CAPITULO II MARCO TEÓRICO 11 CAPÍTULO II MARCO TEÓRICO 1.- ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN Los antecedentes de la presente investigación están constituidos por los diversos trabajos previos, que bien sea de manera general o particular, se avocan a analizar el objeto de estudio de la misma, en el caso que nos ocupa, el procedimiento de las medidas cautelares decretadas en segunda instancia en el Código de Procedimiento Civil. Ahora bien, se observan el conjunto de estudios de tipo investigativo al respecto que representan los antecedentes de la presente investigación, limitando el campo de antecedentes a los trabajos investigativos, ya que la opinión doctrinaria, los extremos de Ley y, finalmente, el criterio jurisprudencial será presentado más adelante; en atención a esto, dentro de los antecedentes del presente trabajo de investigación se cuentan: Trabajo Especial de Grado para optar al título de Abogado, presentado por Llavanero, Noriega y Rojas, denominado “Análisis comparativo de las medidas cautelares expuestas en el Código de Procedimiento Civil y el Código Orgánico tributario” (URBE, 2007): por otro lado, y, en igualdad de condiciones, se observa la investigación titulada “Aplicación de las medidas 11 12 cautelares innominadas en el juicio oral, como anticipación de la tutela efectiva en Venezuela”, presentado por D´agostini, Fernández y León. (URBE, 2007). 2.- BASES O FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA – LEGAL DOCTRINAL Siendo una investigación desarrollada dentro del campo jurídico, las bases normativas, doctrinales y jurisprudenciales constituyen el punto a partir del cual se explana el análisis del tema objeto de estudio, prestando especial atención al conjunto de textos, leyes y demás, que contengan datos relativos al procedimiento de las medidas cautelares decretadas en segunda instancia en el Código de Procedimiento Civil. En atención a las consideraciones expresadas, en lo que respecta al objeto de estudio, la base normativa principal está constituida por el Código de Procedimiento Civil venezolano vigente, siendo la norma que establece, regula y en definitiva, determina lo referente a las medidas cautelares dentro de la legislación civil venezolana. Por otro lado, en lo que respecta a criterios doctrinales, resaltan los trabajos de Jiménez, el cual lleva por título “Las medidas cautelares en la legislación venezolana” (1986); Ortiz, con su obra “Las medidas cautelares innominadas: Estudio analítico y temático de la jurisprudencia nacional” (1.999); Henríq uez, con su obra: “Medidas cautelares, según el nuevo Código de Procedimiento Civil” (2000); y, Sánchez Del Procedimiento Cautelar y otras Incidencias. (1995). 13 2.1.- PROCEDIMIENTO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES EN EL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL El fundamento legal de las medidas cautelares se encuentra en el articulo 585 del Código de Procedimiento Civil, el cual viene a establecer que estas medidas serán decretadas por el Juez siempre que éste observe la existencia de un riesgo manifiesto que haga ilusoria la ejecución de la futura sentencia, con el requisito necesario de que se acompañe un medio de prueba que dé fundamento suficiente para dar lugar a la presunción grave, para el Juez, de la circunstancia descrita, así como del derecho que se reclama. En este sentido, la doctrina patria se ha dado a la labor de conceptualizar las medidas preventivas, expresando que las mismas consisten en disposiciones de precaución adoptadas por el juez, a solicitud de la parte interesada, con el propósito de asegurar los bienes litigiosos y evitar la insolvencia del obligado antes de la sentencia, tomando en cuenta que el proceso denota a l aspiración de las partes de la realización material del derecho, especialmente cuando se persigue obtener una sentencia de condena. En ese orden de ideas, Henríquez (2000, p. 171), afirma la independencia total entre el procedimiento de las medidas cautelares y la causa principal, inclusive, “los actos, sucesos y eventuales que ocurren en uno, no influyen en nada en el otro”, salvo las excepciones que pongan fin al procedimiento. A 14 tenor de lo expresado por el precitado autor, se observa lo dispuesto en el artículo 604 del Código de Procedimiento Civil, el cual determina que la articulación en la que se resuelvan las medidas objeto de análisis no suspenden el curso de la causa principal. Dejando a un lado el estudio institucional de las medidas cautelares, es necesario observar lo dispuesto por la norma en cuanto a su procedimiento, el cual se encuentra establecido en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, que determina: Las medidas preventivas establecidas en este Titulo las decretará el Juez, sólo cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un medio de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama. Inicialmente, es propio traer a colación lo expresado por Henríquez (1992, p. 151), “el primer requisito que establece la ley de un modo implícito para decretar cualquier medida preventiva es que exista el juicio en el cual la medida va a surtir sus efectos”. Resulta apropiada la observación expresada por el nombrado autor, ya que la norma no lo establece expresamente, sin embargo es lógica la preexistencia de proceso. Del precitado artículo se observa que las medidas cautelares se solicitan a instancia de parte, y para que el Juez proceda a decretarlas se debe traer al proceso un medio de prueba suficiente para crear la presunción grave de la posibilidad de ilusoriedad del fallo que se persigue. 