Subido por Luis Alberto Olivares Vidal

La Guerra Ya termino. Introduccion. Buena voluntad para con los hombres

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Buena voluntad
para con los hombres
Una introducción a
La guerra ya terminó
Andrew Wommack
Andrew
Wommack
© 2023 por Andrew Wommack
Publicado por Andrew Wommack Ministries
Woodland Park, CO 80863
Impreso en Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.
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sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier
medio —electrónico, mecánico, fotocopia, escaneo, grabación u otro— sin la
autorización previa por escrito de la editorial.
Título en inglés: Goodwill Toward Men: An Introduction to The War Is Over
© 2023 por Andrew Wommack
Publicado en asociación entre Andrew Wommack Ministries y Harrison
House Publishers
Woodland Park, CO 80863 – Shippensburg, PA 17257
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas
de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas
en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas.
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Algunas citas bíblicas son de La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente ©
Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.
Algunas citas bíblicas son de la Versión Reina Valera Actualizada, © 2015 por
Editorial Mundo Hispano.
Todo el énfasis dentro de las citas bíblicas es del autor.
Traducción: Citlalli Macy
ISBN: 978-1-59548-583-0
Para distribución a nivel mundial. Impreso en Estados Unidos de América
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Introducción
Y [María] dio a luz a su hijo primogénito,
y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un
pesebre, porque no había lugar para ellos en el
mesón. Había pastores en la misma región, que
velaban y guardaban las vigilias de la noche
sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un
ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó
de resplandor; y tuvieron gran temor.
Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí
os doy nuevas de gran gozo, que será para todo
el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño
envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Y repentinamente apareció con el ángel una
1
multitud de las huestes celestiales, que alababan
a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz, buena voluntad para con los
hombres!
Lucas 2:7-14
Superando la tradición religiosa
Lucas 2:8-14 es un conocido pasaje de las
Escrituras que narra el nacimiento de Jesús. Con
demasiada frecuencia, lo utilizamos para crear
cierto estado de ánimo y contagiarnos del “espíritu
navideño”. El problema es que no pensamos realmente
en lo que dice, o peor aún, lo interpretamos de manera
equivocada.
En el versículo 14, la hueste celestial declara:
«¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena
voluntad para con los hombres!»
La mayoría de las personas interpretan esto
como si los ángeles proclamaran la paz entre los
hombres, pero definitivamente no era eso por lo que
se regocijaban. Esto hablaba de la paz de Dios hacia los
hombres. Estaban celebrando el fin de la guerra entre
2
Dios y el hombre por medio del sacrificio de Jesús y
todo lo que eso traería.
Jesús mismo dejó claro que no había venido a traer
la paz entre los hombres. Jesús dijo en Mateo 10:34-36:
No penséis que he venido para traer paz a
la tierra; no he venido para traer paz, sino
espada. Porque he venido para poner en
disensión al hombre contra su padre, a la hija
contra su madre, y la nuera contra su suegra; y
los enemigos del hombre serán los de su propia
casa.
Jesús dijo que no había venido para traer paz en la
tierra entre los hombres. De hecho, el Señor también
profetizó que una de las señales del final de los tiempos
sería el aumento de las guerras, las divisiones y la
disensión. En Mateo 24:6-8, Él dijo:
Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad
que no os turbéis, porque es necesario que todo
esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se
levantará nación contra nación, y reino contra
reino… Y todo esto será principio de dolores.
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Algunos de ustedes estarán familiarizados con el
villancico navideño que dice: «Oí las campanas el día
de Navidad tocar sus viejos y familiares villancicos;
y entusiastas y dulces repetir las palabras de paz en
la tierra, buena voluntad para con los hombres». Se
basa en el poema «Campanas de navidad», escrito por
Henry Wadsworth Longfellow en la década de 1860,
después de que su hijo resultara gravemente herido
en la Guerra Civil. Uno de los versos de la canción
dice: «“No hay paz en la tierra”, dije, “porque el odio
es fuerte, y se burla de la canción de paz en la tierra,
buena voluntad para con los hombres”». A causa de la
guerra, Longfellow dudaba de la proclamación de los
ángeles en Lucas 2:14.
Creo que existe un malentendido frecuente
sobre lo que significa tener paz en la tierra. En Mateo
5:9 (Reina Valera Actualizada - 2015), Jesús dijo:
«Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos
serán llamados hijos de Dios». Fíjate que no dice:
«Bienaventurados los que guardan la paz». ¿Quién es
alguien que hace la paz? No es un pacifista; un pacifista
siempre rechaza la guerra o la lucha como forma de
4
resolver disputas. Pero alguien que hace la paz es una
persona que busca y promueve la paz. N.T.
A veces, la mejor manera de promover la paz
es luchar y ponerte en peligro. El primer ministro
británico Neville Chamberlain era un pacifista que
pensaba que podía evitar la guerra haciendo tratos
con Adolf Hitler a finales de 1930 y preservar «la
paz para nuestro tiempo». Pero como dijo Winston
Churchill: «La Segunda Guerra Mundial fue la guerra
más evitable que el mundo haya librado jamás».1 Si
alguien se hubiera enfrentado a Hitler antes de que
invadiera los países vecinos y se hubiera apoderado
de sus bienes, se le podría haber detenido fácilmente.
Los Aliados lucharon por la paz en la Segunda Guerra
Mundial. Fueron los que hicieron la paz.
Jesús fue el que hizo la paz entre Dios y la
humanidad.
El autor basa su argumento en la versión King James, Blessed are the
peacemakers (Mt. 5:9).
N.T.
5
Paz en la tierra
En realidad, Jesús hizo una distinción entre la paz
de Dios y lo que el mundo llama paz. En Juan 14:27, Él
dijo:
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy
como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo.
Según la mentalidad del mundo, la paz es la
ausencia de conflicto. Así como escribió Longfellow,
mucha gente cree que, si hay guerra entre los hombres,
no hay paz en la tierra. Sin embargo, la paz de Dios
no depende de las circunstancias. Cuando los ángeles
cantaban: «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra
paz, buena voluntad para con los hombres» (Lc. 2:14)
estaban hablando de la paz de Dios para con los
hombres, no de la paz entre los hombres.
Concederé que si una persona recibe el Evangelio
y su corazón es cambiado, tratará a las personas de
manera diferente. Estoy seguro de que hay millones
de ejemplos de personas que han vivido en paz y sus
vidas han sido cambiadas; pero esta cita bíblica no está
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profetizando o hablando de paz entre los hombres.
Está hablando de la paz de Dios para con el hombre.
Cuando serví en Vietnam, ciertamente no
había paz entre los hombres. Nuestra base de apoyo
de artillería medía unos cien pies de anchura por
doscientos pies de largo, y recibimos cientos de rondas
de mortero en esa pequeña área. Finalmente, la base
fue invadida por el Viet Cong y tuvimos que evacuarla;
pero yo me regocijaba porque pensaba: «Jesús, podría
estar contigo antes de que acabe el día». Incluso oré
por aquellos combatientes vietnamitas que subían por
aquella colina con el propósito de matarme. Era como
si estuviera en una burbuja porque tenía la paz de Dios.
Tampoco parecía que hubiera paz en medio
de la Guerra Civil; pero más adelante en su poema,
Wadsworth acabó escribiendo: «Entonces repicaron
las campanas, con más fuerza y claridad: “Dios no
está muerto ni duerme; el mal fallará, la justicia
prevalecerá, con paz en la tierra, buena voluntad para
los hombres”».
