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La quiebra y el procedimiento para su declaración cuando es pedida por acreedor

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La quiebra y el procedimiento para su declaración
cuando es pedida por acreedor
por HÉCTOR O. J. BLANCO KÜHNE
2000
REVISTA VERBA IUSTITIAE. REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO DE MORON Nro. 10, pág. 69
UNIVERSIDAD DE MORON
Id SAIJ: DACF000103
"Cuando un comerciante ocasiona perdidas a sus acreedores existe una presunción de bancarrota que justifica
la severidad de las primeras medidas. Si un examen ulterior disipa esa presunción, se hará justicia al afectado y,
se dará al caso un título menos odioso.
Un capitán que pierde su barco, aunque sea por naufragio, se somete a prisión; si se reconoce que la pérdida
del navío es efecto de un accidente, se pone en libertad al capitán. El que ha matado a un hombre, por un
accidente, por ejemplo en una cacería, es inicialmente arrestado, luego se examina y si es inocente se lo
libera.... Si la prisión parece demasiado severa que se adopte algún otro medio para impedir que el fallido haga
un trofeo de su quiebra".
Intervención de Napoleón Bonaparte en la Sesión del Consejo de Estado del 28 de Julio de 1807, dedicada a
discutir el proyecto del Código de Comercio.
I.- INTRODUCCION "De los Atrasos, Fallidos, Quebrados y Alzados". Este era uno de los Títulos en que las
Ordenanzas de Bilbao, de aplicación en el Consulado de Buenos Aires y creada por Real Cédula del 30 de
enero de 1794, calificaba a los deudores y de lo que podían resultar según cuál fuere su situación de acuerdo a
la conducta desarrollada en el cumplimiento de sus obligaciones "inocentes o culpados, leve o gravemente,
según procedimientos y delitos".
En los "Atrasos" se incluían aquellos comerciantes que no pagaban lo adeudado "a su debido tiempo"..."En caso
de que dispusieren de bienes bastantes para afrontar sus obligaciones y se justificare que, por accidente, no
están en situación de poder hacerlo todo con puntualidad, haciéndolo después con esperas de breve tiempo, se
les ha de guardar el honor de su crédito, buena opinión y fama".
"Quebrados inculpables" son aquéllos que "por infortunios que inculpablemente les acaecieron en la mar o en
tierra ... y precisados de dar punto a sus negocios, formaron exacta cuenta y razón de sus dependencias,
haberes, créditos y, débitos con los justificados motivos de sus pérdidas y quiebras".
"Los "Alzados" son aquéllos que "debiendo conocer el mal estado de sus negocios, arriesgan los caudales
ajenos con dolo o fraude, compran mercaderías a plazo y la venden al contado por menos de su valor justo, en
perjuicio del común de todo el comercio, perdiendo a sabiendas, y conocidamente, muchos caudales, pero
continuando en ellos mucho tiempo, haciendo cada día de mayor entidad su quiebra y alzándose finalmente con
la hacienda ajena que pueden, ocultando ésta y las demás alhajas preciosas que tienen y con los papeles y,
libros de su razón, ausentándose o retirándose al sagrado de la Iglesias, sin dar ni dejar cuenta de las dichas
sus dependencias, reduciendo en la última confusión a sus acreedores, de que resultan notables perjuicios a los
demás comerciantes de buena fe. Por lo cual, a estos tales alzados se los ha de tener y estimar como infames
ladrones públicos robadores de la hacienda ajena y se los perseguirá hasta tanto que el prior y los cónsules
puedan haber con sus personas y habiéndolas las entregarán a la Justicia Ordinaria con la causa que se les
hubiera hecho para que sean castigados con todo el rigor que permite el derecho a proporción de sus Delitos".
Declarada la quiebra se dispondrá de su arresto mientras tanto se decida y, aclarada que sea la calificación de
su actuar, se lo liberará o no según corresponda.
En nuestro Código de Comercio, tanto el de 1862 como el de 1899, se estableció que: "Declarada la Quiebra
deberá decretar el arresto del fallido..."; éste se prolongaba hasta que terminara el juicio de calificación de la
quiebra. El deudor podía lograr su libertad, aunque en forma condicional, dando fianza suficiente, y en caso de
quiebra casual, se decretaba su libertad.
El objetivo principal consistía en la tutela del crédito que correspondía a los acreedores; éstos eran los que
padecían y sufrían las consecuencias del no pago de sus créditos y, por ende, la protección de sus derechos era
lo que prevalecía en el Derecho Concursal.
Este sometimiento de la persona del deudor a afrontar un castigo de orden personal por el no-cumplimiento en
término de sus obligaciones, en manos de sus acreedores, constituía una premisa fundamental. La quiebra
consistía en un procedimiento que pudiera ser de utilidad para los acreedores a fin de perseguir el cobro de sus
acreencias. Esta tutela del interés de proteger a los acreedores se tornó en una política de interés público, que
se vio plasmada en las diversas legislaciones.
Pero esta idea tuvo su evolución; es decir que la noción de que del mero incumplimiento de una obligación se
desembocaba en el concepto de cesación de pagos, lo cual se correspondía con la quiebra, fue tornándose más
amplia la primitiva concepción de insolvencia, que consideraba y constituía un problema de acción directa y
exclusiva entre acreedores y deudor. Este progreso se dio a través del análisis de un concepto: el de
insolvencia, que se fue desenvolviendo desde el mero incumplimiento, sin interesarnos las causas que dieron su
origen, al no pago de esta deuda, pero tampoco de las demás, por la imposibilidad de hacerlo a todos sus
acreedores. Se produjo una evolución, se pasó del mero no pagar, como presupuesto para caer en quiebra, al
de la imposibilidad de afrontar los pagos en forma regular.
