Subido por Sebastián Altamiranda

Rudhyar Astrologia de la Personalidad

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Otros títulos del mismo autor
La Astrología y la Psique Moderna +
Planetarización de la Conciencia
Un Mandala Astrológico
Un Estudio Astrológico de los Complejos Psicológicos
La Práctica de la Astrología
Astrología y Vida Espiritual
+ publicó Editorial Kier, S.A.
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DANE RUDHYAR
ASTROLOGIA
DE LA
PERSONALIDAD
REFORMULACIÓN DE CONCEPTOS
E IDEALES ASTROLÓGICOS
EN FUNCIÓN DE LA PSICOLOGÍA
Y LA FILOSOFÍA
CONTEMPORÁNEAS
Traducción castellana de
HECTOR V. MOREL
12 DIBUJOS
10 CUADROS
PRIMERA EDICIÓN
EDITORIAL
KIER. S.A.
Av. Santa Fe 1260 (1059) Buenos Aires
3
Título original inglés
The Astrology of Personality
Primera edición Lucis Publishing Company, 1936
Reimpreso por Service/Wassemar, Netherland, 1963
Doubleday Paperback, 1970
Copyright 1970, Dane Rudhyar
Printed in the United States of América
Library of Congess Catalog Card Number 70-117387
Ediciones en español
Edltorial Kler, S.A
Buenos Aires, 1989
Dibujo de tapa:
Jorge Servici
Composición tipográfica:
Gráfica Belem
Corrector de pruebas:
Carlos Soler
Libro de edición argentina
ISBN - 950-17-0524-2
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
© 1989 by Editorial Kier, S.A.
Buenos Aires
Libro impreso en la Argentina Printed in Argentina.
4
A
ALICE A. BAILEY
CON CÁLIDO APRECIO
DE NUESTRA CONSTANTE AMISTAD
DEDICO ESTE LIBRO
QUE SU INTERÉS POR MI OBRA
PROVOCÓ
D.R.
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PREFACIO A LA TERCERA EDICIÓN (1970)
Cuando fue escrito este libro, a continuación de una serie de artículos que aparecieron en la revista American Astrology, que Paul
Clancy acababa de dar a publicidad, la astrología interesaba a relativamente pocas personas. La mentalidad del público la asociaba con
la adivinación del tipo más superficial, o con rosacruces, teósofos o
hermetistas. Sepharial y Alan Leo, celebérrimos astrólogos ingleses,
habían sido ocultistas y teósofos; y fue en esos círculos en los que
por primera vez conocí y estudié astrología hace cincuenta años.
Diez años después, recibí los primeros cursos mimeografiados
sobre astrología, de Marc Edmund Jones y, poco después, me interesé profundamente por la psicología profunda de Carl Jung, y
también por el libro Holism and Evolution, escrito por Jan Smuts, el
gran estadista, internacionalista y filósofo sudafricano. Entonces se
me ocurrió que a la astrología se la podría usar en estrecha conexión
con la psicología profunda si se la considerara bajo una nueva luz y
si muchos de sus conceptos básicos se reformularan para que se
ajustaran a la mentalidad y las experiencias de los hombres y mujeres modernos pertenecientes a nuestra sociedad posterior a la Primera Guerra Mundial. Mis ideas se las comuniqué a Paul Clancy con
quien me encontré en Nueva York, luego de mantener correspondencia con él durante un par de años, y me respondió entusiastamente, ofreciéndome publicar todo lo que yo quisiera escribir en su revista. Pocos meses después, American Astrology alcanzó distribución nacional; las ventas aumentaron rápidamente, y lo mismo ocurrió con el tamaño de la revista y la solicitud de Clancy en procura
de más artículos. En la revista se puso en marcha una Sección Psicológica y escribí, por lo menos, dos largos artículos por mes. Más
tarde, Grant Lewi me pidió que colaborara en Horoscope –también
con dos artículos por mes– y, a medida que la astrología se popularizó, siguió otra serie de revistas.
La popularización de la astrología tuvo importantes implican7
cias. Significó que las revistas, las columnas periodísticas y hasta la
mayoría de los libros de texto tuvieron que recalcar el enfoque de
los "signos solares". Como resultado de esto, la gente empezó a decir: "Yo soy de Leo. ¿Cuál es su signo?" Esto significó que los doce
signos del zodíaco debían recibir características psicológicas generales pero definidas y que, en un horóscopo, al Sol se lo tendría que
considerar como el factor más dominante o básico.
Sin embargo, no hay una sola clase de psicología; y es por ello
que la interpretación psicológica de los signos y de las características de los doce Tipos zodiacales de seres humanos pudo desarrollarse en diversos niveles. Muchos astrólogos estuvieron siguiendo
simplemente el tipo de psicología esbozada en los viejos libros de
texto; algunos subrayaron un tipo más "social" de psicología. Muy
pocos han seguido mi enfoque en el que traté de combinar la psicología profunda y la filosofía holística (las que recalcan la integración
de la personalidad) junto con algunas de las perspectivas más reveladoras y fecundas del ocultismo y de la metafísica oriental.
Así fue como este libro, Astrología de la Personalidad, llegó en
un tiempo crucial de la evolución de una astrología moderna, en el
que, en respuesta a la popularización de este "arte" antiguo, no sólo
se necesitaba un enfoque psicológico más profundo, sino que era
esencial ganar una perspectiva más firme sobre cómo la astrología
se relacionaba con los nuevos tipos de pensamiento que se habían
desarrollado siguiendo los lineamientos de la filosofía y la ciencia.
Hoy, treinta y cinco años después, cuando este libro está a punto de
llegar a un público más vasto, la astrología se enfrenta con una crisis; podría decirse que con una crisis de la consciencia. La causa de
esta crisis es la vasta expansión del interés por la astrología, un interés que alcanzó a la nueva juventud y también a los intelectuales
universitarios.
Los jóvenes han quedado fascinados con las filosofías y prácticas yóguicas orientales, con las experiencias trascendentes y con
todas las nuevas formas de "entrenamiento de la sensibilidad" y de
vida natural. Ellos confían en hallar en la astrología no sólo respuestas a los punzantes problemas, sino más aún, una suerte de seguridad
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interior. Muchos de ellos, luego de desprenderse de sus tradiciones
familiares y negarse a participar en una cultura dominada cada vez
más por un enfoque deshumanizado y desnaturalizado del conocimiento, de la organización social y de las relaciones interpersonales,
anhelan descubrir su lugar y su función en un orden praeterhumano, universal o cósmico. Quieren saber adónde "pertenecen",
qué "son realmente", cuando están cansados de los juegos del ego.
Lamentablemente, los astrólogos, en su mayoría, están todavía demasiado cerca de la categoría adivinatoria, demasiado obsesionados
por decir "qué ocurrirá", para ser capaces de responder a las necesidades de los jóvenes rebeldes.
Sin embargo, hay otro tipo de jóvenes que están fascinados por
la ciencia y la tecnología, por computadoras y vuelos lunares. Son
conscientes de que los científicos están cada vez más interesados
por el sistema solar como el "ambiente cósmico" de nuestro planeta,
por las radiaciones solares y hasta por las fuerzas galácticas. A menudo, están familiarizados con técnicas estadísticas y toda clase de
pruebas psicológicas. Son intelectualmente curiosos y ambiciosos y,
aunque encuentran defectuosa a nuestra sociedad, ansían llegar a la
cima de la escala social y económica. Quieren ser progresistas, estar
orientados hacia el futuro, y ser constructores de la gloriosa sociedad tecnológica que ellos ven surgir. La astrología los intriga o fascina cada vez más; pero se dan cuenta de que ésta tiene que ser
"científica" para que el establishment intelectual la acepte y se la
enseñe oficialmente, con calificaciones, en nuestros colegios.
Para este grupo científicamente orientado, tiene gran apelación
el enfoque de la astrología promovido por el astrólogo y erudito
irlandés, Cyril Fagan, y popularizado por sus artículos mensuales en
American Astrology durante los últimos veinte años. El señor Fagan
sostiene que es inexacto el zodíaco que ha estado en uso en Europa
desde los días de la civilización greco-latina: el zodíaco tropical.
Afirma que el único zodíaco verdadero es el zodíaco sideral.
El zodíaco tropical se basa en el movimiento aparente del Sol en
el cielo desde un equinoccio primaveral al siguiente. Se refiere al
ciclo anual de la relación, en constante cambio, del globo terráqueo
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con el Sol, fuente de todas las energías de esta Tierra; o sea, al ciclo
de las estaciones. El zodíaco "sideral" se ocupa también del movimiento anual aparente del Sol, pero con referencia a las constelaciones, o sea, a las agrupaciones reales de los astros. Debido al fenómeno llamado "precesión de los equinoccios" –un movimiento de
retroceso en la posición de los equinoccios con referencia a las estrellas casi "fijas", estos dos zodíacos ahora no coinciden. Coincidieron en una época, variablemente estimada desde alrededor del 300
a.C. hasta el 500 d.C.; y estas diferencias se deben al hecho de que
no hay modo astronómico de definir las fronteras de los grupos heterogéneos de estrellas, llamados "constelaciones".
En una época en la que se subrayan tanto los signos, no las
constelaciones, del zodíaco, en el que el Sol se halla en el nacimiento de una persona, los reclamos de los "sideralistas" trastornan la
mayoría de las caracterizaciones de los Tipos zodiacales. Así se crea
muchísima confusión. Pero, en realidad, el problema es más profundo. Lo que está en juego detrás de la controversia relativa a la validez de un zodíaco tropical o un zodíaco sideral es la actitud básica
que uno asume respecto de la astrología. Los "sideralistas" consideran que la astrología es una ciencia empírica, cuya función única es
la de predecir la probabilidad estadísticamente medible de acontecimientos precisos. Esta ciencia se supone que se originó hace muchísmo tiempo, tal vez en Egipto, y que se desarrolló ulteriormente
en Caldea; y que de allí fue llevada al mundo helénico. Los sideralistas afirman que nació estrictamente como una ciencia de la observación, relacionando la coincidencia entre acontecimientos reales de
la Tierra con fenómenos celestes como lo son las apariciones de
estrellas en el horizonte, conjunciones planetarias, etc. Así se habría
construido, gradualmente, de manera verdaderamente científica, un
cuerpo de correlaciones clasificadas y registradas. Pero la confusión
ocurrió en los primeros siglos de nuestra era, cuando un cuadro estacional y equinoccial de referencia fue sustituido por el modelo
"verdadero" de constelaciones.
Cuanto se presente de manera tan "científica" está hoy destinado
a atraer a muchas personas. No es este el lugar para discutir la validez de este cuadro sideralista, pero no parece concordar con el modo
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en el que la mentalidad arcaica funcionaba, digamos, antes del 1000
a.C., y uno debería tener siempre cuidado de no proyectar nuestros
procesos intelectuales de hoy en día sobre la mentalidad que produjo
símbolos y mitos antiguos. La cuestión esencial, como yo la veo, es
si, considerando a la astrología como esa clase de antiquísima ciencia empírica y esencialmente orientada hacia los acontecimientos,
satisface la necesidad psicológica de nuestra humanidad actual: la
necesidad que hizo que hoy en día la astrología sea tan popular.
Porque no creo que este tipo de astrología sea lo que hoy necesitamos, he formado recientemente una Comisión Internacional de
Astrología Humanística (I.C.H.A., en inglés) que se propone vincular a quienes se interesen por un diferente enfoque de la astrología,
un enfoque orientado hacia la persona. Es un enfoque "humanístico", no en el sentido de un humanismo tradicional, asociado a menudo con el ateísmo, sino más bien de acuerdo con el significado
que le da a esa palabra Abraham Maslow, fundador de lo que se
conoce como psicología humanística. Este tipo de psicología no es
freudiana, conductista ni clínica. Por esta razón, también se la llama
psicología de la Tercera Fuerza. Procura ayudar y guiar a los individuos considerados como personas que, estando en evolución, aspiración y autorrealización pueden, en ocasiones, alcanzar momentos
de elevada consciencia espiritual en "experiencias-pico".
De manera parecida, lo que concibo como astrología humanística es una astrología que ayuda a los individuos en la solución de sus
problemas personales e interpersonales, y especialmente en la concreción más plena de sus posibilidades natales. En este tipo de astrología, ningún planeta, ningún aspecto es en sí mismo "bueno" o
"malo". Cada mapa natal es tan "bueno" como cualquier otro, en el
sentido de que simboliza lo que la persona potencialmente es y lo
que ella está destinada a lograr, si sigue las "instrucciones" que, por
así decirlo, están "codificadas" en la pauta del cielo, como se la ve
desde el lugar y en la hora exacta de nacimiento.
Tal astrología no es una ciencia empírica. Es un "lenguaje" que
puede revelar el arquetipo de lo que la persona total (cuerpo, mente,
sentimientos, etc.) esencialmente es: la "Forma" de la individualidad
11
de él o de ella. Lo que vaga y confusamente llamamos "destino" es,
simplemente, el proceso de concreción de las potencialidades formuladas abstractamente en el mapa natal. El hombre, concebido
como un Alma trascendente, no está fuera del mapa y tiene que "gobernarlo" a fin de llevar una "buena" vida. Él es, como organismo
existencial vivo y pensante-sensible, lo que el mapa indica que él
podría ser; en realidad, lo que él debería ser si vive "en armonía con
el universo".
Hace treinta y cinco años, cuando escribí Astrología de la Personalidad, yo no estaba muy al tanto de los problemas con los que
podría enfrentarse la evolución de la astrología; y ciertamente nadie
esperaba que ésta desarrollase tan vasto atractivo para la mente moderna. Yo aún aceptaba algunos conceptos tradicionales que hasta la
mentalidad precursora de Marc Jones había dado por sentados. La
astrología había sido esencialmente geocéntrica, aunque aceptara
algunas ideas pertenecientes al cuadro heliocéntrico del sistema solar. Ahora advierto que cuando se ocupa de los seres humanos como
Individuos, debería ser "persona-céntrica", pues cada individuo es,
en un sentido muy real, el centro de su propio universo. Lo que importa es el modo con que él se orienta respecto del universo como
una totalidad. En un sentido más profundo, él es el cielo total enfocado en un punto particular del espacio-tiempo. Lo que lo diferencia
de los otros individuos es esta particular fórmula espacio-tiempo; lo
que lo identifica con todo otro ser es que el mismo cielo, el mismo
Sol, la misma Luna, los mismos planetas y estrellas son los que
constituyen la sustancia de su ser.
La forma diferencia; la sustancia unifica
Debido a que mi enfoque filosófico-cósmico y humanístico no
estaba todavía claramente definido en 1934-1935, y porque yo estaba influenciado por creencias e imágenes pertenecientes a la tradición teosófica-ocultista, hay en este libro bastantes interpretaciones
y afirmaciones que hoy no formularía del mismo modo. Una minu12
ciosa revisión de este gran volumen consumiría más tiempo y energía que los que tengo en esta postrera etapa de mi vida. Empero, la
demanda constante del libro hace imperioso que en esta época crucial de la evolución de la astrología se lo deba difundir ampliamente
a través de una edición en rústica.
Sin embargo, debo mencionar el cambio de mi enfoque respecto
del carácter fundamental de las Casas natales, y he discutido las
razones de semejante cambio en una cantidad de libros y artículos
más recientes. Durante un tiempo, cuando empecé a estudiar cuidadosamente el significado de todas las herramientas que se usan en
astrología, yo aceptaba la entonces vastamente usada idea según la
cual las casas son producidas por la rotación diaria del globo terráqueo; así, al horizonte natal se lo ve moviéndose cada día alrededor
del zodíaco y la rotación del globo en torno de su eje define a las
casas, tal como la revolución de la Tierra alrededor del Sol define a
los signos del zodíaco. Todo está en movimiento; y la astrología se
ocupa de valores temporales y de ciclos.
Esto es verdad, pero también existe el espacio; y creo que es lo
que permanece constante en todo ser humano. Toda persona es inherentemente un yo individual, con un ritmo ("tono") particular del
ser, y con una orientación respecto del universo que define lo que yo
llamo su "individualidad", el "patrón-semilla de su ser individual".
Este es su "lugar en el espacio". Es el modo con que es consciente
de su propio yo y de su capacidad de relación con los otros yoes.
Todo ser humano nace en el centro de su propio espacio; y es a ese
espacio al que el ciclo de las casas se refiere.
Por supuesto, el círculo gira en el tiempo, y podemos hablar de
la "rueda de las casas". Pero hay una orientación espacial fundamental que permanece como una "imagen" permanente de la personalidad individual, y este es el factor más importante de una astropsicología que se ocupa, no primordialmente de acontecimientos
externos, sino del potencial Innato de la existencia Individual de
cada ser humano. Permítaseme repetir que el propósito de esta astropsicología es ayudar a la persona a que concrete su potencial innato,
a que lo que es sólo posible lo lleve a un estado al menos relativa13
mente completo de realización. Está claro que la vasta mayoría de
los seres humanos, no sólo no experimentan semejante estado de
realización, sino que permanecen en una ignorancia casi total de lo
que uno puede llamar, usando una frase popularizada por el budismo
Zen, su "naturaleza fundamental".
En este libro, el lector encontrará expresadas tales ideas, pero tal
vez no tan claramente como debería ser. Ahora concibo a las casas
natales muy definidamente como secciones de 30 grados del espacio
que rodea al acto natal de la individualización, o sea, el primer
aliento que establece el ritmo individual del recién nacido. Las casas
no están en el zodíaco; sino que son los signos del zodíaco y todos
los cuerpos celestes los que encuentran su ubicación en ésta o en
aquella casa. Como resultado, el sistema de Placidus sobre la determinación de las casas, que todavía está principalmente en uso, no
encaja con tal enfoque, pues se basa en un factor temporal. El sistema de Campanus, por otra parte, es un método, basado en el espacio, de calcular la longitud de las cúspides de la casa, y por eso lo
uso y lo encuentro cada vez más revelador en la práctica astropsicológica, aunque ciertamente no sea el mejor sistema posible.
Antes de concluir este nuevo Prefacio y para que mi actitud hacia la "astrología como ciencia" no sea mal entendida, permítaseme
decir que tengo muy pocas dudas de que, tarde o temprano, se construirá una nueva ciencia que se ocupará de los campos cósmicos
electromagnéticos, de las vibraciones cósmicas y del efecto de éstas
sobre la biósfera de la Tierra. Es posible que algunos de los astrólogos más jóvenes, que se esfuerzan tanto en pos de lo "científico",
estén trabajando en procura de semejante meta, pero no creo que
cuando tal ciencia se establezca sea aún lo que tradicionalmente se
conoció como astrología, tal como la química moderna dejó de ser
alquimia. Una astrología verdaderamente "sideral" y científica sería
la que considere a la galaxia entera como su marco de referencia y
que, por ejemplo, se ocupe de la relación siempre cambiante entre el
plano ecuatorial terreste y el plano de la galaxia. Al viejo tipo de
mitología zodiacal que se apoya únicamente en constelaciones gráficas y simbólicas, de factura humana, las sustituiría por agrupacio14
nes estelares reales y sus movimientos relativos. Por supuesto, del
arcaico pasado de la humanidad podemos aprender: pero debe ser la
totalidad de la humanidad, incluyendo, por ejemplo, a las culturas
china y maya.
Además, creo que cada gran cultura desarrolla inevitablemente
su propio enfoque del universo, su propia cosmología y su propia
astrología; y no veo por qué nuestra civilización occidental, con sus
raíces en las tradiciones greco-latina y hebrea, no debiera haber
desarrollado su propio enfoque de la astrología. Esta civilización
occidental muy bien puede estar acercándose al final de su ciclo, y
pienso que tanto los jóvenes hippies que protestan como los jóvenes
recibidos en alguna facultad y con orientación tecnológica, están
contribuyendo a una nueva civilización. Desde que yo tenía dieciséis años, polarizó mi vida una irrevocable decisión de servir, de
cualquier modo que yo pudiera, a las fuerzas que construyeran una
nueva civilización semejante.
De manera que no disputo para nada cualquier intento que se
haga para desarrollar una "cosmobiología" o una "cosmecología"
verdadera y realmente nueva sobre la base de recientes descubrimientos en astronomía, física cósmica y semejantes enfoques científicos. Pero una "astrología para la persona individual" es un tipo
completamente diferente de estudio, aunque, a su tiempo, demuestre
estar relacionado con el anterior. Como yo veo esto, el propósito
primero e inmediato de la astrología no es el de predecir acontecimientos en términos de probabilidad estadística sino el de aportar, a
las personas confusas, ansiosas y a menudo distraídas, un mensaje
de orden, de "forma", del significado de la vida individual y de las
luchas individuales en el proceso de autorrealización. Realmente,
vivimos en una nueva selva, tanto social como psicológica; y, tal
como nuestros arcaicos antepasados, frente a los peligros e incertidumbres cotidianos, contemplaban el magnífico y ordenado desfile
de luminarias reveladas por el cielo nocturno, de igual forma nosotros, en nuestro modo moderno más abstracto, deberíamos procurar
descubrir, en nuestro propio cielo natal individual y en sus transformaciones progresivas, una paz y una certidumbre verdaderamente cósmica, independientemente del caos exterior.
15
Para terminar, subrayo el hecho de que, en este libro, la palabra
"personalidad" no tiene el significado negativo o de nivel inferior
que los esoteristas y la gente del Nuevo Pensamiento suelen atribuirle. La uso como la usan el filósofo Jan Smuts y el psicólogo Carl
Jung. Tal vez aclaren esta cuestión las pocas frases siguientes, que
fueron incluidas en los Prefacios de las ediciones primera y segunda
de este libro.
"En el sentido más amplio, personalidad es la totalidad orgánica
en la que se integran progresivamente las naturalezas fisiológica y
psico-mental del hombre. En consecuencia, representa a la totalidad
del ser humano como un microcosmos; el hombre como un sistema
solar integral que funciona en el trasfondo de (y en constante relación con) el zodíaco o la galaxia. La astrología... es un arte de interpretación de la vida y nos proporciona una técnica para el desarrollo
y la realización de la “personalidad”. Su objetivo es transformar a la
caótica naturaleza humana en un microcosmos. Cuando el hombre
se convierte verdaderamente en un microcosmos, demuestra personalidad en su plenitud y se manifiesta como una Persona viva, o
como un gran Personaje... La meta de la astrología es la alquimia de
la personalidad. Es transformar al caos en cosmos, a la naturaleza
humana colectiva en personalidad individual y creadora."
D.R.
16
PRÓLOGO
17
PRELUDIO A UNA HISTORIA DE LA
ASTROLOGÍA
La historia de la astrología es la de las transformaciones sucesivas de la actitud del hombre hacia la naturaleza: la naturaleza externa, percibida a través de las impresiones de los sentidos; y también
la naturaleza "humana", la suma total de los fenómenos fisiológicos
y psicológicos que, de algún modo, el hombre llama suyos propios,
diciendo "mi" cuerpo, "mi" alma, "mi" mente.
Lo que hoy habitualmente se llama astrología es el resultado de
una fase particular de esta relación entre el ego humano consciente y
la naturaleza. Aunque esta fase puede haber durado centenares y
millares de años, fue precedida por otras fases de una importancia
tal vez mayor; y el propósito de este libro es mostrar que, precisamente ahora, está empezando una nueva fase. El género humano
está cambiando radicalmente su perspectiva de la naturaleza externa: obsérvense los conceptos asombrosamente nuevos de la ciencia
moderna, concernientes al espacio, al tiempo, a la materia y al universo. También se está transformando fundamentalmente la perspectiva psicológica. El hombre se está encontrando con la "vida", dentro y fuera, en nuevos términos. La astrología refleja la calidad de
este encuentro, lo interpreta en funciones de comportamiento real, le
da importancia tanto de un modo muy fundamental como muy práctico. La astrología es el índice más significativo de la filosofía práctica de la vida humana. La filosofía per se especula acerca de la vida
y del hombre. Pero la astrología, en cada era, caracteriza, directa o
indirectamente, la calidad más profunda de la respuesta real del
hombre hacia la vida.
Las filosofías se han sucedido unas a otras. De modo parecido,
la astrología que el siglo XIX nos legó es sólo una de las muchas
astrologías que el hombre proyectó a partir de su necesidad de una
comprensión práctica de la vida y de un ajuste a ésta. Además, así
como siempre existieron simultáneamente varios tipos de filosofía
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en el esfuerzo del hombre por interpretar la realidad en diversos
niveles del pensamiento y de la percepción intuitiva, de igual modo
en cada período –en todo caso, durante los tiempos históricos– a la
astrología se la dividió en sistemas más exotéricos y más esotéricos.
Sin embargo, esta división no debe cegarnos ante el hecho de que
"esotérico" y "exotérico” representan meramente dos modos de expresar, en cualquier tiempo, la nota básica clave de una época. Es
más importante conocer cuál es la nota clave para averiguar si se la
expresa exotérica o esotéricamente.
La astrología que está hoy en boga se originó casi enteramente
en la obra del astrólogo alejandrino Claudio Ptolomeo: el Tetrabiblos (Los Cuatros Libros sobre la Influencia de las Estrellas). Según Temple Hungad: "Ptolomeo nació en Pelusium, Egipto, en el
siglo I de nuestra era. Reunió las observaciones escritas dejadas por
importantes estudiosos que lo precedieron, y las enriqueció y aumentó después de muchos años de investigación personal. Estos
hechos están expuestos en su Gran Construcción, que consiste en
trece libros que contienen la suma total del conocimiento sobre los
fenómenos del mundo y del universo en general. Este fue el primer
documento completo y amplio sobre la economía del mundo, y las
ideas allí demostradas se mencionan a menudo como el "Sistema
Ptolemaico". Tal como la Gran Construcción contiene el conocimiento geográfico y astronómico, de igual modo el Tetrabiblos de
Ptolomeo abarca el conocimiento astrológico que se habría de adquirir; y, aunque escrito en Asia durante el siglo I, esta obra se convirtió en la piedra de toque de la astrología en Europa luego que
comenzó a aparecer allí la luz intelectual". (A Brief History of Astrology, de Temple Hungad).
Luego volveremos sobre el tema de la astrología medieval en
Europa, que, en algunos de sus aspectos, es mucho más profunda
que la derivada de Ptolomeo; pero nuestra primera tarea es la de
comprender la posición que quien esto escribe ocupa. A fin de hacer
esto, debemos extender nuestra investigación y señalar que, en ciertos períodos de la historia del mundo sobrevienen grandes conmociones que transforman la esencia misma de la civilización. Podemos llamarlas "Edades Oscuras". En todo caso, son períodos de
20
transición que separan a dos eras una de la otra. Y es interesante
comprender que, en el comienzo mismo de estos períodos, antes de
que la "Edad Oscura" comience, aparecen siempre hombres que, por
decirlo así, sintetizan y concentran el conocimiento, del siglo que a
la sazón concluye, en escritos (o monumentos) que se convierten en
la semilla misma, o en el cimiento mismo de la cultura que surge
más tarde, como la "Edad Oscura" que es iluminada por una nueva
vitalidad espiritual-mental.
Tales hombres se convierten entonces en los canales a través de
los cuales lo viejo se transmite a lo nuevo. Sus obras contienen todo
lo que los nuevos probablemente conocerán de los viejos; lo cual –y
esto es importante– no significa, sin embargo, la sabiduría total de
lo antiguo, ni siquiera lo mejor de estos, sino sólo lo que los nuevos
podrán asimilar de los viejos. Pueden darse numerosos ejemplos.
Confucio es el ejemplo típico, tal como él sintetizó a la China arcaica. A la China arcaica se la conoce casi únicamente a través de lo
que Confucio preservó de ella. Pero, no olvidemos que es la China
arcaica como Confucio la entendió. De modo parecido, se conoce
poquísimo de las ideas musicales de Pitágoras, salvo como nos las
transmitió su lejano seguidor Boecio, en las postrimerías del Imperio Romano. Durante largo tiempo, Platón y Aristóteles significaron
para Europa casi la totalidad del saber griego. Los cabalistas españoles de los siglos VIII y IX nos dieron, como Cábala, lo que ellos
conocieron y entendieron del conocimiento de los misterios pertenecientes a los antiguos hebreos. Y, en todos los casos, conocemos la
sabiduría arcaica y la filosofía viva sólo a través de las mentes de
hombres que, por ser los productos finales de una civilización, perdieron necesariamente el sentimiento de lo que esta filosofía viva y
esta sabiduría práctica significaron para los hombres que fueron los
originadores de esta civilización.
No es nuestro propósito discutir tales asuntos extensamente; no
obstante, es imperioso, para quien se preocupe por comprender el
significado vital de la astrología, que capte los hechos antes mencionados. Pues sólo así podrá evitarse el trágico error de creer que la
astrología presentada a Europa por un intelectual alejandrino fue la
astrología que medía el pulso mismo de la humanidad antigua. La
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astrología ptolemaica, es el producto final de la cultura mediterránea
oriental-griega, y sólo se la podrá entender en función del intelectualismo de esta cultura. Este intelectualismo moldeó la mente de Europa en casi todos sus aspectos. El aristotelismo y el ptolomeísmo
son los resultados de esta era griega después que perdió el contacto
vivo con la tradición espiritual del período órfico y hasta de la filosofía pitagórica luego que ésta se desvió del suelo del que el hombre
arcaico extrajo fuerza y sabiduría instintiva. Si queremos entender la
esencia viva de la astrología, debemos olvidar a Ptolomeo y al tipo
de astrología medieval de la que principalmente deriva la astrología
actual, y llegar a la profundidad vital terrena de la humanidad arcaica.
Una notabilísima serie de artículos de R. Berthelot, L'Astrobiologie et la Pensée de l'Asie, aparecidos en la Revue de Métaphysique
et de Morale, 1932-1933, con los que me encontré hace poco, es,
por lo que sé, el mejor estudio, si no el único que se ha hecho de los
orígenes vitales de la astrología. No está hecho desde el punto de
vista del astrólogo, sino desde el del desarrollo de la civilización
humana y de las actitudes humanas hacia la vida en general. De allí
su gran importancia; pues es absolutamente inútil tratar de captar el
significado de la astrología antigua, a menos que uno ubique a la
astrología en el centro mismo de la cultura de los tiempos. Son más
bien inútiles las denominadas "Historias de la astrología" que hoy en
día pueden conseguirse impresas; concretamente, son muy engañosas. Enumeran unos pocos hechos y nombres inconexos, sin dar idea
alguna sobre la realidad viva de la astrología. ¡No es de asombrarse
entonces, por qué el culto hombre de hoy se abstenga de considerar
seriamente a semejante seudo-ciencia!
Las siguientes páginas de ningún modo deben considerarse como una historia de la astrología, pues serían necesarios años de investigación por parte de especialistas antes de que los datos escasos
que se hallan dispersos en muchos libros, a menudo no traducidos a
ningún idioma europeo, pudieran ser examinados, comparados y
correlacionados críticamente. Lo que deseamos hacer es presentar
meramente una especie de antecedente histórico, muy general en sus
esbozos, que ayude al lector a obtener un nuevo enfoque de la astro22
logía, y de esta manera estar mejor capacitado para captar el sentido
de nuestra reinterpretación del significado básico de la astrología
como una filosofía viva y práctica de realización e integración psicológicas. Lo que el astrólogo corriente ofrece a nuestra generación
actual dista no sólo de llegar al nivel mental del pensador inteligente; además, a menudo es decididamente atroz y psicológicamente
desintegrador. Sin embargo, puede decirse que la astrología viva de
todos los tiempos tiene, como nota clave básica, a la integración. Y
sostenemos que cualquier astrología que no aporte al hombre un
mensaje de integración es una adulteración y una perversión de la
verdadera astrología.
La etapa animista
El hombre primitivo vive todavía en el vientre de la naturaleza.
Su vida entera es una experiencia que, al mismo tiempo, es psicológica y fisiológica, porque todavía es apenas capaz de diferenciar al
mundo externo del mundo interno, a lo objetivo de lo subjetivo. Es
tan completamente uno solo con la naturaleza que constantemente se
halla disuelto en los fenómenos naturales, ora proyectando en ellos
su personalidad infantil, ora construyéndolos en su psiquis como
estados de consciencia que, por un proceso de identificación inconsciente, él llama suyos propios. Lévy-Bruhl usó el término participation mystique para describir este proceso o un proceso similar de
identificación psicológica con los objetos.1 Corresponde a una actitud hacia la vida que también puede designarse con la palabra animismo.
El animismo convierte en "espíritus" a todos los objetos materiales, y materializa los hechos psíquicos en entidades objetivas.
Todo es animado por un espíritu, ya se trate de un árbol, una montaña, el sol, una estrella, o hasta instrumentos fabricados por los hombres, como por ejemplo una espada o una casa. Por otro lado, todo
sentimiento interior o toda emoción es una entidad "astral', que in1
Les fonctions mentales dans les Sociétés inférieures, Lévy-Bruhl, Paris, 1912.
23
gresó en el alma, y que puede ser expulsada de ésta mediante adecuadas prácticas mágicas.
La naturaleza, tanto interna como externa (pues ambas son una
sola para los primitivos) es, pues, un caos de entidades, que actúan y
reaccionan en una muy pavorosa confusión. Es una vasta selva en la
que la única ley es la de la propia conservación y la sobrevivencia.
Donde fracasa la fuerza física, aparece la astucia. Sin embargo, en el
hombre surge cierto sentido de la causalidad. Se da cuenta de que
ciertos hechos siguen siempre a otros. Empieza a "dar nombres" no
sólo a las cosas, sino también a las relaciones entre las cosas. La
única relación que él conoce personalmente es la del parentesco
sanguíneo.
Sin embargo, durante todo ese tiempo, la emoción predominante
en el hombre primitivo es la emoción universal de la selva: el temor.
Lo que uno teme se llama "maligno". A las entidades malignas se
las debe propiciar, vencer con astucia, o restringir con magia. El
principal principio de la magia es el de la "acción simpática". Al
actuar, comportarse y aparecer como un oso, el mago se identifica
con el oso; o más bien pone en foco la identidad que existe psicológicamente entre él mismo y el oso. Al ser uno solo con el oso, el
mago puede así usar el "espíritu de los osos" para su beneficio y
ganar ascendiente (por así decirlo, a través de esta transfusión del
instinto) sobre cualquier oso. Además, también llega a conocer el
"nombre" del "espíritu de los osos" y, de esta manera, ejecuta magia
en dos sentidos. Primero, mediante la pronunciación intencional del
nombre del oso, logra controlar a éste. Asimismo, este control aumenta por el hecho de que generaciones de integrantes de la tribu
usaron mágicamente este nombre, y cuando se lo pronuncia, la fuerza combinada de los miembros de la tribu (muchísimos vivos como
fantasmas o espíritus) respalda, por decirlo así, la fuerza del mago.
En la etapa evolutiva animista, el hombre lo refiere todo a sí
mismo y a sus temores o sus deseos. Proyecta sus reacciones a cosas
dentro de las cosas mismas, que se convierten en imágenes personificadas de sus impresiones. Si se mueve, deberá haber quien cause el
movimiento, y cuya naturaleza misma sea la de moverlo de este
24
modo. Lo que causa temor deberá ser necesariamente un ser temible; lo que da alegría deberá ser una entidad generosa. En este sentido, la vida íntegra del hombre es psicológica, pues vive en un mundo poblado por las proyecciones mismas de sus propias reacciones;
pero estas reacciones son casi solamente fisiológicas y biológicas.
De manera que, aquí, psicología significa una extensión de las reacciones fisiológicas; y la psiquis es sólo un aura difusa en torno de la
entidad humana biológica, una emanación de ésta.
Al Sol y a la Luna se los conoce como los dadores de luz. Luz y
vida se tornan inseparables, pues, demasiado a menudo, oscuridad y
noche significan muerte. La luz solar disipa el temor, aporta a los
sentidos una más clara percepción de los objetos. Así, el Sol es el
gran dador de vida. En cuanto a la Luna, ella oculta un misterio.
Tiene crecientes y menguantes. Su luz rodea a la selva con un resplandor extraño. Es cambiante y misteriosa, como una mujer. Empero, sus fases son pronto registradas. El sentido de periodicidad y
tiempo es suscitado por sus ciclos. Bajo su luz, que excita la imaginación del hombre, a los "espíritus" se los evoca mejor. La Luna se
convierte en el poder de la magia, en el poder de todas las operaciones misteriosas.
Con el Sol y la Luna, y después, probablemente, con las estrellas brillantes, el hombre también siente una vaga identidad. Las
siente, trata de unificarse más con ellas, trata de imbuirse de su
esencia. El Sol, la Luna y las estrellas son "grandes espíritus". Algunas estrellas brillan con un extraño fulgor. Parecen ominosas,
malignas, cuando salen, como los ojos de tigres y panteras vistos a
través del bosque. Las estrellas son como ojos de animales fantásticos en la oscura selva del cielo. Hay hombres que se sienten extrañamente atraídos hacia algunas estrellas en particular. Tal vez nacieron cuando aquéllas salieron o estuvieron en lo alto sobre sus cabezas. Y llegamos a la antigua Caldea, o quizá incluso antes, a la
Atlántida, en la que los hombres yacen en el suelo, enfrentando a las
estrellas, absorbiendo en sus almas los rayos de una estrella particular, identificándose con ella, para conocer su esencia y sentir la elevada vida de aquélla. Este culto de las estrellas (o más bien, esta
identificación con las estrellas) tiene un paralelismo con el culto de
25
los totems. Los totems son principalmente animales, como el oso, el
águila y el ciervo, pero también pueden ser estrellas, y hasta nubes y
montañas. El totemismo está todavía vivo entre muchas razas denominadas primitivas, incluso entre los indios norteamericanos, y
debería ayudarnos el comprender algunos significados de la astrología arcaica en la etapa animista de su evolución.
A la sazón no se trata, como luego ocurrió, de que los movimientos de los cuerpos celestes fueran los más importantes, sino de
la calidad de la vida con que cada uno de ellos, individualmente,
está dotado. Esta calidad de la vida, la característica particular de la
deidad-estrella deriva esencialmente de la calidad de la luz de la
estrella. Lo que es bastante curioso, no estamos tan lejos de una clasificación de las estrellas ¡sobre la base del análisis del espectro!
Sólo que en vez de usar un prisma para determinar la calidad de la
luz, objetiva y analíticamente, el hombre primitivo experimentaba
subjetivamente esta luz, y volvía a proyectar en la estrella el resultado de esta identificación psíquica.
En cuanto al Sol, la determinación de las características y potencia de este dador de vida se facilita contemplando los cambios
que tienen lugar en la vegetación. Pero, con esta idea de correspondencia entre los fenómenos biológicos terrestres y el movimiento del
Sol –y también de la Luna– llegamos a una nueva fase de la astrología que, siguiendo el ejemplo de M. Berthelot, podemos caracterizar
con el término vitalismo.
La etapa vitalista
Según el concepto vitalista, la Vida está en todo, interpenetra a
todas las entidades, a todas las sustancias. Es un océano vasto y universal de energía en el que todo lo que existe "se mueve y tiene su
ser". Este punto de vista mundial se origina en la humanidad cuando
de algún modo es vencido el temor a la naturaleza, cuando lo que
podemos llamar simbólicamente la "selva" es dejado atrás, y los
hombres se convierten en ganaderos o en agricultores. En otras palabras, la naturaleza está en la primera etapa de domesticación. Se
26
convierte en un "hogar" y, dentro de este hogar, a la Vida se la ve
fluir con el majestuoso giro de su estación, en crecientes y menguantes como la Luna, en flujos y reflujos como el Nilo y otros
grandes ríos cuyas aguas significan fertilidad.
El animismo revela al hombre como meramente uno entre los
millones de entes que pugnan por subsistir; que tratan desesperadamente de vencer al temor identificándose con el objeto temido, o
con el fuego y la luz que salvan su vida, aplacando al mal con sacrificios; una criatura caótica, con opacas percepciones, anhelosa de
captar alguna especie de conocimiento que le permita enfrentarse
con los millones de entes hostiles con fuerza equiparada. El hombre
debe entender a estos entes uno por uno, debe conocer la naturaleza
de ellos y darles un nombre. La consciencia da fuerza. Dar un nombre al enemigo significa ya vencerlo... lo cual, de hecho, es, en otro
nivel, el principio que respalda al psicoanálisis freudiano. Por otro
lado, el vitalismo presupone que, por lo menos, una parte de la naturaleza –tanto dentro como fuera del hombre– sea conquistada y utilizada. Se alcanzó algún género de seguridad.
Sin embargo, esta parte domesticada de la naturaleza debe ser
observada cuidadosamente, protegida del mal, convertida en fructífera. Debe labrarse la tierra y debe cuidarse el ganado. La nota clave
no es ya exclusivamente la defensa sino la producción. Todavía hay
enemigos; pero estos no atacan tanto al hombre mismo como a su
propiedad. Entonces, cobra supremacía el problema de la propiedad.
La producción depende de la propiedad. La vida humana depende
del resguardo y la fructificación de la propiedad; y pronto, también,
de la expansión continua de la propiedad. Esto se aplica, asimismo,
a la naturaleza interior del hombre. Una porción del ser del hombre,
y de la "psiquis", ha sido "domesticada", o sea, se la hizo consciente,
prolífica de ideas y conocimiento. A la consciencia se la debe preservar y salvaguardar contra la posible irrupción de las fuerzas malignas provenientes del "inconsciente" (la selva interior). Se la debe
cultivar, tal como se debe cultivar al suelo y atender al ganado.
Cultivo, ganadería, cultura: todas estas cosas significan lo mismo: trabajar en armonía y, al menos en alguna medida, con el con27
trol de los procesos de vida. La vida en el estado selvático era principalmente una colección de entes malignos. La vida en la etapa
vitalista es una fuerza que puede ser buena o mala; una fuerza que
impregna todas las cosas, que está en funcionamiento en todas las
cosas. No hay modo de oponérsele, pues es todopoderosa. Pero,
conociendo la ley de sus crecientes y menguantes cíclicos, trabajando en armonía con sus mareas, el hombre puede utilizar a la Vida.
Puede producir medios y disposiciones mágicas que atraigan esta
fuerza vital, y a través de los cuales pueda hacerse que la naturaleza
sea fructífera. Tales disposiciones mágicas son "sagradas". Concentran la energía vital difusa para reforzar o destruir al individuo o a
cualquier producto de la naturaleza.
En esta etapa de la evolución humana, la astrología es supremamente importante. Ya no se ocupa exclusivamente de entes celestiales como seres separados a los que hay que adorar y aplacar – aunque esta actitud animista sigue siendo todavía el rasgo principal de
la astrología exotérica y popular. La nueva astrología del período
vitalista se ocupa especialmente de comprender la periodicidad de
los procesos vitales. Se cree que estos, experimentados en el crecimiento y en la mengua de la vegetación y de los entes naturales en
general, son controlados por fuerzas divinas que se identifican con
el Sol, con la Luna y con los planetas, y, en alguna medida, con las
estrellas.
La astrología se convierte en un estudio del misterio universal
de las transformaciones dinámicas periódicas, que constituyen la
esencia de la Vida misma. Los chinos de la antigüedad simbolizaban
a esta ley de la transformación natural en su serie de hexagramas
que constituyen el I Ching, el Libro de los Cambios. Sin embargo,
esta es, evidentemente, una transmutación posterior y más abstracta
de la astrología primitiva. La astrología vitalista puede haber nacido
en la antigua Caldea, en la que, primordialmente, estudió todos los
fenómenos celestes asociados con los cambios de las estaciones. Los
movimientos del Sol y de la Luna fueron la base del sistema astrológico. Pero a estos movimientos no se los considera principalmente
como fenómenos celestes en sí mismos, sino como índice de los
cambios dinámicos de la fuerza vital solar y lunar, como se expresa
28
en la Tierra. Parece que las razas nómades, que dependían de su
ganado, hicieron hincapié en los períodos lunares, porque estos corresponden más a los períodos de la vida animal, y al sexo y la procreación a través del apareamiento. Por otra parte, las razas agrícolas hacían hincapié en los ciclos solares que corresponden a los ciclos de la vegetación. De estas correspondencias soli-lunares básicas
derivó, por generalización, la gran "ley de Analogía", que es el cimiento mismo de toda la ciencia oculta.
La Ley de Analogía presupone un agente universal que impregna al universo entero: una sustancia vital o una fuerza vital que llena
todo el espacio; que colma la cúpula de los cielos, al igual que el
domus (el domicilio, el hogar) en el que el grupo tribal vive, procrea
y muere, pero para renovarse y continuarse mediante la propagación
sanguínea. El hogar tribal es una réplica en pequeño del hogar universal ligado por las esferas de los astros. La Tierra es el microcosmos; el universo es el macrocosmos. Es sólo más tarde, en Alejandría y en la Edad Media, que el hombre, el ser individual, es considerado el microcosmos. Entonces, la astrología se individualiza. En
Caldea y China de la antigüedad, aquélla sólo se refiere a la Tierra y
al Estado o a la comunidad. El Estado es el microcosmos, y el Emperador, o el Rey, es su Sol o su centro de vida.
En tales estados agrícolas, establecidos en vastas planicies, toda
la vida está estructurada sobre el producto de los cuatro grandes momentos del ciclo de los cambios solares: los equinoccios y los solsticios. Estos están indisolublemente asociados con los cuatro puntos
cardinales del espacio. Consideremos a la antigua China, unos 2000
años antes de Cristo. La capital y el palacio del Emperador, dentro
de aquélla, están orientados hacia estos cuatro puntos. El palacio
tiene cuatro secciones, correspondiendo cada una a una estación. El
Emperador vive en la sección Este durante la primavera, en la sección Sur durante el verano, en la sección Oeste durante el otoño, y
en la sección Norte durante el invierno.2
Esta división cuádruple está evidentemente asociada con la idea
de la dualidad y del sexo. Los chinos construyen su ciclo del cambio
2
Le Chine Antique II, capítulo I, de Henri Maspero.
29
sobre el creciente y el menguante alternados de los dos principios
Yang y Yin, el masculino y el femenino. Este dualismo se transfiere,
por correspondencia, al dualismo del día y de la noche: al Sol, que
ilumina al día, y a la Luna que ilumina a la noche. El animal hembra
tiene períodos de celo y de indiferencia, tal como la Luna está brillante u oscura. De manera que la astrología se basa en conceptos
puramente biológicos. Es dinámica y vital. Explica las causas de
todos los fenómenos biológicos ocurridos en la Tierra: luego, de
todos los fenómenos sociales, como en la civilización china, en la
que la organización social, la política, la música y toda la cultura
son regidas por la pauta armónica revelada por los movimientos de
los cuerpos celestes, a los que se considera vehículos de símbolos de
las Fuerzas Divinas que, colectivamente, representan a la vida universal.
Sin embargo, sobre este cimiento vitalista, a medida que transcurren los siglos, crece progresivamente una superestructura más
mental. A los del Sol y la Luna, se suman los ciclos planetarios.
Cada vez más, los sacerdotes que registran, grafican, comparan y
estudian los movimientos de los cuerpos celestes comprenden los
valores abstractos implícitos en sus revoluciones cíclicas. La idea de
"relaciones numéricas precisas e inmutables" se apodera de la mente
de los hombres cuya profesión es la de ser símbolos del orden y de
la ley para una humanidad aun en las garras del temor hacia las
fuerzas de los elementos. La noción del Orden Celeste pasa a ser un
gran resguardo contra el caos de la naturaleza elemental, todavía tan
patente en tormentas, inundaciones, sequías y cataclismos de toda
índole. En los cielos se revela un mundo arquetípico y divino del
Orden, en el que cada objeto se mueve según leyes inmutables. Entonces, la tarea del hombre es, evidentemente, operar de tal modo
sobre la "tierra" (el suelo y el ganado, pero también sobre su propia
naturaleza instintiva terrena) que se convierte en una réplica perfecta
del Orden Celeste.
De semejantes premisas pueden deducirse dos necesidades básicas: la necesidad de un calendario que determine al principio, únicamente, la época en la que deben realizarse todas las actividades
agrícolas (siembra, cosecha, etc.) y los días que son favorables y
30
desfavorables para cualquiera de aquellas actividades; luego, la necesidad de una Ley Ética que determine cómo el hombre ha de tratar
y cultivar a su propia naturaleza, a su propio ser terreno; cómo el
hombre se ha de comportar en relación con el hombre dentro de la
organización del Estado: si este Estado se ha de adecuar a la Ley
Celeste. Así, en la antigua China, vemos al Emperador como sumo
sacerdote de esta religión celeste, mediador entre el Orden Celeste
centrado en torno de la Estrella Polar (en la que reside el gran Dios
del Orden) y el género humano. Él es secundado por cuatro astrónomos que, junto con él, determinan el Calendario agrícola, además
de establecer una ley moral-social y escalas musicales, porque la
música es el medio con que el Estado terreno puede armonizarse con
la "Armonía de las Esferas" (que también es una idea pitagórica). La
música incluye tonos y bailes rituales también, pues allí debe reinar
nuevamente el principio de la dualidad. Movimientos corporales
armonizados con tonos y ritmos musicales: tal armonía simboliza y
requiere mágicamente una armonía correspondiente entre emociones humanas y emociones celestes.
El Emperador es el punto fijo de referencia para todas las mediciones ético-sociales, como el Polo Norte lo es astronómicamente.
Su voz es un dechado de todos los tonos; su cuerpo, lo es de todas
las medidas. Todos los caminos se miden desde el centro de su palacio, en el que él vive; o más bien, porque cíclicamente cambia de
residencia, en la que está la tumba del Gran Antepasado, el origen
del Estado. El Emperador es el Hombre Único, el Individuo Único,
el Mediador Único a través del cual el Orden de los Cielos queda
imbuido en el Estado. Así, él es el Astrólogo Supremo. O más bien,
él es la Condensación misma de todas las Virtudes Celestes, y sus
cuatro astrólogos, a través de él, pueden participar del misterio de
los Cielos.
Esto representa una etapa perfeccionada de la civilización astrológica; pero... ¿no se parece asombrosamente a la religión cristiana,
en un plano diferente? ¿No es acaso Jesús el Cristo el Único Mediador entre el género humano y Dios, el Individuo Espiritual Único (al
ser el Unigénito), el dechado de todas las virtudes celestiales, la
fuente única de salvación? ¿Y Sus Apóstoles, y los Papas de la su31
cesión apostólica, no son los dispensadores de la sabiduría de Jesús,
los fundadores de una Iglesia militante, que ha de convertirse en una
réplica sobre la Tierra de la Iglesia triunfante en el Cielo?
El cristianismo llegó en una época de gran caos psicológico,
cuando de las ruinas del pasado de Oriente-Mediterráneo nacía un
nuevo mundo, cuando el intelectualismo y el individualismo griegos
habían llevado a una confusión psicológica cabal. Entonces, la Iglesia cristiana fue el símbolo de un Orden Celestial, el único resguardo en un período de caos, la única fuerza integradora en un cenagal
de pasiones y perversiones decadentes. Pero el Estado astrológico de
Caldea y de China también era el único resguardo contra el caos de
los elementos. Los cursos cíclicos de los cuerpos celestes eran las
únicas prendas de un Orden universal. Sólo el conocimiento de los
movimientos del Sol y de la Luna podía salvar al hombre de que se
arruinasen sus cosechas: lo cual significaba hambre y caos. Lo que
este conocimiento astrológico representaba lo muestra el hecho de
que, en la China, se dice que la caída de la primera Dinastía Hia fue
causada porque los astrólogos imperiales no lograron anunciar un
eclipse. Siempre que, por conocimiento incompleto de los movimientos celestes, un planeta no aparecía exactamente donde se lo
esperaba, esto se consideraba una predicción de caos y ruina para la
casa imperial. Si los gobernantes no llegaban a conocer con exactitud los acontecimientos celestes, se destruía el único baluarte contra
el caos, y los gobernantes tenían que irse. Ellos tenían que ser los
Integradores, los Organizadores, los Custodios del Orden Universal.
Si no lograban conocer ese Orden, demostraban que eran indignos.
Tenían que ser derrocados para salvar al país.3
En el plano biológico de las actividades agrícolas, y en el plano
de las organizaciones éticas y sociales, la astrología era, a la sazón,
el único Gran Conocimiento que aseguraba un resguardo y la confianza espiritual en una Ley Cósmica sin la cual ninguna civilizaEl gran historiador Megástenes (302 a.C.), al describir los deberes del astrólogo
brahmín, añade: "El filósofo que en sus predicciones se equivoca observa silencio
durante el resto de su vida". Es espantosa una lista de las cualidades que han de
esperarse de un astrólogo, y que se hallan en viejos textos sánscritos.
32
3
ción es posible. ¡Era un conocimiento vital y vivo, pues se filtraba a
cada paso en el accionar de todos los procesos biológicos! Era la
Ciencia de la vida, o, como dice Berthelot, la Astroblología: la ciencia de una vida concebida como arquetípicamente ordenada y cósmica, funcionando idénticamente en el microcosmos, la Tierra, como en el macrocosmos, el universo.
El cambio del siglo VI a.C.
Entonces el hombre empezó a desarrollar una nueva base de vida y a conocerse como individuo, como ser libre; y surgió una nueva
selva, en un nivel superior, en el nivel psico-mental. Esto significó
el comienzo de un nuevo ciclo de desarrollo humano, que requería
una Astrología Nueva, una nueva comprensión del Orden, del Cosmos, de Dios.
Este cambio importante ocurrió, por así decirlo, arquetípicamente, durante el siglo VI a.C.; en la época de Gautama el Buddha, seguido por Lao-Tse y Confucio, el último Zoroastro y Gushapt, Pitágoras y, después, Platón: para mencionar solamente a las más destacadas figuras espirituales de esta época crítica que señaló una inversión potencial de todos los valores humanos. Dos mil quinientos
años después, la humanidad trata de poner en manifestación real y
orgánica lo que entonces era una mera posibilidad.
La principal importancia del cambio, en lo que concierne a este
estudio nuestro, es que el hincapié que hasta ahora se había hecho
exclusivamente sobre asuntos fisiológicos empezó a ser transferido a
los valores psicológicos. Antes del 600 a.C., todo se basaba en el
"cuerpo" humano. Desde entonces, cada vez más, se alzó un nuevo
cimiento, y, tarde o temprano, todo se concentraría sobre la "psiquis" humana, usando este término para representar la naturaleza
interior del hombre: la mente, el alma, y sus diversas actividades y
funciones, el consciente y el inconsciente.
Desde la antigüedad, todo se basaba en el cuerpo: incluida toda
la espiritualidad. Pues entonces el cuerpo no era lo que es para noso33
tros los cristianos. Era el vehículo puro de los instintos y del espíritu, pero sólo potencialmente era el vehículo del espíritu. El espíritu
estaba dormido en el cuerpo y tenía que ser despertado, activado,
pues esta es la base de la forma arcaica pura del Hatha Yoga antes
del siglo VI a.C. Este despertar podía ser inducido mediante el control de la fuerza vital, mediante la respiración, mediante sonidos y
posturas o movimientos rituales, pero también en relación con los
procesos cósmicos que abarcan al Sol, a la Luna, a los planetas y a
las estrellas. En el Kundalini Yoga, al hombre se lo entiende como
un sistema de centros vitales o torbellinos de energía que corresponden a estas dínamos celestes, a los planetas, y al Sol y a la Luna.
Finalmente, la fuerza vital se transfiguraba completamente por su
unión con el Espíritu y se abre el loto de los mil pétalos, el Sahasrara chakra; o sea, se trasciende al sistema solar y brillan los millones
de estrellas, el crisantemo de los Cielos, la Rosa Cósmica, mientras
se oye el sonido misterioso, Nada en el Sahasrara, la Voz del Dios
que mora dentro de la Estrella Polar.
En otras palabras, lo que tenía que ser el Estado chino, el Yogui
buscó realizarlo en sí mismo, como un Individuo. Al Emperador
Chino le correspondía el "Ishvara-en-el-cuerpo", la "Gema en el
Loto" del saber tibetano. Aquí, la astrología significaba desarrollo
espiritual práctico, pero desarrollo espiritual a través del cuerpo, a
través de la tierra humana que se convertía en perfecta y cósmica a
semejanza de la armonía celeste.
Nos parece un error creer que el antiguo Kundalini Yoga y parecidos métodos de desarrollo se refieran a hechos psicológicos, como
C.G. Jung aparentemente lo cree. Si eso fuera así, lo fue sólo después de las reformas del Buddha. Pues entonces estaba demostrado
que el caos del mundo no podría ser vencido a través de medios que
fueran casi enteramente psicológicos y racionales, o suprarracionales. Y pronto empezó a desarrollarse un nuevo tipo de astrología: la
astrología alquímica.
La alquimia, cuando no se la pervierte o materializa, es un intento de hacer con la psiquis humana lo que se suponía que el Emperador chino haría como Gobernante Supremo de la Agricultura y
34
Fundador del Calendario. La finalidad de la alquimia es aumentar
las cosechas psicológicas y domesticar al ganado salvaje de los deseos humanos. El Yoga de Patanjali y la disciplina mental del
Buddha se ocupaban más específicamente de los procesos mentales.
"El Yoga consiste en impedir las modificaciones de la mente", escribía Patanjali. Pero la alquimia china, según el rumbo seguido por los
taoístas, y la alquimia europea, desde Geber hasta Boehme a través
de Paracelso, se ocupan más particularmente del aspecto energético
de la psiquis, o podríamos decir, se ocupan de la naturaleza del alma
del hombre: de su purificación, su redención y su fructificación por
la "virtud" de Cristo, o, en otro sentido, del Tao.
En la alquimia, la "tierra" humana que ha de labrarse y transmutarse hasta que dé el "Hijo de Dios" inmaculadamente nacido, el
cuerpo de Cristo, es simbolizada por metales y por planetas. Los
procesos de transmutación son simbolizados por "códigos" que son
una serie de símbolos extraídos de los procesos agrícolas naturales,
en la China; o una interpretación de incidentes de la vida de Jesús,
como los registran los Evangelios, en la alquimia europea (especialmente con Boehme). El Secreto De La Flor de Oro, traducido
del chino por Richard Wilhelm, lo mismo que el arcaico I Ching,
mostrarán que son lo primero. Lo último puede estudiarse en los
escritos de Boehme y en los de alquimistas más antiguos.
El uso que se hace de la astrología en la alquimia es, en gran
medida, simbólico. Pero, en un sentido astrológico, es siempre simbólico cuando se la entiende apropiadamente. Todo depende de lo
que se significa con "símbolo". El álgebra es también puramente
simbólica, pero el álgebra y la matemática superior hicieron posible
la ciencia moderna y la era de las máquinas. La astrología es fundamentalmente el álgebra de la vida. Pero sus aplicaciones son tan
numerosas como los tipos de vida que ella coordina e integra, y a los
que les da el significado de Orden.
La antigua astrología caldea se basaba en los principios de las
correspondencias – en principios puramente simbólicos. En verdad,
los caldeos creían que los planetas eran los cuerpos de los dioses,
según cuyos dictados era regido el universo. Pero ésta era meramen35
te una Interpretación del simbolismo astrológico. A los símbolos se
los interpretaba como dioses porque la consciencia del hombre era
esencialmente fisiológica y biológica, porque sus mundos objetivo y
subjetivo eran todavía muy confusos, y no existía una clara división
entre lo que era fisiológico y lo que era psico-mental; porque el
animismo tenía todavía raíces muy fuertes en la consciencia del
hombre.
Cuando la mente se desarrolló independientemente, en especial
después del siglo VI a.C., cuando el pensamiento abstracto empezó
a separar al pensamiento de su base vital concreta, la evaluación
biológica de la "utilidad práctica" pasó a segundo plano, y a la astrología se le dio la interpretación de "conocimiento puro", de "ciencia
pura". Luego llegó la astronomía. Como lo señala Berthelot, esto
ocurrió destacadamente en Caldea; mientras en Egipto la transformación era más característicamente de la magia ceremonial a la ética espiritual. En la China, la vieja interpretación agraria dio lugar a
la interpretación ético-social. En la India, lo que solía referirse al
cuerpo y a la fuerza vital dentro del cuerpo (evasión del mundo selvático de los sentidos de los hombres mediante un proceso de separación y unificación de energías) llegó a aplicarse a la mente. En
Grecia, la antigua religión órfica también se transmutó en pitagorismo.
En todos los casos, lo que ocurrió fue un cambio de nivel, un
cambio de interpretación. El Dios personal pasó a ser (¡sólo teórica
y potencialmente!) una Ley impersonal o un impersonal Principio de
Orden; tal como en la original democracia norteamericana vemos
que la Idea de una Monarquía personal da lugar a la de una Constitución inviolable. "En América, el Rey es la Ley", dijo Thomas Paine. Al mismo tiempo y por las mismas razones, el principio de consanguineidad, que representaba el único vínculo válido con una humanidad concentrada en el nivel fisiológico, empezó a ser desafiado
por un nuevo tipo de relación humana, la hermandad espiritual que
incluía a hombres (y, a veces, a mujeres) de diferentes sangres y
razas. Obsérvese al Sangha budista, a las cofradías pitagóricas, a las
hermandades gnósticas (de donde derivaron las órdenes monásticas
católicas) y, finalmente, a hermandades como las de los drusos, en
36
el Monte Líbano (originariamente compuestas por místicos de todas
las razas).
Lamentablemente, pero de modo muy natural, semejante cambio tremendo de nivel es posible que no pudiera funcionar entre las
masas. Lo trágico fue que ni siquiera la élite de la humanidad logró
vivir según el ideal potencial abierto para ella por los Grandes
Maestros del siglo VI a.C.; y los cinco o seis siglos siguientes son la
historia del relativo fracaso de la humanidad en ajustarse a un nuevo
nivel del ser. Ya se tratase de la China, de la India, de Grecia o de
Persia, el resultado fue el mismo, y, desde luego, la profundidad
alcanzada varió con cada civilización.
En Grecia, la mente se convirtió en mero intelecto analítico, y la
sabiduría se convirtió en sofistería. El individualismo se desarrolló
de manera desequilibrada, y la humanidad entró en una fase de caos
psicológico en gran escala, con el resultado habitual de desequilibrio
fisiológico, sensualidad, perversión, etc. Por reacción, esto condujo
al cristianismo popular, y, en la India, al movimiento Bhakti y al
budismo Mahayana. Sobrevino una reacción psicológica en grande
contra la mente, y las religiones de sentimientos y amor, devotas y
compasivas, abarcaron el mundo.
Entretanto, la astrología había experimentado una profunda
transformación. Había cesado de ser vital y necesaria para las colectividades como un principio de orden, porque el creciente predominio del principio racional intelectual le permitía al hombre proyectar
especulativamente su propio orden en el mundo. Pero (y este es el
punto importante) el orden racional del intelecto es de una calidad
diferente a la del orden biológico. El intelecto es sólo un medio que
ayuda al hombre a elevar su consciencia desde el nivel fisiológico
hacia el nivel psico-mental. No puede llenar a la vida humana con
un significado vital. Crea un individualismo de índole separativa,
basado en el análisis pero no en la síntesis: y toda la vida es síntesis.
A medida que los individuos pasaron a ser, cada vez más, lo importante, la astrología empezó a proveerlos y a surtirles sus temores.
Entonces, comenzó el largo ciclo de degeneración externa de la astrología. En la superficie, llegó cada vez más a ser una mera adivi37
nación, mientras las fases más profundas de la astrología renacieron,
como ya dijimos, al convertirse en el cimiento de la alquimia.
El punto decisivo sobrevino probablemente cuando las ideas astrológicas pasaron rápidamente de Caldea hacia el Oeste; primero,
"a través de Beroso, el sabio babilónico que fundó una escuela hacia
el 640 a C. en la Isla de Cos y que tal vez contó a Tales de Mileto
(639-548) entre sus discípulos" (ver "Historia de la Astronomía", en
la Enciclopedia Británica); y, más claramente aún, durante la mitad
del siglo IV a.C. (según Bouché-Leclercq y otros). Mientras en Caldea como en la China, la astrología era principalmente un asunto
concerniente a la comunidad o al Estado, con el rey como centro y
principio guía del Estado, en Grecia, y tiempo después, en Roma,
evolucionó la práctica de efectuar horóscopos individuales. La astrología cayó pronto en manos de mercantilistas que rápidamente
llegaron a conocerse como charlatanes. En Roma, a estos se los llamó primero "matemáticos", y luego, "caldeos”, y, lo mismo que en
tiempos modernos, fueron tantas las trampas o necedades conectadas con las prácticas de aquellos que, en ocasiones, por edictos imperiales, se los obligó a cesar en su comercio.
En la antigua India, a cada comunidad-aldea se le asignaba un
astrólogo oficial y, aparentemente, una de sus funciones era efectuar
el horóscopo de los recién nacidos de las castas elevadas. Pero, en
este caso, la práctica tenía una significación muy ritual, y fisiológica
o biológica; pues a menudo los matrimonios se realizaban mediante
la comparación de mapas natales, y hasta la vida matrimonial era
regulada por los astros. En otras palabras, aquí encontramos otra vez
un tipo biológico de individualismo en actividad. Los cuerpos de los
individuos (de las castas elevadas) tenían que ser "cultivados", o, de
hecho, criados, para que pudieran llegar a ser instrumentos perfectos
para la liberación del espíritu. La pureza racial era otra expresión del
mismo ideal; y era forzada por las circunstancias, pues la sangre aria
tenía que ser preservada cuidadosamente, o la abrumadora masa de
gente no aria de la India habría corrompido al tipo racial. Esto habría significado caos fisiológico. De manera que aquí, nuevamente,
la astrología servía como un medio para aportar –o conservar– el
orden biológico; con una defensa contra la naturaleza elemental y
38
como una técnica de desarrollo de la naturaleza "domesticada", o
sea, la naturaleza verdadera del modelo celestial representado por el
Manu, el gran Antepasado divino. Tal problema biológico surge
siempre cuando una raza más o menos nómade, que vive en las
montañas, invade las llanuras llenas de una humanidad decadente.
Sin embargo, no hay evidencias de que la individualización de
la astrología y su uso con fines personales en Grecia y Roma tuviera
una base fisiológica similar. Puede haber habido un tipo arcaico de
astrología griega conectada con los misterios órficos, como hubo
una astrología egipcia arcaica conectada con la magia ceremonial;
pero, por lo que sabemos, no hay huellas de que haya sido preservada. Sin embargo, es evidente que Pitágoras usaba a la astrología en
relación con la música – y tal vez deberíamos buscar el origen de la
astrología ético-fisiológico-alquímica de tiempos posteriores.
Tal tipo de astrología –que debió diferenciarse vivamente del tipo al que Ptolomeo se refiere– es un intento de poner alguna clase
de orden psicológico en las naturalezas interiores de los hombres,
que se habían desequilibrado por el nuevo énfasis que la civilización
griega (y parecidas manifestaciones en Oriente) habían puesto sobre
el intelecto. Es cierto que la Grecia clásica también había recalcado
los elementos de la belleza física y la forma corporal. Pero el culto
griego del cuerpo era estético, no biológico, u "oculto” en el sentido
del primitivo yoga hindú. Los griegos rendían culto a la forma y a la
proporción, no a la vida orgánica que creó (y que canta dentro de) la
tierra-cuerpo. Eran ideólogos, y, finalmente, esteticistas.
Fue el impacto de este ideologismo anteriormente desconocido,
que se ocupa del orden, de la forma y de la medida como abstracciones válidas en su propio plano mental sin la necesidad de una base
fisiológica o siquiera un contexto, el que sacudió al mundo humano,
y destruyó el significado vital de la astrología. La astrología había
descubierto el orden que está dentro de la esfera de los fenómenos
biológicos. Fue la promesa inherente a la naturaleza –externa o interna– de que el caos aparente de las energías naturales puede resolverse en un cosmos; de que, en consecuencia, es posible la previsión
basada en la ley; y de que el futuro vivo puede deducirse del pasado
39
vivo. Ahora los hombres empezaban a ocuparse de un orden abstracto; no más del cosmos dentro de la naturaleza –el cosmos vivo– sino
de pautas ideológicas, de lógica.
La lógica griega mataba al significado de la astrología fisiológica. Si el hombre pudiera crear su propio orden abstractamente, y
satisfacer de ese modo su innato anhelo de seguridad, dejaría de
existir un valor vital en el intento de buscar dolorosamente el orden
dentro de la naturaleza exterior. El hombre podría gobernar el orden.
Podría proyectarlo externamente –lo cual significa esteticismo– fuera de su propio yo, de su propio yo mental. Podría fabricar al mundo
a partir nuevamente de ideas. ¡Qué revolución increíble! Antes de
esa época, las ideas eran vínculos meramente conectores entre los
fenómenos naturales que se percibían concretamente. Ahora se decía
que vivían en su propio mundo, en un mundo en el que el hombre
también podía morar muy lejos del dominio del caos natural y del
temor biológico. Tal concepto transformaba toda la perspectiva humana de un modo que es dificilísimo que los modernos lo apreciemos, especialmente porque la mayor parte de lo que conocimos de
las eras arcaicas fue más o menos reescrito, o documentado por primera vez, después del siglo VI a.C.
Si el orden existía como un mundo arquetípico fuera del mundo
de la naturaleza biológica, entonces lo que había que hacer era, desde luego, dejar a esta última y sus miedos, y entrar en el reino bendito. Los budistas intentaron hacer eso con la meditación, apartándose
de la vida fisiológica y mentalizando al cuerpo. Esto era muy diferente del yoga "arcaico" que era un intento por despertar al espíritu
vital en el cuerpo, por liberarlo de la esclavitud de los sentidos y de
la fiebre de la "selva", y por integrarlo en un punto de unidad perfecta con el "Dios que mora en la Estrella Polar", como lo sostenían
los chinos. Los griegos buscaban evadirse del mundo trágico de la
naturaleza y de su destino pasional mediante el pensamiento puro,
mediante la contemplación estética pura y mediante el amor "platónico".
Finalmente, cuando estos tipos de evasiones terminaban en el
raciocinio y la sofistería, o en el egoísmo absoluto de un nirvana
40
falaz, entonces apareció una fuerte reacción psicológica, y surgieron
las religiones de los sentimientos: el Bodhisattva ideal de compasión, o en la India y Persia la bhakti ideal de un amor, tan personal
en su éxtasis como para expresarse en símbolos tomados de la pasión muy sensual; o el ideal cristiano de la caridad, del sacrificio y
del martirio. Estas religiones también habían liberado a un mundo
de los sufrimientos y temores (que ahora son "pecados") de naturaleza terrena; pero este mundo sólo podía alcanzarse después de la
muerte. Era el "otro mundo"; y su entrada era custodiada por la Iglesia, sin cuyo recurso el hombre se enfrentaba con un reino aún más
horrible de temor y caos – el infierno. Es cierto que las religiones
arcaicas a menudo imaginaron un mundo de dioses en el que los
mortales podrían ser admitidos después de la muerte, pero la significación de este mundo era enteramente diferente, en lo psicológico,
de la del "otro mundo" cristiano. Pues este último daba un significado peyorativo y pecaminoso a todo lo conectado con la naturaleza
fisio-biológica, el cual es el punto importante. Entonces fueron exaltados la fe, la obediencia ciega y el amor; y se los exaltó contra la
vida biológica natural. Así surgió la larga historia de las represiones,
y empezó el divorcio entre el espíritu y la carne. Los hombres perdieron el sólido orden de los instintos naturales y fueron entonces
incapaces de alcanzar otra solidez, la de un orden superior de vida
en el nivel psico-mental. En consecuencia, se encontraron habitando
en un reino intermedio, un reino poblado por los resultados de represiones, negaciones, sentimientos frustrados y sofistería intelectual – realmente, en una selva psicológica.
En esta selva, como en cualquier selva, había temor. En ella se
apiñaban criaturas monstruosas, íncubos, súcubos, fuerzas malignas;
las criaturas fisiológicas ya no se conectaron con los elementos terrenos, salvo con los productos de pecados, de autoengaños y de
hambre biológica. De esto surgió un tipo psicológico de animismo.
Es verdad que la Iglesia ofrecía orden y seguridad a quienes entraban en su reino. ¿Pero cuántos monasterios mantenían realmente
alejada a la selva?
Empero, la Iglesia era un refugio, una muestra de la posibilidad
de un mundo celestial al que ella sola conducía. Y, por tanto, la
41
Iglesia ocupó el lugar de la astrología. Lo hizo con muchas festividades y ceremonias dispuestas con gran orden a lo largo de todo el
año: en realidad, reproduciendo las viejas festividades biológicas
basadas en la astrología de la era arcaica. Lo hizo para sus hijos
consagrados con una serie diaria de misas, plegarias y servicios, que
se extendían a través de la noche y del día. Todas estas ceremonias
eclesiásticas representaban al año cristiano, al zodíaco cristiano
(ahora habitado por santos y arcángeles), al orden cósmico cristiano.
La observancia de esas ceremonias mantenía a la selva lejos del alma.
¡Pero la astrología existía todavía bajo diferente vestidura! Era
la astrología sin el nombre. A la rueda del zodíaco se la reemplazó
con un sistema de trueques de los cuatro elementos: caliente, frío,
seco, húmedo, que no difería del I Ching chino. A esos trueques
correspondían las muchas festividades del año, alguna liturgia apropiada para aquéllas, y a ellas se les asignaban, como ilustraciones
simbólicas, episodios de los Evangelios.4 Boehme iba a extender el
mismo sistema, usando la alquimia como base, que no difería del de
los taoístas chinos.
La astrología cabalística
Sin embargo, durante la Edad Media (especialmente, después
del siglo XI) sobrevino una gran renovación de las ideas astrológicas propiamente dichas, las cuales, si bien fueron repudiadas y combatidas por la Iglesia, aún llegaban a controlar, cada vez más, las
mentes de ese período. Esta astrología fue el resultado del "animismo psicológico" ya mencionado; y puede caracterizarse, en general,
por el término cabalística. Estaba muy claramente vinculada con
varias formas de magia ceremonial, y aparentemente llegó a Europa,
Esto puede verse especialmente en libros escritos por autores sirios: pues las
iglesias sirias habían permanecido más cerca de la base biológica del antiguo
Medio Oriente; mientras la Iglesia Romana se había intelectualizado más bajo la
influencia de los neopitagóricos y los neoplatónicos. Ver el libro de BarHebraeus, llamado Ethicon, y muchos otros (siglo XIII).
42
4
principalmente, a través de España y de centros de cultura árabe,
especialmente, tal vez, de Fez, en Marruecos.
El origen de esta tendencia de la astrología, esencialmente mágica, parece haber sido una mezcla de tradiciones egipcias y hebreas. Los libros de Hermes Trismegisto, compendio del gnosticismo egipcio, fueron en parte una base de aquélla y, presumiblemente,
una gran cantidad de tradiciones orales descendientes, posiblemente,
de los viejos Misterios, babilónicos y griegos. En todo caso, allí
encontramos una mezcla más bien curiosa de elementos, muchos de
los cuales no son completamente afortunados. Lo que otrora fuera
una función vital en la sociedad arcaica aparecía, tras la gran transformación psicológica de la humanidad, como una función inferior
(para usar la terminología de la psicología de Jung). Era la vieja idea
mágica del animismo, traducida al caótico reino "astral" en el que
estaba tan claramente centrada la psiquis colectiva de la Edad Media. De manera que el elemento del temor estaba fuertemente presente. El mago usa una espada para combatir a los espíritus malignos, y se protege mediante círculos mágicos. Pero el temor está a
menudo en su corazón, y así se abre la puerta para la desintegración
psicológica. Obsérvense los horrores de la magia ceremonial en Europa, incluso hasta hoy.
Tales tipos de magia, pura o impura como podría ser el caso,
usaban consiguientemente a la astrología. Según las ideas cabalistas,
el universo consistía en diez esferas concéntricas, y cada esfera estaba bajo la influencia de uno de los diez Sephiroth, o Emanaciones
del Absoluto. Estas esferas eran, en orden:
El primum mobile
La esfera del zodíaco
La esfera de Saturno
La esfera de Júpiter
La esfera de Marte
La esfera del Sol
La esfera de Venus
La esfera de Mercurio
La esfera de la Luna
43
La esfera mundana
Cada una de las esferas planetarias presidía cierta sección de los
asuntos humanos, y el hombre que deseaba triunfar en estos asuntos
tenía que conocer los símbolos místicos del planeta que gobernaba y
los nombres y atributos de los genios en actividad (ver Two Kabbalistic Planetary Charms, de E.Y. Pilcher, Sociedad de Arqueología
Bíblica, 1906). También se usaban cuadrados mágicos, y se fabricaban talismanes para asegurar los oficios de los espíritus o la influencia de las esferas planetarias.
Del siguiente extracto podrá verse qué se suponía que eran estos
genios:
"La Creación de la Vida por el Sol es tan continua como la luz de este;
nada lo detiene o limita. En torno de él, como un ejército de Satélites,
hay innumerables coros de genios. Estos habitan en la vecindad de
los Inmortales, y desde allí vigilan las cosas humanas. Cumplen la voluntad de los dioses por medio de tormentas, tempestades, transiciones de incendio y terremotos, del mismo modo que mediante el hambre y las guerras para el castigo de la impiedad... Bajo las órdenes
del Sol está el coro de los Genios, o más bien los coros, pues hay muchos y diversos, y su número corresponde al de las estrellas. Cada estrella tiene sus genios, buenos o malos por naturaleza, o más bien
por la acción de aquellos, pues la acción es la esencia de los genios...
Todos estos genios presiden los asuntos mundanos, sacuden y abaten
la constitución de los Estados y de los individuos; imprimen su semejanza en nuestras Almas, están presentes en nuestros nervios, en
nuestra médula, en nuestras venas, en nuestras arterias, y en nuestra
misma sustancia cerebral... Cambian perpetuamente, no siempre de
modo idéntico, sino girando en círculos. Con el cuerpo penetran dos
partes del Alma, para que pueda recibir de cada una la impresión de
su propia energía. Pero la parte razonable del Alma no está sujeta a
los genios. Tiene por designio recibir a Dios, que la ilumina con un rayo resplandeciente. Son escasos en números los así iluminados, y los
genios se abstienen de ellos; pues ni los genios ni los dioses tienen
poder alguno en presencia de un solo rayo de Dios. Pero todos los
otros hombres, en alma y cuerpo, son dirigidos por los genios, a los
cuales estos se apegan y cuyo accionar estos afectan."
(De Hermes Trismegisto,
44
citado en La Doctrina Secreta, I, pág. 294, vers. ingl.)
Aquí tenemos una actitud típica, probablemente de linaje brahmánico, según la cual a la naturaleza se la concibe, desde el punto
de vista animista, como algo malo, algo de lo cual (debido a su calidad cambiante, inestable, monstruosamente prolífica e inmoral) el
hombre debe escapar. Hay una parte del alma humana a través de la
cual el hombre puede tomar contacto con Lo Que es inmutable, carente de atributos e ilimitado – el Yo. Cuando se establece permanentemente el contacto, el hombre alcanza seguridad. La selva se
torna inofensiva. Los genios, buenos o malos, ya no pueden seducir,
engañar ni atacar al hombre. Este es un Iluminado.
El cabalista, por el otro lado, seguía corrientemente otra táctica.
Su tarea era la de dominar a estas fuerzas "astrales". Era el mago de
la selva. Mediante propiciaciones (mediante sacrificios fisiológicos
o psicológicos) o mediante una orden (usando un conocimiento de
los Nombres y las Rúbricas de los genios), el cabalista sometió la
naturaleza a su voluntad. Desde luego, esto es precisamente lo que
el ingeniero moderno hace. Tal vez este último sólo tenga desdén
hacia el mago, pero subsiste el hecho de que las dos actitudes básicas son las mismas; pues las fórmulas de los químicos son las rúbricas de los elementos, salvo que se llega a ellas mediante un proceso
de análisis intelectual, mientras los jeroglíficos del cabalista son el
resultado de un proceso de identificación psicológica. Pero, lo que
es todavía más importante, los resultados alcanzados por quienes
controlan las fuerzas de la naturaleza son, al final y a menudo, similares. El mago controlaba a los genios, pero pronto se convertía en
esclavo de estos. Tenía que alimentarlos con su propia alma. Sus
criaturas lo devoraban. Y, hoy en día, esta sociedad nuestra, compuesta por ingenieros reales o potenciales, se conviritió evidentemente en la esclava de sus máquinas, de todos los medios y acciones
a través de los cuales ella controla a los elementos.
Por supuesto, semejante analogía parecerá, a la mayoría, fuera
de la cuestión e insostenible; pero, si nos damos cuenta de la división que ocurrió durante tantos siglos entre el mundo físico, gobernado por el intelecto, y el mundo de la psiquis, que quedó en un
45
estado caótico que hace recordar la selva primitiva, a pesar o a causa
de sistemas morales y códigos de conducta, entonces, podemos ver
todas las cosas en su relación apropiada. La ciencia moderna pertenece a un lado del abismo; y al otro pertenecen todos los denominados sistemas ocultos o esotéricos, más el psicoanálisis moderno y
sus derivados.
La astrología alquímica
Si el cabalismo y el tipo de astrología usado en sus prácticas
mágicas representan una especie de animismo psicológico, la verdadera clase de alquimia representa lo que podríamos llamar al "vitalismo psicológico". La alquimia no trata de renunciar a la naturaleza
y centrar a la consciencia, por decirlo así, fuera de aquélla, en las
altas cimas del alma; ni trata de controlarla por compulsión y por el
ejercicio de una obstinación intelectual. Supone una sustancia vital
universal que llena al universo entero, físico y espiritual. Ve al
hombre y al universo como dos ejemplos de la misma armonía básica de los principios que actúan en y a través de esta sustancia vital, y
apunta a establecer al hombre en el propio nivel de manifestación de
este como un cosmos perfecto, tal como el universo, en su nivel, es
un cosmos perfecto. El mal se debe al hecho de que las respectivas
esferas del hombre y del universo se mezclan, cuando el hombre
cesa de ser una mera parte de la naturaleza universal y se convierte,
por derecho propio, en una totalidad cósmica.
Esto explica por qué, en tiempos arcaicos, la filosofía vitalista
consideraba a la Tierra como el microcosmos y, en tiempos modernos, la alquimia, su contraparte, considera al hombre como el microcosmos. Antes del siglo VI a.C., el hombre no era realmente un
microcosmos sino, solamente, en un sentido, el goce de la Tierra.
Aun así, ¡pocos hombres son realmente microcosmos! Pero desde
que el hombre encontró en sí mismo, independientemente de la naturaleza, su propio principio del Orden, su propia Medida y su propia Proporción, la Idea, el Dios en lo interior, entonces puede decirse, al menos en sentido genérico, que el hombre es el microcosmos.
46
"Para entender correctamente el significado de las palabras alquimia
y astrología, es necesario entender y percatarse de la relación íntima
y la identidad del Microcosmos y el Macrocosmos, y su interacción
mutua. Todas las fuerzas del universo, están potencialmente contenidas en el hombre y en el cuerpo físico del hombre, y todos sus órganos no son más que productos y representantes de las fuerzas de la
naturaleza... Si tengo maná en mi constitución, puedo atraer maná
del cielo. "Saturno" no sólo está en el cielo, sino también profundamente en la tierra y en el océano.
¿Qué es "Venus" sino la "Artemisia" que crece en el jardín de usted?
¿Qué es "hierro" sino "Marte"? Es decir Venus y Artemisia son ambas
las manifestaciones de la misma causa. ¿Qué es el cuerpo humano
sino una constelación de las mismas fuerzas que formaron a las estrellas en el cielo? Quien sabe qué es el hierro, conoce el atributo de
Marte. Quien conoce a Marte, conoce las cualidades del hierro. ¿Qué
sería de nuestro corazón si no hubiera Sol en el universo? ¿De qué
servirían nuestros "vasa spermá- tica" si no existiera Venus? Captar
los elementos invisibles, atraerlos mediante sus correspondencias materiales, controlarlos, purificarlos y transformarlos mediante la fuerza
viva del Espíritu: esto es verdadera alquimia.
(Paracelso, de Franz Hartmann, págs. 287-288, vers. ingl.)
La cita siguiente muestra, aún más que la anterior, la diferencia
entre la astrología vitalista y la astrología animista (en el sentido
moderno), pues en ella el mismo Paracelso, una de las máximas figuras de la historia europea, denuncia la actitud popular hacia la
astrología, que en ese entonces era en muy gran medida la misma
que la de hoy, y como lo fue también en el último período del mundo greco-latino:
"Nadie necesita preocuparse por el curso de Saturno: ni acorta ni
alarga la vida de nadie. Si Marte es feroz, no se colige de ello que
Marte fuera su hijo: y aunque Marte y Nerón tal vez tuvieran ambos
las mismas cualidades, no las tomaron uno del otro. Hay un viejo dicho en el sentido de que "un sabio puede gobernar las estrellas" y
creo en ese dicho, no en el sentido en que usted lo toma, sino en mi
propio sentido. Los astros no nos obligan a nada que no queramos
tomar; no nos inclinan a nada que no deseemos. Son libres por sí solos, y nosotros somos libres por nosotros solos. Usted cree que un
hombre es más acertado en la adquisición de conocimiento, otro en la
47
adquisición de poder... y usted piensa que esto lo causan los astros;
pero yo creo que la causa es que un hombre es más apto que otro
para adquirir y poseer ciertas cosas, y que esa aptitud proviene del
espíritu. Es absurdo creer que los astros pueden crear a un hombre.
Cuanto los astros puedan hacer, lo podemos hacer nosotros solos,
porque la sabiduría que obtenemos de Dios domina a los cielos y gobierna a los astros... El alma del hombre está compuesta por los
mismos elementos que los astros; pero así como la sabiduría del Supremo guía los movimientos de los astros, de igual modo la razón del
hombre gobierna las influencias que giran y circulan en su alma.
”Las influencias planetarias se extienden a través de toda la Naturaleza, y el hombre atrae cualidades venenosas de la Luna, de los astros
y de otras cosas; pero la Luna, y las estrellas, y otras cosas también
atraen malas influencias del hombre, y las distribuyen otra vez mediante sus rayos, porque la Naturaleza es una totalidad indivisa cuyas
partes están íntimamente conectadas... El Sol y las estrellas atraen
algo de nosotros, y nosotros atraemos algo de ellos, porque nuestros
cuerpos astrales están en simpatía con las estrellas, y las estrellas están en simpatía con nuestros cuerpos astrales; pero lo mismo ocurre
con los cuerpos astrales de todos los otros objetos.”
(Paracelso, de Franz Hartmann, págs. 309 y sigs., vers. inglesa)
Esto expresa claramente la idea de la correspondencia exacta
entre el macrocosmos, cuyo principio de orden es "Dios", y el microcosmos, el hombre, cuyo principio de orden es la "razón", o el
"Dios dentro del hombre". La sustancia vital que circula y se diferencia dentro del macrocosmos y del microcosmos es una misma. La
Luz es la misma, ya sea que brille como Sol y estrellas o como los
centros radiantes dentro del organismo psico-mental del hombre,
una vez que este último es construido mediante un largo proceso de
integración psicológica. Esta es la Gran Obra de los verdaderos alquimistas, el proceso de "individuación" que es la meta de la obra
psicológica de C.G. Jung, el nacimiento del "Dios Vivo" como Bo
Yin Ra, un místico-ocultista contemporáneo, habla de esto, siguiendo la tradición de Meister Eckhart y Boehme.
Entretanto, por supuesto, durante los siglos que llevaron de la
Edad Media al Renacimiento y hasta el día de hoy, la astrología,
como el mundo greco-latino nos la legó a través de Ptolomeo, flore48
ció en las cortes, entre los mercaderes ávidos de aumentar su riqueza, y dondequiera que predominó la insaciable curiosidad del hombre por el futuro, ¡como evadiéndose de cumplir el presente! Siempre que un astrólogo logró predecir una muerte, un nacimiento o una
calamidad notables, llegó a ser famoso, llegó a ser un favorito de los
reyes; pero cuando sus profecías fallaron en algún caso notable, su
destino fue desdichado. Nostradamus, médico del rey Enrique II de
Francia y, un favorito de Catalina de Médici, William Lilly, nacido
en 1602, y su discípulo John Gadbury que murió en 1691, y muchos
otros cuyos nombres pueden encontrarse en diversas obras modernas sobre astrología, continúan la tradición de Ptolomeo, haciendo
añadidos aquí y allá, pero sin aportar ningún nuevo elemento de
importancia. La astrología "clásica" europea es un renacimiento
espiritualmente sin vida del intelectualismo greco-latino, como lo es
prácticamente todo el clasicismo europeo. Todo el progreso de la
humanidad se concentra entonces en el puro análisis intelectual y en
la experimentación física "científica". La vitalidad que existía en la
astrología se centra ahora en la astronomía. La razón del hombre
juega con reconocerse en el mundo externo, que crea según su propia imagen, tal como la sensibilidad psíquica del hombre se proyectaba en un mundo hecho según su propia imagen y poblado con "espíritus" y deidades de talantes humanos. Recientemente, la electricidad y la radiactividad rompieron el hechizo y llevaron al hombre a
los sorprendentes conceptos de la física del siglo XX, a la teoría de
la relatividad de Einstein, al quantum y al principio de la indeterminación de Heisenberg. Esto significa el nacimiento de un nuevo
mundo del pensamiento, abierto ampliamente hacia lo Incógnito y lo
Incognoscible, que los últimos siglos habían confiado en matar con
la espada mágica de la Razón. Este mundo nuevo es el que ahora le
pide cuentas a la astrología.
La astrología debe renacer y debe cumplir nuevamente para
nuestro mundo moderno, caotizado por un individualismo desenfrenado y falso y por la repentina apertura de los diques psicológicos,
la tarea de una integración práctica que siempre le perteneció. Cada
vez que se usan los correlativos movimientos del Sol, la Luna, los
planetas y las estrellas para poner orden en la confusión de nuestro
49
mundo cotidiano, hay astrología. Una era tras otra, cambian el tipo y
el alcance de los fenómenos de la naturaleza que la astrología correlaciona, interpreta y torna significativos en términos de un principio
cósmico de Orden. Al comienzo, fueron fisiológicos y elementales.
Ahora han de ser esencialmente psicológicos y mentales. Pero el
trabajo fundamental de la astrología sigue siendo el mismo. Consiste
en revelar la "Armonía de las Esferas" en cualquier nivel en que se
centre la consciencia del hombre. Consiste en llevar el símbolo del
Orden dondequiera que el hombre encuentre caos. En terminología
moderna, consiste en el álgebra de la vida.
50
PRIMERA PARTE
51
I
LA ASTROLOGIA FRENTE AL
PENSAMIENTO MODERNO
¿Podrá la astrología convertirse en una ciencia empírica?
Astrología, el álgebra de la vida. Tal afirmación exige una explicación; y a fin de proporcionar tal explicación, encontraremos
conveniente, al principio, examinar brevemente las opiniones de uno
de los más representativos científicos modernos en relación con la
evolución característica del pensamiento a través de los siglos. Estas
opiniones son particularmente significativas, en la medida en que
muestran un notable paralelismo entre la evolución de la ciencia
natural y la evolución del pensamiento astrológico como lo esbozamos en el último capítulo. Sobre la base de tal paralelismo, será más
fácil comprender los nuevos progresos de la astrología, progresos
que –debido a su carácter simbólico y de relaciones– nos indujo a
definir a la astrología, que está en vías de formación, como el álgebra de la vida.
Escribe Sir James Jeans en The New Background of Science:
"Al examinar la historia de los esfuerzos humanos por entender las
actividades del mundo externo, podemos distinguir tres amplias épocas, cuya naturaleza puede sugerirse con las palabras animista, mecánica y matemática (La bastardilla es nuestra.)"
"El período animista se caracterizó por el error de suponer que el curso de la naturaleza era gobernado por los caprichos y las pasiones de
seres vivos, más o menos parecidos al hombre mismo. Antes de que
nuestro infante pueda distinguir entre objetos animados e inanimados, está destinado a atravesar una etapa en que confunde a los
dos... Debido a que la personalidad es el concepto del cual él tiene
experiencia muy inmediata y directa, empieza personificándolo todo.”
"Como la historia del individuo es meramente la historia de la raza es53
crita con minúscula, nuestra raza hizo en su infancia lo mismo que los
individuos todavía hacen en la suya ... Entonces, en la Grecia jónica,
seis siglos antes de Cristo, la inteligencia humana empezó conscientemente a dedicarse al estudio de la naturaleza. Sentía muy pocos
deseos de aumentar su conocimiento concreto de la naturaleza, de
modo que la ciencia griega consistía, principalmente, en meras y vagas preguntas y especulaciones sobre por qué las cosas llegaban a
ser como eran en vez de ser de otro modo."
"No fue hasta la época de Galileo que la ciencia pasó de la cosmología a la mecánica, y de la especulación al experimento. El modo más
sencillo de afectar a la materia inanimada era impelerla o traccionarla
mediante esfuerzo muscular. Mientras los hombres sólo pudieron experimentar con objetos que, en tamaño, eran comparables con sus
cuerpos, descubrieron que la naturaleza inanimada se comportaba
como si sus partes componentes ejercieran impulsiones y tracciones
recíprocas, como las que ejercemos sobre ellas mediante las acciones
de nuestros músculos. De este modo, nació la ciencia de la mecánica.
Se suponía que trozos de materia ejercían 'fuerzas' entre sí, y que estas fuerzas eran las causas de los movimientos de los cuerpos en
cuestión, o más bien de los cambios en su movimiento. Y se descubrió que el comportamiento de cada objeto era determinado, entera y
completamente, por las impulsiones y tracciones a que era sujeto ..."
(págs. 33-34, vers. ingl.)
El autor sigue considerando las implicancias de esta visión mecanicista de la naturaleza, cómo abarca un determinismo absoluto, y
cómo Descartes, a fin de evitar alguna de estas implicancias, "consideraba a la mente y la materia como 'sustancias' enteramente independientes, que existían cada una, por derecho propio, aparte de la
otra, y de naturalezas tan esencialmente diferentes que no podrían
posiblemente interactuar". Sin embargo, a fin de mostrar la correlación íntima entre nuestros pensamientos y los átomos de nuestro
mundo, Descartes insistía, como lo hiciera de modo diferente Leibnitz en una época posterior, en que, en la primera mañana de la
Creación, un Dios supremamente benévolo había dispuesto milagrosamente una sincronización perfecta y continua entre los acontecimientos corporales y mentales. Jeans sigue diciendo:
"A lo largo de la era mecánica de la ciencia, los científicos habían pro54
cedido según los mismos lineamientos generales que el niño y el salvaje irreflexivo. A partir de las impresiones registradas a través de sus
sentidos, ellos habían construido un mundo inferencial de objetos a
los que creían reales, y afectados por acontecimientos de la misma
índole que los ocurridos en la experiencia cotidiana. A esto lo describían como la visión científica del 'sentido común'; y definían a la ciencia como 'sentido común organizado'... Luego, nuevas depuraciones
de la técnica experimental aportaron nuevo conocimiento producto de
la observación, el cual demostró que la actividad de la naturaleza no
podía explicarse en términos de conceptos familiares de la vida cotidiana... El mecanismo, con sus implicancias, había caído del esquema
de la ciencia... Empezamos a ver que el hombre se liberó del error
antropomórfico de imaginar que la actividad de la naturaleza podía
compararse con la de sus propios caprichos y antojos (animismo), sólo para caer de cabeza en el segundo error antropomórfico de imaginar que podía compararse con la actividad de sus propios músculos y
tendones (mecanismo)."
"Si el determinismo también había sido proscripto de la naturaleza es
todavía una cuestión por debatir... Pero el hecho de que esas causas
particulares que parecían hasta hace poco obligar al determinismo,
habían desaparecido, esto difícilmente pueda cuestionarse." (págs.
41-43, vers. ingl.)
Es fácil ver cómo las tres etapas del conocimiento que Jeans
menciona (la animista, la mecánica y la matemática) corresponden a
las tres etapas del pensamiento astrológico, consideradas en el capítulo anterior. El "mecanismo" de la ciencia no es básicamente diferente del "vitalismo" de la astrología; la "impulsión y la tracción"
del primero corresponde, en términos de actividad material, a los
principios del yang y del yin de las operaciones vitales. En ambos
casos, se considera que un tangible dualismo de fuerzas es el substratum de la realidad; y si el mecanismo originóse en una generalización de la acción muscular, entonces el vitalismo puede ciertamente rastrearse en una generalización similar del acto reproductivo: en la unión de los órganos masculino y femenino. En el nuevo
tipo de vitalismo astrológico, a las estrellas y a los planetas se los
considera como imanes o aparatos de radio, y la acción eléctrica,
que siempre es de naturaleza constituida por polos, es el nuevo
nombre que se dio a la "fuerza vital" del pensamiento más antiguo.
55
Jeans llama "matemática" a la tercera etapa del pensamiento. Su
rasgo principal es que se advierte que la pura especulación matemática encaja perfectamente en los resultados de experimentos más
complejos y depurados; en realidad, a menudo precede a los experimentos. Se construyen las teorías matemáticas, y cuando el físico
busca un tipo de fenómenos a los que pudiera aplicarse la teoría,
encuentra con frecuencia uno, hasta entonces sin explicar, que encaja perfectamente con las fórmulas puramente abstractas. Además, lo
notable es que se advierte que unos pocos símbolos –como lo son
todas las letras o cifras algebraicas o matemáticas– pueden dar orden y sucesión lógica a la vasta complejidad de los fenómenos naturales. En otras palabras, se advierte que unas pocas relaciones simbólicas (o sea, fórmulas) bastan para ordenar los múltiples acontecimientos del mundo en una pauta, conociendo la cual el hombre
ganará un dominio relativo sobre los elementos naturales a través de
la presciencia.
Citando nuevamente del libro de Jeans:
Einstein escribió (Introducción a Where Is Science Going? pág. 13,
vers. ingl.): "En todo adelanto importante, el físico descubre que las
leyes fundamentales se simplifican cada vez más a medida que avanza la investigación experimental. Le asombra advertir qué orden sublime emerge de lo que parecía ser caos. Y esto no puede rastrearse
hasta la actividad de su propia mente sino que se debe a la cualidad
que es inherente al mundo de la percepción". (Esta conclusión es discutida por muchos pensadores, D.R.)
Weyl efectuó un comentario parecido, al escribir (The Open World,
pág. 41, vers. ingl.): "Lo asombroso no es que existan leyes naturales, sino que cuanto más avanza el análisis, más sutiles son las minucias, más sutiles son los elementos a los que los fenómenos se reducen, más sencillas –y no las más complicadas, como uno originalmente esperaría– son las relaciones fundamentales, y más exactamente
describen los hechos reales." "Hemos tenido amplias pruebas de esta
tendencia a la simplicidad en este libro. Hernos visto la sencilla síntesis que Herón hizo de las dos leyes de Euclides ampliando poco a poco su alcance hasta que abarcatodas las actividades del universo, pero manteniendo a todo lo largo su sencillez original de fórmula matemática. Esto guarda referencia con la reciente 'Teoría del Campo Uni56
tario' de Einstein, que, si resulta completamente lograda, “seguirá
siendo válida cualesquiera que sean los medios físicos en acción, de
modo que podremos combinar todas las operaciones de la naturaleza
en una sola síntesis: tendrán que convertirse en los cursos más cortos
en un espacio curvo cuatri-dimensional" (pág. 126, vers. ingl.). La naturaleza fenoménica se reduce a un conjunto de acontecimientos en
el continuum cuatri-dimensional, y la disposición de estos acontecimientos demuestra ser de índole matemática excesivamente simple...
Esta simplicidad... parece admitir una muy simple interpretación matemática y no otra como si en la frase de Boyle la matemática fuera el
alfabeto del idioma en el que se escribe la naturaleza. Las palabras de
este idioma pueden o no pueden ser mentales en sus significados; la
cuestión inmediata es que, ni en el alfabeto, podemos descubrir una
realidad de índole diferente de la que asociamos con un mero concepto mental. Estos conceptos mentales no son de la índole que asociamos con el trabajo del ingeniero, del poeta o del moralista, sino con
el pensador que trabaja sólo con el pensamiento puro como su materia prima, con el matemático que trabaja en su gabinete... Durante
tres siglos, la ciencia proyectó ideas mecánicas sobre la naturaleza, y
al hacerlo hizo estragos en gran parte de la naturaleza. La ciencia del
siglo XX, proyectando las ideas de la matemática pura sobre la naturaleza, descubre que encajan tan perfecta y singularmente como el
zapatito de baile de Cenicienta encajaba en el pie de ésta.
La frase "proyectando las ideas de la matemática pura sobre la
naturaleza" es significativa. Muestra que en la ciencia física o en la
química –y, en general, en todas las ciencias empíricas– han de considerarse tres elementos: 1) los fenómenos, o los datos, naturales; 2)
las ideas de la matemática pura; y 3) un sistema de interpretaciones
o "leyes" que al hombre le permiten profetizar más o menos exactamente fenómenos naturales futuros. Este es un importante factor a
considerar; pues mediante él se muestra que existe una distinción
fundamental entre la matemática y las ciencias empíricas. A la matemática se la usa como el factor integrador en la construcción de las
ciencias empíricas. En un sentido, estas últimas son aplicaciones de
ideas matemáticas. La matemática suministra la forma del conocimiento, y las ciencias empíricas suministran el contenido organizado del conocimiento.
Esta distinción es capital. Pues, al definir a la astrología como el
57
álgebra de la vida, la ubicamos en la categoría del pensamiento matemático, no en la de las ciencias empíricas. Son de largo alcance los
resultados de tal concepto.
La palabra "álgebra" deriva del vocablo árabe "al-jebr" que significa: la reducción de las partes a una totalidad. La palabra "jabara", de la que deriva, significa: atar juntos (Webster). Por tanto, el
álgebra tiene, como función básica, ligar juntos, o correlacionar, o
integrar los elementos en una totalidad que responda a una fórmula.
Puede captarse la naturaleza de estos elementos cuando consideramos la definición que Webster da de la "matemática": "La ciencia
que trata sobre las relaciones exactas existentes entre cantidades o
magnitudes y operaciones, y sobre los métodos mediante los cuales,
de acuerdo con estas relaciones, las cantidades que se buscan son
deducibles de otras que se piensan o suponen".
En tal definición se destacan dos puntos importantes. El primero, que a la matemática se la ve como una "ciencia de la correlación
pura" (Bertrand Russell). El segundo, que lo que ella correlaciona
son "cantidades o magnitudes y operaciones". El álgebra es una rama de la matemática, pero además de correlacionar cantidades, también se ocupa de una categoría de símbolos convencionales a los que
se los puede hacer representar cualquier elemento que se considere o
las relaciones entre cualesquiera grupos de elementos. Según nuestro concepto, la astrología es una especie de álgebra, en la medida
en que se ocupa de elementos simbólicos (planetas, estrellas, segmentos de espacio geocéntrico, Partes astrológicas, Nodos, posiciones progresadas, etc.) que ella "ata juntos" en una fórmula que describe una totalidad viva: el nativo. Sin embargo, estos elementos
simbólicos no pertenecen al dominio de la cantidad. Por el contrario,
representan cualidades universales de la vida. De manera que la
astrología es una especie de álgebra de las cualidades; y estas cualidades no son meras cualidades sensorias (como blanco, azul, espeso,
pesado, doloroso, etc.) sino cualidades que se refieren a procesos
vivos, ya sea en el plano fisiológico como en el psicológico y en el
superpsicológico.
Consideraremos paso a paso estas afirmaciones; pero, al princi58
pio, parece necesario recalcar lo que la astrología no es, antes de que
podamos especificar qué es fundamentalmente. En otras palabras,
tenemos que mostrar brevemente que la astrología no es una ciencia
empírica, como lo son, por ejemplo, la física, la química, o hasta la
biología, la zoología y la historia. Estas ciencias empíricas se ocupan de datos experimentales que ellas organizan usando conceptos
matemáticos formales. Tales datos experimentales son percibidos
sensoriamente, de modo directo o por medio de instrumentos que
extienden el campo de la percepción sensoria directa. Luego, mediante un proceso que se conoce como "inducción científica", se
establecen correlaciones entre los datos que forman la base del conocimiento exacto empírico.
La inducción científica es el postulado básico de las ciencias
exactas. Se la puede formular de varios modos, pero, según Bertrand
Russel (The Analysis of Matter, pág. 167), "debe dar por resultado
que una correlación que se halló cierta en una cantidad de casos, y
nunca se la halló falsa, tiene, por lo menos, cierto grado asignable de
probabilidac de que sea siempre cierta". Esta definición es de gran
importancia para nosotros, pues entre los astrólogos ¿quiénes proclamarán que alguna correlación astrológica a la que se le reconoció
un claro significado "nunca se la halló falsa"?
Pero esto no es todo. El problema de hacer que la astrología sea
"científica" en el sentido de una ciencia empírica –aunque no sea
uns ciencia "exacta"– está implícito en la proposición, o más bien en
la creencia, de que los planetas o las estrellas influyen realmente
sobre los seres individuales por el hecho de que envían a la Tierra
ondas como las de radio, o rayos, que afectan los procesos biológicos y psicológicos. Ahora bien, aunque estos "rayos" sean descubiertos, y fuera evidente que actúan sobre los átomos y moléculas de
la sustancia terrestre de modos claros y medibles, esto de ninguna
manera probaría los hallazgos habituales de la astrología. Podría
desarrollarse un género restringido de astrología natal que podría
proclamar –luego de siglos de investigación– el status de una ciencia experimental; pero esto sólo resolvería un fragmento de los problemas involucrados en la suma total de las ideas astrológicas.
59
La razón de esto es evidente. Admitamos que los rayos estelares
o planetarios producen cambios físicos y químicos en la sustancia de
átomos y células, y de esa manera pueden condicionar estados psicológicos. Además, supongamos que estos cambios estén demostrando que pueden medirse en términos de la relación angular de los
planetas (aspectos astrológicos) y que son afectados por la sección
de la órbita de la Tierra (signo zodiacal) o del espacio geocéntrico
en el nacimiento (casa) en el que se hallan los planetas o las estrellas. Esto es en sí un orden enorme, que nunca podrá llenarse. Pero
aunque todo esto se comprobara científicamente, los siguientes factores básicos de la astrología seguirían siendo misterios muy incientíficos, hasta donde podemos ver.
¿Por qué la primera casa debe representar asuntos que afectan al
yo y a la estructura del cuerpo; la segunda casa, a las finanzas; la
séptima casa, al matrimonio, etc.? ¿Por qué los signos zodiacales
deben relacionarse con ciertas partes del cuerpo? ¿Por qué ciertos
planetas deben "regir" ciertos signos? Además ¿cómo podrían explicarse "científicamente" las "progresiones"? ¿Qué podría probar
científicamente si las primarias son verdaderas, y las secundarias,
falsas, o viceversa; que la distancia en grados entre dos planetas da
(habitualmente) el número de años entre el nacimiento y un hecho
que se caracteriza por las naturalezas de los dos planetas?
Y luego, ¿qué ocurre con la astrología horaria, o sea, con la solución de los problemas de la vida mediante la interpretación de las
configuraciones del espacio y de los planetas en el momento en que
el problema surge en la mente de uno? Los astrólogos "científicos"
tal vez desaprueben a la astrología horaria por ser una mera adivinación. No obstante, es fácil mostrar que la astrología natal (el estudio
de los mapas natales) es un caso especial de astrología horaria; pues,
como lo expresara Marc Jones, estudiar un mapa natal es tan sólo
responder a esta pregunta: "¿Cómo ha de resolverse el problema de
mi vida?" Al menos, este es un modo tan lógico de observar la relación entre la astrología horaria y la astrología natal como el que se
formula diciendo: "Un mapa horario es el mapa natal de una idea".
Uno tal vez prefiera esta última interpretación, pero a la primera no
se la puede desechar fácilmente, y la verdad de la cuestión deberá
60
incluir, de algún modo, ambos enfoques.
Es inútil añadir más "porqués" a esta ya larga lista. Confiamos
en que será patente para todos, tras algunas lúcidas reflexiones sobre
el asunto, que los intentos de convertir a la astrología en una ciencia
empírica exacta basándola en mediciones de influencias y rayos
concretos, si no están condenados al fracaso, al menos están obligados a explicar o probar sólo un fragmento del cuerpo íntegro de
ideas, que constituye y constituyó siempre a la astrología. Sea lo que
fuere lo que la ciencia descubra sobre las radiaciones cósmicas, no
creemos que la filosofía de la astrología pueda ser o deba ser la
misma que la de una ciencia empírica, como la física, la mecánica o
la biología.
Sin embargo, hay una categoría algo diferente de ciencias que
no se basan en la inducción científica exacta ni en la causalidad estricta sino en el conocimiento estadístico. El doctor A. Ritchie-Scott
menciona como perteneciente a este tipo en el mundo práctico "a
toda la teoría de los seguros, de las pensiones vitalicias, a la moderna teoría del calor, a la construcción de centrales telefónicas, a la
teoría mendeliana de la herencia, al estudio de las estadísticas demográficas, a las pruebas sanguíneas, a los muestreos de minerales,
etc.... todo esto basado en la Teoría de la Probabilidad, y no por ello
menos válido (American Astrology, julio de 1934).
Además de estos ejemplos, es ahora bien sabido que la física
atómica se está convirtiendo, cada vez más, en una ciencia estadística, especialmente si se prueba que las teorías de Heisenberg son
correctas; pues "nos dan un cuadro de un átomo estadístico cuyas
propiedades y cualidades son el promedio de las propiedades y cualidades de todos los átomos reales comprometidos en la emisión de
la luz" (Sir James Jeans, op.cit. pág. 183). La nueva mecánica de las
ondas "sólo se ocupa de probabilidades y conjuntos estadísticos, y
su determinismo aparente sólo puede ser otro modo de expresar la
ley de los promedios. El determinismo puede ser de índole puramente estadística, como aquél en el que se apoyan una compañía de seguros o el Banco de Montecarlo". Más adelante, Jeans asevera:
"Al ser esto así, no hay razón asignable de por qué el aparente de61
terminismo de la ecuación de las ondas no deba ocultar un completo
indeterminismo objetivo. En el problema matemático conocido como
la "marcha al azar", imaginamos que un viajero camina 20 millas por
día, pero sin relación causal entre las direcciones de sus marchas en
los días sucesivos; podemos, por ejemplo, imaginar que lanza su bastón por el aire al azar cada mañana, y deja que la dirección en que
aquél caiga determine la dirección de su marcha de ese día. Desde
luego, puede obtenerse una fórmula matemática que demuestre las
posibilidades de que él esté en diversos puntos en los anocheceres
sucesivos. Si ahora reducimos la unidad de tiempo de un día a un segundo, de modo que cada paso suyo sea indeterminado, descrubrimos que las probabilidades se esparcen en ondas, tal como la ecuación de Schrödinger; la dispersión de las ondas corresponden a un
deterninismo estricto, aunque la causa física subyacente es un completo indeterminismo." (Op.cit. pág. 255)
"El único determinismo del que la física moderna está segura es de
índole meramente estadística. Aun vemos las acciones de vastas muchedumbres de moléculas o partículas que se adecuan a un determinismo; desde luego, este es el determinismo que observamos en
nuestra vida cotidiana, la base de la denominada ley de la uniformidad de la naturaleza. Pero hasta ahora no se ha descubierto determinismo en los movimientos de los individuos separados; por el contrario, los fenómenos de la radiactividad y la radiación sugieren más bien
que aquellos individuos no se mueven sino que son impulsados y
fraccionados por fuerzas inexorables... no son controlados por fuerzas
predeterminadas, sino sólo por las leyes estadísticas de la probabilidad." (págs. 275-276)
Estas afirmaciones inciden muy directamente sobre el tema de
la astrología y, además, aportarán alegría al corazón del convencido
creyente en el principio del libre albedrío. Si bien el tema es demasiado vasto como para discutirlo aquí, deben mencionarse dos puntos básicos, pues tiene capital importancia en cualquier sólida filosofía de la astrología. El primero es que siempre encontraremos, en
cualquier tipo de pensamiento que se ocupe de la vida, una interpenetración fundamental entre los valores individuales y los valores
colectivos. El individuo puede ser libre, pero esa libertad está siempre atada por el campo magnético, o el aura de la colectividad a la
que pertenece: el "Círculo lntraspasable" del ocultismo oriental. Por
62
otro lado, la colectividad es también influenciada y fecundada por la
actividad creadora de aquellos miembros suyos que actúan como
individuos y no meramente como copias fotostáticas del patrón colectivo, o del alma.
Estos dos elementos, el individuo y el grupo, deben figurar destacadamente en cualquier juicio astrológico; y esto de los diversos
modos con que nos ocuparemos sucintamente a medida que prosigamos nuestro estudio. Sin embargo, tal vez corresponda ahora expresar que ningún mapa natal astrológico puede ser juzgado con
exactitud, si las condiciones generales del grupo al que el nativo
pertenece como individuo son desconocidas. Esto se refiere al grupo
social (familia, raza, religión) y a esa otra agrupación, en la consciencia, que crea niveles del ser. El mapa natal revelerá tendencias
individuales, pero éstas se manifestarán realmente en términos de la
condición de la familia, la ciudad, la nación y la raza en la que el
individuo nació. Un culi chino puede tener exactamente el mismo
mapa natal que un noble europeo de familia muy culta, nacido en la
misma latitud. Y es evidente que nadie podría inferir exactamente
sólo del mapa natal cuál sería la vida del chino, en especial si se lo
creyera un noble europeo, pues una vida, y hasta el carácter de un
individuo, no sólo son determinados por la ecuación individual (el
mapa natal) sino también por el grupo en el que aquellos se manifiestan. Los valores grupales pueden estar sugeridos vagamente en
un mapa, pero sólo en la medida en que afectarán la formación prenatal del individuo.
¿Lo antedicho invalida a la astrología? No lo creemos; pero sirve para definir su esfera. Un mapa natal, como una totalidad, se refiere a un individuo como tal (potencial o realmente) y se ocupa de
valores individuales. Pero cualquier factor astrológico separado
(como, por ejemplo, la posición de cierto planeta o de un aspecto
entre dos planetas particulares) sólo tiene un valor estadístico. Y es
por esto que ningún factor astrológico funciona necesariamente del
mismo modo muy definido en todos los mapas natales individuales.
Es sólo estadísticamente exacto, o, como ahora lo veremos, simbólicamente significativo.
63
Las palabras de Bertrand Russell relativas al principio estadístico añadirán más claridad a las aseveraciones anteriores:
"Podría pensarse que un promedio estadístico no es muy diferente de
una regla con excepciones, pero esto sería un error. Idealmente, las
estadísticas son leyes exactas acerca de grandes grupos; sólo difieren
de otras leyes al ser sobre grupos, no sobre individuos. Las leyes estadísticas se infieren por inducción de particulares estadísticas, tal
como otras leyes se infieren de particulares hechos únicos." (op.cit.
pág. 191)
En otras palabras, una ciencia no es menos "científica" porque
se ocupe de promedios estadísticos más que de hechos aislados; sólo
se la ha de considerar como una ciencia que se ocupa de grandes
grupos y no de individuos.
Por esto, aparentemente, a la astrología se la podría considerar
como una ciencia empírica de tipo estadístico. Pero tal conclusión
no parece estar plenamente justificada. La astrología puede utilizar
el método estadístico para verificar sus afirmaciones, y hará bien en
adoptar semejante técnica, que nunca se usó con grandes niveles de
exactitud científica y en escala bastante grande. Pero decir eso es
muy diferente de proclamar a la astrología como una verdadera
ciencia estadística. Las estadísticas pueden mostrar que, entre personas famosas, el sextil Sol-Luna sólo ocurre en alrededor de 5 en
100 casos (el ejemplo lo da el matemático-astrólogo francés Paul
Choisnard). Esto podría indicar cierta correlación entre ese aspecto
y la "celebridad" (¡Sea lo que fuere lo que eso signifique!). Pero la
inferencia es más bien inconcluyente. Y aunque pudiera probarse
que el 90 por ciento de los músicos especialmente dotados tienen
una influencia neptuniana dominante, y que tantos militares destacados tienen al Sol en Aries, etc., eso significaría meramente que
ciertas afirmaciones astrológicas son corroboradas por la investigación estadística. Eso no indicaría cómo estos hechos astrológicos
fueron originalmente descubiertos, y tampoco creo que indicaría el
método correcto de descubrir nuevas verdades astrológicas; y menos
aún por qué las afirmaciones son correctas. Además, eso sólo se
aplicaría, en astrología, a factores separados aislados y no al pro64
blema enteramente diferente de interpretar todo un mapa natal como
el símbolo de un individuo.
¿Cómo se efectúan los descubrimientos en la física moderna?
La explicación clásica es que un físico observa un hecho que es
nuevo, o reflexiona sobre alguna falla de una vieja teoría, y formula
una nueva hipótesis que explica el nuevo hecho o resuelve el viejo
enigma no resuelto. Entonces, la hipótesis es controlada mediante la
comprobación de todas sus consecuencias posibles; y se convierte
en una teoría aceptada si coincide con todos los hechos conocidos y
nadie la invalida. Podríamos dar por sentado que la astrología se
originó de manera parecida. Algún hecho notable coincidió con una
conjunción planetaria igualmente notable. La hipótesis de que ambos se relacionaban surgió en la mente de un observador, que la
examinó con hechos similares, y después de unas pocas generaciones de exámenes, a esta conjunción se la consideró definidamente
como productora de cierto hecho, o, al menos, de cierto tipo de hecho.
Es difícil probar o refutar que la astrología se haya originado de
semejante manera o no. Si se originó así, entonces afirmamos que la
astrología llegó a una época en la que su valor ha de acuñarse en un
plano enteramente diferente de la consciencia, en otro nivel mental.
En esto, seguiría el curso evolutivo emprendido presumiblemente
por la matemática y la geometría. Podemos creer que los hombres
empezaron a pensar en guarismos puramente en relación con objetos
concretos: dos manzanas, tres piedras, etc.; o pensaron en un triángulo como una clase de objeto que tiene cierta figura aparente. Luego, en la mente del hombre se desarrolló la idea abstracta del número, o del triángulo, pero siempre con una especie de segundo plano
concreto, no separado enteramente de la experiencia sensoria. Finalmente, se llegó a la etapa moderna en la que las geometrías noeuclidianas y las formas superiores del álgebra quitaron completamente número y forma geométrica a todos los elementos representativos y los redujeron a símbolos estrictamente lógicos.
Dice Bertrand Russell (op.cit., pág. 171):
"Las proposiciones que forman parte de la lógica, o pueden probarse
65
mediante lógica, son todas tautologías, o sea, muestran que ciertos
conjuntos diferentes de símbolos son diferentes modos de decir lo
mismo, o que un conjunto dice parte de lo que dice el otro... Por tanto, tales proposiciones conciernen realmente a símbolos. Podemos
conocer su verdad o su falsedad sin estudiar el mundo exterior, porque sólo se interesan por manipulaciones simbólicas... Toda la matemática pura consiste en tautologías en el sentido antedicho... Nuestra
certidumbre relativa a las proposiciones matemáticas simples no parece análoga a nuestra certidumbre de que el sol saldrá mañana. No
quiero decir que nos sintamos más seguros de una que de la otra,
aunque tal vez debamos estarlo; quiero decir que nuestra seguridad
parece tener una fuente diferente... Es evidente que, siempre que es
realmente útil saber que dos conjuntos de símbolos dicen lo mismo, o
que uno dice parte de lo que el otro dice, eso debe ser porque tenemos algún conocimiento sobre la verdad o la falsedad de lo que uno
de los conjuntos expresa. En consecuencia, el conocimiento lógico no
sería muy importante si estuviera solo; su importancia surge a través
de su combinación con el conocimiento de proposiciones que no son
puramente lógicas. "... En una ciencia avanzada como la física, el papel representado por la matemática pura consiste en conectar diversas generalizaciones empíricas entre sí, de modo que las leyes más
generales que las reemplacen se basen en un número mayor de hechos positivos."
La astrología comparada con la lógica y la matemática
Esta cita contiene diversas comparaciones que son muy importantes en esta etapa de nuestra investigación sobre la naturaleza
esencial de la astrología. Se dice que la matemática concierne a los
símbolos, cuya verdad o falsedad puede conocerse sin estudiar el
mundo exterior. En otro párrafo, Bertrand Russell añade que las
proposiciones matemáticas son, pues, puramente formales. Más adelante aclara que la matemática y la lógica son ciencias en un sentido
enteramente diferentes del sentido en el que, por ejemplo, la física
es una ciencia. Las primeras son analíticas y formales; la última es
empírica. Pero la física sin la matemática carecería de la fuerza
misma para correlacionar lógicamente sus generalizaciones.
Ahora bien, si volvemos a nuestra definición de la astrología
66
como el álgebra de la vida, pondremos más de manifiesto lo que
queremos decir al expresar que la astrología es respecto de todas las
ciencias empíricas que se ocupan de la formación, del crecimiento,
del comportamiento y de la desintegración de las totalidades orgánicas lo que la matemática es respecto de la física y, en general, respecto de las ciencias de los objetos inanimados. No decimos que se
la reconozca como tal, sino que tal es su verdadera función. Y, en
alguna medida, esta es una afirmación verificable.
Por sí sola, la astrología no significa más que el álgebra. Mide
relaciones entre símbolos cuya concreción es enteramente una cuestión convencional y no entra realmente en los problemas involucrados, tal como los símbolos de álgebra, x, y, n, son meras convenciones. Los astrólogos usan términos tales como oposición, conjunción,
cuadraturas, exactamente como el matemático usa signos de suma y
multiplicación. Sus "progresiones" están también, en muy gran medida, en la misma categoría que los símbolos más complicados del
cálculo: el signo de función, etc. Las revoluciones de los cuerpos
celestes constituyen, en su totalidad, un símbolo vasto y complejo
que, de por sí, está sólo constituido por pautas de relación cíclicamente cambiantes. No importa en lo más mínimo si los que se consideran son planetas o puntos abstractos derivados de movimientos
planetarios, o segmentos de órbitas, o puntos de referencia simbólicos como meridiano, horizonte y similares. Los planetas son vehículos significativos y convenientes de un significado simbólico porque
tienen relaciones relativamente simples de distancia, velocidad, masa y período, con un punto central de referencia, el Sol, o más bien
con la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
En otras palabras, el reino astrológico de los cuerpos celestes
móviles se parece al reino de las proposiciones lógicas. Ni uno ni
otro tienen contenidos reales. Ambos son puramente formales, simbólicos y convencionales. Sólo adquieren valor real en función de
las experiencias vivas reales que sirven para correlacionar. La astrología y la matemática solas carecen de sustancia. Pero invisten con
coherencia, norma, lógica y orden a cuanta realidad sustancial se
asocie con ellas. Así, la matemática asociada con la experimentación
física produce la física moderna. De manera parecida (pero, eviden67
temente, no idéntica) la astrología puede y probablemente debe asociarse con la fisiología, la geología, la medicina, la historia y la sociología; y, sobre todo, con la psicología.
El hecho es que cuando la astrología representaba un papel realmente vital en las civilizaciones antiguas merecía tanta consideración, si no del populacho, al menos, indudablemente, de los astrólogos iniciados. En nuestro primer capítulo vimos que la función de la
astrología era la de introducir en el caos del mundo natural, en la
Tierra, el orden supremo del que las revoluciones celestes son una
manifestación tan conspicua y psicológicamente sublime. En la Tierra, caos e imprevisibilidad, y ciego azar; pero arriba, en los cielos,
orden perfecto, previsibilidad y ley. La astrología adquirió su importancia de tal contraste. A los cielos se los consideraba como un dispositivo cósmico de medición, un dechado arquetípico de orden, que
podría yuxtaponerse con cualquier sistema de fenónemos naturales.
De esta yuxtaposición resultaría una nueva visión del sistema de los
fenómenos naturales: una visión ordenada y coherente, que conduciría a la posibilidad de hacer pronósticos sobre la conducta futura del
sistema.
Esto no es muy diferente de lo que la ciencia hace cuando mide
con un metro o cronometra con un reloj un fenómeno natural. El
conjunto completo de revoluciones planetarias, solares, lunares y
estelares, como se lo ve desde la Tierra, sirvió siempre en astrología
como un complejo metro multidimensional y como un reloj, a fin de
determinar el comportamiento periódico de los organismos naturales: de hecho, como ahora veremos, de cualquier totalidad (la Tierra
como una totalidad, un cuerpo humano, una psiquis humana, una
nación, etc.)
La física moderna recalcó correctamente el hecho de que tales
mediciones implican ciertas dificultades y se relacionan con la posición y el movimiento del observador. A fin de medir una distancia,
uno debe poner el comienzo del metro, primero, en un punto definido. En astrología, todas las mediciones empiezan con el primer punto de existencia independiente; en el caso de un destino humano, el
primer aliento. El zodíaco (que, no lo olvidemos, es sólo la órbita de
68
la Tierra dividida en doce secciones de treinta grados, y que poco o
nada tiene que ver con las constelaciones) se mide como si empezara en el equinoccio de primavera, porque en esa época empieza un
nuevo ciclo de vegetación en las latitudes del Norte, en las que, aparentemente, la astrología se originó.