Jesús no vino a mantener la paz entre los hombres;
Él vino a hacer la paz entre Dios y los hombres.
7
Cómo trató Dios con el pecado
Para apreciar plenamente lo que estoy diciendo,
tienes que entender que, bajo el Antiguo Pacto, había
guerra: Dios declaró la guerra con el pecado.
Algunas personas no entienden esto, y miran
las cosas que sucedieron en el Antiguo Testamento
pensando que Dios fue demasiado duro. Algunas
personas tienen la impresión de que Dios está enojado
y amargado; que está esperando a que falles en algo
para azotarte.
Cuando nos fijamos en cómo Dios trataba con el
pecado en el Antiguo Testamento, se parece a la forma
en que los padres disciplinan a sus hijos cuando son
pequeños. Un padre no puede simplemente decirle a
un niño de uno o dos años: «No hagas eso porque le
estás dando oportunidad al diablo, y el diablo solo viene
a robar, matar y destruir (Jn. 10:10); te va a enfermar,
cuando crezcas va a arruinar tu matrimonio, nunca
conservarás un trabajo», y así sucesivamente. No se
puede razonar con ese niño, pero se le puede decir:
«Si vuelves a hacer eso, vas a recibir unas nalgadas».
Puede que ni siquiera entiendan que existe Dios o el
8
diablo, el cielo o el infierno, o cualquiera de esas otras
cosas; pero antes de que piense en volver a portarse
mal, lo asociará con el dolor.
Cuando nuestro hijo mayor tenía unos dos años,
en una ocasión, paseábamos por el campo, por un
camino de terracería. La maleza tenía como un metro
o metro y medio de altura. Era un niño muy pequeño,
y andaba corriendo unos treinta metros por delante de
nosotros. Andábamos caminando y platicando porque
nadie venía nunca por ese camino de terracería. Pero
había una intersección más adelante, y un coche venía
por esa terracería a ochenta o noventa kilómetros por
hora. El coche venía tan rápido que yo no podría haber
corrido con suficiente rapidez para detener a mi hijo.
Joshua llegó al cruce en el momento exacto en
que el coche pasaba volando. La maleza estaba alta y
el conductor no podía verlo. Estaban aproximándose
a un accidente. Pero nosotros le habíamos enseñado a
Joshua a obedecernos. Si no lo hacía, recibía un castigo.
Así que grité: «¡Joshua, detente!». Se quedó inmóvil
mientras el coche pasaba volando a unos metros de
distancia.
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Mucha gente no disciplina a sus hijos. Solo creen
que deben razonar con ellos, pero los niños pequeños
no tienen la capacidad mental para entender en esa
edad. De una manera similar, antes de que alguien
nazca de nuevo, simplemente no tiene la capacidad de
entender las cosas espirituales. Entonces, ¿cómo podría
Dios restringir la cantidad de pecado que se comete?
¿Cómo podría encaminarnos en la dirección correcta
para hacer lo correcto, aun cuando no teníamos la
capacidad para el entendimiento espiritual antes del
nuevo nacimiento? Dios tuvo que crear la Ley para
enseñarle a las personas lo correcto, y lo incorrecto.
Él hizo que el temor a las consecuencias fuera su
motivación para obedecer.
La misericordia versus el juicio
Romanos 5:13 es un pasaje fundamental que me
ha ayudado a entender toda la Biblia:
Pues hasta la ley, el pecado estaba en el mundo;
mas el pecado no era imputado, no habiendo
ley (Biblia del Jubileo).
10
Dice: «hasta la ley». Eso fue durante el tiempo de
Moisés. La ley fue dada casi dos mil quinientos años
después de la caída de Adán. Hasta ese entonces, Dios
no les estaba imputando los pecados a los hombres.
La palabra imputar significa «atribuir a alguien
la responsabilidad de una falta». En realidad, es un
término usado en contabilidad. Si compraras algo y
dijeras: «Anótalo en mi cuenta», te lo anotarían. Luego,
al final del mes, tendrías que pagar. Hasta el tiempo
en que la Ley fue dada, el hombre pecaba; pero Dios
no les estaba atribuyendo sus pecados a las personas.
¡Esta información es muy trascendental!
Básicamente, todo nuestro sistema religioso
nos ha enseñado que Dios es ese Dios santo, severo,
austero, que está enfadado y no tolera a los pecadores.
Para muchas personas, esta es la impresión que tienen
de Dios. La religión nos ha enseñado que cuando
Adán y Eva pecaron (Gn. 3:1-7), Dios los expulsó
instantáneamente de Su presencia porque no podía
soportar al hombre pecador. Se nos dice que la ira de
Dios se desató instantáneamente sobre la tierra.
11
Pero Dios seguía caminando y hablando con la
humanidad. Dios envió a Adán y Eva fuera del Huerto
del Edén para que no tomaran del árbol de la vida y
comieran, y vivieran para siempre en un estado caído
(Gn. 3:22-23). Habría sido terrible vivir para siempre
en un estado pecaminoso. Como vivimos en un
mundo pecaminoso, la muerte puede ser algo bueno.
Ahora, puedo escuchar libros cerrándose por todas
partes debido a esta última afirmación, pero piensa
al respecto por un momento. Si la gente no pudiera
morir, entonces todos los Hitler, Stalin, Pol Pot e Idi
Amin del mundo seguirían vivos y escupiendo su
veneno. La muerte pone fin a muchas cosas.
¿Cómo sería vivir en un mundo caído, pero sin
poder morir? Vivirías para siempre en este estado
corrupto y pecaminoso. Vivirías para siempre en un
lugar donde se miente, se engaña, se roba y se realizan
todos los actos de maldad imaginables todo el tiempo.
A la luz de esto, la muerte es realmente un beneficio.
Hasta el tiempo de Moisés, Dios no les estaba
atribuyendo los pecados de los hombres en su contra.
Dios era y sigue siendo un Dios misericordioso. El
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no comenzó instantáneamente a juzgar al hombre y a
traer castigo por su pecado. Dios, en realidad, estaba
operando en misericordia hacia los hombres durante
aproximadamente los primeros dos mil quinientos
años de existencia. Luego vino la Ley.
Dios siempre ha querido relacionarse con nosotros
por gracia, pero no podía hacerse de la vista gorda e
ignorar el pecado. La deuda del pecado tenía que ser
pagada.
Bajo el Antiguo Pacto
Bajo el Antiguo Pacto, la gente no podía nacer
de nuevo. Si una persona alguna vez se entregaba al
diablo, podía ser poseída por el demonio a través de la
adoración de ídolos, la bestialidad, la homosexualidad,
e incluso la rebelión hacia los padres. Una vez que la
gente cruzaba esa línea y se entregaba al diablo, Dios
lidiaba con el pecado como un cáncer o una infección.
Así como un doctor tendría que cortar la parte
infectada para preservar el cuerpo, Dios era severo
con la ira.
13
Recuerdo a un hombre que vino a una reunión en
busca de oración y se tapaba la cara con una toalla. Me
estaba hablando, pero yo no podía escucharlo. Así que
le dije: «Lo siento, pero no le entiendo. Va a tener que
quitarse esa toalla para hablar conmigo».
Cuando se quitó la toalla, pude ver que el cáncer le
había carcomido la nariz y otras partes de la cara y la
boca. Tenía un aspecto grotesco. Le escurría un flujo,
que era en parte la razón por la que estaba usando una
toalla. En esas mismas reuniones vi a otro hombre
que había perdido un ojo a causa del cáncer, y que se
había extendido por el lado izquierdo de su cara, hasta
deformarle toda la cabeza.
