Subido por Denise Milesi

RESUMEN ÉTICA BAREIRO UNIDAD I A V

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Psicología, ética y derechos humanos. Cátedra II. 2º cuatrimestre 2023
UNIDAD 1
● Ferrer, J.J. & Álvarez, J.C (2003). Ética, moral y bioética.
CLARIFICACIÓN TERMINOLÓGICA: ÉTICA, MORAL, MORALIDAD
Nuestra palabra “ética” proviene del griego éthos como contrapuesto a páthos. Por
páthos se entiende todo lo que nos ha sido dado por la naturaleza, "pasivamente".
Con el éthos, en cambio, entramos en el ámbito de la libertad y de lo estrictamente
moral.
Desde el punto de vista etimológico, ética y moral significan lo mismo pero
actualmente, la bibliografía especializada suele hacer la siguiente distinción:
-
"ética" se reserva para la disciplina filosófica que estudia racionalmente la
conducta humana en tanto que vida moral, desde el punto de vista de los
deberes y las virtudes; la ética es saber racional, en cuanto reflexión crítica y
sistemática sobre el hecho de la vida moral.
-
“moral" refiere a los códigos normativos concretos, vigentes en las diversas
comunidades humanas; se trata de la moral aceptada por las personas y los
grupos, sin que haya sido necesariamente sometida a una crítica racional
sistemática sobre su fundamentación.
-
“moralidad” refiere al fenómeno universalmente dado en todas las
comunidades humanas, en una pluralidad de formas y sistemas diferentes; se
trata de conductas y formas de vida que son socialmente preferidas,
aceptadas y alabadas y otras que son rechazadas y vituperadas.
PLURALIDAD
DE
SISTEMAS
MORALES
Y
UNIVERSALIDAD
DE
LA
EXPERIENCIA MORAL
Podría establecerse una analogía entre el hecho de la moralidad y el fenómeno del
lenguaje. El ser humano tiene una innata capacidad para el lenguaje, que se
materializa en multitud de idiomas distintos. Del mismo modo, la capacidad para
obrar moralmente se expresa en códigos morales diferentes entre sí. Sin embargo,
la moral como estructura (que el hombre ha de hacer, según la expresión de
Aranguren), es un dato universal, aunque la concreción material en normas, en
códigos y sistemas, es decir, la moral como contenido (lo que el hombre ha de
hacer, según Aranguren) es muy variable.
Respecto de la reflexión acerca de la estructura moral del hombre, podemos
distinguir tres tipos de saberes:
a) Ética descriptiva. La ética descriptiva es el saber acerca de los hechos morales,
sean éstos individuales o colectivos, abordados desde el punto de vista de las
ciencias positivas.
b) Ética normativa. La ética normativa consiste en repertorios, más o menos
sistemáticos, de juicios prescriptivos, es decir, de normas morales. Los sistemas
normativos nos dicen cómo deben actuar los agentes morales, dándoles normas
prácticas de acción. Los repertorios normativos forman sistemas o códigos éticos.
c) Ética filosófica en sentido estricto. La ética filosófica es la reflexión racional
profunda sobre los presupuestos y los fundamentos de los sistemas de normas
morales. Se ocupa de la fundamentación filosófica de la ética normativa, de la
reflexión crítica sobre la coherencia de los sistemas normativos y de los criterios por
los cuales puede pretenderse que un sistema moral sea válido.
Respecto de la reflexión acerca de la génesis de la moralidad hay elementos
constitutivos de la estructura humana que hacen ineludible la condición moral del
hombre:
a) Insuficiencia del instinto. El ser humano nace en el mayor estado de indefensión
e indigencia, en una radical dependencia de los otros. Su evolución y supervivencia
depende de un proceso de aprendizaje y socialización, y requiere la adquisición de
ciertas normas de conducta apropiada.
sin la sociedad no sería posible la
supervivencia misma del hombre en toda su especificidad humana.
b) Racionalidad. La insuficiencia del instinto está compensada por el desarrollo de
la inteligencia racional, según la cual puede elegir sus fines y decidir cuáles son los
medios más idóneos para conseguirlos. La inteligencia humana permite así elaborar
códigos de moralidad, variables según las circunstancias históricas, que favorecen,
prescriben y alaban determinados comportamientos, mientras que desaniman,
prohíben y vituperan otros.
c) Autonomía.La capacidad de elegir racionalmente fines y medios también permite
a la persona humana prever las consecuencias de sus actos y tomar decisiones
eligiendo las consecuencias previsibles en función de sus preferencias.
d) Responsabilidad. Ser responsable es, precisamente, tener que responder, que
explicar, que dar razón de lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer. Nos
sentimos responsables ante nuestra propia conciencia, pero también ante los otros,
ante la comunidad de los seres morales, en cuanto nuestras opciones afectan a los
demás; aun cuando no haya responsabilidad jurídica, sigue estando vigente la
responsabilidad estrictamente moral a la que están sujetas todas nuestras acciones
genuinamente autónomas.
e) Índole comunitaria de la persona humana. Somos constitutivamente entes
sociales y políticos y, por ende, solidarios.Si mis acciones u omisiones contribuyen a
destruir la morada que nos alberga a todos, el dato de la solidaridad se convierte en
imperativo moral: me obliga a ejercer mi autonomía con responsabilidad social, a
actualizar y configurar la mutua dependencia para contribuir al desarrollo de la
persona humana y la promoción de la sociedad.
f) Vulnerabilidad humana.La moralidad se interesa por aquellos comportamientos
humanos que afectan a los demás porque son seres vulnerables, que necesitan la
protección y el calor de la comunidad moral para poder subsistir y florecer.
MORAL Y DERECHO
Moral y Derecho están íntimamente relacionados, pero no son idénticos. Es
necesario que las leyes y la reflexión jurídica establezcan con fuerza coercitiva
ciertas exigencias morales formales para la vida de los ciudadanos en la comunidad
política. La relación entre el orden moral y el jurídico es entonces dinámica y
recíproca. La moralidad es anterior y posterior a la legalidad. Es anterior porque sin
la existencia de seres morales no tendría sentido la regulación legal de sus actos.
Es posterior porque, más allá de lo normativizado por las leyes, se abre un inmenso
campo de acciones donde la obligación es puramente moral.
Esta distinción de planos entre Moral y Derecho, que brinda preeminencia al orden
moral sobre la ley positiva, reconoce diversos antecedentes en el pensamiento
occidental:
a) la tradición del “derecho natural clásico”, formulada en el pensamiento
aristotélico-tomista entre otras. Se sustenta en la idea de “justicia natural” como la
que se ajusta a las exigencias de la razón. Tomás de Aquino (1225-1276) define
entonces a la ley como "un mandato establecido por la razón, para el bien común y
promulgado por el responsable de la comunidad".Quien la promulgue debe ser el
responsable de todos, es decir, una autoridad reconocida.
b) la tradición “iusnaturalista” moderna. Entre sus nombres más destacados está el
jurista holandés Hugo Grocio (Grot o Grotius, 1583-1645), considerado el fundador
del derecho internacional. También el filósofo inglés John Locke (1632-1704), a
quien podemos atribuir la paternidad de la moderna teoría de los derechos
humanos. Para estos autores, los derechos son “naturales” porque le corresponden
al hombre “por naturaleza”, es decir, por el solo hecho de ser hombre. Según Locke,
los derechos humanos naturales son cuatro: derecho a la vida, a la libertad, a la
propiedad y a la integridad física.postulan la prioridad del orden moral sobre el orden
jurídico, de lo moral sobre lo legal, y, en consecuencia, admiten que hay
circunstancias en las que la ley positiva debe ser desobedecida, por ser contraria a
las exigencias del orden moral.
c) la tradición liberal. El principio fundamental de la ética política del liberalismo se
conoce como el "principio de daño": la sociedad sólo usará el poder coercitivo de la
ley para limitar la libertad del individuo cuando sus acciones puedan causar daño a
otras personas.
ÉTICA Y BIOÉTICA
a) El legado de Potter. Potter concibió la bioética como una nueva disciplina, que
combinaría los conocimientos biológicos (bio) con el conocimiento de los sistemas
de valores humanos (ética). Ella debería superar la brecha entre la cultura de las
ciencias naturales y la cultura de las humanidades, proporcionando una nueva
sabiduría acerca de “cómo usar el conocimiento para la supervivencia del hombre y
la mejora de la calidad de vida”.
b) El legado de Hellegers. Con Hellegers la "bioética" se constituye en un nuevo
campo de investigación y estudio, como rama de la ética ordinaria aplicada al reino
de la biomedicina. Se distingue de la visión de Potter por dos razones
fundamentales: 1) su mayor atención a las cuestiones biomédicas (relación personal
médico-paciente, la ética de la experimentación, el aborto, la ética del final de la
vida, etc) y 2) su adopción de la herencia teórica y metodológica de la tradición
filosófica de Occidente. La línea bioética de Hellegers logró convertirse también en
un poderoso movimiento social, tanto en el mundo académico como en el mundo del
gobierno y de los medios.
Para comprender el nacimiento de Bioética es preciso tener en cuenta dos
corrientes culturales decisivas en la segunda mitad del siglo XX: a) el progreso
científico-tecnológico, particularmente en el campo biomédico; el alumbramiento de
la Nueva Medicina b) los grandes cambios culturales que transformaron los patrones
sociales y políticos de convivencia; autonomía, toma de conciencia sobre los
abusos, interés por la ética normativa.
Con el fin de hacer real y efectiva esta igualdad formal, se adoptaron las políticas
de discriminación positiva (affirmative action) y la integración racial de las escuelas.
En congruencia con las tradiciones políticas y culturales norteamericanas, estas
reivindicaciones sociales se articularon en el lenguaje liberal, con énfasis en la
autonomía y los derechos del individuo. Este factor cultural es importante para
comprender por qué la Bioética nace poniendo especial énfasis en la autonomía, y
por qué su sello continúa hoy en el Bioderecho, establecido por la jurisprudencia
norteamericana. La primera generación de bioeticistas se ocupó principalmente de
los problemas éticos planteados por el nivel micro, como la protección de los sujetos
humanos en la investigación y los derechos del paciente.
Paralelamente a las luchas por la igualdad de derechos, se desarrolla una profunda
crítica a la autoridad y las instituciones. Para comprender el nacimiento de la
moderna Bioética es fundamental atender al cuestionamiento que sufre la autoridad
médica, debido especialmente al estado público que alcanzaron numerosos casos
de abusos en la investigación científica con sujetos humanos.
Tras la Segunda Guerra Mundial, son sacados a la luz los horrores de experimentos
realizados durante el nazismo, y las leyes de carácter eugenésico que los
precedieron y por otra parte, a partir de la década del sesenta se hicieron públicas
varias investigaciones científicas moralmente condenables, llevadas a cabo en los
Estados Unidos como por ejemplo la inyección de células cancerosas a pacientes
ancianos en el Jewish Hospital de Brooklyn. En 1963, el Dr. Chester Southam
inoculó con células cancerosas a 22 pacientes del Hospital. El objetivo del estudio
era descubrir si la capacidad del cuerpo para rechazar las células cancerosas debía
atribuirse al mismo cáncer o al debilitamiento del organismo por otras causas.
La toma de conciencia pública sobre estos abusos dio origen al que sería el primer
comité de ética en la historia de la Bioética. La Comisión, que trabajó desde 1975
hasta 1978, identificó tres principios fundamentales que han tenido enorme
trascendencia en el desarrollo posterior de la disciplina: respeto por las personas,
beneficencia y justicia. En 1979 se publicó el “Informe Belmont” donde se exige
escrutinio ético en cualquier actividad científica de investigación, para proteger a los
sujetos humanos de posibles abusos.
LA DEFINICIÓN DE BIOÉTICA
Reich define la bioética de la siguiente manera: El estudio sistemático de las
dimensiones morales -incluyendo la visión moral, las decisiones, las conductas y las
políticas- de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, usando una variedad
de metodologías éticas en un contexto interdisciplinario.
Desglosando esta definición, podemos destacar los puntos fundamentales que
orientan la disciplina:
a) “Ciencias de la vida y la salud” marca la intención de escapar a un sentido
estrecho de la atención sanitaria en términos biológicos para favorecer una
comprensión bio-psico-social-espiritual de la persona.
b) La “índole interdisciplinaria” de la Bioética se impone a partir de la complejidad de
sus problemas, ya que ningún especialista posee toda la formación y la información
necesarias para comprender todos sus ángulos.
c) La “variedad de metodologías éticas” es característica de la Bioética, ya que no
se identifica con una teoría ética única. En la Bioética conviven, y discuten entre sí,
una multiplicidad de teorías y paradigmas teóricos y una pluralidad de metodologías
de análisis.
d) ¿Puede la Bioética considerarse una disciplina?Si por disciplina entendemos un
conjunto de contenidos y métodos, sometidos a escrutinio crítico y con una
razonable unidad temática, la Bioética puede ser considerada una disciplina
académica en vías de consolidación. Por otra parte, la Bioética no debiera pretender
desgajarse de las disciplinas que le han dado origen y que le siguen dando solidez.
A la Bioética se accede siempre desde alguna de sus disciplinas constitutivas en
unión con la ética filosófica, exige conocimientos interdisciplinarios y supone
conversación y deliberación entre muchos expertos.
● Naciones Unidas, Principios para la protección de los enfermos
mentales y el mejoramiento de la atención de la salud mental 1991.
Los presentes Principios se aplicarán sin discriminación alguna por motivos de
discapacidad, raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole,
origen nacional, étnico o social, estado civil o condición social, edad, patrimonio o
nacimiento.
CLÁUSULA GENERAL DE LIMITACIÓN. El ejercicio de los derechos enunciados en
los presentes Principios sólo podrá estar sujeto a las limitaciones previstas por la ley
que sean necesarias para proteger la salud o la seguridad de la persona de que se
trate o de otras personas, o para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral
públicos o los derechos y libertades fundamentales de terceros.
Principio 1 Libertades fundamentales y derechos básicos
Principio 2 Protección de menores.
Se tendrá especial cuidado, conforme a los propósitos de los presentes Principios y
en el marco de la ley nacional de protección de menores, en proteger los derechos
de los menores, disponiéndose, de ser necesario, el nombramiento de un
representante legal que no sea un miembro de la familia.
Principio 3 La vida en la comunidad.
Toda persona que padezca una enfermedad mental tendrá derecho a vivir y a
trabajar, en la medida de lo posible, en la comunidad.
Principio 4 Determinación de una enfermedad mental.
Principio 5 Examen médico.
Ninguna persona será forzada a someterse a examen médico con objeto de
determinar si padece o no una enfermedad mental, a no ser que el examen se
practique con arreglo a un procedimiento autorizado por el derecho nacional.
Principio 6 Confidencialidad.
Se respetará el derecho que tienen todas las personas a las cuales son aplicables
los presentes Principios a que se trate confidencialmente la información que les
concierne.
Principio 7 Importancia de la comunidad y de la cultura.
Todo paciente tendrá derecho a ser tratado y atendido, en la medida de lo posible,
en la comunidad en la que vive. Todo paciente tendrá derecho a un tratamiento
adecuado a sus antecedentes culturales.
Principio 8 Normas de la atención.
Todo paciente tendrá derecho a recibir la atención sanitaria y social que
corresponda a sus necesidades de salud y será atendido y tratado con arreglo a las
mismas normas aplicables a los demás enfermos. Se protegerá a todo paciente de
cualesquiera daños.
Principio 9 Tratamiento.
Todo paciente tendrá derecho a ser tratado en un ambiente lo menos restrictivo
posible y a recibir el tratamiento menos restrictivo y alterador posible que
corresponda a sus necesidades de salud y a la necesidad de proteger la seguridad
física de terceros. El tratamiento y los cuidados de cada paciente se basarán en un
plan prescrito individualmente, examinado con el paciente, revisado periódicamente,
modificado llegado el caso y aplicado por personal profesional calificado. La
atención psiquiátrica se dispensará siempre con arreglo a las normas de ética
pertinentes de los profesionales de salud mental, en particular normas aceptadas
internacionalmente.
Principio 10 Medicación.
La medicación responderá a las necesidades fundamentales de salud del paciente y
sólo se le administrará con fines terapéuticos o de diagnóstico y nunca como castigo
o para conveniencia de terceros.Toda la medicación deberá ser prescrita por un
profesional de salud mental autorizado por la ley y se registrará en el historial del
paciente.
Principio 11 Consentimiento para el tratamiento.
No se administrará ningún tratamiento a un paciente sin su consentimiento
informado, salvo en casos particulares. Por consentimiento informado se entiende el
consentimiento obtenido libremente sin amenazas ni persuasión indebida, después
de proporcionar al paciente información adecuada y comprensible, en una forma y
en un lenguaje que éste entienda.
Principio 12 Información sobre los derechos.
Todo paciente recluido en una institución psiquiátrica será informado, lo más pronto
posible después de la admisión y en una forma y en un lenguaje que comprenda, de
todos los derechos que le corresponden de conformidad con los presentes
Principios y en virtud de la legislación nacional, información que comprenderá una
explicación de esos derechos y de la manera de ejercerlos.
Principio 13 Derechos y condiciones en las instituciones psiquiátricas.
El medio ambiente y las condiciones de vida en las instituciones psiquiátricas
deberán aproximarse en la mayor medida posible a las condiciones de la vida
normal de las personas de edad similar. El trabajo de un paciente en una institución
psiquiátrica no será objeto de explotación. Todo paciente tendrá derecho a recibir
por un trabajo la misma remuneración que por un trabajo igual, de conformidad con
las leyes o las costumbres nacionales, se pagaría a una persona que no sea un
paciente.
Principio 14 Recursos de que deben disponer las instituciones psiquiátricas.
Las instituciones psiquiátricas dispondrán de los mismos recursos que cualquier otro
establecimiento sanitario. Todas las instituciones psiquiátricas serán inspeccionadas
por las autoridades competentes con frecuencia suficiente para garantizar que las
condiciones, el tratamiento y la atención de los pacientes se conformen a los
presentes Principios.
Principio 15 Principios de admisión.
Cuando una persona necesite tratamiento en una institución psiquiátrica, se hará
todo lo posible por evitar una admisión involuntaria. Todo paciente que no haya sido
admitido involuntariamente tendrá derecho a abandonar la institución psiquiátrica en
cualquier momento.
Principio 16 Admisión involuntaria.
Una persona sólo podrá ser admitida como paciente involuntario en una institución
psiquiátrica o ser retenida como paciente involuntario en una institución psiquiátrica
a la que ya hubiera sido admitida como paciente voluntario cuando un médico
calificado y autorizado por ley a esos efectos determine que esa persona padece
una enfermedad mental y considere que debido a esa enfermedad mental existe un
riesgo grave de daño inmediato o inminente para esa persona o para terceros.
Principio 17 El órgano de revisión.
El órgano de revisión será un órgano judicial u otro órgano independiente e
imparcial establecido por la legislación nacional que actuará de conformidad con los
procedimientos establecidos por la legislación nacional. Al formular sus decisiones
contará con la asistencia de uno o más profesionales de salud mental calificados e
independientes y tendrá presente su asesoramiento. El órgano de revisión
examinará periódicamente los casos de pacientes involuntarios a intervalos
razonables especificados por la legislación nacional.
Principio 18 Garantías procesales.
El paciente tendrá derecho a designar a un defensor para que lo represente en su
calidad de paciente, incluso para que lo represente en todo procedimiento de queja
o apelación. Si el paciente no obtiene esos servicios, se pondrá a su disposición un
defensor sin cargo alguno en la medida en que el paciente carezca de medios
suficientes para pagar.
Principio 19 Acceso a la información.
El paciente (término que en el presente principio comprende al ex paciente) tendrá
derecho de acceso a la información relativa a él en el historial médico y expediente
personal que mantenga la institución psiquiátrica. Este derecho podrá estar sujeto a
restricciones para impedir que se cause un perjuicio grave a la salud del paciente o
se ponga en peligro la seguridad de terceros.
Principio 20 Delincuentes.
El presente principio se aplicará a las personas que cumplen penas de prisión por
delitos penales o que han sido detenidas en el transcurso de procedimientos o
investigaciones penales efectuados en su contra y que, según se ha determinado o
se sospecha, padecen una enfermedad mental. Todas estas personas deben recibir
la mejor atención disponible en materia de salud mental.
Principio 21 Quejas.
Todo paciente o ex paciente tendrá derecho a presentar una queja conforme a los
procedimientos que especifique la legislación nacional. Principio 22 Vigilancia y
recursos. Los Estados velarán por que existan mecanismos adecuados para
promover el cumplimiento de los presentes Principios, inspeccionar las instituciones
psiquiátricas, presentar, investigar y resolver quejas y establecer procedimientos
disciplinarios o judiciales apropiados para casos de conducta profesional indebida o
de violación de los derechos de los pacientes.
Principio 23 Aplicación.
Los Estados deberán aplicar los presentes Principios adoptando las medidas
pertinentes de carácter legislativo, judicial, administrativo, educativo y de otra índole,
que revisarán periódicamente.
