Subido por Kevin Uehara Arias

OCULTO ENTRE LAS HOJAS Las ensenanzas de (1)

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OCULTO ENTRE LAS HOJAS
Las enseñanzas del maestro Hagakure
Yamamoto Tsunetomo
PRÓLOGO
LA MIRADA DE HAGAKURE
Gabriel Sarando
1
“¿Cuando morirás Sol? Yo quiero morir contigo,
… El pueblo quiere acabar junto a ti.”
Declaración de Tang. Libro de la Historia.1
En mi mesa, junto a las pruebas de galera que se apilan sobre los libros y las notas de tantos años de trabajo,
hay una foto de los pilotos Kamikaze. Es una foto pequeña y borrosa, tomada un momento antes del vuelo
final. En ella puede verse a unos jóvenes de menos de veinte años y a otros pilotos mayores que lideran la
escuadra; todos están armados con el sable de sus ancestros Samurai.
Ahora, desde los oscuros repliegues del tiempo y la memoria, los rostros inmutables de los que van a morir,
de los que ya están muertos, me lanzan una mirada, un desafío. Tantas veces he intentado describir esa
mirada, explicar por qué, los ojos de quienes han elegido la muerte, tienen esa firmeza penetrante que se
proyecta más allá de las dos dimensiones. Pero no puedo explicar el misterio, la mirada permanece allí,
indescifrable.
Quizás el largo trabajo en torno a este libro, las penurias para publicarlo y el estremecimiento que aún me
produce recorrer sus páginas, no sean más que un tributo a esa mirada.
NABESHIMA RONGO
La historia del libro que habría de acompañar a estos jóvenes pilotos hasta el vuelo final, había comenzado
tres siglos atrás, en las montañas de Kurotsuchiparu.2 Alrededor de 1710, no muy lejos del castillo de Saga,
en una hermita conocida como “Choyoken”,3 vivía un viejo Samurai,4 retirado del mundo después de la
muerte de su Daimyo,5 el señor Nabeshima Mitsushige. Era hijo del legendario Yamamoto Jinemon y fue
llamado Yamamoto Tsunetomo.6
En realidad, Tsunetomo había sido el vástago inesperado de un viejo guerrero. Como el recién nacido era
débil y enfermizo, un médico vaticinó que no viviría mucho tiempo. La familia ya había decidido entregarlo a
un mercader de sal, cuando su tío, Yamamoto Muneharu, se opuso, llevándolo a su residencia en el castillo
de Saga. De esta manera, Tsunetomo, que hubiera sido condenado a arrastrar la carreta de sal durante una
breve existencia, creció entre la aristocracia del Nabeshima Han7 y fue el autor involuntario de una de las
obras capitales del Bushido.8
Quizás, debido a su contextura física –poco apropiada para el ejercicio de las armas–, el niño desarrolló
rápidamente grandes habilidades literarias. Estas dotes le valieron la protección del Daimyo Nabeshima
Mistsushige, quien lo hizo estudiar con los mejores maestros de Saga; Literatura Clásica, con Kuranaga
Rihei; confucianismo, con Itei Ishida Yamayuki y budismo Zen, con el monje Tannen, jefe del templo
Kodenji.
Algunos años más tarde, el carácter rebelde del joven provocó su expulsión del castillo. Durante un cierto
1
Declaración de Tang, primer soberano de la dinastía Shang, cita las palabras del pueblo para justificar el derrocamiento de Jié,
último soberano de la dinastía Xiá. Shi Jing, IV lib. 1.3. Citado en el Libro de Mencio, libro I: II, 3. Ediciones Alfaguara.
2 Provincia de Hizen, isla de Kyushu.
3 Literalmente “Alero del sol de la mañana”.
4 Samurai es una expresión que proviene del verbo saburaru: servir. La primitiva designación del guerrero fue saburai-hito, hombre
de servicio. Un calificativo extensivo a los clanes militares que lucharon contra los aborígenes Ainos y que a partir del siglo XII
comenzaron a ocupar un rol preponderante en la sociedad.
5 Literalmente, “Gran Nombre”, señor feudal que dirigía un clan Samurai y ejercía una autoridad absoluta sobre el territorio que
sostenía con sus ejércitos.
6 Circa 1659-1719.
7 Han, literalmente: Clan. Cuando Ryuzogi Takanobu –1529/1584– Daimyo de la región de Hizen, en la isla de Kyushu, fue vencido
y muerto en un enfrentamiento con los Shimazu de Satsuma, su feudo fue entregado por Hideyoshi a otro de sus vasallos, Nabeshima
Naoshige.
Naoshige, –1538/1618– fue un guerrero excepcional y sus hazañas son narradas en numerosas anécdotas. Participó en la invasión a
Corea donde se destacó por su heroísmo. Nombrado jefe del Saga Han estableció una dinastía Samurai cuya sabiduría y coraje es el
sustento de las enseñanzas de Hagakure.
8 Bushido es una expresión compuesta de tres raíces, Bu, guerrero; Shi, caballero, en el sentido confuceano del término y Do, camino.
