Moniciones Domingo V de Cuaresma

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Moniciones Domingo V de Cuaresma
6 de abril 2014
Monición de entrada
Hermanos. Nos reunimos en esta Eucaristía, para escuchar la Palabra
de Dios y participar del banquete de la Iglesia, en este quinto domingo de
Cuaresma, donde contemplaremos a Jesús resucitando a Lázaro de entre los
muertos, siendo Él la resurrección y la vida, el Vencedor de la muerte.
Iniciemos, pues, la Eucaristía con el canto de entrada.
Monición a la Primera Lectura
Dios promete sacar a su pueblo Israel, de su situación de muerte en el
destierro de Babilonia. No quiere que nadie permanezca en la muerte.
Monición al Salmo Responsorial
¡Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa! canta el
salmista y con él, también nosotros proclamando, que Dios es compasivo con
nosotros. Aguarde nuestro corazón al Señor, como el centinela la aurora.
Monición a la Segunda Lectura
San Pablo nos enseña que no estamos bajo las obras de la carne, es
decir, nuestra simple condición humana y pecadora, sino en el Espíritu, que
ha resucitado a Jesucristo y que otro tanto hará por nosotros.
Monición al Evangelio
Jesús devuelve la vida a Lázaro, a su amigo que tanto amaba,
proclamando el poder que tiene sobre la muerte. Él la ha vencido para
siempre. Su resurrección es anticipo de la nuestra, pues ha venido a darnos
vida en abundancia.
Oración de los fieles
Celebrante: Presentemos a Jesús, que es la resurrección y la vida, nuestras
oraciones con toda confianza, diciendo: Escucha, Señor, nuestras oraciones.
 Por la Iglesia Universal, para que sea signo viviente de la presencia de
Cristo, en todos nuestros ambientes. Oremos.
 Por nuestros evangelizadores, pastores, ministros ordenados y laicos
comprometidos, para que sean testigos cualificados del Evangelio de la
vida. Oremos.
 Por quienes dedican su vida al servicio de los demás, especialmente
entre los pobres y abandonados, para que les ayuden a salir de
cualquier situación de abandono, marginación o muerte. Oremos.
 Por todas nuestras comunidades cristianas, para que al reunirse cada
domingo a celebrar la Eucaristía, escuchen con fe la Palabra de Dios y
vivan del misterio pascual del Señor. Oremos.
 Por todos los cristianos, para que luchemos contra las diversas
situaciones de muerte, en especial, por todo aquello que va en
detrimento de la vida. Oremos.
 Por todos nosotros, que hemos venido a celebrar la Eucaristía, para
que descubramos a ese Dios de la vida que ha enviado a Jesucristo, a
vencer la muerte y el mal, con su pasión, muerte y resurrección.
Oremos.
 Por nuestros difuntos, familiares y amigos, para que, como Lázaro,
hayan escuchado la voz de Jesús, que los libra de la muerte y darles así,
una vida plena. Oremos.
Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta. A ti, que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Monición a la presentación de las ofrendas
Pongamos en el altar, junto a las ofrendas de pan y de vino, nuestras
vidas, para que sean transformadas en Eucaristía, como Pan o alimento de
vida eterna, especialmente en este tiempo cuaresmal que estamos viviendo.
Monición a la Comunión
El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo
resucitaré, en el último día, dice Jesús. Que esta promesa se haga vida en
nosotros, al recibir al Señor Jesús en este momento, como Pan vivo bajado
del cielo.
Monición de despedida (optativa)
Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
pidamos a Dios que todos vivamos la vida que el Señor nos comunica con
abundancia, y prepararnos así, a celebrar el Misterio Pascual, en estos días
santos que se avecinan, unidos a Cristo muerto y resucitado.
Moniciones del Domingo de Ramos en la Pasión del Señor13 de abril 2014. Inicio de la Semana Santa
Monición de entrada
Nos reunimos en este domingo de Ramos, en el que aclamaremos a Jesús, el
Mesías humilde, manso y sencillo, que entra a la ciudad santa de Jerusalén, montado en
un asno, mientras todos lo aclamaban con entusiasmo. También nosotros los aclamamos
con alegría, porque creemos en Él y porque queremos seguirlo en estos días de la Semana
Santa que hoy iniciamos. Porque estamos convencidos de que su pasión, muerte y
resurrección, nos abre también a nosotros las puertas de la vida y de la salvación.
Participemos, pues, de esta celebración eucarística (“que es antecedida por la
bendición de los ramos o palmas y la consiguiente procesión, con la que simbólicamente
acompañaremos al Señor del Triunfo, en su camino hacia la victoria pascual”) Esto último
entre comillas se dice si se hace la bendición de los ramos y la correspondiente
procesión. Si no se hace, se omite
Monición a la Primera Lectura (Is 50,4-7)
Escuchemos cómo el profeta Isaías nos presenta, en este cántico, al Servidor del
Señor, que es humillado y despreciado. Profecía que Jesús vivió en los días de su pasión
dolorosa.
Monición al Salmo Responsorial 21
Con Jesús crucificado, oremos a Dios con este salmo del justo que sufre, pero que,
a la vez, pone su esperanza y confianza en el Señor, que lo salva del dolor y de la muerte.
