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PRIMERA EDICIÓN EN ESPAÑOL
TRADUCIDA DE LA
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EL LIBRO MUERE CUANDO LO FOTOCOPIAS
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ha procurado una presentación digna de su contenido y está poniendo todo su
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Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.
Av, Sonora 206
Col. Hipódromo
06100 México, D.F.
Psicoterapia de grupo
en la práctica clínica
ANNE ALONSO, PIID
Profesora Clínica Asociada de
Psicología Departamento de Psiquiatría
Escuela de Medicina de Harvard
Directora del Consejo de Posgrado en
Psicoterapia Psicodinámica Hospital
General de Massachusetts, Boston
Miembro Docente del Instituto Fielding
Santa Bárbara, California
Traducido por.
Psic. Gloria Padilla Sierra
Facultad de Psicología
Universidad Nacional Autónoma
de México
HILLEL L SWILLER, MD
Profesor Asociado de Psiquiatría
Escuela de Medicina Monte Sinaí
Director de la División de
Psicoterapia Departamento de
Psiquiatría Hospital Monte Sinaí
Nueva York, Nueva York
Editor responsable: Lic. Ma.
Eugenia Gómez López Licenciatura
en Psicología Universidad
Autónoma Metropolitana
Especialización en Psicología
Clínica y Psicoterapia de Grupo en
Instituciones, Facultad de Psicología
Universidad Nacional Autónoma de
México México
Editorial
El Manual Moderno, S.A. de C.V.
México, D.F. - Santafé de Bogotá
IMPORTANTE
Los autores han trabajado para asegurarse de que toda la información dentro de
este libro acerca de las dosis, planes y vías de administración de los medicamentos
sea predsa al momento de la publicación y que ello sea consistente con las normas
que establece la U.S. Food and Drug Administration y la comunidad médica en
general. Sin embargo, ya que la investigación y práctica médica avanzan, las
normas terapéuticas pueden cambiar. Por esta razón y dado que, en ocasiones,
pueden ocurrir errores humanos y mecánicos, se recomienda a los lectores que
sigan el consejo de un médico que participe de manera directa en su atención o en
el cuidado de un miembro de su familia.
Los libros publicados por la American Psychiatric Press, Inc., representan
los puntos de vista y opiniones de los autores y ro necesariamente reflejan la
política y opiniones de la casa editorial o de la. American Psychiatric Association.
Colaboradores
.
Titulo original de la obra:
Group Therapy in Clinical Practice
First published in the United States by
American Psychiatric Press, Inc.,
Washington and London, England
Copyright © 1993
ISBN 0-88048-323-7
Ah rights reserved
Psicoterapia de grupo en la práctica
clinica © 1995
ISBN 968-426-644-8
Editorial El Manual Moderno, S.A. de CV.,
Av. Sonora 206, Col. Hipodromo.
Deleg. Cuauhtémoc
06100 México, D.F.
Miembro de la Cámara Nacional
de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39
Impreso en México en los talleres
de Programas Educativos, S.A. de
C.V. Chabacano No. 65, Local A,
Col. Asturias
06850 México, D.F.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta
publicación puede ser reproducida, almacenada en
sistema alguno de tarjetas perforadas o transmitida
por otro medio —electrónico, mecánico, fotocopiador,
registrador, etcétera— sin permiso previo por escrito
de la Editorial
.
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Anne Alonso, PhD
Profesora Clínica Asociada de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela c
Medicina de Harvard; Directora del "Consejo de Posgrado en Psicoterapia Psicod
nárnica", Hospital General de Massachusetts, Boston, Massachusetts; Miembi
Docente, Instituto Fielding, Santa Barbara, California.
Lawrence J. Bader, PhD
Miembro_ Docente, Escuela de Psicología Profesional de Massachusetts, Dedhar
Massachusetts.
Howard S. Baker, MD
Profesor. Clínico Asociadri.de Psiquiatría, Universidad de Pennsylvani a; Psiquiat
Residente en Jefe, Hospital del Instituto de Pennsylvania; Filadelfia, Pennsylvani
Margaret N. Baker, PhD
Profesora Clínica Asistente de Psicología, Universidad de Widener, Cheste
Pennsylvania.
David W. Brook, MD
Profesor Asociado en Psiquiatría; Director de la División de Investigación, Preve:
ción y Tratamiento del Abuso de Drogas; Escuela de Medicina de Nueva Yor
Valhalla, Nueva York.
Kathleen Whiteman Carral, MSW, LCSW
Clínica en Salud Mental, Kaiser Permanente, Departamento de Servicios Psicosc
ciales, San Diego, California.
Arnold Cohen, PhD
All rights reserved. No part of this publication may
be reproduced, stored in a retrieval system, or
transmitted in any forra or by any means,
electronic, mechanical, photocopying, recording or
otherwise, without the prior permission in writting
from the Publisher.
Editorial El Manual Moderno. S.A. de C.V.
Asesor de Grupo, Clínica de Salud Mental South Shore y Clínica Evening de Bosta
Boston, Massachusetts.
Robe?' tDies, PhD
Profesor en Psicología, Universidad de Maryland, College Park, Maryland.
VI  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Colaboradores)
Patricia Doherty, EdD
Instructora de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela de Medicina de
Harvard; Presidenta del Instituto de Psicoterapia de Boston, Boston,
Massachusetts. Pamela L Enders, PhD
Instructora Clínica de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela de
Medicina de Harvard; Asociada en Psicología Clínica, Hospital General de
Massachusetts; Directora Asociada de Entrenamiento, Centro de Posgrado,
Instituto de Psicoterapia de Boston, Boston, Massachusetts.
Alíen Fay, MD
Profesor Clínico Asistente, Departamento de Psiquiatría, Escuela de Medicina
Monte Sinaí, Nueva York, Nueva York.
Joel C. Frost, EdD
Instructor de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela de Medicina de
Harvard; Asociado en Psicología, Departamento de Psiquiatría, Hospital Beth
Israel, Boston, Massachusetts.
Sarah Golden, PhD
Instructora Clínica de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela de
Medicina de Harvard en el Hospital de Cambridge; Psicóloga en Jefe, Unidad
William James, Hospital Estatal Metropolitano; Waitharn, Massachusetts.
Kari Nalliday, PhD
Instructor Clínico de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela de Medicina
de Harvard en el Hospital de Cambridge; Candidato al Doctorado en Psicología
Clínica, Escuela Nueva para Investigación Social; Asociado en Investigación,
Proyecto de Harvard para la Recuperación en la Adicción a la Cocaína,
Cambridge, Massachusetts.
David A. Halperin, MD
Profesor Asociado de Psiquiatría, Escuela de Medicina Monte Sinaí, Nueva
York, Nueva York.
Sylvia Hutchlnson, BSc"
Coordinadora de Entrenamiento, Psicóloga Clínica, Instituto de Análisis
Grupal; Supervisora, Fundación. Pastoral Westminster, Londres, Reino Unido.
Priscilla F. Kauff, PhD '
Profesora Clínica Asistente de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Centro
Médico de la Universidad de Comell, Hospital Payne Whitney; Analista en Jefe
de Supervisión y Entrenamiento, Centro de Posgraduados para la Salud
Mental, Nueva York, Nueva York.
Lawrence L Kennedy, MD
Director de "Servicios de Hospitalización parcial", Hospital Memorial C.F.
Menninger, Topeka, Kansas.
Edward J. Khantzian, MD
Profesor Clínico Asociado de Psiquiatría, Escuela de Medicina de Harvard en el
Hospital Cambridge; Director Psiquiátrico para los Trastornos por Abuso de
Sustancias, Departamento de Psiquiatría, Hospital de Cambridge; Director Médico
Asociado, Hospital Estatal Danvers, Danvers, Massachusetts.
Howard D. Kibel, MD
Profesor Asociado de Psiquiatría Clínica, Facultad de Medicina de la Universidad
de Cornell; Coordinador. de Psicoterapia de Grupo, Hospital -Centro Médico de
Cornell de Nueva York, División Westchester, White Plains, Nueva York.
Steven Krugman, PhD
Instructor de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela de Medicina de
Colaboradores  VII
Harvard; Director de Entrenamiento en la "Clínica de Trauma", Hospital
General de Massachusetts, Boston, Massachusetts.
Enid A. Lang, MD
Profesora Clínica Asistente de Psiquiatría, Escuela de Medicina Monte Sinaí,
Nueva York, Nueva York.
Arnold A. Lazaras, PhD
Profesor Distinguido en la Escuela de Graduados en Psicología Aplicada y Profesional, Universidad Rutgers, Piscataway, Nueva Jersey.
Marguerite S. Lederberg, MD
Profesora Clínica Asociada de Psiquiatría, Facultad de Medicina de la Universidad
de Comell; Psiquiatra Asociada Residente, Hospital de Nueva York; Psiquiatra
Asociada Residente, Centro Cancerológ ico Memorial Sloan Kettering, Nueva York,
Nueva York.
Maria T. Lymberis, MD
Profesora Clínica Asistente de Psiquiatría, Departamento de Psiquiatría y
Ciencias Bioconductuales, Universidad de California, Los Angeles, Los Angeles,
California. K Roy MacKenzle, MD, FRCPC
Profesor de Psiquiatría, Universidad de Columbia Británica, Vancouver,
Columbia Británica.
Beryde, W. MacLennan PhD
Profesora Clínica, Escuela de Medicina y Ciencias Conductuales de laVniversidad
George Washington, Washington, D.C.
William E. McAuliffe, PhD
Profesor Asociado de Psiquiatría, Departamento de Psiquiatría, Escuela de Medicina de
Harvard en el Hospital de Cambrídge; Conferencista del Departamento de Ciencias de
la Conducta, Escuela de Salud Pública de Harvard; Investigador en Jefe, Proyecto de
Harvard para la Recuperación en la Micción a la Cocaína, Proyecto de Mayor Alcance
y Proyecto de Rhode Island de Prevención, Cambridge, Massachusetts.
Samuel Osherson, PhD
Miembro Docente, Instituto Fielding, Santa Barbara, California.
Malcolm Fines, MD
Miembro Fundador, Analista de Grupo de Entrenamiento, Instituto de Análisis
Grupal, Londres, Reino Unido.
Kenneth Porter, MD
Profesor Clínico Asistente de Psiquiatría, Colegio de Médicos y Cirujanos de
Columbia; Miembro Docente, Supervisor, Instituto Nacional de Psicoterapias,
Nueva York, Nueva York.
Cecil A. Rice, PhD
Director, Centro de Posgrado, Instituto de Psicoterapia de Boston; Director,
Consejo de Entrenamiento de la Asociación Americana de Psicoterapia de Grupo,
Boston, Massachusetts.
Albert E. Riester, EdD
Profesor y Director, Escuela de Psicología, Departamento de Educación, Universidad Trinity; Psicólogo y Asesor, Instituto Neuropsiquiátrico del Suroeste, San
Antonic, Texas.
J. Scott Rutan, PhD
Profesor Clínico Asociado de Psicología, Departamento de Psiquiatría, Escuela de
Medicina de Harvard; Director, Centro de Terapia de Grupo, Hospital General
de Massachusetts, Boston, Massachusetts.
VIII  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Colaboradores)
Melvin J. Stern, MD
Profesor Clínico de Psiquiatría, Escuela de Medicina de la Universidad George
Washington, Washington, D.C.
Walter N. Stone, MD
Profesor de Psiquiatría, Facultad de Medicina de la Universidad de Cincinnati;
Cincinnati, Ohio.
Hillel I. Swiller, MD
Profesor Asociado de Psiquiatría, Escuela de Medicina Monte Sinaí; Director de la
División de Psicoterapia, Departamento de Psiquiatría, Hospital Monte Sinaí, Nueva
York, Nueva York.
Besad A. van der Kolk, MD
Jefe de la "Clínica de Trauma", Hospital General de Massachusetts; Conferencista
en Psiquiatría, Escuela de Medicina de Harvard, Boston, Massachusetts.
Reconocimientos
E
libro se compiló y terminó con el apoyo y aliento de varios colegas y amigos a
los que quisiéramos reconocer aquí.
ste
Primero están aquellos que nos inspiraron a entrar y, explorar en el campo de la
psicoterapia de grupo, en especial a los ya fallecidos Aaron Stein y Elvin Semrad.
También desearnos reconocer a nuestros colaboradores, todos ellos expertos en sus
áreas. Su saber, erudición y cooperación entusiasta nos inspiraron y guiaron hacia la
terminación del trabajo.
Otros colegas también ofrecieron útiles sugérencias a lo largo del camino,
como los doctores Jerome Gans, Carol Nadelson, Kenneth Arndt, Anne Arndt, Henry
Weinstein y Morton Siegel.
Nuestras sinceras gracias se dirigen a Jane Waldman, Josh Swiller y Lucille
Luciano quienes editaron, mecanografiaron, arreglaron y trabajaron afanosamente hasta
altas horas de la noche para mantenemos organizados. De manera similar, apreciamos
el espléndido talento editorial y administrativo que nos proporcionó la American
Psychiatric Press, Inc.
La generosidad e indulgencia de nuestros cónyuges, Ramon y Willa, nos
permitieron permanecer relativamente cuerdos y en calma ante la magnitud de la
tarea. Por esto y por todos sus muchos dones, estamos en profunda deuda.
Pero más que nada apreciamos los años que hemos pasado trabajando con
nuestros pacientes en grupos. Ellos nos han enseñado, nos han sanado y este libro
también les pertenece.
ANNE ALONSO, PHD
HILLEL I. SWILLER, MD
Prefacio
iGuerra
mpulsada por las extraordinarias necesidades psicológicas de los soldados de la Segunda
Mundial, la terapia de grupo se elevó de manera repentina para ser la principal
modalidad de tratamiento en el decenio de 1940. Por lo común, los terapeutas de grupo de
aquellos días tenían muy poco entrenamiento formal y hacían su mayor esfuerzo a través de
ensayo y error, y mediante la incorporación de sus habilidades en psicoterapia diádica al
ambiente de grupo. Estos primeros terapeutas gripales pronto se hicieron conscientes de que
había algo especialmente sanador en los grupos de terapia, y a partir de ese punto se pensó de
manera seria en el establecimiento de una base teórica para la terapia de grupo.
Los primeros terapeutas de grupo tendieron a salir de las filas de los terapeutas
individuales con orientación psicoanalítica. Surgieron discusiones entre los analistas acerca de la
efectividad final de este nuevo tratamiento. La discusión, en general, se redujo a aquellos que
practicaban la terapia de grupo y aquellos que no lo hacían. Los que trabajaban con la teoría
analítica en terapia individual o psicoanálisis consideraban a la terapia de grupo como un
tratamiento de apoyo pero que era superficial en términos fundamentales. Discutían que la
transferencia se diluía por el campo multipersonal, caí' lo que se limitaba gravemente el
potencial de los grupos para realizar un verdadero cambio de carácter. Sin embargo, aquellos
que, de hecho, trabajaban con grupos, notaron que la transferencia prosperaba y, en realidad,
quizás se aumentaba dentro de éstos. Señalaron que los grupos ofrecían una oportunidad para la
observación de muchos tipos de transferencia (por ejemplo, hacia padres y hermanos) al mismo
tiempo.
A través del tiempo, la terapia de grupo demostró su efectividad al punto en que los
debates académicos ocurrieron entre terapeutas de grupo. ¿El terapeuta debe enfocarse en las
interacciones del grupo como un todo o en el individuo dentro del grupo? ¿El líder debe
utilizar principalmente el proceso gripal como factor de curación o mejor debe utilizarse a Ios
miembros como un público mientras un individuo solo trabaja con
XI
XII  Psicoterapia de, grupo en la práctica clínica
(Prefacio)
el terapeuta? ¿El líder debe alentar o desalentar a los miembros en cuanto a que
hablen de eventos externos a la vida del grupo?
En la última parte del decenio de 1960 y a principios del de 1970, los grupos
alcanzaron proporciones enormes por su novedad a medida que la población general se
hizo consciente del poder del modelo para ayudar a los individuos a experimentar afecto,
alterar su autoirnagen y aprender más acerca de la "pertenencia". A pesar del continuo ascenso
de los grupos como terapia, apoyo y vehículos de entrenamiento, continuó habiendo
un vacío en la literatura acerca de la teoría y técnica de la terapia de grupo. A pesar de
que se escribieron libros excelentes como The Group in Depth de Durkin (1964) y
Psychoanalysis in Groups de Wolf y Schwartz (1962), éstos recibieron poca atención
entre la comunidad general de salud mental. Se dejó a The Theory and Practice of
Group Psychotherapy de Yalom (1970) la tarea de estimular tanto a la comunidad
general de salud mental como al público lego en cuanto a la psicoterapia de grupo. Las
ventas sin precedente del libro de Yalom demostraron la necesidad de literatura de este
tipo y el amplio interés en la terapia de grupo.
Sin embargo, de hecho la inclinación teórica de Yalom era atípica en relación con
aquella de la mayoría de los terapeutas grupales. Este autor presentó un enfoque
existencial, del "aquí y ahora", a la terapia de grupo. El libro fue tan popular y tan bien
escrito que alteró el enfoque de la terapia de grupo durante un decenio. De manera
reciente, han aparecido libros más equilibrados, pero aún existe gran necesidad de textos
que presenten enfoques psicodinárnicos concisos y modernos a la terapia de grupo. Más
que ello, en años recientes los clínicos que antes no participaban en grupos, incluso los
teóricos cognoscitivo-conductuales y humanistas, se han incorporado a la terapia de
grupo. Además, se formó un gran número de grupos homogéneos para el tratamiento
de poblaciones como las de pacientes con trastornos de la alimentación,
farmacodependientes, hijos adultos de alcohólicos y otros. La terapia de grupo en
ambientes con pacientes internos se ha vuelto parte central del tratamiento en
hospitales.
La investigación documenta continuamente que la terapia de grupo es, al menos,
tan efectiva como le individual. En esta era en la que el costo de la atención de salud es
cada vez más alto, la relativa economía de la terapia de grupo la hace más y más
atractiva. Es claro que ha llegado el momento para un trabajo nuevo y completo acerca
del estado de la terapia de grupo hoy en día.
Alonso y Swiller han logrado la tarea mediante la conjunción de un grupo estelar de
autores que presentan una visión amplia de la terapia de grupo en el decenio de 1990. Los
autores, cada uno de los cuales es ampliamente conocido por sus contribuciones a la
terapia de grupo, cubren de manera sistemática los aspectos importantes de este tipo
de terapia en la actualidad.
Plan del libro
La meta de la psicoterapia psicodinámica a largo plazo consiste en la reorganización de la
estructura de personalidad a través del proceso de análisis del carácter y de la resolución
del conflicto inconsciente.
El libro comienza, al igual que lo hizo el campo de la terapia de grupo, con una
revisión de las contribuciones psicoanalíticas al modelo. Los autores en la Parte I teman
Prefacio  XIII
la postura de que el entrenamiento en psicodinarnia es el fundamento para el
desarrollo de un terapeuta de grupo competente. A partir de esta base, el clínico puede
iniciar la práctica en una variedad de ambientes y con diversas clases de pacientes.
Los autores aquí escriben a partir de las perspectivas de las principales teorías
psicoanalíticas. En el capítulo 1, Kauff destaca la posición de la terapia psicoanalítica
clásica de grupo. Pineas y Hutchinson cubren después la escuela del "grupo-como-untodo", que con frecuencia tiene se asocia con la escuela británica de Melanie Klein y
Wilfred Bion. En el capítulo Margaret y Howard Balcer aplican los principios de la
psicología del sí mismo —el trabajo. de Heinz Kohut y sus alumnos— a la
psicoterapia de grupo.
Por último, la parte II ofrece información sustancial impresa acerca de grupos en
ambientes hospitalarios, donde surgen gran parte de los grupos terapéuticos reales
Autores con conocimientos especializados en este tipo de ambientes destacan las
adaptaciones de la técnica y la expansión de la teoría que han surgido del trabajo en esta
área En el capítulo 4, Stone presenta un modelo que aplica los principios básicos de 1
psicoterapia de grupo a aquellos pacientes con enfermedades psiquiátricas demás difícil
tratamiento y crónicas. Kibel, en el capítulo 5, aplica estos principios a aquellos con
enfermedad más aguda y Rice analiza el trabajo con estos pacientes, y a los
profesionales que los atienden, dentro del contexto de la reunión comunitaria en el
capítulo 6. En capítulo 7, Kennedy escribe acerca de la terapia de grupo con una
población hospitalaria de manera parcial que combina cienos aspectos de aquellas
poblaciones que se cubren en los tres capítulos precedentes. Después, Brook describe el
trabajo de enfoque farmacológico con una población relacionada. Con un cambio hacia
pacientes con enfermedades físicas, Lederberg analiza en el capítulo 9 las necesidades de
los profesionales de 1 medicina que atienden a individuos gravernente enfermos; Stem
examina la rehabilitación de los pacientes con enfermedad física en el capítulo 10 y
Whiteman Carro] considera en el capítulo 11 la manera en que la terapia de grupo
puede auxiliar en 1 satisfacción de las necesidades de las familias de los enfermos.
La parte III introduce al lector al mundo de los grupos formados de manera
homogénea y los autores analizar la manera en que poblaciones especiales pueden
necibir ayuda de la psicoterapia de grupo. Las ventajas y compromisos que resultan de 1
conjunción de agrupamientos homogéneos de pacientes constituyen el centro de
atención de estos capítulos. Riester analiza en el capítulo 12 la aplicación de los principios
psicoterapéuticos de grupo a los adolescentes y MacLennan, en el capítulo 13, atiende.
trabajo que se realiza con aquellos en el otro extremo de la vida. Feost y Golden y sus
coautores cubren en los capítulos 14 y 15 el trabajo con dos poblaciones específicas que
presentan problemas sumamente importantes para la salud pública: pacientes que han
tenido resultados positivos eru los análisis para el virus de inmunodeficiencia humana
(HIV), o con el síndrome de irommodeficiencia adquirida (SIDA), y con paciente:
farmacodependientes, respectivamente. Para completar la sección, van der Kolk explora
en el capítulo 16, el uso de la psicoterapia de grupo con pacientes que sufren de
trastornos por estrés postraurnático.
La parte IV analiza tres situaciones especiales que, por lo común, no se cubren en
los textos acerca de terapia de grupo. Atiende a ciertos aspectos pragmáticos que rodean
a la práctica de la psicoterapia de grupo. En el capítulo 17, Porter discute las ventajas y
problemas de combinar la psicoterapia gripal e individual, al igual que las indicaciones
para llevar a cabo estos planes de tratamiento. Lytnberis escribe después acerca de las
preocupaciones legales y éticas que rodean a la práctica de la terapia de grupo, y Cohen
XIV • Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Prefacio)
ofrece un capítulo útil acerca de la manera en que pueden agregarse los grupos a una
práctica que se enfoca en el tratamiento individual.
La parte V examina los nuevos avances en teorías acerca del desarrollo del género, con
consideraciones especiales a la manera en que éstos tienen un impacto en el trabajo con
pacientes en terapia de grupo. Doherty y Enders cubren el desarrollo de las mujeres en el
capítulo 20; Krugman y Osherson escriben acerca de los varones en terapia de grupo dentro del
capítulo 21.
La parte VI revisa algunas de las maneras en que se practica la terapia de grupo más allá
de los modelos más tradicionales a largo plazo o con pacientes internos. En el capítulo 22,
MacKenzie escribe acerca de la teoría y técnica del grupo con tiempo imitado. Después, Fay
y Lazarus explican la teoría y práctica de la terapia cognoscitiva o conductual de grupo.
La parte VII ofrece una revisión espléndida y extensa, realizada por Dies en el
capítulo 24, acerca de la investigación actual en terapia de grupo.
La parte VIII se dirige a las necesidades de entrenamiento para los profesionales de
grupo. Esta sección tiene importancia particular para el maestro de terapia de grupo.
En el capítulo 25, Alomo propone modelos de entrenamiento y la manera en que éstos
se relacionan con el ambiente clínico actual. Swiller y sus coautores se dirigen después, en
el capítulo 26, a la cuestión de los grupos de proceso (experienciales) en el entrenamiento de
los clínicos grupales. Por último, en el capítulo 27, Bader ofrece pautas para a conducción
de un evento de entrenamiento, como un taller, para la enseñanza de aspectos de la
terapia de grupo a otros clínicos.
Se invita al lector a tomar asiento y a disfrutar de la abundancia de conocimientos acerca
de una verdaderamente fascinante y poderosa oportunidad de tratamiento para nuestros
pacientes.
Referencias
Durkin HE: The Group in Depth. New York, International Univetsities Press, 1964. Wolf
A, Schwartz ED: Psychoanalysis in Groups. New York, entine & Stratton, 1962. Yalom
ID: 'The Theory and Practice of Group Psychotherapy. New York, Basic Books, 1970.
Introducción:
Defensa de la terapia
de grupo
Anne Alonso, PhD 1.
Swiller, MD
CONSIDERACIONES FILOSÓFICAS
Ldignidad:
as personas prosperan más en una comunidad que valora su participación y protege su
La capacidad esencial del recién nacido para deleitar y hacer que participen
personas que podrían cuidar de él mediante la sonrisa, gorgeos y el contacto visual se integra
con la trama de k vinculación humana Lo mismo ocurre con las respuestas instintivas del
infante que forman los cimientos de las conductas de atención y cuidado. En este nacimiento
psicológico del niño, los patrones biológicos se desarrollan dentro del contexto de una matriz
interpersonal única y en un ambiente cultural compartido. El impacto del pequeño en otros
individuos importantes dentro de su mundo y la influencia de éstos en dicho niño, interactúan
sinérgicamente para la formación de un ambiente madurativo que apoye o frustre el
desarrollo sano. En última instancia, la salud mental madura se caracteriza por una
interdependencia que proporcione mejoría de manera mutua.
Esta integración de mente, cuerpo y contexto social es vulnerable al ataque de
problemas, en cualesquiera de estas dirnensiones. Cuando surgen las dificultades, las
personas sufren y buscan ayuda para su sufrimiento. La psicoterapia de grupo ofrece la
oportunidad para una interacción interpersonal que se crea de manera propositiva, se observa
de modo cercano y se guía hábilmente. Estas interacciones pueden influir de modo positivo
en variedades incontables de angustia y disfunción humanas. Dentro del grupo terapéutico es
posible que se atiendan y modifiquen las percepciones distorsionadas acerca de los 'demás,
comunicaciones ineficientes, afectos descargados de manera inadecuada, conductas
estereotipadas,
actos
impulsivos,
enajenación
y
demás.
XV
XVI • Psicoterapia dé grupo en la práctica clínica
(Introducción)
FUNDAMENTOS TEÓRICOS
Una amplia variedad de teorías animan la práctica de la psicoterapia de grupo. En el espectro
psicodinámico, el énfasis analítico clásico en la libido y la agresión encuentra expresión en
las fuerzas inconscientes que impulsan al grupo como una totalidad a lo largo de su
trayectoria epigenética. La teoría de las relaciones objétales encuentra en los grupos un
ambiente natural para las proyecciones de las partes objétales internas hacia los otros
miembros y la reintroyección gradual de los aspectos escindidos del sí mismo dentro del
contenido de la envoltura de grupo. Los psicólogos del sí mismo reconocen las posibilidades
empáticas y de reflejo de espejo entre los miembros comprometidos, quienes quizá sirvan
como funciones de objeto del sí mismo, unos para otros. Los seguidores de Sullivan y otros
psicólogos interpersonales destacan la curación que proviene de las relaciones reales entre los
miembros, y las feministas ven en los grupos una oportunidad para analizar el impacto del
género en el ambiente y viceversa, al igual que lo hacen otras personas que se interesan en los
aspectos específicos del desarrollo del género a lo largo del ciclo vital. Los profesionales
cognoscitivo-conductuales ven en el modelo de grupo la oportunidad para volver a pensar y
aprender acerca de las distorsiones cognoscitivas a partir de colaboradores en los que se
confía, mientras que los teóricos con orientación biológica comienzan a validar la sinergia
benevolente entre curación física y psicológica dentro de los grupos.
Introducción: Defensa de la terapia de grupo •XVII
son sus iguales, tienen temores secretos similares y actúan de maneras igualrnente
innobles y aun así responden de modo compasivo unos hacía otro La vergüenza culpa
florecen más en la oscuridad del aislamiento, la vergüenza y culpa patológico se curan
mejor mediante su exposición a la luz en un ambiente interpersonal empatía vigilados de
manera cuidadosa, en el que la penetra esté, rodeada de otros a los < les importa dicho
individuo así como su propio bienestar.
3. Apoyo acerca de la universalidad de los deseos, temores y angustias de miembros. El tipo
de exposición terapéutica disponible en la terapia de grupo incluido al paciente en la
universalidad del dolor hurnano. Esta terapia es una fuente de aporte única. Los
enfermos y los clínicos que los refieren piden con frecuencia un grupo que preste apoyo.
Por supuesto, ningún tratamiento es útil a menos de que el paciente se sienta respetado.
Cualquier grupo que haya de ser efectivo debe proporcionar apoyo de dicha manera.
Pero existen otras dimensiones de apoyo que tal vez sean, en última instancia, aún más
útiles) .poyo significa mucho más que simple interés positivo por igual curativos la
sinceridad y contención sin juicio de los afectos primitivos codicia, envidia y odio que se
encuentran encerrados dentro de los paciente también buscan expresión en un ambiente
que tolere y confronte los lados oscuros del alma
4. Reintegración de aspectos escindidos del sí mismo. A medida que las par escindidas e
inconscientes del sí mismo surgen dentro del grupo puede vérsele primero, en la
respuesta de reflejo de los otros, y por último, entrenen la escala de fallas humanas
comunes, a las que es posible que se les enfrente, perdone y resuelva.
¿QUÉ SUCEDE EN LA TERAPIA DE GRUPO?
APLICACIONES TÉCNICAS
Se han realizado Múltiples esfuerzos por aislar y nombrar los factores curativos en la terapia
de grupo. Si se les toma juntos, estos factores se integran .en la siguiente descripción del
proceso de curación en la terapia de grupo:
1. Actuación vital de los dilemas caracterológicos de los miembros. En el grupo, cada miembro
está obligado a tener sus problemas, no sólo a hablar acerca de ellos. No sólo se hace un
recuento de las dificultades y angustias; éstas se actúan y experimentan. Los miembros
sienten su propia autenticidad, sus afectos poderosos, la exposición tolerable de sus sí
mismos heridos y el apoyo de los demás( Es posible que aprendan de qué manera los
experimentan los otros y cómo sus propias percepciones pueden estar distorsionadas.; Los
miembros del grupo tienen la oportunidad de observar las habilidades y deficiencias
interpersonales de los otros y experimentar con métodos de interacción que les son nuevos.'
Aprenden tanto la universalidad de la angustia humana como la cualidad única del valor
potencial de cada individuo.
2. Exposición y resolución de secretos vergonzosas. La exposición es universal en los grupos .n
un inicia, muchos individuos que buscan tratamiento dudan en unirse a un grupo por temor a
exponer sus "secretos" y su patología a personas que desconocen. Muchos clínicos poseen
este mismo temor por sus pacientes y por sí mismos y tal vez duden en recomendar este
tratamiento. Por otro lado, la vergüenza y duda de un paciente angustiado casi siempre
conducen a juicios acerca de sí mismo que son más severos de lo que se justifica por la
realidad externa. Los enfermos dentro de un grupo experimentan un alivio enorme cuando
encuentran que otros que, con toda claridad,
La defensa clínica de la terapia de grupo es la principal preocupación de este libro. Los
autores están consagrados al punto de vista de que el tratamiento de los pacientes en terapia
de grupo es la opción principal para el tratamiento definitivo del sufrimiento psicopatología
humanos.
Por decenios desde su iniciación con el Dr. Joseph Pratt en Boston, la psicoterapia de
grupo se ha establecido como un campo clínico de sorprendente vigor, espectro validez. Un
vasto conjunto de profesionales ya abrazaron sus principios y métodos. La practican
psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras psiquiátricas y consejeros
pastorales... De igual manera ocurre con otros profesionales médicos que no participan
directamente en la salud mental, así como expertos en desarrollo organizacional y educación.
Cuando una teoría o método disfruta de apoyo tan amplio, es razonable que se deduzca que
toca algunas de las verdades fundamentales y universales de la experiencia humana.
Varían en gran medida las necesidades de los pacientes y sus capacidades para el empleo
de la ayuda, dependiendo de sus patologías y fortalezas. De manera poco notable las técnicas de
los terapeutas grupales también varían en gran medida, pero un solo recurso fundamental los une
a todos: la presencia del grupo. Las ideas y técnicas de los terapeutas de grupo varían de manera
encame, pero todos estos terapeutas, por la misma naturaleza de su trabajo, creen en el potencial
de curación, educación y crecimiento de otros seres humanos.
XVIII • Psicoterapia dé grupo en la práctica clínica
(Introducción)
BENEFICIOS PARA EL TERAPEUTA DE GRUPO
Además de su efectividad terapéutica pata los pacientes, la terapia de grupo representa varias
ventajas para el clínico. Cualquiera que observa a un paciente comenzar el trabajo en un
grupo, está familiarizado con las sorprendentes ganancias en la comprensión del terapeuta
acerca de su paciente, que no estaban disponibles en la hora individual. Más allá de lo que el
profesional aprende acerca del enfermo, existe mucho que aprender acerca de uno mismo
cuando se conduce un grupo. Atrapado en los mismos procesos de resonancia y amplificación
del grupo, el clínico tiene la ventaja de observar, de nuevo, su propio carácter y reacciones de
contratransferencia y continuar el trabajo, de autocomprensión y crecimiento personal.
Entre las muchas gratificaciones de ser un terapeuta de grupo se encuentra que esta terapia
es artística y científicamente fascinante. Si la narrativa es el primer arte, entonces la observación
directa del entrelazamiento de vanas historias humanas a medida que se desarrollan, es un
privilegio de primer orden. Los terapeutas de grupo son los beneficiarios de la generosidad de
aquellos pacientes que abren sus vidas y sus sí mismos ante sus terapeutas. Los procesos
inconscientes que se desarrollan en un grupo profundizan la conciencia de las dimensiones
interpersonales de salud y patología, lo mismo que el impacto del sistema en la experiencia
intrapsiquica. El clínico está en libertad de retirarse y dar espacio para que surjan las historias
personales y "tribales". Los grupos ofrecen al terapeuta una perspectiva de la cual puede alejarse
y observar sin desprenderse del lazo empático, como podría suceder si tornara esa distancia en la
hora diádica con el paciente.
Una realidad pragmática confronta a pacientes y a quienes los curan. Se aumenta de
manera drástica el aspecto financiero de la atención en salud mental. Es obvia la economía de la
psicoterapia de grupo y no se le puede ignorar en estos tiempos de recesos limitados,
disminución de costos y cuidado administrado.
Una de las ventajas más importantes de la psicoterapia de grupo es su capacidad para
extender los servicios óptimos de salud mental a más de aquellos que necesitan tratamiento.
Hacerlo más posible por dar el mejor cuidado disponible a una población que el sector
privado no atiende a causa de recursos económicos limitados, es algo que nos incurable a
todos. Muchos pacientes que no pueden pagar terapia individual, o que pueden tomarla sólo
a través de clínicas públicas subsidiadas, tienen la posibilidad de pagar la psicoterapia de
grupo con el terapeuta más destacado.
¿A QUIÉN SE DIRIGE ESTE LIBRO?
Esta visión general del campo se ofrece como una guía para el novato lo mismo que como una
resella para el clínico con más experiencia. El lector encontrará que algunos de los capítulos son
básicos y que algunos asumen más complejidad en el campo, aun así, todos tienen un enfoque
clínico, con excepción de las revisiones a profundidad de la investigación en el área. Muchos
terapeutas que nunca se han especializado en terapia de grupo ahora están interesados por
diversas razones. Algunos desean agregar una nueva opción a su propia práctica. Otros se
encuentran administrando programas gripales en unaorganización de salud o en unidades
para
pacientes
internos.
Introducción: Defensa de la terapia de grupo • XIX
Algunos quizá desean refrescar sus conocimientos con una mirada a lo que hay de nuevo en el
campo. Los docentes de clínica podrían utilizar algunos de los capítulos como parte de su
currículum.
En las palabras de uno de los revisores, este libro se diseñó como "un cálido
acompañante para cualquier estudiante en el campo". La amplia diversidad de lector& hacia los
que nos dirigimos, iguala la envergadura del campo de la teoría y terapia de grupo. Por último,
el grupo se sostiene como una fuerte afirmación de todas las maneras en que los terapeutas de
grupo ayudan a las personas a auxiliarse entre sí a aprender, a crecer y a sanar.
Contenido
Colaboradores .....................................................................................................
Reconocimientos ................................................................................................
Prefacio ..............................................................................................................
J. Scott Rutan, PhD
Introducción: Defensa de la terapia de grupo
Anne Alonso, PhD
Hillel1 Swiller, MD
PARTE 1
GRUPOS DE TERAPIA PSICODINÁMICA
A LARGO PLAZO
Capítulo 1. Contribuciones de la terapia analítica
de grupo al proceso psicoanalítico …………………………….3
Priscilla F. Kauff, PhD
Capítulo 2. Análisis grupal…………………………………………………….29
Malcolm Pines, MD y Sylvia Hutchinson, BSc
Capitulo 3. Contribuciones de la psicología del si mismo
a la teoría y practica de la psicoterapia
de grupo……………………………………………………………47
Margaret N. Baker, PhD, y Howard S. Baker, MD
XXI
XXII  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Contenido  XXIII
(contenido)
PARTE II
GRUPOS EN HOSPITALES
Y AMBIENTES MEDICOS
Capitulo 14. Psicoterapia de grupo con pacientes HIV
positivos y con SIDA …………………………………………253
Joel C. Frost, EdD
Capitulo 4. Psicoterapia de grupo para paciente
con enfermedad mental crónica …………………………………..69
Walter N. Stone, MD
Capitulo 15. Terapia de grupo dinamica para pacientes
Adictos a sustancias: Reconceptuación ……………………..269
Sarah Golden, PhD, Kurt Halliday, PhD
Edward J. Khantzian, MD y William E. McAuliffe, PhD
Capitulo 5. Psicoterapia de grupo con pacientes
Internos …………………………………………………………….91
Howard D. Kibel, MD
Capitulo 6. Reunión comunitaria ………………….…………………………111
Cecil A. Rice PhD
Capitulo 7. Grupos en el hospital diurno……………………………………..133
Lawrence L. Kennedy , MD
Capitulo 16. Grupos para pacientes con antecedents
de trauma catastrófico ……………………………………...287
Bessel A. van der Kolk, MD
PARTE IV
CONSIDERACIONES ESPECIALES
Capitulo 17. Psicoterpia combinada individual y de grupo………………307
Kenneth Porter, MD
Capitulo 8, Grupos bajo tratamiento
farmacológico ……………………………………...……………..151
David W, Brook, MD
Capitulo 18. Aspectos éticos y legales en psicoterapia de grupo …………339
Maria T. Lymberis, MD
Capitulo 9. Grupos de apoyo personal en instituciones
con altos niveles de estrés ………………………………………..169
Marguerite S. Lederberg, MD
Capitulo 19. Establecimiento de grupos en un consultorio
de practica privada …………………………………………..353
Arnold Cohen, PhD
Capitulo 10. Terapia de grupo con pacientes
físicamente enfermos …………………………………………...185
Melvin J. Stern, MD
PARTE V
ASPECTOS DE GENERO DE LOS GRUPOS
Capitulo 11. Grupos de apoyo familiar para pacientes
físicamente enfermos y sus familias ……………………………201
Kathleen Witheman Carroll, MSW, LCSW
PARTE III
POBLACIONES ESPECIALES
EN TERAPIA DE GRUPO
Capitulo 12. Creación de la experiencia de psicoterapia
de grupo para adolescentes ……………………………………217
Albert E. Riester, EdD
Capitulo 13. Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos ………………235
Beryce W. MacLennan, PhD
Capitulo 20. Mujeres en psicoterapia de grupo …………………………..365
Patricia Doherty, EdD y Pamela L. Enders, PhD
Capitulo 21. Varones en terapia de grupo ………………………………..387
Steven Krugman, PhD
y Samuel Osherson, PhD
PARTE VI
NUEVAS APLICACIONES DE LA TEORÍA
Y TECNICA DE GRUPO
Capitulo 22. Teoria y técnica de grupo con tiempo limitado …………….417
K. Roy MacKenzie, MD, FRCPC
Capitulo 23. Terapia de grupo cognoscitivo-conductual …………………441
Allen Fay, MD
y Arnold A. Lazarus, PhD
XXIV  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Contenido)
PARTE VII
INVESTIGACIÓN
Capítulo 24. Investigación en psicoterapia de grupo:
Perspectiva general y aplicaciones clínicas .............................................................................................................................463
Robert R Dies, PhD
PARTE VIII
ENSEÑANZA Y ENTRENAMIENTO
Capítulo 25. Entrenamiento en psicoterapia de grupo ...................................511
Anne Alonso, PhD
Capítulo 26. Grupo de proceso para entrenamiento
de residentes psiquiátricos ........................................................ 523
Hillel L Swiller, MD, Enid A. Lang, MD
y David A..114,erin, MD
Capítulo 27. Cómo llevar a cabo un taller
depsicoterapia de grupo.............................................................................................................................................................537
Lawrence J. Bader, PhD
Índice ................................................................................................................553
Grupos de terapia
psicodinámica
a largo plazo
Contribuciones de la terapia
analítica de grupo
al proceso psicoanalítico
Priscilla F. Kauff, PhD
"La mayoría tenemos sólo una historia dentro de nosotros; la vivimos y la
respiramos y la pensamos y vamos hacia ella y bailamos con ella; nos
acostamos con ella, la amamos, odiarnos y esa es nuestra historia".
Carolyn See, Golden Days
INTRODUCCIÓN
Por lo común se cree que el cambio y alteración concreta de la personalidad en el curso
de la propia vida, es el resultado esperado de la psicoterapia en cualquiera de sus
variedades. Aunque existe cierta verdad en esta creencia, la meta última del tratamiento
psicoanalítico no consiste en el cambio per se, sino más bien en determinar las
condiciones para el cambio y crecimiento posterior. El proceso es, en términos
fundamentales, de cuestionamiento; la meta general consiste en articular tanto como
sea posible y comprender lo que puede comprenderse. El proceso psicoanalítico tiene
por objetivo contar la "historia dentro de nosotros" de manera tan clara y completa
como sea posible, a fin de maximizar el control del individuo sobre esa historia, tanto
durante el tratamiento como mucho después de que éste terminó.
Las fuerzas que se originan dentro del individuo y en la situación de
tratamiento conspiran con los factores externos para complicar el proceso
3
4  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
analítico. Cuando las fuerzas son intrapsíquicas, se les comprenden, en parte, como
reflejo de la resistencia del paciente al tratamiento y, como tales, constituyen una
expresión específica de la patología que la terapia tiene por objetivo. Lo mismo
ocurre con el grado en el cual las fuerzas intrapsíquicas encuentran su expresión en
la resistencia de transferencia, una parte de la fibra de las relaciones entre terapeuta
y paciente. De nuevo, estos factores se vuelven un blanco crítico del proceso de
tratamiento.
La evolución de la modalidad diádica de tratamiento (incluso el papel del
analista y las técnicas específicas que utiliza) se ha moldeado en función de la meta
de lidiar de manera exitosa con la transferencia y resistencia del paciente. A
pesar de que algunas técnicas específicas han tenido comienzos bastante
humildes, han sobrevivido a través del tiempo debido a sus contribuciones (en
ocasiones no esperadas) a este esfuerzo. Por ejemplo, el uso del diván, una
técnica que inició Freud para evitar su propia timidez y para facilitar la
regresión y asociación libre de su paciente, ha perdurado en gran medida a
causa de su propia efectividad en cuanto a que alienta el surgimiento de
sentimientos transferencia-les que, de otra manera, permanecerían inhibidos.
De manera similar, el uso de la díada, el modo tradicional paciente—
médico de consulta, ha exhibido de manera consistente ciertos rasgos que son
terapéuticos por sí mismos. Por ejemplo, la díada se ha ligado a la unidad
madre—hijo; ésta, tan sólo por ser una interacción continua y en la que se
puede depender, sirve como una "función de sostenimiento" (Winnicott, 1965)
para el paciente, con sus propias consecuencias terapéuticas positivas. La
seguridad, estabilidad, constancia y privacía de la díada; aparejadas con la
supuesta atención completa de parte del terapeuta, conducen de modo
incuestionable al autoexamen riguroso del cual consiste en' gran medida el
proceso psicoanalítico. Estos factores, por su parte, en combinación con los
fuertes lazos emocionales que genera esta relación íntima y persistente, facilitan
la autorrevelación y el surgimiento de la transferencia.
Por otra parte, la díada tiene tanto limitaciones intrínsecas coma algunas
desventajas como modalidad única de tratamiento. Por ejemplo, las ganancias
secundarias de la recapitulación de la unidad madre—hijo, quizá engendren, en
particular en un tratamiento-:a largo plazo, una dependencia exagerada en el
terapeuta, que puede, en su momento, convertirse en sí misma en algo patológico. La
"atención completa del analista" es, cuando mucho. un acercamiento y el paciente
compite, sin quererlo, con la vida interna del analista para obtener dicha atención. La
privacía de la citada, a pesar de lo útil que pueda ser en alentar al paciente a que
comparta su vida interna, depende de una estructura en la que sólo otra persona
escucha y sólo otro, sujeto responde a las comunicaciones del paciente. Esa otra
persona trae a la (liada sus propias limitaciones, que afectan la comunicación y
comprensión, en ocasiones de manera crítica. Más allá de los peligros latentes de la
contratransferencia a los cuales está sujeto cualquier terapeuta, los requisitos de una
conducta analítica adecuada (por ejemplo, neutralidad y abstinencia) pueden volverse
impedimentos porque prohíben ciertos tipos ele
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  5
respuesta de parte del terapeuta que son necesarios para el éxito final de
tratamiento. De igual modo, la regresión que pueden generar el clima emociona
intenso y el uso del diván, en sí misma en ocasiones se vuelve un escollo grave
para los pacientes cuya fortaleza del yo es menos consistente de lo que parecí:
en un principio.
En un inicio, la terapia analítica de grupo se desarrolló en manos de aquéllos
profesionales quienes, con mayor frecuencia por razones prácticas, se
aventuraron fuera de la seguridad y privacía de la díada hacia el mundo más
turbulento del grupo, para llevar a cabo el tratamiento. Estos pioneros, entre ellos
Henrietu Glatzer, Helen Durkin, Alexander Wolf y Wilfred Bion, por lo común y
llegaron al uso de una modalidad de grupo de manera deductiva basada en un
razonamiento metapsicológico. Tampoco, a un nivel más concreto, se volcaron
de inicio hacia el grupo para evitar las limitaciones técnicas u operacionales que
se mencionan antes con respecto a la díada. La conciencia más completa de las:
ventajas del grupo ha sido un proceso largo y en gran medida post hoc.I Enuncian
la lógica que presta apoyo al empleo de la modalidad de grupo y explicar la
efectividad clínica que se ha demostrado de manera consistente, ha requerido de
un continuo esfuerzo, del cual este capítulo es una parte. Para tal fin, por lo
general se consideran en detalle las contribuciones significativas del grupo
analítico al proceso analítico, en términos de la capacidad del grupo para la
superación de las limitaciones que pueden enfrentarse en la díada y en términos
del poder terapéutico que éste genera de modo independiente.
CONSIDERACIONES TEÓRICAS BÁSICAS
En un inicio, la terapia de grupo la desarrollaron clínicos que recibieron
entrenamiento en el uso de la modalidad diádica. La mayoría de los estudiantes.
A través del curso de su desarrollo, han existido algunos argumentos metapsicológico:
serios que se han ofrecido como razón fundamental para el tratamiento grupal, entre ello: la
impresionante discusión de Foulkes y Anthony (1965) y la de Bion (1959), cada una de las
cuales sugiere que la modalidad multipersona de tratamiento encaja de manera más cercan
con las realidades intrapsiquicas y del desarrollo de la existencia humana como ellos la:
conceptuaron. En el extremo más práctico del espectro, Durkin (1964) discute que los
miembros del grupo se benefician ipso facto de compartir la etapa de tratamiento, porque
"t. dos los miembros comparten los mismos impulsos básicos y la misma estructura
mental aunque en diferentes proporciones. Han vivido a través de las mismas fases
epigenéticas y experimentaron conflictos análogos en cada nivel del desarrollo. El hecho
de que cada miembro ha encontrado su propia resolución efectiva o patológica a sus
conflictos... tan sólo sirve para que se enriquezcan sus comunicaciones y proporcionar
una oportunidad de adquirir horizontes más amplios mientras que llegan a una
determinación personal más completa" (páginas 3-4).
6  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
de hoy en día siguen la misma vía (es decir, el entrenamiento en la modalidad
tradicional paciente—terapeuta precede al entrenamiento en grupo). De manera
típica, los conceptos psicoanalíticos de patología y tratamiento se aprenden
primero dentro de un marco diádico. La transformación del contexto de
tratamiento de uno a muchos, requiere más que la expansión de los límites
del tratamiento; de manera simultánea requiere que se alteren algunos
conceptos fundamentales para acomodar tanto los nuevos datos que
proporcionará la modalidad de grupo como las formas desconocidas que
asumirán algunos de los lejos materiales. De modo similar, ciertas técnicas de
tratamiento grupal difieren en términos significativos de aquellas que son
apropiadas en la díada y los cambios técnicos pertinentes los tiene que absorber y
comprender el futuro profesional de grupo. Estos cambios en concepto y técnica,
por no decir los -eferentes a la modalidad de tratamiento, deben colocarse dentro de
un marco general comprensible. Las técnicas sin una subestructura teórica son
como cohetes no guiados. Existe poco sentido en la discusión acerca de la
legitimidad, calidez clínica o utilidad final de la terapia de grupo como modo de
tratamiento psicoanalítico, sin aclarar su lugar dentro del marco conceptual general
del cual es parte.
Todos los clínicos desarrollan sistemas de creencias, teorías personales, por
decirlo así, ya sea que se enuncien o no, en cuanto a la naturaleza de la
psicopatología y la manera en que debe tratársele. Estos sistemas de creencias
reflejan, de manera típica, aquellos marcos teóricos que mejor encajan con las
propias tendencias conceptuales personales. También se conectan íntimamente
a un nivel práctico, ya sea que la conexión sea obvia de manera inmediata o no;
es decir, las suposiciones teóricas del terapeuta iluminan el material al cual
atiende, guían la comprensión acerca de dicho material y determinan en gran
medida cómo se interviene o responde en el entorno de tratamiento.
Los estudiantes de teoría freudiana están familiarizados con la importancia del
marco teórico para los aspectos específicos de la técnica. Cada uno de los cinco
principales modelos del funcionamiento mental que caracterizan a la teoría (es
decir, los modelos topográfico, económico, genético, dinámico y estructural) han
realizado su propia contribución particular a la comprensión del origen, naturaleza
de la psicopatología o de ambas. Más que ello, cada modelo ha integrado dentro de
sí alguna noción más o menos completa de la manera en que mejor se trata esa
psicopatología. Por ejemplo, el modelo topográfico postula que los contenidos de
la mente se estratifican en capas diferenciadas por su proximidad a la conciencia.
Estos estratos se designan, de manera suficientemente apropiada, como
"consciente", "preconsciente" e "inconsciente". Dentro de este modelo del
funcionamiento psíquico, la psicopatología se entiende como el resultado de la
cantidad y tipo de contenidos mentales que residen ("se reprimen") en el
inconsciente. Los impulsos que se asocian con estos contenidos mentales intentan
penetrar continuamente las barreras sucesivas a través del preconsciente hasta
llegar a la conciencia. La presión que generan estos impulsos intrusos da lugar a
ansiedad, formación de síntomas y otras maniobras defensivas.
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  7
Para tratar de manera adecuada la patología resultante, un camino lógico,
atractivo por su sencillez, dicta que debe hacerse consciente lo inconsciente,
mediante despejar las vías y exorcizar los demonios, por decirlo así. Se supone
que al hacer esto, se aligerarán las consecuencias subsecuentes a la presión
generada por los contenidos enterrados y se aliviará la patología.
Con el advenimiento del modelo estructural, que surgió - mucho después en el
trabajo de Freud (1923), cambió tanto la naturaleza del funcionamiento psíquico
y de la psicopatología, como la prescripción para su tratamiento. El modelo ya
no proponía una estratificación vertical de los procesos mentales sino que, en su
lugar, postulaba tres estructuras mentales definibles: yo, ello y superyó, cada
una de las cuales tiene componentes conscientes e inconscientes. Dentro de este modelo, la psicopatología ya no se conceptúa como una función de los
contenidos mentales enterrados que intentan salir a la conciencia, sino que se
define de manera más compleja (es decir, como un desequilibrio entre las tres
estructuras psíquicas). La psicopatología resulta del fracaso del yo por mediar de
manera adecuada entre las presiones de los impulsos instintivos y las prohibicio nes del superyó en contra de la gratificación de dichos impulsos y en lugar de
ello, sucumbe a los conflictos en los que se ve implicado. De manera típica, el
yo también resulta insuficiente para enfrentar las tareas de la realidad de las
cuales se supone que esté a cargo. De la misma manera que la frase "hacer
consciente lo inconsciente" resumía el tratamiento deritro del modelo
topográfico, el tratamiento apropiado de la psicopatología dentro del modelo
estructural se resume en la frase "donde había ello, deberá haber yo". Én otras
palabras, la pauta consiste en restaurar el equilibrio entre las estructuras
psíquicas de modo que el yo sea capaz de mantener un arreglo cómodo entre la
vida instintiva, los requerimientos del' superyó y las demandas de la realidad.
En los últimos decenios, a medida que la psicología del yo se ha hecho cada
vez más prominente, la naturaleza y cualidad del funcionamiento del yo se han
vuelto cada vez más significativas, como modelo diagnóstico y como centro de
atención del tratamiento. En el sentido más general, el yo se evalúa en términos
de lo apropiado de sus respuestas y de la efectividad de sus soluciones a largo
plazo en una variedad de tareas del desarrollo y adaptativas que caen dentro de su
territorio. De la misma manera, es a las deficiencias o fracasos del yo a los que se
dirige cada vez más el tratamiento. Dentro del marco de tratamiento, la
psicopatología se manifiesta en su forma "más pura" y accesible en el proceso de
transferencia, que evoluciona en el curso de la terapia. Tanto la transferencia
como la resistencia que se movilizan en contra de su exploración engloban la
patología específica del individuo; en otras palabras, son al mismo tiempo el
producto y las expresiones en vivo de las dificultades o deficiencias actuales del
funcionamiento del yo. Así, el hito de la técnica "psicoanalítica" lo constituye el
hecho de que el foco de la intervención y exploración analítica sea la resolución
de la resistencia y la transferencia, que da, como consecuencia esperada de dicha
resolución, un alivio a la angustia psíquica.
8  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
Debido a que la psicología riel yo postula que la psicopatología está en
términos del funcionamiento inadecuado, perturbado o defectuoso de otra
manera, del yo, las fuentes de datos en cuanto a la patología no necesitan
limitarse a Fenómenos de tratamiento como la resistencia y la transferencia. Se
espera que las perturbaciones del yo aparezcan en la conducta del paciente en
general, de manera más o menos obvia, todo depende de la naturaleza del
entorno en el que se observe la conducta. Ya sea que se informe de un sueño o
de una fantasía primitiva o se funcione en el punto máximo de la propia
profesión, opera el mismo yo y estará sujeto a las mismas dificultades. Por
supuesto, el grado en el que la patología domina la experiencia o conducta
variará de un caso a otro, pero la observación cuidadosa mostrará signos de su
presencia en cualquier aspecto de la vida del individuo, dentro o fuera del
entorno de tratamiento. Los indicadores tradicionales de psicopatología, como
sus manifestaciones distónicas (ansiedad activa, síntomas evidentes, defensas
rígidas, perturbaciones cognoscitivas o del impulso y relaciones objetales
deterioradas), serán ubicuas, si bien en diversos grados. Más que eso, se sabe
que dentro riel marco psicológico del yo, la psicopatología no se limita a
manifestaciones distónicas sino que aparecerá en formas egosintónicas, como
rasgos duraderos de carácter, en forma de patrones o respuestas repetitivas ante
estímulos similares, posturas corporales fijas u otras características físicas y en
toda una diversidad de conductas más activas pero no verbales.
Dentro de este contexto, no es accidente que la psicoterapia analítica de grupo
haya florecido junto con el cambio a la psicología del yo corno un marco
conceptual prominente. Entre más amplia sea la ventana hacia el yo en acción, más
variadas serán las oportunidades de observarlo y más rica y productiva puede ser la
recolección de datos. La terapia analítica de grupo, como modalidad de tratamiento, proporciona una ventana amplificada por la cual ver el funcionamiento del
yo en sus momentos más gloriosos y tristes (para una relación del impacto de la
teoría de las relaciones objetales en la terapia grupal, véase Capítulo 2).
TERAPIA ANALÍTICA DE GRUPO Y PROCESO DEL
TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO
Las técnicas fundamentales del psicoanálisis se aplican por igual al tratamiento
individual y de grupo. El foco del análisis de la transferencia y resistencia para que
mejore el funcionamiento del yo, al igual que para que se expanda el dominio del yo
sobre la experiencia y conducta, caracterizan al tratamiento psicoanalítico en
cualquiera de sus formas. Tanto en el tratamiento de grupo como en el individual,
debe lidiarse con la resistencia de modo que la transferencia esté disponible para
escrutinio analítico. Cuando la resistencia está determinada de manera
caracterológica y aparece en combinación con la transferencia (es decir,
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  9
cuando se incorpora dentro ele las conductas y actitudes sintónicas, con patrón y
duraderas del paciente), con frecuencia, la modalidad de grupo es más efectiva en
facilitar el proceso analítico que en la modalidad diádica,
A pesar de que el enfoque técnico general y las metas del tratamiento
psicoanalítico, tanto en el grupo como en la díada, son básicamente iguales,
existen algunas diferencias que deben considerarse. Éstas incluyen las fuentes
de datos, el aspecto de la regresión y el uso general del grupo como un
contexto de tratamiento.
FUENTES DE DATOS
Los datos primarios en el tratamiento analítico son, en términos básicos, lo que el
paciente dice, lo que hace y la forma en que es "de manera característica".
Ningún "ello", "superyó" o "mecanismo de defensa" se presentan de manera
observable o tangible. Éstos son constructos hipotéticos que se deducen de los
datos conductuales (por ejemplo, palabras, acciones y comunicaciones corporales) que están disponibles, en un sentido empírico, ante el terapeuta. Es a partir de
estos datos conductuales inmediatos que se derivan los conceptos explicato rios
del material inconsciente y de las operaciones defensivas. Es claro que entre más
de estos datos se tengan, es mejor. Entre más pueda verse al paciente en
acción, más puede comprenderse acerca del paciente y más puede entender
éste acerca de sí mismo y alterar lo que puede alterarse.
A pesar de que, en la mayor parte de los casos, es poco práctico observar a
los pacientes cuando llevan a cabo sus vidas cotidianas (excepto en ambientes
donde están internos), es ventajoso tener tanta oportunidad como sea posible para
observar a los enfermos bajo una variedad de condiciones. La observación de los
pacientes en un entorno psicoanalítico, en el que existe cierto control sobre los
estímulos y algo de consistencia en ellos, en su momento dará claridad a lo que se
observa o reducirá la confusión acerca de ello.
Esta observación creada en la díada se enriquece y limita por la condición de
control cuidadoso del estímulo que ésta ofrece. A pesar de que la díada tiene la
ventaja definitiva de que sólo hay una persona con el paciente dentro de la
habitación, con lo cual más o menos se enfoca el proceso de transferencia sólo en
un objeto, esta misma dimensión genera sus propios problemas (algunos de los
cuales se mencionaron antes). Las fuentes de datos que están disponibles al
tratamiento se limitan a los informes del paciente, a la relación de trabajo y a la
relación real entre terapeuta y paciente (como la observa el terapeuta) y, por último,
a la transferencia que se manifiesta en el tratamiento. Aunque, por supuesto, el
terapeuta puede observar el lenguaje corporal del paciente y, a través de largos
periodos de tiempo, el patrón de sus respuestas ante ciertos estímulos repetitivos, el
modo primario de comunicación es verbal. Es claro que, en sí mismos, los informes
verbales de un paciente, ya sea en forma de asociación libre, de respuesta ante las
intervenciones del terapeuta o de recontar las experiencias
10  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
provenientes del exterior de la habitación terapéutica, requieren que dicho paciente
supere su propia resistencia para que sea capaz de proporcionar un informe
completo. En el modo tradicional de trabajo analítico, se necesita gran esfuerzo
para, en primer lugar, translaborar la resistencia, lo cual es un proceso que genera
datos valiosos pero que también aumenta el tiempo de tratamiento.
A pesar de que el grupo no permite la privada y los estímulos reducidos de la
díada, si permite que se reúnan casi todos los mismos datos. Lo que se sacrifica
en términos de la "pureza" de la transferencia (si tal cosa existe) se ve más que
compensado por la observación directa del funcionamiento, y/o disfuncionamiento real del paciente o de ambos. El grupo no sólo permite el propio informe .
del paciente acerca de la experiencia interna y externa, sus percepciones del
terapeuta y sus reacciones ante él, sino que además proporciona más personas
hacia las cuales puede responder y más sujetos que pueden reaccionar hacia el
paciente. Los datos son activos, no pasivos. Se extiende la arena para la transferencia de su eje tradicional vertical a uno horizontal que involucra diferentes
objetos y aun, en ocasiones, al grupo en su totalidad.
Más que ello, debido a que, por lo general, las condiciones del estímulo
dentro del entorno grupal no están sujetas al control del paciente, es probable
que sus respuestas sean menos controladas. Aunque en ocasiones no se obtenga
una imagen tan "pura" de la transferencia, se obtiene una imagen mucho más
completa de la patología de carácter del paciente en acción. No sólo el terapeuta
puede observar las respuestas espontáneas, sin corregir, del paciente y sus patrones
duraderos de conducta en respuesta tanto a los estímulos constantes como
ocasionales, sino que también lo pueden hacer otros pacientes y el paciente mismo,
Este retrato bastante más complejo del paciente con todas sus fortalezas y
debilidades, esta visión caleidoscópica de la persona, es una función directa de una
situación multimodal de tratamiento.
EL PROBLEMA DE LA REGRESIÓN
La regresión ha tenido por largo tiempo una posición respetada dentro del dominio
psicoanalítico, como fenómeno clínico y como un rasgo importante del
tratamiento. Una de sus funciones primarias consiste en que facilita que se
exponga o aclare la fijación u otras fallas adaptativas a las cuales puede ligarse una
psicopatología posterior. Muchos aspectos de la situación diádica de tratamiento,
aparejados con técnicas tradicionales como la frecuencia de las reuniones,
dependencia en el analista, uso del diván y abstinencia analítica, alientan el
desarrollo de una regresión prolongada e intensa.
Es una verdad incuestionable el hecho de que el grupo no fomenta la
regresión; de hecho, dentro del contexto del grupo, no se le alienta o se le
considera necesaria. En realidad, con excepción de los pacientes más enfermos
para los cuales, en cualquier caso, sólo sería apropiada una modificación del
tratamiento analítico de grupo, la regresión prolongada casi nunca sucede. Por
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  11
otra parte, las regresiones de corta duración, intensas y, en ocasiones, muy
primitivas, sí ocurrirán dentro del grupo, aun con los pacientes menos patológicos
(Durkin y Glatzer, 1973). En general, estas regresiones son simultáneas con el
surgimiento (con frecuencia por primera vez) de transferencia primitiva, negativa.
Muchas veces, estas regresiones sorprenden de igual manera al paciente y al
analista, porque la situación diádica tiende a excluir tales "brotes" en los
pacientes que de otra manera funcionan en extremo bien.
Las diferencias en regresión que ocurren en la díada y en el grupo sacan a
relucir algunas dudas interesantes. Primero, en el contexto del punto de vista de la
psicología del yo acerca de la psicopatología, la regresión tal vez sea bastante
menos importante en el proceso de tratamiento de lo que se había supuesto antes
en 1a-historia del psicoanálisis, cuando se rastreaban de manera cuidadosa las
vicisitudes de la libido para la localización de fijaciones psicopatológicas. En
lugar de ello, a medida que el yo y sus defensas se han vuelto más el foco para la
comprensión y tratamiento de la psicopatología, el proceso y contenido de la
regresión se han vuelto menos importantes que la capacidad del yo para lidiar
con tal regresión y sus posibles consecuencias. Esto no quiere decir que el
tratamiento psicoanalítico contemporáneo sólo se interese en la estructura y no en
el contenido. En realidad, la regresión ha sido, y continúa siendo, un vehículo útil
para mostrar el contenido específico en general primitivo, del cual consiste la
transferencia y que, por necesidad, define los -temas discutidos en el tratamiento.
Sin embargo, el contenido se manifiesta en una variedad de formas y, con
frecuencia, se aumenta en los entornos grupales porque el paciente responde a
mucho más; y, debido a que sí ocurren regresiones esporádicas, también se aclara
la capacidad del yo para lidiar con ellas y para recuperarse.
La regresión puede considerarse en términos del curso lineal, cronológico,
que toma (es decir, hacia atrás en el tiempo en un sentido del desarrollo).
También se considera en términos del nivel de experiencia y de la extensión del
componente emocional que implica (es decir, un proceso en el que se exponen
dentro de su contexto emocional las capas más primitivas, pero aún activas, de la
experiencia). El insight en ausencia de emoción tiene poco valor terapéutico; no
puede subestimarse que la regresión contribuya en términos de la intensifi cación
del contexto emocional que ésta genera. De hecho, la transferencia, como
principal vehículo para el tratamiento analítico, es crucial precisamente debido a
que proporciona una oportunidad para la comprensión dentro de un contexto con
un nivel emocional intenso.
En el sentido en el que la regresión o un proceso regresivo representan un
papel en la transferencia, su contribución puede ser de igual influencia tanto en
los ambientes individuales como grupales, a pesar de las diferentes formas que
toma. En la díada, se le puede comprender de mejor manera como el principal
vehículo para la liberación de emoción primitiva y su contenido asociado que, de
otra manera, serían inaccesibles en el medio más controlado de dos personas. En
el grupo, debido al intenso clima emocional que se desarrolla de manera natural
entre los miembros, es bastante menos importante la regresión como
12  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  13
(Capítulo 1)
vehículo de liberación emocional. Cuando ocurre, tiende a ser signo de que se ha
tocado material particularmente primitivo o sensible que excede en mucho a las
capacidades defensivas del yo, por lo cual se destacan tanto los contenidos
importantes y extravagancias de ciertos aspectos del funcionamiento del yo.
GRUPO ANALÍTICO COMO CONTEXTO DE TRATAMIENTO
En las fases iniciales del tratamiento analítico diádico, el aspecto más importante
del papel del analista consiste en el establecimiento de las condiciones necesarias
para que el trabajo continúe. Esta tarea incluye, por lo general, descripción del
contrato, comienzo de la alianza terapéutica y desarrollo de un ambiente confiable del cual depender y en el que no exista la crítica (para una discusión más
completa de la alianza terapéutica, véase Glatzer, 1978). El resultado deseado es
que el paciente pueda tener acceso a sus procesos internos e informe de éstos al
analista con una mínima inhibición, incluso, por supuesto, los sentimientos y
fantasías acerca del analista. En otras palabras, la intención consiste en establecer
las condiciones que conduzcan de mejor manera a la asociación libre y que
implique la menor cantidad de resistencia y maximice el potencial para el
desarrollo y exposición de la transferencia.
De manera similar, en el entorno grupal, la tarea inicial del líder de grupo
consiste en ayudar a que se desarrolle y mantenga un método de funcionamiento
que proporcione las condiciones necesarias para que prosiga el trabajo analítico
de manera más eficaz. También, en el grupo, deben establecerse, en la fase inicial
del tratamiento, tanto la alianza terapéutica como el contrato entre los miembros
en cuanto a confidencialidad, aspectos del tratamiento y conducta que se espera
tanto del paciente como del terapeuta. El contrato se renegocia cada vez que sea
necesario a través de la vida del grupo. Sin embargo, debido a que el grupo es una
modalidad multipersona, la meta no sólo consiste en fomentar el proceso de
asociación en cada individuo participante. Transferencia y resistencia no se
limitan a la (liada paciente—analista. La situación se vuelve más compleja en el
grupo, donde hay tantos individuos que interactúan y reaccionan. Las cada vez
mayores fuentes de datos le proporcionan al analista una multitud de opciones y
retos. El material relevante e importante tal vez provenga de una sola persona, de
los miembros, del individuo que interactúa con un miembro (o miembros) y del
grupo como unidad total.
La terapia analítica de grupo no es más monolítica que la teoría psicoanalítica en
su totalidad.*Todo el material disponible puede Proporcionarle un material rico al
analista y al paciente, pero el foco de atención del terapeuta varía, de manera
significativa, de un líder a otro. La diversidad de enfoques del uso
específico de la modalidad de grupo analítico como vehículo en el proceso
analítico en general, se diferencian en primer término por las fuentes preferidas de
datos y por los procesos que se consideran como necesarios para recolectarlos.
Estas diferencias entre aquellos que practican el análisis se vuelve clara cuando se
enuncian las suposiciones teóricas subyacentes.2
Es igualmente cierto tanto para los terapeutas de grupo como para lo:
individuales que el punto de vista que se tiene acerca de la psicopatología y de
aquello que se requiere para dar tratamiento dictarán el enfoque de terapéutica
que se elija. Cuando se añade el concepto del terapeuta acerca del papel de
grupo en el proceso de tratamiento, de esto se sigue por lógica la fuente y tipo:
de datos que buscará y la naturaleza de la intervención que realizará. De esta
manera, identifican tres orientaciones principales. Primera, el grupo puede
utilizarse principalmente como entorno para el tratamiento, en el que la
interacción más importante es aquella que se da entre analista y paciente en un
momento dado. Se considera que la patología se origina y localiza dentro del
individuo éste quien es el objeto principal de la terapia. En segundo lugar, el
grupo en s se considera como el objeto del tratamiento. En esta orientación, se
concibe que la psicopatología se localiza en el grupo como un todo. La
terapéutica de la psicopatología requiere del tratamiento de todo el grupo. En
tercer lugar es posible el empleo del grupo como un agente significativo o, aun,
único, pare el tratamiento. A pesar de que, en general, en este enfoque se piensa
que la patología se ubica en el individuo, el objeto designado del tratamiento, es
el poder terapéutico del grupo el que se moviliza para tratar la patología.
El grupo como un entorno. El uso del grupo como entorno de tratamiento
se ejemplifica mejor en el trabajo de Wolf y Schwartz (1962). Como seguidores
rigurosos de los primeros modelos del psicoanálisis (topográfico, genético y
económico), consideraban que la psicopatología se localizaba a nivel intra
psíquico, en función del material reprimido y conflictivo, cuyos aspectos
específicos se esperaba que surgieran a la conciencia durante el tratamiento. El
papel del analista consistía en "tomar el mando en la búsqueda de los procesos
inconscientes mediante promover la asociación libre, el análisis de sueños,
resistencia y transferencia" (Wolf y Schwartz, 1971, página 250). Debido a que el
crecimiento y diferenciación del individuo era una de las principales metas del
tratamiento, estos profesionales tendían a ser bastante cautelosos acerca de
cualquier involucramiento con el grupo o con los llamados procesos grupales, a
los que consideraban raticos. Más bien, veían al grupo tan sólo como un conjunto
de individuos interesados de manera mutua, que podían contribuir al tratamien to
de un compañero miembro en cualquier variedad de formas, todas auxiliares.
Podían escuchar y dar apoyo, empatía y sugerencias. También podían actuar
como objetos alternativos de transferencia, pero no se esperaba que participaran
en la transferencia o en su interpretación, que era un trabajo que se reservaba
para el analista. Wolf y Schwartz consideraban que el hecho de que el analista
atendiera a los "fenómenos grupales" o "procesos de grupo" era un sabotaje a las
metas del tratamiento.
El material que sigue se presenta con mucho mayor detalle en una publicación
anterior (Kauff, 1979).
2
14  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
En la práctica real de la psicoterapia de grupo, este modelo se asemeja más al
análisis individual dentro de un entorno grupal. A pesar de que requiere de poca
revisión de la técnica, no aprovecha el poder del grupo como agente terapéutico. Por
otra parte, mantiene algunos de los aspectos en particular terapéuticos de la
díada, en especial la oportunidad para enfocarse de manera exclusiva en los procesos
inconscientes de un individuo y la búsqueda de éstos a nivel profundo, mientras que
el tratamiento se pone a disposición de muchos pacientes a la vez. Es obvio que
esto era deseable porque los procesos inconscientes individuales eran, para Wolf y
Schwartz, la fuente de la percepción y conducta patológica en adultos y, por tanto,
los blancos más apropiados para el tratamiento.
El grupo como un objeto. Este punto de vista del grupo como objeto del
tratamiento, un modelo que se conoce como el "grupo como un todo", debe sus
orígenes a los primeros trabajos de Bion (1959). La metapsicología de Bion, que
se gobernaba en gran medida por la teoría de las relaciones objétales de Klein
(1968), lo condujo a un principio básico bastante opuesto al de Wolf y Schwartz,
que decía que el individuo no puede comprenderse de manera verdadera fuera
del grupo al que pertenece. Es decir, desde el punto de vista de las relaciones de
objeto, la vida psicológica se moldea por el desarrollo e interacción entre objetos
internos y por el impacto del mundo objetal interno sobre la percepción y prueba
de realidad. Siguiendo la línea que marcó Klein, Bion sostuvo que la patología tiene
un origen principalmente preedípico, que las ansiedades que residen en la raíz de la
mayor parte de la psicopatología adulta son muy primitivas y que se requiere un
proceso regresivo bastante mayor para que se manifiesten estas ansiedades dentro
del tratamiento.
Más que ello, Bion sostenía que la participación del grupo, en sí misma,
funciona para reavivar estas ansiedades, que por su parte disparan justo el proceso
regresivo que se necesita. Bion denominó a estas regresiones grupales:
"suposiciones básicas", que se definen por actitudes, fantasías y emociones que se
agrupan juntas y se defienden contra las ansiedades primitivas (psicóticas, en el
marco conceptual de Bion). Representan un esfuerzo colectivo del grupo para
resistir el surgimiento del primer material psicótico que subyace a la vida
psicológica y a la patología de cada miembro. Así, para Bion se requiere que el
grupo exponga y trate la patología a un mismo tiempo. El único blanco
apropiado de tratamiento en el modelo de Bion consiste de las ansiedades y
defensas que el grupo, como un todo, comparte en común (a pesar de que el
individuo continúa siendo el supuesto beneficiario de la terapéutica).
De acuerdo con Bion, el papel del líder grupal consiste en la comprensión e
interpretación de la resistencia del grupo. Este papel dicta la técnica peculiar de
liderazgo que se conoce como el método Tavistock, llamado así por la clínica en la
que Bion desarrolló tus técnicas y escribió sobre ellas. La tarea del líder consiste en
abstenerse de intervenciones de cualquier tipo excepto aquellas que se dirigen hacia
las ansiedades psicóticas del grupo como un todo a medida que se manifiestan
durante las reuniones grupales. Dirigirse hacia el individuo o hacia sus ansiedades
independientemente del grupo es un error técnico que él consideraba
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  15
de la misma gravedad con la que Wolf y Schwartz veían al concepto del "grupo"
mítico, es decir, como un sabotaje al tratamiento.
El grupo como agente. La mayoría de los terapeutas analíticos de grupo en la
actualidad no se adhieren a cualquiera de las posiciones bastante extremas que se
resumen antes. Más bien, como podría esperarse, tienden a ser más comunes las
técnicas que se enfocan en algunos momentos en el individuo y en otros en el
grupo. De hecho, cuando el grupo se considera como un agente potencialmen te
poderoso para el tratamiento, el foco de atención se cambia de un lado al otro,
del grupo al individuo, con bastante libertad. La dirección de la intervención es
hacia la fuente de la resistencia a la terapia en cualquier momento en el tiempo
(es decir, resistencia individual o grupal) y seguía en general mediante un
intento por facilitar los procesos en curso dentro del grupo. A pesar de que esta
tradición comenzó, en parre, con Foulkes y Anthony (1965), se desarrolló en
Estados Unidos durante muchos decenios de trabajo y con base en los escritos de
Durkin y Glatzer (1973).
El concepto de proceso grupal es crítico para la comprensión de una
orientación que cultiva, de manera deliberada, al grupo como herramienta
terapéutica. El término proceso grupal se refiere al producto de las interacciones
espontáneas, verbales y no verbales, entre los miembros del grupo y su líder. En
una extensión metapsicológica de la dinámica del individuo a la del grupo,
Foulkes y Anthony (1965) describieron un proceso que llamaron "asociación
grupal" como sigue:
En el grupo, las mentes de personas que se desconocen, con condicionamientos individuales totalmente diferentes, reaccionan y responden unas
hacia otras... Sus respuestas, verbales o no verbales, conscientes o
hacia las producciones de cada uno de ellos, pueden
utilizarse como asociaciones aproximadas a un contexto común... Ahora
inconscientes,
tratamos a las asociaciones como basadas en el campo común de la
comprensión instintiva inconsciente de cada uno... Aceptamos que las ideas
que expresan diferentes miembros tienen el valor de
interpretaciones inconscientes (página 29).
y comentarios
El proceso grupal es la analogía más cercana dentro del entorno grupal al proceso
de asociación libre en el ambiente diádico y el líder se dedica a facilitar este
proceso a lo largo del tratamiento de grupo. El desenvolvimiento del proceso
grupal se asemeja a aquel de la asociación libre pero supera los límites
intrapsíquicos y se mueve en un plano horizontal (entre miembros) y hacia un
plano vertical (miembro o miembros hacia terapeuta). Incluye al conjunto
completo de transferencia y resistencia, función y disfunción yoica y síntomas y
defensas de carácter que se esperaría se manifestaran en el entorno individual
intensivo. La suposición de trabajo en este modelo de la terapia de grupo es que si
el proceso grupal opera con el máximo interés y esfuerzo (es decir, si se atiende de
manera consistente y exitosa a las resistencias, de origen grupal o individual), las
diversas
16  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
fuerzas cambiantes del grupo también operarán a su capacidad máxima para el
beneficio de cada uno de sus miembros. En este sentido, el proceso del grupo es a
la vez un producto y un agente del proceso analítico como se realiza en el grupo.
En última instancia, se vuelve el medio a través del cual el grupo tiene una función
interpretativa y realiza una amplia variedad de otras intervenciones de cambio. Así,
el proceso de grupo posee una fuerza curativa propia al tiempo en que funciona
como base para el crecimiento individual.
EL PROCESO GRUPAL COMO AGENTE DE TRATAMIENTO:
EJEMPLO CLÍNICO
Con frecuencia, los terapeutas de grupo heredan pacientes con patologías de
carácter que han resultado parcial o totalmente resistentes al tratamiento previo.
Estos pacientes pueden regresar muchas veces a terapia y, de hecho, con
frecuencia se les refiere, como un "último recurso", a los terapeutas grupales.
La patología crónica de carácter es notoria porque presentan esa resistencia, en
especial cuando sus orígenes se ubican en las primeras etapas del desarrollo
(como en la patología de carácter de tipo oral). 3 El problema se vuelve aún más
grave cuando la patología de carácter tiene como modo de expresión la
tendencia al acting out.
El tratamiento de la patología .de carácter en la díada ha resultado ser un
hueso duro de roer. Anna Freud (1966) estaba justo en lo correcto cuando sostuvo
que es "... responsable de la mayor parte de las dificultades técnicas que surgen
entre analista y paciente". Ella afirmó que tanto la sintonicidad de la patología de
carácter como el hecho de que introduce la transferencia ante todo como defensa,
la hacen muy difícil de alcanzar en el tratamiento analítico. En realidad, el
atrincheramiento de la patología de carácter, su "cualidad de vida—muerte", es
bien conocida para los clínicos, quienes con tanta frecuencia se sienten frustrados,
si no es que derrotados, por esto. Sin embargo, los problemas de tratamiento
3
La patología de carácter, como se utiliza aquí, se refiere a las percepciones y
respuestas duraderas y repetitivas que se vuelven parte del repertorio corductual del
individuo a través de un largo periodo. Estos patrones conductuales pueden ser verbales o
no. En ocasiones, aparecen sólo en respuesta a ciertas situaciones o desarrollan una vida
propia, con lo que se vuelven típicas del estilo del individuo. La patología de carácter es
egosintónica, libre de ansiedad y se experimenta como parte del sí mismo; es de lo más
esquiva desde el punto de vista del tratamiento. Es un producto manifiesto de los primeros
intentos del yo por resolver los problemas del desarrollo de una manera menos que
exitosa, con lo que se vuelven (en palabras de Anna Freud f19661) "fenómenos
permanentes de defensa". En el tratamiento, la patología de carácter estará presente en la
conducta del paciente y como parte de la resistencia de transferencia.
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  17
deben examinarse no sólo desde el punto de vista de la patología en sí, sino
también desde la perspectiva dé la modalidad que se selecciona para su trata :
miento. Por ejemplo, la combinación de la resistencia intratable del paciente
con las limitaciones del terapeuta analítico a veces resultan letales cuando se
trata la patología de carácter en una díada. Se requiere que el analista sea
neutral, objetivo y esté en control de su contratransferencia aun ante la
transferencia profundamente negativa y la ira que de manera tan típica
acompañan a este tipo de patología de carácter. Como tal, se prohíbe al analista
tener muchos tipos de respuestas que están abiertas a los miembros de un grupo
terapéutico y que han resultado en extremo útiles con pacientes bajo las
circunstancias que se mencionaron.
Por otra parte, el acting out puede presentar algunos retos importantes a la
terapia de grupo, mismos que se evitan en la díada. Por definición, la terapia
grupal es una modalidad más activa—reactiva que el tratamiento individual. La
conducta observable es parte del modus operandi del grupo: la "acción", en el
sentido de interacción activa con otros, se considera como uno de los valores del
grupo en comparación con la díada, que es más exclusivamente verbal. Es
comprensible que la acción es un activo sólo cuando está al servicio del
tratamiento; la línea entre expresarse de manera no verbal y el acting out es,
cuando mucho, muy tenue. Es claro que el grupo como modalidad multipersonal
es muy vulnerable al contagio cuando uno de los miembros presenta acting out.
También, el terapeuta es más vulnerable a la provocación cuando se enfrenta con
una amenaza potencialmente grave para el grupo, mientras que se escrutina su
propia conducta. Se incrementa así la probabilidad de episodios contra
transferenciales y aumenta de igual manera el potencial para que el terapeuta
provoque de manera inconsciente el acting out o se coluda con él.
Sin embargo, del lado positivo, cuando se facilita de manera adecuada, el
proceso grupal es muy efectivo para contener y enfrentar el acting out por muchas
de las mismas razones por las que tiene una cualidad única en su efectividad en
cuanto a la patología de carácter en general. El siguiente ejemplo, que incluye un
caso de acting out en un carácter masoquista, ilustra el poder único de la
modalidad grupal y la función específica del proceso grupa! en el manejo de esta
psicopatología en particular difícil dentro de un marco analítico.
Acting out, como se utiliza aquí, se refiere a la conducta del paciente que sustituye
a la comunicación verbal de material en tratamiento de tal manera que el material se
presenta como algo no accesible a la intervención analítica. La motivación para esta
conducta es inconsciente o fuera del control del paciente y está gobernada por la compulsión a la repetición. El paciente tiene conciencia de sus actos pero no del origen
o significado de éstos. Por lo común, tal conducta es irracional e inapropiada, sin embargo el
paciente la experimenta como razonable y sintónica.
18  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
Caso 1
los siguientes hechos' ocurrieron durante la conducción de un grupo de
entrenamiento y estaban bastante lejos de los hogares de los
participantes. Durante la fase inicial del grupo salieron a relucir asuntos de
confianza, confidencialidad y demás, y se desarrolló un contrato preliminar
de trabajo. Durante este proceso, la señorita A expresó su convicción de
que el líder resultaría ser de un "tipo analítico bueno y fuerte", un
sentimiento que dijo que la complacía aunque no sabía por qué.
En el inicio del grupo, la señorita A compartió su enojo hacia la línea
aérea por haber sobrevendido su vuelo, con lo que habían puesto en duda
su boleto de regreso, el cual estaba "garantizado" de antemano. Había
tenido un acalorado intercambio con el gerente de la aerolínea, quien en
apariencia se había quejado después con los organizadores del programa
de entrenamiento acerca de la "intolerable" conducta de una de sus
participantes. Los organizadores, por su parte, temían que el problema se
hiciera mayor y que pudiera amenazar al programa completo. Se puso
repentinamente "en alerta" al líder.
Cuando el grupo reinició actividades después de un descanso, el líder
esperó escuchar la respuesta de los miembros ante la situación de la
aerolínea. Muchos de los miembros habían tenido, de hecho, el mismo
problema y, por tanto, estaban muy dispuestos a apiadarse de la queja
de la señorita A. Su empatía alentó a la señorita A a continuar con su
historia, que ahora manifestó su creciente indignación y algunas fantasías
bastante alarmantes. De manera específica, le dijo al grupo que planeaba
vengarse en 'contra 'de la aerolínea mediante la unión de fuerzas con
otros participantes con los que se hubiera cometido un abuso similar y
lanzar una ofensiva en represalia. Por ejemplo, tenía pensamientos de
"dejarle .saber la historia a la prensa", "ir a los tribunales" y demás.
Cuando el líder intentó cuestionar por qué la reacción de la señorita A
era más fuerte que las de los otros miembros del grupo ante, en esencia, la
misma situación, la señorita A respondió con enojo. Declaró que el
terapeuta no podía comprender la humillación que ella había sufrido ni se le
daba crédito a su "respuesta sana y afirmativa" ante la situación. El grupo
reaccionó con bastante rapidez y de manera precisa ante el componente
autodestructivo de la imagen "sana", en apariencia, que presentaba la
señorita A. Comprendieron el significado de la comparación original del
terapeuta entre la intensa reacción de la señorita A y su propia reacción
5
Parte del material que sigue aparece en una publicación previa (Kauff, 1978).
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  19
moderada ante la misma circunstancia. Comprendieron que en la
señorita A se encontraba en funcionamiento un componente irracional, lo
que causaba que sobre reaccionará y la cuestionaron de manera
amable, pero persistente, en cuanto a los niveles a los que ella estaba
preparada para continuar con su caso. Al hacer esto, pudieron hacer que
la señorita A dudara en cuanto a lo apropiado de su conducta altamente
racionalizada, una duda que el terapeuta ni siquiera podía sugerir. La
señorita A parecía tan vulnerable al insulto narcisista de parte de los
comentarios del terapeuta que era claro que el mejor curso de acción'
consistía en permitir que el grupo tomara las riendas. El terapeuta
también se sintió aliviado ante esta movilización efectiva del proceso
grupa) en una situación donde el acting out amenazaba no sólo a la
señorita A y al grupo, sino en realidad a todo el programa.
A medida que el grupo progresó y la señorita A se sintió más cómoda
con los demás miembros, compartió con ellos algunos de los otros
sentimientos que se disfrazaban detrás de su enojo generalizado. Estar
lejos de casa parecía que intensificaba los sentimientos de soledad y
vulnerabilidad que, por su parte, conducían a fantasías de que la aerolínea
la atacaba, lo cual le "impedía" tener acceso a su propia casa. A medida
que los miembros del grupo compartieron sentimientos similares, la
señorita A se abrió aún más. Les dijo (lúe amenazó al gerente de la
aerolínea y él respondió con una contra amenaza de hacerla arrestar y
demandarla por difamación. De nuevo, de manera amable el grupo puso
en duda su conducta. Sin embargo, en este punto la señorita A cambió a
un modo defensivo y exigió que el grupo no la desafiara de ninguna
manera. Según dijo, tenía una fantasía de que ellos eran parte del bajo
mundo en un país subdesarrollado. Se preguntaba si revelarían los nombres de los demás (¡en especial el de ella!), aún bajo tortura. Es
innecesario decir que esta fantasía tomó por sorpresa al grupo y en
especial por el grado de la demanda de lealtad de la señorita A. Sólo había
dos opciones en este punto de vista dicotomizado del mundo: absoluta
lealtad o total deserción. En este punto, intervino el líder y sugirió que la
interacción persistentemente hostil de la señorita A con la aerolínea había
sido desde el principio, y al menos en parte, una prueba para la lealtad del
grupo; en oteas palabras, ¿ellos la "esquilmarían" y traicionarían como
había sentido que lo había hecho la aerolínea o estarían de su parte?
El grupo recogió la sugerencia del líder de que la señorita A estaba
actuando una trama inconsciente y llevaron la interpretación un paso más
allá mediante la comparación de su conducta con aquella del señor B, otro
miembro. El señor B había manejado dentro del grupo una creencia de
larga duración acerca de que las personas nunca lo identificaban a él como
alguien independiente de su hermano gemelo. Sin embargo, pronto
20  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
se hizo evidente que él mismo sacaba a relucir, de manera casi compulsiva,
el tema de su gemelo. Con frecuencia, al relatarle eventos al grupo, era
muy poco claro en cuanto a si hablaba de sí mismo o de su hermano.
Cuando, por último, tuvo un desliz y se llamó a sí mismo con el nombre de
su hermano, la señorita A estuvo entre los primeros en ver que el señor B
estaba asegurando de manera masoquista la misma confusión con su
hermano que, de manera consciente, encontraba tan dolorosa y deseaba
evitar. El grupo utilizó con rapidez esta oportunidad para señalarle a la
señorita A que su sensibilidad ante la conducta del señor El era una señal de
la similitud que había entre ésta y su propia conducta inconsciente, por igual
autoderrotante. Comenzaron a ayudarle a explorar la diferencia entre lo que
ella temía a nivel consciente y lo que erigía de manera inconsciente. El grupo
la alentó a explorar su necesidad de repetir la humillación y traición que
habla sufrido frente a frente con la aerolínea, mediante el establecimiento de
una prueba tan excesiva de lealtad de parte del grupo, cuyos miembros
estaban seguros que fallarían en algún momento.
Por último, la señorita A platicó un recuerdo de la infancia& en el que su
mejor amigo le había disparado con una pistola de agua y le había dicho
después que estaba llena con veneno. La señorita A recordó haberse
sentido deprimida en extremo y haber pasado muchas horas acosada por
la ansiedad mientras se preparaba a morir. El grupo y el líder intentaron
entonces ayudar a la señorita A a que llevara a cabo una conexión entre
este recuerdo y sus fantasías acerca del grupo. ¿El grupo la traicionaría
como sentía que lo había hecho su compañero de la infancia? Y como una
continuación del hilo de los "planes" inconscientes, ahora un tema en el
grupo, reforzaron la interpretación de que su demanda de lealtad total de
parte del grupo estaba diseñada de manera inconsciente para que se
llegara a la traición y con ello se repetiría la traición de su amigo.
Antes del final del programa de entrenamiento, la señorita A pudo ver
con mayor claridad la naturaleza de su acting out masoquista como había
llegado a delinearse en su interacción dentro del grupo. Comprendió que
éste no era un evento de una sola vez; con frecuencia actuaba un patrón
masoquista similar, con lo que determinaba de manera inconsciente una
traición que, de modo subsecuente, justificara el acting out de ira justa.
Con el apoyo del grupo, se retiró de la batalla con la aerolínea. Al seguir
No se consideró en este caso el grado en el que este "recuerdo", en sí era una fantasía
o pantalla para el material más primitivo, debido a la naturaleza con tiempo limitado del
grupo. Si éste hubiera sido un grupo sin límite de tiempol el asunto se hubiera seguido
más adelante, con lo que se reforzarían y aumentarían las ganancias de la paciente que se
informan aquí.
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  21
las reacciones menos patológicas de los otros ante la misma situación, se
retractó de sus amenazas contra el gerente (aunque un poco de mala
gana) y encontró otros medios de transportación hacia su hogar. El
grupo le permitió la oportunidad de que observara, comprendiera y
trabajara la alteración de un trozo específico y significativo de su
patología general de carácter.
ALGUNAS CONTRIBUCIONES ESPECÍFICAS DE LA TERAPIA
DE GRUPO AL TRATAMIENTO. ANALÍTICO
En el Caso 1, el grupo corno agente de tratamiento pudo, con frecuencia de manera
más tranquila y eficaz que el terapeuta, ayudar a la señorita A a cuestionar su
propia conducta y a que introdujera un elemento distónico en un patrón que, de
otra manera, era egosintónico y racionalizado en exceso. Los miembros del grupo,
mediante su apoyo, cuestionamiento, asociaciones personales y asociaciones en
provecho de ella, pudieron ayudar a la señorita A a través del proceso de explorar el
significado inconsciente de su conducta y a que identificara algunas de las raíces de
ese significado. Pudieron ayudarle en la formación de los rudimentos de una
verdadera alianza de trabajo que, sería justo especular, podría nunca haber
comenzado si el terapeuta por sí solo hubiera sido responsable de realizar el
trabajo. Enfrentarse al material subyacente y que se evita es atemorizante y
doloroso, y requiere a lo mejor del grupo, al terapeuta y al paciente para lograrlo. El
hecho de que el grupo fuera el vehículo principal de intervención sirvió en mucho
para circundar la vulnerabilidad de la señorita A ante el daño narcisista en la
exploración de su conducta de acting out. Muchos aspectos críticos del grupo de
terapia representaron un papel en este resultado positivo.
En esta sección se consideran en mayor detalle algunos de los aspectos
más importantes para dilucidar el papel del grupo en el tratamiento analíticg.7 A
pesar de que el foco se centra en la patología de carácter, debería recordarse
que estos factores de grupo no dependen del diagnóstico. Tan sólo se vuelven
más fáciles su identificación cuando se aplican a formas más extremas o visibles
de patología.
En primer lugar, entre los requisitos de tratamiento para lidiar con la
patología de carácter se encuentran: 1) en el dominio intrapsíquico, hacer que
aquello que es sintónico se vuelva distónico (incomodo) para el paciente y 2) en
el dominio interpersonal, ayudar al sujeto a que experimente la transferencia
como un fenómeno patológico porque esto también tiende a ser bastante
Para una discusión más completa de la contribución de la terapia analítica de grupo
al tratamiento de la patología preedípica de carácter, véase Kauff (1991).
7
22  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
egosintónico. En ambos casos, el terapeuta en la díada puede enfrentarse con
obstáculos importantes. Un problema general consiste en que, de hecho, la
sintonicidad cubre una importante función defensiva. El mismo enfoque del
analista dentro del tratamiento, con independencia de qué tan delicado pueda ser,
a menudo se siente como una intrusión peligrosa para toda la estructura defensiva
que el paciente ha erigido y mantenido de manera cuidadosa, con frecuencia por
la mayor parte de su vida. Con la intención de operar contra la exposición de las
partes del sí mismo que se experimentan de manera más negativa, la estructura
defensiva tiende a protegerse a toda costa. Esto es en especial cierto cuando el yo
involucrado es muy frágil. A medida que la resistencia comienza a relajarse, con
frecuencia aparece una transferencia negativa intensa, que en ocasiones se
acompaña de tal ira extrema que el terapeuta se siente gravemente desafiado en
términos contratransferenciales.
Muchos aspectos del grupo, en sí, y del proceso de grupo a medida que éste
se desarrolla dentro del entorno, pueden ser de ayuda en la corrección, en gran
medida, de las limitaciones potenciales de la modalidad diádica. Para continuar
con el ejemplo de hacer que aquello sintónico se vuelva una experiencia
distónica, el grupo tiene muchas ventajas. Los miembros del grupo pueden
comportarse de muchas maneras que están prohibidas específicamente dentro de
los confines de la conducta aceptable para el líder analítico. No se requiere que
los miembros del grupo sean neutrales u objetivos. Por el contrario, se les
alienta dentro del contrato terapéutico a ser espontáneos y a desinhibirse en sus
respuestas verbales hacia los otros. Es comprensible que están en probabilidad
de ser mucho más francos y confrontativos de lo que el terapeuta tiene
posibilidad de ser. A nivel individual dirán lo que desean, no estarán limitados
por las demandas o defensas de otro miembro. Como grupo, no responderán de
acuerdo con las expectativas del paciente, sino que, en su lugar, proporcionarán
un nuevo escenario en el que se representen las viejas conductas. El paciente se
verá enfrentado, entonces, con una respuesta poco familiar, con frecuencia
negativa y seguramente perturbadora de parte de sus compañeros de grupo ante
conductas viejas y familiares (es decir, egosintónicas) de las que ha llegado a
depender. Para citar a Alonso y Rutan (1984): "El miembro que trae una
patología sintónica de carácter al grupo, pronto se encontrará chocando contra
los muros de ladrillo de la prueba de realidad de parte de otros miembros"
(página 1380). Este fenómeno, típico de los procesos grupales, con frecuencia
es la primera pista que tiene un paciente con respecto a su involucración en la
conducta patológica de la que antes no estaba consciente.
En el sentido en el que los datos analíticos en la díada provienen ante todo
de los informes verbales del paciente al igual que de sus interacciones con el
terapeuta, con frecuencia es mínima la visibilidad de la patología de carácter (que
en ocasiones es tan sutil como evidente). Los pacientes" mismos no ven esa
patología como problemática; es una conducta de "así soy", tanto familiar como
altamente racionalizada. De manera similar, los pacientes no pueden informar
acerca de los componentes inconscientes (es decir, las fantasías temidas, deseos
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  23
prohibidos y sentimientos inaceptables en contra de los que se defiende). Pero los
miembros del grupo no tienen que depender de aquello que se informa. No
necesitan que se les diga; pueden ver la manera en que otros miembros actúan,
reaccionan e interactúan en una situación muy estimulante, aunque controlad,
que se diseña de modo deliberado para alentar conducta más espontánea en cada
miembro. Como resultado, tienen una visión amplia del funcionamiento de cada
uno de los demás miembros, de lo más patológico a lo más adaptativo.
Con frecuencia, la patología grave de carácter se acompaña de un superyó
sumamente punitivo, que incrementa la resistencia en contra de la manifestación de
las partes negativas, enterradas a nivel más profundo, del sí mismo. El terapeuta
en la díada tiene sólo su neutralidad y objetividad, en combinación con la
confianza que el paciente desarrolle (la mayor parte de las veces bastante
insuficiente), para atenuar estas duras prohibiciones del superyó. En contraste, el
grupo de terapia le ofrece a los pacientes una oportunidad única para que
observen a otras personas. Cuando se conjunta un grupo 'heterogéneo de
individuos y se les alienta a que hablen con libertad y a comportarse de maner a
espontánea, es inevitable que al menos un miembro dirá o hará justo lo que otro
defiende vigorosamente de decir, hacer o sentir. Cuando se da oportunidad de
observar que las consecuencias drásticas anticipadas no ocurren, con frecuencia
se libera a los pacientes por primera vez de las ataduras sofocantes de sus propias
defensas. Se les proporciona una "protección anticipada" que la díada no ofrece.
Hasta que el paciente encuentra tolerable lidiar con esas partes expulsadas del sí
mismo (es decir, hasta que se neutraliza de manera suficiente al superyó
punitivo), el grupo le puede permitir al individuo la oportunidad relativamente
libre de ansiedad para exponerse o probar las aguas a su propio paso. En realidad, el
paciente obtiene una oportunidad de anticipar un conjunto diferente de
consecuencias de aquellas que teme o espera de manera típica, con lo que, al
menos, arregla el escenario para la posibilidad de una nueva conducta. En este
sentido, el grupo se vuelve una realidad benigna ante la que es raro que el superyó
demasiado punitivo sobreviva con todas sus fuerzas.
En relación con la "protección anticipada" se encuentra la oportunidad de !os
miembros del grupo de "reflejarse" unos a otros de una manera muy poco
deliberada. En general, dentro o fuera de terapia, las personas pueden ver en los
otros lo que ellos no pueden, o se rehúsan a observar en sí mismos, con frecuencia a
una velocidad y con una precisión que sorprende a las demás personas implicadas.
En una terapia grupal los pacientes aprenden que cuando se tocan sus propios
asuntos, incluso aquellos de los que tal vez no estén conscientes, con frecuencia son
extraordinariamente perceptivos en la detección de los determinantes inconscientes
de la conducta del otro. Esta experiencia es el primer paso hacia el reconocimiento
de la presencia en uno mismo de áreas problemáticas antes racionalizadas o
reprimidas.
A medida que comienza a relajarse el carácter rígido, a menudo surge material
defendido en una transferencia que en ocasiones es tenaz y negativa. La
experiencia transferencia' requiere del apoyo y empatía del grupo porque quizá
24  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
sea aterrorizante y dolorosa para el paciente que la experimenta. Y, aunque es un
paso necesario en el curso del tratamiento que ese material transferencial alcance
el nivel de expresión abierta a fin de estar sujeto a interpretación analítica, con
frecuencia el terapeuta en la díada se ve impedido en esta función justo porque
debe servir al mismo tiempo como objeto y como intérprete de la transferencia
(Racker, 1968). En otras palabras, difícilmente el objeto de las fantasías persecutorias está en posición de negar la realidad de esas fantasías; no es tan siquiera
capaz, en muchos casos, de proporcionar el apoyo o empatía que debe preceder a
cualquier esfuerzo por interpretar las fantasías transferenciales más sarcásticas. El
terapeuta de la díada se encuentra con más obstáculos porque sus intervenciones se
experimentan con tanta frecuencia como intrusiones. Además, debido a que las
interpretaciones implican algo que se desconoce y, por tanto, lejos del control del
paciente, con frecuencia se les experimenta como un golpe a las fantasías
omnipotentes de autosuficiencia del enfermo y en ocasiones resultan en una fuerte
herida narcisista en algunos casos (Glatzer, 1969). Así, el terapeuta en la díada
puede encontrarse con las manos firmemente atadas detrás de la espalda justo
cuando necesita de la mayor libertad para responderle al paciente.
Por otra parte, los miembros de la terapia grupal son libres de realizar casi
todas las tareas específicas que es posible que estén más allá del alcance del
terapeuta en estos casos. Para comenzar con la diferencia más obvia, existe más
de una persona presente con el paciente; con lo que hay la opción de que alguien
además del terapeuta (el objeto de la transferencia negativa en la mayor
parte de las ocasiones) sea el que hable. En general, el que uno de los
compañeros hable es bastante menos amenazante que el hecho de que la autoridad
lo haga. De manera típica, los miembros de un grupo de terapia están en mayor
posibilidad de tolerar cualquier cosa, desde los simples comentarios a las
interpretaciones "profundas" .cuando las ofrece cualquier otro miembro que
cuando las mismas ideas las ofrece el terapeuta, independientemente de qué fan
diplomáticas sean. Los miembros del grupo pueden decir cosas que el terapeuta
no puede. Se les alienta a que confronten y contradigan las distorsiones de otros
miembros. Se les alienta a interponer la realidad cuando la prueba de realidad cie
un compañero titubea o falla, como ocurre por definición en A proceso de transferencia. Pueden decirse de modo literal "¡El doctor X nunca dijo tal cosa!" o "Esa
quizá sea la manera en que lo percibiste, pero pareces no haberte dado cuenta de
lo que en realidad estaba ocurriendo". Realizan estas afirmaciones sorprendentes
debido a la confianza horizontal que parece desarrollarse de manera inevitable en
un grupo que funciona adecuadamente, lo que constituye para algunos pacientes
la única alianza terapéutica que han logrado hasta la fecha.
Los miembros del grupo también cubren otra función: la capacidad para
asociar. Todos los pacientes pierden esta capacidad de vez en cuando y, con
frecuencia, el fracaso 1s más notorio en pacientes que presentan acting out. La
asociación es una de las herramientas más importantes de la técnica analítica
porque facilita el acceso a material que desapareció (o quizás nunca ha entrado)
en la conciencia. Es fácil que la resistencia interrumpa esta función crítica y el
Contribuciones de la terapia analítica de grupo al proceso psicoanalítico  25
terapeuta en la 'lada se enfrenta de manera constante con la tarea de translaborar
la resistencia lo suficiente como para que se restaure el proceso asociativo. De
nuevo, debido a que no operan bajo los límites que dicta la abstinencia analítica
adecuada, los miembros del grupo a veces ayudan en la restauración del proceso
asociativo al menos de dos maneras diferentes: primero, si asumen el proceso
asociativo de ese miembro, recordando lo que aprendieron de los antecedentes
del paciente y lo que observaron con respecto a la conducta de éste a través del
tiempo. Mediante el empleo de esta información, pueden asociar, literalmente, en
lugar de la otra persona y decir cosas como "Eso me recuerda lo que dijiste haber
sentido cuando niño con tu hermano". Segundo, también asocian con el material
de otro miembro como si fuera el suyo, con lo que utilizan los pensamientos y
sentimientos del otro como un vehículo asociativo sustituto. En ambos casos, los
miembros del grupo pueden recuperar el material inconsciente para un
compañero que no puede hacerlo por sí solo.
De manera típica, los pacientes se vuelven cada vez más adeptos a asociar para
y con otro miembro, una habilidad que aumenta mucho el proceso analítico. Los
miembros del grupo desempeñan esta función en gran parte porque no están bajo
alguna prohibición en contra de la autorrevelación. Por el contrario, no sólo la
autorrevelación es el centro mismo de la alianza terapéutica en cualquier contrato
de tratamiento, sino que en la terapia de grupo involucra a más de un paciente y
beneficia a más que sólo uno que manifiesta sus asociaciones en un momento
dado. Además, en particular para el paciente más vulnerable en un sentido
narcisista, compartir íntimamente los pensamientos, sentimientos, imágenes,
recuerdos y demás que ocurren durante el proceso de asociación mutua o
recíproca tiene el beneficio secundario de amortiguar el golpe narcisista que, con
frecuencia, parecen asestar las interpretaciones del terapeuta.
A medida que progresa el tratamiento, y la transferencia negativa aparece con
mayor facilidad, el terapeuta en la díada puede verse sujeto en repetidas ocasiones,
a través de un largo periodo de tiempo, a una avalancha de afecto negativo.
Esto es muy difícil de manejar para la mayoría de los terapeutas y, en el mejor de
los casos, es incómodo para casi todos ellos. En estos casos, el grupo de terapia es
de gran ayuda porque proporciona seguridad numérica y sirve corno refugio tanto
para pacientes como para el terapeuta. El paciente se siente protegido contra la
venganza que imagina de parte del terapeuta a causa de su "mala" conducta y
también espera que el grupo pueda ayudarle a controlar la peor parte de su
destructividad real o imaginaria. De manera similar, el terapeuta se siente protegido
por el grupo del intenso impacto que la transferencia negativa y los brotes de ira
pueden crear. La presencia de otros miembros del grupo le garantiza tiempo al
terapeuta para recuperarse del impacto y le permite una oportunidad para controlar
cualesquiera impulsos contratransferenciales de venganza que puedan haberse
provocado. En este sentido, el grupo actúa con una capacidad de supervisión
y con frecuencia interpone la realidad para el terapeuta que está
temporalmente incapacitado. Al menos, la ayuda del grupo
26  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 1)
le proporciona al 'terapeuta una oportunidad para cambiar de velocidad y encontrar
una manera más saludable de seguir adelante.
CONCLUSIONES
La importancia de detallar la estructura y funcionamiento de la personalidad se
incrementa de manera notable cuando los orígenes de la psicopatología se
consideran menos importantes que la capacidad del individuo para vivir exitosamente su vida. Tal particularidad requiere de tanta creatividad como Sea
posible dentro de los confines de la situación analítica. El tratamiento analítico
de grupo acelera el proceso y enriquece el espectro de tratamiento
psicoanalítico. Capitaliza tanto los aspectos saludables del grupo en sí, como el
proceso grupal generado entre sus miembros, con lo que con frecuencia se
compensan las limitaciones inherentes a la modalidad diádica. El grupo analítico
añade una dimensión única a la búsqueda analítica, a la comprensión y curso
final de la historia que intenta descubrir.'
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Análisis grupal
Malcolm Pines, MD
Sylvia Hutchinson, 85c
INTRODUCCIÓN
Los orígenes y desarrollo del análisis grupal residen en el trabajo pionero de S.H.
Foulkes (1898-1976), un psicoanalista alemán que llegó al Reino Unido en 1933
(Pines, 1983). Lo que distingue al análisis grupal de otros enfoques es su
integración única de los conceptos psicoanalíticos dentro de un marco Gestalt, de
sistemas abiertos, que sustenta tanto su teoría como su práctica. La exposi ción de
Foulkes a las ideas de la Gestalt que florecieron en Alemania en los decenios de
1920 y 1930 llegaron principalmente a través del trabajo de Goldstein, un
neurobiólogo cuyo énfasis en las relaciones figura—fondo y en el efecto
determinante de la situación total, hicieron un profundo impacto en el pensamiento de Foulkes. Después de su entrenamiento psicoanalítico en Viena,
Foulkes recibió el nombramiento de director clínico del Instituto Sociológico de
Frankfurt, que estaba ligado de manera cercana con el Instituto Psicoanalítico de
Frankfurt. Juntos, estos institutos exploraron la posible integración de las teorías
psicoanalíticas de personalidad con los modelos sociológicos que relacionaban a
la sociedad y a la persona. Estas influencias moldearon de manera significativa el
desarrollo del análisis grupal en Gran Bretaña y son claramente evidentes en los
escritos de Foulkes (Foulkes, 1948, 1964, 1975; Foulkes y Anthony, 1965).
La Gestalt, que conceptúa que la experiencia se determina con base en los
patrones u organizaciones de sus elementos, permea todos los aspectos del análisis
grupal. La Gestalt postula que lo que se ve como "figura" es relativo al
29
30  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 2)
"fondo" de otros aspectos del todo y que el todo, que consiste de partes en
relación, es más que la mera suma de las partes. El análisis de grupo intenta
profundizar la comprensión mediante contextualizar la experiencia y conducta
de manera tan amplia y profunda como sea posible (incluso al observador como
parte del campo total). En este enfoque holístico, Foulkes consideraba al indivi duo como una abstracción que adquiere definición significativa sólo en un
contexto social o de relación. El lenguaje del análisis grupa] describe sistemas
de comunicación abiertos, vivientes, dentro de un equilibrio dinámico; estos
sistemas pueden considerarse desde varias perspectivas. Cada uno genera
configuraciones y patrones particulares que adquieren significado y validez en
relación . con un contexto.
Dentro de este marco, Foulkes incorpora su profundo compromiso con el
psicoanálisis, que consideraba que contenía la clave para los más profundos insight
y comprensión acerca de los procesos mentales inconscientes. Donde estaba en
desacuerdo, en términos básicos y explícitos, con respecto al psicoanálisis clásico
era en cuanto a la importancia adscrita a las influencias sociales. Rechazaba el
concepto freudiano de que la naturaleza social humana es un derivado de fuerzas
instintivas y en su lugar le daba primacía a ésta (Pines, 1986).
En términos sistémicos, los modelos psicoanalítico y analítico grupa! comparten el concepto de un sistema en equilibrio, pero difieren de manera radical en la
naturaleza del paradigma subyacente. En términos energéticos, el modelo freudiano
de reducción de la tensión es un sistema relativamente cerrado que opera de acuerdo
con principios mecánicos para que se mantenga un estado de equilibrio
homeostático. Por otro lado, el modelo foulkesiano se basa en un paradigma
biológico—organísmico; es un sistema abierto que se define en términos de la
información significativa, que recibe impulso de las fuerzas psicológicas sociales.
Es un sistema en:
...equilibrio dinámico. Dinámico significa que nunca está en estado de
reposo, tiene que, de manera constante, adaptarse en un sentido activo a
las, circunstancias, medio y condiciones siempre cambiantes en las que
vive. Sin embargo, esta adaptación no tiene lugar de manera mecánica
siguiendo tan sólo principios físicos o químicos; siempre está presente un
elemento creativo, aun en las formas más simples de adaptación.
...Por tanto, el equilibrio dinámico significa el mantenimiento activo y
creativo de un buen equilibrio. (Foulkes, 1948, página 1)
En los escritos de Foulkes no se atiende de manera explícita a la incompatibilidad
del paradigma básico de este psicoanalista con el modelo freudiano. Como en el
caso de Winnicott (Davis y„Wallbridge, 1981; James, 1985), el enfoque puramente
relacional de Foulkes no se presentó en oposición a la teoría freudiana. Quizás si
hubiera vivido para escribir el volumen teórico acompañante que había prometido
para Group—Analytic Psychotherapy—Principles and Practice (1975), las contra-
Análisis grupal  31
dicciones hubieran forzado mayor aclaración. En lugar de ello, la evolución de la
teoría analítica de grupo ha visto como primaria la incorporación del lenguaje
psicoanalítico consistente con el esquema básico, analítico—grupal, de una matriz
de relación. El lenguaje de la teoría estructural y del instinto ha desaparecido, de
manera gradual. Los conceptos psicodinámicos que describen procesos de
interacción (ya sea intrapsíquicos o interpersonales) como la transferencia,
proyección, introyección e identificación proyectiva, son parte de la gramática
básica del análisis grupal.
El crecimiento de la teoría analítica de grupo es singular en su capacidad
para la absorción e integración del lenguaje y constructos de diferentes teorías
consistentes con su modelo básico. En un paralelo con su modelo del desarrollo
acerca del crecimiento como un sistema interactivo abierto, programado para
aumentar su orden, complejidad y coherencia, la teoría en sí crece mediante
aquello que puede compartir con otras teorías. Esta vinculación de teorías y
reintegración constantes agrandan y enriquecen el conocimiento.
Los teóricos de las relaciones, objétales que enfatizan el papel crucial del
contexto tanto en el desarrollo como en la situación terapéutica (por ejemplo,
Winnicott [el ambiente de sustentación] y Ilion [contención] proporcionaron
modelos consistentes con el análisis de grupo y un lenguaje que puede compartir
[James, 1985]). Sus conceptos de sustentación y contención son metáforas para
las funciones maternas básicas que son esenciales para el crecimiento sano.