Bushido fue, durante un milenio, el Ethos de los Samurai. Aunque, en principio, fue una tradición oral, más tarde sugirió numerosas
formulaciones escritas hasta convertirse en una auténtica filosofía de vida. La esencia del Bushido es la lealtad: Chu y por ende el
deber de pagar eternamente la deuda con los Ancestros: Gi.
2
período tuvo que desempeñar funciones insignificantes y confundirse con la vasta servidumbre. Pero su
oportuna designación como asistente del Daimyo, en Kyoto, le permitió volver al mundo de la cultura y, una
vez allí pudo continuar sus estudios de literatura clásica con el gran maestro de la Corte Imperial, Sanenori
Nishisanjo.
La muerte del Daimyo, Nabeshima Mitsushige, precipitó a Tsunetomo en una aguda crisis espiritual. Como
estaba imposibilitado de practicar el suicidio de luto, 9 prohibido por las Leyes Militares,10 Tsunetomo eligió el
único camino honorable en sus circunstancias: abandonó el mundo y vivió hasta su muerte como un
anacoreta en las montañas.
En 1710, un joven copista llamado Tsuramoto Tashiro, también excluido del castillo de Saga por una falta
menor, comenzó a visitarlo. Sostuvieron una comunicación íntima que se prolongó durante seis años. Los
resultados de esa “conversación en las sombras de la noche”, 11 fueron anotados secretamente por el joven
copista, quien no pudo resistir a la tentación de conservar un registro de los preciosos comentarios,
anécdotas y sentencias que Tsunetomo prodigó, cada noche, durante sus encuentros furtivos.
Más tarde, las notas manuscritas, que circularon secretamente entre los Samurai de Saga, se volvieron
célebres bajo el nombre de Nabeshima Rongo –Analectas de Nabeshima– o, más comúnmente, con el apodo
de “Hagakure”.
Según Mishima Yukio,12 este último nombre tiene un significado alusivo, que remite a la primera frase de un
famoso poema del monje Saigyo:13 “Hagakure ni” significa, literalmente: “Oculto entre las hojas”.
“Oculto entre las hojas,
como las últimas flores que resisten al viento,
puedo sentir su presencia y la extraño en secreto.”
El poema compara a las últimas flores de cerezo que subsisten, con el amor secreto que resiste al paso del
tiempo y, nunca revelado, se sostiene, inmune a los cambios del mundo. Un párrafo de los manuscritos
expresa esta misma idea:
“El verdadero amor, es el amor secreto. Una vez compartido, el amor empequeñece. Sentir nostalgia por
el ser amado durante toda la vida. Morir sin revelar su nombre, este es el verdadero sentido del amor”.
En otro párrafo de los manuscritos, esta forma de amor ideal, es comparada a la lealtad del Samurai, que
sobrevive al paso del tiempo y sólo es consumada en el sacrificio. De ese amor oculto, de esa lealtad hasta la
muerte, se habla, secretamente, entre Maestro y discípulo.
Un manto de silencio debió cubrir esas conversaciones en las sombras de la noche. Pero el destino de los
manuscritos fue otro, la transmisión oral, una vez transcripta, ingresó al mundo de la literatura y de la ética
Samurai. Durante casi tres siglos, el texto permaneció en la oscuridad de la que había surgido, sólo unos
pocos supieron de su existencia y compartieron su sabiduría. Producto de una era crepuscular, después de un
siglo de paz y esplendor bajo el shogunado Tokugawa, las enseñanzas del Maestro Hagakure expresan una
perspectiva crítica ante las transformaciones del ethos Samurai ocurridas entre los siglos XVII y XVIII.
9
El Tsuifuku había sido prohibido por el clan de Nabeshima antes de que lo hicieran las Leyes Militares. Cuando Nabeshima
Tadanao, el antecesor de Mitsdushige, estaba muriendo de viruela, uno de sus lugartenientes Kinbei Masahige Ezoe, rogó para que la
vida de su Señor se prolongara una semana más y ofreció como prueba de su sinceridad cortarse un dedo si su pedido se cumplía.
Dos semanas mas tarde, cuando se estaba por cortar su tercer dedo, Tadanao murió.
No se oyó hablar más de Ezoe y muy pronto comenzaron a circular rumores de que era un cobarde y no cumplía sus votos. Un año
después, mientras se realizaba un servicio por Tadanao en el Kodenji, Ezoe reapareció tan repentinamente como había desaparecido.
Habló ante los presentes y explicó que había subido al monte Koya, en Kishu, para rogar por el descanso de Tadanao. Después había
esculpido una estatua de su señor y otra de él inclinándose a sus pies. Mas tarde, se dirigió a otro cuarto del templo y después de
escribir un poema de despedida se abrió el vientre de acuerdo al principio del Tsuifuku o suicidio de luto.
La estatua todavía puede verse en el Koden ji; ella guarda una relación particularmente misteriosa con la prohibición del Tsuifuku en
Nabeshima, realizada en el sexto año de la era de Kanbun, 1661.