15 Posterior a la solicitud, el Juez debe observar lo dispuesto en el artículo 588 eiusdem, que reza: En conformidad con el artículo 585 de este Código, el Tribunal puede decretar, en cualquier estado y grado de la causa, las siguientes medidas: 1º El embargo preventivo; 2º El secuestro de bienes determinados; 3º La prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles. Podrá también el Juez acordar cualesquiera disposiciones complementarias para asegurar la efectividad y resultado de la medida que hubiere decretado. Analizando exhaustivamente la norma, partiendo de los requisitos establecidos en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, el artículo supra citado debería expresar “debe” y no “puede”, en atención a que una vez cumplidos dichos requisitos se debe, necesariamente, decretar la medida. Ahora bien, la norma transcrita determina la clasificación de las medidas cautelares, al establecer taxativamente el embargo, secuestro y la prohibición de enajenar y gravar, que vienen a ser las medidas nominadas; y, por otro lado, cualesquiera disposiciones, que vienen a ser el fundamento legal de las medidas innominadas. Continuando con el procedimiento, es posible que la parte contra quien obre la medida se oponga a ella, según el parágrafo segundo del artículo 588 eiusdem, caso en el cual aplicarán las reglas dispuestas a tal sentido en los artículos 602 al 606 de dicho texto normativo. 16 A grosso modo, dicho procedimiento, que de ninguna forma paraliza la causa principal, se desarrolla así: La oposición a la medida debe presentarse dentro del tercer día siguiente a la ejecución de esta o de la citación; en vista de la oposición, se abre una articulación de ocho días, para que las partes promuevan y evacuen las pruebas que consideren pertinente. Finalmente, una vez vencido dicho lapso, el Tribunal tiene dos días para dictar su decisión; dicha máxima es apelable en un solo efecto (Devolutivo). Igualmente, puede la parte contra quien opere prestar caución suficiente que suspenda dicha medida, según el parágrafo tercero del artículo 588 eiusdem. Volviendo la mirada sobre el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, previamente transcrito, en especial atención siendo la norma que impone la regulación o extremos legales sobre los requisitos necesarios para dictar la medida, se observa que el legislador venezolano establece una excepción, la cual se encuentra determinada en el artículo 590 eiusdem, e impone la obligación, para el solicitante de la medida en cuestión, de dar caución suficiente que garantice la reparación de los daños y perjuicios que la medida solicitada ocasionará de no obtener un fallo a su favor. 2.1.1.- REQUISITOS PARA EL DECRETO DE LAS MEDIDAS CAUTELARES EN EL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL Con respecto a la procedencia, Ortiz (1999, p.41) expone que estas 17 condiciones está n expresamente previstas en la ley y constituyen el límite de discrecionalidad judicial para decretar y ejecutar la medida. Acudiendo a la norma a tenor de esta cuestión, se observa lo dispuesto en el articulo 585 del código de Procedimiento Civil, antes transcrito; dicho artículo le impone el carácter de judicialidad a las medidas cautelares, es decir, sólo el juez puede decretar una medida, en virtud que las mismas se traducen necesariamente en la restricción del libre ejercicio de ciertos derechos ampliamente reconocidos por la legislación. Puntualmente, para que procedan las medidas preventivas es necesario que medien una serie de supuestos, a saber: - Que exista un juicio pendiente ; anteriormente se hizo mención a la omisión del legislador de determinar este requisito expresamente, En cuanto respecta a éste, no solo basta la presentación del libelo de la demanda, sino que debe haberse admitido la misma, según la opinión de la extinta Corte Suprema de Justicia en su fallo de fecha 13/12/1979. - La presunción grave del derecho que se reclama; también comúnmente denominado fumus boni iuris. - Que exista riesgo manifiesto sobre que el fallo; propiamente, que la ejecución de éste, se haga ilusorio, carácter denominado fumus periculum in mora. - Que la petición encaje dentro de los casos taxativamente determinados en el Código de Procedimiento Civil. 18 En cuanto a los requisitos se refiere, es posible que se prescinda de ellos, siempre que se preste caución suficiente para cubrir los daños y perjuicios ocasionados, en caso que el fallo no sea favorable a quien solicitó tal medida; esta actividad se reconoce como decreto de medidas cautelares con caución o garantía. Finalmente, es propio hacer mención a que sólo las medidas de embargo de bienes muebles y la prohibición de enajenar o gravar bienes inmuebles son procedentes mediante caución o garantía , antes analizada; en consecuencia, dentro del proceso civil venezolano rige el principio que determina la imposibilidad de que se obtenga el decreto de la medida de secuestro mediante caución o garantía; excepción establecida en atención a que esta medida recae sobre la cosa objeto del litigio, y además, una suma de dinero no puede satisfacer la pretensión de las partes. 2.1.1.1.- FUMUS BONI IURIS: HUMO, OLOR A BUEN DERECHO Sobre este requisito expresa la Corte Superior Primera, citada en Henríquez (1992, p. 159) “Iniciado el juicio, está en la potestad del Juez apreciar la existencia o no de la presunción del derecho reclamado. Este juicio preliminar objetivo, no ahonda ni juzga sobre el fondo del problema”. La expresión fumus boni iuris significa, literalmente humo o apariencia de buen derecho; comprende pues, dentro del ámbito de las medidas cautelares, el cálculo de probabilidades a favor de la parte que solicita le sea 19 decreta, en todo caso el peticionante del derecho tutelado debe llevar al juicio prueba fehaciente , que al menos de lugar a una presunción, de aquél. Aunado a las consideraciones antes expresadas, Henríquez (2000, p. 188), afirma “el fundamento o ratio legis del requisito de la presunción grave del derecho que se reclama radica en la necesidad de que se pueda presumir al menos que el contenido de la sentencia definitiva del juicio será de condena, como justificación de las consecuencias limitativas al derecho de propiedad que conlleva la medida”. Finalmente, y en consonancia con las consideraciones expresadas, se determina que el fumus boni iuris, constituye la presunción grave del derecho que se reclama, y el decreto de la medida solicitada va a resguardar el resultado práctico de la ejecución forzosa que se persigue obtener en el fallo definitivo. 2.1.1.2.