TIEMPO HISTÓRICO Y TIEMPO CRONOLÓGICO (29981)

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HISTORIA
El pensamiento académico y la práctica docente
La Historia como ciencia moderna alcanzó su madurez con los aportes del autor alemán
Leopoldo van Ranke (1795- 1886). Esta ciencia se ocupaba de la reconstrucción de los hechos
pasados tal como se produjeron; se la dotaba de un método, científicamente “objetivo”. A esta
corriente historiográfica se la denominó Positivismo.
Paralelamente en la segunda mitad del siglo XIX, surgió el Materialismo Histórico (Karl Marx,
Friederich Engels) que se ocupó de criticar radicalmente al Capitalismo y a la hegemonía de la
burguesía. Estableció como ley y fundamento del proceso histórico, la realidad socioeconómica.
El Materialismo Histórico concibió a la Historia como el resultado del juego de aquellas
relaciones humanas que intervienen en el proceso de producción.
El siglo XX conoció el desarrollo de nuevas corrientes historiográficas, que a través de la
revisión de las ya existentes y en la formulación de propuestas netamente novedosas,
enriquecieron la metodología de la disciplina.
El enfoque historiográfico predominante en nuestro país durante mucho tiempo fue el
paradigma positivista. Esto representó haber privilegiado una concepción de la historia como
ciencia que necesariamente debía incorporar metodologías utilizadas en las Ciencias Naturales.
Dado que para el historiador positivista el sujeto existía separadamente del objeto, este era
factible de ser aprehendido por el primero, de manera que la realidad histórica existía como
verdad independiente de aquel que construía el conocimiento (el sujeto). Los hechos hablaban
por sí mismos, lo que el historiador pensaba de ellos era irrelevante, el conocimiento era
evidentemente objetivo. “El historiador no se propone más que describir las cosas tal como
fueron”. El sujeto es pasivo, contemplativo, imparcial.
Así enfocado, el conocimiento histórico privilegió el documento escrito sobre otras fuentes a
las que otorgó menor valor, interesándole como temas prioritarios el ámbito público y político,
desechando aspectos de la historia social, económica y cultural. Queda claro entonces, la
importancia que se le dio al acontecimiento ubicado en una situación espacio-temporal,
irrepetible y singular.
Este paradigma se basa en grandes acontecimientos, hazañas, tales como las batallas,
conferencias internacionales, las peripecias parlamentarias o electorales, así como la vida de
grandes personajes.
Se concibe al hecho histórico de manera aislada, ya que predomina una concepción centrada
en el tiempo corto, el acontecimiento; descuidando otras dimensiones temporales
principalmente el tiempo de larga duración o estructural. Implícitamente, en este paradigma,
el concepto de tiempo era evolutivo, acumulativo, irreversible, lineal e infinito; es la
temporalidad del progreso iluminista.
La mirada positivista ha sido excesivamente reducida hacia la propia disciplina, no valorando
adecuadamente los valiosos aportes que otras ciencias, especialmente las sociales, estarían en
condiciones de ofrecerle para alcanzar una construcción global de la interpretación histórica.
Finalmente el resultado obtenido sería el conocimiento “de una imagen lo más próximo
posible de aquella que hubiera sido factible derivar de una observación
directa del pasado”.
Indudablemente el “Programa para Escuelas Urbanas”. Revisión 1986”, significó un avance
importante respecto al enfoque anterior predominante en gran parte en la primera mitad del
siglo XX. No obstante, debemos reconocer en la selección de contenidos, objetivos y
propuestas de sugerencias, la permanencia (si bien no total) de características positivistas. Por
ejemplo, en un objetivo de Historia de 5° año se explicita: “Iniciar la búsqueda de la verdad
histórica acerca de las raíces de la cultura americana”. Observamos aquí una de las
características del positivismo explicitada en la búsqueda de una verdad, demostrando así la
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imposibilidad de manejar distintas interpretaciones y fuentes, así como la objetividad del
conocimiento histórico.
Hay además predominio de un desarrollo cronológico lineal, donde los temas de carácter
político institucional ocupan un lugar de mayor destaque frente a otras temáticas como lo
cultural, lo social, lo económico.
Otra de las características referidas al Programa actual es la excesiva dimensión que se le
reconoce a algunas personalidades para la comprensión de determinados períodos históricos.
Esto ocurre con los conquistadores españoles, los caudillos de la Independencia y el origen del
Estado oriental, descuidando a otros protagonistas que contribuyeron a los procesos históricos
desde posiciones más anónimas.
