EL MITO DE LAS CARENCIAS Calcio y osteoporosis Hierro y anemia Ácido fólico - B12 Minerales y asimilación Cómo resolver el desorden El proceso depurativo Palmetti, Néstor Rene El mito de las carencias / Néstor Rene Palmetti. - 2a ed. - Villa de Las Rosas: Néstor Rene Palmetti, 2022. Libro digital, EPUB Archivo Digital: online ISBN 978-987-88-7062-5 1. Educación Nutricional. I. Título. CDD 613.2 Esta publicación está basada en experiencias, investigaciones y observaciones personales del autor, que no es médico. La intención de la obra es informar, no debiéndosela considerar sustituto de las opiniones de los profesionales del arte de curar, a quienes el lector deberá siempre consultar a propósito de cuestiones relacionadas con su salud y ante síntomas que lo ameriten. El autor declina expresamente toda responsabilidad ante cualquier efecto perjudicial para la salud que derive del uso o aplicación de la información aquí contenida. El mito de las carencias - Segunda edición Autor: Néstor Palmetti ISBN 978-987-88-7062-5 © 2022 Néstor Palmetti (5885 Villa de Las Rosas, Córdoba). Edición de autor. Libro de edición argentina. Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723. Para solicitar aclaraciones: Néstor Palmetti Técnico en Dietética y Nutrición Natural Director del Espacio Depurativo 5885 Villa de Las Rosas - Traslasierra (Córdoba) Tel (03544) 494.871 - 483.552 [email protected] www.nestorpalmetti.com Índice INTRODUCCION EL MITO DEL CALCIO Y EL HIERRO CONSUMIR MUCHO CALCIO NO ES BUENO LAS SALES INORGÁNICAS MINERALES ORGÁNICOS E INORGÁNICOS REDUCCIONISMO TOXICO MITOS DEL AGUA: MINERAL O MARINA CÓMO SE TRANSFORMAN LOS MINERALES LAS DEFICIENCIAS METABÓLICAS MINERALES Y REFINACION EL CASO DEL ÁCIDO FÓLICO EL EXCESO DE FOSFORO LOS MINERALES DE LA VIDA OSTEOPOROSIS: MITOS Y VERDADES SUPLEMENTOS DE CALCIO: RIESGO DE INFARTOS Y ACV EL CALCIO Y LA ACIDEZ ASÍ EN LA SANGRE COMO EN LA CÉLULA COMPENSAR O MORIR LAS FUENTES DE CALCIO ANEMIA: EL MITO DEL HIERRO HIERRO Y FLORA HIERRO, ANEMIA Y PARASITOS LAS FUENTES DE HIERRO CLOROFILA COMO FUENTE DE HIERRO LA POLÉMICA B12 ¿QUÉ ES LA VITAMINA B12? NECESIDADES HUMANAS ANEMIAS MEGALOBLÁSTICAS LA CUESTIÓN NUTRICIONAL CONCLUSIONES DE SENTIDO COMÚN CÓMO RESOLVER EL DESORDEN LA CAUSA PROFUNDA ¿CÓMO EMPEZAR? LIMPIAR Y NO ENSUCIAR EL PROCESO DEPURATIVO EL COLAPSO INTESTINAL EL LAVAJE COLONICO EL COLAPSO HEPATICO HÍGADO Y EMOCIONES LOS CÁLCULOS INTRAHEPÁTICOS LA LIMPIEZA HEPATICA PROFUNDA EL NECESARIO DESPARASITADO LOS ALIMENTOS ENSUCIANTES LOS ALIMENTOS DEPURATIVOS Los grupos esenciales Los grupos complementarios TABLAS ANEXAS ACERCA DEL AUTOR Con este primer Cuaderno Depurativo damos inicio a una serie de publicaciones destinadas a aportar claridad sobre temas muy consultados, que justamente despiertan la atención de mucha gente afectada. Víctimas del condicionamiento a pensar siempre en términos de síntomas, tendemos a enfocarnos en dichas señales, sin advertir que generalmente la causa profunda del problema pasa por otro lado. Estas publicaciones monográficas, breves y concisas, recopilan saberes de variadas procedencias y noticias relacionadas que aparecen en los medios de comunicación. La idea es que las personas adviertan que hay otras cuestiones a considerar y otro enfoque posible. Cuando uno enfoca sus energías en resolver la causa profunda, el síntoma remite por natural y fisio-lógica consecuencia. Si nos empeñamos en manipular síntomas, es inevitable quedar siempre “chapaleando en el barro” del desorden biológico que impide nuestra plenitud física y mental. El primer tema abordado en esta serie es el mito de las carencias, que lleva a gran cantidad de personas a perder tiempo, dinero y esfuerzo en suplementaciones de escaso, nulo o hasta contraproducentes resultados. En primer lugar, porque pensamos que los estados carenciales son solo consecuencia de la falta de nutrientes. En segundo lugar, porque intentamos resolverlo, inclinándonos por el facilismo de las fuentes sintéticas o inorgánicas. Y en tercer lugar, porque mientras tanto nos “distraemos” del verdadero problema a resolver, perdemos tiempo y vamos agravando un desorden que luego “explotará” bajo otro síntoma. En los próximos Cuadernos Depurativos iremos abordando otras problemáticas. Las cuestiones parasitarias, tumorales, prostáticas, menopáusicas, tiroideas, nerviosas, reproductivas, intestinales, hepáticas, renales… En síntesis, un aporte a la claridad de conceptos y a una mejor calidad de vida. Néstor Palmetti Técnico en Dietética y Nutrición Natural Director del Espacio Depurativo INTRODUCCION Cuando uno profundiza en el orden fisiológico, tanto corporal como nutricional, está claro que no necesitamos suplementos. Y menos aún cuando provienen de fuentes sintéticas o artificiales. Muchos se atiborran con cotidianas dosis de compuestos inorgánicos, sin imaginar que ello incrementa el desorden, al ser percibidas por el organismo como sustancias tóxicas que deben ser neutralizadas y eliminadas. Salvando las distancias, es como si pretendiésemos combatir un estado anémico ingiriendo limaduras de hierro, o la osteoporosis consumiendo polvo de tiza. Pero, lamentablemente, es lo que hacemos, pensando que cuidamos nuestra salud. Por tanto resulta útil y conveniente comprender claramente por qué nos pasa lo que nos pasa, para evitar dar “manotazos de ahogado” (eso son los suplementos, los fármacos, las intervenciones invasivas... y hasta los productos y alimentos “naturales”, cuando son usados sin saber bien por qué y para qué), que obviamente no ayudan para nada a la verdadera resolución del problema. Como veremos, lo que habitualmente llamamos “carencias nutricionales” son apenas un síntoma de algo mucho más profundo: el ensuciamiento corporal crónico. Si uno se concentra en resolver este desorden “madre”, luego, todo lo demás (incluso otros síntomas que seguramente uno padece, pero que no asocia con la causa central) remite solito; no por arte de magia, sino como fisio-lógica consecuencia. EL MITO DEL CALCIO Y EL HIERRO ¿Quién no ha sentido que debemos consumir mucho calcio para asegurar huesos fuertes y mucho hierro para evitar la carencia de glóbulos rojos? A modo de latiguillo, lácteos y cárnicos se han convertido en la armada terapéutica que evita osteoporosis y anemia. Pese a las ingestas récord de estos alimentos, los problemas, lejos de disminuir aumentan. Es más, a mayores ingestas, mayores problemas. Las alarmantes cifras europeas sobre osteoporosis y fracturas, evidencian el absurdo en un continente líder en el consumo lácteo¹. En nuestras latitudes, la comparación con los hermanos chilenos también desnuda la incoherencia entre consumo cárnico y anemia. Mientras nosotros consumimos promedio 74kg de carne vacuna (persona/año) y ellos apenas 22kg, tenemos 33% de los niños menores de 2 años con anemia y ellos apenas 5% en tal condición². Respecto al calcio, ya veremos que la reserva ósea es un recurso, extremo pero habitual hoy día, al cual debe recurrir la homeostasis orgánica para preservar el equilibrio del pH sanguíneo en su fisiológica alcalinidad. Frente a una dieta predominantemente ácida, disolver huesos para evitar la acidificación, es el “mal menor”. Además, el “atiborramiento” cálcico por medio de alimentos acidificantes (lácteos y derivados) agrava el problema y hace que el calcio, en exceso y desbalanceado en sus sinérgicos metabólicos (23 nutrientes necesarios), se convierta en un problema tóxico para la estructura corporal. Algo similar ocurre con el hierro. Por un lado el organismo merma su disponibilidad sanguínea (hemoglobina) frente a la presencia de virus y parásitos que se nutren de él. A la espera que los “huéspedes” sufran inanición, el cuerpo lo encubre en formas no asimilables (ferritina) en el bazo. Por otra parte, la asimilación del hierro depende del orden en la flora bacteriana, la adecuada disponibilidad nutricional (vitaminas, enzimas, minerales, ácidos grasos) y es inhibida por los excesos (calcio, fósforo, mercurio) y la putrefacción intestinal. Con puntos y evidencias en común, es poco serio seguir pensando en términos de “calcio para la osteoporosis” e “hierro para la anemia”. Nunca el problema es la carencia nutricional, sino más bien su exceso, la calidad de los alimentos aportantes, el orden de la química corporal y la falencia depurativa. Además de invitar a trabajar sobre las causas y no sobre las consecuencias, esto nos debe servir para combatir la letanía sobre el “imprescindible” consumo de suplementos de todo tipo. Hace tiempo venimos advirtiendo sobre la falacia de basar la nutrición en recomendaciones de tablas con escaso fundamento fisiológico. Pero claro, la tendencia es tomar como válida la opinión de los “expertos”. Por décadas la gente respetó a rajatabla las recomendaciones de consumir 1.300 miligramos diarios de calcio, atiborrándose de calcio y de lácteos. Sin embargo ahora un estudio suizo descubre que un tercio es suficiente y más de eso resulta poco saludable. CONSUMIR MUCHO CALCIO NO ES BUENO Recientes investigaciones aseguran que los adultos necesitarían la mitad de la cantidad de calcio diario recomendada actualmente. Asimismo, los suplementos de calcio aumentarían un 64 por ciento el riesgo de fractura de cadera. En tanto, el consumo de vitamina D aconsejado sería escaso. “Nuestro meta-análisis no respaldó la relación entre una ingesta de calcio superior a los 555 miligramos diarios y la disminución del riesgo de fractura de cadera”, dijo a Reuters Health el profesor Heike Bischoff-Ferrari, del Hospital Universitario de Zurich, en Suiza. Esto contrasta con las guías actuales que aconsejan el consumo de entre 1.200 y 1.500 miligramos diarios de calcio a los adultos mayores, indicaron los investigadores. Los resultados se basaron en datos combinados de estudios que incluyeron a casi 180.000 mujeres y unos 68.600 hombres de más de 40 años. Asimismo, cuando los expertos combinaron la información de ensayos al azar controlados que incluyeron a más de 5.600 mujeres, en su mayoría posmenopáusicas de más de 58 años, hallaron que los suplementos de calcio aumentarían un 64 por ciento el riesgo de fractura de cadera. Investigaciones previas no identificaron claramente cuál es el monto óptimo de calcio que debería consumirse a diario, indicaron los autores en un informe publicado en American Journal of Clinical Nutrition. El equipo de científicos sugirió que otras deficiencias alimenticias, que incluyen al fosfato y la vitamina D, afectarían la absorción de calcio y, en algunas ocasiones, influirían en la salud ósea. Estudios previos mostraron que el consumo de suplementos de calcio (citrato y carbonato de calcio) reduciría la absorción de fosfato, necesario para acumular calcio en los huesos, dijo Bischoff-Ferrari. El efecto combinado induciría la pérdida ósea, especialmente entre las personas mayores. Fuente: Reuters - www.infobae.com 1. “La osteoporosis es el mayor riesgo sociosanitario al que se enfrentan las mujeres europeas. Se calcula que hasta un 68% va a padecer esta enfermedad, que es responsable de un millón y medio de fracturas cada año, y se ha duplicado la incidencia durante los últimos 27 años”. Thierry Bégué, secretario general de la Sociedad Francesa de Cirugía Ortopédica y Traumatología (SOFCOT). 2. Una lamentable estadística muestra que mientras en la Argentina uno de cada tres lactantes es anémico, en Chile esto ocurre en aproximadamente uno de cada veinte chicos (Estudio CESNI). La Nación, 2.12.09 LOS MINERALES EN LA NUTRICIÓN El estudio de los minerales es una visión totalmente parcial. Como bien dice el Dr. Shelton “Nos hemos acostumbrado tanto a descomponer los alimentos en factores nutritivos (proteínas, carbohidratos, grasas, minerales, vitaminas, etc.), que a menudo pasamos por alto la verdadera importancia de los alimentos completos”. El tema de los minerales abarca una parte esencial en el estudio de la nutrición humana. Frases como “deficiencia de hierro” o “alimentos ricos en calcio” son frecuentes en cualquier análisis que se efectúe sobre los minerales y representan una visión fragmentada de nuestra dieta y bienestar nutricional. La acción de los minerales en el interior del organismo siempre va unida a la presencia de otros elementos nutritivos. Por ello no podemos hablar de una deficiencia mineral, en el sentido estricto de la expresión, ni podremos recomendar un producto porque contenga un contenido mineral determinado. El estudio de los minerales debe abandonar la visión fragmentada de la nutrición ortodoxa. No se puede relacionar la aparición de una condición con una deficiencia mineral, ni deberían consumirse los alimentos en función de su contenido mineral. Al iniciar cualquier investigación o estudio sobre los minerales, tenemos que tener presente un factor fundamental: debemos comprender que los minerales poseen una relación de interdependencia con los otros elementos nutritivos y con las acciones que lleva a cabo el organismo. Los minerales no pueden actuar por sí solos, sino que forman parte de todo el proceso nutritivo. ¿Qué son los minerales? Existen diversas definiciones, pero definiremos al mineral como un elemento orgánico, de origen natural, que forma parte de la corteza terrestre y que se transforma en una sustancia orgánica para que el organismo humano pueda asimilarlo y usarlo. Por un lado, hablamos de los minerales que el organismo puede utilizar y cuya presencia es fundamental para garantizar el perfecto desarrollo de nuestras funciones corporales. Y en segundo lugar, distinguimos entre un elemento inorgánico (forma mineral que posee en la corteza terrestre) y un elemento orgánico (forma mineral utilizable por el organismo humano). Esta diferencia, que analizaremos en profundidad más adelante, es crucial para comprender la nutrición mineral. El Dr. Herbert M. Shelton ha llamado a los minerales los “constructores de bloques” del cuerpo. Son básicos para la regeneración de cada parte del organismo. Además, son necesarios para sostener cada función biológica. Sin minerales no podríamos movernos o pensar. Y constituyen nuestras principales reservas adaptativas, pues nos permiten soportar tensiones e imprevistos que puedan surgir. Sería imposible enumerar sus múltiples funciones e incluso hay innumerables funciones que permanecen ocultas en recovecos del laberinto humano. El cuerpo debe obtener sus minerales en la forma de sales orgánicas que están presentes en todos los alimentos. El hombre consume su alimento y mediante los procesos de digestión, absorción, transporte y asimilación celular, es capaz de reorganizar estas sales minerales en su propia sustancia orgánica. Estos procesos complejos finalizan con el drenaje, por medio del cual los subproductos del desecho metabólico son eliminados y devueltos a su punto de origen: el suelo. Los minerales inorgánicos pasan a ser parte de una estructura viva: los vegetales. Todas las partes de la planta representan el banco de alimentos de todos los organismos vivos del planeta, desde el más grande hasta el más pequeño. En una secuencia ecológica cuidadosamente programada, los animales no están diseñados para utilizar minerales inorgánicos, ni tienen la capacidad de emplearlos en sus procesos vitales. Por el contrario, los animales son capaces de usar sólo minerales orgánicos como alimento y cada especie tiene el alimento para su correcta función. Los cereales mantienen a los pájaros en perfecta salud. El hombre, al no ser un pájaro y al carecer tanto de pico como de buche, no puede obtener una nutrición adecuada a partir de los cereales. Por otro lado el hombre está estructuralmente diseñado para comer en abundancia frutas maduras, más unas verduras de hoja verde y algunos frutos secos y semillas comestibles. Dicho alimento es totalmente adecuado y todos estos alimentos están provistos de todos los minerales necesarios para mantener su plena salud. LAS SALES INORGÁNICAS Las sales inorgánicas serán rechazadas por el cuerpo humano; y si no pueden ser eliminadas del organismo, permanecerán en los fluidos o serán depositadas como un precipitado, resultando un impedimento para la función eficaz del cuerpo. La sal de mesa común (cloruro de sodio) es una sal inorgánica. Sales de potasio suelen ser indicadas a los pacientes cardíacos, para elevar el nivel de potasio de la sangre. Una elevación temporal se logra a menudo pero, cuando se interrumpe la ingesta, el nivel de potasio vuelve a descender. Esto no ocurre cuando la provisión de potasio se realiza a través del potasio iónicamente activo presente en vegetales, desapareciendo los desvanecimientos y la falta de energía. Si una cantidad abundante de sales inorgánicas es introducida en el cuerpo, aumentará la viscosidad de los fluidos, obligando al organismo a depositar estos “residuos” donde sea posible (en las arterias, en las articulaciones, alrededor de las sinapsis nerviosas, en los músculos), causando un desequilibrio que se traduce en entumecimiento gradual, rigidez de los músculos y fragilidad ósea. Al consumir sal de mesa (cloruro de sodio inorgánico), el organismo lo registrará como un elemento tóxico, reactivo y destructivo, especialmente para el tejido nervioso. Sin embargo, las sales orgánicas de un vegetal, producidas por los esfuerzos combinados de bacterias, suelo, aire, sol y la misma planta, serán bien recibidas por el cuerpo, ayudando a mantener los fluidos del cuerpo limpios y eficientes. MINERALES ORGÁNICOS E INORGÁNICOS Si bien todos reconocen la necesidad de obtener ciertos minerales para garantizar un perfecto estado de salud, muy pocos saben que estos minerales deben encontrarse en su forma orgánica para actuar en nuestro cuerpo. Para comprender mejor el mundo de los minerales, veamos estos principios esenciales: •Los minerales inorgánicos son aquellos que se encuentran de forma natural en la corteza terrestre y en el agua. •Cuando estos elementos se encuentran en el interior de las plantas y animales, reciben el nombre de minerales orgánicos. •Las plantas son las únicas responsables de transformar los minerales inorgánicos en orgánicos. •Los animales deben consumir plantas o animales herbívoros para obtener minerales orgánicos. •Los minerales inorgánicos no pueden actuar en el interior del organismo animal, ya que son elementos nocivos. Cuando los nutricionistas comenzaron a analizar y a comparar minerales orgánicos con elementos inorgánicos, descubrieron que ambos minerales poseían la misma composición química. Es cierto que la composición química del hierro presente en los vasos sanguíneos es igual que la composición del hierro existente en un clavo, después de todo no podemos olvidar que hablamos de un mineral, y el hierro siempre será hierro. Sin embargo, cometieron un gran error al pasar por alto otras diferencias. Los minerales orgánicos deben sufrir un proceso de transformación que tiene lugar en el interior de las plantas antes de convertirse en elementos asimilables por el organismo. La estructura molecular de los minerales generados en los laboratorios es diferente de la generada por las plantas. Aunque el organismo pueda absorber hierro inorgánico, no podrá utilizarlo para generar hemoglobina, por lo que permanece en el interior del cuerpo como un elemento inservible. Químicamente puede ser que el hierro que se encuentra en el interior de los vasos sanguíneos y el hierro del clavo sean similares, del mismo modo que el calcio de las rocas (carbonato cálcico) es idéntico al calcio de los huesos. Sin embargo, no podemos caer en el gravísimo error de considerar que el organismo puede metabolizar y asimilar clavos pulverizados y rocas molidas. REDUCCIONISMO TOXICO Los suplementos minerales son perjudiciales para el ser humano porque son elementos inorgánicos y porque son productos fragmentados. El cuerpo humano no puede asimilar ningún elemento inorgánico. Es más, el desequilibrio originado a raíz de su ingestión obliga al organismo a trabajar con mayor intensidad para compensar. Acelera sus actividades eliminativas e inicia procesos con el fin de expulsar las sustancias extrañas. Esta estimulación suele confundirse con una “acción curativa” del suplemento. Este tema ha sido magistralmente denunciado por una eminencia nutricional como el Dr. Colin Campbell (autor del Estudio China) en su libro Integral (Whole). Allí justamente, con amplia evidencia demuele el mito que prevalece en el consumidor: “si no hacen bien, mal no harán”. En la actualidad, nos encontramos con suplementos minerales cuya propaganda comercial indica su origen “orgánico”. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de productos fragmentados que las industrias extraen de su entorno natural, pero resultan igualmente perjudiciales. Los minerales no pueden trabajar de forma aislada. Al extraerlos de sus fuentes naturales, las industrias separan los minerales de sus compañeros inseparables (vitaminas, enzimas y otros minerales). Aunque no los separaran, los procesos químicos que se efectúan en los laboratorios destruyen los valores vitales que acompañan a los minerales. Nos referimos al patrón biológico organizador de las moléculas. En este contexto, es obvia la precaución frente a modernas formas de intervención “suplementaristica”, que opera bajo rótulos como la “medicina ortomolecular”. Más allá de la biodisponibilidad de las formas administradas, siempre debemos priorizar el orden global del organismo, el equilibrio entre los nutrientes y la causa profunda que genera los síntomas. Al no ser bien comprendido este concepto, es obvio que se generarán intervenciones contraproducentes. Como bien señalan Berg y Shelton, es imposible saber exactamente como están las cosas a nivel de equilibrio nutricional, por más sofisticados métodos de análisis que utilicemos. Son muy sutiles los límites entre los cuales un mineral pasa de sinérgico a antagónico respecto a otro. Y son demasiadas las variables que interactúan. Como si no bastase con los trillones de células que operan en un organismo, ahora sabemos que coexisten muchos más microorganismos vivos, en una relación de diez “bichitos” por cada célula humana!!! En el caso del calcio, es sabido que el metabolismo cálcico depende de la adecuada presencia de fósforo (en nuestro organismo esa relación sinérgica es 2,5:1). Pero los modernos estudios comprueban claramente que el habitual exceso de fósforo alimentario, convierte a este compuesto en uno de los principales antagonistas de la correcta asimilación del calcio en los huesos. Si en el caso del calcio extrapolamos esto a sus 23 nutrientes sinérgico/complementarios, veremos que es imposible leer desde fuera lo que falta/sobra en el organismo. Sobre todo, teniendo en cuenta que estos equilibrios se modifican a cada momento y por distintos mecanismos cinéticos y metabólicos. Por tanto el consejo es apuntar siempre al orden fisiológico interno, manteniendo al organismo libre de acumulaciones toxicas a través de la depuración, con lo cual garantizamos la adecuada autorregulación. Y limitarnos a consumir siempre los minerales en su estado natural, es decir en su forma orgánica y no fragmentada, para que el cuerpo pueda asimilarlos con eficacia. Los mejores suplementos minerales son aquellos que se encuentran naturalmente en forma de frutas, hortalizas, semillas, brotes y algas. MITOS DEL AGUA: MINERAL O MARINA Al igual que sucede con los suplementos, las aguas minerales no contienen elementos útiles para el organismo. Los minerales de estas aguas son inorgánicos, por lo que el cuerpo debe expulsarlos de forma inmediata. Si la cantidad de agua ingerida sobrepasa los límites de tolerancia orgánica, el organismo no puede expulsar los excedentes minerales y tiene que depositarlos en su interior. Estos depósitos inorgánicos provocan ciertos trastornos patológicos, como la formación de cálculos renales y biliares, el endurecimiento de las arterias, la aparición de artritis, problemas cardiovasculares, la calcificación del cerebro y otras enfermedades. Asimismo, estos minerales se van uniendo con el colesterol hasta formar unas placas que provocan trastornos cardiovasculares, reumatismo y artritis (estas dos últimas patologías debidas a la unión de las placas con el ácido úrico). El organismo sólo puede asimilar y utilizar agua pura, destilada, tal como se encuentra en los vegetales (y en la lluvia) viéndose obligado a expulsar cualquier elemento inorgánico presente en las aguas minerales. Cuando ingerimos agua mineralizada, el organismo provoca una leucocitosis (proliferación de leucocitos). Esta condición, iniciada por el propio cuerpo para defender al organismo, puede comenzar justo después de la ingestión (treinta minutos) o transcurridas tres horas desde su consumo. El cuerpo humano provoca esta condición para combatir la invasión de sustancias extrañas y nocivas (los minerales del agua), siendo los leucocitos la primera línea de defensa orgánica. El agua mineral no contiene otro elemento nutritivo que no sea la propia agua. Los minerales inorgánicos que contiene, se eliminan a través de la piel, riñones u otros órganos, o bien se depositan en su interior, donde pueden dañar seriamente al organismo. Muy distinto es el caso del agua de mar (plasma marino), el fluido más dotado en minerales y el ambiente en el cual se generó la vida planetaria. El agua de mar es un excelente nutriente, alcalino y mineralizante. Todos los elementos esenciales para la constitución de los carbohidratos, las grasas y las proteínas, imprescindibles para la vida de los organismos, se encuentran en el agua de mar: hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, magnesio, manganeso, sodio, potasio, calcio, hierro, fósforo, flúor, sílice, yodo y todos los minerales de la tabla periódica, que permiten la absorción de las vitaminas y los procesos enzimáticos de la célula. Esta riqueza que fue la “sopa primogenia”, está obviamente en forma iónica biológicamente activa, gracias a la tarea combinada de los fotones del sol, del plancton (fito y zooplancton) y de la vida marina en su conjunto. Las experiencias nutricias y reparadoras del agua de mar correctamente ingerida, son abultadas y muy significativas. Su concentración en sales puede llegar, según los mares, al 35% mientras que nuestro interior orgánico está por debajo del 10%. Por esta razón hay que rebajar el agua pura de mar hasta convertirla en isotónica (igual concentración de sólidos) y también por esa razón beber agua pura de mar puede llevar a la muerte por deshidratación, en un intento del organismo por equilibrar las densidades. También por ello, el consejo para los náufragos, es beberla a pequeños sorbos, dejando que la insalivación permita el equilibrio. CÓMO SE TRANSFORMAN LOS MINERALES Ni siquiera las plantas que se encuentran en su estado embrionario (brotes) pueden asimilar los minerales inorgánicos que se hallan en la corteza terrestre. Hasta que sus raíces y hojas puedan utilizar los elementos inorgánicos presentes en el subsuelo, las plantas deben alimentarse de los componentes orgánicos del interior de la semilla. La fotosíntesis es el responsable principal de la transformación del material inorgánico en orgánico. Este proceso de conversión tiene lugar principalmente en las hojas de las plantas, gracias a la presencia de clorofila. Sin este elemento, las plantas no podrían convertir las moléculas inorgánicas de carbono en combinaciones orgánicas de almidón y azúcar con la ayuda de hidrógeno y oxígeno. Finalmente, la planta combina el nitrógeno y los minerales presentes en la corteza terrestre y genera combinaciones orgánicas complejas. Sólo las plantas que contienen clorofila pueden asimilar y utilizar el hierro, calcio y otros minerales del subsuelo para generar nucleoproteínas. Todos los minerales sufren cambios vitales al introducirse en la estructura vegetal de las plantas. Estos cambios no pueden obtenerse en laboratorios a través de procesos químicos, ni siquiera destruyendo y analizando los tejidos de las plantas. Esta visión “diseccionante” corresponde más bien a la era oscurantista, cuando se buscaba “encontrar el alma humana” diseccionando cadáveres. LAS DEFICIENCIAS METABÓLICAS Aunque muchas personas consideran que la dieta inadecuada es el responsable principal de una deficiencia mineral, debemos señalar que muchos de los males carenciales surgen como consecuencia de un exceso mineral. A veces, el organismo no puede asimilar o digerir los minerales presentes en los alimentos, por una razón u otra, provocando con ello una deficiencia metabólica. En muchos casos de anemia perniciosa (trastorno ocasionado por una gran deficiencia de hierro) hay numerosos pigmentos férricos en los órganos. Autopsias realizadas a personas que padecían de anemia mostraron la presencia de suficiente hierro en el bazo, como para corregir la deficiencia. Aunque el mineral estaba presente, el organismo no había podido metabolizarlo. Asimismo, se ha descubierto que el organismo puede utilizar sus reservas de hierro y glóbulos rojos con más eficacia cuando se encuentra en ayuno, aún padeciendo de anemia. Debemos señalar que esto sucede pese a que la persona no consume ningún elemento mineral, ni siquiera hierro. El proceso de ayuno permite al organismo metabolizar eficientemente las reservas de hierro existentes en el cuerpo. Algo similar sucede con las personas que sufren de raquitismo, una condición supuestamente relacionada con la falta de calcio. Después de realizar varias pruebas, se demostró que personas que se encontraban bajo un régimen de ayuno total mejoraban con la única ayuda de los rayos del sol. La luz solar provoca la generación de vitamina D en el interior del organismo, una vitamina que permite al cuerpo humano utilizar las reservas de calcio con mayor eficacia. Podemos señalar que estas personas carecían más de la luz solar que de ciertos minerales. Son muchos los factores que pueden inhibir al cuerpo humano en su intento por asimilar y utilizar los minerales existente en los alimentos. Entre ellos, debemos destacar los hábitos tóxicos, el entorno laboral, el equilibrio mental, las costumbres alimenticias, las carencias enzimáticas y fotónicas, las parasitosis, las emociones estresantes, la falta de sueño, la sobrealimentación, las preocupaciones, los sentimientos, etc. Si queremos asimilar y utilizar los minerales que se hallan en nuestras dietas con eficacia, seguramente tendremos que cambiar nuestros hábitos. Un descanso físico o mental puede ayudar, pero sin dudas que necesitamos un “reseteo” fisiológico y depurativo. MINERALES Y REFINACION Es uno de los procesos más antiguos que realizó el hombre, en su afán por disponer de alimentos más “pulcros y puros”. Inconscientemente es algo que practicamos en casa cuando, por ejemplo, hacemos un jugo con la centrífuga y obtenemos un líquido, “evitando” de ese modo la materia sólida o fibrosa de la fruta, sinérgica con los azúcares y demás nutrientes del jugo. Según la Real Academia, refinar es “hacer más fino o más puro algo, separando las materias heterogéneas o groseras”. El problema de la refinación moderna es que, en base a sofisticadas tecnologías, hemos accedido a grados de pureza casi absolutos (harina, azúcar, sal). Durante décadas se consideró a esta “pulcritud” como un logro, al cual inicialmente solo accedían las clases altas. La masificación industrial hizo que los “inmaculados y deseados” refinados traspusieran las barreras sociales y llegasen a los estratos más humildes, en gran volumen y a bajo precio. Sin embargo, esto que puede parecer progreso y benéfica opulencia, se ha convertido en causa principal de nuestros problemas de salud. El problema de los refinados no es solo la eliminación de la fibra, sino la pérdida de vitales nutrientes (vitaminas, minerales, enzimas), a lo cual se suma la aditivación de blanqueadores, mejoradores químicos… y ahora la adición de suplementos nutricionales. El mismo proceso de la refinación genera la fragmentación de sus componentes y la degradación de los mismos por efectos del procesamiento (oxidación, desmembrado, etc). Como consecuencia se pierden o inactivan infinidad de nutrientes. El magnesio, mineral clave para el organismo, es un claro ejemplo de la generación de carencias a través del alimento industrializado. Ya resulta carente en los productos agrícolas por el empobrecimiento de los suelos de cultivo. Luego la industria le asesta el golpe de gracia, eliminándolo en la refinación de las harinas (se va con el germen), la sal (la ley exige pureza en cloruro de sodio), el azúcar (se va en la melaza)… La sal es otro buen ejemplo del empobrecimiento cualitativo: de los 80 elementos presentes en el plasma marino, a la mesa llegan solo dos (cloruro de sodio). Y esto no se resuelve con suplementos, ya que los minerales requieren del sinergismo de los demás nutrientes que la Naturaleza combina y activa en los alimentos naturales. El metabolismo del calcio es buena muestra de ello, ya que requiere 23 nutrientes sinérgicos en equilibrio para su correcto arribo a la estructura ósea: minerales (fósforo, magnesio, manganeso, cinc, cobre, boro, silicio, flúor), vitaminas (C, D, B6, B12, K), folatos, ácidos grasos esenciales y proteínas. Excesos y defectos tan habituales en la alimentación refinada, generan incorrecta calcificación… y no justamente por falta de calcio. EL CASO DEL ÁCIDO FÓLICO Las embarazadas que reciben suficiente ácido fólico reducen el riesgo de tener un bebé con espina bífida y otros defectos del tubo neural. Por ese motivo, varios países, incluidos Estados Unidos y Canadá (y Argentina), exigen que los productos de granos estén fortificados con ácido fólico. La autoridad de Seguridad Alimentaria de Irlanda recomendó que la fortificación fuera obligatoria. Pero las preocupaciones sobre la seguridad, incluidas nuevas evidencias de que una dosis diaria de 1 mg de ácido fólico aceleraría el crecimiento de tumores colorrectales y de próstata (más del doble de la dosis recomendad para las embarazadas), llevó al país a rever esa legislación. El equipo de la Dublin City University³ determinó cuánto ácido fólico estaría recibiendo la población en Irlanda y estimó cuánto aumentaría si se aprueba la ley de fortificación. Lo lograron al controlar los niveles de ácido fólico en sangre que el organismo no había procesado para utilizar. En test a 50 donantes de sangre, el equipo halló en 49, pequeñas cantidades de ácido fólico sin metabolizar. Y en 20 mujeres que acababan de tener un bebé por cesárea, el equipo halló ácido fólico sin metabolizar en 18 de ellas y en el cordón umbilical de 17 bebés. Los resultados señalan la posibilidad de que las personas, en especial las embarazadas, estarían expuestas a altos niveles de ácido fólico, lo que podría acelerar el crecimiento tumoral. Los autores calculan que la fortificación obligatoria de la harina elevaría un 12 por ciento los niveles de ésta vitamina sin metabolizar. “La preocupación de que el ácido fólico acelere los cánceres existentes debería seguir siendo una inquietud para los responsables de legislar las políticas alimentarias”, dijo la autora del estudio. El desafío para las agencias de salud pública y los legisladores es garantizar que los bebés por nacer estén protegidos de los defectos del tubo neural, pero que la población general no quede expuesta a dosis potencialmente dañinas. En un intento por “emparchar” esta pauperización nutricional, en Argentina se ha legislado para obligar a “fortificar” las harinas con adición de minerales y vitaminas. Obviamente la industria utiliza elementos de síntesis química, cuestionados por un reciente estudio británico⁴. Mientras los folatos naturales se metabolizan sin problemas en el intestino, el ácido fólico sintético se metaboliza en el hígado, órgano que posee una capacidad limitada de asimilación. Estos excedentes no procesados pueden dar lugar a problemas cognitivos, tumores intestinales, desórdenes nerviosos y mala absorción de cinc. En el caso de embarazadas, se ha fijado un límite máximo de 0,4 mg diarios, mientras que todas las harinas se suplementan con 2,2 mg por kg. O sea que con 180 g de harina común se estaría en el límite de consumo diario aconsejado, sin tomar en cuenta los suplementos farmacológicos. Tampoco se toma en cuenta que esas cantidades llegan a niños, ancianos y otros grupos de riesgo… Lo cual explica el porqué del término “emparchar” usado al inicio. Ahora bien, ¿por qué se llega a una suplementación por ley? Básicamente porque las gestantes no consumen alimentos fisiológicos que aportan folatos (termino que deriva de la palabra latina “folium” que significa “hoja”) y no cuidan su orden intestinal y bacteriano. El folato y el ácido fólico son formas de una vitamina hidrosoluble de la familia de las vitaminas del grupo B, que también se denominan vitamina B11 o, en algunos países, vitamina B9. El folato es la forma que se encuentra naturalmente en los alimentos y la forma que está activa en el cuerpo. El ácido fólico no se produce de forma natural, sino que se sintetiza a través de la mediación de las bacterias intestinales. Nuestro organismo no es capaz de producir folato, pero podemos obtenerlo a través de los alimentos ricos en folato, como las verduras de hoja verde, los repollos y las frutas (paltas o aguacates, cítricos). Los folatos de los alimentos son inestables y también sensibles a la luz, el oxígeno y la temperatura. Si la gestante mantiene normal el circuito (comer ensaladas verdes y frutas, y cuidar el microbioma), no hay carencia, ni necesidad de suplementación tóxica… EL EXCESO DE FOSFORO A la par de muchas carencias, nuestra sociedad se ha convertido en víctima de excesos que no se visualizan como peligrosos. Un ejemplo es el fósforo, mineral considerado importante en la nutrición saludable, entre otras cosas por su rol en la actividad celular y enzimática. Sin embargo, y como todo en la Naturaleza, los excesos invierten la cualidad del nutriente. La industria química alimentaria usa mucho fósforo inorgánico, mineral base de aditivos, conservantes, leudantes, emulsionantes, estabilizantes, espesantes y saborizantes (ejemplo, el ácido fosfórico de las gaseosas). Una sola fábrica alemana produce de 20 a 25 toneladas diarias de estas versátiles sustancias!!! Sólo a causa de estos aditivos, se estima que diariamente consumimos 1.000mg de fósforo, superando los 800mg que recomienda la OMS para una persona adulta. Y a esto hay que agregar el fósforo que ingerimos con los alimentos. El fósforo es muy utilizado como fertilizante agrícola y ese exceso en los suelos se transfiere a la cadena alimentaria (vegetales, animales, humanos). El poroto de soja es, en sí mismo, un gran suministrador de fósforo: aporta 590mg en solo 100g de semillas. Los lácteos son otra gran fuente de fósforo, ya que la leche vacuna tiene una relación calcio/fósforo (1:1) muy diferente a nuestras necesidades corporales (2,5:1). En esta última relación, el fósforo resulta sinérgico del calcio, pero en el lácteo vacuno, su alta proporción lo convierte en antagónico del calcio, al cual bloquea. En 100g de queso parmesano encontramos 840mg de fósforo. Tal como advirtiera hace décadas Hertha Hafer⁵, investigadora farmacéutica alemana, el exceso de fósforo está en el origen de los desórdenes de conducta infantil (DDA, hiperactividad, agresividad), problemas que remiten con una dieta baja en fósforo. Una reciente investigación coreana , demostró que una dieta alta en fosfatos incrementa el riesgo y la virulencia de tumores pulmonares y daños en las vías respiratorias. Pero la abundancia de fósforo (propia de la alimentación industrializada) también genera otros síntomas: fibromialgia (reuma), artritis, confusión mental, temblores, calambres, contracturas musculares, reflujos gástricos, daños en mucosas y flora intestinal. Y sobre todo daño renal, ya que la vía de excreción de los excesos de fósforo son justamente los riñones. 