Atahualpa y Héctor, el fin de un mundo. Juan Carlos Tapasco Aricapa. Es necesario pensar en la figura de un líder, como la representación de una civilización, un grupo social o una organización. A lo largo de la historia estas figuras han tomado mucha relevancia, como figuras de poder e incluso capaces de definir el destino; en muchos casos las tragedias que afectan a estos lideres, también influyen en el colectivo de sus contemporáneos y allegados. Las decisiones a las que se enfrentan y el desarrollo de sus vidas, marcan siempre un punto de inflexión en la historia, el destino de muchos recae sobre sus espaldas, son admirados, respetados e incluso idolatrados; pero también caen presa de los males del mundo. Afirmar entonces, que su destino, está estrechamente relacionado con los grupos sociales de los que son responsables, no resulta ser una insinuación sin fundamento. Pero ¿hasta qué punto estas figuras sobrepasan el rol de un ser humano, y se convierten en pilares fundamentales de una sociedad?; la historia nos ha podido demostrar como el destino de los grandes lideres, a veces está estrechamente relacionado con las civilizaciones o las sociedades; la muerte de Alejandro Magno trajo el final de la Grecia Helénica, y puso fin a un imperio que luego sucumbió a los romanos. Este vago ejemplo es una premisa de la idea de que la caída de un líder puede significar el fin de una civilización, para el caso que concierne a este escrito, desde la mirada de los Incas, con el final de Atahualpa y de la caída de Troya con la muerte de Héctor, dos nociones de mundo que comparten una mirada desde la tragedia de un héroe, que consigo carga todo el imaginario de una ciudad o una civilización. Un líder y un pueblo. Como una de las figuras mas populares de la cultura Inca, Atahualpa resulta ser un hombre que marca la etapa final de esta civilización, es en nuestra concepción el último gran emperador Inca. Muchos documentos históricos le retratan como un líder ostentoso, que representaba el poderoso imperio que se había acentuado en el Perú, tomo el poder, después de una cruel guerra de sucesión, asesinando a su hermano. Un hombre confiado de si mismo; que planto la cara a los españoles, pero que en un giro cruel del destino es tomado preso y 1 cae en la desgracia, pierde su libertad y es subyugado por los invasores, acusándolo de idolatría y rebeldía. Para el momento del relato, La tragedia del fin de Atahualpa, se nos muestra como un hombre que se entrega a su destino y acepta su final, pero el texto también nos permite ver la figura de Atahualpa antes de sucumbir a la desgracia; “¿Acaso tú no sabes que es Atau Wallpa [Atahualpa], el único señor, el señor poderoso? ¿Acaso tú no sabes que las montañas y los árboles y todos los seres vivientes su voluntad acatan [obedecen]?” (La tragedia del fin de Atahualpa, Jesús Lara pág. 18), Atahualpa, igual que un dios, incuestionable, regidor del mundo y de todo lo que le rodea. Su fuerza es retratada en este verso, percibimos toda su grandeza y poderío, entendiendo de este modo lo que representaba como gobernante. Su figura toma entonces el símil del héroe, del hombre correcto, amado y respetado por todos, lleno de virtudes y un guía para su gente; incuestionable, pero a la vez justo y con todo el porte de un gran emperador, una figura con un imaginario muy poderoso, pero que más adelante compartirá su lado mas mortal. Como líder de los Incas, marcara el fin de una era, y será su muerte la que cierre un ciclo en la historia, después de él, llegaran al poder una serie de gobernantes puestos por la corona española, quienes no podrán mantener unificado a su pueblo, pues en el pensamiento Inca, su ultimo gran emperador fue el poderoso Atahualpa. Paralelamente es importante abordar a la figura de Héctor, príncipe de Troya y su líder; como el hijo mayor de Príamo, es sobre el dónde recaen todas las responsabilidades, no solo de su gente, si no también de la guerra que enfrenta. Es el reflejo de Troya, “hereda su rol de guerrero «La situación de Héctor es más compleja; «hombre de gran reputación y prosperidad», es algo más que un miembro del colectivo; es un punto focal. Como guerrero dirigente, en este momento protege a su ciudad; como heredero de Príamo, constituye la esperanza para el futuro.” (James M. Redfield, La tragedia de Héctor, pág. 97), Héctor es consciente de su importancia como líder de los troyanos, además de que es consiente de como su destino y el de troya están entrelazados. Durante todo el relato de Homero, percibimos la importancia de su figura, en cierto momento como un hombre bendecido por los dioses, y gran combatiente; pero, también como un padre, un esposo y un ciudadano, el hombre ideal, el ideal troyano. 