10 Buke Shohatto, 1635, estas leyes imponían severas sanciones a las familias de quienes las violaran, ver infra.
11 Ver Yukio Mishima. On Hagakure. The Samurai Ethic and Modern Japan. Penguin. London.
12 On Hagakure. The Samurai Ethic and Modern Japan. Penguin. London.
13 Sanka waka shu, siglo XII. Hay edición inglesa en New Directions, San Francisco.
3
EL MUNDO FLOTANTE
La era Genroku, comprendida entre los años 1688-1704, fue una época de profundas mutaciones
en la sociedad feudal. Después de un siglo de paz, acompañado de un fuerte crecimiento urbano, la
aparición de un nuevo estilo de vida en las ciudades de Kyoto, Edo y Osaka tendría un fuerte
impacto sobre las costumbres ancestrales de los Samurai.
Con alrededor de 1.3 millones de habitantes, la villa de Edo, centro del gobierno de los Tokugawa,
se había transformado durante el siglo XVIII en una de las grandes ciudades del mundo
premoderno. Este proceso de crecimiento acelerado había comenzado en 1615, cuando las Leyes
Militares,14 promulgaron el sistema de residencia alternada o Sankin Kotai. Esta disposición
forzaba a los Tozama Daimyo15 a residir en la capital, estableciendo una residencia permanente y
dejando a sus familias en calidad de rehenes del gobierno cuando regresaban a sus dominios.
La medida, destinada a prevenir las rebeliones locales, provocó el éxodo de gran cantidad de
Samurai hacia la nueva capital, iniciando un proceso de migración del campo a la ciudad. El
resultado fue un rápido crecimiento de Edo —que estimuló las actividades comerciales de una
manera desconocida anteriormente. El protagonista de este auge económico fue el Chonin16 —
comerciante enriquecido y acaparador, usurero y ávido gestor del consumo suntuario producido
por el nuevo estilo de vida—. Alrededor de la figura del Chonin surge el ciudadano liberto o
Edokko, exonerado de las actividades rurales, artesano o intermediario, gestor y servidor, amante
del buen gusto y los placeres nocturnos.
Como efecto de las Buke Shohatto, los Samurai, que provenían originalmente del medio rural, se
fueron alejando de su paisaje natural y pasaron a residir en las ciudades fortaleza, donde las
murallas de los castillos se disolverían, confundiéndolo, en el marasmo de la vida urbana, con el
comerciante y el ciudadano; alejándolo de su tradicional reserva y austeridad, para llevarlo a
frecuentar el teatro y las casas de geishas o hacer gala de sus vestidos y adornos ante la mirada
envidiosa del vulgo.
“La manera en que se comportan cotidianamente, sus adornos, su comida y su bebida, el
amoblamiento de sus estancias, su servidumbre, la conducta de sus esposas y la actitud de los
mensajeros que envían con cartas y regalos, los guardias que los acompañan en sus procesiones
por la ciudad, el estilo con el que viajan, sus ceremonias de iniciación, sus matrimonios y
funerales … en todo ello tienden a ser más y más extravagantes de acuerdo con la tendencia de la
época.”17
Los Samurai comenzaron a maquillarse y perfumarse; sus sables fueron decorados con oro y plata.
Como ya no había guerras, los soldados sucumbieron, tal como lo habían hecho los de Anibal en
Capua, a las nada desdeñables “delicias de Edo”.18 La vida nocturna cobró una dimensión
inimaginable anteriormente, “y las casas de geishas florecieron a tal punto durante las eras
Genroku y Hoei que parecían paraísos durante el día y el palacio del dios del mar por la noche”.19
Para cubrir sus nuevas necesidades suntuarias, los Samurai contaban con un estipendio en arroz
que debían transformar en oro y posteriormente en monedas de cobre para acceder al mercado.
Pero la demanda creciente de bienes de consumo, se enfrentó con los límites de una economía
agraria, cuya producción y cuyas rentas en arroz eran constantes. El estipendio de los Samurai,
14
Buke Hatto de 1615 y 1635; Shoshi Hatto, de 1629, eran disposiciones que regían la vida de los Daimyo y Samurai, fueron escritas
por Hayashi Razan, el maestro del Shushigaku, escuela neoconfucianista protegida por la familia Tokugawa.
15 Los dominios “exteriores”, pertenecían a aquellos que se habían alineado junto a los Toyotomi en la batalla de Sekigahara —1601.
16 Comerciante, la clase más baja de la sociedad japonesa medieval.
17 Ogyu Sorai. Nihon Keizai Taiten IX. Seidan II. Citado por Maruyama Masao. Studies in the Intellectual History of Tokugawa Japan.
University of Tokyo Press.
18 Para aquellos que no estén familiarizados con la historia de las Guerras Púnicas, cuando el ejército cartaginés se detuvo a descansar
en Capua, después de la victoria de Canna, la sensualidad y la prostitución hicieron estragos en la moral de las tropas, de allí la
expresión “milicias de Capua”, para aludir a las soldaderas.
