como todo esquema) la mirada profesional ante la complejidad de los procesos sociales. Por ello, el presente ensayo lejos está de pretender saldar esa deuda, sino más bien de mostrar el camino que se abre desde una perspectiva, ésto es: desde una manera de “mirar”, hasta la construcción del diagnóstico social que orientará los siguientes momentos de la intervención, volviendo incluso a él cada vez que afloren componentes desconocidos de la situación inicial que creíamos conocer. Todo conocimiento es una aventura, y como tal, apasiona, moviliza, emociona, propone desafíos y obstáculos. En principio, me alejo de dos pretensiones clásicas de las Cs. Sociales, una ligada a la búsqueda objetiva de la verdad, que por lo tanto adquiere el status de “verdad objetiva”. Otra, la inacabable discusión epistemológica “ciencia-tecnología”, que aparece siempre forzando las definiciones del Trabajo Social. Considero al acto de conocimiento como un proceso de construcciones sucesivas, coordinadas, de verdades relativas y puntos de vista convergentes de los sujetos involucrados en él. Quizás, como el Trabajo Social y las Cs.Sociales trabajan con “objetos que hablan” (Bourdieu, 1975), y porque “los seres humanos somos humanos en el lenguaje” (Maturana, 1994) considerar el conocimiento como “negociación de significados” acerca de las cosas e intercambio de saberes, se torna en esta reflexión una cuestión clave y muy fértil. Por ello, toda vez que se mencione el proceso de conocer haremos referencia a la relación de sujetos sociales posicionados en torno a los problemas de manera distinta y con distintos conocimientos acerca de ellos, pero que en su interacción, _ sujeto y sujeto_ construyen el objeto de conocimiento. Ese mismo andar construyendo en conjunto los objetos de conocimiento, es conocimiento, y es ése andar en sí mismo una forma de intervenir. Por lo cual conocer es actuar, es intervenir. La intervención no es “hacer”, sino un “saber-hacer”. Ese saber- hacer entre sujetos implica acciones, y ya hemos dicho que toda acción social supone conocimientos y valores, supone emociones. Intervenir, entonces, es hacer sabiendo y conocer haciendo. Esa circularidad de la construcción del conocimiento permite dos conclusiones: 1. todo conocimiento implica intervenir, y toda intervención supone conocer. Ambas dimensiones articuladas en torno a una de ellas que en algún momento es más relevante que la otra, permite ver al diagnóstico como un punto de llegada (como conocer) y como un punto de partida (como momento de la intervención social que dará lugar a otro tipo de decisiones). 2. Si el conocimiento es una construcción, no se reduce a captar la realidad tal cual está ahí, fuera de nuestros sentidos, ni es mero resultado de nuestras ideas. Es construido rompiendo con las evidencias de la realidad y del sentido común, ruptura que se constituye a la vez en obstáculo epistemológico y en momento estratégico en el que operan categorías y conceptos de quien investiga esa realidad, identificando lo múltiple, como múltiples determinaciones del fenómeno. Creando lo concreto a partir de lo abstracto. (Bachelard, en Bordieu y colab. 1975). Por último, y para fijar un encuadre más claro aún de la reflexión que sigue, diría que si fuera posible representarla gráficamente, la temática abordada, para mí sería la siguiente: Análisis de las demandas Perspectiva Miradas (epistemológicas, teóricas, ideológicas) de conocimiento y de acción. Sujetos Sociales Objetos de conocimiento para la intervención. Nueva perspectiva que resignifica la vida y los obstáculos , construyendo alternativas y nuevos órdenes Diagnóstico Social y otros momentos de la intervención III. a. El Diagnóstico social: de la situación, inicial a la situación de abordaje. Véase como se quiera ver, el diagnóstico es siempre una discusión convocante. Lo es más aún en una disciplina como el Trabajo Social que reconoce su raíz y sus palabras inaugurales en un tema como éste21, y que por cierto, en el contexto de las prácticas