Por lo tanto, el presupuesto de la quiebra no está constituido por el mero concepto de incumplimiento, sino por
los elementos que deben caracterizar el denominado estado de cesación de pagos.
De la quiebra como sanción, se progresó al procedimiento concursal reparador de los estados falenciales; es
decir, se produjo la conceptualización de prevenir las consecuencias que dan origen a las crisis de las
empresas, a fin de evitar su exclusión en el mercado.
El objetivo cambió del interés individual del acreedor al interés de todos los que conviven o se nutren de la
existencia de una empresa, ya sean socios, proveedores, clientes, trabajadores, el Estado, etc.
Lo que prevalece en la conceptualización moderna está constituido por la significación de una determinada
continuación de la explotación de la empresa como productora de riqueza.
II.- EL PRESUPUESTO OBJETIVO. EL ESTADO DE CESACION DE PAGOS.
La impotencia patrimonial, técnicamente llamada insolvencia o estado de cesación de pagos, importa un
desequilibrio entre los compromisos exigibles y los medios disponibles para enfrentarlos, que se exterioriza por
un estado de impotencia patrimonial que impide cumplir regularmente con las obligaciones contraídas, con
características de generalidad y permanencia.
Fuera del ámbito concursa], se suele utilizar la voz "insolvencia" para designar la situación que posee el pasivo
en ser superior al activo; ello sin otras precisiones ni distinciones.
La ley concursal utiliza el término cesación de pagos en oportunidad de los arts. 1; 11, ínc.2; 39; 66; 69; 78; 79;
83; 87; 96;115; 117;
119; 160; 169; 174 y 235, y cuando utiliza en forma excepcional el vocablo insolvencia, en la oportunidad del art.
173, es evidente que lo hace, a nuestro juicio, como sinónimo del estado de cesación de pagos.
III.- TEORIAS RESPECTO DEL CONCEPTO DEL ESTADO DE CESACION DE PAGOS.
Estas teorías fueron categorizadas en nuestro medio doctrinario y así expuestas, en lo que se denominó "Las
tres teorías" y fueron estudiadas por Raymundo.L. Fernández en su obra "Fundamentos de la Quiebra", y por
Mauricio Yadarola en su obra "El concepto teórico dogmático del estado de cesación de pagos".
Tesis Materialista Hasta la reforma francesa de 1838, la cesación de pagos era equivalente a incumplimiento; es
decir, que se identificaba ese estado con el incumplimiento. Una sola violación de cualquier entidad que él
revistiera, era suficiente para que fuera posible la declaración de falencia, salvo que el deudor opusiera
excepciones fundadas de buena fe. No interesaba su situación patrimonial, como así tampoco las causas
generadoras de dicho incumplimiento; bastaba un solo hecho para ser generador del estado de cesación de
pagos;
por cuanto es imposible para un acreedor examinar los papeles y libros de su deudor, al no tener acceso a ellos,
sólo podía tener conocimiento de tal estado cuando deja de cumplir una obligación y si ésta era de pequeño
monto, más grave era aún el hecho, ya que si no podía cumplir en estos límites, cuánto menos podría cumplir
con montos aún superiores.
Esta línea doctrinal fue adoptada por nuestra legislación concursal correspondiente al siglo XIX y principios del
XX. Entre sus cultores encontramos a doctrinarios de la talla de Moreno, Segovia, Obarrio, Quesada, etc.
Esta teoría dejó de tener aplicabilidad por ser demasiado rigurosa y porque no contemplaba hechos evidentes
de la realidad.
Se la criticó por constituirse en un medio tendiente a perpetrar una sanción al deudor y convertirse meramente
en un medio para la acción ejecutiva de créditos emergentes de acreedores contra el patrimonio del deudor,
aunque sea por el sólo incumplimiento de una obligación, convirtiéndose en un medio compulsivo de cobro de
créditos.
Tesis Intermedia Esta doctrina advirtió sobre la existencia de una distinta situación entre el mero incumplimiento
de una obligación y el estado de cesación de pagos, como una situación patrimonial distinta, aunque se
estableció como pauta para la determinación de ese estado de impotencia patrimonial si se lograban acreditar,
por parte del o los acreedores, los denominados "Hechos de bancarrota", siendo sólo éstos los que podían
demostrar la existencia de aquella situación. En escasas palabras, es decir que se quitaba relevancia a otras
formas de exteriorización de la insolvencia, ya que postulaban que no siempre el incumplimiento importaba
cesación si provenía de hechos que no eran los reveladores de dicha situación, pues podría ocurrir que un
deudor no cumpliera una obligación por razones circunstanciales en un trasfondo de cumplimientos
generalizados, quitando relevancia, por ej.: la fuga del deudor, el cierre de sus negocios, recurrir a medios
ruinosos para la obtención de créditos.
Por lo que la relación entre incumplimiento y cesación de pagos era asumida en una dimensión ambigua en la
que se permitía, como consecuencia de ella, demorar la declaración de la quiebra cuando, a pesar que aún no
hay incumplimiento aunque sí otros hechos reveladores del estado de insolvencia patrimonial, burlándose así el
verdadero sentido cautelar del procedimiento concursal.
