La entrevista en la Psicología clínica La entrevista es en gran medida el instrumento más empleado en la Psicología clínica. Tiene una función muy importante en muchas formas de tratamiento psicológico y, como se ha visto, es un componente principal de la evaluación clínica que precede, acompaña y sigue al tratamiento ¿Qué es una entrevista? Una entrevista no es una cosa extraordinaria. En términos más simples, es una conversación que tiene un propósito o meta La distinción entre una conversación social y una entrevista está fundamentada no en su contenido sino en si sirve para un propósito particular Las entrevistas han sido parte de la vida cotidiana por siglos. Se dan en las interacciones entre alguien que emplea y los aspirantes a un trabajo, entre los abogados y sus clientes, los ciudadanos y sus representantes, entre los padres y los maestros, los doctores y sus pacientes y por supuesto entre los clínicos y sus clientes. Por lo tanto es importante reconocer que los clínicos únicamente han adoptado y perfeccionado la entrevista; ellos no la inventaron. Situaciones en la entrevista-clínica El hecho de que las entrevistas sean una forma de conversación muy parecida a otras, hace que sean una fuente natural de información clínica acerca de las personas, un medio sencillo de comunicarles la información, y una forma conveniente para intentar ayudarlas Las entrevistas son flexibles, no son muy costosas, son fáciles de manejar y, lo que es más importante, pueden dar al clínico muestras simultáneas de la conducta verbal y no verbal del cliente. Estas ventajas hacen que la entrevista sea útil en diferentes situaciones, incluyendo las siguientes: 1- Entrevistas iniciales: Probablemente este es el tipo más común de entrevistas. El cliente se acerca al clínico por algún problema cotidiano; su acercamiento puede ser voluntario o involuntario como en el caso de criminales, jóvenes u otros. El psicólogo puede tener poca o ninguna información acerca del cliente, así que la o las primeras entrevistas se dirigen principalmente a determinar la naturaleza y el contexto del problema. El entrevistador puede usar la información obtenida en esta situación para decidir si él o ella (o la institución que representa) pueden o no ayudar adecuadamente, prestar servicios posteriores a la evaluación, o tomar alguna otra decisión. El entrevistador se debe preguntar: "¿Puedo o podemos trabajar con esta persona?" "¿Tengo o tenemos experiencia para tratar este tipo de problema?" "¿Puede o podemos hacer algún bien?" Si la respuesta, después de una o varias entrevistas, es "no", el clínico habitualmente refiere al cliente a otra institución psicológica, psiquiátrica, médica o social en que haya otros servicios adecuados. Si se considera que es necesario un mayor número de entrevistas, se pueden programar sesiones adicionales de evaluación o tratamiento. La mayor parte de los clínicos llevan a cabo sus propias entrevistas para tomar datos generales, pero en muchas instituciones (por ejemplo, las clínicas de salud mental de los municipios) y grupos profesionales, las trabajadoras sociales u otro personal pueden llevar a cabo esta función. 2- Entrevistas para la identificación de los problemas: La decisión de aceptar o referir a un cliente con base en la información inicial depende, en parte, de la naturaleza del problema del cliente. Por esta razón, muchas de las entrevistas iniciales están dirigidas, al menos en parte, a la identificación de los problemas. Sin embargo, hay otras situaciones clínicas en las que la decisión para trabajar o referir al cliente ya se hizo o no está a discusión. En tales casos, las entrevistas se dirigen completamente a la identificación o elaboración de los problemas del cliente. Cuando el entrevistador está orientado hacia una clasificación del problema, o ésta se le solicita, generalmente dará algún tipo de diagnóstico. Este puede ser algún tipo de etiqueta (por ejemplo, "manía-depresión", "esquizofrenia paranoide", "neurosis de ansiedad") del sistema de diagnóstico de la Asociación americana de psiquiatría; o bien, puede ser algún tipo de caracterización de la "personalidad" (por