sociales e incluso, en la división del trabajo en el campo de las Cs. Sociales particularmente se reconoce en las dimensiones propias de la intervención (entre ellas, el diagnóstico social) el “documento de identidad de esta disciplina”. En mi experiencia cuando efectúo la pregunta “¿Qué hacemos cuando nos planteamos diagnosticar una situación?”, la respuesta inmediata se aferra rigurosamente a recursos técnicos: “hacemos entrevistas”, ó “vamos a la vivienda y vemos la situación”, ó “usamos diferentes técnicas de investigación”, etc. Nos resulta muy extraño dejar de ver al diagnóstico social 21 Me refiero a las obras de M. Richmond, “Caso Social individual” (1917) y “Diagnóstico Social” (1922). E.E.U.U.-.que han profesionalizado la práctica de las “visitadoras” o “filántropos” dando la clave para el ejercicio profesional entre fines del S. XIX - principios S. XX. tan sólo como un aspecto de la dimensión técnica-operativa para considerarlo como lo que a mi entender significa: un momento particular de la curiosidad epistémica del profesional que se disppone a conocer una situación social que desplegará a lo largo de la intervención. He ahí un segundo nudo de la reflexión: entender al diagnóstico social como producción de conocimiento que se concreta en torno a realidades particulares, - lo cual supone un punto de llegada- diciendo “cosas” acerca de los sujetos, del objeto y de sus contextos propios, para construir alternativas conducentes a reubicar y redimensionar los problemas y las insatisfacciones en “nuevos lugares”22 que hagan posible los desanudamientos que la situación social particular está requiriendo para lograr niveles de satisfacción- lo cual indica un nuevo punto de partida. Así concebido, el diagnóstico social es uno de los momentos que articulados con otros definen a las intervenciones sociales como procesos de investigación, interpretación y construcción de estrategias multiactorales frente la problema marcando así gran distancia con interpretaciones lineales que ubican el diagnóstico como una etapa en la línea de la intervención, antecedida por otra y a la que le seguirá otra diferente. Por proceso de intervención profesional, entiendo al conjunto de momentos atravesados por acciones de investigación, interpretación y tratamiento de situaciones sociales que se relacionan en un tiempo y un espacio determinado (delimitando situaciones concretas) imprimiéndole en función de ello un ritmo particular al abordaje de emergentes y conflictos sociales; con miras a su modificación detrás de determinados objetivos. En general es un proceso de rupturas y construcciones coordinadas que supone plantearse ciertas hipótesis y tomar decisiones, reconociendo permanentemente la “alteridad” que las marca. En este marco de signficiado de la intervención social, nos detendremos a explorar la dimensión diagnóstica. ¨Toda propuesta de intervención está dirigida a resolver determinado tipo de situaciones que se han detectado como problemáticas (...) para elaborar la propuesta es necesario un conocimiento previo de la situación en la que se pretende intervenir” (S. García Salord, 1991:74). El Trabajo Social se “conecta” con las situaciones sociales en las que interviene a partir de emergentes (como síntoma de obstáculos latentes en las relaciones sociales) ó de demandas (explicitación subjetiva de algo que es vivido como “falta”). Ambos constituyen lo que denominaríamos la “situación inicial” (S.I.) de intervención. Ella misma se constituye en objeto de conocimiento. Así planteado, pues, el diagnóstico social es un camino que nace con el análisis de la situación inicial (S.I.)