19 Iwamoto Darumaya. Enseki jisshu. Citado por Maruyama Masao. Studies in the Intellectual History of Tokugawa Japan. University
of Tokyo Press.
4
extraído a los campesinos bajo la forma de impuestos en especie, no podía ser aumentado sin crear
una profunda crisis social. Entonces, para cubrir sus nuevas y crecientes demandas de liquidez se
vieron obligados a recurrir a los prestamistas. Esto último no hizo más que acrecentar el poder de
la nueva clase de mercaderes —Chonin—, transformándolos en usureros y magnates de última
hora.
“En el presente, los pequeños y los grandes Daimyo, tienen que agachar la cabeza y pedirle
favores al Chonin. Dependen del apoyo de los ricos comerciantes de Edo, Kyoto y Osaka … sólo
pueden sobrevivir gracias a su continua asistencia y siempre están escapando a los acreedores
que vienen a cobrarles sus préstamos … han perdido la tranquilidad y se preocupan durante
todo el día por la forma en que darán excusas cuando no puedan pagar. Temen a los
prestamistas como si fueran demonios y olvidando que son guerreros se inclinan ante los
comerciantes.20
“Durante los últimos treinta años las costumbres han cambiado. Ahora, cuando los jóvenes
Samurai se reúnen, hablan de dinero, de ganancias y pérdidas; cuentan secretos o se ocupan de
la moda y del sexo … Las nuevas costumbres han aparecido a causa del papel preponderante del
dinero.”21
Los Samurai ya no temieron mezclarse con los comerciantes y, esta coexistencia, fue la base de una
nueva cultura afluente. Pese al materialismo imperante, la era Genroku fue una época de grandes
adquisiciones culturales y artísticas, que transformaron el austero mundo medieval en una colorida
sociedad de masas dedicada al consumo conspicuo, al entretenimiento y a la moda.
El auge del teatro provocó la llegada de gran cantidad de actores a la villa de Edo, este
florecimiento del teatro se desarrollaba no solamente en el castillo y entre la aristocracia sino que
también el pueblo disfrutaba de otros géneros que rivalizaban en belleza y estilo con la tradición del
Nohgaku.22 Esta disciplina dramática, patrocinada por todos los shogunes desde el período
Muromachi, se constituyó para Tokugawa Tsunayoshi, en el objeto de un culto privado:
“El Shogun amaba el Sarugaku,23 los Daimyo y Samurai siguieron su ejemplo, por eso, los
cánticos del Noh se escuchaban a la distancia y sus ecos llenaban el castillo. Muchos vasallos
competían entre sí por estudiar el Nohgaku, pensando que así serían elevados de rango. Tanto
los Samurai, como los plebeyos, perdieron la vergüenza y se volvieron actores de Noh.”24
Las funciones públicas de Nohgaku —Kanjin Noh—, que hasta ese momento habían estado
20
Dazai Shundai. Keizairoku V. Citado por Maruyama Masao. Studies in the Intellectual History of Tokugawa Japan. University of
Tokyo Press.
21 Ver infra.
22 Nohgaku, Hasta el advenimiento de Zeami, el Sarugaku se había transmitido oralmente; era parte de lo que se conoce como Kuden
—enseñanza secreta—. Los maestros escribían libros de cánticos —Utai bon— con escuetas indicaciones sobre la puesta en escena y
la musicalización. De esta manera cada interpretación estaba librada al criterio del realizador y las piezas variaban sensiblemente de
escuela en escuela, de intérprete en intérprete. Por otra parte, los libros del Utai bon tenían poco rigor literario; la complejidad de la
lengua culta sólo era accesible a los eruditos y jamás había sido dominada por los actores que eran casi iletrados para los estándares de
la época. Las alusiones poéticas que contenían estos Utai bon se limitaban a aquellos poemas clásicos que se habían hecho populares,
y los autores tomaban prestadas las imágenes más convencionales para dar vigor a sus cantos y danzas. Por esta razón, una de las
tareas más importantes llevada a cabo por Zeami fue la de reescribir y rectificar las alusiones de los Utai bon a los clásicos. Con ello
quedaba definitivamente establecida toda la tradición literaria del Nohgaku dentro de los cánones del Honka dori o sistema de
variaciones alusivas de los clásicos.
23 Saru quiere decir, literalmente, “mono”, por lo tanto, Sarugaku puede ser escrito, como se lo hacía antes de Kannami, para significar
“música de monos”. Desde que el Shogun Ashikaga Yoshimitsu eligiera a Kannami maestro del Yamato Sarugaku y protegiera a su
hijo Zeami, el padre del Nohgaku, su estilo Sarugaku Noh era el predominante entre las artes escénicas.
24 Sanno gaiki. Citado por Maruyama Masao. Studies in the Intellectual History of Tokugawa Japan. University of Tokyo Press.