Principio 24 Alcance de los principios relativos a las instituciones psiquiátricas
Los presentes Principios se aplican a todas las personas que ingresan en una
institución psiquiátrica.
Principio 25 Mantenimiento de los derechos reconocidos
No se impondrá ninguna restricción ni se admitirá ninguna derogación de los
derechos de los pacientes, entre ellos los derechos reconocidos en el derecho
internacional o nacional aplicable, so pretexto de que los presentes Principios no
reconocen tales derechos o de que sólo los reconocen parcialmente.
● UNESCO-Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (2005) Declaración Universal sobre Bioética y
Derechos Humanos.
Convencida de que la sensibilidad moral y la reflexión ética deberían ser parte
integrante del proceso de desarrollo científico y tecnológico y de que la bioética
debería desempeñar un papel predominante en las decisiones que han de tomarse
ante los problemas que suscita ese desarrollo, Considerando que es conveniente
elaborar nuevos enfoques de la responsabilidad social para garantizar que el
progreso de la ciencia y la tecnología contribuye a la justicia y la equidad y sirve el
interés de la humanidad, Reconociendo que una manera importante de evaluar las
realidades sociales y lograr la equidad es prestando atención a la situación de la
mujer, Destacando la necesidad de reforzar la cooperación internacional en el
ámbito de la bioética, teniendo en cuenta en particular las necesidades específicas
de los países en desarrollo, las comunidades indígenas y las poblaciones
vulnerables, Considerando que todos los seres humanos, sin distinción alguna,
deberían disfrutar de las mismas normas éticas elevadas en la investigación relativa
a la medicina y las ciencias de la vida, Proclama los siguientes principios y aprueba
la presente Declaración.
Artículo 1 – Alcance. La Declaración trata de las cuestiones éticas relacionadas con
la medicina, las ciencias de la vida y las tecnologías conexas aplicadas a los seres
humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y ambientales. La
Declaración va dirigida a los Estados. Imparte también orientación, cuando procede,
para las decisiones o prácticas de individuos, grupos, comunidades, instituciones y
empresas, públicas y privadas.
Artículo 2 – Objetivos.
a) proporcionar un marco universal de principios y procedimientos que sirvan de
guía a los Estados en la formulación de legislaciones, políticas u otros instrumentos
en el ámbito de la bioética
b) orientar la acción de individuos, grupos, comunidades, instituciones y empresas,
públicas y privadas
c) promover el respeto de la dignidad humana y proteger los derechos humanos
d) reconocer la importancia de la libertad de investigación científica y las
repercusiones beneficiosas del desarrollo científico y tecnológico, destacando al
mismo tiempo la necesidad de que esa investigación y los consiguientes adelantos
se realicen en el marco de los principios éticos enunciados en esta Declaración y
respeten la dignidad humana, los derechos humanos y las libertades fundamentales
e) fomentar un diálogo multidisciplinario y pluralista sobre las cuestiones de bioética
entre todas las partes interesadas y dentro de la sociedad en su conjunto
f) promover un acceso equitativo a los adelantos de la medicina, la ciencia y la
tecnología
g) salvaguardar y promover los intereses de las generaciones presentes y venideras
h) destacar la importancia de la biodiversidad y su conservación como preocupación
común de la especie humana
Artículo 3 – Dignidad humana y derechos humanos.
Se habrán de respetar plenamente la dignidad humana, los derechos humanos y
las libertades fundamentales; deberían tener prioridad con respecto al interés
exclusivo de la ciencia o la sociedad.
Artículo 4 – Beneficios y efectos nocivos.
Al aplicar y fomentar el conocimiento científico, la práctica médica y las tecnologías
conexas, se deberían potenciar al máximo los beneficios directos e indirectos para
los pacientes, los participantes en las actividades de investigación y otras personas
concernidas, y se deberían reducir al máximo los posibles efectos nocivos para
dichas personas.
Artículo 5 – Autonomía y responsabilidad individual Se habrá de respetar la
autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de adoptar decisiones,
asumiendo la responsabilidad de éstas y respetando la autonomía de los demás.
Artículo 6 – Consentimiento.
Toda intervención médica preventiva, diagnóstica y terapéutica sólo habrá de
llevarse a cabo previo consentimiento libre e informado de la persona interesada,
basado en la información adecuada. La investigación científica sólo se debería llevar
a cabo previo consentimiento libre, expreso e informado de la persona interesada.
Artículo 7 – Personas carentes de la capacidad de dar su consentimiento.
De conformidad con la legislación nacional, se habrá de conceder protección
especial a las personas que carecen de la capacidad de dar su consentimiento: a) la
autorización para proceder a investigaciones y prácticas médicas debería obtenerse
conforme a los intereses de la persona interesada y de conformidad con la
legislación nacional. Se deberían llevar a cabo únicamente actividades de
investigación que redunden directamente en provecho de la salud de la persona
interesada.
Artículo 8 – Respeto de la vulnerabilidad humana y la integridad personal.
Los individuos y grupos especialmente vulnerables deberían ser protegidos y se
debería respetar la integridad personal de dichos individuos.
Artículo 9 – Privacidad y confidencialidad.
La privacidad de las personas interesadas y la confidencialidad de la información
que les atañe deberían respetarse.
Artículo 10 – Igualdad, justicia y equidad.
Se habrá de respetar la igualdad fundamental de todos los seres humanos en
dignidad y derechos, de tal modo que sean tratados con justicia y equidad.
Artículo 11 – No discriminación y no estigmatización
Artículo 12 – Respeto de la diversidad cultural y del pluralismo
Artículo 13 – Solidaridad y cooperación
Artículo 14 – Responsabilidad social y salud.
La promoción de la salud y el desarrollo social para sus pueblos es un cometido
esencial de los gobiernos, que comparten todos los sectores de la sociedad.
Artículo 15 – Aprovechamiento compartido de los beneficios.
Los beneficios resultantes de toda investigación científica y sus aplicaciones
deberían compartirse con la sociedad en su conjunto y en el seno de la comunidad
internacional, en particular con los países en desarrollo.
Artículo 16 – Protección de las generaciones futuras.
Se deberían tener debidamente en cuenta las repercusiones de las ciencias de la
vida en las generaciones futuras, en particular en su constitución genética.
Artículo 17 – Protección del medio ambiente, la biosfera y la biodiversidad.
Se habrán de tener debidamente en cuenta la interconexión entre los seres
humanos y las demás formas de vida, la importancia de un acceso apropiado a los
recursos biológicos y genéticos y su utilización, el respeto del saber tradicional y el
papel de los seres humanos en la protección del medio ambiente, la biosfera y la
biodiversidad.
Aplicación de los principios
Artículo 18 – Adopción de decisiones y tratamiento de las cuestiones bioéticas.
Se debería promover el profesionalismo, la honestidad, la integridad y la
transparencia en la adopción de decisiones, en particular las declaraciones de todos
los conflictos de interés y el aprovechamiento compartido de conocimientos.
Artículo 19 – Comités de ética.
Se deberían crear, promover y apoyar, al nivel que corresponda, comités de ética
independientes, pluridisciplinarios y pluralistas.
Artículo 20 – Evaluación y gestión de riesgos.
Se deberían promover una evaluación y una gestión apropiadas de los riesgos
relacionados con la medicina, las ciencias de la vida y las tecnologías conexas.
Artículo 21 – Prácticas transnacionales.
Los Estados, las instituciones públicas y privadas y los profesionales asociados a
actividades transnacionales deberían procurar velar por que sea conforme a los
principios enunciados en la presente Declaración toda actividad que entre en el
ámbito de ésta y haya sido realizada, financiada o llevada a cabo de cualquier otra
manera, en su totalidad o en parte, en distintos Estados. Los Estados deberían
tomar las medidas adecuadas en los planos nacional e internacional para luchar
contra el bioterrorismo, así como contra el tráfico ilícito de órganos, tejidos,
muestras, recursos genéticos y materiales relacionados con la genética.
Promoción de la declaración
Artículo 22 – Función de los Estados.
Los Estados deberían adoptar todas las disposiciones adecuadas, tanto de carácter
legislativo como administrativo o de otra índole, para poner en práctica los principios
enunciados en la presente Declaración, conforme al derecho internacional relativo a
los derechos humanos. Esas medidas deberían ser secundadas por otras en los
terrenos de la educación, la formación y la información pública.
Artículo 23 – Educación, formación e información en materia de bioética.
Para promover los principios enunciados en la presente Declaración y entender
mejor los problemas planteados en el plano de la ética por los adelantos de la
ciencia y la tecnología, en particular para los jóvenes, los Estados deberían
esforzarse no sólo por fomentar la educación y formación relativas a la bioética en
todos los planos, sino también por estimular los programas de información y difusión
de conocimientos sobre la bioética.
Artículo 24 – Cooperación internacional.
Los Estados deberían fomentar la difusión de información científica a nivel
internacional y estimular la libre circulación y el aprovechamiento compartido de los
conocimientos científicos y tecnológicos.
Artículo 25 – Actividades de seguimiento de la UNESCO.
La UNESCO deberá promover y difundir los principios enunciados en la presente
Declaración. Para ello, la UNESCO solicitará la ayuda y la asistencia del Comité
Intergubernamental de Bioética (CIGB) y del Comité Internacional de Bioética (CIB).
UNIDAD 2
● Bonilla, A. (2006). ¿Quién es el Sujeto de la Bioética? Reflexiones sobre
la vulnerabilidad.
Uno de los fenómenos actuales más relevantes parece ser la apelación a la ética
en todos los campos (giro ético). A nivel teórico, la manifestación más evidente de
este “giro ético” es el auge de la “ética aplicada”, definida habitualmente “como la
parte de la ética que brinda una atención particular y directa a cuestiones y
controversias prácticas”.
Se plantean a la ética interrogantes nuevos, de relevancia social y señalada
conflictividad moral, los cuales imponen una ampliación o revisión de los puntos de
vista, de los métodos y hasta de la terminología hasta ahora admitidos. En efecto,
dada la índole de los nuevos conflictos, se hace evidente la necesidad de superar el
enfoque estrechamente disciplinar de la ética filosófica con un tratamiento más
adecuado a la complejidad de los problemas que en general exhibe cuatro rasgos
distintivos: 1) se da en un continuum teórico-práctico, 2) es interdisciplinario, 3) tiene
una orientación social (McDonald et alii 1988) y 4) ostenta un carácter dialógico que
posibilita la práctica de consensos.
“El término Bioética pretende centrar la reflexión ética en torno del fenómeno vida.
Como se sabe, existen formas diversas de vida y también modos diferentes de
consideración de los aspectos éticos relacionados con la misma. Las áreas de
estudio y aplicación de la Bioética, por consiguiente, tienen un carácter plural”
(Joaquín Clotet).
Según Jean Bernard, la ética de la vida humana está asociada a la revolución
terapéutica y la revolución biológica en sus tres grandes vertientes: el dominio o
poder sobre la reproducción, los caracteres hereditarios y el sistema nervioso.
Los estudios contemporáneos son coincidentes en acentuar como rasgo
sobresaliente del fenómeno vida (incluida la humana) su intrínseca vulnerabilidad.
Casi todos estos textos coinciden críticamente en la idea de que la mayor parte del
pensamiento moderno sostiene una ética que afirma la autonomía del hombre, las
bondades del progreso técnico y –posteriormente- tecnológico abandonado a su
propio ritmo de crecimiento (el cual, en muchos casos, es el de las guerras y de los
mercados), y carece de normativa para las acciones humanas que se ejercen sobre
la naturaleza. Pero la actual comprensión conceptual de la vulnerabilidad y de la
dependencia mutua hombre-naturaleza indica un abandono de la actitud
históricamente parasitaria de los seres humanos y, así, la naturaleza se determina
como lo que debe ser “respetado”, “preservado” o “conservado” y por esta
vulnerabilidad particular de lo vivo y del ambiente que lo sostiene se constituye en
objeto privilegiado de la Bioética, obligando al mismo tiempo, como señalan diversos
autores (Jonas, 1995; Larrère, 2001; Riechmann, 2000), a buscar nuevos caminos
para la reformulación de los fundamentos mismos de la ética.
Como consecuencia de estas reflexiones este trabajo considera la enfermedad, una
de las formas específicas de vulnerabilidad que afectan a los seres humanos, en un
intento de señalar de qué manera la reflexión sobre este fenómeno conduce a una
crítica del modelo tradicional del sujeto de la Ética en general (el hombre perfecto) y
de la Bioética en particular y plantea la necesidad de recurrir a éticas de la
responsabilidad y del cuidado en las que la voz del otro prevalezca. La conjunción
de fenomenología, hermenéutica y dialéctica en la metodología de trabajo de Paul
Ricoeur (Ricoeur, 2001b: 39-110 y 259-278), así como su atención a la literatura, la
historiografía, los estudios bíblicos y el psicoanálisis, le han permitido arribar a una
concepción del sujeto de la Ética que reinterpreta y abre las líneas de investigación
tradicional mediante la consideración de la vulnerabilidad o fragilidad constitutivas
del ser humano.
Ricoeur señala que la autonomía se presenta de modo paradojal y como
“idea-proyecto”: “Porque el ser humano es por hipótesis autónomo, debe llegar a
serlo” (Ricoeur, 2001: 86)4 . De este modo queda manifiesta una ampliación de
sentido de la autonomía, que permite considerarla como la prerrogativa y el
desideratum de un ser vulnerable, frágil. Ambos términos, vulnerabilidad y
autonomía, lejos de oponerse, se componen entre sí: “la autonomía es la de un ser
frágil, vulnerable. Y la fragilidad no sería más que una patología, si no fuera la
fragilidad de un ser llamado a ser autónomo, dado que siempre lo es de alguna
manera” (Ricoeur, 2001: 87).
Ahora bien, la reelaboración del concepto de autonomía planteada integra niveles
de vulnerabilidad (no potencia o potencia menor o disminuida) que se corresponden
igualmente con aquélla: el “no poder decir” (fuente de desigualdad básica, dado que
lo distintivo del ser humano es el lenguaje), las fragilidades en el ámbito del obrar,
que provienen del curso del mundo (enfermedades, envejecimiento, accidentes) o
son infligidas por otros seres humanos, habida cuenta de la disimetría entre el
agente y el receptor de la acción, y por último la incapacidad de conducir la vida de
acuerdo con la idea de coherencia o identidad narrativa desde la perspectiva
insustituible de la singularidad, vale decir, de ser autónomo en sentido pleno.
El “sujeto moral”, pretendidamente universal, al que apela la ética tradicional en
casi todos sus representantes más conspicuos, a partir de un 8 modelo vigente
desde la Antigüedad , no es sino un sujeto entendido de modo parcial (el “sujeto
generalizado” del que habla S. Benhabib; 1990), un ser humano varón, adulto, que
goza de plenas capacidades físicas y psíquicas, libre, propietario (la propiedad en
general, tanto en los sistemas precapitalistas como capitalistas, entendida como
signo y condición de la libertad), blanco y occidental. Éste es el sujeto que construye
el “nosotros” y excluye a los “otros” y, en consecuencia, veda a la mayoría de los
seres humanos el rango de agente moral pleno (o la posibilidad de alcanzar tal
estatuto).
Dos autores plantean sin tapujos y de modo polémico la necesidad de una ética de
la responsabilidad para nuestro tiempo: Hans Jonas, en el libro ya citado, y
Emmanuel Levinas en diversos escritos. Subrayan la apelación a la responsabilidad
que se manifiesta en la extrema vulnerabilidad del otro: la naturaleza y las
generaciones futuras que los alcances de las acciones humanas determinadas por
la tecnología pueden poner en peligro, para Jonas; y, para Levinas, empleando la
expresión bíblica, “el pobre, la viuda, el extranjero”.
La imagen de autonomía individual, entonces, va normalmente asociada a una
noción de responsabilidad social concebida como deber u obligación; ha de partirse
de una escucha respetuosa que rescate de las voces de los otros no sólo el relato
del sufrimiento que trasmiten sino también la imagen de nosotros mismos que nos
devuelven, tal vez como agentes y responsables de ese dolor. Con esta
democratización efectiva del diálogo, convertido entonces en “polílogo”, (Bonilla,
2006), la convivencia de sujetos a la vez autónomos y vulnerables se torna
finalmente posible.
● Barbieri, J. (2018) "Conceptos fundamentales" en dicotomías éticas.
-
Éticas descriptivas vs. normativas:
Las éticas descriptivas se limitan a describir el fenómeno moral sin pretender medio
alguno para orientar la conducta (reflexiones propias de las cs. sociales:
antropología, psicología, sociología). Las éticas normativas tratan de dar razón del
fenómeno de la moralidad sabiendo que, al fundamentarla, están ofreciendo
orientaciones para la acción.
-
Éticas naturalistas vs. no naturalistas:
Las naturalistas consideran que los fenómenos morales son fenómenos naturales
reductibles a predicados. Las no naturalistas entienden que los predicados morales
son específicos de la moralidad e irreductibles a cualquier predicado natural.
-
Éticas no cognitivistas vs. cognitivistas:
Las no cognitivistas consideran que las cualidades morales no son objeto de
conocimiento. Las cognitivistas son aquellas según las cuales sobre lo moral se
puede argumentar y llegar a acuerdos intersubjetivamente fundados porque existe
una racionalidad práctica que funciona de forma análoga a como funciona la
racionalidad teórica.
-
Éticas materiales vs. formales:
Las materiales consideran que es tarea de la ética dar contenidos morales (se
escinden tradicionalmente en éticas de bienes y valores . Las formales atribuyen a
la ética únicamente la tarea de proporcionar un principio abstracto como fundamento
de la acción (se ocupan del deon, del deber)
-
Éticas deontológicas vs. éticas teleológicas:
La deontológica considera que la ética ha de bosquejar en una sociedad el marco
de lo que es justo en ella, siendo lo justo entonces lo universalmente exigible por
racional mientras que lo bueno depende en última instancia de cada persona y de
los diferentes grupos sociales. La teleológica considera que la ética puede y debe
dilucidar qué es lo bueno para los hombres postulando su consecución como fin.
-
Éticas procedimentales vs. sustancialistas
Las procedimentales entienden que la misión de la ética consiste en ocuparse de la
vertiente universalizable del fenómeno moral, que no es la de sus contenidos,
considerando que lo universalizable son los procedimientos que debe seguir un
grupo social para llegar a determinar si una norma es moralmente válida. Las
sustancialistas entienden que es posible dar contenidos morales porque consideran
que lo importante en una sociedad democrática no son los procedimientos que se
siguen sino los resultados a los que se llega; por lo tanto, es preciso fijar los
procedimientos desde los resultados y no a la inversa.
-
Éticas de convicción vs. éticas de la responsabilidad:
Las de convicción ordenan realizar determinadas acciones por su bondad intrínseca
y evitar otras por su maldad intrínseca sin atender al contexto en el que se realizan
ni las consecuencias. Las de responsabilidad sugieren tener en cuenta el contexto y
las consecuencias siempre para lograr un bien propuesto.
-
Moralidad vs. eticidad
Se emplean para caracterizar dos modos de hacer teoría crítica: a) adoptan el
carácter de la eticidad las teorías preocupadas por deberes, bienes y valores
concretos en una comunidad determinada a través del derecho y la política; b)
asumen la perspectiva de moralidad quienes creen necesario mantener un punto de
vista abstracto (el moral) no identificado con ningún bien, deber o comunidad
concreta.
El ethos y la dicotomía deontoaxiológica
Si bien desde el punto de vista etimológico ética y moral son analogables, desde el
punto de vista académico son distintas: se entiende a la primera como la disciplina
que se ocupa de la fundamentación (ética normativa) mientras que la moral sería la
enunciación, lo fenoménico del fundamento, el modo de ser.
Por deonto se hace referencia a lo normativo, mientras que por lo axiológico se
hace referencia a lo valorativo. Lo normativo alude a cómo debemos obrar; lo
axiológico da pautas de enjuiciamiento o evaluación de los actos y de las personas
que realizan esos actos.
Moralidad y eticidad
En la moralidad la persona deviene sujeto, el derecho es desplazado por el deber,
el imperio de la ley es ocupado por el imperativo categórico y la objetividad jurídica
es hecha conciencia en la subjetividad moral. La autonomía del sujeto se alcanza
legislando para su voluntad desde la logicidad de una razón práctica que se erige
como fuente de toda verdad moral.
La vida ética, eticidad, es una totalidad (pueblo) que se ha individualizado
arraigándose en las costumbres, las leyes, la familia, la economía, las
corporaciones, en definitiva, en el Estado como realidad ética y soberanía.
El debate universalismo-comunitarismo
El punto de partida común de la moral universalista es el individuo, que es entendido
como dotado de derechos (naturales) y de libertades anteriores a todo orden social.
Es por ello que la sociedad es vista como un medio para el desarrollo de su
individualidad. La dignidad de esta persona consiste en no poder ser nunca tratada
como un simple medio (lo que la cosificaría) sino siempre como un fin en sí.
