Subido por Neftalí Flores Mirón

introducción a la Estética. Juan Plazaola.

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CAPÍTULO XII “DIOS Y EL ARTE”
NEFTALÍ FLORES MIRÓN
El hombre está en contacto con lo religioso; de hecho, el hombre es un ser
religioso. La capacidad de darse cuenta de la realidad trascendente a la que
pertenece hace que busque los caminos para llegar a ella. A su vez, el ser
humano tiene el deseo de transmitir la verdad descubierta y poseída, por esto,
es que mediante el arte logra plasmar su cosmovisión y su posición ante lo
espiritual. Este tipo de arte se diferencia porque su objetivo es relacionar al
hombre con Dios mismo, por lo tanto, es un arte sagrado.
El cometido del arte sacro, parte de lo sensitivo. Desde antaño se descubre la
belleza de lo simple que está en lo natural y sensible de la misma realidad,
descubierta por aquél que en su capacidad de filósofo es movido por el asombro,
que lo lleva a escrutar en el mundo natural, en búsqueda de la verdad. Es
entonces cuando percibe la belleza de las cosas naturales, mas, éstas se ven
opacadas por la belleza sagrada de la que más tarde también se descubriría una
verdad más contundente. Encontrar en las creaturas la imagen de una belleza
superior.
Se observa a filósofos que van perfeccionando su pensar con respecto a la
belleza. Plotino hablaba de un resplandor del Ser en las creaturas, y esto esta es
la belleza. Por su parte, Buenaventura en la Edad Media, dice que la hermosura
de la criatura es huella por la que debemos rastrear al gran Ausente. Descubre
que debemos degustar la belleza, pero que se acepta el peligro de detenernos en
ella, impidiendo descubrir el vestigium Creatoris.
Por otra parte, la belleza en el arte, no siempre se ha visto con buenos ojos en
relación con la religión. El filósofo Kierkegaard opina que lo estético se basa
en la caza de sensaciones, esto es sobre la línea del placer sensual y del erotismo.
Por lo tanto, el estado estético se opone con el verdadero creyente. Y al igual,
algunos espiritualistas tenían opiniones del mismo tinte que el de este filósofo.
El arte también se ha llegado a desvirtuar mediante la profanación. El ejemplo
más próximo es el convertir la imagen en un ídolo, sim embargo, esta verdad
no es tan abrumante como la de perder por completo la relación con Dios. El no
creer en Dios, provoca que el hombre distorsione su relación con lo espiritual,
creyendo que la realidad trascendente sea un mero mito, siendo así que el arte
tendría que ocupar el lugar de la religión.
La vista es la ventana que abre la posibilidad a la creencia. Pero, creer es ir más
allá, incluso si no se ve, por esto, el sentido de la vista es muy importante, pero
debe dejarse vencer por un salto de fe ante aquello que se encuentra ausente a
la vista, esto es mediante un rapto de la experiencia estética, que logra un
arrebato ante lo que se contempla. Por ello, la mirada y el oído participan de la
teofanía que se presenta.
Aquél que tiene una afinidad por el arte, en ocasiones, movido por el talento de
crear, deja de ser contemplador y se convierte en hacedor. el talento que posee
el artista es el de crear. Dentro de la tradición bíblica, esta actividad es un don
recibido. De una manera homóloga, sucede dentro de la tradición pagana, donde
los dioses dotan de carismas al hombre. Y ante estos carismas se origina una
sumisión que está a la base de toda aventura artística; esta posesión enmarca
una que el poseído se deja poseer y penetrar por algo que supera a su propia
razón.
Lo que se conoce como arte, en tanto cual, no tiene la finalidad de conocer sino
de crear. Y este crear siempre estará con desembocadura en el otro; el destino
del arte es expresar. Es por esto que encontramos en los poetas la manifestación
de la belleza en la palabra, desempeño que lo hace desde su punto de partida
que es el mundo sensible. El poeta en su actividad recolecta las potencias
espirituales y su concentración; estas potencias se ven orientadas hacia el alma.
Finalmente, los poetas y los artistas se guían según sea su criterio, pero, es
necesario tener en cuenta la similitud de que en ambos, en mayor o menor
medida, son consientes de ser imitadores de Dios. Así, estos sujetos logran
elevar a la humanidad y obtienen que mediante sus creaciones se acerquen a
Dios,
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