- FUMUS PERICULUM IN MORA: PELIGRO EN LA DEMORA Este precepto representa, según Henríquez (1992, p. 159) una de las condiciones de procedibilidad de la medida cautelar solicitada, denominada peligro en la demora o en el retardo, que al igual que el supuesto supra descrito, opera por solicitud al juez, dentro de un proceso civil, y cuando se ha dado prueba suficiente para demostrar las condiciones de hecho que dan lugar a la situación de temor de un daño. 20 Se determina que el peligro en la demora o retardo consiste en el temor de un daño de carácter jurídico-pecuniario posible, el cual debe ser inmediato o inminente; la medida, en este sentido, persigue evitar los perjuicios que un demandado de mala fe puede causar, con consecuencias directas en el proceso principal. Este supuesto se consagra en la norma, artículo 585 del Código de procedimiento, específicamente cuando el legislador instaura "cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo". Ahora bien, una vez determinada la noción del peligro en la demora, es propio mencionar que la norma determina dos casos, con pequeñas pero puntuales diferencias; por un lado, el legislador, tomando como fundamento un hecho específico, presume la existencia del peligro, por lo ta nto, como consecuencia de dicha presunción, impone la carga de la prueba sobre el hecho determinado, y no directamente sobre el peligro. En tanto respecta a la diversidad de peligro en la demora, Calamandrei, citado en Henríquez (1992, p. 161) distingue el peligro de infructuosidad y el peligro de tardanza de la providencia principal, los cuales atienden no a la satisfacción del derecho reclamado, sino “al aseguramiento preventivo de los medios aptos e idóneos para determinar que la providencia principal sea eficaz en sus resultados prácticos.” En este orden de ideas, tomando como referencia las cuestiones supra mencionadas, se determina que el fumus periculum in mora, como condición de procedibilidad de las medidas cautelares, supone la presunción de 21 situaciones de hecho que, de ser válido el derecho reclamado, al cual se hizo mención anteriormente, redundarían en un daño como consecuencia del resultado ilusorio del fallo. 2.1.2.- RECURSOS CONTRA LAS MEDIDAS CAUTELARES EN EL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL Tal como se expresó supra, el auto donde se decreta la medida cautelar, en cualquiera de sus modalidades, debe ser dictado por el Juez a cuya jurisdicción se haya sometido la controversia; dicho fallo puede ser objeto de recurso por la parte contra quien opere dicha medida; tales recursos se analizan puntualmente a continuación. 2.1.2.1.- RECURSO DE APELACIÓN Una vez presentada la solicitud de la medida preventiva y siendo aportados los recaudos a tenor exigidos, el juez debe decidir sobre la procedencia de la misma; en tal sentido, siguiendo lo expresado por Henríquez (2000, p. 205), pueden presentarse tres situaciones: Decretar la medida, en vista de las pruebas presentadas; negar la medida; y, ordenar se amplíen las pruebas presentadas. Continúa el citado autor afirmando que sobre dicha decisión, establece el artículo 601 del Código de Procedimiento Civil: “En ambos casos, dicho decreto deberá dictarse el mismo día que se haga la solicitud, y no tendrá 22 apelación”. Se observa que la norma no contempla la posibilidad de negativa de la medida, es por ello que se considera que, siendo negativa la decisión, es procedente la interposición del recurso de apelación, en consonancia con el artículo 289 eiusdem, referido a las sentencias interlocutorias que causen un daño irreparable. En cuanto respecta al recurso que nos ocupa, siguiendo lo establecido por la norma, es necesario volver la mirada sobre el artículo 603 eiusdem, que determina: “Dentro de dos días, a más tardar, de haber expirado el término probatorio, sentenciará el Tribunal la articulación. De la sentencia se oirá apelación en un solo efecto”. En lo relativo al recurso en comento, se observa diversidad de criterios en la jurisprudencia nacional, según Henríquez (2000, p. 209), “constituye una jurisdicción de equidad, opuesta al principio de legalidad, según la cual el juez debe tomar en cuenta las características singulares del caso para lograr una justicia particular, individual, concreta, a fin de evitar que, en razó n de la peculiaridad del caso, se desnaturalice o invalide la intención del legislador”; no obstante, se observa en la práctica forense que el recurso de apelación no procede contra el decreto de la medidas cautelares. Finalmente, es necesario observar un caso particular, constituido por la medida de embargo en vía ejecutiva, respecto de la cual, siguiendo lo dispuesto en el artículo 602 eiusdem, no es procedente el recurso de apelación, sino el recurso de oposición, en vista del carácter que tal vía supone. 23 2.1.2.2.- RECURSO DE OPOSICIÓN Inicialmente, antes de entrar a debatir las cuestiones de índole procesal del recurso de oposición, es propio acotar lo expuesto por Henríquez (2000, p. 229), sobre la similitud que existe entre el procedimiento de oposición de parte y el proceso penal; en este sentido afirma el precitado autor “en el procedimiento de medidas preventivas encontramos una primera fase con caracteres de cognición y ejecución muy similar a los elementos que presenta el procedimiento sumario penal.” Esta semejanza se denota en la actuación del juez referida al conocimiento y valoración tanto de los argumentos como de las pruebas expuestas por las partes, que conducen a una decisión en la cual el afectado o contra quien se obra no tiene oportunidad para oponer alguna defensa. Ahora bien, en cuanto respecta al recurso de oposición, el legislador, contrario al caso del recurso de apelación establece de forma expresa las reglas, a tal sentido se observa lo dispuesto en el parágrafo segundo, artículo 588 del Código de procedimiento Civil, que impone: Cuando se decrete alguna de las providencias cautelares previstas en el parágrafo primero de este artículo, la parte contra quien obre la providencia podrá oponerse a ella, y la oposición se sustanciará y resolverá conforme a lo previsto en los artículos 602, 603 y 604 de este Código. De inicio, es menester acotar que las medidas a las cuales se hace referencia son la generalidad de las medidas cautelares, es decir, la nominadas, a saber el embargo, el secuestro de bienes muebles y la 24 prohibición de enajenar y gravar, además de las medidas innominadas, ya que la norma faculta al Juez para decretar cualquier medida que considere adecuada. Inicialmente, el