Las premisas de la filosofía moral comunitarista tienen en común una impugnación
a la racionalidad ilustrada y uno de sus ecos políticos, el liberalismo. El pluralismo
de racionalidades que entraña esta postura conduce a la negación de jerarquías
universales y a cualquier programa ético que pretenda alcanzar fundamentos
absolutos, lo que no implica que se niegue cualquier tipo de fundamentación dado
que las mismas sólo podrían ser contextuales o comunitarias.
● Castelli P. y Kalpokas (2006) Teorías y paradigmas de la Ética FICHA DE
CÁTEDRA.
Usualmente se distinguen tres dimensiones de la ética:
a) lo que se suele llamar “ética descriptiva”, que consiste básicamente en describir
los valores, normas y costumbres de una comunidad dada;
b) la metaética, que estudia los significados de los términos morales como “bueno”,
“deber”, etc, y las particularidades del razonamiento moral; y
c) la ética normativa, que pretende fundamentar los juicios normativos que se
realizan en una comunidad.
ÉTICA DE LA VIRTUD: LA EUDAIMONÍA.
Cuando hablamos de la filosofía moral antigua, debemos tener presente la
cosmovisión griega subyacente. Se trata de una concepción teleológica del mundo,
en donde todas las cosas – incluido el hombre- tienden hacia un telos o fin propio,
en donde todas las cosas poseen su lugar natural en el cosmos y en donde una
“fuerza metafísica”, por así decirlo, las impulsa a realizar su esencia. La pregunta
fundamental de la ética griega es esta: ¿cómo debe vivir uno? ¿Cuál es la forma de
vida que merece ser vivida? De ahí el interés esencial por lo que los griegos
llamaban “eudaimonía” (felicidad). Este interés es central también en la obra de
Aristóteles. La eudaimonía es, para Aristóteles, un fin querido por sí mismo, un fin
último por el cual queremos todo lo demás.
En primer lugar, podría sostenerse que la eudamonía reside en una vida de
placeres. Empero, según Atistóteles, una forma de vida que persiguiera
exclusivamente el placer y que tuviera a este como fin final, sería meramente una
vida de bestias. En segundo lugar, podría sugerirse que el bien reside en la vida de
los honores, propia de la vida política. Pero esta tampoco es la forma de vida que
estamos buscando, pues los honores son un bien que depende más de quienes nos
los conceden que de nosotros mismos. En tercer lugar, hay quienes sugieren que la
búsqueda del dinero es el verdadero bien del hombre; pero es claro – sostiene
Aristóteles- que el dinero es sólo un medio, no un fin.
He aquí el argumento de Aristóteles que prueba que la vida contemplativa es la
más propia del hombre y, por ende, es equivalente a la eudaimonía:
1- El bien se define como el fin y, por tanto, el bien supremo como el fin final;
2- El fin final es la eudaimonía;
3- La eudaimonía del hombre reside en su érgon (función propia) y, por tanto, es
una actividad, no un estado;
4- El érgon humano consiste en la actividad del alma racional, pues ésta es la
diferencia específica que distingue al hombre del resto de los animales;
5- La actividad del alma racional se ejercita plenamente en la contemplación;
6- Por tanto, el bien supremo (la eudaimonía) es la vida contemplativa.
El hombre feliz y virtuoso no busca el placer como un fin final, pero su vida es
placentera. El obrar y vivir bien causan en él placer. Del mismo modo, el hombre
feliz no tiene a la riqueza como meta final de su vida, pero es preciso contar con
ciertos bienes materiales si una vida feliz ha de llevarse a cabo.
La virtud ética
Aristóteles distingue entre virtudes éticas y dianoéticas. Las primeras se adquieren
por la costumbre, en el ejercicio constante de aquellas acciones que llamamos
virtuosas; las dianoéticas, en cambio, se adquieren a través de la enseñanza. Así
pues, adquirimos las virtudes éticas como la valentía, la justicia y la templanza
realizando acciones valientes, justas y templadas.
Según Aristóteles, todas las
cosas (incluidas las virtudes) se destruyen o bien por defecto, o bien por exceso.
Pero una vez que hemos adquirido las virtudes correspondientes, nos es más
sencillo continuar siendo virtuosos. Por ejemplo, una vez que somos moderados con
respecto a los placeres, nos resulta más fácil apartarnos de los placeres; y del
mismo modo, siendo valientes, podemos enfrentar mejor los peligros. La virtud
moral, pues, es esa disposición que nos permite manejarnos debidamente en las
acciones con respecto a los placeres y dolores. Para ser correctas, las acciones
morales –según Aristóteles- deben ser realizadas por el agente de acuerdo con
cierta disposición. No llamamos a alguien virtuoso por el solo hecho de hacer lo
correcto, sino por hacerlo de la manera correcta y con la disposición correcta. He
aquí la especificación de los requisitos:
i) el agente debe saber lo que hace;
ii) debe elegir las acciones virtuosas por ellas mismas;
iii) debe hacerlas con firmeza, con cierto estado de ánimo.
Pero, ¿qué es exactamente la virtud moral según Aristóteles? He aquí su definición:
“Es, por tanto, la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a
nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre
prudente. Es, pues, la virtud un hábito, un modo de ser. Este hecho posee una
implicación interesante ya que al tratarse de un hábito, la noción de virtud exige
cierta continuidad en el tiempo y tiene que ver con una práctica continuada de
acciones correctas; es un hábito selectivo que debe estar determinado por la razón.
Esto significa que la virtud exige deliberación, exige un proceso de ponderación de
diversos cursos de acción que le otorga el status selectivo, racional y cognitivo a la
virtud ética. La acción debe realizarse tal como la haría el hombre prudente.
Las virtudes dianoéticas: la prudencia.
Ahora bien, ¿qué es la prudencia? Podemos comprender la naturaleza de la
prudencia – dice Aristóteles- considerando a qué hombres llamamos prudentes. El
hombre prudente es aquel que es capaz de deliberar rectamente sobre lo bueno y
conveniente para sí mismo y para vivir bien en general. La prudencia es un modo de
ser racional verdadero y práctico respecto de lo que es bueno y malo para el
hombre;
no se limita al conocimiento de lo universal, sino que atiende
fundamentalmente a lo particular, porque es práctica y la acción siempre tiene que
ver con lo particular. De este modo, Aristóteles termina afirmando que la función
propia del hombre se lleva acabo gracias a la prudencia y la virtud moral, porque la
virtud postula los fines correctos mientras que la prudencia ofrece los medios
adecuados para ellos. No es posible ser bueno sin prudencia, ni prudente sin virtud
moral.
DEONTOLOGISMO
LA FILOSOFÍA MORAL DE KANT
Esta corriente de la filosofía moral tiene sus orígenes en el filósofo alemán del siglo
XVIII, Emmanuel Kant. En cierto sentido, Kant fue un típico representante de la
Ilustración debido a su convicción en el poder emancipatorio de la razón y del
conocimiento. Kant sostiene, sin embargo, que ni la experiencia por sí sola, ni la
razón por sí sola nos brindan conocimiento. La experiencia no es una mera
recepción pasiva de impresiones; antes bien, es una captación significativa de las
intuiciones. Así pues, para conocer cualquier objeto de la experiencia debemos intuir
y pensar. La teoría del conocimiento kantiana es relevante para su filosofía práctica
por el siguiente motivo. Puesto que las relaciones causales tienen lugar únicamente
cuando aplicamos las categorías a la experiencia, no hay forma de inferir relaciones
causales más allá de la experiencia posible. En la naturaleza no hay libertad, sino
mera causalidad. Por ende, debemos buscar el reino de la moral fuera del reino de
la naturaleza. La moral tiene que ser independiente de lo que sucede en el mundo.
En su indagación, Kant da por supuesta la existencia de la conciencia moral e
intenta explicar cómo es posible.
Lo que Kant llama “buena voluntad” no es buena por lo que realiza, no es buena
por lo que nos permite hacer, no es buena por los resultados que arroja, sino que es
buena en sí misma. Posee, pues, un valor absoluto, un valor no supeditado a ningún
fin ulterior. Es por eso que Kant dice: “La buena voluntad no es buena por lo que
efectúe o realice, no es buena por su adecuación para alcanzar algún fin que nos
hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí misma”.
Ahora bien, así como para la filosofía moral griega los conceptos centrales eran los
de “felicidad” y “virtud”, de modo semejante, para la ética kantiana, uno de los
conceptos clave es el de “deber”. El concepto de deber contiene la idea de una
voluntad buena, si bien bajo ciertas restricciones u obstáculos subjetivos. El indicio
más claro de la existencia de deberes en la conciencia de los hombres es el
fenómeno de la constricción: observamos en nosotros mismos, pero también en los
demás, que con frecuencia nuestros más fuertes impulsos (lo que Kant denomina
“inclinaciones) entran en conflicto con lo que consideramos que es nuestro deber.
La causa de nuestra acción debe ser el deber, y no una inclinación ya que sólo las
acciones realizadas por deber tienen valor moral.
En la teoría de Kant tenemos tres niveles de análisis. En primer lugar, el nivel de
las acciones, que son sucesos naturales que ocurren en lo que Kant llama “mundo
fenoménico”; en segundo término, las máximas particulares que rigen a estas
acciones. Esas reglas de acción pueden ser, grosso modo hablando, de dos tipos:
a) hipotéticas y b) categóricas. Las primeras son de la forma “Si quiero obtener tal
cosa, entonces debo hacer tal otra”. Las segundas, en cambio, tienen carácter
apodíctico, esto es, mandan absolutamente. Tienen la forma “No debo hacer tal
cosa” o “Debo hacer tal otra”. Sólo en el caso de las máximas categóricas nos
encontramos con normas auténticamente morales. En un tercer nivel de análisis
tenemos el imperativo categórico como principio supremo de la moralidad. Dicho
principio se aplica directamente, no sobre las acciones, sino sobre las máximas que
rigen a esas acciones. El imperativo es una proposición sintético-práctica a priori;
esto es, en la terminología kantiana, una proposición que nos brinda cierta clase de
información (en contraposición a las proposiciones analíticas, que son tautológicas),
pero que al mismo tiempo es universal y apodícticamente válida (esto es, ninguna
proposición empírica puede desmentirla). La conciencia de esta ley fundamental es
un hecho de la razón, según Kant, pues no puede ser inferida de premisa racional
alguna sino que, antes bien, se nos impone por sí misma con una validez
incondicionada.
Ahora bien, tal como lo entiende Kant, la idea de voluntad de un ser racional es la
idea de una voluntad universalmente legisladora. La voluntad, en tanto racional, no
está simplemente sometida a la ley sino que, fundamentalmente, se legisla a sí
misma. En otras palabras: el hombre, en tanto ser racional, tiene la facultad de
poder darse a sí mismo sus propias leyes morales.
En tanto perteneciente al reino de los fines (peculiar capacidad que posee el
hombre de ser autónomo), los hombres están sujetos a la ley que ordena tratarse a
sí mismo y a los demás siempre como fines, y nunca como simples medios. Y esas
leyes son, precisamente, leyes que el hombre se da a sí mismo. La autonomía es,
pues, el fundamento de la dignidad humana. El hombre es, por tanto, un ciudadano
de dos mundos: en tanto ser fenoménico, es una criatura natural sujeta a las leyes
de la naturaleza. En tanto ciudadano de un reino de los fines –mundus intelligibilisel hombre es libre en el sentido de que puede darse a sí mismo sus propias leyes de
acción, a saber, las leyes de la moralidad . En tanto ser racional, el hombre posee la
posibilidad de ser independiente de las causas del mundo sensible.
El deontologismo contemporáneo.
A principios de los años setenta, Rawls presentó sus ideas éticas y políticas en
Teoría de la justicia. A partir de allí, si bien mantuvo el núcleo de su teoría, fue
modificando ligeramente sus ideas. Según Rawls, la teoría de la justicia como
equidad no supone ninguna concepción filosófica o metafísica. Antes bien, se trata
de una concepción política de la justicia aplicable a una sociedad democrática
constitucional. Con ello, Rawls pretende estar aplicando el principio de tolerancia a
la filosofía misma.
Pues bien, la justicia como equidad pretende resolver este
conflicto mediante: a) dos principios de justicia que articulan libertad e igualdad; y b)
un punto de vista imparcial que muestre que estos principios se adecuan mejor que
otros a la idea de ciudadanos democráticos considerados como personas libres e
iguales. He aquí los dos principios propuestos por Rawls: 1- Toda persona tiene
derecho a libertades básicas iguales compatible con libertades similares para todos;
2- Las desigualdades sociales y económicas deben respetar dos condiciones: i)
deben estar ligadas a empleos abiertos para todos, con igualdad de oportunidades,
y ii) deben beneficiar a los menos favorecidos.
La idea rectora que nos permite organizar nuestras intuiciones morales y políticas
es –sugiere Rawls- la idea de la sociedad como un sistema equitativo de
cooperación social entre personas libres e iguales. En síntesis, el propósito de la
justicia como equidad es eminentemente práctico, no metafísico; no se presenta
como verdadera, sino como practicable para llegar a un acuerdo político entre
personas libres e iguales. Este acuerdo promueve fundamentalmente el bien de
todas las personas. Para asegurar ese acuerdo es preciso dejar a un lado las
cuestiones sustantivas filosóficas, morales y religiosas, porque estas son
sumamente controvertidas.
Para lograr esta condición de equidad en la situación original, Rawls sostiene que
debemos apelar a lo que llama “el velo de la ignorancia”. Debemos representarnos
cada uno de nosotros, en la situación original, como si estuviéramos afectados por
un velo de la ignorancia acerca de nuestras condiciones físicas, psíquicas y
sociales. Estas restricciones garantizan la simetría de las personas ubicadas en la
situación original.
En síntesis, la justicia como equidad es una concepción liberal de la justicia, que
no abarca todos los aspectos de la vida de las personas, sino únicamente sus
aspectos políticos.
UTILITARISMO
Para el utilitarismo –una corriente de la filosofía moral que tiene a Bentham y Mill
como sus más importantes exponentes modernos-, son las consecuencias de
nuestras acciones las que deben tomarse en consideración a la hora de evaluar el
valor moral de una acción. El utilitarismo sostiene que la utilidad es el criterio de lo
que es justo e injusto. Aquí, la noción de lo que es justo es elucidada en término de
utilidad. Que una acción sea útil significa que produce un determinado rango de
placer o ausencia de dolor. Para el utilitarismo, pues, el principio de la utilidad (o
principio de la mayor felicidad) constituye el fundamento de la moral.El principio de
la utilidad sostiene que “las acciones son justas en la proporción con que tienden a
promover la felicidad; e injustas en cuanto tienden a producir lo contrario de la
felicidad. Se entiende por felicidad el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad, el
dolor y la ausencia de placer”.
Las acciones son justas únicamente si promueven la felicidad general (o del mayor
número posible de personas). Para Mill, el placer y la exención del dolor son las
únicas cosas deseables como fines. A diferencia de Bentham, Mill piensa que los
placeres
pueden ser evaluados, no sólo cuantitativamente, sino también
cualitativamente ya que hay dos grandes clases de placeres: los corporales y los
intelectuales. De este modo, las elecciones entre acciones posibles no dependen
solamente del número de placeres a los que dan lugar, sino también del tipo de
placer que provocan. Así pues, desde la perspectiva utilitarista, toda acción moral
correcta tiene que poder producir cierta utilidad general.
En base a lo expuesto, puede decirse que el utilitarismo, comparado con la ética
kantiana, representa una alternativa universalista que, sin embargo, a diferencia de
ésta, considera las consecuencias de las acciones como el aspecto de evaluación
moral central, y que lejos del apriorismo kantiano, pretende fundamentar los
principios morales de una manera empirista.
● Pérez, Efrain: “Derechos Humanos”.
Los derechos humanos son todos aquellos bienes inherentes, inderogables e
inalienables de la persona humana, los cuales se manifiestan como facultades que
tienen su cimiento en la dignidad intrínseca humana y cuyo ejercicio reviste un
carácter histórico-social. Para el Derecho, la persona es un sujeto jurídico, titular de
derechos, de cosas suyas, res justa, y destinatario de normas legalmente
establecidas, de leyes. Es pues el centro y fin del quehacer estatal, como sujeto
capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones. Considerados los elementos
que le son propios, existen dos dimensiones de la persona en las que ésta se
desarrolla. La dimensión ontológica hace referencia a las características de la
persona que le confieren un valor único y supremo; tal valor se manifiesta en la
dignidad humana. La dimensión jurídica consiste básicamente en su aptitud para
protagonizar relaciones de derecho, esto es, en la capacidad para protagonizar la
vida jurídica. Ello significa que la persona es, primero, titular de derechos y segundo,
sujeto de obligaciones.
Los derechos humanos son facultades, esto es, prerrogativas pertenecientes a la
persona que le permiten exigir del Estado o de otras personas abstenciones o
prestaciones. Para asegurar la protección de los derechos fundamentales, éstos
deben ser positivaclos, es decir, convertidos en normas ele derecho, en leyes
exigibles por todas las personas que habitan un territorio determinado.
Los derechos humanos son todas aquefüis prerrogativas o bienes inherentes,
indivisibles, inderogables e inalienables de la persona humana:
-
Inherentes: emanan de la persona misma
-
Indivisibles: por su estructura interna, no admiten fraccionamiento alguno,
pues si se practicase dicha escisión perderían todo su sentido y el resultado
desvanecería su esencia
-
Inalienables: en el disfrute o dominio de los derechos humanos no se admite
que éstos sean cedidos
-
Inderogables: son bienes que no pueden ser despojados, dejados sin
vigencia, derogados, abolidos o anulados por el ordenamiento jurídico
-
Universales: extensibles a todos y cada uno de los miembros del género
humano sin distinción alguna de los rasgos
EJERCICIO DE LOS DERECHOS HUMANOS
El ejercicio de los derechos humanos se despliega de hecho cuando la persona a
través de actos pone en práctica las facultades o poderes de acción que le son
propios al hacer uso de un derecho fundamental. Se manifiestan como:
-
Libertades: Es una prerrogativa natural que tiene la persona de obrar o no, de
una manera o de otra de acuerdo con los dictados de su razón, pero lleva
impresa la obligación de respetar los derechos de los demás, derecho/
obligación, como ser responsable de sus actos.
-
Inmunidades: Es la protección total contra cualquier tipo de injerencia externa
y, por tanto, de ciertas injerencias o penas que puedan parecer necesarias
para el legislador sin la debida orden judicial.
Los actos que son relevantes para el derecho serán los actos humanos: aquellos
que la persona realiza según los dictados de la razón y de acuerdo con los dictados
de la voluntad, son por tanto actos cuyo curso domina. Se caracterizan por ser
externos, pues trascienden la esfera interior de la persona y se proyectan sobre los
demás. Son jurídicamente relevantes, ya que pueden ser objeto de permisión, de
prohibición o, en general, son reglados por el derecho.
Límites de los derechos humanos
Cada uno de los miembros de la sociedad está obligado a reconocer y a aceptar los
límites en el goce de sus derechos con el fin de permitir el legítimo ejercicio de esos
mismos derechos a los demás. Los límites deben hacerse tratando de mantener l¡i
mayor libertad posible y de imponer las mínimas restricciones.
Tipos de Limites al Ejercicio de los Derechos Humanos
Los límites previstos en el ejercicio de los derechos fundamentales son intrínsecos y
extrínsecos • Los límites Intrínsecos hacen referencia a los límites que poseen los
derechos humanos en el ámbito interno, los cuales a su vez pueden ser subjetivos y
objetivos. Los intrínsecos subjetivos señalan la buena fe en el ejercicio de los
Derechos Humanos. Los intrínsecos objetivos demandan que el ejercicio de los
derechos humanos sea racional y no abusivo.
Los límites Extrínsecos son aquellos que se enmarcan ·en !as ¡limitaciones
previstas en la esfera exterior que poseen los Derechos Humanos cuando la
persona ejerce estos bienes fundamentales:
-
Derecho ajeno: Es imperativo apreciar en los derechos de los demás el
primero de los límites a la libertad individual, la otra persona es un igual cuya
dignidad y autonomía exigen ser respetados aunque piense o se comporte
distinto.
-
Orden Público: Está constituido por cuatro elementos fundamentales
a) Tranquilidad
b) Salubridad
c) Seguridad
d) Moralidad
Si por cualquier situación uno de estos factores se llegara a alterar, será deber de la
autoridad administrativa conjurar dicha circunstancia mediante la utilización de
diferentes medidas coercitivas, como el uso de la fuerza policial con el fin de
restaurar el Orden Público.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LOS DERECHOS HUMANOS
Antecedentes: El moderno concepto de derechos humanos es el resultado de un
proceso impulsado por diversas corrientes del pensamiento religioso, filosófico y
jurídico. Pero la protección otorgada por Jps Derechos Humanos no siempre ha
beneficiado a todas las Personas. La historia de los derechos humanos no es
exclusiva de la llamada sociedad occidental y tampoco se inicia en la época
moderna. Pero antes de la época actual, el concepto de derechos humanos no tenía
identidad autónoma.
Los cambios económicos y sociales producidos durante los siglos XVI-XVII irán
perfilando paulatinamente los elementos que darán forma al moderno Estado liberal
de derecho.