Winnicott y Bion se enfocaron, de manera respectiva, en la función materna
esencial de proporcionar un ambiente lo suficientemente constante, estable y "de
sustentación" y en la capacidad para transformar• el afecto doloroso mediante la
contención. Se vuelve evidente durante el curso de este capítulo que éstas cons tituyen funciones básicas del grupo terapéutico, que acentúan la importancia que
Foulkes le atribuyó a la capacidad del conductor para crear una cultura de
seguridad, apoyo y tolerancia en el grupo (es decir, una cultura de "sustentación y
contención" para hacer posible el trabajo terapéutico) (Zinkin, 1989).
Los teóricos contemporáneos del desarrollo que estudian la naturaleza y
desarrollo de los primeros sistemas de comunicación entre madre y recién nacido
hacen una contribución importante al análisis grupal, en particular en su estudio
de los primeros sistemas de comunicación en los grupos. De manera similar,
teorías recientes acerca de la psicología del sí mismo ofrecen un paradigma
consistente en esencia con el análisis grupal (Pines, 1985, 1987).
COMPARACIÓN DEL ANÁLISIS GRUPAL CON LOS MODELOS
TAVISTOCK Y OTROS ACERCA DEL GRUPO COMO UN TODO
Existe frecuente confusión entre el enfoque analítico grupal y el enfoque Tavistock
del grupo como un todo. La fuente de esta confusión quizá resida en que
32  Psicoterapia de grujo en la práctica clínica
Análisis grupal  33
(Capítulo 2)
comparten sus inicios de experimentación psicoanalítica con enfoques
dinámicos de grupo para el tratamiento de la neurosis en la Inglaterra de
tiempos de guerra. El trabajo de Bion y, después, el de Foulkes en el Centro
Militar de Neurosis Nothfield dieron lugar a dos modelos distintivamente
diferentes. La definición del papel del conductor como adaptativo y flexible
diferencia con claridad al análisis grupal del enfoque Tavistock, en el que la
tarea se definía de manera estrecha como interpretar la cultura de la suposición
básica (Bion, 1961) o la tensión grupal común (Ezriel, 1973). El marco en el
último caso tiene la función de excluir todos los puntos de vista menos aquel de
la relación díadica entre' el grupo como un todo y el analista. La perspectiva
móvil que caracteriza al análisis grupa!, con su constante vigilancia,
contextualización y re contextualización de todos los componentes
interacciónales, incluso el conductor (es decir, la terapia en el grupo, del grupo
y realizada por el grupo), contrasta de manera notable con el modelo de marco
fijo Tavistock (es decir, la terapia del grupo, realizada por el conductor).
El conductor analítico grupal está consciente del marco del grupo como un
todo pero tiene libertad para efectuar comentarios acerca de cada uno de los
miembros e interactuar con ellos. La validez de esta libertad es tanto teórica
como práctica. Es inevitable que los cambios en cualquier miembro dado del
grupo induzcan cambios en otros, que participan en el sistema grupal. Los
cambios en cualquier persona facilitan la movilización y activación de
problemáticas en los otros miembros, que entonces se hacen disponibles para el
trabajo terapéutico (Fines, 1989).
Si el conductor se restringe tan sólo a las observaciones del grupo corno un
todo, esto ciaría lugar a una situación terapéutica donde el conductor deja de
conducir (Brown, 1985). La conducción consiste en identificar temas, reconocer
patrones y hacer que entren en juego los elementos que contribuyan al proceso
grupal. Conducir no es sólo hacer interpretaciones vernales, si no comprender,
reflejar y hacer entrar en juego, con lo que se posibilita que los 'jugadores"
reconozcan el proceso en el que están comprometidos. Así, en ocasiones el
conductor puede involucrarse de manera cercana con algún miembro o miem bros
del grupo para trabajar en aspectos que están presentes como la resistencia.
depresión y aislamiento. La actividad del conductor es una forma de
modelamiento que aumenta la capacidad de los miembros para participar en un
sentido terapéutico.
Al conductor que se restringe a las interpretaciones del grupo como un todo,
invariablemente se le dota con omnisciencia y omnipotencia y se le experimenta
como distante. Los límites entre conductor y miembro del grupo se definen de
manera clara y estricta y esto no tiene ventaja terapéutica, aunque muchos han
pensado que es así. Porque ante estos límites no se desarrollan los procesos vitales
de reciprocidad, compartimiento del estado e intersubjetividad. Entonces, el
terapeuta vuelve a actuar el papel de dador distante que no está a tono con las
necesidades y temores de los miembros. Los miembros del grupo tienen que
adaptarse al terapeuta ya sea en obediencia, sumisión o rebelión y el grupo se
vuelve demasiado centrado en el líder. Cada conductor tiene que encontrar su
propio estilo, en el que el papel del terapeuta permanezca definido de manera clara
pero que, sin embargo, le permita mantenerse en contacto estrecho con la vida
afectiva del grupo.
Algunos modelos, por ejemplo el de Ezriel (1973), se apoyan de modo
excesivo en la teoría de las relaciones objétales para definir los procesos
grupales. El terapeuta cuenta con activación de los ciclos mutuos de proyección e
introyección que resultan en una tensión grupal común. El conductor cree que la
interpretación conducirá a la resolución del modelo restrictivo. Este modelo no le
permite creatividad a los miembros del grupo, quienes de manera constante
presentan nuevos patrones de comprensión y relación. A su vez, se desarrollan
nuevas experiencias que no predijo el conductor y que no necesariamente
comprendió en su momento. El desarrollo e internalización subsediente de estas
experiencias nuevas comprende uno de los procesos del cambio terapéutico, que
pueden entenderse en términos de la "experiencia correctiva del grupo familiar"
(Grotjahn, 1977) o de la "internalización transmutante" (Kohut, 1978):
TERAPIA ANALÍTICA GRUPAL
La terapia analítica de grupo utiliza como su principal recurso la matriz grupal: la
red de interrelaciones que evolucionan en el grupo. Su metodología guía a
quienes la practican en la creación y empleo de la matriz dinámica de grupo para
alcanzar los fines terapéuticos. El grupo de análisis grupal estándar tiene de siete
a nueve miembros que no se conocen entre sí fuera del entorno grupal (el grupo
"desconocido"), que se reúnen a intervalos regulares en el tiempo y que se ven
limitados por reglas que confinan la comunicación entre los miembros al entorno
grupal. Se alienta a los miembros a que realicen asociación libre dentro del grupo
en ausencia de una tarea o estructura impuesta. La estructura básica permite un
campo observacional compartido y un marco multidimensional (en el que los
antecedentes compartidos del grupo interactúa con los antecedentes colectivos de
cada uno de los miembros). Esto proporciona un telón de fondo en contra del
cual pueden articularse los procesos comunicativos en curso dentro del grupo. El
marco incluye dentro de sí comunicaciones a muchos niveles, verbales y no
verbales, conscientes e inconscientes y se expande de modo constante a medida
que se añade al campo total la interacción dentro del grupo a través del tiempo
(fines, 1984a, 1985).
Traducir la comunicación a un lenguaje significativo que puede compartirse
e intercambiarse conduce al crecimiento de una matriz de grupo cada vez más
compleja y coherente (Hutten, 1983). La participación en este proceso, la
interacción constante entre encajar y diferenciar al sí mismo de la matriz grupal,
proporciona oportunidades para la reestructuración de los sistemas psíquicos a
34  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Análisis grupa!  35
(Capítulo 2)
través de los procesos de externalización e internalización. Esto, por su parte,
permite que el individuo reintegre aspectos de sí mismo que se han trastornado.
"Matriz" es el concepto que se refiere a los antecedentes del desarrollo de
un grupo analítico, y se basa en la red de comunicación establecida por sus
participantes a través del tiempo. La red de comunicación es la base en la que un
grupo terapéutico desarrolla una forma de organización psicológica. Consiste de
las experiencias compartidas, del desarrollo de relaciones y del aumento en
comprensión. Estos antecedentes compartidos fundamentan la "matriz dinámica
de grupo" y el contexto en desarrollo en contra de los cuales surgen, vuelven a
aparecer y se experimentan los patrones de transferencia de todos los miembros
del grupo que participan en su reconocimiento, translaboración y resolución
(Roberts, 1982).
La resolución de viejos patrones no puede separarse de la exploración de
aquellos nuevos (Pines, 1990):E1 poder terapéutico del grupo analítico no sólo
reside en el reconocimiento, comprensión y translaboración de los problemas de
relación que conducen hacia el pasado. La importancia de hacerlo de esta
manera varía de una persona a otra, de acuerdo con sus propias formaciones de
personalidad y el poder de la interferencia neurótica en su desarrollo psíqui co.
Para algunos es crucial la identificación y el trabajo con esta interferencia
neurótica porque sus problemas residen en el potencial latente de desarrollo que
aún no se libera. Pero lo que casi todos los miembros del grupo pueden hacer es
involucrarse en nuevas formas de relación que se sancionarán mediante las
normas que desarrolla el grupo. Cuando esta normas son facilitadoras, se
alientan nuevas formas. Cuando son restrictivas, se reforzarán viejos patrones
(Whitaker, 1985).
Las herramientas y constructos de trabajo del análisis grupal guían al
conductor en su tarea de observación y recepción de comunicaciones a muchos
niveles diferentes, y a traducir y organizar estos datos de manera comunicable.
Foulkes (1990) definió la translación como la esencia del proceso terapéutico.
La teoría proporciona un conjunto de anteojos multifocales con los cuales ver
la matriz.
El analista de grupo atiende por igual a los patrones de interacción y
comunicación del aquí y ahora, al proceso dinámico en curso y a los patrones de
relación habituales, relativamente estables y continuos, que suceden a través del
tiempo y que forman la estructura del grupo. El contenido de comunicaciones se
moldea mediante el proceso y estructuras a través de los cuales se transmite (Marc,
1972; Foulkes, 1964).
Se puede ver al proceso comunicativo desde varios ángulos:
1. Nivel dé la realidad actual observable de manera directa por todos los
participantes.
2. Nivel de transferencia (nivel total de objeto). Aquí el foco se centra en la
manera en que interactúan y se ligan los diferente sistemas, la transferencia de
rasgos organizacionales característicos de un sistema a otro, entre los
sistemas intrapsiquicos de cada uno de miembros; entre miembros y grupo
como un todo, entre miembros y terapeuta o diversas combinaciones de
éstos.
3. Nivel proyectivo (nivel parte—objeto), que describe los movimientos e intercambio de partes de los sistemas intrapsíquicos de los miembros (aspectos
del sí mismo) y su relocalización dentro de la red grupal como un todo y
viceversa.
4. El nivel de comunicación del inconsciente primordial—colectivo (Foulkes,
1964; Usandivaras, 1986).
El siguiente ejemplo de caso de una sesión de grupo (como la décima reunión) se
utiliza para ilustrar una visión de grupo analítico típica, multi-perspectiva:
Caso 1
El
grupo comenzó mediante el comentario de qué tan puntual era
la
conductora y qué tan confiable era en mantener el límite de tiempo.
Después se dio un tenso silencio, que la señorita A, con una risita nerviosa,
intentó aliviar al incluir al señor B y decirle que era difícil atrapar su mirada
porque desviaba la vista. El señor B le dijo al grupo que su mirada
"evasiva" tenía una base neurológica; sólo era capaz de movimientos
oculares discretos en
lugar de seguir los objetos de manera firme. Bromeó
acerca de estarse demenciando y dijo que pronto el grupo tendría que
tomarle la mano para cruzar la calle.
Mientras que el señor B hacía burla de su presentación de sí mismo
como un objeto dañado y dependiente, la señorita C interrumpió. Describió una "experiencia de lo más terrible". Justo se había topado con dos
conocidos cerca del lugar y la habían descubierto tratando de ocultar que
era una paciente en el hospital X. Los miembros del grupo cambiaron con
facilidad el foco de atención del señor B a la señorita C, y compartieron
sus ansiedades acerca del estigma social vinculado con la etiqueta de
"paciente psiquiátrico" e intentaron proporcionarle una perspectiva
positiva alternativa de cuál era el significado de ser un miembro de un
grupo terapéutico. El señor O sugirió de manera traviesa que ella debería
decir algo exótico como que era un "renacimiento" o que era un grupo
mixto en el que todos íbamos a desnudarnos.
Después siguió una discusión acerca de qué tipo de grupo de tratamiento era y cuál era el significado de realizarlo. ¿Quería decir que se
estaba loco o se era peligroso? El señor D habló acerca de cómo elevaba el
costo del seguro. El señor B replicó con el hecho de que si se asesinaba a
alguien, el tratamiento se consideraría como una circunstancia atenuante.
La conductora señaló cómo el equilibrio entre costo y beneficio que
36  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 2)
se describía podía reflejar el equilibrio entre las dolorosas demandas de
la terapia y la sustentación y protección que ésta ofrecía. Se discutió el
papel del conductor en el grupo y se le invistió con poderes
omniscientes y omnipotentes: como alguien que sabe quiénes son y por
qué estar allí y no lo dice.
El señor D regresó al asunto de cómo los miembros llegaron a estar en
terapia, recordándonos el informe que había hecho el señor E la semana
anterior acerca de la pesadilla de morir y ser aniquilado que lo había
precipitado a tratamiento. El grupo, en una atmósfera de intensa concentración y atención, volvió al tema de los sueños angustiosos y pesadillas
recurrentes. El señor B platicó su sueño angustioso recurrente de no
presentarse a exámenes o reprobarlos. El señor D compartió con nosotros
sus recuerdos de una infancia tardía dominada por ansiedad y pesadillas
recurrentes de que su pijama se volvía de concreto —de estar paralizado
y atrapado en concreto.
El señor E alentó a los otros a que hablaran. La señorita A comentó
un viejo sueño recurrente de estar en una alberca con un tiburón o
cocodrilo a punto de atacar a su madre y sentirse paralizada. La
señorita C dijo que sus sueños eran acerca de amor no correspondido o
de tipo holocausto donde se aniquila a todos, incluso a ella. El señor d
describió un sueño acerca de una mujer y afirmó su creencia de que
esta pesadilla fue el detonador final que condujo a su colapso algunos
años atrás. Soñó que esta mujer' era la única persona que se
preocupaba por él y que la asesinaba. El señor F, cuando se le
preguntó, dijo que o no soñaba o no recordaba sus sueños.
La señorita C elaboró su ansiedad crónica referente a la destrucción en
el mundo y qué algún daño le sucedería a su madre. Reveló con cierta
vergüenza que utilizaba rituales de limpieza para prevenir de manea
mágica que algo terrible le pasara a su madre. El señor E dijo que al ir de
camino al grupo esta noche evitó todas las grietas pero no pudo relacionar
esto con una ansiedad particular. El señor B hizo coro diciendo que
contaba los números de las placas de automóviles y que todo estaba bien
si no obtenía ¡el número 666!
Después el grupo examinó el asunto de cuándo una conexión o lazo es
significativo y cuándo es coincidente. La señorita A nos dijo que su ex
pareja, con quien había vivido por muchos años, había regresado y quería
restablecer su relación. ¿El momento era significativo? Habló de su
ambivalencia: su anhelo de intimidad y fusión y su conciencia de que la
relación no le podía ofrecer lo que ella deseaba.
Análisis grupal  37
La conductora, después de haber dicho poco hasta ese momento, intentó
ahora la extracción de un tema común de lo que se había presentado: la
ansiedad acerca de estar en un estado dependiente, indefenso o paralizado;
la yuxtaposición de imágenes de maternidad con aquellas de aniquilación y
destrucción, y la yuxtaposición de imágenes de cercanía y fusión con
separación y muerte. La conductora sugirió que el surgimiento de estos
temas podría ligarse con su anuncio al final de la sesión previa acerca de la
futura interrupción de la terapia en cuatro semanas más.
El grupo se volcó contra la conductora, rechazando de manera unánime
esta conexión. Ella aceptó su negativa ya que estaba consciente de que no
habían experimentado aún un 'rompimiento en la continuidad de la vida del
grupo. Lo dejó corno un lazo que estaría disponible después para usarse. El
asunto de la interrupción sacó a relucirse después, cuando el señor D
expresó sorpresa de que hubiera cualesquiera interrupciones y que la
señorita A y la señorita C negaran la significancia de ellas.
A medida que el grupo se acercó a un cierre, el señor F le proporcionó
una voz a los sentimientos negados de dependencia y necesidad, expresando su frustración de que la interrupción ocurriera en un momento de
máximo estrés y ansiedad para él ya que se iba' a casaren las vacaciones
de Pascua y temía una recaída a un estado de ansiedad aguda. Después
de que el grupo había terminado, el señor F regresó en un estado de
cierta agitación: había perdido su cartera.
En este grupo, al tratar de pertenecerse entre sí y encontrar significado en su
identidad común, los miembros del grupo tomaron un papel activo en la
creación de un ambiente facilitador para el crecimiento. Todos los miembros
participaron en una discusión libre flotante, y compartieron sentimientos acerca
de ser un miembro del grupo, sus pesadillas recurrentes y relacionaron los
mundos interiores de destrucción y terror a la realidad externa que los mundos
internes dominan.
Las actividades del conductor, de guiar al grupo a que articularan los
temas comunes y relacionaran el contenido al contexto, fueron intentos de
sintetizar e integrar, por enriquecer el significado y aumentar la coherencia.
Este es el punto de vista del nivel actual.
Había claras manifestaciones de transferencia en esta sesión grupal, no (tinto)
entre miembros sino más bien entre el grupo como un todo y su relación c la
conductora y entre un miembro, el señor F, y su relación con el grupo como u i
todo. La conductora aceptó sin poner en duda la transferencia del grupo hacia e la,
en la que le colocaban cualidades omniscientes y omnipotentes, sustentando la
fuerza y seguridad para el grupo a fin de que se contuvieran las experiencias de
desamparo, desesperanza y desesperación. Preocupada por las necesidades del
grupo, la conductora se bajará de su pedestal en respuesta a la evidencia de la
38  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 2)
cada vez mayor capacidad del grupo para ubicar su propia fortaleza y sabiduría
en el grupo como un todo y en cada uno de sus miembros. Este movimiento lo
describió Foulkes (1964) como un incremento en la autoridad del grupo y una
disminución en la autoridad del líder.
La expresión directa de dependencia del señor F en el grupo y su frustración por
el momento de la interrupción eran una manifestación de su transferencia
sobre el grupo como un todo, del poder para nutrirlo, mantenerlo a salvo y
protegerlo de la ansiedad catastrófica. Idealizó al grupo, que lo protegía de su ira
escindida y profundamente reprimida. De manera voluntaria se ubicó en el papel
dependiente y requirió de cierto tiempo (ya bien dentro de su segundo año en del
grupo) para que permitiera que entrara en su conciencia el enojo e ira• que va junto con
el inevitable fracaso del progenitor idealizado..
Aunque no se articularon con claridad los procesos proyectivos dentro de esta sesión
de grupo, estaban presentes en un inicio por medio de un proceso comunicativo no
verbal. El señor B, cuya relación con el grupo en las primeras etapas se caracterizó
por
pasividad
y
largos
periodos
de
separación,
presentó
una
superficie de espejo, oscura y vacía, para el grupo, que reflejaba su aislamiento,
desesperanza y desesperación y su temor de que éstos abrumaran al grupo. Los
intentos de la señorita A por que participara el señor B al principio de esta sesión
eran parte de un patrón (o estructura) en desarrollo en el que la señorita A tomó el
papel de cuidar al señor B, tanto dentro como, después, fuera del campo del grupo
analítico. Para la señorita A, el señor B actuaba como un conductor
eléctrico para el dolor que subyace a los sentimientos de desamparo y desesperación.
Cuando el señor B se arriesgaba a traer estos sentimientos al grupo, la señorita A
lloraba en silencio. Podía sentir sus sentimientos a través del señor B.
Fue sólo hasta después de mucha translaboración de las ansiedades depresivas en el
grupo, a muchos niveles, que la señorita A pudo traer al grupo su propia desesperación
y sentimientos de debilitamiento y su sensación de .desesperanza de que alguna vez
sanara lo que se había roto y despedazado.
El desvío de atención de la señorita C con respecto a señor B, cuando ella entró al
grupo, también era un patrón que se repetía y que reflejaba procesos proyectivos en
el grupo. Su distanciamiento defensivo con respecto al señor B—su "no tomarlo en
serio"— se relacionaron con su temor a estar, como él, aislada y deprimida y de seguir
su camino solitario. La translaboración del reflejo negativo recíproco entre el señor B
y la señorita C representó una parte importante para que ellos llegaran a aceptar
aspectos de sí mismos que antes habían proyectado sobre otros (Pines, 1984b; Zinkin,
1983).
La búsqueda del significado y la comprensión subyacentes siempre implica un
reconocimiento y un intento por trabajar con sistemas transferenciales y proyectivos.
Muchas de las distorsiones transferenciales se corrigen en la interacción en curso dentro
del grupo, en el aquí y ahora; otras tal vez requieran de articulación y análisis, en
particular cuando existe' una "correspondencia" entre procesos proyectivos e
introyectivos (identificación proyectiva). Foulkes destacó la importancia del reflejo de
espejo como factor terapéutico específico del grupo (Foulkes
Análisis grupa/  39
y Anthony, 1965). El fenómeno de espejo es un concepto dinámico de primer nivel
que se basa en procesos complejos de observación de aspectos del sí mismo (que se
valoran en términos positivos y negativos) en los demás y de reclamación de partes
proyectadas del sí mismo a través de procesos de identificación.
Por último, Foulkes mencionó, pero no elaboró, un cuarto punto de vista,
más primitivo, del grupo: el nivel de las imágenes primordiales o inconsciente
colectivo (véase Usandivaras, 1986). Este punto de vista describe los procesos
inconscientes de comunicación que se basan en la identidad compartida como
miembros de la especie humana que participan de un cierto código genético y de
una programación del desarrollo. El punto de vista del inconsciente colectivo
tiene sus bases en lo que Foulkes (1975) describió como "matriz fundamental":
la cultura básica que todos los seres humanos poseen en común. En el caso 1, el
tema de separación y pérdida de la fuente de seguridad materna, disparados por
la interrupción a futuro, resonó en el grupo; tocó una fibra sensible en todos los
miembros, quienes respondieron en tonos diferentes pero en la misma tonada o
estructura compartida. La participación en la matriz resonante de comunicación
incrementa un sentido de pertenencia, de estar inmerso en la matriz grupal.
EL CONDUCTOR: TAREAS Y TÉCNICAS
Después de que se consideraron los constructos clave de trabajo, ahora se hace un
examen más cercano del papel y tareas del conductor en análisis grupal.
El papel del conductor en el análisis de grupo se describe, de manera
convencional, en términos de la función dual como administrador dinámico y
analista—intérprete. El primer término describe su función ejecutiva y se ocupa
de los aspectos no transferibles de su función en la que se inviste al conductor con
el poder y autoridad para la toma de decisiones que afectan la creación,
mantenimiento y supervivencia del grupo. El último término indica que el
conductor intenta utilizar la estructura que ha creado y mantenido para alcanzar
fines terapéuticos. En este papel, la función del conductor es transferible a otros
miembros del grupo, con el fin de que el grupo en si se vuelva agente de cambio
(Hutchinson, S: Styles in group analysis, trabajo no publicado, Noviembre, 1986).
EL CONDUCTOR COMO ADMINISTRADOR DINÁMICO
El establecimiento de un nuevo grupo o mantenimiento de la membresía de un
grupo de apertura lenta (los grupos de análisis grupal tienden a ser cerrados,
con un término fijo o, de manera más típica, grupos de apertura lenta con una
membresía relativamente estable) es una de las partes principales de la tarea
del administrador dinámico. El potencial creativo de crecimiento de un grupo
40  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Análisis grupal  41
(Capítvlo 2)
desconocido reside en la selección y preparación cuidadosa de los pacientes para
análisis grupal. La selección implica, en primer término, una evaluación de la
adecuación para psicoterapia analítica (incluso motivación para el cambio,
capacidad para utilizar el proceso analítico y demás). En la generalidad de los casos,
la mayoría de los analistas grupales sostienen el punto de vista de que los pacientes
adecuados para psicoterapia pueden alcanzar ganancias terapéuticas ya sea de la
terapia individual o de la analítica de grupo, pero que un grupo es el ambiente
óptimo para la mayoría de estos pacientes, ya que ofrece un contexto más .rico y
estimulante para el cambio terapéutico (reestructuración psíquica interna) a pesar de
las oportunidades reducidas para el análisis metódico de la transferencia.
El segundo aspecto crucial de la selección para terapia grupal es la equiparación del paciente, de la naturaleza de sus problemas, del grado de perturbación
y de sus circunstancias actuales con el grupo y composición, estado del desarro llo, capacidad de sostenimiento y contención, y cultura.
Los confines del grupo desconocido, como se define por su localización fija
en tiempo y espacio, es tanto más como menos flexible y acomodaticio que los
confines individuales. Por ejemplo, pacientes con depresión aguda, angustia o
suicidas, quizá necesiten la flexibilidad de la terapia individual con su
posibilidad para incrementar la frecuencia de las sesiones y su potencial para
control más directo e inmediato de parte del terapeuta sobre la situación
terapéutica. De manera similar, los pacientes psicóticos agudos que han
fracasado en el establecimiento de un límite entre el sí mismo y los otros, o lo
han perdido, necesitarán un ambiente más controlado y protegido (son posibles
los grupos en ambientes especiales de cuidado controlado).
Por otra parte, algunos pacientes (por ejemplo, con personalidad límite que
pueden, de manera crónica, presentarle al terapeuta individual respuestas transferenciales negativas que son difíciles de sobrellevar) pueden adaptarse mejor a un
grupo de pacientes neuróticos, bien seleccionado y de funcionamiento adecuado.
Los enfermos que tienen capacidades para comprender y responder, modulan los
efectos de la transferencia, lo cual no está disponible para los pacientes que
funcionan a niveles más primitivos. Er estos grupos de neuróticos con uno o dos
pacientes límite, las funciones básicas de paternidad de sostenimiento y contención
se combinan con un impulso para desarrollar funciones de mayor nivel, lo cual
caracteriza la buena paternidad (Loewald, 1980; Pines, 1978).
Una vez que se erige el grupo y se establece una estructura relativamente
estable, la tarea principal del conductor consiste en la construcción de una
cultura terapéutica en el grupo. Esta tarea incluye:
 Mantenimiento de los límites
 Establecimiento de normas terapéuticas de tolerancia y aceptad& sin juicio
 Proporcionar una atmósfera de seguridad, apoyo y contención; incremen tar la participación y ampliar la expresividad de los miembros y que haya
mayor flujo en la comunicación de modo que se exprese y comparta vez
más.
En su estilo de manejo y administración dinámica, el conductor trae al grupo sus
relaciones internas de autoridad. El conductor le presenta al grupo las reglas, ejercita
el control y defiende los límites y puede hacerlo con varios grados de firmeza,
consistencia y apertura al reto y cuestionamiento. El estilo del conductor dependerá
de la manera en que maneja las contradicciones inherentes entre la función de
administración y la meta general de facilitar que el grupo se vuelva su propia
autoridad.
Los estilos varían de acuerdo con si prescriben de manera explícita o
modelan de manera implícita. Si el conductor descansa en técnicas prescriptivas
(diciendo qué hacer y cómo) más que en el modelamiento (mostrando por medio
de su propia conducta qué es apropiado y esperado), pondrá en primer plano
aspectos de control y obediencia de manera que no permite con facilidad que
aumente la autoridad del grupo. De igual manera, si el conductor utiliza
reforzamiento social para moldeamiento de la conducta más que proporcionar
información y explicaciones acerca del propósito de reglas y decisiones, esto
colocará al conductor en el papel fijo que invita a una respuesta adaptativa (por
ejemplo, sumisión y competencia) más que alentar el crecimiento creativo o la
reestructuración autoiniciada. A pesar de que, en ocasiones, las prescripciones
son necesarias y el moldeamiento conductual inevitable, Foulkes (1964, 1990)
desalentó su uso y alertó en contra del estilo autoritario de liderazgo.
EL CONDUCTOR COMO ANALISTA—INTÉRPRETE
Por otra parte, el papel de intérprete—analista es complejo en cuanto a que las
tareas y funciones son multifacéticas y variables con respecto a la etapa del
desarrollo del grupo y, con frecuencia, paradójicas en su definición.
Foulkes (1964) urgió al conductor a volverse un maestro de la paradoja
mediante dirigirlo constantemente a funcionar en una voz activa y pasiva al mismo
tiempo. El conductor "hace del grupo el instrumento de su propia terapia mientras
que se considera a sí mismo como un instrumento del grupo" (Foulkes, 1964;
página 57). El conductor se encuentra preocupado de manera constante con la
dirección del grupo hacia el beneficio del mismo, pero nunca hace por el grupo lo
que éste puede hacer por sí mismo.
La manera en la que el conductor atenderá estas funciones terapéuticas es
infinitamente variable; su efectividad en ocasiones depende de un equilibrio
adecuado entre la actividad de sostenimiento—contención y la actividad de
traducción—análisis.
Al guiar al grupo hacia el establecimiento de normas terapéuticas, el
conductor transmite sus formas características de decir sí y no al mismo tiempo.
Acepta todo lo que se comunica mientras que, de manera simultánea, resiste las
fuerzas que impiden la comunicación, cambio y crecimiento. La evaluación
continua del conductor acerca del nivel de comprensión y comunicación del
grupo y de su capacidad para tolerar la ansiedad y otros afectos dolorosos o
42  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 2)
amenazantes, determinará la manera en que sostenga el equilibrio de éstos en
cualquier etapa en particular de su desarrollo.
Cómo aceptar lo que se comunica sin coludirse con las estructuras
defensivas o fomentarlas es el dilema que el conductor enfrenta de manera
constante. Pueden variar los estilos de aceptación no coludida; puede
comunicarse la aceptación de modo no verbal (mediante la cualidad de la
atención dada) o verbalmente (por medio de reflejar y aclarar de una manera
que transmita comprensión empática), el no coludirse se comunica a través de
los intentos por traducir la comunicación y mediante la facilitación de la
búsqueda de significado (que siempre requerirá de un reconocimiento, y un
intento de trabajar con los sistemas transferenciales y proyectivos).
Por una parte, la aceptación sin estructuración es posible que conduzca al
desarrollo de un grupo contenido y seguro pero que no promueve el crecimiento
y el cambio. Por la otra, las interpretaciones en ausencia de contención y
aceptación adecuadas quizá promuevan el cambio a costa de la estabilidad de la
membresía, lo que da por resultado mayores tasas de abandono.
Las resistencias en forma de bloqueos en los sistemas de comunicación son
ubicuas en los grupos. Si se estableció una cultura terapéutica; el grupo asume el
trabajo de clarificación, análisis y traducción del bloqueo —en compañía de la
participación en diversos grados del conductor, lo que depende de la etapa del
desarrollo o circunstancias particulares que golpean al grupo en el momento. La
resistencia puede expresarse a través del acting out fuera de los límites (por
ejemplo, llegar tarde, asistencia irregular y actividad secreta fuera del grupo) y
desestabilizar al grupo, o se expresa mediante intentos por controlar el proceso
comunicativo por medio de imposición de estructuras (por ejemplo, tomar
turnos), determinación de normas anti terapéuticas, resistencia a participar o
evitar los asuntos cargados de ansiedad.
Los límites y potencialidades de los diferentes estilos de conducción se
manifiestan con más claridad tanto en la forma como en el grado en que se
translaboran las resistencias del grupo. Es aquí que el uso creativo de la
presencia y habilidades del conductor tiene el impacto más decisivo en el
potencial de desarrollo del grupo.
Un punto de vista analítico grupal de la resistencia siempre implica la
localización de un patrón resistente dentro de un marco de trabajo (Sternberg,
1982). Una estructura resistente controla y regula el cambio: se le determina en
oposición a una fuerza real o imaginaria que amenaza el equilibrio o supervivencia
del grupo. La relación de un conductor con una resistencia identificada varía
de acuerdo con las necesidades del grupo. Al principio, el conductor definirá su
relación hacia la resistencia como activa o pasiva de acuerdo con si interviene de
manera directa para alterar la resistencia o permite que opere la estructura
defensiva, e intervienen sólo de una manera indirecta mediante la alteración del
contexto para facilitar la renuncia de las defensas. Estos diferentes estilos, que se
definen de manera amplia de acuerdo con la directividad con la que el conductor
interactúa con el sistema de defensa, aproximan las polaridades ocupadas por los
Análisis grupal  43
enfoques analítico tradicional contra el de la psicología del sí mismo: donde el
primero enfatiza el "modele de penetración—al—inconsciente—vía—la—conquista—de—la—resistencia" (Kohut, 1984; página 113) y el segundo enfatiza una
"comprensión de la motivación defensiva en términos de las actividades realizadas
en servicio de la supervivencia psicológica" (Kohut, 1984; página 115).
Permítasenos examinar de manera más cercana estas polaridades. Un conductor en ocasiones interactúa directamente con una estructura defensiva de
muchas maneras diferentes. Puede describir y aclarar y puede involucrarse en el
trabajo analítico de articulación del conflicto o amenaza subyacente que activa
la resistencia. Puede ceder el trabajo analítico de traducción al grupo. La
manera en la que el conductor hace esto es más o menos confrontativa (Brown,
1988) y desafiante, o quizá sea empática y proporcione significado y
comprensión. Estos mensajes metacomunicativos se transmiten mediante el
lenguaje, tono de voz y gestos acompañantes que se utilizan.
CONTRATRANSFERENCIA DEL CONDUCTOR
La actividad de confrontación como una expresión de la contratransferencia del
conductor (es decir, la manera en que el conductor lidia con sus propios
sentimientos y frustración, desamparo e impotencia frente a la resistencia) está
en probabilidad de endurecer los patrones resistentes o de modificar la forma de
su expresión. Estores especialmente cierto si 1) la actividad de confrontación
del conductor tan sólo refuerza proyecciones transferenciales (por ejemplo, del
conductor como el padre demandante al que nunca puede satisfacerse) o 2)
gratifican los intentos por localizar estos sentimientos en el conductor median te
el uso de mecanismos de identificación proyectiva. Por otra parte, es posible
que la actividad de confrontación cambie los patrones defensivos si la contratransferencia se emplea para modificar los aspectos transferenciales o proyecti vos de la relación del grupo hacia el conductor. Por ejemplo, un grupo que
transfiere, de manera colectiva, hacia el conductor el papel de padre ansioso y
frágil que necesita protección de los ataques agresivos puede interpretar la
conducta de desafío del conductor como una expresión de la capacidad de éste
para soportar los ataques. En este caso, la confrontación tal vez cambie la
resistencia al no coludirse con la transferencia y proporcionar un modelo no
protector, alternativo, de relación (Skynner, 1986).
En un sentido parecido, la efectividad de las intervenciones que reflejan y
traducen las estructuras defensivas de manera empática dependerán del grado al cual
encajan con los sistemas transferenciales o proyectivos o los gratifican. Si, por
ejemplo, los intensos sentimientos de envidia que subyacen a la resistencia se
expresan como una negativa a responder a los esfuerzos del conductor por
44  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 2)
insertar y atribuir significado, entonces entre más proporcione significado o empatía,
alienta más los ataques de envidia, con lo que se consolida la resistencia.
Lo que se sugiere arriba es que los estilos del conductor que son consistentemente confrontativos y que además proveen y empatizan, limitarán el desarrollo
del potencial del grupo. Como tales, pueden constituir impedimentos
contratransferenciales al trabajo. El trabajo de Skynncr (1986) proporciona un
elegante modelo para la manera en que el conductor puede utilizar su presencia para
virar los sistemas defensivos. La flexibilidad del papel y la creatividad de la función
del conductor aumentará las posibilidades para el desarrollo de culturas complejas y
creativas de grupo.
CONCLUSIONES: MARCO EN EXPANSIÓN
El -movimiento analítico de grupo ha crecido y consolidado con rapidez su
identidad profesional. Esto se refleja en la red internacional cada vez mayor de la
Group Analytic Society (la fundó Foulkes a principios del decenio de 1950 como
un foro para el intercambio de ideas acerca del análisis grupal), en la vitalidad de
su revista Group Analysis y en la proliferación de los cursos de entrenamiento en
el Reino Unido y Europa. El Institute of Group Analysis de Londres, establecido
en 1971, es responsable del entrenamiento y capacitación profesional en
psicoterapia analítica de grupo.
El campo dé acción de este capítulo sólo permite esbozar la amplia aplicación
de los principios analíticos de grupo. Estos principios se han aplicado con éxito a
grupos terapéuticos grandes, terapia familiar y grupos de parejas, de niños y
adolescentes. Los rasgos multidisciplinarios, eclécticos pero coherentes, del análisis
grupal encuentran aplicaciones cada vez mayores y forman un sector muy
interesante y poderoso en el campo de la terapia de grupo.
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46 Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 2)
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Contribuciones de la psicología
del sí mismo a la teoría
y práctica de la psicoterapia
de grupo
Margaret N. Baker, PhD ;
Howard S. Baker, MD
NOTAS FINALES
INTRODUCCIÓN
1. Group Analysis: The, ournal of Group Analytic Psychotherapy, editado por
Malcohn Pines y publicado trimestralmente a nombre de la Group-Analytic Society
(Londres) por SAGE Publications, Ltd. Con frecuencia tiene secciones especiales
dedicadas a temas como el análisis jungiano y el análisis grupa], análisis grupa] con
niños y adolescentes, terapia de grupo para trastornos afectivos, estudios sobre
vergüenza y otros.
2. The International Library of Group Psychotherapy and Group Process,
editada por Malcolm Pines y Earl Hopper y publicada por Routledge Ke,gan Paul
tiene muchos volúmenes en la serie escrita desde una perspectiva analítico grupal.
En una reseña de 1984, "The Cutting Edge in Psychiatry", Strauss y colaboradores
entrevistaron a los psiquiatras estadounidenses más destacados en cuanto a sus
puntos de vista sobre los desarrollos más importantes en el campo durante el último
decenio. Las contribuciones de la psicología del sí mismo se unieron con los
avances en psicobiología y diagnóstico como contribuciones particularmente
valiosas. Para aquellos que se interesen en la terapia de grupo, la teoría que dé
inicio introdujo Kohut (1971, 1977, 1978, 1984) es en especial útil de dos maneras.
Ayuda a la integración de las dimensiones interpersonal e intrapsiquicas de la
conducta humana y aclara el proceso terapéutico de maneras que pueden dar por
resultado una intervención efectiva. A pesar de que Kohut no trabajó de manera
directa con grupos, uno de sus supervisados, el doctor Sheldon Meyers, si lo ha
hecho. Presentó una ponencia sobre la aplicación de los principios de la psicología
del si mismo al proceso ,grupal en la Twelfth Annual Conference on the Psychology
of the Self (Meyers, 1989). Bacal (1985a), Harwood (1983), Lofgren (1984),
Schwartzman (1984), Weinstein (1987) y Witman y Stone (1977) también
realizaron importantes contribuciones a la comprensión del proceso grupal desde
una perspectiva de la psicología del sí mismo.
47
48  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 3)
El propósito del presente capítulo consiste en elaborar el modo en que la
psicología del sí mismo dilucida el proceso y tratamiento grupal. La elaboración
breve de los aspectos sobresalientes de la teoría psicológica del sí mismo
precede a la explicación de las maneras en que ésta aclara y enriquece el trabajo
grupal. (Para una reseña general más completa de la teoría y proceso de
tratamiento, véase Baker y Baker, 1987 y Wolf, 1988). Los ejemplos de caso se
utilizan para ilustrar los énfasis dinámicos en un enfoque de la psicología del sí
mismo. Se presentan los datos que se obtuvieron en las sesiones individuales y
grupales para mostrar la manera en que los pacientes experimentan los efectos
saludables del grupo. A través del capítulo se supone que el lector tiene sólo
una comprensión mínima de la psicología del sí mismo. Por tanto, son
necesarias las desviaciones ocasionales a través de este capítulo para la
aclaración de los conceptos cuando sea necesario.
•
UNA RESEÑA DE LA TEORÍA PSICOLÓGICA DEL SÍ MISMO
Los conceptos de sí mismo y objeto del sí mismo son las piedras angulares de la
psicología del sí mismo. De acuerdo con Kohut ( 971), conservar la experiencia
del sí mismo como vital, cohesiva e integrada es la principal fuerza y necesidad
motivante en la conducta humana. Esta necesidad es superior a todas las otras
necesidades, impulsos y deseos. Sin embargo, fue la comprensión de los objetos
del sí mismo y de las transferencias de objetos del sí mismo lo que Kohut (1984)
consideró que era, su contribución más poderosa al entendimiento de la condición
humana. Un objeto del sí mismo es otra persona, cosa o evento vital que se
experimenta como si fuera una parte en funcionamiento de la vida endopsíquica
del individuo. La representación intrapsíquica de la otra persona o cosa sirve para
que se facilite el desarrollo emocional y se sustente el bienestar propio. Los
objetos del sí mismo están comprometidos íntimamente en la regulación de la
autoestima, al calmar y aliviar al sí mismo, y al canalizar y contener los afectos e
impulsos. Puede ser que no se satisfagan las necesidades del objeto del sí mismo
debido a los fracasos en relaciones verdaderas o por causa de las distorsiones y
necesidades transferenciales. El fracaso consistente en la satisfacción de necesidades del objeto del sí mismo conduce a interrupciones del desarrollo y a las
resultantes reacciones defensivas, y la disponibilidad "suficientemente buena" de
las relaciones sí mismo—objeto del sí mismo facilitan el crecimiento v desarrollo
sano a través del ciclo vital (Baker y Baker, 1987).
La psicología del sí mismo define tres líneas básicas de desarrollo del objeto
del sí mismo; reflejo de espejo, idealización y gemelización. La relación de un actor
con su público ilustra la manera en que los otros se utilizan como objetos del sí
mismo reflejantes. El actor descansa en el aplauso del público para que se mantenga
la autoestima. Busca que el público funcione como espejo. El reflejo
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica...  49
que éste proporciona determina en parte la experiencia de autovalía del actor. El
aplauso consolida el sentimiento de valía y vigor, mientras que la indiferencia
precipita una terrible ansiedad y una pérdida calamitosa de la autoestima. Para el
recién nacido en desarrollo, la respuesta de los padres es análoga a la respuesta del
público.
Por supuesto, el actor no depende por completo del público. Entre mayor
capacidad endopsíquica tenga para regular su propia autoestima, menos crítica
será la respuesta del público para el mantenimiento de la misma. El desarrollo de
estas capacidades autorreguladoras requiere de consistencia en el ambiente de
objeto del sí mismo. Así, los niños a los que se les decepciona, traumatiza o
ambas cosas, repetidamente, son menos capaces de establecer estas capacidades
internas que aquellos a los que se les cría en un ambiente más saludable. Como
adultos, continúan sobrecargados con impedimentos en el desarrollo de las
capacidades de autosustentación.. La necesidad que tiene una persona de experimentar al objeto del sí mismo es, entonces, una función de:
 Fortaleza y flexibilidad de las capacidades internas para que se mantenga la
autoestima
 Disponibilidad (tanto pasada como presente) de una red variada de
relaciones de objeto del sí mismo
 Vulnerabilidades biológicas "atípicas" (por ejemplo, dislexia u otra limitación física)
 Estrés externo
La idealización de las relaciones sí mismo—objeto del sí mismo ayuda a regular el
afecto, tensiones e impulsos. Por ejemplo, cuando el paciente está ansioso de
manera frenética y el terapeuta le comunica tranquilamente su comprensión del
estado afectivo en que se encuentra; éste sujeto puede utilizar esta interacción para
consolidarse. La fuerza sustentadora del terapeuta proporciona, entonces, una
experiencia de objeto del sí mismo que consolida al paciente, lo que le permite
calmarse y regresar al trabajo productivo.
Las relaciones sí mismo—objeto del sí mismo gemelizadas se enfocan
alrededor de un sentido de semejanza humana con otros y de ser un miembro
valioso e importante de un grupo, familiar, profesional o de actividades de tiempo
libre. A partir de esta asociación una persona siente que se le incluye, acepta y
afirma; esto es particularmente cierto cuando el individuo sabe que es esencial y útil
para el mantenimiento de los otros miembros y para el grupo como un todo.
La psicología del sí mismo diferencia las necesidades del objeto del sí
mismo de las necesidades del objeto. Un objeto es un ser autónomo, un centro de
iniciativa independiente. Los objetos se valoran, aman u odian por lo que son. En
contraste, los objetos del sí mismo se valoran por las funciones internas y la
estabilidad emocional que proporcionan. Se les experimenta como destructivos y
catastróficamente decepcionante cuando fallan en la satisfacción de esa
necesidad. En otras palabras, el hecho de que se satisfaga la necesidad del objeto
del sí mismo es más importante que quien lo haga.
50  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 3)
Con frecuencia, los psicólogos del sí mismo se refieren a las estructuras
intrapsiquicas que facilitan las funciones vitales de autoestima y regulación del
afecto que sostienen al sí mismo. ¿Qué significa el término estructura
intrapsíquica? Es, en primer lugar, el patrón o manera en que un individuo organiza
la información. Lo que en realidad le sucede a una persona y lo que ella entiende
que le ha sucedido no siempre son sinónimos. Por ejemplo, un paciente
interpreta que el hecho de que su terapeuta sacuda un pie representa que lo aburre y
que no es digno de su atención. Esta construcción de significado constituye un
importante aspecto de la transferencia y tiñe todas las interacciones humanas, lo
cual conduce a la persona a percepciones más o menos disfrutables y útiles acerca
de lo que sucede.
Para regresar a la analogía hecha antes, el terapeuta puede tan sólo haber
pensado que tenía comezón en el pie. ¿Pero, es así? ¿Le dio comezón porque en
realidad estaba aburrido? Puede ser que no importe la respuesta a la pregunta. Lo
que siempre importa es que el paciente capte que el terapeuta entiende que se
sintió herido y el porqué de ello. Un requisito absoluto para la terapia efectiva es
que el paciente experimente que el otro lo comprende en un sentido empático. 1
Sin este paso vital, en general la corrección de las distorsiones de la realidad
deja al paciente con un sentimiento de devaluación. Con esa comprensión, con
frecuencia la corrección de las transferencias se vuelve innecesaria porque el
paciente se da cuenta de lo inútil de su patrón perceptual. La comprensión
empática establece y mantiene el lazo terapéutico. Este lazo proporciona el
ambiente de sustentación que consolida la cohesión del sí mismo del paciente, lo
que proporciona una plataforma estable sobre la cual se comience la reorganiza ción y resolución de los patrones de transferencia.
Cuando hay una perturbación en la relación sí mismo-objeto del sí mismo,
puede esquematizarse la resultante secuencia de conducta patológica en tres pasos.
Se trastorna una importante relación sí mismo-objeto del sí mismo (paso 1). Esto
precipita una pérdida de la cohesión del sí mismo (paso 2), que conduce a afecto,
conducta o defensas sintomáticas (paso 3). Puede suceder que el afecto se disipe o
que se pongan en juego defensas intrapsíquicas, conductas sintomáticas, o ambas.
Éstas se entienden como el mejor esfuerzo del paciente (con frecuencia
descarriado o miope) para que se restaure la cohesión del sí mismo o para que se
repare la relación perturbada. Krueger (1989) señaló que muchos de los esfuerzos
terapéuticos previos a la psicología del sí mismo fallaron en considerar los
vínculos iniciales en la cadena sintomática. Entonces, cuando se comprende desde
una perspectiva de la psicología del sí mismo, los afectos
Con frecuencia. se confunde la empatía con "ser amable" con alguien o con saber
"qué sentiría si estuviera en tu lugar". Lo que los psicólogos del sí mismo intentan es
captar, tanto a nivel cognoscitivo como emocional, lo que experimenta el otro desde su
propia perspectiva única. Lo que se hace con esta información puede ser amable y útil o
cruel y errado.
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica.  51
sintomáticos son expresión directa de la angustia por la pérdida de la cohesión
del sí mismo debido a una pérdida de un objeto del sí mismo y las llamadas
defensas del yo y síntomas psiquiátricos son esfuerzos por restaurar un sí mismo
devaluado o fragmentado. Así, la farmacodependencia puede comprenderse
como un esfuerzo por revitalizar un sí mismo devaluado después de una
discusión con un ser amado, más que una gratificación encubierta o la
aveniencia que necesitan los conflictos libidinales o del yo.
Si se regresa al terapeuta que sacude el pie, cuando mantiene la postura'
empática, el paciente llega a la conclusión de que interpretó los datos de acuerdo
con sus patrones peculiares personales. Una segunda posibilidad es que el
movimiento del pie no fuera el problema. Unos cuantos minutos antes el
paciente sintió que no se le comprendía. El terapeuta no parecía entusiasmado
acerca de un éxito reciente. Se negó una silenciosa frustración de la necesidad
de =reflejarse y el paciente perdió lentamente la autoestima, y vinculó el insulto
al movimiento del pie. No servirá lidiar con el pie. Se requiere rastrear el
precipitante real (no importa qué tan trivial parezca) y comprenderlo (en caso de
que sea una necesidad de reflejo de espejo que no se reconoció).
Lo que hace que una persona sienta que se le comprende, varía. En un caso,
el terapeuta quizá asiente de manera aprobatoria y no diga nada. En otra ocasión
puede hacer una interpretación o gratificar una necesidad de reflejo. En la psicología del sí mismo, Kohut (1984) describió la manera en que. es necesaria la
"frustración óptima" para que se alteren los patrones internos de organización.
Por ejemplo, un paciente experimenta una necesidad que no es abrumadora o
agotadora. La necesidad no se satisface; se le interpreta. Cuando está sostenida
por una transferencia del objeto del sí mismo suficiente, la interpretación; en vez
de la gratificación de la necesidad; requiere tanto como facilita que el paciente
altere sus patrones de organización. La interpretación atraviesa lo que Kohut
(1971) denominó una internalización transmutante. Este término difícil tenía la
intención de transmitir que se internalizará cierto elemento de la relación
terapeuta-paciente, en combinación con otros elementos de la personalidad del
paciente y formará un patrón (o estructura) intrapsíquico más saludable.
Kohut (1984) permaneció fiel a su opinión original de que cierta frustración
es necesaria para el crecimiento. A pesar de que están conscientes de que la,
frustración es parte de cualquier relación, Bacal (1985b) y Terman (1988) se
volvieron hacia la investigación actual en desarrollo y notaron que el crecimiento
parece proceder mejor bajo la condición de "responsividad óptima". Esto los
condujo a cuestionar el concepto de abstinencia terapéutica. Como una función de
la inmersión empática en la experiencia del paciente, el terapeuta tratará de
mantener el lazo de objeto del sí mismo con el paciente (ya sea que se le llame así
o con cualquier otro nombre). Esto puede significar que, en ocasiones, el
terapeuta se confina a las interpretaciones y en otros momentos gratifica una
necesidad de reflejo de espejo o de idealización, o simplemente escuchará. La
meta consiste en proporcionar un ambiente terapéutico en el que el paciente se
sienta seguro y confiado y en el que, por tanto, sea capaz de manifestar sus
52  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 3)
pensamientos y sentimientos más internos. Un terapeuta puede sentirse
impulsado a permanecer desvinculado, a retener la respuesta o a insistir en una
interpretación cuando es aparente, con base en la angustia del paciente, que la
conducta del terapeuta lo está molestando. En algunos casos, el terapeuta
adhiere de manera demasiado rígida a la actitud abstinente, sin darse cuenta de
que su postura afecta el campo intersubjetivo entre paciente y terapeuta. En el
momento actual, la psicología del sí mismo fluctúa mucho con respecto al
intento por comprender el equilibrio óptimo entre frustración y responsividad.
Sin embargo, existe un acuerdo total de que la manera en la cual una persona
construye la realidad es posible que crea dicha realidad. En un inicio, la ira de un
paciente ante el poco atento pie parecerá incomprensible si no se atiende la
perspectiva de éste. Si persiste en sus iracundos ataques hacia la indiferen cia del
terapeuta, éste bien puede enojarse. En este punto, será útil una interpretación de
la distorsión transferencial del paciente —para el terapeuta. Se sentirá tranquilizado de que es un buen terapeuta y que sólo el resurgimiento de los sentimientos
de abandono que comenzaron en la infancia tal vez expliquen las interpretaciones
inadecuadas del paciente acerca de él. En otras palabras, el terapeuta organizará
la información acerca del paciente de manera que conserve su autoestima y la
creencia de que es un buen profesional. Por desgracia, a medida que hace esto,
satisface sus propias necesidades contratransferenciales más que responder con
empatía adecuada ante las necesidades del paciente. Esto quebrantará más la
relación y confirma, más que alterar, la manera en que el paciente comprende la
interacción. Esto impide la posibilidad de que el paciente reorganice sus
percepciones y en ocasiones surgen posteriores atolladeros transferencia —contratransferencia (véase Stolorow y colaboradores, 1987).
Al proporcionar una fuente externa de autoestima o de regulación afectiva,
la relación sí misma—objeto del sí mismo proporciona un "entablillado": una
función que, simplemente, no está disponible a nivel interno para el paciente en
los momentos cruciales. La construcción intrapsíquica de esta relación concede
estabilidad y comprensión para la manera total en que el paciente entiende lo
que le está sucediendo o quién es. Debido a que alguien más proporciona las
funciones esenciales (responsividad óptima) que el paciente no puede brindarle
solo, dicho paciente arriesgará nuevos pensamientos, sentimientos o conducta
sin sufrir un colapso interno. La comprensión empática no es sinónimo . de "ser
amable" —estar de acuerdo con el paciente o aplacarlo. Es comunicar que se
comprende la experiencia del enfermo. Los afectos e ideas más extraños se comprenden de una manera que está libre de juicio y evaluación.
La estructura intrapsíquica es ineficaz cuando los patrones perceptuales de
transferencia crean una imagen distorsionada, incapacitante, del sí mismo.
También quizá exista una falta de estructuración en ciertas áreas. Por ejemplo,
una paciente anoréxica puede no poseer una organización intrapsíquica de su
imagen corporal (más que con una gran distorsión). En consecuencia, de manera
insistente necesita la evaluación de otras personas acerca de ella (ya sea que ese
espejo sea una superficie reflejante o la opinión de un novio, amiga o su madre).
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica...  53
La última experiencia de reflejo de espejo determina lo que ella cree de manera
transitoria hasta la siguiente experiencia de reflejo de espejo.
En resumen, una estructura intrapsíquica que es el conducto para la transfe rencia puede distorsionarse o estar parcial o totalmente ausente. Un entorno
sustentador de objeto del sí mismo es el requisito fundamental para que se
reorganice o forme la estructura intrapsíquica de modo tardío. Puede ser
necesario ayudar al paciente para que establezca patrones donde ninguno ha
existido antes, a que cree nuevas interacciones entre patrones perceptuales y
genere habilidades y talentos recientes.
Los defensores de la psicología del sí mismo sostienen que estas metas-se
lograrán de mejor manera dentro de un entorno empático de objeto del sí mismo,
uno que funcione para proporcionar los sectores ausentes de la personalidad del
paciente. La tarea de reorganización es amenazante en un sentido' inherente. El
proceso desarma viejos patrones, esto hace que los mecanismos que detuvieron a la
ansiedad y consolidaron la autoestima sean menos funcionales. Por tanto, es
necesaria la ayuda externa actual para el logro de estas tareas. Debe entrar en
juego el entorno de objeto del sí mismo y satisfacer, interpretar o ambos, esas
necesidades intrapsíquicas en un sentido interpersonal (responsividad óptima)
hasta que el paciente restablezca nuevos y más efectivos modos de procesamiento
de información dentro de su propia psique. A medida que se reformula la vieja
estructura, es vital un "entablillado" externo temporal. Más que ello, el proceso de
analizar el establecimiento, perturbaciones y reparaciones de estas relaciones sí
mismo—objeto del sí mismo, facilita los procesos reorganizacionales y del
desarrollo. Se le da una segunda oportunidad al proceso que se frustró en la
infancia. Un proceso tardío ofrece oportunidades para comprensión y compensación por las interrupciones y desviaciones del desarrollo.
Un problema difícil en la creación de cambios y reorganizaciones significativas
consiste en ayudar al paciente a que regrese a niveles menos maduros de desarrollo
con la meta de desenterrar afectos arcaicos. Con frecuencia los pacientes saben
qué es lo que desean cambiar, pero se frustran cuando no lo logran. Aun, en
ocasiones reconocen los orígenes de su problema y la manera, en que quieren
cambiar. Lo que los mantiene "atorados" es la parte de ellos que aún lucha como un
niño de dos años o de seis meses de edad en la vieja arena de aquellos que
cuidaban originalmente de ellos. Se les traumatizó o dejó con deficiencias
psicológicas que, a nivel inconsciente, todavía organizan su experiencia. El
tratamiento los debe ayudar a que regresen (no en tiempo sino en configuración
psíquica) a esta vieja guarida, para "desprenderse" de autoacomodaciones y
defensas falsas, a fin de volver a experimentar sus necesidades auténticas (en
psicología del sí mismo, necesidades de reflejo de espejo, idealización y
gemelización) en la seguridad de un lazo sí mismo—objeto del sí mismo con el
terapeuta. Esta relación siempre profundizadora y de confianza con un terapeuta que
responde de manera óptima, crea la oportunidad para retornar al pasado emocional.
54  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 3)
PSICOLOGÍA DEL SÍ MISMO Y TERAPIA DE GRUPO
Se aplica con facilidad una perspectiva de la psicología del sí mismo a la terapia de
grupo. En la siguiente discusión, se enfocan las maneras específicas en las que la
psicología del sí mismo aumenta la comprensión del proceso grupal:
1. El grupo ofrece una gran cantidad de oportunidades para examinar las
relaciones sí mismo—objeto del sí mismo.
2. El grupo proporciona un entorno de objeto del sí mismo que sostiene a los
miembros de modo que reorganicen sus percepciones y desarrollen una
organización psíquica más efectiva.
3. El grupo simula al grupo familiar y estimula el desarrollo de la rivalidad
entre hermanos y de transferencias paternas.
4. Las perturbaciones y reparaciones inevitables en las relaciones entre los
miembros del grupo, y con el líder, ofrecen oportunidades para la comprensión de las vicisitudes de la respuesta intrapsíquica del paciente ante estos
ciclos. Por tanto, se aclaran las defensas y mecanismos habituales de manejo
de situaciones.
5. Cuando se observa que las "realidades de funcionamiento" opuestas crean
perturbaciones entre dos miembros del grupo, se provee a aquellos que no están
participando con una oportunidad para comprender que alguien puede captar y
entender de manera empática las "realidades" divergentes, aun cuando,
genuinamente, están en conflicto.
6. Para los miembros que se encuentran en terapia individual simultánea,
están disponibles aún mayores oportunidades para que analicen y reorganicen
sus respuestas ante las alteraciones en las relaciones sí mismo—objeto del sí
mismo.
7. Ayudar a que crezcan otros miembros da un sentido de capacidad y
consolida la autoestima.
8. En realidad suceden nuevas interacciones que no reviven traumas pasados y,
cuando se les percibe, se le permite a los pacientes la posibilidad de que
reorganicen sus percepciones. Las interacciones pueden comprenderse de
maneras que en la actualidad son apropiadas más que las maneras que se
determinaron con base en viejas heridas.
9. Se pueden iniciar nuevas maneras de establecer y utilizar las relaciones
maduras sí mismo—objeto del sí mismo
10. El grupo como un todo se vuelve la fuente de las experiencias sí mismo—objeto del sí mismo para los miembros y el líder.
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica  55
EJEMPLOS DE CASO
El principal empuje del grupo con orientación hacia la psicología del sí mismo
consiste en facilitar el desarrollo y analizar las relaciones sí mismo—objeto del
sí mismo entre los miembros y con el líder. El líder alienta a los miembros del
grupo a que analicen sus respuestas momento a momento, de unos hacia otros.
¿Cuál fue su reacción afectiva y cognoscitiva ante lo que se dijo? ¿Cuál fue el
impacto de su respuesta particular sobre la interacción? ¿Cuál fue la experiencia
de los miembros no participantes durante interacciones diádicas específicas?
Cuando los miembros obtienen fluidez con estos medios de análisis de sus
reacciones e interacciones, entonces el líder les ayuda a que aclaren cuál es la
función que sostienen otros miembros para el mantenimiento de la cohesión de
su sí mismo y vigor. ¿Cómo afectan las interacciones a la autoestima? ¿De qué
modos aminoran los demás la molestia, disminuyen el aburrimiento y de otros
modos contienen y modulan tanto los sentimientos positivos como negativos?
Esto conduce a una creciente aceptación y dependencia en los demás como
personas importantes y vitales para el funcionamiento efectivo. A medida que se
analizan a profundidad las vicisitudes de estas interacciones, los pacientes
comienzan con el establecimiento de estructuras autosustentadoras más efectivas
e independientes.
El proceso de un grupo recibe fuerte influencia a partir de la orientación
teórica y contratransferencia del líder. El concepto más fundamental que orienta
al grupo psicológico del sí mismo es la experiencia del sí mismo —objeto del sí
mismo. La intervención a elegir es cualquiera que facilite la capacidad de los
miembros para aclarar lo que necesitan de los demás, la manera de pedirlo y qué
es lo que experimentan cuando lo hacen y no obtienen cierto nivel de responsi vidad óptima. En consecuencia, lo que sucede en la sesiones varía de manera
amplia, aunque el terapeuta debe mantener las interacciones tan espontáneas
como sea posible.
Por ejemplo, un paciente que por lo general era reticente dijo que necesitaba
ayuda para comprender su relación con su amante de muchos años. El que se
discutiera una situación "externa" violaba la norma de hablar principalmente de lo
que sucede en el grupo aquí y ahora. La inmersión empática de la terapeuta en el
proceso grupal la llevó a la conclusión de que era más importante el hecho de que
este miembro estaba tornando un riesgo enorme al exponer aspectos de su
relación y al pedir algo para sí mismo. Se fortaleció la confianza y seguridad del
paciente en el grupo cuando ellos comprendieron y respondieron a su dilema. Si
ella hubiera intervenido y dicho, "Me pregunto qué ocurre en el grupo si (el
paciente) está pidiendo que se hable acerca de un asunto externo", hubiera
interrumpido su iniciativa y hubiera privado a los otros miembros de la experiencia de sentirse eficaces para ayudar a un miembro que, por lo general, era
silencioso. (Bien pudo haber hecho evidente para el grupo la desviación hacia
material externo, pero sólo después y si aún parecía prominente). También pudo
56  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica.  57
(Capítulo 3)
haber atendido al desafiante rompimiento de las reglas de parte del paciente y
haberse preocupado del hecho de que dedicar todo el grupo a su asunto
ignoraba a los otros miembros y creaba una terapia individual en un entorno
grupal. No hizo esto porque la pauta más fundamental tiene que ver con lo que
es apropiado y necesario para que se incremente la capacidad de los miembros
del grupo para comprender y responder de manera empática unos a otros.
Entre más profunda sea la confianza de todos los miembros acerca de que se
les escuchará, comprenderá y responderá, mayor será el nivel (le participación,
exposición y translaboración.
El que se opere desde una perspectiva psicológica del sí mismo no impone
limitaciones particulares a la selección de pacientes. Es óptimo un número
equilibrado de varones y mujeres, con un máximo de ocho en un grupo. Un
equilibrio entre miembros pasivos y activos asegura el movimiento continuo de l
grupo. Los miembros deben estar dentro del mismo nivel general de
funcionamiento. Es mejor si todos los miembros del grupo están (o han estado)
en terapia individual, aunque no es necesario que sea con el terapeuta de grupo.
Sin embargo, esto último tal vez cause algunos problemas para el terapeuta y los
miembros del grupo porque el terapeuta no conocerá tan bien al paciente. Este
último puede sentirse, entonces, en desventaja y quizá experimente envidia de
sus otros hermanos de grupo que tienen un lazo de objeto del sí mismo más
fuerte con el terapeuta. Sin embargo, es posible resolver estos asuntos
sacándolos a relucir en el grupo y manteniendo contacto con el terapeuta
individual de este miembro,
Se utiliza de manera intensa la relación entre los miembros. La relación de
objeto del sí mismo con el terapeuta funciona en el trasfondo. Las personas para las
cuales está contraindicada la terapia de grupo incluyen a las que:
 son escépticas acerca de la terapia de grupo y se les tiene que aguijonear para
que se unan a él.
 son abiertamente suicidas a menos (le que estén internadas.
 son en exceso defensivas y tan vulnerables en un sentido narcisista que
tendrían una "reacción alérgica" al proceso grupal.
 tienen una relación significativa entre sí fuera del grupo (o cuyas
parejas y amigos están involucrados de manera significativa con
miembros del grupo)
¿CÓMO FUNCIONAN LOS GRUPOS DE PSICOLOGÍA
DEL SÍ MISMO?
El "cómo" (le este proceso de crecimiento se ilustra proporcionando ejemplos
específicos de caso acerca de los 10 elementos del proceso terapéutico que se listan
arriba. Todo el material se extrae de tres grupos de terapia a largo plazo, en proceso,
y los condujo la primera autora M.B.).
1. Los procesos grupales le ofrecen oportunidades repetidas a los miembros
para que examinen las maneras habituales y repetitivas en que utilizan a
otros para la satisfacción de las necesidades de objeto del sí mismo. El
terapeuta también tiene la oportunidad de observar y aclarar las dinámicas
transferenciales del paciente con respecto a sí mismo y a otros miembros, como
lo ilustra el siguiente ejemplo de caso:
Caso 1
El señor A, profesional de 47 años de edad, se había unido al grupo en el
momento en que su matrimonio había durado 17 años, y se disolvía. Había
estado sumamente aislado desde niño y aun dentro de su matrimonio. Su
patrón básico consistía en que intentaba ser bueno y respondía a las
necesidades de los demás a través de prometer el sol y las estrellas.
Después hacía más o menos lo que pensaba que los otros querían; pero
siempre lo alteraba ligeramente, con lo que dejaba a los demás más
decepcionados por el incumplimiento de la promesa que satisfechos por los
esfuerzos que hacía. Frustrado porque nadie lo apreciaba, se retraía dentro de
fantasías sadoeróticas.
Cuando el señor A entró al grupo, era ansioso y se desviaba del tema.
Apoyaba de manera superficial a los demás y no hacía demandas abiertas
de atención para sí mismo. Al principio, a los otros les gustaba su
costumbre de "llenar el tiempo". Sus divagaciones hacían que todos se
desviaran y creaba distancia entre los miembros. Éstos se cansaron de
ello, pero no podían confrontar a un "tipo tan agradable que ponía tanto
empeño". Entré en acción y lo ayudé a tratar de articular su ansiedad y lo
que deseaba del grupo. Al mismo tiempo, le pregunté cuál era el impacto
que creía estar teniendo sobre el grupo. Estaba consciente por completo
de que, alejaba a las personas, pero no tenía idea de cómo no hacerlo.
El caso del señor A ilustra una perturbación en su relación con el
grupo. Todos trabajaron en conjunto para ayudarle a que pidiera aquello
que necesitaba para sí mismo. Cuando pudo articularlo (le tomó mucho
tiempo) y cuando vio que la mayor parte de los miembros del grupo
deseaban responder de alguna manera a sus necesidades (aun si era "no
creo que te pueda dar lo que deseas aunque entiendo tu necesidad") se
sintió profundamente conmovido. Pudo comenzar a aceptar cuánto
necesitaba a otras personas y cómo podían funcionar los demás Fiad él.
Para experimentar esto, atravesó semanas de miedo paralizante e intentos
por retraerse. Pero con cada esfuerzo sucesivo, llegó a confiar en los
miembros del grupo como fuentes confiables de comprensión y apoyo.
58  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
2. Al proporcionar un entorno de objeto del sí mismo para los miembros,
el grupo en sí gratifica las necesidades intrapsíquicas. En principio, estas
necesidades se satisfacen a nivel extrapsíquico, por medio de la utilización
de las experiencias grupales para posterior comprensión y profundización de
los lazos de objeto del sí mismo dentro del grupo y proporcionar
experiencia "real". Esta experiencia y gratificación real de las necesidades
narcisistas fomenta la esperanza y el cambio, y pueden dar el valor para
trabajar de manera más intensa tanto en la terapia de grupo como en la
individual, como lo ilustra el siguiente caso:
Caso 2
El señor B, varón de 34 años de edad vulnerable a nivel narcisista, entró
al grupo con mucha impaciencia, arrogancia y una necesidad de atención
y tranquilidad constantes. Expresaba sus necesidades de atención con
respuestas falsas ante los otros y agradecimiento de manera hipócrita de
cualquier reconocimiento que recibía. Los miembros del grupo no podían
soportarlo al principio. Intentaban ignorarlo. Cuando fracasaron, intentaron confrontarlo. En el momento en que lo hacían, se volvía
instantáneamente hostil y atacaba a los demás y amenazaba con
abandonar al grupo. Algunos de los miembros hubieran estado felices y,
en ocasiones, también yo. Después de sesiones de atravesar este patrón
y a sugerencia de los otros miembros de que le iría mejor si pidiera de
manera directa aquello que quería para sí mismo, poco a poco pudo ser
más directo. Al mismo tiempo, trabajaba estos aspectos en terapia
individual. Lo que surgió tanto en las sesiones de grupo como en las
individuales fue su terror a que se le ridiculizara y abandonara. Su madre
lo había criticado de manera constante y había competido con él. El único
contacto que tenía con ella era una lucha negativa de poderes. Si bajaba
sus defensas, ella le daba sermones inmisericordes acerca de sus fallas:
incluso que tenía mal cutis, su nariz se veía rara, no se vestía bien y no
poseía amigos. El único recuerdo temprano que tenía era el de tomar sus
heces y embarrarlas por todo el baño.
A medida que el señor B tuvo confianza en los otros miembros del
grupo, comenzó a experimentar que no estaban en su contra. En la
manera en que ellos pudieron funcionar para él por medio de la
comprensión de sus sentimientos (no dar sugerencias o interpretaciones,
sólo entenderlo) pudo experimentarse no como un monstruo ambicioso y
defectuoso, como su madre lo había convencido que era, sino como una
persona que anhelaba afecto y que era merecedora de que se le
respondiera y se le cuidara. (Cuando estaba bajo presión, recaía en sus
viejas autopercepciones, pero su nuevo sentido de sí mismo aumenta con
cada nuevo encuentro positivo conmigo y con el grupo).
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica.  59
(Capítulo 3)
3. El entorno grupal estimula la rivalidad entre hermanos. La psicología
del sí mismo alienta el desarrollo de una relación intensa y arcaica sí
mismo-objeto del sí mismo con el terapeuta. Entre más arcaica sea esta
transferencia, mayor será la carga de afecto que tendrá el terapeuta para el
paciente. Dada „ esta intensidad, es posible que los pacientes experimenten
a los otros miembros del grupo como amenazas, no como fuente de
experiencia de objeto del si mismo. Entonces, el terapeuta tiene una
situación de difícil manejo. Cada lazo paciente-terapeuta-sí mismo-objeto
del sí mismo tiene su propio carácter único. Los pacient es tienen
diferente& vulnerabilidades y cierta variación en el nivel de desarrollo y en
el grado de regresión terapéutica dentro de terapia individual. La
contratransferencia del terapeuta hacia cada paciente varía.
Cuando los problemas de rivalidad entre hermanos surgen de manera directa
dentro del grupo, el terapeuta comunica su comprensión de la experiencia
subjetiva del paciente. La exploración continúa tanto en terapia grupal como
individual. Cuando se confronta al terapeuta dentro del grupo (como cuán do
uno de los pacientes dice "Usted, «terapeuta» siempre es más atento con él «o ella»
que conmigo") la mejor política es no ser defensivo, ser honesto y estar deseoso de
analizar los contenidos de la confrontación tanto en terapia grupal como individual.
El siguiente caso ilustra que aun las interacciones que parecen triviales son capaces
de disparar "terremotos psíquicos":
Caso 3
La señorita C era una mujer atractiva y confiada.
El señor D era
alto y
regordete, con un comportamiento deprimido y solemne. Cuando la
señorita C entró a la habitación me concedió una gran sonrisa y platica
trivial vivaz. El señor D entró como si hubiera preferido ser invisible.
Ignoró a todos hasta que el grupo dio comienzo. Disfruté de la presencia
optimista de la señorita C y me sentí triste por el hecho de que el señor D
se distanciara con respecto al grupo. Si hubiera ignorado a la señorita C
para proteger al señor D, hubiera cortado a la señorita C de un
intercambio natural. La presencia de la señorita C dentro del grupo
intensificó la competitividad y retraimiento del señor D, aunque él no
pudo articular esto ante el grupo. En terapia individual comenzó a
trabajar con renovado fervor. Allí pude sumergirme por completo en su
experiencia. A medida que dejó atrás parre de su ira, tuvo la oportunidad
de confrontar a la señorita C dentro del grupo.
4. Se aclaran y procesan las defensas y mecanismos habituales de manejo de
situaciones. Las perturbaciones en la relación entre miembros del grupo o entre
un miembro del grupo y el líder suceden de manera inevitable. Estas
perturbaciones conducen con frecuencia, de manera directa, a experiencias
60  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica...  61
(Capítulo 3)
intrapsíquicas de pérdida de la cohesión del sí mismo, que se sienten
afectivamente como fragmentaciones, disminuciones, depresión o ambas.
Por su parte, la fragmentación precipita un esfuerzo sintomático para que se
restaure la cohesión del sí mismo. Las perturbaciones y consecuencias se
pueden analizar dentro del ambiente grupal, como lo ilustra el siguiente
caso:
Caso 4
la señorita E, una mujer de 34 años de edad, había estado en terapia
grupal e individual conmigo durante tres años. Habíamos llegado a un
callejón sin salida. Deseaba asistir sólo una vez cada dos semanas y que se
le dijera cómo estructurar su plan de modo que lograra sus metas. Yo
había intentado trabajar de esta manera y me encontraba decepcionada de
ella, de manera no muy diferente de lo que ella sentía hacia mí. Cuando
sugerí que asistiera con más frecuencia y trabajara en los problemas
subyacentes, se rehusó. Me sentí frustrada y sin esperanza. Se me pedía
hacer algo que no podía hacer por las restricciones situacionales y mis
reacciones de contratransferencia. Sugerí que no continuáramos con la
terapia individual, Habíamos translaborado muchos problemas. Quizás
era tiempo de que intentara con alguien más que pudiera sentirse más
cómodo con la manera en que ella deseaba trabajar ahora. Ella estaba
furiosa tanto como aliviada. Cuando comenzó con un nuevo terapeuta,
su ira hacia mí dentro del grupo se volvió paralizante. Se sentaba en el
grupo con el rostro encendido y en silencio. Nadie podía funcionar. Me
esforcé pero sin resultados. .
Después de tres sesiones dolorosas como ésta, los otros miembros de
grupo se unieron y dijeron que a menos de que la señorita E elaborara esto
conmigo, deseaban que ella dejara el grupo. Explotó y me acusó de
abandonarla, de darme por vencida y de dejarla fracasar. Acepté su
explosión. Reconocí que yo había sido parte del problema. Mis propios
sentimientos me habían impedido ser lo útil que ella requería que fuera.
Pudo resolver sus resentimientos lo suficiente como para continuar dentro
del grupo y lograr un progreso firme y sustancial con el nuevo terapeuta.
5. El proceso grupa! puede facilitar la apreciación de que, con frecuencia, existe
más de una manera de interpretar la "realidad funcional" de una situación. Con
frecuencia ante sus propios ojos, los miembros del grupo ven a otros llegar a
una percepción acerca de sí mismos o de sus relaciones que, de manera clara,
varía con respecto a las conclusiones que parecen obvias para todos los demás.
Estas personas han creado una realidad funcional que es diferente a la más
consensual que comparte el resto del grupo. Con frecuencia es posible la
observación de la manera en que la realidad funcional
conduce a una conducta que engendra su propia confirmación (es decir, la
profecía autocumplida). Los miembros pueden llegar aun a darse cuenta de
que muchos eventos se prestan a más de una interpretación de la realidad.
Cuando esto sucede en las interacciones entre personas, y cuando un sujeto
escucha con cuidado y no insiste en lo adecuado de su propia realidad, con
frecuencia se resuelve el atolladero. Ambas personas quizá modifiquen su'
comprensión de lo que ha sucedido. No sólo se benefician los participantes
sino que los observadores no involucrados en ocasiones llegan a darse cuenta
de dos principios útiles; 1) las personas —ellos mismos incluidos— con
regularidad interpretan la intención de los otros en formas que son
comprensibles pero no útiles o con esa intención y 2) la renuncia a una
insistencia rígida en los patrones habituales de percepción puede que
conduzca a la resolución de diferencias, como lo ilustra el siguiente caso:
Caso 5
El señor F, divorciado de 42 años, recibía atención en terapia individual
y de grupo. Se quejaba de que las personas no lo respetaban o sentían
agrado por él y creía que esto era a causa de que era una persona
totalmente aburrida. Podía ayudar a los otros con facilidad. Cuando
hablaba de sí mismo dentro del grupo, sentía que las personas perdían
pronto el interés. No era ni cercanamente tan débil como creía ser.
Cuando le proporcioné retroalimentación acerca de la manera en que yo
lo experimentaba dentro del grupo, se sorprendió en gran medida de
que siquiera se le notara. En posteriores exploraciones y asociaciones,
sacó a relucir una imagen de sí mismo en la que se representaba como
un joven blando, invisible, parecido a un espectro. No importaba qué
tipo de retroalimentación recibiera, no la registraba. No pudo cambiar
sino hasta que experimentó a nivel interno todo el impacto de su
autopercepción dentro de terapia individual.
Por lo común, otros miembros del grupo estaban sorprendidos de
que el señor F se viera de una manera que parecía tan fuera de contacto
con lo que ellos veían en él. A medida que su imagen interna llegó a
corresponder con una realidad aceptada de manera más consensual, varios
miembros comenzaron a preguntarse si ellos también estaban atrapados
en patrones engañosos de observación de sí mismos y de sus relaciones.
6. Para los miembros en terapia individual concurrente, aún hay mayores
oportunidades disponibles de relaciones sí mismo—objeto del sí mismo en el
grupo. Esto se ilustra en el siguiente ejemplo de caso:
62  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica...  63
(Capítulo 3)
Caso 6
nada. A través de este tiempo, a pesar de los esfuerzos titánicos de parte
de muchos de los miembros del grupo, era incapaz de experimentar
mucho apoyo o interés por ella. Cuando entraba en discusión el tema de
su asistencia, anticipaba por completo una respuesta de enojo y rechazo.
En lugar de ello, los miembros comprendieron que había problemas
genuinos e inevitables, impuestos sobre ella por los compromisos de
trabajo. En verdad la valoraron porque era tan perceptiva acerca de los
demás. Deseaban que ella continuara a pesar de su asistencia
intermitente. La retroalimentación de aceptación que experimentó cuando
anticipaba que se le expulsaría, mejoró de manera notable su asistencia.
Los miembros del grupo resplandecieron de orgullo acerca de que sus
respuestas hacía ella hubieran logrado una diferencia significativa.
La señorita G logró progreso en la comprensión de sus temores acerca del
éxito laboral y de la relación a nivel íntimo con otros. Sin embargo,
encontraba muy difícil poner en práctica lo que llegó a saber sobre sí
misma. En lugar de ello, continuaba aislándose y postergaba el hecho de
encontrar un trabajo estable. Ninguna cantidad de tiempo o interpretación
alteraban que se mantuviera al borde del cambio.
Después de unas cuantas sesiones dentro del grupo, la señorita G se
había vuelto más afirmativa en su deseo de dar consejo a otros y de buscar
apoyo en los demás. Aunque le agradaba a los otros miembros, le dijeron
que podía ser sumamente controladora y distanciante. En particular, tenía
una manera de relacionarse que era demasiado cognoscitiva y razonada,
pero no muy emocional.
Durante una sesión de grupo, la señorita G se sentía muy mal y entró
en una larga explicación al respecto. El grupo la presionó a que compartiera la manera en que se sentía. Al hacerlo, pudieron decirle qué tan cerca
se sentían de ella. Experimentó cierto alivio duradero. Su percepción de sí
misma como una persona cerrada e impenetrable a la que con facilidad se
le abrumaba con la demanda más leve, comenzó a cambiar a través de
interacciones repetidas de este tipo. Empezó realizar movimientos productivos en su carrera y a buscar a personas que respondieran de manera
más apropiada.
7. Ayudar a los otros a que crezcan proporciona un sentido de confianza y autoestima. La
conciencia de que uno facilitó el crecimiento personal de alguien más,
proporciona una función de reflejo de espejo (lile muestra al sí mismo como
interesado y capaz. La cualidad de "nosotros" de la experiencia del grupo
proporciona a su vez un sentimiento de identificación con los demás que
también intentan ayudar. El conocimiento que tienen los miembros sobre el
hecho de que ellos y el líder tuvieron algo que ver en este crecimiento,
determina un paralelo entre el sí mismo y alguien a quien se ve como
poderoso y efectivo. En términos de la psicología del sí mismo, esto es tanto
una experiencia de gemelización como de eficacia y le da a las personas una
sensación de necesidad de comunidad, asociación y efectividad, como se
ilustra en el siguiente ejemplo de caso.
Caso 7
La señorita H, *una mujer con personalidad límite de 32 años de edad, había
asistido en manera irregular al grupo durante seis meses. Proyectaba sobre
los miembros una actitud de desagrado por ella y de no poder darle
La señorita 1-1 obtuvo mayor autoestima cuando se dio cuenta de que
había tenido un impacto útil en las personas dentro del grupo. Por su parte,
los miembros del grupo obtuvieron seguridad cuando vieron que su apoyo y
cuidado habían consolidado a la señorita H de una manera que había
mejorado su conducta.
8. Las interacciones que no repiten viejos traumas sirven como experiencias potenciales
sí mismo—objeto del sí mismo. Una persona puede comportarse de ciertas
maneras y anticipar, consciente o inconscientemente, algunas
consecuencias. Cuando los miembros del grupo reaccionan de modo diferente o cuando actúan como se había anticipado pero con un deseo por
comprender "qué ha sucedido" en el grupo, es probable que la persona
utilice la experiencia para ayudarse a reorganizar las percepciones de sí
misma y delos demás, como lo ilustra el siguiente ejemplo de caso:
Caso 8
El señor I, un hombre casado de 30 años de edad, había estado en el
grupo durante dos años. Se había ganado la reputación de ser como una
persiana; se lanzaba a decir algo y entonces se detenía y se retraía en mitad
de la oración como si se viera abrumado por el terror de que su comentario
se le quitara, se le robara, o se utilizara de otra manera igualmente dolorosa.
Su temor era tan intenso que podía hacer u ofrecer muy poco que, en
realidad, diera aliento y apoyo. Cuando las respuestas de apoyo estaban
disponibles, no podía apreciarlas porque precipitaban temores y anhelos de
sumergirse de manera obediente y pasiva con otra persona,
Después de un descubrimiento en terapia individual, el señor I comenzó
a levantar las hojas de la persiana y a quitarlas de en medio. Hacía
comentarios directos y después se humillaba, esperando que hubiera alguna
trampa o que se aprovechara su contribución de manera parecida
64  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 3)
a una violación. Con cada vez mayor frecuencia, ponía una amplia sonrisa
cuando se daba cuenta de que había encontrado confirmación. No se
sentía devorado como lo estaba con sus padres. Había obtenido respuestas
sanas antes, pero no podía reconocerlas. Quitó las persianas. Aunque la
precaución persistió, encontró que había apoyo disponible.
9. Tanto dentro del grupo como en sus vidas en el exterior, los miembros del
grupo obtienen confianza de que tienen relaciones con otros que
satisfarán las necesidades del objeto del sí mismo. Las experiencias vitales
de los pacientes parecen haberles dado un número pequeño de encuentros de
confirmación vital. Como lo ilustra el siguiente ejemplo de caso, cuando tos
pacientes descubren y experimentan nuevos patrones en el grupo, comienzan a
ver nuevas oportunidades tanto dentro como fuera del grupo:
Caso 9
La señorita 1 había tenido una serie de relaciones inapropiadas con
hombres muy imaginativos pero débiles. Ella misma era muy artística y
creativa. Estaba orgullosa de su diferencia y al mismo tiempo comenzó a
ver que esto la aislaba. Siempre se había considerado diferente y había
tenido momentos difíciles imaginando que nadie "normal" pensaría bien
de ella. A medida que se adaptó al grupo y obtuvo confirmación y
alabanza por su vitalidad y diferencia de parte de aquéllos a los que ella
consideraba Como normales, pudo dar fin a una relación improductiva.
Comenzó a aumentar la confianza de que, en un momento dado, encontraría una pareja genuinamente apropiada. El impacto del agrado y valoración que sentían otras seis personas por ella, fue crucial en su
capacidad para sostenerse a través de la separación.
10. El grupo como un todo se vuelve una experiencia significativa del sí
mismo—objeto del sí mismo. Este ejemplo final de caso ilustra la manera en
que el concepto y experiencia de la Gestalt del grupo consolida el sentido de sí
mismo de un miembro:
Caso 10
La señorita K, una mujer sociopátíca de 42 años, vulnerable en un sentido
narcisista, tenía la propensión a que se le victimizara y habla sufrido asaltos
y violación. Estaba desvinculada del grupo y prefería contar historias acerca de
eventos devastadores y después se retraía o se volvía defensiva si alguien
respondía de manera directa. Sin embargo, cuando estaba lejos del grupo,
pensar sobre él era una fuente de apoyo. Describía la manera en que
pensaba de las personas dentro del grupo y del proceso del mismo.
Deseaba tanto que estuvieran todos con ella que se sentía decepcionada .
Contribuciones de la psicología del sí mismo a la teoría y práctica...  65
porque en realidad no estaban allí. Experimentar un contacto imaginado
con todo el grupo le daba una experiencia vicaria de objeto del sí mismo
que con frecuencia estaba demasiado atemorizada de experimentar de
manera directa dentro del grupo.
CONCLUSIONES
Ya sea en la infancia, después en, el ciclo vital, o tardíamente en terapia, el
desarrollo psicológico procede de mejor manera (y en algunos casos sólo procede)
en un medio de relaciones óptimas sí mismo—objeto del sí mismo: Más que eso,
Kohut (1984) destacó que la relación sí mismo—objeto del sí mismo necesita
persistir de manera variada a través del ciclo vital. Incluso concluye que una meta
apropiada e importante para un análisis exitoso consiste en mejorar las capacidades
del analizado para que se establezcan y mantengan relaciones sí mismo—objeto del
sí mismo continuas y exitosas. Por tanto, toda la psicopatología y la salud
emocional se comprenden mejor dentro del contexto de un entorno individual
empático, parcialmente empático o nada empático.
Aunque es claro que el conflicto y los impulsos participan en la psicopatología,
las interrupciones del desarrollo se entiende que se basan de manera más central en
un "temor a la repetición" (Ornstein, 1974) de experiencias traumáticas previas.
El retraimiento consecuente de las relaciones sanas entra en conflicto con la
necesidad y deseo de reinstituir el desarrollo. La terapia de grupo es ideal para que
se exploren las vicisitudes tanto de las relaciones objétales como de las del objeto
del sí mismo y puede facilitar el desarrollo de un sí mismo vigoroso, flexible y
cohesivo.
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Grupos en hospitales
y ambientes médicos
Psicoterapia de grupo
para pacientes con enfermedad
mental crónica
Walter N. Stone, MD
INTRODUCCIÓN
La psicoterapia de grupo, en combinación con la administración de medicamentos
cuando esté indicado, es un enfoque terapéutico óptimo y efectivo en cuanto a costo
para que se satisfagan muchas de las necesidades sociopsicoterapéuticas de los
pacientes gravemente enfermos. De hecho, muchos informes han demostrado la
efectividad de la intervención grupa' al utilizar terapeutas con experiencia y
entrenamiento limitado, como son los estudiantes de medicina (O'Brien y
colaboradores, 1972), residentes de psiquiatría (Alden y colaboradores, 1979) y
enfermeras con entrenamiento mínimo (Malm, 1982). Sin embargo, aún no se
cumplen muchas de las esperanzas iniciales de que este enfoque de tratamiento se
aplique de modo amplio y se utilice de manera efectiva con esta población.'
La calidad de vida de estos individuos se vincula de manera positiva con la
formación de relaciones interpersonales satisfactorias. Las relaciones que sanan
ofrecen la mejor manera de influir y asistir a los pacientes en su búsqueda de
Está más allá del alcance de este capítulo la discusión del descuido de los
pacientes cc n enfermedad mental crónica, pero lis grupos de tratamiento son sólo un
elemento en la extensa dificultad para comprometer y mantener tanto a pacientes como
a terapeutas et el esfuerzo de tratamiento. Lamb (1979) señala de manera conmovedora
muchas de sus causas.
6 9
70  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 4)
vidas más significativas. En el presente capítulo se proporciona una perspectiva
general de la población de pacientes y el bosquejo del resumen acerca de las
teorías dinámicas de los procesos individuales y de grupo que son relevantes para
el trabajo con enfermos mentales crónicos, dentro del contexto del impacto de la
influencia interpersonal sobre la enfermedad mental. Se hace una reseña de los
elementos necesarios para el establecimiento de la terapia de grupo y se describe
un modelo de tratamiento que se ha desarrollado en la Central Psychiatric Glinic,
el servicio para pacientes externos perteneciente al Departamento de Psiquiatría de
la Universidad de Cincinnati. Se utilizan ejemplos de caso para ilustrar algunas de
las estrategias y técnicas de tratamiento.
POBLACIÓN DE PACIENTES
Bachrach (1988) caracterizó al paciente con enfermedad crónica a través del
análisis de tres elementos: diagnóstico, incapacidad y duración. Es considerable el
espectro diagnóstico que se representa en esta población de pacientes. En un
sentido histórico, los esquizofrénicos han recibido la mayor parte de la atención, la
cual se merecen debido a la naturaleza crónica e incapacitante de su enfermedad
(Breier y colaboradores, 1991; McGlashan, 1984). Muchos pacientes con
trastornos afectivos se recuperan tan sólo de manera parcial con medicamentos (E.
Frank y colaboradores, 1991), mientras que otros con trastornos debilitantes de la
personalidad responden de manera mínima a los medicamentos. En fecha más
reciente, se ha encontrado un extendida farmacodependencia dentro de esta
población, con lo que se agrega otra dimensión al diagnóstico clínico (Ananth y
colaboradores, 1989).
Es difícil definirla duración de la enfermedad, pero en general se mide en años
si no data de la infancia temprana. Un estudio reciente (Walker y Lewine, 1990)
encontró que los terapeutas experimentados y sin experiencia a los que se les
mostraron películas caseras de dos hermanos, uno de los cuales recibió
posteriormente un diagnóstico de esquizofrenia, identificaron al niño que caería
enfermo dentro de cada familia con una confiabilidad mayor que lo que se
esperaría por azar. Las películas cubrían un periodo desde el nacimiento hasta los
ocho años de edad y los juicios se basaron en características motoras y afectivas.
La incapacidad que se asocia con la cronicidad es variable, pero se mide en
contra de un estándar social en el que los individuos asumen con éxito un papel
funcional. Este estándar puede ser ideal, pero muchos pacientes no lo obtienen.
Las carencias generalizadas en habilidades sociales incluso ansiedad social,
autodesaprobación, falta de afirmatividad o, por el contrario, exceso de
afirmatividad o conducta agresiva contribuyen a la disfunción social (Curran y
colaboradores, 1980). Los aspectos no verbales del impedimento es posible que se
presenten en la higiene personal, expresiones faciales, responsividad o en una
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  71
variedad de gestos y posturas (Morrison y Bellack, 1987). Entonces, los enfermos
crónicos sufren de múltiples carencias y las metas de tratamiento deben diseñarse
para respetar las diversas incapacidades sin evocar un pesimismo terapéutico
indebido.
TEORÍA
La psicoterapia exitosa con pacientes con .enfermedad mental crónica requiere
una comprensión compleja de los procesos dinámicos sociales, de grupo e
individuales. En la mayor parte de los casos, las metas del tratamiento son de
apoyo y las estrategias de exploración tienen como fin ayudar a los pacientes - a
que obtengan insight acerca de sus impulsos inconscientes y deben evitarse los
conflictos.
FUERZAS SOCIALES
Antes de que cualquier terapia pueda ser efectiva, deben atenderse a los problemas
concretos de supervivencia. Primero, y después de modo concurrente, estos
pacientes deben recibir ayuda para obtener vivienda, alimento, vestido y transportación adecuada y estable junto con cuidado médico básico. En general, el
apoyo gubernamental es una parte esencial de la red de seguridad de la cual
dependen muchos pacientes crónicamente enfermos. Sus terapeutas deben tener
información completa acerca de las leyes y políticas públicas actuales concernien tes a estampillas de comida, vivienda, etcétera. (Por supuesto, en términos
generales los pacientes están más informados que quienes proporcionan la
atención en cuanto a los recovecos del sistema y no sólo se proporcionan apoyo e
información entre sí, sino que educan a sus terapeutas). En esencia, estos
pacientes psiquiátricos más gravemente enfermos requieren, como es natural, de
intervenciones multidimensionales.
DINÁMICA INTERPERSONAL
Los individuos con enfermedad crónica requieren de una evaluación completa
de sus necesidades biopsicosociales. Los esfuerzos diagnósticos no deben enfocarse
tan sólo en sacar a relucir la psicopatología, sino que también incluían una
valoración cuidadosa de las fortalezas de cada paciente, en particular en el sector de
las relaciones interpersonales. Los conflictos intrapsíquicos y las deficiencias del
desarrollo se manifiestan principalmente en las transacciones interpersonales. En la
terapia de grupo, los derivados del impulso, las relaciones objétales internas
72  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 4)
o necesidades del objeto del sí mismo son visibles como problemas de confianza
básica, dependencia e independencia, cercanía y distancia, límites y mantenimiento
de la autoestima y vulnerabilidad narcisista.
Breier y Strauss (1984), describieron la dinámica de las relaciones interpersonales en la recuperación de una enfermedad psicótica al utilizar un modelo de
dos etapas. En la etapa inicial de convalecencia, los pacientes informaron que su
recuperación se facilitó mediante su expresión, prueba de realidad, aprobación e
integración social, apoyo material, solución de problemas y constancia. En la
segunda etapa de reconstrucción, la motivación material, relación recíproca y
vigilancia de síntomas se consideraron más importantes. Estas etapas no se
conceptuaron como discretas sino que se traslapan con una considerable variación individual.
El lugar del afecto dentro de esta dinámica se refleja en el surgimiento de
literatura acerca de la terapia familiar de la esquizofrenia y el concepto de emoción expresada. Los estudios han mostrado que los pacientes cuyas familias tienen
una preponderancia de afirmaciones críticas y hostiles o que se involucra
demasiado están propensos a la exacerbación de la enfermedad (Brown y
colaboradores, 1972; Falloon y colaboradores, 1984). Los procesos de grupo es
posible que reflejen la dinámica familiar en cuanto a que la expresión directa de la
hostilidad puede ser antiterapéutica (Kanas, 1986). Los pacientes parecen capaces
de discutir la decepción, soledad, depresión y pérdida sin la perturbación
intrapsíquica que experimentan con la discusión del enojo y la hostilidad.
DINÁMICA GRUPAL
Para los propósitos de esta discusión, se utiliza el modelo que enfatiza la similitud
del desarrollo grupa] con la vinculación y separación y los procesos de individua.
ción de la infancia. Los pacientes que entran a un grupo forman un vínculo
dependiente con el terapeuta (madre). De modo gradual se separan del terapeuta y
comienzan a formar relaciones con sus compañeros. Sin embargo, parece que existe
una fase "pregrupo" en la que no son aparentes las relaciones emocionales
significativas. Esta fase puede conceptuarse como de ensimismamiento y autoprotección de parte del paciente. El movimiento hacia afuera de la fase pregrupo se
parece al deseo del niño con traumas graves de confiar en desconocidos o en la
madre. A través de una serie de pruebas inconscientes y preconscientes y de la
observación directa de la consistencia del terapeuta, los pacientes están dispuestos a
arriesgarse a nuevos vínculos (Stone y Gustafson, 1982). Sin embargo, el paso en
ocasiones es lento porque se percibe al terapeuta de manera ambivalente y se dice
que representa tanto a la madre nutricia como a la que devora (Scheidlinger, 1974).
Estas polaridades corresponden al deseo Mdividual de cercanía y temores a la
pérdida del sí mismo, secundaria a la inestabilidad de los límites.
El paso del desarrollo desde la vinculación materno—terapéutica hacia el
involucramiento con los compañeros se parece a la (le los niños pequeños que
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  73
participan en juego paralelo, en el que parece que realizan la misma actividad pero
no interactúan de manera genuina.
El paso sucesivo es similar al desarrollo del juego interactivo. Es esta etapa la
que señala la formación de un grupo cohesivo en el que los miembros están más
receptivos a la influencia de los compañeros. Sin embargo, en todas las etapas, los
miembros se influyen entre sí en diversos grados.
Un ejemplo ficticio de la manera en que puede seguir su curso el proceso de
desarrollo podría ser la siguiente: un miembro antes silencioso (fase pregrupo) de
manera tentativa somete a prueba el ambiente de grupo mediante presentar el
problema de no haber recibido la ración esperada de estampillas de comida. Al
principio se percibe al terapeuta como el único recurso de ayuda (fase
dependiente). En un momento dado, los otros tal vez respondan al hablar de sus
problemas individuales con diversas instancias burocráticas. Ignoran al primer
miembro y utilizan la situación para expresar sus propios problemas (fase de juego
paralelo). Por último, es probable que hagan preguntas o utilicen sus experiencias
para ayudar al miembro angustiado o para alentar un intento por lograr soluciones
novedosas (fase cohesiva). La interacción aumenta el sentimiento del paciente de
que puede confiar en los otros y que el grupo quizá sea útil, con lo que existe
mayor cohesión. Estos procesos encajan muy bien con los hallazgos de Breier y
Strauss (1984) acerca del valor de la solución de problemas, prueba de realidad e
integración social en la etapa convaleciente de recuperación.
En la mayor parte de los grupos de pacientes con enfermedad crónica, estas
secuencias del desarrollo se distorsionan a causa de las inconsistencias en la
asistencia. Los pacientes crónicamente enfermos no asisten en la misma base
periódica que los individuos en grupos de más alto funcionamiento. Por otra parte,
algunos sujetos acuden los días preestablecidos y forman un grupo nuclear mientras
que otros participan de vez en cuando con lo que forman un subgrupo periférico (de
Bosset, 1982). A través de un periodo extenso tanto los miembros nucleares como
los del subgrupo no nuclear obtienen un sentimiento de pertenencia (McIntosh y
colaboradores, 1991). La evidencia de este proceso es el recuerdo de los pacientes
acerca de eventos vitales importantes tanto entre los miembros nucleares como entre
los periféricos, lo mismo que de los nombres de los hijos y parejas de los miembros
—detalles que el terapeuta tal vez no recuerde. Un ejemplo espectacular de este lazo
ocurrió cuando una mujer regresó sin anunciarse a un reunión? Había descontinuado
su terapia grupal hacia cerca de ocho meses después de que asistió sólo cuatro
meses. En ese periodo había
2
No se alienta a los pacientes a regresar de visita, pero en ciertas ocasiones, como en
este caso, un paciente regresa y entra a la reunión. El terapeuta saluda de manera cálida al
expaciente e intenta comprender por qué puede haber venido en ese día en particular. En
ciertas ocasiones, esto es una señal de descompensación; en otras es principalmente para
informar a los viejos miembros acerca de qué tan bien le va a alguien. En cualquier caso,
representa un importante mensaje acerca de la formación de lazos que han tenido lugar
dentro del grupo.
74  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica •
(Capítulo 4)
desaparecido su delirio constante de que ardillas entrarían a su habitación y la
morderían mientras dormía (los medicamentos antipsicóticos no se habían
alterado). Había dejado de asistir después de que eligió irse a vivir con su madre
anciana a una villa de retiro. A pesar de que no era un miembro nuclear, otros dos
miembros recordaban de manera precisa la fecha de su última visita como ocurrida
en la última semana antes de Pascuas. Le preguntaron acerca de su cambio de
domicilio y sobre su madre como si fuera una amiga íntima. El terapeuta no estaba
consciente del afecto positivo hacia esta paciente y estaba bastante sorprendido. Un
terapeuta cuyo mundo objetal es comparativamente rico en ocasiones subestima la
fortaleza e importancia de los lazos interpersonales miembro a miembro.
La atención de las necesidades biopsicosociales de estos pacientes dentro ele
un grupo es un reto complejo que requiere de técnicas terapéuticas cuidadosas y
específicas. Los límites de tratamiento se extienden más allá de la habitación de
grupo, ya que los terapeutas pueden necesitar tener contacto con miembros de la
familia, otros órganos comunitarios o con el personal del hospital. Debe
informarse de antemano y de manera concurrente a los pacientes acerca de las
indicaciones para estas reuniones y del contenido de las mismas.
ORGANIZACIÓN DEL GRUPO
CONSIDERACIONES ADMINISTRATIVAS
Cuando inicia un programa para pacientes externos a fin de dar tratamiento a
aquellos con enfermedad mental crónica, el terapeuta (o terapeutas) debe
establecer una alianza con la administración de la clínica. Debe lograrse que
participen los administradores con el proyecto para asegurar referencias
satisfactorias de pacientes, espacio de tratamiento adecuado, apoyo secretarial y
demás. De modo superficial, muchas clínicas parecen albergar una abundancia
de pacientes crónicamente enfermos, pero las referencias apropiadas pueden ser
lentas a menos de que existan buenas conexiones con las personas que trabajan
en admisión, quienes tienen la responsabilidad de asignar a los pacientes. Con
frecuencia, los esfuerzos para que inicien estos grupos se desploman con base en
la falta de flujo de pacientes.
Las necesidades personales del terapeuta también demandan atención
(Stone, 1991). Han incrementado las demandas de tiempo en relación con el
número de pacientes vistos dentro del grupo. Entre las tareas adicionales se
encuentran los requisitos de papeleo (es decir, resúmenes regulares de tratamiento y correspondencia con otras entidades), necesidad de contacto con las familias
e interacción con el personal en servicios de urgencia y, de manera inevitable,
con el personal de instituciones para internos. Estas demandas adicionales en
ocasiones parecen intimidantes. En muchos entornos los terapeutas reciben
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  75
"bonificaciones" por• la conducción de grupos. Estas disposiciones no sólo
reflejan la realidad laboral y aumentan la moral sino que son una afirmación
clara del apoyo administrativo para la empresa y un reconocimiento del valor
único de la terapia grupal en el tratamiento de enfermos mentales crónicos.
Los terapeutas prosperan cuando tienen oportunidades continuas de revisar,
y aprender de su trabajo. Las barreras para la efectividad de su trabajo no sólo
incluyen las tradicionales contratransferencias sino, como lo describe Friedman
(1988), las interferencias con las capacidades de los terapeutas para el cumpli miento del plan de tratamiento, la satisfacción de su curiosidad o el establecimiento de manera consistente de un contacto emocional significativo con sus
pacientes. Los terapeutas pueden mantener mejor su equilibrio y compromiso
terapéutico cuando los administradores también demuestran su compromiso al
disponer de una supervisión, emplear a un consultor externo o proporcionar
dinero para asistir a conferencias pertinentes.
ESTRUCTURA GRUPAL
La siguiente discusión es una descripción del tipo de estructura grupal que se
utiliza en nuestra clínica. Los grupos son heterogéneos en términos diagnósticos.
A través de un periodo extenso de tratamiento, los diagnósticos parece que no
importan con respecto al funcionamiento de los pacientes dentro del grupo.
El censo del grupo va de 12 a 15 pacientes, lo que asegura que de cinco a
ocho pacientes estarán presentes en cualquier reunión dada (McGee, 1983). Las
sesiones se realizan con una base semanal durante (30 a 75 minutos. El segmento
final de 15 minutos de la sesión se emplea para reseñar y, si es necesario, para
ajustar los medicamentos. Los miembros están libres de permanecer o de irse
durante este tiempo. Cuando el clínico que conduce el grupo no es un médico, el
psiquiatra que prescribe los medicamentos se une al grupo durante este segmento
final. Los terapeutas de grupo proporcionan información clínica pertinent e para
el psiquiatra y, por supuesto, se les incluye en cualquier decisión en cuanto a
medicación.
La mayor parte de los grupos tienen colíderes. En nuestro ambiente la
disposición óptima ha consistido en que un terapeuta sea miembro permanente
del personal que proporcione continuidad en la atención y que otro sea un
psiquiatra residente que puede permanecer con el grupo durante uno o dos años.
A los grupos conducidos por una persona se les proporciona un terapeuta
alternativo designado que se reúne con los pacientes en ausencia del líder.
La mayor cantidad posible de problemas se manejan dentro del grupo. Sin
embargo, algunos pacientes referidos por otros terapeutas continúan con sus
sesiones individuales con la meta última de que se mantenga dentro del gru po
todo el tratamiento programado de manera periódica. Aun así, durante los
periodos de crisis tal vez sean necesarias las citas individuales y son los líderes
de grupo los que pueden manejarlas mejor.
76  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 4)
SELECCIÓN DEL PACIENTE
Los pacientes con enfermedad crónica que se seleccionan para terapia grupal son
una muestra representativa de la población que requiere de servicios de
tratamiento en la convalecencia. En general, estos pacientes son de menor estatus
socioeconómico, dependen de sus familias, de los fondos públicos, o de ambos,
para sus necesidades básicas y tienen pocas aspiraciones de obtener un empleo
redituable.
Casi todos los pacientes pueden aceptarse dentro de los grupos
heterogéneos en un sentido diagnóstico. Hay pocas contraindicaciones absolutas,
pero existen varias razones relativamente importantes para que se excluya o
demore la entrada de un paciente en particular. No se aceptan aquellos con
psicosis agudas, depresión grave o impedimentos significativos a nivel orgánico
hasta que los síntomas más evidentes están bajo control. A los individuos que
tienen la capacidad para utilizar un tratamiento más intensivo con el propósito de
que se incremente el nivel de funcionamiento se les debe ofrecer dicho
tratamiento cuando sea posible. Por desgracia, a muchos pacientes se les
diagnostica con rapidez como enfermos crónicos y se les asigna a tratamientos
que limitan su potencial de crecimiento.
PREPARACIÓN DEL PACIENTE Y EL CONTRATO GRUPAL
Como con cualquier esfuerzo responsable de grupo, los terapeutas entrevistan a los
pacientes antes de que entren al grupo. Esta afirmación parece simplista,
pero en algunos ambientes el estatus del grupo para las personas que padecen
enfermedad crónica es de tal tipo que a los pacientes se les "arroja" dentro de los
grupos sin un contacto previo con el terapeuta (o terapeutas). Esta práctica so¿ava la
aceptación y colaboración del enfermo con su tratamiento.
La sesión (o sesiones) individual cubre una necesidad diagnóstica y propor ciona una oportunidad para que comience una relación entre paciente y terapeu ta y se establezca un contrato terapéutico (Rutan y Stone, 1984). En contraste
con los pacientes con un funcionamiento mayor, con frecuencia aquellos
crónicamente enfermos no pueden articular sus metas terapéuticas, lo cual se
sugiere como una condición primaria para unirse a un grupo. Más que rechazar a
estos individuos, los terapeutas pueden pasar muchas sesiones tratando de
ayudarles a que identifiquen una o dos metas generales como aprender a hablar
con los demás, sentirse menos solos o tener un lugar para hablar acerca de
obtener éxito en la comunidad. Estas metas parecen suficientes (McIntosh y
colaboradores, 1991). El simple deseo limitado de tener un lugar en el cual
recibir los medicamentos es insuficiente para que se motive un paciente a que
permanezca dentro del grupo.
Otros elementos del contrato tradicional de grupo se modifican para esta
población de pacientes. Como se señaló antes, los pacientes con enfermedad
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  77
mental crónica tienen dificultades para adaptarse al requisito de asistir a todas las
reuniones programadas. Una alternativa a esta parte del contrato se discute
después como el modelo de grupo con límites flexibles. Es suficiente señalar que
se advierte a los terapeutas en contra de entrar en un contrato bajo el cual no
desean regirse. Si los pacientes, debido a su patología, no pueden mantener su
parte del acuerdo, el terapeuta debe modificar el arreglo o terminar ignorando
algunos de sus elementos. Esta última respuesta no proporciona un modelo de
consistencia con el que los pacientes puedan identificarse y por el cual se sientan
con el suficiente apoyo.
Es difícil limitar los contactos extragrupo entre los miembros y quizás no sea
deseable. Con el impedimento en la capacidad para la formación de relaciones
interpersonales satisfactorias, las reuniones externas entre miembros pueden
representar un importante progreso del tratamiento. Por ejemplo, los miembros tal
vez viajen juntos en autobús hacia y desde la clínica. De hecho, una mujer fóbica, a
la que su familia la traía a la clínica, se arriesgó a viajar sola en el autobús porque
sabía que otro miembro se reuniría con ella en la parada. „En realidad, existe el
peligro de subagrupamientos destructivos, pero el acuerdo acerca de hablar con
respecto a los contactos entre miembros fuera del grupo lo interpretan con
frecuencia los pacientes como una prohibición. En consecuencia, es probable que
los pacientes inhiban estos contactos o no los comenten, si tienen lugar.
Como a los pacientes que entran en un contrato tradicional, se instruye a
aquellos con enfermedad crónica para que hablen acerca de los eventos y
problemas importantes en sus vidas y comenten lo que otros han dicho. A los
pacientes no se les- instruye para que discutan sus respuestas internas de unos
hacia otros. Esta condición se elimina del contrato porque estos comentarios
se relacionan con un incremento en el afecto negativo u hostil, que es muy
difícil de manejar para los pacientes. En un momento dado habrá oportunidad
de examinar de manera directa las transacciones entre miembros, pero esto se
demorará hasta que los miembros se sientan suficientemente seguros. Más que
eso, a los pacientes se les dice con firmeza que deben tratar de expresarse con
palabras, no con acción.
En general, los terapeutas no son responsables de manera directa de las
cuotas de los pacientes. En la mayor parte de los entornos clínicos públicos,
las cuotas las determinan y vigilan las oficinas de cobranza, Sin embargo, los
clínicos deben incluir dentro de la discusión del contrato el requisito de
colaboración de los pacientes con el gerente financiero, lo cual tal vez incluya
que cumplan con los requisitos de llenado de formas o de proporcionar
documentación de ingresos. 3
En una tesis no publicada de doctorado, Englander (1989) encontró una relación
significativa y positiva entre el contrato de grupo que atiende a las cuotas y el desarrollo de la
cohesión grupal. Este hallazgo es verdadero para pacientes en grupos en el sector público al
igual que para aquellos en ambientes privados.
78  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 4)
Por último, como en todos los contratos de tratamiento grupal, es necesario
informar a los miembros que lo que sucede dentro de las reuniones debe
permanecer confidencial. Una manera óptima de presentar este punto consiste en
afirmar que si los miembros discuten sus experiencias afuera, ningún miembro
debe identificarse por nombre o de alguna manera que le permita a alguien más
conocer de quién se habla.
MODELO DE GRUPO CON LÍMITES FLEXIBLES
El concepto de grupo con límites flexibles procede de experiencias con la dificultad
de los pacientes para adherirse a su acuerdo de estar presentes en cada reunión
programada (McIntosh y colaboradores, 1991.). El contrato de grupo con límites
flexibles se modifica para proporcionarle a los pacientes más flexibilidad y
autonomía y, aun así, mantener los límites de la membresía de grupo. En este
modelo, se le pide a los pacientes que asistan semanalmente a cuatro sesiones.
Después, en presencia de los otros, se les da la opción de que acudan desde una vez
a la semana hasta una vez al mes. Por tanto, los pacientes tienen mayor control
sobre la cercanía y distancia y un sentimiento de autonomía en este sector de su
tratamiento. Algunos pacientes optarán por la asistencia semanal, mientras que
otros elegirán ir con menos frecuencia. El modelo le da la posibilidad al grupo de
incorporar a miembros que se excluirían de tratamiento bajo el contrato que más se
acostumbra y le proporciona una alternativa viable a los pacientes que de otra
manera no participarían en la terapia tradicional de grupo.
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  79
Con el empleo de los principios psicodinámicos, el terapeuta busca los
temas que surgen en cada encuentro. Estos temas están inmersos en la etapa de
desarrollo grupal y se ven modificados por ella. El conocimiento de las etapas
ayuda al terapeuta para elegir dónde y cuándo intervenir. Más que eso, el
terapeuta también utiliza el desarrollo del grupo para fomentar la influenci a
interpersonal entre los miembros y para este fin intenta que se mantenga y
promueva un sentido de seguridad y de cohesión grupal. Sin embargo, la
naturaleza de la intervención particular depende de la habilidad y sensibilidad
del terapeuta.
FUNCIONES DE LIDERAZGO
El líder de un grupo de terapia para pacientes crónicamente enfermos debe
desempeñar seis funciones primarias:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Identificar temas
Controlar los límites
Formar vínculos entre los miembros
Controlar el afecto
Promover la solución de problemas
Manejar metáforas
IDENTIFICACIÓN DE TEMAS
METAS DEL TRATAMIENTO
La meta inicial de tratamiento para la mayoría de los pacientes con enfermedad
crónica es la estabilización psicológica y la prevención del deterioro social. Sin
embargo, una parte sustancial de los pacientes tienen el potencial para el
desarrollo de relaciones interpersonales más satisfactorias y una mejoría en la
capacidad para el manejo de sus asuntos cotidianos. El grupo proporciona una
oportunidad para trabajar hacia estas metas.
El tratamiento se dirige dentro de un sistema psicodinámico. En última
instancia, a través de la mejoría en las relaciones interpersonales y del aumento
en la solución de problemas, los pacientes lograrán estructuras psicológicas
internas más flexibles y estables. Éstas no se logran a través de la adquisición de
insight genético, sino dentro de un ambiente de apoyo, a través de la adquisición
de estrategias adaptativas y del desarrollo de autocomprensión de las interacciones actuales.