- demandas ó emergentespara construir la situación de abordaje que es un recorte sucesivamente resignificado de los sujetos y objetos que se articulan conflictivamente en ese contexto, generando los emergentes, y que por tal, será el objeto de intervención. Entonces, el diagnóstico social es un proceso que gira dialécticamente entre objetos de conocimiento para construir el (ó los) objeto (s) de intervención; desde un “faro”: la perspectiva teórica-epistémológica. Técnicamente, diría que el diagnóstico social es la recuperación conceptual de la Situación Inicial de los sujetos que luego de acciones de investigación, 22 Esta noción es consecuencia de desplazar su antítesis la noción de “no lugar” a un polo positivo que haga posible la iniciativa. Toda acción social supone contextos (espacio-tiempo) que actúan como marcos identificatorios de los sujetos, espacio para su hacer y para la construcción de su historia. Precisamente, el concepto de “no lugar”- creado por Marc Augé- alude a espacios sin tiempo, sin identidad, sin historia. interpretación y delimitación de encuadres, reconstruye sistematiza y documenta lo que acontece tanto en el campo externo como en el campo interno de los sujetos en situación. El diagnóstico social, en tanto encuentro con un “Otro” supone el establecimiento de vínculos y procesos de aprendizajes que implican un descubrir (al otro y a su situación). Diría con Bachelard y Bourdieu, que resulta heurísticamente útil sostenerse en la “lógica del descubrimiento”, contraria a la “lógica de la comprobación”23. Descubrir supone también una relación entre sujetos en torno a cuestiones problematizadoras en sucesivas coordinaciones de tiempos-espacios, en cuyo devenir se opera la construcción social del conocimiento, hasta construir objetos de intervención. El objetivo profesional clave (aunque no el único) en este momento es conocer para alcanzar una valoración de la dimensión del problema. Desde esta perspectiva, el diagnóstico se constituye en una instancia de reflexión conjunta entre el profesional y otros sujetos. Esta reflexión “reconstruye” la estructura interna de esa demanda y la historia de los sujetos sociales que produce y da sentido al problema para develarlo y valorar con el “Otro” la dimensión que tiene tal demanda en su vida, así como el tipo de resolución que debería tener y la que es posible lograr. ¿Qué se diagnostica? El diagnóstico según Laing 24 (1969) es “ver a través del escenario social”. Lo que mira la profesión son diversas situaciones sociales (sean de riesgo, de crisis, con ó sin conciencia del conflicto). Desde aquel “faro” al que hice referencia, esas situaciones sociales son interpretadas como expresión de contradicciones sociales, de obstáculos en los procesos cotidianos de producción y reproducción de la vida social, y se manifiestan con sentido histórico como emergentes y conflictos en las relaciones sociales, interfiriendo en la interacción entre los sujetos, entre ellos y su contexto, y entre ellos y el circuito de acceso a recursos materiales, culturales, sociales y simbólicos. Esta conceptualización de base acerca del objeto de conocimiento del Trabajo Social permite descubrirlo luego en su expresión acotada a objetos de intervención diferentes. Para su análisis es posible contar con un mapa categorial-conceptual (que por razones de espacio, se sintetizan en los cuadros de la página siguiente), el que dirigirá nuestra mirada, nuestra escucha , nuestros descubrimientos y nuestras acciones, desde el mismo momento de encuentro con la situación inicial, momento en el que queda ya inaugurada la intervención profesional y social. 23 Por referencia a la pretensión positivista y neo-positivista de “verificar” conceptos por contraste con “la realidad”, en el sentido de ser ésta la única fuente de la verdad, que comprueba las afirmaciones del investigador. 