3. Yahoo News - ar.news.yahoo.com/s/reuters/090819/n_health/salud_embarazo 4. Trabajo del Instituto de Investigación de los Alimentos (IFR) publicado en octubre de 2007 por el British Journal of Nutrition. 5. Ver el libro “La droga oculta: La dieta de fosfatos (Causa de los problemas de conducta, dificultades de aprendizaje y delincuencia juvenil) en www.phosadd.com (sitio australiano solo en inglés) 6. Dirigida por el Dr. Myung Haing Cho de la Seoul National University (Corea) y publicada en American Journal of Respiratory. LOS MINERALES DE LA VIDA Para cerrar estas consideraciones, elegimos un breve pero intenso texto del Dr. Herbert M. Shelton, uno de los padres del movimiento higienista americano. Dejemos espacio a sus preclaros conceptos. El organismo puede usar y asimilar únicamente aquellas sales que se encuentran en su forma orgánica, sólo ante la presencia de vitaminas puede utilizar estas sales inorgánicas. Berg apuntó que ningún científico había podido realizar un informe completo del organismo humano, ni de excreciones, ni de los alimentos que ingería. Existen numerosas lagunas en torno a la funcionalidad de los minerales en el interior del organismo y algunos de estos elementos nos son prácticamente desconocidos. Algunos minerales, como el zinc o el níquel, realizaban algunas funciones relativamente similares a las efectuadas por las vitaminas. El profesor McCollum demostró que los animales que carecían de manganeso perdían su instinto de maternidad, realizando acciones sorprendentes con las crías, como negarse a dar de mamar, no construir un nido e incluso comérselas. Sus glándulas mamarias no habían culminado su proceso de desarrollo y eran incapaces de secretar leche para sus crías. Estas son sólo algunas de las consecuencias relacionadas con la deficiencia mineral. La importancia de estos elementos es fundamental, ya que su presencia es esencial para culminar los procesos evolutivos de cada uno de los tejidos y fluidos que conforman el organismo vegetal o animal. La pérdida o falta de uno de estos minerales puede tener consecuencias nefastas para la vida, incluso mortales. Entre las funciones más importantes, debemos señalar que participan activamente en la construcción de los tejidos orgánicos, principalmente en la formación de estructuras duras, como los huesos (uno de los elementos principales de su construcción es el fosfato cálcico), dientes, pelo, uñas, etc. Asimismo, controlan los niveles de alcalinidad y la gravedad específica de la sangre. También participan en los procesos secretores del organismo y cualquier ausencia mineral puede provocar una disminución en las secreciones. Finalmente los minerales participan como agentes desintoxicantes, al combinarse con los residuos ácidos de las células. Mediante este proceso, consiguen neutralizar y preparar los desechos para su inmediata eliminación. Su presencia en los alimentos previene su descomposición. Es necesario señalar que la acidosis producida por la fermentación de las proteínas y carbohidratos puede tener su origen en la extracción mineral de los alimentos. De una forma muy simplificada, podríamos definir la sangre y la linfa como líquidos en los que se encuentran diluidos diversos elementos sólidos (igual que la sal se diluye en el agua). Asimismo, podríamos definir a las células que fluyen constantemente por la linfa como elementos semilíquidos que contienen sustancias sólidas disueltas en su interior. Si la linfa que rodea a las células contiene demasiados elementos sólidos disueltos en su interior, en comparación con los elementos presentes en el interior de las células, éstas reducen su tamaño. En cambio, si la concentración de sólidos en la célula supera la cantidad en la linfa, las células aumentan su tamaño, llegando incluso a explotar. En ambos casos, las consecuencias patológicas son nocivas para el organismo. Si la cantidad de elementos sólidos disueltos en el interior de las células es igual al contenido del fluido externo, las presiones se equilibran y las células recobran la normalidad. Los minerales intervienen directamente en este equilibrio osmótico. Algo similar sucede con las toxinas acumuladas en el organismo. Una de las funciones principales de los elementos minerales es controlar y neutralizar los ácidos generados por estas toxinas. Los minerales intervienen directamente en la formación de los jugos digestivos. A modo de ejemplo, podemos afirmar que el ácido clorhídrico que se encuentra en el jugo gástrico contiene cloro. A diferencia de las proteínas, las grasas o los hidratos de carbono, la presencia de minerales en el interior de los alimentos no sufre ningún cambio en el proceso digestivo antes de la absorción. Durante la digestión, el organismo separa los minerales de los otros elementos y los traspasa directamente a la sangre. Si nuestros alimentos no contuvieran los requisitos mínimos de minerales podríamos morir de hambre. A diferencia de lo que siempre hemos creído, lo más importante no es la cantidad, sino la calidad. Si nuestra dieta carece de los elementos minerales necesarios podemos sufrir una lenta, pero progresiva inanición, padecer trastornos y desequilibrios glandulares o sufrir enfermedades relacionadas con la escasez mineral. La obtención de un buen estado de salud debe ir íntimamente relacionada con estos minerales. Sólo consumiendo aquellos alimentos que contengan nuestras necesidades minerales, podremos alcanzar un buen estado de bienestar. Podemos estar seguros que cada elemento mineral posee su propia función que debe cumplir, aunque sepamos que deben combinarse para culminar ciertas funciones vitales. Ningún mineral artificial podrá cumplir las funciones de los elementos naturales. Como afirmara el doctor William H. Hay, “La naturaleza nos suministra todos los elementos químicos necesarios para nuestra propia restauración en forma coloidal y orgánica; dos formas que el ser humano ha intentado imitar durante bastante tiempo sin éxito. Los diferentes fracasos nos demuestran su incapacidad por conseguir los minerales perdidos a través de medios artificiales, por lo que debemos confiar simplemente en los coloides naturales generados por las plantas y las frutas”. Ningún producto químico, farmacológico o “bioquímico” puede recuperar sus pérdidas minerales, se encuentre uno sano o enfermo. OSTEOPOROSIS: MITOS Y VERDADES El Dr. George J. Georgiou (Ph.D, nutricionista clínico, herbalista, naturópata, homeópata, iridólogo y psicólogo) examina algunos de los problemas alrededor de este tema, que tienden a confundir el proceso de la enfermedad llamada osteoporosis y desentraña algunos mitos. Los “expertos” constantemente nos bombardean con su propaganda, intentando vendemos hormonas sintéticas, diciéndonos que comamos productos lácteos regularmente, y llenándonos con una variedad de suplementos de calcio. ¿Estas “opiniones especializadas” son válidas? ¿Realmente necesitamos tomar suplementos de calcio? ¿Ellos actúan previniendo esta enfermedad? ¿Qué hay sobre los productos lácteos? ¿Realmente nos protegen de la osteoporosis? La Organización Mundial de la Salud ha definido osteoporosis como una densidad ósea baja que incluye la presencia de fracturas. La definición médica de osteoporosis, que era “fracturas causadas por los huesos delgados”, se ha redefinido subsecuentemente a “una enfermedad caracterizada por la baja masa del hueso y el deterioro micro-arquitectónico del tejido óseo que lleva a la fragilidad del mismo, con un aumento consecuente del riesgo de fractura”. La baja masa del hueso es sólo un factor de riesgo para la osteoporosis; no es la osteoporosis en sí. El Dr. Love nos ofrece una analogía llamativa: “Esto es como definir las enfermedades del corazón por tener el colesterol alto, en lugar de un ataque cardíaco”. Innecesario es decir que esta nueva definición ha aumentado número de mujeres y hombres que tienen osteoporosis. Los hombres y mujeres continúan perdiendo masa ósea cuando envejecen. Por consiguiente, el predominio de aumentos de baja masa ósea aumenta cuando las mujeres envejecen. El hueso se fractura debido exclusivamente a su delgadez. Ahora que es más conocida la fisiología del hueso, está claro que ésta no es la historia real. ¿Por qué parece haber ahora muchas más mujeres con osteoporosis que en el pasado? El Dr. Love nos explica: “parte de este aumento es nada más que un cambio en la definición, al ser más amplio el criterio que define la osteoporosis, es mayor el número de mujeres que entrarán en dicha categoría. Mito 1: Las mujeres menopáusicas están en mayor riesgo de contraer osteoporosis. Hay muchas culturas en el mundo dónde la mujer posmenopáusica está en buena salud, activa y saludable hasta el extremo de su vida. Las mujeres mayas viven durante 30 años después de la menopausia, pero ellas no contraen osteoporosis, no pierden altura, no desarrollan “la joroba de viuda” y no sufren fracturas. Un equipo de investigación analizó sus hormonas, niveles y densidad ósea, y encontró que sus niveles de estrógeno no eran más altos que aquellos de las mujeres americanas blancas; en algunos casos eran incluso más bajos. Las pruebas de densidad mostraron que la pérdida de hueso ocurrió en estas mujeres en la misma proporción de sus colegas americanas. Mito 2: Los bajos niveles de estrógeno son una causa de osteoporosis. Se pensaba que todas las mujeres tienen una disminución considerable en el hueso, a causa del más bajo nivel de estrógeno en la menopausia. Así se dijo que la deficiencia de estrógeno parecía ser la causa de osteoporosis. Continuando las investigaciones, se refutó esta idea. Los estudios individuales que siguen la densidad del hueso de mujeres, con el tiempo han mostrado que aunque algunas mujeres pierden mucho hueso con la menopausia, otras pierden un porcentaje comparativamente pequeño; también, que alguna pérdida empieza antes. Un estudio que utiliza la orina como prueba para medir pérdida de calcio, encontró que algunas mujeres son “perdedoras rápidas” y otras son naturalmente “perdedoras normales”. Si la osteoporosis fuera debida a la deficiencia del estrógeno, nosotros deberíamos encontrar más bajos niveles de estrógeno en las mujeres con osteoporosis que en las mujeres sin este desorden. Sin embargo, los estudios han mostrado que ese nivel hormonal fue similar en mujeres posmenopáusicas, con y sin osteoporosis. Agregando otro aspecto, hemos encontrado que las mujeres vegetarianas tienen más bajo nivel de estrógeno y nivel de densidad ósea más alta que sus pares carnívoras. El Dr. Jerilynn Prior, Profesor de Endocrinología en la Universidad de Columbia Británica, ha dirigido una seria investigación que contradice el papel importante del estrógeno para prevenir la pérdida de hueso. En su estudio de atletas mujeres encontró que la osteoporosis ocurrió solo en cuando las atletas se volvieron progesterona-deficientes, aunque sus niveles de estrógeno permanecían normales. Prior continuó su investigación con las mujeres no atléticas, y ellas mostraron los mismos resultados. Como resultado de su extensa investigación, confirmó que no es el estrógeno, pero sí la progesterona, la hormona importante de la construcción del hueso. Estos hechos demuestran seriamente la contradicción en cuanto a la deficiencia del estrógeno como eslabón de la osteoporosis. Entonces ¿por qué un gran número de doctores y ginecólogos sigue diciendo a las mujeres menopáusicas que la causa de la osteoporosis es principalmente el estrógeno y recomiendan tratamientos de sustitución hormonal, cuándo la investigación también ha mostrado otros factores importantes a la deficiencia de esa hormona como causantes? El estrógeno, opuesto a la progesterona, causa salinidad y retención de líquidos, aumento de la coagulación de sangre, promueve el fibroma uterino, problemas en los pechos, aumento de cálculos, y el trastorno más vivo y más ominoso: aumenta el riesgo de cáncer de endometrio, el prolactinoma pituitario, y el cáncer del pecho. Es obvio que los elevados riesgos del tratamiento de sustitución hormonal pesan más que los efectos beneficiosos, bastante limitados, sobre el hueso; sobre todo cuando hay muchas otras alternativas eficaces. ¿Merece la pena aumentar el riesgo de una enfermedad amenazante para la vida? Probablemente, una de las razones mayores por la cual los médicos están usando tan a menudo el tratamiento de sustitución hormonal es debido al hipermercadeo que han generado las compañías farmacéuticas, que vieron esto como un gran negocio. Mito 3: Necesitamos más suplementos de calcio. Cuando se pregunta por las causas de osteoporosis, la mayoría de las personas responde “falta de calcio”. Dado que el hueso está principalmente compuesto de calcio, podría parecer lógico relacionar la ingestión de calcio con la salud del hueso. Es curioso, sin embargo, que cuando se entrecruzan los datos con los de otras culturas, estos muestran claramente que en los países menos desarrollados, donde las personas consumen poco o ningún producto lácteo e ingiere menos calcio, hay muchas más bajas proporciones de osteoporosis. Los estudios de poblaciones en China, Gambia, Ceilán, Surinam, Perú y otras culturas, nos informan resultados similares de baja ingestión de calcio y bajas proporciones de osteoporosis. Mientras es un hecho conocido que la proporción de calcio adecuado es completamente necesaria para el desarrollo y mantenimiento de huesos saludables, no hay nada que sugiera una mayor ingestión de calcio que la normal. Sin embargo, deben entenderse otros factores vitales que determinan el proceso complejo de tener huesos saludables. Los huesos son afectados por la ingestión de otros nutrientes de la construcción del hueso; el consumo de sustancias potencialmente perjudiciales para el hueso, como el exceso de proteínas, sal refinada, grasa saturada y azúcar blanca; el uso de algunas drogas (alcohol, cafeína y tabaco); el nivel de ejercicio físico; la exposición a la luz del sol y a las toxinas ambientales; y muchos otros factores que limitan el funcionamiento de las glándulas endocrinas. Hay 18 nutrientes que son importantes en la construcción del hueso, o realmente esenciales para su salud óptima. Si la dieta personal es baja en cualquiera de estos nutrientes, los huesos sufrirán. Ellos incluyen: minerales (fósforo, magnesio, manganeso, cinc, cobre, boro, silicio, flúor), vitaminas (C, D, B6, B12, K), ácido fólico, ácidos grasos esenciales y proteínas. El cuerpo sólo usa minerales cuando están en el equilibrio apropiado. Por ejemplo, en las muchachas que consumen datas altas en carnes, gaseosas y comidas procesadas (que tienen niveles altos de fósforo), se ha encontrado una pérdida alarmante de masa ósea. Una proporción de fósforo alta en relación al calcio, hará que éste sea desalojado de los huesos en un esfuerzo compensatorio. Hay ahora evidencias que un alto nivel de suplemento de calcio, está en realidad asociado con un 50% de incremento en el riesgo de fracturas. Todavía no hay ninguna prueba que aumentando la ingestión de calcio (con suplementos o dieta) después de la menopausia, se prevengan las fracturas. SUPLEMENTOS DE CALCIO: RIESGO DE INFARTOS Y ACV Una reciente investigación de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) ha concluido que el consumo de suplementos de calcio está relacionado con un mayor riesgo de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares (ACV). En concreto, estiman que estas tabletas concentradas pueden incrementar el riesgo de sufrir un infarto en un 30%, aunque reconocen que esta relación no es significativa en el caso de ACV. El trabajo, publicado en la revista “British Medical Journal”, ha realizado un seguimiento en 12.000 ancianos durante un periodo de cuatro años. Durante ese periodo, a la mitad de ellos se les administraron suplementos de calcio, y al resto un placebo. Las conclusiones reflejan que en un grupo de 1.000 personas que tomen este