Monición a la Segunda Lectura (Filip 2,6-11)
San Pablo nos presenta en este bello himno, el camino de la humillación y de la
muerte, seguido y vivido por Cristo, para ser exaltado como Señor en la gloria divina.
Monición al Evangelio (Mt 26,14-27,66)
Dispongámonos ahora a escuchar con reverencia y devoción, el relato de la pasión
del Señor según san Mateo, en el centro de nuestra celebración. Contemplaremos el
viacrucis de Jesús, quien se entrega la muerte por nosotros, para reconciliarnos con Dios,
dejándonos un ejemplo de generosidad y de amor sin límites.
Oración de los fieles- Domingo de Ramos
Celebrante: Presentemos a Jesús, Rey y Mesías, que entra triunfante en
Jerusalén, nuestras oraciones con toda confianza, respondiendo: ¡Señor, te
piedad de nosotros!
 Por la Iglesia, para que sea signo de sencillez, de humildad y de
entrega, a ejemplo de Cristo, en los días de su pasión sufrida por
nosotros. Oremos.
 Por los que están de vacaciones en estos días santos, para que sepan
unirse, en medio de su descanso, a la celebración de toda la Iglesia y
alaben al Señor. Oremos.
 Por los gobernantes y los que ejercen la autoridad como servicio, para
que promuevan la paz, la justicia y la caridad entre los pueblos.
Oremos.
 Por los enfermos, los pobres y los que sufren, para que unan sus
sufrimientos a los de Cristo sufriente en su pasión y en el gozo de la
Pascua. Oremos.
 Por todos los que nos hemos reunido en este domingo de Ramos, para
que la Semana Santa que hoy comenzamos, nos haga crecer en la fe, la
esperanza y el amor. Oremos.
 Por todos nosotros, que hemos venido a celebrar la Eucaristía, para
que sigamos las huellas del Señor del Triunfo, que camina hacia la cruz
y la resurrección. Oremos.
 Por nuestros difuntos, para que, habiendo dejado este mundo,
participen desde ya, en la gloriosa resurrección de Cristo, uniéndose a
su victoria pascual. Oremos.
Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta, para que
nunca dejes de atenderlas. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Monición a la presentación de las ofrendas
Presentemos en el altar, junto a las ofrendas de pan y de vino, nuestras
preocupaciones y esperanzas, para que unidas al sacrificio de Cristo, sean
transformadas por el Espíritu, en ofrenda agradable al Padre.
Monición a la Comunión
Acerquémonos con alegría y confianza, a recibir la Eucaristía, con la
esperanza de que el Pan de la Vida nos fortalezca en la fe y en el amor.
Monición de despedida (optativa)
Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
en este domingo de Ramos, donde hemos aclamado a Cristo victorioso, el
Señor del Triunfo, que entra a la ciudad de los profetas a consumar su
Misterio Pascual, acontecimiento que vamos a celebrar en estos días de la
Semana Santa.
Dispongámonos a vivir estos bellos días, con profunda devoción y
piedad, sobre todo en la solemnísima Vigilia Pascual el próximo Sábado
Santo, y celebrar con alegría desbordante la resurrección del Señor.
Jueves Santo- Misa de la Cena del Señor
En este Jueves Santo, queremos celebrar aquella última cena, que fue
el comienzo de la nueva Pascua. Iniciamos, pues, el Santísimo Triduo Pascual,
los tres días de la Pascua, en los que Cristo pasa de este mundo al Padre, por
medio de su cena, su muerte y su resurrección, que actualizaremos en los
signos sacramentales que vamos a celebrar.
Hoy celebramos el testamento del Señor: la institución del sacramento
de su Cuerpo y Sangre y el mandato del amor, hecho vida en el lavatorio de
los pies de los apóstoles y rubricado con su sacrificio en la cruz del Viernes
Santo. También hoy celebramos la institución del sacerdocio ministerial, de
quienes han sido elegidos para prolongar, en el tiempo, la entrega sacerdotal
de Cristo a favor de la Iglesia.
Abramos nuestros corazones a la Palabra de Dios y recibamos los
dones eucarísticos, como señal del amor de Jesucristo hacia todos nosotros.
Monición a la Palabra de Dios (a las tres lecturas).
El pueblo de Israel celebraba todos los años, la fiesta de la Pascua, en
la cual actualizaba la liberación de la esclavitud de Egipto, en la comida del
cordero pascual. También el Señor quiso celebrarla por última vez, en una
noche como ésta, en la cual lavó los pies de los suyos en señal de servicio y
les dejó la Eucaristía, como conmemoración de aquella última y definitiva
pascua, que nosotros celebramos este Jueves Santo.
San Pablo recordaba cómo había recibido la tradición de la Iglesia y de
los apóstoles, de la celebración de la Cena del Señor, en la cual Cristo se
entregó como comida y bebida de salvación. Por eso, celebrando con la
Iglesia Universal el don inmerecido de nuestra salvación, en esta primera
(tarde) (noche) del Triduo Pascual, los cristianos alzando la copa de acción de
gracias, damos gracias a Dios por los signos sacramentales del pan y del vino,
el Cuerpo y la Sangre del Señor, su nueva Pascua que hoy celebramos.