Es necesario recordar aquí algo acerca de la condición de los actores en el medioevo japonés. En principio se podría decir que estaban
en un rango muy bajo de la jerarquía social, muchas de las veces llevaban una existencia transhumante o vivían en el lecho de los ríos
junto a los paria o eta.Aunque el mecenazgo y las órdenes religiosas budistas colaboraron al rescate de ciertos genios del arte escénico,
la condición general de los hombres de teatro seguía siendo patética y su vida pendiente del favor de los poderosos y los vaivenes de la
sucesión. Ver Gabriel Sarando, Dioses, magos y marionetas, Editorial Vinciguerra.
5
prohibidas al gran público, se celebraban ahora bajo el patrocinio del Shogun. Para los plebeyos
estaba el nuevo teatro popular, Kabuki,25 que se caracterizaba por la pantomima grotesca —
Aragoto—. Su creador, Danjuro Ichikawa I, se burlaba de los grandes personajes de la época a
través de la estética bufa. Su obra contenía una lúcida crítica de la sociedad de la era Genroku: el
desencanto producido por la vida urbana, la promiscuidad y el deterioro de las costumbres estoicas
de los tiempos de guerra, todo esto fue representado de una manera brillante por el nuevo Kabuki.
De la matriz iconográfica del Kabuki surgirían las innovaciones estéticas más importantes que
tratan de representar la visión del llamado “mundo flotante”. Durante todo el siglo XVIII, la
atmósfera creada en torno al gusto sensual y lánguido del edokko26 fue expresada de manera
emblemática por la iconografía Ukiyo-e y por una categoría muy particular de la época: el complejo
estético del llamado Iki;27 estas categorías regulaban el gusto y la moda, haciendo de la pertenencia
a sus códigos el factor preponderante en la vida social, cuyo nuevo referente era el mundo
nocturno.
Ukiyo había designado, tradicionalmente, el sentido triste y transitorio del mundo sensible. Una
estética de la melancolía, centrada en la figura del Mono no Awaré,28 representaba poéticamente la
tristeza de las cosas, la nostalgia por la impermanencia del mundo y la existencia, con figuras
lingüísticas como Ukiyo no yume “el puente flotante de los sueños” —una metáfora que aparece en
la literatura del período Heian—. En la era Genroku, esa misma categoría comenzó a designar al
“mundo flotante”29 y pasó a calificar la atmósfera de ensoñación y sensualidad que la vida nocturna
ofrecía al ciudadano, al comerciante y al Samurai.
De esta manera, la fugacidad del mundo que había embriagado a la aristocracia con un melancólico
nihilismo, fue revertida por la nueva estética en fascinación erótica y culto de la sensualidad. Ukiyo
se transformó entonces en un sinónimo del demimonde, descripto en las novelas profanas —
Ukiyozoshi—, de Ihara Saikaku. La expresión zoshi, “cuento de hadas”, aplicada a la expresión
Ukiyo, “el mundo de lo impermanente”, fue una innovación lingüística del propio Saikaku, que
pretendió ilustrar con ella las vicisitudes amorosas de los Samurai y las Geishas, creando así un
estilo literario nuevo por su audacia para describir el erotismo rampante de aquellos días.
Si bien, las innovaciones estilísticas de la era Genroku, forjaron una nueva cultura afluente que
derrumbó las rigideces del mundo feudal, el signo decadente de la época se expresa en todos los
géneros: exageración, perversidad y esnobismo estuvieron a la orden del día en muchas de las
expresiones surgidas por un rebajamiento de las artes nobles.
Esta tendencia decadente se haría manifiesta en todas las áreas hacia el final del siglo XVII. Las
sucesivas devaluaciones de la moneda, la adulteración del oro y la quiebra del tesoro a causa de los
gastos suntuarios de Tsunayoshi, crearon un profundo descontento en la sociedad tradicional que
vio peligrar las bases morales de su dominio. La extravagancia del Shogun, su extraño hábito de
danzar en la corte o disertar interminablemente sobre los clásicos chinos, lo enemistó con los
Samurai que guardaban las tradiciones y, al final de su reinado, surgieron numerosas críticas
contra el debilitamiento de las costumbres favorecido por su carácter licencioso.
En 1703, Edo y las provincias adyacentes del Kanto, fueron sacudidos por grandes temblores de
tierra. Los muros del castillo, las mansiones y los templos quedaron severamente dañados por un
pavoroso incendio en el que perdieron la vida treinta y siete mil personas. De esta manera, el
mundo que había surgido del esplendor dispendioso y sensual, se vio amenazado por la catástrofe.
La conmoción fue tan profunda que la era Genroku fue clausurada y una nueva época sombría, la
era Hoei, fue inscripta en el calendario imperial. En 1707, Hoei 4, hubo una violenta explosión en el
Monte Fuji. Durante un día entero, el cielo de Edo se oscureció completamente, aterrorizando a las
25
A mediados del siglo XVI la expresión Kabuki, del verbo Kabuku, inclinarse hacia adelante o bambolearse como un trompo,
marcaba el comportamiento transgresor, kabukitaru, de los marginales, kabukimono, de la época. El nombre de Kabuki Odori, dado a
la danza creada por Okuni a partir del Bon Odori, tenía un tono de crítica moral. El Kakuki –aragoto--, de Danjunro, creado en el siglo
XVII, en Edo, se convirtió en un entretenimiento non sancto, por la misma razón se prohibió a las mujeres practicarlo y, los roles
femeninos fueron interpretados por Onagatas, hombres especialmente entrenados para reproducir la danza femenina del Kabuki odori.
