En el presente ensayo se procederá a exponer el corazón de lo que han sido los estudios de Kant, más específicamente entorno a la Ética kantiana, en donde veremos cómo distintos conceptos como la buena voluntad, el imperativo categórico, la legislación ética y lo jurídico, van estructurando dicha teoría que tanto quiere dar a entender, pudiendo llegar a ver finalmente cómo resulta una especie de guía moral que podría ser útil para nuestras acciones del día a día. En primer lugar, debemos hablar de cómo Kant establece como pie inicial el concepto de una buena voluntad, diciendo que prácticamente cualquier atributo y/o don que podamos poseer (inteligencia, ingenio, riquezas, salud) serán inútiles y perjudiciales si es que no se posee dicha voluntad (porque si no, no sería buena). Kant nos enseña a la buena voluntad como algo puro, algo que debe nacer desde nosotros (autonomía) y debe ser considerada en sí misma y no en vistas de otros fines o para lo que ella misma pueda ser capaz de producir (incondicionada), permitiendo que las acciones que surjan de dicha voluntad sean puramente buenas, y que vaya corrigiendo cualquier influjo sobre el ánimo, quitando intereses/fines de promedio. “La buena voluntad no es tal por lo que produzca o logre, ni por su idoneidad para conseguir un fin propuesto, siendo su querer lo único que la hace buena de suyo y, considerada por sí misma, resulta sin comparación alguna mucho más estimable que todo cuanta merced a ella pudiera verse materializado en favor de alguna inclinación.” (P.81 Fundamentación metafísica de las costumbres) De esta forma, podemos ver que Kant aplica esta buena voluntad como algo necesario para llevar a cabo nuestras acciones fuera del influjo de las inclinaciones, explicando además que dicha voluntad debe venir acompañada de una razón práctica que permita realmente establecer de manera efectiva dicha voluntad, en sí misma y no como un medio. En segundo lugar, ya establecido el concepto de buena voluntad, Kant va un poco más allá y lleva esta buena voluntad abarcando el tema del deber y la máxima con contenido moral, explicando cómo nuestras acciones deberían regirse bajo máximas morales, es decir, realizar nuestras acciones no por inclinación, sino, por deber, en donde solo de esta forma se da una máxima con contenido realmente moral. “Si el desdichado desea la muerte, más indignado con su destino que pusilánime o abatido, pero conserva su vida sin amarla, no por inclinación o miedo, sino por deber, entonces alberga su máxima un contenido moral.” (P.87 Fundamentación metafísica de las costumbres) De esta forma, podemos ver como Kant va estableciendo las directrices bajo las cuales deben realizarse las acciones, colocando como requisito la presencia de la noción de deber como el móvil principal de estas mismas. Sin embargo, esto no llega hasta aquí, de hecho, Kant presenta dos de los conceptos más predominantes de la Ética Kantiana, los cuales vienen a ser el imperativo categórico y la ley universal que formalizan, de cierta forma, los conceptos que hemos venido tratando en este ensayo. Como nuestras acciones, según Kant, deben estar exentas de inclinaciones y junto a ello todo objeto de la voluntad, a estas no les queda nada más que ser determinadas objetivamente por una Ley y entorno a dicha ley es cuando introduce el concepto del imperativo Categórico. Dicho imperativo, actúa sobre todos los individuos ilustrando una acción necesaria por sí misma, sin hacer alusión a otro propósito o fin; es decir, una ley práctica, un mandato incondicionado. Así, la acción es objetivamente necesaria, una acción buena en sí misma. (Kant luego llama a este imperativo categórico como Ley de la moralidad) De esta forma, Kant establece esta especie de ley practica para nuestras acciones, pero él mismo explica que para que este imperativo sea efectivo y aplicable en su totalidad, se debe llevar todo a un plano universal, de tal modo que, si llegasen a ser dichas acciones perjudiciales universalmente, aplicadas a mí mismo y al resto de las personas, Kant diría que uno no debería proceder de tal manera. Por tanto, el imperativo categórico reza: “Obra según aquella máxima por la cual puedas querer al mismo tiempo se convierta en ley universal” (P.126 Fundamentación metafísica de las costumbres) Así, Kant establece esta ley universal a la cual deben aplicarse todas las máximas, donde la voluntad debe venir dada por su representación, y si esto es así, hará que sea realmente una buena voluntad. Además, hay que notar como este principio de universalidad considera a la humanidad como un fin y nunca como un medio, debido a que