La etapa de reconocimiento jurídico, nacional e internacional, después de 1789 es
una época que se encuentra marcada por la proyección de la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano y aparecen diversos movimientos que
habrán de reivindicar los derechos de la persona. De forma paralela, está marcada
por la consolidación del Estado liberal de derecho, que tiene por estructura la
tridivisión del poder público y de su independencia, concretamente sobre el sistema
judicial.
LAS TRES GENERACIONES DE DERECHOS HUMANOS
PRIMERA GENERACIÓN
La Revolución Francesa marcó un antes y un después en la evolución de los
derechos humanos estableciendo los principios de igualdad, libertad y solidaridad y
dando origen a los “derechos civiles y políticos”. Es una limitación al poder del
Estado y coadyuvan en la protección de la persona frente a los excesos de éste. La
libertad entonces llegó a ser el bien fundamental sobre el cual se desarrollarán los
demás derechos civiles y políticos. Los civiles son derechos que reconocen y
protegen las libertades básicas de la persona; los políticos facultan a la persona
para tomar parte activa de en la gestión de asuntos públicos, son derechos que
dotan a la persona de unos bienes frente al Estado.
El primer instrumento que los incluyó de manera global
fue la Declaración
Universal de Derechos Humanos.
Esta 1a generación es definida por algunos especialistas con el nombre de
Derechos Personalísimos ya que “son derechos subjetivos privados, innatos,
vitalicios, que tienen por objeto manifestaciones interiores de la persona y que, por
ser inherentes, extrapatrimoniales y necesarios, no pueden transmitirse ni
disponerse en forma absoluta y radical”.
SEGUNDA GENERACIÓN
La igualdad es el bien que habría liderado los derechos de la segunda generación o
derechos económicos, sociales y culturales. Con el advenimiento de la revolución
industrial a mediados del siglo XVIII y su correspondiente desarrollo en el siglo XIX
hubo una incorporación masiva del campesinado a la industria y a la creación de
una nueva clase obrera que se vio inmersa en condiciones laborales precarias y
extenuantes. Por esto, a lo largo del siglo XIX se evolucionó hacia el Estado social
de derecho planteándose la necesidad de protección de los derechos de los
trabajadores a la vez que se le exige una intervención frente a la ausencia del sector
privado y ante el vacío que deja. El Estado debe actuar y suplir esas carencias que
demanda la comunidad y que le permiten a las personas vivir con dignidad.
TERCERA GENERACIÓN
Se va a cimentar en la fraternidad y de acuerdo con Karel Vasak, van a tener como
referente la solidaridad, es decir, mediante la adhesión en la búsqueda de los
mecanismos necesarios que eleven el nivel de vida, fomenten el progreso social y
estimulen un desarrollo sustentable más acorde con el medioambiente de las
naciones y pueblos en vías de desarrollo. Es por esto que también se la suele llamar
la generación de “derechos de los pueblos, derechos del medioambiente o derecho
al desarrollo sustentable”.
Es la más controvertida y la que más debates genera debido en gran medida al
compromiso que representa su reconocimiento y protección por parte de la
comunidad internacional; para su pleno desenvolvimiento requieren no sólo la
voluntad o cumplimientos de acuerdos por parte de un sólo Estado sino la
cooperación y la participación de la comunidad internacional que hagan viable las
condiciones adecuadas para su puesta en práctica, generando conciencia
internacional de respeto, protección y promoción relacionada con el patrimonio
común de los pueblos, de su riqueza cultural y de su biodiversidad como legado
para las futuras generaciones.
CUARTA GENERACIÓN
Actualmente los derechos a la utilización del progreso tanto científico como
tecnológico son considerados como una categoría aparte y se los ha llamado
derechos de cuarta generación. Serán todos aquellos derechos que se generan a
partir del desarrollo científico, tecnológico, más concretamente los relacionados con
el ciberespacio. En el ejercicio de este derecho se ven vinculados estrechamente
otros derechos como el derecho a la libertad de expresión, comunicación,
pensamiento; y de una manera indirecta los derechos personalísimos que éstos
afectan como son los derechos a la intimidad, honra y propiedad intelectual, etc.
LA INTERNALIZACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los
movimientos
de
reconocimiento
de
los
derechos
humanos
se
internacionalizaron de la mano de los acontecimientos que marcaron el siglo XX: las
dos guerras mundiales y la aparición de los medios masivos de comunicación.
Como resultado de la primera se suscribió el Tratado de Versailles y se planteó la
creación de la OIT (Organización Internacional de Trabajo) y de la Sociedad de
Naciones.
Meses antes de finalizada la segunda, la comunidad internacional tomó conciencia
de la importancia de establecer un organismo supranacional que se convirtiera en
una institución que coadyuvara al mantenimiento de la paz, dirimiera pacíficamente
los conflictos entre Estados y buscase el respeto de los derechos humanos: ONU
(Organización de las Naciones Unidas) en 1945.
GARANTÍA DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
El Derecho Internacional de Derechos Humanos (DIDH) dio paso a varios
instrumentos que buscan comprometer a los Estados en el respeto de los derecho
de la persona a través de tres mecanismos diferentes, que cubren los ámbitos
internacionales, regionales y locales.
SISTEMA UNIVERSAL
Todos aquellos mecanismos que funcionan en el contexto de la ONU configuran el
llamado Sistema universal de protección de los derechos humanos, reforzado
últimamente por la Corte Penal internacional.
El sistemt de Naciones Unidas para)a promoción y la protección de derechos
humanos está compuesto de dos tipos principales de órganos: Órganos creados en
virtud de la carta de la ONU, incluyendo la Comisión de Derechos Humanos
(sistema extraconvencional) y Órganos creados en virtud de tratados internacionales
de derechos humanos (sistema convencional u órganos de los tratados). Varios de
esos mecanismos se hallan definidos en instrumentos que integran el llamado
Derecho Internacional de los Derechos Humanos (D. L D.H.)
El Derecho Internacional de los derechos humanos está integrado por instrumentos
de carácter general, tratados que buscan garantizar para todas las personas el
reconocimiento de un amplio grupo de derechos, e instrumentos de carácter
especializado, instrumentos con los cuales se pretende reconocer o proteger un
derecho específico, prevenir una detérminada violación de derechos humanos y
proteger los derechos de un determinado grupo social.
Sistema extraconvencional: Los mecanismos no convencionales, también llamados
extra-convencionales, son aquellos que no están creados directamente por tratados
internacionales sino que se derivan de las competencias generales de la
Organización de las Naciones Unidas en el ámbito de los derechos humanos, tal
como está consagrado en su Carta constitutiva.
Sistema Convencional: El sistema convencional adopta. dos formas. Primero, los
Mecanismos contenciosos, que es un recurso ante la Corte Internacional de Justicia
y sólo procede por iniciativa de los estados parte. Segundo, los mecanismos no
contenciosos, que son informes periódicos. De igual manera y dependiendo el caso,
se adelantan las llamadas Investigaciones y los Procedimientos cuasi contenciosos
de quejas y reclamaciones.
Antecedentes de la Corte internacional: Los Tribunales
Hasta hace muy pocas décadas no se había configurado un sistema legal
permanente de naturaleza internacional capaz de juzgar y sentenciar a los
responsables de las atrocidades cometidas durante el desarrollo de un conflicto
militar o tras su desenlace. Los primeros Tribunales creados de manera específica
por el concierto de naciones, llamados en ese entonces los "Tribunales de
Nuremberg y de Tokyo", cumplieron una función ejemplar. Lamentablemente sólo
juzgaron a los vencidos y no se ocuparon de sancionar los terribles crímenes y
abusos perpetrados por los vencedores contra los millares de civiles que murieron
con el fin de doblegar a su opositor dejando mucho que desear desde el punto de
vista ético, pues los ganadores acomodaron la justicia a sus intereses, olvidando el
principio moral y legal de la imparcialidad.
Tribunales de Nuremberg y de Tokyo: En el de Nuremberg las personas que
comparecieron ante ese tribunal fueron procesadas por crímenes clasificados en
tres grupos: crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes de lesa
humanidad y se formuló dentro del acuerdo de Londres. En el de Tokyo los
crímenes a juzgar fueron los crímenes de guerra, los de lesa humanidad y los
crímenes contra la paz; se formuló bajo el acuerdo del tribunal de Tokio. Ambos
fueron cortes de justicia constituidas por jueces militares designados por cada una
de las naciones victoriosas que firmaron los mencionados acuerdos.
La Corte; o Tribunal Penal Internacional
La comunidad internacional sorprendida ante los crímenes más atroces cometidos
durante el pasado siglo XX, pretendió establecer una política del "nunca más" en
todos aquellos crímenes que por su gravedad afectaban a todo el género humano
concretamente, después del holocausto vivido durante la Segunda Guerra Mundial.
pese a las tentativas de la gran mayoría de Países y de diversas organizaciones por
establecer una Corte Penal Internacional que se encargara de juzgar a los
responsables de los crímenes más atroces cometidos a nombre de un Estado, la
cristalización de dicho objetivo sólo se plasma el l de julio del 2002. Se convirtió así
en el primer organismo jurídico penal internacional permanente encargado de juzgar
y sancionar las transgresiones más graves contra los derechos humanos en la
esfera internacional.
SISTEMA REGIONAL
El sistema regional de protección de los derechos humanos abarca a un grupo de
países que se encuentran o que comparten ciertas características geográficas. Al
ser regional es una alternativa en la protección de los Derechos Humanos. Sus
orígenes se basan en la creación de la ONU y en el imperativo de respeto a los
bienes fundamentales.
● Singer, P., Ética práctica, Cambridge, Cambridge University Press, 1995.
Fragmento de Cap. 6 “Quitar la vida: el embrión y el feto” (pp. 176-192).
La posición conservadora se mueve en terreno firme al insistir que el paso del
embrión al niño es un proceso gradual. Algunos liberales no ponen en duda la
afirmación conservadora de que el feto sea un ser humano inocente, pero
argumentan que el aborto es, sin embargo, permisible.
Las consecuencias de una legislación restrictiva
El primer argumento consiste en que las leyes que prohíben el aborto no evitan que
éste se lleve a cabo, sino que hacen que se realice de forma clandestina,
aumentando las dificultades y peligros para las mujeres con un embarazo no
deseado. Lo principal de este argumento es que va en contra de las leyes que
prohiben el aborto, y no en contra del punto de vista que sostiene que abortar está
mal. Este argumento ilustra bien la distinción, ya que una mujer podría aceptarlo de
forma consecuente y defender que la ley debiera permitir el aborto libre, mientras
que al mismo tiempo decide -si está embarazada- o aconseja a otra mujer que lo
esté, que abortar no está bien. Es un error asumir que la ley debería siempre
imponer la moralidad; este primer argumento trata de la legislación sobre el aborto
y no sobre la ética del mismo.
¿Es competencia del derecho?
"Debe haber una esfera de la moralidad e inmoralidad privadas que, dicho en
términos breves y claros, no sea competencia del Derecho". Este punto de Vista
está ampliamente aceptado entre los pensadores liberales, y se remonta a la obra
de John Stuart Mil sobre la libertad. En una sociedad pluralista, deberíamos tolerar a
aquéllos que no comparten nuestras posiciones morales y dejar la decisión de
abortar a la interesada. El principio de Mili es defendible sólo si se restringe, como
Mili lo hizo, a actos que no dañan a los demás. Utilizar el principio como forma de
evitar las dificultades de resolver la polémica ética sobre el aborto es dar por
sentado que el aborto no daña a "otro", lo cual constituye precisamente el aspecto
que hay que probar antes de que legítimamente podamos aplicar el principio al caso
del aborto.
Un argumento feminista
Consiste en que la mujer tiene derecho a elegir lo que le ocurra a su propio cuerpo.
Judith Jarvis Thomson, por medio una ingeniosa analogía, ha presentado un
argumento que ha mucha influencia. Imaginemos, dice ella, que una mañana
despertamos en la cama de un hospital, conectados de alguna a un hombre
inconsciente que se encuentra en la cama a la nuestra. Se nos dice que este
hombre es un famoso violinista que padece una enfermedad renal. La única forma
que de sobrevivir es teniendo su sistema circulatorio conectado a otra persona con
el mismo grupo sanguíneo, y nosotros somos la persona con la sangre adecuada.
De modo que una asociación amantes de la música nos secuestró y llevó a cabo la
operación conexión. Como nos encontramos en un hospital con buena reputación
podríamos, si quisiéramos, decirle a un médico que desconectara del violinista; en
cuyo
caso
el
violinista
moriría
irremediablemente.
Por
otra
parte,
sí
permaneciéramos conectados sólo (¿sólo?) nueve meses, el violinista se
recuperaría y ser desconectados sin poner su vida en peligro.
Hay que resaltar que la conclusión de Thomson no depende negar que el violinista
sea un ser humano inocente, con el mismo derecho a la vida que cualquier otro ser
humano inocente. Al contrario, Thomson afirma que el violinista tiene derecho a la
Vida, pero tener derecho a la vida, según ella, no implica el derecho de utilizar el
cuerpo de otra persona, incluso aunque no utilizarlo nos suponga la muerte.
El paralelismo de este caso con el del embarazo, especialmente el embarazo a
consecuencia de una violación, es evidente. Una mujer que haya quedado
embarazada como resultado de una violación se encuentra a sí misma, sin haberlo
elegido, conectada a un feto de la misma manera que nosotros nos encontrábamos
conectados al violinista. Cierto es que una mujer embarazada no tiene normalmente
que pasar nueve meses en cama, pero los que se oponen al aborto no
considerarían esto como una justificación suficiente para abortar. Dar un recién
nacido en adopción podría ser más difícil, psicológicamente, que abandonar al
violinista al final de su enfermedad; pero esto en sí mismo no parece una razón
suficiente para matar al feto.
El argumento podría aplicarse más allá de los casos de violación al mucho mayor
número lle mujomos que se quedan embarazadas por ignorancia, descuido o fallo
en el anticonceptivo utilizado.
Thomson no acepta que estemos siempre obligados a tomar la mejor línea de
acción, una vez considerados todos los puntos, o hacer aquello que tenga las
mejores consecuencias. En cambio, acepta un sistema de derechos y obligaciones
que nos
permita justificar nuestras acciones independientemente de sus
consecuencias.
El utilitarismo rechazaría esta teoría de los derechos, al igual que el razonamiento
de Thomson en el caso del violinista. El utilitarismo sostendría que, por muy
ultrajados que hubiéramos salido de ser secuestrados, si las consecuencias de
desconectarnos del violinista son, mirándolo bien, y teniendo en cuenta los intereses
de cualquier afectado, peores que las consecuencias de seguir conectado, debemos
seguir conectados. Thomson afirmaba que su argumento justificaba el aborto
incluso si permitiéramos que la vida del feto tuviera tanto peso como la vida de una
persona normal. El utilitarismo diría que estaría mal negarse a mantener la vida de
una persona durante nueve meses, si ésa fuera la única forma en la que esa
persona podría sobrevivir. Por tanto si a la vida del feto se le da el mismo peso que
a la de una persona normal, el utilitarismo sostendría que estaría mal negarse a
seguir adelante con el embarazo hasta que el feto pudiera sobrevivir fuera del útero.
El valor de la vida del feto
El argumento principal contra el aborto desde el cual empezamos era el siguiente:
Primera premisa: es malo matar a un ser humano inocente.
Segunda premisa: un feto humano es un ser humano inocente.
Conclusión: por tanto, es malo matar a un feto humano.
La debilidad de la primera premisa del argumento conservador consiste en que
descansa en nuestra aceptación de la categoría especial de la vida humana. Hemos
visto que el término "humano" encuadra a dos nociones distintas: pertenecer a la
especie horno sapiens y ser persona; si se toma "humano" como equivalente de
"persona", la segunda premisa del argumento, es falsa y si se toma "humano" en el
sentido de simplemente "miembro de la especie homo sapiens", la defensa
conservadora de la vida del feto se basa en una característica a la que le falta
pertinencia moral y. por tanto, la primera premisa es falsa.
La creencia de que el mero hecho de pertenecer a nuestra especie,
independientemente de otras características, constituye una gran diferencia sobre el
hecho de que matar a un ser esté mal, es un legado de las doctrinas religiosas que
incluso los que se oponen al aborto dudan en incluir en el debate: ahora se hace
evidente que al movimiento "Pro-vida" 0 "Derecho a la Vida" se le ha denominado de
forma errónea. Lejos de sentir preocupación por toda vida, o una escala de
preocupación imparcialmente basada en la naturaleza de la vida en cuestión, los
que protestan contra el aborto pero comen habitualmente a base de los cuerpos de
gallinas, cerdos y terneras, muestran solamente una preocupación parcial por las
vidas de los miembros de nuestra propia especie.
Ya que ningún feto es persona, ningún tiene el mismo derecho a la vida que una
persona.
El feto como vida potencial
Es al considerar su potencial para convertirse en un ser humano maduro cuando el
pertenecer a la especie horno sapiens se hace importante, y el feto sobrepasa con
mucho a cualquier gallina, cerdo o ternera. Mientras que es problemático si un feto
es realmente un ser humano -depende de lo queramos decir por dicho término-, no
se puede negar que es un ser humano potencial. Las personas se ven a ellas
mismas como entidades distintas con un pasado y un futuro. No se aplican a los que
ni ahora ni nunca han sido capaces de verse a ellos mismos de esta forma. Si éstos
son los motivos para no matar a las personas, el mero potencial de llegar a ser
persona no es un argumento válido para no matar; si los seres racionales y
conscientes de sí mismos son intrínsecamente valiosos, matar a un feto humano es
privar al mundo de algo intrínsecamente valioso y. por tanto, está mal.
UNIDAD 3
● Las normas éticas en la práctica profesional. En O. França Tarragó,
Ética
empresarial y laboral. Los fundamentos y su aplicación
(pp.152-173).
Para los profesionales la relacionalidad típica es la interpersonal, por lo que le
corresponden las normas éticas fundamentales que tienen que ver con la
confidencialidad, la veracidad, y la fidelidad.
LA NORMA DE LA CONFIDENCIALIDAD
Es tradicional la afirmación de que el profesional debe guardar secreto de todas las
confidencias que le haga una persona durante la relación profesional y/o laboral.
PSICOLOGÍA La noción de "confidencialidad" se relaciona con conceptos tales
como: confidencia, confesión, confianza, respeto, seguridad, intimidad y privacidad.
Así implica la protección de toda información considerada secreta, comunicada
entre personas.
Desde el Juramento Hipocrático, pasando por el imperativo del "secreto de
confesión" de los sacerdotes católicos, hasta los modernos códigos de ética
empresarial puede observarse que en la práctica de las profesiones:
1. Hay una trayectoria continua en defensa de que los individuos tienen derecho a
que se guarde como secreto toda información que se relacione con la intimidad.
2. No no se considera una obligación absoluta sirio subordinada al deber de No
Perjudicar al inocente.
ACLARACIONES TERMINOLÓGICAS
La intimidad puede ser definida como el conjunto de características biológicas,
psicológicas, éticas, espirituales, socioeconómicas y biográficas de una persona, en
la medida que forman parte de su vivencia o conciencia.
Privacidad puede entenderse como el derecho de todo ser humano a disponer de un
ambiente geo-social donde ciertos aspectos de su intimidad puedan ser preservados
para sí, si así lo desea, sin que hayan intrusiones (físicas o psíquicas) impuestas por
otros en ese ámbito que el individuo tiene derecho a reclamar como propio o como
íntimo.
Confidencialidad se refiere a la cualidad de "reservados". o "restringidos" que
tienen ciertos datos sobre uno mismo -por el hecho de pertenecer a la intimidad-; o
ciertas informaciones u opiniones privadas que son dichas con la suposición ·de que
su difusión permanecerá controlada por el sujeto que las emite, en un sentido
estricto sería la protección de la comunicación entablada entre personas y en un
sentido amplio, el derecho a controlar la información referente a uno mismo.
Excepciones al deber del secreto
Puede llegar a romperse por dos tipos de circunstancias diferentes:
1. En contra de la voluntad del involucrado
2. Por voluntad del involucrado
En contra de los intereses de las personas· o en contra de su voluntad.
1. Cuando las empresas de trabajo quieren obligar al profesional contratado a
revelar los problemas psicoemocionales que puedan tener los trabajadores de la
empresa
2. Cuando los agentes del gobierno, la policía, los abogados de la parte contraria, o
las compañías de seguros quieren ejercer presión o aún coercitividad sobre la
empresa o el profesional para que revele datos de sus clientes
3. Cuando el profesional sabe la posibilidad de determinadas enfermedades
genéticas que la persona se niega terminantemente a que otros lo sepan, pero que
podría poner en riesgo la vida, o la seguridad de terceros dentro de la empresa
. 4. Cuando hay amenaza de gravísImos daños o perjuicios materiales contra la
sociedad entera o contra individuos particulares
A favor del interés y la voluntad de la persona.
