Subido por Carlos Rodríguez Aristizábal

Hachazos

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“Hachazos”Andrés Di Tella
Argentina, 2011
Por: Carlos Rodríguez Aritizábal
http://www.youtube.com/watch?v=yOOTmhzAEpk
¿Cuál es la relación entre el retratista y el retratado? ¿Hasta qué punto un documental
nos habla más de la mirada del realizador que del sujeto o tema que es documentado?
¿Qué tensiones enrarecen la relación entre el director y su personaje? “Hachazos” nos
enfrenta de lleno a estas preguntas.
Esta película de Andrés Di Tella, director argentino ya premiado en este festival en
2008 por “Fotografías”, puede leerse como el enfrentamiento entre dos cineastas:
Claudio Caldini, cineasta experimental argentino, que trabajó en la década del 70 y el
propio Di Tella.
La tensión, o el conflicto de la película, surge de la resistencia de Caldini a hacer la
película que Di Tella le propone, y ese forcejeo se convierte en una reflexión sobre el
cine, sobre la representación, sobre el documental.
Caldini es un exponente en Argentina del cine experimental de los años 70, de aquel
cine que investigaba las propiedades plásticas del medio renunciando a la tiranía de la
narración, del relato, de la representación. Un cine más ligado a las vanguardias
europeas de los 20 y al cine experimental norteamericano de los 60 y 70 que al cine
político y comprometido que se “debía” hacer en América Latina.
En el 76 Caldini huye de la dictadura militar Argentina, que ya se había cobrado la vida
de un amigo cineasta, y va a la India donde se incorpora a un Adhram, una comunidad
espiritual donde un guía convive con sus discípulos. Allí tiene una crisis, tiene que ser
ingresado en un manicomio, y regresa a Argentina a vivir en la calle y habitaciones de
alquiler hasta que va a cuidar una quinta en las afueras de Buenos Aires. Allí lo
encuentra Di Tella, allí lo conocemos nosotros.
Durante todo ese tiempo Caldini ha conservado sus películas en súper 8, incluida una
que testimonia el primer encuentro de los dos cineastas: siendo niño Di Tella participa
de una filmación de Caldini, desde el fuera de campo, echando tierra sobre una
performer.
En esta ocasión se encuentran ambos en plano: Caldini, el cineasta experimental casi
olvidado y Di Tella, con su película en la cabeza. La valija en la que Caldini lleva sus
películas la primera vez que ve a Di Tella, se convierte en símbolo del conflicto entre
los dos. Caldini se niega a reconstruir su llegada en tren con esa valija, pues para él nada
significa, y Di Tella insiste, quiere convertir esa valija en símbolo del nomadismo del
personaje, del trasegar de sus películas.
Vemos como Di Tella dibuja en su cuaderno una suerte de story board, apuntes que se
convierten en un leit motiv durante la película y que sirven también como puntuación,
como división de las distintas partes en que está compuesto “Hachazos”.
El director propone a Caldini que reconstruya, que ponga en escena la manera como
filmaba sus películas, y entonces asistimos al despertar del cineasta experimental, a la
transformación de este hombre adusto en un artista lúdico y apasionado. Vemos cómo
amarra la cámara a una cuerda para hacerla girar en círculos, presenciamos la
reproducción que hace de las técnicas usadas en sus películas en súper 8.
El documental permite también a Caldini volver a proyectar sus películas, y es en los
momentos posteriores a esas proyecciones, casi en la penumbra, donde Caldini desnuda
más su interioridad en las conversaciones que tiene con el director. Bellas y oscuras
secuencias.
La película es también el testimonio de un nuevo renacimiento de Caldini, un renacer
pasado por fuego. Como lo había hecho antes, Caldini quema sus naves, sus
pertenencias, los objetos que simbolizan la última etapa de su vida y emprende un
nuevo camino, un camino que pasa por proyectar públicamente sus películas.
Se constata de nuevo la capacidad del dispositivo documental de modificar las
realidades que retrata, el proceso de exposición y reflexión que Caldini transita en esta
película parece ser en buena parte responsable de su cambio final. El documental no es
inofensivo ni inocuo frente a las realidades a las que se aproxima: es capaz de
modificarlas, de generar procesos que se salen de la pantalla, más aún en el caso de
personas que en una película se enfrentan a sí mismas y a su historia. La ingenuidad que
atribuye al documental la propiedad milagrosa de acercarse a las realidades de manera
transparente, sin mancillarlas, sin alterarlas, es una vez más puesta en duda.
El ritmo pausado, el estatismo de la fotografía, la precisión y sobriedad del montaje, la
utilización del archivo del personaje, el acierto en la elección y utilización de la canción
“Porque hoy nací” del grupo Manal, hacen de esta película una de las más intensas
experiencias que este espectador apresurado ha tenido durante el presente festival.
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