Identificar Nación y Estado era una preocupación que, según el Positivismo, la historia debía
recoger. Esto tenía su inevitable aplicación en la escuela, en la formación de una conciencia de
identidad nacional. He aquí uno de los objetivos de la historia positivista y tradicional, cimentar
la identidad nacional. Se construyó así una historia desde el poder, una historia oficial, donde
se jerarquizó el estudio de acontecimientos, se enalteció a algunas personalidades mientras
que otras eran olvidadas. Indudablemente la Historia como ciencia recurría a alguno de sus
elementos identificatorios, la selección, pero colocando esta herramienta metodológica al
servicio de una finalidad: la construcción de un relato histórico desde la fuerza y la presencia
indiscutible de las personalidades forjadoras de nuestra historia.
No escapa a nadie que la historia también se alimenta de la memoria en su sentido mas amplio
y entre ambas han contribuido a la construcción de la memoria colectiva.
La inserción de estas características en la escuela se debió a una búsqueda intencional de la
construcción y consolidación del Estado Nacional, perdurando algunos rasgos hasta nuestros
días.
El siglo XX, período de grandes contradicciones y antagonismos políticos y sociales, supuso una
etapa de plena evolución científica. En este período se destaca la aparición y desarrollo de una
corriente historiográfica universal: La Escuela de los Annales. Surgió en 1929 impulsada por los
historiadores franceses L Fevbre y M Bloch, como una reacción a la corriente positivista
dominante y propuso una innovación temática y metodológica.
Incorporó inicialmente a los estudios históricos la dimensión económica y social para luego
desarrollar investigaciones en campos más próximos a otras Ciencias Sociales, tales como la
Psicología -a través de la historia de las mentalidades-, la Geografía -a través de las historias
regionales- y la Demografía -con estudios cuantitativos-. Esta renovación epistemológica
otorgó a la enseñanza de la disciplina nuevas posibilidades. Esta apertura a los aspectos
colectivos, sociales y cíclicos, en lugar de la fijación de las corrientes anteriores con grandes
personajes históricos o hechos irrepetibles, fue una de las causas que provocó el interés de los
historiadores por la economía, la demografía y las mentalidades colectivas.
Le Goff concibe a la historia como una ciencia en construcción, cuyos conocimientos tienen
carácter provisorio, lo que invalida la existencia de verdades absolutas. Se pasó así de una
Historia Narración centrada en hechos aislados a una Historia Problema donde se incluyeron
nuevos espacios y actores sociales, por ejemplo el ámbito de la vida privada, la aparición de
sujetos que tienen relación con este -como los niños, las mujeres, los campesinos, los
indígenas, los afrodescendientes, etc.-, ignorados en una visión tradicional.
Se incorpora una concepción más compleja de la temporalidad, dado que combina diferentes
dimensiones del mismo: la corta duración de los acontecimientos, el tiempo medio de las
coyunturas y la larga duración.
En esta nueva concepción para entender la Historia es necesario el desarrollo de un
pensamiento histórico, la capacidad de formular preguntas y de establecer evidencias que den
sustento a las respuestas. También implica ir más allá de los hechos que se presentan en los
textos y consultar documentos, diarios, objetos, sitios históricos y otras evidencias del pasado.
La enseñanza de la Historia en el marco de estas corrientes renovadoras no significa
abandonar el estudio de los acontecimientos, como las efemérides que tradicionalmente se
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destacaron en el trabajo áulico. Se trata de incorporar nuevos elementos que apunten a otros
enfoques metodológicos desde la historia social como diferentes fuentes históricas, no
solamente el documento escrito sino la tradición oral, los vestigios arqueológicos, las
representaciones artísticas, el estudio de sujetos; recursos que nos permiten hacer un
abordaje distinto de estos contenidos.
En este marco resulta imprescindible valorar los nuevos enfoques metodológicos y la variedad
de las fuentes de estudio de la prehistoria en el Uruguay, lo que generalmente conocemos
como período indígena. Esto significa tener en cuenta los resultados recientes de
investigaciones antropológicas y arqueológicas que en la actualidad han hecho aportes
relevantes en esta temática. Así se incorpora a nuestra historia un extenso período que abarca
nada menos que diez mil años de cultura en nuestro país y aún más a nivel continental .
