Moniciones Domingo V de Cuaresma 6 de abril 2014 Monición de entrada Hermanos. Nos reunimos en esta Eucaristía, para escuchar la Palabra de Dios y participar del banquete de la Iglesia, en este quinto domingo de Cuaresma, donde contemplaremos a Jesús resucitando a Lázaro de entre los muertos, siendo Él la resurrección y la vida, el Vencedor de la muerte. Iniciemos, pues, la Eucaristía con el canto de entrada. Monición a la Primera Lectura Dios promete sacar a su pueblo Israel, de su situación de muerte en el destierro de Babilonia. No quiere que nadie permanezca en la muerte. Monición al Salmo Responsorial ¡Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa! canta el salmista y con él, también nosotros proclamando, que Dios es compasivo con nosotros. Aguarde nuestro corazón al Señor, como el centinela la aurora. Monición a la Segunda Lectura San Pablo nos enseña que no estamos bajo las obras de la carne, es decir, nuestra simple condición humana y pecadora, sino en el Espíritu, que ha resucitado a Jesucristo y que otro tanto hará por nosotros. Monición al Evangelio Jesús devuelve la vida a Lázaro, a su amigo que tanto amaba, proclamando el poder que tiene sobre la muerte. Él la ha vencido para siempre. Su resurrección es anticipo de la nuestra, pues ha venido a darnos vida en abundancia. Oración de los fieles Celebrante: Presentemos a Jesús, que es la resurrección y la vida, nuestras oraciones con toda confianza, diciendo: Escucha, Señor, nuestras oraciones. Por la Iglesia Universal, para que sea signo viviente de la presencia de Cristo, en todos nuestros ambientes. Oremos. Por nuestros evangelizadores, pastores, ministros ordenados y laicos comprometidos, para que sean testigos cualificados del Evangelio de la vida. Oremos. Por quienes dedican su vida al servicio de los demás, especialmente entre los pobres y abandonados, para que les ayuden a salir de cualquier situación de abandono, marginación o muerte. Oremos. Por todas nuestras comunidades cristianas, para que al reunirse cada domingo a celebrar la Eucaristía, escuchen con fe la Palabra de Dios y vivan del misterio pascual del Señor. Oremos. Por todos los cristianos, para que luchemos contra las diversas situaciones de muerte, en especial, por todo aquello que va en detrimento de la vida. Oremos. Por todos nosotros, que hemos venido a celebrar la Eucaristía, para que descubramos a ese Dios de la vida que ha enviado a Jesucristo, a vencer la muerte y el mal, con su pasión, muerte y resurrección. Oremos. Por nuestros difuntos, familiares y amigos, para que, como Lázaro, hayan escuchado la voz de Jesús, que los libra de la muerte y darles así, una vida plena. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Monición a la presentación de las ofrendas Pongamos en el altar, junto a las ofrendas de pan y de vino, nuestras vidas, para que sean transformadas en Eucaristía, como Pan o alimento de vida eterna, especialmente en este tiempo cuaresmal que estamos viviendo. Monición a la Comunión El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré, en el último día, dice Jesús. Que esta promesa se haga vida en nosotros, al recibir al Señor Jesús en este momento, como Pan vivo bajado del cielo. Monición de despedida (optativa) Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía, pidamos a Dios que todos vivamos la vida que el Señor nos comunica con abundancia, y prepararnos así, a celebrar el Misterio Pascual, en estos días santos que se avecinan, unidos a Cristo muerto y resucitado. Moniciones del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor13 de abril 2014. Inicio de la Semana Santa Monición de entrada Nos reunimos en este domingo de Ramos, en el que aclamaremos a Jesús, el Mesías humilde, manso y sencillo, que entra a la ciudad santa de Jerusalén, montado en un asno, mientras todos lo aclamaban con entusiasmo. También nosotros los aclamamos con alegría, porque creemos en Él y porque queremos seguirlo en estos días de la Semana Santa que hoy iniciamos. Porque estamos convencidos de que su pasión, muerte y resurrección, nos abre también a nosotros las puertas de la vida y de la salvación. Participemos, pues, de esta celebración eucarística (“que es antecedida por la bendición de los ramos o palmas y la consiguiente procesión, con la que simbólicamente acompañaremos al Señor del Triunfo, en su camino hacia la victoria pascual”) Esto último entre comillas se dice si se hace la bendición de los ramos y la correspondiente procesión. Si no se hace, se omite Monición a la Primera Lectura (Is 50,4-7) Escuchemos cómo el profeta Isaías nos presenta, en este cántico, al Servidor del Señor, que es humillado y despreciado. Profecía que Jesús vivió en los días de su pasión dolorosa. Monición al Salmo Responsorial 21 Con Jesús