Esas son cosas terribles, pero así es como opera el
cáncer. Así también es como el pecado opera en una
persona o una nación, por lo cual Dios tuvo que cortar
esas cosas para que no se propagaran entre Su pueblo.
Debido a que las personas no podían nacer de nuevo,
y no podían ser liberadas de esas cosas, fue en realidad
un acto de misericordia de parte de Dios purgar esa
impiedad de la raza humana.
14
Es como en Éxodo 32, cuando los hijos de Israel
ofrecieron sacrificios ante el becerro de oro y se
entregaron a todo tipo de libertinaje, incluyendo
la fornicación y el adulterio (v. 6, «se entregaron a
diversiones paganas», Nueva Traducción Viviente)
mientras Moisés recibía los Diez mandamientos en
el Monte Sinaí. No sólo se entregaron a la idolatría,
sino que también se corrompieron con toda clase de
libertinaje.
En Éxodo 32:10, Dios le dijo a Moisés: «...déjame
que se encienda mi ira en ellos, y los consuma».
Dios tenía todo el derecho a enfadarse con los
israelitas. Ellos habían visto la demostración de Su
gloria como ningún pueblo la había visto antes, y
sin embargo, en cuestión de días, se habían apartado
del Dios vivo y verdadero para adorar a los ídolos.
Merecían cualquier castigo que el Señor considerara
oportuno darles.
A pesar de que Moisés intercedió por el pueblo
(Éx. 32:11-13) para que Dios no los aniquilara a todos,
había que hacer algo. La Biblia dice que unos tres
15
mil hombres murieron a espada ese mismo día (Éx.
32:28). Puede parecer un juicio severo, pero estaba
justificado. Este pueblo era totalmente rebelde hacia
el Señor. En aquellos días, antes de que una persona
pudiera nacer de nuevo y convertirse en una criatura
totalmente nueva en Cristo (2 Co. 5:17), el mal tenía
que ser desarraigado, o infectaría a toda la nación.
Pero ahora, a causa de Jesús, Dios trata a la
humanidad de una manera diferente. Y de la misma
manera, no debemos servir a Dios por miedo al castigo.
Bajo el Nuevo Pacto
En Hechos 13:39, el apóstol Pablo dijo del Nuevo
Pacto hecho en la sangre de Jesús: «Y de todo lo que
por la ley de Moisés no pudieron ser justificados, en
él es justificado todo aquel que cree» (Nueva Versión
Internacional).
La justificación es el hecho de Dios que nos hace
totalmente justos ante Él. Para lograr esto, el Señor
no solo perdona nuestros pecados, sino que también
imparte Su justicia. Esto hace que tú y yo seamos
justificados o «como si nunca hubiéramos pecado».
16
Bajo la ley del Antiguo Testamento, muchas cosas eran
imperdonables y conllevaban la sentencia de muerte.
Pero por medio de Jesús, ahora podemos recibir el
perdón de estas cosas y disfrutar de una relación
correcta con Dios.
Es como si tuvieras una infección, las opciones
son cortar una parte de tu mano para que la infección
no se extienda o tomar antibióticos para matar la
infección y salvar la mano. Dios ya no corta a las
personas como un cáncer cuando pecan. Ese era solo
un método temporal con el que Dios nos trataba hasta
que pudiéramos nacer de nuevo.
Ahora que somos nuevas criaturas en Cristo (2
Co. 5:17), tenemos un conocimiento intuitivo. Dios
está dentro de nosotros, informándonos del bien y del
mal, y guiándonos por el camino que debemos seguir.
Como cristiano, no tienes que temer la ira y el juicio
de Dios. La mayoría de la gente no ha entendido esto.
Todavía están operando bajo el temor del Antiguo
Pacto. Tienen miedo de que Dios esté enojado con ellos
y que les esté imputando el pecado. Esto debe cambiar.
17
Yo crecí cerca de una calle muy transitada. Mi
madre me daba una tunda si me cruzaba la calle sin
mirar a ambos lados. Recibí muchas tundas por eso.
Así que, aquí estoy, décadas después como un
adulto maduro, y todavía miro a ambos lados, dos o
tres veces cada vez que cruzo una calle. «Mira a ambos
lados antes de cruzar la calle» fue algo que literalmente
me enseñaron a golpes. Ahora entiendo que no es el
hecho de que mi madre me vaya a dar una tunda lo
que me motiva a hacerlo. He superado esa etapa. Hago
lo correcto, no porque vaya a meterme en problemas,
sino porque no quiero que me atropelle un coche.
¿Qué pensarías si estuviéramos platicando, me
olvidara de lo que estaba haciendo, cruzáramos una
calle, entonces me diera cuenta de que no miré a ambos
lados y dijera: «¡Oh no! no miré a ambos lados. Por
favor, no se lo digas a mi madre porque me va a dar
una tunda»? Si respondiera así de adulto, me mirarías
y dirías: «¿Qué te pasa?».
Mi madre se ha ido con el Señor y ya no debo
tener miedo de que me pegue. Ahora hago lo correcto,
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pero por una motivación totalmente distinta. Del
mismo modo, ya no temo a la Ley, pero sigo viviendo
santamente porque es la mejor manera de vivir.
El Verbo se hizo carne
Lo que Dios hizo al enviar a Jesús para nacer en
el mundo es algo de lo que deberíamos alegrarnos
durante todo el año, no solo en la Navidad. Ahora
bien, disfruto de la Navidad, pero significa algo más
que una estación o un sentimiento emocional.
Cuando leemos Lucas 2:10-11, nos enteramos
del mayor milagro de todos los tiempos: Dios se hizo
carne:
Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí
os doy nuevas de gran gozo, que será para todo
el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de
David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Jesús era el Señor en Su nacimiento. No creció
hasta convertirse en Dios. El cuerpo físico de Jesús
creció, y Él tuvo que renovar Su mente. Lucas 2:52
19
dice: «Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en
gracia para con Dios y los hombres», pero Él era Dios
todopoderoso al nacer. La palabra Señor en el versículo
11, es exactamente la misma palabra que se usa para
referirse al Señor Dios cientos de veces en el Nuevo
Testamento. Así que, Jesús era Dios al nacer, y fue
colocado en un cuerpo humano como un bebé.
Después de todos estos años, sigo sin poder
comprenderlo del todo.
La Escritura dice que el universo entero cabe en la
palma de la mano de Dios (Is. 40:12). Eso se refiere al
ancho de Su mano, desde la punta de Su pulgar hasta
la punta de Su dedo meñique. La mano de Dios es
más ancha que todo el universo. Según lo que dicen
los científicos, el universo tiene cientos de miles de
millones de años luz de ancho, y todo cabe en la mano
de Dios. Y pensar que el creador del universo, que
podía hacer caber todo en Su mano, vino a la tierra
como un bebé para convertirse en uno de nosotros.
¡Eso es genial!
Era un hombre —un ser humano físico— a quien
20
Dios había dado autoridad sobre la tierra (Gn. 1:2628). Cuando el hombre se dejó engañar y le cedió su
poder a Satanás (Gn. 3:1-19), se convirtió, en cierto
sentido, en un coheredero del diablo. Satanás tiene que
obrar por medio de un ser humano. El hombre, por
medio de su cuerpo físico, le dio a Satanás autoridad en
esta tierra. Por lo tanto, era necesario que un hombre
con un cuerpo físico recuperara esa autoridad. Dios
tuvo que convertirse en un hombre (Jesús), para darle
la autoridad de ejecutar juicio en la tierra (Jn. 5:27).