En otras palabras, si deseamos investigar las leyes de la periodicidad y de la relación estructural, que se aplicarán a una vida humana que comienza cierto día, proyectamos en un papel el estado de
nuestra vara cósmica de medición (el sistema solar visto desde el
lugar de nacimiento) en ese tiempo, y medimos con ella al organismo de elementos naturales que acabó de alcanzar el estado de existencia independiente. ¿La vara cósmica de medición y el reloj combinados –el mapa natal– significan en sí algo sustancial? En lo mínimo: no más que cualquier metro o reloj. Se trata meramente de un
símbolo de medición. A menos que conozcamos primero todo lo
que queremos medir, nada práctico sabremos después de haber medido – sólo un conjunto de símbolos algebraicos sobre una rueda. Si
no conocemos a la naturaleza humana, un mapa natal no nos dará
indicación alguna sobre la naturaleza de un ser humano particular. A
menos que conozcamos sobre corrientes de aire, presión atmosférica, etc., un mapa astrológico nada nos dirá del tiempo. Júpiter y
Marte no significan nada concreto. Significan ni más ni memos que
3 y 4, o una línea espiritual y una línea recta, o m y p. Pero si decimos: He aquí un cuerpo humano recién nacido. Contiene en sí la
fuerza para crecer hasta una estatura completa, las fuerzas de la circulación sanguínea, del metabolismo de los alimentos, de la autorreproducción a través del sexo, y muchas otras propiedades vitales que
caracterizan a este cuerpo como perteneciente a la especie humana,
entonces podemos intentar extraer un orden de este caos aparente de
fuerzas, funciones y propiedades vitales, yuxtaponiéndoles nuestros
símbolos celestes.
Júpiter simbolizará la fuerza de la expansión; Marte, la fuerza
de los impulsos salientes; Venus, la fuerza de las reacciones combinadas hacia estímulos como el juicio consciente y la emoción, etc.
Pero, si nos ocupamos de las condiciones atmosféricas en vez de un
ser humano, Júpiter, Marte y Venus interpretarían, desde luego, co69
sas enteramente diferentes, como la presión atmosférica y otros factores telúricos. Debido a que estos últimos todavía se conocen muy
poco y el planeta Tierra todavía no se comprendió ni estudió como
una totalidad orgánica, el simbolismo astrológico no es muy útil
para la meteorología y las ciencias conexas. En el mejor de los casos, el astrólogo dirá que un Júpiter fuerte puede indicar un estado
intenso de expansión. ¿Pero, expansión aplicada a qué? Ese "qué"
puede conocerse con exactitud sólo cuando el comportamiento orgánico de la Tierra se comprenda en su totalidad; o sea, cuando se
aíslen todas las funciones de este organismo planetario. Entonces, la
astrología puede correlacionar o interpretar estas funciones, tal como la matemática correlaciona e interpreta observaciones suministradas por el microscopio y los aparatos eléctricos, con predominio
sobre la estructura interior del átomo.
Sin duda, se suscitarán objeciones a lo antedicho. Se mostrarán
libros de texto sobre astrología en los que los planetas, sus posiciones y aspectos, reciben significados muy definidos y concretos. En
realidad, es así; pero estos libros de texto son presentaciones meramente populares de datos tradicionales relativos a las correlaciones
de los símbolos astrológicos con ciertos dominios de la experiencia
que ocurrieron para interesar muy particularmente a los hombres.
No se ocupan especialmente de la astrología pura, sino de ciertas
aplicaciones particulares del simbolismo astrológico. Estas aplicaciones se basan en el conocimiento tradicional relativo a cosas tales
como la psicología y el gobierno de tiempos pasados; y sólo son
valiosas en la medida en que es valioso este conocimiento tradicional.
Las interpretaciones de los elementos astrológicos dadas por la
mayoría de nuestros libros de texto sobre astrología son tan valiosas
como el conocimiento tradicional de la psicología y del gobierno
humanos lo era en la época de Ptolomeo, en Alejandría. En la medida en que la psicología y la sociología humanas cambiaron desde
aquella época, carecen de valor. Pero como la naturaleza humana
es, después de todo, muy constante en la totalidad, las aplicaciones
del simbolismo astrológico efectuadas por Ptolomeo y sus predecesores son todavía, en gran proporción, verdaderas hoy en día, pero
70
evidentemente enteramente falsas, o fuera de lugar, o incompletas,
en innumerables casos.
Sin embargo, la cuestión fundamental que hay que captar (¡que
para tantas personas parece difícil!) es que los libros corrientes sobre astrología hoy dan meramente la aplicación del simbolismo astrológico a unos pocos temas tradicionales: carácter, salud, felicidad
y asuntos que afectan al Estado, etc. Estas aplicaciones se basan en
una visión tradicional, de sentido común, de los temas involucrados,
y se sostienen o caen en este criterio tradicional. Si caen, eso no
implica, en lo más mínimo, que los principios sobre los que la astrología se basa, como una ciencia del simbolismo, estén equivocados.
No más que la matemática resultó un fracaso cuando el descubrimiento del quantum trastornó todo el edificio de la física moderna.
De modo parecido, los descubrimientos del psicoanálisis, lo mismo
que las nuevas condiciones sociales hoy en día prevalecientes, han
invalidado muchas afirmaciones tradicionales reproducidas en libros
de texto modernos sobre astrología, en relación con la psicología y
la conducta social y las aptitudes profesionales. Pero la astrología
propiamente dicha sigue estando intacta ante tales cambios; pues,
como dice Bertrand Russell de la lógica: "Podemos conocer su verdad o su falsedad sin estudiar al mundo externo, porque (ella) sólo
se interesa por manipulaciones simbólicas". Parafraseándolo más
adelante, añadiríamos: Nuestra certidumbre concerniente a simples
proposiciones astrológicas no parece análoga a nuestra certidumbre
concerniente a simples hechos psicológicos, como el hecho de que
una muchacha se enamore en alguna época de su vida, o cuando sea
cuarentona experimente una crisis emocional. Nuestra seguridad
deriva de una fuente diferente.
Nuestra próxima tarea es la de tratar de definir o, por lo menos,
sugerir cuál es esta fuente – tarea esta que es difícil porque involucra un tipo de actitud hacia la vida y hacia la consciencia que está
muy apartada de la oficial y normal que prevalece en nuestra civilización académica e intelectual. En primer lugar, enfocaremos el
tema estudiando brevemente un tipo de desarrollo del pensamiento
moderno que, al mismo tiempo, es nuevo en su formulación, pero
muy antiguo en su estirpe: nos referimos a la filosofía llamada "Ho71
lismo".
La filosofía del Holismo
Esta filosofía está expuesta por completo en un libro notable,
Holism and Evolution, escrito en 1926 por un hombre aún más notable, el general Jan C. Smuts, estadista, filósofo y científico. Un
artículo de la última edición de la Enciclopedia Británica, bajo la
denominación de "Holismo", escrito también por el general Smuts,
da un resumen general de las ideas desarrolladas en el libro. Citaremos con alguna extensión este artículo:
"El holismo es la teoría que convierte a la existencia de los "todos" en
un rasgo fundamental del mundo. A los objetos naturales, animados e
inanimados, los considera como "todos” no meramente como conjuntos de elementos o partes. A la naturaleza la contempla como consistente en cuerpos y cosas separados y concretos, no como un continuum difuso y homogéneo. Y estos cuerpos o cosas no son enteramente reducibles a partes; en un grado u otro, ellos son "todos" que
son más que la suma de sus partes, y el ensamble mecánico de sus
partes no lo producirá ni explicará su carácter y su conducta. Las denominadas partes no son, de hecho, reales, sino, en gran medida,
distinciones analíticas abstractas, y no expresan apropiada o adecuadamente lo ocurrido con la composición de la cosa en conjunto.
"Por tanto, el holismo es un punto de vista adicional y complementario del de la ciencia, cuyas palabras claves son continuidad y mecanismo ... El esquema mecanicista (de la ciencia) se aplica hasta a los
cuerpos vivos, pues las estructuras materiales de estos determinan
las funciones que constituyen los caracteres de la vida ... A la vida y a
la mente se las considera como derivadas y epifenoménicas respecto
de la materia ... El esquema científico fue muy gravemente socavado
por los muy recientes descubrimientos de la ciencia física y matemática...5 El valor del concepto mecanicista para la investigación no es
Esto es especialmente cierto respecto de la tecría quàntica que es tal vez la base
más profunda del holismo científico, en la medida en que representa al universo
como funcionando por medio de totalidades de acción: quanta. La teoría se contrapone al criterio del movimiento continuo, dando así, al universo, una apariencia
72
5
cuestionado, pero ya no puede considerárselo un verdadero índice del
carácter completo del universo y su contenido. El holismo es un intento de explorar un esquema alternativo que, sin embargo, evite las
trampas del vitalismo.
"¿Qué está implícito en el concepto de un "todo"? En primer lugar, en
la medida en que un "todo" consiste en partes o elementos, no pueden ser fijos, constantes o inalterables ... El "todo" y las partes se influyen mutua y recíprocamente y se modifican entre sí ... Las partes
son moldeadas y ajustadas por el "todo" tal como el "todo", a su vez,
depende de la cooperación de sus partes ... El concepto del "todo",
como se aplica a los objetos naturales implica, pues, dos grandes
desviaciones respecto del esquema científico ortodoxo. En primer lugar, la materia, la vida y la mente no consisten en elementos fijos,
constantes e inalterables. Y, en segundo lugar, además de las partes
o de los elementos de las cosas, hay otro factor activo (el "todo") que
la ciencia no reconoce.
"La evolución es la complejización progresiva de las partes o de los
elementos cooperantes, con un simultáneo aumento de la unidad de
la pauta con la que se combinan. Es, pues, una creciente serie de
"todos", desde los modelos materiales más simples hasta los más
avanzados ... El totalismo, o el holismo, caracteriza a todo el proceso
de la evolución en medida cada vez más creciente. Y el proceso es
continuo en el sentido de que los tipos más viejos de "todos" o pautas
no se descartan, sino que se convierten en el punto de partida y en
los elementos de las pautas más nuevas y más avanzadas. Así, las
pautas químicas materiales se incorporan en las pautas biológicas, y
ambas en las pautas o "todos" psíquicos subsiguientes ... Electrones y
protones, átomos y moléculas, compuestos inorgánicos y orgánicos,
coloides, protoplasma, plantas y animales, mentes y personalidades
son sólo algunos pasos en este movimiento del holismo ...
"El "todo" es creativo: siempre que las partes conspiran para formar
un ''todo" surge algo que es más que las partes... El origen de un
"todo" a partir de sus partes es un ejemplo de lo más que surge de lo
menos, de lo superior que surge de lo inferior, de un modo que no
violenta a la razón ... porque el concepto de un "todo" en relación con
sus partes es un producto de la razón ...
(Enciclopedia Británica: 'Holismo')
separada. Todavía ha de formularse la filosofía de la teoría cuántica. (D.R.)
73
Más adelante, el general Smuts explica cómo el concepto de una
causalidad puramente mecánica es insatisfactorio y posiblemente
una ficción, pues si el efecto nunca es más que la causa, si la causa
es y debe necesariamente ser siempre una medida exacta del efecto,
este no puede ser un universo creativo y progresivo. La causalidad
holística (en la que diversos factores contribuyen a la creación de
nuevos "todos") es el proceso real, y hace posible el aumento y el
avance que es realmente el hecho de la naturaleza. Asimismo, si la
causa determina por completo al efecto, el deterninismo es absoluto.
En el universo holístico, a la libertad se la reconoce como inherente
a la naturaleza.
La unidad orgánica que constituye un "todo" es la base última
de la individualidad. Difícilmente perceptible en el reino inorgánico,
la individualidad aumenta a lo largo del mundo orgánico hasta que
llega a ser la base del último y máximo "todo" de la evolución, de la
personalidad humana. De la progresiva combinación o integración
evolutiva de las pautas materiales, químicas, biológicas y mentales,
nació la personalidad completa, que constituye y explica la unidad y
las interrelaciones existentes entre estos tres conjuntos de pautas.
El "todo", observado desde un punto de vista mecánico externo,
es lo que llamamos partes. Pero desde un punto de vista integral
interior, el "todo" es el yo. La relación del "todo" y las partes se
transforma, así, en la relación del yo con el no-yo, con lo cual estamos familiarizados como la relación sujeto-objeto, en psicología. La
totalidad es la yoidad. El proceso del mundo tiende desde la materia,
a través de la vida, hacia la mente y el espíritu; desde la necesidad
hasta la libertad; desde la exterioridad de los elementos hacia la interioridad y la existencia independiente de los "todos". La formación
de "todos" caracteriza a este proceso en cada etapa. Esto se aplica a
los procesos psicológicos, en los que existe un creciente armado de
pautas superiores desde pautas inferiores. Por ejemplo, la psicología
de la Gestalt demostró que la actividad mental produce pautas o
estructuras de experiencia que se comportan como "todos" y entran
en otras experiencias como "todos" indivisos e indivisibles.
Si bien lo mismo es cierto respecto de las estructuras sociales,
74
religiosas y políticas, éstas son holoides más que "todos"; y los "todos" reales son siempre las personalidades que construyeron estas
estructuras con el fin del crecimiento y del avance espiritual de todos los individuos humanos. El general Smuts no cree que el individuo exista por el bien del Estado o de la Iglesia, sino al revés. En
cuanto a la posibilidad de que el universo pudiera ser también un
"todo", él se rehúsa a tomar una posición positiva, diciendo solamente que "este no es un universo completo sino un universo en vías
de formación; y puede haber "todos" grandes y pequeños en vías de
formación, más allá de la comprensión de nuestras limitadas facultades". Y concluye con estas bellas palabras:
"Aunque la teoría del holismo acepta francamente la base material del
mundo y reconoce el orden natural como el idealismo no puede, empero justifica plenamente las demandas de los espíritus en la formación del mundo ... Estamos constantemente enfrentados con la oposición entre materia y espíritu, entre lo temporal y lo eterno, entre lo
fenoménico y lo real. El holismo muestra a estos opuestos como reconciliados y armonizados en el "todo". Muestra al "todo" y a las partes como aspectos recíprocos; lo finito se identifica con lo infinito, lo
particular con lo universal. La eternidad está contenida en el tiempo,
la materia es la vestidura y el vehículo del espíritu, la realidad no es
un orden trascendente y de otro mundo, sino que es inmanente en lo
fenoménico. Para alcanzar la realidad, no necesitamos huir de la apariencia: cada pequeño centro y cada pequeño "todo" en el mundo,
por humilde que sea, es un laboratorio en el cual el tiempo se transmuta en eternidad, lo fenoménico en real. La verdad prodigiosa está
por doquier; la plomada que descienda en cualquier sitio llegará a
abismos desconocidos; cualquier sección transversal del mundo de la
apariencia revelará la estructura misma de la realidad. Por doquier, el
"todo" hasta el mínimo y más insignificante en apariencia, es el real
prodigio, es el milagro que contiene los secretos que buscamos a
tientas con el pensamiento y la conducta. Existe lo interno que es el
más allá. Ser un "todo" y vivir en el "todo" pasa a ser el principio supremo, del que son secuela todas las supremas reglas éticas (como lo
es la Regla Dorada). Y vincula a estas reglas con la naturaleza de las
cosas, pues de ella no sólo derivan el bien, el amor y la justicia sino
también la belleza y la verdad, que están arraigadas en el "todo" y no
tienen significado aparte de este. El "todo" es realmente la fuente y el
principio de explicación de todos nuestros ideales supremos, en no
75
menor medida que de las antiguas estructuras evolutivas".
La astrología y la lógica holística
El "todo" es también "la fuente y el principio de explicación" de
la verdadera astrología. Como la entendemos, y como tal vez la entendieron siempre quienes exploraron su significación más esencial,
la verdadera astrología es la matemática de la totalidad. Es la "lógica holística" en oposición a la "lógica intelectual" de la presente
civilización occidental. Se ocupa del "todo". Estudia la armonía estructural, el crecimiento, el desarrollo y la desintegración o la transfiguración de los "todos", ya sean estos los organismos biológicos
habituales o los "todos" mentales y espirituales más trascendentes.
La lógica intelectual se ocupa de las "partes"; la lógica holística
se ocupa de los "todos". Como dice Bertrand Russell, todas las proposiciones intelectualmente lógicas son esencialmente tautológicas.
Igualan juicios concernientes al reino de las "partes". Procuran que
las partes encajen bien causalmente, una con las otras. Son proposiciones estrictamente analíticas y se adaptan perfectamente al concepto mecanicista del mundo, que seguirá siendo siempre un factor
esencial en el conocimiento humano. Este concepto tan fuertemente
(casi exclusivamente) desarrollado en la civilización europea (y sus
prototipos griegos), es un maravilloso instrumento del conocimiento. Pero sólo un instrumento. No nos hace comprender la realidad.
Sólo establece una base de "honradez intelectual" para nuestro enfoque de la realidad. Ayuda a eliminar las excrecencias parásitas del
emocionalismo subjetivo, que tan fácilmente corrompen cualquier
tipo de conocimiento vital. Por así decirlo, se filtra en las aguas del
conocimiento; o, en otro sentido, en un andamio que eleva al conocimiento a un plano realmente humano. La lógica y la idea de la
causalidad estricta (su resultado) son herramientas maravillosas para
disciplinar a una mente cristalina, honrada, inemocional e indevocional. Sirven para desarraigar el engaño de lo milagroso, las falacias de la mente religiosa y tribal. Son grandes catárticos. Pero si
bien uno puede suponer cuál será la forma de un edificio estudiando
76
el andamio que se usó para construirlo, ese andamio no es el edificio.
El andamio representa la vista externa del mundo, una vista que
se ocupa de las partes como si no fueran componentes integrales y,
en un sentido por lo menos, productos del "todo". Pero en el momento en el que el "todo" se convierte en una unidad en actividad,
las partes cesan de ser meramente partes; se convierten en órganos
funcionales del "todo" orgánico. Habitualmente, restringimos el uso
de términos tales como organismo, órganos y funciones a lo que
ahora se conoce, en ciencia, como "todos" biológicos. Pero, en el
concepto holístico del universo, extendemos el uso de los términos,
potencialmente al menos, a todas las clases de "todos". El hecho de
que haya un "todo" implica la existencia de partes que son más de lo
que, desde el punto de vista mecanicista, se conoce como meras
partes. Nuevamente podemos hacer una distinción entre partes mecánicas y analizadas intelectualmente, y partes holísticas; siendo
estas últimas, en todos los aspectos, órganos, células o grupos de
células, y agentes del "todo".
En otra parte hablamos extensamente de la filosofía de la Totalidad Operativa (La Colmena de Vidrio, serie Hamsa de artículos
que llevan este título; 1929 a 1934). Creemos que son muy significativas estas dos palabras, "Totalidad Operativa", que usábamos
años antes de familiarizarnos con la obra del general Smuts o con
las de otros filósofos ingleses. En todo caso, ellas dan la nota clave
de una filosofía de la astrología. Porque la verdadera astrología se
ocupa, exclusiva e integralmente, de "todos" operativos. Los trata en
el momento preciso en que emergen a la condición de "todos",
cuando son capaces de mantener una operación independiente como
"todos" en su propio nivel del ser; capaces también, al menos potencialmente, de reproducirse a través de alguna especie de proceso
emanativo o multiplicativo.
Aquí nos enfrentamos con dos factores definidos: un factor espacial: la estructura del "todo", su morfología y la suma total de sus
caracteres específicos; y un factor temporal: el momento de la integración, de la "holización", cuando lo que sólo era un grupo de ele77
mentos empieza a operar como un "todo" independiente. Al factor
espacial se lo tiene que conocer independientemente de la astrología. Pertenece a aquellas ciencias que se ocupan del orden o de la
estuctura espacial, como la física, la fisiología y la psicología. Un
mapa astrológico nunca dirá por sí solo si el "todo" caracteriza a un
hombre, a un perro, a una semilla de trigo, o a una idea. Si uno sabe
que el mapa ha de referirse a un ente de la especie homo sapilens y,
además, a una raza particular dentro de esa especie (blanca, amarilla, negra, roja), entonces puede tenerse una buena parte de conocimiento inferencial en cuanto a la variación individual del tipo que el
mapa representa; nada más.
Esta es una de las razones de por qué comparamos a la astrología con la matemática pura; pues la matemática no da información
alguna respecto de lo que sus ecuaciones refieren. Primero, hemos
de tener conocimiento perceptivo; luego, sólo podremos usar la matemática para dar una nueva cualidad a ese conocimiento. De modo
parecido, a fin de usar inteligentemente a la astrología, primero tenemos que saber qué clase de "todo" el mapa simboliza ¿Es un ser
humano? ¿Es un hombre o una mujer? Y, al menos en alguna medida, ¿qué tipo racial y cultural de hombre o mujer es? Conociendo
estas cosas, la astrología podrá entonces usarse para añadir una nueva cualidad a ese conocimiento. Esta cualidad depende casi únicamente de valores que se refieren a la esencia del tiempo: un factor
casi enteramente desconocido en la ciencia. La astrología arraigada
en el misterio del tiempo.
Volvamos a expresar otra vez nuestro paralelismo entre lógica y
astrología. La lógica es un método de comprobación de la pureza del
principio causal en cualquier concepto. A su vez, el principio causal
es la base de la teoría mecanicista, que, como se vio anteriormente,
se refiere a un punto de vista externo desde el cual el universo aparece como una agrupación de elementos causalmente relacionados
en una matriz abstracta que ahora se llama espacio-tiempo, o el continuum. En tal teoría, la esencia del espacio absorbe completamente
a la realidad del tiempo, que se convierte meramente en una cuarta
dimensión del espacio. Como lo señalara Bergson en su gran obra
La Evolución Creadora, el tiempo de la ciencia es puramente mate78
mático y no tiene valor vital intrínseco. Luego, aquel trató de aproximarse a la realidad del tiempo, que expresó con el término "duración".
El tiempo y los ciclos
En el universo holístico (hablando en general, y no necesariamente como el general Smuts lo ve) el tiempo es, en verdad, muy
real. Y su realidad ha de identificarse, en muy gran medida, con la
realidad de la totalidad de los "todos". No sólo el tiempo real, o la
duración bergsoniana, pasa a ser una función de la totalidad de los
"todos", sino que, en una especie de modo meta-causal, entra en la
"holización" de cualquier grupo de elementos. Están involucrados,
pues, dos factores: Primero, el lapso de existencia independiente de
cualquier "todo", está unido íntimamente con el carácter de la totalidad de ese "todo". Segundo, la cualidad del momento cuando el
grupo se convirtió en un "todo" operativo determina la cualidad de
la totalidad del "todo".
En otras palabras, si un "todo" continúa existiendo como tal durante un minuto, un año o mil millones de años, no es meramente
una cuestión secundaria. El lapso de la totalidad no puede aislarse
de la esencia del "todo". La relación entre ambos no es de causalidad sino de identidad. Considerando como una entidad particular
viva, un hombre es la longitud de su vida: primera proposición. Un
hombre es el momento en que asume la fuerza de la existencia independiente (primer aliento): segunda proposición. Tales son postulados de una "filosofía del tiempo".
No obstante, estos no contradicen los hechos de que un hombre
es, en primer lugar, un ente perteneciente a la especie humana, luego
a una raza y a una agrupación fisiológica particulares. Estos hechos
determinan las características espaciales de un hombre: su estructura
biológica. Pero un hombre es no sólo una parte de una colectividad
(criterio mecanicista). Es un "todo" individual (criterio holístico).
¿Qué es lo que caracteriza a este "todo" individual? El momento de
su primer aliento, y el lapso de su vida: siendo ambos valores cone79
xos en el tiempo real.
La ciencia moderna nada tiene que decir sobre la cualidad de la
totalidad de ningún "todo"; ni tiene nada vital y real que decir sobre
la esencia del tiempo. Los "todos" son criaturas del tiempo. Las partes, como elementos relacionados causalmente, son criaturas del
espacio. El término "criaturas" puede ser algo alegórico; pero la idea
general es correcta, pues la relación del tiempo con los "todos" es de
tipo genético. No es exactamente que el tiempo cree "todos" sino
que el tiempo condiciona la creación de los "todos". Para volver a
nuestra anterior ilustración, la matemática no crea a la física, sino
que la matemática condiciona la creación de la física. La matemática
hace que la física sea un "todo", a través del proceso de la correlación lógica de datos. De modo parecido, el tiempo crea "todos"
agrupando elementos operativos, a través de un proceso de correlación y "holización" de estos elementos. Este último proceso no es
lógico. En algunos casos, podemos llamarlo biológico; pero, en un
sentido más general, trasciende lo que corrientemente se llama "vida". Podría denominarse ciclológico, porque el tiempo es esencialmente cíclico en sus manifestaciones.
Por tanto, la ciencia de los ciclos (o, más exactamente, la ciencia de la "ciclicidad"). La ciclología es a la ciencia de los "todos", lo
que la matemática es a la ciencia física moderna. La matemática
analiza al espacio; la ciclología analiza al tiempo – al tiempo real, al
tiempo de lo vivo y lo total. La primera empieza a partir de un punto
de vista causal, intelectual y externo (en el sentido del término del
general Smuts) del universo, concebido como extendido en un continuum espacio-temporal abstracto, en el que el tiempo se interpreta
como una coordinada extra-espacial. La última empieza a partir de
un punto de vista sincronístico, holístico e interno del universo, concebido como in-tendido en un tiempo cíclico psicobiológico, cuya
unidad podría llamarse el "quantum de la duración", o sea, el momento creativo. El momento es creativo en la medida en que libera
la fuerza necesaria para crear "todos". Es una especie de "fotón",
pues representa una unidad de liberación de esa energía creadora de
"todos", que es la realidad recóndita del tiempo.
80
Si nos referimos nuevamente a las ideas del general Smuts y
vemos con él a la totalidad del "todo" como idéntica al yo o al alma
(dependiendo de las definiciones de estas palabras), entonces podremos comprender que el momento es creador de existencia independiente o alma; que un alma puede determinarse en función del
momento en el que el todo, del cual es la totalidad misma, surge
como una individualidad independientemente operativa. Así, el
tiempo pasa a ser la matriz universal de las "almas individuales".
Cada alma (o cada "todo") tiene su momento natal y su ciclo de manifestación, los cuales lo determinan plenamente como un alma, o
sea, como una totalidad de partes, que, en su ascendencia como partes, se refieren al espacio.
Esto encaja bien con el viejo simbolismo mitológico. Pues Cronos-Saturno es el creador de las almas individuales, o de los yoes,
personalidades o egos individuales, según el modo con que estos
términos se definan. Es el dios de los ciclos, el que rige la Edad de
Oro (o sea, el comienzo de cualquier ciclo). Es el principio de la
limitación, de las fronteras, de la finitud, de la cristalización y la
forma. Y esto porque cada "todo" debe necesariamente ser finito;
porque totalidad implica finitud y existencia independiente implica
limitaciones y forma. Pero la Edad de Oro es la edad de la inocencia
y el gozo; pues vivir totalmente dentro de los límites y de las fronteras cíclicas de nuestra propia totalidad es inocencia y gozo verdaderos; y el pecado y la tragedia sólo sobrevienen cuando intentamos ir
más allá de estas fronteras en busca de lo "infinito".
En una de sus cartas a los estudiantes, Marc Jones escribe:
"No hay engaño tan perjudicial para el crecimiento espiritual del buscador como la idea de que el infinito es algo que hay que buscar, y
algo que hay que ganar ... El infinito es un concepto de la mente finita, para llegar a algo que no existe, y la finitud es una necesidad de
comprensión de la infinitud, por paradójico que esto parezca ... El
temor es infinito, tal como el amor es finito. El odio es infinito, pues
es una mentira o una rendición de un alma a lo inmoral o lo bajo; pero la divinidad es finita, es definida, eso es. Finito significa limitado,
infinito indica una falta de delimitación. Lo totalmente ilimitado es totalmente desconocido, lo totalmente definido es lo absolutamente co81
nocido. Dios era finito para Jesús: su "padre". La divinidad es finita
para el estudioso que conoce a través del lazo espiritual, la limitación
iniciática de su ser. Pablo se llama "esclavo" de un amo inmortal, y en
esta "servidumbre" se convierte, de modo parecido, en una personalidad real o inmortal. La realidad es finita, jamás se gana infinitamente. La búsqueda de lo real es realmente la búsqueda de lo absoluto
finito."
Esto nos trae de vuelta, fácilmente, a la revolución que Einstein
realizó en el dominio de la física mundial declarando que el universo es infinito pero limitado. A partir de esta afirmación matemática,
la ciencia moderna empezó a tratar al universo como a un "todo", y
también al átomo como un "todo" compuesto por partes muy peculiares. Todo lo cual conduce en dirección al holisrno. Pero cuestionaríamos seriamente algunas ideas filosóficas, implícitas en la teoría
generalizada de Einstein. Por ejemplo, diríamos que el espacio como
tal es ilimitado; porque el espacio se ocupa de la extensión causal de
los elementos, de las partes que serán. Y no hay límite para el número posible de elementos y para las relaciones entre estos. Pero el
tiempo es limitado; porque es el dominio de la creación de totalidades; y la totalidad, o la personalidad independiente es, por definición, limitada. Hablando abstractamente, el tiempo es el Ciclo –
cualquiera que sea su tamaño aparente. Es el "círculo de la totalidad"; el Anillo mitológico-astronómico de Saturno. Por tanto, lo que
hace que el espacio-tiempo sea limitado es el factor tiempo. El
tiempo infinito es un absurdo. La eternidad no es tiempo infinito, sino un ciclo inmenso de tiempo o eón. Hablando místicamente, es la
totalidad de cualquier ciclo.
En filosofía gnóstica, un eón es no sólo un ciclo de tiempo, sino
también una Consciencia divina o un Ser cósmico: un "Todo" cósmico. Esto se aplica a todo ciclo, por pequeño que parezca ser. Un
momento es un eón, en el sentido de que es una unidad de tiempo y
un alma, o la matriz formativa de un número de "todos" que alcanzan luego su totalidad. En cuanto a lo que se llama el "Yo universal", no significa un Yo infinito, sino, por el contrario, lo que alcanza una existencia independiente perfecta durante cada "quantum de
duración", durante cada momento, o sea, el "todo" que es "todo" en
82
y a través de cada uno de los momentos más cortos, sin interrupción
concebible alguna en la existencia independiente. Puede ser lo más
pequeño de lo pequeño, o lo más vasto de lo vasto. Las dimensiones
no cuentan, porque pertenecen al dominio del espacio. Tampoco
importa si un "todo" tiene esta o aquella cantidad de partes, pequeña
o tremendamente grande. El número de partes y el grado de extensión de las dimensiones no pertenecen al dominio de la totalidad, o
del tiempo, sino a la ilusión de la espacialidad, a la ilusión de más y
menos, de la lógica intelectual y de la causalidad. El ser es potencialmente total a cada momento. El Ser supremo es Quien es realmente total a cada momento, sin conocer la desintegración que es la
muerte; Cuyo lapso está tan lleno de totalidad ininterrumpida que es
lo más pequeño de lo pequeño y lo más vasto de lo vasto.
El tiempo positivo y negativo
Todo lo cual es indudablemente muy metafísico; ¡pero tan intensamente práctico! Se refiere a uno de los cambios básicos que
caracterizan a este período de transición nuestra; un cambio muy
complejo en la medida en que, a veces, parece dirigirse en una dirección, y en otras ocasiones, en la dirección contraria. Desde el
siglo VI a.C., la humanidad trató de repolarizarse de acuerdo con un
nuevo punto de vista mental y abstracto. Sus mejores filósofos y
científicos recalcaron el factor de la "forma". La forma, que no debe
confundirse con el "cuerpo" es meramente el resultado sintético de
una relación puramente abstracta. Sin embargo, la forma, cuando se
manifiesta en el ordenamiento de los elementos materiales en un
"cuerpo" (u objeto), implica extensión en el espacio. El espacio,
pues, como principio cósmico, ha sido fundamentalmente enfatizado
durante estos últimos veinticinco siglos.
Por otra parte, al tiempo real se lo dejó en segundo plano. Para
la humanidad arcaica, tiempo significa una línea de modificaciones
sucesivas experimentadas por los cuerpos materiales. Hasta allí el
tiempo era significativo, pues parecía causar la fatal desintegración
de cuerpos y energías. De manera que el tiempo era análogo al des83
tino. Saturno era el dios del destino y del karma – el gobernante
implacable cuyos decretos significaban el cese y la muerte. Cese
significa emoción; y lo mismo, nacimiento. Todos los grandes cambios, todos los momentos en los que el tiempo parece actuar con
fuerza e importancia particulares, son causas de emociones intensas.
Así, al hombre "natural" los valores temporales le parecen valores
emocionales. El tiempo (Saturno) opera –como después lo veremos–
a través de cambios en los sentimientos (Luna). Los cambios de la
Luna moldean la vida de los sentimientos del hombre, como los
cambios solares afectan la actividad de la fuerza vital básica en todos los cuerpos vivos.
El tiempo, así conectado con el cambio, lleva consigo la importancia del cese (ver el simbolismo de Saturno); y, de esta manera, la
de la trágica incapacidad de perpetuar la consciencia, el amor, la
juventud y todos aquellos símbolos de una forma orgánica que funciona perfectamente. En otras palabras, el tiempo, que al principio
se asociaba con el nacimiento de las cosas (la Edad de Oro) y la
bienaventuranza, durante muchos siglos parece haber estado esencialmente vinculado con la idea de la muerte y la fatalidad de no
poder mantener la propia identidad (lo cual significa, de retener una
forma definida). Al tiempo de Saturno se lo consideró, pues, cada
vez más (especialmente a lo largo de la era cristiana) como la fuerza
que se opone a la vida; como una fuerza antiholística.
Esto es en sí mismo muy significativo. Lo que realmente genera
"todos" y da nacimiento a las almas fue considerado casi exclusivamente como ¡la causa de toda destrucción! Desde luego, es la causa
del nacimiento y la causa de la muerte. Pero porque a "este mundo"
se lo consideraba malo e ilusorio, el nacimiento no pareció un hecho
particularmente alegre, y lo que es bastante curioso es que a la
muerte incluso se la temía más; lo cual realmente sería muy ilógico,
si no fuera por el hecho de que se enseñaba que la muerte significaba, en tantos casos, ¡el nacimiento del infierno! La filosofía oculta y
los tipos más profundos de mística recalcaban la enseñanza de que,
mientras el hombre corriente, que identificaba a su personalidad
independiente con su cuerpo de materia terrena, se enfrentaba, al
morir, con la extinción de la consciencia personal, el adepto, que
84
lograba transferir su existencia independiente desde el cuerpo a la
forma abstracta (o prototipo astral), no conocía, al morir, el cese de
la personalidad. Su cuerpo material se desintegraría bajo el imperio
de Saturno, pero habiendo establecido su existencia independiente
en una forma abstracta, podía engañar a Saturno. Seguía siendo el
mismo yo, menos un vehículo material para expresarse. La totalidad
del "todo" permanecía, aunque la fuerza operativa del "todo" (en
términos de actividad terrena) había desaparecido.
Así, mediante el dominio de la forma, fue vencida la fatalidad
del cese. El hombre, construyendo su "forma de inmortalidad", o
extrayéndola de los elementos sustanciales que le dieron cuerpo, era
capaz de retener su existencia independiente a pesar de todos los
cambios, a pesar del tiempo. Tras haber construido su propia estructura espacial como una fortaleza inexpugnable, podía desafiar al
tiempo. Esto sólo podía hacerse con el uso de la mente. Varios niveles de la mente conferirían a uno varios tipos de inmortalidad. Un
gran libro recordado a lo largo de los siglos es una especie de inmortalidad personal para su autor. Sin embargo, el adepto era capaz de
ganar un tipo aún más integral de inmortalidad funcionando más allá
de la muerte en su "cuerpo de Cristo" o "cuerpo de resurrección", o
cuerpo nirmanakaya, etc.
Lamentablemente, la mente de tipo creativo (o sea, la mente
considerada en relación con el proceso de crear "todos") pronto fue
oscurecida por el tremendo progreso de la mente de tipo lógico, o
por el intelecto analítico. A través del análisis, el espacio perdió su
totalidad (o sea, su conexión con la fuerza holística del tiempo) y
pasó a ser mecanicista y estrictamente causal. Pasó a ser infinita y,
por tanto, sin sentido. Se la concebía como extendiéndose en todas
las direcciones, infinitamente. La causalidad y el mecanicismo condujeron a la formulación de las leyes de la termodinámica y a la idea
de la entropía. Al universo se lo veía como "agotándose". Aquí también el tiempo se convertía en la fatalidad del cese, en lugar de la
fuerza que daba nacimiento a los "todos".
Sin embargo, ultimamente, el primer plano lo ocupó una tendencia a replantear la cosmología en términos que no difieren de los
85
antiguos Días y Noches de Brahma. Al universo no sólo se lo concibe como un "todo", sino que en vez de representarlo como un "todo"
que explota, adquiere la fuerza para regenerarse, alternando períodos de contracciones con períodos de expansión (Sir James Jeans;
op.cit., pág. 138). Parece probable que un nuevo modo de ver la
esencia del tiempo conduzca más lejos a los científicos y hacia teorías más satisfactorias.
Sin embargo, la cuestión principal que tenemos que entender es
que hay dos conceptos fundamentales posibles del tiempo: el tiempo
negativo es el tiempo concebido como la fatalidad del cese. El tiempo positivo es subjetivo y emocional. Dice: "Aquí estoy, total, vivo,
consciente; ¡y "todo" va a terminar! Cada cambio es un paso hacia
la muerte, y todo es, pues, sufrimiento, y todo es en vano". Así habla
el individuo que vio que la existencia independiente individual es un
espejismo. "Todas las cosas compuestas se descomponen", dijo el
Buddha. De lo cual se colige, lógicamente, que la única actitud sabia
a tomar es retirar nuestra consciencia de todos los compuestos cambiantes y morar en la "forma abstracta" pura, en la totalidad más allá
(o dentro) de todos los "todos". Este es el estado del Nirvana.
El concepto positivo del tiempo ve al tiempo como el nacimiento eterno de los "todos" que no mueren necesariamente como tales
sino que pueden seguir combinándose entre sí, formando, en ese
proceso, "todos" cada vez mayores. Mediante la participación en la
consciencia, el individuo puede llegar a ser una parte orgánica de un
"todo" mayor; y así alcanzar la inmortalidad dentro de ese "todo",
como un agente funcional de la totalidad del "todo"mayor. Este género de inmortalidad difiere, en significado, de la inmortalidad estrictamente personal, porque no se basa en vencer al tiempo sino en
la identificación con la creadora fuerza de cada momento.
El hombre debe vivir plenamente cada momento y, en primer
lugar, su momento natal fundamental y su Destino íntegro. Como
cesa de resistir al tiempo, pero por el contrario acepta el creador
mensaje de cada momento, cada momento se aprecia como un nacimiento. Como el hombre vive creadoramente, vive en un proceso
constante de creación de "todos". No trata de escapar de las limita86
ciones de cualquier momento lanzándose al espacio sino que él colma el espacio y la forma determinados por la potencia de cada momento; y, al hacerlo, renueva constantemente su totalidad. Crea, con
la misma facilidad y alegría, en los momentos que definen su totalidad como la de la juventud, como en aquellos otros momentos que
definen su totalidad como la de la madurez, la vejez o la muerte.
Todas estas definiciones del tiempo son oportunidades igualmente
creadoras para la creación de "todos". A cada momento, él es un
"todo" que se combina con todos los otros "todos" dentro del "Todo" universal. Cuando la estructura espacial conocida como su cuerpo ya no puede definir una nueva serie de creación de "todos", la
estructura se resuelve en sus elementos, los cuales se recombinan
dentro del "todo" para introducir la alegría de nacer en otros modos.
Pero, en el momento mismo en que el cuerpo pierde su fuerza holística y se descompone, en ese mismo momento millones de estructuras nacen en el universo. Puede nacer una estrella, y quien colmó
el tiempo y se identificó con sus mareas cíclicas es llevado allí para
un nacimiento inmediato según la plenitud de la fuerza creadora de
"todos" que haya desarrollado, entonces dentro de su estructura espacial final (o sea, especie, raza, familia o agrupaciones de toda clase).
Las intuiciones y los símbolos
El nuevo tipo de astrología, que tratamos en este libro, se funda
en este concepto positivo del tiempo. Y, en consecuencia, implica el
uso de una facultad que no tiene cabida en mentes agobiadas por el
concepto negativo del tiempo, su deterninismo y sus temores. Según
el concepto negativo del tiempo, cada "todo" muere a cada momento
en sus partes. De manera que lo único que el "todo” puede hacer es
tratar frenéticamente de obtener nuevas partes, y así dominar las
leyes causales de la relación entre las partes para que, mediante una
diestra ingeniería, a la fatídica desintegración se la haga tan lenta
como sea posible, y se preserve la estructura espacial. Tal como en
la guerra, la ofensiva es el mejor medio de defensa, de igual modo la
87
auto-preservación se cumple mejor por medio del autoengrandecimiento. Lo cual conduce al imperialismo y la codicia, con un trasfondo constante de temor. En el límite tenemos el símbolo del "mago negro", quien se alimenta con la muerte de todas las cosas; quien,
en un temor absoluto, preserva su perfección formal destruyendo
todas las cosas y succionándoles su fuerza vital. Tal es la manifestacíon suprema del tiempo negativo. Abarca el uso de un intelecto
poderoso, que reduce todas las cosas a elementos a fin de asimilarlas, lo cual es absolutamente increativo porque está absolutamente
divorciado de la fuerza holística del tiempo verdadero.
Este tal vez sea sólo un símbolo, pero indica la consumación del
proceso que ensalza exclusivamente la lógica intelectual, y la actitud
analítica y causalista de la mente. En oposición a esto, vemos el
desarrollo de la facultad de la intuición, que es la facultad para identificarse con la fuerza del tiempo, creadora de "todos". La intuición
empieza con el instinto biológico.6 Esta última capta cada situación
y cada confrontación nuevas como un "todo", y reacciona también
instantáneamente como un "todo". Así, existe un ajuste perfecto de
un "todo" con otro, y un cumplimiento perfecto de todas las relaciones involucradas en la confrontación y del momento mismo.
La intuición es la misma fuerza en el nivel psico-mental. C.G.
Jung habla así de la intuición:
"La intuición es una especie de captación instintiva, independiente de
la naturaleza de su contenido ... A través de la intuición, cualquier
6
Bergson define a la intuición como instinto que es consciente de sí, liberado de
la esclavitud de las exigencias de la acción y capaz de reflexionar sobre lo que ve.
La naturaleza esencial de instinto e intuición la define como "simpatía". En su
más alto grado, el intelecto pone en nuestras manos la comprensión de la materia;
la intuición puede conducirnos hasta los abismos de la vida misma. La filosofía
intuitiva es un tipo de conocimiento afín al arte, pero teniendo por objeto a la vida
misma. Opera estableciendo una relación simpática entre nosotros y otros seres
vivos. La intuición transciende al intelecto, pero es por medio del intelecto que
creció más allá de las limitaciones del mero instinto. Sin la cooperación del intelecto debió –como instinto– haber permanecido vinculada con algún objeto especial de utilidad práctica, y haberse gastado en un acto externo (Ver La Creación
Evolutiva, capítulo II)
88
contenido se presenta como un "todo" completo ... La cognición intuitiva posee una naturaleza intrínseca de certidumbre y convicción que
le permitió a Spinoza apoyar a la "scientia intuitiva" como la forma
suprema de cognición."
La mejor definición sería para nosotros, aparentemente, que la
intuición es percepción holística. También puede definirse como
percepción consciente del yo. Es la facultad que nos permite ser
conscientes del yo (la totalidad) de cualquier "todo". Así se opone a
las sensaciones, que siempre son fragmentarias y, por tanto, necesitan la lógica causal del intelecto (o la fuerza biológica equivalente
de la asociación de las sensaciones) para coordinarlas. La intuición
no se basa en la lógica causal, pero tiene un tipo definido de logicidad, al que nos referimos como "lógica holística". La certidumbre
derivada de las captaciones intuitivas no es del mismo tipo que la
derivada de las simples proposiciones matemáticas; empero, la captación intuitiva es, según su propia modalidad, un género de tautología.
Bertrand Russell definió a la tautología como una proposición
que muestra "que ciertos diferentes conjuntos de símbolos son diferentes modos de decir lo mismo". En otras palabras, el proceso es el
de identificar dos representaciones simbólicas. La captación intuitiva se parece a esto porque, a través de ella, un "todo" (ya sea un
individuo o una situación) se identifica con una cualidad. Digamos
que uno sabe intuitivamente que un hombre es honrado. Esto significa que, de un modo peculiar, el hombre y la honradez se captaron
como idénticos. La cualidad –la honradez– se sobreimpuso al concepto de hombre, y se unificó con aquel. Creemos que todas las intuiciones pueden explicarse como identificaciones repentinas de los
"todos" particulares con las cualidades básicas contenidas, por decirlo así, en el inconsciente. Cuando una persona (o una situación total)
se convierte en el tema de una captación intuitiva, una o varias de
estas cualidades básicas son repentinamente arrancadas del inconsciente y se unifican de tal modo con la imagen mental de la persona
(o de la situación) que esta última se torna completamente significa-
89
tiva en términos de estas cualidades.7
La astrología se basa en una de estas captaciones intuitivas identificando el "orden" y "los movimientos celestes de los astros". La
cualidad conceptual de "orden" estaba latente en el inconsciente.
Fue el resultado psicológico de un anhelo de encontrar una compensación por el caos aparente de la existencia cotidiana. Además, el
hombre observó que existía una notable regularidad en los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas. Luego, el factor psicológico
interno y la percepción externa aparecieron de algún modo como
idénticos. Uno se convirtió en el símbolo de la otra. Todas las intuiciones se basan en símbolos.
¿Qué son los símbolos? Son representaciones de cualidades que
pertenecen a los "todos". Para distinguirlas de los símbolos, las
enumeraciones y categorías pertenecen a las partes. Las partes existen en un estado de simultaneidad coextensiva, o sea, en el espacio.
Se los ve en yuxtaposición y, básicamente, nos impresionan por sus
diferencias: ocupan lugares diferentes, se orientan de modo diferente, se comportan de distinto modo. Tienen características distintivas,
merced a lo cual la mente puede definir analíticamente en el contexto del espacio homogéneo, o entre sí, por contraste. Por ello, a las
partes se las puede enumerar: pueden recibir valores cuantitativos y
conexiones causales; se las puede clasificar en categorías, compartimientos, etc. Pero cuando llegamos a los "todos" (ya sea como
entes totales, o como situaciones totales) nos enfrentamos con individualidades verdaderamente indivisibles que deben ser entendidas
y vividas como "todos". A fin de hacerlo, tenemos que establecer
una corriente de "simpatía" entre nosotros mismos (como un "todo")
y ellos. Nuestra totalidad se encuentra y unifica con la totalidad de
ellos. En nosotros, el resultado es un estado psíquico. Este estado es
puramente cualitativo; pues como lo muestra Bergson en su libro
Les Données Inmédiates de la Conscience,8 los estados psicológicos
Ver los dos capítulos siguientes en cuanto a un ulterior estudio de estas "cualidades" e "imágenes primordiales" del inconsciente.
8
En traducción al inglés, apareció como Time and Free Will. Ver capítulos I y II.
7
90
son, en sí mismos, puramente cualitativos, y la duración pura es una
"sucesión de cambios cualitativos".
De manera que, hablando brevemente y evitando prolongados
argumentos metafísicos, podemos decir que cada "todo" como lo
experimentamos en cualquier momento particular, está imbuido de
una cualidad que representa al "genio" de este "todo", el genio de la
situación como un "todo": su significación, su "alma". ¿Cómo puede
transmitirse esta alma o esta significación? No sólo mediante una
enumeración de las partes que constituyen el "todo", sino mediante
un "símbolo" que, como un "signo", revela la significación del "todo".
Los valores del tiempo, los valores del alma, los valores de los
"todos" –todos términos similares– no pueden comunicarse directamente. El análisis intelectual y sus operaciones mentales conexas no
son de utilidad alguna para transmitir la totalidad del "todo", el genio de una situación total, de un momento total. Sólo la intuición,
basada en la identificación y la simpatía perfecta (o la armonía perfecta) puede llevarnos a la captación de esa totalidad o ese genio.
Pero, ¿cómo podremos despertar este estado de identificación?
Sólo mediante la formulación de una situación o una imagen que, de
una manera dramática activa, exteriorice la cualidad del "todo", y
que, además, tienda a despertar la experiencia de esa cualidad en
otros. Supongamos que un hombre vive en una espesa selva, tan
tupida que nunca vio un cielo nocturno lleno de estrellas. En la selva, él experimenta constantemente temor y ataques de cosas vivas
hostiles. La vida de la selva le parece un pavoroso caos de instintos
brutales. Después llega hasta él un ser superior que lo lleva a la cima
de una montaña desde la que puede observar el ordenado desfile de
las estrellas. Le enseña los rudimentos de la astronomía y las ordenadas leyes de los movimientos celestes. Por primera vez, la totalidad de ese hombre se enfrenta con la totalidad del universo, y experimenta la realidad del orden y de la armonía. Ahora se da cuenta de
que hasta la vida de la selva es gobernada por alguna armonía vasta
y misteriosa.
Luego regresa a su selva, y todo su ser está colmado con esa ex91
periencia. Trata de comunicar el significado del orden a sus compañeros de la selva, pero, por supuesto, no lo consigue porque aquellos
carecen de una experiencia sensoria que pueda darles el "símbolo"
del orden. Finalmente, el hombre los conduce hasta la copa de altos
árboles y ellos contemplan el despejado cielo nocturno. Una noche
tras otra, ven el desfile de las estrellas. Pueden percibir la realidad
del orden universal, pues a la sazón vieron su "signo". Y después, si
no pueden trepar a los altos árboles y están oprimidos por el oscuro
caos de la selva, siempre que se sienten perdidos en este caos, otro
hombre podrá decirles: "Recordad las estrellas. En el mundo hay
orden". Y los hombres desesperados pueden experimentar nuevamente la realidad del orden mediante la fuerza del simbolismo de las
estrellas.
De modo parecido, un tigre se convierte en un símbolo de temor; y una casa sólidamente construida en un símbolo de protección. En otras palabras, una situación de vida que, en la experiencia
más o menos universal de la humanidad, es identificable espontáneamente con la cualidad de un estado psicológico particular, se
convierte en el símbolo de ese estado. Ese estado es el que se exterioriza como una imagen simbólica, la cual, más adelante, en una
etapa posterior de la evolución, se abstrae en una palabra, una frase
o una obra de arte.
Lo que hace que la imagen o la acción dramática sea un símbolo
apto es, en primer lugar, el hecho de que constituye una situación
total. Debe experimentarse como un "todo activo"; de otro modo, no
revelaría, en otra persona, un estado psicológico totalmente determinado. Entonces, deberá relacionarse con la experiencia pasada de
esa persona, directa o al menos indirectamente. Ningún símbolo es
realmente significativo para quien no haya experimentado el "todo
activo" que representa. Un tigre no es símbolo de temor para nadie
que jamás haya tenido la experiencia de un tigre, en forma directa, o
indirecta, participando de la experiencia de otras personas. Cuanto
más indirecta y remota es la experiencia, menos significativo es el
símbolo, porque tiene menos fuerza para suscitar el estado psicológico que tiene por objeto ser idéntico.
92
Dijimos que todas las intuiciones se basan en símbolos. Y también, de modo diferente, los instintos. Un animal se enfrenta con una
situación y reacciona ante ella instintivamente. Si en el pasado su
especie en conjunto no experimentó situaciones idénticas, tal reacción no existiría, ciertamente no como para perfeccionar una conducta. El hecho de que la situación haya sido experimentada antes,
muchas veces, convirtió en un símbolo a la configuración de los
elementos que la constituyen. Se convirtió en un signo de un estado
psicológico-biológico que compelió a una adaptación inmediata. La
reacción instintiva es no sólo inmediata sino también una adaptación
perfecta a la situación por parte de quien tiene la experiencia. Esto
es así porque el símbolo tiene significación absoluta, y por tanto,
compele absolutamente, sin reservas ni perversiones, a la adecuada
conducta vital o biológica.
Por el contrario, en un ser humano moderno, difícilmente situación alguna de la vida esté dotada de significación absoluta como
símbolo, porque el hombre moderno usa su mente analítica en tal
medida que ya no puede captar una situación (ni puede captarse)
como un "todo". No es total en sus reacciones, a menos que esté
bajo la presión de unos pocos sentimientos biológicos omnicompulsivos. No ve a las personas o a las situaciones como "todos". Por
tanto, no las identifica inmediatamente con "cualidades", de las que
ellas son símbolos. A causa de que no se las capta como símbolos de
cualidades, plena y totalmente experimentadas en el pasado, deben
ser analizadas, un trozo tras otro. El resultado, en el mejor de los
casos, es una reacción demorada; o una reacción errónea. Ni el instinto ni la intuición analizan a un hombre o a una situación trozo tras
trozo; sino que los captan en su totalidad y de inmediato. Los ven en
su totalidad y como identificados con una o varias cualidades, lo
cual determina una reacción correcta.
Incluso en la actualidad, el indio norteamericano reacciona habitualmente de inmediato ante una persona con la que nunca se encontró. La voz de esta persona, o la calidad de su silencio, o algo indescriptible llega a ser para el indio un símbolo claro de la personalidad
real de aquélla (o sea, de su totalidad). Y, consiguientemente, actúa
con verdadero juicio, sobre la base de su intuición. Por el contrario,
93
el hombre blanco habitualmente no se encuentra con un extraño
como un "todo" que se encuentra con un "todo", intuitivamente, sino
que empieza a analizar este o aquel rasgo o característica. Y al ver
partes más o menos inconexas, en vez de un símbolo total significativo de las cualidades, reacciona frecuentemente ante el extraño de
un modo que resulta equivocado.
La intuición es, pues, la facultad que permite leer a cada "todo"
como un símbolo de una cualidad básica de la vida. Esto significa
realmente ver al alma en cada cosa, a la totalidad (a la cualidad) en
cada "todo". A través de sus instintos, el animal vive en un mundo
de símbolos captados inconscientemente, que obliga a sus funciones
biológicas a reaccionar en perfectos patrones de conducta. El hombre totalmente intuitivo vive en un mundo de símbolos percibidos
conscientemente, en un mundo de almas, lleno de significado. La
combinación de todos estos símbolos a cada momento constituye
otro símbolo, el símbolo-semilla del momento. Este símbolo-semilla
revela la cualidad significativa del alma de ese hombre como se ve
revelada en la realización del momento.
Hablando cósmicamente, cada momento del universo puede
captarse, pues, como un símbolo cósmico que revela la cualidad del
momento, y el alma del Cosmos, –llámeselo Dios, si se lo desea–.
Cada momento así captado, sin embargo, es ese momento en relación con el perceptor en la Tierra, y el límite, para el "todo" de la
humanidad.
Como vimos que cada momento es un nacimiento de innumerables "todos", se desprende que, por ley de herencia cósmica, la cualidad de ese momento determina la cualidad básica de los "todos" de
ella salidos. Y como la revolución ordenada de los cuerpos celestes
es el gran símbolo del orden natural y cósmico, se desprende que el
patrón creado por estos cuerpos celestes en cualquier momento puede tomarse como el símbolo radical de la totalidad (existencia independiente y destino) de cada "todo" nacido en ese momento. La cualidad revelada por ese símbolo radical es la cualidad de estos "todos". Pero el símbolo radical (el mapa natal astrológico) debe considerarse como un "todo" y a través de la facultad de la intuición. Para
94
el intelecto analítico es en vano captar símbolos holísticos, y si el
mapa natal significa algo vital y real, sólo podrá serlo como un símbolo; por tanto, como una configuración total, como un "todo". La
totalidad del patrón celeste al nacer y la totalidad de la existencia
independiente y del destino del nativo son idénticas; y ambas son
expresiones de la totalidad del momento. En la lógica intelectual
tenemos la fórmula: Si A = B, y B = C, entonces A = C. Sin embargo, la lógica holística da al símbolo = un significado diferente al de
la lógica intelectual; por así decirlo, le da un significado genético.
Debemos añadir ahora que las revoluciones del Sol, los planetas
y las estrellas no sólo son material que pueda usarse como símbolos
para una revelación intuitiva del alma del momento. Teóricamente,
todo puede servir como base del simbolismo, con tal que: 1) el intérprete sea capaz de encontrarse con cada situación simbólica como
un "todo" con la totalidad de su propia personalidad independiente,
de este modo, con la intuición plenamente desarrollada; 2) esta intuición, si se la ha de comunicar, opere según los principios de la
"lógica holística"; principios que pueden describirse brevemente
como de coherencia funcional.
Es aquí donde el intelecto encuentra su sitio adecuado. En la
conducta instintiva, la "coherencia funcional" es inconsciente y biológica. Por ejemplo, ciertos movimientos y actitudes en el cortejo
propio de los animales son símbolos del impulso biológico que conduce al apareamiento. Pero el animal no puede dejar de interpretar
correctamente, o sea, con lógica holística, el significado de estos
movimientos y actitudes. Su instinto sabe con certeza qué significan
la danza del macho o el vuelo de la hembra en términos de la función biológica de propagación. Su interpretación inconsciente e
inequívoca es "funcionalmente coherente" porque la "mente" que
efectúa la interpretación es absolutamente una sola con el principio
vital, con la totalidad del momento. La primavera, como momento
del apareamiento, obliga absolutamente a la interpretación, por parte
del animal, de los símbolos de la danza del apareamiento. El animal
realiza perfectamente el momento. El alma del momento y el yo del
animal son idénticos en su significado. Por lo tanto, la interpretación, inconsciente e instintiva, no puede ser falsa.
95
Pero el problema es más complejo con los intentos del hombre
por obtener una captación intuitiva de su personalidad y destino
individuales a cada momento; porque tal captación tiene que hallar
su base en la mente consciente. Y la mente consciente (o la función
pensante) al principio no funciona sobre los "todos" sino sobre las
partes. El acto de pensar se desarrolla a partir de sensaciones, que
son aisladas y separativas. Racionaliza sensaciones o asociaciones
de sensaciones; y a menos que una facultad nueva redinamice a la
mente; se ocupa primero de valores espaciales y valores formales,
más que de valores temporales y principios holísticos. Ocuparse de
lo primero requiere la colaboración de los sentimientos que, como
veremos en un capítulo posterior, reaccionan naturalmente ante las
situaciones totales.
La unión de las reacciones de los "todos" ante los sentimientos,
y de la lógica de los pensamientos, conduce a la mente hacia una
nueva actitud o polarización. Entonces, empieza a funcionar en términos más bien de "todos" que de partes; en términos de evaluaciones psicológicas más que en términos de conceptos intelectuales
físicos. Se torna más bien holística que mecanicista. Cesa de estar
atada a los objetos materiales y a la tarea de enumerarlos y clasificarlos mediante sus características espaciales. Se vuelve hacia adentro, luego de haber alcanzado esta liberación, y empieza a "sentir" la
fuerza viva del momento. Entonces, la totalidad del momento empieza a hablar; y tales expresiones son símbolos.
No importa si tales símbolos son sueños, visiones místicas,
agüeros o "rúbricas" ocultas, o cualquiera de las formas de interpretación de la vida e incluso adivinación que se usaron durante miles
de años. La cuestión es que todos los encuentros con la vida están
dotados de significado. El hombre pasa a ser, pues, Intérprete y Vidente. Vive en un mundo de almas, en un mundo de "todos" significativos, porque la totalidad, o el holismo, opera a través de su consciencia. En el animal, la totalidad opera a través del organismo fisiológico. En el hombre de mente repolarizada, la totalidad opera en el
nivel psico-mental; por lo tanto, conscientemente. Cuando la operación se perfecciona, hay en las interpretaciones intuitivas de los
símbolos del momento la misma certidumbre que existe en los ins96
tintos biológicos; una certidumbre que el intelecto sólo puede conocer en la lógica y en la matemática pura: la certidumbre de una tautología; una certidumbre que proviene de una Identidad evidente. El
animal interpreta con certidumbre la danza del apareamiento porque
se identificó con el impulso de apareamiento dentro del momento.
Sólo que no lo sabe. La intuición perfecta es también el resultado de
una identificación (de "simpatía" absoluta, como escribió Bergson)
entre el "todo" individual perceptor y la situación total percibida.
Esta identificación ocurre dentro del momento, a cuya energía creadora de "todos" el individuo está ahora plenamente abierto.
A semejante hombre intuitivo perfeccionado no le es necesario
sistema particular alguno; y la astrología no es de valor especial.
Pero no puede comunicar sus intuiciones a los demás. La comunicación necesita un sistema de interpretación; un conjunto de símbolos
que puedan servir como "puentes" espaciales-mentales entre la totalidad del momento y todos los perceptores. Por tanto, necesita un
lenguaje. La astrología es tal lenguaje, así como la serie de hexagramas del I Ching chino es tal lenguaje. Y es en la formación y uso
de tal lenguaje que entra en actividad lo que llamamos lógica holística y principio fundamental de coherencia funcional.
La verdadera base de la astrología es semejante lógica holística;
y como ya se dijo, no es una recopilación de datos o estadísticas,
aunque estas últimas puedan tener gran valor al ayudar a hacer que
las interpretaciones abstractas sean más concretas y precisas. Esta
lógica holística, basada en la percepción de la totalidad del material
usado como elementos simbólicos, y en la de su coherencia funcional, es, para el hombre verdaderamente intuitivo, tan lógica como la
lógica intelectual. Pero no es tan rígida y fija, al menos en apariencia, porque es creativa. Es una función de la vida evolutiva cotidiana. Como la lógica de los instintos, se adapta a nuevas situaciones y
a nuevos niveles del ser. Es proteica, pero de un modo misterioso es
inherente, sin cambiar en su esencia, a todas las variedades de formulaciones.
97
La base del simbolismo astrológico
Estos pensamientos poco comunes pueden ser más claros cuando indiquemos brevemente la manera con que puede llegarse al simbolismo astrológico.
El problema del simbolismo astrológico es el de identificar correctamente (o sea, significativamente) el orden manifiesto en los
ciclos de los cuerpos celestes en relación con el observador que está
en tierra, y el orden que habitualmente no está manifiesto en la naturaleza humana y en la vida humana, pero que el hombre anhela psicológicamente; y que se convierte en una realidad interior concreta
para el individuo espiritualmente despierto. El hombre que está enredado en la continua guerra de los elementos primordiales y naturales no halla en la vida sino caos y azar, cuyo resultado es el temor.
El hombre que ve estos elementos como partes funcionales de un
"todo" cósmico, armonizado por leyes, exteriormente complejas
pero inherentemente simples, de "coherencia funcional", vence al
temor. Tras concebir y comprender al universo como un "todo", a su
vida como un "todo", a su psiquis y su cuerpo como un "todo", él es
capaz, en última instancia, de identificarse con la totalidad de estos
"todos"; y de mantenerse en la relación abstracta y "misteriosa" de
la totalidad con el "todo". Esto no significa quedarse fuera de la
naturaleza del "todo", o encima de ésta. No significa exactamente lo
que, considerando nuestra naturaleza y nuestro destino, se llama
objetivamente. Significa retener una posición o un estado constante
de equilibrio en el "centro de gravedad" de esta naturaleza del "todo" y de este destino. Significa no ser sacado del equilibrio por (o
sea, no involucrarse en) la intensificación de ninguna parte funcional de este "todo". No significa apartarse de tal función intensificada.
Aquí bien puede referirse al concepto científico de "energía"
que se determina en términos de aceleración del impulso, más que
en términos de una "fuerza" misteriosa que reside en el objeto. De
modo parecido, la energía psíquica es producida por la intensificación de una función psíquico-orgánica; por el hecho de que la "cualidad" que representa aumenta de tal modo su significación en rela98
ción con el equilibrio orgánico íntegro que se convierte en un factor
dominante en la consciencia. Por ejemplo, la función de sentir puede
asumir tal valor abrumador que la consciencia esté casi enteramente
llena con un sentimiento de odio. En tal caso, el yo, el "YO SOY",
habitualmente se involucra, sacado, por este odio, del centro psíquico de gravedad. Y todo el ser grita: "Yo odio", lo cual significa: "Yo
soy odio".
El hombre que permanece equilibrado puede sentir que surge el
odio pero no dirá: "Yo soy odio", sino: "En mi "todo", hay una intensificación del odio". A causa de eso, no se amputará de la función
de sentir, pues eso sería una autoamputación. Pero, por decirlo así,
dirigirá todas sus otras funciones y equilibrará con ellas la intensificada función de sentir. Si logra hacer esto, él, el yo y la totalidad del
"todo", retendrá su posición de equilibrio en el centro de gravedad
de su naturaleza del "todo". Así se las habrá arreglado para que no
lo arrastre de este centro de gravedad la energía generada por la intensificación (la "aceleración") de una de sus funciones parciales,
pero sin apartarse de esta función y aceptar así una mutilación.
Es muy probable que uno no pueda hablar de "energía psíquica"
a menos que, por lo tanto, se intensifiquen una o más funciones. El
yo poderoso depende, para su fuerza, de tal intensificación; y, por
tanto, su equilibrio es siempre inestable y dinámico. Hay un aumento y una disminución constantes y alternados de la intensidad de
todas las funciones. Pero el yo permanece siempre en el centro de
gravedad del "todo", actuando sobre las partes cuyas relaciones son
constantemente alteradas, pero cuyo equilibrio total nunca se pierde.
La armonía de la naturaleza del "todo" puede describirse, por
tanto, en términos de relación dinámica entre las partes. El hombre
como un "todo" es una relación compleja y dinámica entre partes
funcionales. Por tanto, de hecho, es cada "todo" orgánico. Por ello,
en cada "todo" orgánico hay un orden dinámico que puede establecerse en términos de ciclos de intensificación e inhibición alternadas
de la función. Pero tal cuadro puede relacionarse fácilmente con el
del sistema solar como un "todo", si la intensificación de la función
se conecta con varios conjuntos de características derivadas de los
99
diversos tipos de relaciones planetarias (relaciones de posición en el
espacio, de distancia respecto del Sol, de masa, de velocidad, de
etapa de evolución cósmica, etc.)
La cuestión importante que hay que comprender es que estas conexiones simbólicas deben basarse siempre en una interpretación
de los dos "todos" relacionados, que es funcionalmente coherente y
se basa en hechos concretos e incontrovertibles de la experiencia.
En otras palabras, cualquier correlación establecida, por ejemplo,
entre Saturno y una función psicológica particular, debe derivar de
una interpretación coherente de: 1) el sistema solar como un "todo";
2) la psiquis humana como un "todo". Si se establece un principio de
correlación que da a un planeta una significación simbólica en términos de su distancia respecto del Sol, entonces todos los planetas
deberán recibir, del mismo modo, su significación simbólica respectiva. Si se toma una actitud estrictamente geocéntrica, entonces todas las interpretaciones simbólicas deberán derivar de aquélla. Jamás debe existir mezcla alguna de los planos de interpretación. Muchos de esos planos de interpretación pueden usarse sucesivamente,
cada uno en relación con un correspondiente nivel del ser. Pero no
debe haber confusión alguna entre los tipos de datos concretos usados como base para los diversos conjuntos de interpretación. Cada
conjunto de Interpretación debe usar su propio tipo de datos concretos, y este exclusivamente.
El siguiente puede tomarse como un ejemplo muy significativo:
en épocas arcaicas, la experiencia concreta y significativa de los
hombres sobre los cuerpos celestes era sólo en términos de la luz
que estos daban. Los datos concretos a disposición de los astrólogos
eran que el Sol era, en toda apariencia, la fuente de vida, lo mismo
que de luz y calor. La vida del hombre se dividía en períodos con
experiencia de Sol (días) y períodos sin experiencia de Sol (noches).
Las noches de la selva están llenas de temores, tragedias y muertes.
De inmediato la vida quedó sujeta a dos interpretaciones, que dependían de la presencia o la ausencia del Sol y de su luz. Luego, en
los climas templados, pronto debió haberse observado que las estaciones y los correspondientes cambios de la vegetación y de las características biológicas de los animales y de los hombres estaban
100
todos correlacionados y eran funciones de los diversos ángulos en
los que los rayos solares daban sobre la tierra, ángulos estos que
parecían regular la intensidad de la luz y del calor, lo mismo que la
relación aún más evidente entre las longitudes de los días y las noches; por lo tanto, los cuatro puntos básicos del cambio solar, los
equinoccios y los solsticios.
A la Luna se la experimentaba como una misteriosa compañera
del Sol al dar luz. También presumiblemente se advirtió muy pronto
que sus ciclos correspondían al del cambio fisiológico en las mujeres, etc. A partir de estos y otros datos concretos y significativos
conexos, correspondientes a la experiencia, la Luna asumió un significado simbólico muy definido. A todos los cuerpos celestes se los
vio como puntos exactos de luz, y se los llamó "estrellas"; pero algunos retienen una relación constante entre sí, y se los llamó "estrellas fijas". Su relación constante, o sea, los patrones que ellos crearon en la oscuridad del espacio, estuvieron dotados de significación
precisamente porque, casi exclusivamente de todas las cosas de la
naturaleza, ellas se mantenían constantes. Por lo tanto, se convirtieron en cualidades de vida constantes, de Ideas de organización o
Arquetipos – como constelaciones.
A las estrellas que, como el Sol y la Luna, cambiaban su posición periódicamente con referencia a las constelaciones, se las llamó
"planetas". Actuaban como el Sol, con respecto a su movimiento
periódico; pero sólo emitían una pequeñita cantidad de luz. En consecuencia, de modo natural y lógico, adquirieron el significado de
"séquito del Sol". Como tales recibieron atributos simbolizados por
la intensidad de su luz, por la distancia promedio que conservaban
respecto del Sol, y por la manera en que aparecían. Por ejemplo,
Venus, que era la estrella del anochecer y la estrella del amanecer a
la vez, recibía un doble significado. Desde otro punto de vista, el
color de las estrellas fijas y de los planetas servía para convertirlos
en símbolos de cualidades: como el color rojo de Marte y Antares,
etc.
Todos estos hechos eran datos de la experiencia, concretos y
significativos. El hombre intuitivo, al contemplar a los cielos como
101
un "todo" cósmico, distribuía significados a sus partes componentes
en términos de hechos experimentados. Cada parte pasaba a ser el
vehículo de una función orgánica dentro del "todo" cósmico de los
cielos, arriba y abajo. Desde luego, todos estos hechos experimentados se basaban en una interpretación geocéntrica del cosmos. El Sol
simbolizaba la función más importante: la de ser la fuente misma de
la fuerza de vida, no porque era el centro del sistema solar (una noción incongruente con el punto de vista geocéntrico), sino porque
era la fuente de luz y de calor, y el ciclo de la vida sobre la Tierra
parecía seguir exactamente su ciclo de cambio. La Luna no tenía
entonces significación como el satélite de la Tierra, porque eso también era enteramente impropio en un sistema geocéntrico. Además,
los planetas como Urano y Neptuno, imperceptibles para el ojo, difícilmente podían entrar en semejante sistema basado en la experiencia real.
No obstante, en la astrología moderna, los puntos de vista geocéntricos y heliocéntricos están irremediablemente mezclados, y se
pierde de vista la base del simbolismo. El resultado es una completa
confusión filosófica. Subsiste la mayoría de los conceptos de la astrología geocéntrica; al Sol y a la Luna se los llama las "luminarias";
el término "estrellas fijas" se usa sin razones válidas, y estas estrellas fijas reciben un significado arcaico en términos del viejo concepto geocéntrico de la "constelación".
Si deseamos usar una base heliocéntrica para nuestro simbolismo astrológico, entonces, deberán irse por la borda muchos conceptos, frases y denominaciones tradicionales de la antigua astrología
geocéntrica, pues son ilógicos en términos de nuestro conocimiento
heliocéntrico. Sin embargo, lo que complica las cosas es, desde luego, que no experimentamos, concreta y sensoriamente, el hecho de
que el Sol es el centro de un sistema del que la Tierra es sólo un
planeta. Al menos, la mayoría de nosotros no lo experimenta. Los
científicos que efectúan experimentos para probar el sistema heliocéntrico tal vez estén cerca de experimentarlo; pero los mortales
corrientes lo dan por supuesto sobre meras bases intelectuales. Sólo
una pequeña minoría entre los hombres está bastante desarrollada
intelectualmente para decirse que experimenta mentalmente los he102
chos del sistema heliocéntrico.9
Por lo tanto, nos encontramos frente a dos tipos definidos de interpretación del cosmos, cada uno de los cuales puede tomarse como
base de simbolismo. Si deseamos usar ambos, deberemos tener cuidado de usarlos separadamente, haciendo corresponder a cada uno
con un distinto nivel de la consciencia humana – digamos, el nivel
vitalista y el nivel mental (o ideal, o abstracto). Cuán diferentes serán los resultados obtenidos cambiando nuestra base del simbolismo
se verá fácilmente cuando saquemos conclusiones lógicas (o sea,
holísticamente lógicas) de los datos derivados del punto de vista
heliocéntrico. Tales datos, digámoslo de una vez, tienen poquísimo
que ver con lo que algunas personas hoy llaman "astrología heliocéntrica". Con el punto de vista geocéntrico no significamos lo que
relaciona a todos los movimientos celestes con un observador de la
Tierra, pues, en todos los casos, evidentemente, deberemos hacer
esa misma cosa. Significamos la actitud que interpreta a los fenómenos celestes en términos de sus apariencias sensorias reales. El
punto de vista heliocéntrico es el de la astronomía científica moderna, que interpreta los movimientos aparentes de los cuerpos celestes
de acuerdo con una teoría probada por la experimentación científica,
o sea, de acuerdo con un tipo intelectual de conocimiento.
Desde el punto de vista heliocéntrico, el sistema solar ha de
considerarse, evidentemente, como un "todo", y no existe la más
remota posibilidad de que la estrella más cercana pertenezca al "todo" del sistema. En otras palabras, el sistema solar aparece como
una unidad cerrada; siendo los cometas los únicos vínculos entre él
y el mundo exterior. Este "todo" cósmico, el sistema solar, es también, aparentemente, una parte de algún "todo" cósmico mayor, que
es la Vía Láctea de nuestra galaxia, o un fragmento de esta galaxia,
o un grupo de tales galaxias, estando esta cuestión todavía más o
menos en duda, sobre bases estrictamente científicas (hasta donde
sabemos). Sea esto como fuere tenemos un conocimiento algo preciso del sistema solar como probablemente muy remotos); y ese conoEsto fue escrito en 1935, antes de que comenzara la exploración del espacio
alrededor de la Tierra. (El Editor).
103
9
cimiento debe ser la base de nuestro simbolismo. No deben conservarse elementos extraños, como se colegiría de un punto de vista
puramente geocéntrico.
El Sol, como el centro del sistema y la fuente de todos los planetas, ha de considerarse evidentemente como el origen de la vida,
la fuente principal de la fuerza vital. "Sabemos" científicamente que
nosotros, la Tierra y sus habitantes, giramos alrededor de él. Estamos subordinados a él, y su fuerza (gravitacional u otra) es la causa
de nuestro movimiento cíclico, como consecuencia del cual estamos
obligados a ver al universo desde una serie de puntos de vista sucesivos. Esta serie de puntos de vista constituye la realidad (o la consciencia) psicológica de lo que la ciencia física llama la órbita de la
Tierra. Esta órbita, como una serie constante de puntos de vista, es
lo que nosotros, en el simbolismo heliocéntrico, llamamos el zodíaco. En tal simbolismo, las constelaciones carecen enteramente de
sentido en sí mismas. "Sabemos" científicamente que no corresponden a nada real. La distancia de las estrellas es tal que difícilmente
pueden tener significado alguno para nosotros, salvo en lo que concierne a la galaxia a la cual nuestro sistema solar pertenece. Pero las
antiguas constelaciones nada tienen que ver con nuestra galaxia. En
el mejor de los casos, pueden simbolizar los diversos puntos de vista
que obtenemos de nuestras sucesivas estaciones orbitales en nuestra
revolución anual alrededor del Sol. Para ser más exactos, simbolizan
vistas del espacio universal que la Tierra y el hombre experimentan
como resultado de su relación siempre cambiante con el Sol. Son
símbolos del espacio creados por la revolución de la Tierra alrededor del Sol.
Los planetas del sistema solar tienen significado, en la simbología heliocéntrica, en términos de su relación de posición, distancia,
masa, velocidad, densidad, etc., con la Tierra y el Sol. En primer
lugar, se los ha de dividir en planetas interiores y planetas exteriores
de la órbita terrestre. Como esta órbita introduce, desde luego en lo
que concierne a nosotros, una línea divisoria entre lo interno y lo
externo, podemos esperar una especie de equilibrio o simetría entre
los planetas internos y externos. Por tanto, asociamos a Venus y
Marte, Mercurio y Júpiter, y, en un sentido algo diferente, al Sol y
104
Saturno. Puede ser que haya realmente un planeta Vulcano intramercurial, que debería asociarse con Saturno; en cuyo caso, tendría
necesariamente una parte de la significación que ahora se da al Sol.
A Vulcano también se lo puede entender como la fotósfera del Sol,
pues la fotósfera, en lógica simbólica, equilibraría muy exactamente
a Saturno. El interior del Sol equilibraría simbólicamente a todos los
planetas que pudieran hallarse fuera de la órbita de Saturno.
A la Luna, como el único satélite de la Tierra, se la pondría en
una interesante posición. ¡Tal vez el simbolismo bíblico de la creación de Eva a partir de la costilla de Adán pueda ayudarnos a comprender su significado! Además de los planetas, todos los otros símbolos usados en astrología, desde este verdadero punto de vista heliocéntrico, han de interpretarse también de acuerdo con los hechos
de la teoría heliocéntrica. La revolución de la Tierra sobre su eje
crea el horizonte siempre cambiante; este eje crea un Polo Norte,
una Estrella Polar, y otros puntos de interés. Los símbolos se combinan con símbolos, para dar símbolos de "segundo grado”, por decirlo así, y así sucesivamente, ad infinitum teóricamente. Pero cualquier símbolo cuyo significado no esté justificado, sobre la base de
la lógica holística, mediante los datos concretos que ella sintetiza,
deberá desecharse como impropio.
Esta impropiedad nada tiene que ver con las estadísticas y las tablas de casos que "prueban o refutan" el significado del símbolo. Se
apoya en una base lógica, aunque no sea la lógica del análisis intelectual y matemático. La persona verdaderamente intuitiva reconocerá lo absoluto de esta lógica por la evidencia interna. Pero son
pocos los hombres que, en la actualidad, poseen semejante facultad
perfectamente desarrollada: la facultad de la percepción holística, la
fuerza para identificarse con la totalidad de los "todos", y revelar el
significado de estos "todos" en términos de símbolos verdaderos y
precisos. Por supuesto, los grandes artistas creadores tienen semejante facultad, pero sólo desarrollada en cierta dirección. Cuando el
artista creativo empieza a crear con la vida, entonces empieza a
vivir en un mundo de significado incesante y ubicuo, pues, por decirlo así, "está conectado con el momento". Entonces, sus experiencias se arraigan en el significado universal, en las imágenes mismas
105
del momento. Pletóricos con la fuerza de la vida misma, tales Artistas Creativos fueron Buddha, Lao-Tse y Jesús.
106
II
LA ASTROLOGÍA Y LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA
El principio sincronístico
C.G. Jung formuló estas significativas declaraciones en un discurso que pronunció en Munich, el 10 de mayo de 1930, en memoria de Richard Wilhelm, gran representante de la sabiduría china e
iniciado en la psicología del Yoga chino:10
"Para mí, el logro máximo de Wilhelm es la traducción del I Ching y
su comentario ... Esta obra encarna, tal vez como ninguna otra, el
espíritu de la cultura china. Las mejores mentes de la China colaboraron en ella y contribuyeron a ella durante miles de años. A pesar de
su antigüedad fabulosa, jamás envejeció y vive y todavía está en actividad, al menos para quienes entienden su significado ... Alguien
como yo, que ha tenido la extraordinaria buena suerte de experimentar en un intercambio espiritual con Wilhelm el poder adivinatorio del
I Ching, no puede permanecer por largo tiempo ignorante del hecho
de que aquí hemos tocado un punto de Arquímedes a partir del cual
nuestra actitud mental occidental puede ser sacudida hasta sus cimientos.
"... La función sobre la cual se basa el uso del I Ching, si puedo expresarme así, está aparentemente en aguda contradicción con nuestro modo occidental, científicamente causal, Weltanschauung (cosmovisión). En otras palabras, es extremadamente incientífico, de hecho
tabú, y, por lo tanto, fuera del alcance de nuestro juicio científico, e
incomprensible para este.
"Hace algunos años, el entonces presidente de la Sociedad Antropológica Británica me preguntó cómo podría yo explicar el hecho de que
gente tan elevadamente intelectual como la china no hubiera producido ciencia. Le repliqué que esta debía ser realmente una "ilusión ópReproducido en el libro El Secreto de la Flor de Oro, traducción del chino por
Richard Wilhelm, con comentario de C.G. Jung.
107
10
tica", porque los chinos tenían ciertamente una ciencia cuya "obra estándar" era el I Ching, pero que el principio de esta ciencia, como
tantas otras cosas de la China, era completamente diferente de nuestro principio científico.
"La ciencia del I Ching no se basa en el principio de la causalidad,
sino en un principio (hasta ahora innominado porque entre nosotros
no se lo encuentra) al que llamé tentativamente el principio sincronístico. Mi ocupación con la psicología del inconsciente me exigió hace
mucho tiempo que yo buscara otro principio explicativo, porque el
principio de la causalidad me parecía inadecuado para explicar ciertos
fenómenos notables de la psicología del inconsciente. Así, descubrí
que hay paralelismos psíquicos que no pueden relacionarse causalmente entre sí, sino que deben conectarse a través de otra secuencia
de hechos. Esta conexión me parecía esencialmente provista en el
hecho de la simultaneidad relativa, de allí la expresión "sincronística".
Realmente parece como si el tiempo, lejos de ser una abstracción, es
un continuum concreto que contiene cualidades o condiciones básicas
que se manifiestan simultáneamente en varios lugares de un modo
que los paralelismos causales no explicarán, como por ejemplo, en
casos de aparición coincidente de pensamientos, símbolos o condiciones psíquicas idénticos. Otro ejemplo sería la simultaneidad de los períodos chino y europeo de estilo, un hecho señalado por Wilhelm."
Esta es la expresión misma de las ideas básicas que formulamos
en nuestro capítulo anterior. El tiempo como un "continuum concreto" es lo que Bergson llama "duración real". El hecho de que contenga "cualidades o condiciones básicas" que se exterioricen en
ideas, culturas y condiciones psíquicas (individuales o colectivas) es
prueba de la fuerza generativa del momento. Cada momento es un
"todo" que engendra "todos" concretos. Cada momento ha de considerarse, además, como el ciclo de la unidad, o la unidad temporal,
tal como el quantum o el fotón es la unidad de liberación de la energía. La energía es puesta en libertad por los fotones. El significado o
la existencia independiente son revelados por los momentos. El
tiempo es la matriz de las almas; tal como la "Luz" (en el sentido
más general de la palabra) es la matriz de todas las energías físicas.
Como diría el ocultista hindú, Daivi prakriti (o sea, la Luz del Logos) es la fuente de todas las energías (o shakti). Todas las energías
de la Tierra pueden rastrearse hacia el origen paterno de éstas, el
108
Sol, cuyas radiaciones totales se describen generalmente con el término Luz.
Por lo tanto, en un sentido tenemos un dualismo de Luz y Tiempo, de fotones y momentos. Estos dos elementos, a los que deberíamos añadir el Espacio, son el cimiento de la astrología, que puede
basarse en el énfasis de uno u otro de ellos. La Luz y el Tiempo son
simbolizados por la fotósfera del Sol (¿Vulcano?) y Saturno, que,
como ya vimos, se equilibran uno al otro en uno u otro lado de la
Tierra, en el sistema solar. Sin entrar en prolongadas disquisiciones
metafísicas podemos expresar, sin embargo, que aquí la Luz es la
emanación de la totalidad del "todo" (teóricamente, de cualquier
"todo" perfectamente integrado; por lo tanto, la "luz" emanó, si la
tradición es correcta, por la existencia misma de grandes santos y
místicos). Por otra parte, el Tiempo es la cualidad significativa de
cada "todo"; o sea, la característica definitoria del "todo".
Cada "todo" como un "todo" irradia teóricamente Luz (algún
grado o tipo de ésta, no necesariamente, por supuesto, lo que habitualmente llamamos "luz", y que es la radiación de ese todo cósmico: el Sol). Cada "todo" como un "todo" representa o simboliza una
cualidad que es la manifestación de un momento particular del
Tiempo. El Tiempo genera particularidades; y cada "todo", como ya
vimos, debe necesariamente definirse y limitarse. Es, pues, una particularidad. La Luz es la manifestación de la totalidad de estas particularidades. Al fotón se lo describe con la fórmula hv, en la que la
letra v representa la particularidad (la velocidad o la frecuencia particular, o la "nota clave" del "todo"), y la h simboliza universalidad
(el hecho universal de la totalidad exteriorizada como Luz; "totalidad operativa").11
11
El espacio es la base matemática abstracta de referencia para medir la relación
del "todo" con el "todo" dentro del "Todo" universal. Esta relación opera a través
del intercambio de la "Luz", o de energías, y, por lo tanto, es medible en términos
de la velocidad de la luz, como en la ciencia moderna. El espacio, en un sentido,
es "creado", pues, por la Luz. Después veremos que corresponde a lo colectivo; el
Tiempo, a lo individual. El espacio es el sistema para que la totalidad esté en
actividad, el campo creado por la exteriorización, como Luz, de la totalidad. En
otras palabras, la Totalidad se exterioriza como Luz. El Tiempo se exterioriza
109
Podríamos decir que cualquier ciclo, como un quantum de duración, es también definible por la fórmula hv, en la que h representa a
la potencia universal del Tiempo (o sea, a la Fuerza Creadora universal, o Dios), y v al valor particular de la duración del ciclo. Tal
como no hay liberación de energía salvo mediante quanta totales, de
igual modo no hay progreso en la personalidad independiente o en la
totalidad, salvo a través de ciclos totales. La existencia independiente progresa de un ciclo a otro, y sólo a través del cumplimiento perfecto de estos ciclos (ya sea que duren un minuto o un eón). Quien
no cumple el más pequeño momento, nunca podrá cumplir el ciclo
mayor: doctrina esta que está implícita en la última parte de los aforismos de Patanjali sobre Yoga.
Esta es filosofía holística y astrológica; pues la astrología no
tiene valor real a menos que nos permita más plena y significativamente vivir el momento, o cualquier ciclo durante el cual progresamos. Vivir plenamente cada momento es encontrar en cada momento Luz, y ser iluminado por esta Luz. La oscuridad es siempre el
resultado del incumplimiento. Los momentos o ciclos incumplidos
proyectan su sombra sobre los momentos futuros: esto es karma, o
lo que antes llamamos "tiempo negativo”, tiempo no iluminado.
La existencia independiente progresa mediante el cumplimiento
de los momentos; y cada momento o cada ciclo nos presenta una
nueva cualidad que ha de cumplirse. Cada nacimiento es, por lo tanto, para el "todo" universal, un problema de cumplimiento. El "todo"
encuentra en cada nacimiento una cualidad, un nuevo dharma (en
terminología hindú) que ha de cumplirse. Es no sólo que "cuanto
nazca o se haga en este momento del tiempo, tiene las cualidades de
este momento del tiempo" (Jung, op. cit., pág. 143) sino que cada
momento crea para cada "todo" el deber de cumplir la cualidad del
momento. Este principio tiene un significado tanto explicativo como
dirigido a un fin. Y esto le aporta un valor psicológico cada vez mayor. Como después veremos, la función de la astrología no es decirnos qué ocurrirá, o más bien qué puede ocurrir en el futuro, sino qué
como Espacio. Por tanto, las relaciones espaciales de los cuerpos celestes son
exteriorizaciones o símbolos de las cualidades de momentos y ciclos.
110
significado hay en cada momento o ciclo vivido o a punto de ser
vivido. Revela la cualidad de momentos particulares y de los ciclos
mayores arraigados en esos momentos.
Aparentemente, esto se entiende bien con lo que dijo C.G. Jung
en el mismo discurso recordatorio:
"La astrología sería un ejemplo, en gran escala de sincronismo, si tuviera a su disposición descubrimientos completamente comprobados
.... En cuanto a que hay algunas deducciones astrológicas realmente
correctas, ellas no se deben a los efectos de las constelaciones, sino a
nuestros caracteres temporales hipotéticos. En otras palabras, cuanto
nazca o se haga en este momento, tiene las cualidades de este momento del tiempo.
"Esta es también la fórmula fundamental para usar el I Ching. Como
es sabido, uno obtiene conocimiento del hexagrama que caracteriza
el momento mediante un método en el que se manejan varitas de milenrama, o monedas, método este que depende del más puro azar.
Tal como es el momento, así caen las varitas rúnicas...
"El tipo de pensamiento construido sobre el principio sincronístico,
que alcanza su punto elevado en el I Ching, es la expresión más pura
del pensamiento chino en general. Entre nosotros, este pensamiento
ha estado ausente de la filosofía desde la época de Heráclito, y sólo
reaparece como un débil eco en Leibnitz. Sin embargo, en el interín,
no se extinguió sino que continuó viviendo en el crepúsculo de la especulación astrológica, y hoy en día sigue estando en el mismo nivel."12
12
En este y en otros párrafos no citados, Jung no da un cuadro completamente
correcto de la base del simbolismo del I Ching. Los hexagramas chinos se basan
en una fórmula cósmica de cambio. Del Principio Desconocido surgen dos principios, el Yang y el Yin, lo positivo y lo negativo, lo expansivo y lo contractivo; y a
todos los ciclos se los considera como los símbolos temporales de la interacción
de estos dos principios. Se relacionan particularmente con los ciclos del año: Yang
domina al solsticio del verano, y Yin, al solsticio de invierno. A Yang se lo representa con una línea recta, y a Yin con una línea partida en dos. Los hexagramas
constituyen las 64 combinaciones posibles, efectuadas mediante la séxtupla superposición de estas líneas. Por tanto, cada una se refiere a una sección del ciclo
anual, y tiene un símbolo con un significado según los términos de esa sección.
Por ello, cada hexagrama es una especie de signo zodiacal, o punto de vista cósmico, medido sobre la circunferencia de la órbita de la Tierra. Los símbolos mis111
La astrología y su aplicación a la psicología
Para nosotros, el gran valor de las citas anteriores es el hecho de
que provienen del psicólogo probablemente más grande de nuestra
época. El hecho es realmente significativo si el doctor Jung, primero
científico y psiquiatra profesional, luego discípulo de Freud y, finalmente, representante de sus propios descubrimientos e interpretaciones como fundador de la escuela de psicología analítica de Zurich, descubrió este principio "sincronístico" como resultado de su
práctica psicológica, pues eso muestra que si bien el causalismo y el
mecanicismo resultaron valiosísimos en el estudio de los fenómenos
físicos, no lograron explicar muchos fenómenos de los más característicos entre los de tipo psicológico. Por lo tanto, en un sentido, la
tesis de Bergson está justificada. Los valores espaciales se refieren a
la materia; pero todo lo psicológico necesita, para explicarse, valores que se basen en el tiempo – en el tiempo real que dura. Por tanto,
el principio sincronístico encaja en el cuadro psicológico, pues representa una evaluación del tiempo. Se basa en la potencia formativa del momento. Por ello, la astrología y la psicología están íntimamente vinculadas. De hecho, el doctor Jung dice:
"La astrología tiene asegurado el reconocimiento por parte de la psicología, sin ulteriores restricciones, porque la astrología representa la
suma de todo el conocimiento psicológico de la antigüedad." (op.cit.,
pág. 143)
Aunque esta afirmación es indudablemente importante y valiosa, sin embargo debemos decir que implica un concepto acerca de la
naturaleza de la astrología que, como hemos mostrado, es, hablando
estrictamente, incorrecto. La astrología, hasta como tradicionalmente la transmitió Ptolomeo, no es la suma de la psicología antigua.
Primero, porque se refiere a muchas cosas además de la psicología,
mos fueron apuntados, aparentemente por King Wen entre el año 1100 ó el 1200
a.C., pero indudablemente podría demostrarse que su simbolismo se base en la
"lógica holística", igual que el simbolismo astrológico. Parece que Jung es demasiado experimentalista como para darse cuenta de este hecho.
112
desde asuntos de gobierno hasta el estado del tiempo y el de las cosechas. Segundo, porque, como vimos en la primera parte del capítulo anterior, la astrología no ha de identificarse, en su esencia, con
ciencia experimental o empírica alguna, puesto que más bien es el
principio organizador de las ciencias que tratan sobre la vida y el
significado en relación con " todos orgánicos", tal como la matemática es el principio organizador de las ciencias que se ocupan de la
materia inanimada y del dominio de las "partes".
Es verdad que la colección de conceptos, juicios y opiniones
que Ptolomeo y los astrólogos árabes nos transmitieron puede darnos una idea excelente sobre lo que fue la psicología de la antigüedad. Pero esto es porque los libros que tenemos sobre astrología son
colecciones de aplicaciones particulares de los principios del simbolismo astrológico. Son textos que dicen cómo aplicar la astrología
a diversos asuntos, siendo los principales de estos la psicología y la
naturaleza humana. Directa y coherentemente, no son libros de texto
de astrología estricta. Debemos insistir sobre esta cuestión, porque
es básica. Ante la falta de este conocimiento, se torcieron sustancialmente las ideas de la enorme mayoría de la gente respecto del
valor de la astrología.
Un libro de texto de astrología estricta debería tratar sobre:
1) un estudio de los principios de lo que llamamos "lógica holística";
2) un estudio de los datos concretos y las implicancias simbólicas de la astronomía geocéntrica y heliocéntrica;
3) un estudio de todos los elementos usados por la astrología,
no en términos de aplicaciones particulares de ellos, sino en
términos de la lógica inherente a sus definiciones y correlaciones mutuas; y
4) un estudio general de los campos concretos (o ciencias empíricas) a los que estos elementos simbólicos pueden aplicarse,
y de la técnica particular de aplicación, que deberán variar
algo en cada uno de estos campos. Desde luego, esto incluiría ejemplos característicos de aplicación.
113
En vez de encarar semejante programa de estudios, la astrología
tradicional se contenta con expresar el modo en que ha de levantarse
un mapa natal (u horario, o un mapa progresado), y con tabular los
significados tradicionales atribuidos a cada aspecto y cada posición,
mezclando más bien conceptos irremediablemente psicológicos,
fisiológicos y puramente adivinatorios. Muy poco se dice habitualmente de la exposición razonada de los elementos que se usan al
emitir juicio (posiciones, aspectos, etc.). Sólo en los últimos veinte
años, más o menos, los libros de astrología intentaron estudiar el
"porqué" de los símbolos astrológicos; y sólo en el caso de los cursos recientemente dictados por Marc Jones la astrología se enseñó
como un vasto sistema de simbolización en todos los dominios del
ser en sus triples correlaciones, como forma, sustancia y actividad.
Este libro no intenta cubrir adecuadamente los tipos de estudio
antes enumerados. Su finalidad es abrir camino para un nuevo tipo
de astrología que sea filosóficamente sólida y cuya aplicación a la
filosofía moderna ayude a los hombres a llevar una vida más significativa y, por tanto, más espiritual.
La "solidez" filosófica se apoya en la coherencia absoluta de las
ideas y en la consistencia en el desarrollo y la aplicación de los principios y símbolos básicos que se usen. En cuanto a la "utilidad" psicológica, esto dependería, evidentemente, en gran medida del tipo
de materiales psicológicos que se correlacionen con los símbolos
astrológicos. Como ya lo dijimos, la mayoría de los libros de texto
sobre astrología sólo se ocupa de una especie de psicología del "sentido común", de carácter más bien superficial; otros libros tratan
sobre una psicología influida por ideas teosóficas más o menos válidas, no siempre filosóficamente coherentes ni arraigadas en la experiencia del occidental moderno. Nuestro objetivo ha sido el de interpretar los símbolos astrológicos en términos de una psicología occidental "actualizada", respaldada coherentemente, por decirlo así, por
una filosofía que ponga claramente de relieve algunos de los conceptos más recientes y vitales de este siglo.
Por sobre todo, recalcamos los valores y usamos una terminología que se halla en las obras de C.G. Jung, porque estamos profun114
damente convencidos de su validez inherente, y también porque se
ajustan tan notablemente a la disposición general del simbolismo
astrológico. Por lo tanto, nuestra primera tarea es familiarizar al
lector con los principios generales de la "psicología analítica" de
Jung, una psicología cuyas raíces pueden afirmarse en el psicoanálisis freudiano pero cuyo tronco y floración viven en estratos del ser
casi tan apartados del pensamiento freudiano como la visión de un
Lao-Tse o un Platón se aparta de la de un viviseccionista de laboratorio.
Los tres tipos básicos de psicología
A fin de aclarar algunos asuntos que son fuente de constante
confusión es necesario reconocer que el término "psicología" se usa
para significar diversas ramas y tipos diferentes de conocimiento.
Probablemente sea de gran ayuda dar por supuesta, por ahora, la
antigua división del ser humano en espíritu, alma y cuerpo, y decir
que la psicología puede ser considerada, y lo fue, desde tres puntos
de vista básicos. Por lo tanto, existe:
1) una psicología espiritual, que es una rama de la filosofía o de
la religión, y contempla todos los valores humanos, introspectiva e
intuitivamente, en términos de creencias, intuiciones o percepciones
trascendentales.
2) una psicología fisiológica, que considera todos los procesos
habitualmente clasificados como "psicológicos" (sensación, atención, sentimientos, pensamientos, etc.) desde el punto de vista de las
funciones psicológicas; y
3) una psicología analítica, que se ocupa primordialmente, y de
modo directo, de los hechos de la consciencia y de la relación estructural existente entre las diversas funciones de la psiquis per se.
El tipo espiritual de psicología considera que el hombre es esencialmente y en realidad un ser espiritual que usa un cuerpo con el fin
de adquirir experiencias concretas y ciertas facultades que sólo pueden generarse en contacto con la materia. Sin embargo, a la existen115
cia corporal se la considera el resultado de una "caída" y, como tal,
tiene una connotación peyorativa. El alma es inmortal en cuanto se
asimiló a la esencia espiritual, y la meta es la liberación respecto de
la esclavitud de las energías naturales. Tal psicología, que es ejemplificada particularmente por las ideas de los Padres Cristianos y, en
muy gran medida, por la psico-filosofía platónica, está vinculada
con la ética. El mundo físico es el mundo de las sombras, si no lo es
del pecado; y la verdad, la bondad y la realidad moran en un mundo
arquetípico, que es, en un sentido, un reino espiritual concreto (o,
por lo menos, sustancial). La psicología es, en gran medida, cuestión
de comprender cómo estas realidades arquetípicas y el alma humana
(que esencialmente pertenece a este reino) reaccionan ante las ilusiones e imposturas del mundo natural; y mediante qué proceso el
alma, perdida en la red del cuerpo, podrá desenmarañarse y recuperar su estado primordial – más una "consciencia de la relación" que
es el goce del estado encarnado.
Este tipo de psicología predomina en Oriente (pero de ningún
modo se la tiene allí como verdadera exclusivamente), y siempre se
recalcan evaluaciones religiosas, ético-espirituales y alquímicas a
expensas de las físicas o materialistas. Se lo encuentra en muy variadas manifestaciones, y cada sistema filosófico o religioso da una
formulación particular. Es la base habitual del ocultismo tradicional,
pero allí lo encontramos fuertemente asociado con un tipo de psicología estructural que diferencia a la psicología oculta del tipo puramente religioso. Pero la diferenciación no es aguda, y, al menos en
apariencia, es mera cuestión de énfasis relativo.
El tipo fisiológico de psicología es aquel en el que las reacciones psíquicas –como sensaciones, ideaciones y voliciones– se consideran como si emergieran de procesos fisiológicos y fueran condicionadas estrictamente por estos. El método de tal tipo de psicología
rigurosamente empírica y experimental es el método puramente
científico, y es a esa sola psicología a la que los científicos se refieren habitualmente como "psicología". Excluyendo cuanto pueda
haber existido en la India que pudiera referirse a esa clase de estudio
psicológico, podemos remontar el comienzo de semejante tipo de
astrología a Aristóteles. Antes de él hubo, desde luego, un largo
116
período de psicología arcaica, que podría llamarse "fisiológica" en
el sentido de que, en el pensamiento arcaico, el alma no se diferenciaba del cuerpo del modo con que llegó a distinguírsela después de
Pitágoras. Como lo vimos en el capítulo anterior, la unidad de la
naturaleza viva y del hombre vivo irrumpió ciertamente en el reino
físico y psico-mental tan sólo hacia el siglo VI a.C. y, en consecuencia, el cuidado del cuerpo (la medicina) incluía, en alguna medida,
asuntos pertenecientes a la psiquis.
Sin embargo, de hecho, las consideraciones pertenecientes a
cuerpo y psiquis unidos pertenecían a la naciente jurisdicción de la
alquimia. La alquimia es la ciencia del ser humano considerado como un compuesto de procesos fisio-psicológicos. La doctrina de los
cuatro humores del cuerpo (sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla) que corresponden a los cuatro elementos de astrología (fuego,
tierra, aire y agua), y que conducen hacia la enumeración árabe de
los cuatro temperamentos (sanguíneo, flemático, melancólico y colérico), es una doctrina alquímica. En la alquimia arcaica (que se
relaciona estrechamente con las formas originales del Hatha Yoga
hindú, y aún más con el Taoísmo posterior), el concepto del alma no
está muy bien definido, porque al espíritu y la materia se los ve como una adunación. El cuerpo vital (o cuerpo neumático) está dentro
del organismo fisiológico, como las fibras del mango están dentro
del fruto mismo, y el objeto de las antiguas aplicaciones prácticas de
la alquimia es desenredar al primero del segundo, poniendo en libertad, para su uso, a un cuerpo espiritual, libre de la cualidad terrena
del cuerpo físico, y sede de una nueva consciencia, que entonces
podrá llamarse el Alma.
En otras palabras, la psicología arcaica sólo se la ha de relacionar muy superficialmente con el tipo científico de psicología fisiológica, tal como la química se relaciona con la alquimia. Desde
Aristóteles, el linaje de la moderna psicología científica pasa a través de Galeno y los fisiólogos medievales, a través de Francis Bacon, Thomas Hobbes, Malebranche, James Mill, Johannes Müller,
Lotze, Wundt y William James, llegando finalmente a los conductistas, al grupo "Gestalt" y a un endocrino-psicólogo como el doctor
Berman (Las Glándulas Regulando la Personalidad). Este último
117
recalca lo que él llama el "cuerpo-mente", o sea, la unidad de los
procesos fisiológicos y psicológicos, de un modo que es parecido,
aunque diametralmente opuesto en sus métodos prácticos, a la alquimia arcaica. El doctor Berman apunta a la producción del ser
humano perfecto a través de un generalizado tratamiento glandular y
al establecimiento de una armonía funcional perfecta. Los verdaderos alquimistas tenían el mismo propósito, pero sobre bases diferentes, y trataban de alcanzarlo mediante métodos diferentes.
El tercer tipo básico de enfoque de la psicología, al que llamamos el tipo analítico,13 se ocupa directa e inmediatamente de los
hechos de la vida mental, o más bien de lo que ella llama "contenidos psíquicos".
No pone énfasis alguno sobre el problema del origen exacto de
estos contenidos; lo cual equivale a decir que no estudia particularmente el proceso mediante el cual una impresión nerviosa o una
serie de impresiones se convierte en una sensación verdaderamente
psíquica que, a su vez, se transforma en hábito, pensamiento, instinto, etc. Considera a la vida psíquica del hombre como un dominio en
sí mismo, y se preocupa principalmente por el estudio de lo que ocurre en este reino considerado como un reino más o menos autosuficiente y autónomo.
Sin embargo, esto no debe interpretarse como si significara que
el psicólogo analista considera a la psiquis como esencialmente diferente del cuerpo. Por el contrario, Freud y Jung iniciaron su trabajo
psicológico como médicos; y hasta en las últimas formulaciones
ofrecidas por Jung, es muy fuerte el elemento terapéutico. Pero se
recalca la salud psíquica. El punto de enfoque de la psicología analítica es realmente desde el cuerpo a lo que ella llama la psique. Pero
si bien el conductista y el psicólogo estrictamente "científico" han
El término "Psicología Analítica" fue usado como el título de un libro de G.F.
Stout (1896). A su tipo do psicología, C.G. Jung lo llama "Psicología Analítica".
[En inglés, en el primer caso, Analytic; y en el segundo, Analytical.]
Aquí usamos el término en su sentido más amplio, pero específicamente en la
dirección de la interpretación de Jung, aunque el doctor Jung presumiblemente
discreparía en mucho de lo que decimos en este capítulo.
118
13
de compararse con investigadores de laboratorio en su estudio de la
química y la física de los elementos psíquicos separados, el "analista" –especialmente Jung es esencialmente el médico o el que cura,
que se ocupa del equilibrio funcional del organismo psíquico en su
totalidad.
En otras palabras, el analista estudia los hechos del funcionamiento psíquico, el patrón estructural creado por la interrelación de
todos estos hechos, la conducta de la psiquis total. Lo que también
diferencia a la psicología analítica del tipo "fisiológico" antes mencionado es el hecho de que tiene un propósito. No analiza por el
mero hecho de investigar, sino con el objeto definido de sanar, de
curar. Lo que en primer lugar intenta sanar es la psiquis. Pero no
sólo reconoce la interdependencia de cuerpo y psiquis. También
postula la identidad de estos. Jung escribe en El Hombre Moderno
en Busca de un Alma (pág. 85, vers. ingl.):
"La distinción entre mente y cuerpo es una dicotomía artificial, una
discriminación que se basa incuestionablemente mucho más en la peculiaridad de la comprensión intelectual que en la naturaleza de las
cosas. De hecho, es tan íntima la combinación de los rasgos corporales y psíquicos que no sólo podemos sacar inferencias de largo alcance en cuanto a la constitución de la psiquis a partir de la constitución
del cuerpo, sino que también podemos inferir de peculiaridades psíquicas las correspondientes características corporales."
El mismo pensamiento está formulado con más vigor aún en su
Comentario de El Secreto de la Flor de Oro (pág. 131, vers. ingl.):
"Es característico del occidental que, a los fines del conocimiento dividió los lados físico y espiritual de la vida; pero estos opuestos están
juntos en la psiquis, y la psicología deberá reconocer el hecho. Lo
'psíquico' es físico y mental."
"La psiquis es un sistema autorregulador que se mantiene en equilibrio como lo hace el cuerpo. Todo cuerpo que va demasiado lejos,
provoca inmediata e inevitablemente una actividad compensatoria.
Sin tales ajustes, no existiría un metabolismo normal, ni existiría la
psiquis normal. A la idea de la compensación, así entendida, podemos
considerarla como una ley del acontecer psíquico. Demasiado poco de
119
un lado da por resultado demasiado del otro. La relación entre consciente e inconsciente es compensatoria."
(El Hombre Moderno en Busca de un Alma, pág. 20)
Un breve estudio sobre el significado que Jung atribuye a los
términos consciente e inconsciente tal vez ayude al lector a obtener
un cuadro más claro de lo que Jung se propone transmitir con la
palabra psiquis.
El Consciente y el Inconsciente
Según Freud, todos los procesos mentales (independientemente
de la recepción de estímulos externos) derivan de la combinación de
fuerzas que originalmente son de la naturaleza de los instintos; lo
cual equivale a decir que tienen un origen orgánico. Sin embargo, en
la mente hay una fuerza que puede excluir de la consciencia y de
cualquier influencia sobre la acción todas las tendencias que, por
alguna razón, no son aceptables para ella. Tales tendencias están
"reprimidas". Caen debajo del umbral de la consciencia y son contenidos inconscientes. Sin embargo, a estos impulsos instintivos reprimidos no se los hace impotentes; actúan indirectamente, causando trastornos psicológicos y fisiológicos.
Jung admite la existencia de estos contenidos reprimidos que, en
su suma total, constituyen lo que él llama lo "consciente personal";
pero también habla de un "inconsciente colectivo" que tiene un origen y un significado enteramente diferentes:
"Tal como el cuerpo humano muestra una anatomía común por encima de todas las diferencias raciales, de igual modo también la psiquis
posee un substratum común. A lo último lo llamé el inconsciente colectivo. Como herencia humana común, trasciende todas las diferencias de la cultura y la consciencia y no consiste meramente en contenidos capaces de ser conscientes sino también en disposiciones latentes hacia reacciones idénticas.
Por lo tanto, el hecho del inconsciente colectivo es simplemente la
expresión psíquica de la identidad de la estructura cerebral indepen120
dientemente de todas las diferencias raciales. Por medio de él puede
explicarse la analogía, llegándose hasta a la identidad entre varios
temas míticos y símbolos, y la posibilidad del conocimiento humano
en general. Las diversas líneas del desarrollo psíquico comienzan desde un tronco común, cuyas raíces se alargan hacia atrás en el pasado.
"Considerado de modo puramente psicológico esto significa que tenemos comunes instintos de ideación (imaginación), y de acción. Toda la imaginación y toda la acción consciente emergieron de estos
prototipos inconscientes y permanecen ligados a ellos."
(Comentario sobre El Secreto de la Flor de Oro, pág. 83)
La relación de consciente con inconsciente es descrita con más
amplitud en las siguientes afirmaciones:
"Sin duda, la consciencia deriva del inconsciente. Esto es algo que recordamos demasiado poco y, por tanto, siempre intentamos identificar a la psiquis como la consciencia; o, por lo menos, intentamos representar al inconsciente como un derivado, o un efecto del consciente (como, por ejemplo, en la teoría freudiana de la represión)."
(Comentario sobre El Secreto de la Flor de Oro, pág. 119)
"El inconsciente tiene contenidos peculiares para sí, los cuales, creciendo lentamente hacia arriba desde las profundidades, finalmente
penetran en la consciencia.
(El Hombre Moderno en Busca de un Alma, pág. 37)
Tales contenidos, que surgen desde las profundidades del inconsciente colectivo, reciben habitualmente la denominación de
"arquetipos" o de "imágenes primordiales". También se dice que los
"instintos son arquetipos" y que "los contenidos del inconsciente
colectivo no son meramente los residuos arcaicos de modos específicamente humanos de funcionar, sino también los residuos de funciones de la estirpe animal de la humanidad". Ellos...
"pueden encontrarse en todas las mentes. Las imágenes primordiales
son los pensamientos más profundos, más antiguos y más universales
de la humanidad. Son tanto sentimientos como pensamientos, y tie121
nen realmente una existencia individual e independiente, algo parecida a las de las "almas parciales" que podemos discernir fácilmente en
todos los sistemas filosóficos o gnósticos que se basan en la apercepción del inconsciente como la fuente del conocimiento, como por
ejemplo, el Geisteswissenschaft antroposófico de Steiner. El concepto
de ángeles, arcángeles, "principados y poderes", de san Pablo, de los
arcontes y los reinos de luz de los gnósticos, de las jerarquías celestiales de Dionisio el Areopagita, deriva en su totalidad de la percepción de la relativa independencia de los arquetipos del inconsciente
colectivo."
(Dos Ensayos sobre Psicología Analítica, pág. 68)
No intentaremos discutir aquí las muy debatibles afirmaciones
contenidas en la última parte de esta cita, pues nuestro propósito
actual es el de meramente presentar algunos conceptos básicos de la
psicología analítica, a los que haremos frecuentes referencias en el
resto de este libro. Sin embargo, puesto que el problema de la existencia "real" de "dioses" y "seres ocultos" es de gran interés para la
mayoría de los estudiosos de la astrología, lo mencionaremos nuevamente en el capítulo titulado "Los procesos individual, colectivo,
creativo y cíclico", y trataremos de mostrar qué relación existe entre
las "imágenes primordiales" de Jung y, por lo menos, ciertas clases
de seres cósmicos mencionados por las religiones y el ocultismo.
La principal cuestión a considerar es que, si bien Freud da al inconsciente un carácter puramente secundario y negativo, Jung lo ve
como un factor positivo y primordial; de hecho, como la matriz
misma de la que, por diferenciación, crece el inconsciente. Sin embargo, él reconoce la existencia de un "inconsciente personal" que es
el resultado de inhibiciones de Freud. Pero, aunque es un factor básico en la psicoterapia de Jung, cede al "inconsciente colectivo" el
sitio de principal importancia en su filosofía general y en su actitud
hacia la vida.
En Freud y Adler, la psicología es casi enteramente una cuestión
de curación psicológica. El primero recalca la cura de los trastornos
psíquicos que casi estrictamente se consideran como enfermedades,
y, luego de haber tentativamente quitado las causas del estado, se
deja que la "naturaleza" maneje más o menos la situación. Por el
122
otro lado, Adler se ocupa más particularmente del problema de reajustar las condiciones sociales y valores colectivos al individuo
que, por alguna razón, fue incapaz de efectuar un ajuste social correcto en su juventud o después de ésta. Adler comienza desde el
individuo y su ineptitud como individuo para funcionar en la colectividad; mientras Freud intenta más bien eliminar de las partes sumergidas de la psiquis individual los resultados de las mentiras y
perversiones impuestas al individuo por lo colectivo (los hábitos
familiares y raciales, las tendencias heredadas, las influencias ambientales, etc.).
Jung intenta no sólo sintetizar los dos enfoques en su práctica
terapéutica, sino que llega mucho más allá. Tiende a convertirse en
un "sanador de almas" de una manera que recuerda a los maestros
espirituales y a los gurús orientales, especialmente tal vez los maestros de las escuelas zen del Japón. Sólo dijimos que "recuerda", pues
evidentemente la técnica de Jung es muy diferente de las de los antiguos "maestros espirituales". No obstante, la cuestión es que Jung
sostiene decididamente un ideal de consumación humana ante sus
clientes y ante la humanidad en general. Su trabajo tiene un fin determinado y es integrador. Jung anhela el ser humano completo.
Contempla no exactamente un "superhombre" sino un "hombre íntegro". E intenta conducir al hombre hacia el cumplimiento de esta
visión, hacia la meta de lo que él llama la Individuación.
La individuación
Para entender el significado pleno de este término es necesario
captar primero la situación creada, filosófica y prácticamente, por la
división que Jung efectuó respecto de la psiquis, en dos dominios
positivos: el consciente y el inconsciente. El inconsciente de Freud
no ofrecía problemas especiales, salvo el de librarse de él. Era una
sombra negativa y cuasi-patológica que la luz de la consciencia
acrecentada y normalizada disipaba al menos teóricamente. Pero el
inconsciente de Jung no ha de disiparse sino asimilarse. Es el mar
del que emerge el ego consciente; un mar que puede ahogar a este
123
ego, pero que, por el otro lado, una vez que funciona dentro de la
estructura de un ser consciente orgánico y completo, dentro de un
Yo, pasa a ser como su sangre: la sangre que es el agua marina individualizada.
Por supuesto, este es un símbolo. Pero contiene alguna verdad
en cuanto a la naturaleza de la relación del consciente con el gran
inconsciente. Este último ha de integrarse al primero, y este proceso
de integración que reúne a las dos polaridades de la psiquis es un
proceso de asimilación constante de los contenidos inconscientes
por parte del consciente. Mediante este proceso, que también es el
de un "matrimonio" psicológico dentro del hombre individual, el
ego –el centro del consciente– por así decirlo crece más allá de sí y
se convierte en el Yo plenamente integrado – en el centro de la totalidad del ser plenamente desarrollado del hombre. Esta consumación
(que, en un sentido, nunca es final, pues puede concebirse o postularse la existencia de esferas dentro de esferas del inconsciente colectivo) es la Individuación: la "totalización" o el "perfeccionamiento" de los más viejos sistemas de desarrollo espiritual, pero con una
diferencia debida al nuevo nivel mental alcanzado por la humanidad.
Jung tiene cuidado al distinguir entre el ideal del individualismo
(especialmente, ¡el "escabroso individualismo"!) y el de la individuación. Escribe:
"Individuación significa llegar a ser un ser aislado y separado, y, en
cuanto el concepto individualidad abarca esa unicidad recóndita, última e incomparable de nuestro ser, también incluye la idea de llegar a
ser el propio yo real de uno. De allí que la individuación podría también traducirse como llegar a la 'existencia independiente' o a la 'autorrealización' ... El individualismo es un intento deliberado de recalcar y volver conspicua alguna peculiaridad ostensible, en oposición a
consideraciones y obligaciones colectivas. Pero la individuación significa percisamente un cumplimiento mejor y más completo de las disposiciones colectivas de la humanidad, puesto que una consideración
adecuada de la peculiaridad del individuo es más conducente a una
mejor realización social que cuando a la peculiaridad se la descuida o
reprime. Pues la unicidad de un individuo no debe entenderse como
124
mera rareza o singularidad de su sustancia o componentes, sino más
bien como una peculiar combinación de elementos, o como una diferenciación gradual de funciones y capacidades que, en sí mismas, son
universales ... Individuación sólo puede significar un proceso psicológico evolutivo que cumple la disposición individual dada. En otras palabras, es un proceso por el cual un hombre puede crear de sí mismo
el ser definido y único que él mismo siente que, en el fondo, él es. Al
hacerlo, no se convierte en "egocéntrico" en el sentido corriente de la
palabra; meramente cumple la particularidad de su naturaleza, algo
vastamente diferente del egoísmo del individualismo.
"En cuanto al individuo humano, como una unidad viva, está compuesto por factores universales, esta unidad es totalmente colectiva
y, por lo tanto, en ningún sentido opuesta a la colectividad ... La individuación apunta a una cooperación esencial de todos los factores."
(Dos Ensayos sobre Psicología Analítica)
Estética versus ética
Antes de que señalemos brevemente los rasgos principales de la
técnica que Jung usa para lograr la meta de la individuación, parece
importante que establezcamos de una vez cómo el ideal de la individuación, de "una cooperación esencial de todos los factores" dentro
del ser humano total, conduce a una revisión de nuestro concepto
tradicional de la ética y la moral. Desde luego, este es un tema delicadísimo que admite graves malos entendidos, y por ello pedimos a
nuestros lectores que, de lo que diremos, no infieran conclusiones
que de ningún modo estuvieran justificadas.
Como veremos al comienzo de nuestra segunda parte, el acto
mismo de vivir implica dos direcciones básicas de una operación
funcional que puede caracterizarse por los términos consciencia y
experiencia. En un sentido, la división no difiere de la de estímulo y
respuesta, pero atribuyéndosele un significado mucho más general.
Somos "conscientes" de hecho tanto internos como externos, tanto
del sujeto, o yo interior, como del objeto, o mundo exterior. La
consciencia, siguiendo un proceso bien definido, conduce a una
reacción más o menos concreta, o, por lo menos, formada, en la que
125
el ego y aquello de lo cual él fue consciente se interpenetran. El resultado de esta interpenetración es lo que, en el sentido filosófico
del término, llamamos una experiencia, o sea, "un momento vivenciado".
Toda clase de "vivencia" implica una especie de juicio pronunciado sobre: 1) aquello de lo que uno fue consciente; y 2) la relación
de uno mismo con esa cosa o esa cualidad. Pero el juicio puede ser
fundamentalmente de dos clases. En un caso, se manifiesta como
sentimiento, en el otro, como pensamiento. Jung describe así al sentimiento:
"El sentimiento es primordialmente un proceso que tiene lugar entre
el ego y un contenido dado, proceso que, además, imparte al contenido un valor definido en el sentido de aceptación o rechazo ('gusto' o
'disgusto'); pero también puede aparecer, por así decirlo, aislado en
la forma de 'disposición anímica' enteramente independiente de los
contenidos momentáneos de la consciencia o de las sensaciones momentáneas ... Pero hasta la disposición anímica ... significa una valoración; sin embargo, no una valoración de un contenido consciente
definido e individual, sino de la situación consciente total en el momento ... El sentimiento es también una especie de acto de juzgar
que, sin embargo, difiere de un juicio intelectual, en que no apunta a
establecer una conexión intelectual sino que sólo se interesa por la
organización de un criterio subjetivo de aceptación o rechazo".
(Tipos Psicológicos, pág. 544)
Sin entrar más allá en el asunto, estará claro que todas las valoraciones puramente morales o éticas, se relacionan con los sentimientos, lo que equivale a decir que son juicios inmediatos pronunciados sobre el valor de un contenido de la psiquis o de una situación integral. La imagen que entró en la consciencia o la situación
en la que uno se encuentra en relación con otros objetos o personas
es "buena" o "mala". El ego la acepta o la rechaza de manera directa
e inmediata y sobre la base de un instinto profundamente arraigado
o de una actitud colectiva tradicional, también profundamente arraigada. La moral está constituida por un conjunto de juicios tradicionales concernientes a situaciones o relaciones más o menos clara126
mente definidas, algunas de las cuales se basan en lo que aparece
como instinto biológico, mientras otras son los resultados de una
actitud hacia la vida, recalcados consciente y deliberadamente por
un código religioso, social o filosófico de valores.
Los juicios que tienen por base al sentimiento, y más específicamente los juicios éticos sobre lo que es "bueno" o "malo", son valiosos porque consideran la totalidad de la situación y su conexión con
el organismo total de quien tiene la experiencia. No se pierde tiempo
en análisis intelectual probabilístico. Por otra parte, salvo los juicios
que tienen como base el sentimiento, que son reacciones realmente
instintivas y atinentes a necesidades biológicas, las valoraciones
éticas son determinadas por un "juicio previo", y, a menudo por un
prejuicio, y por la cualidad y las limitaciones del ego consciente o
de alguna poderosa imagen racial del inconsciente. En otras palabras, dan las cosas por supuestas.
Mientras la intuición real surge de una adaptación inmediata de
la totalidad del experimentador a una situación total –incluyendo
todas sus implicancias nuevas y nunca comprendidas antes– un juicio basado en el sentimiento valora cada nueva situación en términos de estimaciones tradicionales fijas. Por lo tanto, la moral cambia
periódicamente sus dictados, y si bien puede ser la expresión de
reales intuiciones colectivas cuando es "nueva", pronto pierde su
real significación, tan pronto y en la medida en que en la naturaleza
humana se manifiesta un nuevo esquema de factores básicos.
Sin embargo, la cuestión principal que tenemos que entender es
que todos los juicios éticos dividen a la suma total de experiencias
en dos categorías: una que es aceptable, y la otra, que debe ser rechazada. Si bien esta puede ser una necesidad de vivir en un mundo
en el que la ley de los opuestos es la que rige y desde fuera e incluso
desde dentro, cada "todo vivo" afronta la destrucción – subsiste el
hecho de que viviendo casi exclusivamente de acuerdo con normas
éticas o juicios basados en el sentimiento, el hombre evita experimentar la mitad de sus contenidos de vida.
Un vivir ético es un vivir en el que "la seguridad es lo primero".
Es un vivir basado en el temor. En la selva, el temor es una cosa
127
real, y es realmente el resultado del instinto de preservación. En la
mayoría de los casos, la ley básica es correr o morir. La otra solución es encerrarse dentro de muros que definan una zona de seguridad (el hogar) y una zona de peligro (el exterior).
Ahora bien, si recordamos lo que se dijo en un capítulo anterior,
la humanidad está actualmente, y estuvo durante muchos siglos, en
una especie de selva psico-mental, que la seguridad relativa de nuestro civilizado mundo físico no hace que sea más segura; precisamente, lo contrario. Hablando mentalmente, podemos decir que el énfasis europeo sobre la lógica intelectual y el escolasticismo tenía como
objeto la construcción de una zona de seguridad mental en la selva
del reino de la ideación en el que se acababa de ingresar. La lógica y
la disciplina matemática nos enseñan a construir un hogar intelectual
dentro de cuyos confines pueda funcionar con seguridad la fuerza de
la ideación. Las fórmulas matemáticas constituyen un sistema de
seguridad operativa. Mientras nos mantengamos dentro de ella podremos confiar en los resultados de nuestras ideas; pero si salimos,
entonces nuestra imaginación caótica puede conducirnos al descarrío.
Psicológicamente hablando, lo mismo ha sido cierto. La ética y
la filosofía europeas nos enseñaron a construir un hogar fuerte y
bien guardado (o más bien, un castillo fortificado): el consciente,
sobre el cual gobernaba omnipotentemente el señor feudal: el ego.
La mujer era esclavizada por el señor, y a los niños se los acobardaba hasta someterlos. A los campesinos que trabajaban la tierra alrededor del castillo (los contenidos instintivos de la psiquis) se los
admitía en el castillo bajo la estricta supervisión de un guardia armado, cuando el enemigo amenazaba los portones, seguramente
cerrados con cerrojos. Desde luego, dentro de la fortaleza se construía una hermosa capilla en la que era adorado un Dios autocrático,
camuflado como Salvador compasivo. Todo el cuadro de la civilización feudal es un símbolo exacto (como ocurre siempre) de lo que
ocurría entonces dentro de la psiquis del hombre.