Teoría Amplia Para esta teoría, el estado de cesación de pagos es un estado patrimonial que se revela por
hechos exteriores, cuya enumeración taxativa es imposible, y que sirven para valorar como indicios
demostrativos de la impotencia del patrimonio del deudor, siendo considerado el incumplimiento como sólo uno
de los tantos hechos reveladores del estado de insolvencia patrimonial.
Con este somero análisis vemos cómo fue evolucionando el concepto de "cesación de pagos". Es decir que con
ella se hacía referencia, en los orígenes del instituto falencial -siglos XIII/XIV- a lo que corresponde a su
verdadero y estricto sentido: cesar en los pagos, dejar de pagar, no cumplir una obligación comercial; este
sentido se conservó hasta el siglo XIX, en que ya no se hablaba de cesación de pagos, ni tampoco se le
declaraba la quiebra si éste podía demostrar a través de una explicación atendible su conducta.
En sus orígenes, en el derecho concursal se llamaba cessatus" a lo que ahora denominamos fallido; al que
había disipado sus bienes se lo denominaba "decocto". Estas denominaciones luego se fueron aplicando
indistintamente al que había quebrado, al que luego se denominó "fallitus", que deriva de "fallere", aplicable al
tramposo, al que engañaba a sus acreedores; al que huía porque no pagaba o para evitar pagar se lo
denominaba "Fugitivus propter debita".
Es que ahora el presupuesto de la quiebra no está constituido por el concepto de incumplimiento, que es un
hecho, sino por la imposibilidad de pagar, que es un estado, y que consiste en una situación compleja
provocada por la impotencia que posee un patrimonio de hacer frente a sus obligaciones de modo regular.
Por lo tanto, el estado de cesación de pagos debe ser entendido como la imposibilidad en que se halla el deudor
de cumplir regularmente con sus obligaciones, entendiéndose que la expresión "regularmente" implica un
cumplimiento por medios normales y oportunos al momento del vencimiento de la obligación.
Siguiendo a Provinciali , pagar regularmente significa cumplir con lo que es regla en el comercio y comprende: 1.
Pagar al vencimiento del plazo. 2. En la especie debida. 3. Con medios ordinarios, sin tener que recurrir a la
usura, o malvendiendo sus bienes. 4. A todos los acreedores.
Nuestro Código Civil (art. 725) dice que el pago es el cumplimiento de prestación que hace el objeto de la
obligación.
Por el concepto de identidad (art. 740), el deudor debe entregar al acreedor la misma cosa a cuya entrega se
obligó. Por el principio de integridad, el pago debe de ser completo (art. 742) y, es completo cuando comprende
la totalidad de lo que el acreedor debe percibir.
El pago debe ser realizado en el lugar indicado en la obligación (art. 747).
Así, también el pago debe ser oportuno (art. 750); debe ser hecho el día del vencimiento de la obligación.
La insolvencia, además de tener carácter de generalidad, debe poseer el de permanencia, ya que sin él no se
llegaría a constituir la cesación de pagos cuando lo es por una situación temporal, transitoria o meramente
circunstancial, o el causado por, una mera omisión.
En realidad, de lo que se trata es de determinar si existe un trasfondo generalizado de incumplimientos o de
cumplimientos de las obligaciones del deudor con medios regulares. Es decir, que para la apreciación de la
permanencia de la impotencia patrimonial deben tenerse en cuenta una serie de factores propios del contexto
económico-social en que se desarrolla la empresa (exógenos) y otros que hacen a su propia estructura y
actividad (endógenos).
La insolvencia se presenta cuando afecta a la totalidad de los créditos que reposan en el patrimonio que
constituye la prenda común de los acreedores, pues se torna impotente para afrontar las deudas consideradas
también en forma general y potencial; no sólo las ya vencidas, sino también la por vencer.
IV.EXTERIORIZACION DEL ESTADO DE CESACION DE PAGOS Nuestra ley hace abstracción de las causas
que determinaron la cesación de pagos. En ese sentido, no se deben tener en cuenta ningún tipo de
circunstancias que puedan haber llevado al estado de impotencia patrimonial del deudor, tales como ineptitud,
imprevisión, etc.
La posibilidad de acreditar tal estado patrimonial por cualquier hecho que exteriorice esa impotencia patrimonial,
enrola a nuestra ley dentro de los alcances de la Teoría Amplia, en cuanto a la posibilidad de determinar la
insolvencia.
El art. 78 (prueba de la cesación de pagos) dice que el estado de cesación de pagos debe ser demostrado por
cualquier hecho que exteriorice que el deudor se encuentra imposibilitado de cumplir regularmente sus
obligaciones, cualesquiera sean los caracteres de ellas y las causas que lo generan. No es necesaria la
pluralidad de acreedores.
Pueden ser considerados hechos reveladores, entre otros (art.79): 1) Reconocimiento judicial o extrajudicial del
mismo, efectuado por el deudor. 2) Mora en el cumplimiento de una obligación. 3) Ocultación o ausencia del
deudor o de los administradores de la sociedad, en su caso, sin dejar representante con facultades y medios
suficientes para cumplir sus obligaciones. 4) Clausura de la sede de la administración o del establecimiento
donde el deudor desarrolle su actividad. 5) Venta a precio vil, ocultación o entrega de bienes en pago. 6)
Revocación judicial de actos realizados en fraude de los acreedores. 7 ) Cualquier medio ruinoso o fraudulento
empleado para obtener recursos.
