Subido por jorgehdelmar

El problema fundamental- Swami Dayananda

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EL PROBLEMA FUNDAMENTAL
Swami Dayananda
Hay una palabra en sánscrito, moksa, que significa liberación. Y aquel que desea
liberación es llamado mumuksu. Buscar liberación es diferente de buscar una
solución a un problema específico. Esencialmente, liberación es ponerle fin a todos
los problemas por medio del conocimiento de la esencia verdadera del problema.
Se dice en las Upanisads: jñanam eva moksah, que significa: "sólo el conocimiento es
liberación". Este conocimiento del que se habla es el conocimiento de uno mismo,
que es revelado a través de la enseñanza de estas Upanisads, también conocida
como Vedanta. Si esto es verdad, es decir, si existe algo tal como la liberación total
de todos los problemas y tristezas de la vida, y si uno no necesita hacer nada, sino
simplemente conocer algo, ¿por qué no somos todos y cada uno de nosotros un
mumuksu?
Ser un mumuksu requiere cierto reconocimiento (al cual uno puede arribar por uno
mismo o puede ser guiado por otra persona) de la situación de uno mismo en el
mundo. Esto involucra una apreciación de uno mismo en el mundo. Esto involucra
una apreciación objetiva peculiar de un problema que es universal. Nosotros siempre
tendemos a pensar en términos de nuestra situación específica, en términos de "una
situación". El que busca “la libración” es uno que ha comenzado a discernir y
cuestionar "la situación". Esto cambia drásticamente su visión de los fines que él
desea lograr y de cómo solucionar los problemas.
Hay dos maneras de encarar una situación en la cual yo deseo lograr un resultado:
1. Determinar el fin que deseo obtener y de acuerdo a ello adoptar un medio
(instrumento) adecuado y apropiado, o
2. Conocer la naturaleza del problema y por ende determinar la naturaleza de la
solución.
Esto no es gran sabiduría: es sentido común. Si yo quiero ir a la China, yo sé que hay
una serie de requisitos (medios) que debo satisfacer para obtener ese fin. Yo no
puedo llegar allá quedándome sentado, a menos que sólo quiera ir allá en mis
sueños. Después, habiendo logrado el objetivo estoy satisfecho por haber alcanzado
el fin deseado. No hay duda de que quería estar en China y de que ahora estoy en
China. De manera similar, mi problema de que siento frío es conocido por mí, y la
solución está también clara de que necesito una cosa o situación que me provea
calor.
Una vez que estas cosas son conocidas, mi vida toma un rumbo. Los problemas o
deseos, no importa cuán desagradables o perturbadores, quedan reducidos a medios
y fines. Y esto está claro.
Pero uno no encuentra la situación en la vida tan claramente definida: o deseo
obtener algo, un objeto, un lugar, una situación, un estado mental, un logro, etc., o
deseo deshacerme de algo, de un cierto estado mental o situación. Yo adopto lo que
parece ser el medio apropiado, y hasta logro el fin deseado, pero obtengo un
resultado que no parece ser el deseado, siendo dicho resultado deseado algún tipo
de satisfacción. Si yo estoy hambriento y sacio mi hambre comiendo, debería
obtener la satisfacción de tener mi hambre saciada, porque es el resultado deseado,
y no la comida. De la misma manera, si uno o varios fines deseados son logrados, yo
debería ser una persona satisfecha. Mi deseo debería estar saciado. Si yo encuentro
la solución a un problema que me está preocupando, debería ser una persona
satisfecha. En algún momento, luego de haber realizado los esfuerzos apropiados,
debería cesar de ser una persona insatisfecha. Si ese no es el caso, habría dos
preguntas razonables para hacerme:
1. ¿tengo en claro el resultado que deseo obtener?, y
2. ¿tengo en claro el problema que deseo resolver?
Es desde este simplísimo punto de partida que nosotros comenzamos el
cuestionamiento vedántico: primero determinar la naturaleza del problema que
debe ser resuelto y eso, a su vez, revelará la naturaleza de la solución. O también
podemos encararlo a partir de determinar cuál es el fin que uno realmente persigue,
lo cual determinará los medios necesarios. Y así comenzamos el cuestionamiento
simplemente descartando los detalles accesorios y centrándonos en las ansias del
hombre de buscar fines y resolver problemas.