24 Laing R.D. “El cuestionamiento de la familia”, Ed. Paidós, tercera reimpresión.1986. TOTALIDAD DIFERENCIA PERSPECTIVA, PUNTO DE VISTA DIALECTICA ENTRE ESTRUCTURA SOCIAL Y EL ACTOR Lo social hecho cosa Y hecho cuerpo CONTRADICCION CONFLICTO PRAXIS CAMPO EXTERNO DE LA FAMILIA Estructura de necesidades y problemas Lo social estructurado y estructurante La estructuración. CAMPO INTERNO DE LA FAMILIA OCUPACIONES DE LOS MIEMBROS CAMPO INTERNO DE LA FAMILIA. ESTRUCTURA GRADO DE ESCOLARIDAD DE LOS MIEMBROS MORFOLOGÍA RED Y SOSTÉN FAMILIAR PROCESOS CONFLICTO INTEGRACIÓN RELACIONES FAMILIARES Y PROCESOS DE ORGANIZACIÓN COTIDIANOS PARA SU REPRODUCCIÓN COMUNICA-CIÓN Y AUTO-RIDAD GÉNERO GENERACIÓN RELACIÓN CON LA ESTRUCTURA OCUPACIONAL OTRAS ACTIVIDADES TAMAÑO Y COMPOSICIÓN DE LA UNIDAD DOMÉSTICA. PARENTESCO GRADO DE SATISFACCIÓN Y TIPO DE APOYO E INTERCAMBIOS. CRISIS COHESIÓN ADAPTABILIDAD A LOS CAMBIOS CICLO VITAL DE LA UN. DOMÉSTICA EVENTOS HISTORICOS DINÁMICA (DIVISIÓN SOCIAL Y SEXUAL DEL TRABAJO SITEMAS DE AUTORIDAD) DE E Y MATRICES DE APRENDIZAJE. SISTEMAS DE CASTIGOS Y RECOMPENSAS, MARCOS DISCIPLINARIOS QUE ORGANIZAN Y PAUTAN LA INTERACCIÓN ENTRE LOS MIEMBROS DEL GRUPO. DIVISIÓN DEL TRABAJO, ATRIBUCIONES Y RESPONSABILIDADE S. ROLES Y FUNCIONES MODELOS PARA LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS:SABER EXPERIENCIAS. RED SOCIAL INFORMA L CAMPO EXTERNO DE LA FAMILIA Relaciones sociales de Producción, circulación Y consumo para la Reproducción. ¿Cómo se organiza y qué comportamientos adopta la familia cuando: FORMAL Tamaño Extensión Densidad límite Contenido Frecuencia de intercambios Grado de satisfacción. AFECTIVOEMOCIONAL SOSTÉN SOCIAL TANGIBLEEMOCIONAL INFORMATIVOCULTURAL DE AFIRMACION. 1_ no encuentra satisfacción social a sus necesidaes. 2- hay ausencia de contención social en el conflicto? - NORMAS VIDA COTIDIANA Y ORDEN DE SENTIDO COMUN VALORES SIGNIFICACIONES TIPOS DE INTERCAMBIO ESTRATEGIAS FAMILIARES PARA RESOLVER OBSTÁCULOS DE SU ORDEN COTIDIANO TIPOS DE RECURSOS SOCIALES E INSTITUCIONALES FUENTES DE OBTENCIÓN DE RECURSOS MODELOS CULTURALES Y EXPERIENCIAS DE ENFRENTAMIENTO Y RESOLUCION DE PROBLEMAS : PRACTICAS SOCIALES. El análisis y desagregación de este mapa conceptual mediante sus indicadores excede el marco de este artículo, sin embargo, diré que representa la síntesis de propuestas de varios autores citados en este texto25 y que desde él se fundamentará el análisis e interpretación de la situación inicial para la construcción de la situación de abordaje, así como lo que diremos de los sujetos y objetos de intervención y lo que con ellos haremos. ¿Cómo diagnosticar? La estrategia se basa en el diálogo, como espacio de reconocimiento y validación de las experiencias de vida, y consiste en la creación de un espacio reflexivo para potenciar la recreación simbólica a través de la comunicación e interacción, resignificando así los conflictos desde los espacios privados hacia escenarios públicos. El proceso comienza con los encargos institucionales, las demandas ó emergentes y supone un proceso de inserción en la situación inicial. .*Encargos: “aparecen antes de la intervención provienen de una zona de poder del establecimiento o de la institución”. *Demandas: “surgen durante la intervención, son múltiples, contradictorias, ligadas a la existencia de contradicciones y conflictos” (...) “Pone en evidencia un vacío, la carencia (técnica o social) frente a los problemas que generan las nuevas formas de producción social”26. El análisis de la situación inicial debe considerarse como un momento estratégico de la intervención y en particular del diagnóstico social, por cuanto implica (y orienta hacia) la construcción del objeto de intervención, la identificación de los sujetos de la misma, y la exploración de los satisfactores y recursos necesarios en el tratamiento del problema. Desde el encuadre profesional siempre se habla de una “demanda situada” (en un tiempo-espacio) que habla de alguien (un Otro, individual o colectivo) con los cuales establecemos vínculos que movilizan o promueven procesos de inserción profesional. En este sentido, hablar de demandas implica pensarlas en el contexto de la inserción, así como en el contexto general de la lógica de intervención (con modificaciones tanto en calidad como en cantidad a lo largo de la misma). En esta línea es necesario entender la inserción profesional, -proceso a partir del cual afloran y reconocemos demandas- como resultado de “vínculo” y “encuentro”. Inicialmente se la entiende como un punto de encuentro entre