Dios no puede quebrantar o cambiar Su palabra, así
que estaba limitado a actuar de acuerdo con la palabra
que ya había pronunciado.
Jesús es levantado
Dios no podía bajar aquí y resolver todos los
problemas de la tierra porque Juan 4:24 dice que Dios
es un espíritu. Él les dio autoridad sobre la tierra a
personas con cuerpos humanos físicos, por eso Jesús
tuvo que hacerse hombre. También necesitaba un
cuerpo físico para poder tener autoridad para derrotar
al diablo y reintegrar a la gente que Dios amaba. ¡Esto
es lo que los ángeles estaban celebrando!
21
Dios nació con una forma humana, y la ira de Dios
por el pecado de la gente iba a ser puesta sobre Jesús.
La ira que Dios había estado mostrando hacia la raza
humana en el Antiguo Pacto iba a ser eliminada, y El
amor de Dios iba a ser liberado.
En Juan 12, Jesús acababa de oír la voz audible de
Su padre que decía: «Lo he glorificado [Mi Nombre]
y lo glorificaré otra vez», y la gente lo oyó. Algunos
pensaron que era un trueno, mientras que otros
pensaron que era un ángel que le hablaba (v. 28-29).
Jesús dijo en los versículos 30-32: «No ha venido
esta voz por causa mía, sino por causa de vosotros. Ahora
es el juicio de este mundo; el príncipe de este mundo
será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a
todos [los hombres (men)] atraeré a mí mismo».
La mayoría de la gente interpreta esto en el sentido
de que, si exaltamos a Jesús por medio de la predicación
y lo glorificamos correctamente, Él atraerá a todos
hacia Sí. Pero eso no es de lo que está hablando. En
la versión King James la palabra men, que se traduce
como hombres, está en cursiva. Esta es una de las
razones por las que me gusta esta versión de la Biblia,
22
es porque los traductores fueron lo suficientemente
honestos para decirte si insertaron una palabra que no
estaba allí en el idioma original. No siempre se pueden
traducir las cosas directamente.
Entonces, según la King James, la palabra hombres
(men) en el versículo 32 está en cursiva. Lo que
significa es que Jesús dijo literalmente: «Y yo, si fuere
levantado de la tierra, a [todo] atraeré a mí mismo».
Los traductores lo interpretaron «a todos [all men]»,
pero si lo lees en contexto, verás algo. El versículo
anterior dice: «Ahora es el juicio de este mundo...» Y el
versículo siguiente, justo después, dice: «Yo... atraeré, a
[todo] hacia mí» (mi paráfrasis). El versículo 33 dice:
«Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a
morir».
Jesús no estaba hablando solo de elevarlo por
medio de honrarlo y proclamarlo apropiadamente.
Él estaba hablando de que cuando Él fuera levantado
en la cruz y crucificado, Él atraería todo el juicio de
Dios hacia Sí. ¿Sabías que Dios castigó a Jesús por
lo que nosotros hicimos? Toda la ira de Dios contra
tu pecado y mi pecado —todo lo que tú y yo hemos
23
hecho mal— fue puesto sobre Jesús.
Dios es justo
La Biblia dice: «El alma que pecare, esa morirá»
(Ez. 18:20), y «la paga del pecado es muerte» (Ro. 6:23).
Dios es justo. Él no podría simplemente decir: «Bueno,
te amo, así que voy a pasar esto por alto, a pesar de
que has pecado y mereces el juicio». ¡No! Dios tuvo
que juzgar nuestro pecado, pero no quiso juzgarnos a
nosotros. No hay ninguno de nosotros que merezca la
bondad de Dios. Romanos 3:23 dice: «todos pecaron, y
están destituidos de la gloria de Dios». Entonces, ¿cómo
podría un Dios justo tener relación con nosotros si
somos impuros?
Isaías 59:1-2 dice:
He aquí que no se ha acortado la mano de
Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído
para oír, pero vuestras iniquidades han hecho
división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros
pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro
para no oír.
24
La ira de Dios vino sobre nosotros porque Él es
justo, y el pecado tiene que ser juzgado. Pero cuando
Jesús vino, tomó todo el juicio de Dios por nuestro
pecado en Su propio cuerpo para que Dios pudiera
decir: «Tus pecados están pagados». En vez de hacernos
pagar por el pecado, Su Hijo vino a esta tierra y pagó
por el pecado por nosotros. Por esto se regocijaban los
ángeles cuando cantaban: «Gloria a Dios en las alturas,
y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres»
(Lc. 2:14).
Dios puede liberar la paz hacia ti y hacia mí,
aunque todos hayamos pecado y no la merezcamos. Si
tuviéramos lo que merecemos, cada uno de nosotros
se iría al infierno. No hay nadie que merezca la bondad
de Dios. Pero la gente se compara entre sí. Esto es un
gran error. Eso es lo que dice la Escritura en 2 Corintios
10:12:
Porque no osamos clasificarnos o compararnos
con algunos que se recomiendan a sí mismos.
Pero ellos, midiéndose y comparándose consigo mismos, no son juiciosos (Reina Valera
Actualizada-2015).
25
Aparentemente, esto es lo que la gente hace
todo el tiempo. Piensan: «Bueno, soy una persona
relativamente buena, y por eso sé que Dios me va a
aceptar». No, Dios no te acepta basándose en lo que
haces. No es como si tus buenas acciones superaran a
las malas y eso es lo que te da entrada al cielo. No es
que la gente buena se vaya al cielo y la gente mala se
vaya al infierno. La gente buena no se va al cielo; es la
gente perdonada la que se va al cielo.
Jesús se convirtió en pecado
Nadie se merece ir al cielo. Tienes que ser
perdonado. Y la única razón por la que podemos ser
perdonados es porque el Verbo (Jesús) se hizo carne
y tomó nuestro pecado en Su propio cuerpo y recibió
todo el juicio de Dios.
A eso se refería Jesús cuando dijo: «Si fuere
levantado de la tierra» (Jn. 12:32). Todo el juicio de
Dios fue atraído hacia Él en la cruz.
Por eso Jesús dijo: «Eloi, Eloi, lama sabachthani?»
(«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»)
en Marcos 15:34. Es una cita del Salmo 22:1.
26
En los versículos 3 y 4 de ese mismo Salmo,
podemos ver por qué Dios lo abandonó:
Pero tú eres santo, Tú que habitas las alabanzas
de Israel. En ti esperaron nuestros padres;
esperaron, y tú los libraste.
La razón por la que Dios abandonó a Jesús es
porque Jesús tuvo que convertirse en pecado por
nosotros. Segunda de Corintios 5:21 dice:
[Dios] al que no conoció pecado, por nosotros
lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él.
Jesús no sólo tomó un poco de castigo; Él tomó
toda la ira de Dios contra nosotros en Su propio «cuerpo
sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a
los pecados, vivamos a la justicia...» (1 P. 2:24).
Por eso los ángeles cantaban «Gloria a Dios en las
alturas, y en la tierra paz» (Lc. 2:14) de Dios para con el
hombre. Ahora Dios podía ser misericordioso contigo
y conmigo, no porque lo mereciéramos, no porque lo
hubiéramos hecho todo bien, sino porque Jesús cargó
27
con nuestro pecado. Si entiendes eso, ¡simplemente
cambia todo! Eliminará toda la arrogancia que pudieras
tener sobre tu propia bondad. No sé cómo alguien
puede tener una revelación de que Jesús cargó con sus
pecados, murió, fue al infierno por él, y sufrió durante
tres días, y luego pueda sentirse orgulloso de quién es.
