La construcción de significados en el marco de una psicología cultural: el pensamiento narrativo. Objeto de estudio: construcción de significados en los procesos de intercambio entre los individuos en un contexto cultural determinado. Nos centramos en el proceso de construcción del significado y en el papel que el llamado pensamiento narrativo tiene en el mismo. Los seres humanos estamos constantemente construyendo e interpretando significados que están en función de la perspectiva en la que nos situemos y que nos va a permitir organizar nuestra experiencia y dar sentido a nuestro mundo. Idea de mente: como creadora de significados y como producto no sólo biológico sino también, y, sobre todo, cultural. Los signos como su significado son el resultado de un proceso histórico y social. No se encuentran ni en el objeto ni en el individuo, sino que son el resultado de un proceso de negociación en el que dicho significado se acuerda entre los participantes. Las interpretaciones -significados- no pueden ser consideradas privadas, pertenecientes a una mente individual, sino que son el resultado de intercambios intersubjetivos en la búsqueda de un significado común. La recuperación de la acción y el pensamiento narrativo en la construcción de significados. El discurso lo mediatiza todo: el conocimiento y la relación con el mundo, con el “otro”, con uno mismo, etc. En el individuo está siempre presente un “otro” que lo caracteriza dialógicamente. Existe una suerte de alteridad que se constituye de alguna manera en la estructura primigenia de la existencia humana. Defendemos que la experiencia y la acción human son, sobre todo, experiencia y acción compartida, conjunta, y que éstas se encuentran mediadas y se conforman mediante el uso del lenguaje. Cuando nos comunicamos con los otros o con nosotros mismos conformamos nuestro “yo”, y construimos y damos significados a nuestras acciones y a nuestra experiencia. Hemos recuperado la acción y la hemos revestido de una naturaleza esencialmente social y dialógica. Hemos enfatizado la importancia del lenguaje como el instrumento por excelencia que media y caracteriza las acciones humanas. Varios son los instrumentos que el individuo puede emplear para organizar su experiencia y conferirle sentido. Varios son los modos de pensamiento que pueden permitir construir significados. Entre ellos destacaremos la narrativa como un modo de pensar que al igual que otros, quizá se trate del modo más básico, nos va permitir organizar nuestra experiencia y resolver problemas. La naturaleza del pensamiento humano no puede ser comprendida como únicamente dirigida por reglas formales propias de la lógica y lo categorial, sino que más bien debemos comenzar a explorar las estructuras narrativas que empleamos en la construcción de significados. El individuo por tanto no es una suerte de esencia metafísica ni el resultado de un pensamiento puramente formal. Muy al contrario, se trata más bien del producto de diferentes modos, culturalmente mediados, de construir significados. La psicología narrativa y la construcción de significados. La psicología narrativa va a concebir a la narración como una acción eminentemente social y discursiva, como algo más que un conjunto de géneros literarios o una categoría particular de habla. Mas bien será un modo básico, quizá el más básico, de comprensión humana, el procedimiento por el que los individuos organizan su experiencia en las transacciones con el mundo social. La narrativa desde la psicología narrativa es considerada como un hecho social y cultural. Esto supone el rechazo de la narración como un mecanismo mental propio del individuo, y enfatiza la naturaleza activa de las narraciones en la construcción, más que en la expresión, del significado. La narración se va a concebir como un modo de pensamiento, como un recurso que poseemos los seres humanos para elaborar, interpretar y reinterpretar significados, en suma, para construirlos. Cómo las personas construyen significados en contextos culturales y, más allá, cómo esta construcción de significados está íntimamente imbricada con nuestra propia naturaleza, con nuestros propios “selves”. Tres formas primitivas de contextualización que hacen posible esta construcción de significados: a) Intersubjetivo: esta noción se centra en la idea de que los seres humanos situamos los acontecimientos, las interacciones, las expresiones, etc. En un “espacio simbólico” que definimos como compartido con otros. b) Instrumental: agentes realizando acciones dirigidas que implican la participación de objetos e instrumentos, y que se definen por estar dirigidas a metas. c) Normativo: los acontecimientos y las expresiones están organizados