Subido por Margarita Hernández Bacigalupo

Wilner-mokate, planificacion en salud

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Planificación en Salud: una herramienta útil en el proceso de gestión1
Autores: Wilner Alejandro y Mokate Karen
En este texto desarrollaremos los siguientes contenidos: El desarrollo de la estrategia: la
planificación en la gestión para resultados. Demografía y epidemiología, actores y
relaciones sociales. El proceso de planeamiento, la planificación programática y la
operativa. Las explicaciones de los actores, los planes y el conflicto. La dimensión del
cambio.
Así, daremos cuenta de los siguientes objetivos a lo largo de este ensayo:

Conceptualizar la planificación como componente de la gestión.

Problematizar a la planificación como una herramienta que adquiere sentido
cuando se integra en la gestión.

Abordar los conceptos y revisar en forma somera las metodologías de la
planificación estratégica en el marco de la gestión para resultados.

Vincular los conceptos de valor público, estrategia y gestión estratégica con
las funciones de planeación.

Fortalecer las capacidades para promover procesos efectivos de planeación
estratégica, programática y operativa como parte integral de la gestión para
resultados.
Como planteábamos anteriormente abordaremos en este texto las funciones de planeación
que asumimos como parte de las actividades de los gestores en el enfoque comprometido
con la generación de resultados. Esta definición implica que la modalidad de
planificación que asumiremos es la denominada como estratégica; asimismo, ya que
entendemos a la gestión como participativa y democrática (co-gestión o gestión en el
contexto de colectivos), las funciones de planificación también lo serán.
1
El presente documento, es una adaptación del texto “Gestión Estratégica”, elaborado por Alejandro
Wilner y Karen Mokate como unidad 3.2. del Curso Virtual de Gestión para Resultados en Salud con
enfoque en Derecho Sanitario, del Instituto para el Desarrollo Económico y Social (INDES) del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) (convenio entre el INDES/BID y el Ministerio de Salud del Brasil)
1
Los momentos de la planificación – definición de problemas, elaboración de una
transformación deseada (o de una imagen objetivo), la programación (o planeación
programática) y la planeación operativa2 – se enfocan en resultados y así marcan un
camino para que las funciones de implementación, monitoreo y evaluación se puedan
también enfocar estratégicamente.
No vamos a abordar detalladamente las diversas metodologías o escuelas de pensamiento
y/o de prácticas de planificación en este texto; tampoco vamos a entrar en detalle acerca
de cómo convocar y coordinar eventos para desencadenar este proceso. Vamos a explorar
un conjunto de preguntas claves sobre la planificación estratégica que surgen a partir del
esfuerzo por enfocar la gestión en resultados. Con ello, esperamos destacar algunos
procesos del desarrollo de la estrategia de una organización, un gobierno municipal, un
sector o un programa, para establecer bases sólidas para la Gestión para Resultados en
Salud.
Tal como hemos venido conversando, el resultado del proceso de planeación será un plan
comprometido con la “transformación deseada”, que se concreta en un conjunto de
impactos en salud reconocibles (verificables), y en una estrategia que esboza cómo lo
vamos a lograr.
Algunos elementos constitutivos de la función de planeación
A partir de lo propuesto por Loera (2000), presentamos los siguientes elementos que
definen la función de planificación:

Su finalidad se concreta en la construcción de la imagen objetivo y un camino
para avanzar hacia ella. Se trata de diseñar la transformación social que se desea
construir y el camino (plan) que se considera viable y pertinente para alcanzarla. En
2
Siguiendo lo propuesto por Chorny (1998) podríamos hablar de un momento estratégico en el que
definimos el largo plazo y la situación objetivo que se desea alcanzar; un momento táctico, en que el plazo
es el mediano (plazo presupuestario, habitualmente anual) en el que se define la programación de las
actividades y un momento operacional, en que el plazo es corto y que define las acciones que se realizan en
el cotidiano. La coherencia entre estos tres momentos nos permite articular los procesos de planificación y
programación con la gestión cotidiana.
2
su aplicación, la planeación potencia la creación de valor público3 ya que su producto
– el plan – traza los caminos que se utilizarán para producir ese valor.
Es importante aclarar que si bien la planificación propone la construcción de una
imagen en el futuro, es una herramienta para la gestión del presente, ya que nos
permite orientar las acciones del cotidiano con el objetivo de acercarnos cada día más
a esa imagen de futuro deseado.

