Subido por ingrid

Brutal Birthright 1. Brutal Prince- Sophie Lark

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BRUTAL PRINCE
An enemies to
lovers Mafia
Romance
(Brutal Birthright Series Book 1)
El presente libro llega a ti gracias al esfuerzo desinteresado de
lectores como tú, quienes han traducido, corregido este libro que
puedas disfrutar de él, por ende, no subas capturas de pantalla a las
redes sociales y apoya al autor comprando su libro en cuanto esté
disponible en tu localidad si tienes la posibilidad. Recuerda que
puedes ayudarnos difundiendo nuestro trabajo con discreción para
que podamos seguir trayéndoles más libros.
Sinopsis
No es un príncipe azul...
Callum Griffin es el heredero de la mafia irlandesa. Es despiadado,
arrogante y quiere matarme.
Empezamos con el pie izquierdo cuando prendí un fuego (muy pequeño)
en su casa.
Nuestras familias creen que un pacto matrimonial es lo único que evitará
una guerra total.
Creo que podría necesitar asesinarlo mientras duerme.
Todo esto sería mucho más fácil si Callum no fuera tan malditamente
guapo.
Pero tengo una caja fuerte alrededor de mi corazón, porque incluso si me
obligan a casarme con él ...
Nunca podría amar a un príncipe brutal.
"Brutal Prince" es el explosivo primer acto de la épica serie "Brutal
Birthright". Es un Romance Dark Mafia independiente, completo con HEA
y sin cliffhangers. ¡Contiene escenas de dormitorio ardientes y calientes
solo para lectores maduros!
1
Aida Gallo
Los fuegos artificiales estallaron en flor sobre el lago, colgando
suspendidos en el aire claro de la noche, luego descendieron en nubes
brillantes que se posaron en el agua.
Mi padre se estremece ante la primera explosión. No le gustan las cosas
ruidosas o inesperadas. Por eso a veces le pongo de los nervios: puedo ser
ambas cosas, incluso cuando trato de comportarme.
Veo su ceño fruncido iluminado por la luz azul y dorada. Sí,
definitivamente es la misma expresión que tiene cuando me mira.
—¿Quieres comer adentro? — Le pregunta Dante.
Como es una noche cálida, estamos todos sentados en la
terraza. Chicago no es como Sicilia: tienes que aprovechar la oportunidad
para comer al aire libre siempre que puedas. Aun así, si no fuera por el
ruido del tráfico abajo, podrías pensar que estás en un viñedo italiano. La
mesa está puesta con el gres rústico traído del viejo país hace tres
generaciones, y la pérgola está cubierta densamente por la labrusca que
Papa plantó para dar sombra. No se puede hacer vino con labrusca, pero al
menos son buenas para mermelada.
Mi padre niega con la cabeza.
—Está bien aquí — dice brevemente.
Dante gruñe y vuelve a meterse pollo en la boca. Es tan grande que su
tenedor parece cómicamente pequeño en su mano, siempre come como si
estuviera hambriento, encorvado sobre su plato.
Dante es el mayor, por lo que se sienta a la derecha de mi padre. Nero
está a la izquierda, con Sebastian a su lado. Estoy al pie de la mesa, donde
mi madre se sentaría si todavía estuviera viva.
—¿De qué es día festivo? — Sebastian dice mientras otra ronda de
fuegos artificiales se dispara hacia el cielo.
—No es un día festivo, es el cumpleaños de Nessa Griffin —le digo.
La finca palaciega de los Griffin se encuentra justo al borde del lago, en
el corazón de Gold Coast. Están encendiendo fuegos artificiales para
asegurarse de que absolutamente todos en la ciudad sepan que su princesita
está dando una fiesta, como si no se hubiera promocionado ya como los
Juegos Olímpicos y los Oscar juntos.
Sebastian no lo sabe porque no le presta atención a nada que no sea
baloncesto. Es el más joven de mis hermanos y el más alto. Obtuvo una
beca completa en el estado de Chicago, y es lo suficientemente bueno que,
cuando voy a visitarlo al campus, las chicas lo miran y se ríen por donde
quiera que va, y a veces se animan para pedirle que firme sus camisetas.
—¿Cómo es que no fuimos invitados? — Nero dice sarcásticamente.
No fuimos invitados porque odiamos a los Griffin, y viceversa.
La lista de invitados será cuidadosamente seleccionada, repleta de
miembros de la alta sociedad y políticos y cualquier otra persona elegida
por su utilidad o su caché. Dudo que Nessa conozca a alguno de ellos.
No es que esté llorando lágrimas por ella, escuché que su padre contrató
a Demi Lovato para actuar. Quiero decir, no es Halsey, pero sigue siendo
bastante bueno.
—¿Cuál es la actualización de la Torre de Oak Street? — Papá le dice a
Dante mientras corta lenta y meticulosamente su pollo pardo.
Él ya sabe muy bien cómo le está yendo a La Torre de Oak Street,
porque rastrea absolutamente todo lo que hace Construcciones
Gallo. Simplemente está cambiando de tema porque la idea de los Griffin
bebiendo champán y negociando acuerdos con la haute monde de Chicago
le irrita.
Me importa una mierda lo que estén haciendo los Griffin. Excepto que
no me gusta que nadie se divierta sin mí.
Entonces, mientras mi padre y Dante están hablando sobre la torre, le
murmuro a Sebastian: —Deberíamos ir allí.
—¿Dónde? — dice sin darse cuenta, tragando un gran vaso de leche. El
resto de nosotros bebemos vino. Sebastian está tratando de mantenerse en
plena forma para driblar y hacer abdominales, o lo que sea que su equipo de
ogros desgarbados haga para entrenar.
—Deberíamos ir a la fiesta — digo, manteniendo la voz baja.
Nero se anima de inmediato. Siempre está interesado en meterse en
problemas.
—¿Cuándo? — él dice.
—Justo después de la cena.
—No estamos en la lista — protesta Sebastián.
—Jesús — Pongo los ojos en blanco —A veces me pregunto si eres un
Gallo, ¿También tienes miedo de cruzar imprudentemente?
Mis dos hermanos mayores son unos auténticos gánsters, manejan las
partes más complicadas del negocio familiar, pero Sebastian cree que irá a
la NBA. Está viviendo en una realidad completamente diferente a la del
resto de nosotros tratando de ser un buen chico, un ciudadano respetuoso de
la ley.
Aun así, es el más cercano a mí en edad, y probablemente mi mejor
amigo, aunque amo a todos mis hermanos. Entonces, él simplemente me
sonríe y dice: —Estoy yendo, ¿no?
Dante nos lanza una mirada severa. Todavía está hablando con nuestro
padre, pero sabe que estamos tramando algo.
Como todos terminamos nuestro pollo, Greta saca la panna cotta. Ha
sido nuestra ama de llaves durante unos cien años. Ella es mi segunda
persona favorita después de Sebastian , es robusta y bonita, con más canas
en el pelo que rojo.
Hizo mi panna cotta sin frambuesas porque sabe que no me gustan las
semillas y no le importa si soy una mocosa malcriada. Agarro su cabeza y le
doy un beso en la mejilla mientras la deja frente a mí.
—Vas a hacer que deje caer mi bandeja — dice, tratando de soltarme.
—Nunca has dejado caer una bandeja en tu vida — le digo.
Mi padre tarda una eternidad en comerse su postre. Está bebiendo su
vino y hablando del sindicato de trabajadores eléctricos. Juro que Dante lo
está sacando a propósito para enfurecer al resto de nosotros. Cuando
tenemos estas cenas formales, papá espera que todos nos quedemos hasta el
amargo final. Tampoco se permiten teléfonos en la mesa, lo cual es
básicamente una tortura porque puedo sentir mi celular zumbando una y
otra vez en mi bolsillo, con mensajes de quién sabe quién. Ojalá no Oliver.
Rompí con Oliver Castle hace tres meses, pero él no está entendiendo la
indirecta. En su lugar, podría necesitar llevar un mazo a su cabeza si no deja
de molestarme.
Finalmente, papá termina de comer y todos juntamos tantos platos y
vajilla como podamos llevar para apilarlos en el fregadero para Greta.
Luego papá entra en su oficina para tomar su segunda copa mientras
Sebastian, Nero y yo bajamos furtivamente las escaleras.
Se nos permite salir un sábado por la noche. Todos somos adultos
después de todo, apenas, en mi caso. Aun así, no queremos que papá nos
pregunte a dónde vamos.
Nos apilamos en el auto de Nero porque es un Chevy Bel Air del 57 que
será el más divertido para pasear con la capota bajada.
Nero enciende el motor y, en el destello de los faros, vemos la silueta
descomunal de Dante, de pie frente a nosotros con los brazos cruzados, con
el aspecto de Michael Meyers a punto de asesinarnos.
Sebastian salta dejando escapar un pequeño chillido.
—Estás bloqueando el coche — dice Nero secamente.
—Es una mala idea — dice Dante.
—¿Por qué? — Nero dice inocentemente —Solo vamos a dar una
vuelta.
—¿Sí? — Dante dice, sin moverse —Justo al final de Lake Shore Drive.
Nero cambia de táctica.
—¿Y qué si es así? — él dice —Es solo una fiesta de Dulces Dieciséis.
—Nessa tiene diecinueve — le corrijo.
—¿Diecinueve? — Nero niega con la cabeza con disgusto —¿Por qué
ellos están incluso…? No importa. Probablemente alguna estúpida cosa
irlandesa, o cualquier excusa para lucirse.
—¿Podemos irnos? — Sebastian dice —No quiero estar fuera hasta
muy tarde.
—Entra o sal del camino — le digo a Dante.
Nos mira un minuto más y luego se encoge de hombros —Bien — dice
—pero estoy haciendo de copiloto.
Me paso al asiento trasero sin discutir, dejando que Dante tome el
frente. Un pequeño precio a pagar para que mi hermano mayor forme parte
del equipo Rompedores de Fiestas.
Navegamos por LaSalle Drive disfrutando del cálido aire de principios
del verano que entra en el coche, Nero tiene un corazón negro y un
temperamento vicioso, pero nunca lo sabrías por su forma de conducir. En
el auto, es tan suave como el trasero de un bebé, tranquilo y cuidadoso.
Tal vez sea porque le encanta el Chevy y le ha dedicado unas mil horas
de trabajo, o tal vez conducir es lo único que lo relaja. De cualquier manera,
siempre me gusta verlo con el brazo extendido sobre el volante, el viento
empujando hacia atrás su cabello oscuro y liso, los ojos entrecerrados como
un gato.
No está lejos de Gold Coast. En realidad, somos prácticamente vecinos:
vivimos en Old Town, que está directamente al norte. Aun así, los dos
vecindarios no se parecen mucho. Ambos son elegantes a su manera:
nuestra casa da a Lincoln Park, la suya da al lago. Pero Old Town es, bueno,
justo lo que su nombre indica: bastante viejo. Nuestra casa fue construida
en la época victoriana. Nuestra calle es tranquila, llena de enormes robles
viejos. Estamos cerca de la iglesia de Saint Michael, quenmi padre cree
genuinamente que se salvó del incendio de Chicago por un acto directo de
Dios.
Gold Coast es la nueva moda. Todo son tiendas y restaurantes lujosos y
las mansiones de los hijos de puta más ricos de Chicago. Siento que salté
hacia adelante treinta años conduciendo hasta aquí.
Sebastian, Nero y yo pensamos que podríamos colarnos por la parte
trasera de la propiedad de Griffin, tal vez robar algunos uniformes de
catering. Dante, por supuesto, no participa en ninguna de esas
tonterías. Simplemente le desliza al guardia de seguridad cinco Benjamins1
para “encontrar” nuestro nombre en la lista y el tipo nos indica que
entremos.
Ya sé cómo es la casa de los Griffin incluso antes de verla porque fue
una gran noticia cuando la compraron hace unos años. En ese momento, era
la propiedad residencial más cara de Chicago. Quince mil pies cuadrados
por veintiocho millones de dólares.
Mi padre se burló y dijo que era propio de los irlandeses mostrar su
dinero.
—Un irlandés usará un traje de mil doscientos dólares sin tener dinero
en el bolsillo para comprar una cerveza — dijo.
Cierto o no como una generalidad, los Griffin pueden comprar muchas
cervezas si quieren. Tienen dinero para gastar y literalmente lo están
quemando en este momento, en la forma de su espectáculo de fuegos
artificiales que todavía intenta avergonzar a Disneyworld.
Sin embargo, eso no me importa; lo primero que quiero es un poco del
caro champán que transportan los camareros, seguido de lo que se haya
apilado en una torre en la mesa del buffet. Haré todo lo posible para
arruinar a esos cabrones presumidos comiendo mi peso en patas de cangrejo
y caviar antes de dejar este lugar.
La fiesta es al aire libre en el extenso césped verde. Es la noche perfecta
para ello, más evidencia de la suerte de los irlandeses. Todo el mundo se ríe
y habla, se llena la cara e incluso baila un poco, aunque todavía no ha
actuado Demi Lovato, solo un DJ normal.
Supongo que probablemente debería haberme cambiado de ropa. No
veo a una sola chica sin un vestido de fiesta brillante y tacones, pero eso
hubiera sido tremendamente molesto sobre la suave hierba, así que me
alegro de estar usando sandalias y pantalones cortos.
Veo a Nessa Griffin, rodeada de personas que la felicitan por el
monumental logro de mantenerse con vida durante diecinueve años. Lleva
un bonito vestido de verano de color crema, sencillo y bohemio. Su cabello
castaño claro está suelto alrededor de sus hombros, y tiene un poco de
bronceado y algunas pecas adicionales en la nariz, como si hubiera estado
en el lago toda la mañana. Ella se sonroja por toda la atención y se ve dulce
y feliz.
Honestamente, de todos los Griffin, Nessa es la mejor. Fuimos a la
misma escuela secundaria. No éramos exactamente amigas, ya que ella
estaba un año detrás de mí y era un poco buena. Pero ella parecía lo
suficientemente agradable.
Su hermana por otro lado...
Puedo ver a Riona ahora mismo, masticando a una mesera hasta que la
pobre chica se echa a llorar. Riona Griffin lleva uno de esos vestidos
ajustados y rígidos que parecen pertenecer a una sala de juntas, no a una
fiesta al aire libre. Su cabello está recogido aún más apretado que su
vestido, nunca a nadie le había favorecido tan poco el llameante cabello
rojo; es como si la genética intentara hacerla divertida y Riona
dijera: — Jamás voy a tener un maldito momento de diversión en mi vida,
muchas gracias.
Está escaneando a los invitados como si quisiera empacar y etiquetar a
los importantes, me doy la vuelta para volver a llenar mi plato antes de que
me vea.
Mis hermanos ya se separaron en el momento en que llegamos. Puedo
ver a Nero coqueteando con una bonita rubia en la pista de baile. Dante se
ha dirigido al bar porque no va a beber champán helado. Sebastian ha
desaparecido por completo, lo que no es fácil cuando tienes 6'6
pies. Supongo que vio a algunas personas que conoce; a todo el mundo le
gusta Sebastian y tiene amigos en todas partes.
En cuanto a mí, tengo que orinar.
Puedo ver que los Griffin trajeron algunos baños al aire libre
discretamente ubicados en el lado más alejado de la propiedad, protegidos
por un toldo de gasa. Pero no orinaré en un orinal portátil aunque sea
elegante, voy a orinar en un baño Griffin adecuado, justo donde se sientan
con sus traseros blancos como lirios. Además, me dará la oportunidad de
husmear en su casa.
Ahora, esto requiere un poco de maniobra. Tienen mucha más seguridad
alrededor de la entrada de la casa y yo no tengo dinero en efectivo para los
sobornos, pero una vez que me echo una servilleta de tela al hombro y me
robo la bandeja abandonada por la camarera sollozante, lo único que tengo
que hacer es cargar con unos vasos vacíos y colarse directamente en la
cocina de servicio.
Dejo los platos en el fregadero como un buen empleado, luego entro en
la casa.
Pepito Grillo, es una jodida casa bonita. Quiero decir, sé que se supone
que somos rivales mortales y todo eso, pero puedo apreciar un lugar
decorado mejor que cualquier cosa que haya visto en House
Hunters2. Incluso House Hunters International.
Es más simple de lo que hubiera esperado: todas las paredes lisas y
cremosas y madera natural, muebles bajos y modernos y accesorios de
iluminación que parecen arte industrial.
También hay mucho arte real: pinturas que parecen bloques de color y
esculturas hechas de montones de formas. No soy una filistea total, sé que
la pintura es un Rothko o se supone que se parece a uno. Pero también sé
que no podría hacer que una casa se viera así de bonita si yo tuviera cien
años y un presupuesto ilimitado para hacerlo.
Ahora definitivamente me alegro de haberme colado aquí para hacer
pipí.
Encuentro el baño más cercano al final del pasillo. Efectivamente, es un
estudio de lujo: hermoso jabón de lavanda, toallas suaves y esponjosas,
agua que sale del grifo a la temperatura perfecta, ni demasiado fría ni
demasiado caliente. Quién sabe, en un lugar tan grande, podría ser la
primera persona en poner un pie aquí. Es probable que los Griffin tengan
cada uno su propio baño privado. De hecho, probablemente se emborrachen
y se pierdan en este laberinto.
Una vez que termine, sé que debería regresar afuera. Tuve mi pequeña
aventura y no tiene sentido empujar mi suerte.
En cambio, me encuentro subiendo sigilosamente la amplia escalera
curva hasta el nivel superior.
El nivel principal era demasiado formal y antiséptico, como una casa de
exhibición. Quiero ver dónde vive realmente esta gente.
A la izquierda de la escalera, encuentro un dormitorio que debe
pertenecer a Nessa. Es suave y femenino, lleno de libros, peluches y
material de arte, hay un ukelele en la mesita de noche y varios pares de
zapatillas de deporte pateados apresuradamente debajo de la cama. Lo único
que no está limpio y nuevo son las zapatillas de ballet que cuelgan del
pomo de la puerta con cintas. Esas están llevadas al infierno y de regreso,
con agujeros en los dedos de los pies en el satén.
Al otro lado de la habitación de Nessa hay una que probablemente
pertenece a Riona. Es más grande y está impecablemente ordenada, no veo
ninguna evidencia de pasatiempos aquí, solo algunas hermosas acuarelas
asiáticas colgadas en las paredes. Me decepciona que Riona no haya
guardado estanterías de trofeos y medallas antiguos. Definitivamente parece
el tipo.
Más allá de las habitaciones de las niñas está la suite principal. No
entraré allí, parece incorrecto en un nivel diferente. Tiene que haber algún
tipo de línea que no cruzaré cuando me escabullo por la casa de alguien.
Entonces, giro en la dirección opuesta y me encuentro en una gran
biblioteca.
Ahora, este es el tipo de mierda misteriosa por la que vine aquí.
¿Qué leen los Griffin? ¿Son todos clásicos encuadernados en cuero o
son fanáticos secretos de Anne Rice? Sólo hay una forma de averiguarlo...
Parece que prefieren las biografías, los tomos de arquitectura y sí, todos
los clásicos. Incluso tienen una sección dedicada a los famosos autores
irlandeses de antaño como James Joyce, Jonathan Swift, Yeats y George
Bernard Shaw. No Anne Rice, pero al menos tienen a Bram Stoker.
Oh, mira, incluso tienen una copia firmada de Dubliners. No me
importa lo que digan, nadie entiende ese puto libro. Los irlandeses están de
acuerdo, fingiendo que es una obra maestra de la literatura cuando estoy
bastante segura de que es pura tontería.
Además de los estantes de libros del piso al techo, la biblioteca está
llena de sillones de cuero mullidos, tres de los cuales se han dispuesto
alrededor de una gran chimenea de piedra. A pesar del clima cálido, hay un
fuego en la parrilla, solo uno pequeño. No es un fuego de gas, hay troncos
de abedul ardiendo, lo que huele bien. Encima de la chimenea cuelga un
cuadro de una mujer bonita, con varios objetos dispuestos a lo largo del
manto debajo, incluido un reloj de carruaje y un reloj de arena. Entre ellos,
hay un viejo reloj de bolsillo.
Lo recojo del manto. Es sorprendentemente pesado en mi mano, el
metal está caliente al tacto en lugar de frío, no sé si es de latón o de
oro. Parte de la cadena todavía está unida, aunque parece que se rompió
aproximadamente a la mitad de su longitud original. El estuche está tallado
e inscrito, tan gastado que no puedo decir cuál era la imagen, tampoco sé
cómo abrirlo.
Estoy jugando con el mecanismo cuando escucho un ruido en el pasillo,
un leve tintineo. Rápidamente, me meto el reloj en el bolsillo y me sumerjo
detrás de uno de los sillones, el más cercano al fuego.
Un hombre entra en la biblioteca. Cabello castaño, alto, de unos treinta
años, lleva un traje perfectamente entallado y está muy bien
arreglado. Guapo, pero de una manera cruda, como si te empujaría de un
bote salvavidas si no hubiera suficientes asientos, o tal vez incluso si
olvidaste cepillarse los dientes.
En realidad, no he conocido a este tipo antes, pero estoy bastante segura
de que es Callum Griffin, el mayor de los hermanos Griffin, lo que significa
que es la peor persona para atraparme en la biblioteca.
Desafortunadamente, parece que planea quedarse un tiempo. Se sienta
en un sillón casi directamente frente a mí y comienza a leer correos
electrónicos en su teléfono, tiene un vaso de whisky en la mano y lo está
bebiendo. Ese es el sonido que escuché: los cubitos de hielo tintineando.
Es extremadamente estrecho e incómodo detrás del sillón. La alfombra
sobre el piso de madera no es demasiado mullida y tengo que encorvarme
en una bola para que mi cabeza y mis pies no sobresalgan por ninguno de
los lados. Además, hace mucho calor tan cerca del fuego.
¿Cómo diablos voy a salir de aquí?
Callum todavía está bebiendo y leyendo. Sorbo, lee. Sorbo, lee. El único
otro sonido es el estallido de los troncos de abedul.
¿Cuánto tiempo se va a quedar sentado aquí?
No puedo quedarme para siempre, mis hermanos van a empezar a
buscarme en un minuto.
No me gusta estar estancada, empiezo a sudar por el calor y el estrés.
El hielo en el vaso de Callum suena tan frío y refrescante.
Dios, quiero un trago y me quiero ir.
¡¿Cuántos jodidos correos electrónicos tiene?!
Nerviosa y molesta, tramo un plan. Posiblemente el plan más estúpido
que jamás haya inventado.
Extiendo la mano detrás de mí y agarro la borla que cuelga de las
cortinas. Es una borla de oro gruesa, unida a cortinas de terciopelo verde.
Tirando de él a su máxima longitud, puedo empujarlo alrededor del
borde de la rejilla, directamente en las brasas.
Mi plan es ponerlo a humear, lo que distraerá a Callum, permitiéndome
escabullirme por el lado opuesto de la silla y salir por la puerta. Ese es el
genial plan.
Pero debido a que esta no es una puta novela de Nancy Drew, esto es lo
que sucede en su lugar:
Las llamas rasgan el cordón como si estuviera sumergido en gasolina,
calentando mi mano. Dejo caer el cordón, que se balancea hacia la
cortina. Entonces esa cortina se enciende como si fuera papel, el fuego ruge
hasta el techo en un instante.
Esto realmente logra su propósito de distraer a Callum Griffin. Grita y
se pone de pie de un salto derribando su silla. Sin embargo, mi distracción
se produce a costa de toda sutileza porque también tengo que abandonar mi
escondite y salir corriendo de la habitación, no sé si Callum me vio o no y
no me importa.
Estoy pensando que debería buscar un extintor de incendios o agua o
algo. También estoy pensando que debería largarme de aquí de inmediato.
Esa es la idea que gana: bajo corriendo las escaleras a toda velocidad.
Al pie de la escalera, choco contra alguien más y casi lo derribo. Es
Nero con esa bonita rubia detrás de él, su cabello está desordenado y tiene
lápiz labial en el cuello.
—Jesús— digo —¿Es un nuevo récord? — Estoy bastante segura de
que la conoció hace unos ocho segundos.
Nero se encoge de hombros, con una pizca de sonrisa en su hermoso
rostro.
—Probablemente— dice.
El humo cae sobre la barandilla, Callum Griffin está gritando en la
biblioteca, Nero mira hacia la escalera, confundido.
—¿Qué está pasand…?
—No importa — le digo, agarrando su brazo —Tenemos que salir de
aquí.
Empiezo a arrastrarlo en dirección a la cocina de servicio, pero no
puedo seguir mi propio consejo. Eché una mirada hacia atrás por encima del
hombro y veo a Callum Griffin de pie en la parte superior de las escaleras,
mirándonos con una expresión asesina en su rostro.
Corremos por la cocina, tirando una bandeja de canapés, luego salimos
por la puerta, de vuelta al césped.
—Encuentra a Sebastian, yo buscaré a Dante— dice Nero y abandona a
la rubia sin decir una palabra corriendo por el patio.
Corro en la dirección opuesta, buscando la figura alta y larguirucha de
mi hermano menor.
Dentro de la mansión, una alarma de incendio comienza a sonar.
2
Callum Griffin
La fiesta de Nessa empieza en menos de una hora, pero todavía estoy
atrincherado con mis padres en la oficina de mi padre. Su oficina es una de
las habitaciones más grandes de la casa, más grande que la suite principal o
la biblioteca, lo cual es apropiado porque los negocios son el centro de
nuestra familia, el propósito central del clan Griffin. Estoy bastante seguro
de que mis padres solo tuvieron hijos para que pudieran moldearnos en
nuestros diversos roles dentro de su imperio.
Ciertamente querían tener más de nosotros. Hay cuatro años entre Riona
y yo, y seis entre Riona y Nessa, esas brechas contienen siete embarazos
fallidos, cada uno de los cuales termina en aborto espontáneo o muerte
fetal.
El peso de todos esos niños desaparecidos recae sobre mis
hombros. Soy el mayor y el único hijo, el trabajo de los hombres Griffin
solo puedo hacerlo yo. Yo soy el que continuará con nuestro nombre y
legado.
A Riona le irritaría oírme decir eso, ella se enfurece por cualquier
insinuación de que hay una diferencia entre nosotros solo porque soy
mayor y hombre, jura que nunca se casará ni cambiará su nombre, o tendrá
hijos tampoco. Esa parte realmente cabrea a mis padres.
Nessa es mucho más flexible, adora a la gente y no haría nada que
molestara a mamá y papá, desafortunadamente vive en un jodido mundo de
fantasía. Es tan dulce y tierna que no tiene ni la más mínima idea de lo que
se necesita para mantener a esta familia en el poder, entonces ella es
bastante inútil.
Sin embargo, eso no significa que no me preocupe por ella. Es tan
genuinamente buena que es imposible no quererla.
Me alegra verla tan feliz hoy. Está encantada con esta fiesta, aunque
apenas tiene nada que ver con ella. Ella está corriendo de un lado a otro
probando todos los postres, admirando las decoraciones, sin tener idea de
que la única razón de este evento es asegurar el apoyo para mi campaña
para convertirme en concejal del Distrito 43.
La elección tendrá lugar en un mes. El Distrito 43 incluye todo
Lakefront: Lincoln Park, Gold Coast y Old Town. Junto a la alcaldía, es la
posición más poderosa de la ciudad de Chicago.
Durante los últimos doce años, Patrick Ryan ocupó el puesto hasta que,
estúpidamente, lo metieron en prisión. Antes de eso, su madre Saoirse Ryan
sirvió durante dieciséis años. Era mucho mejor en su trabajo y,
demostrablemente, mejor en no ser atrapada con la mano en el tarro de
galletas.
En muchos sentidos, ser concejal es mejor que ser alcalde. Es como ser
el emperador de tu distrito, gracias a los privilegios de Concejal, tienes la
última palabra sobre zonificación y desarrollo de propiedades, préstamos y
subvenciones, legislación e infraestructura. Puedes ganar dinero al
principio, al final y en el medio. Todo pasa por ti y todos te deben favores,
es casi imposible que te atrapen.
Y, sin embargo, estos cabrones codiciosos son tan descarados en su timo
que todavía se las arreglan para derribar el martillo sobre sí mismos. Tres de
los últimos cuatro concejales del vecino Distrito 20 han ido a prisión,
incluido el actual.
Pero ese no seré yo. Voy a asegurar el puesto, tomaré el control del
distrito más rico y poderoso de Chicago y luego voy a convertir eso en
alcalde de toda la maldita ciudad.
Porque eso es lo que hacen los Griffin, crecemos y construimos, nunca
paramos y nunca nos atrapan.
El único problema es que la posición de concejal no es indiscutible. Por
supuesto que no lo es, es la joya de la corona del poder en esta ciudad.
Los otros dos candidatos principales son Kelly Hopkins y Bobby La
Spata.
Hopkins no debería ser un problema, ella es una candidata
anticorrupción haciendo un montón de promesas de tonterías de limpiar el
Ayuntamiento. Es joven, idealista y no tiene idea de que está nadando en un
tanque de tiburones con un traje de carne. La diezmaré fácilmente.
La Spata, por otro lado, es un desafío.
Tiene mucho apoyo, incluidos los sindicatos de trabajadores eléctricos y
de bomberos, además de los italianos. En realidad, a nadie le agrada: es un
gordo bravucón y fanfarrón borracho la mitad del tiempo y la otra mitad es
pillado con una nueva amante. Pero sabe engrasar las palmas correctas y ha
existido por mucho tiempo, mucha gente le debe favores.
Paradójicamente, será más difícil deshacerse de él que de Hopkins, ella
confía en su imagen impecable: una vez que le eche un poco de suciedad (o
le invento algo), se hundirá.
Por el contrario, todo el mundo ya conoce los defectos de La Spata, son
noticias viejas, es tan libertino que nadie espera nada mejor de él. Tendré
que encontrar otro ángulo para derribarlo.
Esto es lo que estoy discutiendo con mis padres.
Mi padre está apoyado en su escritorio, con los brazos cruzados sobre el
pecho. Es alto, en forma, con cabello gris cortado con estilo, lentes con
montura de cuerno que le dan un aspecto intelectual, nunca adivinarías que
apareció como un matón rompiendo rótulas en el Hipódromo cuando la
gente no pagaba sus deudas.
Mi madre es delgada y menuda, con una elegante melena rubia. Ella
está junto a la ventana mirando a los servicios de catering instalados en el
césped, sé que está ansiosa por salir lo más rápido posible, aunque no dirá
nada hasta que termine nuestra reunión, puede parecer una socialité
consumada, pero está tan interesada en los aspectos prácticos de nuestro
negocio como yo.
—Asegúrate de hablar con Cárdenas — dice mi padre —Controla el
sindicato de bomberos, para obtener su apoyo básicamente necesitaremos
sobornarlo. Sé sutil al respecto, sin embargo, porque le gusta fingir que está
por encima de ese tipo de cosas, Marty Rico necesitará promesas de que
cambiaremos la zonificación de Wells Street para que pueda instalar sus
condominios. Obviamente, renunciaremos al requisito de vivienda
asequible, Leslie Dowell también estará aquí, pero no estoy seguro de qué...
—Quiere una expansión de las escuelas autónomas — responde mi
madre de inmediato —Dale eso y ella se asegurará de que todas las mujeres
de la junta de educación te apoyen.
Sabía que estaba escuchando allí.
—Riona puede manejar a William Callahan— digo —Él ha estado
interesado en ella durante años.
Los labios de mi madre se tensan, ella cree que está por debajo de
nosotros usar el atractivo sexual como palanca, pero se equivoca. Nada está
por debajo de nosotros si funciona.
Una vez que hayamos revisado la lista de personas con las que
tendremos que codearnos en la fiesta, estaremos listos para romper y
ponernos a trabajar.
—¿Algo más? — Le digo a mi padre.
—Es todo por esta noche — dice —Pero pronto tendremos que hablar
de los Braterstwo.
Hago una mueca.
Como si no tuviera suficiente de qué preocuparme, la mafia polaca
también se está convirtiendo en una espina cada vez más agresiva en mi
costado, son unos malditos salvajes, no entienden cómo se hacen las cosas
en la era moderna. Todavía viven en una época en la que se resuelven
disputas cortando las manos de un hombre y arrojándolo al río.
Quiero decir, lo haré si es necesario, pero al menos trato de llegar a un
acuerdo antes de que llegue a ese punto.
—¿Qué hay con ellos? — Le digo.
—Tymon Zajac quiere reunirse contigo.
Vacilo. Eso es serio, Zajac es el gran jefe, el Carnicero de Bogotá, pero
no quiero que venga a mi oficina.
—Vamos a resolver eso mañana — le digo a mi padre. No puedo tenerlo
en mi mente esta noche.
—Bien — dice enderezándose y tirando del dobladillo de su chaqueta
de nuevo en su lugar.
Mi madre le echa un vistazo para asegurarse de que se vea bien, luego
vuelve los ojos hacia mí.
—¿Es eso lo que usarás? — dice, levantando una ceja perfectamente
cuidada.
—¿Qué pasa con esto? — Le digo.
—Es un poco formal.
—Papá lleva traje.
—Quiere decir que pareces un empresario de pompas fúnebres —
comenta mi padre.
—Soy joven, quiero parecer maduro.
—Todavía necesitas estilo — dice.
Suspiro. Soy consciente de la importancia de la imagen, recientemente
comencé a usar un poco de vello facial muy recortado por consejo de mi
asistente. Aun así, es agotador cambiarme de ropa tres veces al día para
adaptar perfectamente mi apariencia a la ocasión.
—Lo arreglaré — les prometo.
Al salir de la oficina, veo a Riona en el pasillo. Ya está vestida para la
fiesta. Me mira con los ojos entrecerrados.
—¿Qué estabas haciendo ahí? — dice con sospecha. Odia quedarse
fuera de cualquier cosa.
—Estábamos repasando la estrategia para esta noche.
—¿Por qué no me invitaron?
—Porque yo soy el que se postula para concejal, no tú.
Dos puntos brillantes de color aparecen en sus mejillas, la señal desde la
infancia de que está ofendida.
—Necesito que hables con Callahan por mí— le digo, para suavizarla,
para hacerle saber que la necesitan —Él me apoyará si se lo pides.
—Sí, lo hará — dice Riona con altivez, sabe que tiene al jefe de policía
envuelto alrededor de su dedo —En realidad, no tiene mal aspecto—
dice —Lástima por su aliento.
—Entonces, no te acerques demasiado.
Ella asiente. Riona es un buen soldado, nunca me ha defraudado.
—¿Dónde está Nessa? — Le pregunto.
Se encoge de hombros —Corriendo Dios sabe dónde, deberíamos
ponerle una campana.
—Bueno, si la ves, envíala en mi camino.
En realidad, todavía no le he deseado un feliz cumpleaños a Nessa ni le
he dado mi regalo. He estado demasiado ocupado.
Subo corriendo las escaleras y luego todo el camino por el pasillo hasta
mi suite, no me encanta el hecho de que todavía vivo con mi familia a los
treinta años, pero hace que sea más conveniente para trabajar
juntos. Además, tienes que vivir en el distrito para ser concejal y yo no
tengo tiempo para buscar casa.
Al menos mi habitación está en el extremo opuesto de la casa de la suite
principal, y es grande y cómoda: derribamos una pared cuando regresé de la
universidad, dándome mi propia suite y una oficina contigua. Es casi como
un apartamento, separado de las habitaciones de los demás por la enorme
biblioteca que hay en el medio.
Puedo escuchar a los invitados que ya comienzan a llegar abajo, me
cambio a mi traje Zenya más nuevo, luego bajo las escaleras para
mezclarme.
Todo va bien, como siempre ocurre cuando mi madre está a
cargo. Puedo ver su elegante melena rubia a través del césped y escuchar su
risa ligera y culta mientras circula entre los invitados más aburridos e
importantes.
Estoy trabajando en mi propia lista con Cárdenas, Rico y Dowell a
medida que llega cada persona.
Después de aproximadamente una hora, comienzan los fuegos
artificiales. Se han programado para que coincidan con la puesta de sol, por
lo que las brillantes explosiones se destacan contra el cielo recién
oscurecido. Es una noche tranquila, el lago está tan tranquilo como el
cristal, los fuegos artificiales se reflejan por partida doble en el agua de
abajo.
La mayoría de los invitados se vuelven para ver el espectáculo, sus
rostros están iluminados y sus bocas abiertas de sorpresa.
No me molesto en mirar y aprovecho la oportunidad para escanear la
multitud en busca de alguien con quien se suponía que debía hablar y que
podría haber perdido.
En cambio, veo a alguien que definitivamente no fue invitado: un niño
alto de cabello oscuro de pie con un grupo de amigos de Nessa. Elevándose
sobre ellos, en realidad, tiene que medir por lo menos 6'5 pies. Estoy
bastante seguro de que es un maldito Gallo. El más joven.
Pero al minuto siguiente me distrae Leslie Dowell que viene a hablar
conmigo de nuevo, y cuando miro al grupo, el chico alto se ha ido, tendré
que hablar con seguridad y decirles que estén atentos.
Primero, comeré. Hoy apenas he tenido tiempo de comer, agarro unos
camarones del buffet, luego miro a mi alrededor en busca de una bebida
adecuada. Los camareros circulan entre la multitud con copas de champán
burbujeante, pero no quiero esa mierda. La fila de la barra es demasiado
larga, lo que realmente quiero es mi Single Malt de diez años de Egan, en
mi oficina.
Bueno, ¿por qué diablos no? Ya hice las rondas de las personas más
importantes, puedo escabullirme por un minuto, regresaré cuando llegue la
cantante de pop. Eso fue un derroche de papá, no sé si fue para hacer feliz a
Nessa porque es su angelito, o si fue solo para lucirse. De cualquier manera,
a los invitados les encantará.
Regresaré en poco tiempo.
Regreso al interior subiendo las escaleras hasta mi extremo de la
casa. Tengo un pequeño bar en mi oficina personal, nada llamativo, solo
unas pocas botellas de licor de alta gama y una mini nevera. Saco un buen
vaso pesado, añado tres cubitos de hielo gigantes y le echo una gran medida
de whisky encima, aspiro el embriagador aroma a pera, madera y
humo. Luego lo trago, saboreando el ardor en mi garganta.
Sé que debería volver a la fiesta, pero honestamente, ahora que estoy
aquí en paz y tranquilidad estoy disfrutando el descanso. Tienes que tener
cierto nivel de narcisismo para ser político, tienes que alimentarte de la
alegría y la atención.
Me importa una mierda nada de eso. Estoy impulsado solo por la
ambición. Quiero control, poder, influencia, quiero ser intocable.
Pero eso significa que el acto físico de hacer campaña puede ser
agotador.
Así que mientras camino de regreso al pasillo, en lugar de dirigirme a
las escaleras como pretendía, entro a la biblioteca.
Esta es una de mis habitaciones favoritas de la casa, casi nadie entra
aquí, excepto yo. Está tranquilo, el olor a papel, cuero y troncos de abedul
es reconfortante. Mi madre mantiene el fuego encendido por las noches
para mi beneficio. El resto de la casa tiene tanto aire acondicionado que
nunca hace demasiado calor por tener un pequeño fuego en la parrilla.
Sobre la repisa de la chimenea está la pintura de mi tatarabuela,
Catriona. Llegó a Chicago en medio de la hambruna de la papa, como
tantos otros inmigrantes irlandeses. Solo tenía quince años, cuando cruzó el
océano sola con tres libros en su maleta y dos dólares en su bota. Trabajó
como empleada doméstica para un hombre rico en Irving Park. Cuando
murió, le dejó la casa y casi tres mil dólares en efectivo y bonos. Algunas
personas dijeron que debían haber tenido una relación en secreto, otras
personas dijeron que ella lo envenenó y falsificó el testamento, sea cual sea
la verdad, convirtió la casa en un salón.
Ella fue la primera Griffin en Estados Unidos, a mis padres les gusta
decir que somos descendientes de los príncipes irlandeses del mismo
nombre, pero yo prefiero la verdad. Personificamos el sueño americano:
una familia que pasa de ser sirviente de casa a alcalde de Chicago, o eso
espero.
Me siento en silencio por un minuto tomando un sorbo de mi bebida,
luego comienzo a revisar mis correos electrónicos, nunca podré estar
inactivo por mucho tiempo.
Creo que escucho un sonido y me detengo un momento pensando que
debe ser uno de los miembros del personal en el pasillo, cuando no escucho
nada más, vuelvo a mi teléfono.
Entonces, suceden dos cosas al mismo tiempo:
Primero, huelo algo que hace que se me erice el pelo de la nuca. Humo,
pero no el humo limpio del fuego. Un fuerte olor a quemado químico.
Al mismo tiempo, escucho un sonido como una inhalación repentina,
pero diez veces más fuerte, luego hay un destello de calor y luz cuando las
cortinas se encienden.
Salto de mi silla, gritando Dios sabe qué.
Me gusta pensar que sé cómo mantener la cabeza en una emergencia,
pero por un momento estoy confundido y en pánico, preguntándome qué
diablos está pasando y qué debo hacer al respecto.
Entonces, la racionalidad se impone.
Las cortinas están en llamas, probablemente por una chispa lanzada
desde la rejilla.
Tengo que conseguir un extintor antes de que se incendie toda la casa.
Eso tiene sentido.
Hasta que una persona salta de detrás de una silla y pasa corriendo a mi
lado fuera de la oficina.
Eso me asusta aún más que el fuego.
Darme cuenta de que no estaba solo en la biblioteca es un duro golpe,
estoy tan sorprendido que ni siquiera puedo ver bien al intruso. Lo único
que registro es que es de mediana estatura, con cabello oscuro.
Entonces mi atención vuelve a las llamas que se multiplican
rápidamente y que ya se están extendiendo por el techo y la alfombra. En
minutos, toda la biblioteca se incendiará.
Corro por el pasillo hacia el armario de la ropa blanca, donde sé que
tenemos un extintor de incendios. Luego, corriendo de regreso a la
biblioteca, tiro del alfiler y rocío todo el lado de la habitación con espuma
hasta que se apaga hasta la última brasa.
Cuando termino, la chimenea, las sillas y el retrato de Catriona están
todos empapados de espuma química blanca. Mi madre se va a poner
jodidamente furiosa.
Lo que me recuerda que hubo alguien más involucrado en esta
debacle. Corro hacia la parte superior de la escalera, justo a tiempo para ver
a tres personas escapando: una chica rubia que se parece muchísimo a Nora
Albright. Una morena que no conozco. Y Nero jodido Gallo.
Lo sabía, sabía que los Gallo se habían infiltrado.
La pregunta es ¿por qué?
La rivalidad entre nuestras dos familias se remonta casi hasta
Catriona. Durante la Prohibición, nuestros bisabuelos lucharon por el
control de las destilerías ilegales en el extremo norte, fue Conor Griffin
quien ganó, y ese dinero ha alimentado a nuestra familia desde entonces.
Pero los italianos nunca se dan por vencidos, por cada envío de licor
que cocinaba Conor, Salvator Gallo estaba esperando para secuestrar sus
camiones, robar el licor e intentar vendérselo al doble de precio.
Más tarde, los Griffin tomaron el control del juego en el hipódromo de
Garden City, mientras que los Gallo realizaban un juego de números ilegal
dentro de la ciudad. Cuando el licor volvió a ser legal, nuestras familias
dirigían pubs rivales, clubes nocturnos, locales de striptease y
burdeles. Mientras continúa suministrando drogas, armas y bienes robados a
fiestas menos legales.
Hoy en día, los Gallo se han introducido en la industria de la
construcción. Lo han hecho bastante bien por sí mismos. Pero,
lamentablemente, nuestros intereses siempre parecen estar en conflicto con
los de ellos, como ahora mismo que apoyan a Bobby La Spata para mi
puesto de concejal. Quizás porque les gusta, o tal vez porque solo quieren
meterme el pulgar en el ojo una vez más.
¿Vinieron aquí esta noche para hablar con algunos de los invitados al
voto decisivo?
Me gustaría poner mis manos sobre uno de ellos para preguntar, pero
para cuando localizo al personal de seguridad que hemos contratado para
pasar la noche, hace tiempo que los Gallo se han ido, incluido el chico alto.
Dios, MALDITA SEA.
Regreso a la biblioteca para reevaluar el daño. Es un puto desastre, un
desastre humeante, apestoso y empapado. Destruyeron mi parte favorita de
la casa.
¿Y por qué estaban incluso aquí, de todos modos?
Empiezo a mirar a mi alrededor, tratando de averiguar qué buscaban.
No hay nada de importancia en la biblioteca; cualquier documento o
registro valioso estaría en la oficina de mi padre o en la mía. El dinero en
efectivo y las joyas se almacenan en las distintas cajas fuertes esparcidas
por la casa.
Entonces, ¿qué era?
Ahí es cuando mi mirada se posa en el manto, salpicado de espuma
desaceleradora.
Veo el reloj del carruaje y el reloj de arena.
Pero falta el reloj de bolsillo de mi abuelo.
Busco en el suelo e incluso en las brasas de los troncos de abedul, por si
de alguna manera cayó dentro de la rejilla.
Nada, no se encuentra en ninguna parte.
Esos jodidos italianos se lo robaron.
Regreso a la planta baja donde la fiesta comienza de nuevo después de
la interrupción de la alarma de incendios, veo a Nessa riéndose con algunos
de sus amigos, podría preguntarle si invitó a Sebastian Gallo, pero no hay
forma de que sea tan ingenua como para hacer eso. Además, se ve tan feliz
a pesar de la conmoción, que no quiero interrumpirla.
No le extiendo la misma cortesía al resto de sus amigas. Al ver a Sienna
Porter, la agarro del brazo y la alejo un poco de Nessa.
Sienna es una pequeña pelirroja delgada de la universidad de Nessa, he
visto sus miradas furtivas una o dos veces antes. Más importante aún, estoy
bastante seguro de que ella era una de las chicas que hablaba con Sebastian
más temprano en la noche.
Sienna no protesta porque la llevo lejos, solo se sonroja como un tomate
y dice: —H-hola Callum.
—¿Estabas hablando con Sebastian Gallo antes? — Le pregunto.
—Uh, bueno, me estaba hablando. Quiero decir, a todos nosotros. No a
mí específicamente.
—¿Acerca de?
—Sobre March Madness, sobre todo. Sabes que su equipo jugó en la
primera ronda...
Niego con la cabeza, interrumpiéndola.
—¿Sabes quién lo invitó esta noche?
—N-no — balbucea, con los ojos muy abiertos —Pero si quieres, puedo
preguntarle...
—¿Qué quieres decir?
—Creo que se reunirá con nosotros en casa de Dave y Buster más tarde.
—¿A qué hora? — Digo, apretando su brazo un poco demasiado fuerte.
—Uh, ¿a las diez en punto, creo? — ella dice, haciendo una mueca.
Bingo.
La dejo ir. Se frota el brazo con la mano opuesta.
—Gracias, Sienna — le digo.
—No hay problema — dice ella, totalmente confundida.
Saco mi teléfono y llamo a Jack Du Pont. Somos amigos desde la
universidad y él trabaja como mi guardaespaldas y ejecutor cuando lo
necesito. Como contratamos a todo un equipo de seguridad para la fiesta, no
vino esta noche, pero han demostrado ser bastante inútiles así que es a Jack
a quien quiero ahora.
Contesta después de un timbre.
—Hola, jefe — dice.
—Ven a recogerme— le digo —Ahora mismo.
3
Aida
Nos amontonamos en el coche de Nero, rugiendo lejos de la casa de los
Griffin tan pronto como podemos sin atropellar a ninguno de los asistentes a
la fiesta. Nero y yo estamos gritando, Dante está ceñudo y Sebastian parece
un poco curioso.
—¿Qué diablos hiciste? — Exige Dante.
—¡Nada! — le digo.
—Entonces, ¿por qué estamos escapando como si estuviéramos a punto
de tener diez policías detrás de nosotros?
—No es así — le digo —Simplemente acabo de ser atrapada en la casa
por Callum Griffin.
—¿Que dijo él? — Dante pregunta con sospecha.
—Nada, ni siquiera hablamos.
Dante nos mira fijamente a Nero y a mí, las cejas gruesas están tan
contraídas que parecen una línea recta que cuelga sobre sus ojos, Nero está
tratando de parecer indiferente sin apartar la vista de la carretera, Sebastian
se ve completamente inocente porque es inocente; estaba bebiendo una
Coca-Cola Light con una pelirroja cuando lo encontramos.
Creo que Dante abandonará el tema.
Luego se lanza hacia mí y agarra un puñado de mi cabello tirándolo
hacia él, debido a que mi cabello está pegado a mi cabeza, esto me empuja
hacia adelante a través de los asientos.
Dante inhala y luego me empuja hacia atrás disgustado.
—¿Por qué hueles a humo? — él exige.
—No lo sé.
—Estás mintiendo, escuché sonar una alarma en la casa, dime la verdad
ahora mismo o llamaré a papá.
Le frunzo el ceño deseando ser tan grande como Dante, con brazos de
gorila que parecen poder hacerte pedazos, entonces sería mucho más
intimidante.
—Bien— digo al fin —Estaba en la biblioteca de arriba, se inició un
pequeño incendio...
—¿UN PEQUEÑO INCENDIO?
— Sí. Deja de gritar o no te diré nada más.
—¿Cómo empezó este incendio?
Me retuerzo en mi asiento.
—Puede que haya... accidentalmente... dejado que las cortinas se
metieran un poco en la chimenea.
—Porca miseria, Aida — jura Dante —¡Simplemente fuimos allí para
beber su licor y ver sus fuegos artificiales, no para quemar su maldita casa!
—No se va a quemar — digo sin estar completamente segura de mi
declaración —Te lo dije, Callum estaba justo ahí.
—¡Eso no lo mejora! — Dante explota —¡Ahora sabe que lo hiciste!
—Puede que no, puede que ni siquiera sepa quién soy.
—Lo dudo mucho, no es tan estúpido como el resto de ustedes.
—¿Por qué estoy incluido en esto? — Sebastian dice.
—Porque eres estúpido — responde Dante —Incluso si no hiciste nada
esta noche específicamente.
Sebastian se ríe. Es imposible ofenderlo.
—¿Dónde estabas tú? — Dante dice redondeando a Nero.
—Estaba en el nivel principal — dice Nero con calma —Con Nora
Albright, su padre es dueño del Fairmont en Millennium Park. Una vez me
llamó un pequeño criminal grasiento, así que me follé a su hija en el
comedor formal de los Griffin, más o menos maté dos pájaros de un tiro, en
términos de venganza.
Dante niega con la cabeza con incredulidad.
—No puedo creerlo, chicos. Actúan como niños, nunca debí dejarlos ir
allí.
—Oh, déjalo — dice Nero. Él no es de los que aceptan la mierda de
Dante, incluso si eso significa llegar a los golpes —¿Desde cuándo eres un
buen chico? Odias a esos malditos irlandeses tanto como nosotros, ¿A quién
le importa si arruinamos su fiesta?
—Te va a importar si Callum Griffin consigue ese asiento de Concejal,
nos atará a la burocracia y cerrará todos nuestros proyectos. Nos enterrará.
—¿Sí? — Nero dice con los ojos oscuros entecerrados —Luego lo
visitaremos con una picana y unas tenazas, trabajaremos en él hasta que sea
más cooperativo. No tengo miedo de los Griffin ni de alguien más.
Dante simplemente niega con la cabeza demasiado irritado para siquiera
intentar razonar con nosotros.
Estoy desgarrada. Por un lado, Dante tiene razón en que todos fuimos
un poco imprudentes. Por otro lado, la expresión del rostro de Callum
Griffin cuando su biblioteca se incendió no tuvo precio.
—Gira aquí — le dice Sebastian a Nero, señalando.
Nero gira a la derecha en Division Street.
—¿A dónde crees que vas? — Dice Dante.
—Algunos de los chicos van a pasar el rato después de la fiesta, dije que
me reuniría con ellos — dice Sebastian.
—Al diablo con eso, todos necesitan irse a casa —dice Dante.
Nero ya ha aparcado el coche en la acera, Sebastian salta del convertible
balanceando sus largas piernas por el costado tan fácilmente como
levantarse de la cama.
—Lo siento, hermano mayor— dice afablemente —Pero no tengo toque
de queda, y no eres mi mamá.
Nero parece que le gustaría hacer lo mismo, pero está atrapado
conduciendo a Dante de regreso a casa. Enfrentada a mi hermano mayor
enojado y la perspectiva de que él me delate con papá, creo que Sebastian
tiene la idea correcta, cruzo el asiento y salto del coche también.
—¡Regresa aquí! — Dante grita.
Ya estoy corriendo detrás de Sebastian gritando por encima del hombro:
—¡Estaré en casa en un par de horas! ¡No me esperes!