26 El habitante de la Villa de Edo durante el período Tokugawa.
27 An Aesthetics of Everyday Life – Modernism and a Japanese popular aesthetic ideal, “Iki” Yamamoto Yuji. May 14, 1999. Ikki es
la versión japonesa de nuestro moderno “chic”.
28 Literalmente: “la tristeza de las cosas”, lacrimae rerum.
29 El equivalente en lenguas occidentales sería la expresión francesa demimonde .
6
gentes que vieron en esta nueva calamidad un signo del fin de los tiempos.
Cuando las cenizas se disiparon, todos pudieron ver con asombro que la cima del Fuji San había
sido truncada por la erupción. Las cenizas, que se habían esparcido en una capa de varios
centímetros, destruyeron los sembrados y arruinaron las tierras adyacentes del Kanto.
El Shogun Tokugawa Tsunayoshi, que era un hombre muy supersticioso, convocó a los
académicos confuceanos y a los monjes budistas para que interpretaran el sentido de las catástrofes
naturales. Pero ninguno se atrevió a hablar por temor a las represalias. Sólo el monje Yuten, del
Denzu in, le respondió que “la catástrofe era, según la ley budista de causa y efecto, un castigo por
su decisión de matar hombres para proteger a las bestias y a los pájaros”.
Durante el siguiente año, Hoei 6, se produjeron nuevos desastres naturales: lluvias e inundaciones,
grandes incendios, tifones y epidemias. A finales del mismo año, la peste acabó con el primogénito
y, en Hoei 7, la misma epidemia provocó la muerte del quinto Shogun Tokugawa, Tsunayoshi.
Después del esplendor de la era Genroku, los sucesos de la era Hoei crearon un clima apocalíptico.
Para los académicos confuceanos, los signos cósmicos que precedían el hundimiento de las grandes
dinastías eran inequívocos; el “revocamiento del mandato del cielo” era el causante de los desastres
naturales que anulaban el poder de los soberanos provocando revoluciones y cambios de gobierno.
Los monjes budistas recordaron la antigua profecía de Dengyo Daishi: Mappo Tomyo Ki,30 que
auguraba la llegada de una época oscura “la era del Fin de la Ley”, como consecuencia del olvido
gradual de los mandamientos de Buda.
Según el Maestro Hagakure había llegado el fin de los tiempos:
“El clima de una era es inalterable. Aquello que llamamos espíritu de la época, es algo a lo que
no se puede volver. El hecho de que ese espíritu se disuelva gradualmente prueba que hemos
entrado en el último estadio de la Ley. De todas maneras, no podemos estar siempre en
primavera, ni vivir bajo la luz del día eternamente.” 31
Como signo de los tiempos la masculinidad misma ha decaído y, ahora, el pulso de los hombres
no se diferencia del de las mujeres. Algunos años atrás, Matsuguma Kyoan contó esta historia:
‘en la medicina se aplican tratamientos diferentes de acuerdo con el In y el Yo32 del hombre y la
mujer. También hay una diferencia en los pulsos. Sin embargo, en los últimos años, el pulso del
hombre se ha vuelto igual al de la mujer. Cuando me di cuenta, les apliqué el mismo tratamiento
y obtuve igual resultado. Ahora bien, cuando utilicé el tratamiento masculino para los hombres,
no sirvió de nada. Entonces comprendí que el espíritu masculino se había debilitado y que los
hombres se habían vuelto como las mujeres. Lo guardé en secreto, porque comprendí que el fin
del mundo había llegado’.33
UNA CONVERSACIÓN EN LAS SOMBRAS DE LA NOCHE
En este contexto crepuscular se producirán las “conversaciones en las sombras de la noche” entre Yamamoto
Tsunetomo y Tsuramoto Tashiro. Aquellas que dieron lugar a lo que más tarde fue llamado Nabeshima
Rongo —“Analectas de Nabeshima”— o, simplemente Hagakure.
30
La noción del último estadio de la Ley, es una suerte de teoría budista de la decadencia, bastante difundida en el medioevo japonés.
Según esta idea, las enseñanzas de Buda habrían atravesado por tres etapas: 1) La era de la Ley: durante el primer milenio después de
la muerte de Siddartha Gautama. 2) La era de la Ley nominal: un período durante el cual, la transmisión de la doctrina da lugar a
múltiples tergiversaciones y confusiones; multiplicación de las sectas budistas, teorías e interpretaciones eclécticas, etc. Hasta llegar
finalmente a la tercera época; 3) El último estadio de la Ley: una época de oscuridad creciente en la que el mensaje de Buda deja de ser
accesible a los hombres.
La profecía, atribuida a Dengyo Daishi, dice así: “En los últimos días de la Ley, no habrá nadie que practique los mandamientos de
Buda, pero, si todavía existiera alguien así, parecerá tan raro como un tigre en un mercado”.