Se trata de un proceso que por sí solo genera valor público. Si bien el plan
constituye el producto tangible del proceso de planificación, su producción no agota
ni sustituye al proceso de planeación como un aporte valioso en sí mismo. Durante el
proceso de planeación, se delibera y se negocian prioridades para el uso de los
recursos y esfuerzos en las organizaciones e iniciativas4, permitiendo así la
construcción o fortalecimiento de una identidad (nacional, departamental o local,
sectorial u organizacional, según el espacio en que se desarrolle el proceso),
consolidando compromisos para trabajar en favor de la producción de resultados
identificados como prioritarios.
La participación, la generación de consensos y la construcción democrática de ideas
son elementos de la planeación que contribuyen directamente a la generación de valor
y de condiciones que facilitan procesos de planeación, implementación y evaluación
de iniciativas. Los procesos de intercambio y comunicación que forman parte de la
planeación pueden generar mayor confianza y compromiso compartido entre los
3
Cuando hablamos de valor público nos referimos a la generación de resultados que son considerados
como importantes y relevantes para los ciudadanos. Así, este valor se basa en las preferencias y deseos de
los ciudadanos, en los consensos que se definen colectivamente como los objetivos y los mandatos sociales
que deben alcanzar las organizaciones públicas al desarrollar sus prácticas; estos objetivos se definen en
los procesos de representación política, en los debates que se dan en la arena pública, en los espacios de
deliberación y producción de consensos.
Se genera valor público al producir respuestas eficaces a esos problemas definidos colectivamente. Así, el
valor público puede constituirse como el norte en un proceso de dirección estratégica para la gestión
pública.
4
Nos referimos a “iniciativa”, teniendo en cuenta que podríamos estar hablando de una estrategia territorial
o sectorial, un plan organizacional, una política, un programa o un proyecto; así este término debe leerse en
este texto como un sinónimo de estas intervenciones.
3
involucrados, fenómenos que agregan valor a la comunidad, sociedad y/u
organización. En otras palabras, el propio proceso de planificación constituye el
actor social que esta interviniendo en la situación (lo organiza, lo integra con otros
actores sociales situados, define y fortalece su ideología y sus intereses respecto de la
situación problemática sobre la que se está planificando), lo que a su vez contribuye
a la viabilización del plan.
Sin embargo es importante definir que si bien el proceso de planificación es
importante por el efecto que tiene sobre la consolidación del propio actor social que
planifica y por su capacidad para enfatizar sobre problemas y alternativas de
respuesta frente a ellos, el plan sólo adquiere sentido cuando es implementado (no
es posible pensar en la planificación como un fin en sí mismo, no tiene sentido
“planificar por planificar” sino que planificamos para transformar una realidad, por
lo tanto planificamos para hacer5)

Se trata de un proceso colectivo y participativo, ya que se realiza en el seno de un
actor social y en un contexto situacional. La planificación necesariamente involucra
la participación de diversos actores, de hecho su calidad y su viabilidad como proceso
de construcción de un presente con vistas a un futuro deseado, dependerá de la
identificación y convocatoria de actores relevantes, de la naturaleza de la
participación y de las formas cómo los diversos grupos participan con un criterio
estratégico. Esta característica define a la función de planificación como un
proceso político - técnico, a la vez que señala que no es una función restringida a
expertos o a los “altos niveles de dirección”, sino que es un proceso estratégico y
participativo, constitutivo de sujetos sociales.

Produce viabilidad. El plan parte del abordaje de un problema y de la explicitación
de una transformación que no será viable si seguimos inercialmente por el camino
que estamos recorriendo. Provee un mapa realista de acciones, intervenciones e
inversiones que parecen viables desde el punto de vista político, financiero, técnico,
cultural y organizacional, y que tiene un vínculo causal que - a pesar de ser una
apuesta (o una hipótesis) - es lo suficientemente fuerte (según el criterio del actor que
5
Como plantea Matus (1998) “Planifica el que gobierna”
4
está planificando) como para considerar que efectivamente puede llevar hacia los
resultados esperados.

Promueve y genera aprendizajes. La planificación se enmarca en procesos de
aprendizaje organizacional y/o social mediante diálogos informados entre múltiples
actores. Puede generar aprendizajes a nivel social, organizacional, sectorial, grupal o
nacional. Usualmente promueve el aprendizaje mediante la producción sistemática
y/o el intercambio de información, la reflexión y la discusión pública6 así como la
promoción de diálogos estructurados e informados.