No estoy negando que Dios me ha bendecido y usado,
pero todo se debe a lo que Jesús hizo. No se debe a nada
que yo haya hecho. El Salmo 39:5 dice: «Ciertamente es
completa vanidad todo hombre que vive».
Te garantizo que si pudieras entender que los
ángeles estaban glorificando a Dios porque finalmente
había una forma de reconciliar a la humanidad
haciendo que Jesús tomara nuestro castigo, eso
cambiaría tu forma de ver las cosas. ¡Y tú harías todo
lo posible para contárselo a los demás!
Reconciliando al mundo
Segunda de Corintios 5:19 dice: «…Dios estaba
en Cristo reconciliando el mundo a sí mismo, no
imputándoles sus pecados, y puso en nosotros la palabra
de la Reconciliación» (Biblia del Jubileo).
28
Observa la frase «Dios estaba en Cristo... no
imputándoles» «No imputar» sería como usar una
tarjeta de crédito para comprar algo, sin embargo,
nunca es cargado a tu cuenta.
Esa cantidad no se te toma en cuenta. Este versículo
dice que «Dios estaba en Cristo», no tomándoles en
cuenta los pecados de los hombres en su contra.
Contrariamente a la opinión popular, la gente no
se va al infierno por sus pecados.
Y [Jesús] es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los [pecados] de todo el mundo.
1 Juan 2:2
Se van al infierno porque rechazaron el pago por
sus pecados. Van al infierno porque se negaron a recibir
al Salvador. El pecado ya no es el problema; ahora la
cuestión es lo que la gente está haciendo con Jesús. ¿Le
han entregado su vida a Él, o lo están rechazando? Si
alguien no recibe a Jesús como su Salvador, rechaza el
único pago disponible por sus pecados. No hay otro
29
camino al Padre excepto por medio de Su Hijo (Jn.
14:6).
Entonces, si no aceptan el pago por sus pecados —
el Señor Jesucristo— serán rechazados y arrojados al
infierno, pero no por sus pecados, sino por rechazar a
Jesús. En el infierno, serán responsables y tendrán que
pagar por esos pecados. Pero la verdad es que todos
esos pecados ya han sido pagados por Jesús. Esta es la
palabra que la iglesia debe predicar.
Dios no está enojado; ni siquiera está de mal
humor. Él te ama y ha pagado el precio por ti. Se
supone que debemos tener el mismo ministerio que
tuvo Jesús: y Dios, en Cristo, no les imputó los pecados
de los hombres. Él reconcilió al mundo consigo mismo.
Segunda de Corintios 5:20 dice: «Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo». En cierto sentido,
así es el ministerio de la reconciliación: representamos
al Reino de Dios entre quienes son «ajenos a los pactos
de la promesa» (Ef. 2:12).
Los embajadores no van a otras naciones y
proclaman lo que quieren. Deben ser fieles cumplidores
30
a su país de origen para poder representarlo con
precisión. Por ejemplo, todo embajador de los Estados
Unidos representa al presidente y al pueblo de los
Estados Unidos de América. No tienen la libertad de
inventar su propio mensaje. Su trabajo consiste en
representar fielmente a quienes les han enviado. Como
creyentes, se supone que debemos hacer lo mismo. Se
supone que debemos representar a Dios con precisión.
El pecado ya no es un problema
Jesús, tanto por su vida como por su mensaje,
declaró: «Dios ya no está enojado contigo. Tus pecados
no son un problema».
Si ya has recibido al Señor Jesucristo, entonces has
nacido de nuevo. Dios no está enojado contigo por tu
pecado. El Señor quiere que dejes de enfocarte en el
pecado y que empieces a recibir Su amor. A muchos
cristianos les gustaría apedrearte si tomas la palabra
y dices: «Tu pecado ya no es un problema con Dios».
Ellos preguntarán, «¿cómo puedes decir tal cosa? Estás
minimizando el pecado. Estás actuando como si el
pecado no tuviera nada de malo».
31
No, eso no es lo que estoy diciendo. No estoy
animando a nadie a pecar.
Cualquiera que tome lo que estoy compartiendo
y diga: «Esto es genial, me encanta. Ahora puedo ir a
vivir en pecado», necesita nacer de nuevo. (Si no has
aceptado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, hay
una oración que puedes hacer al final de este libro de
bolsillo).
Primera de Juan 3:3 dice: «Y todo aquel que tiene
esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él
es puro». Si realmente has nacido de nuevo y tienes la
esperanza de ser como Jesús, entonces estás buscando
una manera de vencer el pecado; no de complacerlo.
Si tomas lo que estoy diciendo y le dices a la
gente: «Andrew está animando a la gente a pecar», o
estás mintiendo o has malinterpretado lo que estoy
comunicando. Cuando la gente me acusa de minimizar
el pecado, yo respondo: «¡Tú estás minimizando a
Jesús!». No estoy diciendo que el pecado no sea malo
y que puedas vivir en él. El pecado es terrible, pero no
es tan grande como Jesús.
32
El Señor pagó por nuestros pecados (1 Co. 6:20).
El pago que Él hizo es infinitamente mayor que los
pecados del mundo entero. Una gota de la sangre
de Jesús fue más santa, más justa y pura que toda la
impureza y la impiedad de todo este mundo. Si de
alguna manera pudieras encontrar una balanza lo
suficientemente grande y poner todos los pecados
del mundo entero en un lado y el sacrificio de Jesús
en el otro, podría desequilibrarse por completo. Es
como si Dios pusiera Su mano en la balanza. No hay
comparación.
Si te acercaras a Dios por medio de la expiación
de Jesús, podrías entrar «confiadamente al trono de la
gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para
el oportuno socorro» (He. 4:16), no porque lo hayas
hecho todo bien, sino porque Jesús pagó tal precio
para que tú puedas tener confianza para entrar en la
presencia de Dios. Él ya no está enojado contigo: ¡la
guerra ya terminó!
Cuando el Señor Jesucristo murió por nuestros
pecados, Su sacrificio satisfizo para siempre la ira de
Dios.
33
Jesús lo pagó todo
Aunque hay muchas personas que estén leyendo
este libro de bolsillo que han nacido de nuevo, yo diría
que la mayoría de las personas a las que ministro no
tienen realmente una comprensión de lo que estoy
enseñando. Por lo general, cuando un creyente falla
de alguna manera u otra siente que tiene que hacer
penitencia o sufrir por un periodo de tiempo hasta
que eso iguale el pecado que cometió. Eso es lo que
se llama «doble penalización». Es una persona que
piensa: «Jesús no pagó lo suficiente, así que yo también
tengo que sufrir». ¡Eso está mal!
No honra a Dios que yo ande por ahí diciendo:
«Solo soy un viejo pecador salvado por la gracia».
¡No! Yo era un «viejo pecador», pero he sido salvado
por gracia. Ahora he sido hecho «justicia de Dios
en [Cristo]» (2 Co. 5:21). Es humildad que yo diga:
«Padre, no lo merezco por mí mismo, pero lo recibo».
Jesús pagó por ello. Él pagó más de lo que yo tenía
que pagar y, gracias a ello, puedo entrar «confiadamente
al trono de la gracia» (He. 4:16). Honra a Dios que
34
hagamos esto. Pero andar por ahí pensando: «Jesús, sé
que sufriste, pero yo también tengo que sufrir porque
soy tan indigno y he hecho tantas cosas malas», no
honra a Dios.