31 Ver infra II.9.
32Chino Ying-Yang.
33 Ver infra I.21.
7
Resulta imposible comprender las enseñanzas del maestro sin apelar continuamente a la situación del Japón
en las eras Genroku y Hoei. La concepción del mundo que aparece desplegada en este diálogo secreto, es la
cara opuesta del “mundo flotante”. Aquí habla la voz de la tradición que se alza contra la decadencia del
Bakufu, oponiéndole el ethos Samurai.
Como sabemos la forma típica del academicismo Tokugawa es el Shushigaku o neoconfucianismo, según su
concepto el Samurai debe transformarse en un letrado y ocupar un rol en la burocracia estatal. La guerra ha
cesado gracias a la aplicación de la Doctrina de los Sabios. La era del Samurai rústico debe terminar y con
ella toda violencia será expulsada de la sociedad regida finalmente por la ley.
Es precisamente, a esta concepción del mundo a la que Tsunetomo ataca en sus enseñanzas, a pesar de su
notable formación literaria con maestros provinciales e imperiales, su perspectiva descarta el
intelectualismo: “los intelectuales son hombres que ocultan su cobardía con palabras”.
Las anécdotas, comentarios y aforismos que han sido recopilados y seleccionados aquí entre una gran masa
de textos que se refieren las tradiciones locales de Nabeshima, se caracterizan por expresar una sola idea
fuerza: el Samurai sobrevivirá a la decadencia de los tiempos si mantiene en vigencia el espíritu de sacrificio
ejemplarizado en la muerte voluntaria.
“El Camino de los Samurai es la muerte”, esta frase capital, constituye el leitmotiv de las enseñanzas de
Hagakure. Ella aparece en distintos ejemplos y anécdotas que hablan del final de los grandes hombres que
cumplieron con su deber entregando sus vidas en la guerra, en un duelo o en una vendetta.
Bushido wa jinigurui nari: “El Camino de los Samurai consiste en volverse loco y morir”. La frase de
Nabeshima Naoshige: “el principio —Ri— está más allá de la razón” tiene el mismo sentido.
Sobre la base de estas expresiones Hagakure fue considerado un texto que predica el irracionalismo y el
fanatismo. En efecto, Tsunetomo parece dar a entender que, en ciertas ocasiones, un verdadero Samurai
debe comportarse como un fanático.
Un día, mientras reflexionaba sobre estas cuestiones, consulté a un maestro de Kanji acerca del sentido de la
expresión jinigurui. Me respondió riendo que: “no se puede acceder a la muerte en un estado mental
normal”; para morir hay que despojarse de la mente cotidiana. “Entrar en la muerte a través de la locura”,
esto es lo que supone la expresión jinigurui.
Esta palabra podría traducirse de muchas maneras sin agotar su sentido pero, es necesario subrayar que no
se refiere a la forma de patología mental a la que hacen referencia nuestras instituciones psiquiátricas, sino
que allí “locura”34 puede leerse desde la tradición Zen, como ese estado mental en el cual el sexto patriarca,
Eno –chino Hui Neng–, rompe el texto de los Sutras porque considera que la palabra es un obstáculo para
acceder al último principio –Ri.
EL DESTINO DE HAGAKURE
Muchas de las opiniones expresadas en Hagakure caían bajo la censura del gobierno, por lo tanto, aquellos
que tuvieron acceso al manuscrito, se cuidaron de mantenerlo a cubierto de las miradas de los inspectores del
Bakufu.35 Los manuscritos circularon en secreto entre los Samurai de Nabeshima y fueron ignorados por la
opinión pública hasta la época de la Restauración Meiji, en 1868.
Con el resurgimiento de los clanes Tozama y la revisión de los dogmas oficiales de los últimos tres siglos, las
críticas de Hagakure a la era Genroku se volvieron aceptables para el nuevo contexto ideológico. Entonces,
las palabras de Yamamoto Tsunetomo fueron exaltadas como un ejemplo del espíritu nacional –Yamato
Tamashii–. Asimismo, la lealtad absoluta que Hagakure reservaba para el Daimyo, fue reinterpretada en
términos de devoción al Kokutai o sistema imperial. Este aggiornamento permitió que Hagakure fuera
aceptado entre los tratados oficiales de Bushido y, por primera vez, su lectura se colocó a la par de los
grandes textos clásicos que trataban del ethos Samurai.
En las últimas décadas del siglo XIX, el Japón asumió el destino de la movilización total impuesto por las
grandes potencias a partir del Congreso de Berlín. Esto significaba adoptar una política de modernización
compulsiva que pudiera tener un impacto adecuado sobre la seguridad nacional. La divisa de esta época fue:
“Un país rico y un ejército poderoso”. Para comienzos del siglo XX los Samurai habían dejado de existir, sus
tácticas militares, condenadas como anacrónicas, cedieron el lugar a un nuevo concepto inspirado en los
En el Fedro, de Platón, aparece una idea similar: “Nuestras mayores bendiciones, nos llegan por medio de la locura”. Ver E. R.