En los años 60 se produjo una renovación del Materialismo Histórico que condujo a muchos
historiadores, principalmente ingleses, a adoptar una postura que valoró en gran medida la
importancia de lo social. Se constituye de esta manera la corriente historiográfica denominada
Historia Social con personalidades como Pierre Vilar, Christopher Hill, Edward Thompson y
Erick Hobsbawm. Como características principales de estas corrientes señalamos:
-la relevancia que se da al estudio del espacio geográfico, habitado por diferentes grupos
humanos,
-la integración del aporte de otras disciplinas sociales,
-el estudio de la vida privada y cotidiana,
-un nuevo enfoque de los conceptos de sujeto y objeto redefiniendo la relación entre los
mismos.
Tanto la Nueva historia como la renovación del materialismo histórico, redimensionan la
concepción de la disciplina y la forma de abordar los contenidos en la escuela.
La enseñanza de la historia contribuye a la construcción del concepto de identidad nacional,
teniendo en cuenta la historia colectiva de una comunidad, sin olvidar ninguno de los tiempos,
ni los aportes que han fraguado en su construcción. Debemos tener en cuenta que:
a)es una construcción cultural permanente,
b)recibe diversos aportes: étnicos, ideológicos, lingüísticos, artísticos, etc.. (No debemos verla
como una construcción homogénea, porque esto significaría vínculos jerárquicos; por lo
contrario, creemos que se compone de una variedad cultural de carácter local-regional que se
conjuga de diferentes formas);
c)es necesario develar los elementos comunes que nos permitan reconocernos también como
parte de una identidad regional y latinoamericana,
d)debemos ampliar el concepto incorporando las experiencias de seiscientos mil uruguayos
que viven en el exterior reconocidos por el Ministerio de Relaciones Exteriores con la creación
del Departamento 20.
Importancia de la enseñanza de la Historia
El tiempo presente no se explica exclusivamente por sí mismo, sino en forma imprescindible a
partir del conocimiento del pasado. No existe realidad histórica con cortes nítidos en el
desarrollo temporal. Todo presente incorpora el pasado.
La Historia está en condiciones de ofrecernos elementos para analizar en forma racional y
crítica el pasado de las sociedades humanas, abordando la construcción de un conocimiento
con pretensiones de objetividad.
No dejamos de reconocer que el conocimiento histórico es en gran medida construcción del
presente desde el cual se mira, por lo tanto la aproximación al conocimiento de la diversidad
de relatos históricos, posibilitará el desarrollo de un abordaje más crítico y reflexivo.
En la Escuela Primaria es imposible evitar versiones del pasado y esta no puede permanecer
ajena a esa realidad.
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En este contexto, la inclusión de la historia reciente en la propuesta del programa se vuelve
ineludible.
La enseñanza del pasado reciente no puede ser un mandato, una verdad institucionalizada,
simplificada, ritualizada. Por el contrario debería tomar instrumentos para poder cuestionar,
dudar, en síntesis pensar. Sin olvidar que el docente es un ser contextualizado en un tiempo,
un espacio y obviamente una ideología determinada. Es una tarea que no debe realizar
aisladamente sino que necesita de la familia, otras instituciones que también son
constructoras de identidad. La memoria es un elemento esencial de lo que hoy se estila llamar
la identidad, individual o colectiva, cuya búsqueda es una de las actividades fundamentales de
los individuos y las sociedades de hoy.
El abordaje de la historia reciente brinda oportunidades para que nuestros niños y niñas
comparen narrativas históricas diferentes, escritas por historiadores que han dado distinta
relevancia a las causas políticas, culturales, económicas de los hechos. Los docentes podrán
usar una rica variedad de documentos históricos (fotografías, textos periodísticos, filmaciones,
testimonios, etc.) que presenten diferentes opiniones, interpretaciones o perspectivas de los
recortes .