2 Un hombre similar a Aquiles, igual de importante, y con un amor y preocupación autentica por su pueblo, aunque la Ilíada nos relata la guerra de Troya como un conflicto de intereses; para Héctor su único objetivo es asegurar el bienestar de sus iguales, y la prosperidad de Troya. Su figura heroica radica en la fuerza que le brindan los demás “Héctor se mantiene dentro de su comunidad; su historia está conformada por una delicada estructura de distintas relaciones: con el padre y la madre, con el hermano y el primo, con los parientes y los aliados. En la historia de Héctor vemos que «lo heroico» no es una cosa única sino un conjunto de virtudes y obligaciones: distintas relaciones que a veces están en conflicto unas con otras.” (James M. Redfield, La tragedia de Héctor, pág. 86), la colectividad es su fuerza, pero es su mayor carga puesto que es esa noción de líder y de hombre que existe en pro de su pueblo, lo que le lleva a cometer el error que lapida su destino. La caída y el fin de un pueblo. El final de estas dos figuras esta demarcado por una tragedia, ambos son trasgredidos, Atahualpa es desmembrado en su tragedia, mientras entrega sus insignias y es consiente de como su destino, el que ya conocía desde mucho tiempo atrás “¿Por qué será que dos noches seguidas el mismo sueño infausto ha venido a turbarme? Ambas veces he visto al Sol, Purificador padre nuestro, oculto en negro y denso humo… quizás la muerte está cerca. Quizás e sol y la luna, nuestros depuradores padres, de su presencia nos apartan.” (La tragedia del fin de Atahualpa, Jesús Lara pág. 5); está sellado desde el primer momento en que ve a los españoles, entiende que su final se encuentra en manos de ese enemigo europeo. La trasgresión a su figura es muy fuerte, pierde su identidad como Inca, pierde su liderazgo y en su desesperación intenta escapar de su destino; “He aquí mi llauto de oro, he aquí también mi clava de oro, he aquí también mi onda de oro. Te lo daré también todo eso, no me quites pues también la existencia” (La tragedia del fin de Atahualpa, Jesús Lara pág. 41), es sobrecogido por ese cruel destino y quiere escapar de la muerte, sucumbe ante el temor y percibimos su humanidad y como esta toma control de su ser. La figura del destino o el oráculo, es un factor determinante en el final de Atahualpa, y es ese mismo destino el que lo amarra con el pueblo Inca, su caída es la caída de su imperio, pasa de la felicidad de un gobernante querido y respetado, a un hombre que es percibido como un traidor por la figura de Pizarro, encontrando su final a manos de este; dejando a su pueblo en 3 orfandad. Dicho abandono, es el final del imperio que había construido, simbólicamente hablando, los Incas sucumben con Atahualpa, no en tanto por lo crudo de su final, ni de la deshonrosa manera en la que este se da, si no porque marca el inicio de la opresión, la muerte y una nueva era, una era dominada por el hombre barbudo. La tragedia del fin de Atahualpa no es solo el final de un hombre, es también el desmembramiento y la muerte de un pueblo, “Tocó a su fin nuestra ventura [alegría], la desdicha [tragedia] está con nosotros, se ha ensombrecido [oscurecido] nuestro día, no hay más que llanto en nuestros ojos. En adelante sólo la tristeza se impondrá en nuestros corazones y en medio de un desierto nuestra existencia languidecerá.” (La tragedia del fin de Atahualpa, Jesús Lara pág. 41), el Inca sintió suya la muerte de Atahualpa y esa caída se llevaba consigo todo un imaginario que por siglos había sido el de los hijos de sol, orgullosos guerreros, hombres de bien, que para el hombre blanco solo representaban un grupo de salvajes que debían ser reformados. Esta visión poética, que entrelaza el destino del líder y su pueblo, también toma importancia desde lo social y lo histórico, como lo resalta Bernad Lavallé en Biografía de una conquista, Francisco Pizarro; la muerte del Inca era también una jugada política que buscaba debilitar al pueblo, la supervivencia de Atahualpa significaba el entablar un proceso político de colaboración con las elites indígenas; lo cual acarreaba muchos riesgos, la captura de Atahualpa y su consiguiente muerte, daban a entender a los indígenas, que los españoles llegaban a poner u nuevo ordena y que era el momento de una nueva era, una ruptura definitiva donde ellos eran los dueños del juego. James Redfield señala en La tragedia de Héctor (pág. 100), que la historia de este héroe empieza por su final, resaltando lo escrito por homero “Cuando todavía vivía, lloraron a Héctor en su familia” (La Ilíada, Homero VI, 500), es decir, tanto Troya como Héctor estaban destinados a perecer y ambos estaban relacionado estrechamente; porque como se menciona previamente, era él quien representaba el colectivo troyano, era su héroe y su ideal humano, un hombre que luchaba entre dioses, y que plantaba la cara al destino, pero que de igual manera, no pudo escapar a este. “«hombre de gran reputación y prosperidad», es algo más que un miembro del colectivo; es un punto focal. Como guerrero dirigente, en este momento protege a su ciudad; como heredero de Príamo, constituye la esperanza para el futuro. Por lo tanto, tiene dos series de obligaciones en conflicto. Para cumplir con