tipo de concentrados durante cinco años, se registrarían 14 infartos, 10 ACV y 13 muertes más que entre otro mismo grupo que no reciba ese tratamiento. Pese a que los expertos no están seguros de la causa por la que las que este tipo de suplementos dañan la salud, algunos estudios anteriores ya habían asociado los niveles altos de calcio con este tipo de patologías. “Cuando se toman suplementos de calcio, los niveles en sangre suben en las siguientes horas hasta el extremo máximo del rango normal”, afirma Ian Reid, profesor de medicina de la Universidad de Auckland. “Sin embargo, los niveles en sangre del calcio apenas varían cuando se toma en la dieta porque el calcio de los alimentos se absorbe de manera muy lenta”, explica el científico. Reid apunta que una mayor presencia de calcio puede conducir a la formación de placas en los vasos sanguíneos y ocasionar la producción de incidentes coronarios. Fuente: www.consumer.es - 2 de agosto de 2010 Mito 4: La leche y los productos lácteos protegen contra la osteoporosis. ¿Y qué pasa con las comidas lácteas para la fortificación de los huesos? Después que todos nosotros nos hemos adoctrinado con este concepto, es una revelación chocante descubrir que los productos lácteos... ¡¡¡contribuyen a la pérdida de masa ósea!!! Los países que consumen altas cantidades de productos lácteos (como los países escandinavos), tienen las proporciones más altas de osteoporosis. En la sabiduría del cuerpo, la prioridad más elevada es mantener la acidez y la alcalinidad apropiada para equilibrar la sangre. Una dieta alta en proteínas de carne y productos lácteos, supone un gran riesgo de osteoporosis, porque hace que el tenor de la sangre sea muy ácido. Entonces el calcio debe extraerse de los huesos para restaurar el equilibrio apropiado. Desde cada célula del cuerpo se usa el calcio para mantener la integridad en la sangre. Por consiguiente el cuerpo sacrificará el calcio del hueso para mantener la homeostasis en la sangre. Hay todavía otros problemas con los productos lácteos. Ellos contienen antibióticos, hormonas estrogénicas, pesticidas y una enzima que es un factor conocido en el cáncer del pecho. Constantemente se bombardea a las mujeres con el mensaje que la guerra contra la pérdida de hueso debe incluir suplementos de calcio y un consumo diario de comidas ricas en calcio, principalmente los producto lácteos. Los doctores recomiendan entusiastamente el uso a largo plazo de estrógeno (sintético) a la mujer en período posmenopáusico, y si se requiere ayuda adicional, pensar en el uso de drogas. Así, armada con este poderoso arsenal, una mujer estará segura que atravesará protegida y libre de fracturas la última parte de su vida. Desgraciadamente, esto está muy lejos de la verdad... Los tratamientos más populares para la osteoporosis son, de hecho, peligrosos a la salud de mujeres. El estrógeno sintético es una droga carcinogénica conocida. Más suplementos de caldo no sólo son ineficaces para reconstruir el hueso, sino que realmente pueden llevar a deficiencias minerales, calcificación y formación de cálculos en el riñón. La prevención es mejor que la cura. Cuando se quiere asegurar huesos saludables, es importante recordar que no sólo está lo que uno se pone en el cuerpo, sino también lo que uno hace por él. Cada vez con más frecuencia los estudios están validando los efectos sumamente beneficiosos de programas de ejercicio peso-productivos para regular la densidad creciente del hueso en las mujeres del período posmenopáusico. Por lo menos siete estudios bien controlados han mostrado que cuando una mujer ha hecho dietas para perder peso, también ha perdido hueso. El entrenamiento eficaz incluye algunos ejercicios como caminar cuestas ascendentes, andar en bicicleta y caminar con peso en los pies. La osteoporosis no es una enfermedad de la vejez o debida a la falta de estrógeno o a deficiencia de calcio, pero sí es un síntoma del desorden crónico, propio de nuestra cultura Occidental. Nosotros la hemos incorporado a través de hábitos dietéticos equivocados, factores de nuestro estilo de vida y exposición a las drogas farmacéuticas. Es nuestra ignorancia la que nos ha hecho vulnerables a intereses que han torcido los hechos intencionalmente y de buena gana han sacrificado la salud de millones de mujeres en el altar de la ganancia y la codicia. Sólo tomar la responsabilidad por nuestros cuerpos y hacemos el compromiso de volver a un estilo de vida saludable y equilibrado hará que podamos caminar bien el resto de nuestras vidas. EL CALCIO Y LA ACIDEZ Es poco conocido el significado de alcalinidad, como concepto opuesto a acidez. Incluso éste término se interpreta en forma muy limitada, asociado sobre todo al clásico ardor estomacal o a los reflujos. Sin embargo, no es exagerado afirmar que la adecuada comprensión -y la posterior corrección- de la acidificación orgánica, serviría para resolver la mayor parte de los grandes problemas que afligen a la salud pública. Estos conceptos han sido científicamente demostrados por grandes investigadores de nuestro siglo y utilizados desde tiempos remotos en la medicina oriental. Para comenzar, conviene explicar lo que significa acidez y alcalinidad. Estos dos términos responden a la forma de clasificar la reacción de cualquier elemento, sobre todo en medios líquidos. El grado de acidez o alcalinidad se mide a través de una escala de pH (potencial de hidrógeno), que va de 0 (extremo ácido) a 14 (extremo alcalino), ubicándose en el centro (7) el valor neutro. O sea que entre 0 y 7 tenemos valores de acidez y de 7 a 14, de alcalinidad. Esto no quiere decir que lo ácido sea “malo” y lo alcalino “bueno”, dado que ambos se necesitan y se complementan en las reacciones químicas. Por ello se habla de equilibrio o balance. El pH normal para todos los tejidos y fluidos en el cuerpo, excepto el estomago, es alcalino. Las secreciones digestivas del hígado y su bilis están entre 7,1 y 8,5. La bilis de la vesícula está entre 5,0 y 7,7. Si cualquiera de estos sistemas de pH no está en el rango óptimo, las enzimas digestivas y metabólicas en esas áreas y órganos funcionarán bajo nivel óptimo y se experimentará una baja en la salud. Con la excepción de la sangre, todos estos sistemas tienen un vasto rango de pH, en parte, para que puedan ayudar a mantener el balance en el pH de la sangre, que debe mantenerse entre 7,35 y 7,45. Debido a que el pH de la sangre tiene un rango tan pequeño, el cuerpo da una gran prioridad para mantener la homeostasis del pH de la sangre en 7,4. A pesar de que tejidos y fluidos tienen su función enzimática óptima en la parte alcalina de su rango, pueden cambiar a un rango ácido si necesitan eliminar minerales alcalinos para evitar que la sangre se torne muy ácida. Si el sistema se vuelve muy ácido, la sangre tomará elementos de formación alcalina de las enzimas del sistema digestivo del intestino delgado. Por ello, un pH balanceado de la sangre está íntima y críticamente relacionado con una buena digestión. ASÍ EN LA SANGRE COMO EN LA CÉLULA Dado que la química corporal genera infinidad de reacciones y exigencias específicas, intentaremos comprender aquí como funciona el mecanismo base del equilibrio ácido-alcalino a nivel celular. Los trillones de células que componen nuestro organismo, necesitan alimentarse, eliminar residuos y renovarse constantemente. A fin de satisfacer esta exigencia vital, la sangre cumple dos funciones vitales para el correcto funcionamiento celular: llevar nutrientes (sobre todo oxígeno) y retirar los residuos tóxicos que genera la transformación (metabolismo) de dichos nutrientes. A nivel celular se produce una especie de combustión interna, que libera calor corporal. Los residuos que se originan en este proceso de combustión, son de naturaleza ácida y alcalina; los de naturaleza ácida deben ser evacuados del organismo mediante la sangre, a través de las vías naturales de eliminación (hígado, riñones, pulmones…). En este contexto vuelve a tomar importancia la cuestión enzimática, pues las enzimas son esenciales para “detonar” dicha combustión y además de la temperatura, también son sensibles a la variación del pH. Por ejemplo, hemos visto que las amilasas digestivas pueden actuar sobre los almidones en un medio alcalino (saliva) y son inhibidas por un medio ácido (secreciones estomacales). Como vimos, para permitir una eficaz combustión celular, y por otra gran cantidad de razones fisiológicas, el plasma sanguíneo debe mantener a ultranza un ligero nivel de alcalinidad. El pH de la sangre puede oscilar en un estrecho margen: entre 7,35 y 7,45. Al transgredir estos límites, la sangre pierde capacidad de almacenar oxígeno en los glóbulos rojos y también pierde eficiencia en la tarea de eliminación de los residuos celulares. En pocas palabras, la sangre no nutre y no limpia las células, génesis profunda de cualquier enfermedad. Para dar una idea del estrecho margen de maniobra del pH sanguíneo, digamos que al descender de 7 se produce el coma diabético y la muerte. COMPENSAR O MORIR Cuando se incrementa el nivel de acidez sanguínea, varios mecanismos (tampones) buscan restablecer este vital equilibrio. En todos los casos se requiere la suficiente presencia de bases (álcalis) que neutralicen los ácidos. O sea que un eficiente metabolismo celular exige un constante flujo de sustancias alcalinas, con el fin de poder neutralizar los ácidos provenientes del alimento y del metabolismo celular. En primera instancia, y como mecanismo más simple, la sangre debe obtener suficientes bases de los alimentos. En caso de carencia (tanto por exceso de ácidos circulantes como por deficiencia nutricional de bases), la sangre echa mano a dos mecanismos de emergencia para preservar su equilibrio. Un mecanismo consiste en derivar ácidos, depositándolos en los tejidos a la espera de un mayor aporte alcalino. Esto genera (reuma, problemas circulatorios, afecciones de piel, etc). El otro mecanismo es recurrir a su reserva alcalina: las bases minerales (calcio, magnesio, potasio) depositadas en huesos, dientes, articulaciones, uñas y cabellos. De este modo, la sangre se convierte en un “saqueador” de la estructura orgánica, con el único objetivo de restablecer el vital equilibrio ácido-básico que permite sostener el correcto funcionamiento orgánico. Esta lógica funcional es la homeostasis orgánica, que significa “mantener la vida generando el menor daño posible”. Para el organismo, una menor densidad ósea no significa peligro para la vida, pero sí un pH ácido en la sangre. Así funciona el mecanismo de la descalcificación y la desmineralización. ALIMENTOS RICOS EN CALCIO (en mg/100g de producto) Algas hiziki 1400 Algas wakame 1300 Queso parmesano 1253 Algas kombu 800 Sésamo 783 Cacao 765 Agar agar 760 Queso gouda 699 Algas nori 470 Uva negra 363 Almendras 283 Perejil 245 Repollo rizado 230 Berro 214 Poroto mung 197 Ortiga 190 Diente de león 173 Higo seco 169 Acelga 149 Yema de huevo 141 Poroto blanco 138 Pistacho 135 Espinaca 126 Leche de vaca 125 Los huesos ceden calcio en forma de sales alcalinas, se hacen frágiles y hay osteoporosis; las piezas dentales se fisuran con facilidad y surgen caries; las uñas muestran manchas blancas y se tornan quebradizas; las articulaciones degeneran y hay artrosis; el cabello se debilita y se cae; se advierten lesiones en las mucosas, piel seca, anemia, debilidad, problemas digestivos, afecciones de vías respiratorias, infecciones, sensación de frío, etc. Normalmente no se asocian estos síntomas con la acidez. Un ejemplo es la osteoporosis, clásica enfermedad de acidificación. Sin embargo se la combate inadecuadamente con alimentos (lácteos) que, por su aporte ácido, agravan el problema. El sentido común nos indica que frente a osteoporosis y anemia, lo correcto es atacar la causa profunda del problema: alcalinizar el organismo para neutralizar su acidez. LAS FUENTES DE CALCIO Por lo visto, podemos concluir que para permitir el normal trabajo de la sangre y las células, debemos ser cuidadosos en el aporte que realizamos a nuestro cuerpo a través de los alimentos que ingerimos. Por un lado tratando de evitar alimentos (y situaciones) acidificantes, y por otro incrementando la provisión de bases a través de una mayor ingesta de alimentos alcalinizantes. Todo esto complementado por un buen aporte de oxígeno, a través del necesario movimiento, y un correcto funcionamiento de los órganos depurativos encargados de eliminar los ácidos. La idea es que la variedad de alimentos que muestra la tabla (señalados en cursiva los “emblemáticos” aportantes de calcio), nos incentive a diversificar y enriquecer nuestra alimentación, evitando los riesgos generados por la toxicidad de las fuentes animales y las fuentes sintéticas industriales. Por otra parte, como siempre conviene ser cautos y no caer en exageraciones que puedan llevarnos a padecer las consecuencias, también indeseables, de un exceso de calcio (cálculos, calcificación arterial, sobrehuesos, cataratas, etc). En el equilibrio, la variedad y la calidad de nuestros nutrientes, está el secreto del balance natural y fisiológico. ANEMIA: EL MITO DEL HIERRO Detrás de una carencia de hierro expresada en un análisis bioquímico, se esconden muchas más cosas que un simple estado anémico y una falta del mineral. El fluido sanguíneo, adonde se requiere la presencia del hierro para formar la hemoglobina, está demandado en muchos frentes de la fisiología corporal, que debe sobreponerse a los desafíos del “modo supervivencia”. Un primer factor es la inflamación, que instalada normalmente en forma “crónica”, reclama flujo sanguíneo extra. Otro factor son las menstruaciones abundantes son otra vía de drenaje cotidiano. Un tercer factor son los parásitos internos que consumen sangre: se sabe que unos 500 Ancylostoma (nematodos que producen anquilostomiasis y anemias) pueden consumir 250cc diarios. Y también se sabe que en el intento por debilitar a estos invasores, el cuerpo deriva reservas al bazo en forma de ferritina. Un cuarto factor es la disbiosis bacteriana y el desorden intestinal, que impiden la eficiente conversión y asimilación de los iones de hierro (sean férricos o ferrosos) a hemoglobina, tal como se explica más adelante. ¿Falta de hierro o exceso de desorden? Como veremos, lo que habitualmente llamamos “carencias nutricionales” son apenas un síntoma de algo mucho más profundo: el ensuciamiento corporal crónico. Si uno se concentra en resolver este desorden “madre”, luego, todo lo demás (incluso otros síntomas que seguramente uno padece, pero que no asocia con la causa central) remite solito; no por arte de magia, sino como fisio-lógica consecuencia. Cuando se habla de hierro, generalmente hay una asociación con productos de origen animal. Por lo visto anteriormente esto puede deberse a su fácil asimilación y a los hábitos carnívoros de la población. Sin embargo la observación de la tabla adjunta nos muestra gran cantidad y variedad de alimentos ricos en hierro. Además el texto explica la incidencia de la flora intestinal en el ciclo metabólico del hierro. En épocas en que la cría animal recibe los indeseables aportes de hormonas, antibióticos y balanceados (los cuales pasan al ser humano por cadena alimentaria), es bueno procurar el aporte de hierro a través de alternativas menos tóxicas y más confiables. Ciertos órganos animales (sobre todo hígado y riñón) acumulan toda la toxicidad aportada por medicamentos y alimentos balanceados (metales pesados). HIERRO Y FLORA Inicialmente es importante comprender que el tipo de alimentación que practiquemos, determinará la calidad y composición de nuestra flora intestinal. Claramente, un vegetariano desarrollará preeminencia de flora fermentativa, mientras que una persona carnívora tendrá prevalencia de flora putrefactiva. El ser humano, por su condición de omnívoro, debe convivir con ambas realidades y si bien tiene mecanismos de adaptación, los problemas surgen del desequilibrio. En los animales, este dualismo está bastante atenuado por los hábitos instintivos de dicho reino. Por un lado están los animales fitófagos, o sea comedores de vegetales, como los simios, las vacas o los caballos. Por otro lado están los predadores (carnívoros cazadores, como los leones) y los necrófagos (carroñeros, como los buitres). Lamentablemente los animales sufren las consecuencias de la domesticación humana, irrespetuosa de su naturaleza intrínseca; esto les suele crear problemas de salud que no difieren mucho de los padecimientos que sufre el mismo ser humano cuando artificializa su dieta. Tanto animales como seres humanos, necesitamos la adecuada presencia de microorganismos adaptados al proceso metabólico del alimento que ingerimos cotidianamente. A su vez, dichos alimentos promueven el desarrollo de la correspondiente flora especializada. Los microorganismos fermentativos son aquellos mecanismos biológicos que la naturaleza desarrolló para metabolizar alimentos vegetales y sintetizar, a partir de ellos, las necesarias vitaminas, proteínas, enzimas, etc. Estas bacterias viven en simbiosis con el animal en cuyo intestino se hospedan, y lo protegen. La flora fermentativa produce ácido láctico (por ello se habla de bacterias lactoacidófilas), el cual inhibe la reproducción de microbios putrefactivos. Las bacterias fermentadoras más importantes son las bifidobacterias y los lactobacilos acidófilos. Por su parte los productos cárnicos contienen microorganismos putrefactivos (clostridios, proteus, estafilococos, escherichia coli, etc), mecanismos biológicos naturales de la descomposición cadavérica que son abundantes en los intestinos de animales carnívoros y necrófagos (carroñeros). Estos animales tienen mecanismos protectivos contra las sustancias que genera el metabolismo putrefactivo, pero dichos mecanismos son menos eficientes en el organismo humano, obligado a convivir con ambas realidades. En este sentido, el elevado consumo de proteína animal genera un manejo crítico de varios subproductos del metabolismo putrefactivo. Nos referimos a la histamina (genera alergias), el amoníaco y el ácido úrico (artritis y reuma), la tiramina (irrita el sistema nervioso, baja la inmunología, produce taquicardia y angustia), compuestos como los fosfatos, los uratos y los oxalatos (causan osteoporosis), o la cadaverina y la putrescina (intoxican y desnutren). Además, el metabolismo putrefactivo inhibe la síntesis y absorción de vitaminas, minerales y nutrientes importantes, mientras que estimula el estreñimiento El hierro y la anemia son buenos ejemplos para ilustrar esta dicotomía provocada por