ejemplo "pasivo dependiente", "anal compulsivo"). Pero los entrevistadores no orientados psiquiátricamente y los que no necesitan clasificar a la gente usan las entrevistas de identificación de problemas para desarrollar descripciones más amplias del cliente y su entorno ambiental en que ocurren tales conductas. Las entrevistas preparadas para clasificar los problemas de los clientes generalmente están más asociadas con los procedimientos de admisión en los hospitales mentales u otros servicios para pacientes internos o externos en que se requiere un "diagnóstico" para fines estadísticos. Estas entrevistas también se realizan cuando los psicólogos actúan como consultores para el diagnóstico que hace un psiquiatra, las cortes, las escuelas u otros que están interesados en preguntas tales como: "¿El señor P. está habilitado para ser sometido a un juicio?" "¿La señora L. es una psicótica?", "¿Jaime G. es un retrasado mental?" Las entrevistas dirigidas a describir más ampliamente y en términos más comprensivos a un cliente y sus problemas, habitualmente se dan en el contexto de la exploración clínica completa que a menudo precede al tratamiento y es practicado por el evaluador u otro profesional. El entrevistador propicia una explicación detallada de los puntos fuertes y débiles del cliente, de las situaciones normales de la vida y su historia. En las instituciones que emplean un equipo, parte de la tarea de identificación de problemas es llevado a cabo por los trabajadores sociales, los cuales utilizan las entrevistas para reunir la información de la historia social del cliente y los que están familiarizados con él o ella. 3- Entrevista de orientación A menudo, las personas que participan en una evaluación o tratamiento psicológico, en escenarios clínicos o de laboratorio, no saben exactamente qué esperar, y mucho menos lo que se espera de ellas. Esto es especialmente cierto si no han tenido contactos previos con psicólogos clínicos u otros "profesionales que ayudan". Para hacer estas nuevas experiencias menos misteriosas y más confortables, muchos clínicos llevan a cabo entrevistas especiales (o asignan una parte de sus entrevistas) para instruir al paciente acerca de los procedimientos de evaluación, tratamiento o investigación que se llevarán a cabo. Las entrevistas de orientación pueden traer beneficios al menos de dos maneras. Primero, porque se anima al cliente a preguntar y a hacer comentarios y así las ideas erróneas o las faltas de información que podrían obstruir las sesiones posteriores se pueden corregir y tratar. Por ejemplo, algunos pacientes piensan que todo lo que digan al psicólogo será comunicado por éste a otros miembros de la familia. Los temores de este tipo (que podrían alterar la cooperación del paciente) se pueden mitigar durante una entrevista de orientación y así evitar problemas futuros. En segundo lugar, las entrevistas de orientación pueden ayudar a eliminar expectativas inadecuadas al comunicar nuevas expectativas más adaptadas y así facilitar interacciones posteriores. A menudo, esto se puede lograr mediante una descripción o ilustración clara (por medio de películas, videocintas o cintas grabadas) de lo que se espera que un "buen" paciente haga en una evaluación o tratamiento. Así, el paciente sabe lo que va a suceder y lo que se espera que haga en cuanto a cooperar, esforzarse, "abrirse", ser honesto, etc. En la mayoría de los casos, los pacientes tienen libertad de escoger si desean participar en las actividades que se les describieron. Esta libertad, junto con las expectativas de parte de los que sí participan, ayudan a que las sesiones de evaluación o tratamiento, clínico o de laboratorio, sean más eficientes y efectivas. 