Sebastian se ralentiza cuando me oye llegar, incluso cuando solo está
deambulando tengo que trotar para mantener el ritmo. Esas malditas piernas
largas suyas.
—¿Fue el incendio realmente un accidente? — él dice.
—Más o menos — Me encojo de hombros.
Él se ríe —Ni siquiera pude ver el interior de la casa, apuesto a que es
bueno.
—Sí, si te gustan los colores pastel.
Sebastian se mete las manos en los bolsillos y camina. Su cabello
oscuro y rizado le cae sobre los ojos, tiene el pelo más rizado de todos
nosotros, probablemente podría convertirlo en un afro si quisiera.
—Nessa se veía bien — dice.
—Sí, es bonita— estoy de acuerdo —No te hagas ninguna idea, sin
embargo. A papá le estallaría un vaso sanguíneo.
—No lo haré — dice Sebastian —Sabes lo que mamá siempre decía: El
agua tranquila no necesita más agua, necesitas viento para mover tu
vela. Probablemente necesito encontrar a una pequeña maniaca como tú.
Le sonrío —Si me caso, definitivamente será con alguien que me
importe una mierda, ¿Te imaginas pasar de ser mandado por Dante a
mandado por alguien más? Al diablo con eso, prefiero estar soltera para
siempre. De hecho, eso no me importaría en absoluto.
Acabamos de llegar a lo de Dave y Buster pero ya puedo ver a través de
la ventana que los amigos de Sebastian aún no están dentro.
—¿Qué debemos hacer mientras esperamos? — Sebastian me pregunta.
—¿Hay lugares de helados alrededor?
—¿No comiste en la fiesta?
—Sí — Me encojo de hombros —Pero eso fue hace mucho tiempo.
Seb se ríe —Está bien, no voy a rechazar el helado.
Caminamos un poco más hacia el lago hasta encontrar un lugar que
tiene servicio, Sebastián pide un vaso y yo pido un cono. Lo llevamos al
malecón para comer, caminando por el muelle para poder mirar el agua.
El lago es tan grande que parece un océano, tiene olas como el mar y
tormentas que soplan. No ahora, sin embargo. En este momento el agua está
más tranquila que nunca, caminamos hasta el final del muelle, hasta el
punto que sobresale más sobre el lago.
Sebastian termina su helado, tirando el vaso al bote de basura más
cercano, yo todavía estoy comiendo mi cono.
Charlamos sobre sus clases en la escuela y sobre las mías. Estoy
tomando cursos en Loyola, un poco de todo. Psicología, poli-ciencia,
finanzas, marketing, historia, me gusta tomar lo que me interesa en este
momento. Desafortunadamente, no estoy segura de cómo se sumará todo en
un grado.
Creo que papá se está molestando conmigo, sé que quiere que termine y
vaya a trabajar con él a tiempo completo, pero no me va a dejar hacer las
cosas interesantes o difíciles ya tiene a Dante y a Nero para eso, intentará
desviarme en alguna oficina aburrida haciendo un trabajo pesado y eso me
suena como una maldita pesadilla.
Soy el bebé de la familia y la única niña, nunca ha habido muchas
expectativas puestas en mí. Quizás si mi madre estuviera viva, sería
diferente, pero básicamente he ido a mi ritmo toda mi vida. Mientras no me
metiera en muchos problemas, mi padre tenía cosas más importantes de las
que preocuparse.
Mis hermanos son buenos amigos para mí, pero tienen sus propias
vidas.
Nadie me necesita, en realidad no.
Aunque está bien, no me quejo por eso, me gusta ser libre y tenerlo
fácil. En este momento, estoy saliendo con Seb, comiendo helado y
disfrutando de una noche de verano. ¿Qué más necesito?
Ese sentimiento de satisfacción dura unos cinco segundos, luego miro
hacia arriba y veo a dos hombres caminando hacia nosotros, uno lleva un
traje y el otro una sudadera con capucha y jeans. El tipo del traje tiene el
pelo castaño, recién cortado y las manos en puños a los lados, la expresión
de furia en su rostro me resulta demasiado familiar, desde la última vez que
la vi hace unos cuarenta minutos.
—Seb — le susurro haciendo que mi hermano se ponga de pie.
—¿Ese es Callum Griffin? — murmura.
—Sí.
—Mira quién es — dice Callum. Su voz es baja, fría y llena de rabia,
tiene los ojos extremadamente azules, pero no hay nada bonito en ellos. Son
dolorosamente intensos, el único color en su persona.
No sé quién está parado al lado de Callum, pero parece cruel como el
infierno. Tiene la complexión de un boxeador, la cabeza rapada y la nariz
ligeramente aplastada, como si hubiera recibido uno o dos golpes y apuesto
a que ha repartido mucho más.
Inconscientemente, Sebastian se ha acercado a mí y se ha puesto un
poco más adelante, protegiéndome con su cuerpo.
—¿Qué quieres? — le dice a Callum.
Sebastian no es tan intimidante como Dante, ni tan vicioso como
Nero. Aun así, es más alto que Callum y su matón y su voz es más severa
que nunca.
Callum simplemente se burla, su rostro es hermoso, o al menos debería
serlo, pero nunca había visto una expresión tan fría, parece que odia todo,
sobre todo a mí.
No es que pueda culparlo del todo por eso.
—¿Qué pasa con ustedes italianos? — se burla —¿Dónde aprendieron
sus modales? Vienen a una fiesta a la que no los invitan, comen mi comida,
beben mi licor. Entonces entran en mi casa, intentan quemarla y me roban...
Siento que Sebastian se tensa ligeramente. No me mira, pero sé que
quiere hacerlo.
También estoy confundida acerca de qué diablos está hablando Callum,
entonces recuerdo el reloj de bolsillo, todavía metido en el bolsillo
delantero de mis pantalones cortos. Lo había olvidado por completo.
—Mira — dice Sebastián —el incendio fue un accidente, no queremos
ningún problema.
—Bueno, eso es una mierda, ¿no? — Callum dice en voz baja —
Vinieron buscando problemas, y ahora los tienen.
No es fácil irritar a Sebastian, pero amenazar a su hermana pequeña es
una buena forma de hacerlo, ahora está erizado, cerrando los puños a
cambio y dando un paso completamente frente a mí.
—¿Crees que eres un tipo duro y traes a tu novio? — Sebastian dice
señalando con la cabeza al todavía silencioso boxeador —Yo también tengo
hermanos, será mejor que te vayas a la mierda antes de que los llame para
que te quiten la piel blanca como un lirio.
No está mal, Seb. Para alguien que no amenaza mucho, eso resultó
bastante amenazante.
Aunque no necesito protección. Me lanzo hacia adelante, así que estoy
justo al lado de Sebastian y le digo: —Sí, vete a la mierda a tu pequeña y
elegante mansión, ¿Quieres jugar a ser un gángster? Eres solo un estúpido
político, ¿Qué vas a hacer, matarnos con un sello de goma?
Callum Griffin me fija con su mirada gélida, tiene cejas espesas y
oscuras sobre sus ojos pálidos, el efecto es inhumano y desagradable.
—Ese es un buen punto — dice en voz baja —Tengo una imagen que
proteger, pero es gracioso... no creo que haya nadie alrededor en este
momento.
Eso es cierto, el muelle está vacío en toda su longitud, hay gente en las
tiendas de Division Street, pero nadie lo suficientemente cerca como para
escucharnos si gritáramos.
Mi garganta se aprieta.
No siento miedo muy a menudo, ahora estoy asustada. A pesar de lo que
dije, no creo que Callum sea débil. Es alto, de complexión fuerte, y sobre
todo, me está mirando sin una pizca de miedo. No se pregunta qué debería
hacer, ya está decidido.
Asiente con la cabeza a su ejecutor y el boxeador da un paso adelante
con los puños en alto, antes de que pueda hablar o moverme, golpeó a
Sebastian cuatro veces, dos en la cara y dos en el cuerpo.
La sangre brota de la nariz de Sebastian, se dobla, gimiendo, intenta
defenderse, todos mis hermanos han sido entrenados para luchar de una
forma u otra, pero mientras Dante y Nero llevaron su práctica a las calles, el
interés de Sebastian siempre ha sido atlético, no violento. Aun así, se las
arregla para conseguir un par de golpes gracias a su altura y alcance
superiores, uno de sus golpes hace que el boxeador retroceda un paso, pero
el maldito matón desagradable bloquea los otros golpes de Sebastian, antes
de golpear a mi hermano en el riñón con un puñetazo que lo hace
desmoronarse y caer al suelo.
Toda la pelea dura quizás diez segundos. No solo estoy parada allí, trato
de golpear al tipo desde un costado y, de hecho, logré golpearlo una vez en
la oreja. Me empuja hacia atrás con una mano, tan fuerte que casi me caigo.
Así que me lanzo a Callum en su lugar, me las arreglo para clavarlo una
vez justo en la mandíbula, luego me empuja con fuerza en el pecho y esta
vez caigo hacia atrás golpeando la parte de atrás de mi cráneo contra la
barandilla del muelle.
Callum parece un poco sorprendido, como si no quisiera hacer eso,
luego su rostro se endurece y dice: —¿Dónde está el reloj, malditos
degenerados?
—No tenemos tu reloj — dice Sebastian escupiendo sangre sobre las
tablas de madera del muelle.
Tengo el reloj, pero no se lo voy a dar a este enorme idiota.
El boxeador agarra a Sebastian por el cabello y lo vuelve a golpear en la
mandíbula, el golpe es tan fuerte que por un segundo la luz se apaga de los
ojos de Seb, sacude la cabeza para aclararse, pero parece aturdido.
—¡Aléjate de él! — Grito tratando de ponerme de pie, mi cabeza da
vueltas y mi estómago da un vuelco, la parte de atrás de mi cráneo
palpita. Apuesto a que ahí atrás hay un bulto del tamaño de un huevo.
—Dame el reloj— dice Callum de nuevo.
El boxeador patea a mi hermano en las costillas para
animarlo, Sebastian gime y se agarra el costado, la visión de este monstruo
golpeando a mi hermano más joven y amable me está volviendo
loca. Quiero asesinar a estos dos hombres, quiero rociarlos con gasolina y
prenderles fuego como esas jodidas cortinas.
Pero no tengo gasolina, así que busco en mi bolsillo y saco el reloj en su
lugar.
Pesa en mi palma, mis dedos se aprietan con fuerza a su alrededor, lo
sostengo sobre mi cabeza.
—¿Es esto lo que estás buscando? — Le digo a Callum.
Sus ojos se mueven hacia mi puño, atrapado allí, y por un momento su
rostro se suaviza con alivio.
Luego levanto mi brazo y arrojo ese maldito reloj al lago como si
estuviera lanzando el primer lanzamiento en Wrigley Field.
El efecto en Callum Griffin es increíble, su rostro se vuelve blanco
como el mármol.
—¡NOOOO! — grita.
Y luego hace la cosa más loca de todas.
Se lanza por encima de la barandilla y se sumerge en el agua con traje y
todo.
El boxeador mira a su jefe con asombro, está confundido, no está seguro
de qué hacer sin instrucciones.
Luego vuelve a mirar a Seb, levanta un pie con bota y pisa fuerte en la
rodilla de Sebastian tan fuerte como puede.
Sebastian grita.
Cargué contra el boxeador. Soy más pequeña que él y peso mucho
menos, pero al agacharme y sumergirme en sus rodillas con el elemento
sorpresa de mi lado en realidad me las arreglo para derribarlo, ayuda que
tropiece con las piernas extendidas de Sebastian en su camino hacia abajo.
Cae con fuerza sobre el muelle, estoy golpeando y golpeando cada
centímetro de él que puedo alcanzar. Con su pierna sana, Sebastian
retrocede y patea al boxeador en la cara, yo salto y lo pateo varias veces
más por si acaso.
Pero este tipo es el puto Terminator, eso no lo va a detener por mucho
tiempo. Entonces, agarro el brazo de Seb y lo levanto haciéndolo gritar de
nuevo mientras accidentalmente pone peso sobre su pierna mala.
Pongo el brazo de Sebastian alrededor de mi hombro. Apoyándose
pesadamente en mí, medio salta, medio cojea por el muelle, es como una
carrera de pesadilla a tres patas donde el premio es no ser asesinado por ese
boxeador, o por Callum Griffin una vez que se da cuenta de que no hay
forma en el infierno de que encuentre ese reloj en el lago helado y oscuro.
Todavía me duele la cabeza y el muelle parece tener una milla de largo,
sigo arrastrando a Sebastian conmigo deseando que no sea tan alto y tan
malditamente pesado.
Cuando por fin nos acercamos a la calle, me arriesgo a mirar hacia atrás
por encima del hombro, el boxeador está inclinado sobre la barandilla
probablemente buscando a su jefe, parece que podría estar gritando algo
pero no puedo decirlo desde aquí.
Espero que Callum se haya ahogado.
Porque si no lo hizo, tengo la sensación de que lo volveré a ver muy
pronto.
4
Callum
No sé en qué estaba pensando saltando detrás de ese reloj.
En el momento en que llegué al agua, todavía jodidamente helada,
apenas calentada por el clima de principios de verano, el frío es como una
bofetada en la cara que me despierta.
Estoy tan desesperado que sigo buceando con los ojos abiertos,
buscando un destello dorado en el agua negra.
Por supuesto, no hay nada que ver, nada en absoluto. El agua debajo del
muelle está agitada, llena de arena y contaminantes. Incluso al mediodía, el
sol apenas penetra. Por la noche, bien podría ser aceite de motor.
Mi traje aprieta mis brazos y piernas, mis zapatos de vestir me pesan
aún más. Si no fuera un buen nadador, podría tener serios problemas, las
olas intentan aplastarme contra los pilotes, los pilares afilados con músculos
y percebes.
Tengo que alejarme del muelle nadando antes de poder regresar a la
orilla, todo eso lleva suficiente tiempo para que Jack se esté volviendo loco
cuando me arrastro sobre la arena sucia, empapado y más enojado que
nunca en mi vida.
¡Esa maldita PERRA!
Nunca supe mucho de la Gallo más joven, su padre la mantiene fuera
del centro de atención y, por lo que yo sé, no está involucrada en el negocio
familiar.
A primera vista, cuando nos acercamos a ella y a su hermano en el
muelle, casi me sentí culpable. Parecía joven, apenas mayor que Nessa y es
hermosa, lo que no debería haber tenido ningún impacto en mi resolución,
pero lo hizo. Tiene la piel de color marrón claro, cabello oscuro y ojos
grises estrechos, ligeramente inclinados hacia arriba en las esquinas
exteriores, ella se puso rígida tan pronto como nos acercamos, notándonos
incluso antes de que Sebastian lo hiciera.
Sentí una punzada de culpa amenazándolos, al ver cómo Sebastian trató
de ponerse delante de ella para protegerla, eso es lo que haría yo por mis
hermanas, en la misma posición.
Pero al ver la altura y el cabello oscuro de la chica, recordé mi
vislumbre de la persona que huía de la biblioteca y comencé a sospechar
que fue ella quien prendió el fuego.
Luego dio un paso adelante y empezó a gritarme con el temperamento y
el vocabulario de un marinero curtido por el mar y estaba seguro de que fue
ella quien irrumpió en nuestra casa.
Luego, en lugar de entregar el reloj, lo arrojó sobre la barandilla como
una maldita psicópata y me di cuenta de que ese lindo rostro disfrazaba el
alma de un demonio. Esa chica es pura maldad, la peor de toda la familia,
ella se merece todo lo que recibe.
La pregunta es, ¿qué voy a hacer al respecto?
Ahora mismo, quiero asesinar a cada uno de ellos.
Pero no puedo permitirme ese tipo de baño de sangre justo antes de las
elecciones.
Entonces, supongo que tendré que hacer la siguiente mejor opción:
arruinar a los bastardos.
Intentaron quemar mi casa, voy a quemar la torre que están
construyendo en Oak Street.
Ese será el aperitivo, la comida principal también acabará con todos los
restaurantes y clubes nocturnos que estén bajo su control.
Las fantasías del fuego del infierno que voy a reinar sobre sus cabezas
es lo único que me mantiene caliente mientras camino por la calle con mis
zapatos de vestir empapados y mi traje de neopreno empapado.
Jack trota a mi lado avergonzado de haber dejado que un niño y su
hermana pequeña se apoderaran de nosotros, él puede decir que estoy de un
humor asesino por lo que no quiere decir nada para empeorar las cosas, me
doy cuenta de que él mismo tiene la nariz ensangrentada y un corte sobre la
ceja derecha, bastante humillante para alguien que ganó un campeonato de
UFC hace un par de años.
Mis zapatos hacen un repugnante sonido de chapoteo.
Mi traje personalizado huele a estrella de mar moribunda.
¡QUE SE JODA ESA CHICA!
Tengo que cambiarme de ropa antes de perder mi mente literalmente.
Regreso a la casa, donde la fiesta está empezando a terminar, me perdí a
la cantante, no es que me importara, excepto para ver la expresión de
alegría en el rostro de Nessa, sólo una mierda más en este espectáculo de
mierda de la noche.
Apenas he puesto un pie en la puerta cuando me recibe mi padre de
aspecto furioso.
—¿Dónde diablos has estado? — gruñe —¿Por qué no me dijiste que
los Gallo estaban en nuestra fiesta?
Él mira mi ropa, goteando agua sucia del lago sobre las baldosas
impecables de la entrada.
—¿Y por qué estás mojado? — dice rotundamente.
—Tuvimos un encuentro en el muelle, pero lo estoy manejando — le
digo con los dientes apretados.
—Es inaceptable — dice —Entra en mi oficina, cuéntamelo todo.
Estoy ansioso por salir y vengarme de esos grasientos italianos, pero
entro en la oficina para darle un informe. No le agrada ni una sola palabra.
—¿Qué diablos estabas pensando? — grita tan cerca de mi cara que su
saliva golpea mi mejilla —¿Por qué estás iniciando una guerra de pandillas
en medio de tu campaña?
—¡Ellos empezaron! — Grito de vuelta —Intentaron incendiar nuestra
maldita casa, ¡Robaron el reloj del abuelo y lo tiraron al lago! ¿Qué quieres
que haga? ¿Hornearles un puto pastel?
—Baja la voz— me susurra mi padre —La gente te escuchará.
Como si no me estuviera gritando el doble de fuerte.
Respiro hondo, tratando de controlar la ira que amenaza con
descontrolarse.
—Ya te lo dije — le digo en voz baja y estrangulada —Yo manejaré
esto.
—Por supuesto que no — dice mi padre, sacudiendo la cabeza —Ya has
probado tu incompetencia, ¿Lisiar al hijo menor? Has perdido la
cabeza, ¿Sabes que es un atleta estrella? Bien podrías haberlo matado.
—La próxima vez lo haré— exclamo.
—Ya terminaste — dice sacudiendo la cabeza.
—¡Esa no es tu decisión!
Sube mi adrenalina aún más. Respeto a mi padre, puede parecer un
profesor, pero ha matado a hombres con sus propias manos, lo he visto
hacerlo.
Pero no es el único en la habitación que puede romper huesos, no soy el
hijo obediente que fui una vez. Estamos cara a cara en estos días.
—Mientras yo sea el jefe de esta familia, harás lo que te diga — dice mi
padre.
Hay tantas cosas que me gustaría decir al respecto, pero me los
trago. Apenas.
—¿Y qué propones... padre? — Yo murmuro.
—Esto se está saliendo de control — dice mi padre —Voy a llamar a
Enzo Gallo.
—¡Tienes que estar bromeando!
—Cierra la boca — espeta —Has hecho bastante daño, veré qué puedo
hacer para reparar esto antes de que nuestras familias terminen muertas en
la calle.
No puedo creer esto, después de que nos escupieron en la cara en
nuestra propia casa, quiere llamarlos y negociar. Es una locura. Es un
cobarde.
Mi padre puede ver el motín en mis ojos.
—Dame tu teléfono — dice. Espera con la mano extendida hasta que se
la doy, estaba en mi bolsillo cuando salté al lago, así que es inútil de todos
modos.
—Voy a contactar con Enzo Gallo — repite — Te quedarás aquí hasta
que envíe por ti, no hablarás con nadie, no llamarás a nadie, no pondrás un
pie fuera de esta casa, ¿Me entiendes?
—¿Me estás castigando? — Me burlo —Soy un hombre adulto, padre,
no seas ridículo.
Se quita las gafas para que sus ojos azul pálido puedan perforar hasta el
fondo de mi alma.
—Eres mi hijo mayor y mi único hijo, Callum — dice —Pero te
prometo que, si me desobedeces, te cortaré raíz y rama. No tengo ningún
uso para ti si no se puede confiar en ti, te derribaré como a Ícaro si tu
ambición supera tus órdenes, ¿Lo entiendes?
Cada célula de mi cuerpo quiere decirle que tome su puto dinero, sus
conexiones y su supuesto genio y que se lo meta en el culo.
Pero este hombre es mi padre, mi familia lo es todo para mí; sin ellos
sería un barco sin timón ni vela, no soy nada si no soy un Griffin.
Así que tengo que asentir con la cabeza, sometiéndome a sus órdenes.
Por dentro todavía estoy hirviendo, el calor y la presión aumentan.
No sé cuándo ni cómo, pero si algo no cambia entre nosotros pronto,
voy a explotar.
5
Aida
Mis hermanos están en el sótano vistiéndose, o al menos Dante y
Nero. Sebastian todavía está en el hospital con mi padre, su rodilla está
jodida, eso es seguro. Las costillas también están rotas, no puedo soportar la
expresión de miseria en su rostro, su temporada está arruinada,
posiblemente el resto de su carrera. Dios, puede que ni siquiera camine
inmediatamente después de esto.
Y todo es culpa mía.
La culpa es como un sudario envolviendo y envolviendo y envolviendo
mi cabeza. Cada mirada a Sebastian, cada recuerdo de mi idiotez, es como
otra capa que envuelve mi rostro. Pronto me asfixiará.
Quería quedarme con Sebastian, pero papá me gritó que me fuera a
casa.
Allí encontré a Dante y Nero atados con chalecos antibalas y cinturones
de munición, armándose con la mitad de las armas de la casa.
—¿Adónde van? — Les pregunto nerviosamente.
—Vamos a matar a Callum Griffin, obviamente — dice Nero — Quizás
al resto de su familia también, aún no lo he decidido.
—No pueden lastimar a Nessa— le digo rápidamente —Ella no hizo
nada malo.
Riona tampoco, pero yo no tengo el mismo sentido de caridad hacia
ella.
—Quizás simplemente le rompa la rodilla, entonces — dice Nero
descuidadamente.
—No le haremos nada a Nessa— gruñe Dante —Esto es entre nosotros
y Callum.
Para cuando están listos para irse, parecen un cruce entre Rambo y
Arnold Schwarzenegger en Predator.
—Déjenme ir con ustedes — les ruego.
—De ninguna manera — dice Nero.
—¡Vamos! — Yo grito —Yo también soy parte de esta familia, yo soy
la que ayudó a Sebastian a escapar, ¿recuerdas?
—Tú eres quien lo metió en ese lío para empezar — me susurra Nero —
Ahora vamos a limpiarlo, y te quedas aquí.
Me empuja con el hombro en su camino, golpeándome con rudeza
contra la pared.
Dante es un poco más amable, pero igualmente serio.
—Quédate aquí — dice —No empeores esto.
Me importa una mierda lo que digan. En el momento en que se van, yo
también salgo por la puerta, así que los sigo escaleras arriba sin saber
exactamente qué voy a hacer, pero sabiendo que no me voy a quedar aquí
esperando como un cachorro travieso.
Pero antes de que Dante esté a la mitad de las escaleras, su teléfono
suena en su bolsillo.
Él contesta y dice: —¿Qué pasa? — en un tono que me asegura que es
papá al otro lado de la línea.
Dante espera, escuchando durante mucho tiempo, luego dice: —
Entiendo.
Cuelga, me está mirando con la expresión más extraña en su rostro.
—¿Qué pasa? — Nero dice.
—Quítate ese chaleco — le dice Dante a Nero —Aida, ve a cambiarte
de ropa.
—¿Por qué? ¿Cómo qué?
—Algo limpio que no parezca una mierda— me espeta —¿Tienes algo
así?
Quizás. Posiblemente no, según los estándares de Dante.
—Bueno — digo —¿Pero a dónde vamos?
—Nos vamos a reunir con los Griffin, papá dijo que te trajera.
Bueno. Mierda.
No disfruté mucho de mi último encuentro con Callum Griffin.
Realmente no estoy esperando un segundo, dudo que su temperamento
mejorara nadando en el lago.
¿Y qué ponerse para tal evento?
Creo que el único vestido que tengo es el disfraz de Wednesday Adams
que usé el pasado Halloween.
Me quedo con un jersey gris de cuello alto y pantalones aunque hace
demasiado calor para eso, porque es lo único que tengo sobrio y limpio.
Cuando me saco la camisa por la cabeza, el nudo en la parte posterior de
mi cráneo vuelve a palpitar recordándome cómo Callum Griffin me empujó
a un lado como una muñeca de trapo. Es fuerte bajo ese traje, me gustaría
verlo enfrentarse a Dante o Nero cuando no tenga a su guardaespaldas en el
camino.
Eso es lo que deberíamos hacer: decirles que queremos una reunión y
luego emboscar a los hijos de puta, Callum no tuvo ningún problema en
atacarnos en el muelle, deberíamos devolver el favor.
Estoy estirando todo el tiempo mientras me estoy vistiendo, así que
prácticamente estoy vibrando de tensión cuando me deslizo en la parte
trasera del Escalade de Dante.
—¿Dónde nos encontraremos con ellos? — Yo le pregunto.
—En The Brass Anchor— dice Dante en breve —Tierra neutral.
Solo se tarda unos minutos en llegar al restaurante de Eugenie Street. Ya
es pasada la medianoche y el edificio está oscuro y la cocina cerrada. Sin
embargo, veo a Fergus Griffin esperando en el frente junto con dos
matones. Sabiamente, no trajo al pedazo de mierda que pisoteó la pierna de
Sebastian.
No veo a Callum por ningún lado, parece que su papá lo puso en tiempo
muerto.
Esperamos en la camioneta hasta que papá también llega, luego salimos
los cuatro al mismo tiempo. Cuando Dante se desliza fuera del asiento
delantero, veo el bulto debajo de su chaqueta que muestra que todavía está
armado. Bien, estoy segura de que Nero también.
Mientras caminamos hacia Fergus Griffin sus ojos están fijos en mí y
solo en mí. Me mira de arriba abajo, como si estuviera evaluando cada
aspecto de mi apariencia y comportamiento en algún tipo de gráfico dentro
de su cabeza, no parece muy impresionado.
Eso está bien porque para mí se ve tan frío, arrogante y falsamente
gentil como su hijo. Me niego a bajar su mirada, obstinadamente mirándolo
directamente sin una pizca de remordimiento.
—Así que esta es la pequeña pirómana — dice Fergus.
Podría decirle que fue un accidente, pero eso no es estrictamente cierto,
y no me disculparé con estos bastardos.
En lugar de eso, digo: —¿Dónde está Callum? ¿Se ahogó?
—Por suerte para ti, no lo hizo — responde Fergus.
Papá, Dante y Nero se alinean a mi alrededor. Ellos pueden estar
enojados como el infierno porque nos metí en este lío, pero no van a tolerar
que nadie me amenace.
—No hables con ella — dice Dante con brusquedad.
Con un poco más de tacto, papá dice: —Querías una reunión, vayamos
adentro y tengamos una.
Fergus asiente, sus dos hombres entran primero al restaurante
asegurándose de que realmente esté vacío por dentro. Este lugar pertenece a
Ellis Foster, un restaurador y corredor que tiene conexiones tanto con los
irlandeses como con nuestra familia, por eso es terreno neutral.
Una vez que estamos todos adentro, Fergus le dice a mi padre: —Creo
que es mejor si hablamos solos.
Papá asiente lentamente.
—Esperen aquí — les dice a mis hermanos.
Papa y Fergus desaparecen en uno de los comedores privados, cerrado
por puertas de doble cristal. Puedo ver sus contornos mientras se sientan
juntos, pero no puedo distinguir ningún detalle de sus expresiones y no
puedo escuchar una palabra de lo que están diciendo.
Dante y Nero sacan un par de sillas de la mesa más cercana, los
hombres de Fergus hacen lo mismo en una mesa a tres metros de
distancia. Mis hermanos y yo nos sentamos en el mismo lado, así podemos
mirar a los matones de Fergus mientras esperamos.
Eso nos mantiene ocupados durante unos diez minutos, pero mirar sus
feas jetas es bastante aburrido, esperar en general es aburrido. Me gustaría
tomar una copa en el bar, o incluso meterme en la cocina para tomar un
aperitivo.
En el segundo en que empiezo a levantarme de mi asiento, Dante dice:
—Ni siquiera lo pienses — sin mirarme.
—Tengo hambre — le digo.
Nero saca su cuchillo y está jugando con él, puede hacer todo tipo de
trucos. La hoja es tan afilada que, si cometiera un error, se cortaría un
dedo. Pero aún no ha cometido ninguno.
Puede parecer que intenta intimidar a los hombres de Griffin, pero no es
para su beneficio, lo hace todo el tiempo.
—No entiendo cómo eres la que más come de nosotros — dice Nero sin
levantar la vista de su cuchillo.
—¡No lo soy!
—¿Cuántas veces has comido ya hoy? Di la verdad.
—Cuatro — miento.
—Pura mierda — se burla Nero.
—No estoy tan preocupada por mi figura como tú — bromeo con él.
Nerón es vanidoso con su apariencia. Con razón, todos mis hermanos
son guapos, pero Nero tiene esa belleza de modelo masculino que parece
hacer que las bragas de las niñas se quemen espontáneamente, no conozco a
una sola chica que no se haya acostado con él o lo haya intentado.
Es extraño saber eso sobre tu propio hermano pero todos somos bastante
abiertos entre nosotros, eso es lo que viene de vivir en la misma casa
durante tanto tiempo sin una mamá cerca que impida que me traten como a
un hermano pequeño más.
Y así es como me gusta, no soy anti-mujer, no tengo ningún problema
con las chicas que quieren ser bonitas o femeninas o sexys o lo que
sea. Simplemente no quiero que me traten como una niña si eso tiene
sentido,quiero que me traten como a mí misma, para bien o para mal, nada
más ni nada menos. Solo Aida.
Aida que está loca de aburrimiento.
Aida que empieza a tener sueño.
Aida, que lamenta de todo corazón haber molestado a los Griffin,
aunque solo sea porque voy a quedar atrapada aquí hasta el fin de los
tiempos mientras Fergus y Papá hablan y hablan y hablan por siempre...
Y finalmente, casi tres horas después, los dos patriarcas salen del
comedor privado, ambos luciendo sombríos y resignados.
—¿Y bien? — Dice Dante.
—Está decidido — responde papá.
Suena como un juez pronunciando una sentencia, no me gusta su tono ni
un poco, ni la expresión de su rostro. Me mira con tristeza.
Cuando salimos, le dice a Nero: —Llévate mi coche, voy a conducir a
casa con Aida.
Nero asiente y se sube al Mercedes de papá, Dante se sube al lado del
conductor de la camioneta y papá se sienta en la parte de atrás conmigo.
Definitivamente no me gusta esto en absoluto.
Me vuelvo hacia él, sin molestarme con mi cinturón de seguridad.
—¿Qué pasa? — Yo digo —¿Qué decidiste?
—Te vas a casar con Callum Griffin en dos semanas — dice Papá.
Esto es tan ridículo que de hecho me río, un extraño sonido de ladridos
que se desvanece en el coche silencioso.
Papá me está mirando, las líneas de su rostro están más profundamente
grabadas que nunca, sus ojos se ven completamente negros en la tenue luz
dentro del auto.
—No puedes hablar en serio — le digo.
—Hablo absolutamente en serio, esto no está a discusión, está arreglado
con los Griffin.
—¡No me voy a casar! — digo —Especialmente no con ese psicópata.
Miro hacia el asiento del conductor en busca del apoyo de Dante, pero
él mira fijamente al camino, con las manos apretadas en el volante.
Mi padre parece exhausto.
—Esta disputa ha durado demasiado — dice —Es una brasa que arde y
arde sin fuego y continuamente estalla en llamas, quemando todo por lo que
hemos trabajado. La última vez que tuvimos una erupción, perdiste a dos de
tus tíos, nuestra familia es más pequeña de lo que debería ser debido a los
Griffin, lo mismo es para ellos, perdimos demasiadas personas en ambos
lados a lo largo de las generaciones. Es hora de que eso cambie, es hora de
que suceda lo contrario. Nos alinearemos juntos y prosperaremos juntos.
—¿Por qué tengo que casarme yo para que eso suceda? — grito —¡Eso
no ayudará en nada porque voy a asesinar a ese bastardo en el momento en
que lo vea!
—¡Harás lo que te digan! — dice mi padre. Veo que se le acaba la
paciencia, son las 3:00 de la mañana, está cansado y parece viejo, realmente
es viejo. Tenía cuarenta y ocho años cuando me tuvo, ahora tiene casi
setenta años.
—Te he echado a perder — dice mirándome con esos ojos negros —
Dejándote correr a tu ritmo, nunca has tenido que afrontar las
consecuencias de tus acciones, ahora lo harás. Encendiste el fósforo que
inició este incendio en particular, eres tú quien tendrá que apagarlo de
nuevo. No con violencia, sino con tu propio sacrificio. Te casarás con
Callum Griffin, darás a luz a los hijos que serán la próxima generación de
nuestro linaje mutuo. Ese es el acuerdo y lo sostendrás.
Esto es una especie de maldita pesadilla.
¿Me voy a casar?
¡¿Voy a tener jodidos bebés?!
¿Y se supone que debo hacerlo con el hombre al que odio más que a
nadie en este planeta?
—¡Ha lisiado a Sebastian! — Grito en mi último esfuerzo por expresar
lo absolutamente repugnante que es este hombre para mí.
—Eres tan responsable de eso como él — dice papá con frialdad.
No hay nada que pueda decir en respuesta a eso.
Porque en el fondo, sé que es verdad.
6
Callum
Estoy sentado en la terraza trasera viendo al personal contratado limpiar
los últimos restos de basura y suministros de la fiesta, han estado trabajando
toda la noche. Mi madre insistió en que todo se limpiara de inmediato para
que ninguno de nuestros vecinos tuviera que ver un indicio de desorden en
nuestros terrenos de camino al trabajo por la mañana.
Mis hermanas ya se fueron a la cama, Nessa enrojecida y feliz por la
emoción de la noche, Riona haciendo pucheros porque me negué a decirle a
dónde había desaparecido nuestro padre.
Mi madre todavía está despierta supervisando los esfuerzos de limpieza,
aunque en realidad ella misma no toca nada.
Cuando el vehículo blindado de mi padre entra en el camino, ella
abandona a los trabajadores y se une a nosotros en la oficina. Siento que he
pasado demasiadas horas aquí últimamente y no me gusta la expresión del
rostro de mi padre.
—¿Entonces? — Digo enseguida —¿Cuál fue el acuerdo?
Espero que diga que llegamos a algún tipo de acuerdo financiero o trato
de apretón de manos; tal vez nos den su apoyo con el voto italiano en las
elecciones de Concejal y les prometemos los permisos o la zonificación que
quieran en su próximo proyecto de construcción.
Entonces, cuando mi padre explica el trato real, lo miro como si le
hubieran salido dos cabezas.
—Te casarás con Aida Gallo en dos semanas — dice.
—¿Esa pequeña mocosa? — Exploto —De ninguna maldita manera.
—Ya está acordado.
Mi madre da un paso adelante luciendo alarmada, ella pone su mano
sobre el brazo de mi padre.
—Fergus — dice en voz baja —¿Es esto sabio? Estaremos atados a los
Gallo a perpetuidad.
—Ese es exactamente el punto — dice mi padre.
—¡Son unos malditos gángsters! — Escupo —No podemos asociar su
nombre con el nuestro, especialmente no con las elecciones que se acercan.
—La elección será el primer beneficio de esta alianza — dice mi padre
quitándose las gafas y limpiándolas con el pañuelo que guarda en el bolsillo
del pecho —Tu éxito no está asegurado de ninguna manera cuando te
enfrentas a La Spata. Los Gallo tienen la clave del voto italiano. Si estás
casado con Aida cuando salga la boleta, todos y cada uno de ellos en este
distrito votarán por ti, abandonarán La Spata sin dudarlo.
—¡No la necesito para ganar! — Gruño.
—No estés tan seguro — dice mi padre —Tienes demasiada confianza,
Callum. Eres arrogante, incluso. Si la votación tuviera lugar hoy, los
resultados podrían ser un lanzamiento de moneda, siempre debes asegurar
tu victoria con anticipación dada la oportunidad.
—Bien — le digo tratando de controlar mi temperamento —Pero ¿Qué
pasa después de este mes? ¿De verdad esperas que me quede casado con
ella para siempre?
—Sí, lo hago — dice mi padre con seriedad —Los Gallo son católicos,
igual que nosotros. Te casarás con ella, le serás fiel y tendrás hijos con ella.
Niego con la cabeza con incredulidad —Madre, seguro que tienes algo
que decir sobre esto.
Mira de un lado a otro entre el rostro de mi padre y el mío, luego se
coloca un mechón de suave cabello rubio detrás de la oreja y suspira.
—Si se llegó a un acuerdo, lo cumpliremos.
Debería haberlo sabido, ella siempre está del lado de mi padre.
Aun así, farfullo —¡¿Qué?! No puedes...
Ella me interrumpe con una mirada.
—Callum, es hora de que te conviertas en el hombre que profesas
ser. Te he visto jugar con estas chicas con las que sales, modelos y mujeres
de la alta sociedad. Parece que eliges deliberadamente a las chicas más
superficiales y vacías.
Frunzo el ceño y cruzo los brazos sobre el pecho, nunca importó con
quién saliera siempre que se vieran bien en mi brazo y no me avergonzaran
en las fiestas. Como nunca quise nada serio, tenía sentido encontrar chicas
que solo buscaran diversión al igual que yo.
—No sabía que se suponía que iba a encontrar una yegua de cría —
digo con sarcasmo —Pensé que querrías que encontrara a la chica adecuada
y me enamorara, como una persona normal.
—¿Es eso lo que crees que hicimos? — dice mi madre en voz baja.
Hago una pausa. De hecho, no tengo idea de cómo se conocieron mis
padres, nunca les pregunté.
—Así es — dice mi madre —Fergus y yo tuvimos un 'matrimonio
arreglado', si quieres llamarlo así. Más específicamente, nuestros padres,
que eran mayores y más sabios que nosotros y que nos conocían mejor que
nosotros mismos, organizaron el encuentro. Porque sabían que seríamos
buenos socios el uno para el otro y porque era una alianza que beneficiaba a
nuestras dos familias. Al principio hubo desafíos.
Una mirada significativa pasa entre mis padres, un poco de tristeza y
diversión por parte de ambos.
—Pero al final, nuestra unión es lo que nos convirtió en las personas
que somos hoy — dice mi padre.
Esto son jodidas bananas, nunca había escuchado esto antes.
—¡Eso es completamente diferente! — Les digo —Eras de la misma
cultura, del mismo origen. Los Gallo son mafiosos. Son de la vieja escuela,
en el peor sentido de la palabra.
—Eso es parte del valor que proporcionarán — dice mi padre sin
rodeos —A medida que crecemos en riqueza e influencia hemos perdido
nuestra ventaja, eres mi único hijo. Tu madre perdió a sus dos hermanos,
hay muy pocos hombres de mi lado de la familia. En puro músculo, solo
tenemos lo que pagamos, nunca se puede estar seguro de la lealtad de los
pistoleros a sueldo; siempre hay alguien dispuesto a pagar más, desde que
Zajac asumió el control, los Braterstwo se están convirtiendo en una seria
amenaza para nosotros, algo con lo que no necesariamente podemos lidiar
por nuestra cuenta. Los italianos tienen el mismo problema, con nuestras
dos familias alineadas, el Carnicero no se atreverá a atacar a ninguno de los
dos.
—Genial — digo —Pero ¿quién me va a proteger de mi prometida? Esa
chica es un animal salvaje. ¿Te la imaginas como la esposa de un
político? Dudo que sepa siquiera caminar con tacones.
—Entonces le enseñarás — dice mi madre.
—Yo tampoco sé cómo caminar con tacones — digo con sarcasmo —
¿Cómo se supone que debo enseñarle exactamente a ser una dama, madre?
—Es joven y maleable — dice mi padre —La entrenarás, la moldearás
en lo que necesita ser para estar a tu lado y apoyar tu carrera.
¿Joven y maleable?
Realmente no creo que mi padre haya visto bien a esta chica.
Puede que sea joven, pero es tan maleable como el hierro fundido.
—Qué desafío tan emocionante — digo con los dientes apretados —No
puedo esperar para empezar.
—Bien — dice mi padre —Tendrás tu oportunidad en tu fiesta de
compromiso la próxima semana.
—¿Fiesta de compromiso? — Esto es una maldita broma. Me enteré de
esto hace cinco minutos y, aparentemente, ya están planeando el anuncio
público.
—Tendrás que estar de acuerdo con tu historia de portada con Aida —
dice mi madre —Algo como, 'Empezaron a salir casualmente hace unos
dieciocho meses, se puso serio el otoño pasado, planeaban esperar hasta
después de las elecciones para casarse, pero decidieron que no podían
esperar más'.
—Quizá sea mejor que me escribas el comunicado de prensa,
madre. Haz mis votos matrimoniales también, mientras estás en eso.
—No seas irrespetuoso — espeta mi padre.
—No lo soñaría — le digo.
Dudo que pueda decirse lo mismo de mi futura esposa. De hecho, ese
podría ser el lado positivo de esta jodida vorágine: ver a mis padres tener
que lidiar con la pequeña gata infernal que están trayendo a esta familia.
7
Aida
Mis hermanos están en un alboroto sobre el plan loco de mi padre.
Dante no dijo nada en el camino a casa, pero lo escuché discutir con
papá durante horas después, mientras estaban encerrados en el estudio.
Fue inútil, papá es terco como una mula. Una mula siciliana que solo
come cardos y te dará una patada en los dientes si te acercas demasiado, una
vez que ha tomado una decisión, ni siquiera la trompeta del día del juicio
final podría cambiarlo.
Honestamente, el apocalipsis sería un bienvenido respiro de lo que
realmente está a punto de suceder.
El primer día después de que se cierra el trato, recibí un mensaje de
Imogen Griffin diciéndome sobre una fiesta de compromiso el miércoles
por la noche, ¡Una fiesta de compromiso! Como si hubiera algo que
celebrar aquí y no solo un choque de trenes en proceso en cámara lenta.
También me envió un anillo en una caja.
Lo odio, por supuesto. Es un gran diamante cuadrado viejo en una
banda deslumbrante, grueso y seguro que chocará contra todo. Lo mantengo
encerrado en su caja en mi mesita de noche, porque no tengo ninguna
intención de usarlo antes de que sea absolutamente necesario.
Lo único bueno en esta montaña de mierda es que al menos Sebastian lo
está haciendo un poco mejor. Tuvo que someterse a una cirugía para
reconstruir su ligamento cruzado anterior, pero contratamos al mejor
médico de la ciudad, el mismo que le arregló la rodilla a Derrick
Rose. Entonces, esperamos que se levante y se mueva de nuevo en poco
tiempo.
Mientras tanto, he ido al hospital a visitarlo todos los días. Le traje
todos sus bocadillos favoritos: las tazas de mantequilla de maní de Reese’s,
queso en tiras y pretzels salados, y también sus libros de texto.
—¿Alguna vez has abierto estos antes? — Me burlo de él, dejando los
libros de texto en su mesita de noche.
—Una o dos veces — dice sonriendo desde la cama del hospital.
El camisón que le dieron para que se pusiera es ridículamente diminuto
en su cuerpo gigante. Sus largas piernas se estiran debajo de él, su rodilla
vendada apoyada en una almohada.
—No andas con esa cosa, ¿verdad? — Yo le pregunto.
—Solo cuando la enfermera caliente está de guardia — Él guiña un ojo.
—Asqueroso — digo.
—Es mejor que te acostumbres a todas las cosas románticas — dice
Sebastian —Ya que estás a punto de ser una novia ruborizada...
—No bromees sobre eso — le grito.
Seb me mira con simpatía.
—¿Estás preocupada? — él dice.
—¡No! — Digo enseguida, aunque es una completa mentira —Ellos son
los que deberían estar preocupados. Callum, especialmente. Lo estrangularé
mientras duerme en la primera oportunidad que tenga.
—No hagas nada estúpido — me advierte Sebastian —Esto es serio,
Aida. No es como tu semestre en España o esa pasantía que hiciste con
Pepsi, no puedes simplemente saltarte esto si no te gusta.
—Lo sé — le digo —Sé exactamente lo atrapada que estoy a punto de
estar.
Sebastian frunce el ceño, odia verme molesta.
—¿Has hablado con papá? — él dice —Tal vez si le dices...
—No tiene sentido — le interrumpo —Dante discutió con él toda la
noche, no va a escuchar nada de lo que tengo que decir.
Miro la rodilla de Sebastian, vendada al doble de su tamaño normal y
magullada hasta el muslo.
—De todos modos — digo en voz baja —Yo me hice esto a mí
misma. Papá tiene razón, hice este lío y ahora tengo que arreglarlo.
—No seas una mártir solo porque me jodieron la pierna — dice
Sebastian —Casarte con ese psicópata no va a solucionarlo.
—No te arreglará la rodilla — digo —pero podría evitar que suceda
cualquier otra cosa.
Hay un silencio entre nosotros por un minuto, y luego digo: —
Realmente siento mucho que...
—No te disculpes de nuevo — dice —Lo digo en serio. En primer
lugar, no fue tu culpa.
—Sí, lo fue.
—No, no lo fue. Todos decidimos ir a la fiesta, no hiciste que ese idiota
me pisoteara. Y segundo, incluso si fuera tu culpa, no me importaría. Tengo
dos rodillas, pero solo una hermana.
No puedo evitar resoplar por eso.
—Eso es muy dulce, Seb.
—Es verdad, así que ven aquí.
Me acerco a la cama para que Sebastian pueda darme un abrazo de
lado. Apoyo la barbilla en su cabello, que está más desordenado y rizado
que nunca, se siente como lana de cordero contra mi piel.
—Deja de castigarte por eso, estaré bien. Simplemente descubre una
manera de llevarte bien con los Griffin porque entrar en esto como si
estuvieras yendo a la batalla solo hará las cosas más difíciles — dice Seb.
Sin embargo, esa es la única forma en que sé cómo hacerlo: con la
cabeza gacha, cubierta con una armadura, me acerco a todo como si fuera
una pelea.
—¿Cuándo puedes irte? — Le pregunto a Sebastian —Porque
aparentemente se supone que tengo una fiesta de compromiso mañana por
la noche...
—Ojalá pudiera ir — dice Sebastian con nostalgia —Ellos y nosotros,
todos obligados a ponernos elegantes y ser amables el uno con el otro, me
encantaría verlo. Toma fotos, al menos.
—No creo que aparezcan en una foto — le digo —Son un montón de
vampiros chupadores de sangre.
Sebastian simplemente niega con la cabeza.
—¿Quieres agua o algo antes de que me vaya? — Le pregunto.
—No — dice —Pero si la enfermera pelirroja está ahí afuera dile que
me veo pálido y sudoroso y que probablemente necesito un baño de
esponja.
—De ninguna manera — le digo —Y también, sigue siendo asqueroso.
—No puedes culpar a un chico por intentarlo — dice recostándose
contra la almohada con los brazos levantando la cabeza.
Demasiado pronto, es hora de la estúpida fiesta de compromiso de los
Griffin. Siento que estas personas harían una fiesta por la apertura de un
sobre, son tan ridículos y llamativos.
Aun así, sé que se supone que debo comportarme y poner una buena
cara por ello, esta será la primera prueba de mi cumplimiento.
Ojalá tuviera a alguien con quien prepararme, me encantó crecer con
todos mis hermanos, pero en momentos como este una pequeña compañía
femenina no estaría mal.
Sería bueno si tuviera a alguien que me asegurara que no me veo como
un sorbete a medio derretir con este estúpido vestido que compré. Es
amarillo con festón a lo largo del dobladillo, se veía bien en el maniquí pero
ahora que me lo estoy probando en casa me siento como una niña pequeña
disfrazada para Pascua, todo lo que necesito es una canasta de paja sobre mi
brazo.
Al menos papá asiente con aprobación cuando lo ve.
—Bien — dice.
Lleva un traje, Dante tiene puesta una camiseta negra y vaqueros, y
Nero lleva una chaqueta de cuero.
Mis hermanos se niegan a emperifollarse por principio. Una protesta
silenciosa, ojalá pudiera hacer lo mismo.
Conducimos juntos hasta Shoreside, donde los Griffin son los
anfitriones de la fiesta, el restaurante ya está lleno de invitados. Reconozco
a más personas de las que esperaba; nuestras familias pertenecen a algunos
de los mismos círculos y fui a la misma escuela que Nessa y Riona, aunque
estaba entre las dos y no en el mismo grado.
Me pregunto por un momento si Callum también fue allí. Luego aplasto
ese pensamiento, no me importa a dónde fue Callum. No siento curiosidad
por él en lo más mínimo.
Nuestras próximas nupcias no me parecen reales en absoluto. Siento que
el castigo es el adelanto, la pretensión de que esto realmente va a suceder,
seguramente una de nuestras familias o ambas lo cancelarán en el último
minuto cuando vean que hemos aprendido nuestra lección.
Hasta que eso suceda solo tengo que sonreír y soportarlo, poner una
cara falsa de cooperación para que puedan ver que me han abofeteado con
éxito.
Lo único que me mantiene en movimiento es mi mórbida diversión de
que Callum Griffin tenga que fingir estar enamorado de mí esta noche, al
igual que yo voy a tener que hacerlo con él.
Para mí es una broma, pero tengo la impresión de que para un bastardo
engreído como él, donde la imagen lo es todo, esto será una pura
tortura. Probablemente pensó que se iba a casar con alguna perfecta
heredera remilgada de Hilton o Rockefeller. En cambio, me tomará del
brazo y tiene que fingir que me adora, mientras todo el tiempo se muere por
retorcerme el cuello.
De hecho, esta podría ser la oportunidad perfecta para torcerle los
dedos, no podrá hacer nada frente a toda esta gente. Debería ver hasta
dónde puedo empujarlo antes de que se rompa.
Primero, necesito un pequeño refrigerio para superar este espectáculo de
ponis.
Me deshago de mi padre y mis hermanos y me dirijo directamente al
bar. Shoreside puede ser un poco presumido pero tiene un ambiente de
centro turístico divertido, y son famosos por sus cócteles veraniegos,
especialmente el Kentucky Kiss, que es bourbon, limón, de fresas frescas y
un chorrito de jarabe de arce, vertido sobre hielo con un tonto paraguas de
papel encima.
Pero cuando lo ordeno, el camarero niega con la cabeza con pesar.
—Lo siento, nada de Kentucky Kisses.
—¿Qué tal un daiquiri de fresa?
—No se puede hacer, no podemos hacer nada con fresas.
—¿Su camión fue secuestrado en el camino desde México?
—Nah — llena una coctelera con hielo y comienza a preparar un
martini para otra persona mientras examino el menú de bebidas —Es solo
por esta fiesta, ¿supongo que el tipo es alérgico?
—¿Qué tipo?
—El que se va a casar.
Dejé mi menú, encendida de interés.
—¿Lo es?
—Sí, su mamá estaba haciendo un gran lio sobre eso diciendo que no
habría fresas para nadie en todo el lugar, como si alguien intentara esconder
una en su bebida.
Bueno, ahora podrían hacerlo...
—Muy interesante — digo —Entonces, tomaré uno de esos martinis.
Vierte el vodka frío en un vaso y lo desliza hacia mí.
—Ten, toma este. Puedo hacer otro.
—Gracias — le digo, sosteniéndolo en un movimiento de salud.
Le dejo un billete de cinco dólares como propina, divirtiéndome al
pensar que el robot político tiene una debilidad después de todo. Kriptonita
roja brillante, otra cosa sobre la que molestarlo.
Ese es mi plan, hasta que en realidad veo a Callum.
Realmente me recuerda a un vampiro. Esbelto, pálido, traje oscuro, ojos
inhumanamente azules con una expresión a la vez aguda y desdeñosa, debe
ser difícil para él intentar ser encantador por su trabajo. Me pregunto si
observa a humanos reales y trata de emularlos, si lo hace, está fallando
miserablemente. Todos a su alrededor están charlando y riendo mientras él
toma su bebida como si quisiera aplastarla en su mano. Tiene manos
grandes, dedos largos y delgados.
Cuando me ve muestra por fin alguna emoción: odio puro y sin
adulterar. Arde fuera de él, en línea recta directamente hacia mí.