Encontrar el tema central no siempre es una tarea fácil y con frecuencia existen
varios temas importantes durante una sola reunión. Muchos de los temas incluyen
las ansiedades de los pacientes en cuanto al establecimiento y mantenimiento de
los límites personales. Las discusiones acerca de miembros de la familia, de la
burocracia (es decir, el personal de salud o el personal público de apoyo), o de
conocidos menos íntimos, pueden contener mensajes acerca del temor de los
pacientes acerca de la intrusión, control o peligro para sus personas. Dentro de la
discusión del valor de las mirillas en las puertas de los departamentos, de la
agresividad de los vendedores de drogas y de los niños a los que se les acosa en
las calles o se les vende protección en las escuelas, se encuentran contenidas
metáforas acerca de los límites. Una expresión adicional de los problemas de
límites de los pacientes es evidente en sus temores al contagio emocional y sus
ansiedades acerca de escuchar a los otros describir sus síntomas. Los enfermos
temen presentar problemas similares.
Son frecuentes los temas de aislamiento y soledad. Las discusiones sobre
separaciones, pérdida, muerte y cambio de vecindario tienen, todas, el potencial
80  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 4)
de transmitir las preocupaciones del paciente acerca de estar solo, perder apoyo y
sentirse aislado:1 Un tema de soledad y pérdida surge en el siguiente fragmento
acerca de la interacción en un grupo con límites flexibles que se había reunido
durante casi ocho años:
Caso 1
En la reunión a describirse, cinco de los seis pacientes presentes habían
participado en el grupo con una base periódica "intermitente" durante
más de seis años. Todos menos una, la señora A, tenían diagnóstico de
esquizofrenia crónica. La señora B comenzó diciendo que había estado
muy perturbada durante la semana anterior y había ido a la sala de
urgencias en dos ocasiones, pero después no se había hecho admitir
porque temía tener que quedarse en el hospital y no deseaba dejar a sus
dos hijos pequeños. El señor C, un hombre bastante retraído, sorprendentemente hizo varias preguntas que aclararon el nivel de la depresión de la
señora B. El terapeuta observó que la señora B se había separado de su
esposo hacia solo 10 días y ahora estaba viviendo en su nuevo departamento. La señora A asintió con la cabeza y el terapeuta le preguntó que
estaba pensando. La señora A, al recordar la reunión de la semana
anterior, le dijo a la señora B que no debería dejar que su esposo
regresara y viera a sus hijos cuando quisiera. Continuó diciendo que si
volvían a vivir juntos, él le pasaría por encima, que es lo que había
sucedido cuando a la señora A la había dejado su propio esposo. El señor
C comentó que el señor D se había enfermado cuando murió su hermano)
un trozo de información que desconocía el terapeuta). El señor D
respondió que su madre había muerto cuando él había nacido, lo
mismo una tía y tina hermana mayor que habían cuidado de él. Dijo que
tenía tres madres que lo habían dejado (no mencionó a su hermano). El
señor E recordó después qué tan perturbado había estado cuando murió
su madre y cómo le había sido útil hablar de ello en el grupo.
En este caso, los temas se enfocaron en muerte, pérdida y soledad. Las asociaciones
fueron cohesivas en un sentido emocional y reflejaron el involucramiento que tenían
estos pacientes entre sí.
Es importante recordar que existen enfermedades físicas significativas entre los
pacientes con enfermedad mental crónica. Con frecuencia reciben cuidado inadecuado que
se caracteriza por tener que esperar durante periodos extensos en instituciones llenas de
gente. Esta es una base real para sus quejas, porque es claro que la calidad de la atención
médica se distribuye de manera no equitativa entre la población. Una proporción significativa de los pacientes psiquiátricos crónicamente enfermos tienen problemas médicos que
contribuyen a su incapacidad general (Roca y colaboradores, 1987).
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  81
CONTROL DE LÍMITES
El vehículo primario para el control del grupo y la creación de un ambiente
seguro es el contrato grupal. En un estudio piloto (W.W. Stone, D. McIntosh, M.
Grace, datos no publicados, Enero, 1989) que comparaba pacientes en un grupo '
con límites flexibles con aquellos en un grupo tradicional (es decir, un grupo en
el cual los pacientes concuerdan en asistir a todas las reuniones programadas),
los miembros del grupo flexible aceptaban a aquellos que asistían como se había
programado y sintieron que no era necesario que todos estuvieran presentes en
todas de las reuniones. Los terapeutas deben alentar la discusión acerca de los
miembros que no asisten para transmitir una preocupación por ellos. Con
frecuencia, aquellos presentes están en desacuerdo con estas discusiones porque
"es como hablar de alguien a sus espaldas". El terapeuta necesita transmitir una
preocupación similar a aquella de un padre con respecto a un miembro faltante
en la familia (Grotjahn, 1982).
Los pacientes alteran los límites tradicionales de grupo en sus contactos con el
exterior. Además de aquellos contactos que se describen antes, el terapeuta necesita
decidir si se informa al grupo Merca de la razón de un paciente para faltar a
una reunión. Si un miembro está enfermo, ya sea física o psicológicamente, el
terapeuta tiene que considerar si revela esa información y en el caso de que los
miembros deseen contactar o visitar a la persona enferma, si debe proporcionarse información para hacer posible que esto suceda. En el tratamiento de
apoyo, proporcionar esta información crea la oportunidad para los miembros de
tener un contacto externo e indica la preocupación del terapeuta, pero puede
correrse el riesgo de crear subgrupos aislados.
Los pacientes hacen uso apropiado de los demás como apoyo. En muchos casos,
con facilidad intercambian apellidos y números de teléfono y se llaman entre sí. Los
contactos externos son una manera importante dé ingresar en la membresía de
grupo y sostenerla. J. D. Frank (1957), al describir el impacto positivo de
estas reuniones, observó que algunos individuos pueden tomar mayores
riesgos si tienen una aliado entre sus compañeros. En este contexto, los terapeutas
exploran los contactos externos como una adaptación positiva, más que como una
resistencia.
La envidia, competitividad y los sentimientos de exclusión son respuestas
comunes de los miembros a los que se excluye de los contactos extragrupo. Es
difícil el control del terapeuta sobre estos afectos. Los resentimientos tal vez
permanezcan dentro de la conciencia pero no se verbalizan. Una estrategia
consiste en enfocarse en el dolor subyacente a los sentimientos más agresivos y de
enojo. Es complicado el juicio del terapeuta en cuanto a cómo y cuándo intervenir
debido al reconocimiento de que los contactos externos pueden prestar apoyo a un
individuo y en ocasiones son contraproducentes para el grupo.
82  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 4)
FORMACIÓN DE LAZOS ENTRE MIEMBROS
Cuando los pacientes con enfermedad crónica entran a un grupo, sus temas más
notables son la seguridad, control de límites y confianza. Es variable la forma en
que manejan los elementos particulares del proceso de unión. Los miembros se
proporcionan unos a otros modelos para la identificación que ayudan a los recién
llegados a integrarse dentro del proceso de tratamiento. Por ejemplo, un miembro
que teme unirse en un sentido verbal puede observar que otra persona busca y
recibe apoyo de parte del terapeuta. Otro que es demasiado dependiente del
terapeuta quizá observa que otros tienen éxito en la interacción con sus compa ñeros. Los terapeutas pueden apoyar estos pasos con movimientos aprobatorios
de cabeza o mediante reconocimiento verbal.
Un método de enlace que se aprecia con menos frecuencia es el que se
relaciona con la discusión de las quejas somáticas. Con frecuencia los pacientes
harán afirmaciones acerca de sus enfermedades físicas y del tratamiento que
reciben. Estos individuos experimentan a sus familias y amigos como incapaces
o no deseosos de escuchar las quejas acerca de su enfermedad física y se sienten
fortalecidos cuando el grupo los escucha con respeto. La tarea del terapeu ta
consiste en determinar el significado de estas discusiones. ¿Es una resistencia a
hablar acerca de estados emocionales o es un mensaje sobre el cuidado que
reciben (es decir, una transferencia)? En la fase inicial del grupo, más que inter pretar el contenido de la discusión, el terapeuta puede dirigir la atención hacia las
similitudes entre las preocupaciones de los pacientes. Esta estrategia promue ve
los lazos y permite que éstos continúen.
CONTROL DEL AFECTO
Muchos individuos con enfermedad crónica tienen carencias en la identificación y
tolerancia de afectos. Estas deficiencias coinciden con el nivel del desarrollo del sí
mismo y de las representaciones objétales junto con la organización libidinal
(Krystal, 1975; Schmale, 1964). Los terapeutas cubren una función terapéutica
valiosa a través de la identificación y etiquetación de estados emocionales
específicos como vergüenza, alegría, placer o culpa.
Con frecuencia, los afectos se identifican con facilidad en los temas del grupo
(Stone, 1990). No son poco comunes las ansiedades acerca de la pérdida del sí
mismo o de sufrir intrusiones. El contagio emocional, en particular en cuanto a los
temores de descompensación y pérdida de control en presencia de un miembro
abiertamente psicótico, requiere de la intervención activa de parte del terapeuta. En
ocasiones tiene que retirarse a un paciente In medio de una sesión para proteger al
individuo y al grupo como un todo. Entonces, el terapeuta debe explorar las
respuestas de los miembros acerca de este evento. No es poco común que los
pacientes respondan con quejas somáticas. Esto se comprende como una
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  83
resomatización de los sentimientos bajo las presiones regresivas de la estimulación
afectiva (Krystal, 1974).
Ha surgido una considerable base de datos en apoyo a los hallazgos clínicos
acerca de que la exploración sin restricciones del enojo en los pacientes esquizo frénicos es contraproducente (Kanas, 1985). En nuestra experiencia, estos hallazgos son válidos también para otros pacientes con enfermedad crónica. En general,
el enojo o la ira es una respuesta a un daño narcisista. Por lo común, los pacientes
integran mejor las intervenciones terapéuticas dirigidas a los sentimien tos
subyacentes de daño, abandono y soledad que los esfuerzos por "sacar el enojo"
(Stone y Whitman, 1977). De manera óptima, los pacientes aprenden a volverse
más autoafirmativos ante el daño y a obtener control sobre su ira. Este es un paso
del desarrollo que es difícil de lograr ante las múltiples experiencias de
retraimiento, somatización o brotes destructivos de los enfermos.
PROMOCIÓN DE LA SOLUCIÓN DE PROBLEMAS
Consistente con las metas de tratamiento, el terapeuta alienta la solución de
problemas. Esto implica un proceso de dos pasos. Después de la identificació n de
un tema, el terapeuta alienta a los pacientes a elaborar acerca de su relevancia
para ellos mismos. En un sentido táctico, los clínicos pueden dirigirse a los
individuos y después identificar el aspecto en común (Horwitz, 1977). Deben
estar preparados para que los pacientes participen de manera activa, aun si los
datos que apoyan un tema son incompletos. El silencio promueve la regresión e
incrementa la autoabsorción de los pacientes. Si el terapeuta tiene éxito en
promover la interacción, se incrementan las influencias interpersonales en la
recuperación de la enfermedad crónica.
Después, el terapeuta involucra a los pacientes en la exploración de estrategias de enfrentamiento. Este elemento en el enfoque de tratamiento refuerza el
sentido de competencia y autoestima a través de dirigirse a una meta común, con
lo que se obtienen nuevas ideas y se proporciona una oportunidad de prestarle
ayuda a otros. Los pacientes tienen experiencia en resolver una variedad de
problemas vitales que dejan perplejo al terapeuta. Por ejemplo, cuando los
miembros de la familia no están disponibles para ayudar con la compra de
alimentos, los miembros en ocasiones conocen a una compañía de taxis cuyos
choferes llevarán las mercancías al departamento. Con frecuencia, surgen co nflictos alrededor del trato con la burocracia en el sistema de salud o en otros
organismos públicos. Los pacientes llevan al grupo una impresionante serie de
historias, tanto de experiencias de éxito como de fracaso, en el enfrentamiento de
las inevitables frustraciones en la negociación con el "sistema" para satisfacer sus
necesidades.
El elemento de solución de problemas no debe perseguirse de manera
demasiado rápida. Los pacientes necesitan tiempo suficiente para sentirse comprendidos y para que compartan sus dificultades antes de embarcarse en la
84  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  85
(Capítulo 4)
solución de problemas. El compartir aumenta un sentido de pertenencia y
proporciona una base que hace que los pacientes tomen nuevos riesgos. El
modelo de grupo con límites flexibles dicta una continuidad menor entre
sesiones. Sin embargo, los miembros del grupo nuclear llevan adelante los temas
de una sesión a la siguiente y el terapeuta puede juzgar el nivel de participación
del grupo con un asunto en particular y, de acuerdo con ello, dar tiempo a sus
cuestionamientos en cuanto a las respuestas para la solución de problemas.
sueño se utilizó para explorar soluciones adaptativas más que la ira hacia el
terapeuta.
El siguiente ejemplo de caso ilustra muchos de los elementos presentes en el
trabajo de grupo con pacientes con enfermedades mentales crónicas:
Ca s o 2
El grupo, que se había reunido durante más de dos años, lo
conducían una enfermera y una residente psiquiátrica. Esta sesión particular
MANEJO DE METÁFORAS
El terapeuta identifica muchos temas como metáforas que comunican el nivel del
desarrollo grupa! o de las transferencias del grupo o individuales, Puede lograrse
un considerable trabajo terapéutico con la metáfora, sin amenazar los lazos
nacientes y precarios de paciente a paciente o de paciente a terapeuta (Katz,
1983). Muchas alteraciones en los lazos, como la entrada (le un nuevo miembro o
las ausencias de un paciente o del terapeuta, pueden tomarse en cuenta de manera
directa. Por ejemplo, con frecuencia se discuten aspectos de seguridad cuando
nuevos miembros entran al grupo y estos temas pueden ligarse de manera directa
con la presencia del recién llegado. Las intervenciones del terapeuta deben
enmarcarse de un modo que indique que las respuestas del paciente son comprensibles y no son peculiares de él como individuo "enfermo". A través de un
periodo de tiempo, los pacientes crónicamente enfermos obtienen insight genuino
acerca de sus patrones de respuesta ante estos eventos grupales de la vida real.
Muchas metáforas son afirmaciones acerca del terapeuta y de los deseos de los
pacientes de que el terapeuta proporcione mayor seguridad, nutrición o curas
mágicas. Estas metáforas son compatibles con el nivel (le desarrollo individual y
grupal. Cuando el terapeuta toma en cuenta directamente estas metáforas como
deseos, con frecuencia ocurre fragmentación o regresión en el grupo. Los pacientes
quizá resuelvan mejor sus problemas a través del derivativo desplazado. Esta
estrategia le transmite al enfermo que el terapeuta comprendió el mensaje común,
respeta sus vulnerabilidades y atiende a la solución de problemas.
Por ejemplo en un grupo, después de la ausencia del terapeuta, una esquizofrénica informó de un sueño en el que su padre adoptaba a una hermana menor
"que era igual a mí hasta que se volvió violenta y voló un edificio [parecido a
aquel en el que se reunía el grupo] porque se había enojado con su padre". La
paciente no tenía pensamientos acerca del sueño. El terapeuta preguntó qué
pensaban los demás y la respuesta fue una serie de asociaciones acerca de los
malos tratos de los padres o figuras de autoridad. El terapeuta se preguntó cómo le
podrían hacer saber a sus padres que se sentían heridos. Esto condujo a una vívida
discusión acerca de su desamparo cuando niños y a ilustraciones animadas de
varios miembros sobre sus éxitos al enfrentarse a los malos tratos. No se
exploraron (le manera directa los sentimientos de enojo contra el terapeuta. El
ocurrió dos meses después de un cambio de residentes. La enfermera
coterapeuta estaba ausente, como se había anunciado de manera previa.
Estaban presentes tres miembros nucleares del grupo, la señora F, el señor G y
la señorita H. Un cuarto miembro, la señorita I, por lo general asistía cada 15
días, pero a sugerencia de la enfermera—terapeuta había regresado a la
semana para continuar con la
discusión de sus sentimientos de ira hacia
su madre, porque sentía que la había maltratado e ignorado.
La señorita I abrió la discusión afirmando
de que no podía recordar
qué había sucedido la semana anterior y por qué se le había pedido que asistiera.
La
señorita H comenzó inmediatamente a hablar, diciendo que no
había estado en la reunión de la semana anterior porque su madre
había muerto. Su madre había estado enferma de cáncer durante un
largo periodo y la señorita H se sentía aliviada porque el sufrimiento de su
madre había terminado. El señor G dijo que deseaba traer su colección
de recuerdos de aviones de la Segunda Guerra Mundial para
mostrárselos a la doctora.
La residente, más que responder de manera directa al señor G, le
pidió a la señorita H que hablara más acerca de sus sentimientos sobre la
muerte de su madre. La señorita H repitió que su madre había estado enferma
durante un largo tiempo y que era un alivio que hubiera muerto. La
señorita I, sin hacer en realidad una relación con la semana previa,
dijo que se sentía perturbada porque su terapeuta individual había
dejado la clínica y estaba preocupada de cómo sería su nuevo terapeuta.
Recordó que cuando niña su padre la había encerrado en armarios y se había
vuelto temerosa de las puertas cerradas con llave. La terapeuta comento
qué tan importante era para las personas encontrar a alguien en quien
confiar y saber que puede contarse con él. La terapeuta continuó
diciendo que todos parecían haber sufrido pérdidas importantes. La señorita I
respondió con una historia acerca de que su madre en realidad nunca
había estado disponible para ella. Cuando era una niña pequeña, había
sido violada en un parque en presencia de su madre, quien ignoraba !o
que sucedía. La señorita I contó que le había dicho a su madre que si
no la ayudaba a deshacerse de ese niño, comenzaría a gritar y a ponerla en
vergüenza.
86  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 4)
En este punto, entró la señora F, que había estado presente la semana
anterior. Con un discurso apresurado, describió que venía de visitar a una
amiga en la unidad de cuidado intensivo. Estaba muy complacida consigo
misma por haber podido ayudar en una crisis. Continuó preguntándole a la
terapeuta si había llamado su hijo. La terapeuta le indicó que si lo había
hecho y que estaba preocupado de que su madre (la señora F) se
mostraba hiperactiva y estaba enfermando otra vez. La señora F respondió
que, en esencia, no deseaba que se le molestara con el tema de su hijo y
que en realidad él no era confiable. Ejemplificó su falta de confiabilidad con
un recuerdo de que cuando había estado enferma, le había pedido que
frotara los pisos en su departamento y él le había dicho que no quería
hacerlo. La parte final de la sesión consistió en mayor discusión acerca de la
manera en que los hijos no estaban disponibles o no eran confiables y de
cómo los padres tampoco lo eran.
El caso 2 ilustra varios elementos presentes en el trabajo con grupos compuestos
de pacientes con enfermedad mental crónica. Es posible identificar con facilidad el
tema central de pérdida y las diversas maneras de protegerse a uno mismo contra
los afectos que se asocian con dicha pérdida. El señor G intentó enfrentar la
situación mediante establecer un vínculo con la terapeuta. La solución de la señora
F consistió en cuidar de otros y también evitaba los afectos llegando tarde. De
manera adicional, la descompensación de la señora F pudo haberse ligado con el
tema de la pérdida. La señorita I obedeció la petición de la terapeuta, pero olvidó
por qué había regresado. No debe sorprender que la señorita I no pudiera recordar
el problema de su enojo, que es un tema en particular amenazante. En este
contexto, debido a la intensidad de las pérdidas experimentadas por otros, era
difícil ayudar a la señorita H en su duelo. La misma señorita H tenía considerable
resistencia, pero la presencia de los otros pudo hacer que procediera con el trabajo
de duelo de manera más efectiva porque era una experiencia compartida.
Este caso también saca a relucir diversos aspectos técnicos para la
terapeuta. ¿La terapeuta debería ayudar a la señorita I a recordar la razón para
regresar esta semana al grupo? ¿Cómo debería responder a la pregunta de la
señora F acerca de la llamada de su hijo? ¿Cómo podría evaluar el grado de la
descompensación de la señora F? ¿Cómo podría responder al señor G de manera
que llevara adelante el proceso y que de todos modos no lo hiriera a él o a los
otros? No es poco común que el terapeuta se sienta algo desorganizado o fuera
de equilibrio ante estas preguntas. De hecho, como podría haberse anticipado,
los problemas no cesan al cierre de la sesión. La terapeuta informó que a las tres
de la mañana la había despertado una llamada de la sala de urgencias donde la
señora F había ido después de parar a un conductor en mitad de la calle para
decirle que estaba perturbada. Esta situación también ilustra la responsabilidad
que se asocia con el cuidado de aquellos pacientes con enfermedad crónica que,
de manera intermitente, se descompensan y requieren de contacto adicional de
grupo para la mejor continuidad del tratamiento.
Psicoterapia de grupo para pacientes con enfermedad mental crónica  87
RESUMEN
En énfasis principal de este capítulo ha residido en el análisis de la dinámica
individual y de grupo que es importante para la conducción de psicoterapia grupal
con pacientes con enfermedad mental crónica. Se describe el contrato de grupo,
con la modificación de que después de acudir a cuatro sesiones, los enfermos
pueden determinar la frecuencia con la que desean asistir al tratamiento. Esta
modificación, que se llama grupo con límites flexibles, hace posible que el
paciente se sienta con mayor poder en la decisión acerca de su terapia.
Se describen las estrategias de tratamiento que enfatizan la formación de
lazos e interacciones entre pacientes. Los temas típicos que podrían atenderse se
relacionan con factores de realidad asociados con asuntos de supervivencia
cotidiana, temores a la descompensación psicológica y sentimientos subyacentes
de soledad. Después de la elaboración de un tema, el terapeuta se compromete
con los miembros a compartir estrategias de enfrentamiento. Se exploran consideraciones técnicas que atienden al manejo de afectos (en especial, enojo)
dentro del contexto del desamparo y privación Subyacentes.»
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Psicoterapia de grupo
para pacientes internos
Howard D. Kibel, MD
INTRODUCCIÓN
En el momento de la admisión a la unidad psiquiátrica, los pacientes se
encuentran en un estado de descompensación. Es desmoralizante la pérdida
concomitante de función independiente y de las capacidades de toma de decisio nes (Rutchick, 1986). En la unidad se requiere que los pacientes cedan parte de su
autonomía habitual. Se deben conformar a las reglas de la unidad y someterse, en
parte, a las decisiones del equipo de tratamiento en cuanto a la terapéutica y
planificación de alta. Recurren al personal pero, de alguna manera, se oponen a
ellos. En el sentido dinámico, la ambivalencia y resistencia son algo inherente al
tratamiento y forman una parte intrínseca de la alianza terapéutica en el hos pital
con los clínicos y con otros miembros del equipo de trabajo (Kibel, 1987a).
La unidad psiquiátrica es como un gran grupo en el que todos estos factores
se representan. El grupo pequeño de psicoterapia, que se reúne de manera breve e
intermitente, funciona en mucho como un subgrupo de la unidad más grande. De
hecho, se ha encontrado que su dinámica refleja a nivel simbólico aquellos
elementos, del medio dentro del cual reside el grupo (Klein y Kugel, 1981). El
grupo terapéutico pequeño puede considerarse como una biopsia de la unidad
(Levine, 1980) porque en él se manifiestan las fuerzas dinámicas generales
pertenecientes a la unidad como se expresa en la subcultura del paciente. De
manera alterna, funge como una interfase entre la experiencia intrapsíquica de
cada miembro y los conflictos compartidos que se activan dentro del sistema en
su conjunto (Kibel, 1987b).
91
92  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 5)
Esta perspectiva riel grupo psicoterapéutico define su posición de una manera
funcional que complementa las metas generales del tratamiento de pacientes
internos. Esta postura ha evolucionado a través del tiempo. Aunque la mayoría de
profesionistas hoy en día estarían de acuerdo con este punto de vista, existe una
diversidad en su aplicación.
PERSPECTIVA HISTÓRICA
El primer uso de la psicoterapia de grupo con pacientes internos se le acredita a
Edward W. Lazell (1921). Al final de la Primera Guerra Mundial, Lazell, un
psiquiatra con orientación psicoanalítica, estableció clases de instrucción para los
veteranos de guerra en el St. Elizabeths Hospital en Washington, D.C. Las ventajas
del método de grupo, según informó, incluían la socialización, reducción riel temor
al psiquiatra y contacto social mínimo para aquellos en regresión inaccesible.
Observó que aun los últimos retenían la inforinación de sus conferencias y que
después los pacientes compartían esta información y comparaban síntomas. Diez
años después, L. Cody Marsh (1931), que tenía influencia de Lazell, empleó un
enfoque similar en el Worcester State Hospital en Massachusetts. Sin embargo,
agregó grupos de discusión en los pabellones al formato de conferencia. Estos
grupos tenían en promedio menos de 20 pacientes e incluían lo que hoy se
llamarían ejercicios de grupo para promover la rehabilitación y reeducación. Marsh
(1935) se comprometió con el concepto entonces innovador de que los pacientes
podían apoyarse entre sí.
Louis Wender (1936) fue el primero que aplicó los conceptos psicoanalíticos a
un pequeño grupo de pacientes internos. Wender trabajaba en un hospital
psiquiátrico privado con pacientes no psicóticos. Se esmeró en distinguir a su
método de grupo de las técnicas educativas y directivas de su tiempo mediante la
descripción de las relaciones dentro del grupo en términos de transferencia y
mantuvo que eran simbólicas de la familia de origen. La comprensión de éstas,
según creía, podría iluminar la dinámica de la conducta, disminuir la resistencia,
proporcionar una oportunidad para reelaborar algunos de los conflictos familiares
no resueltos y facilitar la reorganización parcial de la personalidad (Kibel. 1989).
Durante la Segunda Guerra Mundial, la terapia de grupo se practicó en varios
hospitales militares. Uno de éstos era el Northfield Military Hospital en
Inglaterra. Allí, Bion, Foulkes y Main comenzaron a trabajar con grupos y desarrollaron enfoques que después se aplicaron a pacientes externos (Rice y Rutan,
1987). De ellos, Foulkes (1965) fue el que más hizo por describir las aplicaciones
al tratamiento de pacientes internos. Señaló las cualidades de curación del grupo
como un todo y llegó a considerar al hospital en si como un gran grupo terapéutico riel cual los pequeños grupos de terapia eran sólo una pa7te. El apreciaba la
interrelación compleja entre grupo y unidad psiquiátrica. El primero influía
Psicoterapia de grupo para pacientes internos  93
a la segunda, de modo que el trabajo en el grupo pequeño ayudaba a la unidad al
desarrollo de un medio terapéutico. En el mismo sentido, el grupo se veía influido
de manera profunda por la comunidad más amplia.
Después de la Segunda Guerra Mundial, hubo varios años en los que floreció el
trabajo de grupo dentro del hospital. Elvin Semrad y sus colaboradores (Mann y
Semrad, 1948; Standish y Semrad, 1951) en el Boston State Hospital describieron ,
un método en el que el terapeuta abandonaba el papel autoritario común con el
propósito de facilitar la interacción, reconocimiento y aceptación grupal de las
emociones subyacentes de los pacientes y la tolerancia por sus producciones
psicóticas. Hicieron énfasis en el aspecto de experiencia de la relación terapeuta—
paciente al tratar de comprender lo que el paciente intentaba decir y verbalizarlo en
términos de lo que sentía. Hacían pocas interpretaciones, pero dirigían sus esfuerzos
hacia la mejoría de la capacidad de relación.
De manera concurrente, Powdermaker y Frank (1953) hicieron un trabajo
similar con pacientes de la "Administración de Veteranos" en Perry Point,
Maryland. También señalaron cómo la experiencia de estar en un grupo era
benéfica en sí. En un resumen subsecuente, Frank (1963) enfatizó la importancia de
la cohesividad del grupo como apoyo, la necesidad de modelos de rol en los grupos
para la modificación conductual y el uso de las interacciones de grupo para ayudar
a cada paciente a obtener una imagen más precisa de sí mismo en relación con los
otros. Como Semrad, Frank creía que la mejoría en comunicación dentro del grupo
se derrama sobre la estructura social del hospital y la beneficia.
Este entusiasmo por la psicoterapia grupal de pacientes internos pronto
languideció. Frank (1963), entre otros, habla tenido esperanzas de que un grupo
psicoanalítico tradicional ayudara a que los pacientes tuvieran insight acerca de sus
síntomas y las causas de éstos. Aun así, más que producir el dominio del yo, el
foco en los sentimientos aumentó la ansiedad de una manera que impedía la
terapia. En consecuencia, los escritos de Frank y de otros comenzaron a reflejar la
preferencia por grupos enfocados a tareas, entrenamiento de habilidades sociales y
descenso en el énfasis sobre la psicoterapia verbal. Parte del problema era que los
grupos de pacientes internos se modelaban, en un inicio, con base en el tratamiento
de pacientes externos. Pero las condiciones para el tratamiento son notablemente
diferentes. El tiempo promedio de estadía en una unidad para internos es de menos
de un mes, la rotación de pacientes es rápida, la población es heterogénea y la
motivación es cuestionable (Marcovitz y Smith, 1986). Además, existen muchas
variables que producen confusión y que se crean a partir del medio dentro del cual
reside el grupo (Klein, 1977). Con la creación de la ambigüedad, el método no
directivo sólo agravaba la confusión de estos pacientes.
ENFOQUES NO PSICODINÁMICOS
Algunos terapeutas introdujeron ejercicios no verbales a los grupos (Cory y Page,
1978) y otros utilizaron el psicodrama y técnicas experienciales relacionadas
94  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 5)
Psicoterapia de grupo para pacientes internos  95
(Farrell, 1976). Otros aun utilizaron enfoques didácticos (Druck, 1978) o
técnicas educativas (Maxmen, 1978). Ciertos profesionales aconsejaron el. uso
de un programa grupal en grados, diseñado para el nivel de funcionamiento del
paciente (Betcher y colaboradores, 1982; Griffin—Shelley y Trachtenberg,
1985). Con algunos de estos planes (Leopold, 1976; Youcha, 1976), los
pacientes progresaban desde un grupo de apoyo altamente estructurado para
individuos psicóticos regresivos a uno en el que se utilizaban técnicas directivas
para promover habilidades interpersonales y, por último, a uno compuesto por
pacientes externos e internos que estaban cerca de ser dados de alta. Sin
embargo, en otros esquemas (Yalom, 1983), a los pacientes internos se les
dividía en poblaciones de acuerdo con su nivel de funcionamiento (alto o bajo) y
se aplicaban métodos diferentes en cada uno.
En contraste con estos enfoques que se basan en niveles, algunos autores
excluyeron a aquellos pacientes desorganizados y con psicosis activa (Marcovitz
y Smith, 1983; Maxmen, 1984) o simplemente desarrollaron un método que era
adecuado para pacientes con motivación y con mejor funcionamiento, es decir,
una terapia que tenía un enfoque interpersonal (Brabender, 1985). Kanas (1985)
desarrolló un método que diseñó para grupos homogéneos de pacientes esquizofrénicos que les presta apoyo y se orienta a la discusión (Kanas y Barr, 1983).
En este método, a los pacientes se les alienta a que hablen acerca de los
problemas que tienen en la interacción con otros. Se promueve el hecho de
compartir emociones y síntomas. Existe un intento por mejorar la prueba de
realidad y de ayudar a los pacientes a enfrentarse a las experiencias
desorganizantes. Se da consejo acerca de asuntos prácticos. Se desalienta, sin
embargo, la expresión del enojo porque se ve como pobremente tolerada,
promotora de ansiedad y perturbadora en potencia.
El uso de apoyo y estructura, de compromiso interpersonal activo de parte
del terapeuta y de detección y resolución de problemas, son comunes a la mayor
parte de los métodos para pacientes internos. Estos son típicos de los métodos
de Yalom (1983), que se describen después, y de Maxmen (1978). El modelo
educativo de Maxmen, que se cita con frecuencia, tiene como meta la reducción
rápida de la conducta problemática que condujo a la hospitalización. A los
pacientes se les alienta a que identifiquen la conducta desadaptativa y a que
detecten y eviten aquellas situaciones que puedan conducir a la recurrencia de
síntomas. El papel del líder consiste en entrenar a los pacientes a trabajar en un
sentido terapéutico unos con otros (Marcovitz y Smith, 1986). A través de esta
experiencia se espera que los pacientes aceptaran más la ayuda profesional en el
futuro.
completamiento de oraciones. El grupo de mayor nivel funciona con una
agenda creada por los pacientes para modificar la conducta desadaptativa. En
este sentido, el método de Yalom es enfocado y práctico, como muchos de los
otros que se mencionan antes. A los pacientes se les alienta a que representen
sus problemas interpersonales, autoidentificados, dentro del aquí y ahora de la
sesión de grupo. Yalom restringió el foco de las interacciones al grupo de
terapia en sí. Evitó cualquier consideración acerca de los asuntos genéticos , de
la vida actual o del medio.
El método de Yalom tiene varias características. Es estructurado y estilizado,
dirigido por el líder y se orienta en un sentido conductual. Como tal es adinámico.
Debido a que es práctico y se puede enseñar con libertad, está hecho para fácil
aplicación.
Yalom (1983) desarrolló un método estructurado de aprendizaje interperso nal, en el aquí y ahora, De hecho, existen dos de estos métodos, uno para
pacientes que funcionan a mayor nivel y otro para los que funcionan a menor
nivel. El primero es más conocido y se le utiliza mucho más. El grupo de menor
nivel para pacientes con mayores impedimentos emplea tareas verbales
sistemáticas que consisten de una serie de ejercicios prescritos y graduados, de
ENFOQUES PSICODINÁMICOS
Existen unos pocos enfoques que afirman ser psicodinámicos. Battegay (1965)
trabajó de manera de apoyo, pero a nivel de exploración, con pacientes internos,
mientras que Rice y Rutan (1987) abogaron por la consideración de las transfe rencias, resistencias y factores genéticos del grupo. Pero estos autores
elaboraron principios generales de tratamiento y no desarrollaron una
metodología específica. En aislamiento se encuentran los informes como los de
Malawista y Malawista (1988) y Cutler (1978), quienes emplearon técnicas
psicoanalíticas pero no dieron un argumento convincente para un mayor uso.
Falta evidencia para la efectividad de un método sobre otro. Se ha sabido que los
modelos que estimulan el afecto intenso no tienen valor (Pattison y colaboradores,
1967) y aquellos que de manera no crítica transponen las técnicas expresivas
utilizadas con pacientes externos pueden ser francamente perjudiciales (Beutier y
colaboradores, 1984). A pesar de las primeras reseñas negativas acerca de los
estudios controlados, las más recientes apoyan en general el concepto de que la
terapia grupal es efectiva para pacientes internos (Kanas, 1985). Permanece la
pregunta: ¿Cuál método es mejor? En la siguiente sección se discutirán las
recomendaciones para un método dinámico que integra al grupo terapéutico
pequeño dentro del tratamiento general en la unidad (Kibel, 1981, 1987a y 1987b).
CONDICIONES DE PRÁCTICA
El establecimiento y conducción de un grupo de psicoterapia para pacientes internos
requiere de atención cuidadosa acerca del papel del grupo dentro del programa
general de tratamiento, incluso de su estructura y metas.
96  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 5)
La práctica puede variar de una unidad psiquiátrica a otra dependiendo de su
población de pacientes, duración de la estancia y tasa de rotación de pacientes,
patrones de personal, disponibilidad de terapeutas para la conducción del grupo y
logística. Los modelos de tratamiento grupa' que se discuten más adelante deben
modificarse de acuerdo con las necesidades de un ambiente—particular.
FORMACIÓN DEL GRUPO
Para que un programa de grupo tenga éxito en una unidad psiquiátrica, debe haber
apoyo sólido de la administración y del personal. Cuando se inaugura el
programa, el coordinador o los líderes de grupo de la terapia grupal deben buscar
activamente alianzas con los miembros clave dentro de los personales médico y
de enfermeras, y educados acerca de la práctica y beneficios de la terapia de
grupo. También es importante mostrarle al personal la manera en que la terapia
grupal los beneficiará directamente al hacer que los pacientes sean más receptivos
al tratamiento del medio. Con frecuencia es ventajoso involucrar de manera
directa al personal dentro del programa, como al hacer que el personal clave de
enfermería se una al programa como coterapeutas o mediante hacer que el
personal observe la sesiones con una base sistemática. En una unidad, el personal
(es decir, los administradores médicos, terapeutas principales, trabajadores
sociales y personal de enfermeras) se sentó regularmente en un círculo de
observadores durante las sesiones grupales. A estas sesiones les siguieron rondas
de tratamiento en las que la conducta de los pacientes dentro del grupo se volvió
la base para discutir su funcionamiento dentro del medio. El proceso de grupo en
sí no se discutió en estas rondas (Oldham, 1982).
Utilizar coterapeutas o sólo un terapeuta es una cuestión multifacética en el
caso de la psicoterapia de grupo con pacientes externos. Sin embargo, con los
pacientes internos es mejor la coterapia. Cuales quiera de sus desventajas se
ven disminuidas por el apoyo que los coterapeutas pueden darse uno al otro.
Este apoyo se necesita más en el tratamiento de pacientes internos debido a que,
en este caso, las presiones contratransferenciales son tan grandes.
Una vez que el programa de grupo se encuentra en su sitio, los terapeutas
grupales establecerán y redefinirán de manera ocasional las disposiciones con el
personal de la unidad y sus administradores. Esto se llama el contrato "externo"
(Rice y Rutan, 1981) para diferenciarlo del "interno" (es decir, el contrato común de
tratamiento con los pacientes). El contrato externo se diseñó para mantener los
límites del grupo de modo que pueda funcionar en una forma viable e incluye
diversos elementos:
1. Las metas del grupo de terapia deben estar en consonancia con aquéllas del
sistema general de tratamiento. Al personal se le debe hacer sentir que los
terapeutas grupales apoyan su trabajo. La falta de congruencia produce, de
manera invariable, conflicto con el otro personal.
Psicoterapia de grupo para pacientes internos  97
2. La terapia de grupo debe tener un papel definido y considerarse como un
modo principal de tratamiento dentro de un sistema multímodal y no debe
subordinarse a otros tratamientos.
3. El personal debe esperar que los pacientes participen en terapia grupal de la
misma manera que se espera que cooperen con otras prescripciones
de tratamiento como tomar medicinas, asistir a actividades, reunirse con el
trabajador social y así sucesivamente.
4. La asignación a terapia de grupo debe hacerla el equipo de tratamiento poco
después de la admisión.
5. Se debe respetar el tiempo y lugar de la terapia de grupo. No deben
programarse otros tratamientos o procedimientos diagnósticos al mismo
tiempo. Cuando existan conflictos inevitables con la programación, debe incluirse
al terapeuta de grupo en la planificación, de modo que pueda
informar a los pacientes en el grupo y explicarles qué ha sucedido. El fracaso al
hacer esto le deja saber a los pacientes que el personal y los terapeutas de
grupo trabajan con propósitos opuestos, lo cual pone al paciente en un aprieto que
derrotará a las metas de tratamiento.
6. Los terapeutas deben comunicar la información pertinente de las sesiones
de grupo. Apartar al grupo con una racionalización acerca de la necesidad de
confidencialidad sólo fomenta la desconfianza del personal en los tratamientos
psicoterapéuticos. La comunicación se simplifica cuando el terapeuta de grupo es
un miembro del equipo de tratamiento o cuando se utilizan observadores.
7. Los terapeutas deben estar informados de los eventos relevantes en' la
unidad, porque éstos tendrán un impacto en el tratamiento de grupo. Las reacciones
consecuentes de los pacientes tienen que elaborarse allí.
Se debe señalar que este contrato contiene elementos que expresan las obligaciones
de terapeutas y del personal. Destaca su interdependencia y funcionará para
beneficio mutuo.
SELECCIÓN DEL PACIENTE
El criterio de selección de pacientes externos no se aplica a los grupos para
pacientes internos. Los mismos enfermos a los que se les excluye de los grupos
para pacientes externos son los que habitan las unidades para pacientes internos.
Por tanto, los criterios para inclusión necesitan ser bastante amplios. Cuando se
diseña un método de tratamiento para complementar el programa general de
tratamiento del hospital, casi todos los enfermos se benefician con la terapia de
grupo. Las excepciones se limitan a pacientes que están demasiado confusos o que
están demasiado desorganizados como para participar. De manera más específica, es
recomendable excluir a los siguientes tipos de pacientes (Rutchick, 1986):
98  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 5)
Psicoterapia de grupo para pacientes internos  99
1. Pacientes con deterioro cognoscitivo, como aquel visto en aquellos con
síndromes orgánicos cerebrales notables.
2. Pacientes con graves regresiones que impiden la comunicación de aun la menor
de las necesidades.
3. Pacientes que son incapaces de tolerar incluso la más pequeña estimulación
externa.
4. Pacientes con control tenue de impulsos que amenazan la seguridad del grupo.
5. Pacientes que exhiben auto daño extremo y que requieren de observación
constante y cercana por temor a que se mutilen.
6. Pacientes que hacen que el terapeuta se sienta indebidamente ansioso debido a
razones realistas, en oposición a problemas de contratransferencia.
Al aplicar estos criterios, el terapeuta debe reconocer que su actitud hacia un
paciente afecta a todo el grupo. Por tanto, la intolerancia acerca de la conducta
extraña de un paciente (por ejemplo, al excluirlo) pueden experimentarla los
demás como un rechazo a su potencial psicótico. Esto es antiterapéutico. Por
otra parte, es necesario que el grupo sea un lugar seguro donde los pacientes no
tengan que temer a los otros y donde puedan decir lo que desean sin preocupación de que precipitará conducta agresiva o autodestructiva.
Los grupos de equipo requieren menos sintonización clínica fina. Los
pacientes en los grupos de equipo se agrupan en líneas que son paralelas a las
estructuras administrativas de la unidad. Los terapeutas de grupo forman
parte de equipos específicos de tratamiento. Existen ventajas definidas en el
enfoque de equipo; 1) se facilita la comunicación dentro del personal de
modo que el tratamiento está bien coordinado y 2) la asignación de terapeutas
le transmite con claridad a los pacientes que el grupo es una parte integral del
sistema de tratamiento.
En algunos ambientes se proporciona un grupo adicional. Este grupo es para
aquellos pacientes que reúnen algunos de los criterios de exclusión y que no están
listos para unirse al grupo estándar de psicoterapia. Se les puede incluir en un grupo
independiente, muy pequeño, de admisión (Leopold, 1976) que se reune diario para
tener sesiones abreviadas.
COMPOSICIÓN GRUPAL
Algunas unidades psiquiátricas utilizan una jerarquía de grupos en serie, cada uno
dirigido a un nivel particular de funcionamiento de los pacientes (Leopold, 1976;
Rice y Rutan, 1987; Youcha, 1976). Sin embargo, en la mayor parte de los
ambientes este enfoque no es práctico porque existe un número insuficiente de
terapeutas disponibles. En general, la elección se encuentra entre el establecimiento
de grupos de dos niveles o de grupos de equipo.
Con un enfoque de grupo basado en niveles, a los pacientes se les segrega de
acuerdo con su nivel de funcionamiento, con los pacientes de mejor funcionamiento en un grupo y los más regresivos en otro. El nivel de funcionamiento
puede determinarse mediante la Escala de Valoración Global de Funcionamiento
(Global Assessment of Functioning Scale) (American Psychiatric Association,
1987), una evaluación clínica del estado actual de los pacientes o por medio de
una evaluación del nivel de organización interna de la personalidad de los
mismos. En el momento de la admisión, se puede dividir a los pacientes en dos
grupos, esto depende de su "estado" clínico presente: 1) aquellos que parecen
tener de manera predominante una enfermedad psicótica y 2) aquellos que sufren
de grave patología de carácter o enfermedad afectiva, incluso los pacientes
maniaco—depresivos que recompensan con facilidad (Rutchick, 4986). Los
pacientes también se distribuyen de acuerdo con un "rasgo" duradero, como es la
organización limite de la personalidad contra la organización psicótica de la
personalidad (Kernberg, 1977).
PREPARACIÓN DEL PACIENTE
En la mayor parte de los ambientes de tratamiento los pacientes no tienen casi
ninguna preparación antes de su ingreso al grupo. Puede ser que ni siquiera los
haya evaluado el terapeuta de grupo, sino otros clínicos dentro del equipo. Antes
de entrar, se les da poca información más allá de los hechos de tiempo y lugar. En
algunas unidades, asisten a la siguiente sesión programada. Esto es típico de
aquellos pacientes con una estadía muy corta (por ejemplo, de 7 a 10 días). Sin
embargo, en las unidades con mayores periodos de estancia, aun si es sólo de dos
a cuatro semanas, es mejor que el paciente no participe en la siguiente sesión y se
una después al grupo. Esta corta demora le permite al nuevo paciente
acostumbrarse a la unidad y que los otros enfermos se aclimaten a él.
Es mejor que el contrato "interno" (Rice y Rutan, 1981) se mantenga simple
y se confine a lo mínimo esencial. En algunas unidades se presenta a cada
paciente antes de que ingrese. Pero, en la mayor parte de las unidades, sus
principales elementos se incluyen en una introducción orientadora en la apertura
de cada sesión. Los elementos incluyen:
1. Límites estructurales del grupo, que son: hora de inicio de la reunión,
duración, frecuencia de sesiones y su localización.
2. Explicación del flujo de información (es decir, los límites informativos) entre
el medio y el grupo. Esto significa que:
a. Los miembros (tanto pacientes como terapeutas) discutirán los eventos de
importancia dentro de la unidad y los pacientes tienen que incluir
información significativa concerniente a su tratamiento.
b. Los participantes no discutirán la información que expresaron otros
miembros del grupo con pacientes que no estén en el grupo.
e. Los miembros llevarán a las sesiones las discusiones externas que se
vinculen con el grupo.
100  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 5)
d. Los terapeutas compartirán información sobre una base selectiva con otros
miembros del equipo de tratamiento
No se expresan de manera verbal todas las partes de este contrato. Por ejemplo, los
incisos a y d se vuelven parte de la cultura de tratamiento de la unidad. De la misma
manera, las normas explícitas de conducta en la unidad se aplican de manera
implícita al grupo.
Cada vez que hay nuevos miembros, la introducción de apertura de esa sesión
incluirá una explicación del propósito del grupo, es decir, para discutir y aclarar
cualesquiera preocupaciones que tengan los pacientes y que sean relevantes a sus
problemas, y su tratamiento o experiencia en la unidad. A esta introducción por lo
general le sigue la ronda de presentaciones. A pesar de que muchos terapeutas le
piden al nuevo paciente que diga por qué llegó al hospital, el autor del capítulo no
lo aconseja. La manifestación de los síntomas que se asocian con la descompensación es vergonzoso y produce un daño narcisista. En general, no es necesaria
esta introducción. En ciertas unidades, se facilita la asimilación cultura! a través de
pedirle al recién llegado que diga qué significa para él entrar al hospital. Este
enfoque con fines abiertos le da al paciente cierta libertad en su respuesta.
Psicoterapia de grupo para pacientes internos 101
un enfoque centrado en el líder en el que el terapeuta determina la agenda para la
sesión y orquesta cada movimiento (Yalom, 1983). Nadie defiende un enfoque
liberal. Todos concuerdan en que tendría efectos nocivos (Beutler y colaboradores, 1984), debido a la incapacidad de los pacientes para tolerar la ansiedad
que se engendra en un grupo sin estructura. Todos concuerdan en que el líder
debe ser activo, moderadamente directivo, aceptante, no crítico y, en general,
debe prestar mucho apoyo. Algunos alienta'? que se centre la atención en los
síntomas desadaptativós y se utilice la confrontación leve para efectuar el
cambio. Puede ser que vean al grupo como un campo para el entrenamiento en
habilidades sociales. Pero otros (como el autor del capítulo) favorecen un foco
en los problemas del medio y sus efectos sobre los pacientes y es poco común
que confronten a los individuos. Por tanto, las metas de estos enfoques diferentes
afectarán la técnica. Las elecciones son muchas debido a que el grupo y, en
especial, el grupo en contexto, tiene una gran cantidad de posibilidades dinámi cas. Aunque la discusión siguiente trata de abarcar una variedad de prácticas,
refleja la tendencia del autor del capítulo.
METAS DEL TRATAMIENTO
ELEMENTOS ESTRUCTURALES
Es mejor si los grupos se reúnen en la unidad o cerca de ella de modo que asistan
los pacientes con límites en privilegios y estatus dentro del hospital, es preferible
un lugar silencioso y cómodo que se encuentre apartado de la actividad normal de
la unidad. El tamaño del grupo variará. Con menos de cinco miembros, el
intercambio es limitado. Con más de 12 miembros, aun con coterapeuta, la
comunicación se vuelve difícil de manejar. En la práctica de siete a nueve sujetos es
lo óptimo.
La duración de las sesiones varía de 45 a 75 minutos. El límite superior es
más adecuado para pacientes con mejor funcionamiento. Menos de 45 minutos
permite poco tiempo para la orientación, presentaciones, discusión de temas y
cierre. En la práctica, de 45 a 60 minutos es lo óptimo. La frecuencia de las
sesiones puede variar de dos a cuatro por semana. En general, entre más corta sea la
estancia, más frecuentes serán las sesiones.
MÉTODO Y TÉCNICA
No existe consenso en la literatura en cuanto al método para la psicoterapia con
pacientes internos. Algunos autores abogan por lo que se puede resumir como
La meta del tratamiento debe consistir en ayudar a los pacientes a que comprendan
su experiencia dentro del medio o, al menos, a hacerla más benigna. A esto se
agregarán otros beneficios que incluyen la mejoría en la capacidad de relación,
aumento en la apreciación de la realidad, fomento de la autoestima, manejo de la
agresión y mejoría en la alianza terapéutica en el hospital.
Las relaciones de unos pacientes con otros se caracterizan, en general, por
la manipulación, proyección o identificación proyectiva con las que se las
arreglan para inducir en otros las actitudes, respuestas nocivas o ambas, indesea bles y punitivas que encuentran dentro de sí mismos. En el grupo suceden
muchas de estas interacciones, pero de una manera más controlada y con un tono
disminuido. Para que ocurran estos beneficios, el terapeuta debe determinar el
tono a través de reaccionar de un modo aceptante, no crítico, mientras que
promueve las relaciones entre los miembros.
Las interacciones benignas de grupo le permiten al terapeuta asistir a los
pacientes en cuanto a su sentido de realidad. Los pacientes luchan con fantasías
extrañas que se proyectan sobre otros y forman la base de las respuestas
anticipadas. Esto es verdadero de alguna manera con los compañeros, pero es
esencialmente cierto con la autoridad. Por tanto, aclarar los eventos en el medio,
en particular de maneras que expongan las respuestas reales del personal
mientras que desvanecen aquellas distorsionadas, mejora la prueba de realidad.
De manera típica, los pacientes temen que la mayor parte de las autoridades
tienen tendencias malévolas. Estas fantasías persecutorias se enfocan, en última
instancia, sobre el terapeuta. Al no tolerarlas, al no responder en el mismo tono
y aun al aceptarlas mientras que se aclara el contexto de realidad, el terapeuta
102  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 5)
Psicoterapia de grupo para pacientes internos  103
mejora la prueba de realidad y ayuda a que los pacientes controlen su agresión. El
siguiente ejemplo de caso muestra la manera en que un terapeuta confirma el enojo
de los miembros del grupo y, al hacer esto, facilita la discusión:
agresión de los pacientes —al aclarar su naturaleza y explicar la manera en que el
ambiente los altera, sirvió para tranquilizar a los pacientes:
Caso 2
Caso 1
La sesión de grupo tuvo lugar en una unidad cuyo tiempo promedio de
Este ejemplo ocurrió en una unidad durante un periodo de desorganización
administrativa que sucedió cerca del momento en que se programó a los
terapeutas (residentes psiquiátricos) para que dejaran la unidad. En una
sesión, después de que se reconocieron los errores cometidos por el
personal al haber estropeado los pases para diversos pacientes, los
miembros del grupo estaban particularmente poco dispuestos al acercamiento. El terapeuta intentó hacerlos hablar, pero era como "con tirabuzón". Los pocos comentarios que hicieron los pacientes mostraron que
veían al personal de enfermería como crítico e insensible, casi malicioso. El
terapeuta dijo que podía entender por qué, dados estos errores, la
presencia de cambios en la unidad y la rotación pendiente, los pacientes se
sentían frustrados, por supuesto con él también, y no deseaban hablar. El
terapeuta dijo que lo menos que podía hacer era trabajar para prevenir
cualquier recurrencia de estos errores. Después de esta afirmación los
pacientes estuvieron más dispuestos y se aceleró el paso de la discusión.
estancia era de cuatro semanas. Ocurrió justo una semana antes de las
vacaciones de uno de los coterapeutas. La sesión se configuró contra el
fondo de tres eventos recientes. Primero, cinco días antes se había
descubierto una navaja descuidada dentro de Ir. unidad. Segundo, tres
días antes el señor A había atado una cuerda alrededor de su cuello
mientras estaba en el gimnasio del hospital. Cuando se discutió esto en la
siguiente reunión comunitaria, se hizo más dramática la situación cuando
se dijo que había hecho un lazo corredizo para ahorcarse. Por último, dos
días antes una paciente límite no había regresado después de un permiso
autorizado. El aspecto notable es que se había admitido de inicio a esta
paciente después de haberse rasguñado el abdomen con una navaja de
afeitar. La atmósfera de inquietud y desastre inminente dentro de la
unidad reflejaba estos eventos.
La sesión comenzó con una afirmación estándar de orientación de parte
de un terapeuta. En ese momento, el señor A habló y se identificó con el
nombre de otro paciente. Afirmó que todos en el grupo tenían el mismo
En el caso 1, puede decirse que el terapeuta "desintoxicó" (Kibel, 1987b) y
"contuvo" (Bion, 1962) la agresión de estos pacientes. Aceptó sus sentimientos
como controlables y demostró que no se vengaría. Se mejoró la prueba de realidad
cuando no respondió como se anticipaba.
Prueba de realidad es la "capacidad para evaluar objetivamente al mundo
exterior y para diferenciar de manera adecuada entre éste y el mundo interno"
(Stone, 1988). Debe diferenciarse del juicio, que refleja elección. Muchos terapeutas cometen el error de confrontar a los pacientes y, en términos básicos, de
desafiar sus opiniones, bajo el disfraz de la llamada prueba de realidad. En general,
ésta es una respuesta a la presión contratransferencial.
Junto con la interacción terapéutica, miembro a miembro, viene el aumento
en autoestima. Se contrarrestan los sentimientos de desesperanza e impotencia a
medida que los pacientes interactúan entre sf y obtienen un sentido de dominio,
en particular sobre sus propias respuestas ante eventos ambientales. El mundo ya
no es un lugar confuso y atemorizante. Más que eso, los pacientes aprenden que
sus reacciones ante los sucesos son comprensibles con base en los estándares
normales de respuesta humana. Las afirmaciones del terapeuta que aclaran y
explican este proceso, promueven los lazos empáticos entre los pacientes. De
modo más importante, se promueve el dominio del yo cuando los enfermos
aprenden que pueden comprenderse sus reacciones caóticas. El siguiente ejemplo
de caso muestra la manera en que la aceptación de los terapeutas hacia la
nombre. Sus afirmaciones fueron características de la fase temprana de
esta sesión, que era inconexa y caótica. Un paciente
habló acerca
del
insomnio de otro paciente. Un enfermo regresivo dijo que deseaba un
empleo. Otro balbuceó acerca de los medicamentos y de la buena
condición física. El señor A dijo que envidiaba a aquellos pacientes que
tenían privilegios liberales en el hospital porque esa libertad les permitía
hacer ejercicio a solas cuando querían. Otro paciente informó que creía que
el personal restringía sus privilegios por temor a que se tomara
demasiadas pastillas. Se quejó de que tenían prejuicios en contra de
aquellos que habían utilizado mariguana. El hombre regresivo comenzó a
hablar acerca de coches y novias, pero su discurso pronto degeneró en
divagaciones ininteligibles. El señor A dio una serie de quejas acerca de la
unidad, que iban desde la falta de disponibilidad de mariguana hasta la
falta de productividad de la mayor parte de los tratamientos disponibles.
Mientras que describía su frustración con esto, murmuró: "Por eso lo hice".
Hasta este punto, la sesión había sonado como una batahola. La
referencia a la condición física y al ejercicio eran significativas para los
terapeutas porque se relacionaban con el incidente en el gimnasio. Las
referencias a la mariguana eran menos claras. Los terapeutas no podían
organizar la discusión hasta que se cristalizó en una andanada de quejas
104  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 5)
acerca del programa de tratamiento. Mostraron aceptación por el enojo de
los pacientes al postular que su insatisfacción podría haberles hecho
sentirse frustrados con el personal. Los pacientes concordaron y siguieron
con más quejas. En un momento dado, el señor A caracterizó la atmósfera
de la unidad como una "guerra entre pacientes y personal". Los terapeutas
prosiguieron comentando que los eventos recientes pudieron facilmente
haber producido que los miembros se sintieran como si estuvieran en un
ambiente inseguro, atendido por un personal y terapeutas de dudoso
profesionalismo. Las vacaciones inminentes de uno de ellos pudieron
haberse sumado a este sentido de inestabilidad.
Estas intervenciones ayudaron a tranquilizar a los miembros del
grupo. Las condiciones se volvieron favorables para una discusión
ordenada acerca de los eventos adversos recientes, Esta discusión la
desarrollaron los pacientes, pero la orquestraron los terapeutas. En algún
momento, uno de los terapeutas señaló que cuando los eventos se salen
de control, como había ocurrido hacía poco en esta unidad, los pacientes
se sentían atemorizados, se desilusionaban y se frustraban con sus
terapeutas y, aun, podían preguntarse si las drogas ilegales habían
desempeñado algún papel. Los pacientes estuvieron de acuerdo e
informaron que algunos otros estaban insatisfechos con sus terapeutas y
se preguntaban si estos pacientes "fumaban mariguana". (La semana
siguiente se supo que había habido mariguana en la unidad antes de
todos estos eventos). Cerca del cierre de esta sesión, un terapeuta
explicó que cuando se siente. inseguridad en una unidad, los pacientes se
atemorizan y que la dificultad que ellos tuvieron al principio de la sesión
reflejaba esa ansiedad Esto era comprensible, les dijo, porque cualquiera
en esa situación se pondría muy ansioso. Para el final de la sesión, los
pacientes estaban mucho más tranquilos, su conversación era tanto
organizada como pertinente y tuvieron más relación entre sí.
TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN
La apreciación de la razón fundamental del tratamiento y sus metas es más
importante que el estudio de la técnica. A partir de la comprensión surge el
método. Sólo se proponen aquí pautas generales. Como en todas las formas de
psicoterapia, la aplicación de los principios de tratamiento es un arte. Como se
señaló, el terapeuta de un grupo de pacientes internos necesita ser activo, prestar
apoyo y no ser crítico. Primero, debe utilizar las intervenciones que movilicen a
los pacientes, los interesen y promuevan la interacción miembro a miembro.
Segundo, debe asegurar que se introduzcan problemas pertinentes acerca del
medio de modo que la discusión grupal se vuelva inmediatamente significativa
para los pacientes. Estas dos estrategias se relacionan.
Psicoterapia de grupo para pacientes internos 105
El apoyo se puede prestar de maneras tanto sutiles como abiertas. Ejemplos
de lo primero pueden incluir ofrecerle una silla a un paciente o un pañuelo a
otro, invitar a algunos a unirse al círculo, atender la comodidad física de cada
uno y sentarse cerca de un paciente perturbado que requiere de atención
adicional. El terapeuta necesita atender su propia conducta. Debe disculparse por
sus propios errores (por ejemplo, impuntualidad) y después reponer el tiempo
perdido. A los pacientes se les debe avisar con bastante antelación de
cualesquiera cambios estructurales o de programa, incluso de sesiones perdidas
debido a vacaciones, fiestas y demás.
Los -pacientes responden bien a la alabanza, pero sólo si es genuina y no
gratuita. La alabanza puede incluir una palabra de aprecio hacia un paciente
ansioso que permanece sentado durante una sesión completa o hacia otro que
intenta promover el proceso terapéutico. De la misma manera, es correcto
mostrar interés en lo que dicen los pacientes, no importa qué tan negativo o
extraño parezca. Aun una queja acerca de los medicamentos puede reflejar
sentimientos, por ejemplo, el temor a la autoridad. Nunca se deben etiquetar
como "inapropiados" los comentarios o preguntas de los pacientes. La palabra
transmite denigración. El interés en los pensamientos desordenados de un
paciente muestra respeto por el potencial psicótico en otros. Cuando se necesita
retirar a los miembros o diferir los temas, esto debe hacerse con tacto. El foco
debe centrarse en las personas, no en sus síntomas.
En general, se da apoyo cuando el terapeuta proporciona una estructura. Esto
incluye comenzar las sesiones a tiempo, terminarlas sin cortar a los pacientes, dar
la bienvenida a los recién llegados, orientarlos y cumplir con las previsiones del
contrato de tratamiento como se han delineado de antemano. El trabajo del
terapeuta consiste en lograr que los miembros retraídos participen, por ejemplo
mediante pedirles a aquellos que están en silencio que hagan observaciones o tan
sólo prestarles atención a través de preguntarles cómo les va. Cuando surgen
problemas en el proceso, el terapeuta debe manejarlos si los pacientes no pueden.
En este sentido, los silencios no deben durar demasiado tiempo. El terapeuta debe
sentirse en libertad de introducir temas, en especial aquellos que se relacionan
con la vida en la unidad, si éstos no proceden de los miembros. El terapeuta
activo es aquel que orquesta de manera tranquila el flujo de la sesión sin imponer
sus ideas preconcebidas.
Se promueve la interacción de grupo cuando el terapeuta desvía de manera amable
la atención y el interés de sí mismo hacia los pacientes. Esto puede lograrse
mediante pedir opiniones y observaciones acerca de temas particulares. De la misma
manera, es útil presentar los temas en los que todos tienen un interés. Es importante
hacer preguntas de una manera que permita un enfoque concreto más que una
respuesta abstracta. Así, los pacientes responden mejor cuando se les pregunta
"¿qué pasó?", que cuando se les dice "¿cómo reaccionó usted?". Debido a que estos
pacientes tienen dificultades para "reconocer" sus propias respuestas debido a su
actitud paranoide, los eventos de la unidad pueden discutirse al principio en
términos de cómo se afectó a otros antes de que se les pida a los
106  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Psicoterapia de grupo para pacientes internos  107
(Capítulo 5)
pacientes que describan el impacto de los eventos sobre ellos. Notar su capacidad
para ser abiertos y su éxito para ayudar a otros, es una manera implícita de alabar.
Cuando se presenta un atolladero o se enfrentan dificultades estructurales,
el terapeuta le puede pedir ayuda a los miembros. Esto muestra respeto. Aun
así, es el terapeuta el que debe controlar el conflicto entre los miembros y
disminuir el uso de chivos expiatorios. Un mecanismo útil en este caso consiste
en explicar o interpretar el proceso. Las interpretaciones tienen una manera de
corregir esta conducta al explicar que sus fuentes residen más allá de la
intención consciente. También pueden servir como admoniciones amables. De
manera invariable, una interpretación tiende a mover a la acción, al
pensamiento y al afecto del reino de lo egosintónico al de lo egodistónico.
El terapeuta puede forjar de varias maneras la cohesión de grupo. Las
experiencias de un paciente pueden generalizarse a otros. Se pueden señalar las
similitudes entre miembros. En ocasiones el terapeuta responderá a un paciente
por medio del empleo de palabras o el fraseo de otro. De la misma manera, las
referencias a sesiones previas le dan a los miembros un sentido de continuidad.
Por último, mostrarle a los miembros la manera en que responden a eventos
particulares, es la técnica más poderosa de formación de lazos en el grupo.
La parte más fascinante de la psicoterapia grupal consiste en discernir el
significado a partir de las metáforas. En el trabajo con pacientes internos la tarea
de hacer interpretaciones es más complicada que con otros tipos de grupos.
Primero, cuando el contenido refleja una preocupación de la membresía, el
terapeuta necesita hacer más que tan sólo traducir su significado. Debe relacionar
esto con el evento ante el cual reaccionan los pacientes. De hecho, con frecuencia
la discusión del evento es más importante que la exploración de sus efectos. La
meta consiste en mejorar la alianza terapéutica en el hospital, no la de obtener
insight. Segundo, el proceso de traducir las metáforas debe ser indirecto. La
interpretación estricta de los temas de grupo puede dañar de manera narcisista a
los pacientes porque implica indebidamente que el contenido metafórico tiene
poco valor real. Es mucho mejor decodificar el material derivando analogías hacia
los eventos precipitantes o, aun, al sacar a relucir esto último como un aspecto
paralelo. Por ejemplo, si el estímulo es un brote explosivo en un paciente maniaco
agudo y el contenido metafórico es acerca de los padres enojados, el terapeuta
puede decir que sentirse impotente y frustrado ante un padre inconstante e
impulsivo debe ser análogo a lo que los pacientes experimentaron cuando el
paciente bajo discusión perdió el control sobre sí mismo. De nuevo, sí no es
posible la transición suave de un tema a otro, el terapeuta puede simplemente sacar
a relucir el asunto del medio en el momento adecuado.
Como se indicó antes, es importante que las explicaciones acerca de las
reacciones de los pacientes ante los eventos contengan varios elementos. Sus
reacciones deben identificarse como comprensibles y parecidas a aquellas de otras
personas en situaciones iguales. El terapeuta debe describir de manera empática las
reacciones agresivas de los pacientes en términos amables; por ejemplo, decir que
pueden haber estado frustrados (en lugar de enojados). El terapeuta debe
reconocer que estas reacciones también se dirigen al equipo de tratamiento,
incluso hacia él mismo. Por ejemplo, en el caso del paciente maniaco que
perdió el control, el terapeuta podría empalizar con la "frustración" de los
pacientes acerca de que el personal no pudo controlar a ese individuo y afirmar
que esperaría que los pacientes estuvieran frustrados también con él porque es
parte del equipo de tratamiento. Estas intervenciones ayudan a elaborar los problemas en la alianza a través de la transferencia dentro del grupo.
CONCLUSIONES
Este capítulo está lejos de ser inclusivo. No es posible hacer aquí mayores
descripciones de la técnica. (Para una excelente revisión de técnicas, véase Rice y
Rutan, 1987). De la misma manera, la contratransferencia es un tema exhaustivo
que está más allá de la esfera de este capítulo. Los pacientes internos virtualmente
se nutren de inducir reacciones nocivas en otros, a fin de convencerse de que el
problema está "afuera" y no dentro de ellos mismos. (Para discusiones acerca de
este tema, véase Brabender, 1987 y Hannah, 1984).
En la misma línea, los terapeutas que se inician requieren supervisión y los
terapeutas con más experiencia necesitan de la supervisión de sus compañeros
o consulta periódica externa. Esta recomendación subraya un importante
aspecto del trabajo con pacientes internos; es arduo , pero es en extremo
recompénsate. 
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Reunión comunitaria
Cecil A. Rice, PhD
INTRODUCCIÓN
La reunión comunitaria llamada en ocasiones reunión de pabellón, es el tratamiento
más fundamental en el hospital psiquiátrico. (Excepto cuando la claridad demande
otra forma, se utilizará el término "hospital" para referirse a un hospital psiquiátrico
o una unidad psiquiátrica que forma parte de un hospital general). Es la reunión en
la que la cultura, valores y prácticas del hospital se pasan de un generación de
pacientes a la siguiente. Es la reunión en la que convergen los otros tratamientos y
las muchas otras reuniones, tanto informales como profesionales. Es también la
reunión donde los mundos intrapsíquicos de numerosos individuos, pacientes y
personal por igual, se unen y se representan en un red de interacciones que le dan
voz a los mundos internos primitivos, inconscientes e irracionales de los
participantes al igual que a los mundos maduros, conscientes y racionales. En
ocasiones, estas interacciones resultan en reuniones melodramáticas y en otros
momentos acentuadas por silencios vacíos, desagradables o aparentemente sin
significado. La mayor parte de las reuniones fluctúan entre estos dos extremos.
A pesar de las muchas dificultades en la conducción y participación en una
reunión comunitaria, una reunión bien llevada puede constituir una manera
(a) Deseo agradecer a Burns Woodward, M.D. y a Marianne McGrath, L.C.S.W., del
hospital psiquiátrico Westwood Lodge, en Westwood, Massachusetts, por su cuidadosa
revisión de este capítulo y sus útiles comentarios.
111
112  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 6)
efectiva de contener y articular las necesidades y deseos de sus miembros. La
expresión óptima de estos deseos en la reunión comunitaria, junte con comentarios ocasionales, reduce de manera significativa el potencial para que se
presente un acting out repetido en los pisos y en el entorno del hospital, con lo
que se evita un trauma adicional para cada uno de los miembros y para la
comunidad del hospital. En pocas palabras, la reunión comunitaria quizá sea el
tratamiento que sostenga y moldee los otros tratamientos y actividades, tanto
individuales como comunitarios, en el hospital.
En este capítulo se busca proporcionarle a los lectores cierta comprensión de la
reunión comunitaria y sugerir formas en que el personal pueda participar en ellas y
conducirlas de manera efectiva. Se atienden las siguientes áreas: la historia de la
reunión comunitaria, su relación con el hospital, su dinámica y por último, su
conducción.
Reunión comunitaria  113
grupos. Alrededor de la misma época, Lazell (Rice y Rutan, 1987) utilizó un
modelo similar.
Existen pocas dudas de que la reunión comunitaria recibió un gran impetu
después de la Segunda Guerra Mundial con el surgimiento del movimiento de la
"Comunidad terapéutica". Los fundadores del movimiento (como Maxwell Jones
[1953]; su padre putativo, Main [1946] quien acuñó la frase, y Foulkes (1977)
quién también afirma tener la paternidad) realizaron grandes reuniones de la
comunidad completa de personal y pacientes como una parte esencial de su
enfoque. Desde ese tiempo, la reuniones comunitarias se han vuelto una parte
integral .de la mayor parte de los hospitales psiquiátricos en las sociedades
occidentales.
RELACIONES DE LA REUNIÓN COMUNITARIA
CON EL HOSPITAL
BREVE HISTORIA DE LA REUNIÓN COMUNITARIA
Las comunidades han sido vehículos para sanar desde antes de que se registrara
la historia. Ellenberger (1970) señaló: "la curación primitiva es casi siempre un
procedimiento público y colectivo" (página 39). El curandero primitivo, que con
frecuencia era una figura central en su tribu, generalmente trabajaba con las
familias de los pacientes y con otros miembros de la tribu para aliviarlos de su
dolor físico y psíquico mediante el uso de rituales que se asemejan al
psicodrama moderno. Se han encontrado ejemplos de estos rituales comunitarios
entre los índigenas Zuni (Stevenson) 1901-1902) Navajo (Pfister, 1932) Huron
(Raguenau 1897) y entre los A mhara de Etiopía (Almond 1974) entre otros. En
tiempos más recientes, en especial en la primera mitad del siglo XIX durante la
era del "Tratamiento moral", la curación en los hospitales psiquiátricos incluía,
con frecuencia, la participación activa de pacientes y personal por igual (Rice y
Rutan, 1987). Por siglos, los grupos religiosos han tenido muchas creencias y
herencias culturales que han hecho un uso extenso de la comunidad para moldear
y controlar las conductas y valores de sus miembros, y para proporcionar ayuda
en tiempos de tensión
Desde el principio del siglo XX, las historias d la terapia de grupo y de las
reuniones comunitarias han estado interrelacionadas de manera cercana. Muchas
de las terapias grupales del principio del siglo XX eran más similares a las
reuniones cumunitarias como se les conoce que a la terapia de grupo moderna.
Marsh (Rice y Rutan, 1987) uno de los primeros fundadores del movimiento de
la terapia de grupo utilizó un variedad de enfoques grupales. Un método era
darle cátedra a los pacientes acerca de la naturaleza de sus enfermedades en
grupos hasta de 100 miembros. El personal también participaba en esos grandes
Para los pacientes internos, el modo principal de tratamiento consiste en estar
hospitalizados en un ambiente especial donde se les separa de sus actividades
cotidianas normales. Todo los otros modos de terapia aunque necesarios y aun
esenciales, son derivados. Más que eso, como lo aclaran Jones (1953) y otros (por
ejemplo Foulkes, 1977; Kindts y Verhaest, 1980) la naturaleza del ambiente
especial determina la efectividad de todos los tratamientos que tienen lugar
dentro del hospital.
Con frecuencia, no se toma en cuenta la relevancia del ambiente del hospital hasta
que algo sale mal. Una analogía útil es el inicio de la historia del hospital general. Es
bien conocido que los pacientes a los que se les admitía en el hospital general solían
contraer enfermedades adicionales que en ocasiones eran más graves que el
padecimiento por el que se les había hospitalizado, debido a que el equipo, camas,
sábanas, comida y aire estaban contaminados. De manera similar, la atmósfera de un
hospital psiquiátrico se contamina debido a las tensiones y conflictos no resueltos y a
las actitudes negligentes, frías y hostiles entre el personal. Esa contaminación puede
conducir con rapidez a la exacerbación de las enfermedades de los pacientes. La
rápida rotación de pacientes significa que necesitan atenderse de manera más
inmediata las tensiones entre y dentro del personal y los pacientes que en las
unidades para una estancia mayor, donde puede permitirse que las resoluciones
evolucionen de modo más lento. De modo paradójico, la brevedad de la estancia de
cada paciente tienta a dejar que las dificultades se resuelvan mediante esperar que los
pacientes (y el personal) problemáticos se vayan.
Es discutible que la reunión comunitaria contribuya más al clima del hospital, para
sanos y enfermos, que la mayor parte de los otros eventos diarios dentro de él. Es
claro que la reunión comunitaria no es la única que contribuye, pero como
114  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 6)
se afirmó en la introducción, su cualidad central hace que su influencia directa e
indirecta sobre la atmósfera del hospital sea más significativa.
En términos de sistemas (von Bertalanffy, 1968), la reunión comunitaria es el
subsistema más grande del hospital y contiene a gran parte de los otros subsistemas del
hospital dentro de sí. Dentro de la reunión comunitaria se encuentran los subsistemas
de los miembros individuales, incluso los subsistemas de sus estructuras patológicas y
de las que están libres de patología, subsistemas del grupo individual, ocupacional y de
la terapéutica farmacológica, entre muchos otros. Existen también representantes del
sistema hospitalario en sí, como los directores médicos y clínicos, y los jefes de varios
departamentos. De aquí que durante la reunión comunitaria los límites entre y dentro
del hospital y sus varios sistemas y subsistemas se encuentren en su momento más
permeable, con lo que se deja que cada sistema esté receptivo a la información de
todos los otros sistemas, incluso de la reunión comunitaria en sí. En pocas palabras,
aquello que acontece dentro de la reunión comunitaria se vuelve una parte del hospital
y de sus muchos subsistemas.
Lo inverso también es cierto. Cualquier cosa que tenga lugar en el hospital en su
conjunto o en sus diversos subsistemas tiene un efecto inmediato sobre la reunión
comunitaria. Por ejemplo, el conflicto no resuelto en una sesión reciente de terapia de
grupo o en la cafetería se llevará a la reunión comunitaria y la afectará lo mismo que
sus subsistemas. Además, la manera en que se atiende el conflicto en la reunión
comunitaria no sólo determinará su efecto sobre la misma, 'sino también el modo en
que penetra otros subsistemas y cómo ingresa de nuevo al grupo en cuestión o en el
tiempo de comidas de los pacientes.
En resumen, la transferencia de información y experiencia entre la reunión
comunitaria y sus subsistemas y el sistema del hospital tiene lugar en un circuito de
retroalimentación continua. Así, las intervenciones de los líderes—terapeutas1 a cargo
de la reunión comunitaria representan un papel importante en la determinación de si el
circuito de retroalimentación da por resultado una atmósfera conducente a la salud. Las
intervenciones que dan la posibilidad de que se articulen y tengan cabida de manera
óptima las preocupaciones de los miembros de la reunión comunitaria crearán, como
norma, un ambiente más seguro y útil tanto en el hospital en su conjunto como
dentro de las otras modalidades de tratamiento. En contraste, el liderazgo ineficaz
en la reunión comunitaria dará por resultado una regresión aguda de los pacientes y
del personal que limitará la efectividad de todos los otros tratamientos y
contaminará la atmósfera del hospital.
En la sección de liderazgo de la reunión comunitaria se atenderá de manera más
específica al papel de las intervenciones de los terapeutas. Es suficiente
A través del capítulo se hace referencia al líder o líderes de la reunión comunitaria como
"terapeutas—líderes" o simplemente "terapeutas" porque considero a la reunión comunitaria
como una forma de terapia y no sólo una reunión administrativa.
Reunión comunitaria  115
enfatizar en este punto el papel central de la reunión comunitaria y sus influencias,
para bien o para mal, en el hospital en su conjunto y sobre los otros tratamientos.
DINÁMICA DE LA REUNIÓN COMUNITARIA
En algún otro sitio (Rice y Rutan, 1987) se utilizaron las metáforas de la reunión del
pueblo y la reunión familiar para describir la dinámica de la reunión comunitaria.
Aquí, se agrega una tercera metáfora, es decir, la reunión comunitaria como teatro.
Estas metáforas se aproximan a los aspectos políticos, interpersonales e intrapsíquicos
de la reunión comunitaria. En términos de Bion (1959), pueden considerarse cómo un
movimiento gradual desde la tarea grupal al grupo de suposición básica. Para fines de
claridad, aquí se atiende a cada metáfora por separado; sin embargo, en la práctica
estos aspectos de la reunión comunitaria se interrelacionan de manera cercana, por lo
que transforman y son transformados unos por otros.
REUNIÓN COMUNITARIA COMO REUNIÓN DEL PUEBLO
La reunión comunitaria es como una reunión del pueblo en cuanto a que se ocupa
de aspectos de la administración de la comunidad y atiende y desempeña diversas
tareas que son esenciales para su manejo. Es el arte de lo posible en el entorno del
hospital. Para los propósitos de este capítulo, la dinámica de esta dimensión política
de la comunidad puede considerarse en gran medida como un proceso secundario
por naturaleza, lógico, y similar al trabajo grupal de Bion (1959). Es claro que
existen otras poderosas fuerzas inconscientes en operación, que se atenderán en la
tercera metáfora.
En este nivel de organización, la reunión comunitaria se ocupa del manejo de
tareas tales como 1) intercambio de información2 (Almond, 1974); 2) discusión de
las políticas, cambios y procedimientos del hospital y como se relacionan con los
pacientes y su tratamiento y 3) el manejo general de los eventos cotidianos.
El intercambio de información puede incluir una variedad interminable de
cosas. Entre las más comunes se encuentran los anuncios acerca de horarios de
comidas, cambios en el menú, nuevas adiciones al personal, vacaciones del
2
El término lo utilizaron por primera vez Winer y Lewis (1984) para describir cómo
comparten de modo recíproco la información los pacientes y el personal en la reunión
comunitaria.
116  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 6)
personal y la adición de nuevos edificios o la reparación de los existentes,
informes acerca de exposición al sol mientras que se está bajo medicación,
explicaciones de los privilegios dentro y fuera del hospital y demás. La información de los pacientes hacia el personal puede incluir preocupaciones como la
venta de drogas en los pisos, amenazas de suicidio, planes de alta, beneficios de
los medicamentos y de diversos tratamientos (lo mismo que dificultades con los
mismos y problemas con las máquinas de lavado y secado.
También pueden generarse discusiones a causa de eventos externos a la
reunión comunitaria y por experiencia del personal y de los pacientes dentro del
hospital que sacan a relucir preguntas sobre políticas y procedimientos del mismo. Por ejemplo, durante una reunión comunitaria bastante tranquila, un hombre
pensativo, de mediana edad, sacó a relucir el siguiente problema con el personal
y con el terapeuta—líder de la reunión comunitaria:
fin de semana pasado, cuando estaba de permiso, ví la película
Atrapado sin salida. Me horroricé con la película, de modo que quisiera
"El
saber cuáles son las políticas del hospital en cuanto al tratamiento de
choques eléctrico y correas".
La reunión ya no fue tranquila. Otros habían visto la película y demandaron saber las
políticas del hospital. Prosiguió una discusión animada.
Esta petición se comprende en una variedad de niveles, Es claro que cualquier
otra cosa que pueda implicar, es una pregunta que se dirige hacia la política del
hospital y puede y debe atenderse a ese nivel.
El manejo de los eventos cotidianos dirige la atención de la reunión comunitaria
hacia los numerosos sucesos, tanto grandes como pequeños, que tienen lugar en
cualquier hospital. Estos sucesos tal vez surjan en respuesta a una crisis
o simplemente pueden ser las tareas mundanas necesarias para la suave conducción de cualquier comunidad. Ejemplos comunes incluyen los siguientes: ¿Quién
tomará las minutas de la reunión comunitaria? ¿Podemos reunir a un grupo de
personal y pacientes para ir al cine este fin de semana? Asegurémonos de que
cuando las personas respondan el teléfono de los pacientes no den el nombre del
hospital. ¿Podemos pedirle al cocinero que verifique que la leche esté fresca en
las mañanas y no agria como ha ocurrido recientemente?
El manejo de los eventos cotidianos también incluye conducir el intercambio
de información en el hospital en su conjunto. Por ejemplo, ¿quién habla con el
cocinero acerca de la leche agria —los pacientes o el personal o ambos? Se puede
dirigir a los pacientes preocupados por el pago de sus cuotas a que hablen con sus
terapeutas y con la oficina administrativa, lo mismo que discutirlo durante la
reunión comunitaria.
Algunos aspectos del manejo de eventos cotidianos caen dentro del área
oscura entre la reunión comunitaria como reunión del pueblo y como reunión
familiar.
Reunión comunitaria  117
REUNIÓN COMUNITARIA COMO REUNIÓN FAMILIAR
La reunión comunitaria es como una reunión familiar en cuanto a que atiende a
los placeres, conflictos, atracciones, desagrados, amores, temores y enojos que
surgen entre las personas que viven, trabajan, comen y duermen bajo el mismo
techo. A este nivel de organización, la reunión comunitaria se ocupa de aspectos
interpersonales más íntimos de la comunidad que aquellos que se atienden en la
primera sección.
Por ejemplo, la reunión comunitaria representa un papel significativo
porque permite que surjan lazos entre los nuevos pacientes y personal con la
comunidad familiar. Es durante estas reuniones que se presentan por primera
vez, por nombre, los pacientes y personal nuevo ante toda la comunidad.
Durante estas presentaciones, los pacientes y el personal pueden compartir un
poco acerca de sí mismos para facilitar la formación de lazos. Por ejemplo, los
pacientes nuevos quizá tan sólo den gracias por la bienvenida o tal vez añadan
un comentario acerca del lugar de donde provienen, con quien comparte habitación o a quién conocieron desde que ingresaron al hospital. El personal nuevo
también puede dar sólo las gracias por la bienvenida o describir sus funciones
particulares dentro del hospital. Otros miembros de la comunidad responden a
estas presentaciones de maneras que van de lo limitado a los extenso.
Cualquiera que sea la respuesta, ha tenido lugar el proceso inicial deformación
de lazos.
Desde estos comienzos tentativos, como señalaron Kirsch y colaboradores
(1981), los pacientes y el personal por igual empiezan a desarrollar una identidad de
membresía. Comienzan a verse y experimentarse como miembros de una familia—
comunidad.
En el otro extremo, la reunión comunitaria desempeña la importante función de
permitir que los miembros le digan adiós a su familia—comunidad. La formación
de lazos y la terminación se vinculan de manera íntima. Para algunos pacientes el
temor a la pérdida es tan grande que se impide la formación de lazos de modo que
se eviten las pérdidas. Para otros, la formación de lazos se acepta con rapidez,
mientras que se niega la terminación y se le resiste de manera tenaz o se niegan los,
lazos originales para hacer soportable la terminación. Aun para otros, el temor a la
pérdida de un sentido del sí mismo en las relaciones o en los grupos grandes es tan
enorme que los vínculos se reconocen sólo cuando tienen lugar las terminaciones.
Así, el facilitar los "holas" y "adioses", la reunión comunitaria no sólo fortalece la
familia comunidad sino que también proporciona una oportunidad a los pacientes
para atender problemas que, con frecuencia, poseen un vínculo estrecho con el
porqué fueron al hospital desde un principio.
Entre saludos y despedidas, la reunión comunitaria atiende a una interminable
variedad de asuntos interpersonales y familiares, como el que dos pacientes peleen
por el uso del espacio en su habitación, la discusión entre un paciente y un miembro
del personal, el que un paciente le robe a otro, que un paciente
118  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 6)
toque muy fuerte el piano mientras que los otros intentan ver la televisión, un rumor
acerca de la relación íntima entre un paciente y un miembro del personal, el
desarrollo de un grupo cercano que excluye a otros pacientes o un paciente
"extraño" que atemoriza a otros.
A este nivel de organización, la reunión comunitaria proporciona una
oportunidad para que los individuos involucrados charlen directamente, expresen de
manera óptima sus sentimientos y preocupaciones, se reduzca la ansiedad y
paranoia relacionadas y cese la conducta ofensiva. La experiencia clínica sugiere
que esto también da por resultado mayor seguridad a través de todo el hospital.
REUNIÓN COMUNITARIA COMO TEATRO
El teatro es, con frecuencia, la ventana del alma de la humanidad. Como el mito,
el teatro, puede considerarse como el sueño de la comunidad en el que los
arquetipos humanos encuentran expresión de manera aceptable y disfrazada.
Como tan persuasivamente discutía Bergman (1987), muchas de las obras de
Shakespeare, como los mitos griegos, atienden aspectos complejos y perturbado res del amor de modos aceptables, con lo cual proporcionan una catarsis y la
posible resolución para el público. También señaló que el público proyecta sus
conflictos conscientes e inconscientes acerca del amor y el sexo sobre los
actores y se identifica con ellos a medida que representan y demuestran los
diversos temas de amor y sexo.
La reunión comunitaria es como el teatro en cuanto a que los pacientes
proyectan sobre la reunión y sobre su liderazgo y personal una variedad de
preocupaciones y conflictos preconscientes e inconscientes y se identifican con
las respuestas, reales o imaginarias, del terapeuta o del personal para con ellos.
De hecho, la fuerza de esas proyecciones en ocasiones es tan poderosa que, para
parafrasear a Bion (1959), los terapeutas—líderes y el personal tal vez se sientan
como actores en una obra improvisada escrita por los pacientes. Esas proyecciones contienen, con frecuencia, una variedad de representaciones de objetos y de
parte de objetos y sus impulsos derivados asociados, sexuales y agresivos; éstos
acaso sean de proporciones fantásticas que imbuyen al personal y a los terapeutas
con poderes inmensos para sanar o destruir. La reunión, los terapeutas—líderes y
el personal quedan dotados de un poder carismático (Almond, 1974; Rice y
Rutan, 1981).
Por ejemplo, en una reunión comunitaria se dio una discusión animada y
acalorada acerca del impacto de las modificaciones de la estructura del hospital
y de las políticas relacionadas sobre los pacientes y su tratamiento. Al final, un
hombre sumamente encolerizado volteó hacia el líder de la reunión comunitaria (un
miembro contratado del personal) y dijo: "Doctor, si usted es dueño de este hospital,
no entiendo por qué no puede simplemente ir y cambiar estas políticas e impedir que
esos constructores interfieran con nosotros". Esta ilustración no sólo retrata el poder
de
las
proyecciones
del
paciente,
sino
que también
aclara
Reunión comunitaria  119
que la reunión comunitaria como teatro afecta de manera profunda a la reunión
comunitaria como reunión familiar y del pueblo. El hombre encolerizado estaba
preocupado con asuntos que guardaban relación con las reglas y políticas del
hospital y merecía que se le atendiera a este nivel. Pero esta afirmación también
revela su percepción halagadora y distorsionada acerca del terapeuta y la naturaleza
de sus expectativas y su desilusión hacia él.
Desde esta perspectiva, el ejemplo anterior acerca de la respuesta ante la
película Atrapado sin salida toma un significado nuevo y más rico. En un
sentido' político, los pacientes tenían el derecho a saber las políticas del hospital
acerca del tratamiento con choques eléctricos y correas. Sin embargo, la
ilustración también debe comprenderse en términos del desamparo y de los
temores que pueden sentir los pacientes hacia el personal y la proyección
correspondiente sobre ellos de sus propios deseos atemorizantes y destructivos.
El tamaño de la reunión comunitaria también afecta de manera significativa
la naturaleza de las proyecciones de los miembros y la dinámica resultante de la
reunión. El tamaño de la mayor parte de las reuniones comunitarias es tal que es
difícil o imposible que los miembros mantengan un contacto frente a frente.
Bajo estas circunstancias, las proyecciones de los miembros tienden a volverse
cada vez más fantásticas y desorganizadas debido a que la falta de contacto
visual les impida darse cuenta de la cualidad de "otros" de los miembros cuya
conducta verbal o no verbal puede proporcionar retroalimentación que corrija o
modifique estas proyecciones. En palabras de Buber (1958), la falta de contacto
visual tiende a reducir el "tú" a un "ello", con el descenso resultante en la
contención de las proyecciones. Esto es en especial cierto si la reunión se lleva a
cabo de manera no estructurada. Este incremento en la naturaleza fantástica de
las proyecciones de los miembros puede también resultar amenazante para su
sentido de identidad (Kernberg, 1980; Turquet, 1975).
Existen diversas soluciones a este problema dinámico. La más común consiste
en un incremento de las proyecciones sobre los terapeutas—líderes y el personal de
la reunión comunitaria y de su identificación con ellos (Greene y colaboradores,
1980). Esto ayuda a contener las proyecciones y a consolidar la identidad de cada
miembro. Entonces, la idealización y elevación carismática de los terapeutas y del
personal se incrementan, con lo que se crea lo que Bion (1959) denominó un grupo
de suposición de dependencia; Rice y Rutan (1987) se refirieron a esto como la
cultura de dependencia del hospital. También es verdadero el inverso de esta
idealización. La imagen del personal que ha sido elevado puede disminuir con
facilidad si, como es inevitable, fracasa en el papel carismático, en cuyo momento
se volverá el receptor de proyecciones primitivas, agresivas y destructivas.
Otra solución, en especial cuando falla la primera, consiste en elegir a un
paciente como líder. Kernberg (1980) señaló que ciertos pacientes narcisistas son
en particular capaces de proporcionar organización en la reunión comunitaria, con
frecuencia mejor que los miembros del personal. Sugirió que la "falta de
convicción profunda en cuanto a sus propios valores facilita que la personalidad
narcisista nade con las corrientes del grupo " (Kernberg, 1980, página 250),
120  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 6)
Añadió que el deseo del paciente narcisista por el papel central y su capacidad para
manipular a los otros lo hacen un gran nivelador de las tensiones del grupo. Este
paciente puede volverse un líder de la reunión comunitaria, en ocasiones de una
manera destructiva contra el personal como un todo, contra un miembro del
personal o un paciente en particular.
Otra solución consiste en que la reunión comunitaria se descomponga en
grupos pequeños o que los miembros formen lazos especiales uno a uno dentro de
la reunión. Así los miembros en ocasiones se identifican con su grupo pequeño o
con su pareja y proyectan las preocupaciones displacenteras y primitivas sobre
otros fuera del grupo pequeño. En pocas palabras, la reunión comunitaria puede
tener una regresión de un grupo de dependencia a una serie de lo que Turquet
(1974) y otros (McMillan, 1981; Morrison y colaboradores, 1985) han llamado
grupos de suposición de unidad, en los cuales las escisiones son la defensa
primaria. No es poco común que las preocupaciones proyectadas se vuelvan en
acciones que pueden ser dañinas para cada uno de los pacientes y el personal. En
realidad son desorganizantes para la reunión comunitaria y para el hospital en su
totalidad y es frecuente que conduzcan a incrementos en la ansiedad yatrógena y
en la regresión que limitan gravemente la efectividad del tratamiento.
A pesar de que el centro de atención ha estado casi de manera exclusiva en
las proyecciones de los pacientes, es importante señalar que los miembros del
personal pueden tener las mismas proyecciones que los pacientes, con lo que se
aumenta la complejidad de la dinámica de la reunión comunitaria. Sin embargo,
en tanto otras cosas permanezcan igual, se espera que el personal tenga mejor
dominio sobre sus proyecciones, se sienta menos abrumado por ellas y esté
menos propenso que los pacientes a convertirlas en un acting out. A pesar de
ello, el personal tal vez tenga más dificultad en el manejo de las demandas de las
proyecciones de los pacientes sobre ellos y de las proyecciones recíprocas que
puedan estimular. Por ejemplo, la elevación carismática de los miembros del
personal, junto con sus propios deseos por curar, puede dar por resultado una
frustración abrumadora con las respuestas limitadas de los pacientes y en
ocasiones los puede conducir a avergonzarse y a mostrar conductas de enojo y
sadismo.
CONDUCCIÓN DE LA REUNIÓN COMUNITARIA
Para el manejo efectivo de la reunión comunitaria, es esencial que los límites se
mantengan de manera óptima. Deben ser lo suficientemente abiertos y permeables
como para permitir que la información entre y, después de que se procese, regrese a
las otras partes del hospital. Los límites también deben ser abiertos y permeables
para que sea posible la comunicación adecuada entre los participantes.
Reunión comunitaria  121
Los límites deben ser bastante firmes como para distinguir con claridad a la
reunión comunitaria de otras funciones en el hospital. También deben tener la
suficiente firmeza como para permitir distinciones claras entre y dentro de los
miembros y entre pacientes y personal.
Los límites que se mantienen de manera adecuada representan también un
papel importante en la reducción de la ansiedad yatrógena, la regresión y la
escisión que se mencionaron antes. Al hacer esto, los límites evitan que la
reunión comunitaria y el hospital se vuelvan, en términos de una metáfora
anterior, un ambiente contaminante.
Existen una variedad de límites alrededor y dentro de la reunión comunitaria.
Como se señaló antes, éstos incluyen el límite entre la reunión comunitaria y el resto
del hospital y el límite entre pacientes y personal. En especial, estos límites se ven
influidos y dependen de dos aspectos del liderazgo de la reunión comunitaria:
contratos y estructura de la reunión.
CONTRATOS DE LA REUNIÓN COMUNITARIA
El contrato de la reunión comunitaria se lleva a cabo entre tres conjuntos de partes: la
administración del hospital, el personal y los pacientes.
Acuerdos con la administración. Ninguna reunión comunitaria puede
funcionar de manera efectiva sin el apoyo activo de la administración. De aquí
que sea importante que la administración abiertamente esté de acuerdo en
apoyar a los terapeutas y personal de la reunión comunitaria en su trabajo. Estos
acuerdos deben incluir tres aspectos:
1. La administración reconoce la importancia y centralidad de la reunión
comunitaria.
2. La administración concuerda en que ningún otro tratamiento o actividad de
pacientes o personal tendrá lugar durante el tiempo de la reunión comunitaria. Es
claro que se hacen excepciones en casos de urgencia, cobertura para los
pacientes incapaces de asistir a la reunión y demás.
3. La administración espera que todo el personal de tratamiento (es decir,
personal de enfermería y otro personal de piso, administradores del cuidado
de pacientes, psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales y otros clínicos) que se encuentre en servicio en ese momento,
asista a la reunión. De nuevo, pueden hacerse excepciones en caso de
urgencia y situaciones similares.
Acuerdos con el personal. Los acuerdos con el personal son consistentes y
reiteran aquellos hechos con la administración:
1. El personal está de acuerdo en asistir a todas las reuniones comunitarias
cuando se encuentre en servicio.
2. El personal está de acuerdo en participar.
122  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 6)
3. El personal está de acuerdo en llegar a tiempo y permanecer durante toda la
sesión.
Acuerdos con los pacientes. Los acuerdos con los pacientes son similares a
aquellos hechos con el personal y son consistentes con los acuerdos que se tienen
con la administración. En ocasiones, el personal debe realizar juicios clínicos acerca
del grado en el que cualquier paciente dado es capaz de entender y cumplir con esas
expectativas y cuánto le ayudará a hacerlo.
1. Los pacientes están de acuerdo en asistir a todas las reuniones a menos de que
sean claramente perjudiciales para ellos o que ellos mismos sean perjudiciales
o peligrosos para los otros miembros de la reunión.
2. Los restantes acuerdos son los mismos que aquellos para el personal.
ESTRUCTURA DE LA REUNIÓN COMUNITARIA
La estructura de la reunión comunitaria debe facilitar el logro de las metas de la
reunión, que consisten en enunciar de manera adecuada y atender óptimamente los
asuntos de política, familia y teatro dentro de la reunión. Así, la estructura de la
reunión no debe ser tan rígida como para impedir la oportunidad de que se ponga
atención a las comunicaciones afectivas e inconscientes de los miembros, ni tan laxa
como para que las pasiones del teatro quiten todo el orden y la posibilidad de
revisión crítica.
Dentro de estos parámetros, la estructura de la reunión comunitaria en
ocasiones varía de manera considerable. El siguiente es un ejemplo de una
estructura bastante común en la reunión comunitaria.
Fase de inicio: bienvenida y anuncios. Esta fase de la reunión comunitaria
es, por lo general, bastante bien estructúrada y facilita que los miembros se
adapten. En esta fase, después de un comienzo puntual, los terapeutas invitan a
los miembros a presentarse. Con frecuencia esto se hace de manera rutinaria
mediante ir alrededor de la habitación. Esta actividad ayuda a ganar la coopera.
ción de los nuevos miembros y le da la oportunidad a todos los integrantes de
ponerle nombres a los rostros. Es claro que este proceso puede resultar reiterativo, en especial en aquellos hospitales donde la población es muy estable. Sin
embargo, éste es un fenómeno cada vez más raro, debido a que es mucho más
común la rotación rápida de las poblaciones de hospital. Y en estas úl timas
circunstancias, o en situaciones donde las huellas de memoria de los pacientes se
han afectado gravemente debido a los años de enfermedades, el nombrar a los
otros es muy útil y actúa al menos como un reconocimiento inicial de sus
existencia, si no es que como un paso inicial hacia la formación tentativa de
lazos.
Durante este proceso introductorio es también de utilidad afirmar de
manera muy breve y en lenguaje cotidiano las metas de la reunión comunitaria.
Por ejemplo, los terapeutas pueden decir, "Ésta es una reunión donde podemos
Reunión comunitaria  123
hablar acerca de cómo es vivir y trabajar juntos en un hospital, para tratar de
resolver nuestras diferencias y comprender así lo que hacemos y decimos".
Con frecuencia, a esta introducción le sigue anuncios tanto de parte del
personal como de los pacientes. En general, los terapeutas—líderes harán anuncios generales acerca de los eventos del hospital. Los miembros del personal
también pueden tener anuncios importantes que hacer, como planes de vacaciones, modificaciones en los programas de tratamiento y renuncias. Los paciente1
también tienen cosas que anunciar y se les debe dar la oportunidad de hacerlo.
Éstos pueden incluir los planes de alta, cambios de habitación y privilegios.
Fase de transición: discusión de anuncios. La siguiente parte de la reunión
comunitaria es de naturaleza transicional y en general incluye respuestas y diálogo
acerca de los anuncios, lo que con frecuencia alientan el líder (Meres) y el
personal. Esta discusión es muy útil porque permite a los pacientes hablar de
cualquier incertidumbre, sentimientos o preocupaciones que puedan tener acerca de
los diversos anuncios.
De esta transición, la reunión se dirige, por lo general, a la fase medía en la que
tiene lugar la discusión principal de la reunión.
Fase media. La fase media quizá es simplemente una continuación de la
segunda fase (transicional). Los problemas y preocupaciones que salieron a
relucir por los anuncios y datos que tienen alguna relación puede ser suficientes
como para garantizar al menos una reunión, y en ocasione.; más, para discutirlos a
fondo. Sin embargo, no es poco común que los anuncios puedan ser de rutina y
los pacientes tengan otras cosas que discutir.
Así, después de los anuncios, los terapeutas invitan a una discusión
abierta de otras preocupaciones. En ocasiones puede omitirse lo irrelevante de
la discusión cuando los terapeutas mencionan haber oído en conversaciones
con el personal y los pacientes diversas cosas que molestan a los miembros de
la comunidad.
Fase de terminación. La última fase de la reunión comunitaria es la terminación. Así como la reunión comenzó a tiempo, de la misma manera debe
terminar a tiempo. En conjunto, estos dos actos ayudan a definir con claridad
tiempo y espacio de la reunión comunitaria y a distinguirla de otros eventos en el
hospital. La observación clínica indica que los comienzos y terminaciones que se
definen con claridad también ayudan a que se contenga y reduzca la ansiedad de
los miembros.
La última fase también le da una oportunidad a los miembros para decir adiós a
aquellos que se van y concluir la reunión. Los terapeutas deben permitir tiempo
suficiente para que este proceso se desenvuelva.
A pesar de que, de hecho los terapeutas deben proporcionar tiempo adecuado
para estas fases y su contenido y, cuando sea necesario, ayudar a presentarlas,
también es importante reconocer que esta estructura sigue el desarrollo natural de
la reunión. Todos los grupos tienen fases de inicio, mitad y terminación. Esto es en
particular cierto cuando los tiempos de comienzo y terminación están bien
124  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 6)
definidos (Mann, 1973). Por tanto, el momento de la introducción de las
diferentes fases no implica un procedimiento arbitrario, sino más bien
significa que los terapeutas deben escuchar con cuidado y seguir el
movimiento de la reunión e introducir cada fase en tanta armonía como sea
posible con el propio desarrollo de la reunión. Se atenderá este asunto de
manera más amplia posteriormente.
ESCUCHAR, INTERVENIR E INTERPRETAR
Escuchar, intervenir e interpretar son funciones que se vinculan de manera
estrecha y que tienen los terapeutas en las reuniones comunitarias. Las interven ciones e interpretaciones de los terapeutas dependen de la manera en que
escuchen las comunicaciones, verbales y no verbales, de los miembros. Las
interpretaciones son un tipo particular de intervención que busca obtener una
comprensión <le los aspectos teatrales. También, el hecho de escuchar es una
intervención.
Escuchar es una de las tareas más importantes y, con frecuencia, más
difíciles <le los terapeutas en la reunión comunitaria. Es muy grande la cantidad
de datos que recibe el terapeuta antes y durante una reunión comunitaria. Antes
de una reunión, el terapeuta escuchará de los otros miembros del equipo de
tratamiento los diversos eventos que han tenido lugar en el pabellón, lo que los
pacientes hacen y dicen, cuáles miembros del personal faltan, qué crisis se han
presentado y muchos detalles más. Los pacientes también se acercarán a los
terapeutas antes (le la reunión para informarles acerca de la comunidad, en
ocasiones de manera clara, con frecuencia con indirectas o sentido del humor o
en una metáfora confusa. A partir de estas fuentes, los terapeutas también
obtendrán algunas claves iniciales acerca del estado de ánimo de pacientes y
personal. Una vez dentro de la reunión, los terapeutas escucharán mucha más
información, gran parte de la cual es difícil (le seguir. En algunas ocasiones la
información puede comunicarse <le manera silenciosa y no verbal.
Además, existen las comunicaciones personales físicas e intrapsíquicas de los
terapeutas mismos, como el grado de comodidad o incomodidad física que
experimentan, sus sentimientos y estados de ánimo y la interminable variedad de sus
pensamientos y fantasías transitorios.
Dado este volumen de información ¿de qué manera los terapeutas y el personal3
escuchan efectivamente durante la reunión comunitaria, dejando de lado hacer
interpretaciones efectivas? ¡No es sorprendente que algunos terapeutas prefieran
decidir de antemano de qué se hablará y que mantengan la discusión limitada a
aquellos pocos temas! Por desgracia, a pesar de que este enfoque puede
Reunión comunitaria  125
aliviar la angustia del terapeuta, con frecuencia los aspectos teatrales se fuerzan
hacia un nivel subterráneo, sólo para reaparecer en lugares menos propicios. Para
atender a estas preocupaciones, se comenzará con la tarea de los terapeutas de
escuchar los aspectos políticos y familiares e intervenir en ellos, ya que, por los
general, son de más fácil comprensión.
Escuchar e intervenir en los asuntos políticos y familiares. Al seguir esta
estructura que se describe antes, los temas de apertura de una reunión comunitaria
son, a menudo, de naturaleza política y familiar. Saludar, hacer los anuncios y
discutir los cambios en el hospital o entre el personal son de esta naturaleza, como muchos de los asuntos que pacientes y personal sacan a relucir después de la
introducción. Por ejemplo:
Aproximadamente a los 10 minutos de inicio de la reunión comunitaria,
la señora A, una mujer alta y anciana, le preguntó a la terapeuta: "¿Qué
hace usted con las personas que cambian los canales de la televisión". La
terapeuta estaba confundida y le pidió a la mujer que le dijera a la
comunidad qué es lo que había estado sucediendo. De manera encolerizada describió como Beto, un nuevo paciente adolescente de la unidad,
entraba a la sala donde ella y otros pacientes estaban viendo televisión,
cambiaba los canales, los veía por un momento y después se iba.
Esta queja tiene la marca de lo político y familiar: preocupación acerca de la
política de ver televisión y el tratamiento a los compañeros pacientes. La
terapeuta realiza una intervención que cubre dos propósitos. El primero consiste
en invitar a una aclaración y a mayor discusión del tema; el segundo invita a la
mujer a que incluya a toda la comunidad en la discusión y no sólo a la terapeuta.
Se requiere que la terapeuta, personal y pacientes escuchen más si es que han de
comprenderse y atenderse adecuadamente las quejas de esta mujer. La reunión
continuó:
La terapeuta escuchó en silencio durante unos cuantos minutos para ver si
la señora A tenía más que decir. Ella no dijo más. El ambiente se sentía
bastante incómodo. La terapeuta lo notó y preguntó si otras personas
tenían algo que añadir a la historia de la señora A. Varias personas
murmurarón en voz baja. La terapeuta los alentó a hablar. El señor B, un
miembro del grupo que veía televisión, gritó: "Beto está fuera de control.
No se le debería permitir hacer esas cosas". Varios otros pacientes hicieron
lo mismo y se quejaron acerca de que Beto cambiara los canales.
Por último, Beto habló en su defensa. Discutió que "esos viejos"
estaban ocupados hablando y que no veían en realidad el programa: "De
Como se indica después, gran parte de los que se dice acerca de los terapeutas—líderes
también se aplica a la conducta del personal en la reunión comunitaria.
modo que tan sólo le cambié de un canal a otro". Estos comentarios
crearon más irritación, pero también condujo a mayor discusión tanto del
126  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Reunión comunitaria  127
(Capítulo 6)
personal como de los pacientes y Beto se las arregló para obtener cierto
apoyo de otros pacientes que sentían que la señora A y sus amigos
dominaban la televisión. Un miembro del personal aclaró que la
televisión estaba disponible para todos los pacientes y que, cuando
estaba en uso, los pacientes deberían considerar las necesidades de las
otras personas. Algunos pacientes y personal sugirieron que 8eto le
preguntara a las personas sentadas cerca de la televisión si estaban
viéndola antes de cambiar de canales. otros pidieron que el grupo de la
señora A considerara los deseos de otras personas.
En esta fase de la reunión, la queja se elaboró y discutió de manera bastante
amplia, en ocasiones en forma clara y en otras de modo confuso. La primera
intervención de la terapeuta consistió en permanecer callada. El silencio fue
importante porque le informó que la señora A no tenía más que decir en ese
punto y también le hizo saber el grado de tensión en la comunidad en cuanto
al incidente. Esto la condujo a su segunda intervención, con la que invitó a
que se discutiera más acerca del conflicto y con ello facilitó que varios pacientes
que, de otra manera, hubieran estado renuentes a hablar, expresaran sus
preocupaciones.
En resumen, las intervenciones de la terapeuta hasta este punto tenían el
propósito principal y el efecto de permitir que el conflicto se elaborara, que se
alentara mayor participación de pacientes y personal por igual y de conducir a
soluciones potenciales a un problema político y familiar. Por casualidad y de
manera importante, también creó un sentido de confianza y seguridad mediante
su disposición a escuchar lo que los miembros tenían que decir. La reunión
continuó:
De manera renuente, la señora A y Beto estuvieron de acuerdo con las
sugerencias de los pacientes y personal y la reunión prosiguió a paso
lento. La terapeuta se percató de que la crisis no había finalizado.
Continuó escuchando. Un paciente perturbado y confuso, el señor C, pidió
decir un poema que había creado. Se puso de pie y habló de paz y belleza
que,. en un mundo en guerra, sólo podían obtenerse mediante hablar con
Dios, la autoridad suprema. Después se sentó. La señorita D levantó la
mano, "Dígame doctora. ¿Qué hacemos si Beto cambia los canales y le
decimos que estamos viendo la televisión y no nos escucha?", preguntó
tropezando con las palabras. Un miembro del personal de enfermería
reconoció la necesidad de intervención desde "arriba" y dijo que la
señorita D le debería informar del problema a la enfermera en turno. La
señorita D dijo "gracias". La reunión se apaciguó, el asunto parecía
restrelto y los miembros atendieron a otras cosas.
En ocasiones, la discusión abierta de las preocupaciones políticas y familiares y
la solución de los conflictos entre miembros constituye una respuesta suficiente
a los dilemas que pacientes y personal sacan a relucir en la reunión comunitaria.
Los pacientes aprenden el valor de la discusión abierta, obtienen cierta capacidad
para controlar sus impulsos y aprenden a vivir con otros. Las intervenciones
primarias de los terapeutas son aquellas que facilitan mayor diálogo, aclaran lo
que se discute y determinan límites para la conducta desorganizante.
Sin embargo, en el ejemplo anterior estas intervenciones (aunque útiles y
necesarias) no fueron suficientes. Después de que se discutieron otros asuntos
que eran de naturaleza similar al conflicto original, los pacientes regresaron a
hablar de Beto y la televisión:
Aparentemente de la nada y después de un periodo de diálogo animado,
la señorita D dijo, con palabras farfullantes debido a la influencia de los
medicamentos, "No creo que debamos hablar con la enfermera en
turno". "Usted doctora", dijo, señalando a la terapeuta, "debería echar a
Beto del hospital". Después abandonó la reunión. la terapeuta se dio
cuenta, como lo había sospechado por algún tiempo, que había más que
sólo el conflicto con la televisión. Éste era más que sólo un caso de
conflicto racional, político y familiar. Las verdaderas preocupaciones de los
pacientes aún no se habían atendido.
Para ayudar a los pacientes en este punto, era imperativo que la terapeuta y el
personal también pensaran en la reunión comunitaria como teatro y que intervinieran de maneras que aclararan el mensaje teatral. En pocas palabras, los
terapeutas tenían que atender no sólo lo que denotaban los asuntos políticos y
familiares, sino también a la connotación que tenían.
Escuchar e intervenir en cuanto a aspectos teatrales. A medida que la
reunión continuó, la terapeuta recopiló trozos de información que se le habían
dado acerca de la comunidad del hospital antes de que comenzara la reunión.
Supo que varios pacientes, en especial los miembros del grupo de la televisión,
estaban muy molestos con Beto. También se enteró de que el personal estaba
agotado debido a las nuevas admisiones y a una disminución en el personal. Varios
miembros del personal estaban de vacaciones. También recordó comentarios
hechos por los pacientes durante la primera parte de la reunión. Recordó la
preocupación del señor B acerca del control, el comentario de Beto de que las
personas viejas no estaban realmente prestando atención, el llamado psicótico
del señor C z la autoridad suprema para que impusiera la paz y la frustración de
la señorita D acerca de que se le pidiera que hablara con la enfermera en turno y
su petición de que la terapeuta se deshiciera de Beto. La terapeuta también notó
su propio estado emocional durante la reunión. De inicio sintió que las cosas iban
bastante bien y que los miembros manejaban de manera efectiva un conflicto
rutinario. A medida que pasó el tiempo, se sintió más y más frustrada, incapaz
de satisfacer las necesidades de los pacientes, en especial de la señorita D, y le
sorprendió qué tan aliviada se sintió cuando esta persona abandonó la reunión.
Con base en estos datos, hipotetizó que los pacientes podrían estar hablando, en
128  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
términos derivativos y metafóricos, acerca de sentimientos
(Capítulo 6)
(es muy probable que de
enojo) que tenían hacia el personal. La reunión continuó.
Cuando se fue la señorita D, un miembro del personal la siguió para
asegurarse de que estuviera bien. La reunión se volvió bastante
silenciosa. Después Pilar, una adolescente muy sensible, dijo "Paty",
refiriéndose a la señorita D por su primer nombre, "ha estado enojada
todo él día con todos; es una verdadera molestia". La terapeuta intervino
al ver que se había creado otro chivo expiatorio. "Quizás la señorita D no
es la única que está enojada. Sé que como personal no hemos estado tan
disponibles en estos días como es común". Pilar replicó, "¡maldito lenguaje
de loquero!". "No", dijo Beto, "Paty se puso muy enojada cuando trató de
hablar con [una enfermera] acerca de mí y no pudo encontrarla. Recuerdo
porque me reí de ella.
Poco a poco la conversación cambió y otros hablaron de qué tan
frustrados se sentían con esta enfermera en particular cuando no podían
encontrarla. la enfermera escuchó en silencio. Estuvo tentada a defenderse, dado lo agotada que se sentía. En lugar de ello, reconoció la
frustración de los miembros y el hecho de que no había estado tan
disponible corno de costumbre. Los pacientes aceptaron sus comentarios y
estuvieron de acuerdo y comenzaron a atacar a otros miembros del
personal que no estaban presentes. La terapeuta intervino de nuevo y dijo
"Ninguno de nosotros está tan disponible en este momento como lo está
por lo común, incluyéndome a mí. No es sorprendente que se desquiten
uno con otros y contra el personal que está ausente". Después de esta
intervención disminuyeron las acusaciones y los enfermos pudieron hablar
acerca de la frustración, el enojo y el temor que experimentaban durante el
periodo vacacional de verano. El temor se volvió el tema predominante,
miedo a que no se !es diera buen tratamiento y a que no hubiera nadie a
cargo.
Se había descifrado y comprendido el mensaje del drama de la reunión
comunitaria, al menos lo suficiente como para posibilitarle a los pacientes que
reconocieran sus sentimientos y pudieran aceptar que, bajo las circunstancias, lo
que decían tenía sentido. Se redujo la proyección de esos sentimientos sobre otras
personas y la elección de chivos expiatorios. Los conflictos antes políticos y
familiares también perdieron mucho de su veneno, La terapeuta le había permitido a
los miembros darle voz a lo que Langs (1978) llamó su tarea adaptativa y Ezriel
(1950) denominó la tensión común del grupo.