la coexistencia de ambos tipos de floras. El hierro, un micromineral (hay apenas 4 gramos en una persona adulta) clave en el transporte del oxígeno y en la activación enzimática, está presente tanto en alimentos vegetales (ión férrico) como animales (ión ferroso). El hecho que el organismo lo asimile en forma de ión ferroso, no quiere decir que no pueda asimilar el hierro vegetal. La transformación iónica la realiza la misma flora fermentativa. Los cítricos (ricos en vitamina C y bioflavonoides) incrementan la velocidad de esta transformación. Pero para evitar la anemia no basta con suficiente cantidad de hierro; también se necesita vitamina B12 (sintetizada por las bacterias fermentativas), ácido fólico y ácido málico (ambos presentes en vegetales). Por su parte, la flora putrefactiva conspira a favor de la anemia en dos aspectos: generando toxinas que afectan la eficiente regeneración sanguínea e inhibiendo la benéfica flora fermentativa. O sea que una buena disponibilidad de hierro requiere, tanto en vegetarianos como en carnívoros, un correcto equilibrio de la flora intestinal. Los carnívoros, teóricamente favorecidos por la ingesta de hierro más fácilmente asimilable, pueden tener anemia por carencia de los necesarios efectos de la flora fermentativa. Los vegetarianos, favorecidos en este aspecto, sin embargo pueden verse perjudicados por una proliferación putrefactiva a causa de desequilibrios, como la candidiasis crónica. Este dualismo bacteriano (fermentación-putrefacción) también tiene mucho que ver con el equilibrio ácido básico del organismo. En los animales fitófagos o vegetarianos, la materia fecal excretada por un cuerpo sano, muestra un pH ácido; en los carnívoros, dicho pH es alcalino. Esto es consecuencia de los diferentes metabolismos. La digestión fermentativa permite asimilar sustancias alcalinas, que pasan rápidamente a la sangre. Por su parte, los microbios putrefactivos retienen los álcalis y generan la absorción sanguínea de sustancias ácidas. Es por ello que la flora fermentativa ayuda a alcalinizar la sangre, mientras que la flora putrefactiva la acidifica. HIERRO, ANEMIA Y PARASITOS Muchas son las especies de parásitos que se alimentan del fluido sanguíneo del hospedador. Y aunque resulte bastante difícil determinar la cantidad de sangre usurpada por el intruso, la cantidad desviada por ese curso puede llegar a ser considerable. Por ejemplo, hay investigadores que estiman que apenas 500 ancylostoma pueden llegar a extraer del hombre hasta 250cc de sangre por día, lo cual constituye una significativa pérdida permanente de hemoglobina, células y suero. El botriocéfalo⁷, por ejemplo, es capaz de causar una anemia de tipo perniciosa, pues absorbe una enorme cantidad de vitamina B 12. ALIMENTOS RICOS EN HIERRO (mg/100g de producto) Espirulina 52,8 Tomates deshidratados 39,4 Brotes de alfalfa 35,0 Fenogreco 33,6 Algas hiziki 29,0 Menta 27,4 Agar agar 21,0 Sésamo 20,1 Algas nori 20,0 Melaza de caña 20,0 Brotes de trigo 19,8 Levadura nutricional 17,5 Jengibre 17,0 Coriandro 16,1 Harina de algarroba 16,0 Polen de abejas 15,9 Azúcar integral mascabo 15,0 Brotes de soja (mung) 15,0 Algas kombu 13,0 Algas wakame 12,9 Cebada perlada 12,3 Cacao amargo 12,2 Semillas de zapallo 11,2 Riñón de ternera 10,0 Germen de trigo 10,0 Semillas de girasol peladas 8,9 Mijo pelado 8,8 Habas secas 8,2 Yema de huevo (3 unid) 8,0 Perejil 8,0 Hígado de ternera 7,9 Porotos aduki 7,6 Quínoa 7,5 Pistacho pelado 7,4 Pero la relación entre parásitos y hierro no se limita a la ingesta de los huéspedes internos: es también n una clara estrategia disuasoria del propio cuerpo. Cuando el organismo se ve invadido por demasiada población parasitaria, echa mano a un recurso extremo. Conocida la dependencia de estos huéspedes por la hemoglobina, el organismo intenta privar del vital recurso a los parásitos. El mecanismo consiste en convertir la forma disponible del hierro en una forma no disponible (ferritina) y almacena dicha reserva en el bazo. Esto fue comprobado a principios de siglo pasado en el África sahariana, donde los pobladores locales, habituados a convivir con parasitosis endémicas favorecidas por las naturales condiciones ambientales, estaban crónicamente adaptados a una forma de carencia crónica de hierro, como mecanismo de supervivencia. Llegadas las “salvadoras” avanzadas médicas extranjeras (bajo organizaciones tipo OMS), plagadas de buenas intenciones, comenzaban con la conocida práctica de suplementar frente a la anemia. Esto no hacía más que beneficiar a los “huéspedes” internos, que bien “alimentados” tomaban el control de la situación y provocaban la muerte masiva de los pobladores locales. LAS FUENTES DE HIERRO Respecto a los valores mencionados en la tabla, cabe señalar que deben tomarse como orientativos, dada la gran diferencia existente en distintos análisis y distintas condiciones de producción de los alimentos. Las condiciones de suelo condicionan directamente el contenido de sales en el producto final, razón por la cual conviene siempre orientarse por cultivos orgánicos o productos de origen silvestre, evitando en lo posible el empobrecimiento generado por la producción intensiva y química. Otro consejo es evitar los productos “enriquecidos” con hierro, ya que industrialmente se utilizan forman inorgánicas: gluconato ferroso, sulfato ferroso o fumarato ferroso. Estas formas sintéticas son asimiladas y acumuladas en exceso en el organismo, dando lugar a riesgo de enfermedades cardíacas y cáncer. Por este tema, algunos países europeos han prohibido la aditivación de hierro a las harinas. Tal como vimos en el caso del calcio, la idea es que la variedad de alimentos que muestra la tabla (señalados en cursiva los “mitológicos” aportantes de hierro), nos incentive a diversificar y enriquecer nuestra alimentación, evitando los riesgos generados por la toxicidad de las fuentes animales y las fuentes sintéticas industriales. Por otra parte, como siempre conviene ser cautos y no caer en exageraciones que puedan llevarnos a padecer las consecuencias, también indeseables, de un exceso de hierro. En el equilibrio, la variedad y la calidad de nuestros nutrientes, está el secreto del balance natural. Síntomas de carencia de hierro: Anemia, acidosis orgánica, piel pálida o áspera, problemas de concentración, dificultad respiratoria, fatiga, rayas verticales en uñas, uñas frágiles, dificultades al tragar, infecciones, cefaleas crónicas, hipotiroidismo, estreñimiento, astenia, palpitaciones, arritmias, artritis, manejo del estrés. Síntomas de exceso de hierro: Cirrosis hepática, hipertensión, diabetes, hiperactividad, hepatitis, infecciones crónicas, migrañas, problemas emocionales (hostilidad, agresión), artritis reumatoide. CLOROFILA COMO FUENTE DE HIERRO Uno de los principales atributos de los vegetales, es la captación de energía fotónica y la consecuente generación de clorofila (transformación de energía luminosa en energía química). La clorofila es estructuralmente similar a la hemoporfirina, precursor de la hemoglobina, responsable del transporte de oxígeno en la sangre y cuya deficiencia se asocia a la anemia. La diferencia es que la clorofila tiene un ión de magnesio en lugar de hierro. De hecho, es la clorofila la causa de la riqueza en magnesio de los vegetales (en especial las hojas verdes). El poder depurativo, oxigenante y regenerador de la clorofila es enorme. Estos pigmentos presentes en vegetales terrestres y marinos (algas), están especializados en captar energía luminosa (fotones) para convertirla en energía química. La estructura molecular de la clorofila es exactamente igual a la hemoglobina sanguínea, con la diferencia que la clorofila tiene un ion central de magnesio en lugar de hierro. La clorofila de las hojas permite: depurar la sangre, eliminar toxinas del cuerpo, alcalinizar el organismo, controlar infecciones, crear un ambiente adverso para virus y parásitos, cicatrizar heridas, reducir la presión sanguínea, hacer más eficiente el ciclo de la insulina, mejorar la actividad tiroidea, modular mejor el colesterol y mejorar estados degenerativos como las esclerosis. 7. Botriocephalus, gusano chato que llega a tener 15 metros de longitud, cuyas larvas se enquistan en los peces y mediante su consumo llegan al intestino humano, en un ciclo similar al de las tenias. LA POLÉMICA B12 En realidad esta vitamina es consecuencia de síntesis bacteriana. Los mejores precursores de la B12 son aportados por el polvo que está sobre frutas, verduras y vegetales en general. Y luego es la química bacteriana la que hace el resto. Así que, desde este conocimiento, conviene poner en tela de juicio la paranoia de la asepsia. Obvio que pueden no ser necesarios los suplementos (tal vez solo al comienzo, hasta regenerar flora e hígado, puedan ayudar complementos a modo de “empujón”, de un modo económico y carente de riesgos), pero sí es necesario encarar el proceso depurativo profundo. Y sobre todo el reordenamiento del bioma intestinal, ya que son las bacterias las protagonistas de la síntesis y absorción de esta vitamina. Si la B12 está presente en animales, es porque ellos generan el ámbito bacteriano para asimilar este metabolito microbiano ¿Qué pasaría si a fuerza de suplementos “normalizamos” los valores en el análisis de laboratorio, pero no atendemos el reordenamiento interno? Veamos: cada vez que se habla de eliminar el consumo de proteína animal, se agita el miedo por la falta de vitamina B12, siendo conocido el hecho que la carencia de cobalamina (su nombre técnico) puede causar anemia perniciosa, degeneraciones nerviosas, malformaciones en el embarazo e incluso la muerte. Pocos cuestionan si esta carencia es nutricional o bien responde a una dificultad asimilativa ¿Acaso esos síntomas no los acusan también empedernidos carnívoros? ¿Cómo? ¿No es que la carne se hace imprescindible para garantizar su adecuado nivel corporal? Tampoco se repara en que las poblaciones vegetarianas del Planeta, que siempre hubo (los humanos evolucionamos durante tres millones de años con dieta vegetal), hay y habrá, son las más longevas y saludables. ¿QUÉ ES LA VITAMINA B12? La vitamina B12 o cobalamina (así llamada porque contiene cobalto) es una vitamina hidrosoluble (su exceso se drena por orina) que se ofrece en el mercado de los suplementos bajo distintas formas (ciano, hidroxi, metil ó dosoxiadenosil cobalamina). Resulta clave para el funcionamiento normal del cerebro, del sistema nervioso, y para la formación de la sangre y de varias proteínas. Esta vitamina no es producto de células animales ni vegetales: las bacterias son las únicas capaces de fabricarla. Su síntesis química es muy compleja (necesita 70 reacciones enzimáticas), razón por la cual la producción industrial también se lleva a cabo gracias a la colaboración bacteriana. Hay varias bacterias que hacen síntesis de B12. Una de las más conocidas es Pseudomonas denitrificans, la gran productora comercial. Su alimento son los compuestos de azufre reducido. De hecho, bajo condiciones apropiadas, estas bacterias se cultivan en melaza de remolacha azucarera (hortaliza que aporta el precursor betaína). También se produce a partir de otras bacterias como Streptomyces griseus, Propionibacterium freudenreichii y Propionibacterium shermani. Igualmente otras especies generadoras son: Acetobacterium, Enterobacter, Agrobacterium, Alicaligenes, Azotobacter, Bacillus, Clostridium, Corynebacterium, Flavobacterium, Lactobacillus, Micromonospora, Mycobacterium, Nocardia, Protaminobacter, Proteus, Rhizobium, Salmonella, Serratia, Streptomyces, Streptococcus y Xanthomonas. Los animales tienen B12 como reserva propia, pero ya no la sintetizan como antes, a causa de suelos y alimentos empobrecidos, y por la disbiosis generada por la moderna nutrición industrializada y el amplio uso de antibióticos en la cría de escala. Estas causas también se aplican al moderno “animal humano”. ¿O no? NECESIDADES HUMANAS Los humanos tan sólo necesitamos de 3 a 5 microgramos diarios y nuestro hígado puede almacenar reservas para varios años. En los adultos, los síntomas típicos de deficiencia son: fatiga, mareos, piel pálida, falta de concentración, dificultad para respirar, inflamación y enrojecimiento de lengua y encías, confusión, depresión, perdida del equilibrio, hormigueo en extremidades, anemia… A menudo estos síntomas se desarrollan gradualmente a lo largo de varios meses o hasta un año antes de ser identificados como provocados por deficiencia de B12 y generalmente son reversibles mediante la administración de vitamina sintética. Esto puede transmitirse a bebés amamantados por madres veganas cuya propio nivel de B12 sea bajo. En casos de deficiencias severas se manifiestan un tipo específico de anemia (megaloblástica) y síntomas neurológicos. Pueden ser causantes de esta carencia: el uso de antiácidos (omeprazol), el tratamiento para úlceras, el uso de metformina (droga empleada por diabéticos), la diabetes, el alcoholismo, el uso de quimioterapia, el consumo excesivo de café, el bypass gástrico, la acidez estomacal, los reflujos gástricos, enfermedad de Crohn (inflamación intestinal crónica), el padecimiento celiaco, etc. Ahora bien, ¿estos causales pueden responder solo al déficit de vitamina B12? ANEMIAS MEGALOBLÁSTICAS La deficiencia severa de ácido fólico o de vitamina B12, se asocia a un tipo de específico anemia llamada “megaloblástica” (porque los glóbulos rojos tienen un aumento de tamaño) y a una variedad de síntomas neurológicos. La anemia perniciosa es un tipo de anemia megaloblástica, causada por una gastritis atrófica y la subsiguiente pérdida de las células parietales del estómago, responsables de secretar el factor intrínseco. Se suele atribuir a un defecto en la absorción de B12, ya que el factor intrínseco es indispensable para ello. Pero en un 90 por ciento de los casos se debe a una reacción autoinmune. La anemia perniciosa se observa como resultado secundario de ciertas enfermedades endocrinas autoinmunes, tales como diabetes tipo 1, hipoparatiroidismo, enfermedad de Addison, hipopituitarismo, enfermedad de Graves, tiroiditis crónica, miastenia grave y vitiligo. También se debe a problemas digestivos o por efecto de medicamentos que alteran la absorción gástrica, como infecciones por Helicobacter pylori, gastritis crónicas, enfermedad de Crohn, las citadas carencias de B12, pobreza, desnutrición, esprue tropical o enfermedad celíaca, una dieta deficiente durante el embarazo (sobre todo en el primer trimestre), pacientes bajo tratamientos para tuberculosis, etc. LA CUESTIÓN NUTRICIONAL Los animales son buena fuente de esta vitamina, simplemente porque en ellos se desarrollan más bacterias. Pero esto se creó el mito: al no comer carne y leche, habrá carencia de B12. Sin embargo, también los vegetales aportan precursores. Las algas marinas (vegetales del mar, como las kelp, wakame y nori) son las mejor dotadas; también la levadura nutricional y las microalgas espirulina (es el alimento no animal con mayor concentración de estos precursores de la B12). Como hemos visto, también la remolacha y las hortalizas de las familias umbelíferas (apio, perejil), liliáceas (ajo, cebolla) y crucíferas (brócoli, coliflor, repollo) nos aportan los precursores compuestos azufrados. Y no olvidemos que la clorofila es la fuente más fisiológica y abundante de la molécula base: la porfirina. Ahora bien, ¿cómo se logra que todos los precursores ingeridos, sean aprovechados por el organismo? En el ciclo metabólico de esta vitamina entran en juego la flora intestinal, el adecuado fluido biliar y la riqueza enzimática. Merced a un armónico sinergismo, el proceso asimilativo adquiere su máxima eficiencia. En contrapartida, la demanda de B12 se ve incrementada por el exceso de proteínas en la dieta; al consumir menos proteínas, menor necesidad. Por otra parte, el calor puede destruir hasta el 96% de la B12 presente en el alimento; o sea que a más crudos, menor necesidad. Todo esto indica que incluso un carnívoro, a pesar del consumo de carne y lácteos, puede tener deficiencia, a causa del exceso proteico (mayor demanda orgánica), el desorden de la flora intestinal (menor absorción), la abundancia de cocción (destrucción de la B12 y de las enzimas necesarias para su metabolización) y la malfunción hepática (reducido flujo biliar y consiguiente disminución del aporte orgánico). El Dr. Víctor Herbert, gran investigador de esta vitamina, estima que diariamente la bilis secreta en nuestros intestinos entre 1 y 10mcg de B12, siendo nuestra necesidad de apenas 5mcg (0,000005g). Recordemos que un hígado saludable debe producir diariamente alrededor de un litro de fluido biliar, mientras que un hígado colapsado y lleno de cálculos intra-hepáticos puede llegar a secretar apenas 200cc en una jornada. Por más carne y suplemento de B12 que uno ingiera, si la bilis es escasa (presencia de “piedras” que bloquean el flujo biliar), la flora está desequilibrada (habitualmente en lugar de flora hay “fauna”) y el cuerpo sufre una crónica carencia enzimática (la “bancarrota” que vimos en el capítulo anterior), es obvio que la cuestión no tendrá final feliz. Y es que lo “normal” hoy día, son personas que conviven con todos estos factores negativos. CONCLUSIONES DE SENTIDO COMÚN Estigmatizar a los vegetarianos como “población a riesgo” o a los veganos como “irresponsables sociales”, es faltar el respeto al sentido común. Acaso los no vegetarianos ¿no tienen también estas carencias? Acaso ¿no hay gran cantidad de anémicos en la población carnívora? Acaso ¿quién lleva la estadística de la cantidad de niños con problemas neurológicos generados por padres omnívoros? Acaso ¿no hay buenos y malos vegetarianos, al igual que hay buenos y malos carnívoros? Siendo que en naturaleza los circuitos bacterianos de la B12 funcionan en animales que viven en entornos naturales y no funcionan en animales de cría/alimentación industrializada/antibioticada ¿no será que estamos pagando el precio por la excesiva aseptización de nuestras vidas urbanas modernas? ¿No tiene todo esto acaso que ver con la masiva disbiosis intestinal, generada por nuestros alimentos industrializados, la alta presencia de antibióticos y agroquímicos en la cadena alimentaria, y la preminencia de nuestras patologías gástricas/digestivas con compromiso estomacal/intestinal/hepatorenal? No tiene sentido generar polémicas ni conflictos, cuando una eventual carencia se puede resolver con suplementos económicos y que no generan riesgos. No somos “anti suplementos” pero sí críticos de la actitud de “tapar síntomas”, enfocada