crucificado, oremos a Dios con este salmo del justo que sufre, pero que, a la vez, pone su esperanza y confianza en el Señor, que lo salva del dolor y de la muerte. Monición a la Segunda Lectura (Filip 2,6-11) San Pablo nos presenta en este bello himno, el camino de la humillación y de la muerte, seguido y vivido por Cristo, para ser exaltado como Señor en la gloria divina. Monición al Evangelio (Mt 26,14-27,66) Dispongámonos ahora a escuchar con reverencia y devoción, el relato de la pasión del Señor según san Mateo, en el centro de nuestra celebración. Contemplaremos el viacrucis de Jesús, quien se entrega la muerte por nosotros, para reconciliarnos con Dios, dejándonos un ejemplo de generosidad y de amor sin límites. Oración de los fieles- Domingo de Ramos Celebrante: Presentemos a Jesús, Rey y Mesías, que entra triunfante en Jerusalén, nuestras oraciones con toda confianza, respondiendo: ¡Señor, te piedad de nosotros! Por la Iglesia, para que sea signo de sencillez, de humildad y de entrega, a ejemplo de Cristo, en los días de su pasión sufrida por nosotros. Oremos. Por los que están de vacaciones en estos días santos, para que sepan unirse, en medio de su descanso, a la celebración de toda la Iglesia y alaben al Señor. Oremos. Por los gobernantes y los que ejercen la autoridad como servicio, para que promuevan la paz, la justicia y la caridad entre los pueblos. Oremos. Por los enfermos, los pobres y los que sufren, para que unan sus sufrimientos a los de Cristo sufriente en su pasión y en el gozo de la Pascua. Oremos. Por todos los que nos hemos reunido en este domingo de Ramos, para que la Semana Santa que hoy comenzamos, nos haga crecer en la fe, la esperanza y el amor. Oremos. Por todos nosotros, que hemos venido a celebrar la Eucaristía, para que sigamos las huellas del Señor del Triunfo, que camina hacia la cruz y la resurrección. Oremos. Por nuestros difuntos, para que, habiendo dejado este mundo, participen desde ya, en la gloriosa resurrección de Cristo, uniéndose a su victoria pascual. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta, para que nunca dejes de atenderlas. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Monición a la presentación de las ofrendas Presentemos en el altar, junto a las ofrendas de pan y de vino, nuestras preocupaciones y esperanzas, para que unidas al sacrificio de Cristo, sean transformadas por el Espíritu, en ofrenda agradable al Padre. Monición a la Comunión Acerquémonos con alegría y confianza, a recibir la Eucaristía, con la esperanza de que el Pan de la Vida nos fortalezca en la fe y en el amor. Monición de despedida (optativa) Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía, en este domingo de Ramos, donde hemos aclamado a Cristo victorioso, el Señor del Triunfo, que entra a la ciudad de los profetas a consumar su Misterio Pascual, acontecimiento que vamos a celebrar en estos días de la Semana Santa. Dispongámonos a vivir estos bellos días, con profunda devoción y piedad, sobre todo en la solemnísima Vigilia Pascual el próximo Sábado Santo, y celebrar con alegría desbordante la resurrección del Señor. Jueves Santo- Misa de la Cena del Señor En este Jueves Santo, queremos celebrar aquella última cena, que fue el comienzo de la nueva Pascua. Iniciamos, pues, el Santísimo Triduo Pascual, los tres días de la Pascua, en los que Cristo pasa de este mundo al Padre, por medio de su cena, su muerte y su resurrección, que actualizaremos en los signos sacramentales que vamos a celebrar. Hoy celebramos el testamento del Señor: la institución del sacramento de su Cuerpo y Sangre y el mandato del amor, hecho vida en el lavatorio de los pies de los apóstoles y rubricado con su sacrificio en la cruz del Viernes Santo. También hoy celebramos la institución del sacerdocio ministerial, de quienes han sido elegidos para prolongar, en el tiempo, la entrega sacerdotal de Cristo a favor de la Iglesia. Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios y recibamos los dones eucarísticos, como señal del amor de Jesucristo hacia todos nosotros. Monición a la Palabra de Dios (a las tres lecturas). El pueblo de Israel celebraba todos los años, la fiesta de la Pascua, en la cual actualizaba la liberación de la esclavitud de Egipto, en la comida del cordero pascual. También el Señor quiso celebrarla por última vez, en una noche como ésta, en la cual lavó los pies de los suyos en señal de servicio y les dejó la Eucaristía, como conmemoración de aquella última y definitiva pascua, que nosotros celebramos este Jueves Santo. San Pablo recordaba cómo había recibido la tradición de la Iglesia y de los apóstoles, de la celebración de la Cena del Señor, en la cual Cristo se entregó como comida y bebida de salvación. Por eso, celebrando con la Iglesia Universal el