Me acerco a él, audaz como una mandamás para que sepa que no puede
intimidarme.
—Cambia de cara, mi amor — le susurro —Se supone que debemos
celebrar nuestro compromiso. Sin embargo, te ves completamente
miserable.
—Aida Gallo — me responde entre dientes —Me alivia ver que al
menos eres consciente del concepto de vestirse elegante, incluso si la
manera en que lo llevas a cabo es basura.
Mantengo mi sonrisa firmemente pegada en su lugar sin dejar que él vea
que me dolió un poco, hasta que me acerqué a él no me había dado cuenta
de lo mucho que iba a superarme en altura incluso con estos estúpidos
tacones puestos. Estoy deseando no haber estado tan cerca, pero no voy a
dar un paso atrás ahora, eso mostraría debilidad.
Y de todos modos, estoy acostumbrada a los hombres de aspecto
aterrador gracias a mis hermanos. De hecho, Callum Griffin no tiene
ninguna de las cicatrices o nudillos permanentemente hinchados que
insinúan lo que hacen mis hermanos, sus manos son perfectamente
suaves. Después de todo, es solo un niño rico, tengo que recordar eso.
Su mirada se dirige al llamativo anillo de mi mano izquierda, me lo
puse por primera vez esta noche y ya me siento estrangulada por él, odio lo
que significa y odio cómo llama la atención. Los labios de Callum casi
desaparecen cuando se tensan y palidecen al verlo, parece un poco mareado.
Muy bien, me alegro de que a él también le haga sufrir.
Sin previo aviso Callum envuelve su brazo alrededor de mi cintura y me
acerca de un tirón, es tan repentino e inesperado que casi me aparto y lo
golpeo pensando que me está atacando, es solo después de que una chica
rubia chillando corre hacia nosotros que me doy cuenta de su juego.
Mide alrededor de 5'2 pies y lleva un vestido rosa con un pañuelo de
seda a juego alrededor del cuello. La sigue un hombre barbudo que lleva un
bolso grande de Hermès que solo puedo asumir que no le pertenece, ya que
realmente no combina con su polo.
—¡Cal! — grita agarrando sus brazos y estirándose de puntillas para
besar su mejilla.
Todo esto es parte del curso en Shoreside. Es la reacción de Callum lo
que me asombra.
Su expresión fría se transforma en una sonrisa encantadora y dice: —
¡Ahí están! Mis recién casados favoritos. ¿Algún consejo para nosotros
ahora que están del otro lado?
Realmente es increíble cómo la máscara del político se desliza en su
lugar en su hermoso rostro. Parece totalmente natural, excepto por la rigidez
de su sonrisa, no tenía idea de que fuera tan bueno en esto.
Tiene sentido, supongo. Pero es inquietante la facilidad con la que
adquiere la alegría y el encanto, nunca había visto nada igual.
La mujer se ríe apoyando suavemente su mano cuidada en el brazo de
Callum. Puedo ver su anillo de compromiso, la piedra casi inclinando su
mano hacia un lado. Dios mío creo que acabo de encontrar el iceberg que
hundió el Titanic.
—¡Oh, Cal! — ella dice con una risa tintineante —¡Solo ha sido un mes
para nosotros, así que todo lo que he aprendido hasta ahora es que no debes
registrarte en Kneen & Co! Qué pesadilla intentar devolver las cosas que no
queríamos, pedí la vajilla personalizada Marie Daage Aloe, pero
inmediatamente me arrepentí una vez que vi el nuevo patrón de
primavera. Por supuesto, eso no te importa; probablemente lo dejarás todo
en manos de tu prometida.
Ahora ella me da una mirada y las líneas más pequeñas luchan por
aparecer entre sus cejas, luchando valientemente contra las cantidades
masivas de Botox que intentan suavizarlo nuevamente.
—No creo que nos hayamos conocido — dice —Soy Christina HuntleyHart. Este es mi esposo, Geoffrey Hart.
Extiende la mano de esa manera flácida que siempre me confunde,
tengo que luchar contra el impulso de inclinarme y besarla como un conde
en una película antigua. En su lugar, solo le doy un extraño apretón lateral
dejándola ir lo más rápido posible.
—Aida — respondo.
—¿Aida...?
—Aida Gallo — informa Callum.
Esa línea de la frente lucha por reaparecer de nuevo.
—No creo que conozca a los Gallo... — dice ella —¿Son miembros del
North Shore Country Club?
—¡No! — Digo igualando su voz en tono de falsedad —¿Deberíamos
unirnos? Me temo que mi juego de tenis ha estado sufriendo mucho
últimamente...
Me mira como si tuviera una ligera sospecha de que me estoy burlando
de ella, pero no cree que eso pueda ser cierto.
La mano de Callum se aprieta dolorosamente alrededor de mi cintura, es
difícil no hacer una mueca.
—Aida ama el tenis — dice él —Ella es tan atlética.
Christina sonríe con incertidumbre.
—Yo también — dice. Luego, volviendo a Callum —¿Recuerdas
cuando jugamos juntos en Florencia? Fuiste mi compañero de dobles
favorito de ese viaje.
Es gracioso. Me importa una mierda si Christina Cuntley-Hart quiere
coquetear con Callum, podrían haber follado la semana pasada por lo que
sé, pero me parece bastante irrespetuoso que lo esté haciendo frente a mi
cara.
Miro al pobre Geoffrey Hart para ver qué piensa al respecto, hasta ahora
no ha dicho una palabra. Tiene el ojo puesto en la televisión sobre la barra
que está reproduciendo momentos destacados del juego de los
Cachorros. Sujeta el bolso de Christina con ambas manos con una expresión
en el rostro como si este mes de matrimonio hubiera sido los treinta días
más largos de su vida.
—Oye, Geoff — le digo —¿Te dejaron jugar a ti también o
simplemente cargaste las raquetas?
Geoffrey levanta una ceja y resopla un poco —No estaba en ese viaje en
particular.
—Hmm — digo —Qué mal, te perdiste de ver a Cal anotar con
Christina.
Ahora Christina definitivamente está enojada, ella me mira con los ojos
entrecerrados, sus fosas nasales se ensanchan.
—Bueno — dice rotundamente —Felicidades de nuevo. Parece que
atrapaste una buena, Cal.
Tan pronto como se aleja con Geoffrey a su paso, Callum suelta mi
cintura y agarra mi brazo en su lugar, sus dedos se clavan en mi carne.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? — me gruñe.
—¿Son esos tus verdaderos amigos? — Yo le pregunto —Debería haber
comprado uno de esos perritos para su bolso, Geoff es un accesorio
incómodo...
—Madura — dice Callum, sacudiendo la cabeza con disgusto —Los
Huntley organizaron una recaudación de fondos masiva para mí el año
pasado, conozco a Christina desde la escuela.
—¿La conoces? — digo —¿O te la jodiste? Porque si aún no lo has
hecho, será mejor que lo hagas antes de que empiece a follarte la pierna en
público.
—Oh, Dios mío — dice Callum presionando sus dedos contra el puente
de su nariz —No puedo creer esto, me voy a casar con una niña. Y no una
niña normal, un demonio engendro del infierno, como Chucky o los Hijos
del Maíz...
Intento apartar mi brazo de él pero su agarre es más duro que el acero,
voy a tener que hacer una escena para soltarme y todavía no estoy lista para
hacer estallar esta cosa.
Entonces, en su lugar le hago una señal al camarero más cercano y tomo
una copa de champán de su bandeja, luego tomo un sorbo y le digo a
Callum, en voz baja y tranquila: —Si no me sueltas, te arrojaré esta bebida
en la cara.
Me libera, su rostro está más pálido que nunca por la ira.
Pero se inclina directamente hacia mi cara y dice: —¿Crees que eres la
única que puede joder mis planes? No olvides que te vas a mudar a mi casa,
puedo hacer de tu vida una pesadilla viviente desde el momento en que te
despiertas por la mañana hasta que te permito que vuelvas a recostar la
cabeza por la noche, realmente no creo que quieras empezar una guerra
conmigo.
Mi mano está ansiosa por arrojarle ese champán directamente a la cara,
para mostrarle exactamente lo que pienso de eso.
Pero me las arreglo para contenerme. Apenas.
Me contento con sonreírle y decirle: —En medio del caos, también hay
oportunidades.
Callum me mira sin comprender.
—¿Qué... de qué carajo estás hablando? ¿Eso significa que vas a
intentar sacar el mejor partido de este lío?
—Claro — digo —¿Qué más puedo hacer?
En realidad, es una cita de El arte de la guerra. Aquí hay otro que me
gusta:
“Deja que tus planes sean oscuros e impenetrables como la noche, y
cuando te muevas, cae como un rayo”.
8
Callum
Después de esa primera muestra de comportamiento malcriado, Aida se
tranquiliza y comienza a comportarse a sí misma. O al menos, hace todo lo
posible, pone una sonrisa y charla con razonable cortesía con el flujo de
invitados que se acercan a felicitarnos.
Es bastante incómodo explicarles a mis amigos y familiares que estoy a
punto de casarme con esta chica de la que nunca han oído hablar y mucho
menos han conocido, una y otra vez les digo: —Mantuvimos las cosas en
privado. Fue romántico mantenerlo entre nosotros dos, pero ahora no
podemos esperar más; queremos casarnos.
Veo que más de unas pocas personas miran el estómago de Aida para
ver si hay una razón en particular por la que tenemos tanta prisa.
Aida pone fin a esos rumores bebiendo su peso en champán.
Cuando alcanza otro vaso, se lo arrebato de la mano y me lo trago yo
mismo.
—Ya has tenido suficiente — le digo.
—Yo decido cuándo he tenido suficiente — dice obstinadamente —Se
necesita más que un poco de ginger ale para emborracharme.
Pero puedo decir que ella ya está menos firme en sus tacones altos y no
era demasiado estable para empezar.
Me alivia que llevara un vestido, aunque el que eligió parece barato y
demasiado brillante. ¿Qué pasa con esta gente? ¿No tienen dinero para
comprar ropa decente? Sus hermanos parecen unos completos matones, uno
lleva una maldita camiseta y jeans y el otro está equipado como James
Dean. Dante está merodeando por la habitación como si esperara que una
bomba estalle en cualquier momento y Nero está charlando con la camarera
como si estuviera planeando llevarla arriba. Tal vez lo haga, esa mierda
sórdida, estoy bastante seguro de que se folló a Nora Albright en mi casa.
Al menos Enzo Gallo está vestido adecuadamente para la ocasión y
tiene los modales adecuados, parece conocer casi tanta gente aquí como
yo. No a los miembros de la alta sociedad del dinero nuevo, sino a cualquier
persona profundamente conectada con el viejo Chicago, puedo verlos
estrechar su mano con respeto, quizás mi padre no estaba del todo
equivocado acerca de los beneficios de esta alianza.
Mis padres vienen a ver cómo estamos con Madeline Breck junto a
ellos. Madeline tiene casi setenta años, es negra, tiene el pelo gris muy
corto, traje sencillo y zapatos cómodos, tiene un rostro tranquilo e
inteligente. Si fueras estúpido podrías pensar que es un tipo de abuela
amigable, en realidad es una de las personas más poderosas de Chicago.
Como presidenta de la Junta del Comisionado del Condado de Cook,
controla los fondos de proyectos masivos financiados con fondos públicos,
desde parques hasta infraestructura. También tiene un férreo control sobre
los demócratas liberales de Chicago, sin siquiera dar la impresión de meter
el dedo en el pastel se las arregla para conseguir que quien quiera sea
designado para puestos clave como tesorero de la ciudad o fiscal del estado.
Ella es astuta y sutil y en absoluto alguien a quien quiera poner de mi
lado malo, así que casi me enferma la idea de que Aida diga algo
desagradable frente a ella.
Cuando ella se acerca le susurro a Aida: —Compórtate, esa es
Madeline...
—Sé quién es — interrumpe poniendo los ojos en blanco.
—Madeline — dice mi padre —ya conoces a nuestro hijo Callum, se
postulará para el puesto de Concejal en el Distrito 43 en unas pocas
semanas.
—Excelente — dice Madeline —Ya es hora de que tengamos a alguien
allí con algo de visión.
—¿Qué tipo de visión esperas? — Le pregunto —¿Quizás alguien que
pueda mantener Lincoln Park en una pieza?
Ella me sonríe —¿Quién te dijo que estaba en contra de la reasignación?
—Un pajarito — digo —Si me convierto en Concejal, no querría que
Lincoln Park fuera cortado y dividido, afortunadamente soy un amigo
íntimo del director del Comité de Reglas.
—Jeremy Ross es terco — dice Madeline, mirándome por encima de
sus anteojos como si pensara que en realidad no tengo ninguna influencia
sobre él.
—Es testarudo como el infierno, pero me debe un favor, y tampoco uno
pequeño.
—Bueno, solo quiero lo mejor para el vecindario — dice
magnánimamente.
—Por supuesto, siento exactamente lo mismo, Lincoln Park tiene
historia, no podemos permitir que se distribuya a otros distritos que no lo
verán como una prioridad.
—Ese es el espíritu — dice palmeándome el brazo —Encantada de
conocerte, querida — le dice a Aida.
Estoy un poco confundido acerca de por qué terminó nuestra
conversación tan abruptamente, estoy bastante seguro de que ambos
queremos lo mismo.
Mientras se aleja, Aida toma otro trago de la bebida que tomó de algún
lugar y dice: —Sabes que a ella no le importa un carajo Lincoln Park.
Mi padre gira bruscamente la cabeza —¿De qué estás hablando?
—Recibe sobornos en el servicio de basura en los distritos 44 y 32 —
dice Aida, como si fuera obvio —A eso le agregas la mitad de Lincoln Park
y duplicas el valor, ella simplemente se opone al re-mapeo en público
porque es impopular.
Una mirada pasa entre mis padres.
—Será mejor que hable con Marty Rico — dice mi madre.
Mientras se separan para confirmar, Aida se ríe suavemente.
—¿Cómo lo supiste? — Le pregunto.
—Parece que los Griffin no están tan bien conectados después de todo
— dice —Supongo que nadie hablaba de eso en el North Shore Country
Club.
—¿Cómo conseguirías que ella volviera, si eres tan inteligente?
— exijo.
—¿Porque tendría que decírtelo? — Dice Aida, entrecerrando sus ojos
grises hacia mí y tomando otro sorbo de su bebida, se ve astuta y maliciosa
cuando hace eso, como una especie de gato de la jungla en lo alto de las
ramas a punto de caer sobre mi cabeza.
—Bueno — digo —Dentro de una semana, lo que es mío es tuyo. Lo
que significa mis éxitos... y mis fracasos... todo estará sobre tus hombros
también, así que tiene sentido que me ayudes.
Deja su vaso vacío en la maceta más cercana, el color le llega a las
mejillas.
—¿Crees que voy a ser una mujercita parada detrás de ti, trabajando
detrás de escena para ayudar a lanzarte al estrellato? — ella chasquea.
—No necesito tu ayuda — le digo —pero si vamos a estar pegados,
también podríamos trabajar juntos.
—¡No soy tu cómplice! — dice acaloradamente.
—Oh, ¿tienes algo mejor que hacer con tu tiempo? — Me burlo de
ella —Por lo que puedo decir, no haces una mierda en los negocios de tu
propia familia y simplemente jodes tomando clases en Loyola, ¿De qué te
preocupas, además de colarte en las fiestas de otras personas?
Ella me mira enojada, y por una vez, callada.
—No tengo que darte explicaciones — dice al fin.
Una réplica débil, comparada con la habitual. Debo haber tocado un
nervio.
Así que la presiono un poco más.
—De todos modos, dudo que tengas algo útil que decir.
Casi tiembla de ira. Aida tiene mal genio, realmente no debería
pincharla de esa manera, especialmente no en un lugar público donde tengo
más que perder con ella saliéndose de control que ella.
Pero finalmente dice: —Sé que estás tratando de provocarme, te diré la
respuesta de todos modos, solo porque no importa y no podrás hacerlo de
todos modos. Madeline Breck se preocupa por ganar dinero, fin de la
historia. Se beneficia de un centenar de acuerdos de construcción y
servicios públicos diferentes, pero si algo le apasiona son los policías que
disparan a la gente, si puedes convencerla de que vas a hacer algo al
respecto es posible que la subas a bordo, pero no puedes porque entonces
perderás el apoyo del sindicato de policías y probablemente también el de
bomberos.
Eso es... en realidad no es la peor idea del mundo, Aida probablemente
tenga razón, pero también tiene razón en que sería difícil impresionar a
Madeline sin cabrear al sindicato de policías.
—Eso es bastante inteligente — digo.
—¡Oh gracias! — ella responde sarcásticamente —Me siento muy
honrada.
Entonces, justo cuando está en medio de poner los ojos en blanco, Aida
ve a alguien que viene hacia nosotros y se da la vuelta como si fuera a
poder encontrar un lugar para esconderse a pesar del hecho de que esta
fiesta es en nuestro honor y ella está vestida tan sutilmente como un girasol.
Es Oliver Castle acercándose con las manos metidas en los bolsillos y
una gran sonrisa estúpida en el rostro, lo conozco desde la universidad pero
nunca he sido su fan, era una estrella del fútbol y, obviamente, todavía come
como tal, a pesar de que ahora trabaja en la empresa de inversiones de su
padre, su cuerpo grande y fornido está empezando a ablandarse aunque
todavía se ve fuerte, está muy bronceado, probablemente por algún viaje
reciente del que seguro me contará todo.
Pero a medida que se acerca, veo que su atención está completamente
fija en Aida.
—No podía creerlo cuando lo escuché — dice.
—Hola, Ollie — dice ella, dándose la vuelta sin entusiasmo.
¿Ollie?
—Estoy herido, Aida. ¿Te comprometes y ni siquiera me llamas para
decírmelo?
—¿Por qué debería llamarte? — ella dice rotundamente —Pasé tres
meses ignorando tus mensajes y llamadas. Cuando intentas entrenar a un
perro, no puedes darle ni un solo premio o seguirá ladrando y babeando
encima de ti para siempre.
Espero que Oliver se ofenda, pero él solo sonríe y se acerca
sigilosamente a Aida por lo que se eleva sobre ella, me está cabreando lo
cerca que está y cómo ni siquiera me ha reconocido todavía.
—Ahí está esa boca que me encanta — dice Oliver —Nunca cambies,
Aida.
—No sabía que ustedes dos se conocían — les digo.
—Oh, tenemos toda una historia — arrastra Oliver, sin dejar de mirar a
Aida.
Me interpongo entre los dos, así que le estoy cortando parcialmente la
vista.
—Bueno, supongo que nos veremos en la boda, entonces —digo, sin
molestarme en ocultar la irritación en mi voz.
—Supongo que sí — dice Oliver finalmente dándome una mirada —Es
curioso, nunca me imaginé a los dos juntos. Aida es tan salvaje, no pensé
que dejaría que una celebridad le pusiera un anillo en el dedo.
—Solo porque no lo lograste, no significa que nadie más pueda —
gruñí.
Aida nos interrumpe.
—Por muy emocionante que sea esto, creo que voy a ir a buscar algo de
comida.
Ella pasa a nuestro lado, dejándonos solos juntos.
Sin Aida, la tensión se disipa y me molesta que incluso esté hablando
con Oliver y sin mencionar el irritarme por el hecho de que aparentemente
solía salir con mi prometida falsa, ¿Por qué debería importarme un carajo
con quién salió Aida antes que yo? Ella podría haber follado a toda la
alineación inicial de los Bears, ¿y qué importaría? Nuestro arreglo es un
negocio, nada más.
Aun así, me enoja cuando Oliver dice: —Buena suerte, Griffin, ella es
alocada.
—Dudo que sepas una maldita cosa sobre lo que ella es o no — le grito.
Oliver levanta las manos a modo de disculpa fingida.
—Seguro, seguro — dice —Apuesto a que lo tienes totalmente bajo
control.
Me está dando una sonrisa maliciosa, como si no pudiera esperar a ver
cómo Aida va a arruinar mi vida.
Desafortunadamente, creo que podría tener razón.
Voy a buscar a Riona, ella sabrá la primicia sobre esto.
—¿Conoces a Oliver Castle? — Le pregunto.
—Sí — dice, echando hacia atrás un mechón de su brillante cabello
rojo, ella tiene su teléfono afuera revisando los correos electrónicos del
trabajo en los intervalos entre socializar, Riona obtuvo su título de abogada,
sobre todo para demostrar que podía, creo. Ahora trabaja para la firma que
maneja todos nuestros intereses comerciales.
—¿Castle solía salir con Aida? — Le pregunto.
Riona me mira enarcando las cejas, son tan rojas como su cabello.
— Sí — dice como si le preguntara si el sushi está hecho de arroz —
Salieron durante más de un año, estaba obsesionado con ella. Totalmente
loco, haciendo el ridículo, apenas trabajando, persiguiéndola a todos lados,
ella se fue a Malta de vacaciones, él abandonó su trabajo en medio de una
gran adquisición y la persiguió. Su padre estaba furioso.
—¿Entonces qué pasó?
—Ella lo dejó de la nada, nadie pudo entenderlo. Oliver es una presa: es
hijo único, heredará todo Keystone Capital. Además, es bastante guapo y
encantador... y ella simplemente lo tiró de culo, no le dijo a nadie la razón.
—Bueno, es un maldito idiota, para empezar — digo.
Riona me mira fijamente.
—¿Eso son celos? — ella dice, con incredulidad.
—No — le frunzo el ceño —Simplemente no me gusta descubrir que
mi prometida salió con ese simio, ¡Este es el problema de casarse con una
maldita extraña!
—Baja la voz — dice Riona con frialdad —A ninguno de nosotros nos
gusta esto, pero dado que nuestros padres aparentemente se han vuelto
locos, tenemos que aprovecharlo al máximo.
Al menos Riona está de mi lado.
Es una pena que mi padre siempre nos enfrente, porque la respeto. Ella
es disciplinada, trabajadora, inteligente, pero siempre me pisa los talones
esperando a que falle para poder ocupar mi lugar.
Bueno, eso no sucederá, superaré esto no importa con cuántos idiotas de
fondos fiduciarios haya salido Aida antes que yo.
—Escucha — le digo a Riona —Tengo que estar bien con Madeline
Breck, ¿Puedes llegar a algún tipo de trato con Callahan?
Le explico todo.
William Callahan es el jefe de policía de mi distrito, sería mejor si
pudiera poner de mi lado al superintendente de toda la ciudad, pero al
menos es un comienzo para mostrarle a Madeline Breck que tengo
influencia con la policía.
Riona escucha con expresión escéptica.
—Eso es difícil de vender — dice.
—Intenta, al menos — le pregunto.
Riona asiente resuelta, esa es la perfeccionista en ella, no puede
rechazar una tarea.
Se va a hablar con Callahan de nuevo y Dante Gallo ocupa su lugar a mi
lado, tiene uno de esos rostros que siempre se ve sin afeitar, sombras
oscuras alrededor de sus labios y mandíbula ancha, tiene una especie de
mirada brutal y sin cortes en su rostro y una figura voluminosa. Encorvado
y a la defensiva, como un luchador. Él no me intimida, nadie me intimida,
pero si tuviera que enfrentarme a uno de los hermanos de Aida, no querría
que fuera Dante.
Ya sé por qué vino aquí para hablar conmigo.
Efectivamente, Dante me mira a los ojos y dice: —Mi padre puede estar
entregando a Aida a ustedes, pero no piensen ni por un segundo que nos
estamos olvidando de ella, ella es mi hermanita y si pones un dedo sobre
ella de una manera que no le guste...
—Guárdatelo — le corté —No tengo ninguna intención de abusar de
Aida.
—Bien — gruñe Dante.
Pero ahora soy yo quien da un paso más hacia él.
—Pero déjame decirte algo, cuando ella diga esos votos, se convierte en
mi esposa, me pertenecerá, y lo que le pase a ella ya no es de tu
incumbencia. Ella responde a mí, lo que suceda entre nosotros es asunto
mío, no tuyo.
Los hombros de Dante se encorvan aún más, aprieta sus dos puños del
tamaño de toronjas.
—Ella siempre será mi asunto — gruñe.
—No sé de qué estás preocupado, estoy bastante seguro de que puede
cuidarse sola.
Dante frunce el ceño.
—Sí, puede — dice —Pero eso no significa que sea inquebrantable.
Miro al otro lado de la habitación donde Aida está hablando con
Nero. Al parecer, no cerró el trato con la camarera y Aida parece estar
bromeando con él por eso. Mientras miro, echa la cabeza hacia atrás y se ríe
tan fuerte que puedo escucharlo todo el camino, Nero frunce el ceño y la
golpea con fuerza en el hombro, Aida se ríe más fuerte sin inmutarse.
—Ella estará bien — le digo a Dante.
Sacude la cabeza hacia mí con ojos oscuros y serios.
—Trátala con respeto — dice amenazadoramente.
—Preocúpate por tu propio lado de la familia — le digo con frialdad —
Si estamos encadenados, ustedes, malditos salvajes, deben aprender a actuar
de manera civilizada, mataré a todos y cada uno de ustedes antes de dejar
que nos arrastren.
—Siempre y cuando nos entendamos — dice Dante.
Se vuelve y se aleja pisando fuerte, busco otra copa a mi alrededor.
En la última semana, he tenido suficiente de los Gallo para toda la vida
y apenas estamos comenzando en nuestra nueva relación “unida”.
Dante puede tomar su papel protector de hermano mayor y metérselo
por el culo.
¿Cree que Aida tiene algún lado vulnerable?
Lo dudo.
Ella es un animal, como sus hermanos.
Lo que significa que necesita ser rota.
Oliver no pudo domesticarla, ella lo atropelló, se burló de él
públicamente. Bueno, ella no me hará eso. Si Aida es una roca, entonces yo
soy el maldito océano y voy a golpearla una y otra vez, desgastándola un
guijarro a la vez, hasta que la rompa y me la tragué entera.
9
Aida
Toda la semana próxima se desperdicia en la planificación de la
estúpida boda. Imogen Griffin está manejando la mayor parte porque los
Griffin son fanáticos del control y a mi familia no le importa una mierda
cómo se vea la boda. Aun así, ella espera que yo apruebe los arreglos de los
asientos, las flores y los planes de comidas como si me importara una
mierda.
Pasar tiempo con la familia de Callum es extraño, todavía no puedo
evitar la sensación de que me van a saltar cada vez que esté a solas con
ellos. Sin embargo, hay una fantasía entre nosotros donde ellos fingen que
todo esto es genuino y se supone que debo seguirles el juego como si fuera
una futura novia emocionada y su nuera.
No puedo entender a Imogen, desde fuera parece la típica socialité
adinerada: rubia, perfectamente peinada, siempre hablando en tonos
cultos. Pero puedo decir que es inteligente, y sospecho que está mucho más
involucrada en el negocio de los Griffin de lo que deja ver.
La boda será pequeña ya que se está celebrando muy rápido, pero ella
todavía insiste en que necesito un vestido adecuado, por eso estoy en Bella
Bianca, probándome vestidos de novia frente a Nessa, Riona e Imogen.
No tengo ningún miembro femenino de la familia a quien invitar, y no
es que quisiera involucrarlos en esta farsa de todos modos.
Nessa es la más emocionada bajando vestido tras vestido para que me
los pruebe, luego aplaude y chilla sobre cada uno. Todos son vestidos de
princesa esponjosos y vestidos de fiesta ridículamente exagerados como una
caricatura que cobra vida. La mitad del tiempo me pierdo en el tul y Nessa
tiene que bajar las distintas capas, darle la vuelta y cerrarme la cremallera.
Aunque los odio a todos no puedo evitar reírme de su energía
contagiosa, ella es tan dulce con sus grandes ojos marrones y sus mejillas
rosadas.
—¿Por qué no te los pruebas también? — Le pregunto.
—Oh, no — niega con la cabeza sonrojándose lo suficiente como para
ahogar sus pecas —No podría hacer eso.
—¿Por qué no? Hay un millón de ellos, será mucho más rápido si me
ayudas.
—Bueno...
Puedo ver que se muere por hacerlo, empujo uno de los vestidos más
esponjosos en sus brazos.
—Vamos, veámoslo.
Nessa se va a cambiar suspirando con resignación, me pongo el vestido
número sesenta y siete, pesa alrededor de cien libras y tiene una cola más
larga que la de la princesa Diana.
Nessa sale luciendo como la bailarina que es, su delgado cuello se eleva
desde el corpiño del vestido, con la falda tan abultada como un tutú.
—¿Qué opinas? — dice dando vueltas en el estrado elevado, ahora
parece una de esas bailarinas de caja de música.
—Creo que eres la que debería casarse — le digo —Te queda mucho
mejor.
Extiendo mis manos para que podamos bailar juntas, nuestras faldas son
tan grandes que tenemos que inclinarnos para alcanzarnos, Nessa se cae del
estrado aterrizando ilesa en el enorme montón de su propia falda, ambas nos
echamos a reír.
Riona nos mira sin sonreír.
—Date prisa — dice bruscamente —No tengo todo el día para gastar en
esto.
—Entonces elige uno —le espeto —Me importa una mierda qué vestido
me pondré.
—Es tu vestido de novia — dice Imogen, con su voz tranquila y
culta —Tiene que hablarte, tiene que resonar. Entonces, algún día podrás
pasárselo a tu propia hija.
Mi estómago da un vuelco, ella está hablando de una hija ficticia que se
supone que tendré con Callum Griffin. La idea de deambular embarazada de
su bebé me da ganas de arrancarme esta falda y salir corriendo de la
tienda. Este lugar está lleno de tanto tul blanco puro, pedrería, lentejuelas y
encajes que apenas puedo respirar.
—Realmente no me importa — le digo a Imogen —No me gustan
mucho los vestidos, o la ropa en general.
—Eso es obvio — dice Riona con aspereza.
—Sí —le espeto— no me visto como una Barbie corporativa, por cierto,
¿cómo te está funcionando eso? ¿Tu papá te deja tomar notas en sus
reuniones o simplemente te quedas ahí con teniendo un aspecto bonito?
El rostro de Riona se pone tan rojo como su cabello, Imogen interrumpe
antes de que Riona pueda replicar.
—Tal vez te atraiga algo un poco más sencillo, Aida.
Imogen hace un gesto a la asistente solicitando varios vestidos por
número y nombre del diseñador. Obviamente, hizo su investigación antes de
venir, no me importa lo que eligió solo quiero que esto termine, nunca me
había subido tantas cremalleras en mi vida.
No sé qué pasó con el vestido de mi madre, pero sí sé lo que parecía:
tengo una foto de ella el día de su boda, ella está sentada en una góndola en
Venecia justo en la proa del bote, la larga cola de encaje se arrastra sobre la
proa casi tocando el agua verde pálido, ella está mirando directamente a la
cámara, altiva y elegante.
En realidad uno de los vestidos que seleccionó Imogen se parece un
poco al de mi madre: mangas caplet que caen por los hombros, un corpiño
entallado con escote corazón, encaje antiguo, pero sin estar abultado, solo
líneas suaves y simples.
—Me gusta este — digo vacilante.
—Sí — asiente Imogen —Ese blanquecino te sienta bien.
—Te ves IMPRESIONANTE — dice Nessa.
Incluso Riona no tiene nada despectivo que decir, ella simplemente
levanta la barbilla y asiente.
—Terminemos, entonces — digo.
La asistente toma el vestido preocupada por el hecho de que no tenemos
tiempo para ajustarlo antes de la boda.
—Me queda bien — le aseguro.
—Sí, pero si lo ajustaras solo un poco en el busto...
—No me importa — le digo empujándolo en sus brazos —Es lo
suficientemente bueno.
—He contratado a chicas para que te peinen y maquillen la mañana de
la boda — me dice Imogen.
Eso suena a mucho más alboroto de lo necesario pero me obligo a
sonreír y asentir, no vale la pena pelear por ello, habrá muchas cosas por las
que pelear más adelante.
—Callum también ha reservado un día de spa para ti el día antes de la
boda — dice Imogen.
—Eso realmente no es necesario — le digo.
—¡Por supuesto que lo es! Querrás relajarte y dejarte mimar.
No me gusta relajarme ni que me mimen.
Así es como Imogen Griffin se sale con la suya, estoy segura,
diciéndote cómo va a ser con un tono ligero y una sonrisa educada en su
rostro, actuar como si cualquier resistencia fuera el colmo de la grosería,
por lo que te avergüenza seguir adelante.
—Estoy ocupada — le digo.
—Ya está reservado — dice Imogen —Enviaré un coche a las nueve
para que te recoja.
Estoy a punto de decir que no estaré allí pero me obligo a respirar
profundamente y tragarme la rebeldía instintiva, es solo un día de spa, están
tratando de ser amables a su manera insistente y remilgada.
—Gracias — le digo con los dientes apretados.
Imogen me da una sonrisa tensa.
—Serás la novia perfecta — dice.
Suena más como una amenaza que como un cumplido.
Cada día pasa más rápido que el anterior, cuando faltaban dos semanas
para la boda, parecía toda una vida. Como si algo pudiera pasar en el medio
para cancelarlo.
Pero ahora solo faltan tres días, luego dos. Entonces, en realidad está
sucediendo mañana y estoy esperando afuera de mi casa a que el estúpido
auto de Imogen me recoja para llevarme a algún día de spa que no quiero ni
necesito.
Sé que quieren depilarme, exfoliarme y quitarme todas mis asperezas
convirtiéndome en una pequeña y suave esposa para el vástago de su
familia, el gran Callum Griffin. Él es su JFK y se supone que yo soy su
Jackie Kennedy.
Prefiero ser Lee Harvey Oswald.
Aun así, reprimo toda mi irritación y dejo que el conductor me lleve a
un lujoso spa en Walton Street.
No es tan malo para empezar, Callum realmente hizo su trabajo, los
esteticistas me empapan los pies y me pintan los dedos de las manos y de
los pies, me hacen sentarme en un baño de barro gigante con un tipo de
barro completamente diferente pegado por toda la cara, luego pusieron un
poco de envoltura acondicionadora en mi cabello y después de que todo
tuvo tiempo de filtrarse, lo lavaron y luego me engrasaron como un pavo en
Acción de Gracias. Me cubren con piedras calientes, luego me las quitan y
comienzan a frotar y golpear cada centímetro de mi cuerpo.
Como me importa un comino estar desnuda, esta es mi parte favorita,
tengo a dos mujeres con sus cuatro manos sobre mí frotando y masajeando
y trabajando hasta el último nudo muscular inducido por el estrés que se ha
hundido en mi cuello, mi espalda, incluso mis brazos y piernas, dado que
Callum es quien inició ese estrés en primer lugar, creo que es lógico que
pague para que lo borren nuevamente.
Es tan deliciosamente relajante que empiezo a quedarme dormida,
arrullada por las manos de las mujeres en mi piel y los falsos sonidos del
océano que se bombean a través de los parlantes.
Me despierto con un dolor cegador en la zona de la entrepierna, la
esteticista se para a mi lado, sosteniendo una tira de depilación con los
pequeños pelos que solían estar adheridos a mi cuerpo.
—¿Qué carajo? — Grito.
—Puede doler un poco — dice en un tono completamente indiferente.
Miro mi parte íntima, que ahora está completamente sin pelo en el lado
izquierdo.
—¿Qué demonios estás haciendo? — Le grito.
—Tu brasileña — dice golpeando otra tira de cera en el lado derecho.
—¡Oye! — Le aparto la mano de un golpe —¡No quiero una maldita
brasileña! No quiero que me depilen para nada.
—Bueno, estaba en la lista de servicios — toma su portapapeles y me lo
da como si eso fuera a aliviar el fuego ardiente en las partes recién
depiladas y horriblemente sensibles de mi ingle.
—¡Yo no hice la maldita lista de servicios! — Grito, tirando el
portapapeles —Y no quiero que practiques tus técnicas de tortura en mi
entrepierna.
—La cera ya está puesta — dice señalando la tira que acaba de pegar —
Tiene que salir, de una forma u otra.
Intento levantar el borde de la tira de tela pero tiene razón, ya está bien
adherida al poco pelo que me quedaba, la esteticista me mira sin compasión
en sus fríos ojos azules. Creo que estas mujeres se divierten infligiendo
dolor, podría verla fácilmente cambiando su bata blanca por un corsé de
cuero y una fusta.
—Quítalo, entonces — digo de mal humor.
Con un tirón rápido, la esteticista arranca la tira dejando otra tira de piel
suave y rosada.
Grito y dejo escapar una serie de improperios, algo de inglés y algo de
italiano. La esteticista ni siquiera se inmuta, estoy segura de que lo ha
escuchado todo.
—¡Está bien, es suficiente! — Yo digo.
—No puedes dejarlo así— dice arrugando la nariz.
¡Cazzo! Tengo alrededor de dos tercios de mi coño depilado con
pequeños mechones de pelo en lugares extraños, se ve jodidamente
horrible, no me importa por el bien de Callum, pero no quiero tener que
mirar eso durante semanas hasta que vuelva a crecer.
No puedo creer su valor, reservar una depilación de bikini junto con
todo lo demás, ¿Cree que ya es dueño de mi coño? ¿Cree que puede decidir
cómo se ve?
Debería esperar hasta que se duerma y luego ponerle cera caliente en las
bolas, darle una probada de su propia medicina.
Con tristeza, digo: —Bien, termínalo.
Se necesitan tres tiras más y muchas más palabrotas para quitar el pelo
restante. Cuando terminan, estoy completamente depilada, el aire fresco me
toca como nunca antes.
Es jodidamente humillante, es... cualquiera que sea la versión femenina
de castrar. Soy como Sansón, Callum me robó el pelo y me despojó de mi
poder.
Voy a vengarme de él por esto, ese maldito pervertido y
conspirador, ¿Cree que puede depilarme el coño sin consentimiento? Ni
siquiera sabe lo que está empezando.
Los esteticistas vuelven a masajearme, pero estoy jodidamente furiosa.
Ya estoy planeando todas las formas en que voy a hacer de la vida de
Callum un infierno.
10
Callum
Es el día de mi boda.
No se parece en nada a lo que imaginé, pero nunca pasé mucho tiempo
imaginando casarme, esperaba que sucediera eventualmente pero nunca me
importó una mierda.
He salido con muchas mujeres cuando era conveniente, siempre he
tenido mis propios planes, mis propias metas, cualquier mujer tenía que
encajar con eso o la soltaría en el momento en que se volviera más
problemática de lo que valía.
De hecho, estaba saliendo con alguien cuando mi padre arregló todo
esto con los Gallo, Charlotte Harper y yo llevábamos juntos unos tres
meses, tan pronto como me enteré de que estaba comprometido, la llamé
para terminarlo, y sentí... nada. Realmente no me importaba si volvía a ver
a Charlotte o no, ella no tiene nada de malo: es bonita, exitosa y está bien
relacionada, pero cuando rompo con una mujer siento lo mismo que cuando
tiro un par de zapatos viejos, sé que encontraré uno nuevo muy pronto.
Esta vez la nueva es Aida Gallo, y se supone que debo amarla,
apreciarla y protegerla hasta el final de sus días, no estoy seguro de poder
hacer ninguna de esas cosas, excepto quizás mantenerla a salvo.
Aquí hay una cosa que sí sé: no voy a tolerar sus jodidas tonterías una
vez que estemos casados. Es como dice mi padre: necesita ser entrenada, no
voy a tener una esposa desobediente y salvaje, ella aprenderá a obedecerme
de una forma u otra, incluso si tengo que molerla hasta convertirla en polvo
bajo mis pies.
Sonrío un poco, pensando en su “día de spa” ayer, el objetivo de eso
obviamente era prepararla para esta noche, se supone que debo consumar el
matrimonio y no me voy a follar a una pequeña ragamuffin desordenada
con chanclas y shorts de jean, espero que esté bien arreglada de la cabeza a
los pies.
Me encanta la idea de que esté arreglada, limpiada y encerada según mis
especificaciones. Como una muñequita, construida como a mí me gusta.
Ya me duché y me afeité, así que ahora es el momento de ponerme el
esmoquin, pero cuando miro el gancho en el armario donde espero que esté
colgado, no hay nada allí.
Llamo a Marta, una de las empleadas de nuestra casa.
—¿Dónde está mi esmoquin?
—Lo siento, Sr. Griffin — dice nerviosamente —Fui a la tienda a
recogerlo como usted dijo, pero me dijeron que el pedido había sido
cancelado, en vez de eso, se envió una caja aquí de la señorita Gallo.
—¿Una caja?
—Sí, ¿Debería traérsela?
Espero con impaciencia en la puerta mientras Marta sube las escaleras
trotando con una caja de ropa grande y cuadrada en sus manos.
¿Qué demonios es esto? ¿Por qué Aida está jodiendo con mi esmoquin?
—Déjalo — le digo a Marta. Deja la caja con cautela en mi sofá.
Espero hasta que se ha ido y luego la abro.
En la parte superior hay un sobre, con la letra desordenada que solo
puedo asumir que pertenece a mi prometida, lo abro y saco una nota:
Querido prometido,
Fue muy amable de tu parte encargarte de todos mis arreglos antes de
la boda ayer. ¡Qué experiencia tan estimulante e inesperada!
Decidí devolver el favor con un regalo propio, un pedacito de mi
cultura para el día de mi boda.
Estoy segura de que me harás el honor de llevar esto para nuestra
ceremonia. Me temo que no podría decir mis votos sin este recordatorio de
mi hogar.
Siempre tuya,
Aida
No puedo evitar reírme de su descripción del spa, pero mi sonrisa se
congela en mi rostro cuando aparto el papel de seda y veo el esmoquin que
ella espera que use.
Parece un maldito traje de payaso hecho de satén marrón brillante, está
cubierto de bordados llamativos en los hombros y solapas incluso en la
parte posterior de la chaqueta, es un traje de tres piezas completo con
chaleco, sin mencionar un pañuelo de bolsillo de encaje y una corbata, la
única persona a la que puedo imaginarme vistiendo esto es Liberace.
Mi madre entra apresuradamente en la habitación luciendo nerviosa,
puedo ver que ya está vestida con un elegante vestido de cóctel verde
salvia, su cabello es suave y pálido y lleva pendientes de oro de buen gusto
colgando de sus lóbulos.
—¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no estás vestido? — dice cuando me
ve parado allí con una toalla atada alrededor de mi cintura.
—Porque no tengo mi esmoquin — le digo.
—¿Qué es eso?
Me hago a un lado para que ella pueda ver, levanta la corbata de encaje
sosteniéndola con disgusto entre el índice y el pulgar.
—Un regalo de mi futura esposa — digo extendiendo la tarjeta.
Mi madre lo lee de un vistazo, frunce el ceño y luego dice: —Póntelo.
Lanzo una carcajada.
—Tienes que estar bromeando.
—¡Hazlo! — ella dice —No tenemos tiempo para conseguir otro
esmoquin y no vale la pena arruinar todo esto por un traje.
—Esto no es un traje, es una puta vergüenza.
—¡No me importa! — dice ella bruscamente —Es una boda pequeña,
casi nadie lo verá.
—Eso no pasará.
—Callum — espeta —Es suficiente, vas a tener cien batallas más que
pelear con Aida, debes elegir las que son importantes. Ahora muévete,
tenemos que irnos en seis minutos.
Increíble, pensé que se volvería loca por esto aunque solo fuera por la
forma en que el marrón chocará con su combinación de colores crema, oliva
y gris cuidadosamente seleccionados.
Me pongo el ridículo traje casi ahogándome con el olor a naftalina, ni
siquiera quiero saber de dónde sacó Aida esto, probablemente su bisabuelo
estaba enterrado en esto.
Lo importante es cómo voy a castigarla por esto.
Ha cometido un grave error pinchando al oso una y otra vez, es hora de
que despierte y le dé una buena bofetada.
Ella recibirá lo que le viene esta noche.
Tan pronto como me visto me apresuro a bajar las escaleras hacia la
limusina que me espera, la que llevaba a mi madre y a mis hermanas ya se
fue, solo somos mi padre y yo en esta.
Levanta una ceja ante mi traje pero no dice nada, probablemente mi
madre ya le informó.
—¿Como te sientes? — me pregunta secamente.
—Fantástico — digo —¿No puedes decirlo solo con verme?
—El sarcasmo es la forma más baja de humor — me informa.
—Pensé que eran los juegos de palabras.
—Esto te vendrá bien, Cal. No puedes verlo ahora, pero lo será.
Aprieto los dientes, imaginándome sacar cada una de mis frustraciones
en el pequeño culo apretado de Aida esta noche.
Me siento sacrílego al entrar a la iglesia como si Dios pudiera
derribarnos por esta unión impía. Si Aida me cabrea lo suficiente, la
sumergiré en el agua bendita y veré si eso la enciende.
Es fácil ver qué lado del pasillo es el mío y cuál es el de Aida, todos
esos italianos morenos de pelo rizado frente a los tonos de crin de caballo
de los irlandeses: rubio, rojo, gris y moreno.
Los padrinos de boda son los hermanos de Aida, las damas de honor son
mis hermanas, tenemos el mismo número porque solo Dante y Nero están
de pie; Sebastian está sentado en la primera fila en una silla de ruedas con la
rodilla todavía abultada por el vendaje debajo de los pantalones.
No sé si realmente necesita la silla de ruedas, o es solo un vete a la
mierda a mi lado de la familia, pero siento una punzada de culpa de todos
modos, lo rechazo pensando que los Gallo tienen suerte de haber salido así
de fácil.
El vestido verde salvia de las damas de honor le sienta muy bien a
Riona, pero no a Nessa, la hace lucir pálida y un poco enferma, aunque a
ella no parece importarle, es la única que sonríe junto al altar, Dante y
Riona se miran el uno al otro y Nero mira a Nessa con una expresión de
interés que me tiene a unos cinco segundos de envolver mis dedos alrededor
de su garganta. Si le dice una palabra, voy a golpear su bonita cara.
La iglesia está llena de un fuerte aroma a peonías de color crema, el
sacerdote ya está de pie en el altar. Solo estamos esperando a Aida.
Empieza la música y, después de un momento de pausa, mi novia llega
caminando por el pasillo.
Lleva un velo y un sencillo vestido de encaje que la sigue, ella tiene un
ramo en una mano, pero lo deja colgar por su muslo usando su otra mano
para sostener la falda de su vestido. No puedo ver su rostro detrás del velo
lo que me hace pensar más que nunca que me voy a casar con una extraña,
podría ser cualquiera ahí debajo.
Mi novia se detiene frente a mí y levanto el velo.
Veo su piel suave y bronceada y sus ojos de color gris claro con
pestañas pesadas, tengo que admitir que se ve hermosa. La revelación de su
rostro hace que me dé cuenta de lo encantadores que son realmente esos
rasgos, cuando no están alterados en alguna expresión demoníaca.
No dura mucho, tan pronto como alcanza una vista despejada de mi
traje, su rostro se ilumina con un regocijo malicioso.
—Te ves increíble — susurra riendo.
—Me las cobraré — le informo con calma.
—En realidad te la estoy de volviendo a ti por esa mierda que me hiciste
en el spa — sisea hacia mí.
El sacerdote se aclara la garganta, queriendo iniciar el servicio.
—Cuando estés casada conmigo, espero que te mantengas así en todo
momento— le informo.
—Mierda si lo haré — espeta Aida, lo suficientemente fuerte como para
hacer saltar al sacerdote.
—¿Hay algún problema? — dice, frunciendo el ceño.
—No hay problema, empiece la ceremonia —le ordeno.
Aida y yo seguimos disparándonos entre dientes en voz baja, mientras
el sacerdote zumba a través de los votos.
—Si crees que voy a ser una pequeña estrella del porno para ti ...
—Esos son apenas los estándares mínimos...
—Sí, ciertamente apenas…
Nos detenemos cuando nos damos cuenta de que el sacerdote nos está
mirando.
—Callum Griffin y Aida Gallo, ¿habéis venido aquí libremente y sin
reservas para entregaros el uno al otro en matrimonio? — él dice.
—Sí — respondo con enojo.
—Oh, sí — dice Aida en el tono de voz que mi padre clasificaría como
la forma más baja de humor.
—¿Se honrarán mutuamente como marido y mujer por el resto de sus
vidas?
—Sí — digo después de un momento de vacilación, el resto de nuestras
vidas es un tiempo jodidamente largo, no quiero imaginármelo ahora.
—Sí — dice Aida mirándome como si estuviera planeando tratar de
hacer el resto de MI vida lo más corta posible.
—¿Aceptarás amorosamente a los niños de Dios y los criarás de
acuerdo con la ley de Cristo y su iglesia?
—Sí —digo.
Dejaría a Aida embarazada en este mismo segundo, simplemente por lo
furiosa que la pondría, esa sería una forma de domesticar a la bestia salvaje.
Aida ya se ve tan molesta que no creo que vaya a responder la
pregunta. Finalmente, a través de los labios rígidos murmura: —Sí.
—Entonces digan sus votos — instruye el sacerdote.
Agarro las manos de Aida y las aprieto tan fuerte como puedo, tratando
de hacer que se estremezca, ella compone tercamente su rostro negándose a
reconocer la presión en sus dedos.
—Yo, Callum, te tomo a ti, Aida, para que seas mi esposa. Prometo
serte fiel en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, te
amaré y te honraré todos los días de mi vida.
Lanzo las palabras rápidamente, habiéndolas memorizado en el viaje en
auto.
Aida me mira por un momento, con sus ojos grises más serios que de
costumbre. Luego, en un tono plano me repite el voto.
—Los declaro marido y mujer — dice el sacerdote.
Eso es, estamos casados.
Aida levanta los labios para darme un casto beso.
Para mostrarle quién manda, la agarro por los hombros y la beso
bruscamente forzando mi lengua a meterse en su boca. Sus labios y lengua
tienen un sabor dulce, ácido y fresco, como algo que no he probado en
mucho tiempo...
Fresas.
Ya puedo sentir que se me adormece la lengua, mi garganta comienza a
hincharse, mi aliento sale en un silbido.
La iglesia gira a mi alrededor en un caleidoscopio de color, mientras
caigo al suelo.
¡Esa maldita PERRA!
11
Aida
Mi esposo pasa la noche en la sala de emergencias, supongo que la
alergia a las fresas era bastante grave después de todo. No compensa las
semanas que Sebastian pasó en el hospital, ni los meses de rehabilitación y
la pérdida de su temporada de baloncesto, pero al menos es algo.
También me permite omitir la farsa de las fotos de la boda, la cena, el
baile y todas las demás tonterías en las que no quería participar. Ya era
bastante malo tener que soltar todas esas mentiras en una iglesia frente a un
sacerdote, no soy religiosa, pero eso no lo hizo mejor, la piadosa tontería
fue la cereza del helado de mierda.
Se suponía que Callum y yo íbamos al Four Seasons para consumar
nuestra unión pero eso es otra cosa que no termina sucediendo, en su lugar,
subo a la suite de luna de miel sola para quitarme los zapatos, deshacerme
del vestido de encaje que me pica y pedir suficiente servicio de habitación
para que el conserje parezca muy preocupado cuando le digo que solo
necesito un tenedor.
Considerándolo todo, es una noche bastante gloriosa. Probé todo tipo de
pasteles en el menú, mientras veo episodios antiguos de Law and
Order y Project Runway.
La mañana no es tan alegre, tengo que empacar mi bolso y conducir
hasta la mansión de los Griffin en el lago porque ahí es donde viviré ahora,
ese es mi nuevo hogar.
Me siento profundamente amargada hacia mi padre y mis hermanos
mientras subo al taxi. Están en casa, en la casa en la que nací, el lugar en el
que he vivido todos los días de mi vida. Se quedan allí, rodeados de familia,
mientras yo tengo que marchar directamente a la guarida de los leones,
tengo que vivir en medio de mis enemigos por el resto de mi vida rodeada
de gente que me odia y desconfía, nunca realmente cómoda, nunca
realmente segura.
La mansión Griffin se ve reluciente y formidable cuando detengo el
camino, odio el césped perfectamente cuidado y las ventanas relucientes,
odio cómo todo en sus vidas tiene que ser tan perfecto, tan frio e
impersonal, ¿Dónde están los árboles crecidos o los arbustos que plantan
porque les encanta cómo huelen las flores?
Si me dijeras que su jardín está lleno de plantas de plástico no me
sorprendería, todo lo que hacen es por apariencia nada más.
Como la forma en que Imogen Griffin se para en la puerta para
saludarme, sé que a ella no le importo una mierda excepto en cómo voy a
ayudar a promover la carrera de su hijo y tal vez proporcionarle nietos.
Efectivamente, tan pronto como estoy dentro, la máscara cae.
—Eso fue un truco que hiciste — dice con los labios pálidos —Supongo
que sabías que era alérgico.
—No sé de qué estás hablando — le digo.