Todos los problemas y búsquedas del hombre se generan en su mente. En el sueño
profundo no está consciente de lucha alguna. No hay nada que desee cambiar, nada
que desee hacer. Pero cuando está despierto o soñando, su tranquilidad mental es
desafiada constantemente por pensamientos y situaciones. Y su gran aspiración es
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resolver todos los disturbios para que las cosas mejoren. Este es el gran mérito de la
mente humana, su capacidad única de cuestionar la naturales y significado de las
cosas, de razonar, de analizar, de apreciar sutilezas, de imaginar, de conceptuar, de
llegar a conclusiones, de hacer elecciones. Un animal hace un mínimo de elecciones
regidas por sus instintos innatos y de supervivencia. Por ejemplo, una vaca
instintivamente sacia su necesidad de alimentar su cuerpo comiendo pasto. No
delibera para ser vegetariana. Tampoco insiste en que la única forma de disfrutar del
pasto es con una salsa especial tipo "gourmet". Los instintos de un animal le
permiten perpetuar su vida, y la consecuencia de esas ansias de sobrevivir, es una
atracción hacia aquello que mantiene y mejora su supervivencia y un rechazo hacia
aquello que es doloroso y que la amenaza. De la misma forma, el hombre desea que
su cuerpo con sus sistemas varios sobreviva y funcione sin dolor ni enfermedades ni
situaciones que lo amenacen. Estas necesidades naturales del cuerpo deben ser
satisfechas par que el sistema continúe funcionando. Todo aquello que nace es
naturalmente proclive a sustentar su vida y a alejarse de lo que la termina. Ahora
bien, el hombre tiene un intelecto, una facultad de pensar, y la mera supervivencia
de su cuerpo no hace de su vida algo completo. El no sólo desea continuar viviendo,
sino también vivir de una forma particular.
Así como el hombre busca sustentar su vida, igualmente busca satisfacer las
necesidades naturales de su mente. Y siendo la mente un instrumento de razonamiento, la misma buscará cierto grado de claridad. La mente fluctúa, varía y
cambia pero aun así no le gusta ni la confusión ni la ignorancia. Quiere darle sentido
a las cosas, entender y saber. Debe sentirse a gusto con sus pensamientos y
actitudes, sentirse en su ambiente "como en su casa". Esta mente del hombre lo
hace "auto consciente" y "auto conocedor". Y siendo autoconsciente, no puede
evitar ser una persona deseosa, un buscador. Es decir, la esencia misma de la vida
del hombre es que él persiga fines. Pueden ser elevados o profanos. De una manera
u otra, en cualquier momento de la vida de un hombre, encontramos que la vida que
lleva no es sino una expresión de deseos que abriga hasta ese y en ese momento. Si
bien e deseo específico varía de persona a persona, y de momento a momento en la
misma persona, lo que no varía es: "yo deseo". En cada fin buscado está el deseo "yo
quiero algo que me hará diferente de lo que ahora soy". Si bien uno puede querer
obtener una cosa o situación en particular o deshacerse de otra, lo que uno
realmente quiere es a la vez algo penetrante y evasivo. Es un deseo sin cualidades.
Todo lo que uno sabe es que el ser que él o ella son ahora, no es lo que él o ella
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quieren ser. Teniendo una mente que es autoconsciente, uno aprecia la carencia,
algo que falta en uno mismo. Y teniendo una mente que es un instrumento para
razonar, uno observa este deseo sin cualidades y, de acuerdo a su conocimiento y a
sus valores, lo califica.
Lo que el hombre realmente desea es estar libre del deseo. Ese "yo deseo" es
exactamente lo que uno no desea. Satisfacer un deseo es en realidad deshacerse del
mismo. Por lo tanto, decir "yo deseo" es en realidad "yo no quiero tener deseo
alguno":
No obstante, uno no puede impedir el desear, porque siendo auto consciente uno es
consciente de su propia carencia de plenitud. Si uno no se tomara a sí mismo como
algo incompleto, uno no desearía ser diferente de lo que uno es. Y esta sensación de
carencia se manifiesta a sí misma a través de la búsqueda de diferentes fines. Y esto
no es algo que uno adquiere o aprende con el tiempo, un bebé es también alguien
que desea. Puede no saber exactamente lo que desea, pero además de simplemente
querer vivir, también desea aquello que lo haga sentir bien, feliz, seguro, etc. A
medida que uno crece, los deseos propios se tornan definidos, refinados y
constantemente renovados de acuerdo a las atracciones y aversiones cultivadas por
uno, a la ética, a los valores y a los antojos y al estado de ánimo en un momento
dado.
Por lo tanto, encontramos que además de la necesidad básica de sobrevivir, parece
haber otra necesidad básica que se manifiesta en la mente: "yo deseo sentirme
pleno, completo, adecuado, realizado, feliz, auto controlado". Cualquiera sea la
forma en que uno expresa esto, significa la misma cosa. Y al contrario de todos los
deseos desarrollados para fines específicos que uno acumula con el tiempo, éste
parece acompañarnos desde el nacimiento. Es un deseo que los ancestros de uno
tenían. Nadie necesita que le digan que estar satisfecho, feliz, etc., es algo deseable.
Para satisfacer esa necesidad uno busca algo, ya sea un objeto, una situación, etc.,
creyendo o esperando que un cambio en una cierta condición resultará en o me
acercará a la persona completa que uno quiere ser.