En este caso el individuo podría exigir al profesional o a la empresa que los datos
que le han sido revelados se divulguen, por motivos que interesan primariamente a
la persona pero no al profesional.
l. Por motivos económicos (para justificar una conducta ante compañías de seguro,
en caso de accidente) o ante su jefe de trabajo, etc.
2. Por motivos legales (acusar al mismo profesional, defenderse ante otros,
declaración de competencia por haber firmado ciertos documentos, etc.)
Contenido y justificación de la confidencialidad
En un sentido utilitario podría afirmarse que esta regla tiene un valor instrumental,
en la medida que contribuye a facilitar la confianza entre las personas y la
revelación de datos a los estratos gerenciales que, de otra manera, no se revelarían.
Si produce un buen fin, merecería ser mantenida; si es al contrario habría que
quebrantarla.
La argumentación deontológica sostiene que aunque la confidencialidad favorece
la intimidad interpersonal, el respeto, el amor, la amistad y la confianza, su valor no
proviene de que con esta norma se alcancen estas buenas consecuencias; esta
postura sostiene que la relación profesional implica -por sus mismas característicasun acuerdo implícito de secreto, que si se rompe, es inmoral, desde el momento en
que se quiebra la veracidad y la fidelidad.
No obstante, la confidencialidad no es una obligación absoluta: Cuando está en
juego la vida del individuo o la de otras personas, existe riesgo de que por guardar
el secreto se provoquen gravísimos daños a Ia sociedad u otros individuos
concretos, esta norma queda subordinada al principio de Beneficencia, que incluye
velar no solo por la integridad de la vida de cada persona sino también por el bien
común.
LA NORMA DE VERACIDAD
Para revisar el tratamiento del tema de la veracidad en los autores contemporáneos
es interesante retomar la sistematización que hacen BEAUCHAMP y CHILDRESS.
Según ellos habría dos definiciones diferentes del concepto de mentira, que a su
vez implicarían dos nociones correspondientes de la regla de veracidad.
Según el primero de ellos, mentira sería una disconformidad entre lo que se dice y
lo que se piensa con la mente, pero con una intención consciente de engañar a otro;
la regla de veracidad podría entenderse como decir activamente lo verdadero y en
este caso, la transgresión a la regla de veracidad se haría por un acto o comisión.
El segundo concepto de mentira según los autores que hemos citado, sería el acto
de ocultar la verdad que otra persona tiene legítimo derecho a saber. Si definimos la
mentira como "negación de la verdad que se debe a una persona", la regla de
veracidad tendrá que entenderse como la prescripción de no omitir la información
merecida por la persona. En este caso, la falta a la veracidad se cometería por una
omisión.
La fundamentación ética de la norma de veracidad, está en el Principio de Respeto
por la Autonomía de las personas. No defender el derecho de las personas a tomar
decisiones sobre sus vidas, que no perjudican a otros, sería violar su derecho a la
autonomía. Y las personas no pueden tomar decisiones sobre sí mismas si no
reciben la información veraz para hacerlo.
La regla de veracidad sería claramente inmoral en los casos en que se quiera
engañar a la persona para hacerle daño o explotarla; pero en aquellas situaciones
en que el engaño es imprescindible para lograr beneficiar o no perjudicar a la
persona, la calificación de inmoral se hace más difícil; el deber de decir la verdad es
una obligación "prima facie", al igual que en el caso de la norma de confidencialidad.
Debe cumplirse siempre que no entre en conflicto con el deber profesional de
respetar un principio de superior entidad, que en este caso es el de Autonomía
y el de Beneficencia.
Su finalidad: posibilitar la decisión válida.
El derecho fundamental del individuo es ser respetado como fin y no utilizado como
medio. El respeto a la autonomía se posibilita por la regla de veracidad y se
instrumenta por el consentimiento.
Las dos características básicas que debe tener un consentimiento para ser
considerado válido es, en primer lugar, que lo haga una persona competente para
decidir y por otro, que dicha persona esté en condiciones válidas de hacerlo en esa
situación determinada:
1. La primera condición es que la persona sea competente. El término
"competencia" -que proviene del campo de lo jurídico- tiene que ver con la
capacidad racional general de un individuo para comprender las informaciones
recibidas y decidir en consecuencia.
2. La segunda condición para que un determinado consentimiento sea válido es que
la persona haya recibido la suficiente y adecuada información.
Una tercera condición es la voluntariedad: que la persona se sienta libre para
tomar la decisión concreta que se le pide. Ser libre para tomar una decisión no solo
tiene que ver con estar sin coerción exterior. También problemas de inmadurez
afectiva, miedos particulares, angustias circunstanciales, experiencias de engaño
previo, debilitamiento de la confianza en sí mismo y en los demás, fantasías
contratransferenciales, etc, son algunas las tantas causas para que una decisión
concreta no pueda hacerse voluntariamente y se vea seriamente afectada la validez
de un acuerdo.
La regla de veracidad y su instrumentación práctica: la decisión informada o el
consentimiento válido desplazan la decisión -que en otras circunstancias estaría en
manos del profesional-, a su verdadero lugar: la propia persona.
LA NORMA DE FIDELIDAD A LAS PROMESAS HECHAS
La fórmula del Juramento Hipocrático traducida a un lenguaje secular, incluye los
tres elementos que componen una verdadera promesa, tal como veremos
enseguida. En primer lugar formula el objetivo del juramento que es hacer todo lo
posible por el bien de los enfermos. En segundo lugar, el juramento hipocrático está
hecho delante de testigos. En tercer lugar establece que el médico está dispuesto a
reparar los posibles daños que se deriven de no cumplir la promesa que se jura
solemnemente.
Por Promesa puede entenderse el compromiso que uno asume de realizar u omitir
algún acto en relación con otra persona. Por fidelidad (o lealtad) se puede entender
al mismo tiempo una virtud y una norma. Aquí nos referiremos a la fidelidad como la
obligación que genera en una persona el haber prometido una promesa o haber
aceptado un acuerdo.
El que no cumple una promesa es culpable de 1io haber mantenido la palabra
dada y de perjudicar al otro por todas las decisiones que lo hizo tomar a partir de la
promesa. Desde un punto de vista utilitarista puede decirse que la fidelidad a las
promesas es lo que garantiza el mayor bien para el mayor número.
Desde una perspectiva deontológica, Ramsey ve en la fidelidad a las promesas, el
principio ético básico y fundamental a partir del cual todos los demás principios
morales se derivarían.
● Gracia Guillen, D. (1999). Planteamiento general de la bioética
(fragmento).
RAZONES HISTÓRICAS DEL NACIMIENTO DE LA BIOÉTICA
Hay cuando menos dos tipos de razones que explican el nacimiento y desarrollo de
la bioética en el curso de las dos últimas décadas. Uno primero lo constituyen los
avances acaecidos en el campo de la biología molecular y de la ecología humana, y
la creciente preocupación por el futuro de la vida sobre nuestro planeta. Otro, la
profunda transformación operada en el ámbito de la medicina en los últimos cinco
lustros.
Las revoluciones biológica y ecológica
La biología y la ecología han conseguido en las últimas décadas tal desarrollo, que
para muchos la segunda mitad del sigla xx está siendo la gran era de estas ciencias,
del mismo modo que la primera lo fue de la física.
El crecimiento tiene límites, traspasados los cuales se pone en grave peligro la
vida sobre el planeta, y que, por tanto, el desarrollo económico no sólo no va
necesariamente acompañado de aumento de la calidad de vida, sino que, muy al
contrario, el agotamiento de las materias primas, la contaminación de los mares, la
destrucción de los bosques, la alteración de la atmósfera, etc., pueden disminuir
drásticamente la calidad de vida de los hombres en las próximas generaciones y
comprometen seriamente la viabilidad de la especie humana en un futuro no muy
lejano.
Especial atención merece el tema de la ingeniería genética. Las técnicas de
reproducción asistida (IA, FIV, TE, etc.), y sobre todo la posibilidad de manipulación
del genoma humano con técnicas como la del ADN recombinante, plantean en toda
su crudeza el tema de si todo lo técnicamente correcto es éticamente bueno.La
medicina conoce hoy unas cuatro mil enfermedades de causa genética, que
producen graves trastornos físicos y psíquicos en quienes las padecen, algunos
incompatibles con la vida.
La revolución médico-sanitaria
En ninguna otra época como en la nuestra se han planteado tantos y tan complejos
problemas morales a los médicos, y nunca como ahora se ha requerido una
adecuada formación ética de los profesionales sanitarios.
Las razones de este cambio son de tres tipos. En primer lugar, la mayor autonomía
y capacidad de decisión del enfermo; en segundo, las profundas transformaciones
tecnológicas de la práctica médica; y en tercero, el modo como los poderes
públicos, en particular el Estado, han diseñado y gestionado la política sanitaria.
La nueva conciencia de la autonomía personal, y el movimiento de emancipación
de los pacientes. Los hipocráticos dieron una interpretación peculiar del principio de
beneficencia, que hoy suele conocerse con el nombre de «paternalista»,
entendiendo por paternalismo el beneficemismo «duro», es decir, el hecho de hacer
el bien a otro aun en contra de su voluntad, y en cualquier caso sin contar con ella.
Este paradigma, relación médico-enfermo vertical y asimétrica, no ha cambiado
drásticamente hasta el año 1969, fecha de elaboración del primer código de
derechos de los enfermos, y con él de la toma de conciencia explícita por parte del
enfermo de su condición adulta, y por tanto de su capacidad para tomar las
decisiones sobre su propio cuerpo. De ahí que el derecho máximo de los nuevos
códigos de los enfermos sea el que se conoce con el nombre de «derecho al
consentimiento informado».
Nuestra situación
Frente al viejo modelo del «yo mando tu obedeces», ahora ha comenzado a cobrar
vigencia otro más horizontal, en el que ambos se tratan como personas adultas y
responsables, y por tanto mandan y obedecen. El médico sigue siendo el que sabe
medicina, y con ella intenta ayudar al enfermo, fil hace presente en la relación
médico-enfermo un principio ético, que hoy suele conocerse con el nombre de
«principio de beneficencia» ; el enfermo, por su parte, quiere curarse, y por ello
acude al médico «autónomamente». De este modo, la vieja relación «yo mando-tú
obedeces» se ha visto sustituida por esta otra: «beneficencia-autonomía».
Pero a la relación médico-paciente no hay sólo dos partes, el médico y el enfermo,
ni tampoco sólo dos principios, el de autonomía y el de beneficencia. Hay otra parte,
la sociedad, el Estado, y otro principio, el de «justicia».
CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA BIOÉTICA
Los códigos deontológicos de la profesión médica, como los de cualquier otra
actividad, son declaraciones de principios que los profesionales se comprometen a
respetar desde el momento en que entran a formar parte de ese grupo. Esas
declaraciones de principios éticos son necesarias, pero hoy resultan insuficientes.
Los problemas éticos han adquirido un volumen y una gravedad tales que necesitan
de otros procedimientos de análisis. La bioética está intentando responder a estas
necesidades mediante métodos de resolución de problemas éticos que cumplan
ciertos requisitos básicos.
Ética civil
En el campo específico de la bioética esto significa que aun teniendo todas las
personas derecho al escrupuloso respeto de su libertad de conciencia, las
instituciones sociales están obligadas a establecer unos mínimos morales exigibles
a todos. Éstos ya no podrán fijarse de acuerdo con los mandatos de las morales
religiosas, sino desde criterios estrictamente seculares, civiles o racionales. La
bioética ha de ser, pues, una moral civil o secular.
Ética pluralista
Ha de ser, además, una ética pluralista, es decir, que acepte la diversidad de
enfoques y posturas e intente conjugarlos en unidad superior. De ahí que el
pluralismo no tenga por qué ser un obstáculo para la construcción de una ética, sino
más bien su condición de posibilidad. Sólo el pluralismo universal puede dar lugar a
una ética verdaderamente humana.
Ética autónoma
La tercera nota que ha de cumplir la bioética actual es la de ser autónoma, no
heterónoma. Las éticas autónomas consideran que el criterio de moralidad no puede
ser otro que el propio ser humano. Es la razón humana la que se constituye en
norma de moralidad, y por ello mismo en tribunal inapelable: eso es lo que se
denomina «conciencia» y «voz de la conciencia».
Ética racional
La tesis del racionalismo es que la razón puede conocer o priori el todo de la
realidad, y que por tanto es posible construir un sistema de principios éticos desde
el que se deduzcan con precisión matemática todas las consecuencias posibles
Más allá del convencionalismo
Finalmente, la moderna bioética aspira a ser universal, y por tanto a ir más allá de
los puros convencionalismos morales. Una cosa es que la razón humana no sea
absoluta, y otra que no pueda establecer criterios universales, quedándose en el
puro convencionalismo. La razón ética, como la razón científica, aspira al
establecimiento de leyes universales, aunque siempre abiertas a un proceso de
continua revisión.
Personas de muy distinta formación filosófica pueden aceptar, según ellos, un
conjunto de principios éticos comunes, que ellos reducen a cuatro: autonomía,
no-maleficencia, beneficencia y justicia. Estos cuatro principios son fácilmente
aceptables por todos los miembros de una comunidad plural y civilizada, y pueden
considerarse, por ello, como «deberes prima facie». Cuando no entran en conflicto
entre sí, obligan moralmente. En caso de conflicto, habrá que ver cuál tiene
prioridad sobre los demás en cada situación concreta, lo que en última instancia
dependerá siempre de las consecuencias.
De ahí que en el sistema de Beauchamp y Childress éstas sean las que acaban
decidiendo en un sentido o en otro, Por eso su sistema es a la poste
consecuencialista. Cabe afirmar, por ello, que el entramado teórico más importante
de la bioética norteamericana es claramente utilitarista. Beauchamp y Childress
parten del criterio utilitarista de que la obligación moral básica es lograr el mayor
bien posible para todos, o al menos para la mayoría. Esto es lo que entienden por
«principio de beneficencia»: evitar el mal posible (principio de no-maleficencia) y
promover él bien. Pero sucede que el bien no es independiente de la autonomía de
las personas, ya que unas consideran bueno lo que para otras es malo, y todas
coinciden en afirmar que la realización del bien ha de contar con la aceptación de
aquél a quien se hace. Por tanto, el principio de beneficencia es inseparable de otro,
el «principio de autonomía». No hay beneficencia sin autonomía. Finalmente, es
preciso establecer un tercer principio, el llamado «principio de justicia», a fin de
reducir las desigualdades que generan (o que no evitan) los dos principios
anteriores. La justicia tiene, pues, un carácter sólo compensatorio.
Naturalmente, los principios de no-maleficencia y de justicia son de algún modo
independientes del de autonomía y jerárquicamente superiores a él, ya que obligan
aun en contra de la voluntad de las personas. Entre aquéllos y éste hay la misma
diferencia que entre el bien común y el bien particular. Yo puedo, debo y tengo que
perseguir mi bien particular, pero también tengo obligación, en caso de conflicto, de
anteponer el bien común al propio bien particular.
Si esto es así, entonces hemos de afirmar que los cuatro principios se ordenan en
dos niveles jerárquicos, que podemos denominar, respectivamente, nivel 1 y nivel 2.
El primero, el nivel 1, está constituido por los principios de no-maleficencia y de
justicia, y el nivel 2 por los de autonomía y beneficencia. El primero es el propio de
la «ética de mínimos*, y el segundo es el de la «ética de máximos». A los mínimos
morales se nos puede obligar desde fuera, en tanto que la ética de máximos
depende siempre del propio sistema de valores, es decir, del propio ideal de
perfección y felicidad que nos hayamos marcado. Una es la ética del «deber» y otra
la ética de la «felicidad». También cabe decir que el primer nivel es el propio de lo
«correcto» (o incorrecto), en tanto que el segundo es el propio de lo «bueno» (o
malo). Por eso el primero es el propio del Derecho, y el segundo el específico de la
Moral.
CUESTIONES DE PROCEDIMIENTO
Sería ingenuo pensar que con un sistema de principios, sea éste el que fuere, se
pueden solucionar a priori todos los problemas morales. Los principios han de ser
por definición generales, y los conflictos éticos son concretos, particulares. Esto
hace que siempre se haya considerado necesario establecer en el proceso de
razonamiento ético un segundo momento, distinto del de los puros principios. Si éste
es racional y a priori, el momento de particularidad se caracteriza por ser
experiencial y a posteriori. Por esto cabe decir que el razonamiento moral consta
siempre de dos pasos, uno principialista, deontológico y a priori, y otro
consecuencialista, ideológico y a posteriori. El primero sirve para establecer tas
«normas», y el segundo las «excepciones» a la norma.
LOS COMITÉS DE ÉTICA
Las razones del recurso a los comités son siempre de carácter consecuencialista,
Para evaluar las consecuencias es preciso tener en cuenta las perspectivas de
todos los implicados, o al menos del mayor número de ellos para evaluar las
consecuencias de los actos y la multitud de intereses individuales implicados en
ellos.
En el sistema de Beauchamp y Childress, de hecho, la jerarquización de los
principios prima facie ha de efectuarse siempre a la vista de la situación concreta, y
previa ponderación de las consecuencias. Quien mejor puede hacer esto no hay
duda que es un comité, y tal es la razón de que en la bioética norteamericana se
haya convertido en el procedimiento más usual de toma de decisiones.
El problema de los CIEs no es que sean plurales, sino el que no lo sean
suficientemente. Por muy amplios que se hagan, nunca podrán estar compuestos
más que por un pequeño grupo de personas. De ahí el peligro de que éstas actúen
teniendo en cuenta sólo los intereses de unos pocos (los grupos que directamente
representan), y no los intereses de todos (de acuerdo con los principios de
no-maleficencia y justicia). Para evitar esto, es necesario que los ClEs procedan
siempre de forma metódica en el análisis de los casos.
● Milmaniene, M. (2013). “Otras propuestas alternativas: críticas en clave
feminista” y ss. En La ética de la investigación en ciencias sociales (pp.
76- 83). Buenos Aires: Biblos.
BREVE RECORRIDO DEL FEMINISMO
La bioética feminista produjo también criticas destinadasa cuestionar la ética y la
epistemología basada en los principios, especialmente respecto a la autonomía.
Pero hay otro nivel, que se puede denominar público, expresado en el derecho: en
tanto vivimos en una sociedad, se necesita que haya ciertos preceptos morales que
se apliquen a todos por igual; aquí se encuentran los principios de no maleficencia y
justicia.
La década del 60 -época importante por la consolidación de la bioética- estuvo
marcada por la emergencia de un feminismo organizado en los Estados Unidos
signado por la creación de la National Organization for Women (NOW) cuya
principal referente fue Betty Friedan quien orientó su lucha hacia la reforma del
sistema para lograr la igualdad de los sexos y la inclusión efectiva de la mujer en la
esfera pública.
Uno de los ensayos más frecuentados de la época era Sexual Politics de Kate
Millet quien traza dos frentes de lucha: resignificar la contrahistoria de la oposición
femenina a lo largo de la historia y explorar los clásicos de la literatura para
identificar la impronta del enfoque misógino.
En los primeros trabajos académicos de la vertiente feminista se estudiaron las
implicaciones sociales y epistemológicas de la división sexual del trabajo basados
fundamentalmente en el privilegio epistemológico concedido a la hegemonía del
falocentrismo; el pretendido ideal de neutralidad del trabajo es de carácter
históricamente situado y siempre supone las determinaciones de género.
Para la filósofa feminista norteamericana Nancy Hartsock la dificultad de pensar la
opresión específica de las mujeres está relacionada con que la división sexual del
trabajo fue pensada como natural o dada. En base a esto, su proyecto
epistemológico consiste en recuperar los recursos cognitivos, históricamente
invisibilizados y despreciados, para pensarlos desde las condiciones materiales de
existencia de las mujeres, transformando la experiencia vivencial de la feminidad en
saber y en lucha política por la igualdad de género ya que las categorías de género
socialmente determinadas operan además como normas de control y regulación
social.
● Vino,
N.
(2010).
Los
Refugiados y la Protección Internacional
(Manuscrito no publicado). Buenos Aires: Facultad de Psicología-UBA.
¿Qué es un refugiado?
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 define a los refugiados
según 3 tipos de cláusulas: Cláusulas de inclusión (establecen la base positiva
sobre la que una persona puede considerarse refugiada); Cláusulas de exclusión
(establecen a qué personas debe negársele protección) y Cláusulas de cesación
(establecen cuándo llega a su fin el estatuto de refugiado).
Según el Artículo 1 A de la Convención, un refugiado es una persona que “…debido
a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad,
pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del
país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera
acogerse a la protección de su país; o que careciendo de nacionalidad y hallándose
a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su
residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él.
Personas que no requieren protección
- Individuos que reciben la protección o asistencia de las Naciones Unidas (es el
caso de los palestinos que reciben protección de la UNRWA).
- Individuos que han sido reconocidos por otro país en el cual han instalado su
residencia y tienen los mismos derechos y obligaciones que los nacionales.
Personas que no merecen protección
- Personas que han cometido un delito contra la paz, de guerra o de lesa
humanidad.
- Personas que han cometido un delito común grave fuera del país de refugio.
- Personas que han sido culpables de actos contrarios a las finalidades y principios
de las Naciones Unidas.