—No me insultes — Sus ojos se clavan en los míos encendidos con
fuego azul —Podrías haberlo matado.
—Mira — le digo —no sabía que era alérgico, no sé nada de él. Somos
extraños, ¿recuerdas? Puede que estemos casados hoy, pero me siento igual
que ayer, como si apenas los conociera.
—Bueno, aquí hay algo que debes saber sobre mí — dice Imogen, su
voz más aguda de lo que las damas del Country Club la han escuchado
nunca —Mientras seas parte de esta familia, te ayudaré y te protegeré, pero
todos aquí ponen su parte, trabajamos juntos para el mejoramiento de
nuestro imperio. Si amenazas lo que estamos construyendo o si pones en
peligro a algún miembro de la familia, cuando recuestes la cabeza esa noche
nunca volverás a levantarla, ¿Me entiendes?
¡Ja!, esa es la Imogen Griffin que estaba buscando, el acero detrás de la
socialité.
—Entiendo el concepto de lealtad familiar — le digo.
Verme a mí misma como parte de la familia Griffin, eso es otra cosa
completamente distinta.
Imogen me mira fijamente un minuto más y luego asiente.
—Te mostraré tu habitación — dice.
La sigo por la amplia escalera curva hasta el nivel superior.
Estuve aquí una vez antes, ya sé lo que hay a la izquierda: las
habitaciones de las chicas y la suite principal de Imogen y Fergus.
En cambio, Imogen gira a la derecha. Pasamos por la biblioteca, que no
da indicios de ruinas llenas de humo, no puedo resistirme a mirar
adentro. Parece que Imogen ya renovó reemplazando la alfombra y
repintando las paredes, ahora son de color azul pálido con contraventanas
sobre las ventanas en lugar de cortinas, incluso la chimenea se renovó con
una nueva fachada de piedra blanca y una barrera de cristal para la rejilla.
—No más accidentes — dice Imogen secamente.
—Mucho más seguro — estoy de acuerdo, sin saber si reír o sentirme
avergonzada.
Caminamos por un largo pasillo hasta otra suite privada similar en
tamaño a la principal, cuando Imogen abre las puertas me doy cuenta de
que estamos en la habitación de Callum, tiene exactamente el tipo de
decoración oscura y masculina y la atención al orden que esperaría de él,
huele completamente a hombre: colonia, loción para después del afeitado,
jabón, un toque de su piel en la cama en la que no se ha dormido, se me
pone la piel de gallina en los antebrazos.
Esperaba que los Griffin me dieran mi propia habitación, algo así como
la realeza en los viejos tiempos viviendo en sus suites separadas. Pensé que,
en el peor de los casos, Callum tendría que visitarme por la noche de vez en
cuando.
Pero aparentemente esperan que compartamos habitación, dormir uno al
lado del otro en esa cama ancha y baja, lavarnos los dientes en el mismo
lavabo por la mañana.
Esto es tan jodidamente extraño.
Callum y yo no hemos tenido una sola conversación que no fuera
furiosa o amenazante, ¿Cómo voy a cerrar los ojos por la noche?
—Estoy segura de que hay mucho espacio para tu ropa — dice Imogen
mirando mi pequeña maleta, —¿Tu padre enviará el resto de tus cosas?
—Sí — le digo.
Son solo un par de cajas, no tengo tantas cosas. Además no quería traer
nada personal aquí, mi diminuto vestido de bautizo, el anillo de bodas de mi
madre, viejos álbumes de fotos, todo eso puede quedarse en el ático de la
casa de mi padre, no hay razón para moverlo.
—¿Cuándo estará... Callum de vuelta? —Le pregunto a Imogen
vacilante.
—Él está aquí ahora mismo — dice ella —Descansando junto a la
piscina.
—Oh, bien.
Mierda.
Esperaba un respiro más prolongado antes de verlo.
—Te dejaré para que te instales — dice Imogen.
No me lleva mucho tiempo guardar mis artículos de tocador y mi
ropa, Callum limpió con consideración el espacio debajo de uno de los
lavabos del baño y en la mitad del enorme vestidor.
Realmente no necesitaba dejar un lado entero vacío, mi ropa se ve
ridículamente solitaria colgando en el espacio.
No es que Callum tenga tanta ropa. Tiene una docena de camisas
blancas idénticas, tres azules, trajes que van del carbón al negro y un
guardarropa informal igualmente uniforme, su ropa está colgada con
precisión robótica.
—Oh, Dios mío — susurro mientras toco la manga de uno de los tres
suéteres de cachemira grises idénticos —Me he casado con un psicópata.
Una vez que he desempacado, realmente no queda nada por hacer
excepto buscar a Callum.
Me deslizo escaleras abajo preguntándome si tal vez debería
disculparme. Por un lado, se lo merecía por completo. Por otro lado, me
sentí un poco culpable cuando todo su rostro comenzó a hincharse y se
estaba agarrando y arañando su garganta.
Comí fresas toda la mañana pensando que le daría urticaria, y quizás
arruinar algunas de nuestras estúpidas fotos de boda.
El efecto real fue mucho más dramático, si Imogen Griffin no hubiera
tenido un epi-pen escondido en su bolso Birkin podría ser viuda en este
momento en lugar de esposa, ella corrió hacia su hijo clavándole la aguja
destapada en el muslo mientras Fergus llamaba a una ambulancia.
Sin embargo, cuando llego a la terraza de la piscina veo que Callum
parece completamente recuperado. No está descansando en absoluto, sino
nadando. Su brazo atraviesa el agua como un cuchillo, gotas brillantes
brillan en su cabello oscuro, su cuerpo se ve delgado y poderoso mientras se
sumerge bajo el agua, empuja la pared y se dispara la mitad de la longitud
de la piscina antes de tener que salir a tomar aire.
Me siento en una de las tumbonas y lo observo nadar.
En realidad, es bastante sorprendente cuánto tiempo puede contener la
respiración bajo el agua, supongo que los Griffin deben ser en parte
delfines.
Lo veo nadar una docena de vueltas más y solo me doy cuenta de
cuánto tiempo ha pasado cuando se detiene abruptamente, apoya los brazos
en el borde de la piscina y se sacude el agua de los ojos. Me mira, con una
expresión poco amistosa.
—Ahí estás.
—Sí, aquí estoy. Dejé mis cosas en tu habitación.
No la llamo ‘nuestra’ habitación, no se siente así en absoluto.
Callum parece igualmente irritado ante la perspectiva de compartir
espacios reducidos.
—No tenemos que quedarnos aquí para siempre — dice amotinado —
Después de las elecciones, podemos empezar a buscar nuestro propio lugar,
entonces podemos tener habitaciones separadas si lo prefieres.
Asiento con la cabeza —Eso podría ser mejor.
—Voy a terminar — dice Callum preparándose para empujar la pared de
nuevo.
—Bien.
—Oh, pero una cosa primero.
—¿Qué?
Me hace señas para que me acerque.
Camino hacia el borde de la piscina, todavía distraída por la duda de si
debo pedir perdón o no.
La mano de Callum se dispara y se cierra alrededor de mi muñeca. Con
un tirón me tira al agua y me rodea con sus brazos cubiertos de hierro.
Estoy tan sorprendida que grito dejando escapar un suspiro en lugar de
succionar aire, el agua se cierra sobre mi cabeza más fría de lo que
esperaba, los brazos de Callum me aprietan con fuerza inmovilizando mis
brazos contra mis costados para que no pueda moverlos en absoluto.
La piscina es demasiado profunda para que mis pies la toquen. El peso
de Callum me arrastra hacia abajo como un yunque, me aprieta como una
serpiente y me aplasta contra su cuerpo.
Estoy tratando de retorcerme y luchar pero no hay nada contra lo que
pueda patear y mis brazos están inmovilizados. Mis pulmones están
ardiendo, agitados, tratando de obligarme a inhalar aunque sé que tomaré un
trago de agua clorada.
Mis ojos se abren involuntariamente, todo lo que puedo ver es un verde
azulado brillante, turbulento por mis luchas inútiles, Callum me va a matar,
me va a ahogar ahora mismo. Esto es lo último que veré en mi vida: la
última parte de mi aire, subiendo a la superficie en burbujas plateadas.
Estoy temblando, sacudiéndome, comenzando a aflojarme cuando las
manchas de tinta estallan frente a mis ojos.
Entonces finalmente me libera.
Salgo a la superficie jadeando y tosiendo, estoy exhausta de pelear con
él, es difícil salir del agua con mis jeans empapados y mi camiseta
arrastrándome hacia abajo.
Se levanta a mi lado, justo fuera del alcance de mis brazos agitados.
—¡Tú... tú… JODER! — Grito tratando de golpearlo.
—¿Qué te parece que te corten el aire? — dice mirándome.
—¡Voy a darte de comer todas las jodidas fresas del estado! — Le grito,
todavía ahogándome con el agua de la piscina.
—Sí, intenta eso y la próxima vez te ataré un puto piano a las piernas
antes de tirarte a la piscina.
Nada hacia el otro lado y sale antes de que yo llegue al borde.
Espero hasta que se ha ido para salir de la piscina, empapada y tiritando.
Y pensar que me iba a disculpar con él.
Bueno, aprendí mi lección.
Callum no sabe con quién está jugando, ¿Pensó que arruiné su casa
antes? Bueno, ahora vivo aquí. Veré todo lo que hace, escucharé todo y
usaré lo que aprenda para destruirlo.
12
Callum
Entro a la casa pisando fuerte, con todo mi cuerpo temblando de rabia.
El descaro de esa jodida chica apareciendo aquí con su maleta como si
no hubiera tratado de matarme, como si no hubiera pasado mi noche de
bodas en el hospital con un puto tubo metido en mi garganta.
Ella me humilló frente a todos, primero con ese traje y luego
haciéndome lucir débil, frágil, completamente patético.
Esa alergia es lo más vergonzoso de mí, me hace sentir como un niño
pequeño con vasos de botella de coca-cola y nariz mocosa, odio que sea tan
irracional, odio no poder controlarlo, odio tener una vulnerabilidad tan
ridícula.
No sé cómo se enteró, pero el hecho de que lo descubrió y lo usó en mi
contra me pone absolutamente furioso.
Así que la metí bajo el agua para darle un poco de su propia medicina,
ver cómo le gusta arañar y jadear en busca de aire impotente ante la
necesidad de respirar.
Me hizo sentir mejor, por un minuto.
Pero también me hizo sentir algo más.
Su cuerpo, serpenteando y retorciéndose contra mí.
No se suponía que fuera sexy. Y, sin embargo, mi corazón se acelera por
más de una razón...
—Cal — llama mi padre cuando paso por la puerta de la cocina.
—Qué.
Miro hacia la cocina y lo veo sentado en el mostrador, comiendo una de
las comidas que el chef mantiene preparadas en el refrigerador.
—¿Dónde está Aida? — él dice.
—Afuera en la piscina — le digo cruzando los brazos sobre mi pecho
desnudo, no me molesté en agarrar una toalla así que estoy goteando por
todas las baldosas.
—Deberías llevarla a algún lado esta noche, una buena cena, quizás un
espectáculo.
—¿Con qué propósito?
—Por tu... accidente... ayer, no hiciste uso de la suite de luna de miel.
—Soy consciente de eso — le digo tratando de mantener el sarcasmo
fuera de mi voz.
—Necesitas sellar el trato, por así decirlo. Sabes que un matrimonio no
se finaliza hasta que se consuma.
—Así que quieres que me la folle esta noche, ¿ese es tu punto?
Deja el tenedor al lado de su plato, viéndome con una mirada fría.
—No hay necesidad de ser grosero.
—Llamemos a las cosas por su nombre. Quieres que me folle a esta
chica a pesar de que nos odiamos, a pesar de que ella trató de matarme ayer,
porque no quieres que tu preciosa alianza se derrumbe.
—Exactamente — dice cogiendo su tenedor una vez más y pinchando
una uva de su ensalada Waldorf —Y no lo olvides, esta no es mi alianza. Te
beneficia más que a nadie.
—Bien — digo con amargura —Ha sido una verdadera alegría hasta
ahora.
Subo las escaleras, me quito el bañador y abro la ducha lo más caliente
que puedo soportar, me tomo un buen rato enjabonándome, lavándome el
pelo, dejando que el agua me golpee los hombros.
Soy consciente de que se supone que debo hacer de Aida mi esposa en
todos los sentidos de la palabra, pero dudo que ella esté de humor para eso
después de que la medio ahogué, nunca me han gustado los grandes gestos
románticos pero incluso bajo las interpretaciones más liberales, no creo que
el ahogamiento cuente como juego previo.
De hecho, dudo que siquiera esté de acuerdo en ir a cenar conmigo, lo
cual está bien para mí. Probablemente come con las manos, solo me
avergonzaría si la llevara a un lugar agradable.
Incluso después de escuchar a Aida entrar en la habitación me quedo
exactamente dónde estoy disfrutando de la ducha caliente, ella puede
quedarse ahí afuera y temblar como una adicta por lo que me importa.
Puedo oírla moverse, pero no puedo ver lo que está haciendo porque he
estado aquí tanto tiempo que la mampara de cristal de la ducha está opaca
por el vapor.
Así que me sobresalto cuando Aida se abre paso hacia adentro,
completamente desnuda.
—¡Oye! — Yo digo —¿Qué diablos estás haciendo?
—Ducharme, obviamente — dice —Un idiota me tiró a la piscina.
—Ya estoy aquí.
—¿Ah sí? — dice mirándome con una mirada indiferente —Gracias por
informarme de ese hecho, ese es el tipo de observación e información
privilegiada que seguramente te asegurará el puesto de Concejal.
—El sarcasmo es la forma más baja de humor — le digo en el tono más
insufrible de mi padre.
—Recibir lecciones de humor de ti sería como preguntarle a un perro
cómo realizar una apendicectomía — responde.
Pasa a mi lado con los codos hacia afuera para agarrar el champú.
Su brazo desnudo roza mi estómago y me doy cuenta de que no nos
hemos visto desnudos antes.
Estoy acostumbrado a las chicas que mantienen sus cuerpos
tortuosamente delgados por cualquier medio necesario: dieta, pastillas,
pilates e incluso una intervención quirúrgica, Aida obviamente no se
molesta en nada de eso, por lo que he visto come y bebe lo que le gusta y
probablemente no ha visto un zapato para correr en años, como resultado,
es curvilínea, con un estómago blando y tiene un gran trasero.
Pero tengo que admitir... su figura es jodidamente sexy, probablemente
odiaría oírme decir esto pero tiene ese estilo clásico de chica explosiva,
como si pudiera ponerle un bikini de animal print y ella sería Raquel Welch
en One Million Years BC.
Me da curiosidad saber cómo se sentiría agarrar un puñado de esa carne
suave y verla montar encima de mí para arrojarla y maltratarla sin
preocuparme de que se rompa como una figura de palo.
Su suave piel morena se ve aún mejor cuando puedes ver más de ella, la
ducha caliente le da un rubor rosado particularmente en su pecho, estoy
tratando de no mirar fijamente sus pechos redondos y llenos pero la forma
en que la espuma de jabón se desliza por el abismo entre ellos me distrae
mucho...
El agua tibia corre por su cuerpo hasta el delta entre sus muslos, donde
puedo ver su coño recién depilado completamente desnudo luciendo más
suave que el terciopelo, el hecho de que esté encerado para mí, bajo mis
instrucciones, es increíblemente erótico para mí.
Aida es tan salvaje y rebelde, hacerla hacer cualquier cosa es una
hazaña increíble. Está decidida a fastidiarme, a hacer lo contrario de lo que
yo diga.
Cuanto más se rebela, más quiero controlarla, quiero doblegarla a mi
voluntad. Quiero que haga lo que yo diga, para mi placer...
Mi polla se hincha y pesa entre mis piernas, veo un aleteo de las
pestañas negras de Aida mientras mira involuntariamente hacia abajo.
Rápidamente aparta la mirada de nuevo enjuagando el champú de su
cabello, pero muy pronto sus ojos vuelven a mi cuerpo.
Sé que estoy en buena forma, hago ejercicio todas las mañanas, sesenta
minutos de entrenamiento intenso con pesas, seguidos de treinta minutos de
cardio. Le pido al chef que me prepare comidas en macro porciones para
garantizar la ingesta perfecta de proteínas, carbohidratos y grasas. Todo eso
ha llevado a un físico bien musculoso con un sólido paquete de seis.
Los ojos de Aida se detienen en mis abdominales y el miembro continúa
hinchándose bajo su mirada, está sobresaliendo de mi cuerpo ahora.
—¿Ves algo que te guste? — Le pregunto.
—No — dice obstinada como siempre.
—Maldita mentirosa.
Me acerco a ella por lo que mi polla erecta roza su cadera desnuda, mi
muslo se desliza entre el de ella, resbaladizo por el jabón, metí una mano en
su cabello oscuro y espeso, envolviendo la cuerda de cabello mojado
alrededor de mi palma y luego tirando de su cabeza hacia atrás para que ella
tuviera que mirarme.
—Jodiste nuestra noche de bodas — le digo —Sabes que en realidad no
estamos casados hasta que nos acostamos juntos.
—Lo sé — dice ella.
—No has comido nada venenoso, ¿verdad?
Antes de que pueda responder, presiono mis labios con fuerza contra los
suyos una vez más.
Cuando besé a Aida en la iglesia, fue solo para terminar esa estúpida
ceremonia. Ahora la estoy besando porque quiero volver a saborear su boca,
quiero presionar todo mi cuerpo contra el de ella y pasar mis manos por esa
piel sedosa y bronceada.
Ella es increíblemente suave, no sé cómo alguien con la personalidad de
un cactus puede tener los labios, los hombros y los senos más suaves que
jamás haya tocado, quiero pasar mis manos por cada centímetro de ella.
Al principio está rígida e inflexible, no quiere responderme, pero
cuando mi muslo se muele contra su pequeño coño desnudo y cuando tomo
sus pechos en mis manos ella jadea y sus labios se abren, lo que me permite
deslizar mi lengua dentro de su boca.
Ahora ella me está presionando apretando su coño contra mi pierna, me
está devolviendo el beso lo suficientemente profundo como para que pueda
saborear el persistente olor a cloro en sus labios.
Deslizo mi mano por su vientre hasta su coño, froto mis dedos sobre sus
labios perfectamente suaves, amando lo desnuda y expuesta que está, luego
separo sus pliegues y encuentro la pequeña protuberancia de su clítoris
hinchado por el calor de la ducha, hago un círculo con mi dedo medio a su
alrededor alcanzando hacia abajo para probar qué tan húmeda la estoy
poniendo, luego regreso de nuevo al punto más sensible.
Ella jadea cuando la toco allí y aprieta sus muslos alrededor de los míos
frotando y presionando mi palma con su coño.
Deslizo un dedo dentro de ella haciéndola gemir, ella gime directamente
en mi boca con un sonido profundo e impotente.
Lo sabía, ella es una putita cachonda, a ella le gusta el sexo tanto como
a mí.
Eso es perfecto. Porque si lo quiere, si lo necesita, entonces tiene que
venir a verme, y esa es una forma más de controlarla.
La froto y la toco con los dedos hasta que puedo sentir que sus piernas
comienzan a temblar, su respiración se acelera y sus muslos se aprietan con
fuerza a medida que se acerca más y más al clímax.
Justo cuando ella está en el borde, dejo de tocarla y retiro mi mano.
—¡No pares! — jadea, abre los ojos y me mira.
—Si quieres correrte, primero chúpame la polla — exijo.
Ella mira mi polla, tan fuerte que sobresale directamente de mi cuerpo.
—Joder, no — dice ella —Lo haré yo misma.
Se apoya contra la pared de la ducha y se pone la mano entre los
muslos, sus dedos se deslizan entre los labios de su vagina y exhala
suavemente, la agarro por la muñeca y le quito la mano de un tirón.
—¡Oye! — grita con los ojos abiertos de nuevo.
—Chúpamela o no dejaré que te corras— le digo.
Me fulmina con la mirada, con las mejillas enrojecidas por el calor y el
orgasmo negado, sé que está hirviendo dentro de ella girando como un
ciclón, estoy seguro de que la está molestando, haciéndola sentir dolor y
palpitaciones y espero que se sienta lo suficientemente desesperada como
para hacer lo que le exijo.
Pongo mi mano en su hombro y la empujo hasta las rodillas.
A regañadientes, agarra la base de mi polla.
Sus labios se abren y veo el brillo de sus dientes, me pregunto por un
momento si he cometido un terrible error, realmente prefiero no perder mi
polla por el temperamento de mi nueva esposa.
Pero luego su cálida y húmeda boca se cierra alrededor de mi polla y mi
cerebro hace un cortocircuito, si antes pensaba que sus labios eran suaves
no tenía idea de cómo se podían sentir en la dolorosamente sensible cabeza
de mi polla, se deslizan una y otra vez envolviéndome por completo, su
lengua golpea la parte inferior mientras lame y chupa suavemente.
Maldita sea, ella es buena en esto, no es de extrañar que Oliver Castle
estuviera obsesionado con ella, si le chupó la polla así una sola vez podría
imaginarlo siguiéndola hasta los confines de la tierra para conseguirlo de
nuevo.
Desliza su mano hacia arriba y hacia abajo por el eje, su boca y sus
dedos trabajan en conjunto, su otra mano llega por debajo para acunar
suavemente mis bolas acariciando la parte inferior del saco.
Todas estas sensaciones juntas me están disparando hacia el orgasmo...
Hasta que deja caer mi polla y se pone de pie de nuevo.
—Eso es todo lo que obtienes — dice.
Dios, su obstinación es exasperante, si dijera que la hierba es verde, la
llamaría púrpura solo para fastidiarme, realmente debería aprovechar esta
oportunidad para darle una lección.
Pero ella y yo queremos lo mismo en este momento, un caso raro de
alineación de nuestros impulsos, y lo queremos tanto que el deseo supera la
malicia.
Aida pone un brazo alrededor de mi cuello estabilizándose mientras
alinea la cabeza de mi polla con su entrada, luego envuelve ambas piernas
alrededor de mi cintura mientras mi polla se desliza completamente dentro
de ella.
Agarro su grueso trasero con ambas manos, mis dedos se clavan en sus
mejillas, la sostengo mientras comienza a montarme, sus brazos rodean mi
cuello y su cuerpo resbaladizo como jabón se frota contra el mío.
Por más caliente que esté la ducha, su coño está aún más caliente, se
cierra alrededor de mi polla apretándome hacia adentro y hacia afuera por el
movimiento del empuje.
Me equivoqué al suponer que Aida no es atlética, me monta con el vigor
y el entusiasmo de una olímpica sexual, estoy acostumbrado a las chicas
que se posan en la posición más atractiva posible y luego se recuestan para
dejarme follarlas, nunca he estado con alguien así... de entusiasta.
A medida que se acerca al borde comienza a montarme aún más fuerte,
su coño es como una prensa alrededor de mi polla, ella me está golpeando
una y otra vez, la intensidad de los movimientos y el calor de la ducha me
están mareando.
Pero no hay manera de que me rinda, presiono su espalda contra la
pared de vidrio y la follo con más fuerza, decidido a demostrar que puedo
devolvérselo el doble de fuerte.
Cuando sus ojos comienzan a girar hacia atrás, siento una oleada de
triunfo.
—Oh Dios mío... Oh Dios mío... Oh... Cal...
Le estoy exprimiendo el clímax, sigue y sigue alargado por cada golpe
de mi polla, es tan jodidamente sexy ver esa expresión rebelde borrarse de
su rostro, verla someterse al placer que surge a través de su cuerpo.
Le estoy haciendo esto, la estoy haciendo sentir esto, tanto si me odia
como si no, si desea que sea alguien más que yo, no puede resistirse a ello,
a ella le encanta la forma en que la estoy follando.
Con ese pensamiento, exploto dentro de ella.
Quiero decir, realmente exploto, el orgasmo es como una bomba
atómica que me golpea sin previo aviso, mis bolas están en la zona cero y la
onda de choque atraviesa hasta la última neurona, hasta las puntas de mis
dedos de manos y pies. A raíz de esa sensación, mi cerebro no puede enviar
ninguna otra señal, mi cuerpo se debilita y tengo que bajar a Aida antes de
dejarla caer.
Colapso contra la pared opuesta de la ducha, los dos jadeando y
sonrojados.
Aida se niega a mirarme a los ojos.
Es la primera vez que no ha podido mirarme, no importa cuánto haya
tratado de mirarla fijamente, ella siempre ha estado a la altura del desafío.
Pero ahora se enjuaga lentamente, fingiendo estar totalmente absorta en
su rutina de limpieza.
Me llamó Cal, nunca hizo eso antes, excepto para burlarse de mí en la
fiesta de compromiso.
—Así que eso es todo — le digo —Es oficial.
—Bien — dice ella todavía sin mirarme.
Me gusta su vergüenza, me gusta haber encontrado esta grieta en su
armadura.
—Es bueno saber que no eres del todo horrible en el sexo — digo con
rudeza.
Ahora ella me devuelve la mirada, ojos brillantes y feroces una vez más.
—Ojalá pudiera devolver el cumplido— dice.
Yo sonrío.
Aida, pequeña mentirosa. Sigue así y te lavaré la boca con jabón. O
quizás alguna otra cosa...
13
Aida
Vivir con los Griffin es extraño, por decir lo menos.
La única persona que parece feliz de tenerme ahí es Nessa, no éramos
exactamente amigas en la escuela, pero fuimos lo suficientemente cordiales
desde la distancia, conocemos a algunas de las mismas personas, así que
ahora podemos hablar de todas las cosas raras que han hecho desde que se
graduaron.
Creo que a Nessa le gusta tenerme ahí porque soy la única persona que
no se comporta como un robot, estoy dispuesta a hablar en el desayuno, no
solo a trabajar y comer en silencio. Además, ambas estamos tomando clases
en Loyola, por lo que podemos ir juntas a la escuela en el Jeep de Nessa.
Nessa es una persona genuinamente amable, algo que no ves mucho en
el mundo, mucha gente se comporta bien pero son solo modales, Nessa
regala todo su dinero de bolsillo a personas sin hogar, todos los días, nunca
habla una mierda de nadie, ni siquiera de personas que lo merecen
totalmente, como sus hermanos y sus amigos más insípidos. Escucha
cuando la gente habla, quiero decir, realmente escucha, está más interesada
en ti que en ella misma.
No sé cómo un grupo de sociópatas lograron criar a una chica así. En
realidad, es un poco trágico porque los Griffin ven su amabilidad como un
defecto, como una leve discapacidad, bromean sobre lo suave que es, lo
inocente.
Sé que Callum se preocupa por ella, pero es como una mascota para él,
no una igual.
Nessa me recibe con los brazos abiertos, feliz de tener otra hermana,
especialmente uno que es un poco menos idiota que Riona.
No sé una mierda sobre tener una hermana, todo lo que sé es lo que veo
en las películas: trenzarse el cabello, robarse la ropa, a veces odiándose, a
veces llorando sobre los hombros de la otra, no sé si podría hacer alguna de
esas cosas sin sentirme idiota.
Pero me alegro de tener a Nessa como amiga, hay una tranquilidad en
su personalidad que ayuda a suavizar algunas de mis asperezas.
De hecho paso más tiempo con ella que con mi nuevo esposo, Callum
está trabajando muchísimas horas antes de las elecciones y, por lo general,
yo ya estoy durmiendo en nuestra cama compartida cuando él llega.
Quizás sea a propósito, no hemos vuelto a conectar desde nuestra
consumación oficial de la boda.
Eso me tomó por sorpresa, entré en la ducha porque tenía frío y estaba
cansada de esperar y quería demostrarle que no podía intimidarme, no
medio ahogándome y ciertamente no con un poco de desnudez.
No esperaba que me besara, y definitivamente no esperaba que me
tocara de esa manera...
Aquí está el problema, me gusta mucho el sexo, y estoy acostumbrada a
tenerlo con bastante frecuencia.
Entonces, a menos que empiece a engañar a mi nuevo esposo, lo cual es
una muy mala idea por una variedad de razones, así que solo hay un lugar
para obtener mi dosis.
Y no es exactamente como si tuviera que sonreír y soportarlo, Callum
está caliente. Es frío, arrogante y un fanático del control total, ya me ha
regañado cinco veces esta semana por dejar ropa en el piso y salpicar el
espejo mientras me lavo los dientes, y no hacer la cama cuando me levanto
una hora después que él, pero ninguna de esas cosas cambia el hecho de que
el hombre está genéticamente bendecido. Su cara, su cuerpo y esa
polla... nada de eso es difícil de ver.
Y también tiene algunas habilidades, no folla como un robot. Puede ser
amable, puede ser rudo y, sobre todo, extremadamente perceptivo, me lee
como un libro.
Así que no me importaría explorar un poco más todo este asunto del
sexo conyugal, pero ha estado demasiado ocupado o evitándome.
Por supuesto, cuando finalmente necesita mi ayuda pregunta de la
manera más desagradable posible, que no es preguntar en absoluto.
Me acorrala en la cocina, donde estoy tratando de tostar un bagel, la
tostadora de los Griffin sigue volviéndose a encender porque probablemente
no se ha usado en diez años ya que soy la única en esta casa familiarizada
con el concepto de carbohidratos.
—Tengo una recaudación de fondos esta noche — dice Callum —
Prepárate a las siete.
—Lo siento — digo bajando la palanca de la tostadora y manteniéndola
en su lugar —ya tengo planes.
—¿Haciendo qué?
— Maratón del Señor de los Anillos. Las tres películas versión
extendida, no terminaré hasta mañana alrededor del mediodía.
La tostadora hace un sonido de clic enojado, pero mantengo la palanca
en su lugar decidida a dorar mi bagel incluso si hace que la máquina
explote.
—Muy graciosa — dice Callum entrecerrando sus ojos azul pálido
hacia mí —A las siete y asegúrate de no llegar tarde, espero un peinado y
un maquillaje adecuados, ya he dejado un vestido sobre la cama.
Dejé que saliera el bagel bien dorado por fin, empiezo a esparcir una
buena capa gruesa de queso crema y me enorgullezco aún más cuando veo
la expresión de disgusto de Callum.
—¿También tienes mis líneas listas para mí? — Yo le pregunto —Tal
vez deberías colgar un cartel alrededor de mi cuello, con lo que esperas que
diga.
Doy un gran bocado a mi bagel disfrutándolo aún más porque sé que
probablemente Callum no se ha permitido comer uno en años.
—Si pudieras abstenerte de maldecir cada tres palabras, sería un
comienzo — dice moviendo los dedos involuntariamente, estoy bastante
segura de que se muere por arrebatarme el bagel de la boca, se está
conteniendo porque no quiere enemistarse conmigo antes de la recaudación
de fondos.
—Lo intentaré, cariño —digo con la boca llena de bagel.
Me mira y se aleja, dejándome sola en la cocina. Bueno, no del todo
sola, todavía tengo muchos bocadillos.
Preparo un tazón de palomitas de maíz para poder al menos
comenzar La comunidad del anillo.
Mientras me dirijo hacia la sala de cine, veo a Riona que viene de la
dirección opuesta con una pila de carpetas, parece nerviosa y estresada,
como de costumbre. No sé por qué siempre se golpea a sí misma tratando
de impresionar a estas personas, está bastante claro que sus padres ven a
Callum como la estrella de la familia y, en el mejor de los casos, a ella
como un personaje secundario. Sin embargo, cuanto más la empujan hacia
un lado, más lucha por que la noten, verlo me quema.
No es que tenga mucha simpatía, Riona era una perra de grado A en la
escuela, la Reina de las chicas malas, la única razón por la que no recibí
más mierda de ella es porque era más joven y, por lo tanto, estaba fuera de
su atención.
Así es como actúa teniendo que vivir en la misma casa que yo, así que
no puedo resistirme a pincharla de vez en cuando.
—¿Quieres unirte a mí? — Le pregunto sosteniendo el tazón de
palomitas de maíz —Estoy a punto de ver El señor de los anillos, ¿Lo has
visto alguna vez? Hay algunos personajes con los que creo que te puedes
identificar.
Específicamente, los que comen carne humana y nacen de sacos de
huevos embarrados.
Riona da un suspiro dramático, molesta porque incluso estoy hablando
con ella.
—No — dice ella —No quiero ver una película a las tres de la tarde,
porque no soy una puta niña, tengo trabajo que hacer.
—Bien — digo asintiendo con la cabeza —Olvidé que eres la secretaria
de toda tu familia, cosas realmente importantes.
—Soy abogada — dice Riona con gélida dignidad.
—Oh — Doy una mueca falsa —Lo siento por eso. Bueno, no te
preocupes, no se lo diré a nadie.
Riona mueve las pesadas carpetas contra una cadera, inclinando la
cabeza hacia un lado para poder mirarme de arriba abajo con esa mirada
patentada de chica mala.
—Eso es correcto — dice en voz baja —Todo es una broma para ti, te
intercambian como una tarjeta de béisbol y no te importa, ¿verdad? No te
importa que tu familia te haya abandonado, que te vendieron a nosotros.
Eso me pone un nudo enfermo en el estómago, pero no voy a dejar que
Riona lo vea. Me obligo a seguir sonriendo e incluso a meterme una
palomita en la boca, se siente tan seco como un cartón contra mi lengua.
—Al menos soy un Topps Mickey Mantle— le digo —Dudo que seas
un José Canseco del 86.
Riona me mira fijamente, sacudiendo la cabeza.
—Eres tan jodidamente rara — dice.
Eh... probablemente eso sea cierto.
Me empuja a mi lado, corriendo por el pasillo.
Me dirijo a la sala de televisión y me acomodo en mi asiento favorito en
la fila del medio.
Riona es una perra, su opinión significa menos que nada para mí.
Pero sigue molestándome de todos modos, ni siquiera puedo prestar
atención a los tonos dulces de Sir Ian McKellen, mi crush mayor favorito.
La verdad es que me siento abandonada, extraño a mi padre, extraño a
mis hermanos, extraño mi propia casa, que era vieja, en mal estado y llena
de muebles antiguos, pero la conocía toda. Era segura y cómoda, con
recuerdos adheridos a cada superficie.
Me como mis palomitas de maíz sin saborear nada, hasta que finalmente
puedo perderme en el mundo de fantasía de los elfos, enanos y hobbits de
buen corazón.
Alrededor de las 6:30 pm, me imagino que debería empezar a
prepararme, apago la película y subo las escaleras para ver qué
monstruosidad me ha dejado Callum en la cama.
Efectivamente, cuando abro la cremallera de la bolsa de ropa, veo un
vestido ajustado con cuentas plateadas que se ve rígido, sin gracia y
jodidamente horrible. Justo cuando arrugo la nariz Callum entra en la
habitación, ya vestido con un esmoquin impecable, su cabello oscuro
peinado hacia atrás y todavía húmedo por la ducha.
—¿Por qué no estás vestida? — dice enojado —Se supone que nos
vamos en veinticinco minutos. Jesucristo, ni siquiera te has peinado todavía.
—No usaré esto — le digo rotundamente.
—Sí, lo harás — Me frunce el ceño —Póntelo inmediatamente.
—¿Robaste esto del armario de Imogen?
— No — gruñe —Lo compré específicamente para ti.
—Bien, entonces puedes devolverlo.
—No hasta después de que lo uses esta noche.
—No va a pasar — le digo con un movimiento de cabeza.
—Métete en la ducha — ladra —Vamos a llegar tarde.
Camino hacia la ducha moviéndome deliberadamente lento solo para
molestarlo, no necesito más de media hora para prepararme, no soy una
maldita reina de los concursos.
Aun así, estoy tentada a quedarme bajo el agua tibia para siempre solo
para dejarlo cocerse, definitivamente no usaré ese vestido, puedo usar el
amarillo que usé en la fiesta de compromiso, aunque a Callum
probablemente le saltará un vaso sanguíneo ante la idea de que una persona
use el mismo atuendo dos veces.
Cuando salgo de la ducha, veo que recogió la ropa que dejé en un
montón arrugado en el piso del baño. Lindo.
Me envuelvo con una toalla grande y esponjosa (di lo que quieras sobre
los Griffin, al menos tienen un gusto excelente en ropa de cama) y luego
entro en el armario para buscar mi vestido.
En cambio, veo que todo mi lado del armario se ha limpiado por
completo, las perchas vacías cuelgan en ángulos extraños, algunas de ellas
todavía se balancean por el salvaje despojo que ocurrió aquí.
Abro los cajones, vacíos también. Ha tomado hasta la última puntada de
mi ropa, hasta mi ropa interior.
Cuando me doy la vuelta los anchos hombros de Callum están llenando
la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa burlona en
su hermoso rostro.
—Supongo que es el vestido o nada — dice.
—Entonces escojo nada —respondo dejando caer la toalla en un charco
alrededor de mis pies y cruzando los brazos sobre mi pecho imitando el
suyo.
—Entiende esto — dice Callum en voz baja —Vas a venir a esa cena
esta noche, incluso si tengo que echarte sobre mi hombro y llevarte como
un hombre de las cavernas, puedes estar usando el vestido cuando haga eso,
o lo juro por Dios, Aida, te llevaré ahí desnuda y te haré sentar en tu asiento
frente a todos, no me pongas a prueba.
—Eso te avergonzará más que a mí— digo bruscamente pero puedo
sentir el color subiendo a mis mejillas, los ojos de Callum lucen más
salvajes de lo que nunca los había visto. De hecho, creo que habla en serio,
así de decidido está a someterme a su voluntad por este estúpido vestido.
Los segundos pasan entre nosotros, segundos que nos hacen llegar cada
vez más tarde para esta recaudación de fondos, pero Callum no se está
moviendo fuera de la puerta, esta es la colina en la que está eligiendo morir:
ese feo vestido de cuentas.
—¡Bien! — Ladro al fin —Me pondré el estúpido vestido.
La sonrisa en su rostro me hace querer retractarme de inmediato o darle
un puñetazo en el ojo, si tengo que ir a la cena con ese vestido tonto,
entonces él puede ir allí con un bonito jodido brillo.
Estoy tan enojada que casi tiemblo, me pongo el vestido rígido y áspero
y me quedo allí mientras Callum cierra la cremallera de la espalda, se siente
como si estuviera atando un corsé, tengo que succionar mi barriga y luego,
una vez que está cerrado, no puedo soltarla de nuevo. Lo que me hace
arrepentirme de todas esas palomitas de maíz que comí.
—¿Dónde escondiste mi ropa interior? — Yo exijo.
Siento que los dedos de Callum se detienen en la parte superior de la
cremallera.
—No necesitas ropa interior — dice.
Ese hijo de puta. ¡Se está volviendo loco con esto! ¡Lo sabía!
Efectivamente, cuando me doy la vuelta hay una mirada hambrienta en
su rostro como si quisiera arrancarme el vestido de nuevo, pero no hará eso,
va a disfrutar viéndome caminar con él toda la noche sabiendo que me
obliga a hacerlo, sabiendo que no llevo bragas debajo.
Estoy tan enfurecida que podría gritar especialmente una vez que
levanta los zapatos que espera que use.
—¿Cómo me los voy a poner? — Espeto —No puedo sentarme con esta
puta camisa de fuerza.
Callum pone los ojos en blanco.
Luego hace algo que me sorprende.
Se pone de rodillas frente a mí y coloca mi mano en su hombro para
mantener el equilibrio, levanta mi pie y desliza el estilete en él como si
fuera el Príncipe Azul y yo la Cenicienta, sus manos son sorprendentemente
suaves cuando sus dedos tocan el arco de mi pie, abrocha la correa y luego
pone el otro zapato en mi pie opuesto.
Cuando se pone de pie de nuevo, estamos cerca el uno del otro, tanto
que tengo que inclinar la cabeza para mirarlo.
—Listo — dice con brusquedad — Enviaré a Marta para que te ayude a
prepararte.
Marta es una asistente personal integral de la familia y resulta que
también es buena con el cabello y el maquillaje, por lo que con frecuencia
ayuda a Riona y Nessa a prepararse para los eventos, Imogen se maquilla
ella misma o va a un salón.
—Lo que sea — digo.
Callum baja las escaleras para buscar a Marta y yo comienzo a cojear de
regreso al baño con los tacones altísimos.
No sé si es la falta de ropa interior o algo más, pero puedo sentir una
incómoda humedad entre mis piernas, cada paso que doy con este vestido
ajustado hace que los labios de mi vagina se froten, estoy caliente y
palpitante, y sigo pensando en esa expresión de excitación en el rostro de
Callum, qué severo fue cuando me ordenó que me pusiera el vestido.
¿Qué carajo me está pasando?
Debe ser el hecho de que no he tenido sexo en una semana.
Porque no hay forma de que me excite Callum dándome órdenes, eso es
una locura, odio que me den órdenes.
—¿Aida? — dice una voz detrás de mí.
Grito y me doy la vuelta.
Solo es Marta, sosteniendo su neceser de maquillaje. Tiene unos treinta
años, grandes ojos marrones, flequillo oscuro y voz suave.
—¿Callum dijo que necesitabas un poco de ayuda para prepararte?
—Correcto, sí —tartamudeo.
—Toma asiento — dice colocando una silla frente al espejo —Te
tendremos lista en poco tiempo.
14
Callum
Aida baja las escaleras con cautela y aferrándose a la barandilla, veinte
minutos tarde pero, francamente, luciendo deslumbrante, Marta tiró del
cabello de Aida hacia arriba en un peinado ligeramente retro que resalta ese
look clásico de chica explosiva. Sus ojos están delineados con kohl, que
resalta su forma exótica y los hace lucir casi tan plateados como el vestido.
Me gusta el hecho de que Aida apenas puede caminar con los tacones de
aguja, le da un aire vulnerable y hace que se aferre a mi brazo para caminar
hasta el coche.
Está más callada que de costumbre, no sé si está molesta porque le robé
la ropa o si está nerviosa por la noche que tenemos por delante.
Me siento tranquilo y más concentrado de lo que he estado en
semanas. Tal como lo predijo mi padre, los italianos están mostrando todo
su apoyo ahora que Aida y yo estamos oficialmente casados. La Spata está
hundido, y ya he desenterrado un poco de suciedad fantástica sobre Kelly
Hopkins de sus años universitarios, cuando estaba metida hasta el cuello en
un círculo de engaños, vendiendo trabajos de tesis listos para usar a
estudiantes más ricos y más holgazanes, pobre estudiante becada obligada a
comprometer su moral para obtener su título.
Eso es lo que siempre encuentras al final, no importa cuán pura
pretendan ser las personas, cuando el tornillo se aprieta, siempre hay algún
lugar donde se rompen.
Eso disparará una flecha a través de sus pretensiones de superioridad
moral, lo que deja el campo libre para un candidato solo: yo.
Solo falta una semana para las elecciones, casi nada puede joderme esto
ahora.
Mientras pueda mantener a mi esposa a raya.
La veo sentada frente a mí en la parte trasera del coche, se ve lo
suficientemente tranquila viendo los edificios fluir por la ventana, pero ella
no me engaña, sé lo rebelde que es, podría haberle puesto una brida en la
cabeza por el momento, pero va a intentar soltarse de nuevo en el momento
en que tenga la oportunidad.
Lo crucial es mantenerla a raya durante esta fiesta. Después de eso,
puede amotinarse tanto como quiera. Varios empresarios italianos,
directores ejecutivos, inversores y representantes sindicales estarán aquí
esta noche, necesitan ver a mi esposa a mi lado, obediente y apoyándome.
Conducimos hasta el distrito del mercado de Fulton que solía estar lleno
de plantas empacadoras de carne y almacenes y ahora se ha aburguesado en
hoteles, bares, restaurantes y empresas de tecnología de moda, la
recaudación de fondos se lleva a cabo en Morgan's en Fulton, en el ático en
la parte superior del edificio.
Nos dirigimos hacia el ascensor a través de la galería de arte en el piso
principal, está lleno del piso al techo con pinturas de varios estilos en
diferentes niveles de habilidad, Aida se detiene junto a una pieza moderna
particularmente espantosa en tonos melocotón, gris pardo y bronceado.
—Oh, mira — dice ella —Ahora sé qué regalarle a tu madre en
Navidad.
—Supongo que prefieres eso — le digo señalando con la cabeza una
pintura al óleo oscura y de mal humor de Cronos devorando a sus hijos.
—Oh, sí — dice Aida asintiendo sombríamente —Retrato familiar, ese
es papá cuando dejamos los armarios abiertos o nos olvidamos de apagar
las luces.
Doy un pequeño resoplido y Aida se ve sorprendida, como si nunca me
hubiera escuchado reír antes, probablemente no lo ha hecho.
Cuando por fin llegamos al ascensor, alguien grita: —¡Sostengan la
puerta!
Extendí el brazo para evitar que se cerrara.
Luego me arrepiento de inmediato cuando veo a Oliver Castle abrirse
camino hacia adentro.
—Oh — dice viéndonos y dando un arrogante movimiento de
cabeza. Su cabello es largo, espeso y con mechas de sol, tiene un bronceado
y una pizca de quemadura como si hubiera estado en un barco todo el día,
cuando sonríe sus dientes se ven demasiado blancos en comparación.
Él mira a Aida de arriba abajo, dejando que sus ojos recorran su cuerpo,
que luce deliciosamente en forma de reloj de arena con el vestido ajustado y
con cuentas, me cabrea lo descarado que está siendo, puede que mi arreglo
con Aida no sea romántico, pero ella sigue siendo mi esposa, ella me
pertenece y solo a mí, no a este niño rico demasiado grande.
—Realmente hiciste todo un esfuerzo, Aida — dice —No recuerdo que
te vistieras así para mí.
—Supongo que no valió la pena el esfuerzo — le digo, mirándolo con el
ceño fruncido.
Oliver bufó.
—No sé, supongo que Aida solo estaba usando su esfuerzo para otras
cosas...
Tengo una imagen vívida de Aida deslizando su lengua hacia arriba y
hacia abajo por la polla de Oliver como lo hizo con la mía, me golpean los
celos como un saco de barro húmedo. Me deja sin aire.
Se necesita todo lo que tengo para no agarrar a Castle por las solapas de
su esmoquin de terciopelo y arrojarlo contra la pared del ascensor.
Podría haberlo hecho si el ascensor no se tambaleara exactamente en ese
momento, deteniéndose en el último piso, las puertas se abren y Oliver sale
tranquilamente sin mirarnos.
Aida me mira con sus fríos ojos grises.
No me gusta esta nueva Aida tranquila, me pone nervioso preguntarme
qué está tramando, me gusta más cuando deja escapar lo que está pensando
tan pronto como se le viene a la cabeza incluso si realmente me molesta en
el momento.
El ático es una habitación grande y abierta, actualmente llena de
donantes potenciales que se emborrachan con licor gratis. Por supuesto, no
es realmente gratis, voy a tratar de ordeñar a cada uno de estos cabrones
para sacar el último apoyo que pueda obtener de ellos, pero mientras
tanto, son bienvenidos a atiborrarse de cócteles de alta gama y deliciosos
bocadillos.
Todo un lado de la habitación está compuesto por puertas corredizas de
vidrio actualmente abiertas a la terraza de la azotea, los invitados pueden
mezclarse de un lado a otro disfrutando del aire cálido de la noche y la brisa
del lago, la cubierta al aire libre está adornada con linternas brillantes y
ofrece una vista sorprendente de las luces de la ciudad que se encuentran
debajo.
En este momento, ni el impecable arreglo ni la excelente asistencia de
invitados me están dando ningún placer, me acerco a la barra y pido un
trago doble de whisky, puro. Aida me mira dar un trago.
—¿Qué? — Chasqueo golpeando el vaso vacío contra la barra.
—Nada — dice encogiéndose de hombros desnudos y alejándose de mí
para pedir su propia bebida.
Tratando de sacarme de la cabeza el pensamiento de Oliver y Aida,
examino la multitud en busca de mi primer objetivo, debo hablar con
Calibrese y Montez, veo a mi madre junto a la comida hablando con el
tesorero del estado, ha estado aquí durante horas supervisando el montaje y
saludando a los primeros invitados a medida que llegaban.
Luego veo a alguien que definitivamente no fue invitado: Tymon Zajac,
más conocido como el Carnicero, Jefe de la mafia polaca y un gran dolor de
cabeza.
Los Braterstwo controlan la mayor parte del Lower West Side, hasta
Chinatown, Little Italy y los barrios más ricos del noreste que están
controlados por los irlandeses, también conocido como yo.
Si hay una jerarquía para los gánsteres, es algo como esto: en la parte
superior tienes a tus gángsters gentrificados y de cuello blanco que usan las
palancas de los negocios y la política para mantener su control, son los
irlandeses de Chicago. Dirigimos esta ciudad, tenemos más oro que un
maldito duende y ganamos tanto dinero de forma legal como ilegal, o al
menos, en esa bonita zona gris de lagunas y tratos clandestinos.
Lo que no significa que tenga miedo de ensuciarme las manos, he hecho
desaparecer para siempre a más de una persona en esta ciudad, pero lo hago
en silencio y solo cuando es necesario.
En el siguiente peldaño de la escalera, hay gánsters con un pie en ambos
mundos, como los italianos. Todavía tienen muchos clubes de striptease,
discotecas, juegos de azar ilegales y redes de protección, pero también
participan en proyectos de construcción que constituyen la mayor parte de
sus ingresos, tienen una gran influencia en los sindicatos de carpinteros,
trabajadores eléctricos, vidrieros, operadores de maquinaria pesada,
trabajadores del hierro, albañiles, plomeros, trabajadores del metal y
más. Si deseas que se construya algo en Chicago y no quieres que se queme
a la mitad, que se ‘tomen su tiempo’ o que te roben los materiales, entonces
debes contratar a los italianos como capataces o, de lo contrario, pagarles.
Luego, aún más abajo, tienes a la mafia polaca. Todavía están
participando en crímenes violentos, en una mierda ruidosa, obvia y que
llama la atención y que causa problemas a aquellos de nosotros que
queremos mantener la percepción de una ciudad segura.
Los Braterstwo todavía están administrando drogas y armas,
impulsando automóviles, robando bancos y vehículos blindados,
extorsionando e incluso secuestrando. Consiguen publicar sus sucias
acciones en las noticias y están constantemente empujando los límites de su
territorio, no quieren quedarse en Garfield, Lawndale y el pueblo ucraniano,
quieren empujar hacia las áreas donde está el dinero. Las áreas que poseo.
De hecho, que Tymon Zajac se presente aquí en mi recaudación de
fondos es un problema en sí mismo, no lo quiero aquí como enemigo o
amigo, no quiero asociarme con él.
No es exactamente el tipo de hombre que se mezcla, es casi tan ancho
como alto, con el pelo color trigo que empieza a encanecer y una cara
despeinada que podría tener cicatrices de acné o algo peor, tiene pómulos en
forma de hacha con nariz romana. Viste cuidadosamente con un traje de
raya diplomática, con una flor blanca en la solapa. De alguna manera, esos
elegantes detalles solo sirven para enfatizar la aspereza de su rostro y sus
manos.
Zajac tiene un mito a su alrededor, aunque su familia ha estado en
Chicago durante un siglo, él mismo salió a las calles de Polonia operando
una sofisticada red de robo de autos desde que era un adolescente. Él solo
triplicó el número de robos de autos exóticos en el país hasta que los ricos
polacos apenas se atrevieron a comprar un auto importado, porque sabían
que desaparecería de las calles o incluso de sus propios garajes en una
semana.
Ascendió en las filas de los wolomin en Varsovia hasta que esa banda se
vio envuelta en una sangrienta guerra territorial con la policía polaca. Casi
al mismo tiempo, su medio hermano Kasper fue asesinado por los capos de
la droga colombianos que ayudaban a contrabandear cocaína, heroína y
anfetaminas a Chicago, los colombianos pensaron que podían empezar a
negociar directamente en la ciudad. En cambio, Zajac voló a Chicago para
el funeral de su hermano, luego organizó una represalia en dos partes que
dejó ocho colombianos muertos en Chicago y doce más en Bogotá.
Zajac cometió los asesinatos él mismo, sosteniendo un cuchillo en una
mano y un machete en la otra, eso le valió el apodo de ‘El Carnicero de
Bogotá’.
El Carnicero ocupó el lugar de su hermano al frente del
Chicago Braterstwo y desde entonces no ha pasado un mes sin que él haya
minado los bordes de mi imperio. Es de la vieja escuela, tiene hambre y sé
que está aquí por una razón esta noche.
Por eso tengo que ir a hablar con él aunque prefiero que no me vean con
él en público, espero hasta que se muda a una parte menos molesta de la
habitación y luego me uno a él.
—¿Estás interesado en la política ahora, Zajac? — le pregunto.
—Es el verdadero sindicato de Chicago, ¿no? — Dice con su voz
profunda y grave. Parece que lleva cien años fumando, aunque no lo huelo
en su ropa.