recurso de oposición procede contra el decreto que ordena la medida cautelar, en tal sentido, se considera legitimado activo para oponerse a la máxima que ordena una medida cautelar cualquiera, la parte contra quien obre, es decir, quien se ve afectado por la misma. Ahora bien, el procedimiento a seguir se desarrolla como una incidencia dentro del proceso, por lo tanto no paraliza la causa principal, según impone el artículo 604 del Código de Procedimiento Civil; dicha incidencia se desarrolla de la siguiente manera: Una vez decretada la medida cautelar, dentro del tercer día siguiente a su ejecución sí la parte contra quien obre ya ha sido citada o dentro tercer día después que conste la misma, debe formalizarse la oposición a aquella, razonando dicha actuación, según establece el artículo 602 eiusdem. Siguiendo la norma previamente citada, mediando o no el recurso de oposición, se abre, de pleno derecho, una articulación probatoria, con un término de ocho días, dentro de los cuales los interesados deben promover y evacuar las pruebas conducentes a demostrar sus posiciones. En lo que respecta a la decisión de esta incidencia, la misma, según el artículo 603 eiusdem, debe ser sentenciada dentro de los dos días a vencido el lapso antes mencionado; esta decisión sólo puede ser efecto del recurso de apelación en un solo sentido. 25 2.1.2.3.- RECURSO DE CASACIÓN De inicio, se observa que la norma aplicable para la procedibilidad del recurso extraordinario de casación está consagrada en el artículo 312 del Código de Procedimiento Civil, artículo éste donde el legislador patrio establece de manera taxativa las decisiones que pueden ser objeto del mismo. Ahora bien, en tanto respecta a la posibilidad de incoar el recurso de casación contra fallos en los cuales se decreten medidas cautelares, se observa silencio en la normativa aplicable, en vista de lo cual se hace necesario acudir a la jurisprudencia. En tal sentido, se observa la sentencia Nº 352, de fecha 11 de Mayo de 2007, emanada de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia. La precitada máxima, al observar el anuncio y formalización del recurso de casación contra un fallo que decreta una medida cautelar, conoce del asunto sometido a su jurisdicción y pasa a realizar una serie de consideraciones; dicho análisis parte del principio de que el fallo que decrete una medida cautelar tiene carácter provisional, en atención a que tal pronunciamiento puede ser revisado, inclusive ser objeto de modificaciones por el mismo Juez que lo dictó . En ese orden de idea, dicha Sala, observa que dicho tribunal ha conocido el recurso de casación en diversas causas contra el fallo que decreta una medida cautelar, aún siendo evidente que el mismo es provisional y puede 26 ser modificado en cualquier momento por el Juez que lo dictó; aunado al reiterado desconocimiento de la determinación que hace el legislador patrio, al imponer en el ordinal 1º del artículo 312 del Código de Procedimiento Civil que sólo pueden ser objeto del recurso de casación los fallos que pongan fin a la causa. Es por ello, en estricto apego a las consideraciones explanadas, las cuales encuentran amplia fundamentación teórica y legal, que a partir de la publicación del fallo objeto de análisis, emanado del Tribunal Supremo de Justicia, en fecha 11 de Mayo de 2007, se impone el cambio del criterio jurisprudencial en tal sentido mantenido por dicho tribunal, y se determina que no serán conocidos en casación los recursos interpuestos contra dichas decisiones, lo que implica que anunciado el recurso de casación debe ser declarado inadmisible. 2.1.3.- MOTIVOS DE OPOSICIÓN EN LAS MEDIDAS CAUTELARES EN EL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL En cuanto respecta a los motivos por los cuales puede hacerse efectiva la oposición al decreto de una medida cautelar, por parte de quien se vea afectado por la misma, es necesario observar los requisitos que establece la norma; en tal sentido, up supra se hizo mención a que la normativa legal aplicable, artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, impone dos requisitos básicos, a saber el fumus boni iuris o humo del buen derecho, y el 27 fumus periculum in mora o peligro en la mora; por las razones expresadas, resulta propio expresar que la oposición a la medida cautelar debe estar fundamentada en la falta o deficiencia de alguno de dichos requisitos; dichas situaciones se analizan detenidamente a continuación. 2.1.3.1.- DEFICIENCIA EN EL FUMUS BONI IURIS En cuanto respecta al fumus boni iuris, expresa Henríquez (1999, p. 157) “el fundamento o ratio legis del requisito legal de la presunción grave del derecho que se reclama, está fundamentado en que es necesaria una presunción contraria para superar la condición favorable del poseedor”. De la opinión transcrita cobra importancia la necesidad de que nazca una presunción grave y no que se atente o restringa un derecho determinado al obtener, en la definitiva la inexistencia del derecho que se pretendía asegurar. Ahora bien, la norma, artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, impone claramente la obligación, para quien solicita le sea decretada una medida cautelar de acompañar “un medio de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama”. Aunado a dicha imposición, el artículo 588 eiusdem, establece que el Juez “puede decretar”, en tal sentido, dicha decisión es potestativa del aquél, por lo tanto se basa en su libre arbitrio, y será el Juez, quien determine que se ha demostrado lo suficiente el derecho reclamado para proceder a dictar o no la 28 medida cautelar solicitada. En todo caso, pueden las partes oponer los recursos supra analizados. 2.1.3.2.- DEFICIENCIA EN EL FUMUS PERICULUM IN MORA En consonancia con lo expresado antes sobre el fumus periculum in mora, se afirma que siendo éste uno de los requisitos de procedibilidad, determinado así en el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, al imponer “cuando exista riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo”; concatenado con el parágrafo primero del artículo 588 eiusdem, cuando establece “cuando hubiere fundado temor de que una de las partes pueda causar lesiones graves o de difícil reparación al derecho de la otra”. Una vez que se observa lo dispuesto en la norma, es notoria la necesidad, para el solicitante, además de probar las condiciones de hecho que, de ser cierto y válido el derecho reclamado, demuestren el peligro inminente de un daño o la ilusoriedad del fallo que resuelva la litis; por lo tanto, la deficiencia de las pruebas exigidas por el legislador ocasiona la negativa de la medida, todo esto según el arbitrio del Juez, según establece el artículo en comento. 