El búfalo de la India no desea vivir en Brooklyn o ir a los Himalayas de vacaciones o
cambiar su peinado o convertirse en vaca. Pero el hombre siempre quiere cambiar
algún aspecto de su situación. El hombre es consciente de su falta de plenitud y no
puede soportarla.
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Y esta necesidad de estar satisfecho, completo, no es una característica peculiar de
algún hombre en particular, sino que es común en todos los seres humanos de
cualquier época. Está implícito en toda acción que trasciende la mera supervivencia
instintiva del cuerpo. Es, en realidad, el deseo que está detrás de todos los deseos
calificados, el Deseo Fundamental, el Deseo Madre, porque es aquel que da
nacimiento a todos los deseos y motivaciones.
Uno puede elegir vestirse de una determinada forma, comprar una casa de veraneo,
conseguir un trabajo mejor, tener una pareja, sacarse los malos hábitos, etc...., ¿por
qué? No por la cosa en sí misma sino por uno mismo, por lo que su obtención
representará para uno mismo.
Es importante que esto sea apreciado porque este es el fin que uno realmente
persigue.
Los medios para la plenitud
Habiendo determinado el fin debemos ahora ser capaces de arribar al medio
apropiado y adecuado para alcanzar ese fin. Pero primero veamos qué es lo que
quiere significarse cuando decimos que uno quiere ser completo, pleno, adecuado.
Este "estado mental" particular o experiencia que buscamos es conocido por todos
nosotros. Y como es conocido, todos tenemos nuestras luchas y esfuerzos para
alcanzarlo. Porque cuando estuve feliz en un determinado momento, estuve libre de
todas mis limitaciones, fui yo mismo. Es ese uno mismo que yo adoro ser, vivo para
ser y busco ser en todos los fines que deseo. Esa plenitud que yo busco, ¿podría ser
algo limitado?...¿algo relativo? Si aquello que yo estoy buscando es en realidad un
objeto específico, entonces de hecho estoy buscando un fin limitado, porque todos
los objetos están limitados en el tiempo y el espacio. La plenitud que uno busca no
puede ser limitada, porque cualquier cosa que es limitada depende de factores
ajenos para su sustento y por lo tanto es incompleta. En este momento uno depende
de una cantidad de cosas y situaciones para tener la sensación de bienestar. Y es esta
dependencia la que nos da una sensación de falta de plenitud.
Lo que uno desea es ser libre de la dependencia, porque de otra manera el bienestar
propio está a merced de condiciones. Por lo tanto, si detrás de todas las búsquedas y
luchas, lo que uno realmente buscaba era otra situación (otro estado de cosas), tal
como la que uno vive en el presente, entonces ninguna búsqueda tendría sentido.
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La plenitud, lo completo, no es una entidad mensurable. No es una cantidad finita,
tal que por continuar agregándome cosas un día me volveré pleno y completo. Eso es
como decir que mil logros individuales me tornarán completo, pero si se saca uno yo
me vuelvo incompleto. Este razonamiento es una falacia, y ese tipo de plenitud no
está siquiera dentro del ámbito de las experiencias, ya que encontramos que la
persona con renombre, fama y fortuna no es necesariamente una persona completa.
De hecho, hallamos que esa persona está buscando más.
En cada deseo que uno tiene, lo que uno realmente quiere es ponerle fin a la
persona que desea, y está claro que la persona que desea no se irá a menos que la
persona ya sea completa, sin limitación, sin que nada le falte. Sólo entonces uno
puede decir "basta". ¿Es realista y razonable decir que yo quiero ser libre del deseo?
Sí, lo es porque uno halla que no importa cuál sea el logro, no importa cuán
reconfortante sea por el momento, uno no cesa de ser un buscador, alguien que
desea fines. No hay fin que satisfaga esa ansiedad de plenitud. Tal es así, que existe
la expresión "así es la vida", compadeciendo el hecho de que intrínsecamente en
todo logro, hay un algo que le impide alcanzar la meta original. Uno se ríe o se
lamenta por ese hecho, y sigue en pos de la siguiente búsqueda como si ella lo fuera
a acercar más a la meta. Y además de la transitoriedad de todos los fines adquiridos
está el hecho de que mis valores, mis estados de ánimo, están constantemente
cambiando y por eso aquel que recibe el fin buscado no es exactamente aquel que
buscaba. Por eso aún el impacto del logro pierde su potencia o significado. Y
entonces, el logro en sí también es limitado. Para cada logro hay siempre un precio,
hay siempre una pérdida.
Aunque más no sea, está la pérdida de la condición anterior al logro. Aun cuando
uno está leyendo estas páginas, uno está perdiendo la oportunidad de mirar
televisión, que podría ser algo igualmente interesante. Uno tiene que elegir. Bajo
ninguna circunstancia yo puedo físicamente estar aquí y allá al mismo tiempo. Toda
elección tiene que involucrar necesariamente una negociación, una eliminación y
nosotros siempre esperamos haber elegido la mejor alternativa. Es así que todo lo
que encontramos en el mundo son fines limitados.