dos experiencias de vida diferentes (ya sean éstas personales o institucionales) donde acontece un descubrimiento mutuo de dos “aquí y ahora” diferentes, que hace posible la reubicación de cada parte, ante la configuración de nuevos vínculos y representaciones de la situación. “En el encuentro se produce un clima en la comunicación entre dos personas, que en ese momento comparten un mismo escenario de espacio y tiempo. Se enfrentan uno al otro con todas sus fuerzas y debilidades, y es entonces cuando se produce una inversión de roles, que no dura más que un segundo y de la que sus protagonistas no son conscientes. Ese ponerse uno en el “lugar del otro” tiene por objeto explorar su 25 Son ellos: Duarte Q., Dagoberto; Jelin ,E.; Ramos, Silvina; Riviere y A.Quiroga; y como transfondo, argumentando la perspectiva, todos los autores desarrollados en el punto I de este artículo(Giddens, Bourdieu, Maturana, entre otros.)Los cuadros sinópticos son una elaboración propia en base a ellos. 26 Lourau, Deleuze, Guattarí y otros; “El inconsciente institucional”. Editorial Nuevomar. estructura interna. Si ese reconocimiento da un resultado positivo, si coincide con la imagen esperada, surge el proyecto compartido”27. En esta perspectiva, encargos y demandas se constituyen en procesos mediadores de la “implicación” del profesional, la misma que deberá ser objetivada (o explicitada) para que su influencia no distorsione el análisis ni las acciones siguientes a este primer momento de la intervención. Este proceso de inserción-implicación, puede conceptualizarse como la construcción de un campo de análisis (a partir de la demanda, ó de una situación inicial).Por campo de análisis, se entenderá la “tarea de reunir materiales y producción de conocimiento acerca de una determinada situación ó coyuntura”. A partir de este momento, y según el ritmo que adquiera la inserción y el análisis de la demanda, se inaugura el campo de intervención28, es decir: “la acción de implantar un dispositivo operativo concreto que propicie una análisis colectivo, generalizado, destinado a deconstruir lo instituido y promover nuevas articulaciones”. A esta altura estaremos muy cerca de lo que consideramos la construcción del objeto, la identificación de los actores, y la construcción de las alternativas posibles de enfrentamiento del problema, hacia su resolución. Hecha la distinción entre “encargos” y “demandas”, no obstante, es necesario decir algo más acerca de esta última. Desde el punto de vista de la estructura social, ya ha sido situada: los modos de producción social históricos, que hablan de su contexto cultural, político, económico. Desde el punto de vista del sujeto, debe entenderse como la “articulación de significantes del deseo” (no igual a lo que el sujeto desea, ni equivalente a la necesidad )29. Gracias a los aportes de la lingüística, podemos entender como significante a todo signo, símbolo, modelo que anuda en sí mismo diferentes significados, según sean los marcos de significación (personal y social) que le sirven de contexto. En consecuencia, cuando intentamos analizar la demanda, nos proponemos comprender el significado, a partir de la cadena significante que el sujeto enuncia cuando “habla”, que es el modo humano-social en que se evidencia la demanda (expresión subjetiva, a la vez, de carencias y necesidades). Pues bien: si hablamos de una demanda situada ello nos remite a un contexto. Aún más, el contexto será “re-conocido” a partir de la misma. Toda demanda acontece siempre entre dos polos constitutivos de dicho contexto, sea éste micro o macro social: uno que propicia el cambio, otro que propicia la conservación. En consecuencia, una de las primeras cuestiones, al preguntarnos “¿quién demanda?, consiste justamente en interpretar de cuál de estos dos polos _que dialectizan permanentemente entre sí_ la demanda es “emergente”, y en consecuencia, de cuál el sujeto está siendo portavoz. El concepto de emergente (anudamiento de situación, relaciones, deseos), se constituye en síntoma de lo que acontece en una trama de relaciones sociales, develando la existencia de ambos polos de fuerzas, (hacia el cambio y hacia la conservación) por lo general “deviene” en demandas, e implícitamente lo es aunque no a través de las palabras sino a través de otros signos: el comportamiento, los gestos, etc.; y es parte del análisis investigar e interpretar las conexiones entre: encargo, demanda, emergente y portavoz, en el contexto del grupo familiar y de sus redes sociales. 