2.1.4.- MEDIDAS PREVENTIVAS NOMINADAS EN EL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL Estas medidas son aquellas que el legislador establece taxativamente y, en el caso del ordenamiento civil venezolano, encuentran plenamente 29 determinadas en el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, que determina las siguientes medidas: El embargo de bienes muebles, el secuestro de bienes determinados y la prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles. Una vez enmarcados dentro de lo establecido por el legislador, es propio acotar que en lo referente a las medidas cautelares nominadas, siendo conocidas de antemano, las mismas serán analizadas a continuación, atendiendo no sólo a su noción, sino también a los requisitos de procedencia y diversos aspectos relevantes para con las mismas. 2.1.4.1.- EMBARGO DE BIENES MUEBLES Partiendo de una noción general de embargo de bienes muebles, se observa la definición aportada por Cabanellas (1981, p. 112) quien expresa que éste es la “medida procesal precautoria de carácter patrimonial que, a instancia de acreedor o actor, puede decretar un juez o tribunal sobre los bienes del deudor o demandado, para asegurar el cumplimiento de una obligación exigida y las resultas generales del juicio.” En definitiva, y vista la omisión expresa del legislador, el embargo es la retención o aprehensión de los bienes del deudor demandado, ordenada por el juez, por la cual se le sustrae la libre disposición de aquellos, con la finalidad de asegurar el cumplimiento de la obligación exigida que constituye la pretensión del actor, en vista de las resultas generales del proceso. 30 Dispone el artículo 591 del Código de Procedimiento Civil, que “el Juez se trasladará a la morada del deudor”; en tal sentido se determina que el juez competente para decretar y ejecutar la medida, es aquél que tiene jurisdicción en el lugar donde estén ubicados los bienes que hayan de ser embargados. Ahora bien, la medida en comento comporta diversas características, a saber, por su propia naturaleza y en tanto sea de carácter preventivo, es temporal; el decreto del mismo se fundamenta en fines exclusivamente precautelativos, es decir, la medida viene a asegurar el resultado en juicio de la condena del deudor, y solamente puede recaer sobre bienes muebles. 2.1.4.2.- SECUESTRO DE BIENES DETERMINADOS Esta medida cautelar no esta definida expresamente por el legislador, no obstante, en observancia de la norma relativa a la misma, se considera como la retención por orden judicial de bienes muebles o inmuebles específicos, los cuales deben ser depositados y puestos en posesión de un tercero o del propio solicitante de la medida, en tanto se resuelve la causa principal en la que dicha medida ha operado. Respecto al secuestro de bienes determinados, establece el artículo 599 del Código de Procedimiento Civil causales taxativas, a saber: Se decretará el secuestro: 1º De la cosa mueble sobre la cual verse la demanda, cuando no tenga responsabilidad el demandado o se tema con fundamento que éste la oculte, enajene o deteriore. 31 2º De la cosa litigiosa, cuando sea dudosa su posesión. 3º De los bienes de la comunidad conyugal, o en su defecto del cónyuge administrador, que sean suficientes para cubrir aquellos, cuando el cónyuge administrador malgaste los bienes de la comunidad. 4º De los bienes suficientes de la herencia o, en su defecto, del demandado, cuando aquel a quien se haya privado de su legítima, la reclame de quienes no hubieren tomado o tengan los bienes hereditarios. 5º De la cosa que el demandado haya comprado y esté gozando sin haber pagado su precio. 6º De la cosa litigiosa, cuando dictada la sentencia definitiva contra el poseedor de ella, éste apelare sin dar fianza para responder de la misma cosa y sus frutos, aunque sea inmueble. 7º De la cosa arrendada, cuando el demandado lo fuere por falta de pago de pensiones de arrendamiento, por estar deteriorada la cosa o por haber dejado de hacer las mejoras a que esté obligado según el contrato. En este caso el propietario así como el vendedor en el caso del ordinal 5o. podrá exigir que se acuerde el depósito en ellos mismos, quedando afecta la cosa para responder respectivamente al arrendatario o al comprador, si hubiere lugar a ello. El secuestro puede ser diversas modalidades, por ello se observa su forma convencional, legal y/o judicial. El primero se materializa por la voluntad de los interesados; el segundo por mandato legal expreso; y, finalmente, el tercero por orden del Juez. 2.1.4.3.- PROHIBICIÓN DE ENAJENAR Y GRAVAR BIENES INMUEBLES De inicio se observa la determinación expresa de que la medida en comento sólo puede recaer sobre bienes inmuebles, a diferencia del embargo preventivo , tratado supra, que solo puede recaer sobre bienes muebles. 32 La prohibición de enajenar y gravar encuentra su fundamento legal en el artículo 600 del Código Procesal Civil, donde se establece que dicha medida implica la privación para el propietario de su derecho de disponer libremente de los bienes que forman parte de su patrimonio; lo cual conduce necesariamente a la imposibilidad de enajenar y/o gravar determinado bien inmueble; no obstante, subsiste válidamente el derecho sobre el bien de uso y disfrute de aquél contra quien obre dicha medida. En lo que respecta al procedimiento, establece el artículo citado que, una vez decretada la medida, el tribunal oficia al Registrador del lugar donde está situado el bien afectado, con la orden de abstenerse de protocolizar cualquier acto de enajenación o gravamen sobre los bienes que dicho oficio determina, bajo pena de nulidad así como de responsabilidad por daños y perjuicios. Finalmente, en necesario acotar que la medida objeto de análisis comporta la restricción de transmisión, bien a titulo gratuito u oneroso, del bien sobre el cual recae, e impone, mediante orden enviada a los diversos Registros Inmobiliarios donde se encuentren los bienes afectados, la imposibilidad de protocolizar dichos actos, bajo pena de sanciones y nulidad. 