4- Entrevistas de terminación. Muy relacionado con el problema de orientar a los pacientes acerca de las experiencias clínicas está el de terminar satisfactoriamente esas experiencias. Por ejemplo, las personas que ya han terminado una serie de sesiones de evaluación en que hubo largas entrevistas, pruebas y observaciones están, a menudo, comprensiblemente ansiosos por saber "qué encontró el doctor", cómo se utilizará esa información y quién tendrá acceso a ella. Tales preocupaciones pueden ser particularmente persistentes cuando el evaluador ha actuado como consultor para una escuela, la corte o un psiquiatra. Se puede designar una entrevista (o parte de una) para explicar o reiterar los procedimientos y el secreto profesional acerca de la información y para proporcionar, si es posible, un breve resumen y una cuidadosa interpretación de los resultados de la evaluación. Esto puede ser una buena manera de aliviar cualquier incertidumbre o incomodidad que los clientes y sus familiares pueden sentir en relación a la evaluación. En las investigaciones, a la entrevista de terminación se le conoce como "debriefing". Habitualmente se incluye una explicación completa del proyecto en que el paciente voluntario ha participado y una aclaración de los "engaños" que se usaron. Esta explicación puede ser más completa y detallada que las que se hayan podido dar en las entrevistas de orientación para la investigación. Además, estas entrevistas permiten e incluso animan al paciente voluntario a formular preguntas y hacer comentarios acerca de los procedimientos, hipótesis bajo estudio, análisis de datos y resultados. El propósito al hablar con los voluntarios de esta manera es asegurarse de que no haya elementos residuales de la investigación que dejen algún daño o perturbación. Esto concuerda con los criterios de ética general y de investigaciones, promulgadas por la American Psychological Association (APA) La terminación de un tratamiento clínico que pudo haber sido intensivo o largo, también requiere de alguna clase de entrevista de terminación. Es necesario atar muchos "cabos sueltos": se puede expresar y aceptar gratitud y afecto, dar recomendaciones acerca del manejo de futuros problemas, planear cómo van a ser los contactos para el seguimiento, y dar seguridad al paciente acerca de su habilidad para "caminar solo". Las entrevistas de terminación pueden ser muy "emotivas" o parecidas a las entrevistas de negocios. Pero, en cualquier caso, tiene el propósito de hacer que la transición de la situación de tratamiento a la de "postratamiento" sea lo más "suave" y productiva posible. 5- Entrevistas en situación de crisis. Cuando los problemas cotidianos de una persona son provocadores de una gran tensión y las habilidades para la solución de problemas no han sido eficaces, se dice que la persona está en una crisis (Caplan, 1961). A menudo, las personas que están pasando por una crisis buscan ayuda clínica o llaman por la "línea de emergencia" a un centro para la prevención del suicidio u otro servicio de 24 horas para situaciones de crisis. En tales casos, el entrevistador no se puede dar el lujo de programar una serie de sesiones de evaluación para seguir alguna forma de tratamiento. La crisis debe enfrentarse en el momento, a menudo en pocos minutos, y los objetivos de la entrevista que de otra manera se hubieran distribuido en varias sesiones se deben combinar. El entrevistador intenta dar apoyo, reunir datos de evaluación e iniciar alguna acción de ayuda. Esto generalmente significa tratar al cliente con calma, interés y de una forma aceptante; haciendo preguntas para obtener información relevante (por ejemplo: "¿Ha intentado suicidarse alguna vez?" "¿Qué clase de pastillas tiene en casa?"), y trabajando directamente sobre el problema inmediato o refiriéndolo a algún servicio médico, social o psicológico adecuado. Una o dos entrevistas bien manejadas durante una crisis pueden ser el principio y el fin del contacto con clientes cuya necesidad de ayuda fuese temporal y específica para una situación. Para otros, la entrevista durante la crisis lleva al establecimiento de un contrato para posteriores sesiones de evaluación y tratamiento (probablemente de una manera más tranquila). 