También la música, expresión directa de la psiquis, dio, como
siempre ocurre, un cuadro simbólico de este mundo feudal; y el
128
formalismo y la tonalidad son espléndidas ilustraciones de este predominio del principio ético de exclusión. Toda la civilización europea cristiana se basa en ese principio. Se basa en el temor psíquico y
mental; y en el –a veces necesario, pero siempre frustrante– ideal de
"primero está la seguridad". Alcanzó grandeza dentro de las estrictas
fronteras de lo que había encerrado dentro de su fortaleza; y en ese
sentido, la civilización europea significa un superenfoque que lanzó
una luz grande y penetrante sobre lo que ella había admitido como
valioso y seguro. Por lo tanto, sus frutos constituyen un tesoro de
gran precio.
Pero... ¡qué terrible revoltijo se hizo con lo que quedó fuera de
los muros! ¡Qué caro está pagando la humanidad por un Descartes y
un Bach! ¡Qué enconados y destructivos son los contenidos del subconsciente, la suma total de las represiones, condenas morales y
temores que heredamos! Cada enfoque significa limitación, y, por lo
tanto, exclusión de experiencias y contenidos psiquicos. Y eso debe
pagarse. Cuanto más excluimos, cuanto más juicios éticos controlan
la conducta externa e interna, las generaciones futuras (o en una
vida individual, después de los 40 años) más tendrán que sufrir las
consecuencias. Por el otro lado, no enfocar, no construir una casa
fortificada (o consciente) puede significar una vida de dispersión y
de esquives constantes de los enemigos (de adentro y de afuera); una
vida en la que no se cumple ningún logro sólido y duradero, salvo
tal vez el de nuestra propia existencia independiente y libre... ¡el
cual puede ser, después de todo, el más grande de todos los logros!
¡Pero no deseamos juzgar en base a sentimientos a los juicios de
igual índole o a las valoraciones éticas. Por el contrario, nos proponemos mostrar que hay otra actitud que, si bien no niega la validez
de los juicios basados en sentimientos, orgánicamente arraigados e
instintivos-intuitivos, recalca un principio de conducta diferente: el
principio de la estética.
La estética (en el sentido filosófico estricto del término) se opone muchísimo a la ética (también en el sentido estricto de esta palabra) como pensar se opone a sentir. Jung define al pensar como:
129
"la función psicológica que, de acuerdo con sus propias leyes, pone a
presentaciones dadas en una conexión conceptual ...
El término 'pensar' debería limitarse a la vinculación de representaciones por medio de un concepto, en el que, en otras palabras, prevalece un acto de juicio, ya sea tal acto el producto de nuestra intención o no."
Lo que caracteriza al pensar es el hecho de que es un eslabonamiento de factores. En otras palabras, establece "conexiones conceptuales", o, en general, relaciones bien definidas. Es el clímax del
proceso de la consciencia de la relación. Trae la luz a la forma inherente (la estructura o la configuración inherente) de las cosas y las
situaciones. El juicio de pensar no es sobre si una cosa es en sí
"buena" o "mala", sino sobre si la forma de una presentación establece un conjunto válido de relaciones o no. No dice: "Esta cosa es
mala", significando siempre: "para mí". Dice si la disposición de los
factores en la situación establecida por la relación es, primero, coherente, y luego, significativa. Tras analizar esta disposición de los
factores, es capaz, además, de emitir juicio sobre si, recalcando o
restringiendo algunos de estos factores, puede establecerse una nueva configuración que sea más coherente y más significativa.
El pensar establece o analiza conexiones que, en su configuración total, constituyen una forma. La forma es coherente y significativa, o no lo es. En este proceso, encontramos la base de la estética.
El juicio estético se opone al juicio ético en que no excluye grupo
alguno de elementos; sino que, a lo más, subordina algunos a otros
de mayor significación. Dícese que el proceso estético es de selección. Pero selección no significa condenación de lo que no se selecciona. Si un pintor pinta sólo los perfiles de un cuerpo con su pincel,
esto no significa que condene los elementos de carne, etc., dentro de
este esbozo. No emite juicio ético contra ellos. Los transforma en
valores implícitos. Selecciona ciertos factores y recalca ciertos elementos o fases de la configuración total presentada por la experiencia de vida (por ejemplo, por la escena que sus ojos contemplan).
Pero este énfasis debe producirse también como para dar la sugestión de todos los elementos que quedaron evidentemente sin ser re130
presentados. En una obra de arte que sea realmente grande, están
contenidos todos los elementos de una situación de vida; pero algunos son representados por la presencia real, y otros están implícitos
en la configuración total.
Esto, traducido en términos de vivir cotidiano, puede ilustrarse
con el siguiente ejemplo. Un hombre determina, mediante juicio
ético o juicio basado en sentimientos, que las experiencias sexuales
son "malas", y actuando sobre tal juicio, se castra (como, por ejemplo, Orígenes). Este es un caso extremo en cuanto implica una acción física violenta; pero, en una forma menos acentuada, toda ascética compulsiva es del mismo tipo. Por el otro lado, podemos pensar
en una persona espiritual que normalmente trascendió el deseo de
tener una experiencia sexual. La fuerza sexual está en él activa, pero
transformada. Está "implícita", pero no representada realmente. No
existen juicios éticos emitidos contra ella; mas, en la configuración
estética de todo su ser, el sexo es sugerido, pero no recalcado, ni
siquiera representado concretamente; mientras en el hombre automutilado, el sexo está siempre presente, pero en forma negativa, o
sea, como una sombra positiva: por lo tanto, como "malo".
Los juicios éticos crean el mal. Los juicios estéticos producen
tensiones, énfasis, alivio, contrastres, luz y sombra, representación
real e implícita, gradaciones y sugestiones. Equilibran opuestos, y
nunca condenan absolutamente. Armonizan; nunca descartan. Se
ocupan de relaciones totales, que estiman en la totalidad de sus elementos. Ningún elemento puede ser cancelado sin estropear la relación. De hecho, ningún elemento, en ninguna relación, puede ser
cancelado. Uno sólo puede transformarlo, mediante cancelación
aparente, en una fuerza mala. Pero, para quien actúa según el verdadero principio de la estética, no existe el "mal"; y tampoco existe
el "bien". Sólo hay forma o relación, que vincula a todos los elementos en una totalidad que incluye luz y sombra, cresta y depresión, énfasis y mera implicancia: todo igualmente significativo; pero, cada uno con su particular significación; una significación que
puede marcarse con un signo menos o un signo más. En la estética,
el único mal es la falta de significación; pero no reside en la cosa o
en la situación, pues todas las cosas y todas las situaciones, al ser
131
expresiones del momentode su manifestación, son inherentemente
significativas. La falta de significación se debe solamente a la ineptitud del hombre para percibir la significación. Por lo tanto, no hay
mal, salvo ignorancia.
El resultado es que el hombre puede ser educado en la percepción de significaciones. La compulsión ética, basada en el temor,
conduce al mal. La educación estética, basada en la percepción de
una relación coherente y significativa, destruye la oscura fantasía
que es el mal. Hace de todo lo vivo una actividad estética, una actividad creadora. Destruye –o debería destruir– todas las valoraciones
basadas en juicios pasados y en la compulsión de la tradición, pues
estos son obstáculos para que se viva plenamente la totalidad del
momento. La totalidad del momento es el Alma del momento. Y el
Alma del momento es el alma de usted y la mía, siempre nueva,
siempre joven, siempre arraigada en la significación, siempre arraigada en la "cualidad" que es nuestra propia, el gran tema que la "vida" desarrolla haciendo que se integre y transfigure en significación
individual la plenitud de nuestro propio horizonte siempre en retroceso.
Por ello, educar al hombre es la tarea de la nueva psicología y
de la nueva astrología esbozadas en este libro.
El análisis de los sueños y la asimilación de
los contenidos inconscientes
Nos referiremos luego a la relación que la astrología, como se la
reformula en este libro, tiene con la actitud estética hacia la vida.
Particularmente, veremos cómo esta actitud invalida todas las nociones de aspectos "malos" y planetas "malignos", al menos en astrología natal. Pero, en primer lugar, deseamos concluir nuestro
breve estudio de la psicología analítica de Jung esbozando el método que él defiende para fomentar el proceso de la individuación. En
realidad, será un muy incompleto perfil y debemos remitir al lector a
los libros de Jung, especialmente Dos Ensayos sobre Psicología
Analítica, El hombre Moderno en Busca de un Alma y el Comenta132
rio sobre El Secreto de la Flor de Oro.
Podríamos decir que el primer paso en el camino hacia la individuación es eliminar los impedimentos que la obstruyen. El proceso de individuación no es una acción misteriosa o sagrada. Es vivir
en plenitud una vida que no esté castrada ni ética ni socialmente.
Como dice Jung: "La vida, ... si se la vive con completa devoción,
aporta una intuición del yo, del ser individual". Por desgracia, vivir
con completa devoción es dificultado por la herencia de la humanidad que se hace sentir en la influencia del ambiente, la tradición y la
educación. Los elementos colectivos presionan sobre los tiernos
brotes de la planta de la personalidad; y por ello, el fluir natural de
la vida se perturba y obstruye y se envenenan las aguas mismas del
alma. Las tendencias y energías reprimidas se acumulan en el inconsciente personal, y desde allí afectan, de modos subterráneos, la
conducta externa y la salud fisiológica. El análisis psicológico, en su
primera etapa, debe, por tanto, poner en libertad estas represiones; a
los deseos reprimidos se los debe hacer conscientes.
El análisis de los sueños nos ayuda a llegar a estas represiones y
hacerlas entrar en la luz de la consciencia, despojándolas así de su
fuerza.
"Los sueños dan información sobre los secretos de la vida inferior, y a
quien sueña le revelan los factores ocultos de su personalidad. Mientras estos no sean descubiertos, perturban su vida vigil y sólo se delatan en forma de síntomas. Esto significa que no podemos tratar efectivamente al paciente sólo desde el lado de la consciencia, sólo que
debemos producir un cambio en y a través del subconsciente. En
cuanto al conocimiento actual, sólo hay un modo de hacer esto: debe
haber una asimilación consciente y completa de los contenidos inconscientes. Con 'asimilación' significo una interpenetración mutua de
los contenidos conscientes e inconscientes, y no –como se piensa
demasiado corrientemente– una valoración, una interpretación y una
deformación unilaterales de los contenidos inconscientes por parte de
la mente consciente ...
La relación entre el consciente y el inconsciente es compensatoria.
Este hecho, que es fácilmente verificable, suministra una regla para la
interpretación de los sueños. Siempre es útil, cuando nos ponemos a
interpretar un sueño, preguntar: ¿Qué actitud consciente compensa?
133
... Cada sueño es una fuente de información y un medio de autorregulación...
(Los sueños) son nuestros más eficaces auxiliares en la tarea de
construir la personalidad."
(El Hombre Moderno en Busca de un Alma, págs. 18-20)
"El sueño habla en imágenes, y da expresión a instintos que derivan
de los niveles más primitivos de la naturaleza. Con demasiada facilidad la consciencia se aparta de la ley de la naturaleza; pero puede
ser puesta nuevamente en armonía con esta última mediante la asimilación de los contenidos inconscientes. Fomentando este proceso,
conducimos al paciente hacia el redescubrimiento de la ley de su propio ser ... Yo no podría poner junto (en tan breve espacio) ante sus
ojos, piedra tras piedra, el edificio que se alza en todo análisis a partir
de los materiales del inconsciente y que halla su plenitud en la restauración de la personalidad total. El método de las asimilaciones sucesivas llega mucho más allá de los resultados curativos que conciernen
específicamente al médico. Al final, conduce hacia esa meta distante
(que tal vez haya sido el primer deseo de vida), la de introducir en la
realidad al ser humano total, o sea, la individuación."
(El Hombre Moderno en Busca de un Alma, pág. 30)
Sin embargo, los sueños no son solamente proyecciones del inconsciente que puedan asimilarse. Hay otro campo de la actividad psicológica, que Jung denomina "fantasía", y que está arraigado mucho más
en el inconsciente que en el consciente. El reino de la fantasía creadora se extiende desde la quimera menos notable hasta la "inspiración" repentina más significativa, propia del artista creador, del científico o del filósofo. La fantasía creadora es el puente entre el sentimiento y el pensamiento. No nace de uno ni de otro, pues es la madre de ambos; más aún, mejor dicho, está grávida con el hijo, esa
meta final que reconcilia a los opuestos... ¿Qué cosa grande nació sin
ser primero fantasía? (Tipos Psicológicos)
La fantasía opera, como los sueños, a través de la proyección de
símbolos. Conociendo estos símbolos podemos explorar los niveles
más profundos del inconsciente, y asimilar la sabiduría profunda de
los siglos, que está depositada en aquellos niveles.
134
"El inconsciente puede darnos todo el fomento y toda la ayuda que la
naturaleza generosa tiene almacenados para el hombre con una
abundancia que fluye eternamente. El inconsciente ... no sólo controla todos los contenidos psíquicos subliminales, todo lo olvidado y descuidado, sino también la sabiduría y la experiencia de siglos sin cuento, una sabiduría que está depositada y yace potencialmente en el cerebro humano. El inconsciente está continuamente activo, creando a
partir de sus combinaciones materiales que sirven a las necesidades
del futuro. Crea combinaciones subliminales prospectivas tal como lo
hace el consciente, sólo que son marcadamente superiores a las
combinaciones conscientes, en depuración y extensión. Por lo tanto,
el inconsciente sólo puede ser para el hombre una guía sin igual."
(Dos Ensayos sobre Psicología Analítica, págs. 118-119)
El uso de lo que se llama "material de la fantasía" es uno de los rasgos más significativos de la técnica de Jung, quien escribe: "Debemos
ser capaces de dejar que las cosas ocurran en la psiquis ... La consciencia está eternamente interfiriendo, ayudando, corrigiendo y negando, sin dejar jamás en paz el simple crecimiento del proceso psíquico". Debemos "poner en libertad la traba del consciente". Ha de
crearse una nueva actitud, "una actitud que acepta lo irracional y lo
increíble, simplemente porque es lo que está ocurriendo. Esta actitud
sería un veneno para una persona que ya fue abrumada por cosas
que sólo ocurren, pero es de valor supremo para quien, con una crítica exclusivamente consciente, elige de las cosas que ocurren sólo las
apropiadas para su consciencia, y, por lo tanto, se aparta gradualmente de la corriente de la vida que se interna en un remanso estancado."
(Comentario sobre El Seceto de la Flor de Oro, pág. 91)
El "Comentario" sobre El Secreto de la Flor de Oro da muchísima información sobre el significado de esta fantasía creadora y la
manera con que puede despejarse el camino que conduce hacia el
estado de integración e individuación. Además, muestra cómo el
método moderno encaja con algunos de los conceptos antiquísimos
de la sabiduría China, cuando se los ve en relación con los procesos
psicológicos – con la integración y el nacimiento de una personalidad superior, cuya consciencia, separada del mundo, que ella contiene sin estar esclavizada a él, se convirtió en visión pura.
135
El motivo filosófico que subyace en todos los conceptos de Jung
es el de la reconciliación de los opuestos: un motivo viejo y universal que caracterizaran las civilizaciones china e indo-aria, cada una
de modo algo diferente, cada cual recalcando uno de los opuestos.
El sistema chino es particularmente claro, y hay poca duda de que,
en una formulación renovada, ganará un ascendiente cada vez mayor en la nueva era. A través de Richard Wilhelm, Jung se familiarizó íntimamente con ese sistema y con el I Ching, el gran libro en el
que la antigua China representaba simbólicamente una síntesis maravillosa de todas las actividades de vida, abarcando todo el conocimiento y todos las ejecuciones de la acción en una fórmula vasta,
la Fórmula del Cambio.
Es notable la aplicación del principio detrás de la fórmula en
conexión con la psicología y el proceso de individuación, y, en un
sentido profundo, constituye el trasfondo de los conceptos y la técnica de Jung, consciente o inconscientemente para él. Como se presenta en El Secreto de la Flor de Oro, encontramos el siguiente cuadro metafísico:
"El Tao indiviso, el Gran Uno, da nacimiento a dos principios opuestos
de la realidad, la Oscuridad y la Luz, yin y yang. Al comienzo, se piensa en ellos sólo como fuerzas de la naturaleza, independientemente
del hombre. Después, de ellos derivan las polaridades sexuales, al
igual que otras. De yin proviene ming, la vida; de yang, hsing o la
esencia."
Tao es "lo que existe a través de sí mismo", guardando un paralelismo, por tanto, con lo "Auto-Existente" (Svayambhuva) del budismo indio. Pero también es el Gran Número Entero y el Proceso
de Integración. El signo chino de Tao está compuesto por dos signos; uno significa "cabeza"; el otro, "ir". Wilhelm traduce Tao como
"Significado"; pero habitualmente se lo tradujo como "el Camino".
En un sentido al menos, es el Camino, o más bien el Proceso, en la
cabeza. Jung, refiriendo la "Cabeza" a la consciencia, llega al significado: el camino consciente. Tao es la síntesis de ming, la vida, y
hsing, la esencia. La esencia y la vida, originalmente una sola en
Tao, se separan en la concepción del hijo. La meta del desarrollo
136
psicológico es volver a unirlas. Por lo tanto, Tao es "el método o el
modo consciente mediante el cual se une lo que está separado", o
sea, la esencia (que es intercambiable con la consciencia) y la vida.
La consciencia separada de la vida se refiere al estado que Jung describe como "la deflexión, o el desarraigo de la consciencia". Asimismo, "la cuestión de hacer conscientes a los opuestos significa la
reunión con las leyes de la vida representadas en el inconsciente".
Vivir conscientemente es producir Tao. Hacer esto plenamente es
integrar a la consciencia (la esencia) y a las energías del inconsciente colectivo (la vida). Esto llega como resultado de un "proceso psíquico de desarrollo que se expresa en símbolos". El gran símbolo de
la individuación es el mandala; o sea, un círculo mágico que contiene una cruz o alguna otra estructura básicamente cuádruple.
Tal símbolo es el zodíaco – y la cuadratura típica de un mapa
astral (los cuatro ángulos). Toda la astrología natal es la aplicación
práctica de esta "cuadratura del círculo" – el Camino consciente:
Tao. El T-A-O cuádruple da los 12 signos o casas de la astrología (3
 4 = 12). Cada mapa natal es el mandala de una vida individual. Es
el croquis del proceso de individuación para este individuo particular. Seguirlo inteligentemente es seguir el "camino consciente", el
camino de la "totalidad operativa", o sea, el camino de la ejecución
activa de la totalidad del ser que es el Yo.
137
138
III
LOS PROCESOS INDIVIDUAL, COLECTIVO,
CREATIVO Y CICLICO
Al final del capítulo anterior nos referimos al I Ching de la antigua China y a su "Fórmula del Cambio", basada en la combinación
de las dos polaridades cósmicas, Yang y Yin. Como ya lo mencionamos, tal fórmula es de especial interés para nosotros porque tuvo
orígenes astrológicos evidentes. Además, es una expresión característica de una filosofía de la época, como la que postulamos en un
capítulo anterior como el antecedende necesario para todo pensamiento astrológico coherente y válido. La astrología carece filosóficamente de significado a menos que se apoye en un conocimiento
cabal de los ciclos y de la potencia creativa de cada momento, especialmente los "momentos semillas" que, en razón de su existencia,
pasan a ser los puntos de partida de los ciclos. La "Fórmula del
Cambio" del I Ching es una fórmula cíclica, que se propone determinar simbólicamente la estructura universal y esencial de todos los
ciclos; mejor aún, del Ciclo o de la ciclicidad. Como todos los procesos de vida son cíclicos –en esencia, si no en apariencia externa–
tal fórmula es la ley básica de todos los procesos de vida. Por tanto,
se alcanza una síntesis verdaderamente universal del ser y del devenir, una síntesis probablemente más grandiosa y absoluta, en su
aplicabilidad simbólica, que la contemplada por Einstein a través de
su "teoría del campo unificado" que reduce a todos los fenónemos
naturales a una ley simple.
La fórmula china no es única en la historia del pensamiento humano. Ahora veremos que la vieja civilización india también concibió una síntesis universal del conocimiento que podría expresarse en
términos de una fórmula cíclica que definiera al proceso universal
de la vida, cuyos polos son el ser y el devenir. Y afirmamos que la
nueva civilización, actualmente en proceso de elaboración, también
139
hará evolucionar semejante fórmula sobre una nueva base de análisis de la vida y en un nuevo nivel de funcionamiento mental.
La discusión de tales temas va evidentemente mucho más allá
del alcance de este libro; pero nos hallamos obligados a esbozarlos
brevemente, porque los valores sobre los cuales se basa la nueva
fórmula del ciclo son –según nuestra estimación– los factores mismos de los que dependerán nuestra clasificación y nuestra interpretación de los elementos astrológicos. El viejo dualismo chino de las
polaridades cósmicas no basta para interpretar nuestro enfoque moderno del ser y del devenir. Como ya dijimos, la humanidad está
estableciendo su consciencia, lenta pero firmemente, en un nuevo
nivel mental; y, en consecuencia, contempla el proceso universal de
la vida desde otro punto. Por eso, deberán determinarse nuevos valores: sin embargo, valores que no nieguen los viejos valores chino
o indio, sino que los complementen y suplementen: valores occidentales que presumiblemente florecerán en el continente americano,
sede de una civilización que surge.
Al esbozar la nueva fórmula cíclica, tendremos meramente que
enunciar ideas más que discutirlas en relación con otros puntos de
vista más tradicionales. Nuestro objeto no es escribir un tratado filosófico sino meramente establecer un antecedente filosófico de la
astrología. Todavía tiene que escribirse la nueva filosofía del Tiempo, o del Ciclo. Lo que sigue será una mera sugerencia de su existencia y un mero esbozo de aquellos aspectos suyos que se refieren
más especialmente a la psicología y la astrología.
El ciclo: de una semilla a la otra
Cada ciclo puede interpretarse estructuralmente como compuesto por comienzo, medio y final. Sin embargo, estos tres términos
han de entenderse más bien en un sentido metafísico que en el sentido de los valores del tiempo. Representan tres factores o principios
esenciales que, en su trinidad, constituyen la totalidad del ciclo. El
modo más simple de enfocar un tema complejo será examinar sucesivamente cada uno de estos tres términos y determinar a qué se
140
refiere, en un sentido general.
EL COMIENZO. El comienzo de cada ciclo es un Uno: una
mónada. Por definición diremos que una mónada es el punto inicial
de emanación de cada ciclo de vida. Es la simiente germinadora, o
el punto dentro de la semilla de donde salen la raíz y el tallo. El comienzo del ciclo es el momento de la unidad, el momento que revela
la presencia real del Uno. La unidad absoluta es un postulado, un
desideratum, una meta abstracta, un concepto metafísico. Es incompatible con la vida o con la manifestación. Pero el Uno-que-está-enel-comienzo es una representación de esta unidad abstracta y metafísica – un avatar de ella. En la consciencia, a la unidad se la puede
alcanzar mediante devoción a este Uno – el Padre-Madre del ciclo
total. La devoción es concentración sobre el Uno – como si este Uno
existiera.
En realidad, el Uno no "existe" más que como un Padre manifiesto; pero el Uno es, como realidad psicológica, en la memoria de
aquellos hijos Suyos que se convirtieron en portadores de Su fuerza
integradora – las hipóstasis, o los avatares, de esta fuerza. Esta fuerza es Tao, y, en otro sentido, es el AUM de los hindúes. Es la fuerza
integradora que es la Vida misma; y que es la única que hace posible
el proceso de integración o de individuación del que hablamos en
nuestro último capítulo. En el organismo fisiológico humano, esta
fuerza es la de la circulación sanguínea arraigada en el corazón: en
la psiquis humana, esta fuerza está menos bien definida, pues, en la
mayoría de las personas, la psiquis dista de ser aún un "organismo”.
Pero es la fuerza a la que puede llamarse la voluntad orientada hacia
la totalidad o la voluntad orientada hacia la cordura y la salud, de la
que el psicólogo deberá ocuparse si su análisis ha de conducir al
paciente hacia la salud psicológica y, eventualmente, hacia la individuación.
Por lo tanto, quien adora al Uno como una forma o una entidad,
como el Padre de Todos, adora realmente un recuerdo, a la más primordial de todas las "imágenes primordiales". Esta adoración mantiene vivo el recuerdo y ofrece canales a través de los cuales puede
fluir la energía de este Uno. El Uno ya no está allí, como la semilla
141
ya no existe en el árbol que crece. Pero la fuerza del crecimiento,
que estaba en la semilla, está activa a lo largo del ciclo de manifestación de la planta. Esta fuerza es una fuerza integradora que constantemente "da testimonio" de la Semilla única.
En otras palabras, una vez que termina el período de germinación, la semilla desaparece, habiéndose sacrificado para que la planta pudiera ser. Pero la energía que estaba en la semilla sigue en actividad. Es la fuerza de la totalidad operativa. Una vez que el Uno
cesó de ser una entidad manifiesta, ahora tiene que convertirse en un
proceso.
EL MEDIO. Este "proceso" es la realidad fundamental del "medio" del ciclo. Sin embargo, con el término "medio" debe entenderse
la totalidad del devenir: la serie íntegra de momentos que ocurren
entre el momento inicial de la emanación y el momento final de la
consumación. Estos dos momentos (de emanación y consumación)
son, en un sentido, únicos; constituyen el alfa y la omega de la manifestación – o más bien representan los dos aspectos del ser, los dos
aspectos del Uno. Como escribiera una vez D.H. Lawrence en un
inspirado artículo, son el Dios-del-comienzo y el Dios-del-final. En
La Doctrina Secreta, H.P. Blavatsky hace referencia a estos dos
"Dioses" –que son uno solo en esencia– respectivamente como el
Manu-Raíz y el Manu-Semilla. Fuera de ellos, todo lo demás pertenece al proceso del cambio, al fluir del devenir; o sea, a lo que los
hombres hoy llaman "vida" – la serie de actividades que constituyen
el vivir.
Sin embargo, a lo largo de este proceso de cambio, es más o menos evidente una fuerza de integración: una fuerza que da cohesión
y dirección a las multitudinarias transformaciones del devenir. Esta
fuerza es la energía del Padre, el Espíritu Santo, el Consolador. Es la
fuerza de la Vida que integra toda la multiplicidad de las partes en
"todos" orgánicos. Es la fuerza del "holismo".
EL FINAL. El momento de la consumación del ciclo es un monento de concentración, de conclusión y de cosecha de los frutos del
proceso de manifestación. Es el "Día-esté-con-Nosotros" de los
142
ocultistas, el Séptimo-Día. Cuando se llega a este momento de consumación, todas las fuerzas que eran las corrientes diferenciadas que
salían de la Fuente (o Mónada) Original y que animaban a los muchos Hijos del Padre único, se juntan en un torbellino de fuerza y
luz que constituye la realidad creativa del Dios-del-final – creativa
porque este Dios, a su vez, al reflejarse, se convierte en el Creador
de los "arquetipos" o Formas genéricas del nuevo Ciclo.
Aunque semejante caracterización de los tres términos básicos
del ciclo sea muy incompleta, de todos modos nos ayudará a definir
los tres puntos de vista del mundo fundamentales que dieron origen
y han de dar origen a las tres fórmulas igualmente fundamentales del
ser y del devenir. Cada punto de vista del mundo y su fórmula recalca uno de los tres términos del Ciclo – énfasis que, desde luego, no
niega los otros dos términos sino que los deja en segundo plano o
les da una valoración más o menos subalterna, negativa o ilusoria.
Los dos primeros tipos de énfasis que recalcan el "comienzo" y el
"medio" del Ciclo –el Uno original y el proceso del devenir– son
bien conocidos por la humanidad. El primero es típico de la vieja
civilización india y de todos los movimientos religiosos y espirituales que dependen más o menos de la vieja tradición aria. El último
recibió una formulación característica en la vieja civilización china,
y es también ejemplificado por el muy gran papel del pensamiento
filosófico-psicológico y científico del siglo XX. Un tercer tipo de
énfasis –recalcando el valor de la consumación y el término final del
ciclo– está surgiendo lentamente del cuerpo general del pensamiento
moderno. A tal tipo de énfasis intentaremos caracterizarlo en una
nueva fórmula cíclica.
La fórmula indo-aria
La India representa típicamente (pero, desde luego, no exclusivamente) la actitud de la devoción; o sea, la dependencia del Unoque-está-en-el-comienzo. Recalca –de muchos modos– el Primer
Principio, el alfa de la evolución y el anhelo de Unidad absoluta. No
siempre se reconoce el hecho de que en la India existió una síntesis
143
general del conocimiento; pero, se lo puede descubrir en los grandes
días de la antigua Aryavarta, la civilización aria, bajo los muchos
agregados y perversiones que estropearon la belleza y la sencillez
puras del antiguo sistema, mucho antes del budismo, tal como el I
Ching es muy anterior al confucianismo. Este sistema parece haber
sido redescubierto, al menos en parte, de modo algo misterioso, por
Bhagavan Das, y remitimos al estudioso a su gran obra, el Pranava
Veda.
La integración de la India, que se basa en el Uno original, es
esencialmente jerárquica, mucho más que la de la China, que es
equilibradora. A todas las actividades y a todos los conocimientos
se los ve en su relación radical con el Uno triuno, que es el AUM, el
proceso del mundo derivado de la Unidad incognoscible e incomprensible. En AUM, A significa la mónada universal, U, el mundo
de la ilusión, y M la relación entre las dos. Esta relación es una relación de negación, pues la vieja sabiduría hindú, basada en el Uno,
niega a los Muchos, excepto como una oscura objetivización de este
Uno.
Por lo tanto, la fórmula del proceso del mundo se da como: "El
Yo –no es– el No-Yo". La fórmula del conocimiento es que el objeto (No-Yo) debe conocerse para que el sujeto (Yo) comprenda,
viendo el carácter ilusorio de aquel, que no hay nada salvo el sujeto.
La integración se alcanza mediante negación y renunciamiento. Al
proceso del mundo se lo ve como una ilusión (maya). La personalidad y el cambio son ilusiones; y, al final del ciclo, el Uno original se
encuentra nuevamente en lo que él era originalmente – incorrupto
por el cambio. ¿Qué ganó mediante el proceso del cambio? Esto,
que ahora sabe conscientemente que "Yo soy el que yo soy". Por lo
tanto, la consciencia es el final del proceso, pero una consciencia
que se identifica completamente con el sujeto y retira del objeto toda
realidad. Sin embargo, tras el fuego siempre quedan cenizas, y por
eso es necesario un nuevo ciclo para reincorporar estas cenizas en
un árbol nuevo, vivo y en crecimiento. Por eso, el proceso del mundo sigue incesantemente a través de una encarnación tras otra del
mismo Yo. Así, el tiempo se convierte en la fatalidad de ser – en la
trama y la urdimbre del karma y la aflicción.
144
Esta actitud básica hacia la vida sigue a un fuerte énfasis sobre
el Uno-que-está-en-el-comienzo. Para este Uno, el "proceso" del
ciclo medio significa desmembramiento, tragedia o sacrificio. El
final significa retorno a la integridad del comienzo. De allí el AUM;
que ha de repetirse en sucesión; pues la M es cese, liberación. Pero
aporta nuevamente el renacimiento. Y el verdadero AUM es el
inaudible; y la verdad reside en el retiro y la abstracción. A y U
también se hacen sonar como O para mostrar que la distinción entre
yo y no-yo es un mero concepto, una mera ilusión. Por lo tanto, OM
es el tono integrado – el sonido vocal más simple, exhalando el aire
y cerrando los labios. Un verdadero símbolo del Uno sin segundo.
A tales conceptos los siguió la síntesis del conocimiento y la actividad universal. Del OM emanó el Gayatri, la invocación sagrada
al Sol y a la unidad de toda la vida. Del Gayatri, y de algunos otros
mantrams básicos, salieron los cuatro Vedas; de los Vedas provinieron los Vedantas; de ellos, que representan a la ciencias básicas del
yo, se originaron las seis escuelas de la filosofía sintetizadas finalmente en la séptima secreta –Atma-Vidya– la consciencia del "final"
que conducen a la re-pronunciación del AUM de un modo universal.
Esto es sólo un muy leve esbozo de uno de los sistemas básicos de
la consciencia de la humanidad, un sistema que aún es la base de la
mayoría de las religiones y de la mayoría de los tipos de filosofías
ocultas.
La fórmula china
Este sistema es, por supuesto, fundamentalmente diferente del
sistema chino, que recalca la realidad del "proceso" y el dualismo en
él implícito. A Yang y Yin, las dos polaridades cósmicas, se los ve
en su interacción cíclica. El tiempo ya no es la fatalidad que fuerza
al espíritu a reencarnarse, sino que es la realidad básica del proceso
del cambio. Toda la vida es un rito de cambio, un drama que representa las actividades conexas de Yang y Yin, y que caracteriza sus
trueques sucesivos. Estos trueques son simbolizados geométricamente, primero en un esquema triple de manifestación arquetípica
145
(pues cada relación entre dos elementos implica acción, reacción e
interacción); luego, en un reino séxtuple de actividad, que es el del
drama real o de la representación externa. Por ello, se forman 64
hexagramas, que representan todas las fases posibles de interacción
entre los dos principios en el reino séxtuple de la actividad. Estos
hexagramas se distribuyen luego en un círculo, en muy gran medida
como los signos del zodíaco en la astrología moderna.
Lo que esta serie cíclica de hexagramas representa es el drama
universal de la vida, el patrón cósmico de toda actividad y de toda
reacción ante la actividad (que es lo que llamamos conocimiento).
Más específicamente, es como el diagrama de la cambiante relación
del Sol con la Tierra durante el ciclo del año. Pero esta relación, que
se curva a lo largo del curso de la órbita de la Tierra, es de hecho el
origen mismo del principio vital en todo. La vida no proviene del
Sol. La vida es el resultado de la relación que se establece entre el
Sol y la Tierra, entre la energía y la sustancia, entre la Luz y la Oscuridad.
En el solsticio del verano, domina el Yang; en el solsticio del
invierno, el Yin; en los equinoccios, se hallan en un estado de equilibrio dinámico. Pero en el otoño, el Yin aumenta; mientras en la
primavera, aumenta el Yang y el Yin disminuye en intensidad. Por lo
tanto, los cuatro puntos cruciales, la Cruz de la actividad, los Cuatro
Actos del drama, que un Quinto Acto puede sintetizar o no. El Quinto Acto es la "Quintaesencia" del saber alquímico. Es el Quinto
Miembro, la casa de lo Creativo, ya sea arriba o abajo. Es el sitio
sagrado en el que mora Tao, el Gran Significado, el ápice de la pirámide basada en los cuatro puntos cruciales del año, el Símbolo de
todos los símbolos. Tao es la solución de todos los conflictos; y, por
tanto, no es una cosa, ni siquiera una esencia, sino un proceso. Es el
Proceso en la Cabeza; la marcha del Iniciado al ascender los escalones que lo conducen hacia la cima de la pirámide: originalmente,
una cima chata, pues el ápice mismo sólo podría ser el Fuego Místico que se eleva desde el altar sublime; el altar en el que los Cuatro
Errores (que en realidad son los puntos de vista limitados) se queman, disuelven, resuelven e integran en el Significado Unico.
146
Este Significado Único, que resuelve todos los conflictos equilibrándolos y trascendiéndolos, está encarnado en el Emperador
Chino. El es el punto neutro en el que se equilibran todas las energías cósmicas, el Gran Vacío, el eje de la rueda. Esto, dentro del
Estado. Pero, para el místico, había potencialmente en cada hombre
un "palacio imperial". Allí, dentro de la cabeza, Tao llegaba a su
plenitud como un proceso, el proceso de "circulación de la Luz", y
nacía el "Cuerpo de Diamante": el Emperador, el Dios-del-final, la
Semilla-de-Luz.
La palabra Tao puede analizarse simbólicamente de modo que
cada una de sus tres letras se refiera a un término del Ciclo. A se
refiere al Uno-que-está-en-el-comienzo, la mónada; O connota la
consumación última que en el hombre significa Personalidad integrada centrada en torno del Yo (y no sólo el ego meramente consciente), y, en una posterior etapa de abstracción, la quintaesencia de
la Individualidad; y T significa el proceso mundial del cambio: en el
hombre, para el estado del ser que es un fluir constante de pensamientos, sentimientos, intuiciones y sensaciones; el estado de la
personalidad evolutiva siempre cambiante. En esta palabra sagrada
de la China, la letra T llegó primero porque la civilización china
recalcaba el elemento del "proceso”; y la letra T, en la simbología
universal, significa la fuerza de vida que fluye a través del proceso
del devenir, la fuerza nacida de la "crucifixión” del Uno en el reino
de la dualidad. Sin embargo, esta fuerza de vida, cuando el hombre
la controla en el equilibrio de la acción, se convierte en la energía
que conduce hacia adentro, a lo largo del "camino Consciente" que
es Tao.
Por ello, la meta del Sabio era equilibrar dentro de sí a las polaridades opuestas, para llegar a un punto de equilibrio desde el cual
todos los conflictos pudieran resolverse simbólicamente, objetivizándolos y trascendiéndolos, y llevar, al interior del centro creativo
de su personalidad independiente última, la quintaesencia del proceso íntegro del cambio para construir allí el vehículo espiritual para
un tipo relativo de inmortalidad individual como la de los verdaderos "Celestiales", o sea, como la manifestación de uno de los Principios arquetípicos dentro del reino de los Universales.
147
La fórmula del "mundo nuevo"
Por tanto, los Weltanschauungen, o puntos de vista del mundo,
chino e indio. Sostenemos que es posible un tercer tipo de integración universal, que no haría hincapié sobre el Uno-en-el-comienzo
ni sobre el "proceso" que llamamos "vida”, sino sobre la suma total
última, sobre la suma conjunta, sobre la recolección de todos los
elementos dentro del "círculo de la totalidad". Tal sistema integraría
evidentemente algunos rasgos de las filosofías típicas de los chinos
y los hindúes. Además, incorporaría el particular énfasis puesto por
el cristianismo sobre la "personalidad" y sobre el proceso de la crucifixión, énfasis que aparentemente está ausente del sistema chino.
Finalmente, tendría que dar hospitalidad a la nueva mentalidad científica, en cuanto abarca un enfoque crítico y analítico del mundo de
los fenómenos naturales, y un intento para profundizar, en consecuencia, el conocimiento del proceso del cambio.
Tal sistema, tal actitud hacia la vida, se está elaborando lentamente ante nuestros mismos ojos. Sólo carece de algunos factores
básicos de coordinación, de una visión mayor, libre de los prejuicios
europeos, de un temperamento verdaderamente estético y creativo, y
de un impulso espiritual colectivo que incluso ahora puede estar
reuniendo su ímpetu a partir del colapso de la vieja civilización europea. Precursores de prácticamente todas las esferas de la actividad
humana están contribuyendo a la construcción de semejante nuevo
punto de vista del mundo. Tal vez el término "Holismo" sea tan
bueno como cualquiera para caracterizar esta nueva actitud hacia la
vida, si el significado del término se amplía más allá de la definición
del general Smuts. En nuestro último capítulo definimos el enfoque
verdaderamente "estético" de la vida y su relación con la nueva psicología, especialmente como la formuló Jung. En un capítulo anterior nos referimos a la nueva actitud de la ciencia, cuyos descubrimientos harán tal vez más que cualquier otro factor en procura de
establecer la nueva filosofía de vivir y ser. No sólo debemos mencionar a los movimientos en el campo de la organización social, la
política y la jurisprudencia, que balbucean las primeras frases del
nuevo lenguaje humano, sino sobre todo, la trascendental presión de
148
los factores económicos, la influencia de nuestras máquinas y nuestra tecnología, que serán factor determinante práctico de los cambios
materiales.
Luego, está la nueva consciencia religiosa y la fuerza de los
movimientos que se ocupan del ocultismo y de la mística, incluido
el espiritismo. En los libros de Alice A. Bailey, se expresan con claridad intachable las características del nuevo tipo de consciencia,
que surge aquí y allá por doquier, y las vastísimas implicancias de la
idea del trabajo grupal sobre una base mundial. Su estudio de las
actividades de lo que ella llama el Nuevo Grupo de Servidores del
Mundo, aunque efectuado sobre la base de ideas ocultistas que pueden desconcertar a no pocas personas, es una expresión magistral de
una visión que abarca a la humanidad entera.
Sin embargo, lo que se necesita es una simple presentación simbólica de principios de vida como los que encontramos en el viejo I
Ching: una fórmula general que relaciona, centra y cristaliza todas
las ideas y todos los ideales nuevos; que llega a formular de manera
nueva y significativa las fuerzas básicas que en cada campo buscan
un nuevo tipo de ajuste. Comprendiendo la magnitud evidente de la
tarea, sería presuntuoso siquiera intentarlo. Pero, ¿qué es más simple
que los principios básicos del I Ching? Nuestra civilización está
abrumada por complejidades. Lo que necesita son unas pocas ideas
simples y sintetizadoras, que finalmente puedan coordinar estructuralmente el pasmoso laberinto de nuestro conocimiento intelectual.
Necesita uno, o unos pocos símbolos significativos para integrar la
masa total de materias, datos y ciencias que atestan nuestras enciclopedias. ¿En el momento actual podrá encontrarse eso? Es difícil
decirlo. Pero, en todo caso, podemos aportar una sugerencia en procura de la eventual solución. Por el otro lado, los conceptos siguientes serán de esencial valor para nosotros en la determinación de las
bases del simbolismo astrológico. Y no olvidemos que el simbolismo astrológico, como simbolismo, puede aun representar un papel
importantísimo en hacer que sean concretas e inteligibles algunas de
las ideas más profundas abarcadas en la filosofía de la nueva civilización.
149
Lo Individual y lo Colectivo
Todas las manifestaciones de la vida pueden observarse abarcando un dualismo de elementos o tendencias. Donde los chinos
hablaban de Yang y Yin, usaremos los términos: "individual" o "colectivo"; y ahora veremos que este dualismo se resuelve a través del
accionar de un tercer principio: el "creativo". Por supuesto, las palabras mismas no son nuevas. Se usaron especialmente en psicología
y en relación con la organización social y política, e incluso, últimamente, estuvieron implícitas en las recientes teorías de la física
moderna (especialmente, en el dualismo de "partícula" y "onda").
Sin embargo, lo que todavía no se hizo, por lo que sabemos, es usar
estos conceptos básicos en un intento por integrar el conocimiento,
humano total y ofrecer una interpretación coherente del ser y del
devenir. Nuevamente, debemos repetir que aquí estamos sugiriendo
meramente cómo podría efectuarse tal intento, y esto a fin de establecer nuestra reinterpretación de símbolos astrológicos sobre una
base verdaderamente omniinclusiva en sus alcances.
La filosofía del Holismo, a la que el general Smuts le diera una
formulación muy interesante, aunque de ningún modo completa, nos
ayudará grandemente a mostrar cómo el proceso evolutivo de la
vida y sus factores contributivos pueden reinterpretarse de un modo
que sea verdadero para el espíritu de la civilización futura. Al "todo"
y a las partes se los presenta como los dos términos del proceso de
vida. Y la introducción de estos dos términos como realidades cósmicas últimas es un paso tremendo, aunque el general Smuts aparezca algo recatado en cuanto a generalizaciones verdaderamente
metafísicas y cósmicas. Sin embargo, caracteriza así a la naturaleza
del proceso del Mundo:
"Este es un universo de totalización ... La realidad última del universo
no es materia ni espíritu sino 'todos' ... El holismo como un proceso
creador activo significa el movimiento del universo hacia una totalidad
cada vez más profunda. Este es el proceso esencial, y todas las actividades y relaciones orgánicas y psíquicas han de entenderse como
elementos y formas de este proceso ... EI surgimiento y la autoprotección de los 'todos' en el Todo es el proceso y la meta lentos pero
150
infalibles de este universo holístico."
(Holism and Evolutlon, 1926)
Semejante cuadro, cuando es completado por la idea de que el
alma o el yo debe entenderse como la totalidad de los "todos" (ver
capítulo II), constituye una revalorización revolucionaria de la actitud del hombre hacia la vida. El dualismo de espíritu y materia, que
era otra forma de dualismo fisiológico, pues originalmente significaba el de movimiento y materia, es reemplazado por el de la totalidad y las partes. Y la unidad del proceso se recalca en que el "holismo es un proceso de síntesis creadora ... el movimiento del universo hacia una totalidad cada vez más profunda".
Aquí no podemos tratar completamente las implicancias metafísicas y algunas de las debilidades metafísicas del cuadro que el general Smuts presenta. Todo lo que podemos decir es que, en semejante idea de progresión infinita, aparentemente desde el caos hasta
la totalidad perfecta, lo mismo que en la idea opuesta, sostenida por
muchos científicos contemporáneos, de un universo que acaba en un
nivel neutro, encontramos que falta un concepto de la naturaleza
cíclica del tiempo, y de la relación del tiempo con la totalidad. No
vemos cómo una fórmula de integración universal puede tener validez real, a menos que sea cíclica, a menos que el comienzo y el final, por decirlo así, se encuentren; y ese punto de encuentro podrá
considerarse como absoluto e intemporal: como el Ahora Eterno.
En otras palabras: 1) el proceso de la vida no es una mera progresión ascendente; 2) implica dos movimientos complementarios
que, vistos separadamente, operan en direcciones opuestas; pero que
pueden integrarse en un tercer término. Este término no es un movimiento: En él no hay progreso.
El primer movimiento puede denominarse "individuación",
siempre que la palabra se tome en un sentido mucho más general
que el que le da Jung.
El segundo movimiento puede denominarse "colectivización".
El tercer término es "lo creativo". El quid de toda la cuestión radica en la comprensión correcta de este tercer término. Para captar
151
el significado algo difícil de este, tendremos que ver cómo operan
los dos movimientos que él sintetiza y equilibra.
Individuación. Este es el proceso a través del cual los elementos, que están relativamente irrelacionados (la irrelación absoluta es
inconcebible), se juntan o son juntados, y constituyen un todo. Así
definido, el término es sinónimo de "integración".
Colectivización. Este es el proceso a través del cual los rasgos,
facultades o energías características que los individuos adquirieron
como individuos pasan a ser, por transmisión directa o indirecta,
propiedad de grupos.
A fin de captar claramente estas definiciones será necesario analizar filosóficamente los dos conceptos –individual y colectivo– y,
por lo tanto, obtener un cuadro bien definido de lo que estos términos, a menudo usados vagamente, significan.
Un Individuo es un ente en el que se integran, de manera única,
una cantidad de elementos. Estos elementos se heredan de los antepasados lineales de ese individuo, o son asimilados por él de un modo u otro, desde que empezó a existir en un estado de relativa independencia. Lo que constituye la individualidad es el hecho de que es
única la manera en la que esos elementos heredados y asimilados se
combinan.
Sin embargo, esta unicidad puede no ser absoluta. Puede ser relativa respecto de ciertas agrupaciones fortuitas de estas, o respecto
de la posesión de características fortuitas singularizadas. Por ejemplo, si en medio de un grupo de peces que van en una dirección en el
río, vemos un pez que nada en dirección contraria, este pez actúa
como un individuo. Su conducta tiene una característica que es única. Si tres peces se comportan de un modo, y miles de peces se
comportan de otro modo, todavía puede decirse que los tres peces
tienen una conducta relativamente individual. Pero, considerados
como entes en sí mismos, probablemente sean peces del mismo modo que los demás peces, y por tanto no pueda decirse que sean "individuos".
Luego, si miramos una pared de ladrillos, podemos decir que
todos los ladrillos son parecidos. Pero podemos decir que ocupan
152
sitios individuales, pues cada ladrillo, en términos del hecho de que
ocupa un lugar definido, es único. Dos ladrillos no ocupan el mismo
lugar.
Por el otro lado, la palabra "colectivo" se refiere a agregados
que, al menos hablando relativamente, no tienen una característica o
una base únicamente definida en el tiempo y el espacio; o a atributos
que se descubre que muchos entes los poseen en común. Los ojos
azules son factores colectivos; pero los ojos de mi amigo el señor X
son individuales, pues son únicos, y una de las características de la
constelación única de factores humanos que se conoce como el señor X. En otras palabras, la relación entre individual y colectivo es
algo análoga a la existente entre particular y universal; sólo que la
palabra "universal" tiene varias connotaciones y un sentido etimológico que están fuera de la cuestión respecto de lo que ahora estamos
considerando. También debe añadirse que el significado estricto de
individual y colectivo varía según el tipo de entes a los que se apliquen. Sin embargo, el significado general sigue siendo el mismo.
Puede decirse que cada ente vivo posee elementos individuales
y colectivos. Como ocurre con todo dualismo básico de principios,
los dos nunca están separados. Lo que cuenta y lo que puede ser
medido es la proporción relativa en la que los dos coexisten. En el
ciclo anual chino de transformación, no se encontraba día alguno en
el que no estuvieran en actividad Yang o Yin. Pero si aumentaba la
potencia de Yang, decrecía la de Yin; y viceversa. De modo parecido, desde el punto de vista del holismo, no hay un "todo" que no
pueda considerarse como parte de un "todo" mayor (al menos potencialmente), y no existe parte que no sea el "todo" para las partes
menores de las que es la suma total y la síntesis.
Cuando tratamos sobre seres complejos, con organismos que
congregan millones de células y vidas mediante un ordenamiento
estructural más o menos bien definido, nos encontramos frente a la
necesidad de usar los términos individual y colectivo como adjetivos que califican los elementos constitutivos de estos "todos" complejos. Individual y colectivo califican siempre todo lo que existe.
Todo lo que es eternamente traccionado por las dos fuerzas podero153
sas hacia la calificación individual o hacia la calificación colectiva.
Este es el gran drama universal del ser.
Naturalmente, en el hombre el drama es el más significativo y
completo, ¡al menos, para los hombres! Por lo tanto, observándolo
funcionar dentro de nuestro ser total, podremos verlo mejor funcionando de modos más simples o más grandiosos, en átomos o galaxias.
La fórmula de la transformación cíclica
La fórmula cíclica siguiente es, evidentemente, el género más
simple de sistema que tiene que suplementarse, en cada caso particular, con una mucho más completa; pero guarda paralelismos con
la fórmula igualmente simple del Yang-Yin de la China, y sostenemos que tiene la misma validez universal. Su valor radica en que
nos da una nueva perspectiva de los factores psicológicos (conscientes e inconscientes) y nos permite interpretar todos los procesos de
vida en el nivel psico-mental.
Comenzamos el ciclo con el individuo, o sea, con un ente único
en el que se integra una cantidad de elementos colectivos. De este
individuo emanan, a través de una actividad que ahora estudiaremos,
nuevos elementos que son la exteriorización de su personalidad individual.
Estos elementos, una vez puestos en libertad por el individuo, se
convierten en elementos colectivos. Se registran sobre las mentes de
otros individuos que pueden asimilarlos o no; se convierten en propiedad común de todos los hombres. Tales elementos colectivos,
que los individuos emanan, se suman todos al depósito de experiencia colectiva y conocimiento colectivo. Acumulan y constituyen la
memoria racial, de la que emerge una cultura, o en general, una civilización.
La civilización, en su sentido supremo (no como la representa
Spengler, que sólo ve su sombra) es realmente un proceso. Es el
proceso de integración de elementos colectivos. Cada generación de
154
hombres empuja ese proceso un paso más adelante, en cuanto los
individuos dentro de esta generación emanan, de su propia personalidad individual, nuevos elementos. La civilización, como proceso,
culmina en la formación de lo que los místicos llamaron la "Ciudad
Santa", la "Nueva Jerusalén", y en un sentido, al menos, la "Logia
Blanca". Es decir, termina en la construcción de una forma o ente
individual –en el nivel psico-mental– que, con H.P. Blavatsky, podemos llamar el "Manu-Semilla". Es la semilla de la planta psicológica de la civilización.
Esta semilla, como un individuo psico-mental y, en un sentido,
cósmico, emana, al comienzo de un nuevo ciclo, elementos colectivos. Estos elementos colectivos constituyen las "imágenes primordiales del inconsciente" de las que habla Jung. Asimismo, son la
"prístina revelación" de la teosofía, la "suma total de las ideas innatas" de otros sistemas filosóficos. Estas, combinándose con una tierra nueva, o hablando en general, nuevos materiales sustanciales,
constituyen a su vez las estructuras arquetípicas ("los yoes astrales") de un nuevo tipo racial. De la matriz, que este nuevo tipo racial
constituye, emergerán, por el proceso de evolución o individuación,
los individuos. Y el ciclo empieza nuevamente.
La fase de colectivización es la fase del proceso cíclico durante
la cual el individuo emana elementos que se convierten en la "sustancia" colectiva psico-mental de la civilización. La fase de la individuación es la fase durante la cual esta "sustancia" se integra en el
"Manu-Semilla" o en la "Ciudad Santa". Reproduce en mayor escala
el proceso a continuación del cual un hombre particular integra todas las energías psico-mentales de su ser y se "individua", en el sentido del término de Jung. Un proceso parecido es el que la ciencia
moderna llama "evolución", desde la ameba hasta el hombre; pero
este proceso, en vez de ser una línea progresiva recta, es cíclico.
Lo que probablemente confunda al lector es el desarrollo simultáneo del hombre como especie y de una multitud de hombres como
personalidades relativamente "individuadas". Por lo tanto, debemos
distinguir entre hombre genérico y hombre personal, entre el "individuo menor" y el "Individuo Mayor". El hombre genérico es la
155
imagen emanada (o la "sombra") del "Manu-Semilla" del precedente
ciclo cósmico; y este Manu-Semilla representa al "Individuo Mayor" que es un "Todo emergente" compuesto por la quintaesencia de
"individuos menores", o sea, personalidades humanas. Este "Individuo Mayor" del final del ciclo se manifiesta como el "Creador" del
comienzo del ciclo. El "crea" una especie nueva: su propia imagen.
Por lo tanto, "Dios" creó al hombre a su propia imagen; pero "Dios"
es la suma total "individuada" de todos los elementos colectivos
psico-mentales emanados por los individuos del ciclo anterior. Los
individuos entre los hombres de hoy están emanando "ideas" y
"energías" que, una vez "individuadas" en algún tiempo distante en
la síntesis final de todas las civilizaciones humanas, será el "Dios"
que "creará" algunas especies nuevas de "hombres" en el comienzo
del futuro ciclo cósmico de la Tierra (o tal vez de otra parte).
Sin embargo, no debemos olvidar que el hombre genérico, al
ser, pues, la creación o la emanación del "Individuo Mayor", es originalmente una masa de elementos colectivos. El hombre genérico
no es un individuo sino la matriz de la que surgirá el individuo después de un largo proceso de individuación. Lo que es tal vez más
importante, debemos comprender que este proceso tiene lugar, primero en el nivel fisiológico, y después en el nivel psico-mental. Por
eso, las mitologías antiguas hablan de varias "Creaciones"; por eso,
La Doctrina Secreta menciona primero la proyección de las "sombras astrales" (o sea las formas arquetípicas) de los hombres, luego,
la de las "chispas de la Mente": los núcleos de los que germina y se
desarrolla el ser psico-mental del hombre. En un sentido, los dos son
uno, pero funcionan en distintos niveles del ser, y organizando un
género diferente de "sustancia".
Sin entrar a debatir las difíciles cuestiones de la cosmogonía
"oculta", podemos decir, sin embargo, que ninguna creación nace de
su creador, o es emanada por este, como un individuo –sólo nace
con una potencialidad (más o menos compulsiva) de personalidad
individual. Por eso tenemos que diferenciar en todo hombre entre el
yo racial y el yo-individual (potencial o cumplido). El primero es de
naturaleza colectiva; el último, es de naturaleza individual. En otras
palabras, el tipo genérico de hombre (homo sapiens) alcanza prime156
ro cierto punto de cristalización, que es una individuación genérica;
luego, el proceso de integración personal comienza a partir de tal
base genérica.
La individuación genérica es un proceso que afecta a la suma total de los seres humanos que pertenecen a un grupo más o menos
claramente determinado. Actúa juntando en un ambiente geográfico
definido a seres humanos que fueron proyectados (como "emigrantes") de los diversos grupos relativamente "individuados" y que, por
tanto, se convirtieron, desde el punto de vista de la raza, en "elementos colectivos". Estos elementos colectivos de varias descripciones
se vuelven lentamente homogéneos. Lo que los vuelve homogéneos
en un tipo genérico (o después, en una "cultura") es una serie de
experiencias comunes y la asimilación común de ciertas ideas y
"creaciones" emanadas por los individuos que en el grupo son creativos. Y con los términos "individuos creativos" no significamos
sólo a los "artistas creativos". Es un creador quienquiera que tenga
una idea nueva y descubra un significado en alguna experiencia, o
relacione juntos ciertos hechos de la experiencia de un modo nuevo,
y especialmente simbólico. Por lo tanto, cuando lo que creó es asimilado por varios hombres de un grupo, se da un paso hacia la integración grupal o la individuación genérica.
Precisamente, de este modo fueron construidos nuestros cuerpos
y fueron fijados su tipo y sus funciones, pero a través de millones de
años de individuación genérica. La herencia común de la humanidad
se acumuló durante miles de milenios. Esta herencia común es el
"inconsciente colectivo" formulado por Jung. Tiene una fuerza formativa tremenda. Y sus formaciones fijaron el tipo genérico de
nuestros cuerpos y nuestras psiquis. Pero no olvidemos que estas
formaciones de energías del inconsciente colectivo son no sólo el
resultado de la asimilación de las creaciones de los "individuos menores" (como los definimos anteriormente); también están conectadas causalmente con las "imágenes primordiales" o las "ideas innatas" que emanaron al comienzo del ciclo de nuestra humanidad actual a partir del "Individuo Mayor", a través del "Manu-Semilla" del
ciclo precedente.
157
Nuevamente, lo que hace que los asuntos sean más bien complejos es que la individuación y la colectivización operan en distintos
niveles y se ensamblan entre sí. Pero si captamos la fórmula siguiente, un hilo de Ariadna puede conducirnos a salvo a través del laberinto del cíclico proceso de la vida: este proceso de la vida es de lo
colectivo a lo colectivo a través de lo Individual. Pero también podríamos decir: de cualquier nivel de Individuación hasta el próximo
nivel superior a través de lo creativo. La primera formulación es
desde el punto de vista de la sustancia; la segunda, desde el del espíritu, o de la unidad.
Si consideramos la formulación según el espíritu, tenemos la
fórmula cíclica mencionada al comienzo de este capítulo; comienzomedio-final; o Dios-del-comienzo –el proceso dualista– Dios-delfinal; o Semilla-planta-semilla; o mónada-personalidad-Yo, hablando psicológicamente. Usando el simbolismo del alfa y la omega,
podríamos simbolizar a la fórmula con la palabra amo, que en latín
significa "yo amo". Comparándola con el Amen latino, el Aum sánscrito y el Omi chino, puede resultar interesante para el estudioso del
simbolismo. Según nuestro alfabeto actual, la formación simbólica
debe ser Amz; M significa lo colectivo, que, desde luego, es análogo
al elemento-madre ma, y al mar (mar, en latín); A y Z representan
las dos etapas de la Semilla o del Individuo, la inicial y la culminante o sintética. A significa simbólicamente la mónada; M, la personalidad (en nuestro sentido del término, el equivalente del manas sánscrito); Z significa lo que llamamos, con Jung, el Yo (en sánscrito,
Sva; S es el equivalente sánscrito de Z; raíz que se encuentra con
leve diferencia prácticamente en todas las lenguas indo-europeas).
Sin embargo, si aceptamos la fórmula: de lo colectivo a lo colectivo a través de lo individual, planteamos como primordial un
proceso mundial de cambio, el vasto mar de los elementos cósmicos, que se forman en "todos" más o menos individuales que nuevamente se dividen en partes. Entonces, el individuo es meramente
el florecimiento momentáneo de un proceso, la cresta de las olas de
un océano eternamente inquieto.
158
La cualidad, la estructura y la sustancia
Los elementos colectivos (ya sean cósmicos o humanos) representan siempre el polo de la sustancia, en oposición a lo individual
que significa el espíritu. Como hay elementos de todas clases y en
todos los niveles del ser, la sustancia puede ser de muchos tipos. Por
ello, hablamos de sustancia física y de sustancia psico-mental. La
sustancia es el resultado del proceso de colectivización (ya sea como
desintegración o como creación). La sustancia que resulta de la desintegración es el humus creado por las hojas descompuestas que
proveerán de elementos químicos a la nueva vegetación primaveral.
La sustancia que resulta de la creación es, simbólicamente, propia
de la sustancia de la semilla.
En su valiosísimo libro, intentando efectuar una reconciliación
entre las psicologías oriental y occidental, Alice A. Bailey escribe:
"La palabra clave 'sustancia', con su sugerencia de materialidad, es
una denominación inapropiada. Sin embargo, es útil reducir esta
palabra a sus raíces latinas: 'sub', debajo, y 'stare', estar. Por ello, la
sustancia es lo que está debajo, o lo que subyace". Sustancia, en su
sentido filosófico, significa substratum. En el diccionario Webster
se la define como "Lo que subyace en todas las manifestaciones
externas; aquello en lo que son inherentes las propiedades". Sobre
bases filisóficas de coherencia lógica, tenemos que postular una
"sustancia psico-mental" como un substratum de las actividades
psico-mentales del espíritu (o en el hombre, la "cualidad" individual
que es su realidad espiritual). Cada reino de manifestación del espíritu debe tener un tipo correspondiente de sustancia, estando el espíritu y la materia absolutamente correlacionados. La sustancia psicomental puede considerarse una emanación, y un producto depurado
de la sustancia física. O puede ser que la sustancia física sea la condensación de una "sustancia mental" universal.
Si semejante argumento ha de desecharse debido a que es "metafísico" y no se basa en la experiencia, entonces desechemos toda la
nueva física atómica. El éter, o la curvatura del espacio, o los electrones y los protones, son todos postulados como sustratos de actividades registradas. Las actividades se registran, pero ningún ojo
159
puede ver jamás al éter, o al electrón, y mucho menos al "espacio
curvo". Existe tanta evidencia, de hecho mucha más, para la existencia de una sustancia "psico-mental" como para la existencia de
electrones, que son sólo necesidades lógicas. Además, todo concepto de sobrevivencia de la consciencia, o de la inmortalidad –
concepto que Jung considera requisito normal para la salud psicológica– requiere, desde luego, una sustancia psico-mental. Pues una
vez que la sustancia física desaparece, evidentemente debe haber
algún otro género que sirva de substratum para la consciencia. Si se
niega esto, entonces la negación es meramente un juego de palabras,
y un apego arcaico de la consciencia a la "imagen primordial" de
una sustancia tangible.
Sin embargo, debe añadirse que la cuestión de si tal sustancia
psico-mental postulada, puede ser realmente experimentada o no
por el hombre depende de si el hombre es susceptible o no de desarrollar sentidos superfísicos, u órganos de percepción directa. Aunque no pueda, existe algo como la "evidencia inferencial".
En oposición a la sustancia lo que llamamos "cualidad" representa la identidad espiritual del "todo" vivo. Cuando debatimos la
filosofía del tiempo en el capítulo II y en el comienzo del III, vimos
que cada momento del tiempo es creador de una cualidad particular
que, figuradamente, se estampa sobre cualquier "todo", alcanzando
el estado de existencia independiente en ese momento. La cualidad
del momento y la cualidad de la totalidad del "todo" son idénticas.
Esta cualidad como se proyecta del tiempo, por decirlo así, es la
mónada del "todo" particular considerado. Es el Uno-en-elcomienzo. Representa al polo individual.
La cualidad, o la mónada, puede referirse a una especie, o a una
persona humana aislada. Esto debería ser evidente por lo que ya dijimos sobre que en el nivel fisiológico, la cualidad es genérica, no
personal. En otras palabras, hablando fisiológicamente, hay sólo
una mónada para toda la humanidad, tal como hay sólo una mónada
para la especie o el género de los gatos o los perros. La individualidad reside en la especie o en la subespecie, no en su espécimen particular, un gato en particular o un perro en particular. Sin embargo,
160
hay una cantidad infinita de graduaciones. La individualización, la
diferenciación respecto de la norma, tiene alguna cabida en el nivel
fisiológico. Pero, y este es el punto importante, sólo en cuanto procura una base (punto de vista sustancial), o es la expresión (punto de
vista espiritual) de factores psico-mentales.
Lo que mejor podría decirse es que la individuación fisiológica
es de un orden inferior que la individuación psico-mental. La primera representa un énfasis colectivo; la última, un énfasis individual.
Esto estará claro si recordamos que el comienzo del ciclo de la humanidad (de hecho, de cualquier ciclo) es un acto creativo que pone
en libertad elementos colectivos, que sólo tienen la potencialidad de
la personalidad individual. Para repetirnos: El ser-Semilla del final
del ciclo precedente emana creativamente, al comienzo del ciclo
humano, una forma (o una estructura) prototípica. Esta forma, más
la energía de la que está dotada, es la exteriorización de la cualidad
o la Idea que, dentro del ser-Semilla, condicionó el acto creador.
Esta cualidad es la mónada del genus homo: su noumenonarquetipo. Se exterioriza en el acto creador como energía y estructura. La estructura permanece inmutable, como el plano durante la
ejecución de una construcción. Pero la energía experimenta un proceso de diferenciación y transformación; o sea, que el dinero (la
energía social) separado para la construcción al comienzo de las
actividades, se convierte en la madera, los ladrillos, la plomería y el
salario de quienes realizan las obras.
En otras palabras, la idea del edificio es el arquetipo. Condiciona las actividades de construcción: el acto creador. Este último implica la exteriorización de la "idea del edificio" como un plano; y
también la puesta en circulación de una suma de dinero –de energía–
para pagar la construcción. Una vez completadas las actividades de
construcción, el plano se sustanció en un cuerpo concreto. La energía se transformó en trabajo y en el acto de reunir los materiales;
pero, cuando el edificio (digamos un departamento) es alquilado, el
dinero que se gastó en la construcción, al final del ciclo del negocio,
volverá a su fuente, con un beneficio (¡si todo marcha bien!).
Esta ilustración muestra que el "acto creador" pone en circula161
ción elementos colectivos (o sea, dinero: un valor estrictamente colectivo), pero con la potencialidad de la individualidad (el plano,
como una exteriorización de la "idea"). El departamento terminado
tendrá cierta cantidad de personalidad genérica. Tendrá cierta cualidad, en términos de la cantidad de dinero (energía) que se gastó, lo
mismo que de su estructura. Por lo tanto, recibirá a cierta clase de
personas como inquilinos. Estos inquilinos, por el hecho de vivir
juntos e interactuar, (si se nos permite forzar la cosa) erigirán una
comunidad de intereses, de pensamientos y de conducta, que podría
describirse como el ente psico-mental del departamento. Dentro de
la estructura genérica de la casa se desarrollará una estructura individual psico-mental. Por supuesto, ésta será moldeada, en alguna
medida, por la primera. Pero esta estructura de la casa habrá sido
"creada" por el arquitecto-dueño con vistas a atraer, mediante rasgos especiales, a cierta clase de personas.
Si añadiéramos que el arquitecto-dueño puede ser una cooperativa de personas que construyeron la casa para vivir en ella, podríamos tener un cuadro más completo, desde el punto de vista espiritual. Esa cooperativa representa ahora el ser-Semilla del ciclo precedente. Es su propio dinero-energía el que se gasta para la casa en
la que, como grupo, vivirá, y de la que extraerá nuevos beneficios y
un ulterior sentido de integración. Puede decirse que la casa se construirá durante el verano, cuando la cooperativa se toma vacaciones
de la ciudad; o tal vez todo el grupo esté todavía viviendo en otra
ciudad, mientras se está construyendo la casa en la nueva ciudad. En
todo caso, el hecho es que el grupo no se muda a la casa, como inquilinos, hasta que esté completada, aunque luego de tomar posesión
de los departamentos exista la secuela de cambios menores y el
amoblamiento interior de los diversos departamentos.
La ilustración es, evidentemente, sólo una ilustración, para que
no se la tome demasiado literalmente; pero tal vez ayude a enfocar
(confiamos que no a cristalizar) algunas de las ideas abstractas
anteriormente expuestas. Podemos continuar más adelante, considerando la conducta de la cooperativa en su carácter de inquilinos. La
estructura de la casa, o sea, el modo con que se proyectaron los departamentos, determina muchísimas actividades diarias en ellos,
162
como dirigirse de la cama al baño, y del baño a la sala del desayuno,
etc. Estas actividades son inconscientes: dependen de la estructura
genérica de la casa. Son poderosas y fijas, determinadas por una
estructura inmutable por "imágenes primordiales", o sea, por el
plano original de la casa (prototipo del genus homo) que, a su vez,
fue la exteriorización de la "idea" del edificio, que a la vez fue condicionado por los hábitos, la consciencia y la riqueza anteriores de la
cooperativa que proyectó esta "idea". En otras palabras, son los resultados finales de un pasado excesivamente largo.
Por el otro lado, el tipo de pensamientos que los hombres ejecutan en sus escritorios durante sus estudios y todas las actividades
emocionales que prosiguen entre los inquilinos en sus respectivos
departamentos, o cuando se visitan entre sí, no están muy vinculados o condicionados por el plano de la casa. En el living o en el gabinete se pueden hacer muchas cosas diferentes: desde galantear
hasta servir el té y jugar al bridge o tener un recital. Las actividades
más psicológicas y conscientes de los inquilinos están relativamente
libres de la estructura de la casa; mientras sus movimientos fisiológicos y cuasi-inconscientes son más regulados por aquélla.
A esta altura, la ilustración resulta muy torpe, pero aún puede
servir a algún propósito. Lo que intenta transmitir es la diferencia
entre estructuras permanentes que son genéricas, en el hombre, y
estructuras impermanentes que son más personales. Las primeras se
refieren al inconsciente; las últimas, al consciente. Lo genérico es lo
colectivo en la medida en que representa rasgos y atributos que son
propiedades comunes de la mayoría. Por el otro lado, estos rasgos
genéricos pueden rastrearse no sólo hasta experiencias y reacciones
comunes bajo las mismas condiciones geográficas y ambientales
prolongadas (como lo sostiene Jung, que es un científico moderno);
pero debe decirse, desde el punto de vista espiritual, que tienen su
origen en el acto creativo de un "Individuo Mayor", del "Dios-en-elfinal" del capítulo precedente.
Por lo tanto, "inconsciente genérico" sería un término mejor en
lo concerniente a elementos que impliquen estructuras básicas comunes, como lo son las "imágenes primordiales". Por otro lado, el
163
término "inconsciente colectivo" significaría más específicamente
los resultados del proceso de civilización, en el plano psico-mental:
las ideas de la humanidad, que se forman lentamente, las cuales,
paso a paso, integran las almas o las mentes de todos los hombres en
el ser-Semilla del final del ciclo: en el nivel psico-mental. "Genérico" se refiere más a lo que resulta de estructuras fisiológicas comunes a todos los hombres; mientras "colectivo" se aplica más estrictamente a los elementos psico-mentales que, en el curso de la evolución humana, son puestos en circulación por individuos creativos, y,
después de ser asimilados por muchas generaciones, se convierten
en la herencia de toda la humanidad.
Las estructuras genérica e individual en el cuerpo
Para que no se nos acuse demasiado severamente de separar lo
fisiológico de lo psico-mental, y el cuerpo de la psiquis, diferenciaremos dentro del cuerpo a las estructuras genérica e individual, y
mostraremos brevemente su relación, que guarda paralelismo, en el
nivel fisiológico, con la relación psicológica entre el consciente y el
inconsciente sobre los que se funda el método psicológico de Jung.
Por supuesto, tal diferenciación es relativa, no absoluta. Cualquier parte del cuerpo puede presentar rasgos que son característicos
de un individuo particular y no de otro. Todas las funciones fisiológicas son básicamente genéricas, pero el funcionamiento total de
cada cuerpo podría describirse mediante una fórmula que presentaría un carácter ciertamente único. Aquí llegamos nuevamente a la
idea fundamental de que los elementos son colectivos, pero combinándose de modos complejos, cada uno de los cuales es, en alguna
medida, individual. En todo dualismo básico de esa índole –como
Yang y Yin, positivo y negativo, individual y colectivo– presenciamos siempre un proceso de combinación de las dos polaridades.
Este proceso puede significar un cruel conflicto, o puede significar
un ajuste armonioso, basado en la ley de la compensación y del
trueque cíclico.
Considerando el dualismo de lo colectivo y lo individual, en164
contramos un cambio constante de énfasis entre: 1) la fidelidad al
tipo genérico; y 2) el énfasis sobre las variaciones individuales. Entre estas dos actitudes, el péndulo de la vida oscila constantemente,
como evidentemente lo muestra un estudio de las civilizaciones pasadas. La oscilación se manifiesta, primero, en relación con la naturaleza fisiológica del hombre. Cuando esta naturaleza del cuerpo se
fija relativamente, y se produce un tipo racial que exterioriza en
cuerpos físicos la "idea" arquetípica "creativa" en un grado de relativa perfección, aumenta la fuerza, el principio de individualización
(o sea, el énfasis de las diferencias individuales). Entonces, es como
si la "Vida" intentara extraer de las más pequeñas variaciones individuales, en la estructura fisiológica genérica, todas las posibilidades que pondrían en libertad a la individualidad en otra dirección, o
en otro nivel. Por ejemplo, si bien la estructura del cráneo era realmente fija, racialmente, sobrevino la posibilidad de desarrollar cincunvoluciones cerebrales en profundidad, o interiormente. El cerebro creció en importancia dentro de la estructura ósea relativamente
fija; el cerebro, el instrumento a través del cual podrían recalcarse
las diferencias individuales, contra la conformidad estructural ósea
al tipo genérico. Por lo tanto, los elementos conscientes, basados en
el cerebro y en el sistema nervioso cerebro-espinal fueron enfatizados cada vez más; mientras se dejó un poco en segundo plano a los
elementos inconscientes, basados en los ganglios del sistema nervioso simpático (el plexo solar, principalmente) y el cerebelo.
El sistema del Gran Simpático, con sus plexos nerviosos, es
esencialmente la sede de la conducta fisiológica genérica (el instinto) y de las imágenes o impulsos inconscientes colectivos. Es la matriz de la que, o a través de la que, están en actividad las "imágenes
primordiales" del inconsciente. Esto lo expresó, ya en 1904 (antes
de las obras importantes de Jung), Edward Carpenter en su libro El
Arte de la Creación (capítulos VI a XI). Carpenter, extrayendo su
información, en parte al menos, de la psicología del Sur de la India,
describe la formación progresiva de imágenes raciales a través de la
experiencia de incontables generaciones, y sostiene que estas imágenes raciales se asocian con el plexo nervioso que gobierna las
actividades y los correspondientes sentimientos instintivos del cuer165
po humano. Considera a estos plexos nerviosos como las fuentes de
grandes emociones colectivas instintivas. Al sistema del Gran Simpático se lo contempla entonces como "una especie de órgano de las
Emociones; en un sentido, algo así como el Cerebro es considerado
como el órgano del Pensamiento". Este criterio lo asumieron muchos psicólogos; sin embargo, nosotros usaríamos aquí más bien el
término "sentimientos" que el término "emociones".
Como ya vimos, los juicios basados en los sentimientos son como instintos, información inmediata sobre el valor vital de una situación o una relación. Los sentimientos, en el hombre más o menos
individualizado, se relacionan fuertemente con los pensamientos,
pero son, igualmente, desarrollos muy evidentes de los instintos
colectivos. Por eso, a los sentimientos se los puede llamar instintos
individualizados. Se individualizan en proporción a cómo el sistema
cerebro-espinal domina al Gran Simpático; especialmente cómo el
cerebro domina al plexo solar, que es el cerebro, o centro del sistema del Gran Simpático, y, por lo tanto, es la puerta para los "mensajes" del inconsciente colectivo y sus imágenes primordiales más o
menos individualizadas.14
El sistema cerebro-espinal y el cerebro son las sedes o los órganos del ego consciente: el factor individual per se en el hombre. Según Jung, el ego es "un complejo de representaciones que constituyen el centro de mi campo de la consciencia y parece poseer un altísimo grado de continuidad e identidad. De allí que yo hable de un
complejo del ego (Tipos Psicológicos). S. Radhakrishnan (citado
por Alice Bailey en El Alma y Su Mecanismo) lo define como "la
unidad psicológica de la corriente de la experiencia consciente que
constituye lo que conocemos como la vida interior del yo empírico".
El ego es el "principio de la separación", simbolizado en la asPor eso, la concentración sobre el plexo solar se practica donde el hombre quiere ser un agente más o menos pasivo de una "imagen primordial" o un "dios". El
plexo solar es gobernado astrológicamente por Júpiter, el cual simboliza el culto
religioso, el contacto con los "dioses" y, en general, es el reflejo de lo universalmente colectivo: Parabrahman o el estado Para de la consciencia en la filosofía
hindú.
166
14
trología por Saturno. Es lo que dice: "Yo soy esta entidad particularmente única, y no otra". Es el órgano de variabilidad respecto del
tipo genérico. Gobierna la primera fase del proceso de individuación. Hablando en general, podemos dividir al proceso de individuación en dos fases: La fase de la diferenciación durante la cual el
individuo potencial hace hincapié sobre sus propias diferencias respecto de la norma genérica, y la fase de la asimilación durante la
cual el individuo diferenciado asimila los contenidos del inconsciente colectivo, en muy gran medida como el cuerpo crece asimilando
la sustancia alimenticia suministrada por la tierra "colectiva". Estos
dos procesos operan en alguna medida sincronizadamente, pero el
énfasis sobre uno u otro caracteriza la "edad" de la personalidad
individual. La etapa de asimilación presupone un desarrollo avanzado de la naturaleza psico-mental del hombre, o sea, de hecho, una
vasta memoria colectiva en la raza humana, la memoria heredada,
correspondiente a todos los logros de muchas y variadas civilizaciones.
Aquí encontramos nuevamente una razón para diferenciar entre
los factores colectivos genéricos y los atributos psico-mentales que
son los productos acumulados de una civilización tras otra, y constituyen la herencia colectiva de la humanidad posterior. De paso,
puede decirse, que los plexos nerviosos del sistema del Gran Simpático (y del cerebelo) son las puertas o los medios para el influjo de
las energías genéricas (los instintos y lo más primordial de las "imágenes primordiales"); mientras los lóbulos del cerebro (que son los
cotiledones de esa semilla humana: la cabeza) son depósitos potenciales de los frutos colectivos de civilizaciones pasadas. En otras
palabras, lo que en su totalidad se llama el cerebro tiene que subdividirse en dos conjuntos básicos de partes: los que (figuradamente
hablando) son depósitos del pasado, y los que de estos depósitos
retiran los elementos colectivos, y los recombinan en formaciones
individuales. Puede incluso mencionarse un tercer conjunto (según
las tradiciones orientales), que se refiere a la etapa posterior de individuación y a la integración final de todos los factores de vida. En la
China, a esto se lo llamó "La Casa de la Creación", y parece referirse a partes tales como las glándulas pituitaria y pineal y el Cuarto
167
Ventrículo, y otras "cavidades". El libro titulado El Secreto de la
Flor de Oro se ocupa de algunos procesos "ocultos" que se dice que
ocurren en el centro mismo de la cabeza y detrás de la base de la
nariz. De modo parecido lo hacen libros que tratan sobre el Kundalini Yoga indio.
El Kundalini Yoga es un sistema de integración de lo colectivo y
lo individual en el nivel fisiológico. Al menos, así lo era indudablemente en tiempos arcaicos, como parte del sistema tántrico, en la
época en la que la humanidad apenas funcionaba en el nivel psicomental. Por lo tanto, la integración no podía ser un proceso realmente psicológico, y menos aún, un proceso mental. Pero era, igualmente, una realidad. Las energías de lo colectivo (encerradas en los
chakras o centros del sistema del Gran Simpático) fueron asimiladas
progresivamente, mediante especiales ejercicios respiratorios y posturas, por el centro de la voluntad individual en el hombre (presumiblemente, en el centro de la cabeza, o "entre las cejas"). Todas las
energías y todos los instintos genéricos de los cuerpos eran traídos a
la cabeza y sometidos a la voluntad individual del ego (o tal vez aún
más, de la mónada). A esto se lo llamó el "proceso de retroceso"; las
energías monádicas diferenciadas se reunificaban, por así decirlo,
mediante un acto de la voluntad.
El tipo más reciente de Kundalini Yoga, desde el 600 a.C. o más
tarde, hace hincapié sobre la integración psicológica de los elementos colectivos por parte del ego individual. Pero mucho depende aún
de los factores fisiológicos. Sin embargo, en la India, esto está todavía impregnado por la actitud devocional que, mediante voluntad
espiritual y concentración sobre la unidad absoluta, preserva la viva
imagen de la memoria del Dios-del-comienzo. Pero parece que se
está desarrollando (o está a punto de desarrollarse en Occidente, en
preparación para la "nueva era") una nueva técnica de integración
que al proceso lo recalcará casi por completo en el nivel psicomental. En una serie de conferencias pronunciadas por Jung en clases dirigidas a estudiosos sobre Kundalini Yoga, se efectúo evidentemente un intento para interpretar estrictamente al sistema como
una técnica de individuación psicológica, o como un sistema de
simbolismo. En La Doctrina Secreta, de Blavatsky, y aún más en
168
los libros de Alice Bailey sobre meditación y en los tratados sobre
El Fuego Cósmico y Magia Blanca, se da mucha información valiosísima sobre la nueva ubicación de los chakras (ahora conectados
con la columna vertebral, debido al nuevo individuo y al énfasis
psico-mental); y también sobre nuevos métodos de desarrollo de lo
que podría llamarse la psicología "oculta".
Ya sea que hablemos de la viejísima forma de la Tantrika fisiológica, del tipo más psicológico de Kundalini Yoga, del proceso de
individuación de la psicología de Jung, o de nuevas formas de meditación usadas en varias "escuelas esotéricas", en todos los casos nos
ocupamos de interpretaciones y técnicas de integración, que habitualmente significan la misma cosa en diferentes niveles: la asimilación de los elementos colectivos por el individuo, hacia la construcción del Yo perfecto, o del cuerpo del Alma, el "Templo de Salomón", o el "Cuerpo de Cristo", o el "Cuerpo de Diamante". Por lo
tanto, siempre el proceso de individuación, la elaboración de la relación esencial entre lo individual y lo colectivo.
Este proceso consiste en un cambio gradual del centro de gravedad de la "personalidad" humana. Kundalini se eleva desde el plexo
sacro más bajo (Muladhara chakra) hasta el centro entre las cejas
(Ajna chakra): la sede del ego consciente. Cada chakra representa
una etapa del proceso. Por intermedio del corazón, se integran el
plexo solar (y los plexos inferiores que este sintetiza) y el centro
consciente propio de la cabeza. Este es el "matrimonio místico"; no
tanto del "hombre" y de la "mujer" dentro de cada persona, sino más
bien de lo "individual" (el ego) y lo "colectivo" (el yo genérico en el
plexo solar).
En El Secreto de la Flor de Oro chino, la unión es entre la
"esencia" (lo individual) y la "vida" (lo colectivo). La esencia sin la
vida es abstracción pura: el "yo" vacío de cualidades. La vida sin la
esencia es mero instinto, o conducta genérica perfectamente adecuada. Por lo tanto, la esencia debe asimilar a la vida. El Vacío debe ser
llenado por las Aguas de la Vida. Esta es la síntesis. El verdadero
individuo no está contra lo colectivo, como un ego consciente que,
con su voluntad, se opone a las energías genéricas. El individuo ver169
dadero es la floración y el goce de lo colectivo, que se encuentra
cumplido en y a través de él. Él es la colectividad que se vuelve
consciente y significativa. El es la gota que asimiló la totalidad del
ser característico del océano, y, por lo tanto, es un perfecto dechado
de "agua-marinidad".
Esta es la "totalidad operativa", la totalidad que está en actividad como y a través de un todo particular. Un hombre individual
que actúa como el agente del Hombre-el-todo; que, sin embargo,
actúa según su propio destino particular como individuo. La senda
de la totalidad operativa es Tao. Es la senda de la relación; el "sendero medio" que integra lo individual y lo colectivo, el pensar y el
sentir, la estética y la ética. Es el sendero de Kundalini, que es "serpentino", porque es cíclico. Es la Via dolorosa de la mística cristiana, de la que cada estación es uno de los chakras de la columna vertebral, hasta el "Monte de la Calavera", el Gólgota. En los chakras
inferiores, domina lo colectivo (como en el sexo); en los superiores,
lo individual, hasta que se llega a la Cruz, en la base del cráneo
(donde los nervios se cruzan realmente). Entonces, Jesús es crucificado entre los dos ladrones, en el centro de la cabeza. Pero tras el
Tercer Día (o ventrículo), Él resucita y se lo ve en su "Cuerpo Resucitado", en la gloria que es el Loto de los Mil Pétalos, sobre la coronilla, el Sahasrara chakra, el "halo" de los santos occidentales y
también de los Buddhas orientales; el resplandor de la Totalidad
operativa.
La naturaleza de la personalidad
Ahora podemos preguntar: ¿Cuál es la diferencia fundamental
entre el enfoque "oculto" y el enfoque "psicológico" (en el sentido
de Jung)? Consiste en que el último se ocupa solamente del "proceso de la vida", con el desarrollo de la "personalidad"; mientras el
primero se ocupa de este "proceso" principalmente en términos de
que es un interludio creativo (o desintegrativo) entre el "comienzo"
y el "final" del ciclo, del cual el "proceso" es el medio, como vimos
en la primera parte de este capítulo.
170
Definiremos el término "personalidad" como la exteriorización
del patrón siempre cambiante producido por la interacción de lo
colectivo y lo individual en todo ente humano (cuerpo y psiquis).
Representa el "balance" diario del "proceso" de vivir, ¡un balance
que, en muchos de nosotros, muy insistentemente sigue en rojo! Por
lo tanto, la personalidad es el ser humano como aparece un día tras
otro, con su conducta, sus pensamientos y sus sentimientos. Es el
"frente" que el hombre total presenta al mundo exterior. Detrás de él
están las numerosas corrientes y conflictos del inconsciente y del
consciente, tanto las tendencias corporales como psicológicas; todo
lo cual está más o menos amalgamado en ese complejo de representaciones que es la personalidad. Muchos casos son posibles según el
énfasis que se ponga sobre este o aquel factor en el proceso de vida
del ser total. El centro o el regente de la personalidad puede ser el
ego consciente, siempre y cuando dominen los valores individuales;
pero también puede ser una "imagen primordial" del inconsciente, o
un instinto poderoso. El temor o el sexo pueden gobernar, y a menudo gobiernan nuestra personalidad; o el anhelo de sometimiento
total a una "imagen primordial", o a un "dios", o a un espectro.
La personalidad, cerca del final del verdadero proceso de individuación, es integrada plenamente por el Yo y se centra en torno de
este. En la alborada misma del proceso, la personalidad se divide
normalmente en dos partes: la parte fisiológica gobernada por los
instintos y los impulsos heredados (o la fuerza del ambiente), y la
parte psico-mental, que es más bien potencial que real, y una sola
con la mónada y las "imágenes primordiales". Esta etapa es la del
hombre primordial, un animal corporal y una psiquis "espiritual".
Por tanto, encontramos en él las más depuradas aspiraciones devocionales y las pasiones instintivas más violentas: pasiones naturales,
no individualizadas, o neutralizadas. En una etapa posterior, y por
varias razones, la personalidad puede dividirse en "almas parciales":
tenemos casos de personalidad doble o múltiple que está en actividad en y a través del cuerpo.
El proceso de desarrollo de la personalidad es análogo al proceso de Kundalini, en cuanto en ambos casos nos ocupamos del cambio progresivo del equilibrio de las fuerzas individuales y colectivas,
171
hacia la integración o la desintegración. Pero hablando estrictamente, el "ascenso de la Kundalini" es un proceso oculto; en un sentido,
es un proceso forzado; de allí el gran peligro en él implícito. En el
nuevo sentido psicológico, el proceso es el de individuación (en el
sentido de Jung); y presupone, al comienzo, un desarrollo consciente
de la psiquis, un énfasis relativamente fuerte sobre el ego individual,
pues este ego es el punto focal para la asimilación de las energías
colectivas. Sin tal punto focal, y sin un punto focal fuerte, el influjo
de las energías colectivas abrumaría a la consciencia, y ocurriría
indudablemente la división de la personalidad. Sería como si al motor de un automóvil poco sólido le echaran gasolina con potencia de
dinamita. El motor explotaría. Por eso es necesario construir, en
primer lugar, un motor individual fuerte, de resistencia y elasticidad
parecidas al acero, antes de echarle energías colectivas. En otras
palabras: ¡a los bebés no se los alimenta con carne!
Esto lo interpretaremos astrológicamente cuando estudiemos los
efectos de planetas como Urano, Neptuno y Plutón, que simbolizan
fuerzas colectivas o inconscientes. A menos que el ego individual
del nativo sea fuerte, estas fuerzas serán necesariamente destructivas
de la unidad de la personalidad. De lo contrario, actúan como gasolina de alta potencia en motores Rolls-Royce. El funcionamiento se
acrecienta formidablemente. También veremos que el patrón constituido por todos los planetas representa la personalidad: el balance de
la relación colectivo-individual. Este balance no es estático: de allí
la idea de las "progresiones"; en este caso, progresiones secundarias. Éstas miden los movimientos del balance a lo largo de la vida.
La progresión de los ejes del mapa se refiere al desarrollo de los
factores individuales; los "tránsitos" planetarios se refieren a los
factores estrictamente colectivos. Pero de esto hablaremos más tarde.
Los complejos y, en general, lo que Jung llama "el inconsciente
personal" (también el "inconsciente" freudiano) son las manifestaciones de un equilibrio, al menos temporariamente, del "rojo", los
resultados de la ineptitud para relacionar integradoramente y ajustar
apropiadamente lo colectivo y lo individual. En los planetas retrógrados se muestran las tendencias heredadas hacia tales malos ajus172
tes. La relación entre el patrón planetario –especialmente el Sol– y
los dos ejes del mapa natal indican posibilidades futuras de un ajuste
acertado o desacertado.
El ajuste de lo colectivo a lo individual, y viceversa, es el "matrimonio" psicológico. El individuo per se es sólo una estructura
abstracta: una fórmula. Debe llenarse con vida y luz: con elementos
colectivos. En la primera etapa del proceso de desarrollo de la personalidad, la "vida" afluye; o sea, las energías genéricas de la naturaleza fisiológica. Cuando comienza realmente el crecimiento psicomental y el ego consciente se afianza, es la "luz" la que debe fluir
dentro de la estructura abstracta de la personalidad individual. Con
"luz" significamos la esencia de la civilización: en el sentido espiritual del término; la síntesis de ofrenda de todos los individuos verdaderamente creativos a la humanidad en conjunto.
Con esta "luz" se construye el organismo psico-mental permanente del ser humano individual: la síntesis y la Semilla de todo un
ciclo de desarrollo de la vida: el "Cuerpo de Diamante". Este cuerpo
estrictamente individual (que presumiblemente es lo que las enseñanzas teosóficas llaman el "Cuerpo Causal") es lo que llamaríamos
el "Alma". La vasta mayoría de los hombres son sólo Almas potenciales. La estructura o la forma existen en tanto y en cuanto funcionen como "individuos"; pero habitualmente hay muy poco en esta
estructura; y por ello diríamos que el Alma es sólo potencial. No
funciona como un "organismo". En ella no hay vitalidad concreta
real. La Luz no brilla, porque todavía no está en actividad la "Circulación" mística "de la Luz" (ver El Secreto de la Flor de Oro).
Sólo cuando la mónada (el Dios-en-el-comienzo) –que, en un
sentido, se convirtió en el proceso de vida (o en la personalidad)–
renace dentro de la estructura del ego consciente individual, el Alma
empieza a funcionar como un organismo real. Antes de eso, sólo
existía la rememoración o la reminiscencia de la mónada –el Arquetipo antiguo y primordial, que, por decirlo así, "vigila" desde lo más
profundo del interior o desde las alturas supremas– que parecía ser
el Alma. Pero sólo cuando la Mónada-del-comienzo renace dentro
del ego como el Yo-del-final, el Alma se convierte en un organismo
173
real de sustancia psico-mental, que vibra con la luz, como el organismo fisiológico palpita con la sangre.
Cuando ocurre esto, el ego "se pierde" en el Yo. Pero esta no es
evidentemente una pérdida. El ego era meramente el centro de la
fase de la diferenciación individual: algo parecido a un andamio.
Cuando el Yo asimila plenamente las energías colectivas, se convierte en el "todo" de la psiquis. Cesa la distinción entre inconsciente y consciente (al menos, en lo que a este ciclo concierne). El hombre se convirtió en totalmente consciente: en un Despierto, en un
buddha (hablando figuradamente). No necesita entregarse al inconsciente en el sueño, ni siquiera en la muerte. El cuerpo puede desintegrarse; pero como el individuo ahora construyó su "cuerpo de inmortalidad", compuesto por sustancia psico-mental, no perderá su
personalidad individual, mientras la humanidad viva, porque hemos
de recordar que esta sustancia psico-mental está compuesta por la
esencia de la civilización humana; está compuesta por la "luz del
"Hombre-el-'todo'" y sólo podrá durar mientras dure el Hombre-el"todo".
Por lo tanto, el ego meramente-individual pasa a ser el Yo individual-más-colectivo, una expresión concentrada y un medio del
Hombre-el-"todo". La luz del Hombre-el-"todo" es la sustancia
misma de su ser, e incluso puede irradiarse como una vibración particular descendiendo al cuerpo físico y saliendo de este. Pero esta
luz se diferencia según el tipo de personalidad individual que la
condicione y concentre estructuralmente, lo cual, a su vez, depende
de la mónada original. Por ello, el ocultista habla de los "Siete Rayos": siete grandes grupos de mónadas en el comienzo (y Almas o
Yoes después de la individuación) que son respecto de la realidad
espiritual del Hombre-el-"todo" lo que los colores son respecto de la
luz blanca.
Lo que debe recalcarse en primer lugar es que la estructura fundamental de la personalidad individual no se modifica cuando el ego
se convierte en el Yo y se alcanza la individuación. Se llena de luz.
Luego, debemos captar la diferencia, por una parte, entre la personalidad que pasa a ser gobernada por una "imagen primordial" o "dios"
174
con carácter de ente, y que actúa como mero instrumento y por la
otra parte, el ser individuado que, como un Yo, se convierte en un
foco individual del Hombre-el-"todo": un medio operativo con un
trabajo que cumplir en términos de la actividad y la necesidad del
"todo". La sabiduría del primero es siempre más o menos separativa
(incluso donde parezca unificar); la sabiduría del segundo es una
expresión concentrada de la sabiduría y la civilización del "todo" de
la humanidad pasada y presente, diferenciada sólo por un uso particular y consciente. El reino del consciente es el de las opiniones y
las teorías. El reino del inconsciente es el de los instintos, el de la
aprehensión inmediata e incontrovertible de las necesidades a través
de los sentimientos. El reino del Yo es el de las verdades conscientemente autoevidentes, percibidas unánimemente por todos los que
son plenamente uno solo con el "Todo" último: –los hombresSemillas (en sánscrito, Shistas) que, en su suma total, constituyen el
Dios-del-final; no un ente aislado, sino una multitud unánime, a la
que hace unos cincuenta años le dimos el nombre de Sinantropía.
Resumen
A esta altura, sería conveniente volver a recorrer lo hasta ahora
andado; luego de lo cual será más fácil concluir este capítulo con un
muy breve esbozo de algunas de las posibilidades de extensión y
aplicación de nuestra Fórmula cíclica.
En primer lugar, inferimos que, como la filosofía del Tiempo,
que es el antecedente necesario para una presentación vital y holística de la astrología, halla su expresión esencialmente en dos factores:
a saber, el Momento y el Ciclo; y como, además, ya debatimos en
los dos capítulos anteriores la esencia creativa del momento, por ello
nuestra tarea era estudiar el Ciclo. Luego expresamos que, en civilizaciones pasadas, se habían producido fórmulas que definían la
esencia y la estructura del Ciclo; y que tales fórmulas, basadas como
estaban sobre los respectivos puntos de vista mundiales característicos de las civilizaciones consideradas, servían de medios cuasialgebraicos de integración de todo el conocimiento que tales civili175
zaciones poseían. Analizamos brevemente la esencia del Ciclo, y
aislamos los tres términos que, en su trinidad, constituyen su totalidad: comienzo, medio y final, o el Uno-que-está-en-el-comienzo, el
proceso del devenir, la Síntesis-Semilla del Final. Hallamos que
podían determinarse tres tipos básicos de puntos de vista del mundo,
cada uno de los cuales hace hincapié sobre uno de los tres componentes del Ciclo, y estudiamos brevemente las Fórmulas cíclicas que
expresaban el típico punto de vista del mundo perteneciente a la
civilización india con su énfasis devocional sobre la mónada y el
Uno original, y el perteneciente a la civilización china, con su énfasis ético sobre el proceso dualista del devenir que, bajo la condición
de equilibrio, se convierte en el "Camino consciente" que es Tao, el
Camino que conduce hacia la realización en y a través de la Armonía perfecta.
Luego definimos los tres términos de la nueva Fórmula cíclica:
el individual, el colectivo y el creativo; y su interrelación en las diversas etapas del ciclo. Recalcamos especialmente el criterio que
considera al Ciclo como un proceso que conduce del "individuo
menor" al "Individuo Mayor" a través de la actividad de lo creativo,
poniendo en circulación elementos colectivos que se integran en la
síntesis mayor que es la base sustancial del "Individuo Mayor", que
a su vez proyecta creativamente las estructuras monádicas de los
"individuos menores" futuros.
La complejidad surge porque lo creativo funciona de varios modos, según se considere esta o aquella fase del Ciclo total. Por ello,
puede refererirse a varios factores subsiguientes, que al principio tal
vez no parezcan ser análogos. A fin de ubicar el tema de lo creativo
en un enfoque psicológico, debatimos varios tipos de "integración
creativa", a través de los cuales se resuelve el conflicto entre lo individual y lo colectivo. El concepto de "personalidad" como el balance de las tendencias individuales y colectivas, y también como el
todo creativo del ser humano armonizado; el concepto de Kundalini
como el proceso fisio-psicológico a través del cual se integran los
centros genéricos o colectivos del cuerpo y los centros individuales
o conscientes del sistema cerebroespinal; el concepto de "individuación" como lo presenta Jung, o sea, como una serie de asimilacio176
nes, por parte del ego consciente, de contenidos inconscientes de la
vida ... estos y muchos otros conceptos se refieren al término básico:
lo creativo.
Puesto que hablamos del final del ciclo como el momento de
suma y síntesis, debemos comprender también que es la fase de la
máxima manifestación de lo creativo. En otro sentido, lo creativo es
el factor que vincula el final y el comienzo de todos los ciclos. Y
como los ciclos están dentro de ciclos, cada momento puede considerarse como el momento creativo en el que el final de un ciclo da
nacimiento al comienzo de un nuevo ciclo. Este es el Ahora Creativo: cuando el hombre vive en este último se torna cuasi-divino, se
convierte en un medio para la creatividad del "Individuo Mayor"
que, en el límite, es el Dios universal: la Totalidad Suprema del
"Todo" absoluto.
Podemos cerrar este capítulo añadiendo que los tres términos de
la Fórmula Cíclica (individual, colectivo, creativo), lo mismo que
las tres fases del Ciclo (comienzo, medio y final), pueden correlacionarse fácilmente con tres tipos básicos de seres humanos, y también con tres tipos fundamentales de actitud hacia el universo y sus
problemas, o sea, tres tipos fundamentales de conocimiento.
El devoto típico rememora al Uno-que-está-en-el-comienzo.
Anhela la unidad; pero este anhelo toma la forma de una añoranza
del pasado glorioso y espiritual, de la Edad de Oro que es el primer
período del ciclo, cuando los "primogénitos" –los Antepasados divinos– vivían, y todavía se bañaban en la resplandeciente rememoración del Uno. Mediante adoración y concentración, el devoto preserva la Imagen de este Uno.
De esta manera, él mantiene vivo no sólo el recuerdo de la
Fuente Original sino, como resultado, también el hecho del proceso
de vida que es un proceso monística porque está arraigado-en-unUno.
El científico y el psicólogo (también el filósofo del tipo bergsoniano) estudian el proceso e intentan poner orden en su aparente
confusión o ayudar a los hombres a atravesarlo seguramente hasta
177
que se llegue al final, y cuya naturaleza ellos sólo conjeturan por
inferencia general. El ocultista, si es un verdadero ocultista, es una
combinación de devoto y cientítico. Porque conoce en diversos grados la realidad y la forma del Uno-en-el-comienzo o la Mónada,
también puede conocer el resultado del proceso que tendrá, para su
consumación, la suma total integrada que une en una síntesis orgánica los frutos satisfactorios del proceso íntegro.
El artista y el filósofo, de diferentes modos, operan en términos
de este ideal de consumación; el primero, produciendo obras de arte
que son símbolos proféticos de la síntesis orgánica del Último Día;
el último, presentando a los hombres los cuadros de la meta, el propósito y el significado del proceso total de vida.
El devoto se funde con el Uno original, que es el "Individuo
Mayor", su Creador, su Padre-Madre; esta fusión, cuando no es directa, se cumple por intermedio del gurú, del maestro espiritual, del
sacerdote o del hierofante, que se supone que realizaron semejante
identificación con el Uno original. El científico, de modo positivo y
analítico, y el trabajador corriente, de modo pasivo y desvalido, se
ocupan del proceso de devenir; el trabajador está verdaderamente
inmerso en aquel y es su herramienta. En cuanto a la personalidad
creativa –ya sea creativa de formas o creativa de significados– reúne
en sí y dentro de sí las necesidades y los anhelos de lo colectivo y
los realiza creativamente, expresando de modo profético lo que llegará a ser la semilla y el arquetipo de la próxima fase del ciclo: la
próxima "Dispensación".
Los tres grandes enfoques del conocimiento
Un análisis similar puede hacerse respecto de los tres enfoques
básicos del conocimiento. Habitualmente tales enfoques se definirían probablemente como religión, ciencia y filosofía. Sin embargo,
creemos que, en el futuro, la clasificación nueva –e indudablemente
muy enigmática para la mayoría– debería ser: los enfoques astrológico, psicológico y estético. Definiremos así estos términos:
178
El enfoque astrológico se ocupa del comienzo, de todas las cosas y de todos los ciclos. El enfoque psicológico se refiere al estudio
del proceso de vida: al denominado "medio" de todos los ciclos, al
mundo del cambio. El enfoque estético se ocupa del significado último y de la síntesis última de todo lo que existe.
Tal nueva clasificación puede justificarse por el hecho de que
durante los últimos treinta años, la religión, la ciencia y la filosofía
experimentaban transformaciones profundas y vitales. La religión,
en cuanto es un enfoque práctico de la vida basado en la unidad y en
la identificación con la vida de "Dios", debe referirse a la Mónada,
al comienzo y al principio de todas las cosas. Desde luego, la ciencia está intentando analizar y descubir las leyes del proceso de cambio propias del mundo, de la vida universal y de sus millones de
transformaciones. Sostenemos, aunque no es este el sitio para tratar
de concretar semejante aseveración, que la ciencia tendrá que usar
cada vez más los métodos psicológicos cuando descubra que los
átomos y los universos se comportan cada vez más como personalidades. La psicología, por el uso de métodos científicos, se prepara
para la tarea de "asimilar" los datos colectivos de la ciencia moderna. En cuanto a la filosofía, creemos que su función real es revelar el
significado último de todas las cosas y todos los procesos, y conducir hacia la gran síntesis del final del ciclo: hacia la Sabiduría que es
la suma total, la quintaesencia y el perfume de toda civilización:
hacia lo Bello, pues la Belleza es el supremo "cuerpo de significado", el cuerpo de gloria y perfección.
Con lo anterior no significamos que la astrología se convertirá
en una "religión de los astros" ¡Lejos de ello, esperamos! Lo que
queremos decir es que, en su busca de la "Causa primera" (o sea, del
Dios-del-comienzo o de la Mónada universal), la religión usará un
método y una base del pensamiento que no diferirá de aquellos en
los que se fundará una astrología revalorizada. El mapa natal de la
humanidad puede ser, a su tiempo, un hecho conocido; y cuando se
estudien realmente los ciclos de precesión de los equinoccios, y
otros grandes ciclos, el hombre puede ser capaz de contemplar el
símbolo de su ser y destino genéricos: el Arquetipo del hombre.
Siempre se ha sostenido que contemplar a este Arquetipo es una de
179
las experiencias de aquel proceso misterioso que los ocultistas verdaderos llamaban "iniciación". Pero hasta la iniciación puede llegar
a ser una experiencia del Hombre-el"todo"; y cuando esto ocurra, "la
religión anticuada" será evidentemente sin valor. Entonces tal vez
sea posible una intuición simbólica de la realidad y del destino del
Hombre, y quizá de todo nuestro sistema solar (al menos desde el
punto de vista humano). Esto sería "religión", y, al mismo tiempo, la
forma suprema posible de la astrología. Nuestro trabajo se polariza
hacia esta meta lejana. Primero, debemos aprender a conocer el
símbolo arquetípico de cada ser y cada destino humanos.
Luego, nuestros hijos y nuestros bisniestos tal vez vislumbren
algún día al Arquetipo del Hombre-el-"todo", no en éxtasis místico
o a través de iniciaciones ocultas, sino en la consciencia clara e individual de una mente plenamente despierta a la realidad de los símbolos, y una sola con el Yo. Una mente "transparente como el cristal", la mente de las Personalidades plenamente "individuadas" de
los Hombres-Semillas.
Para terminar, añadiremos que el dualismo lo individual y lo colectivo –y su principio operativo reconciliador, lo creativo– puede
rastrearse hasta las raíces de la mayoría y, posiblemente, de todos
los problemas filosóficos y psicológicos. Nuestra afirmación es que
podría servir como una fórmula básica subyacente en las fórmulas
más especializadas de todas las ramas del conocimiento, y, por lo
tanto, como la piedra angular de un intento de integración universal.
La relación del individuo con lo colectivo es evidentemente la
base de todas las ramas de la ciencia y del arte de la organización
social, incluidas la política, la sociología, la jurisprudencia, y, nosotros añadiremos, la economía. En todos estos campos, la meta es un
ajuste satisfactorio de individuo y colectividad, de los respectivos
derechos y del deber del individuo y del Estado. En economía, el
dualismo especializado básico es el de producción y consumo; pero
la distribución es un factor igualmente importante. El consumo es
una especie de individuación; la distribución, es una especie de colectivización; y aquí la producción significa lo creativo. Todos los
males económicos derivan del relativo destaque indebido de uno o
180
de dos de estos factores; en algunos casos, como en el presente, una
crisis es causada realmente por una sobreestimulación de los tres
factores en total, y de su actividad en un nuevo nivel. El advenimiento de las máquinas causó un cambio profundo en el significado
vital de la "producción", o del trabajo. Por lo tanto, la humanidad
tiene que reajustarse a un nuevo concepto del significado del trabajo, desde el nivel fisiológico-muscular hasta el nivel mental. Creemos que captar esto es captar la pauta total de los cambios sociales
desde el siglo XVIII.
Desde luego, la democracia fue un énfasis bisoño sobre el factor
individual en la sociedad humana; pero a causa de que el deber y la
responsabilidad creativos del individuo no fueron recalcados apropiadamente, el factor individual dominó indebidamente en la actitud
de un "áspero individualismo" y un provecho individual a expensas
de una adecuada colectivización (distribución de bienes); por lo tanto, nacieron los trusts y los monopolios. Como reacción contra el
predomino del individuo vemos que, en el comunismo, el fascismo
y el nazismo, se hizo hincapié sobre lo colectivo y los factores genéricos.
El énfasis sobre lo creativo, se encuentra en lo que promueve el
uso del tiempo libre, de la música comunitaria y de las actividades
que reconcilian al individuo con la comunidad. La legislación moderna se funda también en un nuevo concepto de la relación del individuo con lo colectivo, trasladando a la colectividad gran parte de
la culpa que otrora perteneció exclusivamente al individuo, y haciendo hincapié en el valor de lo creativo, hasta en la cárcel.
En el estudio de la historia, es reconocible claramente el mismo
traslado, y los héroes individuales dan paso a las tendencias colectivas, a la economía y a la significación de este o aquel tipo de trabajo
y producción. Por el otro lado, las colectivizadoras tendencias de
años posteriores reaccionan en la psicología de masas haciendo que,
entre los libros, las biografías sean los más populares. El estudio de
las culturas del pasado muestra una alternancia del énfasis individual y colectivo. Alejandría sigue a Atenas, y el cristianismo a la
cultura griega. Desde el punto de vista más amplio posible, podría181
mos decir que en la antigua Asia, India representa el enfoque de lo
individual; China, el de lo colectivo; e Indochina (sobre todo la civilización Khmer), el de lo creativo.
Tales generalizaciones son evidentemente peligrosas; pero pueden aportar al hombre un sentido de orden y una vasta visión que
son psicológicamente de gran valor, y que se necesitan para compensar la actitud y la mentalidad del hombre, perdido en el análisis
de fenómenos menudos dentros de la marea del cambio que es interminable y aparentemente amorfa. La forma sólo proviene de la
percepción de los comienzos de los ciclos, y de la intuición de su
meta y su significado últimos.
Sin embargo, en la nueva física tal vez se encuentre el ejemplo
más fascinante de la aplicación del principio de la relación inherente
a la trinidad de lo individual, lo creativo y lo colectivo. Nos referimos especialmente al dualismo de la onda y la partícula que parece
ser la esencia de la luz lo mismo que de la materia (los fotones y los
electrones). A la luz la consideramos representando a lo creativo.
Tiempo-Espacio-Luz guardan paralelismo con Individual-ColectivoCreativo, como ya vimos. La unidad de luz, el fotón, actúa bajo ciertas condiciones como onda, y bajo otras condiciones, como partícula. El fotón es la unidad de liberación de energía, que evidentemente
se refiere a lo creativo. Lo que es bastante interesante es que todas
las filosofías ocultas hablan de la Luz primordial, y de las mónadas
humanas como chispas dentro de esta Luz. De allí los fotones.
Fohat, en el Tíbet, es el nombre de lo Creativo universal, cuya emanación primordial es la Luz.
El átomo está constituido por un núcleo y por electrones que giran. Al principio se pensaba que el núcleo era estrictamente positivo, y que los electrones eran negativos. Pero este viejo dualismo del
Yang y el Yin, está dando paso a un nuevo género: el núcleo representa lo colectivo; el electrón, lo individual. El fotón es lo creativo,
y el quantum es la ley de emanación creativa. Una vez liberada, la
unidad de energía se deteriora en varios tipos de rayos, tal como la
imagen emanada, o la idea emanada, pasa a ser un elemento colectivo asimilado por otras unidades. Puede ser que semejante formula182
ción no sea la correcta, y que la física intra-atómica sea aún, en gran
medida, terra incognita. Pero creemos que el dualismo básico que
presentamos podrá hallar cabida como una interpretación filosófica
(última) de la estructura atómica.
Otro punto importante es que la nueva física parece conducirnos, al menos, a que infiramos que no es posible una ciencia de lo
individual, sino sólo una ciencia estadística de los grupos. Incluso, y
quizá sea mejor decir, la ciencia de la interacción del individuo y del
grupo, que es lo que llamábamos el proceso de vida. Creemos que
toda la ciencia empírica trata únicamente sobre el proceso de vida, y
la esencia de este proceso es el ajuste constante de lo individual y lo
colectivo. En este sentido, el proceso de vida se ocupa siempre de
"personalidades", o sea, de balances. Nuestro universo es un universo a crédito. La muerte es la bancarrota. La entropía y el "desgaste
del universo", ¡son conceptos de la Depresión!
Podríamos seguir ocupándonos de parecidas interpretaciones filosóficas; pero el espacio (¡la preocupación colectiva!) nos prohibe
este placer (individual). Como último pensamiento, y como adecuado final de un estudio que primordialmente se ocupó del establecimiento de una Fórmula universal del Ciclo, remitiremos al lector a
la bella invocación arcaica que se oye en todo el Tíbet: OM MANI
PADME HUM. Esta "fórmula mágica" es una fórmula del proceso
de vida total, como lo esbozamos en este capítulo. OM es la mónada
del comienzo: el Impulso Original del ciclo. MANI se refiere a la
mente creativa, a la "gema" central que es el principio creativo.
PADME significa "loto", y simboliza plenitud, síntesis, individuación, la hermandad del final del que emana el "perfume" o la quintaesencia del proceso de vida: en un sentido, la consciencia. HUM
es el perfume emanado, el retiro del cuerpo completado dentro de la
quintaesencia y de lo abstracto. En todas las 14, o dos veces 7 letras,
7 es el número del proceso de vida, el cual es doble.
Por lo tanto: ¡OM, la Gema dentro del Loto, HUM! O sea: En el
Uno surge lo Creativo; y a través del accionar de lo Creativo, lo colectivo se junta en la síntesis; y de la síntesis, emana la quintaesencia, la Idea, cuya energía es nuevamente el Uno.
183
184
IV
CLAVE DEL SIMBOLISMO ASTROLÓGICO
Cuando lleguemos a considerar más específica y prácticamente
el campo del simbolismo astrológico, y cuando estudiemos la significación de sus muchos elementos, descubriremos que los conceptos
presentados en los capítulos precedentes nos permitirán interpretar,
de manera coherente, lógica y natural, la secuencia de los factores
astrológicos. Descubriremos especialmente que la oposición entre lo
individual y lo colectivo es la clave más maravillosa de la comprensión vital y práctica de los elementos astrológicos, que habitualmente se producen en pares de polaridades opuestas. Al principio, la
astrología puede aparecer como un sistema cabalmente dualista,
muy parecido al sistema chino del I Ching. Pero no será fácil señalar
que, detrás de este dualismo evidente, se encontrará siempre un tercer sistema, que integra los opuestos. Y este es tal vez el punto más
importante en esta reformulación de la astrología: revela coherentemente un camino hacia la integración, un factor de significación
individual que, si se lo usa creativamente, puede llevarnos a ver la
totalidad de cualquier "todo", el destello de la luz creativa que es la
única que puede integrar los opuestos, y, por tanto, hacerlos significativos.
Rúbricas y hechos significativos
"Hacer significativo" es concebir mentalmente todas y cada una
de las situaciones, o todos y cada uno de los entes, que encontramos
como signos de la actividad del Espíritu. En cada una de las menudísimas minucias de la pauta mundial, podemos ver, en actividad, a
la Totalidad del "todo"; podemos sentir todas las fuerzas básicas que
son la trama y la urdimbre del ciclo de vida, de cualquier ciclo de
vida. En cualquier situación, en cualquier ente orgánico, todas estas
185
fuerzas están en actividad; tal como cada momento es la síntesis de
todos los momentos pasados y la fuente de todos los momentos futuros. El "todo" está activo por doquier.
Pero, ¿cómo ver esta acción? ¿Cómo penetrar el "velo de la ilusión" que cubre a cada ente separado y parece hacer de este algo
inconexo de todo el resto? ¿Cómo llegar al patrón interior, al ordenamiento de los elementos universales que es el ser "real"? Lo que
aquí está implícito es la facultad de ocuparse de situaciones o entes
vivos como "todos"; una facultad a la que ya nos hemos referido.
Está imbuida en el nivel inconsciente. Es intuición, o percepción
holística, o "clari-visión" (¡no la clarividencia corriente!), en el nivel
consciente. Es la facultad para ver los patrones de vida universales,
en actividad, en el funcionamiento de particulares organismos o
procesos.
En todo hombre –por ejemplo– están en actividad lo individual,
lo colectivo y lo creativo, pero, desde luego, en proporciones muy
variadas. Un espectador corriente es atraído por el resultado exterior
aparentemente único de esa mezcla. Es incapaz de analizar las fuerzas en actividad, de captar el significado de su combinación. El
hombre es sólo el señor Fulano de Tal. El "vidente" ve en este hombre una especial concentración de una cantidad de principios básicos
de vida, y es capaz de "ubicar" cada principio de vida donde este
pertenece, rastreando su ascendencia mediante implicancias, captando de inmediato la suma total de las conexiones del hombre con
el "todo" universal. Por lo tanto, ve el significado del hombre; y,
además, ve también el significado de la relación del hombre con él.
El instinto da todo este conocimiento al animal que consiguientemente actúa pero no sabe por qué actúa. Para el animal, todo tiene
un significado de vida, es señal de algún hecho básico de la vida.
Estos hechos son pocos, pero a su respecto, el animal tiene una "clari-visión" de ellos. Cada rasgo de una situación o de una persona se
lee como una "Rúbrica" de la vida que se concentra en y a través de
ella.
Los alquimistas medievales ponían gran énfasis sobre esta teoría
de las Rúbricas, siguiendo en eso a la antigua tradición china, si no a
186
la tradición universal de la humanidad arcaica. A la forma y a los
rasgos de una planta, una roca, un árbol, un animal, una cara, etc., se
los consideraba como una Rúbrica del espíritu que en aquellos moraba. Se suponía que el alquimista era un experto grafólogo que descifraba de inmediato la Rúbrica; y desde el Signo iba directamente
hacia la vida; y del símbolo hacia la realidad.
La firma de un hombre no es habitualmente legal a menos que
contenga el nombre (individual) y el apellido (colectivo). También
contiene habitualmente otra característica o línea que se refiere al
ritmo del individuo, o sea, al factor creativo que en él existe.
Por supuesto, este es sólo un símbolo divertido, dirán muchos.
Es cierto, pero ¿por qué "solamente" un símbolo? A la vida se la
hace significativa mediante la percepción del valor de tales símbolos. Cada objeto y cada situación son signos de la suma total de conexiones que relacionan al objeto y a la situación con el "todo" universal. La atención que un hombre da a un objeto concentra de inmediato en este todo el proceso de vida. El drama de la vida universal se ve representado en ese minúsculo escenario, que así se convierte en un microcosmos, en una imagen del "todo".
Asimismo, igual ocurre en una acción verdaderamente instintiva. Quien actúa no es meramente un animalito diminuto. Es la especie animal "toda", y detrás de él todo el ser planetario que actúa. El
"todo" de la vida se concentra en un desempeño instintivo: hondura
y profundidad de significado, pero sin consciencia para verlo como
significativo. Es natural, pero no significativo, hasta que el hombre
sube al escenario y "ve" en él la Rúbrica de los principios eternos y
universales.
Como veremos, una vez tras otra, un mapa natal astrológico es
una verdadera Rúbrica, y debe leerse como tal. Uno debe encontrar
en ella los nombres individuales y colectivos, más el signo de lo
creativo. Pero todavía no llegamos al punto de considerar la interpretación del mapa. Antes de que lleguemos a este punto, hay que
descifrar otra Rúbrica: la Rúbrica del ser terreno.
La Tierra es la Rúbrica del "Todo" planetario en el que los
hombres "viven y tiene su ser" como meras células de un vasto
187
cuerpo. Todos los valores colectivos, o más bien genéricos del hombre, provienen de la Tierra. Puede ser que la Tierra sea el cuerpo de
una entidad Espiritual cósmica, el Logos Planetario (como Le llaman los ocultistas}. Pero, por todo lo que sabemos y hasta donde
podemos determinar los hechos, la Tierra ha de considerarse como
la vasta matriz del Hombre-el-"todo". La humanidad se esparce por
todo el globo. Entender a la Tierra es entender a la humanidad. Como cada ser humano aislado es un representante de la humanidad,
entonces lo primero que tenemos que hacer, antes de que podamos
esperar que entenderemos a un hombre en particular en términos de
conexiones y principios universales, es entender a la Tierra. La Tierra como una Rúbrica. Debemos leer cada letra de los nombres y
entender todos los hechos de la Tierra. Deben llegar a ser significativos para nosotros. Cómo se mueve la Tierra, sus posiciones, su
velocidad, sus conexiones con todo lo que se mueve alrededor de
ella, su relación con el Sol del que aparentemente provino: todas
estas cosas deberán ser Rúbricas. La astrología tendrá que estar
compuesta por todos estos hechos significativos de la Tierra. No
puede dejar a la Tierra, pues eso sería dejar el reino de los hechos. Y
la astrología sólo se ocupa de hechos, pero hechos que se ven como
Rúbricas de la vida de la Tierra.
Evidentemente, hay muchas clases de hechos. El astrólogo, que
originalmente es un "vidente", podrá ver claramente qué hechos tienen significación de vida, y qué hechos son puramente superficiales.
Además, como la astrología es sólo uno de los muchos sistemas
posibles de simbolismo de la vida, sólo puede actuar a través de
cierta categoría de hechos. Estos hechos son, en primer lugar, los
que afectan a (o son experimentables por) los seres humanos que
viven en la superficie del globo. Ningún hecho es susceptible de ser
una Rúbrica para el hombre, a menos que el hombre pueda experimentarlo y realmente verlo, de modo directo o indirecto. Por ejemplo, Urano y Neptuno no tendrían valor como Rúbricas hasta que los
hombres los vieran. Si hay planetas además de los que ahora conocemos, no tienen significado para nosotros, mientras no sean hechos
que se experimentan a simple vista o a través de un telescopio. Nada
podrá ser un símbolo, a menos que se convierta en el objeto de una
188
experiencia significativa.
Entendiendo esto, empezaremos a estudiar la categoría de los
hechos de la vida terrestre que son los más significativos para la
humanidad. Todos estos hechos –como lo son las estaciones, los
climas, etc.– son resultados de los diversos movimientos de la Tierra. Estos movimientos demostrarán ser el material del que la astrología saca su simbolismo. Cada movimiento se verá como la Rúbrica de uno de los principios más fundamentales de la vida y del ser.
El movimiento subjetivo y objetivo
Hemos planteado repetidas veces la proposición de que la astrología es el álgebra de la vida. Lo que tal vez no recibió todavía bastante atención es el hecho de que, esencialmente, la vida es movimiento cíclico. En capítulos anteriores hablamos de la trinidad de
tiempo, espacio y luz; y bajo el término "luz" incluimos todas las
energías que constituyen esencialmente la "vida". Tanto filosófica
como prácticamente, luz y vida son sinónimos. Debajo de ambas
podemos percibir, mediante un ulterior proceso de abstracción, el
elemento del movimiento. El movimiento, el espacio y el tiempo
constituyen una vieja trinidad metafísica, que es tan fundamental
como la podamos concebir. El "ser" es la síntesis de los tres en total.
Pero lo que más particularmente llamamos "vida" es simbolizado
por el elemento del movimiento. En el simbolismo antiguo, a este
movimiento, que es la Vida, se hacía referencia como al "Gran
Aliento", la inhalación y la exhalación de Brahma, el Creador. Pero,
en nuestro simbolismo astrológico actual, nos ocupamos de otra
clase de dualismo del movimiento.
Todos los movimientos necesitan realmente espacio y tiempo.
Pero, hablando filosóficamente, es necesario distinguir entre dos
tipos de movimiento: el movimiento que no implica desplazamiento
del centro del ser, y el movimiento que implica tal desplazamiento.
Estos dos tipos son sencillos de reconocer, cuando se los describe
así, como los encontramos ejemplificados muy evidentemente en la
189
conducta de los cuerpos celestes. Cada planeta gira alrededor de su
eje (primer tipo) y da vueltas alrededor del Sol (segundo tipo). Estos
dos tipos nos dan un nuevo dualismo de la dirección de la vida, encajan muy lógicamente con nuestro dualismo de lo individual y lo
colectivo.
El primer tipo de movimiento puede llamarse "movimiento en el
tiempo" o "movimiento subjetivo", pues no crea cambios de ubicación del cuerpo en su conjunto. Es un movimiento dentro de los
confines del yo; por tanto, por extensión, es un movimiento interior
o subjetivo. Simboliza cambios internos, y lo que Bergson llama
tiempo real o duración: la serie de modificaciones de estados interiores de la consciencia. Se refiere al ser subjetivo, al individuo.
El segundo tipo de movimiento, por el otro lado, es definidamente el "movimiento en el espacio" o el "movimiento objetivo",
pues produce el cambio en la ubicación y el desplazamiento del centro del ser. Es el movimiento visible y tangible a través del espacio.
El espacio, como lo vimos en un capítulo anterior, es un sistema
para la interacción de las relaciones de las partes dentro de un "todo". Es el substratum de todas las relaciones, de todos los intercambios. A través del movimiento en el espacio, a través del desplazamiento real de nuestro propio centro, uno se relaciona con otros, uno
gana experiencias concretas y objetivas de los otros, uno es también
consciente de la realidad del todo colectivo mayor del que uno es
sólo una parte.
Por ello, en los principales movimientos de los cuerpos celestes
hemos ejemplificado nuestro dualismo de lo individual y lo colectivo. Nuestra "álgebra de la vida" usará estos dos tipos de movimientos como la base misma de su simbolismo. La rotación axil y la revolución orbital serán las dos columnas sobre las que descansará el
templo del simbolismo astrológico: un templo de sencillez dórica,
una vez que se lo comprenda en su totalidad equilibrada y en la lógica de su construcción. La astrología es un estudio del movimiento
significativo. Interpreta simbólicamente los movimientos de los
cuerpos celestes y los relaciona con los movimientos de la fuerza de
vida dentro de todos los organismos y todos los ciclos. Estos movi190
mientos de la fuerza de vida son representados por una serie de estados de consciencia y por una serie de acontecimientos orgánicos;
por lo que ocurre dentro del individuo, y por los sucesos que tienen
significación en términos de lo colectivo.
