El discreto encanto de la seducción ¿Qué es lo que sucede para que dos personas se atraigan y se seduzcan? ¿Cuál sería la razón para elegir a una y no a otra? “La reunión era agradable, la música justo la que le gustaba, la gente se movía bajo una luz tenue que hacía del lugar algo mágico. Sintió el aroma de un perfume que la atrajo y una voz que le resonó de una forma especial. Se dio vuelta y lo vio. Un hombre que estaba recostado sobre una ventana. Un sudor especial recorrió su cuerpo y los latidos de su corazón eran cada vez más acelerados. Él la percibió... la miró... como si hubiera escuchado y sentido lo que ella estaba viviendo. Distraídamente buscó algo en su cartera, se acomodó el cabello y como sin querer cruzó su mirada con la de él. Ambos tenían sus pupilas dilatadas. Las miradas se sucedieron. Ambos sabían lo que estaba pasando, aún no se acercarían porque era delicioso disfrutar de ese juego...” Esta mujer y este varón están desplegando el juego de la atracciónseducción. El disparador es la atracción, algo hace que ambos se atraigan y esto tan solo lleva unos segundos o como mucho unos pocos minutos. Si la atracción mutua funciona va a comenzar el juego de la seducción, ese fenómeno tan excitante que al comienzo se manifiesta con el lenguaje de los ojos. Y así se da este discreto encanto, tal vez con algo insignificante: la mirada, los gestos, un perfume, una canción que sugiere cosas, un contacto fugaz con el cuerpo del otro. Los latidos del corazón se aceleran, las pupilas se dilatan y la expectativa también acrecienta las sensaciones. Es así que un encuentro sexual no se arma por arte de magia en el momento justo en que ella y él se disponen a hacer el amor, sino que se prepara mucho antes, desde que se “sintoniza” la misma vibración con el otro u otra, desde que el tiempo concedido para ese encuentro fue suficiente para desplegar el ritual erótico. Seducir: el juego preferido La seducción es un juego sin palabras. Solo basta ponernos al tanto de lo que el antropólogo David Givens, del Centro de Comunicación no Verbal, en Spokane (Washington) y autor del libro Love Signals ha estudiado y extrajo algunas conclusiones. Para ello concurrió durante 20 años a la barra de los bares para observar el comportamiento seductor de hombres y mujeres. Él dice “mi trabajo lo comparo al del biólogo que viaja a África y contempla los animales salvajes”. Este antropólogo que ha aprendido a escuchar el lenguaje silencioso del cuerpo, descubrió una secuencia básica que se repite durante la seducción humana: los dos involucrados se miran a los ojos durante una media de 3 o 4 segundos, para luego evitar la mirada. Después vuelven a mirarse y con cualquier pretexto comienzan a hablar. Habitualmente, uno de los dos, o ambos, se toca el pelo. El hecho de tocarse o acomodarse el pelo es una forma inconsciente de provocar la atención del interlocutor. Nuestro sentido de la vista está muy desarrollado y constituye una fuente importantísima de información erótica. Es por esta razón que los gestos corporales que hacemos pueden transmitir cierta disponibilidad sexual. A continuación, si se han gustado, aproximan sus cabezas en un gesto de confianza. Ella, inconscientemente, pasa repetidas veces la lengua por los labios, mientras que él pone una mano sobre la mesa con la palma hacia arriba. Para los antropólogos este gesto viene a significar algo así como “tranquila que estoy desarmado”. Y finalmente los dos se tocan, casi de manera casual y se da lugar luego el juego erótico de la conquista que conducirá tal vez a un posible encuentro sexual. Una mujer y un varón se atraen Cuando una mujer y un varón se atraen hay factores psico-biológicos y socioculturales que determinan la elección de determinada persona y no de otra. Entre los factores psico-biológicos encontramos el papel que cumplen las feromonas. Al igual que en los animales, las glándulas repartidas por la piel humana producen secreciones que otorgan a cada persona un olor característico. Estas secreciones contienen las feromonas, que son compuestos percibidos inconscientemente e intervienen por lo tanto en la atracción sexual. También el sudor cumple su función. Esta secreción corporal contiene andrógenos que, tanto en el hombre como en la mujer provocan la excitación de los órganos genitales. Entre los factores socioculturales hay que tener en cuenta los estereotipos dictados por la moda que puede hacer que se discrimine o se ensalce un tipo determinado de aspecto físico. Otro de ellos es la moda, es cierto que el uso del vestido (ropa) como prenda de seducción ha sido más usada por las mujeres que por los hombres. Sin embargo esto está cambiando velozmente y por eso la moda masculina se ha ido adaptando a los nuevos tiempos. Lo que es cierto es que las últimas generaciones de jóvenes se preocupan de su apariencia exterior y, ¿por qué no?, interior. El juego del misterio, del ver y no ver también en el varón, es un arma de seducción indiscutiblemente. El beso El beso parece que fuese la concreción materializada de la seducción. Los cuerpos se acercan, a veces tímidos, a veces se entrelazan, el corazón acelerado parece que necesitase el oasis de la respiración cercana para llegar finalmente al intercambio del beso. Durante este beso, el ritmo cardíaco aumenta y se producen los primeros signos de actividad sexual en los genitales. La boca es una zona erógena de gran importancia y sus movimientos es capaz de despertar una gran variedad de sensaciones en el otro. Una pareja que no emplea la boca en sus intercambios eróticos no elimina solo el beso sino una enorme cantidad de estímulos y reduce el sabor de los ingredientes fundamentales del erotismo. La seducción no se agota con los años convividos Luego de un prolongado tiempo de convivencia pareciese que las tensiones acumuladas en el trabajo, la rutina, las preocupaciones económicas, etc., tienden a neutralizar el erotismo, la seducción y demás. Pero no hay excusas para ingeniarse y conservar un buen nivel de seducción dentro del vínculo. Hay que experimentar. Sorprender al otro y sentir que es nuestro socio/a en el placer. ¿Por qué no probar con “aquella” música favorita, o tal vez con otra nueva?, ¿por qué no darse uno al otro masajes con aceites aromáticos?, ¿y si se prepara un escenario distinto para hacer el amor, tal vez con velas perfumadas? Cualquiera que sea la forma o la estrategia que se elija, con toda seguridad, si los sentidos se habían dormido, van a despertar. Música El ritmo de la música tecno imita el latido cardíaco e incluso el placer erótico. Durante el orgasmo, se experimenta una serie de contracciones o espasmos en la región genital que se suceden a intervalos de 0,8 segundos. Muchos ritmos musicales tienen esta misma cadencia, por lo que el cerebro reacciona produciendo noradrenalina, hormona que desata el deseo sexual. Gabriela Michoelsson (Sicóloga-Sexóloga) [email protected] 094.21.28.21