Lo que nosotros hemos discernido en forma tanto lógica como experimentalmente
es que, íntimamente, lo que el hombre busca es ser libre de limitaciones; él quiere
un fin que no finalice. Tal vez nosotros no conozcamos la naturaleza de dicho fin
porque no parece que hayamos utilizado los medios apropiados. ¿Puede existir un
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medio que resulte en un fin ilimitado? Para obtener fines que uno todavía no ha
logrado hay una variedad de medios disponibles en el mundo. Entre cualquier fin a
ser obtenido y aquel que desea obtenerlo, siempre hay una distancia, una separación
en términos de tiempo y /o espacio. Y para salvar esa distancia uno debe aportar el
esfuerzo apropiado, sea éste físico o mental. Pero entonces lo que uno puede
producir con esfuerzo será siempre limitado, porque el esfuerzo en sí es limitado.
Una acción no puede producir un resultado que no le es inherente. No puedo
caminar acostado. Una acción sólo puede producir un resultado que es apropiado
con respecto a esa acción. O sea que debido a las mismas leyes inherentes a
cualquier acción, sabemos que lo que obtenemos en este mundo es limitado,
mientras que lo que buscamos es ilimitado. Es en realidad una situación sin salida. Y
es lógico. Yo soy limitado y voy en busca de algo que es limitado utilizando medios
limitados. Inseguro más inseguro (estando limitado por el tiempo) es igual a
inseguro. Incompleto más un millón es igual al mismo incompleto, porque eso es
lógico y porque es también nuestra experiencia. Dadas dos cantidades finitas tales
como uno y un millón, entre cualquiera de ellas y el infinito existe la misma distancia.
Es por eso que para descubrir el fin que uno realmente busca, se debe llegar al
problema que uno realmente enfrenta, siendo ese: no puedo evitar mi búsqueda de
plenitud, sin embargo no hay nada disponible a través de lo cual obtenerla.
Esta es la visión de Las personas que buscan “liberación”. Y si bien en la misma
puede haber una sensación de desesperación, no es una posición de auto condena
sino de apreciación de uno mismo, porque esa es la naturaleza de la solución.
En ese momento, sin embargo, todavía parece haber una alternativa más. Parece
que nos hemos acorralado a nosotros mismos y la única solución concebible que
queda es renunciar a este deseo a este deseo de plenitud y aceptar el hecho de que
la vida sólo consiste de logros limitados y relativos. Después de todo, sabemos que
cualquier deseo que uno adquiere con el tiempo puede ser también descartado en el
tiempo por maduración, a través de un cambio en los valores, la educación, la
perspectiva o por voluntad individual al saber que es una imposibilidad. Pero tal
como uno no puede renunciar a la necesidad de nutrir el cuerpo, uno no puede
renunciar a la necesidad de sentir plenitud y felicidad. Si no, ¡Trate! Y esto es lo que
lo convierte en el problema fundamental. El problema es natural y algo que es
natural debe ser significativo. Siendo un problema natural, el deseo de ser ilimitado
debe tener una solución como la hay para otras necesidades naturales, como el
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hambre y la sed. Por otra parte, todo aquello que es natural acerca de uno mismo es
siempre bien aceptado. Por ejemplo, nadie se queja de que "mis ojos ven". Nadie se
enoja porque los globos oculares están en su lugar. Pero si hay una pequeña basurita
en el ojo, no la soportamos. Aun el sistema fisiológico no puede aceptar esos
microbios que no pertenecen al sistema; de hecho, allí se produce una gran batalla
que hace que el cuerpo sube de temperatura porque los intrusos deben ser
rechazados. De la misma forma, nadie quiere sentirse inadecuado, infeliz,
incompleto. Todas estas son condiciones que la mente no puede aceptar. Quiero
sacármelas de encima. ¿Por qué?, porque son intrusos, no son naturales. Y dado que
yo soy lo opuesto a que no puedo soportar, para mí es natural estar sin ellos. Por lo
tanto, naturalmente yo procedo a trabajar por aquello que es mi propia naturaleza y
a desprenderme de los intrusos.
Si yo no puedo soportar la tristeza y la agitación mental, entonces mi naturaleza
debe ser felicidad y tranquilidad. Si así no fuera, ¿por qué no podría yo soportar la
tristeza? Si la tristeza fuera mi naturaleza, debería poder convivir con ella. Pero no
puedo porque, al igual que un virus, es un intruso. Por lo tanto todo lo que busco es
mi propia naturaleza. Yo soy lo que sea que busco. Pero entonces, si esto es así, ¿por
qué no la encuentro? Uno no puede encontrarse a sí mismo. No obstante, si
continúo no encontrándola y buscándola con incontables planes y esquemas,
haciendo innumerables cosas para obtenerla, yo diría que la búsqueda nace del auto
desconocimiento, de la auto ignorancia.