Monición al lavatorio de los pies
El gesto de Jesús, lavando los pies de los discípulos, nos muestra lo que
ha sido su vida: una constante entrega y servicio. Ya él lo había dicho: No he
venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate por muchos... Con
el gesto hecho por el celebrante, nos recordará a Jesús resumiendo toda su
vida de entrega a los suyos, lavando los pies de los apóstoles y pidiéndonos a
nosotros hacer lo mismo.
Monición a las ofrendas:
Presentemos al Padre Celestial nuestras ofrendas de pan y vino, en
esta tarde (noche) en que Jesús se hace alimento para todos, en esta fiesta
de la Iglesia en la que celebramos su cena pascual de despedida y
recordamos sus últimos gestos de entrega, dándonos su Cuerpo y Sangre y
lavando los pies de los suyos.
Monición a la Comunión:
El Señor Jesús se ha quedado con nosotros en el alimento eucarístico.
Con fe y alegría, acerquémonos a recibirlo. Hagamos nuestros sus
sentimientos y su entrega hasta la muerte de cruz, que nos conduzcan a la
gloria de la resurrección, anticipada en esta Cena que hoy celebramos y
compartimos.
*Monición a la Reserva en el Lugar de la Reserva o “Monumento” (si se
hace el traslado de la reserva eucarística)
Hemos terminado la celebración de la Eucaristía, en la que hemos
celebrado el mandato del amor del Señor, la institución de la Eucaristía y del
Sacerdocio, así como el gesto del lavatorio de los pies de los apóstoles.
Seguidamente, el sacerdote celebrante va a llevar hasta el Lugar de la
Reserva (destinado y debidamente adornado para ello), la Santísima
Eucaristía que comulgaremos mañana al celebrar la liturgia de la Pasión y
muerte del Señor.
Este Cuerpo Sacramentado de Cristo que ahora será reservado, nos
manifiesta su amor y su voluntad de permanecer siempre con nosotros. Por
eso, lo acompañamos procesionalmente con cantos de alabanza y de
profunda adoración y nos quedaremos en oración buena parte de esta
noche, preparándonos a celebrar mañana, la liturgia de la Pasión del Señor.
*Monición de despedida (si no se hace el traslado del Santísimo al lugar de
la reserva)
Hemos celebrado la Misa de la Cena del Señor, en la cual
recordábamos la institución de la Eucaristía, del Orden Sacerdotal y del
mandamiento del amor, cuyo signo ha sido el lavatorio de los pies, anticipo
de la entrega del Señor a la muerte el Viernes Santo.
Dios mediante mañana Viernes Santo, celebraremos la Pasión y muerte
de nuestro Redentor, en espera de la gran celebración de la resurrección en
la noche de Pascua, en la solemne Vigilia. Hagamos vida lo vivido y celebrado
esta (tarde) noche.
Oración de los fieles
Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo
Celebrante: Presentemos a Cristo Jesús, Pan vivo y verdadero, quien nos dejó
la Eucaristía como testamento de su amor, diciendo: ¡Escúchanos, Señor!
 Por la Iglesia extendida por el mundo entero, para que sea signo de
sencillez y servicio a los demás, como nos enseña Cristo. Oremos.
 Por los nuestros pastores, para que este día eucarístico renueven su
servicio ministerial a la Iglesia, celebren y vivan intensamente aquello
que celebran. Oremos.
 Por los gobernantes y los que ejercen la autoridad como servicio, para
que promuevan la paz, la justicia y la solidaridad entre los pueblos.
Oremos.
 Por los enfermos, los pobres, los que sufren y los que viven tristes,
para que encuentren en nosotros una señal eficaz de la entrega de
Jesús. Oremos.
 Para que sigamos el ejemplo de Cristo, y sepamos lavar los pies a
nuestros hermanos y hermanas, es decir, servirlos y ayudarlos.
Oremos.
 Por todos nosotros, para que al participar de este banquete
eucarístico, descubramos a Cristo como Pan de Vida, que nos alimenta
y fortalece cada día. Oremos.
 Por nuestros difuntos, en especial, los que estamos recordando y
encomendando en esta Eucaristía, para que gocen ya de la paz
definitiva, en el Reino de Dios. Oremos.
Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta, para que
nunca dejes de atenderlas. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Viernes Santo- Celebración de la Pasión y muerte del Señor
Monición de entrada
Nos reunimos esta tarde para celebrar la Pasión y Muerte del Señor, en el primer
día del Santísimo Triduo Pascual. La Cena del Señor que celebrábamos ayer, culmina en la
Pasión de Cristo, en el sacrificio de la cruz. Por eso, en nuestra celebración está presente
el signo de la cruz, que es de humillación y de muerte, de triunfo y de gloria, de amor, de
victoria y de salvación.
Para nuestro vivir y nuestro morir, es necesario que entendamos la pasión y
muerte de Cristo como la entrega más radical y sublime del Señor, el paso de su muerte a
la vida, su pascua, es decir, el paso de este mundo al Padre, como nos enseña san Juan. El
Viernes Santo es y fue necesario para el triunfo pascual de Jesucristo. El triunfo de la cruz
es anticipo y anuncio del triunfo de su resurrección.