Si pudieras imaginarte que yo fuera Dios, y que
te amara tanto que literalmente tomara a uno de mis
hijos y lo sacrificara —poniendo toda mi ira, todo mi
castigo, todo mi odio por tus pecados sobre mi hijo—
y lo viera crucificado y morir para poder aceptarte;
no lo habría hecho si no hubiera pagado totalmente
el precio.
Jesús sufrió. Él llevó nuestro castigo de parte
de Dios, Su Padre. Isaías 52:14 dice: «…pues tenía
desfigurado el semblante; ¡nada de humano tenía su
aspecto» (Nueva Versión Internacional). La palabra
semblante significa «cara». La cara de Jesús fue
desfigurada más que la de cualquier hombre. Ahora
bien, ¡esa es una declaración impresionante!
Recuerdo cuando se estrenó la película de Mel
Gibson, La pasión de Cristo. Aunque la representación
del sufrimiento de Jesús fue brutal, Mel Gibson dijo
35
que tuvo que atenuarlo. Admitió que fue peor que la
representación en la película.2
Si recuerdan a los dos hombres que mencioné
antes, cuyos rostros estaban desfigurados por el
cáncer, al menos ellos parecían humanos. Yo pude
percibir que eran hombres, a pesar de los estragos
que la enfermedad había causado en ellos. Pues bien,
Jesús tomó sobre Sí todo el pecado, la enfermedad, la
dolencia y la depravación del mundo hasta tal punto
que ya no parecía un hombre. Jesús no solo tomó el
pecado en teoría —una pequeña muestra— Él tomó
la medida completa del pecado de cada persona que
haya vivido en este planeta.
El pecado entró en Su cuerpo, y entró en su alma.
Sintió toda la vergüenza, humillación y deshonra que
tú y yo hemos sentido, multiplicada miles de millones
de veces. El sintió eso en Su alma, pero Su cuerpo
físico fue desfigurado de tal manera que Su rostro era
peor que el rostro de cualquier otra persona que haya
vivido. Jesús estaba tan desfigurado que ni siquiera
parecía humano.
36
¡Dios no iba a permitir que eso fuera puesto sobre
Su hijo para pagar solo una parte del precio! Jesús ya
ha pagado todo por ti, ¡alabado sea Dios!
Nuevas casi demasiado buenas para
ser ciertas
Porque no me avergüenzo del evangelio [de
Cristo], porque es poder de Dios para salvación
a todo aquel que cree.
Romanos 1:16
El significado de la palabra griega que se tradujo
como salvación, no se limita solo al perdón de los
pecados. También se refiere a la sanidad, la prosperidad
y la liberación; todo lo que Jesús vino a hacer. Por lo
tanto, el poder de Dios para que tú y yo recibamos
la salvación (el perdón de pecados, la sanidad, la
prosperidad y la liberación) se libera por medio del
Evangelio —las nuevas casi demasiado buenas para ser
ciertas— de Jesucristo.
La palabra Evangelio en el idioma griego original
es una palabra que rara vez se utilizaba en la época
37
en que se escribió la Biblia. Prácticamente nadie usaba
la palabra, porque literalmente significa «nueva casi
demasiado buena para ser verdad», algo tan asombroso
que sería difícil de creer. Las nuevas casi demasiado
buenas para ser ciertas del Evangelio es que tú no tienes
lo que mereces; tienes lo que Jesús se merece. Jesús
cargó con tus pecados, resucitó de la tumba y venció a
la muerte y al infierno para que pudieras tener todo lo
que Dios tiene para ti. Son nuevas demasiado buenas
para ser verdad, ¡amén! Cuando piensas al respecto,
esa es la gloria del Evangelio. No tenemos que trabajar
para obtener el amor de Dios. No tenemos que llegar
al punto donde pensamos: «Okey, ahora Dios puede
aceptarme». Él mismo lo hizo. ¡Eso es el amor de Dios!
Yo amo al Señor y Él ha sido muy bueno conmigo,
me ha tratado mucho mejor de lo que merezco. He
visto a Dios derramar Sus bendiciones, y es mejor que
cualquier cosa que yo hubiera podido pedir o pensar
(Ef. 3:20). Muchas personas me han dicho: «Bueno,
te lo mereces», y yo he respondido: «No, no me lo
merezco». Pero soy lo suficientemente humilde, y voy
a recibirlo, ¡alabado sea Dios!
38
No merecemos las bendiciones de Dios. Primera
de Corintios 4:7 dice: «... ¿qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no
lo hubieras recibido?» Dicho en otras palabras, no es
como si hubieras producido esas bendiciones basado
en tu propia bondad.
Están sucediendo grandes cosas en mi vida
y ministerio, y alabo a Dios por todo ello, pero te
garantizo que no es porque lo merezca. Es porque
Jesús vino y tomó todo el juicio de Dios por mi pecado
y mi fracaso. Por eso, recibo toda la bondad de Dios.
¡Qué buen trato!
¿Qué pasa con el pecado?
A estas alturas, puede que estés pensando: «Estas
nuevas son casi demasiado buenas para ser ciertas,
pero ¿qué pasa con los pecados que pueda cometer en
el futuro?»
Dios ya ha puesto todos nuestros pecados sobre
Jesús. Él no sólo pagó por todos los pecados de los
creyentes, sino también por los de los incrédulos.
Cristo pagó por todos los pecados, pasados, presentes
39
e incluso futuros, del mundo entero (1 Jn. 2:2). Todos
los pecados han sido pagados.
Dios no está enfadado y no nos juzga por nuestro
pecado. Jesús atrajo todo el juicio a Sí mismo en la
cruz. Dios está tratando con la gente hoy en día basado
en si han hecho o no a Jesús su Señor.
Recuerda, la gente se va al infierno no por sus
pecados individuales, sino porque rechazaron a
Jesús. Si tú has aceptado a Cristo, entonces tienes una
relación con Dios. No vas a hacer nada que sorprenda
al Señor, o que no haya sido arreglado.
Cada vez que pecas, no tienes que confesarlo y
«volver a ponerlo bajo la sangre», porque si no lo haces,
estarás fuera de comunión y relación con Dios hasta
que lo hagas. Esas cosas se enseñan en muchas iglesias,
pero no es en absoluto lo que la Escritura revela.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos
de toda maldad.
1 Juan 1:9
40
Este versículo suscita preguntas como éstas: Si el
perdón y la limpieza están condicionados a la confesión
de nuestros pecados, entonces ¿qué ocurre si no
confesamos nuestros pecados? ¿No son perdonados?
Y si no son perdonados, ¿cuáles son las consecuencias?
La interpretación más estricta de 1 Juan 1:9
llevaría a la conclusión de que, si hay algún pecado no
confesado en nuestras vidas, no seremos perdonados.
Aunque algunos han interpretado este versículo para
decir eso, ciertamente no es lo que significa.
La palabra confesar significa simplemente «decir
lo mismo».3 Cuando confesamos nuestros pecados,
nos estamos apartando de nuestra manera de pensar,
y nos ponemos de acuerdo con el Señor en que lo que
hemos hecho está mal.