El problema está ahora claro. Es un problema peculiar, diferente de los problemas
ordinarios, porque el fin es de naturaleza distinta. Lo que quiero obtener no es algo
que está separado de mí, no es algo que es distinto de mí, no es algo que debe ser
logrado. Lo que quiero lograr es lo que quiero ser. Eso que quiero es yo mismo. Los
medios para tal fin deben ser de una naturaleza distinta de aquellos que involucran
esfuerzo, cualquiera sea la intensidad del mismo.
Si el "actuar en pos de" o el "alejarme de" algo no está involucrado, ¿significa eso
que uno llega a ser completo sin acción alguna? Sí, pero entonces el término "llegar a
ser" no tiene significado en este caso, porque todo "llega a ser" implica un cambio y
todo cambio implica una pérdida. Si sin un cambio yo debo "llegar a ser" completo,
claramente esto tiene que ser la obtención de lo ya obtenido (el logro de lo ya
logrado).
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Es por causa de esto que la búsqueda siempre parece estar envuelta en un misterio.
Lo que uno busca está oculto en el más oculto de los lugares, en la misma persona
que busca. En el mero hecho de buscar, uno está negando lo que es buscado, porque
todo lo que uno puede buscar es aquello que es diferente de uno mismo.
Si lo que uno busca ya ha sido obtenido, pero no es ignorante del hecho, el único
medio para obtenerlo es conocimiento. Quiero ser el poseedor de mis anteojos que
yo mismo he colocado inadvertidamente sobre mi cabeza, y me pongo a buscarlos.
Todo esfuerzo será en vano. Simplemente "yo no sé" que ya los tengo. Es dicho
conocimiento lo que me convierte en el poseedor de los anteojos.
El que busca y el fin buscado son idénticos. El problema no es nada más que
ignorancia. Por lo tanto la solución sólo puede ser conocimiento. Si existe una cosa
tal como auto desconocimiento y auto ignorancia, debe existir una cosa tal como
auto conocimiento.
¿Cuál es la naturaleza del Ser?
Cuando hablamos del conocimiento de uno mismo, tenemos que determinar qué es
ese "uno mismo" que yo soy. ¿Qué queremos significar cuando decimos "yo"? Es una
ironía que la palabra "yo" que usamos constantemente a lo largo del día, y desde
cuyo punto de vista nosotros apreciamos y juzgamos al mundo, carece de un objeto
definido que le corresponde en nuestra mente.
Cualquier otra palabra que use genera un objeto externo o concepto en la mente.
Digo la palabra vasija y el correspondiente pensamiento con la forma del objeto
vasija aparece. Así es como ocurre la comunicación. Si yo escucho la palabra "vasija"
y veo una "vasija" ustedes dirían que mi conocimiento es erróneo; si yo no veo nada
ustedes diría que soy totalmente ignorante del objeto "vasija". Si yo uso la palabra
"gagaboogai", una palabra sin sentido ni significado, la uso como tal, pero
ciertamente no para connotar algo en este mundo. Cada palabra tiene un objeto
correspondiente. Pero cuando digo yo-yo-yo-yo-yo cientos de veces en el día, ¿quién
es ese yo?, ¿quién es éste que siento tan íntimamente? ¿Qué es yo mismo? Porque
parecería ser ese yo quien es infeliz, quien no puede integrar su vida, que quiere
alcanzar su potencialidad, su capacidad, que desea una relación que tenga sentido,
que no desea sufrir y que ahora, quiere conocerse a sí mismo. Quiero dirigirme a
este yo, quiero ver a este yo, ¿quién es él?
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Al indagar quién soy yo, resulta claro que yo soy un ser consciente y que todo lo
demás distinto de mí es el mundo. Es decir, nosotros podemos reducir la creación
completa a dos factores: uno es el sujeto, y el otro, el objeto. Cualquier cosa que uno
puede objetivar es el objeto y aquel que objetiva es el sujeto. La noción del "yo", la
sensación del "yo", no se tiene en un objeto. "Yo" no me hallo en un objeto porque
el objeto es algo que yo distingo. "Yo" es siempre el sujeto. Y un objeto no tiene por
qué ser siempre un objeto tangible, también hay cosas intangibles que nosotros
apreciamos y llegamos a conocer. Por ejemplo, yo estoy consciente del tiempo y del
espacio, que no son cosas tangibles pero que sin embargo son objetos de mi
conocimiento.