Empezamos esta celebración en profundo silencio contemplativo y luego nos
arrodillaremos en presencia de Dios. Es necesario que tomemos conciencia de que
necesitamos de la Sangre del Cordero, que quita el pecado del mundo.
Monición a la Palabra de Dios (a las lecturas bíblicas y el Evangelio)
El profeta Isaías, nos presenta de manera conmovedora, el sufrimiento de un
hombre y profeta misterioso, en el cual la Iglesia ha visto realizada en todos sus detalles,
la pasión y muerte del Señor, pero que también resume todo el dolor y el sufrimiento de
la humanidad. Vemos cómo se unen en Cristo, el sufrimiento y el triunfo, el dolor y la
entrega, la muerte y la vida en su humanidad crucificada.
La segunda lectura de la Carta a los Hebreos, nos presenta su muerte, la del Sumo
Sacerdote, solidario por su pueblo. El Hijo del Dios hace suyos nuestros dolores y nuestras
penas para redimirnos; y San Juan el testigo fiel de la Pasión, quiere enseñarnos en su
Evangelio, que Jesús es el Rey y Señor, que muere como Cordero inocente por todos
nosotros, exaltado en la cruz.
Monición a la Oración Universal
Vamos seguidamente a orar por toda la humanidad, en esta solemne oración
universal, en la que el pueblo de Dios, ejerciendo su sacerdocio bautismal, ruega por
todos los hombres y mujeres de este mundo. Este es el momento de orar para que la
salvación, que nos ha otorgado la pasión y muerte de Cristo Redentor, llegue a todo el
mundo.
Monición a la adoración de la Santa Cruz
Vamos a adorar la santa cruz, como señal de adhesión, de compromiso y de fe en
el Señor Jesucristo, que dio su vida en ella por nuestra salvación. Adorar la cruz no es un
mero gesto externo o de compasión hacia Cristo, sino expresión de nuestra fe profunda en
su redención. Junto al tradicional beso o genuflexión ante el madero, los cristianos
creemos que el Señor cargó en ella nuestros pecados y nuestras culpas, que padeció por
nosotros, murió y fue sepultado. Y que Dios liberó a su Hijo de la muerte resucitándolo,
convirtiendo su cruz en instrumento de victoria.
Monición a la Comunión
Hoy no celebramos la Eucaristía. Hoy contemplamos a Cristo muerto en la cruz, del
cual nos ha hablado la Palabra de Dios y al cual hemos adorado en el signo de su cruz. Dios
mediante, esperamos celebrar la Eucaristía, en la noche de la solemne Vigilia Pascual. En
esta espera, nos acompaña el Santísimo Sacramento que, desde ayer fue reservado en el
Lugar de la reserva, que nos recuerda su humanidad entregada por nosotros y su Cuerpo
dado en alimento al mundo. Recibámoslo con fe y con amor.
Monición de despedida (optativa)
Hemos celebrado esta tarde la Liturgia de la Pasión del Señor, escuchando su
Palabra. Hemos adorado su cruz y hemos recibido su Cuerpo eucarístico en la Santa
Comunión. Démosle gracias al Señor por su entrega a la muerte por nosotros, por haber
recorrido el camino del dolor, para entrar en la Pascua de su resurrección.
Ante Jesús crucificado, muerto y sepultado afirmamos nuestra confianza que el
dolor, el mal, la injusticia, la opresión y la tristeza serán vencidas por la fuerza de su
resurrección, que mañana, Dios mediante, celebraremos con gozo desbordante en la
solemnísima Vigilia pascual, aquí en nuestro templo y en la que ojalá todos podamos
participar.
SOLEMNE VIGILIA PASCUAL
Monición para el comienzo de la celebración (Lucernario)
Sean bienvenidos a la celebración de la fiesta de las fiestas, la solemne Vigilia
Pascual que vamos a comenzar, en esta noche gloriosa de la Resurrección del Señor. Nos
hemos reunido para participar en la fiesta más solemne de la liturgia cristiana, que celebra
la resurrección de Jesucristo y, por anticipado, nuestra propia resurrección.
En la oscuridad de la noche surge una luz nueva, Cristo Resucitado. Caminando tras
él, venceremos nuestras propias tinieblas y seremos iluminados con el resplandor de su
resurrección. Asistamos a todos los ritos de esta solemne Vigilia con un corazón sencillo,
alegre y dispuesto, en vela, para que, de verdad, podamos vivir intensamente lo que cada
uno de estos signos significan.
Antes de la inscripción del Cirio (si se hace)
La marca que se hace sobre la cruz y sobre las letras Alfa y Omega de este Cirio,
nos manifiesta que el Cirio Pascual simboliza a Jesucristo, Luz del mundo, Principio y Fin
de todo. Las cifras del año en curso, indican que Cristo vive y que suyos son los tiempos y
los acontecimientos. Los granos de incienso, nos recuerdan las llagas gloriosas del Señor
Resucitado.
Antes del Canto o proclamación del Pregón Pascual
La Iglesia, al verse iluminada por tanta luz, estalla en un jubiloso canto de alabanza,
de gratitud y de alegría. Se nos anuncian las maravillas que Dios realizó y va a realizar esta
noche. Escuchemos este Pregón Pascual con profunda alegría.