en que el análisis “dé bien” y sin actuar sobre la verdadera causa profunda, que es lo que corresponde. El valor de B12 es solo la punta de un iceberg y como toda problemática corporal, es multifactorial. Por tanto las soluciones también deben ser multifactoriales. O sea, tomemos el suplemento al mismo tiempo abordemos la causa profunda, que es el ensuciamiento crónico. CÓMO RESOLVER EL DESORDEN Hay muchas cosas que podemos hacer para mejorar nuestra calidad de vida. Este término significa: buen nivel de energía, adecuado manejo del estrés, retardo del proceso de envejecimiento y ausencia de los desequilibrios que llamamos enfermedad. Si nos autoreparamos, nos autodepuramos y nos autoregeneramos, ¿por qué se degrada nuestra calidad de vida? ¿Por qué nos resignamos a la mediocridad, conviviendo con enfermedades crónicas y degenerativas? ¿Por qué esperamos un diagnóstico grave, para recién entonces comenzar a modificar los hábitos nocivos? La calidad de vida depende únicamente de nosotros y podemos mejorarla a través de cosas sencillas que podemos incorporar en nuestra rutina diaria, beneficiando a todo el entorno familiar. ¿Por qué cree usted que nos ocurren estas cosas?: •Vivimos menos y peor •Envejecemos más rápido •Los niños tienen problemas de viejos •Nos falta energía •No manejamos el estrés •Nos resignamos a la mediocridad •Convivimos con enfermedades crónicas •Aumentan las afecciones degenerativas •La ancianidad no es dignidad; se padece ¿Puede ser todo esto culpa de virus, genética o estrés? Virus y genes requieren siempre las necesarias e imprescindibles condiciones favorables para expresarse. Si no le brindamos un “terreno” acorde, no pueden manifestarse. Por su parte, el estrés es consecuencia y no causa del problema. ¿Qué hay detrás de una persona estresada?: •Desorden nutricional: excesos y carencias •Síntesis hormonal desequilibrada •Acidosis orgánica; falta de alcalinidad •Malfunción intestinal •Y sobre todo, colapso hepático Como luego veremos, el hígado controla la vitalidad, el estado emocional y la claridad mental de una persona. Un hígado sobrecargado y colapsado, generará: depresión, cólera, irritabilidad, mal humor, violencia, agresión, estrés… Entonces, ¿no es más correcto decir que una persona está intoxicada en lugar de rotularla como “estresada”? LA CAUSA PROFUNDA Los modernos problemas de salud son apenas síntomas del ensuciamiento corporal, problema generado en las últimas décadas a causa de nuestra antinatural alimentación artificializada y el total olvido del mantenimiento depurativo. El Dr. Jean Seignalet, catedrático francés que investigó el tema durante décadas en miles de pacientes con enfermedades crónicas y degenerativas, demostró la incidencia de la moderna alimentación como causa profunda de las principales patologías actuales, muchas de ellas consideradas “incurables” por la ciencia. El problema comienza cuando los alimentos que ingerimos no están adaptados a nuestra fisiología. Entonces la digestión de la comida es insuficiente, la flora se desequilibra, se genera putrefacción, inflamación y enlentecimiento del bolo alimenticio. Esta combinación de factores genera un peligroso incremento de la permeabilidad intestinal, lo cual permite que gran cantidad de macromoléculas alimentarias y bacterianas, atraviesen fácilmente la delgada mucosa intestinal. De ese modo, un gran volumen de sustancias inconvenientes pasa rápidamente al flujo sanguíneo, generándose graves problemas ulteriores, como la hipertensión, el colapso de la función hepática, el “tilde” del sistema inmunológico e inéditas parasitosis crónicas. Dicho de otra manera, en condiciones normales, lo toxico y no digerido, se elimina; actualmente, lo toxico y no digerido, se absorbe. El Dr. Seignalet clasificó a las enfermedades según los tres tipos de reacciones generadas por las distintas moléculas que atraviesan la mucosa intestinal permeable. Cuando se trata de moléculas antigénicas (que provocan reacción inmune), progresivamente se generan enfermedades autoinmunes. Cuando las moléculas no provocan reacción inmunológica, su acumulación progresiva genera enfermedades de intoxicación. Cuando las moléculas ensuciantes intentan ser eliminadas por los glóbulos blancos, su abundancia genera enfermedades de inflamación. Luego de 30 años de tratar y remitir casos incurables, es importante lo que concluyó el Dr. Seignalet: “Al final, es el balance entre los aportes y las salidas de desechos, lo que determina la evolución de la enfermedad: •Cuando los aportes superan las salidas, más o menos tarde podemos esperar una enfermedad; •Cuando las salidas superan los aportes, el retorno a la normalidad es posible; •La eliminación parcial de los desechos se traduce en una mejora parcial; •La eliminación total de los desechos se traduce en una remisión completa”. En síntesis, lo que habitualmente llamamos enfermedad, no es más que un intento del cuerpo por sobreponerse al agobio tóxico… que nosotros mismos generamos cotidianamente y nunca aliviamos. Es fácil constatar cómo reduciendo la toxemia, remiten los síntomas que habitualmente rotulamos como “enfermedades”. ¿CÓMO EMPEZAR? En presencia de un organismo sobrecargado de toxinas, y más aún, si dicho estado de sobrecarga es de antigua data, la pregunta resulta obvia: ¿por dónde empiezo? Por cierto, cada organismo es distinto y reacciona en forma diferente, pero en todos los casos la necesidad imperiosa es una: limpiar para restablecer el orden perdido. Es por ello que, a modo de estrategia inicial, hablamos de un proceso depurativo básico. Dicho conjunto de acciones, está basado en dos aspectos imprescindibles y complementarios, que van bien para todos: evacuar los desechos antiguos acumulados y evitar que penetren nuevos desechos, sin dejar de satisfacer las necesidades orgánicas. Tal como indica el ejemplo del automóvil con su motor carbonizado, ambas cosas (limpiar y no ensuciar) deben realizarse al mismo tiempo. Quién haya realizado alguna cura depurativa, habrá constatado la cantidad de toxinas que pueden acumularse en el cuerpo. Cuando el organismo ve sobrepasada su capacidad de eliminación, no tiene más remedio que almacenar la escoria tóxica remanente, rogando que en algún momento se produzca la pausa que permita evacuar los desechos. Esta pausa sería el antiguo y olvidado hábito del ayuno, o bien una crisis depurativa (el caso de una gripe). Pero como los ayunos no se hacen y las crisis se reprimen con fármacos, los remanentes tóxicos se incrustan cada vez más en las profundidades de los tejidos, encapsulados en líquidos o cuerpos grasos para evitar que generen daño. Dicha lógica corporal (homeostasis) de no contaminar el resto del organismo, es similar a la que usamos en casa cuando hay huelga de recolectores de basura. Mientras esperamos que se restablezca el servicio, depositamos los residuos en bolsas gruesas, para evitar que contaminen la vivienda. Como el cuerpo no dispone de bolsas de consorcio, echa mano a la grasa corporal (captura lipógena) o a la cristalización (cálculos hepáticos) para encapsular y aislar toxemia. LIMPIAR Y NO ENSUCIAR Habiendo visto los principales mecanismos y leyes de la depuración orgánica, estamos en condiciones de evaluar puntos críticos, tipos de desechos predominantes y órganos a estimular. Pero más allá de las particularidades de cada persona, veremos a continuación un conjunto de recursos que pueden utilizarse simultáneamente, con cierta seguridad e indudables beneficios en todos los casos. Nos referimos al proceso depurativo básico, un abordaje efectivo, basado en dos líneas de acción bien identificadas: limpiar y no ensuciar. Es obvio que cada persona responde a una particularidad y a una historia que la diferencia del resto. No será lo mismo un individuo que ha siempre cuidado su estado general, a una persona con ensuciamiento corporal crónico, que por años no ha realizado ninguna tarea depurativa, cosa por demás frecuente hoy día. Por cierto, tampoco serán iguales las reacciones orgánicas frente al trabajo depurativo, pero en ningún caso resulta contraproducente actuar. Es más, a mayor cronicidad y gravedad, mayor necesidad de intensificar la tarea. Obviamente siempre es mejor contar con la supervisión de un profesional para llevar adelante estas prácticas eminentemente caseras. El problema es encontrar un profesional que maneje estos conceptos y estas temáticas, en muchos casos ignoradas u olvidadas. Un ejemplo de esto es la “negación oficial” de los cálculos hepáticos, las burlas disuasorias frente a los lavajes intestinales o la casi nula consideración de las parasitosis, acusando a los pacientes de “delirio parasitario” frente a obvios falsos negativos de estudios inadecuados. De allí la importancia que estos temas sean retomados seriamente por la ortodoxia médica, a fin de lograr el necesario enriquecimiento del arsenal terapéutico, frente a los nuevos desafíos de nuestra cambiante realidad. Mientras tanto, las personas deben ocuparse sin dilaciones de resolver sus problemas, ya que es su propia calidad de vida la que está en juego. Si no se resuelve la causa profunda del desorden, será inevitable seguir “chapaleando en el barro” de los síntomas y sus nefastas consecuencias. La cuestión está en nuestras manos: los de “afuera” son “de palo”… Muchas veces nos encontramos con gente que duda en iniciar estas prácticas depurativas, temerosas de sufrir algún efecto negativo en la experiencia. Sin embargo, esas mismas personas ignoran, total o parcialmente, los efectos secundarios, seguros y probados, de las prácticas ortodoxas a las que están siendo sometidos. Más que “efectos negativos”, estas prácticas depurativas generarán sensaciones causadas por las positivas reacciones de la vital energía corporal que ha despertado: fiebre, erupciones, mucosidad, nauseas, diarreas, sudor fuerte, etc. Sensaciones que siempre deberán ser comprendidas y soportadas con paciencia y perseverancia, y nunca reprimidas. Cuanto más rápido aparecen los síntomas depurativos, quiere decir que mayor es la energía vital disponible en el organismo y por tanto más rápida será la recuperación. Por otra parte, cuanto más intensas sean las crisis, lejos de sentir temor, debemos comprender que mejor será la resolución del problema. Por tanto es fundamental comprender esto y no reprimir ningún síntoma. El organismo invierte mucha energía en estos procesos y al reprimirlos, estamos anulando el fisiológico trabajo orgánico, volviendo todo a foja cero. Lo mejor en estos casos es, tal como hacen los animales, “desenchufarse” y retirarse de la actividad, buscando el ayuno y el reposo reparador. Todo puede funcionar sin nosotros por unos días y mejor funcionará con uno “a pleno” y no “a media máquina”. EL PROCESO DEPURATIVO Como bien resumió el médico alemán Carlos Kozel al prologar su “Guía de medicina natural”: “Curar es limpiar”. Por lo tanto no podemos pretender solución efectiva de ningún problema de salud, sin resolver el colapso tóxico que ha sido causa profunda del síntoma, luego convertido en “enfermedad”. Otra cuestión importante a comprender cuando abordamos un proceso como el aquí propuesto, es que solo el cuerpo cura. En realidad nuestra función “curativa” se limita a crear las condiciones para que el propio organismo, a través del trabajo mancomunado de billones de células, pueda realizar las tareas de reparación, limpieza, regeneración y restablecimiento del equilibrio fisiológico perdido. Es algo que la inteligencia corporal viene haciendo a la perfección desde hace millones de años… siempre y cuando el hombre lo permite. O sea que basta con que retiremos y dejemos de colocar “palos en la rueda”, que obstaculizan la tarea de la inmensa inteligencia y sabiduría corporal que nos anima. Por todo esto, un eficiente abordaje depurativo implica transitar seis carriles simultáneamente: la limpieza de los órganos más comprometidos (intestinos e hígado, en ese orden), desparasitar, depurar fluidos con preparados vegetales, oxigenar el medio interno y hacer un reposo digestivo semanal, a lo cual se suma el imprescindible cambio nutricional, o lo que llamamos “no ensuciar”. LOS SEIS ANDARIVELES DEPURATIVOS 1 Limpiar órganos Intestinos - Hígado - Riño 2 Desparasitar Antiparasitarios en secuen 3 Depurar fluidos Tónico Herbario - Zeolita 4 Oxigenar Clorofila - Respiración - A 5 Reposo digestivo Jornada semanal frutal 6 Nutrir sin ensuciar Alimentación fisiológica Muchas personas que se asoman temerosas a este tipo de abordaje, deciden ir probando alguna cosa por vez. Claro que hacer sólo alguna de estas prácticas es siempre mejor que nada, pero si pretendemos resolver un problema crónico, debemos considerar un abordaje integrado y sinérgico, lo cual nos garantiza la máxima eficiencia reparadora, en tiempo y profundidad. Un ejemplo. Desparasitar es siempre bueno y todos lo necesitamos. Pero si uno sólo desparasita, estará generando mortandad de parásitos y este material tóxico debe ser administrado por órganos ya colapsados a causa de la invasión parasitaria que se combate. Por ello la necesidad de contar con órganos depurativos limpios y bien funcionales. En esto ayudan las limpiezas, el reposo digestivo y los depurativos. Siguiendo con el ejemplo anterior, poco sentido tiene matar parásitos si al mismo tiempo estamos estimulando su desarrollo a través de una alimentación ensuciante con lácteos, harinas, refinados, carnes, exceso de cocidos, etc. Este enfoque nos obliga a ser responsables con lo que hacemos o dejamos de hacer; somos nosotros los que manejamos la intensidad y la eficiencia de un proceso depurativo. EL COLAPSO INTESTINAL Frente a una frecuente acumulación anormal de desechos en los intestinos, y a los problemas que esto genera, siempre resultará beneficioso practicar un drenaje. Si bien es necesario modificar contemporáneamente las causas que generaron dicha acumulación (carencia de fibra, desequilibrio de flora, excesos proteicos…), es prioritario deshacerse urgentemente de las viejas costras acumuladas. Las imágenes hablan por sí solas. En casos de estreñimiento leve u ocasional, puede bastar con incorporar fibras solubles o hierbas para normalizar el tránsito, pero difícilmente esta estrategia logre remover vieja materia adherida a las paredes intestinales. Como referencia, el Dr. Jensen cita casos de autopsias que mostraban un diámetro de colon de más de 20cm y apenas una diminuta sección libre del diámetro de un lápiz!!! Un simple cálculo matemático nos indica que un estreñimiento de tres días, mucho más frecuente de lo que se cree, nos hace convivir con desechos de 15 comidas distintas. En otra autopsia, el Dr. Jensen reportó 18kg de moco colónico. No hay dudas que efectuar una limpieza intestinal es algo netamente benéfico. Siempre se constatan experiencias sorprendentes, como la eliminación de algún producto ingerido inadvertidamente tiempo atrás, además de parásitos, barro biliar y moco colónico. Todo ello es fácil de experimentar con técnicas como el lavaje colónico o el agua salada. La limpieza intestinal genera una agradable sensación de quietud interior, que en los días siguientes se traducirá en un mejor sueño, mejor aliento, la desaparición de erupciones, granos y olores corporales. También deben señalarse sus efectos tónicos, como la estimulación del hígado y otras glándulas abdominales, especialmente el páncreas. Finalmente digamos que la limpieza del intestino comporta una mejor absorción y asimilación de los alimentos. Debido a los efectos de esta verdadera “arma de destrucción masiva” que es el alimento moderno, no es de extrañar el amplio consumo de fármacos laxantes, cuyos principios activos resultan irritantes y tóxicos. A nivel natural, es siempre preferible el uso de lavajes, enemas, sales e hierbas. Son recursos útiles y confiables, pero que deben ser elegidos y utilizados con cierto conocimiento. Por ello conviene profundizar en sus virtudes y limitaciones. De todos modos, nunca deberíamos ser dependientes de estos métodos para regularizar la función intestinal. Las técnicas de limpieza deben ser siempre utilizadas para drenar la acumulación tóxica y restablecer el orden fisiológico; la regularidad debe surgir luego, como natural consecuencia. EL LAVAJE COLONICO Este efectivo y saludable procedimiento consiste en hacer circular agua a temperatura corporal (37°C) por simple gravedad y en flujo continuo. Se requiere la asistencia de un terapeuta y una particular camilla que permite adoptar una posición relajada. El paciente no retiene el agua que ingresa, sino que fisiológicamente va eliminando líquido y desechos mientras continúa ingresando agua limpia en flujo continuo. El agua ingresa por una diminuta cánula y se elimina por la diferencia de diámetro entre la cánula y el ano. La sesión normal de lavaje colónico se resuelve en el arco de una hora. Cómodamente acondicionado en la camilla, el paciente va visualizando los desechos que elimina a través de un hermético conducto transparente, cuya imagen se proyecta en un monitor a disposición del paciente. Dicha visión ayuda a tomar consciencia respecto a todo el material tóxico que acumulamos en los intestinos y lo que ello provoca. Si se hace por primera vez, el lavaje colónico suele requerir tres sesiones, una cada día, en jornadas consecutivas. Este ritmo puede eventualmente concentrarse en el arco de 48 horas, a fin de facilitar la práctica cuando la persona no puede atender la rutina normal de tres días. Lo que no resulta conveniente es distanciar las sesiones, dejando pasar varios días entre ellas. Previo a un lavaje colónico, la persona debe realizar una preparación consistente en algunos días a solo frutas crudas y licuadas. Esto se hace para desinflamar y descongestionar los intestinos y ablandar la materia estancada en la luz intestinal. Las sesiones encadenadas favorecen este proceso y permiten una rápida y espontanea regeneración de la flora. Al distanciar las sesiones, generamos el efecto opuesto: más congestión, más inflamación, más endurecimiento de los residuos tóxicos y más dificultades en la regeneración de la flora. El lavaje colónico permite resolver una serie de patologías derivadas de esta toxemia y el desorden exacerbado por su cronicidad y magnitud, tales como contracturas, congestión hepática, parasitosis, hemorroides, prostatitis, hipertensión, edemas linfáticos, desorden circulatorio, diverticulosis, tiroidismo, proliferación tumoral, dificultades reproductivas, desorden menopáusico, carencias nutricionales, acidosis orgánica, estados depresivos, cuadros nerviosos, crisis fóbicas y psiquiátricas, diabetes, debilidad