6- Entrevistas de observación Como ya se ha mencionado, las entrevistas (y las pruebas) proporcionan una oportunidad para observar varios aspectos de la conducta del paciente. Los clínicos llevan a cabo, en raras ocasiones, entrevistas preparadas para ver cómo una persona enfrenta ciertas situaciones. En estos casos, la entrevista exclusivamente proporciona una oportunidad para observar las reacciones del entrevistado ante situaciones ambiguas, provocadoras de tensiones o de conflictos, etc. Sin embargo, debemos señalar que éstas son técnicas con propósitos específicos que no se utilizan habitualmente en las situaciones clínicas. Son más aplicables en actividades de investigación o de selección de personal. Estructura de la entrevista Probablemente la variable más fundamental de las entrevistas clínicas, independientemente de su propósito sea la estructura: el grado hasta el cual el entrevistador determina el contenido y desarrollo de la conversación (Peterson, 1968a; Rotter, 1971). Si consideramos que los diferentes tipos de entrevistas pertenecen a un continuo, descubriríamos que en uno de sus extremos están las entrevistas no directivas en absoluto, en las cuales el clínico interfiere lo menos posible con el curso natural del habla del cliente y su elección de temas. En otro extremo están las entrevistas altamente estructuradas, las cuales, debido a su formato rígido, de preguntas planeadas seguidas por las respuestas del cliente, se asemejan a un tipo de interrogatorio. El propósito del primer tipo de entrevistas es que el cliente se sienta lo más cómodo posible, mientras que el fin de las entrevistas estructuradas es recopilar la mayor cantidad de información particular. En medio de ambos extremos, se encuentran muchas mezclas que por lo general se conocen como entrevistas guiadas o dirigidas. La estructura de una determinada entrevista depende en gran medida de su propósito. Aun cuando algunos clínicos adoptan una entrevista no muy directiva o más estructurada, casi en todas las circunstancias, la mayoría tienden a ajustar la estructura para acomodarse a la situación. Por ejemplo, las entrevistas de orientación, por su propia naturaleza, pueden requerir mayor guía por parte del entrevistador que las conversaciones dirigidas a la identificación de problemas. Igualmente, a menudo, las crisis piden una mayor estructura que la que puede ser necesaria durante una entrevista inicial de rutina. La estructura puede cambiar durante el curso de una entrevista. En parte, la estructura también depende de la orientación teórica, el entrenamiento y las preferencias personales del entrevistador En general los seguidores de la versión fenomenológica de Rogers tienden a proporcionar la menor cantidad de estructura en la entrevista. En segundo lugar, los freudianos generalmente tienen un poco más de estructura en sus entrevistas. Y por último los otros fenomenólogos, neofreudianos y los del aprendizaje social probablemente son los más activos o directivos verbalmente durante la entrevista. Etapas de la entrevista Por lo común se piensa que las entrevistas tienen un principio, un desarrollo y un fin, como cualquier otro evento que se desarrolla a través del tiempo. Sin embargo, ésta es una grande y excesiva simplificación ya que tales etapas "puras" pueden no estar presentes o no ser distinguibles en todas las situaciones. Primera etapa: Principio de la entrevista El clínico debe prestar una atención cuidadosa, especialmente durante las entrevistas iniciales, a los primeros minutos de contacto. Es probable que el cliente se sienta al menos un poco incómodo por hablar con un extraño (en especial con un "loquero") acerca de sus asuntos personales; y este recelo se puede intensificar si existe inseguridad o no se comprende lo que el psicólogo va a hacer. Como resultado de lo anterior, muchos clientes llegan a la entrevista con una actitud de recelo que los lleva a ser muy cuidadosos con lo que dicen. Si esta situación se prolongara a lo largo de la conversación, se obtendría poca información valiosa para la evaluación. La mayor parte de los clínicos ve como su principal tarea, durante la primera parte de las entrevistas iniciales, el establecer un rapport: una relación armoniosa y cómoda de trabajo. Esto se puede lograr de muchas maneras; la mayoría de éstas se relacionan con el sentido común y la cortesía. Una sonrisa amable, un saludo amistoso y un apretón de manos son elementos excelentes y muy humanos para empezar, ya que la