MONICIONES PARA LAS LECTURAS Y EL SALMO RESPONSORIAL DE CADA LECTURA
BÍBLICA
Primera lectura: Gén 1,1-2,2
Escuchemos cómo Dios crea el universo, el mundo y el ser humano, como el primer
acto de su amor por nosotros. Creación que esta noche es salvada e iluminada por Cristo
Resucitado.
Salmo responsorial (103)
Cantemos las maravillas del Señor, cuyo Espíritu da vida y recrea la creación salida
de sus manos.
Segunda lectura: Gen 22
Abrahán ofrece a Dios a su hijo amado Isaac. Es figura de Dios Padre, que nos da a
su Hijo Jesucristo, el nuevo Isaac, que cargando la cruz, ha muerto por nosotros para
salvarnos.
Salmo responsorial (15)
Cantemos a Dios, que ha resucitado a su Hijo Jesucristo, al que no ha abandonado
a la muerte, para que nosotros vivamos, por anticipado, nuestra propia victoria de la
oscuridad y del sepulcro.
Tercera lectura: Ex 14
La liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, es anticipo de la gran
liberación que Cristo Redentor ha hecho de nosotros, pasando por el mar de la muerte,
como nosotros lo pasamos gracias al bautismo, que nos otorga la nueva vida de la
resurrección.
Salmo responsorial (Ex 15)
Unamos nuestras voces a Israel, cantando el cántico de los salvados, que Moisés y
Miriam su hermana, cantan hoy con nosotros, en esta noche de Pascua.
Cuarta lectura: Is 54
Israel es la novia de Dios, su esposa amada, rescatada de la muerte, gracias al amor
de su Esposo Dios, que en Cristo, ha venido a desposarse con la Iglesia, con su entrega
hasta la muerte.
Salmo responsorial (29)
Cantemos al Señor, que saca a su pueblo del abismo de la muerte, como ha
liberado a su Hijo Jesucristo del poder del sepulcro.
Quinta lectura (Is 55)
Dios Padre quiere saciar el hambre y sed de su pueblo, el cual lo único que debe
hacer es recibir de su Padre Celestial, los bienes de la salvación. Recibamos de Dios gratis
lo que gratis nos regala: el don de su Hijo.
Salmo responsorial (Is 12)
Como Moisés en el desierto, como la Samaritana en el pozo de Jacob, vayamos a
saciar nuestra sed de Dios, a beber de las fuentes de la salvación.
Sexta lectura (Baruc 3)
Dios es la fuente de la sabiduría, que Israel debe buscar en todos los momentos de
su vida, para descubrir la ley de su Dios, como camino y vida.
Salmo responsorial (18)
Como San Pedro, que al encontrarse con Cristo Eucaristía, Pan de vida, exclamaba
que sólo el Señor tiene palabras de vida eterna, aclamemos nosotros a quien nos da la
Vida.
Sétima lectura (Ez 36)
Dios quiere purificar al pueblo de sus pecados e infidelidades con agua pura,
anticipo del bautismo, por el cual somos liberados del poder del pecado y de la muerte.
Salmo responsorial
Aclamemos a Dios que por el Bautismo, viene a darnos vida, a hacer de nosotros
hombres y mujeres nuevos, a saciar nuestra sed y a crear en nosotros un corazón puro.
Para el canto del Himno del Gloria
Cantemos con gozo exultante el himno del Gloria, en esta noche del nuevo
nacimiento de Cristo a la vida eterna por su resurrección. Alabemos al Padre Celestial, que
no ha abandonado a su Hijo en la muerte, gracias a la acción poderosa del Espíritu.
Primera lectura del Nuevo Testamento (Romanos 6)
Gracias al sacramento del bautismo, la vida del Señor Resucitado se nos comunica,
salvándonos del pecado y de la muerte. Gracias damos a Dios por este maravilloso don
que nos hace en su Hijo Resucitado.
Al canto del Aleluya
Cantemos con el Aleluya, la acción salvadora de Dios, que arrancó a Cristo del
poder de la muerte, pues el brazo del Señor ha hecho la maravilla de las maravillas,
resucitando a su Hijo Jesucristo.
Evangelio (Mt 28,1-10)
A las mujeres que van con aromas a la tumba de Jesús, el misterioso Ángel del
Señor les anuncia resurrección del Señor y, presurosas, corren a anunciarla. Una tarea
que, desde esta noche, también debemos hacer nosotros con alegría y convicción,
sabiendo que el Señor Resucitado ha vencido para siempre a la muerte.
Al comenzar la liturgia bautismal (si hay bautizos)
En celebraciones solemnes como ésta, la Iglesia de la tierra, reunida de fiesta,
implora la intercesión de los santos, que forman la Iglesia del cielo, para pedirles su
intercesión por todos los que en esta noche, van a ser bautizados y por nosotros, que nos
disponemos a renovar nuestros compromisos bautismales, en esta liturgia bautismal que
ahora comienza.