Diversos aspectos de escuchar lo que quieren decir los asuntos políticos y
familiares de una reunión comunitaria se ilustran o implican en este ejemplo
clínico. Primero, los terapeutas escuchan a los niveles políticos, familiares y teatral
al mismo tiempo y a través de toda la reunión. Segundo, para determinar lo que
Reunión comunitaria  129
quieren decir las comunicaciones políticas y familiares, los terapeutas escuchan
los datos a partir de una variedad de fuentes y desde una diversidad de ángulos,
incluso los datos que se adquieren antes y durante la reunión, el flujo de los temas
en el transcurso de ésta y su propia experiencia de la reunión (Rice y Rutan, 1987;
Langs, 1978). A partir de estos datos se realizan hipótesis acerca de lo que quieren
decir las comunicaciones. La hipótesis que recibe mayor apoyo de los datos
conduce a una intervención. Tercero, las intervenciones que la experiencia clínica
sugiere que son más útiles son aquellas que atienden a eventos del aquí y ahora,
que tienen sentido en cuanto a la experiencia actual. También tienen una
naturáleza para el grupo completo y no se enfocan en individuos en particular
(Kibel, 1978; Winer y Lewis, 1984). Sin embargo, es importante señalar que las
interpretaciones no son sólo afirmaciones vagas y generales acerca de la comunidad. Estos argumentos con frecuencia generan mayor enojo, frustración y
regresión entre los miembros. En lugar de ello, son afirmaciones que se dirigen
hacia actitudes activas específicas, probablemente preconscientes, acerca de los
terapeutas y personal. Por último, es importante que terapeutas y personal estén
dispuestos a tolerar y permitir la crítica acerca de sí mismos durante el proceso de
escuchar, sin volverse masoquistas ni demasiado defensivos. En el ejemplo, esto
se ilustró con la respuesta de la enfermera.
Durante el momento álgido de la reunión comunitaria, los terapeutas también
deben prestarle atención a cada uno de miembros. Es evidente que durante una
reunión comunitaria los terapeutas no pueden escuchar las comunicaciones
individuales de manera tan cuidadosa ni con tanta atención a los detalles como lo
pueden hacer durante la terapia individual o de grupo. Pero los terapeutas
necesitan escuchar a los individuos lo suficientemente bien como para
comprender que sus comunicaciones expresan la tensión común del grupo. Esto
se ilustró en el ejemplo clínico anterior cuando la terapeuta recordó las comuni caciones de diversos miembros. Los terapeutas también necesitan escuchar las
comunicaciones de los individuos para estar alerta de la manera en que estén
respondiendo al drama de la reunión con sus poderosas fuerzas regresivas.
Cuando la señorita D abandonó la reunión era importante que un miembro del
personal estuviera disponible para verificar su estado. La conducta de la señorita
D era una expresión de su enojo y frustración ante la falta de disponibilidad del
personal y en ese sentido estaba a tono con la tensión común del grupo. Pero
también era bastante posible que la señorita . D tuviera dificultades con el control
de impulsos, comenzara a fragmentarse y a tener una regresión grave y pudiera
necesitar atención especial para ayudarla a contener ese proceso. Una mayor
discusión acerca del tema en terapia individual y grupal pueden ayudar a la
señorita D a beneficiarse de esa lucha regresiva.
Papel del personal. Aunque los miembros del personal tienen menos
responsabilidad por la reunión que los terapeutas—líderes designados, su papel
tiene notables similitudes con aquel de los terapeutas—líderes. El personal
también tiene la responsabilidad de escuchar de manera cuidadosa a los tres
130
Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Reunión comunitaria el 131
(Capítulo 6)
niveles de las comunicaciones de los pacientes y responder en consonancia. En
ocasiones puede pedirse que los miembros del personal, como representantes de
diversos subsistemas de personal como son los de terapia grupal, médico y de
enfermería, hablen en función de esos papeles políticos y profesionales, En otras
ocasiones tal vez se requiera que se atiendan conflictos que uno o más pacientes
tienen con ellos. El personal tendrá que utilizar su juicio clínico para decidir qué
tanto del conflicto puede resolverse en la reunión comunitaria y qué tanto debe
atenderse en otro sitio. Por ejemplo, si un paciente está enojado por algún evento
en terapia individual y lo saca a relucir con el terapeuta individual durante la
reunión comunitaria, es probable que sea más útil que el terapeuta reconozca la
importancia del tema y sugiera que los discutan con más detalle durante la
siguiente sesión. Por otra parte, un conflicto con otro terapeuta, que afecta
directamente a varios pacientes y su vida dentro de la comunidad, es probable
que se atienda mejor, de manera más amplia y abierta, en la reunión. Aun en otras
ocasiones, el personal, como la enfermera del ejemplo, tendrá que atender a
mensajes más sutiles y encubiertos de parte de los pacientes. Por último, y de
manera no poco frecuente, es posible que el personal se encargue de todos los
niveles anteriores de comunicación dentro de un sólo asunto.
Para hacer más efectivo el papel de los miembros del personal, es importante
que los terapeutas-líderes y el personal tengan una oportunidad para hablar
acerca de la reunión comunitaria entre sesiones, de preferencia inmediatamente
después de la reunión. Esta plática hace posible que el personal exprese su
comprensión de la reunión, aclare los malos entendidos y se vuelve una herramienta efectiva para entrenar al nuevo personal en la manera de escuchar y
participar en la reunión comunitaria.
RESUMEN
Dentro de este capítulo, se considera a la reunión comunitaria como el grupo
central de tratamiento de los hospitales psiquiátricos. En la reunión donde la
cultura, valores y prácticas del hospital se transmiten de una generación de
pacientes a la siguiente; el lugar donde se unen todos los otros tratamientos y las
diversas reuniones formales e informales entre y dentro del personal y los
pacientes y es un escenario donde se representan los mundos internos inconscientes e irracionales de los participantes, al igual que los mundos maduros,
conscientes y racionales.
En la reunión comunitaria los pacientes aprenden mucho acerca de trabajar en
una institución y cómo convivir con otros, habilidades en las que, con frecuencia
muchos de ellos tienen deficiencias importantes. Es también el lugar donde pueden
abordarse los conflictos interpersonales y donde las proyecciones a veces
atemorizantes de los miembros de la comunidad pueden contenerse y
comprenderse, con lo cual se reduce el acting out en los pisos o dentro del área
del hospital.
Debido a su naturaleza central, la reunión comunitaria puede contribuir de
manera significativa al éxito de otros tratamientos y a la creación de una
atmósfera hospitalaria que sea conducente a la salud. Sin embargo debido a su
tendencia a escindirse en grupos más pequeños, a reforzar las proyecciones
individuales y a amenazar las identidades personales, la reunión comunitaria
también se convierte en una poderosa fuerza antiterapéutica si no se le conduce'
y estructura bien.
Así, es importante que se definan con claridad los contratos de la reunión
comunitaria y se mantenga de manera adecuada su marco. También es importante
que los líderes-terapeutas y el personal escuchen y atiendan a los asuntos de política,
familia y teatro y que se pongan a tono tanto con lo que denotan las interacciones y
comunicaciones de los miembros como con su connotación»
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Grupos en el hospital
diurno
Lawrence L Kennedy, MD
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El
primer hospital psiquiátrico diurno, u "hospital sin camas", comenzó en
Moscú en 1933. Dzhagarov (1937) escribió acerca de su experiencia al dar
inicio a un programa que consistía en su mayor parte de terapia laboral. Trató a
80 pacientes al mismo tiempo durante un promedio de dos meses. Es
interesante señalar que el programa se inició debido a la carencia de camas y
los fondos inadecuados en una gran institución bastante típica para pacientes
psicóticos. Estas condiciones se aproximan al clima económico actual en el
medio de la atención mental en Estados Unidos.
El primer hospital psiquiátrico diurno que se conoce en el hemisferio
occidental lo desarrolló D. Ewen Cameron en el Allan Memorial Institute of
Psychiatry en Montreal, Canadá, en 1947 (Cameron, 1947). Cameron presentó sus
ideas acerca de "una forma experimental de hospitalización para pacientes
psiquiátricos" en una reunión de la American Psychiatric Association en Nueva
York en mayo de 1947. En ese entonces, indicó que la psiquiatría había tomado
muchas de las ideas de otras áreas de la medicina en el desarrollo de los hospitales
psiquiátricos. A pesar de que encontró que algunas de estas ideas era útiles,
reconoció que, en ocasiones, lo que.se aplicaba al tratamiento hospitalario de la
enfermedad física no se adaptaba a los hospitales donde se trata la enfermedad
mental; "un hospital es un lugar donde el paciente va a la cama; es un sitio donde
un enfermo permanece hasta que está bien, o tan bien como lo pueda hacer sentir
133
134  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 7)
el médico, y donde sólo se trata al paciente" (Cameron, 1947, página 60).
Cameron era el apropiado para ser la fuerza dinámica detrás del descubrimiento
de los programas diurnos. Había estudiado el enfoque psicobiológico de Adolph
Meyer y era responsable de varios enfoques innovadores en psiquiatría. Estos se
describen en un escrito de Goldman y Arvanitakis (1981) quienes indican que:
El Allan Memorial Institute, bajo la supervisión del doctor Cameron, fue el
primer hospital psiquiátrico abierto en Canadá. Hombro con hombro con el
hospital abierto, enfatizó la importancia de admitir sólo pacientes
voluntarios. Estos dos avances requirieron nuevos enfoques de tratamiento
que no dependían del cristal irrompible, de ventanas con barrotes y
pabellones cerrados. Estas modalidades incluirían psicofarmacología y terapias físicas, enfoques psicosociales que enfatizan la integración grupal y
uso creativo del diseño arquitectónico del hospital para el avance en las
metas terapéuticas. (página 366)
Goldman y Arvanitakis (1981) consideraron que el interés de Cameron en la
arquitectura del hospital psiquiátrico y sus ideas acerca del hospital diurno se
unieron en la construcción del ala original, de forma de T, en el Allan Memorial
Institute que se construyó en 1954 bajo sus auspicios:
El hospital diurno contenía en una de las alas que tiene el edificio principal,
además de un espacio de vivienda que se caracterizaba por la ausencia de
camas, otros aspectos ambientales importantes que deben considerar. se.
Los muebles se asemejan a aquellos en un entorno humano con cortinas
sobre las ventanas, muebles cómodos, la presencia de objetos rompibles o
de otro tipo y demás. Este ambiente se diseña para atraer al paciente
hacia una vida completa y madura y estimular las expectativas positivas
de que se comportará de manera responsable, conceptos que delineó
originalmente Cameron. Por definición, hay puertas abiertas en el hospital
diurno, un elemento ambiental que presupone a un individuo libre que
busca tratamiento de manera voluntaria, no a una bestia salvaje a la que
necesita enjaularse. (Página 366)
Cameron (1947) también creía que, con frecuencia, el enfermo mental no requería de cuidados las 24 horas. Un programa de hospital diurno era similar a la
vida cotidiana en la que el paciente iba a tratamiento sólo durante el día, de la
misma manera que podría asistir al trabajo. Tampoco se consideraba esencial la
separación del ambiente y las relaciones personales. De hecho, Cameron (1947)
afirmó que "en apariencia, el hospital diurno tiene la ventaja adicional de que ir
a casa cada noche y regresar cada mañana parece actuar como una reafirmación
diaria del hecho de que el paciente está allí de manera voluntaria" (página 62).
Enfatizó el punto de que sólo se puede considerar la existencia del paciente
psiquiátrico dentro del contexto donde éste sea un miembro de su
Grupos en el hospital diurno  135
familia y de la sociedad. Esto implica que las familias deben ser parte del
tratamiento. Pronto se introdujeron programas de grupo y un énfasis en los enfoques
psicológicos grupales.
Una importante fase del desarrollo del hospital diurno también tuvo lugar en
Inglaterra, donde Joshua Bierer (1964) comenzó el Marlborough Day Hospital.
Bierer estaba interesado en el tratamiento social de personas con enfermedades
mentales y comenzó clubes sociales que se basaban en la comunidad.
Moli (1953, 1957) desarrolló un programa de hospital diurno en el Montreal
General Hospital en 1950 y también formuló su programa tomando como base a las
ideas de Camcron.
En 1949 se fundó un programa de hospital diurno en la Clínica Menninger en
Topeka, Kansas (Barnard y colaboradores, 1952), después de que miembros del
personal de la clínica visitaron el programa de Cameron. Este programa siguió
el concepto de "ambiente terapéutico" como se había desarrollado en el Hospital
Menninger bajo la dirección de William C. Menninger (1936). En este programa el
hospital diurno era tan sólo una extensión del tratamiento psiquiátrico de
pacientes internos. Parte del tratamiento de estos pacientes incluía una amplia
variedad de terapias de actividad que los psiquiatras prescribían a cada uno de sus
enfermos. Los pacientes en el hospital diurno asistían a estos mismos programas de
actividad y se mezclaban con los que estaban internos. Esto proporcionaba a los
pacientes internos una útil transición hacia la vida comunitaria. Los informes en
este programa también señalaban que las indicaciones para la hospitalización
diurna no se vinculaban con ninguna categoría diagnóstica específica. El programa
Menninger también incluía de manera ocasional a los miembros de la familia en las
actividades terapéuticas. Esto le proporcionaba a la familia una mejor comprensión
del tratamiento y facilitaba el regreso del paciente a su hogar.
El siguiente empuje importante en el desarrollo de programas de hospital diurno
en Estados Unidos provino de la aprobación de la Mental Health Centers Act en
1963. Esta acta del congreso requería que los programas de hospital diurno fueran
parte de los centros comunitarios de salud mental.
FILOSOFÍA
Los fundamentos filosóficos de los programas de hospital diurno han variado de
manera amplia. Esto ha conducido a una gran cantidad de avances confusos,
pero frecuentemente creativos, acerca de la hospitalización parcial. Un aspecto
filosófico que de igual manera facilitó e impidió el desarrollo de los hospitales
diurnos fue el prejuicio antihospital en los primeros tiempos del desarrollo de
los centros comunitarios de salud mental. La desinstitucionalización de los
decenios de 1950 y 1960 en Estados Unidos y el desarrollo de los centros
136  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 7)
comunitarios de salud mental posee fundamento filosófico la creencia de que
podía tratarse desde el principio a los individuos en los centros de salud mental
y en sus propias comunidades y, por tanto, se prevendría su hospitalización. El
movimiento del centro comunitario de salud mental fue, en cierto sentido, no
sólo un movimiento antihospital sino también antípsiquiátrico. Muchos
hospitales diurnos se consideraban a sí mismos casi como adversarios de las
unidades para internamiento. La hospitalización se consideraba como algo que
destruía el espíritu y alienaba de la sociedad a enfermos mentales.
Zwerling y Wilder (1964) encontraron que la hospitalización diurna era una
alternativa apropiada a la hospitalización de 24 horas para enfermos mentales
graves. Su estudio mostró que, de hecho, se aceptó para tratamiento en el hospital
diurno a dos tercios de un grupo de pacientes internos de reciente admisión que se
asignaron de manera aleatoria a dicha forma de hospitalización. Al tercio restante
se le rechazó y se le dio tratamiento con una base de internamiento. De los
pacientes a los que se aceptó en el hospital diurno, tres quintas partes nunca
requirieron ingresar en el servicio para pacientes internos. Estos estudios parecieron promover la idea de que la hospitalización no era apropiada o, al menos, no
era necesaria para muchos pacientes. De alguna manera esta idea generó una
división creciente entre hospitales diurnos y unidades para internamiento que
existe hasta el momento. Cada programa parece poseer su propio terreno y aún
existen muchas indicaciones de que se subutiliza al hospital diurno.
Es probablemente cierto que las fortalezas de los pacientes se enfatizan
más en el hospital diurno, que requiere de participación más activa de parte del
enfermo desde un inicio. Este énfasis en la fortaleza puede ser productivo y útil
para pacientes que son capaces de responder a estas expectativas y puede
contrarrestar los efectos negativos potenciales de la hospitalización completa:
regresión, dependencia y aislamiento.
Astrachan y colaboradores (1970) delinearon diversas tareas primarias del
hospital diurno: 1) proporcionar una alternativa a la hospitalización de 24 horas;
2) brindar un ambiente de cuidado transitorio que tenga la t area de facilitar el
reingreso de los pacientes antes hospitalizados a la comunidad y 3) suministrar
una estructura que dé aquellos servicios psiquiátricos que la comunidad define
como una necesidad pública primordial.
Una vez que el hospital diurno define su tarea principal, puede avanzar
entonces en el proceso de decidir qué tipo de tratamiento, personal y otros
programas pueden necesitar. Por ejemplo, al diseñar un hospital diurno como una
alternativa a la hospitalización de tiempo completo, es importante proporcionar
una variedad de tratamientos que se incluyen en el hospital psiquiátrico tradicio nal. Son importantes los programas que enfatizan el tratamiento grupal, la terapia
familiar y la medicación. También, la fácil disponibilidad de una unidad
hospitalaria es, de manera obvia, algo esencial para estos programas. Los hospitales diurnos que tienen la tarea principal de facilitar la transición del paciente a
la comunidad, necesitan programas bastante diferentes. Por ejemplo, en este
programa se pone gran esfuerzo en las actividades de resocialización y rehabili-
Grupos en el hospital diurno  137
tación, incluso programas vocacionales. Existe una menor necesidad de intervención
médica en este ambiente.
AMBIENTE "GRUPAL"
El concepto de Maxwell Jones (1953) acerca de "la comunidad terapéutica" se
desarrolló en hospitales psiquiátricos pero pronto dominó a los hospitales
diurnos. Este autor enfatizó la alteración de las barreras tradicionales entre
personal y pacientes al hacer que los pacientes tengan una participación más
activa en el desarrollo de sus programas de tratamiento y en la operación en
curso de las unidades hospitalarias. Este mayor relieve en la importancia del
ambiente social del hospital se ha trasladado a los hospitales diurnos.
La mayor parte de los hospitales diurnos, a través de esfuerzos como la de la
comunidad terapéutica y el uso de grupos y actividades de gobierno de parte de
los pacientes, acentúan la importancia de la pertenencia de los pacientes a un
grupo y a una cultura dentro del hospital diurno. Se ha puesto considerable
interés en ayudar a los pacientes de reciente admisión a integrarse a la
comunidad, en asistir a aquellos que serán dados de alta a que se preparen para
irse y en ayudar al grupo completo a que experimente sus propias reacciones a
las entradas y salidas. Un problema muy importante de la mayoría de los
pacientes con incapacidades psiquiátricas tiene que ver con su aislamiento. El
medio terapéutico del hospital diurno intenta hacer que el paciente participe en
encuentros sociales productivos.
ENFOQUES DE GRUPO
Varios autores han intentado desarrollar una perspectiva teórica concerniente al
uso de los grupos en los programas de hospitalización parcial. Fidler (1975)
describió el desarrollo de grupos multimodelo dentro de un hospital diurno en los
que el interés se ponía en el mantenimiento de la integridad de un grupo pequeño
a lo largo de todo un día en el programa de tratamiento. Los pacientes se
trasladaban de un grupo a otro a lo largo del día. El grupo al que se asignaba al
enfermo en el momento de la admisión se mantenía con la misma membresía y el
paciente permanecía dentro de este grupo hasta su alta. Fidler consideraba que
esto proporcionaba un alto nivel de máxima cohesión en la experi encia de
tratamiento grupal. DiBella y colaboradores (1982) afirmaron que, "por definición, los programas de hospitalización parcial son un grupo y el uso de éste como
método de tratamiento implica cierta creencia teórica acerca del origen de los
138  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 7)
problemas psicológicos y de la mejor manera en que puede hacerse una aproximación hacia ellos dentro del tratamiento" (página 59). Estos autores listan las
ventajas del tratamiento grupal:
1. El individuo tiene la oportunidad de recibir apoyo no sólo de parte del
terapeuta sino también de otras personas.
2. Los grupos dan mayor oportunidad de que se reduzcan las interacciones cuyo
funcionamiento es inapropiado (es decir, timidez, silencio y retraimiento) con
personas que no son psicoterapeutas profesionales.
3. El grupo proporciona una excelente oportunidad para la prueba de
realidad.
4. Los grupos brindan una oportunidad inmediata para el procesamiento
individual de la información reciente que se ha dado dentro del grupo.
5. Los grupos suministran una oportunidad para la experimentación y práctica en
la toma de diversos roles.
6. La experiencia de grupo proporciona múltiples modelos conductuales con los
cuales pueden identificarse los miembros del grupo.
7. Es fuerte la orientación de realidad en el grupo, debido a que las transferencias
se mantienen bajo control.
8. Existe cierta disminución de las reacciones de contratransferencia por medio
del uso del método de tratamiento grupal.
9. Los grupos permiten la conservación de los recursos económicos y mayor
eficiencia del tiempo del personal.
DiBella y colaboradores (1982) también discutieron la ventaja de los "grupos
interconectados", una serie de eventos de grupo que ayudan a que se intensifique
el tratamiento y proporcionan una variedad de experiencias para el paciente. Los
grupos interconectados podrían incluir grupos de diversos tamaños, vocacionales,
de arte y música y diversos grupos sociales y recreativos.
DeChant y Heil (1982) intentaron desarrollar un marco teórico para la
planificación de los grupos en los programas de hospitalización parcial. Describieron un programa en el que grupos psicoterapéuticos de muchos niveles
funcionan como un núcleo integrador para una diversidad de habilidades
terapéuticas. Washburn y Conrad (1978) describieron una variedad de programas
grupales dentro de una estructura de hospital diurno que incluyen grupos con
enfoques recreativos, sociales, de rehabilitación y psicológicos.
Casi cualquier tipo de grupo es posible dentro de un hospital diurno. Los
grupos pueden ir desde los grupos terapéuticos expresivos, orientados al insight,
hasta los de tipo educativo o con una orientación bien definida a la tarea. Por
ejemplo, un grupo de tarea podría enfocarse en el desarrollo del conocimiento
acerca de agencias comunitarias o el aprendizaje de un oficio o de habilidades
en la cocina. Otros grupos tal vez tengan una naturaleza puramente social o
recreativa, como los grupos de ejercicio o voleibol y boliche. Se puede enseñar a
algunos grupos de manera educativa y pueden incluirse clases acerca de los
efectos secundarios de los medicamentos, programas de orientación en
Grupos en el hospital diurno  139
habilidades de búsqueda de empleo o clases sobre sexualidad. La dificultad
reside en conocer qué tantos y qué tipos de grupos se necesitan en un determi nado hospital diurno. Sin embargo, es claro que el tratamiento enfocado en el
grupo es uno de los apoyos principales de los hospitales diurnos
PSICOTERAPIA DE GRUPO
La terapia grupal es un método por excelencia para el hospital diurno en cuanto
a que los grupos reproducen de manera clara los problemas con los que se
enfrentan los pacientes—miembros en su vida cotidiana. La problemática
central en todos estos grupos es el de la dependencia contra la autonomía. La
terapia de grupo ofrece un entorno sociopsicológico en el que estos problemas
pueden ?tenderse con los compañeros.
Con frecuencia, los hospitales diurnos tienen como uno de sus principales
propósitos facilitar la transición a la vida comunitaria. De aquí que los pacientes
participan en luchas no sólo por separarse de la experiencia del hospital donde se
sintieron atendidos de manera segura, sino también por comenzar a asumir de
manera gradual un conjunto de tareas vitales adultas. Los hospitales diurnos
proporcionan oportunidades estimulantes para estos individuos, quienes tal vez
sean pacientes de medio tiempo y ciudadanos de medio tiempo para la sociedad
en su conjunto. Este estatus les da muchas oportunidades para practicar los
intentos de individuación (Crafoord, 1977). Crafoord describió la atmósfera de
un hospital diurno para adolescentes, en Suecia, que es similar al fenómeno
psicológico de un objeto transicional como lo describió Winnicott (1953). Los
pacientes saben que existe el hospital diurno y que pueden entrar y después salir,
con lo que obtienen fuerza a través del tiempo. Esto brinda una poderosa
herramienta para la maduración. Como afirmó Crafoord (1977):
los miembros del personal en el hospital diurno, o aún la estructura física
en si, se vuelven un objeto transicional para el paciente —una imagen
materna sin las características amenazantes de la madre verdadera, un
objeto al que el paciente puede amar, interponer, arrojar de un lado al
otro, escupir y tomar de nuevo. Ofrece la posibilidad de volver a actuar
la experiencia de separación una y otra vez, con lo que se posibilita que
las imágenes del sí mismo y objetales se integren en límites del yo para
adquirir estabilidad. (página 395)
En grupos de 8 a 10 pacientes, con frecuencia con un coterapeuta, los pacientes
observan un conjunto de conductas que se relacionan con sus incitaciones de
independencia. El grupo tiene la oportunidad de observar a un nuevo miembro que
entra, quien puede haber dejado hace poco el hospital, y que aún puede estar
140  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 7)
luchando con la ansiedad acerca de su inminente separación del personal del
hospital, al igual que la preparación de otros miembros que están casi listos para
irse del hospital diurno. Este último grupo son individuos que en general han
adquirido gradualmente responsabilidades como un empleo, un departamento,
escuela y nuevas relaciones. Con una buena mezcla de pacientes en ambos
extremos del espectro, estos grupos proporcionan una poderosa oportunidad para
que los pacientes observen las conductas entre sí, como si vieran en muchos
espejos mientras que examinan sus propias dificultades. El grupo de pacientes
asume un fuerte rol para proporcionar apoyo y retroalimentación a sus miembros. Una de las maneras en las que los pacientes asisten a otros enfermos tiene
que ver con la vigilancia del tratamiento. Los pacientes se hacen conscientes del
potencial de cada uno hacia las preocupaciones suicidas, para no obedecer las
órdenes de medicamentos, para el retraimiento y para todo un conjunto de
conductas sintomáticas. El grupo de pacientes es capaz de detectar con rapidez
estos síntomas y atenderlos de manera activa como una parte del tratamiento.
Los siguientes ejemplos de caso ilustran qué tan efectivos son los miembros para
confrontar a otros:
Caso 1
A la señorita A, una joven mujer con personalidad límite que solía tener
grandes dificultades con sus fines de semana, la confrontó otro miembro
acerca de si había estado bebiendo e ingeriendo drogas en el fin de semana.
A pesar de que, de inicio, se mostró enojada por la confrontación, la
señorita A comenzó a llorar e indicó que había tenido un fin de semana
particularmente difícil y que se había sentido perdida y confusa. Otros
pacientes se unieron a la discusión y la desafiaron a que planificara de
manera más cuidadosa sus fines de semana y a que utilizara los servicios de
apoyo disponibles. El grupo le sugirió también que podría requerir una
corta rehospitalización para tomar el control sobre sí misma.
Caso 2
En otro grupo, el señor 8, un joven que recientemente había dejado el
hospital después de una grave depresión y de un intento de suicidio,
volvió a describir la discusión que había tenido con su padre en cuanto al
dinero. Otros miembros platicaron sobre dificultades similares e indicaron
qué tan difícil era depender de los propios padres y al mismo tiempo ser
un adulto y un paciente psiquiátrico.
El tema en los casos 1 y 2: la dolorosa dependencia que implica ser un paciente: es
un tema recurrente e interminable en estos grupos debido a que los pacientes
psiquiátricos jóvenes, sanos en un sentido físico y adultos, están en particular
propensos a experimentar culpa extrema acerca de tener que permanecer en una
Grupos en el hospital diurno  141
relación dependiente con sus padres. También, a los pacientes en estos grupos
se les puede haber hospitalizado juntos y haberse observado unos a otros
atravesar por episodios de regresión grave. Esto los puede ayudar a que compartan
muchas experiencias de las cuales se sienten profundamente avergonzados. Los
grupos se vuelven útiles en particular para asistir a que los miembros evalúen su
disponibilidad para tomar nuevos pasos como dejar en albergue, comenzar trabajo
voluntario, contemplar la posibilidad de ir a la escuela, obtener un empleo o mudarse
a un departamento. La membresía puede elaborar y volver a elaborar todos estos
pasos hacia la autonomía.
Estos grupos proporcionan una función muy valiosa para los miembros durante
periodos de crisis. Si es posible, el paciente debe regresar a su grupo de
terapia del hospital diurno mientras esté hospitalizado. Los miembros en el
grupo pueden enfocar su atención en los incidentes que condujeron a la
hospitalización. También, no es necesario que el paciente pierda su membresía
debido a que se le haya vuelto a hospitalizar y esto facilita el traslado de
regreso al hospital diurno.
Debido a que muchos pacientes en el hospital diurno son vulnerables a
regresiones episódicas, es particularmente útil que los grupos exploren el con junto de problemas que es posible que conduzcan a una crisis, Todos los
miembros del grupo tienen una oportunidad para aprender acerca de la "pre vención" de crisis. Es este tipo de situaciones donde no es posible que el
paciente continúe en el grupo mientras que está hospitalizado de nuevo, los
miembros consideran la pérdida de un compañero de grupo como un evento
traumático del cual no pueden obtener una buena comprensión a menos que el
paciente continúe dentro del grupo mientras está internado o que regrese poco
después de que se le dé de alta. Las realidades como la re hospitalización
debido a una crisis son parte de la vida cotidiana de muchos pacientes
psiquiátricos y tener una oportunidad para evaluarlas en el entorno del hospital
diurno es una experiencia constructiva única.
Los pacientes en los grupos terapéuticos dentro del hospital diurno tienen
muchos contactos entre sí en diversas actividades grupales de otro tipo. Lejos del
hospital diurno pueden reunirse en términos sociales o, con frecuencia, pueden
aún vivir juntos en ambientes como albergues. Los grupos proporcionan a los
pacientes una oportunidad para atender los problemas de relación en sus
comunidades. Se puede alentar a los enfermos a sacar a relucir los problemas que
han sucedido en sus relaciones con otros pacientes. Por ejemplo, un paciente pudo
haber buscado a otro individuo cuando sentía deseos de suicidarse y haber
recibido ciertos consejos. Estas intervenciones pueden discutirse en el entorno de
grupo y los pacientes aprender qué ha sido útil y qué no lo ha sido. El siguiente
ejemplo de caso ilustra la manera en que la conducta externa se discute dentro del
grupo y cómo puede ser benéfica para un miembro:
142  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Grupos en el hospital diurno  143
(Capítulo 7)
Caso 3
Varios miembros del grupo pudieron discutir con la señorita C un problema
que habían tenido con ella en el albergue, donde había estado llorando
mucho durante varios días y había buscado la atención de todos. Pudieron
atender de manera directa su frustración e irritación con ella y el hecho de
que no importaba lo que hicieran, parecía que no servía. Le dijeron que
parecía rechazar todo consejo y apoyo, como si intentara hacer que todos
en la casa fueran infelices. La paciente estaba sumamente sorprendida y
enojada al oír esto y en un brote de enojo abandonó el grupo. En muchas
de la1 siguientes sesiones, el grupo pudo continuar su discusión con la
señorita C acerca de la frustración que sentían por su incapacidad para
recibir ayuda y apoyo de parte de 'otros y, aun así, permanecer enojada y
sentirse excluida. Con el trabajo continuo del grupo, la señorita C pudo
llevar ese problema a su psicoterapeuta y elaborarlo con él, lo mismo que
en las reuniones familiares, donde, con frecuencia, se presentaba una
conducta similar entre la señorita C y sus padres.
En algunos hospitales diurnos existe una población mixta de pacientes con
enfermedades crónicas graves como esquizofrenia y estados límite quiénes funcionan
a un nivel más alto. Puede ser útil separar a los pacientes en grupos terapéuticos
de alto y bajo nivel de funcionamiento, como lo recomendó Yalom (1983) para
los grupos psicoterapéuticos con pacientes internos. Sin embargo, es posible
colocar pacientes de ambos niveles de funcionamiento en los mismos grupos, en
tanto los pacientes de bajo funcionamiento no presenten desorganización
psicótica que pueda trastornar al grupo y que la experiencia grupal no sea
demasiado estimulante para ellos. En estos grupos, se ha encontrado que los
pacientes menos enfermos pueden prestar mucho apoyo para promover la
asimilación de aquellos más enfermos dentro del grupo, con lo cual se promue ven niveles más altos de conducta y mayor socialización. Pero siempre debe
estarse alerta de que los que están más enfermos reciban protección en cierto
grado. En este caso, se requiere que el terapeuta represente un papel más activo.
Si existe una mezcla de pacientes de diversas edades, podría colocarse a los más
jóvenes en grupos diferentes con respecto a los pacientes mayores. De esta
manera, los enfermos se encuentran en grupos en los que las tareas vitales son
parecidas, a pesar de que los diagnósticos individuales varíen.
Rosie y Azim (1990) describieron la utilización de la psicoterapia dentro de
grandes grupos en un programa de tratamiento diurno en Edmonton, Canadá. Todos
los pacientes y el personal en este programa asistían diariamente a una reunión de un
gran grupo con un número total de 50 a 55 personas. El grupo se conduce "bajo la
premisa de que se refleja el enfoque que se toma en el programa total; es decir, la
promoción de un ambiente suficientemente bueno para que surja el trabajo
interpretativo y orientado al insight" (página 311). Un psiquíatra funciona como el
líder
designado
del
grupo
y
se
exploran
e
interpretan
dentro de este ambiente los fenómenos del grupo como—un—todo y los fenómenos de transferencia individual. Además, el programa utiliza otras formas de
tratamiento grupal. Estos autores consideran que el grupo grande puede ofrecer
ayuda particular a pacientes nuevos "para que permanezcan en el fondo mientras
que enfrentan la ansiedad y con ello aprendan que el grupo es seguro hasta que
estén listos para tomar riesgos y participar de modo activo en lugar de continuar
aprendiendo de manera deficiente" (Rosie y Azim, 1990, página 318). Sienten
que el entorno del grupo grande permite que surja una distribución de problemas
individuales y que los pacientes identifiquen con rapidez las preocupaciones
comunes. También, consideran que este ambiente de grupo grande constituye una
excelente oportunidad para que los profesionales en entrenamiento obser ven la
psicoterapia grupal en proceso.
ENFOQUES CONDUCTUALES
A pesar de que muchos hospitales diurnos operan dentro de un marco psicodinámico, otros utilizan técnicas de modificación conductual. Como lo afirmó
Eckman (1978), "la meta de las técnicas de tratamiento orientadas en términos
conductuales consiste en alterar los problemas primarios que presenta el paciente
más que obtener un cambio de manera directa en la personalidad o tratar los
conflictos subyacentes" (página 26). Estas técnicas conductuales pueden aplicar se en particular a muchos pacientes crónicos que están en gran posibilidad de
carecer de una amplia variedad de habilidades vitales cotidianas. Algunas de las
técnicas conductuales más comunes incluyen la especificación de metas indivi duales, entrenamiento en asertividad , desensibilización, en el control de la
ansiedad, economía de fichas y talleres educativos cuyo propósito consiste en
mejorar las habilidades de la vida cotidiana.
Liberman y colaboradores (1977) desarrollaron un programa diurno para
proporcionarle entrenamiento y habilidades sociales y de la vida cotidiana a los
pacientes. Se describió el programa como de entrenamiento en "efectividad
personal" y los pacientes aprendieron habilidades para mejorar la expresión de
afectos, iniciar y mantener conversaciones, llevar a cabo entrevistas de trabajo
y expresar emociones como tristeza, enojo, cariño, crítica y alabanza. En general,
el entrenamiento quincenal se llevó a cabo en grupos pequeños de 8 a 10
pacientes. Se dio a los pacientes mucha retroalimentación acerca de su mejoría y
de sus habilidades y se les alentó a practicarlas lejos de las sesiones de
entrenamiento. Lamb (1976), Hersen y Luber (1977) y Carmichael (1964) enfatizaron la enseñanza de habilidades que los pacientes en el hospital diurno podían
utilizar de manera activa en la vida diaria. DiBella y colaboradores (1982)
indicaron la importancia de una variedad de habilidades grupales para los
programas de hospital diurno y mencionaron la enseñanza de habilidades como
preparación de alimentos, cuidado de la salud, economía personal y hab ilidades
sociales. Parecen haber ventajas particulares en la conducción de este tipo de
144  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Grupos en el hospital diurno  145
(Capítulo 7)
entrenamiento en grupos pequeños con cuatro o cinco pacientes y uno o dos
miembros del personal. La membresía regular en el grupo disminuye la incomodidad entre los individuos y tiende a crear una atmósfera en la que las personas
pueden practicar lo que de otra manera podrían parecer conductas vergonzosamente
sencillas. Los pacientes en ocasiones pierden, de manera gradual algunas de sus
inhibiciones cuando se dan cuenta que otros sufren dificultades parecidas.
Griefen y Lawton (1979) describieron el desarrollo de grupos de padres en el
entorno del hospital diurno. Consideraban dos razones principales para iniciar estos
grupos: 1) para proporcionar apoyo e información a los padres y darles la
experiencia de que todos luchan con problemas parecidos y 2) para brindarles a los
padres información específica acerca del programa. Estos grupos eran cerrados, de
corto plazo y orientados en términos educativos.
GRUPOS BAJO MEDICACIÓN
GRUPOS DE ACTIVIDAD
Goldman (1987) y otros (por ejemplo, Perry, 1990) describieron el uso de los
grupos bajo medicación en el hospital diurno. Los pacientes en este tipo de grupos
pueden compartir síntomas, experiencias con diversos medicamentos, problemas
perturbadores con los efectos secundarios y dificultades potenciales con los
fármacos, por ejemplo, la disquinesia tardía. Estas discusiones facilitan la
obediencia y dan a los pacientes mayor control sobre su tratamiento. El siguiente
ejemplo ilustra la utilidad de este grupo para un paciente esquizofrénico:
Caso 4
señor D, un paciente esquizofrénico crónico de 37 años de edad,
admitió por primera vez escuchar voces, según lo que sabía cualquier
miembro del personal clínico. Después de escuchar a otros pacientes
hablar acerca de sus alucinaciones, compartió sus experiencias e indicó
que sentía un considerable alivio al tener la posibilidad de decir lo que>
sentía que era vergonzoso y humillante.
El
GRUPOS FAMILIARES
Debido a que no es poco común que los pacientes en los hospitales diurnos
vivan de manera simultánea con sus familias, es de particular importancia que
las familias se integren activamente al tratamiento. Henisz (1984) describió el
uso de la terapia grupal de familias múltiples en el entorno de hospitalización
parcial. Consideraba a este grupo como un puente entre el hospital y el mundo
exterior:
El paciente y su familia ya no pueden existir en aislamiento de su propio
subgrupo familiar; tienen que interactuar con personas en el exterior.
Debido a que estas personas exteriores se incluyen en el grupo, la prueba
de realidad es mayor, se comentan y confrontan las distorsiones y conductas aberrantes dentro de una familia individual y el grupo espera cambios
en la conducta (página 45).
Los programas de actividad para enfermos crónicos pueden utilizar grupos más
pequeños que lo común con tareas simplificadas que son de naturaleza repetitiva y
no muy demandantes.
Fullilove y colaboradores (1985) enfatizaron el valor de los grupos orientados a
la tarea para pacientes en el hospital diurno. La concentración y desempeño de los
individuos dentro de estos grupos mejoró de manera gradual, lo mismo que su
participación en el grupo. Los autores afirmaron que:
Los grupos orientados a la tarea se enfocan en las interacciones de los
miembros en el logro de una meta común. Se les puede encauzar a un
nivel apropiado dentro de una etapa del desarrollo. Así, se atiende al
estado regresivo del paciente con psicosis aguda a través de una actividad
que es sensoriomotora y que se lleva a cabo de manera individual, un
paralelo aproximado con el juego sensoriomotor temprano del recién
nacido. La estimulación del lenguaje, cognición y funcionamiento social es
una consecuencia de esta atención a los niveles primarios de la experiencia
del desarrollo. (Página 998).
En otro programa para enfermos mentales crónicos, Maniacci (1988) describió un
grupo de habilidades del lenguaje. El propósito de este grupo era "enseñarle a los
clientes las habilidades requeridas para la comunicación inteligible (tanto escrita
como verbal), enseñarles a diferenciar y organizar de mejor manera la entrada de
información y proporcionarles la oportunidad de practicar las interacciones
constructivas" (página 129). En este grupo, los pacientes participaban en el
desarrollo de habilidades básicas de escritura para "comunicar y procesar mejor la
información". Estudiaban gramática, redacción y lectura.
En otro interesante programa para pacientes psiquiátricos crónicamente
enfermos (Grillo—Di Demenico, 1990), se formó un grupo sobre temas educativos
ocupacionales para ayudar a que aprendieran preceptos ocupacionales básicos. El
programa analizaba negocios y organizaciones para ayudar a los pacientes a que
comprendieran qué se esperaba de ellos como trabajadores o como receptores de los
servicios sociales. Los autores sentían que estos enfermos no habían obtenido este
conocimiento y que la carencia de este tipo de información se sumaba a sus
fracasos en las negociaciones con diversas instituciones.
146  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Grupos en el hospital diurno  147
(Capítulo 7)
Piran y Kaplan (1990) desarrollaron un programa de hospital diurno para
pacientes con trastornos de la alimentación en Toronto, Canadá, que tenía un
fuerte énfasis en los grupos de terapia. De hecho, se evitaron en lo posible las
interacciones uno a uno con los pacientes y no se proporcionó psicoterapia
individual. La meta primaria del programa, que tuvo un éxito moderado, consistía
en normalizar la conducta de ingestión de alimentos.
Los miembros del personal que trabajan en los ambientes del hospital diurno
pueden sentirse como si siempre estuvieran en la línea de combate en
comparación con los miembros del personal de los ambientes para internos. El
personal del hospital diurno siempre tiene que estar alerta ante la posibilidad de
graves conductas regresivas como abuso de drogas o suicidio. Esto requiere un
grado de atención que se vuelve tensionante cuando existe un gran número de
pacientes dentro del programa que pueden presentar acting out en un momento
dado. Los equipos de hospital diurno necesitan tener muchas oportunidades para
procesar su trabajo con los pacientes lo mismo que para analizar sus propias
interrelaciones de modo que éstas no interfieran con el trabajo de los pacientes.
Las discusiones abiertas entre el personal son un componente esencial en
cualquier programa de hospital diurno que esté involucrado en el tratamiento
intensivo. Siempre existe un alto potencial para los problemas de
contratransferencia en el personal y la atmósfera que promueve que se compartan
los sentimientos y preocupaciones en una forma carente de juicio moral ayuda a
aliviar la ansiedad del personal y a evitar que éste actúe de maneras no
terapéuticas con los pacientes. En algunos programas de hospital diurno, el
personal lleva a cabo juntas periódicas de "proceso" en las que todos los asuntos
cotidianos se colocan a un lado y el personal examina sus propias relaciones
laborales. En ocasiones, si las dificultades se vuelven muy grandes para que el
equipo en sí las maneje, será necesario recurrir a asesoría externa. Esto debe
considerarse como una actividad aceptable, no como evidencia de fracaso. De
hecho, es esencial que el personal acepte que sus problemas tienen solución en
una discusión abierta, porque este es el modelo que se enfatiza en diversas
actividades psicoterapéuticas dentro del hospital diurno en sí. El siguiente ejemplo
de caso ilustra un grupo de proceso del personal:
Caso 5
En un equipo, uno de los miembros del personal había tomado para sí un
papel cada vez más significativo como el "hombre fuerte" que siempre
podía lidiar con los pacientes más difíciles. El líder del grupo, al igual que
otros miembros del personal, tendían a aceptar este concepto y con
frecuencia le asignaban los pacientes problemáticos a esta persona. Esto
dejaba a los otros miembros del equipo con un sentimiento de incapacidad
y devaluación, como si la mayor parte de la habilidad clínica residiera en
un individuo. En una serie de discusiones, el equipo reconoció el grado en
el que habían participado para calificar en exceso a un miembro
mientras que devaluaban a todos los demás. Esto condujo a una útil
redistribución de los pacientes y a considerable crecimiento en el equipo
completo. De inicio, el hombre fuerte se sintió menospreciado, pero
después indicó cuánto tanto alivio significaba para él que no siempre se le
viera como la principal fuerza dentro de un equipo. Compartió con sus
compañeros las experiencias en su familia en la que, de manera característica, todos dependían de él durante momentos de dificultad o crisis.
LÍMITES DEL HOSPITAL DIURNO
Con frecuencia, los hospitales diurnos son una parte o subsistema de un centro
completo de mayor tamaño y sus pacientes pueden utilizar los servicios en
muchos otros componentes del sistema. Éstos pueden incluir servicios de inter namiento durante periodos de crisis, programas para alcoholismo y drogadicción, clínicas para pacientes externos, clínicas de cuidado posterior y una gran
cantidad de instituciones comunitarias que proporcionan servicios a pacientes,
como asistencia pública, rehabilitación vocacional, centros psicosociales y
albergues. Los hospitales diurnos, debido a que residen dentro de sistemas más
amplios y, con frecuencia, más dominantes en un sentido fiscal, en hospitales y
comunidad, con frecuencia están sujetos a un gran conjunto de presiones
intergrupales y límites que afectan al personal, al programa y a los pacientes.
Por ejemplo, puede surgir un conflicto en el proceso de traslado de pacientes de
un ambiente de internamiento al del hospital diurno. ¿El personal del hospi tal
diurno controla este límite? ¿O el personal del hospital simplemente cambia a
los pacientes cuando siente que estos están listos para que se les transfiera? Si
el personal del hospital diurno no tiene ningún control sobre las admisiones y
decisiones acerca de a quién pueden tratar de mejor manera, es probable que se
sientan constantemente socavados y que sufran de una incapacidad para funcio nar de manera autónoma. El personal del hospital diurno puede considerar con
sospecha que el personal del hospital les manda sus pacientes no deseados o
puede proyectar sobre el personal del hospital sentimientos de incapacidad, con
lo que se aumenta el sentimiento de que el personal de internamiento los
devalúa. Los fenómenos intergrupales entre ambos grupos se vuelven
particularmente llamativos cuando existen traslados de pacientes difíciles,
como se ilustra en el siguiente ejemplo de caso:
Caso 6
Se transfirió a la señorita E, quién había sido paciente del hospital diurno
durante varios años, a la unidad para internos después de un periodo de
regresión debilitante. No había tomado sus medicamentos por más de una
148  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Grupos en el hospital diurne, II 149
(Capítulo 7)
semana. Con frecuencia, era agresiva y demandante y creaba
considerable tensión en la unidad para pacientes internos debido a su
actitud entrometida. Presionaba de manera constante para dejar el
hospital. Cuando la unidad para internamiento consideró que estaba
lista para irse, la refirieron al hospital diurno. Sin embargo, el personal
del hospital diurno sintió que todavía había importantes problemas sin
resolver con la paciente. El personal de internamiento acusó al personal
del hospital diurno de desear que regresara. A pesar de que el personal
del hospital diurno estaba consciente de su propia renuencia y
contratransferencia hacia esta paciente debido a que habían trabajado
con ella durante varios años, continuaron teniendo dificultad en aclararle
al personal de internamiento qué era en realidad lo que sentían que
necesitaba lograrse antes de que la paciente saliera del hospital. La
señorita E comenzó a llamar de manera repetida, en ocasiones hasta
tres o cuatro veces al día, a varios miembros del personal del hospital
diurno, con el intento de obligarlos a que la admitieran. Por último, el
personal del hospital diurno concluyó que no' responderían estas
llamadas sino que, en lugar de ello, le notificarían al personal de
internamiento acerca de la conducta de la paciente. Se sostuvieron
muchas reuniones entre el equipo del hospital diurno y el de
internamiento para arreglar los sentimientos que surgían en torno a esta
paciente en particular. Se logró un traslado exitoso de la paciente.
El hospital diurno se encuentra en una posición especialmente vulnerable. El
hecho de que muchos de sus pacientes provengan de las unidades para internos
implica que el personal del hospital diurno debe depender de esas unidades para
que les refieran a los pacientes. También deben actuar de manera responsable
para acelerar la trasferencia de los enfermos pero, al mismo tiempo, deben ser
suficientemente protectores de los pacientes como para reconocer si éstos pueden
tolerar el ambiente menos estructurado del hospital diurno. De aquí que se vuelva
muy importante que el personal del hospital diurno esté consciente de los
fenómenos intergrupales.
El manejo de las dificultades de límites mediante la creación de diversas
reglas, procedimientos y mecanismos de demora no funciona tan bien como la
participación en interacciones en los límites hacia decisiones en donde se obtenga
colaboración y satisfacción mutuas. Es justo con estos límites con los que el
paciente tiene que participar en su tarea de traslado de un grupo de personal para
encajar con otro grupo. Estos procesos de transferencia tienen un poderoso impacto
en los pacientes y pueden proporcionar oportunidades muy útiles para el
aprendizaje, siempre y cuando el personal esté consciente y se interese de manera
entusiasta cuando el enfermo analice sus reacciones a dicho cambio. Estar
consciente de algunos de sus propios problemas relativos al traslado puede auxiliar
al personal para ayudar a los pacientes a cambiar de un grupo a otro, y de un nivel
de tratamiento a otro, dentro de una continua atención.
En suma, el proceso de grupo y la terapia grupal representan un papel
principal en el desarrollo y sustentación del ambiente de tratamiento en el
hospital diurno. Para muchos pacientes, el modelo ofrece una alternativa bené fica en un momento vital muy difícil. •
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150  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
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Grupos bajo tratamiento
farmacológico
David W. Brook, MD
INTRODUCCIÓN
La terapia exitosa de las enfermedades mentales más importantes constituye un
reto monumental para la medicina y la sociedad modernas. Las técnicas actuales
resultan inadecuadas porque muchos pacientes reciben tratamiento deficiente o
no lo reciben bajo ninguna circunstancia. Una variedad de fallas económicas,
sociales y médicas contribuyen a la pasmosa falta de tratamiento. Primero, hay
menos instituciones estatales disponibles y los fondos para este propósito son
más insuficientes que nunca. Segundo, a pesar del enorme progreso en neurobiología en los últimos 15 a 20 años, aún son muy poco conocidos los aspectos
biológicos de las principales enfermedades mentales. Tercero, en grandes grupos
de pacientes ha sido difícil obtener y mantener el acatamiento para los regímenes
terapéuticos recomendados. Cuarto, los métodos actuales de tratamiento han
resultado inadecuados para muchos enfermos que continúan siendo intratables
con psicofarmacoterapia, a pesar de los rápidos avances en el campo. Por último,
debido a los problemas con los fondos y la distribución laboral, ha sido difícil
cfue se extiendan los beneficios de los tratamientos más modernos a un gran
porcentaje de pacientes enfermos, pobres y de difícil acceso.
(a) Este capítulo se basa en el trabajo realizado en la Clínica Psiquiátrica del Mount Sinai
Medical Center, Nueva York, Nueva York.
151
152  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 8)
Existe aún un gran número de pacientes cuyo tratamiento es inadecuado. Estos
enfermos, son más notorios en las grandes ciudades, donde las políticas de
desinstitucionalización, atención deficiente y programas de tratamiento con fondos
insuficientes hacen que exista en las calles una presencia creciente, obvia y
perturbadora, de estos individuos. Se ha estimado que es probable que hasta dos
terceras partes de la población de indigentes sufra de enfermedad mental (Lamb y
colaboradores, 1992).
Debido al gran número de pacientes atendidos de manera inadecuada o de
difícil acceso, la clínica psiquiátrica del Mount Sinai Hospital en Nueva York ha
vuelto a introducir una manera novedosa de tratamiento grupal para aquellos
bajo tratamiento farmacológico, que se encuentran gravemente enfermos. En este
capítulo, se describen estos grupos bajo medicación y las experiencias que se
han tenido con ellos; también se discute la razón teórica fundamental que los
sustenta, las técnicas para estos grupos y su uso. A pesar de que se está
consciente de las limitaciones inherentes para cualquier programa dado, éste se
describe como un modelo que puede modificarse o extenderse a otros sistemas
según sea apropiado. Se hace referencia a otros modelos en las "Lecturas
adicionales" al final de este capítulo.
REVISIÓN DE LA LITERATURA E HISTORIA BREVE
La psicoterapia de grupo se ha utilizado por decenios para proporcionar tratamiento a pacientes psiquiátricos externos con enfermedades crónicas y graves
(Battegay y von Marschall, 1978; Hellerstein y Meehan, 1987; Lesser y Friedman,
1980). Sin embargo, la combinación deliberada de los grupos con la psicofarmacoterapia no obtuvo popularidad sino hasta el decenio de 1970. El desarrollo de
medicamentos más efectivos ha sido clave en la creciente cantidad de atención
que se le ha prestado a este formato. También, un factor vara ello fue la
adaptación exitosa de las técnicas de grupo para el tratamiento de pacientes bajo
medicación en las unidades para internamiento (Kanas y colaboradores, 1980;
Kibel, 1987; Rice y Rutan, 1987; Yalom, 1983))
Los primeros experimentos con grupos bajo medicación y tratamiento de
grupo para enfermos mentales graves intentaron la gratificación de las necesidades de dependencia oral en el entorno de grupo, a través de la alimentación y
administración de medicamentos. Su meta incluía menor aislamiento, incremen to
en comunicación y mejoría de la expresión emociona+ (Isenberg y colaboradores, 1974; Payn, 1974). Otros investigadores utilizaron los grupos para vigilar
De importancia particular es el trabajo de Hogarty y colaboradores (1974) acerca del
desarrollo de técnicas psicoeducativas y de socioterapia.
1
Grupos bajo tratamiento farmacológico  153
el uso de medicamentos en los pacientes. A pesar de que estos grupos discutían
problemas cotidianos, un residente psiquiátrico verificaba de manera individual
los medicamentos de cada enfermo (Alden y colaboradores, 1979; Covi y
colaboradores, 1976; Malhotra y Olgiatf, 1977; O'Brian, 1977). Los diagnósticos
eran heterogéneos y a los grupos se les conducía relativamente sin estructura.
Cohen y Amdur (1981) desarrollaron más la técnica de grupo al emplear este
ambiente para educar a los pacientes acerca de los medicamentos y, con ello,
evitar los procesos interpersonales de grupo. Los investigadores posteriores
combinaron la medicación con el apoyo de grupo para que aumentara la
autoidentidad y los líderes de grupo realizaban role playing para que
disminuyera la ansiedad de los síntomas psicóticos (Larkin, 1982; Moffic, 1982).
Diamond y Little (1984) hicieron que los pacientes compartieran experiencias
acerca de los medicamentos en un entorno grupal no estructurado, mientras que
validaban y hacían prueba de realidad. También utilizaron el entorno para dar
una disertación psiquiátrica acerca de los medicamentos a la que le seguía un
periodo de preguntas y respuestas.
Lejos de tener una sóla doctrina aceptada, muchos autores han discutido y
refinado la combinación de los medicamentos con la psicoterapia en varios
ambientes (Beitman y colaboradores, 1984; Gutheil, 1982; Karasu, 1982; Kymissis, 1978; Ostow, 1983). Astigueta (1983) y Ostow (1979) analizaron la combinación de psicoterapia grupal con la psicofarmacoterapia desde un punto de vista
psicodinámico. Rodenhauser (1989) observó la posibilidad de engendrar la
negación grupal y la agresión cuando se utilizan medicamentos en los grupos. Por
el contrario, Fink (1989) indicó un reconocimiento cada vez mayor entre los
profesionales en cuanto a los beneficios para los pacientes de los tratamientos y
enfoques combinados y señaló los prejuicios en contra del uso de estas técnicas.
RESISTENCIA AL USO DE GRUPOS BAJO
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO
Los grupos con medicación no se utilizaron mucho en el pasado debido a diversas
malas interpretaciones básicas. Algunos terapeutas los percibían como poco
exitosos y otros como demasiado difíciles de conducir. En la mayor parte de los
casos, las dificultades no surgían del programa del grupo sino de las técnicas
deficientes.
Un error común y debilitante que disminuía la efectividad del grupo era
que, a pesar de que los medicamentos se aplicaban de manera concurrente a los
pacientes dentro de los grupos, el centro de interés de la sesión continuaba en los
procesos e interacciones grupales, más que en los medicamentos o en las
interacciones del grupo en cuanto a ellos. Por lo común, en estos grupos muchos
pacientes no estaban bajo el mismo tratamiento farmacológico y algunos no
154  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
recibían ningún medicamento. Por tanto, no se incrementaba el acatamiento lo
suficiente como para un tratamiento efectivo (Boza y colaboradores, 1987).
Además, en general el uso de medicamentos se consideraba de manera errónea
como algo adjunto a la psicoterapia de grupo, más que como el tratamiento
primario o del mismo valor que en realidad era para muchos pacientes. Esta
actitud de los terapeutas y de los pacientes también tuvo un efecto adverso sobre
el acatamiento.
Por muchas razones, con frecuencia los pacientes psiquiátricos gravemente
enfermos tienen dificultades para tomar medicamentos efectivos en un horario
preestablecido (Babiker, 1987). Algunos pacientes experimentan efectos secundarios
incómodos, como son síntomas de parkinsonismo. En un punto extremo, unos
cuantos pacientes en ocasiones presentan trastornos del movimiento como
disquinesia tardía, acatisia o distonía. Muchos pacientes sienten que se les rechaza
o que no se les atiende a pesar de los mejores esfuerzos de tratamiento y pueden,
por este motivo, tomar de manera incorrecta los medicamentos o no tomarlos. Otros,
en particular aquellos que sufren de trastornos psicóticos, con frecuencia incluyen a
sus médicos o líderes grupales, a otros miembros, a sus medicamentos
o a ambos, dentro de sus delirios paranoides y creen que las personas y los
medicamentos son parte de un complot para dañarlos. Por último, ciertas
creencias y actitudes socioculturales pueden prestarle apoyo a la resistencia del
paciente para que tomen los medicamentos como están prescritos.
METAS DE LOS GRUPOS BAJO TRATAMIENTO
FARMACOLÓGICO
Las metas de los grupos bajo medicación consisten en:
1.
Grupos bajo tratamiento farmacológico  155
(Capítulo 8)
Combinar la psicoterapia de grupo con la farmacoterapia para que se
incremente el acatamiento del paciente con respecto a los medicamentos y para
que disminuyan los incidentes de re hospitalización.
2. Proporcionar una evaluación cercana y continua a grandes números de
pacientes acerca de los medicamentos y hacerlo de tal manera que se realice un
mejor uso del tiempo del personal y se llegue a más enfermos.
3. Ayudar a los pacientes a que aprendan más acerca de los efectos principales
y secundarios de los medicamentos.
4. Brindar un foro para la discusión de los medicamentos y del riesgo de una
recaída.
5. Presentar los medicamentos como el medio primario mediante el cual los
pacientes obtendrán y establecerán control sobre sus vidas.
6. Educar a los pacientes acerca de sus enfermedades.
7. Discutir aspectos para enfrentarse con los aspectos tensionantes de la vida diaria.
8.
Disminuir el aislamiento del paciente e incrementar la socialización a través
de la práctica de habilidades de interacción en un entorno grupal.
9. Suministrar un ambiente de interacción catártica y de apoyo para que los
enfermos expresen sus sentimientos.
10. Proporcionar un ensayo de psicoterapia de grupo para permitir la transición.
eventual de los pacientes apropiados a grupos terapéuticos más dinámicos.
PLANIFICACIÓN DEL TRATAMIENTO Y
SELECCIÓN DE PACIENTES
El equipo de tratamiento evalúa a nivel diagnóstico a cada paciente de acuerdo
con los criterios del DSM—lll—R (American Psychiatric Association, 1987)
para lograr una comprensión integrada de la capacidad de cada paciente para
funcionar dentro de un entorno de tratamiento grupal y beneficiarse de él. Se
examinan los aspectos psicodinámicos, educativos, sociales, familiares,
psicobiológicos—genéticos y fenomenológicos de la vida de cada paciente.
También se estudian los antecedentes de tratamientos previos, en especial las
respuestas que tuvo a los medicamentos y a la terapia de grupo. Con frecuencia,
son útiles las evaluaciones neuropsicológicas y de otro tipo antes de iniciar al
paciente dentro del grupo.
En este punto, el equipo de tratamiento formula un plan de terapia para
cada paciente con base en la evaluación de las dimensiones que se resumieron
con anterioridad. Las decisiones acerca de cuál paciente se une a qué grupo se
realizan durante las primeras sesiones individuales en las que se prepara a
cada sujeto. Además tic la selección del grupo que de manera más probable es
el adecuado (o, como quizá suceda, o ningún grupo), el equipo de tratamiento
puede recomendar terapia individual concurrente a corto o largo plazo,
rehabilitación vocacional u otras experiencias de socialización. Se realiza una
evaluación rigurosa para recomendar medicamentos específicos y pruebas
apropiadas de laboratorio.
La decisión concerniente a la colocación de cada paciente en un grupo
en particular se basa principalmente en qué es lo que más le beneficia a ese
individuo, pero el equipo de tratamiento también considera cuáles pacientes
se "adaptarán" mejor a cada grupo con una desorganización mínima de los
procesos grupales y con menores efectos de detrimento para los miembros
del grupo. Se consideran las cualidades y habilidades profesionales de los
líderes específicos de cada grupo, en especial en términos de comprensión y
guía de las interacciones grupales. Algunos líderes de grupo interactúan de
manera más terapéutica con ciertos tipos de enfermos y grupos (le pacientes
que con otros.
156  Psicoterapia de grupo en In práctica clínica
(Capítulo 8)
En Mount Sinai, todos los pacientes externos para los que la
psicofarmacoterapia es una modalidad principal de tratamiento se colocan en
grupos bajo medicación a menos de que existan contraindicaciones especí ficas.
En la mayor parte de los casos, los grupos se componen de pacientes con
diagnósticos similares. A pesar de que los agrupamientos de pacientes de
acuerdo con criterios diagnósticos similares parece ser lo más efectivo, esto
necesita someterse a prueba bajo criterios empíricos. La práctica en Mount Sinai
ha consistido en tratar a pacientes con esquizofrenia y con trastornos afectivos en
diferentes grupos. Todos los pacientes en cada grupo tienen el mismo
diagnóstico y todos están bajo medicamentos similares.
ORGANIZACIÓN GRUPAL
Todos los grupos aceptan nuevos pacientes a medida que éstos ingresan a la
clínica, con lo que se logra una asistencia constante de entre 12 y 15 miembros
en cada reunión semanal. Se pueden unir al grupo algunos pacientes con
tratamiento a corto plazo pero, debido a que los grupos son a largo plazo, es
necesario un conjunto crítico de al menos seis o siete pacientes con tratamiento
a largo plazo, en especial si se considera la poca asistencia a la mayor parte de
las clínicas. Debido a que se programa a los pacientes para que asistan sólo
cada• tercera o cuarta semana, y debido a que la asistencia en ocasiones es
irregular, el número total de pacientes en cada grupo —digamos, el grupo de
esquizofrénicos del jueves a las 10 de la mañana— se determina en cerca de 60
personas. Los grupos contienen varones y mujeres y los miembros varían
ampliamente en cuanto a edad, desde los 20 años en adelante. A pesar de que
Mount Sinaí no ha intentado aún el empleo de grupos de adolescentes bajo
tratamiento farmacológico, parece probable que estos grupos se limiten por
edad debido a los problemas especiales del desarrollo que surgen cuando se da
tratamiento a niños y adolescentes.
Todos los grupos de esquizofrénicos se reúnen en un mismo día y todos los
grupos para aquellos con trastornos afectivos lo hacen en otro, de modo que los
pacientes en la sala de espera ven a otros individuos con diagnósticos similares,
lo mismo que a otras personas dentro de su grupo. El conocimiento de que se
trata de la misma manera a otros sujetos con síntomas y enfermedades parecidas
es, en sí mismo, terapéutico y de apoyo. En las discusiones grupales en sí, los
pacientes aluden con frecuencia a personas y eventos que observan en la sala de
espera.
A cada grupo lo conducen dos o tres colíderes, incluso uno o dos residentes
psiquiátricos y una enfermera psiquiátrica o trabajador social. Los líderes conducen
varias sesiones (le grupos diferentes en una base semanal. Cada miembro atiende a
una sesión grupal de una hora, una vez cada tres o cuatro semanas. El
Grupos bajo tratamiento farmacológico  157
programa es flexible y lo determinan los líderes. (Para más información en cuanto al
programa de grupo, véase Capítulo 4).
Debido a que los pacientes en ocasiones asisten de manera irregular e
inconsistente a los grupos siempre y cuando vayan con una frecuencia mínima,
los líderes deben aprender a moderar la presión inevitable sobre la cohesión e
identidad grupal que se presenta cuando se cambia la membresía cada semana.
Con el tiempo, todos los miembros de un grupo —por ejemplo, aquellos que
pertenecen al de esquizofrénicos de los jueves a las 10 am llegan a conocerse
entre sí.
Es aconsejable que se limiten el número de integrantes con problemas
psicogeriátricos dentro de cada grupo. Otra contraindicación relativa incluye
intentos activos de suicidio, actos violentos, nivel alto de farmacodependencia,
psicosis aguda o incapacidad para cuidar de sí mismo (es decir, suficientemente
grave para que se requiera la hospitalización). Estas contraindicaciones son
contingentes a las necesidades y capacidades del paciente y del grupo en
particular. Sin embargo, debe señalarse que la conducta que se desvía en gran
medida de la norma grupal se vuelve el foco de la resistencia y es probable que
interfiera con el acatamiento y los procesos grupales.
PREPARACIÓN DE LOS PACIENTES
Para ayudar a los pacientes a tener éxito en el programa se les prepara de manera
cuidadosa en dos o tres sesiones individuales antes de que inicien con la terapia
de grupo. Se discute el contrato terapéutico con cada uno de los pacientes (lo
mismo que de manera colectiva en el grupo), pero con énfasis diferentes que en el
contrato para terapia grupal psicodinámica. Se detalla de modo explícito la
importancia de tomar los medicamentos como se han prescrito.
A los pacientes se les dice que está prohibido el contacto físico de cualquier
tipo entre los miembros del grupo. Se alienta la confidencialidad del material que
surge durante las sesiones, pero debe aclarársele a los enfermos que los miembros
del personal pueden discutir los problemas y mejorías de los pacientes con otros
integrantes del personal. A los pacientes se les dice que siempre hay
disponibilidad de sesiones individuales durante el tiempo que asisten al grupo
según lo consideren necesario los líderes o el enfermo. Por último, se instruye a
los pacientes acerca de la necesidad de que continúen el tratamiento medicamentoso para unirse y permanecer dentro del grupo. Se aclaran en este punto los
detalles acerca de las prescripciones, efectos secundarios, pruebas de laboratorio y
la expectativa de que los pacientes discutirán el uso de medicamentos y sus
sentimientos hacia ellos. Los pacientes requieren instrucción acerca de la parti cipación apropiada en el grupo. Se les debe alentar a que escuchen a sus
158  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 8)
compañeros de grupo (no sólo al personal) y a que respondan de manera sincera y
atenta unos a otros.
PRIMERAS SESIONES GRUPALES
Durante la primera sesión grupal, el líder debe establecer, de preferencia cerca
del principio, que la principal razón para que cada miembro se encuentre dentro
del grupo es que cada uno toma medicamentos como una parte integral del
tratamiento. El líder debe afirmar después que los medicamentos han resultado
efectivos para el tratamiento de sus enfermedades y que se espera que le ayude a
cada integrante a mejorar en términos sintomáticos, en el funcionamiento
interpersonal, en sus relaciones y en la calidad de vida. El uso consistente de un
enfoque orientado en un sentido médico, como el que se describe, debe
incrementar la cohesión grupal y enfocarse en la necesidad de tomar de manera
correcta los medicamentos. Una técnica consiste en hacer que cada paciente o el
líder mencione los medicamentos que cada uno toma. Si se sigue este esquema
de acción, el proceso grupal puede atravesar por regresión, pero para los
pacientes que ya están en un estado bastante regresivo, es posible que este
proceso engendre confianza de que el líder sabe cómo ayudar a las personas. El
resultado para estos pacientes quizá sea un incremento en el sentido de apoyo de
parte del grupo. Estos enfermos son más dependientes, enfocados hacia el líder y
son menos capaces de relacionarse entre sí de una manera interactiva de lo que lo
son los pacientes en los grupos en general, menos protectores, para pacientes
externos. En sesiones posteriores, las interpretaciones e intervenciones pueden
dirigirse hacia la reducción gradual de la dependencia de los pacientes en el líder
y a la incrementación de las interacciones grupales. Sin embargo, el grupo
siempre permanecerá enfocado sustancialmente hacia el líder.
PREOCUPACIONES DEL PACIENTE
Una de las primeras preocupaciones de los pacientes que surge dentro del grupo
es el temor a que disminuya la atención debido al entorno grupal. Se preocupan,
comprensiblemente, de que el entorno resultará en un descenso de la capacidad
del personal para mitigar de manera efectiva sus quejas, dificultades y temores.
Otro problema que surge de las preocupaciones acerca del entorno es que los
pacientes temen recibir menos información terapéutica de los líderes. La ambi valencia del enfermo con respecto a tomar los medicamentos, a pesar de su clara
necesidad y efectividad para el tratamiento de su enfermedad, puede ser testa-
Grupos bajo tratamiento farmacológico  159
ruda y molesta. Su ambivalencia quizá sea un reflejo del pensamiento
paranoide, de la falta de comprensión, de experiencias previas de fracaso o
perturbadoras con los medicamentos o de conflictos inconscientes. También es
posible que refleje los temores racionales de los pacientes acerca de utilizar
medicamentos fuertes.
Como parte de sus metas últimas, los grupos con medicamentos deben
ayudar a los pacientes a que comprendan y enfrenten estos temores. Las
preocupaciones se manejan de mejor manera mediante el establecimiento de una
estructura bien definida para cada grupo y para el programa como un todo, con
metas definidas de tratamiento y rehabilitación para cada individuo. El líder debe
enfatizar que cada paciente recibe tratamiento de "primera clase" y que el grupo
con medicación no sólo es una parte integral del plan de tratamiento del enfermo,
sino que también es la terapéutica de elección. Por último, el líder debe reiterar,
con la frecuencia que sea necesaria, que la combinación de los procesos grupales
con los medicamentos es efectiva y apropiada.
TÉCNICAS
Todas las metas principales que se detallan en este capítulo (evaluación de síntomas
y funcionamiento actual, reducción de la dependencia, incremento en
condescendencia y aumento en las interacciones grupales) pueden cumplirse con un
enfoque centrado en el grupo (Stein y Kibel, 1984). Las técnicas de liderazgo deben
modificarse de acuerdo con las necesidades de los miembros para incluir elementos
conductuales, psicoeducativos y cognoscitivos.
El reconocimiento y utilización de los procesos inconscientes, como las
transferencias, roles psicológicos de grupo, defensas y resistencias continúan
siendo aspectos cruciales del trabajo con la dinámica de los grupos bajo tratamiento farmacológico. El conocimiento de los procesos inconscientes incrementa
la capacidad del terapeuta y del líder de grupo para intervenir de manera
efectiva. La capacidad para la conducción del grupo con la adecuada mezcla de
intervenciones que tengan como base en términos conductuales, educativos, de
apoyo y psicodinámicos, depende de una comprensión de la interacción grupal lo
mismo que de un entendimiento de los procesos inconscientes. Por último, los
líderes deben reconocer y explicar fenómenos como la negación, creación de
chivos expiatorios, racionalización y otros procesos grupales inconscientes para
aclarar las interacciones y sentimientos dentro del grupo. Es posible que esta
aclaración se logre de mejor manera con un enfoque centrado en el grupo, al
estudiar los procesos del grupo y las contribuciones de cada uno de los miembros
a este proceso.
El líder del grupo debe hacer que los miembros participen de manera activa en
la discusión de su tratamiento medicamentoso.. Las referencias específicas y
160  Psicoterapia de grupo en. la práctica clínica
frecuentes a los medicamentos o a los sentimientos y pensamientos de los pacientes
con respecto a éstos, ayudará a lograrlo. Se debe alentar a los integrantes del grupo
a que discutan ellos mismos aspectos de los medicamentos. Si surgen problemas
externos en sus discusiones, el líder volverá a dirigir el interés del grupo hacía los
medicamentos. El grupo es la principal herramienta terapéutica para posibilitar que
los miembros discutan y lleven a cabo el uso más efectivo de su tratamiento
psicofarmacológico. Los líderes señalan, a través de mejorar las interacciones
grupales, las maneras en que los medicamentos ayudan a los pacientes. La
medicación es el foco vital primario del grupo y deben aliviarse todos los temores
con respecto a ella, responderse todas las dudas y alentarse toda
discusión.
Además del foco en los medicamentos, el líder puede elegir intervenciones
centradas en el grupo para enfocarse en otras metas como: independencia, funcionamiento social y demás, que se señalaron antes. La medida en la que el líder intenta
que se reduzca la dependencia y que cambie el grupo hacia un modo más interactivo
de funcionamiento depende de la composición específica, metas y nivel de
funcionamiento del grupo. Un ejemplo de este esfuerzo continuo por incrementar la
independencia se ve en el siguiente fragmento de una sesión grupal en curso:
Caso 1
La señorita A, quien padecía esquizofrenia paranoide, detallaba qué tan
enojada se había puesto cuando la forzaron a esperar en fila en la clínica
de cardiología. El señor B, un sujeto con trastorno esquizofreniforme y
periodos de descompensación psicótica, respondió a través de relatar la
manera en que su dentista se había enfermado durante el importante
trabajo reconstructivo dental que le estaba haciendo y que no había
podido continuar las reparaciones. El señor C, quién también era esquizofrénico, entró en la sesión y dijo que había llegado tarde porque no había
podido avanzar en la fila de la caja con la suficiente rapidez como para
estar a tiempo.
En ese momento, un colíder del grupo dijo que parecía como si las
personas creyeran que el personal no estaba cuidando de manera satisfactoria de ellos. La señorita D, una paciente esquizofrénica que
se
de neurolépticos y que tenía
antecedentes de efectos secundarios extrapiramidales, dijo enojada que ella
encontraba recibiendo altas dosis
sentía que los miembros del personal utilizaban a los pacientes; como
conejillos de Indias. Entonces intervino el señor E, quien también padecía
un trastorno esquizofreniforme y tomaba neurolépticos. Él era uno de los
pocos miembros del grupo que, de tiempo en tiempo, llenaba el rol grupal
de "líder asistente". Afirmó que consideraba que los doctores conocían su
deber y que el personal en realidad se ocupaba de cuidar de los pacientes.
Propuso
hacer
un
resumen
Grupos bajo tratamiento farmacológico  161
(Capítulo 8)
de los medicamentos que tomaban
todos para probar su punto de vista, haciendo que participaran los
miembros del grupo dentro
del proceso. Entonces, varios miembros del
grupo procedieron a añadir que, a pesar de que no les gustaba tomar los
medicamentos, continuarían haciéndolo porque éstos eran útiles. El
estado de ánimo del grupo cambió de manera notable mostrando menos
enojo y depresión.
En sesiones subsecuentes, los miembros del grupo se interesaron más y
fueron más abiertos en la exploración de'sus sentimientos acerca de la necesidad
de tomar medicamentos y mostraron un interés cada vez mayor en los efectos de
los mismos. Todos estos cambios condujeron a que aumentara el acatamiento de
los tratamientos con medicinas, objetivo central del grupo.
El grupo puede oponerse a que se centre la atención en problemas que tengan que ver
con el uso y efectos de los medicamentos tanto dentro del grupo como en la vida
cotidiana de cada paciente. Por supuesto, los enfermos discuten material que no se
relaciona de manera directa con los medicamentos sin que esto sea por resistencia.
Las discusiones acerca de temas psicoeducativos, en particular aquellos que ayudan a
los pacientes a aprender más acerca de sus enfermedades y sobre técnicas de
enfrentamiento, constituyen un empleo productivo del tiempo grupal. A través de
las intervenciones centradas en el grupo, el líder debe tratar de ayudar a que se
mantenga el centro de atención en las preocupaciones inmediatas del grupo y en
las vidas de los miembros del mismo. Se debe evitar el enfoque excesivo en la
psicodinamia individual. Por ejemplo, el líder puede explicar que un paciente
habla acerca de sus relaciones con su madre durante la infancia (con la cual no
tiene contacto en la actualidad) porque quejarse acerca de las injusticias del
pasado es más fácil que tomar acciones constructivas, aunque difíciles y
dolorosas, en el presente. Por supuesto, estas acciones incluyen el uso continuo y
periódico del medicamento, lo cual probablemente sea en su beneficio a pesar de
los efectos secundarios continuos y no obstante sus dudas acerca de la efectivid ad
del mismo. El momento de estas intervenciones debe ser apropiado y es probable
que una intervención corta y concisa sea más efectiva que una explicación teórica
larga.
Debido a que aquellos más enfermos tienen una capacidad muy limitada para
comunicarse y relacionarse, las interacciones dentro del grupo son útiles al
disparar discusiones acerca de los síntomas, dificultades de interacción y funcionales y problemas de la vida cotidiana. Por ejemplo, una paciente relató su
dificultad para imponerse y expresar opiniones en las sesiones. El colíder preguntó
si otros miembros del grupo tenían dificultades parecidas, tanto dentro del grupo
como afuera. Esto condujo a una discusión general acerca de la dificultad de varios
enfermos para afirmar lo que pensaban. Un paciente señaló entonces cómo en
ocasiones tenía flojera y no tomaba sus medicamentos, aunque sabía que era lo
correcto. Así, salió a relucir y se discutió el tema de comportarse
162  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 8)
de manera positiva para imponerse y ayudarse uno mismo. Después de este
intercambio, estos dos pacientes se volvieron más activos en las reuniones grupales
y más obedientes al tomar sus medicamentos.
El foco principal siempre son los medicamentos. Durante el curso de las
sesiones grupales, deben evaluarse los efectos secundarios y el funcionamiento
de los medicamentos en cada miembro. Como aspectos laterales de la discusión
del grupo, puede centrarse la atención en temas médicos, psicológicos y
dinámicos. Sin embargo, la meta primaria permanece en ayudar a los enfermos
a que realicen sus medicamentos de manera efectiva. Es posible que esto se
logre con las técnicas que se presentaron con anterioridad (es decir, discusión
directa de los medicamentos, exploraciones breves de sus efectos y apoyo
mutuo a través de las experiencias compartidas). El grupo es un auxiliar para la
medicina, no viceversa.
USO DE LA TRANSFERENCIA INSTITUCIONAL
Los pacientes que han estado en una clínica por un periodo extenso tienden a
desarrollar fuertes sentimientos de transferencia hacia la in stitución y con
frecuencia dependen de ella como sustituto paterno. Esta transferencia institu cional puede utilizarla el líder de grupo para que aumente la cohesión, para
ayudar a los nuevos miembros a adaptarse y para asistir a los miembros actuales
mientras se encuentran en episodios de exacerbación y enfermedad. El uso
compasivo y empático de la transferencia institucional también incrementa la
interacción grupal y disminuye el vínculo con los líderes. En ocasiones, es
indeseable el logro de la independencia del paciente porque algunos de ellos
necesitan la vinculación y la dependencia. Si el líder intenta motivar a estos
sujetos a la interacción e independencia, tal vez sobrevenga un incremento en la
ansiedad, funcionamiento más deficiente fuera del grupo, actos autodestructivos
y, aun, descompensación psicótica. 2
USO DE LAS SESIONES INDIVIDUALES
Una meta importante de los grupos con medicación es tener al día la evaluación del
funcionamiento y estatus mental de cada paciente. Si no puede lograrse esto
En los grupos bajo tratamiento farmacológico, como en otros grupos, el nivel o
modo de funcionamiento del paciente en el grupo es indicativo de su nivel o modo
de funcionamiento fuera del mismo.
2
Grupos bajo tratamiento farmacológico  163
durante las sesiones de grupo, se puede ver a los pacientes en breves sesiones
individuales pos grupo o en reuniones periódicas, concurrentes con las sesiones
de grupo. Además, algunos enfermos pueden beneficiarse de manera específica
con sesiones individuales periódicas de psicoterapia grupal psicodinámica o
ambas. El tratamiento concurrente es un complemento y es raro que interfiera
con el proceso y metas de los grupos bajo tratamiento medicamentoso.
Las sesiones individuales concurrentes con los líderes son útiles porque '
disminuyen las resistencias y la presentación de episodios psicóticos recurrentes.
Es difícil acercarse y tratar estos episodios individuales y aterrorizantes dentro
del grupo. Decidir si el paciente debe recibir atención de un líder o de los
colíderes juntos depende principalmente del tiempo del personal, pero también
de las circunstancias de cada enfermo y de los aspectos transferenciales. Las
sesiones individuales son útiles cuando contribuyen a que el paciente interactúe
con el grupo y obedezca los tratamientos medicamentosos. Interfieren cuando el
paciente las emplea para evitar la participación e interacción activa con el grupo.
En ocasiones, la vinculación diádica entre terapeuta y paciente se vuelve
demasiado intensa para la tolerancia de los enfermos; en respuesta, hay un
incremento en sintomatología, lo mismo que en la resistencia al tratamiento. El
líder grupal debe mantener un equilibrio adecuado para hacer uso efectivo de las
sesiones individuales de tratamiento. Debido a que, con frecu encia, aquellos
gravemente enfermos tienen una dificultad inmensa para el mantenimiento de
relaciones objétales satisfactorias, son vitales la sensibilidad y habilidad del
terapeuta y se vuelven comunes los retrocesos del paciente. El mejor enfoque
consiste en utilizar con la mayoría de los enfermos las sesiones individuales
concurrentes sólo en periodos de descompensación o en circunstancias vitales
penosas.
SUPERVISIÓN
La supervisión eficiente es necesaria para la efectividad terapéutica de los grupos
bajo medicación. En Mount Sinai, las sesiones de supervisión de grupo con el
personal completo se programan con una base mensual y las conducen de manera
conjunta un psicoterapeuta grupal experimentado y el jefe del departamento para
pacientes externos. Además, se encuentran disponibles para los líderes grupales
las consultas con los jefes de psicofarmacología.
La meta primaria de la supervisión consiste en enseñarles a los líderes
grupales a que combinen la efectividad de los procesos grupales con los efectos
terapéuticos de los medicamentos para que aumente la condescendencia y mejore
el tratamiento de una difícil población de pacientes. Se instruye a los líderes
acerca del uso de los procesos grupales orientados a la tarea, en tratamientos
concurrentes innovadores y en técnicas (conductual, cognoscitiva y psicoedu-
164  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Grupos bajo tratamiento farmacológico  165
(Capítulo 8)
cativa) relevantes para la terapéutica de los enfermos graves. Además, se les
enseña a que seleccionen, asignen y preparen a los pacientes para la terapia de
grupo y evalúen a los pacientes dentro del proceso grupa]. Por último, los líderes
de grupo discuten los problemas de contratransferencia que surgen durante las
sesiones de los grupos bajo medicación. Existen tres tipos básicos de problemas
contratransferenciales: aburrimiento que se deriva de la pobreza de ideación y
afecto del paciente; frustración causada por enfermos demandantes y difíciles, y
falta de atención debido a alucinaciones, delirios y trastornos residuales del
pensamiento en muchos pacientes.
Con frecuencia, las sesiones de supervisión hacen un paralelo con los grupos
para pacientes porque tienen una estructura similar, se orientan a la tarea y se
conducen en forma de apoyo con el centro de atención en las interacciones al
igual que en los temas. Un área fascinante y fructífera para la exploración es la
relación de los colíderes, dentro y fuera de los grupos bajo tratamiento farmacológico. A menudo, los aspectos del tratamiento son un trampolín para la
interacción y discusión abierta. La exploración de parte de los colíderes dentro
de las sesiones de supervisión acerca de áreas de acuerdo, desacuerdo o malos
entendidos resulta en un mejor tratamiento para los enfermos. Los líderes
aprenden por el ejemplo (lo mismo que por instrucción) a desarrollar inde pendencia y habilidad en el tratamiento de sus pacientes.
CONCLUSIONES
En los últimos años ha habido un surgimiento en el interés profesional en los
grupos bajo tratamiento farmacológico. La experiencia del Departamento de
Psiquiatría del Mount Sinai con estos grupos ilustra sus ventajas. A medida
que incrementó la población clínica del hospital, el personal encontró que los
grupos bajo medicación implicaban tanto un uso más eficiente del tiempo
profesional como una manera más efectiva de tratamiento. El personal que, de
inicio, era escéptico, observó un incremento en la condescendencia de par te
de los pacientes, asistencia más regular a la clínica y episodios menos graves
y menos frecuentes de descompensación, cuando se utilizaban grupos bajo
medicación. El proceso de grupo le ofrecía a los enfermos educación, apoyo
mutuo y oportunidad de practicar la socialización, descenso en aislamiento y
un refugio para expresar sus sentimientos y manifestar sus temores sin la
preocupación del rechazo. Con el tiempo, el grupo bajo Medicación se volvió
la terapéutica de elección para los pacientes. Ha incrementado de manera
sustancial el acatamiento de parte de los enfermos en cuanto al uso de
medicamentos.
Ahora son necesarios los estudios controlados acerca de resultados para que se
confirme la utilidad de los grupos bajo tratamiento farmacológico, pero, hasta
este momento, la experiencia clínica apoya a este tipo de grupos como un método
efectivo de tratamiento para una población de pacientes que recibe atención
inadecuada.
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Grupos de apoyo
al personal en instituciones
con altos niveles de estrés
Marguerite 5. lederberg MD
TENDENCIAS HISTÓRICAS EN ESTRÉS DEL PERSONAL
La conciencia de que el personal médico experimenta tensiones lo suficientemente
grandes como para beneficiarse de la intervención es un desarrollo reciente en un
sentido comparativo. En los siglos XIX y principios del XX, las instituciones
médicas con frecuencia tenían un personal constituido por religiosas para las que
las demandas de prestación de atención se sotenían por su fe y sus votos de
obediencia y servicio. Los cerca de 50 años transcurridos desde la Segunda Guerra
Mundial han atestiguado el desarrollo del prestador de atención lego e idealizado
que tiene un paralelo con los avances médicos y tecnológicos notables de esa era.
Sin embargo, con el decenio de 1960 llegó un "retraso" tecnológico; no se
satisfacían las expectativas infladas de las personas acerca de la medicina y se
hicieron evidentes los problemas en la tecnología controlada de manera deficiente.
Esto condujo a un énfasis en las fallas conductuales, emocionales y Morales del
personal médico. No fue sino hasta el decenio de 1970 que la situación difícil de
los prestadores de atención médica comenzó a verse con curiosidad y compasión.
La avalancha de publicaciones que siguieron a los primeros trabajos de Maslach
(Freudenberger, 1974; Maslach, 1976, 1979) acerca del agotamiento laboral
atendieron a las necesidades de los prestadores de servicios de atención. La
conferencia de Fox acerca de "La condición humana de los profesionales de la
salud" es una exposición en particular cuidadosa de esta nueva actitud (Fox, 1980).
En
el decenio de 1980,
los
investigadores
que
lidiaban con
169
170 II Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 9)
las consecuencias psicológicas de los desastres estudiaron al personal médico
junto con las víctimas identificadas y en ocasiones encontraron niveles comparables de respuestas de estrés en ambos grupos (Wilkinson, 1983). El personal de
urgencias ha recibido la etiqueta de "víctimas secundarias" (D.R. iones, 1985) o
"víctimas terciarias" (Taylor, 1987) y estudios posteriores acerca de sus
respuestas se consideran como una parte integral de los estudios sobre el trauma
(MacFarlane, 1984; Raphael, 1987).
ANATOMÍA DE LOS ALTOS NIVELES DE ESTRÉS
EN AMBIENTES MÉDICOS
CONSIDERACIONES GENERALES
Es evidente y universal la necesidad de factores organizacionales como son el
personal adecuado, condiciones físicas decentes, liderazgo competente y claras
descripciones de trabajo, pero esta necesidad no siempre se satisface en los
ambientes laborales con altos niveles de estrés. La exposición intensa y repetida
a la mutilación y el sufrimiento dejan al personal con sentimientos de dolor,
tristeza, temor y repulsión. Por su parte, en ocasiones estos sentimientos engendran vergüenza y culpa. Con frecuencia, los miembros jóvenes del personal se
ven expuestos a la muerte, lo cual da por resultado una pérdida prematura del
sentido de invulnerabilidad y una dolorosa conciencia de la mortalidad
personal. La arbitrariedad del sufrimiento humano es capaz de producir un
profundo cuestionamiento del sistema de valores personales. Los frecuentes
resultados deficientes socavan la autoestima de los profesionales y promueven
sentimientos de desamparo, fracaso y futilidad. Posteriores ataques sobre la
autoestima provienen del temor al fracaso, ansiedad y fatiga. Es intensa la culpa
del superviviente, gran parte de la cual es inconsciente. Con frecuencia cada
vez mayor se sacan a relucir dilemas éticos y ello fuerza al personal a
confrontar la ambigüedad y los irreductibles conflictos. En las situaciones que
surgen cada vez más a menudo donde el personal se expone al riesgo, el temor
y la' ansiedad, es probable que produzcan enojo y amargura. Es posible que
surjan respuestas de mayor enojo cuando el personal tiene que soportar la carga
de las respuestas sociales irracionales de culpa o idealización.
Grupos de apoyo al personal en instituciones con altos niveles de estrés  171
en tanatología (Kubler—Ross, 1969; Vachon, 1978; Vachon y colaboradores,
1978), los expandió Campbell (1980) y continúa siendo un aspecto central en la
experiencia de los trabajadores en hospicios` (Munley, 1985; Woolley y colaboradores, 1989). Las unidades de cuidado especial (unidades de cuidado intensivo
cardíacas, pulmonares, neurológicas y pediátricas) se encontraron entre las
primeras en explorar los efectos de los entornos con altos niveles de tensión para
el funcionamiento y moral del personal (Cassem y Hackett, 1975, 1979). Los
estudios sobre las unidades de diálisis se enfocaron en la dificultad del personal
para lidiar con la pasividad, dependencia y tendencia suicida crónica de los pacientes y en problemas en cuanto al establecimiento de límites debido al prolongado contacto paciente—personal (De—Nour y Czaczkes, 1968). En las
unidades para quemados, son problemas recurrentes no sólo la exposición al
dolor y desfiguración sino, aun más, la necesidad de producir dolor durante el
tratamiento (Quinley y Bernstein, 1971). Estos problemas tienen eco en los
pabellones para cancerosos, donde la toxicidad del tratamiento puede ser
bastante corrosiva en la moral del personal y las decisiones acerca de qué tan
agresivamente debe tratarse a los pacientes con un pronóstico reservado tal vez
conduzca a desacuerdos prolongados entre los miembros del personal
(Lederberg, 1989). Algunos ambientes, como son las atareadas salas de urgencia,
tienen un nivel agotador e ineludible de caos y alimentan el anonimato y
enajenación. El personal de los pabellones psiquiátricos demasiado poblados
confronta tensiones similares que se empeoran por la presión subversiva de la
regresión psicológica (Browner, 1987; J.G. Jones y colaboradores, 1987).
Las respuestas emocionales de los prestadores de servicios médicos que
trabajan con pacientes que han adquirido el síndrome de inmunodeficiencia
(SIDA) tienen una intensidad única (Pasacreta y Jacobsen, 1989). (También, véase
Capítulo 14) Para todos estos profesionales, se ha afirmado de manera repetida la
utilidad de las oportunidades iniciales y repetidas de cuestionamiento, exposición
de problemas y reforzamiento de logros en un ambiente de equipo (Berah y
colaboradores, 1984; Durham y colaboradores, 1985; D.R. Jones, 1985). Es de
interés el hecho de que Sanner y Wolcott (1983) observaron verdaderas
respuestas de estrés en simulacros de desastre. Por último, el entrenamiento del
personal médico siempre se ha considerado como estresante, aunque "formador
del carácter" (Ford y Wentz, 1986; Smith y colaboradores, 1986; Walersteín y
colaboradores, 1989; Weinstein, 1983). Sin embargo, en años recientes ha
habido una conciencia general de que las tensiones van en incremento y las
recompensas en disminución.
DETERMINACIÓN DE PROBLEMAS ESPECÍFICOS
Aunque las reacciones que se describen antes tienen una cierta universalidad, lo
que varía es el énfasis según los diferentes entornos. El efecto de la exposición
íntima a la muerte se discutió en detalle, por primera vez, dentro de la literatura
 Debido al contexto en que la autora menciona e termino hospicio, es probable que
se refiera a ciertas instituciones que, sobre todo en el Reino Unido, reciben a pacientes
terminales con fines principalmente de manejar el dolor y hacer que en los últimos días de
estos enfermos estén lo más cómodos dentro de lo posible.
172  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 9)
RECOMPENSAS Y ESTRATEGIAS EFECTIVAS
DE ENFRENTAMIENTO
Después de que se resumieron con cierto detalle las fuentes de estrés, es de igual
importancia examinar las muchas recompensas que provienen de realizar un
trabajo especial y esbozar adaptaciones efectivas. Sin duda, los datos que apoyan
estas afirmaciones de recompensa positiva son empíricos pero persuasivos. Los
trabajadores de atención médica bien adaptados participan en experiencias
humanas básicas y, por lo general, privadas, en las que pueden representar un
papel positivo. Es probable que esto conduzca a un incremento en el sentido de
competencia, valor y generosidad, lo mismo que una sensación de ser
"iniciados" en las confrontaciones existenciales.
A nivel consciente, con frecuencia los prestadores de servicios se sienten
orgullosos de sus capacidades intelectuales, de sus controles confiables a nivel
emocional, de su postura de solución de problemas, de su capacidad para superar la
superstición y el temor y de su capacidad para funcionar bien bajo presión. El
acting out de identificaciones positivas es una fuerte motivación, como lo es el
deseo de lograr un dominio sobre los eventos temidos. Las defensas maduras como
el altruismo y el sentido del humor son muy útiles.
Es obvio que la sublimación constructiva es loable y no necesita hacerse
consciente. Sin embargo, es casi universal que los miembros del personal tengan
indicios a varios niveles acerca de sus reacciones y creencias suprimidas e inconscientes, que experimentan como vergonzosas e incompatibles con su autoimagen
profesional, Las mantienen en secreto, con lo que refuerzan su creencia de que son
los únicos que las poseen. Esto quizá conduzca a que se incremente el aislamiento y
decremente la autoestima.
VENTAJAS ESPECIALES DE LAS MODALIDADES DE GRUPO
Las ventajas especiales de las modalidades de grupo para ayudar al personal se
consideran a todos los niveles psicológicos: desde niveles abiertos y conscientes
hasta los inconscientes. Nótese que esta forma de intervención difiere de la terapia
de grupo, pero ofrece muchas de las mismas ventajas. Estas modalidades de grupo
se han reconocido durante mucho tiempo, corno lo atestiguan los numerosos
informes acerca de su uso con enfermeras (Beardslee y De Maso, 1982; Cassem y
Hackett, 1979; Eisendrath, 1981; Gibbons y Boren, 1985; Lederberg, 1989; Mohl,
1980a, 1980b; Moynihan y Outlaw, 1984; Pasacreta y Jacobsen, 1989; Rosini y
colaboradores, 1974; Silberfarb y Levine, 1980; Sir -non y Whiteley, 1977; Weiner
y Caldwell, 1981, 1983), con personal en hospicios (Hover, 1986; Larson, 1986),
estudiantes de medicina (Dashef y colaboradores, 1974;
Grupos de apoyo al personal en instituciones con altos niveles de estrés  173
Plaut y colaboradores, 1982), personal de residencias (Brashear, 1989; Reuben y
colaboradores, 1984; Siegel y Donnelly, 1978; H.I. Swiller, "Toward more humane
medicine; group dynamics and medicai 'education", manuscrito sin publicar, abril,
1989) y colaboradores en oncología (Artiss y Levine, 1973; Richards y Schmale,
1974; Wise, 1977).
Unos cuantos informes incluyen evaluaciones de los efectos y muestran
resultados mixtos en grupos de enfermeras en unidades de cuidado intensivo
(Tyson y colaboradores, 1984; Weiner y colaboradores, 1983). Los autores
afirmaron que los grupos de apoyo están en mayor probabilidad de tener éxito
si responden a una necesidad percibida, si el líder se ha experimentado como
útil con anterioridad, si las primeras sesiones se estructuran de manera estricta
y si se evita la descarga incial de sentimientos altamente negati vos. Fawzy y
colaboradores (1983) sugirieron que las actividades de coordinación
psiquiátrica, que incluyen grupos de apoyo al personal, es probable que
representen un importante papel en el mantenimiento de la moral del personal jr
en la disminución de la tasa de rotación. Por lo general, los educadores en
enfermería consideran a los grupos de enfermeras como muy útiles (Scully,
1981). Una cuidadosa nota contraria la realizan Abrams y Sweeney (1982),
quienes señalan los peligros del exceso del autoinvolucramiento y él posible
acting out de parte del personal cuando no se presta suficiente atención a las
metas de trabajo y a los límites bien definidos durante las reuniones de personal
en las unidades psiquiátricas. Estas amonestaciones pueden extenderse a otros
tipos de unidades y se hace eco de ellas en el énfasis de Collins y Grobman
(1983) en cuanto a que se mantenga una estructura firme y una agenda de
trabajo bien definida en todos los grupos de personal en el ambiente de los
hospitales generales. Lederberg (1989), tomó un punto de vista intermedio y
sugirió que el líder debería estar preparado con la estructura y contenidos
necesarios para mantener dentro de límites tolerables la ansiedad del grupo, la
hostilidad abierta y la apertura psicológica, pero el líder también debe permitir
la exposición y exploración no programada de sentimientos dentro de los
límites de las necesidades del ambiente de trabajo.
La dinámica de los grupos de apoyo al personal la discuten Mohl (1980a,
1980b) y Eisendrath (1981). Lederberg (1982) desarrolló un esquema de tres etapas
del desarrollo grupal; este esquema se describe más adelante.
En general, los grupos de apoyo exitosos son un sitio ideal en el que se
exponen y desactivan conductas patológicas grupales como el enojo
desplazado, creación de chivos expiatorios y reacciones paranoides. Sin
embargo, también es lógico suponer que sin la guía cuidadosa, el poder de
estos grupos puede utilizarse de maneras negativas para reforzar la creación de
chivos expiatorios, las distorsiones cognoscitivas y otras normas destructivas.
Pueden disolverse bajo la ansiedad de la exposición personal excesiva o de la
incursión inapropiada dentro de material psicoterapéutico. Esta es la razón por
la que estos grupos, a pesar de su origen en los movimientos de autoayuda,
necesitan un líder fuerte.
174  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 9)
LIDERAZGO DE UN GRUPO DE APOYO AL PERSONAL
A pesar de que los grupos de apoyo al personal se vuelven más comunes, con
frecuencia los conducen personas sin entrenamiento específico en grupos. Los
líderes deben comprender y manejar la diferencia entre la terapia y los grupos
de apoyo. En los grupos terapéuticos, los miembros concuerdan en un contrato
que dicta la motivación a la psicoterapia (queja actual), el pago, asistencia,
apertura psicológica, confidencialidad y tolerancia a la ansiedad, todo ello en
servicio de, finalmente, lograr las metas individuales.
En estos grupos de apoyo al personal, en general el contrato se infiere, si no
es que está ausente; con frecuencia, la asistencia es irregular debido a las
presiones repentinas del trabajo; por lo común, el pago lo absorbe la institución;
debe desalentarse la apertura psicológica más allá de un margen limitado; la
confidencialidad no está disponible y la ansiedad excesiva conduce con rapidez
al abandono o a la disolución del grupo. Con frecuencia los miembros del
personal tienen varios malos entendidos acerca de las metas de los grupos de
apoyo. Algunos temen que surjan temas de índole personal; unos pocos pueden
desear que ello ocurra. Otros confunden al grupo con un procedimiento de quejas
del personal en el que esperan que se atienda a sus demandas. El líder debe
tolerar todo esto de manera cómoda y estar listo para trabajar con el grupo para
definir las metas y educarlo acerca de sus limitaciones.
Más que eso, el líder grupal debe dejar claro su rol ante el grupo. Por
ejemplo ¿dará retroalimentación a cualquiera fuera del grupo? A primera vista,
esto parece impensable pero, de hecho, a muchos líderes de grupo los emplea la
institución y tienen roles complejos y múltiples. Deben aclarar estas funciones
para sí mismos y para los miembros del grupo. ¿El líder grupal tiene una
agenda? ¿Trabajará de manera activa para llevar a cabo cambios? En una
terapia de grupo, uno podría dejar que el grupo luche en cuanto a estos
aspectos; en un grupo de apoyo es apropiado aclararlos prontamente y liberarlo
para que se enfoque en aspectos de trabajo más fructíferos.
CONSIDERACIONES TEÓRICAS
En un sentido histórico, el modelo canónico de grupo ha sido el de psicoterapia a
largo plazo para pacientes externos y continúa siendo el modelo de enseñanza que
se utiliza en la mayor parte de los programas (je entrenamiento. En años recientes,
el término "grupo de apoyo" se ha empleado para describir una gran variedad de
esfuerzos que sólo tienen en común la falta de metas psicodinámicas individuales
y orientadas al insight. Un corolario desafortunado ha sido la comparación de
alguna manera
envidiosa entre las metas de los grupos de
Grupos de apoyo al personal en instituciones con altos niveles de estrés  175
terapia y aquellas de los grupos de apoyo, que tiende a minimizar los complejos
aspectos dinámicos que operan en los grupos de apoyo.
En el caso de los grupos de apoyo para el personal con altos niveles de estrés,
el modelo de terapia para pacientes externos es el menos útil. Los modelos de
terapia familiar son más útiles, con su énfasis en una cultura preexistente que tiene
vida propia, sus fuertes tendencias homeostáticas y su bien asentada capacidad
para excluir o nombrar por votación al líder del grupo (Lederberg, 1982).
La dinámica de los grupos de psicoterapia para pacientes internos también
requiere revisión, en especial en su énfasis en los marcos temporales discontinuos
y en los complejos problemas acerca de límites en un clima emocional intenso
que con frecuencia está fuera de control (Klein, 1977; Klein y Kugel, 1981; Rice
y Rutan, 1981). Nada prepara al líder grupal inexperto para el rasgo distintivo de
estos grupos, que lo constituye, el enorme volumen de tragedia humana.
INICIO DE UN GRUPO DE APOYO AL PERSONAL
Cuando se solicita un grupo de apoyo, es importante que se explore la agenda
acompañante, analizando los problemas abiertos y encubiertos. Las peticiones
comunes incluyen "enfrentar el estrés", "lidiar con la muerte" y "manejar a
pacientes o familias difíciles". Con menos frecuencia se afirma de manera
directa que un supervisor asolado espera menos quejas del personal acerca de su
liderazgo o que el personal tiene esperanzas de crear un foro en el que puedan
combatir a su líder de equipo o controlar y, aun, excluir a colaboradores difíciles.
Estas motivaciones no invalidan las solicitudes, pero el líder de grupo debe
explorar y comprender estos fines encubiertos de manera tan detallada como sea
posible y atenderlos en la planificación del grupo. Esto influirá si el grupo
incluirá o no al supervisor, jefe de enfermeras o médico en turno, es decir, el
líder "de facto" del equipo (como alguien distinto del líder de grupo).
En general, los grupos en los que participa el líder del equipo son menos
francos y espontáneos, en especial acerca de los problemas sobre autoridad y
disciplina. Un beneficio importante de la participación del líder del equipo es el
modelamiento de rol para los miembros del personal y la demostración de una
actitud positiva hacia el grupo.
Ya sea que los líderes de equipo asistan o no, es crucial que se establezca
una relación de apoyo con ellos y se gane su confianza y apoyo genuinos. Su
apoyo fingido no es suficiente porque los miembros del grupo lo reconocerán
con facilidad y responderán al mensaje subyacente con desinterés y ausentismo.
El líder del grupo debe mantener siempre en mente que el equipo ya cuenta con
uno o más líderes de Jacto en su equipo, que tienen verdadero poder sobre las
vidas laborales de los miembros y, por tanto, están fuertemente catectizados (y
de manera apropiada) tanto con sentimientos reales como transferenciales. El
176  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 9)
líder que pasa por alto estos sentimientos no comprenderá el proceso grupal. El
líder que los subestima perderá al grupo debido al ausentismo o desgaste. Se
debe aceptar que la transferencia grupal hacia el líder del grupo siempre estará
dividida.
Es necesario que el líder comprenda al grupo y a los límites del sistema
desde el principio (véase Capítulo 6). La flexibilidad es la clave. El grupo no
necesita ni siquiera que se le nombre como tal si ese término lo experimentan
como demasiado "psiquiátrico" los miembros potenciales que están renuentes a
ser "pacientes". Por ejemplo, puede tratarse de un taller, círculo psicosocial o
reunión interdisciplinaria. Algunos líderes han encontrado necesario el alimen tar, literalmente, a los miembros, es decir, en una comida con pizza o en una
reunión de desayuno. A pesar de que esto es, en parte, un reflejo del estilo de
liderazgo, también destaca el hecho de que en muchas situaciones el personal se
siente tan exhausto y sin el tiempo suficiente que no asistirán con facilidad a
reuniones adicionales sin algún tipo de gratificación concret2. Una vez que se ha
determinado el patrón, es difícil cambiarlo, aun después de que los miembros se
sientan cómodos con el programa del grupo. El mejor ambiente es uno privado y,
sobre todo, conveniente, porque por definición los miembros laboran en
condiciones estresantes y no irán muy lejos de su camino habitual.
El manejo del tiempo incluye diversos aspectos. Primero, el horario real del
día de la reunión puede ser bastante crítico en cuanto a que favorezca la asistencia
de miembros o turnos particulares. El líder del grupo no debe comprometerse con
el programa semanal abierto, característico de los grupos de terapia. Se puede
realizar un trabajo más útil en reuniones bimensuales con una membresía estable
o en grupos a corto plazo que pueden ír de cuatro a 12 reuniones semanales. El
último formato es en particular útil en intervención en crisis o para enfocar la
atención de un grupo ambivalente. Esto también alivia la ansiedad de los
miembros que temen demasiada exposición o intimidad.
Grupos de apoyo al personal en instituciones con altos niveles de estrés  177
sensación de ser explotado, problemas con la autoridad (en especial si el líder de
equipo está ausente), con los colaboradores (infra e interturnos) y con otras
disciplinas. Se ve una preponderancia de proyección y externalización, junto con
un sentido de pasividad y desamparo. El grupo le da la bienvenida a la exposición
de estas problemáticas, pero esto es de utilidad limitada si no se hace ninguna otra
cosa. Sin embargo, en general puede ayudarse a que el grupo identifique y etiquete
los diversos componentes de los problemas cargados en términos emocionales. En
general, esto desactiva algunos de los afectos negativos y, con frecuencia, descubre
partes componentes que son aceptables o, al menos, que pueden dar lugar a una
intervención. Enfocarse después en las intervenciones que se seleccionan y que son
logrables, mitiga el sentimiento de pasividad.
Las dudas acerca del tratamiento crean culpa, lo mismo que una disminución
en autoestima si el miembro del personal ha internalizado el problema. Los
grupos son un medio excelente en el cual puede ayudarse a algunos individuos a
absolverse y asistir a otros para que sean más comprensivos de las creencias
profesionales y éticas que impulsan a sus colaboradores.
Otro tema común que surge al principio es el paciente, la familia difícil, o
ambos. Los miembros del personal disfrutan la oportunidad de quejarse y de
quitarse el manto habitual de disciplina y cortesía. El grupo es un ambiente
adecuado para este tipo de liberación, de dejarse ir y de permitirse el humor
negro. También le posibilita al personal recordar que esta relajación es inapro piada en sitios menos privados. Pero el trabajo de grupo no debe cesar allí. Los
casos difíciles hacen posible discutir la conducta humana bajo estrés. La universalidad de tal conducta con frecuencia ayuda al personal a comprender sus
propias reacciones. De cualquier manera, la discusión de sus casos problema
disminuye frecuentemente sus sentimientos negativos y conduce a un mejor
manejo de casos y a un mayor sentido de dominio.
El grupo puede funcionar como un medio efectivo de sustentación en el que los
miembros de mayor edad apoyan y validan a los más jóvenes lo mismo que entre
sí con respecto a la pena, temor y sentido de incapacidad que puede abrumar a
todos ellos en momentos imprevisibles dentro de sus demandantes vidas
laborales.
CONTENIDO Y DINÁMICA DE LOS GRUPOS •
DE APOYO AL PERSONAL
ETAPA MEDIA DE LA DINÁMICA DE GRUPO
Los grupos de apoyo al personal con membresía estable, aunque no estructurados de
manera demasiado rígida, atraviesan etapas del desarrollo que vuelven a presentarse
de modo cíclico (Lederberg, 1982).
PRIMERAS ETAPAS DE LA DINÁMICA DE GRUPO
Los temas del grupo en sus primeras etapas incluyen en general quejas de trabajo
fáciles de predecir: exceso de trabajo, paso turbulento, falta de personal, una
Si un grupo continúa sus reuniones con cierta regularidad y estabilidad de
membresía, la dinámica cambia de manera significativa, aun cuando los temas
continúen siendo los mismos. A medida que se desarrolla más confianza, los
integrantes pueden llevar al grupo los casos difíciles "buenos" (en oposición a los
"malos"), es decir, los "especiales" con los cuales se han vinculado demasiado. En
ocasiones, un miembro del personal asocia una experiencia personal de gran
importancia. El líder necesita modular la exposición y determinar un tono de
aceptación respetuosa. El líder debe estar listo para ponerse como escudo a fin
178  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 9)
de evitar que el miembro realice una exposición excesiva. Este es también el
momento en el que los miembros del grupo pueden realizar algunas confrontaciones cautas. En esta etapa dentro de un grupo bien manejado, los
miembros reflejan su identidad profesional y reconocen sus fortalezas y vulnerabilidades. Los conflictos interpersonales, cuando surgen, están menos abrumados
por el enojo la culpa y los protagonistas comienzan a reconocer y a ser más
tolerantes con los patrones característicos de enfrentamiento en ellos mismos y en
otros.
ÚLTIMA ETAPA DE LA DINÁMICA DE GRUPO
Muchas de las preocupaciones y dinámicas de la etapa media se encuentran en el
límite entre el trabajo y los problemas personales. Muchos miembros del personal
reconsideran su actitud profesional y sus vidas personales. Cuando menos, los
prestadores individuales de atención se sienten, por lo común, menos aislados y
ansiosos y es más alta la moral de la unidad.
En el grupo de apoyo, el sentimiento de intimidad y confianza puede ser
bastante fuerte; algunos miembros en ocasiones comienzan a sentirse ansiosos
mientras que otros tal vez deseen desvanecer más la diferencia entre un grupo de
trabajo y uno de terapia. El líder del grupo no debe sucumbir ante su propio carisma
y cambiar el contrato, a fin de no alterar la capacidad del personal para trabajar
juntos. Aquellos miembros que resienten el enfoque no clínico pueden acercarse de
manera privada al líder y referírseles a terapia personal.
GRUPOS CON MEMBRESÍA INESTABLE
La discusión acerca de las etapas del desarrollo grupal supone una cierta continuidad
en la membresía. Sin embargo, esta continuidad no está presente en un número cada
vez mayor de ambientes médicos. Los turnos de 12 horas y la semana de tres días
para las enfermeras implican para el líder grupal que tal vez no vea a los mismos
miembros del personal durante varias semanas. Al mismo tiempo, el acortamiento en
los turnos laborales para el personal residencial también ha incrementado la falta de
continuidad en los equipos médicos. Por tanto, los grupos de apoyo tal vez no se
desarrollen más allá de las primeras etapas. Algunos líderes responden a esto
mediante volverse la persona que lleva el registro del grupo y quien proporciona
continuidad a través de sus resúmenes al inicio de cada sesión (M. Zimberg,
comunicación personal, enero, 1989). Esto mejora y enriquece el proceso de grupo y
proporciona un modelo para la buena comunicación. Puede representar un papel aún
más importante fuera del grupo
Grupos de apoyo al personal en instituciones con altos niveles de estrés  179
porque combate el trastorno profundo, producto del turno de 12 horas, sobre el
apoyo y la amistad dentro de la unidad que influyen en la moral del personal. El
líder del grupo también puede considerar cada reunión como una entidad, algo
similar en estilo a lo que describe Yalom (1983) para grupos de pacientes internos.
El líder da un tiempo desestructurado para que los temas se saquen a colación,
después selecciona aquellos que siente que son más fructíferos y conduce al grupo
a discutirlos; el líder también interviene en los últimos 15 minutos con un cierre y
una petición de retroalimentación y de temas futuros para el grupo.
GRUPOS AD HOC
Otra variante de membresía inestable es el equipo que se reúne de manera episódica
para tareas especiales o desastres no previstos. El trabajo reciente con los trastornos
por estrés postraumático y otros síntomas duraderos de estrés en estos prestadores de
atención ha despertado e) interés en diseñar intervenciones grupales para que se
satisfagan sus necesidades especiales (véase Capítulo 16).
Si es posible deben formarse grupos de preexposición con un fuerte enfoque
práctico y educativo. Estos grupos pueden ser extremadamente útiles debido a que
el sentido de pronosticabilidad y competencia disminuyen el riesgo de problemas
posteriores.
En términos generales, en la actualidad se recomiendan en gran medida las
explicaciones posteriores a la sesión (Waeckerle, 1991) y, de nuevo, el ambiente de
grupo se considera como un activo. Cada trabajador debe recibir una oportunidad
conveniente para contar su historia dentro del grupo. Esto, en sí, determina el
campo para la revisión de las respuestas postraumáticas, como las visualizaciones
espontáneas, pensamientos intrusivos, sueños, pesadillas, temores y conducías de
evitación que se sabe que se presentan en un porcentaje significativo del personal.
Debe alentarse la discusión abierta y se validarán y normalizarán las experiencias
(L. Terr, comunicación personal, diciembre, 1991). Los miembros pueden
brindarse apoyo entre sí y felicitarse unos a otros con respecto a su trabajo en
equipo y a su resistencia, aun mientras se perdonan por sus momentos compartidos
de angustia. MacFarlane (1988a) encontró una predominancia de demora en la
presentación de los síntomas postraumáticos inmediatos en el personal para atender
casos de desastre. Los diversos factores de riesgo que se han encontrado son la
frecuente exposición a cadáveres y a grotescas escenas de mutilación, la juventud,
falta de experiencia, un ambiente de campo en oposición a uno hospitalario o de
sala de urgencias, y los factores psiquiátricos de riesgo comunes como son rasgos
de personalidad y diagnósticos psiquiátricos preexistentes y antecedentes familiares
(D.R. Jones, 1985; MacFarlane, 1988b).