ansiedad del cliente y su incertidumbre pueden ser aliviados por una desmitificación de la entrevista. Ofrecer una silla y ayudar con los abrigos, sombrillas o paquetes son rituales igualmente humanitarios. También una invitación a fumar para los clientes que lo hacen y ofrecerles un cenicero puede ser confortante. Asimismo, una charla informal acerca del tiempo, las dificultades para encontrar la oficina, aspectos del edificio o cualquier otro tema también pueden ayudar a que el cliente pase a la situación de entrevista y hacérsela menos rara y extraña. Como se señaló anteriormente, las entrevistas pueden ocurrir casi en cualquier parte, pero hay ciertas circunstancias que más fácilmente pueden llevar al establecimiento del rapport con el cliente. Las entrevistas se llevan a cabo mejor en una oficina privada y confortable, excepto para aquellos individuos que por sus antecedentes culturales, un lugar así les cause sentirse amenazados. Pero la mayor parte de la gente parece que encuentra que es más fácil relajarse cuando se sienten cómodos físicamente. Además, es más fácil asegurarle al cliente la confidencialidad de la entrevista cuando nadie más está presente o escucha. Algunas otras características de la oficina pueden ayudar a establecer el rapport. La altura, la comodidad relativa de las sillas y su colocación proporcionan un buen ejemplo. Sé establece una igualdad reconfortante cuando dos personas se sientan a poca distancia en sillas semejantes de igual altura. Si el clínico se sienta en un gran sillón con un gran respaldo detrás de un enorme escritorio que está a dos metros del asiento más chico y más bajo del cliente no se puede establecer un buen rapport. La apariencia de la oficina y la frecuencia de las interrupciones también son importantes. Un escritorio despejado (o al menos organizado), junto con instrucciones a la secretaria de no pasar llamadas y prevenir cualquier otra intromisión, le permite al cliente saber que tiene la completa atención del clínico. Esto, a su vez, ayuda a prestar un interés sincero en lo que el cliente puede querer decir, y tiende a evocar una cooperación recíproca. Estas medidas sencillas son particularmente importantes para los clientes que son reticentes para consultar o utilizar el tiempo de un profesionista ocupado, ya que se le demuestra que el clínico no tiene prisa en terminar para ocuparse con otras cosas. Algunos objetos en la oficina pueden influenciar el rapport. Aun cuando algunos clínicos exponen a propósito algunas pinturas raras u otros objetos como estímulos para pruebas proyectivas, la mayor parte de los entrevistadores escogen piezas menos dramáticas, que se noten lo suficiente como para servir de tema para charlas informales, pero que no molestan. También se debe tener cuidado con las cosas que se dejan por ahí. El interés académico del clínico por la homosexualidad, por ejemplo, puede amenazar a algunos clientes si se deja a la mano un conjunto de libros acerca del tema. Segunda etapa: parte inedia de la entrevista La transición a la parte "media" de una entrevista inicial debe ser lo más suave y fácil que sea posible para el cliente. La manera en que eso se logra y las formas como el clínico conduce la segunda etapa ilustrará una gran cantidad de las tácticas principales que se utilizan en la actualidad. Las técnicas no directivas En la mayoría de los casos, los entrevistadores clínicos empiezan la segunda etapa con técnicas no directivas, usualmente con alguna pregunta abierta o con una petición. Algunos ejemplos comunes son: "¿Qué le trae hoy por aquí?" "¿De qué le gustaría hablar?" "Probablemente le gustará hablarme de los problemas que me mencionó por teléfono." Una ventaja importante de hacer preguntas abiertas es que le permite al cliente empezar con su propio estilo. Cuando los asuntos son muy inquietantes y difíciles de comunicar inmediatamente, esto es particularmente importante; una invitación abierta para hablar le permite al cliente "descargar" los temas dolorosos, o que avergüenzan, gradualmente y sin sentirse presionado.3 Se cree que inicios como éstos, que minimizan la tensión del cliente, ayudan a