Asumiendo el carácter estratégico de la planificación y su dependencia de los
actores sociales situados, quienes la llevan adelante como proceso, decimos que
esta función está caracterizada por altos niveles de subjetividad. Es muy
importante tener en cuenta esta característica ya que permite reconocer al otro como
integrante de la situación y relativiza – por tanto - las lógicas con las que los
diferentes actores asumen cada uno de los problemas sobre los cuales intervendrán.
Así no hay “verdades” a la hora de encarar estos procesos sino consensos
intersubjetivos que serán más amplios en la medida que integren mayor cantidad de
actores sociales con coherencia de ideología e intereses.
Es importante destacar que la planificación como una función o componente de la
gestión, se realiza en diferentes campos de acción, ya sea en los niveles nacional,
regional, provincial, municipal, local, etc.; así como en diferentes tipos de organizaciones
e iniciativas7. Si bien puede haber diferencias metodológicas – que no abordaremos en
este texto – el proceso tiene la característica de estar guiado por la producción de valor,
con los rasgos planteados en forma antecedente.
6
Cuando referimos a “discusión pública” hablamos de un debate que se realiza en un contexto abierto, con
participación de diferentes actores, donde se asumen compromisos públicos frente al colectivo social.
7
En este sentido, la planificación no es sólo estratégica sino también situacional (Matus, 2000), ya que
se desarrolla en un espacio social determinado (con actores sociales interactuando de manera particular en
cada uno de estos espacios e interpretando problemas, relaciones y restricciones situacionalmente).
Siguiendo a Matus (en la obra citada) definimos a la situación como un espacio social en que se
entrecruzan escenarios definidos por recursos escasos, en diferentes dimensiones de la realidad, y en el que
pujan múltiples actores sociales con particulares visiones sobre esa realidad que seleccionan problemas y
que definen planes propios para enfrentarlos.
5
Teniendo en cuenta estas diferentes agregaciones territoriales8 variará la magnitud y
presentación de los problemas a abordar, la influencia que tendrán en su determinación
situaciones más o menos agregadas y complejas, así como podrá diferir también la
magnitud del cambio que nos propondremos desencadenar y los impactos que
desearemos producir.
La elaboración de una visión: la transformación deseada
El momento inicial del proceso de planificación radica en desarrollar una imagen del
cambio social que se desea generar: una imagen de un futuro mejorado y viable (según la
perspectiva del actor social que está planificando). Para ello, es necesario identificar y
explicar la determinación del problema que se pretende abordar, analizar y/o revisar la
misión y la visión que orientan la iniciativa u organización y especificar el valor público
que se espera generar.
1. La identificación de un problema social9 como puntapié inicial del proceso de
planificación
La identificación de una situación problemática se inicia con el reconocimiento de una
tensión entre la situación social que se está observando o viviendo (“lo que es”) y la que
consideramos que debe ser (y puede ser) la situación en el futuro.
Esta tensión, incomodidad o inconformidad se transforma en un “problema” para el
actor social – situado - que la experimenta sólo cuando este decide intervenir sobre
esta situación problemática y la incluye en su agenda de trabajo. Por otro lado, la
manera en que el actor interpreta y define esta situación problemática, va a influenciar las
8
Cuando nos referimos a territorio, no lo hacemos sólo desde una dimensión geográfica, sino que
asumimos toda la riqueza del proceso social que se desarrolla en él, caracterizándolo así como un espacio
sociodemográfico dinámico y en constante movimiento. Lo asumimos, en síntesis, como el “escenario” en
el que se desarrolla el proceso social y por lo tanto integra al espacio, las relaciones y a los propios actores
sociales.
9
Cuando hablamos de problemas sociales, nos referimos en realidad a situaciones problemáticas
(Cavallieri, 2008), o sea hablamos de problemas situados (problemas en situación). En ese sentido,
entendemos que las diferentes dimensiones de la realidad (dimensión social, cultural, política, económica,
organizacional, ideológica) generan una gran complejidad en estas situaciones problemáticas lo que
dificulta la posibilidad de plantearlas como problemas con límites claramente definidos, sino que son
situaciones difusas, que se superponen y en la que cada uno de los actores situados puede definir esos
límites en forma diferente.
6
decisiones respecto de sus vías de abordaje y condicionará las alternativas que considere
para su intervención.
El proceso de planificación es un proceso subjetivo, y por lo tanto depende
de los actores sociales implicados en él. Así los problemas serán percibidos,
explicados y caracterizados de acuerdo a la ideología, los intereses, los deseos y las
capacidades de cada uno de los actores implicados y situados. Por lo tanto, los planes
que surjan en consecuencia, tendrán esas improntas, con sus ventajas y sus
limitaciones.
Así entendemos que no hay diagnósticos “objetivos”, “correctos” ni “verdaderos”, ya que
las percepciones y valores determinan lo que es definido como una situación
problemática; en este sentido es que Matus (2000) habla de explicación situacional y no
de diagnósticos10.
Es en este sentido que el actor debe centrar sus esfuerzos en la producción de un
consenso respecto de las condiciones o situaciones generadoras de malestar e
incomodidad que constituyen el problema, tanto a su interior como en relación con otros
actores, de manera de construir viabilidad a su (futura) propuesta. Así estas situaciones
problemáticas serán tales para cada uno de los actores; no hay problemas
universalmente aceptados y – en consecuencia – tampoco soluciones “universales”.
Este proceso es especialmente complejo para los trabajadores de la salud, ya que el
modelo médico que determina su formación hace que no tengan en cuenta al “otro” en la
relación curador11 – paciente (el “otro” no sabe; en la relación asimétrica que se plantea
habitualmente, el saber y el poder están del lado del curador). Esta situación que se da en
10
Definimos a la explicación situacional como un diálogo entre un actor y los otros actores, cuyo relato
asume uno de los actores de manera enteramente consciente del texto y el contexto situacional que lo hace
cohabitante de una realidad conflictiva que admite otros relatos (Matus, 2000).
11
Hablamos de curador en el sentido que Menéndez (1988) lo plantea, como aquellas disciplinas que se