180  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 9)
CONCLUSIONES
Los líderes de grupo de apoyo necesitan ser fuertes y experimentados. La
conducción de estos grupos demanda habilidad, tacto, delicadeza y mucha madurez.
También es un privilegio conducir a los propios compañeros y participar en los
aspectos curativos de un grupo que lidia con la emociones humanas universales.
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Terapia de grupo
con pacientes físicamente
enfermos
Melvin J. Stern, MD
INTRODUCCIÓN
La terapia de grupo con pacientes físicamente enfermos tiene una larga historia en
la psiquiatría moderna. Los primeros trabajos los realizó Joseph Henry Pratt, quien
junto con su colaborador, el Reverendo Elwood Worcester, inició clases semanales
para pacientes tuberculosos en julio de 1905 en la Iglesia Protestante Episcopal
Emmanuel, en Boston, Massachusetts (Pinney, 1978). Se instruía a los pacientes
acerca de lo que entonces se conocía en un sentido médico en cuanto a su
enfermedad y se les alentaba a que presentaran informes de progreso ante el grupo,
los cuales después comentaban Pratt, Worcester y otros miembros de la clase. El
principal foco de atención consistía en ayudar a los tuberculosos a que enfrentaran
sus pensamientos e inquietudes preocupantes y a que encontraran un interés
renovado en la vida. Otros desde entonces han utilizado las técnicas de grupo para
el tratamiento de aquellos con enfermedades que afectan diversos sistemas
orgánicos las que incluyen el sistema cardiovascular (Adsett y Bruhn, 1968;
Bilodeau y Hackett, 1971; Ibrahim y colaboradores 1974; Mone, 1970; Rahe y
colaboradores 1973; Stern y colaboradores 1984), el sistema pulmonar (Forth y
Jackson, 1976; Groen y Pelser, 1960; Pattison y colaboradores 1971; Reckless,
1971), el aparato digestivo (Lammert y Ratner, 1986; Lóóf y colaboradores 1987;
Wise y colaboradores 1982) y el sistema nervioso (Bucker y colaboradores 1984;
Chafetz y colaboradores 1955; D'Afflitti y Weitz, 1974; Hartings y colaboradores
1976; Oradel y Waite, 1974). Pacientes con síndromes patológicos como
185
186  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Terapia de grupo con pacientes físicamente enferrnos  187
(Capítulo 10)
cáncer (Baiden y colaboradores 1984; Spiegel y Glafkides, 1983; Spiegel y
colaboradores 1981; Yalom y Greaves, 1977), lo mismo que aquellos que se
someten a procedimientos especiales como transplantes (Buchanan, 1975) e
ileostomfa (Lennenberg, 1954), quienes también han participado en terapia de
grupo.
Todos los grupos médicos terapéuticos, independientemente de la entidad
patológica, tienden a compartir características comunes:
hechos relacionados con su enfermedad, en particular si experimenta síntomas
físicos. El siguiente ejemplo de caso ilustra una presentación típica de un
sujeto con enfermedad física y la intervención terapéutica necesaria para
involucrarlo en terapia:
 En general, tienen una composición homogénea (que se basa en la
enfermedad o sintomatología compartida) y casi siempre son a corto plazo
(20 sesiones o menos)
 Enfatizan la educación acerca de la enfermedad en cuestión, e incluyen
información con respecto a la fisiopatología, etiología y alternativas
terapéuticas.
 Apoyan el acatamiento de los regimenes médicos.
 Le enseñan a los pacientes la manera de aliviar la ansiedad mediante el
empleo de técnicas de relajación, autohipnosis o ambas.
 Se enfocan en ayudar a los enfermos a realizar cambios en el estilo de vida,
incluso en dieta, ejercicio, trabajo y recreación.
 Le prestan apoyo a los pacientes para que enfrenten de manera individual
los efectos de sus enfermedades, con lo que les permiten la oportunidad
de exponer sus sentimientos y les ayudan a relacionarse de manera más
efectiva con el personal médico, miembros de la familia, amigos, colegas
o ambos.
Vi al señor A, un hombre de negocios de 45 años de edad, cuatro meses
Los pacientes médicos difieren de aquellos con padecimientos psiquiátricos puros
en cuanto a que su foco de interés, al menos de inicio, se ¿ncuentra en la
enfermedad o procedimiento blanco. Por lo anterior, con frecuencia se orientan
hacia los síntomas y desean explicaciones cognoscitivas. También, muchos son
individuos tan rígidos y compulsivos que son incapaces de expresar sentimientos
negativos, en particular de tipo agresivo. Cuando se presentan con un terapeuta es
frecuente que se les considere como reservados y desvinculados. Se muestran
renuentes a discutir problemas emocionales, que ellos consideran como signo de
debilidad y piensan que compartir cualesquiera necesidades de dependencia es
tanto atemorizante como vergonzoso (Stein y Weiner, 1978). A pesar de esta
caracterización, los pacientes médicos se encuentran altamente motivados para
obtener rehabilitación efectiva y formar una alianza positiva de trabajo para
recuperar la salud. Es probable que si se proporciona un conjunto cognoscitivo
con el cual se ayude al paciente para que comprenda mejor su enfermedad,
además del uso de técnicas de estrés y relajación para alivir su tensión, aliente su
confianza en sí mismo. Si el paciente siente un apoyo adecuado a este nivel, tal
vez esté dispuesto a explorar los problemas que poseen mayor carga emocional
para él, incluso aquellos que se relacionan con la imagen corporal, sexualidad,
autoestima y factores existenciales (es decir, morbilidad y muerte). El terapeuta
siempre debe estar preparado por si el paciente tiende a regresar a lidiar con
conmigo. A pesar de esta ansiedad, y en directo contraste con ella,
C as o 1
después de que sufrió el segundo de dos ataques cardíacos que le
ocurrieron en el espacio de un año. Lo había referido su cardiólogo debido
a que presentaba episodios intermitentes de dolor breve en el pecho
además de palpitaciones. Éstos no se asociaban con ninguna patología
orgánica (nueva). En la primera sesión, el señor A proporcionó anteceden tes detallados de sus problemas físicos. Dijo que después de su hospitalización inicial nueve meses antes, había sentido que su ataque cardíaco
había sido por casualidad. A pesar de que había dejado de fumar dos y
media cajetillas de cigarros diarias, se ejercitaba y había intentado reducir
el nivel de colesterol a través de una dieta, continuó su ritmo frenético de
trabajo. Todavía después de su segundo ataque asistió a un seminario
sobre estrés, pero no podía recordar qué era lo que había escuchado sólo
el hecho de que necesitaba disminuir el paso y relajarse. A medida que
hablamos,
me
impresionó
su
alto
nivel
de
ansiedad,
el
cual
se
manifestaba por la forma rígida en la que colocaba el cuerpo, el ligero
temblor de sus manos y los síntomas que lo habían llevado a consulta
intentaba
presentar un
aire
de negación
y falta
de preocupación,
preguntándose en voz alta por qué había venido a consulta. Sin embargo,
estaba lo suficientemente preocupado acerca de sus síntomas como para
estar de acuerdo en verme en otra ocasión.
Durante la segunda sesión, el señor A dijo de manera voluntaria que era
muy impaciente, no soportaba esperar en fila y necesitaba estar
constantemente en actividad. Cuando las cosas no salían como quería,
podía ser explosivo en términos verbales y físicos. Admitió que su
manera de operar era bastante estresante para su cuerpo y que el
estrés era la Causa principal de su ataque cardíaco, ya que se le había
dicho que el infarto al miocardio probablemente era secundario a un
vasoespasmo. Esto, según dijo, era lo más problemático para
él porque
no sabía qué se requería para cambiar su estilo conductual y si, de
hecho, quería poner tanto esfuerzo en hacerlo.
Vi al señor A en cinco sesiones individuales más antes de referirlo al
grupo cardíaco que yo conducía. Durante este tiempo, experimentó dos
recurrencias separadas de síntomas cardíacos que se vinculaban con la
188  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 10)
ansiedad. En cada ocasión, no había hecho sus ejercicios o no había
utilizado tranquilizantes complementarios porque los resentía como una
invasión a su sentido de control. Asi mismo, había participado en algún
tipo de actividad estresante (es decir, correr en la autopista para encon trarse con un amigo para un juego de golf o jugar poker en una sala de
juego donde se hacían apuestas altas). Y en cada vez, consideró dejar
la terapia porque, a pesar de nuestras discusiones, aun tenía síntomas y
se sentía vulnerable. Pudimos remontar esta dificultad al hablar de su
necesidad presente de controlar su vida y su desconfianza de que otros
lo ayudaran a recuperar el control que había perdido. Consideró que su
Terapia de grupo con pacientes físicamente enfermos  189
acerca del padecimiento en cuestión y sobre su manejo médico. Después de una
o dos sesiones, durante las cuales se responden la mayor parte de las preguntas
acerca de la enfermedad física, los pacientes están listos para discutir el papel
que ha representado su estilo de vida en la etiología de su estado físico, en su
rehabilitación, o en ambos. Con frecuencia, se enseña autohipnosis o ejercicios
de relajación muscular profunda para ayudar a que los miembros del grupo
reduzcan su nivel de ansiedad general. Las siguientes sesiones varían en su
enfoque con base en la orientación terapéutica del líder y las necesidades del
grupo de enfermos en específico.
falta de confianza en general provenía de sus primero años, cuando no
podía confiar en su padre pasivo y en su madre crónicamente
TÉCNICAS CONDUCTUALES
insatisfecha para nutrirlo y apoyarlo. El señor A estaba muy interesado
en trabajar en esta problemática de confianza en sí mismo y en los
demás, y esto se convirtió en un factor muy importante en su decisión
de ingresar a terapia de grupo.
La terapia de grupo es especialmente útil para pacientes como el señor A en
el sentido de que proporciona un foro donde se puede hablar acerca de los
temores y recibir guía en cuanto a las conductas que pueden adoptarse o evitarse
cuando se enfrenta una enfermedad. Con frecuencia, el mero acto de adquirir
conocimiento reduce la ansiedad de los pacientes. Además, los miembros del
grupo pueden recibir confrontaciones y retos de sus compañeros y se les alienta
a conformarse tanto con el régimen médico como con las sugerencias ofrecidas
para lidiar con las tensiones vitales. Para muchos enfermos, la experiencia de
grupo ofrece una oportunidad única para compartir afectos y emociones con los
compañeros; para que los consuele el conocimiento de que los otros también
luchan por enfrentar la misma pérdida de control sobre sus procesos corporales y
recibir apoyo y valoración.
TÉCNICAS DE CONDUCCIÓN DE LA TERAPIA DE GRUPO
DE PACIENTES CON ENFERMEDADES FÍSICAS
Estos grupos, con independencia de la entidad diagnóstica, tienden a ser de
composición homogénea, la cual se basa en la enfermedad o sintomatología en
común. En general, son a corto plazo (20 sesiones o menos). Al conducir un grupo
de este tipo de pacientes, el terapeuta debe lograr que los miembros participen de
manera activa, aun los pacientes silenciosos. Después de una sesión inicial en la
que los enfermos se presentan a sí mismos y describen qué es lo que los llevó al
grupo, el terapeuta, con la posible asistencia de una enfermera o de un profesor de
medicina, debe enfocar la atención en proporcionar información
Los terapeutas conductuales o cognoscitivos con orientación hacia el aprendizaje
social enfatizan la conciencia de los hábitos disfuncionales y las distorsiones
cognoscitivas. Intentan proporcionar a los pacientes un modo óptimo de funcionamiento y, de manera subsecuente, brindarles retroalimentación en cuanto a la
efectividad del cambio de sus conductas. Se asignan tareas en áreas como
habilidades sociales y. estilo de vida. Los pacientes registran en detalle sus
observaciones conductuales y las comparten con el grupo.
Por ejemplo, en un grupo para pacientes cardíacos, un terapeuta cognoscitivo—
conductual se enfocaría en la modificación de la urgencia del individuo con
respecto al tiempo y la hostilidad libre flotante. Algunos terapeutas conductuales
podrían alentar también la sustitución de actos de hostilidad por actos de afecto, la
participación en actividades que estén menos dirigidas a metas (por ejemplo, hablar
con viejos amigos, lecturas tranouilas y asistir a conciertos).
TÉCNICAS PSICODINÁMICAS
Los líderes con orientación psicodinámica sacan a relucir, de manera activa, las
respuestas psicológicas de los pacientes acerca de sus enfermedades. Alientan la
exposición de sentimientos de pérdida y rechazo, los cuales implican cambios
percibidos en imagen corporal, identidad profesional y rol familiar. La cohesión
del grupo se va haciendo más firme a medida que los miembros discuten sus
preocupaciones acerca de sentirse desamparados y menos dignos de amor. Los
pacientes pueden hablar de sentirse responsables de su enfermedad debido a
transgresiones pasadas. Se obtiene el alivio terapéutico a medida que los integrantes desarrollan un sentido de comunidad con otros y reciben apoyo generado
en el grupo para actuar en la toma de control de sus vidas. Las principales metas
terapéuticas consisten en reducir la dependencia nociva en mecanismos inapropiados de defensa que incluyen negación, racionalización e intelectualización.
Por ejemplo, en un grupo para enfermos cardíacos, el terapeuta psicodinámico
podría alentarla discusión de sentimientos acerca de las dificultades para
190 0 Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 10)
enfrentar el infarto en sí, lo mismo que las preocupaciones acerca de su efecto
sobre el trabajo, familia, relaciones sociales y estilo de vida. Se atienden los
problemas en la expresión de afecto, en particular de amor y hostilidad, a
medida que surgen los ejemplos en el aquí y ahora del grupo. Dependiendo de
la composición del grupo, se tocan en mayor o menor grado las temáticas existenciales, que incluyen enfrentar el problema básico de la vida y la muerte.
OTRAS TÉCNICAS
Pueden emplearse imágenes mentales tanto en grupos con orientación cognoscitivo—conductual como en los psicodinámicos. Las imágenes generales de
curación, como hacer que los pacientes imaginen que yacen en una playa y que
absorben los rayos y el calor curativos del sol o que flotan en un lago rodeado
de árboles con un cielo transparente sobre sus cabezas, ayudan a facilitar la
inducción a un estado de relajación y pueden presentarse en la primera fase del
grupo. Se pueden utilizar otras imágenes generales para promover la activación
de un sistema de curación específico, como el sistema inmunitario o el circulatorio. Se puede pedir a los pacientes que imaginen que están en control de los
glóbulos blancos para matar a las células cancerosas o que conducen un arado
para agrandar una arteria coronaria estrecha. Aun otras imágenes
autoderivadas, que producen los sujetos en la última fase de la terapia a corto
plazo, pueden utilizarse como un "sueño de vigilia" para explorar sentimientos
que se vinculan con la el padecimiento físico y con la dinámica inconsciente
que puede mediar estos sentimientos.
VARIABLES DEL TERAPEUTA
Ca s o 2
Los aspectos de contratransferencia, a pesar de que incluyen la necesidad común
de que los terapeutas se conozcan a sí mismos y que estén conscientes de sus
"puntos ciegos", tienen manifestaciones únicas en los grupos de pacientes con
enfermedad física. En particular, los terapeutas novatos expresan temor acerca de
presionar a los pacientes de manera excesiva al intentar que aborden temas
cognoscitivo—conductuales o problemáticas psicodinámicas subyacentes, por
miedo a que experimenten síntomas físicos agudos (por ejemplo, dolores en el
pecho o dificultad respiratoria paroxística) que puedan alterar su salud. A pesar
de que existe esta posibilidad como algo real, la experiencia que ha tenido este
autor es que el grupo en sí mismo sirve como un ambiente de sustentación
adecuado en el que se protege a los enfermos de la exposición a sentimientos de
manera demasiado rápida o intensa. Si, a pesar de estas advertencias, los pacientes experimentan angustia, el líder puede elegir que se utilice la siguiente sesión
de grupo para enfrentar el problema. En casos más agudos, podría indicarse el
Terapia de grupo con pacientes físicamente enfermos  191
uso de sesiones individuales especiales para ayudar a que los miembros
obtengan una perspectiva en cuanto a sus sentimientos subyacentes.
Con frecuencia, los terapeutas se sienten desalentados ante los pacientes que
eligen concentrarse de manera exclusiva en los síntomas físicos y en las intervenciones médicas, con 1D que evitan enfrentarse a la dinámica subyacente que
quizá esté contribuyendo a su conjunto de síntomas. Una manera que este autor
ha encontrado para prevenir que esto suceda, consiste en impartirle
conocimientos, a los pacientes y responder a sus preguntas sobre la enfermedad y
su manejo médico, quirúrgico, o ambas cosas, en las sesiones iniciales. Esto
reduce de manera significativa la necesidad de los enfermos de lidiar con
aspectos que estrictamente guardan relación con el aspecto médico en las
sesiones posteriores (Stern y colaboradores 1984).
La actuación de fantasías omnipotentes de curación de aquellos con enfermedad física o de alivio significativo de sus síntomas físicos inhabilitantes,
constituye un problema potencial para todos los terapeutas que se enfrentan con
estos pacientes. Con mucha frecuencia esta idea se refleja en el deseo desesperado de ayuda por parte de este tipo de enfermos después de que no encontraron
ayuda en la medicina tradicional. Es probable que los terapeutas que asumen
una posición omnipotente se sientan descorazonados y deprimidos si sus pacientes no mejoran en términos físicos o si se incapacitan aun más en ese mismo
sentido. Entonces, esta clase de terapeuta puede alejarse o abandonar a los
enfermos en el momento en que éstos necesitan más de su apoyo para enfrentar
la ansiedad, decepción y desesperación que se asocian con un empeoramiento
de la situación médica (Kaufman y Micha, 1987).
Los siguientes ejemplos de caso destacan las experiencias terapéuticas dentro
de un grupo con orientación psicodinámica para pacientes cardíacos. En el caso
2, los miembros comienzan a aprender sobre su dificultad mutua para
enfrentarse a sentimientos de hostilidad.
Como había sido el caso de manera reciente, el señor B abrió la sesión y
comenzó a hablar acerca de sí mismo. El señor C escuchó y desoués se
volvió hacia mí dándole la espalda al señor B y preguntó si el grupo tenía un
programa organizado en cuanto a quién hablarla y cuándo. No dije nada. El
señor B habló de manera directa hacia el señor C, quién aun Ir, daba la
espalda, y le dijo que lo estaba interrumpiendo. El señor C lo ignoró. El señor
B persistió en cuestionar al señor C. Entonces, otros miembros del grupo
entraron en la discusión y señalaron que el señor C había confesado fuera
del grupo que estaba muy molesto con el señor B por acaparar las sesiones
y que estaba tratando de manejar esto con el señor B de manera muy
indirecta. El señor C estaba en silencio (y permaneció así por el resto de la
sesión). Entonces, el señor D habló acerca de sentir empatía por el señor C,
porque él también intentaba presentarse
192  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 10)
ante el mundo exterior como una persona agradable, silenciosa y tranquila
mientras que se encontraba agitado y confuso a nivel interno. Durante la
siguiente sesión, el señor C habló acerca de lo que había ocurrido en el
grupo en la ocasión anterior. Se disculpó con el señor B, e hizo comentarios
acerca de su habilidad para provocar enojo en los otros y después
escudarse para evitar las consecuencias.
En el caso 3, los miembros del mismo grupo comparten un sentimiento general de
aislamiento:
Terapia de grupo con pacientes físicamente enfermos  193
impulsados por una fuerza interior, hablaron de sus sentimientos paranoides
subyacentes que habían ocultado cuidadosamente hasta entonces. Un
miembro, que era un científico muy respetado, habló de sentirse como un
impostor en su trabajo. Temía que algún día lo descubrirían y que su carrera
se terminaría. Otra integrante, una periodista señaló que no importaba
cuántos trabajos hiciera bien, siempre temía que no pudiera terminar de
manera satisfactoria el siguiente y que la despidieran de manera
ignominiosa de su empleo. Un tercer miembro sentía que siempre lo
rechazaban sus allegados y se preguntaba si estaba poniendo
inadecuadamente la confianza en el grupo y si también allí lo rechazarían.
Caso 3
El señor E comenzó la sesión señalando que a pesar de que había
disfrutado inicialmente del grupo, durante las sesiones grupales recientes
en gran medida se había sentido en la periferia, incapaz de sacar a
discusión sus propios problemas, además de sentirse desatentido cuando
sí hablaba. Varios otros de los miembros respondieron de manera
compasiva e indicaron que se habían sentido del mismo modo, tanto
dentro como fuera del grupo. El señor D dijo que era frecuente que
tuviera que presionarse para hablar con los grupos de personas en lugar
de sólo escuchar. El señor F estuvo de acuerdo y añadió que cuando era
un adolescente alguien le había dicho que actuaba como si estuviera en
Es claro que ejemplos similares pueden presentarse en otros tipos de grupos. La
diferencia con los grupos de pacientes físicamente enfermos es que su homogeneidad resulta en que los miembros vibren de manera invariable como uno solo
cuando se enfrentan con un problema. "Es como si tú fueras yo y estuvieras
contando mi historia", dijo uno de los integrantes.
La segunda sección de este capítulo se enfocará en las poblaciones médicas
específicas. Esto destaca los principales problemas psicosociales que requieren
atención en el grupo para asegurar que el proceso terapéutico sea significativo y
efectivo para estos pacientes.
un tonei viendo hacia afuera. El señor E suspiró mientras que asentía con
la cabeza acerca de lo que se había dicho y fue claro que se sintió más
unido al grupo.
En el caso
4, que ocurrió varias sesiones después de la anterior, los miembros del
grupo compartieron entre si su pesimismo general aparejado con un sentido de que,
no importaba lo que hicieran, estaban condenados.
Caso 4
El señor E dijo que deseaba hablar acerca de un sueño recurrente que lo
había molestado desde la infancia. En el sueño, se encontraba a la orilla del
mar en Cape
Cod.
llegaba una gran ola y la resaca lo arrastraba hacia el
mar. Podía regresar a tierra nadando con dificultad. Después caminaba
hacia un sitio alto en la playa. De pronto, otra ola, aún más grande, llegaba
y de nuevo lo arrastraba hacia el mar. Se sentía como si fuera a ahogarse,
pero usaba toda su fuerza para regresar a la orilla. Después de esto, se
arrastraba a terreno todavía más alto. Entonces, mientras que se ponía en
pie, revisaba los alrededores. Por el rabillo del ojo veía venir un nuevo
desastre. Una marejada se dirigía hacia él a gran velocidad y con seguridad
lo devoraría.
Entonces
se despertaba los miembros del grupo estaban
hipnotizados con la presentación del señor E. Entonces, como si se vieran
PACIENTES CARDÍACOS
Este tipo de pacientes se encuentran preocupados por el funcionamiento de su
corazón y temen morir o quedar incapacitados. Pueden evitar cualquier actividad
que consideren estresante, debido a estos temores. Algunos evitan regresar a los
niveles anteriores de trabajo, mientras que otros no participan en relaciones
sexuales o en ocupaciones de recreación, bajo la creencia de que dichas activi dades les harán sufrir otro ataque cardíaco. Muchos están preocupados de que se
les vea como menos valiosos y se les haga a un lado. Aproximadamente el 25 %
de los pacientes que han sufrido infarto al miocardio experimentan ansiedad
depresión, o ambas. Con frecuencia, estas personas tienen una necesidad excesiva de independencia y control. Antes del ataque cardíaco, canalizaban esta
necesidad a través de una devoción intensa por el trabajo y dejaban poco tiempo
para la intimidad humana y la comodidad recreacional. Sin intervención terapéu tica, es probable que estos pacientes tengan una regresión a un estado de
cavilación, pasividad o confusión depresiva y agitación sin propósito (Stern,
1984). Los mismos problemas acosan a las personas que atraviesan por cirugía de
derivación con injerto, en especial si no se les preparó.
El grupo de intervención a corto plazo para pacientes cardíacos ayuda a que
se reduzca su depresión y ansiedad, incrementa su sociabilidad y amistosidad y
194 II Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 10)
contribuye de manera concomitante a disminuir la fricción en sus relaciones
interpersonales (Stern y colaboradores 1983). Existe también cierta indicación
de que los enfermos que participan en un programa de grupo orientado en
términos educativos sufren menos muertes y nuevos infartos y tienen una
probabilidad mayor de permanecer en el trabajo, en comparación con sujetos
control, en los siguientes años después de la experiencia de terapia de grupo
(Rahe y colaboradores 1979).
La terapia de grupo abierto, a largo plazo (más de seis meses de duración)
con pacientes cardíacos se diseña para alterar sus características subyacentes, de
personalidad tipo A; de manera más específica, su hostilidad libre flotante y su
sentido de urgencia de tiempo, que si se deja sin cambio es probable que contribuya
a que recurra el infarto al miocardio. Se puede utilizar un modelo reestructurador
cognoscitivo—social o uno psicodinámico. Un estudio controlado, a gran escala,
que utilizó el modelo reestructurador cognoscitivo—social, mostró que los
participantes no sólo modificaron su conducta tipo A sino que también tuvieron, en
términos significativos, menos infartos a través de un periodo de seguimiento de
tres años (Friedman y colaboradores 1986).
PACIENTES CON CÁNCER
Recibir un diagnóstico de cáncer, aun cuando se extirpe en las primeras etapas y
se dé un pronóstico favorable, confronta al individuo con la fragilidad de la vida.
Son comunes los temores a la muerte, a la recurrencia de la enfermedad, a la
incapacidad y pérdida de funcionamiento. La negación del impacto de la
enfermedad es una defensa frecuente que está llena de peligros, en particular si
lleva al paciente a evitar la obtención de apoyo médico y emocional necesarios.
Algunos pacientes utilizan de manera activa a sus médicos y amigos para obtener
información, recibir apoyo y disfrutar de la vida de una manera planeada .y
cuidadosa. Sin embargo, otros meditan acerca de su padecimiento, se retraen y
evitan socializar. Estos enfermos están propensos a la ansiedad, ala depresión, o
a ambas (Kaufman y Micha, 1987).
Una intervención grupal a corto plazo tal vez ayude a estos pacientes a reducir
sus niveles de ansiedad, confusión, depresión y fatiga. De manera concomitante,
mediante ayudar a los sujetos con cáncer a que expresen sus sentimientos y
aprendan nuevos métodos de enfrentamiento, el grupo contribuye a que dichos
pacientes utilicen estrategias activas de enfrentamiento, conductuales y
cognoscitivas, y reduce su dependencia en la evitación desadaptativa (Fawzy y
colaboradores 1990).
Para aquellos con carcinoma metastásico que tienen poca o ninguna esperanza
de supervivencia, el enfrentamiento efectivo implica el dominio del estrés de la
enfermedad terminal. Es frecuente que la terapia de grupo sea abierta y a
Terapia de grupo con pacientes físicamente enfermos  195
largo plazo. Los pacientes permanecen dentro del grupo en tanto lo permita su
estado físico. Uno de los focos principales de atención del grupo tiene que ver
con el manejo del sentido de aislamiento que experimentan estos enfermos.
Mediante la expresión del enojo hacia sus médicos, en ocasiones pueden
translaborar y separar la parte que se justifica, en la mayor parte de los casos ésta
se asocia con la actitud impersonal y autoritaria de sus cirujanos y oncólogos, de
la que es irracional. Por último, al enfrentarse con el deceso de otros miembros
del grupo, los participantes están en mejor posición para desintoxicar su propia'
muerte y analizarla en lugar de evitarla (Yalom y Greaves, 1977).
Se encontró que las pacientes con carcinoma metastásico en los senos, que
participaron en un grupo a largo plazo con orientación psicodinámica, experimentaron menos ansiedad, fatiga y confusión y se sintieron más vigorosas que un
grupo control de enfermos en un seguimiento a un año (Spiegel y colaboradores
1981). De manera adicional, en un seguimiento de estas personas a 10 años, se
manifestó que su tasa de supervivencia a partir del momento en que comen zaron
el tratamiento fue cerca del doble de aquella del grupo control (Spiegel y
colaboradores 1989).
PACIENTES CON PADECIMIENTOS DIGESTIVOS
A diferencia de los pacientes cardíacos y cancerosos, que reaccionan ante enfermedades que amenazan la vida y que son potencialmente incapacitantes,
aquellos con padecimientos digestivos se angustian ante su incapacidad de
obtener alivio de los síntomas físicos crónicos que tienen un impacto sobre su
capacidad para disfrutar de la vida. El dolor abdominal, diarrea, estreñimiento,
flatulencia, nausea y vómito son sólo algunos de los síntomas que estos
pacientes enfrentan a diario. En general, la terapia de grupo a corto plazo tiene
un fuerte componente educativo y conductual (Lammert y Ratner, 1986; 1,85f y
colaboradores 1987; Wies y colaboradores 1982). Se identifican los síntomas
físicos y se instruye a los integrantes para que lleven diarios que documenten
tanto la ingestión de alimentos como los supuestos estresantes vitales para
identificar aquellos factores que hacen que empeore su sintomatología. Utilizar
esta información para hacer cambios vitales se vuelve una tarea para el
individuo y para el grupo. En el proceso, los miembros sienten más apoyo y
menos aislamiento. En la última fase del grupo, es probable que experimenten
un mayor sentido de confianza que da por resultado que se discutan problemas
personales, incluso con respecto a su sexualidad. Los resultados del tratamiento
son variables y sólo algunos estudios informan de una reducción en los
síntomas físicos después de la participación grupal. Wise y colaboradores
(1982) sugirieron que pueden ser necesarias sesiones de refuerzo para que se
mantenga la mejoría de los síntomas a través del tiempo.
196  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Terapia de grupo con pacientes físicamente enfermos  197
(Capítulo 10)
PACIENTES CON OTRAS ENFERMEDADES
Los pacientes con trastornos neurológicos (Bucker y colaboradores 1984; Chafetz y
colaboradores 1955; D'Afflitti y Weitz, 1974; Hartings y colaboradores 1976;
Oradel y Waite, 1974), diabéticos (Aveline y colaboradores 1985; Oehler—Giarratana y Fitzgerald, 1980; White y colaboradores 1986), aquellos que sufren
amputaciones en cirugía vascular (Lipp y Malone, 1976) y pacientes de diálisis
(Lubell, 1976,) con frecuencia se sienten ansiosos y deprimidos debido a su
recuperación física lenta, dolorosa y, en muchas ocasiones, incompleta. Se
preocupan acerca de presentar mayor incapacidad y temen volverse una carga para
los demás. Cuando las familias también participan en el grupo, la comunicación
entre el paciente y la familia con respecto a la aceptación de la incapacidad y sus
limitaciones, se vuelven un foco primario de interés.
Es frecuente que aquellos con asma (Forth y Jackson, 1976: Groen y Pelser,
1960; Reckless, 1971) y con enfisema crónico (Pattison y colaboradores 1971)
sean en extremo sensibles a los estímulos psicológicos, que solos o en combinación con factores biológicos, en ocasiones precipitan la dificultad respiratoria
paroxística. En un grupo con orientación psicodinámica, estos pacientes pueden
presentar síntomas asmáticos cuando se les altera en un sentido afectivo. Esto
quizá limite su participación dentro del grupo y los demás den por terminada su
participación en el mismo. Algunos estudios han concluido que estos enfermos
tienen mejores resultados en un modelo más educativo y enfocado hacia el
padecimiento. Un estudio (Reckless, 1971) sugirió que pueden contenerse los
síntomas de ansiedad mediante enfocar la atención del grupo sobre el paciente
que experimenta un ataque asmático, a fin de ayudarlo a que identifique el tema
emocional ante el cual quizá esté respondiendo. Se alentaba al sujeto a no dejar
la habitación o a buscar su medicamento y, en lugar de ello, a hacer contacto
corporal con otro miembro del grupo, lo cual, en un momento dado, conducía a
una disminución en la ansiedad y en la angustia física. A través del tiempo, estos
ataques se presentaban con menor frecuencia, tanto dentro como fuera del grupo,
en respuesta a los temas que originalmente los disparaban.
Los pacientes con hipertensión (Patel y Marmot, 1988) o con problema de
espalda (Linssen y Zitman, 1984) tienden a responder más a un enfoque cognoscitivo—conductual. Se disminuye la ansiedad a través del aprendizaje de técnicas
de relajación. Además, las personas con problemas de espalda pueden aprender a
identificar las situaciones que anteceden a la aparición del síntoma, y las
emociones negativas que se relacionan con el dolor, y combatirlas con pensamientos adaptativos alternativos.
Los pacientes dentro de grupos multidiagnóstico (Stuber y colaboradores
1988) comparten preocupaciones comunes, incluso el sentimiento de estar
separados de la comunidad "sana", la preocupación de quedar incapacitados y los
conflictos de dependencia. No está presente la cohesividad del grupo, que se basa
en compartir un conjunto común de síntomas. Esta cohesión debe desarro
llarse como sucede en un grupo normal de pacientes externos, a través de una
comprensión gradual entre los miembros del grupo, quienes comparten preocupaciones comunes. Algunos grupos tienden a establecerse principalmente para
proporcionar apoyo continuo, mientras que en otros, los miembros pueden
traslaborar problemas que generan sus incapacidades, sentirse cada vez más
cómodos y, entonces, graduarse del grupo.
CONCLUSIONES
Para muchos pacientes con enfermedades físicas, participar en terapia de
grupo es una experiencia nueva y atemorizante. Hablar con otros dentro de un
grupo, cuando se han sentido emocionalmente aislados y han desconfiado a
nivel instintivo de exponerse a sí mismos a cualquier situación vulnerable, es
algo que estas personas no consideran de manera habitual. Sin embargo, una
vez que comienzan a participar en un grupo, aquellos con enfermedades
físicas trabajan de manera activa en terapia. El hecho de que superen el
sentido de aislamiento y que desarrollen una capacidad cada vez mayor para
enfrentar su padecimiento, es una fuente de gratificación para todos los
terapeutas que trabajan con ellos.
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Grupos de apoyo familiar
para pacientes físicamente
enfermos y sus familias
KathleenWhitemanCarroll,MSW,LCSW
INTRODUCCIÓN
En The Village Voice, Paul Cowan (1988) habló con elocuencia acerca de su propia
experiencia con la leucemia. Cowan aprendió que hay una "tierra de los enfermos"
con su propio lenguaje, geografía y ciudadanos, donde se cambia para siempre la
vida normal. En cuanto al impacto de su leucemia sobre su familia, Cowan se
sintió culpable de principio y pensó "ahora las personas que más amo sentirán mi
enfermedad como un peso constante" (página 28). Primero, creía que le estaba
fallando a sus seres queridos. Se preocupaba de que si se sentía triste o irritable
alejaría a aquellos cuyo apoyo necesitaba. "Tenía que dejar que el amor de otros
fluyera a través de mí y nutriera mi autoestima" (página 31).
Cowan (1988) compartió sus preocupaciones con su familia y también llegó
a otros que, de manera similar se encontraban aquejados por enfermedades
graves. Con su lenguaje común, pudieron discutir entre sí los temores que
apenas podían admitir para sí mismos. Encontró que era más fuerte de lo que
creía y que "aunque tema a la muerte, aun puedo afirmar la vida" (página 33).
(a) La autora es una psicoterapeuta en Kaiser Permanente, Departamento de Servicios
Psicosociales, San Diego California. También ejerce su práctica privada en San Diego.
Durante tres años fue Directora del programa nacional de la Leuktmia Society of America,
Inc.
201
202  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 11)
Pero ¿qué hay con respecto a la familia de Cowan? Es seguro que su
padecimiento tuvo un profundo efecto sobre cada miembro. Los integrantes de la
familia tienden a sufrir pena, ansiedad y desamparo en respuesta a la enfermedad del
paciente. Sin embargo, también niegan o minimizan su dolor emocional cuando
están preocupados por ayudar a aquel que está enfermo. Esta capacidad de los
miembros de la familia para enfocarse en los problemas del enfermo, que con toda
claridad son más graves, es una necesidad para sobrevivir y funcionar en la vida
cotidiana. Sin embargo, con frecuencia esta capacidad adaptativa para negar,
descuidar o diferir sus necesidades puede, finalmente, ser desadaptativa para los
integrantes de la familia y para el paciente.
La enfermedad grave es repentina y atemorizante para el paciente y la
familia. Fuerza una confrontación con el propio desamparo y mortalidad. El
terror a un padecimiento que amenaza la vida puede provocar un retraimiento
entre pacientes y miembros de la familia en un momento donde la comunicación
es más esencial. Sin embargo, no todos los enfermos tienen la perspicacia u
honradez de Cowan, de modo que quizá necesiten el aliento de otros pacientes y
sus familias para expresar su respuesta al padecimiento y sus necesidades.
El impacto emocional de la enfermedad para el paciente se analiza en el
capítulo 10 de este libro. Este capítulo se enfoca, ante todo, en la eficacia de los
grupos de apoyo familiar para ayudar a los pacientes y a los miembros de sus
familias, a fin de aumentar su capacidad para enfrentar la enfermedad.
ATENDER A LA RESPUESTA DE LA FAMILIA
ANTE LA ENFERMEDAD GRAVE
La enfermedad grave implica una amenaza para la homeóstasis familiar. La
respuesta del paciente se moldea de manera natural a partir de su funcionamiento
anterior, sus antecedentes de pérdidas y otras tensiones concurrentes en su vida.
La familia también trae a la enfermedad sus antecedentes de pérdidas, estilo de
enfrentamiento y tensiones actuales. Los miembros de una familia que poseen
antecedentes de pérdidas significativas que nunca se discutieron o elaboraron su
duelo, son más vulnerables, Tal vez reaccionen ante el diagnóstico de una
enfermedad grave con mayor ansiedad y con una capacidad deficiente de
enfrentamiento. Otra familia con numerosos problemas matrimoniales, de padres e
hijos, o financieros, es probable que constituyan un sistema ya tensionado al punto
máximo de resistencia. Si se añade el diagnóstico de una enfermedad grave, todo
el sistema puede desplomarse a medida que varios individuos dentro de éste
enfrentan la situación de maneras desadaptativas.
Weisman (1979) definió al enfrentamiento como "... lo que uno hace acerca de
un problema a fin de obtener alivio, recompensa, reposo y equilibrio" (página 27).
De acuerdo con Weisman, en general las personas con capacidad de
Grupos de apoyo familiar para pacientes físicamente enfermos y sus familias  203
enfrentamiento deficiente se sienten impotentes y los que tienen una buena
capacidad a este nivel tienden a poseer muchos recursos en cuanto a su manera de
confrontar una enfermedad peligrosa. Weisman señaló que el enfrentamiento es una
habilidad que puede cultivarse a través de seguir sus "directivas positivas", que
incluyen la necesidad de enfrentarse a la realidad, enfocarse en soluciones,
considerar alternativas y "mantenerse abierto a la comunicación mutua con
otras personas que son importantes en un sentido emocional".
Tringali (1986) hizo una encuesta acerca de las necesidades de los
miembros de la familia de enfermos cancerosos y notó que la familia, más que
el paciente, es el cliente. Tringali señaló que la familia necesita apoyo social,
información médica de aspecto acerca del estado y tratamiento del enfermo, la
creencia de que el personal del hospital se ocupa del paciente y un sentimiento
de esperanza.
Rolland (1989) describió tres fases principales de una enfermedad: las fases
crítica, crónica y terminal. La fase crítica incluye los eventos inmediatos anteriores
y posteriores al diagnóstico. Durante este tiempo, de acuerdo con Rolland, la
familia necesita:




Crear un significado para la enfermedad que aumente al máximo un
sentido de dominio y competencia.
Llorar la pérdida de la identidad familiar anterior a la enfermedad.
Comenzar a aceptar el cambio permanente mientras que se mantiene un
sentido de continuidad entre pasado y futuro.
Unirse para lograr una reorganización de crisis a corto plazo.
Desarrollar un sistema con mayor flexibilidad en cuanto a metas
futuras.
El diagnóstico afecta a la familia de maneras diferentes, todo depende de la fase del
ciclo vital de la familia y de la etapa del desarrollo individual o de todos los
miembros de la familia. Cuando la hospitalización aleja al paciente del hogar y, con
ello, de la interrelación normal dentro de la familia, todo el sistema debe cambiar
para dar acomodo a este suceso. Si el enfermo es cabeza de familia, a nivel
económico o emocional, los cambios en la dinámica familiar son mayores
necesariamente. Otros miembros de la familia deben asumir las responsabilidades
de esa persona o todo el sistema familiar sufre una grave privación. Las familias
pueden desplomarse ya sea de manera temporal o permanente bajo esta tensión o
crecerse ante el reto y adaptarse de maneras sorprendentes que incluyen la
adquisición de una intimidad más profunda.
Rolland destaca que entre más comunicación exista entre la familia acerca
de la enfermedad, se distribuyan de nuevo los roles, se resuelvan problemas y
acepten el apoyo social y los recursos comunitarios, manejarán mejor el padecimiento. Si se anticipan a los problemas y se diseñan soluciones, pueden evitar
muchas de las crisis que se vinculan con la enfermedad.
Por tanto, el tratamiento óptimo para el paciente requiere atención al
sufrimiento de su familia. Una de las principales metas del tratamiento debe
204  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 11)
consistir en facilitar una mejor comunicación entre el paciente y el equipo médico,
y entre el paciente y su familia. Esta mejoría en comunicación incrementará el
apoyo familiar y social cuando más se le necesite. Si se aumenta la capacidad de
la familia para enfrentar la enfermedad y los cambios que se relacionan con los
roles, mediante reducir su ansiedad y desamparo, y se le ayuda a obtener un
sentido de dominio, tendrá un efecto positivo inmediato en el paciente. El apoyo
apropiado para la familia también minimiza el dolor y disfunción residual después
de la muerte del enfermo.
El ocupado equipo médico tiende a ver a los miembros de la familia como algo
periférico al tratamiento del paciente. Por tanto, la familia suele volverse experta en
mantener en privado sus preocupaciones y reacciones emocionales.
Con frecuencia, la falta de información médica realista aumenta su ansiedad. Si los
apoyos tradicionales no se encuentran en su sitio (por ejemplo, existe una ausencia
de integrantes de la familia extensa, una pérdida de fe o una necesidad de viajar a
una ciudad distante para obtener tratamiento), el reto de enfrentamiento para los
miembros de la familia se vuelve casi insoportable.
Cuando los miembros de la familia le piden información médica al personal del
hospital, con frecuencia lo que buscan es atención y apoyo, pero las limitaciones de
tiempo del personal dificultan que se responda a esta necesidad. Por otra
parte, los miembros de otras familias que se encuentran en la misma
situación están calificados de manera única para proporcionar este apoyo. Su
experiencia común con la enfermedad les posibilita a los miembros de las familias
de pacientes con enfermedades físicas ayudarse entre sí con mayor rapidez y
efectividad.
Durante la fase crónica, las familias deben adaptarse a las fluctuaciones de la
enfermedad lo mismo que a la incertidumbre de su duración. La tarea principal
de la familia durante esta fase consiste en mantener una vida tan normal como
sea posible. La meta debe ser la autonomía m4xima para cada miembro a pesar
de las limitaciones necesarias impuestas por el padecimiento. En la fase terminal,
la muerte se ve como algo inevitable que fuerza a la familia a comenzar el duelo
por la pérdida de su miembro enfermo.
En esta sección se enfocan las diversas respuestas que puede tener la familia
ante una enfermedad que amenaza la existencia de uno de sus miembros. Como se
señaló, el tratamiento óptimo para el paciente incluye una necesidad a su familia. El
tratamiento para la familia implica las siguientes metas:
 Aprender más acerca de la enfermedad y las transformaciones del rol que se
vinculan con ésta, dentro de la familia.
 Reducir la ansiedad y el desamparo y permitir que se expresen y se valoren
las emociones.
 Mejorar la comunicación entre el paciente y su familia y entre ésta y el
equipo médico.
 Aumentar las habilidades de enfrentamiento existentes y adquirir
nuevas.
Grupos de apoyo familiar para pacientes físicamente enfermos y sus familias  205
 Incrementar el apoyo familiar y social.
 Disminuir las secuelas negativas a largo plazo.
Los grupos son una modalidad efectiva de tratamiento para los pacientes
físicamente enfermos como se mostró en el capítulo 10 dé este libro, lo mismo
que en D'Afflitti y Weitz (1974), Johnson y Stark (1980), Silver y Lambert
(1987), Spector y Conklin (1987) y Spiegel y colaboradores (1981), entre otros.
COMPONENTES CRÍTICOS DE UN GRUPO
DE APOYO PARA FAMILIAS
Cualquier discusión acerca de los grupos de apoyo que se asocian con la
enfermedad física requiere que el modelo propuesto aquí se distinga de los
grupos de autoayuda y de los grupos de terapia. La definición literal de un grupo
de "autoayuda" es de aquel en el que se reúnen personas con aflicciones similares
para ayudarse a sí mismos y entre sí, sin el liderazgo de un profesional de la
salud mental. A pesar de que el modelo grupal que se propone aquí no es de un
grupo de autoayuda bajo esta definición, tiene algunos de los mismos atributos
de los grupos de autoayuda. Por ejemplo, los grupos ofrecen un foro donde los
miembros pueden compartir entre sí las poderosas emociones que produce una
enfermedad que amenaza su vida. Prestarse apoyo y alentarse entre sí ayuda a los
miembros a sentirse menos solos, menos desamparados, con mayor confianza en
sí mismos y más capaces de enfrentar la situación. Además, aquellos integrantes
que el grupo percibe que están manejando de manera efectiva el estrés se vuelven
modelos positivos de rol para los otros.
El modelo que se propone aquí se deriva de aquel que utiliza la Leukemia
Society of America (1988). Esta Sociedad tiene un programa nacional único de 34
grupos de apoyo familiar, dirigidos por profesionales, para pacientes con leucemia y sus familias. Dieciocho de estos grupos se incluyeron en un estudio de tres
años en el que se reunieron datos a intervalos de un año. Whiteman (1987)
encontró que la esperanza, sentido del humor, ansiedad y enojo fueron los
sentimientos que se expresaron con mayor frecuencia en el grupo. Se expresó en
menos ocasiones el sentimiento de desesperanza. La mayor parte de los grupos
de apoyo para cancerosos, que se basan en la comunidad, enfatizan la educación
más que la interacción de grupo. En contraste, estos grupos se enfocan en la
interacción de los pacientes y de los miembros de la familia entre sí, en donde se
ofrecen apoyo unos a otros, aprenden nuevas habilidades de enfrentamiento y
expresan el compromiso hacia el grupo. A diferencia de los grupos tradicionales
de psicoterapia, los líderes alientan el contacto fuera del grupo y se proporciona
apoyo adicional a los integrantes de éste.
206  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 11)
PARÁMETROS
Para un grupo de apoyo familiar, los horarios de reunión, duración y localización deben
ser tan consistentes como sea posible. Son mejores las reuniones semanales debido a los
rápidos cambios en la enfermedad y las resultantes necesidades diferentes de apoyo
entre los miembros del grupo. De manera ideal, las reuniones deben durar 90 minutos.
En general, una hora no es tiempo suficiente para que hablen todos los integrantes del
grupo. Por otra parte, con frecuencia durante la última media hora de una sesión grupal
de dos horas algunos de los miembros se van antes, lo que sugiere que es demasiado
larga.
La localización de las reuniones se determinará en la mayor parte de los casos
con base en cuestiones de conveniencia para los líderes y para los posibles
miembros grupales. En general, estos grupos se reúnen dentro o en la cercanía del
centro médico. Es ideal una sala tranquila de conferencias, de preferencia lejos del
piso médico o del área de espera de la clínica.
SELECCIÓN Y PREPARACIÓN DEL PACIENTE
La selección y preparación de pacientes son aspectos importantes del inicio de un
grupo de apoyo familiar. Aunque la norma en la mayor parte de los centros médicos
consiste en no seleccionar de antemano a pacientes y miembros de la familia para el
grupo, se recomienda mucho la selección previa. El líder puede evaluar al paciente o
al miembro de la familia en una entrevista de 15 minutos en persona o por teléfono.
Puede ayudar a la familia y al paciente a decidir si el grupo podría ser adecuado para
sus necesidades. Sin cierta expectativa de que será útil, pacientes y miembros de la
familia están renuentes a experimentar la ansiedad inevitable que surge al entrar a
un nuevo grupo. A pesar de que el grupo es una modalidad altamente terapéutica
para muchos pacientes con enfermedades físicas y sus familias, no es beneficioso
para todos. Por ejemplo, deben excluirse a pacientes con rasgos psicóticos o con
problemas graves de farmacodependencia y alcoholismo, lo cual se describe después
en la sección "Contraindicaciones para los grupos de apoyo familiar".
Los grupos de apoyo familiar no son grupos de terapia. Es poco realista esperar
que en estos grupos los miembros de las familias intenten cambios caracterológicos
significativos. Además, no necesariamente los familiares de pacientes con
enfermedades físicas tienen problemas interpersonales. Los integrantes de la familia
desean apoyo y asistencia concreta para aprender más acerca de la enfermedad, lo
mismo que sobre conductas específicas que puedan utilizar para enfrentar la situación
de manera más efectiva.
El "contrato" en el grupo de apoyo familiar es diferente en algunos aspectos a
aquel dentro de un grupo terapéutico. Para un grupo familiar, el contrato que se
formula debe consistir en que los miembros compartirán entre sí sus pensamientos y
sentimientos de manera honesta. La meta consiste en ayudarse unos a
Grupos de apoyo familiar para pacientes físicamente enfermos y sus familias  207
otros a enfrentar de manera más efectiva la enfermedad y su tratamiento. Los
miembros necesitan que se les dé seguridad en cuanto a que su asistencia continua
será en beneficio de ellos mismos, al igual que de otros integrantes del " grupo.
Trabajar con los propios problemas, ya sea de modo activo dentro del grupo, o
después de manera privada, se vuelve una norma que establece rápidamente el grupo
para la mayoría de sus participantes. Sin embargo, los miembros más ansiosos tal
vez estén en silencio o participen de modo menos activo. En este caso, aprenden al
observar a otros trabajar con sus problemas dentro del grupo.
La esperanza es un factor significativo en los grupos terapéuticos y en los de
apoyo familiar. En los primeros, la esperanza es que si el paciente sufre o lucha a
través del proceso de crecimiento terapéutico, mejorará. Sin embargo, en los
segundos la esperanza tal vez sea aún más importante debido a que estos miembros
de grupo se encuentran en una crisis mayor y más inmediata. Tienen la necesidad
urgente de alivio inmediato a su dolor emocional.
El conflicto y rebeldía que señaló Yalom (1975) en la segunda etapa del
desarrollo del grupo, no es típico de los grupos familiares. Estos grupos no poseen
tanta carga emocional corno los terapéuticos porque no trabajan de manera directa
con la transferencia o con material inconsciente. Por tanto, el conflicto expresado se
modulará por medio de las normas de la conducta social de cortesía. Por ejemplo, de
lo que se habla con mayor frecuencia, en lugar de expresarlo de manera directa
dentro del grupo, es del conflicto entre el paciente y los miembros de su familia. El
conflicto entre los integrantes del grupo y el equipo médico también es un tema
común. Los líderes deben comprender esta hostilidad como una manera natural y
frecuente de desplazamiento. La meta en este caso consistirá en alentar mayor
comunicación entre el paciente, su familia y el equipo médico. Si el paciente y la
familia no logran un poco de comunicación con el médico, entonces se les debe
alentar a que busquen una segunda opinión médica.
"La estabilidad de la membresía es condición previa necesaria para un grupo
terapéutico efectivo", de acuerdo con Yalom (1975, página 62). Aun así, para el grupo
de apoyo familiar, la estabilidad de la membresía es una meta poco realista debido a la
constante desorganización que produce la enfermedad y su tratamiento. Bailis y
colaboradores (1978) atendieron a la rápida y constante rotación en la membresía de
grupo en dos grupos para familiares de pacientes psiquiátricos internos. Su asistencia
promedio al grupo era de 1 a 10 miembros, y cada integrante asistía en promedio a dos
o tres sesiones. Permanecieron constantes los líderes del grupo, el horario y lugar de la
reunión y siempre existió la superposición de, al menos, un miembro anterior, de
semana a semana.
Bailis y colaboradores (1978) también señalaron que cl líder tiene un papel vital en
el moldeamiento de las normas terapéuticas de grupo y en reforzar de manera selectiva
a los miembros para conformarse a esas normas. Su suposición inicial era que un
grupo con membresía a corto plazo y frecuentes entradas y salidas, siempre se
encontraría
en
formación
y
exhibiría sólo los rasgos de un
208  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 11)
grupo principiante. Estos rasgos incluyen "dependencia en mayor grado en el
líder, falta de cohesión, negación de problemas y uso de clichés y formulas al
querer ayudar a otros miembros..." (Página 405). Lo que encontraron en lugar '
de esto fue una progresión en los grupos desde las fases de inicio hasta las más
avanzadas del desarrollo grupal. También puntualizaron "la sutil transición y
evolución de las normas de grupo —el legado del grupo— de generación a
generación de miembros" (página 405). Este "legado" también opera en los
grupos de apoyo familiar, lo que hace posible lograr más que los grupos típicos
en una primera etapa.
De acuerdo con Bailis y colaboradores (1978), un grupo que se reforma de
manera constante, como un grupo familiar, puede desarrollar un legado de alta
cohesión. A pesar de que Yalom (1975) señaló que el desarrollo de la cohesión
sucede en la tercera etapa, el grupo de apoyo familiar puede volverse un grupo con
alta cohesión en la primera reunión.
Spector y Conklin (1987) observaron que la cohesión se desarrolló con
rapidez en su grupo• para pacientes con el síndrome de inmunodeficiencia
adquirida (SIDA) y sus parejas. Sin embargo, esta cohesión se destruyó
después de ocho semanas cuando se presentaron divisiones entre los miembros
sanos y los físicamente enfermos. Los autores atribuyeron estas divisiones a la
negación y resistencia de los pacientes y recomendaron que estos grupos
estuvieran compuestos de personas en etapas similares de la enfermedad.
FACTORES TERAPÉUTICOS EN GRUPOS DE APOYO FAMILIAR
Yalom (1975) citó varios "factores curativos" inherentes a los grupos abiertos de
terapia psicodinámica. Muchos de estos son factores terapéuticos útiles para los
grupos familiares que se proponen aquí. Éstos incluyen entrada de información
interpersonal, enseñanza de información, universalidad, altruismo, factores existenciales, catarsis y brindar gradualmente esperanza.
Entrada de información interpersonal. Los pacientes de Yalom le dieron
gran importancia a la entrada de información interpersonal, la cual incluye
aprender la manera en que los otros lo perciben a uno y como la apertura
psicológica conduce a mayor participación en el grupo.
Enseñanza de información. Impartir información es un factor curativo que
incluye instrucción didáctica como la enseñanza que se utiliza en la preparación
del paciente para ingresar al grupo. La instrucción sobre la enfermedad y su
tratamiento proporciona estructura al grupo, con lo cual se reduce la ansiedad. Por
tanto, la instrucción debe ser una característica constante de un grupo familiar. A
pesar de que Yalom encontró que, por lo general, el consejo de los miembros entre
sí no era útil, "el proceso (el énfasis de este autor) de dar consejo más que el
contenido de éste puede ser benéfico, dado que implica y transmite un interés y
cuidado mutuos" (página 12). Lo mismo es verdad para los consejos dados en
grupos de apoyo familiar. A pesar de que el líder puede proporcionar
Grupos de apoyo familiar para pacientes físicamente enfermos y sus familias  209
la información, tiene un mayor impacto si proviene de los miembros del grupo. Por
ejemplo, un integrante del grupo quizá valide la preocupación del paciente o de la
familia acerca de una reacción física o emocional particular ante la enfermedad o el
tratamiento mediante compartir sus reacciones. Los miembros también pueden
informarse entre sí acerca del sistema médico y de los recursos disponibles en la
comunidad.
Es natural que los temas más frecuentes de discusión sean aquellos que se
asocian con la enfermedad y síntomas del paciente, impacto del diagnóstico,
pérdida de funcionamiento y las diversas estrategias para el mantenimiento de una
vida tan normal como sea posible. La comunicación es otro tema que se presenta a
menudo. Esto incluye la comunicación y sus interrupciones entre el enfermo y el
equipo médico y entre aquel y los miembros adultos, lo mismo que niños, dentro de
su familia. Con menor frecuencia se discuten las recaídas y muertes de los miembros
del grupo, ya que es probable que posean gran carga emocional como para que
algunos grupos o facilitadores las manejen. (Este punto de vista lo secundaron
Hyland y colaboradores [19841).
Universalidad. La universalidad se discute en este capítulo como un aspecto
importante para aquellos con enfermedades graves y sus familias. La mayoría de ellos
desean hablar con sus compañeros de dolor, no con amigos bien intencionados que
les dicen: "te entiendo", cuando no pueden saber cómo es la experiencia. Como se
señaló antes, los pacientes y miembros de la familia están calificados de manera
única para dar y recibir apoyo mediante probarse entre sí que no enfrentan solos
el estigma de un padecimiento que podría ser mortal. El sentimiento de
universalidad es un poderoso motivo para asistir a un grupo de apoyo familiar.
Altruismo. El altruismo es una parte importante del proceso de curación para
pacientes y miembros de la familia por igual. Sin embargo, cuando primero se les
invita a unirse al grupo familiar, muchos enfermos de cáncer han sufrido tal
pérdida de autoestima que dudan de que puedan tener algo que ofrecer a los demás.
Para algunos, el temor a ver a otros pacientes que están más enfermos y más
cercanos a la muerte que ellos superan su altruismo. Los enfermos aprenden pronto
que mediante ayudarse entre sí se sienten mejor acerca de sí mismos. Éste quizás
sea el aspecto más poderoso y terapéutico de la participación en grupo y el líder
debe facilitar con tanta frecuencia como sea posible.
Factores existenciales. Otro factor curativo pertinente a los grupos médicos es
lo que Yalom denominó "factores existenciales". Aprender que la vida implica
sufrimiento, dolor y aislamiento existencial es inevitable para la mayoría de
aquellos con enfermedades graves. Compartir esta difícil experiencia de aprendizaje
con otros, la hace más fácil de soportar. Las reacciones de los pacientes ante el
grupo varía. Un enfermo afirmó, "me tardé en venir al grupo porque pensaba que
sólo consistía de personas que lloraban y se sentían condenadas. Sin embargo,
encontré que la reunión es muy optimista".
Catarsis. La catarsis se describe como los momentos emocionalmente climáticos dentro del grupo cuando los miembros expresan sentimientos poderosos y,
210  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 11)
con frecuencia, inaceptables en términos sociales. Se experimenta como un
alivio bienvenido después de la presión de la contención necesaria para hacer
frente a la enfermedad y el tratamiento. Es necesario que se expresen y validen
las reacciones emocionales como enojo, ira y temor (en especial a la muerte). La
catarsis puede facilitarse de mejor manera mediante el apoyo y aceptación que el
líder modela para el grupo. Si existe un estigma vinculado con la enfermedad,
como en el caso del SIDA y en ocasiones con el cáncer, el valor de la
experiencia catártica es mayor.
Brindar gradualmente esperanza. Después de la catarsis, que puede ser
muy atemorizante para el grupo, los miembros necesitan la resolución que
proviene de la reafirmación de la esperanza. Yalom afirmaba que "brindar
gradualmente esperanza" es un factor que mantiene al paciente en tratamiento, de
modo que puedan tener efecto otros factores curativos. Definió la fuente de
esperanza para los enfermos como el contacto con otros miembros que han
mejorado. La operación de este factor es particularmente evidente en grupos para
las pacientes que han sufrido una mastectomía y que temen la pérdida de su
atractivo sexual. Cuando se encuentran con otras pacientes que son activas en
términos sexuales y que las integrantes del grupo consideran atractivas, se
sienten con mayor esperanza con respecto a su situación.
En un grupo de padres en proceso de duelo, brindar gradualmente esperanza
fue en especial difícil debido a la enormidad de su pérdida. A pesar de que, de
inicio, los miembros se preguntaban si todavía quedaba algo sobre lo cual tener
esperanza, sus respuestas fueron las siguientes: ayudar a otros padres, en
especial a aquellos que más recientemente sufrieron una pérdida por muerte;
recolectar dinero para investigación en cáncer; leerle a los ciegos, donar sangre
para otros pacientes pediátricos con cáncer y escribir una historia acerca de la
batalla del niño contra la enfermedad.
CONTRAINDICACIONES PARA LOS
GRUPOS DE APOYO FAMILIAR
Debe desalentarse a que los pacientes psicóticos asistan a grupós de apoyo
familiar por dos razones: 1) Pueden ser sumamente desorganizantes para el
grupo y con ello evitan que éste logre sus metas y 2) requieren atención
individual por lo que una intervención terapéutica más efectiva se encuentra
disponible en otros sitios.
También, el alcoholismo obvio y la farmacodependencia son sumamente
dañinas para el grupo. No debe permitirse que asistan al grupo los miembros que
llegan intoxicados. Éste es un ejemplo de la función de portero del líder, quien es
responsable de proteger al grupo 'de las perturbaciones extremas que produce un
miembro intoxicado o psicótico.
También tal vez tenga que excluirse en beneficio del grupo, a otros tipos de
miembros desadaptados. A pesar de que la ira extrema que expresan muchos
Grupos de apoyo familiar para pacientes físicamente enfermos y sus familias  211
pacientes con trastorno límite de personalidad puede tratarse de manera
efectiva en grupos de psicoterapia, es probable que sea demasiado dañ ina
como para que este tipo de grupo la sustente. De manera similar, es posible
que algunos „ pacientes o miembros de la familia estén demasiado paralizados
por su propia ansiedad, choque o negación, como para beneficiarse del apoyo
del grupo. Esto es cierto en particular en relación con las familias que luchan
con enfrentarse a un diagnóstico reciente.
En general, los miembros dolientes de la familia no se sienten cómodos
asistiendo a este tipo de grupo. Sin embargo, algunos tal vez deseen regresar al
grupo que conoció a su familiar fallecido. En su totalidad, existen ventajas y
desventajas en su asistencia al grupo. Tal vez algunos integrantes se sientan
amenazados por el hecho de que la familia en cuestión fracasó en "conquistar" la
enfermedad. Otros los ven como modelos de rol por haber sobrevivido, lo que
ilustra para el grupo la etapa final del proceso de enfrentamiento. En cualquier
caso, el líder debe discutir con la familia las ventajas y desventajas de regresar al
grupo. La familia debe considerar también otras opciones, como un grupo de
manejo de duelo dentro de la comunidad o que se le refiera a psicoterapia.
PAPEL DEL LÍDER
Un grupo de apoyo familiar, en especial uno nuevo, necesita uno o dos líderes
consistentes para ayudarle a lograr sus nietas. Un líder debe maximizar los
factores curativos del grupo mediante la protección de sus límites, recordarles
la confidencialidad a los miembros, tamizar a los miembros desorganizantes y
apegarse a la consistencia en el horario y localización de la reunión. En pocas
palabras, el líder crea un ambiente seguro en el que los miembros pueden
compartir entre sí sus preocupaciones.
Aunque es deseable la experiencia en liderazgo grupal para conducir grupos
familiares, esto no es un requisito. Independientemente de la experiencia del líder,
debe tener compasión por los pacientes y los miembros de la familia y un
compromiso para ayudarles a comunicarse de manera honesta con respecto a la
enfermedad y el impacto sobre sus vidas. Quizás es más importante la humildad del
líder. No importa cuántos años haya proporcionado orientación psicológica a
aquellos con una enfermedad en particular, a menos de que él mismo padezca dicha
enfermedad, no es el "experto". Por ejemplo, la Leukemia Society of America
(1988) selecciona de manera cuidadosa a dos líderes voluntarios de grupo a los que
se les denomina "facilitadores". En general, uno es profesional de la salud mental
con experiencia en terapia individual y grupal, y el otro es una enfermera de
oncología, con conocimientos técnicos acerca de la enfermedad, su tratamiento y las
reacciones comunes de los pacientes ante ambos. Esta combinación de líderes con
experiencia,
que
utilizaron
Hyland
y
colaboradores (1984) en un
212  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 11)
grupo para pacientes con cáncer en los senos, también ha resultado ser sumamente
efectiva en los grupos de la Leukemia Society.
Durante la etapa inicial de formación del grupo, éste tiende a ser muy
dependiente del líder. Los grupos familiares siempre se asemejarán a los grupos
principiantes hasta que se establezca el "legado" que citan Bailis y colaboradores
(1978). Yalom (1975) consideró que la etapa inicial de la terapia de grupo era de
"orientación, participación dudosa y búsqueda de significado". Éste es un momento de gran dependencia en el líder en cuanto a estructura, respuestas,
aprobación y aceptación. Con frecuencia, el grupo familiar verá como experto al
líder. Su tarea consiste en ayudar a los miembros a ver que tienen mucho más que
enseñar y aprender entre sí de lo que el líder puede ofrecer. En las ocasiones en
las' que se hace una pregunta al líder acerca de la enfermedad o tratamiento, la
primera respuesta debería consistir en redirigir la pregunta hacia el grupo. Esto
les da a los miembros un sentido de responsabilidad de unos hacia otros para que
se desarrolle la cohesión grupal. Además, el agente de cambio es el grupo mismo,
no el líder. Un líder .que acepta el título de "experto" que un nervioso grupo
principiante desea conferirle, puede crear un grupo extremadamente dependiente
y centrado en el líder.
Por tanto, el líder debe darles la propiedad del grupo a sus miembros. Esto se
realiza mediante enseñarles que son responsables de lo que sucede en cada
reunión grupal. De tiempo en tiempo, el líder debe sacar a relucir de los
miembros su percepción del grupo y de su propósito. Debe también preguntarles
cómo les gustaría que fuera el grupo.
El modelo de grupo de apoyo familiar que se propone aquí se basa en el
grupo interaccional en el que la comunicación fluye hacia y desde cada miembro
y el líder. El líder no es un compañero de los integrantes del grupo, más bien
tiene autoridad y tareas claras. Éstas incluyen el establecimiento y mantenimiento
de normas productivas grupales que conducen al logro de metas mencionadas
antes. El líder tiene que ser activo, consistente y firme, en especial con un grupo
nuevo. Los miembros necesitan saber que el grupo es un ambiente seguro donde
pueden hablar con libertad entre sí acerca de la enfermedad y de su impacto en la
familia. El líder debe delinear los elementos comunes y facilitar las respuestas de
los miembros entre sí, con los que se aumenta el apoyo mutuo.
Se recomienda mucho el seguimiento posgrupo. Con frecuencia, los grupos
de apoyo familiar son de intensa emocionalidad, lo que puede atemorizar a
algunos de los miembros y hacer que lo abandonen. Si es posible, el líder debe
tratar de comunicarse con aquellos que han dejado al grupo, obtener sus
reacciones ante el grupo y sugerencias para mejoría. Esto también le dará al
líder la oportunidad para evaluar al miembro y referirlo a otea ayuda profesional
si esto es lo indicado. Con frecuencia, este tipo de alcance hará posible que el
miembro sienta el suficiente apoyo como para regresar al grupo.
Otra parte del trabajo del líder consiste en comunicarse con el personal del
hospital, porque sin su apoyo el grupo de apoyo familiar no puede tener éxito.
Johnson y Stark (1980) señalaron que el personal representa un papel esencial
Grupos de apoyo familiar para pacientes físicamente enfermos y sus familias  213
para hacer que los pacientes y familias asistan. D'Afflitti y Weitz (1974) también
encontraron que requerían de la conformidad del personal para que los pacientes con
embolia estuvieran bañados y alimentados a tiempo para la reunión de grupo.
Explicaron que la oposición a estos grupos se debe al hecho de que "con frecuencia,
la atmósfera general del pabellón médico se dirige a la supresión de las emociones
incómodas" (página 329).
Otros aspectos incluyen el temor de los miembros del personal al enojo de los
pacientes, de que los enfermos se depriman si ven a otros pacientes que están más
graves que ellos y miedo de que los pacientes comparen tratamientos y reciban
información médica errónea o cambien de médico.
Los líderes del grupo tienen la responsabilidad primaria de aliviar las
preocupaciones del personal. Estas preocupaciones disminuyen cuando se
mantiene informado al personal acerca del grupo desde el principio. Se pueden
transmitir los temas grupales al personal sin que se comprometa la confidencialidad de cada uno de los miembros. El líder (líderes) del grupo debe
destacar que el personal, lo mismo que pacientes y familiares, se beneficiarán
del grupo. El personal podrá aprender más acerca de las reacciones de
pacientes y familiares ante la enfermedad y los participantes del grupo estarán
menos ansiosos y harán menos demandas sobre el tiempo del personal.
Además, el líder del grupo puede ayudar al personal a tener una mayor
creencia en la capacidad inherente de enfrentamiento de los pacientes y de los
miembros de la familia.
CONCLUSIONES
La mayor parte (le los estudios acerca de la eficacia de los grupos para familia res de pacientes con enfermedades físicas son retrospectivos y anecdóticos. A
pesar de que los grupos familiares parecen ser terapéuticos para familias que
enfrentan una variedad de enfermedades, se requiere de mayor investigación.
Las preguntas específicas que deben atenderse incluyen las siguientes:
 ¿Los miembros de la familia obtienen mayor apoyo cuando asisten al
mismo grupo que el paciente identificado?
 ¿Las técnicas de liderazgo grupal deberían variar con los diferentes
diagnósticos médicos?
 ¿Cómo puede controlarse un posible efecto negativo del grupo sobre los
miembros más vulnerables?
 ¿Cuáles son las mejores maneras de alentar la participación en un grupo
familiar?
 ¿Los grupos deberían enfocarse en una etapa específica de la enfermedad?
214  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 11)
Además, podría desarrollarse un modelo de entrenamiento de líderes grupales.
Este modelo incluiría un curso básico en dinámica de grupo para los
profesionales de atención de salud que carecen de experiencia grupal.
Mientras tanto, los grupos familiares se reúnen en diversos entornos
médicos en todo el país y ofrecen una forma única y valiosa de apoyo para sus
miembros. Reunirse para hablar entre sí acerca de la enfermedad y de su
impacto en sus vidas es de tremenda utilidad para la mayoría de los miembros
del grupo. Y, debido a que estos grupos se forman de manera natural en los
vestíbulos del hospital y en las salas de espera de las clínicas, el personal de
salud tiene una obligación clara de aumentar su efectividad terapéutica.
REFERENCIAS
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transient membership. Soc Work• Health Care 3:405-418, 1978
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HylandJ, Pruyser H, Novotny E, et al: The impact of the death of a group
member in a group of breast cancer patients. IntJ Group Psychother 34:617626,1984 Johnson EM, Stark DE: A group program for cancer patients and
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Rolland J: Chronic illness and the family life cycle, in The Changing Family
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Silver D, Lambert A. The effect of a support group on the psychosocial
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Spector IC, Conklin R: Brief reports. AIDS groups psychotherapy. Int J
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Spiegel D, Bloom JR, Yalom I: Group support for patients with metastatic cancer:
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Weisman AD: Coping With Cancer. New York, McGraw—Hill, 1979
Whiteman K: Unpublished paper presented at the me`eting of the National Board
of Trustees, Leukemia Society of America, Boston, MA, June 1987 Yalom
ID: The Theory and Practice of Group Psychotherapy, 2nd Edition. New
York, Basic Books, 1975
Poblaciones especiales
en terapia de grupo
Creación de la experiencia
de psicoterapia de grupo
para adolescentes
Albert E. Riester, EdD
INTRODUCCIÓN
La psicoterapia de grupo proporciona una oportunidad para que un adolescente
explore, descubra, aprenda y se comunique con otros en un ambiente terapéutico
seguro y estimulante. Además brinda oportunidades únicas para el desarrollo de
habilidades interpersonales adecuadas para su edad que son necesarias para
resolver el conflicto y la frustración. El grupo permite al adolescente experimen tar y observar los fenómenos de creación de chivos expiatorios, alianzas de
subgrupo, la dinámica de control y poder, el desarrollo de confianza y los
complejos asuntos de edad, género y estatus que están presentes cuando las
personas interactúan. Las intensas emociones que se asocian con la terminación,
líder ausente, nuevos miembros, autoridad, competencia con compañeros y
confrontación grupal motivan a los miembros a comprender la manera en que su
juicio y percepciones pueden menoscabarse en los , encuentros sociales.
Mediante trabajar en el aquí y ahora, los integrantes del grupo pueden
reconocer la manera en que sus conductas asociales y desadaptivas los han hecho
esclavos de las figuras dé autoridad y han obstruido su proceso de individuación. A
medida que el grupo soporta la tormentosa etapa media del desarrollo grupal, las
figuras de autoridad y los compañeros surgen como recursos en la lucha del
adolescente por su identidad, respeto y autonomía. Más que ello, a medida que se
comparten los problemas dentro del grupo, el adolescente reconoce que todas las
personas tienen necesidades similares, temores y sueños acerca del futuro.
217
218  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 12)
Esta poderosa modalidad de tratamiento proporciona un microcosmos de
sociedad adolescente donde la expresión, apropiada a la edad, de sentimientos
de enojo, intimidad y ansiedad conduce a la cohesión del grupo y al contacto
emocional con otros. El apoyo del grupo le permite a los miembros translaborar
los conflictos internos que les han impedido funcionar a su nivel de capacidad.
A medida que se aproxima la terminación y ocurre la regresión esperada, el
adolescente recibe otra confirmación de que la aceptación, confianza y apoyo
del grupo son incondicionales. A pesar de que es raro que el adolescente lo
reconozca, deja la experiencia de tratamiento con un objeto grupal que puede
evocarse en el futuro para enfrentar el rechazo, la tragedia, la decepción y la
alegría. En pocas palabras, la experiencia de terapia grupal sirve como un
laboratorio para comprender que las relaciones y confrontaciones, nutricias y
cuidadosas de parte de otros, alimentan en lugar de obstruir el proceso de
individuación y el logro de las propias metas.
PROPÓSITO DE LA PSICOTERAPIA GRUPAL
Los jóvenes a quienes se refiere a servicios psiquiátricos de internamiento o para
pacientes externos, tienen una característica en común: sus conductas los han
hecho ser jóvenes indeseables en 'la sociedad adolescente. Los indeseables se
encuentran en riesgo de llegar a la adultez sin la madurez emocional y social para
enfrentarse y adaptarse bien. Estos adolescentes no han podido funcionar y
responder a las expectativas básicas de sus familias, escuelas y grupo de compañeros. Más que eso, se les ha negado el acceso a las experiencias de socialización
necesarias para el desarrollo en los campos cognoscitivo, motor y psicológico.
Para muchos, graves problemas de aprendizaje y lenguaje, limitaciones intelectuales y retrasos perceptuales motores han evitado que dominen la escuela. Para
otros, la depresión, ansiedad, problemas en el control de impulsos y la ideación
psicótica han menoscabado su juicio. Tienen una capacidad deficiente para
formar vínculos con otros. En pocas palabras, demasiados jóvenes no lograrán la
transición a través de la adolescencia porque sus necesidades humanas básicas no
se satisfarán. Estas necesidades básicas incluyen:
relaciones afectuosas con adultos, guía en el enfrentamiento de cambios
biológicos y psicológicos que en ocasiones son abrumadores, la seguridad
de pertenecer a un grupo constructivo de compañeros y la percepción de
oportunidades futuras. (Carnegie Council on Adolescent Development,
1989)
'Debido a la variedad de factores políticos y socioeconómicos, algunos afortunados
adolescentes indeseables o en riesgo obtienen acceso al sistema de salud
Creación de la experiencia de psicoterapia de grupo para adolescentes U 219
mental. En general, un padre, encargado escolar o trabajador social refiere al
adolescente para evaluación e intervención para mejorar su nivel de funcionamiento en el salón de clase, equipo de trabajo, grupo de compañeros, clubes y
familia. Como lo documentan los informes de evaluación, estos pacientes no
poseen el insight, habilidades sociales, autoestima y juicio apropiado para su
edad, necesarios para interactuar con otros de acuerdo con sus propias
expectativas y las demandas de la sociedad. Para un alto porcentaje, sus
trastornos neurológicos y psicológicos y conductas que se vinculan con ello
han creado tensión y angustia. Dicho en términos sencillos, sus problemas del
"Yo" o del sí mismo han dado por resultado el rechazo de parte de grupos
pequeños (familia, compañeros) y de grandes grupos (escuelas, patrones) y
una incapacidad para obtener el acceso a oportunidades en la comunidad.
Los problemas de conducta del paciente adolescente comunican su necesidad
de ayuda; sin embargo, la sociedad responde mediante asignarle a los jóvenes un
estatus social bajo, donde con frecuencia la enseñanza, apoyo y amor son
imposibles de obtener. Este ciclo de rechazo o conflicto se vuelve la experiencia
interpersonal central para los adolescentes indeseables. Sus problemas se mani fiestan con frecuencia a través de conducta desadaptada y asocial. Otros dentro
de sus vidas responden a estos comportamientos o síntomas superficiales con
rechazo, evitación y acoso, con lo que se refuerza la autoimagen negativa del
muchacho indeseable. En resumen, se bloquea el acceso a las experiencias de
socialización y estos adolescentes comienzan a ir a la deriva en una búsqueda
solitaria de formas para satisfacer sus necesidades psicosociales y biológicas.
CREACIÓN DEL CLIMA TERAPÉUTICO DE GRUPO
El terapeuta grupal está cargado con la enorme responsabilidad de crear un
clima terapéutico de grupo que permita a los adolescentes indeseables conver tirse en deseables. Si el terapeuta comprende y acepta el rol de líder, el grupo
puede ser una poderosa modalidad para ayudar a los jóvenes deprimidos,
hostiles, ansiosos, confundidos e incapaces de pensar o actuar de manera
lógica. Las siguientes pautas se presentan para ayudar a que el líder de grupo
desarrolle un medio terapéutico que permita a los pacientes la obtención de sus
metas de tratamiento.
1. La cantidad de estructura grupal debe ser congruente con el nivel de
desarrollo de los pacientes dentro del grupo.
2. Deben formularse metas para el grupo y los pacientes y utilizarse en el
proceso de tratamiento.
3. Las actividades verbales y no verbales les dan a los integrantes la oportunidad
de experimentar dominio.
220  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Creación de la experiencia de psicoterapia de grupo para adolescentes  221
(Capítulo 12)
4. Los jóvenes indeseables presionarán para que el terapeuta rechace al grupo y
con ello confirme su autoimagen negativa mientras que recrea un encuentro
emocional conocido con figuras de autoridad.
5. Saber quién hace qué con quién, lo mismo que cuándo, dónde y cómo, le dará
al terapeuta un mapa para comprender el proceso grupal.
6. El conocimiento de las etapas de desarrollo grupal le ayudarán al terapeuta a
reconocer y comprender el progreso del paciente hacia la individuación.
7. Los antecedentes del grupo de compañeros del terapeuta son un recurso en la
selección de actividades verbales y no verbales para el establecimiento de la
alianza terapéutica.
8. La supervisión ayudará a que el terapeuta de los jóvenes indeseables recurra a
los recursos de estos adolescentes para organizar la creación de un ambiente
terapéutico.
9. Debe lidiarse con la terminación a través de todo el proceso de tratamiento. La
negación de "lo siguiente" puede impedir la discusión de la manera en que el
aquí y ahora pueden utilizarse en el futuro.
Estas pautas se discuten después en más detalle para ilustrar la manera en la que se
aplican a la terapia de grupo con adolescentes.
NIVEL DE DESARROLLO DEL GRUPO
La terapia de grupo será exitosa si el terapeuta provee de estructura y guía
externa para que el adolescente tenga la experiencia de dominio en el grupo. La
estructura se define como el grado en el que los terapeutas inician acciones que
promueven el desarrollo cognoscitivo, emocional y social del participante. La
cantidad (le estructura externa que se necesita para lograr esta tarea depende del
nivel de desarrollo (lel grupo. Por ejemplo, los adolescentes con problemas
psicológicos graves, impulsivos y que no socializan, necesitan un yo auxiliar
para permitirles beneficiarse de la experiencia grupal. Los terapeutas debe ser
activos en la planificación y conducción de cada sesión. Por ejemplo, deben
establecer y hacer valer reglas claras de procedimiento que correspondan a las
leyes comunitarias y a los requisitos del edificio (le oficinas, escuela o clínica
donde se reúne el grupo. También, la duración de la sesión grupal, el número de
colfderes, frecuencia de las sesiones, tiempo dedicado a una tarea, tipo de
mobiliario, actividades, materiales y número de cambios en dirección y
recordatorios son elementos que se vinculan con el desarrollo del nivel de
estructura, de modo que los pacientes puedan participan en el grupo.
La figura 12-1 ilustra la manera en que deben ser congruentes el nivel del
desarrollo grupal y la cantidad de estructura de grupo orquestadas por el
terapeuta. Por ejemplo, si la estructura de grupo y el desarrollo del yo está n a un
nivel "bajo", surgirá un caos y los pacientes tendrán experiencias patológicas
grupales. Es imperativo que el terapeuta de grupo coordine el nivel apropiado
Alto
Bajo
Nivel de estructura del grupo
Experiencia grupal
Alto
Bajo.
Desarrollo del yo del grupo
Figura 12-1. Nivel de la estructura grupal y etapa del desarrollo del yo.
de estructura para crear un clima que sea seguro, que demuestre interés en las
personas y que brinde apoyo. Si los terapeutas permiten un caos social, en general
los grupos se percibirán como rechazantes, abrumadores y un "objeto" a evitar en
el futuro.
Schamess (1986) y Scheidlinger (1960) expusieron la necesidad de
congruencia entre la cantidad de estructura de grupo y el nivel de desarrollo del
yo en la terapia grupal con niños. Debido a que muchos adolescentes de alto
riesgo que necesitan tratamiento se encuentran cerca del nivel de desarrollo de
tres o cuatro años de edad en las áreas emocional y social, los artículos escritos
acerca de niños ofrecen un recurso para el terapeuta en la comprensión de las
necesidades de la población adolescente. Scheidlinger y Schamess apoyaron el rol
activo del terapeuta en la orquestación del grupo, a fin de que se dé la
socialización positiva y las experiencias terapéuticas. La reafirmación de metas,
aclaración de reglas de procedimiento y las consecuencias ya establecidas, y la
selección de actividades verbales y no verbales apropiadas, son ejemplos de
acciones que el líder puede iniciar para crear un ambiente terapéutico.
METAS DEL GRUPO Y DEL PACIENTE
En la planificación de ún grupo adolescente, se sugiere un enfoque que se oriente
hacia las metas y que corresponda con la orientación teórica del terapeuta. La
disponibilidad de metas de grupo y del paciente le permite al terapeuta comu nicarse con padres, otros clínicos, maestros y posibles pacientes en cuanto al
propósito de la experiencia terapéutica. También será más fácil informar y discutir la manera en que contribuirá el grupo para alcanzar las metas y objetivos del
plan de tratamiento del paciente.
En general, las metas se dirigen hacia la reducción de conductas desadaptativas
y enfocan las áreas donde el paciente tiene retrasos significativos del desarrollo.
222  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Creación de la experiencia de psicoterapia de grupo para adolescentes  223
(Capítulo 12)
NOTAS DE PROGRESO DE PSICOTERAPIA DE GRUPO
Paciente: _________________________
Terapeuta: _______________________
Enfoque de tratamiento en la terapia de grupo
1
2
Impide
funcionamiento;
3
necesidades y sentimientos de manera verbal
Inicia solicitud de asistencia y aclaración
Se comunica con otros acerca de fortalezas y problemas Comunica
CONJUNTO II!
Conductas
adultas;
Acepta guía y entrada de información de adultos
Comunica necesidades y sentimientos de manera verbal
para obtener insight y autoconciencia
está frustrado, controla sus impulsos en el grupo Utiliza al grupo
CONJUNTO II
Habilidades
grupales;
Demuestra resolución de problemas dentro del grupo Cuando
Comunica necesidades y sentimientos de manera verbal
Forma relación cohesiva con otros
Acepta entrada de información/guía de compañeros
Fecha Sesión Horas
Interactúa con compañeros
CONJUNTO I
Conducta de
compañeros
4
Dentro de
Límites normales;
Comentarios
5
Este autor ha utilizado con éxito las metas que se dirigen a las conductas que se
orientan hacia compañeros, grupo y adultos, Estas tres áreas de metas se resumen
en la figura 12-2 y este formato puede utilizarlo el clínico para elaborar un
informe del progreso del paciente después de cada sesión de grupo.
Estas tres áreas de meta ayudan al grupo a lidiar con una variedad de aspectos
psicosociales como intimidad, identidad, individuación y resolución del conflicto
interpersonal con adultos y compañeros. Pueden incluirse dentro de este formato las
metas individuales adicionales que se relacionan de manera más específica, con el
plan de tratamiento.
La figura 12-3 ilustra la manera en que se tabulan estas tres áreas de metas
para registrar el cambio en todo el grupo (Dones, 1989). Las figuras 12-4 y 12-5
son perfiles de la manera en que dos pacientes del mismo grupo se desempeñaron
a través de un periodo, de acuerdo con la percepción del terapeuta. David D
(figura 12-4) recibió un diagnóstico de trastorno de conducta con depresión y
tenía antecedentes de drogadicción. Frank (figura 12-5) tenía un profundo
trastorno del desarrollo con tendencias esquizoides.
Ambos pacientes tenían diferentes índices de progreso, pero ambos alcanzaron
niveles similares de desempeño dentro del grupo antes de la terminación. Frank
cambió de una comunicación interpersonal débil dentro del grupo a una
interacción más activa con compañeros y adultos. David surgió con rapidez como
el líder en la sesión inicial y tuvo la oportunidad dentro del grupo de aplicar estas
habilidades para propósitos constructivos en lugar de antisociales. En sesiones
posteriores alentó a Frank, lo mismo que a otros, a que participaran y verbalizaran
sus sentimientos y necesidades.
Si se acepta el consenso de Wong (1983) acerca de que la teoría de las
relaciones objétales guiará a los psicoterapeutas en el futuro, las metas interpersonales que se muestran en la figura 12-2 tal vez sean de interés para el
profesional. Fue posible documentar el progreso de los pacientes en el grupo
que se representa en las figuras 12-3,12-4 y 12-5. Este formato conveniente le
dio a pacientes y terapeutas la oportunidad de trabajar hacia metas en tres áreas
interpersonales críticas: compañeros, adultos y grupo como un todo. Esta
ilustración gráfica de la mejoría de los pacientes también puede auxiliar a los
padres y maestros en la planificación de eventos estructurados donde estas
sociales puedan demostrarse dentro de la comunidad.
a para habilidades
la
Fortaleza para la
adaptación social;ión social;
Resumen: _____________________________________________________
ACTIVIDADES: VERBALES Y NO VERBALES
Figura 12-2. Notas del progreso de la psicoterapia grupal.
El debate acerca de las actividades verbales contra las no verbales en la conduc ción de grupos para niños y adolescentes, es algo que sucede en todo ambiente
clínico, hospitalario y de práctica privada. Al planificar para un grupo, el
terapeuta debe comprender que la discusión verbal y un proyecto que incluya
habilidades motoras finas y gruesas son, en ambos casos, ejemplos de un tipo de
"actividad". Tanto las interacciones verbales como la participación en proyectos
224  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 12)
Creación de la experiencia de psicoterapia de gr:!po para adolescentes  225
Alto
Bajo
Nivel del desarrollo del lenguaje
Seleccionar actividades primordialmente
verbales y menos proyectos
que requieran de habilidades
motoras finas y gruesas
Seleccionar actividades
primordialmente motoras,
finas y gruesas, con
menos actividades verbales
Baja
Alta.
Dependencia en expresión motora para comunicarse
SESIONES
Figura 12-3. Comparaciones de conjuntos de grupo.
Figura 12-6. Mezcla de actividad verbal y motora de acuerdo con el nivel de desarrollo del grupo.
SESIONES
Figura 12-4. Comparaciones de conjuntos individuales: (David).
SESIONES
Figura 12-5. Comparaciones de conjuntos individuales: (Frank).
facilitan el desarrollo, participación, comunicación interpersonal y cohesión del
grupo.
El grado en el que la actividad se basa en el modo de comunicación verbal
contra el de tipo motor, se relaciona con el nivel de desarrollo y aptitudes de los
miembros del grupo. En otras palabras, un grupo con un nivel alto de desarrollo
en lenguaje puede participar de manera exitosa en discusión verbal, con menos
necesidad de actividades que requieran habilidades motoras gruesas y finas. En
contraste, los grupos con poca complejidad en el lenguaje experimentan, en
general, mayor dominio e inclusión en grupos donde existen proyectos que
utilizan sus habilidades motoras finas y gruesas. La figura 12-6 presenta un
modelo diseñado para asegurar que la experiencia de grupo contenga la mezcla
apropiada de actividades verbales y no verbales.
Es fundamental ser flexible y creativo en la mezcla de actividades verbales y
no verbales que representen los intereses, capacidades y aptitudes del desarrollo
dentro del grupo. Los terapeutas, debido a su nivel de desarrollo y complejidad
del lenguaje, estarán más cómodos con actividades verbales (discusión) porque
sienten que a través de estas capacidades tienen dominio y control, Las actividades no verbales (expresión motora fina y gruesa) con frecuencia llevan a los
terapeutas a un campo donde poseen menos habilidad, interés y conocimiento
que sus pacientes. Sin embargo, en tanto exista discusión y conciencia abiertas y
directas acerca de lo que sucede en el aquí y ahora, las actividades verbales y no
verbales pueden mezclarse para adecuarse a la situación. Por ejemplo, la hora de
los bocadillos puede volverse un campo común para permitir que se desarrolle la
cohesión grupal, estimular la interacción y darle a los miembros una experien cia
social positiva.
En una institución residencial, el grupo de adolescentes jóvenes votaron por
construir un carro de carreras para una competencia. El auto de carreras se volvió
226  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 12)
un símbolo para el grupo y se utilizó para discutir el viaje de los pacientes en el
camino del progreso de modo que pudieran ser dados de alta del hospital.
Diversos miembros del grupo con habilidades deficientes del lenguaje pudieron
enseñarle a los terapeutas altamente verbales, con deficientes habilidades moto ras y de carpintería, cómo seguir instrucciones y crear una represen tación
simbólica de su grupo. El auto de carreras para la competencia era un
catalizador para la activación en el aquí y ahora, donde se experimentaron por
primera vez las habilidades interpersonales, la diversión y el dominio sobre el
ambiente. Cuando los terapeutas no podían realizar una tarea, modelaron la
manera de buscar y aceptar la ayuda de otros. Lo que es más importante, la
actividad permitió a los pacientes que experimentaran el dominio en sus
relaciones con los terapeutas grupales y con sus compañeros.
Creación de la experiencia de psicoterapia de grupo para adolescentes  227
colaboración le permite al terapeuta comprender a nivel emocional que ésta es
la manera en que los jóvenes indeseables recrean a la familia y grupo de
coetáneos caóticos y rechazantes de su doloroso pasado. Surgen conductas
primitivas que representan la expresión no socializada de las necesidades de los
participantes de una mayor autonomía con respecto al grupo madre. Con este
conocimiento, los líderes pueden planificar y estructurar experiencias positivas
en el aquí y ahora. Esta actitud permitirá que el grupo soporte la etapa tormentosa y aprenda maneras apropiadas para su edad que faciliten el proceso de
individuación.
ILUMINACIÓN DEL PROCESO GRUPAL
SE PRESIONARÁ Al. TERAPEUTA PARA QUE RECHACE AL GRUPO
Con frecuencia, los adolescentes indeseables experimentaron rechazo grupal, de su
familia y compañeros, y el grupo de terapia evoca intensos sentimientos que asocian
con experiencias pasadas. En la etapa inicial del desarrollo del grupo de terapia, aun
los adolescentes más carentes de un yo demostrarán cierto control de sus
sentimientos. Por esta razón, los terapeutas desarrollan una confianza inicial en su
capacidad para manejar pacientes impulsivos y provocadores. Sin embargo, a
medida que los jóvenes comienzan a sentir aceptación y protección de la
humillación, empiezan a expresar ansiedad, hostilidad y frustración originada en
encuentros pasados.
Durante la etapa media del desarrollo grupal, estos sentimientos se comunican
al grupo de manera verbal y no verbal, lo que resulta en confrontaciones que son
de naturaleza hostil y paranoide. Si los terapeutas proporcionan estructura, apoyo,
tranquilidad y planificación cuidadosos, esta tormentosa etapa media puede
volverse la ocasión para reconocer que el grupo es un objeto "madre" aceptante y
nutricio. Durante esta etapa, con frecuencia los terapeutas se consumen a causa de
sus percepciones subjetivas y comienzan a abandonar psicológicamente al grupo.
La contratransferencia negativa se manifiesta a• través de llegar tarde a la sesión
de grupo, enfocarse en las conductas hostiles de los adolescentes, ignorar el
progreso de los pacientes en cuanto a participación y compromiso y permitir que
surjan los chivos expiatorios. La experiencia puede volver a confirmar la
autoimagen pobre de los adolescentes y su percepción paranoide de grupos y
figuras de autoridad en general. El grupo confrontará la autoridad , de los
terapeutas, pondrá en duda sus valores y creencias y rechazará sus sugerencias e
interpretaciones durante la etapa conflictiva. La ambivalencia de ser un miembro
del grupo domina las discusiones a medida que los terapeutas luchan por salvar al
grupo, al cual tal vez rechacen a un nivel inconsciente.
No existe una manera fácil de sobrevivir a la etapa de conflicto sin cierta
supervisión y tiempo para evaluar las sesiones. El proceso de supervisión y
El comentario del proceso grupal es una poderosa intervención para ayudar a
los adolescentes a obtener insight y aprendizaje de la forma de comunicarse de
manera más efectiva en el grupo. Los terapeutas deben reconocer los patrones
de interacción que surgen en la vida del grupo, porque éstos quizá muestren
las cuestiones inconscientes que interfieren con la comunicación interpersonal.
Cuando las afirmaciones de contenido provocan a otros, el reconocimiento del
proceso ayudará al grupo a comprender por qué estas afirmaciones o temas
producen emoción intensa. También, el patrón de quién hace qué con quién, lo
mismo que cuándo, dónde y cómo, es útil para revelar algunos de los procesos
que impiden que el grupo progrese. En un grupo, Agustín, de 17 años de edad,
comenzó la sesión con una descripción de la manera en que una pelea reciente
a puñetazos le produjo una lesión obvia en un ojo. El grupo respondió
mediante discutir las maneras alternativas de enfrentar con el conflicto, lo cual
aceptó Agustín. A través de examinar al proceso, el líder recordó al grupo que
cada semana Agustín abría la discusión con un problema de "allá y entonces"
para que la sesión de grupo lo resolviera. Al iluminar la manera en la que el
grupo operaba como sistema, los miembros discutieron su propia dificultad
para hablar de sus problemas y el modo en el que el estilo de Agustín les
facilitaba ser observadores participantes. A través de enfrentarse de manera
directa con un proceso grupal, los miembros comenzaron a alentarse entre sí a
interactuar.
Por medio de la observación de dónde se sientan los miembros del grupo y
de la identificación del patrón sociométrico del mismo, el líder puede señalar las
preocupaciones inconscientes del grupo. La iluminación del proceso permite que
los adolescentes discutan la manera en que sus patrones de interacción dentro del
grupo se relacionan con su dinámica de personalidad. El siguiente ejemplo de
caso ilustra el modo en que la iluminación del proceso grupal facilita la
translaboración de conflictos emocionales internos:
228  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 12)
Caso 1
En un grupo reciente, Susana siempre se sentaba cerca del coterapeuta
varón pero dirigía todos sus comentarios y contacto visual hacia la
coterapeuta mujer que se sentaba enfrente de ella. Una semana, los
coterapeutas se sentaron de manera intencional uno junto al otro. La
discusión inicial de los miembros se enfocó en los temas de conflicto
matrimonial, divorcio y abandono. Cuando los terapeutas preguntaron si el
nuevo patrón de sentarse había tenido un impacto en el contenido de su
discusión, Susana comenzó a compartir sus sentimientos ambivalentes
acerca del coterapeuta varón. Lo percibía como un miembro temporal del
grupo que no se ocupaba de los problemas de ella. Con rapidez se dio
cuenta
de
que su percepción subjetiva se basaba en su propia historia
cuando su padre abandonó a la familia en la época en que ella tenía tres
años. La discusión del aquí y ahora con respecto a la dinámica
trasferencial se activó a través de la iluminación del proceso grupal.
Creación de la experiencia de psicoterapia de grupo para adolescentes  229
coluden con la necesidad innata de autonomía, el grupo estará motivado a
explorar formas que cambien las relaciones hostiles y dependientes. Por
ejemplo, se pueden discutir las bajas calificaciones y los problemas de disciplina
en la escuela dentro del contexto de la manera en que las conductas producen
interacciones más frecuentes con maestros, familia y autoridades escolares.
Estas confrontaciones le proporcionan a los indeseables un contacto emocional
con objetos paternos que no obtienen a través de la actividad que nuestra cultura
acepta y valora. Por medio de la discusión, el grupo sacará en conclusión nuevas
maneras de obtener el reconocimiento de objetos paternos que no frustren el
logro de la autonomía. El grupo identificará los requisitos culturales para mayor
independencia (por ejemplo, buenas calificaciones para la universidad o habilidades necesarias para la obtención de un empleo) y presentará nuevas maneras
de satisfacer sus necesidades emocionales. Al traer la discusión a la vida del
grupo en el aquí y ahora, los adolescentes experimentarán mayor independencia
emocional a medida que respondan a las responsabilidades de la membresía de
grupo. Por ejemplo, resolver el conflicto mediante la solución grupal de problemas y cumplir con los compromisos, permitirá que el grupo se distraiga con
actividades "divertidas".
INDIVIDUACIÓN Y ETAPAS EN EL DESARROLLO CRUPAL
De inicio, es evidente en todo momento la presión de los adolescentes para
separarse y ser autónomos con respecto a los valores y perspectivas de los
terapeutas. La etapa conflictiva del desarrollo grupal es el mejor momento para
atestiguar la marcha de los adolescentes hacia la individuación con respecto al
grupo madre simbólico. En ese momento, los terapeutas tal vez concluyan que
los jóvenes dentro de su grupo son poco cooperativos, rebeldes, egocéntricos,
con poca motivación y se oponen a todo. Esta actitud bloqueará la creación de
una alianza terapéutica y los miembros del grupo comenzarán a responder a los
líderes desde una perspectiva paranoide del mundo. Los terapeutas deben
reconocer esta conducta de oposición como una ''búsqueda de individuación" y
deben comprenderla como un medio para lograr la independencia (Fried, 1970).
Sin embargo, los indeseables expresan su necesidad innata de autonomía de
maneras que resultan en mayor dependencia del grupo. En otras palabras,
comunican su ambivalencia con respecto a lograr mayor autonomía mediante
comportarse de maneras que crearán una relación hostil y dependiente con
terapeutas, padres, maestros y amigos. Se sabe que los adolescen tes con perturbaciones emocionales no pueden lograr mayor autonomía porque la sociedad los
ha excluido de las oportunidades para aprender la manera de comunicar su
frustración y obtener autoconocimiento. A través de la comprensión del proceso
de desarrollo y (le soportar la etapa tormentosa de conflicto, los terapeutas
pueden formar un lazo de grupo que facilite la individuación.
Una discusión acerca de la manera en que la conducta asocial e inapropiada
en términos del desarrollo garantiza relaciones dependientes con figuras de
autoridad, siempre obtiene la atención del grupo. Cuando los terapeutas se
ANTECEDENTES DEL GRUPO DE COETÁNOS DEL TERAPEUTA
La antecedentes del grupo de coetáneos del terapeuta tiene una influencia poderosa
en sus valores, estilo de liderazgo, comprensión de la dinámica del grupo de
compañeros, selección de actividades y capacidad para enfocarse en la temática del
grupo como un todo. Los líderes de grupo recordarán su sociedad adolescente como
un mosaico de subgrupos sociales informales con actitudes contrastantes y con
frecuencia hostiles y con patrones de recreación (Riester, 1968). Sin embargo, con
frecuencia se olvida que cada pandilla tiene su contraparte en la sociedad adulta.
Por ejemplo, el grupo de líderes en la secundaria tiene subgrupos adultos
comparables en la comunidad, que recuerdan que en la secundaria fueron parte del
grupo popular. Los subgrupos adolescentes asociales, delincuentes y
desorganizadores, tienen contrapartes adultos que tienen antecedentes de rechazo a
las reglas, costumbres establecidas y valores sociales.
La membresía de los adolescentes a una pandilla comienza al hacer una
afirmación concerniente a su identidad y rol en la sociedad que probablemente
continúe hasta la adultez. La suposición de que la membresía a una pandilla es
una fase y es única sólo de la sociedad adolescente, quizá sea la razón por la cual
es raro que se le atienda en evaluaciones psiquiátricas. Quizás los adolescentes
que se vuelven miembros nucleares de los "fresas", deportistas, golpeadores,
raros, sociales, intelectuales, delincuentes y pandilleros internalizaran sus costumbres subculturales y se unirán a subgrupos adultos correspondientes a medida
que crezcan. Se puede aceptar que la adolescencia sea un tiempo de exploración.
Sin embargo, la libertad para entrar y salir de diferentes pandillas
230  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Creación de la experiencia de psicoterapia de grupo para adolescentes  231
(Capítulo 12)
quizá no sea una opción para los muchachos indeseables. La membresía a ciertas
pandillas puede ser peligrosa físicamente debido al uso de drogas, costumbres
sexuales y actividades asociales. Quizás la opción de unirse a una subcultura poco
convencional por un periodo temporal durante la adolescencia sea más riesgosa en
un mundo sumamente competitivo e inseguro.
Cuando los terapeutas conducen un grupo de adolescentes de 14 años de
edad, es importante que estén en contacto con su propia experiencia de grupo en
esa edad. Por ejemplo, ¿los terapeutas eran miembros del grupo popular o de
líderes en la secundaria o eran integrantes del grupo "intelectual" y por ello
experimentaron rechazo de las actividades sociales de "el grupo"? Algunos
terapeutas tal vez no experimentaron membresía en un subgrupo cohesivo de
coetáneos y pueden haber tenido sólo membresía periférica• en la pandilla
adolescente. ¿La vida del terapeuta cuando tenía 14 años se centraba más en los
adultos y pasaba el tiempo de descanso con la familia y maestros (lecciones de
música, atletismo) o se orientaba hacia el grupo de compañeros?
Una discusión grupal de las pandillas de secundaria que incluya estilos de
ropa, creencias, valores y actividades recreativas, es una manera cómoda de
lidiar con los aspectos de identidad e inclusión. Los terapeutas deben reconocer
la dificultad que tienen los estudiantes perturbados a nivel emocional para
obtener acceso a los grupos de compañeros que puedan prestarle apoyo a las
costumbres y estilos de vida conocidos para los terapeutas. Por ejemplo, si dejan
una pandilla asocial (delincuentes), ¿Podrán volverse miembros de otro subgrupo
que les proporcione la cohesión y apoyo que anhelan en un sentido emocional?
¿De qué manera pueden dejar el subgrupo asocial donde ocupaban un rol de
liderazgo y volverse miembros periféricos del subgrupo que representa los
valores de los terapeutas? ¿Qué habilidades se necesitan para unirse a subgrupos
que se aproximan de manera más cercana al subgrupo donde los terapeutas
tuvieron roles de liderazgo? ¿Los terapeutas sugieren que la membresía a una
pandilla no es necesaria porque evoca recuerdos dolorosos de rechazo grupal de
la época cuando ellos tenían 14 años? Las respuestas a estas preguntas
fascinantes surgirán en la vida del grupo si los terapeutas comienzan a compartir
su experiencia de grupo de compañeros.
SUPERVISIÓN: UNA NECESIDAD DE SUPERVIVENCIA
Los adolescentes necesitan con desesperación la sabiduría, guía, apoyo y aliento de
los adultos. Sin embargo, la necesidad de ser autónomos y establecer su propia
identidad es tan fuerte que parece que descartan los puntos de vista adultos. En
ocasiones, los terapeutas de grupo se sienten aislados, solos, no amados y
rechazados. Sin supervisión, los terapeutas pueden cegarse ante las comunicaciones
metafóricas y no verbales del grupo que reconocen la atención y sabiduría de los
terapeutas. Aun a medida que progresa el tratamiento, los adolescentes
parecen egocéntricos e insensibles hacia las necesidades y preocupaciones de los
adultos.
La supervisión ayuda a traducir la presencia de los pacientes en el grupo a
una afirmación de que están motivados a cambiar. La confrontación de los
adolescentes se comprende ahora como una necesidad de autonomía y las
expresiones de hostilidad transmiten una creciente confianza en los otros.
Cuando se desarrolla la cohesión del grupo, la supervisión ayuda al terapeuta
a reconocer que el grupo también debe lidiar con fantasías sexuales y
aspectos de intimidad. El siguiente ejemplo de caso ilustra la manera en que
la supervisión puede ayudar al terapeuta a mantenerse dentro del proceso
grupal y consciente de la contratransferencia:
Caso 2
En ,ina sesión, varios miembros del grupo confrontaron a los terapeutas
en cuanto a sus opiniones acerca del uso ilegal de drogas. Estos últimos
expresaron su fuerte oposición al uso de éstas y pudieron controlar sus
sentimientos cuando varios de los miembros del grupo promovieron su
empleo. En supervisión, los terapeutas tenían un sentimiento de
desesperanza acerca del futuro de algunos de los integrantes del grupo.
Sin embargo, el proceso de supervisión les dio el aliento para
permanecer coma objetos paternos positivos y atentos. Unos cuantos
meses después, uno de los miembros del grupo que había promovido de
manera obstinada que todo el mundo utilizara drogas, escribió lo
siguiente en clase de inglés:
Se requiere de un largo proceso de terapia y fuerza de voluntad para
romper con una adicción. Pero primero un adicto, al igual que un
alcohólico, debe admitir que existe un problema. La frase común del
adicto es "Puedo dejarlo cuando quiera".
Suena fácil ¿Pero lo es? Pienso que una buena pregunta para alguien
que usa drogas es "¿En realidad puedo dejarlo?" Si es así "¡;;Te reto!!!"
Otra pregunta que debería hacerse si se piensa en tomar drogas es
"¿Quieres averiguar qué tan difícil es dejarlo?"
TERMINACIÓN
A medida que se desarrolla la cohesión grupal, la comunicación es más directa,
abierta y constructiva y domina la negación de la muerte del grupo. Las
problemáticas del aquí y ahora se manejan con menor ansiedad y las raíces
históricas de sentimientos y percepciones dominan las discusiones. Se evita el
232  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 12)
enfoque en "lo siguiente" y no se planean rituales de terminación para ayudar a
enfrentarse a la ansiedad de separación.
En general, los adolescentes no estarán en tratamiento por más de 10
sesiones debido a las realidades económicas y de la logística de obtener acceso a
los servicios en un sistema de atención de salud que cambia de manera rápida.
Por esta razón, los aspectos de la terminación deben atenderse al principio y no al
final del tratamiento.
Al inicio del tratamiento debe presentarse una discusión acerca del nú mero
de sesiones y de las maneras en que los miembros pueden terminar. Durante la
terapia grupal, los muchachos indeseables han aprendido algunas habilidades
sociales, pero no tienen la experiencia para obtener membresía en grupos
prosociales de coetáneos en la sociedad adolescente. Puede ser que se alejen
silenciosamente a la deriva sin prestar atención a la partida y a la manera en que
la terapia de grupo los ha preparado para la comunidad.
Enfrentarse a la ansiedad de terminación y enseñar rituales de terminación
deben ser metas importantes en todos los grupos de terapia. Los pacientes
adolescentes experimentan una sociedad que no se reúne con frecuencia y sus
grupos se deshacen de manera abrupta cuando se ha logrado su propósito.
Planificar la "fiesta" de terminación, acompañada de discusiones acerca de "lo
siguiente", debe estar en la agenda de todo grupo terapéutico. Negar la terminación
ocurre como un fenómeno contratransferencial que es un tema de discusión en
supervisión y en la evaluación del coterapeuta. Por ejemplo, cuando los terapeutas
han tenido éxito en lograr cohesión y armonía, existe conciencia de la manera en que
el grupo se vuelve una externalización de sus valores y creencias. Enfrentarse a la
muerte del grupo puede recordarles a los terapeutas su propia mortalidad, que es un
fenómeno contratransferencial que debe discutirse en supervisión.
Quizá sea más sencillo enfrentarse a la terminación cuando el terapeuta acepta
que los adolescentes internalizarán al objeto grupal y se nutrirán de él por toda su
vida. A medida que se aproxima la terminación, los terapeutas encuentran difícil
aceptar esto y creen que deben continuar presentes para asegurar que el tratamiento
sea exitoso. En unas pocas sesiones en la unidad hospitalaria o institución para
pacientes externos, los jóvenes pueden incorporar al objeto grupal y desarrollar
nuevas maneras de enfrentarse al conflicto con otros. Sin embargo, los sentimientos
de abandono de los terapeutas y su sensación de falta de control sobre la
planificación del tratamiento, dan por resultado la evitación de las cuestiones de
terminación. Quizás la conciencia de los propios antecedentes de terminación de los
terapeutas y su enfoque hacia la separación con respecto a sus grupos adolescentes,
es el primer paso para reconocer por qué este problema se evita de manera
frecuente. De nuevo, la sesión de supervisión puede utilizarse para discutir este
problema con gran carga emocional. La discusión del aquí y ahora acerca de la
negación del grupo en cuanto a su propia muerte inminente y la historia de
terminación de los terapeutas proveerán una poderosa experiencia de aprendizaje.
Durante
la
última
sesión,
es
común
la regresión hacia
Creación de la experiencia de psicoterapia de grupo para adolescentes  233
la etapa de mayor conflicto a medida que la discusión se enfoca en "lo siguiente"
y en la terminación. Ocurrirán confrontaciones que oculten la ansiedad de
separación y la tristeza. El caso 3 ilustra la manera en que los líderes pueden
responder a la negación y modelar la manera de decir adiós:
Caso 3
En un grupo reciente, el bocadillo especial de tacos para el desayuno que
proporcionaron los terapeutas, era un recordatorio simbólico de la realidad de que el tiempo de estar juntos estaba por terminar. A medida que el
grupo evitaba el tema, los terapeutas lidiaban con la terminación de su
propia relación duradera. Esto le dio a los adolescentes un momento para
observar a dos adultos que podían reflexionar en el pasado, decir adiós en
el presente y atesorar su relación, lo cual construía un fundamento para
satisfacer los nuevos retos del futuro. La cohesión y lazos que surgieron
de esta experiencia emocional permitieron que los miembros internalizaran al objeto grupal, que los ayudará a que otros los acepten y deseen y a
enfrentar los problemas en nuestra sociedad incierta.
Es abrumadora la magnitud del reto de ayudar a esta población de alto riesgo. El
cambio y progreso que demuestran estos adolescentes en psicoterapia de grupo
permite que los terapeutas vean la vida con la cariñosa perspectiva del niño en el
cuento de la estrella de mar:
Mientras caminaba por la playa al amanecer, un anciana observó a un
niño delante de él que recogía estrellas de mar y las arrojaba a las aguas.
Finalmente, cuando llegó con el joven, le preguntó por qué hacía eso. La
respuesta fue que la estrella de mar, varada en la playa, moriría si se le
dejaba al sol de la mañana.
"Pero la playa tiene muchos kilómetros y existen millones de estrellas
de mar" contestó el anciano. "¿Cómo pueden hacer una diferencia tus
esfuerzos?"
El niño miró a la estrella de mar entre sus manos y mientras la arrojaba
a la seguridad de las olas dijo, "hace una diferencia para ésta".I
REFERENCIAS
Carnegie Council on Adolescent Development: Turning Points: Preparing
American Youth for the 21st Century. New York, Carnegie Corporation of New
York, 1989
234  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos  237
(Capítulo 12)
Fried E: Individuation through group psychotherapy. Int J Group Psychother
20:450-459, 1970
Jones JH: The Holmgreen study: group psychotherapy with emotionally disturbed
adolescents and changes in interpeisonal behaviors (Unpublished M.A. thesis). San
Antonio, IX, Trinity University, 1989
Riester A, Zucker R: Adolescent's social structure and drinking behavior. Pers
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Schamess G: Differential diagnosis and group structure in the outpatient treatment of latency age children, in Child Group Psychotherapy: Future Tense.
Edited by Kraft IA, Riester AR. Madison, CT: International Universities Press,
1986, pp 29-68
Scheidlinger S: Experimental group treatment of severely deprived latency—age
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Wong N. Fundamental psychoanalytic concepts: past and present understanding of
their applicability to group psychotherapy. Int J Group Psychother 33:171-189,
1983
Psicoterapia de grupo
para pacientes ancianos
Beryce W.Maclennan . PhD.
PROBLEMAS DE LOS ANCIANOS
Los sujetos de todas las edades deben hacer cambios muy importantes en sus vidas.
Pierden a sus parejas y a otras personas íntimas, se les expulsa de los empleos,
quedan incapacitados física o mentalmente o se vuelven dependientes y sufren de
enfermedades terminales. Sin embargo, los problemas de los ancianos poseen
tensiones especiales. Las personas de edad avanzada necesitan una atención que se
enfoque de manera cuidadosa en sus circunstancias vitales particulares y en sus
dilemas específicos.
El anciano promedio, de más de 65 años de edad, tiene al menos una
incapacidad física. Las pérdidas son mucho más frecuentes y existe menos
tiempo y esperanza para la regeneración. Debido a que la pérdida y reducción de
recursos y capacidades son aspectos casi universales del envejecimiento, la tarea
de los ancianos consiste en readaptarse a sus vidas, mantener la esperanza y
aceptar la imagen envejecida de sí mismos en una sociedad que no valora la vejez
corno fuente de sabiduría o autoridad. El grupo de personas de la tercera edad no
abandona las maneras anteriores de adaptaciones al cambio. Algunos son
maravillosos supervivientes. Otros nunca han sido muy competentes. Ciertos
ancianos encuentran que ya no están disponibles para ellos las antiguas maneras
de sobreponerse a la dificultad y detener el enojo, ansiedad y la depresión.