—¿Estás aquí para donar o tienes una tarjeta de comentarios para el
buzón de sugerencias? — Yo digo.
—Sabes tan bien como yo que los hombres ricos nunca dan su dinero
por nada — dice.
Saca un cigarro del bolsillo e inhala el aroma tostado.
—¿Te importaría fumar uno conmigo? — él dice.
—Ojalá pudiera, pero no se puede fumar en el edificio.
—A los estadounidenses les encanta establecer reglas para otras
personas que ellos mismos nunca cumplen. Si estuvieras aquí solo, fumarías
esto conmigo.
—Claro — le digo, preguntándome a qué se dirige.
Aida ha aparecido a mi lado, silenciosa como una sombra.
—Hola, Tymon — dice.
La mafia polaca tiene una historia larga y complicada tanto con mi
familia como con la de Aida. Durante la Prohibición, cuando los irlandeses
e italianos lucharon por el control de las destilerías, había polacos en ambos
lados. De hecho, fue un polaco el que llevó a cabo la Masacre de San
Valentín.
Más recientemente, sé que Zajac ha hecho negocios con Enzo Gallo, en
su mayoría con éxito, aunque escuché rumores de un conflicto en La Torre
de Oak Street, con informes de disparos y una apresurada colocación de los
cimientos, posiblemente con uno o dos cuerpos ocultos debajo del cemento.
—Escuché la feliz noticia — dice Zajac. Da una mirada significativa al
anillo de Aida. —Me decepcionó no recibir una invitación, o una consulta
de tu padre de antemano. Sabes que tengo dos hijos, Aida. Los polacos y los
italianos funcionan bien juntos, no veo que aprendas a amar la carne en
conserva y el repollo.
—Ten cuidado con cómo le hablas a mi esposa — le corté —El trato
está hecho y dudo que cualquier oferta que hayas hecho entonces o ahora le
interese. De hecho, dudo que tengas algo que decirnos a ninguno de los dos.
—Te sorprendería — dice Zajac, mirándome con su mirada feroz.
—No es probable — digo con desdén.
Para mi sorpresa, es Aida quien mantiene su temperamento.
—Tymon no es un hombre que pierda su tiempo — dice —¿Por qué no
nos dices qué tienes en mente?
—El político es grosero y la italiana fogosa es la diplomática —
reflexiona Zajac —Qué cambio tan extraño. ¿Llevará ella el esmoquin y tú
te pondrás el vestido más tarde esta noche?
—Este esmoquin se empapará en tu sangre después de que te corte la
puta lengua de la boca, viejo — le gruñí.
—Los jóvenes hacen amenazas, los viejos hacen promesas — responde.
—Ahórrate la mierda de la galleta de la fortuna — dice Aida levantando
la mano para detenerme —¿Qué quieres, Tymon? Callum tiene mucha
gente con la que hablar esta noche y no creo que te hayan invitado.
—Quiero la propiedad de Chicago Transit — dice, yendo al fin al grano.
—No va a pasar — le digo.
—¿Porque ya planeas vendérselo a Marty Rico?
Eso me da un momento de pausa. Ese trato aún no está cerrado, así que
no sé cómo diablos se enteró Zajac.
—No estoy planeando nada todavía — miento —Pero puedo decirte que
no te lo venderé a ti. No, a menos que tengas un mágico poder limpiador
para tu reputación para que todo vuelva a ser brillante y reluciente.
La verdad es que no se lo vendería al Carnicero de ninguna manera, ya
tengo que portarme bien con los italianos, no voy a invitar a los polacos
directamente a mi patio trasero. Si Zajac quiere jugar a ser un legítimo
hombre de negocios, puede hacerlo en otro lugar de la ciudad, no en medio
de mi territorio.
El Carnicero entrecierra los ojos, todavía sostiene el cigarro entre sus
gruesos dedos, dándole vueltas y vueltas.
—Ustedes los irlandeses son tan codiciosos — dice —Nadie los quería
aquí cuando vinieron a Estados Unidos, a nosotros nos sucedió lo mismo,
colocaron carteles que nos decían que no solicitáramos trabajo, intentaron
impedir que emigráramos. Ahora que crees que estás seguro en la cabecera
de la mesa no quieres que nadie más se una a ti, no quieres compartir ni
siquiera las migajas de tu banquete.
—Siempre estoy dispuesto a hacer tratos — le digo —Pero no puedes
exigir que te entreguen un pedazo de propiedad pública, ¿Y para qué? ¿Qué
tienes que ofrecerme a cambio?
—Dinero — sisea.
—Tengo dinero.
—Protección.
Dejé escapar una risa grosera, a Zajac no le gusta eso en absoluto. Su
rostro se sonroja de ira, pero no me importa, su oferta es insultante.
—No necesito tu protección, ya estabas superado cuando solo estaba mi
familia contra la tuya, ahora que me he aliado con los italianos, ¿qué crees
que puedes ofrecernos? ¿Cómo te atreves a amenazarnos?
—Sé razonable, Tymon — dice Aida —Hemos trabajado juntos en el
pasado, lo haremos de nuevo en el futuro, pero la leche antes que la carne.
Me sorprende lo tranquila que puede estar Aida cuando conversa con
alguien de su propio mundo, nunca he visto este lado de ella, no tuvo
paciencia con Christina Huntley-Hart, quien sacó a relucir la actitud más
indignante y desdeñosa de Aida. Pero con Tymon, que es infinitamente más
peligroso y volátil, Aida ha logrado mantenerse más tranquila que yo.
La estoy mirando con verdadero respeto, ella lo ve y me pone los ojos
en blanco, más molesta que satisfecha.
—Siempre me gustaste, Aida — gruñe Zajac —Espero que no te hayas
equivocado al casarte con este engreído irlandés.
—El único error sería subestimarlo — responde ella con frialdad.
Ahora estoy realmente sorprendido, ¿Aida defendiéndome? Las
maravillas nunca cesan.
El Carnicero asiente con rigidez, que podría significar cualquier cosa, se
da vuelta y se aleja. Me alivia ver que parece que se va de la fiesta sin
montar una escena.
Miro hacia atrás a Aida.
—Lo manejaste muy bien — le digo.
—Sí, impactante, lo sé — dice sacudiendo la cabeza —Sabes que crecí
con esta gente, me senté debajo de la mesa mientras mi padre negociaba
acuerdos con los polacos, los ucranianos, los alemanes, los armenios,
cuando yo tenía solo cuatro años, no siempre voy corriendo por ahí robando
relojes.
—Tiene algunas pelotas marchando aquí — digo frunciendo el ceño en
dirección a la puerta donde Zajac acaba de desaparecer.
—Ciertamente lo hace — dice Aida. Ella frunce el ceño, gira el anillo
en su dedo mientras está perdida en sus pensamientos.
Mi madre eligió ese anillo y se lo envió por correo a Aida, mirándolo en
su mano, me doy cuenta de que realmente no le queda bien, Aida habría
elegido algo más cómodo y casual, tal vez debería haberla dejado elegirlo o
llevarla a Tiffany’s, eso hubiera sido fácil de hacer.
Estaba tan enojado con ella después de las circunstancias de nuestro
primer encuentro que nunca consideré realmente lo que ella preferiría, ¿Qué
podría hacerla sentir más cómoda con este arreglo o mudarse a mi casa?
Quiero preguntarle qué más sabe sobre Zajac, qué trato ha hecho con
Enzo, pero me interrumpe mi padre que quiere escuchar lo que dijo Zajac,
antes de que pueda incluir a Aida en la conversación, ella se aleja.
Mi padre sigue y sigue, interrogándome sobre el Carnicero, queriendo
una explicación palabra por palabra de todos los demás con los que hablé
esta noche y lo que dijeron.
Por lo general, lo repasaría con él punto por punto, pero no puedo evitar
mirar furtivamente por encima de su hombro tratando de ver dónde está
Aida en la habitación, que está haciendo, con quién está hablando.
Finalmente la veo en cubierta hablando con Alan Mitts, el tesorero. Es
un viejo bastardo cascarrabias. No creo que lo haya visto sonreír una vez en
todas las veces que he hablado con él. Sin embargo, con Aida está perdido
en alguna anécdota, agita sus manos y Aida se ríe y lo incita. Cuando se ríe,
echa la cabeza hacia atrás y sus ojos se cierran y sus hombros tiemblan y no
hay nada de cortés en eso, ella está feliz.
Quiero escuchar lo que la hace reír tanto.
—¿Me estás escuchando? — dice mi padre con brusquedad.
Giro mi cabeza hacia atrás.
—¿Qué? Si, estoy escuchando.
—¿Qué estás mirando? — dice entrecerrando los ojos en dirección a la
cubierta.
—A Mitts, tengo que hablar con él a continuación.
—Parece que ya está hablando con Aida — dice mi padre en su tono
más inescrutable.
—Oh, sí.
—¿Cómo se ha desempeñado?
—Bien, sorprendentemente bien —respondo.
Mi padre la mira y asiente con la cabeza en señal de aprobación. —Ella
ciertamente se ve mejor, aunque el vestido es demasiado revelador.
Sabía que diría eso. Había opciones más conservadoras en la pila de
vestidos que Marta trajo para mi aprobación, pero elegí este, porque sabía
que abrazaría las curvas de Aida como si estuviera hecho para ella.
Mi padre sigue parloteando, a pesar de mis esfuerzos por terminar la
conversación.
—El alcalde ha invertido treinta mil dólares en tu campaña y la ha
respaldado, pero hizo lo mismo con otros veinticinco aliados del consejo,
así que no creo que su declaración sea tan fuerte como...
Oliver Castle ha reaparecido animado por el coraje líquido, puedo decir
que está medio borracho por el rubor en su rostro quemado por el sol y la
forma en que se interpone entre Aida y Mitts. Aida intenta deshacerse de él
dirigiéndose al lado opuesto de la cubierta, pero Castle la sigue tratando de
que hable con él.
—Entonces, creo que será más eficiente y más efectivo si nosotros…
—Aguanta ese pensamiento, papá — le digo.
Dejé mi bebida y salí a través de las puertas corredizas abiertas de par
en par. Esta parte del lugar solo está tenuemente iluminada por las linternas
del techo, la música es más tranquila y los asientos son más
privados, Oliver está tratando de llevar a Aida al rincón más oscuro y
distante escondido detrás de una pantalla de arces japoneses en macetas.
Tenía la intención de interrumpirlos de inmediato, pero a medida que
me acerco escucho la voz baja y urgente de Oliver suplicando a Aida, mi
curiosidad se despierta, me arrastro en un ángulo queriendo escuchar de qué
están hablando.
—Sé que me extrañas, Aida. Sé que piensas en mí, como yo pienso en
ti...
—Realmente no lo hago — dice ella.
—Pasamos buenos momentos juntos, recuerda la noche en que todos
hicimos esa hoguera en la playa, y tú y yo caminamos por las dunas y tú
tenías ese bikini blanco y yo te quité la parte de arriba con los dientes...
Estoy de pie en mi lugar, lleno de calientes y fundidos celos que se
agitan en mis entrañas, quiero interrumpirlos, pero también tengo esta
curiosidad enfermiza, quiero saber exactamente qué pasó entre Oliver y
Aida, era obvio que estaba enamorado de ella, ¿Pero ella sentía lo
mismo? ¿Ella lo amaba?
—Claro, recuerdo ese fin de semana — dice con pereza —Te
emborrachaste y chocaste tu auto en Cermak Road, y casi te rompiste la
mano al pelear con Joshua Dean. Buenos tiempos, de acuerdo.
—Eso fue tu culpa — gruñe Oliver tratando de inmovilizarla contra la
barandilla de la terraza —Me vuelves loco, Aida. Me vuelves loco, solo
hice toda esa mierda después de que me dejaste en el Oriole.
—¿Sí? — dice mirando las calles de la ciudad debajo del patio —
¿Recuerdas por qué te dejé allí?
Oliver duda. Puedo decir que lo recuerda, pero no quiere decirlo.
—Nos encontramos con tu tío, y preguntó quién era yo y dijiste: Solo
una amiga porque te gustaba ser rebelde, salir con la hija de Enzo Gallo,
pero no querías arriesgar tu fondo fiduciario o tu lugar en la empresa de
papá. No tuviste las pelotas para admitir lo que realmente querías.
—Cometí un error.
La voz de Oliver es baja y urgente y puedo ver que sigue tratando de
tomar la mano de Aida, pero ella la aparta de su alcance.
—Aida, aprendí mi lección, te lo prometo. Te he echado tanto de menos
que podría haberme arrojado del techo de Keystone Capital cien veces. Me
siento en esa oficina y soy jodidamente miserable. Tengo esa foto de
nosotros en mi escritorio, la de la noria donde estás riendo y colgando de mi
brazo, ese fue el mejor día de mi vida, Aida. Si me das otra oportunidad, te
demostraré lo que significas para mí, pondré un anillo en tu dedo y te
mostraré al mundo.
—Ya tengo un anillo en mi dedo — dice Aida con voz apagada
levantando la mano para mostrársela —Me casé, ¿recuerdas?
—Ese matrimonio fue una mierda, sé que solo hiciste eso para
lastimarme, no te importa Callum jodido Griffin, ¡es todo lo que odias! No
puedes soportar a las personas que son engreídas y falsas y muestran su
dinero, ¿Por cuánto tiempo saliste con él? Puedo decir que eres miserable.
—No soy miserable — dice Aida. No suena muy convincente.
Sé que debería interrumpirlos a los dos, pero estoy clavado en mi
lugar. Furioso por las bolas que tiene Oliver Castle tratando de seducir a mi
esposa en mi propia jodida recaudación de fondos, pero también
perversamente curioso por escuchar cómo responderá Aida.
—Ven a verme para cenar mañana por la noche — le ruega Oliver.
—No — Aida niega con la cabeza.
—Entonces, ven a mi apartamento, sé que no te toca como yo solía
hacerlo.
¿Ella va a estar de acuerdo? ¿Todavía quiere follárselo?
Oliver está tratando de envolver sus brazos alrededor de ella, tratando
de besar su cuello. Aida está golpeando sus manos, pero él la tiene
acorralada en una esquina y ella se ve obstaculizada por el vestido ajustado
y los tacones.
—Ya basta, Oliver, alguien te va a ver ...
—Sé que extrañas esto…
—Hablo en serio, detente o yo...
Oliver la aprieta contra la barandilla tratando de meterle la mano por la
falda. Sé a ciencia cierta que no tiene bragas porque la vestí yo mismo, la
idea de Oliver tocando los labios de su desnuda vagina es lo que finalmente
me hace estallar.
He oído que la rabia ciega a la gente, nunca me había pasado antes
incluso cuando estaba muy enojado, siempre he mantenido el control.
Ahora, en un instante, paso de estar detrás de los arces japoneses a
agarrar a Oliver Castle por la garganta, apretando tan fuerte como puedo
con mi mano izquierda. Mientras tanto, mi puño derecho se estrella contra
su rostro una y otra vez, escucho este rugido loco y me doy cuenta de que
soy yo, soy el que aúlla de rabia mientras golpeo al hombre que puso sus
manos sobre mi esposa, incluso empiezo a levantarlo como si fuera a tirarlo
por la maldita barandilla.
De hecho, podría haberlo hecho si mi padre, Aida, y varias otras
personas no me agarraran de los brazos y me sacaran de encima de Castle.
La cara de Castle es un desastre de sangre, su labio está partido y su
camisa de vestir salpicada. También lo está la mía, ahora que lo miro.
La fiesta se ha detenido en seco, todos dentro y fuera nos están mirando.
—Llama a seguridad — ladra mi padre —Este hombre intentó atacar a
la Señora Griffin.
—Con un carajo que lo hice — gruñe Oliver. —Él…
Mi padre lo silencia con otro golpe en la cara, Fergus Griffin no ha
perdido su toque; la cabeza de Castle se echa hacia atrás y se desploma en
el suelo del patio. Dos guardias de seguridad se apresuran a subir a la
cubierta para recogerlo.
—Sal. Ahora —me sisea mi padre en voz baja.
—Voy a llevar a mi esposa a casa — digo lo suficientemente alto para
que todos lo escuchen. Me quito la chaqueta, envolviéndola alrededor de los
hombros de Aida como si acabara de sufrir una conmoción.
Aida lo permite porque está conmocionada, impresionada por cómo
ataqué a Oliver Castle como un perro rabioso.
Con mi brazo alrededor de sus hombros nos abrimos paso entre la
multitud, tomando el ascensor de regreso a la planta baja.
La empujo a la limusina que espera.
15
Aida
Tan pronto como estamos en la limusina, Callum espeta: —Conduce —
y sube la partición así estamos solos en la parte de atrás, separados del
chófer.
Sus manos están cubiertas de sangre, al igual que su camisa de vestir
blanca. Incluso tiene sangre en la cara y su cabello está desordenado,
cayendo sobre su frente. Sus ojos se ven salvajes, las pupilas muy negras
contra el azul pálido. Un anillo negro rodea el iris azul, lo que lo hace
parecer un ave de presa cuando me mira, como lo está haciendo ahora
mismo.
Puedo ver los músculos de su mandíbula contraerse y los tendones
sobresaliendo de su cuello.
—¡Estas mal de la cabeza! — Grito mientras la limusina se aleja de la
acera.
Me sacudo la chaqueta de Callum, molesta porque le dejé ponerla sobre
mis hombros como si fuera una especie de víctima.
—Ese cabrón grasiento te puso las manos encima — dice Callum.
Hay un tono en su voz, lo he escuchado enojado antes, pero no a este
nivel, le tiemblan las manos salpicadas de sangre, lo vi intentar levantar a
Oliver y arrojarlo por la barandilla. Iba a hacerlo, iba a matarlo.
Podría haber subestimado a Callum Griffin.
—Podría haberlo manejado yo misma — espeto —Estaba borracho,
podría haberme alejado de él sin montar una escena.
—Estaba tratando de seducirte, justo en frente de mí — gruñe Callum.
—¡Me estabas espiando!
—Tienes toda la maldita razón. Eres mi esposa, no tienes secretos para
mí.
Me burlo.
—Eso solo va en una dirección, ¿no es así? Estás fuera todo el día
teniendo reuniones y citas secretas. Escondido en la oficina de papá
haciendo planes.
—Estoy trabajando — dice Callum con los labios rígidos.
Puedo decir que todavía está al máximo, miles de voltios de energía
pura y vengativa corriendo por su cuerpo, fue interrumpido descargando su
agresión sobre Oliver, ahora no tiene adónde dirigirla y parece que
explotará con el menor toque.
Yo también estoy bastante jodidamente cabreada, ¿De dónde sale eso de
escuchar mi conversación privada? ¿Actuar como si fuera de su propiedad,
como si tuviera algún derecho a estar celoso?
Oliver me amaba al menos, a su propia manera estúpida e
inmadura, Callum no me ama, ¿Por qué debería importarle si un chico
intenta meter la mano por debajo de mi falda?
—Sigue trabajando — le siseo —Y mantente fuera de mi vida
personal, ¿Quieres un bonito accesorio en tu brazo? Lo hice, vine a tu
estúpida fiesta, usé este feo vestido, le dije a Mitts que debería apoyarte,
estoy cumpliendo mi parte del trato. Con quien salí antes no es asunto tuyo.
—¿Lo amabas? — Exige Callum.
—¡No es asunto tuyo! — Yo grito —¡Acabo de jodidamente decir eso!
—Dime — ordena Callum —¿Ambas a ese arrogante pedazo de
mierda?
Tiene esa mirada loca de hambre de nuevo, como si lo estuviera
volviendo loco y tuviera que saberlo.
Bueno, no le voy a decir una mierda. Estoy enojada porque estaba
escuchando a escondidas y estoy enojada porque piensa que tiene derecho a
mis pensamientos y sentimientos cuando no se ha ganado la más mínima
pizca de confianza.
—¿Para qué quieres saberlo? — Pregunto —¿Por qué es eso
importante?
—Necesito saber, ¿Te gustaba cómo te tocaba? ¿Cómo te follaba?
Sin parecer darse cuenta, pone su mano sobre mi muslo desnudo. Sus
dedos se deslizan hacia arriba, debajo de la rígida falda de cuentas del
vestido que me hizo usar.
Aparto su mano de una palmada, empujándolo en el pecho por si acaso.
—Tal vez — digo.
—¿Quién te folla mejor? ¿Él o yo? — exige Callum, su mano está en
mi muslo de nuevo y su otra mano alcanza la parte de atrás de mi cuello
tratando de acercarme más, me está presionando contra el asiento
subiéndose encima de mí.
Esta vez le doy una bofetada en la cara, lo suficientemente fuerte como
para partirle el labio.
La bofetada resuena en la parte trasera de la limusina, fuerte en el
silencio porque no hay música.
Por un segundo, parece despertarlo.
Luego parpadea y sus ojos están más lujuriosos que nunca, hambriento
como un lobo.
Me besa aplastando sus labios contra los míos y metiendo su lengua en
mi boca, puedo saborear la sangre de su labio partido, salada y caliente.
Su peso me aplasta contra el asiento de cuero profundo, su temperatura
corporal parece estar a doscientos grados.
Odio más a Callum cuando es frío, rígido, robótico. Cuando pasa junto a
mí en el pasillo como si ni siquiera estuviera allí, cuando duerme a mi lado
en la cama sin abrazarme, sin siquiera tocarme.
Cuando lo llevo a una rabia como esta, cuando finalmente se
resquebraja y pierde el control... ahí es cuando no lo odio. De hecho, casi
me agrada un poco, porque ahí es cuando me veo un poco más a mí misma.
Cuando tiene mal genio, cuando está enojado, cuando quiere matar a
alguien.
Ahí es cuando lo entiendo.
Ahí es cuando finalmente tenemos puntos en común.
Le devuelvo el beso, agarrando su rostro entre mis manos, mis dedos se
metieron en su cabello. Su cabello está mojado de sudor y su cuero
cabelludo irradia calor, también su cuello.
Quiero sentir el resto de su cuerpo.
Busco a tientas los botones de su camisa de vestir que son del estúpido
tipo que están cubiertos, del tipo que nunca puedes deshacer, incluso
cuando puedes verlos a plena luz.
En cambio, le abro la parte delantera de la camisa, como si fuera
Superman y hubiera un asteroide dirigiéndose directamente hacia nosotros,
paso mis manos sobre su carne ardiente, sintiendo los músculos contraerse
con excitación.
Su lengua se mete en mi boca tan profundamente que casi me ahoga, la
barba rasurada de su rostro me rasca la mejilla, está tratando de quitarme el
vestido, pero está tan rígido y apretado que ni siquiera puede subir la falda
alrededor de mi cintura.
Gruñendo de frustración, agarra su chaqueta del suelo y saca un cuchillo
del bolsillo del pecho, presiona un botón y la hoja se levanta rápida y
brutalmente afilada, es muy parecido al que lleva Nero y al igual que Nero,
puedo decir por la forma en que Callum lo sostiene que sabe cómo usar un
cuchillo.
—Quédate quieta — gruñe inmovilizándome contra el asiento.
Me mantengo perfectamente quieta. Con cinco o seis tirones rápidos,
me cortó el vestido del cuerpo y lo dejó hecho pedazos en el suelo de la
limusina.
Estoy completamente desnuda.
Callum tarda un segundo en devorar mi cuerpo con la mirada, luego se
desabotona los pantalones, dejando que su polla salte libre.
Nunca se lo admitiría, pero Callum tiene una polla preciosa. Nunca
había visto nada parecido, los cortes profundos de su cintura de Adonis
conducen directamente al eje, que es demasiado grueso para que yo cierre la
mano. Su piel es pálida y cremosa y su polla es casi exactamente del mismo
color, con solo un toque de rosa en la cabeza.
Disfruté bastante tenerlo en mi boca esa vez en la ducha, fue
increíblemente suave deslizándose dentro y fuera de mis labios con
facilidad.
De hecho, estaría dispuesta a hacerlo de nuevo ahora mismo, pero
Callum está demasiado impaciente.
Me coloca encima de él así que me siento a horcajadas sobre su regazo,
su polla se interpone entre nosotros llegando casi hasta mi ombligo, deslizo
los labios de mi vagina hacia adelante y hacia atrás a lo largo del eje
humedeciéndolo, luego me agacho sobre la cabeza gorda, dejándola
deslizarse dentro de mí.
Callum inclina la cabeza hacia atrás contra el asiento dejando escapar
un gemido profundo y gutural cuando mi coño se traga su polla, sus manos
están envueltas alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia abajo.
Oh, Dios mío, se siente tan bien...
He estado mojada toda la noche por la enloquecedora fricción de mi
coño desnudo debajo de ese vestido. Estaba cachonda y frustrada,
preguntándome cuándo diablos iba a tener sexo de nuevo.
Tengo que admitir que, por un segundo, la oferta de Oliver no sonó tan
mal. Es arrogante, inmaduro y una especie de idiota, pero al menos adoraba
mi cuerpo.
Pero cuando estaba hablando de la noche en que follamos en las dunas
de arena, una imagen diferente apareció en mi cabeza: Callum,
empujándome contra la pared de vidrio de la ducha y deslizando esa gruesa
y hermosa polla dentro de mí, estaba pensando en las manos de mi esposo
sobre mí en el calor húmedo, no en mi exnovio.
No he podido dejar de pensar en eso.
Y ahora que lo estoy experimentando de nuevo, se siente incluso mejor
que la primera vez, Callum es aún más salvaje y hambriento que antes, está
tomando mis pechos en su boca chupándolos como si estuviera hambriento
y fuera lo único que lo mantiene vivo, cuando suelta mi pezón, comienza a
chuparme el cuello, tan duro y tan hambriento que sé que mañana voy a
estar cubierta de marcas.
Salto arriba y abajo en su regazo montando su polla, el movimiento de
la limusina al pasar por partes irregulares de la carretera o al girar en una
esquina solo aumenta la fricción del viaje. Incluso la vibración del motor
aumenta la sensación, puedo oler el rico cuero de los asientos, el alcohol en
la barra lateral, la sangre en la camisa de Callum y el sudor en su piel.
Agarra un puñado de mi cabello mordiendo un lado de mi cuello como
el vampiro que imagino que es, envía escalofríos por mi cuerpo, me hace
aferrarme a su cuello y apretar alrededor de su polla.
—Aida— gime en mi oído —eres tan jodidamente hermosa.
Me congelo por un segundo.
Callum nunca me ha hecho un cumplido antes, pensé que le gustaban
las chicas como Christina Huntley-Hart: delgadas, rubias, a la moda,
populares. Bien educadas como un caniche de espectáculos.
Cuando atacó a Oliver, pensé que era por orgullo. Molestia porque
Oliver colapsó su recaudación de fondos y trató de poner sus manos en su
propiedad.
Nunca imaginé que Callum realmente pudiera estar celoso.
¿Está mi marido perfeccionista, y engreído... realmente interesado en
mí?
Empiezo a montar su polla de nuevo, moviendo mis caderas para que mi
coño se deslice hacia arriba y hacia abajo a lo largo de su eje.
Callum gime, sus brazos me rodean con tanta fuerza que apenas puedo
respirar.
Pongo mis labios contra su oído y le susurro: —¿Me quieres, Cal?
—No te quiero— gime, su voz ronca y áspera —Te necesito.
Sus palabras liberan algo dentro de mí, esa parte de mí que estaba
tratando de contener mi propia atracción desesperada porque era demasiado
intensa, demasiado peligrosa para complacerla, no podía permitirme desear
a este hombre porque no tenía sentido, pensé que no tenía poder sobre él.
Pero ahora me doy cuenta de que él necesita esto tanto como yo, y
empiezo a correrme tan fuerte que todo mi cuerpo tiembla en el marco de
sus brazos. Se siente como una cascada, tronando a través de mí. Unas
jodidas Cataratas del Niágara de placer, golpeando hacia abajo y hacia
abajo y hacia abajo. Imparable. Desinhibido.
Sin embargo, incluso después de que termino de alcanzar el clímax,
todavía quiero más. El orgasmo fue increíble, pero no me satisfizo por
completo. Necesito más.
Callum me acuesta de espaldas y se sube encima de mí, empujando
dentro de mí de nuevo, ahora me mira directamente a los ojos, su azul claro
en mi gris ahumado.
Por lo general, cuando lo miro a los ojos es porque estoy furiosa
tratando de mirarlo fijamente, nunca antes nos habíamos mirado así:
abiertos, curiosos, interrogantes.
Callum no es un robot, siente las cosas con tanta agudeza como
yo. Quizás incluso más, porque siempre está tratando de meterlo dentro.
Por primera vez, presiona sus labios contra los míos con gentileza, con
su lengua saboreando y explorando.
Le devuelvo el beso, mis caderas siguen rodando bajo las suyas. Puedo
sentir otro clímax construyéndose, la otra mitad del que vino antes. ¿Por
qué nuestros cuerpos encajan tan perfectamente cuando todo lo demás en
nosotros es completamente opuesto?
—Eres mía, Aida — Callum gruñe en mi oído —Mataré a cualquiera
que intente tocarte.
Con eso, entra en erupción dentro de mí y yo también me corro, un
segundo orgasmo incluso más fuerte que el primero. De hecho, el más
fuerte que he sentido, no estoy segura de estar viva cuando termine.
16
Callum
Por suerte Aida y yo somos los primeros en volver a la casa, ya que los
restos de su vestido se encuentran dispersos por el suelo de limusina y ella
no tiene nada más para usar excepto mi chaqueta.
A ella no le importa una mierda, siempre con el espíritu libre,
simplemente envuelve mi chaqueta alrededor de su cuerpo y corre descalza
adentro dándole al chofer un alegre saludo en su camino.
Me gustaría seguirla, pero puedo sentir mi teléfono zumbando en mi
bolsillo, mi padre, llamándome para regañarme.
—¿En qué diablos estabas pensando? — dice en el momento en que
contesto.
—Ese pedazo de mierda intentó agredir a mi esposa.
—Tuviste una pelea en tu propia recaudación de fondos ¡Con Oliver
Castle! ¿Sabes cómo se ve eso?
—Tiene suerte de que no le salpiqué el cerebro en el cemento.
—Si lo hicieras, estarías en la cárcel ahora mismo — se enfurece mi
padre —No fue un chico de fraternidad al que le pegaste, Henry Castle es
uno de los hombres más ricos de Chicago ¡Donó cincuenta mil a tu
campaña!
—No va a recibir un reembolso — le digo.
—Vas a tener que darle mucho más que un reembolso para evitar que
entorpezca tu carrera.
Aprieto los dientes con tanta fuerza que siento como si mis molares
estuvieran a punto de partirse por la mitad.
—¿Qué quiere? — Le digo.
—Lo averiguarás mañana por la mañana. 8:00 am, en Keystone
Capital. No llegues tarde.
Maldito infierno. Henry Castle es peor que su hijo: hinchado, arrogante
y muy exigente. Va a querer que me humille y bese su anillo, mientras que
quiero castrarlo para evitar que engendre más hijos de mierda.
—Estaré allí — digo.
—Perdiste el control esta noche — dice mi padre —¿Qué diablos está
pasando contigo y esa chica?
—Nada.
—Se supone que ella es un activo, no un pasivo.
—Ella no hizo nada. Te lo dije, fue Castle.
—Bueno, déjalo. No puedes permitir que ella te distraiga de tu objetivo.
Cuelgo, hirviendo sin decir nada de lo que quería gritar en el teléfono.
¿Él es quien me obligó a casarme con Aida, y ahora está cabreado
porque ella no es una pequeña pieza de ajedrez que puede barajar por el
tablero, como lo hace con todos los demás?
Eso es lo que admiro de ella, es salvaje y feroz. Se necesita todo lo que
tengo para que se ponga un maldito vestido, ella nunca se humillaría frente
a Henry Castle, y yo tampoco.
Subo a nuestro dormitorio, esperando que se cepille los dientes y se
prepare para ir a la cama.
En cambio, se abalanza sobre mí en el momento en que entro en la
habitación. Me besa profundamente, jalándome hacia la cama.
—¿No estás cansada? — Le pregunto.
—Ni siquiera es medianoche— se ríe —Pero si prefiere irse a dormir,
viejo...
—Veamos qué se necesita para cansarte, maldita lunática — le digo,
arrojándola sobre el colchón.
Aida todavía está profundamente dormida cuando tengo que
levantarme para mi reunión con Henry Castle a la mañana siguiente, le
levanto las mantas sobre los hombros desnudos, aunque me parece una
lástima cubrir toda esa piel suave y brillante.
Parece exhausta después de los retozos que tuvimos anoche, pasamos
una hora haciendo algo que estaba tan cerca de luchar como de follar, ella
me estaba probando, probando si la dejaría tomar el control, probando mi
energía y mi resistencia.
No había manera de que me rindiera primero, cada vez que intentaba
dominarme, la inmovilizaba de nuevo y la follaba sin piedad, hasta que
ambos estábamos jadeando y empapados de sudor.
Pude ver cómo la excitaba, sentir mi fuerza contra la suya sabiendo que
no cedería ni una pulgada por ella, le gusta empujarme para ver hasta dónde
puede llegar antes de que me rompa, lo hace dentro y fuera del dormitorio.
Bueno, soy una maldita montaña que no se puede empujar. Ella lo
aprenderá muy pronto.
Y también Henry Castle, sé que cree que he venido a su oficina para
humillarme, pero eso no sucederá.
De hecho, cuando su recepcionista me dice que me siente y espere fuera
de su puerta, le digo: —Nuestra reunión es a las ocho — y entro.
Tal como sospechaba, Henry está sentado detrás de su escritorio,
haciendo una mierda en este momento.
Es un hombre grande, completamente calvo, musculoso pero también
gordo. Viste trajes holgados con hombros anchos, lo que realza la impresión
de su corpulencia. Sus cejas se ven muy negras y bastante fuera de lugar en
su cabeza sin pelo.
—Griffin — dice con un asentimiento severo.
Está tratando de establecer un tono autoritario.
De hecho, me hace un gesto para que me siente frente a su escritorio. La
silla es baja y estrecha, deliberadamente inferior a la que ocupa el propio
Henry.
—No, gracias —digo permaneciendo de pie y apoyándome casualmente
contra el costado de su escritorio. Ahora soy yo quien lo mira con
desprecio. Puedo decir que le molesta. Casi de inmediato se pone de pie,
con el pretexto de mirar algunas de las fotografías de su estantería.
—Sabes que Oliver es mi único hijo — dice tomando una foto
enmarcada de un niño en la playa. El niño corre hacia el agua, hay una casa
detrás de él, pequeña, azul, casi más una cabaña, la arena llega hasta sus
escalones.
—Mm — digo asintiendo con la cabeza sin comprometerme —¿Dónde
está eso?
—Chesterton — dice Henry brevemente. Quiere volver la conversación
al tema. En cambio, lo dibujo por la tangente, para aumentar su irritación.
—¿Vas mucho por allá? — pregunto.
—Solíamos. Cada verano, aunque lo acabo de vender, lo habría hecho
antes pero Oliver hizo un escándalo, es más sentimental que yo.
Henry deja la foto firmemente en el estante volviéndose hacia mí de
nuevo, sus espesas cejas negras cuelgan sobre sus ojos.
—Anoche agrediste a mi hijo — dice.
—Él agredió a mi esposa.
—¿Aida Gallo? — Henry dice con una pequeña mueca de desprecio. —
No te ofendas, pero no tomaría su palabra.
—Eso es extremadamente ofensivo — le digo sosteniendo su mirada. —
Sin mencionar que lo vi con mis propios ojos.
—Lo hiciste escoltar por seguridad — dice Henry secamente —Espero
un mejor trato para uno de tus mayores donantes.
Doy un pequeño resoplido.
—Por favor. Tengo mucho dinero. No voy a prostituir a mi esposa por
cincuenta mil, y en cualquier caso, mi relación es contigo, no con
Oliver. Dudo que el hecho de que sea un borracho mano larga te sorprenda,
así que vayamos al grano de lo que realmente te molesta.
—Bien — espeta Henry. Su rostro se enrojece haciendo que su calva
luzca más brillante que nunca —Escuché que estás vendiendo la propiedad
de la Autoridad de Tránsito a Marty Rico. Lo quiero.
Jesucristo. Ni siquiera soy concejal todavía, la propiedad no está a la
venta y la mitad de los hombres en Chicago están tratando de cerrar sus
puños sucios a su alrededor.
—Tengo varias partes interesadas — digo dando golpecitos con los
dedos en la parte superior de su escritorio —Estaré considerando todas las
ofertas.
—Pero me lo darás — dice Castle amenazadoramente.
Puede amenazar todo lo que quiera, no voy a regalar nada gratis.
—Si el precio es correcto — le digo.
—No quieres convertirte en un enemigo — Henry está de nuevo detrás
de su escritorio de pie porque quiere inclinarse sobre
mí. Desafortunadamente para él, eso no funciona cuando no eres el hombre
más alto de la habitación.
—Estoy seguro de que se te ofertarás algo bueno — comento —
Después de todo, dice Capital en la puerta.
Su rostro se está volviendo cada vez más oscuro, parece que está a
punto de reventarle un vaso sanguíneo.
—Me pondré en contacto con tu padre sobre esto — sisea.
—No te molestes — le digo —A diferencia de tu hijo, hablo por mí
mismo.
17
Aida
Callum se levanta temprano, se desliza silenciosamente hacia el baño y
cierra la puerta para no despertarme con el ruido de la ducha.
Cuando finalmente me despierto del todo, hace mucho que se fue,
probablemente se dirigió a alguna reunión. Todavía puedo oler su champú y
loción para después del afeitado en el aire, una fragancia que se está
volviendo cada vez más erótica para mí.
Estoy disfrutando de la satisfacción de la noche anterior.
Nunca hubiera creído que Callum Griffin tuviera la capacidad de ser tan
apasionado o sensual. Francamente, es el mejor sexo que he tenido con la
persona que menos me gusta. Qué acertijo. Porque casi me hace sentir
amigable con él y no estaba planeando eso en absoluto.
Mi cabeza da vueltas. ¿Qué diablos está pasando? ¿Es esto el síndrome
de Estocolmo porque he estado involucrada con los Griffin durante
demasiado tiempo?
Afortunadamente, me voy a casa hoy, así puedo recuperar un poco la
cordura.
Ojalá fuera por una razón más feliz. Es el aniversario de la muerte de mi
madre, un día que siempre paso con mi padre y mis hermanos.
Estoy deseándolo, no he vuelto desde que me casé, me pregunto si se
sentirá diferente ahora que técnicamente vivo en otro lugar.
La mansión de los Griffin seguro que no se siente como en casa. Hay un
par de cosas que me gustan, principalmente la sala de cine y la piscina, todo
lo demás siempre está fastidiosamente ordenado como si alguien viniera a
tomar fotos para una revista en cualquier momento. La mayoría de los sofás
parece que se supone que no debes sentarte en ellos, atrincherados con
almohadas rígidas y sin accesorios cómodos como libros o mantas.
Además, el personal de su casa es enorme. Señoras de la limpieza,
cocineras, asistentes, choferes, guardias de seguridad... es difícil sentirse
cómoda cuando sabes que alguien podría entrar sigilosamente en la
habitación en cualquier momento, siempre retirándose cortésmente si ven
que el espacio está ocupado, pero aun recordándote que no estás solo y que
estás en una incómoda categoría arriba ellos.
Intento hablar con ‘la ayuda’, especialmente con Marta, ya que la veo
más a menudo. Tiene una hija de siete años, escucha reguetón y es el
Miguel Ángel del maquillaje. Parece genial, como si pudiéramos ser
amigas, excepto que se supone que debe esperarme de pies y manos como
si yo fuera una Griffin.
Es gracioso, porque los Gallo tampoco son precisamente pobres. Pero
hay niveles de rico, como todo lo demás.
De todos modos, estaré feliz de volver a la realidad por un día.
Nessa amablemente me presta su Jeep para que lo lleve a casa. En
realidad, no tengo mi propio coche. En la casa de papá, siempre había
suficientes vehículos aleatorios en el garaje para que pudiera llevarme lo
que quisiera, suponiendo que Nero no hubiera quitado el motor para sus
propios y extraños propósitos. Supongo que podría conseguir uno ahora,
tengo mucho dinero en el banco, pero odio la idea de rogarles a los Griffin
un lugar para estacionar.
Me dirijo a Old Town, sintiendo que han pasado meses en lugar de solo
semanas desde la última vez que estuve aquí.
Conducir por estas calles familiares es como volver a ser yo misma. Veo
las tiendas y panaderías que conozco tan bien, y pienso en lo gracioso que
es que Callum y yo viviéramos a pocos kilómetros de distancia el uno del
otro todo este tiempo, pero nuestros mundos son tan diferentes.
Todo tipo de personas han vivido en Old Town a lo largo de los años;
cuando estaba lleno de granjas alemanas, lo llamaban ‘The Cabbage
Patch’. Más tarde, llegaron puertorriqueños y un ejército de artistas. Y
también muchos italianos.
Mi abuelo compró nuestra casa en los años 50. Es un gran estilo
victoriano antiguo, con énfasis en lo ‘antiguo’. Tiene cuatro niveles de
altura, tan oscuro y empinado como una casa encantada, a la sombra de
robles cubiertos de maleza y respaldado por un jardín amurallado.
Mi padre ahuecó un estacionamiento subterráneo para todos los
proyectos en curso de Nero, así que conduzco por debajo del nivel de la
calle para estacionar, subo las escaleras hasta la cocina, donde sorprendo a
Greta lanzando mis brazos alrededor de su cintura gruesa.
— ¡Minchia! — grita, dando vueltas con una cuchara en la mano,
salpicándome con salsa de tomate. —¡Aida! ¿Por qué no me dijiste que ibas
a volver a casa? ¡Habría hecho la cena!
—Estás preparando la cena — observo.
—Hubiera hecho una mejor cena.
—Me encanta todo lo que haces — le digo, tratando de quitarle la
cuchara de la mano para poder probar la salsa.
En su lugar, lo usa para golpearme los nudillos.
—¡No! Todavía no está listo.
La agarro por la cintura y la vuelvo a abrazar, apretándola con fuerza y
tratando de levantarla del suelo.
— ¡Smettila! — ella chasquea —Detén eso antes de romperte la
espalda. ¡O romper la mía!
En cambio, me contento con besarla en la mejilla.
—Te echo de menos, el cocinero de los Griffin hace la comida más
horrible.
—¿No tienen una buena cocinera, con todo ese dinero? — dice con
asombro.
—Todo es comida sana, lo odio.
Greta se estremece como si le hubiera dicho que estaban sirviendo ratas
vivas.
—No hay nada más saludable que el aceite de oliva y el vino
tinto. Comes como un italiano y vivirás para siempre. No es bueno estar
demasiado delgado.
Reprimo una risa. No creo que Greta haya estado nunca a veinticinco
kilos de estar delgada y, francamente, yo tampoco he sido nunca
flaca. Entonces no estamos hablando exactamente por experiencia. Pero
parece miserable.
—¿Dónde está Papa? — Le pregunto.
—Está en la habitación de tu madre.
Se refiere a la sala de música. Mi madre se formó como pianista clásica
antes de conocer a mi padre. Su piano de cola todavía se encuentra en la
habitación más soleada del piso más alto, junto con todos sus libros de
composición y partituras.
Subo los dos tramos de escaleras para encontrar a papá. Las escaleras
son estrechas y crujen, las contrahuellas de madera apenas lo
suficientemente anchas para que Dante ascienda sin que sus hombros rocen
las paredes a ambos lados.
Papa está sentado en el banco del piano de mi madre, mirando las
teclas. Afina y repara el piano todos los años, a pesar de que mamá era la
única que lo tocaba.
La recuerdo claramente sentada exactamente en ese lugar. Me
asombraba lo rápido que sus manos podían volar sobre las teclas,
considerando que era pequeña y sus manos apenas eran más grandes que las
mías.
No tengo muchos otros recuerdos de ella, estoy celosa de que mis
hermanos la conocieran mucho más tiempo que yo, solo tenía seis años
cuando murió.
Ella pensó que era una gripe. Se escondió en su habitación, no
queriendo contagiar al resto de nosotros, cuando mi padre se dio cuenta de
lo enferma que estaba ya era demasiado tarde, murió de meningitis después
de estar enferma solo dos días.
Mi padre se sintió terriblemente culpable. Todavía lo hace.
En nuestro mundo, sabes que podrías perder a un familiar de forma
violenta. Los Gallo hemos perdido más de lo que nos corresponde, pero no
esperas que el ladrón silencioso, alguna enfermedad golpee a una mujer tan
joven y saludable.
Papá estaba devastado. Amaba intensamente a mi madre.
La vio actuar en el Teatro Riviera. Le envió flores, perfumes y joyas
durante semanas antes de que ella aceptara cenar con él. Él era doce años
mayor que ella y ya tenía mala fama.
La cortejó durante dos años más antes de que ella aceptara casarse con
él.
No sé qué pensaba de su trabajo o de su familia. Sé que adoraba a sus
hijos, al menos. Siempre hablaba de sus tres chicos guapos y de mí, su
última pequeña sorpresa.
Dante tiene su enfoque. Nero tiene su talento. Sebastian tiene su
amabilidad. No sé lo que tengo, sus ojos, supongo.
Puedo tocar un poco el piano. Sin embargo, no como ella.
Veo los anchos hombros del traje de papá encorvados sobre las teclas,
toca el Do central con un dedo casi demasiado grueso para mantenerse
dentro de los límites de la tecla. Papá tiene una cabeza enorme que descansa
casi directamente sobre sus hombros, el cabello oscuro y rizado con
impactantes mechas blancas, sus cejas son tan gruesas como mi pulgar,
todavía son negras, al igual que su bigote, pero su barba es gris.
—Ven a tocar conmigo, Aida — dice sin volverse.
Es imposible acercarse sigilosamente a él, y no solo en nuestra casa, en
donde crujen las escaleras.
Me siento a su lado en el banco, él se desliza para dejarme espacio.
—Toca la canción de tu madre — dice.
Extiendo mis dedos sobre las teclas. Cada vez, creo que lo voy a
olvidar, no podría decirte cómo comienza, ni siquiera tararearlo
correctamente, pero el cuerpo recuerda mucho más que el cerebro.
Tocó esta canción una y otra vez. No era la más difícil, ni siquiera la
más hermosa, solo la que se le quedó grabada en la cabeza.
Gnossienne No. 1 de Erik Satie, una pieza extraña e inquietante.
Comienza rítmico y misterioso. Como una pregunta, entonces parece
responder con enojo, dramáticamente. Luego se repite, aunque no
exactamente igual.
No hay compases ni divisiones de compás, puedes tocar como
quieras. Mamá a veces lo tocaba más rápido o más lento, más fuerte o más
suave según su estado de ánimo, después de la segunda vez se convierte en
una especie de puente, la parte más melancólica de todas. Luego, de vuelta
al principio una vez más.
—¿Qué significa eso? — Le pregunté cuando era pequeña —¿Qué es
una Gnossienne?
—Nadie lo sabe — dijo —Satie lo inventó.
La toco para papá.
Cierra los ojos y sé que se está imaginando las manos de ella sobre las
teclas, moviéndose con mucha más sensibilidad que las mías.
Yo la veo, su cuerpo delgado balanceándose con el movimiento de la
música, sus ojos grises cerrados. Puedo oler las lilas frescas que guardaba
en un jarrón junto a la ventana.
Cuando abro mis propios ojos, la habitación está más oscura de lo que
ella la mantenía, los robles se han vuelto más gruesos y altos desde
entonces, llenando la ventana. Ya no hay jarrón, no hay flores frescas.
Nero está de pie en la puerta: alto, delgado, cabello negro cayendo sobre
un ojo, un rostro tan hermoso y cruel como un ángel vengador.
—Deberías tocar tu — le digo —Eres mejor que yo.
Él da un rápido movimiento de cabeza y baja las escaleras, me
sorprende que haya venido aquí para empezar, no le gusta recordar el
pasado, o las muestras de emoción, o los aniversarios.
Papá está mirando el anillo en mi mano izquierda, pesa en mi mano y
hace que sea difícil tocar.
—¿Son buenos contigo, Aida? — él dice.
Dudo, pensando en cómo Callum me rompió la ropa anoche, cómo se
abalanzó sobre mí en el coche y me cortó el vestido. Cómo sabía su boca y
cómo le respondió mi cuerpo.
—Sabes que puedo cuidarme sola, papá —digo al fin.
Él asiente —Lo sé.
—Tymon Zajac vino a la recaudación de fondos de Callum anoche — le
digo.
Papá toma aire con fuerza. Si estuviéramos afuera, podría haber
escupido en el suelo.
—El Carnicero — dice —¿Qué quería él?
—Dijo que quería una propiedad de la Autoridad de Tránsito que está a
punto de ser subastada. Pero no creo que fuera eso, no realmente, creo que
estaba probando a Callum, y tal vez a mí también, para ver cómo
reaccionamos ante su exigencia.
—¿Qué dijo Callum?
—Le dijo que se fuera a la mierda.
—¿Cómo se lo tomó Zajac?
—Se fue.
Mi padre frunce el ceño.
—Ten cuidado, Aida. Eso no quedará sin respuesta.
—Lo sé. Sin embargo, no te preocupes, los Griffin tienen seguridad en
todas partes.
Él asiente, pero no parece satisfecho.
Escucho un sonido de traqueteo en la cocina de la planta baja. Esta casa
no tiene aislamiento, el ruido viaja por todas partes.
Luego viene el sonido retumbante de la voz de Dante y una risa que
suena a Sebastian.
—Tus hermanos están en casa — dice papá.
—Vamos — Descanso mi mano en su hombro mientras me levanto del
banco del piano.
—Bajaré en un minuto — dice papá.
Me dirijo a la planta baja. Efectivamente, mis tres hermanos están
hacinados en la pequeña cocina con Greta, Dante está tratando de limpiar
los fragmentos de los platos rotos que Sebastian tiró al suelo con una de sus
muletas, la rodilla de Seb todavía está encerrada en un aparato ortopédico
de alta tecnología que se supone que es útil, pero en cambio lo ha
convertido en un desastre para caminar aún más de lo habitual.
Al menos está caminando, algo así.
—Oye, torpe — le digo, dándole un abrazo.
—¿Estabas tocando ahí arriba? — Sebastian dice, devolviéndome el
abrazo.
—Sí.
—Suenas como ella.
—No, no lo hago— Niego con la cabeza.
—Definitivamente no — coincide Nero.
—Dame la escoba —le pidió Greta a Dante —Solo estás esparciendo el
desastre.
Mientras está de espaldas, Nero roba uno de sus rollos de naranja y se lo
mete en la boca.
Sintiendo la mala conducta, se da la vuelta de nuevo y le da una mirada
dura, Nero trata de mantener su rostro perfectamente quieto, a pesar de que
sus mejillas están hinchadas como las de una ardilla.
—¡Esos son para el almuerzo! — Grita Greta.
—Ah esh almersho — dice Nero, alrededor de un rollo de naranja
entero.
—¡No, no lo es! Y no comas sin tu padre.
Nero traga saliva.
—No va a comer, sabes cómo es hoy.
—¡Bueno, no lo empeores! — Dice Greta —Y tú — señala con el dedo
a Sebastian —Sal de aquí antes de que rompas algo importante.
—Bien, bien — Sebastian se vuelve a colocar las muletas debajo de las
axilas y se dirige a la sala de estar, apenas evitando tirar la tetera de Greta,
mientras tira la escoba.
Nero agarra el mango con cuidado con la mano derecha y agarra otro
rollo de naranja con la izquierda. Le pasa la escoba a Greta, manteniendo el
rollo escondido detrás de su espalda.
—Toma, Greta — dice —Sabes que solo quiero ayudar.
—Ayudarías quitándote de la camisa fuera de mi espalda, diablo.
—Depende. ¿Qué talla es?
Ella trata de azotarlo con un paño de cocina, y él sale corriendo de la
cocina, empujando a Sebastian, quien casi se cae.
Dante lo sigue a un ritmo más pausado. Salgo de última, mirando los
panecillos de naranja recién glaseados, pero sin querer arriesgarme a la ira
de Greta.
Finalmente, atraemos a papá sacando su viejo juego de mahjong y
abriendo la botella de vino que trajo Dante. Jugamos un torneo rotativo, en
el que Nero finalmente sale victorioso pero no sin acusaciones de hacer
trampa y exigencias de contar todas las piezas en caso de que algunas se
extravíen en el transcurso del juego.
Cuando el almuerzo está listo, forzamos físicamente a Greta a sentarse y
comer con nosotros en lugar de trabajar todo el tiempo, Nero la convence
de beber una y luego varias copas de vino, momento en el que comienza a
contarnos historias sobre un escritor famoso que solía conocer, con
quien podría haberse acostado una o dos veces, hasta que él escribió un
personaje basado en ella que la ofendió terriblemente.
—¿Fue Kurt Vonnegut? — Sebastian dice.