La base de este estudio del movimiento significativo es, desde
luego, la Tierra; la Tierra no tanto como un objeto material, sino
más bien como el símbolo del Hombre, el intérprete y el simbolizador. La astrología, como la presentamos, es necesariamente "antropocéntrica", o sea, centrada en torno del Hombre. Es un esfuerzo
hecho por el Hombre para reducir el pasmoso laberinto de las apariencias de vida en una serie compleja de movimientos ordenados y
cíclicos. La astrología, en su aspecto más profundo, es el esfuerzo
del Hombre para darle a la Naturaleza, tanto dentro como fuera, el
significado de orden, de cosmos. Por supuesto, todas las ciencias
trabajan hacia esta meta. Pero la astrología, que es muy probable
que las anteceda a todas, persigue la meta de un modo más vasto y
más estructural que cualquier otro método de pensamiento, porque
no es una mera ciencia, tabuladora de hechos; sino que también es
una filosofía que interpreta estos hechos en términos de ideas, y un
arte que aplica las interpretaciones a casos individuales.
Cada tipo de interpretación creativa debe centrarse en torno del
intérprete. El individuo es la base de toda interpretación creativa. En
la astrología, todo se refiere consiguientemente al punto, en tiempo
y espacio, del observador, o del nativo. Un mapa natal es el universo
visto desde el punto, en tiempo y espacio, del acontecimiento natal.
El nativo, cuyo mapa natal es interpretado, es visto en el centro de
su propio universo. El hecho del nacimiento, de su posición en el
espacio y de su momento en el tiempo, crea un universo alrededor
de sí mismo. Cada factor de interpretación gira en torno de este hecho natal.
Como los hombres viven en la superficie total de la Tierra, y no
meramente en un sitio del globo, la Tierra en su conjunto tiene que
considerarse el símbolo del Hombre. Los ritmos de los movimientos
de la Tierra se usarán para simbolizar los ritmos del ser humano
genérico. Por el otro lado, un hombre individual nace en un punto
191
particular de la superficie de la Tierra; y, por lo tanto, si bien la humanidad genérica no es afectada por la rotación axil de la Tierra, la
personalidad individual de un hombre particular será determinada en
función de esta misma rotación axil. En otras palabras, no hay día ni
noche (los resultados de la rotación axil) para la humanidad en su
conjunto, pues siempre es de día para una mitad de la humanidad y
es de noche para la otra mitad. Pero hay día y noche para un hombre
particular que ocupa un lugar particular en la superficie del globo.
Por el otro lado, la relación (los aspectos) de la Tierra con los otros
planetas del sistema tiene exactamente la misma significación para
el Hombre colectivo y para cualquier hombre individual, salvo que
la de la posición del hombre individual en la superficie del globo
concentrará estos aspectos en una sección de sus propios cielos debajo o arriba del horizonte, y más precisamente en lo que la astrología llama una de las "casas".
Por lo tanto, todos los valores que se ocupan del individuo y sus
problemas de la consciencia como individuo se referirán simbólicamente a la rotación axil de la Tierra y a los factores astrológicos
creados por aquélla, principalmente el círculo de las casas y sus dos
ejes, el vertical y el horizontal. Por otra parte, los valores colectivos
que pertenecen a la conducta del hombre como un ser racial y genérico se referirán a la revolución orbital anual de la Tierra alrededor
del Sol. Esta revolución orbital es la que altera constantemente la
relación de la Tierra con el Sol y con los planetas. Como estos también dan vueltas alrededor del Sol, se produce un complejo patrón
de movimientos planetarios y de relaciones consiguientes. Con el fin
de graficar ese patrón constantemente cambiante se originó la idea
del "zodíaco", o, por lo menos, se lo ha de usar en una astrología
reformulada en un nivel abstracto y simbólico. Así, el zodíaco se
convierte en una serie de puntos de referencia que nos permite trazar
con exactitud la posición de todos los planetas y del Sol en relación
con el movimiento orbital de la Tierra. Este movimiento es el que
crea el ciclo anual.
192
El día y el año individuales y colectivos
El significado colectivo del ciclo anual será más evidente si
comprendemos que, debido a la inclinación del eje de la Tierra (que
no es perpendicular a la órbita de la Tierra), el ángulo de incidencia
de los rayos del Sol varía a lo largo del año, causando el cambio de
las estaciones. Las estaciones y los climas afectan al ser y a la consciencia colectivos de las razas y grupos humanos. Afectan el crecimiento y el desarrollo de los cuerpos y de todos los elementos fisiológicos, que pertenecen al reino colectivo.
El ciclo anual es verdaderamente de gran importancia en el
desarrollo del individuo; pero lo es principalmente en términos del
crecimiento o de la descomposición fisiológicos del cuerpo terreno,
en términos de modificaciones periódicas de las fuerzas vitales del
cuerpo. A él están sujetas las energías vegetales y animales del
hombre, especialmente las primeras, pues las últimas tal vez estén
conectadas más fuertemente aún con las mareas lunares. El Gran
sistema nervioso Simpático, dominado por el plexo solar, es fuertemente influido por este ritmo anual, que también afecta la afluencia
de las energías del "inconsciente colectivo" dentro del consciente.
Podría añadirse que, como dice la Biblia, un día del Señor es
como un año humano. Esto significa que el Señor (el colectivo espíritu de la Raza: Jehová) encuentra su ciclo unitario de personalidad
individual en el año. Para la consciencia colectiva del Hombre-el"todo", la revolución orbital de la Tierra alrededor del Sol significa
un "día". El "día" es siempre la unidad de la personalidad. El yo del
Hombre colectivo actúa a través de una unidad básica: el ciclo orbital. El yo de un hombre individual actúa a través de una unidad básica: el ciclo de rotación axil.
El Gran Ciclo Polar
Además de estos, hay otro ciclo básico: el ciclo de la precesión
de los equinoccios. Más bien debería llamarse el "Gran Ciclo Polar".
Es creado por un peculiar movimiento giratorio del eje de la Tierra,
193
que puede compararse con el movimiento del trompo de un escolar.
Este movimiento giratorio cambia muy lentamente la dirección del
eje polar, y consiguientemente los puntos en los que el ecuador de la
Tierra corta el plano de la eclíptica (el sendero aparentemente anual
del Sol). Por tanto, por un lado, el Polo Norte apunta sucesivamente
hacia una serie de estrellas, describiendo un ciclo completo de unos
25.868 años; por el otro, el punto vernal (el Equinoccio de Primavera) se mueve hacia atrás entre las constelaciones (de allí el término
"precesión de los equinoccios") a lo largo del círculo de la eclíptica.
Sin embargo, el hecho importante es que el eje polar de la Tierra
apunta a una estrella después de otra. La Estrella Polar cambia: ahora es Polaris en la constelación de la Osa Menor, pero en 5000 años
será Alpha Cephei. Según los hechos astronómicos-telúricos, los
polos Norte y Sur representan, respectivamente, el ingreso y el egreso de las energías magnéticas cósmicas. Interpretando esto, la tradición esotérica se refirió siempre al Polo Norte como las puertas a
través de las cuales la Energía cósmica fluía dentro de la Tierra, y
como el símbolo de la Consciencia divina. Es muy probable que en
esto se estableció una similitud entre el eje polar de la Tierra y la
columna vertebral del hombre, que es la "vara de poder" a través de
la cual la energía del espíritu actúa dentro del hombre. El Polo Norte
corresponde entonces a la coronilla, al centro misterioso que, cuando funciona plenamente en los hombres perfeccionados, está rodeada con una especie de halo, que, en su mejor expresión, no difiere de
las auroras boreales.
Decir que esta "vara de poder" de la Tierra altera su dirección es
decir que la cualidad de la energía cósmica recibida por la Tierra
cambia cíclicamente, siguiendo el movimiento giratorio del eje de la
Tierra. Pertenece, pues, a nuestra primera categoría del "movimiento
en el tiempo" o del "movimiento subjetivo". Pero el "sujeto" aquí
abarcado es el Individuo cuyo centro físico es uno solo con el centro
de la Tierra, lo que equivale a decir, el gran "Todo" planetario del
que ya hablamos. El eje polar, al menos simbólicamente, es el "YO
SOY" de este gran "Todo" planetario. Al desplazarse, cambia su
relación con los astros con los que parece conectarse. En otras palabras, la personalidad misma del "Todo" planetario se modifica, se
194
armoniza con los diferentes tonos cósmicos. Estos cambios de la
personalidad planetaria constituyen la realidad de lo que llamamos
la "Era de Piscis", la "Era de Acuario", etc., por inferencia de la precesión de los equinoccios: un efecto secundario, no una causa.
Por lo tanto, el "día" es el ciclo unitario del hombre individual,
habitante de la superficie de este globo que debe girar para tener
todos sus puntos iluminados diariamente por el Sol en su cenit (salvo las regiones polares). El "año" es el ciclo unitario del Hombre
colectivo, un conjunto de seres dispersos todos alrededor de la superficie del globo. El "Gran Ciclo Polar" es el ciclo unitario del Individuo planetario, cuyo centro es uno solo con el centro de la Tierra.15
Con este último ciclo nos ocupamos de lo que podría llamarse lo
cósmicamente Creativo. Cada "Era", como la Era de Piscis, empieza
con una puesta en circulación de energías creativas cósmicas que se
convierten en los materiales colectivizados que los hombres usarán
para la construcción de las civilizaciones. Es considerando esto que
podemos comprender mejor los dos modos en que actúa este giro
del eje de la Tierra. Cambiar la Estrella Polar es cambiar la dirección del eje propiamente dicho, lo cual es una cosa. Otra cosa es
cambiar la ubicación zodiacal de los equinoccios. Lo primero se
refiere al eje polar, al eje de la integración espiritual; lo último se
15
La siguiente es una dara enunciación científica de las causas de la precesión (y
del giro polar):
"Esta peculiar conducta del ecuador de la Tierra (precesión) se debe a la gravitación del Sol y la Luna sobre el protuberante cinturón o zona ecuatorial de la Tierra, combinada con la fuerza centrífuga en el ecuador de la Tierra. Como el ecuador está en una inclinación hacia la eclíptica, esta atracción tiende, en su conjunto,
a atraer su protuberante anillo hacia el plano de la eclíptica misma. Pero el giro de
la Tierra sobre su eje impide esto, y el efecto resultante es un movimiento muy
lento de precesión en ángulos rectos en dirección a la fuerza de atracción, parecido al ejemplificado por el hecho de agregar un pequeño peso al anillo exterior de
un giróscopo. Tres causas contribuyen a producir la precesión: si la Tierra fuera
una esfera perfecta, o si su ecuador estuviera en el mismo plano con su trayectoria
alrededor del Sol (y con la órbita lunar), o si la Tierra no tuviera rotación sobre su
eje, no habría precesión."
A New Astronomy, por David P. Todd.
195
refiere al ecuador, al círculo o al cinturón de la vitalización fisiológica. Este dualismo del eje polar y del ecuador es importantísimo, y
ahora lo estudiaremos.
Estos dos factores por lo común no se separan claramente, y esto puede explicar mucha confusión relativa al comienzo de la "Era
de Acuario". Puede ser que el eje polar en su movimiento ya se haya
conectado con la "nueva estrella” (¡o sea lo que fuere!) que simboliza el impulso creativo espiritual de la nueva era. Empero, el Sol tal
vez todavía no llegó, por el movimiento precesional de los equinoccios, a la constelación de Acuario, la cual se referiría a la vitalización y a la manifestación fisiológicas del creativo impulso de la
nueva era. En otras palabras, si bien el impulso espiritualmente creativo ya está sobre nosotros, tal vez tome un poco más de tiempo
antes de que entren plenamente en actividad las fuerzas vitales que
construyen las estructuras externas de la nueva era.
Por una razón peculiar (pero enteramente representativa del
desarrollo de la humanidad actual) recalcamos plenamente el aspecto de la manifestación fisiológica, el que se ocupa de la relación del
ecuador con la eclíptica, y olvidamos el aspecto creativo espiritual
que se ocupa del movimiento del eje polar. Lo que deberíamos estudiar y lo que la futura astrología oculta estudiará, es el círculo descrito por los polos durante el período de 25.868 años: nuestro "Gran
Ciclo Polar".
Los centros del movimiento
En lo precedente tratamos brevemente los tres tipos fundamentales del movimiento de la Tierra. Deberá aclararse un punto más
importante, y es el de que todos los movimientos cíclicos (los únicos
considerados en el simbolismo de la vida) deberán obtener su significado del sentido atribuido al centro de tales movimientos. La rotación diaria de la Tierra tiene al eje polar de la Tierra como su "centro". La revolución anual de la Tierra se centra en torno del Sol.16
16
La órbita de la Tierra es elíptica. Por tanto, el Sol es sólo uno de los dos focos
196
En cuanto al movimiento giratorio del eje de la Tierra, realmente se
centra en torno del polo de la eclíptica; lo cual equivale a decir que
es el exactamente perpendicular al plano de la órbita terrestre: una
abstracción, pero significativa.
La línea abstracta que conecta a los dos polos de la Tierra es el
eje de rotación de nuestro planeta. Por ello, a este eje se lo ha de
considerar como el "centro" del ciclo de rotación diaria. Como ya lo
mencionamos, este eje polar simboliza la línea de energía del planeta, tal como la columna vertebral humana representa la línea de
energía del ser humano. Esta "energía" es la energía para ser un yo
individual, un "yo". El eje polar es la línea de manifestación del YO
SOY del planeta, considerado como un ser cósmico. A través de esta
línea fluye la energía para ser un yo individual. En un sentido general, se refiere al sistema nervioso cerebro-espinal. Por tanto, el movimiento cíclico del globo terráqueo en torno de este eje debe referirse al desarrollo cíclico de la personalidad individual de todos los
seres que viven en la superficie terrestre, o dentro del globo terrestre, y susceptibles de ser "individuos". Esto es necesario que sea así
debido al principio mismo de la "lógica holística" –la lógica del
simbolismo– que consideramos en nuestro capítulo sobre "La astrología frente al pensamiento moderno".
En el simbolismo astrológico, esta rotación axil de la Tierra se
grafica por medio del círculo o la rueda de las casas. Las doce casas
son doce fases de este movimiento diario de la Tierra. Como dijimos
que tal movimiento debe considerarse como "movimiento subjetivo"
o "movimiento en el tiempo", se desprende que el círculo de las casas deben entenderse más específicamente como el cuadrante de un
reloj. Este "cuadrante de las casas" refiérese, por tanto, más particularmente, a un desarrollo secuencial: al desarrollo de la personalidad
individual del hombre a lo largo de su vida.
Debemos tener presente que, hablando filosóficamente, lo que
hace que esta rotación diaria sea necesaria es el hecho de que la Tiede la elipse. Podríamos atribuir un significado simbólico al otro foco, aunque allí
no se encuentre ente físico alguno. Pero esto sería demasiado abstracto para nuestra actual consideración.
197
rra es un vasto globo de sustancia sólida y opaca. Como los hombres
viven en la superficie de este globo, encuentran su percepción consciente del universo (y de la vida general) restringida a una mitad de
su totalidad. La Tierra sólida cierra a sus ojos la mitad del mundo
del ser. Este hecho se intepreta de inmediato, simbólicamente, como
la necesidad, para el hombre físico normal, de experimentar alternadamente un período de manifestación y un período de nomanifestación. En términos de vida diaria, esto significa consciencia
vigil y sueño.
Debido a que la Tierra tapa al yo del hombre la mitad del universo, la Tierra tiene que rotar a fin de aportar a cada criatura que
viva en su superficie, cada día, una visión total del mundo. Por ello,
en el momento del nacimiento, la rueda del horóscopo representará
una proyección de este hecho básico de la consciencia. La mitad
inferior de la rueda se referirá a lo que está debajo de la superficie
de la Tierra, y la parte superior a lo que está arriba. El eje horizontal
del mapa es entonces, realmente, el horizonte, que divide al mundo
de lo viviente en dos reinos: el visible y el invisible; y, por extensión, el objetivo y el subjetivo, el exterior y el interior.
Esta línea horizontal del mapa natal representa, pues, el hecho
de una división necesaria de la consciencia en dos reinos, para cualquier individuo que viva en la superficie de la Tierra. Pero también
hay algo que hay que tomar en consideración. La personalidad y la
consciencia individuales dependen, para su existencia misma, de la
vida y de la luz. Es cierto que el universo está lleno de estrellas cuyos rayos penetran en la Tierra. Pero, a menos que una de estas estrellas sea un centro concentrado de vida y luz para la Tierra –a menos que sea un Sol–, no podría haber sobre la Tierra una personalidad o una consciencia individuales.
Por ello, debe estar en claro que, si bien el horizonte y la línea
horizontal en el mapa son expresiones del dualismo de la consciencia, debe haber un punto que se referirá al hecho de la concentración
de la vida y la luz a través del Sol; pues la vida y la luz son el sustento necesario de la consciencia. Este punto es, evidentemente, el
punto cenital. Si la Tierra rota alrededor de su eje, esto (desde el
198
punto de vista antropocéntrico) es no sólo así para que cada día el
hombre pueda ser consciente del "todo" del universo sino también
para que, cada mediodía, pueda energetizarse mediante la influencia
directa de la vida y la luz solares. Como la Tierra rota, el mediodía
llega a cada punto del globo, que de esta manera se vitaliza e ilumina.
Desde este punto de vista, uno podría decir que lo que está implícito en el hecho de la rotación axil es la imposibilidad, para cualquier todo, de tener todas sus partes energetizadas a un mismo tiempo por la fuerza de vida. Por tanto, hay necesidad de sucesión o de
tiempo. Una ilustración podría concretar más esto. A la sangre le
lleva tiempo circular a lo largo del cuerpo, vitalizando todas las funciones fisiológicas y sus órganos. Tal analogía entre el ciclo de la
circulación sanguínea y la rotación axil de la Tierra no ha de tomarse demasiado literalmente, pero tiene gran significación, pues así
como por medio de la circulación sanguínea la fuerza de la vida se
distribuye a todas las partes del organismo total, de igual modo por
medio de la rotación axil la fuerza de vida que emana del Sol (símbolo del "corazón") se distribuye cada día sobre toda la Tierra.
Luego captaremos la plena significación de esta expresión "se
distribuye", pero por ahora sólo deseamos establecer el significado
básico de los dos ejes del círculo de las casas: el horizontal, que
representa al dualismo de la consciencia (lo subjetivo y lo objetivo,
el yo y los otros), y el vertical, cuyo ápice significa el punto cenital,
el punto del sustento solar; asimismo, el punto en el que el individuo
particular se encuentra en la más plena conexión posible con las
vitalizadoras fuerzas del ser universal simbolizado por el Sol.
En el horizonte, el hombre se ve como un ser puramente particular; pero cuando se relaciona con el Sol, absorbe vida y se convierte en un partícipe del ser universal. El horizonte (y especialmente el horizonte oriental: el Ascendente del mapa natal) define, limita
y particulariza. El meridiano o cenit (el Medio Cielo del mapa natal)
vitaliza, colectiviza y universaliza.
Esto nos lleva al estudio del segundo movimiento de la Tierra, a
su revolución anual alrededor del Sol. Este movimiento es el que da
199
nacimiento a lo que se llama el zodíaco. Como cada movimiento
cíclico asume la significación del centro alrededor del cual ocurre,
se verá que el zodíaco tiene el mismo significado fundamental que
el Sol, tal como el círculo de las casas tiene el mismo significado
fundamental que el eje polar de la Tierra. La significación del Sol
puede formularse de diferentes modos, según el nivel de interpretación. Sin embargo, ha de basarse en estos hechos esenciales: es la
fuente de vida y luz para el hombre; es el padre-madre del sistema
solar en su conjunto, cuyo centro él ocupa.
En el primer caso, el Sol representa a la fuerza de la vida. Es la
energía vitalizadora e integradora que totaliza al hombre, en cada
plano del ser; que hace que todo fructifique y lleva a todo organismo
vivo a un punto de realización creadora. En el segundo caso, el Sol
representa la fuerza que mantiene junto al sistema solar íntegro. Todas las relaciones interplanetarias se tornan, pues, orgánicas y significativas en función del Sol; tal como, de otro modo, las relaciones
mutuas entre hermanos y hermanas son esencialmente significativas
en función de su origen común: la madre y el padre. También podríamos decir que, así como el complejo patrón de interrelación que
vincula a todas las glándulas y todos los órganos del cuerpo se torna
significativo en función de la corriente sanguínea, de igual modo el
complejo patrón de relaciones planetarias se vuelve significativo en
función de la circulación de la fuerza solar, y por referencia al Sol,
centro del sistema y señor de la fuerza de gravedad.
Por tanto, el zodíaco nos da, en primer lugar, un cuadro del desenvolvimiento cíclico de la fuerza de la vida, en la naturaleza y en
el hombre; luego, también nos suministra un antecedente para el
desarrollo del complejo patrón de relaciones interplanetarias o intrasistémicas. En el primer caso, representa el flujo y el reflujo de la
fuerza vital universal a lo largo del ciclo anual. En el segundo caso,
constituye un sistema de coordinadas que nos permite formular, a
cada momento, la configuración de todos los elementos del sistema
solar... pero siempre, por supuesto, desde el punto de vista del intérprete, del hombre que está en esta Tierra: cuestión ésta cuya importancia capital se revelará en el próximo capítulo.
200
En tiempos primitivos, como ya lo vimos en nuestro capítulo
primero, el zodíaco era simplemente una especie de calendario agrícola trazado solemnemente por Sacerdotes-Iniciados por orden del
rey o del emperador, graficando los cambios de estación. El movimiento aparente del Sol se graficaba cotejándolo con el patrón permanente de referencia provisto por las constelaciones. Como la calidad y la intensidad de los rayos solares cambiaban a lo largo del
año, y parecía que estos cambios correspondían a las sucesivas conjunciones del Sol con las estrellas o los grupos de estrellas, los astrólogos probablemente llegaron a creer que las estrellas le hacían
algo al Sol que lo hacía alterar la calidad y la intensidad de sus rayos. Por eso, cuando el sol "entraba" en una constelación del zodíaco, sus energías asumían algo de la naturaleza de la constelación. Al
Sol se lo llegó a ver como una lente a través de la cual se concentraba la energía misteriosa de las constelaciones. Describíanse, pues,
doce grandes tipos de energías cósmicas, y la fuerza vital solar participaba de las características de cada una de éstas sucesivamente,
un mes tras otro.
Sin embargo, para la mentalidad moderna está claro que la fuerza solar misma no cambia debido a la "influencia" de las constelaciones que, en sí mismas, son meras configuraciones visuales que
vinculan a estrellas cuyas distancias y características son a menudo
tan variadas como para excluir cualquier posibilidad de que exista
una significación grupal de la constelación como tal. El zodíaco es
sólo un dibujo simbólico para definir y medir el desarrollo cíclico de
la fuerza de la vida cuando ésta fluye desde el Sol hacia la Tierra a
lo largo del ciclo de la revolución orbital. Lo que ayuda a graficarlo
son las modificaciones cíclicas de la relación del Sol con la Terra (o
sea, de lo particular con lo universal, de lo individual con lo colectivo). La significación del zodíaco es la significación del movimiento
orbital. Como ya dijimos, el movimiento orbital, en el sistema solar,
representa el tipo de movimiento que exige desplazamiento del centro; el movimiento objetivo, el movimiento que implica cambio de
relación en el espacio. Es el movimiento de las partes dentro de un
"todo" orgánico. Cada "todo" está compuesto por partes que se
mueven en relación recíproca y, en los sistemas muy perfectos (co201
mo los sistemas solares y los átomos), en órbitas alrededor de un
centro común.
El movimiento orbital es, pues, el movimiento rítmico de relación, mientras la rotación axil representa el ciclo de autodesarrollo.
El desarrollo de la relación exige desplazamiento del centro. Pero el
desarrollo de la personalidad individual exige per se un proceso,
digamos, de meditación o introspección. Hace un rato, comparamos
la rotación axil de laTierra con el ciclo de la circulación sanguínea.
La circulación de la sangre no implica desplazamiento en el espacio
del organismo humano en su conjunto. Pero todas las actividades de
un hombre cuando pasa su vida en su pueblo natal implican desplazamiento en el espacio, porque se refieren a la ejecución de sus relaciones con sus semejantes. Estas relaciones hacen que se desplace,
acuda a su oficina, a su club, a casa de sus padres, etc.; y todos estos
desplazamientos podrían graficarse en el trasfondo más o menos
permanente de las calles y los edificios de la ciudad.
De modo parecido, la revolución de la Tierra alrededor del Sol
puede decirse que es motivada por la necesidad de llevar a cabo
variadas relaciones entre la Tierra y el Sol, y la Tierra y otros planetas. Tal revolución puede graficarse en el trasfondo más o menos
permanente de las estrellas fijas, representadas como constelaciones
(¡los bloques de ciudades y calles del universo!). Cuando un astrólogo dice que el Sol está en Aries, quiere decir que la relación del
Sol con la Tierra puede ubicarse en referencia a ciertos puntos de los
cielos. Esta ubicación da a la relación características conocidas con
más o menos exactitud; como, por ejemplo, el hecho de que dos
comerciantes se encuentren en su oficina define su contacto en función de transacciones comerciales, mientras que si ese contacto ocurriera en un salón de baile, tendría otro significado.
Por tanto, las estrellas son puntos de referencia que al astrólogo
le permiten graficar la curva de la cambiante relación del Sol con la
Tierra, y de todas las relaciones planetarias. En el caso de la relación
del Sol con la Tierra, las estaciones podrían servir para definir las
fases de la relación; pero la posición del Sol en relación con las estrellas es un modo mucho más preciso de determinación, siempre
202
que se tenga en cuenta el fenómeno de la precesión de los equinoccios. Este fenómeno muestra que no sólo los hombres se desplazan
dentro de la ciudad, sino que la ciudad misma altera su topografía:
por ejemplo, un distrito residencial se convierte en centro comercial,
los barrios bajos dan paso a los barrios residenciales, o viceversa.
Evidentemente, esta ilustración dista de ser perfecta; pero si no
se la toma demasiado literalmente, pone de manifiesto algo de los
valores relativos de los tres tipos de movimiento terrestre que hemos
estudiado. Sin embargo, para completar esta parte de nuestra obra,
nos queda por indicar la naturaleza y el significado del "centro" del
movimiento giratorio del eje terrestre: la causa del "Gran Ciclo Polar", o ciclo de la precesión de los equinoccios.
Todo lo que será necesario decir es que el eje de la Tierra gira
alrededor del eje ideal de la Tierra: la línea de los polos de la eclíptica, o sea, una perpendicular al plano de la órbita terrestre. Los ejes
de los planetas se inclinan en el plano de su órbita, y todos deben
girar más o menos como lo hacen los ejes de la Tierra. Cuando nos
ocupamos de los ejes de los planetas, tratamos sobre algo que es de
polaridad opuesta al Sol. El Sol es el centro colectivo del sistema.
Hace que todos los planetas se relacionen juntos. Y la energía del
Sol se siente especialmente en el Ecuador. El plano del Ecuador es
el plano de la acción máxima del Sol; por tanto, el plano a lo largo
del cual las integradoras fuerzas del Sol penetran en la Tierra. Representa la intensidad máxima de las energías colectivas de la vida.
En el hombre, se refiere al sistema del Gran Simpático dominado
por el plexo solar, el centro de los instintos raciales, y, en gran medida, de las emociones.
Por otra parte, el eje polar representa las energías muy individuales de la vida planetaria. El plano ecuatorial y el eje polar simbolizan, pues, opuestos. Tal vez la razón significativa de por qué el
plano ecuatorial de la Tierra no coincide con el plano de la órbita
(eclíptica) de la Tierra sea a fin de que la energía colectiva del Sol
no sea excesivamente concentrada y excesivamente fuerte. Pero
como resultado de esto, el eje polar deja de ser perpendicular al
plano de la órbita, y, por tanto, (en un sentido filosófico) debe girar.
203
Debe dirigirse sucesivamente hacia varias estrellas; y puede ser que,
al hacerlo, las individualizadoras fuerzas cósmicas conectadas con el
eje polar se fortalezcan y sean más capaces de equilibrar la tracción
colectiva del Sol.17
La tracción del Sol es respecto de la Tierra como la tracción de
la consciencia sanguínea y del yo racial respecto del individuo que
intenta funcionar como tal. Es como el amor de madre que ata, y que
a menudo desbarata el desarrollo de los factores individuales en los
hijos. Por eso, la Tierra tal vez oriente su eje de individualización
hacia las estrellas, como el individuo joven se orienta hacia los
maestros más allá del círculo de su familia y su hogar. Luego, como
ya no existe la única y dominante tracción de la madre, sobrevienen,
en sucesión, varios maestros e inspiradores quienes, uno por vez,
despiertan una cualidad o una fase particulares de la personalidad
individual. Y este puede ser el significado, en función del desarrollo
del "Hombre-el-Todo", del "Gran Ciclo Polar". El giro polar no implica desplazamiento del centro de la Tierra. Es, pues, un movimiento subjetivo, pero "subjetivo" en un sentido planetario.
Antes de dejar esta fase fascinante de la astrología, deseamos,
sin embargo, considerar brevemente el problema de la división de
este Ciclo Polar. Aquí tenemos un ciclo completo del movimiento
del eje terrestre, y se suscita esta pregunta: ¿Pensaremos en él como
si estuviese dividido en dos secciones, como si fuera una especie de
"zodíaco polar" (o sea, creativo espiritual)? Con toda probabilidad,
no debe dividirse así.
Lo más probable es que deba dividirse en siete o setenta seccioEl ángulo formado por el plano del ecuador de la Tierra y el plano de la eclíptica no es constante. Varía en unos 2 ½ grados límites, y el ciclo de las variaciones
parece abarcar aproximadamente 40.000 años. Por supuesto, esto también significa un cambio en la inclinación del eje terrestre; lo cual también modifica el círculo trazado por el giro de dicho eje. Hay aun otros movimientos cíclicos de la Tierra y cambios cíclicos de la órbita terrestre. La excentricidad y la posición de las
líneas de los ápsides de esta última son susceptibles de variaciones cíclicas de
unos 250.000 y 21.000 años, respectivamente. Todos estos movimientos lentos se
refieren al Ser planetario en conjunto y al desarrollo progresivo del Hombre como
un reino de la vida.
204
17
nes. La razón concreta de semejante fragmentación es que existe una
división natural del curso de los polos, debido a lo cual se llama
"nutación". La nutación es una oscilación o vibración pequeña y
periódica de los polos Norte y Sur de la Tierra, cuando se desplazan
alrededor de los polos de la eclíptica. Esto se debe a los cambios
periódicos de posición de la Luna, que alteran levemente la dirección de la atracción de la Luna sobre la protuberancia ecuatorial de
la Tierra. Estos cambios periódicos corresponden a los de los nodos
de la Luna, que completan un ciclo en un promedio de 18,6 años.
Por tanto, hay cerca de 1.400 oscilaciones polares debidas a la nutación dentro de cada Gran Ciclo Polar. El círculo del movimiento
polar no es una simple curva sino un movimiento ondeado. Como
hay un promedio de cerca de 1.400 de tales ondas, este hecho tal vez
nos ayude a establecer una segmentación natural del círculo del movimiento polar.
Catorce es dos veces siete, y los ocultistas se refieren reiteradamente a los siete Rayos o fases de la manifestación cósmica; asimismo, a las siete Razas, subrazas, razas-familias, y ciclos planetarios
similares. Parece entonces lógico proponer una división del Gran
Ciclo Polar en siete períodos (y tal vez setenta subperíodos) para
que sirvan de antecedente de tales ciclos septenarios, que se refieren
a la diferenciación creativa de tipos o cualidades planetarios y genéricos.
Por tanto, al Gran Ciclo Polar lo dividiríamos en siete períodos
de cerca de 3.700 años cada uno. Cada uno de estos períodos abarcaría 200 nutaciones y 200 ciclos completos de los nodos de la Luna. Sin embargo, hay también otra opción, que está sugerida en La
Doctrina Secreta, de H.P. Blavatsky, y que se refiere a la Cábala. En
El Libro de los Misterios Ocultos (Siphra Dizenioutha), que es la
base de la Cábala, leemos lo siguiente (sección V):
"31. El árbol que es mitigado reside dentro. En sus ramas los pájaros
(almas y ángeles) se albergan y construyen sus nidos. Debajo de él,
los animales que tienen poder (personalidades humanas) buscan la
sombra."
"32. Este es el árbol que tiene dos senderos para el mismo fin. Y al205
rededor tiene siete columnas (o palacios) y los cuatro esplendores giran alrededor de él en sus cuatro lados."
"33. La serpiente que se abalanza con 370 saltos. 'Él salta sobre las
montañas y se abalanza sobre las colinas', como está escrito (en la
Biblia). Él sujeta su cola en su boca, entre los dientes. El está atravesado en cada lado."
Blavatsky comenta la última estrofa diciendo que:
"Cuando se menciona a la cósmica 'serpiente que corre con 370 saltos', eso significa los períodos cíclicos del gran Año Tropical de 25.868
años, divididos en el cálculo esotérico en 370 períodos o ciclos, como
un año solar se divide en 365 días."
La Doctrina Secreta, II, pág. 531 (vers. ingl) 3ª ed.
El "árbol", al que se hizo referencia antes, es el eje de la Tierra –
al menos, según un nivel de interpretación– sus ramas son corrientes
de magnetismo planetario que, podríamos decir, constituyen, en
conjunto, el "cuerpo vital" o el "aura" del planeta. Las "7 columnas
o palacios" se referirían a las siete mansiones del Polo, o sea, a las
siete divisiones del gran ciclo polar de giro. Los "cuatro esplendores" podrían referirse a las cuatro estrellas más brillantes del curso
cíclico (Polaris y Vega; Alpha Cephei y Alpha Draconis). El Polo
Norte apuntaba y apuntará hacia estas estrellas, aproximadamente,
alrededor del 2.700 a.C. (Alpha Draconis), 2.100 d.C. (Polaris),
7.500 d.C. (Alpha Cephei), y 13.000 d.C. (Vega).
En cuanto a la "serpiente", se refiere a la gran onda planetaria de
vida, a la energía ascendente y descendente que atraviesa la "columna vertebral planetaria", el "Yo soy" planetario: el eje terrestre. Podría llamarse la "kundalini planetaria". Es difícil decir si la Cábala
trata de transmitir la idea de que el ciclo total del movimiento polar
(que naturalmente controlaría al movimiento serpentino de la kundalini) ha de dividirse en 370 períodos de unos 70 años cada uno (como lo sugiere Blavatsky), o que cada una de las siete "columnas o
palacios” ha de dividirse en 370 períodos de 10 años cada uno. A la
mente se le ocurren varias posibilidades de división, pero de algún
modo los números 7 (ó 70) y 370 (ó 3.700) parecen ser los básicos.
206
Sin embargo, queda el punto importante: que el curso del polo,
debido al movimiento secundario de nutación, es realmente un curso
que da vueltas con su "cola en su boca" (o
serpentino
aproximadamente así, pues el polo nunca regresa exactamente al
mismo sitio de la esfera celeste, tan completo es realmente el movimiento). Parecería entonces lógico tener un número exacto de las
curvas más pequeñas, al menos en cada gran división del ciclo total,
lo cual daría, como resultado, siete grandes eras, cada una dividida
en 370 períodos de diez años; o mejor aún, 70 y 700 subperíodos de
370 y 37 años cada uno, respectivamente. Esta división en 7, 70 y
700 períodos puede ser la clave planetaria del "Misterio de las 777
encarnaciones" a la que se refiere Blavatsky; y también Alice Bailey
en su Tratado sobre el Fuego Cósmico.18
Sin embargo, queda el gran problema de cómo elegir un comienzo para el Gran Ciclo Polar. Dos posibilidades nos parecen
particularmente atractivas. La primera es empezar el ciclo cuando el
eje polar de la Tierra llega exactamente a señalar a la Estrella Polar
actual, Polaris en la constelación de la Osa Menor, que debe tener
lugar entre el 2.000 y el 2.100 d.C. La segunda es empezar el ciclo
cuando el eje polar señale tan cerca como sea posible a la gran estrella Vega, en la constelación de Lira.
La primera solución se recomienda por dos motivos: 1) la Estre18
En un libro curioso y célebre, Un Habitante de dos Planetas, supuestamente
escrito bajo el dictado de un ente invisible llamado Phylos el Tibetano (alrededor
de 1886), se reproduce un diagrama (pág. 382 de esa obra en su versión en inglés,
A Dweller on Two Planets) que pretende ser una imagen simbólica del "Santo
Lugar" en el que uno llega a estar frente a frente con el Cristo vivo (el YO SOY
perfeccionado). Esto sería simbólicamente el "Polo Norte", la "Tierra Imperecedera" de cada ser humano. La figura representa un amplio círculo en el que aparecen
7 estrellas de siete puntas, mientras a cada lado de este círculo se ve una hilera de
estrellas más pequeñas que describen un curso el cual representa o al menos sugiere el curso de nutación del Polo Norte. Cortando el círculo diametralmente hay
una vara de poder cuya inclinación es casi exactamente la inclinación del polo de
la eclíptica. Dentro del círculo hay cuatro grandes símbolos (un Ojo, una Estrella,
una Hoja y un Libro). En las dos páginas del libro abierto se dan 10 palabras claves (Orden, Justicia, Verdad, Misericordia, Sabiduría; Belleza, Amor, Fraternidad,
Poder, Uso). La imagen toda es típicamente cabalística y muy sugestiva.
207
lla Polar es probablemente la estrella más brillante exactamente en
el círculo descrito por la prolongación del eje de la Tierra; y 2)
creemos que siempre llegan a aceptarse ideas hacia la época en la
que está ocurriendo un punto crucial en la ejecución de aquello a lo
que la idea se refiere. En otras palabras, la inminencia de un suceso
concita su adecuada interpretación.
La segunda solución es atractiva por cuanto Vega siempre fue
considerada una estrella de especial signficado, y posiblemente esté
cerca del punto hacia el cual el sistema solar en su conjunto se está
moviendo.
Sin embargo, el hecho significativo es que el arco cubierto por
el movimiento del Polo Norte entre Vega y la Estrella Polar es alrededor de cuatro veces 51° 43', es decir, el espacio entre 4 puntos de
una estrella de siete puntas, que representa un intervalo de unos
14.800 años (4  3.700). Podríamos anotar las siguientes fechas y
correspondencias, no como un cómputo definitivo sino como una
sugerencia para un estudio ulterior:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Polaris –Estrella Polar– 23.800 a.C.
Cefeo –constelación polar– 20.100 a.C.
Alphaa del Cisne –Estrella Polar– 16.400 a.C.
Vega –Estrella Polar– 12.700 a.C.
Hércules –constelación polar– 9.000 a.C.
Dragón –constelación polar– 5.300 a.C.
Dragón –constelación polar–1.600 a.C.
luego, nuevamente Polaris –Estrella Polar– 2.100 d.C.
Sin embargo, nunca deberíamos olvidar que estas fechas son, a
lo más, aproximadas, y que los otros movimientos polares (como el
ciclo de variaciones en la inclinación del eje de la Tierra) introducen
alteraciones rítmicas. También puede ser que luego de un par de
miles de años de observaciones científicas y precisas podamos descubrir factores actualmente inesperados. Por ejemplo, si un electrón
parece saltar de una órbita a otra cuando da vueltas alrededor del
núcleo del átomo, según la ley quántica, ¿por qué un planeta no podría tener repentinos cambios de órbita, súbitas variaciones de ritmo,
208
que podrían obedecer a leyes todavía no descubiertas? H.P. Blavatsky se refiere a eso en una de sus cartas dirigidas a Sinnett, cuando
observa que las duraciones de las vidas de los Patriarcas de la Biblia
simbolizaban las duraciones del año, pues cambiaban en vastos períodos temporales. Según esto, la Tierra se movería regularmente
más cerca del Sol, y, por ello, la duración del año disminuiría. Esto
puede explicar los enormes períodos dados a la historia del planeta
en las crónicas brahmánicas.
Sin embargo, lo importante, simbólica y filosóficamente, es para
nosotros pensar en este movimiento polar como la manifestación
esencial del factor creativo en astrología, tal como pensamos en el
eje axil como una expresión del factor individual, y en la revolución
orbital como una expresión del factor colectivo. Pero con el término
"creativo" nos referimos aquí a una creatividad cósmica, al cíclico
efluvio de arquetipos e ideas primordiales que marcan el comienzo
de todos los nuevos ciclos planetarios. Luego veremos que hay otro
factor astrológico que también significa lo "creativo" pero en un
sentido más personal. Este factor es el "Grado del zodíaco", el producto de una combinación y una integración de la rotación axil (individual) y de la revolución orbital (colectiva).
Lo creativo es siempre el resultado de una síntesis y una integración de elementos. Por ello, el giro del eje terrestre es la síntesis
de varios factores que involucran, por un lado, la tracción gravitacional del Sol y de la Luna sobre el cinturón ecuatorial de la Tierra
(siendo la gravitación la fuerza responsable de la revolución orbital
y, por tanto, estando relacionada con lo colectivo), y por el otro, la
rotación axil de la Tierra (ver nota 15, página 195).
209
210
V
CLASIFICACIÓN DE LOS PUNTOS
DE VISTA ASTROLÓGICOS
Tres tipos de astrología
El estudio precedente de los tres tipos básicos de movimiento
planetario y de sus significados correspondientes en función de simbolismo astrológico nos permitirán poner orden en una situación
confusa que perturba las mentes de la mayoría de los que estudian
astrología. La razón de esta confusión es el hecho de que la astrología se halla en un punto crítico; que se efectúa un intento generalizado para reformurlarla en función de valores aceptables para la
mente moderna; y que en tal intento no se ha establecido una línea
demarcatoria entre puntos de vista normalmente conflictivos.
Cada fase de la vida y cada tipo de conocimiento puede enfocarse, por lo menos, desde tres direcciones básicas, recalcando, respectivamente la actitud individual, la colectiva y la creativa: esta última
es, a su vez, susceptible de una interpretación doble, por lo menos.
Cada una de estas actitudes, correspondiente a tipos humanos claros
(en lo psicológico y en lo fisiológico), hace hincapié sobre su propio
punto de vista particular, y se olvida de los demás, o les niega validez. En especial, cuando entramos en la esfera de tipos heterodoxos
de conocimiento, como lo es la astrología, y, podríamos decir en
general, como el ocultismo o la filosofía esotérica, los puntos de
vista conflictivos parecerán aún más irreductibles, porque hay menos experiencia común y evidencia común para transformar las
ideas en hechos, y las hipótesis en leyes. Por tanto, es particularmente necesario si ha de evitarse el caos, tener que recurrir a algún
género de clasificación de los puntos de vista que dé cabida a todo el
mundo y, de algún modo, relacione a todos los esfuerzos individuales o grupales en función de un patrón omniabarcante, inherente a la
211
naturaleza de las cosas estudiadas.
El conocimiento de que la astrología se ocupa esencialmente de
los movimientos de los cuerpos celestes nos ayudará a hacer que
semejante clasificación evolucione. Si reconocemos tres tipos básicos de movimiento planetario, entonces podemos extender de tal
modo sus respectivos significados, como para poder caracterizar, en
función de tales movimientos, tres enfoques esenciales de la astrología. Un tipo de astrología funcionará primordialmente en términos
de movimiento axil, y recalcará el factor individual en un hombre
(astrología natal) o en una situación (astrología horaria). Otro tipo
recalcará cada elemento conectado con la revolución orbital, con el
Sol y la eclíptica, y recalcará el factor colectivo en la conducta del
hombre y en la influencia que determina esta conducta. Otro tipo, a
su vez –todavía muy poco desarrollado– será de carácter más oculto
y se ocupará de vastos factores planetarios, de la influencia cósmica
(espiritual y creativa) de las estrellas y las Jerarquías Divinas, o de
símbolos percibidos ocultamente que revelen el significado creativo
de cada factor astrológico.
Cada tipo debe hacer evolucionar, normal y lógicamente, su
propia técnica de interpretación, su procedimiento en la aplicación
de principios generales a casos particulares, sus tablas de datos; y
naturalmente recalcaría sus propios factores básicos, incluso al punto de no reconocer prácticamente significado alguno a los factores
especiales que son estrictamente los productos de énfasis de otros
tipos. En tal enfoque no hay nada que esté absolutamente equivocado. No obstante, alguien debe tener bastante conocimiento filosófico
y una visión bastante amplia como para captar la situación total, y
como para expresar, para beneficio de todos, el correspondiente significado de los diversos métodos, técnicas y énfasis o exclusiones de
índole teórica.
No podemos esperar que lograremos este resultado de una manera completa y plenamente satisfactoria, tal como en nuestro desdichadamente breve estudio de los antecedentes históricos de la astrología (capítulo 1) no pudimos producir un cuadro adecuado del crecimiento y de la evolución de la astrología en el pasado. Al mismo
212
tiempo, esperamos poder transmitir, en lo que sigue, una idea fragmentaria pero amplia de las características más fundamentales de las
ramas de la astrología de la actualidad, que parecen coherentes,
fructíferas y válidas.
19.
La astrología de lo individual
Esto incluye especialmente a la astrología del ser humano individual (astrología natal) y a la astrología de la situación individual
(astrología horaria).
En un sentido, este es el tipo más amplio, al menos potencialmente. Como "astrología horaria", puede aplicarse a cualquier tipo
de situación, y como "astrología natal" puede referirse al "nacimiento" de cualquier ente, atómico, humano o cósmico. Pero, más específicamente, lo que significamos con "astrología de lo individual" es
un tipo de enfoque que recalca características individuales y su interpretación individual. Recalcará valores que se relacionan con el
movimiento axil de laTierra.
La "astrología horaria" es el tipo de práctica astrológica en la
que el astrólogo juzga los elementos de una situación particular, su
desarrollo probable en el futuro cercano y, por tanto es capaz de
aconsejar a su cliente sobre cuál es la mejor solución de algún problema implícito en la situación entre manos. Significa levantar un
horóscopo para la hora en que la situación es puesta en consideración del astrólogo. El mapa se interpreta primordialmente desde el
punto de vista de las "casas" (productos de la rotación axil de la Tierra), y de su regente planetario, y principalmente según una técnica
individual. Es importantísimo el factor de la interpretación individual. La astrología horaria, para que sea válida, depende enteramente de la "ecuación personal" del astrólogo. Es el tipo de astrología
más estrictamente individualista, aunque obedezca más bien a rigurosas normas interpretativas.
Ver Tratado sobre el Fuego Cósmico, de Alice A. Bailey, págs. 934 y en otras
partes (versión en inglés).
213
19
La "astrología natal", en el sentido más estricto del término, se
refiere a momentos natales individuales. Como requisito previo,
exige precisión absoluta en el conocimiento del momento del "primer aliento", el momento en el que el ser humano llega al estado de
individuo o, al menos, de existencia independiente. Semejante precisión absoluta es necesaria para establecer, más allá de toda duda, el
sistema de las casas, el sistema mismo de la personalidad Individual
y del destino único del nativo. Desde luego, es cierto que se usan
factores colectivos, derivados de la posición del Sol, de los planetas,
de los signos zodiacales, etc., pero incluso aquellos se relacionan
específicamente con el desarrollo de una situación individual: la
vida del nativo. Además, la astrología natal presupone, en gran medida, un conocimiento del ambiente colectivo y de la naturaleza del
individuo estudiado (tal como la astrología horaria presupone una
"cuestión" que establezca la situación genérica en consideración),
pues sin semejante conocimiento, el astrólogo no tiene modo de
decir si el mapa natal se refiere a un hombre o a un animal, a una
criatura de los bajos fondos o a un aristócrata muy culto. Por lo tanto, sin un conocimiento general de la especie, la raza y la clase del
nativo, la astrología natal sólo podrá ser muy vaga, y no cumple su
función, que es la de poner en libertad y acrecentar el significado
de un destino Individual y de una personalidad única, mejorando su
individualidad y su unicidad.
Tal astrología natal verdadera se basa, por tanto, esencialmente,
en el conocimiento psicológico. Se ocupa de la interpretación subjetiva de los hechos objetivos. Es un sistema de creativa interpretación
de la vida y de simbolismo creativo aplicado a una personalidad
individual. Teóricamente, recalca factores derivados de la rotación
de la Tierra alrededor del eje polar, tal como estudia a un ser humano como un complejo de atributos y tendencias centrados más o
menos adecuadamente alrededor de un eje individual, el "Yo soy", o
el ego, la columna vertebral y el sistema cerebro-espinal de este ser
humano.
Este tipo de astrología es el que estudiaremos especialmente en
el resto de este libro.
214
2. La astrología de lo colectivo
Esta es, hablando en general, "astrología mundana" o "natural",
el tipo que se asociaba con el nacimiento de la culturización humana. Dio nacimiento a un Calendario Agrícola, basado en un estudio
de las modificaciones de la energía vital, especialmente de las influencias del Sol y de la Luna. Luego se convirtió en el símbolo de
una Ley ética y espiritual. Como astrología "natural", se refiere a
cambios de estaciones, de clima y de tiempo meteorológico; como
astrología "mundana", se ocupa del surgimiento y de la caída de
reinos y naciones, y de la determinación de vastas influencias que
modelan el carácter de grupos y colectividades.
En una evaluación de tal tipo de astrología se destacan dos puntos: 1) se ocupa de influencias reales, de rayos y corrientes magnéticas que se dice que emanan del Sol, de las estrellas y de los planetas, y que producen cambios en todos los seres terrestres. Estos
cambios son, al principio, fisiológicos, pero reaccionan de inmediato
sobre la psiquis, principalmente sobre las emociones; 2) su enfoque
es, pues, esencialmente objetivo, lo cual lo sujeta a un tratamiento
"científico". Es decir, en gran medida es experimental. Se desarrolla
por medio de juicios estadísticos, y puede controlarse mediante tests
objetivos y mediciones. Su modalidad operativa no es esencialmente
diferente de la de las ciencias que se ocupan de fuerzas telúricas,
terremotos, tiempo meteorológico y todos los cambios más o menos
cíclicos de condiciones que afectan a todas las especies biológicas
de la Tierra. Se ocupa de la disposición anímica colectiva de hombres y naciones, como otras ciencias se ocupan del crecimiento secular de árboles, rocas y continentes. Se ocupa de colectividades
humanas, o de cambios psicológicos humanos en lo colectivo.
Como ya lo mencionamos, la manifestación más definida de
semejante astrología se ve en la obra de T.O. McGrath, en sus estudios de los ciclos del comercio en correspondencia con los ciclos de
manchas solares (11,2 años), con el ciclo de nodos de la Luna (18,6
años), y con otros dos ciclos de 40 meses y de 56 años, respectivamente. A su trabajo no lo llama "astrología", porque se ocupa de las
posiciones heliocéntricas de los planetas, que en gran medida se ven
215
como "disparadores" de la actividad solar y porque, en general, el
enfoque es puramente estadístico y concreto. El Sol, las estrellas y
los planetas son imanes enormes; sus movimientos ponen en libertad fuerzas eléctricas. El sistema solar en conjunto, y los alrededores
de cada planeta en particular, se ven como campos magnéticos vastos, de acción recíproca. La ciencia toda es la de "electrodinámica
cósmica".
Edward Johndro, ingeniero radioeléctrico, fue tal vez el primero
en desarrollar este enfoque hasta un punto de gran complejidad. No
abandona enteramente el campo de la astrología natal. Pero, aunque
se ocupa de horóscopos individuales, recalca evidentemente, de modo casi exclusivo el juego de los factores colectivos y concretos dentro del individuo. Por ejemplo, a la ubicación geográfica –al lugar en
el que la persona reside– se la considera de suprema importancia; al
hombre se lo ve casi completamente como producto de un ambiente,
como una mera unidad en un vasto sistema de relaciones planetarias
y celestes, como un particular ejemplo del género homo sapiens.
Otro cabalista y astrólogo, Paul Counsil, sigue la misma línea de
enfoque; y muchos otros que trabajan en ese campo la están desarrollando con firmeza.
Sin embargo, se especializan en problemas mundanos: en la determinación de terremotos, en los "mapas natales" de ciudades y
naciones, y en todos los asuntos que afectan a colectividades humanas. Habitualmente, están muy orgullosos de ser "científicos" o
"matemáticos", aunque, concretamente, no son "matemáticos" en el
sentido más profundo del término sino más bien exponentes de un
extendido sistema de electrodinámica, que considera la impulsión y
la tracción de los planetas entre sí como muy reales y concretos,
aunque más bien se las exprese en función de energías eléctricas que
como fuerza de gravedad newtoniana. No se ocupan de "símbolos" –
como el muy reciente tipo de físicos atómicos está acostumbrado a
hacerlo– sino de las "fuerzas vitales" que emanan de las estrellas y
del Sol.
En tal tipo de astrología, el Sol ocupa normalmente una posición
destacadísima como fuente de la energía vital de todo el sistema. En
216
la mayoría de los casos, el enfoque es lógicamente heliocéntrico. En
primer lugar, se estudia a las emanaciones solares; y los planetas
actúan, en gran medida, como reflectores o estimulantes de las decargas solares. En la antigua astrología ptolemaica, al Sol se lo veía
como el punto focal del zodíaco, como una banda de los cielos que
se extendía sobre 23 grados a cado lado de la eclíptica. El zodíaco
era el reino del Sol. Todos los planetas parecían moverse dentro de
las fronteras de aquel. Proyectado en el globo terrestre, estaba el
cinturón ecuatorial, también el reino del Sol. Por tanto, mientras la
"astrología de lo individual" se refiere más especialmente al eje polar, la "astrología de lo colectivo" se ocupa primordialmente de las
fuerzas ecuatoriales. En el hombre, estas fuerzas son las que actúan
a través del sistema del Gran Simpático y, principalmente, del plexo
solar (y otros centros). En el yoga hindú, estos centros son los "lotos" o chakras. Pero, han de diferenciarse dos sistemas: el sistema
que se ocupa de estos "lotos" que son focos de consciencia y ser
colectivos; y el sistema que se ocupa de los centros existentes en la
columna vertebral. Dentro de la cabeza, también puede encontrarse
claramente un tercer sistema de "centros", lo cual, a su vez, nos da
nuestros tres términos básicos: colectivo, individual y creativo.
En el nuevo tipo de "astrología de lo colectivo" el problema es
más complejo. El Sol es aún más el punto focal del estudio; pero ha
de usarse evidentemente un zodíaco planetario y un zodíaco solar a
fin de que los asuntos sean lógicos y coherentes, definiendo, respectivamente, el campo magnético de la Tierra que envuelve a ésta, y el
del Sol, que abarca a todo el sistema solar. No obstante, la astrología
ptolemaica todavía domina a la astrología actual común, y es evidente que debe hacerlo por consideraciones prácticas lo mismo que
por el nivel en el que los seres humanos viven todavía en su mayoría; en un nivel fisiológico, ecuatorial y colectivo. En primer lugar,
para una interpretación astrológica rápida y profesionalmente barata,
es evidente que no puede ofrecerse nada más que "lecturas de los
signos solares"; lecturas del plexo solar, emocionales-vitales y ecuatoriales que se ocupan de doce tipos básicos de instintos raciales y
de concentraciones colectivas de la energía. Luego, poquísimas
personas conocen su momento exacto de nacimiento, lo cual hace
217
que sea imposible una lectura exacta en función de factores de rotación axil (Casas, Ascendente, Partes, etc.). Por ello, queda en la duda el factor estrictamente individual; muy a menudo, es una mera
posibilidad, y sólo se lo puede ver en términos del "patrón de circunstancias predestinadas". La astrología colectiva-ecuatorial es la
única que se adecua a personas que viven una vida puramente colectiva.
La vida colectiva, en nuestra era de desintegración racial y cultural, significa corrientemente una vida caótica y agitada, bajo el
ritmo frenético y la conducta propia de las ciudades. Pero en la antigüedad significaba el crecimiento terrestre armónico, un crecimiento
que no difería del de plantas y árboles. El gran hombre era flor y
nata de su tribu o su raza, era una expresión colectiva llevada al
punto de la perfección estructural. Era un hombre perfecto en cuanto
manifestaba perfectamente las cualidades de su colectividad racial.
Cuando manifestaba eso, se lo veía como la concentración consciente de una colectividad superior: la colectividad de los antepasados
perfeccionados, en un sentido; una vasta Jerarquía Celestial, en un
sentido más remoto aún (pero también "ancestral"). Tal hombre se
convirtió en un Mediador entre el cielo y la Tierra. Lo cual nos conduce a un tercer tipo de enfoque de la astrología.
3. La astrología oculta
A la astrología oculta no se la debe considerar enteramente independiente de los dos tipos anteriores, tal como nunca podremos
considerar a lo creativo independientemente de lo individual y lo
colectivo. Hemos visto que el giro de los Polos es determinado por
una combinación de factores: principalmente, por la rotación del
planeta alrededor de su eje y la atracción gravitacional del Sol (y la
Luna) sobre el protuberante cinturón ecuatorial (cuya protuberancia
es nuevamente el resultado de la rotación axil y de las fuerzas centrífugas que genera). De modo parecido, el enfoque oculto de la astrología –¡o a este respecto, el enfoque oculto de cualquier cosa!– es
determinado por la calidad del enfoque de lo individual, y por el
218
nivel de los instintos colectivos (vitalidad heredada) que el invididuo concentra.
En la antigüedad, la consciencia de los hombres se centraba
esencialmente en el nivel fisiológico. Entonces, la inteligencia era
instinto orgánico que se volvía consciente, y que luego se abstraía
progresivamente de condiciones particulares y se dotaba de significado universal. Este proceso era lo que realmente se significaba con
la Iniciación. Como resultado de la Iniciación, el hombre podía proyectar su consciencia y sus instintos universalizados sobre la esfera
celestial: el Cuerpo de Dios (el Macrocosmos y el Macroprosopus
de la Cábala). Pero también podía recibir al Cuerpo de Dios dentro
de su propio organismo terreno. En otras palabras, lo universal se
volvía particular, tal como lo particular se había convertido en universal. Y también se creía cierto lo contrario: porque lo universal
(Dios y las Jerarquías Celestiales de los Constructores) se había
proyectado sobre la Tierra, y de esta Tierra había evolucionado una
criatura hecha a semejanza del mundo arquetípico celestial y de sus
Jerarquías, a semejanza del mismo Dios; un microcosmos, sin embargo en potencialidad, no en concretez, hasta que siguiendo el primer proceso mencionado de iniciación, la potencial "semajanza de
Dios" fue energetizada por la voluntad creativa del "Yo soy"; latente
en cada hombre, y apareció como un hecho espiritual real: el denominado cuerpo de Cristo.
Explicar plenamente este doble proceso exigiría todo un tomo,
lo cual de hecho significaría muy poco hasta que el proceso mismo
hubiera sido experimentado; pero lo principal que hay que captar
abarca: 1) una concentración estructural de lo universal como un
prototipo latente dentro del cuerpo terrestre del hombre; y 2) una
expansión de la consciencia desde la particular consciencia del ego,
dentro de una consciencia universal orgánica. Estos dos procesos
pueden llamarse Involución y Evolución. Involución significa aquí
la construcción, por parte de las Jerarquías Celestiales, de un prototipo "astral" dentro del hombre terreno, como forma potencial de la
divinidad del hombre. Por el otro lado, la evolución se refiere a la
expansión y a la universalización de la consciencia del hombre, a
través de los esfuerzos de su propio "Yo soy" individual, hasta que
219
este "Yo soy", habiendo asimilado la energía de todas las "virtudes"
o Rayos divinos, se autoidentifica con un avatar de Dios y es un
avatar de Dios.
La astrología oculta (¡cuando se la entiende apropiadamente!)
esclarece mucho lo que, en estos dos procesos, es confuso e intrincado. El proceso involutivo se refiere al reino ecuatorial y al zodíaco; el proceso evolutivo, al eje polar y sus movimientos. Hasta aquí,
prácticamente no se mencionó en ninguna parte a los factores astrológicos implícitos en este proceso evolutivo oculto. Todo lo que se
mencionó fue el cambio de nivel instintivo de la humanidad, que
coincide con la entrada del Sol, por la precesión de los equinoccios,
en las constelaciones zodiacales. Sin embargo, esta es sólo una mitad de la historia, más bien una consecuencia que una causa. Repitamos otra vez que la causa de la precesión de los equinoccios es el
giro del eje polar.
En el sistema ptolemaico, el zodíaco es un cinturón de fuego
creativo que rodea a la Tierra, el disco solar concentra este fuego
sobre nuestro planeta: el Sol es una mera lente a través de la cual el
"Todo" zodiacal concentra su energía dodécupla sobre la Tierra. Las
Jerarquías zodiacales son jerarquías de los Constructores: de los
Cosmocreatores, como se los llama. Juntas constituyen la Energía
Formativa Cósmica (Mahat, en sánscrito). En música, son simbolizadas por el Ciclo de las 12 Quintas, que rige sobre la secuencia de
las "tonalidades", el ciclo de los 12 "lyus" que constituyen la base de
la música china. Son la serie de los Grandes Antepasados, de los
Patriarcas de la Biblia y de la cosmogonía hindú, las Doce Puertas
de la "Ciudad Santa" dentro del "cuerpo de Cristo" del hombre, etc.
Se refieren al sistema del Gran Simpático y sus "lotos" (dos Jerarquías para cada "loto", lo mismo que dos signos zodiacales regidos
por cada planeta, siendo Sol-Luna, simbólicamente, un solo planeta). Muy particularmente se refieren al plexo solar y al diafragma: al
cinturón ecuatorial que las pasiones "tropicales", arriba (el corazón)
y abajo (el sexo), centralizan. En y a través del zodíaco, la sustancia
terrestre se convierte en Hombre. Pero a lo largo del curso del eje
polar, el "árbol" del "Yo soy", el Hombre, se polariza a su vez en
los siete grandes Rayos del Logos o Dios. Se identifica con los siete
220
Rayos y los siete Avatares del Cristo Cósmico (o Vishnú), y se convierte en el octavo, Krishna, el Cristo humano, el Dios Vivo, lshvara-en-el-cuerpo.
Por tanto, mientras las Jerarquías zodiacales son, en simbologia
cósmica, los Constructores de los cuerpos o vehículos humanos (representados alegóricamente en la Biblia por el "Tabernáculo en el
Desierto" y por el "Templo de Salomón")20 1, las Estrellas de la Morada Eterna (Polo Norte) simbolizan a los Maestros Espirituales y
Avatares quienes, uno por uno, según el principio del Trueque de
los Rayos, despiertan y energetizan al "Yo soy" del Hombre. Son
ellos quienes personifican a las grandes energías ocultas del Dragón
de la Sabiduría (la constelación Dragón) cuya cabeza apunta hacia
Vega, cuya cola separa la Osa Mayor de la Osa Menor, y cuya parte
delantera del cuerpo se curva en torno del polo de la eclíptica: el
Gran Vacío. Este es el "Palacio Central" de la cosmogonía china,
Tien-ki, cuyo color es el púrpura.
En este tema de los Rayos, que los esoteristas han maltratado
tanto, permítasenos hacer una cita de La Doctrina Secreta, en la
que, evidentemente, esa enseñanza apareció por primera vez en su
moderna forma teosófica:
"Dice la enseñanza oculta que la estrella bajo la cual un Ente humano
nace seguirá siendo eternamente su estrella, a lo largo de todo el ciclo de sus encamaciones en un Manvantara. Pero esta no es su estrella astrológica. Esta última concierne y está conectada con la personalidad; la primera, con la INDIVIDUALIDAD. El 'Ángel' de esa Estrella,
o el Dhyani-Buddha, será el 'Ángel' que guía, o simplemente el 'Ángel'
que preside, por así decirlo, todo nuevo renacimiento de la mónada,
que es parte de su propia esencia, aunque su vehículo, el hombre, siga ignorando eternamente este hecho. Cada uno de los adeptos tiene
su Dhyani-Buddha, su 'alma gemela' mayor, y la conoce, llamándola
'Padre-Alma' y 'Padre-Fuego'. Sin embargo, es sólo en la iniciación última y suprema que los adeptos la aprenden cuando se ubican cara a
cara con la 'Imagen' brillante ... Hay siete grandes grupos principales
Ya no mencionamos el giro de los polos y los factores asociados con aquello,
pues se refieren a lo Creativo planetario y a los cambios genéricos que afectan al
Hombre-en-el-"todo", no a una personalidad particular.
221
20
de tales Dhayan Chohans, los cuales grupos se hallarán y reconocerán en cada religión, pues son los SIETE Rayos prístinos ... De allí los
siete planetas principales, las esferas de los siete espíritus residentes,
bajo cada uno de los cuales nace uno de los (siete) grupos humanos
que es guiado e influido por ellos."
La Doctrina Secreta, Tomo 1, pág. 572, Primera Edición, versión ingl.
Los siete "Rishis de la Osa Mayor" también se relacionan a menudo con los siete Rayos cósmicos y los siete Planetas "sagrados";
pero es digno de notar que la constelación de la Osa Mayor está fuera del círculo descrito por el Polo Norte. La simbología de estas
constelaciones, alrededor y parcialmente dentro de este círculo, es
en sí misma un tema fascinante de estudio. De todas, Dragón es presumiblemente la más sagrada y misteriosa. El cuerpo del Dragón
corta el círculo del giro polar alrededor del sitio en el que el Polo
Norte estaba en el 3.102 a.C., el comienzo del gran ciclo de Kali
Yuga, en la cosmogonía hindú. Por ello, tal vez haya que considerar
esto, si no como el comienzo de todo el ciclo polar, al menos como
el de una de sus principales divisiones.
En el Tratado sobre el Fuego Cósmico, escrito por Alice Bailey,
mucho es lo que se divulga sobre el enfoque oculto de la astrología.
Sin embargo, al tema no se lo estudia en su conjunto, y sólo se dan
sugerencias algo confusas sobre constelaciones y estrellas como la
Osa Mayor, Sirio, las Pléyades, etc. Confiamos en que lo anteriormente dicho arroje alguna luz sobre un campo del simbolismo, prácticamente no abordado todavía.
Empero, debe añadirse una cosa. Para el ocultista, estas constelaciones y estrellas aparentemente no son símbolos sino las manifestaciones de Seres cósmicos, que influyen sobre nuestro planeta y
sobre la humanidad. Por tanto, en esto la astrología oculta está vinculada con la astrología mundana y vitalista, que se ocupa de la
fuerza de la vida, de los Rayos cósmicos y solares, y cosas parecidas. Al mismo tiempo, el Tratado sobre el Fuego Cósmico se basa
enteramente en la Ley de Correspondencias, como todas las obras
ocultistas incluidas la Cábala y La Doctrina Secreta. ¡Pero, usar la
Ley de Correspondencias es otro modo de usar el simbolismo! Si
222
hay una "Correspondencia" entre macrocosmos y microcosmos,
entre el cabello del hombre y el cabello del Gran Hombre de los
Cielos (como en la Cábala), entonces a uno o al otro de los "correspondientes" objetos se lo puede considerar como un "símbolo" del
otro; o puede decirse que ambos son igualmente simbólicos de una
realidad puramente subjetiva e informulable. En consecuencia, la
"astrología oculta", real y especialmente para todos los estudiosos
con inclinaciones filosóficas, es un sistema de simbolismo cósmico
que vincula las naturalezas ecuatorial y polar del Hombre con zonas
conexas de los cielos alrededor de la Tierra.
Otra forma de astrología oculta, esta vez simbólica de manera
dramática o activa, es la que produjo series de imágenes simbólicas,
una para cada grado del zodíaco. En un capítulo posterior, estudiaremos extensamente esta fase de la astrología. Baste decir aquí que
aquélla sigue las pisadas del I Ching y de todo el esoterismo chino y
tibetano; y antes de estos, de lo que a menudo se expresa como la
Revelación Prístina de la humanidad. Ya hemos considerado este
asunto en el capítulo sobre el "Proceso Cíclico" cuando hablamos de
las Imágenes Primordiales y de los Arquetipos. Todas estas son manifestaciones de lo Creativo cósmico, como lo es la astrología oculta, pues todo el Cielo mismo es sólo una de las Imágenes Primordiales primeras y más potentes. Y puede considerársela como la Creación del Individuo Único a quien algunos llaman el Gran Arquitecto
del Universo, y otros adoran como Dios.
Los elementos básicos de la "astrología armónica"
Luego de considerar la base "lógica" del simbolismo astrológico, y de aislar los tres grandes enfoques de la interpretación astrológica, los tres tipos básicos de astrología, estudiaremos ahora este
simbolismo astrológico en relación con la '"astrología del individuo". Más particularmente, cómo los elementos de la astrología
aceptados universalmente –como las casas, los signos zodiacales y
los planetas– se los ha de interpretar en un tipo de astrología que
hace hincapié sobre los valores psicológicos. A tal tipo de astrología
223
la hemos llamado a menudo Astrología Armónica porque suministra
una base para la armonización y la integración de la psiquis humana.
Al mapa natal lo considera como la cuerda vital del ser y del destino
individuales que él simboliza; y también podríamos decir: como el
Nombre verdadero de este ser individual. Comprende que los seres
humanos, en su mayoría, sólo viven en partes de sí mismos, y llevan
vidas fragmentarias, incompletas y tristemente incumplidas. La totalidad que ellos esencialmente son, como Individuos completos, está
allí: potencial, arquetípica, pero expresada o manifestada sólo en
pequeñas porciones. Esta totalidad es la verdadera cuerda de su personalidad individual; pero sólo suenan por vez unas pocas notas de
la cuerda, algunas nunca vibran y, en su total desempeño vital, no
hay intensidad o plenitud.
Ayudar al hombre a que cumpla la totalidad de su ser, y a que
cumpla con el motivo total de su Destino: tal es la finalidad de la
Astrología Armónica. El mapa natal es la clave de la totalidad de un
individuo y de su manifestación externa: su Destino. Es la orquestación de la sinfonía que un hombre vivo es. Es el patrón arquetípico,
la fórmula simbólica, la Rúbrica del ser total. Es el mapa del edificio
que es su personalidad perfeccionada; y también contiene el cronograma según el cual las diversas fases de la construcción seguirán en
ordenada secuencia: lo que llamamos el Destino del hombre.
La astrología no es meramente el estudio de un sistema interesante de simbolismo; ni es esencialmente adivinación para satisfacer
la curiosidad personal. Es estudio práctico con una finalidad muy
definida, aunque habitualmente no se la entienda. Una finalidad vital. Al menos potencialmente, es la base de una nueva técnica de
vida, de un nuevo principio de conducta (o, podríamos decir, de un
nuevo yoga), ya más o menos implícito en la técnica de la psicología
analítica (la técnica de Jung) y sugerido en un capítulo anterior
cuando estudiamos el dualismo de los ideales caracterizados por los
términos ético y estético.
Entonces, cuando asumimos semejante actitud hacia la astrología, tenemos que reducirnos, en gran medida, al dominio de los valores psicológicos. Es cierto que no podemos separar realmente a la
224
psiquis del cuerpo. La fisiología y la psicología están estrechamente
interrelacionadas. Los antiguos conocían este hecho, pero la correlación la elaboraban en función de cuerpos más sutiles (vitales y astrales, principalmente). La ciencia moderna tiende a aceptar la idea del
"campo magnético" y de las "emanaciones magnéticas" que, cuando
se los trabaja plenamente, es probable que cumplan exactamente la
misma función –una función de correlación– como la que dio valor
a los conceptos arcaicos u "ocultos".
Sin embargo, en la actualidad, y considerando la dificultad práctica que existe en aplicar la astrología a la fisiología y la medicina,
parece mucho más sabio concentrar la interpretación astrológica en
el nivel psicológico, indicando meramente la posibilidad de correlaciones psico-orgánicas, cuando éstas parezcan particularmente evidentes y de máxima influencia sobre el desarrollo psicológico.
Por tanto, al ser humano lo encaramos a través de su mapa natal
principalmente como un ente psicológico. Es un ser particular y único. No hay otro ser exactamente como él. Empero, también advertimos que este ser único es un compuesto de elementos que no sólo se
hallan en él, sino en una multitud de otros seres, especialmente los
que colectivamente constituyen su ambiente espacio-temporal, o
sea, sus entornos y sus antepasados. Este ser único es una cuerda
particular, o una combinación particular de elementos colectivos.
Por tanto, lo que es individual es el sistema estructural dentro del
cual los elementos colectivos se organizan más o menos adecuadamente. Es la forma del yo. La sustancia, por el otro lado, es de naturaleza colectiva. El cuerpo del hombre está compuesto por moléculas que son partes del vasto depósito de esta Tierra. De modo parecido, a la psiquis del hombre puede vérsela como compuesta por
elementos psíquicos –¿podemos llamarlos psicones?– que son partes
del vasto reservorio formado por el inconsciente colectivo de la humanidad en su conjunto o por grupos definidos dentro de la humanidad (razas, tribus, naciones, familias, iglesias, etc.)
En el último capítulo vimos que las casas del mapa natal, y todos los elementos que se originaron en la rotación axil de la Tierra,
se refieren al factor individual existente en el hombre, a la estructura
225
de su personalidad individual. Por el otro lado, los signos del zodíaco, y todos los elementos que se originaron en la revolución orbital
de la Tierra, se refieren al factor colectivo, a la sustancia de su ser.
Ahora añadiremos que los planetas se refieren a las energías que son
generadas por la relación constantemente cambiante de factores colectivos a factores individuales.
El zodíaco es el dominio del Sol y de sus planetas. Es el símbolo general de las relaciones vitales, que pueden expresarse como
fuerza de gravedad. Este es el símbolo de la relación, de las atracciones y rechazos entre miembros de un grupo. Es un factor que
pertenece simbólicamente a la categoría de "ecuatorial", pues, como
ya vimos, los términos ecuatorial, orbital y solar se refieren al mismo factor básico: lo colectivo. El zodíaco es, pues, verdaderamente
un trasfondo y una expresión de los diversos movimientos orbitales
de los planetas. Es un modo conveniente de pautar y registrar las
complejas interrelaciones entre planetas y Sol, y planetas y planetas.
Por tanto, en términos de sus posiciones zodiacales, los planetas
son puntos focales de energías colectivas. Por otro lado, representan
en términos de sus posiciones de casas (o sea, por referencia al horizonte y al meridiano) centros de actividades dentro de la estructura
individual del ser (y del destino) íntegros. Por tanto, como pueden
interpretarse según dos conjuntos básicos de referencia (signos y
casas), representan los centros de fuerzas y de actividad, cuyo carácter, intensidad y modo de accionar son determinados por el equilibrio constantemente cambiante de lo colectivo a lo individual: o sea,
la personalidad.
Por ejemplo, Júpiter en Aries se refiere a un tipo determinado de
energetización y activación del tipo de sustancia orgánica y función
orgánica representadas por el signo zodiacal Aries. Júpiter en la séptima casa se refiere al hecho de que cuanto en la consciencia y en el
destino del individuo sea simbolizado por la séptima casa será afectado por un tipo jupiteriano de actividad. Como la séptima casa se
refiere a las relaciones y sensaciones, éstas funcionarán según un
ritmo jupiteriano expansivo; y el nativo tendrá socios y compañeros
que expandirán su punto de vista y su esfera de acción.
226
Lo que hoy día llamamos "personalidad" es una síntesis de pautas de conducta. Es la suma total de todos los movimientos externos
y emociones del ser humano: el ritmo total de sus actividades vitales, desde el modo en que camina y contrae sus labios, hasta su conducta en el campo de batalla o en la ejecución de un concierto. Es un
complejo de actividades. Sin actividad no podría haber "personalidad". Y la conducta en la personalidad es evidentemente una combinación de influencias heredadas y ambientales que actúan dentro
de una estructura abstracta de la personalidad: el factor individual.
De modo parecido, los planetas se caracterizan, en cuanto a su naturaleza, por sus posiciones zodiacales, y funcionan de modos particulares según sus posiciones en la estructura de las casas. La suma
total de los planetas incluidos el Sol y la Luna –el patrón planetario,
como nosotros lo llamamos– representa, pues, a la personalidad en
conjunto.
Probablemente, el lector inferirá de lo precedente que el patrón
planetario representa, en consecuencia, nuestro tercer término básico: lo creativo. Así es, pero sólo potencialmente. Representa, en
primer lugar, la actividad. Pero la actividad no es menester que tenga el significado de creatividad. Todo el mundo está activo, ¿pero,
cuántos son creativos? La creatividad es la actividad significativa
de una personalidad relativamente "individuada". Ha de hacerse
hincapié sobre el elemento del significado; y como ahora veremos,
este elemento ha de ser revelado por los símbolos de los grados que
son energetizados y puestos de manifiesto por la actividad de los
planetas allí ubicados. Sin embargo, no es menester que el planeta
ponga de manifiesto –y muy a menudo no lo hace– el significado
simbólico del grado, en cuyo caso el tipo de actividad representado
por el planeta no es creativo. La personalidad humana no alcanzó el
punto de individuación siquiera relativa, y el individuo todavía no
tiene la fuerza como para dar a su vida y a su destino un significado
creativo. 21
21
Se ha discutido muchísimo la atribución del padre a la cuartal casa, y de la
madre a la décima. En la Edad Media, el hijo seguía casi siempre la profesión de
su padre; por ello, como la profesión se relacionaba siempre con la décima casa,
227
la idea del padre parecía conectarse también con la décima casa, que concierne
especialmente a los hijos. Asimismo muchos astrólogos relacionan así los signos
del zodíaco con las casas: Aries, corresponde a la primera casa; Cáncer, a la cuarta; Capricornio, a la décima. Como Cáncer es "regida" por la Luna (que simboliza
a la madre) y Capricornio es "regido" por Saturno (que simboliza al padre), pareció lógico relacionar a la madre con la cuarta casa y al padre con la décima casa.
Nosotros nos inclinaríamos a crreer que estas correlaciones son intercambiables,
según el nivel del ser en el que uno se establece. Una correlación que es verdadera
fisiológicamente, tal vez haya que invertirla en el nivel psicológico. La madre
puede dominar el hogar físico (cuarta casa); pero el padre puede formar el hogar
psicológico: el alma.
228
SEGUNDA PARTE
229
230
VI
EL CUADRANTE DE LAS CASAS
Para comenzar, tal vez convenga tratar de aclarar una cuestión
que ha dejado perplejos a los estudiosos de la astrología. Si observamos un mapa natal corriente, en su etapa más sencilla (pág.203), hallamos una rueda dividida por doce rayos en doce secciones, geométricamente iguales, de 30 grados de arco. Luego vemos que, en la
circunferencia, donde los rayos terminan, están escritos signos y
grados del zodíaco –que dan la longitud de estos rayos– o sea, su
posición eclíptica o zodiacal. Entonces, la cuestión es ésta: ¿Qué ha
de considerarse exactamente como una casa?
Dijimos que las casas se referían a los factores individuales, pero, cada mapa tiene estas mismas doce divisiones angulares, la misma estructura evidente. Tal vez el astrólogo considere que esta cuestión es de escaso significado; pero tiene un aspecto filosófico que
ahonda el significado del término: "individuo". Dicho brevemente,
todos los seres humanos son como variaciones sobre un solo tema:
EL HOMBRE. La estructura genérica de todos los individuos humanos es fundamentalmente la misma. Esto es lo que está implícito
en el hecho de que, aunque la estructura de las casas es el símbolo
de la personalidad individual, esta estructura es geométricamente la
misma para todos los individuos. Lo que da una relativa unicidad a
un individuo es el modo con que esta estructura dodécupla se correlaciona con el zodíaco. Y esta correlación es indicada por los grados
y los signos del zodíaco, escritos al comienzo (o en la cúspide) de
cada casa. La inclinación del eje terrestre sobre el plano de la órbita
de la Tierra introduce mayores variaciones según la latitud del lugar
de nacimiento. Como resultado, habitualmente más o menos de 30
grados del zodíaco están inscritos dentro de cada casa.
Aun así, evidentemente hay una limitada cantidad de posibilidades, y, por lo tanto, cada individuo no es único en sus denominadas
231
características individuales de casa. Esto se refiere nuevamente al
hecho de que hay una cantidad limitada de tipos individuales de
pautas. Pero la cuestión es que cada tipo de pauta actúa como un
factor individualizador. Cuando hablamos de "individuo" no significamos lo "absolutamente único"; nos referimos a lo que asume la
posición y el significado de unicidad. Podría concebirse que existiera otro ente exactamente parecido; pero en las casas veremos aun lo
que, en cada uno de estos "únicos" idénticos, fuerza sobre ellos la
consciencia y la captación interior de lo que, para ellos, es su propio
"Yo soy" único. Y, psicológicamente, esto es lo que importa.
El significado de las doce casas
Ahora bien, considerando la estructura dodécupla de las casas,
recordaremos lo escrito en el último capítulo sobre el significado de
los ejes horizontal y vertical del mapa natal: horizonte y meridiano.
Lo que está debajo del eje horizontal se hace invisible por la Tierra.
Cuanto hay debajo de la Tierra debe llegar a nosotros a través de la
Tierra. Es el reino subjetivo interior. Lo que está arriba, llega a nosotros a través del aire. Es el reino objetivo externo. Si hay emanaciones, en el primer caso llegan a nosotros a través de los pies, en el
segundo caso, en gran medida a través de la cabeza (un hecho ocultistamente importante). Esto explica por qué el signo zodiacal que
simboliza a la cabeza, Aries, se ocupa del comienzo de la actividad;
mientras Piscis, que simboliza los pies, se refiere a la consciencia
interior subjetiva.
La génesis de los significados de las casas podemos entenderla
de dos modos. En el primero, a toda la rueda se la considera como
una estructura estática que funciona toda al mismo tiempo. Los dos
ejes antes mencionados representan la estructura del espacio: del
espacio particular del ente recién nacido. Forman su cruz de encarnación. Ese Ente es la Vida universal dividida en el Espacio y que,
en consecuencia, toma forma como un ser particular. Dentro y a
través de este sistema, la naturaleza humana colectiva actúa de un
modo particular que caracteriza al hombre como un ser individual.
232
Los dos ejes dividen el mapa en cuatro partes iguales, llamados tradicionalmente los cuartos Este-Norte, Norte-Oeste, Oeste-Sur y SurEste. Estos determinan, respectivamente, el significado del Ascendente, del lmum Coeli (Nadir), del Descendente y del Medio Cielo,
porque en astrología cada división del espacio o del tiempo tiene el
significado de su punto de origen. Por tanto, el cuarto Este-Norte
(primeras tres casas) tiene el significado del Ascendente, el cuarto
Sur-Este, el del Medio Cielo, etc. Cada cuarto se divide en tres "casas" secundarias, pues cada operación de vida es básicamente triple,
incluyendo la acción, la reacción y el resultado de ambas (la consciencia o la desintegración): asimismo, el yo, el no-yo y su relación
intermedia. Para el hombre, la cruz de la personalidad particular
genera cuatro modos básicos de ser, cuatro operaciones fundamentales en el proceso de vivir como individuo. Estas pueden describirse
(usando la nomenclatura de C.G. Jung) como: Intuición, Sentimiento, Sensación y Pensar.
Pero más lógicamente deberíamos considerar a las casas como
al cuadrante de un reloj; una mera proyección, en el espacio, de un
conjunto de agujas (o números) que registran un movimiento periódico que ocurre realmente en el tiempo. En este caso, debemos imaginar la línea del horizonte que se mueve en sentido contrario al
reloj, como la aguja de este. Las cúspides de las casas primera y
séptima representan la posición del horizonte como es realmente a la
hora del primer aliento. La línea de las cúspides de las casas segunda y octava representa la posición del horizonte dos horas después;
la línea de las cúspides de las casas tercera y novena, la posición del
horizonte cuatro horas después. Cada casa representa un intervalo de
dos horas. Las cúspides de las casas dan las sucesivas posiciones del
Ascendente (la mitad oriental del horizonte) cada dos horas; tal como uno puede ver por las cifras de un reloj los puntos a los que la
manecilla apuntará sucesivamente durante un período de 12 horas.
El "cuadrante de casas" astrológico es un cuadrante de 24 horas con
una aguja sola.
Veremos el significado de este concepto cuando estudiemos el
ciclo de 28 años de desarrollo del yo individual. Por el momento,
será más sencillo considerar a las casas como una segmentación del
233
espacio, alrededor de la criatura recién nacida, en 12 secciones de 30
grados generados por dos ejes fundamentales: el horizonte y el meridiano. Los que aquí deben recalcarse son estos dos ejes. Las cúspides de las casas intermedias pueden calcularse de diversos modos,
pero con el horizonte y el meridiano tenemos dos factores básicos
del ser individual de los que deriva cada uno de los otros elementos
secundarios. Los dos ejes representan entonces lo que puede denominarse la cuadratura del espacio: el cruce de la existencia individual.
El horizonte es la línea de la percepción consciente. Lo es según
la muy obvia lógica del significado simbólico; pues diferencia los
dos tipos muy fundamentales de percepción consciente. Arriba del
horizonte está todo lo que los sentidos pueden percibir; debajo del
horizonte está el reino de esta percepción consciente interior, que
Jung llama correctamente "intuición". La intuición es la facultad de
la percepción consciente a través de la cual percibimos los hechos
interiores. La sensación es la percepción consciente del no-yo, de
los demás. Como el Ascendente es el punto-semilla del hemisferio
inferior, necesariamente asume el significado de auto-percepeiónconsciente pura; y como el Descendente es el punto-semilla del hemisferio superior, es el símbolo de la percepción consciente de los
otros. Por tanto, a la intuición y a la sensación se las ve como dos
factores complementarios, relacionados respectivamente con el Este
y con el Oeste.
Uno percibe conscientemente su propia existencia como un "yo"
mediante un proceso interior que es la intuición, mientras la sensación es el resultado de una percepción consciente de causas externas
atribuidas a las impresiones de los sentidos. Una sensación verdadera no es una mera impresión, sino más bien el resultado de la combinación de una impresión de los sentidos y de un particular sentido
del yo. Una placa fotográfica recibe impresiones parecidas a las que
recibe nuestra retina; pero las sensaciones visuales que corresponden a estas impresiones contienen, además de lo último, nuestra
propia capacidad particular para reaccionar ante los estímulos. Por
lo tanto, todas las sensaciones abarcan una relación entre objeto y
sujeto. Por ello, la sensación es verdaderamente atribuible al Des234
cendente que, tradicionalmente, gobierna los asuntos de relación,
asociación, matrimonio, etc.
A través de la intuición, percibimos conscientemente lo que somos esencialmente. Sobre la base de esa percepción consciente –
"Yo soy esto y esto"– empezamos a formular juicios inmediatos
sobre los cambios que experimentamos dentro de nuestra psiquis.
De modo espontáneo e instintivo, nos sentimos a favor o en contra
de estos cambios. Por eso surge un nuevo modo de acción: el sentimiento. De modo parecido, de las sensaciones y de sus correlaciones
nace un nuevo proceso: el pensar. El pensamiento es el resultado de
la sensación, tal como el sentimiento es el resultado de la intuición.
Lo que era abstracto como percepción consciente intuitiva se convierte en concreto como sentimiento. Lo que era vago, fugaz, impermanente como sensación, se vuelve estable y relativamente permanente como pensamiento. Más que esto, lo que era mera cuestión
de percepción consciente se convierte en una experiencia concreta y
real, que tiene forma y finalidad, y, por tanto, significado. El sentimiento implica experiencia, y la experiencia se manifiesta como
sentimiento (si su base es subjetiva) o como pensamiento (si su base
es objetiva). Experimentar no es meramente recibir una impresión o
ser perceptor consciente de algo. Es salir al encuentro de la cosa (o
del yo) y establecer su significado, a través del acto de sentir o a
través del acto de pensar.
Por ello, captamos el significado del eje vertical, que se refiere a
la experiencia concreta. La percepción consciente horizontal se concentra en los puntos verticales como experiencia concreta. Lo receptivo se convierte en lo activo, como el horizonte se convierte en el
meridiano. El eje horizontal que se refiere a la percepeión consciente es, para usar el término de Jung, el eje irracional; mientras el eje
vertical se relaciona con las actividades racionales del yo. La percepción consciente, ya sea del yo o de los otros, no abarca la racionalización. Es un hecho directo de la vida. Una impresión no es racional de por sí. Sólo es. Luego, empezamos a racionalizarla. Si es
una experiencia interna, emitimos juicio inmediato sobre ella, al
principio mediante el sentimiento. El sentimiento no es racional del
mismo modo que lo es el acto de pensar; pero ambos tienen valor
235
como juicios, sobre cuya base actuamos subsiguientemente como
conferidores de significado. Por eso, podemos llamarnos racionales,
debido a la particular actividad que en la consciencia implican. Sin
embargo, debemos recalcar el hecho de que estos términos se usan
según su estricto sentido psicológico, y no como se los usa comúnmente en el lenguaje cotidiano.
Luego, si deseamos interpretar psicológicamente un mapa natal
en el que encontramos a Escorpio en ascendente, a Tauro en descendente, a Leo en el Medio Cielo y a Acuario en el lmum Coeli, empezaremos a sacar así nuestras conclusiones: La intuición actúa sobre
una base de Escorpio. El nativo "se encontrará" naturalmente, usando métodos adecuados a las características de Escorpio. Estas características de Escorpio le suministrarán el curso mejor –porque para
él es el más natural– que lo llevará hacia la percepción consciente
plena de lo que él es esencialmente. A través del sexo, mediante el
uso y el control de las energías vitales, y mediante una firme liberación de energía, alcanzará una plena percepeión consciente de sí. El
mismo tipo de razonamiento se aplicaría a los cuatro ángulos.
La meta de la astrología Armónica es conducir a los hombres
hacia la realización de su naturaleza y su ser totales; hacia la realización, la correlación y la integración, y, por tanto, hacia la sublimación. Entonces, lo necesario es permitir que la persona cuyo mapa se analiza haga las cosas que, si su instinto no fue frustado por la
familia o la sociedad, ella habría hecho de modo puramente espontáneo. El signo (y el grado) del zodíaco en los cuatro ángulos indican, pues, la senda natural hacia la realización de la actividad simbolizada, el mejor modo de funcionar intuitivamente o a través de
sentimientos o pensamientos, según sea el caso. Representa lo que
esencialmente es, pero, en muchos casos, lo que fue borrado por la
vida social e intelectual; por eso, indica cómo dirigirse, por debajo
de las características superficiales y adquiridas, hacia las cualidades
básicas que realmente nos pertenecen.
Los signos del zodíaco nos proporcionan un conjunto de doce
sustancias vitales características, o cualidades del ser, o actitudes
hacia la vida, como deseemos considerarlas. Donde aparecen en el
236
sistema de la personalidad de cualquier persona en particular, muestran las cualidades que congénitamente se han de atribuir a las diversas facultades y modalidades de actividades de la persona. Indican, para usar un término oriental, el dharma de esta persona. El
dharma del fuego es quemar; el del tigre, ser feroz; el de un hombre
nacido con temperamento artístico, es crear, etc. Leer los ángulos de
un mapa es, pues, leer el dharma total del nativo.
Esto se complementará con una interpretación de los signos sobre las cúspides de las otras casas. Las casas "sucedentes" (segunda,
quinta, octava, undécima) significan la reacción ante la acción expresada en las casas "angulares" (primera, cuarta, séptima, décima).
Esto puede referirse a una reacción positiva o a una reacción negativa. Si la reacción es positiva, lo que es significado en la casa "angular" se consolida y concentra por medio de limitaciones y contrastes. Si la primera casa significa percepción consciente del yo,
esta percepción consciente es consolidada por las limitaciones impuestas sobre ella por la herencia pasada (fisiológica y psíquica); o
en una etapa posterior, por propiedades de toda clase. Pero si la
reacción es negativa, entonces esta herencia o estas propiedades
sofocan la per- cepeión consciente del yo, y agobian a la intuición
del yo "espiritual" con toda la inercia del materialismo.
De modo parecido, la quinta casa puede consolidar las experiencias y los sentimientos representados por la cuarta casa, como por
ejemplo el hogar (cuarta casa); o su contenido puede significar la
pérdida de los asuntos de la cuarta casa, como el goce y la especulación pueden conducir a la pérdida del hogar. Demasiado goce y necia reivindicación de derechos embota los sentimientos; pero la enseñanza y la expresión artística acrecientan y concentran estos sentimientos forzándolos a encarar y dar forma a los elementos implícitos (hijos o elementos estéticos: quinta casa). La misma línea de
pensamiento se aplica a la interpretación de la octava casa (consolidación o pérdida de la fuerza de la relación) y de la undécima casa
(consolidación o pérdida de la vida profesional y pública; amigos o
esperanzas quiméricas que nos alejan de la realidad).
Con las casas "cadentes" encaramos el resultado de la pérdida
237
implícita en las casas sucedentes, o el funcionamiento y la expresión
de la modalidad psicológica de operación (angular) después que esta
se concentró (sucedente). Por ello, la tercera casa simboliza asuntos
que tratan sobre el funcionamiento fuera de una herencia psicofisiológica heredada. La sustancia de nuestro cuerpo pasa a ser
realmente nuestra a a través del sistema nervioso, relacionando al yo
abstracto con las células racialmente heredades. Estas influencias
atávicas de la segunda casa se manifiestan en la tercera como hermanos y hermanas, o más bien como nuestra modalidad de relación
con ellos. Cada tipo posible de conexiones íntimas (en nuestro cuerpo, en nuestro círculo familiar, o en el ámbito alcanzado por pequeños viajes) está aquí caracterizado. Por el otro lado, si la segunda
casa significara la pérdida del yo en nuestra naturaleza atávica (o en
bienes adquiridos, en los ciclos posteriores de la vida), entonces la
tercera significa neurosis, celos familiares, envidia, y tal vez locura.
En la sexta casa cosechamos de los otros, como servicio, las
consecuencias de una quinta casa constructiva, o enfermedad y la
obligación de servir a los demás son secuela de nuestros derroches y
desenfreno en asuntos de expresión individual, de educación en el
hogar, etc. En la novena casa, la pérdida de sensaciones o de la fuerza de la relación (muerte, bancarrota, etc.) nos obliga a emprender
un "largo viaje" sobre la frontera... de nuestro país o de este plano
de la existencia. Pero si la casa de la relación y del matrimonio resultó positiva, la nueva energía que sacamos de la consolidación de
las oportunidades provenientes de los contactos humanos nos permite extender nuestras actividades mediante viajes físicos o mediante
la expansión mental de la consciencia. En el descendente, encontramos el índice de nuestra fuerza de sensación. Las sensaciones concentradas y consolidadas mediante la fuerza que fluye ascendentemente a través de la columna vertebral (Escorpio-Kundalini) se convierten, en última instancia, en pensamientos abstractos y unificación religiosa con ideas universales (Sagitario, novena casa).
La duodécima casa significa negativamente la desaparición de
nuestros ideales sociales y de nuestras esperanzas: un cuestionamiento personal sobre el significado de la vida. Nuestros sueños e
ilusiones, encarcelados, nos mantienen confinados hasta que surgi238
mos con una nueva visión, o somos obligados a retroceder, a oscuras, entrando en un nuevo ciclo de esclavitud. O significa el capítulo
final de un período bien vivido y la transición hacia un nuevo nacimiento en un nivel superior de la personalidad, cuyos cimientos habrán sido nuestra labor altruista en favor de la sociedad y de nuesros
amigos, inspirada como estaba por ideales nobles y magnánimos.
A fin de que lo precedente sea más vivido, tal vez le sea de utilidad al estudioso el diagrama siguiente que establece un paralelismo
entre los significados convencionales y psicológicos-filosóficos de
las casas:
239
DIAGRAMA22
CASA
INTERPRETACIÓN
INTERPRETACION FILOSÓFICA
TRADICIONAL
I
Forma corporal: apariencia
personal y actitud personal
respecto de la vida.
Percepción consciente del yo;
punto de vista subjetivo. "El
Sembrador". El principio de la
forma. El destino particular.
II
Salud; bienes; ganancia o pérdida.
La sustancia vital que el yo ha
de usar; el material que ha de
ser redimido. "El Suelo". La
herencia. La sustancia social
disponible para elaborar el
destino (salud, propiedad). La
sustancia química del cuerpo.
Comida. Metabolismo.
III
Hermanos, vecinos, viajes
cortos, cartas; mente inferior.
La relación del yo personal
con la sustancia física, del
Sembrador con el Suelo: la
Semilla. El intelecto formativo
que sintetiza impresiones sensorias y une al destino individual con los elementos sociales. El ambiente.
22
La fórmula implícita en estos párrafos puede usarse para determinar el significado arquetípico de todos los principales puntos críticos en el ciclo de la vida
humana; pero es menester aplicarla con cuidado y conocimiento. Podríamos dar
más ejemplos para aclarar el asunto.
Si consideramos 15 círculos dispuestos del modo arriba descrito, vemos que constituyen dos series: un triángulo externo de 12, un triángulo interno de 3. El número 15 es la "suma cabalística" de 5; pero si se desarrolla completamente esta suma,
siguiendo el proceso arriba mencionado, da el número 35. Como ahora veremos,
35 es el punto en la vida que aporta simbólicamente el Matrimonio del Cielo y de
la Tierra. Es la ejocución del número 5, el número del Gran Iniciador. La figura
de 15 círculos es simétrica, pero sólo contiene dos series: todavía falta el círculo
espiritual interior. Este círculo interior aparecerá en la figura desarrollada desde el
número 6, dando los años 22 y 56 (ver columnas izquierda y derecha de las figuras arriba). Estos son años de despertar espiritual; pero la figura carece de base
con sólo 22 círculos. Adquirirá esta base y será simétrica con 28 círculos: el número completo de la individuación.
240
IV
El hogar y los padres; el padre; el final de la vida. Asuntos
relativos a la tierra y a las propiedades.
Concretización del yo; el Alma.
Su base de operación. El padre cuya semilla lleva el patrón
astral, el plano del cuerpo.
V
Descendencia, hijos, creaciones artísticas; especulación,
diversiones.
Exteriorización del yo. Actividad creativa y procreativa.
Recreaciones.
VI
Enfermedad. Sirvientes y dependientes. Enemigos particulares.
Conflictos resultantes de la
exteriorización del yo. Enemistad de otros yoes personales,
incluidas las células de nuestro propio cuerpo. Enfermedad. Relación entre amo y
esclavo, entre patrón y empleado.
VII
Matrimonio y asociación.
El sentido de la relación humana sobre una base de dar y
recibir. Intercambio de energías vitales e ideas.
VIII
Muerte y herencias.
Destrucción de limitaciones personales como resultado de intercambio humano. Ampliación del
punto de vista. Regeneración y
muerte. Ocultismo práctico; asimismo, comercio moderno sobre
la base de compras por contrato
y a plazos.
IX
Religión, filosofía. Ciencia,
escritos, viajes lejanos.
La mente abstracta y el sentido de relación entre relaciones. Contactos de carácter
mundial.; ajuste mental a
ideas raciales y necesidades
colectivas.
X
Honor, preferencia, fama; posición pública; asimismo, la
madre.
Concretización de relaciones.
Base de actividad en la sociedad humana. Comercio, asuntos de estado. La madre en
quien se concretizan la consciencia racial y el Alma nacional.
241
XI
Amigos; deseos y esperanzas.
Aduladores.
Exteriorización de posición
social. El círculo de conocidos
y los amigos. Nuevos ideales
de relación humana y social.
Los sueños y esfuerzos del reformador.
XII
Enemigos ocultos.
Encarcelamiento
Conflicto con las fuerzas inerciales de la sociedad. El limitador poder del nivel de consciencia de la raza; y el surgimiento sobre él mediante
esfuerzos individuales de la
voluntad, ejecutados ocultamente. El Karma, y la fatalidad
del renacimiento en una forma
limitada de personalidad, para
neutralizar los fracasos, o en
sacrificio compasivo. Fuerzas
que introducen al yo en la
encarnación. El triunfo sobre
el Karma. La liberación.
Destino.
Sin embargo, este cuadro sinóptico sobre el sentido de las casas
no agota los significados posibles. Estas posibilidades son, de hecho, infinitas, tal como las posibilidades de aplicaciones de cualquier fórmula algebraica compleja son prácticamente infinitas. Todo
aquel que realmente comprenda el significado de graficar las doce
actividades básicas de la personalidad verá fácilmente que surgirán
nuevos conjuntos de significados cada vez que consideremos un
nuevo nivel de la personalidad. La rueda de las casas es una fórmula
universal. Siempre que se apliquen las oposiciones polares de yo y
no-yo, de percepción consciente y experiencia, de abstracto y concreto, allí la rueda de las cosas podrá usarse muy eficazmente al
introducir una pauta de orden en la conducción evidente de los fenómenos, cualesquiera que estos sean. Siempre que cualquier aglomeración de elementos sustanciales puede considerarse como un
ente orgánico, como un circuito relativamente cerrado de energía
vitales, allí se aplican la rueda de las casas y su diferenciación cuádruple y dodécupla de puntos de vista. Esto es así porque el hecho
242
de que las energías vitales se muevan en un circuito cerrado (acción
metabólica) crea un organismo con las células colectivas que estas
energías vitalizan. En alguna medida, cada organismo es un ente
individual. En cuanto es un ente individual, surgirá en él un tipo
determinado de percepción consciente (del yo y de otros yoes) y un
tipo determinado de experiencia concreta (subjetiva, como sentimiento o instinto; objetiva, como agrupaciones adquiridas de sensaciones, o pensamientos).
Es verdad que en todos los reinos debajo del hombre hay muy
poca percepción consciente del yo, si la hay; y muy poco sentido de
un particular ego formado como base de autoexpresión individual.
En otras palabras, lo subjetivo, el reino debajo-del-horizonte, perteneciente a la personalidad, no está desarrollado en el ente individual
separado. Pero tal vez queramos decir que tal reino está desarrollado
en las especies vegetales o animales en conjunto, constituyendo lo
que Bergson llama el "Genio de la Especie".
Hasta donde sabemos, sólo en el hombre cada espécimen de la
especie humana es, al menos potencialmente, un individuo completo. El "Genio de la Especie", o sea, la realidad arquetípica del HOMBRE (lo que el hindú llama "Manu"), puede convertirse en el centro
de la personalidad cuando ésta está debidamente "individuada".
Cuando se "individua", se convierte en el Cristo vivo, en el Dios
interior. En otras palabras, un hombre cesa de ser una criatura de la
superficie terrestre, un animal. Empieza a vivir encima y debajo del
horizonte, objetiva y subjetivamente. Su propio centro se identifica
con el centro de la Tierra. Por tanto, se convierte en un ser planetario, en un microcosmos.
El hemisferio inferior del mapa natal se refiere, por tanto, a la
formación y a la expresión potenciales del Dios interior. Allí, en el
punto del nadir (en el "Sol de Medianoche" de la masonería), el ego
consciente del hombre nace en el pesebre de los "sentimientos".
Entonces, humana y en la vida social, este ego se torna, a su tiempo,
cada vez más vasto. ¡El centro del ser colectivo, que es simbolizado
por el cenit y el punto del mediodía, es asimilado por el ego individual! Esto, a su vez, alimenta una percepción más profunda del yo y
243
de los otros. En última instancia, los cuatro "ángulos" del mapa se
integran en el centro de este, o en otro sentido, en una tercera dimensión, como el ápice de una pirámide construida sobre estos cuatro "ángulos". El punto de integración –o individuación– es lo que
Jung llama el Yo.
En la simbología rosacruz, el Yo es la Rosa que se abre en el
centro de la cruz. También es el fuego que surge desde el centro
giratorio de la esvástica. Es el ápice de la pirámide egipcia, que era
una cámara de iniciación.
El desarrollo del Yo Individual
De lo anterior, al estudioso de la astrología le resultará evidente
que la rueda de las casas ha de ser inherentemente interpretada más
bien en términos de devenir que de ser estático. Es un patrón temporal; un patrón de desarrollo, que registra esencialmente un proceso.
Y este proceso es el gran proceso psicológico de la individuación: la
"Gran Obra" alquímica, la bíblica "construcción del Templo". EL
HOMBRE –el Arquetipo universal o "Manu"– está crucificado en el
ente fisiológico (el animal humano perfeccionado), y después de
tres días resucita como el Cristo: el "individuo" humano perfeccionado. El simbolismo de estos "tres días" es susceptible de una infinita cantidad de aplicaciones, tal como lo es el simbolismo de los "siete días" de la creación. Lo último se refiere a la construcción del
ente fisiológico; y en un sentido más amplio, a la del Ser planetario
(por tanto, a la división séptuple del Gran Ciclo Polar). Lo primero
se refiere a la construcción del "individuo" humano, como un ser
psico-mental. Astrológicamente hablando, podemos usar la rueda de
las casas para graficar esta construcción del individuo humano. Veremos que cada "día" es en realidad un ciclo de 28 años. Por tanto,
todo el proceso durará teóricamente 84 años, que es el ciclo de revolución de Urano alrededor del Sol, un hecho significativo que, cuando estudiemos el símbolo de Urano, asumirá un significado más.
Los dos procesos (fisiológicos y psico-mental; o genérico e individual) están estrechamente relacionados; y esto es curiosamente
244
evidente cuando uno estudia "cabalísticamente" el número 7. Si uno
suma todos los dígitos hasta llegar a este número (proceso de suma
cabalística) uno tiene el número 28; pues 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 =
28. Pero si uno lleva el proceso a cada número hasta 7, tenemos como suma total el número 84. O sea, que tenemos las siguientes cifras:
1 que cabalísticamente da
2 que cabalísticamente da
3 que cabalísticamente da
4 que cabalísticamente da
5 que cabalísticamente da
6 que cabalísticamente da
7 que cabalísticamente da
da 28
1+2=
1+2+3=
1+2+3+4=
1+2+3+4+5=
1+2+3+4+5+6=
1+2+3+4+5+6+7=
1
3
6
10
15
21
28
84
El significado de la "suma cabalística" puede tal vez intuirse de
una ilustración geométrica del proceso, que tiene en este caso un
particular significado.
De esta figura compuesta por 28 círculos iguales y tangentes,
está claro que el número 28 revela, mediante tal análisis, que se refiere a tres reinos del ser.
El reino externo está marcado por los 18 círculos externos; el
245
medio, por los 9 círculos medios; y el interno, por el círculo central
1.
El único número precedente para dar una figura simétrica centrada en torno de un círculo es el número 4: cabalísticamente igual a
10. El número 10 se refiere a lo cósmico; pero el número 28 es el
número del Hombre triuno; el Hombre como espíritu, alma y cuerpo. El Espíritu es 1; el Alma es 4; el Cuerpo es 7. El número del
individuo perfeccionado es, por tanto, el 28. Pero el proceso de individuación plenamente ejecutado exige que cada factor (o número)
componente esté también plenamente desarrollado; y, por tanto, su
duración es de 84 años. Mediante el desarrollo solamente de los
número básicos (1, 4 y 7) tenemos un total de 39; o sea, 1 + 10 + 28.
A la edad de 39 años, el hombre alcanza un estado particularmente
significativo en su desarrollo espiritual: y el año 40° es también el
año-semilla de la década 40 a 50, que es la quinta década. EL
HOMBRE es también simbolizado como una estrella de cinco puntas. La quinta sección de la estrella es la cabeza; el órgano de lo
creativo. Durante esta quinta década, un hombre halla su trabajo del
destino. En realidad, en este sentido, ¡"la vida empieza a los cuarenta"! 23
23
Este punto lo consideramos en nuestro libro Art as Release of Power (1929)
246
Interpretación simbólica del cuadrante de las casas
Luego de esta breve excursión en el reino del simbolismo numérico o cabalístico, volvemos ahora al análisis astrológico del ciclo de
28 años. Tal ciclo, entonces, es uno de los "días" de los que hablara
Jesús cuando dijo: "Destruid este templo y yo lo alzaré de nuevo en
tres días". Cada día representa, no un ciclo literal de rotación de la
Tierra alrededor de su eje, sino un ciclo de rotación del yo individual del hombre en torno de su eje espiritual, su "Yo soy" real eclipsado por la Estrella Polar espiritual, la mónada o el "Padre en el Cielo" que vela por cada ser humano.
Este ciclo de 28 años puede trazarse en el mapa natal. En otras
palabras, el mapa natal no sólo ha de usarse como un patrón espacial
que revele el croquis de la personalidad completa, sino que la secuencia temporal de las actividades de la construcción puede también descubrirse empezando desde el Ascendente, la iniciación del
edificio, y siguiendo a lo largo de la circunferencia del mapa en mo247
vimiento contrario al del reloj. Cuando se alcanza el Ascendente,
nuevamente se cierra el primer ciclo de veintiocho años, y empieza
el segundo, que temina con el año 56°, sigue el tercer ciclo de 28
años, llegando a un término a la edad de 84, que marca el completamiento teórico y simbólico del templo interior del hombre. Este es
el final del proceso de Individuación.
Sin embargo, el templo tal vez nunca se complete y en casi todos los casos actualmente no se completa. De igual modo, se realice
o no, la curva del desarrollo está allí en potencia. Junto con los planos, el Gran Arquitecto (el Dios que habita en la Estrella Polar, según los chinos) da al hombre un cronograma de actividad. La estructura espacial ha de completarse dentro de cierto lapso, y las actividades de construcción han de avanzar en un orden definido; esta
parte del plano en primer lugar, luego aquélla, después la siguiente,
etc. El cimiento, el primer piso y el segundo piso, incluyendo la
gran Cúpula que lo cubre todo. Por tanto, tres períodos: desde el
nacimiento físico hasta la edad de veintiocho años; luego, desde lo
que debe ser el nacimiento psico-mental (28) hasta los 56; finalmente; desde el tercer nacimiento potencial, o nacimiento espiritual,
hasta el final (84).
Esto corresponde nuevamente a la antigua tradición de que la
naturaleza del hombre es triple: cuerpo, alma y espíritu. Además, los
tres grandes ciclos de 28 años forman la verdadera base de la antigua idea de nacido por primera vez, nacido dos veces, y nacido tres
veces. Pero el brahmanismo popular aceleraba la ocasión del segundo nacimiento para que fuera fácilmente comprensible, por fines
prácticos. Durante los primeros 28 años, el hombre perfecciona
(siempre teóricamente) su cuerpo fisio-psicológico, o mejor, su yo
racial. Realiza su linaje y el pasado de su familia y su raza. Luego
emerge como un yo individual recién nacido. Luego de haber discriminado, seleccionado, rechazado y escogido, de lo que el pasado
de la humanidad le ofreció, el cimiento de su propia individualidad,
él construye sobre la base de este pasado (pues todo templo debe
tener un cimiento) la estructura de su personalidad individual.
Finalmente, si esta estructura está completa en todo, él llega a la
248
edad de 56 años, punto en el cual dentro de él nace el Espíritu universal: el tercer nacimiento, o nacimiento espiritual. Esto es simbolizado por la construcción de la cúpula del templo: una réplica de la
bóveda del cielo, que a su vez es símbolo del Yo Universal, o Dios.
Cuando eso también está completo, el hombre pasa a otras esferas;
conscientemente y sin pérdida de la identidad personal, si construyó
para sí un "vehículo de inmortalidad". El primer ciclo ve potencialmente la plenitud del cuerpo de la tierra; el segundo ciclo, la del
cuerpo del sonido; el tercero, la del cuerpo de la luz. Del vientre de
la madre física nace un organismo de carne y hueso. En el segundo
nacimiento, resuena un Tono, el Ishwara o Logos, la Voz del Dios
Interior. En el tercer nacimiento, la Luz se derrama sobre el Yo consagrado, como lo simboliza Wagner en la consagración del Grial,
del último acto de Parslfal.
Cada ciclo representa una revolución completa de todo el "patrón de la personalidad individual", o sea, del eje del mapa natal.
Esta revolución simbólica está de tal manera cronometrada que cada
siete años, un brazo de la cruz llega a la posición que el que lo sucede ocupaba originalmente. En otras palabras, a la edad de 7 años, el
Ascendente llega a la posición ocupada al nacer por el Imum Coeli,
el último a la del Descendente natal, etc. A los 14 años, el Ascendente llega a la posición natal del Descendente; a los 21 años, a la
del Medio Cielo. A los 28, llega a su propia posición natal; y empieza un segundo ciclo, del mismo modo.
Teóricamente, es toda la cruz axil la que rota en 28 años. A los
fines prácticos, la revolución del Ascendente es habitualmente la
más valiosa para estudiar, pues el Ascendente simboliza la esencia
misma del yo, la actitud y la orientación del hombre para consigo
mismo. Representa aquel particular punto de vista respecto de la
vida, aquella particular cualidad de la vida de la que el hombre, como identidad individual, ha de ser representante. Es la norma de
valores, del hombre, como un yo individual. Por tanto, es el centro
mismo de la consciencia toda. Cuando se ve que gira a lo largo del
ciclo de 28 años, uno tiene un gráfico valiosísimo del desarrollo
secuencial de la actitud original o central del hombre hacia la vida.
249
De la misma manera, uno puede también rastrear muy valiosamente las sucesivas transformaciones de los otros tres puntos básicos de la consciencia. El cambio en la actitud del hombre hacia los
demás, hacia el mundo exterior en general, será graficado por la
revolución del Descendente. Su actitud fundamental al pensar y sentir podrá deducirse del movimiento simbólico del eje vertical del
mapa natal. En cada caso se darán explicaciones extremadamente
valiosas, siempre que uno no espere encontrar precisión exacta en
cuanto a que ocurran hechos concretos. En toda esta exposición no
nos ocupamos de graficar los acontecimientos externos de la vida,
sino de los cambios en la actividad interna del yo individual; o sea,
de los cambios de los puntos de vista psicológicos y de las actitudes
internas hacia toda la vida, subjetiva y objetiva. Esto puede relacionarse con acontecimientos externos; pero, incluso entonces, lo que
importa es la dirección de los cambios subjetivos más que cualquier
fecha exacta que uno pudiera atribuir. El tipo de enfoque que encaje
con un análisis de estos ciclos de desarrollo es puramente psicológico.
Semejante análisis sirve también para controlar e interpretar matemáticamente los descubrimientos generales de la psicología respecto del desarrollo progresivo de la psiquis humana y de sus funciones o modalidades de actividad. También verifica la antigua idea
"ocultista" de la división de la vida humana en ciclos de 7 años, cada uno de los cuales marca el desarrollo de un aspecto particular del
carácter y medios de autoexpresión del individuo. Los primeros siete años ven el desarrollo de la facultad de autoconsciencia, o intuición, como la entendiera C.G. Jung. El niñito lo ve todo en términos
de personalidad. Le es difícil diferenciar entre objetivo y subjetivo,
inanimado y animado, porque vive tan completamente en un mundo
subjetivo. Tiene una "intuición" de las cosas, más que percepciones
objetivas. Todavía no sucumbió a la "herejía de la separación" que
crea un abismo entre sujeto y objeto (u otro sujeto), entre Yo y Tú.
Por tanto, el místico, que se empeña en alcanzar una completa unificación con el "Todo", siente la urgencia de ser nuevamente como
"un niñito", etapa que se relaciona teóricamente con el período posterior al tercer nacimiento, entre los 56 y los 63 años. Este primer
250
septenato corresponde también a la infancia de la humanidad, cuando la pared entre lo invisible (lo subjetivo) y lo que se ve (lo objetivo) era casi inexistente. En un sentido general, representa el tipo de
enfoque de la vida que se llama animismo.
Desde los 7 hasta los 14 años de edad, los sentimientos maduran. Con "sentimientos" significamos –lo debemos repetir una vez
más– los juicios directos aplicados a experiencias basadas en la percepción consciente de sí, anteriormente desarrollada. El yo abstracto, aprehendido intuitivamente, hacia los 7 años se convierte en un
alma concreta, o ego. Este ego le permite al niño tener experiencias
fuertemente subjetivas. Es la edad de la autoexpresión creativa, como lo dirá todo educador progresista (el período de la quinta casa,
alrededor de los 9 y los 10 años de edad). El resultado de esto es, a
menudo, enfermedad, y en todo caso, la crisis de la pubertad (período de la sexta casa).
A los catorce años, empiezan verdaderos contactos con el mundo exterior. El mundo objetivo se vuelve claramente separado del
mundo subjetivo. Esto significa desarrollo sexual: se enfrenta al otro
sexo, al enemigo y al compañero. Esto significa temor, no saber cómo "encajar", no sentirse seguro en un mundo que a uno lo confronta peligrosamente y en el cual de algún modo –¿pero cómo?– uno
deberá ajustarse. A los 21, la mente, que ha estado madurando a
partir del juego (o del drama) de la relación objetiva, se consolida
mediante la vida pública, mediante la experiencia extrema basada en
la responsabilidad social. El hombre llega a la mayoría de edad.
Luego, la mente tiene que probarse y encontrar sus propios ideales, sus propios amigos. Esta es la etapa de la casa duodécima. En
el punto medio de este ciclo de 7 años, o sea, a la edad de 24 años y
medio (al menos, teóricamente), el hombre afronta la gran crisis de
la discriminación entre varios tipos de ideales y compañeros. Tiene
que "decidirse" sobre lo que va a ser. Habitualmente, esto determina
la naturaleza y el caracter del "segundo nacimiento" a los 28 años;
sin embargo, no antes de que se atraviese un período de reajuste, tal
vez a costa de profundo sufrimiento, la etapa de la duodécima casa
(alrededor de los 26 y los 27 años).
251
Lo que este nacimiento será depende de los resultados de todo el
primer ciclo de 28 años. El nuevo ciclo verá, como su predecesor,
una diferenciación y un desarrollo progresivos de las cuatro facultades básicas del Yo y sus subdivisiones; pero ahora, en el nivel de la
personalidad verdaderamente individual: si tal nivel puede alcanzarse, lo cual depende, desde luego, de lo que ocurrió durante el primer
ciclo (el de la personalidad racial). Personalidad racial, individual,
universal: tres ciclos; una certidumbre, y dos potencialidades. Si no
se alcanza el nivel de la personalidad individual, al menos en semilla, a los 28 años, entonces el ser humano meramente se conforma al
patrón racial de la consciencia, y sigue viviendo como uno entre
incontables miles. Es una de las miles de semillas que caen en el
suelo, pero no echan raíces.
Esto no significa que un joven de 28 años se convertirá en un individuo real sino que él luego empieza la etapa del desarrollo verdaderamente individual. Antes, él realizó el pasado (de su raza, y de su
propio Yo, si se acepta la reencarnación). Ahora, está construyendo
el presente. Después de los 56 años, madurará y será las semillas del
futuro (de su raza y de su propio Yo)... si puede. El año 35° ve al
Ascendente que gira en el Imum Coeli. Esto corresponde a un nivel
superior (si el segundo nacimiento es un triunfo) a lo que ocurrió a
los 7 años de edad. Desde alrededor de los 37 hasta los 40, es nuevamente la etapa de la autoexpresión (etapa de la quinta casa) en
este nivel psico-mental. Nacen nuevas ideas, se inician nuevas partidas; se aclara el trabajo verdaderamente individual del Destino. Se
manifestará objetivamente alrededor de los 42 años, cuando el hombre se encuentra de nuevo con el mundo externo y su trabajo. Esta
es otra vez una crisis: se exige un nuevo tipo de ajuste, a menudo
muy difícil de hacer. El psicoanalista recluta la mayoría de sus pacientes de este período de la vida, porque entonces es imperiosa una
clara orientación psicológica mental. Es el "cambio de vida”, la segunda pubertad, un tiempo interesantísimo, ¡al menos para el psicólogo!
Luego llegan los 49 años a menudo la época de máxima actividad social. El hombre se convierte en una potencia en la sociedad
humana, sobre la base de cuanta realización individual puede produ252
cir. A los 56 años empieza el tercer ciclo. Para el hombre, es el
tiempo para que afronte al Espíritu, y tal vez sea transfigurado por el
Espíritu, o por su Obra. El hombre se orienta hacia la muerte o hacia
la inmortalidad. La muerte, si él no acertó. La inmortalidad, si acertó. ¿Acertar en qué? En construir su propio vehículo de la inmortalidad. Lo cual significa una o más de tres cosas:
1) Acertar al construir una familia y haberse convertido en un
"antepasado" que su posteridad perpetuará física y psicológicamente. Por ejemplo, el descendiente directo de Confucio,
por descendencia masculina, vive ahora, es un joven, después de casi ochenta generaciones, si no estamos equivocados. Esta es la inmortalidad fisio-psicológica.
2) Acertar al construir una Obra, que será recordada una generación tras otra. Este es el caso de todos los grandes genios
en religión, arte, literatura, ciencia, política.
3) Acertar al construir un "cuerpo espiritual" en el que el Yo
continúe funcionando conscientemente después de la muerte.
Esta es la inmortalidad espiritual.
A los 63 años, vemos la culminación combinada de los ciclos de
7 y de 9 años. En su sentido al menos, el espíritu y la materia, o lo
individual y lo colectivo (7 y 9) pueden entonces armonizarse plenamente. A los 7, 35 y 63 años, una nueva vida incita al ego consciente a que se profundice. Luego, los 70 ven la "tercera pubertad"
con la entrada en la nueva relación, que a menudo significa la muerte. Por ello, la tradición habla de la vida del hombre como normalmente "tres veces veinte más diez". Lo que se significa es que a los
70 años de edad comienza la última etapa, cuando el hombre se relaciona con una vida nueva. Habitualmente, el cuerpo no puede soportar el esfuerzo de este nuevo tipo de relación, y esto significa la
muerte. Pero si el organismo (fisiológico y psicológico) puede repolarizarse según un nuevo ritmo de contactos vitales, entonces el
mundo interior real puede abrirse; y el hombre aprende a familiarizarse con el ritmo del "otro mundo", con entidades o energía del
"más allá", sea lo que fuere lo que se signifique exactamente con ese
253
término. El hombre pasa a ser el viejo Sabio en quien lo colectivo
actúa de un modo nuevo, trayendo a laTierra visiones de un mundo
de significado puro y sereno. Si ocurre esto, ocurre otro cambio de
magnetismo a los 77 (7 veces 11), porque 11 es el número del Sol y
de la circulación de la energía solar a lo largo del sistema solar.
Luego, a los 84, ocurre un "cuarto nacimiento", que introduce al
hombre completamente en un nuevo reino de significado y destino:
lo cual significa desintegración de la personalidad o inmortalidad
(relativa).
Hasta aquí el ciclo del destino individual, como es arquetípicamente. Cada personalidad entreteje sus particulares patrones dentro
de este sistema, a menudo borrando externamente los grandes perfiles estructurales. Pero, cuanto más significativo es el destino, más
cierto es respecto del ciclo esencial como aquí lo esbozamos: de modo parecido, cuando más significativo es el individuo, más cierto es
él respecto de la forma arquetípica del Hombre dentro de una particular era planeteria. Esta es la gran paradoja. La personalidad supremamente individuada revela perfectísimamente en su perfil de
carácter, consciencia y destino la forma del Hombre genérico. Lo
individualísimo se torna universalismo precisamente a causa de ser
individualísimo. Esto es porque él se convierte en la manifestación
absoluta de lo creativo. Llega a ser un Héroe solar: un Dechado o
Avatar, cuyos actos y cuya personalidad son universalmente significativos.
254
VII
LOS SIGNOS DEL ZODÍACO
¿Qué es realmente el zodíaco?
Podríamos proseguir fácilmente con nuestro estudio del significado atribuido a los signos del zodíaco, aisladamente y en sus agrupamientos tradicionales; pero hacerlo sería dar por supuestas las
cosas y, de hecho, rehuir enfrentar graves problemas concernientes
al zodíaco y al sitio que este ocupa en cualquier sistema coherente y
"holísticamente" lógico de interpretación astrológica. Por tanto, deberemos volver otra vez a los cimientos y tratar de sondear cuáles
son realmente los hechos involucrados al crearse el zodíaco.
Al zodíaco ptolemaico ya lo describimos como un cinturón de
fuego creador que rodea a la Tierra, y concentrado sobre la Tierra
principalmente por el Sol y secundariamente por los planetas. El
centro de este cinturón de fuego es la eclíptica, el curso aparente del
Sol. Los signos del zodíaco se identifican con las constelaciones (al
menos en la astrología pre-ptolemaica) y también con las jerarquías
celestiales de los Constructores Cósmicos. Estas jerarquías constituyen colectivamente a la Mente Universal, a la energía creativa operativa del macrocosmos. El zodíaco en conjunto es una vasta lente
cósmica que concentra sobre la Tierra las energías combinadas de
las jerarquías, haciendo con las de la Tierra en conjunto, o del Hombre-en-el-"todo", un microcosmos.
Cuando el Sol pasa, a su vez, frente a las doce constelaciones
zodiacales, se ponen en marcha los procesos operativos de la vida
sobre la Tierra, y se los impulsa hasta que se completen. La primavera y el otoño son puntos lógicos de partida pues, en la zona templada, marcan definidos cambios de estación y alteran la fisonomía
de la superficie terrestre a través del efecto de la estación sobre la
vegetación. Este hecho evidente se torna más preciso midiendo los
255
cambios de ubicación de las salidas y puestas de Sol. El Sol se pone
en su punto más meridional en el solsticio de invierno; luego "se
desplaza hacia el Norte" (y también se acerca más al cenit) hasta que
alcanza su punto más septentrional en el solsticio de verano. Por
ello, el año solar se divide normalmente en dos mitades: "cuando el
Sol se desplaza hacia el Norte" y "cuando el Sol se desplaza hacia el
Sur". La primera mitad es espiritual; la segunda, material, en la mayoría de los sistemas oculto-mitológicos. Por otro lado, los puntos
equinoccionales, por ser el tiempo en el que el Sol parece mantenerse quieto, representan los puntos de equilibrio.