Personas que alimentaron su autoestima a través del éxito en el trabajo, de la
destreza física o de la admiración sexual, pueden encontrar que estas defensas
233
236  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capitulo 13)
ya no son viables. Algunos que han dependido de padres y parejas para su identidad,
tal vez ahora se encuentren solos.
En este capítulo, se explora la manera en que la terapia de grupo puede ser
útil para los ancianos a fin de que reorganicen sus vidas del mejor modo, se
sobrepongan a las pérdidas e incapacidades y lleguen a aceptar la muerte. Los
grupos para ancianos recorren el espectro de la terapia de grupo: puede colocarse
a estos pacientes en grupos terapéuticos heterogéneos o en aquellos diseñados de
manera exclusiva para ellos. A algunos se les trata en grupos psicodinámicos, o
de reestructuración cognoscitiva y aun otros reciben terapia en grupos de apoyo.
Los últimos pueden tener puntos específicos de atención, como enfrentar el
retiro, el duelo o el alcoholismo. Los grupos también se diseñan para pacientes
más débiles en ambientes comunitarios e institucionales; estos grupos se enfocan
en actividades combinadas con discusión. Tross y Blum (1988) han llevado a
cabo una revisión amplia de la literatura.
DECISIÓN EN CUANTO AL GRUPO APROPIADO
Para decidir en cuanto al grupo más apropiado para el anciano, el terapeuta tiene que
tomar en consideración varios factores:




Autoimagen del paciente
Especificidad de la edad en cuanto al problema que se presenta
Enfoque teórico y las metas de grupo
Opciones prácticas
LA AUTOIMAGEN DEL PACIENTE
A pesar de que algunas personas de más de 65 años realmente se han vuelto
"ancianos" y viven en el mundo de los viejos, otros no se identifican a sí mismos
como tales y aun se ven como parte del mundo adulto. Saber cómo se ven a sí
mismos los pacientes es una parte crucial para tomar una decisión acerca de
dónde colocarlos; aquellos que no se perciben a sí mismos como viejos prefieren
trabajar en grupos terapéuticos mixtos en lugar de en aquellos que se diseñan de
manera específica para ancianos.
Benitez—Benz (1988) trabaja en general con personal de edad avanzada en
sus grupos mixtos y encuentra que les va muy bien. La selección de estos pacientes
es similar a aquella realizada para cualquier otro paciente adulto. Sin embargo, los
terapeutas tienen que enfrentarse con las actitudes y expectativas de algunos
miembros con respecto los ancianos. Por ejemplo, en un grupo, una mujer atractiva
e inteligente que se encontraba en la primera parte de sus 60 años,
Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos  237
luchaba por separarse de su madre, con la cual había tenido una relación
dependiente, de discusión y pelea, que la había consumido a lo largo de toda su
vida. Aun después de la muerte de su madre, este diálogo continuaba en su mente.
Por último, con la ayuda del grupo pudo liberarse, ver a su alrededor y considerar
otras relaciones posibles. Entonces encontró que otros miembros del grupo, todos
ellos mucho más jóvenes que ella, se le unían en su desesperación porque había
desperdiciado su vida, nunca se había casado ni había tenido hijos y no podía
esperar, según ellos pensaban, que pudiera tener cualquier nueva relación
satisfactoria a los 62 años de edad. Los miembros más jóvenes no podían concebir
que una "mujer vieja" de 62 años fuera deseable y capaz de desarrollar una relación
íntima y satisfactoria con un hombre. En el grupo, no había modelos de rol para
ayudarles. Se le dejó al terapeuta la tarea de poner en duda esta suposición y
alentar a la paciente y a los otros miembros a que exploraran lo que le sucedía a
otros ancianos en el mundo a su alrededor y que especularan acerca de lo que
esta mujer podía esperar. En última instancia, la experiencia fue útil tanto para
la paciente como para los otros miembros del grupo.
ESPECIFICIDAD DE LA EDAD EN CUANTO AL PROBLEMA
QUE SE PRESENTA
Los adultos de mayor edad o más jóvenes tienen algunos aspectos diferentes.
Debido a que es probable que aquellos que tienen más de 60 años hayan vivido
al menos dos tercios de sus vidas, es posible que el pasado sea más significativo
para ellos que el futuro. Lograr la independencia es una tarea de primera
importancia para los jóvenes. Combatir la dependencia cada vez mayor es una
preocupación para los ancianos. Es probable que desarrollar una carrera y
progresar en la vida sea importante para los adultos jóvenes, mientras que los de
edad avanzada quizá ya dejaron el mundo laboral. Muchos adultos jóvenes están
muy preocupados con la crianza infantil, mientras que los ancianos están más
preocupados acerca de sus hijos adultos o de sus familiares aun de mayor edad
que ellos.
En un estudio sobre grupos compuestos por miembros viejos y jóvenes, Lakin
(1988) encontró diferencias significativas entre los grupos en cuanto a la manera en
que se relacionaban con el líder y su actitud hacia el grupo. En particular, los
miembros de mayor edad dentro del grupo se vinculaban más con el líder y
dependían de él en cuanto a liderazgo, mientras que los miembros jóvenes tomaban
más la iniciativa. También, los ancianos estaban en mayor probabilidad de prestar
apoyo y brindar tranquilidad.
Los cohortes de pacientes ancianos difieren entre sí. Hay mayor porcentaje de
cohortes de mayor edad y de éstos hay más mujeres y entre más viejas sean éstas,
más probable es que hayan sido madres y esposas de tiempo completo durante una
parte considerable de sus vidas. Menos ancianas tendrán carreras o beberán o
fumarán
y
más
de ellas tendrán antecedentes y afiliaciones religiosas.
238  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 13)
ENFOQUE TEÓRICO Y METAS GRUPALES
Están disponibles tres categorías de grupo para ancianos: terapia grupal
psicodinámica, grupal cognoscitivo—conductual y grupal de apoyo.
Terapia psicodinámica de grupo. Cuando se hace una elección en favor de la
terapia de insight, algunos terapeutas han formado grupos psicodinámicos
tradicionales para ancianos. Debido a las lesiones narcisistas que acompañan a la
vejez, los grupos de psicología del sí mismo se han considerado de particular
utilidad para el tratamiento de estas personas (Lothstein y Zimet, 1988; Weiner y
White, 1988). El terapeuta intenta desarrollar un clima grupal de apoyo que funja
como una familia cálida y aceptante, con el terapeuta como padre amoroso. Los
miembros del grupo tienen que enfrentarse a las lesiones narcisistas y a los
problemas de relación que han estado presentes a través de su vida y vuelven a
elaborar estas cuestiones dentro del contexto de las problemáticas actuales.
Weiner y White (1988) escribieron que el analista se vuelve un objeto del sí
mismo para el paciente a través de dos tipos de transferencia, una que es de
reflejo y otra de idealización. Afirmaron, "en la transferencia de reflejo el
paciente mantiene la autocohesión a través del reflejo de su sí mismo ávido,
arcaico y omnipotente, mientras que en la transferencia de idealización se
mantiene a través de la fusión con el analista como imagen paterna idealizada".
Describieron un grupo en el que los miembros se presentaron con diferentes
problemas que afectaban su percepción de sí mismos y de sus relaciones
objétales. Lothstein y Zimet (1988) describieron un grupo similar en el que una
mujer experimentó la muerte de su madre, quién había sido su único objeto.
Otra tuvo que retirarse y perder su mundo social. Un paciente varón
experimentó una sensación de vacío debido a que su esposa había desarrollado
una amistad especial con otra mujer y sus hijos se habían mudado. Lily, la
mujer cuya madre había muerto, creía que nunca podría volver a amar pero
comenzó a sentirse de manera diferente acerca de sí misma a medida que los
miembros del grupo la aceptaron y admiraron. Jaime y Lily desarrollaron una
relación de "gemelización". Su unión y admiración mutua les fueron útiles a
ambos en la reparación de su autoestima dañada.
Grupos cognoscitivo—conductuales. Además de la terapia psicodinámica de
grupo, otros modelos han resultado útiles con esta población. En años recientes, las
técnicas cognoscitivo—conductuales, que desarrollaron Beck y Rush (1978), se han
adaptado al tratamiento de la depresión en ancianos. La terapia cognoscitivo—
conductual aborda las distorsiones de pensamiento que subyacen a las conductas y
ayuda a los pacientes a reconocer que están creando su depresión y que pueden
sobreponerse a ella. Esta forma de terapia se adapta bien a los grupos porque los
pacientes se ayudan entre sí para reconocer sus distorsiones y elaboran maneras de
enfrentarse a ellas a través de la asignación de tareas, role—playing y entrenamiento
en asertividad.
Un desarrollo reciente que surge de la psicología de salud consiste en la
formación de grupos de mejoramiento en el estilo de vida y control de hábitos
Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos  239
para ancianos, que se dirigen a que los pacientes se protejan de la enfermedad
crónica y mantengan la salud. Estos grupos le hacen frente al control dietético
enfocado en el control de calorías y en dietas bajas en grasas y colesterol o a la
obediencia de dietas específicas como aquellas para la diabetes de brote tardío.
También alientan el mantenimiento de un régimen moderado de ejercicio, sueño
suficiente, socialización y manejo de estrés y uso mínimo de alcohol y tabaco.
También se enfatiza la importancia de encontrar maneras de obtener satisfacción
vital y evitar situaciones que provocarán recaídas. La mayor parte de estos grupos
para ancianos han sido específicos de la edad.
Grupos de apoyo. Es frecuente que los grupos de apoyo para personas de
edad avanzada se enfoquen en los síntomas y sean a corto plazo. Se forman para
manejar colapsos mentales agudos o crisis vitales especiales como duelo y retiro.
Estos grupos pueden organizarse como grupos cerrados, con tiempo límite, en los
que se invita a miembros seleccionados a comprometerse durante un número
limitado de sesiones y después de la segunda o tercera reunión ya no se admiten
integrantes nuevos. Sin embargo, otros grupos que son a corto plazo para los
miembros se conducen, de hecho, a largo plazo como grupos abiertos. Algunos
ejemplos de éstos son aquellos que se organizan dentro de hospitales para
pacientes psicogeriátricos agudos, con estancias cortas, o para enfermos de mayor
edad que se recuperan de un ataque cardíaco (Weiner, 1988). En ocasiones, los
grupos para el manejo del duelo se conducen como grupos abiertos y los
miembros obtienen valor de otras personas que ya han resuelto la peor parte de su
aflicción y que comienzan a rehacer con éxito sus vidas.
Los grupos en ambientes institucionales con pacientes más incapacitados
comienzan con mucha frecuencia como grupos de discusión y de actividad a
corto plazo, sin ninguna selección rigurosa de los miembros. En estos grupos,
con el consentimiento de los integrantes, puede haber una segunda etapa en la
que se selecciona a los miembros de manera más cuidadosa y el grupo de
actividad a corto plazo puede convertirse en una psicoterapia cerrada, a largo
plazo, o en un grupo de apoyo mutuo.
Aun los grupos a corto plazo, específicos para un problema, toman un
carácter diferente en el caso de los ancianos. Aquellos quienes están en proceso
de duelo no tienen que enfrentar los mismos problemas prácticos que poseen los
individuos más jóvenes en la misma situación, tampoco tienen las mismas
opciones, aunque el trabajo de duelo es similar. El alcoholismo de brote tardío
puede tomar un aspecto diferente y, por lo general, el retiro no es una opción
para los jóvenes. La mayoría de los individuos en ambientes de atención a largo
plazo son ancianos, de modo que puede predeterminarse la edad de un grupo.
CONSIDERACIONES PRÁCTICAS
En ocasiones la elección es de tipo práctico. Tal vez no existan grupos exclusivos
para ancianos. Sin embargo, cuando hay una opción disponible, en general la
240  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 13)
decisión se basa en el enfoque del grupo y en la actitud de la persona de edad
avanzada.
EJEMPLOS DE GRUPOS CON ENFOQUE ESPECIAL
Muchos grupos de apoyo, en especial aquellos para ancianos activos, se enfocan en
crisis vitales o problemas específicos como el retiro, en rehacer sus vidas después de
los 60 años, en el proceso de duelo o manejo de depresión o en la
farmacodependencia. En este capítulo se describen los grupos de retiro y de manejo
de duelo y grupos para personas de edad avanzada que son alcohólicos. Estos tres
tipos de grupos ilustran la mayor parte de los dilemas que se asocian con el
tratamiento de ancianos en terapia de grupo.
PSICOTERAPIA DE GRUPO DESPUÉS DEL RETIRO
Un estudio del National !nstitute of Mental Health (Sheldoa y colaboradores 1975)
identificó cinco factores como potencialmente problemáticos para los individuos
después del retiro: pérdidas de función, de autoestima, de rol, de colegas y un
cambio en el equilibrio de la relación entre las parejas que viven juntas. A pesar de
que anticipan la posibilidad de estar libres de la obligación y la rutina, algunas
personas extrañan la estructura de ir todos los días al trabajo y realizar tareas
asignadas. Muchos retirados comienzan a sentirse carentes de valor e inútiles
después de dejar su vida laboral. Su autoestima y sentido de estatus estaban ligados
a sus trabajos y ya no saben con exactitud quiénes son. En su trabajo, ocupaban una
posición particular y bien puede ser que en el hogar hayan sido los proveedores
principales. Ambos roles pueden quedar eliminados después del retiro. Otros
encuentran que su vida social y amistades se ligaban con su trabajo y que después
del retiro se les excluye. Ya no tienen intereses comunes y se vuelven solitarios y
deprimidos. Aun otros se ven forzados de manera repentina a un retiro prematuro
por mala salud o porque los desplazan empleados inás jóvenes y sufren tanto de un
daño económico como de uno narcisista. Algunos se duelen por las capacidades que
ya no se les permite ejercitar y por un sentido de logro que nunca experimentarán de
nuevo. Algunas personas encuentran que no sólo han perdido el trabajo, sino que
también sufren pérdidas debido a incapacidades progresivas, disminución de vista y
oído, dolor artríti10 e impedimentos en la movilidad, todas las cuales se suman a su
ansiedad y depresión.
Hoy en día se dirigen muchos programas para la preparación de aquellos que
están cercanos al retiro. En general, estos programas no sólo manejan los
elementos psicológicos del retiro, sino también los aspectos económicos, sociales,
recreativos y de salud. Sin embargo, muchos retirados no pueden enfrentarse a
Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos  241
sus pérdidas de manera anticipatoria y sólo lo hacen después de que se retiran.
Se han desarrollado grupos a corto plazo para ellos en áreas donde existen
muchos retirados. Por ejemplo, Salvendy (1989) describió grupos de 12
semanas para aquellos que han estado retirados durante un. corto periodo y que
experimentan dificultades. Estos grupos se realizaron en la "Clínica de Retiro"
del Hospital Psiquiátrico de Toronto en Canadá, y los condujo un equipo de dos
terapeutas, varón y mujer. Aquellos pacientes seleccionados estaban interesados
en trabajar con sus problemas psicológicos y no eran psicóticos, alcohólicos
incontrolables o pacientes con depresión clínica o confusión graves. Los
terapeutas alentaban a los miembros a sentirse esperanzados en cuanto al futuro
y a analizar sus problemas y opciones de manera realista. Salvendycitó
ejemplos de distorsiones pesimistas que el grupo puso en tela de juicio; éstas
incluyeron a un hombre que pensaba que todos lo despreciaban porque el
gerente de su banco ya no pasaba tanto tiempo con él como antes; a otro
miembro se le recordó que sus excelentes habilidades de negociación, ya no
utilizadas en el trabajo, resultaban útiles en el grupo.
Los fines de estos grupos consisten en ayudar a los miembros a verse a sí
mismos de manera realista y a considerar la forma en que desean pasar el
siguiente periodo de sus vidas. ¿Cómo desean ocupar su tiempo? ¿Cómo
reharán su vida social? ¿Cómo pueden desarrollar nuevos roles para sí mismos?
¿Cómo pueden divertirse?
Uno de los principales problemas para muchas de las personas que se
retiran es la manera en que se relacionarán con su pareja. Una situación común
en tiempos pasados ha sido que el esposo se retira y trata de dominar y
controlar a su esposa, quien ha estado en el hogar toda su vida. Hoy en día, es
frecuente que ocurra una segunda situación: uno de los miembros de la pareja
está en la cima de su carrera mientras que el otro está listo para retirarse. Las
maneras en las que desean pasar su tiempo son muy diferentes. Por ejemplo, un
profesor universitario se retiró y se sintió muy deprimido porque ya no podía
realizar investigación o enseñar. Su esposa era un atareado miembro de una
empresa de consultoría y con frecuencia trabajaba por muchas horas y en fines
de semana. El marido quería que ella estuviera cerca para hacer cosas juntos y
también quería que dejara su trabajo y pudieran viajar, lo cual ella no es taba
dispuesta a hacer. La pareja asistió a varias sesiones grupales de fin de semana
para parejas recientemente retiradas que se encontraban en problemas
parecidos. Como resultado, reafirmaron su amor uno por otro e hicieron ciertos
concesiones. Él se las arregló para desarrollar ciertos proyectos interesantes
como voluntario y con un salario, mientras que ella modificó su horario de
modo que pudieran pasar más tiempos juntos y viajar como él lo deseaba. En el
grupo hubo muchas identificaciones entre parejas y exclamaciones de —Te
entiendo, me siento igual que tú". Se dieron cuenta de que sus problemas no
eran únicos, pero que eran una parte inevitable de adaptarse al retiro en el
mundo moderno. Si deseaban permanecer juntos, tenían que elaborar un estilo
de vida que fuera aceptable para ambos.
242  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 13)
GRUPOS DE MANEJO DE DUELO PARA VIUDOS
En ocasiones, los grupos de duelo para viudos están abiertos a personas de todas
las edades y en ocasiones sólo a ancianos. A pesar de que los procesos de
aflicción por una muerte son similares para los jóvenes, de mediana edad y de
edad avanzada, las tareas y expectativas vitales son diferentes. Los viudos
jóvenes pueden tener hijos pequeños y sus prospectos para volverse a casar y
desarrollar sus carreras son mayores. Los ancianos, que con frecuencia han
estado casadas durante muchos años y quienes pueden haber perdido también a
varios de sus amigos y familiares cercanos, pueden sentirse particularmente
desolados y angustiados por la pérdida de su pareja. Ginsburg (1987), quien
también quedó viuda, identificó un número de reacciones ante la pérdida: choque
y negación iniciales, confusión, liberación emocional, enojo, culpa, depresión y
autoaislamiento y, en última instancia, aceptación de la muerte, reintegración del
sí mismo y comienzo de una nueva vida. No todos los viudos reaccionan de igual
manera o en la misma secuencia. Sin embargo, existe una tendencia en muchos
de ellos, que aparece de manera inmediata después de la muerte de alguien
cercano, a mantener un control férreo y a operar como si "no hubiera pasado
nada". Experimentan adormecimiento emocional. Después de que desaparece el
choque inicial, comienzan a sentir el dolor.
En sus demostraciones de programas de viudos a viudos, Silverman y
colaboradores (1974) utilizaron viudos a las que habían entrenado como trabajadores de extensión. Encontraron que después de unas cuantas semanas la
familia y amigos tendían a dar menor apoyo y los viudos estaban necesitados de
apoyo individual y, después, de grupo. Llevaron a cabo grupos de personas que
habían quedado viudos hacía seis meses o un año y que estaban en proceso de
translaborar su aflicción. Estos grupos de apoyo mutuo los conducían líderes
viudos con entrenamiento.
Yalom y Vinogradov (1988) se encuentran entre los pocos que describieron
el proceso y los grupos de terapia que condujeron para las viudos de personas
que habían muerto de cáncer. Trabajaron con 36 cónyuges en cuatro grupos de
terapia a través de periodos de más de ocho semanas. Los terapeutas condujeron
estos grupos de manera semiestructurada, con interacción interpersonal y
ciertos ejercicios estructurados. Por ejemplo, al atender el tema de la identidad,
utilizaron uno de dos ejercicios que exploraban con los miembros la manera en
que se veían a sí mismos. Estos ejercicios se centraban en la pregunta "¿Quién
soy yo?". Hacia el final de cada grupo, le pidieron a los miembros que trajeran
fotografías de sus familias y cónyuges.
Otros temas familiares aparecieron en estos grupos. Los integrantes notaron
un cambio en su estatus social. Al principio se les seguía invitando a su antigua
sociedad de "parejas". Sin embargo, estas invitaciones disminuyeron de manera
gradual. Como señaló una mujer en un proyecto diferente: "Me volví una invitada
de los jueves en lugar de una de los sábados por la noche". Encontraron que si
deseaban una vida social debían entrar al mundo de los "solteros". Tenían
Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos  243
que realizar la adaptación de rol e identidad, de ser una "persona casada",
alguien con una pareja, a ser una "persona viuda", que actuaba por cuenta
propia. Experimentaron la urgencia de volverse a casar y reconstituir el estado
familiar.. de casados; de manera alternativa, estuvieron tentados a dejar su hogar
y huir del ambiente que habían compartido con sus cónyuges. Se les alentó a no
hacer cambios precipitados importantes hasta que hubiera translaborado parte de
su confusión emocional. La soledad fue un tema universal. Fueron comunes el
enojo ante el destino y la culpa acerca de las cosas que podrían haber hecho de
manera diferente. Los miembros enfrentaron la naturaleza transitoria de la vida y
la inminencia potencial de su propia muerte. Se les alentó a que tomaran la
responsabilidad de sí mismos de rehacer sus vidas y reconstruir su futuro.
Algunos comenzaron a disfrutar de la libertad de estar solos, la libertad de crecer
y adquirir nuevas tareas. Los terapeutas se encontraron concentrados en "el
crecimiento, autoconocimiento y responsabilidad existencial". Juzgaron que
estos grupos eran exitosos en cuanto a su cohesión, los miembros asistían de
manera periódica y las reuniones versaban en contenidos relevantes y cargados
en términos emocionales.
Horowitz y colaboradores (1984) analizaron los informes publicados acerca
de la terapia de grupo para personas en duelo. En particular, describieron un
estudio acerca de 52 pacientes que recibieron psicoterapia breve de grupo.
Concluyeron que aquellos con alta motivación respondieron mejor a la terapia
exploratoria, en particular cuando antes habían tenido una adaptación adecuada,
mientras que aquellos pacientes que tenían una motivación pobre y que antes
habían sido menos estables, pudieron utilizar una manera de intervención con
mayor apoyo. De manera paradójica, un criterio para el uso diferencial del apoyo
mutuo o grupos terapéuticos conducidos por profesionales puede ser que los
pacientes más adaptados respondan mejor a los últimos.
El foco de las intervenciones puede también relacionarse con 'la etapa del
duelo. Lieberman y Videka—Sherman (1986) evaluaron los grupos de
autoayuda para viudos y divorciados (principalmente viudos) tres ó cuatro años
después de la pérdida y encontraron que aquellos grupos que fomentaban la
formación de redes sociales activas parecían ser los más útiles. Esto confirma la
necesidad que tienen los individuos en esta etapa de recuperarse para crear de
manera activa nuevos roles para sí mismos y nuevas relaciones íntimas.
TERAPIA DE GRUPO PARA ANCIANOS
CON PROBLEMAS DE ALCOHOLISMO
No se conoce el número exacto de personas de esta edad que tienen problemas con
el alcohol, pero la evidencia ha comenzado a descubrirse. Investigadores y clínicos
como Wood y Elias (1982) y Rathbone—McCuan (1988) agruparon a los ancianos
en alcohólicos de brote temprano y brote tardío. Los de brote temprano son
individuos que han padecido alcoholismo a lo largo de todas sus vidas. Son
244  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 13)
supervivientes de la población general de alcohólicos que no han podido dej ar
el alcohol o que no han muerto por su causa. Estos ancianos van en un rango
desde los ebrios públicos que viven en condiciones deterioradas y en ocasiones
no tienen hogar, hasta aquellos que en ocasiones caen en excesos, pero que en
los periodos intermedios pueden tener vidas relativamente normales y han
desarrollado una manera de enfrentarse a su adicción.
Las comunidades han tendido a refeiir a las personas de mayor edad, alcohólicas
de brote temprano, a programas grupales estructurados, de 12 pasos, y después a las
instituciones de servicio social para que reciban ayuda en sus múltiples problemas
vitales.
Los problemas de los alcohólicos de brote tardío son tanto más complejos
como más tratables. Rathbone—McCuan (1988) señaló que ahora se sabe que
las reacciones al alcohol pueden variar en los individuos a lo largo de su ciclo
vital, de modo que algunos ancianos reaccionan de manera más negativa a las
mismas cantidades de alcohol a medida que envejecen. Un segundo subconjunto
de personas de esta edad experimenta reacciones peligrosas ante la combinación
del alcohol y algunos de los medicamentos que muchos de ellos tienen que
tomar para problemas médicos crónicos. Un tercer subconjunto es el de
aquellos ancianos que utilizan el alcohol para auto medicarse debido a los
problemas y dolores que sufren con el envejecimiento, como las muchas
pérdidas físicas y psicosociales que experimentan.
Como en otros casos de farmacodependencia, la negación de los problemas
con el alcohol es uno de los principales mecanismos de enfrentamiento entre los
alcohólicos ancianos, y con frecuencia es necesario trabajar con la familia,
médicos y otros proveedores de servicios, a fin de confrontarlos y hacerlos entrar
en tratamiento.
Muchos grupos familiares pueden ser sumamente útiles para aquellos ancianos que no pueden reconocer sus problemas. Por ejemplo, en uno de estos grupos
(que condujo esta autora) un miembro de la familia describió la manera en que su
madre siempre se estaba cayendo y parecía tener habla farfullante para la mitad de
la tarde. Siempre encontraban botellas vacías de jerez por todo su departa mento.
La madre, una mujer bastante formal de 78 años, dijo que tenía un problema en el
oído medio y que esto afectaba su equilibrio y por eso se caía con frecuencia. Una
(le las ancianas, que también tenía problemas con el alcohol, exclamó, "Vamos
querida, todos sabemos que comienzas a beber jerez a las 10 de la mañana y no lo
dejas hasta que te desmayas. ¿No es cierto que todos sabemos que la botella nos
influye y evita que pensemos acerca de un montón de cosas desagradables?" Otra
de ellas dijo "¿No te sientes sola viviendo en esa casa sin conocer a nadie en el
vecindario?" La madre respondió cile desearía que su hijo y su nuera fueran a
verla con más frecuencia. Uno de los varones en el grupo exclamó "No puedes
esperar que tus hijos cuiden de todas tus necesidades. Tienen su propia vida. ¿Por
qué no te mudas a un lugar donde puedas tener algo de compañía de personas de
tu misma edad?" A pesar de que no se le pedía que admitiera en este punto su
problema
con
el
alcohol,
esto
se reconoció de
manera
Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos  245
tácita en el grupo y los miembros comenzaron a ayudarla a que se enfrentara a
algunas de las necesidades que la conducían a beber. En un momento dado se mudó
a un ambiente de atención gradual de salud donde podía tener su propio
departamento y vivir de manera independiente pero tenía compañía y atención
médica de urgencias las 24 horas.
Algunos viudos llegan a beber de manera excesiva después de que su cónyuge
muere. La primera necesidad es ayudarles a mantenerse sobrios. Entonces, con
frecuencia pueden entrar a un grupo de manejo de duelo para enfrentar su
aflicción mientras que asisten a educación sobre alcohol y a grupos de
"Alcohólicos anónimos" para su alcoholismo. Algunos de aquellos que utilizan
el alcohol para enfrentarse a sus problemas psicológicos, como la soledad o la
aflicción por la muerte de alguien, bien pueden regresar a beber de manera
controlada porque no tienen una necesidad fisiológica verdadera por el alcohol.
Muchos ancianos que se retiran comienzan con el hábito de asistir a la "hora
feliz" en las tardes y no reconocen que ya no pueden beber dos o tres bebidas
como lo hacían en el pasado. Algunos de ellos manejan a casa después de beber
y sufren accidentes que se vinculan con el alcohol. Los grupos de educación
sobre alcoholismo manejan los efectos adversos del alcohol en el cerebro que
envejece y, con frecuencia, cierta planificación acerca de otras maneras de
socializar puede deshacerse del problema. Rathbone—McCuan (1988) enfatizó
que cualquiera que sea la naturaleza del problema y la forma de tratamiento, "es
esencial que se mantenga un énfasis en el material consciente" (página 145).
Este pensamiento se basa en la suposición de que el material excitador
inconsciente, cargado afectivamente, con frecuencia puede despertar el deseo de
beber como una defensa contra sentimientos dolorosos.
TERAPIA DE GRUPO EN INSTITUCIONES
Los terapeutas que trabajan con ancianos frágiles deben llegar hasta el lugar en que
éstos se encuentran: en hospitales psiquiátricos, casas para retirados, asilos,
programas de tratamiento diurno o unidades psiquiátricas para atención de
padecimientos agudos en hospitales generales. La mayor parte de los grupos para
esta población son de apoyo y con frecuencia combinan actividad y discusión;
algunos utilizan la reminiscencia (Poulton y Strasberg, 1986) o la terapia de
remotivación (Dennis, 1978).
En los hogares de retiro y los asilos, se puede traer del exterior a consultores
para que conduzcan los grupos. Cuando esto sucede, es importante que los
consultores creen buenas relaciones con el personal y se aseguren de que estos
últimos comprenden qué es lo que se planea.
En hospitales de enseñanza, la rotación de estudiantes líderes, en particular
residentes que permanecen sólo unos cuantos meses a la vez, pueden crear ciertas
246  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 13)
dificultades en el mantenimiento de la continuidad en el grupo. En cierto grado, esto
se aminora mediante el uso de un miembro permanente del personal como terapeuta
primario. De manera más importante, los contrastes de edad pueden ser muy
dolorosos; los jóvenes en entrenamiento siempre van hacia opciones más felices y
los ancianos se enfrentan al contraste que esto representa para sus propias vidas.
GRUPOS DE REINTEGRACIÓN
Los ancianos que han estado en un hospital o asilo durante mucho tiempo pueden
necesitar reentrenamiento especial para regresar a un ambiente menos confinado.
Como parte de un programa de desinstitucionalización, el personal del Hospital
Estatal de Ypsilanti en Michigan desarrolló un programa para los pacientes
psiquiátricos ancianos con regresión profunda que habían vivido durante 15 años o
más en el pabellón trasero del hospital. Crearon un programa concentrado, con el
empleo de diferentes tipos de actividades grupales con propósitos rehabilitadores. Los
miembros realizaron juegos de nombres para reavivar su sentido de identidad, ya que
muchos de ellos estaban tan desorienta-'dos que no sabían quiénes eran ni dónde
estaban. Tenían que volver a aprender las habilidades necesarias para cuidar de sí
mismos, como atarse las agujetas y vestirse solos. Aprendieron a hacer ejercicios, a
bailar y a cantar. A medida que progresaban, el grupo salió de viaje para aprender de
nuevo cómo era la vida fuera del hospital y para adquirir otra vez habilidades como la
manera de utilizar autobuses, comprar y manejar su dinero. Una película de este
programa, llamada "To Live with Dignity " (Hospital Estatal de Ypsilanti, 1974),
muestra la manera en que varios pacientes pudieron realizar un progreso notable en un
periodo de tres meses. La película culmina con una fiesta de Navidad que organizaron
los pacientes. A pesar de que el programa lo concibieron y dirigieron profesionales en
salud mental, muchos de los líderes grupales eran miembros del personal del pabellón,
entrenados para manejar grupos.
Bienenfeld (1988) describió la terapia de grupo con pacientes geriátricos en un
hospital del estado. Estos enfermos tenían menor regresión que los de Ypsilanti,
aunque también habían vivido varios años en el hospital. A diferencia del programa de
Ypsilanti, Bienenfeld excluyó a aquellos que "tienen una incapacidad orgánica para
comprender o participar, que son desorganizantes de una manera incontrolable y que
tienen una falta de motivación imposible de trabajar" (página 179). Como Linden
(1954), que fue pionero en el trabajo con pacientes ancianos institucionalizados,
Bienenfeld trabajó con una coterapeuta y encontró que un compañero era útil para la
aclaración y refinamiento de las intervenciones. Las metas de estos grupos incluían la
Psicoterapia de grupo para pacientes-ancianos  247
promoción del alta y la disminución de las dificultades administrativas. Como en todos
los ambientes institucionales, los problemas de autonomía y responsabilidad personal,
poder y autoridad, resultaron ser los temas en sus grupos. Se aclaraba la realidad en el
grupo y los pacientes eran más capaces de tomar sus propias decisiones.
Goodman (1988) formó grupos para ancianos en un programa psiquiátrico en un
hospital de enseñanza cuando encontró que el pequeño número de pacientes
ancianos, cerca del 19 %, se quejaban de que se sentían fuera de lugar y no tenían a
nadie con quien hablar entre los muchos pacientes jóvenes, con enfermedades
agudas. Goodman, una trabajadora social, llevó a cabo grupos tanto con una
enfermera psiquiátrica como con un terapeuta ocupacional experimentado en la
conducción de grupos de actividad. Muchos de estos pacientes estaban muy
deprimidos y las actividades fueron útiles para estimular la interacción.
GRUPOS DE ACTIVIDAD EN ASILOS Y RESIDENCIAS
Al visitar residencias, instituciones de atención intermedia y asilos para ancianos, con
frecuencia uno se ve confrontado con muchos residentes que están contra la pared, ven
hacia el vacío y en apariencia no tienen interés en nadie. Con frecuencia no saben los
nombres de otros residentes en la casa, aunque hayan vivido juntos durante muchos
años. En ocasiones han perdido la cuenta del tiempo y pueden ya no saber su propia
edad o, aun, su nombre. Muchos autores (por ejemplo, Johnson, 1985) han descrito el
uso de actividades y de las artes para evitar este deterioro. Por ejemplo, Stern (1988)
trabajó con los residentes en el desarrollo de teatro de improvisación. En un grupo
hizo que los miembros imaginaran que eran una compañía teatral que se preparaba a
salir de gira. Cada uno tenía que decir su nombre y decir el objeto que pensaba llevar
consigo; la siguiente persona repetía lo que se había dicho antes y añadía su nombre y
objeto y así de manera sucesiva. Era algo desafiante y divertido y ayudaba a estimular
sus memorias y a hacerlos que se conocieran mejor entre sí.
Morrin (1988) combinó en ocasiones la terapia artística y musical e hizo que los
miembros en su grupo pintaran asociaciones con la música. En ocasiones el arte
condujo a discusiones muy personales, como cuando una de las miembros intentó
dibujar un retrato de su sujo favorito, y otras hablaron también acerca de sus favoritos.
Esto, por su parte, las condujo a sus maridos y a sus sentimientos acerca de la pérdida
de éstos.
Las pérdidas son continuas. Algunos pacientes mueren, otros enferman
gravemente y deben ser trasladados a otra parte. El personal se puede ir o ser
transferido a otra unidad. Bienenfeld (1988) sostuvo que lo más útil es reconocer la
ubicuidad de estas pérdidas y ayudar a los enfermos con los sentimientos
contradictorios acerca de las mismas, sus sentimientos acerca de realizar cual-
248  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Psicoterapia de grupo para pacientes ancianos  249
(Capítulo 13)
quier tipo de compromiso hacia otros y sus temores ante su propia vulnerabilidad.
Shura Saul (1988) ayudó a sus pacientes en un grupo dentro de un asilo a elaborar su
aflicción a través de la poesía. Sidney Saui (1983) describió la manera en que los
ancianos hablan acerca de la muerte.
GRUPOS DE PACIENTES CON ALZHEIMER
Y OTROS ESTADOS CONFUSOS
Muchos pacientes ancianos en ambientes de atención a largo plazo sufren de
confusión temporal o progresiva. Sidney Saul (1988) al trabajar en asilos y
ambientes de tratamiento diurno, llevó a cabo grupos para estas personas, ya
fuera solos o junto con familias y otros proveedores de atención. Encontró que
el trabajo con estos pacientes dentro de grupos conducía a mejorías en
socializa. ción entre los miembros, modificación de la conducta disfuncional y
reducción de la depresión. Los grupos también se utilizaron para ayudar a las
familias a aclarar los problemas que tenían en cuanto al cuidado de sus
cónyuges o padres y a encontrar soluciones aceptables.
En un grupo, una esposa informó que su marido se rehusaba a permitirle
que lo bañara. Otro paciente sugirió que el marido no reconocía ya a su esposa y
que tenía vergüenza de que una mujer extraña cuidara de él de manera tan
íntima. Ella decidió contratar a un ayudante varón para que lo bañara y se
resolvió este problema. En otra sesión, el terapeuta llevó dos mangos al grupo y
los miembros ocuparon cierto tiempo decidiendo que tipo de fruta eran y
después los compartieron. Saúl consideró que la diversión, el sentido del humor
y la risa son muy importantes para aligerar el alma de los pacientes confusos.
PAPEL DEL LÍDER
Las tensiones particulares que enfrenta el líder de los grupos compuestos por
ancianos surgen a partir de varios factores:
 Prejuicio por la edad y limitaciones en empatía
 Mantenimiento de la esperanza
 Contratransferencia que se vincula con los conflictos no resueltos con los
propios padres
 Temor a su propio envejecimiento
Tomados como un grupo, estos factores generan tensión en el clínico, quien
probablemente es mucho más joven que los pacientes a los que se trata en el
grupo. Una diferencia de 20 años o más de edad puede forzar los límites de la
empatía del profesional más dedicado. ¿Cómo entra en la experiencia interna de
un paciente que ha perdido un trabajo, un cónyuge, un hijo o una función
corporal crítica? En general, la capacidad para mantener la esperanza más allá
de esa pérdida es difícil de obtener y constituye un aspecto importante de la
madurez. En especial para el joven terapeuta de grupo, que se ve acosado por el
dolor de ocho o más de estos pacientes, la perspectiva puede ser algo difícil de
mantener.
Una dificultad contratransferencial adicional puede presentarse en el resurgimiento de conflictos pasados o presentes del terapeuta con sus propios padres.
A pesar de que la andanada de estos sentimientos puede forzar la capacidad
empática del clínico, los beneficios para su propio desarrollo clínico y personal son
impresionantes. Una vez que el terapeuta ha visto que unos cuantos pacientes
ancianos, en apariencia sin esperanza, surgen con nuevo impulso y un conjunto de
opciones que antes no se reconocían, su desesperación acerca de la pérdida y
reconstitución se ve confrontada y reducida de manera permanente, para beneficio
de los pacientes, pero también como un rayo de esperanza y optimismo para el
propio futuro inevitable.
RESUMEN
En este capítulo se ha anunciado una diversidad de grupos que han resultado útiles
para ayudar a los ancianos a enfrentar sus problemas, mejorar su funcionamiento y
sentirse más felices consigo mismos. De la misma manera en que las personas
de edad avanzada son una población variada con muchas necesidades
diferentes, así los grupos varían del apoyo al insight, uso de actividades y
discusión, y tienen Jugar en muchos ambientes diferentes, dondequiera que se
encuentren los ancianos. A pesar de que algunos grupos tienen una orientación
general, muchos se enfrentan a cuestiones especiales como el retiro, duelo y
alcoholismo. Los temas comunes que se encuentran en estos grupos son la
ubicuidad de la pérdida, aceptación de la muerte y valor del sentido del humor
para aliviar el estado de ánimo de estas personas. Por último, el poder curativo
de las comunidades humanas puede verse con claridad a través del ciclo vital y
genera esperanza mientras dure la vida.
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Psicoterapia de grupo
con pacientes HIV positivos
y con SIDA
loe! C Frost, EdC
INTRODUCCIÓN
El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) [del inglés Acquired Inmunodeficiency Virus (AIDS).1 lo describieron por vez primera los Centers for Disease
Control (CDC) en 1981(1981a, 198 1 b). El virus de la inmunodeficiencia humana
(HIV) [del inglés Human Inmunodeficiency Virus (HIV)] es el retrovirus que causa
el SIDA. El creciente cuerpo de material tanto clínico como lego proporciona
información adicional acerca de la enfermedad y de sus víctimas. (Para una
introducción, véase Batchelor, 1984; Backer y colaboradores, 1988 y Simon, 1988,
al igual que E.K. Nichols, 1986; Barrows y Halgin, 1988; Kelly y St. Lawrence,
1988; Ostrow, 1990 y Morrison, 1989). Muchos clínicos aun no tienen experiencia
dentro de la práctica general con personas que sufren SIDA o con individuos que
son HIV positivos. Aun menos clínicos han trabajado con estos pacientes dentro de
sus grupos de terapia. La complejidad del SIDA y sus cuestiones específicas
presentan muchos problemas para los miembros del grupo, así como para sus
terapeutas. Este capítulo atiende a la razón fundamental para dar tratamiento a los
pacientes con SIDA dentro de grupos.
Las primeras poblaciones afectadas por el virus en Estados Unidos eran, de
manera predominante, homosexuales varones y adictos a drogas intravenosas.
Por tanto, el SIDA se ha teñido de un estigma moral debido á las primeras
asociaciones con estos grupos blancos minoritarios, en general, y con las
conductas sexuales y de uso de drogas intravenosas, en particular. Las personas
253
254  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 14)
no reaccionan ante el SIDA tan sólo como otra enfermedad. El conocimiento tanto
del estigma como de las creencias que rodean al SIDA es importante para el manejo
clínico, lo mismo que para una comprensión empática de las personas infectadas y
de aquellos que los rodean, incluso otros miembros del grupo. (Para una revisión de
las experiencias psicosociales de las personas con SIDA, véase Chimiel y
colaboradores, 1987; Forstein, 1984; López. y Getzel, 1984; Morin y colaboradores,
1984 y Tross y Hirsch, 1988).
Debido a que persiste la ignorancia en cuanto a la transmisión del SIDA, es
frecuente que las personas que lo sufren se sientan inseguras cuando otros
pueden darse cuenta que lo padecen (por ejemplo, cuando las personas saben su
diagnóstico o pueden ver una lesión de un sarcoma de Kaposi [SK] sobre las
partes visibles de su piel). Su temor a la exposición pública afecta tanto su
sentido de seguridad y anonimato como de su salud (Lander, 1989). Consistente
con el impacto del estigma, muchas personas han culpado y han convertido en
chivos expiatorios a los individuos con SIDA, por contraer la enfermedad.
Muchos aún se culpan a sí mismos y se preguntan si han hecho cualquier cosa
para merecer tal enfermedad. En el momento del diagnóstico, muchas personas
con SIDA informan haber perdido a sus amantes, amigos, familias,
colaboradores, trabajos y hogares. Existe un aura siempre presente de culpa y
disminución de autoestima que da por resultado el aislamiento y es
particularmente apropiada para la intervención grupal.
ETAPAS DE LA ENFERMEDAD
Las personas HIV positivas atraviesan tres fases. La primera sucede en el
momento del diagnóstico. La segunda es una fase relativamente saludable y la
tercera es la fase de la enfermedad crónica. En el momento del diagnóstico, de
inicio muchas personas se sienten confusas, atemorizadas, fuera de control y con
ideas suicidas. Con frecuencia, la intervención clínica inicial sigue un modelo de
intervención en crisis. Los grupos ayudan de manera particular 'a aliviar el
estigma y las complicaciones psicosociales. La intervención clínica inicial con
una persona que se da cuenta de que es HIV positiva tiene por meta su
estabilización en términos emocionales al enfocarse en la reducción del riesgo
para ella y los otros y ayudarla a construir una red de apoyo que la sustente a
través del curso de la enfermedad (Grant, 1988; Kelly y St. Lawrence, 1988;
Lenihan, 1985; Newmark, 1985).
A pesar de que, con frecuencia, la fase inicial es de corta duración, la segunda fase
puede durar por años. Es un tiempo donde la persona vive con todos sus conflictos
personales anteriores al diagnóstico, lo mismo que con todos los problemas que
surgen debido a éste. Durante esta fase, los grupos de psicoterapia a largo plazo
pueden ser muy útiles. La tercera fase, de enfermedad crónica, es un
Psicoterapia de grupo con pacientes HIV positivos y con SIDA  255
periodo complejo que puede durar un tiempo relativamente largo. También
puede verse como la etapa final de la enfermedad y, por tanto, de la vida de la
persona. Esta última fase requiere atención y manejo especial, ya que en ella
surgen la mayoría de las preocupaciones de una tendencia por mantener a los
pacientes con SIDA en grupos terapéuticos heterogéneos o segregarlos a grupos
homogéneos de terapia de SIDA.
TIPOS DE GRUPOS
Son apropiados los grupos de manejo de crisis (psicoeducativos o grupos de
actividad), los de apoyo y de psicoterapia para las personas con SIDA. En la
práctica, las distinciones entre estos grupos no siempre son claras y puede haber
cambios de un modelo a otro. Con frecuencia, los grupos de manejo de crisis se
llevan a cabo como grupos de apoyo, pero son por tiempo limitado y en general
sólo incluyen a personas que de manera reciente han recibido el diagnóstico de
HIV positivo. El programa del grupo es estructurado y psicoeducativo (por
ejemplo, su duración de 12 semanas, con un tema específico cada semana que
incluyen secciones de enseñanza y discusión). En general, los temas incluyen
prácticas sexuales más seguras, manejo del estrés, prueba de realidad en cuan to
al SIDA, manejo del suicidio, reducción del riesgo y construcción de redes de
apoyo (Kelly y St. Lawrence, 1988).
Los grupos de actividad permiten que una persona recientemente diagnosticada interactúe con otros pacientes con SIDA de la manera menos amenazante. Este tipo de intervención es útil a medida que el individuo supera el
choque inicial del diagnóstico y comienza a emplear la negación (S.E. Nichols,
1984).
Con frecuencia, el manejo de crisis implica ayudar al paciente a comprender
su ansiedad, enfocar su atención en habilidades de enfrentamiento, desarrollar
una estructura de apoyo, manejar pensamientos suicidas y colocarse de nuevo
en una posición de control. Después de que se estabiliza al paciente, con
frecuencia se le refiere a un grupo de apoyo para las necesidades a largo plazo.
En los grandes conglomerados urbanos, es frecuente que exista una red de
grupos de crisis y de apoyo para personas con SIDA. La idea de incluir a estas
personas en grupos de terapia es algo nuevo, aunque a medida que las personas
HIV positivas o que sufren SIDA viven más tiempo, la idea de un grupo de
terapia a largo plazo se vuelve más viable.
Los grupos de apoyo y de terapia difieren en cuanto al papel del líder,
contrato del grupo y metas del mismo. Cada una de estas tres categorías se
atiende por separado.
256  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 14)
PAPEL DEL LÍDER
La demanda en el líder dentro de un grupo de apoyo para SIDA consiste en ser
activo y directivo al proporcionar consejo y en el modelamiento de rol; estar
sumamente involucrado y, sin embargo, no dar interpretaciones; de igual manera
debe contener, redirigir y construir defensas alrededor del afecto. Se mantiene al
mínimo la exploración íntrapsíquica. Con frecuencia se requiere que el líder
proporcione información médica acerca del SIDA y ele los diversos tratamientos; por
tanto, en ocasiones se recomienda que éste o uno de sus colíderes sea médico
(Beckett y Rutan, 1990). También se recomienda que el líder trabaje con un colíder
para proporcionarse apoyo mutuo (Child y Getzel, 1990).
En un grupo de apoyo, el líder trabaja para contener la regresión más que
para fomentarla, como ocurriría en un grupo terapéutico. En un grupo de apoyo,
con frecuencia se le pide al líder que tome una posición activa y que aconseje y
prohiba de manera directa, en contraste con la actitud neutra del líder en un
grupo de terapia. De modo nada diferente a los miembros en cualquier grupo de
terapia, con frecuencia las personas con SIDA tienen expectativas muy altas con
respecto al líder grupal. El siguiente ejemplo de caso ilustra tanto la intensidad
como el alcance de las expectativas que pueden tener las personas con SIDA
acerca del terapeuta:
Caso 1
En la entrevista inicial, el señor A, diagnosticado con SIDA tres años y medio
antes, dijo que su meta para la terapia consistía en hacer que fuera 1975 de
nuevo, de modo que pudiera alejar a la enfermedad. Su negación
comenzaba a resquebrajarse a medida que su cuerpo comenzaba a cubrirse
con lesiones de SK. Su esperanza había comenzado a fallar y necesitaba de
manera activa que el terapeuta le trajera nuevas o más fuertes esperanzas
para soportar la situación. El terapeuta tenía grandes deseos
de hacer esto
por el señor A. El señor A dijo medio en broma: "Por favor, haga que sea
1975 de nuevo, por favor haga que esto se vaya, deseo regresar a la
espontaneidad y la dicha que tenía entonces". Su deseo consistía en que se
le colocara en un grupo que tuviera supervivientes a largo plazo. El
terapeuta sintió que, oculto detrás de esta petición, se encontraba un deseo
de parte del señor A de encontrar una manera que combinara la "magia"
que los mantenía vivos de modo individual.
Este conjunto de expectativas puede tener un profundo impacto sobre el tera peuta
quien, con frecuencia, lleva a su trabajo un deseo inconsciente de ser
todopoderoso y curarlo todo. En psicoterapia, el terapeuta intenta analizar y
romper la negación para ayudar a los pacientes a vivir de manera más productiva
y feliz. Con las personas que sufren SIDA, el terapeuta puede experimentar el
Psicoterapia de grupo con pacientes HIV positivos y con SIDA  257
rompimiento de la negación como un proceso en el que se alienta al paciente a dejar
la esperanza y enfrentar la muerte. La dificultad es que, con frecuencia, la esperanza
es todo lo que tiene una persona con SIDA para continuar. Esta esperanza puede
adquirir una cualidad mágica, con fe ciega en la omnipotencia del terapeuta. El
efecto sobre éste consiste en imaginar que puede y debe satisfacer este deseo.
Renneker (1957) encontró que los trabajadores de atención de la salud cuya
especialidad eran los pacientes con cáncer, sufrían a causa de sus experiencias
con estos enfermos terminales. Las muertes se experimentaban como fracasos
del tratamiento y como golpes sobre las necesidades inconscientes, narcisistas
y omnipotentes, de los trabajadores. Su pérdida de esperanza también se sentía
como "perjudicial" para el paciente con cáncer. Al haber creído en su propia
omnipotencia, el profesional de atención de la salud inconscientemente había
"prometido" curar al paciente.
EL PAPEL DE LA ESPERANZA
El mantenimiento de la esperanza es crítico y saca a relucir muchos dilemas de
transferencia y contratransferencia dentro del trabajo clínico. Las personas con
SIDA son, de manera predominante, jóvenes que en su desarrollo se encuentran
más cercanos en edad, así como en el momento de total dependencia hacia sus
padres. Así, el impacto de la transferencia para el terapeuta consiste en que sea
una figura paterna omnipotente y omnipresente, la "madre de fantasía" recor dada
e idealizada, que hará que todo salga bien. El impacto de la contratransfe rencia
sobre el terapeuta que ha entrado en la atención de salud para "curar el mal y la
enfermedad" consiste en satisfacer ese deseo. Con frecuencia, el propio deseo del
terapeuta es el de satisfacer el intenso conjunto de expectativas de los pacientes
con SIDA en cuanto a que éste será la figura paterna todopoderosa y mágica que
cuidará de ellos, hará que la enfermedad desaparezca y los hará vivir.
Además de la esperanza, es frecuente que las personas con SIDA sientan
que su actitud tiene un efecto directo sobre su salud y longevidad. No todos los
pacientes HIV positivos siguen el mismo curso de la enfermedad; algunos viven
más años que otros. Este hecho puede dar por resultado una creencia consciente
de que la actitud y los sentimientos son factores determinantes en la cantidad de
vida destinada para el paciente.
Este conjunto de expectativas requieren que el terapeuta de grupo sea muy
activo y estimulador de manera abierta, lo cual puede ser una de las razones por las
que, con frecuencia, los clínicos utilizan enfoques conductuales, cognoscitivos y de
imaginería guiada. El contrato dentro del grupo de apoyo permite y alienta la
actuación sobre los propios sentimientos dentro de las sesiones de grupo (al
promover abrazos y caricias) o fuera de éste (invitaciones a cenar, llamadas
telefónicas de apoyo o visitas al hospital para ver a los miembros enfermos del
258 III Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Psic9terapia de grupo con pacientes HIV positivos y con SIDA  259
(Capítulo 14)
grupo). El foco se sitúa en el aquí y ahora, con resolución activa de los problemas
y participación de las experiencias. De hecho, la investigación reciente ha
informado que los grupos de apoyo prolongan la expectativa de vida de los
pacientes con cáncer al alentar a los miembros a tomar un papel más activo en su
tratamiento médico. (Véase Capítulo 10 de este libro).
El papel del líder en un grupo de apoyo para personas con SIDA puede ser
muy diferente de aquel dentro de un grupo de psicoterapia. La posición requiere de
una actitud proactiva y puede implicar mayor alcance e intervención activa
comunitaria e institucional dentro de los sistemas de atención en salud y en
instituciones que recaudan fondos (Child y Getzel, 1990; Rounds y colaboradores,
1991). Child y Getzel (1990) llegaron tan lejos como para definir una de las cuatro
funciones del líder como sigue: "Son miembros del grupo, expresan su propia
respuesta emocional y participan en el proceso de apoyo, con lo cual disminuyen el
temor del paciente a la institución médica o de trabajo social y el sentido de
estigmatización del paciente" (página 79). Los terapeutas grupales que en general
trabajan a una distancia más objetiva con respecto a sus pacientes, pueden sentir
esta postura como demasiado expuesta.
Es importante que el líder tenga cierto marco conceptual para el trabajo grupal
con personas que sufren SIDA, de modo que pueda ser realista en sus esfuerzos.
Spector y Conklin (1987) encontraron que las etapas psicosociales de la muerte de
Weisman (1980), eran útiles para su labor. Getzel (1991; Getzel y Mahoney, 1990)
encontró útil, tanto para el terapeuta como para el paciente, enfocarse en las
necesidades existenciales de las personas con SIDA. Los terapeutas necesitan estar
conscientes de lo que hacen y de la razón por la cual esto ayuda a los pacientes, a
medida que luchan de manera continua con qué tan cercanos
o distantes deben ser y qué tanto deben retener o revelar de sí mismos ante el
grupo. Una postura de abstinencia de parte del terapeuta puede conducir a que se
envista de poder a un individuo o grupo. Sin embargo, los miembros del grupo
que sienten que su muerte es inminente, pueden sentirse desprovistos de poder a
causa de una postura de abstinencia.
CONTACTO GRUPAL
El contrato en un grupo de apoyo en SIDA requiere que el líder aliente y fomente
las conexiones entre miembros, tanto dentro como fuera del grupo. El centro de
atención se encuentra en la resolución activa de problemas y en la construcción de
redes que se extiendan más allá del grupo. En contraste, el líder de un grupo de
terapia intenta fomentar las conexiones dentro del grupo, con un contrato que, con
frecuencia, le pide a los miembros que no tengan, o limiten, su contacto externo hada
el grupo (Rutan y Stone, 1984; Yalom, 1975). En general, la duración del grupo de
apoyo es corta, ya que va de '12 a 15 semanas. Algunos grupos permiten la
autorrenovación de los compromisos. Este rasgo puede permitir que los miembros
avancen de un compromiso a corto plazo a uno a largo plazo, si es posible.
También, con frecuencia existe una cláusula en el contrato acerca de que el
terapeuta puede cambiar a un miembro a un grupo diferente a medida que cambie
su condición médica o clínica. Por ejemplo, la capacidad de un paciente para
participar en un grupo puede cambiar debido a demencia asociada con SIDA
(Buckinham y Van Gorp, 1988) o enfermedad física grave. La decisión de
cambiar a una persona con SIDA a otro grupo a medida que su condición médica
se deteriora, con frecuencia se basa en dos premisas: 1) su estado puede hacer'
que el manejo en el grupo sea más demandante (como con la demencia asociada
con SIDA) y 2) a medida que una persona con SIDA se enferma más, los
miembros del grupo con la misma enfermedad, más sanos en términos médicos,
pueden comenzar a perder la esperanza a medida que se desintegra su negación.
El enfoque contrario es que cuando se hacen conexiones intergrupo, no deben
romperse. Una persona con SIDA señaló: "y por Dios, si me dejan cuando esté
así, los mato, porque si pienso que ahora son todo lo que tengo, realmente serán
todo lo que tenga entonces" (Child y Getzel, 1990, página 72). Esta cuestión de la
membresía de grupo es compleja y no se resuelve con facilidad. Puede bien
depender de qué tanto sienta el terapeuta que puede tolerar.
Debido a que el papel del terapeuta y del contrato de un grupo terapéutico son
muy diferentes de aquellos en un grupo de apoyo, las personas HIV positivas
o con SIDA que participan de manera simultánea en ambas modalidades pueden
experimentar disonancia. El siguiente ejemplo de caso ilustra qué tan difícil puede
ser para una persona con SIDA el hecho de equilibrar los estilos de dos terapeutas
que trabajan en modalidades muy diferentes:
Caso 2
El
señor
B, un miembro HIV positivo de un grupo de psicoterapia, habló
acerca de qué tan frío y poco sustentador sentía que era el líder de grupo.
Este líder no era activo de la manera en que lo era el de su grupo de apoyo;
también le prohibía al señor B que tocara a otros miembros del grupo o que
los llamara fuera de éste. El señor B siempre había dependido del contacto
físico, en especial del sexo, para tener un contacto con otros varones. Sin
esto se sentía muy solo. Le era difícil comprender por qué suprimir estos
sentimientos era bueno para él, si en verdad no era agradable. Lo percibía
como un castigo. El terapeuta grupal luchaba con manera de hacer
interpretaciones que le fueran útiles al señor B, mientras que estaba
consciente de sus propios pensamientos acerca de que la incapacidad de
este hombre para no tocar había, representado un papel para que
contrajera el virus del SIDA. El terapeuta también estaba consciente de su
deseo de "proteger" del señor 8 a otros miembros del grupo. El terapeuta
tenía que recordar la psicopatología del paciente, aparte de su
seropositividad.
260  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capitulo 14)
METAS GRUPALES
Las metas de un grupo de apoyo para pacientes con SIDA consisten en ayudar a
los miembros a sentirse mejor, disminuir la soledad y el aislamiento a través de
fomentar los vínculos con otros miembros del grupo, restablecer un sentido de
control en la vida de los miembros, reforzar su sentido de autoestima y desarrollar
y estimular la esperanza. La meta de los pacientes del grupo consiste, en última
instancia, en sentirse mejor; pero es limitada la capacidad de los pacientes HIV
positivos para esperar que esto suceda. Con frecuencia, la persona con SIDA
experimenta dificultad en demorar la gratificación mientras que algunos miembros no seropositivos del grupo pueden esperar, ya que su futuro parece ilimitado.
Los pacientes HIV positivos difieren en que, con frecuencia, tienen metas
limitadas en terapia, no ilimitadas como los miembros no seropositivos dentro del
grupo. El grupo heterogéneo se puede beneficiar de la inclusión de un miembro
HIV positivo cuando la realidad determina que cualquiera de nosotros podría
morir mañana. En los miembros no seropositivos del grupo se puede deshacer la
resistencia al cambio que se basa en la sensación de vivir para siempre. La
apreciación de esta necesidad de negación puede ayudar a anticipar y comprender
mejor la resistencia de los miembros no seropositivos dentro del grupo a la
inclusión de tales pacientes. Con frecuencia, el tiempo ilimitado y la esperanza
van de la mano, como el tiempo ilimitado y la resistencia.
La esperanza es una variable crítica con personas que tienen SIDA, ya que
esta enfermedad aún se considera mortal, sin una cura hasta el momento. También
debe mantenerse la esperanza en que las intervenciones de apoyo creen una
diferencia en la calidad y duración de las vidas de estas personas. De hecho,
ciertas investigaciones con pacientes cancerosos confirman esta esperanza
(Spiegel y colaboradores. 1989). Quizás es saludable cierta negación, a modo que
las personas con SIDA, que se encuentran relativamente sanas, puedan seguir
viviendo. El personal médico y los terapeutas deben luchar con cómo cuantificar
la negación contra encarar la realidad o, en otras palabras, esperanza contra
desesperación. Los proveedores de atención pueden experimentar un sentido de
culpa si sienten que le "han quitado la esperanza al paciente".
IMAGEN CAMBIANTE DEL SIDA
De inicio, las personas que adquieren el virus del SIDA no consideran vivir
mucho tiempo. Con frecuencia, como parte de la reacción inicial esperada, la
persona con un diagnóstico reciente intenta cambiar de manera rápida todo en
su vida. Esto puede comprenderse en términos clínicos como relacionado con
sentimientos de desesperanza (Boris, 1976). Una vez que la persona puede
Psicoterapia de grupo con pacientes HIV positivos y con SIDA  261
disminuir el paso y estabilizarse, el centro de atención se dirige hacia la salud,
seguridad en el trabajo y el hogar y a prepararse para morir. A medida que más
personas con SIDA tienen una vida más larga y relativamente sana, sus necesidades viran del manejo y apoyo en crisis a metas a más largo plazo. Tienen que
manejar el estatus de su enfermedad pero también tienen que continuar controlando las mismas cuestiones vitales contra las que lucharon antes del diagnóstico.
De hecho, con frecuencia la tarea y meta del terapeuta consisten en volver a
enfocar a la persona con SIDA hacia la vida en lugar de hacia la muerte. Getzel
(1991) regresó hacia los conceptos de Rank (véase Menacher, 1982): las personas
no sólo le temen a la muerte, sino también a la vida.
El impacto del HIV y del SIDA complica e intensifica las reacciones emocionales del líder del grupo al igual que de los miembros. Existe una diferencia
espectacular entre las metas de un grupo de apoyo en cuanto a sentirse mejor y
participar de manera más activa con las personas y las metas de un grupo de
psicoterapia (es decir, la meta del cambio de carácter). En el último caso, los
miembros encaran realidades dolorosas como su sentido de soledad, desesperanza,
desesperación, pérdida, aflicción y mortalidad. Se alienta a los miembros a rastrear
los eventos dolorosos de sus experiencias vitales y relaciones presentes. Se
promueve la regresión. Incluir a una persona con SIDA en un grupo de terapia
intensifica los afectos de maneras que con frecuencia no se anticipan. La
directividad e intensidad del enojo y la rabia, la propensión a culpar y crear un
chivo expiatorio de la víctima, el surgimiento de la homofobia (Weinberg, 1972) y
el temor al contagio hacen que, con frecuencia, el líder tenga una postura parcial.
La capacidad del terapeuta para manejar su homofobia y encontrar aceptable
el estilo de vida homosexual, la capacidad de los miembros del grupo para aceptar
a un miembro homosexual y la etapa del desarrollo de la identidad homosexual
del paciente son, todos, factores importantes en cuánto a la colocación de un
paciente homosexual en el grupo (Frost, 1990). En términos históricos, los
homosexuales varones han tenido experiencias negativas en grupos mixtos y,
como resultado, con frecuencia han buscado grupos de terapia y terapeutas que
apoyen la homosexualidad. Con la mayor aceptación de los estilos de vida
homosexuales en muchas áreas, los clínicos incluyen con regularidad a homosexuales varones y lesbianas en grupos heterogéneos.
Como se mencionó antes, el estigma alrededor del SIDA eleva el nivel de
vergüenza más allá de la culpa por ser homosexual. Así, parte de la razón
fundamental concerniente a los grupos de apoyo ha consistido en que son
homogéneos y, por tanto, son un ambiente "seguro" para los miembros homosexuales HIV positivos. Aun así, muchas personas enfrentan la muerte con nuevo
valor y examinan a profundidad su sí mismo y restructuran su punto de vista del
mundo. Existen fuertes razones para incluir a estos pacientes en grupos terapéu ticos tradicionales, a largo plazo. Con la imagen cambiante del SIDA, más
personas no homosexuales quedan infectadas. Con frecuencia, estas personas
son varones y mujeres negros y latinos que no desean que se les considere
homosexuales y que, en muchas ocasiones; no están dispuestos a pertenecer a
262  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
grupos de apoyo totalmente homosexuales. La vergüenza también tiene que ver
con el hecho de que las personas sobrevivan con base en los pagos por incapacidad
o de cuidados médicos (Medicare), pierdan su hogar y no puedan trabajar aun
cuando todavía tengan periodos en los que se encuentren sanos. Cuando todos los
integrantes del grupo se sienten excluidos, éste puede prestar apoyo a individuos
de una amplia diversidad de antecedentes étnicos, orientación sexual y
socioeconómicos (Child y Getzel, 1990). Una manera creativa de ofrecer ayuda en
las áreas rurales consistió en el uso de un grupo por teléfono (Rounds y
colaboradores, 1991).
IMPACTO EN OTROS MIEMBROS DEI GRUPO
La creación de chivos expiatorios es un problema en los grupos de psicoterapia con
miembros a los que se les considera como significativamente diferentes o
inaceptables (por ejemplo, lesbianas, homosexuales, negros, latinos, trabajadores no
calificados y consumidores de drogas intravenosas), pero esto es notable en
particular dentro del contexto del SIDA. Con frecuencia, agregar personas con
SIDA a un grupo existente puede crear problemas.
En un taller intitulado "Psicoterapia de grupo con varones homosexuales",
llevado a cabo en 1986 en la convención nacional de la Asociación Americana de
Psicoterapia de Grupo, una psicoterapeuta de grupo habló acerca de la dificultad
que tenía en el manejo de su grupo:
Caso 3
La terapeuta había llevado al señor C un paciente que ella sabía que era
homosexual, a uno de sus grupos a largo plazo. El señor C se contagió
SIDA, enfermó de manera rápida y murió. El grupo estaba furioso con
ella. Sentían que les debía haber protegido mejor y que no tenía derecho
a exponerlos a tan horrible experiencia. Su enojo era intenso y
culpabilizador. La líder se sintió totalmente impreparada para tal ataque.
Se preguntaba si había cometido un error.
De hecho, el grupo tenía una poderosa razón inconsciente para sentir ira
hacia
ella;
Psicoterapia de grupo con pacientes HIV positivos y con SIDA  263
(Capítulo 14)
consideraba como el mal. La líder, al sentirse culpada y no preparada, no pudo
redirigir la ira hacia la enfermedad o ayudar al grupo a reconocer la injusticia de
la vida y a aceptar su tristeza y aflicción ante la muerte del señor C.
La introducción de un miembro HIV positivo en un grupo en funcionamiento eleva
en gran medida la ansiedad de los otros miembros y rompe la negación de que
cualquiera podría estar en riesgo. Éste también incluye tener que enfrentar los
afectos conectados con la realidad de la enfermedad.
La realidad de que otro miembro haya progresado a una etapa posterior de la
enfermedad es una consideración de suma importancia porque ello destruye la
negación de los miembros más sanos que son HIV positivos o que tienen SIDA.
Por tal razón, Spector y Conklin (1987) recomendaron que los grupos estén
compuestos de paciente.; en etapas similares de la enfermedad. Beckett y Rutan
(1990) citan muchas de las razones por las que las personas HIV positivas y con
SIDA deben recibir tratamiento sólo en grupos homogéneos. Esta cuestión no
puede resolverse con facilidad y puede tener relación de cierta manera con el
hecho de que los terapeutas de grupo sean homosexuales, lesbianas o heterosexuales. La experiencia de Beckett y Rutan se basó en cuatro grupos psicodinámicos homogéneos (todos los miembros tenían complejos relacionados con el
SIDA o padecían la enfermedad) en un lapso de dos años. No se mencionó la
cuestión de la orientación sexual y lo mismo sucedió en el caso de Spector y
Conklin (1987). Tampoco se atendió a la ansiedad del líder del grupo en cuanto a
trabajar con estos homosexuales varones que sufrían de un complejo relacionado
con el SIDA o la enfermedad en sí.
El SIDA es una realidad en la comunidad homosexual y, por ello, la
resistencia puede interpretarse de manera más fácil (Tavares y López, 1984).
Ahora, la comunidad homosexual ha estado suficientes años rodeada por el
SIDA, de modo que es más posible un grupo heterogéneo, por lo menos de una
mezcla de miembros HIV positivos y negativos. Pero el SIDA no es una parte
aceptada de las comunidades heterosexuales o de minorías étnicas. Por tanto, la
resistencia de los miembros heterosexuales del grupo y de los terapeutas grupales
heterosexuales puede no comprenderse o atenderse tan fácilmente. El siguiente
ejemplo de caso ilustra la manera en que una comunidad específica (principal mente de pacientes hemofílicos heterosexuales) necesitaba negar y rechazar
activamente la intrusión de la realidad del SIDA:
Caso 4
gran parte de la situación no era justa. No era justo que un
hombre joven por el que habían comenzado a sentir agrado y a aceptar
La señora D, una miembro en un grupo de apoyo a padres dentro de una
dentro de sus vidas, sufriera' de manera tan horrible por una enfermedad. La
clínica para hemofilia, le dijo enojada al líder que había tomado una mala
desfiguración
decisión al incluir al padre de un hijo HIV positivo dentro del grupo. Le dijo
del señor C, su pérdida de función y muerte a una edad tan
temprana, también eran injustas. Sin embargo, los miembros respondieron al
que cuando el hijo enfermara y muriera, los otros padres no tendrían otra
estigma que rodea al SIDA y culparon a la líder como si poseyera la
opción más que unirse y rechazar a ese padre. El nivel de negación con el
enfermedad en lugar de a la enfermedad en sí. A ella, no al SIDA, se le
que estas personas tenían que vivir era demasiado grande; se sentían mal
264  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capitulo 14)
preparados para encarar la realidad de que sus hijos con hemofilia también
podían enfermar de SIDA y morir. Se tendrían que salvar a sí mismos
expulsando al enemigo, en este caso el portador de la realidad inaceptable.
La incapacidad para pronosticar de manera precisa la intensidad de las reaccio nes de los otros miembros del grupo puede conducir a problemas dentro de un
grupo mixto, como lo ilustra el siguiente ejemplo de caso:
Caso 5
Otro clínico presentó al señor E, un homosexual HIV positivo, dentro de un
grupo mixto de psicoterapia para homosexuales y heterosexuales. Después
de unos cuantos meses de lanzar indirectas, el señor E anunció su estatus
HIV. El señor F, otro homosexual, se atemorizó y se sintió abrumado ante la
pérdida anticipada. Enojado demandó saber por qué el señor E no se había
protegido mejor en contra del SIDA. Dijo que estaba furioso de que el señor
E ahora fuera a morir de manera rápida, aunque el señor E trató de señalar
que sólo era HIV positivo y tenía buena salud. Los otros miembros del grupo
se horrorizaron ante la reacción del señor F. Lo atacaron y le dijeron que
debería avergonzarse de sí mismo. El señor F se comportó de manera muy
defensiva y humillada. Se desarrolló un atolla. dero en el que otros
miembros del grupo no reconocían sus sentimientos negativos hacia e!
señor E, ni perdonaban al señor F por sus comentarios. El señor F no
recobró el paso y abandonó el grupo cuatro semanas después.
En retrospectiva, el terapeuta vio que no había anticipado la intensidad de la
reacción del grupo ni tampoco la posibilidad de que se culpara a la víctima.
Había fracasado en normalizar el enojo del señor F y redirigirlo hacia la
enfermedad en sí y hacia la pérdida anticipada. El terapeuta también sabía que el
señor E tenía una larga historia tanto de promiscuidad como de intentos de
suicidio. En términos dinámicos, el señor F había tenido parte de razón en sil
evaluación del señor E. El grupo y el terapeuta se encontraron atrapados entre
intentar no "culpar a la víctima" y la necesidad de analizar el intento no
expresado de suicidio del señor E y sus prácticas sexuales.
PROBLEMAS ESPECIALES DE GRUPO
QUE EVOCAN LAS PERSONAS CON SIDA
El SIDA añade intensidad al afecto que se experimenta dentro del grupo y al
hacerlo promueve la regresión. Ésta permite y fuerza la reelaboración de las
cuestiones de carácter. Las personas que por lo normal no son hostiles o
Psicoterapia de grupo con pacientes HIV positivos y con SIDA  265
intolerantes, se descubren sintiendo y diciendo cosas que río pudieron haber
anticipado. El terapeuta, un miembro individual del grupo, o el grupo como un
todo, pueden experimentar culpa de haber sobrevivido después de la muerte de un
miembro HIV positivo. Esto es especialmente cierto cuando existe un fuerte sentido
de identificación con este paciente.
El líder debe estar consciente de su propia historia de exposición posible y
estatus HIV, en especial si es homosexual o puede, de otra manera, identificarse
con la persona que sufre SIDA.
La empatía puede ser difícil en ocasiones a medida que la persona con SIDA
realiza constantes ajustes internos, emocionales y físicos, ante la enfermedad. Con
frecuencia; el líder y otros miembros del grupo son más lentos en su capacidad para
asimilar tales ajustes. En ocasiones es difícil para las personas que no son HIV
positivas el hecho de imaginarse a sí mismos realizando un ajuste de manera tan
rápida o tan correcta ante los cambios dramáticos como utilizar pañales, usar un
bastón, vomitar continuamente durante cortos periodos de tiempo, perder de
manera periódica toda energía, tomar medicamentos a todas horas del día o de la
noche o perder la visión. Este rompimiento empático puede ocurrir a medida que el
terapeuta o los miembros del grupo intentan adaptarse mientras cambia el paciente
con SIDA. Durante este lapso, la persona con SIDA puede sentirse aislada. Esto
puede ser particularmente cierto si el personal que la atiende y los miembros del
grupo se distancian a medida que el paciente con SIDA se acerca a la muerte.
Los deseos de suicidarse están siempre presentes en el caso de los pacientes
HIV positivos, ya sea que hablen de ello o no. De inicio, después del diagnóstico de
HIV, es frecuente que el deseo del suicidio se enfoque alrededor del sentido de
crisis, sensación de falta de control e incapacidad para predecir el futuro. Después,
con frecuencia luego de que se realiza el diagnóstico de SIDA, el individuo se
puede enfocar hacia el temor al dolor y al sufrimiento contra un deseo real de
morir. Es frecuente que atender a la opción del suicidio pueda ayudar a las personas
con SIDA a recuperar un sentido de control. Cuando se les alienta a hablar acerca
de su deseo de suicidarse, las personas con SIDA necesitan ayuda para diferenciar
sus temores al dolor y al sufrimiento de su deseo de morir; la mayoría de las
personas con SIDA están preocupadas por lo primero. Con frecuencia, en las
últimas etapas de la enfermedad, la mayoría de las personas con SIDA comienzan,
de manera activa, a sentir deseos de morir.
Es obvio que las ideas de suicidarse no les es ajena a las personas que son HIV
negativas. Discutir el asunto de manera directa puede beneficiar a todos los
miembros del grupo en tanto deciden la forma de vivir de manera más completa.
Sin embargo, el líder puede temer al contagio del deseo de suicidarse y estar
preocupado por los otros pacientes dentro del grupo.
Para el terapeuta es difícil equilibrar la necesidad de esperanza y negación del
paciente HIV positivo con la propia necesidad del terapeuta de colocar a un lado la
negación a fin de ayudar al paciente a prepararse para la muerte. En
términos generales, una meta del grupo de terapia no consiste en ayudar al
miembro a prepararse a morir, pero esto puede surgir en un grupo con una
1
266  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 14)
persona que sufre SIDA. Para el terapeuta de grupo, un asunto crítico consiste en
realizar evaluaciones clínicas adecuadas de la necesidad del paciente con SIDA y
no actuar con base en las inevitables resistencias contratransferenciales.
La etapa final del SIDA presenta un problema adicional para los grupos de
terapia con un contrato tradicional de grupo que prohíbe el contacto extragrupo.
A medida que un miembro con SIDA dentro del grupo queda cada vez más
incapacitado, sus posibilidades para asistir a las reuniones pueden verse seriamente
comprometidas. Es posible que otros miembros del grupo deseen establecer
contacto con este miembro o visitarlo en su hogar o el hospital. Después de que
muere el enfermo de SIDA, el grupo tendrá que decidir si asisten juntos al velorio o
funeral. Estas cuestiones deben sacarse a relucir y explorarse. Beckett
y Rutan (1990) sostuvieron la posición de que los líderes deberían notificarle a
cada miembro del grupo inmediatamente después de la muerte de otro miembro.
La cantidad de personas HIV positivas se incrementa de manera firme. Es
inevitable que más personas seropositivas o con SIDA estarán en grupos terapéuticos heterogéneos. Dentro de los grupos mixtos, con frecuencia los varones y
mujeres bisexuales y que aún no aceptan su homosexualidad, llegan a aceptar su
orientación bisexual u homosexual o a actuar con base en ella. Los miembros del
grupo que tienen antecedentes de relaciones sexuales inseguras con alguien que
después cae víctima del SIDA se volverán seropositivos durante el curso del
grupo. Los varones y mujeres adolescentes y en edad universitaria experimentan
con frecuencia con ambos sexos a medida que buscan su identidad y orientación
sexual (Melton, 1988). Aquellas personas que abusan de drogas intravenosas, sus
cónyuges y compañeros sexuales y las personas con hemofilia comprenden a
miembros presentes o potenciales de grupo.
La mayor parte de este capítulo se ha escrito con varones homosexuales en
mente. Los varones homosexuales abarcan el segmento más grande de la población con SIDA, a pesar de que existe un viraje cada vez mayor hacia las personas
que abusan de drogas intravenosas. A la fecha, los hombres homosexuales han
estado en mayor probabilidad de buscar y utilizar los grupos de apoyo o los de
terapia debido a cuestiones de clase, capacidad económica, familiaridad con los
sistemas de servicio y por un sentido de pertenencia a una comunidad clara y a un
conjunto de organizaciones. Se espera que las mujeres, en especial las mujeres
pobres no blancas, se permitan esta oportunidad de luchar con la agonía que rebasa
al género, clase u orientación sexual, para encontrar curación dentro de un lazo
común (Cochran y Mays; 1989). Los grupos son, por naturaleza, vehículos que
proporcionan poder y, por tanto, pueden representar un papel importante en el
cambio socia1.11
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Terapia de grupo dinámica
para pacientes adictos
a sustancias: Reconceptuación
Sarah Colden, PhD
Kurt Halliday, PhD
Edward J. Khantzian, MD
William E. McAuliffe, PhD
INTRODUCCIÓN: GRUPOS Y ABUSO DE SUSTANCIAS
A
medida que la dependencia en sustancias ha surgido como un problema
apremiante en nuestra sociedad en los últimos tres decenios, es impresionante que la
solución reconocida y aceptada de manera más amplia sea el enfoque de grupo.
Independientemente de si la explicación de la adicción se considera intrapsíquica y
psicodinámica, biológica y hereditaria o social y ambiental, la respuesta ante el
creciente número de personas que sufren de la devastación física, psicológica y
social del alcoholismo y de otras adicciones es, de esta manera, significativamente
diferente de los enfoques clínicos individuales, centrados en el cliente, que por
costumbre se adoptan para los problemas médicos y psiquiátricos.
Dados los puntos de vista cambiantes y polémicos que, sin embargo, con
frecuencia se sostienen de manera simultánea acerca de la adicción como un problema
de moral, de enfermedad o de desarrollo psicosocial, no es sorprendente que los grupos
de autoayuda corno Alcohólicos Anónimos (AA) que pueden "unir las perspectivas de
enfermedad y de moral" (Orford, 1985, página 309) fueran los primeros en obtener la
atención y disfrutar de amplia aceptación y popularidad. Establecido en 1935 por dos
alcohólicos, Bill Wilson y el Dr. Bob, y habiendo tomando como modelo la idea de la
hermandad cristiana, AA es un grupo de autoayuda que implica compartir "la propia
historia vital" y "reconocer los defectos de carácter", con frecuencia en una reunión
pública (Orford, 1985,
269
270  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 15)
página 301-302). El cambio ocurre dentro del entorno grupal, en el que los
elementos de apoyo, renuncia, espiritualidad y altruismo resultan, en última
instancia, "terapéuticos" y transformacionales (Khantzian y Mack, 1989). El éxito
de AA ha conducido a la aplicación del mismo modelo para otras adicciones y
compulsiones que incluyen la cocaína, los estupefacientes y los excesos en comida, juego y sexualidad.
Las comunidades terapéuticas como Synanon, establecidas en el decenio de
1960 en respuesta al surgimiento de la "epidemia de heroína", utilizaron de
manera similar al grupo como el contexto para el cambio, pero de manera
más radical y agresiva (Cherkas, 1965), mediante combinar elementos de confinamiento, estructura, vivienda bajo régimen y tareas laborales así como
confrontaciones fuertes. El cambio de actitudes es el elemento fundamental
de este enfoque. Como señala Orford, más allá del apoyo inherente de AA y de la
comunidad terapéutica, también proporcionan "un nuevo conjunto de actitudes
y valores y es a la ideología o 'voluntad' del grupo a la que tiene que someterse el
nuevo integrante si es que se ha de volver un miembro exitoso" (1985, página
303). A pesar de .que este enfoque "total" de grupo no es para todo adicto, las
comunidades terapéuticas como Daytop y Phoenix House continúan floreciendo.
Además del enfoque de grupo de autoayuda, han surgido muchos otros
modelos importantes de grupo en el tratamiento de las adicciones: el enfoque
psicoeducativo, que se deriva de las teorías cognoscitivo—conductual y del
aprendizaje social, y varios enfoques psicodinámicos, que se derivan de la
tradición psicoanalítica. El grupo psicoeducativo busca informar a los adictos
acerca de los hechos en cuanto a las consecuencias conductuales, médicas y
psicológicas del uso de sustancias. Tales experiencias de grupo se consideran
ahora como un componente estándar de la mayoría de los programas de
rehabilitación (Nace, 1987). De manera similar, McAuliffe y Ch'ien (1986)
desarrollaron técnicas de prevención de recaídas que utilizan un currículum
dentro de un programa grupal sumamente estructurado y didáctico para destacar los factores cognoscitivos y conductuales, como el reconocimiento de las
señales sociales y ambientales que conducen a la recaída. En la tradición
psicoanalítica, el trabajo de Yalom (1974) y de Brown y Yalom (1977)
articulan una aplicación psicodinámica, interpersonal, de los principios
interactivos del grupo para la terapia grupal de individuos alcohólicos. Este
trabajo, desarrollado aún más por Vannicelli (1982, 1989), ha sido el apoyo
principal para guiar a los terapeutas psicodinámicos que dan tratamiento
grupal a pacientes adictos a sustancias.
Puede ser que la proliferación y popularidad de los enfoques de grupo al
abuso de sustancias y otras adicciones reflejen lo que Orford (1985) llamó
"naturaleza social" esencial del cambio o proceso de recuperación, en el que el
grupo ofrece un contexto social que tiene ciertas ventajas en la facilitación de tal
cambio. Los grupos, independientemente de una amplia variedad de orientaciones
teóricas, responden a las necesidades y vulnerabilidades básicas de los adictos y
alcohólicos a través de los elementos comunes del apoyo, comprensión,
Terapia de grupo dinámica para adictos a sustancias: Reconceptuación 271
experiencias compartidas, información y oportunidades para la auto observación
y confrontación que pueden evidenciar las vulnerabilidades psicológicas asociadas con la conducta adictiva y modificarlas. Pero, a pesar de que el grupo es el
corazón de cada enfoque, su forma y método varían de acuerdo con la
explicación teórica particular de la adicción. Aun la pregunta "¿por qué el
grupo?" puede responderse de manera diferente dependiendo 'del tipo de
tratamiento grupal que se ofrezca.
MODELO PSICODINÁMICO
En este capítulo se recurre a una perspectiva psicoanalítica contemporánea acerca
de la dependencia en las sustancias para proporcionar una base para la
comprensión y tratamiento activo de las vulnerabilidades de los adictos en terapia
de grupo. Se describe un nuevo enfoque de grupo, la terapia dinámica de grupo
modificada (TDGM), que se desarrolló inicialmente para el tratamiento de la
adicción a la cocaína en el Harvard Cocaine Recovery Project, un programa
patrocinado por el National Institute on Drug Abuse. A pesar de que se desarrolló
de manera específica para los adictos a la cocaína, la TDGM es adecuada para el
tratamiento de la mayoría de los adictos a sustancias, con pocos o ningún cambio.
La TDGM se basa en el modelo interpersonal de terapia de grupo descrito por
Yalom (1974) y Brown y Yalom (1977) y en el enfoque expresivo—de apoyo
hacia la psicoterapia individual que describieron Luborsky (1984) y Luborsky y
colaboradores (1981) para los adictos a sustancias. El enfoque de la TDGM se
diseñó para evitar la ambigüedad de los grupos dinámicos desestructurados
convencionales, para ir más allá del foco estrictamente interpersonal de los grupos
interpersonales y proporcionar comprensión y tratamiento de manera activa para
las vulnerabilidades psicológicas y problemas caracterológicos relacionados, que
precipitan y perpetúan la dependencia en sustancias.
TEORÍAS DE LA ADICCIÓN TEORÍA Y
PRÁCTICA
Las suposiciones que se sostienen en cuanto a la etiología y naturaleza de los
trastornos psicológicos guían la práctica clínica. En la actualidad, en el campo
de las adicciones, las implicaciones clínicas para las suposiciones acerca de la
adicción se encuentran poco desarrolladas; existe aún una tendencia a ut ilizar
las suposiciones mismas como excusas para no ofrecer un tratamiento adecuado
272  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 15)
Terapia de grupo dinámica para adictas a sustancias: Reconceptuación  273
y apropiado a los adictos a sustancias. Las teorías actuales sobre la adicción, tanto
psicodinámicas como no analíticas, reflejan tanto los desacuerdos conceptuales
acerca de las necesidades de los adictos como la incapacidad para desarrollar
métodos prácticos que se sigan de manera adecuada las consideraciones teóricas.
En la primera mitad de este siglo, la psiquiatría estadounidense se inspiró
en el pensamiento psicoanalítico freudiano. Como consecuencia, se considera
que los problemas psicológicos se originan en la infancia de la persona como
resultado de las luchas instintivas frustradas y la paternidad inadecuada. De
manera más reciente, el avance en tecnología que permite medir las funciones
biológicas del cerebro ha producido nueva información acerca de la manera en
que el cerebro y los procesos bioquímicos regulan o determinan las emociones,
conducta y estados psicopatológicos. Dados estos desarrollos, un creciente nú mero de clínicos de la actualidad se preocupan con más frecuencia por enfocar
los sistemas neurotransmisores de la dopamina o de la serotonina del individuo
en lugar de explorar una infancia desdichada a fin de aliviar la angustia del
paciente.
Estas explicaciones,' psicológica y biológica, que en apariencia se excluyen
de manera mutua, continúan invocándose en las polémicas actuales acerca de
causa—consecuencias, naturaleza—crianza y mente—cuerpo en medicina y
psiquiatría. Estos debates han sido extremos y, con frecuencia,
contraproducentes en el campo del abuso de sustancias. A pesar de que la
mayoría concuerda en que la etiología del alcoholismo o adicción no implica
una sola vía, existe aun la tendencia a considerar una perspectiva o elemento
particular de la ecuación biopsicosocial con exclusión de las otras. En esta
revisión, la perspectiva de los autores se deriva de la tradición psicodinámica,
psicoanalítica, como algo distinto de los modelos biológico y social. Se enfoca
la atención en lo que se considera que son algunas de las vulnerabilidades
psicológicas importantes que pueden conducir a los problemas de abuso de
sustancias. A fin de aclarar el modelo que se expone aquí y colocarlo en el
contexto de otros modelos teóricos actuales, los autores discuten brevemente
estas otras teorías prevalentes acerca de la adicción.
los factores ambientales interactúan con los factores genéticos para influir en el
cómo y cuándo se desarrolla el alcoholismo (Cadoret y colaboradores, 1985;
Cloninger y colaboradores, 1981; Francés y colaboradores, 1980). En un sentido
parecido, la búsqueda de señales biológicas del alcoholismo ha revelado que los
individuos que se encuentran en alto riesgo de ser alcohólicos, en un sentido
genético, presentan una disminución en la intensidad de la reacción al alcohol
(por ejemplo, menor intoxicación o balanceo corporal), lo mismo que en los
potenciales cerebrales evocados, actividad de ondas alfa electroencefalográficas
y niveles de acetaldehído (Schuckit, 1985). Tarter y colaboradores (1984, 1985)
propusieron que las influencias genéticas del alcoholismo se manifiestan prin cipalmente a través del temperamento y la conducta y producen que los ind ividuos afectados se comporten y reaccionen ante el alcohol de maneras que hacen
más probable el desarrollo del alcoholismo.
TEORÍAS BIOLÓGICAS
TEORÍAS PSICODINÁMICAS DE LA ADICCIÓN
Existe evidencia clara de que la herencia representa un papel importante en la
etiología del alcoholismo. El papel de las influencias genéticas—hereditarias en el
desarrollo de la dependencia de las drogas queda menos claro. Los estudios sobre
familias, gemelos y adopción indican que los factores genéticos se encuentran
implicados en la alta coincidencia de alcoholismo entre los miembros varones de
la familia (Cotton, 1979; Goodwin, 1979; Schuckit, 1985). Sin embargo, no se ha
identificado con claridad el papel de la genética en el desarrollo del alcoholismo
en las mujeres. Una serie de estudios posteriores indican que los patrones de
ingestión de alcohol en la familia, los problemas conductuales y
La teoría psicodinámica de la adicción sostiene que las experiencias temprana y
el desarrollo predisponen a ciertos individuos a volverse dependientes de
sustancias, así también implica vulnerabilidades psicológicas particulares en
esta dependencia. El tratamiento psicodinámico grupal modificado que se
propone aquí, busca identificar y atender estas vulnerabilidades psicológicas.
Desde Freud, la teoría psicoanalítica ha atendido al problema de la adicción al
conceptuar la adicción a las drogas como sintomática de un problema psicológico.
Los primeros puntos de vista presagiaban el concepto autorregulador y de
automedicación del uso compulsivo de drogas. Freud (1930) escribió en El
FACTORES CULTURALES Y PERSPECTIVA LONGITUDINAL
Vaillant (1983) rastreó la inflüencia de la cultura y las actitudes sociales sobre la
conducta de beber y el desarrollo del alcoholismo. Discute que tales influencias que
interactúan con factores genéticos son más importantes que los factores de
personalidad o el ambiente familiar en la etiología del alcoholismo. Los críticos de
los hallazgos y conclusiones de Vaillant han discutido que sus estudios
longitudinales no descubren o evalúan de manera adecuada las influencias
ambientales en la infancia, que de esta manera se minimizan en sus conclusiones
(Donovan, 1986). En contraste, Shedler y Block (1990) presentaron recientemente
los hallazgos longitudinales con una muestra de sujetos de 18 años y sus familias,
que provienen del momento en que estos individuos tenían tres años de edad.
Encontraron correlaciones formales significativas entre madurez emocional y
conductual y los patrones de abuso de sustancias (mariguana y alcohol). Los
individuos inmaduros y que provenían de familias disfuncionales presenta. ron más
extremos en sus patrones de uso y dependencia de sustancias.
274  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 15)
Malestar en la Cultura que "lo que se consigue mediante las sustancias embriagadoras en la lucha por la felicidad y por el alejamiento de la miseria es apreciado
como un bien tan grande que individuos y aun pueblos enteros les han asignado
una posición fija en su economía libidinal" (página 78). Teóricos como Rado
(1933) y después Fenichel (1945) describieron de manera específica la adicción a
las drogas como un intento por automedicar los afectos disfóricos que se derivan
de la psicopatología preexistente dentro del individuo.
Estos primeros puntos de vista se encuentran aún en el corazón de la teoría
psicoanalítica actual acerca del uso compulsivo de drogas. La teoría
psicoanalítica en los últimos 20 años se ha explayado en gran medida en cuanto
a la naturaleza de los defectos del sí mismo, tanto intrapsfquicos como
caracterológicos, que pueden conducir a la adicción. Weider y Kaplan (1969)
describieron el uso adictivo de drogas como una "prótesis" que mejora de
manera temporal la adaptación de un individuo con vulnerabilidades
caracterológicas. Krystal y Raskin (1970) adjudicaron estas vulnerabilidades al
trauma psíquico infantil y señalaron que el desarrollo inadecuado del afecto del
adicto, en particular su incapacidad para tolerar afecto, es la causa de la
adicción. La teoría psicoanalítica contemporánea enfoca la naturaleza estructural
y narcisista de la vulnerabilidad. Para Kohut (1977), éste era un "defecto del sí
mismo", la incapacidad para abastecerse uno mismo "con auto aprobación o con
un sentido de fortaleza a través de los propios recursos internos..." (página vii—
viii). La droga abastece, aunque de manera efímera, de autoestima, sentimientos
de aceptación y de la autoconfianza de la que se carece a nivel interno. Wurmser
(1978) y Meissner (1986) describieron la depresión o crisis narcisista en la que
los afectos dolorosos asociados con la herida narcisista del sí mismo frágil:
ansiedad, enojo, depresión, vergüenza, vacío y duda, surgen de manera
abrumadora. De nuevo, la droga ofrece una "resolución" temporal, ilusoria, de la
crisis mediante aliviar, restaurar y fortalecer.
El trabajo de Khantzian (1974,1978,1985) versó aún más acerca de las
vulnerabilidades psicológicas y narcisistas del adicto potencial; su "hipótesis de la
automedicación" sostiene que las adicciones son el resultado del momento en que la
persona busca aliviar los afectos dolorosos y el sufrimiento derivados de los
defectos en las capacidades del yo, en el sentido del sí mismo y en las relaciones
objétales. La droga se utiliza para "medicar" la autoestima deficiente, los afectos
intolerables, los problemas interpersonales y la falta de autocuidado. Este modelo
demuestra la manera en que las deficiencias narcisistas y del yo del individuo se
presentan en varias dimensiones de la vida cotidiana, que en conjunto producen una
experiencia de crisis narcisista continua. Por ejemplo, un adicto a la cocaína puede
utilizar la droga para experimentar "un sentido de aumento de poder que puede
incrementar un estado de autosuficiencia o (para) hacer que el contacto e
involucramiento con otros sea vivificante y emocionante. En un sentido
sexual, el que usa la droga puede sentir, en corto, plazo, que hay un
incremento en excitación y potencia y una sensación de ser llamativo y atractivo"
(Khantzian, 1988, páginas 9-10). En otra dimensión, aquella de la experiencia
Terapia de grupo dinámica para adictos a sustancias: Reconceptuación  275
afectiva, la cocaína puede emplearse para sobreponerse a la fatiga, a la baja energía
y al aburrimiento asociados con la depresión. •
RECONCEPTUACIÓN DE LA TEORÍA Y PRÁCTICA
Las conceptuaciones psicodinámicas de la adicción sostienen que a pesar de que
las variables ambientales, interpersonales y fisiológicas son importantes, el
problema central permanece en la propia vulnerabilidad estructural y del desarrollo del individuo. Es esta vulnerabilidad, con frecuencia grave, la que el
tratamiento debe atender para efectuar un cambio duradero en la recuperación. A
pesar de que la teoría psicoanalítica ofrece una explicación poderosa de la
dependencia en sustancias, al mismo tiempo los adictos se han considerado como
inadecuados para el tratamiento psicodinámico debido a los mismos defectos que
contribuyen a su adicción: están demasiado perturbados, son demasiado intolerantes
al afecto y demasiado propensos al acting out. Tanto el punto de vista negativo
acerca del adicto como una perspectiva reducida de qué es lo que constituye la
terapia dinámica pueden utilizarse como racionalizaciones para no ofrecer
tratamiento psicodinámico a los adictos.
Si se considera a la terapia principalmente como una evocación de los
conflictos y afectos profundos, con un terapeuta cuyo papel consista en realizar
interpretaciones transferenciales, el adicto (en especial el de reciente recupera ción) no podrá permanecer y beneficiarse del tratamiento. En el modelo psico dinámico de grupo que se propone aquí, el foco permanece en las
vulnerabilidades intrapsíquicas y caracterológicas del individuo, pero el método
de trabajo con el adicto se modifica para proporcionar apoyo, aumentar al
máximo la seguridad y atender el potencial para la recaída psicológica y a las
drogas, aun a medida que las formas autoderrotantes características de experimentarse a uno mismo y actuar hacia otros se activan y surgen en el entorno
grupal.
Algunas de las adaptaciones o modificaciones del modelo propuesto se
relacionan con el desarrollo de técnicas no analíticas de trabajo con adictos a
sustancias. Muchos enfoques no analíticos a la adicción sostienen que el énfasis
principal debe residir en la abstinencia, prevención de recaídas y manejo de las
ansias incitadas por los escollos de un mundo externo inseguro y las propiedades
peligrosas de la droga en sí (McAuliffe y Ch'ien, 1986: Milkman y Shaffer, 1985).
Estos enfoques reconocen la fragilidad del adicto de reciente recuperación y se
establece un ambiente de tratamiento seguro y de contención, en el cual la
atmósfera no es vigorosamente confrontativa y donde no se espera que el adicto
ceda con demasiada rapidez las defensas que necesita (Bean, 1981; Zweben,
1987). Ésta es una importante contribución al tratamiento especializado de la
adicción. Sin embargo, con el enfoque en la amenaza externa y en la vulnerabi.
276  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 15)
lidad interna extrema, estos métodos subestiman las fortalezas del individuo y
la capacidad restauradora de exploración y comprensión del propio sufrimiento
que comienzan con el inicio de la recuperación. De hecho, algunas personas
aconsejan que el tratamiento psicodinámico estará indicado sólo después de dos
años de sobriedad cuando menos (Bean, 1984). Nosotros cuestionamos si esto
no es un desperdicio.
Quienes practican el tratamiento psicoanalítico con un fuerte enfoque
interpersonal también ofrecen otras adaptaciones valiosas a los enfoques tradi cionales. Esta escuela de terapia conceptúa las dificultades del adicto como
principalmente interpersonales o de relación (Brown y Yalom, 1977; Luborsky,
1984, 1989; Rounsaville y colaboradores, 1985; Vannicelli, 1982, 1989; Yalom,
1974). El tratamiento es expresivo—de apoyo y la mayor parte tiene lugar en el
grupo como el medio natural para la experiencia y reactuación interpersonales. A
pesar de que la comprensión y experiencia interpersonales son una dimensión
clave en el enfoque psicodinámico modificado que se expone aquí, se enfatiza la
comprensión de los patrones caracterológicos disfuncionales y la estructura
intrapsíquica del individuo a medida que se vuelven evidentes en el entorno
grupal y el surgimiento del apoyo de los aspectos comunes de los miembros del
grupo a medida que ayudan al individuo a encarar estos patrones y estructuras.
ENFOQUE DE LA TERAPIA DINÁMICA
DE GRUPO MODIFICADA
La reconceptuación de los autores acerca de la terapia de la adicción sostiene
que el tratamiento debe atender a las necesidades y dificultades de los adictos a
medida que se les comprende en términos psicodinámicós de una manera segura
que promueva la recuperación de la adicción. Éstas se consideran como vulnerabilidades en cuatro dimensiones: 1) tolerancia y regulación del afecto, 2) pro blemas con las relaciones, 3) fracasos en el autocuidado y 4) deficiencias en
autoestima.
Estas dimensiones se enfocan en "cómo se manifiesta la estructura de
carácter en sí en la vida cotidiana para cualquier persona, a nivel intrapsíquico,
interpersonal y en el mundo en general" (Khantzian y colaboradores, 1990, página
16). La TDGM es una psicoterapia de grupo expresiva—de apoyo que está
diseñada para atender las vulnerabilidades y dificultades caracterológicas subyacentes que conducen a la susceptibilidad del adicto a consumir drogas.
La TDGM se desarrolló como un tratamiento grupal para el Harvard Cocaine
Recovery Project, un estudio acerca de la adicción a la cocaína que patrocinó el
National Intitule on Drug Abuse y se llevó a cabo en el Cambridge Hospital, un
hospital de enseñanza de la 11arvard Medical School (Khantzian y colaboradores,
1990). Este estudio, en progreso desde 1987, se diseñó para comparar dos
Terapia de grupo dinámica para adictas a sustancias: Reconceptuación  277
tratamientos grupales entre sí y con un tratamiento no grupal de control con
respecto a su efecto en resultados, incluso uso de droga y funcionamiento
psicológico. El estudio de Harvard explora tanto la efectividad del tratamiento
grupal contra el tratamiento no grupal, como también la relativa eficacia del
modelo psicodinámico expresivo—de apoyo con respecto a uno de condicionamiento social cognoscitivo—conductual. Debe enfatizarse que los 214 individuos
adictos que participaron en el estudio se reclutaron a través de publicidad en
televisión y prensa, anuncios de radio y referencias de instituciones y constituyen
una muestra altamente motivada y voluntaria. A pesar de que con frecuencia
sufrían de una adicción grave, de larga duración, a la cocaína, pudieron atravesar
por un riguroso proceso de admisión y realizar un fuerte compromiso a un
tratamiento de seis meses. La terapia dinámica de grupo modificada que se
menciona en el presente capítulo se desarrolló para estos sujetos y después se
arregló para atender a sus necesidades específicas a medida que progresó el
proyecto.
La primera modificación que ofrece este enfoque es que aun cuando se
busca utilizar la terapia de grupo psicodinámica para atender al trastorno de
carácter, se tiene una preocupación constante en la abstinencia de los adictos y
en la prevención de recaídas. Sin la abstinencia, las dificultades caracterológicas
pueden oscurecerse y alimentarse con base en una crisis continuada. Con la
abstinencia, estas dificultades se vuelven aparentes con facilidad -en el entorno
de grupo. La TDGM se diseñó para "evocar los temas sobresalientes de vulnera bilidad psicológica y los estilos defensivos característicos" (Khantziawy colaboradores, 1990, página 20), pero también para proporcionar un contexto en el que
éstos temas puedan comprenderse y sea posible comenzar el cambio.
Este contexto es de seguridad y apoyo, lo cual se establece de varias
maneras. La seguridad y apoyo las proporciona un líder de grupo activo,
directivo y amistoso que comienza explicando la naturaleza y expectativas de la
terapia psicodinámica, distinguiéndola de otros tratamientos de la adicción (tales
como los programas de 12 pasos) con los cuales pueden estar más familiarizados
los miembros del grupo. También se reconocen de manera directa las ansiedades
comunes a unirse a un grupo y se atienden las cuestiones de abstinencia y
prevención de recaídas a medida que es necesario. Por ejemplo, es posible que un
líder de grupo necesite intervenir de manera directa (como en cualquier grupo
"difícil"), al recordarle al grupo que hable un miembro a la vez o para restablecer
el orden al asegurarse de que se hable acerca de ciertos eventos desorganizantes
(Rice y Rutan, 1987). Al mismo tiempo, se alienta tanto a los miembros del
grupo como al líder a tomar un papel activo en la observación, acercamiento de
unos con otros y ofrecimiento de sus insight y comprensión.
Los principios de la terapia interpersonal de grupo descritos por Brown y
Yalom (1977) se emplean en el modelo de TDGM para promover el rápido
desarrollo de la cohesión, para mantener un centro de atención en el aquí y
ahora y crear un medio interpersonal en el que los miembros del grupo puedan
"sobreponer los sentimientos de autodesprecio, soledad, enajenación y separa-
278  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 15)
ción..." (página 428) de la mejor manera Sin embargo, el foco de atención de la
TDGM se encuentra en el modo en que el estilo y la estructura de carácter de cada
individuo se representan en el grupo, en lugar de sobre las interacciones
interpersonales en sí. Se pide a los miembros del grupo que examinen la manera en
que son dentro del grupo, en que se experimentan a sí mismos y a otros y en que su
conducta interpersonal se relaciona con la experiencia y vulnerabilidades internas.
En este sentido, es necesario el "medio interpersonal" cómodo, pero no es suficiente
para las metas de la TDGM. Si todo sale bien, el miembro grupal de la TDGM
aprenderá acerca de sí mismo en cuatro dimensiones: regulación de afecto,
relaciones, autocuidado y autoestima. El centro de atención del trabajo vira entre lo
interpersonal y lo intrapersonal (es decir, entre la experiencia de los demás y la
experiencia del sí mismo).
El descubrimiento y comprensión del carácter están en mayor probabilidad de
ocurrir una vez que los miembros del grupo se sienten en una especie de
"terreno común" (Khantzian y colaboradores, 1990). El terreno común es similar
al factor curativo de la "universalidad", descrito por Yalom (1985). Es quizás más
específico (y en ocasiones problemático) en un grupo que se reúne debido a los
problemas comunes con el abuso de sustancias. La experiencia común de
los autores ha consistido en que los miembros del grupo buscan primero vincularse
alrededor de su adicción. Una importante primera transición que deben hacer
dentro del grupo de TDGM consiste en darse cuenta de que éste no es el único
terreno común que comparten, sino que la vergüenza, los sentimientos de
incapacidad y la naturaleza abrumadora de ciertos afectos también los sienten otros
de manera común. Se dan cuenta de que cosas tales como acumular
infracciones de tránsito, nunca ir al dentista, tener accidentes frecuentes y tener
fuertes deudas son maneras de no cuidar de sí mismos o de no atender a los
peligros posibles a su alrededor. Comienzan a ver un patrón de tal falta de
autocuidado en otros dentro del grupo y descubren un nuevo terreno común en el
cual encontrarse. Ven que no están solos en su deseo de encontrar amor,
reconocimiento y seguridad, y que sus medios característicos para tratar de
lograrlo pueden ser pomposos, autoderrotantes o familiares de otras maneras para
otros individuos dentro del grupo, quienes evitan -el "punto medio" de la vida
cotidiana, común y corriente ("Bañaba de regalos a mi primera esposa;
realmente la puse en un pedestal —después ella me dejó .de repente"; "Siempre me
sentía mejor si llevaba grandes cantidades de dinero en toda ocasión"; "hacia
ejercicio hasta que me desmayaba en el piso"). El tema común de nunca encontrar
satisfacción con el punto medio puede recibirse con una carcajada de reconocimiento y hacer que surjan en el grupo más historias similares.
El cambio de un terreno común del abuso de drogas a otro que se refiere a
los problemas vitales y del sí mismo, es lo que distingue a la TDGM de otros
tratamientos para la adicción. Parte del proceso de comprender los propios
patrones caracterológicos consiste en ver la manera en que éstos pueden hacer
que uno sea más susceptible al uso de drogas como una "solución" temporal,
pero éste no es el principal foco de atención de la discusión. Con frecuencia, en
Terapia de grupo dinamica para adictos a sustancias: Reconceptuación  279
especial al inicio del desarrollo del grupo, los miembros se resisten a cualquier
punto de vista de sus problemas que vaya más allá de la explicación de que las
drogas son las responsables. ("Estoy aquí por una sola razón —para lidiar con
mi adicción a la droga"; "Mi enfermedad es muy engañosa"; "Eso es lo que nos
trajo aquí, ya saben de lo que estoy hablando"). Desde el inicio del grupo se
atiende al cambio necesario de un pensamiento acerca de las drogas a uno que
se encuentre en términos psicológicos. Se promueve la autocomprensión más
allá del enfoque estrecho en el consumo de drogas, con lo cual también se
cambia del , énfasis en la reacción a una amenaza externa hacia una experiencia
más activa y autónoma. La nieta es la misma que en toda la psicoterapia
psicoanalítica orientada al insight, aquella de "restaurar la integración de un
individuo y, de hecho, aumentar, a través de algún tipo de autoconocimiento, el
reino de la autodirección o autonomía personal" (Shapiro, 1989, página 118).
LA TDGM EN ACCIÓN
En el siguiente ejemplo de caso de un grupo de TDGM, el esfuerzo consistió
en enfocar la manera característica en que participaba un miembro, el señor A,
dentro del grupo y ayudarlo a ser consciente del modo en que negaba su
necesidad de otros y la profundidad de sus propios sentimientos. La conducta
aparentemente "buena" del señor A: siendo siempre útil para otros, mientras
que nunca molestaba al grupo con sus problemas, desempeñando el papel de
pacificador y manteniéndose en general al margen, condujo en esta reunión
grupal en particular a una decepción notable en sus compañeros.
Caso 1
El señor A, un atractivo hombre joven, calladamente amistoso, que trabajaba en una clínica de salud mental con pacientes esquizofrénicos, había
sido un miembro firme del grupo durante muchos meses. Siempre llegaba
a tiempo y no faltaba nunca a una reunión grupal. Su participación en el
grupo implicaba por lo general una especie de informe poco emocional
acerca del progreso en su separación de la mujer con la que había vivido
por algún tiempo, afirmaciones frecuentes de que nunca experimentaba
"ansias" de cocaína desde que se había vuelto abstemio (y que sabía que
nunca volvería a utilizar de nuevo la droga) y gran atención a los
problemas de los demás en el grupo. A pesar de que, con frecuencia,
parecía detenerse de inicio antes de entrar en la discusión, su expresión
traicionaba una fuerte respuesta emocional a medida que escuchaba;
además, parecía sentirse más cómodo preguntándole a los demás acerca
de sí mismos y ofreciendo consejo y apoyo. Su actitud ante el grupo
ejemplificaba su conflictivo deseo de empatía y su temor a ella (el dilema
del miembro narcisista del grupo, que describió Liebenberg (1990)).
280  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 15)
Una tarde, al iniciar la sesión con muchas bromas y plática a la vez,
otro miembro del grupo, el señor B, notó el silencio cada vez más
incómodo del señor A: "[Señor A), parece como si estuvieras
pensando en algo". El señor A respondió, "Bueno, pienso que es difícil
decir esto, pero... He estado pensando en que hay demasiada
competencia por hablar. Todo mundo habla a la vez... necesitamos
acercarnos más unos con otros".
En este punto, los otros miembros del grupo, algo regañados,
concordaron de manera precipitada y dijeron que les agradaba cuando
"todos participan" y a todos "se les da una oportunidad". Entonces
parecieron algo dispersos en cuanto a cómo continuar. El líder le
preguntó al señor A si tenía algo que deseara sacar a relucir acerca de
sí mismo. El señor A dijo, "Bueno, hoy es mi cumpleaños y estoy un
poco decepcionado... ya sabe, medio desilusionado de que nadie que
conozca lo haya recordado". Los otros respondieron, "¡Vaya hombre!
¡Feliz cumpleaños! ¡Podríamos haber hecho una fiesta!" Pero el señor A
continuó, "No sé, yo siempre recuerdo los cumpleaños de los demás y
al menos les mando una tarjeta o algo".
Era obvio que el señor A sentía compasión por sí mismo y varios
miembros del grupo respondieron contándole sus propias historias de
descuido y desconsideración. El señor C habló de provenir de una "familia
grande y negligente", demasiado desorganizada como para reconocer a
cada hijo individual. El señor D dijo que debido a que sus padres habían
muerto, las fiestas y cumpleaños le eran especialmente dolorosos. El
señor E dijo, que sus padres siempre lo habían tratado como "un adulto" y
que esto quería decir que nunca le celebraban su cumpleaños ("¡Creo que
no recordaban cuándo era!".
A pesar de que estos miembros del grupo pudieron responder de manera
empática a la angustia del señor A, sus propias referencias eran todas hacia
sus padres y sus experiencias de la infancia y no a las realidades presentes de
sus vidas. Con sus propios relatos conmovedores de infelicidad,
ensombrecían la preocupación del señor A acerca de su cumpleaños y
parecían aceptar su presentación de sí mismo como la víctima desventurada
de la desconsideración de los demás. Quizás el comienzo del señor A con una
crítica al proceso de grupo, su historia dentera del grupo de evitar cualquier
cosa reveladora en términos emocionales acerca de sí mismo y su negación
de problemas y su atención consistente hacia otros, contribuyó a esta falta de
respuesta hacia él. De hecho, pareció bastante contento de escuchar las
historias de los otros. Su leve expresión de insatisfacción con la competencia
para hablar en el grupo y su afirmación
Terapia de grupo dinámica para adictos a sustancias: &conceptuación  281
de que nunca olvidaba un cumpleaños eran sus únicos intentos
por obtener cierta atención, y recibió muy poca.
Por último, el líder grupal, al reconocer que el grupo parecía comprender e identificarse con la experiencia emocional del señor A, se preguntó
en voz alta si se permitirían estar colocados en la, misma situación que
él, como adultos, y cuestionó al señor A en cuanto a cómo era posible
que una persona tan cuidadosa y atenta no pudiera lograr que nadie lo
recordara. La participación de la experiencia común, relacionada, no era
suficiente para atender a la pasividad e incapacidad del señor A para
pedir las cosas, lo cual con tanta frecuencia lo había hecho sentirse
desilusionado, sólo y enojado con los demás, con la sensación de dar
tanto y no obtener nada a cambio. Al servir únicamente cómo
catalizador para una discusión acerca del descuido, el señor Á quedaba
solo de nuevo. El grupo necesitaba avanzar para atender de manera
directa el "escudo protector" que utilizaba de manera característica el
señor A para negar su propia vulnerabilidad y su perspectiva limitada
acerca de sí mismo como el "único que se lleva con todos", el pacificador
que se autosacrifica, el "silencioso" al que se olvida.
En este punto, el señor A comenzó a comportarse de manera bastante
animada y describió por primera vez a su familia y el papel que
desempeña dentro de ella. Describió la tensión que sintió al tener que
mediar entre sus padres, que se divorciaron cuando él era un adolescente,
el sentido de responsabilidad por sus hermanos menores y la presión de
ser "el único en la familia que le habla a todos los demás". Dentro de este
delicado equilibrio, sentía que no podía tan siquiera experimentar, no
digamos expresar, sus propios sentimientos, por temor a perturbar el
equilibrio. Aislado, y atravesando él mismo una dolorosa separación, se
sentía decepcionado y enojado de que nadie le respondiera como él lo
habría hecho —su cumpleaños olvidado era sólo la punta del iceberg.
El grupo era mucho más capaz de responder a las revelaciones del
señor A acerca de su experiencia que a su fachada enfurruñada, victimizada
y santurrona. En esta reunión, pudo recibir parte del apoyo que deseaba
con desesperación y que esperaba que le llegara si era "bueno" y aguardaba
con paciencia. La reunión del grupo terminó con una discusión acerca de
"permitirse que otros se acerquen a uno" y lo conozcan, al igual que
acercarse hacia los otros. Se exploraron las experiencias pasadas en el
contexto de las dificultades presentes y se identificaron los patrones
característicos continuos de protección del sí mismo vulnerable.
