Subido por minzy sc

generos literarios Tomachevski

Anuncio
Cátedra de Introducción a la Literatura- Repetto- UNaM
“Los géneros literarios”, de Boris Tomachevski.
En Teoría Literaria. Akal, Madrid, 1982 (Leningrado , 1928)
En la viva realidad literaria, se observa un constante reagruparse de los procedimientos en
sistemas que viven simultáneamente, pero que son utilizados en diversas obras. Se verifica así
una diferenciación más o menos clara de las obras, según los procedimientos en ellas
empleados.
La diferenciación procede, en parte de una especie de intima afinidad entre los diversos
procedimientos, que se unen fácilmente entre sí (diferenciación natural), de los fines que las
distintas obras se proponen, de las circunstancias de su nacimiento, de su destino, de las
condiciones de percepción de de las obras (diferenciación del hábito literario), de la imitación
de las viejas obras y de la tradición literaria que de ella se deriva (diferenciación histórica). Los
procedimientos constructivos se reagrupan en torno a determinados procedimientos
perceptibles. Se forman así determinadas clases de obras, o géneros, caracterizados por el hecho
de que los procedimientos de cada género se reagrupan de un modo específico en torno a los
procedimientos perceptibles, o características del género.
Estas características son muy variadas, y pueden referirse a cualquier aspecto de la obra de arte.
Es suficiente que una nueva novela tenga éxito (por ejemplo un relato policiaco, “de espías”),
para hacer brotar también las imitaciones: nace así toda una literatura de imitaciones, se crea
un género de novela, cuya principal característica es la indagación de un delito por parte de un
investigador, es decir, un tema concreto. Estos géneros temáticos se hallan muy extendidos en
literatura con fábula. Por otra parte, en la poesía lírica nacen géneros en los que los temas
introducidos están motivados por el intercambio escrito (epistolar) con alguien: es el género de
las epístolas poéticas, cuya característica no consiste en los temas, sino en la motivación de su
introducción. Por último, el uso del lenguaje prosaico y poético produce los géneros poéticos y
prosaicos; el destino de la obra ( a la lectura o a la representación escénica) da lugar a los géneros
dramáticos o narrativos y así sucesivamente.
Estas características del género, es decir, los procedimientos que organizan la composición de
la obra, son los procedimientos dominantes, los cuales subordinan a sí mismos todos los demás
procedimientos necesarios para la creación de la obra literaria. Este procedimiento dominante,
principal, se llama a veces dominante y el conjunto de las dominantes es el momento
determinante en la formación del género.
Las características del género son sumamente variadas, se entrecruzan y no permiten una
clasificación lógica de los géneros sobre la base de un principio único, cualquiera que éste sea.
Los géneros viven y se desarrollan. Por alguna causa originaria, cierto número de obras se ha
separado de otras formando un género aparte; en las obras producidas después, observamos
una orientación sobre la semejanza o sobre la diferenciación respecto a las obras de aquel
género. Este último se enriquece con nuevas obras, que se suman a las ya existentes. La causa
que ha dado origen al género puede desaparecer, sus características fundamentales pueden
modificarse lentamente, pero el género sigue viviendo genéticamente, es decir, en virtud de una
orientación natural, de la costumbre que lleva a nuevas obras a agregarse a los géneros ya
existentes. El género experimenta una evolución, a veces incluso una brusca revolución. Y sin
embargo, a causa del hábito de ligar las obras a los géneros ya conocidos, su nombre se
conserva, a pesar del cambio radical verificado en la estructura de las obras que le pertenecen.
La novela caballeresca medieval y la moderna de Andrej Belyj y de Pil’Najak pueden no tener
rasgo alguno en común, y, sin embargo, la novela moderna ha nacido de la lenta y plurisecular
evolución de la novela antigua. La batalla de Zukovskij y la de Tichonov son cosas completamente
distintas, pero entre ellas hay una relación genética: pueden ligarse con eslabones intermedios,
que atestiguan el carácter gradual de la transición de una forma a la otra.
El género, a veces, se disgrega; en la literatura dramática del siglo XVIII, por ejemplo, la comedia
se subdivide en comedia pura y comédie larmoyante, a partir de la cual se desarrolló el drama
moderno. Por otra parte, asistimos constantemente al nacimiento de nuevos géneros; tras la
descomposición de los viejos. Así, de la disgregación del poema descriptivo y épico del siglo
XVIII, nació el nuevo género del poema lírico o romántico (“byroniano”), a comienzos del siglo
XIX. Procedimientos errantes y que no forman parte de un sistema pueden encontrar una
especie de “punto focal”, es decir, un nuevo procedimiento que los unifica y concentra en un
sistema; ese procedimiento unificador puede convertirse en la característica perceptible, que a
su alrededor cristaliza un nuevo género. En la historia de la alternancia de los géneros, hay que
señalar un fenómeno curioso: habitualmente, se establece una gradación de los géneros según
su “altura”, su importancia literaria y cultural. EN el siglo XvIII, la oda solemne, que celebraba
grandes acontecimientos políticos, pertenecía al género alto, mientras la historieta divertida, sin
pretensiones y no siempre decorosa, formaba parte del género bajo.