Si bien resulta que "yo" es el sujeto y que como sujeto es distinto de todo objeto de
conocimiento, uno tiende a concluir que yo, el sujeto, soy el cuerpo físico. La
experiencia íntima de todos es que "yo" está confinado a las extremidades del
cuerpo físico, y el mundo es aquello que existe fuera de sus límites. Por ejemplo, yo
no existo en el espacio entre mis dedos, mientras que un sensación de dolor en un
lugar remoto del cuerpo no es nada remota. Cuando un dedo del pie está herido, yo
estoy herido. Yo conozco mi cuerpo con todos los rincones y recovecos. Así es como
tendremos a pasar por alto el hecho de que el cuerpo físico también es un objeto de
conocimiento tanto para nosotros como para los demás.
Ahora bien, el sujeto y el objeto son dos entidades bien diferentes. El conocedor de
algo es distinto de aquello que él conoce. Por lo tanto, yo no puedo ser el cuerpo
físico. De forma similar, no puedo atribuir la identidad del "yo" a cualquier función o
sistema del cuerpo, porque ello involucra la misma relación sujeto-objeto,
conocedor-conocido.
Por ejemplo, mis órganos de los sentidos son conocidos por mí, al igual que sus
funciones. Cuando digo "yo soy alto", "yo soy bajo" con referencia al cuerpo, o digo,
"yo soy asmático" con referencia a un órgano de los sentidos, es siempre con
referencia a algo, al igual que uno dice, "yo soy tío", "yo soy primo", "yo soy padre",
etc., con referencia a diferentes personas. Claramente "yo" no es ninguno de éstos ni
una mezcla de éstos. En cada caso, me estoy observando desde un punto de vista
particular, que es objetivable. Cada situación, en cada momento, invoca
naturalmente en uno a la persona que corresponde a esa situación, (es decir, cuando
veo a mi hijo, yo soy el padre, etc.). es este "yo " relativo el que confrontamos todo
el tiempo. Y es este "yo" relativo el que tiene todos los problemas. "Yo" como hija
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tiene un problema. "Yo como una persona de baja estatura tiene un problema,
etc...Nunca confrontamos el "yo" que está presente en todos los roles relativos. Es
decir que si hay un "yo" central, un "yo" como tal, no hay ocasión en la cual ese "yo"
es conocido.
Cuando cometo un error, tomándome a mí mismo por algo distinto para mí,
involucra una gran pérdida para mí. "Yo" es libre de toda limitación y he concluido
que yo soy el cuerpo y me he echado encima todas sus limitaciones. Si yo no soy ni el
cuerpo físico, ni los órganos de los sentidos, ni los sistemas fisiológicos, ni cualquiera
de los roles relativos que desempeño, entonces ¿qué es ese "yo"? Yo debo ser la
mente. ¿Qué significa "la mente"? No se quiere decir que uno es el cerebro tangible.
Y además, las funciones del cerebro también son conocidas.
El cerebro tangible en sí es un objeto. Es decir que los pensamientos de la mente son
tan conocidos por mí como cualquier objeto. Cada percepción, conclusión, duda, es
conocida. Inquietud, depresión, agitación, son todas conocidas por mí. Y además, un
pensamiento cualquiera no puede ser "yo", porque cuando el pensamiento se va, de
alguna forma "yo" permanece. Así que aunque diga "yo estoy inquieto", "yo estoy
agitado", me estoy refiriendo a condiciones que pertenecen a la mente. Yo no soy la
mente, porque yo soy el que está consciente de todos los pensamientos. Los
pensamientos vienen y van y yo permanezco. Antes de que el pensamiento llegue,
mientras el pensamiento está y aún después de que se va, definitivamente yo estoy
presente. Y eso significa que yo soy independiente del pensamiento.
En sánscrito llamamos a la mente con todas sus varias funciones Antahkarana.
Karana significa instrumento. Es decir, la mente es un instrumento capaz de darme
conocimiento, inventiva, recuerdos, emociones, problemas. Siendo un instrumento,
necesariamente debe estar manejada por alguien diferente de ella, como cualquier
otro instrumento (el telescopio no ve a través de sí mismo). Por lo tanto, "yo" no
puede ser la mente. Usted tal vez podría decir que lo que es diferente de todo esto
es la ignorancia, pero aun la ignorancia es conocida por mí. Yo no sé lo que sé, y
también sé lo que no sé. (Yo sé, por ejemplo, que soy ignorante del idioma ruso).
Por lo tanto, si uno analiza, diría: yo soy...yo soy...yo soy... yo soy...yo soy. Yo existo y
yo sé. Yo no soy sino conocedor de una variedad de cosas. Las cosas que conozco
varían, pero todo el tiempo yo soy aquel que conoce. Pero aquí, tenemos que ir un
paso más allá porque, si yo soy el conocedor de todo esto, yo soy el conocedor sólo
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cuando hay algo para conocer. Es decir, con referencia a las cosas conocidas yo soy el
conocedor. Si yo reduzco la identidad de "yo" a la del "conocedor", ¿qué significa
"conocedor"? Significa aquel que está "consciente de". Yo soy el "concientizador".