Es importante señalar que en esta reunión se estableció el "terreno común" del
grupo alrededor de otros problemas vitales diferentes del liso compulsivo de
282  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 15)
drogas. La identificación de la manera en que las soluciones autoderrotantes a estos
problemas vitales lo dejan a uno más susceptible a usar drogas siempre es una
dimensión importante del proceso grupa!, porque el consumo de drogas es la
"solución" primordial para la posición comprometida en un sentido narcisista del
adicto a las sustancias.
VENTAJAS DE LA TERAPIA DE GRUPO
En la TDGM, las funciones del grupo no sólo producen maneras características
de interacción y experiencia sino que también demuestran de modo efectivo el
"costo de las defensas de carácter" (Alonso, 1989). Aun a medida que las
defensas exigen su precio, la cohesión del grupo proporciona seguridad y la
presencia activa de otros miembros del grupo da lugar a nuevas posibilidades de
acción. Fried (1985) consideró que el insight de los miembros del grupo era el
resultado de este encuentro con otros y no sólo de la interpretación por sí sola.
Así, la modalidad de grupo proporciona el fértil terreno común para que crezcan
los patrones caracterológicos, el medio en el que puede apreciarse la naturaleza
autoderrotante, autodestructiva o ineficiente de estos patrones, la seguridad y
contención para el reconocimiento de estos patrones y de su "costo" y el
encuentro que puede motivar el cambio.
Las modificaciones grupales necesarias para trabajar con el adicto recientemente recuperado se desarrollaron en grupos para pacientes que presentan
acting out y que entran al tratamiento en momentos de crisis, como aquellos
descritos por Boriello (1979), y en grupos dirigidos para las necesidades del
paciente límite o narcisista, como los describen Stone y Gustafson (1982). El
foco reside en la "cualidad única" del miembro del grupo y en la atención a las
defensas de "acción" características mediante las cuales el adicto intenta evitar
el sentimiento (Khantzian y colaboradores, 1990, página 49). La confrontación
sólo puede darse en un'a' atmósfera de apoyo y aceptación, en la que se
aprecien la vulnerabilidad y los antecedentes traumáticos de muchos de los
miembros del grupo. Las ventajas del tratamiento grupal para el paciente con
trastorno caracterológico consisten en proporcionar un medio para la
autoobservación e interacción que evite las "interpretaciones acusadoras o
dañinas en un sentido narcisista" y los atolladeros llenos de enojo que pueden
surgir en la intensidad de la situación terapéutica individual (Tuttman, 1990,
página 23). Otra ventaja consiste en promover el crecimiento de un sentido de
sí mismo-y de autoestima sin abrumar a una persona que anhela y se resiste a la
empatía. El grupo proporciona fuerza y contención para el adicto a las
sustancias, sólo, aislado, vulnerable y propenso a la acción, de modo que
puedan darse la reflexión el desarrollo.
Terapia de grupo dinámica para adictas a sustancias: Reconceptuación  283
CONCLUSIONES
La TDGM se basa en modificaciones específicas de la práctica psicoanalítica,
psicodinámica, para los adictos a sustancias a los que, con frecuencia, se les ha
excluido de las terapias más tradicionales o a quienes se les ha relegado a
programas no psicodinámicos que destacan la educación; tiene también un foco
más exclusivo en la prevención de recaídas y una preocupación por la amenaza
externa. Las "modificaciones" de la terapia psicodinámica que pueden ser
relevantes para otros pacientes que no se consideran "apropiados" para el grupo
tradicional o para terapia individual incluyen: la seguridad, un líder activo de
grupo, un medio interpersonal cohesivo (sin un enfoque exclusivamente interpersonal), un desarrollo de terreno común, un aumento de la comprensión
psicológica más allá del problema que se presenta y el uso del apoyo del grupo
para promover que el insight y el crecimiento individuales se incluyan dentro
de patrones caracterológicos. Los individuos con trastornos del carácter, que
presentan acting out o que están traumatizados, a los que, en general, no se les
considera buenos candidatos para la terapia psicodinámica grupal, orientada al
insight, pueden beneficiarse con este enfoque.
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Grupos para pacientes
con antecedentes
de trauma catastrófico
Bessel A. van der Kolk, MD
TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO
Las experiencias que trastornan la capacidad de una persona para enfrentarse y
que destruyen el propio sentido de seguridad y pronosticación, tienen efectos a
largo plazo en el funcionamiento psicológico y social. El trastorno por estrés
postraumático (TEPT), el síndrome en el que se reviven de manera involuntaria
los elementos del trauma en sentimientos, imágenes o acciones que se alternan
con aturdimiento y falta de emociones positivas, con frecuencia prosigue a
estresantes abrumadores como la violencia intrafamiliar, trauma por guerra,
incesto y violación, asaltos, tiroteos, explosiones, accidentes y otros ataques
físicos y sexuales. El desamparo e ira que acompañan a estas experiencias alteran
el sentido de seguridad y confianza de una persona y afectan de modo inevitable
su capacidad para buscar y disfrutar relaciones mutuamente satisfactorias.
En el TEPT, la naturaleza subyugante de la experiencia produce imágenes y
sentimientos relacionados con el trauma que se inmiscuyen, de manera consciente e
inconsciente, a través de reacciones y emociones que fueron respuestas apropiadas en
el momento del trauma pero que ahora ya no son relevantes. Cuando a una persona
se les expone a situaciones de intimidad, confianza, dependencia y agresión, que de
manera inconsciente les recuerdan la violación previa, los pacientes con TEPT
reaccionan con frecuencia como si se les traumatizara de nuevo. Explotan o se
retraen, pelean o huyen. Desconocen los orígenes de estas reacciones, pero están
conscientes de sus efectos, se avergüenzan, se enojan y se atemorizan.
287
288  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 16)
Mientras intentan negociar sus emociones, están propensos a la búsqueda de
sensaciones, a trabajar en exceso y a ahusar de alcohol y droga (van der Kolk, 1987).
EFECTOS SOBRE EL FUNCIONAMIENTO INTERPERSONAL
Es difícil reconocer que las respuestas psicológicas a largo plazo de la
traumatización: disociación ("alejamiento"), búsqueda de sensación, constricción
emocional y abuso de droga y alcohol, son, de hecho, maneras de enfrentarse a
los recuerdos relativos al trauma. Las consecuencias psicológicas de tal trauma
no resuelto abarcan una variedad de problemas psiquiátricos (van d er Kolk,
1989). Los más comunes son:
 Distorsión en la regulación del afecto. Esto produce reactividad extrema a
la estimulación interna y externa, depresión, automutilación, dependencia
ansiosa y pasividad en el control de estados afectivos.
 Concepto distorsionado del sí mismo. Esto conduce a culparse a sí mismo
(le las circunstancias incontrolables, ponerse como voluntario para el papel
de chivo expiatorio, fenómenos disociativos y amnesias y mezcla confusa de
placer y dolor.
 Relaciones interpersonales distorsionadas que tienden a tener una
cualidad de todo o nada. En otras palabras, la agresión, sexualidad e
intimidad se exageran o inhiben. Autorrevelación descuidada que alterna
con vigilancia paranoide y se enfocan las necesidades de los demás con
sensibilidad o insensibilidad extraordinarias.
 Temor a los compromisos interpersonales estables y a largo plazo y falta de
confianza en que los conflictos se pueden resolver de manera pacífica.
VINCULACIÓN COMO PROTECCIÓN CONTRA EL TRAUMA
La esencia del trauma psicológico es la pérdida del sentido de seguridad y
pronosticación. El trauma proviene de la pérdida del sentimiento de tener un refugio
seguro, ya sea dentro o fuera de uno mismo, donde se puedan confrontar las
emociones y experiencias atemorizantes. Las vinculaciones emocionales son la
protección primaria de una persona contra el desamparo y fa falta de significado.
Son esenciales para la supervivencia biológica en los niños y para el significado
existencial en los adultos. En todas las personas, niños o adultos, el estrés grave
incrementa de manera espectacular la necesidad (le vinculación y protección. El
dolor, temor, fatiga y la inaccesibilidad de las personas conocidas que proveen el
Grupos para pacientes con antecedentes de trauma catastrófico,  289
cuidado pueden producir esfuerzos por atraer una atención cada vez mayor. La
disponibilidad de una persona que provea cuidados, en quien- se puede confiar
ciegamente cuando los propios recursos son inadecuados es, de hecho, la protección
más poderosa contra experiencias abrumadoras. Así, la etiología y cura de las
perturbaciones psicológicas relacionadas con el trauma dependen de manera
fundamental de la seguridad de los vínculos interpersonales (van der Kolk, 1987).
Las vinculaciones son el marco dentro del cual las personas maduran y
prosperan. Desde el momento del nacimiento tos individuos se desarrollan dentro
de un contexto social. Comenzando con el lazo madre—recién nacido, esta matriz
incorpora de manera continua las influencias interpersonales y culturales más
amplias. Los niños mantienen un contacto constante con los protectores poderosos
al vincularse con quienes los cuidan. Buscan y necesitan la seguridad de un
"puerto seguro" al cual puedan regresar después de explorar su entorno. Esta
seguridad promueve autoconfianza y autonomía e infunde un sentido de
interrelación con los otros. Los adultos también necesitan un puerto seguro, pero
sus opciones son más amplias e incluyen círculos cada vez mayores de afinidad
con personas, habilidades y valores culturales (van der Kolk, 1987).
Sin embargo, después del trauma grave, se incapacita en gran medida la
capacidad para restablecer una comunicación constructiva. Las personas atemorizadas (por ejemplo, los niños maltratados, las mujeres golpeadas y rehenes),
en su desesperación, paradójicamente buscarán vincularse cada vez más, aun
cuando los únicos objetos de vinculación disponibles sean la fuente del peligro
(Rajecki y colaboradores, 1978). Así, los lazos de vinculación se vuelven más
fuertes a través del temor como de la seguridad.
TRAUMA INFANTIL
El primer trauma psicológico y quizás el más catastrófico sucede cuando las
personas que proporcionan cuidado y que se supone son fuentes de seguridad y
alimentación, atacan sexual o físicamente a sus hijos. Cuando esto sucede, el
niño se vincula de manera temerosa y enojada y es obediente involuntaria o
ansiosamente. El niño se atemoriza al mismo tiempo de que la persona que le
proporciona los cuidados lo atacará, no estará disponible para protegerlo, o
ambas cosas. Bowlby (1984) lo denominó "un patrón de conducta en el que la
evitación compite con el deseo de proximidad y cuidado y en él que es probable
que sea promitente el enojo contra sí mismo o de otros" (página 10-11). Los
adultos traumatizados desarrollan en ocasiones las mismas reacciones
psicológicas que los niños víctimas de maltrato, pero en general están mejor
protegidos contra los efectos a largo plazo. Saben que han sido capaces de tomar
una acción efectiva contra el estrés en el pasado y que han desarrollado una
variedad de recursos de enfrentamiento.
290 III Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 16)
Tanto en los niños como en los adultos, a la amenaza de pérdida del vínculo le
sigue la "protesta" (enojo) y después la desesperación. El propósito del enojo, en
especial del enojo familiar, puede ser el mantenimiento y control de la calidad de los
lazos de vinculación. La violencia familiar es una conducta distorsionada y
exagerada que es potencialmente funcional (Bowlby, 1984). Los individuos que han
crecido en familias donde la seguridad física no estaba garantizada en raras
ocasiones aprenden a utilizar la agresión de manera apropiada para negociar sus
necesidades emocionales. Tienden a responder ante la percepción de privación
como si fuera una situación peligrosa para la supervivencia y reaccionan con
violencia excesiva o, a la inversa, inhiben e internalizan cualquier expresión abierta
de agresión (Cicchetti, 1984; Green, 1989).
En la adultez, con frecuencia estos niños provenientes de hogares donde los
maltratan son extremadamente sensibles, anticipan las reacciones tanto de los
protectores como de los victimarios potenciales e intentan complacerlos de
manera constante para evitar el abandono o daño. Los problemas de estos adultos
se agravan porque con frecuencia tienen dificultad para distinguir entre
protectores y victimarios (Ferenczí, 1955; Reiker y Carmen, 1986). Simplemente
no saben en quién confiar. Por ejemplo, en terapia la dependencia de estos
pacientes hacia el terapeuta puede ser función del temor, no resultado de una
alianza terapéutica. De hecho, estos individuos con un pasado perturbador de
trauma previo son los más vulnerables al abuso sexual y emocional de los
terapeutas y los que carecen más de la capacidad para salir por sí mismos de
tales relaciones de maltrato (Gutheil, 1989; Russell, 1984).
Además, la ausencia de un puerto seguro en la infancia interfiere con la
curiosidad, y con el desarrollo de amistades satisfactorias. Numerosos estudios han
mostrado que los vínculos ansiosos hacia los proveedores de cuidados evitan el
desarrollo de relaciones satisfactorias con pares (Grunebaum y Solomon, 1982;
Sharp, 1980). Los niños a los que se víctima se acercan a sus compañeros como
fuentes potenciales de terror y los amenazan o se retraen. Privados de las
experiencias en los placeres y frustraciones de las relaciones con compañeros,
fracasan en establecer las conexiones que en gran medida determinan la posterior
satisfacción vital en los seres humanos (Blos, 1979). Con independencia de los
recursos o deficiencias de los padres, es esta área, la de las relaciones con los
compañeros, la que necesita dominarse y en la que, con frecuencia, las personas
traumatizadas encuentran la ganancia mayor de la terapia.
PAPEL DEL GRUPO DE COMPAÑEROS
EN SOBREPONERSE AL TRAUMA
En un estudio de los fenómenos grupales en los supervivientes de los campos de
concentración, Shamai Davidson (1984) escribió: "Cada vez se ha hecho más
Grupos para pacientes COld antecedentes de trauma catastrófico  291
evidente que la cooperación para la supervivencia entre los miembros de la
misma especie es una ley básica de la vida. A través de 'la historia del hombre,
compartir las relaciones ha sido el modo central de enfrentamiento con el
ambiente y de adaptación a éste" (página 555). Cuando se enfrentan con la
amenaza externa, las personas tienden a unirse en grupos para protegerse. El
grado en el que las personas buscan esta protección depende tanto de su sentido
interno de seguridad como de la intensidad de la amenaza externa. Becker
(19'73), al discutir la sumersión en el grupo, dijo que "la transferencia es la doma
del terror" (página 145). Citó el ensayo de Freud acerca de la psicología de
grupo (Freud, 1921) para prestarle apoyo a su observación de que entre más
aterrorizante sea la amenaza externa, más fuerte se vuelve la alianza.
Continuando esta línea de estudio, la investigación ha mostrado que la red
cohesiva de apoyo confronta fuertemente el desarrollo de síntomas a largo plazo
del TEPT después de experiencias traumatizantes en potencia (Quarentelli, 1985).
En una analogía con el concepto de Freud acerca del trauma resultante en la
ruptura de la membrana de la, mente (1919), Lindy y Titchener (1983)
denominaron a este apoyo social, la "membrana del trauma". Para los niños
pequeños, la familia puede ser una fuente muy efectiva de protección en contra de
la traumatización, esto es, una membrana efectiva del trauma, y la mayoría de los
niños son sorprendentemente elásticos en tanto la familia esté disponible en
términos emocionales y físicos. Aun después de que maduran los individuos, con
frecuencia continúan dependiendo de la familia para proporcionar esta membrana
del trauma. Sin embargo, después de eventos traumáticos como ataques físicos o
sexuales de desconocidos, con frecuencia las familias experimentan vergüenza y
culpa por haber sido impotentes para prevenir la traumatización de uno de sus
miembros. Desilusionados y perturbados, los miembros de la familia pueden
volverse unos contra otros (Solomon, 1987).
Por tanto, una de las tareas más urgentes que enfrentan los terapeutas de
individuos y comunidades traumatizadas es la recreación de un sentido de seguridad
e interdependencia. Con frecuencia, las víctimas se proporcionan entre sí el
lazo más efectivo a corto plazo, debido a que la historia compartida del trauma
forma el núcleo para recuperar un sentido de comunidad. Compartir una
experiencia común en el pasado determina el escenario para una mejor comprensión y para soportar el dolor continuado en el presente,
TERAPIA INDIVIDUAL CONTRA GRUPAL
A pesar de que, por lo general, las intervenciones grupales después de experiencias
traumáticas a gran escala, tales como los desastres naturales o producidos por el
hombre, se consideran efectivas (Lystad, 1988; Raphael, 1986; Solomon, 1988), las
personas con antecedentes de trauma familiar crónico se benefician más, de manera
292  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 16)
inicial, de la terapia individual. Revelar el trauma, expresar los sentimientos
relacionados y establecer una relación de confianza con otra persona les permite a
estos individuos la exploración de emociones, la recuperación de recuerdos y la
comprensión de conductas actuales como reactivaciones de la experiencia pasada.
Siempre y cuando se establezca un grado de seguridad en la relación de terapia
individual, la víctima de un trauma puede comenzar a confrontar la vergüenza y
vulnerabilidad residuales. Discutir los eventos y el impacto sobre la vida actual del
paciente tiene un efecto organizador. Permite que los pacientes distingan entre la
impotencia pasada y las opciones actuales y que comiencen a valorar las realidades
presentes bajo una nueva luz. El examen detallado de los procesos mentales y
recuerdos del paciente no puede reproducirse en el entorno de terapia grupal.
Sin embargo, en terapia individual existe una desigualdad inherente. Es una
relación entre el terapeuta, la persona que "ayuda", que de manera implícita tiene
respuestas y no está indefenso, y el paciente, que necesita ayuda. En este
entorno, el paciente se ve confrontado de manera continua por su propia
pasividad, dependencia y desamparo. Por tanto, la relación de terapia individual
tiene fortalezas así como limitaciones. De inicio, promueve un sentido de
seguridad, alienta la fantasía de nueva fortaleza a medida que la relación con el
terapeuta todopoderoso confiere un renovado sentido de control para el paciente
(Pines, 1981). Pero tal dependencia emocional inhibe también el crecimiento a
etapas posteriores. Se vuelve difícil la exploración madura de la ambivalencia y
de la decepción, en especial para las personas cuyas confrontaciones con adultos
poderosos se han asociado con temores de aniquilación. Debido a que, con
frecuencia, las víctimas de trauma tienen dificultarles para encontrar el correcto
equilibrio entre iniciativa y dependencia, el apoyo por sí solo (como en una
relación con el terapeuta individual) puede alentar la pasividad e interferir con la
confrontación de la agresión.
Los grupos proporcionan un entorno para experimentar con diferentes roles.
En un grupo, las posiciones de pasividad alternan con aquellas de actividad y
apoyo mutuo (Bard y Sangry, 1987). Ventilar los sentimientos y (compartir las
experiencias con personas que han sufrido a través de eventos similares promueve
el autoconcepto de ser víctima y superviviente al mismo tiempo. Los terapeutas
de grupo pueden alentar el apoyo mutuo, explorar las resistencias a tomar un
papel activo y ayudar a los pacientes a discutir con otros las habilidades de
supervivencia duramente adquiridas.
PRINCIPIOS DE TERAPIA DE GRUPO
CON PACIENTES TRAUMATIZADOS
La terapia de grupo se ha utilizado para víctimas de desastres naturales (Raphael,
1986; Lystad, 1988), de incesto (Herman y Shatzow, 1984), violación (Yassen y
Grupos para pacientes con antecedentes de trauma catastrófico  293
Glass, 1984), agresión física del cónyuge (Rounsaville y colaboradores,
1979), de campos de concentración (Danielli, 1985) y de trauma de combate
(Lifton, 1983; Parion, 1984; Walker, 1981). Con independencia de la
naturaleza del trauma o de la estructura del grupo, el propósito de la terapia
grupal! consiste en ayudar a los individuos a enfrentarse a los resultados 'del
trauma a través de la transformación, más que de la representación, de su
aislamiento, desamparo, odio y dolor. Esto se realiza mediante atender de
manera activa a la expresión de las historias de los individuos, y de los
otros, y de las emociones asociadas.
Como se afirma antes, la tarea que enfrentan los grupos relativos al trauma
consiste en explorar y validar las percepciones y emociones, recuperar los
recuerdos y comprender los afectos y conductas actuales como reactivaciones de la
experiencia pasada. El temor a la reactivación del pasado es la resistencia central
en estos grupos y muchos problemas del grupo son consecuencia de la evitación de
tales recurrencias. Las protecciones más poderosas contra la reactivación del
trauma son las mismas cosas destruidas por el trauma: pronosticación, estructura,
reglas básicas de seguridad y conciencia continua del estatus de la alianza
terapéutica.
Existen dos categorías generales de terapia de grupo para personas a las que se
les ha expuesto a trauma catastrófico. Primero están los grupos enfocados al
trauma, que incluyen una variedad de propuestas a corto y largo plazo. Los
grupos que caen dentro de esta categoría incluyen: 1) intervención en crisis aguda
para personas afectadas por la misma experiencia traumática, como un desastre
natural, un secuestro o que han atestiguado un homicidio y 2) grupos homogé neos
extendidos para personas con una historia compartida de trauma pasado, como
incesto en la infancia, supervivientes del holocausto, trauma por guerra o por
haber sido mantenidos como rehenes. Existe una gran variedad de grupos de
autoayuda que se definen de acuerdo con los traumas pasados o los síntomas de
sus miembros.
En la segunda forma de terapia de grupo para esta población, los grupos
heterogéneos a largo plazo, se coloca un menor énfasis en el trauma en sí y más en la
exploración de las representaciones interpersonales y en la resolución de cambios de
personalidad secundarios a la traumatización.
Todas estas modalidades de grupo se enfocan de manera inherente para
proporcionar un sitio seguro donde los ataques físicos o sexuales sean inaceptables
y donde los miembros puedan dar voz a los recuerdos traumáticos, expresando en
términos verbales lo que ocurrió y dándole significado a ello. Esto se realiza
mediante compartir la aflicción acerca del desamparo pasado y comprender el
impacto del trauma sobre los sentimientos y relaciones actuales. Una vez que se
han localizado las experiencias traumáticas en tiempo y espacio, los individuos
pueden comenzar a diferenciar entre las tensiones vitales posteriores y el trauma
pasado.
294  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 16)
GRUPOS DE INTERVENCIÓN EN CRISIS AGUDA
En años recientes, la mecánica de la intervención en crisis para víctimas de trauma
catastrófico se ha mejorado en gran medida y esta modalidad se aplica en la
actualidad a comunidades golpeadas por desastres (Raphael, 1986; Lystad, 1988;
Solomon, 1988). La esencia de estos grupos consiste en proporcionar un lugar
donde las personas puedan: 1) sentirse seguras del daño físico, 2) restaurar un
sentido de comunidad y pertenencia interpersonal, 3) discernir con exactitud lo que
ocurrió y 4) comenzar a expresar el significado de la experiencia.
La mecánica para formar estos grupos requiere de cuidadosa consideración
porque toda comunidad tiene estructuras jerárquicas y relaciones informales de
poder que necesitan respetarse. Sin la asistencia de estas estructuras, las personas
externas que proporcionan la terapia están condenadas al fracaso. Los terapeutas de
intervención en crisis deben colocarse como asesores para las estructuras
jerárquicas existentes. No pueden rivalizar por el liderazgo con el vocero natural de
la comunidad. Más que ello, los líderes naturales, al asumir su rol, colocan el
ejemplo al compartir los hechos y sentimientos relativos al desastre.
Los líderes identificados dentro de la comunidad necesitan ser responsables
de la disposición del tiempo y lugar de la reunión para todas las personas
afectadas. A fin de determinar el marco para la intervención en crisis, también
son responsables de explicar los detalles de los eventos traumáticos y de
presentar al personal de intervención en crisis. Una vez que este personal toma la
batuta, necesita resumir lo que han dicho los líderes comunitarios y proporcionar
una plática introductoria sencilla acerca de las reacciones psicológicas esperadas
ante las experiencias traumáticas. Esta plática se acompaña de mejor manera con
literatura de fácil comprensión que ayude a los individuos afectados a comprender que no se están volviendo locos, sino que sus reacciones psicológicas son
respuestas normales ante eventos patológicos.
Después de estas introducciones, se les pide a los miembros del grupo
afectado que formen un círculo y que detallen uno por uno los aspectos
cognoscitivos de su experiencia: en qué lugar estaban, qué vieron y qué pensaron
que ello quería decir. En este punto, se desalienta de manera activa la reacción
emocional en los miembros del grupo. Esta fase del proceso de grupo permite a los
miembros que expresen su propia experiencia de tal manera que se hagan
comprender y expandan su conexión con el grupo. La técnica de participación
en círculo permite que los profesionales capacitados en salud mental evalúen la
vulnerabilidad de cada individuo y el grado en el que algunos individuos requerirán
de que se les invite de manera específica a terapia posterior. A pesar de que las
personas que no pueden refrenar su aflicción y enojo son los que, en este punto, se
identifican de manera más fácil (y son los más difíciles de contener),
los miembros del grupo que dejan pasar la oportunidad para hablar o que no le dan
importancia a la gravedad del desastre son los que, quizás, finalmente están más
vulnerables a desarrolla: el TPET.
Grupos para pacientes con antecedentes de trauma catastrófico  295
Después de que todos han hablado, se les pide a los miembros que vuelvan
a participar de manera circular por segunda vez y •que en esta ocasión
enfaticen sus reacciones emocionales ante los eventos y las historias de los
otros. La tarea del líder de grupo consiste en facilitar éste proceso mientras
que promueve el apoyo mutuo y contiene la cantidad de emoción expresada.
Después de 2 a 4 horas de permitir que el grupo exprese emociones y
reacciones ante los eventos (lo cual, de manera inevitable, desentierra los
esqueletos largamente escondidos en el armario de la comunidad), el terapeuta
cierra de manera amable la reunión y arregla, con los líderes comunita rios, el
lugar y horario de la reunión (o reuniones) de seguimiento. Al final de la
segunda reunión, deben negociarse los detalles de una necesidad de
seguimiento posterior por lo que será necesario establecer un contrato acerca
de quién acudirá y por cuánto tiempo. En general, los grupos de intervención
en crisis que se establecen en respuesta a un desastre comunitario o en el
entorno laboral se reúnen con los profesionales en no más de tres o cuatro
ocasiones. Después de ello, los grupos tienden a desintegrarse o los individuos
afectados toman la iniciativa de continuar el grupo en el que los profesionales se
utilizan de allí en adelante sólo como asesores.
GRUPOS DE AUTOAYUDA
Las organizaciones para personas con trauma sufrido en la adultez o la infancia,
incluso adicciones de los padres, han elaborado modelos de tratamiento que
atienden a muchos de los aspectos nucleares de traumatización repetitiva. Estos
grupos le proporcionan a las personas un marco cognoscitivo para lidiar con el
sentido residual de desamparo en los vínculos humanos ritualizados y fáciles de
predecir. Este proceso alienta de manera poderosa un sentido de significado y
pertenencia en los miembros. Estos grupos se enfocan en el desarrollo de la
"serenidad". un estado de estabilidad y paz autónomas con el propio medio
circundante. El grupo enseña que la serenidad se obtiene mediante desarrollar
valores espirituales; es decir, nuevos sistemas de significado que trasciendan las
preocupaciones cotidianas y promuevan la interdependencia ayudando a las personas a (re)aprender la confianza mediante la entrega y haciendo contacto y
desarrollando compromisos interpersonales. Se forma una red de apoyo que evita
las barreras que crean las personas para sostener sus diferencias individuales y
perpetuar el aislamiento social.
En estos medios se dice que "ningún dolor es tan devastador como el que la
persona se rehúsa a enfrentar y ningún sufrimiento es tan duradero como el que se
deja sin reconocer" (Cermak y Brown, 1982). A todos se les alienta a encontrar
palabras en las cuales enmarcar el significado de su experiencia personal. Existe un
énfasis en el aquí y ahora, con el conocimiento de que los adultos, en contraste
296  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capitulo 16)
con los niños victimados, pueden aprender a protegerse y realizar una elección
consciente acerca de no involucrarse en relaciones o conductas que saben que
son dañinas. La suposición subyacente consiste en que las conclusiones
derivadas de la perspectiva de un niño retienen su poder en la adultez hasta que
se verbalizan y examinan. En un contexto grupal, las víctimas pueden aprender
finalmente que cuando niños no fueron responsables del caos, violencia y desesperación que los rodeaba, pero que como adultos tienen elecciones y consecuencias (Cerñiak y Brown, 1982; Sanford, 1990).
La principal desventaja de los grupos de autoayuda es que no se puede
atender a las diferencias intragrupo, la competencia, celos y demás. Se
considera que todos los problemas se encuentran en el allí y entonces y el
grupo se enfoca en la supervivencia en el aquí y ahora. A pesar de que, en
general, este enfoque de grupo es sumamente útil para una gran variedad de
personas con antecedentes de trauma, es limitante la falta de exploración de la
manera en que el pasado afecta la dinámica, dependencia y agresión
intragrupo en el presente. El grupo está incapacitado en sus intentos por
efectuar el cambio necesario de carácter para detener la probabilidad de que
el trauma pasado continúe dominando la calidad de las relaciones
interpersonales contemporáneas.
GRUPOS HOMOGÉNEOS DE TIEMPO LIMITADO
La esencia de la traumatización es el sentido de haber sido abandonado por todas
las fuentes de protección. Los individuos traumatizados se sienten solos y
avergonzados por completo de no haber podido prevenir el trauma. Esta vergüenza y autoculpabilización tienden a volverse las fuerzas organizadoras de sus
vidas, en particular en aquellos a los que los han atacado sus propios familiares.
Es esencial hacer público el pasado para sobreponerse a la vergüenza y
abandonar la propia identidad como víctima (Herman y Shatzow, 1984; van der
Kolk, 1987); se requiere de exposición activa y atención a los intereses y
dificultades de otras personas.
No pueden sobrestimarse los beneficios de compartir las propias experiencias
por primera vez en compañía de otros que han atravesado el mismo trauma. A los
individuos se les permite expresar pensamientos v sentimientos de manera abierta,
dejar de culparse a sí mismos y darse permiso de recordar lo que sucedió. Los
miembros del grupo se prestan palabras unos a otros y facilitan la experiencia
completa de afectos que con frecuencia fue inaceptable durante tanto tiempo.
Compartir el trauma proporciona un sentido de pertenencia y aceptación que no fue
posible antes. La ilusión temporal de fusión en los grupos de individuos que
comparten un trauma común y el relativo anonimato del grupo efectúan una
suspensión temporal de los sentimientos ambivalentes y agresivos: Así, la expre-
Grupos para pacientes con antecedentes de trauma catastrófico II 297
sión de emociones y recuerdos se vuelve espontánea y completa de una manera que
no puede lograrse en terapia individual (Fox, 1974; Pines, 1983).
Lo que es más, estos grupos alientan a los pacientes a utilizarse unos a otros
como espejos que reflejen los recuerdos y sentimientos traumáticos. Los grupos se
caracterizan por la dependencia más que por la confrontación. Una vez que los
miembros del grupo se sobreponen a su desconfianza y vergüenza iniciales, con
rapidez establecen un alto grado de cohesión: una sensación de nosotros contra
ellos (el mundo peligroso) (Pines, 1985; van der Kolk, 1985). El grupo se
beneficia en gran medida de una estructura y límites claros. Debido a que, con
frecuencia, los grupos son bastante estresantes, se requiere que los miembros
tengan algún tipo de apoyo social, un psicoterapeuta individual o ambas cosas y
no deben utilizar drogas y alcohol. Los miembros se comprometen a estar
presentes toda la duración del grupo, en general de 10 a 12 sesiones, y se les pide
que especifiquen una tarea realista que intentarán lograr durante este periodo. Con
frecuencia, se les asignan tareas para realizar en casa.
Se alienta de manera activa a los miembros a compartir completamente los
recuerdos del trauma y el progreso de sus tareas autoimpuestas dentro del grupo. La
exploración del proceso grupal: inclusive agresión, competencia e idealización, se
interpreta como una resistencia al trabajo, que consiste en la revelación y
participación de los recuerdos relativos al trauma.
El sentimiento intenso generado por la revelación promueve la idealización
tanto del grupo en sí como del líder. Con frecuencia se considera que el líder
tiene un poder mayor que los líderes de otros grupos de terapia. En las fases
iniciales de los grupos homogéneos para víctimas de trauma, los miembros del
grupo tienden a asumir que todos ellos son similares. Esta idealización parece
gratificante tanto para el terapeuta como p ara los miembros, pero en última
instancia opera como una resistencia para sobreponerse al desamparo y
mantiene el locus de control fuera del individuo. Esta presión intensa por la
igualdad y fusión en los grupos de víctimas de trauma y la dificultad en la
exploración de la agresión intragrupo condujeron a Herman y Shatzow (1984) y
a otros (Parson, 1984; van der Kolk, 1987) a recomendar grupos homogéneos
por tiempo limitado seguidos de terapia grupal que incluye a personas con
diagnósticos mixtos. El límite de tiempo impide la fusión regresiva y evita la
formación de un bloque de víctimas unidas contra un mundo peligroso y, en su
lugar, promueve el rápido enlace y participación del material sensible a nivel
emocional. Como lo señaló Parson (1985): "Dado que la individuación es la
meta del tratamiento grupal, la persistente "nosotros—idad" del grupo es una
resistencia al crecimiento y a la separación". El hecho de que el grupo termine
pronto siempre es un foco importante, las despedidas sin control son el
distintivo del trauma. Permitir que estos grupos continúen demasiado tiempo
evita que los miembros aprendan a elaborar el duelo y fomenta el desarrollo de
una identidad de víctima.
298  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 16)
GRUPOS HETEROGÉNEOS A LARGO PLAZO
Por lo general, las personas cuyo trauma se ha integrado a la totalidad de su
personalidad continúan repitiendo el enojo, dependencia y traición de sus 1
relaciones con amantes, terapeutas y jefes a expensas de las relaciones
gratificantes con los compañeros. En los grupos heterogéneos de trauma, orientados
a la transferencia, se recrean de manera invariable las expresiones sociales de estos
temores y pueden observarlos con facilidad los compañeros miembros, el
terapeuta y los pacientes mismos. Aquellos con una adecuada terapia individual
anterior están en mayor posibilidad de reconocer y etiquetar sus acciones. La
recapitulación de los afectos y conductas asociadas con el trauma de estos
pacientes en el entorno de la psicoterapia grupal puede conducir a una capacidad
para la afinidad interpersonal, mantenimiento de límites, resolución del conflicto
e intimidad. El trabajo del grupo incluye, pero no está confinado, a la
participación completa del propio trauma pasado como una parte de la propia
experiencia vital y tolerancia por el dolor de otras personas. Los miembros del grupo
necesitan reconocer su propio dolor y sadismo relacionados con el trauma. Es
aconsejable reclutar miembros de una variedad de antecedentes para facilitar la
atención a los detalles de la experiencia de otros sin asumir de manera automática la
igualdad.
Antes de desenterrar las raíces traumáticas de la conducta presente, los
pacientes necesitan estabilizar su situación vital actual. Deben también obtener
un control razonable sobre sus defensas secundarias de larga duración (por
ejemplo, abuso de drogas y alcohol y violencia en contra de sí mismo o de otros)
que originalmente se elaboraron para defenderse en contra de sentirse abrumado.
El trauma se puede manejar sólo después de que se ha establecido algún sentido
de seguridad y una capacidad para el autocuidado. En contraste con los eventos o
relaciones traumáticas, que son imposibles de predecir, incontrolables, físicas y
confusas; los grupos de terapia deben tener límites firmes que sean útiles para los
individuos traumatizados. Los tiempos de reunión, reglas acerca de ausencias y
vacaciones, métodos de pago, naturaleza de los contactos externos permitidos,
uso de prohibición acerca del contacto físico en el grupo y la cantidad de
advertencias que se darán antes de la terminación, necesitan ser claros y definidos
sin ambigüedad alguna.
Los miembros idealizan al grupo y al líder a expensas de la autoestima. Las
personas con antecedentes de maltrato necesitan abordar la cuestión de la
seguridad antes de que el grupo pueda ser verdaderamente una fuerza terapéu tica
para ellos. La revelación de los detalles acerca de las experiencias traumáticas
promueve el desarrollo de una alianza narcisista que con frecuencia, se vuelve el
germen que conduce a una cohesión grupal indispensable. Este sentido de
compromiso con el todo trasciende las alianzas individuales y la lealtad hacia d
líder del grupo. El cambio gradual de una alianza narcisista a una de trabajo
relacionada con el objeto es, en gran medida, una función de la capacidad del
Grupos para pacientes con antecedentes de trauma catastrófico  299
líder grupal para tolerar y explorar los sentimientos primitivos y agresivos, en
especial aquellos dirigidos hacia las figuras paternas transferenciales
decepcionantes.
Cuando los miembros del grupo descubren que ni la obediencia ni la
idealización del líder pueden protegerlos de la repetición de los afectos relacionados con el trauma, presentan una crisis de confianza en la que es necesario
atender la decepción y agresión can el grupo y hacia el líder. Con frecuencia, los
individuos traumatizados elevan a los terapeutas al rango de héroes populares, lo
cual perpetúa un sentido personal de desamparo. Éste se cubre por completo
mediante la ilusión de la omnipotencia del grupo a través de la identificación
con un líder al que se le considera sin ambivalencia consciente. La idealización
debe atenderse e interpretarse de manera vigorosa. Sólo después de que el
miembro traumatizado comienza a atacar las deficiencias reales e imaginarias
del líder, puede realmente verse a sí mismo como útil y poderoso. Sólo entonces
los miembros del grupo recuperan un sentido de efectividad individual (Alonso
y Rutan, 1984; Horowitz, 1971). El terapeuta de grupo debe estar preparado para
absorber toda la fuerza de la transferencia negativa que se desata cuando los
miembros del grupo se hacen conscientes de que los miembros, no el líder, son
los agentes del cambio terapéutico en el grupo, un paso absolutamente necesario
para sobreponerse al desamparo aprendido, relacionado con el trauma (Pines,
1985).
Los miembros individuales asumen riesgos cada vez mayores en la
revelación de las experiencias dolorosas y traumáticas y pueden tolerar y
expresar cada vez más los sentimientos agresivos y tiernos sin temor a la
aniquilación; aumenta su autoeficacia y su capacidad para ayudar a otros. El
foco del grupo en las relaciones entre miembros permite que las nuevas
pérdidas se experimenten como pérdidas objétales con la aflicción y tristeza
acompañantes, más que como heridas narcisistas que se acompañan de
sentimientos de desamparo, aturdimiento o ira vengadora. Esta transición debe
realizarse antes de que el grupo pueda comenzar a recibir todo el beneficio de
las fortalezas que han desarrollado muchas víctimas para sobrevivir al trauma
catastrófico. En este punto, la capacidad terapéutica del grupo rebasa en mucho
a los beneficios terapéuticos del terapeuta individual.
RESISTENCIAS
La resistencia central en los grupos a largo plazo para la atención del trauma es el
temor de que el trauma se reactive por hablar acerca de él. Muchos problemas
grupales pueden comprenderse como consecuencias de evitar tales recurrencias. Es
importante darse cuenta de que esta preocupación está bien fundamentada; las
personas traumatizadas están propensas a volver a experimentar los afectos,
300  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 16)
conductas y recuerdos del trauma cuando se les expone a los estímulos que se los
recuerdan. Sin embargo, evitar el reconocimiento de los sentimientos relacionados
con el trauma promueve el acting out. Los pacientes deben aprender que el hecho de
experimentar los sentimientos relacionados con el trauma no hace que éste regrese
con su violencia y desamparo acompañantes.
Los miembros del grupo lidian con la amenaza actual de la reactivación con
las mismas estrategias de enfrentamiento que se emplearon para el trauma
original. Éstas incluyen disociación, pasividad e identificación con el agresor. La
evitación de la revictimización se presenta de muchas maneras. Puede aparecer
como evitación de la agresión intragrupo mediante la ilusión de igualdad, compartida de manera común. En la identificación con el agresor, con frecuencia los
miembros demuestran activamente ante el grupo la manera en que se les victimó y
vuelven a actuar dicha victimación ya sea como sujeto u objeto con otros
miembros. Debido a que las familias traumatizadas se caracterizan por sadismo,
pasividad, revictimación y atribución de culpa al miembro más débil de la
familia, invariablemente estos patrones aparecerán en el grupo.
Las personas que han tenido que acomodarse a amantes o proveedores de
cuidado que los atacan, aprenden que la dependencia es peligrosa (Pines, 1983).
Temerosos de una nueva traición y subyugación, muchos desarrollan un "mito
de autosuficiencia". Creen que estarán seguros sólo si pueden confiar por
completo en sí mismos. Tienden a ocultar los sentimientos subyacentes de
vacío, soledad y temor mediante ser funcionales en extremo o con bravatas,
incluso conducta antisocial. Una solución común consiste en vincu larse con una
pareja aún más perturbada. En esta relación, el individuo satisface el doble
propósito de ocultar sus propias necesidades de dependencia y de ejercer una
influencia restituida en alguien que engloba su propio sentido de incapacidad.
La envidia, competencia, asertividad, participación e intimidad normales son
particularmente delicadas en los grupos de trauma, porque la mayoría de los
pacientes tienen pocas o ninguna experiencia reciente en la negociación exitosa de
estas cuestiones. En las relaciones uno a uno, los pacientes traumatizados tienen
gran dificultad para establecer el derecho a no estar de acuerdo y a expresar
sentimientos de odio, ya que creen que éstos aniquilarán al terapeuta o a ellos
mismos. Así, a fin de salvaguardar la integridad de la relación individual, se
sacrifican grandes áreas de la vida psicológica de una persona. En los grupos, es
fácil reconocer el precio que se paga por tal evitación. La confrontación, que en el
mejor de los casos es un asunto espinoso en la terapia individual, se puede modular
en los grupos mediante la oferta simultánea de apoyo e identificación empática.
A través de la vida del grupo, existe una tensión entre la insistencia de actuar los
viejos patrones familiares y la validación de la experiencia actual. El contrapeso
fundamental para las proyecciones es la empatía que le da derecho a las personas a
tener su propia angustia (Alonso y Rutan, 1984; Horowitz, 1971). El líder grupal
debe evitar que se le considere como fuente de empatía y en lugar de ello debe
alentar tranquilamente las actitudes empáticas de los miembros del grupo, de modo
que el poder del grupo se localice en los miembros y no en el líder.
Grupos para pacientes con antecedentes de trauma catastrófico  301
CONCLUSIONES
El estrés postraumático no tiene que ver principalmente con los conflictos
intrapsíquicos inconscientes, sino más bien con los recuerdos perturbadores que
pueden afectar la capacidad de esperanza, intimidad, confianza, competencia y
agresión de las víctimas. A pesar de que con frecuencia se arrastra al terapeuta a
satisfacer las necesidades dependientes y narcisistas de los pacientes, los
síntomas postraumáticos en sí no aportan ganancia secundaria. La interpretación
por sí solo no puede deshacer el daño causado por las experiencias traumáticas, a
pesar de que puede aclarar el pasado y ayudar al paciente a lidiar con las
consecuencias del trauma (A. Freud, 1974). La psicoterapia de grupo restablece
un grupo de compañeros en el que compartir y revivir las experiencias comunes
puede facilitar la autoeficacia y las promesas y limitaciones de la confianza.
Mediante experimentar los efectos de los otros sobre sí mismos y viceversa, los
pacientes pueden aprender a modular sus respuestas ante otros de acuerdo con
los requerimientos del presente, más que con base en las demandas del trauma
pasado. Esto facilita el proceso de crecimiento que interrumpió el trauma.
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Consideraciones
especiales
Psicoterapia combinada
individual y de grupo
Kenneth Porter, MD
INTRODUCCIÓN
L
combinación de terapia individual y de grupo es un enfoque único de tratamiento. Más que sólo la suma de sus partes, se mantiene por sí misma como
una modalidad. Algunos terapeutas lo consideran el tratamiento a elegir para
muchos trastornos en pacientes externos. La terapia combinada tiene su propia
historia, mecanismos de acción, indicaciones y contraindicaciones, etapas de
desarrollo y enfoque a la transferencia, contratransferencia y resistencia. Al
presentar la gran cantidad de bibliografía acerca del tratamiento combinado, en
el presente capítulo el autor intenta equilibrar su punto de vist a con aquel de
otros autores y añadir material clínico de sus casos y del de otros, de modo que
la teoría pueda cobrar vida para el lector.
HISTORIA
Dos pioneros en terapia de grupo, Louis Wender y Aaron Stein, publicaron un
artículo en 1949 que resumía el uso de la terapia combinada en una clínica
psiquiátrica para pacientes externos en el estado de Nueva York (Wender y Stein,
1949). Aquellos que la practicaron, pronto establecieron la terapia combinada
307
308  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
como un campo por derecho propio. Más de 25 artículos describieron la teoría del
nuevo enfoque y su utilización para poblaciones especiales de pacientes y se
enfrentaron con aspectos técnicos que incluyen la transferencia, contratransferencia y
resistencia. En 1964, el International Journal of Group Psychotherapy reconoció la
importancia creciente del campo al publicar la primera compilación de artículos de
terapia combinada, las actas de las sesiones de un simposio de la American Group
Psychotherapy Association. Esta compilación incluyó los artículos y discusiones de
Aronson, Bieber, Cappon, Durkin, Rosenbauin, Sager y Stein (Symposium on
Combined and Individual Group Therapy, 1964).
El decenio de 1970 fue más tranquilo. Se caracterizó por la aparición de las
primeras reseñas de terapia combinada de parte de Toby Bieber (1971) y
Benjamin Sadock (1975) y el primer libro en la materia, un texto de Ormort y
Strean que estaba en favor del "psicoanálisis conjunto" con dos terapeutas
diferentes (Ormont y Strean, 1978).
Desde 1980 el tratamiento combinado ha llegado a su mayoría de edad. Tres
reseñas importantes más de los autores Scheidlinger y Porter (1980), Wong
(1983) y Saclock (1985) antecedieron a otro libro, un texto completo de Caligor
y colaboradores, (1984), a artículos importantes que incluyen aquellos de Alonso
y Rutan (1982) y Swiller (1988) y a otra importante recopilación de artículos y
un comentario, que se publicó en Group, y que incluye las contribuciones de
Alonso y Rutan, Bernstein. Caligor, Fieldsteel, Weinblatt y Wright (Porter y
Edwards, 1990).
Para los lectores interesados en particular en los antecedentes históricos de la
terapia combinada, Wong (1983) y Porter (Porter, 1980; Scheidlinger y Porter,
1980) han hecho múltiples revisiones de la literatura al respecto.
MECANISMOS DE ACCIÓN DE LA TERAPIA COMBINADA
Existen dos procesos principales a través de los cuales ejerce su influencia
terapéutica la terapia combinada. Se les puede llamar complementariedad y
potenciación. La complementariedad se refiere al hecho de que la terapia
individual y de grupo reúne ventajas únicas para el campo terapéutico. Cada
una proporciona aquello de lo que carece la otra. La potenciación significa que
cada modalidad incrementa la efectividad de la otra, aparte de simplemente
complementarla.
COMPLEMENTARIEDAD
En referencia a la complementariedad, Saclock (1985) afirmó que:
Psicoterapia combinada individual y de grupo  309
La mayoría de los trabajadores en el campo piensan que -la terapia
combinada tiene la ventaja tanto del ambiente diádico como del grupal,
sin sacrificar las cualidades de ninguno de los dos... Esta modalidad
parece hacer que salgan los problemas a la superficie y se efectúe su
resolución de manera más rápida de lo que sería posible cpn cualquiera
de los métodos por sí solo. (página 1423)
Exploración intrapsíquica. La terapia individual permite una exploración
intrapsíquica profunda. Por el mero hecho de quién está o no presente, el
tratamiento individual permite un nivel profundo de trabajo intrapsíquico,
incluso sobre la transferencia y material genético, que es probable que no
equipare ninguna otra modalidad psicoterapéutica. Esto parece especialmente
importante para los trastornos psicóticos y preedípicos graves, incluso síndromes
de tipo límites y narcisista. En todas estos patologías, de acuerdo con el
conocimiento actual, las dificultades psicodinámicas datan de los años del
desarrollo infantil dominados de manera primordial por una relación diádica y de
aquí que puedan atenderse de modo efectivo mediante un retorno a esa situación
en términos terapéuticos. Existe gran controversia acerca de esta posición, lo
cual se discute después dentro del capítulo.
Sin embargo, este principio no se confina a estos trastornos más graves sino que
se aplica a la gran variedad de trastornos de carácter que se observan también en la
práctica con pacientes externos.
Exploración interpersonal. La terapia de grupo permite una exploración
interpersonal amplia. La imagen de espejo de la capacidad del tratamiento
individual para enfrentarse a los aspectos intrapsiquicos es la capacidad del
grupo para manejar las cuestiones interpersonales. Esto se ha reconocido por
mucho tiempo como la fuente principal de efectividad de la terapia de grupo. La
exploración interpersonal sucede de las siguientes maneras:
1. Se pueden explorar las transferencias múltiples. La terapia de grupo
permite trabajar de manera simultánea con transferencias múltiples (por
ejemplo, experiencias de padres, hermanos o abuelos). Esto permite la
resolución tanto de múltiples relaciones transferenciales diádicas como
también de transferencias triádicas, con sus experiencias concomitantes de
competitividad y celos.
2. La terapia de grupo permite una experiencia familiar correctiva. En esta
terapia existe la presencia nutricia simultánea de una diversidad de figuras
similares a la familia que tal vez no estuvieron presentes en los primeros años.
3. La terapia de grupo sirve como un laboratorio para arriesgar nuevas
conductas. La relación diádica en la psicoterapia individual se estructura de
manera deliberada para crear una diferencia en roles entre paciente y
terapeuta. Esta falta de similitud en roles, que incluye (entre otros) las
diferencias en poder y libertad de expresión, es útil para promover la
transferencia, regresión y una concentración en cuestiones intrapsiquicas en
310  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
4.
Psicoterapia combinada individual y de grupo  311
(Capítulo 17)
el paciente, además de promover objetividad en el terapeuta. Sin embargo,
estas ventajas tienen un precio. El paciente no actúa con facilidad hacia el
terapeuta ciertas conductas con coetános. Por otra parte, en la terapia de
grupo estas diferencias de rol y de poder no están presentes entre los
miembros del grupo. Esto permite de manera natural que el grupo se vuelva
un terreno de prueba para todas aquellas habilidades interpersonales que se
orientan hacia los coetános que los pacientes necesitan refinar, como es el
caso de la autoafirmación efectiva, la expresión constructiva del enojo, la
expresión efectiva de las necesidades de dependencia y de sentimientos
sexuales menos cargados de culpa y ansiedad.
La terapia de grupo resuelve dificultades caracterológicas únicas a las
situaciones sociales. La terapia de grupo permite el surgimiento y resolución
de obstáculos del crecimiento que son diferentes de aquellos que surgen en la
situación diádica. Por tanto, permite la resolución de resistencias diferentes y
saca a relucir distintos aspectos de la personalidad y dificultades diversas.
Todos los terapeutas grupales informan con regularidad que experimentan
sorpresa cuando un individuo que es sumiso en el tratamiento individual
resulta ser un. "tigre" dentro del grupo, o cuando un paciente relajado en
terapia individual se siente abrumado por la ansiedad dentro del grupo.
Aquellos aspectos de la personalidad de un individuo que causan dificultad en
las situaciones sociales surgen de manera espontánea en el grupo, con lo cual
se permite su exploración y resolución. El grupo de psicoterapia se vuelve un
microcosmos de la sociedad y de allí que pueda asumir, cuando es necesario,
las funciones sociales que tal vez estuvieron ausentes en los antecedentes de
un paciente. Esto puede ser particularmente importante en el desarrollo de
valores sociales, una función para la cual, por lo general, la sociedad
complementa a la familia en la maduración de un niño.
La terapia de grupo proporciona formas especiales de apoyo para el yo. La
situación grupal permite que se provean ciertos tipos de experiencias que la
terapia individual, restringida por el hecho de buscar "la presa psicoanalítica
mayor", en general no proporciona (por ejemplo, los sentimientos personales
de otros miembros del grupo, el estímulo directo y los consejos que se dan).
tiene una fuerte reacción negativa ante una sesión grupal, lo cual puede ser poco
aparente para el grupo, el terapeuta en una sesión individual puede proporcio nar
apoyo y mayor exploración, con lo que en ocasiones se evita un abandono del
grupo.
Por esta razón, muchos terapeutas de grupo consideran que el tratamiento
individual concurrente disminuye la probabilidad de abandono de la terapia de
grupo (por ejemplo, véase Caligor, 1977). Una verificación importante de esta
opinión la proporcionaron Stone y Rutan (1984). Estos dos importantes terapeutas
de grupo proporcionaron su experiencia personal a la comunidad profesional en
un artículo que presentaba datos de la cantidad de tiempo que sus pacientes de
terapia de grupo permanecieron en tratamiento y las razones para las diferencias
en su duración. Para un terapeuta la tasa de abandono fue de 38% sin el
tratamiento individual concurrente contra el 11% cuando la terapéutica
concurrente estaba presente. Para el otro, las cifras correspondientes fueron del
56% y 19 por ciento. La terapia individual concurrente cortó la tasa de abandono
de la terapia de grupo a cerca de un tercio de la tasa sin el tratamiento individual.
La terapia individual puede explorar material intrapsíquico más profundo
después de que un grupo confronta de manera efectiva las defensas de carácter de un
paciente. El siguiente ejemplo de caso ilustra las dos maneras en las que la
psicoterapia individual puede potenciar a la terapia de grupo:
Caso 1
POTENCIACIÓN
La señora A comenzó la terapia a la edad de 35 años a insistencias de su
prometido, quien ya se encontraba en tratamiento. Dos de los problemas
que surgieron fueron sus sentimientos acerca de dos abortos espontáneos
subsecuentes, sin causa médica aparente, y un temor a hablar en situaciones
sociales que la había acosado durante muchos años, le había impedido
ascender en su trabajo y fue la causa de que abandonara numerosas clases
universitarias. Era comprensible que la señora A estuviera atemorizada de
comenzar la terapia de grupo. Estuvo de acuerdo con la recomendación
cuando la realicé, pero temía que no podría evitar abandonar avergonzadamente la sesión cuando se sintiera ansiosa. Después de un periodo inicial
de varios meses de ansiedad dentro del grupo, se volvió una de sus
defensoras más activas y dedicadas.
Hasta aquí se discutieron las formas en que la terapia de grupo y la individual, con
sus propias fortalezas, se complementan de manera natural entre sí cuando se les
une. Cada modalidad añade capacidades de las cuales carece la otra. También
existen maneras en las que las dos modalidades no sólo son aditivas sino que
amplifi9n sus fuerzas mutuamente, de modo que la mezcla resultante es aun más
que la mera suma de sus partes.
Efecto de la terapia individual sobre la de grupo. La terapia individual
puede evitar el abandono de la terapia de grupo. Cuando un paciente impulsivo
Lo que se volvió claro dentro del grupo era la conexión entre la ansiedad
de la señora A y el surgimiento de un sentimiento prohibido, en general de
enojo o competencia. El grupo, y en especial las mujeres, intentaron de
manera repetida trabajar con la señora A en una forma bastante amable
acerca de su evitación de esos sentimientos. En cada ocasión en la que esto
sucedía, llegaba a su sesión individual con el anuncio bastante directo de
que se le estaba atacando, que no lo iba a soportar y que planeaba dejar el
grupo. Dado que era bastante impulsiva, esto no se tomó sólo
5.
312  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Psicoterapia combinada individual y de grupo  313
(Capítulo 17)
como palabras huecas. En cada ocasión, se exploró dentro de la sesión
individual la posibilidad de que en realidad tuviera sentimientos de enojo
y competencia y se aclararon las raíces genéticas para este problema.
Como resultado de este trabajo, la señora A realizó un progreso
gradual en su conducta fóbica. En la escuela pudo permanecer en clase y
tener un buen desempeño en varios cursos que antes le eran imposibles
de tomar, con gran supresión de la vergüenza y con un sentimiento de
orgullo y logro. Quizás como una coincidencia, también pudo convencer a
su esposo de adoptar un niño, lo cual era un sueño de toda su vida y que
le trajo a la señora A una enorme y continuada dicha.
Efecto de la terapia de grupo sobre la individual. La terapia de grupo facilita la
resolución de las transferencias que son difíciles de resolver en el tratamiento
individual por sí solo. Muchos pacientes, en especial aquellos que sufren de
estados pre— edípicos, desarrollan transferencias dentro de tratamiento individual que es probable que sean difíciles de resolver. Ejemplos son: 1) la transferencia del paciente que "no tiene transferencia" — "Simplemente no tengo
sentimientos como esos por usted" (esto puede ser notable en particular en
narcisistas u obsesivos); 2) la transferencia extremamente dependiente y
persistente; 3) la transferencia límite de demanda y enojo perseverante y 4) la
transferencia paranoide, crítica y cautelosa
La terapia de grupo facilita la resolución de las defensas de carácter (resistencias) que son difíciles de resolver en terapia individual. En una terapia de
grupo, el terapeuta requiere la interacción emocional espontánea de cada uno (le
los miembros. Es el equivalente de la "regla básica" de la asociación libre en el
psicoanálisis tradicional. Pero, debido a que el paciente tiene defensas caracterológicas-que, desconocidas para él, interfieren con su funcionamiento interpersonal efectivo, será incapaz de obedecer por completo la petición de hablar
de manera libre y abierta. En la interacción grupa], las defensas de carácter
surgirán de modo inmediato, como en el retraimiento, intelectualización, proyección, grandiosidad, retención, impulsividad o seducción. Estas defensas de
carácter pueden trabajarse (le manera más fácil en el grupo que en las sesiones
individuales por las siguientes razones. Primero, las defensas pueden no evidenciarse en la situación individual si las produce más la interacción con cotáneos
que la interacción jerárquica. Segundo, otros miembros del grupo pueden
proporcionar retroalimentación y también quizá funjan como objetos para la
observación de aquello que se niega en el sí mismo del paciente, pero que puede
verse con más facilidad en otro.
La terapia de grupo crea una cultura que apoya los valores de crecimiento
personal. En contra de aquellos que consideran que la psicoterapia es una
empresa independiente de los valores, considero que la terapia se ve atravesada
de modo constante por valores y que esto es un aspecto necesario y útil del
trabajo. Ciertos valores, como honradez, atención y la importancia de la vida
emocional, parecen estar conectados de manera intrincada con la curación
psicológica que se desempeña en terapia. Debido a que los valores los transmiten
las familias y culturas, y a que el grupo de terapia se vuelve una nueva "familia" y
"subcultura" para el paciente, el grupo también se convierte en el portador de
valores positivos. Considero que el apoyo para estos valores que se ofrece por la
presencia del grupo de terapia es, en sí mismo, un factor adicional de curación en
la terapia combinada, como lo ilustra el siguiente ejemplo de caso:
Ca so 2
1:a señora B pudo permanecer en cierto momento dentro del tratamiento
individual sólo debido al fuerte lazo con su grupo de terapia. Al principio, la
terapia procedió bien. En el tratamiento individual de dos veces por
semana, al cual se añadió después el grupo, la señora B desarrolló una
relación positiva conmigo y se enamoró y se casó con un hombre con el
que parecía sentirse feliz. Sin embargo, a medida que se profundizó en su
terapia, la situación cambió. A través de un periodo de años, parecía
incapaz de cambiar sá situación laboral y desarrolló una poderosa transferencia negativa con fuertes elementos paranoides y masoquistas que
resistieron todo intento de resolución. Durante este tiempo continuó
trabajando de manera productiva dentro del grupo. Por último, le dio fin a
su tratamiento individual y continuó sólo con el grupo, lo que dejó claro
que se sentía a corta distancia de terminar el tratamiento en sí.
El caso 2 tiene un aparente final feliz que después se relatará en este capítulo.
Por ahora lo que es importante es que sus fuertes lazos con el grupo le
permitieron a la señora B sobrevivir en un periodo difícil de su terapia y
proseguir para completar el importante trabajo psicológico que casi se dejó sin
resolver.
OBJECIONES A LA TERAPIA COMBINADA
A pesar de esta impresionante lista de beneficios que se asocian con la terapia
combinada, muchos terapeutas consideran que es un enfoque inferior. Las
objeciones han provenido de terapeutas grupales y de psicoanalistas individuales
por igual. En cada caso, la crítica ha sido la misma: que la modalidad combinada
interfiere con la efectividad completa de cada terapia por sí sola, que se
considera superior en eficacia.
Muchos de los primeros psicoterapeutas. de grupo eran psicoanalistas individuales que sentían que habían descubierto una forma superior de tratamiento
en la terapia de grupo. Debido al entusiasmo con, sus nuevos descubrimientos,
314  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
la tendencia natural de los nuevos sistemas a rechazar a los viejos o la hostilidad de
los psicoanalistas individuales, muchos de los primeros terapeutas de grupo
rechazaron cualquier agregado del tratamiento individual a la nueva modalidad de
grupo que habían descubierto. Sentían que las sesiones individuales extraerían la
ansiedad, transferencia y otros materiales profundos que eran necesarios para el
completo funcionamiento del grupo psicoanalítico.
Wolf y Schwartz (1962), a pesar de que no rechazaban de manera uniforme
la terapia combinada, afirmaron su creencia de que sólo la terapia de grupo era
preferible. Foulkes (1964) hizo lo mismo, aunque al menos en ciertas etapas de
su trabajo practicó una manera diluida del tratamiento combinado (al ver
individualmente a los pacientes de grupo cada dos meses). La posición de Ezriel
(1957) era similar. De modo más reciente, Whitaker y Lieberman (1964) y
Yalom (1975) también estuvieron de acuerdo. Es interesante que muchos de
estos terapeutas de grupo hayan preferido un patrón de terapia de grupo intensiva
para sus pacientes, con reuniones dos veces por semana o con mayor frecuencia,
en lugar del formato de una vez por semana que ahora es más común en Estados
Unidos.
En el otro lado de la discusión, muchos psicoanalistas individuales
tradicionales han sostenido durante años que el uso de la terapia de grupo de
manera concurrente con el psicoanálisis viciaría significativamente al
tratamiento individual. Este punto de vista se basa en la idea de que la terapia de
grupo se volvería una arena para el acting out de conflictos que pertenecen de
manera apropiada a la esfera analítica; por tanto, no se desarrollaría o no sería
analizable una adecuada neurosis de transferencia, que se considera esencial para
la acción curativa del psicoanálisis.
Esta posición ha disminuido gradualmente en importancia por varias razones. En el caso del psicoanálisis individual, ha disminuido de manera gradual el
énfasis en el desarrollo de la neurosis de transferencia como el elemento sine
gua non para un análisis exitoso, como algo opuesto a la interpretación de la
transferencia comprendida de manera más amplia. Al mismo tiempo, la experiencia acumulada de los terapeutas de grupo con orientación psicoanalítica
acerca de que, de hecho, es posible trabajar a profundidad con la transferencia
dentro del ambiente de grupo, también ha tendido a hacer que este argumento se
vuelva obsoleto. Algunos terapeutas grupales psicoanalíticos, como Durkin y
Glatzer (1973), aun discuten que es posible el desarrollo y resolución de una
neurosis transferencial completa dentro del grupo.
En resumen, considero que el descubrimiento original de la psicoterapia de
grupo condujo a una rigidización de las posiciones tanto entre los terapeutas
individuales como grupales, en cuanto a la eficacia de los métodos de cada uno. A
medida que el tiempo ha suavizado las posiciones anteriores, y que cada campo se
ha hecho más maduro, menos defensivo y más flexibré, existe menor enemistad y
más apreciación de parte de analistas y de terapeutas grupales por igual hacia las
contribuciones de cada uno y, también, menos antagonismo hacia el tratamiento
combinado.
Psicoterapia combinada individual y de grupo  315
INDICACIONES Y CONTRAINDICACIONES
PARA LA TERAPIA COMBINADA
¿QUIÉN DEBE ESTAR EN TERAPIA COMBINADA?
Los clínicos se dividen en dos campos cuando discuten las indicaciones para el
tratamiento combinado. Están aquellos, entre los cuales se encuentra el autor
del capítulo, que consideran que la terapia combinada es, en términos básicos, el
tratamiento a elegir para la mayor parte de los trastornos que atienden los
psicoterapeutas con base en tratamiento externo. Éstos incluyen gran parte de los
trastornos de personalidad (incluso los estados de tipo límite y narcisista),
muchos de los trastornos impulsivos o adictivos (que se relacionan con drogadicción, comida, sexo y conducta), y casi todos los trastornos depresivos y de
ansiedad y muchos de los estados psicóticos en pacientes externos (Scheidlinger
y Porter, 1980). Una posición un tanto cuanto diferente, pero que también
recomienda la terapia combinada para una gran variedad de situaciones, la
asumieron Caligor y colaboradores, (1984), quienes defienden el uso del trata miento combinado para facilitar el proceso de translaboración del tratamiento
psicoanalítico en general.
La otra posición y, a juzgar por la bibliografía al menos, la más prevalente, es
aquella en que la terapia combinada es una forma valiosa de tratamiento, con
indicaciones específicas que difieren tanto de aquellas para terapia de grupo por sí
sola como de las correspondientes al tratamiento psicoanalítico individual. Se pueden
encontrar buenos ejemplos de esta posición en los artículos de Alonso y Rutan
(1982) y Wong (1983).
Alonso y Rutan (1982) hicieron una lista varios tipos de pacientes para los
que se indica el tratamiento combinado y que incluyen a aquellos que no pueden
producir suficiente material en terapia individual o de grupo por sí sola, que
desean trabajar a nivel más profundo (en un sentido intrapsíquico) o más amplio
(en términos interpersonales) de lo que lo permitiría una sola modalidad, los
atemorizados o en crisis que necesitan el mayor apoyo en la modalidad combinada y pacientes que producen dificultades contratransferenciales importantes.
¿QUIÉN NO DEBE ESTAR EN TERAPIA COMBINADA?
De manera interesante, hay mayor acuerdo dentro del campo en cuanto a las
contraindicaciones para el tratamiento combinado. Existen en términos básicos
cuatro tipos de pacientes para los que está contraindicada la terapia combinada
(Alonso y Rutan, 1982).
Pacientes a los que se les refiere a terapia combinada como una resistencia a
una dificultad en su psicoterapia individual o de grupo. Alonso y Rutan (1982)
afirmaron esta posición de manera muy clara:
316  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
En primera y de manera más importante, es un error añadir otra
modalidad cuando tal adición es una resistencia a algo en la terapia
original. Es un error fundamental que se conecte con demasiada
frecuencia. La primera consideración que debe ,hacerse cuando, por
Psicoterapia combinada individual y de grupo  317
en un grupo de terapia conductual con tiempo limitado), farmacoterapia o
psicoanálisis clásico, dependiendo de los recursos e inclinaciones tanto del paciente
como del terapeuta.
ejemplo, se piensa en agregar terapia de grupo a la terapia individual de
un paciente es "¿Esta petición representa el deseo de evitar la
confrontación de algo importante en terapia individual?" Esa evitación, por
INICIACIÓN DEL TRATAMIENTO
cierto, con frecuencia tal vez sea de parte del terapeuta que hace la
referencia lo mismo que del paciente. (página 273-274)
Sin embargo, aun estas sabias palabras deben atemperarse con una palabra de
precaución. Por ejemplo, en ocasiones se obtiene una referencia para terapia de
grupo de parte de un terapeuta individual y se vuelve aparente que existe cierta
dificultad en el tratamiento con el cual luchan tanto el paciente como el terapeuta.
A veces no parece posible ser de ayuda directa para el terapeuta individual y, de
hecho, es posible que la referencia sea una petición consciente o inconsciente de
ayuda de parte de una o de ambas partes. Como este es un mundo imperfecto, en
ocasiones lo mejor en términos de sabiduría clínica puede ser proceder con el
tratamiento combinado, sabiendo que se le ofrece al paciente y al terapeuta una
salida potencial de una situación que de otra manera es insostenible.
Ciertos pacientes con personalidad gravemente límite o narcisista que
no toleran la ansiedad que surge en el tratamiento de grupo. Para un nuevo
paciente en terapia de grupo, éste es un ambiente menos protegido que la
sesión individual. Dos fuentes comunes de ansiedad son la honradez
emocional que prevalece en el grupo, que puede estimular sentimientos
inconscientes intolerables en el nuevo paciente, y la experiencia de compartir
al terapeuta con otros miembros del grupo, lo cual puede privar al nuevo
integrante de un lazo de objeto del sí mismo con el terapeuta que se utilizó
antes nara mantenimiento de la estabilidad emocional. Muchos pacientes con
personalidad de tipo límite y narcisista pueden experimentar tanta ansiedad en
el ambiente grupal que sólo el tratamiento individual es productivo. Para
algunos de estos individuos, el tratamiento combinado tal vez sea útil después
de que un periodo prolongado de tratamiento individual ha fortalecido al yo.
Para otros, puede ser que el tratamiento combinado nunca sea apropiado.
Pacientes no apropiados para terapia de grupo de acuerdo con las
contraindicaciones comunes para éste. Éstos incluyen pacientes que son
extremadamente paranoides, tímidos, monopolizadores, psicopáticos, psicóticos,
suicidas o en crisis. Es obvio que estos criterios no son absolutos y el clínico debe
aplicarlos con flexibilidad para que satisfagan las necesidades de situaciones
individuales específicas.
Pacientes con síntomas neuróticos focales que no tienen un trastorno
significativo y subyacente de personalidad o que no poseen interés en cambiar
un trastorno de este tipo. En el estado actual del conocimiento estos individuos
pueden recibir con terapia conductual (que, por supuesto, puede llevarse a cabo
La manera más común de comenzar la terapia combinada es cuando el paciente
ya se encuentra en tratamiento diádico e ingresa a un grupo conducido por su
terapeuta individual o por otro terapeuta. Esto probablemente refleja el hech o
de que en la práctica privada de psicoterapia el tratamiento individual aún se
considera la norma y la mayoría de los terapeutas de grupo todavía pasan una
gran parte de su tiempo profesional en la práctica de la psicoterapia individual.
(En las clínicas e instituciones, con frecuencia las exigencias de tiempo y
dinero requieren de una elección entre el tratamiento individual o el de grupo
para un paciente dado y la terapia combinada es menos común).
MANERAS DE INICIAR LA TERAPIA COMBINADA
Comenzar de manera simultánea la terapia grupal e individual. En la mayor
parte de los casos, comenzar la terapia individual y de grupo de manera
simultánea puede sobrecargar al paciente y al terapeuta con más cuestiones de las
que pueden manejarse productivamente. Parece más sencillo, y menos tensionante
para todas las partes, que se asuma un nuevo reto a la vez. Sin embargo, como
señalaron Alonso y Rutan (1990), el inicio de las dos modalidades a un mismo
tiempo tiene la ventaja de dar un mensaje claro de que la terapia de grupo es igual
en valor a la individual. También evita el sentimiento del paciente acerca de la
pérdida de una relación exclusiva con el terapeuta si entrara a un grupo des pués
de haber estado solo en terapia individual.
Comenzar con terapia de grupo y agregar la terapia individual. La terapia
combinada puede en realidad iniciarse con el tratamiento de grupo y añadir después
la terapia individual. De hecho, esta es con toda probabilidad la manera más útil de
proceder para dos grupos de pacientes. Primero, los que han tenido experiencias
prolongadas con tratamiento individual, ya sea exitoso o no, pueden sentirse poco
inclinados a iniciar aun otro periodo de terapia individual. Cuando la modalidad
individual ha tenido éxito pero ha sido incompleta, la terapia de grupo puede
percibirse de manera correcta como una oferta de oportunidades frescas para
acercarse a los problemas que antes se dejaron sin resolver. Cuando el tratamiento
individual ha sido menos exitoso, la terapia de grupo puede considerarse, ya sea de
manera correcta o incorrecta, como un enfoque completamente diferente que puede
resultar efectivo donde el tratamiento individual
318  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
no lo fue. Bajo estas circunstancias, con frecuencia es sabio en términos clínicos
apoyar la elección del paciente de iniciar sólo la terapia de grupo. En la mente del
terapeuta puede permanecer la posibilidad de terapia combinada como algo potencial para el futuro. El segundo grupo de pacientes para los cuales dar comienzo a la
terapia combinada sólo con la modalidad de grupo puede ser apropiado, son
aquellos con un fuerte temor a la intimidad, para los cuales el contacto prolongado
del tratamiento individual puede resultar intolerable al principio.
Comenzar terapia combinada con tratamiento individual y después
añadir la terapia de grupo. Ésta es la manera más común de iniciar la terapia
combinada. Existen diversas ventajas. Primero, las cuestiones iniciales de
comenzar el tratamiento pueden manejarse en el marco de la terapia individual.
No es necesario que los problemas prácticos urgentes con los que, por lo general,
entran las personas a tratamiento, ni la tarea de formar la alianza terapéutica ni el
surgimiento inicial de transferencia y resistencia sean una carga para la terapia de
grupo, la cual queda en mayor libertad para concentrarse en sus actividades del
aquí y ahora. Segundo, las ansiedades incitadas por la entrada en un grupo de
terapia pueden manejarse en el contexto de una alianza terapéutica más segura
con el terapeuta y 'Un yo más experimentado y reflexivo en el paciente. Tercero,
para el momento en el que el sujeto entra al grupo de terapia, es probable que el
terapeuta posea una comprensión bastante buena acerca de los aspectos
caracterológicos y transferenciales principales del paciente.
Un patrón de terapia combinada que se practica hoy en día en Estados
Unidos es que el terapeuta individual y el de grupo sean la misma persona. La
teoría y práctica de este patrón de terapia combinada se resumieron con clari dad en uno de los primeros artículos de Aronson (1964) y de manera más
reciente en el libro de Caligor y colaboradores, (1984).
ASPECTOS A CONSIDERAR AL INICIO DE LA TERAPIA COMBINADA
El terapeuta individual necesita considerar diversos puntos cuando agrega la
terapia de grupo al plan de tratamiento del paciente. Estas incluyen: 1) El
momento idóneo de la recomendación; 2) Cuándo una sesión que se agrega al
programa de tratamiento debe ser de grupo en lugar de individual; 3) La forma
de la recomendación y lo que se le dice, de hecho al paciente y 4) El aspecto
técnico de si debe disminuirse la frecuencia de las sesiones individuales del
paciente y un problema que se relaciona con si las cuotas del paciente deben
disminuirse en caso de que éste lo pida.
Momento idóneo para agregar tratamiento de grupo al individual. Caligor
y colaboradores, (1984) enunciaron de manera sucinta la recomendación tradicional
acerca de cuándo agregar el grupo a la terapia individual:
El terapeuta considera añadir el grupo cuándo siente que se han logrado
aspectos de la terapia que se manejan mejor de manera individual; cuándo
existe una comprensión cooperativa acerca de la historia clínica como algo
Psicoterapia combinada individual y de grupo  319
relacionado con el funcionamiento actual; cuando existe una conciencia de
la calidad de la transferencia y una sólida alianza terapéutica (página 40).
Cuándo una sesión adicional debe ser individual o de grupo. Otra cuestión que
surge con frecuencia, en especial para el terapeuta con orientación psicoanalítica, es
el hecho de añadir una sesión individual al- horario semanal de tratamiento del
paciente en lugar de una de grupo, cuando se considera una intensificación del
tratamiento. Aquí, es probable que los clínicos necesiten guiarse por una
combinación de factores que incluyen su propia preferencia ideológica por el
tratamiento grupal o individual, la preferencia y resistencia del paciente, la
naturaleza de las dificultades del sujeto, las exigencias de tiempo y dinero y con
cuánta frecuencia asiste ya al tratamiento individual, por mencionar sólo unas
cuantas consideraciones posibles.
En la experiencia del autor, por lo general se guía por cuáles parecen ser las
necesidades del paciente y por qué tan bien trabaja éste en tratamiento individual. Cuando el foco principal del trabajo terapéutico es intrapsíquico más que
interpersonal, en la medida en que pueda realizarse tal distinción, y cuando el
paciente trabaja bien en tratamiento diádico, sería recomendable la adición de
una sesión individual más que una de grupo. Por otra parte, cuando la persona
lucha con conflictos interpersonales, cuando el tratamiento individual parece no
ser muy productivo o ambos casos, se recomendaría una sesión adicional de
terapia de grupo con la esperanza de que añadirá una dimensión al tratamiento,
lo mismo que facilitará las sesiones individuales.
Cómo debe realizarse la recomendación. ¿Qué puede y debe decirse al
paciente de psicoterapia individual cuando se introduce el tema de la terapia de
grupo? Por supuesto es más fácil para el clínico si el paciente inicia la discusión,
pero esto ocurre en una minoría de casos. De otra manera, si el terapeuta saca el
tema a relucir, con frecuencia es útil conectar la recomendación con el material
que es actual en el tratamiento. Si la elección de la terapia de grupo es razonable,
debe reflejar los dilemas en curso en la vida del paciente y le será más compren sible si se hace manifiesta esta conexión. Ejemplos de esta conexión serían la
recomendación de la terapia de grupo cuando el paciente ha estado trabajando
sobre aspecto de aislamiento, dificultad para estar en contacto con sentimientos o
cuando existen conflictos interpersonales.
Algunos pacientes responden de manera bastante inmediata a la idea de la
terapia de grupo. Cuando la persona no responde, en general es mejor explorar
cualesquiera resistencias que pudieran estar presentes. Si después de esto el
paciente se comporta de manera negativa, es mejor dejar de lado el tema, respetar
sus deseos y dejar abierta la posibilidad (al menos en la mente del terapeuta) de
regresar al asunto en una fecha posterior.
Cuando el terapeuta se siente confuso por una resistencia aparentemente
excesiva de parte del paciente a entrar en terapia de grupo, quizá sea en parte porque
aún no comprende la dinámica del paciente, como lo ilustra el siguiente ejemplo de
caso:
320  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Psicoterapia combinada individual y de grupo  321
(Capítulo 17)
Cas o 3
La señorita C entró a tratamiento individual cuando se encontraba cerca
del final de su segundo decenio de vida. Deseaba de manera desesperada
ingresar a la facultad de leyes, pero había intentado de manera repetida
obtener la admisión y había fracasado. Hija de supervivientes de un
campo de concentración, había crecido con una hermana menor enfermiza
que se las había arreglado hacia poco para entrar ella misma a esa
facultad. Mientras crecían, las niñas habían luchado con una madre
narcisista y un padre amoroso pero deprimido. Ambos padres vivían bajo
la influencia de sus experiencias de la Segunda Guerra Mundial y las niñas
se asían una a la otra en una existencia altamente competitiva pero que,
sin embargo, era simbiótica y se proveían entre sí aquello que no estaba
disponible de parte de sus progenitores.
Durante el tratamiento de la señorita C recomendé repetidamente, y
en ocasiones de manera bastante forzosa, que agregara la terapia de
grupo a su tratamiento. La combinación de su intensa rivalidad con su
hermana además de su dificultad actual en su relación con los varones
parecía hacer a la terapia de grupo algo hecho por naturaleza para ella.
Sin embargo, de cierta manera para mi confusión, se rehusaba de
manera resuelta.
Después de ocho años, su tratamiento cambió de manera espectacular cuando durante una de las sesiones perdí los estribos con ella en
relación con un patrón de larga duración en su transferencia en la que me
objetivaba mientras que mantenía una actitud arrogante. Este evento
desafortunado y útil expuso problemáticas profundas en el tratamiento de
la señorita C. Se hizo aparente que su falta de participación conmigo, que
había mantenido a través de ocho años, no le había impedido lograr
ciertas metas, pero había limitado su capacidad para elaborar profundos
aspectos interpersonales. En el momento en que comprendí mejor su
resistencia transferencial, y se profundizó su terapia, entendí por qué la
señorita C se había resistido a la terapia de grupo durante tanto tiempo.
Sin poder articularlo, ella sentía que necesitaban sacarse a relucir aspectos
cruciales y resolverlos dentro de su relación transferencial conmigo antes
de que se sintiera con la suficiente seguridad como para arriesgarse a
experimentar mayor ansiedad dentro del ambiente grupal. La
recomendación original de mi parte había sido un error técnico.
Jorge, un varón en la primera parte de su tercer decenio de vida, había
entrado a tratamiento debido a su uso de cocaína y a una serie de intensas
aventuras amorosas con mujeres... En el tratamiento de tres veces por
semana, Jorge había logrado un notable progreso. Con rapidez formó un
vínculo, dejó la cocaína y disminuyó el paso en la carrera para alejarse de
las mujeres... Sin embargo... en las relaciones con ellas continuó primero
idealizándolas y después se desilusionaba por completo... Parecía un buen
momento para la introducción del grupo. A pesar de que Jorge comprendía
los antecedentes de sus problemas, experimentaba ansiedad mínima en la
sesión de terapia, donde se sentía seguro... Agregar el grupo parecía ser
una buena manera de obtener una experiencia más conflictiva en terapia.
El paciente se sentía ansioso con respecto a la sugerencia pero estaba
dispuesto a intentarlo con base en la recomendación del terapeuta con la
condición de que si no le agradaba, lo descontinuaría después de unas
cuantas sesiones. En el momento del ingreso de Jorge al grupo era obvio
que estaba desorganizado y confuso a un grado que le sorprendió al
terapeuta. En su sesión individual, informó que estaba volviendo a
experimentar el tipo de ansiedad que en un inicio lo había llevado a
tratamiento... El grupo continuó generándole ansiedad inaguantable. Dejó
de asistir al grupo y regresó sólo a las sesiones individuales, donde de
manera gradual retornó al tratamiento productivo. Un año y medio después
entró al grupo a petición propia. Al funcionar a un nivel más integrado,
pudo utilizar de manera productiva al grupo. (página 20.21)
¿Se debe cambiar la frecuencia de sesiones y las cuotas cuando el paciente
individual añade el grupo a su tratamiento? Un problema frecuente que surge
cuando un paciente añade la terapia de grupo a la individual es una petición de que
disminuya la intensidad de esta última. De acuerdo con la experiencia del autor en
teoría es mejor que se mantenga el nivel previo de sesiones individuales. Sin
embargo, de hecho por razones de tiempo y dinero, un paciente puede no ser capaz
de adherirse a esta pauta.
El tema de las cuotas se maneja de manera diferente de acuerdo con la
filosofía y necesidades de cada clínico. En principio no parece haber nada malo
en que se reduzcan un tanto cuanto las cuotas para que el paciente asista a un
horario más intenso de terapia, pero el terapeuta debe estar alerta de los asp ectos
contratransferenciales que implican un sentido de coaccionar o "sobornar" al
paciente.
TERAPIA CONJUNTA
En ocasiones, el juicio clínico acerca de agregar la terapia de grupo a la
Yl tratamiento conjunto individual y de grupo (es decir, cuando el terapeuta
individual tal vez sea correcto pero prematuro. Caligor (1990) dio un
excelente ejemplo:
individual y el de grupo son personas diferentes) es un enfoque común bajo dos
condiciones: 1) cuando es deseable la terapia de grupo para un paciente que recibe
322  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
tratamiento individual y el terapeuta de esa persona no dirige grupos de terapia y 2)
cuando es deseable la terapia individual para aquel que recibe terapia de grupo y su
terapeuta no realiza terapia individual o no tiene tiempo disponible.
La terapia conjunta tiene varias ventajas diferentes. Un artículo especialmente
claro que resume este enfoque (Ormont, 1981) y un libro de mayor importancia
(Ormont y Strean, 1978) que se dedica de manera exclusiva a la terapia conjunta,
presentó un modelo detallado y complejo para esta forma de tratamiento. Como
resumieron de manera concisa Alonso y Rutan (1982):
Ormont y Strean defendieron de manera firme el uso de dos terapeutas
diferentes cuando se combinan la terapia de grupo y la individual. Destacaron las ventajas para el paciente de tener multiplicidad de objetos
transferenciales, observadores, intérpretes, solucionadores emocionales,
ambientes terapéuticos, reacciones contratransferenciales y estados del
yo. (página 275)
Entre todas estas ventajas, las más importantes al parecer son la oportunidad de
que el paciente se exponga a enfoques terapéuticos diferentes, potencialmente
enriquecedores en términos mutuos, y la oportunidad de trabajar con diversas
transferencias, en especial hacia terapeutas varón y mujer, como lo ilustra el
siguiente ejemplo de caso:
C as o 4
El señor D, soltero, en la primera parte de su tercer decenio de vida, entró
a terapia conjunta cuando su analista me lo refirió para terapia de grupo
concurrente. Un abogado con éxito moderado, el señor D había tenido
cuatro años de análisis pero continuaba siendo incapaz de tener una
relación sexual o emocional con una mujer, a pesar de que era
claramente heterosexual. Una infancia con una madre narcisista y un
padre violento, alcohólico y abandonador lo había dejado con una
combinación de problemáticas narcisistas y edípicas que hasta ese
momento le habían impedido una función heterosexual exitosa.
A pesar de que este caso tenía factores múltiples que eran difíciles de
separar, un factor que parecía representar un papel consistía en la diferencia
en enfoques entre el analista del señor D y yo. El analista del señor D se
experimentaba como cálido y atento a pesar de que enfocaba sus
interpretaciones a nivel edípico. A mí, por otro lado, se me experimentaba
como duro y paternal, en especial en el contexto de grupo, donde alentaba
a éste a enfocarse en las defensas narcisistas del señor D en contra de
relacionarse a nivel interpersonal. La combinación de una modalidad
materna que se enfocaba, en términos interpretativos, en los factores
Psicoterapia combinada individual y. de grupo  323
edípicos y un enfoque de confrontación que lidiaba con los aspectos
narcisistas, pareció beneficiar a este paciente.
Sin embargo, no deben subestimarse las dificultades del enfoque conjunto. Del
lado del terapeuta éstas incluyen la posibilidad de importantes desacuerdos
esenciales entre los dos clínicos. De parte del paciente existe el peligro de una
grave escisión transferencia!, es decir, que la persona se enfrente con la complejidad normal de amar y odiar a cada terapeuta mediante dirigir los sentimientos
positivos de manera exclusiva hacia a uno de ellos y los sentimientos negativo
exclusivamente al otro.
Cuando se practica la terapia conjunta, debe existir un canal abierto de
comunicación entre ambos clínicos y esto debe comprenderlo y aceptarlo el
paciente. En la experiencia del autor, este canal puede utilizarse para consultas
telefónicas frecuentes entre los dos terapeutas o puede permanecer casi sin uso
durante meses o aun años, excepto por charlas ocasionales muy breves. Lo que es
crucial no es la frecuencia con la que se utilice el canal sino que todas las partes
estén conscientes de él y respeten su existencia. Casi todo caso de terapia conjunta
que fracasaba, dentro de la experiencia del autor, se caracterizaba (en retrospectiva,
por desgracia) por comunicación insuficiente entre el terapeuta individual del
paciente y el mismo.
¿Cuál es preferible, la terapia individual de grupo conjunta o combinada? Es
probable que cada clínico llegue a sus propias conclusiones; la opinión del autor
es que probablemente ésta no sea una pregunta crucial. De hecho, en general se
decide con base en las necesidades prácticas de la situación terapéutica (quién
está disponible para qué) y no nada de malo con ello. Es probable que la mayoría
de los terapeutas experimentados hayan visto suficientes casos excelentes de
cada forma de tratamiento, y bastantes casos cuestionables, como para haberse
sobrepuesto a cualquier prejuicio inicial que pudieran haber tenido sobre esta
cuestión.
FASE MEDIA DEL TRATAMIENTO: TRANSLABORACIÓN
La translaboración es crucial para la terapia combinada, es decir, la exploración
repetida, de una sesión a otra, de los conflictos inconscientes que puede conducir
de manera gradual a sanar la personalidad. Aquí se concentra la atención en un
aspecto particular de la translaboración, las diferentes maneras en que las sesiones
individuales y de grupo pueden unirse entre sí para formar un enfoque unificado
hacia el tratamiento. Al explorar esta área desearía hacer uso de una distinción
tradicional entre el insight y los enfoques de psicoterapia de apoyo. (El texto
clásico de Dewald [1964] presenta una exposición cuidadosa de esta posición de
parte de un psicoanalista tradicional).
Los enfoques orientados al
324  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
insight (que también se llaman descubridores o reconstructivos) modifican las
defensas del yo para permitir que la experiencia inconsciente se integre dentro
de la conciencia. Los enfoques de apoyo (que incluyen lo que en ocasiones se
denomina guía u orientación psicológica) intentan fortalecer el funcionamiento
consciente a través de aliviar las fuerzas de vergüenza y culpa que inhiben al yo
y proporciona una educación que incrementa las capacidades para vivir diestramente (Slavson, 1964).
La clave para la translaboración exitosa en la terapia combinada es que el
clínico comprenda que las sesiones individuales y de grupo pueden combinarse
de cuatro maneras diferentes: 1) ambas modalidades pueden utilizarse para
obtener insight; 2) ambos enfoques pueden emplearse para el apoyo; 3) las
sesiones individuales pueden usarse para alcanzar insight y las sesiones de grupo
recibir apoyo y 4) las sesiones de grupo pueden utilizarse para lograr el insight y
las individuales para obtener apoyo. A través del uso flexible de estos cuatro
patrones, el clínico puede obtener el beneficio terapéutico óptimo de la terapia
combinada.
TERMINACIÓN
La finalización de la terapia combinada individual y de grupo impone retos
interesantes para el paciente y para el terapeuta por igual. Además de que provocan
las experiencias comunes, dichosas y dolorosas, que acompañan el final de la
terapia, el tratamiento combinado permite el uso creativo de dos modalidades
simultáneas de tratamiento. En una reseña cuidadosa acerca de la terminación de la
.terapia combinada, Fieldsteel (1990) describió las posibles formas que puede
asumir el proceso.
TERMINAR AMBOS TRATAMIENTOS DE MANERA SIMULTÁNEA
La terminación de ambas modalidades de tratamiento a la vez le resalta al
paciente la cuestión de la terminación. Esto puede ser apropiado cuando tanto
el terapeuta como el paciente sienten que el tratamiento está completo en
términos razonables o cuando este último tiene problemas no resueltos que se
vinculan con la pérdida que el terapeuta o él mismo quieren resaltar, como lo
ilustra el siguiente ejemplo de caso:
Caso 5
El señor E, un estudiante de 21 años de edad, entró a tratamiento debido
a dificultades para relacionarse y para hablar en público. Durante el curso
Psicoterapia combinada individual y de grupo  325
del tratamiento, seleccionó la carrera de dentista, terminó sus estudios, se
estableció con éxito como profesional, conoció y se casó con una mujer
con la cual se sentía feliz, tuvo un hijo al que amaba profundamente y, en
general, expandió su capacidad para disfrutar de la vida. La terminación
simultánea de la terapia individual y de grupo se planificó con 12 meses de
anterioridad. Como podría pronosticarse, la terminación del tratamiento le
evocaba profundos y dolorosos sentimientos de pérdida y enojo. Un rasgo
importante del tratamiento consistía en que había comenzado bastante
pronto dentro de mi propia carrera y, por tanto, incluía varias
intervenciones que en retrospectiva parecían menos que óptimas. A
medida que el señor E creció en madurez y confianza, pudo confrontarme
en cuanto a estas cuestiones y expresó mucho enojo y dolor. Este material
surgió en particular durante el periodo de terminación que, por tanto, se
convirtió en un tiempo bastante útil de revisión y, en cuanto fue posible, de
corrección de las distorsiones previas, En el momento acordado, el señor E
terminó su tratamiento con lo que parecía ser una adecuada mezcla de
dicha y tristeza. Varios seguimientos indirectos a intervalos de dos y de
cuatro años indicaron que continuaba en buen estado.
En el caso 5, en realidad fue el paciente el que hizo la sugerencia de terminar el
grupo y la terapia individual al mismo tiempo. El año que siguió fue útil para
resaltar los aspectos de la pérdida: la problemática central en su infancia y en su
tratamiento. Considero que el paciente sintió a nivel intuitivo que la terminación
simultánea de ambas modalidades terapéuticas era un procedimiento ideal para que
se produjera la salida de aspectos más profundos de sus dificultades remanentes.
Como sucede con tanta frecuencia, el paciente eligió de manera sabia.
TERMINAR LA TERAPIA INDIVIDUAL ANTES QUE LA DE GRUPO
Esta forma de terminación agrada, en un sentido intuitivo, al paciente como al
terapeuta. Parece equipararse a la maduración infantil, cuando el individuo surge
de la cercanía con los padres hacia la etapa adolescente de intensa relación ton
los coetáneos. Este tipo de terminación puede ser apropiada para dos tipos de
pacientes:
I. Aquellos cuya transferencia no se desarrolla hacia una resolución clara y para
los cuáles parece adecuada una especie de "destete" para una resolución
modificada
2. El paciente cuya transferencia en terapia individual se profundiza a una
neurosis de transferencia que no parece capaz de resolverse dentro del marco
de este tipo de terapia. En estos casos, la terminación parcial (el cambio a sólo
la terapia de grupo) disminuye la intensidad de la transferencia y puede dar
lugar al movimiento, como lo ilustra el siguiente ejemplo de caso.
326  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
Psicoterapia combinada individual y de grupo  327
se vuelva el corazón del proceso distingue con claridad al tratamiento psicoanalítico
de todas las otras formas de terapia.
Ca so 6
El señor F, un plomero, ingresó a terapia de pareja a los 30 años de edad,
junto con su esposa. Se encontraban atrapados en un matrimonio sadomasoquista de varios años de duración. Él era un machista que bebía en
grandes cantidades, drogadicto, manejaba motocicletas y tenía sobrepeso,
y en varias ocasiones había golpeado a su esposa. También se encontraba
entre los pacientes más inteligentes y motivados con los que hubiera
trabajado alguna vez. Después de varios años de tratamiento, la pareja se
divorció y el señor F continuó en terapia combinada. Su vida mejoró de
manera gradual. Dejó la bebida, las drogas y su motocicleta, y se volvió a
casar muy felizmente. Era notable que la nueva relación parecía libre de los
conflictos que habían destruido su primer matrimonio.
La terapia del señor F parecía incluir la exploración completa de su
transferencia. Sin embargo continuó sumamente pasado de peso, incapaz
de progresar en su trabajo, sin poder relacionarse de manera constructiva
con su hija adolescente y acosada por periodos en los que se sentía vacío
y deprimido en extremo. Tanto el señor F como yo sentimos que necesitaba realizarse más trabajo y acordamos que debía terminarse el
tratamiento individual y continuar sólo con el grupo. Esto condujo a una
elaboración de los aspectos negativos y dependientes de su transferencia
VENTAJAS DE LA TERAPIA COMBINADA
El tratamiento combinado individual y de grupo le proporciona al clínico potentes
armas en la lucha por auxiliar al paciente a liberarse de las garras compulsivas de la
transferencia. Dentro de una parte de lo que se discutió en una sección anterior
(Mecanismos de acción de la terapia combinada), se encuentra que la terapia
combinada permite lo siguiente:
- Pueden explorarse de manera simultánea transferencias múltiples. El
siguiente ejemplo ilustra este punto:
Una mujer, criada por una madre Soltera, experimentaba con su hermana
mayor una competencia insoportable por su madre. En el grupo, volvió a
experimentar el desamparo que 'había sentido en casa con su madre y
hermana. Sola con el terapeuta se sentía bastante segura y cómoda.
Estaba tranquila con los miembros del grupo en cuanto salían de la
habitación de terapia y lejos del terapeuta. Pero cuando el terapeuta y el
grupo estaban presentes, se sentía ansiosa, tensa, insegura y casi incapaz
de comunicarse. (Caligor, 1990, página 22)
que parecían inaccesibles en el contexto individual. Concurrente con esto,
el señor F pudo avanzar de manera significativa en su trabajo por primera
vez en el curso de su carrera.
TERMINAR LA TERAPIA DE GRUPO ANTES
QUE LA INDIVIDUAL
Este tipo de terminación es menos común en el curso del tratamiento combinado y
probablemente es la más prevaleciente cuando se ha logrado un trabajo positivo
dentro del tratamiento, permanecen sin resolver aspectos transferenciales y la
relación diádica parece capaz de someterse a exploración más profunda.
Pueden resolverse las transferencias "familiares". Con frecuencia los pacientes
se refieren al grupo de terapia como si fuera una familia, ya sea en el sentido
negativo ("¡eres igual que mi familiar!”) o en el sentido positivo ("¡este grupo es
como la familia que nunca tuve!”). Un paciente puede tener una transferencia
hacia una familia completa que difiere de la que tiene hacia cada uno de sus
miembros. Este aspecto de la experiencia emocional por lo general no es accesible
en el tratamiento diádico por sí solo.
Puede diluirse una transferencia particular y, hacerla así, más probable de
resolución. Sin embargo, esta posición no se acepta en términos universales.
Después de una excelente reseña histórica acerca del terna, Wong (1983) explicó:
Existen varias opiniones concernientes a las transferencias en el tratamiento
combinado. Algunos clínicos consideran que la transferencia se diluye y
escinde, se contamina e inhibe su desarrollo, y es menos intensa y más
TRANSFERENCIA EN TERAPIA COMBINADA
difícil de manejar en el tratamiento combinado. Otros sienten que no se
afectan en gran medida las manifestaciones de la transferencia o que se
vuelven más intensas y que puede haber un reforzamiento de los
componentes positivos y negativos por igual. Las manifestaciones de la
La transferencia es el núcleo particular del tratamiento psicoanalítico. De todos los
procedimientos centrales del análisis (que incluyen, entre otros, la resolución de la
resistencia, interpretación de lo inconsciente y mantenimiento de neutralidad técnica
de parte del analista), hacer que sólo la resolución de la transferencia
transferencia también reciben la influencia de las relaciones particulares
entre paciente y terapeuta en cada uno de ambos ambientes de tratamiento, del momento idóneo del tratamiento combinado, de la personalidad
328  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
del paciente, de la composición del grupo y del estilo de liderazgo del
terapeuta. (página 78-79).
La terapia de grupo puede producir patrones de transferencia que difieren de
aquellos que se observan en el tratamiento individual por sí solo. Un caso de
Caligor (1990) ilustra bien este fenómeno común:
Peggy, una mujer obediente de 32 años de edad, siempre la "niña buena"
que evitaba la competencia con su madre, insistía en presentarse en la
diada terapéutica como inadecuada e incapaz de enfrentar las situaciones,
a pesar de interpretaciones repetidas acerca de la naturaleza defensiva de
su conducta. En el momento de su entrada al grupo se dio un cambio
decisivo que consistió en mostrarse tranquila, utilizar claramente las
habilidades sociales y una especie de asertividad de la que el terapeuta
había escuchado pero nunca había experimentado. A pesar de que
permaneció siendo deferente hacia el analista dentro del grupo, el cambio
al contexto grupal evocó aspectos diferentes y más desarrollados en la
conducta de esta mujer. (página 19)
De hecho, es importante que se mantenga en mente que un paciente puede
desarrollar dos transferencias diferentes ante el mismo terapeuta en los dos
ambientes que comprende la terapia. Combinada. Caligor (1990) explicó este
fenómeno:
Algunos pacientes continúan experimentando al terapeuta de modo muy
diferente en las dos modalidades. Con frecuencia, el patrón consiste en que
el paciente percibe al terapeuta como comprensivo y sensible en la sesión
individual, pero piensa que no es confiable cuando está dentro del grupo.
Para algunos... la gratificación de la sesión individual, con la atención
completa e indivisa del analista, enmascara la transferencia negativa. Sin
embargo, con el cambio al ambiente grupal, surgen los sentimientos
competitivos y las fantasías de envidia y emerge una buena cantidad de
ansiedad y tensión. (páginas 19.20)
Puede dilucidarse y resolverse la transferencia de muchas maneras más en el
tratamiento combinado. Primero, el paciente puede sentirse más cómodo con los
sentimientos transferenciales después de haber visto que otros miembros expresan
sentimientos similares hacia el líder. Segundo, otros miembros pueden alentar al
paciente a que exprese sentimientos transferenciales cruciales de manera más
completa. Tercero, si el paciente enfrenta los sentimientos negativos acerca del
terapeuta, puede disminuirse el temor del paciente a una venganza por estar en la
arena pública del grupo y por sentir el apoyo no expresado de los otros miembros.
Cuarto, el hecho de que otros miembros tengan reacciones de transferencia hacia
el terapeuta que difieren de aquellas del paciente, puede
Psicoterapia combinada individual y de grupo  329
ayudarlo a obtener una perspectiva acerca de sus propias distorsiones. Por último, el
paciente tiene acceso no sólo a la comprensión del terapeuta acerca de la
transferencia sino también a los insight de sus compañeros.
Un ejemplo instructivo del uso de la terapia combinada individual y de grupo
para resolver una transferencia difícil lo presentaron Jackson y Grotjahn (1958)
cuando iniciaban las primeras aportaciones a la literatura sobre tratamiento
combinado. Informaron en su resumen de caso:
Se describe el caso de una dependencia oral y de neurosis demandante de
carácter en una mujer. Se utilizó una combinación de psicoterapia
analítica de grupo e individual. En la terapia individual se desarrolló una
neurosis típica de transferencia, la cual le interpretó de manera adecuada,
pero las interpretaciones continuaron siendo poco eficaces en un sentido
terapéutico. Se hizo obvio que la situación individual le ofrecía demasiada
gratificación oral a la paciente, de modo que aceptaba las interpretaciones
incorporándolas como leche materna y no integrándolas a un nivel
maduro de funcionamiento. Debido a su falta de participación, la paciente
obtuvo poco beneficio de la psicoterapia de grupo hasta que se estableció
la neurosis de transferencia en terapia analítica individual. Sólo entonces,
cuando transfirió su neurosis de la situación individual a la de grupo, el
terapeuta, al ya no estar exclusivamente en el foco de su neurosis, pudo
observar con calma e interpretar de manera simultánea su conducta y
sus producciones con la ayuda de los otros miembros del grupo en el
papel de terapeutas asistentes. Se pudo disminuir la gratificación, se
relajaron las defensas contra la transferencia y se logró una integración.
Entonces, las sesiones individuales pudieron utilizarse como
complemento del proceso de translaboración después de que éste había
comenzado en psicoterapia de grupo. Parece dudoso que cualquier otra
terapia hubiera logrado un resultado tan dinámico y terapéutico como el
método de tratamiento combinado. (página 383).
Lo que es único acerca de la situación de terapia combinada es que se mezclan
las ventajas tradicionales de la terapia de grupo con las de la psicoterapia
individual en la exploración profunda de una situación transferencial. De esta
manera, se puede decir con veracidad que el tratamiento combinado revitaliza y
permite que se modifique la situación patógena inicial de la vida del paciente, lo
cual ocurre por lo general en el contexto diádico y en uno de grupo (familiar).
NIVELES DE TRANSFERENCIA EN EL TRATAMIENTO COMBINADO:
BLANCOS MÚLTIPLES
Un paciente en tratamiento combinado tiene tres blancos principales para su
transferencia:
330 II Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
1.
2.
3.
(Capítulo 17)
El terapeuta
Los miembros del grupo de terapia
El grupo como un todo.
TIPOS DE TRANSFERENCIA EN TERAPIA COMBINADA:
TRANSFERENCIAS NARCISISTAS Y TRANSFERENCIAS OBJETALES
Desde el desarrollo de la psicología del sí mismo ha podido conceptuarse con
claridad la rica distribución de reacciones transferenciales presentes en los
pacientes. Puede considerarse que los patrones de transferencia caen dentro de dos
amplias categorías: transferencias objétales y transferencias narcisistas (o del objeto
del sí mismo).
Transferencias objétales. Este término se refiere al concepto tradicional
psicoanalítico de transferencia. En una transferencia objetal se experimenta a la
otra persona (objeto) como un todo, separada de uno mismo, pero se le
confunde con la propia experiencia de alguien del pasado. Por ejemplo, dentro
de práctica del autor, un patrón común es que un paciente experimente una
transferencia objetal paterna hacia él, otra de tipo materno hacia el grupo como
un todo y otras específicas de tipo fraterno hacia los miembros del grupo.
Transferencias del objeto del sí mismo (transferencias narcisistas). En
este tipo de transferencia no se experimenta a la otra persona como tal sino como
una parte o función del propio y mismo: de aquí el término "del objeto del sí
mismo".
Transferencia hacia el grupo como un todo. Las transferencias hacia el
grupo como un todo pueden subestimarse con facilidad dentro de la multiplicidad
de factores que tratan de integrar un momento dado al terapeuta y al grupo. En un
importante artículo que se publicó hace más de 25 años, Scheidlinger
(1964).sugirió que, en el estado de regresión que puede inducir el grupo de terapia,
los pacientes pueden relacionarse con el grupo como un todo, en un nivel
inconsciente, de igual manera con la madre preedípica.
TRABAJO CON LA TRANSFERENCIA EN EL
TRATAMIENTO COMBINADO
Los principios básicos de resolución de la transferencia en el tratamiento
combinado no difieren de manera sustancial de aquellos apropiados para el
ambiente analítico individual, aunque su aplicación tal vez difiera en la situación
de tratamiento combinado. Algunos de estos principios son los siguientes:
Naturaleza de la intervención. De acuerdo con él pensamiento actual acerca
de la técnica psicoanalítica, las transferencias narcisistas (del objeto del sí mismo)
se manejan de mejor manera mediante permitirles que florezcan mientras que el
terapeuta y el grupo intentan proporcionar, en cualquier grado que sea posible
Psicoterapia combinada individual y de grupo  331
en términos realistas, la función del objeto del sí mismo que ha faltado hasta el
momento. Cuando esto no es posible el terapeuta o el grupo intentan aclarar de
manera empática los límites realistas de la situación. Las transferencias
objétales pueden manejarse mejor mediante la interpretación de su significado
inconsciente.
Momento idóneo. Como en el ambiente del tratamiento diádico, el momento
idóneo lo es todo. Las intervenciones concernientes a la transferencia que surgen
cuando la intensidad de la transferencia del paciente es demasiado baja, producen
sólo un efecto intelectual; las intervenciones en el momento en que la intensidad de
ésta es demasiado fuerte, se perderán en la tormenta emocional.
Translaboración. La transferencia se aclara y se resuelve en última instancia
a través de un proceso de exploración repetida. El grupo se vuelve un laboratorio
para que el paciente experimente con formas más sanas de relacionarse. La
disponibilidad del grupo terapéutico para auxiliar al paciente en la translaboración del conflicto transferencia) es una de las principales ventajas del modelo de
tratamiento combinado sobre el modelo analítico diádico tradicional, que en
ocasiones puede continuar como un proceso demasiado intelectual que no se
traduce por completo en conducta en el caso de algunos pacientes (Caligor y
colaboradores, 1984).
Importancia de una actitud neutral como atenta de parte del terapeuta.
La recomendación original de Freud (1915) acerca de la neutralidad terapéutica
tenía la intención de salvaguardar al analista de desviarse de manera excesiva
en favor de cualquier instancia intrapsíquica de la mente. Pero como han
señalado muchos autores, la tradición de neutralidad en el trabajo con
frecuencia se ha interpretado erróneamente como si significara que el analista
debiera permanecer desvinculado en un sentido emocional (Greenson, 1967).
En la terapia combinada, aun si fuera deseable que el terapeuta no se vinculara
en términos emocionales, esto es virtualmente imposible. Los requisitos d e la
interacción frente a frente con ocho pacientes diluyen el incógnito analítico,
que en cualquier caso parecería forzado y pomposo aun si pudiera sostenerse.
Esto implica cuestiones interesantes para el clínico psicoanalítico que realiza
terapia combinada individual y de grupo, dado que la situación diádica requiere
una cierta distancia de parte del analista a fin de que florezca la transferencia y
la situación de grupo produce más conducta emocional realista de parte del
terapeuta.
En la experiencia clínica real, la dilución del incógnito * analítico no implica
gran dificultad. Junto con muchos otros autores psicoanalíticos, considera este
autor que la actitud participativa que se requiere de parte del terapeuta en el
tratamiento combinado es un activo en sí misma. La neutralidad técnica puede
combinarse con una actitud atenta de parte del terapeuta sin que se tenga ningún
impedimento en la eficacia terapéutica y, de hecho, con un beneficio real para los
aspectos curativos de la relación entre paciente y terapeuta. La porción de grupo
de la terapia combinada no interfiere con el completo desarrollo de una
transferencia ni con su resolución efectiva en la situación diádica.
332
 Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
RESISTENCIA EN LA TERAPIA COMBINADA
Todas las resistencias presentes en el tratamiento diádico y en el grupal se
encuentran presentes en la terapia combinada. Estas se han documentado de
manera amplia dentro de la literatura analítica. (Véase por ejemplo, la exposición
tradicional de Greenson [1967] y el perspicaz libro acerca de las resistenci as en
terapia de grupo de Leslie Rosenthal [1987]). Pero de enorme interés para la
persona que practica la terapia combinada son aquellas resistencias particulares a
la situación de tratamiento combinado. Alonso y Rutan (1990) destacaron
muchas de éstas en su excelente discusión reciente, "Common Dilemmas in
Combined Individual and Group Treatment".
ESCISIÓN TRANSFERENCIA,.
La incidencia relativamente común de ésta en la terapia combinada puede
asumir dos formas obvias: un énfasis excesivo en los sentimientos positivos en
terapia individual, con exclusión de los negativos que surgen después en el
grupo y el mantenimiento de una relación distante en la situación diádica, con el
surgimiento de sentimientos más afectuosos dentro del grupo.
La escisión transferencial, que eón frecuencia se considera una situación
indeseable, de hecho constituye una de las principales razones para recomendar el
tratamiento combinado para aquellos con una patología preedípica significa tiva.
Cuando se emplea por sí solo el tratamiento individual o de grupo con estos
pacientes, la escisión transferencia! ocurrirá de todas maneras y en esta situación
se actúa un componente de la transferencia más allá del marco de tratamiento, a
menudo con consecuencias eróticas o agresivas destructivas para el paciente. Se
puede decir que el tratamiento combinado facilita las posibilidades de escisión,
pero desde otro punto de vista tan sólo contiene la tendencia ya existente' dentro
de un marco terapéutico controlado de manera más cuidadosa del que está
disponible para el practicante del grupo o del tratamiento analítico por sí solos.
Mediante la expansión de los límites de la situación terapéutica para incluir a la
terapia individual a la de grupo, el tratamiento combinado puede facilitar, de
hecho, el manejo clínico inteligente de la escisión transferencial.
¿Cuál es el mejor enfoque para el manejo de esta resistencia particular?
Dentro de la experiencia del autor una prioridad consiste en prestarle apoyo al
paciente en cuanto a la completa expresión de sus sentimientos en cualquier
modalidad en que éstos aparezcan. Esta tarea supera otras consideraciones.
Entonces, una vez que el paciente puede expresar de manera completa los
sentimientos pertinentes dentro de la terapia que considera más cómoda, el
terapeuta puede atender de modo gradual a la ausencia de ciertos sentimientos
dentro de cada modalidad, con lo cual resuelve gradualmente la defensa de
escisión.
Psicoterapia combinada individual y de grupo  333
OCULTARLE SECRETOS AL GRUPO
Con frecuencia los pacientes elegirán discutir un cierto asunto sólo en las sesiones
individuales y evitarán de manera expresa traerlo a colación dentro del grupo.
Alonso y Rutan (1990) comentaron:
Nunca es fácil resolver la delicada cuestión de, en primer lugar, cómo
proteger la dignidad del paciente y evitar la vergüenza innecesaria y, en
segundo, cómo puede evitarse alentar y participar en el ocultamiento
de secretos poco saludables ante el grupo. Es una verdad que nunca
vale la pena humillar al paciente en beneficio de la pureza técnica o
teórica. (página 7)
Al hacerle frente a esta situación deben evitarse dos de las posiciones más
extremas. Primero, uno simplemente podría dejar que la situación ocurra, como
si no hubiera problema. A la larga, esto producirá un paciente que sea menos que
un participante completo dentro del grupo y tenderá a viciar el poder de la
modalidad combinada. En el otro extremo, un terapeuta podría tomar la posición
de que no existe confidencialidad entre las sesiones individuales y grupales y que
tanto el paciente como él deben estar en libertad de sacar a relucir en cualquier
momento el material de una de las modalidades en el contexto de la otra. Esta
posición, a pesar de que resuelve la resistencia, choca de frente con
consideraciones normales de decencia, tacto y empatía terapéutica y, por tanto,
puede ganar una batalla pero perder una guerra (o un paciente).
Lo que parece que funciona mejor en esta área, como en tantas otras, es
una juiciosa posición media en la que se reconoce el derecho de los pacientes
en tratamiento individual a retener material con respecto al grupo, pero verlo
como una resistencia a resolverse con tacto y de manera gradual a través del
tiempo.
El clínico siempre debe prestarle atención a la viabilidad del contexto grupal.
Cuando un paciente no puede sacar a relucir cierto material dentro del grupo,
esto puede indicar una resistencia de éste. El grupo en sí puede ser incapaz de
escuchar cierto material de parte de diversos pacientes. Si el terapeuta se da
cuenta de que éste puede ser el caso, la arena adecuada para la exploración no
será, por supuesto, la sesión individual sino la de grupo, donde la resistencia
puede explorarse y resolverse con una base más amplia.
DESEO DE ABANDONAR UNA MODALIDAD DE TRATAMIENTO
Con frecuencia, un paciente en crisis expresará su deseo de dejar ya sea el
tratamiento de grupo o el individual y continuar con la otra forma de terapia.
¿Esto es siempre, en ocasiones o nunca una resistencia y cómo se le puede
manejar?
334  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
En términos básicos, el problema en este caso consiste en distinguir entre una
resistencia de parte del paciente y un aspecto normal de la evolución en el curso de la
terapia, que puede implicar la terminación de una de las modalidades de tratamiento
combinado como un paso hacia la eventual terminación completa. Aun si el clínico,
después de una consideración cuidadosa, cree que la petición del paciente es una
resistencia, vale la pena fijarse en las palabras de Alonso y Rutan (1990):
Cuando todo se ha dicho y hecho, los pacientes necesitan saber que
pueden actuar y que no se les excomulgará por ello; es de incumbencia
del terapeuta el manejo de su contratransferencia a fin de permanecer
en un estado de empatía con la solución del paciente y evitar la
venganza o abandono en la crisis. (página 9)
CONTRATRANSFERENCIA
El autor posee la impresión de que, para el terapeuta que ha visto pacientes
durante varios arios, la dificultad contratransferencial, en lugar del inadecuado
conocimiento teórico o técnico, es lo que se encuentra en el centro de la mayor
parte de los problemas dentro del tratamiento. Aun así, la contratransferencia se
discute apenas en gran parte de los artículos o libros sobre tratamiento combinado.