establecer un buen rapport, ya que comunican la voluntad del clínico de escuchar cualquier cosa que el cliente tenga que decir. Compárense los inicios "abiertos" que se han sugerido con preguntas "cerradas" como: "Usted dijo que pensaba que había un problema sexual. ¿Este problema es suyo o de su esposa?" "¿En qué trabaja?" "¿Está usted aquí para hablar de sus propios problemas o de los de alguien más?" Nótese cómo los inicios de este tipo tienden a centrar prematuramente la conversación en temas que pueden ser sumamente amenazadores o hasta irrelevantes. Una entrevista cuya segunda etapa comienza con, y continúa empleando, tácticas "cerradas" a menudo degenera en una sesión superficial de preguntas y respuestas en que el cliente puede sentirse incómodo, no comprendido y frustrado. Por consiguiente, tales procedimientos de "interrogatorio" se reservan habitualmente para situaciones en que la conducta del cliente indica que no va a haber un diálogo espontáneo. La táctica más general se llama escuchar activamente e incluye tanto elementos verbales como no verbales. Verbalmente, el escuchar activamente implica responder a la conversación del cliente en formas tales que, sin interrumpirlo, le indiquen comprensión y lo animen a continuar. Los "mm-jmm" del clínico en el extracto de la entrevista no directiva que se presentó anteriormente representan un tipo de forma verbal de escuchar activamente. Otros ejemplos incluyen comentarios tales como "Ya veo", "Lo entiendo", "Estoy de acuerdo", o "Correcto". Una estrategia relacionada se denomina parafrasear. En este caso, el clínico vuelve a formular lo que el cliente le ha dicho con el propósito de (1) demostrar que ha estado escuchando de manera atenta, y (2) proporcionarle al cliente la oportunidad de escuchar y posiblemente corregir el comentario si éste fue interpretado de una manera equívoca. Rogers llama reflejar a este procedimiento y le da gran importancia ya que subraya los sentimientos del cliente y no simplemente repite el contenido A. Cliente: A veces me enojo tanto con mi esposo que hasta lo podría matar. Clínico: Le gustaría deshacerse de él completamente. B. Cliente: A veces me enojo tanto con mi esposo que hasta lo podría matar. Clínico: Él a veces, realmente la trastorna. Técnicas directivas Como se mencionó previamente, la mayoría de los entrevistadores complementan las tácticas no directivas con aquellas que tienen una naturaleza más directiva. Es típico que éstas se presenten en la forma de preguntas, las cuales causan una impresión de informalidad y se asemejan a las interrogaciones que son parte de la conversación cotidiana. De hecho, a menudo, su forma, extensión, vocabulario y contenido son el resultado de una planeación cuidadosa (a pesar de que por lo general se realice en el momento). Por ejemplo, el clínico por lo común desea evitar hacer preguntas "cerradas" que pueden (1) perjudicar el "rapport" y (2) distorsionar los datos de evaluación al obligar a que el cliente elija una respuesta posiblemente artificial o imprecisa que le proporcione el entrevistador. Las siguientes preguntas ejemplifican lo anterior: A. "¿Usted se siente mejor o peor cuando su esposo sale de la ciudad?". B. "¿Cómo se siente cuando su esposo sale de la ciudad?" Combinación de las tácticas de la entrevista Debido a que la entrevista es flexible, los clínicos están en libertad de combinar algunas o todas las tácticas de conversación que se han descrito. Es muy común que se inicie o facilite la expresión del cliente con peticiones, paráfrasis e investigaciones abiertas u otras de las técnicas que se utilizan para escuchar activamente y posteriormente que se empleen preguntas y comentarios más directivos con el fin de que el clínico se concentre en los temas y aspectos particulares que le sean especialmente interesantes e importantes. Sin embargo, las tácticas directivas no siempre son la forma principal como se procede a medida que avanza la entrevista. Se continúan mezclando y combinando con las tácticas menos directivas. Tercera etapa: Cierre de la entrevista La última etapa de una entrevista puede proporcionar algunos datos valiosos para la