Nuestro pecado no nos separa del Señor como
ocurría bajo el Antiguo Testamento (Is. 59:1-2), y Él
ya no nos extirpa como un cáncer. Todos nuestros
pecados ya han sido pagados. Pero mientras vivamos
con pecado sin confesar, Satanás tiene un acceso a
nuestras vidas (Ro. 6:16). Cuando confesamos nuestros
41
pecados, el perdón, que ya es una realidad en nuestros
espíritus, se convierte en una realidad en nuestra alma
y cuerpo. Esto nos limpia de todos los ataques del
diablo a los que nos hubiéramos expuesto.
Satanás puede obrar en la carne de los creyentes
que tienen pecados sin confesar. Satanás no puede
existir en la carne de los creyentes que han confesado
sus pecados, y entienden y creen, que son totalmente
perdonados y limpiados de toda maldad (Ro. 5:21).
Entonces, la confesión de los pecados que se
promueve aquí no es para nuestra salvación eterna,
ni para mantener nuestra relación con Dios, sino
para librarnos de la incursión que Satanás consigue
en nuestras vidas por medio de nuestros pecados.
Cuando confesamos que lo que hicimos fue pecado, y
nos arrepentirnos de esa acción, le cierra una puerta al
diablo y le abre la puerta al Señor.
La guerra ya terminó
Lo triste es que muchos cristianos no saben que
la guerra ya terminó. Todavía nos dicen que Dios nos
42
imputa nuestros pecados. Siguen viviendo como si
Dios estuviera enojado con ellos.
Quiero compartir con ustedes una historia que
podría ilustrarles esta idea. En 1944, durante la
Segunda Guerra Mundial, el teniente japonés Hiroo
Onoda4 fue enviado a la isla de Lubang, en Filipinas.
Formaba parte de las fuerzas especiales japonesas
entrenadas en las guerrillas.
Al teniente Onoda se le ordenó que no se rindiera
ni se suicidara en ninguna circunstancia. También
se le dijo que habría propaganda enviada por los
americanos, pero que nunca debía rendirse.
Al final de la guerra, los aviones sobrevolaron
la isla con altavoces, proclamando en japonés que la
lucha había terminado. Lanzaron octavillas e hicieron
todo tipo de cosas para difundir el mensaje, pero el
teniente Onoda pensó que era solo propaganda, y a él
le habían ordenado que no se rindiera.
Como tenía la falsa impresión de que la guerra
seguía en marcha, el teniente Onoda luchó durante casi
treinta años más. Siguió participando en la guerrilla
43
en Lubang, matando a varios filipinos en un esfuerzo
por permanecer oculto. Para sobrevivir, se alimentó de
cocos y plátanos durante toda su estancia en la isla.
Había cuatro soldados japoneses en la isla. Dos
de ellos se rindieron y uno murió, pero el teniente
Onoda permaneció firme hasta que su comandante
finalmente voló a las Filipinas en la década de 1970
y le dio la orden de que la guerra había terminado y
podía rendirse.
Como el teniente Onoda seguía sirviendo como
combatiente, el presidente filipino Ferdinand Marcos
lo indultó. Regresó a Japón, donde fue aclamado como
un héroe.
Durante casi treinta años después del final de la
Segunda Guerra Mundial, este soldado japonés seguía
luchando porque no se había dado cuenta de que la
guerra había terminado.
Piensa en las penurias que soportó. Piensa en la
separación de su familia y amigos. Piensa en cómo
extrañó su cultura y en todas las cosas que sufrió y
que eran totalmente innecesarias. Piensa en todas las
44
personas que resultaron heridas y hasta murieron,
porque él siguió viviendo como si hubiera una guerra.
Te estoy diciendo que hay cristianos que están
sufriendo, sin entender que la guerra ya terminó. Te
están diciendo que Dios todavía te está reclamando
por tus pecados. Te están diciendo que, si tienes algún
pecado en tu vida, Dios no te va a bendecir. Te están
diciendo que Dios no va a responder a tus oraciones,
que Dios está enojado y molesto contigo.
¿Durante cuánto tiempo seguirás viviendo como
si la guerra continúa y te perderás todo lo que Dios
tiene para ti? Te animo a que aceptes todo lo que Jesús
ha hecho por nosotros, y que celebres con los ángeles
porque hay «en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres».
Perderse el desfile
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en
la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él, perdonándoos todos los
pecados, anulando el acta de los decretos que
45
había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
y despojando a los principados y a las potestades,
los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos
en la cruz.
Colosenses 2:13-15
Jesús no sólo venció a Satanás y a sus fuerzas,
sino que los despojó. Los desarmó de todo su poder y
autoridad. También hizo una exhibición de ellos. Eso
es lo que significa la palabra griega deigmatizó, que se
tradujo como «los exhibió publicamente».5
La frase triunfando sobre, procede de la palabra
griega thriambeuo, y significa «hacer una procesión
aclamatoria, es decir (figuradamente) conquistar o
(por hebraísmo) dar la victoria».6 Esta palabra griega
procedía de una raíz que describía lo que los romanos
llamaban «una procesión triunfal».7
Los romanos tomaban a un rey o general
conquistado y lo desnudaban, lo ataban a un caballo
o carro, le cortaban los dedos gordos de los pies y los
pulgares y hacían un desfile de la victoria.
46
Con ello se quería demostrar a todos los
ciudadanos romanos que el que había sido una
amenaza no volvería a causarles más problemas. Si
este hombre tuviera algún poder, nunca permitiría tal
desfile. Pero ya no podía sostener una espada ni hacer
nada más que cojear.
Esto es lo que Dios hizo con el diablo. Lo despojó
totalmente, y Satanás ya no tiene ningún poder o
autoridad para oprimirnos. Pero el problema es que
gran parte del cuerpo de Cristo se ha perdido el desfile.
Ellos no saben que Satanás ya ha sido derrotado.
Es triste, pero muchas iglesias son el agente de
intimidación de Satanás por medio de sus enseñanzas
erróneas sobre la autoridad del diablo. Debemos
mostrarles este desfile por medio de las páginas de la
Escritura para que no vivan temiendo a un enemigo
derrotado.
Conclusión
La mayoría de nosotros creemos que Dios actúa
en nuestra vida solo cuando somos dignos. Hemos
47
atado Su capacidad a nuestra bondad. En el momento
en que hagas eso, Satanás te derrotará porque tu
propio corazón te condenará y te hará saber que no lo
mereces. Pero ese no es el mensaje que Jesús trajo. Él no
le estaba imputando los pecados del hombre. Nos dijo
que predicáramos un mensaje que le diga a la gente:
«La guerra ya terminó. ¡Dios ya no está enojado!».
Ahora bien, esto no significa que todo dependa de
Dios. Si así fuera, entonces recibirías lo que Dios tiene
para ti porque Dios es un Dios bueno. Él solamente
tiene cosas buenas reservadas para ti. Sin embargo,
hay que creer para recibir. No tienes que ser santo y
hacerlo todo bien, pero tienes que creer. Si te sientes
tan indigno y piensas que has hecho todo tan mal
que Dios no te ama, eso es incredulidad. Ese no es el
mensaje del Evangelio, y es precisamente lo que impide
que tu fe funcione.
La fe obra por el amor (Gá. 5:6). Si entendieras
cuánto te ama Dios —que lleva tu foto en la cartera,
que no está enojado, decepcionado o avergonzado de
ti, sino que está orgulloso de ti— tu fe se dispararía por
las nubes. Dirías: «Cualquier Dios que pueda amarme
48
y pasar por alto todas las estupideces que he cometido
es un Dios maravilloso. ¡Si Él hace eso, hará cualquier
cosa!».
Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios os rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios.