inmunológica, problemas posturales, dermatosis varias, lesiones renales, dificultades visuales, psoriasis, gastritis y reflujos... Hay gente que se opone a los lavajes intestinales, argumentando que “barren la flora intestinal”. Una persona con crónicas acumulaciones tóxicas en el intestino, ya no tiene flora, sino “fauna” intestinal. Eliminando parásitos, fermentos, microbios y toxinas, solo se puede obtener beneficio y se evitará el uso de laxantes agresivos, que comprobadamente destruyen la flora benéfica e irritan las paredes intestinales. Además, el organismo regenera muy rápido (un par de días) la flora benéfica (fermentativa y aerobia), siempre que nuestros hábitos dietarios (crudos, fibra soluble, bacterias) ayuden. El lavaje colónico es el único método que permite limpiar en profundidad todo el colon, hecho que compensa la necesidad de recurrir a un terapeuta especializado y su costo. Los tradicionales enemas simples solo limpian un tramo del colon (el descendente). Además, el lavaje colónico no es un procedimiento incómodo, más allá del eventual traslado geográfico obligado por la distancia al terapeuta más próximo. El lavaje colónico, como todo abordaje depurativo tiene ciertas limitaciones de sentido común en cuanto a su aplicación (hernias abdominales en fase aguda, operaciones recientes, embarazos de más de 4 meses, fallos renales…), debiendo evitarse siempre en medio de crisis agudas (fiebre, período menstrual, estado gripal…) y requiriendo la adecuada supervisión del terapeuta. Para ampliar conceptos respecto a esta especialidad, se puede consultar otros libros y sitios web. Otra limitación del lavaje colónico es la imposibilidad de limpiar los varios metros de intestino delgado, que también acumulan toxemia crónica. La limpieza del intestino delgado es importante practicarla luego de realizar la depuración hepática profunda, pues cálculos y barro biliar se descargan al duodeno (apenas después del estómago), debiendo recorrer los dos intestinos antes de abandonar el cuerpo por medio de la evacuación. El método del agua salada tiene la ventaja de limpiar ambos intestinos, pero no resulta suficiente para remover viejas y consistentes acumulaciones de moco colónico. EL COLAPSO HEPATICO Si todo anda bien, no tenemos motivo para darnos cuenta del trabajo del hígado: la digestión se realiza sin problemas y el cuerpo funciona normalmente. Por el contrario, los inconvenientes digestivos, suelen advertirnos que algo anda mal en el sistema hepatobiliar. Sin embargo, y dado que el hígado interviene en gran cantidad de funciones corporales, los síntomas de su malfunción son muy variados, aunque normalmente no se relacionen con su desorden funcional. Un hígado cansado y sobrecargado genera gran variedad de síntomas físicos, como: dificultades para asimilar alimentos, inapetencia, dolores de cabeza luego de comer, boca pastosa, lengua blancuzca o amarillenta, sabor amargo en la boca, hinchazón de vientre, acumulación de gases, náuseas, vértigo, piel amarillenta, cutis graso, granos, catarro, estreñimiento, heces en forma de confites o poco consistentes y de color amarillento, insomnio en las primeras horas de la noche y dificultades para despertar por la mañana, picazón de piel, caspa, caída del cabello, migrañas, cefaleas, dolor en la nuca, síndrome premenstrual (catabolismo hormonal), fatiga muscular, edemas, calambres, mala circulación venosa, coloración verdosa del rostro y los ojos, fobia a la luz, dificultad para permanecer al viento, problemas de visión, afecciones oculares, precoz pérdida de la vista… La relación hígado/visión, ampliamente conocida por la antigua medicina oriental y totalmente ignorada por la ciencia occidental, es fácil de verificar dado el estrecho vínculo entre ambos órganos y la rápida respuesta que se genera. Una depuración hepática, incrementa automáticamente la capacidad visual. Esto hemos podido experimentarlo personalmente y a través de testimonios impactantes: una persona nos refería haber tenido que desechar nuevos anteojos con mayor aumento, apenas después de haber concluido una primera limpieza hepática profunda. Dos líneas verticales en el entrecejo, nos indican un hígado agotado. Cefaleas y migrañas aparecen cuando este órgano se siente afectado y no llega a desempeñar su función de empujar y distribuir la energía hacia la cabeza y las extremidades; entonces la cabeza se congestiona y se calienta, al mismo tiempo que las manos y los pies se enfrían. Dado que el hígado es responsable de la formación de la albúmina y las hormonas, su malfunción repercute directamente en los sistemas inmunológico y hormonal. Una alergia está indicando claramente que algo no marcha bien a nivel hepático. Es notable la rapidez con que remiten las reacciones alérgicas, una vez que hemos depurado el hígado. La relación albúmina defectuosa/células tumorales, confirma que el cáncer es un simple reflejo del hígado colapsado. Y pensar que una persona con cáncer es sometida a potentes drogas que no hacen más que agravar su colapso hepático. En general puede afirmarse que todas las enfermedades crónicas y degenerativas reflejan el mal estado hepático o, mejor dicho, resultan ser su consecuencia directa. HÍGADO Y EMOCIONES El estado emocional y la claridad mental de una persona, dependen de la libre circulación de la energía y la sangre. Precisamente es el hígado quien controla ambos factores, y por tanto la estabilización del equilibrio emocional. Un hígado sano proporciona juicio claro y decisiones firmes; la acción que genera es rápida y consecuente. La emoción positiva de un hígado sano es el idealismo. El bloqueo de la energía del hígado, crea un estado depresivo y de agobio. La tendencia psíquica negativa es la cólera, que se produce como reacción a la depresión y es acompañada por crisis de irritabilidad, mal humor, ira y violencia. Las crisis de cólera son normalmente reprimidas hasta el momento en el cual se liberan, desembocando en verdaderas erupciones volcánicas, con deseos de gritar y pegar. Esta emoción se considera la más dañina, pues condiciona todas las funciones del sistema energético, al alternarse euforia con depresión. Los desequilibrios biliares se asocian con rigidez de pensamiento, cólera, excesiva preocupación por los detalles, frustraciones y miedo hacia lo desconocido. Decisiones y acciones quedan paralizadas. Según la medicina tradicional china, el hígado es el “maestro de la astucia y de la acción”, así como la vesícula biliar lo es de la “fuerza de decisión”. La salud de ambos órganos determina la capacidad de ser un líder; es el “eterno ganador”. La capacidad de previsión, o sea de anticipar la realidad interior y exterior, depende de la salud del sistema hígado/vesícula. LOS CÁLCULOS INTRAHEPÁTICOS Como hemos visto, todo tiene que ver con la correcta función hepática. Nuestro laboratorio interno cumple gran cantidad de funciones y casi todo lo que ocurre en el cuerpo tiene que ver con su estado. A raíz del ensuciamiento alimentario y la consiguiente permeabilidad de la mucosa intestinal, grandes cantidades de sustancias inconvenientes alcanzan el hígado y generan un crónico colapso tóxico, que repercute en muchos ámbitos y que generalmente no es tenido en cuenta a la hora de abordar un problema concreto de salud. Es el caso de los cálculos biliares, que se generan dentro de la estructura hepática (cálculos intra hepáticos). Pese a comprometer en grado sumo la eficiencia del hígado y sobre todo el correcto flujo de bilis, es un tema que la medicina alopática no atiende como debiera. Lo que aquí se propone, es sencillamente un método de limpieza para eliminarlos del cuerpo; esto permite recuperar la correcta funcionalidad del hígado y resolver graves desordenes crónicos. Los cálculos intra hepáticos (como los que se aprecian en la imagen) están constituidos por colesterol, fragmentos de bilis coagulados, calcio y pigmentos, como la bilirrubina. Además tienen desechos coloidales (moco), toxinas, bacterias y parásitos muertos. Siendo el colesterol el principal ingrediente, son poco perceptibles en la tecnología de diagnóstico por rayos o ultrasonidos. A lo sumo, en muchos casos se diagnostica a la persona como hígado graso (aparecen zonas blancas en los exámenes por ultrasonidos). Es posible que una persona con este diagnóstico tenga cientos o miles de piedras de distintos tamaños, alojadas en su hígado. No debemos confundirnos con los cálculos vesiculares, ya calcificados, que se detectan sencillamente con radiografías y que generan reacciones dolorosas, las cuales concluyen con intervenciones que “mutilan” este órgano importante de la función digestiva e intestinal. Los cálculos en la vesícula deben ser considerados apenas la “punta del iceberg” respecto a lo que se encuentra alojado en el hígado. Las personas con enfermedades crónicas, seguramente tienen centenares de cálculos obstruyendo los conductos biliares intra hepáticos. La bilis es un fluido amarillo verdoso y alcalino, esencial en la química corporal. Además de colaborar en los procesos metabólicos de grasas, proteínas y minerales, la bilis mantiene el orden de las grasas en sangre, elimina material tóxico del hígado, alcaliniza los intestinos, impide el desarrollo de parásitos y evita la proliferación de microorganismos nocivos en el colon, entre otras cosas. Una persona saludable produce aproximadamente un litro diario de bilis. En cambio, individuos con cálculos biliares y enfermedades crónicas, llegan a producir apenas un tercio o menos de esa cantidad. Por lo tanto serán personas con mala digestión del alimento (dispepsias), desorden en los triglicéridos, acidificación intestinal, toxicidad hepática, desorden en la flora del colon, parasitosis crónicas, etc. LA LIMPIEZA HEPATICA PROFUNDA Por lo visto, resulta prioritario atender las necesidades depurativas del hígado y por ello la necesidad de estar atentos y estimular los mecanismos de evacuación, mediante técnicas caseras. Si bien pasaremos revista a varios procedimientos depurativos, quién nunca haya hecho nada por su hígado, deberá considerar prioritariamente el método profundo, cuyo poder de eliminación es inigualable. Luego hay técnicas más “blandas” como el enema de café o la ingesta de aceite de oliva, que bien pueden usarse para mantenimiento o en casos donde no pueda realizarse el método profundo (inmovilidad, embarazo, lactancia, infancia, etc), nunca deben compararse a la limpieza profunda, a la hora de resolver la toxemia crónica. El procedimiento se basa en un período preparatorio (6 días), durante el cual se ingiere diariamente al menos un kilo y medio de manzanas (si no se alcanza a consumir esa cantidad diaria, se puede complementar con ácido málico disuelto en agua). Esto se realiza para generar un ablandamiento de los cálculos, por acción del ácido málico presente en la manzana. Luego, durante los dos días de la limpieza se toman 4 vasos de solución magnésica (sulfato de magnesio). El efecto del magnesio es dilatar los diminutos conductos biliares, a fin de facilitar el tránsito de los cálculos reblandecidos por la acción de las manzanas. Finalmente se ingiere una emulsión de aceite de oliva y jugo de pomelo, lo cual provoca un fuerte estímulo de secreción biliar, lo cual activa la expulsión de los cálculos. Antes y después de la limpieza hepática profunda, es necesario realizar una cuidada limpieza de los intestinos, a fin de evitar el estancamiento de los tóxicos cálculos biliares en el tránsito intestinal, lo cual generaría una peligrosa reabsorción de la materia tóxica expulsada (parásitos, virus, materia putrefacta) a través de la mucosa intestinal. Además de migrañas y nauseas, podrían generarse cuadros de pancreatitis o apendicitis. Lo ideal es hacer antes de la primera hepática profunda, un lavaje colónico completo (3 sesiones) y luego una sesión simple de colónica, a modo de “enjuague intestinal”. En las sucesivas hepáticas y según se lleve a cabo una alimentación fisiológica (solo frutas, hortalizas y semillas) puede prescindirse del lavaje colónico previo y limitarse al “enjuague” posterior (agua salada, sesión simple de colónica, etc). Dependiendo de la congestión presente en cada persona, suelen ser necesarias varias sesiones de este método, entre las cuales debemos dejar al menos un mes de intervalo. La ausencia de cálculos en las evacuaciones es la señal que hemos concluido el proceso satisfactoriamente. Una vez ultimada la serie completa de limpieza hepática profunda, y dependiendo de los hábitos higiénico/alimentarios de la persona, se sugiere realizar una limpieza anual como mantenimiento preventivo. EL NECESARIO DESPARASITADO En el libro Cuerpo Saludable se analizan las distintas parasitosis y los variados abordajes para combatirlas. Como bien se expresara allí, el desparasitado es un trabajo periódico y permanente, ya que estamos en continuo contacto con nuestros depredadores naturales. La periodicidad de estas prácticas y la calidad de nuestra nutrición, determinarán el grado de invasión parasitaria con el cual convivimos y las consecuencias que experimentamos. Como en el caso de las limpiezas del organismo, lo más común es que el lector se enfrente por primera vez con esta temática, de la cual podrá tener vagos recuerdos infantiles si es algo mayor. Lo que era habitual hasta promediar el siglo pasado, hoy es “cosa de viejos”. Así que deberemos aprender y practicar las principales técnicas naturales. Dado que la temática de los parásitos es vasta, poco investigada y sobre todo, no relacionada con nuestros modernos desequilibrios (mucosa permeable, debilidad inmunológica, agotamiento hepático, desorden alimentario, etc), el lector deberá ir aprendiendo, experimentando y alternando distintas opciones. En general, recomendamos abordar el tema desde distintos ámbitos contemporáneamente: secuencia desparasitante, alimentos (despensa antiparasitaria), biofrecuencias (zapper), etc. Obviamente el abordaje múltiple incrementa la eficiencia del proceso y al mismo tiempo la magnitud de las reacciones (saludables) que se experimentarán. Por ello cada uno deberá ir regulando el arsenal de prácticas, según su tolerancia individual y sus necesidades. Como en el caso de las compras, hay quienes prefieren pagar en cómodas cuotas con intereses y otros que optan por abonar al contado y con descuento!!! Pero lo que no debemos hacer es pasar por alto el abordaje antiparasitario. Como base se sugiere una secuencia de herramientas no tóxicas, que puede comenzar con cinco semanas de propóleo (excelente anti giardias), un mes de plata coloidal (tal vez el desparasitante más fisiológico, ver monografía), dos meses de tinturas vegetales (el caso de altamisa y suico, combinadas), un mes de arcilla (ingesta), otro mes de plata coloidal, otros dos meses de tinturas vegetales (el caso de genciana o artemisa y eucaliptus, combinadas), un mes de moringa y así sucesivamente. Conviene un purgado depurativo (usando por ejemplo la mezcla purgante) al final de cada serie de tomas; pero esto no es necesario cuando estamos transitando los andariveles del Proceso Depurativo (donde la limpieza intestinal siempre está presente). Es importante comprender que se trata de un proceso de mediano y largo plazo, que requiere paciencia y constancia, si pretendemos resultados liberadores. En cualquier caso, es siempre importante evitar la represión de eventuales síntomas: fiebre, congestión de vías respiratorias, estado gripal, migrañas, nauseas, sensaciones depresivas… Cada uno puede ir manifestando alguno de estos síntomas, en relación a la intensidad de su parasitosis y al abordaje elegido. Los síntomas pueden darse aislados o combinados y generalmente en crisis que no exceden algunos días. En cualquier caso, serán siempre señal de un acertado efecto sobre los parásitos y de la correspondiente mortandad generada. En la contratapa figura un cuadro indicativo, con la sugerencia de recursos a utilizar en secuencia y los tiempos de cada proceso. Es solo una orientación: el “orden de los factores no altera el producto” y puede adecuarse a la disponibilidad de los elementos. Se sugiere consultar las monografías de cada elemento en particular (libro “Cuerpo Saludable”, guía “Proceso Depurativo”, el sitio www.prama.com.ar y el sitio www.procesodepurativo.com.ar), que brindan un detalle pormenorizado de usos y aplicaciones. CÓMO “NO ENSUCIAR”: ALIMENTACIÓN FISIOLOGICA Dentro de los andariveles depurativos, hay uno muy relevante: el cambio nutricional. Hemos visto como evacuar los antiguos desechos acumulados. Pero esto sirve de poco si seguimos introduciendo nuevos desechos y no logramos satisfacer las necesidades orgánicas. Por ello la conveniencia de adoptar una alimentación nutritiva pero no ensuciante. Precisamente de eso tratan nuestros libros Nutrición Depurativa, Nutrición Vitalizante y Alimentos Saludables, que abordan específicamente esta amplia temática, orientan en planificación y brindan recetas. Dado que no podemos exceder aquí el ámbito de la obra, nos limitaremos a realizar algunas precisiones nutricionales que faciliten la introducción a este rubro, principal responsable del cotidiano ensuciamiento corporal. El alimento fisiológico es aquel que puede ser correctamente procesado por las enzimas digestivas, las mucinas y la flora intestinal; en resumen: el alimento ancestral. Definimos al alimento fisiológico como aquel que nutre, energiza, vitaliza y depura, sin requerir procesamiento y sin generar ensuciamiento. El Dr. Jean Seignalet lo define como aquel adaptado a nuestro sistema digestivo originario. Dado que el ser humano no es granívoro, herbívoro, carnívoro ni omnívoro, y que genéticamente nuestro ADN es 99% chimpancé (animal frugívoro), nuestra fisiología digestiva está diseñada y preparada para frutas, hojas, semillas, raíces…, todo en crudo. Pero hace miles de años, por una simple cuestión de supervivencia, el ser humano tuvo que adaptarse a la proteína animal (cárnicos, lácteos), a los amiláceos (cereales, tubérculos) y a la cocción (para poder digerir esos alimentos no fisiológicos). Como es obvio, adaptación no es normalidad. Además, luego la tecnología nos introdujo en las últimas décadas el alimento industrializado y procesado, con el artificial aporte de la síntesis química, completándose un esquema tóxico y adictivo, causa profunda del proceso de ensuciamiento crónico. Por suerte hoy disponemos de numerosas opciones fisiológicas y saludables, que nos permiten resolver inteligentemente este desorden crónico. Pero ante todo debemos reconocer los alimentos que debemos evitar en nuestra