E l jazz ha sido subestimado como fuente de la técnica de escritura de Julio Cortázar en la crítica tradicional, la cual tiende a enfatizar en los conceptos de las vanguardias europeas y a ignorar el origen americano del jazz, que se basa en la fusión de culturas. Muchos conocedores coinciden en que Cortázar recoge la tradición africana presente en América después de la diáspora y cómo entiende la cultura colonizada a través del ritmo. En conclusión, el jazz implica a Cortázar con un compromiso histórico por medio del lenguaje que trasvasa las lógicas silenciadas y reescritas por la crítica occidental ortodoxa. Aunque la crítica ha atribuido el estilo poético de Cortázar al surrealismo francés, la influencia del jazz en su obra es innegable y más cercana a su herencia argentina y americana que a la vanguardia europea. Cortázar persigue el proceder del jazz, que busca los intersticios de la forma dada a priori, y su escritura parte de la realidad misma y de las grietas que surgen entre los elementos estables en nuestra percepción sensorial, temporal, espacial, visual e histórica. En las entrevistas, Cortázar confirma que siente y piensa su escritura movida por el jazz, aunque a menudo la crítica solo lo menciona de manera anecdótica sin profundizar en las raíces de su influencia. El jazz es una melodía que corre por las venas De Cortázar, poeta de la palabra entrelazada. Pero la crítica occidentalista a veces lo olvida, Prefiriendo las vanguardias europeas en su mirada. La raíz americana, sincretismo de culturas, es ignorada por el ojo occidentalista que no comprende la importancia del jazz en su escritura, ni su compromiso histórico, ni su lucha. Cortázar entendió la diáspora negra y su sustrato, No sólo en el norte, sino en todo el continente, Y plasmó el ritmo en su literatura con un gran tacto, Demostrando así su maestría como escritor independiente. Francia le concedió la nacionalidad deseada, Pero Cortázar no quería perder su identidad, No quería ser considerado un francés traducido al español, Y se burlaba de aquellos que lo querían categorizar con rapidez y falsedad. El surrealismo se acercó a Cortázar por la vía europea, Pero el jazz le llegó desde su propio norte, La música le inspiró una visión más creativa, Y así encontró su propia forma de creación sin corte. Su escritura se desarrolló con las variaciones del jazz, Ambos discursos buscando la enunciación propia, Y la libertad como expresión máxima, sin más, Luchando contra la crítica occidentalista que se veía tosca y arisca. Cortázar, poeta y luchador incansable, Buscó los intersticios de la forma dada a priori, Partiendo de la realidad y sus grietas innombrables, Creando una obra fantástica de gran poder y albedrío. La música del jazz movió su escritura, Y aunque se reconoce su influencia, A veces se olvida su gran factura, Y su importancia en su creación con gran valencia. Pero Cortázar sigue vivo en su obra, El jazz y su libertad son su esencia, Su escritura es su lucha, su herencia, Y su legado es la música que aún se adora. Desde el corazón de la cultura latina, emerge una conexión musical que trasciende fronteras y épocas. Hablamos de la relación entre el célebre escritor Julio Cortázar y el talentoso músico dominicano Juan Luis Guerra. Dos artistas que, a pesar de haberse desarrollado en distintas ramas del arte, han sido unidos por su amor y pasión por la música. En este artículo, exploraremos los lazos que unen a Cortázar y Guerra y cómo su colaboración ha dado lugar a algunas de las piezas más memorables en la historia de la música latina. La conexión entre Cortázar y Guerra se estableció en la década de 1980, cuando el escritor argentino se encontraba viviendo en París y Guerra estaba iniciando su carrera musical en la República Dominicana. A pesar de la distancia geográfica, ambos artistas comenzaron a colaborar y a intercambiar ideas. Uno de los resultados más notables de esta colaboración fue el álbum "Bachata Rosa", lanzado en 1990 y producido por Guerra. Este álbum incluyó la canción "Ojalá que llueva café", una de las más populares del repertorio de Guerra y una de las favoritas de Cortázar. Pero la influencia de Cortázar en la música de Guerra no se limitó solo a "Bachata Rosa". En 1994, Guerra lanzó su álbum "Fogaraté", que incluía la canción "El Niágara en Bicicleta". Esta canción, que se convirtió en uno de los mayores éxitos de Guerra, fue inspirada por el cuento "La autopista del sur" de Cortázar. La influencia de Cortázar en la música de Guerra no solo se limita a la letra de sus canciones, sino que también se puede apreciar en la estructura y el estilo de la música de Guerra. Al igual que en la obra literaria de Cortázar, la música de Guerra está llena de juegos lingüísticos, metáforas y juegos de palabras. La colaboración entre Cortázar y Guerra no solo ha dado lugar a algunas de las mejores canciones de la música latina, sino que también ha servido como un puente entre la música y la literatura. La música y la literatura son dos formas de arte que a menudo se consideran separadas, pero la colaboración entre Cortázar y Guerra ha demostrado que estas dos disciplinas pueden converger de una manera muy especial y producir algo verdaderamente único. En conclusión, la relación entre Julio Cortázar y Juan Luis Guerra es un testimonio del poder que tienen las artes para unir a personas de diferentes orígenes y disciplinas. A través de su colaboración, estos dos artistas han creado una obra que ha trascendido el tiempo y las fronteras, y que seguirá inspirando a las generaciones futuras.