don inmerecido de nuestra salvación, en esta primera (tarde) (noche) del Triduo Pascual, los cristianos alzando la copa de acción de gracias, damos gracias a Dios por los signos sacramentales del pan y del vino, el Cuerpo y la Sangre del Señor, su nueva Pascua que hoy celebramos. Monición al lavatorio de los pies El gesto de Jesús, lavando los pies de los discípulos, nos muestra lo que ha sido su vida: una constante entrega y servicio. Ya él lo había dicho: No he venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate por muchos... Con el gesto hecho por el celebrante, nos recordará a Jesús resumiendo toda su vida de entrega a los suyos, lavando los pies de los apóstoles y pidiéndonos a nosotros hacer lo mismo. Monición a las ofrendas: Presentemos al Padre Celestial nuestras ofrendas de pan y vino, en esta tarde (noche) en que Jesús se hace alimento para todos, en esta fiesta de la Iglesia en la que celebramos su cena pascual de despedida y recordamos sus últimos gestos de entrega, dándonos su Cuerpo y Sangre y lavando los pies de los suyos. Monición a la Comunión: El Señor Jesús se ha quedado con nosotros en el alimento eucarístico. Con fe y alegría, acerquémonos a recibirlo. Hagamos nuestros sus sentimientos y su entrega hasta la muerte de cruz, que nos conduzcan a la gloria de la resurrección, anticipada en esta Cena que hoy celebramos y compartimos. *Monición a la Reserva en el Lugar de la Reserva o “Monumento” (si se hace el traslado de la reserva eucarística) Hemos terminado la celebración de la Eucaristía, en la que hemos celebrado el mandato del amor del Señor, la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, así como el gesto del lavatorio de los pies de los apóstoles. Seguidamente, el sacerdote celebrante va a llevar hasta el Lugar de la Reserva (destinado y debidamente adornado para ello), la Santísima Eucaristía que comulgaremos mañana al celebrar la liturgia de la Pasión y muerte del Señor. Este Cuerpo Sacramentado de Cristo que ahora será reservado, nos manifiesta su amor y su voluntad de permanecer siempre con nosotros. Por eso, lo acompañamos procesionalmente con cantos de alabanza y de profunda adoración y nos quedaremos en oración buena parte de esta noche, preparándonos a celebrar mañana, la liturgia de la Pasión del Señor. *Monición de despedida (si no se hace el traslado del Santísimo al lugar de la reserva) Hemos celebrado la Misa de la Cena del Señor, en la cual recordábamos la institución de la Eucaristía, del Orden Sacerdotal y del mandamiento del amor, cuyo signo ha sido el lavatorio de los pies, anticipo de la entrega del Señor a la muerte el Viernes Santo. Dios mediante mañana Viernes Santo, celebraremos la Pasión y muerte de nuestro Redentor, en espera de la gran celebración de la resurrección en la noche de Pascua, en la solemne Vigilia. Hagamos vida lo vivido y celebrado esta (tarde) noche. Oración de los fieles Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo Celebrante: Presentemos a Cristo Jesús, Pan vivo y verdadero, quien nos dejó la Eucaristía como testamento de su amor, diciendo: ¡Escúchanos, Señor! Por la Iglesia extendida por el mundo entero, para que sea signo de sencillez y servicio a los demás, como nos enseña Cristo. Oremos. Por los nuestros pastores, para que este día eucarístico renueven su servicio ministerial a la Iglesia, celebren y vivan intensamente aquello que celebran. Oremos. Por los gobernantes y los que ejercen la autoridad como servicio, para que promuevan la paz, la justicia y la solidaridad entre los pueblos. Oremos. Por los enfermos, los pobres, los que sufren y los que viven tristes, para que encuentren en nosotros una señal eficaz de la entrega de Jesús. Oremos. Para que sigamos el ejemplo de Cristo, y sepamos lavar los pies a nuestros hermanos y hermanas, es decir, servirlos y ayudarlos. Oremos. Por todos nosotros, para que al participar de este banquete eucarístico, descubramos a Cristo como Pan de Vida, que nos alimenta y fortalece cada día. Oremos. Por nuestros difuntos, en especial, los que estamos recordando y encomendando en esta Eucaristía, para que gocen ya de la paz definitiva, en el Reino de Dios. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta, para que nunca dejes de atenderlas. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Viernes Santo- Celebración de la Pasión y muerte del Señor Monición de entrada Nos reunimos esta tarde para celebrar la Pasión y Muerte del Señor, en el primer día del Santísimo Triduo Pascual. La Cena del Señor que celebrábamos ayer, culmina en la Pasión de Cristo, en el sacrificio de la cruz. Por eso, en nuestra celebración está presente el signo de la cruz, que es de humillación y de muerte, de triunfo y de gloria, de amor, de victoria y de salvación. Para nuestro vivir y nuestro morir, es necesario que entendamos la pasión y muerte de Cristo como la entrega más radical y sublime del Señor, el paso de su muerte a la vida, su pascua, es decir, el paso de este mundo al Padre, como nos enseña san Juan. El Viernes Santo es y fue necesario para el triunfo pascual de Jesucristo. El triunfo de la cruz es anticipo y anuncio del triunfo de su resurrección. Empezamos esta celebración en profundo silencio contemplativo y luego nos arrodillaremos en presencia de Dios. Es necesario que tomemos conciencia de que necesitamos de la Sangre del Cordero, que quita el pecado del mundo. Monición a la Palabra de Dios (a las lecturas bíblicas y el Evangelio) El profeta Isaías, nos presenta de manera conmovedora, el sufrimiento de un hombre y profeta misterioso, en el cual la Iglesia ha visto realizada en todos sus detalles, la pasión y muerte del Señor, pero que también resume todo el dolor y el sufrimiento de la humanidad. Vemos cómo se unen en Cristo, el sufrimiento y el triunfo, el dolor y la entrega, la muerte y la vida en su humanidad crucificada. La segunda lectura de la Carta a los Hebreos, nos presenta su muerte, la del Sumo Sacerdote, solidario por su pueblo. El Hijo del Dios hace suyos nuestros dolores y nuestras penas para redimirnos; y San Juan el testigo fiel de la Pasión, quiere enseñarnos en su Evangelio, que Jesús es el Rey y Señor, que muere como Cordero inocente por todos nosotros, exaltado en la cruz. Monición a la Oración Universal Vamos seguidamente a orar por toda la humanidad, en esta solemne oración universal, en la que el pueblo de Dios, ejerciendo su sacerdocio bautismal, ruega por todos los hombres y mujeres de este mundo. Este es el momento de orar para que la salvación, que nos ha otorgado la pasión y muerte de Cristo Redentor, llegue a todo el mundo. Monición a la adoración de la Santa Cruz Vamos a adorar la santa cruz, como señal de adhesión, de compromiso y de fe en el Señor Jesucristo, que dio su vida en ella por nuestra salvación. Adorar la cruz no es un mero gesto externo o de compasión hacia Cristo, sino expresión de nuestra fe profunda en su redención. Junto al tradicional beso o genuflexión ante el madero, los cristianos creemos que el Señor cargó en ella nuestros pecados y nuestras culpas, que padeció por nosotros, murió y fue sepultado. Y que Dios liberó a su Hijo de la muerte resucitándolo, convirtiendo su cruz en instrumento de victoria. Monición a la Comunión Hoy no celebramos la Eucaristía. Hoy contemplamos a Cristo muerto en la cruz, del cual nos ha hablado la Palabra de Dios y al cual hemos adorado en el signo de su cruz. Dios mediante, esperamos celebrar la Eucaristía, en la noche de la solemne Vigilia Pascual. En esta espera, nos acompaña el Santísimo Sacramento que, desde ayer fue reservado en el Lugar de la reserva, que nos recuerda su humanidad entregada por nosotros y su Cuerpo dado en alimento al mundo. Recibámoslo con fe y con amor. Monición de despedida (optativa) Hemos celebrado esta tarde la Liturgia de la Pasión del Señor, escuchando su Palabra. Hemos adorado su cruz y hemos recibido su Cuerpo eucarístico en la Santa Comunión. Démosle gracias al Señor por su entrega a la muerte por nosotros, por haber recorrido el camino del dolor, para entrar en la Pascua de su resurrección. Ante Jesús crucificado, muerto y sepultado afirmamos nuestra confianza que el dolor, el mal, la injusticia, la opresión y la tristeza serán vencidas por la fuerza de su resurrección, que mañana, Dios mediante, celebraremos con gozo desbordante en la solemnísima Vigilia pascual, aquí en nuestro templo y en la que ojalá todos podamos participar. SOLEMNE VIGILIA PASCUAL Monición para el comienzo de la celebración (Lucernario) Sean bienvenidos a la celebración de la fiesta de las fiestas, la solemne Vigilia Pascual que vamos a comenzar, en esta noche gloriosa de la Resurrección del Señor. Nos hemos reunido para participar en la fiesta más solemne de la liturgia cristiana, que celebra la resurrección de Jesucristo y, por anticipado, nuestra propia resurrección. En la oscuridad de la noche surge una luz nueva, Cristo Resucitado. Caminando tras él, venceremos nuestras propias tinieblas y seremos iluminados con el resplandor de su resurrección. Asistamos a todos los ritos de esta solemne Vigilia con un corazón sencillo, alegre y dispuesto, en vela, para que, de verdad, podamos vivir intensamente lo que cada uno de estos signos significan. Antes de la inscripción del Cirio (si se hace) La marca que se hace sobre la cruz y sobre las letras Alfa y Omega de este Cirio, nos manifiesta que el Cirio Pascual simboliza a Jesucristo, Luz del mundo, Principio y Fin de todo. Las cifras del año en curso, indican que Cristo vive y que suyos son los tiempos y los