evaluación, así como la oportunidad para fomentar el "rapport" aún más. A medida que el tiempo disponible para la entrevista se reduce, es posible que el entrevistador inicie la tercera etapa con una afirmación como la siguiente: Hemos estado tocando una buena cantidad de información muy valiosa hasta ahora y agradezco su disposición por comunicármela. Sé que nuestra sesión no ha sido fácil para usted. Como se está acabando el tiempo para el día de hoy, se me ocurrió que podemos repasar algunos de los temas que hemos tocado y usted puede hacerme a mí algunas preguntas. En este ejemplo el clínico comunica varias cosas. En primer lugar, señala que es inminente la conclusión de la entrevista. En segundo lugar, el clínico elogia la cooperación del cliente y, al mismo tiempo, lo reconforta al decirle que comprende que la entrevista le ha ocasionado bastante tensión. En tercer lugar, sugiere un plan para los últimos minutos; éste incluye una oportunidad para que el cliente plantee sus preguntas o haga comentarios que pudo haber formulado antes y durante el transcurso de la entrevista, pero que no verbalizó por varios motivos. La recapitulación de la sesión por parte del clínico sirve tanto para resumir el contenido de la entrevista como para comprobar si ha escuchado o comprendido de una manera errónea cualquier cosa que sea obviamente importante. Las preguntas y los comentarios del cliente durante esta etapa pueden ser bastante iluminadores, especialmente cuando revelan algunas concepciones erróneas del cliente que el clínico no sospechó o algunas lagunas en la información. Hasta puede sorprender que el cliente pregunte el nombre del clínico (si ya se le dio) o una prescripción médica (cuando el clínico no es un médico), pero estos puntos pueden ayudar al psicólogo a que esté especialmente alerta a los problemas en la comunicación o a las expectativas inapropiadas del cliente. Por lo tanto, esta parte de la conversación (en especial cuando concluye con un primer contacto) se vuelve una versión en miniatura de la entrevista de terminación descrita anteriormente. Por lo general termina con algunos rituales de despedida (por ejemplo, "Qué bueno que usted vino", "Qué pase un buen fin de semana") y, cuando sea apropiado, con la confirmación de algunos planes para verse en el futuro o entrevistarse con algún otro profesionista. Comunicación durante la entrevista Hasta ahora se han analizado, sobre todo, los puntos relativos a los procedimientos generales y particulares que emplean los expertos clínicos para establecer y conducir la conversación con sus clientes. Por lo general, el empleo de una combinación sensata de estos procedimientos se considera un componente vital para el establecimiento efectivo del "rapport" y la recopilación de información fructífera. Sin embargo, existen otros factores que contribuyen de una manera significativa a la calidad de la entrevista. Uno de los principales factores es la claridad de la comunicación entre el entrevistador y la persona entrevistada. Toda la habilidad del clínico para plantear buenas preguntas, fomentar la expresión del cliente, o efectuar cambios suaves de un tema a otro puede ser poco valiosa si no comprende lo que dice el cliente y si el cliente no comprende el lenguaje del clínico. El problema básico de la comunicación en la entrevista (y también de casi todas las interacciones humanas) consiste en la transmisión del mensaje. La persona que habla debe producir el mensaje que desea transmitir en una forma comunicable (por ejemplo, palabras, gestos y otras formas parecidas) y luego lo debe enviar. La persona que escucha debe recibir el mensaje e interpretarlo de acuerdo con su propio marco de referencia. Desafortunadamente, pueden ocurrir deslices en la comunicación de manera frecuente durante varios de los intervalos de la comunicación tanto a través de los canales verbales como de los no verbales Comunicación verbal Los casos en los cuales el entrevistador y el cliente literalmente no hablan el mismo idioma ejemplifican la versión más extrema de una falta de comunicación verbal. Pero es posible que los abismos menos drásticos sean más