En estos sistemas antiguos, a todo el año se lo ve como un gran
drama sinfónico de integración bajo la conducción suprema del Sol,
y con una labor secundaria cumplida por los solistas celestes: los
planetas. Es un drama de integración colectiva, que afecta a la raza
en conjunto, al planeta en conjunto. No hay una real integración
individual astrológica. La integración individual se reserva luego a
la iniciación secreta; y, en un sentido, no es "integración" individual
sino más bien el hecho de que un cuerpo terrestre es asumido por un
ente superterrestre: por una Estrella. Por ello, la iniciación se relaciona luego con los ciclos estelares; como podrá verse estudiando lo
que queda del proceso de iniciación egipcio, que tenía lugar en la
pirámide, con orificios telescópicos que apuntaban a determinadas
estrellas conectadas con el proceso iniciático.
No existe, pues, astrología de lo Individual ni conocimiento público del hecho de la rotación axil de la Tierra. El definido descubrimiento público de la rotación de la Tierra concuerda con el comienzo de la era del individualismo, con el Renacimiento: ¡otraprueba de lo correcto de nuestro simbolismo! En Grecia, los pitagóricos sabían de la rotación de la Tierra, pero entre ellos era un asunto más o menos sagrado y secreto, tal como lo era el proceso de la
individuación, a la sazón un asunto puramente de iniciación secreta.
Ahora bien, este hecho del descubrimiento público de la rotación de la Tierra alrededor del eje polar y de su revolución alrededor
del Sol trastornó por completo la base del simbolismo astrológico.
En todo caso, produjo una brecha entre la naciente astronomía y la
256
astrología tradicional. Lo que los astrólogos no vieron, y ni siquiera
ven ahora plenamente todavía, es que la esfericidad de la Tierra y el
hecho de su rotación introducían un sentido cabalmente nuevo del
espacio, que exigía una revalorización del zodíaco. En la astrología
ptolemaica no había una diferencia fundamental entre el movimiento giratorio de la esfera de las estrellas fijas y el de varios cielos
planetarios. Pero ahora que la Tierra gira alrededor de su eje, se hace evidente un dualismo del movimiento: el dualismo de la rotación
axil que, como vimos, da nacimiento a todos los factores individuales, y el de la revolución orbital de la que participan todos los planetas.
En otras palabras, se quiebra la unidad del zodíaco: lo que era
símbolo de la actividad simple de la vida, pues construye formas,
cuerpos y almas, se convierte en un complejo sistema de movimientos con dos tipos básicos de significado por lo menos. Y ese hecho
debemos afrontarlo. Debemos adherir a un mundo ptolemaico y
decir que nos ocupamos puramente de un sistema de simbolismo de
la vida basado en el movimiento manifiesto y en datos concretos
dados por nuestros sentidos, o deberemos aportar nuevas pruebas y
nuevas teorías para explicar al zodíaco de un modo intelectual y
científico. La diferencia entre el sistema ptolemaico y el sistema
moderno es la diferencia entre percepción sensoria directa y conocimiento intelectual. La astrología deberá elegir lo que desee seguir.
Nuestro punto de vista es que, si adoptamos nuestra moderna
actitud astronómica, debemos cesar de considerar al zodíaco ptolemaico como el factor básico en astrología; y, en lugar de ello, tenemos que hacer hincapié sobre el círculo, o el cuadrante, de las casas,
puesto que con lo último estamos haciendo, según nuestra nueva
modalidad, lo que los antiguos hacían cuando hablaban del zodíaco
como el símbolo del drama anual de la integración, colectiva y planetaria.
Como escribimos hace un momento, no existía un concepto de
un tipo real de integración individual, salvo en lo que concernía al
proceso secreto de iniciación. La integración individual es lo que
C.G. Jung llama "individuación". Y lo que nosotros debemos com257
prender es que este proceso de individuación ocupará, a su tiempo,
el lugar del proceso de iniciación. Ya no es el Sol el que da vueltas,
concentrando los espacios estelares de vida ilimitada sobre la Tierra
colectiva. La que ahora da vueltas es la Tierra, y esta rotación tiene
un significado individual para el hombre individual. En un sentido
más amplio es el símbolo del proceso de individuación.
Este proceso lo estudiamos realmente cuando nos ocupamos de
los tres ciclos de 28 años de la vida humana, medidos a lo largo del
cuadrante de las casas. Por eso, este cuadrante de las casas puede
considerarse ahora como el factor básico, en vez del zodíaco solar;
como un patrón de integración o de realización de la vida. El individuo puede experimentar sus propios ciclos de consciencia a través
de tales ciclos simbólicos de rotación terrestre: pues ahora está centrado, al menos potencialmente, en su propia Estrella Polar, y ya no
es una criatura del Sol, con un plexo solar abierto a través del cual
se derraman las energías formativas de la vida.
Por supuesto, el zodíaco sigue siendo el patrón del desarrollo
colectivo y del funcionamiento universal de la vida; pero así como
hacemos hincapié sobre el proceso psicológico de individuación, de
igual modo también debemos hacer hincapié sobre las casas como
un conjunto de puntos de referencia, o sea, como determinando los
ciclos básicos de la personalidad individual. Empero, la belleza del
simbolismo se muestra en esto: que realmente nada cambia, salvo el
punto de vista. Esto lo aclararemos a continuación.
"El año es el día del Señor." ¿Pero quién es el Señor, astrológicamente? Es el Polo Norte, el final integrativo o la cabeza del "Yo
soy" planetario (el eje polar). Y todos sabemos que, al menos teóricamente, en el Polo Norte el año se divide en ¡un tiempo diario de 6
meses y un tiempo nocturno de 6 meses! Verdaderamente, el año del
Polo Norte es un "día"; y por tanto descubrimos que aquí nuestro
cuadrante de las casas se aplica de manera modificada: 6 meses, el
Sol está debajo del horizonte; 6 meses, arriba del horizonte: un ciclo
planetario de día-y-noche, y por ello ¡la posibilidad de un cuadrante
de las casas que mida el dodécuplo proceso de consciencia durante
este "día" del Señor!
258
Esto es muy lógico, si comprendemos que el año solar es
originalmente un registro de los cambios de estación. Pero estos
cambios de estación se deben al hecho de la inclinación del eje terrestre, que también es la causa del tiempo diario de 6 meses, y del
tiempo nocturno de 6 meses experimentados (de nuevo hablando
relativamente) en los polos. Esto muestra que lo que es un ciclo
anual (colectivo) en relación con las zonas templadas, es un ciclo
diario (individual) en relación con los polos. Podemos interpretar
esto diciendo que lo que es colectivo para las células dentro de un
organismo íntegro, es individual en referencia a este organismo en
conjunto. Individual y colectivo son términos relativos. ¿Relativos a
qué? Al punto de vista que se tome.
Como la Biblia y todos los libros ocultistas lo dicen, los hombres son células en el cuerpo del Señor. La astrología polar se ocupa
del Individuo planetario (el "Señor"), y su ciclo de individuación es
el año. Funciona solamente a través del eje polar, y los hechos concernientes a este eje polar (inclinación, giro, etc.) son las bases del
simbolismo de una astrología planetaria-solar. El hecho de la inclinación, unido con el de la revolución de todo el planeta alrededor
del Sol, constituye la base del "día" polar, tal como el hecho de la
rotación de la superficie del globo alrededor de su eje causa el "día"
de nosotros, los hombres... células del cuerpo planetario.
Sin embargo, al ser células, nos relacionamos uno con otro
constantemente, y esta relación, este intercambio colectivo, es el que
se describe simbólicamente en el zodíaco. En este caso podemos
considerar a la Tierra como un cuerpo enorme en el que los hombres-células "se mueven y tienen su ser". Si el zodíaco es una imagen de los movimientos y relaciones de estos hombres-células dentro del cuerpo terrestre, entonces se desprende lógicamente que los
signos del zodíaco representan divisiones anatómicas del cuerpo
terrestre. Sin embargo, no es el planeta material el que ha de considerarse, sino el planeta como un campo de relaciones. Este campo
es creado realmente por la rotación de la Tierra y por las corrientes
magnéticas generadas por los Polos. También está conectado con la
Ionosfera (arriba de la estratosfera), influida por los rayos ultravioletas del Sol. En pocas palabras, el zodíaco es lo que los astrólogos259
científicos llaman el "campo magnético" de la Tierra, lo que los
ocultistas llaman el "aura de la Tierra", o el huevo áurico del Ser
planetario.
Abstractamente, es el reino en el que todas las relaciones entre
todos los seres vivos de la Tierra están entralazadas. Es la gran matriz de lo colectivo, energetizada y estimulada rítmicamente por las
radiaciones solares, y presumiblemente también por los rayos cósmicos y demás. Es un campo magnético, pero se lo puede representar menos científicamente como una envoltura de fuego o electricidad dentro del cual la Tierra gira, pero que permanece constantemente polarizado en la misma dirección: hacia el polo de la eclíptica.
Esta línea de los polos de la eclíptica es el eje ideal de la Tierra
alrededor del cual el eje real gira en 25.868 días. Por tanto, al zodíaco se lo puede concebir como la Tierra ideal, el cuerpo arquetípico
del "Todo" planetario en el que los hombres viven como células y
grupos de células.
Es probable que tal afirmación parezca estar en conflicto con
nuestras afirmaciones anteriores que indicaban que el zodíaco era el
resultado de la revolución orbital de la Tierra alrededor del Sol y un
antecedente para los movimientos orbitales de todos los planetas.
Pero también debemos recordar lo que añadíamos: ¡Siempre en relación con la Tierra!
Recordando esto, podemos decir que el zodíaco es el sistema solar en relación con la Tierra. Un paso más adelante: es la totalidad
de la relación planetaria-solar proyectada sobre la envoltura solar o
espiritual de la Tierra. O, asimismo, es la zona alrededor de la Tierra
en la que las emanaciones colectivas de ésta se integran con las
emanaciones colectivas provenientes del Sol y de los planetas. Y
muy bien puede ser que esta zona corresponda realmente, en las
regiones que rodean a la Tierra, al cinturón ecuatorial sobre la superficie del globo. Concretamente, desde nuestro punto de vista, no
importa cuál definición o cuál formulación uno adopte.
El zodíaco, como la astrología occidental lo entiende, es una
idea y un hecho. Como una idea, es una expresión de los movimien260
tos combinados del Sol, la Luna, los planetas y la Tierra, y de las
relaciones entre estos. Es una expresión del ser colectivo y de la
relación entre las partes o los órganos quejuntos constituyen un “todo" orgánico. Es la expresión de la totalidad orgánica. Como todo
tiene que relacionarse con el observador en la Tierra, podemos proyectar esta "expresión" alrededor de la Tierra y llamarla "huevo áurico" o "Tierra ideal", sea lo que fuere lo que indique la totalidad de
la vida en actividad dinámica. Incluso podemos proyectar la idea de
zodíaco sobre la superficie de la Tierra y así determinar qué lugar
pertenece a determinado signo del zodíaco, como lo hicieran Johndro y Counsil, cada uno a partir de una particular "base en el mundo" para la proyección. En todos los casos, lo que se hace es graficar
los elementos colectivos y el intercambio orgánico.
Esto resulta más evidente todavía con la proyección tradicional
del zodíaco sobre el cuerpo humano, o, lo que es menos habitual
pero mejor, sobre el "aura" humana o el huevo áurico. Aquí vemos
un signo particular del zodíaco asignado a cada parte del cuerpo. En
realidad, el zodíaco es entonces una pauta de intercambio orgánico,
un relevamiento de los circuitos de la fuerza vital (el Sol) cuando
energetiza las diversas partes y los diversos órganos de la colectividad integrada de células, que llamamos cuerpo. Al zodíaco, pues, se
lo ve como la pauta ideal y el molde formativo de cada "cuerpo".
Como un hecho de aplicación astrológica práctica, el zodíaco,
como ahora lo usamos en el mundo occidental, tiene que considerarse como el "campo magnético" de la Tierra, siendo este el único
modo de justificar nuestras mediciones astrológicas desde el punto
de vista de un sistema solar científico heliocéntrico. Esto es explicado muy lúcidamente en Casting the Horoscope, de Alan Leo, del
que citaremos lo siguiente:
"El zodíaco que usamos es realmente el Aura de la Tierra. Es una esfera o un ovoide, cuyos polos coinciden con los polos de la eclíptica, y
su plano medio o ecuatorial es la Eclíptica. ... Por alguna razón actualmente inexplicada, esta esfera está polarizada en una dirección;
es decir, permanece siempre en una posición, cualquiera que sea el
lugar de la Tierra en su órbita, siendo comparable en este aspecto
con la brújula corriente del marino, cuyo indicador circular flota siem261
pre con su Polo Norte apuntando en una dirección. Esta esfera se divide en doce partes como los gajos de una naranja, y estas secciones
son las que constituyen los "signos" del zodíaco. Sin embargo, lo que
principalmente nos interesa es su plano ecuatorial, pues es esto lo
que medimos en signos o grados, y lo que determina la posición zodiacal de un planeta.
"Ahora bien, está claro que, puesto que esta esfera o aura permanece
'flotando' constantemente en una posición mientras la Tierra viaja alrededor del Sol, los rayos del Sol pasarán sucesivamente a través de
cada uno de los signos. Si usted pone un farol en medio de una mesa, y camina una vez alrededor de ésta, dando frente siempre a un
rincón particular de la habitación, los rayos de la luz habrán brillado
sobre cada parte de la cabeza por vez: la nariz, la mejilla izquierda,
detrás de la cabeza, la mejilla derecha, y así sucesivamente …
"Apenas es menester mencionar que esta 'aura' no da vuelta cada día
con la rotación de la Tierra en su eje, sino que la Tierra da vueltas
dentro de ella, como la rueda del giróscopo."
En otras palabras, esta "aura" representa a la colectividad de todo el sistema solar en relación con la Tierra. La Tierra da vueltas
dentro de aquel, tal como cualquier individuo se mueve dentro de su
propio medio ambiente, el cual representa para el individuo lo colectivo, o sea, la suma total de las relaciones que este individuo puede
experimentar. El zodíaco es el medio ambiente colectivo de la Tierra, y, por tanto, de la humanidad en conjunto. Todas las relaciones
cósmicas en la que la Tierra pueda entrar alguna vez, todas las radiaciones externas que alguna vez puedan penetrar en la atmósfera
de la Tierra, y por ello, los pulmones y la sangre de cada organismo
que respira sobre la Tierra: todo esto deberá pasar a través del zodíaco. En otro sentido, entonces, el zodíaco es la placenta del cuerpo
terrestre embrional. Todas las energías constructivas que producen
el crecimiento del embrión deberán pasar a través de la placenta. La
placenta es la zona formativa, la zona en la que (y desde la que) las
energías y sustancias constructivas pertenecientes al macrocosmos
vitalizan al microcosmos, tal como las energías de la madre vitalizan
al embrión.
Como los rayos solares y planetarios pasan sucesivamente a través de cada uno de los signos zodiacales, el microsmos en creci262
miento recibe subsiguientemente "alimento" o estímulo, hasta que, a
su tiempo, alcanza el estado de desarrollo perfecto. La Tierra no está
desarrollada perfectamente, y tampoco la raza humana. Por ello, un
año tras otro, la Tierra, la raza humana y todas las otras especies
vivas de este globo reciben más "sustancia cósmica", más "alimento
macrocósmico": la sustancia misma de las Jerarquías Celestiales,
según el simbolismo ocultista; el Pan y las Aguas celestiales de la
Vida universal.
El lector que haya leído íntegramente lo anterior verá entonces
fácilmente que no interesa en lo mínimo si se dice que la Tierra gira
alrededor del Sol, o el Sol alrededor de la Tierra. Lo que en astrologia tratamos son tres factores: el microcosmos, el macrocosmos, y la
relación entre los dos. En otras palabras, esto significa lo particular,
lo universal y la suma total de elementos por medio de los cuales lo
universal se concentra como un "todo" orgánico particular. La suma
total de estos elementos constituye el zodíaco.
Y en lo concerniente a nosotros, los hombres, todo el universo
gira alrededor de nosotros, tal como la vida de la madre gira alrededor del hijo. ¿Egoísmo? Para nada; tan sólo sentido común. La
ciencia moderna, al tratar de ser muy impersonal y objetiva, no se da
cuenta todavía de que, cuando se dice y se hace todo, sólo es impersonal y objetiva en lo concerniente a los seres humanos individuales. Todo lo que la ciencia hace es darnos un conocimiento válido
263
para todos los hombres en esta Tierra. Filosóficamente, o mejor
dicho, incluso hablando prácticamente, el conocimiento científico
está cabalmente condicionado y limitado por las fronteras de la Tierra. La Tierra es como un embrión dentro de la placenta. El embrión
sólo puede conocer directamente lo que le ocurre a él y lo que ocurre alrededor de él, y esto en términos de la vida dentro del vientre
materno. Por ello, el zodíaco es realmente lo que los teósofos llaman
el "Círculo lntraspasable" de la Tierra.
En terminología científica, el punto de vista y el conocimiento
de todos los habitantes de la Tierra están absolutamente limitados a
lo que ocurre dentro del campo magnético de la Tierra. Pueden conocer lo externo sólo a través de las perturbaciones de este campo
magnético. Del Sol, de los planetas y de las estrellas sólo conocemos sus efectos sobre el campo magnético de la Tierra. No tenemos
absolutamente modo alguno de conocer si los rayos de las estrellas
no son desviados regularmente por el campo magnético de la Tierra.
Todo lo que podemos hacer es medir con exactitud las perturbaciones en este campo magnético o "aura de la Tierra". No hay posibilidad filosófica ni teórica de conocer jamás, directamente, lo que en
realidad está más allá de las fronteras de este campo. Sólo conocemos "por inferencia". En otras palabras, para usar términos que la
nueva escuela de idealistas especialmente entre los físicos ingleses
popularizara, nuestro conocimiento sólo es válido en términos del
"sistema intelectual" que hemos adoptado. Este "sistema", que tal
vez sea la máxima creación objetiva del hombre, es relativo al hombre. La ciencia moderna reconoce el hecho de que está "centrada en
el hombre", de que es una interpretación de hechos experimentados
colectivamente, válidos colectivamente para la humanidad sobre la
Tierra.
El zodíaco simboliza al sistema al que cada fenómeno astrológico debe referirse. Por ello, está centrado en el hombre y está centrado en la Tierra. Es una abstracción y un símbolo, tal como la Ciudad
Santa con sus doce puertas –en la alegoría bíblica– es una abstracción y un símbolo. El zodíaco es el Muro que separa a todos los habitantes de la superficie terrestre respecto del universo. Simbólicamente, este Muro tiene doce puertas, doce signos del zodíaco, doce
264
canales a través de los cuales fluyen las energías universales. Hablamos de "muro" de un átomo, pero sólo significamos los límites
de un campo magnético; y ahora disparamos partículas potentísimas
a través de este muro, y así ponemos en libertad, desde la "Ciudad
Santa" del átomo, uno o más fotones.
¿Por qué hablamos de "puertas" en un "muro"? ¿Por qué no un
campo abierto? Tal vez porque: 1) las fronteras de un campo magnético diferencian bastante agudamente lo interno de lo externo para
aparecer como un muro sólido, tal como la superficie de una mesa
aparece tan sólida como un muro, aunque es nada más que un campo magnético; y 2) la energía, que proviene del exterior y sale del
interior, sólo puede entrar o salir en porciones llamadas quanta en
física moderna. Y tal vez el modo en que estos quanta se comportan
se exprese con exactitud, pero por supuesto simbólicamente, con el
concepto de "puertas" que se abren y se cierran rítmicamente como
las válvulas del corazón.
Sea esto como fuere, el hecho es que al zodíaco que usamos en
astrología moderna se lo ha de considerar como rodeando a la Tierra, pero no una creación del de la Tierra, como un globo que da
vueltas. Es la expresión de la relación de la Tierra con el universo,
y, más particularmente, de la Tierra con el Sol. Esto lo evidencia el
hecho de que esta esfera postulada o simbólica alrededor de la Tierra se orienta hacia la eclíptica y hacia el polo de la eclíptica. No
participa de la rotación axil de la Tierra, ni de la inclinación del eje
de la Tierra. Por ello, ¡en todo sentido es igual que el zodíaco ptolemaico!, sólo que visto a través de las lentes de la astronomía moderna. Es la "esfera celeste" de los astrónomos, pero limitada a la
vecindad de la Tierra, usando el término "vecindad" como en la física moderna.
Sin embargo, muchos astrólogos, a menudo para simplificar la
cosa, y con más frecuencia aún porque no consideran atentamente
las bases lógicas del sistema que usan, se refieren al zodíaco como si
fuera una vasta esfera centrada en el Sol y que abarca a todo el sistema solar. Entonces, hay algunos que deliberadamente hablan de
esto como el "campo magnético del Sol". Desde luego, nada hay de
265
malo respecto de esta última idea, sólo que no concuerda con la
realidad concreta y práctica ni con la idea filosófica del zodíaco,
como hoy aplicamos el término "zodíaco".
La más sencilla explicación de esto está contenida en el hecho
siguiente: si los signos del zodíaco son una segmentación dodécupla
del espacio alrededor del Sol, y la Tierra pasa a través de uno de
estos segmentos cada mes cuando gira alrededor del Sol, entonces
permanece, digamos, durante abril en el signo de Libra (el Sol parece estar por ello en Aries). Pero si esto es así, la Luna que gira cerca
de la Tierra permanece en este signo de Libra más o menos como
permanece la Tierra, o sea, ¡un mes entero! En otras palabras, todo
el edificio de la astrología, como hoy la usamos, en muy gran medida se cae a pedazos. Tenemos que pensar en un zodíaco de la Tierra
a través del cual se mueve la Luna (¿tal vez el zodíaco lunar del
pasado?); tenemos que renunciar a la idea de los planetas retrógrados. En otras palabras, hemos de tener un cuadro astrológico de referencia enteramente nuevo. Sin embargo, la idea es atractiva para el
astrólogo de tipo científico. Desde nuestro punto de vista, no encaja
con los principios básicos del simbolismo astrológico, pues implica
la idea de que legítimamente podemos imaginarnos en el Sol y de
que podemos interpretar la vida y las relaciones planetarias desde
allí. Para nosotros esto no es filosóficamente aceptable. Como dijimos, estamos tratando la astrología con una interpretación de los
hechos de la experiencia. Por ello, mientras experimentemos en y a
través de cuerpos nacidos en la Tierra y condicionados por la Tierra,
no podremos asumir el punto de vista imaginario de un ser con un
cuerpo real nacido en el Sol y condicionado por el Sol. En realidad,
nada sabemos acerca del Sol, excepto como un centro de radiaciones
que nos afectan. A este centro lo llamamos "Sol". Y simbólica y
teóricamente todo funciona como si el Sol fuera lo que hacemos que
él sea. Pero no experimentamos al Sol desde el punto de vista del
Sol. Lo experimentamos solamente desde el punto de vista de la
Tierra. Y, como ya dijimos, la astrología –o cualquier tipo de interpretación de la vida– se ocupa de hechos experimentados que se
tornan significativos.
En esto no estamos contradiciendo afirmaciones anteriores.
266
Bien podemos aceptar la interpretación de la ciencia moderna sobre
los movimientos relativos del Sol y de los planetas, y sin embargo
tomar la actitud que acabamos de definir. El concepto astronómico
del sistema solar es un sistema de interpretación de hechos observados, un sistema muy conveniente y maravillosamente intelectual.
Pero, para nosotros, los que cuentan son los hechos. Sobre la base
de estos hechos, la astronomía establece un modelo del sistema solar. Sobre la base de estos mismos hechos, la astrología establece un
simbolismo de interpretación de la vida. Ambos son igualmente
lógicos. Y si lo primero parece funcionar más exactamente que lo
segundo, es probablemente porque lo segundo se ocupa de una esfera del ser que es más exacta en función de significado que en función de acontecimientos; una esfera en la que está fuertemente activo el "principio de la indeterminancia".
El significado y la clasificación de los signos del zodíaco
En la astrología antigua, basada en el concepto ptolemaico del
universo, las casas eran divisiones estáticas del espacio arriba y debajo de la Tierra plana. Como no eran una expresión del movimiento planetario, no podían ser una expresión de la Vida. Por tanto, se
ocupaban puramente de circunstancias externas, estableciendo departamentos fijos para las actividades de la Vida. Por ello, la base de
toda clasificación de las actividades de la vida era el zodíaco y el
curso cíclico del Sol a través de sus signos. Los equinoccios y solsticios servían muy naturalmente para efectuar una división del zodíaco en cuatro grandes sectores correspondientes a las estaciones.
Esta división se basa precisamente en la relación del plano ecuatorial de la Tierra con la eclíptica, el curso manifiesto del Sol. Los
equinoccios están donde estos dos planos se intersectan; y los solsticios donde están más separados. Esto nos da los cuatro signos cardinales del zodíaco; Aries y Libra, en los equinoccios de primavera
y otoño; Cáncer y Capricornio, en los solsticios de verano e invierno.
A estos cuatro signos se los veía como los tiempos cruciales del
267
año, como períodos de especial actividad de la fuerza vital y de la
especial liberación de energía. Sin embargo, estaba claro que los
tipos de liberación que ocurrían durante estos cuatro períodos cruciales eran de naturalezas diferentes. En los equinoccios, llegaban
los tiempos de máximo impulso biológico; en los solsticios, de mínimo impulso; tal como si observamos las oscilaciones de un péndulo, vemos su movimiento que es más veloz cuando cruza el punto de
equilibrio, y es más lento cuando llega a sus posiciones terminales.
Para los antiguos, la eclíptica parecía oscilar hacia el Sur y hacia
el Norte en relación con la Tierra, completando una oscilación plena
cada año. Para nosotros, los modernos, son los polos de la Tierra los
que realizan el movimiento oscilante en relación con el Sol, volviéndose hacia el Sol y apartándose de este. Cuando el Polo Norte se
ubica dando frente al Sol, esto es verano en el hemisferio Norte;
cuando oculta su faz del Sol, es invierno. La misma oscilación pendular, pero observada desde el punto de vista de la relación ecuadoreclíptica, o desde el de la relación polo-Sol.
En ambos casos, el resultado es que los signos equinocciales del
zodíaco.Aries y Libra, son signos de gran impulso positivo; mientras los signos solsticiales, Cáncer y Capricornio, son signos de impulso negativo. Por otro lado, en los puntos solsticiales, las polaridades de la vida (el Yang y el Yin de la filosofía china) han de experimentarse, respectivamente, en su cualidad más pura. El Yang más
puro (con la mínima mezcla de Yin) es experimentado por la Tierra
en el solsticio de verano; el Yin más puro (con la mínima mezcla de
Yang) es experimentado por la Tierra en el solsticio de invierno;
mientras que los equinoccios, las dos polaridades se combinan por
igual.
Por tanto, tenemos dos conjuntos de factores. En los equinoccios el impulso de la vida es máximo. En los solsticios, las cualidades de las polaridades de la vida han de sentirse del modo más puro.
Esto nos da el significado de la caracterización de los cuatro períodos cruciales del año en términos de cuatro "elementos": Fuego y
Aire, Agua y Tierra. Fuego (Aries) y Aire (Libra) son expresiones
del impulso; Agua (Cáncer) y Tierra (Capricornio) son expresiones
268
de cualidades de la vida, o polaridades. En los equinoccios, tenemos
extremos de movimiento y actividad (hacia el Sol o lejos de este, de
dirección positiva o negativa); en los solsticios, encontramos potencialmente extremos de realización (de las polaridades del Yang o del
Yin).
Los términos Yang y Yin no deben, sin embargo, confundirnos.
Realmente significan, a este respecto, objetivo y subjetivo, externo e
interno; por tanto, según costumbres antiguas, se referían al hombre
y a la mujer. De Aries a Libra: este es el período de vida objetiva, el
período en el que la vegetación se manifiesta. Es el reino de la hoja.
De Libra a Aries: este es el período de vida subjetiva, el período en
el que la vegetación está latente, oculta debajo de la corteza de la
Tierra. Es el reino de la semilla. Hoja y semilla son dos grandes
símbolos de lo externo y lo interno, de la objetividad y la subjetividad.
Por tanto, Aries representa lo extremo del impulso hacia la condición de hoja, hacia lo extremo de la realización en y a través de la
realidad objetiva, que es Cáncer; la planta realizada en el fruto: la
madurez objetiva.
Por otro lado, Libra representa lo extremo del impulso hacia la
condición de semilla, hacia lo extremo de la realización en y a través
de la realidad subjetiva, que es Capricornio; el nacimiento de la
consciencia Crística en lo interior: la madurez subjetiva.
Por tanto, el Fuego (Aries) es movimiento hacia la manifestación objetiva: el deseo primordial de manifestación, la sed de vida
en un cuerpo: Tanhâ, la voluntad de vivir como un yo separado, en
la filosofía budista. El Fuego se realiza en el Agua (Cáncer): el deseo-de-ser se realiza en la savia de las plantas, en la linfa y en la
leche, que sustentan toda la vida animal: también en el alma personal.
El Aire (Libra) es movimiento hacia la realización subjetiva, el
anhelo del Dios interior, la sed de "Liberación", o de Nirvana. ¿Liberación de qué? De la esclavitud del cuerpo y de la responsabilidad
separada. Es movimiento lejos del Sol físico y hacia el más allá. El
Aire se realiza en la Tierra (Capricornio): El anhelo de Dios se satis269
face en el nacimiento del cuerpo Crístico en lo interior: la tierra espiritual, la Nueva Jerusalem.
Según nuestra nomenclatura anterior –individual, colectivo y
creativo– tenemos el siguiente diagrama:
Esto podría parecer que está en conflicto con lo que dijimos del
zodíaco refiriéndolo como un “todo" en relación con lo colectivo.
Pero debemos comprender que individual y colectivo son términos
puramente relativos. El cuerpo es "colectivo" respecto del yo individual; pero es un "todo", y, por tanto, es un organismo individual.
Cuando hablamos así de "individual" con referencia al zodíaco, hablamos de estas energías cósmicas que están construyendo la totalidad de cualquier "todo". Totalidad y personalidad individual son
casi sinónimos, el mismo hecho observado desde dos puntos de vista diferentes.
El Fuego es individual, porque es el principio animador de toda
personalidad individual. Es lo que surge de la Tierra hacia el Sol. Es
el fuego de la germinación que impulsa al núcleo de la semilla hacia
el Sol, hacia el Dios-que-está-en-todas-partes.
El Aire es "colectivo", porque es lo que pone, a cada individuo y
cuerpo separados, en la sutil comunión del aliento. El aire vincula a
los pulmones y a la sangre de cada ente que respira. Es lo que se
eleva del Agua hacia el Espacio omniabarcante. Es la emanación de
todos los cuerpos, el perfume de todas las vidas. En, y a través de él,
270
todas las vidas alcanzan la unidad en la semilla omniabarcante que
es el Dios- del-Misterio: el ESPACIO.
El Agua es la manifestación "creativa" del deseo de ser un individuo separado. La Tierra es la manifestación "creativa" del deseo
de alcanzar una etapa de absoluta solidaridad espiritual. La solidaridad es al espíritu lo que la solidez es a la materia. En ambos casos,
eso significa Tierra. Dentro del alcance de la vida de un hombre
particular, la solidaridad tiene que establecerse entre todos los centros de vida, orgánicos y magnéticos, antes de que el cuerpo Crístico
tome forma: símbolo o signo de esta solidaridad perfecta.
El lector tal vez se confunda por la manera con que hacemos
que la oposición de lo individual y lo colectivo coincida con los
equinoccios, mientras encontramos que la oposición de Yang y Yin
coincide con los solsticios. La contradicción es más aparente que
real. La cualidad china de los principios o las polaridades se refería
a hechos concretos, mientras nosotros, cuando hablamos de lo individual y lo colectivo, nos ocupamos de principios de movimiento, o,
digamos, de tendencias de la consciencia. En otras palabras, nos
ubicamos en un nivel abstracto que, evidentemente, cambia nuestro
enfoque. Hablando prácticamente, hay muy poca diferencia. Tradicionalmente, Cáncer gobierna el "hogar", y Capricornio, la "vida
pública" o la "profesión": verdaderamente, la esfera de la creatividad individual y de la creatividad colectiva.
Hay mucha confusión en la aplicación del simbolismo astrológico porque los diversos puntos de vista de la interpretación no se
diferencian demasiado claramente. Cuando el libro de texto corriente enuncia todas las cosas que se supone que Cáncer representa, de
hecho está amontonando un conjunto de "significados" que son los
resultados de diversos tipos de interpretación. Cáncer significa una
cosa desde un punto de vista, y otra cosa desde otro punto de vista.
Este hecho justifica nuestra actual actitud que apunta a una aclaración y una clasificación de los significados. Uno puede tratar de
interpretar los signos del zodíaco desde diversos puntos de vista,
dando cada uno un conjunto particular de significados; pero, a menos que uno comprenda el modo en que cada conjunto se produce y
271
la lógica de su producción, necesariamente sobrevendrá mucha confusión.
Hasta ahora, nos hemos ocupado de la base muy general y arquetípica de la interpretación zodiacal, considerando los cuatro momentos básicos del ciclo del año. Evidentemente, es aconsejable una
ulterior diferenciación, y de hecho es necesaria, y hay dos modos
esenciales con los que esto puede hacerse. La estructura cuádruple
de los signos "cardinales" (Aries-Libra; Cáncer-Capricornio) nos da
cuatro secciones de 90 grados cada una. Cada sección puede dividirse en dos subsecciones de 45 grados cada una; o en tres subsecciones de 30 grados cada una. El último procedimiento es el habitual;
pero pierde gran parte de su significado cuando no se correlaciona
con el primero, al que, desdichadamente, se entiende muy poco.
Diferenciación de las energías: La división cuádruple del zodíaco que hasta ahora hemos estudiado nos da cuatro tipos básicos
de sustancia cósmica: Fuego-Aire; Agua-Tierra. Esta es la diferenciación zodiacal más fundamental en cuanto el zodíaco, en su conjunto, simboliza, como ya dijimos, la construcción de un microcosmos. La sustancia es la cosa más fundamental de cualquier construcción. Pero la "energía" y la "forma" son importantes por igual.
Por ello, veremos que el zodíaco es, muy lógicamente, susceptible
de otros dos tipos de diferenciación, refiriéndose respectivamente a
la energía y a la forma.
La energía no es muy diferente de la sustancia. Es sustancia activada y liberada, como la física moderna lo demostró muy claramente. Por tanto, podemos esperar que el principio de "diferenciación de la energía" sea similar al de "diferenciación de la sustancia".
Ambos se basan en el principio del dualismo polar; de la acción y de
la reacción. Por ello, el zodíaco de la energía será óctuple, mientras
el zodíaco de la sustancia será cuádruple.
Según T.O. McGrath (Timing Business Activity and the Sun,
pág. 12):
"Es sabido que todos los cuerpos, como el Sol y sus satélites, son
cuerpos cargados y están rodeados por un campo magnético; que en
272
cualquier cuerpo magnético que tiene dos polos (el Sol y sus satélites
son tales cuerpos), las corrientes magnéticas circulan desde el polo
Norte hasta el polo Sur, se neutralizan cada 90 grados, y alcanzan
una intensidad máxima cada 45 grados."
Si tal es el caso, es evidente que los puntos de máxima liberación de energía se encontrarán a mitad de camino entre los equinoccios y los solsticios. Estos puntos están, pues, en los siguientes grados del círculo: 45-135-225-315; o en función de la nomenclatura
zodiacal habitual: Tauro 15; Leo 15; Escorpio 15; Acuario 15. Algunos ocultistas no conocen estos puntos. Corresponden a lo que se
ha llamado: las Cuatro Puertas del Descenso Avatárico. Como un
"Avatar" en la terminología antigua es, de hecho, una liberación de
energía cósmica, el significado de la frase es muy evidente. Estas
Cuatro Puertas son simbolizadas por las cuatro criaturas simbólicas:
el Toro, el León, el Águila y el Ángel. Cada una de ellas representa
un tipo particular de liberación dinámica, un tipo particular o un
Rayo particular de Energía, y de una "iniciación" liberadora de
energía.
El Toro y el León representan a la energía "individuadora", a la
energía arraigada en el planeta, o sea, en la personalidad concreta.
Por otro lado, el Águila y el Ángel simbolizan a la energía "colecti273
vizadora"; la energía que expande lo individual en lo colectivo y en
lo universal. Podríamos añadir que el Toro es la energía hacia la
formación del ser individual, mientras el León es la energía que
emana del ser individual. El Águila es la energía hacia la formación
del ser universal, mientra el Ángel es la energía que emana del ser
universal.
En el ciclo del año, los cuatro puntos "avatáricos" ocurren aproximadamente el 6 de mayo, el 8 de agosto, el 8 de noviembre y el 5
de febrero. En estas épocas, se liberan y efectivizan las energías o
realizaciones que se juntan en los equinoccios y los solsticios. Al
numerólogo podría interesarle considerar el hecho de que las cifras
en el número de cada una de estas ocho posiciones del círculo se
suman hasta el dígito 9: (45, 90, 135, etc.). Baha'u'llah, el gran profeta persa, a quien muchos consideran como el Avatar de la nueva
Era de Acuario, nació el 12 de noviembre, muy cerca del punto del
Águila: una época muy adecuada para quien predicaba el evangelio
de una "religión universal", y, en general, de una síntesis planetaria
omniabarcante. Él tomaba al número 9 como el símbolo de su mensaje.
La diferenciación de las formas: La energía opera en un ritmo
polar de acción y reacción; por ello, cualquier tipo de diferenciación
de la energía se basa en divisiones y subdivisiones teóricamente
iguales: 2 - 4 - 8. En la simbología antigua, el 8 es el número del
Sol, 888, el número del Cristo, el Sol triuno. El número 9 representa, pues, a Quien domina la energía óctuple. ¿Pero cómo dominará
uno la energía, a menos que tenga una forma-de-energía –un motor–
en el que contenga y desde el cual libere energía a voluntad? No
podemos ponernos a debatir íntegramente el significado del término
"forma-de-energía".24 Baste decir que no puede haber una liberación
No intentaremos explicar aquí pormenorizadamente lo que estos tres Fuegos
representan; pero en La Doctrina Secreta, de H.P. Blavatsky, y en Tratado sobre
el Fuego Cósmico, de Alice Bailey, mucho es lo que se dice sobre estos tres Fuegos que operan en y a través de todos los organismos vivos. Será relativamente
fácil elaborar las correspondencias si uno está dotado con el tipo de mentalidad
necesaria para comprender eso. Si no, podrá usarse la formulación astrológica
274
24
controlada y rítmica de la energía, a menos que haya alguna especie
de "motor" a través del cual se efectivice esta liberación. Todos los
motores son "formas-de-energía", o sea, formas que controlan la
generación, la concentración y la distribución de la energía.
Siempre tres operaciones: generación, concentración y distribución. Por tanto, el número básico de todas las formas-de-energía (y
probablemente podríamos decir de todos los tipos de ingeniería) es
el 3. El ingeniero "usa" impulsión y tracción. Impulsión y tracción
son dos cosas; pero "usa" implica un tercer principio. Acción y
reacción: tal es el ritmo energético puro. Pero es necesario un tercer
término: interacción, si la energía ha de construir un cuerpo orgánico. Un cuerpo no es un caño cuyas corrientes de energía tienen su
flujo y su reflujo. Asimila sustancia. Retiene energía. Usa el flujo y
el reflujo para subir hasta el nivel o el potencial de la energía. Y esto
es "vida orgánica", la cual implica siempre tres facultades básicas:
automantenimiento, autorreproducción y autorrealización.
Podríamos seguir casi indefinidamente enumerando trinidades
de principios en los dominios del ser y del devenir. Pero aquí, con el
zodíaco y con todos los elementos "ecuatoriales", principalmente
nos ocupamos de la energía, de la energía que construye y regenera
organismos y cuerpos. Y la formulación más satisfactoria de la trinidad de los elementos que entra en esta actividad constructora es la
ya mencionada: generación, concentración y distribución.
Vimos que, en los cuatro puntos cruciales del ciclo del año, había una generación de energía. Los resultados de esta generación son
cuatro tipos básicos de "sustancias": Fuego-Aire, Agua-Tierra. A
través de estas cuatro "sustancias", o elementos químicos, la energía
operará según el ritmo triple antes mencionado. Esto nos dará el
siguiente esquema operativo:
aceptada o la formulación que ahora presentaremos y en la que los signos del
zodíaco se interpretan en términos del patrón de casas anteriormente estudiado.
275
En el equinoccio de se genera la energía de Fue- Aries
primavera:
go, luego se concentra, por Tauro
último se distribuye.
Géminis
En el solsticio de se genera la energía de Agua, Cáncer
verano:
luego se concentra, por últi- Leo
mo se distribuye.
Virgo
En el equinoccio de se genera la energía de Aire, Libra
otoño:
luego se concentra, por últi- Escorpio
mo se distribuye.
Sagitario
En el equinoccio de se genera la energía de Tie- Capricornio
invierno:
rra, luego se concentra, por Acuario
último se distribuye.
Piscis
Los signos zodiacales de la generación de energía se llaman:
signos Cardinales.
Los signos zodiacales de la concentración de energía se llaman:
signos Fijos.
Los signos zodiacales de la distribución de energía se llaman:
signos Mutables.
Pueden referirse, respectivamente, al espíritu, al alma y a la
mente: Los tres operan dentro del "cuerpo" total, o del "huevo áurico": el microcosmos. A este microcosmos también se lo puede llamar, usando el término en su significado más vasto: personalidad.
La personalidad, o tal vez, mejor aún, la Persona Viva, es la síntesis
de espíritu, alma y mente en actividad dentro de un cuerpo (o cuerpos, si uno acepta el concepto ocultista de varios vehículos distintos
para las energías espiritual, anímica y mental, centradas en torno de
la estructura física visible).
El espíritu –o la Vida– genera. El alma concentra. La mente distribuye. La personalidad manifiesta, ¡u oculta! La labor de desarrollo de la vida es para cada ser humano la de revelar, en la actividad
de la personalidad, las generaciones del espíritu, las concentraciones
del alma y las distribuciones de la mente.
276
A fin de completar la imagen simbólica, sólo tenemos que relacionar a las clasificaciones cuádruple y triple. Entonces trataremos
de comprender cómo:
La energía de Fuego se concentra a través de Tierra (Tauro),
(Aries)
se distribuye a través de Aire (Géminis).
La energía de Agua
(Cáncer)
La energía de Aire
(Libra)
se concentra a través de Fuego (Leo),
se distribuye a través de Tierra (Virgo).
se concentra a través de Agua (Escorpio),
se distribuye a través de Fuego (Sagitario).
La energía de Tierra se concentra a través de Aire (Acuario),
(Capricornio)
se distribuye a través de Agua (Piscis).
Esto tal vez parezca más bien enredado y desconcertante; y por
eso quizá ensayemos otro modo de expresar la "fórmula" zodiacal:
Espíritu-Fuego (Aries) es Fuego generador: Fuego Eléctrico.
Alma-Fuego (Leo) es Fuego concentrador: Fuego Solar.
Mente-Fuego (Sagitario) es Fuego distribuidor: Fuego por fricción.
Esto significa que:
Cuando Fuego genera, está operando en función de espíritu.
Cuando Fuego concentra, está operando en función de alma.
Cuando Fuego distribuye, está operando en función de mente.
En otras palabras:
Fuego generador es el punto de partida de la personalidad individual (Aries).
Fuego concentrador se refiere a la creativa liberación del yo, por
medio de la cual el alma se conoce total y de apariencia divina
(Leo).
277
Fuego distributivo es el fuego que combina, sintetiza y universaliza todos los elementos y energías antes del nacimiento Crístico:
el nacimiento del ser universal (Sagitario).25
El mismo procedimiento pondrá de manifiesto más claramente
el significado de los otros elementos:
Agua generadora (Cáncer) opera en función del espíritu. Es la
energía que da nacimiento a la personalidad concreta, que crea una
base operativa concreta –un hogar– para el yo individual.
Agua concentradora (Escorpio) opera en función del alma. Concentra y sostiene el deseo colectivizador del espíritu-Aire (Libra), el
impulso hacia el "re-nacimiento en Cristo".
Agua distribuidora (Piscis) opera en función de la mente. Efectúa la síntesis de las energías que fueron llevadas a una concentración creativa en Capricornio, y se vitalizaron en Acuario.
Aire generador (Libra) opera en función del espíritu. Es la energía que junta y "comuniza" las emanaciones de los individuos.
Aire concentrador (Acuario) opera en función del alma. Da vitalidad e impulso a la Tierra espiritual (Capricornio). Es el aliento del
alma colectiva.
Aire distribuidor (Géminis) opera en función de la mente. Exterioriza e interpreta la impulsión individual de Aries, una vez que se
concentró y sustanció en Tauro.
Tierra generadora (Capricornio) opera en función del espíritu.
Es la energía de la encarnación, la energía para asumir un cuerpo,
desde el punto de vista del espíritu envolvente.
Tierra concentradora (Tauro) opera en función del alma. Da sustancia y profundidad a los impulsos de Aries.
Tierra distribuidora (Virgo) opera en función de la mente. Esparce la creativa liberación del yo de Leo a través del espacio, en el
Especialmente, léase The Zodiac and the Soul, el capítulo titulado "Los signos
y los planetas como ideales cósmicos".
278
25
que se la ve como un conjunto de energías polares (La Virgen de la
Luz). En la mente se despierta la discriminación cuando se suscita el
problema de tratar las polaridades, la luz y la sombra.
De esto podemos ver cómo cada elemento cósmico es susceptible de asumir tres funciones distintas, algo así como un hombre
puede actuar, sentir y pensar al mismo tiempo: 1) como un padre
hacia su hijo; 2) como un esposo hacia su esposa; y 3) como un camarada y colaborador con sus socios y amigos; por tanto, (hablando
a grandes rasgos), generando, concentrando y distribuyendo las
energías de su propio ser.
El zodíaco como el ciclo del Individuo Planetario
Hasta ahora hemos considerado a los signos del zodíaco principalmente desde el punto de vista de que son una serie de energías
cósmicas proyectadas, por decirlo así, por el Macrocosmos (las Doce Jerarquías) sobre el microcosmos; en otras palabras, como una
serie de actividades formativas, o fases de la construcción de este
microcosmos. Este es el punto de vista ecuatorial-colectivo. Pero
también podemos pensar en el zodíaco como el ciclo de las casas del
Individuo planetario que "habita en el Polo Norte", y para quien un
año es un día, con seis meses de luz solar (Aries a Libra) y seis meses de oscuridad (Libra a Aries), al menos teóricamente hablando.
De tal punto de vista, el zodíaco se interpreta en términos de consciencia más que en términos de energía.
Tal interpretación basada en la consciencia es valiosísima, pues
pone a los signos del zodíaco en relación con las casas, y así se
muestra una interpretación de los significados que nos ayuda a comprender muchas afirmaciones tradicionales confusas sobre el significado de casas y signos. Además, así se desarrolla una especie de
fórmula algebraica que puede fácilmente demostrarse que es la
subestructura de todas las interpretaciones dramáticas y mitológicas
del zodíaco que los estudiosos de la astrología y del ocultismo conocen. La más notable de estas interpretaciones es indudablemente
279
la pormenorizada en el libro de Sampson, The Zodiac. Alice Bailey
dio otra interpretación tradicional al relatar, en una serie de disertaciones, la historia de los Doce Trabajos de Hércules. Hércules es el
Sol, y sus Doce Trabajos son las doce actividades cósmicas del zodíaco, vistas más bien desde un punto de vista regenerativo que
formativo.
En las obras astrológicas corrientes, los signos del zodíaco se
presentan como los factores básicos del significado, y las casas modelan sus significados según aquellos. Pero desde nuestro punto de
vista, en la pauta dodécupla del cuadrante de las casas encontramos
una fórmula básica de desarrollo individual; y esta pauta –
puramente abstracta– es la que establece la muy universal serie de
significados. Desde luego, es una pauta puramente numerológica
que trata sobre el significado de los números 1 al 12 inclusive; pero
los números se vuelven significativos al proyectarlos, por decirlo
así, geométricamente. Esta proyección es la rueda o el cuadrante de
las casas. Aries se vuelve, pues, singnificativo debido a que es una
proyección ecuatorial-orgánica del N° 1; Tauro, del N° 2, etc., hasta
Piscis, como N° 12. El eje 1-6 representa el dualismo de la experiencia: experiencia subjetiva y experiencia objetiva, o de conducta
privada y pública. Confiamos en que la siguiente tabla aclare esta
cuestión. Se la debe estudiar en conexión con la tabla de significados de las casas, en pág. 196. Los libros de texto de astrología moderna, como los escritos por Alan Leo, C.E.O. Carter,26 A.G. Libra,
Parker, etc., están llenos de valiosas referencias complementarias
sobre el significado de los signos del zodíaco, aisladamente y en
grupos. Como escribe Carter:
La tarea de interptetar el argumento zodiacal fue intrentada por
muchos escritores, enfocando cada uno la labor desde su propio punto de vista. Lejos está mi deseo de diferir siquiera tácitamente de sus
conclusiones o de buscar reemplazar algo anteriomente escrito. El
contenido del Círculo de la Sabiduría Zodiacal es inagotable, y presenta aspectos totalmente variados de la integridad de la Verdad."
The Zodiac and the Soul, pág. 14
26
Tipos Psicológicos, pág. 540 (vers. ingl.)
280
La última frase de esta cita nos da la clave de lo mucho que podría desarrollarse extensamente; en especial, el término "contenido".
Dijimos que el zodíaco representa el elemento de la "sustancia".
Pero "sustancia" significa también "contenido". El zodíaco nos da
un conocimiento del contenido vital de cada ente vivo. Las Casas
nos dicen la manera en que este contenido se distribuye en forma de
personalidad y destino. Los Planetas son puntos focales para todas
las actividades vitales, y símbolos de éstas. Los Grados nos dan una
clave del significado creativo inherente de todas las actividades y
todas las concentraciones.
LA FORMULA ZODIACAL
Signos
del
zodíaco
Significado
Abstracto
Significado
Concreto y
Tradicional
Partes del
Cuerpo que
Gobiernan
ARIES
1
La idea del yo. La
estructura arquetípica
primordial del individuo. La voluntad-deser-manifiesto.
Deseo, actitud precursora, iniciativa, valentía. Entrada enérgica
en las cosas. Temeridad e impulsividad.
Energía masculina.
TAURO
2
La sustancia primordial
de la manifestación
para el yo. La síntesis
del pasado, como
tendencias heredadas.
Todas las posesiones
básicas.
Inercia, practicidad,
Cuello: Cerebelo
concretez, esclavitud a y oídos.
la tierra. Determinación, Energía, Fertilidad. Energía femenina.
La cabeza: El
sistema cerebroespinal.
GEMINIS La relación entre yo y
3
sustancia. La función
de enlace y el deseo
de integrarse a través
del ritmo y la forma.
Intelecto, sensación y
Nervios, pulmoactividad nerviosa. Mu- nes. Manos, bratabilided, Dualidad, In- zos y hombros.
quietud, Destreza, habilidad literaria y artística. Pericia.
CÁNCER La base concreta de la
4
expresión del YO SOY.
El organismo vivo y su
fuerza de crecimiento.
El hogar y todes los
sentimientos domésticos. El alma y todos los
sentimientos psíquicos.
Receptividad. Sensibilidad. Mediumnidad.
281
La cavidad pectoral; los senos y el
estómago; las
membranas mucosas.
Sugestión.
LEO
5
La fuerza para expresar el YO SOY. Todos
los modos de autoexpresión y actividad
creadora. El Hombre,
el Actor y Ejecutor.
Autoexpresión imperio- El corazón y la
sa. Asunción de autori- columna vertedad. Amor por el placer bral.
y los lujos. Especulación. Las Artes. Parto.
Intuición. Intensidad
dinámica.
VIRGO
6
El juicio del yo y de la
vida sobre todas las
actividades creativas.
Discriminación a través
de un análisis crítico
de los frutos de la
acción. Ajuste.
Discriminación crítica
de la mente. Facultades analíticas. Susceptibilidad. Buena disposición para servir y ser
servido. Egoísmo.
Orden. Melindrosidad.
Actitud utilitaria.
LIBRA
7
La captación del NoYo. El encuentro con
"los otros". La objetivación de la consciencia a través de la asociación y el compañerismo.
Consciencia social.
Los riñones y tal
Afabilidad. Amor por la vez el hígado.
belleza. Anhelo de
camaradería. Simpatía.
Equilibrio. Justicia.
Devoción espiritual.
Totalidad operativa.
Intestino delgado
y metabolismo general de los alimentos. El plexo
solar. El bazo.
ESCORPIO La sustancia de la aso8
ciación y del matrimonio. Manifestación del
deseo de unirse con
otros. Regeneración
de la actitud de egocentrismo.
Sexo. Ocultismo. Todos los tipos de poder
y operación mágica.
Función regenerativa.
Voluntad. Obstinación.
Vengatividad. Celos.
Fuerza conductora.
Los órganos sexuales. El intestino grueso. La
vejiga.
SAGITA- Expansión de la relaRIO
ción. La relación entre
9
relaciones. Enlace e
interpretación abstractos a través de la
perspectiva.
Razonabilidad. Visión.
Honestidad. Tendencia
a generalizar. Compasión. Pasión por las
ideas. Amor por el aire
libre y los viajes.
Los muslos y la
región pélvica.
Los ovarios. El
nervio ciático. El
sistema muscular.
CAPRICORNIO
10
Ambición, perseveran- El esqueleto. Las
cia, genio político. Re- rodillas y todas
serva. Fuerte confianza las articulaciones.
en los factores sociales
y todas las estructuras
permanentes: incluidas
las espirituales. Laboriosidad. Estabilidad.
La base concreta de
las relaciones. La vida
en el organismo social.
El sostén del matrimonio.
282
ACUARIO La fuerza para expre11
sar ideales y crear en
términos de conducta
social. La creatividad
de la relación y del
matrimonio.
PISCIS
12
El juicio de la sociedad
sobre los ideales y sus
modos de operación.
La relación juzgándose
y 'los dos" retirándose,
cada cual en su propia
automeditación.
Idealismo. Humanitaris- Las piernas y los
mo. Autoexpresión a
tobillos. El sistetravés de movimientos ma sanguíneo.
colectivos, fraternidades. Sentimientos
grupales. Sensacionalismo. Sentido dramático. Genio creador,
como un vocero de la
raza.
Actitud abierta hacia la Los pies. El sisvida. Resignación. Psi- tema linfático.
quismo. Misticismo.
Memoria. Convencionalidad. Devoción.
Introspección. Abnegación. Complejo de
inferioridad. Ultramundanidad.
283
284
VIII
LOS PLANETAS Y LA PERSONALIDAD
A la "personalidad" la definimos como "una síntesis de pautas
de conducta; como la suma de todos los movimientos y emociones
externos del ser humano; el ritmo total de sus actividades vitales:
desde el modo en que camina y contrae sus labios hasta su conducta
en el campo de batalla o en la ejecución de un concierto". Dijimos
que, como sin actividad no podría haber "personalidad", podemos
hablar de ella como un complejo de actividades. Tales afirmaciones
son prueba suficiente de que al término no le damos el significado
más bien peyorativo que corrientemente le ponen los teósofos y estudiosos de la filosofía esotérica.
No consideramos que la personalidad represente lo "externo" en
contradicción con la denominada individualidad o ser "interno".
Creemos que esta oposición o este dualismo no es particularmente
fructífero en nuestra actual etapa de desarrollo humano. Más bien,
tiende a concentrar la conducta humana de un modo que es más devocional-ético que integrativo y estético, usando este último término
como antes lo definiéramos. Para nosotros, y presumiblemente para
hombres como el general Smuts y la mayoría de los psicólogos modernos, la personalidad es el ser humano total en actividad. No es el
ser humano total en esencia o abstractamente, sino en manifestación
real y en la medida en que es perceptible para otras personalidades
que funcionen en el mismo nivel de actividad.
Ningún astrólogo –y tampoco ningún psicoanalista– puede interpretar la vida y el destino en un nivel superior a aquel en el que él
mismo funciona. Un apocado empleado de una oficina pueblerina
no puede conocer la personalidad de un gran santo o de un gran genio. Desde luego, emitirá juicio sobre ella o posiblemente la adorará,
pero no está en condiciones de conocerla y evaluarla como una personalidad, aunque reaccione muy vivazmente ante algunos rasgos de
285
ésta. Personalidad significa totalidad in actu. Y no hay perfección
real, o, en todo caso, no hay comprensión, de la personalidad a menos que se aprehenda la totalidad de sus componentes, conscientemente o a través de sentimientos intuitivos. Y nadie podrá aprehender esta totalidad a menos que esté en el mismo nivel del desarrollo
humano, o, si está en un nivel superior, que sea todavía capaz de
ponerse temporariamente en el nivel inferior.
Estas observaciones son necesarias porque la gente habla a menudo de la personalidad como si fuera una cosa absolutamente obvia
que todos pudieran captar de modo parecido. Reaccionar ante algunas fases de la personalidad, y comprender o incluso ser consciente
de la realidad, o sea, de la totalidad humana, que es la personalidad
misma, son dos actividades muy diferentes. La personalidad, como
una síntesis de pautas de conducta, puede abarcar muchas fases de
actividades muy difíciles de captar. No nos referimos aquí a un exagerado dédoublement de la personalidad que produce dos tipos absolutamente distintos de conducta en relación con un organismo físico,
sino meramente al hecho de que la personalidad puede involucrar
series de actividades que trascienden el desarrollo consciente normal
de la humanidad como ésta es hoy. La personalidad es un "balance"
que muestra la relación siempre cambiante de los factores conscientes con los inconscientes, y de los factores individuales con los colectivos, en el ser humano total. Los hombres cuyos seres interiores
están inundados con proyecciones provenientes de las capas más
profundas del "inconsciente colectivo" son, como personalidades,
complejos y difíciles de sondear. Sólo sus pares pueden conocerlos,
pueden conocer la pauta total de su conducta en todos los niveles.
Pues, como escribiera Walt Whitman, con críptica belleza expresiva:
"Sólo ellos mismos se entienden a sí mismos y (entienden) a los semejantes a ellos mismos,
Y las almas sólo entienden a las almas."
Indudablemente, uno de los máximos logros de la técnica astrológica es la fuerza que uno adquiere, mediante su dominio, para ver
286
en un mapa natal el croquis de una personalidad total. Ya hemos
visto cómo uno puede aislar e interpretar los factores individuales y
colectivos que constituyen, por decirlo así, la trama y la urdimbre de
la personalidad. Pero el modelo del tapiz sólo será captado estudiando aquellas entidades astrológicas que son focos de color, focos de
actividad, focos de significado. Estas entidades, consideradas en sus
correlaciones infinitas y no como puntos aislados, constituyen todas
juntas el dibujo del tapiz de la vida. Revelan la personalidad como
una pauta de conducta variada, simbolizando desde las modalidades
más positivistas hasta las más elevadas o trascendentes de actividad
fisio-psicológica.
Estas entidades astrológicas encuadran en dos categorías generales. La primera, los planetas mismos, incluidos el Sol y la Luna; la
segunda, puntos abstractos derivados de las relaciones entre las órbitas de los planetas (nodos) o las posiciones de dichos planetas en
referencia al horizonte y al meridiano (partes). Este capítulo estará
consagrado a un breve análisis del significado básico de los planetas
en función del análisis de la personalidad; el próximo, a un estudio
de los nodos y de lo más importante entre las partes.
Sin embargo, una vez más tendremos que dividir nuestro campo
de estudio, y clasificar a los planetas, por lo menos, de dos maneras
esenciales. El primer tipo de clasificación trata sobre la fuerza motivadora y la fuente de las actividades simbolizadas por los planetas.
Distinguiremos entre planetas que se refieren al consciente y planetas que se refieren al inconsciente, usando los términos "consciente"
e "inconsciente" como los usa C.G. Jung, y como se los define en un
capítulo anterior (ver pág 98), La Astrología y la Psicología Analítica. Fuera de estas dos categorías pondremos al Sol como el símbolo
de las integradoras energías del Yo, que Jung describe como el "centro de la totalidad de la psiquis". La psiquis incluye contenidos inconscientes y conscientes. Integrar estos contenidos, o sea, asimilar
conscientemente los contenidos del inconsciente, es la esencia del
proceso de "individuación", del cual el Sol es el símbolo activo.
287
El Sol como Integrador
Al ser la astrología un sistema de interpretación simbólica de
hechos astronómicos significativos, deberá evidentemente diferenciar con vigor entre el Sol –una vida– y la estrella dadora de vida
que es el centro del sistema astrológico al que pertenecemos, y los
planetas que son meramente reflectores o transmisores de la luz, y
de los cuales la Tierra misma es uno. Si nos referimos al ego como
"un complejo de representaciones, que constituye el centro de mi
campo de continuidad e identidad", está claro que su símbolo astrológico es la Tierra misma como se la ve desde el lugar natal del
nativo. El campo continuo de la consciencia de cualquier hombre es
lo que está contenido dentro de las fronteras de su horizonte, y por
implicancias lo que, aunque debajo del horizonte, emergerá en el
campo de su consciencia.
En otras palabras, la cuadratura del mapa astrológico (horizonte
y meridiano, y especialmente Ascendente y Medio Cielo) representa
la forma del campo de la consciencia. El ego puede considerarse
como el punto natal mismo, el centro del mapa, o en una simbolización más precisa todavía, el ápice de la pirámide construida sobre
los cuatro ángulos del mapa. El ego no es el integrador, porque es
sólo un punto abstracto. Tampoco el Ascendente ni el Medio Cielo
son factores integradores, pues también tienen solamente implicancias estructurales. Determinan la forma que el proceso de integración tendrá que tomar. No simbolizan la calidad de la energía mediante cuya liberación este proceso se completará o puede completarse en última instancia.
Construir el campo de la consciencia como una estructura claramente formada, centrada exactamente en el ego, se parece a construir un ojo perfecto, con la fuerza de un enfoque preciso, a través de
las lentes y de los músculos del ojo, de modo que la imagen reflejada sobre la retina caiga exactamente sobre el "punto amarillo" de la
retina que es el único dotado con plena sensibilidad hacia la luz. Es
lo que el gran oftalmólogo y filósofo, doctor Bates, llamaba "fijación central" y esta operación exige práctica muscular y práctica en
la formación visual de imágenes, incluyendo relajación.
288
En un sentido psicológico, "fijación central" se refiere al uso del
intelecto –del mecanismo de focalización consciente– según las leyes de la lógica y del pensamiento formal. Gran parte, si no toda la
filosofía griega clásica y post-clásica (especialmente desde Aristóteles) y toda la ciencia occidental (especialmente desde el Renacimiento) y la filosofía científica moderna (por ejemplo, Bertrand
Russell) constituyeron y todavía constituyen una vasta disciplina
colectiva de "fijación central" mental. En el dominio psíquicoespiritual, determinados tipos de prácticas esotéricas, algunas derivadas del punto de vista budista en Oriente, otras de la filosofía pitagórica, apuntaban a una parecida "fijación central" de las energías
del alma dentro de la estructura formal del "Yo Soy". Como ya dijimos, fue alrededor del siglo VI a.C. que este problema de la focalización mental empezó a dominar la actitud de la élite de la humanidad. Este proceso de "fijación mental" en el campo del consciente
prosiguió a lo largo del ciclo europeo (especialmente desde Abelardo) y produjo en el hombre occidental lo que Jung llamó tan gráficamente su "calambre de lo consciente".
Así como el doctor W.H. Bates pedía a sus pacientes que relajaran sus ojos imaginando un punto perfectamente negro, de igual
modo el doctor Jung pide a los suyos que relajen su intelectualismo
consciente "dejando que las cosas ocurran" y mediante prácticas de
relajación psíquica, como el uso de la "fantasía" creativa espontánea.
Por tanto, si los ejes del mapa representan la estructura del campo de la consciencia, (la estructura del "ojo", simbólicamente), el
Sol representa a la "luz" que libera la energía (los fotones) por medio de los cuales se hace posible la visión. En un sentido real, el ojo
como órgano de visión es moldeado estructuralmente por la naturaleza de la luz. De modo parecido el ego –el "yo" consciente– es
moldeado por la fuerza que emana del Yo. Por tanto, se dice adecuadamente que el Ascendente y los otros "ángulos" del mapa distribuyen la energía del Sol, como lo veremos en el próximo capítulo.
El Sol es la energía de la vida. Los ejes del mapa son canales para la
distribución y la "transformación" de esta energía solar dentro del
campo de la consciencia.
289
Sin embargo, al Sol no se lo debe considerar como el símbolo
del Yo. Representa la energía del Yo; pero el Yo mismo no es sólo
energía. Es energía en relación con la forma. Es energía que opera a
través de una forma y una sustancia regeneradora. En otras palabras,
el Yo, si su naturaleza puede ser verificada astrológicamente, es la
relación entre el Sol y los ejes, entre el horizonte y el meridiano.
Más exactamente aún, es la relación entre el significado de las posiciones zodiacales ocupadas por el Sol y los cuatro ángulos; significado en función de signos zodiacales (o subdivisiones de los signos), del grado, y de la relación angular entre estas posiciones. Lo
último se refiere a los aspectos entre el Sol, el Ascendente, y el Medio Cielo; pero más aún a la posición de casas del Sol.
Esta posición de casas del Sol denota la fase de la personalidad
individual y el período de la vida en y a través del cual la fuerza
integrativa del Yo estará en muy vigorosa actividad. En conexión
con nuestro anterior diagrama de los significados de las casas, y el
enunciado del ciclo de 28 años, podrá evaluarse fácilmente estos dos
elementos de la personalidad y del destino, por supuesto, siempre
que se conozca el momento exacto de nacimiento. La posición zodiacal del Sol (y su posición en grados) mostrará la calidad de esta
integradora energía en sí misma.
Tomemos por ejemplo el mapa de Einstein. El Sol está en el
grado 24 de Piscis, en la décima casa. Por tanto, la calidad de la integradora energía de su Yo será: síntesis, consumación, meditación e
introspección. Pero como el Sol está en la décima casa de la actividad pública, de la profesión y del pensamiento (como una función
de la personalidad individual), esta energía operará a través de estas
características de la décima casa. La posición del Sol indica también
que ocurrió una intensificación de la energía significativa de su destino cuando Einstein tenía 22 años, o sea, en 1901. Entonces fue
inspector de patentes en Berna, Suiza; y probablemente para esa
época, poco después de publicarse los escritos de Planck sobre la
teoría cuántica, fueron desarrollados al menos los rudimentos de la
teoría de la relatividad. Aquélla concitó la atención del mundo científico en 1905, cuando el "punto del yo" de Einstein entró en conjunción con Plutón. Además, el grado del Sol, que, como ya dijimos,
290
"da una clave del significado creativo inherente a todas las actividades y todas las focalizaciones", lleva este símbolo muy adecuado:
"Una pequeña isla en medio del océano; sus felices habitantes crearon su propio mundo". ¡Qué podría ser más significativo en el mapa
del hombre que hasta escribió sobre "universos insulares" y creó
nuevos panoramas cósmicos!
Albert Einstein
14 de marzo de 1879
(hora local: 11.26 a.m.)
Ulm, Alemania
Los planetas en círculo exterior son progresados
para principios de abril de 1935.
Como otro ejemplo, podemos dar el mapa de la reina Victoria,
que no sólo simboliza una personalidad sino, al menos por impli291
cancia, también la era que lleva su nombre. El Sol acababa de salir
al nacer ella y fue alrededor de una hora después de la Luna nueva
en Géminis. Aquí tenemos una personalidad de extraordinarias dotes
intelectuales (Géminis), una era que tuvo toda la rigidez y todos los
estrechos puntos de vista de un intelectualismo sobre el que se hacía
excesivo hincapié; que, además, vio el pasmoso crecimiento de medios de transporte y de viaje, y de trastornos nerviosos. El significado de la casa duodécima se muestra en el hecho de que, tras la muerte de su esposo, la reina Victoria vivió prácticamente recluida durante la mayor parte de su larga vida, y que actuó mejor entre bastidores y a través de algún gran Primer Ministro, como por ejemplo,
Disraeli. El símbolo del grado del Sol da el significado de aristocracia y eficiente fuerza de la individualidad. Podemos decir que toda
la era victoriana es una manifestación típica de la casa duodécima,
un resumen, un período de precipitación kármica, lo último de un
ciclo anterior a un comienzo notablemente nuevo, tal vez a punto de
manifestarse ahora.
El momento más significativo de su vida llegó cuando, a la edad
de 56 años, se efectuaron claramente planes para la consagración del
Imperio Británico y, como un gesto inicial, su hijo fue enviado a la
India. Entonces, su "punto del yo" había llegado a su Sol, y su personalidad se había convertido verdaderamente en un símbolo mundial, manifestando plenamente la fuerza de su destino; por tanto, de
su verdadero Yo. Su consagración como "Emperatriz de la India"
sobrevino un año más tarde, cuando el "punto del yo" estaba en trígono con Júpiter, y en su primera casa. Esto y el Jubileo de Diamante, de 1897, (cuando el "punto del yo" llegó a estar en conjunción
con Júpiter en la casa décima) fueron los gestos externos del poder.
Pero la verdadera personalidad de la reina no se encontrará en ellos,
sino en los más ocultos movimientos "entre bastidores" que tan adecuadamente simboliza la lunación en la casa duodécima.
292
Reina Victoria
nacida el 24 de mayo de 1819
4.15 a.m.
(Este mapa es como lo da "Thousand and One Notable Nativities".
En cuanto a uno levemente diferente, ver American Astrology:
"La era victoriana como se la ve a través del mapa natal
de la Reina Victoria", por D. Rudhyar.)
Los planetas que se refieren al consciente
Ahora estamos considerando el campo del ego particular, que es
el de la consciencia centrada en torno de este concepto: "Yo soy esto
o aquello". El primer factor básico en la vida consciente es esta captación, por el "yo consciente", de que él es ese ser particular, y no
otro. Cada ente vivo debe, primero, ser él mismo como una forma
293
exclusiva definida. Este es el aspecto de Saturno. Luego, debe mantenerse, y tal factor de automantenimiento actúa a través del principio de la acción compensatoria que es la base de toda vida orgánica.
Este es el aspecto de Júpiter. Finalmente, debe reproducirse a través
de alguna clase de acción creadora, lo cual se refiere astrológicamente a Marte.
Estos tres planetas (Saturno, Júpiter y Marte) han de considerarse como los tres planetas positivos o "masculinos", y por razones
que luego consideraremos, se los iguala con otros tres planetas a los
que se considera negativos o "femeninos": Luna, Mercurio y Venus.
Los términos "masculino" y "femenino" no son particularmente
afortunados. Mejor sería decir que Saturno, Júpiter y Marte inician
procesos de vida. Actúan como agentes causales; mientras la Luna,
Mercurio y Venus establecen o vivifican, completan o hacen gozar
estos mismos procesos. Por tanto, a estos seis "planetas del consciente" los consideraremos como tres parejas, estando cada pareja
conectada con una de las tres operaciones vitales básicas antes mencionadas. La razón de este procedimiento la explicaremos luego de
modo más completo, pues hacerlo ahora complicaría innecesariamente los temas.
Saturno-Luna. En la mitología griega, Saturno es quien gobierna la Edad de Oro, la primera edad de la niñez y la inocencia. Se
refiere al primer proceso por el que la fuerza vital universal se diferencia, limita y particulariza como una célula viva, como la semilla
inicial. Tal proceso de diferenciación es la condición absolutamente
necesaria para la existencia individual, o sea, la existencia como un
ente separado y autosuficiente. Psicológicamente hablando, Saturno
simboliza, en consecuencia, el proceso que conduce a esta captación: "Yo soy". Sin embargo, esta tal vez no sea una captación tan
sencilla como quizá le parezca y le pareció a muchos. Por ello, el
psicólogo moderno habla del "complejo del ego", como ya se lo
definiera: "Un complejo de representaciones que constituye el centro de mi campo de la consciencia".27
27
En cuanto a un estudio del significado de los símbolos de los Grados, ver el
294
Dentro del "campo de la consciencia" la vida fluye; en otras palabras, tienen lugar cambios, la energía se libera en acciones y reacciones. Esta "energía psíquica" que está contenida y opera en el
campo de mi consciencia (dentro de las fronteras de mi ego, fijadas
simbólicamente por Saturno) es representada astrológicamente por
la Luna. La Luna es la porción del Sol que está encerrada por Saturno, si se permitiera semejante frase astronómicamente peculiar.
Es esa porción de la energía vital del ser total del que soy consciente
como yo mismo, como el ego consciente que yo soy. Saturno se
refiere a la estructura abstracta de este ego. La Luna derrama, dentro
de esta estructura, "energía psíquica", y el resultado es un ente consciente, un ente particular vivo. La relación Saturno-Luna es, por
tanto, la relación de forma con energía. La forma condiciona a la
energía, aunque realmente hay una profunda acción recíproca, que
sería demasiado largo considerar en tan breve estudio.
Júpiter-Mercurio. Júpiter es un símbolo mucho más misterioso
que lo que la mayoría de los astrólogos parece creer. Su reputación
como signo de buena suerte pura no parece resistir la prueba del
análisis psicológico, aunque, en un sentido abstracto y en última
instancia, el proceso que él simboliza conduce siempre a un aumento y una expansión de la consciencia, pero, a veces, a través de
pruebas horrendas. Por lo común, Júpiter se opone a Saturno, como
la expansión se opone a la contracción. Saturno diferencia al ente
particular respecto de la matriz universal de la vida. Júpiter aporta el
ego confinado lo que compensará su unilateralidad, y, en consecuencia, una vez más lo hará total y universal.
La función de Júpiter puede expresarse mejor, en psicología
práctica o analítica, con el término "compensación". El carácter autocompensatorio de la psiquis, como organismo, fue mencionado en
nuestro capítulo que trata sobre la psicología analítica. Júpiter se
refiere, pues, al anima y al animus de la teoría de Jung. Pero significa más. Es la función de compensación en todos sus aspectos posibles. Marc Jones define a Júpiter como "el punto de la precipitación
capítulo siguiente.
295
del alma, desde ella misma, dentro de la vida tangible y del ser definido". Muestra "el punto de expresión de la verdadera personalidad,
del propósito de la encarnación". Esto también significa "compensación" en un sentido metafísico. Porque el alma puede considerarse
como la que se empeña constantemente en procura de la armonización y la integración, y del "propósito de la encarnación", como la
neutralización de las desarmonías y los fracasos pasados: hacia el
establecimiento de la armonía en un nivel plenamente consciente.
Júpiter es, pues, en nosotros, la fuerza de la acción correcta, la
voz de nuestro verdadero Destino. Nuestro ego consciente (SaturnoLuna) es el resultado de nuestro pasado, la síntesis de nuestras limitaciones y de nuestro linaje. Es el presente como la suma total del
pasado. Pero Júpiter es el futuro, que impulsa a este presente hacia
adelante. Es el destino que ha de ser nuestro, el destino que equilibrará nuestras inadecuaciones pasadas, y, cumpliendo el cual, seremos totales. El alma y el ego son los dos polos de una relación que
opera por compensación. Por eso, para una consciencia masculina,
el alma, si se proyecta como una imagen, es normalmente una mujer: la Musa, el Eterno Femenino que nos lleva hacia adelante, etc.
Para una consciencia femenina, el alma es el héroe, la imagen Crística, el Adonai, Sigfrido el victorioso, etc. Es siempre lo que nos
completa, lo que nos totaliza. Para el devoto, es también el Dios
encarnado, el salvador, el maestro espiritual o gurú: el personaje
divino que llega a nosotros como representante del "Todo", sea como fuere que imaginemos esta totalidad. Por tanto, Júpiter es el sendero de Dios hacia los hombres. Es la religión. También es el rey,
como símbolo de la totalidad del estado; aquél cuya justicia y fuerza
(idealmente) compensan la debilidad y los fracasos del ciudadano.
En un estado democrático, es la Constitución.
Mercurio pone en actividad la función de Júpiter. Y por ello es
la inteligencia, el vehículo del alma. Pero, lamentablemente, es un
vehículo que a menudo tira el Personaje divino que él lleva y corre a
lo loco, acicateado por los caprichos de la Luna, o dominado por la
cristalizadora fuerza separativa, propia de Saturno. Mercurio, como
quien gobierna el sistema nervioso, aporta al ego sensación, para
que el ego aprenda la lección de la relación con los objetos del mun296
do externo. Unifica las reacciones del cuerpo. Es servidor de ZeusJúpiter, pero bastante a menudo es un mensajero indigno y un ladrón. La Luna, el polo femenino de Saturno, tiene caprichos y está
constantemente inquieta y modelándose sobre el objeto de la sensación o del pensamiento. El yoga hindú es, en gran medida, un sistema de concentración por medio del cual la función de Júpiter sojuzga a la función de Mercurio.
Si Júpiter asume la posición de un Dios vengador –si no hay
otro modo de contrarrestar las cristalizaciones de Saturno– es probable que Mercurio se vuelva igualmente destructivo y haga pedazos las mareas de la Luna; pues Mercurio es más o menos hostil a la
Luna, a menos que Saturno se haya puesto a servir las funciones del
inconsciente que aquí estudiaremos.
Marte-Venus. Con esta pareja nos ocuparemos de las fuerzas
centrífuga y centrípeta de la experiencia. Marte "muestra la tendencia de la vida al expresarse, moverse desde sí hacia afuera, sin consideración particular por las condiciones externas". Es "el primer
impulso del ser en toda la revelación exterior del yo" (Marc Jones).
En otras palabras, es el deseo de alejarse del centro, el Eros primordial, la libido, cuando fluye hacia afuera a través de la psiquis. Simboliza todos los comienzos, todos los impulsos de iniciación; la autoproyección como una liberación de energía pura.
Lo que de la psiquis sale como Marte, regresa a ella como Venus. Venus es el efecto experimentado como resultado del modo en
que el mundo externo reacciona ante nuestra salida marciana. El
impulso marciano regresa a casa lleno de experiencias, probablemente con magulladuras y posiblemente con sabiduría. Venus es el
final de la experiencia y lo que reunimos como resultado de ella; por
ello, es el que provee la consciencia, el conocimiento y la sabiduría
del ego. Es simbolizado por abejas, porque éstas traen, de regreso a
la colmena, la miel sacada de las flores que también son el producto
último de la planta. Por ello, es el símbolo de todas las artes, de toda
sabiduría social, de todo lo que se madura a partir de la experiencia.
También significa emociones; porque logramos emociones, o efectos, como resultado de nuestros contactos externos. De la relación
297
surgen la alegría o el dolor, cantos o desesperación, arte o sensualidad. El alma de la relación es el amor. El amor marciano es el amor
que es deseo, autoproyección, fuerza bruta en pos de la autorreproducción en y a través de otros, pero sin consideración hacia los
otros. El amor venusino es el amor sabio, el amor que surge del intercambio verdadero, del compañerismo altruista: la sabiduría amorosa.
Este es entonces el perfil de la trinidad consciente de las fuerzas
vitales básicas, cada una activa y reactiva, que la astrología simboliza como Saturno-Luna, Júpiter-Mercurio, y Marte-Venus. Cada ente
vivo debe, primero, ser él mismo como una forma definida (Saturno); luego, debe mantenerse como un sistema autocompensador
(Júpiter); finalmente debe reproducirse a través de la acción creadora (Marte). "Ser" se manifiesta a través de sentimientos (Luna);
"mantenimiento" opera a través de inteligencia o instinto (Mercurio); "autorreproducción" se demuestra en la fuerza para dar a luz
hijos o ideas (Venus).
Esta es, pues, la esfera del consciente. Llegamos ahora al proceso mediante el cual el consciente se trasciende o destruye.
Los planetas que se refieren al inconsciente
A. EL INCONSCIENTE PERSONAL
El modo en que los planetas Neptuno y Plutón fueron descubiertos sirve como ejemplo simbólico de la relación entre el consciente
y el inconsciente. Se descubrió que determinadas anomalías en la
conducta de Urano sólo podrían explicarse postulando la influencia
de otro planeta más allá de su órbita. Tal influencia fue cuidadosamente medida, y se determinó aproximadamente el lugar de Neptuno; después de lo cual los astrónomos pudieron encontrar a este
planeta en el sitio así descubierto analíticamente.
La existencia de muchas anomalías psicológicas, neurosis y estados supernormales indujeron de modo parecido a algunos psicólo298
gos a intentar graficar un reino psicológico desconocido del cual lo
que hasta ahora hemos captado fue principalmente por el modo en
que altera la conducta consciente. Es evidente que nuestro ego consciente no es siempre dueño de su casa, que a veces abruman nuestra
consciencia fuerzas que parecen brotar de ninguna parte o de alguna
niebla ancestral. Nuestras pequeñas categorías y barreras desaparecen; olvidamos nuestro sentido de conservación y nuestra disciplina
social, y andamos azorados, mandados por órdenes profundas, voceadas por fuerzas que no reconocemos.
C.G. Jung fue tal vez el primero de los psicólogos modernos en
reconocer que el reino de estas fuerzas desconocidas era realmente
un reino doble. En esto él seguía meramente (quizá, de modo inconsciente) a la antigua tradición cabalista que habla de la "memoria
de la Naturaleza", de una "luz astral" que también es doble, inferior
y superior, engañosa e insidiosa en sus porciones inferiores, celestial
y pura en sus porciones superiores. La interpretación de Jung sobre
el inconsciente personal y el inconsciente colectivo es naturalmente
muy diferente, en lo externo, de la enseñanza ocultista concerniente
a la luz astral; pero la última tal vez algún día resulte necesaria para
sostener y ahondar a la primera.
Como ya vimos, el inconsciente personal es la suma total de
contenidos reprimidos o sumergidos, de la psiquis de un hombre.
Freud empezó un estudio de este reino en el que están ocultas las
semillas de la neurosis, y al cual relegamos todos los sentimientos,
pensamientos e impresiones que nos negamos a admitir en el santuario de nuestro ser consciente, y del que nos apartamos con temor,
asco u odio reprimido. La vida nos trajo estos hechos psíquicos y los
llenó con energía vital; pero en vez de permitir que esta energía vital
se gaste en correlación con nuestro ego, dentro de la esfera de nuestro pensamiento, nuestro sentimiento y nuestra conducta conscientes, hacemos retroceder, por decirlo así, la corriente de esta energía
y empujamos los pensamientos o sentimientos, impresiones o intuiciones que perturban dentro de oscuras cuevas en las que la memoria ya no puede llamarlos a la luz del consciente. Allí pueden supurar y descomponerse, enviando emanaciones venenosas dentro del
consciente; o la presión subterránea que ejercen puede inducirnos,
299
sin que nos demos cuenta, a actos y pensamientos que dejan pasmado a nuestro ego consciente.
La astrología probablemente no tenga modo de controlar estos
contenidos ocultos y reprimidos del inconsciente personal, pero contiene en su simbolismo determinados factores que nos permiten discernir y analizar la acción de las tendencias represivas que tuercen y
estancan la corriente normal de las funciones psicológicas. En otras
palabras, puede descubrir el agua echada hacia atrás por la energía
psíquica desde el consciente hacia el inconsciente cuando se produce en la psiquis. Puede determinar la polaridad de las funciones psicológicas, algunas de las cuales actúan en dirección represiva y hacia adentro, y otras que operan del modo normal, desde el centro
hacia afuera.
Aquí llegamos al factor de la retrogresión planetaria. Debido al
hecho de que, en la Tierra, vemos al sistema solar desde un punto
algo periférico y no desde el centro, los otros planetas del sistema se
mueven de manera aparentemente regular. A veces parecen estar
quietos, en otras ocasiones se mueven hacia atrás en la dirección
opuesta al de su curso normal alrededor del Sol. En el primer caso,
hablamos de un planeta estacionario; en el segundo caso, de un planeta retrógrado. De lo contrario, el movimiento del planeta es directo. Estas características geocéntricas de los planetas (el Sol y la Luna no están incluidos, pues son siempre directos) son de gran importancia psicológicamente. Directo, retrógrado, estacionario: esta trinidad de modos de movimiento planetario corresponde a algunos
elementos muy básicos de lo que podemos llamar dinámica psicológica. Detrás de estos tipos de movimiento encontramos el factor aún
más general de la velocidad planetaria (velocidad aparente, en este
caso). Desde el punto de vista del observador terrestre, la velocidad
en la que los planetas se mueven a través del cielo cambia constantemente. Estas variaciones de velocidad corresponden a variaciones
en la intensidad funcional de los factores psicológicos simbolizados
por los planetas. La intensidad funcional varía como resultado de
muchas causas; pero las variaciones de la velocidad son, por lo menos, una de estas causas, simbólicamente hablando. Esto es científicamente demostrable cuando consideramos las variaciones de velo300
cidad de Mercurio y de la Luna, pero se aplica a todos los planetas.
Cuanto mayor es la velocidad, más rápida es la corriente de
energía psíquica en y a través de la función considerada. Cuando el
planeta se vuelve estacionario, la velocidad, por supuesto, se iguala
a cero. La función simbolizada está demostrado que tiene estabilidad extrema. Un género peculiar de terquedad bien puede describir
esta condición. Ese particular factor en el conjunto consciente de la
persona no soltará. Resistirá el cambio. Ofrecerá una tremenda fuerza de inercia. Tal como fue al comienzo, así será siempre después.
Las personas nacidas con planetas estacionarios presentarán siempre
una característica de esta naturaleza. Desde luego, esto estará recalcado si el planeta estacionario es también el que gobierna el mapa, o
está fuertemente ubicado. El factor psicológico correspondiente,
tranquila pero tercamente, retendrá lo suyo dentro de la consciencia,
sea lo que fuere lo que suceda.
Podrían darse muchos ejemplos, pero la dificultad es que, habitualmente, las características psicológicas descritas por un planeta
estacionario no son evidentes, salvo desde el punto de vista del análisis psicológico. El Saturno estacionario en el mapa de Richard
Strauss es un buen ejemplo de fuerte egocentrismo y de igualmente
fuerte sentido de la forma. Al estar en Libra da un significado artístico complementario.
Se dice que un planeta estacionario es "estacionario directo" o
"estacionario retrógrado" según la dirección de su movimiento subsiguiente. En análisis psico-astrológico, un planeta puede considerarse estacionario dentro de unos pocos minutos del punto exacto en
el que cambia la dirección de su curso. Aquí, el factor velocidad
implícito es puramente relativo, y prácticamente todo lo que es necesario o útil considerar es si la velocidad del planeta está por encima del promedio (en cuyo caso se mueve rápidamente) o debajo del
promedio (se mueve lentamente).
Los planetas retrógrados simbolizan el retorno de la libido (la
energía psíquica o la fuerza vital) del consciente dentro del inconsciente. Si un planeta es retrógrado, la función que representa no es
activada para una actividad consciente. Los contenidos psíquicos
301
relacionados con esta función, en vez de emerger directamente en el
consciente, influyendo directamente sobre nuestra conducta, son
arrojados detrás, temporariamente, dentro del inconsciente. Esto no
significa necesariamente que se despojen de su energía. Se funden
con otros contenidos inconscientes, y después reaparecen en la
consciencia a través de una de estas funciones del inconsciente que
aquí estudiaremos. Lo último corresponde a los planetas Urano,
Neptuno y Plutón.
Al principio podemos considerar a Saturno, constructor del
complejo del ego. Mediante diferenciación y aislamiento, Saturno
separa cierta cantidad de energía vital y la liga en una forma. Construye paredes para proteger y diferenciar al ente particular así condicionado y aislado de su entorno. En otras palabras, Saturno alza un
sistema de defensa contra el mundo exterior, haciendo hincapié sobre las separadas características del ego. "Yo soy este atributo particular, y nadie más lo es, ni puede tocarlo."
Si Saturno es retrógrado en el nacimiento, el nativo no experimentará esto natural y espontáneamente. No sentirá que es cierto,
especialmente en relación con el mundo externo. Su mecanismo de
defensa saturnino no se dirigirá contra las intrusiones del mundo
externo; al menos, no de modo inmediato y espontáneo. No se sentirá fortalecido contra el mundo externo, porque la pauta de su ser
consciente no es muy rígida. Cederá fácilmente a las influencias
externas que constantemente tenderán a borronear esta pauta de su
consciencia. Estará algo indefenso respecto de los contactos externos, y aparecerá tímido, introvertido, inquieto, falto de confianza en
sí mismo, o asumirá una actitud arrogante en la que escudará su débil posición. Sus modales pueden parecer bruscos y explosivos.
Saturno retrógrado dirigirá hacia adentro esta fuerza que cristaliza pautas y fabrica paredes. Sus demandas personales serán contra
influencias interiores. La persona cederá externamente, pero mostrará gran fuerza de resistencia contra las sugerencias inconscientes
internas. Se fortalecerá espontáneamente contra los impactos que
provienen del inconsciente colectivo, de la tradición racial y de las
normas colectivas. Desarrollará un sentido del destino, que lo separa
302
interiormente de sus semejantes, mientras a menudo será incapaz de
resistir la presión de las demandas que sobre él efectúan sus amigos
y enemigos por igual. Obstinadamente, se autocentrará en su yo
recóndito, mientras tal vez sea incapaz de resistir a cualquiera que le
pida favores o regalos.
También puede ser que un hombre con Saturno retrógrado se
encuentre principalmente preocupado en construir o fortalecer su
individualidad en crecimiento. Entonces, la función diferenciadora
trabaja hacia adentro, fortaleciendo el campo magnético del Yo y
cristalizando sus contenidos en una forma todavía inconsciente. Cederá en lo exterior, sólo para poder resistir mejor en lo interior. Tal
factor astrológico se encuentra en personas que tienen que vigilar su
individualidad contra influencias psíquicas, religiosas o raciales que
son particularmente fuertes en su ambiente familiar inmediato. El
enemigo está en el inconsciente, presionando desde dentro. El pasado está amenazando al presente. La primera tarea psicológica es, por
tanto, la de autoprotección y autoafirmación interiores. Por tanto, la
función de Saturno opera hacia adentro, y su efecto se sentirá habitualmente sólo de modo indirecto en la consciencia y en la conducta,
combinado con otros elementos inconscientes. Nicolás II, el último
Zar de Rusia, tenía a Saturno retrógrado. Ramakrishna, el gran místico hindú, y Swedenborg, el vidente, proporcionan otros ejemplos.
En tales casos, la Luna (opuesto polar de Saturno) se encuentra,
por decirlo así, desprotegida. La Luna nunca puede ser retrógrada;
pero debido a que se mueve alrededor de la Tierra, la Luna está dentro o fuera de la órbita de la Tierra. Cuando está dentro (más cerca
de una conjunción solar), opera más en conexión con la energía solar del Yo. Cuando está afuera (más cerca de una oposición solar),
los sentimientos son más "extravertidos" o dominados por la mente
objetiva. Podría decirse también que fuera de la órbita de la Tierra,
la Luna sigue al impulso centrífugo de Marte, el planeta de todos los
comienzos; cuando está dentro, cede a las atracciones centrípetas de
Venus, el planeta de la consumación y la realización. Si la Luna está
dentro de la órbita de la Tierra y Saturno es retrógrado, los sentimientos se dirigen hacia adentro; tenemos un caso claro de introversión. El amor se dirige más bien a una imagen interna que a perso303
nas concretas y reales. En todo caso, los sentimientos están algo
desprotegidos cuando Saturno es retrógrado. No están firmemente
anclados en el ego consciente, o pueden causarle mucho trastorno.
Cuando Júpiter es retrógrado, la función de compensación del
alma se vuelve hacia adentro, afectando casi exclusivamente a la
consciencia a través del inconsciente, o sea, por medio de sueños y
proyecciones similares. Al mismo tiempo, si Urano es fuerte, estas
proyecciones desde el inconsciente pueden llegar a ser extraordinariamente vívidas. Si Júpiter es débil por posición de signo esto puede significar que la función de compensación está dotada de poca
energía; pero, al mismo tiempo, si es fuerte por posición de casa, la
compensación, aunque débil, es puesta de manifiesto constantemente a la consciencia por la fuerza de las circunstancias. Esta observación se aplica más o menos a todos los planetas. Sin embargo, los
aspectos en cuanto a otros planetas introducen otros factores contrarios. Júpiter en una casa angular (primera, cuarta, séptima y décima)
es típico de fuerza por posición de casa. Si es directo, el nativo es
gobernado conscientemente por su Destino, habitualmente para un
propósito grupal. Puede experimentar esta fuerza interior en la forma de alguna gran Personalidad que lo dirija hacia fines asignados.
Esto puede ser así especialmente si Júpiter es retrógrado. Si está
estacionario, el nativo está casi totalmente sujeto a esta fuerza que lo
gobierna. El emperador de Austria, Francisco José, cuyo gobierno
parece haber sido el centro mismo de precipitación del karma de
Europa, tenía, según Alan Leo, a Júpiter retrógrado en la cuarta casa, en cuadratura con Marte en el Descendente. El suyo era, por
completo, un mapa extraordinario. Bismarck también tenía a Júpiter
retrógrado. Aristides Briand, el famoso primer ministro francés,
tenía a Júpiter y Saturno retrógrados en conjunción con su cuarta
casa.
Mercurio retrógrado simboliza una mente volcada hacia el interior, debido a una tendencia mística, o debido a una congénita lentitud de percepción y a una incapacidad para proyectar hacia afuera
los pensamientos. Según Marc Jones, la posición de Mercurio antes
y después del Sol representa, respectivamente, avidez mental y premeditación. La "química mental" puede mostrarse vinculando estas
304
posiciones de Mercurio junto con la velocidad del movimiento de la
Luna. Paul Clancy trazó un paralelismo entre celeridad de la mente
y velocidad del movimiento de Mercurio. Externamente, un Mercurio retrógrado puede dar una mente lenta; pero de ningún modo necesariamente así. También puede ser una mente principalmente
preocupada por el inconsciente colectivo, la mente de un vidente.
Abdul Baha, a quien los bahai consideran un Personaje divino, tenía
a Mercurio y Saturno retrógrados y en trígono. Mercurio estaba en
Géminis seis grados delante del Sol; la Luna, en conjunción con la
gran estrella de Persia, Regulus, también en trígono con Neptuno en
Acuario. En otros casos, tenemos la base de peculiares complejos
mentales. Un ejemplo de mente vacilante lo da Luis XIV, el rey
francés ejecutado por los revolucionarios. Tenía a Mercurio retrógrado en conjunción exacta con el Sol, y también Saturno y Urano
retrógrados.
Marte retrógrado indica que los impulsos hacia la acción no corren hacia afuera, desde el ego, expresándose espontáneamente, sino
que se mueven hacia atrás, rumbo al inconsciente, en el que se unen
con algunos contenidos inconscientes (a menudo, imágenes colectivas). La fuerza inherente a esto último es la que realmente empuja al
nativo a la acción. Por tanto, la acción no surge de impulsos espontáneos y claramente conscientes, sino de una motivación más o menos inconsciente. Entre los diversos planetas retrógrados en el mapa
de Annie Besant, fallecida dirigente de la Sociedad Teosófica, encontramos a Marte. Sus actos surgían a menudo de motivos ocultos
en el inconsciente, ora personales, ora colectivos.
Tal condición puede afectar a las fuerzas sexuales. Pueden ser
éstas arrojadas detrás en el inconsciente, formando complejos y neurosis. Por otro lado, podemos tratar un intento claro de sublimar la
naturaleza del deseo, como en las diversas disciplinas yóguicas. En
el caso de Annie Besant, advertimos también que, primero, se la
llegó a conocer como un apóstol del control de la natalidad.
Con Venus retrógrado tenemos una condición en la que los frutos de la experiencia no son llevados al ego consciente y normalmente son asimilados o liberados a través de varios tipos de emo305
ciones. A menudo hay una fuerte falta de ajuste a las condiciones de
la vida externa. La vida emocional está insatisfecha, y los contenidos inconscientes perturban la corriente natural de la consciencia y
del amor. En ocasiones, se descubre un fuerte énfasis sobre la creación artística, pero ésta es habitualmente matizada por sentimientos
anormales. Con esto puede conectarse una propensión alcohólica. El
poeta romántico Alfred de Musset tenía a Venus estacionario retrógrado.
A los planetas retrógrados no debe pedírseles que digan demasiado, en razón de que sólo indican la dirección en la que algunas
funciones psicológicas operan, pero no lo que ocurre como resultado
de este movimiento que fluye hacia atrás, que ha de ser juzgado sobre la base del mapa en conjunto. Un muchacho y una muchacha, en
vez de ir a trabajar a la fábrica, toman el tren y se van a la ciudad.
Podemos saber que se fueron a la ciudad; pero eso no nos dirá cómo
se comportarán y por qué se encontrarán en esta ciudad. De modo
parecido, sabemos que, cuando un planeta es retrógrado, la función
que este simboliza no opera del modo que se llama normal. La energía psíquica usada por esta función va en dirección al inconsciente.
Lo que le ocurrirá a ella depende de todos los factores del mapa.
B. EL INCONSCIENTE COLECTIVO
En los planetas hasta ahora estudiados hemos encontrado un
medio para analizar el conjunto y la constitución del ser humano
individual como funciona en medio de la colectividad de la que es
parte. Familia, nación, raza, grupo religioso, club, sindicato y fábrica son varios tipos de colectividad. El individuo actúa en medio de
aquellos y quizás ayude a crearlos o transformarlos. Si rehúye los
contactos y experiencias dentro de la colectividad, se inhibe y adquiere complejos o actitudes especiales que los planetas retrógrados,
junto con otros elementos astrológicos, nos ayudan a analizar.
Si el individuo se enfrenta normalmente con su grupo a la sociedad en general, entonces la sociedad influye sobre él. Lo colectivo que hay en él, que es idéntico en todos los hombres de su grupo,
306
impone al individuo sus antiquísimas normas. La sociedad controla
al individuo a través de sus instintos y tradiciones. Las imágenes
primordiales golpean las paredes interiores de su consciencia, pidiendo que las dejen entrar. Estas imágenes pueden ser divinas o
pueden ser demoníacas. Son la voz de la totalidad que compelen a
las partes individuales del todo a prestar atención. Las tendencias
latentes de esta voz colectiva son oscuras y posesivas; sus tendencias patentes son vibraciones luminosas, cantos de almas liberadas
que pujan hacia arriba, rumbo a la meta final del Hombre.
Esta voz de lo colectivo, en cuanto actúa sobre los individuos,
es simbolizada por la trinidad de planetas lejanos: Urano, Neptuno y
Plutón. Es significativo que estos hayan sido conocidos públicamente en una época en la que la humanidad se está abriendo paso a través de las aisladoras barreras de los credos y los dogmas, y, materialmente si es que espiritualmente todavía no, todos los hombres
fluyen dentro del océano de una humanidad común. Urano llegó a
conocerse cuando las revoluciones norteamericana y francesa rompieron con el agobio del feudalismo y del medievalismo; Neptuno,
cuando el humanitarismo y un renacimiento del espíritu religioso (o
de su polo opuesto, el materialismo) dominaron al mundo; Plutón,
cuando la humanidad sigue su camino hacia nuevas estructuras de
relaciones sociales.
En la vida del individuo, estos planetas actúan de diversos modos y en grados de intensidad ampliamente variables. Cuanto más
universal o "enderezada hacia la totalidad" sea la consciencia, más
constructiva y eficaz es la acción de estos agentes planetarios de la
totalidad. En lo irregenerado, pueden seguir siendo individualmente
ineficaces, o convertirse en símbolos de destrucción del ego encerrado en su cáscara. En todo caso, llegan al ego individual como
fuerzas procedentes de más allá de la consciencia, que traen mensajes, asestan golpes, o en aquel a quien los dioses condenaron causan
ceguera espiritual y locura. Pueden simbolizar el ápice espiritual de
la humanidad colectiva, ya sea que se llame la Iglesia Triunfante, la
asamblea de los Bienaventurados, o la Logia Blanca de los Adeptos
Iniciados. También pueden representar lo que los diarios llaman "la
sociedad", o asimismo el poder de la plebe. Pueden ser los agentes
307
de aquellas fuerzas colectivas que los hombres aprenden a conocer
bajo el nombre de religión. Incluso pueden hablar de hechos cósmicos de más allá de nuestro sistema solar, y traerles a los iniciados
nuevas de nuestra galaxia y presagios procedentes de los espacios
que están más allá. En todo caso, son la totalidad que habla a las
partículas individuales.
Si nos limitamos al enfoque psicológico y a la relación del inconsciente colectivo con el ego particular, decimos que Urano es la
fuerza proyectiva del Neptuno inconsciente, su fuerza disolvente, y
Plutón, su fuerza regeneradora. Urano trae al consciente representaciones simbólicas e impulsos. Esto puede ocurrir en sueños o en
consciencia vigil. Bajo Urano, llegan las inspiraciones al poeta, al
artista, al inventor, al científico, al estadista, al reformador religioso.
Urano se caracteriza por su fuerza para formar imágenes. Regenera
al consciente trayéndole panoramas del "todo", imágenes e ideas de
la Mente universal. Estrictamente hablando, no "regenera". En lugar
de ello, proyecta imágenes e ideas que tienen fuerza para transformar, que son semillas de la nueva consciencia. La transformación y
la creación son palabras claves de este planeta revolucionario que
derrama constantemente nuevos quanta dinámicos dentro del corazón del ego, alterando, estimulando, agitando, desgarrando, el alma
divinamente descontenta, la locura del anarquista y del forajido.
Genio o locura; inspiración o perversión.
Neptuno actúa de modos más sutiles y misteriosos. Como un
fuerte ácido, come las cristalizaciones del ego, convocando siempre
a lo particular y lo limitado hacia el estado ilimitado de lo universal.
Es el insistente, compasivo y rebosante amor del "todo" hacia la
parte separada que tal vez ni siquiera sepa que es una "parte": un
amor que puede ser muy tierno, pero que habitualmente está lleno
de horizontes cósmicos y desapasionamiento universal que nuestros
sentimientos limitados y estrechos retroceden ante él con temor reverente. Neptuno es el hombre transfigurado por el Cristo interior;
pero también puede ser el hombre perdido en un "paraíso artificial",
pidiendo drogas que lo conduzcan más allá de la cárcel de la percepción normal y de la rutina diaria, introduciéndolo en el reino de
los sueños y las visiones.
308
Al símbolo de Neptuno pertenecen todas las fuerzas que niegan
las limitaciones y tienden a totalizarnos, que minan la fuerza del
punto de vista particular, e inyectan en este fluido de los deseos que
no son de esta Tierra; todos los medios que disuelven las cristalizaciones y ponen fuera de foco las lentes del ego, que nos incitan con
anhelos divinos a través de los días de la segunda pubertad y nos
arrebatan lejos de la familia y del hogar, introduciéndonos en la nívea paz de los conventos o en la fermentación viva de la selva.
Fisiológicamente hablando, la parte corporal gobernada por el
signo zodiacal en el que está ubicado Neptuno carece de diferenciación y de crecimiento focalizado. Parece que no está desarrollada.
La energía vital no logró hacerse bastante concreta. Por el contrario,
donde Urano está ubicado encontramos a menudo crecimiento normal, cierta clase de excesiva abundancia; no tanto una abundancia
de fuerza vital como una peculiar tensión de energía que crea genios
o "fenómenos". Neptuno es el símbolo del mar, de la materia indiferenciada, de la materia cósmica en la etapa prenatal, o del nirvana y
de la compasión infinita. Muestra cómo la sociedad actúa sobre el
individuo; mientras Urano indica más la fuerza fecundante del individuo, cómo este actúa sobre la sociedad, constructiva o destructivamente. Las notas claves de Neptuno son la redención, la universalización o la ausencia de focalización.
Plutón es el planeta del segundo nacimiento, el que gobierna los
Misterios, todos los tipos de reuniones grupales, de organizaciones
parlamentarias en las que se deciden nuevas políticas sobre la colectividad, o de ceremoniales a través de los cuales el individuo y la
sociedad se reajustan según los avances de una nueva ley del ser.
Júpiter trata también sobre los organismos gubernamentales y las
ceremonias religiosas, pero dentro de los límites fijados por Saturno. En otras palabras, Júpiter simboliza dioses raciales y religión
basada en parentesco y consanguineidad. Representa a la jerarquía y
a la autocracia –política o religiosa–, y esto porque Saturno, en primer lugar, puso al ego, al Uno, como un gobernante dentro de ciertas fronteras. Júpiter actúa dentro de estas fronteras. El gobierno de
Zeus sigue al de Cronos-Saturno. Júpiter, como el gurú, el maestro
espiritual o el guía religioso, abarca elementos de relación personal.
309
Por otro lado, Plutón es estrictamente impersonal y no reconoce
Dios o Rey personales; sólo un presidente electo, por decirlo así. Su
Rey es la Ley. Es despiadado y absolutamente justo, pero sólo en
términos de una Ley que a menudo trasciende nuestro limitado intelecto, y puede parecer cruel. Plutón relaciona al ego con un centro
mayor del ser, en parte consciente, en parte inconsciente. Conduce
hacia lo que C.G. Jung llama el Yo, la totalidad del ser. Simboliza la
etapa final del proceso de "individuación", el segundo nacimiento, el
"perfeccionamiento", la iniciación, el "nacimiento del Dios Vivo",
pues Plutón es Dios-en-las-profundidades, Dios que se hace concreto y real dentro y en el centro de la personalidad. Por ello, la personalidad se transfigura en una Persona Viva. En este sentido, Plutón
es el símbolo de la Encarnación de Dios, de la Fraternidad Apostólica, reflejo del orden zodiacal cósmico; de la Logia Blanca sobre la
Tierra.
Plutón representa la Ley del Yo-"todo" en oposición a la ley del
ego particular (Saturno-Júpiter). Su reino llega después que este ego
se impregnó con ideas-semillas y arquetipos uranianos, y después
que perdió toda su resistencia y su orgullo a través del bautismo
neptuniano. Entonces Plutón, habiendo juzgado al ego en las balanzas en las que se equilibran el consciente y el inconsciente, lo concreto y lo abstracto, lo particular y lo universal, lo inicia en la Compañía de los Perfectos. Su nota clave es, por tanto, renacimiento;
asimismo, la concretización del Todo en el Uno universal.
De todos los signos astrológicos que sugerimos como símbolos
(o causas) de la Primera Guerra Mundial, sólo uno parece válido.
Plutón estaba en conjunción con el solsticio de verano en junio de
1914, y aparentemente había llegado a su primera conjunción, durante breve tiempo, en setiembre de 1912, época en la que se estaba
planeando la guerra de los Balcanes. El solsticio de verano es el
punto de la fecundación cósmica. La vida se concreta en el vientre.
El misterio del "derramamiento de sangre" puede también acompañar a vastas fecundaciones, o iniciaciones cósmicas.
Plutón entraba en Capricornio en 1761-1762. Estaba cerca del
tiempo que Swedenborg mencionaba como el del descenso a la Tie310
rra de la "Nueva Jerusalem". Desde esta época en adelante, tomaba
forma la revolución norteamericana. En 1938, Plutón entrará en
Leo. Esto podría marcar el comienzo de una nueva era. Según el
simbolismo numérico de la Pirámide, esta era empezó el 16 de setiembre de 1936.
Es interesante el hecho de que el ingreso en el escenario astrológico de Neptuno y Plutón correspondiera al tiempo en el que diferentes aspectos del inconsciente ganaron el reconocimiento público.
Plutón fue descubierto exactamente 84 años (el ciclo de Urano) después de Neptuno (1846). En 1848, Europa presenció un gran levantamiento revolucionario. Es la fecha del Manifiesto Comunista de
Marx. Marca el comienzo de la difusión del espiritismo. El gran
movimiento espiritual, el bahaismo, se inició en 1844. En todo sentido, fue un tiempo de entusiasmo religioso y de ideales humanitarios: verdaderamente, un tiempo neptuniano. De modo parecido,
Urano se conoció en la mitad de la era revolucionaria que despertó a
todo el mundo occidental a un conocimiento de nuevos arquetipos
de relación social. Plutón fue avistado el 21 de enero de 1930, cuando el Sol entraba en el signo de Acuario. La década anunciaba, pues,
promesas que rivalizarían en importancia con las que hicieran conocidos a Urano y Neptuno. Los ideales del New Deal son típicamente
plutónicos, en cuanto en este New Deal tenemos un intento de incluir a todas las clases sociales en un tipo integrativo de organización en el que los dos factores del individualismo y del colectivismo
se armonizarán. Neptuno totaliza, pero también conduce hacia lo
amorfo. Plutón trae el mensaje de la forma concreta, de la organización. Si a menudo lo vemos como desorganización, es porque sólo
podemos descubrir la primera etapa del proceso. La Gran Guerra
significó desorganización; pero puso a prueba la fuerza organizativa
humana en una escala jamás soñada. Enseñó eficiencia y precisión.
Creó la maquinaria que el hombre puede usar constructivamente si
así lo desea.
No es del todo improbable que, bajo el régimen de Plutón, como
lo sugiere Paul Clancy, aparezcan pruebas concretas y científicas de
inmortalidad humana. Alice Bailey anuncia lo mismo; y no hay duda de que Plutón se ocupa de todas las manifestaciones concretas del
311
nuevo orden.
Urano, Neptuno y Plutón simbolizan procesos que traen al inconsciente y sus fuerzas subliminales hasta el umbral de la consciencia y del ego. Por tanto, son intermediarios entre el sistema solar
propiamente dicho y la galaxia. Los cometas son también intermediarios, pero de calidad más fugaz. Podemos concebir al inconsciente en términos de una acumulación de contenidos conscientes personales y colectivos; de hecho, debemos hacerlo así, si consideramos a
la consciencia como ligada a organismos físicos. Pero el ocultista,
desde luego, afirmará que el inconsciente colectivo es el producto
tanto de los Seres superhumanos y superterrestres como de las generaciones pasadas de hombres. Consideraremos a las estrellas fijas
astrológicamente como símbolos de tales entidades cósmicas cuando
la intuición despierta pueda percibir opacadamente más allá de los
reinos que las mentes humanas conocen. Urano, Neptuno y Plutón
son, pues, eslabones entre las estrellas y los planetas intrasaturninos,
entre los "dioses" y los hombres.
Queda por tocar un punto más: ¿Cuál es el significado de los
tres planetas lejanos cuando son retrógados? Es probable que lo que
se indique sea una acción de retorno del elemento colectivo a la colectividad de un modo nuevo. Para expresar esto más claramente:
tarde o temprano, las razas y los grupos degeneran siempre. Los
individuos que componen estas colectividades no logran actuar con
los instintos más profundos y las verdades arquetípicas que pertenecen a la humanidad, biológica o espiritualmente. De la suma total de
estos fracasos particulares deriva una perversión o una decadencia
general de la colectividad. Una raza, una nación o un grupo religioso
cae en perversos comportamientos, se cristaliza o se desintegra. Lo
que los individuos causaron, los individuos deberán reajustarlo.
Surgen los reformadores que proclaman las antiguas verdades olvidadas, probablemente bajo una nueva apariencia exterior. Estos
hombres son conducidos por el espíritu vivo de la humanidad colectiva para reformar al cuerpo enfermo de las colectividades de las que
ellos son parte. Esta acción reformista de la colectividad por la colectividad, a través del individuo, es simbolizada por los movimientos retrógrados de Urano, Neptuno y Plutón.
312
Urano "directo" reforma o más bien transforma al ego consciente; cuando es "retrógrado", lo que se simboliza es la reforma del
inconsciente, de las profundidades ocultas de las que el ego emerge.
En algunos casos, puede significar que se ventilan todos los roperos
oscuros y se tiran los esqueletos familiares; en otros casos, significa
que el hombre es realmente el agente de alguna clase de impulso
reformador que ha de cambiar la mente de su raza o de su grupo.
Las imágenes neptunianas que él proyecta están impregnadas, en
primer lugar, de una energía iconoclasta. No sólo desafiarán al
consciente de la raza sino que generarán tormentas en el inconsciente. A Neptuno retrógrado se lo encuentra a menudo donde se desentierran y denuncian imposturas religiosas; donde el orgullo subconsciente interior es sutilmente aniquilado. Con frecuencia, son los místicos los que tienen semejante factor destacado en sus mapas, especialmente si abogan positivamente contra las creencias de su época.
En cuanto a Plutón retrógrado, uno sólo puede suponer que tendería
a hacer viable una destrucción organizada: esto, en un mapa individual, podría conectarse con una peculiar protesta contra el orden
social establecido.
El sistema solar como personalidad
Hasta ahora, nuestro enfoque se ocupó de factores puramente
psicológicos, y a los planetas los consideramos como símbolos de lo
que nos permitiría graficar los tres tipos principales de actividad,
característicos de cualquier organismo vital: actividades que determinan lo que el organismo es, cómo se mantiene y cómo se reproduce. Luego estudiamos los problemas que surgen de la represión de
las actividades orgánicas como están simbolizadas en los planetas
retrógrados. Por último, analizamos los tres modos de actividad por
medio de los cuales el ego particular puede trascenderse y participar
del carácter de la universalidad. La imagen de Saturno que es la base
del yoísmo particular, se desvanece luego en un tipo de representación de carácter plutónico. El modo jupiteriano de actividad compensatoria da paso a un proceso neptuniano de sublimación. El tipo
313
marciano de autorreproducción es reemplazado por la creatividad
uraniana.
Sin embargo, si enfocamos el tema desde una dirección inversa,
o sea, a partir de un análisis del sistema solar en conjunto y proyectando su resultado en nuestra experiencia fisio-psicológica, obtenemos un cuadro más lógico y más ordenado. Nuestro concepto de la
personalidad se amplía y asume perspectivas cósmicas. Todo el sistema solar, visto como un complejo organismo vital, se convierte en
una personalidad cósmica. Sin embargo, debemos evitar con cuidado el error de perder nuestra base de operación: la Tierra. Aunque
"cósmicos", siempre y eternamente estamos arraigados en la Tierra.
El único sistema solar que conocemos es el que se ve a través de la
atmósfera terrestre, y por medio de sentidos e instrumentos terrestres. De hecho, nada conocemos más allá de la Tierra y de las reacciones que la Tierra experimenta desde afuera. Debemos permanecer siempre centrados en la Tierra, porque mientras operemos a través de vehículos de la consciencia nacidos en la Tierra, por depurados que aquellos sean, todas nuestras experiencias están condicionadas por la calidad de nuestro planeta, y todos los símbolos vitales
que podamos concebir, siendo necesariamente interpretaciones y
extensiones de estas experiencias, deberán apoyarse en el punto de
vista de la Tierra y del Hombre como un ser planetario.
Por lo tanto, si hablamos del sistema solar, es como este aparece
ante el investigador científico, extendiéndose a cada lado del curso
descrito anualmente por la Tierra. Hay cuerpos celestes dentro de
los confines de la órbita de la Tierra, y hay algunos fuera de ella. Es
cierto que el Sol es demostrablemente uno de los focos de esta órbita terrestre elíptica, y también de todas las otras órbitas planetarias.
Pero todo esto significa que nosotros, como observadores humanos,
no estamos en el centro del sistema al que –bastante sabemos ahora
para darnos cuenta de ello– pertenecemos como un mero planeta.
Este hecho de que sepamos que el Sol es el centro del sistema, y no
la Tierra, no hace que sea legitimo un punto de vista verdaderamente heliocéntrico. Conocemos este hecho intelectualmente, pero todas
nuestras experiencias tienen como centro, necesariamente, a la Tierra. En otras palabras, yo, el ego, sé ahora que el campo de mi cons314
ciencia (mi propia Tierra) no es el centro de mi ser total. Supongo
que hay un Yo que, como el Sol, es el centro de este ser total. Pero
no experimento como un Yo sino sólo como un ego. Mas si yo experimentara realmente tal identificación, yo ya no sería una personalidad que tuviera al ego como su centro. Yo sería un Personaje divino
–con un vehículo solar de consciencia– sea lo que fuere lo que esto
signifique. Puede ser que haya Personajes divinos que operen a través de un cuerpo nacido en la Tierra, pero si esto es así, la personalidad enraizada en ese cuerpo y percibida por el hombre corriente no
es su personalidad verdadera. Y por tanto, no podemos discutir provechosamente una "Personalidad Solar" que nosotros como seres de
la Tierra nunca experimentaremos plenamente; ni hay validez alguna al suponer un punto de vista centrado en el Sol como la base de
un sistema de interpretación simbólica de la vida. Nuestros vuelos
cósmicos deben empezar y terminar en la Tierra, o deberán seguir
siendo sueños y especulaciones sin significado vital.
Por ello, consideremos al sistema solar, desde el punto de vista
de la Tierra y del Hombre, como un "todo" planetario. Dividiremos
al sistema solar en la parte que está contenida dentro de la órbita
terrestre y la parte que está fuera de la órbita terrestre. Dentro de la
órbita terrestre encontramos los planetas interiores Marte-JúpiterSaturno y Urano-Neptuno-Plutón. Las posiciones relativas de estos
planetas dentro de estos dos reinos celestes darán a cada planeta su
significado simbólico esencial; pues, repitamos una y otra vez, los
significados básicos de los planetas les pertenecen por la lógica de
sus posiciones en relación con la Tierra y en virtud de sus características astronómicas, como la velocidad de revolución y rotación,
la masa, el color, el número de satélites, etc. En otras palabras, Venus tiene un determinado significado básico simplemente porque es
el primer planeta entre la Tierra y el Sol. De modo parecido, no
puede haber duda en cuanto al significado básico de Plutón, porque
este significado deriva de su posición, características orbitales, etc.
Por supuesto, tal significado es muy básico o muy abstracto o general, tan abstracto o general casi como los significados de los números 2 y 3. Por tanto, al aplicar este significado a la interpretación de
natividades particulares, las estadísticas y la experiencia acumulada
315
son absolutamente invalorables. Sin embargo, no dan nacimiento al
significado básico.
Esto es particularmente importante cuando consideramos a la
Luna como un factor astrológico. Para los antiguos, la Luna era la
criada del Sol, la "luz" secundaria que brillaba de noche. Todo el
simbolismo del Sol y de la Luna se construyó sobre estos datos de la
experiencia, concernientes a la luz del Sol y de la Luna, y sobre las
correlaciones fisio-psicológicas establecidas entre la luz solar (día,
calor, etc.) y la luz lunar (noche, misterio, temor, etc.).
Tales correlaciones dejaron de ser las principales generadoras
de significado en función del conocimiento científico y de la conducta moderna, por una cosa: la luz artificial convirtió a la noche en
día, y la vida de las ciudades modernas convirtió a los días de oficina en una especie de noche. Pero, más profundamente que esto, la
atribución de significado a los planetas (y a todos los factores astrológicos) debe establecerse ahora sobre lo que, para nosotros que
somos hombres modernos, es nuestro conocimiento básico: conocimiento científico e intelectual.
Desde este punto de vista astronómico, la Luna ocupa un lugar
especial realmente como el satélite de la Tierra. Girando mensualmente alrededor de la Tierra, la mitad del tiempo se halla dentro de
la órbita terrestre, y la mitad fuera de ella. Como resultado de esto,
la Luna es el eslabón entre los reinos interno y externo del sistema
solar; entre los planetas internos y externos. Debido a esta función
de enlace, aparece cambiando constantemente en su aspecto. Tiene
fases, crecientes y menguantes; un claro ritmo dualista. En Luna
Nueva, la Luna está en en su punto más externo fuera de la órbita
terrestre. Subjetividad y objetividad.
Anteriormente, cuando estudiábamos los planetas por parejas,
dijimos que la Luna era la contraparte femenina de Saturno. Pero tal
afirmación, aunque verdadera en determinado sentido, no debe tomarse como definitiva. Hay un "misterio" conectado con la Luna, y
tiene que ver con el cambio que tuvo lugar (al menos potencialmente) al término de las eras arcaicas (alrededor del 600 a.C.). Si ahora
estudiamos al sistema solar desde el punto de vista de la órbita te316
rrestre, y si procedemos a poner por parejas los planetas exteriores e
interiores, tendremos el siguiente resultado:
Marte y Venus, que están a cada lado de la Tierra, son opuestos
polares; igual, Júpiter y Mercurio; luego Saturno y... el Sol. Antes
de que consideremos lo que el Sol significa aquí, repitamos que los
planetas exteriores son positivos en el sentido de referirse a las causas de las actividades representadas por las parejas; mientras los
planetas interiores se refieren a los resultados, y por ello se los llama
negativos. Marte simboliza la fuerza iniciadora e impulsora que pone en movimiento todas las actividades vitales; Venus, la energía
consumadora, finalizadora y fructífera que culmina todos los ciclos
de actividad. Júpiter simboliza la fuerza de la circulación dentro de
cada "todo" orgánico y lo que los expande desde dentro y los totaliza. Mercurio es el sistema nervioso, y luego, la fuerza del pensamiento que consolida y se convierte en el vehículo de la fuerza jupiteriana. Saturno es la fuerza original que pone en movimiento toda
manifestación de vida, aislando, del indiferenciado océano de la
vida, un particular fragmento de este, y que, construyendo una pared
alrededor de este fragmento, le permite ser un ente independiente y
separado.
Entonces, ¿qué ocurre con el opuesto polar de Saturno? Lógicamente, debe ser el Sol. Pero también ha existido mucha charla al
respecto, y hasta una efemérides de un planeta intramercurial: Vulcano. No sabemos si Vulcano existe o no. Pero uno no puede basar
el significado astrológico en hechos astronómicos meramente posibles. Vulcano puede existir. Pero, si existe o no, lo que representa,
como significado, puede atribuirse mucho más satisfactoriamente a
la fotósfera del Sol. Los ocultistas han dicho que no conocemos al
Sol real, que lo que vemos es sólo, por decirlo así, la luz que llega a
través de una ventana abierta. Esta luz constituye lo que puede llamarse la superficie del Sol, la parte activamente radiante del Sol. En
realidad, eso es todo lo que sabemos del Sol, sensorial y físicamente. Es la fuente de "vibraciones solares"; y éstas significan, para nosotros, vida y luz. Saturno fija las fronteras de cada organismo vivo
particular, y así ayuda a concentrar dentro de estas fronteras, como
si fuera a través de una lente, la luz difusa del espacio interestelar o
317
galáctico. El Sol es, en un sentido, la lente misma. La fotósfera es la
totalidad de los rayos luminosos y calóricos que están concentrados
y que llenan las fronteras del organismo vivo. Saturno diferencia. La
fotósfera vivifica al ente diferenciado.
Por tanto, tenemos una trinidad doble de planetas internos-externos. Cada uno de estos planetas representa una polaridad de vida
triuna; tres positivos y tres negativos. ¿Cuál es el "séptimo"?; pues,
en todas las filosofías se nos dice que el gran número de todas las
manifestaciones de vida es el 7. El séptimo es lo que correlaciona a
las polaridades opuestas. Además, es lo que reúne a estas energías
polares y, a través de un proceso cíclico de mareas, las distribuye al
organismo vivo. Es la Luna.
Sin la Luna, no habría intercambio, no habría relación entre los
planetas externos e internos. No habría corriente de energías dentro
y a través de la Tierra. A cada lado de la Tierra, están los planetas.
Pero es la Luna la que reúne las energías cuando se lanza hacia atrás
y hacia adelante entre lo más recóndito y lo más externo. Tras recogerlas y combinarlas, las distribuye en la Tierra. Alimenta a la Tierra con estas energías.
Por tanto, la Luna es el vientre y la madre de la Tierra. Es el
fluido linfático. Es el flujo acuoso, la savia dentro de la planta. Recoge todas las fuerzas cósmicas y las distribuye en embrión dentro
de su vientre. Recoge todas las sales minerales del suelo y las distribuye en toda la planta. Es la placenta que rodea orbitalmente a la
Tierra, como la placenta rodea al embrión. A la Luna puede llamársela realmente "ella" – la madre. Ella es la fuerza-madre, las aguas
de la vida. Pero ella es también el posesivo amor de madre que sofoca y mantiene al hijo en su vientre, volviéndolo psicológicamente
a la cuna – el complejo de madre, la esclavitud de sentimientos y
sentimentalismo.
Pero hemos tocado sólo el borde del vestido. ¿Sólo hay un planeta interior y un planeta exterior? Aquí empieza a abrirse el "misterio de la Luna". Pues, desde luego, debe haber una "Luna", un elemento vinculante, para cada dualidad polar. Vimos que hay tres parejas de planetas, tres fuerzas básicas de la vida (ser un yo; mante318
nerse; reproducirse) en cada organismo vivo. Luego, debe haber tres
"Lunas", y nuestra Luna física es sólo el medio que une a la pareja
planetaria más cercana, la de Marte y Venus. Porque es la más cercana, es la más visible, la más evidente, la más externa y conscientemente compulsiva; la fuente de nuestros deseos y sentimientos
muy patentes. Pero también debe haber una "Luna" para correlacionar la pareja Júpiter-Mercurio y distribuir en la Tierra sus energías
armonizadas; y, asimismo, una "Luna" para distribuirnos las correlacionadas energías de Saturno y la fotósfera.
Pero, ¿dónde están aquellas "Lunas"?, puede preguntar el lector.