acontecimientos. Los granos de incienso, nos recuerdan las llagas gloriosas del Señor Resucitado. Antes del Canto o proclamación del Pregón Pascual La Iglesia, al verse iluminada por tanta luz, estalla en un jubiloso canto de alabanza, de gratitud y de alegría. Se nos anuncian las maravillas que Dios realizó y va a realizar esta noche. Escuchemos este Pregón Pascual con profunda alegría. MONICIONES PARA LAS LECTURAS Y EL SALMO RESPONSORIAL DE CADA LECTURA BÍBLICA Primera lectura: Gén 1,1-2,2 Escuchemos cómo Dios crea el universo, el mundo y el ser humano, como el primer acto de su amor por nosotros. Creación que esta noche es salvada e iluminada por Cristo Resucitado. Salmo responsorial (103) Cantemos las maravillas del Señor, cuyo Espíritu da vida y recrea la creación salida de sus manos. Segunda lectura: Gen 22 Abrahán ofrece a Dios a su hijo amado Isaac. Es figura de Dios Padre, que nos da a su Hijo Jesucristo, el nuevo Isaac, que cargando la cruz, ha muerto por nosotros para salvarnos. Salmo responsorial (15) Cantemos a Dios, que ha resucitado a su Hijo Jesucristo, al que no ha abandonado a la muerte, para que nosotros vivamos, por anticipado, nuestra propia victoria de la oscuridad y del sepulcro. Tercera lectura: Ex 14 La liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, es anticipo de la gran liberación que Cristo Redentor ha hecho de nosotros, pasando por el mar de la muerte, como nosotros lo pasamos gracias al bautismo, que nos otorga la nueva vida de la resurrección. Salmo responsorial (Ex 15) Unamos nuestras voces a Israel, cantando el cántico de los salvados, que Moisés y Miriam su hermana, cantan hoy con nosotros, en esta noche de Pascua. Cuarta lectura: Is 54 Israel es la novia de Dios, su esposa amada, rescatada de la muerte, gracias al amor de su Esposo Dios, que en Cristo, ha venido a desposarse con la Iglesia, con su entrega hasta la muerte. Salmo responsorial (29) Cantemos al Señor, que saca a su pueblo del abismo de la muerte, como ha liberado a su Hijo Jesucristo del poder del sepulcro. Quinta lectura (Is 55) Dios Padre quiere saciar el hambre y sed de su pueblo, el cual lo único que debe hacer es recibir de su Padre Celestial, los bienes de la salvación. Recibamos de Dios gratis lo que gratis nos regala: el don de su Hijo. Salmo responsorial (Is 12) Como Moisés en el desierto, como la Samaritana en el pozo de Jacob, vayamos a saciar nuestra sed de Dios, a beber de las fuentes de la salvación. Sexta lectura (Baruc 3) Dios es la fuente de la sabiduría, que Israel debe buscar en todos los momentos de su vida, para descubrir la ley de su Dios, como camino y vida. Salmo responsorial (18) Como San Pedro, que al encontrarse con Cristo Eucaristía, Pan de vida, exclamaba que sólo el Señor tiene palabras de vida eterna, aclamemos nosotros a quien nos da la Vida. Sétima lectura (Ez 36) Dios quiere purificar al pueblo de sus pecados e infidelidades con agua pura, anticipo del bautismo, por el cual somos liberados del poder del pecado y de la muerte. Salmo responsorial Aclamemos a Dios que por el Bautismo, viene a darnos vida, a hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos, a saciar nuestra sed y a crear en nosotros un corazón puro. Para el canto del Himno del Gloria Cantemos con gozo exultante el himno del Gloria, en esta noche del nuevo nacimiento de Cristo a la vida eterna por su resurrección. Alabemos al Padre Celestial, que no ha abandonado a su Hijo en la muerte, gracias a la acción poderosa del Espíritu. Primera lectura del Nuevo Testamento (Romanos 6) Gracias al sacramento del bautismo, la vida del Señor Resucitado se nos comunica, salvándonos del pecado y de la muerte. Gracias damos a Dios por este maravilloso don que nos hace en su Hijo Resucitado. Al canto del Aleluya Cantemos con el Aleluya, la acción salvadora de Dios, que arrancó a Cristo del poder de la muerte, pues el brazo del Señor ha hecho la maravilla de las maravillas, resucitando a su Hijo Jesucristo. Evangelio (Mt 28,1-10) A las mujeres que van con aromas a la tumba de Jesús, el misterioso Ángel del Señor les anuncia resurrección del Señor y, presurosas, corren a anunciarla. Una tarea que, desde esta noche, también debemos hacer nosotros con alegría y convicción, sabiendo que el Señor Resucitado ha vencido para siempre a la muerte. Al comenzar la liturgia bautismal (si hay bautizos) En celebraciones solemnes como ésta, la Iglesia de la tierra, reunida de fiesta, implora la intercesión de los santos, que forman la Iglesia del cielo, para pedirles su intercesión por todos los que en esta noche, van a ser bautizados y por nosotros, que nos disponemos a renovar nuestros compromisos bautismales, en esta liturgia bautismal que ahora comienza. Pero, si no hay bautizos, se hace la siguiente monición