Cláusulas de cesación:
De acuerdo con el Artículo 1C de la Convención de 1951, el estatuto del refugiado
llega a su fin cuando la persona:
- Acepta voluntariamente la protección de su país de nacionalidad.
- Recobra voluntariamente su nacionalidad
- Se establece nuevamente en el país que abandonó
- Adquiere una nueva nacionalidad y protección del país
- No puede negarse a aceptar la protección de su país de nacionalidad o de
residencia habitual (en caso de no tener nacionalidad) pues han cambiado las
circunstancias que llevaron a reconocerlo como refugiado
La protección internacional es un conjunto de acciones destinadas a asegurar un
acceso igualitario a los derechos (derechos humanos, derecho internacional
humanitario y derecho internacional de refugiados) a todas aquellas personas
abarcadas por los instrumentos legales pertinentes. Los gobiernos de los países que
albergan a los refugiados y el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados) son los responsables principales de brindar protección. La
protección internacional de los refugiados comienza por garantizar asilo seguro,
respeto de sus derechos humanos fundamentales (incluyendo el principio de
no-devolución: no ser devuelto forzosamente a un país inseguro) y termina cuando
se ha logrado una solución duradera.
Otras personas bajo la responsabilidad del ACNUR
- Repatriados: Son antiguos refugiados que regresan voluntariamente a sus países
de origen.
- Apátridas: Son personas que no son consideradas nacionales o ciudadanos por
ningún Estado. Es decir, no tienen lazo legal con ningún Estado, motivo por el cual
sus derechos no se encuentran protegidos.
- Desplazados internos: Son personas que se han visto forzadas a abandonar su
hogar pero, en lugar de cruzar la frontera hacia otro país, buscaron protección en
otro lugar dentro de su país de origen o residencia. Las causas de los
desplazamientos también pueden ser múltiples. Puede tratarse de situaciones
difíciles en cuanto al respeto de los derechos humanos, o bien puede deberse a
conflictos internos. También es común el desplazamiento de personas a causa de
desastres naturales o ecológicos tales como sequías o huracanes. Por su condición
de nacionales o residentes, no hay tratados internacionales que regulen su situación
o tratamiento. El ACNUR no tiene actualmente un mandato para trabajar con
desplazados internos, pero colabora con otras agencias e instituciones bajo la
dirección del Coordinador de la Asistencia de Emergencia de las Naciones Unidas
para asistir a estos grupos.
El ciclo del desplazamiento
El proceso por el que transita este “migrante obligado” comienza con la huida y
culmina, después de no pocas peripecias, en el asentamiento o reasentamiento. El
ciclo se desarrolla en tres etapas:
I. Huida y acceso al asilo. Por lo general, buscar asilo implica no sólo superar
barreras físicas para salir de un país y entrar en otro sino también, una vez que se
llega, esperar la evaluación de la solicitud de asilo y, mientras tanto, intentar cubrir
las necesidades diarias de vivienda y sustento. Cuando una persona decide huir
deja atrás familiares y amigos cercanos, de manera que los solicitantes de asilo
deben ser tratados con la comprensión y sensibilidad que su situación merece. Una
vez que han sido admitidos en el territorio, los solicitantes de asilo tienen necesidad
de ayuda para satisfacer sus necesidades básicas.
II. Las normas de tratamiento Si bien muchas de las normas están definidas a partir
de la Convención de 1951 y el Protocolo de 1967, en tanto dependen del
reconocimiento de los derechos humanos, deben respetarlas aun los países que no
adhieren a los documentos internacionales. Un tratamiento adecuado debe procurar:
seguridad física, no devolución, necesidades materiales, acceso al mercado de
trabajo y las iniciativas de autoempleo, libertad de movimiento, identificación
(documento de identidad), acceso a una educación adecuada de los niños, por lo
menos en el nivel básico, y a oportunidades recreativas, unidad familiar; los
refugiados, por su parte, tienen la obligación de cumplir las leyes del país que los
acoge.
III. Soluciones oportunas y duraderas Una solución duradera es aquella que
resuelve las dificultades y permite a los refugiados una vida normal, cerrando así el
ciclo de desplazamiento. Aunque al buscar solución se debe considerar en cada
caso la edad y el género de los refugiados, tradicionalmente, las más usuales son:
- Repatriación voluntaria: regresar al país de origen en condiciones de seguridad y
dignidad.
- Integración local: cuando el país de asilo ofrece residencia.
- Reasentamiento: se busca transferir a los refugiados a un tercer Estado dispuesto
a admitirlos en forma permanente.
● PROTOCOLO
DE
ESTAMBUL.
Manual
para
la
investigación
y
documentación eficaces de la tortura y otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes.
…«se entenderá por el término “tortura” todo acto por el cual se inflija
intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o
mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión,
de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de
intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en
cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean
infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones
públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia.”
CAPÍTULO I NORMAS JURÍDICAS INTERNACIONALES APLICABLES
El derecho a estar libre de tortura está firmemente establecido en el marco del
derecho internacional.
Derecho humanitario internacional (p. 3)
La legalidad de cualquier sanción se determinará por referencia al derecho nacional
e internacional, prevaleciendo el derecho internacional en caso de conflicto con la
legislación interna. Todos los métodos de tortura están sujetos a la misma
prohibición y dan lugar a las mismas obligaciones jurídicas, independientemente de
que el dolor o sufrimiento infligido sea de carácter “físico” o “mental”, o una
combinación de ambos.
El artículo 3 común dice: ...se prohíben, en cualquier tiempo y lugar [...] atentados
contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio en todas sus
formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura [...] atentados contra la
dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes…
Mecanismos de las Naciones Unidas
Los mecanismos de derechos humanos de las Naciones Unidas incluyen órganos
basados en tratados, como el Comité contra la Tortura, así como órganos basados
en la Carta, como el Consejo de Derechos Humanos y sus procedimientos
especiales.
Comité contra la Tortura
El Comité contra la Tortura supervisa la aplicación por los Estados partes de la
Convención contra la Tortura. Las funciones principales del Comité incluyen:
examen de informes periódicos; consideración de denuncias individuales y
comunicaciones interestatales; procedimiento de investigación; y la adopción de
comentarios generales, que brindan una interpretación importante de las
disposiciones de la Convención contra la Tortura y establecen amplia jurisprudencia
sobre la tortura y los malos tratos.
Relator Especial sobre la tortura.
En 1985, en su resolución 1985/33 la Comisión decidió nombrar un Relator
Especial sobre la tortura. El Relator Especial está encargado de solicitar y recibir
información creíble y fidedigna sobre cuestiones relativas a la tortura y de responder
sin demora a esas informaciones. El Relator Especial se comunica con los
diferentes gobiernos a los que solicita informaciones sobre las medidas legislativas y
administrativas adoptadas para prevenir la tortura y reparar sus consecuencias
siempre que se haya producido, y además les pide que respondan a toda
información relativa a la práctica de la tortura. Estos informes describen las medidas
que el Relator Especial ha adoptado de acuerdo con su mandato y con constancia
llaman la atención acerca de la importancia que tiene la rápida investigación de las
alegaciones de tortura.
Relator Especial sobre la violencia contra la mujer.
. El Relator Especial ha establecido procedimientos con los que trata de obtener
explicaciones e informaciones de los gobiernos, en un espíritu humanitario, sobre
casos concretos de presunta violencia, a fin de identificar e investigar situaciones y
alegaciones específicas de violencia contra las mujeres que se ven en cualquier
país. En casos de violencia de género contra la mujer que supongan o puedan
suponer una amenaza o temor a una amenaza inminente al derecho a la vida o a la
integridad física de la persona, el Relator Especial podrá enviar un llamamiento
urgente.
Relator especial sobre el derecho universal a disfrutar los mayores estándares
alcanzables de salud física y mental.
En 2017, el relator especial, Dainius Puras, concluyó: “La salud mental ha sido a
menudo descuidada y cuando recibe recursos, se vuelve dominada por modelos
ineficaces y dañinos…personas de todas las edades, cuando tienen necesidades
asociadas a su condición de salud mental, muy a menudo sufren tanto de ausencia
de cuidados y apoyo como de la provisión de servicios ineficaces y dañinos”
Derecho internacional de los refugiados y no devolución.
La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados define la no devolución como el
principio que prohíbe a los Estados contratantes expulsar o devolver (refouler) a los
refugiados de cualquier manera a las fronteras de los territorios donde su vida o
libertad estarían amenazadas en cuenta de su raza, religión, nacionalidad,
membresía de un determinado grupo social u opinión política.
La Corte Penal Internacional.
123. El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, adoptado el 17 de julio de
1998, instituyó una corte penal internacional con carácter permanente y con la
misión de juzgar a las personas responsables de delito de genocidio, crímenes de
lesa humanidad y crímenes de guerra (A/CONF.183/9). La Corte tendrá su sede en
La Haya. Su jurisdicción se limita a los casos en los que los Estados no pueden o no
desean procesar a las personas responsables de los delitos que se describen en el
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
CÓDIGOS ÉTICOS PERTINENTES
La ética en la atención de salud
Existen claros vínculos entre los conceptos de los derechos humanos y los
tradicionales principios de la ética en la atención de salud. Las obligaciones éticas
de los profesionales de la salud se articulan en tres niveles que quedan reflejados
en los documentos de las Naciones Unidas de la misma forma que se hace con la
profesión jurídica. El principio básico del conjunto de la ética de la atención de salud,
cualquiera que sea la forma como se enuncie, es el deber fundamental de actuar
siempre de conformidad con los mejores intereses del paciente, sean cuales fueren
las limitaciones, presiones u obligaciones contractuales.
Declaraciones de las Naciones Unidas en relación con los profesionales de la salud.
Estas reglas vienen a reforzar la obligación ética de los médicos antes expuesta de
tratar y actuar según los mejores intereses de los pacientes a los que tienen el
deber de atender. En estos principios queda bien claro que los profesionales de la
salud tienen el deber moral de proteger la salud física y mental de los detenidos. En
particular, se les prohíbe el uso de sus conocimientos y técnicas de medicina de
cualquier manera que sea contraria a las declaraciones internacionales de los
derechos individuales.
Los principios de las Naciones Unidas incorporan además una de las normas
fundamentales de la ética de la atención de salud al señalar que la única relación
ética entre los reclusos y los profesionales de la salud es la destinada a evaluar,
proteger y mejorar la salud de los prisioneros. Así, pues, la evaluación de la salud
de un detenido con el fin de facilitar su castigo o tortura es evidentemente contraria
a la ética profesional.
Profesionales de la salud con doble obligación.
Los profesionales de la salud tienen una doble obligación, una obligación principal
ante su paciente, la de promover los mejores intereses de esa persona, y una
obligación general ante la sociedad, la de asegurar el triunfo de la justicia y prevenir
violaciones de los derechos humanos. Los intereses de su empleador y de sus
colegas no médicos pueden entrar en colisión con los mejores intereses de los
pacientes detenidos. No pueden ser obligados ni contractualmente ni por ninguna
otra consideración a comprometer su independencia profesional. Es preciso que
realicen una evaluación objetiva de los intereses sanitarios de sus pacientes y
actúen en consecuencia.
Aplicación de principios éticos en las evaluaciones clínicas de la tortura y los malos
tratos.
Los principios éticos más relevantes para las evaluaciones clínicas de casos
presuntos o sospechosos de tortura o malos tratos son actuar en el mejor interés de
los pacientes (beneficencia), "no hacer daño" (no maleficencia), respetar las
decisiones de los pacientes (autonomía) y mantener la confidencialidad de la
información compartida en encuentros con profesionales de la salud. En los últimos
años, la AMM (Asociación Médica Mundial) y las Reglas Nelson Mandela han
establecido la obligación ética de los médicos y otro personal médico de documentar
y denunciar los actos de tortura y malos tratos en determinadas circunstancias.
CONSIDERACIONES GENERALES RELATIVAS A LAS ENTREVISTAS
Cuando se entreviste a una persona que alegue haber sido torturada, se tendrán en
cuenta cierto número de cuestiones y factores prácticos.
Finalidad de la investigación, el examen y la documentación.
El objetivo general de la investigación consiste en determinar los hechos relativos a
los presuntos incidentes de tortura. El objetivo del testimonio escrito u oral del
médico consiste en dar una opinión de experto sobre el grado en el que los
hallazgos médicos se correlacionan con la alegación de abuso del paciente, y
comunicar con eficacia los signos médicos hallados por el facultativo. Además, con
frecuencia el testimonio médico sirve para dar a conocer a los funcionarios judiciales
y gubernamentales de otros tipos y a las comunidades locales e internacionales
cuáles son las secuelas físicas y psicológicas de la tortura.
Riesgo de retraumatización del entrevistado
Los entrevistadores deben ser conscientes de que las entrevistas clínicas y
evaluaciones, incluido el recuento de experiencias pasadas de tortura y traumas
graves, así como el examen físico y el examen psicológico y los procedimientos
comunes y las pruebas diagnósticas auxiliares, como los análisis de sangre, pueden
ser profundamente retraumatizantes para las víctimas, tanto durante el examen
como después. Los individuos retraumatizados pueden movilizar defensas fuertes
que resultan en un profundo aislamiento y afectivo aplanamiento durante el examen
o la entrevista; Alternativamente, pueden expresar hostilidad y enojo.
Cuestiones de género
Lo mejor es que en el equipo de investigación haya especialistas de ambos sexos,
con lo cual la propia persona que diga que ha sido torturada pueda elegir el sexo del
investigador y, cuando sea necesario, del intérprete.
Entrevistas a niños
Los niños tienen derecho a que se respete su consentimiento y confidencialidad. Se
debe prestar especial atención a brindar apoyo, como tomarse el tiempo para
establecer una buena relación, usar un lenguaje claro y apropiado para la edad en
todo momento, y proporcionar descansos y oportunidades para hacer preguntas. Es
importante comprender que las características y los efectos psicológicos de la
tortura y los malos tratos dependen de la etapa de desarrollo del niño y de las
normas sociales de la tortura de la comunidad en la que viven.
Conciencia cultural, religiosa y socio/política
Los médicos que realizan evaluaciones de las víctimas de presunta tortura deben
tener la humildad cultural y la perspectiva transcultural necesarias para comprender
y documentar eficazmente los efectos físicos y psicológicos de la presunta tortura o
malos tratos.
La conciencia y el aprendizaje constante de los modismos de la
angustia y las conceptualizaciones específicas de la cultura del dolor y la
enfermedad son de Importancia primordial para llevar a cabo la entrevista y formular
la impresión clínica y la conclusión. Los entrevistadores deben asegurarse de
comportarse de una manera que no ofenda las sensibilidades culturales o religiosas.
Uso de intérpretes
Al intérprete se le deberá advertir que todo lo que escuche y digan en las entrevistas
es estrictamente confidencial. Cuando el intérprete no sea un profesional, siempre
existe el riesgo de que el investigador pierda el control de la entrevista. Existe
asimismo el riesgo de que un intérprete con sus propios prejuicios pueda influir
sobre el entrevistado o distorsionar sus respuestas. El investigador no debe olvidar
que es necesario que sea él mismo el que se dirija a la persona manteniendo
contacto visual con ella, incluso si ésta tiene una tendencia natural a dirigirse al
intérprete.
Técnicas aplicables a la entrevista
Deberán respetarse ciertas reglas básicas. La información es sin duda importante,
pero aún es más importante la persona que está siendo entrevistada y el escuchar
es más importante que el preguntar. La tortura, y sobre todo la tortura sexual, es un
acto muy íntimo y que podría no exteriorizarse antes de la primera visita de
seguimiento o incluso después. No se exigirá a nadie que hable de ninguna forma
de tortura si se siente incómodo al hacerlo.
Evaluación psicológica/psiquiátrica: Consideraciones Éticas y clínicas.
El proceso de la entrevista
El especialista clínico debe comenzar la entrevista explicando con detalle qué
procedimientos se van a seguir (y las preguntas que se han de hacer sobre los
antecedentes psicosociales, incluidos la relación del caso de tortura y el actual
funcionamiento psicológico), lo que prepara al sujeto para las difíciles reacciones
emocionales que pueden provocar las preguntas. El especialista ha de ser sensible
y empático en la manera de formular sus preguntas, pero permaneciendo siempre
objetivo en su evaluación clínica. El especialista debe permitir que se expresen y
expliquen esos sentimientos y mostrarse comprensivo ante la difícil situación del
sujeto. Además, no se debe descuidar la posibilidad de que la persona aún pueda
ser perseguida u oprimida.
Torturas y maltrato en lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales
La investigación sobre niños y jóvenes lesbianas, gays, bisexuales y transgénero
muestra que corren el riesgo de sufrir abusos físicos y psicológicos graves y
prolongados, con un impacto potencialmente grave en su salud mental.
Dependiendo de los diferentes niveles de estigma y patologización, las personas
lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales han experimentado en sus
vidas grandes dificultades para revelar su identidad, incluso al médico examinador.
Al examinar a una presunta víctima de tortura de la comunidad de lesbianas, gays,
bisexuales y transexuales, se deben tener en cuenta consideraciones específicas
para evitar patologizarla o volver a traumatizarla. Algunos de los principios básicos y
notas clave que deben ser tenidos en cuenta por los médicos con el fin de crear una
sensación de seguridad y respeto y así ayudar a las personas a revelar todos los
aspectos de su historial de tortura y ayudar al médico a comprender mejor sus
necesidades actuales (médica, psicosocial y legalmente) incluyen:
- Reconocer que la diversidad en la orientación sexual, la identidad de género, la
expresión de género y las características sexuales es normal y no es una
enfermedad mental
- Entender cómo se experimenta la persecución de niños, jóvenes y adultos
lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales, y el modo en que afectan
su salud mental y física
● Beauchamp, T. “Los fundamentos filosóficos de la ética en psiquiatría”
en Bloch, S., Chodoff, P. y Green, S. (ed.), La ética en Psiquiatría, Madrid,
Triacastela, 2001. (pp. 35-56).
MORALIDAD
El término «moralidad» se refiere a las convenciones sociales ampliamente
compartidas sobre lo correcto y lo incorrecto, que constituyen un consenso general
estable en todas las comunidades morales. La moralidad comprende múltiples
pautas de conducta a las que aludimos como «reglas morales», «derechos
humanos» y virtudes.
La moralidad común
La moralidad compartida por todas las personas de moralidad probada en todas las
sociedades no es una moralidad, es sencillamente moralidad. Es universal, debido a
que contiene preceptos éticos presentes en todo lugar donde se encuentre la
moralidad.
Justificación moral
El objetivo de la justificación moral es fundamentar el propio razonamiento
presentando motivos suficientes para una acción o creencia. La justificación exige
también la imparcialidad en el proceso de deliberación moral y que se disponga de
toda la información relevante posible. Hay que seleccionar y aplicar las propias
razones de manera imparcial, mientras se permanece sensible a los conflictos
morales así como a los conflictos con las obligaciones legales, las tradiciones
religiosas, etc.
TEORÍAS ÉTICAS CLÁSICAS
Teorías utilitaristas
Para los utilitaristas el objeto de la moralidad es favorecer el bienestar humano,
minimizando los perjuicios y maximizando los beneficios. A partir del razonamiento
de los utilitaristas se pueden extraer cuatro rasgos esenciales del utilitarismo:
1. El principio de utilidad. En primer lugar, los agentes están obligados a maximizar
lo bueno: siempre deberíamos obtener el mejor balance posible de valores. Ello
conduce a interrogantes sobre cómo hay que interpretar lo bueno o lo valioso.
2. El estándar de bondad. La bondad o naturaleza valiosa de las consecuencias
debe medirse mediante hechos que supongan como bienes primarios o utilidades
básicas. Muchos utilitaristas coinciden en que deberíamos obtener valores que no
varíen entre las personas. Pero otros interpretan lo bueno como lo que se desea o
se quiere subjetivamente, y en esta valoración la meta de las acciones morales es la
satisfacción de los deseos o las necesidades.
3. Consecuencialismo. Todas las teorías utilitaristas deciden qué acciones son
medibles en relación con las consecuencias de las mismas, más que en virtud de
cual reco quier característica moral intrínseca que puedan poseer, como la
veracidad o la fidelidad.
4, Imparcialidad (universalismo). Finalmente, en la teoría utilitarista todas las partes
afectadas deben recibir una consideración imparcial e igual.
Teorías kantianas
Hay un segundo tipo de teoría que ha recibido el nombre de deontológica, pero en la
actualidad se la denomina cada vez con mayor frecuencia kantiana por basarse en
las teorías de Immanuel Kant. Éste sostenía que los actos son moralmente dignos
de alabanza sólo si el motivo que empuja a la persona es la realización de un
auténtico deber. El principio supremo de Kant, denominado «ley moral» e
«imperativo categórico», se expresa de diversas maneras en sus escritos. En su
primera formulación, el principio es que «nunca debería actuar a menos de que lo
hiciera de modo tal que ello me permitiera desear que mi máxima deviniera en ley
universal». Dicha formulación estipula que «se debe actuar tratando a todas las
personas como un fin y nunca sólo como un medio». Así, se debe tratar a las
personas como dueñas de sus metas individuales, establecidas de forma autónoma,
no debemos tratar al otro exclusivamente como medio para nuestros propios fines.