Es evidente que la enunciación efectuada en la ley reviste un mero carácter enunciativo. Este estado de
impotencia al que estamos haciendo referencia, sólo puede manifestarse a través de "hechos", razón por la cual
es que se habla de "hechos reveladores del estado de cesación de pagos". El texto legal expresa que los
hechos referidos "pueden" ser considerados hechos reveladores del estado de cesación de pagos porque todo
depende de las circunstancias del caso y de la apreciación que realice el juez, ya que éste debe meritar si los
índices objetivos invocados como reveladores del estado de impotencia, responden o no a un sistematología
unívoca de dicho estado.
La determinación del estado de cesación de pagos no se encuentra determinada por una mera relación
existente entre el activo y el pasivo de un patrimonio, pues el mero desequilibrio entre ese activo y el pasivo
constituye un concepto puramente contable, que puede resultar totalmente irrelevante a los efectos de la
quiebra.
Ello por cuanto es posible que el pasivo sea superior al activo y, no obstante, el deudor no se hallare en
cesación de pagos, por contar con medios líquidos o fácilmente realizables, o con la posibilidad de recurrir al
crédito para hacer frente al cumplimiento de sus obligaciones exigibles. Y viceversa, bien podría suceder que el
pasivo fuera inferior al activo y, no obstante ello, el deudor se hallara en estado de insolvencia, por no contar con
medios líquidos o fácilmente realizables. Pero hay que tener en cuenta no sólo la cantidad sino también la
realizabilidad de los valores que constituyen el activo, como así los vencimientos de las deudas que constituyen
el pasivo.
La impotencia para cumplir las obligaciones exigibles con los bienes normalmente realizables, significa que
estamos ante una situación definitiva, respecto de la cual no hay posibilidades de hacerla desaparecer mediante
el giro normal y propio de la actividad del deudor.
Universalidad El juicio concursal es de categoría universal, porque afecta a la totalidad del patrimonio del
deudor. Este carácter universal no se limita a los bienes que existan al tiempo de la declaración de quiebra, sino
también a los bienes futuros y los que sean restituidos a la masa por medio de las acciones de recomposición
patrimonial.
Así también, la universalidad es subjetiva, en cuanto se refiere a los sujetos que se hallan involucrados, ya que
este carácter es relativo al alcance que se le aplica a todos los sujetos, en este caso los acreedores, quienes
son llamados por el art. 32 a verificar sus créditos; así es como todos los acreedores por causa o título anterior a
la presentación y sus garantes, deben formular al síndico el pedido de verificación de sus créditos, indicando
monto, causa y privilegio.
Estableciendo también que la omisión en presentarse obsta a la verificación del crédito, dado que la finalidad
que se persigue es la recomposición del pasivo del deudor, mediante la liquidación de la totalidad de los bienes
que conforman el activo para ser distribuido entre aquéllos.
La quiebra es el proceso concursal liquidativo común a todas las personas de existencia física o jurídica, de
carácter privado, salvo las expresamente exceptuadas por el art. 2, lo que constituye el llamado presupuesto de
legitimación pasiva.
Es en este sentido que la ley, en el art. 8O, establece el carácter universal, en cuanto estatuye una legitimación
activa al decir que todo acreedor cuyo crédito sea exigible, cualquiera fuera su naturaleza y privilegio, puede
pedir la quiebra con la única salvedad establecida a tener en cuenta con relación al sujeto activo, y que se
refieren al cónyuge, los ascendientes o descendientes del deudor, ni los cesionarios de sus créditos.
En relación con el deudor, la ley establece en el art. 83 la otra exigibilidad, en relación con la legitimación pasiva
o presupuesto subjetivo de la falencia.
Es decir que pueden ser declaradas en quiebra las personas físicas, las personas jurídicas de carácter privado y
las sociedades en que el estado nacional, provincial o municipal participe, cualquiera sea el porcentaje de su
participación.
También está comprendido en los alcances de quienes pueden ser declarados en quiebra el patrimonio de una
persona fallecida, mientras éste se encuentre separado del patrimonio de sus sucesores y de los bienes o
conjunto de bienes existentes en nuestro país que pertenezcan a un deudor que se encuentre domiciliado en el
extranjero.
Asimismo, en el mencionado artículo se establecen exclusiones a este carácter universal, a quienes no pueden
ser sujeto de quiebra. Tal el caso de las empresas de seguros cuyo régimen de control establecido en la ley
20.093 las excluye, tanto de presentarse en concurso preventivo, como de solicitar su propia quiebra, no
pudiendo ser susceptibles de ser declaradas en quiebra (art. 51 segundo párrafo). Es la Superintendencia de
Seguros de la Nación quien establece, dentro de las facultades que le otorga la referida norma legal, el resolver
su liquidación forzosa cuando se dan los supuestos establecidos para ello, siendo ese organismo el que designa
al síndico liquidador, quien aplicará, para llevar a cabo el cometido, la normativa de la ley de Concursos y
Quiebras (art. 52), aplicación supletoria de los concursos y quiebras. "En los casos de los arts. 50 y 51, la
autoridad de control ajustará la liquidación a las disposiciones de los concursos comerciales para las quiebras y
tendrá todas las atribuciones del síndico de aquellas".
