Consideraciones sobre el sentido del juego en el desarrollo infantil La idea inicial que define el juego es el placer, el juego siempre resultará una actividad divertido y generalmente promueve excitación y hace florecer signos de alegría. Cada tipo de juego genera placer de interactuar y compartir. Existen evidencias suficientes para llegar a la conclusión de que el juego es fundamental para el desarrollo de los niños. Entre sus múltiples ventajas ofrece la posibilidad de desarrollar las capacidades adaptativas y la resiliencia. Por lo tanto, la experiencia de jugar genera cambios en la estructura cerebral, principalmente en la emoción, la motivación así como también en sistemas adaptativos como el placer y el disfrute. De la misma forma, el juego es una experiencia que implica libertad pues, se produce sobre una base psíquica representada por libertad de elección. Es una actividad voluntaria libremente elegida que no permite imposiciones externas. El juego además de ser es una necesidad vital, forma una pieza clave en el desarrollo infantil, porque el niño/a necesita acción, manejar objetos y relacionarse, el juego es una actividad espontánea que le permite al niño experimentar, crecer y desarrollar sus sentidos. Es decir, si hablamos desde el punto de vista psicomotriz, el juego potencia el desarrollo del cuerpo y otros aspectos como la fuerza, el control muscular, el equilibrio, la percepción y la confianza en el uso del cuerpo, esto favorece su desenvolvimiento en las actividades lúdicas. En este sentido, todos los juegos de movimiento adquieren un lugar fundamental en su progresivo desarrollo psicomotor, mejorando los efectos de la maduración nerviosa, y estimulando la coordinación de las distintas partes del cuerpo. Gracias a los primeros juegos de movimiento en los años iniciales (citados por Henri Wallon funcionales y por Jean Piaget sensorio-motores) el niño/a cimenta esquemas motores que se perfeccionan al repetirlos, y da lugar a la integración de estos, forjándose más complejos y desarrollando el desenvolvimiento de las funciones psicomotrices. Finalmente, desde el punto de vista afectivo-social, a través del juego el niño toma contacto con sus iguales, lo que le ayuda a conocer a las personas de su círculo social, así como también puede lograr aprender normas de comportamiento y a descubrirse así mismo en el marco de estos intercambios, las actividades lúdico-grupales que ejecutan los niños a lo largo de su infancia estimulan su progresivo desarrollo del yo social. Actividad 2 Nombre: el laberinto Destrezas: atención y motricidad fina Materiales: lápices, hojas, colores Instrucciones: 1. Encontrar el camino correspondiente. 2. Unir las partes del cuerpo de los animales.