ocupan de la producción de cuidados en salud, ya sea de cuño formal (médicos, enfermeros, psicólogos,
agentes de salud, entre otros), pero también de formación informal (curanderos, hueseros, entre otros).
Según el autor citado, todos los curadores comparten el mismo modelo de atención caracterizado como
modelo médico hegemónico.
7
la relación clínica, también se instala en los procesos de gestión, lo que hace que –
habitualmente - quien gestiona un servicio de salud considere que no hay actores que
puedan participar ni oponerse a su plan. Esto hace que la planificación que se lleva
adelante desde los servicios y sistemas de salud, asuma una caracterización de
normatividad, ignorando una de las piedras fundamentales del enfoque estratégico, el
reconocimiento y la consecuente interacción con los actores sociales en situación.
A la hora de definir los problemas, son herramientas importantes la demografía y la
epidemiología, por ejemplo. Si bien excede los límites de este texto entrar en detalle
sobre estas cuestiones, afirmamos que las situaciones problemáticas que abordaremos en
salud tienen una lógica poblacional, determinada por las condiciones demográficas y
que – a su vez – estas características se agregan en lo epidemiológico que nos aportará
indicios respecto de cuáles son los determinantes de los problemas. Sin embargo estas
herramientas no son suficientes, debemos incluir también disciplinas que provienen de
“lo social”, esto determina la necesaria caracterización del proceso de planificación
como interdisciplinario. Esta afirmación es más relevante si pensamos que las
actividades que gestionamos se desarrollan en el campo de la salud colectiva que se
integra – por definición - a partir de la articulación dialéctica de la planificación, la
epidemiología y las ciencias sociales (Silva Paim y Almeida Filho 1998)
Por otra parte, es necesario - como decíamos anteriormente – entender a la planificación
como un proceso colectivo, es decir que no podemos pensarlo sólo desde “yo” como
actor, sino que es imprescindible incluir a los “otros”, que también están en la situación
donde desarrollamos nuestras prácticas y que – al igual que “yo” – tienen intereses,
ideologías, deseos, valores y, por lo tanto, diseñan e implementan sus propios planes. Es
necesario pasar de pensar en “yo” a pensar en “nosotros”.
Así este proceso seguramente incluirá conflictos (de intereses); es importante poder
definir resoluciones y abordajes negociados (procesos de negociación) de esas
situaciones. Esto implica que las situaciones problemáticas que asumamos y
expliquemos, deben ser analizadas también según la mirada de los demás actores
8
situados, ya que la explicación situacional de los problemas determinará las acciones que
desarrollarán esos actores.
Como planteábamos anteriormente, una dificultad (o insatisfacción, incomodidad,
respecto de la realidad presente o su perspectiva futura) sólo se caracterizará como
problema cuando un actor la declare evitable y decida actuar implementando
acciones para transformar su presentación. Así hay dificultades que están fuera de la
gobernabilidad del actor y, por lo tanto no son problemas sino restricciones12.
Un problema se define como tal cuando un actor social situado lo declara evitable y
decide incluirlo en su agenda de acción
Así, el problema se interpreta, se analiza y se “estructura” de manera que podamos dar
cuenta de su abordaje. Tal como planteábamos anteriormente, la percepción y explicación
de los problemas es dependiente de la ideología, los valores y las capacidades de los
actores implicados en su abordaje y, por supuesto, en su explicación. No es el mismo
problema – ni sus determinaciones - el de las limitaciones en el acceso de la población a
un servicio de salud visto desde la perspectiva del equipo gestor de una unidad básica de
salud o desde una ONG que defiende los derechos de los usuarios en el territorio, sin
embargo – tal como lo planteamos anteriormente - para el desarrollo del plan de cada uno
de los actores involucrados, es importante intentar reproducir la visión del problema que
tiene el “otro”, entendiendo que sólo es posible prever las acciones que desarrollará un
actor en situación si logramos interpretar y comprender su explicación del
problema.
12
Esto puede variar a lo largo del proceso histórico que se desarrolle en la situación. Teniendo en cuenta
que las relaciones de poder entre los actores sociales es variable, una situación que hoy es restrictiva puede
ser problemática en un futuro (o lo que es lo mismo, los espacios de gobernabilidad de los actores sociales
se modifican a partir de su propia acción - y la de los demás actores sociales - en la situación).
9
Resumiendo, la identificación de una situación problemática parte del análisis de
condiciones, situaciones o “asuntos”con los propósitos simultáneos de:
1.
Intercambiar percepciones y generar consensos respecto de las fuentes o
determinantes del malestar, incomodidad o inconformidad que convierten la
situación o circunstancia en “problema”;
2.
“Desempacar” los asuntos y generar consensos respecto de las fuentes precisas
del malestar que los diversos actores perciben;
3.
Identificar causas del problema que puedan conducir a posibles abordajes, de
tal manera que el problema efectivamente sea susceptible de intervención y
eventual transformación.
Existen diferentes herramientas para la explicación de los problemas sociales, una de las
más difundidas es el árbol de problemas, donde se enuncia el problema y aquellos
eventos que dan cuenta de – describen - su existencia en la situación seleccionada
(problema y eventos constituyen el tronco del árbol)13. A partir de ellos se indaga
respecto de las determinaciones del problema dando origen a las raíces que se van
dicotomizando a medida que progresa la explicación. Otra herramienta difundida es la
que propone Carlos Matus en su método de Planificación Estratégico Situacional, el
flujograma situacional (Matus, 2000).
2. La transformación deseada
Durante el análisis de la situación problemática, generamos un contraste entre lo que
entendemos como fuente de malestar o tensión en la situación o circunstancia existente y
una visión de un futuro en que aquella fuente del “problema” se transforme; así se diseña
una imagen objetivo a la cual apuntará con la máxima implicación el actor que está
planificando. Del contraste entre la explicación de lo que se vive (situación inicial) y lo
deseable (situación objetivo, transformación deseada), surge la magnitud de la
transformación que se desea generar.
13
Técnicamente, el tronco del árbol de problemas está constituido por la enunciación del problema y sus