Tal vez no haya reales masas celestes físicas de sustancia que cumplan el oficio de las dos "Lunas superiores" antes mencionadas. Tal
vez existan en un estado invisible, reflejando la luz demasiado hacia
lo infrarrojo o lo ultravioleta como para que sea visible. Tal vez sean
estas "Lunas superiores" las que los "clarividentes" vieron y confundieron con planetas que giran alrededor del Sol. Tal vez el "planeta misterioso" detrás de la Luna sea la próxima "Luna superior".
Hay muchos "tal vez". ¿Y qué hay con ello?
De lo que estamos hablando es de ciclos de movimiento y de
distribución de energía. Uno de estos ciclos está operando con o a
través de nuestra Luna visible, y es un ciclo de aproximadamente 28
días. Otro de estos ciclos está empezando a conocerse como un ciclo
de 40 meses, que afecta los cambios financieros y el calor del Sol.
Otro ciclo es el célebre "ciclo de manchas solares" de once años
más. Todos esos ciclos son realmente cursos cíclicos de energía circulante (o correlaciones abstractas del movimiento, si uno prefiere
ser más abstracto). Ya sea que operen por medio de un cuerpo físico
como nuestra Luna, o a través de alguna corriente de partículas
magnéticas, de efectos periódicos, no hay diferencia en lo que concierne al simbolismo astrológico. Lo que en la actividad cíclica
cuenta es la corriente de "algo" que el astrólogo puede relacionar
simbólicamente con una función vital (tanto colectiva y social como
individual). Lo que el "algo" es, ya se trate de un planeta sólido o de
un flujo de partículas eléctricas, o incluso una abstracción pura y
simple, esto debe ser sólo de ligera importancia para el astrólogo.
Corresponde al astrónomo averiguar todos los hechos científicos al
319
respecto.
El siguiente dibujo puede ayudar a aclarar cómo y dónde –por
supuesto, esquemáticamente– las "Lunas" operan. La primera (nuestra Luna física) une los orbes de Marte y Venus, y tiene un período
de aproximadamente 28 días. Se refiere al reino de la acción física y
de la procreación fisiológica. Representa todos los "sentimientos"
conectados con ese reino. Vitaliza todas las cosas, hasta las muy
lejanamente conectadas con el sexo, y toda actividad creadora en
cuanto tal actividad tiene una base material concreta de manifestación a través de movimientos corporales (todas las bellas artes, pues
abarcan actividad muscular de una clase u otra). Por tanto, vitaliza
casi exclusivamente al hombre y a la mujer que funcionan en una
etapa instintiva y fisiológica. Además opera en y a través del ciclo
de crecimiento y descomposición de todos los organismos biológicos.
La segunda "Luna" une a los orbes de Júpiter y Mercurio y reú320
ne y distribuye sus energías a la Tierra. El período de esta actividad
es probablemente de 40 meses. El número es significativo y vincula
al ciclo con el ciclo de gestación, de 40 semanas. Este número 40 se
halla muy frecuentemente en el simbolismo bíblico, y se refiere a un
período de tribulación y formación interior (como lo es el período de
gestación, por supuesto). Incluso recientemente, se dice que 'Abdu'lBahá, que dirige la causa Bahai, fue encarcelado en Akka (que significa "vientre") durante 40 años: un símbolo de la formación de la
nueva era espiritual en la que se entró después de su muerte, o al
nacer él.
Parece que el ciclo de 40 meses tiene dos significados, tal como
Júpiter tiene dos significados: 1) espiritual, en referencia a los procesos del crecimiento del Sol y del desarrollo psicomental o "iniciación"; y 2) financiero, como un ciclo medio de 20 meses arriba y 20
meses abajo, explicando los movimientos de los precios y el volumen de las transacciones (ver "La radiación solar y la actividad comercial", por T.O. McGrath, en Bulletina, abril-mayo-junio de
1934). Lo que es bastante interesante es que el símbolo de Júpiter h,
es realmente la figura de un número 4. También podría añadirse que
los asteroides entre Marte y Júpiter podrían ser el resultado de la
explosión de la Luna a la que algunas tradiciones tal vez se refieran
como "Lucífero".
La tercera "Luna" une al orbe de Saturno y a la fotósfera del
Sol. Se refiere al "ciclo de manchas solares" de 11,2 años. Según
H.P. Blavatsky, este ciclo mide los latidos cardíacos del sistema
solar, su "circulación sanguínea". Esta sangre cósmico-magnética
fluye desde la fotósfera hacia Saturno (el límite del sistema solar
considerado como una unidad estricta) en cinco años; regresa a la
fotósfera en cinco años más y circula dentro del Sol mismo durante
un año más. El ciclo de 11 años se refiere a cambios magnéticos
definidos en el cuerpo humano, a estados dentro de la columna vertebral. Probablemente se refiera también al proceso de integración
espiritual dinámica, conocido en el ocultismo occidental como "el
proceso de la Kundalini". Une el centro de Saturno en la base de la
columna vertebral con el "loto" de muchos pétalos en la coronilla –
el "halo" de santos y buddhas–, verdaderamente una fotósfera o co321
rona del "sol espiritual" dentro de la cabeza.
Ahora debemos llegar a considerar a los planetas más exteriores, Urano, Neptuno y Plutón. Si todavía tomamos a la órbita terrestre como bisagra, veremos que estos planetas universalistas sólo se
equilibran dentro del "corazón" mismo "del Sol".
En nuestras anteriores consideraciones, "El Sol como integrador", escribimos que el Sol representa la fuerza del Yo, no el Yo
mismo. Esta integradora fuerza del Yo opera, en primer lugar, durante el desarrollo de la psiquis del Hombre, dentro de las fronteras
del consciente, definidos por Saturno. Saturno más la fuerza solar
(la fotósfera) constituyen el "Yo soy": Saturno es "yo", y la fuerza
solar es "soy", considerando siempre a nuestro sistema solar, centrado en la Tierra, como una "personalidad cósmica".
Entonces, el "yo" saturnino se trasciende a través del proceso
triuno de la vida, simbolizado por Urano-Neptuno-Plutón. Estos tres
planetas representan lo que Jung llama "No-Yo", lo que el "yo" debe
asimilar. Cuando tiene lugar esta asimilación, la "personalidad cósmica" se expande; mejor aún, experimenta una repolarización o una
"conversión". Dentro del "corazón del Sol" surge un "Yo" transfigurado, y este "yo" encuentra su "soy" en la fuerza de la trinidad
Urano-Neptuno-Plutón. Esta trinidad planetaria constituye el proceso por medio del cual la "personalidad cósmica" se encuentra eslabonada con el todo astronómico más vasto, digamos, con la galaxia.
Uno podría preguntar: Pero, ¿qué quiere decir realmente el "corazón del Sol"? Es el Yo. Y el Yo es la totalidad de la personalidad
realizada e integrada: una abstracción. Empero, hasta esta abstracción es susceptible de estar concretamente simbolizada en función
del próximo "todo" más vasto. Por tanto, podríamos decir que el
"corazón del Sol", en función del "todo" galáctico (centrado en la
Tierra) es la estrella que (dentro de nuestra galaxia) está ubicada
exactamente detrás del Sol. Sin embargo, ¡esto difícilmente tiene
algún significado práctico para nosotros, hombres corrientes!
Empero, lo que tiene significado es la idea de que hay un ciclo
de eslabonamiento entre el orbe de Urano y el "corazón del Sol",
una cuarta "Luna". Este ciclo es el ciclo de 28 años de la personali322
dad individual, que, repetido tres veces (una vez por cada uno de los
tres planetas más exteriores), da el tiempo de la simbólica "construcción del Templo de Sol-o-Mon" (el sol del Hombre): 84 años, el
período de la revolución de Urano alrededor del Sol. Dos ciclos de
28 años (uno de 56 años) constituyen, según el señor McGrath, el
mayor ciclo comercial. Este ciclo es igual a tres ciclos nodales de
18,6 años cada uno, y cinco ciclos de manchas solares de 11,2 años
cada uno. Tales correspondencias arrojan luz sobre el significado de
Neptuno, cuando se lo entiende plenamente; pues el período sideral
de Neptuno es igual a tres períodos de 56 años.
Todos estos ciclos, que pueden considerarse como "Lunas" superiores son importantísimos en el estudio de la "personalidad cósmica", pues simbolizan "funciones de eslabonamiento" entre las
energías del alma, que cuando están plenamente integradas, son la
sustancia de esta "personalidad cósmica", tan convenientemente
simbolizadas para nosotros por el complejo patrón del sistema solar
como se lo entiende desde la Tierra. Tales "funciones de eslabonamiento" fueron tenidas como esotéricas y misteriosamente sagradas
en la cosmo-psicología arcaica. Este es, pues, el "misterio de la Luna".
Este misterio, para los antiguos, residía en la atribución de la
Luna como un opuesto polar de Saturno. Cuando la humanidad funcionaba puramente en el nivel fisiológico, y la mente era apenas un
factor independiente o una base para la concentración de las energías vitales, entonces era la Luna la que, como la fuerza-Madre,
animaba a los egos (las fronteras saturninas) de los hombres. Los
hombres todavía están, psicológicamente, dentro del vientre de la
Madre, y esto en el nivel de actividad fisiológico-instintiva (MarteVenus). Pero cuando los hombres se polarizan mentalmente y salieron del vientre psicológico de la Madre para entrar en el reino de la
energía pura y del pensamiento independiente, entonces se llenaron
progresivamente con la fuerza de la fotósfera solar. Sus egos saturninos se iluminaron, y la "Luna superior", Lucifer (osea, Portador de
la Luz), les "da luz", la luz del Júpiter y del Mercurio correlacionados. Otro paso en el desarrollo espiritual hará que sean iluminados
por la fuerza de la Kundalini Luna (¿Isis?) que eslabona a Saturno y
323
a la fotósfera solar; otro paso los verá vitalizados por la correlación
de Urano-Sol (¿Osiris?). Creemos que el "planeta misterioroso detrás de la Luna" no era planeta, sino esta segunda "Luna" que llamamos Lucifer, el eslabón de Júpiter-Mercurio. Los asteroides son
los restos –¿o no son más bien la condición prenatal?– de este Lucifer. ¿Los millones de asteorides no son un símbolo del disperso estado de las energías psico-mentales, o de las fuerzas anímicas, de los
hombres? La Gran Obra del espíritu es la integración de estas dispersas fuerzas anímicas dentro de un organismo espiritual, un "templo del Dios vivo". Por tanto, cada hombre debe integrar dentro de sí
estos "asteroides" e introducirlos en una "Luna" a través de la cual la
fuerza del alma (Júpiter) y la fuerza de la mente (Mercurio) se correlacionarán y se tornarán cíclicamente operativa.
Luego de este trabajo preliminar de integración psico-mental, de
concentración, o de yoga, vendrá una etapa ulterior, simbolizada por
Kundalini – Isis. El velo de Isis ha de ser levantado luego por el
candidato a la iniciación. El hombre se encuentra rodeado por el
halo del Dios vivo, por la irradiación multiflamígera de la Corona.
Finalmente, el hombre mismo se convierte en un Sol. Su corazón
late al unísono con el "corazón del Sol".
La luna física representa hoy a la humanidad normal. Las tres
"Lunas superiores" representan las tres etapas de la iniciación masónica: Aprendiz, Compañero y Maestro. Estas etapas simbolizan ritualmente las tres fases básicas del proceso de integración de la personalidad, de la gestación del "Dios Vivo", del Cristo-niño, dentro
de la psiquis.
324
IX
LOS ENTRELAZAMIENTOS PLANETARIOS
El estudio de las "Lunas" superiores y de las "funciones de eslabonamiento" que aquéllas simbolizan nos prepararon para ulteriores
consideraciones siguiendo la misma línea de pensamiento. En este
capítulo reinterpretaremos los elementos astrológicos tradicionales
que se conocen como "nodos" y "partes". Los primeros fueron usados durante siglos en la India, especialmente en relación con la Luna. Las últimas parecen haber sido el rasgo especial de la astrología
árabe.
Estos dos factores sirven para establecer puntos de relación entre los planetas y la Tierra. Se refieren a la operación de la personalidad como un "todo" unificado y como una unidad en los entrelazamientos infinitamente complejos de la relación social.
Los nodos planetarios
Los nodos de un planeta son dos puntos opuestos en los que el
plano de la órbita del planeta intersecta a la eclíptica. Como la eclíptica es no sólo el curso aparente descrito por el Sol en la esfera celeste (o sea, entre las constelaciones) sino también "un plano a través del centro del Sol, a través del cual está la órbita promedio de la
Tierra", se desprende que los nodos planetarios representan los puntos en los que la línea de intersección del plano de la órbita de un
planeta y el plano de la órbita de la Tierra se encuentran en la esfera
celeste (osea, la "cúpula de los cielos"). El Sol está naturalmente en
el punto medio de esta línea de intersección.
Por tanto, lo que está implícito en la idea de los nodos es un tipo
de relación existente entre los planos de las órbitas planetarias y el
plano de la órbita de la Tierra. Las dimensiones de los diversos án325
gulos de inclinaciones de las órbitas de los planetas respecto de la
eclíptica podrían tomarse como representaciones de estas relaciones
orbitales; pero esto sólo nos daría valores numéricos como símbolos, lo cual podría encajar en un sistema de simbolismo astronumérico, pero no en astrología; pues todas las mediciones de relación astrológica deben referirse siempre al factor de la posición zodiacal. La línea de los nodos planetarios termina en dos puntos en la
esfera celeste, que tienen longitud zodiacal; por tanto, estos puntos
se toman como símbolos de la relación entre las órbitas del planeta y
de la Tierra.
La razón de por qué las órbitas de los planetas se consideran
importantes es que, con la órbita, estamos tratando sobre valores del
movimiento. El plano de una órbita es el plano del movimiento periódico. Y, como ya vimos, todos los verdaderos factores astrológicos pueden abstraerse en factores de movimiento. La astrología es
un álgebra que usa los movimientos cíclicos como sus símbolos
(Ver el capítulo titulado: "La clave del simbolismo astrológico",
pág. 185). Por tanto, los planos de los movimientos orbitales pueden
considerarse realmente como significativos, y el significado nos lo
revela la posición zodiacal de su línea de intersección.
La órbita de un planeta representa el ciclo total de la actividad
dinámica de este planeta en relación con el Sol. El Sol está allí como
el integrador de todo el sistema, lo que lo mantiene junto y representa su significado total último. El planeta, de por sí, simboliza un
modo particular, y en alguna medida independiente, de la actividad
vital. Pero su órbita es una representación de esta actividad característica, no como una cosa en sí, sino más bien en relación con el Sol.
La órbita significa, por tanto, el aspecto integrativo de la actividad
planetaria, o sea, esta actividad como opera definidamente dentro
del "todo" orgánico y para la realización del objeto central de integración de la personalidad.
Lo que la relación de la órbita del planeta con la órbita de la
Tierra indicará es la parte que la actividad vital representada por el
planeta ocupa, en cualquier tiempo, en el esquema de desarrollo de
la humanidad nacida en la Tierra. Si Urano simboliza la fuerza re326
generativa que tiende a traer a la humanidad en conjunto imágenes
universales que reemplazarán a la estereotipada fórmula saturnina
del egoísmo separativo, entonces los nodos de Urano nos dirán la
manera en la que esta fuerza regeneradora está operando en la actualidad. La indicación dada será amplia, y cubre un gran lapso de años
o siglos pues los nodos planetarios se mueven muy lentamente a lo
largo del zodíaco, aparentemente con movimiento alternadamente
directo o retrógrado. En la actualidad, la línea de los nodos de Urano
se extiende desde Géminis 13,40 hasta Sagitario 13,40; y lo que, por
tanto, recalca es el hecho de que la regeneradora fuerza de Urano
está operando, y ha estado operando durante siglos, a través de la
mente del hombre.
Un análisis más atento del significado de los nodos atribuirá
significados opuestos y complementarios a las dos terminales de las
líneas de los nodos, al Nodo Norte y al Nodo Sur. Este dualismo
nodal es lógico, pues cada tipo de actividad vital en relación con el
centro de integración del sistema orgánico puede asumir un valor
positivo o negativo. Integración y desintegración marchan siempre
de la mano. Cada elemento vital puede operar como elemento destructivo o constructivo, pues tal es la ley universal de la vida.
El Nodo Norte es el polo positivo de la integración; el Nodo Sur
es el polo negativo en el que tiene lugar alguna clase de desintegración (sin embargo, no puede ser "mala"). El primero es un punto de
ingestión y asimilación; el último, un punto de liberación y evacuación. Estudiaremos esta polarización de las actividades vitales más
pormenorizadamente cuando consideremos los nodos de la Luna.
Entretanto, estas breves observaciones indicarán la posición general
de los significados manifiestos en los dos nodos.
Por lo tanto, si nos referimos nuevamente a la posición presente
de los nodos de Urano, veremos que su Nodo Norte, al estar en el
grado 14° de Géminis, significa que en la actualidad la regeneración
positiva llega a la humanidad mediante el uso del intelecto concreto,
y mediante el establecimiento de conexiones espaciales, las cuales
son dos de las características esenciales de Géminis; asimismo, que
hay un énfasis integrativo en el desarrollo del sistema nervioso, de
327
las comunicaciones postales, etc.
Por el otro lado, las cualidades sagitarianas del idealismo religioso, de la obediencia a la autoridad, etc. –incluso, de la abstracción metafísica– se ven como una forma negativa, desde el punto de
vista de la acción planetaria de Urano. Constituyen la "línea de mínima resistencia"; en gran medida, son resultado de hábitos pasados
de integración, y constituyen, por tanto, muy frecuentemente, "mecanismos de evasión", desde el punto de vista psicológico. No obstante, descargas poderosamente creativas y uranianas pueden acompañar los lineamientos sagitarianos a través de individuos que actúan como la culminación de impulsos tradicionales ante la actividad, como la "última palabra" en el dominio de la realización que,
habiéndose desarrollado cabalmente durante miles de años, tal vez
no tenga nada compulsivamente vital que ofrecer, pero sea capaz de
producir una perfección formal absoluta.
El símbolo de la presente posición por grado del Nodo Norte de
Urano es: "Dos personas, muy separadas, se comunican telepáticamente".28 Esto es muy significativo, si hemos de dar crédito a la
afirmación repetida a menudo en los libros de Alice Bailey en el
sentido de que el desarrollo de la facultad telepática es la muy importante tarea con la que ahora se enfrentan los precursores espirituales de la raza. Por el otro lado, el Nodo Sur de Urano está en un
grado simbolizado por: "La Esfinge y las Pirámides son vestigios
gloriosos del pasado", lo cual hace hincapié sobre el hecho de que
ahora todo el pasado glorioso de la humanidad está siendo sintetizado, registrado y llevado a una culminación a través de muchos tipos
de actividades humanas, desde la arqueología hasta la metafísica
oculta. Empero, esto también sugiere que el hecho de depender de
El Nodo Sur puede referirse también a lo que Jung llama la "persona", que es el
resultado de los esfuerzos efrctuados por el individuo para integrar su conducta en
términos de una pauta social, o de alguna "imagen" que, en el mejor de los casos,
sólo satisface una parte de suses:' total. El individuo cristaliza su conducta en la
figura de esta "imagen" y, por tanto, asume un papel, que él mantiene por fuerza
egocéntrica de la voluntad o bajo la compulsión de tradiciones sociales o necesidad social. Esta "persona" es una personalidad falsa, porque el Destino total del
individuo no puede operar en y a través de ella.
328
28
estas glorias pasadas, nacionales o religiosas, es muy a menudo el
resultado de rehuir la tarea del futuro, y es una forma de evasión
basada en el temor.
La tabla siguiente da las posiciones zodiacales de los nodos de
los planetas para 1935. La variación anual es, en todos los casos,
menos de un minuto:
Nodos Norte
Mercurio
Marte
Urano
Venus
Júpiter
Plutón
Saturno
Neptuno
Tauro
Tauro
Géminis
Géminis
Cáncer
Cáncer
Cáncer
Leo
17° 33'
19° 3'
13° 40'
16° 5'
9° 47'
19° 25'
23° 5'
11° 3'
Nodos Sur
Escorpio
Escorpio
Sagitario
Sagitario
Capricornio
Capricornio
Capricornio
Acuario
17° 33'
19° 3'
13° 40'
16° 5'
9° 47'
19° 25'
23° 5'
11° 3'
Es muy interesante el modo en que los nodos se distribuyen
ahora en el zodíaco, pues abarcan un área de menos de 90 grados
Norte o Sur; de hecho, 84 grados, lo cual recuerda al ciclo de Urano
y al de la "construcción del Templo". Es especialmente interesante
ver que el solsticio de verano es actualmente casi exacto en el centro
de la configuración. Este solsticio es el tiempo de manifestación
solar muy intensa (en la filosofía china, predominio del principio
activo de Yang); mientras el solsticio de invierno es el punto de más
baja vitalidad solar (predominio del principio pasivo Yin). Las posiciones de los nodos planetarios combinados concuerdan, pues, con
puntos del dinamismo solar exactamente análogos. Esto tendería a
mostrar que la integrativa fuerza del sistema solar en conjunto, sobre
la Tierra, está ahora en su ápice (o cerca de este); pues la actividad
integrativa máxima de los planetas es, por decirlo así, sincrónica con
la actividad máxima del Sol, el integrador. Un estudio de los símbolos de los grados en los que se hallan los nodos planetarios, como lo
esbozamos en nuestro ejemplo anterior (Urano), será de profundo
interés para el estudioso de las tendencias planetarias contemporá329
neas.
A lo precedente debemos añadir que cuando los planetas, en su
curso mensual o diario, alcanzan los grados del zodíaco en los que
sus nodos están ubicados, se patentiza un claro énfasis de sus características positivas. Cuando los planetas pasan su Nodo Norte, operan positivamente, activamente; mientras que, en su Nodo Sur, son
receptivos y pasivos, o sea, la cualidad o la función, que ellos significan, opera de manera pasiva (pero fuerte). En un mapa individual,
un planeta situado sobre su Nodo Norte es psicológicamente muy
dominante; su efecto agita la consciencia, en el sentido de que toda
la integradora tendencia vital recibida por el nativo tiene una tendencia a relacionarse con la particular cualidad expresada por el
planeta. Por otro lado, un planeta situado sobre su Nodo Sur puede
referirse a un tipo definido de evasión psicológica. El nativo puede
tender a evadirse del problema representado por el planeta, o ser
pasivo y "dejar que las cosas ocurran" en la esfera de actividad que
el planeta denota.
También ha de advertirse habitualmente un resultado muy claro
(probablemente más claro en el tipo más desarrollado de personalidad) cuando importantes planetas de un mapa están ubicados en
grados que son los puntos nodales de otros planetas. Las características de estos últimos connotan latentemente, por decirlo así, las
actividades de los primeros. El extinto rey Jorge V de Inglaterra, por
ejemplo, tenía su Sol sobre el Nodo Norte de Urano. Sin duda, su
reinado estuvo lleno de acontecimientos uranianos. El mapa de
Franklin D. Roosevelt es también característico a este respecto. Su
Júpiter en el Nodo Norte de Mercurio y el Nodo Norte de Urano
corresponde a su Medio Cielo. Además, su Sol está en el Nodo Sur
de Neptuno. Si Neptuno representa la fuerza de las colectividades, el
Nodo Sur de Neptuno simbolizaría la fuerza desintegrada y a la que
se dejó seguir la línea de mínima resistencia. El Sol de Roosevelt
brillaría entonces en medio de tal condición, y añadiría fuerza solar
al elemento neptuniano. Su propio Neptuno ubicado entre Saturno y
Júpiter (más cerca de este último) está simbólicamente, por un lado,
entre la oscuridad y el "rudo individualismo" saturnino (que ha de
regenerarse, cuando está en la octava casa), y, por el otro, Júpiter y
330
la fuerza de la expansión y la circulación de la energía.
Puede esperarse un efecto aún más fuerte donde la línea de los
nodos de un planeta coincide con el horizonte o el meridiano en un
mapa natal; o incluso con la línea de las cúspides de dos casas
opuestas. En estos casos, la cualidad del planeta está influyendo,
fuerte pero sutilmente, sobre todos los asuntos relacionados con las
dos casas opuestas (y complementarias).
Los nodos de la Luna
Si bien los nodos de la Luna son también producidos por la intersección de la órbita lunar y la eclíptica, y si bien, debido a este
hecho básico, el significado de la línea de los nodos, y de los dos
nodos, sigue el principio general ya expresado, no obstante difieren
de los nodos planetarios en muchos sentidos. En primer lugar, son
puramente geocéntricos, y no heliocéntricos, siendo los nodos de un
satélite y no los de un planeta-compañero de la Tierra. Los nodos de
la Luna son, en realidad, los puntos en los que la Luna, como un
cuerpo celeste, se ve desde la Tierra, pasando de una latitud Norte a
una latitud Sur, y viceversa. En otras palabras, son puntos críticos en
la relación del planeta con el satélite, tan críticos, digamos, como los
puntos equinocciales sobre la Tierra, los cuales –por analogía– podrían llamarse los "nodos del Sol" (en relación con el ecuador celeste y no con la eclíptica) y que son definidos momentos de cambio en
la relación del Sol con la Tierra.
Otros momentos críticos en la relación de la Luna con la Tierra
son los que marcan la entrada de la Luna y su salida del reino del
espacio figuradamente limitado por la órbita terrestre; momentos
que corresponden aproximadamente a los cuartos último y primero
de la Luna. Pero estos se refieren más particularmente al tema general de los "aspectos" entre los cuerpos celestes, tema que sólo podremos tocar escasamente en esta obra; o al tema de las "funciones
de eslabonamiento" que integran las actividades de los factores astrológicos dentro y fuera de la órbita de la Tierra, como lo mencionamos en el capítulo anterior.
331
Cuando estudiamos los nodos de la Luna, consideramos una relación establecida entre el plano de la órbita de la Luna y el de la
órbita de la Tierra. La última se centra alrededor del Sol, como todas
las órbitas planetarias. Pero la primera se centra alrededor de la Tierra. Por ello, la relación de órbita lunar con órbita terrestre traducida
en términos de la relación entre los centros de estas dos órbitas ¡se
convierte en la relación de la Tierra con el Sol! Pero este es un nuevo tipo de relación de la Tierra con el Sol, el que se refiere al significado recóndito de la posibilidad de ajuste, por un lado, entre el ego
centrado en la Tierra y su voluntad, y, por el otro, el Yo solar y Su
voluntad.
Por tanto, lo que se ve a través de los nodos de la Luna es la relación entre la voluntad "humana" y la voluntad "divina", entre los
esfuerzos conscientes para integrar una personalidad centrada en el
ego y la guía superconsciente o el deseo motivador que opera mediante la concreción de la Personalidad "cósmica" o divina total. La
primera es, en gran medida, el resultado del condicionamiento del
individuo por la herencia y el ambiente; la última es el verdadero
factor del Destino. Con Destino significamos el plan ordenado mediante cuya concreción, como una personalidad perfecta, puede llegar a ser un hecho de la vida como estaba potencialmente contenida
en el momento-semilla del nacimiento del individuo, o sea, en la
"mónada".
En el Nodo Norte de la Luna, vemos al Destino en actividad; en
el Nodo Sur, vemos a la voluntad humana. Las líneas de los nodos
nos muestran las directivas del Destino, el propósito del Destino, y
lo que está detrás de ese propósito, en el pasado. Más que todo lo
demás, dice el "Porqué" de la vida individual. Por qué el ego particular fue proyectado fuera del oceáno de la Vida universal, por qué
nacemos y para qué. La línea de los nodos es una especie de "línea
de división" que representa la primera polarización del ser. En un
extremo de esta línea vemos al pasado (Nodo Sur); en el otro, al
futuro; de lo que la personalidad emergió, lo que se ha de cumplir;
estas cosas no serán determinables en términos de hechos concretos,
pero quedará en claro una dirección general, en cuanto la línea de
los nodos apunte a dos casas en un mapa y, por tanto, a dos fases
332
definidas de la personalidad. Se determinará un polo positivo y un
polo negativo del Destino.
El modo en que el individuo se orientará a lo largo de esta línea
del Destino determinará, en gran medida, si su vida será un triunfo o
un fracaso; o más correctamente, si sus logros podrán tabularse como positivos o como negativos. Con logros negativos significo los
que pertenecen realmente al pasado del alma, los cuales son una
repetición de cosas aprendidas de tal modo que pasaron a ser casi
automáticas, o el desmoronamiento de las cristalizaciones psicomentales. Los logros, por el contrario, son cosas que constituyen un
paso constructivo hacia adelante, el nacimiento de una nueva facultad.
Este problema de la orientación a lo largo de líneas divisorias
toca las raíces mismas del simbolismo astrológico. Nunca podremos
entender un mapa astrológico, salvo sobre la base de las relaciones
diametrales que vinculan casas opuestas, y, en menor medida, signos. La cuadratura esencial de un mapa, las líneas vertical y horizontal formadas por el horizonte y el meridiano, son la clave de todos los tipos más profundos de interpretación astrológica; pues aquí
tratamos sobre el proceso muy primordial de la segmentación y la
multiplicación de las células. Cada crecimiento, cada manifestación
de la vida, tiene lugar a través de determinados ejes; y mientras los
ejes convencionales del espacio (Norte, Sur, Este, Oeste, Cenit, Nadir) forman la estructura del desarrollo de la personalidad individual, los ejes nodales (o las línea de los nodos) nos dan las fuerzas
direccionales del Destino.
Esto es cierto, sobre todo, respecto del eje de los nodos de la
Luna; pero también, de modo menos evidente, respecto de todos los
nodos planetarios. Cada planeta representa una cualidad particular
de todo el proceso vital, y por tanto una función psicológica. El eje
nodal del planeta representa la principal línea de tensión en el desarrollo de la cualidad. En términos más triviales, ocurrirán cosas que
sigan esa línea, en lo que concierne a esta cualidad. Las características de las dos casas afectadas por esta "línea de tensión" indicarán
qué departamentos de la vida, qué fases de la personalidad indivi333
dual, experimentarán la tensión.
El eje constituido por los nodos de la Luna trata muy directamente sobre el proceso mismo de la individuación. Aquí vemos en
actividad las fuerzas que procuran integrar al "yo" particular y al Yo
mayor; la facultad de asimilar nueva sustancia de vida y de rechazar
los valores que ya no son útiles porque se los despojó de todo lo que
era de vital necesidad para la personalidad individual. Podemos incluso llegar tan lejos como para decir que allí tenemos una línea de
acción metabólica, que no difiere del canal tubular que se extiende
desde la boca hasta el ano. En el Nodo Norte, la vida es absorbida,
la sustancia de la experiencia es ingerida y reducida a material asimilable; y en el Nodo Sur, asimilamos los contenidos de la vida, de
modo automático y sin esfuerzo, y eliminamos el desecho.
En este ejemplo fisiológico, la Tierra representa el diafragma.
Encima del diafragma está el reino del Nodo Norte; debajo, el reino
del Nodo Sur. El primero representa los nuevos alimentos y el proceso activo de la digestión; el segundo, la vieja comida que ahora se
digiere y está siendo asimilada, convertida en actividad instintiva
automática, más el rechazo del residuo inasimilable. Marc Jones
llama al eje de los nodos de la Luna, el "eje del destino". Pero indudablemente, el eje digestivo, incluidos el estómago, los intestinos,
etc., es el "eje del destino" de nuestro cuerpo ¡una real fatalidad para
la mayoría de nosotros!
Sin embargo, este ejemplo no es completamente perfecto. En un
sentido más general, el Nodo Norte representa el punto en el que un
ente particular absorbe o recibe la sustancia de la vida. Es el canal a
través del cual la fuerza de la integración (que es la Vida) entra en la
Tierra y en sus habitantes; pues allí la Luna se convierte en un vaso
en el que esta fuerza se derrama y desde el cual fluye hacia todos los
planetas. Por el contrario, el Nodo Sur es el punto en el que la Luna
se convierte en la distribuidora (y la eyectora) automática de la fuerza asimilada por la Tierra, que fuera una vez solar. En el Nodo Sur,
el Sol y la Luna están absolutamente irrelacionados. La Luna se
expande en el Nodo Sur y se concentra en el Nodo Norte. Por tanto,
integración (en el polo Norte del eje) y desintegración (en el polo
334
Sur): o absorción y distribución. El progreso se efectúa en el Nodo
Norte a través del esfuerzo. El hábito se establece en el Nodo Sur a
través del automatismo, basado en la repetición.
Si debemos permanecer a lo largo del eje nodal, miraríamos
dentro del futuro enfrentando al Norte, y aceptaríamos el pasado
enfrentando al Sur. El Nodo Norte trata, por tanto, sobre el trabajo a
realizar, sobre la nueva realización, la nueva facultad a desarrollar; y
si queremos esforzarnos en esa dirección, de él recibiremos fuerza
en abundancia. El Nodo Sur representa el trabajo que se realizó, la
realización célebre, el desempeño rutinario por el que tal vez se pasó
varias veces: la salida fácil. Por tanto, la oposición, por un lado,
entre autointegración, individuación, esfuerzo, la línea de máxima
conexión a través del esfuerzo; y, por el otro, la autodestrucción, el
automatismo, la inercia, la línea de mínima resistencia.
El Nodo Sur es siempre, en cualquier mapa, un índice maravilloso de la línea de mínima resistencia, especialmente a través de su
posición de casas. ¿Pues qué queremos decir con línea de mínima
resistencia, sino la de fácil ejecución? La facilidad, a su vez, depende de una anterior repetición de ejecuciones parecidas, repetición
ésta que se construye como hábito, o sobre el instinto. Lo que es
fácil hacer es lo que nosotros, como almas individuales que reencarnan, o como el punto final de una larga cadena de transmisión hereditaria, hemos hecho antes. Representa, por tanto, una realización
pasada. Indica que, en el pasado, se construyó un medio adecuado y
eficiente, que al nacer se heredó una facultad o una tendencia, para
cuya adquisición no hemos tenido que luchar conscientemente.
Debe quedar en claro que semejante don o instinto heredado no
es malo, y, por tanto, que el Nodo Sur de un mapa no tiene, por sí
solo, un significado malo o destructivo. Si lo llamamos el punto de
"autodestrucción" es porque tan a menudo tenemos un modo de seguir la línea de mínima resistencia que ya es bien conocida, en cuya
ejecución nos negamos a avanzar, a proseguir hacia nuevos logros.
Nos convertimos en esclavos de nuestro gran don natural. En vez de
usar esta habilidad natural en función de un nuevo tipo de desarrollo, aquélla "se desboca con nosotros" y nos conduce a nuestra pro335
pia destrucción. Si somos controlados por nuestras habilidades innatas en vez de controlarlas, malogramos el propósito principal de
nuestra vida.
Si el Nodo Norte es un punto de recepción de fuerza espiritual,
el Nodo Sur no es, de modo alguno, un símbolo de impotencia. Sin
embargo, es un símbolo de inadaptación a las nuevas condiciones.
Significa una facultad innata, pero habitualmente encontramos que
la vida, en alguna medida, nos prohibe usar esa facultad. Pertenece,
en algún sentido, al pasado, y a menos que la sometamos a un nuevo
propósito y la controlemos más bien rigurosamente, estorbará el
crecimiento correcto de una nueva facultad vital, la que representa
nuestro próximo paso.
Por el otro lado, cuando consideramos el tipo de facultad caracterizada por la posición del Nodo Norte, descubrimos que la vida
nos obliga constantemente, de muchos modos, a desarrollarla. La
vida exige esa fuerza, y quiere derramarla en abundancia sobre nosotros, si nos esforzamos en esta dirección, si abrimos un canal. Cada esfuerzo hecho en esa dirección será habitualmente bien retribuido, a menos que todo el tiempo nos apeguemos tercamente a la actitud representada por el Nodo Sur. Podemos hacerlo inconscientemente, si tenemos cuidado de no hacerlo conscientemente En tal
caso, se desarrollará un complejo psicológico. El presente se desgarrará, sin remedio, entre el pasado y el futuro. Luego, el resultado
será la impotencia. Y experimentaremos la tragedia del "destino". El
pasado tendrá que morir antes de que el futuro pueda vivir. Y nos
encontraremos privados de nuestro don innato por algún golpe del
Destino, porque nos identificamos con este, nos perdimos ene, fuimos "destruidos" por este. Esta es, verdaderamente, nuestra "autodestrucción".29
Uno de los ejemplos más simples que podríamos dar es el de los
nodos en las casas cuarta y décima. Aquí tenemos una oposición
entre casa y profesión, vida privada y vida pública. Si el Nodo Norte
está en la décima, la vida pública y la profesión serán el canal hacia
la autointegración. El Nodo Sur en la cuarta casa indicará que el
29
Professlonal Astrology, lección XII, por Marc Jones.
336
nativo tiene una influencia congénita hacia la construcción de una
casa, y esto tal vez lo haga rehuir la vida pública. Si rehúye demasiado, su vida hogareña se volverá destructiva. Se desintegrará en
sus manos aunque vuelva a ella corriendo anhelosa y desesperadamente. Por el contrario, si trabaja asiduamente en su ideal profesional, tal vez pueda hacer de su hogar (en el sentido más amplio del
término), y de su propia base concreta de la personalidad, el cimiento verdadero de su vida pública.
Sin embargo, hay otra interpretación posible, según la cual la
actividad pública y los esfuerzos profesionales se ven como generadores de la energía que luego se pone en circulación en la esfera del
hogar o del alma (cuarta casa) del Nodo Sur. Esta segunda interpretación es la más positiva y espiritual. Explica, por ejemplo, por qué
un gran genio como Wagner tenía al Nodo Sur en su décima casa.
Mediante su creación, él ponía en circulación la energía generada a
través de sus sentimientos y de su vida hogareña o interior (cuarta
casa).
La operación de los nodos no siempre es fácil de descubrir por
el mero hecho de familiarizarse con el nativo. La mayoría de nosotros oculta cuidadosamente el hecho de que seguimos la línea de
minina resistencia. Eso principalmente nos lo ocultamos. Y la facilidad aparente con que tal vez realicemos ciertos tipos de acciones
puede inducirnos a creer que deberíamos seguir realizándolas. En
algunos casos, deberíamos; pero entonces el significado que les atribuimos tendría que ser diferente. Aquí, como en cada caso que se
ocupe de la apreciación espiritual de la conducta, lo que cuenta no
es el acto mismo, sino el motivo o la voluntad que está detrás o dentro del acto.
Un estudio de los nodos de la Luna nos ayuda muchísimo a explorar tanto nuestros motivos como los de los demás, pues, confrontados con muchas situaciones, podemos someter nuestras acciones y
reacciones a la prueba rigurosa y decisiva de las polaridades nodales. ¿En esta situación seguimos la línea de mínima resistencia o la
línea de máxima integración? Los nodos nos dirán cuándo tenemos
el mayor número de posibilidades de "engañarnos". Y hasta es posi337
ble que, en los mapas horarios, seamos capaces de encontrar muy
adecuadamente la que es nuestra verdadera motivación en un caso
particular. Pero la lectura de los mapas horarios, de modo tan psicológico, es realmente un arte fuera de lo común, que sólo poquísimos
podrán dominar alguna vez.
Los "Ascendentes" de los planetas
Este tema a menudo confuso, que nos introduce en el concepto
aún más general de las "Partes”, podrá entenderse fácilmente si reexpresamos, de manera ligeramente diferente, las ideas repetidas
frecuentemente en este libro. Sabemos que el Sol representa a la
fuerza "individuadora", integradora y vitalizadora, que totaliza al
hombre en cada plano del ser. En cuanto a la cruz espacial formada
por la línea del horizonte y la línea Cenit-Nadir en el nacimiento,
vimos que constituía un sistema simbólico para todas las operaciones de nuestro ser individual, dentro y a través del cual la naturaleza
humana opera de un modo particular que nos caracteriza como ser
individual. Esta cruz representa, en otras palabras, la exteriorización
–en un patrón estructural y funcional– de la "cualidad" espiritual
que es la esencia suprema de la personalidad individual del hombre.
Define el modo particular en el que opera la fuerza vital del Sol.
Esto se comprende fácilmente una vez que advertimos que la
posición zodiacal del Sol en el momento del primer aliento representa el punto exacto de la órbita terrestre alrededor del Sol, en el
que el nativo nació; mientras la Cruz del mapa natal determina el
momento exacto del día en que ocurrió el nacimiento; por tanto, la
etapa exacta de la rotación diaria de la Tierra alrededor de su eje.
El Sol en una natividad representa la emanación dinámica de la
cualidad esencial de la personalidad individual del hombre, porque
es el movimiento de la Tierra alrededor del Sol, que implica un desplazamiento real en el espacio, el cual, simbólicamente, genera tales
"cualidades esenciales". Cada una de estas "cualidades" representa
un aspecto particular de la vida, una relación particular entre la naturaleza humana y la fuente de toda vida en el sistema solar. La órbita
338
de la Tierra (el zodíaco) es la suma total de todas las relaciones posibles de esa índole, y, por tanto, de todos los tipos (o Rayos) diferentes de individualidades humanas.
Pero mientras la Tierra se mueve alrededor de un grado en su
órbita, rota alrededor de su eje, presentando sucesivamente todas las
partes de su esfera a la luz del Sol; en otras palabras, vitalizando
todas las partes de sí misma, haciendo que sean fecundadas por el
significado de esa relación particular del Sol con la Tierra. Así se
verá que cualquier punto de la esfera (a menos que esté demasiado
cerca de los polos) recibe este impacto fecundante del Sol alrededor
de 365 veces por año. Esto constituye (con una ligera discrepancia,
cuyo significado consideraremos después) la realidad espiritual del
grado como una división del zodíaco.
La cuestión que queremos transmitir es que sólo hay 365 (ó
360) tipos básicos de personalidad individual sobre la Tierra; cada
una es resultado de una relación particular y plena entre la Tierra y
el Sol, simbolizada por el grado zodiacal del Sol natal. Esta relación
plena no es instantánea, porque exige, a fin de ser total, una rotación
completa de la Tierra alrededor de su eje. Esta rotación pone a todas
las partes de la Tierra, sucesivamente, en contacto directo con la
emanación del Sol (al mediodía). La Cruz axil en un mapa natal
define una fase particular de este movimiento que distribuye la fuerza del Sol a través de todo el ser (psiquis y cuerpo) del nativo. En
otras palabras, muestra la hora y el minuto del día en que el nacimiento ocurrió. Además, determina la estructura de todo este ser;
pues lo que constituye al ser individual particular es el modo particular en que esta fuerza vital solar se distribuye a través de todo su
organismo. Este "modo particular" se manifiesta como la estructura
del organismo.
Los dos ejes del mapa –y especialmente el Ascendente, que simboliza más precisamente la "unicidad" del individuo– determinan,
pues, la estructura esencial del cuerpo y de la psiquis por igual. Además, la relación del Sol con el Ascendente representa la relación de
la fuerza vital e "individuadora" del hombre con el tipo estructural
de actividad que caracteriza su personalidad individual. Esta rela339
ción no sólo puede estimarse por la posición del Sol en las casas
sino también, más precisamente, por la distancia, medida en longitud zodiacal, entre el Ascendente y el Sol. Cuando esta distancia
mide valores especialmente significativos (como por ejemplo, la
mitad, el tercio, el cuarto, el quinto, el sexto o el octavo de los 360
grados completos de la circunferencia), la astrología dice que ciertos
"aspectos" se forman entre los dos factores considerados: tema este
que consideraremos brevemente en otro capítulo.
Podemos extender este principio de la relación del Ascendente
con el Sol a otros planetas, porque los planetas simbolizan modos
diferenciados de actividad vital. La fuerza planetaria es distribuida
por la rotación axil de la Tierra respecto de toda su superficie, tal
como es la fuerza vital solar. La posición de casas de los planetas
tiene referencia a la manera en que se efectúa esta distribución. Pero
si deseamos conocer más precisa y significativamente el carácter
único de esta distribución como factor de la personalidad individual
del nativo, tendremos que determinar puntos que muestren en el
planeta en consideración, la misma relación que el Ascendente
muestra respecto del Sol. En otras palabras, tendremos que determinar, por inferencia analógica o por una suerte de simbolización del
"segundo grado", los "Ascendentes de los planetas".
Ya veremos a qué conduce este procedimiento cuando se lo generaliza, pero por ahora esto lo daremos por supuesto y veremos
cómo opera en el caso más importante: el de la Luna. Nuestro objeto
será definir la manera en que la fuerza de la Luna se distribuye a
través del organismo. A fin de hacer eso, levantaremos entonces la
"Cruz" simbólica, que estará en relación con el sitio zodiacal de la
Luna como la cruz formada por el horizonte y el meridiano está en
relación con el Sol. Especialmente, calcularemos el punto del zodíaco que está en relación con la Luna como el Ascendente lo está con
el Sol. Podemos referirnos a tal punto abstracto como al "Ascendente de la Luna". Este punto se usó largo tiempo en astrología bajo el
nombre de Pars Fortunae: la Parte de la Fortuna. Se lo encuentra
sumando las longitudes del Ascendente y de la Luna, y restando de
la suma la longitud del Sol.
340
Si el Ascendente representa la actividad característica de la personalidad individual, la Parte de la Fortuna simbolizará, pues, la
actividad característica de la personalidad egocéntrica corriente,
condicionada en gran medida por las reacciones de los sentimientos
y las disposiciones anímicas "lunares". En el "Sistema sabiano", "la
Parte de la Fortuna indica en cualquier mapa el departamento de la
vida en el que (o a través del que) el nativo se expresa con óptimo
beneficio, o la vida en conjunto lo obliga a expresarse".30 Al término
"nativo" sólo le agregaríamos: "como un ego consciente". La Parte
de la Fortuna representa la actividad congénita de un hombre, como
un ego meramente consciente, y descontando todas sus intuiciones y
motivaciones inconscientes o superconscientes más profundas. Trata
sobre su reacción estrictamente personal ante la vida, sobre las reacciones espontáneas de la personalidad consciente que él construyó, o
que la vida le impuso.
En la astrología medieval, se decía que la Parte de la Fortuna
representaba la "riqueza" del nativo. Según E. Parker, donde se halla
la Parte, en ese departamento de la vida el nativo hallará su felicidad; esto especialmente en términos de posición de casas. Las tres
interpretaciones están muy claramente relacionadas, pues el hombre
es feliz al funcionar según sus reacciones personales espontáneas, y
la felicidad y la espontaneidad de las reacciones personales están
habitualmente muy involucradas en el dinero, o, al menos, en la
cooperación social y el crédito (del cual el dinero es el símbolo).
El valor de la Parte de la Fortuna será clarísimo, por ejemplo,
para cualquiera que haya observado a individuos que la tengan en
conjunción con Júpiter o con Saturno. Aquí tenemos dos tipos de
reacciones conscientes básicas ante la vida: el optimismo y el pesimismo, modificadas, como pueden estarlo, por otros factores. Aquí
también tenemos, por un lado, una tendencia a obtener crédito y
cooperación social para cualquier riesgo personal; por el otro, una
Marc Jones usó este factor de la distancia de manera muy original en un sistema de interpretación estudiado bajo el nombre de "Astrologia Pitagórica" que se
ocupa, en parte, del grado de plenitud o aproximación de los "aspectos". Ver el
capítulo sobre "La forma y el patrón de los aspectos planetarios". (pág. 409)
341
30
tendencia a que el nativo sienta sobre sí un rechazo constante, como
si estuviera en un país extranjero, cuyas reacciones naturales conscientes hacia la vida tal vez sean poco familiares y pasmosas para la
colectividad en la que él vive.
El mismo procedimiento descrito en relación con la vida, puede
seguirse en relación con todos los planetas. Los "Ascendentes" de
todos los planetas son significativos y dignos de estudiar en un tipo
depurado de análisis astrológico. Uno de los más valiosos, prácticamente hablando, es el "Ascendente" de Urano, al que dimos el
nombre de "Parte de la Proyección de Imágenes". Indica cómo la
fuerza proyectora de imágenes del inconsciente opera dentro del ser
y del Destino del individuo. Simboliza al genio creador propio del
individuo, su modalidad de contacto con las fuentes profundísimas
de su ser, y sus reacciones ante tal contacto. El "Ascendente" de la
Luna revela reacciones conscientes ante situaciones externas condicionadas por la herencia y el ambiente. El "Ascendente" de Urano
caracteriza las reacciones insconscientes y creativas ante situaciones
que afectan todo el campo de la consciencia.
La teoría general de las "Partes" astrológicas
Los "Ascendentes" de los planetas se determinan calculando los
"arcos" (o las diferencias de longitud) entre el Sol y los planetas y
sumando el valor de estos arcos a la longitud del Ascendente real.
Este procedimiento puede seguirse en el caso de dos planetas cualesquiera, o incluso de dos puntos astrológicos cualesquiera, anteriormente determinados. Como resultado de tal procedimiento, si se
lo lleva adelante hasta sus límites, podremos ubicar en el zodíaco un
número casi infinito de puntos simbólicos. Estos son las "Partes",
usadas tan extensamente por los astrólogos árabes.
El procedimiento implica dos factores: primero, el factor de la
distancia entre dos planetas, medida en términos de longitud zodiacal. Tal distancia se considera que establece una significativa relación entre dos planetas, o entre dos puntos cualesquiera, astrológicamente válidos, de referencia. Este es el factor en el que se fundan
342
todos los "aspectos" astrológicos. Sin embargo, los "aspectos" son
constituidos por sólo unos pocos valores significativos de distancia,
que se determinan dividiendo toda la circunsferencia mediante el
uso de simples denominadores (2, 3, 4, 5, 6, 8, 10, 12, principalmente), como 180°, 120°, 90°, 72°, 60°, etc. Empero, teóricamente,
cualquier distancia es significativa, y este factor de la distancia resulta más significativo aún si está conectado con el Ascendente.31
Esto es precisamente lo que constituye la realidad de las Partes.
Una Parte es la distancia entre dos planetas, referida por su significado al Ascendente. El Ascendente es el punto de la percepción
consciente individual. Por tanto, una Parte da significado a la relación entre dos modos particulares de actividad vital (planetas), en
función de la percepción intuitiva del individuo respecto de la vida y
del Destino. Por tanto, la Parte de la Fortuna muestra cómo la relación entre las energías solares y lunares opera al determinar la actitud del individuo ante sí mismo y ante su Destino. La Parte de la
Proyección de Imágenes indica la manera en la que los factores integrativos (Sol) y regeneradores-transformadores (Urano) de su ser
cooperan en el acrecentamiento de la individualidad creativa, de la
unicidad, propia del nativo.
Póngase cualquier otro planeta en el lugar del Sol, y estará en
ejecución el mismo principio. Se ponen en circulación significados
especiales cuando los dos planetas considerados forman una parte
positiva-negativa: Saturno-Luna, Júpiter-Mercurio, Marte-Venus.
Otros, en lo concerniente a actividades vitales antagónicas; siendo el
más significativo el caso de Júpiter y Saturno. No sólo los planetas,
sino también puntos astrológicos como la "Luna Nueva antes del
nacimiento”, pueden ponerse en parejas, y relacionarse su distancia
con el Ascendente, constituyéndose así las Partes. Las Partes revelan
significados en términos de su casa, primero y principalísimamente,
y también, de su posición de signo y grado, en términos de sus conjunciones con otros planetas. Son "puntos sensibles" en un mapa.
Sólo que tantos de ellos son posibles que su número desmerece su
Estas ideas fueron desarrolladas en la primera parte de este libro: ver págs. 136
y 146.
343
31
significado.
Su número aumenta tremendamente por el hecho de que la distancia entre dos planetas puede no sólo relacionarse con (sumarse
al) Ascendente, sino también con el Medio Cielo, el Descendente y
el Nadir (o Imum Coeli). Cada uno de estos cuatro puntos representa
una función de la personalidad, y, por lo tanto, tiene derecho a ser
un centro de referencia para combinaciones de actividades planetarias. ¡Y esto no es todo! Cuando se considera la distancia entre dos
puntos de la circunferencia zodiacal, uno puede, evidentemente,
obtener dos arcos de medición. Suponiendo que midamos la distancia en la dirección en la que los signos del zodíaco aumentan (en
sentido contrario al del reloj), entonces podremos medir la distancia
desde el Sol hasta la Luna; pero también la distancia desde la Luna
hasta el Sol. En la siguiente ilustración contamos 25 grados desde el
Sol a la Luna, y por tanto 335 grados desde la Luna hasta el Sol. Si
sumamos estos 335 grados a la longitud del Ascendente (o, lo que es
lo mismo, si restamos 25 grados de su longitud), obtenemos una
nueva Parte de la Fortuna, tan arriba del horizonte como la Parte
original estaba debajo del horizonte. Y si operamos de modo parecido respecto de los cuatro ángulos, ¡encontramos ocho puntos simbólicos creados por la relación del Sol con la Luna!
344
Los ocho puntos posibles que interpretan como "Partes" la relación
del Sol con la Luna: en dos direcciones y aplicados a cada
uno de los cuatro ángulos.
La astrología de las Partes es realmente un género de "álgebra
de los grupos" que ejecuta correlaciones y trueques casi interminables entre los elementos originales de la fórmula del nacimiento. Su
complejidad, por supuesto, la torna muy difícil de manejar; pero no
hay duda de que representa el tipo último y más abstracto de ponsamiento astrológico: aquel por medio del cual nos acercamos muchísimo a la vida misma y a su red múltiple de relaciones. Pensemos
345
por un momento en los millones de canales nerviosos de un cuerpo
humano, estableciendo cada uno una senda eslabonada entre células
de varias clases. Las sensaciones, las reacciones, las voliciones, los
sentimientos, los instintos, todos viajan a lo largo de esta red increíblemente compleja de hilos de la vida. El resultado es la personalidad. Y si hemos de aproximarnos con nuestras herramientas de análisis a la variedad infinita de conexiones a analizar, es evidente que
nada escaso en las multitudes de Partes podrá realizar esa labor. Los
panoramas que se abren son vastos y casi más allá de lo comprensible, pues la personalidad es ubicua. La astrología estudia la
personalidad de cada minuto de vida, de cada situación; tanto de las
naciones como de los individuos. Es, realmente, el álgebra de la
Vida multitudinaria y proteica.
346
X
LOS GRADOS DEL ZODÍACO Y
LOS SÍMBOLOS "SABIANOS"
El Grado no es meramente una subdivisión del signo zodiacal, o
de todo el zodíaco. Como elemento astrológico, se detaca singularmente, de modo muy significativo (aunque poco comprendido). El
Grado es el elemento más misterioso de la astrología, y realmente es
la clave de toda interpretación astrológica más profunda, pues en el
Grado llegan a un punto de síntesis los dos movimientos de la Tierra, y, simbólicamente, los dos grandes principios de toda vida: lo
colectivo y lo individual, lo universal y lo particular. En el Grado,
presenciamos la actividad de lo creativo dentro de una personalidad
individual, o de una situación particular. Aquí "el significado" se
revela para quienquiera que sepa leer los símbolos.
Ignorando por ahora la discrepancia numérica existente entre los
365 días y los 360 grados, vemos que el Grado es el espacio cubierto por la Tierra en su revolución orbital mientras efectúa una rotación axil completa. El Grado es, pues, la proyección, en el espacio,
de la unidad temporal, el día. En el Grado, el valor temporal y el
valor espacial se integran, y los dos movimientos de la Tierra se
combinan. Cada rotación axil completa distribuye sobre toda la Tierra alguna fase de la función de Vida relacionada con el signo zodiacal (o segmento de la órbita terrestre) en el que esta rotación particular ocurre. Porque la Tierra se mueve en su órbita mientras rota
alrededor de su eje, sólo puede haber un número limitado de rotaciones dentro de la revolución anual alrededor del Sol. Cada rotación genera, pues, orbitalmente, un Grado. Estos Grados no son meras subdivisiones del zodíaco; pues el hecho de su existencia no depende de diferenciación intrínseca alguna, causada por la naturaleza
del zodíaco mismo, o de la fuerza universal de Vida. Sólo depende
de la rotación axil de la Tierra. El Grado participa, pues, de dos na347
turalezas. Es un elemento orbital condicionado por la rotación axil.
Por tanto, debe representar el factor de la vida que "reconcilia a los
opuestos".
Lo que esta función de reconciliación de los opuestos es, puede
verificarse con nuestro anterior estudio de la psicología analítica de
Jung, lo mismo que con el contenido de nuestro capítulo titulado
"Los procesos individual, colectivo, creativo y cíclico". En el "día"
vemos en actividad, sucesivamente, todas las fases de la consciencia, desde el estado de vigilia hasta el sueño más profundo. Teóricamente, están presentes todas las etapas desde la conciencia clara
hasta la inconsciencia más profunda. Pero si un "día" es un ciclo
básico del ser, debe haber algo que integre todas estas etapas, una
función de relación entre el consciente y el inconsciente. Esta función se manifiesta de varios modos: principalmente, por un lado, en
los sueños; por el otro, en la fantasía creadora. En los primeros, predomina el inconsciente; en la última, el consciente. Pero, en ambos
casos, encontramos un proceso vinculante o integrador de actividad;
y este proceso se manifiesta mediante la proyección de imágenes,
que son símbolos. Los sueños, o las máximas inspiraciones del genio, se parecen a los productos de un proceso integrador que une al
consciente con el inconsciente. En un sentido, son condicionados
más a menudo, en cuanto a la forma, por el estado del consciente –
como el Grado es condicionado por la rotación axil de la Tierra–
pero la energía con la que están dotados proviene del inconsciente –
el Grado es una parte del zodíaco.
Podría decirse que el planeta Urano (y, en otro sentido, también
Júpiter) simboliza esta actividad del inconsciente en relación con el
consciente; pero lo que un planeta representa es actividad pura. Ya
sea que el individuo extraiga o no de la actividad la "gema del significado", el planeta por sí solo no lo revela; tampoco indica la cualidad particular del significado que el individuo, en el mejor de los
casos, podría extraer de la plenitud de está actividad; o sea, la naturaleza de la "gema del significado".
Lo que se ve en el Grado es la "cualidad" arquetípica de cuanto
ocurre dentro de sus fronteras; la personalidad potencial de cual348
quier manifestación de vida allí concentrada. El zodíaco, considerado como una serie cíclica completa de Grados, es mucho más que
una representación de energías colectivas. Es el vientre universal de
los significados. Es el tiempo en su sentido supremo: una serie cíclica de momentos creativos que son "vientres de las almas", cada uno
de los cuales pone en libertad una "cualidad" que se convierte en la
"mónada" de cada ente que alcanza existencia independiente dentro
de ese momento. El tiempo, así entendido, es idéntico al gran concepto chino de Tao.32 Los Grados son unidades del Tiempo creador.
Revelan las fronteras de los grandes "momentos" creativos a los
seres humanos de esta Tierra.
El hecho de que haya 360 de tales Grados significa que, desde
un punto de vista planetario, hay tantos tipos o modalidades básicos
de personalidad individual sobre la Tierra, tantos "significados" encarnados como "grupos de seres humanos". Es un número planetario. Hay un número diferente para cada planeta, y es determinado
(como veremos, más bien arquetípicamente que fenoménicamente),
por la relación entre las duraciones de la revolución del planeta y de
su rotación axil. Esta rotación entre las dos duraciones es el significado místico y creativo del Tiempo, como entendemos el término.
Es el número operativo de Tao sobre la Tierra, podríamos decir, en
muy gran medida como, por ejemplo, el número π (3,14159) es el
número operativo de la vida, universalmente considerado.
De lo anterior podemos tener en claro que la realidad del Grado,
al ser de naturaleza tan trascendente, puede considerarse y estudiarse sólo en términos de una particular representación simbólica atribuida a ella. Cada Grado del zodíaco deberá, por tanto, llevar un
símbolo; y este símbolo revelará el significado –la personalidad potencial– de cuanto se halle ubicado en este Grado; ya sea un planeta,
El número 365 ¼ se refiere al día solar, pero en un año solar hay 366 ¼ días siderales. Se puede tomar uno u otro de estos dos valores según se considere (1) el
movimiento de la Tierra a lo largo de su órbita, o sea, en relación con el Sol; o (2)
el ciclo de rotación axil de la Tierra en relación con las estrellas fijas (día sideral).
La diferencia es sutil, filosóficamente hablando. El día siedral se refiere al individuo como un individuo; el día solar, al individuo en relación con su fuente espiritual (simbólicamente, el Sol).
349
32
una cúspide o cualquier otro punto abstracto.
¿Cómo podemos percibir o representar vívidamente en la mente
estos símbolos? La respuesta no es tan fácil de dar. Para percibir los
símbolos que son "vientres del significado" uno debe tener una facultad de percepción espiritual; además, la facultad de hacer que
sean explícitas y autorreveladoras las imágenes representadas vívidamente en la mente. El término "clarividencia" no aclara mucho,
pero debemos usarlo conectado con esto. El espacio nos veda explicar a qué tipo de "clarividencia" nos referimos. Ciertamente, es más
afín a la intuición real que a meros dones "psíquicos". Puede decirse
que es un tipo especial de "percepción holística", pero que es de
alcance planetario. También debemos añadir que la revelación de
los símbolos sólo puede alcanzar al público a través de varias etapas
de transmisión. Quienes realmente tengan tal "percepción holística"
planetaria pueden transmitir los símbolos a los discípulos, quienes, a
su vez, registran aquellos para uso general.
Sea esto como fuere, descubrimos que, en la serie de Manuales
Astrológicos de Alan Leo, el opúsculo titulado Los Grados del zodíaco simbolizados da dos conjuntos de interpretaciones simbólicas
de los Grados.
El primero, de Charubel, es valiosísimo; el segundo, de una
fuente medieval, parece completamente inútil. Marc Edmund Jones
dio otro que es muchísmo mejor, cuya práctica concreta demostró
que, de hecho, es absolutamente inestimable para quienes saben usar
los símbolos. Los símbolos se presentan como imágenes modernísimas, y por tanto, con una apariencia más significativa para el estudioso promedio de hoy en día; pero se dice que derivan de antiquísimas fuentes egipcias. Con la autorización especial de quien lo documentó, añadimos a este capítulo nuestra propia formulación condensada de estos símbolos. Creemos que constituyen una importante
revelación astrológica, cuyo significado y valor se destacarán cada
vez más a medida que pasen los años.
En este ciclo "sabiano" de los símbolos tenemos algo parecido
al ciclo del I Ching como lo interpretara el rey Wen hace unos 3.000
años. El vidente chino usó imágenes y escenas tomadas de la natura350
leza y de la sencilla vida agrícola de su época, a fin de transmitir,
por medio de imágenes, significados de otro modo inexpresables.
Tuvo que usar tales imágenes y escenas porque, a menos que fueran
familiares y fácilmente experimentadas por los hombres de su tiempo, estos hombres no habrían podido extraer el significado vital en
aquéllas encerrado. Lo mismo es verdad hoy. Por tanto, los símbolos "sabianos", documentados por Marc Janes, nos ofrecen imágenes
y escenas modernas que son relativamente familiares o que, al menos, están al alcance de nuestras experiencias vicarias. Es posible
que la formulación de estos 360 símbolos no sea perfecta todavía;
que en algunos casos las escenas representadas como símbolos no
estén arraigadas con suficiente profundidad en la experiencia común
de la humanidad, y que no sean universal o vitalmente precisas. Pero, en lo principal, creemos que tal serie de símbolos se dirige a la
raíz misma del significado planetario para nuestra era actual, y que,
luego de ser depurada aquí y allá, y luego de aclararse su ritmo estructural mediante estudios interpretativos en varios niveles, perdurará con un significado comparable al de los 64 símbolos de la serie
del I Ching. En todo caso, su valor práctico en la práctica astrológica está, para nosotros, absolutamente más allá de toda duda. Fue
demostrado en centenares de casos; de hecho, prácticamente siempre que se lo puso a prueba, tanto en mapas natales como en importantes mapas horarios.
Podríamos añadir, para que se comprenda de modo más completo el asunto, que existen razones muy plausibles como para que diversos símbolos válidos, registrados más o menos del mismo modo
por personas de diferentes "cualidades" espirituales, pudieran atribuirse a cada Grado. Debemos comprender que en el reino del significado puro los valores son muy diferentes de los que se encuentran
en el reino del análisis intelectual o científico. Primero, el elemento
individual es principalísimo; segundo, está conectado con el factor
tiempo. Un símbolo puede ser válido ahora, y pocos siglos después
puede carecer de valor. Esta no es una cuestión de lo que es verdadero o lo que es correcto, sino una cuestión de valor. Y los valores
cambian cíclicamente. Un conjunto de valores puede ser "verdadero" o más bien vitalmente significativo ahora; también puede haber
351
sido tan significativo hace 5.000 años. Empero, tal vez haya tenido
poquísima validez, o ninguna, hace 1.000 años. Por las mismas razones, las culturas y las expresiones artísticas cambian periódicamente. Dentro de los ciclos, hay ciclos significativos. Cada raza,
cada ciclo, es la imagen simbólica de algún vasto significado planetario o cósmico. Algunos hombres que se esfuerzan en pos de valores espirituales reales depuran su percepción consciente interior
hasta que pueden convertirse en los recipientes, en los "griales",
dentro de los cuales fluye, y dentro de los cuales sólo puede fluir, el
"vino del significado". Son los "videntes", los genios creativos de la
raza, los avatares del Tiempo, y ellos mismos son las semillas del
significado para el grupo monádico al que pertenecen por derecho
espiritual.
Estos grupos monádicos pueden descubrirse por medio del análisis astrológico. En un sentido, están ocultos detrás del zodíaco.
Pero no el zodíaco de los signos que se entiende corrientemente;
más bien, el más misterioso ciclo de 360 Grados. El número clave
de tal ciclo no es el 12 sino el 6. El ciclo es el de la percepción
consciente, y la percepción consciente es el ciclo del significado.
Como tal, su primera división es la que corresponde al concepto del
horizonte; y también a la división teórica entre el día y la noche; la
cual se refiere a la división entre el consciente y el inconsciente, lo
externo y lo interno, el hombre y la mujer, el pensamiento basado en
la sensación y el sentimiento basado en la intuición. Por el otro lado,
el concepto de meridiano se refiere al elemento de "fuerza". El mapa natal del individuo usa ambos ejes, porque nacimiento significa
crucifixión en el espacio, y el número 4 es el número de la formación. El zodíaco corriente, que también simboliza en conjunto a la
universal "fuerza de formación", tuvo que dividirse, por tanto, en 4
secciones, que por trisección, dieron la división dodécupla, o por
bisección, la división óctuple.
El significado se basa en el tipo de actividad espiritual que constantemente "reconcilia los opuestos". En un sentido absoluto, es la
fuente de esta actividad; en un sentido relativo y concreto, es su resultado. Su nota clave es, pues, 2 multiplicado por 3; refiriéndose el
número 3 al principio de la manifestación esencial, o de la "indivi352
duación". En otras palabras, en términos de significado, hallamos al
ciclo dividido en 6 fases. Cada fase es la realidad espiritual de lo
que el ocultista-teósofo llama un "Rayo". Cada Rayo, cuando se
manifiesta concretamente, tiene que subdividirse en 4 partes: la crucifixión del Rayo. Por tanto, tenemos a los 24 Ancianos de la Biblia,
de pie en torno del trono de Dios. En la antigüedad, como la manifestación era más potencial y enérgica que concreta y realmente
encarnada, cada Rayo estaba más bien triseccionado, dando el número 18: los 18 capítulos del Bhagavad Gita. Krishna era el décimo
noveno, tal como, en la primera fase del movimiento Bahai, el Bab
(el Heraldo del Avatar futuro) y sus compañeros más cercanos formaban las 19 "Letras de lo Viviente", porque constituían el grupo
ante la manifestación concreta de la "Gloria de Dios", Baha'u'llah.
Los 24 Ancianos representan las 24 horas del día, pues el día es
la unidad del Tiempo y la realidad del Grado que, a su vez, es la
unidad del significado. Cada "hora", por tanto, representa, en el
completo zodíaco del significado, a los 15 grados; tal como cada
Rayo representa un período de dos meses, o dos signos sucesivos
del zodíaco (a los que tradicionalmente se hace referencia como una
pareja masculina-femenina; por ejemplo, la pareja Aries-Tauro).
En su interpretación del ciclo "Sabiano" de los símbolos, Marc
Jones se refiere a estas "horas" como "lapsos", y a cada una de ellas
las divide en tres secciones de cinco grados: "En cada hora, los primeros cinco grados expresan el factor concerniente al hábito del
hombre; los segundos cinco grados, a lo emocional; los terceros
cinco, a lo mental: el orden de toda trisección... la evolución desde
la materia hacia arriba, rumbo al espíritu." (Astrología Simbólica:
Lección 11.)
Sin embargo, a esta altura parece necesario responder a dos preguntas que probablemente se hayan presentado muchas veces a la
mente del lector al leer los últimos párrafos. La primera es ésta: Si
hay más de 365 días en el año, ¿por qué sólo 360 grados? La segunda: ¿No hay siete Rayos, en vez de seis?
Estas dos preguntas pueden responderse simultáneamente, pues
ambas contestaciones derivan del mismo principio. Este principio lo
353
podemos expresar brevemente diciendo que siempre hay en la Naturaleza un valor de indeterminancia en el que dos polaridades fundamentales han de interpretarse en función de una con la otra. La rotación axil de la Tierra es un factor temporal cósmicamente subjetivo
e individualista. La revolución orbital es un factor espacial objetivo
y universalista. Y lo primero no puede servir como unidad exacta de
medición para determinar lo segundo. No podemos medir un conjunto de valores por una unidad perteneciente a otro reino del valor.
La colectividad no es una suma total exacta de individuos. En un
grupo puede haber 360 individuos; pero el valor del grupo no es la
suma exacta de los valores de cada individuo. En cualquier colectividad hay un incremento de crecimiento, un plus; una cantidad misteriosa que, en un sentido, no es una cantidad: o en todo caso nunca
es un número racional.
El proceso puede invertirse, y uno puede decir que el individuo
no es una fracción exacta del valor del grupo. La vida no es tan matemática como podríamos pensarlo; y la física moderna descubrió
esto al investigar la conducta de los electrones. El resultado fue el
principio de la indeterminancia, de Heisenberg: usted no puede conocer exactamente y al mismo tiempo la posición y la velocidad de
un electrón. De modo parecido, dos movimientos planetarios de
órdenes diferentes no pueden relacionarse cuantitativamente mediante números racionales. Tal vez el símbolo más universal de esta
ley de la relación cósmica se hallen en el valor de π que mide la relación de la circunferencia con el diámetro: 3,14159. Parecería lógico que la circunferencia contuviera 3 diámetros o 6 radios. Pero
contiene más que 6 radios, tal como el año contiene más de 6  60
días.
El "más" representa el coeficiente de indeterminancia en todos
los procesos integrativos. Representa la libertad del Alma, el Séptimo Día de la Creación, el Atman de la filosofía hindú: lo Imprevisible. Los ocultistas hablan de los Siete Rayos. Pero el séptimo no es
realmente un Rayo; es un puente entre dos escalas séxtuples del ser.
Es el valor irracional por el cual la longitud de la circunferencia es
más que la suma de las longitudes de los seis radios; o sea, .14159...
Representa la libertad de todos los Rayos; aquello por lo cual pue354
den ser más de los que son. De modo parecido, si uno divide 365 ¼
por 360, se obtiene un valor decimal que representa simbólicamente
aquello por lo cual, cada año, el individuo puede crecer hacia un
estado superior de la personalidad. Lo bastante curioso es que este
valor da nuevamente el número 14: que es .014+.33
En otro sentido, los días extra significan también que la órbita
de la Tierra no es perfecta ni es firme la marcha de la Tierra. Esto
podría referirse a la inclinación del eje polar sobre el plano de la
eclíptica. De cualquier modo que observemos el tema, 360 debe
tomarse como el número arquetípico que mide la relación del individuo con lo colectivo en la Tierra: el número creativo, propio de la
Tierra, como un arquetipo de significado. El reino del significado es
el reino arquetípico; y ninguna manifestación concreta es jamás una
réplica perfecta de su arquetipo. De modo parecido, ningún ciclo
astronómico puede calcularse en números enteros; y, podríamos
añadir, ninguna vida real es jamás absoluta y rigurosamente cierta
respecto del patrón ofrecido por el mapa natal; ningún grupo de pronosticadores podrá jamás ser absolutamente exacto. En algún lugar,
en algún tiempo, ocurrirá siempre alguna discrepancia. De lo contrario, el universo ya habría alcanzado un punto de perfección estática.
El hecho de que la vida existe es la indicación más segura de que el
espíritu y la materia, el significado y la forma, nunca podrán ajustarse perfectamente, y que sus énfasis opuestos nunca se reconciliarán
perfectamente. Por lo tanto, deberá haber siempre destrucción y regeneración. De lo "indeterminado", surge la creadora libertad de
Shiva: el símbolo de todas las transiciones, el dios del "Primer Rayo". Toda creación que sea absolutamente significativa es imprevisible, porque surge de una imperfección relativa, de la necasidad perpetua de hallar una nueva forma de integrar lo inintegrable.
Hay una gran verdad simbólica en la tradición de que en los
años bisiestos las mujeres pueden declararse a los hombres, pues ese
día extra simboliza la parte incumplida de cualquier ciclo; y en esa
N. del T.: La versión aquí presentada no corresponde al texto inglés original. El
mismo Dane Rudhyar ajustó, directamente en francés, su propia versión para esta
edición. A ella, pues, nos atenemos en su traducción castellana.
355
*
parte el llamado de la sustancia que no se unió al espíritu se eleva
hacia el espíritu. Y se la debe oír. Y la respuesta es el Avatar, el ser
Crístico, el Séptimo que es el Primero.
Damos ahora la serie "sabiana" de los símbolos de los Grados
en nuestra versión condensada. Sólo añadiremos estas pocas observaciones que tomamos del curso de Marc Jones:
"La astrología simbólica es un arte vivo y se la debe estudiar como
tal. Los símbolos conectados con los grados del zodíaco raras veces
han de tomarse literalmente. Son más bien catalizadores del conocimiento superior del astrólogo, cuyo desarrollo le permite añadir contenido e implicancia a cada factor de la vida."
Marc Jones da una interpretación positiva y una interpretación
negativa de cada símbolo. En la presente versión, sólo damos habitualmente el significado positivo, aunque, ocasionalmente, mencionamos ambos significados. Este dualismo de significados es la expresión del hecho de que todo ser puede orientarse hacia el espíritu
o hacia la materia, y todo condicionamiento es susceptible de dos
tipos de interpretación, que, a su vez, pueden relacionarse con uno
de los diversos niveles (al menos, tres) de la consciencia. De allí que
la aplicación de los símbolos a casos individuales exija una técnica,
basada en el conocimiento superior.
Cualquier fracción de un grado ha de considerarse como un grado entero. Aries 15°0' ha de leerse como Aries 15°; pero Aries 15°
1', lo mismo que Aries 15° 59', representa a Aries 16°. Los símbolos
son la expresión exacta de un lapso de actividad, un ciclo, cuyo significado se revela de inmediato, en el momento en que empieza.*
356
Los símbolos sabianos de los grados del zodíaco
ARIES
1º: Una mujer que acaba de salir de un océano. Una foca la
abraza.
Emergencia de formas nuevas y de la conciencia individual; pero el
pasado colectivo tiene un gran poder aún. Regresión todavía posible.
2º: Un comediante revela por su juego los rasgos de la naturaleza humana.
Capacidad de observarse objetivamente y de emprender una autocrítica. Humor. Sentido de los contrastes.
3º: El perfil de un hombre tallado en un camafeo evoca la forma
geográfica de su país.
Al identificarse con un grupo étnico y su cultura, posibilidad de
convertirse en portavoz (o avatar) de su comunidad, y de ser sostenido por sus fuerzas colectiva y psíquicas.
4º: Dos enamorados se pasean lentamente por un camino apartado.
Polarización progresiva de las energías necesarias para el perfeccionamiento de su ser y su destino.
5º: Un triángulo en el que están fijas alas.
Posibilidad evidente, pero no necesariamente explotada, de superarse en la espiritualidad. Aspiración a las cimas de la conciencia.
6º: Un cuadrado: uno de sus lados está brillantemente iluminado.
Esfuerzo primordial hacia la diferenciación individual, pero sobre
todo en el plano de las emociones y de los potentes deseos personales. Estabilización del carácter.
357
7º: Un hombre se expresa simultáneamente en dos caminos diferentes con gran acierto.
Tendencia a manifestar energías creadoras de su ser en dos planos
de actividad. Una vida doble que da independencia a las fuerzas del
espíritu, pero se limita a ser práctica.
8º: Un gran sombrero de mujer, de largas cintas agitadas por el
viento del Este.
Presencia de las fuerzas superiores que protegen y dirigen la evolución de todo ser consciente de sí mismo.
9º: Un vidente concentra su mirada sobre una bola de cristal.
Adquisición de una visión de conjunto sobre todos los acontecimientos, inscribiéndolos en un todo orgánico y significativo.
10º: Un educador presenta imágenes tradicionales bajo una
nueva forma simbólica.
Capacidad de dar una forma nueva a tradiciones antiguas de su entorno. Enseñanza creativa.
11º: El soberano de una nación.
Potencia centralizadora de los grandes símbolos que rigen la vida de
las colectividades. Poder ejecutivo.
12º: Una bandada de pájaros salvajes dibuja un triángulo.
Espíritu visionario tal vez demasiado idealista sobre el orden universal. Necesidad de ser práctico y preciso.
13ª: Una bomba descebada indica la desgracia de un movimiento revolucionario.
Un deseo prematuro de efectuar un cambio radical que las circunstancias todavía no justifican.
358
14º: Una serpiente se enrosca alrededor de una pareja abrazada.
La profunda importancia de dar un sentido ritual y "más que personal" a las relaciones íntimas. Evocación de un amor trascendente.
15º: Un piel roja teje una vestidura de ceremonia.
Ampliación de la consciencia personal mediante una acción productiva fundada en una cultura tradicional.
16º: Los espíritus de la naturaleza, jugando bajo la luz de un
bello ocaso.
Posibilidad de cultivar poderes trascendentes que polaricen la atención de las fuerzas vitales. Apertura hacia las fuerzas espirituales.
17º: Dos doncellas entradas en años se enfrentan al silencio.
Retorno de las fuerzas vitales sobre sí mismas. Resignarse calma y
dignamente a su destino.
18º: Una hamaca vacía entre dos árboles.
Necesidad de hacer alternar períodos de actividad y de descanso, y
de una resistencia rítmica.
19º: Una alfombra voladora flota en el aire.
Importancia de la imaginación creadora y de una visión de las cosas
que trascienda la rutina cotidiana.
20º: Un día de invierno, una muchacha tira migajas a los pájaros.
Necesidad de sostener en sí los valores espirituales durante un período de inercia mental o de crisis emocional.
21º: Un boxeador sube al ring.
Glorificación de la agresividad social cuando sigue los canales que
la cultura le impone.
359
22º: La entrada de un jardín mágico en el que se satisface todo
deseo.
Abundancia que se torna posible por la cooperación de todos los
seres y el arranque de los valores sociales y espirituales.
23º: Una mujer embarazada, con vestidos de verano.
Símbolo de la fecundidad y de fructificación. Productividad merced
a la integración del individuo en la colectividad.
24º: Bajo el efecto de una ráfaga de viento, la cortina de una
ventana abierta toma la forma de un cuerno de la abundancia.
Irrupción de fuerzas espirituales en el espíritu listo para consagrarse
a una vida transpersonal, como agente de la evolución de la humanidad.
25º: Una persona consciente de la posibilidad de una experiencia
que cabalga en dos niveles del ser humano.
La característica esencial del estado humano es la de poder actuar
sobre dos planos de la existencia diferentes: por tanto, de superarse.
26º: Una persona que posee más dones que los que pueda realizar.
Necesidad de proceder gradualmente en el desarrollo de las facultades supranormales, y de no confundir lo "potencial" con lo "real".
27º: Una imaginación creadora permite recobrar una oportunidad otrora perdida.
Siempre se puede recomenzar, pero primero es necesario tener la
fuerza para imaginar claramente una meta otrora olvidada porque
era imprecisa.
28º: Una gran audiencia vitupera a un ejecutante que la decepcionó.
La necesidad de asumir la plena responsabilidad de todo lo que se
hace; pues toda acción tiene consecuencias sociales inevitables.
360
29º: La música de las esferas celestes.
Todo ser que actúa representa un papel en la armonía del universo.
Debería permitir a este papel –a su destino esencial– que controle
sus deseos personales.
30º: Un lago con patos.
La necesidad de tomar conciencia de lo que nos limita y, haciéndolo, nos define y nos da nuestra propia forma, lo mismo que un campo de acción particular.
TAURO
1º: Un arroyo de montaña, límpido y puro.
Una naturaleza que se manifiesta en lo que ella tiene de más esencial y más característico: su destino o dharma.
2º: Una tempestad y sus relámpagos espectaculares.
El descenso de las fuerzas cósmicas susceptibles de fecundar o destruir. Una transformadora aparición sobrenatural.
3º: Una escalera rocosa que conduce a un campo de tréboles
totalmente florecidos.
El trébol simboliza la naturaleza triple del ser humano. Son necesarios esfuerzos para ganar el nivel de conciencia en el que esta naturaleza esencial florece.
4º: El vaso de oro inaprensible al pie del arco iris.
El Arco Iris simboliza la alianza entre Dios y el hombre: por tanto,
la posibilidad de comunicación y acuerdo entre la esencia espiritual
y la personalidad pasajera. El contacto es, sin embargo, intangible:
nada puede formularlo o localizarlo exactamente.
361
5º: Una viuda se inclina sobre la tumba todavía abierta.
La gravísima importancia del modo con que se aparta de su pasado
o en el que queda prisionero. Una profunda crisis de conciencia.
6º: Un punto suspendido encima de una abismal garganta.
La posibilidad de vencer, con inteligencia y audacia, todos los obstáculos que separan a los grupos y las culturas humanas.
7º: La mujer de Samaria se encuentra con Jesús cerca del poso
ancestral.
El encuentro entre el pasado, cimiento de lo cotidiano y la manifestación de un futuro todavía misterioso, pero también revelador. Conexión entre tradición y transformación.
8º: Un trineo sobre un suelo todavía virgen de nieve.
La importancia de prepararse para las experiencias futuras, merced
de una anticipación concreta y eficaz.
9º: Un árbol de Navidad enteramente adornado.
El tradicional retorno de la unidad y a las raíces familiares con un
espíritu de regocijo y buena voluntad.
10º: Una enfermera de la Cruz Roja.
Fraternidad tan útil en las tragedias colectivas. Compasión que polarizas el odio.
11º: Una mujer que riega las flores de su jardín.
La necesidad de cultivar asidua y esmeradamente las facultades de
lo "mental-espiritual".
12º: Una joven pareja fascinada por los escaparates de un gran
comercio.
Los deseos de un ego todavía inmaduro, que procura ponerse en el
nivel de la élite intelectual de su medio.
362
13º: Un mozo de cordel cargado con pesados equipajes.
La importancia de cumplir la función social que da su valor a la
existencia personal.
14º: Juegos de niños en una playa; cangrejos que se agitan al
borde del agua.
Vivir y dejar vivir: cada categoría de seres vivos en su propio sitio
en el panorama de la evolución.
15º: Cubierto con un sombrero de forma alta, y arrebujado en
un chal, un hombre desafía una tormenta de nieve.
El coraje y la audacia necesarios para superar una crisis precipitada
por la ambición social.
16º: Un educador anciano se esfuerza vanamente en interesar a
sus alumnos en ideas tradicionales.
La insuficiencia de un saber tradicional pero anticuado para hacer
frente a las nuevas condiciones de vida.
17º: Un combate simbólico entre "sables" y "antorchas".
Necesidad de tomar conciencia de la inevitable oposición entre las
fuerzas cósmicas y psíquicas, y de comprometerse en su duelo constante.
18º: Una sirvienta sacude por su ventana una bolsa llena de polvo.
Necesidad de purificar su "yo" de las consecuencias de una actividad inarmónica o demasiado apegadas a la materia.
19º: Un continente nuevo emerge del océano.
Confrontados con posibilidades totalmente nuevas, la grave cuestión
es siempre esta: ¿qué haremos?
363
20º: Nubes ligeras, en forma de alas, sobre un cielo despejado.
Las fuerzas espirituales operan en nosotros; ¿seremos capaces de
comprenderlas, permaneciendo abiertos hacia lo que ellas parecen
comunicar?
21º: Un dedo que apunta a una línea de la página en la que el
libro está abierto.
La importancia de prestar atención a los "signos" o "rúbricas ocultas" susceptibles de ser mensajes que indican un camino.
22º: Una paloma blanca vuela encima de un lago agitado por la
tempestad.
Inspiración espiritual que nos podría conducir a la salvación, si
nuestra fe es viva y pura.
23º: Una joyería llena de joyas raras.
La confirmación que la sociedad da a quienes cultivan sus valores a
la perfección.
24ª: Un guerrero Piel Roja a caballo. De su montura cuelgan
cueros cabelludos.
Agresividad violenta, tal vez necesaria, para sobrevivir, pero factor
de reacciones deprimentes o funestas.
25º: Un gran parque abierto al público.
La domesticación de las energías salvajes de la naturaleza, puestas
al servicio de la comunidad. La cultura como fuerza colectiva de
regocijo.
26º: Un joven español da una serenata a su bienamada.
La importancia de dar a las emociones y a los impulsos vitales una
forma ritual los mantienen en un orden colectivo.
364
27º: Una vieja Piel Roja vende a los transeúntes la artesanía de
su aldea.
El sostén que las formas de una vieja cultura dan a quienes están
arraigados en ella. Dependencia del pasado.
28º: Una mujer que frisa en los cincuenta años, conmovida por
un amor nuevo.
La posibilidad para todo ser humano de liberarse de compulsiones
biológicas y rehacer su vida.
29º: Dos zapateros trabajando en la misma mesa.
El calzado simboliza, a menudo, el modo con que se comprende
todo lo que sostiene nuestra marcha: nuestra evolución personal.
Todo puede verse desde dos puntos de vista intelectuales.
30º: Un pavo real se pavonea sobre la terraza de un castillo.
La coronación de una línea de esfuerzos ancestrales en la obra o la
personalidad de un individuo moderno.
GÉMINIS
1º: El fondo de vidrio de un barco permite contemplar las maravillas de la vida submarina.
El descubrimiento de una nueva dimensión de lo real en el interior
de un campo psíquico. La Meditación y sus resultados posibles.
2º: El Papá Noel llena de regalos los zapatos de los niños.
La importancia de conservar una fe simple y pura en la posibilidad
de comunicarse con lo divino.
3º: El jardín de las Tullerías.
La unión necesaria de las fuerzas vitales y de la razón en el arranque
de una cultura sólida y bella.
365
4º: Una guirnalda de acebo y muérdago hacen revivir un recuerdo de Navidad.
La nostalgia del pasado y el peligroso encanto de un retorno a la
infancia frente a las dificultades.
5º: Una revista predica el activismo revolucionario.
La presión explosiva de emociones comprimidas demasiado tiempo,
que se transforma en ideas subversivas.
6º: Obreros sobres una plataforma de perforación.
El esfuerzo y la concentración necesarios para hacer uso de los recursos psíquicos largo tiempo enterrados en el inconsciente colectivo. El atractivo de los grandes beneficios.
7º: Un pozo rodeado de árboles majestuosos.
Los retornos a las fuentes vitales todavía abiertas y disponibles para
la comunidad de los hombres.
8º: Obreros en huelga ocupan su fábrica.
Una justa revuelta contra los privilegios, susceptible de alterar el
equilibrio de las funciones sociales.
9º: Un carcaj lleno de flechas.
Actividad mental que sondea las dificultades interiores y mina los
obstáculos exteriores que se le oponen. Voluntad de conquista.
10º: Un avión efectúa una picada.
El hombre superior desafiando a la naturaleza y sus leyes. El poder
de lo mental sobre la materia.
11º: Un terreno virgen recientemente marchito se torna disponible para la construcción.
Las oportunidades que se presentan sin cesar al espíritu, y la voluntad de quienes buscan una actividad nueva en todo nivel, y a todo
366
precio.
12º: Una joven negra lucha por sus derechos cívicos.
La necesidad de rechazar y superar las reliquias de un pasado nefasto. Voluntad de independencia.
13º: Un gran pianista encanta a su auditorio.
El poder de inspirar y conmover a las masas humanas, o menos receptivas. El peligro psicológico de un triunfo sensacional.
14º: Dos personas en comunicación telepática.
La capacidad, latente, en todo ser humano, de triunfar sobre la distancia y el tiempo que dividen lo que esencialmente es, de hecho,
una sola unidad.
15º: Dos niños holandeses intercambian de viva voz sus opiniones.
El valor que se debe atribuir a la discusión libre y espontánea de las
ideas, y a un pensamiento claro y racional.
16º: Un activista lanza una apelación ferviente a la lección social.
El poder de movilizar a la muchedumbre. Las pasiones desenfrenadas por un espíritu que las domina.
17º: En bello rostro adolescente se transforma, revelando una
gran madurez recién adquirida.
La posibilidad de una metamorfosis interior, la potencia psíquica
transformándose en poder mental.
18º: Dos chinos, recientemente emigrados a América, conversan
en su lengua natal.
La gran fuerza de las raíces psicológicas afirmándose en circunstancias que parecen negarlas. La posibilidad de permanecer independiente del medio social.
367
19º: Un manuscrito muy antiguo, rico en sabiduría antigua.
La importancia de las ideas-semillas que crean las bases de toda
cultura, y la necesidad de correlacionarlas sin cesar.
20º: Un restaurante que ofrece numerosos platos regionales.
La síntesis admisible de los productos del espíritu nacidos de diversas culturas, que exigen una facultad de asimilación demasiado fuera de lo común.
21º: Una multitud de trabajadores reivindica tumultuosamente
lo que les parece debido.
El peligro de habituarse a la abundancia y a las ideas igualitarias
susceptibles de contrariar el equilibrio funcional de la existencia no
sólo social sino también biológica.
22º: La fiesta de la vendimia. Dos parejas se unen bailando.
En contraste con la revuelta social, es decir ideológica, he aquí ahora un símbolo de alegría espontánea, debida al cumplimiento de un
trabajo natural. El campo por oposición a la ciudad.
23º: Tres pajaritos en su nido.
La posibilidad de un arranque gradual de las facultades mentales
superiores. Las que exigen aún una protección constante.
24º: Niños que patinan sobre un estanque.
Cada estación (o condición de vida) ofrece sus posibilidades propias
de actividad; es importante reconocerlas y aprovecharlas inteligentemente.
25º: Un jardinero está podando una gran palmera.
No permitir a lo mental y a sus actividades centrífugas que se dispersen. Necesidad de disciplina intelectual.
368
26º: Las ramas de los árboles cubiertas de escarcha se destacan
sobre un cielo despejado.
El descubrimiento de la belleza y de la pureza de los arquetipos después que las pasiones vitales y los deseos personales se disiparon.
27ª: Una gitana abandona el bosque en el que su tribu levantó el
campamento.
El esfuerzo consciente necesario para superar la inercia de una tradición social y aventurarse a un estado espiritual que la traspase.
28º: La bancarrota ofrece a una persona abrumada por los
acontecimientos sociales una nueva posibilidad de rehacer su
vida.
Los negocios modernos son tan complejos y aleatorios que la sociedad no puede autorizar ninguna quiebra definitiva. Todo ser honesto
debe tener la posibilidad de renovar enteramente su campo de acción. La compasión debe equilibrar al karma.
29º: Posado en una rama, un mirlo burlón anuncia la primavera.
El pájaro capaz de imitar lo que oye simboliza aquí al músico de
talento que transfigura el repertorio popular. Virtuosismo.
30º: Un concurse de belleza hace desfilar muchachas bellas ante
la multitud.
La belleza física y la inteligencia en su sentido corriente como símbolos de superioridad biológica y social. La ambición de representar
un papel especial en su medio.
CÁNCER
1º: En pleno mar, los marineros de un navío modifican el pabellón y cambian la bandera.
Una crisis de autoridad que tiende a someter al yo personal y hacer369
lo centrar de nuevo en su campo de experiencia en función de una
finalidad propia.
2º: Un hombre sentado en una alfombra voladora contempla las
vastas extensiones que desfilan ante él.
Por contraste con el símbolo anterior, este sugiere las vastas perspectivas abiertas a lo mental superior, capaz de traspasar los límites
de una existencia rutinaria.
3º: Un explorador cubierto de espesas pieles conduce un ciervo
enjaezado a través del hielo.
Necesidad de estar preparado para soportar un aislamiento total en
un medio hostil. Una prueba de resistencia y determinación.
4º: Un gato riñe con un ratón.
La facultad de racionalizar un comportamiento instintivo o estrictamente personal para darle una apariencia mejor.
5º: Un automóvil aplastado por un tren yace cerca de un paso a
nivel.
La probabilidad de desastre cuando un deseo irracional viene a contrariar el curso impersonal y casi ineluctable de los usos colectivos.
6º: Los pájaros, presas futuras de los cazadores, preparan sus
nidos.
La relación misteriosa entre la naturaleza eternamente fecunda y la
especie humana siempre dispuesta a aprovechar esta fecundidad,
incluso para su propio placer.
7º: Dos espíritus de la naturaleza bailan bajo el claro de luna.
Las fuerzas naturales interpretadas en el plano psíquico por la imaginación creadora. La trama invisible, fundamento de toda existencia.
370
8º: Dos conejos disfrazados se adelantan como para un desfile
oficial.
La necesidad de toda conciencia de imitar las formas de vida más
evolucionadas. El poder de un ejemplo que nos sirve de modelo y de
estímulo.
9º: Una muchacha desnuda, inclinada sobre una fuente, trata de
atrapar un pez.
El estadio primitivo, pero puro, del desarrollo de la consciencia intelectual. Una curiosidad ingenua y, muy a menudo, decepcionada.
10º: Un gran diamante que un obrero diestro extrae de su ganga.
El sentido profundo y simbólico puede extraerse de toda experiencia
si el espíritu aprendió a hacerlo. El valor del oficio en el estado de la
cultura.
11º: Un payaso parodiando a celebridades.
El valor del humor y de la ironía para librarnos de la fascinación
debida a los grandes hombres o a los acontecimientos oficiales.
12º: Una china alimentando a un infante cuya aura revela que
este es un adepto reencarnado.
La posibilidad de ser sensible a las realidades espirituales disimuladas bajo formas todavía inmaduras, incluso en un medio en el que
normalmente no se las puede esperar.
13º: Una mano con el pulgar prominente.
El carácter templado por una voluntad firme; la necesidad de afirmarse cuando las circunstancias lo exigen.
14º: Un hombre muy viejo, los ojos vueltos hacia el noreste, perfora las tinieblas con su mirada.
La potencia de una sabiduría capaz de descubrir la esencia de las
cosas, tanto de las más ocultas como del fundamento de la vida.
371
15º: Después de un banquete suntuoso, los invitados charlan
entre ellos.
Una visión de abundancia material y de lujo polariza el símbolo
precedente. Los extremos se tocan y las visiones espirituales tienden
siempre a materializarse.
16º: Un psicólogo estudia con cuidado un mandala ayudándose
con un manuscrito antiguo.
El valor de tomar conciencia del proceso de "individuación" y de
aplicar toda experiencia, y particularmente todos los contrarios a un
centro activo –el Yo– que los integra.
17º: Posibilidades múltiples que evolucionan en muchos niveles
de un germen inicial.
El fenómeno de crecimiento, y, en su origen, la crucifixión del
grano. La actualización del potencial de nacimiento.
18º: Una gallina escarba el suelo en busca de pitanza para sus
polluelos.
La necesidad de abordar de modo enteramente concreto y práctico
los problemas básicos de la existencia.
19º: Un sacerdote celebra un matrimonio.
La sanción de la religión aporta a las relaciones interpersonales sobre las que se apoya una sociedad sólida. La importancia de los ritos.
20º: Gondoleros, en Venecia, tocan una serenata.
Los principales ritos biológicos hallan una expresión social paralelamente al emerger del deseo y de la conciencia fuera del inconsciente colectivo.
21º: Una prima donna expresa su virtuosismo en la ópera.
El valor que la sociedad atribuye a la distinción personal en un marco relativamente oficial.
372
22º: Una joven en el extremo de un muelle busca en el horizonte
al velero que ella espera.
La espera ansiosa del ideal que podría venir: el Bienamado de los
grandes sueños. La esperanza que sobrevive a numerosos desengaños.
23º: La reunión de un grupo literario.
La formación de una élite necesaria para la cultura y la concertación
personal sobre los símbolos que permitan la comunicación intelectual.
24º: Una mujer y dos hombres que naufragaron en una isla del
Pacífico.
La integración de las fuerzas interiores en el campo restringido de
una personalidad que opera en tres planos diferentes. La interdependencia de los valores psicológicos.
25º: Un hombre poderoso recibe una inspiración espiritual.
Una vía de comunicación puede abrirse entre lo divino y el ser humano que dominó sus pasiones y su egocentrismo. Se plantea una
cuestión grave: ¿qué hará ese individuo?
26º: La biblioteca de una residencia lujosa. Los invitados se enfrascan en la lectura de libros preciosos.
El progreso de una clase intelectual, favorecida por la riqueza, y de
una ideología común a las clases sociales superiores.
27º: Una tempestad furiosa estalla sobre un valle cuyas moradas
están reservadas a la élite social.
La fatalidad de una crisis social debida al desequilibrio entre ricos y
pobres. Una prueba de valor individual y de simpatía hacia los desheredados.
373
28º: Una joven india, en la América de antes, presenta a su tribu
su amante inglés.
El amor supera los anticuados prejuicios de raza y cultura. Retorno a
la naturaleza que atrae en nuestros días a los intelectuales desarraigados.
29º: Una musa de la Grecia antigua pesa dos gemelos en una
balanza de oro.
El dualismo, inherente a las concepciones intelectuales, exige, para
su resolución, el concurso de una intuición que trascienda lo mental.
30º: Una aristócrata norteamericana, descendiente, en línea directa, de uno de los fundadores de la república.
El prestigio atribuido a un largo linaje social y político, incluso en
una sociedad que se dice igualitaria. La importancia de conservar un
pasado cuya glorificación reasegura y sostiene en período de crisis.
LEO
1º: El rostro de un hombre animado por una intensa ambición
indica una congestión.
El desequilibrio biológico, causado por una actividad mental sin
límites, en el origen de una congestión cerebral.
2º: Una epidemia de paperas.
La difusión de un síndrome colectivo que toma la forma de una enfermedad que ataca a las fuerzas de resistencia biológica (las glándulas linfáticas) y, a menudo, los testículos.
3º: Una mujer de mediana edad trata de parecer joven.
Un deseo dominante de hacer frente a las exigencias de una sociedad que glorifica a la juventud y al estado natural,
374
4º: Un hombre de edad, de traje, presenta en su club los trofeos
de una expedición de caza que él dirigió.
El deseo de probar su masculinidad y audacia, a pesar de una declinación de las fuerzas vitales; también la capacidad de dominar completamente los impulsos animales de la naturaleza.
5º: La roca de las paredes de un precipicio evoca formas familiares.
La potencia de las fuerzas de la naturaleza, cuya inmensidad supera
la de todo escultor y humilla a la ambición humana, que sin embargo se venga dando un sentido imaginario a lo que es sólo producto
del azar.
6º: Una gran dama es abordada por un hippie joven.
El cambio periódico de los valores sociales y morales impone a menudo confrontaciones entre un pasado de declinación y un presente
que lo trastorna. La importancia de la moda.
7º: Las constelaciones brillan en el cielo nocturno.
La revelación de valores arquetípicos cuya permanencia establece
una base sólida para toda cultura humana.
8º: Un comunista ferviente da su mensaje revolucionario.
Las fuerzas catabólicas, presentes en todo organismo, operando
también en el nivel de vida social y política. El poder de movilizar a
las multitudes, inherente a las grandes utopías sociales.
9º: Un vidriero sopla bellísimos objetos.
El control del aliento en el yoga está en la base del desarrollo de un
poder de formación y de transformación espirituales. El ser total,
cuerpo y alma, está en juego en los momentos de intensidad creadora.
10º: Matorrales cubiertos de rocío, que reflejan la luz matinal.
Tras la noche fría, la transfiguración, por la luz del espíritu divino,
375
de lo que resistió bien a las tinieblas interiores.
11º: Niños alegres toman vuelo en un columpio sujetado en las
ramas de una gran encina.
La necesidad de hacer reposar el vuelo de la imaginación sobre las
bases seguras de la "gran tradición".
12º: Una recepción suntuosa sobre el césped, iluminada por faroles adornados.
Las diversiones de los adultos siguiendo la moda impuesta por la
cultura. La imaginación creadora, reducida a agudezas.
13º: Un capitán de barco, retirado, descansa bajo el pórtico de
su casa, conversando con sus amigos.
El placer de participar con jóvenes los recuerdos de una vida llena
de incidentes insólitos y de experiencias globales.
14º: Un alma desencarnada busca ocasión de regresar a la Tierra.
La necesidad para el espíritu de hallar en la materia un vehículo
satisfactorio; y para lo abstracto, la de hacerse concreto.
15º: Un gran espectáculo popular se desarrolla a lo largo de una
avenida poblada por una multitud que aplaude.
La importancia de dar a las emociones colectivas la posibilidad de
expresarse libremente en un marco tradicional y de dar motivo a la
competición.
16º: Un relámpago radiante a continuación de una tempestad.
Poder de resurgimiento después de una crisis personal o social. Voluntad de renovación. Claroscuro de la vida espiritual.
17º: Un coro de feligreses resuena en una pequeña iglesia.
El profundo valor del sentimiento de comunidad, que une caracteres
dispares pero todos consagrados al mismo ideal que supera la perso376
nalidad de aquellos.
18º: Una experimento de química en un laboratorio universitario.
La emoción suscitada por el descubrimiento de los procesos ocultos
de la materia. El análisis intelectual de los datos de la existencia, o
bien la alquimia de las fuerzas psíquicas.
19º: Sobre una nave adornada con lamparillas se desarrolla una
fiesta de juventud.
La liberación temporaria de una existencia dominada por la compulsión de las rutinas prácticas. Sentimiento de fluir infinito de la vida,
y de la alegría que aquello procura.
20º: En la aldea India de los Zunis, un rito solemne celebra la
salida del Sol.
El retorno a la naturaleza y a los cultos primitivos de las fuerzas
vitales y cósmicas, reacción contra la artificialidad de nuestra sociedad intelectual y competitiva.
21º: Pollos que, aleteando, tratan torpemente de volar.
El desorden engendrado por la fascinación que ejercen las doctrinas
ocultas cuya profundidad todavía se nos escapa. La importancia de
la técnica y de una aproximación a lo desconocido.
22º: Una paloma viajera cumple su misión.
El entrenamiento necesario para el cumplimiento de una misión espiritual o social. Un ideal de servicio.
23º: En un circo, una joven, parada sobre un caballo a galope,
ejecuta destrezas.
El dominio de las energías salvajes de la naturaleza en el origen de
un virtuosismo destinado mucho más a la diversión del público que
a una evolución interior del espíritu.
377
24º: Un yogui hindú medita, enteramente perdido para el mundo exterior.
La necesidad de una concentración interior total para obtener resultados ocultos valiosos. El subjetivismo absoluto negando la importancia de los valores objetivos.
25º: Un camello muy cargado atraviesa el desierto.
Una independencia casi total de condiciones exteriores aparentemente insuperables, cuando se cumple una misión.
26º: Un arco iris después de la tempestad.
El símbolo de una comunicación entre Dios y el hombre, siempre
posible si la crisis de crecimiento se vivió, valiente e inteligentemente, en la fe.
27º: El cielo de color púrpura cuando sale el Sol.
Necesidad de tener la certidumbre de que siempre es posible una
renovación; pero también, de prepararse al alba para enfrentar lo que
la jornada nos anuncia. Ser responsable del futuro.
28º: Una bandada de pájaros muy animados sobre un árbol.
La confusión que a menudo se produce cuando son posibles demasiadas opciones. La importancia de un estudio objetivo de las elecciones que se presentan.
29º: Una sirena manifiesta su deseo de tomar una envoltura
humana.
La transición entre inconsciencia y conciencia. El peligro de volver
a caer en el océano de la inconsciencia. El esfuerzo necesario para
hallar la forma precisa que una idea abstracta exige.
30º: Una carta cuyo sobre quedó abierto.
La necesidad de comprender que finalmente ningún mensaje, o incluso ninguna idea, puede quedar oculta. Todo está en todo. Todo
hombre forma parte de la comunidad planetaria de los hombres.
378
VIRGO
1º: Un retrato fiel del carácter esencial de un rostro.
El comienzo de un ciclo que exige el desarrollo de una percepción
analítica y objetiva de los elementos significativos de toda situación.
2º: Una gran cruz blanca se alza sobre una colina.
Una lección de desapego y renunciamiento se impone. Una prueba
iniciática que nos deberá librar de un pasado demasiado limitado.
3º: Dos ángeles guardianes.
El apoyo dado por supuestas fuerzas psíquicas, pero cuya autenticidad es todavía desconocida. Se indican dos centros de influencia;
dos columnas de apoyo espiritual en la iniciación.
4º: Niños negros y blancos juegan juntos sin animosidad.
La necesidad de superar los prejuicios sociales y las divisiones políticas, y de desarrollar una visión de conjunto que incluya la totalidad
de las corrientes de la existencia más allá de una moral fácil.
5º: Un vidente se revela.
El desarrollo de facultades que permiten la percepción de entes suprafísicos en acción. Una imaginación cuyas representaciones son
valorizadas por la experiencia ulterior.
6º: Un tiovivo gira a los sones de una música estrepitosa.
Una toma de conciencia del carácter cíclico de la existencia y de sus
oportunidades repetidas. Éstas incluyen la comprensión de una finalidad que revela el sentido profundo del ciclo.
7º: Un harén en la antigua Turquía.
La multiplicidad de las formas vitales que pueden ser sometidas a la
voluntad de un dirigente seguro de su poder; pero también la confusión reinante en el plano de los deseos personales.
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8º: Una niña de cinco años toma su primera lección de baile.
La primera iniciación en los movimientos de las relaciones creadoras, trama de la evolución de la vida terrestre. El número 5, símbolo
del estadio humano de la evolución.
9º: Un pintor expresionista en su trabajo.
La originalidad fundamental de la que toda persona que haya tocado
el fondo de su ser debería poder dar prueba; pero que, primeramente
y muy a menudo, patentiza un tipo de aislamiento trágico.
10º: Dos rostros que buscan intensamente descubrir el más allá
de las sombras proyectadas por los cuerpos.
La actividad trascendente de una mentalidad humana convencida de
la existencia de una realidad más allá de las tinieblas de la consciencia egótica raciocinante.
11º: Una madre entrevé en su hijo el potencial de realización
que ella había soñado.
La imaginación creadora en actividad. La realización de los grandes
sueños que dan un sentido superior a toda existencia.
12º: La ceremonia matrimonial concluyó y el esposo alza bruscamente el velo a la esposa.
La acción masculina polariza el gran sueño de la consciencia femenina descrita en el símbolo anterior. Más allá de los mitos culturales,
el espíritu liberado descubre la verdad desnuda de una realidad superior.
13º: Un gran hombre de estado canaliza la histeria de una multitud excitada.
La posibilidad de encarnar, en el momento requerido, la respuesta a
las necesidades confusas de una comunidad.
14º: Un árbol genealógico indica un pasado aristocrático.
El valor de antecedentes colectivos que sostienen y valorizan toda
380
iniciativa individual.
15º: Un pañuelo de encaje, herencia de antepasados importantes.
Un recuerdo de amor, de tiempos lejanos, testimonia una línea de
antepasados nobles y el sentido artístico de un pasado ahora perdido.
Una elegancia innata se manifiesta.
16º: Niños que miran a un orangután en su jaula.
La necesidad, en condiciones propicias, de enfrentar al Karma colectivo de su raza, o de su país de origen. Las fuerzas brutas en la
naturaleza, controladas pero siempre presentes.
17º: Una erupción volcánica.
Presente, también, el dominio interior del fuego terrestre que la cultura, cada tanto, no puede contener más. Los planetas también tienen
sus pasiones primitivas más allá de la experiencia humana.
18º: Una tabla ouija.
La forma bajo la cual el espiritismo presentó el medio de comunicación entre el plano psíquico y la personalidad humana. Apertura
hacia lo desconocido y sus peligros.
19º: Una competición de natación.
El esfuerzo personal y colectivo que representa el deporte, contrastado con la pasividad de los contactos espiritistas; siendo el agua
también un símbolo del psiquismo, de un estado colectivo engendrado por la cultura. La emulación entre individuos valoriza sus
esfuerzos.
20º: Una fila de autos en la ruta, hacia California.
Apoyo dado por la colaboración de todos los esfuerzos para descubrir un mundo nuevo. La suma de todos los medios desplegados en
procura del mismo fin.
381
21º: Un equipo femenino de básquetbol.
La integración de voluntades y talentos individuales en un equipo
que se entrena, dando valor a los caracteres específicos de cada uno
de sus miembros.
22º: Un escudo real engarzado en piedras preciosas.
La prueba de un estado innato de superioridad y la responsabilidad
que se desprende de aquel. "Nobleza obliga", y el gran pianista
compositor Franz Liszt agregó: "Genio obliga".
23º: Un domador de leones amansa a las fieras de un circo.
El control de los instintos y los impulsos psíquicos por una voluntad
paciente, decidida, y segura de sí misma.
24º: María y su corderito.
Un cuento para niños nos recuerda el valor de una actitud de sencillez y pureza en el camino de la iniciación espiritual.
25º: Una bandera a media asta ante un edificio público.
El reconocimiento oficial de la acción social o de la situación política de una persona que se identifica con un arquetipo cultural.
26º: Un niño de coro agita un incensario.
Participación, en su primer estadio, en los ritos complejos de nuestra
cultura, lo mismo que su influencia sobre la formación del carácter.
27º: Un grupo de grandes damas en una corte real.
La capacidad de perpetuar una elevada tradición que exige un estado
superior al medio exterior y formal, una conducta llena de dignidad.
28º: Un líder al estilo de Mussolini se apodera del poder.
Atrapar sin vacilación toda ocasión cuando se presenta. El sentido
íntimo de un destino público que se debe asumir.
382
29º: Un hombre fascinado por las ciencias ocultas, en busca de
sus fundamentos en un viejo pergamino.
Retorno a las fuentes del pensamiento antiguo, siempre presente. La
concentración mental necesaria para vivificar en sí misma las facultades espirituales que a ella responden.
30º: Una persona, enteramente absorta por una tarea urgente,
permanece sorda a todo llamamiento exterior.
La posibilidad de caída en el camino de iniciación, incluso en su
última etapa, hace necesaria una total concentración de la atención y
de la voluntad. Todo deseo centrífugo debe ser suprimido irrevocablemente.
LIBRA
1º: En la vitrina de un museo, una bellísima mariposa, con su
cuerpo perforado por una aguja.
La revelación de la forma arquetípica perfecta de un ser trasformado
por el sacrificio de lo impermanente. La iniciación.
2º: La Revelación de la unidad que orienta y trasciende la perfección de las formas.
Más allá de la "flor" en la que se perfecciona la existencia, la "semilla" simbólica en la que se resume la totalidad de la especie y su
poder renovado.
3º: Al alba de un día nuevo, toda la naturaleza se halla transformada.
Tras un período de meditación y trasformación subjetiva, el despliegue de la energía creadora.
4º: Un grupo de jóvenes se recoge alrededor de una hoguera.
La importancia de hallar compañeros para participar de nuestras
pruebas y esperanzas en el camino de la trasformación radical del
383
Yo.
5º: Un maestro enseña a un grupo de discípulos.
La capacidad de trasmitir un saber superior. La acción "transpersonal" y reveladora, libre de toda influencia egocéntrica.
6º: Profundamente concentrado, un artista reflexiona sobre el
camino a recorrer para llegar a concretar sus sueños.
El proceso formativo de la actividad mental. La técnica.
7º: Una campesina protege a sus pollos amenazados por un halcón.
Necesidad de controlar los poderes destructivos despertados por
todo esfuerzo espiritual verdaderamente creador, pero todavía incierto e impotente.
8º: Un fuego sobrenatural arde en la chimenea de una granja
desierta.
La posibilidad de renovar el esfuerzo abandonado, cuando el centro
espiritual de la consciencia está todavía activo.
9º: Tres cuadros célebres expuestos en un museo.
La inspiración que las grandes realizaciones del pasado suscitan. Un
retorno a la tradición y a sus aspectos diferentes pero complementarios.
10º: Una canoa alcanza las aguas calmas después de haber atravesado torrentes peligrosos.
Una valentía y la fe necesarias para asegurar el triunfo de toda empresa, poniendo en juego las fuerzas vitales de la naturaleza.
11º: Un viejo profesor bastante miope escudriña el rostro de los
alumnos que él interroga.
Los problemas planteados por la adquisición y la trasmisión de un
saber libresco que responde a las necesidades de la sociedad.
384
12º: Mineros que salen de una profunda mina de carbón.
La necesidad de extraer del pasado todo lo que puede facilitar la
vida cotidiana. La psicología de las profundidades.
13º: Niños se divierten haciendo pompas de jabón.
Los juegos creados por la cultura y la imaginación colectivas, que
reflejan las realidades del mundo espiritual.
14º: Un hombre que duerme la siesta después de una mañana
agotadora.
La importancia de períodos de descanso y recuperación, después de
grandes esfuerzos.
15º: Aparecen trayectorias circulares.
Un sentido profundo y transformador de los procesos cíclicos de
toda existencia. Vivir de acuerdo con los ritmos universales, o bien
soportar las consecuencias desmoralizantes de la monotonía.
16º: Un muelle, demolido por la tempestad, es reconstruido.
La importancia de mantener una constante comunicación entre el
inconsciente y la consciencia, y de vencer toda forma de descorazonamientos.
17º: Un viejo marino sigue con los ojos la llegada y la partida de
grandes barcos de vela.
La serenidad profunda y el desapego que deberían seguir a las experiencias y las crisis propias de una actividad vasta y audaz.
18º: Dos hombres bajo arresto.
La necesidad para la sociedad de preservar su equilibrio colectivo
cuando este es amenazado por las acciones anárquicas de los "desarraigados"; necesidad también de asumir las consecuencias de sus
actos.
385
19º: Un grupo de bandidos en emboscadas.
La impugnación de los privilegios sociales. Rechazos que se agitan
contra conductas habituales.
20º: Un rabino en sus funciones religiosas.
Dependencia total de la tradición y de un modo colectivo de existencia. Aceptación de su responsabilidad social.
21º: Una playa invadida por la multitud dominguera.
El retorno a la naturaleza de individuos agotados por las tensiones
sociales y profesionales. La Psicología de las masas. Vulgarización
de los valores culturales.
22º: Un niño feliz de ver los pájaros que apagan su sed en una
fuente.
La felicidad que nace de una empatía ingenua, pero pura, con todo
elemento movido por las fuerzas del espíritu. Solicitud.
23º: El gallo llama con su canto a la salida del Sol.
Aptitud para dar voz a los impulsos creadores de la existencia, pero
también la ilusión de ser enteramente responsable de sus renovaciones.
24º: Sobre el lado izquierdo de una bella mariposa, aparece una
tercera ala.
Símbolo de realización que revela la posibilidad de una mutación
espiritual. La intuición que supera el dualismo inherente a la actividad mental.
25º: Al comienzo del otoño, una hoja dorada evoca el carácter
cíclico de la vida.
La actitud para descubrir, en todo acontecimiento, un sentido profundo que lo sitúa en la armonía global del mundo.
386
26º: Un águila y una paloma blanca se transforman una en la
otra.
La polarización de las fuerzas espirituales, la audacia y la paz: la
revelación divina y el amor que unen la luz y las tinieblas.
27º: Un avión en vuelo muy alto.
La superación de los límites del espacio y del tiempo por el dominio
de las fuerzas de la mente. La aplicación de principios cósmicos a
los problemas de la existencia.
28º: Un hombre que toma consciencia de fuerzas espirituales
que lo rodean y asisten.
Nadie está completamente solo. La importancia de una fe viva en
apoyo de una comunidad invisible.
29º: El esfuerzo constante de las generaciones hacia un saber
cada vez más integral.
La necesidad de participar conscientemente en la evolución general
del pensamiento humano, en cualquier nivel que esto sea.
30º: Tres protuberancias craneanas sugieren el desarrollo particular de un espíritu filosófico.
La sabiduría filosófica por contraste con el saber intelectual: un enfoque "holístico" de los problemas de la existencia.
ESCORPIO
1º: Un ómnibus lleno de turistas ávidos de ver los monumentos
de la ciudad.
Ampliación del campo de consciencia mediante el descubrimiento
de valores extranjeros. Curiosidad intelectual.
387
2º: Un frasco roto, de cristal: un perfume delicado que se exhala.
El atractivo a veces punzante de una cultura antigua; o de recuerdos
personales que mejor sería no resucitar.
3º: Los vecinos de una joven pareja la ayudan a construir su
casa.
La cooperación social en su aspecto más íntimo. El valor psicológico y espiritual de un servicio desinteresado.
4º: Un niño de coro llevando al altar un cirio encendido.
La importancia de participar tan simplemente como sea posible en
las actividades rituales de una vida comunitaria.
5º: Un acantilado rocoso resiste el choque de grandes olas.
La resistencia al cambio por parte de las instituciones sociales y
religiosas. Una consciencia estable, pero también la inercia de todo
sistema intelectual y estilo de vida.
6º: La "fiebre del oro" en California.
El atractivo de la riqueza y de todo lo que procura una posición social privilegiada. La movilización de las energías en procura de beneficio.
7º: Buzos explorando los abismos submarinos.
Psicología de las profundidades. Búsqueda de las causas inconscientes de los complejos. Valentía para ver claro en sí mismo.
8º: Un lago calmo en el que se refleja la luna llena.
La quietud interior necesaria para una inspiración superior, pero
esencialmente de origen mental.
9º: Un dentista trabajando
Aptitud para corregir los daños debidos a la artificialidad de la vida
social, y los malos hábitos personales.
388
10º: Una comida reúne a antiguos camaradas de guerra.
La unificación psíquica surgida de una experiencia común. La
cooperación, base del sentido social.
11º: Sobre una playa frecuentada, se reanima a un ahogado
La acción humanitaria de un grupo hacia una persona en apuros.
Compasión activa, factor de salvación.
12ª: Un gran baile en los salones de una embajada.
Los intercambios culturales que unen a las clases superiores de las
naciones, más allá de los conflictos políticos. Comportamiento aristocrático.
13º: Un inventor que logra una experiencia de laboratorio.
Inventiva que establece relaciones todavía desconocidas entre objetos o procesos conocidos. Una búsqueda paciente de la que la sociedad podrá beneficiarse.
14º: Obreros a punto de instalar postes telefónicos.
La necesidad de permitir un número, sin cesar creciente, de intercambios de ideas.
15º: Niños que juegan alrededor de cinco montículos de arena.
El espíritu humano dominado por los cinco sentidos y la objetividad
material; pero también el desarrollo de la mente mediante el libre
juego de las ideas.
16º: El rostro de una muchacha, embellecido por su sonrisa.
Expresión espontánea de sentimientos interiores. El contagio de la
felicidad. Fervor de vivir.
17º: Una mujer fecundada por el espíritu divino que la anima.
La acción fértil del Yo en el seno de una personalidad totalmente
abierta hacia la encarnación de fuerzas espirituales. La "Psicología
de las cimas". La actividad transpersonal.
389
18º: Un bosque; sus árboles adornados con colores otoñales.
La riqueza interior que emerge al final de un ciclo de vida bien
cumplida. Transformación de la materia por el espíritu.
19º: Un loro que repite lo que acaba de oír.
Actividad mental condicionada por una inspiración trascendente que
ella todavía no puede comprender. Espiritismo.
20º: Una mujer aparta con fuerza dos gruesas cortinas que ocultan la entrada de un pasadizo sagrado.
La acción reveladora de la intuición que supera al dualismo del intelecto y que conduce al misterio no racional de la mística.
21º: Un soldado se niega a obedecer una orden que cree injustificada.
Conflicto de conciencia. La libertad de juicio individual frente a la
autoridad social. Impugnación.
22º: Cazadores que acechan una bandada de gansos salvajes.
La socialización de los instintos. La inteligencia puesta al servicio
de impulsos primitivos de la naturaleza humana.
23º: Un conejo se metamorfosea en espíritu de la naturaleza.
La sublimación de las fuerzas sexuales. Transmutación de los instintos.
24º: Una multitud desciende una montaña en la que recibió la
palabra de una gran Maestro.
El retorno a la vida normal después de una experiencia sublime.
¿Cómo practicar las grandes enseñanzas?
25º: Rayos X revelan un tumor normalmente invisible.
Capacidad de descubrir la estructura esencial de las cosas y de los
acontecimientos, más allá de la superficialidad de las percepciones
390
corrientes.
26º: Una tribu primitiva acampa en un terreno virgen.
Valor de una facultad de adaptación rápida a las condiciones nuevas
de la existencia.
27º: Resuena la música de un regimiento.
La glorificación agresiva de una cultura nacional. La forma pomposa del poder de la colectividad sobre el individuo.
28º: El rey de las hadas acercándose a su dominio.
Integración de las fuerzas psíquicas por el Yo que les da un centro
efectivo. El poder de los grandes símbolos culturales.
29º: Una mujer suplicando al jefe de su tribu que perdone a sus
hijos.
El poder de intercesión del amor y de la plegaria. La compasión
equilibrando la fuerza del Karma.
30º: La noche anterior a Todos los Santos, grupos de niños disfrazados con vestidos improvisados recorren las calles y amenazan riendo a los ciudadanos apacibles.
Necesidad de dar libre curso, cada tanto, a la revuelta de las emociones pueriles que la vida social debió encauzar.
SAGITARIO
1º: Una reunión de veteranos de una guerra casi olvidada.
La importancia de revivir la memoria de las crisis superadas, durante las cuales se forjó la voluntad poderosa. La fuerza del nacionalismo.
391
2º: La tempestad alza olas espumosas.
Bajo el impulso de motivos espirituales, se movilizan energías que
permanecieron largo tiempo inconscientes.
3º: Un juego de ajedrez.
Ritualización de los conflictos fundamentales de la existencia. Una
transmutación simbólica de los instintos de combate en el nivel del
pensamiento abstracto.
4º: Un niño aprende a caminar, guiado por sus padres.
La asistencia ofrecida por los poderes superiores durante las crisis
naturales del crecimiento.
5º: Un búho solitario posado en una rama.
La sabiduría que puede afluir de la contemplación interior capaz de
horadar los misterios del inconsciente.
6º: Un juego de cricket.
Desarrollo de un sentimiento colectivo de solidaridad, que sin embargo se apoya en la existencia de un adversario.
7º: Cupido golpea en la puerta de un corazón.
Trasformación de la consciencia individual y del ego por un amor
romántico que supera toda norma social.
8º: Los metales formándose en el interior de la tierra bajo la
acción del calor intenso.
La alquimia y la transformación de los elementos psíquicos del ser
interior. El poder de una gran pasión.
9º: Una madre ayuda a su hijo a subir paso a paso una escalera.
Necesidad de una educación progresiva y de la asistencia de personas más evolucionadas; pero también una dependencia demasiado
grande de la ayuda social.
392
10º: Una actriz de cabellos dorados encarna en una pieza teatral
a la "diosa de la oportunidad".
Valor de la ambición en la vida social, y de los riesgos financieros.
Fe ingenua en el azar.
11º: Sobre un altar, a la izquierda de un templo antiguo, una
llama se escapa de una lámpara con forma humana.
Retorno a los instintos primordiales del organismo y a lo que ellos
nos enseñan.
12º: Una bandera se transforma en águila, y después en gallo
que, con su canto, saluda a la salida del Sol.
Necesidad para la consciencia humana de pasar del ideal abstracto a
la realidad concreta de las experiencias cotidianas.
13º: Se revela la vida pasada de una viuda.
La persistencia de los fantasmas psicológicos. La evocación de un
pasado decepcionante al final de un ciclo. La acción del karma.
14º: La Esfinge y la gran Pirámide.
La presencia constante de una tradición secreta y de seres más que
humanos que la revelaron y perpetúan su acción evolutiva. La mente
superior y sus arquetipos.
15º: El día de la Candelaria en América y su comportamiento
profético el 2 de febrero.
Las reacciones instintivas ante los cambios estacionales y la importancia de vivir al unísono con los ritmos universales.
16º: Gaviotas que vuelan alrededor de un paquebote que se
acerca a un puerto.
Peligro de una subordinación total de la acción individual a las condiciones sociales. Valor de depender solo de sí.
393
17º: Una celebración de Pascua, impresionante, al alba, en la
cima de una colina (en California).
La importancia de glorificar los grandes momentos de la vida espiritual y de recomenzarlo todo periódicamente, o por lo menos, de verse desde un nuevo ángulo.
18º: Niños, protegidos del sol ardiente por lindos gorros, juegan
en una playa.
Necesidad de preservar a los jóvenes contra lo que no pueden asimilar aún sanamente. La función de la familia tradicional.