Tampoco son susceptibles de ser declaradas en quiebra las asociaciones mutuales Ley N°20.321, como las
Administradoras de Fondos de Pensión Ley N°24.241. De acuerdo a lo regulado en la Ley N° 24.441, el
fideicomiso se encuentra excluido de ser alcanzado por la normativa concursal, estableciéndose un
procedimiento particular para el supuesto caso de insolvencia del mismo. Tampoco pueden pedir su concurso
preventivo ni puede ser declarado en quiebra.
V.- QUIEBRA. DIVERSAS CLASES: DIRECTA, INDIRECTA 0 DEPENDIENTE Y POR EXTENSION El art. 77 de
la ley de Concursos y Quiebras establece la quiebra debe ser declarada:
1) En los casos previstos en los arts. 46, 47, 48 -incs. 2 y 5-, 51, 54, 61 y 63.
2) A pedido del acreedor.
3) A pedido del deudor.
En relación con los casos contemplados en el inc. 1°, comprende los casos de quiebra indirecta.
El caso del inc. 2° contempla el supuesto de la quiebra directa, también denominada necesaria, y el inc.3° la
quiebra directa o voluntaria.
También a la quiebra se llega por extensión, en los casos contemplados en los arts. 160 y 161.
Quiebra Indirecta:
Con relación a los casos enunciados de quiebra indirecta, cabe mencionar que, si bien no fue incluida en la
enumeración legal, también hay quiebra indirecta en el supuesto contemplado en el art.
43, párrafo penúltimo, al establecer que, de no presentar el concursado su propuesta de pago en el expediente
dentro de los 20 días posteriores a la finalización del período de exclusividad, será declarado en quiebra.
Fundamento de la declaración de quiebra en los supuestos contemplados en el inc. 1° del art. 77.
Cuando se declara abierto el concurso preventivo del deudor es porque ya se ha verificado la reunión de los
presupuestos objetivos, su estado de cesación de pagos y su carácter subjetivo, esto es, su calidad de sujeto
susceptible de ser concursado de la falencia misma. Se le ha facilitado al deudor el medio de remover el estado
de crisis y evitar su declaración en quiebra, pero ante el fracaso del concurso preventivo, éste se convierte
automáticamente en quiebra.
Como ya se indicara, los supuestos del inc. 1° del art. 77 constituyen los casos de quiebra indirecta, porque
derivan del fracaso del concurso preventivo, es decir, no tiene inicio a través de una solicitud de quiebra sino
que devienen estando en trámite el procedimiento concursal y se produce como consecuencia de su frustración.
Se clasifican a su vez en:
1) Quiebra sin nuevo período informativo: en la que el art. 202 establece que los acreedores que hubiesen
obtenido la verificación de sus créditos en el concurso preventivo no tendrán necesidad de verificar nuevamente.
Es el síndico el que, por sí, sin necesidad de petición expresa de los acreedores, procederá a recalcular los
créditos según su estado.
Los acreedores posteriores a la presentación en concurso preventivo fracasado deben solicitar la verificación de
sus acreencias, pero en este caso mediante la iniciación de incidente;
trámite del art. 280, donde no se aplicarán costas (art. 202).
2) Quiebra con nuevo período informativo: se encuentra regulado en el art. 88, última parte (Supuestos
Especiales); norma que establece cuando se decrete la quiebra como consecuencia del incumplimiento de
acuerdo o porque se decretó su nulidad (arts. 61 y 63, respectivamente). La sentencia debe fijar la fecha hasta
la cual se pueden presentar las solicitudes de verificación de créditos ante el síndico.
En los casos contemplados de quiebra indirecta, le está vedado al deudor solicitar la conversión de la quiebra en
concurso preventivo regulado en el art. 90, tercer párrafo (Deudor Excluido), al disponer la normativa que no
puede solicitar la conversión el deudor cuya quiebra se hubiere decretado por incumplimiento del acuerdo
preventivo (art. 63) o quien se encuentre en el período de inhibición establecido en el art. 59. La enumeración de
los casos contemplados en el inc. 1° corresponde a los siguientes supuestos:
Art. 46.- No obtención de conformidades: Cuando el concursado no acredite haber obtenido las conformidades
correspondientes a los acreedores quirografarios bajo el régimen de las categorías y de las mayorías previstos
en el art. 45, el que se refiere a la necesidad de contar con la mayoría absoluta de los acreedores quirografarios
y que esta mayoría represente los dos tercios del capital computable Estas mayorías se deben obtener y así
demostrarse, acompañando el texto de la propuesta con la conformidad de los acreedores mencionados,
acreditada por declaración escrita y con las firmas certificadas por ante escribano público, autoridad judicial o
administrativa, en caso de entes públicos, en todas y cada una de las categorías; con excepción de lo previsto
en el art. 48 denominado supuestos especiales.
Art. 47.- Propuesta de acuerdo para acreedores privilegiados.
Condicionamiento de la propuesta de los quirografarios a la aprobación de la propuesta de los privilegiados: si el
concursado hubiese manifestado en el expediente, en algún momento, que habiendo formulado propuesta a los
acreedores quirografarios la condicionaba a la obtención de la unanimidad requerida para la aprobación de la
propuesta que a su vez formulara a los acreedores privilegiados y no obtuviera dicha aprobación.
Art. 48.- Supuestos Especiales.
Inc. 2°: Si no hubo inscriptos interesados, ya sean acreedores o terceros, que formularan propuestas en la
adquisición de la empresa en marcha, a través de la compra de las cuotas o acciones representativas del capital
social de la concursada.