sutiles y difíciles de reconocer. A pesar de que el cliente y el clínico pueden hablar el mismo idioma en un sentido técnico (y por lo tanto pueden suponer que se entienden bien entre sí), el entrevistador debe estar consciente de que las diferencias educacionales, sociales, raciales, culturales, económicas o de otro tipo que existen entre ellos pueden reducir de una manera seria o hasta borrar por completo la posibilidad de una comunicación efectiva. A menos que el clínico esté familiarizado con el ambiente y el marco de referencia del cliente, tome esto en consideración y pida aclaraciones en caso de que no comprenda los contenidos verbales del cliente, lo más probable es que la entrevista sufra de verdaderas deficiencias. Además, los clínicos tratan de asegurar que su conducta verbal comunique interés, paciencia, preocupación y aceptación Comunicación no verbal Como sucede con todos los seres humanos, un flujo constante de conducta no verbal acompaña casi toda la conducta verbal del cliente (y del clínico). De hecho, generalmente el canal de comunicación no verbal permanece abierto aun cuando se cierre el canal verbal. En 1905 Freud resumió bien este aspecto: "Aquel que tiene ojos para ver y oídos para escuchar se puede convencer a sí mismo de que ningún mortal puede guardar un secreto. Si sus labios permanecen callados, charla con la yema de sus dedos; la traición escurre de su persona en cada uno de sus poros” A continuación, se presenta una muestra representativa de las dimensiones no verbales de una entrevista: 1. La apariencia física; por ejemplo, estatura, peso, aliño, estilo y condiciones de la vestimenta, características fuera de lo común (por ejemplo, parálisis parcial, pérdida de un miembro), desarrollo muscular, estilo de peinado. 2. Los movimientos; por ejemplo, gestos, movimientos repetitivos de un brazo, mano, cabeza, pierna o pie, "tics" u otros movimientos involuntarios en apariencia, marcar el paso, manipulación de los cigarros, cerillos u otros objetos. 3. La postura; por ejemplo, floja o relajada al estar de pie o sentarse, rígida, brazos o piernas cruzadas o no cruzadas, apoya la cabeza en las manos. 4. El contacto ocular; por ejemplo, constante, huidizo, ninguno. 5. La expresión facial; por ejemplo, sonrisas, fruncir el ceño, muecas, alzar las cejas. 6. La excitación emocional; por ejemplo, lágrimas, ojos "húmedos", sudoración, labios resecos, tragar a menudo, sonrojos o palidez, temblor en la voz o mano, respiración rápida, cambios frecuentes en la posición corporal, reacciones de "sor prendido", carcajadas inapropiadas. 7. Las variables en el habla; por ejemplo, tono de la voz, velocidad, comerse sílabas o letras, ceceo, tartamudeo, bloqueo, acento, claridad, "estilo", cambios frecuentes en el tema, omisión de contenido importante. Además de "detectar" la naturaleza de las conductas no verbales del cliente, los clínicos también toman nota de las consistencias e inconsistencias entre los canales verbales y no verbales. Por consiguiente, se le dará menos credibilidad a la afirmación, "Me siento bastante bien hoy", si la persona lo dice está a punto de derramar unas lágrimas que si manifiesta una sonrisa de felicidad. De una manera semejante, el entrevistador intenta coordinar su propia conducta verbal y no verbal con el propósito de no enviar mensajes ambiguos al cliente. Se le dará más peso a la expresión "toma tu tiempo" como una actitud de interés tranquilo y paciente por parte del clínico si lo dice de una manera lenta y con voz algo baja que si lo dice precipitadamente mientras está moviendo su pie rápidamente. El contacto ocular amigable, cierta cantidad de movimientos afirmativos con la cabeza, una sonrisa o carcajada ocasional (cuando son apropiadas), y una postura atenta, contribuyen a que el cliente se entere que el entrevistador está escuchando con interés. Sin embargo, si se exagera, puede resultar contraproducente. Es posible que una sonrisa constante, las cejas continuamente en posición de asombro, mirando de reojo (acompañadas de murmullos de "mm-jmm"), y otros artificios teatrales solamente comuniquen que el entrevistador se siente ansioso