en estructuras de obligaciones y compromisos que estarían en al base de la cultura. Estos tres marcos van a operar a partir de dos modos o sistemas de pensamiento de segundo que hacen posible la construcción de significados. Es decir, se sirven para su funcionamiento de dos modos de acción y pensamiento que permiten combinar estos marcos de diferentes maneras. Uno de ellos es el llamado sistema proposicional (paradigmático-argumentativo) y el otro el narrativo (sintagmáticonarrativo). Ambos generan significados y suponen modos de conocimiento complejos, no obstante, lo hacen de diferente manera. Estos modos de pensamiento, si bien son complementarios, no pueden ser reducidos el uno al otro. Estas dos modalidades presentan también principios y características funcionales propias que las convierten en dos modos o dos maneras diferentes de conocer. El problema verdaderamente relevante aparece cuando surgen los intentos por establecer una jerarquía entre los distintos modos de pensamiento con los que nos podemos encontrar. Nosotros creemos que ninguna de las diversas formas del pensamiento humano que pueden ser observadas a lo largo del desarrollo desaparece, sino que, de alguna forma, todas ellas conviven en el individuo. De esta manera, dichas formas de pensamiento pueden superponerse y llegar a coordinarse a lo largo del desarrollo. La psicología cognitiva tradicional ha tendido a interpretar el funcionamiento intelectual del individuo desde una perspectiva excesivamente racionalista. Esto ha llevado a suponer que los modos de pensamiento más abstractos son siempre las más eficaces. No obstante, esto no tiene que ser así. Más bien, lo que ocurre es que en determinadas situaciones y contextos unos modos están “privilegiados” en su uso frente a otros. La modalidad paradigmática – argumentativa del pensamiento. Esta primera modalidad presenta un carácter proposicional y se encuentra relacionada con un tipo de pensamiento lógico o científico. Esta forma de pensamiento emplea la categorización y conceptualización en el establecimiento de categorías con objeto de representarlas y relacionarlas entre sí en la constitución de un sistema. De acuerdo a este modo de pensamiento, los objetos son agrupados entre si porque presentan una característica común, una característica que, desde este punto de vista, hacen a estos objetos intercambiables. Una de las características definitorias se centra en que trata de trascender lo particular buscando niveles de abstracción cada vez más altos que le lleven a rechazar toda explicación en la que intervenga lo particular. La modalidad sintagmático-narrativa del pensamiento. Esta modalidad de pensamiento supone agrupar elementos que presentan conexiones particulares entre ellos. Como ocurre en el discurso narrativo, este modo de pensamiento permite una ordenación espaciotemporal de objetos y acontecimientos. En este modo de pensamiento, los elementos comienzan a ser considerados cada vez más con relación al contexto. Esta modalidad de pensamiento busca por tanto ordenar la experiencia en un espacio y en un tiempo determinado, agrupa los elementos que la continúen con conexiones particulares y los separa cuando es conveniente. Utiliza el conocimiento de la vida cotidiana y lo transforma. Se ocupa de los deseos, de las creencias y de las intenciones de las personas, y se desarrolla a partir de otras acciones y otros productos culturales que tienen que ver con la vida cotidiana y que terminan conformando nuestro pensar narrativo. ¿Cuándo se hace necesario narrar? Lo canónico y lo excepcional. ¿Cuándo surge la necesidad de un pensamiento narrativo? ¿qué factores Bruner introduce cuatro elementos que considera cruciales para organizar narrativamente nuestras experiencias, en suma, cruciales en la elaboración de narraciones: a) Agencialidad: se requiere un medio que enfatice la acción humana, la acción dirigida a determinadas metas y controlada por agentes. b) Orden secuencial de los eventos: es necesario mantener un orden secuencia, es decir, que acontecimientos y estados se encuentren “alineados” de un modo típico. c) la voz del narrador: se requiere la perspectiva de un narrador, una voz que lo cuente. d) Sensibilidad para lo canónico. Como señala Bruner, un relato es necesario cuando las creencias, normas o valores de un individuo o un grupo se ponen en entredicho. La narración emerge por tanto como un intento de resolver un problema, de aclarar una situación determinada en la que se rompe el equilibrio entre el mundo “externo” y el mundo “interno”. De esta manera, la narración nos permite marcar lo que es inusual y dejar de marcar lo que es habitual, lo canónico, para fijar así la