Concientizador y conocedor son palabras que indican una función. La sílaba "dor" se
agrega con referencia a una función, como labrador, orador, para dar el significado
de "aquel que", y por supuesto es un nombre relativo. El "yo" que quiero conocer es
aquel que no está relacionado con cosa alguna, y eso sólo puede ser la naturaleza del
conocedor, del concientizador, que es conciencia. Y esta consciencia sin cualidades
es el significado de la palabra “yo”. Si uno localiza "yo" en cualquier lugar que no sea
el sujeto, el sujeto fundamental, conciencia, uno comete un error.
La conciencia está en el cuerpo. La conciencia está en el pensamiento. Pero la
conciencia también está, independiente de ambos. Ambos dependen de la conciencia para su existencia. La conciencia no depende de cosa alguna. Es auto
existente, auto evidente. Una vez que yo sé que soy esta conciencia, que es independiente, y de la cual dependen todos los pensamientos y objetos, soy libre de
todas las posibles limitaciones que jamás pueda sufrir.
El ser es plenitud
Nuestras vidas se pasan en la búsqueda de felicidad. Nosotros consideramos que la
felicidad o plenitud son u n estado mental...una experiencia. Y al ser una experiencia,
viene y se va. No permanece por mucho tiempo y aun así, se debe trabajar por y
atesorar ese breve momento de deleite.
¿Qué es esta felicidad y dónde está? En la enseñanza de los Vedas se dice que la
naturaleza de uno mismo es ananda, que significa plenitud. Si uno mismo es pura
Conciencia de Ser, no tiene forma alguna, yo que no tiene características que lo
circunscriban; es libre de toda limitación. Es exactamente la plenitud, la felicidad que
uno busca. Debe quedar claro que la plenitud no es la cualidad de un objeto
externo...ni tampoco está en algún lugar dentro del cuerpo físico. Dado que la
felicidad frecuentemente coincide con la obtención de un fin o condición deseados,
la atribuimos a ese fin o condición. El hecho es que en ese momento la mente no
está deseando ni proyectando. Es un momento maravilloso porque simplemente
estoy conmigo mismo. Y es así como la felicidad, la plenitud que parece ir y venir,
dependiendo de condiciones varias, está en realidad siempre presente dado que es
la naturaleza de mí mismo. Yo soy siempre esa plenitud pero debido a la ignorancia
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acerca de mí mismo, me tomo por otro distinto del que soy. La verdad acerca de mí
mismo está cubierta por ignorancia al igual que el sol que está cubierto por nubes. El
sol no cambia ni cesa de brillar, pero cuando es cubierto por nubes parece ser
distinto de lo que es.
Del Ser, de quien se dice que es cit (conciencia) y ananda (plenitud), también se dice
que es sat, aquello que siempre es, que no puede ser negado. Mostramos al
comienzo que todas las necesidades y búsquedas del hombre, si se reducen a sus
formas fundamentales, estarían expresadas en el deseo de vivir, y de vivir
felizmente, y de estar libre de ignorancia. Cuando la enseñanza presenta en forma
apropiada la naturaleza del Ser, su identidad queda revelada como sigue:
Sat: existencia que nunca puede ser negada.
Cit: conciencia pura, el sustrato de todo lo conocido.
Ananda: plenitud sin límites
Todo lo que uno busca es exactamente uno mismo. Resulta irónico.
Si conciencia pura es el significado real de yo, entonces "yo" no es más un personaje
con historia. Todos los problemas que a uno lo aquejan pertenecen al yo histórico, al
yo relativo, al yo que ha sido falsamente identificado, al rol que uno protagoniza en
un momento dado. Es algo así como un actor quien, personificando el papel de un
mendigo después de la función. Y como vimos, al decir "yo soy una persona
inquieta", "yo soy una persona depresiva", "yo soy gordo", "yo soy flaco", todos
estos problemas pertenecen en realidad a aquello que es el objeto del conocimiento
de uno y no al sujeto, que es el testigo de ellos. Es algo así como observar una escena
de tráfico cogestionado y decir "yo estoy congestionado".
Sin embargo, nosotros observamos el tráfico del flujo de nuestros pensamientos y
consideramos sus diferentes condiciones como pertenecientes a uno mismo. Es
cierto que la mente está agitada, que el cuerpo es gordo. Estos problemas
pertenecen a la mente y al cuerpo, no a mí. Este conocimiento ubica los problemas
inmediatos de uno en la perspectiva apropiada. Los problemas pertenecen al objeto,
no al sujeto: esto es verdadera objetividad.
Un hombre sabio, un ser libre, conociéndose a sí mismo como pleno y completo, es
por ende siempre pleno y completo a pesar de su situación, y no depende de una
situación, condición o cosa para ser completo. Podría decirse que él es un maestro
de sí mismo porque él conoce la verdad de sí mismo.