Pero, si no hay bautizos, se hace la siguiente monición
En esta noche santa, vamos a renovar las promesas del bautismo, con el cual Cristo
nos ha injertado en su Pascua. Que el agua que va a ser bendecida y derramada sobre
nosotros, nos haga tomar conciencia de la importancia y fuerza de este gran sacramento
pascual.
Antes de la bendición del agua
Lo mismo que fue bendecido el fuego, para que fuera luz nueva, que nos iluminara
en esta noche santa de la Pascua, ahora se bendice el agua (que dará nueva vida a los que
van a ser bautizados en ella), y que será luego derramada sobre nosotros, en recuerdo de
nuestro bautismo.
Monición a las Ofrendas
Presentemos al Padre las primicias de la tierra, los dones del pan y del vino, para
que Cristo Resucitado se haga presente por medio de ellos, como Pan de Vida y bebida de
salvación.
Monición al Prefacio (si se acostumbra o se desea hacer esta noche)
Bendecimos al Padre, porque Cristo Resucitado es el Vencedor de la muerte y el
Salvador de todos los seres humanos.
Comunión
Acerquémonos con fe a recibir el Cuerpo resucitado de Cristo, para incorporarnos
a su resurrección, y que al recibirlo, podamos también resucitar a una vida nueva, gracias
a su fuerza y a su gracia que recibimos en esta Eucaristía.
Monición de despedida
Hemos pasado en vela, en esta noche festiva y única del año, donde celebramos la
fiesta de las fiestas, la Pascua de Cristo. Con Cristo hemos cantado las alabanzas de Dios,
hemos escuchado con atención su Palabra, para descubrir en ella las maravillas de la obra
salvadora del Padre.
Hemos celebrado (o renovado) el sacramento del Bautismo y hemos recibido la
comida pascual por excelencia, la Eucaristía, sacramento de resurrección y de vida.
Definitivamente, ha sido una noche de fiesta, de gozo y de sereno optimismo y confianza,
pues sabemos por la fe que el Señor vive para siempre.
Ahora al salir, nos podemos felicitar, llenos de alegría, deseándonos felices pascuas
de resurrección, deseo que ojalá lo prolonguemos durante los cincuenta días de Pascua
que hoy comenzamos. Que la luz de Cristo ilumine nuestras vidas y nos haga participar de
su triunfo y de su resurrección.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN- 20 de abril 2014
Monición inicial
¡Sean bienvenidos todos ustedes, en este día solemne de la
Resurrección del Señor! Hemos venido precisamente a celebrar que Jesús, el
Crucificado, está vivo, que ha pasado la Pascua, ha resucitado y vive entre
nosotros.
Anoche, en todas las comunidades cristianas del mundo y en todos los
lugares donde hay cristianos, se ha cantado el canto más entusiasta de la
Iglesia: el Aleluya, un canto de gozo desbordante, pues millones de hombres
y mujeres, de todas las culturas, de todos los pueblos, se han reunido, igual
que nosotros, a celebrar el gran triunfo de Cristo. Jesús, muerto y sepultado
por amor, ha resucitado y vive para siempre.
Celebramos, pues, llenos de alegría desbordante, la resurrección del
Señor, como prenda de nuestra propia resurrección, escuchando la Palabra
de Dios y participando de la Eucaristía, sacramento pascual, en este solemne
día de fiesta.
Monición al rito de la aspersión
Jesús resucitado nos ha dado su misma vida, mediante el Bautismo que
un día, hace ya mucho tiempo, recibimos en este gran sacramento de la
iniciación cristiana. Recibamos con fe y con corazón disponible, el agua
bendecida que será rociada sobre nosotros, como signo del Bautismo.
Moniciones para la Liturgia de la Palabra
Primera lectura: Hech 10,34ª.37-43
Escuchemos en la primera lectura, el anuncio de la resurrección de
Cristo, hecho por san Pedro el día de Pentecostés, anuncio que nosotros los
cristianos, seguimos escuchando con emoción y esperanza.
Salmo responsorial: 117
¡Este es el día en que el Señor actuó!, canta el salmista agradecido por
la salvación que Dios otorgó a Israel. Igual nosotros, hoy cantamos este salmo
con entusiasmo, pues la gran obra del Padre fue rescatar a su Hijo del
sepulcro y será también su gran obra, cuando nos resucite a nosotros
también.
Monición para la segunda lectura, si se hace la de San Pablo a los
Colosenses (3,1-4)
Con Cristo, hemos resucitado todos y hemos sido asociados a su
salvación. Ya podemos celebrar esta Pascua con alegría, pues nuestra vida
está con Cristo, esperando su liberación final, después de la muerte.
O si se proclama, como segunda lectura, la de San Pablo a los Corintios (1
Cor 5,6b-9), se hace la siguiente monición
San Pablo nos invita a celebrar la Pascua con la sinceridad y la justicia,
es decir, con una vida acorde al Evangelio. Que la celebración de la fiesta de
nuestra salvación, nos haga auténticos seguidores de Aquél que es el Cordero
de la Pascua.
Monición a la Secuencia de Pascua
Vamos a escuchar, seguidamente, un canto muy antiguo en que la
Iglesia pregona la resurrección del Señor, que se llama “Secuencia de
Pascua”. Himno que escucharemos con alegría y esperanza, como una
invitación a llevar a todos el anuncio de la Resurrección, como lo hizo aquel
día de Pascua, María Magdalena.