Dodds. Los griegos y lo irracional. Alianza Universidad.
35 El gobierno militar en Edo –Bakufu--, disponía de miles de Metsuke, inspectores oficiales y encubiertos que, permanentemente
recorrían los dominios para informar acerca de cualquier inclumplimiento de las Leyes Militares –Buke hatto.
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modelos militares occidentales. Un nuevo Ejército Imperial, formado en su mayor parte por campesinos,
sustituyó así a los antiguos cuerpos de espíritu aristocrático. Sin embargo, buena parte de la oficialidad de
estas nuevas fuerzas armadas había pertenecido a los clanes Samurai y sostenía los valores del Bushido. Esto
pudo comprobarse más tarde en la conducta del general Nogi que sacrificó a sus dos hijos en las trincheras
de la Guerra Ruso Japonesa y más tarde se inmoló junto a su esposa como señal de duelo por la desaparición
del Emperador Meiji.
Durante la época de la invasión a China, en los años treinta, los valores tradicionales de los Samurai ya
habían sido adaptados a las trincheras. Por ejemplo, en febrero de 1932, mientras se libraba una dura batalla
por el control de Shangai, una columna japonesa se vio bloqueada por una fortificación china. Tres soldados
japoneses decidieron romper la defensa enemiga a costa de sus propias vidas; cargando un largo torpedo
naval en sus brazos, se lanzaron contra la posición china y volaron en pedazos al detonar el proyectil. Este
acto de heroísmo se hizo famoso y los tres hombres fueron inmortalizados como Bakudan sanyushi, las tres
bombas humanas. Una foto, tomada en 1936, muestra a varios niños en un saludo –Banzai–, ante la estatua
de los tres soldados erigida en el Templo de Seisho, prefectura de Shiba. Según el maestro Suzuki, la prensa
de la época relacionó el episodio con el espíritu del libro conocido como Hagakure.
En 1937, la editorial Kozaisha publica la primera edición masiva de la obra que sería una de las más leídas
durante la Segunda Guerra Mundial. Fue, precisamente, en la Guerra del Pacífico cuando los pilotos
japoneses decidieron recurrir a tácticas suicidas para intentar, desesperadamente, torcer el curso de las
operaciones aeronavales. Mucho antes del que las unidades Kamikaze fueran establecidas oficialmente,
varios pilotos de la Marina Imperial ya habían usado el choque directo –taiatari–, en sus combates contra
los B-24 americanos. El primero de estos choques del que se tenga memoria tuvo lugar en mayo de 1943,
cuando el sargento Oda estrelló deliberadamente su pequeño Ki-43, contra un B-17, logrando con su
sacrificio la supervivencia de un convoy entero.
En la batalla de Santa Cruz, en septiembre de 1942, una flotilla de bombarderos japoneses se estrelló por su
propia decisión contra el portaviones Hornet y, en 1944, cerca de la isla de Negros, un incidente similar
destruyó a otro portaaviones americano.
Estas acciones suicidas habían sido el producto de la decisión espontánea de los pilotos y no una conducta
aplicada sistemáticamente. A fines de octubre de 1944, aquello que había constituido una hazaña individual
dictada por las circunstancias, se transformó en un modus operandi de la aviación naval. La iniciativa fue
tomada por el Almirante Onishi quien, desesperado por el avance incontenible de los americanos, concibió la
idea de colocar una bomba de 250 kg en los aviones Zero Sen para lanzarlos luego como proyectiles
tripulados contra los barcos enemigos.
El texto de la orden fue el siguiente: “El grupo aéreo 201 organizará una fuerza especial de ataque y destruirá
o dañará a partir del 25 de octubre los portaviones enemigos que naveguen al este de las Filipinas. Este
cuerpo será llamado Shimpu Tokubetsu Kogekitai”.
Shimpu era el nombre dado al Viento Divino –Kamikaze–, que había destruido a las flotas enviadas por
Kublai Khan en el siglo XIII. Ahora, se esperaba que el sacrificio de las bombas humanas, desmoralizaría al
enemigo y protegería al País de los Dioses.
Como resultado del curso de la guerra, las tácticas suicidas se multiplicaron; va más allá del objeto de este
prólogo detallar los métodos y variantes adoptados para tratar de contrarrestar la superioridad técnica del
enemigo con el arma espiritual del País de Yamato. Lo que interesa recordar aquí es que, de acuerdo con los
testimonios de la época, la lectura de Hagakure acompañó a muchos jóvenes en sus últimas horas. La frase
capital de Jocho: “el Camino de los Samurai se encuentra en la muerte”, fue la divisa de estos héroes que
subían a su avión portando con orgullo el mismo sable que sus antepasados habían honrado en mil batallas.
Cuando había concebido este recurso extremo para defender a su país, el Almirante Onishi escribió estas
líneas que parecen brotar de Hagakure:
“Hoy se abren,
Mañana, serán arrasadas por el viento.
Las flores de mi país
¿Podrá su perfume durar eternamente?”
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