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Al conocer la verdad de uno mismo, naturalmente uno llega a conocer la verdad del
mundo, de los objetos de mi conocimiento. )En este artículo no hemos siquiera
comenzado a considerar este tema). Al problema que él originalmente tomó como
real y que por lo tanto necesitaba solucionar con urgencia, lo ve ahora como
perteneciente a una entidad falsa. El sabe que "yo soy aquel que le da realidad a esa
entidad", "yo no tengo el problema", "yo soy tan pleno y completo que nada puede
agregarme o sacarme algo". Esto es ver a uno mismo y a la vida de uno tal como son.
Sólo entonces un problema circunstancial puede ser encarado como tal. En este
conocimiento hay liberación total, porque uno no es más una criatura en el mundo.
La metodología de la enseñanza
Todo lo que he dicho aquí son unas pocas palabras por escrito, y Vedanta ha sido
siempre una tradición oral, transmitida de maestro a estudiante. Se dice que es un
pramana, un instrumento a través del cual aflora el conocimiento. Aquellos que se
acercan como estudiantes serios y dedicados, lo toman como un medio de
conocimiento, tan verdadero como los ojos lo son para conocer el color y la forma de
un objeto físico. Así es que hay dos factores involucrados: el maestro y el estudiante.
Dado que es una tradición oral requiere de un maestro que maneje las palabras, que
revele el significado detrás de las mismas. Decir: "Usted es completo...Usted es
ilimitado" es una cosa; hacer que el estudiante vea lo que eso realmente significa es
otra. Si eso no se logra, las palabras simplemente dan por resultado otro
condicionamiento. Existe una razón para la necesidad de esta metodología y la
misma se basa en la naturaleza misma del tema. Lo que quiero conocer es lo que
quiero ser , es lo que soy. Y este "yo" no puede ser objetivado, y por ello no está a
disposición de ningún instrumento de conocimiento que sea conocido. Todos los
instrumentos de conocimiento disponibles, ya sea la percepción, la presunción,
inferencia o ilustración, involucran algún tipo de información sensorial. El único
instrumento de conocimiento que tiene el alcance para revelar el uno-mismo es la
palabra. Pero aun la palabra, al producir pensamientos en la mente, en general no
revela sino un objeto que es diferente del sujeto. Para obtener cualquier
conocimiento, ese conocimiento debe necesariamente tomar lugar en la mente. Pero
todo lo que puede ser objetivado por la mente es distinto del sujeto. Además, todo lo
que tengo a mi disposición para comunicar algo son las palabras conocidas de
aquello que es conocido. Si yo le digo a usted: "Usted es Brahman", el significado de
la palabra Brahman es desconocido para usted. Entonces yo digo: - "Brahman
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significa lo ilimitado". "ilimitado" no tiene un objeto correlativo en el mundo
conocido, así que todo lo que puedo realmente comunicar es una noción vaga o un
concepto subjetivo (es decir, lo que sea que la palabra significa para uno).
Por lo tanto, dado que el Ser es tan singular, dado que no es un objeto ni un
concepto pero sin embargo está innegablemente presente, la comunicación del
conocimiento del mismo requiere un manejo muy especial de las palabras. Las
palabras deben ser definidas elaboradamente para que lo que el maestro quiere
significar sea lo que el estudiante recibe. Debe haber malabarismos de paradojas,
manejo de ilustraciones y definición de contextos para que pueda apreciarse el
significado implícito de las palabras. Para esto se necesita un maestro que conozca
tanto la verdad como también la metodología para revelarla.
En segundo lugar, aquel que se acerca para aprender esto lo hace con una actitud
particular. Siendo un mumuksu en cierto grado ha discernido la naturaleza del
problema y por lo tanto hay una receptividad, una disposición hacia lo que el
maestro enseña. Porque lo que se busca no es la solución a un problema relativo, ni
la opinión de un hombre que pueda ser confirmada con información adicional, ni una
filosofía especulativa o un sistema o escuela de pensamiento que pueda ser
usurpada posteriormente por un intelecto más desarrollado. Lo que se busca es, muy
simplemente, la Verdad. Esto realmente distingue a esta enseñanza de todos los
otros tipos de aprendizaje y métodos de resolución de problemas. Y encontramos
que en el proceso de aprendizaje en sí, hay un amor y una confianza que nace del
alivio de descubrir el medio para aquello que uno realmente desea obtener. El
maestro no es una autoridad sino la llama de una vela que encenderá a otra.
Por lo tanto este conocimiento brinda al ser humano el fin que estaba de obtener a
través de todas sus búsquedas, y soluciona todos los problemas, en el sentido de que
se aprecia la verdadera naturaleza del "dueño" del problema y la verdadera
naturaleza del problema en sí.
Om Tat Sat
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