Monición del Evangelio de Juan (20,1-9), para la Misa de la mañana
María Magdalena, Pedro y el discípulo amado van de madrugada al
sepulcro y se encuentran con que el cadáver de Jesús no está allí en la tumba.
Pero solamente el discípulo predilecto del Señor llega, mediante la fe, a
descubrir en aquella tumba vacía y en aquella sábana que había envuelto el
cadáver de Cristo, que realmente Jesús está vivo, porque “Juan vio y creyó”
en su Señor.
Monición para el Evangelio de San Lucas, si se utiliza el Evangelio de San
Lucas, para la misa vespertina de este domingo, del relato de los discípulos
de Emaús (Lc 24,13-35)
Jesús Resucitado camina con la Iglesia por los caminos de la vida, igual
como caminó con los discípulos aquella tarde de Pascua. A ellos y a nosotros
nos invita a descubrirlo en la Eucaristía, en las personas que caminan a
nuestro lado y en los acontecimientos de la vida y en la Iglesia que nos reúne
en su Nombre.
Monición a las Ofrendas
Jesús resucitado vive para siempre. Y vive en cada uno de nosotros, en
especial, se hace presente en los dones eucarísticos, que vamos a presentar
en el altar, la mesa de los hermanos, que hoy se reúnen a comer su Pascua.
Monición a la Comunión
¡Qué alegría debe darnos recibir hoy el Cuerpo del Señor, porque es el
Resucitado, que se nos da en alimento de vida eterna, en la cual ya
participamos por la fe y por la participación de la cena eucarística.
Recibamos, pues, el Cuerpo de Cristo, para que Él nos regale de aquella
vida que comenzó el primer día de la Pascua, en presencia de los suyos, como
un día los alimentó del pan del cielo, cuando se apareció para animarlos y
enviarlos al mundo, como hoy lo hace con nosotros.
Monición de despedida
Hemos celebrado la Pascua del Señor, tanto anoche con la Solemne
Vigilia Pascual, la fiesta de las fiestas, como hoy domingo que es su día, día de
alegría y de gozo desbordante.
Pero hoy no termina todo. Más bien, hoy comienza todo, el tiempo
más bello y más dinámico de la Iglesia: la Cincuentena Pascual, los 50 días de
Pascua, que debemos celebrarlos como si fueran un solo domingo, en cada
día de la Cincuentena Pascual, en especial los domingos.
No pensemos, pues, que la Semana Santa termina y ya...Todo lo
contrario, comienza el tiempo más importante, más intenso y más alegre de
la Iglesia, que se prolongará hasta Pentecostés. Vivamos, pues, con ilusión y
alegría, el tiempo pascual que hoy hemos comenzado.
¡Feliz tiempo pascual les deseamos a todos ustedes!
*Oración de los fieles (Vigilia Pascual)
Celebrante: Oremos a Jesús Resucitado, Vencedor de la muerte, con toda
confianza, diciendo: Escucha, Señor, nuestras oraciones.
 Para que la Iglesia sepa comunicar a los hombres y mujeres, la luz
renovadora del Evangelio. Oremos.
 Para que todos los que, en este Tiempo de Pascua, reciban la gracia de
los sacramentos de la iniciación cristiana, para que encuentren en
nosotros ejemplo de vida evangélica. Oremos.
 Para que la vida y el amor, la fe y la esperanza que nos has alcanzado
con tu resurrección, Señor Jesús, llegue a todos los habitantes de este
mundo. Oremos.
 (Si hubo bautizos y confirmaciones en la Vigilia Pascual). Para que los
bautizados (y confirmados), en esta solemne Vigilia Pascual,
experimenten siempre la fuerza de tu vida nueva, Señor Jesús, y vivan
como hombres y mujeres nuevos. Oremos. (Si no se celebran estos
sacramentos de iniciación cristiana, que ustedes le dén una nueva
redacción a esta oración, o simplemente la omiten).
 Para que los pobres y todos los que sufren, encuentren en la ayuda y la
compasión humanas, el signo de tu salvación. Oremos.
 Para que nosotros, y todos los cristianos que hoy celebran con alegría
esta Noche Santa, recibamos la abundancia de tu gracia siempre
renovada
 Por nuestros difuntos, en especial, los que estamos encomendando en
esta noche de Pascua, para que disfruten desde ya, Señor, de tu fuerza
poderosa de Resucitado, como primicias de tu vida nueva en todos
ellos. Oremos.
Celebrante: Señor Jesús, que has compartido nuestra condición humana y
nos has introducido en la vida de Dios, escucha esta noche la oración de tu
Iglesia. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
*Oración de los fieles- Domingo de Pascua
Celebrante: Presentemos a Jesús Resucitado, en este primer domingo de
Pascua, nuestras oraciones diciendo: ¡Escúchanos, Señor!
 Para que en la Iglesia, nacida en la alegría de la Pascua, se descubra la
presencia vida y actuante del Señor Resucitado. Roguemos al Señor.
 Para que la alegría que hoy celebramos los cristianos, llegue al mundo
entero, en especial, a los que sufren y viven tristes. Roguemos al
Señor.