En la sucesión de los géneros, se observa una curiosa y constante dominación de los géneros
altos por parte de los bajos. También en este caso se pueden trazar una analogía con la
evolución social, en el curso de la cual las clases “altas”, dominantes, son gradualmente
sustituidas por los estratos democráticos, “bajos”: los magnates feudales por la pequeña
nobleza militar, toda la aristocracia por la burguesía, etc. La eliminación de los géneros altos por
parte de los bajos se produce de dos formas 1) total extinción del género alto: así murieron la
oda en el siglo XIX y la epopeya en el siglo XVIII; 2) infiltración en el género alto de los
procedimientos del género bajo. En el poema épico del siglo XVIII, penetraron, por ejemplo,
elementos de los poemas paródicos y satíricos, produciendo formas como la del Ruslan y
Ludmila , de Pushkin. Así, en la Francia de los años 20 del siglo pasado (XIX), los procedimientos
de la comedia se insinuaron en la tragedia clásica alta, creando la tragedia romántica.; de igual
modo, en el moderno futurismo, los procedimientos de la lírica baja (humorística) penetraron
en la alta, y eso permitió la resurrección de las formas altas ya de la oda y de la epopeya ( en
Maiakovski). En la prosa, puede observarse un fenómeno análogo con Chejov, que se había
formado en las hojas humorísticas. Una característica típica de los géneros bajos es la utilización
cómica de los procedimientos. La penetración de los procedimientos de los géneros bajos en los
altos se caracteriza por el hecho de que, mientras hasta aquel momento eran utilizados con fines
cómicos ahora reciben una nueva función estética, que nada tiene que ver con la comicidad. En
esto consiste la renovación del procedimiento.
Por ejemplo, la rima dactílica, según el testimonio de Vostokov, que se remonta a 1817, era
admitida por sus contemporáneos “solo en las obras festivas, que a veces por broma nos
concedíamos”, mientras que, poco más de veinte años después, apareció la poesía de
Lermontov En un minuto difícil de la vida, en la que nadie veía ya nada de festivo ni humorístico.
La rima calembour, que en Minaev tenía la misma función cómica, pierde toda su comicidad en
Maiakovski.
Lo mismo puede decirse de los otros procedimientos. Si en Sterne la puesta al desnudo de la
construcción de la trama es todavía un procedimiento cómico, o del que se percibe el origen
cómico, en sus imitadores todo esto ya no existe, y la puesta al desnudo del procedimiento es
para ellos un procedimiento plenamente legítimo de construcción de la trama.
El proceso de la “consagración de los géneros inferiores”, aún sin ser una ley universal, es tan
característico que el historiador de la literatura en su investigación de las fuentes de un
importante fenómeno literario, se ve , por lo general, obligado a fijar su atención, no en los
grandes hechos literarios que lo han precedido, sino en los pequeños. Estos fenómenos
menudos “inferiores”, que viven en estratos y géneros literarios relativamente poco
considerados, son consagrados por los grandes escritores en los géneros altos y crean efectos
estéticos nuevos, inesperados y profundamente originales. Los periodos de florecimiento
creador de la literatura son precedidos por un lento proceso de acumulación en los estratos
literarios inferiores, no reconocidos, de los instrumentos que renovarán la literatura. El
advenimiento del “genio” es siempre una especie de revolución literaria, en la que es derrocado
el canon hasta entonces dominante, y el poder pasa a los procedimientos que habían
permanecido subordinados.
Por el contrario, los seguidores de las tendencias literarias altas, que repiten concienzudamente
los procedimientos de sus grandes maestros, son por lo general exponentes del fenómeno nada
atractivo de los epígonos. Al repetir una combinación de procedimientos ya superada, estos la
transforman, de original y revolucionaria, en estereotipada y tradicional, y así, a veces anulan
durante mucho tiempo en los propios contemporáneos la capacidad de percibir el vigor estético
de los modelos que imitan: los epígonos arrojan el descrédito sobre sus maestros. Así, los
ataques desatados a comienzo del siglo XIX contra la dramaturgia de Racine se explican
plenamente por el hecho de que los procedimientos racinianos habían provocado una general
saciedad y un gran aburrimiento con la servil repetición que de ellos había hecho la literatura de
epígonos poco dotados de talento como los tardo- clasicistas.
Volviendo al concepto de género como grupo, determinado genéricamente, de obras literarias
unidas por una cierta semejanza entre su sistema de procedimientos y los procedimientos
característicos, dominantes y unificadores, debemos señalar la imposibilidad de facilitar una
clasificación lógica y duradera de los géneros. Su división es siempre histórica, es decir, válida
solamente durante un determinado periodo histórico; además, se basa al mismo tiempo en más
características, que pueden ser de naturaleza totalmente distinta para los diversos géneros y no
excluirse recíprocamente desde el punto de vista lógico, sino cultivarse en los diversos géneros
sólo en virtud de las naturales relaciones existentes entre los procedimientos compositivos.
En el estudio de los géneros, para este problema es necesario adoptar un tratamiento
descriptivo, sustituyendo la clasificación lógica por otra clasificación accesoria, auxiliar, que
tenga en cuenta solamente la comodidad de distribuir el material dentro de unas casillas
precisas.
Hay que señalar también que la clasificación de los géneros es compleja. Las obras se dividen
en amplias bases, las cuales a su vez se diferencian por su especie y por su variedad. Desde este
punto de vista, recorriendo la escala de los géneros, a partir de las clases abstractas nos
adentraremos en los géneros históricos (el “poema byroniano”, el “cuento chejoviano”, la
“novela balzaquiana”, la “oda espiritual”, la “poesía proletaria”), hasta las distintas obras.
Abordaremos ahora una breve revisión de los géneros, sobre la base de tres clases
fundamentales: géneros dramáticos, líricos y narrativos. Estas tres clases de obras, distintas por
su naturaleza, aunque sin excluir la posibilidad de mezclas (es posible en un drama la narración
lírica, como en el drama en verso de Byron), determinan, en líneas generales, la división de la
literatura en tres clases, en las distintas épocas históricas.
(…)
Descargar