Inc. 5°: Vencido el plazo de 20 días que fijara el juez (inc.3°) sin que se lograra la doble mayoría (de capital y de
personas) o si se lograra, no se depositara el 25% del valor de la oferta; en estos supuestos el juez declarará la
quiebra.
Art. 51.- Resolución que hace lugar a la impugnación:
Cuando los acreedores tenidos por tales (por medio de la resolución del art. 36), como así los que iniciaron
incidente de verificación tardía o por no haber sido admitidos sus créditos quirografarios, impugnan el acuerdo
por las causales enumeradas en el art. 50 y el juez, tramitada la misma, la estima procedente.
Salvo que la sociedad concursada sea S.R.L. o sociedad por acciones, o sea de aquéllas en que el estado
Nacional, Provincial o Municipal tenga participación, se aplicará el procedimiento del art. 48.
Art. 54, Inc. 2°.- Falta de pago de honorarios: Cuando, vencidos 90 días a partir de la homologación o
simultáneamente con el pago de la primera cuota concordataria a alguna de las categorías, si es anterior al
vencimiento del plazo mencionado, no se paguen los honorarios a quienes les fueron regulados y se
encontraren firmes.
Art. 61.- Nulidad del acuerdo: La sentencia que decreta la nulidad del acuerdo, haciendo lugar a las causales del
art.60, contiene la declaración de la quiebra.
Art. 63.- Incumplimiento del acuerdo: Cuando a instancia de acreedor o de los controladores del acuerdo, en
razón de que el deudor no dio total o parcialmente cumplimiento al acuerdo homologado o cuando a su
manifestación, el deudor, exteriorice su imposibilidad de cumplirlo.
Quiebra directa.
La quiebra directa se clasifica en:
Voluntaria: cuando es pedida por el propio deudor, de acuerdo a lo regulado en los arts. 82 y 86.
Necesaria: cuando es pedida por acreedor, arts. 80, 83, 84 y 85, donde se regula el procedimiento para la
declaración Veamos.
VI.- QUIEBRA PEDIDA POR EL ACREEDOR.
Nuestra ley concursal no exige -como sí lo hacen algunas leyes extranjeras- la existencia de varios acreedores
que materialicen el pedido de quiebra de un deudor como requisito previo al dictado de la sentencia. Al respecto,
en su art. 78 establece que, para ello, no es necesaria dicha pluralidad. Por tal motivo, la redacción del art. 80
que comienza diciendo "Todo acreedor...". Mediante este artículo tiene inicio lo que podemos denominar el
procedimiento para la declaración de quiebra, estableciendo dicha norma dos modificaciones de carácter
sustancial en relación del régimen anterior.
En primer lugar, estatuye un requisito al establecer que el acreedor, para ser considerado como tal para realizar
un pedido de quiebra, debe encontrarse legitimado a tal efecto. Ello equivale a decir que el crédito que detenta
sea exigible, agregándose así una categoría más al de ser líquido, no importando para la prosecución de su
pedido ni la naturaleza de la obligación, título, monto, rango, categoría o privilegio. Por tanto, el acreedor deberá
demostrar, además, el estado de mora de su deudor en el cumplimento de sus obligaciones para que sea
considerado exigible su crédito. En este mismo sentido se expresó la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial en el Fallo Plenario Zadicoff, Víctor s/Quiebra, del 30-5-86, donde se sentó la doctrina respecto de la
exigibilidad al acreedor que pide la quiebra, con base en un incumplimiento de una obligación de dar sumas de
dinero, de que debe acreditar la mora del deudor para la viabilidad de su acreditación legítima, y que tal extremo
deberá acreditarse antes de la citación al deudor para que dé explicaciones.
La acreditación del carácter de acreedor legitimado en el pedido de quiebra constituye una carga procesal sólo
al efecto de ser tenido como peticionante legitimado para pedir la quiebra de su deudor. Ello no implica que
deba de probar la causa de su crédito, lo que estará reservado para la etapa de la demanda de verificación de
créditos.
Lo que en esta etapa ("pedido de quiebra") debe realizar, es la demostración sumaria de su carácter de
acreedor, acompañando los títulos justificativos de ello o acreditando de alguna otra manera o prueba tal
carácter, pero de ninguna manera (al decir el art. 84 "acreditados dichos extremos") debe interpretarse que el
juez tiene al peticionante ya verificado en su carácter de acreedor, sino únicamente que éste ha cumplido con el
requisito de demostrar sumariamente su calidad de acreedor legitimado al solo efecto del art. 83.
Y ello es así, ya que el peticionante acreedor deberá, en el momento de realizar su verificación, acreditar su
calidad de acreedor para ser tenido en cuenta en el pasivo, a través de la sentencia que dicte el juez de acuerdo
a lo normado en el art. 36.
En razón de lo indicado en el art. 84, concordante con los extremos que estamos comentando, establece que
"acreditados dichos extremos...", refiriéndose a que el juez debe tener por acreditados los recaudos apuntados
en la normativa citada como requisito previo para proceder a efectuar la notificación que contenga el
emplazamiento, para que el deudor invoque y pruebe cuanto estime conveniente a su derecho.
En otro orden, la ley, además requiere que si el acreedor posee un crédito con privilegio especial, al margen de
lo anteriormente expuesto, deberá demostrar en forma sumaria que los bienes asiento del privilegio son
insuficientes para cubrir el mismo.