El imperativo de Kant sólo requiere que las personas sean tratadas en tales
situaciones con el respeto y la dignidad moral á la que todo el mundo tiene derecho,
incluso en los momentos en que se los utilice como medio para los fines de otros.
ALTERNATIVAS A LAS TEORÍAS CLÁSICAS
Las teorías alternativas propuestas son: 1) teorías de la virtud, 2) la ética del
cuidado y 3) la casuística. Las dos primeras son de importancia sustantiva para la
ética de la psiquiatría y la tercera contiene ideas prácticas respecto al método en
ética.
Ética de la virtud
Este enfoque investiga el papel de la estructura motivacional típica de una
persona.El motivo de actuar sólo de acuerdo a una regla de obligación no es
moralmente suficiente para la virtud; además, también son necesarias virtudes tales
como la escrupulosidad. La ética de la virtud puede parecer que sólo posee un
interés intelectual, pero tiene un valor práctico, pues es más probable que una
persona moralmente buena, con deseos o motivos rectos, entienda lo que se
debería hacer, realice los actos exigidos y elabore ideales morales, en
contraposición con lo que puede esperarse de una persona moralmente mala o
indiferente.
Ética del cuidado
La «ética del cuidado» amplía algunos temas de la ética de la virtud centrados en la
primacía del carácter, pero se focaliza en rasgos de las relaciones personales
íntimas, tales como la simpatía, la fidelidad, el amor y la amistad. La conducta que
en un determinado con texto es cuidadosa en otro puede estar irrumpiendo en la
intimidad o resultar ofensiva. La ética del cuidado se adapta a este contexto de
relaciones, mientras que muchas otras teorías parecen mal pertrechadas para este
fin. La perspectiva del cuidado es especialmente importante en papeles como el de
padre, amigo, médico y personal de enfermería, en los que es probable que haya
que contar más con la respuesta del contexto, con la atención a detalles sutiles y
con la perspicacia que con su adecuación a ciertas reglas.
Casuística
Una tercera alternativa a las teorías clásicas se ha etiquetado como «casuística».
Se centra en la toma de decisiones utilizando casos particulares, donde los juicios a
los que se llega tienen en cuenta los alcanzados en casos previos. Los casuistas
son escépticos respecto a la capacidad de los principios y de la teoría para resolver
problemas en casos específicos. Piensan que muchas formas del pensamiento y del
juicio moral no implican apelar a normas generales, sino más bien a narraciones,
ejemplos paradigmáticos y precedentes establecidos por casos previos.
Los juicios normativos sobre ciertos casos surgen a través de las comparaciones
entre ellos: al evaluar un caso se le sitúa en el contexto de una serie de casos
similares, y se valoran sus semejanzas y diferencias. Se supone que el peso relativo
de los valores en conflicto se determina por comparación con casos análogos. La
pauta moral se obtiene mediante la acumulación de un volumen de casos
significativos, que representan un consenso en la sociedad y en las instituciones
alcanzado mediante la reflexión sobre tales casos. Dicho consenso se hace
entonces vinculante y se extiende a las nuevas situaciones.
En los juicios surge un «punto de certeza moral», y los elementos estables
cristalizan en principios provisionales. A medida que crece la confianza en estas
generalizaciones, se aceptan con menor provisionalidad y progresa el conocimiento
moral. La meta consiste en encontrar una teoría que sistematice coherentemente
estos juicios, los explique y proporcione ayuda para tratar otros ", Así entendida, la
casuística no es incompatible con la teoría ética clásica; sencillamente, marca el
énfasis en la determinación práctica de decisiones, más que en ofrecer una teoría
general.
UN SISTEMA DE PRINCIPIOS MORALES
Una serie de principios generales servirá como marco analítico de los principios
básicos que expresen los valores generales subyacentes a las reglas, en la
moralidad común y en las normas de la ética profesional. En otro lugar James
Childress y yo mismo hemos defendido cuatro grupos de principios morales que
pueden cumplir esta función:
1) respeto a la autonomía (respeto a la capacidad de una toma de decisión de las
personas autónomas);
2) no maleficencia (evitar causar un daño);
3) beneficencia (proporcionar beneficios y que éstos compensen los riesgos);
4) justicia (imparcialidad en la distribución de los beneficios y riesgos).
Estos principios no forman un sistema o teoría moral, pero proporcionan un marco
mediante el cual podemos identificar los problemas morales y reflexionar sobre
ellos. Los principios aportan un punto de partida para el juicio moral y para la
evaluación de las normas, pero no tienen en cuenta las particulares sutilezas de los
problemas morales.
Respeto a la autonomía
El respeto a la autonomía es uno de los principios morales más mencionado en la
ética psiquiátrica. Se encuentra arraigado en la tradición moral y en la política liberal
de la importancia de la libertad y la elección individuales. Así, «autonomía» significa
libertad frente a coacciones externas y la presencia de una facultad mental crítica
ejemplificada por la comprensión, la intencionalidad y la capacidad de tomar
decisiones voluntarias. Muchas cuestiones de ética de la psiquiatría tienen que ver
con defectos en el respeto hacia la autonomía de la persona, extendiéndose desde
la revelación insuficiente y manipulativa de la información pertinente hasta el no
reconocimiento de un rechazo a las intervenciones médicas. Respetar la autonomía
de cada paciente es reconocerle el derecho al tratamiento, con el oportuno respeto
hacia sus puntos de vista.
No-maleficencia
Desde la época de Hipócrates los médicos han reconocido que no deben causar
daño a sus pacientes. Entre los principios más citados en la historia de los códigos
de ética médica se encuentra la máxima primuin non nocere: «ante todo, no hagas
el mal».
Beneficencia
En medicina un valor fundamental es el logro del bienestar de los pacientes como
meta de los cuidados sanitarios. Nos exige ayudar a los demás más allá de sus
legítimos intereses, evitando o eliminando habitualmente los posibles daños; Las
intuiciones morales corrientes, igual que las de los médicos, nos dicen que el deber
de no causar daño a los demás se impone al deber de hacerles el bien.
Quienes se dedican tanto a la práctica como a la investigación médica saben que
en las intervenciones los riesgos de lesión deben ser sopesados frente a los
posibles beneficios para los pacientes, los individuos y la población. El médico que
declara «no dañar» no está prometiendo no causar jamás daños, sino más bien
esforzarse en crear un balance positivo de buenos resultados sobre los daños
originados. Ello queda reconocido en el Código de Nuremberg, que ordena: «El
grado de riesgo que se asuma nunca debería exceder el determinado por la
importancia humanitaria del problema que se resuelva mediante el experimento».
Justicia
Una persona es tratada justamente si lo es con arreglo a lo equitativo, lo
conveniente o lo debido. Por ejemplo, si a todos los ciudadanos les corresponden
los mismos derechos políticos, un trato justo a la persona implica concederle esos
derechos. El término justicia distributiva se refiere a la distribución imparcial,
equitativa y apropiada en la sociedad, determinada por normas justas de reparto
que configuran parte de las condiciones de la cooperación social.
Las teorías
igualitarias de la justicia acentúan un acceso equitativo a los bienes primarios, las
teorías liberales hacen hincapié en los derechos a la libertad social y económica, y
las teorías utilitaristas destacan un empleo mixto de tales criterios para lograr la
máxima utilidad pública y privada. Estas tres teorías de la justicia recogen algunas
de nuestras convicciones intuitivas sobre la misma, cada una con un uso diferente
de los principios.
NATURALEZA Y FUNCIÓN DE LOS PRINCIPIOS MORALES
W. D. Ross desarrolló una teoría destinada a ayudar en la resolución de los
problemas de conflictos entre principios. Sus puntos de vista se basan en una
estimación de lo que él llama deberes prima facie, que contrapone a los deberes
reales. Un deber prima facie es un deber prioritario, a no ser que en alguna ocasión
concreta entre en conflicto con un deber igual o más urgente. Un deber prima facie
siempre es correcto y obliga, siendo indiferentes los demás aspectos y no se ve
superado ni condicionado por otras exigencias morales que entren en competencia.
Un deber real, por el contrario, queda determinado en las situaciones particulares
por el examen del peso respectivo de los deberes prima facie en competencia. Los
deberes prima facie reflejan la complejidad de la vida moral, en la que resulta
imposible una jerarquía de reglas y principios. El problema de Cómo valorar los
diversos principios morales sigue sin solución, lo mismo que averiguar la mejor serie
de principios morales para constituir el armazón de la ética biomédica.
Especificación y reforma moral
Para que sean prácticos, los principios morales deben ser especificados para cada
contexto y dar cabida a consideraciones de factibilidad y de política institucional.
Incluso las normas concretas muchas veces son demasiado indeterminadas y
necesitan una precisión ulterior”. Un simple ejemplo de especificación de las
obligaciones para obtener el consentimiento aparece en la siguiente disposición de
las Ethical guidelines for the practice of forensic psychiatry de la American Academy
of Psychiatry and the Law: «Cuando sea posible, se obtendrá consentimiento
informado del sujeto de una evaluación forense. Cuando no se requiera el
consentimiento, se avisará al evaluado de la naturaleza de la evaluación. Si el
evaluado no es competente para dar el consentimiento, se obtendrá por sustitución,
según las leyes de la jurisdicción»36 . En ética biomédica se ha planteado otro
problema por una concreción que aparece con frecuencia en la literatura de ética
médica: «Los investigadores deben anteponer el bienestar de los sujetos al
conocimiento científico obtenido a partir de los estudios».
En el caso de muchos pacientes psiquiátricos sería moralmente incorrecto no tener
en consideración el rechazo al tratamiento, pero parece legítimo hacerlo cuando
está en juego un significativo beneficio de salud en aquellos pacientes que tengan
un trastorno transitorio o un nivel de competencia disminuido y en casos similares.
Sería demasiado rígida una doctrina que afirmara que siempre hay que aceptar un
rechazo, pero resultaría arbitrario hacerlo en algunos casos y no en otros sin unos
criterios razonables que nos permitan distinguir las circunstancias en las que se
puede prescindir de dicho rechazo.
Moralidad profesional
Los principios de respeto a la autonomía y beneficencia en ocasiones entran en
conflicto, dando origen al problema del paternalismo. La palabra «paternalismo»
alude al tratamiento de los individuos como un padre trata a su hijo. La esencia del
paternalismo es soslayar la autonomía de una persona con la intención de
proporcionarle un beneficio —en medicina, un beneficio médico—. En psiquiatría las
obligaciones de beneficencia que justificarían el paternalismo son obligaciones de
atención propiamente profesionales.Tal patemalismo ha sido atacado durante los
últimos años, sobre todo por los partidarios de los derechos de la autonomía de los
pacientes. Éstos sostienen que los médicos intervienen con demasiada frecuencia y
asumen un control demasiado paternalista sobre las elecciones de los pacientes.
El asunto es que los pacientes pueden estar tan enfermos que sus juicios o sus
capacidades voluntarias se encuentren significativamente afectadas, o que sean
incapaces de comprender una información importante sobre su caso, no estando en
posición de tomar decisiones cuidadosamente razonadas respecto a su tratamiento
médico o farmacológico; el patemalismo está justificado si, y sólo si, los daños que
se eviten a la persona sean mayores que los daños o afrentas (si las hubo)
causadas por la interferencia en su libertad, y siempre que ese trato se pueda
justificar
de
modo
universal,
bajo
circunstancias
claramente
similares.
Indudablemente, ciertas pocas formas de patemalismo son injustificables, pero hay
un debate abierto respecto a si ciertas formas menores de manipulación y
ocultamiento de la información respecto al tratamiento estarían justificadas ante
objetivos tan importantes como los tratamientos capaces de salvar la vida o prevenir
el suicidio. Los matices de cada caso implicarán un equilibrio de diversos factores, y
la reflexión moral servirá para no asumir de entrada si el patemalismo en general
está justificado o no.
Ética en la vida profesional
La moralidad interna aceptada por los psiquiatras y los diversos intentos de
mejorarla se analizarán en este libro más adelante. Aquí sólo habría que destacar
una precaución: las obligaciones legales y las pautas de las asociaciones
profesionales se aceptan con frecuencia como las autoridades morales principales,
y muchos miembros de la profesión creen que estas leyes y normas establecen lo
éticamente correcto. Uno de los problemas de este modo de formular los modelos
de conducta profesional aparece en su parte final: se considera aceptable en
general la conducta que es aceptable a la luz de leyes y códigos, olvidándose de
que la conducta puede ser inadecuada para los estándares de moralidad que son
independientes de la ley, tales como la teoría ética y las normas de moralidad
común que se han analizado a lo largo de este capítulo.
Si hay una justificación moral para ayudar a algunos pacientes, los médicos no
hacen nada moralmente incorrecto al actuar en su favor. Esta perspectiva da pie a la
disconformidad, moralmente justificada, con las leyes en vigor y a la insumisión
evasiva frente a las prohibiciones recomendadas por las asociaciones profesionales.
Los médicos se sienten con frecuencia ligados por la ley y por el código ético de su
profesión. En realidad están ligados, pero sólo por deberes prima facie.
UNIDAD 4
● Barbesi, B. (2007) Ética de la Relación Profesional (Manuscrito no
publicado, pp. 6). Buenos Aires: Asociación de Psicólogos de Buenos
Aires.
PSICOÉTICA
Es un término que está definiendo un espacio donde, a través de la reflexión se
intenta responder a conflictos éticos que propone el ejercicio de las profesiones de
la psicología y de la psiquiatría. Tanto la psicoética como la deontología profesional
pertenecen al campo de la ética aplicada y profesional y se sirven de la perspectiva
de análisis de la ética normativa.
La psicoética abarca la relación que se establece entre el profesional y el solicitante
de su actividad profesional, y que en realidad comprende no sólo a los organismos
profesionales sino a temas que abarcan a la sociedad en su conjunto.
DEONTOLOGÍA PROFESIONAL
Alude específicamente a los deberes a los que están obligados los profesionales en
su actividad.
El lugar que ocupa un profesional dentro de una sociedad es aquel que el estado
reconoce con responsabilidades propias de decisión, con una preparación
especializada en constante actualización.
Los deberes que integran los Códigos de ética o deontológicos pasan a la jerarquía
de ley, con carácter obligatorio y por lo tanto se constituyen en leyes de ejercicio
profesional; las leyes de ejercicio profesional están a su vez subordinadas a leyes
superiores que conforman un marco dentro del cual están presentes Códigos,
Reglamentos y Estatutos pertenecientes a Colegios y Asociaciones profesionales.
El Código de ética profesional es un sistema normativo organizado de modo de
considerar las responsabilidades y obligaciones que se le imponen al profesional, en
este caso el psicólogo, donde se expresan las exigencias que las personas tienen
derecho a reclamar.
Estructura del Código de Ética
Las normas contenidas en un código de ética tienen carácter
- Universal
- Obligatorio
- No absoluto
- Prima Facie
Se extiende a todo el universo que comprende a los miembros pertenecientes a ese
Colegio o Institución, que está regido éticamente por un código aprobado por ese
organismo;
deben
cumplirse
obligatoriamente
aunque
hay
situaciones
excepcionales que levantan la obligatoriedad en busca de un bien mayor, de ahí que
son prima facie.
Documentos regionales, nacionales y de la ciudad de Buenos Aires que regulan la
práctica profesional del psicólogo
El código de ética de los psicólogos de la república Argentina tiene alcance nacional
y ratifica los principios enunciados por el Comité coordinador de psicólogos del
mercosur y países asociados que enuncia 5 principios básicos:
- Respeto por los derechos y la dignidad de las personas
- Competencia
- Compromiso profesional y científico
- Integridad
- Responsabilidad social
Las reglas que los psicólogos deben observar son en relación a los siguientes
temas:
- Consentimiento informado
- Secreto profesional
- Responsabilidad en las relaciones profesionales
- Investigación
- Docencia
- Declaraciones públicas
Colegios y asociaciones
Dentro de la asociación de psicólogos de la república argentina hay 21 entidades
federadas, dos de las cuales son asociaciones: ciudad de Buenos Aires y Mendoza;
el resto colegios.
El colegio profesional es una sociedad de personas que pertenece a una misma
profesión . Posee el control y regulación del ejercicio profesional, y con ello el
otorgamiento, registro, fiscalización de la matrícula profesional; las asociaciones no
están autorizadas para esto.
Tribunales y Comités de ética
Los comités de ética están constituidos por un grupo de personas de diferentes
profesiones y ocupaciones que se reúnen para analizar y deliberar cuestiones
éticamente dilemáticas que no poseen una respuesta clara y única, en busca de
alcanzar soluciones moralmente correctas. La función fundamental es consultiva,
dan una opinión calificada sobre la situación planteada. La segunda función es
educativa, orientando a los participantes a una permanente reflexión sobre lo
actuado y establecido.
El tribunal de ética está compuesto por un determinado número de miembros,
profesionales colegas que pertenecen a la institución a la cual pertenece el
denunciado. Al recibir una denuncia sobre una supuesta violación a las reglas
establecidas, analizan si debe ser sumariado o denunciado y de ser así llegan a una
resolución. La acción denunciada es juzgada y a partir de ese análisis el Tribunal
resuelve si es culpable de la violación que se le atribuye y son atribuciones del
mismo aplicar las sanciones correspondientes.
● Código de la Asociación de Psicólogo. Códigos de la Federación de
Psicólogos de la República Argentina, 10/04/1999. Principios y reglas
éticas de la profesión.
El Código de Etica de la Federación de Psicólogos de la República Argentina
(Fe.P.R.A.) tiene como propósito proveer tanto principios generales como
normativas deontológicas orientadas a las situaciones con que pueden encontrarse
los psicólogos en el ejercicio de su profesión, estableciendo así las reglas de
conducta profesional que han de regir su práctica. Consta de una Introducción, un
Preámbulo, una Declaración de Principios y una sección de Disposiciones
deontológicas. La Introducción expresa la intención y alcance de aplicación del
Código de Etica. El Preámbulo y la Declaración de Principios constituyen objetivos
deseables que guían a los psicólogos hacia los más elevados ideales de la
Psicología; expresan así el espíritu de este Código y si bien no son en sí mismos
reglas obligatorias deben ser considerados prioritariamente ya que constituyen el
fundamento mismo del actuar ético de los psicólogos. Las Disposiciones
deontológicas establecen reglas de conducta profesional; en el proceso de toma de
decisiones relativas a su conducta profesional, los psicólogos deben considerar este
Código de Ética y el de la Organización en que se encuentran matriculados o
asociados, además de las leyes vigentes.
PREÁMBULO
Los psicólogos nucleados en las entidades que conforman la Federación de
Psicólogos de la República Argentina (Fe.P.R.A.) se comprometen a ejercer su
profesión guiados por los principios y reglas de acción que contiene este Código de
Etica. Propician para el ser humano y para la sociedad en que están inmersos y
participan, la vigencia plena de los Derechos Humanos, la defensa del sistema
democrático, la búsqueda permanente de la libertad, la justicia social y la dignidad,
como valores fundamentales que se traduzcan en un hombre y una sociedad
protagonista, crítica y solidaria. Entienden bienestar psíquico como uno de los
Derechos Humanos fundamentales y trabajan según el ideal social de promoverla
todos por igual, en el mayor nivel de calidad posible y con el sólo límite que la ética
y la ciencia establecen. . Comprenden que es responsabilidad individual de cada
psicólogo aspirar a alcanzar él mismo y promover en sus colegas una actitud
responsable, lúcida y comprometida frente al ser humano concreto y sus
condiciones..
No
consienten
ni
participan
deliberadamente
prácticas
discriminatorias. Propician la armonía entre colegas, pero concuerdan en que el
sentimiento de solidaridad profesional no puede avalar o encubrir errores, faltas
éticas, crímenes o contravenciones penales practicadas por otros en prestación de
servicios profesionales.
DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
A. - Respeto por los derechos y la dignidad de las personas
Los Psicólogos se comprometen a hacer propios los principios establecidos por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Asimismo, guardarán el debido
respeto a los derechos fundamentales, la dignidad y el valor de todas las personas,
y no participarán en prácticas discriminatorias. Respetarán el derecho de los
individuos a la privacidad, confidencialidad, autodeterminación y autonomía.
B. Competencia
Los Psicólogos se comprometen a asumir niveles elevados de idoneidad en su
trabajo. Asimismo, reconocen las fronteras de sus competencias particulares y las
limitaciones de su pericia. Los Psicólogos se mantendrán actualizados en el
conocimiento científico y profesional, relacionado con su ejercicio, reconociendo la
necesidad de una educación continua.
C. Compromiso profesional y científico
Los Psicólogos se comprometen a promover la Psicología en cuanto saber
científico.
D. Integridad
Los Psicólogos se comprometen a promover la integridad del quehacer científico,
académico, y de práctica de la Psicología.