27 28 P. Riviere, E. “Enfoques y perspectivas en psicología social”. Lourau, Deleuze, Guattarí y otros; “El inconsciente institucional”, Ob.Cit. Una primer tipología de las demandas resulta de lo antedicho. Es posible clasificarlas, según como llega al profesional, en “directas” e “indirectas”. La clasificación es muy simple, y tiene que ver con la referencia subjetiva del contenido de la demanda: lo que se pide, está en relación al Yo? o al Yo de un Otro, a través del cual develo mi falta o completo algo de mi YO? También se puede hablar de demandas “explícitas” e “implícitas” que remontan a la existencia de la realidad de modo manifiesta y latente. Es decir, permiten diferenciar lo que se dice de lo que se ‘desea’, lo que se pide de lo que se necesita . Aunque parezca un juego de palabras, lo anterior es sustantivo cuando inicia la intervención, y se hace fundamental identificar a los sujetos de la misma. Las demandas indirectas (a veces promovidas por la práctica cotidiana y los vínculos del actor, otras por la acción previa -o colateral- de otras prácticas profesionales) tendría relación con la noción del “remitente” 30, que en algunos autores aparece para aludir a estos tipos de demandas. El análisis de la situación inicial: encargos, ó demandas, ó emergentes. ¿Qué es analizar? La respuesta a esto nos conduce, como se verá, hacia la construcción del objeto31, así como a la delimitación de los sujetos, con su historia y contextos particulares. Podría decirse que analizar la demanda abre o inicia tal proceso, que es a la vez, teórico y empírico. Es útil recurrir en este punto al concepto de “analizador”32, entendido como “elemento que consiste en lugar privilegiado de abordaje y resolución del análisis, ya sea construído por el procedimiento, ó material integrante del proceso”. Es el componente de la demanda y de su contexto que permite iniciar la construcción del campo de intervención. ¿Qué procesos supone manejar este concepto? Es necesario considerar que para ser pertinentes y eficientes respecto al análisis de la demanda, es necesario recurrir a procesos de “comprensión” (del significado y de los actores) que requieren de la indagación (o investigación) y la interpretación33, que permita “comprender el mundo de la vida”34, en el que acontecen tales demandas sociales. Un encuadre claro de trabajo permite la concreción de este primer momento que hace al análisis de la demanda, o del emergente, o de la realidad social inicial a la intervención. ¿Cómo trabajar ésto? Se parte de un problema (explicitado y pre-interpretado por los sujetos que lo portan, ó implícito, latente, interpretado por el profesional y/o la institución). El problema condensa: carencias, potencias, necesidades, representaciones de las mismas, experiencia social y conflictos. Tiene un contexto, determinado por relaciones sociales. De este entretejido, afloran emergentes, algunos de los 30 31 Campanini-Luppi: “Servicio Social y modelo sistémico”. Edit. Paidós., BsAs. 1991 En el sentido de Bordieu, re-trabajado por García Salord, en lo específico del Trabajo Social. Lourau: “El inconsciente institucional”. Ob. Cit. 33 En el sentido hermenéutico del término. 34 En el sentido de A.Schutz “La construcción significativa del mundo social”. Edit. Paidós, Bs As. 1993. 