La otra particularidad que trae este artículo se refiere a los créditos de origen laboral con privilegio especial,
determinándose, en este caso, que el requisito de la demostración o prueba establecida para los acreedores con
privilegio especial no serán necesarios.
Acreditados los extremos relativos a la legitimación activa en cuanto a exigibilidad, el acreedor deberá
cumplimentar los requisitos establecidos en el art. 83. La norma exige que el peticionante pruebe sumariamente.
1) La existencia de su crédito, requisito de legitimación activa.
2) Que el deudor se encuentra en estado de cesación de pagos (art.
78); es decir, demostrar que se encuentra imposibilitado de cumplir regularmente sus obligaciones, a través de
algún hecho revelador de tal estado (art. 79).
3) Que el deudor se encuentra comprendido dentro de los alcances del art. 2°. Tal requisito constituye el
presupuesto de legitimación pasiva.
No obstante que el art. 80 comienza diciendo: "Todo acreedor cuyo crédito sea exigible puede pedir la quiebra
de su deudor, cualquiera sea su naturaleza o privilegio", el art. 81 excluye de la posibilidad de solicitar pedido de
quiebra al cónyuge, los ascendientes o descendientes del deudor, y a los cesionarios de sus créditos.
Si bien el juez posee amplias facultades investigativas -las que puede adoptar de oficio- relativas al control de la
acreditación de los extremos indicados, que no son resorte exclusivo del peticionante, es dable detallar que
estas medidas a adoptar son de carácter facultativo. Recordemos que el art. 83, en su segundo párrafo, está
indicando que el juez puede disponer de oficio, agregando que, para el caso de tratarse el supuesto deudor de
una sociedad, tales medidas las realizaría a los efectos de establecer si la misma se encuentra constituida en
forma regular y los alcances de las responsabilidades de sus socios; ello íntimamente ligado a los casos de
declaración de quiebra por extensión, los socios ilimitadamente responsables art. 160. La quiebra de la sociedad
importa la quiebra de sus socios con responsabilidad ilimitada, en razón de los alcances que tendrá en caso de
ser viable la petición, de la sentencia que en consecuencia se dicte.
Los requisitos enunciados en el art. 83, primera parte, son de carácter ineludible para el peticionante, al igual
que para el Juez., ya que el artículo siguiente establece que "Acreditados dichos extremos no haciendo otra
cosa que indicar al Juzgador que, previamente a la citación del deudor, debe establecer sí se han cumplido o no
con los recaudos exigidos, es decir, la calidad de acreedor legitimado (art. 80), como los demás recaudos del
art. 83.
Cumplido ello, el juez podrá emplazar al deudor a los efectos del art. 84.
Es decir, que la acreditación de los extremos apuntados deben cumplimentarse pura y exclusivamente en una
etapa previa a la citación del deudor, lo que, en caso de no llevarse a cabo, impide la prosecucíón del trámite y,
por ende, no se puede pasar a la segunda etapa, que sería la citación al deudor. Ello es así ya que el juez
rechazará el pedido formulado en razón de no haberse acreditado los extremos que exige la norma comentada.
Ahora bien, veamos lo que debe probar el acreedor en forma sumaria:
1) Recaudo de legitimación activa: en primer lugar, deberá probar la existencia del crédito a su favor, con los
recaudos exigidos por el art. 80 ya comentado.
2) Presupuesto objetivo: La existencia de algún hecho revelador de la cesación de pagos en que se encuentra el
deudor, lo cual no implica que deba probar la cesación de pagos del deudor; estado éste que recién se
determinará a través del informe general que realice el síndico, en cumplimiento de lo preceptuado en el
Capítulo V (Período informativo de la quiebra) donde en el art. 200, establece a cargo del síndico la realización
de dicho informe, de acuerdo a lo que establece el art. 39.
3)Presupuesto subjetivo: Que el deudor se encuentra comprendido en el art. 2°. Es decir, que es un sujeto
pasible de decretársele la quiebra.
VII.- DESISTIMENTO DEL ACREEDOR El acreedor, ante lo regulado en el art. 87, puede desistir de su pedido
mientras no se haya realizado la notificación por cédula del auto que dispone el emplazamiento al deudor.
La facultad del ejercicio de este derecho que posee el peticionante de quiebra, constituye una de las
posibilidades de conclusión de este proceso, ya que, ante la solicitud formulada por el acreedor en el sentido de
que desiste de la acción, el juez, atento lo solicitado, resolverá haciendo lugar a tal desistimiento.
VII.- LA CITACION AL DEUDOR.
La misma se realiza mediante cédula, la cual contiene la transcripción del auto que dispone el emplazamiento al
deudor para que, dentro de los cinco días de notificado, invoque y pruebe cuanto estime conveniente a su
derecho.
La segunda etapa en este procedimiento prefalimental, de carácter contencioso, tiene un presupuesto y el
mismo consiste - como reza el artículo en su primer parte- en que el juez emplazará al deudor cuando tenga por
acreditados -como ya mencionamos- los extremos a a cargo del peticionante, indicados en el art. 83.
Notificado el deudor, se abre aquí una etapa de carácter vital para él, ya que dentro del término de cinco días,
deberá esgrimir todas las defensas y pruebas necesarias para oponerse a la prosecución del pedido de quiebra
que realiza su acreedor. De no ser las mismas convincentes para eljuez, éste dictará la sentencia de quiebra,
con todos los efectos que ello implica.