2.1.5.- MEDIDAS PREVENTIVAS INNOMINADAS EN EL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL Las medidas cautelares innominadas, según Ortiz (1999, p. 41), constituyen un tipo de medidas y, como tal, están sujetas a la previsión 33 genérica establecida en el articulo 585 del Código de Procedimiento Civil, anteriormente mencionado, en su parágrafo primero habla del peligro de infructuosidad del fallo conocido normalmente como periculum in mora y la verosimilitud del derecho a proteger que se conoce con la nominación latina de fumus boni iuris. De forma general, en lo que respecta a las medidas innominadas, las cuales son ajenas a determinación específica por parte del legislador, y proceden en casos sui generis, se observa la sentencia Nº 131, de fecha 15 de marzo de 1994, emanada de la extinta Corte Suprema de Justicia, que sobre las mismas realizó un análisis, determinando que éstas medidas proceden cuando las medidas cautelares taxativamente establecidas en la ley resultan insuficientes o improcedentes en aras de resguardar el derecho y el consecuente resultado del fallo definitivo; propiamente expresa la citada sala: Las instituciones jurídicas innominadas, y entre ellas las medidas cautelares de tal naturaleza, deben en lo posible limitarse o restringirse por su atipicidad y falta de regulación legal, a los casos en que las instituciones jurídicas nominadas, previstas especial y específicamente por el ordenamiento jurídico, resulten inaplicables o sean insuficientes o ineficaces para producir los efectos deseados en un caso concreto. En aras de dar cumplimiento a los objetivos de la presente investigación, dichas instituciones de carácter innominal, y, propiamente, las medidas cautelares innominadas, en lo referente a su noción o definición, así como las respectivas diferencias entre éstas y las medidas nominadas, taxativamente establecidas por el legislador, serán analizadas a continuación. 34 2.1.5.1.- DEFINICIÓN Cuando se trato supra lo referente a las medidas nominadas, se determinó que las mismas son el embargo de bienes muebles, el secuestro y la prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles; dichas medidas cautelares son determinadas por el legislador, en el artículo 588 del Código de Procedimiento Civil. Ahora bien, al tratar las medidas innominadas se hace referencia a otra clase de providencias dictadas a potestad del juez. En lo relativo a la noción de las medidas preventivas innominadas, expresa Ortiz (1999, p. 11), éstas “constituyen un tipo de medidas preventivas de carácter cautelar cuyo contenido no está expresamente determinado en la ley sino que constituye el producto del poder cautelar general de los jueces, quienes a solicitud de parte, pueden decretar y ejecutar las medidas adecuadas y pertinentes para evitar cualquier lesión o daño que una de las partes amenace infringir a la otra y con la finalidad de garantizar tanto la eficacia como la efectividad de la sentencia definitiva y de la función jurisdiccional de la misma”. En todo caso, estas medidas deben estar revestidas del carácter asegurativo que comportan el secuestro, el embargo, ni prohibición de enajenar o gravar; al contrario, éstas pueden resultar en autorizaciones o prohibiciones, con la salvedad de que no recaen directamente sobre bienes. El fundamento legal de esta clase de medidas se encuentra en el único aparte del artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, antes citado, al 35 establecer "Podrá también el juez acordar cualesquiera disposiciones complementarias para asegurar la efectividad y resultado de la medida que hubiere decretado". Por su parte, Sánchez (1995, p.52) abordando lo referente a los requisitos de procedencia, aunado al fumus boni iuris y al periculum in mora, antes tratado, considera otros aspectos que atienden a elementos subjetivos y objetivos, los cuales tienen amplia incidencia en la solicitud de las medidas en comento, así como su decreto y ejecución. En este orden de ideas, siguiendo al precitado autor, se señala: Requisitos Subjetivos, comprendido por el Órgano Jurisdiccional, en vista de la exclusividad de los órganos de administración de justicia de aplicar la justicia. Por otro lado se observan las partes; en este sentido, el autor citado, expresa “quien sea parte en el proceso principal, estará legitimado para solicitar y soportar las medidas cautelares que se decreten en el mismo”. Desde esa óptica, la solicitud de medidas cautelares manifestada por quien no sea parte principal en el proceso deberá desecharse, pues no podrá pretenderse asegurar el resultado de una sentencia que se dicte en un proceso en el cual no ha sido llamado como parte; del mismo modo si las medidas son decretadas contra bienes de terceros o afectan algún derecho de quien no es parte en el proceso principal, su levantamiento se hará procedente como consecuencia del ejercicio del derecho de oposición o de la acción de tercería establecida para los terceros afectados por tales medidas. 36 No obstante, es propio hacer acotación a la excepción prevista en tal sentido, referida al derecho de los terceros que intervienen en el proceso, mediante la intervención adhesiva o mediante la intervención forzosa. Referente a los primeros, el artículo 380 del Código de Procedimiento Civil, les permite hacer valer todos los medios de defensa admisibles en el estado de la causa en que se produzca su intervención, siempre que tales medios no estén en oposición con los de la parte principal. En cuanto respecta al interviniente forzoso, se parte inicialmente, de la inexistencia de una norma explícita que consagre tal facultad, sin embargo, haciendo un juicio lógico, es propio que ostente el derecho de solicitar medidas cautelares en el proceso al cual sea llamado, ya que su llamamiento al proceso constituye una demanda que se propone en su contra para ser tramitada conjuntamente con la demanda que da lugar al juicio principal, pues no debe olvidarse que conforme al