32 cuales se constituyen desde el primer encuentro como problemas generando a veces demandas (ya que ésta es la subjetivación de la necesidad). Cuando la intervención es generada por demandas directas de los sujetos, el profesional debe: escuchar, leer, interpretar, contextualizar, comprender, observar, reconstruir. Todo ello para provocar una ruptura con el sentido común, compartido con los sujetos de la intervención. En definitiva, el problema que escuchamos puede no ser interpretado por el sujeto como su problema (para lo cual debió haber roto algunas de sus pre-nociones). En consecuencia, podemos intentar dar respuestas a demandas que no expresan la necesidad y deseo del actor. Si no escuchamos e interpretamos con agudeza, podemos (por actuar con la ligereza acostumbrada de la práctica) matar el deseo movilizante del sujeto que empezó a buscar y por momentos, no tiene claridad acerca de a quién recurrir. Es necesario tener presente la relatividad del pedido y de nuestra escucha (condicionada por nuestros significados). Las técnicas que favorecen dicha ruptura son: entrevista profunda, no dirigida, no estructurada, técnicas de interpretación del discurso, técnicas para la reconstrucción del significado: historia de vida; relato de un día doméstico, etc. En todas ellas la observación intencionada dirige la búsqueda, la lectura y la interpretación de la realidad del sujeto, dirigiéndolo a él mismo en su propia ruptura. ¿Qué se observa? ¿Qué se pregunta? ¿Qué se reconstruye? : ello se desprende de la conceptualización del objeto, de los sujetos, y del mapa categorial (arriba enunciado) constitutivos del campo profesional. Al enfrentar o analizar una situación emergente, hay mucho trabajo planteado hasta el logro de un diagnóstico. Las preguntas enunciadas son tan sólo las más elementales que deben guiar la investigación y la acción. Interesa captar (aún cuando ésto se va profundizando sucesivamente mediada por la acción) las múltiples determinaciones de la demanda: lo que se dice, lo que se hace, lo que se pide, el contexto, la representación que el sujeto tiene acerca de lo que pide; su red de relaciones sociales, lo que le falta realmente, etc. Lograr este conocimiento de la situación inicial sería el propósito de un diagnóstico social. Este camino nos arrojaría otros interrogantes tales como: ¿Cómo los resolvió? ¿Como se organizó?, vale decir: el modelo de resolución de problemas sociales del sujeto y sus experiencias y saberes al respecto, así como develar por que éste y no otro problema es significante para el. Como queda expresado, la demanda es por donde entramos al problema. Pero ello no lo agota ni resuelve. En las intervenciones profesionales la demanda siempre gira en torno a algún recurso (casi siempre en recursos materiales)35. Por lo general lo que la persona y/o grupo hacen en el primer encuentro es pedir recursos, ó escucha. En el primer caso, es menester considerar que: “la respuesta inmediata a la demanda, si escucha, cierra la posibilidad de que el Otro, manifieste su deseo, se piense en situación” 36. Por lo tanto, ¿qué se hace con el recurso si es solicitado en este primer momento? 35 El útil la clasificación de Jelin y otros acerca de la dimensión material y no-material de los intercambios, así como de las distintas fuentes de recursos. (“Familia y unidad doméstica: mundo público y vida privada” CEDES, 1986.- BsAs) 36 Lic., M.Ray , material no editado de curso de actualización en Colegio de Profesionales en Servicio Social de la Pcia. Córdoba, Argentina. (1992-93) En primer lugar, se lo ubica como mediación social de un sujeto deseante en búsqueda de otras formas de ser, tener, estar, pensar, sentir en su sociedad 37. A partir de ello, el estudio de la demanda conduce al diagnóstico del campo interno y externo de los sujetos y será ello lo que indica cómo irá accediendo a los satisfactores, o recreándolos, ante la ausencia de ofertas públicas y/o privadas. Por ello, para abrir la oportunidad a un buen análisis de la demanda familiar, es necesario encuadrar claramente el trabajo profesional demarcando a cada paso el campo de responsabilidades y de intervención, de modo que a través del análisis colectivo llegue a establecer acuerdos y permita la demarcación del