E. Responsabilidad social
Los psicólogos se comprometen a asumir su responsabilidad profesional y científica
hacia la comunidad y la sociedad en que trabajan y viven. Este compromiso es
coherente con el ejercicio de sus potencialidades analíticas, creativas, educativas,
críticas y transformadoras.
NORMAS DEONTOLÓGICAS
La mayoría de las reglas fueron redactadas en términos generales, de manera que
puedan adecuarse a las distintas situaciones regionales y ser aplicadas a todos los
psicólogos, independientemente del ámbito profesional en que desempeñen su
labor, pudiendo la aplicación de una regla variar según el contexto. Las siguientes
son reglas que los psicólogos deberán observar en relación con:
1.- Consentimiento informado
Los psicólogos deben obtener consentimiento válido tanto de las personas que
participan como sujetos voluntarios en proyectos de investigación como de aquellas
con las que trabajan en su práctica profesional.
2.- Secreto profesional
Los psicólogos tienen el deber de guardar secreto de todo conocimiento obtenido
en el ejercicio de su profesión. Este deber hace a la esencia misma de la profesión,
responde al bien común, protege la seguridad y honra de los consultantes y sus
familias y es garantía de la respetabilidad del profesional; cualquiera sea el ámbito
profesional de desempeño. Los informes escritos o verbales sobre personas,
instituciones o grupos deberán excluir aquellos antecedentes entregados al amparo
del secreto profesional y ellos se proporcionarán sólo en los casos necesarios
cuando, según estricto criterio del profesional interviniente constituyan elementos
ineludibles para configurar el informe.
Los psicólogos podrán comunicar información obtenida cuando así lo exija el bien
del propio consultante, cuando se trate de evitar la comisión de un delito o prevenir
los daños que pudieran derivar del mismo, cuando el psicólogo deba defenderse de
denuncias efectuadas por el consultante en ámbitos policiales, judiciales o
profesionales.
3.- Responsabilidad en las relaciones profesionales.
- Con los consultantes.
Los psicólogos deberán ser conscientes de la posición asimétrica que ocupan frente
a sus consultantes y no podrán hacer uso de su influencia más que con fines
benéficos para estos.
- Con los colegas.
Los psicólogos mantendrán sus vínculos con colegas siempre dentro del respeto
mutuo y sin intromisión en los límites de la especialidad ajena. Las divergencias que
pudieran surgir deberán ser tratadas por medios coherentes con la competencia
científica y la responsabilidad profesional.
- Con la profesión y la comunidad.
En tanto que profesionales los psicólogos deberán armonizar los intereses propios
con el bien común, reconocer a la comunidad como destinataria legítima de sus
servicios profesionales, propender al desarrollo científico y profesional de la
psicología y conducirse siempre de manera coherente con los Principios que este
código indica.
4.- Investigación
La investigación psicológica perseguirá el avance del conocimiento científico y/o el
mejoramiento de las aplicaciones profesionales. Esta finalidad estará siempre
subordinada a la obtención de resultados humanitariamente benéficos y al respeto
por los derechos de los sujetos que participen en la investigación.
5.- Docencia
Los psicólogos que desempeñan funciones en la formación, capacitación,
entrenamiento, supervisión de grado o postgrado de profesionales psicólogos
Garantizarán el nivel académico de los docentes involucrados en la enseñanza,
capacitación y entrenamiento; serán cuidadosos en el empleo de la influencia;
promoverán en los alumnos el conocimiento y observancia de la ética profesional.
6.- Declaraciones públicas
6.1.- Publicidad: Los psicólogos que publicitan sus servicios deberán anteponer
siempre las normas profesionales a sus intereses comerciales; la publicidad deberá
hacerse en forma mesurada; no ofrecerán recursos o actividades relativas a
técnicas psicológicas que no estén reconocidas por la comunidad profesional;
participación que los psicólogos pudieran tener en medios de comunicación masiva
será con fines educativos y divulgativos.
6.2.- Divulgación: Las declaraciones u opiniones profesionales que los psicólogos
deban formular con fines de información al público deberán plantearse siempre con
rigor científico; deberán abstenerse de hacer declaraciones públicas que sean
falsas, engañosas, desorientadoras o fraudulentas; cuidarán que su aparición sea
dentro del máximo respeto por su calidad profesional, por su propio prestigio y el de
su profesión.
6.3.- Publicaciones
Es inherente a la práctica de los psicólogos comunicar y discutir sus experiencias, el
producto de su investigación y, en general, su producción científica, dentro del
ámbito de las instituciones correspondientes a su campo de acción y a través de la
publicación de sus trabajos en revistas de su especialidad profesional; en la
publicación de sus trabajos científicos o profesionales los psicólogos mantendrán
siempre su compromiso con la veracidad, por lo cual incluirán todos los datos
pertinentes.
● Salinas, Rodrigo et al. “La confidencialidad de la consulta psiquiátrica y
el deber de protección a terceros: El caso Tarasoff” en Revista Chilena
de Neuro-Psiquiatría, Vol. 45, Nº 1, marzo de 2007 (pp. 68- 75).
Neuroética debe entenderse como la ética de la neurociencia. Para el Dr. Michael
Gazzaniga esta disciplina comprende el examen de “cómo nos queremos relacionar
con los aspectos sociales de la enfermedad, la normalidad, la mortalidad, los estilos
de vida y la filosofía de lo viviente, a partir de la comprensión de sus mecanismos
cerebrales subyacentes”. En esta oportunidad se recurre a uno de los casos más
clásicos de la discusión ética en torno a la atención psiquiátrica, el caso de Tatiana
Tarasoff.
Poddar conoció a Tatiana Tarasoff en las actividades recreativas de la residencia
estudiantil donde vivía e iniciaron una relación que él, a diferencia de ella, interpretó
como seria. Al darse cuenta, ella le dijo que estaba comprometida y que no deseaba
una relación con él, provocando en el estudiante una seria crisis emocional.
En base a esto, Poddar buscó apoyo profesional dentro de la universidad y fue
derivado del psiquiatra al psicólogo, a quien le contó -en su novena sesión- que iba
a matar a una mujer, claramente identificable como Tatiana. Dos días después, el
psicólogo notificó a la policía que su paciente sufría de una reacción esquizofrénica
paranoide y que se encontraba en riesgo de dañarse a sí mismo o de dañar a otros.
La policía lo retuvo pero lo dejó ir una vez que el estudiante cambió de actitud. Dos
meses después, Tatiana regresó luego de un viaje y continuó siendo acosada por
Poddar, quien la acuchilló y la mató por negarse a sus requerimientos.
Los padres de Tarasoff decidieron querellarse contra la Universidad de California y
sus psicoterapeutas debido a que los profesionales no habían dado oportuno aviso
a Tatiana ni a sus cercanos acerca de las intenciones de Poddar de asesinarla.
La Corte Suprema de California en su decisión final sostuvo que los terapeutas no
pueden escapar a su responsabilidad simplemente porque Tatiana no era su
paciente. Cuando un terapeuta determina que, o de acuerdo a los estándares de su
profesión debiera determinar, que su paciente representa un serio peligro para otros,
le asiste la obligación de ejercer cuidados razonables dirigidos a proteger a las
víctimas de tal peligro. Así, puede llevarlo a advertir a la posible víctima o a otros
que puedan advertir a la víctima del peligro, notificar a la policía o tomar las medidas
que sean razonablemente necesarias en esas circunstancias.
De las muchas caras inherentes a la confidencialidad nos reducimos a tres:
¿cuánto sabía el psicólogo de Poddar? ¿por qué notificó a la policía del campus
para que lo arrestara? ¿debió alertar a Tatiana? Respecto al conocimiento que tenía
el psicólogo de Poddar, este había sido evaluado por el psiquiatra antes de enviarlo
con él. La ficha clínica (y/o la discusión del caso antes de iniciar el tratamiento) es el
material indispensable que debe estar a disposición del psicoterapeuta. Parece claro
que la información completa debió estar a disposición del psicólogo y fue deber suyo
haberla recabado para ejecutar mejor su asistencia profesional.
El dilema de avisar a la policía encierra dos asuntos distintos. Primero, efectuar
una interconsulta al psiquiatra y su supervisor para decidir los pasos a seguir. El
psicólogo, efectivamente acordó, siguiéndolos, solicitar la reclusión para observar la
conducta de Poddar; parece claro que fue éticamente correcto revelarles esta
información. Segundo, dar a conocer el diagnóstico psiquiátrico del paciente,
oralmente primero (a los psiquiatras) y luego por escrito al jefe de la policía resulta
controversial desde la perspectiva bioética. ¿Era esta revelación absolutamente
indispensable para justificar ante la ley su potencial peligrosidad y, por tanto, su
necesidad de reclusión? El diagnóstico médico es privado, producto de la
interacción que se ha llevado a cabo en la intimidad de las sesiones y, salvo que
exista una causa poderosísima, le pertenece al paciente y a su médico (o equipo).
Lo que interesaba eran los pensamientos y conductas objetivas que hacían
aconsejable su internación y no su etiqueta diagnóstica. Por último, no haber
alertado a Tarasoff es no haber hecho prevalecer al principio de justicia por sobre
los otros tres (autonomía, no maleficencia, beneficencia), principio que justificaría no
respetar la confidencialidad.
Como conclusión, se debe considerar una excepción tener que revelar a terceros
la información que se ha obtenido en la relación médico-paciente. El secreto
profesional es una condición necesaria para contar con toda la información
requerida que va a permitir poder ayudar efectivamente a los pacientes. Sin
embargo, mantener el secreto no es obligatorio en un cierto número de
circunstancias.
UNIDAD 5
● Ezequiel E. ¿Qué hace que la investigación clínica sea Ética? Siete
requisitos éticos.
Elucidación sistemática de estos requisitos éticos.
El objetivo principal de la investigación clínica es generar conocimiento
generalizable, que sirva para mejorar la salud y el bienestar y/o aumentar la
comprensión de la biología humana; los sujetos que participan son sólo un medio
para asegurar tal conocimiento. Los requisitos éticos para la investigación clínica
están dirigidos a reducir al mínimo la posibilidad de explotación, con el fin de
asegurar que los sujetos de investigación no sean sólo usados, sino tratados con
respeto mientras contribuyen al bien social.
Hay siete requisitos éticos que proporcionan un marco sistemático y racional para
determinar si la investigación clínica es ética y están hechos para ser universales,
no limitados como respuesta a una tragedia, escándalo o problema especifico, ni
limitado a las prácticas en un país o por un grupo de investigadores.
1. Valor
Para ser ética, la investigación clínica debe tener valor, lo que representa un juicio
sobre la importancia social, científica o clínica de la investigación (1996 #3)
(Freedman, 1987 #11). Esta aseveración pone el énfasis en los resultados de la
investigación, en cuanto a que tienen probabilidad de promover mejoras en la salud,
en el bienestar o en el conocimiento de la población. Las razones fundamentales
son dos: el uso responsable de recursos limitados y el evitar la explotación.Las
consideraciones de equidad -necesidad de asignar los escasos recursos con
sensatez- justifican tales evaluaciones comparativas de valor.
2. Validez científica
Para que un protocolo de investigación clínica sea ético la metodología debe ser
válida y prácticamente realizable. La , validez es “una condición previa… una
exigencia no negociable” (Freedman, 1987 #11). La justificación de validez como
requisito ético recae sobre los mismos dos principios que se aplican al valor: los
recursos limitados y el evitar la explotación.
3. Selección equitativa del sujeto
La identificación y selección de los sujetos potenciales, que participarán en una
investigación deben ser equitativas. Son cuatro las facetas de este requisito. La
primera se refiere a asegurar que se seleccionen grupos específicos de sujetos por
razones relacionadas con las interrogantes científicas incluidas en la investigación;
la segunda requiere que a todos los grupos se les ofrezca la oportunidad de
participar en la investigación a menos que existan buenas razones científicas o de
riesgo que restringiesen su elegibilidad; la tercera afirma que
la selección de
sujetos puede considerarse equitativa sólo cuando aquellos que se reclutan como
sujetos estén en condiciones de beneficiarse si la investigación proporciona un
resultado positivo, como ser un nuevo tratamiento; la cuarta y última afirma que
debe estar diseñada para reducir al mínimo los riesgos para los sujetos a la vez que
se maximizan los beneficios sociales y científicos de los resultados de la
investigación.
La esencia de la equidad en la investigación en sujetos humanos es que la
necesidad científica guíe la selección de los sujetos y que los criterios de
elegibilidad usados sean los más amplios posibles compatibles con la interrogante
de la investigación científica que se investiga y el intento de reducir al mínimo los
riesgos de la investigación.
4. Proporción favorable de riesgo-beneficio
Al
sopesar los riesgos y los beneficios hay dos comparaciones: 1) riesgos y
beneficios potenciales para los sujetos, y 2) riesgos para los sujetos comparados
con beneficios para la sociedad. En general, cuanto más probable y/o severo el
potencial de riesgo, mayor debe ser la probabilidad y/o magnitud de los beneficios
anticipados; por el contrario, la investigación que implique menor probabilidad y/o
severidad en riesgos potenciales puede tener beneficios potenciales más inciertos
y/o circunscritos. La exhortación a acercamientos utilitarios hacia la maximización es
muy polémica; no existe un marco determinado sobre cómo se deben “balancear”
los beneficios sociales contra los riesgos individuales. No obstante, estas decisiones
se toman, y son los investigadores y los Comités de Evaluación Institucional los
obligados a tomarlas.
El principio de no maleficencia sostiene que no se debe causar daño a una
persona. Esto justifica la necesidad de reducir al mínimo los riesgos de la
investigación. El principio de la beneficencia “se refiere a la obligación moral de
actuar en beneficio de otros” (Beauchamp, 1994 #16). En la investigación clínica,
esto se traduce en la necesidad de maximizar los beneficios de la investigación
tanto para el sujeto individual como para la sociedad.
5. Evaluación independiente
Una manera común de reducir al mínimo el impacto potencial de ese tipo de
prejuicios es la evaluación independiente, haciendo que la investigación clínica sea
revisada por peritos apropiados que no estén afiliados al estudio y que tengan
autoridad para aprobar, enmendar o, en casos extremos, cancelar la investigación.
Una segunda razón para la evaluación independiente de la investigación clínica es
la responsabilidad social. La evaluación independiente del cumplimiento con los
requisitos éticos, de un estudio o investigación, garantiza a la sociedad que las
personas inscritas para los ensayos serán tratadas éticamente y no sólo como
meros medios.
6. Consentimiento informado
La finalidad del consentimiento informado es asegurar que los individuos participan
en la investigación clínica propuesta sólo cuando ésta es compatible con sus
valores, intereses y preferencias. Permitiéndole al individuo decidir si -y cómo quiere
contribuir a la investigación, el consentimiento informado respeta a la persona y su
autonomía.
7. Respeto a los sujetos inscritos
El respeto a los sujetos inscritos implica al menos cinco actividades diferentes.
Primero, el respeto incluye permitir al sujeto cambiar de opinión, a decidir que la
investigación no concuerda con sus intereses o preferencias, y a retirarse sin
sanción. Segundo, ya que se recopilará información sustancial sobre los sujetos
inscritos, su privacidad debe ser respetada administrando la información de acuerdo
con reglas de confidencialidad. Tercero, durante el curso de la investigación clínica,
se pueden obtener datos nuevos, información acerca de los riesgos y beneficios de
las intervenciones utilizadas. Cuarto, en reconocimiento a la contribución de los
sujetos a la investigación clínica, debe haber algún mecanismo para informarlos
sobre los resultados y lo que se aprendió de la investigación clínica. Quinto, el
bienestar del sujeto debe vigilarse cuidadosamente a lo largo de su participación por
si experimenta reacciones adversas o suceden eventos adversos severos, a fin de
proporcionarle un tratamiento apropiado y, si es necesario, retirarlo de la
investigación. Estas cinco protecciones hacen recordar a los investigadores, a los
sujetos, a los revisores y a otros que la investigación clínica ética requiere que se
cumplan los requisitos no sólo antes de comenzar la investigación; este requisito
recalca la importancia del monitoreo continuo para velar por los intereses de los
sujetos inscritos.
La adaptación de estos requisitos a identidades, adhesiones y tradiciones culturales
encajadas en determinadas circunstancias no debilita su universalidad; pues
reconoce que cualquier conjunto de requisitos necesita interpretarse y especificarse
en contextos específicos y que esto puede ocurrir de diferentes formas compatibles
con su filosofía básica.
La puesta en práctica de estos requisitos éticos y la determinación sobre si un
ensayo de investigación cumple con cada uno de ellos implica una variedad de
habilidades que condicionarán el tipo de capacitación y las aptitudes que será
necesario asegurarse que tengan los investigadores clínicos evaluadores. En
verdad, cualquier grupo designado encargado de la revisión ética independiente de
los ensayos de investigación debe incluir a individuos con aptitudes científicas,
estadísticas, éticas, legales; así como a ciudadanos con capacidad de reflexión que
comprendan los valores sociales, las prioridades y vulnerabilidad, y las inquietudes
de los sujetos potenciales.
Estos siete requisitos para considerar la ética de una investigación clínica deben
considerarse análogamente a una constitución, en el sentido que proporciona un
marco sistemático para guiar las evaluaciones de los protocolos de investigación
clínica individuales, las tradiciones de interpretación para los diversos requisitos
generales, el contexto de desacuerdos y las clases de consideraciones que deben
invocarse para resolverlos.
● Guber
R.
(2011)
La
entrevista
en
la dinámica general de la
investigación.pp. 78-88 en La etnografía Buenos Aires: ed Siglo XX.
La entrevista es una estrategia para hacer que la gente hable sobre lo que sabe,
piensa y cree (Spradley 1979:9), una situación en la cual una persona (el
investigador-entrevistador) obtiene información sobre algo interrogando a otra
persona (entrevistado, respondente, informante). . En este capítulo analizaremos lo
que algunos autores llaman entrevista antropológica o etnográfica (Agar 1980;
Spradley 1979), entrevista informal (Kemp 1984; Ellen 1984) o no directiva (Thiollent
1982; Kandel 1982). Nuestro objetivo será mostrar que este tipo de entrevista cabe
plenamente en el marco interpretativo de la observación participante, pues su valor
no reside en su carácter referencial -informar sobre cómo son las cosas- sino
performativo. La entrevista es una situación cara-a-cara donde se encuentran
distintas reflexividades pero, también, donde se produce una nueva reflexividad.
Entonces la entrevista es una relación social a través de la cual se obtienen
enunciados y verbalizaciones en una instancia de observación directa y de
participación.
En la competencia metacomunicativa los hablantes generan contextos que exigen
determinados posicionamientos de los participantes. Las respuestas entonces
estarán predeterminadas por la definición de la situación y de las preguntas. Al
plantearlas, el investigador establece el marco interpretativo de las respuestas, es
decir, el contexto donde lo verbalizado por los informantes tendrá sentido para la
investigación y el universo cognitivo del investigador. Este contexto se expresa a
través de la selección temática y los términos de las preguntas.
La reflexividad en el trabajo de campo y particularmente en la entrevista puede
contribuir a diferenciar los contextos, a detectar la presencia de los marcos
interpretativos del investigador y de los informantes en la relación; cómo cada uno
interpreta la relación y sus verbalizaciones. La aplicación de este supuesto, válido
con matices en la entrevista etnográfica, resulta en la obtención de conceptos
experienciales (experience near concepts de Agar 1980:90), que permitan dar
cuenta del modo en que los informantes conciben, viven y asignan contenido a un
término o una situación; en esto reside, precisamente, la significatividad y
confiabilidad de la información.
Para esto la entrevista antropológica se vale de tres procedimientos: la atención
flotante del investigador; la asociación libre del informante; la categorización diferida,
nuevamente, del investigador. La premisa es que si bien sólo podemos conocer
desde nuestro bagaje conceptual y de sentido común, vamos en busca de temas y
conceptos que la población expresa por asociación libre; esto significa que los
informantes introducen sus prioridades, en forma de temas de conversación y
prácticas atestiguadas por el investigador, en modos de recibir preguntas y de
preguntar, donde revelan los nudos problemáticos de su realidad social tal como la
perciben desde su universo cultural.
La categorización diferida se ejerce a través de la formulación de preguntas
abiertas que se van encadenando sobre el discurso del informante, hasta configurar
un sustrato básico con el cual puede reconstruirse el marco interpretativo del actor.
la entrevista etnográfica requiere un alto grado de flexibilidad que se manifiesta en
estrategias para descubrir las preguntas y prepararse para identificar los contextos
en virtud de los cuales las respuestas cobran sentido. Estas estrategias se
despliegan a lo largo de la investigación, y en cada encuentro.
Dentro del proceso general de investigación la entrevista acompaña dos grandes
momentos: el de apertura, y el de focalización y profundización. En el primero, el
investigador debe descubrir las preguntas relevantes; en el segundo, implementar
preguntas más incisivas de ampliación y sistematización de esas relevancias
(McCracken 1988). Y una de las premisas clave con respecto a la duración de la
entrevista es no cansar al informante ni abusar de su tiempo y disposición; los
tiempos se negocian y construyen recíprocamente en la reflexividad de la relación
de campo.
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