atención en lo que a nuestro juicio puede parecer insólito, en aquello que rompe la regla. Bruner: sostiene que tres son las propiedades que pueden ayudarnos a definir una narración, y la necesidad de su uso. a) Su secuencialidad intrínseca: una narración esta compuesta de una secuencia de sucesos, estados mentales, acontecimientos, en los que participan una serie de personajes. Sin embargo, estos componentes no poseen significado propio, sino que este va a estar en función del lugar que cada uno de ellos ocupa en la secuencia narrativa. b) Pueden ser reales o imaginarias: con ello, Bruner pretende llamar la atención sobre el hecho de que, en el relato, el sentido y la referencia guardan entre si relaciones que denomina “anómalas”. En esta línea, plantea que a pesar de que la estructura narrativa puede encontrar sus bases y adquirir su forma característica en la tradición y en las convenciones, no resultaría muy arriesgado defender la existencia de una “predisposición” para la narración. Una facilidad para organizar la experiencia de forma narrativa. c) La posibilidad de establecer vínculos entre lo excepcional y lo corriente: en relación a ello afirma que la viabilidad de una determinada cultura va a depender de su capacidad para resolver conflictos, explicar las diferencias y negociar los significados compartidos. Los significados a negociar en una cultura determinada van a ser posibles gracias a lo narrativo, que nos va a permitir hacer frente tanto a lo corriente o habitual como a lo excepcional. La narración como acción mediada. el aprendizaje y dominio de la destreza narrativa. Desde una perspectiva sociocultural, la narración se constituye en un buen ejemplo de conocimiento de tipo procedimental. Es decir, la narración, el modo de pensar narrativo, no deja de ser una destreza que se aprende a lo largo de las actividades que vamos desarrollando en los diferentes contextos de práctica en los que participamos a lo largo de nuestro desarrollo. Es pues una practica que hemos de dominar, que hemos de aprender. Únicamente después de una práctica continuada hemos conseguido alcanzar un nivel de destreza adecuado. La interacción con un instructor permite a los individuos llegar a dominar las destrezas necesarias para la elaboración de relatos de una naturaleza claramente narrativa. La narración no es un simple reflejo de la realidad. es más, una construcción. Es la narración la que hace posible la comprensión de la realidad, y es por ello, por su capacidad para dar sentido y organizar nuestra experiencia por lo que se constituye en una forma de pensamiento. Las narrativas no pueden ser vistas únicamente como mecanismos para almacenar información sino como modos de pensamiento. Esto es, como mecanismos para interpretar nuestras acciones. Pero, sobre todo, quizá lo mas relevante sea que la narración está centrada en la acción y la intención humana, así como en la organización de la experiencia. Lo narrativo nos proporciona por tanto un medio para construir el mundo y segmentar, y dar sentido, a los acontecimientos que ocurren en él. Mediante lo narrativo negociamos y renegociamos los significados. Así, nuestro desarrollo se ve enormemente ayudado por estos recursos narrativos que nos permiten dar significado a nuestra experiencia y a la de otros. Bruner afirma que éste es uno de los logros más sobresalientes del desarrollo humano, tanto en lo filogenético como en lo ontogenético y cultural. Y el logro de tal habilidad no es únicamente mental o individual, sino también y, sobre todo, social. El modo de discurso narrativo es anterior al paradigmático, a la argumentación. De tal manera, que la tendencia humana a organizar la experiencia de un modo narrativo es prioritaria sobre la conceptual. Somos capaces de comprender y producir relatos, mucho antes de que seamos capaces de manejar proposiciones lógicas. A modo de conclusión. Gracias a nuestra participación en la cultura, el significado acaba haciéndose público y compartido. Los significados no sirven de nada a no ser que sean compartidos por los demás. Una psicología que, en palabras de Bruner, debe estar basada no sólo en lo que la gente hace (el comportamiento), sino también en lo que dicen que hacen, y en lo que dicen que los llevó a hacer lo que hicieron. Sin olvidar de lo que la gente dice que han hecho los otros y por qué. Y, sobre todo, debe ocuparse de cómo dice la gente qué es su mundo. La psicología cultural, casi por definición, no puede centrarse en la conducta sino más bien en la acción, y más en concreto, en la acción situada social y culturalmente. El pensar narrativo es el instrumento que nos va a permitir organizar y dar sentido a estas acciones situadas.