—No — Greta niega con la cabeza —Y no te voy a decir su nombre,
estuvo casado parte del tiempo.
—¿Fue Steinbeck? — Nero dice, sonriendo maliciosamente.
—¡No! ¿Cuántos años crees que tengo? — Greta dice indignada.
—Maya Angelou — digo, con una expresión de inocencia.
—¡No! Dejen de adivinar, pequeñas bestias irrespetuosas.
—Eso no es una falta de respeto — dice Dante —Esos son todos
excelentes autores. Ahora, si dijéramos Dan Brown...
Greta, que ama The Da Vinci Code, ha tenido suficiente de todos
nosotros.
—¡Eso es todo! — dice, levantándose amenazadoramente de su
asiento —Tiraré su postre a la basura.
Nero me hace una señal frenética para que vaya a rescatar el semifreddo
del congelador antes de que Greta pueda vengarse.
Considerándolo todo, el día es tan alegre como podría esperar dada la
ocasión. La única persona que no está tan de buen humor como de
costumbre es Sebastian, está haciendo todo lo posible por sonreír y
participar en juegos y conversaciones con el resto de nosotros, pero puedo
decir que las semanas de inactividad y la pérdida de su cosa favorita en el
mundo lo están desgastando. Se ve delgado y cansado, su rostro está pálido
como si no hubiera dormido mucho.
Sé que no quiere que me disculpe de nuevo, pero verlo tratar de navegar
por los estrechos pasillos y las numerosas escaleras de la casa con esas
malditas muletas me está matando.
Incluso con ese triste recordatorio, la tarde termina demasiado
pronto. Una vez que todos hemos comido y despejado la mesa, Dante y
Nero tienen que volver al proyecto La Torre de Oak Street, y Sebastian
tiene una clase de biología.
Podría quedarme con papá, pero sé que se terminará el vino mientras
mira viejos álbumes de fotos, no tengo el corazón para eso. Todas esas fotos
de papá, mamá y mis hermanos viajando por Sicilia, Roma, París y
Barcelona, mientras yo todavía no existo, o en el mejor de los casos, era un
bebé en un cochecito, simplemente me recuerda lo que me perdí.
Entonces, le doy un beso a mi padre y me ofrezco a ayudar a Greta con
los platos sabiendo que no me dejará, luego vuelvo al garaje para recuperar
el Jeep de Nessa.
Regreso a la mansión de los Griffin a las 3:00 de la tarde.
No espero encontrar a nadie en casa que no sea el personal. Cuando
Imogen no está trabajando en un negocio familiar, está extendiendo su
influencia sobre docenas de organizaciones benéficas y juntas, o
socializando estratégicamente con las esposas ricas e influyentes de los
principales ciudadanos de Chicago. Fergus, Callum y Riona trabajan
muchas horas y Nessa tiene clases casi todos los días, ya sea en Loyola o en
Lake City Ballet.
Sin embargo, cuando entro por la puerta lateral a la cocina escucho dos
voces masculinas.
Son Callum y su guardaespaldas, sentados en los taburetes de la barra
en mangas de camisa, con las chaquetas colgadas en el respaldo de las
sillas.
No sé de qué están hablando pero inmediatamente me enfurece ver al
brutal boxeador, que ahora sé que se llama Jackson Howell Du
Pont. Callum lo conoció en la escuela, en sus días de Lakeside
Academy, Jack es uno de los muchos, muchos descendientes de la familia
Du Pont, que primero hicieron su fortuna con la pólvora y luego inventaron
el nailon, el kevlar y el teflón.
Desafortunadamente para el pequeño Jack, los Du Ponts tuvieron
demasiado éxito en difundir su nombre y su semilla, porque ahora hay
alrededor de cuatro mil de ellos, y la rama de Jack apenas tenía suficiente
pasta para pagar su elegante educación en la escuela privada, sin el fondo
fiduciario adjunto. Así que el pobre Jack se reduce a conducir a Callum,
hacer sus recados, cuidar su espalda y ocasionalmente romper rótulas como
le hizo a mi hermano.
Teniendo fresca la imagen de las ojeras de Sebastian y su sonrisa infeliz,
quiero agarrar la cuerda de piano más cercana y envolverla alrededor de la
puta garganta de Jack, Callum ha mantenido sabiamente a su
guardaespaldas en un segundo plano lejos de la casa Griffin y fuera de mi
vista, pero supongo que no esperaba que estuviera en casa tan temprano.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? — Gruño.
Callum y Jack ya se han levantado, sorprendidos por mi repentina
aparición.
—Ahora, Aida — dice Callum, levantando las manos en señal de
advertencia —Eso es agua debajo del puente.
—¿Lo es? — Gruño —Porque Sebastian todavía está cojeando mientras
que este hijo de puta borracho aparentemente todavía está en tu nómina.
Jack pone los ojos en blanco, se acerca al frutero en el mostrador y
escoge una linda y jugosa manzana.
—Ponle a tu perra una correa — le dice a Callum.
Para mi sorpresa, Callum deja caer sus manos y se vuelve hacia Jack, su
rostro quieto pero sus ojos encendidos.
—¿Qué dijiste? — él exige.
Veo el brillo apagado del metal dentro de la chaqueta del traje de
Jack. Una Ruger LC9 en el bolsillo interior, colgando sobre el respaldo de
su silla, en lugar de estar firmemente sujeta a su cuerpo. Qué jodido
aficionado.
En dos pasos alcancé la chaqueta y saqué el arma, verifico que esté
cargada, luego quito el seguro y la recámara.
Tanto Callum como Jack se congelan como ciervos ante el sonido de la
bala deslizándose hacia la recámara.
—¡Aida! — Callum dice con brusquedad —No te…
Ya le estoy apuntando con el arma a Jack.
—Dejar tu arma desatendida — Chasqueo mi lengua negando con la
cabeza en señal de desaprobación —Muy descuidado, chico Jackie. ¿Dónde
obtuviste tu entrenamiento, en la Academia de Policía de Chicago? ¿O fue
la universidad de payasos?
—Vete a la mierda, coño hablador — gruñe Jack, su cara maciza está
enrojecida de rabia y sus dientes al descubierto —Si no estuvieras casada
con él...
—¿Qué harías? ¿Conseguir una patada en dientes como la última vez?
— Resoplé.
Jack está tan enojado que sé que ya estaría cargando contra mí, si no
tuviera el arma apuntando directamente a su pecho.
Callum se encuentra en una posición más ambivalente. Por un lado,
puedo decir que está enojado porque saqué un arma en su cocina y apunté a
su guardaespaldas. Por otro lado, no le gusta la forma en que Jack me
habla. Ni un poco.
—Baja el arma, Aida — me ordena.
Pero es a Jack a quien mira con fría furia en sus ojos.
—Lo haré — digo, bajando el arma de modo que el cañón apunte
directamente a la rodilla de Jack —Después de que pague por lo que le hizo
a mi hermano.
En realidad, no le había disparado a nadie antes, he estado en el campo
muchas veces con mis hermanos, hemos puesto esos recortes de papel, a
veces una silueta humana en blanco, a veces un zombi o un ladrón. Sé cómo
apuntar al centro de la masa, cómo agrupar mis tiros. Cómo apretar el
gatillo en lugar de sacudirlo, cómo controlar el tiro por la culata.
Es extraño apuntar a una persona real, puedo ver las gotas de sudor a lo
largo de la línea del cabello de Jack, la forma en que su ojo derecho se
mueve levemente mientras me mira. Puedo ver su pecho subiendo y
bajando, es una persona real a pesar de ser un idiota furioso, ¿De verdad
voy a meterle una bala?
Jack decide que la mejor forma de salir de esto es intentar
intimidarme. Quizás piensa que es psicología inversa, o tal vez solo sea
tonto.
—No me vas a disparar — se burla —Solo eres una pequeña mocosa
malcriada de la mafia, una aspirante a chica dura como tu cobarde hermano.
Callum, más perspicaz que Jack, ve mi intención incluso antes de que
me mueva.
Se lanza hacia el arma, golpeando mis manos hacia arriba justo cuando
aprieto el gatillo.
La detonación es sorprendentemente fuerte en el recinto de la
cocina. Parece resonar una y otra vez, ensordeciéndonos.
Fallo el tiro a Jack, gracias a la intervención de Callum. Sin embargo, la
bala cavó un surco a lo largo del exterior del brazo izquierdo de Callum
antes de enterrarse en la puerta de uno de los gabinetes de cedro
personalizados de Imogen.
Como tinta escarlata sobre papel blanco, la sangre empapa la manga de
la camisa de Callum. Él mira hacia abajo, examinando estoicamente el
daño, antes de torcer mi brazo detrás de mi espalda y sujetarlo con fuerza.
—Dije que no — gruñe en mi oído, furioso.
—¡Intentó dispararme! — Jack grita incrédulo — ¡Ella apretó el
gatillo! ¡Perra sucia! Voy a…
—Cierra la puta boca y mantenla cerrada — ladra Callum.
Jack se detiene en su lugar, congelado en el acto de avanzar hacia mí, su
rostro grande y cuadrado parece confundido.
—Si ALGUNA vez vuelves a hablar a mi esposa así, voy a vaciar ese
cargador en tu pecho.
Jack abre la boca como si fuera a protestar, solo para volver a cerrarla
cuando ve la expresión del rostro de Callum.
Realmente no puedo verlo yo misma, ya que Callum todavía tiene mi
brazo torcido detrás de mi espalda bastante dolorosamente, pero puedo
sentir el calor irradiando de su cuerpo, puedo escuchar la gravedad mortal
de su amenaza. Lo dice en serio. Cada palabra de ella.
—Estás ... estás sangrando en el suelo, jefe — dice Jack con humildad.
Efectivamente, se está formando un pequeño charco en el lado izquierdo
de Callum filtrándose en la lechada impecable entre las baldosas de
Imogen. Otra cosa que realmente la va a cabrear.
—Limpien eso, por favor — dice Callum en dirección a la puerta.
Me doy cuenta de que al menos tres miembros del personal de la casa
están mirando tratando de averiguar qué diablos está pasando sin meterse en
problemas, una de las empleadas domésticas, Linda, parece particularmente
alarmada por el hecho de que Callum me tiene en un brazo. Martino, el
paisajista, que mira por la ventana, parece mareado al ver la sangre en el
suelo.
—Vete a casa — le ordena Callum a Jack —Te llamaré por la mañana.
Jack asiente, reprendido. No hace contacto visual conmigo mientras se
apresura.
Espero que Callum me suelte una vez que Jack se haya ido, supuse que
me estaba sujetando así para asegurarse de que no iba a atacar a su
guardaespaldas de nuevo.
En cambio, comienza a sacarme de la cocina por el pasillo.
—¿A dónde vamos? — Exijo, tratando de soltar mi muñeca de su
agarre.
Callum solo me agarra más fuerte, el dolor me sube por el brazo
derecho hasta el hombro y mi mano se ha adormecido. Su brazo izquierdo
está envuelto alrededor de mi cuerpo, su mano aprieta un puñado de la parte
delantera de mi camisa. Mi espalda está presionada contra su pecho. Puedo
sentir su corazón latiendo, rápido y furioso como un tambor de guerra.
—Puedes dejarlo ir, yo no... ¡OUCH!
Me está empujando escaleras arriba, empujándome tan fuerte y rápido
que mis pies apenas tocan el suelo, me sigue hasta que llegamos por el
pasillo y atravesamos la puerta de nuestra habitación, solo entonces me
suelta, cerrando la puerta detrás de él.
Se da la vuelta para mirarme, sus pupilas se contraen como pinchazos,
por lo que sus ojos se ven más azules y fríos que nunca. Ya no tiene una
palidez vampírica, su piel está sonrojada de color, su mandíbula
prácticamente vibra por la fuerza con que la aprieta.
—Mira — digo —Sé que se puso un poco...
Cruza el espacio entre nosotros de una zancada agarrando un puñado de
mi cabello. Él echa mi cabeza hacia atrás y me besa ferozmente.
Es lo último que esperaba, todo el desafío desaparece de mi cuerpo y
me hundo contra él, inerte de alivio. Creo que me ha perdonado, o que al
menos entiende por qué lo hice.
Pero de inmediato me doy cuenta de que estaba muy equivocada en esa
suposición, tan pronto como nuestros pechos se tocan, puedo sentir que su
cuerpo todavía está ardiendo y temblando, cada músculo palpitando con el
esfuerzo de contener la emoción dentro de él.
Su lengua llena mi boca y sus labios se mueven contra los míos tan
fuerte que puedo sentir mis propios labios comenzando a hincharse, me está
aplastando contra él todavía decidido a someterme, aunque ya me sometí,
solo cuando mis rodillas se doblan literalmente debajo de mí, él me levanta
y me lleva a la cama.
Saca mi camiseta por encima de mi cabeza y como una niña, levanto
mis brazos cooperativamente, pero una vez que la camisa está sobre mi
cabeza, tira de mis muñecas hacia detrás de mí, la camiseta de algodón
todavía envuelta alrededor de un brazo. Rápidamente, Callum cruza mis
muñecas, usando la camisa retorcida como una cuerda para anudarlas.
Luego desabotona mis pantalones cortos, y con un tirón fuerte, tira de
ellos y mis bragas alrededor de mis rodillas.
Me siento muy estúpida allí de pie, con los brazos atados a la espalda y
los tobillos atados de manera efectiva también, a menos que quiera intentar
quitarme los pantalones cortos sin caerme de cara.
—Callum — digo vacilante —¿Puedes…?
Callum está en proceso de desabrocharse la corbata. Se la quita del
cuello y se me acerca con la tela tensada entre las dos manos, como un
garrote. Me preocupa un poco que esté a punto de estrangularme. En
cambio, me amordaza con la corbata, cortándome a mitad de la frase y la
anuda con fuerza detrás de mi cabeza.
Puedo saborear la seda cruda contra mi lengua, debe ser cara.
Tengo la vaga idea de que Callum planea atarme y dejarme aquí, como
castigo por dispararle a su empleado, pero pronto me doy cuenta de que
Callum no tiene intención de irse. Se sienta en el borde de la cama y me tira
bruscamente hacia su regazo, me arroja sobre sus muslos, por lo que mi
cara está junto a sus espinillas y mi trasero desnudo está en el aire.
En un instante, me doy cuenta de lo que está planeando y empiezo a
serpentear y retorcerme salvajemente tratando de librarme de mis
pantalones cortos de una patada y gritando a través de la mordaza: — No te
atrevas — aunque me sale más como — Mo le alevas.
Callum levanta una mano grande y fuerte y la lleva silbando hacia mi
trasero. Hay un sonido agudo y crujiente, casi tan fuerte como el disparo de
la cocina, y luego, un instante después, el dolor punzante y caliente me
golpea.
— ¡Erggg! — Grito a través de la mordaza.
¡SMACK!
Ni siquiera sabía que había vuelto a levantar la mano y ya me había
dado una palmada en el mismo lugar, esta vez incluso más fuerte.
¡SMACK!
¡SMACK!
¡SMACK!
Su precisión es perversa, cada golpe está aterrizando exactamente en el
mismo lugar de mi nalga derecha, haciéndola sentir como si la hubieran
sumergido en gasolina y se hubiera incendiado.
Estoy pateando y tratando de caer de su regazo, gritando todo tipo de
maldiciones. Callum me tiene inmovilizada con fuerza, su mano izquierda
empujando hacia abajo entre mis omóplatos mientras su mano derecha
administra el castigo.
Doy una lucha particularmente vigorosa y Callum ladra: —¡Quédate
quieta! ¡U obtendrás el doble!
Eso solo me hace patear aún más fuerte, ¡Cómo se atreve a intentar
azotarme! ¡Cómo se atreve a amenazarme! Cuando me libere, lo golpearé
justo donde le disparé, y luego lo patearé en un lugar peor.
¡SMACK!
Callum ha derribado la palma de su mano hacia abajo en el lado
izquierdo ahora, ¡MIERDA! ¿Por qué duele aún más? ¿Cómo me abofetea
tan fuerte? ¡Es como un jinete azotando a un caballo!
¡SMACK!
¡SMACK!
¡SMACK!
En realidad, nunca antes me habían pegado, no puedo creer cómo hace
que mi trasero arda y palpite.
Callum me dijo que me quedara quieta, pero no puedo. No puedo evitar
estremecerme ante el siguiente golpe, apretar mis piernas juntas y
retorcerme sobre la dura superficie de sus muslos con pantalones.
Esto está teniendo su propio efecto embarazoso.
Después de todo, estoy desnuda. El apretar y retorcer mi carne desnuda
contra la fina lana de los pantalones de Callum está creando mucha fricción
en lugares muy inconvenientes...
Mis pezones están duros como una roca dentro de mi sostén, puedo
sentir calor y humedad entre mis muslos. No puedo verlo, pero sospecho
que mis mejillas están tan rojas como mi trasero.
Dejo de luchar, sobre todo porque no quiero excitarme más
inadvertidamente de lo que ya estoy. Tampoco quiero que Callum se dé
cuenta, es jodidamente humillante. Si se da cuenta del efecto que esto está
teniendo en mí nunca más podré mirarlo a la cara.
Pero él ya lo sabe, es tan malditamente perceptivo. En el momento en
que dejo de pelear con él, en el momento en que mi respiración cambia y
me pongo tensa, detiene las nalgadas. Hace una pausa por un momento, con
su pesada palma descansando sobre mis nalgas palpitantes.
Luego comienza a amasar mi trasero, suavemente.
El roce se siente indeciblemente bien, es como la vez que robé uno de
los brownies especiales de Dante y me comí todo antes de recibir un
masaje, cada apretón de la mano de Callum envía pulsos de placer
corriendo por mis neuronas, haciéndolas brillar como una cadena de luces
navideñas.
Sin querer, gimo y presiono mis muslos contra la parte exterior de la
pierna de Callum.
—¿Te gusta eso? — gruñe, su voz es más baja y áspera que nunca.
Sus dedos bailan por la hendidura de mi trasero, deslizándose entre mis
muslos
para
encontrar
la
confirmación
de lo
que ya
sospecha. Efectivamente, sus dedos se deslizan fácilmente por la
resbaladiza superficie de mi coño.
—Eso pensé — respira.
Sin previo aviso, hunde dos dedos dentro de mí, dejo escapar un gemido
profundo y desesperado. El interior de mi coño está tan hinchado y caliente
que esos dedos son la cosa más placentera que jamás haya estado dentro de
mí. Se sienten hechos a medida, superpoderosos, tan a medida como uno de
los jodidos gabinetes de Imogen.
Callum desliza sus dedos hacia adentro y hacia afuera, disfrutando de
los sonidos ansiosos y suplicantes que estoy haciendo alrededor de la
mordaza.
Dios mío, quiero que me follen.
Lo quiero tanto que siento que podría estar dispuesta a morir después, si
tan solo pudiera conseguir lo que necesito durante cinco minutos seguidos.
—Mira lo que has hecho.
Callum toca la herida de su brazo izquierdo. Cuando pone las yemas de
sus dedos frente a mi cara, puedo ver que están brillando con sangre fresca.
—Ya tuve suficiente de que pierdas los estribos — dice Callum —Se
termina esta noche. De ahora en adelante, serás la esposa que me
prometieron. Servicial. Útil. Obediente.
Enganchando sus brazos debajo de mi cuerpo, Callum se pone de pie,
levantándome de sus rodillas. Me arroja boca abajo en la cama, con las
muñecas todavía atadas a la espalda y las rodillas dobladas debajo de mí,
por lo que mi trasero está apuntando hacia arriba en el aire.
Escucho el estallido de un botón y el cierre de una cremallera. Las
manos fuertes y cálidas de Callum agarran mis caderas, la derecha
desaparece momentáneamente mientras Callum alinea su polla con mi
entrada, luego regresa de nuevo.
Él embiste dentro de mí con un empujón de sus caderas, entra hasta el
fondo tocando con la parte delantera de sus muslos pegada a la parte
posterior de los míos. Agarra mis caderas con fuerza, dejando que su polla
permanezca completamente envainada, tan profundamente que siento la
cabeza palpitando contra mi cuello uterino.
Solo entonces vuelve a salir, casi por completo, antes de volver a
empujar completamente.
Lo hace varias veces dejándome apreciar toda la longitud de su polla,
luego comienza a follarme duro. Más fuerte y más rápido, nuestros cuerpos
chocan con un sonido no tan agudo como los azotes, pero mucho más
rápido e insistente.
Estar desesperadamente excitada y luego atendida agresivamente así
es... satisfactorio. Al nivel de paletas heladas en un día caluroso, o ver a un
niño malcriado cayéndose de bruces, estoy en la cima de la felicidad. No
solo quiero esto. Joder, lo necesito.
Pero entonces Callum realmente comienza a torturarme.
Él alcanza alrededor de mi cadera y encuentra mi clítoris con sus
dedos. Se burla ligeramente de mí con las yemas de los dedos y luego,
gradualmente, comienza a aumentar la presión.
Estoy jadeando y gimiendo en la mordaza, tratando de mover mis
caderas para tener más presión en el lugar correcto.
Callum no me lo da, sabe lo que quiero, pero me lo niega.
Su brazo me rodea con fuerza, todavía está empujando dentro de mí,
más y más profundamente. Se inclina y me gruñe al oído: —¿Vas a ser una
buena chica, Aida? ¿Mi buena esposa?
Estoy lloriqueando, casi suplicando, pero no quiero decirlo. ¡Maldito
sea, no quiero decirlo!
—Dime — canturrea Callum —Dime que serás una buena chica.
De ninguna manera.
No lo voy a hacer.
Lo voy a hacer totalmente.
Apretando los ojos con fuerza, asentí con la cabeza.
Callum presiona con fuerza contra mi clítoris. Me frota al tiempo con
sus embestidas, justo en el lugar correcto, de la manera correcta para
hacerme acelerar a través de la estratosfera.
Despegamos. Dejamos el planeta, damas y caballeros, aquí arriba son
puras estrellas llameantes.
Estoy flotando, volando, haciendo zoom a un millón de millas de
distancia, experimentando una especie de placer que nunca antes había
imaginado. Duro, rápido, interminable.
Pierdo todo sentido de lo que está haciendo Callum. Me acabo de ir.
No vuelvo a la tierra hasta que Callum me toma en sus brazos,
envolviéndolos con fuerza alrededor de mi cuerpo.
Me quitó la mordaza y las esposas improvisadas.
Estoy acostada desnuda sobre su pecho, toda su ropa también
despojada.
Mi cuerpo sube y baja con el ritmo de su respiración, su barbilla se
apoya en mi sien.
Su respiración es constante y pacífica, sus brazos son cálidos y gentiles
a mi alrededor, no sé si alguna vez sentí su cuerpo tan relajado. Lo he visto
rígido y controlado, pero nunca calmado.
—¿Te corriste también? — Le pregunto después de un minuto.
Besa un lado de mi cabeza.
—Por supuesto.
—Eso fue...
¿Qué? ¿Loco? ¿Impactante? ¿Confuso? ¿Asombroso? ¿Inolvidable?
—Lo sé — dice Callum.
Hay una pausa larga, y luego no puedo evitar preguntar: —¿Has hecho
eso antes?
Otra pausa larga, en la que creo que no responderá.
Luego, finalmente, dice: —No así.
Querido señor.
Soy una chica bastante testaruda, pensé que sabía lo que me gustaba y
lo que no me gustaba.
Pero podría haber descubierto una categoría completamente nueva...
18
Callum
Aida yace en mis brazos. Puedo sentir lo sonrojada y cálida que todavía
está, y vi lo duro que se corrió, pero me preocuparía cómo se sentía
después, si no estuviera tan distraído con mi propio asombro absoluto.
He atado mujeres y las he follado duramente antes. Algunas lo piden, y
otras veces solo estaba experimentando. Algunas chicas son tan aburridas
de follar que es mejor que las ate, porque de cualquier manera se van a
quedar ahí tumbadas.
En todos esos casos, sentí que estaba siguiendo los movimientos.
Con Aida fue totalmente diferente.
El sexo con ella siempre lo es.
Follar solía ser una liberación para mí. Era un acto manual, que podía
ser bueno, malo o indiferente.
Nunca imaginé que se sentiría tan bien que se apoderara de mí, cuerpo y
cerebro. El puro placer físico es increíblemente intenso, extrañamente más
fuerte de lo que estoy acostumbrado.
Y luego están los factores psicológicos, Aida me atrae de una manera
que no puedo entender, es como si cada uno de sus rasgos estuviera
formado por algún tipo de código secreto diseñado para penetrar en mi
cerebro. La forma alargada y almendrada de sus ojos grises y ahumados, las
locas curvas de su cuerpo, su piel suave de color cedro, la forma en que sus
dientes me destellan cuando sonríe, la forma en que se muerde el borde del
labio inferior cuando está excitada o tratando de no reír.
¿No es lo mismo con ella? Le encanta la pasión de cualquier tipo. Le
encanta estar enojada, obstinada, alegre o traviesa. Lo único que no le gusta
es la falta de sentimiento.
Desafortunadamente, eso es lo que soy. Frío. Contenido. Falto de placer.
Hasta que esté cerca de ella.
Entonces mis sentidos se aceleran hasta un grado febril. Huelo, saboreo
y veo más agudamente. Casi puede ser demasiado.
Me asusta cómo pierdo el control a su alrededor. En las pocas semanas
que conozco a Aida, he perdido la paciencia más veces que en todos los
años anteriores.
Sin embargo, no quiero que se detenga, no me puedo imaginar volver a
la aburrida indiferencia, Aida es la puerta a otro mundo, quiero quedarme a
su lado para siempre.
Jesús, ¿qué estoy diciendo?
Nunca antes había tenido estos pensamientos, y mucho menos permití
que se formaran en palabras.
¿Cómo estoy tan envuelto en esta chica, que francamente está
loca? ¡Intentó dispararle a Jack! ¡En mi cocina! Si ella hiciera eso en un
evento de campaña, estaría realmente jodido, y yo tampoco lo dejaría pasar.
Tengo que calmarme y mantener la cabeza recta.
Esa resolución dura unos cinco segundos, hasta que presiono mi nariz
contra su cabello e inhalo ese aroma salvaje suyo, como sol y sal marina,
café oscuro, pimienta y solo un toque de dulzura melosa. Entonces vuelvo a
sentir esa sacudida, esa descarga de adrenalina, que apaga a los
gobernadores en cada uno de mis impulsos.
Cuando suena el teléfono de Aida, casi salgo de mi piel.
Aida se despierta de un sobresalto, habiéndose quedado dormida sobre
mi hombro.
—¿Quién es? — ella murmura.
—Es tu teléfono — le digo.
Ella rueda fuera de la cama, graciosamente torpe, ni siquiera busca la
gracia cayendo del borde del colchón como un oso panda. Luego busca el
teléfono y finalmente lo ubica a la mitad debajo de la cama.
—¿Dante? — dice, sosteniéndolo contra su oído.
Escucha por un momento, las cejas juntas en un ceño fruncido como la
expresión predeterminada de la persona con la que está hablando.
— ¡Cavalo! — ella exclama —¿Sei serio? ¡Che palle!
Nunca escuché a Aida hablar más de una palabra o dos en italiano, me
pregunto si eso es lo que ella habla en casa con su familia. Obviamente
habla con fluidez.
Aida tiene muchos talentos ocultos.
La subestimé cuando nos conocimos. Pensé que era malcriada, joven,
salvaje, descuidada, sin educación, desmotivada.
Sin embargo, ahora me ha mostrado varias veces que ha absorbido
mucho más de los negocios de su padre de lo que yo creía. Es astuta,
observadora, persuasiva cuando quiere. Inteligente e ingeniosa. Sabe cómo
manejar un arma; mis bíceps palpitantes pueden dar fe de ello. Y es valiente
como el infierno, la forma en que me miró fijamente cuando arrojó el reloj
de mi abuelo por encima de la barandilla... fue un movimiento idiota, pero
en realidad bastante inteligente.
Ella y Sebastian fueron superados. Si me hubiera entregado el reloj,
posiblemente podría haberles disparado a ambos y alejarme. Al arrojarlo al
lago me incitó a actuar impulsivamente, creó el caos y dividió a sus
oponentes.
Aida puede ser precipitada y estar furiosa, pero no entra en
pánico. Incluso ahora hablando por teléfono con su hermano, aunque
obviamente algo anda mal, no ha perdido la cabeza. Está obteniendo la
información, respondiendo rápida y concisamente.
— Capisco. Si. Sarò lì presto.
Cuelga la llamada y se vuelve hacia mí.
Brilla como una diosa bronceada a la luz acuosa que entra por las
contraventanas, no se da cuenta ni le importa que esté completamente
desnuda.
—Dante dice que alguien quemó el equipo en el sitio de La Torre de
Oak Street, hemos perdido alrededor de dos millones en maquinaria pesada,
más cualquier daño al edificio en sí.
—Vamos ahí —digo, levantándome de la cama.
—No tienes… yo iba a ir, pero no tú tienes que hacerlo — dice ella.
—¿No quieres que vaya? — Pregunto, de pie en la puerta entre el
dormitorio y el baño.
—No. Quiero decir sí, puedes, pero no tienes... — se mueve incómoda
de un pie a otro. Mi pequeña Aida, no avergonzada por la desnudez, sino
sonrojada por una pregunta directa sobre el tema de lo que quiere.
—Iré — digo con firmeza —Estamos en el mismo equipo ahora,
¿verdad?
—Sí... — dice ella, poco convencida.
Luego, pareciendo estar comprometida con la idea, me sigue hasta el
vestidor, donde he guardado toda su ropa. Un trabajo que me llevó cinco
minutos.
Le he ordenado a Marta que le compre a Aida un guardarropa adecuado
de ropa profesional. Para el final de esta semana, Aida debería tener un
complemento completo de vestidos informales y de cóctel, pantalones y
vestidos de verano, cárdigans, blusas, faldas, sandalias, tacones, botas y
chaquetas. Si ella realmente aceptará usarlo o no es una cuestión diferente.
Por ahora, se pone un par de pantalones cortos de mezclilla y una
camiseta vieja de los Cubbies. Luego se sienta en la alfombra para atarse las
zapatillas.
Me pongo mi propia ropa.
Aida levanta una ceja sorprendida.
— ¿Jeans? — dice, ocultando una sonrisa.
—¿Qué tiene?
—Nunca te he visto usar jeans, por supuesto que serían Balenciaga —
agrega, poniendo los ojos en blanco.
—Aida — le digo con calma —No selecciono ninguna de mis prendas,
incluidos estos jeans. Ni siquiera sé qué es Balan… cualquiera que sea esa
marca.
—¿Qué? — Dice Aida, con los ojos muy abiertos y solo una zapatilla
en el pie —¿No compras tu propia ropa?
—No.
—¿Quién lo hace?
—Ahora mismo, Marta. Antes de eso, era un asistente diferente llamado
Andrew. Acordamos un estilo y luego...
—¿Así que nunca vas al centro comercial?
—No.
—¿Por qué no?
—¿No se supone que debemos estar yéndonos? — Le digo.
—¡Cierto! — Aida se pone la otra zapatilla y se levanta de un salto.
Mientras nos apresuramos a bajar las escaleras, ella todavía me
molesta —Pero, ¿y si no te gusta el color o...?
La empujo al auto y le digo: —Aida, trabajo literalmente todo el
tiempo, ya sea en proyectos de campaña o en uno de nuestros numerosos
negocios. Algunos de los cuales, como bien sabes, son más difíciles y
peligrosos que otros. Cuando socializo, es en eventos en los que necesito
relacionarme, no recuerdo la última vez que hice un recado o hice algo para
entretenerme.
Aida se sienta en silencio durante un minuto, mucho más tiempo del que
normalmente permanece callada, luego dice: —Eso es triste.
Solté un bufido, negando con la cabeza hacia ella —Me gusta estar
ocupado. No es triste, tiene un propósito.
—¿Cuál es el punto, sin embargo? — ella dice —Si no te estás
divirtiendo en el camino.
—Bueno — le digo, dándole una mirada de reojo —No considero
que los maratones de El señor de los anillos sean tan divertidos.
No puedo evitar darle un pequeño golpe, porque sé muy bien que Aida a
menudo se aburre o se siente poco estimulada, por eso siempre se mete en
problemas.
Efectivamente, ella no responde con la habitual respuesta frívola. En
cambio, se muerde el borde de la uña, pensativa en lugar de molesta.
—Puedo hacer más que eso, ya sabes— dice.
—De hecho, lo sé — respondo.
Me mira, comprobando si me estoy burlando de ella.
No lo estoy.
—Veo lo inteligente que eres, leíste mejor a Madeline Breck que yo —
le digo.
—Tengo muchas buenas ideas — dice —Papá siempre tuvo tanto miedo
de que me lastimara, pero soy tan inteligente como Dante o Nero, o Seb,
soy lo suficientemente inteligente como para no dejar que me maten.
—Siempre que puedas controlar tu temperamento — le digo, medio
sonriendo.
—Yo no…— Aida dice acaloradamente, interrumpiéndose cuando ve
que le estoy tomando el pelo, principalmente —No tengo mal genio — dice
con dignidad —No sabes lo que es ser siempre el perro más pequeño en la
pelea, tengo que atacar primero y más fuerte. Nunca tuve mucha suavidad
en mí. Nunca la tuve, y nunca podría.
No puedo imaginarla suave, arruinaría todo sobre ella.
—De todos modos — dice Aida rápidamente —Todavía no sé por qué
quieres ser Concejal. Los Griffin son más ricos que dios, tienes amigos por
toda la ciudad, tu territorio está seguro. ¿Por qué diablos quieres sentarte en
una oficina y lidiar con toda esa mierda?
—¿Por qué crees que la gente gasta medio millón de dólares haciendo
campaña por un puesto de concejal, cuando el salario es de 122.304
dólares? — Le pregunto.
—Bueno, obviamente puedes jugar con las leyes fiscales y de
zonificación y satisfacer tus intereses comerciales, así como dar favores a
todos los demás.
—Cierto — le digo, animándola a seguir adivinando.
—Simplemente no parece que valga la pena. Puedes conseguir toda esa
mierda con sobornos y favores comerciales. O la buena violencia a la
antigua.
—Pero siempre estás a merced de alguien más — le digo —El detective
incorruptible, o el político codicioso que recibió una mejor oferta de otra
persona. El poder real no hace funcionar el sistema, está ejecutando el
sistema, incluso construyéndolo tú mismo.
Hago una pausa, recordando un poco de nuestra historia familiar
superpuesta.
—¿Recuerdas cuando los italianos dirigían esta ciudad? — Le digo a
ella —Capone tenía al alcalde en su nómina, imagínate si Capone fuera el
alcalde. O el gobernador. O el maldito presidente.
—No me gusta cómo usas el tiempo pasado para referirte a nuestros
días de gloria — dice Aida a la ligera —Pero entiendo tu punto, supongo
que tiene sentido por qué tu padre estaba tan interesado en llegar a un
acuerdo entre nuestras familias. No se trata de esta elección, se trata de lo
que viene después, si quieres gobernar toda la ciudad, realmente nos
necesitas.
—Sí — digo en voz baja.
Nos hemos acercado a la torre, su estructura esquelética a medio
construir sobresale hacia el cielo. Solo se han completado los pocos pisos
inferiores. El lote es un revoltijo de maquinaria pesada, pilas de materiales
de construcción, oficinas improvisadas, porta orinales y camiones
estacionados.
El sitio estaría oscuro y desierto si todo el lado norte no estuviera
iluminado por luces y sirenas. Veo un camión de bomberos, dos
ambulancias y varios coches de policía. Dante está hablando con un oficial
uniformado, mientras otro policía toma notas de un guardia de seguridad
maltratado y vendado, supongo que es el guardia que estaba de servicio
cuando alguien prendió fuego a las máquinas.
El aire apesta a gasolina y metal carbonizado, al menos cuatro piezas de
maquinaria pesada son insalvables, incluidas dos excavadoras, una
retroexcavadora y una grúa completa. Los cascos ennegrecidos siguen
humeando, el suelo debajo está embarrado por las mangueras de los
bomberos.
—Fue ese maldito polaco, lo sé — dice una voz en el lado opuesto de
Aida.
Es Nero, que aparece en la oscuridad tan silencioso como un
murciélago.
Es rápido y jodidamente astuto, probablemente podría robar el arma del
cinturón del policía más cercano sin que el tipo se dé cuenta hasta que
intente desarmarse al final de la noche.
—¿Como puedes estar seguro? — Aida murmura en
respuesta. Mantiene la voz baja porque no queremos llamar la atención
sobre nosotros mismos. Yo, porque no quiero que mi nombre se adjunte a
esto, y Nero porque tiene, como mínimo, un montón de multas de
estacionamiento sin pagar.
—Esta es su tarjeta de presentación — dice Nero —Son como los rusos,
pero más locos. Les encanta hacer una escena y les encanta el
simbolismo. Además — señala con la cabeza hacia la grúa, donde un bulto
ennegrecido arde contra la base — dejaron eso.
—¿Qué es? — Aida respira.
Su rostro se ha puesto pálido, sé que está pensando lo mismo que yo: el
objeto tiene el aspecto crudo y agrietado de la carne quemada.
—Es la cabeza de un jabalí — dice Nero —La tarjeta de visita del
Carnicero.
Dante se une a nosotros, su piel más oscura que nunca por todo el humo
en el aire, el sudor ha dejado huellas pálidas a los lados de sus erizadas
mejillas. Sus ojos se ven negros y brillantes, reflejando las luces
intermitentes sobre los coches de policía.
—El guardia de seguridad les está diciendo que eran un grupo de chicos
punk, conseguimos la historia clara antes de que llegara la
policía. Afortunadamente, el camión de bomberos fue más rápido que la
policía, o también hubiéramos perdido la mitad del edificio.
—¿No quieres que sepan que es Zajac? — Yo digo.
—No los queremos en nuestro negocio, punto — responde Dante. De
hecho, le lanza una mirada interrogativa a Aida sobre por qué estoy aquí.
—Pedí venir — le digo —Me siento responsable, ya que fui yo quien
agravó a Zajac en la recaudación de fondos.
—Ya nos lo había dicho — dice Nero con un rápido movimiento de
cabeza —Ya nos hemos metido en esto con él dos veces porque sus
hombres invaden nuestro territorio, estafan a nuestros proveedores y roban
bancos en nuestros vecindarios.
—Está decidido a iniciar un conflicto, eso es obvio — dice Dante, su
voz es profunda y retumbante como un motor al ralentí —Deberíamos…
Lo que propone es interrumpido por los rápidos chasquidos y grietas de
una semiautomática, suena como una cadena de petardos pero cien veces
más fuerte. Un Land Rover negro pasa rugiendo, tres hombres asomados a
las ventanillas abatibles, las armas sobresalen y los fogonazos iluminan sus
rostros enmascarados.
En el momento en que comienzan los disparos, los hermanos de Aida
intentan rodearla, pero ya he envuelto mis brazos alrededor de sus hombros
empujándola al volante del camión más cercano.
Los policías restantes gritan y también se lanzan en busca de refugio,
usando sus radios para pedir refuerzos agachados detrás de sus vehículos,
algunos incluso intentan devolver el fuego, pero la camioneta ya ha rociado
el lote con una lluvia de balas y ha desaparecido en la esquina.
Uno de los agentes recibió un disparo en el pecho. Gracias a su chaleco,
solo lo golpea hacia atrás contra el parachoques de su auto. Otro oficial,
menos afortunado, recibió un balazo en el muslo. Su compañero lo arrastra
detrás de una pila de pilotes, gritando por un técnico de emergencias
médicas.
—¿Les dieron? — Dante nos gruñe al resto de nosotros.
—No — dice Nero de inmediato.
—¿Tú qué tal? — Le pregunto a Aida, frotando manualmente mis
manos por sus brazos y piernas desnudos para asegurarme de que no estén
lastimados.
—Estoy bien — dice con firmeza.
Intento prestar atención a mi cuerpo, por encima del ruido sordo de la
sangre en mis oídos y el disparo frenético de mis neuronas, no creo que me
dispararan tampoco.
—Estamos bien — le digo a Dante.
—¿Vieron a alguno de los tiradores? — Pregunta Dante.
—Tenían la cara cubierta — digo —Creo que vi un reloj de oro en una
de sus muñecas, nada útil.
—El final de la matrícula era 48996 — dice Aida.
—¿Cómo viste eso? — Exige Dante.
Aida se encoge de hombros —Soy más baja.
—¡Ese loco hijo de puta! — Nero dice, sacudiendo la cabeza con
asombro —Él realmente quiere que lo destruyamos, ¿no es así?
—Está tratando de provocar una respuesta — dice Dante, frunciendo el
ceño.
—¡No te levantes! — Digo con brusquedad al ver a Nero a punto de
levantarse —No sabemos si ese era el único auto, podría haber otro u otros
tiradores— Asiento con la cabeza hacia las innumerables ventanas en los
rascacielos que rodean el sitio.
—No podemos quedarnos aquí — murmura Aida —La policía va a
barrer todo, a menos que sean lo suficientemente tontos como para
descartar eso como una coincidencia, ahora se tomarán esto mucho más en
serio.
Moviéndonos lentamente, nos escabullemos por el lado opuesto del
sitio, haciendo nuestro camino de regreso hacia la camioneta de Nero, es el
vehículo más cercano y el que se encuentra en la zona menos iluminada.
Todos nos apiñamos en la cabina para que Nero nos lleve a Aida y a mí
a la vuelta de la esquina hasta el lugar donde dejamos mi coche.
—No podemos hacer nada precipitado — dice Dante —Zajac podría
estar tratando de atraernos a una represalia inmediata, necesitamos
escondernos para pasar la noche, averiguar cómo vamos a responder. Aida,
deberías venir a casa con nosotros.
—Ella se queda conmigo — digo de inmediato.
Dante frunce el ceño —No sabemos exactamente a quién se dirige el
Carnicero, llegó a nuestro sitio de construcción, pero vino a tu recaudación
de fondos, no sabemos si fue por Aida o por ti, o por ambos.
—Exactamente — Asiento con la cabeza —Por eso Aida debería
quedarse conmigo, si resulta que él está apuntando sus ataques a tu familia,
ella estará más segura con la mía.
—¿Qué les dijo exactamente Zajac a ustedes dos? — Pregunta Dante.
Resumo la conversación.
—No sé si realmente quiere esa propiedad de CTA, o si solo me estaba
probando. En realidad, parecía en su mayor parte molesto por la boda, creo
que está tratando de rompernos antes de que la alianza se solidifique.
—Podría ser — dice Dante, con la frente arrugada al pensar —El
Carnicero es susceptible. Increíblemente orgulloso, se ofende fácilmente,
probablemente esté enojado porque no le hemos ofrecido a Aida primero.
—Malditamente asqueroso — interviene Aida —Por un lado, es
viejo. Por otro, no soy una maldita tarjeta coleccionable.
—De cualquier manera, es demasiado tarde — gruñí —Eres mía, y lo
que sea que quiera como premio de consolación, no lo obtendrá.
—Sigo pensando que ella debería venir con nosotros — dice Dante —
Conocemos al Carnicero mejor que tú.
—No va a pasar — digo rotundamente. No voy a perder a Aida de mi
vista.
Dante frunce el ceño, no acostumbrado a que nadie contradiga sus
órdenes. Pero no todo es ego, puedo ver la preocupación en su rostro, su
miedo por Aida, así que suavizo mi tono, solo un poco.
—Yo la protegeré — le prometo.
Dante asiente con la cabeza. Me cree.
—Pasaremos la noche — dice Dante de nuevo —Luego, por la mañana,
averiguaremos dónde se esconde Zajac y planificaremos nuestra respuesta.
—Una respuesta coordinada — digo.
—Sí — Dante está de acuerdo.
Aida y yo salimos de la camioneta y nos trasladamos a mi Audi.
Puedo ver que Dante todavía se resiste a dejar que su hermana se vaya
conmigo.
Es Aida quien lo convence —Estaré a salvo con Callum — dice.
Ella le da a su hermano mayor un abrazo rápido y aprieta el brazo de
Nero.
—Los veré a los dos pronto — dice.
Mientras aparto el coche de la acera, le digo, sin mirarla: —Me alegro
de que te hayas quedado conmigo.
Aida inclina la cabeza, mirando mi perfil mientras conduzco.
—Quiero que seamos socios — dice —No solo... compañeros de cuarto
renuentes.
—Yo también quiero eso — le digo.
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero ya no parece imposible, empiezo
a creer que Aida y yo realmente podríamos trabajar juntos. Podríamos ser
más fuertes juntos que separados.
Aida suspira.
—Ciertamente nos golpeó donde más duele — dice ella.
—¿Porque la torre es un proyecto muy grande? — Le pregunto.
—No. No es el dinero, exactamente. Es el trabajo: tenemos que
proporcionar un flujo constante de contratos a los distintos gremios y
sindicatos para mantenerlos leales. Los materiales, los trabajos, si no puedes
alimentar la máquina, entonces todo se detiene. Y, por supuesto, —me lanza
una mirada de reojo —están las otras capas de la máquina. Los envíos que
transportan más que madera, los negocios que lavan dinero para otros
negocios. Es una red, todo interconectado, todo dependiente del buen
funcionamiento de las partes individuales.
Asiento con la cabeza —Trabajamos igual.
Nuestros negocios pueden diferir, pero las estrategias son similares.
—Faltan solo un par de días para las elecciones — reflexiona Aida —
Me pregunto si Zajac intentará hacer estallar eso también.
Mis manos se aprietan alrededor del volante.
—Si lo intenta, el Carnicero se encontrará en el lado equivocado de la
cuchilla esta vez.
19
Aida
Tengo que irme temprano a la mañana siguiente, porque tengo una clase
de literatura que no quiero perderme. Me he puesto seria este semestre, de
hecho pasando mis clases, creo que es hora de dejar de joder y terminar mi
carrera.
Callum no quiere que vaya a ninguna parte hasta que esto con Zajac
haya llegado a un punto crítico, pero finalmente cede bajo la condición de
que Nessa y yo hagamos que uno de sus hombres nos lleve a la escuela.
Desafortunadamente, la única persona disponible es Jack.
Siguiendo las órdenes de Callum, me abre la puerta del coche con una
cortesía forzada, pero oleadas de odio nos bañan a él y a mí. La tensión en
el auto es tan densa que la pobre Nessa está con los ojos muy abiertos y
confundida, demasiado incómoda para entablar su corriente habitual de
conversación alegre.
—Entonces, uh, ¿vieron que se supone que habrá algún tipo de lluvia de
meteoritos esta noche? — nos pregunta ella.
Jack gruñe desde el asiento del conductor.
Estoy mirando la parte de atrás de su cabeza, preguntándome si valdría
la pena otra pelea con Callum por golpear una vez en la oreja a Jack cuando
lleguemos al campus.
—¿Qué? — Le digo a Nessa.
—Dije… oh, no importa.
Jack nos deja frente a la biblioteca de Cudahy, sus ojos están fijos
rígidamente hacia adelante mientras espera que salgamos del auto.
—Gracias, Jack — dice Ness cortésmente mientras baja.
—Sí, gracias Jeeves3 — le murmuro mientras salgo por la puerta.
Puedo ver sus nudillos blanquearse en el volante y prácticamente
escuchar sus molares rechinar juntos.
Tiro la puerta detrás de mí solo para molestarlo aún más, y luego me
dirijo a clase, con la esperanza de que Jack esté demasiado irritado para
volver a recogerme después.
Sigo sacando mi teléfono a escondidas durante la clase, para ver si mis
hermanos me han enviado mensajes de texto, o Cal. Sé que están cazando al
Carnicero.
Espero que estén todos juntos, sea lo que sea que estén haciendo, Zajac
me asusta, sé de dónde vino. Hay una diferencia entre crecer en una familia
criminal y abrirse camino en el mundo criminal. El Carnicero está jugando
a este juego para ganar o morir, no hay término medio para él.
Así que me alegro de que mis hermanos no estén solos en esto.
Pero me molesta que, una vez más, me dejen fuera de la acción. Esta
mañana, le pedí a Cal que me llevara con él, pero se negó antes de que las
palabras salieran de mi boca.
—No, Aida. No tenemos idea de dónde está el Carnicero o qué tan lejos
planea llevar esto, podríamos estar cayendo en una emboscada dondequiera
que vayamos.
—Entonces, ¿por qué vas? Envía a alguien más, como Jack —dije
esperanzada.
—Este no es un tipo de trabajo del chico de los recados, Zajac no está
jugando, no solo nos disparó anoche, le atinó a dos policías, no tenemos
idea de hasta dónde planea llevar esto.
—Conozco gente que conoce a su gente, puedo ayudar — insistí.
Callum me agarró del brazo, lo suficientemente fuerte como para
lastimarme. Sus ojos azules me cortaron, entrecerrados y sin pestañear.
—No te vas a acercar a esto, Aida. Así que ayúdame Dios, te encerraré
en ese armario durante un mes antes de dejarte vagar por la Pequeña
Ucrania hablando con camareros y strippers.
Siempre que alguien me dice lo que no puedo hacer, me siento cien
veces más decidida.
Callum vio el destello de rebelión en mis ojos y suspiró, aflojando un
poco su agarre en mi brazo.
—Te lo prometo, tan pronto como escuche algo, te llamaré.
—O me enviarás un mensaje de texto — exigí.
Callum asintió.
—Lo prometo — dijo.
Así que lo dejé ir y no abandoné inmediatamente mis clases y me dirigí
a la Pequeña Ucrania. De todos modos, no iría allí si quisiera información
sobre el Carnicero, tengo una pista mucho mejor que esa.
Pero por ahora, estoy atrapada en la literatura comparada, ignorando por
completo el análisis de los personajes feministas en las novelas de
Austen. En cambio, me pregunto qué quiso decir Nero cuando me envió un
mensaje de texto:
Encontramos al tirador. También tengo una pista sobre el viejo
bastardo.
Le devuelvo el mensaje de texto, pero no me envía nada más.
La clase termina abruptamente, o eso me parece a mí mientras miro por
la ventana totalmente distraída.
Agarro un montón de libros sin molestarme en guardarlos en mi bolso,
luego salgo, troto por el campus en dirección al estacionamiento oeste
donde se supone que debo encontrarme con Nessa y nuestro detestable
chófer.
Cuando estoy casi en el lugar correcto, escucho una voz masculina que
dice: —¿Necesitas ayuda para llevar todos esos libros, señorita?
Por un segundo, creo que es Callum. No sé por qué, porque el no hace
demostraciones cursis, como un vaquero servicial. Cuando me doy la
vuelta, me encuentro con la cara bronceada y sonriente de Oliver, está
magullado donde Callum lo golpeó, una línea oscura en el centro de su
labio marca el lugar donde se partió.
—Oh — digo, molesta —Eres tú.
—No es exactamente el saludo entusiasta que esperaba — dice Oliver,
manteniendo el paso a mi lado.
—¿Qué estás haciendo aquí? — Yo exijo. Lleva años fuera de la
escuela, no hay razón para que ande por aquí.
—Vine a hablar contigo.
Doy un paso en falso sobre una piedra escondida en la hierba, mi tobillo
se dobla incómodamente debajo de mí.
—¡Ay! ¡Mierda! — Siseo, tropezando un poco.
—Cuidado — dice Oliver, agarrándome del codo.
—Estoy bien — digo tratando de alejar mi brazo, pero ahora cojeo un
poco. No creo que esté torcido, es solo esa cosa en la que está sensible y
tienes que cuidarlo un minuto.
—Ven aquí — dice Oliver —Siéntate un segundo.
Me lleva lejos del estacionamiento, hacia una pasarela subterránea en la
cabecera de la cual hay un banco de piedra parcialmente escondido debajo
de un saliente.
Oliver es tan grande y autoritario que realmente no puedo alejarme, no
sin lastimarme, me hundo en el banco, Oliver se sienta a mi lado casi
obligado a rodearme con el brazo debido a lo estrecho del espacio. Puedo
oler esa colonia que siempre usa, agradable pero un poco abrumadora.
—No puedo quedarme — le digo —Alguien me va a recoger.
Me quito la zapatilla y me masajeo el tobillo, tratando de aliviar la
torcedura.
—Pueden esperar un minuto — dice Oliver.
Toma mi pie con calcetín y lo coloca en su regazo, amasando y
masajeando mi tobillo. Se siente bien, pero no quiero que se haga una idea
equivocada. Entonces, después de un minuto, digo: —Está bien, gracias —
y retrocedo el pie.
Oliver me mira con sus grandes ojos marrones, su expresión de
reproche.
—Aida, lo que hiciste me cortó hasta los huesos, ¿Sabes lo doloroso que
fue ver una foto tuya en el puto Facebook, con un maldito vestido de
novia? ¿De pie junto a él?
Respiro profundamente, tratando de ser paciente.