Esto llevará a diferenciar entre hechos históricos y las múltiples interpretaciones, utilizando
diferentes procedimientos metodológicos propios de esta disciplina
La enseñanza de la historia posibilita pensar históricamente. Esto implica comprender lo
sucedido, vivirlo aunque más no sea por un instante. Podemos desarrollar la capacidad de
comprender las situaciones en el tiempo y las actitudes de las personas, por lo general
diferentes a nuestro presente. Un recorrido en el tiempo que vaya desde lo estructural,
pasando por lo público, lo privado y hasta lo íntimo, dado que solo la incorporación de miradas
desde lo personal permitirá una mejor comprensión de los procesos colectivos en que el
hombre participa. La idea que tenían de la fidelidad, la traición, la solidaridad, en el siglo XVIII,
puede coincidir o no con la que tenemos en el siglo XXI. A propósito nos puede ilustrar esta
carta de 1858 de un poblador de Santa Lucía al cura Jacinto Vera: El portador es Carlos Carvajal
por quien supliqué a V.E interpusiese su valimiento ante el Jefe Político con el fin de eximirlo
del servicio de policía, ya por ser casado con tres hijos, también por adeudarme cantidad de
pesos; yo lo conozco por hombre de bien pues a no serlo, jamás pediría por él. Este
documento nos revela como, para los hombres de mediados del siglo XIX, las conductas en los
campos económico y ético se entrelazaban de tal manera, que sin tener esto presente,
resultaría para nuestra cultura secularizada de muy difícil comprensión.
Esto posibilita establecer similitudes y diferencias, entre dos épocas permitiendo así el
desarrollo de la noción de tiempo histórico. En ese sentido la Profesora Ana Zabala sostiene
que: “el tiempo histórico no es pues cronológico, aunque se mida en años, siglos y milenios. El
tiempo histórico depende de los cambios y permanencias, elementos fundamentales de la
comprensión de la historicidad de cualquier hecho”
Una aproximación desde lo metodológico sería la modalidad narrativa “(...) como forma de
pensamiento y como vehículo para la creación de significados” ya que permite el análisis
histórico y la comprensión temporal en busca de conceptualizaciones o de vínculos causales
entre los acontecimientos.
En tal sentido, proponemos un nuevo abordaje de la misma que supere lo meramente
descriptivo y posibilite optar por una modalidad de relato más explicativo y analítico. Esto
implica comenzar en la escuela a pensar históricamente a partir de pequeños relatos.
Concebimos la enseñanza de la Historia no como sumatoria de hechos fragmentados de su
condición esencial, sentido y relación con otros; sino como un proceso de desarrollo donde se
vinculan estructuras, comportamientos individuales y colectivos, racionales e irracionales, que
dan sentido a la construcción del conocimiento histórico.
“No basta estudiar los antecedentes del presente, por lo lejano que éstos se sitúen, es
necesario estudiar y conocer otras sociedades muy diferentes a la nuestra, que proporcionen
al alumno una perspectiva más rica y contrastada del mundo en que vive”
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Ningún pasado por remoto que este fuera es ajeno a nuestro presente. “Los humanos
debemos saber leer nuestro entorno en clave temporal porque la temporalidad forma parte
del presente.” Debemos procurar evitar el conocimiento enciclopédico y superficial,
incorporando a esta visión del desarrollo histórico como proceso, el estudio selectivo de
contenidos verdaderamente significativos que puedan reforzar el potencial formativo de la
Historia.
El estudio de la Historia permite enriquecer el conocimiento y comprensión, lo que no significa
aceptación, de la naturaleza social e individual del ser humano. Es necesario que al final del
ciclo escolar el niño adquiera elementos que le permitan comprender que las sociedades no
son producto de cálculos racionales, sino de complejas vinculaciones de intereses particulares
y colectivos, aspiraciones, concepciones ideológicas y de situaciones causales en su más
compleja y variada existencia.
TIEMPO HISTÓRICO Y TIEMPO CRONOLÓGICO
Resumen:
I .Un Espacio Para Cada Sociedad:
Los hechos históricos son interpretados teniendo en cuenta el lugar y el momento en que
ocurre. Las personas ocupan diversos espacios geográficos, cuyas características influyen en su
forma de vida. Por tanto es importante conocer y ubicar el espacio en el que se desarrollan las
sociedades.
II.- El tiempo en la Historia
Precisar el tiempo de los acontecimientos, es fundamental, pues nos permite comprender la
construcción progresiva dela historia, verificar las lentas transformaciones que lasociedad
humana ha experimentado, estudiar los hechos desde una óptima más completa,
hacer comparaciones entre acontecimiento de distintas épocas, etc .Esta dimensión temporal
permite entender los procesos históricos a partir de dos procesos:
diacronía (del griego día: “a través de” y cronos: “tiempo”) Estudia la Historia como una
sucesión de hechos que acontecen con cierto orden.
sincronía, (del griego sin: “simultaneo” y cronos “tiempo”)
Estudia los acontecimientos que se produjeron en el mismo tiempo en diferentes lugares.
III.- Tiempo Cronológico.