En esta noche santa, vamos a renovar las promesas del bautismo, con el cual Cristo nos ha injertado en su Pascua. Que el agua que va a ser bendecida y derramada sobre nosotros, nos haga tomar conciencia de la importancia y fuerza de este gran sacramento pascual. Antes de la bendición del agua Lo mismo que fue bendecido el fuego, para que fuera luz nueva, que nos iluminara en esta noche santa de la Pascua, ahora se bendice el agua (que dará nueva vida a los que van a ser bautizados en ella), y que será luego derramada sobre nosotros, en recuerdo de nuestro bautismo. Monición a las Ofrendas Presentemos al Padre las primicias de la tierra, los dones del pan y del vino, para que Cristo Resucitado se haga presente por medio de ellos, como Pan de Vida y bebida de salvación. Monición al Prefacio (si se acostumbra o se desea hacer esta noche) Bendecimos al Padre, porque Cristo Resucitado es el Vencedor de la muerte y el Salvador de todos los seres humanos. Comunión Acerquémonos con fe a recibir el Cuerpo resucitado de Cristo, para incorporarnos a su resurrección, y que al recibirlo, podamos también resucitar a una vida nueva, gracias a su fuerza y a su gracia que recibimos en esta Eucaristía. Monición de despedida Hemos pasado en vela, en esta noche festiva y única del año, donde celebramos la fiesta de las fiestas, la Pascua de Cristo. Con Cristo hemos cantado las alabanzas de Dios, hemos escuchado con atención su Palabra, para descubrir en ella las maravillas de la obra salvadora del Padre. Hemos celebrado (o renovado) el sacramento del Bautismo y hemos recibido la comida pascual por excelencia, la Eucaristía, sacramento de resurrección y de vida. Definitivamente, ha sido una noche de fiesta, de gozo y de sereno optimismo y confianza, pues sabemos por la fe que el Señor vive para siempre. Ahora al salir, nos podemos felicitar, llenos de alegría, deseándonos felices pascuas de resurrección, deseo que ojalá lo prolonguemos durante los cincuenta días de Pascua que hoy comenzamos. Que la luz de Cristo ilumine nuestras vidas y nos haga participar de su triunfo y de su resurrección. DOMINGO DE RESURRECCIÓN- 20 de abril 2014 Monición inicial ¡Sean bienvenidos todos ustedes, en este día solemne de la Resurrección del Señor! Hemos venido precisamente a celebrar que Jesús, el Crucificado, está vivo, que ha pasado la Pascua, ha resucitado y vive entre nosotros. Anoche, en todas las comunidades cristianas del mundo y en todos los lugares donde hay cristianos, se ha cantado el canto más entusiasta de la Iglesia: el Aleluya, un canto de gozo desbordante, pues millones de hombres y mujeres, de todas las culturas, de todos los pueblos, se han reunido, igual que nosotros, a celebrar el gran triunfo de Cristo. Jesús, muerto y sepultado por amor, ha resucitado y vive para siempre. Celebramos, pues, llenos de alegría desbordante, la resurrección del Señor, como prenda de nuestra propia resurrección, escuchando la Palabra de Dios y participando de la Eucaristía, sacramento pascual, en este solemne día de fiesta. Monición al rito de la aspersión Jesús resucitado nos ha dado su misma vida, mediante el Bautismo que un día, hace ya mucho tiempo, recibimos en este gran sacramento de la iniciación cristiana. Recibamos con fe y con corazón disponible, el agua bendecida que será rociada sobre nosotros, como signo del Bautismo. Moniciones para la Liturgia de la Palabra Primera lectura: Hech 10,34ª.37-43 Escuchemos en la primera lectura, el anuncio de la resurrección de Cristo, hecho por san Pedro el día de Pentecostés, anuncio que nosotros los cristianos, seguimos escuchando con emoción y esperanza. Salmo responsorial: 117 ¡Este es el día en que el Señor actuó!, canta el salmista agradecido por la salvación que Dios otorgó a Israel. Igual nosotros, hoy cantamos este salmo con entusiasmo, pues la gran obra del Padre fue rescatar a su Hijo del sepulcro y será también su gran obra, cuando nos resucite a nosotros también. Monición para la segunda lectura, si se hace la de San Pablo a los Colosenses (3,1-4) Con Cristo, hemos resucitado todos y hemos sido asociados a su salvación. Ya podemos celebrar esta Pascua con alegría, pues nuestra vida está con Cristo, esperando su liberación final, después de la muerte. O si se proclama, como segunda lectura, la de San Pablo a los Corintios (1 Cor 5,6b-9), se hace la siguiente monición San Pablo nos invita a celebrar la Pascua con la sinceridad y la justicia, es decir, con una vida acorde al Evangelio. Que la celebración de la fiesta de nuestra salvación, nos haga auténticos seguidores de Aquél que es el Cordero de la Pascua. Monición a la Secuencia de Pascua Vamos a escuchar, seguidamente, un canto muy antiguo en que la Iglesia pregona la resurrección del Señor, que se llama “Secuencia