—Lo siento, Oliver. Fue repentino, yo misma estaba jodidamente
sorprendida.
No sé cómo explicarlo sin contarle demasiado, todo lo que realmente
puedo decir, sin convicción, es: —No lo hice para lastimarte.
—Pero me hiciste daño, todavía me estás lastimando, me estás matando
todos los días.
Dejé escapar un suspiro, tanto culpable como molesta, Oliver puede ser
un poco... dramático.
—¡Ni siquiera sabía que estabas saliendo con él! — se queja.
Presiono mis nudillos en mi frente, me duele el tobillo. En realidad,
hace un poco de frío aquí, fuera del sol y cerca del frío túnel de cemento.
Me siento mal por la forma en que dejé a Oliver, de verdad, fue la cosa
más extraña, nunca hizo nada malo, exactamente. Me llevó de viaje, me
compró unos mil regalos, me dijo lo desesperadamente enamorado que
estaba de mí.
Comenzó como una aventura casual, no pensé que algún tipo de club de
campo, un fideicomisario súper capitalista me perseguiría tan
agresivamente. Supuse que Oliver solo quería ser follado por una chica
mala, cansado de que las Madisons y las Harpers del mundo se nieguen a
hacer contacto visual durante una mamada.
Estuvimos en la misma fiesta, hace dos veranos. Nos besamos
borrachos en el cobertizo para botes, luego trató de poner su mano en mi
bikini y lo empujé al lago.
Un par de semanas después, nos volvimos a encontrar en una fiesta en
Wicker Park. Me dio una mierda por lo del lago, le dije que tenía suerte de
que estuviéramos nadando, no escalando montañas.
Al día siguiente envió un ramo de trescientas rosas rosadas a la casa de
mi padre.
Así fue a partir de entonces, siguió persiguiéndome con estos grandes y
exóticos gestos, y yo lo acepté por un tiempo. Cenas, bailes, viajes de fin de
semana, pero no me lo tomé en serio. Dudaba que quisiera traer a la hija de
un gángster a casa para conocer al señor y la señora Castle. Incluso con sus
amigos, me di cuenta de que a veces estaba orgulloso de presumir de mí, a
veces nervioso, como si yo pudiera sacar una navaja y apuñalar a alguien.
Estuve tentada, una o dos veces. Ya conocía a algunos de los amigos de
Oliver, por correr en los círculos superpuestos de la multitud de la fiesta, la
multitud criminal y los herederos adinerados de Chicago.
No eran del todo malos, pero algo en ellos me hacía querer perforarme
los tímpanos solo para evitar el sonido de su idiotez.
Además, me asustó un poco cómo Oliver me dijo que me amaba
después de un par de semanas. Me llamó diosa, ángel, la única persona real
en la tierra.
Fue extraño, porque no soy un ángel.
Dijo que éramos almas gemelas, pero para mí él era solo otro chico, a
veces divertido, a veces bueno en la cama, pero apenas un novio y mucho
menos un mejor amigo o alma gemela.
Sentí que Oliver realmente no me conocía en absoluto, como si le
encantara alguna versión exagerada de mí en su mente.
Traté de romper con él un par de veces, pero él me seguía, me
encontraba en cada fiesta y me rogaba que lo aceptara. Una vez incluso
voló hasta Malta para sorprenderme en un viaje. Podría ser persuasivo, es
guapo, considerado, un amante decente. Cuando estaba pasando por un
período de sequía, hizo que fuera muy fácil volver a caer en sus brazos.
Pero sabía que tenía que romperlo para siempre. Porque si realmente me
amaba, no podría alargarlo, no sin sentir lo mismo a cambio.
Así que finalmente lo dejé, tan brutal y finalmente como pude. Tratando
de hacerle entender por fin el mensaje.
Luego, después de eso, tuve que convertirme en una ermitaña durante
unos meses. Nada de fiestas, cenas, baile o incluso jodidos bolos, porque
sabía que Oliver estaría mirando, tratando de encontrar una manera de
“toparse conmigo” de nuevo.
Tuve que bloquearlo en todas partes, cambiar mi número. Y, por
último, finalmente, después de meses de mensajes, flores, llamadas
perdidas, y las cartas de mierda incluso, Oliver se detuvo. Se detuvo durante
casi dos meses enteros, así que fue bastante desagradable volver a verlo en
la fiesta de compromiso. Y luego de nuevo en la recaudación de fondos.
Esta es la reunión más incómoda de todas. Porque, ¿cómo, exactamente,
sabía Oliver que estaba aquí? ¿Tiene mi horario de clases?
—Oliver —le interrumpo— déjate de mierda. Tienes que dejar de
acosarme.
Hace ese rostro herido, como si fuera un cachorro gigante y sigo
pateándolo.
—No te estoy acosando, Aida. Estoy visitando a la hermana pequeña de
Marcus, prometí llevarla a almorzar en su cumpleaños.
Hmm, es posible. Sin embargo, el intento de ponerme celosa está
equivocado.
—Está bien, te creo, pero es mejor que dejes de intentar entablar
conversación conmigo donde quiera que vaya, mi esposo es un poco celoso,
si no te diste cuenta.
—Sé exactamente cómo es Callum Griffin— dice Oliver con los dientes
apretados —Ese pedazo de mierda engreído, arrogante y de dinero
sucio. No te ofendas — agrega recordando que mi dinero es tan sucio como
el de Callum, y también que estoy casada con el chico.
—No puedo creer que ponga sus frías y muertas manos sobre ti todas
las noches — dice Oliver, con sus ojos febrilmente brillantes —¿Cómo
diablos sucedió esto, Aida? ¿Cómo hizo que te enamoraras de él cuando yo
no pude?
Eso en realidad me hace sentir mal, al menos un poco. No me enamoré
de Callum. Es cruel dejar que Oliver piense que sí.
—No fue... no es... — Me lamo los labios —No se trata de amor,
exactamente.
—Lo sabía — respira Oliver —Lo supe tan pronto como me di cuenta
de lo que es su familia. Son una puta mafia, como la tuya.
Me estremezco, nunca le conté ningún secreto a Oliver, pero no es
exactamente información clasificada que los Gallo han sido gánsters de
Chicago durante las últimas seis generaciones.
—Nuestras familias tienen una... relación, creo que estarás de acuerdo
en que Callum y yo somos una mejor pareja, culturalmente, de lo que
hubiéramos sido tú y yo. Así que no tiene sentido ...
—Eso es una mierda — interrumpe Oliver, su voz es baja y urgente,
está tratando de tomar mis manos y yo las aparto como si estuviéramos
jugando a Manos Calientes —Sé que te obligaron a hacer esto, sé que
habrías vuelto a mí, Aida...
—No — digo bruscamente —No íbamos a volver a estar juntos,
Oliver. Nunca lo haremos, con o sin Callum en la imagen.
—Ya veremos — dice Oliver, mirándome intensamente.
Estoy a punto de ponerme de pie. Definitivamente llego tarde, Nessa
habrá estado esperando al menos diez minutos, pero Oliver me agarra de la
muñeca tirando de mí hacia abajo en el banco. Me abraza fuerte,
mirándome a los ojos.
—Sé lo que sientes por mí, Aida — dice —Ya sea que puedas admitirlo
o no.
Él mira mi pecho, donde mis pezones asoman a través de mi camiseta.
—Eso no es… ¡Está jodidamente frío este banco! — Empiezo a gritar.
Oliver me calla con su boca, besándome fuerte y húmedo.
Lo empujo lo más rápido posible, saltando del banco e inmediatamente
tropezando de nuevo con ese estúpido tobillo.
—¡No! — Digo, extendiendo mi mano para detenerlo mientras él trata
de ponerse de pie también —Tengo que volver, no me sigas, no me llames y
definitivamente no me beses nunca más.
Oliver no responde, se queda ahí parado con el ceño fruncido y las
manos metidas en los bolsillos.
Vuelvo cojeando en dirección al coche, pisoteando mi único pie sano,
furiosa por ese encuentro.
¡Estoy enojada porque me besó! Puede que mi matrimonio con Callum
no sea exactamente real, pero no estoy preparada para ser
infiel. Especialmente no con Oliver, quien realmente está empezando a
asustarme.
Cuando llego al estacionamiento, veo a Nessa parada en la acera con su
bolso al hombro.
—¿Dónde está Jack? — Le pregunto.
—El coche está ahí — Nessa señala un estacionamiento cercano —Pero
está cerrado y vacío.
Saco mi teléfono, planeando enviarle un mensaje de texto al teléfono de
Jack con algo educado y simple, como tal vez uno de esos emojis amarillos
del dedo medio. Luego aparece a mi lado y dice: —¿Están listas para irse?
—¡Sí! — Nessa dice dulcemente.
—Hemos estado listas para partir durante veinte minutos — miento —
¿Dónde estabas?
—Meando — dice Jack.
Mantiene abierta la puerta trasera para que Ness y yo podamos entrar.
Me recuesto contra el asiento de cuero, sin realmente creerle.
Estoy en silencio en el camino de regreso a la mansión de los Griffin,
preguntándome cómo diablos voy a evitar a Oliver Castle en el futuro. A
mitad de camino a casa, recibo un mensaje de texto de Callum que dice:
Ven a verme a la biblioteca cuando llegues.
Salgo del coche tan pronto como deja de moverse, me apresuro a entrar
en la casa agradablemente fresca y me dirijo directamente a las escaleras de
la biblioteca.
Callum está sentado en uno de los sillones nuevos, esta vez de cuero
color crema, en lugar de marrón. Tomo asiento en la silla de enfrente.
Se ve pálido y sereno con su traje oscuro. Ya puedo decir que encontró
algo, por la firme postura de sus hombros.
Antes de que diga algo, quiero contarle que Oliver apareció en el
campus, el problema es que cuando Oliver me tocó a tientas la otra noche
fue la única vez que vi a Callum perder los estribos. Es un tema delicado
entre nosotros, no tengo muchas ganas de sacarlo a relucir, especialmente
cuando hemos trabajado tan bien juntos.
Antes de que pueda empezar, Callum dice: —Encontramos a uno de los
tiradores, pero no a el Carnicero, tus hermanos piensan que deberíamos
destrozar el casino de Zajac esta noche, intentar expulsarlo.
—¿Irás con ellos? — Pregunto.
Se endurece y dice: —Sí, y tú también podrías venir, si quieres.
Puedo decir que no es lo que él quiere en absoluto, pero lo está
ofreciendo, ni siquiera esperando a que yo haga la demanda.
Ahora definitivamente no quiero hablarle de Oliver.
En cambio, digo: —Sí quiero ir.
Callum parece un poco afligido, pero no se retracta de su oferta.
Es gracioso que me invitara a la biblioteca, no he puesto un pie aquí
desde la primera noche que nos conocimos.
El retrato restaurado de su tatara -muchas tatara- abuela está de vuelta
sobre la repisa de la chimenea. También el reloj del carruaje y el reloj de
arena, pero ya no hay reloj de bolsillo.
Callum ya sabe lo que estoy mirando.
—El reloj era mío, el reloj de carruaje es de Riona y el reloj de arena es
de Nessa — dice.
—¿Qué significan? — Le pregunto, no estoy segura de si siquiera
quiero saberlo.
—Mi abuelo nos los pasó cuando nacimos. Dijo: Todo lo que tenemos
es tiempo.
—¿Eras cercano a él? — Pregunto.
—Sí — Callum asiente —Más cercano que a nadie.
Joder, odio sentirme culpable. ¿Por qué agarré ese maldito reloj? Si
nunca lo hubiera tocado...
No estaría aquí ahora mismo, supongo. Mirando la cara delgada y
hermosa de Callum.
—Yo... lo siento por eso —digo.
Callum niega con la cabeza, como si hubiera olvidado que incluso se
había perdido.
—Eso es cosa del pasado, Aida. Preocupémonos por esta noche.
20
Callum
Tan pronto empezamos la caza del carnicero, tengo que admitir que
estoy jodidamente contento de tener de mi lado a los hermanos de Aida, mi
padre podría haber tenido razón en que yo era demasiado arrogante,
demasiado seguro de nuestro dominio. Estoy disperso, tratando de asegurar
acuerdos, generar votos y poner un freno a Zajac, todo al mismo tiempo.
Curiosamente, también estoy disfrutando mucho de tener a Aida en mi
equipo. Cuando no está incendiando nuestra biblioteca o tirando mi
posesión más querida por la barandilla, en realidad es muy jodidamente
útil. Utilizo el número de matrícula que vio para localizar a uno de los
hombres de Zajac, el propietario del Land Rover que se usó en el tiroteo. Su
nombre es Jan Kowalski, pero todos lo llaman Rollie.
Llamo a Dante y Nero para que podamos perseguirlo juntos.
Lo encontramos en un concesionario de autos usados en East
Garfield. El Carnicero posee varios concesionarios de automóviles y
talleres de reparación, puede matar dos pájaros de un tiro, lavar dinero a
través de la venta de autos, mientras corta y revende los autos robados por
sus secuaces.
Nero da la vuelta mientras Dante y yo atravesamos la puerta principal
buscando a Rollie, ya sé cómo se ve, habiendo tenido tratos menores con él
en el pasado. Gracias a sus redes sociales estúpidamente públicas, Dante y
Nero también han tenido el placer de desplazarse por las imágenes de Rollie
emborrachándose en el pub, Rollie mostrando su nuevo par de Yeezys4 que
probablemente robó y Rollie haciéndose el peor tatuaje del mundo de un
par de manos en posición de rezar.
Entonces, lo reconocemos con bastante facilidad en el área de servicio
del concesionario. Lleva un mono, un pañuelo sucio le ata hacia atrás su
largo cabello color arena. Tan pronto como ve el volumen de Dante en la
puerta, tira el cárter de aceite del F150 que está reparando y trata de salir
corriendo por las puertas de la bahía como una maldita liebre.
Desafortunadamente para él, Nero ya está al acecho detrás de una pila
de neumáticos. Si Rollie es un conejo, Nero es un galgo: delgado, rápido y
absolutamente despiadado. Engancha las piernas de Rollie con una llanta de
hierro, luego se lanza sobre su espalda, inmovilizándolo contra el suelo.
Mientras tanto, Dante noquea al gerente con un brutal derechazo
cruzado y yo hago un barrido rápido de la tienda para asegurarme de que no
hemos perdido a ningún otro empleado.
Encuentro a un mecánico agachado detrás de un BMW, es mayor y
carece de los signos habituales de la mafia polaca (tatuajes, cadenas de oro
y anillos llamativos), así que supongo que solo trabaja en los coches y no es
uno de los soldados del Carnicero.
Lo alcanzo de todos modos, luego lo encierro en la oficina después de
arrancar el cable telefónico de la pared.
Dante y Nero ya están poniendo a punto a Rollie, no hace falta mucho
para que hable, nos da el teléfono que usa el Carnicero para contactarlo, así
como varios lugares donde “podría” estar Zajac.
—No me importa dónde pueda estar — sisea Nero —Dinos dónde está
ahora mismo.
—¡No lo sé! — Rollie grita pasando el dorso de su mano por la nariz
ensangrentada que Nero ya le había dado —No soy, como, uno de sus
mejores muchachos.
—Él te envió a disparar el sitio de construcción anoche, sin embargo —
digo.
Rollie lanza sus ojos entre Nero y yo, lamiéndose los labios con
nerviosismo.
—No sabía quién estaba allí — dice —No sabía que les estaba
disparando a ustedes, nos dijo que vaciáramos todo el lote, que golpeáramos
a la policía y que hiciéramos un escándalo.
—Mierda de caballo — gruñe Dante, su voz áspera como la grava —
Sabías que ese lugar de trabajo era nuestro.
—No sabes cómo es — balbucea Rollie —No es como con otros jefes
donde puedes aceptar un trabajo o no, él da una orden y tú tienes que
hacerlo. Si la cagas, recibirás una advertencia. Cágala de nuevo, y eso es
todo.
—¿Cuál es la advertencia? — Pregunta Dante.
Rollie levanta su mano derecha. Le falta el dedo meñique, cortado
limpiamente en la base. La piel rosada y estirada muestra que se trata de
una lesión relativamente reciente.
—No me importa si él es el puto boogeyman — dice Nero, agarrando la
parte delantera del mono de Rollie y tirándolo más cerca —Solo hay un
nombre al que debes temer en esta ciudad, lo que sea que Zajac te haga, lo
haré diez veces peor, si te dispara en la cara, arrastraré tu alma gritando de
regreso del infierno solo para matarte de nuevo.
Los ojos de Nero se ven planos y oscuros en las sombras del
estacionamiento. En cierto modo, es el “más bonito” de los hermanos de
Aida: pómulos altos, labios carnosos. Hace que la crueldad de su expresión
sea aún más inquietante.
Nero saca una navaja de su bolsillo y levanta la hoja tan rápido que
parece aparecer de la nada, presiona la punta contra el pulso que salta en la
garganta de Rollie.
—Dime dónde está Zajac o cortaré esta arteria, entonces tendrás unos
doce segundos para responderme antes de que te desangres por todo el
suelo.
No está amenazando a Rollie, su expresión es esperanzada, esperando
que Rollie no hable para que Nero pueda dejar que su mano haga lo que
obviamente está ansioso por hacer.
—¡No lo sé! Lo juro…
Con un rápido corte, Nero corta la longitud del antebrazo de Rollie,
desde la manga remangada de su mono hasta su muñeca. La hoja es
terriblemente afilada. La sangre corre en una sábana, golpeando el piso de
cemento desnudo.
—¡Aghh, jódeme! ¡Ya basta! — Rollie aúlla tratando de cubrir la herida
con su mano manchada de grasa.
—Última advertencia — dice Nero preparando su navaja de nuevo.
—¡No lo sé! ¡Espera, espera! — Rollie aúlla cuando el cuchillo de Nero
llega a su cuello —Yo sé una cosa... una chica con la que ha estado
saliendo.
—Continúa — le digo.
—Ella trabaja en el Polo. Tiene un apartamento en algún lugar de
Lawndale que él paga. ¡Eso es todo lo que sé, lo juro!
—Te creo — dice Nero.
De todos modos, envía la hoja hacia la garganta de Rollie. Lo habría
abierto de par en par si no fuera porque Dante le agarró la muñeca, la punta
del cuchillo tiembla a un milímetro del cuello de Rollie.
—Eso no es necesario — dice Dante —Nos dijo lo que sabe.
—También trató de dispararnos, en caso de que lo olvidaras — dice
Nero, echándose hacia atrás el cabello que le cae sobre los ojos.
—Lo recuerdo — dice Dante, soltando la muñeca de su hermano.
Tan pronto como Dante suelta su mano, Nero ataca de nuevo cortando
la mejilla de Rollie en lugar de su garganta.
Rollie grita, dando una palmada sobre el largo corte de la oreja a la
mandíbula.
—Eso es un recordatorio para ti — dice Nero —La próxima vez que
quieras dispararle a alguien, mejora tu puntería o quédate en casa.
Dante frunce el ceño, pero deja pasar esto.
Estamos a punto de irnos cuando escucho un estruendo. Cristales rotos
y luego un aullido cuando alguien corre directamente hacia mí, balanceando
un bate de béisbol.
Me agacho y el bate silba sobre mi cabeza, instintivamente le doy un
puñetazo al hombre en el estómago. Cuando se dobla, le arranco el bate de
la mano y lo vuelvo a golpear en la mandíbula.
Es el mecánico, tiene algo envuelto alrededor de sus nudillos, una
especie de trapo, que no le impidió conseguir un puñado de vidrio cuando
rompió la ventana de la oficina. Todo su brazo está sangrando, y toda la
pelea se ha ido de él ahora que no tiene su bate de béisbol. Supongo
que, para empezar, solo lo impulsó la desesperación ya que no tenía
ninguna posibilidad de vencernos a mí, a Dante y a Nero en una pelea.
Ahora está jadeando y resollando, tratando de decidir si tiene que
oponer más resistencia.
—Quédense ahí abajo — dice Nero empujándolo al suelo junto a
Rollie —De hecho, acuéstense boca abajo y cuenten hasta cien antes de que
se levanten, o les meteré una bala en la nuca.
No sé si Nero realmente tiene un arma en él, pero los dos hombres se
acostaron obedientemente boca abajo y Rollie comienza a contar. Los
dejamos allí, trotando de regreso hacia nuestros autos.
—No sabía que podías pelear, chico rico — dice Nero mirándome con
una leve sorpresa.
—Eso no fue un gran desafío — digo. El mecánico tiene que tener al
menos cincuenta y es quince centímetros más bajo que yo.
Muestra lo aterrorizado que debe estar de Zajac, prefería enfrentarse a
nosotros tres en lugar de tener que dar explicaciones al Carnicero.
—Aun así — dice Dante —eso fue bastante rápido.
—Dar la mano y dar palmadas en la espalda es algo nuevo para mí —
me encojo de hombros —Todavía recuerdo cómo ensuciarme las manos.
—Fergus sabe pelear — dice Dante —Solían llamarlo el médico de
huesos, ¿no?
Se refiere al período de mi padre como cobrador de deudas y ejecutor,
antes de tomar el control de lo que quedaba de la familia Griffin.
—Así es — digo.
Mi padre podía hacer una fractura en espiral en el brazo de un hombre
con un giro de muñeca, si eso es lo que se requiere para hacer cumplir el
plan de pago.
Definitivamente me enseñó algunas cosas. Lo primero que me enseñó es
a no pelear nunca cuando se puede negociar, porque el resultado de una
pelea nunca es seguro.
El problema es que no creo que Zajac quiera negociar, no sin derramar
un poco de sangre en el suelo primero.
Aida llega a casa poco después que yo, viene a la biblioteca y le cuento
lo que hemos estado haciendo.
Puedo decir que está molesta por quedar fuera de las actividades de la
mañana, pero cumpliré mi promesa y la llevaré esta noche, si eso es lo que
realmente quiere.
Cuando se dirige a nuestro dormitorio para dejar sus libros, Jack asoma
la cabeza a la biblioteca.
—¿Puedo hablar contigo un minuto, jefe? — él dice.
Jack y yo somos amigos desde hace mucho tiempo. Se metió en
problemas en nuestra época universitaria, estaba vendiendo Molly5 en
fiestas para pagar el estilo de vida de los fondos fiduciarios sin tener
realmente el fondo fiduciario. Cuando la policía allanó su dormitorio, tuvo
que tirar alrededor de $ 28 mil de producto, le pagué a su proveedor y luego
hice que Jack viniera a trabajar para mí.
Ha sido un buen empleado y un buen amigo, aunque a veces un poco
exagerado como con el hermano de Aida en el muelle, y a veces con la
propia Aida. Puede que Aida me vuelva loco, pero sigue siendo mi esposa,
si Jack no aprendió la lección en la cocina, volveré a educarlo rápidamente.
—Recogí a las chicas en la escuela — dice.
—Bien.
—Aida estaba hablando con alguien.
Le doy una mirada aguda en caso de que esté tratando de empezar de
nuevo.
—Ella tiene permitido hacer eso — digo.
—Era Oliver Castle.
Mi estómago se contrae en un nudo. Si hubiera dicho cualquier otro
nombre lo habría ignorado, pero no puedo evitar sentirme celoso de ese
aspirante a playboy de mierda con poco cerebro. Hasta donde yo sé, es el
único novio real que Aida ha tenido y por alguna razón eso me devora
vivo. Pensar en ellos nadando juntos en alguna playa tropical, riendo y
hablando, Aida en bikini con la piel más bronceada que nunca...
Me dan ganas de arrancarle la cara a Castle del cráneo.
Además, sé muy bien que no va a Loyola. Así que estaba en el campus
por una sola razón.
—¿Que dijo él? — Yo exijo.
—No lo sé — dice Jack —No pude acercarme lo suficiente para
escuchar, pero estuvieron hablando un rato.
Puedo sentir mi ojo temblar, Aida no mencionó nada sobre Oliver. No
mencionó haberlo visto.
—¿Estás seguro de que fue Castle?
—Cien por ciento, se fue justo después de que hablaron y lo seguí de
regreso a su auto. El Maserati gris.
Asiento con la cabeza, definitivamente era él.
—Y hay algo más — dice Jack.
—¿Qué? — Ladro.
—Se besaron.
El suelo parece caerse debajo de mí.
Me olvido por completo de Zajac. Toda mi ira, todo mi deseo de
violencia y venganza se dirige a Castle en su lugar, si estuviera en la
habitación ahora mismo le dispararía en la cara.
—Gracias por decírmelo — digo con los labios rígidos.
Ella lo besó. Luego volvió a casa conmigo, alegre como siempre, como
si nada hubiera pasado.
Quizás para ella no sea nada.
Después de todo, nunca hablamos de esto. Nunca prometimos ser fieles
el uno al otro. Nuestro matrimonio es un arreglo comercial, no puedo
olvidarlo. Los votos que pronunciamos no significan nada, no
realmente. Las únicas promesas reales fueron las que hicieron mi padre y el
de ella.
Aun así, me roe.
¿Se está reuniendo con él en secreto? ¿Están follando? ¿Ella todavía lo
ama?
Le voy a preguntar.
Camino por el pasillo hacia nuestro dormitorio, decidido a enfrentarme
a ella.
Cuando me abro paso por la puerta, ella está escribiendo algo en su
teléfono. Lo cierra abruptamente, desliza el dedo hacia arriba para cambiar
de aplicación, luego gira su teléfono y lo coloca boca abajo en la cama.
—¿Qué pasa? — dice.
—¿Que estabas haciendo? — pregunto.
—¿Qué quieres decir?
—Justo ahora, en tu teléfono.
—Oh — dice ella, con las mejillas ligeramente rosadas —Solo agrego
algunas canciones nuevas en Spotify, tengo que hacer una lista de
reproducción de la victoria para después de las elecciones.
Está mintiendo. Estaba escribiendo un mensaje, estoy seguro.
Debería agarrar su teléfono, exigir ver qué estaba haciendo.
Sin embargo, tiene una contraseña y Aida es muy terca, ella no me la
dará y se convertirá en una batalla.
Mejor esperar. Robaré su contraseña, luego revisaré su teléfono
ininterrumpidamente, sin avisarle.
Así que obligo a mi rostro a estar tranquilo e inexpresivo, y digo: —
Está bien, deberíamos comer algo antes de salir.
—¿Qué quieres comer? — pregunta aliviada de que haya abandonado el
tema.
—No me importa — digo.
21
Aida
Cal me interrumpió en medio de algo que prefiero no mostrarle, al
menos no todavía, pero ahora está actuando raro. Estamos abajo comiendo
dos de las comidas que el chef dejó en la nevera, Cal está masticando su
carne como si ni siquiera pudiera saborearla, mirando malhumorado por la
ventana de la cocina hacia la piscina exterior.
—¿Qué pasa? — Le pregunto tomando un bocado de costilla estofada y
zanahoria asada, esto es lo más decadente que se consigue en casa Griffin,
así que estoy tratando de disfrutar mi comida, pero es difícil con Callum
sentado junto a mí con cara de piedra.
—Nada — dice brevemente.
—¿Por qué están todos preocupados? ¿Por meter un palo en el nido de
avispas?
Soy consciente de que alguien llamado “el Carnicero” no es el mejor
objetivo para antagonizar. Aun así, estoy emocionada ante la perspectiva de
cazar a Zajac, he estado jugando a la chica buena durante semanas, es hora
de meterse en un pequeño lío.
—Sí — dice Callum con irritación —Me preocupa enfrentarme a un
gángster desquiciado, especialmente dos días antes de las elecciones.
—Quizás deberíamos esperar, entonces — le digo —Esperar hasta
después para devolverle la bofetada.
—Si no lo encontramos esta noche, eso es lo que haré — dice
Callum —Pero prefiero lidiar con eso más temprano que tarde.
El teléfono de Callum suena con un mensaje. Lo mira y dice: —Tus
hermanos están aquí.
Un minuto después, se detienen frente a la casa, se estacionan y salen
del Escalade de Dante con cautela, no han estado aquí desde la fiesta de
Nessa. Puedo decir que se sienten incómodos al entrar por la puerta de la
cocina.
—Bonita casa — dice Dante cortésmente, como si no la hubiera visto
antes.
—Sí, muy agradable — dice Nero metiendo las manos en los bolsillos y
mirando alrededor de la reluciente y moderna cocina. Su mirada se fija en la
única cosa fuera de lugar, se inclina para mirar más de cerca y dice: —¿Es
eso un ...?
— Sí — lo interrumpo —Y no necesitamos hablar de eso.
Imogen ya me leyó la cartilla por el agujero de bala en la puerta de su
gabinete. Creo que estaba más enojada que cuando intenté envenenar a su
hijo, esta casa es su hijo favorito real, se habría puesto feo si Callum no me
hubiera cubierto, diciéndole que fue un accidente.
Ella no parecía convencida.
—¿Cómo voy a conseguir que alguien lo arregle? — preguntó ella, con
los ojos encendidos —¿Cómo le voy a explicar a un carpintero que necesita
sacar una bala antes de poder llenar el agujero?
—Podrías actuar totalmente sorprendida — dije amablemente.
Callum me
inmediatamente.
lanzó
una
mirada,
diciéndome
que
me
callara
—Podría sacar la bala primero — dijo.
—¡No! — Imogen espetó: —No lo toques, ustedes dos han hecho
suficiente.
Todavía no se ha solucionado, y es otro tema delicado que no necesito
que Nero mencione justo antes de que se suponga que salgamos.
Pero entonces, el sujeto implicado número tres entra en la cocina.
—El coche está en el frente — dice Jack, sosteniendo las llaves.
—No me digas que viene — le digo a Callum.
—Sí. Así es — responde Callum.
—No necesitamos...
Me interrumpe. —No vamos con escasez de personal, tus hermanos
también trajeron a alguien.
—Gabriel está en el coche — confirma Dante.
Gabriel es nuestro primo y uno de los ejecutores de mis hermanos,
parece un gran oso de peluche brusco, pero puede ser un asesino cuando
tiene que serlo.
—Bien — le digo, con sólo una pizca de molestia —¿Y cuál es el plan?
—Bueno — dice Callum, intercambiando una mirada con mis hermanos
—hay dos opciones. Primero, tratamos de seguir esta pista sobre la chica
con la que Zajac ha estado follando.
—Pero no tenemos su dirección — dice Nero, obviamente no es un
fanático de esta opción —Y no sabemos con qué frecuencia la ve.
— O — continúa Callum, como si no lo hubieran interrumpido —
podríamos atacar uno de sus negocios. Romper su mierda, tal vez tomar
algo, luego esperamos a que él nos llame.
—Nos inclinamos hacia su casino, porque es remoto y tiene mucho
dinero en efectivo— dice Dante.
—¿Por qué no los dos? — Yo digo —¿Estás hablando de Francie
Ross? Ella trabaja en Pole, ¿cierto?
—¿La conoces? — Callum pregunta rápidamente.
—No, pero conozco a una chica que la conoce —digo —Eso es lo que
estaba tratando de decirte antes.
Callum me mira, medio molesto y medio curioso.
—¿Tu amiga sabe dónde vive Francie?
—Quizás — digo. —Deberíamos preguntarle a ella.
—¡Por qué molestarse! — Nero chasquea —¿A quién le importa
encontrar a Zajac? Necesitamos devolverle el golpe por lo que le hizo a
nuestro lugar de trabajo, no necesitamos mirarlo a los ojos para darle una
patada en las pelotas.
Dante parece que podría ir de cualquier manera —El casino parece una
apuesta más segura — dice.
—Bien... — Callum me mira —Hagamos ambas cosas. Ustedes pueden
ir al casino, mientras Aida y yo hablamos con su amiga.
—¿Crees que tres personas son suficientes? — Dante le dice a Nero.
—Por supuesto — dice Nero, moviendo la cabeza.
—Llévate a Jack también — dice Callum.
—Entonces serán sólo Aida y tú... — Dice Dante.
—No necesitamos un ejército — digo —Solo estaremos hablando con
una mesera.
Dante frunce el ceño y mete la mano en el interior de su chaqueta. Me
pasa una Glock cargada.
—¿Es eso sabio? — Dice Jack, mirando el arma mientras Dante la pone
en mi mano.
—No te preocupes — le digo dulcemente —No la dejaré tirada por ahí
como una idiota.
Jack parece que quiere replicar, pero lo deja pasar, ya que Callum está
parado allí.
—¿Todos los demás tienen lo que necesitan? — Pregunta Dante.
Todos asentimos.
—Vayamos, entonces.
Dante y Nero vuelven al Escalade, saludo a Gabriel a través de la
ventana. Él sonríe y me saluda un poco, Jack se sube al asiento trasero junto
a él, presentándose con un gruñido y un asentimiento brusco.
Estoy muy contenta de no tener que pasar más tiempo encerrada en un
auto con él y aún más contenta de que Cal y yo estemos tomando mi
plan. Bueno, una especie de suyo también, pero yo pensé en ello primero.
De todos modos, me gusta cuando Cal conduce, me permite echarle
miradas furtivas mientras su atención está fija en la carretera.
Cada vez que estamos solos juntos, la energía parece cambiar. Hay una
gran tensión en el aire, y mi mente comienza inevitablemente a divagar
hacia lo que hicimos la última vez que estuvimos solos.
Como estoy pensando en cosas tan agradables, me sorprende cuando
Callum dice: —¿Por qué rompiste con Oliver Castle?
Me sobresalta y me hace recordar incómoda cómo Oliver me abordó en
el campus antes, ¿Cómo sigue encontrándome así? Al principio, cuando me
encontraba en cada fiesta, asumí que mis amigos le estaban enviando
mensajes de texto. Pero incluso más tarde...
—¿Y bien? — Callum interrumpe.
Suspiro, molesta por estar hablando de esto de nuevo. Y sin la
posibilidad de tener relaciones sexuales excéntricas alimentadas por los
celos después.
—Simplemente nunca se sintió bien — digo —Fue como ponerse un
zapato del lado izquierdo en el pie derecho. De inmediato fue incómodo, y
cuanto más se prolongó, peor se puso.
—¿Entonces no estabas enamorada de él, cuando nos conocimos?
— Pregunta Callum.
Hay un mínimo indicio de vulnerabilidad en su pregunta.
Nunca escuché a Callum ser vulnerable, ni siquiera el uno por
ciento. Quiero desesperadamente mirarlo, pero uso toda mi fuerza de
voluntad para mantener mis ojos apuntando hacia adelante, siento que en
realidad estamos siendo honestos por un minuto y no quiero arruinarlo.
—Nunca lo amé — le digo a Cal con mi voz firme y segura.
Él exhala, y lo sé, solo sé, hay alivio en ese suspiro.
Tengo que sonreír pensando en algo poético.
—¿Qué? — Pregunta Callum.
—Bueno, irónicamente, cuando rompí con Oliver, pensé que debería
encontrar a alguien más compatible, alguien más como yo.
Cal también tiene que reír.
—En cambio, obtuviste exactamente lo contrario — dice.
—Cierto — digo.
Los opuestos tienen una especie de simetría. Fuego y hielo. Severo y
juguetón. Impulsivo y comedido. En cierto modo, pertenecen juntos.
Oliver y yo éramos más como dos objetos seleccionados al azar: un
bolígrafo y un búho. Una galleta y una pala.
Por eso no había emoción de mi lado, solo indiferencia.
Necesitas empujar y tirar para sentir amor. U odio.
Nos detenemos frente a Pole, es un club de cabaret en el extremo oeste
de la ciudad. Oscuro, de techo bajo, extenso y cutre, pero también muy
popular porque no es el club de striptease común y corriente, las
actuaciones son oscuras, pervertidas y basadas en fetiches. Algunos de los
bailarines son semi-famosos en Chicago, incluida Francie Ross, quien es
una de las principales del cartel, no me sorprende que ella llamara la
atención de Zajac.
—¿Has estado aquí antes? — Le pregunto a Callum.
—No— dice descuidadamente. —¿Es bueno?
—Ya verás — Yo sonrío.
Los gorilas comprueban nuestras identificaciones y entramos.
El contundente bajo hace que el aire se sienta denso, huelo el fuerte
aroma del alcohol y los tonos terrosos de los cigarrillos electrónicos. La luz
es de color rojo intenso, lo que hace que todo lo demás parezca tonos de
negro y gris.
El interior se siente como una casa de muñecas gótica. Cabinas de felpa,
papel tapiz botánico, espejos ornamentados. Las camareras están vestidas
con arneses de cuero con tiras, algunas con orejas de animales de cuero y
colas de piel a juego: conejitos, zorros y gatos, en su mayoría.
Veo una mesa que se vacía cerca del escenario y arrastro a Callum antes
de que alguien más pueda agarrarla.
—¿No deberíamos estar buscando a tu amiga? — él dice.
—Podríamos estar en su sección. Si no, iré a buscarla.
Mira a su alrededor a las camareras tetonas y a los camareros que visten
monos de piel ajustados de piel sintética, desabrochados hasta el ombligo.
—Así que esto es lo que le gusta a Zajac, ¿eh? — él dice.
—Creo que todo el mundo está metido en esto, en un grado u otro—
respondo mordiéndome el borde del labio y sonriendo un poco.
—¿Oh sí? — Dice Callum. Me está mirando, curioso y más que un poco
distraído —Dime más.
Asiento con la cabeza hacia la esquina de nuestro reservado, donde un
par de esposas plateadas cuelgan de un gancho.
—Podría verte haciendo un buen uso de ellos — digo.
—Depende — gruñe Callum, con los ojos oscuros —de cómo te
comportes esta noche...
Antes de que pueda responder, nuestra camarera viene a tomar nuestro
pedido. No es mi amiga Jada, pero ella dice que Jada está trabajando.
—¿Puedes enviarla? — Pregunto.
—Claro — asiente la chica.
Mientras esperamos, las luces se atenuan aún más y el DJ baja la
música.
—Damas y caballeros — canturrea —Por favor, denle la bienvenida al
escenario al primero ... el único ... ¡Eduardo!
—Oh, esto te va a gustar — le susurro a Callum.
—¿Quién es Eduardo? — murmura en respuesta.
—¡Shh! — Yo digo.
Un foco sigue a un joven delgado que posa por un momento a la luz y
luego baja tranquilamente al escenario. Lleva un fedora6 y un traje zoot7,
bien confeccionado, con hombros exagerados. Tiene bigote y un cigarrillo
colgando de su boca.
Su presencia es magnética. Todos los ojos de la habitación están fijos en
él y en su escandalosa arrogancia.
Justo antes de subir al escenario, se detiene junto a una chica rubia y
delgada en la primera fila. Él toma su mano y la arrastra al escenario a pesar
de sus protestas y su evidente timidez.
Luego pasa por una pequeña rutina de comedia en la que le indica a la
chica que le sostenga una flor. La parte superior de la flor se cae
inmediatamente, cayendo por la parte delantera de la blusa de la
chica. Eduardo lo saca de nuevo antes de que ella pueda moverse,
haciéndola chillar. Luego le enseña una rutina de baile, un tango muy
seductor, que ejecuta magistralmente, azotándola como un maniquí.
Mientras tanto, mantiene una serie de bromas e insultos, haciendo que la
audiencia aúlle de risa. Tiene una voz baja, suave, con un ligero acento.
Finalmente, le dice a la chica que ha terminado y le pide un beso en la
mejilla. Cuando ella frunce los labios a regañadientes, él le tiende la mejilla,
luego gira la cabeza en el último minuto y la besa en la boca.
Por supuesto que la multitud se lo come. Están vitoreando y cantando:
—¡Eduardo! ¡Eduardo!
—Gracias amigos. Pero antes de irme, ¡un último baile! — él grita.
Mientras suena la música, baila por el escenario, rápido y
afilado. Agarra su sombrero de fieltro y se lo quita de la cabeza, dejando
caer un mechón de cabello rubio blanquecino. Se arranca el bigote, luego
abre la parte delantera de su traje para revelar dos pechos absolutamente
espectaculares, llenos y desnudos, excepto por un par de borlas rojas que
cubren los pezones, “Eduardo” salta y se balancea para hacer girar las
borlas, luego lanza un beso a la multitud, hace una reverencia y abandona el
escenario.
Parece que Callum recibió una bofetada en la cara, me río con tanta
fuerza que las lágrimas corren por mis mejillas. He visto el programa de
Francie tres veces y todavía me sorprende su habilidad para caminar, bailar
y hablar como un hombre, incluso reír como uno, es simplemente
increíble. Ella nunca rompe el personaje por un segundo, no hasta el final.
—Esa es Francie Ross —le digo a Callum, en caso de que todavía no se
haya dado cuenta.
—¿Esa es la novia del Carnicero? — dice asombrado.
—Sí. Si los rumores son ciertos.
Tengo la oportunidad de preguntarle a Jada cuándo traerá nuestras
bebidas, le pasa un whisky con hielo a Callum, un vodka de arándanos para
mí.
—¡Oye! — ella dice: —No te he visto en mucho tiempo.
—¡Lo sé! — Le sonrío —Ha sido una locura.
—Eso escuché — dice Jada, lanzando una mirada significativa en
dirección a Callum. Jada tiene el pelo teñido de negro, multitud de piercings
y labios color ciruela. Su padre solía trabajar para el mío, hasta que lo
enviaron a prisión por una travesura no relacionada. Específicamente,
intentó estafar a la lotería estatal. Iba muy bien hasta que accidentalmente
ganó dos veces seguidas, lo que los puso en alerta.
—¿Viste el programa? — Me pregunta Jada.
—¡Sí! Francie es la mejor— Me inclino un poco más cerca,
manteniendo mi voz baja para que esté cubierta por la música —¿Es cierto
que está saliendo con ese gángster polaco?
—No lo sé — dice Jada, cogiendo un vaso vacío de la mesa contigua a
la nuestra y colocándolo en su bandeja. Ella ya no me mira a los ojos.
—Vamos — la convenzo —Sé que ustedes dos son unidas.
—Podrían estar saliendo — dice sin comprometerse.
—¿Viene aquí a verla? — Pregunto.
—No — dice Jada —No que yo haya visto.
Obviamente, a ella no le gusta esta línea de preguntas, pero no quiero
dejarlo todavía.
Callum mete la mano debajo de la mesa, presionando suavemente un
billete doblado en la palma de Jada.
—¿Dónde vive? — él dice.
Jada duda. Ella echa un vistazo a su palma para ver la denominación.
—El edificio amarillo de Cherry Street — dice al fin —Tercer piso sin
ascensor. Va allí los martes por la noche, es cuando está fuera del trabajo.
—Ahí tienes — le murmuro a Callum después de que Jada se va —Si
no se pone en contacto después de que arruinemos su casino, lo atraparemos
el martes.
—Sí — coincide Callum —Todavía es temprano, envía un mensaje de
texto a tus hermanos y averigua si nos necesitan en el casino.
Estoy a punto de hacerlo cuando Jada nos trae otra ronda de bebidas.
—Yo invito — dice, más amigable ahora que dejé de interrogarla —No
seas una extraña tanto tiempo la próxima vez.
Me desliza un vodka con arándanos fresco hacia mí.
Realmente no quería un segundo, pero si es gratis...
—Gracias — le digo, levantándolo en un movimiento de salud.
—Roxy Rotten es la siguiente — dice Jada —Quieres quedarte para ese.
Mientras me llevo la pajita a los labios, veo un brillo extraño en la
superficie de mi bebida. Lo dejé de nuevo, mirando el cóctel. Tal vez sea
solo la luz roja en mi bebida roja, pero la superficie parece un poco
aceitosa. Como si el vaso no se hubiera lavado lo suficientemente bien.
—¿Qué? — Dice Callum.
No estoy segura de que deba beberlo.
Estoy a punto de decirle a Callum que revise su propia bebida, pero ya
se la ha bebido de un trago.
Las luces bajan de nuevo y el DJ presenta a Roxy Rotten. Roxy realiza
su striptease con maquillaje de zombie, bajo luces negras que dan la ilusión
de que pierde varias extremidades en el transcurso de su rutina. Entonces,
finalmente, su cabeza parece caerse. Las luces se encienden de nuevo y
Roxy se encuentra en el centro del escenario, milagrosamente completa de
nuevo, y muestra su encantadora figura pintada de verde a la multitud.
—¿Deberíamos irnos? — Le digo a Callum.
—¿Tus hermanos respondieron?
Reviso mi teléfono —Todavía no.
—Entonces, deberíamos irnosh. Me refiero a irnos. — Niega con la
cabeza —¿Vas a terminar eso primero? — señala mi segundo trago.
—Oh ... No. — Vierto la mitad de la nueva bebida en mi vaso viejo para
que Jada no se ofenda. —Vamos.
Me levanto primero y me cuelgo el bolso del brazo. Cuando Callum se
pone de pie, se tambalea levemente.
—¿Estás bien? — Yo le pregunto.
—Sí — gruñe —Solo un dolor de cabeza.
Puedo ver lo inestable que está de pie. No es el whisky, solo tomó dos
tragos, y sé por experiencia que Callum puede beber mucho más sin
emborracharse.
Veo a Jada de pie junto a la barra, con los brazos cruzados. Parece una
gárgola malévola con sus orejas de zorro de cuero y sus labios pintados de
color púrpura oscuro.
—Salgamos de aquí — le murmuro a Callum, pasando su brazo por
encima de mi hombro.
Recuerdo horriblemente el día en que nos conocimos, cuando tuve que
llevar a Sebastian por el muelle así, Callum es igual de pesado y se
desploma cada vez más con cada paso, está tratando de decir algo pero sus
ojos están puestos hacia atrás, su voz es blanda e incoherente.
Si puedo meterlo en el auto, puedo llevarnos a un lugar seguro y llamar
a mis hermanos.
Pero al igual que en el muelle, la puerta parece estar a un millón de
millas de distancia, estoy vadeando arena y nunca lo lograré.
Cuando por fin llego a la salida, los gorilas me rodean.
—¿Hay algún problema, señorita?
Estoy a punto de decirles que necesito que alguien me ayude a llevar a
Callum al coche, pero luego me doy cuenta de que no vienen a
ayudarnos. Están bloqueando la puerta.
Miro alrededor al semicírculo de hombres corpulentos y amenazantes.
No hay tiempo para llamar a mis hermanos.
Hago lo único que se me ocurre.
Me dejo caer como si me estuviera desmayando, con la esperanza de
que no me duela demasiado cuando caigo al suelo.
22
Callum
Me despierto con las manos atadas sobre la cabeza, suspendido de un
gancho para carne.
Esta no es una buena posición para mí. Soy un tipo grande y todo ese
peso que cuelga de mis brazos durante Dios sabe cuánto tiempo los hace
sentir como si estuvieran a punto de ser arrancados de mis hombros.
Además, mi cabeza está jodidamente golpeando.
Lo último que recuerdo es un tipo que en realidad no era un tipo
haciendo el tango en el escenario.
Ahora estoy en un almacén que apesta a óxido y suciedad. Debajo, un
olor frío, húmedo y podrido.
Y hace mucho frío. Incluso con mi chaqueta de traje, estoy temblando.
Quizás sean las secuelas de las drogas. Mis músculos se sienten débiles
y temblorosos, mi visión sigue cambiando de borrosa a clara, como un par
de binoculares entrando y saliendo de foco.
Drogas. Alguien drogó mi bebida, cuando estaba sentado con...
¡AIDA!
Giro mi cabeza alrededor, buscándola.
Afortunadamente, ella no está colgada de un gancho junto a mí, pero no
la veo en ningún lugar del espacio desierto, todo lo que veo es una mesa,
cubierta con un paño blanco manchado. Lo que, en general, no es una buena
señal.
Quiero gritar por Aida, pero tampoco quiero llamar la atención sobre el
hecho de que no está, no sé cómo llegué aquí, y no sé si ella estaba conmigo
o no.
Mis hombros gritan. Mis pies casi pueden tocar el suelo, pero no del
todo.
Intento torcer mis muñecas girándolas contra la cuerda áspera para ver
si hay alguna posibilidad de liberarme. El movimiento me hace girar un
poco, como un pájaro en un asador. Pero no parece aflojar el nudo.
Lo único bueno es que no tengo que esperar mucho.
El Carnicero entra en el almacén flanqueado por dos de sus
soldados. Uno es delgado, con cabello rubio blanquecino y tatuajes en
ambos brazos. El otro me resulta familiar: podría haber sido uno de los
gorilas de Pole. Oh, carajo. Probablemente lo era.
Pero es el Carnicero quien me llama la atención. Me fija con su mirada
furiosa, una ceja permanentemente arqueada un poco más alta que la otra,
su nariz parece más puntiaguda que nunca bajo la luz dura, sus mejillas se
ven más hundidas, las cicatrices perforadas a los lados de su rostro parecen
demasiado profundas para ser de acné; podrían ser heridas de metralla de
alguna explosión hace mucho tiempo.
Zajac se detiene frente a mí, casi directamente bajo la única luz del
techo, levanta un dedo y toca mi pecho. Empuja, haciéndome balancearme
impotente de un lado a otro del gancho.
No puedo evitar gruñir ante el aumento de presión en mis brazos, el
Carnicero me da una pequeña sonrisa. Le divierte mi malestar.
Da un paso atrás de nuevo, asintiendo con la cabeza al portero del
club. El gorila le quita el abrigo a Zajac.
Zajac parece más pequeño sin él, pero cuando se arremanga las mangas
de su camisa de vestir a rayas, puedo ver que sus antebrazos están gruesos
con el tipo de músculo que se construye al hacer cosas prácticas.
Mientras se remanga la manga izquierda con movimientos hábiles y
seguros, dice: —La gente cree que obtuve mi apodo por Bogotá, pero no es
verdad, me llamaron el Carnicero mucho antes de eso.
También se enrolla la manga derecha, hasta que coincide exactamente
con la izquierda. Luego se acerca a la mesa cubierta. Retira la tela,
revelando exactamente lo que esperaba ver: un juego de cuchillos de
carnicero recién afilados, con las hojas ordenadas por forma y
tamaño. Cuchillas, cimitarras y cuchillos de chef, hojas para deshuesar,
filetear, trinchar, rebanar y picar.
—Antes de que fuéramos criminales, los Zajac teníamos un oficio
familiar. Lo que aprendimos, lo transmitimos. Puedo matar un cerdo en
cuarenta y dos minutos— Levanta un cuchillo largo y delgado, tocando la
hoja con la yema del pulgar. Sin ninguna presión en absoluto, la piel se
parte y una gota de sangre brota contra el acero —¿Qué crees que podría
hacerte en una hora? — reflexiona, mirando arriba y abajo de mi cuerpo
estirado.
—Tal vez podrías explicar qué diablos quieres, para empezar — le
digo —Esto no puede ser por una propiedad de tránsito.
—No — dice Zajac en voz baja, sus ojos lucen incoloros en la luz
cruda.
—¿Entonces qué es? — Pregunto.
—Se trata de respeto, por supuesto — responde —He vivido en esta
ciudad durante doce años, mi familia ha estado aquí durante tres
generaciones. Pero no lo sabes, ¿verdad, señor Griffin? Porque ni siquiera
me has hecho el cumplido de tener curiosidad.
Deja el cuchillo que sostiene y elige otro, aunque sus dedos son gruesos
y rechonchos, maneja su arma con tanta destreza como Nero.
—Los Griffin y los Gallo... — dice, acercándose a mí con un cuchillo
en la mano —Ambos son iguales en su arrogancia, los Gallo entierran a dos
de mis hombres bajo cemento y creen que se acabó todo. Aceptas mi
donación y luego te niegas a reunirte conmigo cara a cara, entonces ambos
hacen un acuerdo de matrimonio, sin siquiera considerar a mis hijos. O
emitir una invitación.
—La boda fue con poca antelación— digo con los dientes
apretados. Mis hombros están en llamas y no me gusta lo mucho que se está
acercando Zajac con ese cuchillo.
—Sé exactamente por qué ocurrió la boda — dice —Lo sé todo...
Quiero preguntar dónde está Aida ahora mismo si sabe tanto, pero
todavía desconfío de delatarla, podría haber logrado escapar. Si es así,
espero por Dios que llame a la policía o a sus hermanos.
Desafortunadamente, no creo que nadie llegue a tiempo. Si siquiera
supieran dónde encontrarme.
—Esto era un matadero — dice Zajac, señalando el almacén vacío con
la punta de su cuchillo —Solían matar mil cerdos al día aquí, la sangre
corría allí — señala a lo largo de una rejilla de metal que corre debajo de
mis pies — Por esa tubería, directamente al río. El agua estaba roja a una
milla río abajo de la planta.
En realidad, no puedo ver la tubería a la que hace referencia, pero puedo
oler el hedor húmedo del agua sucia.
—Un poco más abajo, la gente nadaba en el agua — dice, con los ojos
fijos en la hoja de su cuchillo —Se veía lo suficientemente limpio, para
entonces.