En razón de ello, reitero que es de vital importancia esta etapa. No se debe dejar de lado el hecho de que es en
ese momento en el que la emplazada deberá esgrimir todas las defensas que estime corresponder, a fin de
evitar le sea decretada su quiebra.
Este tema será motivo de otro trabajo, en razón de su importancia y por exceder las posibilidades de extensión
del presente.
Si bien la quiebra no es un proceso ordinario, en esta etapa prefalimentaria y teniendo en cuenta que la ley
destaca que no existe juicio de ante quiebra, es lógico suponer que durante este período de emplazamiento, el
citado tiene facultades para esgrimir todas las defensas que hacen a su situación y demostrar que no se
encuentra en estado de cesación de pagos.
La citación al deudor ante un pedido de quiebra por acreedor, no implica el traslado de la demanda en sentido
estricto; sin perjuicio de lo cual, deben respetarse todos los recaudos propios de este acto, observándose las
garantías constitucionales de la defensa en juicio y del debido proceso sustantivo. La citación no implica más
que uno de los modos de investigación que dispone la ley, a los efectos de poder determinar una instrucción y
control preventivo que tiene por finalidad el otorgar el derecho al emplazado para que alegue y demuestre que
no se encuentra en estado de cesación de pagos, o que no se dieron los demás presupuestos para su
declaración, pero la demostración de los argumentos que esgrima deben ser apoyados y fundamentados con
toda clase de prueba que pueda arrimar, debiéndose tramitar la misma de acuerdo a lo establecido por las leyes
procesales locales que sean compatibles con las normas de procedimiento que establece la ley en su art. 278.
Pero, para ello, deberá tenerse en cuenta que la ley N° 24522, en su capítulo "Reglas Procesales" establece un
orden de prelación en la aplicabilidad de las leyes locales. Esto es así, ya que la ley de Concursos y Quiebras,
en razón de su propia naturaleza y de las características que posee, tornan al procedimiento como de
autosuficiente y, es precisamente a través de sus denominadas reglas procesales que se ordena todo un
procedimiento especial (art. 273).
La aplicación supletoria de normas procesales de la legislación local correspondería para el supuesto caso de
que no puedan ser resueltas las cuestiones que se presenten por la aplicación de normas concursales, como así
tampoco por la aplicación de la interpretación analógica.
Es interesante destacar que, en la etapa que estamos estudiando, no existe aún estado de quiebra, sino
solamente una tramitación especial regulada en la ley de Concursos y Quiebras, en la que tenemos un
peticionante "acreedor" que solicita que se decrete la quiebra a su "deudor".
Este procedimiento no es inquisitivo ni oficioso. El peticionante debe impulsar su acción dentro de los cánones
procesales ya indicados, y el emplazado "deudor" -y no demandado- debe, de acuerdo al plazo que establece la
ley, argumentar y probar, según sea su caso, la no concurrencia -entre otras causales- que, por ejemplo, no se
encuentran reunidos los requisitos para que se decrete la quiebra o por no estar en estado de cesación de
pagos.
El acreedor, de acuerdo a lo que establece el segundo párrafo del art. 84, debe ser oído una vez que el
emplazado realizó la alegaciones y probanzas, respecto de su interpretación de los argumentos esgrimidos,
pudiendo -en su caso- solicitar la realización de las medidas de prueba tendientes a la demostración de sus
argumentos esgrimidos en su petición.
Mientras se tramita este procedimiento, nuestra ley admite la posibilidad (de acuerdo al art. 85) de que el juez, a
pedido del acreedor y bajo su responsabilidad, pueda decretar las medidas de carácter precautorio tendientes al
mantenimiento de la integridad del patrimonio del deudor. Estas medidas pueden consistir en inhibición general
de bienes, intervención controlada de sus negocios, u otra que se considere adecuada a los fines perseguidos.
El límite temporal para solicitarlas es siempre anterior al momento de dictarse la sentencia de quiebra.
Todo ello será conducente, siempre y cuando el peticionante acredite los denominados presupuestos necesarios
y, comunes a todo proceso de pedido de quiebra. Es decir: a) la verosimilitud de los argumentos invocados; b)
peligro en la demora; es decir, que para cuando se haya resuelto el principal, el deudor pueda haber disipado
sus bienes.
En el supuesto caso de que tales mediadas fueren rechazadas por el juez, dicha resolución sería inapelable -a
nuestro entender-, por aplicación del art. 273. inc.3°.
IX. CONCLUSION DEL TRAMITE El segundo párrafo del art. 87 ordena que el juez debe resolver el trámite de
acuerdo a las dos posibilidades existentes. Esto es, ya admitiendo el pedido de quiebra formulado por el
acreedor y, por tanto, dictando en dicha sentencia la quiebra, de acuerdo al art.
88, ora rechazando tal pedido con fundamento en las razones de hecho y de derecho arribadas en este proceso.
El rechazo de la petición formulada por acreedor no causa estado y, por lo tanto, el mismo puede volver a
realizar una petición, agregando nuevos elementos que hagan a la demostración más acabada del cumplimiento
de los recaudos establecidos por la ley.
Entiendo que, en el caso, no es de aplicación lo dispuesto en el art. 273 en el sentido de que las resoluciones
son inapelables, toda vez que, en este supuesto, al haberse rechazado el pedido de quiebra, dicho proceso no
tuvo comienzo, razón por la cual no correspondería la aplicación de las normas genéricas, puesto que las
mismas, evidentemente, sólo resultan de aplicación en el procedimiento concursal.
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