descriptores, las raíces son sus determinantes y las ramas – copa – son sus consecuencias. Así la
explicación del problema se realiza a partir de definir determinaciones de determinaciones en las
dicotomizaciones de las raíces, encontrando determinantes de determinantes.
10
Es importante distinguir la transformación deseada de una utopía o un sueño; los
procesos de planeación buscan definir imágenes de futuro alcanzables en la práctica, en
las circunstancias que se viven (y sus posibles transformaciones como parte del proceso
de gestión), con los recursos al alcance (y los que sea viable acumular) y los
compromisos para trabajar para los cambios deseados. Por lo tanto queda claro que la
transformación deseada debe ser viable, de ninguna manera debe ser un sueño
inalcanzable o una utopía, ya que si así fuera el proceso de planificación no será posible.
Evidentemente, la transformación deseada se define en un espacio social u organizacional
(situación) que “sesga” o condiciona su naturaleza y su alcance, el espacio en que se
realizan los diálogos y reflexiones para la planificación se caracteriza por unos mandatos
y unos valores que lo limitan. Así, el “sistema” – situación - en que se enmarca este
proceso es determinante en el entendimiento del problema y el diseño de sus posibles
caminos de solución.
La transformación deseada integra la misión de la organización, y define un cambio
viable y lógico que articula al actor social que está planificando, encolumnándolo detrás
de un mismo objetivo. Es el elemento que vinculará el plan (que se producirá como
consecuencia de la implementación de los procesos de planificación) con el valor público
que espera generar la organización.
La transformación deseada moviliza y compromete. Expresa una razón de
ser de la organización, que no necesariamente resulta verificable y definida en
forma completa. Puede tener ambigüedades que se concretarán en la definición de
impactos esperados y se vincula en forma directa con la situación problemática
sobre la que se está planificando.
Ahora bien, resulta evidente que no todo proceso de planificación comienza con la
creación de una imagen a futuro que se convertirá en la visión de la iniciativa u
11
organización14 que se gestiona; muchos procesos se realizan en el marco de iniciativas u
organizaciones que ya han delineado una visión del futuro que se espera promover. En
estos casos, el proceso de planeación revisita y revisa la transformación deseada, con el
fin de evaluar y – si resulta necesario – actualizar su relevancia.
Recordando que la razón de ser de las iniciativas públicas radica en la creación de valor
público, la transformación deseada de nuestras organizaciones debe expresar un cambio
en las condiciones y calidad de vida que resulta valioso para la población bajo
responsabilidad; este debe ser el norte de cualquier proceso de revisión y/o diseño de la
transformación deseada.
3. Los impactos esperados: delimitando la transformación deseada.
Este eslabón de la cadena que estamos desarrollando en el proceso de planificación es el
que sienta las bases de la responsabilización de la gestión al delimitar la transformación
deseada de manera que se traduzca en elementos concretos, reconocibles y verificables.
En el contexto de la planificación de la iniciativa, el proceso que lleva a la definición de
impactos esperados que, como planteábamos, son objetivos verificables, concretos y
alcanzables en plazos definidos, es un proceso estratégico de debate y consenso entre
diferentes actores sociales que desencadena e impulsa el actor que esta planificando; este
es un proceso que pone a prueba la viabilidad del cambio que se está proponiendo, de su
magnitud y de su vinculación con las aspiraciones y los valores que se expresan en la
transformación deseada.
A diferencia de la expresión de la transformación deseada que propusimos, de carácter
ambiguo, los impactos esperados se expresan de tal manera que resulten interpretables y
pasibles de ser gestionados de una manera clara y exenta de ambigüedad. Deben definirse
como objetivos claros, verificables, viables, específicos, particularmente en sus aspectos
14
Es importante tener en cuenta que cuando hablamos de organización no nos referimos solamente a
aquellas organizaciones instituidas que cuentan con infraestructura, normativas de funcionamiento,
estructuras organizacionales rígidas, etc. También incluimos en este concepto a aquellas organizaciones
que se vinculan e instituyen a partir de compartir un problema, valores, ideologías, intereses y deseos, así
como capacidad de acción (lo que definimos también como actor social, de hecho esta figura se define
como tal por la organización que se da a sí mismo).
12
cualitativos, y delimitados en el espacio y en el tiempo. Como planteábamos, resulta
conveniente expresar la transformación deseada en términos poco precisos en razón que
ayuda a generar consensos, pero al pensar en la implementación, es necesario “traducirla”
(operacionalizarla) en términos concretos y alcanzables, definibles y en los que nos
podamos poner de acuerdo al interior del actor social y con otros actores en situación.
El paso de la transformación deseada a su expresión en impactos resulta - a veces - difícil
y de gran magnitud. Las transformaciones deseadas frecuentemente se expresan con una
terminología que requiere de mucha interpretación y análisis para convertirse en un
objetivo. Por ejemplo, “reducir la exclusión social en determinado espacio y tiempo”
podría ser una transformación deseada para muchas de las iniciativas que podríamos
encontrar en las organizaciones de salud en estos momentos, por lo que la necesaria
precisión que nos impondría la definición de los impactos esperados acotaría y situaría la
iniciativa.
Si planteáramos como transformación deseada “Una sociedad más justa para todos
los
individuos,
independientemente
de
su
edad,
sexo,
etnia,
clase
socioeconómica, condición o lugar de residencia” ; cuando nos preguntamos
¿cómo lograremos que la sociedad sea más justa? o ¿cómo reconoceremos el éxito de
haberlo alcanzado?, caemos en la cuenta que falta claridad sobre el significado y la
dimensión de esta meta. Si “vamos a hacer” más justa a la sociedad tenemos que poder
observar modificaciones en el grado o magnitud de la injusticia.
Por ende, en los procesos de planificación, nos vemos obligados a explicitar nuestra
interpretación de un concepto que podría entenderse de múltiples maneras. Para lograr
esta explicitación – expresada por los impactos esperados - proponemos tres
recomendaciones para este momento en el proceso de planificación:

Debemos interpretar y acotar la transformación deseada: estipular un entendimiento
consensuado de los fenómenos que se denominan de manera ambigua o de forma
diferente por parte de los actores que están participando en el proceso de
planificación;
13

Es necesario volver sobre los determinantes de los problemas que explicamos en la
definición de las situaciones problemáticas sobre las que intervendremos: las “causas”
y los contextos que habrá que modificar para poder lograr la transformación deseada
nos orientarán sobre la explicitación de los impactos esperados;

Indudablemente, hay que reconocer las restricciones: reconocer que el deseo de
transformar está limitado por la disponibilidad de recursos15 y de tiempo, lo que nos
obliga a priorizar y delimitar. Debemos contemplar restricciones políticas, sociales,
culturales, financieras y organizacionales (entre otras, es importante tener en cuenta
que la trascendencia que asume cada tipo de restricciones es situacional).
Estas recomendaciones apoyan el proceso de especificar, concretar y delimitar la
expresión poco definida de la “transformación deseada” de tal forma que lleguemos a la
enunciación de unos impactos esperados precisos, viables y verificables (y, por ende,
gestionables, monitoreables y evaluables). El proceso de planeación establece consensos
sobre la forma en que vamos a priorizar las múltiples dimensiones e interpretaciones de la
“transformación deseada” y define impactos esperados que constituirán el norte que
guía las acciones de la gestión para resultados.
Algunos críticos de la definición de grandes transformaciones deseadas en objetivos
verificables insinúan que estas definiciones nos hacen caer en reduccionismos.
Efectivamente, estamos pidiendo a la función de planificación “reducir” un objetivo
complejo, multi-dimensional, multi-causal y ambiguo (como la transformación deseada)
a objetivos claros y verificables (como los impactos esperados). No obstante, no
consideramos esta reducción una simplificación ingenua o ciega. En su lugar, la
consideramos un proceso complejo de negociación y concertación de prioridades. La
priorización es necesaria porque no podemos hacer todo lo que quisiéramos hacer y que
podría estar insinuado en la amplia y ambigua expresión de la transformación deseada.
Veamos este ejemplo que puede ayudarnos a comprender:
15
Es importante tener en cuenta que cuando hablamos de recursos, en el contexto de la planificación
estratégica, no sólo nos referimos a recursos económicos, sino también a los políticos, culturales,
organizacionales, sociales, entre otros.
14
Transformación deseada: mejora de la calidad de vida y en las
expectativas futuras de las familias del Municipio X
Actividades:
Productos:
Efectos:
Impactos: reducción
de la tasa de
mortalidad materna
por
aborto
provocado en el
Municipio X
En el ejemplo anterior, así como en los que presentemos a continuación, las flechas
negras expresan determinación (las actividades generan productos, los que a su vez
logran efectos que determinan impactos y ellos llevan a la transformación deseada),
mientras que las rojas expresan el camino que asume el proceso de planificación, tal
como lo estamos desarrollando.
4. La planeación de los efectos, productos, actividades, intervenciones
A partir de la definición de los impactos esperados, el proceso de planificación se mueve
a un plan programático y operativo que muestra un camino viable para generar los
impactos esperados. En esta dimensión, el proceso toma un tono más técnico (sin ser
exclusivamente técnico ya que la gestión política debe ser tenida en cuenta a lo largo de
todo el proceso) y el criterio determinante radica en la eficacia, con base en hipótesis y
evidencias empíricas respecto de las intervenciones capaces de producir los cambios
esperados16. En este proceso definiremos:

Los efectos: son los cambios que nos proponemos generar en los consumos,
comportamientos, conocimientos y actitudes de los grupos o individuos sobre los que
nos proponemos intervenir y en los que deseamos generar los cambios en las
condiciones o calidad de vida;
16
En este momento es importante trabajar con la técnica de escenarios (Matus, 2000), la que nos propone
diseñar diferentes asociaciones entre operaciones que contemplan la presentaciones de las restricciones que
están fuera del espacio de gobernabilidad del actor que está planificando; de esta manera el equipo de
gestión puede reaccionar rápidamente frente a diferentes presentaciones de la situación al momento de la
implementación del plan.
15

Los productos: los servicios o bienes entregados a determinados grupos, con el fin
de generar los cambios contemplados en los efectos;

Las actividades, inversiones, e intervenciones: las acciones necesarias para
poder ofrecer los productos con la calidad y oportunidad esperadas.
En la medida que vamos progresando de impactos a efectos y luego a productos,
preguntamos en cada oportunidad ¿cómo vamos a lograr lo que nos proponemos?
(las líneas rojas en el ejemplo que venimos presentando). El criterio de viabilidad es
determinante en el desarrollo de las preguntas de cómo lograr lo que se propone.
Las condiciones del entorno político, económico, social e institucional y las capacidades
organizacionales y tecnológicas definen el universo de lo viable; de esta manera,
volvemos a contemplar la importancia de la naturaleza participativa de los procesos de
planificación, pues diversas perspectivas y experiencias enriquecen la lectura de
oportunidades. La participación de diversos actores permite incorporar lecturas del
entorno inmediato (organizacional e institucional) en que se actuará, del entorno que se
desea afectar y del entorno más amplio (bien sea nacional o internacional) que puede
afectar la dinámica de las estrategias que se planean. También, como resulta evidente,
tendremos que tener en cuenta el criterio de la gestión política, programática y
organizacional17, así como los espacios singular, particular y general18.
17
Cuando referimos a gestión política damos cuenta de aquella gestión que se preocupa fundamentalmente
de los intercambios de poder que se producen en la situación entre los diversos actores sociales
intervinientes; esta preocupación es fundamental en el proceso de planificación y gestión ya que de ella
depende la gobernabilidad de los procesos.
La gestión programática es responsable de la coherencia entre las acciones que se implementan y su
vinculación causal respecto de los cambios situacionales y el alcance de los objetivos (la eficacia
direccional de las acciones)
La gestión organizacional se preocupa que el actor social que está llevando adelante el proceso cuente con
las capacidades organizacionales que le resultan necesarias.
18
Siguiendo a Róvere (2006) consideramos al espacio (de gobernabilidad) singular como aquél que está al
alcance del actor, el particular contiene al anterior pero es sectorial (excede al espacio de gobernabilidad
del actor, pero no al del sector – por ejemplo – salud). Finalmente el espacio general contiene a los
anteriores y es intersectorial, por lo que excede la gobernabilidad de un sector en particular; este es
habitualmente el espacio de producción de los problemas sociales (que incluyen a los que abordamos en
salud)
16
La planificación de efectos (cambios en los consumos, comportamientos, conocimientos
y actitudes de determinados grupos o individuos) requiere de una exploración de los
recursos y las prácticas de los individuos, familias y comunidades que se desean
modificar, de manera de poder determinar efectivamente de qué forma resulta razonable
que los efectos esperados puedan conducir al logro de los impactos y que los productos o
servicios propuestos tengan alta probabilidad de generar los efectos. Habrá que analizar
las restricciones o riesgos de estos vínculos causales, en un análisis del entorno político,
económico y cultural.
En la medida en que avanzamos en la especificación de productos y actividades, la
planeación obliga a definir los recursos y los procesos que se propone utilizar en los
esfuerzos por lograr los efectos e impactos deseados. Debemos contemplar la
disponibilidad de recursos financieros, organizacionales, políticos y comunitarios (o
sociales) que se requerirán para lograr las actividades, generar los productos y determinar
los efectos.
Si se constatan restricciones de recursos, habrá que diseñar en el plan acciones de gestión
(política, programática u organizacional) para poder superarlas. Es necesario también
contemplar la legitimidad que tienen los actores clave para lograr las acciones que se
planifican. De no contar con la legitimidad y la autoridad necesarias, habrá que
desarrollar acciones de gestión organizacional o política para poder controlar esa
restricción. Veamos como avanzamos, en el ejemplo que presentáramos anteriormente:
17
Transformación deseada: mejora de la calidad de vida y en las
expectativas futuras de las familias del Municipio
Actividades:
- Implementación
del programa de
salud sexual y
reproductiva
en
todas las Unidades
Básicas de Salud
- Implementación
de programa de
difusión
de
derechos en salud
reproductiva en la
población.
- Implementación
de programa de
difusión
de
derecho ciudadano
a la salud
Producto:
- Alta cobertura de
familias
bajo
el
programa de salud
sexual y reproductiva
- Demanda social de
abolición
de
la
punición del aborto en
condiciones
de
violación y/o relación
sexual no consentida.
- Conocimiento de los
derechos ciudadanos
de acceso a la salud
Efectos:
- Las parejas
deciden
los
embarazos que
desean tener
- El Gobierno
promulga
una
ordenanza en la
que se habilita a
los servicios de
salud a realizar
abortos en los
que existe el
antecedente de
violación
(o
relación sexual
no consentida)
Impacto: reducción
de la tasa de
mortalidad materna
por
aborto
provocado en el
Municipio X
¿Cómo lo vamos a lograr?
Diseño e implementación de acciones de
gestión política, programática y organizacional
para construir viabilidad al plan
Por otro lado, es necesario que cada uno de los actores sociales situados en cada una de
las organizaciones que se articulan en un mismo sector (nos referimos, por ejemplo, a los
actores situados en cada una de las Unidades Básicas de Salud que integran un sistema de
salud municipal, o los diferentes actores presentes en los efectores que se articulan en el
sistema de salud municipal – por ejemplo -, independientemente de sus pertenencias
jurisdiccionales) anidarán sus planes respecto de la misma situación problemática, es
decir, compartiendo la transformación deseada, planificarán sus impactos esperados,
efectos, productos y actividades teniendo en cuenta sus perspectivas situacionales.
18
Buenas prácticas de la gestión de las funciones de planificación
Antes de terminar, proponemos una serie de sugerencias respecto de la gestión de las
funciones de planeación:

Los participantes en los procesos de planificación estratégica deben intentar
conocer las posiciones - frente a los problemas sobre los que se planifica - de los
diferentes actores de peso en la situación (autoridades formales y legítimas,
organizaciones comunitarias, representaciones de otras instituciones presentes en
el territorio, etc.).
Esta es una competencia compleja en la que resulta importante analizar el proceso
histórico que desarrolla cada uno de los actores (frente a estos problemas y/o
problemas similares), sus posiciones ideológicas e intereses sobre la situación
bajo análisis, sus espacios de gobernabilidad, la posesión y disponibilidad de
recursos, sus triángulos de gobierno19, etc.

Los compromisos se construyen o se fortalecen por la participación en la toma de
decisiones. Por lo tanto, el desempeño de las funciones de implementación de lo
planeado se pueden fortalecer desde las funciones de planeación, generando un
sentido de apropiación y compromiso entre los actores clave.

Los actores deben tener claro que con los procesos de planificación se busca
producir valor, a través de cambios que sean más rápidos y profundos de lo que se
logrará con la inercia o el status quo de la situación.

La planificación se basa en una equilibrada y dinámica combinación de
información, reflexión, discusión y decisión. La comunicación entre los
participantes directos y entre ellos y los demás actores en situación es vital, por lo
que es apropiado enmarcar la difusión y movilización en estrategias de
comunicación.

De la misma manera, hay que buscar equilibrar la tensión del tiempo para
decisiones clave y el valor generado por la discusión. No se debe sacrificar la
19
El triángulo de gobierno es un aporte de Matus (1998) que permite vincular el proyecto de gobierno con
las capacidades de gobierno y la gobernabilidad de un actor frente a un determinado problema (o agenda
seleccionada de problemas) en un determinado contexto situacional.
19
discusión necesaria para tomar una decisión rápida pero tampoco se pueden
postergar las decisiones por discusiones poco productivas.

Los procedimientos para construir acuerdos se basan en consensos sobre fines
comunes, que aporten sentido a la acción conjunta y consoliden los compromisos
para actuar. Por tanto, al inicio de los procesos de planificación, conviene
explicitar y destacar los acuerdos comunes que unifican a los diversos
involucrados.

Es importante tener en cuenta que una dimensión crítica de los procesos
estratégicos es el manejo de la opacidad y la transparencia. El actor social
que está planificando debe utilizar estas dos categorías de manera estratégica
a fin de viabilizar su proyecto en coordinación o frente a los de los otros
actores20.

El proceso de planificación estratégica y la gestión del plan deben conducirse por
actores que piensen la gestión estratégicamente, desarrollando acciones de gestión
política, programática y organizacional.

Es necesario asumir que en los procesos de participación existe una redistribución
del poder, de manera que los controles se deben compartir y delegar bajo un
nuevo esquema de gobernabilidad del espacio relevante.

El plan forma parte de una etapa inicial de la gestión estratégica, la que lo va
adaptando ante circunstancias y actores sociales cambiantes.

Iniciar los procesos de participación activa y dinámica es mucho más fácil que
instituirlos. Este paso es crítico y requiere de toda la habilidad, competencias y
conocimientos de quienes gestionan.
20
Entendemos el uso estratégico de la opacidad y la transparencia según lo que propone Testa (1995),
asumiendo a la opacidad como la reserva que se mantiene respecto de cursos de acción y objetivos cuya
viabilidad y factibilidad no están aseguradas debido a que se enfrentan con intereses e ideologías contrarias
respecto de lo planteado. Por otro lado, la transparencia es la imagen polar de la opacidad y refiere a la
publicidad de los objetivos y los cursos de acción en un contexto de segura viabilidad; la transparencia es
un importante recurso de legitimación tanto del plan como del actor que está planificando.
Así, Testa, plantea que la combinación estratégica de este par es constructor de viabilidad y factibilidad de
las acciones en salud.
20
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22
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23
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