articulo 383, su contestación no estará referida únicamente a la cita, sino también a la demanda principal. Superados estos requisitos, es propio observar lo referente a los requisitos objetivos; en tal sentido emerge inicialmente la legalidad; la cual guarda intima relación con la admisibilidad de la demanda, en tanto se observa que no puede ser contraria a la ley, al orden publico o a las buenas costumbres, según impone el artículo 341 del Código de Procedimiento Civil. En este sentido, según Ortiz (1999, p.156), este aspecto está igualmente referido a la posibilidad de ajustarse las normas que regulan su procedencia y oportunidad; que estén consagradas expresamente por la ley, que se 37 faculte al funcionario judicial para decretarlas, que la discrecionalidad, cuando a ella se apele para ser decretadas, se derive de una disposición expresa de la ley. No podría por ejemplo, en el estado actual de la regulación procesal venezolana, decretarse una medida cautelar sin haberse iniciado un proceso al cual tienda a garantizar. Observadas las cuestiones expuestas, es propio hacer mención a un carácter también relevante, sobre todo desde el punto de vista procesal, el cual está referido a la oportunidad para solicitar las medidas, que de inicio, es la existencia de un juicio pendiente. Partiendo nuevamente del artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, antes mencionado, se determina que no se exige expresamente, como requisito para decretar las medidas cautelares establecidas en el articulo citado, la existencia de un juicio pendiente, o que se haya iniciado, pero por analogía se entiende que para que exista la ejecución del fallo y se promuevan las pruebas, debe existir un juicio pendiente. Aunado a estos razonamientos, se observa los dispuesto en el artículo 588 eiusdem, que determina, respecto a las medidas cautelares, pueden decretarse en cualquier estado y grado de la causa. Finalmente, se observa que las medidas cautelares innominadas vienen a ser el conjunto de medidas inherentes a la función de juzgar y de ejecutar el fallo dictado, que puede otorgar el Juez en el curso del proceso contradictorio, con el fin de proteger los derechos de una de las partes 38 presentes en éste, de la posible lesión a que puede estar expuesta por la prolongación del proceso. 2.1.5.2.- DIFERENCIA ENTRE LAS MEDIDAS PREVENTIVAS NOMINADAS E INNOMINADAS Una vez analizadas como fueron las medidas cautelares, tanto nominadas como innominadas, es propio determinar los criterios, aspectos y demás circunstancias que establecen diferencias entre las mismas. En tal sentido, a tenor del objeto analizado y con la finalidad de dar cumplimiento de forma íntegra y cabal a los diversos objetivos de la investigación, se observan las siguientes diferencias entre ambas instituciones: - Conjuntamente con a l s medidas cautelares nominadas, son procedentes medidas complementarias a fin de asegurar la eficacia de la medida cautelar; por otra parte, en lo referente a las medidas cautelares innominadas, no se admiten medidas de carácter complementario, no obstante, es procedente el decreto de nuevas medidas, en igualdad de condiciones, cuando las decretadas resulten insuficientes. - Las medidas nominadas, exceptuando el secuestro, pueden ser decretadas por la vía de caucionamiento, es decir, dando garantía suficiente, según el artículo 590 del Código de Procedimiento Civil; por su parte, las innominadas no proceden por dicha vía. 39 - Las medidas nominadas, con excepción del secuestro, no pueden ser decretadas, o deberán suspenderse, cuando la parte contra quien obran preste caución suficiente, siguiendo lo establecido en el artículo 589 eiusdem; en cuanto respecta a las medidas innominadas pueden seguir surtiendo efecto, circunstancia que aprecia el juez, porque son medidas destinadas a evitar que sigan lesionando. - Las medidas nominadas inciden directamente sobre el patrimonio del ejecutado; en contraparte, las innominadas consisten en prohibiciones o autorizaciones que no versan o afectan directamente el patrimonio. - Las medidas nominadas se establecen para asegurar las resultas del proceso, es decir, evitar que se haga ilusoria la ejecución del fallo; las providencias cautelares innominadas persiguen evitar daños mayores, que estos no se continúen provocando. - Las medidas nominadas requieren para su procedencia de requisitos establecidos, específicamente el fumus boni iure y el periculum in mora, ampliamente analizados up supra; pero en cuanto respecta a las medidas innominadas, requieren además el peligro de que se siga lesionando el derecho de quien lo solicita. 2.1.6.- SOLICITUD DE MEDIDAS CAUTELARES EN SEGUNDA INSTANCIA EN EL CODIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL De inicio, partiendo del artículo 588 del Código de Procedimiento Civil, el cual determina “en cualquier estado y grado de la causa” puede el juez 40 decretar medidas cautelares, se determina que desde el momento mismo en el que se presente el ilbelo de demanda, siendo el acto procesal que da comienzo al juicio, nace el derecho para las partes de pedir que se decrete cualquiera de las medidas preventivas previstas en la ley. En ese orden de ideas, según Henríquez (2000, p. 184), cuando la no rma establece “grado” de la causa, se hace mención a instancia, y, consecuentemente, tanto en primera como en segunda instancia, están facultadas las partes para solicitar, y el juez para decretar, medidas cautelares, cuando así lo consideren pertinente y ajustado a derecho. El criterio al cual se hace mención es aplicable en tanto el juez de alzada conozca como juez de única instancia del juicio preventivo; sin embargo, se observa la posibilidad de que el tribunal de segunda instancia, conociendo del recurso de apelación pueda decretar conjuntamente una medida cautelar. La situación descrita supone dos opciones para el juez, por un lado, la posibilidad de decretar la medida y disponer su ejecución, y por otro, esperar que su decisión sea firme y remitir el expediente al tribunal originario para que sea éste el encargado de decretar lo concerniente a las medidas cautelares. Siguiendo a Henríquez (2000, p. 185), se afirma que “la celeridad propia de toda medida cautelar autoriza sin más el decreto y ejecución de la medida”; este criterio se fundamenta en la posibilidad de “hacer totalmente nugatorio el decreto que se ha considerado procedente”, y en aras de evitar 41 el retraso malicioso del cumplimiento de aquél, dando lugar a disipar los bienes y hacer ilusorio el fallo. En lo respectivo al procedimiento, según Ortiz (1999, p. 89), el tribunal superior, al decretar una medida cautelar, actúa no como un tribunal de primera instancia, sino como un tribunal de primer grado de jurisdicción. 