Esto parece que es el resultado de la dificultad que experimentan la mayoría de los
terapeutas, con unas cuantas excepciones como el trabajo ampliamente conocido
de Racker (1968), en cuanto, a decir cualquier cosa interesante en términos
teóricos acerca de la contratransferencia. La terapia combinada está llena de
oportunidades para el uso constructivo y destructivo de la contratransferencia. La
dificultad más importante, desde el punto de vista del terapeuta, es que está tanto
más expuesto como más confuso que si practicara una sola modalidad. El
terapeuta está más expuesto porque los pacientes en psicoterapia individual se
relacionan con él dentro del ambiente más transparente y menos controlado del
grupo y porque los pacientes de terapia de grupo le pueden presentar sus
sentimientos más intensos al terapeuta de manera privada. El terapeuta está más
confuso debido a que, con frecuencia, las transferencias y resistencias de sus
pacientes pueden virar de manera abrupta y sin advertencia o explicación de la
sesión grupa] a la individual y de nuevo a la grupal.
La terapia combinada permite que el grupo asista al terapeuta en la resolución
de dificultades contratransferenciales inconscientes.
Caso 2 (continuación)
El caso de la señora B ilustra el uso de la terapia combinada para ayudar
al terapeuta a evitar las dificultades contratransferenciales destructivas del
Psicoterapia combinada individual y de grupo  335
tratamiento. La señora B era una trabajadora social en la última parte de
su tercer decenio de vida que entró a tratamiento debido á sus
dificultades con los varones, de manera subsecuente se casó, desarrolló
una transferencia sin resolución aparente y terminó el tratamiento
individual mientras que continuó e! trabajo productivo en el grupo. Cerca
del momento en que terminó el tratamiento individual, la señora B casi le
dio fin a todo el tratamiento y su grupo exploró con ella las causas de esta
situación. Con rapidez el grupo atinó en el hecho de que la señora B
sentía que había ciertos asuntos que no podía sacar a relucir conmigo.
Lo que prosiguió fue un periodo largo y doloroso en el grupo,
durante el cual, con mucho aliento de parte del grupo y de mí mismo, la
señora B aclaró gradualmente que sentía que yo la había maltratado.
Sentía que la criticaba, que no le había permitido que expresara enojo,
que cuando ella trataba de expresarlo yo lo interpretaba como su
problema y que en el grupo, y a nivel individual, había sido autoritario y
defensivo. Dado que este incidente ocurrió durante un periodo de mi
carrera en el que volvía a analizar y revisaba mi forma de trabajar como
terapeuta, pude reconocer la validez de muchas de sus críticas a pesar
de que, por supuesto, existían distorsiones transferenciales presentes.
El grupo confirmó que existían verdades al igual que distorsiones en el
punto de vista de la señora B.
No tengo la menor duda de que sin el tratamiento individual y
grupal! combinados, la señora B como paciente y yo como terapeuta
hubiéramos sido incapaces de romper la dificultad irresoluble en la que
nos encontrábamos. El grupo le dio valor a las convicciones de la señora
B para confrontarme y me dio la posibilidad de ver la validez de su
punto de vista.
Un grupo analítico bien llevado puede considerarse, en la mayor parte de los
casos, corno un testigo justo de las dificultades con las que se topa el terapeuta
con uno de los miembros del grupo. Este último detectará las resistencias de
los integrantes, los alentará a que expresen sus sentimientos más profundos, reconocerá la validez de sus observaciones, corregirá sus distorsiones transferenciales, detectará la defensividad del terapeuta y también le prestará apoyo
al terapeuta cuando reconozca de manera honesta las dificultades. A pesar de
que el grupo también puede verse influido por las distorsiones y necesita el
liderazgo del terapeuta de grupo, en gran parte de los casos puede ser un
intermediario honesto en ayudar a su terapeuta a que resuelva los problemas
contratransferenciales que pueden operar fuera de su conciencia.
336  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 17)
CONCLUSIONES: TERAPIA COMBINADA Y LOGRO
PROFESIONAL DEL TERAPEUTA
Se han revisado, con ejemplos de caso, la historia, mecanismos de acción,
indicaciones y contraindicaciones, etapas del tratamiento y transferencia,
contra-transferencia y aspectos de resistencia de la psicoterapia combinada
individual y de grupo.
Otro aspecto de la terapia combinada que merece mencionarse es el efecto
de la práctica del tratamiento combinado sobre el placer del terapeuta acerca de
su vida profesional.
Todo el tema de qué es lo que inhibe y facilita nuestro disfrute del trabajo
como terapeutas se toca en raras ocasiones en la bibliografía profesional, aunque
difícilmente es un asunto de menor importancia. Esta falta de discusión en la
literatura se equilibra mediante su discusión incesante durante los contactos
informales sociales y profesionales. Un cierto tono puritano tiende a penetrar las
discusiones de este tema, como si el "trabajo terapéutico" no estuviera hecho
para que el terapeuta lo disfrutara, la terapia sólo consistiera de dolor y
sufrimiento de parte de ambos lados del diván o del círculo y como si el placer
de cualquiera de ambas partes sugiriera indulgencia con uno mismo, acting out
o gratificación de la transferencia.
Desde la perspectiva del autor, esta es una prescripción para los psicoterapeutas insatisfechos y para los pacientes que no sanan. El trabajo psicoanalítico
que realmente es efectivo enriquece al paciente y al terapeuta. En esta empresa, la
práctica de la psicoterapia combinada individual y de grupo tiene mucho que
recomendar. Esto no quiere decir que una práctica de toda la vida en psicoanálisis
o en terapia de grupo por sí solos no puedan ser de igual manera recompensante.
Sin embargo, lo que la terapia combinada ofrece sin lugar a duda es la oportunidad para el terapeuta de expresar, de manera equilibrada, aspectos bastante
diferentes de su identidad profesional. El tratamiento individual permite que el
clínico sea pensativo y profundo; el grupo de terapia le permite ser más activo y
comprometerse más socialmente. Por estas razones, la terapia combinada mantiene interesante, variada y recompensante a la práctica profesional para el
paciente y para el psicoterapeuta por igual.
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Aspectos éticos y legales
en psicoterapia de grupo
Maria T. lymberis, MD
INTRODUCCIÓN
La terapia de grupo implica un amplio espectro de prácticas psiquiátricas que
abarcan una variedad de ambientes, metas y marcos temporales. Este capítulo
atiende a los aspectos éticos y legales de la práctica de la terapia psiquiátrica de
grupo como algo opuesto a los grupos de autoayuda, corporativos o de auto
mejoría. La terapia de grupo con pacientes médicos no psiquiátricos y la
psicoterapia del mismo tipo que realizan los profesionales de la salud mental que
no son psiquiatras se gobiernan en esencia con base en los mismos principios
éticos y legales que se aplican a la práctica psiquiátrica de grupo.
Desde una perspectiva ética y legal, la terapia de grupo es una forma de
práctica médica. Como tal, se gobierna por los siguientes factores que se aplican
a todo tipo de práctica médica:
 Los principios éticos que forman el fundamento de la atención competente
 Los derechos constitucionales del paciente
 Las leyes federales y estatales y las decisiones y directrices de los
tribunales y de otros organismos que no pertenecen al gobierno y que
regulan la práctica de la medicina.
339
340  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 18)
ÉTICA PROFESIONAL
En los últimos 15 años, las cuestiones éticas se han situado a la cabeza de la
preocupación profesional y pública. Por más de 2 000 años, la tradición hipocrática ha sido el fundamento de la medicina (Dryer, 1988). En Estados Unidos, la
American Medical Association (AMA) revisó y adoptó por primera vez su versión
del juramento hipocrático en 1847. Desde entonces ha habido diversas revisiones
(1903, 1912 y 1957). En todas ellas se mantuvieron los principios fundamentales
de la tradición.
La tradición hipocrática se basó en una vocación religiosa. La secta hipocrática definió primero quién era el médico, no a través de lo que él sabía, sino por la
manera en que éste aplicaba el conocimiento en términos de moral humana. El
centro de atención residía en el servicio al paciente como individuo. El médico
debía funcionar de manera exclusiva como representante del enfermo. Las
necesidades e intereses del paciente precedían a los del médico. Se requería de
modo específico de los médicos que mantuvieran una absoluta confidencialidad y
que se abstuvieran de tener relaciones sexuales con los pacientes. El foco residía
en la santidad de la relación médico—paciente, que se basaba en la honestidad,
confianza y dedicación que eran en beneficio únicamente de este último.
En la revisión de 1980 de la AMA acerca de la ética en medicina, se
modificaron de manera significativa diversos aspectos 'de la tradición hipocrática
para estar de acuerdo con las realidades contemporáneas (American Psychiatric
Association, 1989), e incluían:
1. La perspectiva acerca del conocimiento ya no es absoluta y precisa y las
decisiones médicas se basan ahora en un análisis de riesgo—beneficio.
2. El médico ya no es la autoridad absoluta y la actitud paternalista de la tradición
hipocrática ha cedido el paso al punto de vista actual del paciente como
copartícipe en el tratamiento médico. La base de la relación médico—paciente es
ahora la del consentimiento informado. Éste es un proceso que atraviesa la
totalidad del tratamiento.
3. A pesar de que aún se afirma la exclusividad de la relación médico—paciente,
sello distintivo de la tradición hipocrática, la confidencialidad ya no es absoluta
sino que está "dentro de las restricciones de la ley".
4. El médico ya no sólo se dedica de manera exclusiva al paciente ni funciona
únicamente como el representante del paciente. Ahora, los médicos reconocen
una responsabilidad de participar en actividades que contribuyan a una
comunidad mejorada.
La práctica clínica se basa en principios éticos. A pesar de que los requisitos
legales y reglamentos locales que afectan la práctica clínica pueden variar en
diferentes ciudades y estados, los profesionales tienen que atender estos requisi tos
desde la perspectiva de los principios éticos que gobiernan la práctica clínic a.
Cuando los requisitos externos entran en conflicto con las normas éticas, los
Aspectos éticos y legales en psicoterapia de grupo  341
profesionales deben obtener asesoría del comité ético de su asociación profesional y
de parte de abogados especializados en casos de incompetencia.
DERECHOS CONSTITUCIONALES
DE LOS PACIENTES Y TRATAMIENTO
Desde los inicios del siglo XX, ha tenido lugar un cambio importante en la manera
en que se practica la medicina en Estados Unidos. Este cambio condujo a avances
notables en el conocimiento científico y en la innovación tecnológica; sin embargo,
también ha llevado a una necesidad de salvaguardar los derechos individuales.
Aquellos que defienden los derechos civiles han vuelto su atención hacia la
Constitución al tratar de brindarle apoyo a los derechos de los pacientes.
El tratamiento médico en la realidad actual puede visualizarse de mejor
manera como una función social regulada en forma legal. Todas las formas y
variedades de tratamiento médico pueden prestarse sólo con el consentimiento
informado de parte del paciente. (Para una discusión en detalle del consentimien to informado véase el capítulo 6 del libro de Dryer [1988]). El paciente es
coparticipe del proceso de tratamiento. Debe considerarse que. los requisitos
legales presentan retos técnicos que representan problemas clínicos. Las inter venciones legales son el último recurso y, si son necesarias, deben enmarc arse
como una parte del esfuerzo por salvaguardar la alianza terapéutica. Tanto el
paciente como el terapeuta funcionan dentro del mismo contexto social. Las
intervenciones legales son para protección del paciente y del terapeuta y no deben
entrar en conflicto con las metas de tratamiento.
ASPECTOS LEGALES DE LA PRÁCTICA
SEÑALAMIENTOS GENERALES
La práctica médica siempre se ha gobernado por la ley. En la actualidad los
profesionales enfrentan un nivel de responsabilidad muy alto, no sólo a causa de la
amenaza de las acusaciones de incompetencia sino también debido a la vigilancia de
la práctica profesional a través del National Data Bank. Este organismo comenzó
sus operaciones en el otoño de 1990 con médicos y dentistas, pero en un momento
dado incluirá a todos los profesionales con licencia de atención para la salud en
Estados Unidos. El informe forzoso de acciones disciplinarias en -contra de
profesionales y de las indemnizaciones y convenios por incompetencia ya ha tenido
un impacto en todo el campo de la salud.
El énfasis se encuentra
342 • Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Aspectos éticos y legales en psicoterapia de grupo • 343
(Capítulo 18)
en la prevención y manejo de riesgo. Las demandas ahora comprenden de
manera principal las acusaciones de negligencia por manejo inadecuado del
tratamiento psicofarmacológico, suicidio, hospitalización inapropiada, descuido
del paciente e involucración sexual. Las demandas por incompetencia debido a
psicoterapia negligente, en sí, son poco comunes debido, a que las normas de
atención son tan diversas, dada la multitud de escuelas psicoterapéuticas, y por
el hecho de que es muy difícil el establecimiento de la causa. La psicoterapia
negligente se asocia en general con otras acusaciones.
privada, altamente personal y, en ocasiones, emocional de manera
intensa, de la relación establecida con el psiquiatra.
Sección 2, Anotación 1: El requisito de que el médico se conduzca con
propiedad en su profesión y en todas las acciones de su vida es de
especial importancia en el caso del psiquiatra, porque el paciente tiende a
modelar su conducta con base en aquella .de su terapeuta a través de la
identificación. Más que ello, la intensidad necesaria de la relación terapéutica puede tender a activar necesidades y fantasías sexuales y de otro
tipo, tanto de parte del paciente como del terapeuta, mientras que
INVOLUCRACIÓN SEXUAL CON PACIENTES
A pesar de que la tradición hipocrática sostiene claramente que la involucración
sexual con cualquier paciente es una falta a la ética, la realidad es que, al igual que
en el abuso sexual de niños, las relaciones sexuales entre los profesionales de la
salud y los pacientes ha sido uno de esos secretos oscuros que se esfuerza uno en
olvidar, no ver y no escuchar.
Existen poderosas resistencias sociales y profesionales contra de la
confrontación de este problema. La mayor parte de las encuestas que se realizaron hoy hasta la fecha entre psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la
salud mental han señalado una incidencia de involucración sexual con pacientes
de cerca del 5 al 10%. La California Senate Task Force (Legislatura de California, 1987) ha señalado con respecto a esta cuestión que "con 38 000
profesionales con licencia dentro de la salud mental" en el estado, la incidencia
de involucración sexual con pacientes ha constituido "un problema de salud
pública") (página 1).
La involucración sexual con pacientes implica el abuso y explotación de los
más vulnerables y menos poderosos de parte de los más poderosos y menos
vulnerables. Como en el incesto en la infancia, no necesariamente es el acto sexual
en sí lo que causa el daño, sino la violación de la confianza.
Desde 1990, todas las asociaciones de profesionales en atención a la salud han
atendido de manera específica a la cuestión de esta involucración y de modo
uniforme han visto esta conducta como algo falto de ética. La American
Psychiatric Association fue la primera organización de especialidad médica en
enfocar la atención en los aspectos éticos en la práctica clínica y, de manera
específica, en la involucración sexual con pacientes. En 1973, se publicó la primer
edición de The Principies of Medical Ethics with Annotations Specificaliy
Applicable to Psychiatiy, En la revisión de 1989 (American Psychiatric
Association, 1989) se incluyen secciones pertinentes a este problema:
Sección 1, Anotación 1: El
debilita la objetividad necesaria para el control. La actividad sexual con un
paciente es falta de ética. La involucración sexual con pacientes dados de
alta en general explota emociones que se derivan del tratamiento y, por
tanto, casi siempre es falta de ética.
Sección 2, Anotación 2: El psiquiatra debe protegerse de manera
diligente en contra de explotar información que el paciente proporciona y
no debe utilizar
la posición única dé poder que le concede la situación
terapéutica para influir en el paciente de cualquier manera no directamente pertinent1 a las metas del tratamiento.
En 1990, la House of Delegates de la AMA adoptó la Política 32.0045:
De la involucración sexual en la práctica médica: Es la política de la AMA
que (1) el contacto sexual o una relación amorosa con un paciente,
concurrente con la relación médico—paciente, es falta de ética. (2) Las
relaciones sexuales o amorosas con pacientes dados de alta es falta de ética
si el médico utiliza o explota la confianza, conocimiento, emociones o
influencia derivados de la relación profesional previa. (3) La educación
acerca de la cuestión de la atracción sexual hacia los pacientes y de la mala
involucración sexual debe incluirse en todos los niveles del entrenamiento
médico. (4) Los cuerpos disciplinarios deben estructurarse para aumentar al
máximo la efectividad en el manejo de este tipo de problema. (5) Los
médicos que descubren involucración sexual de parte de un colega deben
informar la falta ya sea a la sociedad médica local, a la junta estatal de
licencias o a otras autoridades apropiadas. Se pueden hacer excepciones en
informar del caso a fin de proteger el bienestar del paciente. (6) Se debe
señalar que muchos estados tienen prohibiciones legales en contra de las
relaciones entre médicos y pacientes actuales o dados de alta. (CEJA Rep.
A, 5-90; véase también Current Opinions Section 8.14.)
paciente puede poner su confianza en su
psiquiatra sabiendo que la ética y responsabilidad profesional de éste le
impide gratificar sus propias necesidades
a través de explotar al paciente.
Esto adquiere particular importancia debido a la naturaleza esencialmente
Los "Principios éticos del psicólogo" (Ethical Principies of Psychologist) de la
American Psychological Association (1981 [revisados en 1989)) incluyen los
siguientes:
344  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 18)
Principio 6a: La intimidad sexual con los clientes es falta de ética.
Principio 6d: Los psicólogos no explotarán sexualmente o de otra manera
su relación profesional con clientes, supervisados, alumnos, empleados o
participantes en investigación. Los psicólogos no condonarán o participarán en hostigamiento sexual.
En el NASW Policy Statements: Code of Ethics, la National Association of Social
Workers (1980) señaló de manera específica:
Aspectos éticos y legales en psicoterapia de grupo  345
La involucración sexual entre terapeuta y paciente es, sin lugar a dudas, falto de
ética, ilegal y, en algunos estados, un acto delictivo que puede dar lugar a años de
litigio, censura de parte de la propia asociación profesional, pérdida de la licencia,
un periodo en prisión y graves problemas económicos, emocionales y personales
para el profesional, además de daño pan el paciente.
ENFOQUE EN LA ÉTICA Y LA TERAPIA DE GRUPO
Sección II, Artículo 5: El trabajador social no debe involucrarse bajo
ninguna circunstancia en actividades sexuales con los clientes.
Sección II, Artículo 4: El trabajador social debe evitar las relaciones o
compromisos que estén en conflicto con los intereses de los clientes.
El Code of Professional Ethics de la American Association for Marriage and Family
Therapy (1988) incluyó:
Sección 1.2: Los terapeutas matrimoniales y familiares son sabedores de
su posición potencialmente influyente con respecto a los clientes y evitan
explotar la confianza y dependencia de estas personas. Por tanto, este
tipo de terapeutas realizan todos los esfuerzos por evitar relaciones
dobles con los clientes, las cuales puedan deteriorar su juicio profesional
o incrementar el riesgo de explotación. Ejemplos de estas relaciones
dobles incluyen, pero no se limitan a negocios o relaciones personales
cercanas con los clientes. Está prohibida la intimidad sexual con los
clientes. Está prohibida la intimidad sexual con clientes dados de alta
durante dos arios después de la terminación de la terapia.
El Code for Nurses With Interpretive Statements (American Nurses Association,
1985) incluye:
Sección 3: La enfermera actúa para salvaguardar al cliente y al público
cuando la atención y seguridad sanitarias se ven afectadas por la práctica
incompetente, falta de ética o ilegal de cualquier persona. La
involucración sexual entre enfermera y cliente es tanto falta de ética
como una actitud no profesional.
Independientemente de la orientación teórica, un descubrimiento de psicotera pia
negligente puede dar por resultado el fracaso en el mantenimiento de los límites
claros de tratamiento. Las violaciones de límites incluyen acciones
extraterapéuticas inapropiadas como ver a los pacientes fuera de las sesiones
programadas de manera periódica o al hacer comentarios sugerentes en un sentido
sexual.
No existen datos en cuanto a la incidencia de involucración sexual entre los
pacientes en terapia de grupo, ya sea durante o después de ésta. Estos
involucramientos tal vez exponen al terapeuta de los pacientes implicados a
demandas por incompetencia con base en una psicoterapia de grupo negligente.
Es responsabilidad del terapeuta la determinación y mantenimiento de límites
claros en la terapia. Los pacientes que intentan violar estos límites o, de hecho,
lo hacen, representan un reto técnico terapéutico fundamental para cualquier
terapeuta. Se requiere de técnicas específicas para el manejo de estos pacientes,
incluso obtener asesoría y referir al paciente a terapia individual. Quizá sea
difícil ganar una demanda por incompetencia en psicoterapia de grupo. Sin
embargo, la tensión que produce una demanda de este tipo es extremadamente
costosa para el profesional involucrado al causar perturbaciones mayores en la
propia vida personal, familiar, económica y profesional.
Por último, es posible que los pacientes manifiesten, en el curso de la
terapia de grupo una involucración sexual con un terapeuta actual o anterior. El
manejo de estas revelaciones representa problemas técnicos específicos. El tera peuta debe conocer las leyes estatales aplicables y los requisitos para informar
del hecho. Se recomienda en gran medida la consulta con el comité de ética
profesional, con un profesional experimentado en esta área o con ambos. Con
frecuencia, estas pacientes atraviesan regresiones muy graves con manifestacio nes de síntomas complejos a medida que se adaptan a su experiencia pasada o
presente de abuso. En ausencia de una obligación legal de informar del hecho, es
decisión del paciente qué hacer o no, acerca de estas experiencias.
ASPECTOS DE CONFIDENCIALIDAD
La confidencialidad en la práctica clínica es uno de los deberes éticos de todo
profesional o trabajador del área de salud. En términos legales, la confidencialidad
(es decir, el derecho a la privacía) es un derecho constitucional de todo ciudadano.
Además, existen reglamentos específicos relativos al privilegio de la - relación
médico—paciente y, en la mayor parte de los estados, reglamentos específicos
concernientes al privilegio de la relación psicoterapeuta—paciente.
346  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 18)
REGISTROS DEL PACIENTE Y CONFIDENCIALIDAD
En gran parte de los estados de la Unión Americana existen reglamentos
específicos que gobiernan el acceso a los registros médicos o de salud o a los
resúmenes de estos registros. Estos reglamentos incluyen procedimientos para
que los pacientes tangan acceso a la información de manera directa, lo mismo
que las razones para negar las requisiciones de esta información. En general, a
los pacientes a los que se les niega el acceso, pueden designar a un profesional
de la salud que pueda revisar los registros. Se alienta a los terapeutas a que
obtengan asesoría legal de parte de sus agentes de seguros de incompetencia en
todos los casos que impliquen la petición de registros médicos, aun si parece que
existe la adecuada autorización del paciente, orden del tribunal para tal apertura
del registro, o ambas cosas.
En el pasado existía gran discusión acerca de guardar los registros psiquiátricos. Los terapeutas sentían que la mejor manera de proteger las confidencias
de sus pacientes era no llevando registro alguno. Sin embargo, hoy en día los
registros médicos se consideran como parte de las normas de práctica y son un
requisito. El registro debe documentar la necesidad y tipo de atención, y la
respuesta del paciente.
PROBLEMAS DE LAS VIOLACIONES DE LÍMITES
Y DE REPRESENTACIÓN MÚLTIPLE
La relación psicoterapeuta—paciente es de confianza. Como depositario de la
confianza, el terapeuta sabe que las necesidades e intereses del paciente tienen
precedente sobre aquellas del terapeuta. Sin embargo, existen situaciones
donde la lealtad del terapeuta hacia el paciente entra en conflicto con las
demandas de_ la institución o de otros profesionales. Existe una situación de
doble representación.
Hasta hace poco tiempo los terapeutas no estaban conscientes de la manera
en que la estructura organizacional en la que trabajan afecta su función profesional como clínicos. En el pasado, era poco frecuente que se les informara a los
pacientes en casos de representación múltiple. Sin embargo, la situación cambia
rápidamente. Ahora se reconoce la existencia de los conflictos de la doble
representación en algunos ambientes de práctica (como en el cuidado adminis trado) donde los aspectos económicos y las políticas corporativas, más que la
evaluación clínica y las necesidades específicas del paciente, dictan el tipo y
nivel de atención que reciben los pacientes. Además, los conflictos de doble
representación se encuentran en los casos que implican el deber de conservar la
confidencialidad y la necesidad de publicación del profesional, lo mismo que
entre las obligaciones de servicio e investigación. En la actualidad esto se
maneja con notificaciones y autorizaciones específicas de parte del paciente o
pacientes participantes.
Aspectos éticos y legales en psicoterapia de grupo  347
Hoy en día se centra en especial la atención en las relaciones dobles con los
pacientes, que representan el espectro completo de violaciones de los límites de
tratamiento, diferentes de las transgresiones sexuales. Cualquier ocasión en que
se altere la relación médico—paciente por el inicio de cualquier otro tipo de
relación con él o mediante la suposición de cualquier otro rol con respecto al
paciente, puede resultar una violación de los límites.
Existe un espectro de violaciones de límites. Algunas se requieren y justifican, en
términos terapéuticos para el cuidado óptimo del paciente. Otras son parte de un
patrón de violaciones múltiples repetidas, el fenómeno de los deslices constantes,
que culmina con frecuencia en involucración sexual. Ejemplos de violaciones de
límites incluyen asumir el papel del "amigo verdadero" del paciente a través de
participar en la vida del mismo fuera de la terapia al asistir a cenas o funciones
sociales; prestarle dinero, invertir en los negocios del paciente o hacer que éste
invierta en los negocios del terapeuta; entrar en aventuras de negocios junto con el
paciente; revelarle los problemas, traumas personales y sentimientos, en particular
los sentimientos sexuales y la excitación que le provoca, así como emplear a un
enfermo dentro de la propia práctica, por mencionar sólo algunos. Cuando esta
transgresión satisface las propias necesidades narcisistas del paciente o es parte de
coludirse con un acting oilt con él, puede tomarle años reconocer la realidad de las
violaciones. La dinámica es similar a aquella vista en pacientes que se han
involucrado sexualmente con sus terapeutas. El daño al paciente puede ser profundo.
La negación, idealización del terapeuta e identificación con él, lo mismo que
otros tipos de configuraciones transferencia—contratransferencia, tienden a hacer muy difícil el reconocimiento de la transgresión para los pacientes y terapeu tas. Tal reconocimiento puede tomar años.
En la actualidad, varias organizaciones profesionales informan de estudios acerca
de transgresiones no sexuales. El Ethics Newsletter del American Psychiatric
Association Ethics Committee (1990a) incluyó recomendaciones específicas concernientes a las violaciones de límites que se derivan de compromisos religiosos o
ideológicos del terapeuta. Es decir, las convicciones y creencias religiosas del
terapeuta no deben presentarse corno recomendaciones del tratamiento, sino que
deben reconocerse de manera explícita como lo primero. El American Psychiatric
Association Ethics Committee (1990b) también atendió a algunas de las violaciones
no sexuales de límites que resultan en la explotación de pacientes. Se describieron
cinco diferentes patrones: explotación por razones económicas, por razones
familiares, por fama o notoriedad, por "vivir a través del paciente" y por
interpretación.
Es necesario determinar prioridades cuando se enfrentan dilemas éticos. Las
necesidades del tratamiento de cada paciente pueden, en ocasiones: entrar en
conflicto con aquellas del grupo. El terapeuta tiene que guiarse por el deber de
confianza y ética hacia todos y cada uno de sus pacientes, mientras que al mismo
tiempo asegura la conservación de la seguridad e integridad del grupo. La
habilidad y experiencia clínica son el fruto de los ensayos repetidos dentro de este
campo.
348  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Aspectos éticos y legales en psicoterapia de grupo  349
(Capítulo 18)
CONSIDERACIONES ESPECIALES EN LA PRÁCTICA
DE LA PSICOTERAPIA DE GRUPO
Los miembros de los grupos de terapia son vulnerables al abuso no sólo de parte
del terapeuta sino también de otros integrantes de éste. Es posible la explotación
miembro a miembro en las áreas de sexo, dinero, auto engrandecimiento y otras
más. A los integrantes se les protege del abuso de los terapeutas de grupo
mediante las normas y leyes que se discutieron antes. ¿Cómo se les prote ge del
abuso de unos a otros?
No existen requisitos legales específicos para la protección de cada miembro
del grupo en contra del abuso de otro miembro dentro de la terapia de grupo. Los
requisitos legales comunes que se aplican a todas las formas de trat amiento
psiquiátrico también se aplican a la terapia de grupo. Pueden surgir situaciones
donde un integrante del grupo puede volverse violento y presentar una amenaza
evidente hacia otro u otros miembros específicos. Los retos clínicos de los
requisitos Tarasoff: el deber de advertir y de proteger a las víctimas potenciales,
representan problemas importantes de tratamiento, en particular en los ambientes
para pacientes externos. La terapia de grupo no es la excepción. (Para una
discusión completa de estas cuestiones, véase Beck, 1988.)
La capacidad del líder de grupo es la mejor defensa contra la explotación de
un miembro a otro. El líder debe tener pautas claras acerca de las interacciones
permitidas y prohibidas entre los miembros. Éstas deben comunicarse de manera
explícita a los integrantes del grupo y documentarse en registros apropiados.
Cuando surge la conducta de explotación, debe atenderse dentro del contexto de
la terapia. Si este comportamiento resulta intratable, debe considerarse la
terminación de la membresía de grupo para una o ambas partes que participaran
en esa conducta.
Se recomienda en gran medida la asesoría apropiada con colegas, comités éticos
y asesores legales.
Son esenciales los registros cuidadosos y completos de todas las intervenciones
terapéuticas y asesorías.
El principio básico que gobierna este punto es el del cuidado competente. No
puede protegerse a los integrantes del grupo de todo riesgo de explotación entre
ellos, pero es esencial que el líder de grupo ejercite y documente el debido esmero y
juicio clínico.
PRINCIPIOS DE ATENCIÓN AL PACIENTE
EN TERAPIA DE GRUPO
Deben llevarse a cabo registros adecuados de cada paciente en terapia de grupo.
Estos registros deben contener:




Evaluación inicial.
Diagnóstico.
Indicaciones para este tipo de terapia.
Documentación del consentimiento informado del paciente para la terapia de grupo. Los pacientes tienen que están informados de que éste
sólo es un tipo de tratamiento entre otros y que pueden recomendarse de
manera específica otras opciones en función de una evaluación posterior
durante la terapia de grupo.
 Copia del resumen de cada sesión de la terapia.
 Resumen clínico trimestral del progreso del paciente.
Debería realizarse una reevaluación y documentarla para cada paciente que no
pueda utilizar con éxito la terapia de grupo después de un periodo razonable o
cuyas condiciones empeoren de manera significativa mientras que se encuentre
bajo tratamiento. Estas reevaluaciones pueden incluir discusiones de asesoría
con colegas y, cuando sea apropiado, evaluación directa del paciente de parte de
un asesor.
En vista del hecho de que el tratamiento psicofarmacológico específico
está disponible ahora paró una variedad de síntomas y estados psiquiátricos,
los pacientes deben estar informados de que está indicada la consulta con un
psiquiatra si tienen un diagnóstico psiquiátrico específico al ingresar al grupo
o si manifiestan síntomas que sugieran estos diagnósticos en el curso de la
terapia.
Las prácticas de facturación deben asegurar que se incluyan el nombre y nivel
de capacitación del terapeuta que dirige de hecho el tratamiento de grupo, lo mismo
que el nombre y nivel de capacitación del supervisor o director.
CONCLUSIONES
La práctica de la terapia de grupo requiere que el terapeuta defienda todos los
aspectos éticos relevantes determinados por las organizaciones profesionales y
por ley para los profesionales médicos y de la salud mental y que se revisaron en
este capítulo. Además, el terapeuta de grupo tiene la responsabilidad única de
ejercitar el debido esmero en la protección de los miembros del grupo en cuanto
al darlo y explotación de unos a otros. Ambas áreas, en particular la última,
evolucionan de manera rápida y el terapeuta responsable debe permanecer
informado
en
cuanto
a
los
desarrollos
recientes.
350  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 18)
REFERENCIAS
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Ethics. Washington, DC, American Association for Marriage and Family
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Establecimiento
de grupos en un consultorio
de práctica privada
Arnold Cohen, PhD
INTRODUCCIÓN
La mayoría de los clínicos comienzan su consulta trabajando con individuos.
Este capítulo discute muchas de las cuestiones pertinentes que surgen cuando
se comienza un grupo dentro de una práctica privada. Atiende a los aspectos
teóricos, técnicos y prácticos que encuentra un terapeuta cuando comienza un
grupo de psicoterapia.
En un sentido histórico, la terapia de grupo se ha considerado como una terapia
de segunda clase y, por tanto, no ha tenido importancia primaria en los programas de
entrenamiento. Redl (1963) confirmó el concepto de que la terapia de grupo se
considera de segunda clase:
Poco a poco se ha estado de acuerdo en que el trabajo clínico en grupo,
si se realiza bien y lo hacen terapeutas con entrenamiento apropiado,
puede al menos asumir aquello con lo que el analista no estaría de todas
maneras muy dispuesto a lidiar y la terapia de grupo se ha acercado un
poco más a la posición que le permite sostenerse a la psicoterapia en
relación con el "análisis propiamente dicho". (página 135)
Las cosas han cambiado en años recientes. La terapia de grupo se ha vuelto una
manera mucho más aceptada y valiosa de tratamiento. Sin embargo, continúa siendo
la hijastra de la psicoterapia individual. Como lo sugirió Anthony (1971),
353
354  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 19)
Establecimiento de grupos en un consultorio de práctica privada  355
es difícil obtener la admisión dentro del "club terapéutico". La rivalidad es intensa y
los sentimientos competitivos que pueden tenerse acerca de cuál modalidad es "la
mejor" pueden permanecer sin expresarse, pero no por ello son menos poderosos.
Además de las restricciones teóricas y de entrenamiento, existen impedimentos prácticos para el comienzo de grupos dentro de una práctica privada. Toma
mucho tiempo, energía y coordinación reunir a seis u ocho individuos. Éste es
un reto intimidante y contribuye a las razones por las que, con frecuencia, la
terapia de grupo no es una parte de la práctica con pacientes externos de un
clínico novato.
Entonces, el clínico novato se embarca en una práctica de tratamiento
principalmente individual. ¿Cómo sucede que esta persona se interesa en diversificar la práctica para incluir terapia de grupo? Un terapeuta puede responder a
varios factores:
 Existe una necesidad de terapia de grupo dentro de la comunidad y desea
responder a esa necesidad.
 Para ciertos pacientes dentro de la práctica (aquellos cuya principal
preocupación es con respecto a sus relaciones interpersonales), la terapia de
grupo es el tratamiento de elección, más que la terapia individual.
 La asistencia a un seminario o taller sobre terapia de grupo puede estimular
la curiosidad acerca de dirigir uno.
 La experiencia en el grupo de entrenamiento del clínico puede volverse
más integral y el terapeuta quizá desee ofrecer esa experiencia a ciertos
pacientes.
 Las restricciones económicas de muchos pacientes pueden presionar en
búsqueda de un tratamiento más económico.
Una vez que una persona desarrolla un interés en comenzar un grupo, debe
determinar qué se necesita hacer para iniciarlo dentro de una práctica privada.
Más adelante se encuentran algunas de los aspectos teóricos, técnicos y de
entrenamiento a considerar cuando se conforma un grupo de psicoterapia. Las
consideraciones teóricas concernientes a la terapia combinada individual y de
grupo se revisan en el Capítulo 17 de este libro. Los aspectos prácticos, lo
mismo que estos de naturaleza dinámica, confrontan al terapeuta que está a
punto de iniciar un grupo.
 Aprendizaje de la teoría básica
 Asistencia a talleres, seminarios y programas de entrenamiento
 Deducir las necesidades comunitarias y las propias fuentes de referencia de
pacientes
 Esclarecer el tipo de grupo que está interesado en conducir
LO QUE EL TERAPEUTA NECESITA SABER
ANTES DE INICIAR UN GRUPO
Antes de la primera sesión de grupo existen varios pasos que puede seguir un
terapeuta para prepararse para la conducción del grupo. Algunos de los más
importantes son:
APRENDIZAJE DE LA TEORÍA BÁSICA
La teoría de grupo ha evolucionado de manera considerable en los últimos
dos decenios. Los eruditos han desarrollado una comprensión mucho mejor
de la manera en que funcionan los grupos y en que éstos afectan a los
individuos. A pesar de que no existe una sola teoría correcta acerca de la
psicoterapia de grupo, la mayoría de los terapeutas han llegado a utilizar una
combinación de teorías de dinámica de grupo, interpersonales e
intrapsiquicas psicodinámicas como el fundamento de la práctica de
psicoterapia de grupo (Rutan y Stone, 1984). El libro de Yalom (1975) sobre
terapia de grupo se considera "indispensable" para cualquier profesional
principiante que desea aprender teoría de grupo. Yalom asumió una posición
teórica interpersonal. Rutan y Stone (1984) ofrecieron una perspectiva
general de la teoría psicodinámica de grupo y guías prácticas para el inicio
de una psicoterapia psicodinámica grupal.
Además de estos dos excelentes libros, el International fournal of Group
Psychotherapy es una fuente rica en cuanto a información actual de psicote rapia de grupo. Es la revista oficial de la American Group Psychotherapy
Association (AGPA) y publica investigaciones de interés actual para los
profesionales.
Es importante aprender las diferencias conceptuales entre dirigir un grupo
de terapia y una psicoterapia individual. A pesar de que el conocimiento en
terapia individual ayuda en el trabajo con grupos, no es sufic iente para la
conducción efectiva de un grupo. En un grupo de terapia uno puede entrar al
mundo de los pacientes a tres niveles diferentes: intrapsíquico, interpersonal o
del grupo como un todo. Son estos niveles múltiples de intervención los que
hacen única a la terapia de grupo y los que la diferencian del trabajo
individual. .
TALLERES, SEMINARIOS Y PROGRAMAS DE ENTRENAMIENTO
A través de todo Estados Unidos existen organizaciones que promueven el
aprendizaje de la psicoterapia de grupo. La principal organización profesional
nacional es la AGPA. Ésta es multidisciplinaria y patrocina una variedad de
oportunidades de entrenamiento para el aprendizaje de psicoterapia de grupo. El más
completo de estos programas se diseñó como un programa tutorial. Un
356  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 19)
Establecimiento de grupos en un consultorio de práctica privada  357
tutor es un miembro de la AGPA (un terapeuta experimentado de grupo). Al
aprendiz se le asigna un tutor, quien le ayuda a encontrar sup ervisores y cursos
que tomar para que se satisfagan los requisitos para un certificado de termina ción. La tutoría puede realizarse a nivel nacional o local.
Además de su programa de entrenamiento, la AGPA tiene una conferencia
anual cada febrero que reúne a muchos de los terapeutas de grupos más
prominentes a nivel nacional e internacional. En esta reunión de una semana de
duración puede asistirse a talleres, foros o conferencias o participar en experien cias grupales intensivas. Estas reuniones se llevan a cabo en diferentes lugares en
todo Estados Unidos. El programa nacional de entrenamiento y la conferencia
anual de la AGPA son lugares excelentes para conocer colegas y aprender de
psicoterapia de grupo.
Además de la organización nacional, existen muchas organizaciones locales
afiliadas a la AGPA. Éstas como la AGPA, patrocinan una diversidad de eventos
para personas interesadas en aprender más con respecto a la terapia de grupo.
Volverse miembro de una organización de este tipo es una manera de tener
contacto con otros profesionales, mantener una red, realizar investigación y, en
general, permanecer relacionado con los aspectos actuales en psicoterapia de
grupo.
Un grupo por tiempo limitado trae consigo un compromiso muy diferente que
el de tipo terapéutico continuo. Las metas de los grupos de terapia a corto plazo
incluyen de manera típica las siguientes (Klein, 1985):
NECESIDADES COMUNITARIAS Y FUENTES DE REFERENCIA
Además de los criterios que se mencionaron, es útil tomar en consideración la
necesidad comunitaria cuando se comienza un grupo. ¿Qué grupos existen en la
comunidad profesional local? ¿Qué tipos de grupos proporcionarían un servicio
adicional requerido? Es especialmente útil hablar con colegas y localizar las
carencias en la comunidad. Llamar a los colegas y a las instituciones y aprender
sobre el panorama de la propia comunidad es algo que consume tiempo, pero a la
larga es probable que asegure el éxito en la construcción de un grupo. No desea
comenzarse un grupo que no tenga base de referencias y que esté determinado
para el fracaso. Esto conduce al siguiente elemento crítico en la planificación del
inicio de un grupo: identificación de las fuentes más probables de referencia y
qué tipos de pacientes es posible que se refieran. Estos (los últimos criterios, la
necesidad comunitaria y la propia red de referencias, son críticos para el éxito
potencial de la iniciación del grupo.
¿QUÉ TIPO DE GRUPO HA DE DIRIGIRSE?
Se deben tomar en cuenta diversos factores cuando se decide qué tipo de grupo se
conducirá: ¿El grupo debe ser por tiempo limitado o continúo? ¿El grupo debe ser
sobre una cuestión específica o no? ¿Qué nivel de funcionamiento deben tener los
pacientes?




Aminorar la angustia
Pronto restablecimiento del equilibrio emocional previo del paciente.
Promoción del uso eficiente de los recursos del paciente.
Desarrollo de la comprensión del individuo con respecto a su perturbación actual y aumento de las habilidades de enfrentamiento para el
futuro.
El papel-del terapeuta en los grupos por tiempo limitado consiste en ser activo,
directivo, administrativo y flexible.
En un grupo continuo a largo plazo el compromiso del terapeuta es el de ayudar
al paciente a la resolución de preocupaciones caracterológicas y trabajar en
habilidades interpersonales. Por tanto, la expectativa es que la persona
permanecerá durante una cantidad considerable de tiempo, debido a que el
carácter cambia de manera lenta. El papel del terapeuta consiste en promover
la cohesión del grupo y permitirles a los pacientes una regresión segura y la
expresión abierta de sus respuestas afectivas. La mayor parte de los grupos
con tiempo limitado tienen un problema específico, mientras que gran
porcentaje de aquellos de carácter continuo no lo tienen. Esto tiene
consecuencias para el tipo de grupo que evoluciona. A pesar de que algunos
clínicos consideran que colocar a las personas alrededor de cuestiones
sintomáticas similares ayuda a generar cohesión grupal, esto no es
necesariamente cierto. Al principio puede haber un sentimiento de unidad
debido a la similitud de la experiencia vital; sin embargo, a medida que el
grupo progresa y surgen los rasgos de carácter y la patología, se desvanece el
lazo alrededor de la sintomatología. Las personas desarrollan una confianza
genuina debido a quiénes son, no a causa de lo que han hecho o
experimentado.
Cuando se reúne un grupo, es muy importante que se considere y planifique
el nivel de funcionamiento de los pacientes. Los temas de un grupo (aquello de lo
que hablan los pacientes) se relacionan con el nivel del funcionamiento de sus
integrantes. Algunos grupos luchan durante años con problemas fundamentales
de confianza, otros con el poder y el enojo, y algunos más con la intimidad. Es
útil hacer que los pacientes se agrupen alrededor de un nivel de funcionamien to
similar de modo que puedan aprender y relacionarse con las experiencias de los
otros miembros. Sin embargo, también es efectivo tener suficientes diferencias
en experiencia vital y en estilo de personalidad de modo que las personas puedan
ver otras maneras de enfrentarse con situaciones similares. Lo que necesita
tomarse en cuenta es este equilibrio entre similitud y diferencia cuando se reúne
a un grupo de personas en tratamiento. Por ejemplo, es probable que no fuera una
buena idea colocar esquizofrénicos junto con neuróticos con buen funcionamiento. La discrepancia entre sus experiencias internas sería demasiado grande
como para construir un puente. Sin embargo, es una excelente idea
(Capítulo 19)
Establecimiento de grupos en un consultorio de práctica privada  359
colocar a un paciente con un estilo obsesivo-compulsivo de personalidad en el
mismo grupo con otro que tiene un estilo histérico. Pueden tener mucho que
aprender el uno del otro en términos de estilos interpersonales y funcionamiento
defensivo y es probable que mejore su capacidad para relacionarse entre sí.
prácticos pueden superarse con un poco de creatividad runa buena cantidad de
resolución.
358  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
CONSIDERACIONES DE LIDERAZGO
LO QUE UN TERAPEUTA NECESITA HACER
PARA COMENZAR UN GRUPO
Además de los pasos que se requieren tomar para aprender la teoría grupal,
necesidades comunitarias, fuentes de referencia y demás, deben pensarse ciertas
consideraciones prácticas cuando se comienza un grupo. Éstas incluyen:
 Disposición del consultorio
 Consideraciones de liderazgo
 Entrevistas pre grupo
 Supervisión
Estas consideraciones prácticas deben atenderse de manera lógica y cuidadosa si el
grupo ha de tener éxito.
DISPOSICIÓN DEL CONSULTORIO
Cuando un terapeuta considera comenzar un grupo, el tamaño del consultorio, su
localización y las leyes de la comunidad se vuelven factores críticos. El tamaño
ideal del grupo se encuentra de 6 a 10 personas; por tanto, el consultorio debe ser
suficientemente grande como para acomodar a tantos individuos.
En relación con el tamaño del consultorio se encuentra la cuestión del
mobiliario. Si la mayor parte de la práctica del terapeuta es con individuos,
parejas y familias, es probable que tenga que encontrar mobiliario adicional.
Debido a que gran parte del tiempo del terapeuta puede transcurrir viendo de
manera individual a las personas, deseará que el consultorio sea cómodo cuando
haya sólo dos individuos en la habitación. Debe considerarse encontrar una
manera de cambiar la disposición del consultorio o de añadir espacio.
Otra pieza del rompecabezas que debe atenderse es la localización del
consultorio. Si éste se encuentra en un área comercial, el estacionamiento no es
problema. Sin embargo, en un consultorio en casa, el estacionamiento es, con
frecuencia, un problema difícil. El hecho de que lleguen de 6 a 10 automóviles
al consultorio cada semana puede crear preocupaciones en los vecinos y causar
problemas. Deben verificarse los reglamentos de la zona: en algunas comu nidades los terapeutas necesitan un permiso para ver a más de un número dado
de personas por sesión. Sin embargo, la mayoría de estos obstáculos
Existen muchas consideraciones de liderazgo cuando se decide iniciar un grupo.
Éstas incluyen dirigir solo o con otro terapeuta, los honorarios, contrato grupa! y
determinación de una fecha y hora.
¿Liderazgo individual o coliderazgo? A pesar de que es un fenómeno
común el que dos terapeutas dirijan un grupo en los ambientes clínicos, no es tan
común que dos terapeutas lo hagan en la práctica privada. Muchos terapeutas
prefieren dirigir grupos con otra persona. Existen ventajas y desventajas para
ambos modelos de liderazgo, que se describen de manera breve más adelante.
Rutan y Stone (1984) señalan varias ventajas potenciales del coliderazgo:
 Un punto de vista más completo y complementario del grupo
 Observar y aprender de un colega
 Disponibilidad de cobertura constante durante enfermedad o vacaciones
 Apoyo y asesoría de un compañero
 Reproducir a la familia de dos padres
 Una oportunidad para que se imite, modele e identifique con la conducta de
los terapeutas que resuelven un conflicto.
 Valor de entrenamiento porque el coliderazgo disminuye la ansiedad,
proporciona un sentido de apoyo y permite que se comparta la responsabilidad. (Véase Capítulo 26 de este libro).
En realidad, muchos de los argumentos que se mencionan arriba son los mismos
que pueden utilizarse en contra de la coterapia. De hecho, algunas personas
sugieren que las desventajas de la coterapia por lo general superan a las ventajas
de este modelo. Las desventajas de la coterapia son las siguientes:
 Reducir la ansiedad es un problema porque la coterapia no le permite a
un terapeuta la oportunidad de confrontar la misma ansiedad que el
paciente, lo cual permitiría una conexión empática más fuerte.
 Los hijos (pacientes) pueden alentar a los padres (terapeutas) a que peleen o
se amen como una manera de desviar sentimientos con respecto a sí
mismos (transferencias y proyecciones).
 Se drena la energía de los pacientes debido a la necesidad de atender las
relaciones de la coterapia.
 Los honorarios deben compartirse.
 El desarrollo divergente de los terapeutas quizá impida el proceso de
grupo.
La necesidad de atender la relación de coterapia es un aspecto importante de la
misma. La atención a esta necesidad puede ser muy recompensante o engorroso
360  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 19)
en extremo. Como en cualquier relación, con el tiempo los líderes se desarro llan
de manera diferente y finalmente tal vez no sean compatibles. Estos aspectos
deben integrarse dentro de la decisión de un terapeuta acerca del estilo de
liderazgo para determinar qué es lo que le acomoda mejor.
Honorarios. Ya sea que se 'conduzca de manera individual o con otra persona,
existen diversos aspectos del liderazgo que deben resolverse antes del comienzo de
un grupo. Los honorarios y un contrato de grupo son dos elementos que deberán
aclararse antes de entrevistar a los pacientes.
Dos aspectos que surgen en cuanto al pago de honorarios son la necesidad de
una política concerniente a las sesiones perdidas y sí se ofrecerá una reducción en los
honorarios.
En un grupo el lugar de una persona no se llena en caso de una ausencia. Por
tanto, con frecuencia se utiliza la política de pago por el lugar. Esta opción, aunque
parece que es rígida y en beneficio propio, de hecho puede ser útil para el paciente y
terapeuta. Reduce el ausentismo y permite a los pacientes explorar la gran cantidad
de sentimientos que rodean a las sesiones perdidas.
En un grupo la reducción de honorarios es un aspecto clínico complicado y
difícil. Un paciente con una reducción en la cuota ocupa una posición especial en el
grupo. Esta posición única repercutirá entre los pacientes y la debe discutir todo
el grupo de manera que todos tengan la oportunidad de expresar sus
sentimientos y aprender de ellos. Con frecuencia, esta situación proporciona una
excelente oportunidad para translaborar el conflicto entre altruismo y envidia
entre los miembros.
Contrato grupal. El contrato es un elemento esencial de un grupo. Vincula a los
individuos dentro de una entidad terapéutica. Los primeros teóricos sugirieron que
sin un acuerdo explícito un grupo puede volverse una fuerza destructiva. Con un
acuerdo, puede convertirse en una fuerza terapéutica positiva.
Se realiza un contrato entre el líder y los individuos, al igual que entre ellos y el
grupo completo. Una ruptura en el contrato afecta a todos dentro del grupo. A
continuación se encuentra un contrato modelo que funciona bien en grupos de terapia
psicodinámica.
A cada paciente se le pide que esté de acuerdo con lo siguiente:
1. Estar presente cada semana, estar a tiempo y permanecer durante toda la
reunión.
2. Trabajar de manera activa en los problemas que lo trajeron al grupo.
3. Expresar los sentimientos en palabras, no en acciones.
4. Utilizar las relaciones desarrolladas en el grupo en un sentido terapéutico y no
social.
5. Permanecer en el grupo hasta que se hayan resuelto los problemas.
6. Responsabilizarse de los honorarios para cada sesión.
7. Proteger los nombres e identidades de sus compañeros de grupo.
Establecimiento de grupos en un consultorio de práctica privada  361
El contrato es el fundamento en el que se basa la alianza terapéutica. Necesita
diseñarse de manera cuidadosa para que se satisfagan las necesidades apropiadas de
cada uno de los pacientes y la estructura de un grupo dado.
ENTREVISTAS PREGRUPO
Es fácil que se suspenda el inicio de un grupo. Una de las excusas más comunes es
"No tengo suficientes miembros para comenzar". Con frecuencia, la determinación
de una fecha rectifica este problema. En muchas ocasiones, una fecha límite
actúa como catalizador para hacer que inicie el grupo. Una fecha límite le da a
los pacientes que esperan y a las fuentes potenciales de referencia un sentido de
que el grupo existe. Los colegas no están dispuestos a referir a un grupo
planeado pero no existente.
Es crucial reunirse con los pacientes antes de comenzar con el grupo. Con
frecuencia, iniciar una alianza con cada miembro es un factor crítico para ayudar a
los pacientes a atravesar los tiempos difíciles durante la primera parte de su
experiencia grupal.
En las entrevistas pre grupo se necesita aprender acerca del paciente. Esto
incluye hacer indagaciones sobre los antecedentes de la persona, saber cuál es el
problema que presenta y descubrir sus antecedentes interpersonales. Durante la
entrevista también es importante educar a la persona con respecto a la terapia de
grupo, responder a sus temores y ansiedad y presentarle el contrato de grupo.
Una discusión cuidadosa de cada aspecto del contrato permitirá al paciente
externar sus preocupaciones y al terapeuta hacer una completa evaluación de la
capacidad del paciente para trabajar en este grupo en particular.
SUPERVISIÓN
La conducción de un grupo en ocasiones es una experiencia muy emocionante y
recompensante. Sin embargo, también puede ser una experiencia sumamente difícil
y desagradable. Los aspectos de transferencia y contratransferencia abundan en el
grupo. Entre más personas se encuentren en la habitación, existe mayor oportunidad
para el desplazamiento y la proyección.
Es muy útil recibir supervisión de parte de un terapeuta experimentado en
grupos cuando se dirige al primer grupo de terapia. Las oportunidades de
error abundan en los grupos de terapia y es responsabilidad profesional y
ética del clínico adquirir supervisión cuando aprende una nueva modalidad
de tratamiento. Además, es un alivio saber que existe alguien con el cual el
terapeuta puede discutir la enorme cantidad de maneras de meterse en
problemas cuando se dirige un grupo de terapia y que puede ayudarle a
resolver las dificultades.
362  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 19)
RESUMEN
La experiencia de comenzar un grupo en una práctica privada es emocionante,
productora de ansiedad y difícil. Se le ha prestado poca atención a esta cuestión
específica dentro de la bibliografía sobre terapia de grupo.
Existen aspectos teóricos, técnicos, de entrenamiento y prácticos que deben
atenderse antes de iniciar un grupo. Éstos van desde las preocupaciones más
simples o prácticas con respecto al tamaño y localización del consultorio hasta la
creación y sostenimiento de una red colegial junto con la adquisición de buena
supervisión y entrenamiento. La atención a estos aspectos puede permitir al clínico
la adición de una nueva modalidad poderosa con la cual servir a sus pacientes y de
una dimensión positiva y emocionante a sus opciones clínicas. 
REFERENCIAS
Anthony EJ: Comparison between individual and group psychotherapy, in
Comprehensive Group Psychotherapy. Edited by Kaplan HI, Sadock BJ.
Baltimore, MD, Williams & Wilkins, 1971, pp 104-112
Klein R: Some principies of short-terco group therapy. Int J Group Psychother
35:309-330, 1985
Redl F: Psychoanalysis and group therapy: a developmental point of view. Am J
Orthopsychiatry 33:135, 1963
Rutan JS, Stone W: Psychodynamic Group Psychotherapy. Lexington, MA, The
Collamore Press, 1984
Yalom I: The Theory and Practice of Group Psychotherapy, 2nd Edition. New
York, Basic Books, 1975
Aspectos de género
en los grupos
Mujeres en psicoterapia
de grupo
Patricia Doherty, EdD
Pamela L. Enders, PhD
Es cuestionable qué tarto cualquier mujer en lo individual, antes del
movimiento feminista, recibió ayuda o consejo de parte de la terapia
individual. Lo que se volvió esencial fue que las mujeres se vieran a sí
mismas en términos colectivos, no a nivel individual, no atrapadas en una
especie de complot individual, erótico y familiar, que de manera inevitable
encontraban incompleto... Sospecho que las narraciones femeninas se encontrarán en el lugar donde las mujeres intercambien historias, donde lean
y hablen de manera colectiva de ambiciones, posibilidades y logros.
Carolyn Heilbrun
Writing a Woman's Life.
INTRODUCCIÓN
No fue hace mucho tiempo que dos psicoanalistas, Karen Horney (1935) y Clara
Thompson (1941), intentaron convencer a sus colegas de que consideraran la
influencia de las actitudes y presiones culturales sobre la formación psicológica de
las mujeres. El psicoanálisis tradicional rechazó esta orientación "culturalista" que
experimentó un renacimiento en el decenio de 1970. En ese momento, la estructura
social estaba suficientemente fortificada por el movimiento feminista
365
366 II Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 20)
como para permitir que otros analistas iniciaran a partir de donde Horney y
Thompson se habían quedado.
El poder del movimiento feminista dentro del contexto de la conmoción del decenio
de 1970 hizo virar la atención de nuevo hacia el impacto de la sociedad y la cultura
sobre el desarrollo psicológico de la mujer. Hoy en día es raro el psicoterapeuta que no
considera, en cierto grado, los factores socioculturales en la evaluación y psicoterapia de
un paciente, varón o mujer. Es importante señalar que la consideración de los factores
socioculturales por sí solos es perjudicial para el paciente como lo es la exploración
exclusiva de los factores intrapsiquicos. Al paciente se le brinda un mejor servicio
cuando el terapeuta pone atención en:
 Los factores socioculturales (el mundo en el que vive la persona)
 Las experiencias interpersonales (la manera en que el individuo interactúa en
ese mundo).
 La dinámica intrapsíquica (las motivaciones y conflictos que afectan las
interacciones del paciente y colorean sus percepciones).
Por supuesto, es erróneo pensar que estas son entidades discretas. Un enfoque más útil
podría consistir en imaginar una pieza de tela de tres colores donde las diferentes
hebras coloreadas contribuyen a la belleza e integridad del todo. En un momento, el
observador podría apreciar más el tono azul que el rojo o amarillo; después, el amarillo
parecerá más atrayente. Aun así, nunca podría dejar de percibir el impacto armonioso
de la mezcla de los tres colores. De manera similar, al dirigir una psicoterapia o al
desarrollar una teoría consideramos que el fracaso en tomar en cuenta los tres factores
(sociocultural, intrapsíquico e interpersonal) dará por resultado una comprensión
incompleta del paciente.
La psicoterapia de grupo proporciona un ambiente ideal en el cual ver, explorar,
comprender y trabajar a través de los tres factores que se mencionan antes. Dado que el
grupo representa un microcosmos de la sociedad, se verán surgir los prejuicios
socioculturales, lo que permite a la paciente experimentar estas restricciones dentro del
grupo, reconocer si ha participado en que se perpetúen estos prejuicios y cómo lo ha
hecho y descubrir nuevas maneras de comprender y enfrentarse a estas presiones. El
siguiente ejemplo de caso ilustra la forma en que un paciente tuvo que enfrentarse a sus
ideas preconcebidas acerca de la homosexualidad:
Caso 1
Tanto la señorita A como el señor B entraron al mismo tiempo al grupo y
formaron con rapidez un fuerte lazo. Después, cuando la señorita A "salió
del closet" dentro del grupo, el señor B dijo, "No se cómo relacionarme
contigo ahora que sé que eres una lesbiana". La señorita A insistió que
aun era la misma persona. Después de un momento de silencio, el señor
dijo, "Pienso que eso me hace sentir rechazado como varón... siento
que si fuera un mejor varón te gustaríamos (los varones) más".
Mujeres en psicoterapia de grupo II 367
La dimensión interpersonal se aviva en los grupos a medida que el paciente
interactúa con otros miembros y con el líder de grupo. Estas interacciones pueden
comprenderse y atenderse desde varias orientaciones teóricas, incluso el enfoque del
aprendizaje interpersonal defendido por Yalom (1970) y la teoría de las relaciones
objétales. Un grupo puede proporcionar un contexto más amplio en el que pueden
analizarse los problemas intrapsiquicos del paciente.
En este capítulo, 1) se presentará una breve revisión histórica del desarrollo
psicológico de la mujer, 2) se considerará la aplicación de la teoría actual al trabajo
con mujeres dentro de terapia de grupo, 3) se explorarán las ventajas y desventajas
de los grupos homogéneos contra los heterogéneos y 4) se atenderá al papel de la
mujer que es líder.
DESARROLLO PSICOLÓGICO DE LA MUJER
La señora de la,casal
Algunas mujeres se casan con casas.
Es otro tipo de piel; tiene un corazón,
una boca, un hígado y movimientos intestinales.
Las paredes son permanentes y rosas.
Ve como se sienta sobre sus rodillas el día entero,
limpiándose fielmente a sí misma.
Los hombres entran por la fuerza, arrastrados corno lonas
dentro de sus carnosas madres.
Una mujer es su propia madre.
Eso es lo principal.
El poema de Anne Sexton (1981) transmite el aislamiento y enajenación de algunas
amas de casa, pero también captura, en unas cuantas líneas, aquello con lo que los
teóricos han luchado en varios libros; es decir, la compleja relación entre un varón y
una mujer y entre varones, mujeres y sus madres. Dado el actual ambiente
sociocultural, a la mujer aún se le ve, de parte de ella misma y de los demás, como un
objeto y no como un sujeto con su propio sentido de autoridad y albedrío. Es fácil ver
qué tan difícil puede ser para una mujer el que se le juzgue sano en términos mentales.
I "House-fui/1"de MI My Pretty Ones de Anne Sexton. Copyright ©, 1962 de Anne Sexton.
Reimpreso con permiso de la Houghton Mif lin Company. Derechos reservados.
368  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 20)
El diagnóstico y evaluación dependen, en parte, de la inclusión consciente o
inconsciente del análisis del rol de género. Por tradición, una mujer "normal" (al
menos una mujer blanca, de clase media, en Estados Unidos) es aquella que
exhibe conductas y rasgos como son capacidad nutricia, obediencia, de pendencia, pasividad, ambivalencia acerca de su sexualidad con el deseo de ser
deseada pero con un temor a desear de modo activo, un fuerte deseo de complacer a
los demás y una tendencia a enfocarse en las relaciones interpersonales (Brown,
1986).
A pesar de que estas cualidades y conductas son lo que la sociedad occidental ha
asociado por tradición con las mujeres, la imagen se complica cuando se considera
la teorización dicotómica dentro de la comunidad psicoanalítica, que por lo
general percibe al desarrollo como una progresión lineal de la dependencia a la
independencia y que considera que la separatividad es el pináculo de la salud mental.
El deseo y la capacidad individuales para formar vínculos se relegan a un menor
nivel en la jerarquía de la salud (Spieler, 1986). ¿Dónde deja esto a las mujeres?
De acuerdo con Susan Spieler (1986) y a otras investigadoras (Chehrazi,
1987, Zilbach, 1987), la teoría de personalidad de Freud es androcéntrica y, por
tanto, "el sentido femenino del sí mismo se ve como incapacitado en esencia
porque no es masculino" (Spieler, 1986, página 34). En pocas palabras, Freud
consideraba que la niña, como el niño, tiene una sexualidad primaria mascu lina
(fálica) pero que la niña, que carece de pene y tiene sólo un clítoris, experimenta
envidia del pene y se siente inferior. Se vuelve pasiva, masoquista y narcisi sta
(Deutsch, 1945) y culpa a su madre por su inferioridad genital. Rechaza a la
madre y se vuelve hacia el padre, que posee el pene mágico. La niña no
desarrolla un superyó fuerte porque no sufre de ansiedad de castración (ya fue
castrada). El deseo de tener un hijo del padre es, de acuerdo con Freud, un
sustituto del verdadero premio, su pene. El deseo por un embarazo se comprende
como un derivado de la envidia del pene y no como una identificación con la
madre como fuente primaria de nutrición (Bernstein y Warner, 1984).
La teoría de Freud acerca de la sexualidad femenina ha recibido fuertes
críticas de sus coetáneos y de nuestros contemporáneos. Charlotte Perkins
Gilman se refirió al trabajo de Freud como un renacimiento de la "adoración
fálica" (Donovan, 1985), mientras que Karen Horney (1926) rechazó la importancia que representaba la envidia del pene en el desarrollo femenino. Horney
(1926) también afirmó que los varones experimentan envidia de las capacidades
reproductivas de la mujer. Clara Thompson (1942) consagró su trabajo de
manera específica a la importancia de las influencias culturales en los problemas
de personalidad y dijo que la envidia del pene es el resultado del gran prestigio
y poder de los varones en nuestra sociedad:
He señalado que las características y sentimientos de inferioridad que
Freud consideró que eran específicamente femeninos y determinados
de manera biológica pueden explicarse como desarrollos que surgen y
Mujeres en psicoterapia de grupo  369
crecen de la situación histórica de falta de privilegios, restricción del
desarrollo, actitud poco sincera hacia la naturaleza sexual y dependencia
económica social de la muier occidental. La naturaleza básica de la
mujer aun es desconocida. (página 339)
La mayor parte de las primeras contribuciones teóricas se basaron en hipótesis
acerca del desarrollo infantil generadas por el material clínico de análisis con
adultos, que en general realizaban varones. La observación de recién nacidos era
rara y faltaban estudios empíricos. La creencia de que la vía del desarrollo era la
misma para niños y niñas (es decir, que era masculina en esencia para ambos)
persistió a pesar de una cuantas voces disidentes.
El decenio de 1960 anunció nuevas ideas que se basaron en la observación de
niños. Stoller (1968) introdujo el término "identidad nuclear de generó', el
sentido de ser niña o niño, que ocurre mucho antes de que dé inició la fase fálica
en el desarrollo psicosexual. La identidad nuclear del género se forma mediante
fuerzas biológicas, sociológicas y psicológicas. Esta investigación puso en duda
el concepto de Freud acerca,cle qué tanto las niñas como los niños comenzaban
como "hombrecitos".
Algunos clínicos y teóricos propusieron una línea independiente de desarro llo para las mujeres (Miller, 1976; Gilligan, 1982; Jordan y Surrey, 1986; Stiver,
1986; Zilbach, 1987), que enfatizó la importancia de las relaciones, afiliación,
prestación de cuidado e interconexión. A pesar de que concuerda con que estas
cualidades son, de hecho, críticas para las mujeres, Zilbach (1987) buscó un
concepto femenino equivalente con el poder del concepto masculino de falo. Le
llamó "absorción activa". Desde su punto de vista, existe un centro de
femineidad nuclear o primaria que se transforma a través del tiempo, en las
interacciones sociales y familiares, en características de capacidad nutricia,
adopción del amor, afiliación e interrelación.
Jordan y Surrey (1986) utilizaron el término "sí mismo en relación" para
describir su idea, que tiene como su tesis central el concepto de que "las mujeres
organizan su sentido de identidad, encuentran significado existencial, logran un
sentido de coherencia y continuidad y se sienten motivadas dentro del contexto de
una relación" (página 102). Carol Gilligan resumió esta idea y comparó a los
varones con las mujeres al señalar que la masculinidad se define a través de la
separación, mientras que la femineidad se define a través de la vinculación.
Ciertamente, un problema obvio con cualquier estructuración dicotómica de
la afiliación y nutrición contra la autonomía y el logro es la implicación de que
los varones no encuentran significado dentro del contexto de las relaciones
(Lerner, 1988). Las generalizaciones e interpretaciones inadecuadas son tanto
una problemática para las feministas como lo son o han sido para los teóricos
tradicionales. Sin embargo, estas mujeres han ayudado a poner en tela de juicio
una tendencia a patologizar al desarrollo femenino y han ofrecido una perspectiva más positiva de la díada madre—hija. Pero es justo este interés en la díada
madre—hja la que representa un problema para Lerner, quien considera que
370  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 20)
necesita conceptuarse al desarrollo como algo que tiene lugar dentro de un sistema
que incluye a varios individuos, no sólo a dos. Aumentar el campo de acción del
desarrollo de un modelo diádico a uno sistémico encaja bien dentro de la terapia de
grupo, donde se puede atestiguar una recreación de las innumerables relaciones
vitales. Sin una apreciación del sistema familiar, Lerner se preocupaba de que de la
misma manera en que podría alabarse a las madres por sus capacidades nutricias,
así también se les podría castigar por su fracaso en nutrir de manera correcta.
Chodorow (1978) escribió de manera extensa sobre este tema en su libro
Reproduction of Mothering, en el que discute el problema inherente a la sociedad
donde las mujeres realizan la mayor parte del cuidado materno. El hijo puede
percibir a la madre como una extensión narcisista cuya única razón de existencia
es la de gratificar las necesidades y deseos del niño. Entonces, a la madre (mujer)
se le verá como el otro o el objeto. Es raro que se le vea como sujeto, como alguien
con su propio conjunto de necesidades, deseos, motivaciones e ideas. Es probable
que los varones y mujeres alberguen la perspectiva de que las mujeres son objetos,
no sujetos. Después se verá la manera en que la terapia de grupo puede
proporcionar una: oportunidad para que ambos sexos vean a las mujeres como
sujetos con su propio sentido de albedrío y autoridad. En otras palabras, la terapia
de grupo puede facilitar la desmitificación de las mujeres.
Jessica Benjamín (1988) incorporó parte del pensamiento de Chodorow junto con
la investigación de Daniel Stern (1985) en su trabajo acerca de la intersubjetividad.
Como Chodorow, Benjamín estaba preocupada con el nivel de cuidado materno
femenino y con el fracaso en ver a las mujeres como sujetos. Destacó qué tan
importante es para el niño reconocer a la madre como un sujeto independiente en
lugar de un objeto de vinculación o del deseo. Para esta autora (1988), el
reconocimiento es central para la existencia humana: "... reconocer es afirmar,
validar, admitir, conocer, aceptar, comprender..." (página 15). El reconocimiento
mutuo es crucial para el punto de vista intersubjetivo porque implica que se tiene una
necesidad de reconocer al otro como una persona independiente que es como uno
mismo pero que, a su vez, es distinto. "El reconocimiento que busca el niño es algo
que la madre puede dar sólo en virtud de su identidad independiente" (Benjamín,
1988, página 24). La madre no debe ser sólo un espejo sino que debe englobar a un
otro independiente que responde en su propia manera diferente.
De acuerdo con Benjamin (1988), el punto de vista intersubjetivo se refiere a lo
que sucede en el campo del si mismo y del otro, pero advirtió que "sin el concepto
intrapsíquico de inconsciente, la teoría intersubjetiva se vuelve unidimensional,
porque es sólo contra el fondo del espacio privado de la mente que el verdadero
otro se presenta en relieve" (página 21). También señaló: "Afirmar cualquier cosa
más en favor de-la intersubjetividad llamaría a un triunfo de lo externo... un
psicoanálisis de relación debería dejar lugar para el confuso lado
intrapsíquico de la creatividad y la agresión..." (Benjamín, 1990, página 45).
Mujeres en psicoterapia de grupo  371
La teoría de subjetividad como la define Benjamín parece que incorpora, de
muchas maneras, los tres factores que, de inicio, se consideraron importantes en
el presente capítulo: el sociocultural, interpersonal e intrapsíquico. Ahora se
mostrará la manera en que esta teoría de subjetividad se aplica a la comprensión
del modo en que las mujeres interactúan dentro de la psicoterapia de grupo y
pueden beneficiarse de ella.
VENTAJAS DE LA TERAPIA DE GRUPO PARA MUJERES
Si se considera que el aislamiento de las mujeres ha contribuido, en parte, a
los abrumadores sentimientos de depresión, imperfección y soledad que experimentan con frecuencia, entonces es muy claro que un grupo puede ser un refugio de
consuelo y apoyo, un alivio temporal del aislamiento.
Fue este sentido de aislamiento experimentado en el contexto de los arrolladores cambios sociales y culturales el que condujo al desarrollo de los grupos de
movilización de la conciencia (MC) (en inglés, CR, consciousness—raising
groups) en la última parte del decenio de 1960. Los grupos de MC ofrecieron
esperanza y prometieron el incremento del poder para las mujeres en los
decenios de 1960 y 1970 (Bernardez, 1983; Kirsh, 1974, 1987). Estos grupos
(que iban de 5 a 12 miembros) se diseñaron para promover un sentimiento de
hermandad, comunidad, apoyo y alivio en relación con la creencia de que se era
defectuosa tan sólo por ser mujer. La principal ideología de los grupos de MC
era que los problemas que experimentaban las mujeres eran el resultado de vivir
en una sociedad sexista donde los roles se definían de manera rígida y se
enfrentaba el prejuicio debido al propio género. El foco de la discusión residía
en el impacto de los factores socioculturales en la vida de una mujer .. Se
consideraba que el cambio podría ocurrir sólo sí cambiaba la sociedad misma.
Se pensaba que a través de hacer conscientes a las mujeres sobre las causas
externas de su angustia, podrían sentir un aumento de poder para producir el
cambio en el mundo exterior. La estructura de los grupos de MC reflejó los
ideales feministas: no jerarquizada, democrática, aceptante, de apoyo y
emocional más que de carácter intelectual. De aquí que el típico grupo de MC
careciera de líder y cada mujer se viera a sí misma como su propia autoridad. Se
evitaba la jerarquía.
A través de los años, estos grupos de MC han evolucionado a los que ahora se
denomina de manera variada como grupos de apoyo, grupos de charla y grupos de
discusión. Pueden tener un tema particular como los "grupos de apoyo para
madres jóvenes", pero sus raíces se encuentran en los primeros grupos de MC. El
importante legado de estos grupos es el hecho de que nos alertaron acerca del
poderoso impacto de las presiones socioculturales sobre las vidas de las personas.
La mínima investigación con respecto a la eficacia de estos grupos deja
372  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capítulo 20)
flotando la pregunta de en qué forma cambian específicamente las vidas de las
mujeres, pero la "evidencia" anecdótica apoya la creencia de que muchas de ellas
encontraron útiles este tipo de grupos.
Una de las cosas que distingue a los grupos de MC es también lo que los
hace problemáticos: es decir, gran énfasis en los factores externos, con
frecuencia con exclusión de la exploración de la dinámica interna. Para algun os
grupos, la adherencia a la ideología a toda costa puede haber perpetuado de
manera inconsciente las dicotomías y polaridades sexuales. Aun así, debido a
los grupos de MC, es difícil imaginar que se ignoren los factores
socioculturales hoy en día.
Con independencia de qué tan útiles sean los grupos de MC, no son una
psicoterapia. La ideología, estructura, metas y proceso difieren entre las dos
modalidades (Kravetz, 1987). La psicoterapia se enfoca más en el mundo interno
de una persona, en la dinámica interpersonal con una apreciación por el impacto
del contexto sociocultural o en ambas cosas, más que con un fuerte énfasis en los
factores externos, como ocurre en los grupos de MC. La psicoterapia también
busca que se definan y sanen los aspectos psicopatológicos de la organización de
personalidad del individuo. La psicoterapia de grupo opera en un contexto
definido con un líder y con un contrato claro que da lugar a la libertad y
seguridad necesarias para efectuar un cambio profundo. A través del intercambio
interpersonal y de las interpretaciones del líder, surge el material inconsciente
dentro del "entorno laboral" del grupo. Este medio permite múltiples
transferencias, una plétora de respuestas y una variedad de modelos. El grupo de
terapia proporciona un laboratorio en el cual experimentar con nuevas conductas
y analizar y reorganizar los rasgos y defensas de carácter a medida que éstos se
representan en el contexto de grupo.
GRUPOS DE MUJERES CONTRA GRUPOS MIXTOS
Algunos autores afirman que los grupos de mujeres son superiores a los grupos
mixtos (de varones y mujeres) de diversas maneras 1,Burden y Cottlieb, 1987;
Walker, 1987), incluso la "falta de sexismo inconsciente", un incremento en el
sentido de calidez y cercanía y más libertad para hablar abiertamente. Se dice
que las mujeres dentro de grupos de un sólo género sacan a relucir temas tabú
(como el sexo) antes de lo que lo hacen dentro de grupos mixtos. Sin embargo,
en gran medida estas afirmaciones carecen del sustento de los datos empíricos.
Por desgracia, como en gran parte de la literatura sobre psicoterapia en general.
las afirmaciones se basan en observaciones que no se realizaron de manera
sistemática y que no se derivaron de medidas objetivas.
En un artículo que evaluaba los grupos de mujeres, Kathleen Houston (1986)
concluyó que, a pesar de que la estructura y metas de los grupos de mujeres
Mujeres en psicoterapia de grupo  373
pueden ser únicas, no puede afirmarse más acerca de la manera en que difieren de
los grupos mixtos en términos de proceso y resultado. Advirtió, sin embargo, que la
falta de investigación no implica que los grupos de mujeres no sean efectivos de
manera única. Houston urgió a las feministas a avanzar de la presentación de la
sola teoría a validar sus posiciones teóricas mediante realizar estudios empíricos.
A pesar de que es probable que algunas mujeres puedan prosperar mejor en un
grupo de su mismo sexo, continúa en pie la pregunta: ¿Bajo qué circunstancias y
para qué conjunto de problemas debería tratarse a una paciente dentro de un grupo
de mujeres más que en uno mixto?
En teoría, parece ser que un grupo de un solo sexo con terapeuta (s) del
mismo sexo tiene sentido para los adolescentes jóvenes "a fin de promover el
desarrollo progresivo del yo, la identificación de género con figuras del ideal
del yo y un periodo de protección en la preparación para las relaciones hetero sexuales" (Kennedy, 1989, página 39). Por lo general, las mujeres que han
experimentado incesto o violación se sienten más cómodas y son más libres de
expresar sus sentimientos y de relatar sus historias dentro de grupos de su
mismo sexo (Herman y Schátzow, 1984). Lo mismo puede decirse de mujeres
que han sufrido maltrato físico o de otro tipo por parte de los varones.
Los grupos de mujeres pueden ser especialmente útiles para aquellas que se
encuentran en puntos de transición en sus vidas y que requieren del aliento
adicional del apoyo femenino a fin de proseguir adelante. Es obvio que no debe
ignorarse una petición de una mujer para que se le coloque en un grupo de éstos,
pero tampoco el terapeuta debe actuar con base en esta petición sin explorar
primero de manera cuidadosa el significado y utilidad de dicha petición. Los
problemas con los grupos de un solo sexo incluyen la perpetuación de las
polaridades de género con apoyo inconsciente (en el mejor de los casos), para la
continuación de la mitología del rol de género; una tendencia a alentar la
culpabilización del género ausente en relación con los propios problemas;
incremento en la susceptibilidad para la fusión ya sea entre los miembros o con
el líder del mismo sexo y el hecho de que los grupos de un sólo sexo no se
asemejan al mundo real, heterogéneo, en el que vivimos. Sin embargo, aparte de
la bibliografía de terapia de grupo, existe evidencia de que un ambiente de un
solo sexo puede ser benéfico para el desarrollo de mujeres jóvenes. Esto es en
particular cierto en el salón de clase, donde se ha mostrado que las niñas y
mujeres jóvenes florecen dentro de un ambiente del todo femenino y están en
probabilidad de expresarse con mayor confianza de lo que lo están en una
escuela mixta (Krupnick, 1985).
Los grupos de un solo sexo pueden promover dificultades particulares de
contratransferencia para un líder del mismo sexo que tal vez no reconozca y no
acepte una transferencia homoerótica (Alonso, 1987). En los grupos mixtos, "las
fantasías eróticas surgen en el desplazamiento heterosexual y después pueden centrarse como homoeróticas para el miembro que es del mismo sexo que el líder"
(Alonso, 1987, página 161).
374  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Mujeres en psicoterapia de grupo  375
(Capítulo 20)
PODER DE LOS GRUPOS PARA LA DESMITIFICACIÓN
UN GRUPO DE MUJERES SE VUELVE MIXTO
El siguiente ejemplo de caso ilustra la manera en que la adición de varones a un
grupo sólo de mujeres puede cambiar el carácter y desarrollo del grupo. En un
inicio, la ausencia de varones facilitó la cercanía y apertura, pero también
inhibió la expresión de agresión, en especial hacia la líder.
Caso 2
Un grupo que comenzó con cuatro mujeres y una líder desarrolló pronto una
cohesión positiva con gran apertura, una capacidad para la confrontación y
para expresar una variedad de sentimientos. En ocasiones, una u otra de
las mujeres se preguntaban cuándo entrarían "los varones"
al grupo. Se
hacían bromas acerca de la manera en que el grupo reflejaba a la
sociedad en la que "era difícil encontrar un buen hombre".
Finalmente, después de varios meses, la líder anunció que un nuevo
miembro, un varón, entraría al grupo. Las mujeres recibieron la noticia con
una pausa, algunas risas y después con varias asociaciones con hermanos
varones que eran sus favoritos, padres abusivos en términos sexuales, varones que eran violentos y novios que eran machos chauvinistas. Las
mujeres también relataron historias acerca de amistades interrumpidas con
mujeres debido a los varones. ¿Les sería necesario desconectarse entre sí a
fin de que pudieran conectarse con un varón?
Los
estereotipos o mitos del rol sexual nos limitan a todos de maneras sutiles y
flagrantes. Estas limitaciones afectan al que percibe y al que es percibido. Ambos
sexos participan de estos mitos y, por tanto, se permite poco movimiento fuera de
estos estereotipos. La psicoterapia de grupo proporciona un lugar seguro para que
los miembros intenten nuevas conductas fuera del rol y evalúen el impacto de
estas conductas en otros miembros y en sí mismos. Más que ello, al escuchar a
los integrantes de otro sexo dentro del grupo, pueden ponerse en tela de juicio y
finalmente alterar los mitos acerca del sexo opuesto que antes atesoraba el
agente, como se ilustra en el caso 3:
Ca s o 3
La señorita F, una mujer de negocios, inteligente y competente, había
experimentado recientemente el rompimiento doloroso de una relación
con un varón. Lo que hacía que esto fuera difícil en especial para ella era
el hecho de que tenía 40 años de edad y deseaba con desesperación tener
hijos. Había visto esta relación como su última esperanza de matrimonio y
familia. En su furia contra su ex-amante, se peleaba con todos los varones
por tratar de manera terrible a las mujeres. Se quejaba de que no había
varones decentes y que ignoraban los sentimientos y necesidades de las
mujeres. La señorita F dirigía todo esto a las mujeres en el grupo y
evitaba por completo a los varones. Éstos se movían en sus asientos,
incómodos ante el hecho de que los ignoraran la señorita F y las demás
integrantes. En un momento dado, la líder señaló la manera en que las
La señorita C, que tenía pocas amigas mujeres y que en general
prefería a
mujeres ignoraban a los varones.
los varones, dijo, "Aquí se siente demasiado cerrado con todas
estas mujeres. Somos demasiado parecidas. Se siente asqueroso con toda
En el inicio, esta sencilla intervención causó ciertas risitas ansiosas
esta cercanía. Pegajoso. Me vienen todas estas asociaciones con sangre
entre las mujeres y suspiros de alivio entre los varones, pero alentó a los
dos sexos a enfrentarse entre sí y abrió la posibilidad para el diálogo. Ellos
expresaron su tristeza genuina acerca del rompimiento de la señorita F y
respondieron con sensibilidad auténtica a su predicamento. El señor G
reconoció que era cierto que, aunque él tenía 41 años, no sentía la misma
urgencia que las mujeres por tener hijos en una cierta edad. Él había
menstrual y senos lechosos". "¡Caray", dijo la señorita
D, "lo haces sonar
como una escena de una selva húmeda con pechos bamboleantes como
del
National Geographic.
Cuando llegó el nuevo miembro, dos de las cuatro mujeres estaban
ausentes. Estaban enfermas de gripe (o, quizás, de huida«). A su regreso la
señorita E les dijo, "estuvimos coqueteando" con el nuevo varón. La charla de
esa sesión se centró en aspectos de poder e igualdad. En un momento dado
otros dos varones se unieron al grupo. Por primera vez las mujeres pudieron
declarar su enojo e insatisfacción con la líder.
Aquí las autoras hacen un juego de palabras entre "flu", "gripe" yflew, "huida", que a
pesar de escribirse diferente tienen el mismo sonido en el idioma Inglés.
experimentado presiones para comprometerse con una mujer que, como la
señorita F, deseaba hijos antes de que fuera demasiado tarde. No estaba
enamorado y no deseaba casarse con ella, pero no se sentía preparado
para terminar la relación. Había decidido que todas las mujeres
simplemente querían atrapar a un hombre a fin de controlarlo (de la misma
manera en que su madre había dominado a su padre). Hasta que escuchó a
la señorita F, no se había dado cuenta qué tan profundamente doloroso era
para las mujeres el hecho de enfrentarse con el prospecto de una vida
376  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Mujeres en psicoterapia de grupo  377
(Capítulo 20)
DE MUJERES COMO COMO OBJETOS
A MUJERES COMO SUJETOS
sin hijos. Pero se preguntaba qué podía hacer. En realidad no quería
casarse con la mujer, sin embargo ¿cómo podía seguir lastimándola?
La señorita F se sintió conmovida y sorprendida de ver qué tanto
respondían los varones a su tristeza. Se sintió impresionada en especial
con el dilema del señor G y vio que su amante anterior estaba en un
predicamento similar (es decir, que no la amaba lo suficiente como para
casarse con ella y que el rompimiento podría haber sido también difícil
para él). "Después de todo, quizás no todos los varones son una porquería", dijo la señorita F.
Se puede ver que este grupo mixto se enfrentaba de manera activa con los mitos
sobre del otro sexo. Debido al contexto de grupo, se cuestionaron y analizaron
los mitos de que todos los varones eran indiferentes hacia los sentimientos y
necesidades de las mujeres y que todas las mujeres querían controlarlos. Se
disminuyó el poder que tenían estos mitos sobre las actitudes y acciones de los
miembros del grupo y '(al menos para la señorita F y el señor G) se logró una
nueva comprensión y apreciación de la complejidad de las relaciones heterosexuales.
A pesar de que es cierto que estos mitos son el producto de nuestro orden
sociocultural, decir que esta narración describe el éxito de los grupos en cuanto a
enfrentarse con los prejuicios socioculturales en vivo sólo es parte de la historia.
El hecho de que las mujeres ignoraron en un principio a los varones ilustra la
manera en que la conducta interpersonal, como se recrea en el grupo, puede ser un
cómplice del sufrimiento. En otras palabras, mediante ignorarlos de manera
activa, las mujeres no les daban la oportunidad a los hombres para probar que
podían ser sensibles y responder ante ellas. Después dentro del grupo, las mujeres
se preguntaron con cuánta frecuencia habían ignorado a nivel inconsciente a los
varones para probarse a sí mismas qué tan poco sensibles eran ellos y que tan
maravillosamente sensibles eran las mujeres. Vieron qué tanto sus acciones
interpersonales servían para impedir la intimidad.
A un nivel intrapsíquico, el señor G pudo comenzar a ver la manera en que
su identificación con su débil e ineficiente padre lo había conducido a percibir a
todas las mujeres como similares a su abusiva madre. Por otra parte, la señorita
F, al igual que su madre, había visto a todos los varones como "zoquetes
egoístas" que se asemejaban a su padre. La respuesta del señor G liberó a la
señorita F para que recordara varias ocasiones en las que su padre había sido
cariñoso con ella.
La subjetividad, el sentido de que uno tiene una identidad independiente que otro
reconoce de manera activa, es un logro importante del desarrollo. Esto puede
promoverse en gran medida dentro de la terapia de grupo. La necesidad de mutuo
reconocimiento es crítica para el desarrollo sano y es crucial para la perspectiva
intersubjetiva que defiende Jessica Benjamin (1988, 1990a, 1990b). El infante
tiene la necesidad de ver a su madre como un sujeto independiente y no como
una extensión de sí mismo. Debido a las poderosas fantasías que se apoyan en la
cultura acerca de la maternidad, se considera a las mujeres como objetos: de
vinculación o deseo (Benjamín, 1988; Chodorów, 1978, 1989). Es probable que
las mujeres crezcan con la creencia de que no tienen derecho a expresar sus
propios deseos sino que deben complacerse sólo en ser deseadas. Pueden
fracasar en darse cuenta de que es posible que deseen de manera activa algo para
sí mismas. Debido a que no pueden verse a sí mismas como sujetos, no verán de
esa manera a otras mujeres. La conducta de los varones puede confirmar o
desmentir estos conceptos. El siguiente ejemplo de caso ilustra la manera en que
la terapia de grupo puede alterar el sentido de sí misma de una persona, de ser un
objeto a ser un sujeto:
Caso 4
La señorita 1-1, una ejecutiva de 35 años de edad, había tenido varias
relaciones insatisfactorias con varones, en las cuales se había congraciado
para complacerlos. Su madre le había dicho (y mostrado en su propia
relación matrimonial) que una mujer debe hacer todo lo posible para
atraer a un varón y hacerlo feliz. En el grupo, la señorita H tendía a
preguntarle a los miembros varones acerca de la "perspectiva masculina"
en cuestiones como las siguientes: ¿Los varones se "asquean" si una
mujer llora? ¿Qué piensa un varón acerca de una mujer que "cede" muy
fácilmente? ¿Qué sienten acerca de una mujer que es agresiva? De inicio,
ellos estaban complacidos de ofrecer su consejo. En un momento dado la
alentaron a que explorara más acerca de cómo se sentía ella en cuanto a
estos aspectos en lugar de tratar de deducir lo que los varones deseaban.
La señorita hl se sorprendió de saber que otras personas podrían tener un
interés en aquello que ella pensaba y sentía. Un día informó al grupo que
había decidido no tener una segunda cita con un hombre al que había
conocido en fecha reciente. Dijo, "Siempre pensé que si un varón me
deseaba, tenía que acceder. ¡Nunca se me ocurrió que pudiera decidir si
yo lo quería a él o no!" La señorita H comenzó a verse como algo más que
un objeto del deseo; empezó a creer en su subjetividad y en su capacidad
para tener cierto control sobre su destino.
378  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Mujeres en psicoterapia de grupo  379
(Capítulo 20)
LAS MUJERES COMO RECEPTORAS
Y MANIFESTADORAS DE AFECTO
No es poco común que gran parte del trabajo afectivo de un grupo lo realicen las
mujeres y que los varones funjan como observadores que aprenden de manera
aleatoria acerca de sus sentimientos (MacNab, 1990). En general, las mujeres
son más capaces de reconocer y expresar diversidad de sentimientos. Dentro de
un grupo, puede verse el deseo de un sexo por disociar los sentimientos
inaceptables y provocar que el otro sexo contenga y exprese la emoción. En
algunos casos, las mujeres que no pueden tolerar su hostilidad se las arreglan
para evocar estos sentimientos en los varones, mientras que ellos, que evitan la
dependencia, forman intensas relaciones con mujeres indefensas que guardan
estos sentimientos por ellos. El siguiente ejemplo de caso ilustra la manera en
que un varón pudo reclamar sus sentimientos sólo después de que una mujer en
el grupo los expresó primero por él:
Caso 5
El señor 1 describió sus experiencias infantiles de maltrato físico y
recordó la forma en que había evitado golpizas más fuertes al funcionar
como el "niñito bueno" mientras veía que su hermana mayor recibía el
castigo. En tanto volvía a relatar diversos incidentes de trato humillante,
la señorita J comenzó a llorar y dijo "¡Me siento tan triste... qué infancia
tan terrible!". El señor I hizo una pausa y vio a la señorita J y después
también se puso a llorar. A medida que afirmaba y expresaba finalmente
su tristeza, la señorita J señaló que ya no se sentía angustiada. Al notar
posiciones de autoridad evocan diferentes respuestas debido a su género. Se afecta
en diversas formas el trabajo de grupo por el sexo del líder (Reed, 1983). Pero,
¿cuál es el efecto cuando el líder de grupo es una mujer?
De acuerdo con Broverman y sus colaboradores (1970), estudiantes y clínicos
por igual valoran menos las características femeninas (por ejemplo, calidez,
dependencia y emocionalidad) que las características masculinas (como fortaleza,
independencia, autonomía y racionalidad). Debido a que las cualidades de las
mujeres se consideran inferiores, a éstas se les asigna (de parte de varones y
mujeres) un estatus menor que a los varones. Más que eso, muchas de estas
cualidades femeninas están en conflicto con el rol de liderazgo (Reed, 1983), que
demanda autonomía, fortaleza y objetividad.
La masculinidad es un estado más valioso y el liderazgo es un rol que se
valora más. Así, la mujer como líder es una especie de anomalía; a pesar de que
es "inferior", supone ser competente para ejercitar una función que en términos
sociales se adscribe al sexo opuesto: ser número uno dentro del grupo. Esta
posición es incongruente con el estatus como con el papel de una mujer. La
autoridad femenina presenta un conflicto para las líderes grupales y para los
miembros de ambos sexos porque la posición es inversa al punto de vista del
mundo (Gornick, 1986. En la medida en que la experiencia de grupo duplica a la
familiar y social, estos roles se representan en el grupo. Si se alteran los roles
dentro del grupo, ocurrirán cambios intrapsíquicos e interpersonales en sus
miembros. El siguiente ejemplo de caso ilustra la manera en que un grupo
responde ante una líder que afirma su autoridad:
Caso 6
En un grupo mixto conducido por una mujer, el señor K llegó tarde a su
la manera en que "hizo" que la señorita J contuviera y expresara sus
primera reunión de grupo. Con frecuencia cancelaba en el último minuto.
sentimientos por él, el señor I dijo, con cierta sorpresa, "Ahora sé porque
Se reunió con otro miembro para tomar café durante las vacaciones de la
líder y cundo se supo la noticia en el grupo, los otros integrantes se
me sentí tan ansioso y culpable cuando mi hermana se embarazó y se
fue de la casa; ¡ella lo aguantó (el maltrato) por mí todos esos años!" El
señor 1 relató también incidentes de relaciones con mujeres donde él
mantenía una distancia intelectual y las mujeres expresaban la emoción.
Una de las mujeres en el grupo señaló la manera en que eso pasaba todo
el tiempo en el ambiente grupal.
LA MUJER COMO LÍDER GRUPAL
El género hace surgir ciertas expectativas con respecto al poder e intimidad;
se ve, se espera, se proyecta y se interactúa con varones y mujeres de manera
diferente dependiendo del propio sexo. Específicamente, las personas en
sintieron traicionados y celosos de la conexión especial. La líder le
recordó al señor K y al otro miembro que su conducta era una violación
del contrato terapéutico. En un principio, ellos se enojaron con la fuerte
actitud de la líder, pero después expresaron asombro. Las mujeres se
sintieron aliviadas.
Como señalaron Alonso y Rutan (1979), una terapeuta ocupa una posición de
poder y autoridad, un papel que es diatónico desde un punto de vista cultural. La
confusión en los estereotipos tal vez genere ansiedad para las pacientes que tal
vez desean identificarse con la líder mujer pero que la ven como alguien difícil de
seguir. Los varones quizá teman identificarse con una líder debido a que se
amenaza su sentido de masculinidad. La líder debe estar consciente de ello y
translaborar sus propios sentimientos de inferioridad lo mismo que su
ambivalencia acerca del rol y conflicto de estatus, a fin de enfrentar los retos que
380  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Mujeres en psicoterapia de grupo  381
(Capítulo 20)
necesariamente le presentará el grupo. De otra manera, tan sólo reforzará más que
translaborar los estereotipos.
La líder mujer puede incitar deseos y expectativas de la madre
completamente perfecta: abnegada, nada crítica, aceptante y conciliadora. De
hecho, la líder puede derivar mucha gratificación de la admiración que recibe por
ser la madre perfecta y dudar en salirse de ese rol para ser confrontativa de
manera apropiada o para que se mantengan límites y fronteras firmes. En verdad,
los roles culturales demandan que todas las mujeres sean proveedoras de cuidado
y la líder debe estar segura de no depender o esperar que las miembros mujeres de
su grupo le ayuden con la nutrición en el grupo, en especial frente a los varones
(Westkott, 1986). Ellos pueden sentirse con derecho a ser los recipientes de los
aspectos nutricios femeninos. El grupo y la líder pueden estar renuentes a poner a
un lado las fantasías de la madre perfecta. La líder que no ha resuelto esta
cuestión en sí misma, no estará preparada para enfrentar el enojo y decepción
inevitables en el grupo a medida que éste descubre las deficiencias de la líder. El
siguiente ejemplo de caso ilustra el resultado positivo de un grupo en el cual la
líder invitó al grupo a enojarse:
Caso 7
Unas cuantas semanas después de que dos miembros nuevos se habían
unido al grupo, haciendo un total de siete integrantes, la señorita 1 se quejó
de que prefería un grupo más pequeño. Consideraba que la líder deseaba el
dinero adicional y que no tomaba en consideración los sentimientos o
necesidades del grupo. La líder tenía un "trabajo fácil" y no tenía que
manejar 50 kilómetros para llegar a su casa mientras había mal tiempo. Un
miembro le preguntó a la señorita L cuántas personas había en su familia.
"Siete", replicó, "y un perro", añadió mirando a la líder. El grupo se rió al
reconocer la asociación paralela. La líder dijo, "Humm, y un perro... ¿una
perra?" Esta invitación a enojarse con la líder desencadenó una corriente de
asociaciones de los integrantes del grupo en cuanto a madres ambiciosas,
narcisistas, maltratadoras o negligentes. Varios miembros del grupo
comenzaron a comparar a sus madres con la capacidad maternal de la líder.
La señorita L dijo que siempre había temido a la ira de su madre y ésta
nunca podía tolerar cualquier expresión de enojo de parte de sus hijos. Su
madre tenía que estar siempre en lo correcto. Por último, la señorita L dijo,
"Quizás mi madre no era tan fuerte después de todo, sí no podía manejar
un poco de insolencia de sus hijos. Quizá la verdadera fuerza consiste en ser
capaz de aceptar lo que tus hijos tienen que decir".
La investigación acerca del impacto del sexo del terapeuta en el resultado de la
psicoterapia se ha conducido principalmente con el modelo diádicó. Un estudio
encontró que, independientemente del género del paciente, las terapeutas mujeres
habían establecido alianzas terapéuticas más efectivas que los varones (Iones
y Zoppel, 1982). El factor de alianza terapéutica estimaba el interés, aceptación y
respeto del terapeuta por el paciente, al igual que el grado en el que la actitud del
terapeuta se consideraba como cálida y atenta. Los pacientes que veían a
terapeutas del mismo sexo estaban en mayor probabilidad de considerarlo como
neutral o no directivo que aquellos en parejas de género diferente. Es
interesante que las mujeres, con independencia del género del terapeuta,
estaban en mayor probabilidad de experimentar un sentimiento de desprecio de
parte del terapeuta. En general, existió cierta evidencia de que las terapeutas
eran más exitosas para obtener las metas terapéuticas, en especial con las
pacientes.
La Ventaja del estudio anterior es que se basó en experiencias reales de
psicoterapia y no en aquellas de tipo análogo. El estudio no se enfocó en la
manera en que se percibe a las mujeres dentro de grupos. En otro estudio que
evaluó las respuestas de afecto ante líderes varones y mujeres, se encontró que las
líderes produjeron más afecto negativo no verbal de parte de los miembros del
grupo que los líderes varones que ofrecían las mismas iniciativas, (Butier y Geis,
1990). De hecho, parecía que si una mujer ofrecía tan sólo una contribución
sustancial, esto era suficiente para que se produjera desagrado en los otros. Los
autores sugirieron que el "liderazgo y las expectativas de género son tanto
prescriptivas como descriptivas" (página 54).
Una investigación reciente sobre grupos encontró que las pacientes, en
particular, percibían a los grupos conducidos por una mujer como menos efectivos
para ellas que aquellos dirigidos por varones (Boston Instilute for Psychotherapy,
informe de investigación no publicado, Marzo,•1991).
Antes, Bernardez y Stein (1979) habían afirmado que las mujeres del grupo
pueden sentir enojo hacia la cualidad de segunda clase de la autoridad femenina y
que los integrantes varones pueden rebelarse antes de que se les "someta" o se les
coloque en una posición subordinada. Debido a que la líder tiene un rol diferente
de aquel de otras integrantes, ella puede estar sujeta a las respuestas típicas
impuestas a la figura muestra (es decir, aquella que se coloca aparte y cuya
conducta se estudia de manera cercana) (Reed, 1983).
La líder recibe del grupo una variedad de señales de cómo desean qu e
responda. Debe ser cálida y aceptante, nunca enojarse o ser crítica. Si se sale
de la respuesta estereotípica, sobrevienen confusión y conflicto. Si no lo hace,
el estereotipo continúa con vida. Los grupos con líderes mujeres proporcionan
más oportunidades, para translaborar alternativas para ambos géneros,
mientras que aquellos con líderes varones es posible que tiendan a reforzar los
estereotipos (Mayes, 1979; Reed, 1979). Este último ejemplo de caso ilustra
qué tan difícil puede ser que los miembros del grupo acepten a una líder que
actúa de una manera no estereotipada:
Caso 8
La señorita M llegó cinco minutos tarde a su primera reunión de grupo.
Le trajo regalos a la terapeuta: fresas cubiertas de chocolate y lilas. A
382  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Mujeres en psicoterapia de grupo  383
(Capítulo 20)
escondidas se reunió con otro miembro del grupo durante las vacaciones
de la terapeuta. Acúmuló con rapidez una deuda. Para cada incidente la
terapeuta exploró la conducta y reforzó el contrato, lo que resultó en que el
resto del grupo se mostrara enojado ante el hecho de que se consumiera
tanto tiempo en esto. Cuando la señorita M dijo con indiferencia que iba a
declararse en bancar' rota y que nunca pagaría su cuenta, la terapeuta le
dijo que sólo podría continuar si pagaba en efectivo cada semana. Cuando
llegó con un cheque a la siguiente semana, la terapeuta le dijo "éste no fue el
contrato". La señorita M respondió, "Entonces, ¿quieres que me vaya?" "No,
pero teníamos un acuerdo", le dijo la terapeuta. La señorita M dejó
furiosamente la habitación. Las reacciones del grupo fueron conflictivas; las
mujeres se sintieron aliviadas por la actitud firme de la líder, pero se
preocuparon de que la señorita M no regresara. Los varones se enojaron
con la líder y sintieron deseos de proteger a la señorita M.
RESUMEN
En este capítulo se analizó el desarrollo de la mujer a través del lente sociocultural,
psicológico e interpersonal. Por tradición, la literatura psicoanalítica presentaba un modelo
deficiente del desarrollo en el cual se veía a las mujeres como defectuosas. Sin embargo,
aun en los primeros tiempos del psicoanálisis, teóricas poderosas como Karen Horney
pusieron en duda este punto de vista de la mujer como alguien inherentemente inferior y
envidioso. En años más recientes, debido a la evolución de la teoría, la entrada de las
mujeres como contribuyentes a la literatura y el cambio en el clima sociocultural, se ha
puesto una gran atención (de manera principal de parte de mujeres) al desarrollo
psicológico de la mujer. Estas teorías han enfatizado una vía de desarrollo diferente para
el sexo femenino. Se ha sacado a la luz la necesidad de que la mujer sea una persona
completa por derecho propio — reclame su "albedrío" y no se le considere y trate como
una extensión de los varones o como madre. De manera concurrente, las mujeres han
intentado movilizarse desde los roles más convencionales y, al hacerlo, han
experimentado nuevos niveles de conflicto y ansiedad, por los cuales han buscado
ayuda de clínicos y entre sí. Debido a que han buscado con más frecuencia consejo,
socorro y apoyo de los grupos, la psicoterapia de grupo es un ambiente obvio para el
tratamiento de mujeres en momentos de angustia.
Se exploraron las maneras en que la psicoterapia de grupo es particularmente benéfica
para las mujeres. Se ha atendido a las opciones clínicas, como los
tipos de grupos que han evolucionado a través del tiempo. La investigación, aunque
irregular, señala los beneficios y desventajas de los grupos de uno o de ambos sexos.
También se analizó el rol de la líder. Esta última trae consigo poderosas herramientas a la
terapia de grupo, pero debe luchar por sobreponerse
a las inhibiciones culturales relativas al poder y autoridad dentro de sí misma y
enfrentarse a las ansiedades que una mujer poderosa puede hacer surgir en
sus pacientes. Ahora se posee una dirección y existe la obligación de obtener
investigación más formalizada acerca de la manera en que puede ayudarse a
las mujeres a través del proceso de terapia de grupo y el modo en que el rol de
la líder puede afectar al proceso.
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Varones en terapia
de grupo
Steven Krugman, PhD
Samuel Osherson, PhD
INTRODUCCIÓN
El siguiente ejemplo de caso ilustra el potencial terapéutico de los grupos para
varones:
Caso 1
Seis miembros del grupo entraron para comenzar una sesión de psicoterapia. Cada uno de ellos encontró un asiento, como era común, excepto el
señor A, un arquitecto de 33 años de edad. El señor A hizo algo fuera de lo
normal: por primera vez en sus dos años dentro del grupo se sentó junto
al terapeuta. Otro integrante del grupo, el señor B, detectó de manera
inmediata la diferencia y ofreció una amistosa pulla: "¿Piensas que puedas
tolerar estar tan cerca de papá (Señor A)?"
El señor A pasó gran parte del tiempo hablando de su conflicto con
su padre, quien habla muerto durante su adolescencia, después de una
larga enfermedad. Mucha de la separación de él con respecto a figuras
paternas, incluso jefes, se basaba en su temor de que para estar cerca
de un padre tenía que actuar como si fuera incapaz o impotente.
387
388  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
(Capitulo 21)
Envalentonado y juguetón, el señor A exclamó, "No quiero estar cerca de
papá, quiero estar en su lugar". Haciendo una seña hacia el terapeuta dijo,
"Quiero su poder". El señor A se avergonzó de lo que había dicho y de pronto
se sintió ansioso ante la expresión directa de su deseo de poder masculino.
La señorita C, una compañera de grupo, aplaudió "¡Hazlo (señor A)P'
Parecía visiblemente relajado ante la confirmación y se volvió hacia
el terapeuta "¿Te molestó que dijera que quería tu lugar?".
"Te es difícil imaginar que podría desear tu potencia", sugirió el
terapeuta.
Después, el señor A regresó a este tema: "Nunca había sentido que
estaba bien ser fuerte y demandante como varón, pero siempre me sentí
avergonzado de mí mismo. En este grupo es la primera vez que he sentido
que no tengo que esconder mi incapacidad".
En esta breve interacción de grupo, el señor A comenzó a experimentar de manera
más directa con las habilidades de liderazgo dentro del grupo, a analizar sus
deseos legítimos de poder y confianza en sí mismo y a restaurar la autoestima
dañada por la internalización de una relación dolorosa con sus padres.
RETOS Y OPORTUNIDADES ESPECIALES
PARA LOS VARONES EN TERAPIA DE GRUPO
La psicoterapia de grupo le ofrece al varón una modalidad flexible dentro de la cual
atender a una gran variedad de aspectos, que van desde los problemas de naturaleza
social e interpersonal a aquellos que implican niveles más profundos de
psicopatología. La terapia de grupo es un medio poderoso para enfrentarse con las
defensas y vulnerabilidades que los varones llevan al tratamiento.
Los varones presentan retos especiales para el psicoterapeuta (Meth y
Pasick, 1990). El sentido de sí mismo de un varón reside con frecuencia en su
capacidad para sentirse competente y en control. El énfasis en psicoterapia
reside en la apertura psicológica, y la expresión afectiva puede conducir a los
varones a sentirse vulnerables yen peligro de perder su sentido de masculinidad
(Osherson y Krugman, 1991).
Entrar a psicoterapia coloca a los varones en un aprieto: hacerlo es admitir
que su vida no funciona y que no están a la altura de los ideales que sostienen la
mayoría acerca de la autosuficiencia y el estoicismo masculinos. Las normas
tradicionales del rol sexual masculino generan expectativas de autoconfianza,
alta tolerancia a la angustia v repudio de las necesidades de dependencia
Varones en terapia de grupo  389
(Balswick y Peek, 1971; Lewis, 1984). Muchos necesitan evidencia formidable de
que su vida no funciona (Osherson y Krugman, 1991). Aun entonces, existen
varones que entrarán a tratamiento sólo bajo coacción, presionados por una pareja
que amenaza dejarlos si no lo hacen o por los tribunales que les ordenan hacerlo
como parte de su libertad condicional.
De manera central a los problemas que muchos de ellos presentan y que los
llevan a terapia se encuentran la formación y mantenimiento de conexiones
interpersonales íntimas. Estas dificultades se enraizan en las experiencias
masculinas de desarrollo que los dejan con una ambivalencia acerca de la
intimidad.
La terapia de grupo ofrece a los varones un tipo particular de
oportunidad para consagrarse a muchos de estos dilemas dentro de un
ambiente apremiante y desafiante. Es un ambiente que alivia algunas
resistencias que experimentan los varones en psicoterapia individual mientras
que crea una diversidad de nuevas resistencias. En potencia, la terapia de
grupo proporciona una oportunidad para que reconozcan y trabajen con sus
debilidades dentro de un contexto que reconoce y afirma sus esfuerzos
masculinos y los conflictos que esto conlleva.
En este capítulo se habla de grupos de psicoterapia psicodinámica. Al mismo
tiempo, gran parte de lo que se discute concierne a los varones que participan en
una variedad de situaciones de grupo: desde reuniones directivas hasta equipos de
beisbol, desde Alcohólicos Anónimos hasta grupos para varones. Las terapeutas
mujeres también reconocerán muchas de las conductas y autopresentaciones que se
describen aquí. Ellas también experimentan otros aspectos de la autopresentación y
conducta de grupo masculinas (véase Capítulo 20).
En contraste con la psicoterapia individual, la terapia de grupo puede
experimentarse como una situación menos intensa, más social, menos expuesta
en términos individuales y más fácilmente racionalizable. Mientras que la terapia
individual (en especial con un terapeuta varón) invoca un tipo de intimidad
frente a frente en la que muchos varones sienten desconfianza, la terapia de
grupo dispersa y difunde el encuentro. La experiencia de grupo es reminiscente
de la pertinencia a otros grupos sociales, atléticos o relativos al trabajo. Aquí, los
varones aprenden nuevas habilidades interpersonales dentro de un ambiente
seguro y de apoyo. El aprendizaje preparatorio (Yalom, 1975) y el modelamiento
social facilitan la nueva conducta. El espacio grupal permite a los miembros
surgir a su propio ritmo y controlar su sentido de exposición (MacKenzie, 1990).
Esto es de particular importancia para aquellos sensibles a la vergüenza. Los
factores curativos que hacen que la terapia de grupo sea efectiva tienen un
especial impacto en los varones. La "universalidad", "comembresía" y
"altruismo" son particularmente sobresalientes (Wright, 1987). Estas
experiencias también ayudan a que disminuya el sentido de aislamiento personal
que es tan caracterís. tico de tantos varones.
La "resistencia" de los varones a la psicoterapia se enraiza, en gran medida, en
su propensión a sentir vergüenza a causa de experiencias de incapacidad. Para
390  Psicoterapia de grupo en la práctica clínica
Varones en terapia de grupo  391
(Capítulo 21)
ellos es en especial humillante no ser capaces de cuidar de sí mismos, tener que
reconocer la propia dependenCia en otros. La ansiedad con respecto a sentirse
dependiente, y que se les considere como tal, moldea las batallas de los varones
sobre la vinculación que caracterizan las primeras fases de la psicoterapia. El
medio de grupo multiplica la experiencia de exposición y el sentido de riesgo
personal. A través del tiempo, el franco reconocimiento de que el paciente
necesita terapia —de que el varón necesita al grupo— representa un imporrante
sello distintivo del crecimiento y cambio. Esto sugiere que la creencia masculina,
sostenida a nivel profundo, de necesitar algo o alguien es arriesgarlo todo, se ha
puesto en duda de manera exitosa y las defensas contradependientes han
comenzado a ceder.
Con frecuencia, el grupo de terapia se experimenta como undaño narcisista a
múltiples niveles: desde la misma necesidad de estar en el grupo hasta la
identificación forzada con otros miembros del mismo; desde la amplificación de las
propias incapacidades hasta la revelación de éstas a otros; desde el crecimiento de
una relación dependiente en el grupo a la penetración de las interpretaciones frente a
los otros. La capacidad cada vez mayor de los pacientes varones para tolerar la
presencia del grupo refleja el relajamiento de las defensas y la disposición a
arriegarse a mostrarse a sí mismo.
DEFENSAS CARACTEROLÓGICAS MASCULINAS
EN EL AMBIENTE CRUPAL
A través del ciclo de vida, desde los niños varones hasta los varones luchan con los
conflictos de vinculación, agresión y autoestima (Levinson, 1978; Osherson, 1986).
EstoS tres dilemas se interconectan de manera profunda y es su misma
interconexión lo que resulta tan problemático. Es importante reconocer que también
las mujeres luchan con los mismos dilemas. Aun así, cada género se enfrenta con los
aspectos particulares de maneras paralelas pero distintas. Por ejemplo, es obvio que
las cuestiones de autoestima son centrales para el bienestar emocional de ambos
sexos. Sin embargo, para las mujeres es más probable que sea el sí mismo en
relación lo que sea fuente central de su sentido de autovalía, mientras que para los
varones es el sí mismo en cuanto al logro lo que sea la fuente más probable de
preocupación.
VINCULACIÓN
El caso 2 ilustra el papel del grupo en la lucha de separación—individuación de los
varones.
Caso 2
El señor D, un cartero de 38 años de edad, había permanecido profundamente dedicado a su madre anciana. Su vida social era bastante limitada
en otros sentidos. Cuando ella murió, se encontró bastante deprimido y
aislado. El padre del señor O había sido una figura poco confiable en la
familia. Aun cuando era un niño, la duradera vinculación del señor D con
su madre siempre le había impedido desarrollar relaciones con cotáneos.
En terapia de grupo comenzó a confrontar la timidez y vergüenza acerca
de su falta de experiencia social.
Para cine niños y niñas establezcan un sentido sólido de individualidad deben
comenzar a separararse de sus madres. Para muchos niños varones es difícil esta
transición de la intensa identificación primaria con la madre, que es tan carac terística cuando son pequeños, a un sentido más independiente de
identificación masculina (Chodorow, 1989). Wright (1987) observó que, desde
esta perspectiva, "... la mayoría de los varones han tenido un fuerte trauma
emocional inducido por la separación que se les impuso a temprana edad y
acarrean con ellos para siempre una deficiencia basada en una grave vergüenza
y humillación" (página 242).
Esta despedida "emocional" nunca es fácil, pero se vuelve más problemática sin
el apoyo facilitador de un padre comprometido y disponible en un sentido
emocional. Para la mayoría de los niños varones el movimiento psicológico y físico
lejos de la madre 
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