19º: Un grupo de pelícanos abandona su ambiente amenazado
por la influencia petrolera.
Instinto de supervivencia. Necesidad de establecer condiciones de
seguridad.
20º: Un estanque helado. Los lugareños cortan en él bloques de
hielo que conservarán para el verano.
La previsión indispensable para mantenerse en buen estado cuando
las condiciones de vida cambian. Trabajar para el porvenir.
21º: Un niño y un perro se divierten llevando anteojos.
Aprender es, en primer lugar, imitar a los que saben. La anticipación, a veces trastornante, de lo que todavía no se puede comprender.
22º: Una lavandería china en una ciudad norteamericana.
La necesidad de adaptarse a un medio, social extranjero en el que
los acontecimientos no son manejados. Plasticidad psicológica.
23º: Inmigrantes interrogados en un puerto de entrada.
Momento de transición. Resistencia y fe en sí mismo, necesarias
para comenzar su vida tras una crisis total.
394
24º: El pájaro azul simbólico, posado sobre el balcón de una
casa de campo.
La felicidad que ilumina la vida de quienes son dignos de ella.
25º: Un muchacho mofletudo, sobre un caballo de madera.
Valor de la imaginación que se anticipa a la realidad de un futuro
incierto. Símbolo de sexualidad inmadura.
26º: Un abanderado en medio de la batalla.
La importancia de permanecer fieles a los principios que aceptamos,
incluso en la confusión de un conflicto ideológico o militar.
27º: Un escultor trabajando.
El talento indispensable para dar una forma concreta, útil y convincente a lo que se concibió o sintió.
28º: Un puente antiguo, aún muy frecuentado, sobre un bello
río.
El valor de realizaciones sociales sostenidas por una larga tradición
y en armonía con la naturaleza.
29º: Un adolescente demasiado bien nutrido corta el césped
frente a la elegante casa de sus padres.
El esfuerzo necesario para asegurarse una existencia social respetable desde todos los puntos de vista.
30º: El Papa, bendiciendo a la multitud.
El reconocimiento emocionado y sincero de una autoridad que da, a
un ideal colectivo, una realidad concreta y personal.
395
CAPRICORNIO
1º: Un guerrero valeroso exige, a su tribu reunida, el poder de
un jefe.
Una aptitud especial para aprovechar toda ocasión para agrandar el
campo de su actividad social. Voluntad de poder.
2º: Una catedral bombardeada; uno de sus tres grandes rosetones está destruido.
La destrucción, al menos parcial, que una crisis violenta aporta a
los valores espirituales.
3º: Un alma en busca de una nueva encarnación.
La fascinación ejercida por el dinamismo de una existencia rica en
emociones y en acontecimientos de toda índole.
4º: Lugareños se aprestan a hacer un viaje en canoa.
Necesidad de prepararse en seguida a hacer lo que se decidió.
Atención a los pormenores.
5º: Una piragua llena de indios que salieron en campaña; algunos reman, otros ejecutan una danza de guerra.
La realización que toda empresa importante exige, no solamente
acciones prácticas sino también un estímulo psicológico.
6º: Una alameda de grandes árboles forma una bóveda que
conduce hasta el fondo de un bosque; en su entrada pusieron
diez leños.
Necesidad de considerar íntegramente lo que se emprende, y de
manejarlo bien.
7º: En Francia, un profeta cubierto con un velo, da un mensaje
divino.
Movilización de las energías más profundas de su ser en una ac396
ción transpersonal.
8º: En un salón soleado, cantan canarios.
La felicidad debida a una existencia cómoda que da a los valores
del espíritu el lugar que la cultura les asigna.
9º: Un ángel que lleva su arpa.
Estar en armonía con los ritmos del universo y dedicar su vida al
servicio de Dios.
10º: En pleno mar, un albatros domesticado es alimentado por
marinos.
Asumir con confianza aquello que se tiene razón de considerar
como una oportunidad ofrecida por la vida.
11º: Faisanes retozan en el bosque de un castillo.
El desarrollo de valores aristocráticos en los planos biológico y
cultural.
12º: Un conferencista presenta una película sobre aspectos poco conocidos de la naturaleza.
La investigación científica. El deber de plantear preguntas y la valentía de hacer frente a sus respuestas.
13º: Fieles prosternados ante un fuego sagrado.
Una aptitud para penetrar los secretos más profundos de la materia.
Acción Mágica. Voluntad de trasformación
14º: Un bajorrelieve antiguo, esculpido en granito.
Deseo de inmortalizar nuestra personalidad y los valores de nuestra
cultura.
15º: Un hospital para niños. Juguetes por todos lados, a disposición de aquellos.
Preocupación por imprimir imágenes tradicionales en el espíritu de
397
una nueva generación. La atención que debe darse a aquellos de los
que se es responsable.
16º: El patio de una escuela. Niños y niñas que se divierten en
ropa de gimnasia.
Necesidad de una actividad física normal para el desarrollo de una
personalidad sana y desprovista de tensiones psicológicas.
17º: Una mujer de cierta edad practica nudismo.
Obligación de liberarse de las restricciones de una tradición oprimente bajo cualquier forma que sea.
18º: Una bandera británica flota sobre un navío de guerra.
Una glorificación sin escrúpulos del poder colectivo. El sentido
profundo del destino del grupo al que se pertenece.
19º: Una niñita de cinco años hace compras con su madre.
Madurez precoz. Deseo de servir a la humanidad en el momento
oportuno.
20º: Un coro invisible resuena e una iglesia.
La integración de esfuerzos personales de una acción común dedicada a un fin espiritual.
21º: Una carrera de postas.
Intercambio rítmico de esfuerzos motivados por una ambición común. Cooperación efectiva en un fin material.
22º: Un general acepta noblemente su derrota.
Superación de un estado físico inferior, gracias a la imaginación.
La aceptación del riesgo. Espíritu deportivo.
23º: Un soldado dos veces condecorado por su valentía.
Las recompensas que la vida ofrece a quienes no temen vivir de un
398
modo total. La exaltación de la valentía.
24º: Una joven entra en un convento.
Un compromiso total en una senda que aísla de la vida normal. El
poder de la fe religiosa; pero también la evasión psicológica.
25º: Un comercio de alfombras de Oriente.
La comodidad espiritual que se apoya en la consagración a las tradiciones de antaño. Gusto por el lujo.
26º: Ondinas parecen bailar entre los reflejos irisados de una
caída de agua elevada.
Imaginación poética, pero también aptitud para percibir la esencia
oculta de las actividades de la naturaleza.
27º: Peregrinos que suben penosamente los peldaños de una
escalera que conduce a un templo en la montaña.
El esfuerzo individual necesario para alcanzar las grandes realizaciones de la vida religiosa, o las revelaciones ocultas.
28º: Una pajarera llena de pájaros de toda clase.
Multiplicidad de enseñanzas espirituales, y la confusión que puede
resultar de ello. Eclecticismo religioso.
29º: Una mujer que dice la buenaventura inspecciona una taza
de té.
La aptitud para descubrir las "rúbricas" de los acontecimientos que
se preparan. Clarividencia. El beneficio que puede extraerse de la
credulidad de la gente ansiosa.
30º: Un grupo de dirigentes en sesión secreta.
Integración de diferentes perspectivas en una decisión colectiva
relativa a toda comunidad.
399
ACUARIO
1º: En California, una Iglesia Católica, de ladrillos de arcilla
endurecida, se integra perfectamente con las colinas pardas.
Necesidad de adaptar a un nuevo impulso del Espíritu a quienes lo
recibirán y tienen necesidad de él.
2º: Una tempestad inesperada. Los relámpagos surcan las nubes.
Confrontación súbita con fuerzas superiores. La necesidad de protegerse físicamente y de prepararse para hacer frente al Karma.
3º: Un marino deserta de su acorazado.
El individuo que rehúsa identificarse con el destino colectivo de su
comunidad. Independencia personal obtenida a gran precio.
4º: Un yogui que demuestra poderes insólitos.
Los efectos excepcionales de la concentración intensa y sostenida de
energías generalmente latentes en un ser humano.
5º: Un consejo de administración da su apoyo a un nuevo director.
La aptitud para abrir una nueva senda para una acción común que se
basa totalmente en las precedentes.
6º: Un oficiante enmascarado ejecuta un ritual mágico.
Una actividad transpersonal en la que el actor se convierte en portavoz de la unidad inconsciente de su comunidad. La potencia encarnada de lo divino.
7º: Un huevo brillante da a luz una criatura.
La aparición espontánea de un nuevo tipo de ser humano cuando
comienza un nuevo ciclo. La originalidad creadora.
400
8º: Dos modelos vestidas con ropas de última moda.
La influencia de un ejemplo social que sirve de inspiración para la
multitud. Una demostración de ingenuidad artística.
9º: Un estandarte se metamorfosea en águila.
Un arquetipo incorporándose a un individuo capaz de elevarse por
encima de la mentalidad común. La individualización de la potencia
del espíritu.
10º: Una ídolo popular se da cuenta de su real inferioridad.
La necesidad de hacer frente honradamente a lo que se es, como
persona, bajo una apariencia que causa impresión.
11º: En el silencio y la soledad alguien recibe una inspiración
transformadora.
El proceso de despojamiento afectivo e intelectual susceptible, si es
verdaderamente sincero, de conducir a la iluminación.
12º: La escalera simbólica de la evolución. En cada escalón, una
forma superior de consciencia.
Progresión natural de las especies y de los estados espirituales. Jerarquías de los conjuntos, desde el átomo hasta las galaxias.
13º: Un barómetro.
Aptitud para predecir el futuro fundándose en las leyes naturales.
Una visión objetiva de la realidad.
14º: Un tren entrando en un túnel.
Importancia del método científico, y la independencia del tiempo y
del espacio que aquel hace posible. Penetración intelectual.
15º: Dos cotorritas australianas se arrullan encaramadas en el
seto de un jardín.
Inteligencia satisfecha consigo mismo más allá de sus sutilezas. Ex401
periencia de la armonía perfecta.
16º: Un hombre de negocios importante, en su oficina.
La minuciosidad, necesaria en la organización de vastas empresas,
combinada con un sentido intuitivo del ritmo de los acontecimientos.
17º: Un perro guardián protege a su amo en el trabajo.
Necesidad de defenderse cuando la atención se concentra en una
obra en situación de engendrar enemistades. Seguridad en el plano
social.
18º: La vida íntima de un hombre se revela súbitamente.
Descubrimiento de móviles secretos que una persona logró ocultar.
La perspicacia psicológica indispensable para el triunfo.
19º: Un incendio de bosque es finalmente dominado.
Movilización total de la energía en tiempo de crisis. El control de las
fuerzas destructivas de la naturaleza no sólo humana sino también
cósmica.
20º: Una paloma blanca lleva un mensaje.
La trasmisión de los valores espirituales. La discriminación primordial concerniente al origen de aquellos.
21º: Una mujer abandonada por su amante reorganiza valerosamente su vida.
Integridad de carácter ganada a través de crisis pasionales. La fe en
sí mismo en la soledad. Victoria sobre la amargura.
22º: Una alfombra permite a los niños jugar más cómodamente
en su habitación.
El preocupado interés que llevan los adultos por la sana evolución
de sus sucesores y continuadores.
402
23º: Un oso de gran estructura, sentado, agita sus cuatro patas.
La potencia física dominada por una voluntad firme que aprendió a
servirse de ella. Un cuerpo bien disciplinado.
24º: Un sabio enseña los principios que una larga experiencia le
reveló.
La comunicación de profundas formas de consciencia resultante de
crisis personales resueltas con dignidad.
25º: Una mariposa que nace: su ala derecha está mejor formada
que la izquierda.
Racionalidad cultivada un poco a expensas de la vida afectiva. Masculinidad intelectual.
26º: En un garaje, un mecánico usa un aerómetro.
La competencia técnica indispensable para el triunfo, en nuestra
sociedad mecanizada. Necesidad de permanecer en buena forma.
27º: Una olla antigua llena de violetas
Los sentimientos delicados y estéticos madurados por la cultura. La
humildad sincera de una persona que no siente la necesidad de vanagloriarse.
28º: Un gran árbol cortado en leños para el invierno.
La inteligencia, facultad de adaptación al ritmo de los acontecimientos naturales. Presciencia, precognición.
29º: Una mariposa se libra de su crisálida.
Símbolo de metamorfosis y de iniciación en la vida espiritual. Mutación radical del sentimiento de identidad personal.
30º: Una fraternidad oculta.
Superación del "separatismo" propio de la individualidad, en un
estado de unanimidad en el que las diferencias se armonizan por
403
realizaciones comunes indiscutibles.
PISCIS
1º: Un mercado en el que se exhiben muchísimos productos.
El proceso social en su estadio primario: un intercambio de valores
y de esfuerzos. El comercio.
2º: Una ardilla se oculta de sus cazadores.
Aptitud para sobrevivir en las selvas de la naturaleza, o en las ciudades dominadas por un brutal espíritu de competición.
3º: Trozos petrificados de madera que jalonan un desierto norteamericano.
La esclerosis de doctrinas arcaicas, otrora llenas de sentido. La indestructibilidad de los vestigios de la Tradición.
4º: El ir y venir de automóviles en una ruta entre dos playas
muy frecuentadas.
Movilidad y complejidad de intercambios sociales. La importancia
de ampliar el campo de nuestra actividad.
5º: Una feria de beneficencia organizada por pastores.
Valor de dar un carácter religioso a la compasión hacia los desposeídos, para tornarla más eficaz.
6º: Un desfile de oficiales vestidos de gala.
El reconocimiento público de la consagración a la comunidad. El
espíritu de cuerpo que sostiene al individuo.
7º: Un rayo de Sol perfora la bruma e ilumina una cruz blanca
erigida sobre peñascos.
La consagración última del Espíritu Divino, que puede esperar un
404
individuo que cumple su deber en la soledad.
8º: Una muchacha toca el clarín.
Aspecto positivo y dinámico de la feminidad que moviliza las energías masculinas. Preparación para una vida activa.
9º: Un jockey cabalgando su caballo durante una carrera.
Estimulación de las energías biológicas y psíquicas en la competición social. Ritualización de la ambición.
10º: Un aviador atravesando las nubes a gran velocidad.
Dominio de las fuerzas de la naturaleza, permitiendo un desarrollo
creciente de las relaciones entre diferentes regiones.
11º: "Discípulos" que se adelantan por el Camino que conduce
hacia la iniciación.
Determinación irrecusable, necesaria para quienes procuran cumplir
una transformación espiritual total de su ser.
12º: Pruebas iniciáticas que el discípulo debe superar.
Necesidad para el individuo de probar su valentía y su valor antes de
obtener una posición llena de responsabilidades.
13º: Una espada antigua en la vitrina de un museo.
Respeto debido a los instrumentos que permiten a la voluntad humana vencer toda oposición.
14º: Una gran dama vestida con una piel de zorro.
El uso de la ingeniosidad instintiva para protegerse de intemperies
de toda clase. Instinto de conservación.
15º: Maniobras militares. Municiones reales estallan por todos
lados.
Necesidad de preparación rigurosa antes de comprometerse en una
405
empresa de importancia capital. La puesta a prueba de la valentía.
16º: Un artista se recoge en su atelier. Recibe una inspiración
creadora.
Las diversas fases de la creación. Recogimiento en el silencio interior, meditación creadora.
17º: Una celebración laica de Pascua.
Concreción de grandes realidades del Espíritu. Materialización de lo
espiritual a nivel popular. Renovación sin transformación profunda.
18º: Bajo una carpa inmensa, una multitud observa un espectáculo cautivante.
La necesidad social de dar un carácter dramático y popular a experiencias reservadas a personas especialmente entrenadas.
19º: Un Maestro espiritual instruyendo a sus discípulos.
La trasmisión de una sabiduría y de un poder reales, reservados a
quienes se revelan capaces de hacer de ellos un uso constructivo.
20º: Una mesa preparada para comer
La promesa de alimentos espirituales a quienes trabajaron durante
un ciclo completo de actividad. Confianza en el porvenir.
21º: Vigilada por una nodriza china, una niñita acaricia a un
cordero blanco.
Manifestación todavía ingenua de un instinto de renovación del yo.
El pasado puesto al servicio de la formación de un nuevo estado de
consciencia.
22º: Moisés descendiendo del Monte Sinaí con las tablas de la
Ley.
Necesidad de formular en términos precisos la experiencia espiritual
vivida en las cimas de su ser interior. Poder para transmitir lo sagrado.
406
23º: Un médium espiritista materializa objetos.
La transmisión inconsciente de valores espirituales reducidos al
plano del mundo astral. Pasión por lo espectacular y las efusiones de
orden físico.
24º: Una islita muy poblada en medio del océano.
Extrema centralización de las relaciones interpersonales. Un grupo
especializado, anunciando tal vez un nuevo modo de existencia.
25º: Una reforma religiosa que alcanza su fin.
Necesidad de purificación. El despertar de las energías espirituales
que triunfan sobre le materialismo y la ambición egocéntrica.
26º: Una luna nueva: cada uno ve en ella la oportunidad de comenzar un proyecto personal.
Energías nuevas, que se ponen al alcance, pueden servir a fines diferentes. Todo es según la medida de lo que se usa.
27º: La Luna llena en la época de la vendimia.
La coronación de una obra colectiva que une a una comunidad de
hombres. El individualismo superado en la experiencia del "nosotros".
28º: Un jardín bien cultivado, iluminado por la luna llena.
Satisfacción de las necesidades naturales. Valorización del potencial
humano mediante un trabajo sostenido y constante.
29º: A través de un prisma, un rayo de luz se expande en numerosos colores.
La diversidad latente en todo lo que comienza en la unidad. Obligación de respetar las opiniones diferentes.
407
30º: Un joven educado bajo la influencia de una personalidad
ejemplar termina pareciéndose a su héroe.
La potencia de una imagen, largo tiempo contemplada, sirve de modelo y también de ídolo. El poder de los arquetipos.
408
XI
LA FORMA Y EL PATRÓN DE LOS
ASPECTOS PLANETARIOS
Hablando en general, la forma es el elemento del ser que define
lo particular respecto de lo universal. Cada manifestación particular
de la vida tiene una forma que esencial y espiritualmente la caracteriza, dándole un significado determinable en función de la manera
en que se relaciona en conjunto con la vida universal. La forma es
una abstracción. Hablar de la forma como una realidad tangible es
emplear mal el término y confundirla con el "cuerpo". Una de las
prácticas más desgraciadas de la teosofía moderna ha sido usar el
término "forma" donde se significaba "cuerpo". La confusión tiene
aparentemente sus raíces en una antigua distinción corriente en la
filosofía hindú, pero que muy probablemente se debe a una defectuosa traducción de las palabras; o tal vez, aún más, a una errónea
interpretación o a un mal entendido respecto del concepto existente
detrás de las palabras. Nuestra mente occidental tiende a materializar los conceptos metafísicos de Oriente y, al hacerlo, se compromete en un enfoque de la vida que no es verdaderamente integrador.
La forma es una abstracción. Significa la modelación o relación
esencial de las partes dentro de un "todo", mediante lo cual este "todo" se define como un ente particular. La forma es un complejo de
relaciones; es una fórmula total de las relaciones de las partes con
las partes, y de las partes con el "todo". La individualidad de este
"todo" se define, pues, totalmente y se torna significativa mediante
esta forma.
El cuerpo es forma insustanciada y sustancia incorporada. La
forma, en sí misma, no tiene implicancias sustanciales, aunque, originalmente y en función de propósito de vida, es determinada por la
necesidad de los elementos sustanciales que ella correlaciona e integra en un cuerpo. El cuerpo es una aglomeración de elementos sus409
tanciales (átomos, moléculas, etc.) que se torna relativamente permanente y significativo por el hecho de que tiene forma. La forma
es abstracta. Es el plano del rascacielos, que define en general su
estructura y todos los pormenores de funcionamiento. El rascacielos
completo es un cuerpo, sustancial y tangible.
La forma define el significado y el propósito del cuerpo. Uno
puede concebir un reino de forma pura inactiva y desconectada de la
sustancia o de lo material: un reino de planos y fórmulas algebraicas. En un sentido, este es el mundo de los arquetipos o las ideas,
excepto que la energía está siempre asociada con lo que se llama
arquetipos o ideas, mientras que no hay energía corrientemente conectada con los conceptos de fórmulas algebraicas o planos. Uno
podría decir que esta es la diferencia entre idea y concepto: la idea
es vital y está cargada con energía potencial de vida; el concepto es
puramente intelectual. La distinción podría ser la misma que entre el
álgebra (un sistema de simbolismo abstracto que "funciona", o sea,
que fue útil en la interpretación de datos de las experiencias) y el
algorismo (también un sistema perfectamente lógico de simbolismo,
pero que todavía nunca fue útil ni se aplicó).
En este sentido –que no es aceptado universalmente– una idea
es una semilla en el nivel psico-mental. Es una semilla, porque es
forma y energía. La idea a su tiempo germinará y será un cuerpo: un
organismo individual o un organismo racial social –un gran movimiento humano, una institución que actúa entre los hombres. Por el
otro lado, el concepto es una mera estructura intelectual, una forma
que todavía no está cargada con la energía de la vida. Un concepto
se convierte en una idea cuando un ser –humano, superhumano o
divino– se identifica con el concepto y derrama en éste la energía.
Por tanto, tenemos la trinidad básica: energía, forma y sustancia,
sintetizadas por el cuarto término: personalidad. La personalidad
misma es, sin embargo, la manifestación última de un término más
universal: la actividad. Cuando la actividad se torna verdaderamente
creadora en un sentido individual, nace la personalidad real. Pero
antes usamos el término personalidad significando "un patrón de
conducta humana"; por eso, por cuanto primordialmente usamos el
410
aspecto psicológico de la astrología, podemos usar el término personalidad como el cuarto término, en el cual se sintetizan la energía, la
forma y la sustancia.
En los capítulos precedentes estudiamos los cuatro factores fundamentales de la astrología: el cuadrante de las casas, los signos del
zodíaco, los planetas y los grados. Señalamos que los primeros dos
factores eran generados por los dos movimientos primarios de la
Tierra, la rotación axil y la revolución orbital, y como tales, correspondían respectivamente a los elementos individual y colectivo del
ser. Al ser el grado de una síntesis de los dos movimientos, se dijo
que revelaba el elemento creativo, el elemento del significado.
Además, nos referimos a los planetas (considerados en su totalidad
como el sistema solar visto desde la Tierra) como indicadores de la
personalidad.
Estas caracterizaciones fueron hechas en relación con la psicología humana. Pero si deseamos ampliarlas para que incluyan a cada
manifestación posible de vida, tendremos que referirnos a los cuatro
términos antes mencionados: energía, forma, sustancia y actividad.
Usando ahora estos últimos términos, podremos redefinir nuestros
factores astrológicos fundamentales de esta manera:
El zodíaco representa a la sustancia. Constituye la sustancia de
todas las manifestaciones de vida sobre la Tierra, pues se refiere a la
variada relación de la Tierra con la fuente y el origen de toda la vida. Los signos del zodíaco simbolizan los doce tipos básicos de sustancia vital, en cada nivel del ser. La sustancia representa lo colectivo. Cada factor astrológico se refiere siempre al zodíaco, tal como
cada manifestación individual del ser nace de elementos colectivos y
es una particular combinación de estos.
El cuadrante de las casas representa, pues, la forma, lo que esencialmente caracteriza a la "combinación particular", o sea, el individuo. Mientras el zodíaco es un factor espacial y objetivo, el cuadrante de las casas se refiere inherentemente al tiempo y a los valores
subjetivos, a la forma de la personalidad individual, simbolizada
primordialmente por la "cruz dentro del círculo" –la familiar rueda
astrológica es otra diferenciación, por trisección, del mandala básico
411
del alma (ver "La astrología y la psicología analítica", pág. 112).
Sin embargo, la forma puede ser considerada desde el punto de
vista de la personalidad individual o desde el de la personalidad activa y creadora. O sea, puede ser representada astrológicamente por
la relación de la Tierra con el espacio zodiacal que la rodea –el
campo magnético de la Tierra; o por la relación de la Tierra con la
totalidad del sistema solar que la rodea. En otras palabras, mi orientación particular hacia la vida como un individuo es un factor subjetivo. Es el modo en que yo comprendo, siento, percibo, pienso en
mí. Es mi punto de vista sobre la vida. Me relaciona con la vida. La
forma de esta relación es dada por las casas.
Por el otro lado, como una personalidad humana involucrada en
acciones y reacciones, que vive con otras personalidades en un vasto
mundo de relaciones humanas, también tengo cierto ritmo de conducta. Este ritmo es mi personalidad; y puedo expresar exactamente
mi punto de vista individual sobre la vida, o no puedo expresarlo. Y
esto porque es un intento de ajustar o equilibrar los factores individuales y colectivos de mi vida; por tanto, es una especie de compromiso, y, en el mejor de los casos, la integración de tendencias
opuestas. Astrológicamente hablando, este ritmo complejo de la
conducta es simbolizado por el sistema solar en conjunto, como se
lo ve desde la Tierra; lo cual significa por las relacionadas posiciones de todos los planetas (incluyendo siempre al Sol y a la Luna) en
mi mapa natal. A esto lo llamamos el "patrón planetario”. Nos da un
segundo tipo de forma: la forma, no en relación con el individuo per
se sino con referencia a la personalidad, o al término "actividad".
Por tanto, digamos que tenemos a la forma subjetiva (determinada por la relación entre los ejes del mapa y la eclíptica); y la forma objetiva (determinada por las posiciones relativas de todos los
planetas, y también por sus posiciones relativas a los ejes del mapa:
horizonte y meridiano). Estudiaremos brevemente estos dos tipos de
forma; pero hay un punto más por tratar. Hemos considerado los
elementos de "sustancia", "forma" y "actividad". Todavía nada se
dijo sobre la "energía".
La energía es el factor del movimiento, implícito en todos los
412
otros factores hasta ahora considerados. El movimiento es el principio energético de todo lo viviente. Está en el centro de la sustancia
zodiacal expandida en el espacio colectivo. Es la fuerza evolutiva en
el centro de toda personalidad individual, nacida del vientre del
tiempo. Es la fuerza vital en el laberinto de actividades en y a través
del cual la personalidad se demuestra. Además, el significado nace
de una combinación de movimientos. Es como el individuo interpreta la sustancia colectiva de todas las funciones y todas las actividades que el significado suscita. El significado es simbolizado por el
"grado" que es arquetípicamente la cantidad de espacio orbital cubierto en un día por la Tierra, la cantidad de sustancia universal (zodíaco) asimilada por el individuo en su ciclo básico de percepción
consciente (ciclo de la rotación de la Tierra: día).
El significado es ubicuo, pero sólo como una potencialidad. Cada símbolo astrológico no sólo ha de interpretarse en función de su
posición en uno u otro de los signos zodiacales, sino que está ubicado en (o sobre) un grado. Por tanto, tiene, potencialmente al menos,
significado. Pero el reino del significado es no sólo "individual";
también es "colectivo". El número de los grados del zodíaco es un
número finito. Y este número caracteriza el status espiritual del planeta en conjunto. El significado es, pues, un factor planetario aplicable a los individuos. Es la puerta a través de la cual el hombre
individual entra en el ser, o en la esencia, del Individuo planetario.
En sentido inverso, hay una acción del Individuo planetario (llamémoslo Logos, o Dios) sobre el hombre individual, como la hay sobre
la humanidad colectiva. Lo último se revela en lo que llamamos el
"Gran Ciclo Polar”, denominado corrientemente el ciclo de la precesión de los equinoccios; lo primero podría hallarse en una simbolización de los "grados" de ese ciclo. Lo que en tal ciclo se significa
con "grados" podría ser sugerido indirectamente por el movimento
subsidiario de los polos (nutación) cuyo ciclo iguala al ciclo de los
nodos de la Luna.
Podría añadirse que la Luna, y los ciclos de energía que hemos
considerado como "Lunas superiores", representan un aspecto particular de la energía en función del factor de la "personalidad". La
Luna es el símbolo visible de aquellos ciclos de energía porque es el
413
satélite de la Tierra. Su revolución alrededor de la Tierra representa
el movimiento real centrado en la Tierra. Puede verse que sus fases
afectan los procesos del crecimiento de la vida. En niveles superiores, las diversas "Lunas" controlan las mareas de la energía psíquica,
mental y espiritual.
La forma subjetiva
Lo que bajo este título se considera es realmente el factor de la
inclinación de la Tierra sobre el plano de su órbita, como se manifiesta en los mapas natales de los individuos. Debido a esta inclinación, una casa contiene, en la mayoría de los casos, más o menos
treinta grados de longitud zodiacal. El agrupamiento o la expansión
del espacio zodiacal dentro del sistema fijo de las doce casas crea
cierto tipo de forma. El mismo signo del zodíaco puede aparecer en
dos cúspides sucesivas, o puede haber "signos interceptados". Esto
pone de manifiesto importantes elementos de significado, que sin
embargo no puede entenderse fácilmente, a menos que uno preste
más atención al asunto de las cúspides, que es un asunto que a menudo se entiende mal.
En relación con capítulos anteriores, apenas necesitamos recalcar el hecho de que el "cuadrante de las casas" ha de considerarse
como el cuadrante de un reloj que proyecta en el espacio un proceso
que en realidad ocurre en el tiempo. El círculo de doce casas grafica
en una hoja plana la rotación de la Tierra alrededor de su eje, los
cambios sucesivos de posición del horizonte a través del día. Las
dos cúspides opuestas representan una posición del horizonte cada
dos horas cuando la nerra gira alrededor del eje cuyos extremos son
los Polos Norte y Sur. En el mapa natal, la línea formada por las
cúspides de las casas primera y séptima es realmente el horizonte en
la hora y lugar del nacimiento. La línea formada por las cúspides de
las casas segunda y octava da la posición del horizonte dos horas
después; la línea formada por las cúspides de las casas tercera y novena, la posición del horizonte cuatro horas después, etc. Por lo tanto, el contenido de una casa es la suma total de los fenómenos celes414
tes que alcanzan al horizonte durante un período de dos horas; y
cada cúspide debe considerarse como el horizonte Este: el punto de
percepción consciente del yo, en diferentes horas y relacionado con
sucesivas fases de la personalidad y del destino individuales.
Cada cúspide tiene el significado básico de "horizonte Este".
Marca el comienzo de un nuevo período de percepción consciente, y
es un momento de primordial significación en relación con todo lo
que ocurrirá durante el período que inicia. Cada cúspide es un momento de iniciación, un momento natal. Aquello de lo que el yo del
nativo, el "Yo soy", toma consciencia durante ese momento, determina el significado del período de dos horas que sigue. El nativo es
consciente de cierta sección, o de cierto grado, del zodíaco, y todo el
período (casa) es caracterizado, es "regido" por ese grado y ese
signo del zodíaco, y, por implicancia, por el planeta cuya función se
correlaciona con la naturaleza del signo.
En otras palabras, en cada cúspide, el "Yo soy" nace en uno de
sus aspectos. Este momento-cúspide es un momento-semilla, un
momento de transición de una etapa del ser a otra. Las doce cúspides representan doce grandes transiciones de la vida, y por ello tienen el significado de aquellos momentos críticos de la vida en los
que no sólo hay un lento paso de una fase a otra, sino también cuando algo ocurre que es único y participa del significado de "nacimiento" o "semilla".
Tales "momentos-semillas" son expresiones creativas del individuo total. Son actos de manifestación del yo: actos creativos, momentos de libertad. El individuo está "libre" sólo en sus cúspides.
Sólo durante estos momentos de "transición de la vida" el hombre
no es cabalmente condicionado por las consecuencias de las acciones pasadas, por los efectos de causas anteriores. Sólo entonces el
hombre podrá actuar verdaderamente como un "individuo"; pues, en
cualquier otro tiempo, está atado por el grupo o por la colectividad
de la que él llegó a ser una parte. Se ajusta a su grupo, está ligado
por la iniciativa que él tomó durante el momento-cúspide y por el
ambiente que él escogió –más o menos deliberadamente– y en el
que ejecutaría esta iniciativa. En la cúspide, el individuo, por decirlo
415
así, está en "neutro", capaz de centrar en cualquier cambio o velocidad que él elija.
Por ejemplo, en la cúspide de la séptima casa, el individuo elige,
simbólicamente, su pareja o compañera. La cúspide es el símbolo de
su iniciativa y de su libertad creadora en esta particular fase, de la
séptima casa, perteneciente a la experiencia de la vida. Una vez que
eligió, deja de ser libre; tiene que ejecutar los resultados de su iniciativa. Las cúspides de la casa octava y de la casa novena muestran
los momentos secundarios de elección en relación con este asunto
del compañerismo. En la primera, la autorregeneración es posible
dentro de la esfera de la relación humana; en la última, la autoexpansión y la ampliación de la perspectiva de la vida.
El concepto de cúspide debe extenderse, en la práctica, al de
"zona cúspide". En algunas vidas, la velocidad de las transiciones de
la vida es grande, y repentinamente sobrevienen cambios; en otras,
la transición es muy gradual. Como resultado, es difícil determinar
las dimensiones exactas de estas zonas cúspides. Pero, en la mayoría
de los casos, no deben abarcar más de tres o cuatro grados. Los planetas ubicados dentro de estas zonas tienen un significado particularmente creativo. Recalcan el elemento de la libertad individual, y
caracterizan, según su propia naturaleza, la naturaleza y la potencialidad de la actividad libre, propia del "Yo soy", en relación con la
fase de la personalidad representada por la casa.
Los planetas, en el comienzo mismo de una casa, son "ascendentes" desde el punto de vista de la cúspide de esta casa, y representan impulsos de iniciación. Los planetas ubicados al final mismo
de una casa representan cualidades de realización, la cosecha de los
frutos de la experiencia relacionada con una fase particular de la
personalidad. Si están dentro de la zona cúspide, estos planetas indican que el yo se manifestará creativamente y se realizará potentemente a través del impulso de iniciación o de la cualidad de realización, según el caso.
Una vez entendido esto, podemos resolver el problema de los
"signos interceptados", o sea, el caso en el que un signo zodiacal no
aparece en cúspide alguna, sino que, por decirlo así, queda en sand416
wich, dentro de una casa. Cuando un signo no aparece en una cúspide, esto muestra que el yo individual del nativo no actúa creativamente, o no alcanza la percepción consciente a través de la cualidad
de la vida que ese signo simboliza. El nativo, como ser espiritual, no
ejercita su libertad por medio de la fuerza de ese signo; sino que la
ejercita doblemente, por decirlo así, por medio de la fuerza del signo
que aparece en dos cúspides sucesivas. Con "doblemente" significamos en relación con dos fases básicas de su ser y su destino.
En otras palabras, no se le suscitan grandes problemas positivamente a través de la cualidad representada por el signo interceptado.
Por ejemplo, si Aries es interceptado en la décima casa, la cualidad
impulsiva y precursora de Aries no es un problema vital en la vida
del nativo. Este no tiene opción en cuanto a si la usa o no. Como yo
individual, no se expresa a través de ella. Lo que ocurre es que esta
cualidad de Aries es, por decirlo así, dada por supuesta en todos los
asuntos de la décima casa. Se la puede ver operando en el segundo
plano de todas las actividades públicas profesionales del nativo:
subconsciente o instintivamente. Esto puede significar que la cualidad de Aries opera como un "complejo" psicológico. Tal vez se la
inhibió; en este caso, quizá debido a la posición social del padre.
Puede haber llegado a ser la sustancia de un "complejo de inferioridad", y este complejo impulsa al nativo de modo poderoso, pero
fatídicamente, y tal vez trágicamente, hacia realizaciones públicas.
Por tanto, la cualidad de Aries domina los asuntos de la décima
casa; pero ese dominio puede ser, en algunos casos, casi neurótico.
Tiene sus raíces en factores inconscientes, factores sobre los que el
individuo, como individuo, tiene poquísimo control, y a través de
los que ni gana una percepción consciente real ni se expresa creativamente. Esto puede ser porque, en vidas pasadas (si se cree en
ellas) el alma individual ganó, de la cualidad del signo interceptado,
todo lo que podría ganarse, y en este caso la cualidad está construida
en la nueva personalidad como un instinto incuestionado. O puede
ser porque la personalidad se formó bajo una presión externa que
inhibió el desarrollo consciente y armónico (espiritual de la cualidad), y se desarrolló un "complejo".
417
Los resultados externos serán enteramente diferentes en cada
caso; pero lo que puede verificarse astrológicamente es el hecho de
que hay cierta fatalidad conectada con la cualidad del signo interceptado: algo que es inherente o subconsciente, que opera con inevitabilidad, y sobre lo cual el individuo no tiene prácticamente control. Será insistente, si no patológico o trágico. Significará siempre
una especie de desequilibrio, psicológicamente. Pero este mismo
desequilibrio puede significar una concentración de fuerzas que impulsarán al nativo a notables realizaciones. Como C.G. Jung lo señala a menudo, un "complejo" en realidad no es necesariamente "malo". Con frecuencia es el medio con que el individuo se eleva sobre
el término medio y sobre lo normal. Lo acicatea hasta las cimas de
la realización individual, siempre que se efectúe un ajuste psicológico que sea individualmente significativo y firme.
Si la cualidad del signo interceptado tiene tal carácter de motivación inconsciente y fatal, por el otro lado, la cualidad del signo
expandida sobre dos cúspides sucesivas demuestra ser de importancia decisiva en la vida consciente y deliberada del nativo. Por ejemplo, el signo de Leo debe gobernar las casas segunda y tercera; asuntos pertenecientes a estas dos casas serán resueltos por el individuo
por medio de la cualidad de Leo. Al tratar sobre sus posesiones ancestrales, lo mismo que sobre su ambiente cercano, por ejemplo, el
nativo se expresará y se encontrará a través de una afirmación enérgica, emocional y autoproyectiva.
En un capítulo posterior estudiaremos el tema de las progresiones; pero aquí podríamos decir que siempre que la Luna progresada
(o el Sol progresado) o el "punto del Yo” atraviesa un signo interceptado, el ritmo de la vida (externa o interna, respectivamente) se
acelera habitualmente. El individuo se enfrenta con problemas que
están hondamente arraigados en el pasado, y que son compulsivos.
Por otro lado, cuando estos índices móviles del desarrollo de la vida
atraviesan signos expandidos, el ritmo de la vida disminuye o se
libera de compulsión. Puede parecer que el individuo se toma un
respiro y anda detrás de un tipo de cosa de modo más tranquilo y
más deliberado.
418
Las indicaciones dadas por los signos interceptados y expandidos tienen que ser modificadas, por supuesto, por otras indicaciones,
y a menudo más importantes, derivadas de posiciones planetarias,
aspectos, etc. Pero mediante el empleo de todos los diversos elementos conectados con las cúspides, el astrólogo intuitivo puede
leer la historia espiritual del individuo de un modo que probablemente no pueda repetirse. ¡Es tal vez por esta razón que el grado
exagerado de las cúspides sea tan difícil de determinar!, pues la historia espiritual del desarrollo de un individuo debe seguir siendo
siempre un profundo misterio para el investigador superficial.
La forma objetiva
A. LOS ASPECTOS PLANETARIOS
La primera condición para captar acertadamente el tema de los
"aspectos" es comprender realmente la esfera, el círculo y la circunsferencia.
Se ha dicho que "todas las formas tienden hacia la condición esférica": que el círculo es la forma perfecta. Sin embargo, si forma
significa la definición de lo particular respecto de lo universal, entonces la esfera y el círculo (según optemos por considerar al ser
tridimensional o bidimensional) no han de considerarse como "formas". En lugar de ello, son los símbolos del ser universal. Pero, como sería un grave error pensar en el ser universal como "sin forma"
–a pesar del hecho de que esto se hace a menudo– podemos extender el concepto de la forma y decir que el círculo (o la esfera) es la
"Forma universal", la suma o la culminación de la serie evolutiva de
las formas particulares y, por tanto, imperfectas.
Es verdaderamente "universal", por derivación etimológica,
porque cada punto suyo "se vuelve hacia el uno", hacia el centro.
Para comodidad de nuestro análisis, podemos describir a un círculo
como el total de un número infinito de circunferencias infinitamente
contiguas que tienen un centro común. Por tanto, estamos tratando
esencialmente sobre la circunferencia y el centro; y la circunferencia
419
es una curva, cada punto de la cual está igualmente distante de un
centro común. Esto simboliza un estado del ser en el que se alcanza
una universalidad absoluta de los puntos de vista; en otras palabras,
la Mente Universal, la Personalidad Perfecta, que los hombres han
llamado Dios. Dios no carece de formas sino que es el equilibrio de
todas las formas, la armonía o la integración total de todos los puntos de vista. Una Persona divina es un hombre que, aunque actuando
temporariamente dentro de una forma particular, equilibró de tal
modo su ser espiritual que su "cuerpo de luz" es una esfera perfecta
de ser y conocimiento. Alcanzó –no más allá de la forma, sino más
allá del estado desequilibrado que una forma particular implica– la
condición de "Forma universal". En la filosofía gnóstica, a ese hombre se lo llama Eón o Esfera. Por supuesto, en un sentido, él es no
sólo un "uno". Es una Multitud absolutamente centrada, integrada y
unánime.
Pero cada uno de nosotros es una multitud de vidas. Lo es en un
sentido psicológico, y la Gran Obra psicológica es la de armonizar e
integrar a las "fuerzas del alma". También lo es en sentido más profundo, pues nuestro cuerpo físico es una multitud de "vidas", y en el
hombre perfeccionado (en el hombre del "tercer nacimiento") el
individuo atrae hacia sí, como hacia un centro, a esta multitud y
hace de ella, por decirlo así, la sustancia de este "cuerpo de luz": la
Esfera perfecta y radiante de la sustancia del espíritu.
Si ahora avanzamos de lo universal a lo particular, veremos que
el nacimiento como una personalidad particular significa establecer
un equilibrio lineal o angular dentro del círculo o de la esfera. Un
ser particular es aquel en el que algunos elementos (o puntos de vista) se recalcan y otros se subyugan. Deja de ser un individuo "perfectamente redondo", y es un ser angular, con puntos de tensión y
concentración de energía, y zonas de relativo vacío.
Esta particularización de lo universal (que significa nacimiento)
puede simbolizarse exactamente inscribiendo un polígono dentro del
círculo. Hay una infinidad de polígonos que pueden inscribirse dentro de un círculo, algunos regulares (con lados de igual longitud),
todos los demás irregulares. Los polígonos regulares son figuras
420
geométricas como el triángulo equilátero, el cuadrado, el pentágono,
el hexágono, el heptágono, etc., que tienen respectivamente 3, 4, 5,
6, 7, etc. lados. Si las líneas se trazan desde el centro del círculo
hacia los puntos de las figuras, los ángulos se forman en el centro.
El triángulo produce tres ángulos de 120 grados cada uno; el cuadrado, cuatro ángulos de 90 grados; el pentágono, cinco ángulos de
72 grados; el hexágono, seis ángulos de 60 grados.
Por otra parte, si consideramos un polígono irregular, como el
que aparece en la ilustración adyacente, encontramos que está compuesto por un número de lados desiguales que subtienden arcos desiguales que representan ángulos desiguales.
Si uno debiera marcar en una circunferencia los doce signos del
zodíaco, consideramos arquetípicamente como segmentos iguales
del campo magnético circular que rodea a la Tierra, y luego dividir a
cada signo como para marcar los grados en la circunferencia; además, si uno conectara con líneas cada una de estas marcas de 360
grados, entonces uno tendría un polígono regular con 360 lados.
Simbólicamente, esto representaría la forma perfecta de un ser identificado todavía con un cuerpo terrestre. Sería un ser particular, pero
en el que cada "cualidad de vida" posible en nuestro planeta estaría
igualmente representada.
POLÍGONOS REGULARES
421
POLÍGONO IRREGULAR
El "Dios"de nuestro planeta (lo que los teósofos llaman el "Logos planetario") no tendría que concebirse, sin embargo, como tal
polígono completo, sino como la circunferencia misma (o el círculo
mismo), considerada como una serie completa de arcos, teniendo
cada uno un significado universal. Esto simbolizaría la cualidad
universal de Su ser total. Desde este punto de vista, podemos ver
que los símbolos de los grados del zodíaco son intentos para unir el
abismo existente entre el lado pequeñísimo de un polígono regular
de 360 lados y el arco (segmento de la circunferencia), que esta línea subtiende. Si consideramos tal relación entre la línea y la curva
en el horizonte, tenemos un símbolo interesante. Pues obtenemos la
figura de un arco, siendo la línea del horizonte el arco disparado por
un arquero invisible. Como la línea del horizonte es una línea de
autopercepción consciente e intuición, tenemos una ilustración gráfica del esfuerzo eterno del hombre, el arquero, que dispara al Espacio: a lo Universal. Su arco es el símbolo mismo, cuya tensa cuerda
es la imagen concreta presentada en el símbolo, y la madera curvada
es el significado interior y universal del símbolo. El acto de disparar
es el de perforar las apariencias y llegar al Yo Universal, que aquí es
el espacio, el círculo cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia está en ninguna parte. Este es un símbolo antiguo, se lo
halla a menudo en la filosofía hindú, y está también encarnado en el
simbolismo del signo zodiacal Sagitario.
En un mapa natal corriente, si se une con líneas los puntos determinados en la eclíptica por la posición de los planetas, se obtiene
un polígono irregular de 10 lados. Este polígono es la "forma objetiva" que caracteriza simbólicamente a la personalidad del nativo,
como nosotros usamos este término "personalidad". Trazando los
radios que unen a los puntos del zodíaco con el centro, los ángulos
422
así representados separan cada planeta de los demás.34 Tal polígono
es lo que ya hemos llamado el "patrón planetario". La tarea del astrólogo es la de analizarlo y extraer su significado de vida.
Teóricamente hablando, desde luego, cada valor angular tiene
su particular significado, tal como cada grado del zodíaco tiene su
significado particular. Como la naturaleza de la relación entre dos
planetas, en esta fase del análisis astrológico, se caracteriza por el
ángulo que separa a las posiciones (longitudes) zodiacales de los dos
planetas, es evidente que una distancia angular de 92 grados es tan
significativa en sí misma como una de 90 grados.
Sin embargo, así como dividimos a la órbita de la Tierra (o
campo magnético) en sólo doce regiones que llamamos "signos zodiacales”, de modo parecido, y por razones filosóficas igualmente
válidas, usamos solamente, o principalmente, a los fines del análisis
de las formas, los primeros doce polígonos regulares, y los ángulos
que ellos generan. Es decir, suponemos que hay doce (o incluso
seis) tipos básicos de relación de las formas entre las actividades
vitales simbolizadas por los planetas; y simbolizamos estos tipos
con los ángulos producidos dividiendo los 360 grados de la circunferencia total en tres, cuatro, cinco, seis... hasta doce partes. Dos
planetas "están en mutuo aspecto" cuando se hallan separados por
un ángulo que mide tal valor: por ejemplo, 120°, 90°, 60°, etc. Luego daremos la lista, los nombres y las características de estos aspectos.
Sin embargo, es necesario añadir en seguida que, con respecto a
Podría preguntarse qué significaría como forma particular un polígono que no
pudiera inscribirse en un círculo. Sería una forma que no es "orgánica", o sea, en
la que el principio de la totalidad (circularidad) no podría operar e integrar a las
partes separadas. Esto ocurre simbólicamente en casos de esquizofrenia, de personalidades múltiples, de insania, y de suicidio. La mano del hombre que se dispara
a sí mismo es guiada por una de las energías del alma que, debido a una desarmonía interna o a una compulsión externa, se combó, por decirlo así, fuera del círculo de la totalidad de la psiquis. En este sentido, cada suicida es parcialmente demente. "Él" no se mata; sino que la cola del disparador la presiona una de sus
"fuerzas del alma", que se soltó del círculo sagrado. Otra palabra que describe el
proceso es, por supuesto, "obsesión".
423
34
los "aspectos", nos enfrentamos con una situación que no difiere de
la que encontramos cuando consideramos a las "cúspides". En otras
palabras, deberemos extender el concepto de "aspecto" como para
que signifique no sólo un valor angular exacto (90°) sino también
una "zona angular" (como la de 85° a 95°). El aspecto exacto cuadrado mide una distancia angular de 90°. Pero también se dice que
dos planetas forman un cuadrado cuando su distancia angular mide
cualquier valor entre, digamos, 85° y 95°. Esto es verdad respecto
de cualquier aspecto, especialmente de los más significativos.
Empero, a los fines de un conocimiento más profundo del factor
de la relación planetaria o de la "forma de la personalidad", es evidentemente necesario considerar no sólo las "zonas angulares" sino
también cada valor angular. Esto, en muy gran medida por la misma
razón por la que la sustancia del ser no es suficientemente analizada
por la dodécupla diferenciación del zodíaco en signos, pero a menudo exige una ulterior diferenciación.
En su curso titulado Astrología Pitagórica, Marc Edmund Jones
enfocó este problema de cómo analizar todos los valores posibles de
la relación angular entre planetas de una manera notablemente original y convincente. Luego de estudiar los aspectos astrológicos básicos, siguió analizando el significado del grado de exactitud (o grado
de separación) de los aspectos. Si la distancia angular entre dos planetas es 85° y 95°, estos dos planetas forman un "cuadrado"; pero el
cuadrado no es exacto, es un cuadrado menos o más cinco grados. Si
la distancia entre los planetas fue 88° o 93°, el aspecto sería un cuadrado menos dos o más tres grados.
Por tanto, si uno se permitiera considerar una "zona angular" de,
digamos, siete grados en ambos lados del aspecto exacto, obtendría
aspectos con un coeficiente de exactitud que variaría de 0 a 7. El
valor de este coeficiente es, según Marc Jones, muy significativo, y
caracteriza la manera en la que el aspecto mismo opera. El tema es
demasiado complejo como para considerarlo aquí; pero lo mencionamos para mostrar cómo todo valor angular puede hacerse significativo.
La tabla de aspectos siguiente aclarará el tema, pues veremos,
424
por ejemplo, que un "sextil" representa un valor angular de 60°, el
semi-cuartil, de 45°. Si admitimos una zona de 7 grados a cada lado
de los valores exactos, tendremos, de hecho, cubierto cada valor
angular. Pues 53° es un sextil "coeficiente 7"; y 52° es un semicuartil también "coeficiente 7". Con este método, cada valor angular, en grados totales, recibe un significado individual.35
Nombres de los
Aspectos
Valores
Angulares
Significado
característico
Conjunción
Oposición
Trígono
Cuadrado
Quintil
Sextil
Septil
Semi-cuadrado y
Sesquicuadrado
Novil
Semi-quintil
y Biquintil
Undecil
Semi-sextil
y Quincuncio
0º
180º
120º
90º
72º
60º
51º26'
45º
y 135º
40º
36º
Actividad
Percepción consciente
Creación
Construcción
Habilidad artística
Producción
Fatalidad
Percepción consciente
32º43'
30º
y 150º
Percepción consciente
Creación
Creación
Unión
(Adaptado de Astrología Pitagórica, de Marc Jones)
El lector puede advertir que el primer aspecto después de la conjunción considerando la distancia angular, es el semi-sextil, ó 30º. Aunque admitamos un 'orbe'
de diez o más grados para una conjunción, hay aún varios valores angulares no
explicados. En sutil análisis, la mitad del semi-quintil (18°) y hasta del semi-sextil
(15°) puede tomarse en consideración. Pero la idea principal es que ningún aspecto de significación práctica ecurre hasta que dos planetas están separados por un
signo zodiacal total (30°). En realidad, si los planetas están ubicadas en dos signos
diferentes puede haber 'aspectos' de menos de 30 grados. Pero corrientemente
pasan inadvertidos.
425
35
De estos aspectos, los que se usan más comúnmente son: conjunción, oposición, trígono, cuadrado y sextil. El semi-sextil se considera habitualmente una subdivisión del sextil; el semi-cuadrado,
una subdivisión del cuadrado. Desgraciadamente, el quintil se usa
poco, y septil, novil y undecil prácticamente no se encuentran nunca
en textos astrológicos modernos.
Todos estos aspectos son generados por la inscripción dentro de
un círculo de polígonos regulares, salvo la conjunción y la oposición, que exigen alguna atención especial. La conjunción es, esencialmente, el prototipo de toda manifestación particular, porque recalca el elemento de la actividad de un modo particular o personal.
Podríamos decir que el hecho mismo de que un planeta esté ubicado
en un grado significa que una conjunción está establecida entre el
planeta y ese grado. El grado, por sí sólo, es uno entre 360 fases
armonizadas e integradas del ser universal. Pero cuando un planeta
llega a ese grado en el mapa de un hombre particular, la cualidad del
grado repentinamente se vivifica, energetiza y enfatiza. La secuencia armoniosa de los 360 grados, por tanto, se altera. Uno de los
grados adquiere un acento. La particularidad del ser es el resultado
de un patrón de acentos; mientras en el ser universal no hay acentos
permanentes, no hay puntos de énfasis que creen estructuras. A este
hecho se lo interpretó erróneamente como significando "lo carente
de forma".
En cualquier mapa, los planetas son puntos de énfasis, acentos,
liberación de energía, fuentes de actividad. La significativa cualidad
de la energía liberada es determinada por el símbolo del grado; el
tipo de actividad, por el planeta. Este elemento de la actividad es el
que se convierte en la materia prima de la personalidad. Actividad
significa fuerza, tensión, desequilibrio. Por tanto, cada planeta representa un estado de desequilibrio de la totalidad zodiacal; tal como, para usar una frase de Goethe, "los colores son los sufrimientos
y las alegrías de la luz". El zodíaco es el ciclo equilibrado de la totalidad. Los planetas introducen desequilibrio, diferenciación, sufrimientos y alegrías, los cuales significan acentos hacia arriba o hacia
abajo.
426
Un planeta ubicado dentro del espacio de un grado crea un acento. Dos planetas en esta misma ubicación pueden recalcar más el
acento u oscurecer la dirección de la liberación de energía implícita
en la acentuación. Todo depende: 1) de la naturaleza de los planetas
en conjunción; y 2) del "coeficiente de inexactitud" de la conjunción. Por ejemplo, si dos planetas de polaridades opuestas, como
Marte y Venus, están conjuntos en exactamente el mismo grado, se
indica una especie de cortocircuito psicológico. Se muestra un género curioso de autocentrismo e inercia emocional, lo cual puede producir un tipo acentuado de narcicismo. Pero si estos dos planetas
están separados varios grados, entonces, si bien hay un peculiar sentido de confianza en uno mismo y a menudo una especie de "hermafroditismo" psicológico, esto contribuye a un autocontrol emocional
del tipo que se halla, por ejemplo, en los ocultistas. Sin embargo,
siempre existe la sospecha de un "complejo" que acecha detrás de
cada conjunción semejante de planetas masculinos-femeninos; de
hecho, está detrás de cada conjunción, especialmente la conjunción
múltiple, o "stellium". Pero, a menudo es a través de "complejos" de
alguna clase que se inducen grandes liberaciones de energía psíquica; tal vez siempre sea así.
Una conjunción es un símbolo de particular fuerza que libera
actividad, en ocasiones explosivamente, como en el caso de conjunciones de Marte y Saturno, Urano y Saturno, etc. Recalca la unidad
del ser particular, o de la actividad particular implícita. No representa equilibrio espiritual sino que genera un impulso de una clase u
otra. Es una reunión concentrada de energía. El hecho de que esa
energía se libere constructiva o destructivamente, y de que hasta se
libere, depende de la naturaleza de los planetas, o de la distancia real
entre los planetas que se dice que están "en conjunción".
El aspecto de la oposición es lo opuesto y el antídoto de la conjunción. Dos planetas en oposición están ubicados, en términos de
longitud zodiacal, exactamente en direcciones opuestas desde el
punto de vista del observador desde la Tierra. Por lo tanto, este último está, por decirlo así, sujeto a dos tracciones contrarias. Puede
realmente "ser separado con violencia" por la oposición. Pero también, si los dos planetas opuestos se consideran como polos opues427
tos de una batería, puede ser iluminado por la chispa que fluye de
polo a polo. Esto es especialmente así donde los dos planetas son,
básicamente, de polaridades opuestas.
A fin de entender las oposiciones, uno tiene que captar plenamente el significado de la polaridad. El Ascendente y el Descendente, el Cenit y el Nadir, en cada mapa, son puntos en oposición zodiacal. La consciencia, que es percepción consciente integrada, es el
resultado de semejante oposición básica. Asimismo, todo depende
de si el individuo tiene o no la fuerza como para "reconciliar los
opuestos", ya sea que él los una con violencia o los separe con violencia. Si se trata de lo primero, entonces su consciencia se expandirá y objetivará; si se trata de lo último, experimentará confusión
psicológica y no podrá saber qué camino seguir. Por tanto, se quedará sentado y sufriendo, desgarrado por la duda.
En la oposición, presenciamos la actividad más o menos simultánea del acento y del acento contrario. Si el aspecto no es exacto, se
establece un rápido ritmo que puede conducir a una objetividad intensa de la consciencia, a una percepción consciente casi absoluta.
Pero si el aspecto es exacto, o si el nativo tiene una "velocidad de
reacción" muy lenta, el acento contrario neutraliza al acento. Puede
significar nirvana –la absorción de lo particular en lo universal– y se
dice que el Buddha alcanzó el nirvana en la Luna llena de mayo
(oposición Sol-Luna). Pero también puede significar desintegración,
esquizofrenia y cosas parecidas, y, por tanto, el significado a menudo atroz de un eclipse lunar.
Difícilmente puede decirse que la conjunción y la oposición
crean forma; como vimos, más bien producen acentuación y acentuación contraria, que son los fenómenos básicos de la vida de la
personalidad. Los otros aspectos, por decirlo así, distribuirán la idea
de acento o énfasis; y, por tanto, transmitirán la idea de propósito.
Habrá acentuación o acentuación contraria, tendiente a este o a
aquel propósito. El propósito mismo se cumplirá si los aspectos implican la plenitud de la forma poligonal, la cual es la base del aspecto; es decir, si, como luego veremos, se forman configuraciones denominadas "Gran trígono" y "Gran Cruz", o las muy raras "Gran
428
quintil" y "Gran sextil".
Lo que significamos se captará fácilmente si advertimos que las
formas poligonales, de las que corrientemente nos ocupamos en
astrología, se basan en el triángulo o en el cuadrado. El trígono, el
sextil, el semi-sextil (y el quincuncio) son esencialmente triangulares; el cuadrado y el semi-cuadrado (y el sesqui-cuadrado) son cuadrangulares. A la primera serie se la considera habitualmente "afortunada"; a la segunda "infortunada". Pero tal valuación ética, que
encuentra su pleno significado en la "astrología horaria", está casi
fuera de lugar en el tipo de astrología que estamos estudiando más
particularmente. En su lugar usaremos otra clasificación de significados, y diremos que la serie triangular se ocupa de las diversas estapas de la ideación creadora ("formación"), mientras la serie cuadrangular se ocupa de la insustanciación de las formas.
Estos términos pueden sonar formidables, pero son bastante
simples. El trígono es un aspecto de "visión" y "perspectiva". Se
refiere al nacimiento de ideas o puntos de vista, a la fase inicial de
un nuevo plan y un nuevo propósito. La conjunción es énfasis.
Cuando este énfasis empieza a operar, toma forma como una idea,
un proyecto, un nuevo interés para que la personalidad afluya creadoramente. En una etapa ulterior, el sextil pone de manifiesto el
proyecto o la idea en un punto en el que se lo ve trabajando realmente dentro de la trama y la urdimbre de la personalidad. Y más
allá aún, el semi-sextil muestra la idea descompuesta en sus elementos polares y correlacionada con la rutina de la actividad cotidiana.
Si ahora consideramos la serie cuadrangular, vemos en el cuadrado la energía que obliga a la idea abstracta a ser un cuerpo concreto. Es la fuerza de la encarnación, del nacimiento. En realidad, es
la crucifixión, desde el punto de vista del espíritu. Desde el punto de
vista de la sustancia, significa sacar de la cantera las piedras, y construir con ellas los muros perpendiculares del edificio futuro. La nota
clave general es la movilización. El semi-cuadrado simboliza la
primera realización del yo después que se encasilló en la sustancia.
Puede ser una realización muy deprimente; pero también puede ser
la primera realización de la fuerza, pues la fuerza necesita algún
429
género de insustanciación. El semi-cuadrado es, pues, un aspecto de
la fuerza para el alma que entiende las leyes de la vida y de la energía. Pero es un aspecto de desesperación y gran soledad para el alma
que lamenta su "libertad" espiritual. Si el cuadrado significa "movilización", el semi-cuadrado tiene el significado de "acción" en el
sentido militar de este término. El individuo está al servicio de propósitos colectivos.
Sin embargo, hay otra serie que también es importante: la serie
de quintil, semi-quintil y semi-semi-quintil (18 grados). Esta serie se
ocupa de la operación del factor individual per se; y como tal se la
comprende muy poco. Se basa en una diferenciación quíntuple, e
integra, por decirlo así, a las dos series precedentes. Cuando dos
planetas están en aspecto quintil, la relación entre estos dos planetas
se ve que revela un valor particular de significado individual. El
genio de un individuo puede determinarse, en alguna medida, por
los quintiles. Entre el cuadrado (90°) y el sextil (60°), el quintil
(72°) muestra la libertad creadora del individuo al moldear el material en formas que son fieles a la idea que se proponen expresar. Allí
se encuentra el "toque individual” del genio que transforma una acción rutinaria en un desempeño inspirador y revelador de significado. El semi-quintil se refiere más particularmente a la técnica del
desempeño. Su mitad (18°) sugiere el punto en el que la mera acentuación (conjunción) se orienta hacia un desempeño significativo:
los factores imponderables del talento.
El septil es significativo solamente en un sentido planetario. Podemos recordar que es la división del "Gran Ciclo Polar". A través
del septil podemos ver, en casos poco comunes, un eclipse del propósito planetario: verdaderamente, como dice Marc Jones, la fatalidad en actividad. En cuanto al novil, su importancia puede revelarse
en una edad en la que el número 9 llega a un significado acrecentado: como lo evidencia el hecho de que es el número sagrado del
bahaísmo, y el número en el que han de fundarse los templos Bahai.
Ya hablamos del significado del número 40. La relación entre dos
planetas con 40 grados de separación puede indicar nacimiento espiritual o iniciación en el reino al que los planetas se refieren. Significa "nacido del cautiverio".
430
Todos estos aspectos fueron tomados, por decirlo así, del punto
de la conjunción. Pero algunos de ellos pueden también tomarse de
la oposición. Es decir, un aspecto sesqui-cuadrado (135°) es una
oposición (180°) menos un semi-cuadrado (45°). Un quincuncio
(150°) es una oposición menos un semi-sextil (30°), etc. En esos
aspectos secundarios vemos la operación del "acento contrario".
Indican, en sutil análisis, la reacción ante la actividad personal: los
residuos de la actividad. También pueden referirse al "retorno" de la
actividad a su fuente: sublimación interior, transmutación espiritual.
El denominado bi-quintil (144°) puede también considerarse como
una oposición menos un semi-quintil (36°). Aquí puede verse en
actividad la técnica de la introversión creadora. Pero, negativamente
hablando, esto puede sugerir también ciertos tipos de obsesiones, un
"complejo" que crea sus alucinaciones.
Repitamos nuevamente que ningún aspecto es afortunado o infortunado. Cada uno puede verse como una fase positiva o negativa
de la personalidad.36 Lo que es aún más importante, ningún aspecto
aislado es de real significado, a menos que se lo vea como una parte
integral de patrón total planetario. Tenemos que analizar, en primer
lugar, cada aspecto por separado, a fin de obtener nuestros elementos básicos para una realización sintética. Pero esta es meramente la
fase preliminar de la adquisición de una técnica de interpretación. El
verdadero intérprete lee el patrón planetario como un lector lee una
palabra o una frase. Sólo el principiante sigue en su deletreo de una
letra tras otra.
36
En la astrologia horaria, o en el asunto de efectuar mapas de lunaciones, ingresos, etc., para pronósticos generales, la "personalidad" pasa a ser "la situación y el
problema particulares considerados". Como estos no son organismos reales, no
reaccionan ni compensan fuerzas o acentos especiales. En tales casos, la serie
cuadrangular de los aspectos significa una división de los factores, mientras la
serie triangular es una integración de los valores. Por tanto, una se considera buena, y la otra, mala. Pero donde hay un verdadero ser orgánico, estos términos
éticos se someten a los propósitos de todo el organismo.
431
B. EL PATRÓN PLANETARIO EN CONJUNTO
Aquí sólo nos ocupamos de la relación elemental entre dos planetas pero con relaciones que implican la personalidad total, que
enfocan el significado de la personalidad total. Cuando encuentra a
una persona por primera vez, el individuo intuitivo tiene de inmediato un "sentimiento" general y sintético de tal encuentro. Su totalidad
reacciona ante la totalidad de la otra persona. Esto es lo que antes
llamamos "percepción holística". Si tal percepción es muy aguda,
singularizará una o dos características básicas que, por decirlo así,
enfocan el "sentimiento" suscitado por la persona. Algunos de los
rasgos de la personalidad total de esta persona resaltarán como centros de significado. El significado se organizará alrededor de estos
centros. A través de estos últimos, la persona será clasificada en uno
de unos pocos tipos generales, y tal clasificación centrará y aclarará
el "sentimiento" general.
La determinación de los centros de significado, de los que Marc
Jones llama "determinadores focales", es el factor primero y más
importante en la interpretación de un mapa natal, si tal interpretación ha de revelar verdaderamente la totalidad, la vividez, de la personalidad, y no ser meramente información fragmentaria ensamblada, acerca de la conducta de la persona. No es sólo el factor más
importante sino el más difícil. Cada intérprete individual deberá
desarrollar más o menos su propia técnica de la "determinación focal", según el genio que su propio mapa revele. Además, sólo quien
es (relativamente) total puede tener percepciones holísticas correctas; y a fin de determinar centros de significado, uno debe, necesariamente, ser también un centro de significado.
Sin embargo, hay unos pocos principios generales de "determinación focal" que pueden expresarse, pues, después de todo, sólo
son extensiones de bien conocidos factores astrológicos sobre los
que se funda el simbolismo mismo del zodíaco, de las casas y de los
aspectos. Entender estos es entender la "forma", o "Gestalt", en términos de psicología moderna; es captar el genio de los "agrupamientos" y de las "pautas de conducta". Tal como, según métodos
para aprender a leer, al niño ya no se le enseña a deletrear sino, en
432
lugar de ello, a reconocer de inmediato grupos de letras y formaciones de palabras, de igual modo el astrólogo que procura aprender a
sondear lo vívido de la personalidad que el mapa simboliza debe
disciplinarse en el reconocimiento instantáneo de las formaciones
planetarias y zodiacales básicas. La tabulación de los factores es útil
en el control de los resultados y en la obtención de un grado más
depurado de análisis. Pero la percepción holística lleva al "todo" y a
sus partes hasta un centro de significado y vividez. Revela el "alma"
de la situación, la fuerza que anima al "todo", la totalidad del "todo",
la energía espiritual dentro de la forma.
La determinación primera y más simple del significado total del
patrón planetario se efectúa cuando los planetas se distribuyen de
modos específicos a través de los cuatro cuartos del mapa; o sea, en
la relación con los "ejes de la personalidad": horizonte y meridiano.
Por simplicidad y brevedad, enunciaremos, uno después de otro, el
significado general (¡muy general!) a atribuir a las configuraciones
básicas que podemos encontrar.
Todos los planetas encima del horizonte: "El nativo vive necesariamente en la vida" o "halla el foco de su propia consciencia
interior, totalmente, en acontecimientos externos" (Marc Jones).
Una tendencia a la extraversión y a adoptar un punto de vista objetivo –a menudo materialista–. (Ver mapas de la reina Victoria y de
Mussolini).
Todos los planetas debajo del horizonte: "El nativo vive dentro de sí mismo o en reinos más subjetivos" o "encuentra el foco de
su propia consciencia interior dentro de reacciones internas" (Marc
Jones). Tendencia a la introversión. Un tipo intuitivo.
Todos los planetas al Este o al Oeste del meridiano: "El
meridiano del cenit divide al universo (toda la experiencia) en reinos
de cosas que "salen" (Este) y cosas que "se ponen" (Oeste)... Si todos los planetas son Este, al nativo se le reclama que efectúe su propia elección en cada problema, y que cree el problema a voluntad;
mientras que si son Oeste, deberá aceptar las opciones y problemas
de la vida como se le plantean (Marc Jones). Esta es una división de
433
"volición externa". Habitualmente, una preponderancia exclusivamente oriental indica un acento sobre el pensamiento, pues el pensamiento es el elemento de un libre albedrío (relativo); mientras una
preponderancia exclusivamente occidental indica un énfasis sobre
los sentimientos, pues estos son determinados, casi puramente, por
el condicionamiento externo de la relación entre sujeto y sujeto, o
entre sujeto y objeto.
Además, todos los planetas pueden hallarse en uno de los cuatro
cuartos. Esto es raro, pero produce un énfasis más absoluto aún sobre una de las cuatro funciones de la personalidad individual: la intuición (el cuarto Nor-Este); sentimiento (el cuarto Nor-Oeste); sensación o relación (el cuarto Sur-Oeste) y pensamiento (el cuarto SurEste).
Al considerar tales cuestiones, deben tenerse presentes dos ideas
importantes. La primera es que no pueden sacarse conclusiones definidas del hecho de que no se hallen planetas en una casa. La ausencia de acentuación no significa un énfasis negativo. La totalidad ha
de comprenderse siempre como la base de cualquier ser orgánico;
por tanto está siempre implícita en la ausencia de cualquier énfasis
particular. Esta ausencia de énfasis puede significar la realización
previa de la cualidad representada por la casa o el signo no enfatizados; o puede significar un estado virginal de no-diferenciación. Se
refiere siempre a un estado inconsciente, más que a un estado consciente. Pero la salud es inconsciente, hasta que el enfermo la experimenta como la ausencia de la enfermedad. De modo parecido, la
inconsciencia puede ser potentísima como antecedente de la salud
psicológica. Repitamos nuevamente que Dios, o el Ser Universal,
puede decirse que está más allá de cualquier acentuación planetaria,
porque cada "grado" de la totalidad del ser universal es acentuado
por igual. Sólo el hombre tiene "planetas" porque es un ser particular. Dios no tiene ninguno, hablando figuradamente, por supuesto.
El segundo punto se refiere a lo que Marc Jones llama "equilibrio en el peso", asunto que encaja perfectamente con los principios
de la psicología de la Gestalt. Si nueve planetas se hallan en un hemisferio y el décimo en otro hemisferio, este décimo se destaca po434
derosamente, desde un punto de vista de la forma. Se constituye un
patrón en el que un planeta, debido a su posición, se ve equilibrando
a los otros nueve. Es un factor absolutamente "destacado"; y, en
considerable medida, destruye la implicancia de todos los demás
factores planetarios en el otro hemisferio. Marc Jones compara a
este planeta ("única carta de un palo"), formalmente aislado, con
una muela que duele y predomina sobre toda la consciencia. Es un
tipo de acentuación "irracional", que tiende a destruir el sentido de
la totalidad de la personalidad. Es un factor autocrático que dicta su
voluntad singular al resto del organismo, que por contraste parece
incompleto.
Como interesante ilustración, tenemos el mapa de Mussolini que
muestra un tipo de doble énfasis sobre la forma. Todos sus planetas
están encima del horizonte. Además, Urano está solo en el hemisferio oriental; más precisamente, en el cuarto Sur-Este. El énfasis masivo es en la sección del mapa que se ocupa de la relación humana y
denota la autorrealización a través de los contactos y del ser objetivo. Se lo ve aceptar las opciones y los problemas de la vida como se
le presentan: un hombre gobernado por su destino objetivo. Pero, si
bien esto es cierto en un sentido fundamental, Urano, acentuado
como una carta única por posición de casa, indica que hay una liberación potente e insistente de factores inconscientes que operan como volición subjetiva (hemisferio oriental) y, además, que la operación es a través de un mecanismo de pensamiento repentino (cuarto
Sur-Este). El último hecho es corroborado por: 1) una concentración
planetaria en signos zodiacales de pensamiento concreto (Géminis y
Virgo) o de vívido poder creador de imágenes (Venus-Júpiter en
conjunción en Cáncer, en la casa de la "visión"); 2) el hecho de que
el Nodo Norte de la Luna está en la duodécima casa, implicando
fuerza liberada a través de la meditación o la introspección subjetiva.
435
Benito Mussolini
Nacido en Doria, Provincia de Forli, Italia,
el 29 de julio de 1883, a las 13.19
Este último hecho, y la fuerza de los factores raciales inconscientes en la vida de Mussolini, enfatizados más por la reunión de
todos los planetas dentro de un trígono exacto de Neptuno y Urano
(planetas del inconsciente). La configuración total se equilibra, por
decirlo así, a cada lado de la conjunción Júpiter-Venus, que es sextil
436
respecto de Urano y Neptuno. Sin embargo, esto pertenece a otro
tipo de énfasis que luego abordaremos. Por ahora, aún tenemos que
recalcar la cuestión de la ubicación de todos los planetas en el hemisferio Sur. Esta es una acentuación básica de los factores colectivos u objetivos, de modo que, por más que Urano sugiera la operación de una voluntad o una fuerza interior autocondicionada, empero a ésta sólo se la verá activa en función de factores colectivos.
Incluso, si bien su "parte de proyección de imágenes" (su revelación
genial) está ubicada debajo del horizonte, empero es en la segunda
casa que se refiere a la herencia racial y a las posesiones atávicas: un
factor colectivo, aunque dentro del reino individual.
Otro tipo de énfasis es producido por la ubicación de todos los
planetas en las cuatro divisiones básicas del zodíaco.
Todos los planetas entre Aries y Libra (en el orden de los signos): Esto indica que la "responsabilidad principal de la vida es espiritual" (Marc Jones), o mejor diríamos, se refiere a la proyección
de ideas y arquetipos en manifestación objetiva. Mussolini es un
ejemplo asombrosamente fuerte de este tipo de énfasis, nos guste o
no el tipo de idea que él proyecta.
Todos los planetas entre Libra y Aries: Esto indica que "la
responsabilidad principal de la vida es material" (Marc Jones), o
más bien se refiere al desarrollo de facultades que son el resultado
de anterior actividad espiritual y la matriz de manifestaciones futuras.
Todos los planetas en signos de larga ascensión (desde Cáncer hasta Capricornio): "Se vive la vida interior para hacer que manifieste la vida exterior" (Marc Jones). Este es el período en el que
el Sol se desplaza hacia el Sur. Lo que se ganó durante la otra mitad
del año se pone de manifiesto objetivamente. El alma entra a manifestarse.
Todos los planetas en signos de corta ascensión (desde Capricornio hasta Cáncer): "Se vive la vida interior para hacer que se manifieste a sí misma" (Marc Jones). Este es el período en el que el Sol
se desplaza hacia el Norte: tradicionalmente, un período de creci437
miento espiritual y de realización interior. Los frutos de la experiencia objetiva están almacenados, y existe un proceso de maduración
hacia adentro, el crecimiento del significado.
Aquí también uno puede aplicar el principio del énfasis sobre la
"carta única", un planeta en una sección del zodíaco, equilibrando a
todos los demás en la sección opuesta. Además debemos añadir que,
cambiando las palabras "todos los planetas" por "la mayoría de los
planetas", uno podría alcanzar una menos vigorosa, pero notable
preponderancia de los valores.
Ya se trate del círculo de las casas o del de los signos zodiacales, lo que realmente se hace es dividir en cuatro todo el ciclo, estableciendo dos ejes en ángulos rectos recíprocos. Tal operación se
relaciona con la determinación de los aspectos del cuadrado. Se trata
del establecimiento de una estructura de manifestación, cuyo prototipo es, desde luego, las "cuatro estaciones del año". Uno podría
intentar lo mismo con cualquiera de los ejes provisto por el simbolismo astrológico, especialmente con los ejes nodales de los planetas. Ya vimos que el eje nodal de la Luna podría considerarse como
si estableciera una "línea del Destino" entre el pasado y el futuro (el
karma y el dharma) de un individuo. Por ello, el hemisferio contado
desde el Nodo Norte (en sentido contrario al del reloj) se refiere a la
fuerza para desarrollar nuevas facultades espirituales, mientras el
hemisferio contado desde el Nodo Sur se refiere a la elaboración de
las tendencias pasadas.
En el mapa de Mussolini, todos los planetas están en el hemisferio contado desde el Nodo Sur, lo cual da un notable testimonio que
podría dejar atónitos a muchos. Al dictador italiano se lo muestra
haciendo en esta vida lo que presumiblemente ha hecho en varias
vidas anteriores, o, para decirlo de otro modo, como el último de
una larga línea ancestral de figuras similares. En este sentido, puede
decirse que es una réplica de la imagen de los Césares: una reafirmación de una vieja fórmula racial que por tanto, nada añade espiritualmente nuevo, sino que es una culminación del karma racial, y
también del karma individual, según la teoría de la reencarnación.
Este mismo procedimiento podría seguirse mediante la conside438
ración de los ejes nodales de los planetas; pero los resultados exigen
una interpretación demasiado sutil como para que sea de importancia práctica. Asimismo, el mapa de Mussolini ofrece interesantes
posibilidades de interpretación siguiendo la línea del análisis de los
nodos planetarios, pues por lo menos cinco de sus planetas están
situados en los Nodos Norte de otros planetas. Esto tendería a mostrar que su personalidad es un patrón trazado según un plano interior
superpersonal. Podríamos llamarlo un "avatar racial", con tremendas fuerzas raciales psíquicas que lo respaldan. Esto lo sugiere el
símbolo del grado del Sol.
Otro tipo de énfasis zodical es suministrado por la distribución
desigual de los planetas: 1) en signos de fuego, aire, agua y tierra; y
2) en signos cardinales, fijos o mutables. Este es un tipo de énfasis
que se encuentra muy a menudo en la práctica astrológica moderna.
Parece tener, sin embargo, poco significado, a menos que sea muy
grande la desigualdad de la distribución. Se necesita una muy definida preponderancia de planetas en un tipo de signos zodiacales si
ha de llegarse a conclusiones significativas. Debemos remitirnos a
nuestro análisis del significado de las categorías zodiacales. Un énfasis planetario en cualquier categoría pondrá de manifiesto el significado y la fuerza de esa categoría en la vida del nativo.
Hasta ahora hemos estudiado las formaciones planetarias que
fueron determinadas por referencia: 1) al círculo de las casas; y 2) al
círculo de los signos zodiacales. El primero se refiere básicamente al
carácter y al destino del individuo; y el segundo, a los factores colectivos del ser. Mediante la consideración de los "patrones de los
aspectos" efectuada por los planetas, tenemos otro tipo de determinación de la forma que se refiere principalmente a la personalidad
misma. Lo que ahora tratamos es una extensión del principio del
"aspecto". Los que siguen son aspectos que involucran a varios planetas; en otras palabras, agrupamientos planetarios. He aquí sus
nombres y una breve descripción:
Stellium. Esta es una conjunción múltiple; una acentuación
compleja que abarca más de dos planetas ubicados en un sector pequeño. Hay un stellium por casa, cuando un conjunto de planetas
439
(por lo menos, cuatro o cinco) se halla dentro de una casa; un stellium por signo, cuando el mismo número está ubicado en un signo
o en medio signo. Aquí, como en la conjunción simple, mucho depende de cuáles son los planetas, y cuán distantes están entre sí. El
resultado es, con frecuencia, confusión y complicación personal en
las cualidades representadas por casa o por signo. Los acentos planetarios se oscurecen entre sí. La que se destaca es la cualidad representada por casa o por signo, más que la actividad simbolizada
por los diversos planetas.
Mango de abanico. Este tipo magnificado de oposición ocurre
cuando un "naipe único" se opone a un stellium; o sea, cuando un
planeta, solo en un hemisferio, se opone a todos los otros planetas
en el hemisferio opuesto. Según Marc Jones, el "naipe único contribuye al stellium y devuelve el énfasis en el hemisferio que contiene
a los otros planetas. El énfasis del stellium se convierte en un peso
psicológico o interior de manifestación. Indica un alma con un problema más que físico". El significado del signo enfatizado (más bien
que la casa) se convierte en el factor destacado. El siglo XX se
inició con un stellium muy característico, oponiendo a Neptuno a
todos los otros planetas (entonces conocidos). Como añadido al significado de esta configuración: se equilibraba exactamente en el eje
de los nodos de la Luna. Poniendo a Plutón en el mapa disminuye la
unidireccionalidad de la configuración, pues este planeta estaba
cerca de Neptuno. Empero, como Neptuno y Plutón se refieren a
factores universalistas, y como la figuración es tan notable, puede
aún ser provechosamente considerada como un abanico... ¡con un
mango ahorquillado!
Gran Trígono. En este y en los siguientes aspectos múltiples
nos enfrentamos con la manifestación perfecta de aspectos aislados.
Vimos que un trígono se producía inscribiendo un triángulo equilátero en la circunferencia; un cuadrado, inscribiendo un cuadrado,
etc. Ahora consideramos configuraciones en las que un planeta (o
varios planetas) se halla ubicado en cada uno de los ángulos del polígono inscrito.
Un Gran Trígono es, pues, una figura en la que tres planetas se
440
relacionan mutuamente mediante ángulos de 120 grados. Algunos
astrólogos han considerado a tal configuración muy favorable; otros,
desfavorable. No parece muy lógico que deba juzgársela desfavorable cuando el trígono se considera siempre el aspecto más armónico.
Empero, hay alguna verdad en esa aseveración, cuando nos enfrentamos con una formación triangular exacta; pues, cuando algunas de
las actividades más importantes de la personalidad se relacionan así
simbólicamente, están tan bien equilibradas o "formadas" que hay
muy poco incentivo para la manifestación y la creación externas. El
Gran Trígono es, pues, especialmente cuando se trata de una formación muy exacta, un símbolo de, por lo menos, una relativa inercia
espiritual. Sin embargo, si uno de los planetas (o grupos de planetas)
que entra en esta configuración forma un aspecto cuadrado respecto
de otro planeta, entonces este cuadrado actúa como un "canal de
liberación" de las energías encerradas en el Gran Trígono.
Habitualmente, el Gran Trígono produce un énfasis sobre una
de las cuatro cualidades zodiacales (fuego, aire, agua, tierra) pues
vincula normalmente a los tres signos que se refieren a la misma
cualidad. Empero, no es necesario que esto sea así, si los planetas
están ubicados cerca de las cúspides. Por tanto, no puede decirse que
el Gran Trígono tenga algún significado particular debido a eso. Si
ciertamente vincula, digamos, tres signos de fuego, entonces lo que
está implícito es que la cualidad de "fuego" ("movimiento hacia la
manifestación objetiva" o "emanación") está cabalmente formada
dentro del ser del nativo.
Gran Cruz (o Cruz Cósmica). Esta configuración es establecida por cuatro planetas (o grupos de planetas) en relación mutua de
90 grados. Se la ha de considerar como si estableciera el "cubo perfecto" o la "piedra perfecta" del conocimiento masónico. Simboliza
la encarnación total de la idea, o del propósito, o del yo; en otras
palabras, la realización en la existencia objetiva y concreta. En un
sentido negativo, lo que significa es la cristalización y la esclavitud
espiritual en la materia.
El modo muy habitual en el que se halla un cuadrado múltiple
es, sin embargo, como una configuración en T. La figura cuadrada
441
no es completa. En vez de una cruz de cuatro brazos, tenemos una
Tau egipcia, o por implicancia, una cruz ansata, que, por supuesto,
es el jeroglifico de un hombre con los brazos extendidos horizontalmente. En un mapa natal con tal configuración hay una casa vacía
(o un signo vacío) en la que estaría la cabeza del hombre. Lo que se
indica es la máxima liberación del espíritu o del propósito hacia la
existencia material. Esta es una configuración muy dinámica. Los
tres brazos de la cruz dan un énfasis dinámico a la casa vacía, que a
menudo, por decirlo así, es ocupada por un remolino. En la fase de
la personalidad y del destino individuales representados por la casa
vacía, el nativo se encuentra habitualmente desvalido, desgarrado
por furiosos conflictos. Sólo el ego muy fuerte y consciente es capaz
de dominar semejante liberación disonante de energía. Si lo hace,
entonces posee una asombrosa cantidad de energía creadora.
La perfección de formaciones poligonales más complejas, como
el quintil y el sextil, es un raro fenómeno. Pero, a veces, tres planetas están en mutuo aspecto quintil, o más bien, tres de ellos constituyen dos quintiles, y los externos se relacionan mediante un aspecto
tri-quintil (216°): un eslabonamiento muy creativo entre los tres
tipos de actividades simbolizadas por los planetas, con la sugerencia
de que lo que se está creando es una facultad espiritual, que muy
probablemente no sea evidente en la vida externa.
Es aún más rara una formación hexagonal completa (Gran Sextil); pero, a menudo, tres planetas están en sextil correlacionado,
constituyendo el más externo un trígono dividido por igual por el
del medio. Esto es lo que se ve tan notablemente en el mapa de
Mussolini, con el énfasis complementario debido al hecho de que
todos los planetas están ubicados dentro del trígono de Urano y
Neptuno (bi-seccionados por la conjunción Venus-Júpiter). Esta
particular configuración tiende a mostrar que la personalidad entera
es una "formación del inconsciente de la raza" gobernada por el
consciente. La conjunción Júpiter-Venus, en el centro de la configuración, indica el punto de emergencia de la energía formativa del
inconsciente colectivo en términos de consciencia. Estando en la
novena casa, esta energía no es sólo formativa sino también expansiva. La conjunción Júpiter-Venus muestra que es de orden idealista.
442
Estando en Cáncer, el ideal se proyectará con perfiles de claras imágenes. Júpiter está situado en un grado (Cáncer 19°) que simboliza
el "ajuste interior de los valores por los procesos inconscientes de la
naturaleza tornando lo mejor de lo viejo para inspiración de lo nuevo" (Marc Jones).
El 15 de julio de 1935, ocurrió una configuración hexagonal
completa, con Urano en Tauro; Mercurio, Sol y Plutón en Cáncer;
Venus y Neptuno en Virgo; Júpiter en Escorpio; Luna en Capricornio; y Saturno en Piscis, vinculando todos los signos "femeninos"
del zodíaco. Esta fue una configuración muy productiva para el trabajo, y especialmente para minuciosa planificación en función de
sostenida actividad práctica. Los niños nacidos en esa época resultarían ser diestros organizadores, especialmente cuando el cuadrado
de Sol y Marte estaba liberando al mismo tiempo la energía que de
otro modo podría haber quedado en una condición estática de goce
personal y autocomplacencia estética.
Una configuración del mismo tipo es aquella en la que cuatro
planetas constituyen, alternadamente, sextiles y trígonos. Se forma
un rectángulo cuyas proporciones geométricas sugieren un significado místico. En el mapa de la esposa de uno de los máximos pintores vivos, Urano en Virgo 8°, Luna en Escorpio 6°, Júpiter en Piscis
4°, Neptuno en Tauro 12° constituyen tal configuración. Urano es
sextil respecto de la Luna, y trígono respecto de Neptuno, el cual es
sextil respecto de Júpiter en trígono respecto de la Luna. Esta es una
interesante combinación de trígonos, sextiles y, por supuesto, dos
oposiciones. Un buen símbolo de "mística práctica". Esta persona
fue una fuerza notable de apoyo a su esposo, tanto de modo interior
como exterior, combinando la percepción consciente espiritual, la
productividad externa y la decidida planificación.
En todo ese definido patrón planetario podemos sospechar
siempre problemas igualmente definidos en la esfera de la personalidad. Estos problemas son la manifestación de complejos psicólogicos que tienden a hacer que la personalidad sea "diferente" y a menudo socialmente inadaptada, o la personalidad lleva una carga de
responsabilidad superpersonal (planetaria) que exige un enfoque y
443
una particularización estrictos del punto de vista. El mapa de Mussolini es el más típico del último caso, que llamó nuestra atención.
Es un mapa sobreenfocado. El hombre sólo vive para servir a un
propósito racial, y morirá en ese propósito.
Por otro lado, un mapa sin destacados enfoques puede significar
una personalidad dispersa o un ser cuyo destino es el de vincular, armonizar y ser un símbolo de la totalidad del ser. Desde luego, esta
es la señal de un individuo verdadero: quien se aproxima a la semejanza del Individuo perfecto que es Dios, el Ser igualmente omniacentuado. Un Mussolini no es un individuo, sino un propósito racial
convertido en personalidad. Es un ser muy particularizado o especializado: el hombre de una obra colectiva. Esto es aclarado por
cada factor posible de su mapa, hasta la posición del Nodo Sur (punto del karma) en la sexta casa (de servicio, trabajo y discipulado
respecto del ideal y de la personalidad) y en un grado de "capitalización real sobre la tradición y el valor establecido". (La mujer de
Samaría acude a sacar agua del pozo de Jacob.)
444
XII
EL MAPA NATAL Y LAS PROGRESIONES
Personalidad y Destino
Se dice que en el portal del templo de Delfos, en la antigua Grecia, uno podía ver inscritas estas palabras: CONÓCETE A TI MISMO. Estas palabras fueron verdaderamente la nota clave de una era
y una civilización que, por primera vez en la historia humana, procuró elevar el enfoque de la consciencia del hombre hacia el nivel
intelectual. El gran problema vital de la civilización griega –y para
la mayor parte de la cultura europea que se desarrolló a partir de la
semilla sembrada por los griegos– fue el problema del conocimiento: la naturaleza, las limitaciones y la extensión del conocimiento.
Esto condujo a un estudio del proceso de desarrollo de la esfera
consciente y racional del ego; luego, por reacción complementaria,
con el cristianismo, al desarrollo de un sistema de ética devocional
que, a su vez, se transformó en un sistema de ética racional.
Afirmamos que el "Mundo Nuevo" de Occidente se enfrenta
con un nuevo problema vital básico, con lo cual no sólo nos referimos a las razas que viven en el continente americano, sino a todos
los hombres que quieren emerger de los patrones típicos del europeísmo clásico e ingresar en un nuevo reino del ser. Creemos que el
continente americano es el símbolo de este nuevo reino del ser, pero
no el habitat exclusivo de los hombres que allí nacieron. El nuevo
problema vital de tales hombres –y del continente americano– en un
sentido planetario, es el problema de la realización. Y por ello presentamos a los futuros constructores del templo de los "misterios"
americanos con una expresión clave, no nueva en sí misma, por supuesto, sino nueva como punto focal de la consciencia colectiva:
REALÍZATE A TI MISMO.
Conocimiento y Realización: ¡dos palabras de importancia tre445
menda cuando se las usa como términos focales de civilizaciones
enteras! En un sentido, al menos, puede verse que corresponden,
respectivamente, a otras dos palabras poderosas: Espacio y Tiempo.
El conocimiento es espacial en su esencia porque deriva del establecimiento de relaciones de extensión y contraste. El conocimiento
intelectual se basa en el análisis y la objetividad, en el aislamiento
de factores y elementos estudiados independientemente del "todo" al
que pertenecen, y del que fueron sacados con fines analíticos, experimentales o incluso estéticos.
Por otra parte, la realización es duracional y cíclica –holística–
en su esencia. Es un proceso que se desarrolla en el centro mismo de
la duración, y es condicionado por las leyes del devenir cíclico. No
es analítico o ético; ni siquiera racional o predominantemente consciente. No puede graficarse mediante una fórmula exacta. No puede
definirse exactamente como para que encaje en todos los casos particulares o individuales, aunque siga un ritmo bien definible con
climax computables y fases críticas. Además, este proceso de realización no se ocupa de las partes de un organismo o de los elementos
de una situación, como factores separables. Siempre debe referirse a
todos. La realización de las partes está ligada a la realización del
"todo" del que son partes. No puede haber una aislada realización de
una parte. Sólo puede ser una consumación relativa o ilusoria.
Empero, como cada parte es un "todo", tal como cada "todo"
puede considerarse una parte de algún "todo" más vasto, hay momentos relativos de realización: "transiciones de vida" durante las
cuales la totalidad opera dentro de cualquier "todo" realizado. Después que ocurre esto, este "todo" se realiza como parte de un "todo"
mayor, y la duración y sus ciclos de realización siguen por siempre
jamás. Pero cada realización, aunque la analicemos espacial e intelectualmente como puramente relativa –en términos de algún "todo"
mayor– es, después de todo, un absoluto. Es absoluta en cuanto la
totalidad está operando absolutamente a través de cada "todo" realizado, pequeño o grande. De hecho, la pequeñez o la grandeza son
espaciales, son evaluaciones del "conocimiento". En función de realización, cada "todo" realizado es real y absolutamente Dios. Esta es
la realización simbolizada a menudo por el término "ahora eterno".
446
Podemos llamarla una realización "mística". Poco importa cómo se
llame. La realización experimentada no necesita definición intelectual. Es una experiencia subjetiva totalista; y esta experiencia es
"una con" el momento dentro del cual ocurre. Tal momento es lo
que hemos llamado un "momento-semilla", lo que el teósofo moderno expresa (y materializa) en un sentido planetario como un
"Manu-Semilla".
Ya hemos expresado tales ideas en los capítulos titulados "La
astrología frente al pensamiento moderno" y "Los procesos individual, colectivo, creativo y cíclico". Pero fue necesario reformularlos
de modo algo alterado, pues este dualismo fundamental del conocimiento y de la realización, del espacio y del tiempo, es la clave de la
importantísima distinción con la que nos encontramos cuando llegamos a considerar la aplicabilidad y la utilidad prácticas de la astrología. Por un lado, tenemos lo que se llama el mapa natal radical
que nos da el patrón simbólico, o el jeroglífico, del ser individual:
una figura espacial. Por el otro, tenemos las que se llaman progresiones o direcciones que apuntan a determinar el desarrollo del ser
individual a través del lapso de su vida terrena: un elemento temporal.
El estado confuso en el que hoy en día se halla tanto la teoría
como la práctica astrológicas se debe, en gran medida, a la falta común de comprensión de la relación existente entre estos dos reinos
de la determinación astrológica: espacial y duracional. Además, se
propone un sistema tras otro de progresiones o direcciones, cada
cual aparentemente muy satisfactorio en muchos casos, muy insatisfactorio en otros tantos. Difícilmente se efectúa jamás un intento de
dar una interpretación filosófica coherente de lo que las "progresiones" significan realmente y por qué operan, cuando lo hacen. Este y
el próximo capítulo lo consagraremos a sugerir tal interpretación,
con la esperanza, al menos, de aclarar varios puntos básicos y de
ofrecer soluciones de problemas confusos.
El mapa natal de un individuo, que indica el patrón creado por
cuerpos celestes que rodean a la Tierra, en relación con el horizonte
y el meridiano y en función de longitudes zodiacales, se llama tam447
bién el mapa radical, considerándoselo como el factor raíz en toda
interpretación astrológica. El término "raíz" es algo inexacto, y "semilla" sería una palabra mucho mejor; pues es en la semilla y no en
la raíz que la "forma arquetípica" de la planta futura se concentra.
Pero la distinción es puramente filosófica, sin aplicación práctica en
los asuntos que ahora consideramos.
Un mapa natal es la representación macrocósmica simbólica de
la plenitud potencial del microcosmos perfeccionado. Es el "plano"
del hombre completo. Por tanto, es nada más que un conjunto de
potencialidades; y, por implicancia, define todo lo que posiblemente
podría hallarse en el hombre perfeccionado. Porque se refiere solamente a potencialidades, es enteramente abstracto. Porque es una
representación formada por factores macrocósmicos (planetas, horizonte, etc.), es puramente simbólico. No indica nada basado en hechos; nada concreto; nada precisamente "predestinado". Perfila lo
que sería si la personalidad madurara en la plena semejanza del arquetipo, si la realidad se equiparara exactamente con la potencialidad. No hay un hecho aislado y preciso de la vida de un hombre que
se halle como tal en su mapa natal. Los que pueden rastrearse son
tipos más o menos definidos de eventualidades potenciales, con grados variables de "concretabilidad" en ciertos tiempos de su vida,
determinables más o menos exactamente.
En otras palabras, el mapa natal es un conjunto de factores especiales que determinan la estructura arquetípica, o la forma arquetípica, del hombre total, si alguna vez llega a ser total. Nada puede indicar absolutamente si el hombre llegará a ser total, o seguirá siendo,
como la mayoría de la gente, un vago esbozo, con perfiles más definidos, absorbidos en gran medida por los antecedentes raciales colectivos. Sin embargo, del mapa total surge a menudo un significado
imponderable que al astrólogo de desarrollada percepción holística
(o de dotes "psíquicas" heredadas) le da una clave en cuanto al status último del nativo al final de su vida; en otras palabras, cuánto de
su vida será un triunfo, y cuánto un fracaso. Pero fracaso y triunfo
significan sólo esto: si la realización real de la vida fue o no fiel al
"resultado final" de la personalidad y del destino individuales; hablando en términos de filosofía hindú, si el hombre realizó o no su
448
dharma.
Personalidad y Destino. Estos dos términos pueden referirse
respectivamente al mapa radical, y a las progresiones derivadas de
este: también al espacio y al tiempo, al conocimiento y a la realización. Ha de conocerse al yo: ha de cumplirse el Destino. Ambos son
de forma absolutamente idéntica. Empero, la vida de un hombre
puede ser una mera caricatura de su Destino, o un mero esbozo que
oscureció los perfiles. El Destino, como entendemos el término, no
tiene significado de determinismo absoluto y concreto. Es un programa de desarrollo del propósito de manifestar concretamente el
plano que la personalidad representa. Ya recalcamos este punto,
pero necesita un reiterado énfasis. La personalidad es un conjunto de
posibilidades; a lo sumo, es el pequeño modelo del arquitecto del
edificio terminado. Pero mientras el arquitecto dibuja el plano y fija
el programa de actividad y entrega del material de construcción, él
no puede decir si a ese pograma lo perturbará un terremoto, una
huelga, una guerra, o cualquier factor colectivo de esa índole, que
trascienda al arquitecto y a los planos. Empero, si el edificio se
completa, tendrá que ser una encarnación real de los planos, a menos que ocurra una tragedia espiritual, como la muerte del arquitecto.
La personalidad es un factor espacial. Abstractamente, esto se
refiere al espacio interior del ser puro, un factor de relación pura que
contiene tantas "dimensiones del espacio" como hay elementos relacionados. Concretamente, esto se refiere a la estructura externa del
cuerpo, es decir esencialmente, al esqueleto (el factor de Saturno) y
a la apariencia individual, el Ascendente. Al ser un factor espacial,
la personalidad es susceptible de ser conocida, mediante análisis de
la forma y síntesis reveladora del significado. Es el factor-semilla
del ser manifiesto. La mónada –la unidad de energía, o vida– es la
fuerza-raíz. El Destino es el programa de crecimiento de la planta.
Es el proceso por el que la personalidad se manifiesta. Por tanto, es
condicionado, primeramente, por la forma del yo (la forma-semilla,
o sea, el mapa de nacimiento), pero también, secundariamente, por
la naturaleza del ambiente social y cósmico en medio del cual tiene
lugar el crecimiento.
449
En otras palabras, mientras el Destino es esencialmente el programa individual de crecimiento, también está sujeto a modificaciones que no son determinadas por el individuo (su forma o su pasado), sino que son los resultados del Destino del "todo" mayor (raza,
planeta, cosmos) del que el individuo es una parte. La relación interna básica de este "todo" mayor con el individuo es indicada por
varios factores del mapa natal del individuo; pero, la presión externa
transitoria de la colectividad sobre el individuo es otro factor que
petenece al devenir (no al ser) del “todo" mayor. Esto se ve en lo
que la astrología llama "tránsitos".
El Destino es la personalidad en el devenir. La realización es el
conocimiento demostrado y operativizado a través del "todo" del
organismo fisiológico y psicológico del conocedor. Por tanto, la
realización depende del conocimiento. La plenitud de la realización
es una función de la profundidad y la extensión del conocimiento.
Por ello, el conocimiento representa simbólicamente a Oriente, y la
realización a Occidente. Todo conocimiento proviene de Oriente,
pero la realización ocurre en Occidente. Esto es así, no sólo simbólica y astrológicamente hablando, sino también concretamente. En
cada unidad de civilización surge conocimiento en Oriente, y se
alcanza la realización en Occidente. La India fue la fuente del conocimiento concretado en el mundo al Este del Mediterráneo. A su
vez, el conocimiento griego se realizó en la integración francesa. El
conocimiento europeo se está realizando en América del Norte. El
conocimiento del Atlántico alcanza la realización del Pacífico. Todo
lo que se necesita para completar el cuadro es añadir que la energía
espiritual y regeneradora proviene del Norte y toma forma como
religión en el Sur, como lo muestra el hecho de que todas las civilizaciones desaparecidas fueron hasta ahora vencidas y regeneradas
por las invasiones de los "bárbaros" (hombres regenerativos que son
energía pura sin consciencia formada) del Norte –en la India, en
Europa, en México. Además, las religiones muy establecidas encuentran su centro permanente en el Sur y se propagan hacia el Norte: obsérvese el budismo que se esparció de la India a la China y al
Japón; el catolicismo que se estableció en Roma; el islamismo que
pasó de Arabia a Persia, al Norte de la India y a España, etc.
450
Lo anterior puede explicar, pues, la razón de por qué consideramos al mapa natal como el símbolo del conocimiento y la energía
(la personalidad) del individuo, mientras las progresiones se refieren
a la realización, la re-ligión (etimológicamente, lo que "se vuelve a
atar") de su vida. Interpretar el mapa natal es relativamente (¡muy
relativamente!) simple, porque nos ocupamos de una estructura autónoma. Ciertos factores del mapa se refieren verdaderamente al
mundo exterior y a la herencia y el ambiente colectivos; pero, la
referencia ha de considerarse siempre en función de la persona individual. Lo que se muestra no es el estado del ambiente colectivo
(como en los tránsitos y mapas natales) que presiona sobre la persona individual, sino el conocimiento y la fuerza de adaptación de este
individuo a lo colectivo dentro de su ser total.
En otras palabras, todo lo que se halla en el mapa natal o radical
se refiere al ser total del nativo; es decir, a la suma total de posibilidades que este ser contiene. Y aquípodemos agregar que estas posibilidades, si bien son definidas en cuanto a su estructura, son prácticamente infinitas en cuanto a la profundidad de sus conexiones. Es
decir, la forma de mi ser –mi personalidad individual– es básica; y
cambio o desarrollo significa aquí sólo una aproximación cada vez
más cercana del "cuerpo" externo (o de los cuerpos externos) a la
forma-semilla arquetípica, que es inmutable a lo largo de un ciclo
planetario entero. Pero el contenido de mi ser –la suma de las conexiones que yo establecí con el universo, el total de mis asimilaciones– es relativamente ilimitado. Los límites sólo son trazados por el
hecho de que la persona humana, al ser una parte del "todo" mayor
que llamamos el "Individuo planetario", es condicionado por el
desarrollo armónico de este "Individuo planetario". Esto se refiere a
lo que el ocultista llama el "Círculo Intraspasable".
Científicamente hablando, diríamos que, como el número de las
células cerebrales y nerviosas no es infinito, la suma total de sus
posibles conexiones y correlaciones no es, por tanto, infinito. Pero
el hombre corriente de hoy activa relativamente tan pocas de estas
conexiones posibles que las posibilidades de expansión del contenido de su ser son prácticamente ilimitadas, aunque la forma de su
personalidad individual siga siendo un factor constante. De modo
451
parecido, el esqueleto es un factor casi constante de la raza humana,
aproximándose cada vez más, mediante un avance muy lento y cíclico (que incluye períodos regresivos) a lo que llamaríamos la
Forma Arquetípica del Hombre. Empero, el hombre puede cambiar
el contenido de su cuerpo comiendo una clase u otra de alimento
(dentro de los límites de lo que la tierra produce), comiendo en exceso o pasando hambre, etc.
Por el otro lado, en las "progresiones" nos ocupamos de una
proposición muy compleja, porque nos ocupamos del proceso de la
vida misma. Y esto significa un cambio perpetuo y, por tanto, al
menos teóricamente, imprevisibilidad. El proceso de la vida es el
fluir constante del nacimiento, la realización y la desaparición de la
relación. Y nunca se lo puede graficar absoluta y exactamente. Contiene, de modo necesario e inevitable, un coeficiente de indeterminancia que, en simbolismo numérico, es el valor fraccional por el
cual (3,14159...) es mayor que 3, y, en el simbolismo terrestre astrológico, el valor de la fracción 365 (o 366 ¼) dividida por 360.
Personalidad y Relaciones son las dos polaridades del ser, correspondiendo, en simbolismo astrológico, a los horizontes oriental
y occidental. La primera constituye la forma del ser; la segunda se
refiere al contenido del "cuerpo" manifiesto –en todos los niveles–
del ser. La personalidad per se es inmutable (a lo largo de un ciclo
del "Todo" mayor en el cual ocurre). La relación está en un estado
de fluir constante; y es fundamentalmente imprevisible desde el
punto de vista del yo que es uno de los múltiples factores que constituyen esta multitudinaria corriente de relaciones. El mundo oriental
recalcó el elemento de la personalidad individual: el mundo occidental recalcó el elemento de la relación; dos puntos de vista opuestos que nunca pueden reconciliarse racionalmente, aunque pueden
integrarse en la creativa conducta de la personalidad.
Este hecho constituye el principio general de la indeterminancia
que extiende el principio especial de la indeterminancia, de Heisenberg, expresando que uno jamás puede determinar exactamente, al
mismo tiempo, la ubicación y la velocidad de una partícula subatómica. Aquí, la ubicación simboliza a la personalidad independiente,
452
y la velocidad simboliza al proceso: una vez más, espacio y tiempo.
En astrología, de modo parecido, tenemos que concentrarnos en la
determinación de la personalidad independiente o en los pronósticos. Cada factor exige un tipo especial de énfasis, y un tipo especial
de astrólogo.
El mapa natal y las progresiones relativamente ingraficables. Al menos en alguna medida, debemos optar sobre cómo polarizarnos y a qué ser leales. La persona muy individualizada estará
habitualmente más cómoda con la determinación de la personalidad
a través del simbolismo natal; mientras la persona muy influida por
factores colectivos y raciales, y que es una expresión de estos, será
más naturalmente atraída hacia el pronóstico, la "astrología horaria"
y la adivinación, y será más afortunada en todo esto. Desde luego,
los dos puntos de vista pueden integrarse en una personalidad muy
dotada, pero siempre podrá advertirse que se recalca uno u otro. A
este respecto, la situación es parecida a lo que se refiere a la introversión y la extraversión psicológicas. Siempre hay una acentuación
en un sentido u otro; pero la determinación de la naturaleza de la
acentuación se torna a veces muy difícil porque "en cada tipo pronunciado existe una especial tendencia a la compensación de la
unilateralidad de su tipo, tendencia que es biológicamente conveniente puesto que es un esfuerzo constante por mantener el equilibrio psíquico".37
Lo mismo es cierto en relación con la exactitud de la respuesta
real de una persona a las indicaciones contenidas en el mapa natal o
en el cálculo de progresiones y tránsitos. Algunas vidas serán graficadas muy exactamente por implicancias que se hallan en el mapa
natal y en aquellas "direcciones" que meramente extienden en el
tiempo la estructura del mapa natal. Otras parecerán exactamente
gobernadas por tránsitos, "progresiones secundarias" y mapas natales, y no parecerán "encajar" muy sólidamente en una interpretación
de mapa natal.
La conclusión natural sería que los introvertidos y las personas
muy individualizadas viven fieles a su mapa natal y no tan exacta37
Tipos Psicológicos, pág. 10, de C.G. Jung, versión en inglés.
453
mente a sus progresiones; mientras lo contrario se aplica a los extravertidos y a las personas sobre las que se influye colectivamente.
Más no siempre es así, pues una persona muy introvertida, en razón
de que no le es fácil moverse en sociedad, puede estar a merced de
ésta –condicionada sin remedio, en lo exterior, por las exigencias
que los demás le formulen, cuando más se retire hacia su interior y
procure ser estrictamente un "individuo". Por otra parte, un extravertido típico puede sentirse conscientemente atraído hacia temas "espirituales" para compensar su extraversión, o puede estar totalmente
desvalido y sentirse compelido por cuanto ocurra en su yo interior, y
en sus intentos por ser "individual" y "diferente". Por eso, los tránsitos son crueles, a menudo, con los introvertidos, y las "direcciones
primarias o radicales" destruyen a los extravertidos. El problema es
tan complejo como la vida misma. No advertir por qué esto debe ser
así, y desdeñar a la astrología porque es así, son síntomas de un juicio pobre y de una falta total de conocimiento sobre la naturaleza y
la función de la astrología.
A fin de comprender por completo cómo puede elaborarse la interpretación astrológica partiendo del distinto material de que se
disponga y valiéndose del simbolismo astrológico, hemos de encauzarnos de una manera que no es fácil de seguir al comienzo, pero
que parece ser el único modo de efectuar cierto encuadramiento
integrado, relativo a los factores conflictivos de las posiciones radicales, de las progresiones, de las direcciones y de los tránsitos. Por
ello, si el lector nos acompaña y sigue dentro del laberinto conceptual, habitualmente inconexo, podremos suscitar en su mente una
visión sobre el funcionamiento total de un mapa natal y de sus consecuencias, en el espacio y el tiempo: una visión que, indudablemente, no se tiene con facilidad en la mente, pero que, si se hace
referencia a ella de modo coherente y constante, aportará orden y
significado donde, como es de presumir, antes hubo solamente caos
y vaguedad.
454
Pasos en la interpretación de un mapa natal
Un mapa natal puede (y debe) considerarse como una compleja
fórmula geométrica que establece relaciones entre un número de
puntos determinados por observaciones astronómicas. Fundamentalmente, hay diez "planetas" (incluidos el Sol y la Luna), doce cúspides y los nodos de la Luna, a saber, veinticuatro factores. Un mapa
natal, es, pues, una fórmula que se relaciona con estos veinticuatro
factores primarios en función de su longitud zodiacal (a la cual a
veces también se añade la declinación –distancia Norte o Sur del
Ecuador Celeste– para determinar los llamados "paralelos de declinación"). Interpretar un mapa natal es extraer, de estos veinticuatro
factores, todo el significado que ellos contienen, o más bien, los que
el astrólogo es capaz de percibir. Esta extracción del significado se
efectúa por medio de una serie de análisis, siendo cada análisis teóricamente completo en sí mismo pues cubre todo un campo del ser,
pero todos estos análisis constituyen sólo la materia prima con la
que se construyó la síntesis final. Como ya dijimos, la astrología
depende principalmente, en lo atinente a una interpretación de la
vida, de la "percepción holística" sintética. Pero esto último es un
factor puramente individual; y, al escribir sobre la interpretación de
un mapa, uno debe imperiosamente recalcar los procesos analíticos,
que son necesarios: 1) como una disciplina para el desarrollo del
conocimiento básico; 2) como un medio para controlar los resultados de la "percepción holística"; o sea, de una percepción directa de
las interrelaciones totales que vinculan a los veinticuatro elementos
primarios del mapa natal y cualquier otro factor secundario que de
ellos pueda derivar.
Estos diversos análisis a los que el mapa natal está sujeto pueden efectuarse en un orden variable, siendo tal orden un asunto puramente individual. Indicaremos qué son, dándolos en una secuencia
que deriva de la lógica de la situación, como la hemos estudiado en
este libro. Pero tengamos siempre presente que nuestra primera tarea
es la de estudiar los veinticuatro factores primarios antes mencionados (planetas, cúspides, nodos de la Luna). Estos factores son significativos en función de:
455
1) su posición de signos;
2) su posición de casas (esto no se aplica a las cúspides);
3) su posición de grados (símbolos del grado; también relación
con los nodos planetarios).
Esta primera etapa de interpretación es un análisis de posición
en el que cada factor es considerado independientemente de cualquier otro, y es seguido por un análisis de las relaciones entre estos
factores, de esta manera:
4) el patrón planetario en conjunto;
5) los aspectos entre cada dos factores aislados.
Luego viene otro tipo de análisis, que puede utilizarse o no. Dos
factores se relacionan con un tercer factor que ordinariamente (pero
no necesariamente) es la línea del horizonte o del meridiano. Este es
un grado superior de análisis de la relación, y revela una clase compleja de significado, como el que se relaciona con la naturaleza social del hombre y los procesos en los que su propia sociedad de células y nervios se integra cada vez más estrechamente en procura de
la formación de un "cuerpo espiritual”. Esto se refiere a las Partes.
En este último tipo de análisis ya no nos ocupamos solamente
de la personalidad humana como es arquetípicamente o en un
"plano". Nos ocupamos del uso que puede darse a esta personalidad
o a cualquier grupo de factores dentro de la personalidad total. Ahora estamos considerando no sólo al "ser" y a su estructura, sino también al "propósito" y sus ejes de cristalización.
Un paso más, y estaremos estudiando no sólo los ejes de la cristalización (o los nexos sensibles de la relación) sino que captaremos
vividamente la cristalización misma de la relación potencial dentro
de sucesos concretos de la personalidad. ¿Cómo lo haremos?
Considerando estas mismas relaciones angulares entre los veinticuatro factores, y más simplemente los arcos (las distancias) que los
separan, pero considerándolos en términos de fases potenciales de
maduración. En otras palabras, simplemente convertiremos valores
espaciales en valores temporales. Pero lo haremos sin tener que re456
currir a nada fuera de nuestros veinticuatro factores; simplemente
mediante un análisis depurado que introduzca un valor cuatridimensional del tiempo matemático, en el que antes sólo teníamos la relación espacial tridimensional.
Para expresar esto con sencillez: interpretaremos de tal modo
nuestro mapa natal que, trasladando nuestro punto de vista analítico,
obtendremos valores temporales (fases del proceso de vida) en los
que antes consideráramos valores espaciales.
A fin de lograr este resultado, tenemos que dejar de considerar
los 360 grados del zodíaco como índices de la relación estructural
del ser y empezar a considerarlos como símbolos de las fases del
desarrollo de la vida. Tenemos que trasladar nuestro análisis del
plano de las mediciones basadas en la geometría al de las basadas en
el reloj. Al hacer esto, entramos evidentemente en el reino de las
progresiones y, más en particular, de las "direcciones". Pero hay una
gran diferencia entre las progresiones o las direcciones corrientes y
el procedimiento que acabamos de expresar, aunque en la superficie
la diferencia parezca más teórica que práctica.
Esta diferencia la podremos evaluar con más exactitud cuando
estudiemos la base sobre la que se elabora la compleja urdimbre de
las progresiones, las direcciones y los tránsitos. Pero, debemos dar
un paso por vez, no sea que nos enredemos sin remedio en conceptos que crecieron en el campo del pensamiento astrológico moderno
más como flores silvestres que como productos cultivados. Nuestro
próximo paso consistirá en estudiar brevemente lo que podría llamarse "el análisis temporal del mapa natal".
El análisis temporal del mapa natal
El procedimiento es simple. Consideremos el mapa de Mussolini. La Luna está ubicada en Géminis 8° 50'; Júpiter, en Cáncer 18°
33'. La distancia (o el "arco") entre ellos es, por tanto, de 39° 43'.
Traduzcamos un arco de un grado en un año del proceso de vida. En
este caso, la relación Luna-Júpiter, en vez de expresarse con un arco
457
de 39° 43' (un valor espacial), se expresará como una relación de 39
años y menos de 9 meses. Lo que con esto significamos es que la
relación entre la Luna (en referencia a la relación con el público,
con los antepasados, con los sentimientos, etc.) y Júpiter (en referencia al punto de emergencia del Yo, la autoridad, el poder, etc.),
que existe, potencial y arquetípicamente en el mapa natal, se concretará en una época de la vida que postulamos como 39 años y 9 meses después del nacimiento. La marcha sobre Roma de los fascistas,
que dio a Mussolini poder dictatorial, ocurrió cuando Mussollini
tenía 39 años y 6 meses de edad. Otros aspectos hicieron que eso
ocurriera un poco antes del tiempo arriba calculado.
La relación de nacimiento de Marte con el Sol puede expresarse,
de modo parecido, diciendo que es una relación de 52° 51' de arco, o
una relación periódica de 52 años y alrededor de 10 meses. En términos de aspecto, la relación se equilibra entre un semi-cuadrado de
8 grados-más y un sextil de 7 grados-menos. ¿Esto significa que "el
destino pende en la balanza" para Mussolini en junio de 1936? Otras
indicaciones podrían corroborar la posibilidad de que ese mes es de
expansión (Sol en la novena casa) y que viajar implica agresividad y
peligro. Pero como Marte y el Sol son los dos denominados "regentes" del mapa (cuestión cuyo significado consideraremos luego brevemente), existe una posibilidad de que la relación pueda concretarse como un extremado aumento del poder, aunque indudablemente
es una posibilidad peligrosa, considerando el hecho de que el 29 de
julio de 1935 cayó un eclipse en su Sol; una indicación de "tránsito".
En todo caso, señalará un punto crítico en el destino de Mussolini.38
El arco entre Saturno y Júpiter es igual a 41°. Los 41 años de
edad fueron una época muy crítica para Mussolini, como resultado
del asesinato de Matteotti, en el que estuvieron implicados fascistas
prominentes. Empero, él superó la tormenta desatada por la oposición, tal vez porque Saturno, en su nacimiento, estaba sextil respecto
del Sol. Por ello, lo que podría haber sido su ruina, en lugar de ello
fortaleció su posición.
Esto fue escrito en 1935. La proclamación del nuevo "Imperio Romano" ocurrió
en mayo de 1936.
458
38
Como los planetas de Mussolini estaban ubicados en un agrupamiento relativamente estrecho, el resultado es que casi todos ellos
pueden relacionarse mutuamente mediante este método del ''análisis
temporal". Esto indica que la naturaleza total será puesta en una
actividad concreta y positiva. En vez de calcular los arcos que separan a los planetas, podríamos calcular los arcos que separan a un
planeta de un aspecto de oposición a otro planeta. El período así
revelado mostraría un eslabonamiento de los dos planetas, no en
términos de actividad (aspecto de conjunción) como anteriormente,
sino en términos de percepción consciente (aspecto de oposición).
En el mapa de Mussolini esto pudo ocurrir probablemente sólo entre
Neptuno y Urano, a los 60 años de edad. Esto marcaría –si él llega a
esa edad– un momento de gran realización del significado fundamental y espiritual de su misión y su Destino, no en términos de
algo por hacer sino del significado de algo que se hizo.
También puede intentarse vincular cuadrados, trígonos, sextiles.
Por ejemplo, el Sol y Mercurio de Mussolini estarán separados de
un cuadrado respecto de la Luna (en Virgo 8° 50' por 32° 51' y 23°
20'). Esto pone de manifiesto valores temporales de alrededor de 33
años y 33 años y medio. Él fue gravemente herido en la guerra, a la
edad de 33 años y 6 meses.
Estos ejemplos habrán bastado para dar una idea del procedimiento seguido. Sin embargo, nos resta explicar por qué la operación de traducir valores espaciales en valores temporales se basaba
en la equivalencia de grados de los arcos zodiacales con años de la
vida. Esta muy discutida cuestión la trataremos desde otro ángulo
cuando estudiemos la teoría de las progresiones y las direcciones;
pero ahora podemos decir que el grado es el punto de partida más
conveniente para semejante traducción de valores espaciales en valores temporales, pues, después de todo, es la unidad de la medición
zodiacal, y toda la trama del simbolismo astrológico se apoya más o
menos en el grado.
Como ya dijimos, el grado es, por decirlo así, una traducción del
valor temporal en valor espacial, pues teóricamente es el espacio
orbital que la Tierra cubre durante el lapso en que realiza una rota459
ción total alrededor de su eje, o sea, un día (sideral). Por tanto, el
grado es un día, en términos de la medición espacial a lo largo de la
órbita de la Tierra. Del día pasamos ahora a un año, diciendo: un día
es igual a un año, y por tanto, un grado es igual a un año. Marc Jones expresa el asunto inteligentemente en su curso sobre Astrología
Direccional:
"La teoría ... es que el movimiento sobre cualquier círculo del mecanismo celeste tiene una afinidad con el movimiento en cualquier otro
círculo conexo del mismo esquema, y que la expresión de esta relación en cualquiera de los círculos crea en ese círculo una entidad que
tiene correspondencia con todo el círculo en función de unidades. Por
tanto, puesto que hay dos círculos de los cielos usados para la medición del movimiento de los planetas ... los círculos en los que se miden los movimientos diurnos y anuales de la Tierra, se dice al comienzo que un día corresponde a un año; y esta es una correspondencia familiar a toda clase de simbolismo (como un año es un día en
los ojos de Dios). Esto significa que un grado en el círculo, en un caso, es igual a la totalidad del otro círculo ... y, a partir de este hecho,
por extensión, los grados sobre uno u otro círculo corresponden a un
año de la vida."
Lo que complica las cuestiones, en lo atinente a progresiones y
direcciones, es el hecho de que hay "más días que grados" y que, en
realidad, el día no corresponde a un grado íntegro sino en un promedio de 59' 8". Hemos considerado esta cuestión en nuestro capítulo
sobre los grados del zodíaco, y expresamos que, en cuanto al grado,
considerado como el símbolo de una revelación fundamental de significado creativo, nos ocupamos de un valor arquetípico; y que la
discrepancia entre los 365 ó 366 días y los 360 grados es una expresión del fundamental "coeficiente de indeterminancia" que predomina, en un sentido u otro, sobre cualquier intento de traducir factores
pertenecientes a un nivel o a una esfera del ser a factores pertenecientes a otro nivel u otra esfera.
Cuando se tratan hechos fenoménicos y acontecimientos concretos –como lo hace el astrólogo corriente, que usa direcciones o progresiones– hay una real justificación al usar el siempre mutable valor del espacio cubierto por el Sol en un día (varía de 0° 57' a 1° 1'),
460
porque, como veremos, la idea que está detrás de estos métodos es
que el nacimiento es un acontecimiento progresivo. Pero en el caso
del "análisis temporal de un mapa natal", el hecho del nacimiento (o
más bien, del comienzo de la existencia independiente con el primer
aliento) se considera completamente suficiente y definido. El mapa
natal es la "forma-semilla" de la personalidad individual. Por tanto,
se lo considera estrictamente como un patrón arquetípico inmutable
y enteramente autónomo. Por tanto, todos sus valores y todas las
operaciones analíticas relacionadas con él deben considerarse desde
el nivel arquetípico. El grado ha de usarse, pues, para el análisis
temporal, porque es un valor arquetípico permanente; y no el siempre cambiante factor de la rotación diaria del Sol –o cualquier factor
semejante– que pertenece al mundo fenoménico.
El lector puede añadir ahora: si el mapa natal no se refiere al
"devenir", ¿cuál es, entonces, el significado de este "análisis temporal"? Nos enfrentamos aquí, nuevamente, con un problema algo metafísico. Sin embargo, se lo puede clarificar relacionándolo una vez
más con el ejemplo de la construcción de un templo. El mapa natal
es el "plano" que da la forma-semilla del templo. Cualquier arquitecto que mire este plano sabrá sin duda que, si se construye realmente el templo, primero habrá que cavar los cimientos; habrá que
contratar cierta clase de obreros; habrá que descargar en el terreno
determinada clase de materiales antes de empezar a trabajar, y después otra clase. Si conoce el estado exacto del mundo del comercio,
hasta podrá dar una fecha aproximada en la que el edificio estará
terminado.
Todo esto lo sabrá con el mero análisis de los planos y un estudio de lo necesario para concretar la estructura, que él contempla
potencialmente. Tal vez no conozca todo eso con suma exactitud,
por supuesto, pues mucho dependerá de cuán aptos sean los materiales humanos utilizados (ingenieros, capataces, obreros, etc.) y las
condiciones sociales generales que pueden afectar gravemente los
trabajos de construcción. Pero sabrá bastante como para tener un
cuadro más bien exacto de las diversas etapas de los trabajos y del
tiempo que cada etapa durará.
461
Esto es exactamente lo que significamos con un "análisis temporal" del mapa natal. No se ocupa del "devenir real" (ni de lo que
Bergson llama "duración") porque meramente se extiende en un
programa de potencialidades-semilla de trabajo, que hace que el
proceso se relacione con el "tiempo matemático", y no con la "duración creadora". Concretamente, tal "duración creadora" es, por esencia, imprevisible. Cada momento es nuevo y mana de un oceáno de
potencialidades infinitas como una realidad impredecible.
¿Qué ha de hacer entonces el astrólogo? Todo lo que puede hacer es ocuparse de las probabilidades y de los promedios estadísticos, en lo atinente a la predicción. Considera tantos puntos de vista
probables del proceso futuro desconocido, desde tantos ángulos, que
habrá poca cabida para lo creativo incognoscible. Pero resumir todos estos criterios probables será una tarea prodigiosa; y aunque los
acontecimientos reales se provean correctamente, siempre habrá un
valor misterioso imprevisible: el valor del significado. Si se concede
que uno conoce cada paso del destino futuro de un individuo, ¿qué
significado habrá extraído ese individuo de su vida íntegra cuando
esté cerca de su muerte? Nada puede decirlo. Ni siquiera Dios puede
saberlo. Pues Dios está constituido por tales "resúmenes de significado". Este es el devenir de Dios: una duración pura y creadora, el
Misterio insondable que es la Vida misma.