2.1.6.1.- OPOSICIÓN Vistas las consideraciones anteriores sobre la actuación del tribunal de alzada, se observa que, al actuar como un tribunal de primer grado de jurisdicción, se rige por el procedimiento cautelar ordinario;.en este sentido, una vez decretada la medida preventiva en la segunda instancia del juicio, la parte contra quien opere la misma, puede oponerse a ella dentro del lapso previsto en el artículo 602 del Código de Procedimiento Civil, antes analizado; luego de lo cual se entenderá abierta, de pleno derecho, una articulación probatoria de ocho días, a fin de que los interesados promuevan y hagan evacuar las pruebas que consideren idóneas a sus derechos; y al termino de ella, el Juez debe decidir si confirma o revoca la medida. 2.1.6.2.- PRUEBAS De inicio se observa lo dispuesto en la norma, que establece, artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, la obligación, para el solicitante de la 42 medida cautelar, de acompañar “un medio de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se reclama”. Ahora bien, en lo referente a las pruebas, considerando que el procedimiento se encuentra en segunda instancia, es necesario acotar que no opera en este sentido la determinación que impone la limitación probatoria, es decir, pueden las partes promover cualquier medio de prueba admitido por la norma, y no sólo la prueba de instrumentos públicos, la confesión y el juramento decisorio, que en principio, son las admitidas en dicha sede tribunalicia. 2.1.6.3.- RECURSOS De inicio, se observa que al tratarse de un tribunal superior, se determina, siguiendo a Ortiz, (1999, p. 90), que “no pudiera interponerse el recurso de apelación por cuanto la Corte no opera en estos casos como tribunales superiores de los superiores, por consiguiente, ponen fin al procedimiento; siendo así sólo es posible el recurso de oposición.” En este sentido, se observa que en el criterio jurisprudencial una tendencia que disiente el criterio antes expresado; en este sentido, en sentencia de fecha 20 de Abril de 2010, expediente Nº JSA-2010-000114, emanada del Juzgado Superior Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Yaracuy. 43 La jurisprudencia anteriormente citada, expone que a criterio de dicha sede tribunalicia, en atención a que observa una omisión explícita del legislador venezolano, referida a determinar claramente y sin lugar a interpretaciones equívocas, la improcedencia del recurso de apelación contra el fallo que dicta la medida, y al no incluirlo dentro de los supuestos exentos de dicho recurso, taxativamente determinados, nada impide que éste recurso prospere, es decir, por omisión expresa de improcedencia, dicha sede tribunalicia considera procedente la imposición del recurso de apelación, cuestión esta que no se aplica en atención a las consideraciones antes explanadas. Ahora bien, en lo referente al recurso de casación, y a los fines de no hacer reiterativo el análisis ampliamente explanado en lo relativo al recurso de casación al cual se hizo mención, se observa lo dispuesto supra al respecto, y se determina que el mismo, fundamentando el criterio en sentencia de fecha 11 de Mayo de 2007, emanada de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, no procede en vista de la posibilidad de que el fallo en cuestión sea revisado e incluso modificado por el tribunal que lo dicta. 3.- SISTEMA DE CATEGORIAS 3.1.- DEFINICIÓN NOMINAL Procedimiento de las medidas cautelares. 44 3.2.- DEFINICIÓN CONCEPTUAL A este respecto, Ortiz (1999, p.40) afirma que son actos judiciales revestidos de una finalidad esencialmente preventiva, provistas de rasgos y características particulares que le dan un perfil propio y aun cuando están conectadas irremediablemente a un proceso, por estar pre-ordenadas para servirlo, tutelarlo y ampararlo, no satisfacen el derecho sustancial controvertido. 3.3.- DEFINICIÓN OPERACIONAL Las medidas cautelares son el conjunto de acciones establecidas por el legislador que, a solicitud de parte, vienen a proteger la posible materialización del fallo que dirime la controversia, y resguarda el derecho exigido por aquél. (Ver cuadro 1) 45 Cuadro I Operacionalización de la categoría Objetivo general: Analizar el procedimiento de las medidas cautelares decretadas en segunda instancia en el Código de Procedimiento Civil. Categoría Objetivos específicos Subcategoría Unidad de análisis Analizar los recursos contra las medidas cautelares en el Código de Procedimiento Civil Analizar los motivos de oposición en las medidas cautelares en el Código de Procedimiento Civil Analizar las medidas preventivas nominadas en el Código de Procedimiento Civil - Procedimiento. - Fumus Boni Iuris: Humo, Requisitos para el Olor a buen derecho decreto de las - Fumus Periculum in medidas cautelares. Mora: Peligro en la demora Procedimiento de las medidas cautelares. Analizar los requisitos para el decreto de las medidas cautelares en el Código de Procedimiento Civil Analizar las medidas preventivas innominadas en el Código de Procedimiento Civil. Analizar la solicitud de medidas cautelares en Segunda Instancia en el Código de Procedimiento Civil Fuente: Boscán, Soto y Torres. (2011) Recursos contra las medidas cautelares. -Recurso de Apelación -Recurso de Oposición -Recurso de Casación -Deficiencia en el Fumus Motivos de Boni Iuris oposición en las -Deficiencia en el Fumus medidas cautelares. Periculum in Mora Medidas preventivas nominadas. Medidas preventivas innominadas. Solicitud de medidas cautelares en Segunda Instancia. -Embargo de bienes muebles -Secuestro de bienes determinados -Prohibición de enajenar y gravar bienes inmuebles -Definición -Diferencia entre las medidas preventivas nominadas e innominadas -Pruebas -Recursos. -Oposición