la primera debe estar 4 dispuesto a morir; y sólo si sobrevive podrá cumplir con la segunda.” (James M. Redfield, La tragedia de Héctor, pág. 97), la encrucijada de Héctor está estrechamente relacionada con su condición de líder y de figura de poder, el no tiene el privilegio de morir para que su comunidad sobreviva. En el dialogo con Andrómaca queda esto claro, porque implícitamente entendemos que ambos están marcados por un mismo destino. La figura del oráculo es aún más fuerte en la historia de Héctor; puesto que Zeus es la figura entre bambalinas, que planea el fin de Troya, “Héctor está siendo utilizado por Zeus como un instrumento para preparar la vuelta de Aquiles al combate, y Aquiles, cuando regrese, hará retroceder a los troyanos… Héctor está en una trampa y con él los troyanos; cada éxito no hace más que acercarlos al desastre.” (James M. Redfield, La tragedia de Héctor, pág. 109), nuevamente el destino se presenta como el encargado de traer el fin de un hombre y su pueblo, esta vez bajo la figura de Zeus, quien busca honrar lo prometido a Tetis. Pero es esa promesa acarrea lo planteado en un inicio, el final de la ciudad, que cae cuando su líder perece. Héctor, él es en su totalidad las relaciones y el respeto de su gente, en el están presentes todos los imaginarios del pueblo troyano, como tal su perdida significa la desmoralización de Troya. Podemos abordar nuevamente el tema de la orfandad, pero esta vez no desde el pueblo abandonado como lo percibimos con Atahualpa, si no como un héroe abandonado, el hecho de que los destinos de Troya y de Héctor sean uno solo, significa que a medida que este destino sea cumplido, el héroe se vera abandonado. Al radicar la fuerza de Héctor en sus lazos y en su sociedad, conforme estos lazos se ven deteriorados el héroe se va convirtiendo en un vestigio de lo que era; “Héctor muere como una especie de sombra de sí mismo. La historia de Héctor conduce, a través de la falsa esperanza, al error, a la parálisis de la soledad social; en su historia va siendo progresivamente privado de sí mismo… Héctor muere porque no le queda nada que hacer, porque ya no existe para él mundo en el que pueda actuar.” (James M. Redfield, La tragedia de Héctor, pág. 126), esta noción de un final en soledad, sumado a la idea del destino, es la antesala de la tragedia, que por medio del final de Héctor traerá el fin a la ciudad de Troya, puesto que su líder ha caído y ya no hay quien cargue sobre sus hombres con el peso mismo de una tradición y de una sociedad. Para terminar, a manera de conclusión podríamos advertir la importancia de estos dos lideres en el imaginario de su mundo, tanto Atahualpa como Héctor resultan ser dos héroes que se 5 ven envueltos en el fin de su mundo; sus figuras sobresalían como faros de luz para sus iguales y eran visto como el ideal del hombre de su época. Ambos se enfrentaron a un desmembramiento y al enfrentar la muerte, su figura se vio trasgredida. Atahualpa muere siendo azotado, después de haber perdido toda su identidad, su pueblo es consiente de que este es el fin del mundo que conocían y que se apaga con su líder. Héctor muere ignorante del destino de Troya, pero esta siente que, al perder a su hijo predilecto, perderá toda noción de un futuro; mientras su cuerpo es usurpado por Aquiles. Es incluso interesante pensar que el funeral de Héctor que de una u otra forma sirve como una reivindicación por parte de los Aqueos, es el medio que traerá el fin, Odiseo monta su estratagema aprovechando esta tragedia y así termina la obra comenzada por Zeus. La figura de ambos sirve como punto culminante de una tragedia, de una muerte anunciada; la orfandad como un camino hacia la perdición. Incluso en nuestro imaginario moderno, esta premisa es aun vigente, los hombres de valor para la sociedad, que perecen presas de la violencia y el mal, se llevan consigo sus ideales y sociedades. Los hombres de nobles ideales pagaran el precio de cargar con el peso de sus sociedades. El camino del líder, como el camino del héroe no es para cualquiera y dentro de este planteamiento ellos acarrean con la responsabilidad del destino. Como punto final, también es interesante relatar la forma en que se relacionan con su gente y su territorio, se entrelazan a ellos y eso les permite hacerse fuertes, pero también significa la debilidad que en muchos casos los lleva a su fin; la tragedia de los lideres es también la tragedia de los héroes, porque cumplen a cabalidad con esa idea de un sufrimiento ajeno a ellos que implica cargar con un destino mas fuerte que su realidad como ser humano. 6 Bibliografía. - Redfield James M. 1992, La tragedia de Héctor. Naturaleza y cultura en la Ilíada. - Lavallé Bernad 2004, Biografía de una conquista, Francisco Pizarro. - Prudencio Sánchez Abraham Abel 2007, La muerte de Atau Wallpa como conflicto de representación en la tragedia del fin de Atawallpa. - Lara Jesús traducción del Quechua, Tragedia del fin de Atau Wallpa. - Homero, La Ilíada. 7