hacer (del profesional y del otro) que se objetiva en el “contrato” (metáfora que representa los acuerdos en que se asienta el encuadre de la intervención profesional). Escuchar y provocar rupturas con el sentido común con preguntas simples que nos aproximen al mundo de significados de los sujetos frente a los conflictos. Todo ello supone un desplazamiento constante entre las carencias y las potencias del sujeto, por lo que retrabajando permanentemente la dialéctica: necesidad-deseo/demandas-recursos es posible favorecer el despliegue de las potencialidades, que hablan de los saberes, experiencias del actor, esto es: la imagen de un agente inteligente frente a los límites de la estructura y de los procesos de reproducción social38. III.b. Un nuevo punto de partida: ¿qué pasa después de los diagnósticos? Probablemente este artículo no resuelva la magnitud de respuestas a semejante interrogante, no obstante lo cual considero que si se recuerdan las premisas y proposiciones explicitadas al comienzo del mismo , tal vez se logre decir algo acerca de este tema, y transferir algunas propuestas. En primer lugar, como claves de los momentos que seguirán estructurando la intervención a partir de la construcción del objeto de conocimiento (situación inicial) y la construcción del objeto de intervención (situación de abordaje), podríamos identificar los siguientes: Enfrentamiento del problema: reconocimiento y resignificación del obstáculo, identificación de las necesidades y problemas, de sus múltiples conexiones según los vectores de configuración de las mismas( el género, la generación, la posición social,etc) jerarquización y posicionamientos para delimitar aquéllas que se constituyen en urgencias para el grupo. Exploración del campo de recursos socio-institucionales, materiales, culturales y sociales, también simbólicos. En toda la complejidad de la red social que le sirve de circuitos de satisfacción social a ciertas necesidades . Toma de decisiones estratégicas para la resolución gradual de los problemas. Construcción de las alternativas actuales y/o potenciales para alcanzar grados crecientes de realización de las necesidades ( o de satisfacciones parciales a sus deseos). Distante de miradas tradicionales, propongo que las alternativas no ‘se seleccionan’, sino que se construyen, en el entendido que no están ‘prefabricadas’ para cada caso y se debe buscar la que sea 37 Max. Neef: “Desarrollo a escala Humana Una opción para el futuro”. Numero Especial de CEPAUR. Fundación Dag Hammarskjöld- 1986 38 En el sentido de A.Giddens: “La teoría social hoy”. Edit. Alianza. México,1992. acorde a él, sino que cada sujeto en sus espacios, escenarios y contextos crea y recrea posibilidades de satisfacción a sus deseos y necesidades y ello implica rupturas y reconstrucciones graduales y complejamente articuladas entre los profesionales, los sujetos que manifiestan el obstáculo y otros actores involucrados en la red de la intervención social. Evaluaciones del proceso y de resultados en cada momento, mediante señalamientos, devoluciones, cierres parciales del proceso y otros procedimientos posibles. Cierres de la intervención, que no dependen únicamente de la lectura que de la misma haga el profesional o la institución, sino que viene derivada del tipo de intervención efectuada, de los tiempos y espacios que existieron, de la mayor o menor resistencia en los otros sujetos de la intervención. De todos modos, el cierre habla de un punto de llegada en el proceso de satisfacciones graduales de los sujetos que produjeron la situación inicial de intervención...o al menos de un punto de llegada con el profesional. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA Y CITADA Arriagada Irma.- “Familias latinoamericanas: convergencias y divergencias de modelos y políticas” – Revista Nª 65 División de Desarrollo Social de la CEPAL. Agosto 1998, Chile. Arriagada- Espíndola. “Panorama Social de América Latina 1997”. Capitulo 6. 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