 Para que la renovación que supone esta Pascua, nos ayude a todos en
lograr un mundo más justo, pacífico y fraternal. Roguemos al Señor.
 Para que la luz de Cristo Resucitado, ilumine los caminos de la vida, a
quienes, durante estas fiestas de Pascua, recibirán los sacramentos de
la iniciación cristiana. Roguemos al Señor
 Para que la celebración gozosa de este domingo de Pascua, renueve en
todos nosotros la fe, la esperanza y la caridad, siendo testigos con
nuestra vida diaria, de la resurrección de Cristo. Roguemos al Señor.
 Para que nuestros difuntos, que murieron con la esperanza de la
resurrección, experimenten desde ya, la nueva vida que el Señor les
ofrece, de quien es la Vida en plenitud. Roguemos al Señor
Celebrante: Escucha, Señor Jesús, estas oraciones que el Espíritu Santo pone
en nuestros corazones. A ti, que Resucitado, vives con el Padre y el Espíritu, y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.
II Domingo- Tiempo Pascual (llamado también Domingo de la Divina Misericordia)
27 de abril 2014
Monición de entrada
Nos reunimos para escuchar la Palabra de Dios y participar del
banquete eucarístico, en este Segundo Domingo del Tiempo Pascual. Hoy el
Evangelio nos presenta el encuentro del Señor Resucitado con sus discípulos,
aquel primer domingo pascual, y luego con el discípulo incrédulo Tomás, que
después de haber visto a Cristo, nos dejó una bella confesión de fe en Él, a
quien hoy también lo celebramos como el “Señor de la divina misericordia”.
Iniciemos, pues, la Eucaristía con el canto de entrada.
Monición a la Primera Lectura
Escuchemos este bello resumen que San Lucas nos ofrece acerca de la
primitiva comunidad cristiana, que se reunía gozosa a celebrar la
resurrección del Señor, como anticipo y modelo de toda comunidad de
resucitados.
Monición al Salmo Responsorial
Aclamemos al Señor que ha puesto a Cristo Resucitado como piedra
angular de la Iglesia, y a quien aclamamos como Bendito que viene en
nombre del Señor.
Monición a la Segunda Lectura
El autor de la primera carta de Pedro, nos ha dejado en esta lectura un
bello himno a Dios Padre, por su obra maravillosa de la resurrección de su
Hijo, que significa para todos nosotros, un nuevo nacimiento y un anticipo de
la gloria, a la que estamos destinados como herencia.
Monición al Evangelio
¡Dichosos aquellos que crean sin haber visto!, dijo Jesús a Tomás. Que
nosotros tengamos la fe suficiente de creer en la Pascua del Señor, aunque
no tengamos la dicha de verlo como lo hicieron sus primeros testigos.
Oración de los fieles
Celebrante: Presentemos a Jesús Resucitado, Señor de la misericordia,
nuestras oraciones con toda confianza, diciendo: Escucha, Señor y ten piedad.
 Por la Iglesia extendida por el universo, para que siga anunciando al
mundo, la buena nueva de la resurrección del Señor. Oremos.
 Por todos nuestros pastores, para que sigan evangelizando al mundo
con la alegría de la Pascua y con su testimonio. Oremos.
 Por todos los que hoy celebramos la canonización de nuestros
queridos beatos, Juan XXIII y Juan Pablo II, para que el ejemplo y la
intercesión de ambos santos, nos estimule en el amor a Cristo y su
seguimiento generoso. Oremos.
 Por quienes hoy más que nunca necesitamos de la misericordia divina,
para que la experimentemos con abundancia, en Cristo muerto y
Resucitado.
 Por nosotros, que hemos venido a celebrar la Eucaristía, para que
pongamos en las manos del Señor misericordioso, nuestras
necesidades y sufrimientos. Oremos.
 Por quienes recibirán durante este tiempo de Pascua, los sacramentos
de la iniciación cristiana, para que se identifiquen plenamente con
Jesucristo Resucitado. Oremos
 Por nuestros difuntos, en especial, los que estamos encomendando en
esta Eucaristía, para que, desde ahora, vivan como resucitados en el
Reino de Dios. Oremos.
Celebrante: Escucha, Señor, las plegarias que tu pueblo te presenta. A ti, que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Monición a la presentación de las ofrendas
Pongamos en el altar, junto a las ofrendas de pan y de vino, el deseo de
ser, como Cristo, ofrenda viva agradable al Padre.
Monición a la Comunión
Recibamos con fe viva y esperanza el Pan de la Vida que es Cristo; que
germine en nuestras vidas sus palabras y enseñanzas, junto al sacramento
que recibimos y compartimos.
Monición de despedida (optativa)
Habiendo participado de la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
en este “Domingo de la Divina Misericordia”, en el que la Palabra de Dios nos
invita a reconocer a Cristo Resucitado, aunque no lo hayamos visto, pero que,
por la fe, sabemos que está Resucitado.
Que esta celebración nos ayude a encontrarlo en todos los caminos de
nuestra vida, en especial, cada vez que nos reunimos a celebrarlo en la
Eucaristía, que es Pan de vida eterna y anticipo del premio de nuestra propia
resurrección.
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