DEMANDAS DE SALUD MENTAL – Galende. El sufrimiento mental de los hombres ha variado sus motivos a lo largo de la historia. Este sufrimiento se expresa siempre como dolor psíquico. Este sufrimiento no todos los individuos son ni han sido iguales. El dolor psíquico, como el dolor corporal, es siempre el resultado entre aquello que lo causa y estas capacidades propias de cada uno. Las maneras de existir con los otros han caracterizado a la vida social y a la construcción de la cultura a lo largo del devenir de la humanidad. El extravió mental, la tristeza y el dolor, la rareza del comportamiento o la insoportabilidad de la propia existencia, no tenían a quien demandar alivio más que a aquellos seres cercanos con quienes compartían la vida. Luego vino la medicina de lo mental, la psiquiatría, la verdadera encargada de disciplinar de otro modo este desorden de la existencia para el hombre moderno. Las demandas y los dispositivos de atención tradicionales. Esta historia partió de lograr que los hombres aceptaran que los sufrimientos no tolerados, o los extravíos de la razón, constituyen una enfermedad. Se logró diferenciar y poner nombres médicos a casi todas las dolencias del alma. El que sufre ya no depende solamente del familiar o del amigo, ahora depende del médico. Las demandas de atención a la psiquiatría parten de sujetos que previamente han aceptado que sus dolencias mentales constituyen a una “verdadera” enfermedad. Han estado siempre los que resisten esa idea de “ser” enfermos y por lo tanto no aceptan la intervención del médico, lo llevan su familia, sociedad, etc. El psicoanálisis introdujo nuevas formas de pensar el dolor psíquico y nuevas maneras de escucharlo y de tratarlo. El individuo demanda al psicoanalista una ayuda para entender las razones de un sufrimiento que no puede explicarse a sí mismo, de una angustia que siente sin objeto, de una tristeza que lo abate sin motivos. Hablar de “demanda en salud mental” hasta fines del siglo pasado, era atender a esta doble pertenencia: la de una psiquiatría basada en criterios médicos, que ignora el contexto de vida; y la del psicoanálisis que se propone a escuchar a quien padece y trata de ayudarlo a encontrar en sí mismo y en su historia las razones de su sufrimiento. Las demandas actuales. La característica esencial de estas demandas de atención consiste en que anudan en un mismo plano el sufrimiento mental y el sufrimiento social; la psicopatología no logra discernir cuanto proviene de la historia del individuo y cuanto de su situación social, cuanto de sus síntomas permanecen a los caracteres del funcionamiento mental del individuo y cuanto responde a formas de adaptación a los nuevos parámetros de la cultura y vida social. Los especialistas, médicos, psicólogos, psicoanalistas, psicopedagogos, deben contener situaciones afectivas que resultan de la incapacidad o la incontinencia emocional propia de la familia o parejas. El trabajo, el oficio, la profesión, han sido a lo largo de la modernidad el sostén mayor de la identidad social. Esta transformación produce en los individuos un proceso de desubjetivacion, cuyas consecuencias son varias. Esta crisis del trabajo, económica y de la identidad, está en la base de gran parte de las depresiones actuales. Una nueva demanda de salud mental: la violencia. Las diferentes formas de violencia generan síntomas psíquicos particulares y su demanda oscila entre los servicios de salud mental y los aparatos represivos del Estado. la vida social se ha convertido en un mundo de exigencias y soledades. Exigencias de todo tipo para no caerse del tejido social. Las patologías del estrés han pasado a ser otra de las demandas de atención masiva. Este mundo de exigencias sociales se acompaña de una fragilizacion psíquica por perdida de vínculos humanos en los que el individuo intenta tramitar sus angustias y conflictos. Ese mundo emocional en que tradicionalmente las personas se recomponían de los desgastes del trabajo y de los conflictos de la vida social se ha ido atenuando.