Todo lo que nuestro "análisis temporal" puede hacer es ver los
mojones en el camino que conduce hacia la realización de la personalidad. En algunos casos de suprema importancia en el destino del
individuo –como en el caso de la marcha sobre Roma, en la vida de
Mussolini– los mojones marcan un hecho definido que, por sí solo,
objetivamente, es un punto crucial. Pero tales casos no son muchos;
¿y por qué deberían serlo? En otros casos, otros tipos de factores
que sirven para determinar el "proceso de la vida" total pueden ser
más potentes en la precipitación de acontecimientos reales. Los factores producidos por el análisis temporal del mapa natal (y este análisis temporal es susceptible de desarrollos mucho más complejos
que los indicados en este breve esbozo) se refieren al Destino arquetípico, a lo que es personalidad individual en actividad: una totalidad
operativa. Se ocupan de la autónoma manifestación del ser poten462
cial. Son lo más abstracto, pero poderosísimo, en una vida dominada
por la forma-semilla de la personalidad individual.
Antes de que lleguemos a investigar progresiones y direcciones
propiamente dichas, queda una cuestión más por recalcar. Llama
nuestra atención el hecho de que algunos astrólogos ingleses usen
este método del análisis temporal, de varios modos, bajo el nombre
de "direcciones simbólicas". Esta calificación de "simbólicas" es
muy equívoca, pues tiende a hacernos creer que las progresiones y
direcciones habituales no son simbólicas. Este es un grave error.
Todas las progresiones y direcciones son puramente simbólicas; y
este hecho debe entenderse bien, pues es en este hecho que la teoría
de las influencias planetarias se quiebra completamente, cuando el
término "influencia" se considera significando la emanación de rayos u ondas que actúan física o psicológicamente sobre un individuo
particular.
Cada palabra de esta última frase debe ser considerada prolijamente, y no debe llegarse a conclusiones equivocadas o prematuras.
Todas las progresiones y direcciones son simbólicas, porque la
equivalencia de un año con un día o con un período de cuatro minutos (en las direcciones primarias) es puramente simbólica. Es difícil
entender cómo podríamos dejar de reconocer la verdad de esta afirmación. Es verdad que podemos decir que el hombre individual (microcosmos) es una imagen o una correspondencia del sistema solar
(macrocosmos), y que los ciclos de movimiento en uno causa respuestas análogas en el otro. Pero si tal afirmación significa algo, es
que se supone que el sistema solar es el símbolo del hombre individual; y que los movimientos cíclicos de los cuerpos celestes alrededor de la Tierra corresponden a los procesos cíclicos de la fuerza
vital en cualquier organismo vivo de la Tierra. Evidentemente, no
hay diferencia entre decir "corresponden a" o "son símbolos de". Si
cualquiera ve una diferencia entre estas dos frases, es prueba de que
no comprendió la realidad vital de los símbolos –especialmente de
símbolos colectivamente válidos como las "imágenes primordiales"
o los "arquetipos" de los que habla Jung– o de que usa el término
"correspondencia" sin interiorizarse del significado real de tal término, que quienes estudian filosofía oculta usan a menudo tan va463
gamente.
Todas las progresiones y direcciones son simbólicas; y es por
eso que cualquier sistema "funciona" tan bien para el astrólogo que
se identificó con él (que cree por completo en él), y no tan bien para
quien no está acostumbrado a "sentirlo". En la práctica médica, de
modo parecido, un específico cura mucho más fácilmente a un paciente que tiene "fe" en él que quien lo toma sin ánimo; y con "fe"
no significo meramente una creencia consciente de que la medicina
curará, sino más 380 bien un anhelo inconsciente de ser curado, que
se apega a la medicina como a un símbolo de salvación. Lo mismo
es cierto también respecto de la cura espiritual, la conversión religiosa y todos los ejemplos de profunda "metamorfosis vital". Ocurren porque profundas fuerzas de la vida interior (¡llámeselas "inconsciente" o como se quiera!) se concentraron en torno de un "símbolo", una imagen de salvación o de autorrenovación. No es una
idea abstracta, entendámoslo bien, sino una imagen concreta, visualizable, sensoriamente evidente. Por tanto, la validez de la idea del
"Dios personal", o del gurú, o de los "maestros espirituales", son
imágenes y símbolos de una totalidad operativa, o sea, de curación y
salvación.
El problema empieza cuando al símbolo se lo considera una
realidad material, porque entonces la persona empieza a creer que
un ente externo influye sobre él desde alguna base exterior de lo
tangible. "¡Saturno me está crucificando!", clama el devoto de la
astrología. "¡Un mago negro me persigue!", solloza el asustado
aprendiz de ocultista. Y el miedo se desliza y desintegra a la personalidad. Ni Saturno ni el mago negro significan nada para persona
alguna, salvo como un símbolo de una fase del proceso vital que
todo ser humano debe atravesar, en este o en aquel nivel del ser.
En otras palabras, la horrible "cuadratura de Saturno con el Sol"
o el "mago negro" son hechos que tienen realidad dentro de la esfera de la personalidad. Por eso los libros sobre ocultismo dicen que
el "maestro negro" no encarnó sino que funciona en el plano mental.
Este es un modo de decir –según la peculiar terminología de la filosofía ocultista– que semejante Poder atroz es un símbolo (o un ar464
quetipo) que, en ciertos períodos del proceso de individuación, se
activa dentro de la psiquis. De modo parecido, en cierto período de
la vida de un gusano, su piel externa se endurece, y, dentro de lo que
a la sazón se convirtió en crisálida, ocurre un proceso de total desintegración orgánica, hasta que la crisálida es sólo una piel dura llena
de una sustancia gelatinosa. Pero, con esta gelatina aparentemente
embrional, la mariposa formará pronto sus alas esplendorosas.
Tal es la historia simbólica del alma, como se la conoce en los
miles de años de esfuerzos humanos en procura del estado espiritual.
El gusano podría decir: "¡Qué destino horrible! Saturno está en conjunción con mi Sol, y ¡vean cómo mi blanda piel se endurece!" Y
poco después, podría gritar, totalmente angustiado: "¡Ayúdenme!
Mi Sol progresado llega a Neptuno, y ¡vean cómo me estoy disolviendo totalmente en una gelatina!" En realidad, Saturno y Neptuno
serían adecuadas "figuras del lenguaje", símbolos válidos de lo que
está ocurriendo. También podrían utilizarse eficazmente símbolos
químicos para describir lo ocurrido; o una secuencia sinfónica en la
que la estructura tonal normal diera cabida a un desarrollo atonal y
disonante. Todos son símbolos –símbolos del ritmo del proceso vital
que aportan por igual, a las galaxias, a los gusanos o a las psiquis
humanas, períodos calculables de transformación. Las progresiones
o direcciones astrológicas son medios simbólicos de calcular el
tiempo de ocurrencia, y la duración, de tales períodos; y, como tales,
son extremadamente valiosos para el hombre que desea vivir en
función de significado consciente. Carecen absoluta o espiritualmente de valor para cualquier otra finalidad. Acerca de ellas o
con ellas nada ha de hacerse, salvo comprender y ser más consciente. Todo lo demás es ilusión.
La formación de progresiones, direcciones y tránsitos
Las progresiones y las direcciones se basan en un análisis del
movimiento real de los planetas o cúspides después del momento
del nacimiento. Se basan en la idea de que el nacimiento no es un
gesto final y de que el acto de nacer se prolonga en el tiempo, se
465
extiende sobre un período de horas (direcciones primarias) o días
(progresiones secundarias), y, al hacerlo, proporciona un medio para
predecir hechos reales que se objetivarán durante todo el lapso de
vida.
Esta es una cuestión importantísima, que habitualmente no se
comprende. Todas las progresiones o direcciones que implican el
estudio del movimiento planetario real después del nacimiento (el
momento del primer aliento) implican que el individuo no es todavía
una personalidad completa en virtud de su primer aliento. A la sazón, la "individuación" no está completa. Y lleva algún tiempo más,
más respiración, antes de que se complete. Por tanto, al hecho de
vivir se lo ve como un proceso de realización. Este proceso, desde
un punto de vista cósmico o espiritual, alcanza una plenitud tan perfecta como la que el individuo puede alcanzar en el cuerpo tan sólo
empezando a vivir como organismo independiente, unas pocas horas
después del nacimiento, y unas pocas semanas después del nacimiento, esto según nos pongamos en el nivel del factor individual o
en el nivel del factor colectivo.
Esta puede parecer una cuestión difícil de entender; pero es muy
sencilla, si sólo advertimos que el hombre como personalidad (cuerpo más psiquis) es el resultado de la interacción de factores individuales y colectivos. Estos factores pueden considerarse separadamente, pues cada clase opera en cierto nivel del ser; o, digamos,
tiene su propio ritmo del ser. Ahora bien, el ritmo del ser de los factores individuales se relaciona con –y en astrología es simbolizado
por– la rotación axil de la Tierra: por el ritmo de los días y las noches. Por otra parte, el ritmo del ser de los factores colectivos se
relaciona con –y es simbolizado por– la revolución orbital de la Tierra: el ritmo de las estaciones.
Por tanto, empezamos con esta idea: el primer aliento no es suficiente para establecer la realización de la personalidad. Punto siguiente: ¿Cuándo esta personalidad alcanzará una realización relativa? A fin de responder a esto tenemos que analizar la personalidad
en sus factores componentes; y contestaremos:
466
1) el factor individual alcanzará relativa realización en unos pocos minutos u horas;
2) el factor colectivo alcanzará relativa realización en unos pocos días o semanas; y
3) el organismo, en y a través del cual estos dos factores se relacionan como conducta real en medio del ''todo" mayor de
la sociedad humana, funcionará como un organismo (o sea,
como cuerpo y psiquis) durante muchos años o decenios.
En el factor individual, la realización parece más rápida porque
se relaciona con la rotación axil de la Tierra, y no (como en el factor
colectivo) con la revolución orbital de la Tierra. Pero no olvidemos
que dijimos, unas pocas páginas atrás, que la realización es relativamente absoluta y no depende de valores como grande o pequeño,
corto o largo. Si nos ponemos a mirar el horizonte o el meridiano,
veremos a todo el zodíaco que pasa delante de nuestros ojos dentro
de las 24 horas; y astrológicamente hablando, eso significa que hemos llegado a la realización total, pues el zodíaco simboliza el
círculo de la totalidad perfecta.
Pero, desde el punto de vista de la revolución orbital y del ritmo
de las estaciones, veremos que todo el zodíaco pasa en la línea de la
relación de la Tierra con el Sol (que simboliza el factor colectivo,
orgánico y vital) sólo después de transcurrido un año. Por tanto,
alcanzaremos la totalidad perfecta solamente después de un año entero.
Pero, la totalidad es totalidad independientemente del tamaño o
de la duración del "todo" en el que se manifiesta. Por ello, desde el
punto de vista de la totalidad, un ciclo completo de rotación axil (un
día sideral) y un ciclo completo de revolución orbital (un año solar)
son análogos, porque ambos representan la experiencia del zodíaco
total.
Para el yo individual, experimentar el zodíaco total es avanzar a
través de las 24 horas de "inhalaciones" después del nacimiento. Es
inhalar el zodíaco total como se lo ve desde el punto de vista de la
rotación de la Tierra.
467
Experimentar el zodíaco total es, para el ser orgánico-colectivo,
avanzar a través de un ciclo completo de cambios solares y estacionales, un año completo. Es experimentar el ciclo completo de la vida
vegetal, pues este ser orgánico y colectivo, arquetípicamente hablando, es una planta o un árbol; cuestión esta cuya discusión está
fuera de los alcances de este libro.
Podemos llevar más allá la analogía y considerar el ciclo de giro
del eje terrestre, el Gran Ciclo Polar (el ciclo precesional) de 25.868
años. Esto constituye también un "ciclo" total "de experiencia", y es
"zodiacal" al menos en el sentido de que cada meridiano de nuestro
planeta durante ese ciclo entra, por precesión, en conjunción con
cada grado del zodíaco a su vez. (Esto es lo mismo que decir que el
punto vernal entra sucesivamente en contacto con cada meridiano.)
Tenemos, pues, tres ciclos, cada uno de los cuales representa
una plenitud de la experiencia zodiacal; cada uno de los cuales puede decirse que es simbólicamente igual o análogo a los demás: el día
sideral, el año solar y el Gran Ciclo Polar. Se refieren, respectivamente, al factor individual, al factor colectivo y al factor planetario.
Pero ya vimos que, cuando hablamos del factor planetario, nos referimos a la vida del "Individuo Planetario" cuyo factor "Yo soy" es
simbolizado por el eje de rotación de la Tierra: el eje polar. Por ello,
todo un Gran Ciclo Polar es el ciclo de realización del factor individual en el Ser Planetario, a quien podemos llamar el "Logos Planetario" o "Dios". Y aquí nos enfrentamos con una situación interesantísima, si es que no es más bien desconcertante. Si el lector se remite
a nuestro estudio del Gran Ciclo Polar (pág. 193), verá que presentamos dos opciones de subdivisión para este ciclo. Si lo dividimos
según los períodos vibratorios referidos como "nutación", tenemos
una división del ciclo total, digamos, en 70 períodos de 370 años
solares (20 ciclos de los nodos de la Luna). Pero si seguimos lo que
H.P. Blavatsky afirma que es el "cálculo esotérico" (presumiblemente sustanciado por la cita de la Cábala), en lugar de ello tenemos
una división en 370 períodos de 70 años.
Esto es interensantísimo en conexión con nuestros actuales problemas, pues allí tenemos dos valores (370 y 70) que pueden tomar468
se como las longitudes arquetípicas del ciclo de la personalidad humana. Ambos son ciertos, sólo que se refieren a cosas diferentes.
Setenta años (tres veces veinte más diez) constituyen el período
kármico de la manifestación individual en la personalidad (o sea, el
ciclo de nuestra relación individual con el Individuo Planetario).
Trescientos setenta años constituyen el período de manifestación de
la personalidad arquetípica: la personalidad como un organismo
espiritual, como una estructura permanente perfeccionada, lista para
convertirse en una célula del Ser Planetario.
El tema no podemos considerarlo aquí completamente, pero tuvimos que presentarlo por cuanto conduce al reconocimiento de este
ciclo "esotérico" de 370 años, que es el verdadero ciclo de realización de la personalidad. Evidentemente, ninguna personalidad corriente (desde la época de los Patriarcas) llega a semejante longitud
de manifestación en el cuerpo; pero esta es la razón misma de por
qué ninguna personalidad corriente, en esta etapa de la evolución
planetaria, alcanza la realización como personalidad.
Y esto es precisamente lo que las progresiones astrológicas señalan; pues por su tradicional equiparación de "un día después del
nacimiento, o 4 minutos después del nacimiento, con un año del
proceso de vida" se ve de inmediato que ningún ciclo de progresiones o direcciones se realiza jamás. En otras palabras, el factor individual del hombre no experimenta el zodíaco total, sino solamente,
digamos, 70 grados de él, medidos en el ciclo de la rotación axil de
la Tierra. De modo parecido, el factor colectivo experimenta 70 grados del zodíaco, medidos en el círculo de la revolución orbital de la
Tierra. Y la personalidad puede "mantener juntos al cuerpo y al
alma" durante solamente 70 años, de un ciclo de realización total de
370 años.
En otras palabras, tenemos tres ciclos de realización: el día sideral, el año solar y el ciclo de realización de la personalidad de 370
años. Estos pueden considerarse análogos (o "iguales") en términos
de realización. Una unidad en un ciclo corresponde a una unidad en
los otros ciclos. La unidad del día sideral (rotación axil) es un período de 4 minutos durante el cual el meridiano se mueve en el espacio
469
de un grado zodiacal. La unidad del año solar (la revolución orbital)
es el día solar, durante el cual el Sol parece moverse a un promedio
de 59° 8'. Y se dice que estas dos unidades corresponden a un año
de la vida de la personalidad.39
El cálculo de "un día es igual a un año" es respaldado por el hecho, ya mencionado con frecuencia, de que para el "eje polar" –que
simboliza al " YO SOY" planetario– un año es como un día (seis
meses de luz diurna y seis meses de oscuridad, teóricamente). Por
ello, si cuatro minutos son análogos a un día, y un día es igual a un
año, por lo tanto, cuatro minutos corresponden también a un año,
como se entiende en "direcciones primarias".
Las cuestiones principales que hay que comprender en un problema tan complejo son: 1) que las "direcciones primarias" se refieren al ciclo de rotación axil de la Tierra y al factor individual en el
hombre; 2) que las "rotaciones secundarias" se refieren al ciclo de
revolución orbital y al factor colectivo en el hombre; 3) que ambas
son expresiones conexas del hecho de que el nacimiento no significa
la realización de la personalidad y, por tanto, que el nacimiento es
un proceso continuo que prosigue en tres niveles: individual, colectivo y orgánico (personalidad); y 4) que cada uno de estos tres niveles, o factores del ser, tiene su propio ritmo de desarrollo, que lo
relaciona respectivamente con un ciclo de realización. Por tanto, las
fases de desarrollo del factor individual pueden determinarse desde
posiciones planetarias, después del nacimiento, a lo largo del ciclo
de rotación axil. Las fases de desarrollo del factor colectivo pueden
determinarse desde posiciones planetarias después del nacimiento, a
lo largo del ciclo de revolución orbital. Y las fases de desarrollo de
la personalidad, en cuanto esto es determinable por ambiente social
y planetario, pueden computarse desde las posiciones de los cuerpos
celestes año tras año, o sea, a lo largo de su ciclo de realización de
370 años. Tales posiciones son los llamados "tránsitos".
En otro sentido, corresponen a un período de 70 años del Gran Ciclo Polar,
durante el cual los equinoccios se mueven en el espacio de un grado. Cada vida
humana y su lapso de 70 años se ve, pues, como una "unidad de acción" en función del Ser Planetario: ¡un breve gesto celular!
470
39
Esto nos da entonces los tres métodos básicos para determinar
las fases del proceso vital que continúa, se prolonga y conduce a la
realización relativa del ser humano, cuyo patrón estructural se muestra en el mapa natal: direcciones primarias, progresiones secundarias
y tránsitos.
En estos tres casos se usa el mismo procedimiento, hablando en
general; las posiciones planetarias se calculan para cualquier período deseado, y las nuevas posiciones así obtenidas (progresadas, directas y en tránsito) se comparan con las posiciones radicales o de
nacimiento; o, en algunos casos, se consideran en sus nuevas relaciones mutuas. Se determinan, pues, "aspectos" que definen o caracterizan el proceso de vida y el condicionamiento general de la vida
en un año dado, en un mes dado, o en un día dado de la vida. En
todos los casos se generan nuevos factores planetarios mediante el
uso de estos métodos, que reemplazan, o más corrientemente modifican, el significado de los veinticuatro factores originales que constituyen el mapa natal; mientras en el método antes estudiado del
"análisis temporal del mapa natal", los únicos factores usados son
estos veinticuatro factores primarios, o los factores secundarios producidos por la combinación de los factores primarios.
De lo dicho en este capítulo presumiblemente se adquirió una
comprensión más o menos clara del valor y del significado correspondiente de los métodos básicos usados en astrología para expresar
el factor del tiempo y del devenir. Sin embargo, volveremos sobre
esta compleja cuestión cuando resumamos nuestras consideraciones
sobre el uso y la interpretación del mapa natal y de las progresiones
(hablando en general) en relación con la gran meta y de la integración y la realización de la personalidad. Pero antes de que lleguemos
a este punto, parece necesario prestar más atención a la técnica de
las progresiones, direcciones y tránsitos, para que el lector pueda
familiarizarse más con ellos y con su importancia y su significado
correspondientes.
471
472
XIII
LA TÉCNICA DE LAS PROGRESIONES,
LAS DIRECCIONES Y LOS TRÁNSITOS
Las progresiones secundarias
En la actualidad, estas progresiones se usan muy generalmente,
y se las encontrará explicadas en cualquier buen libro de astrología.
Su técnica es muy sencilla, y todos los factores necesarios se hallan
en una efemérides astrológica corriente. Lo que primordialmente
miden son los cambios en la relación de la Tierra con el Sol; o sea,
en la relación del organismo con el principio organizador de la vida.
Esta relación evoluciona constantemente a través del proceso de
vida. Es diferente en la juventud, en la madurez y en la vejez. Un
índice del significado y del modo de operación de esta relación
constantemente cambiante de la Tierra con el Sol se halla en el "Sol
progresado": su grado, su signo y su posición de casa, también en
los aspectos que tiene con otros planetas.
Las progresiones secundarias se calculan con referencia al movimiento aparente del Sol, y el día solar –de mediodía a mediodía–
es la unidad básica. Se dice que una unidad de esa índole es igual a
un año de vida. Como el movimiento diario del Sol no es constante,
su valor exacto tiene que encontrarse en la efemérides. La posición
del Sol cada día después del día de nacimiento da la posición del
"Sol progresado" durante cada año después del nacimiento.
Las progresiones secundarias se refieren al movimiento orbital
de la Tierra; por tanto, al movimiento aparente del Sol en la eclíptica. En consecuencia, el factor solar domina por completo a estas
progresiones. Es un factor de integración, pues el Sol representa al
principio vital del cuerpo, o el Yo dentro de la personalidad total.
Lo que se muestra en el "Sol progresado" es la manera en la
que, después del nacimiento, continúa el proceso de integración de
473
la personalidad; cómo la sustancia del ser colectivo, en medio de la
cual el individuo crece, está siendo "asimilada" por el individuo:
proceso este que conduce a la madurez y a la plenitud de una personalidad completa. Por tanto, las progresiones solares tratan sobre el
desarrollo del Yo en la manifestación. Tratan sobre las diversas etapas de encarnación de la Voluntad monádica integrativa; asimismo,
sobre las modificaciones del principio de vida cuando controla los
procesos del organismo fisiológico. Desde el punto de vista de la
realización de la personalidad son las progresiones más importantes,
y más que como pronósticos de acontecimientos concretos. Las progresiones secundarias son, sobre todo de implicancia solar, y, en
realidad, nada puede obtenerse de ellas que de alguna manera no
participe de la cualidad del factor solar en acción. Como el Sol representa el factor de integración, es fácil ver que las "progresiones
secundarias" son las más significativas en relación con la Gran Obra
psicológica-alquímica.
También pueden obtenerse testimonios muy valiosos de las posiciones de los planetas y la Luna, siempre que se los considere como sometidos de algún modo al factor solar. Los planetas progresados indican cómo los tipos de actividad que ellos representan cooperan en el proceso solar general de realización. Las progresiones de
Mercurio revelan la actitud de la mente y de las facultades mentales
en la "Gran Obra" del Alquimista solar en lo interior. Las progresiones de Venus se refieren a reacciones emocionales y respuestas estéticas; las de Marte, al poder de iniciativa y de impulso espontáneo;
las de Júpiter, a las actividades compensadoras, reveladoras del alma, pertenecientes a la psiquis; las de Saturno, a las lentas transformaciones de la estructura misma del campo del consciente; las de
Urano, a la corriente descendente de las fuerzas transformadoras y
regeneradoras desde el mundo oculto interior; las de Neptuno, a la
disolución de las limitaciones y al nacimiento de la consciencia universal (metamorfosis); y las de Plutón, teóricamente, a la posibilidad
de un segundo nacimiento.
En cuanto a la Luna progresada, es la que, de todos los factores
planetarios progresados, se refiere muy específicamente a acontecimientos concretos. Indica cambios externos, la ejecución de ciclos
474
de karma pasado, la apertura, cierre y culminación de las fases externas del proceso de vida. Cuando pasa sobre las cúspides de las
casas (esto es también cierto, en menor medida, respecto de todos
los planetas progresados), mide cambios definidos en los énfasis
concretos de la vida. Esto se marca especialmente cuando la Luna
cruza los cuatro ángulos, y, principalísimamente, el Ascendente.
Pero ni siquiera la más potente y la más concreta de todas esas
progresiones, Luna en conjunción con Ascendente, se refiere siempre a un cambio concreto. A menudo, el que se indica es el tiempo
de la decisión que conduce al cambio. En ocasiones, el cambio es
potentísimo, pero el nativo no lo reconoce externamente, en especial
si él pertenece al tipo introvertido. Esto es así porque, hasta en el
caso de la Luna (en un sentido, un reflector solar) el resultado de lo
ocurrido tiene que relacionarse con el Sol progresado. El símbolo
del grado de este Sol progresado da una de las mejores indicaciones
(aunque, a veces, esquivas) del significado espiritual de los doce
meses aproximados a los que corresponde un grado completo de
progresión solar.
Antes de que dejemos este tipo de "progresiones secundarias" –
un estudio minucioso de éstas exigiría un opúsculo– es menester
mencionar una cuestión importante. Hasta ahora no hemos aclarado
el procedimiento real por medio de cual una frase como "progresión
de Venus" puede recibir un significado concreto. ¿Cómo descubriremos la naturaleza de las progresiones de Venus? ¿Con referencia a
qué? Son evidentes dos posibilidades. Venus progresado se considera formando aspectos con los otros planetas progresados del mismo
período progresado del día, o llegando a formar relaciones definidas
con los planetas en sus lugares originales (radicales) en el mapa natal. Por ejemplo, si el nativo nació el 1° de enero de 1935, su Sol
radical está en Capricornio 10 y Júpiter en Escorpio 16° 51'. Para
cuando tenga siete años (en 1942), su Sol progresado habrá alcanzado la posición del Sol marcada en la efemérides para el 8 de enero
como Capricornio 17. En esta misma fecha, el Júpiter progresado
estará en Escorpio 18° 5'. Ahora bien, tempranamente se formó un
sextil, el 8 de enero, entre el Sol progresado y el Júpiter radical
(entre Capricornio 16° 56' y Escorpio 16° 56'). Se ve que esto tiene
475
lugar en el "proceso de vida" en 1942.
Sin embargo, si deseamos considerar al sextil del Sol progresado y a Júpiter progresado, entonces tendremos que aguardar hasta el
9 de enero, cuando estos dos planetas se hallen ubicados, respectivamente, en Capricornio 18° 13' y Escorpio 18° 13'. Esto pospone la
concreción o la realización del sextil Sol-Júpiter natal en la vida del
nativo para el año 1943. En vez de Júpiter, que se mueve lentamente, si hubiéramos tomado un planeta que se mueva rápidamente,
habría sido mayor la discrepancia entre las fechas de consumación
de los aspectos de planeta progresado a planeta radical, y de planeta
progresado a planeta progresado. La cuestión entonces es ésta: ¿Qué
tipo de aspecto debemos elegir? Y si, como se hace comúnmente, se
consideran ambos tipos, ¿debe haber una diferencia, entre los dos?
Aquí –cómo en muchas otras ocasiones– los astrólogos difieren.
En su mayoría reconocen la validez de ambos procedimientos, pero
algunos piensan que un tipo es más eficaz, y otros, el otro tipo. Como siempre, trataremos de estudiar lógica y filosóficamente el asunto. Si calculamos aspectos entre posiciones planetarias progresadas
y radicales, lo que hacemos es concebir el mapa radical como un
patrón permanente tan indeleblemente impreso en la personalidad
que crea, psíquica y fisiológicamente, puntos bastante significativos
que son como focos de distribución de energía. Cuando los planetas
progresados tocan estos puntos (por conjunción, oposición, cuadratura, etc.), se revela un significado en función de la actividad planetaria. En otras palabras, los planetas radicales se ven como centros
permanentes de energía que se activan, agitan y despiertan (en un
sentido u otro) cuando los planetas progresados entran en aspecto
definido respecto de ellos.
Por tanto, se establece una relación significativa entre un valor
de conocimiento, ser, espacio y personalidad individual (lugares
radicales) y un valor de realización, tiempo, devenir, corriente de
vida (planeta progresado). Por otro lado, si dos planetas progresados
se relacionan por aspecto, entonces la relación es entre dos valores
del último tipo. Por ello, considerando tales aspectos de planeta progresado con planeta progresado, estamos navegando totalmente en
476
la ilimitada corriente del "devenir", sin anclaje alguno en la formasemilla del "ser". Tendemos a dispersar nuestra interpretación, a
perder el sentido de lo que tiene un propósito determinado, que es la
nota clave de un enfoque apropiado de las progresiones secundarias.
En las progresiones secundarias vemos el propósito del "ser" en
actividad a través del "devenir". Las diversas posiciones del "Sol
progresado" en cada grado sucesivo del zodíaco después del día de
nacimiento muestran la evolución del propósito de las actividades de
la vida en medio del cambio; el propósito cuando se perfecciona y
depura lentamente a lo largo de la vida. El análisis temporal del mapa natal también reveló tal propósito, pero en un sentido más arquetípico, subjetivo y abstracto. En las progresiones secundarias vemos
el propósito del ser desarrollándose mediante pasos concretos; de
allí la discrepancia entre cálculos obtenidos siguiendo ambos métodos.
Cada grado de progresión del Sol toca un nuevo aspecto de este
propósito de vida (simbolizado en el grado del Sol radical, y, en otro
sentido, en el del Ascendente); y cuando esto ocurre, el "patrón planetario" radical cambia lentamente su forma, para encajar, por decirlo así, en este nuevo propósito. Si la forma-semilla original del ser
(mapa natal) domina realmente todo el desarrollo de la personalidad,
como por ejemplo, lo hace en hombres completamente dominados
por una misión superpersonal, entonces las posiciones progresadas
deben referirse casi únicamente a los lugares radicales de los planetas; pues el propósito original es absolutamente constante y siempre
activo. Pero si, en el curso del tiempo de vida, la personalidad experimenta profundos cambios de propósito, reales metamorfosis del
ser, entonces los aspectos de planetas progresados a planetas radicales son menos válidos, y los aspectos de planetas progresados a planetas progresados son más significativos en cuanto a cambios reales.
Las direcciones primarias
Estas direcciones han sido presentadas en textos astrológicos de
modos tan diferentes, e implican, como se enseña habitualmente, un
477
conjunto tal de cómputos matemáticos, que quien estudia astrología
bien puede desconcertarse con la labor de calcularlas. La extensión
de este libro no permite una presentación minuciosa o precisa de
estas direcciones primarias. Pero podemos poner de manifiesto unas
pocas cuestiones para indicar cómo encajan en el esquema más vasto de la interpretación astrológica.
Hablando en general, las direcciones primarias se refieren al
factor de la personalidad individual, porque se calculan a lo largo
del ciclo de rotación axil de la Tierra. Se refieren al proceso de realización de este factor individual. En este proceso, un grado de movimiento es igual, nuevamente, a un año de vida. Pero el factor móvil ya no es el Sol, el índice de la revolución orbital de la Tierra
(como lo era en las progresiones secundarias), sino, en lugar de ello,
el meridiano (o el punto del Medio Cielo, en el mapa). El meridiano
se mueve a un promedio de un grado por período de 4 minutos,
completando un circuito en 24 horas siderales. Por ello, se supone
que este período de 4 minutos corresponde a un año de la vida.
Evidentemente, durante tal período, el movimiento de los planetas en sus órbitas es prácticamente nulo. Por ello en algunos sistemas, se los considera absolutamente fijos, en lo concerniente a sus
posiciones zodiacales. Su movimiento es producido por la rotación
de la Tierra, que, por decirlo así, levanta todo el patrón planetario y
lo hace girar como haríamos girar el dial de un aparato de radio.
Podríamos decir que cada cuatro minutos se le da a todo el patrón un
pequeño movimiento de un grado. Como resultado, todo el patrón
ocupa nuevas posiciones en términos de grados zodiacales. Estas
nuevas posiciones se relacionan con las posiciones originales y los
aspectos calculados entre posiciones originales (radicales) y posiciones nuevas (dirigidas). Por eso, Saturno, por posición dirigida,
puede estar en cuadratura con el Sol por posición radical después de
diez pequeños giros de un grado del dial. Y esto significaría que
diez años después del nacimiento, el factor individual en la personalidad del nativo experimentará una crisis de realización, expresable
en términos de Saturno en cuadratura con el Sol.
Si este fuera realmente todo el mecanismo de las direcciones
478
primarias sería de idéntico funcionamiento (si no en principio) a la
técnica de nuestro análisis temporal del mapa natal. Pero las cuestiones son mucho más complejas. En primer lugar, porque las direcciones se forman realmente a lo largo del círculo de rotación axil de
la Tierra que es el ecuador, las posiciones de los planetas que aparentemente se mueven tienen que calcularse en referencia al círculo
ecuatorial, y no a la eclíptica (el curso del movimiento aparente del
Sol). Esto significa que las posiciones de los planetas deben expresarse en función de Ascensión Recta (distancia del equinoccio vernal en el ecuador), y no en función de longitud (distancia del equinoccio vernal en la eclíptica).
Por tanto, las posiciones radicales de los planetas deben volver a
calcularse –mediante el uso de tablas especiales, tomando también
en consideración la latitud de los planetas– y se los hallará en nuevos grados del zodíaco. Las nuevas posiciones, por movimiento direccional, también se expresarán en términos de Ascensión Recta.
Los aspectos se computarán, pues, entre las dos posiciones RectasAscensionales, radical y dirigida. Tal tipo de computación ofrece el
tipo más simple de direcciones primarias. Simbólicamente hablando,
son la creación del movimiento regular del meridiano, y, por decirlo
así, tienen, pues, el significado del Medio Cielo. Tratan sobre el
desarrollo del factor individual de modo espiritual o arquetípico, en
relación con los pensamientos y el fluir de la fuerza del ser.
Pero hay tipos mucho más complejos de direcciones, que toman
en consideración los movimientos reales de los planetas, su declinación, y sobre todo, el factor de latitud del lugar de nacimiento. La
latitud es un factor que se relaciona con el horizonte y con el Ascendente, porque la latitud del lugar de nacimiento debe conocerse a fin
de determinar el grado del Ascendente. Por tanto, tenemos un tipo
de direcciones primarias que, simbólicamente, tienen el significado
general del Ascendente. Tratan sobre el desarrollo del factor individual de un modo personal y muy particular. Revelan la singularidad
del destino individual, la realización interior única de la propia
esencia del individuo.
En tal sistema de direcciones "mundanas", también tienen que
479
considerarse los cambios de residencia; pues aquí se ve el particularísimo entrelazamiento del individuo con los factores planetarios: la
estrecha relación del hombre con la Tierra, en un sentido trivial y
ambiental, o en términos de contacto espiritual con las grandes fuerzas naturales del planeta.
Las direcciones radicales
A fin de simplificar y tornar más fácilmente determinable el
primer tipo de direcciones primarias con el uso de las efemérides
astrológicas corrientes, fue ideado (por Sepharial, y después por
Vivian Robson) un sistema de direcciones que se llama "Sistema
Radical". En este sistema los "arcos de las direcciones" entre planetas se calculan en la eclíptica (o sea, en términos de longitud) más
que en el ecuador (o sea, en términos de Ascensión recta). Si en el
nacimiento, el Sol está en Aries 10 y Venus en Aries 29, el arco de
dirección entre estos planetas es 19°.
Según Sepharial, y según la mayoría de los astrólogos que usan
este que es el más simple de todos los sistemas, un año de vida no se
calcula como correspondiendo a un grado, sino a 59' 8" –que es el
movimiento medio diario del Sol (el resultado de dividir 365 ¼ días
solares en 360 grados). En tal sistema, todos los puntos del mapa de
nacimiento, planetas y cúspides, se mueven a este promedio de 59'
8" por año; y la relación entre estas posiciones sucesivas (anual y
mensualmente) y las posiciones radicales se analizan en términos de
aspectos.
Esta tasa de dirección no es la única considerada. Así como el
movimiento medio diario del Sol proporciona al astrólogo un coeficiente de dirección, de igual modo el movimiento medio diario de la
Luna (13°10') se usa con el mismo propósito, correspondiendo un
año de la vida a un avance direccional de 13° 10'. A este último procedimiento se lo llama "direcciones menores", mientras el primero
lleva el nombre de "direcciones mayores", estando la menor sometida siempre a la mayor, que da las informaciones más básicas.
480
Por tanto, si consideramos a la distancia del mapa de nacimiento
entre el Sol y Venus (19°), veremos que tal arco puede interpretarse
que lleva a cabo una conjunción Sol-Venus primordialmente a la
edad de 19 ⅓ años (direcciones mayores), y también secundariamente a las edades de 18 meses, 28 años y dos meses, 56 años y un
mes, y 83 años y cinco meses (direcciones menores). Una tabla de
equivalencia exacta de arcos y períodos se da al final del libro de
Vivían Robson, titulado El Sistema Radical, que da pormenores
sobre la técnica de tales direcciones.
Tal sistema se aproxima muchísimo, en lo externo, al método
del análisis temporal antes estudiado; pero el uso de los movimientos medios diarios, solares y lunares, le da un sabor de "progresiones
secundarias". De hecho, aparentemente existe muy poca razón para
adoptar tales coeficientes de traducción de valores espaciales en
duracionales, pues debe considerarse el movimiento real diario del
Sol y la Luna, o el valor arquetípico de un grado. El Sistema Radical
es, evidentemente, un compromiso que apunta a una comodidad de
cálculo y simplificación. Pero una vez que se entiende plenamente el
principio del análisis temporal del mapa natal, parece una base mucho más válida para llegar a las fases básicas de operación del destino esencial del individuo.
Los tránsitos
Según los conceptos formulados en nuestro último capítulo, los
tránsitos no difieren fundamentalmente de las progresiones o las
direcciones. Están constituidos por el movimiento planetario a lo
largo del ciclo de 370 años de la realización de la personalidad. En
tal movimiento, un día de progresión corresponde a un día de la vida, un año a un año. En cuanto al resto, se lo tiene que tratar exactamente como progresiones secundarias. Los aspectos pueden calcularse "progresados a progresados" o "progresados a radicales". "Progresados" significa aquí las posiciones reales de los planetas como
se los ve en la efemérides para el año de vida considerado. El punto
a recordar es siempre que tales posiciones y los aspectos formados
481
se refieren al reino de la personalidad, o sea, a la manifiesta síntesis
de conducta, sentimientos y pensamientos que es el "hombre concreto", el hombre que intenta concretar y demostrar en un organismo
terrestre (fisiológico y psicológico) la totalidad de su ser.
Una ilustración aclarará por completo esta cuestión. Tomemos
nuevamente el mapa de Mussolini. Nació el 29 de julio de 1883.
Consideremos ahora las condiciones de los "tránsitos" para la época
de la "marcha sobre Roma"; o sea, 39 años y 3 meses después de su
nacimiento: 30 de octubre de 1922. Buscamos esa fecha en la efemérides y anotamos las posiciones de los planetas (por longitud).
Estas posiciones nos dan las "posiciones de tránsito" de los planetas.
Por otra parte, si hubiéramos deseado las "posiciones progresadas" para esa misma fecha, deberíamos haber buscado en la efemérides el 6 de septiembre de 1883 (o sea, 39 días y 6 horas después
del nacimiento). Y si hubiéramos buscado las "direcciones primarias” para las posiciones de esta "marcha sobre Roma", deberíamos
haber tenido que considerar el estado de la posición de la Tierra 157
minutos (o sea, 39 veces 4 minutos, más 1 minuto) después del momento exacto del primer aliento de Mussolini. El mismo proceso se
usa en los tres casos, salvo que en el caso de las "direcciones primarias" los factores considerados sean de naturaleza algo diferente y,
en consecuencia, su consideración exige cálculos más complicados.
Volviendo ahora a las "posiciones de tránsito" para la "marcha
sobre Roma", hallamos que, como en la interpretación de las progresiones secundarias, hay dos métodos posibles. El primer método es
estudiar los aspectos de "tránsito a tránsito"; el segundo, analizar los
aspectos formados entre posiciones de tránsito y radicales. El primer
método se refiere evidentemente a los muy transitorios factores de la
situación, a la corriente pura de las circunstancias, que no tienen
particular referencia a Mussolini como individuo sino que caracterizan la condición de los sentimientos y disposiciones generales de
todo lo existente en la superficie de la Tierra ese día.
Ahora descubrimos que el 30 de octubre de 1922, la Luna estaba en conjunción con Urano, exactamente antes del mediodía, en el
grado 10 de Piscis; que Neptuno en Leo estaba en sextil respecto de
482
Mercurio y Saturno en Libra; Júpiter en conjunción distante con el
Sol en Escorpio; Marte en trígono con el Nodo Norte y en cuadratura próxima a Júpiter. En conjunto, la disposición era muy favorable
para la regeneración pública y el despliegue de fuerza. Ese día, el
símbolo del Sol era "Buzos del mar profundo", indicando una intrépida zambullida en la experiencia, o, como lo interpreta Marc Jones,
"de un decidido aventurarse". La conjunción Luna-Urano ocurrió en
un grado simbolizado por "Un aviador que vuela a gran altura y es
dueño de los cielos", que se interpreta como indicando "que se trascienden problemas normales hasta el punto de ganar responsabilidades celestes" y la coronación de los esfuerzos humanos. ¡Todo lo
cual es realmente muy significativo!
Pero no se refiere a Mussolini como individuo sino sólo a la calidad de los sucesos mundiales de ese día. A fin de ver cómo estas
"posiciones planetarias" se refieren a Mussolini como individuo,
tenemos que compararlas con su mapa natal radical, con la formasemilla de su destino. De inmediato emerge, vívidamente, un rasgo:
el Sol "en tránsito" estaba en conjunción exacta con el Nodo Norte
de Mussolini al final mismo del día. Al final del día llegó a Roma,
convocado por el rey para que asumiera plenos poderes. En otras
palabras, como el Nodo Norte es un punto de destino futuro e influjo del poder, el 30 de octubre fue el único día del año en el que, el
"Sol en tránsito" vitalizándolo, operaría con máximo poder: en referencia a la personalidad de Mussolini. Evidentemente, en tal acontecimiento la que estaba más involucrada que todo lo demás era la
fuerza de la personalidad.
Al mismo tiempo la conjunción en tránsito de Luna-Urano ocurrió en la "cuarta casa" de Mussolini –un cambio de domicilio y de
personalidad concreta– en oposición a su radical Parte de la Fortuna,
una percepción consciente (oposición) de la responsabilidad pública
(décima casa); en un sentido, oponiéndose a su felicidad personal
(Parte de la Fortuna). Esta conjunción estaba en cuadratura con su
conjunción radical de Saturno-Luna-Marte, chocando de frente a la
Luna e indicando la incorporación (cuadratura) de un destino público (Luna). Neptuno en tránsito estaba muy cerca del Medio Cielo en
Leo, mostrando que la fuerza de la colectividad racial se concentra483
ba sobre el punto de actividad pública y fuerza espiritual de Mussolini. Finalmente, el Nodo Norte en tránsito estaba sobre la cúspide
de su "undécima casa", a punto de entrar, por natural retrogresión,
en su casa de actividad pública, indicando la fuerza de amigos y
asociados en una causa común. Podríamos añadir, además, que
Mercurio y Saturno en tránsito estaban en su "tercera casa", cerca de
una oposición a su Júpiter y Venus radicales. Esta fue una influencia
restrictiva muy valiosa, aportando sentido común, moderación y
atención a objetivos cercanos (tercera casa), como equilibrada contra planes distantes y grandiosos (novena casa). La conjunción de
Júpiter-Venus de Mussolini en la "novena casa" es un peligro para
él; y esto puede ser particularmente evidente en el futuro cercano,
pues su "Marte progresado" está agregando combustible a su configuración excesivamente expansiva e imperialista.
Esta referencia a un planeta progresado nos conduce a un estado
que en el tiempo de esta marcha sobre Roma, la "Luna progresada"
de Mussolini estaba cruzando aproximadamente su Ascendente radical: la indicación más fuerte de un cambio significativo del medio
circundante y una repolarización igualmente importante de la vida
personal externa. El aspecto más importante por "dirección primaria" es la conjunción de Marte con Júpiter, que muestra expansión:
esta vez en referencia al factor individual. De modo que existe un
aumento de la resolución y la autoridad personales, una movilización de energías del alma para una acción expansiva.
Estudiar minuciosamente todo el complejo esquema de progresiones, direcciones y tránsitos para este muy significativo acontecimiento en la vida de Mussolini está mucho más allá del alcance de
este libro; pero confiamos en haber dicho bastante para indicar el
procedimiento general y mostrar cómo estos tres métodos básicos
pueden emplearse relacionándolos recíprocamente.
Los tránsitos pueden trabajarse de muchos modos, pero siempre
deben considerarse unos pocos puntos cuando los planetas en tránsito se refieren al mapa natal. En primer lugar, los planetas que se
mueven rápidamente, como Mercurio, Marte y Venus, efectúan tantos y tan frecuentes aspectos con planetas radicales que la importan484
cia de estos aspectos es muy leve. En tales casos, el paso de un planeta en tránsito a través de una casa radical es habitualmente el factor más valioso de la determinación; especialmente cuando cualquier planeta en tránsito cruza los "ángulos" del mapa radical, aumentando así temporariamente, en la vida de la personalidad, la función simbolizada por cada uno de los ángulos, en función del tipo de
actividad representada por el planeta.
Los patrones creados por los planetas de movimiento lento
(Urano, Neptuno y Plutón) son, sin embargo, de gran importancia,
pues a través de los aspectos de estos planetas en tránsito con los
planetas radicales (y mediante su paso a través de las casas radicales) la influencia de colectividades humanas, y de la sociedad en
general, sobre el desarrollo de la personalidad puede graficarse
exactamente. Los tránsitos de Urano revelan el genio (o la "locura")
del individuo, y lo vuelven socialmente eficaz. Los tránsitos de Neptuno se refieren, por el contrario, a la presión de factores colectivos
o grupales sobre el individuo que lucha por su derecho a ser un individuo. Los tránsitos de Plutón ponen de manifiesto (cuando son
efectivos) el llamado de un nuevo orden a la personalidad. Obligan a
la personalidad a alinearse con nuevos ideales y nuevas formas sociales. Pueden causar muertes que afecten al destino en la esfera de
la personalidad, y también sociedades que afecten al destino.
Los tránsitos de Júpiter y Saturno se refieren más especialmente
a la manera en la que el ego del hombre funciona externamente; a
fases inhibitorias y formativas del desarrollo en el caso de Saturno; a
tipos expansivos y compensatorios de liberación del alma en el caso
de Júpiter. El ciclo de Saturno de 29 años, y el ciclo de Júpiter de 12
años son factores importantes en el proceso de la vida, especialmente en relación con lo que podría llamarse el "factor del alma".
La influencia de los planetas en tránsito se acentúa mucho
cuando una conjunción o una oposición de tales planetas toca un
punto importante del mapa radical. Por ello, cada lunación (conjunción –y oposición– de Sol y Luna) tiene significado para la personalidad si ocurre en fuerte aspecto con un planeta radical fuerte (o ángulos radicales fuertes). Este significado se agranda mucho en el
485
caso de eclipses. Por ejemplo, el eclipse del 29 de julio de 1935,40
en el Sol de Mussolini puede demostrar ser de significado muy notable. Por supuesto, una reunión de planetas que transiten un punto
radical fuerte es de mayor importancia todavía.
Otro modo muy valioso de usar los tránsitos se halla en la preparación de un mapa del día del nacimiento. Tal mapa se efectúa
para cada cumpleaños y muestra de modo habitualmente muy exacto
el tipo de sucesos de la personalidad que son de esperar durante ese
año particular de la vida del nativo (o sea, de un cumpleaños a otro).
Pero aquí nuevamente, hay por lo menos dos métodos básicos de
preparar ese mapa:
1) el mapa del cumpleaños se calcula para el tiempo original de na-
cimiento en el lugar de residencia (no el lugar de nacimiento);
2) el mapa del cumpleaños se calcula para el momento en el que el
"Sol en tránsito" regresa a la posición zodiacal exacta que ocupaba en el nacimiento. Este momento tal vez no caiga en el mismo
día que el día del nacimiento. Por lo tanto, a ese mapa se lo llama,
en vez de "mapa del cumpleaños", "mapa de la revolución solar".
Se lo puede preparar para la latitud del lugar de nacimiento o para
la del lugar de residencia. Es preferible lo primero; pues este tipo
de mapa se correlaciona definidamente con el mapa natal a través
de la identidad de factores solares, y, por tanto, también con la latitud del nacimiento.
En estos dos casos, el patrón de casas es habitualmente diferente
del patrón del mapa natal, a menos que, en el caso número 1, el nativo resida en su lugar de nacimiento. Si uno desea retener el patrón
natal de las casas, entonces el mapa del cumpleaños debe calcularse
para el lugar de nacimiento; en otras palabras, las posiciones de
tránsito de los planetas se marcan dentro del esquema radical de las
casas. Este es el modo general en que se calculan los tránsitos.
Hemos visto, pues, brevemente, cómo operan los diversos tipos
de progresiones, direcciones y tránsitos. Si tenemos cuidado de
40
Escrito en 1934.
486
mantener constantemente en vista todo el cuadro que tales sistemas
forman, y si hemos captado cabalmente la división psicológica de
todo el ser humano en factores individuales, colectivos y de la personalidad, no deberíamos tener dificultad en controlar una situación
compleja. La cuestión principal que deseamos recalcar –y creemos
que nunca se la recalcó tanto antes– es que no hay diferencia básica
entre progresiones, direcciones y tránsitos. En estos tres sistemas,
establecemos una correspondencia entre unidades de tres ciclos: el
ciclo de días (factor individual), el ciclo de años (factor colectivo), y
el ciclo de 370 años (factor de la personalidad); y leemos el estado
real de los cielos después del nacimiento en términos de tales unidades cíclicas, igualándolas del modo que deseemos.
Tales lecturas de posiciones post-natales han de referirse, en la
mayoría de los casos, al mapa natal, porque este último representa la
forma-semilla del ser; y porque "devenir" no tiene significación,
salvo en términos de "ser". En muchos casos pueden verificarse
útilmente los valores puros del "devenir", como en aspectos planetarios "progresados a progresados" y "en tránsito a en tránsito". Pero
de tal modo uno obtiene información que, en el caso de progresiones
solamente, se relaciona con la corriente del "devenir de la personalidad", y en el caso de los tránsitos solamente, con la condición del
ambiente general. Como nuestra principal preocupación es por el
proceso a continuación del cual el individuo, después de una sucesiva asimilación de valores colectivos, alcanza la realización como
una personalidad creativa, es evidente que sólo podremos dar significado a este proceso refiriendo todos los factores del "devenir" a la
forma-semilla del "ser" individual.
La gran dificultad en trabajar con varios sistemas de cómputo
del tiempo es que el tiempo de maduración del mismo aspecto es
diferente en cada sistema. Por tanto, si se intentan pronósticos de
acontecimientos es realmente dificilísimo saber qué indicación del
tiempo elegir para el acontecimiento. A veces, mediante el análisis
del sentido básico del tiempo del acontecimiento considerado, uno
puede saber si es más probable encontrarse con las indicaciones
dadas por el sistema de los factores individuales o por el sistema de
los factores colectivos, etc. Pero esta es siempre una cuestión incier487
ta.
La cuestión es que ningún acontecimiento puede predecirse
exactamente mediante astrología natal. Los tipos psíquicos de adivinación, y en muy considerable medida la "astrología horaria", pueden producir, en un sentido, mejores pruebas de exactitud predictiva. Ubican tal vez mejor los acontecimientos; pero no pueden dar
significado al proceso de vida del que estos acontecimientos son
meros indicadores externos. Aquí encontramos nuevamente un tipo
psicológico de "principio de indeterminancia" en actividad. Nadie
puede dar normalmente, de modo exacto, la ubicación de un acontecimiento y el significado de ese acontecimiento al mismo tiempo.
Cada factor exige un tipo especial de polarización mental o espiritual que, al menos en alguna medida, excluye al otro.
Además, ¿por qué los acontecimientos deberían predecirse con
exactitud? El coeficiente de inexactitud es el coeficiente de libertad.
Desde un punto de vista astrológico estricto, se ve que lo último
consiste en el hecho mismo de que hay varios modos posibles de
"progresar", dirigir o "transitar" un mapa. Este hecho se refiere a la
triple constitución básica del hombre: el principio mental (individual), el principio de los sentimientos (colectivo) y el principio de la
conducta (personalidad). Pensamientos, sentimientos y acciones
tienen cada cual una existencia cuasi-independiente en el hombre,
como la filosofía oculta lo demostró desde Platón o antes de este. La
libertad reside en la creativa interacción de estos tres factores.
De manera que el factor creativo en las progresiones y demás es
el elemento mismo de inexactitud: ¡la deseperación de los astrólogos! La libertad, como ya vimos en relación con nuestro análisis de
las "cúspides" (ver pág. 414), es el elemento "en neutro" de la vida.
Entre el plano arquetípico y el reino de la conducta real hay un
mundo misteriosamente esquivo, que es el mundo de la psiquis humana (el muy mal entendido reino kama-manásico de los teósofos –
el reino Sukshma del filósofo hindú). Es el mundo de la libertad y la
ilusión; el mundo de la creatividad y del engaño; el mundo en el que
a las realidades arquetípicas se las ve como son, pero oscurecidas
por el movimiento del devenir: tal como un paisaje se ve oscurecido
488
a través de las ventanillas cerradas de un tren que se mueve velozmente, especialmente si ¡el movimiento hace que el viajero sufra
mareos! Es el mundo de la personalidad, el mundo de la relatividad,
del que el filósofo hindú está tan ansioso de desenredarse. ¿Pero qué
es un desenredo? Para nosotros, es una mera falacia, a menos que
signifique, en primer lugar, realización. La libertad se gana solamente a través de la realización. Y ser libre significa siempre, en
alguna medida, no conocer; es el coeficiente de inexactitud. Se basa
en la valentía de salir mientras no se conoce el futuro.
Es por eso que los instructores o "Maestros" espirituales –sean
lo que fueren– nunca compelen, nunca muestran el futuro exacto de
cualquier acción que se emprenda, pues hacerlo sería robarle al
hombre su libertad creadora y su iniciativa creadora. Lo que el
hombre puede hacer es entender de tal modo el pasado y captar de
tal modo el pleno significado de la forma-semilla de su ser y su destino (mapa natal), que esté plenamente preparado para afrontar cualquier futuro: afrontarlo significativamente, con valentía, con comprensión y desde un punto de vista tan "formado" que todos los
acontecimientos se vean hermosos. Esta es la vida creativa y radiante de la realización.
La rectificación del mapa natal
No podemos terminar este capítulo sin mencionar, de la manera
más breve posible, un asunto de suprema importancia, y que es realmente el factor más molesto en cualquier trabajo astrológico práctico. Este factor es la incertidumbre casi universal sobre el momento
exacto en el que una persona tuvo su primer aliento. Si el lector nos
siguió inteligentemente a través de nuestra presentación de los fundamentos de la astrología, tendrá patente que todos los factores de
un mapa natal que se refieren a la rotación axil de la Tierra dependen absolutamente del momento estrictramente exacto del nacimiento (primer aliento). Pues una diferencia de cuatro minutos en el
tiempo de nacimiento cambia los grados de todas las cúspides, de
todas las Partes astrológicas, y, por tanto, altera todos los cálculos
489
basados en direcciones primarias.
Desde luego, esto significa que donde existe semejante incertidumbre sobre la hora de nacimiento, en la misma proporción deberá
existir una falta de certeza en relación con los factores individuales
dentro de la personalidad y del destino del nativo. Esto es de capital
importancia para cualquier tipo de interpretación en la que se recalca el factor simbólico de los grados, y, en general, para cualquier
tipo de interpretación psicológica y creativa. Como es casi inevitable un error de cuatro minutos en la hora de nacimiento, considerando la manera azarosa en la que la hora de nacimiento es registrada
por las enfermeras que prestan su asistencia, y considerando la memoria variable de la madre y los parientes, el problema es realmente
muy serio. Realmente tiende a hacer que la vasta mayoría de las
intepretaciones astrológicas sea en muchos sentidos muy inconfiable, especialmente cuando la naturaleza interior y los factores creativos-espirituales en el proceso de individuación son analizados.
Para obviar tal impedimento, el astrólogo tiene que recurrir a un
procedimiento llamado "rectificación". Es un intento de descubrir,
con uno de los diversos métodos en uso, cuál fue la hora exacta de
nacimiento. Las diversas bases de estos métodos de rectificación
pueden expresarse generalmente de esta manera:
1) Rastrear el signo ascendente por los rasgos del nativo. Esto
se basa en el hecho de que el Ascendente se refiere a la estructura
del ser individual, o más bien a sus rasgos. Estructura, en el sentido
de la estructura ósea, es un asunto que depende más de Saturno y la
Luna. Pero "rasgos" se refiere no sólo a la estructura corporal general, sino aún más a la expresión general del cuerpo, y especialmente
de la cara. El signo solar da más la radiación vital de la personalidad
en conjunto; Saturno y la Luna, el marco del cuerpo y el ritmo de la
vida de los sentimientos, lo cual es condicionado, en gran medida,
por esta estructura corporal. El Ascendente se refiere a la expresión
del individuo a través del cuerpo, al factor único del ser, a la manera
en la que el individuo vive su vida en una estructura material. Es por
eso que el tipo de Ascendente resulta habitualmente más evidente
después de los 35 años de edad; pues entonces el individuo, como
490
tal, se "incorporó" más plenamente, y su marca o rúbrica es más
claramente visible.
Luego de determinarse doce tipos básicos de Ascendente de los
rasgos, el astrólogo es entonces capaz, mediante la observación del
nativo, de determinar su "signo ascendente": ¡teóricamente! Prácticamente hablando, tal determinación es siempre más o menos insegura, pues influyen sobre la apariencia corporal. Además, este método determina solamente la naturaleza del signo ascendente, que,
término medio, significa un período de dos horas durante el cual la
persona puede haber nacido. Sin embargo, este es un procedimiento
muy valioso, que siempre ha de usarse cuando la persona ni siquiera
conoce la hora de su nacimiento.
2) Rectificación mediante acontecimientos pasados. El principio de este procedimiento es que, como es posible predecir futuros
acontecimientos a partir de un momento de nacimiento que se conoce con exactitud, de igual modo es posible deducir el momento
exacto de nacimiento a partir de acontecimientos pasados que se
conocen con exactitud. Esto es, propiamente hablando, "rectificar"
una hora de nacimiento dudosa a partir del conocimiento de la biografía del nativo. Evidentemente, el procedimiento es muy azaroso,
salvo cuando la falta de seguridad en cuanto al momento de nacimiento se limite dentro de estrechos límites temporales: digamos,
quince minutos o media hora. No obstante, es mucho más fácil hallar el aspecto astrológico correcto, que es una expresión de cierto
acontecimiento de la vida, que predecir un acontecimiento preciso
como resultado de un aspecto venidero. Y esto porque el destino
pasado es vida cristalizada: la vida menos la incertidumbre de la
libertad humana.
Digamos esto de otro modo: en una vida, ningún hecho que ocurra puede dejar de relacionarse simbólicamente con un aspecto astrológico, acordando a este hecho un significado adecuado. Pero eso
no implica que determinado aspecto produzca siempre un hecho
determinado. Para que tenga lugar un hecho, es necesario un aspecto, pero no es testimonio suficiente para predecir con exactitud la
llegada de un hecho determinado. ¡Y esto es algo importante que
491
jamás deberíamos olvidar!
Lo difícil es aislar el particular hecho pasado que, en verdad, corresponda a (o sea significado por) un aspecto particular que maduró
en un tiempo particular. Un aspecto por progresión secundaria y un
aspecto por dirección primaria pueden referirse, aparentemente, a un
viaje importante, pero figurar fechas separadas en un año o dos. El
problema de la rectificación es este: ¿desde qué aspecto calcularemos hacia atrás el momento del nacimiento, que se desconoce?
Asimismo, tal vez indiferentemente, pueden tomarse dos o más aspectos por progresiones secundarias que signifiquen un hecho determinado. Si los cálculos se efectúan hacia atrás, a partir de esos
diversos aspectos, pueden encontrarse varios momentos de nacimiento que podrían reputarse como tales.
De manera que la rectificación, implica una serie muy compleja
de controles y fiscalizaciones, de cálculos hacia atrás y hacia adelante, lo cual significa –aunque la vida del nativo presente agudos puntos críticos (el mejor caso para la finalidad rectificativa)– gastar en
esa rectificación mucho tiempo y mucho ingenio. Es absolutamente
necesaria una captación psicológica real de la vida humana y de las
reacciones humanas si el astrólogo ha de determinar cuál aspecto es
el símbolo más probable de algún acontecimiento pasado; asimismo,
la aptitud para sonsacar de la información del nativo que él mismo
tal vez olvidó, o cuya importancia no advierte. Tal aptitud no es tan
frecuente como parecería, y todo psicoanalista estará bien al tanto de
este hecho. Realmente, son poquísimos los que se dan cuenta de
cuáles acontecimientos de su pasado fueron realmente significativos; y la gente habitualmente tampoco capta el verdadero significado de estos acontecimientos. El máximo valor de la astrología ha de
hallarse, probablemente, en la ayuda que presta al hombre para que
descubra el significado de lo que ya ocurrió.
Cuando cada factor de su biografía se destaca con claro significado en función del destino total de la vida, sólo entonces el hombre
está realmente preparado para enfrentarse con su futuro con inteligencia y comprensión; en otras palabras, en función de su verdadera
personalidad individual.
492
Luego de considerar la mayoría de los factores astrológicos importantes mencionados como los más notables a los fines de la rectificación, creemos que los que menciona Marc Jones en su curso
titulado Astrología Direccional son probablemente los mejores; en
todo caso, son, de lejos, los más sencillos. Se trata de los siguientes:
1) El paso de la Luna progresada sobre los ángulos del mapa
natal: lo cual nos permite computar estos ángulos exactamente. El
paso sobre el Ascendente es, en casi todos los casos, un índice de
algún cambio notable en el destino o en la autorrealización. Habitualmente, marca un significativo cambio de residencia o ambiente;
sin embargo, en muchos casos, un cambio de "ambiente interior", un
nuevo enfoque de la autorrealización, son las únicas cosas rastreables en la vida, especialmente en el caso de introvertidos típicos.
2) Los aspectos de Marte o Saturno con el meridiano del cenit,
o sea, con el punto del Medio Cielo o del Nadir, que a menudo se
refiere a la muerte de los padres. Tales aspectos pueden calcularse
según el tipo más simple de direcciones primarias; pero desde nuestro punto de vista, a lo que se refieren es a lo que llamamos el análisis temporal del mapa natal. La muerte de uno de los padres –
especialmente la primera muerte– marca una clara liberación psicológica del factor individual en casi todas las vidas. Es un suceso tan
fundamental que debe notarse en la forma-semilla misma del destino, en los planos de la estructura individual del ser. Tal muerte es
acompañada, normalmente, por una liberación de fuerzas psíquicas
o anímicas del padre fallecido dentro del nativo; y su significado es
habitualmente principalísimo. Sin embargo, hay casos en los que la
clara separación del nativo respecto de los padres llega a ser una
"muerte psicológica" de estos; y es a este acontecimiento que el aspecto antes mencionado se refiere, más que a la muerte física real.
Los aspectos de muerte a considerar son la conjunción, la cuadratura y la semi-cuadratura de Marte o Saturno con el Medio Cielo
o el Nadir. Si Marte está separado diez grados del Medio Cielo, la
muerte de un padre puede ocurrir a los diez años de edad (del hijo).
Pero también puede ocurrir a los 35 años de edad (por aspecto en
semi-cuadratura). Nuevamente, tales aspectos no indican la necesi493
dad de una muerte; pero si realmente ocurrió una muerte a los 10
años de edad, y Marte muestra estar 11 grados lejos del Medio Cielo, entonces la conclusión lógica es que la posición del Medio Cielo
no es correcta, y debería moverse un grado para hacer que el arco
entre Marte y el Medio Cielo sea igual a 10 grados. Esto es lo que
queríamos decir con "rectificar" un mapa.
3) Rectificar a través de la época prenatal, o mediante el cumpleaños de la madre, son dos métodos de importancia desigual y
cuya técnica difiere ampliamente. Se los pone en una categoría porque ambos son intentos para definir el emerger del factor individual
en un nuevo ciclo de vida (primer aliento) en función de su linaje
materno. La idea es que ciertos períodos que afectan la formación de
la sustancia corporal del ser a través de la madre condujeron, de
modo medible, al comienzo del período de la existencia individual.
Mucho se ha dicho en pro y en contra de hacer un mapa para el
tiempo de la concepción. Podemos señalar meramente que la concepción es un momento en la vida de la madre y no en la vida de
una persona individual que de ningún modo puede llamarse individuo hasta que actuó como un ente independiente y relativamente
autónomo; o sea, hasta que respiró. La concepción, en un sentido, no
es más importante para la vida del futuro hijo individual que el
tiempo en el que la madre y el padre futuro se encontraron. Pertenece al ciclo que antecede a su propio ciclo individual. Es el último de
una serie de acontecimientos, que se estiran hacia atrás hasta el comienzo del sistema solar, que condiciona aquello de lo que emerge
el individuo. Resume la herencia. Pero la herencia es meramente
uno de los aspectos básicos del factor colectivo del ser; el otro aspecto es el ambiente. No determina el factor individual. Sólo condiciona aquello a través de lo cual este factor individual tiene que expresarse.
En el cálculo del mapa de la "época prenatal" (que, además, no
parece referirse al momento exacto y real de la concepción fisiológica), se establece una relación entre el Ascendente en el nacimiento
y la Luna en el tiempo aproximado de la concepción. Esto equivale
a decir simbólicamente que hay un momento en la vida de la madre,
494
alrededor del tiempo de la concepción, cuando ella presagia en su
imaginación creadora lo que el yo individual de su hijo futuro será.
Podríamos concluir diciendo, como anteriormente, que la razón
de por qué es tan difícil verificar exactamente las cúspides de las
casas y todos los elementos que se refieren a la rotación axil de la
Tierra es que simbolizan al verdadero factor individual en el hombre. Y este factor individual es realmente sagrado. Por tanto, está
bien que se halle oculto de la indagación por parte de los indiscretos
y los curiosos. El grado exacto del Ascendente es la clave de la unicidad del ser y del destino del hombre. En un mundo en el que el
individuo es a menudo sometido a befas, y tan frecuentemente crucificado por la estupidez colectiva, tal vez deberíamos regocijarnos
con el hecho de que el Ascendente, y todas las cúspides, que son los
portales de la recóndita personalidad creativa del hombre y de su
libertad creativa, estén habitualmente velados en el misterio.
La "construcción del templo" y el punto del Yo
Al acercarnos a esta parte de nuestro estudio, que trata sobre el
factor de la evolución temporal en la astrología, deseamos volver a
un asunto que anteriormente hemos mencionado, pero que ahora
estamos en mejores condiciones de comprender. Iniciamos nuestras
consideraciones, sobre las progresiones y demás, refiriéndonos a lo
que llamamos el "análisis temporal del mapa natal". Pero en nuestro
capítulo titulado "El Cuadrante de las Casas" (ver págs. 242 y 243)
estudiamos otro tipo de análisis temporal del mapa natal. Si ahora lo
mencionamos de nuevo es porque, según nuestro parecer, estos dos
tipos de análisis temporal profundizan la cuestión de verificar los
valores reales del "devenir" más que cualquier otro método más
usual que introduzca factores planetarios producidos después del
nacimiento.
Todos estos métodos (progresiones, direcciones, tránsitos) no
logran considerar al individuo en conjunto, susceptible de perfección. Quiebran la singularidad, la unicidad y la unidad de la simbolización astrológica. Expanden el nacimiento de un período indefi495
nido de minutos, días o años; y muestran al hombre comenzando
ciclos de desarrollo que él no puede completar normalmente en el
presente estado del destino humano. Lo muestran con las tres partes
de su naturaleza evolucionando según ritmos que no se equiparan
con exactitud. En esto, es cierto, radica la libertad, pero también la
irrealización.
En el procedimiento explicado en "El cuadrante de las casas”
nos ocupamos de la realización cíclica. Al hombre se lo ve como
capaz de completar el edificio del templo de la inmortalidad dentro
del lapso de 84 años (tres ciclos de 28 años). Se lo ve como quien
experimenta los ciclos totales de la experiencia a través de los cuales
todos sus planetas, y todas las relaciones de estos, de cualquier tipo
que pueda concebirse (Partes, aspectos, etc.) se dinamizan y expresan sucesivamente. En realidad, aquí tenemos una visión positiva y
constructiva del Hombre, un Dios en formación; mientras en las
progresiones, las direcciones y los tránsitos se nos hace presenciar el
espectáculo de un corredor que inicia una carrera triple que posiblemente no pueda esperar que la terminará. Su "Sol progresado"
nunca completará la carrera zodiacal. Su "Medio Cielo" direccional
nunca conocerá un día completo de actividad. El Sol en tránsito
nunca se pondrá sobre una personalidad realizada a través de los
"370 saltos" de la Gran Serpiente de la Eternidad, de la que hablan
la Cábala y H.P. Blavatsky (ver pág. 206).
¿De qué sirve, entonces, nacer, si el individuo está predestinado
a ser derrotado por el karma racial y no puede esperar que alcanzará
la meta de la totalidad? ¿No hay hombre que, dentro del ámbito
normal de nuestra actual vida terrena, alcance alguna vez la realización? Si la realización es posible para el individuo, a pesar del ambiente racial –si no como personalidad externa, al menos como yo
individual– entonces las progresiones, las direcciones y los tránsitos
por igual dicen sólo una parte de la historia del proceso de la vida.
Se ocupan del cuerpo terreno tangible y de la personalidad racial;
pero hay un reino que no consideran: el reino único, aparentemente,
en el que el individuo puede alcanzar la plenitud, y, por tanto, la
inmortalidad.
496
El análisis del tiempo que presentamos en el último capítulo no
intenta graficar la totalidad de ciclo alguno de desarrollo. No fija
límites particulares, no se refiere a ciclos particulares. Meramente da
información sobre ciertos momentos críticos en el proceso de resolver concretamente las implicancias contenidas en el mapa natal.
Pero tales momentos críticos podrían repetirse, teóricamente, ad
infinitum. Ni siquiera es un factor necesario de tal "análisis temporal" la ecuación "un grado igual a un año", pues como concebimos
este método, sólo es un asunto de relación abstracta entre veinticuatro factores fijos. Lo que realmente se propone mostrar no es el
tiempo exacto de una ocurrencia sino la secuencia de las operaciones involucradas en el proceso de concreción de las potencialidades
mostradas en el mapa natal. En otras palabras, pueden acelerarse las
actividades de construcción, pero no se pondrá el techo antes de que
se construyan las paredes, ni se construirán las paredes antes de cavar los cimientos. Por tanto, lo que el análisis temporal revela es una
secuencia de operaciones; y la ecuación de "un grado es igual a un
año" es sólo un coeficiente que parece ser el más cercanamente
exacto en el tipo actual de esfuerzo humano. En algunas personalidades podría ser más eficaz un coeficiente más veloz; por ejemplo,
una ecuación de 2 ½ grados por un año fue la que Carter sugirió (la
duodécima parte de un signo zodiacal), y en muchos casos da resultados muy significativos.
Cuando pormenorizamos el método por el cual podría graficarse
el progreso del individuo a través de tres ciclos de 28 años, también
escribimos que este era un modo de determinar el programa de operaciones en la construcción del templo del Hombre. Pero por la naturaleza misma de este tipo de análisis temporal del mapa natal tratamos con ciclos cerrados. Tratamos límites temporales muy definidos –arquetípicos– en relación con el lapso de una vida. Lo que no
se hace cuando debería haberse hecho queda para siempre sin hacer.
Pero los términos "hecho" o "sin hacer" no se refieren a la conducta
de la personalidad sino a las realizaciones individuales. Aquí se trata
de una revelación de las profundidades del ser, una exploración solemne en el santuario del alma individual: en el reino del significado
puro.
497
Esto es particularmente evidente cuando comparamos el ciclo
de progresiones de la Luna, que ocurre sobre los 27 años, muy cerca
del ciclo de 28 años de lo que llamamos el Punto del Yo; también el
ciclo de Saturno en tránsito, que abarca un período algo más largo.
Mientras la Luna progresada indica principalmente fases de nuestro
ser externo, y el Saturno en tránsito indica la lenta profundización o
cristalización del factor del ego, el Punto del Yo se refiere a valores
que son puramente interiores, pero que derraman luz sobre la secretísima determinación del individuo, y su aptitud o ineptitud para dar
significado a la vida.
Para terminar, permítasenos prevenir al estudioso de los movimientos cíclicos del Punto del Yo, no sea que olvide que este punto
no es realmente un mero punto, sino una cruz. Los cuatro ángulos
del mapa (los dos ejes de la personalidad individual, el horizonte y
el meridiano) deben verse rotando a través del ciclo de 28 años.
Ocurren sutiles cambios de focalización, recalcando en algunos casos el factor del horizonte, y en otros el factor del meridiano. Sólo
cuando se los estudia cuidadosamente, en función de las indicaciones dadas por el mapa natal en conjunto, este método pone de manifiesto un cuadro realmente válido (porque es completo) de la vida
interior del individuo. A través de él podremos ver, perfilándose
oscura o vívidamente contra el segundo plano de las progresiones y
los tránsitos más evidentes y concretos, la lenta evolución del patrón
de la realización individual. Aquí se lo puede discernir al hombre
como un triunfador o un fracasado: no en términos de lo que él hace
sino en términos de la significación y la belleza con que él inviste
cada incidente de la vida en su senda hacia la divinización o la aniquilación.
498
XIV
PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN
ASTROLÓGICA
Para que sea plenamente significativa y creadora, la interpretación debe ser, necesariamente, individual. Por tanto, ningún hombre
debería decirle a otro cómo interpretar su experiencia o cualquier
estructura de vida o cualquier experiencia con la que se enfrente.
Todo lo que se puede hacer es establecer unos pocos principios generales de interpretación que sean universalmente válidos, y que
puedan servir como hitos en el proceso de interpretación, que debería determinarse, para cada individuo, por la manera en que este
logró interpretar el hecho básico de su experiencia: él mismo.
La interpretación de un mapa natal no es diferente de la interpretación de cualquier situación de la vida, ni de la interpretación de
una obra de arte o de una personalidad con la que uno se encuentra
por primera vez. Concedido eso, a fin de interpretar un mapa natal
astrológico, uno debe, en primer lugar, conocer cabalmente el significado de los hechos astrológicos, o más bien, de los símbolos astrológicos; concedido que un conocimiento del contenido de los capítulos precedentes de este libro es un requisito previo para una interpretación que sería fiel, al menos, a la actitud hacia la astrología que
nosotros sustentamos, queda aún por decir que, en la interpretación
astrológica no existe nada más misterioso o menos misterioso que
en cualquier otro ejemplo de interpretación de la vida. Se han expresado principios universales, que definen el carácter general de los
símbolos que se usan. Corresponde al individuo permitir que estos
símbolos se organicen en "todos" significativos dentro de su propia
estructura particular de comprensión.
Esto suena muy sencillo, pero, evidentemente, puede ser dificilísimo. El principiante "no sabrá cómo empezar". Contemplará el
mapa totalmente azorado, y no ocurrirá nada. O registrará cada fac499
tor en el que pueda pensar y buscará en libros de texto qué se dice
que cada factor significa. Y si trata de sumar estos significados separados, –salvo casos excepcionales– encontrará una situación desesperadamente confusa, en la que muchos factores se negarán recíprocamente. Establecer un promedio demostrará ser de muy poca
utilidad, pues los seres humanos no son tan convenientemente sencillos como ese procedimiento sugeriría que lo son. En especial, ellos
no son sumas totales de factores separados, sino más bien una relación orgánica de relaciones entre factores. En consecuencia, ¿empezará uno con los "factores" o con las "relaciones entre factores", o
incluso con la "relación orgánica entre relaciones"?
Cada intérprete potencial deberá decidir por sí solo, según la naturaleza de su propia comprensión. Algunos irán del todo a las partes, luego a las relaciones entre las partes, y nuevamente reconsiderarán al todo como un organismo de relaciones. Otros analizarán
también sabiamente las partes, luego las relaciones entre las partes,
y resumirán centrando, los significados ya determinados, alrededor
de algún centro de significado, o "determinador focal".
Sin embargo, hay una operación primaria, no mencionada hasta
ahora, que es realmente la base –aunque corrientemente una base inconsciente– del subsiguiente proceso de interpretación. Tal operación está implícita en la primera mirada que uno echa sobre un mapa
astrológico; pues todo hombre, al mirar un mapa que ha de interpretar, tendrá o debería tener determinado, claramente o no, como un
antecedente de una ulterior investigación, qué es lo que busca. Mediante esta aseveración más bien torpe queremos decir su actitud a
priori hacia cuantos datos estén incluidos en el mapa. Algunos intérpretes habrán decidido de antemano, inconscientemente, si no
deliberadamente, que están buscando planetas buenos y malos, benéficos y maléficos, aspectos buenos y malos, signos y astros afortunados e infortunados. Examinarán progresiones en busca de acontecimientos afortunados e infortunados. Otros intérpretes buscarán
el cuadro de un ser humano y un destino, e interpretarán este y aquel
planeta o signo como un aguafuertista se ocupa de valores blancos y
negros, y un pintor, se ocupa del claroscuro.
500
En otras palabras, son posibles dos actitudes básicas hacia la interpretación y, además muchas combinaciones secundarias de estas
dos: las actitudes éticas y estéticas. Ya definimos en general estos
dos enfoques de una evaluación y una comprensión de la vida en
nuestro capítulo titulado "La astrología y la psicología analítica". Lo
que queda por hacer es mostrar brevemente cómo la actitud estética
opera con precisión en el campo de la interpretación del mapa. El
accionar de la actitud "ética" apenas necesita ser considerado, pues
todos los textos de astrología post-medieval e incluso moderna, y el
tipo corriente de práctica astrológica, son ejemplos suficientes del
método ético y de sus evaluaciones dualistas: lo bueno y lo malo.
Pero el enfoque "estético" es todavía un misterio para una abrumadora mayoría de estudiosos de la astrología.
La razón de por qué esto es así es, indudablemente, que cualquier interpretación y evalución de la vida y de sus dos elementos
básicos –como masculino y femenino, el Yang y el Yin chinos, la luz
y la oscuridad, positivo y negativo– hasta ahora se establecieron en
el nivel fisiológico-natural de la consciencia. En otras palabras, la
actitud vital del hombre hasta ahora se basó en sus instintos, y fue
matizada por el resultado de actitudes instintivas. La luz y el verano
eran buenos porque la vida era más segura y más cómoda cuando
predominaban aquellos; pero la oscuridad y el invierno eran malos
porque la vida era más insegura y dura cuando dominaban aquellos.
De modo parecido, había una subvaloración ética de la mujer, y una
sobrevaloración del hombre; pues un hombre era más capaz de trabajar por su vida en la "selva", y una mujer estaba agobiada por dificultades fisiológicas.
Hasta hace poco, la humanidad ha estado en la etapa estrictamente fisiológica de su desarrollo, como lo vimos en el capítulo
primero de este libro. Los Puranas hindúes hablan de esta etapa
como la de la "fuerza manual y sexual". ¡Interesantísima caracterización! La "fuerza manual" se refiere a la actividad muscular, y, de
acuerdo a ella, al polo pasivo de la mujer se lo ve como inferior. En
cuanto a "fuerza sexual", todo depende del modo como se considera
el sexo. Como la manifestación de la fuerza creadora y de la vida, el
sexo convierte a la mujer, como madre, en lo positivo: de allí, el
501
matriarcado. Pero como modo de "actividad" (muscular y otra),
convierte al hombre en lo positivo. El tipo de ambiente en el que las
tribus humanas vivían tenía indudablemente mucho que ver en la
determinación de cuál actitud se tomaba. Como resultado, tenemos
el conflicto entre los sistemas matriarcal y patriarcal.
Todos los reinos de la relación humana, desde la vida familiar
hasta las organizaciones sociales tribales y nacionales, fueron impregnados por el tipo fisiológico, más o menos consciente, de valoración. Además, todo lo que pareció válido para la vasta mayoría de
hombres fue el esfuerzo de perpetuar, a toda costa, al organismo
físico en una condición de salud fisiológica y felicidad psicológica
relativas. Por eso, todo lo que tendía a destruir –siquiera temporariamente– la salud y la felicidad (más la prosperidad) fue evaluado
como malo; mientras que todo lo que consolidaba o establecía salud,
felicidad y prosperidad fue considerado bueno. Todo lo que daba
pábulo a un sentido de presión o peso, a cualquier perturbación respecto de la normalidad feliz del hogar, la religión y la conducta tradicional, fue rotulado como "malo". Por ello, Saturno y Marte son
maléficos. Las cuadraturas son aspectos malos. Las oposiciones, y
las dudas que generan (como estímulos necesarios para ulteriores
esfuerzos de comprensión) son también malas. Pero el expansivo
Júpiter y Venus constructor de hogares son benéficos; y los trígonos
que introducen nuevas perspectivas y nuevos planes son buenos
aspectos.
Sin embargo, cuando la consciencia del hombre empieza a establecerse en el nivel psico-mental, y a concebir su relación con un
"Todo" mayor, cuya fuerza puede concentrar deliberadamente como
la base de la actividad superpersonal pero consciente, la cuestión del
mantenimiento del organismo físico, el problema de salud-felicidadprosperidad, y el temor instintivo hacia lo que pudiera interrumpir la
comodidad de las relaciones sanguíneas y de las tradiciones nacidas
de la Tierra, todo esto asume diferentes valoraciones. En una etapa
de transición, la consideración de "bueno-malo" parece recalcarse,
durante un tiempo activamente, aunque hay una transferencia del
foco de discriminación como podemos verlo en la ética cristiana;
pero más tarde aún, la vida empieza a ser considerada verdadera502
mente "más allá del bien y del mal", y hasta más allá de la felicidad.
Empieza a ser vista desde el punto de vista del artista creativo, quien
sabe bien que los "negros" son tan necesarios y significativos como
los "blancos" en un dibujo en blanco y negro; que sin ambos no podría haber forma y, por tanto, no podría haber significado. Entonces
nace la actitud estética hacia la vida: la actidud de "totalidad operativa", la meta de "liberación de la energía a través de la forma significativa". Para tal actitud no hay "bueno" ni "malo", sino sólo grados
de concreción del significado a través de formas que transmiten más
o menos pura y precisamente tal significado. Cada vida es una obra
de arte que transmite acertadamente el significado que la incitó a
ser, o resulta ser un conglomerado amorfo, inexpresivo, inconvincente, trillado y flojo de esfuerzos embrionales que no condujeron a
ninguna parte, o una hoja casi en blanco de sustancia, pero que sugiere vagamente figuras vulgares, cabalmente no individuales y sin
sentido.
Las siguientes afirmaciones –en un sentido algo negativo– tal
vez sirvan como postulados de la actitud estética hacia la interpretación astrológica:
A. No hay planetas malos. Cada planeta tiene una función definida.
Cada función es necesaria para el logro de la totalidad orgánica. La
eliminación es tan valiosa como la asimilación. El forúnculo que libera al organismo de toxinas es tan valioso como la carne que rodea los ángulos de los huesos.
B. No hay aspectos malos. La involución es tan necesaria como la
evolución. La destrucción de las formas que se convirtieron en
cáscaras muertas y la liberación de la energía que ellas contenían
son tan valiosas como la construcción de nuevas formas. Las tensiones son tan valiosas como cómodas, y más creativas.
C. Cada signo zodiacal es tan bueno para nacer en él como cualquier
otro. No hay un mes de nacimiento o un día de nacimiento que
sean mejores. Lo único que importa es cumplir la función de vida o
la "cualidad" revelada por el signo o el símbolo de grado.
D. Ningún mapa natal es mejor que otro. Uno es siempre mejor para
algún propósito. Pero, como todos los propósitos son igualmente
valiosos y necesarios en la economía del "Todo" mayor, el mapa
503
de cada hombre es mejor para los fines de su vida que el de cualquier otro.
Si existe algún "mal", este radica en la identificación absoluta
de la consciencia y del "yo" con sólo una fase particular de nuestra
totalidad, en lugar de con la totalidad del ser. Por ello, el mal es un
énfasis excesivo; o más bien, es el hecho del "yo" que está atado con
semejante énfasis excesivo o es influido por este. En ese sentido,
cualquier planeta es "malo" donde se enciende de un modo destacado que niega la operación compensatoria de su opuesto polar. Cualquier elemento de un mapa, cuando se ve que domina cabalmente y
atrae hacia sí la energía casi total del campo de la consciencia, se
convierte en "malo". Tarde o temprano, deberá destruirse su dominio, si el hombre ha de lograr la totalidad.
Esto no invalida la "focalización". Pero enfocar a la totalidad de
nuestra energía para la realización de un propósito individual –y
todavía más, superpersonal– es una cosa; y otra cosa es identificar
nuestro "yo" con una sola parte de la totalidad del ser, de modo que
todas las otras partes se frustren en su desarrollo. ¡Sólo a esto último
se lo puede llamar "malo", si uno insiste en usar una calificación
desafortunada! Y hasta semejante "maldad" puede fácilmente ser un
asunto puramente temporario, que resulta ser una fase valiosa de un
desarrollo que avanza mediante agudos contrastes. Por eso debemos
tener cuidado no sea que transfiramos la valoración ética de "bueno"
y "malo" al nuevo nivel, y llamemos al "todo" "bueno", y a las partes "malas". Donde hay, por lo menos, un mal relativo no es en la
parte que es una parte, sino en la totalidad del "todo" que abdica en
favor de una parte que afirma ser el "todo" o gobernar al "todo". En
ese sentido, malo es llegar a ser lo que uno no es; y bueno, realizar
lo que uno es. La ley de la vida, la ley buena, es la ley de la realización del dharma, o sea, de lo que uno es inherente y arquetípicamente.
Y de esta manera somos impulsados a recordar el gran libro
hindú, el Bhagavad Gita que, en su tercer capítulo, dice:
"Por tanto, realiza lo que has de hacer, sin concentrarte en ningún
504
momento en el hecho; pues el hombre que hace lo que tiene que hacer, sin apegarse al resultado, obtiene lo Supremo... Es mejor cumplir
nuestro deber (dharma), aunque este carezca de excelencia, que
cumplir bien el deber de otro. Es mejor perecer en el cumplimiento de
nuestro deber; el deber de otro está lleno de peligro."
Llegar a ser lo que uno es; llegar a ser la plenitud de lo que uno
es; en otras palabras, vivir totalizado, aunque esta totalidad luego
haya que enfocarse en una tarea, a cuyo cumplimiento contribuye
cada elemento del ser mediante transferencia deliberada y sustitución psíquica: tal es para el individuo el ideal sempiterno y universal. Significa la correlación perfecta de todos los valores dentro de
la personalidad en su camino hacia la "individuación" completa.
Significa la perfecta correlación de los factores individuales y colectivos en lo creativo, operando incesantemente. Lo colectivo suministra los elementos sustanciales; lo individual suministra una forma de
organización, o de estructura, que es la exteriorización de la cualidad "monádica", que a su vez es la identidad espiritual de lo creativo. Y de esta siempre activa y siempre resonante cuerda del ser y
del devenir –del devenir que opera en y a través del ser, del ser sustanciado y vuelto operativo en y a través del devenir– emerge la
totalidad creativa del "todo" orgánico.
La astrología ilustra, ejemplifica, provee aplicaciones a todas
estas correlaciones. Pero esto también debe entenderse en su totalidad. También debe integrarse en y a través de un enfoque estético
que es el único que podrá revelar un significado total. Ya hemos
visto cómo esta correlación de ser y devenir puede percibirse en y a
través de la interacción del mapa natal, de las progresiones y direcciones, y de los tránsitos. Aquí nuevamente podemos señalar la falacia, evidente en tanta práctica astrológica actual, de considerar al
mapa natal y a las progresiones separados entre sí. Un aspecto entre
planetas progresados significa poco, a menos que se relacione con el
mapa natal, con sus planetas radicales, y con las casas en las que el
aspecto opera. Los aspectos día tras día son menos significativos
aún para un individuo, a menos que se los vea como "tránsitos" propiamente dichos, o sea, referidos al mapa natal. Al genio de la astro505
logía se lo ha de encontrar por doquier en correlaciones, en agrupamientos, en equilibradoras luces contra sombras, blancos contra
negros, elementos formativos contra elementos destructivos, aceptándolos a todos por igual como funciones de la totalidad orgánica
del "todo", sin discriminación contra nadie, pero no lo olvidemos,
aceptando cada elemento del ser cómo válido solamente cuando un
elemento está en su lugar apropiado y en el tiempo apropiado.
Tal vez una analogía musical ayude a enfocar lo que queremos
decir. Hablamos del mapa natal como de la "cuerda del ser individual"; y, al menos por implicancia y junto con nuestro análisis temporal previamente estudiado, como la partitura de la sinfonía en la
que el ser y el devenir interactúan con el fin de una totalidad siempre más plena y más manifiesta. Lo que el astrólogo debe descubrir
es la "tonalidad" de la cuerda y la sinfonía. De esta tonalidad es de
la que hablamos hace un momento como la "relación orgánica de las
relaciones entre las partes". Sólo quien puede descubrir esta tonalidad individual de una personalidad y de un destino puede llamarse
un real astrólogo. Pues sólo así podrá demostrar que tiene la facultad
de "percepción holística" que le revela la totalidad de cada "todo".
Sobre el procedimiento interpretativo
Desde el punto de vista de la fase analítica de la interpretación –
y siempre debería existir semejante fase, aunque sólo fuera para verificar lo que la percepción "holística" revele– se necesita agregar
muy poco a lo que ya dijimos en capítulos anteriores. Los dos pasos
fundamentales del análisis se refieren, respectivamente, a la "forma
subjetiva", constituida por la relación del cuadrante de las casas con
los signos del zodíaco (a saber, las posiciones zodiacales de las cúspides, signos interceptados, etc.), y con la "forma objetiva"; constituida por las posiciones zodiacales (signos y grados) y posiciones de
casas, aisladamente o como un grupo. Estos dos pasos en el análisis
han de ser seguidos por un tercer paso, como resultado del cual se
determinarán los "factores de relación" secundarios entre planetas,
órbitas planetarias y cúspides: Nodos y Partes.
506
Luego viene lo que hemos llamado el "análisis temporal del
mapa natal", estableciendo una "estructura" general "del devenir"
como una expresión de la individualidad fundamental del nativo.
Esto debe seguirse y modificarse con un estudio de los períodos
determinados o sugeridos por los movimientos progresados de todos
los planetas radicales, y por los movimientos en tránsito de los planetas más lentos (Plutón, Neptuno, Urano, Saturno y Júpiter) a través del lapso esperado de vida del nativo.
Dijimos deliberadamente "un estudio de los períodos" de estos
planetas progresados y en tránsito; pues lo que es valioso en esta
etapa del proceso de interpretación es determinar la forma general
del devenir de la personalidad, y una fórmula general que muestre
los ciclos durante los cuales el mundo exterior (lo colectivo, la sociedad, las condiciones planetarias) fomentará, y aquellos ciclos
durante los cuales impedirá (o profundizará mediante oposición y
tensión), el desarrollo de la personalidad en conjunto y en relación
con sus diversas funciones básicas.
Los períodos de progresiones planetarias son los factores componentes en esta "forma de devenir de la personalidad", y no aspecto
particular alguno entre dos planetas progresados. Un aspecto particular situado en un signo y en una casa particulares (o habitualmente
en dos signos y casas particulares) puede tener significado en términos de un tipo particular de acontecimiento o tendencia de acontecimientos. Pero este significado está tan entremezclado con el significado de otra docena de factores, hay tantos modos posibles de interpretar su operación probable y de ubicarla, en el reino fisiológico
o en el psicológico, en términos de énfasis a través de la falta de
algo, o de énfasis a través de demasiado de esa cosa, que es prácticamente imposible un pronóstico absolutamente exacto de acontecimientos a través de progresiones, direcciones o tránsitos. En algunos casos es posible y asombrosamente exacto; pero en muchos
otros casos es tristemente inexacto en el elemento tiempo o en la
manera de su concreción. Por tanto, cuando comprendemos la gran
influencia, psicológicamente hablando, que una predicción puede
ejercer sobre una persona sensible –y todos estamos sujetos a la influencia, unos inconscientemente, otros conscientemente– también
507
deberíamos darnos cuenta de cuán nefasta puede ser una predicción
equivocada.
El valor de la astrología no depende de su exactitud predictiva,
pues entonces tendría relativamente poco valor, salvo en manos, de
astrólogos espectacularmente dotados, capaces, a través de una
combinación de astrología "horaria" y "natal", de "dar en el blanco"
en una proporción asombrosamente grande de casos. Eso depende
más bien del hecho de que nos proporciona "fórmulas" del ser (mapa natal) y del devenir (análisis temporal, progresiones, etc.) que nos
permiten extraer el máximo significado de lo que está ocurriendo y
de lo que ha ocurrido. Si asimilamos cabalmente ese significado,
entonces podremos enfrentarnos con cuanto sucederá: 1) con un
frente integrado y unificado; y 2) como quien confiere significado
creativo. Al hacer esto podremos "transfigurar" el futuro; sin cambiar la "forma" de nuestro ser o nuestro devenir, y haciendo que la
forma resplandezca con significado, armonía y luz, como Jesús resplandeció en el Monte de la Transfiguración. El brilló con luz Crístíca, con el poder de las energías y los contenidos universales, pero
Él siguió siendo Jesús en forma y en individualidad: Jesús que se
había "Cristificado".
Sin embargo, volvamos a los períodos de las progresiones. Si
vemos en el mapa de Mussolini que, a los 46 años de edad, su Sol
progresado estará en conjunción con Urano y en trígono con Neptuno, eso tal vez no nos dé tanta información directa sobre acontecimientos que entonces probablemente ocurrieran. De hecho, hasta
donde puede espigarse de su vida externa, relativamente poco correspondió, a esa edad, a un aspecto progresado que debiera ser capital en la vida de Mussolini, por cuanto el trígono de Urano con
Neptuno abarca a todos sus planetas y, por tanto, juega un papel
fundamentalísimo en su ser y en su destino. Es verdad que el acuerdo con el Papa fue firmado (11 de febrero de 1929) hacia la época
de maduración de los aspectos progresados; pero, si aceptamos que
esta es la correlación que buscábamos, ¿cómo podría un astrólogo
que estudie el mapa, digamos en 1900, haber llegado a predecir semejante acontecimiento concreto? Además, ¿por qué este Tratado
Lateranense debería ser astrológicamente de tal significación en el
508
destino de Mussolini? Sin embargo, podemos enfocar de otro modo
las progresiones solares antes mencionadas.
Podemos determinar los aspectos creados por el Sol progresado
desde el nacimiento. Para empezar con los últimos: en 1916, el Sol
progresado está en cuadratura con el Saturno radical; en 1917, con
la Luna radical; en 1922, con Marte radical; en 1923; entra en conjunción con Parte de la Fortuna; en 1927, en sextil con Júpiter; luego, en 1929, en trígono con Neptuno y conjunción con Urano; y, en
1930, en sextil con Venus. Después se determinan períodos de progresiones, considerando el tiempo que transcurre entre dos aspectos.
El período de la cuadratura Sol-Luna opera desde 1916 hasta 1917;
y el de cuadratura de Sol-Marte concluye en 1922. Finalmente, el
período de conjunción de Sol-Parte de la Fortuna empieza presenciando la "marcha sobre Roma" y el acceso de Mussolini al poder
personal.
Los períodos anteriores a este último se basan todos en aspectos
en cuadratura, desde la cuadratura del Sol progresado con Neptuno
en 1898 (15 años de edad); y antes de esta serie de cuadraturas, hubo sólo sextiles (respecto de Luna y Marte). Esto establece de inmediato –desde el punto de vista de las progresiones solares básicas–
varios ciclos de vida bien marcados. Hasta los 15 años de edad, un
período de sextiles –la rutina del crecimiento a través de la influencia materna (Luna) y la influencia paterna (Marte). Luego, desde
1898 hasta principios de la primavera de 1922 tenemos un período
de lucha por hacer que un ideal se manifieste, la lucha por nacer
como una figura del destino; todas cuadraturas, símbolos de encarnación e involución.
El año 1922 es dominado por un nuevo tipo de aspecto: la primera conjunción solar –con la Parte de la Fortuna–. Esto significa
ahora "énfasis". ¿Énfasis sobre qué? Sobre lo que la Parte de la Fortuna representa. La Parte de la Fortuna es el "Ascendente" de la Luna. "Distribuye" y enfoca la fuerza de la Luna. La Luna representa
la vida de la personalidad como un elemento del devenir; representa
también "lo público", lo colectivo frente a lo individual. Por eso, el
período de énfasis o acentuación mostrado por la conjunción Sol509
Parte de la Fortuna concentraba la fuerza de lo colectivo sobre la
individualidad de Mussolini, acentuaba la fuerza de su propia personalidad. En la décima casa recalcaba autoridad y actividad pública;
en Virgo, un proceso depurador (simbolizado incluso por el aceite
de castor que los fascistas usaban con los políticos renuentes).
Sin embargo, sería fútil encontrar un día o un mes en el que esta
conjunción opera específicamente. Lo que ha de entenderse es más
bien el significado general de un período. De modo parecido, cuando hablamos del Sol progresado en sextil con Júpiter nos referimos
al período 1923-1927, de establecimiento (sextil) de la autoridad
(Júpiter). Luego, desde 1927 hasta 1929, llegamos al período de Sol
progresado en trígono con Neptuno y conjunción con Urano. Evidentemente, tenemos entonces un período durante el cual predomina
la fuerza del inconsciente colectivo. Todos los planetas de Mussolini
están encerrados dentro del trígono de Neptuno con Urano. Cuando
el Sol llega a estar en conjunción con Urano, termina evidentemente
un período de énfasis personal y, por decirlo así, se proyecta más
allá dentro de lo desconocido; dentro de lo que no es acentuado ni
puesto de manifiesto por las actividades planetarias. Entonces, Mussolini trasciende lo que él es como personalidad; pero antes de hacer
eso perfeccionó su vida personal dando pasos que cierran un período
y abren otro. Este es el significado del Tratado Lateranense: un significado ubicuo, sutil, propio de Neptuno; y del claro establecimiento del "Estado corporativo" que, aunque esbozado durante el período
de Júpiter (1926-1927), sólo se implanta en la mente de la nación y
de su inconsciente colectivo después de 1927.
El período del Sol en sextil con Venus es también cortísimo.
Presumiblemente se refiere a la vida emocional de Mussolini; pero
añade un significado individual consciente a lo que al comienzo se
refería a grandes factores inconscientes (bajo el Sol en aspectos con
Urano-Neptuno). Después de esto, empieza un nuevo período, caracterizado por la llegada del trígono del Sol progresado con Plutón
y luego con Saturno, Luna y Marte. Estos períodos son expansivos.
Se refieren a la formación de nuevos ideales, de nuevas relaciones,
de nuevas alianzas. El futuro mostrará si han de interpretarse positiva o negativamente. En 1939, el Sol progresado está programado
510
que entrará en Libra; Mussolini tendrá entonces 56 años. Entonces
terminará un período de su vida que empezó en 1908, cuando él se
dirigió a Trento.41
Podría elaborarse un análisis parecido considerando no sólo al
Sol progresado, sino también a todos los planetas progresados; asimismo, estudiando los períodos constituidos por los movimientos de
los planetas lentos, después del nacimiento, cuando transitan sobre
lugares importantes del mapa radical. Por supuesto, aquí tenemos
una serie muy compleja y variada de aspectos, y ha de tenerse máximo cuidado para aislar los factores más significativos. Pero también es válida la idea de que los períodos son más significativos que
los aspectos exactos que marcan los límites de aquellos, especialmente con respecto a los planetas de tránsitos lentos: estos son períodos durante los cuales, debido a la alternancia del movimiento
directo y retrógrado, retroceden y se adelantan sobre puntos sensibles de los mapas. Son particularmente significativos los períodos
determinados por el movimiento en tránsito de un planeta lento a
través de una casa entera. Muestran el modo en que las circunstancias y las fuerzas colectivas afectan básicamente a las diversas fases
del ser y del destino individuales, fases que son simbolizadas por las
casas.
Luego también han de considerarse los ciclos de los ejes del mapa, de 28 años y de 7 años, especialmente lo que llamamos el movimiento cíclico del Punto del Yo. Estos ciclos pueden estudiarse en
función de su comienzo, su punto medio y su conclusión. Muestran
el accionar interior del proceso de individuación en sus tres niveles
sucesivos: refiriéndose a veces a acontecimientos concretos, pero
entonces sólo en cuanto a que enfocan transiciones críticas del proceso general.
Finalmente, las direcciones primarias y ciertos tránsitos precisos
(como eclipses y conjunciones múltiples) pueden estudiarse para
agudizar los contornos del cuadro ya dibujado. Hay una escuela de
astrólogos que hace hincapié fundamentalmente sobre las direccio41
Esto fue escrito en 1936. La Segunda Guerra Mundial empezó en el verano de
1939. El Editor.
511
nes primarias, y que, por tanto, objetaría muchísimo que las relegáramos al final del proceso de interpretación; pero esos astrólogos no
deben olvidar que nuestro "análisis temporal del mapa natal", que
ubicamos primero en el estudio del devenir, da indicaciones generales parecidas o casi idénticas a las que se encuentran a través del
método más simple de dirección (o a través de las direcciones radicales). Creemos que éstas no sólo son tan eficaces como las principales direcciones primarias, sino que, debido a su número más pequeño, son mucho más valiosas para una captación estructural del
destino como un "todo" del devenir, individualmente determinado y
significativo. Los otros tipos de direcciones pueden ser muy significativos en un análisis minucioso, o siempre que se necesite un estudio atento de las correlaciones totales de los factores astrológicos
relacionados con un acontecimiento o período conocido de la vida;
y, en tales casos, todos los tránsitos han de considerarse también.
Pero, a los fines psicológicos de la integración de la personalidad y
la interpretación de la vida, que son las principales motivaciones de
nuestro enfoque de la astrología, las direcciones primarias del tipo
complejo no sólo exigen demasiado tiempo y demasiados cálculos
sino que su misma multiplicidad casi anula su propósito; pues donde
se tiene que elegir tanto y se tiene que organizar tanto para determinar acontecimientos o significados, la atención se dispersa fácilmente y lo esencial desaparece, obnubilado por el desfile de lo que no es
esencial.
El enfoque a través de la regencia del mapa
Antes de terminar este capítulo, es necesario mencionar una
cuestión más, pues ocupa un lugar importante en la práctica de la
astrología medieval y moderna: la cuestión de la regencia planetaria.
El principio de la regencia planetaria se basa en la idea de que
los modos básicos de actividad biológica y psicológica (planetas)
tienen varios tipos de "afinidad" para los tipos básicos de sustancia
vital (signos del zodíaco). La afinidad de tales clases fue determina512
da en la astrología tradicional, por razones no siempre claras ni filosóficamente evidentes. Por eso se dice que un planeta "rige" uno, o
habitualmente dos signos zodiacales, que se consideran como las
"casas" del planeta. Se dice que están "exaltados" en otro signo. A
estas valoraciones positivas se añaden valoraciones negativas. En el
signo opuesto desde el signo de su regencia, el planeta está en su
"detrimento"; en el signo opuesto desde el signo de su exaltación, se
dice que está en la "caída". Las valoraciones positivas se denominan
"dignidades"; las valoraciones negativas, "debilidades". Las antes
mencionadas son las dignidades y debilidades más importantes, son
dignidades o debilidades "esenciales". Sin embargo, a éstas se suma
una serie de dignidades o debilidades "accidentales", como las que
surgen del planeta que está en un ángulo y bien "aspectado" o no
afligido, desde los que está en movimiento rápido, en una luz creciente, etc.
El valor de tales calificaciones es evidente. Al astrólogo le permite brindar valoraciones cuantitativas de los planetas y, de tal manera, verificar su importancia y su peso relativos en una situación
particular o en el carácter de una personalidad particular. Por tanto,
un Saturno "débil" no podrá neutralizar a un Júpiter "fuerte", y, en
todos los aspectos entre estos planetas, la cualidad jupeteriana tendrá el peso mayor. Por ello, del reconocimiento de este factor cuantitativo emergerá un género de perspectiva de una tercera dimensión. Algunos planetas se destacarán como estrellas de primera
magnitud; otros pasarán a segundo plano como estrellas de magnitudes menores. Y también será posible cierto tipo de "determinación
focal", como en el caso de un planeta muy dignificado entre hermanos o hermanas débiles.
Donde sobreviene la dificultad es en la justificación filosófica u
"holística" de las valoraciones tradicionales. Debido a semejante
dificultad, muy a menudo se idean nuevos sistemas de "regencia",
habitualmente en un intento por remediar dos de las debilidades
aparentes del sistema: el hecho de que el Sol y la Luna sólo rigen un
signo cada uno, mientras los otros planetas, hasta Saturno inclusive,
rigen dos signos cada uno; y el otro hecho, o sea, que los planetas
recién descubiertos (Urano, Neptuno y Plutón) no rigen un signo
513
definido; o si les atribuyen signos (como Acuario a Urano, y Piscis a
Neptuno), entonces dos de los planetas "más viejos" quedan cada
uno con sólo un signo en el que regirán. Sin embargo, la confusión
parece peor de lo que realmente es, y podemos aclarar gran parte de
la dificultad aparente.
En primer lugar, anotaremos el esquema tradicional de las regencias, a continuación, agregando al comienzo que los signos positivos (todo otro signo que empiece con Aries) se llaman las "casas
del día" de los planetas, y los signos negativos las "casas de la noche".
MAPA A
Esto muestra de inmediato que el Sol y la Luna se consideran
como una unidad, en términos de regencia. Siempre se los colocó en
una categoría especial: como las "luminarias", una valoración que,
como a menudo dijimos, es una expresión de la antigua astrología
geocéntrica que interpretaba a los fenómenos celestes como se los
veía, y no en términos del conocimiento intelectual científico que
hoy en día constituye la astronomía heliocéntrica.
Ahora bien, podemos repetir la misma tabla, pero dando esta
vez a los tres planetas recién descubiertos el signo a regir que pareció apropiado a la mayoría de los astrólogos contemporáneos:
514
MAPA B
Es fácil ver lo que ocurre: siguiendo el ejemplo de la pareja SolLuna, cada uno de los planetas tradicionales recibe un "compañero"
al que se delega una de las dos "casas" originales del planeta, como
dominio sobre el cual regirá. De esto ha de deducirse un nuevo tipo
de apareamiento planetario. En un capítulo anterior estudiamos el
apareamiento tradicional de Saturno y Luna, Júpiter y Mercurio, y
Marte y Venus. Modificamos tal ordenamiento para que Tierra se
convirtiera coherentemente en el centro o en el gozne del apareamiento de los planetas "interiores" y "exteriores": Marte-Venus,
Júpiter-Mercurio, Saturno-fotósfera solar; y los tres "planetas del
inconsciente", Corazón del Sol. En el último esquema, deducido de
la estructura del sistema solar como lo conoce la astrología moderna, la Luna, como satélite de la Tierra, se convierte en el factor de
eslabonamiento entre los planetas intraorbitales y los extraorbitales.
Y ahora vemos otro tipo de apareamiento que surge del Mapa B.
Debido a que el Sol y la Luna eran respectivamente "la luz del día"
y "la luz de la noche", el Sol rige lógicamente un signo positivo
(día), y la Luna rige un signo negativo (noche). De esto puede derivarse una explicación general del proceso emergente de la polarización de todas las regencias planetarias.
Reconsideremos el Mapa A, e imaginemos que la Luna no está
incluida, y que el Sol tiene sus casas de día y sus casas de noche
(Leo y Cáncer), como las tienen todos los demás planetas. Tenemos
entonces la serie de planetas en su orden real, empezando con el Sol
y terminando con Saturno (sin contar, desde luego, a nuestra Tierra).
515
Por el otro lado, si relacionamos esa serie con la serie de signos zodiacales que empiezan con Leo, tenemos una disposición muy ordenada, en la que encajan bien los planetas recién descubiertos, excepto que a Plutón se lo hace regir a Aries, no a Escorpio:
SOL
MERCURIO
VENUS
MARTE
JÚPITER
SATURNO
Leo
Virgo
Libra
Escorpio
Sagitario
Capricornio
URANO
NEPTUNO
PLUTÓN
?
?
(LUNA)
Acuario
Piscis
Aries
Tauro
Géminis
Cáncer
Creemos que tal ordenamiento es muy significativo, pero sólo
en función del Hombre-Individuo, o de la consciencia. Los primeros
seis términos de ambas series se refieren al consciente. Empezando
en Leo en la senda hacia la individualización con gran espontaneidad solar, el Hombre alcanza en Capricornio una individualización
plena y concreta como un "Yo soy", en un sentido personal o en un
sentido planetario. Luego empieza a asimilar el más allá, el contenido del inconsciente colectivo, y este es el sendero hacia la "individuación". A través de Urano, los universales se derraman dentro del
ego particular; a través de Neptuno, las paredes del ego se vuelven
traslúcidas para el más allá (o se disuelven por completo, muy desgraciadamente); a través de Plutón, se crea un nuevo comienzo; el
Orden universal nace en el centro de lo particular transfigurado. La
Luna, al final de esta serie incompleta, representa evidentemente el
principio de la relación universal que señala el final del sendero
hacia la "individuación"; tal como Saturno representaba el principio
de la relación dentro de una forma fija, que señala el final del sendero hacia la individualización. Evidentemente, la Luna es en realidad
sólo el aspecto negativo de ese principio de la relación universal. La
Luna simboliza sólo la maternidad fisiológica y la integración de los
medios elementales de la vida; mientras cuanto ocupe su lugar al
final de la serie que empieza con Acuario debe representar a la Maternidad espiritual y a la integración de las fuerzas universales de la
Vida y a las Ideas en el nivel psico-mental o espiritual; por tanto, tal
516
vez la Galaxia (la Vía Láctea).
Observando al Mapa B desde otro ángulo (e invirtiendo ahora
los lugares de Marte y Plutón), podemos decir también que Saturno
es a Urano, Neptuno a Júpiter, y Marte a Plutón, como la Luna es al
Sol. Expresado de tal manera, la situación es también muy clara y
significativa. Urano es el aliento del "Yo soy" creativo del que el
ego meramente consciente es sólo una especie de reflejo nocturno;
tal como la Luna refleja pálidamente al fuego integrativo del Sol. De
modo parecido, Plutón representa los comienzos cósmicos de un
modo que Marte y sus impulsos, limitados por condicionamiento
fisiológico, reflejan sólo débilmente y de modo personal. En cuanto
a la pareja de Júpiter-Neptuno, puede verse que la función de la disolución de la forma simbolizada por Neptuno tiene que considerarse como un negativo (o polo nocturno) de la función jupiteriana de
expansión del contenido vital de la forma.
Sea esto como fuere, la interpretación antedicha –si bien probablemente no es del todo aceptable– al menos da un cuadro coherente, digno de estudiar en todas sus implicancias. Otros estudiosos de
la astrología tal vez prefieran la posición de Marc Jones, que rehúsa
atribuir regencia alguna a Urano y Neptuno o a cualquier planeta
trans-saturnino que pueda descubrirse, porque la idea misma de regencia no guarda coherencia con el significado de tales planetas. La
regencia es el símbolo de la relación orgánica entre la actividad y la
sustancia organizada implícita en tal actividad; y donde los planetas
se refieren a lo trans-orgánico (lo que está más allá de los límites
del todo orgánico) no puede existir cuestión de regencia. Sin embargo, la respuesta a esto es que un organismo superfisiológico se está
formando en individuos que alcanzaron cierto punto en su desarrollo, y que los planetas trans-saturninos son trans-orgánicos sólo en
cuanto concierne al organismo fisiológico, pero son los medios formativos mismos que están construyendo, en todos los hombres armonizados con la naturaleza positivo-creativa de aquellos, un organismo psico-mental. 42
42
Nos parece valioso citar la explicación de la regencia planetaria que Marc Jones
da en su curso titulado Temple Astrology, lección XXV: "Lo que aquí se pone de
517
La dificultad que acompaña a una intepretación coherente de la
regencia planetaria es incluso más evidente donde se trata de la
"exaltación" de los planetas en ciertos signos zodiacales, y su "éxtasis" en cierto grado de tales signos. Por eso seguiremos y sólo consideraremos brevemente los principales usos aplicados a la teoría de
la relación. Esta domina por completo la rama adivinatoria de la
astrología llamada "astrología horaria" –y tal vez sea de la astrología
horaria que haya provenido la "astrología natal", la única clase de
astrología que hemos estudiado en esta obra. En la astrología natal,
la teoría de la relación planetaria no sólo crea una suerte de eslabonamiento entre planetas y signos –lo cual es valiosísimo, teórica y
lógicamente– sino que, como vimos, sirve como medio para investir
a algunos planetas con las características de "determinador focal".
Como tal se lo usó coherentemente de dos maneras: la primera, muy
usada en la actualidad; la segunda, raras veces tomada en consideración.
El primer modo de singularizar a un planeta y hacer que sirva
como un centro de significado, es encontrar lo que se llama el "planeta regente" o el "regente del mapa". Esto es habitualmente determinado por el signo del Ascendente. El planeta que rige este signo
se convierte en el regente de todo el mapa. La razón de ser de este
método es clara. El Ascendente representa al factor de la personalidad individual, a la mónada, a la fuente de la vida y del destino que
manifiesto es la existencia de dominios astrológicos, o fronteras del carácter que
podrían describirse como límites raciales del carácter, en y a través da los cuales
ha de definirse el carácter individual. Aries debe tener siempre alguna extensión
de Marte, y Piscis debe tener siempre alguna expansión de Júpiter, no por necesidad alguna da la astrología o del esquema celeste, sino porque la raza se estableció de este modo. Las dignidades de los planetas que involucran una relación
permanente con los signos (al menos, para un ciclo de 25.000 años) se conocen
como dignidadas esenciales, y cuando los planetas están ubicados en posiciones
de fuerza o debilidad en función de dignidad, al nativo se lo muestra como tendiendo hacia (o alejándose de) la norma racial de la que en gran medida dependan
su bienestar y su adecuado crecimiento. Esto modifica la interpretación de los
hechos conocidos de su vida, pues estos se inclinan sobre el problema de su horóscopo, pero, desde luego, las significaciones planetarias reales siguen siendo
absolutas, con o sin dignidad."
518
el mapa en conjunto simboliza. Por tanto, el planeta que domina
funcionalmente a este Ascendente se convierte naturalmente en la
dominante función de vida de la personalidad. Sin embargo, en el
caso de planetas que se elevan cerca del Ascendente, o cuando un
planeta, dondequiera que esté situado en el mapa, "dispone" de todos los planetas o de la mayoría de estos,43 entonces dos o más planetas pueden dividirse los honores de la regencia del mapa.
El segundo modo de singularizar a un planeta como punto focal
de la interpretación es la determinación del Almuten. El Almuten se
encuentra registrando las dignidades y debilidades esenciales y accidentales de cada planeta según un conjunto de valoraciones cuantitativas (5 puntos para esta dignidad, 3 puntos para aquélla), restando
la suma total de debilidades de la de dignidades (o viceversa), y descubriendo de esa manera qué planeta recibió el número más alto.
Ese planeta es el más fuerte del mapa. Se dice que determina el
"temperamento" del nativo. El método es muy parecido al correspondiente a la determinación del cociente intelectual –y tal vez funcione tan bien– ¡sea lo que fuere lo que signifique en la estimación
del lector! Parece que el Almuten de Mussolini es Saturno, con Júpiter que lo sigue de cerca, en segundo término. Esto arroja una luz
interesante sobre el carácter personal de aquel; en contradicción del
carácter que él mismo se creó como el vehículo de una Idea superpersonal racial.
Si bien tales tipos de "regencia de mapa" son realmente susceptibles de revelar muchísimo significado, más bien haríamos hincapié
sobre el tipo de "determinación focal" considerada en el capítulo
titulado "La forma y el patrón de los aspectos planetarios", o sea, un
tipo que singulariza algunos rasgos grupales del mapa en conjunto,
43
Un planeta "dispone" de cualquier otro que puede hallarse en el signo que él
rige o en el que está exaltado. En el mapa de Mussolini, el Sol está en su propia
'casa' Leo y dispone de de Mercurio, también en Leo. Pero Mercurio 'dispone' de
Plutón, Saturno, Luna y Marte en Géminis (regido por Mercurio) y de Urano en
Virgo (también regido por Mercurio). Luego, la Luna dispone de Júpiter y Venus
que están en Cáncer; y Venus dispone de Neptuno en Tauro. Por ello, directa o
indirectamente se ve que el Sol dispone de todos los planetas en el mapa. Es coregente con Marte, regente del Ascendente.
519
y considera a ese rasgo como el punto focal de la intepretación. Por
ejemplo, diríamos que, en el mapa de Mussolini, los hechos de que
todos los planetas estén contenidos dentro de un trígono de Urano
con Neptuno, y de que todos ellos, salvo Urano, estén ubicados en el
cuarto Sur-Oeste, constituyen la muy significativa "determinación
focal". Estos hechos centran a los variados significados de los muchos elementos astrológicos alrededor de un significado primordial;
y de eso, surge un género de perspectiva interpretativa que nos parece más válida o más reveladora, al menos en vista de nuestro enfoque de la astrología, que la que podría resultar de dar valoraciones
cuantitativas de fuerza o debilidad a cada planeta separado.
Conclusión
Con este breve estudio de algunos de los principales principios
sobre los que puede construirse una técnica de la interpretación astrológica, que sería coherente con nuestro enfoque de la astrología,
debemos poner término a esta parte consagrada a una reformulación
y una reinterpretación de los elementos fundamentales del simbolismo astrológico. La astrología, definida como un álgebra de la
vida, es absolutamente proteica en su manifestación, y múltiple en la
amplia diversidad de sus enfoques de fases particulares de interpretación. De allí que percibimos muy agudamente cuán incompleta fue
la reformulación presentada en los capítulos de esta segunda parte.
No obstante, confiamos en que lo fundamental se haya asentado
sobre una base coherente de comprensión simbólico-lógica y psicológica; y que en un futuro no demasiado lejano podamos estudiar
con mucha mayor extensión, y en relación con ejemplos mucho más
prácticos, algunos de los factores astrológicos cuyo significado hemos esbozado aquí. Sin embargo, aquí podemos añadir otra vez –
como reafirmación final– que la astrología en su esencia no está
atada a aplicación particular alguna ni a campo de aplicación alguno; que sus verdades no son de carácter empírico ni dependen,
para ser acertadas, de un reino de la vida u otro. Es concebible que
los físicos descubran que su enfoque del problema de determinar la
520
naturaleza del átomo o de galaxias lejanas esté totalmente equivocado; y que sus experimentos fueron proyectados de tal modo que excluyeron el factor principal de la conducta intracósmica o cósmica.
Empero, tal descubrimiento de ningún modo invalidaría a los grupos
algebraicos ni a ninguno de los símbolos matemáticos que se usaron
para establecer las interpretaciones de la actualidad, y que podrían
usarse para construir nuevas teorías. El número 10 sigue siendo un
símbolo válido aunque las diez manzanas agrupadas por él en relación numérica resulten ser duraznos. De modo parecido, consideramos una cuadratura de Júpiter con Saturno; ahora podemos decir
que se refiere a "prueba espiritual y tribulaciones", pero tal expresión sólo tiene validez en función de lo que llamemos "pruebas y
tribulaciones" en nuestra comprensión de la psicología humana.
Modifiquemos esta psicología, y el significado de la cuadratura
cambiará.
Y por último, la astrología no ofrece interpretaciones tan claras
y objetivas como la física moderna. El ideal de la ciencia moderna
es el anonimato y la objetividad, o sea, la supresión total del elemento individual. Sin embargo, esto no significa que la ciencia moderna no nos dé "interpretación"; pues las denominadas "leyes científicas" son, después de todo, interpretaciones generalizadas de proceso y cúmulos de hechos. Pero tales interpretaciones generalizadas
–a las que se llega mediante la simbolización matemática– no se
consideran válidas hasta que no queden excepciones individuales
conocidas, y hasta que, en todo lo que corresponda, se posibilite una
seguridad relativamente absoluta de que los procesos futuros funcionarán según las leyes.
Como resultado, la ciencia moderna está obligada a ignorar la
individualidad de todo ente vivo. A cada ente de esa índole lo reduce a su tipo genérico, e ignora o niega el factor individual y su unicidad. ¿Y qué es único en cualquier "todo" vivo? Al principio, en el
proceso evolutivo que conduce desde la ameba hasta el hombre,
existe sólo el detalle muy infinitesimal de la disposición orgánica.
Luego, cuando la evolución sigue su curso hacia una diferenciación
mayor, el pequeño detalle individual de la superestructura se magnifica hasta que un sistema orgánico se desarrolla adecuadamente para
521
la diferenciación individual. La superestructura individualista no
sólo se une con la estructura genérica sino que influye cada vez más
sobre ella.
Entonces en el hombre encontramos, dentro de su esctructura
orgánica total, una subestructura genérica (el sistema del Gran Simpático) y una superestructura individual (el sistema cerebro-espinal);
y se observa que esta última domina cada vez más a la primera. Entonces decimos que la "mente gobierna a la materia"; lo cual significa, principalmente, que el individuo gobierna a lo genérico o colectivo, especialmente cuando nos referimos a la "mente" como "Mente
Universal", que es meramente la totalidad operativa del "Individuo
Mayor" que emerge lentamente del proceso evolutivo planetario
como una "Persona Mayor": el Dios del final, del ciclo planetario.
La astrología, como la entendemos, complementa a la ciencia
moderna, en cuanto se ocupa esencialmente de la superestructura
individual más que de la subestructura genérico-colectiva. Mediante
el estudio del "primer momento" del ciclo de vida alcanza ser individual y forma individual; y porque lo hace, puede también descubrir el misterio del significado, que es un factor puramente individual. Lo que puede captar del proceso de vida del devenir mismo, es
principalmente en función de períodos estructurales del destino más
que en función de acontecimientos fijos y concretos. Más aún, la
astrología es la única que realmente puede conocer el modo en que
este proceso del devenir se le presenta al ser individual. No conoce
tanto los acontecimientos en sí mismos como las crisis en la curva
de un destino individual. En otras palabras, mediante este conocimiento de la forma revela lo individual a la "individuación"; y conduce la "individuación" hacia una percepción del significado individual de la "individuación" como proceso.
Esto es lo que la "interpretación de la vida" significa. Es la percepción de la forma individual y del significado individual mediante
una personalidad en evolución o en "individuación". Esta personalidad es un compuesto, un agregado de factores y elementos. Cuando
estos se armonizan mediante tal "interpretación de la vida", revelando su forma y su significado individuales potenciales, surge la Per522
sona Viva, realizada e integrada. Repitamos otra vez que es el surgimiento de esta Persona Viva lo que constituye la meta de la astrología, o, al menos, de aquella astrología que llamamos "Astrología
Armónica". Algunos otros hechos relacionados con tal surgimiento
los consideraremos en el siguiente "Epílogo".
523
524
EPÍLOGO
EL USO DE LA ASTROLOGÍA EN EL PROCESO
DE INDIVIDUACIÓN Y CIVILIZACIÓN
Confiamos en que, a lo largo de todas nuestras consideraciones
y toda nuestra reformulación de la filosofía, del simbolismo y de la
técnica de la astrología haya quedado claramente de relieve una cosa: el hecho de que la validez y la fuerza de la astrología dependen,
primordialmente, de la manera en que se la haga servir a la meta
universal de "más totalidad": a la meta de la "individuación" para el
hombre particular, y a la meta de la Civilización Viva para la humanidad en conjunto. Como sistema de simbolismo coherente, la astrología es un estudio intelectual muy fascinante; como sistema de adivinación, es una notable herramienta exploratoria del margen de
acontecimientos futuros; como fenómeno histórico es única al permitirnos sondear la mentalidad de culturas más o menos lejanas,
tanto en el espacio como en el tiempo. Empero, a menos que a la
astrología se la ponga en uso como reveladora de significados vitales y de patrones de relaciones orgánicas (o genéricamente, holísticas), como un medio para explorar las fórmulas secretas de todos
los comienzos, con el propósito de conducirnos a una mejor consumación –en otras palabras, como una técnica de integración de la
personalidad– sigue siendo una especulación meramente intelectual
(como lo sería un álgebra que no pudiera aplicarse a ningún grupo
de datos empíricos) o un peligroso juego de adivinación.
De muchos modos y en muchos lugares hemos expresado esta
opinión. En base a ello hemos recalcado la conexión entre astrología
y psicología, y si hubiéramos tenido espacio para ello, podríamos
haber considerado las relaciones entre la astrología y todas las artes
de curación física; o podríamos haber estudiado el lugar que la astrología podría ocupar en otras artes, pues todas juntas constituyen
el cimiento de la "cultura": desde la agricultura hasta las bellas artes.
525
Decimos aquí, deliberadamente, "artes" y no "ciencias". Pues la astrología aplicada, siendo un arte de interpretación basada en: 1) datos científicos; y 2) lógica del simbolismo, se ocupa esencialmente
del enfoque artístico de la vida, más que del enfoque científico. No
hay una "ciencia" real de vivir. La medicina, por ejemplo, no es una
ciencia, propiamente hablando, sino un arte basado en la interpretación de datos científicamente determinados. La psicología analítica
no es una 
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