de Pascua”. Himno que escucharemos con alegría y esperanza, como una invitación a llevar a todos el anuncio de la Resurrección, como lo hizo aquel día de Pascua, María Magdalena. Monición del Evangelio de Juan (20,1-9), para la Misa de la mañana María Magdalena, Pedro y el discípulo amado van de madrugada al sepulcro y se encuentran con que el cadáver de Jesús no está allí en la tumba. Pero solamente el discípulo predilecto del Señor llega, mediante la fe, a descubrir en aquella tumba vacía y en aquella sábana que había envuelto el cadáver de Cristo, que realmente Jesús está vivo, porque “Juan vio y creyó” en su Señor. Monición para el Evangelio de San Lucas, si se utiliza el Evangelio de San Lucas, para la misa vespertina de este domingo, del relato de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35) Jesús Resucitado camina con la Iglesia por los caminos de la vida, igual como caminó con los discípulos aquella tarde de Pascua. A ellos y a nosotros nos invita a descubrirlo en la Eucaristía, en las personas que caminan a nuestro lado y en los acontecimientos de la vida y en la Iglesia que nos reúne en su Nombre. Monición a las Ofrendas Jesús resucitado vive para siempre. Y vive en cada uno de nosotros, en especial, se hace presente en los dones eucarísticos, que vamos a presentar en el altar, la mesa de los hermanos, que hoy se reúnen a comer su Pascua. Monición a la Comunión ¡Qué alegría debe darnos recibir hoy el Cuerpo del Señor, porque es el Resucitado, que se nos da en alimento de vida eterna, en la cual ya participamos por la fe y por la participación de la cena eucarística. Recibamos, pues, el Cuerpo de Cristo, para que Él nos regale de aquella vida que comenzó el primer día de la Pascua, en presencia de los suyos, como un día los alimentó del pan del cielo, cuando se apareció para animarlos y enviarlos al mundo, como hoy lo hace con nosotros. Monición de despedida Hemos celebrado la Pascua del Señor, tanto anoche con la Solemne Vigilia Pascual, la fiesta de las fiestas, como hoy domingo que es su día, día de alegría y de gozo desbordante. Pero hoy no termina todo. Más bien, hoy comienza todo, el tiempo más bello y más dinámico de la Iglesia: la Cincuentena Pascual, los 50 días de Pascua, que debemos celebrarlos como si fueran un solo domingo, en cada día de la Cincuentena Pascual, en especial los domingos. No pensemos, pues, que la Semana Santa termina y ya...Todo lo contrario, comienza el tiempo más importante, más intenso y más alegre de la Iglesia, que se prolongará hasta Pentecostés. Vivamos, pues, con ilusión y alegría, el tiempo pascual que hoy hemos comenzado. ¡Feliz tiempo pascual les deseamos a todos ustedes! *Oración de los fieles (Vigilia Pascual) Celebrante: Oremos a Jesús Resucitado, Vencedor de la muerte, con toda confianza, diciendo: Escucha, Señor, nuestras oraciones. Para que la Iglesia sepa comunicar a los hombres y mujeres, la luz renovadora del Evangelio. Oremos. Para que todos los que, en este Tiempo de Pascua, reciban la gracia de los sacramentos de la iniciación cristiana, para que encuentren en nosotros ejemplo de vida evangélica. Oremos. Para que la vida y el amor, la fe y la esperanza que nos has alcanzado con tu resurrección, Señor Jesús, llegue a todos los habitantes de este mundo. Oremos. (Si hubo bautizos y confirmaciones en la Vigilia Pascual). Para que los bautizados (y confirmados), en esta solemne Vigilia Pascual, experimenten siempre la fuerza de tu vida nueva, Señor Jesús, y vivan como hombres y mujeres nuevos. Oremos. (Si no se celebran estos sacramentos de iniciación cristiana, que ustedes le dén una nueva redacción a esta oración, o simplemente la omiten). Para que los pobres y todos los que sufren, encuentren en la ayuda y la compasión humanas, el signo de tu salvación. Oremos. Para que nosotros, y todos los cristianos que hoy celebran con alegría esta Noche Santa, recibamos la abundancia de tu gracia siempre renovada Por nuestros difuntos, en especial, los que estamos encomendando en esta noche de Pascua, para que disfruten desde ya, Señor, de tu fuerza poderosa de Resucitado, como primicias de tu vida nueva en todos ellos. Oremos. Celebrante: Señor Jesús, que has compartido nuestra condición humana y nos has introducido en la vida de Dios, escucha esta noche la oración de tu Iglesia. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. *Oración de los fieles- Domingo de Pascua Celebrante: Presentemos a Jesús Resucitado, en este primer domingo de Pascua, nuestras oraciones diciendo: ¡Escúchanos, Señor! Para que en la Iglesia, nacida en la alegría de la Pascua, se descubra la presencia vida y actuante del Señor Resucitado. Roguemos al Señor. Para que la alegría que hoy celebramos los cristianos, llegue al mundo entero, en especial, a los que sufren y viven tristes. Roguemos al Señor. Para que la renovación que supone esta Pascua, nos ayude a todos en lograr un mundo más justo, pacífico y fraternal. Roguemos al Señor. Para que la luz de Cristo Resucitado, ilumine los caminos de la vida, a quienes, durante estas fiestas de Pascua, recibirán los sacramentos de la iniciación cristiana. Roguemos al Señor Para que la celebración gozosa de este domingo de Pascua, renueve en todos nosotros la fe, la esperanza y la caridad, siendo testigos con nuestra vida diaria, de la resurrección de Cristo. Roguemos al Señor. Para que nuestros difuntos, que murieron con la esperanza de la resurrección, experimenten desde ya, la nueva vida que el Señor les ofrece, de quien es la Vida en plenitud. Roguemos al Señor Celebrante: Escucha, Señor Jesús, estas oraciones que el Espíritu Santo pone en nuestros corazones. A ti, que Resucitado, vives con el Padre y el Espíritu, y reinas por los siglos de los siglos. Amén. II Domingo- Tiempo Pascual (llamado también Domingo de la Divina Misericordia) 27 de abril 2014 Monición de entrada Nos reunimos para escuchar la Palabra de Dios y participar del banquete eucarístico, en este Segundo Domingo del Tiempo Pascual. Hoy el Evangelio nos presenta el encuentro del Señor Resucitado con sus discípulos, aquel primer domingo pascual, y luego con el discípulo incrédulo Tomás, que después de haber visto a Cristo, nos dejó una bella confesión de fe en Él, a quien hoy también lo celebramos como el “Señor de la divina misericordia”. Iniciemos, pues, la Eucaristía con el canto de entrada. Monición a la Primera Lectura Escuchemos este bello resumen que San Lucas nos ofrece acerca de la primitiva comunidad cristiana, que se reunía gozosa a celebrar la resurrección del Señor, como anticipo y modelo de toda comunidad de resucitados. Monición al Salmo Responsorial Aclamemos al Señor que ha puesto a Cristo Resucitado como piedra angular de la Iglesia, y a quien aclamamos como Bendito que viene en nombre del Señor. Monición a la Segunda Lectura El autor de la primera carta de Pedro, nos ha dejado en esta lectura un bello himno a Dios Padre, por su obra maravillosa de la resurrección de su Hijo, que significa para todos nosotros, un nuevo nacimiento y un anticipo de la gloria, a la que estamos destinados como herencia. Monición al Evangelio ¡Dichosos aquellos que crean sin haber visto!, dijo Jesús a Tomás. Que nosotros tengamos la fe suficiente de creer en la Pascua del Señor, aunque no tengamos la dicha de verlo como lo hicieron sus primeros testigos. Oración de los fieles Celebrante: Presentemos a Jesús Resucitado, Señor de la misericordia, nuestras oraciones con toda confianza, diciendo: Escucha, Señor y ten piedad. Por la Iglesia extendida por el universo, para que siga anunciando al mundo, la buena nueva de la resurrección del Señor. Oremos. Por todos nuestros pastores, para que sigan evangelizando al mundo con la alegría de la Pascua y con su testimonio. Oremos. Por todos los que hoy celebramos la canonización de nuestros queridos beatos, Juan XXIII y Juan Pablo II, para que el ejemplo y la intercesión de ambos santos, nos estimule en el amor a Cristo y su seguimiento generoso. Oremos. Por quienes hoy más que nunca necesitamos de la misericordia divina, para que la experimentemos con abundancia, en Cristo muerto y Resucitado. Por nosotros, que hemos venido a celebrar la Eucaristía, para que pongamos en las manos del Señor misericordioso, nuestras necesidades y sufrimientos. Oremos. Por quienes recibirán durante este tiempo de Pascua, los sacramentos de la iniciación cristiana, para que se identifiquen plenamente con Jesucristo Resucitado. Oremos Por nuestros difuntos, en especial, los que estamos encomendando en esta Eucaristía, para que, desde ahora, vivan como resucitados en el Reino de Dios. Oremos. Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Monición a la presentación de las ofrendas Pongamos en el altar, junto a las ofrendas de pan y de vino, el deseo de ser, como Cristo, ofrenda viva agradable al Padre. Monición a la Comunión Recibamos con fe viva y esperanza el Pan de la Vida que es Cristo; que germine en nuestras vidas sus palabras y enseñanzas, junto al sacramento que recibimos y compartimos. Monición de despedida (optativa) Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía, en este “Domingo de la Divina Misericordia”, en el que la Palabra de Dios nos invita a reconocer a Cristo Resucitado, aunque no lo hayamos visto, pero que, por la fe, sabemos que está Resucitado. Que esta celebración nos ayude a encontrarlo en todos los caminos de nuestra vida, en especial, cada vez que nos reunimos a celebrarlo en la Eucaristía, que es Pan de vida eterna y anticipo del premio de nuestra propia resurrección.