Es el ordenamiento de los hechos y procesos en el tiempo. La cronología ayuda mucho a la
historia, le permite ubicar y comparar los hechos en el tiempo. Existen dos clases de
cronología:
Cronología Absoluta:
Cuando empleamos fechas; por ejemplo: “la batalla de Ayacucho ocurrió en 1824” es
una fecha exacta.
Cronología Relativa:
Cuando no empleamos fechas y ubicamos a los acontecimientos antes o después de otros
acontecimientos históricos. Por ejemplo: mi hermano Carlos es menor que yo o Chavín es
anterior a Mochica .Al estudiar la historia, utilizamos distintas formas para medir el tiempo:
medimos en días, semanas, años, décadas (10 años), siglos (100 años) y milenios (1 000
años).También usamos otras convenciones (acuerdos), a los que llamamos de diversas
maneras: Edad, Era, Etapa, Período. En ellos tomamos una como eje una fecha o
acontecimiento; por ejemplo: La era delos dinosaurios, la Edad del Hielo, el periodo del
presidente Alejandro Toledo.
TIEMPO HISTÓRICO:
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Concepto (o metaconcepto) esencial para entender y enseñar historia. Si la base de la
geografía es el estudio del espacio (geográfico), en la historia es el estudio del tiempo
(histórico). Este es un tiempo distinto al tiempo cronológico. Pues mientras el tiempo
cronológico “mide”, el tiempo histórico “explica”. Por lo mismo es un tiempo menos objetivo,
pues está sujeto a la interpretación de los estudiosos (historiadores u otros). Es un tiempo más
complejo y rico por ello mismo. Gracias a este podemos explicar mediante categorías el
desarrollo histórico de las sociedades. Así por ejemplo para una didáctica de la historia que se
precie de tal, es imperativo el empleo eficaz de categorías como la de “cambio” y
“continuidad”. De estas se derivan otras categorías básicas como: duración, permanencia,
ritmo, sucesión, simultaneidad, etc. De esta manera la enseñanza de la historia está
caracterizada por un “tiempo diacrónico” y un “tiempo sincrónico”. El tiempo histórico, tiene
como base el tiempo cronológico, pues todo aprendizaje en este campo de estudio se enmarca
en un espacio temporal determinado (año, lustro, década, siglo, milenio). De la unión del
tiempo cronológico y el tiempo histórico, obtenemos por ejemplo las periodificaciones, pues
son interpretaciones históricas (teorizaciones) enmarcada en el tiempo cronológico de una
sociedad determinada (en nuestro caso la Era cristiana).
La apropiación completa de estas categorías temporales por los estudiantes, es un proceso
complejo. De hecho psicológicamente requiere de un estadio de pensamiento abstracto formal
(Piaget). Sin embargo, una temprana aproximación a estas, facilitara un aprendizaje más
significativo de la ciencia histórica (no relato histórico). Por ello es recomendable que los
estudiantes desarrollen habilidades en el uso de líneas de tiempo, frisos cronológicos o
cuadros cronológicos.
El Tiempo Cronológico
Eddy Romero Meza (Investigador)
El tiempo cronológico, es el soporte sin cual existiría el tiempo histórico, y en ese sentido su
comprensión es previa al aprendizaje del tiempo histórico.
Como recuerda la doctora Gladis Calderón; “la cronología permite ubicar el hecho histórico en
su tiempo y en relación a los demás hechos, identificar lo que es propio de una época y lo que
constituye una nueva tendencia, forma o estructura de la etapa anterior”(1).
La cronología (del gr. Kronos, tiempo y logos, estudio o tratado), es consubstancial a la historia,
pues fija el orden y las fechas de los hechos o acontecimientos históricos. Se concibe también,
como: “Un tiempo formal y mecánico entendido como sucesión de diversos lapsos ritmados
por fenómenos físicos, o por medidas más o menos arbitrarias”(2).
El tiempo cronológico, es el punto de inicio que permite a los estudiosos, percibir los diversos
tempos (ritmos) de la historia.
El tiempo cronológico, sin embargo, no debe ser confundido con el tiempo social o histórico ya
que a pesar de que mide el decurso de las existencias individuales y colectivas, no explica nada
de lo que mide.
Recordemos que la historia de la medición del tiempo, se dio inicio desde épocas remotas, a
partir de la observación del firmamento y las regularidades del movimiento del sol y la luna.
Herramientas para construir líneas de tiempo: http://www.eduteka.org/modulos/4/109/
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