llevamos nuestra máxima a un plano universal. De esta forma, yo nunca debo realizar actos de otro modo a menos que pueda querer ver convertida en ley universal mi acción (Específicamente la máxima), en donde, por ejemplo, si busco realizar promesas sabiendo que no las cumpliré y luego llevo esa máxima a nivel universal, veré que se destruirán las promesas y nos estaríamos contradiciendo derechamente. Hasta este punto, hemos podido ir analizando los distintos elementos que van conformando a grandes rasgos esta teoría de ética kantiana, en donde las acciones realmente buenas y conformes al deber necesitan de una buena voluntad determinada por la razón y que esta misma esté bajo la representación de la ley anteriormente dicha, permitiendo así que nuestras acciones puedan llevarse a cabo considerando no tan solo al individuo sino al resto de forma universal de manera incondicionada. Finalmente, Kant dentro de todo lo que nos expone, toca 2 conceptos que se vinculan con la legislación de las acciones y del propio concepto de deber, estas vienen a ser la legislación ética y legislación jurídica. Por el lado de la legislación ética, esta se caracteriza por el hecho de que hace de las acciones un deber como tal, y coloca al deber como un móvil de nuestro arbitrio, es decir, considera a las acciones como deberes y el principio del deber como un móvil para dichas acciones. Por tanto, como esta legislación utiliza en su ley el móvil interno de la acción, es decir, el concepto del deber, convierte a las acciones internas en deberes y solo nosotros somos los que podemos coaccionarnos a ello, como una especie de auto coacción, viniendo a ser característico de esta legislación el poder legislar, pero solo internamente. “La legislación ética convierte (..) en deberes acciones internas, pero no excluyendo las externas, sino que afecta a todo lo que es deber en general. (…) por eso, porque la legislación ética incluye en su ley el móvil interno de la acción (idea del deber), cuya determinación no puede desembocar en modo alguno en una legislación externa, la legislación ética no puede ser externa” (P.24 Metafísica de las costumbres) De esta forma, la legislación ética solo legislará de manera interna, ya que solo nosotros podemos decidir si realizar nuestras acciones conforme al deber o no, y en eso se basa la ética y la autonomía, el realizar nuestras acciones conforme al deber de manera incondicionada y totalmente libre, he ahí el poder de la ética. Por el contrario, la legislación jurídica toma otro rumbo, y es que esta solo puede legislar de manera externa, porque considera los móviles de las acciones distintos de la idea del deber, es decir, inclinaciones y aversiones, específicamente en torno a las aversiones, ya que debe ser una legislación que coaccione, siendo estas las diferencias principales frente a la ética. “Los deberes nacidos de la legislación jurídica solo pueden ser externos, porque esta legislación no exige que la idea de este deber, que es interior, sea por si misma fundamento de determinación del arbitrio del agente y, puesto que ella (…) necesita un móvil adecuado para la ley, solo puede ligar móviles externos con la ley” (P.24 Metafísica de las costumbres) Así, podemos como aquí solo se hacen presentes los deberes externos con su legislación externa, ya que, como no toma como móvil el propio concepto de deber el cual nadie puede coaccionarnos, tan solo le queda legislar bajo deberes externos, siendo esta las leyes jurídicas que comúnmente conocemos. Kant nos deja un ejemplo con las promesas en torno a estos deberes externos e internos: “Cumplir una promesa correspondiente a un contrato es un deber externo; pero el mandato de hacerlo únicamente porque es deber, sin tener en cuenta otro móvil, pertenece solo a la legislación interior” (P.25 Metafísica de las costumbres) A modo de conclusión, hemos podido ir analizando los conceptos que, si bien no son todos los que trata Kant, si son unos de los principales que conforman el corazón de su teoría, y que, como se ha ilustrado en este ensayo, nos da a entender como Kant busca elaborar una especie de guía para nuestras acciones, acciones que debemos realizarlas conforme al deber y de manera incondicionada (imperativo categórico) y siempre haciendo uso de la ley universal para llevar a prueba las máximas de las mismas, considerando al resto de los individuos siempre como fines y nunca como medios, e ilustrando finalmente cómo se ligan estas acciones conforme al deber a una legislación interna (ética), haciendo la gran distinción con los deberes externos que solo nos legislan de manera externa (jurídicos).