2 Corintios 5:20
Ese es mi propósito al escribir este libro de bolsillo.
Quiero ayudarte a reconciliarte con Dios. Dios se
ha reconciliado contigo, ha perdonado tus pecados
y los quitó. No está enojado contigo. Ahora Dios es
amigable y está en armonía contigo. ¿Te reconciliarás
con Dios? ¿Aceptarás ahora lo que Él ha dicho?
Este es el mensaje que se supone los cristianos
deben compartir —¡que la guerra ya terminó!
49
Estudio complementario
Si te gustó este libro de bolsillo y te gustaría
aprender más sobre algunas de los temas que he
compartido, te sugiero estas enseñanzas:
• La guerra ya terminó (libro completo, guía de
estudio, DVD, CD)
• Espíritu, alma y cuerpo (libro completo, guía de
estudio, DVD, CD)
• ¡Ya lo tienes! (libro completo, guía de estudio,
DVD, CD)
Estas enseñanzas en español están disponibles
gratuitamente en awmi.net/español o para su compra
en formato de libro, guía de estudio, CD, DVD en
awmi.net/store.
Para ver las enseñanzas de Andrew en inglés, visita
awmi.net/video.
50
Recibe a Jesucristo como tu
Salvador
¡Optar por recibir a Jesucristo como tu Señor
y Salvador es la decisión más importante que jamás
hayas tomado!
La Palabra de Dios promete que: «Si confesares con
tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque
con el corazón se cree para justicia, pero con la boca
se confiesa para salvación» (Ro. 10:9-10). «Porque todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» (Ro.
10:13). Por su gracia, Dios ya hizo todo para proveer
tu salvación. Tu parte simplemente es creer y recibir.
Ora en voz alta: «Jesús, reconozco que he pecado
y que debo recibir lo que hiciste para el perdón de
mis pecados. Yo confieso que Tú eres mi Señor y
Salvador. Creo en mi corazón que Dios te levantó de
51
entre los muertos. Por fe en Tu Palabra, recibo ahora la
salvación. ¡Gracias por salvarme!»
En el preciso momento en que le entregaste tu vida
a Jesucristo, la verdad de Su Palabra instantáneamente
se lleva a cabo en tu espíritu. Ahora que naciste de
nuevo, ¡hay un tú completamente nuevo!
Por favor comunícate con nosotros para que
nos digas si oraste para recibir a Jesucristo como tu
Salvador. Nos gustaría enviarte unos materiales de
estudio gratis que te ayudarán en tu nuevo camino.
Llama a nuestra Línea de ayuda: +1 719-635-1111 (de
lunes a viernes, 7:00 a.m. – 3:00 p.m., hora estándar
de la montaña) para que hables con uno de nuestros
operadores que están listos para ayudarte a crecer en
tu relación con el Señor.
Citas bíblicas tomadas de la Reina-Valera 1960
52
Recibe el Espíritu Santo
Como Su hijo que eres, tu amoroso Padre Celestial
quiere darte el poder sobrenatural que necesitas para
vivir esta nueva vida.
Todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá… ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan?
Lucas 11:10,13b
¡Todo lo que tienes que hacer es pedir, creer y
recibir!
Haz esta oración: «Padre, reconozco mi necesidad
de Tu poder para vivir esta vida nueva. Por favor
lléname con Tu Espíritu Santo. Por fe, ¡lo recibo ahora
mismo! Gracias por bautizarme. Espíritu Santo, ¡eres
bienvenido a mi vida!»
53
Algunas sílabas de un lenguaje que no reconoces
surgirán desde tu corazón a tu boca (1 Co. 14:14).
Mientras las declaras en voz alta por fe, estás liberando
el poder de Dios que está en ti y te estás edificando
en el espíritu (1 Co.14:4). Puedes hacer esto cuando
quieras y donde quieras.
Realmente no interesa si sentiste algo o no cuando
oraste para recibir al Señor y a Su Espíritu. Si creíste en
tu corazón que lo recibiste, entonces la Palabra de Dios
te asegura que así fue. «Por tanto, os digo que todo lo
que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá»
(Mr. 11:24). Dios siempre honra Su Palabra; ¡créelo!
Nos gustaría regocijarnos contigo y ayudarte a
entender más plenamente lo que ha sucedido en tu
vida.
Por favor, comunícate con nosotros y dinos si
hiciste la oración para ser lleno del Espíritu Santo y
para que pidas el libro El nuevo tú y el Espíritu Santo.
Este libro te explicará con más detalle los beneficios de
ser lleno del Espíritu Santo y hablar en lenguas. Llama
a nuestra Línea de ayuda: +1 719-635-1111 (de lunes
54
a viernes, 7:00 a.m. – 3:00 p.m., hora estándar de la
montaña).
Citas bíblicas tomadas de la Reina-Valera 1960
55
Llama para pedir oración
Si necesitas oración por cualquier motivo y quieres
hablar con uno de nuestros operadores en español,
puedes llamar a nuestra Línea de ayuda al +1 719-6351111, de lunes a viernes, 7:00 a.m. – 3:00 p.m. (hora
estándar de la montaña). Un ministro capacitado
contestará tu llamada y orará contigo.
Cada día, recibimos testimonios de sanidades y
otros milagros por medio de nuestra Línea de ayuda,
y estamos compartiendo las noticias que son casi
demasiado buenas para ser verdaderas del Evangelio
con más personas que nunca.
Por lo tanto, ¡te invito a que llames hoy!
56
El autor
La vida de Andrew Wommack cambió para
siempre en el momento que él se encontró con el amor
sobrenatural de Dios el 23 de marzo de 1968. Como
autor y maestro de renombre de la Biblia, Andrew
ha asumido la misión de cambiar la manera como el
mundo percibe a Dios.
La visión de Andrew es llevar el Evangelio tan lejos
y tan profundo como sea posible. Su mensaje llega lejos
por medio de su programa de televisión The Gospel
Truth (La Verdad del Evangelio), que está disponible
para casi la mitad de la población mundial. El mensaje
penetra profundamente por medio del discipulado en
el instituto bíblico Charis Bible College, con su sede
en Woodland Park, Colorado. Establecido en 1994,
Charis tiene campus en varios lugares de los Estados
Unidos y por todo el mundo.
57
Andrew también cuenta con una extensa biblioteca
de materiales para la enseñanza en formatos impresos,
de audio y de video. Más de 200,000 mil horas de
enseñanzas gratis en inglés, están disponibles en su
sitio web awmi.net. Para alcanzar a la gente que habla
español, y llevarlos a un conocimiento más profundo
de la Palabra, su sitio web awmi.net/español ofrece
gratuitamente videos y artículos de sus enseñanzas
más populares.
Notas Finales
1.
Winston Churchill, “Sinews of Peace (Iron Curtain
Speech),” Westminster College, Fulton, MO, 5 de
marzo de 1946, se accedió el 3 de marzo de 2023,
https://www.nationalchurchillmuseum.org/sinewsof-peace-iron-curtain-speech.html.
2.
“La pasión de Cristo” (la crítica de la película en
inglés), PluggedIn, Focus on the Family, se accedió
el 3 de marzo de 2023, https://www.pluggedin.com/
movie-reviews/passionofthechrist/.
3.
Vine’s Expository Dictionary of New Testament
Words, s.v. “confess,” se accedió el 3 de marzo de
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Información para
comunicarse con el ministerio:
Andrew Wommack Ministries, Inc.
PO Box 3333
Colorado Springs, CO 80934-3333
Correo electrónico: [email protected]
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