despensa cotidiana y por otra parte tener en claro lo que debemos privilegiar cada día. El hecho que habitualmente consumamos muchos alimentos del primer grupo y poco o nada del segundo, desnudan claramente la causa profunda de nuestros problemas. Los cotidianos y añejos errores nutricionales, convertidos en arraigados hábitos de los cuales generalmente no somos conscientes y cuyo daño venimos acumulando por décadas, tienen un doble efecto nocivo en nuestra salud: mala calidad de renovación celular y alta producción de toxinas. Ninguna práctica depurativa podrá resultar efectiva si no rectificamos los hábitos nocivos que nos atiborran de tóxicos y nos privan de sustancias esenciales para la buena química corporal. Si nos damos cuenta de esto (y modificamos hábitos), habremos hallado la génesis (y al mismo tiempo la solución) de gran parte de los modernos problemas de salud. LOS ALIMENTOS ENSUCIANTES Resulta obvio que el alimento moderno: No es fisiológico y no se digiere correctamente, genera excesos y carencias nutricionales, consume energía y no proporciona vitalidad, es adictivo y difícil de dejar, y genera mucha toxemia y ensuciamiento crónico El grado de eliminación de estos alimentos de nuestra rutina diaria, será directamente proporcional al beneficio depurativo que pretendamos lograr. No por caso estamos mal y no por caso los alimentos ensuciantes representan la base de nuestra moderna dieta industrializada: los consumimos en grandes volúmenes, los 365 días del año y muchas veces al día. La decisión (y el beneficio) está sólo en nuestras manos (y bocas). En primer lugar pasaremos revista a aquellos alimentos ensuciantes, que deberíamos descartar de nuestra ingesta diaria o al menos reservarlos para excepciones (fines de semana o eventos sociales); no es importante la excepcionalidad sino la cotidianeidad de su ingesta. Refinados y azúcares industriales (azúcar blanca, jarabe de maíz de alta fructosa, harina blanca, arroz blanco, aceites refinados, sal refinada, etc) y los alimentos que los contienen (alimentos industrializados, gaseosas, panificados, copos de cereales, golosinas, productos dietéticos…) Margarinas (aceites vegetales hidrogenados) y los numerosos productos masivos que los contienen (helados, lácteos, golosinas, papas fritas, panificados…) Almidones de alimentos no fisiológicos (cereales, tubérculos como papa o batata), por la estimulación sobre hongos y parásitos, por su aporte al ensuciamiento corporal, por su influencia en el desorden glucémico (resistencia a la insulina), por su manipulación transgénica (trigo, maíz) y por su condición de fuertemente adictivos Soja en forma de porotos, harinas, texturizados, aceites refinados, proteína aislada o jugos (leche de soja); existe profusa evidencia científica de los problemas que ocasiona su consumo regular Alimentos cocinados por encima de los 100ºC (punto de ebullición del agua), dada la generación de compuestos artificiales (cancerígenos y mutagénicos) y la reacción defensiva que realiza el cuerpo (leucocitosis post prandial) Edulcorantes, conservantes y aditivos sintéticos, y los numerosos alimentos de uso masivo que los contienen, dado que “engañan” al cuerpo (provocan hipoglucemia y obesidad), inhiben la química corporal (flora, hígado) e intoxican Productos animales de cría industrial (feedlot, estabulación, piscicultura en piletas, pollos de jaula…) incluidos lácteos y sus derivados Si bien los fundamentos de la problemática de los lácteos exceden el marco de esta obra, hemos visto a lo largo del libro muchas objeciones a su uso, por distintos motivos. A modo de resumen podemos decir que su ingesta genera evidentes perjuicios: agotamiento inmunológico, desorden mineral y hormonal, reacciones alérgicas, daños circulatorios, congestión mucógena, desequilibrio de flora y mucosa intestinal, estreñimiento, consumo adictivo y sobre todo, toxemia corporal. En contrapartida, los lácteos no aportan nutrientes “esenciales”. El solo hecho de experimentar con 15 días de abstinencia total (tranquilos, nadie se muere ni pierde los dientes por ello!!!), y su posterior reintroducción, nos permitirá obtener una respuesta absolutamente personalizada e inequívoca de nuestro organismo. Además de evitar el tabaco (cuyos daños corporales son por demás conocidos) y el alcohol, en un proceso depurativo resulta esencial prescindir de muchos fármacos aparentemente inofensivos y hasta socialmente vistos como necesarios. Nos referimos a antibióticos, antiácidos, antiinflamatorios, analgésicos, etc. Los efectos secundarios de estos productos son numerosos. Fundamentalmente afectan el equilibrio de la flora y la mucosa intestinal, deprimen la inmunología e inhiben la síntesis de nutrientes claves para la química corporal. Quedan fuera de esta consideración, las medicaciones específicas de tratamientos convencionales.. LOS ALIMENTOS DEPURATIVOS Entendemos que la base para organizar una alimentación fisiológica y saludable, pasa por la correcta organización de la despensa alimentaria. Lo que hay en la despensa es lo que se acaba consumiendo; de allí la importancia de su composición. Por tanto: no comprar aquello que resulta inconveniente para nuestra salud, ya que a la larga lo utilizaremos. En cambio, es importante tener buena existencia de aquellos alimentos que debemos consumir diariamente. El hecho de identificar los alimentos por grupos, nos permitirá utilizarlos en forma racional, hasta familiarizarnos intuitivamente con ellos, evitando así errores e improvisaciones. Esto nos dará la necesaria flexibilidad para ir adecuando la nutrición a los variables requerimientos personales y estacionales. Otra finalidad de identificar los grupos alimentarios de la despensa, tiene que ver con la conveniencia de ingerir algo de cada grupo a lo largo del día. Esto resulta básico para garantizar una nutrición sin riesgos de excesos o carencias. También la identificación de los grupos nos permitirá realizar una adecuada variación de los elementos de cada grupo. No hay alimento perfecto y cada uno tiene lo suyo, razón por la cual es aconsejable rotar y alternar los integrantes de cada grupo. Además, al trabajar una diversidad de alimentos, el consumo será menor y esto nos conducirá a la frugalidad alimentaria. Los grupos esenciales Los tres grupos esenciales y prioritarios en una despensa saludable deberían ser frutas, hortalizas y semillas. En frutas no hay excepciones. En hortalizas y semillas, debemos evitar las de alto contenido amiláceo (papa, batata, cereales), reconocibles porque no pueden consumirse crudas en su estado original. Todos los elementos de estos grupos esenciales son recomendables. En el caso de los vegetales frescos, son preferibles aquellos del lugar, de la estación y madurados naturalmente. También es recomendable consumirlos preferentemente crudos o ligeramente cocidos, salvo los amiláceos (papa, batata) que no son fisiológicos. Los vegetales secos (frutas pasas, verduras deshidratadas) deben reservarse para el consumo fuera de estación. En materia de frutas, podemos citar ananá, arándano, banana, caqui, cereza, ciruela, coco, damasco, dátil, durazno, frambuesa, frutilla, granada, higo, kiwi, lima, limón, mandarina, manzana, mango, melón, membrillo, mora, naranja, níspero, papaya, pera, pomelo, sandia, tuna, uva, zarzamora… En cuanto a hortalizas, aceituna, acelga, achicoria, ajo, apio, berenjena, berro, borraja, brócoli, cebolla, coliflor, diente de león, endibia, escarola, espinaca, hakusay, hinojo, lechuga, nabo, ortiga, palta, pepino, perejil, pimiento, puerro, rabanito, remolacha, repollo, repollito de bruselas, rúcula, tomate, zanahoria, zapallito, zapallo… Respecto a las semillas, el alimento más concentrado y más fácil de conservar, transportar y consumir, todas son buenas. Algunas podemos consumirlas directamente o siempre mejor activadas (remojar durante la noche). Nos referimos a almendra, chía, cajú, coco, girasol, lino, maní, nueces, pará, pistacho, sésamo, zapallo…). Otras requieren la germinación (alfalfa, amaranto, amapola, fenogreco, lenteja, quínoa, sarraceno…). Las semillas pueden dar lugar a saludables licuados sustanciosos, sopas licuadas, leches, mantecas y quesos vegetales… y combinan muy bien con frutas y hortalizas. Este grupo esencial nos garantizará la adecuada provisión de grasas y proteínas de alta calidad. Si privilegiamos estos grupos, totalmente fisiológicos, estaremos garantizado el vitalizante y depurativo aporte nutricio, energético, enzimático y protector del organismo. Cómo indica el cuadro anexo, nada puede faltar en el organismo si diariamente ingerimos elementos de estos tres grupos, rotando y variando en el consumo. Otros dos grupos de alimentos, que muchos califican como importantes, son cereales y legumbres. En primer lugar conviene considerar que los granos con alto contenido en almidón (forma práctica de considerar a los cereales) no están adaptados a nuestra fisiología digestiva y metabólica. Hemos visto que los humanos no disponemos de las características digestivas de las aves, principales animales granívoros. Aunque el hombre, por cuestiones de supervivencia desarrolló mecanismos (molienda, leudado, cocción) para suplir la ausencia de buche y estómago molturador, no puede resolver otras cuestiones que a la larga afectan su salud. Al recurrir a la cocción como mecanismo para convertir el indigesto almidón en azúcares simples asimilables, se genera la inevitable pérdida del proceso enzimático que naturalmente acompaña al almidón en el interior del grano. Esta carencia debe ser compensada por el aporte de enzimas orgánicas, lo cual estresa al páncreas cuando la demanda es cotidiana y abundante. Por otra parte, si no se realiza un correcto procesamiento, el almidón (crudo) se convierte en importante fuente de toxemia corporal. Dicha situación es favorecida por la excesiva permeabilidad intestinal, que permite el rápido paso de las moléculas intactas de almidón al flujo sanguíneo, causando gran cantidad de padecimientos crónicos. Pero aún cuando el desdoblamiento de los almidones se haga en forma correcta, la elevada densidad en materia de carbohidratos que tienen los cereales, resulta inadecuada para nuestra fisiología. El aparato cardiopulmonar es sometido a dura exigencia. En el caso de personas sedentarias, esto generará una demanda energética y una toxemia adicional, que a largo plazo termina desvitalizando al individuo. La fatiga, la resistencia a la insulina y el desgaste cardio-respiratorio son moneda corriente en los grandes consumidores de cereales. A todo ello se agrega el factor adictivo, generado por su consumo crónico y abundante (ver informe ¿Por qué cuesta cambiar?). En la papa y el trigo se han aislado compuestos de efectos adictivos (benzodiacepinas activas, similares a las usadas en medicamentos como el valium) tanto por su acción calmante como por activar circuitos cerebrales de recompensa (liberación de dopamina, tal como la marihuana, la heroína y la cocaína). De allí la dificultad para dejar estos alimentos. Por todo esto, en un proceso depurativo es aconsejable limitar al máximo su consumo, usando con moderación granos con bajo contenido amiláceo (quínoa) y privilegiando su uso como semillas, bajo forma de germinados (lentejas) o pastos de brote (avena). Los grupos complementarios Luego se ubican otros grupos complementarios de una despensa saludable: algas, aceite, condimentos, proteínas, endulzantes, bebidas y algunos suplementos. Las algas aportan minerales, vitaminas, fibra soluble y excelentes efectos protectivos (antitumorales, reguladoras de flora y tiroides, depurativas, adelgazantes…). A las de mar (verduras espontáneas del lecho marino) se agregan las de agua dulce (espirulina). Se usan en planchas o escamas (nori), polvo (kelp, espirulina, agar agar) u hojas secas que deben macerarse previamente (cochayuyo, hiziki, kombu, nori, wakame). Los aceites son la principal fuente de ácidos grasos esenciales, razón por la cual deben ser de presión en frío, sin refinación, usados en crudo (sólo el de oliva es recomendable para exponer a temperatura) y estar preservados de luz, aire y calor. Los únicos aceites confiables en el país son oliva, girasol, chía, lino y sésamo. Se sugieren combinaciones equilibradas en sabor y omegas, como el oliva/girasol/lino. Por otra parte, el mayor consumo alimentario de semillas, irá disminuyendo la necesidad de aceites. Los condimentos aportan gran cantidad de beneficios, sugiriéndose el uso de mucha variedad y poca cantidad. Podemos usar ajedrea, ají, albahaca, azafrán, canela, cardamomo, cayena, clavo de olor, comino, coriandro, cúrcuma, jengibre, mostaza, nuez moscada, páprika, perejil, pimentón, pimienta, romero, tomillo… Pero sin dudas que el principal condimento es la sal marina no refinada (residuo sólido del plasma marino), cuya pureza está garantizada por los cristales de roca (sal andina), que se disuelven y se usan en forma de salmuera. También podemos usar limón, vinagres naturales, salsa de soja y miso (todos estos sin conservantes ni pasteurización). A nivel proteínas, consumiendo variedad, complementación y rotación de los alimentos antes citados, no puede haber carencias; por el contrario, el problema moderno es el exceso proteico y sus formas coaguladas. No olvidemos que la real necesidad del organismo son los aminoácidos libres (fuentes vegetales) y no las proteínas coaguladas (fuentes animales). En caso de eventual necesidad, se puede recurrir siempre a polen de abejas, algas espirulina, algún huevo casero (evitar cocinar la yema en exceso, ya que la coagulación ralentiza el proceso digestivo) o simple y saludablemente: más semillas... En materia de endulzantes podemos usar transitoriamente y con moderación: azúcar integral mascabo, miel de abejas o harina de algarroba, sin dejar de lado el saludable efecto dulcificante de las frutas pasas (dátiles, higos, pasas de uva). El consumo cotidiano de frutas aporta ya demasiados azúcares. Recordemos que los edulcorantes (aunque naturales) “engañan” al cuerpo, generando hipoglucemia y obesidad. Por otra parte las especies (vainilla, cacao, cardamomo, jengibre, salmuera) estimulan la mayor percepción del sabor dulce. Respecto a bebidas, sin dudas debemos priorizar el agua, sin olvidar que frutas y hortalizas son la mejor fuente de agua biológica (agua destilada); pudiendo utilizarse las terapéuticas infusiones de hierbas, el saludable kéfir de agua que regenera la flora intestinal o el agua enzimática. No demonizar mate, té o café, siempre que se consuman con moderación, se usen buenos ingredientes (yerba de secado natural, sin saponinas aditivadas; té verde o rojo; café en granos sin torrar) y no se acompañen con elementos nefastos (endulzantes, lácteos, harinas). Por último, inicialmente y hasta reordenar la química corporal, se puede hacer uso de una serie de complementos naturales, con distintos efectos: mineralizantes (algas, polen o pan de abejas, levadura nutricional, furikake, maca, tekka), depurativos (tónico herbario, zeolita, homeopático baplaros, tinturas de cardo mariano, genciana o alcaucil), inmuno estimulantes (propóleo, equinácea, harina de vino, hongos shiitake), regeneradores de flora (kéfir de agua, kombucha, chucrut, kimchi, algas, agua enzimática) y alcalinizantes (limón, ortiga, clorofila). En síntesis, es importante tener presente que no hay soluciones “mágicas”. Solo una suma de factores -entre ellos la toma de conciencia y nuestra voluntadpuede devolvernos el equilibrio y la plenitud. Tenemos derecho natural a ese estado; y lo lograremos si dejamos de resignarnos a la mediocridad. También debemos tener en cuenta que nada cura del exterior, hacia el interior; el verdadero equilibrio se logra desde el interior, hacia el exterior. TABLAS ANEXAS En la contratapa incluimos dos tablas que pueden resultar de utilidad a las personas que decidan llevar adelante el tránsito de los andariveles del Proceso Depurativo. Por una parte se detallan los andariveles y las secuencias de los dos primeros (Limpieza de órganos y Desparasitado). Luego se describen las herramientas útiles que hay disponibles para facilitar el tránsito de cada uno de los andariveles. En caso de dudas, siempre es posible consultar personalmente, telefónicamente o por medio del correo electrónico [email protected] ACERCA DEL AUTOR Néstor Palmetti desarrolló su actividad profesional a nivel nacional e internacional en periodismo y publicidad. A partir de 1992 se introdujo en la vida natural, haciendo experiencias en agricultura biológica, apicultura orgánica, hierbas medicinales, técnicas depurativas, macrobiótica, yoga, naturismo, chamanismo, orinoterapia y nutrición. En 1997 inició un emprendimiento familiar y artesanal, Productos Naturales PRAMA (prama.com.ar), destinado a la producción y distribución de alimentos saludables, el cual funciona en Villa de Las Rosas, Traslasierra, Córdoba. Luego se graduó como “Técnico en Dietética y Nutrición Natural”. Tras varios años de difundir la temática del necesario proceso de desintoxicación corporal, en 2010 concreta un ámbito que ofrece las condiciones para llevarlo a la práctica: el Espacio Depurativo de Villa de Las Rosas (espaciodepurativo.com.ar). Allí se brinda asesoramiento, asistencia, supervisión, entrenamiento y capacitación para llevar una vida más higiénica y saludable. En el Espacio Depurativo se realizan entrevistas de orientación, talleres intensivos y temáticos, limpiezas asistidas, retiros depurativos, alojamiento y alimentación fisiológica. Todo ello apuntando a la autogestión casera del Proceso Depurativo (procesodepurativo.com.ar). En 2016 comenzó un programa radial llamado Espacio Bio Lógico, cuyas emisiones están disponibles junto a otras entrevistas radiales y televisivas en su sitio web (nestorpalmetti.com). En 2017 puso en marcha la línea de productos Evacuando para la higiene intestinal (evacuando.com). En 2019 comenzó a brindar consultas personales on line. En 2020 lanza su plataforma de cursos on line (espacioescuela.com). Contacto: [email protected] LIBROS PUBLICADOS Alimentación Depurativa - Editorial Antroposófica Alimentación Viva - Editorial Kier Alimentos Saludables - Edición propia Creando Futuro Consciente - Edición propia Cuadernos Depurativos - Edición propia Cuerpo Saludable - Edición propia Depuración Corporal - Editorial Kier Proceso Depurativo - Edición propia Grasas Saludables - Edición propia Intestinos Saludables - Editorial Kier La Sal Saludable - Edición propia Lácteos y Trigo - Edición propia Nutrición Vitalizante - Edición propia Plantas Saludables - Edición propia