—¿Tiene sentido esta metáfora? — Digo con impaciencia. Mis hombros
están jodidamente ardiendo, y si Zajac me va a matar, prefiero que lo haga
ya —¿Se supone que soy yo la persona que nada en el agua sucia?
—¡No! — chasquea, con los ojos en mi cara ahora —Es todo el mundo
en Chicago, que quiere pensar que su ciudad está limpia, eres la persona
que se come el tocino pensando que eres mejor que el hombre que lo
masacró.
Suspiro, tratando de fingir estar interesado mientras escaneo la
habitación, estoy mirando a los dos guardaespaldas buscando una forma de
salir de este lío. Todo el tiempo estoy metiendo mis muñecas dentro de la
cuerda, tratando de soltarlas poco a poco, o simplemente frotándome la piel,
es difícil saberlo.
Zajac ha terminado de monologar, corta la chaqueta y la camisa de mi
traje con una docena de cortes rápidos, partes de las mangas todavía
cuelgan de mis brazos pero mi torso está desnudo sangrando por cinco o
seis cortes superficiales. El Carnicero es lo suficientemente hábil como para
haberlo hecho sin tocar mi piel, pero me cortó a propósito, está afilando su
cuchillo.
Presiona la punta contra la parte inferior derecha de mi abdomen.
—¿Sabes lo que hay ahí? — él dice.
No quiero jugar este juego con él.
—No — digo.
—Tu apéndice. Un pequeño tubo de tejido de tres pulgadas y media,
que se extiende desde el intestino grueso, probable vestigio para el ser
humano moderno, pero a veces se destaca cuando se infecta o se inflama,
no veo ninguna cicatriz de laparoscopia así que supongo que el tuyo aún
está intacto.
Me quedo obstinadamente en silencio, negándome a seguir el juego.
El Carnicero apoya la parte plana de la hoja en la palma de su mano —
Tenía la intención de esperar hasta después de las elecciones para esto, pero
tuvieron que molestarme, destrozando mi casino y molestando a mi amante
en su lugar de trabajo, así que esto es lo que vamos a hacer. Los Gallo van a
devolver el dinero que robaron de mi casino.
No sé cuánto obtuvieron, pero espero que sea un montón de dinero en
efectivo.
—Vas a venderme la propiedad de tránsito, con un gran descuento.
No. Tampoco pasará.
—Y me proporcionarás un puesto de gobierno de la ciudad de mi
elección, después de tu elección.
Cuando los cerdos vuelan.
—Como pago inicial de estos servicios, voy a tomar tu apéndice — dice
Zajac —No te lo perderás, la cirugía, aunque dolorosa en ausencia de
anestesia, no será fatal.
Levanta la punta del cuchillo una vez más colocándolo directamente
sobre la parte aparentemente no esencial de mis entrañas. Toma aire,
preparándose para cortar mi carne, luego comienza a presionar el cuchillo
en mi vientre.
Lo empuja con una lentitud agonizante.
Aprieto los dientes lo más fuerte que puedo, con los ojos cerrados, pero
no puedo evitar dejar escapar un grito ahogado.
Realmente duele mucho, escuché que ser apuñalado es más doloroso
que recibir un disparo, habiendo sido recientemente rozado en el brazo por
mi amorosa esposa, definitivamente puedo dar fe de que tener un cuchillo
lenta y tortuosamente enterrado en tus entrañas es unas cien veces peor. Mi
cara está sudando y mis músculos tiemblan más fuerte que nunca, y el
cuchillo está solo una pulgada o dos en mi carne.
—No te preocupes — sisea el Carnicero —Debería terminar en una
hora más o menos...
—Espera un segundo, espera un segundo... — Jadeo.
Hace una pausa, sin sacar el cuchillo de mi estómago.
—¿Podrías tomarte un descanso por un segundo y rascarme la
nariz? Tengo picazón y me está volviendo loco.
Zajac da un bufido irritado y tensa el brazo para clavar el cuchillo más
profundamente en mi cuerpo.
En ese momento, una botella entra volando por la puerta, con un trapo
humeante metido en el cuello. La botella se rompe en el piso de cemento, el
licor en llamas se esparce en un charco y los fragmentos de vidrio ardiente
giran hacia afuera, uno gira hacia la manga del gorila quien se da la vuelta,
tratando de quitárselo de encima.
Hay otro sonido de aplastamiento y luego una explosión, fuerte y
cercana.
—Ocúpense de eso — les sisea Zajac a sus hombres.
El rubio se separa de inmediato esquivando los restos del cóctel
Molotov y atravesando una puerta lateral, el gorila se dirige directamente a
la puerta principal solo para recibir una bala en el hombro en el segundo en
que acerca.
—¡Pierdolić! — el Carnicero sisea. Salta detrás de mí, en caso de que el
tirador esté a punto de atravesar la puerta.
Pero mientras esperamos nadie lo atraviesa, y sé que Zajac está
destrozado; por un lado no quiere dejarme aquí solo. Por el otro, ahora él
mismo está desprotegido, no tiene idea de cuántas personas están asaltando
el almacén, no quiere que lo atrapen aquí si son mis hombres los que entran
por la puerta.
A medida que pasan los segundos, oímos los confusos sonidos de gritos,
carreras y algo más rompiendo, pero es imposible saber qué está
pasando. El Molotov todavía está ardiendo; de hecho, las llamas se están
extendiendo por el piso de cemento de alguna manera, quizás la pintura se
esté quemando, crea nubes de humo negro acre que nos hacen sudar y toser.
Finalmente, Zajac maldice de nuevo, se acerca a la mesa agarrando un
cuchillo en una mano y un machete en la otra, luego se apresura a salir por
la misma puerta lateral donde desapareció su teniente rubio.
En el momento en que estoy solo, empiezo a desgarrar y trabajar en esas
cuerdas. Mi brazo izquierdo está casi totalmente entumecido ahora, pero
aún puedo mover el derecho, tiro tan fuerte como puedo. Mis manos, mis
muñecas, mis brazos y hombros están gritando, se siente como si me fuera a
dislocar el pulgar, pero finalmente, libero la mano derecha.
En ese momento, una figura entra corriendo descalza por la puerta
saltando por encima del cuerpo caído del portero que recibió un disparo en
el hombro.
Es Aida, su cabello oscuro fluye detrás de ella como un estandarte
mientras vuela sobre el cemento, ella esquiva ágilmente las llamas y los
cristales rotos, deteniéndose solo para agarrar un cuchillo de la mesa, ella lo
presiona en mi palma.
—¡Corta la cuerda! — ella grita —¡Es demasiado alto para alcanzarlo!
Tiene sangre corriendo por el lado derecho de su cara, su mano
izquierda está envuelta en un trapo.
—¿Estás bien? — Le pregunto, extendiendo la mano hacia arriba para
cortar la cuerda que todavía sostiene mi mano izquierda en su lugar —
¿Dónde están tus hermanos?
—¡No tengo ni idea! — ella dice —Esos matones se llevaron mi
teléfono. También tomaron mi arma, Dante se va a enojar. ¡Soy la única
aquí!
—¡Qué! — Yo digo —¿Qué diablos fue todo ese ruido, entonces?
—¡Una diversión! — Aida dice alegremente —Ahora date prisa, antes
de...
En ese momento la cuerda se rompe y caigo sobre el cemento, mis
brazos se sienten como si no estuvieran unidos a mi cuerpo, también me
duelen las piernas, sin mencionar el pinchazo en mi lado derecho.
—¿Que te hicieron? — Pregunta Aida, con la voz temblorosa.
—Estoy bien — le digo —Pero será mejor que...
En ese momento regresa el soldado rubio, con otro de los hombres de
Zajac, ambos están armados, de pie en la puerta con sus armas
apuntándonos directamente a nosotros.
—No se muevan — dice el rubio.
El aire está cargado de humo, no estoy seguro de qué tan bien puede
vernos realmente, lo suficientemente bien como para dispararnos, estoy
seguro, agarro el brazo de Aida y empiezo a retroceder poco a poco.
Seguimos la rejilla de metal por el suelo, de regreso al vertedero donde
los carniceros solían descargar la sangre y las vísceras al río.
—¡Deténganse! — Grita el rubio avanzando hacia nosotros a través del
humo, levanta su AR, ajustándolo contra su costado.
Escucho un ruido sordo cuando paso sobre una rejilla con bisagras.
Manteniendo mi ojo en los hombres de Zajac, presiono la punta de mi
zapato contra la esquina de la rejilla, tratando de levantarlo sin usar mis
manos.
Es pesado, pero comienza a moverse hacia arriba, lo suficiente como
para que pueda meter todo el pie debajo.
—Quédense ahí y mantengan las manos en alto — ladra el soldado
rubio, acercándose a nosotros.
Pateo la rejilla para abrirla del todo.
Luego envuelvo mis brazos alrededor de Aida y digo: —Respira hondo.
Siento que su cuerpo se tensa.
La levanto en brazos y salto a través de la rejilla, hacia una tubería de
cuatro pies de ancho, que lleva Dios sabe adónde.
Nos sumergimos en el agua helada y sucia.
La corriente es rápida y nos arrastra.
Está oscuro, tan oscuro que no importa si mis ojos están abiertos o
cerrados. Manteniendo un agarre férreo sobre Aida, levanto una mano para
ver si hay aire sobre nuestras cabezas, mi mano desliza la tubería, sin
ningún espacio entre el agua y el metal.
Eso significa que tenemos que pasar lo más rápido posible, la corriente
nos está moviendo, pero pateo con los pies, impulsándonos más rápido.
Probablemente llevamos aquí treinta segundos hasta ahora, puedo
contener la respiración durante más de dos minutos y medio, no puedo
esperar que Aida se las arregle más de un minuto.
Ella no está luchando en mis brazos, no luchando conmigo, pero puedo
sentir lo rígida y aterrorizada que está, ella confía en mí. Dios, espero no
haber cometido el peor error.
Avanzamos como un cohete, yo pateando con más fuerza. Y luego
disparamos una tubería de salida, cayendo unos cinco pies directamente al
río Chicago.
La corriente nos arrastra hacia el centro del río, a unos seis metros de
cada orilla, no es donde quiero estar en caso de que llegue algún barco, pero
no estoy seguro de hacia dónde debería llevarnos, miro a mi alrededor
tratando de averiguar exactamente dónde estamos.
Aida se aferra a mi cuello, solo remando con una mano, no es una
nadadora muy fuerte y la corriente es poderosa. Ella está temblando, yo
también.
—¿Cómo sabías que podíamos salir? — me pregunta castañeteando los
dientes.
—No sabía — digo —¿Cómo diablos viniste a buscarme?
—¡Oh, estuve contigo todo el tiempo! — Aida dice alegremente —Esa
puta desleal de Jada drogó nuestras bebidas, pero yo no bebí la mía porque
se veía rara.
—¿Por qué no me dijiste eso?
—¡Iba a hacerlo! — ella dice —pero ya te la habías bebido, no quiero
hacer de esto una crítica cultural pero los irlandeses podrían aprender a
sorber un trago de vez en cuando, no todo se toma de un tiro.
Pongo los ojos en blanco.
—De todos modos — dice ella —traté de llevarte al auto, pero estabas
tropezando y arrastrando las palabras y los gorilas me encerraron, así que
cuando te desmayaste, fingí que me había desmayado también. Estaba tan
floja que te habría sorprendido mi actuación, incluso cuando el grande me
aplastó la mano con la puerta del maletero, no rompí el personaje.
La estoy mirando con asombro. Mientras yo estaba inconsciente,
aparentemente ella estaba conspirando y planeando.
—Así que nos llevaron al almacén, luego nos llevaron adentro. Te
llevaron y me pusieron en una especie de despacho, el tipo no me había
atado porque pensaba que todavía estaba inconsciente, me dejó sola por un
segundo. Sin embargo, cerró la puerta, y yo no tenía teléfono, se llevó mi
bolso y la pistola de Dante. Así que, subí a la salida de aire...
—¿Tu qué?
—Sí — Ella sonríe —Usé mi uña para girar el tornillo y quité la tapa,
subí de inmediato. También recordé volver a poner la tapa, ojalá pudiera
quedarme para ver la cara del guardia cuando regresara; probablemente
pensó que hice algún tipo de movimiento de Houdini, perdí mis zapatos en
el camino porque hacían demasiado ruido en la ventilación, luego me dejé
caer en una pequeña cocina, tenía nevera, congelador, armario para licores
lleno, así es como hice los Molotov. Había todo tipo de cosas allí,
Zajac debe trabajar mucho en este edificio, no solo cuando está torturando a
la gente.
Hace una pausa, frunciendo las cejas con preocupación.
—¿Te cortó? Estabas sangrando...
—Estoy bien — le aseguro —Sólo me dio una pequeña puñalada.
—Como sea — dice ella —escuché a los guardias enloqueciendo. No
querían decirle que escapé porque todos están aterrorizados de él, así que
eso me dio algo de tiempo extra para correr y armar un escándalo, robé una
pistola y le disparé a uno de ellos. Luego, uno diferente me agarró por
detrás, empujó mi cabeza contra la pared y tuve que dispararle a su pie
como nueve veces antes de acertarle, entonces no tuve más balas. ¡Pero te
encontré justo después!
La estoy mirando con absoluto asombro, sus ojos brillan de excitación,
su rostro se ilumina con la emoción de lo que logró.
Es una locura y fue frenético y podrían habernos matado.
Pero nunca me he sentido más vivo. El agua helada, el aire de la noche,
las estrellas en lo alto, la luz reflejada en los ojos grises de Aida, lo siento
todo con dolorosa agudeza. Es absoluta y jodidamente hermoso.
Agarro la cara de Aida y la beso. La beso durante tanto tiempo y con
tanta fuerza que nos hundimos bajo el agua y luego salimos a la superficie
de nuevo con nuestras bocas todavía juntas.
—Eres increíble — le digo —Además, completamente loca, ¡Deberías
haber corrido!
Aida me fija con su expresión más seria.
—Yo nunca te abandonaría — dice ella.
Estamos girando ligeramente en la corriente, las luces de la ciudad giran
a nuestro alrededor. Nos abrazamos, mirándonos a los ojos, mientras
nuestros pies pisan el agua.
—Yo tampoco — le prometo —Siempre te encontraré, Aida.
Me besa de nuevo con sus labios fríos y temblorosos, pero sigue siendo
la cosa más suave que jamás haya tocado.
23
Aida
La elección tiene lugar dos días después.
Cal está remendado, necesitaba puntos de sutura para un par de cortes,
pero ahora difícilmente sabrías que había estado en una pelea. Yo, en
cambio, tengo que llevar una escayola gigante ya que aparentemente ese
gorila idiota me rompió dos dedos cuando me aplastó la mano con la puerta
del baúl, ahora estoy muy contenta de haberle disparado.
Es muy difícil escribir cualquier cosa en mi teléfono, lo cual es molesto
porque tengo un proyecto muy importante en proceso y no quiero que se
arruine todo porque no puedo revisar mi correo electrónico.
—Puedo ayudarte con eso — dice Cal, extendiendo la mano para tomar
mi teléfono —Puedes dictar y yo tecleo.
—¡No! — Digo, arrebatándoselo —No necesito ayuda.
—¿Qué estás haciendo? — pregunta con sospecha.
—No es de tu incumbencia — le digo guardando el teléfono en mi
bolsillo.
Él frunce el ceño, ya está nervioso porque se supone que obtendremos
los resultados de las elecciones en cualquier momento. Realmente no
debería provocarlo.
Su teléfono suena y casi se sale de su piel. Se lo lleva al oído,
escuchando.
Puedo ver visiblemente cómo el alivio se derrama sobre él. Cuelga la
llamada, sonriendo.
—¡Felicidades! — Yo grito.
Me levanta y me hace girar, hasta que cierro mis piernas alrededor de su
cintura y lo beso durante mucho tiempo.
—Lo hiciste — digo.
Me baja de nuevo, sus brillantes ojos azules clavados en los míos.
—Lo hicimos juntos, Aida. Realmente lo hicimos. Me conseguiste el
apoyo adicional que necesitaba de los italianos, me ayudaste a conquistar a
las personas adecuadas. Quiero que vengas a trabajar conmigo, todos los
días. Una vez que te gradúes, quiero decir.
Mi corazón da un pequeño aleteo divertido.
Eso es una locura. Hace un par de semanas, apenas pensé que Callum y
yo podríamos compartir una habitación sin asesinarnos.
—¿Compañeros de cuarto y compañeros de trabajo? — Digo en
broma.
—¿Por qué no? — Callum frunce el ceño —¿Te cansarías de mí?
—No, no eres exactamente del tipo hablador — me río —En realidad,
es bastante... relajante tenerte alrededor.
Es verdad. Cuando Cal no me pone furiosa, me tranquiliza. Me siento
segura a su alrededor.
—¿Pero qué vamos a hacer con Zajac? — Yo le pregunto.
Dante y Nero se llevaron alrededor de $ 500 mil en efectivo del casino
del Carnicero, además de destrozar un montón de sus máquinas. No hemos
sabido nada desde entonces, lo que parece que debe ser la calma antes de la
tormenta.
—Bueno, Nero cree que deberíamos...
En ese momento nos interrumpen Fergus e Imogen, que han escuchado
la noticia. Irrumpieron en la oficina de Cal, queriendo celebrar con
champán.
Trato de escabullirme para dejarlos solos juntos, pero Imogen me pasa
el brazo por los hombros y me empuja de nuevo hacia adentro.
—¿No quieres un trago? — ella me pregunta —También te estamos
celebrando, Aida. El logro de un esposo pertenece a la esposa y viceversa.
Al parecer, Imogen me ha perdonado por asesinar a su gabinete. De
hecho, insiste en que vayamos todos a cenar para celebrarlo, incluidas
Nessa y Riona. Noto que nuestra reserva en el Everest ya está establecida,
tengo que sonreír ante la confianza de Imogen en su hijo.
—Entonces, supongo que quieres que me cambie —le digo a Callum.
Mira mi camiseta y mis pantalones cortos.
—No lo sé — dice, dándome una media sonrisa —Te ves muy linda tal
como estás.
Alzo las cejas con asombro.
—¿Quién eres y qué has hecho con mi marido?
Cal se encoge de hombros.
—Te ves hermosa en todo, no te voy a dar órdenes sobre eso.
Le doy una pequeña sonrisa de reojo y le susurro: —Pero, ¿qué pasa si
me gusta cuando me das órdenes?
Me agarra del brazo y me gruñe al oído.
—Entonces ve a ponerte ese pequeño vestido azul de verano que te
compré y mira cómo te recompenso.
Tan pronto como consigue ese tono controlador, los pequeños vellos de
mis brazos se erizan y tengo esa sensación cálida, palpitante y nerviosa.
Una parte de mí quiere desobedecerlo.
La otra parte quiere ver qué pasará si sigo el juego.
Así que entro en el vestidor, busco el vestido solicitado y me lo
pongo. Luego me cepillo el pelo, me lo recojo con un broche, me pongo
unos pendientes con forma de margaritas blancas y me pongo unas
sandalias.
Para cuando termino, Callum me está esperando abajo. Bajo las
escaleras como una reina del baile pasando mi mano por la barandilla y
tratando de lucir elegante.
Callum me sonríe, luciendo extremadamente guapo él mismo con su
camisa de vestir azul pálido y pantalones. Se ha afeitado la cara hasta
dejarla limpia, lo que hace que su mandíbula se vea más afilada que
nunca. Ahora puedo ver la forma impecable de sus labios, y la forma en que
sonríen un poco, incluso cuando sus ojos se ven severos.
—¿Dónde están todos los demás? — Yo le pregunto.
—Les dije que siguieran adelante en el otro auto, Jack nos llevará.
Toma mi mano, acercándome.
—Nada debajo de esa falda, espero — murmura.
—Por supuesto que no — digo remilgadamente.
Jack ya está esperando junto al coche de ciudad sosteniendo la puerta,
ha sido un poco más amable conmigo desde que robó el casino con mis
hermanos y mi primo, No sé si es porque le agrada mi familia o porque les
tiene miedo, pero no ha hecho un solo comentario grosero desde entonces y
no he tenido que dispararle en absoluto.
Callum y yo nos sentamos en el asiento trasero, puedo ver que Cal ya
puso la partición, enciende la música también, más fuerte de lo habitual.
—¿Qué tan lejos está el restaurante? — Yo le pregunto.
—Creo que tendré el tiempo suficiente — dice.
Sin molestarse en abrocharse el cinturón, se agacha frente a mí y mete
la cabeza bajo la falda de mi vestido de verano, jadeo y subo la música un
poco más, luego me recuesto contra el asiento.
Callum está lamiendo mi coño con movimientos largos y lentos, su boca
se siente increíblemente suave con el afeitado fresco, sus labios acarician
mi piel y su lengua se desliza entre mis pliegues, cálida, húmeda y sensual.
Me encanta follar con él en el coche, nunca supe por qué la gente tenía
chóferes y ahora me doy cuenta de que es cien por ciento por esta razón,
por lo que puede convertir un viaje aburrido en la mejor parte de su
día. Algún día, cuando todos tengamos coches robot, mirarás por las otras
ventanas y eso es lo que verás: todo el mundo follando.
Estoy empezando a tener una respuesta pavloviana al olor del
acondicionador de cuero, de repente es la fragancia más erótica del mundo.
Me encanta la sensación de los asientos contra mi piel desnuda y la
forma en que el movimiento del coche me mece y me presiona con más
fuerza contra la lengua de Callum, es tan jodidamente bueno en esto. Se ve
tan frío y rígido, pero en realidad sus manos y boca son como mantequilla
tibia, él puede calcular exactamente cuan duro lamer y chupar, por lo que es
una estimulación máxima sin caer en ser demasiado.
Estoy balanceando mis caderas montando su rostro esforzándome por
no hacer ningún ruido, puede que haya renunciado a mi venganza con Jack,
pero eso no significa que quiera montar un espectáculo para él.
Pero es difícil quedarse callada cuando Cal desliza sus dedos dentro de
mí. Suavemente los retuerce y los desliza en sincronía con su lengua,
encontrando todos los puntos más sensibles.
Aprieto alrededor de sus dedos, mi respiración se acelera y mi piel
hormiguea, el calor sale en espiral de mi vientre, mi coño está empapado y
muy sensible.
Con su otra mano, Callum baja la parte delantera de mi
vestido. Liberando uno de mis senos, lo acaricia con la mano pellizcando y
tirando suavemente del pezón.
Aumenta gradualmente la presión, hasta que aprieta mis tetas con
fuerza, pellizcando y tirando de los pezones. Por alguna razón, esto se
siente jodidamente fantástico. Tal vez sea porque ya estoy muy excitada, o
tal vez sea solo porque me gusta cuando Cal es un poco rudo en la
cama. Hay tanta tensión entre nosotros que ayuda a aliviar la agresión, nos
da un lugar para canalizarlo.
Nunca he tenido una relación como esta, siempre había gente que
odiaba y gente que me gustaba y esas dos categorías eran polos
opuestos. Mis novios siempre cayeron en la categoría de ‘dulces y
divertidos’, no en la categoría de ‘volverme jodidamente loca’.
Callum se está convirtiendo en un poco de ambos y de alguna manera
eso hace que mi atracción por él sea diez veces más fuerte, él captura todas
mis emociones: el resentimiento, celos, rebeldía, deseo, temple, curiosidad,
alegría, e incluso respeto. Lo agrupa todo en un solo paquete, el resultado es
absolutamente irresistible. Me cautiva por completo.
Cal sigue lamiendo mi coño, tocándome con los dedos y apretando mis
tetas al mismo tiempo. Estimulando cada parte de mí hasta que me retuerzo
y me muevo contra él, lista para explotar.
Puedo sentir el coche girando, comenzando a reducir la velocidad.
Es ahora o nunca.
Lo dejo ir, corriéndome una y otra vez en la parte plana de la lengua de
Cal, las olas ondulantes de placer chocan contra mí, tengo que morderme el
labio y cerrar los ojos con fuerza para no gritar.
Entonces el coche se detiene y Cal se sienta y se seca la boca con el
dorso de la mano.
—Justo a tiempo — dice.
Estoy jadeando como si corriera una milla.
—Tu cabello está revuelto — le digo.
Lo alisa con la palma de su mano, sonriéndome.
—Sí, sí, hiciste un gran trabajo — digo riendo.
—Lo sé — dice.
Toma mi mano para ayudarme a salir del auto.
Subimos en ascensor hasta el cuadragésimo piso del Edificio de la
Bolsa. En realidad, no he estado aquí antes, aunque sé que se supone que el
restaurante es agradable.
La vista es realmente impresionante. Imogen, naturalmente, ha
conseguido la mejor mesa del lugar, tenemos una vista panorámica de la
ciudad que se muestra a continuación y también parte del lago.
Los demás ya están sentados, Nessa lleva un mono de flores, su cabello
castaño claro está recogido en una coleta alta, tiene más pecas ahora que
hace más calor. Riona tiene el pelo suelto, algo inusual para ella, realmente
tiene el cabello más deslumbrante que he visto en mi vida, grueso,
ondulado, de tonos profundos. Creo que a ella no le gusta lo vívido que se
ve, o cuánta atención roba.
Esta noche, sin embargo, está casi de tan buen humor como los
demás. Todos estamos hablando y riendo, ordenando cosas decadentes del
menú. Miro a mi alrededor a la familia de Cal y por primera vez no me
siento como una extraña, me siento cómoda en la mesa, feliz de estar allí,
incluso.
Estamos hablando del libro más largo que hemos leído.
—¡Leí Guerra y paz! — Les digo —Soy la única persona que lo hizo,
creo, estaba atrapada en esta cabaña y era el único libro en el estante.
—Creo que The Stand podría ser mi más largo — reflexiona Riona —
Versión íntegra, obviamente.
—¿Leíste Stephen King? — Le pregunto con asombro.
—He leído todos — dice Riona —Excepto el más reciente, porque no
he tenido tiempo...
—Estaba tan asustada de It — interrumpe Callum —Todavía está
aterrorizada por los payasos.
—No les tengo miedo — dice Riona con altivez —Simplemente no me
gustan, hay una diferencia...
—¿Quieres más vino? — Cal me pregunta sosteniendo la botella.
Asiento con la cabeza y vuelve a llenar mi vaso.
Cuando deja la botella, deja caer su mano sobre mi regazo. Encuentra
mi mano, la que no está enyesada y entrelaza sus dedos con los míos.
Su mano es cálida y fuerte, apretando la cantidad justa. Su pulgar
acaricia suavemente el mío y luego se detiene de nuevo.
Cal y yo hemos follado muchas veces, nosotros también nos besamos,
pero esta es la primera vez que nos tomamos de la mano. No lo hace para
lucirse porque estamos en un evento, y no me está agarrando para
acercarme, me toma de la mano porque quiere.
Nuestra relación ha transcurrido de una manera tan divertida y
caminando al revés, primero el matrimonio, luego sexo, luego
conociéndonos, y finalmente... sea lo que sea esto. Un sentimiento de
calidez, deseo, afecto y conexión se extiende por mi pecho, un sentimiento
que arde y se hace más fuerte a cada momento, especialmente cuando miro
al hombre que está sentado a mi lado.
No lo puedo creer.
Creo que me estoy enamorando.
24
Callum
Estoy sentado a la mesa, rodeado de mi familia disfrutando del
resplandor de la victoria, mis padres se ven más felices y orgullosos de lo
que los había visto antes, mis hermanas están de buen humor, riendo y
bromeando sobre un tipo que ha estado persiguiendo a Nessa.
Es una escena en la que he estado trabajando durante meses.
Y, sin embargo, me desconecto de la conversación porque quiero mirar
a Aida en su lugar.
No puedo creer que se haya quedado en el almacén de Zajac
buscándome.
Pudo haber sido asesinada, o al menos, capturada y retenida como rehén
hasta que sus hermanos devolvieran el dinero que robaron.
Ella podría haber corrido en el momento en que escapó de la oficina,
pero no lo hizo porque sabía que yo estaba en algún lugar del edificio,
probablemente siendo torturado, posiblemente asesinado.
Habría sido una manera fácil para ella de salir de nuestro contrato
matrimonial.
Pero no creo que ella quiera salir de eso.
O al menos, no tanto como antes.
Sé que no quiero perderla.
He llegado a respetar a Aida y también me agrada, me gusta el efecto
que tiene sobre mí. Ella me hace más imprudente, pero también más
concentrado, antes de conocerla, estaba haciendo los movimientos,
haciendo lo que se suponía que debía hacer sin importarme realmente.
Ahora quiero lograr las mismas cosas, pero lo quiero mucho más porque
quiero hacerlo con Aida a mi lado, dando vida a toda la empresa.
Tomo la mano de Aida y la sostengo, pasando suavemente mi pulgar
sobre el de ella. Ella mira hacia arriba, sorprendida pero no molesta, ella me
sonríe apretándome la mano a cambio.
Entonces su teléfono suena y lo saca de su bolso para leer el
mensaje. Lo está mirando debajo de la mesa, así que no puedo ver la
pantalla, pero noto el cambio inmediato en su expresión, cómo inhala un
poco de emoción, sus mejillas sonrojadas de color.
—¿Qué pasa? — Le pregunto.
—Oh, nada — dice ella —Solo un mensaje de texto de mi hermano.
Rápidamente guarda el teléfono, pero puedo decir que está iluminada
por la emoción, apenas puede sentarse quieta ahora.
Retiro mi mano y bebo mi vino, tratando de no mostrar mi irritación.
¿Qué se necesitaría para que Aida fuera completamente honesta
conmigo? ¿Cuándo se abrirá conmigo y dejará de tratarme como a un
supervisor molesto?
Está demasiado feliz para notar el cambio en mi estado de ánimo.
—¡Deberíamos pedir postre! — ella dice —¿Cuál es tu favorito?
—No como dulces — digo malhumorado.
—Tienen un helado de toronja — bromea —Eso es comida muy sana.
—Tal vez tome un poco del tuyo — digo, cediendo.
—No voy a comer eso — se ríe Aida —Voy a pedir un soufflé de
chocolate.
A la tarde siguiente, se supone que debo ir a ver mi nueva oficina en
el Ayuntamiento, paso por la casa para ver si Aida quiere
acompañarme. Para mi sorpresa, ya está vestida y subiendo al Jeep de
Nessa.
—¿Adónde vas? — Le pregunto.
—Tengo algunos pendientes que hacer — dice vagamente.
—¿Qué tipo de pendientes?
—De todo tipo — dice, subiendo al coche y cerrando la puerta.
Lleva un pequeño top corto y pantalones cortos, con el pelo recogido en
una cola de caballo y gafas de sol en forma de corazón en la parte superior
de la cabeza. Según los estándares de Aida, esto es bastante arreglado, mi
curiosidad está inflamada.
Me apoyo en el alféizar de la ventana molesto porque ella no viene
conmigo, quería mostrarle todo el Ayuntamiento y tal vez ir juntos por un
almuerzo tardío.
—¿No puede esperar? — Le pregunto.
—No — dice con pesar —En realidad, tengo que irme...
Doy un paso atrás, dejándola arrancar el motor.
—¿Cuál es la prisa? — Yo le digo.
—No hay prisa, ¡Te veo esta noche! — exclama, poniendo el coche en
reversa.
Aida se vuelve jodidamente enloquecedora cuando no responde a mis
preguntas.
No puedo evitar pensar que se ve demasiado linda solo para estar
corriendo a la oficina de correos o lo que sea, ¿Y qué tipo de pendientes
podría tener que sean urgentes?
¿Y quién le envió un mensaje anoche?
¿Podría ser Oliver Castle?
¿Podría reunirse con él ahora mismo?
Estoy ardiendo de celos.
Sé que debería hablar con ella cuando vuelva a casa esta noche, pero no
quiero esperar hasta entonces.
Ojalá me hubiera acordado de robar su teléfono, descubrí su contraseña
mirando por encima del hombro mientras la ingresaba; es 1799, no es difícil
de recordar, pero en la locura de nuestro encuentro con Zajac y las
elecciones que siguieron, me olvidé de revisarlo.
Debería haberlo hecho anoche mientras ella dormía.
Ahora me está comiendo vivo.
Saco mi propio teléfono del bolsillo y llamo a Jack. Responde de
inmediato.
—¿Qué pasa, jefe? — él dice.
—¿Dónde estás ahora mismo?
—Ravenswood.
—¿Hay un rastreador GPS en el Jeep de Nessa?
—Sí, tu papá los tiene en todos los vehículos.
Dejé escapar un suspiro de alivio.
—Bien, quiero que lo sigas, Aida está haciendo recados, quiero que
veas lo que está haciendo, adónde va.
—Lo tienes— dice Jack.
No pregunta por qué, pero estoy seguro de que puede adivinarlo.
—Mantenme informado, cuéntame todo lo que hace y no la pierdas de
vista.
—Comprendido.
Cuelgo el teléfono.
No me siento muy bien por poner a Jack a seguir a Aida, especialmente
sabiendo lo que ella siente por él. Pero tengo que saber lo que está
haciendo. Tengo que saber, de una vez por todas, si el corazón de Aida
pertenece a otra persona o si podría estar disponible, quizás incluso para mí.
Todavía tengo que ir al Ayuntamiento, así que me llevo a mi padre. Ya
está hablando de cómo convertiremos esto en una campaña para la
alcaldía en un par de años. Además, todas las formas en que podemos usar
la Concejalía para enriquecernos mientras tanto.
Apenas puedo prestar atención a nada de eso. Mi mano sigue
escabulléndose en mi bolsillo, apretando mi teléfono para poder levantarlo
en el momento en que Jack llame.
Después de unos cuarenta minutos, me envía un mensaje de texto para
decir:
Ella está en algún lugar de Jackson Park. Veo el auto, pero aún no la he
encontrado, estoy buscando en las tiendas y cafés.
Estoy más tenso que un cable.
¿Qué hay en Jackson Park? ¿Con quién se está reuniendo? Sé que se
está reuniendo con alguien, puedo sentirlo.
Mi padre me pone la mano en el hombro y me sorprende.
—No te ves complacido — dice —¿Qué pasa, no te gusta la oficina?
—No — Niego con la cabeza —Es genial.
—¿Entonces qué es?
No me atrevo. Mi relación con mi padre se basa en el trabajo. Todas
nuestras conversaciones se centran en el negocio familiar. Problemas que
debemos solucionar, acuerdos que debemos hacer, formas en las que
podemos expandirnos, no hablamos de cosas personales, emociones,
sentimientos.
Aun así, necesito un consejo.
—Creo que podría haber cometido un error con Aida — le digo.
Me mira a través de sus lentes, desequilibrado. Eso no es lo que
esperaba que dijera.
—¿Qué quieres decir?
—Era frío y exigente. Cruel, incluso. Ahora puede que sea demasiado
tarde para empezar de nuevo...
Mi padre se cruza de brazos apoyado en el escritorio, probablemente no
quiera hablar de esto, yo tampoco quiero hablar de eso. Pero me está
comiendo vivo.
—Ella no parecía guardar rencor anoche — dice.
Suspiro, mirando por la ventana los rascacielos de enfrente.
A Aida siempre le resbalan los golpes, eso no significa que no esté
herida y eso no significa que será fácil conquistarla. Ella es una nuez
dura, ¿Qué se necesita para abrirla de verdad, para encontrar ese núcleo
vulnerable en su interior?
—¿Cuándo te enamoraste de mamá? — Pregunto, recordando que el
matrimonio de mis padres tampoco era exactamente tradicional.
—No soy una persona sentimental — dice mi padre —Creo que somos
iguales en eso tú y yo. No pienso mucho en el amor o lo que significa, pero
puedo decirte que llegué a confiar en tu madre. Me mostró que podía
confiar en ella, no importa qué y eso es lo que nos unió. Fue entonces
cuando supe que ya no estaba solo porque podía contar con una persona al
menos.
Confianza como esencia del amor.
No suena romántico, no superficialmente.
Pero tiene sentido, especialmente en nuestro mundo. Cualquier gángster
sabe que tus amigos pueden ponerte una bala en la espalda con la misma
facilidad que tus enemigos, incluso más fácil, de hecho.
La confianza es más rara que el amor.
Es poner tu destino, tu felicidad,
alguien. Esperando que lo mantengan a salvo.
tu
vida
en
manos
de
Mi teléfono vibra de nuevo.
—Dame un minuto — le digo a mi padre, saliendo al pasillo para
atender la llamada.
—La vi por un segundo — dice Jack —Estaba en un restaurante con un
chico. Él le dio algo, una cajita. Ella lo puso en su bolso.
—¿Quién era el chico? — Pregunto, con la boca seca y la mano
apretada alrededor del teléfono.
—No lo sé — dice Jack en tono de disculpa —Solo vi la parte de atrás
de su cabeza, tenía el pelo oscuro.
—¿Fue Castle?
—No lo sé. Estaban sentados en el patio, entré al restaurante, iba a tratar
de conseguir una mesa para poder acercarme y escuchar, pero mientras
estaba adentro se fueron y no he podido encontrarla de nuevo.
—¿Dónde está su coche? — Yo exijo.
—Bueno, eso es lo extraño — puedo escuchar a Jack respirar con
dificultad, como si caminara y hablara al mismo tiempo —El Jeep todavía
está en el mismo estacionamiento, pero Aida se ha ido.
Ella debe haberse ido con el tipo.
¡MIERDA!
Mi corazón está acelerado y me siento mal.
¿Está ella con él ahora mismo?
¿A dónde van?
—Sigue buscándola — le espeto al teléfono.
—Lo haré — dice Jack —Solo hay otra cosa...
—¿Qué?
—Encontré un zapato.
Estoy a punto de explotar y Jack no tiene ningún sentido.
—¿De qué carajo estás hablando? — Yo digo.
—Había una zapatilla de deporte en el estacionamiento, cerca del
Jeep. Es un zapato de mujer, Converse slip-on, talla ocho, color crema. Del
pie izquierdo.
Me destrozo los sesos, tratando de recordar qué vestía Aida cuando
entró en el Jeep. Un top corto de color lavanda. Shorts de jean. Piernas
desnudas. Y luego, bajando hasta sus pies... zapatillas de deporte, como de
costumbre. Del tipo que se puede poner sin atar los cordones. Blanco o
crema, estoy casi seguro.
—Quédate ahí — le digo al teléfono — Quédate junto al Jeep, quédate
con el zapato.
Cuelgo el teléfono y me apresuro a regresar a la oficina.
—Tengo que irme — le digo a mi padre —¿Te importa si tomo el
coche?
—Adelante — dice —Tomaré un taxi de regreso a la casa.
Me apresuro a bajar al nivel principal de nuevo, mi mente corriendo.
¿Qué diablos está pasando aquí? ¿Con quién se reunía Aida? ¿Y cómo
perdió un zapato?
Mientras conduzco para encontrarme con Jack, intento llamar a Aida
una y otra vez. Suena su teléfono, pero no contesta.
La cuarta vez que llamo, va directamente al buzón de voz sin siquiera
sonar, lo que significa que su teléfono está apagado.
Me estoy empezando a preocupar.
Tal vez soy un tonto y Aida está alojada en una habitación de hotel en
este momento, rasgando la ropa de otro hombre.
Pero no lo creo.
Sé cómo se ven las pruebas, pero no las creo. No creo que me esté
engañando.
Creo que está en problemas.
25
Aida
Estoy sentada al otro lado de la mesa de mi nuevo mejor amigo, Jeremy
Parker. Me pasa la cajita que he estado esperando y anticipando durante
toda la semana y abro la tapa para mirar dentro.
—Oh, Dios mío, no puedo creerlo — respiro.
—Lo sé — se ríe —Este fue lo más difícil que he hecho en mi vida, me
tomó tres días enteros.
—Eres un hacedor de milagros, honestamente.
Él sonríe, casi tan alegre como yo.
—¿Te importa si pongo todo en mi canal de YouTube? — él dice —
Estuve usando mi GoPro todo el tiempo, obtuve excelentes imágenes.
—¡Por supuesto! — Yo digo.
Cierro la caja, todavía sin apenas creer lo que tengo en la mano y la
guardo en mi bolso, le doy a Jeremy un pequeño sobre de dinero en efectivo
a cambio, la cantidad que acordamos, más una bonificación por salvarme el
puto culo.
—Bueno, llámame si alguna vez me necesitas de nuevo — dice,
dándome un pequeño saludo.
—Espero no necesitarte — me río —Sin ofender.
—No hay problema — se ríe.
Levanta la mano para hacer una señal a la camarera.
—Ya pagué las comidas — le digo.
—¡Oh gracias! No tenías que hacerlo.
—Era lo mínimo que podía hacer.
—Está bien, me voy entonces.
Me saluda con la mano y se va por el restaurante. Atravesé directamente
el patio y luego crucé la calle porque esa es la ruta más rápida hacia el lote
donde dejé el Jeep.
Siento que mis pies apenas tocan la acera.
Esto es tan jodidamente fantástico, tiene que ser algún tipo de señal. Un
milagro genuino.
También es un día magnífico. El sol brilla, la brisa más pequeña sopla
desde el lago, las nubes tan hinchadas y uniformes que parecen un cuadro
infantil.
Estoy tan emocionada de ver a Cal, me sentí mal por no ir a ver su
nueva oficina pero esto no podía esperar, no podía arriesgarme a que algo
más saliera mal, no se enojará por eso cuando vea lo que tengo.
El Jeep de Nessa luce de un blanco brillante bajo el sol, lo lavé y lo
llené de gasolina en el camino como agradecimiento a Nessa por dejarme
tomarlo prestado tantas veces. Incluso aspiré los asientos y tiré todas sus
botellas de agua vacías.
Aun así, el Jeep es eclipsado por el auto estacionado junto a él, un auto
muy familiar.
Me detengo a medio paso, frunciendo el ceño.
No veo a nadie alrededor, probablemente lo mejor que puedo hacer es
subir al Jeep y alejarme lo más rápido posible.
Tan pronto como mis dedos tocan la manija de la puerta, siento que algo
duro y afilado se clava entre mis costillas.
—Hola, nena — susurra una voz profunda en mi oído.
Me quedo perfectamente quieta, repasando mis opciones en mi mente.
Luchar. Correr. Gritar. Intentar marcar mi teléfono.
—Lo que sea que estés pensando, simplemente no lo hagas — gruñe —
No quiero tener que hacerte daño.
—Está bien — le digo, tratando de mantener mi voz lo más casual
posible.
—Te subirás a mi coche.
—Está bien.
—En el maletero.
Mierda.
Estoy cooperando porque parece la mejor opción en este momento, la
que más probablemente lo mantendrá calmado.
Pero tengo que hacer algo.
Presiona el botón de su llavero y abre el maletero.
Intento mirar a mi alrededor sin que él se dé cuenta, el lote está
desordenado y medio vacío. No hay nadie en las inmediaciones que pueda
verme metida en la parte trasera del coche.
Así que hago lo único que se me ocurre, me quito una de mis zapatillas,
la izquierda. Mientras me siento en el maletero abierto, muevo el pie para
quitarme el zapato y tirarlo debajo del Jeep, luego levanto las rodillas y
escondo el pie descalzo debajo de mí, para que no se dé cuenta.
—Acuéstate — dice —No quiero golpearte la cabeza.
Hago lo que dice. Cierra el maletero de golpe, encerrándome en la
oscuridad.
26
Callum
Estoy parado frente al Jeep de Nessa, dando vueltas a la zapatilla una y
otra vez en mi mano.
Es de Aida, estoy seguro.
¿Cómo perdió su zapato?
Ha pasado más de una hora desde que Jack la perdió de vista, pero no
ha vuelto al Jeep. He llamado a su teléfono veinte veces, sigue yendo
directamente al correo de voz.
Dante y Nero se detienen en un Mustang clásico, saltan del coche sin
molestarse en cerrar las puertas tras ellos.
—¿Dónde estaba ella? — Dante dice de inmediato.
—En ese restaurante de allí — señalo el patio al otro lado de la calle —
Se encontró con un amigo, después de que comieron ella desapareció.
—¿Qué amigo? — Pregunta Dante.
—No lo sé — digo.
Me lanza una mirada extraña.
—Tal vez se fue con el amigo misterioso — dice Nero.
—Quizás — estoy de acuerdo —Pero perdió un zapato.
Lo sostengo para que puedan mirarlo. Obviamente lo reconocen, porque
Nero frunce el ceño y Dante comienza a mirar a su alrededor como si Aida
hubiera dejado caer algo más.
—Eso es extraño — dice Nero.
—Sí, lo es — estoy de acuerdo —Por eso los llamé.
—¿Crees que el Carnicero se la llevó? — Dante dice, su voz baja y
retumbante.
—¿Por qué diablos estamos aquí, entonces? — Nero dice. Parece una
corriente que acaba de atravesar su cuerpo. Está agitado, ansioso por actuar.
—No sé si fue Zajac — digo.
—¿Quién más podría ser? — Dante frunce el ceño.
—Bien... — suena loco, pero tengo que decirlo —Podría ser Oliver
Castle.
— ¿Ollie? — Nero se burla, las cejas tan altas que se pierden bajo su
cabello —No es jodidamente probable.
—¿Por qué no?
—Por un lado, es una pequeña perra. Por otro, Aida ha terminado con él
— dice Nero.
Incluso dadas las circunstancias, sus palabras me dan un brillo de
felicidad. Si Aida todavía sentía algo por su ex, sus hermanos lo sabrían.
—No dije que ella fuera con él, dije que podría habérsela llevado —
digo.
—¿Qué te hace pensar eso? — Dante pregunta, frunciendo el ceño.
—El zapato — lo sostengo —Creo que lo dejó como señal, basado en
algo que me dijo una vez.
Oliver y yo no encajábamos. Como un zapato del lado izquierdo en el
pie derecho.
Suena loco, me doy cuenta de eso. No tengo que mirar la cara de sus
hermanos para saber que no están convencidos.
—Todo es posible — dice Dante —Pero primero tenemos que
centrarnos en el mayor peligro, que es Zajac.
—Es martes — dice Nero.
—¿Y qué?
—Eso significa que el Carnicero está visitando a su novia.
—Suponiendo que se apegó a su horario normal y no se tomará una
noche libre para asesinar a nuestra hermana — dice Dante, sombrío.
—La amiga de Aida nos dio la dirección — digo —Suponiendo que
estuviera diciendo la verdad, ella nos drogó justo después...
—Iré al apartamento — dice Dante —Nero, puedes comprobar las casas
de empeño y las tiendas de desguace de Zajac, Cal…
—Voy a buscar a Castle — le digo.
Puedo decir que Dante piensa que es una pérdida de tiempo, mira a Jack
con expresión cautelosa, sospecha que envié a Jack a seguir a Aida, cree
que soy celoso e irracional.
Puede que tenga razón.
Pero no puedo evitar la sensación de que Aida intentaba decirme algo
con este zapato.
—Voy al apartamento de Castle — digo con firmeza.
Pero luego hago una pausa, realmente tratando de pensar en esto. Oliver
vive en un rascacielos en medio de la ciudad. ¿Secuestraría a Aida y la
llevaría allí? Un grito y sus vecinos llamarían a la policía.
—Jack, ve a su apartamento — le digo, cambiando de opinión —Voy a
comprobar un lugar diferente.
—Todos, permanezcan en contacto — dice Dante —Sigan intentando
llamar a Aida también. Tan pronto como alguien la encuentre, avísenle a los
demás y entraremos todos juntos.
Todos asentimos con la cabeza.
Pero ahora mismo sé que si encuentro a Aida, no esperaré ni un
momento a nadie más, voy a entrar y recuperar a mi esposa.
—Toma, toma mi auto — le digo a Dante, arrojándole las llaves —Yo
tomaré el Jeep.
Dante y Nero se separan y Jack regresa a su camioneta. Subo al Jeep,
oliendo el familiar y femenino aroma de mi hermana pequeña: vainilla, lila,
limón. Y luego, más tenue pero perfectamente claro, el aroma a canela y
especias de la propia Aida.
Salgo de la ciudad y me dirijo al sur por la autopista 90, espero no estar
cometiendo un terrible error, el lugar al que voy está a más de una hora de
distancia. Si me equivoco, estaré demasiado lejos de donde esté Aida para
ayudarla, pero me siento impulsado en esta dirección, atraído por un imán
invisible.
Aida me está llamando.
Ella me dejó una señal.
Oliver Castle se la llevó, lo sé.
Y creo que sé exactamente hacia dónde se dirige: la casita en la playa
que acaba de vender Henry Castle, la que amaba Oliver, la que está
completamente vacía en este momento sin nadie alrededor.
27
Aida
No me habría metido en el maldito maletero si hubiera sabido hasta
dónde iba a conducir Oliver, siento que he estado aquí desde
siempre. Además, bebí mucha agua en el almuerzo y realmente tengo que
orinar. También, me preocupa lo que Oliver podría haber hecho con mi
bolso. No fue tan estúpido como para ponerlo aquí conmigo,
desafortunadamente. Estoy ansiosa porque quizás lo haya tirado por la
ventana o algo así, lo que significa que mi pequeño paquete precioso ya ha
vuelto a desaparecer.
Durante mucho tiempo, puedo sentir que estamos en la autopista: un
progreso suave y constante en la misma dirección. Al final, nos desviamos y
comenzamos a conducir lenta y erráticamente por carreteras que
obviamente son más estrechas y con menos mantenimiento, un par de veces
el coche se sacudió con tanta fuerza que me golpeé la cabeza con la parte
superior del maletero.
He estado buscando en la oscuridad, buscando algo útil. Si hubiera una
llanta aquí atrás, la usaría para romperle la crisma a Oliver en el momento
en que abriera el maletero.
Por fin el coche reduce la velocidad, reo que hemos llegado a donde
diablos íbamos. No he encontrado armas, pero eso no me va a
detener. Espero agachada y lista a que Oliver abra el maletero.
Los neumáticos crujen sobre la grava y se detienen, oigo abrirse la
puerta del coche y siento que la suspensión se levanta cuando Oliver retira
su considerable volumen del asiento delantero, luego lo escucho caminar
hacia la parte trasera del auto.
El maletero se abre de golpe.
Aunque el sol se pone, la luz sigue siendo brillante en comparación con
la oscuridad del maletero, mis ojos están deslumbrados. Aun así, pateo con
ambos pies tan fuerte como puedo directamente hacia la entrepierna de
Oliver.
Salta hacia atrás, mis pies apenas hacen contacto con su muslo, esos
malditos reflejos de atleta.
—Tan predecible, Aida — suspira —Siempre peleando.
Me agarra del pie y me tira hasta la mitad del maletero, hace una pausa
cuando nota la falta de una zapatilla en un pie.
—¿Qué le pasó a tu zapato? — él dice.
—¿Cómo debería saberlo? — Yo digo —Estaba ocupada siendo
secuestrada y metida en un baúl, será mejor que no hayas perdido mi bolso
también.
—No lo hice — dice Oliver.
Me suelta el pie y me levanto, mirando a mi alrededor.
Estamos estacionados frente a una casita de playa azul, el agua está a
sólo cien metros de distancia, a través de arena suave de color crema. La
casa está rodeada por gruesos árboles a ambos lados, pero la vista hacia el
agua es clara desde la parte trasera.
Nunca había estado aquí antes. Aun así, sé exactamente dónde
estamos, Oliver hablaba de eso todo el tiempo. Es la cabaña de su familia.
Quería traerme aquí. Habíamos estado en otra cabaña, justo en el borde
del Parque Estatal Indiana Dunes, esa fue la noche de la que Oliver estaba
hablando en la recaudación de fondos, cuando me puse el bikini blanco y
tuvimos sexo en la arena.
Aparentemente, piensa que fue una noche mágica. Para mí, estuvo frío e
incómodo y me picaron un montón de mosquitos.
Ahora estamos de vuelta aquí, esta vez en la residencia Castle, Oliver
venía aquí cuando era niño. Dijo que fue la única vez que pudo ver a sus
padres durante más de diez minutos seguidos. Lo cual es triste, pero no lo
suficiente como para hacerme olvidar la parte del secuestro.
—¿Qué opinas? — Oliver dice con su expresión esperanzada.
—Es, eh... exactamente como lo describiste —digo.
—¡Lo sé! — Oliver dice felizmente, ignorando mi falta de entusiasmo.
—No olvides mi bolso — le digo.
Abre la puerta del lado del conductor de nuevo, para poder recuperar mi
bolso del asiento delantero.
En el momento en que se inclina, corro lejos de él, corriendo hacia el
agua.
Hubiera sido más fácil correr hacia la carretera, pero luego me
encontraría en dos segundos, espero poder esconderme en algún lugar entre
los árboles o las dunas.
Tan pronto como mis pies tocan la arena, me doy cuenta de lo estúpido
que era este plan, yo no corro en absoluto y mucho menos a través de arena
blanda, es como una pesadilla en la que corres lo más rápido que puedes,
pero apenas te mueves.
Mientras tanto, Oliver solía correr las cuarenta yardas en 4.55
segundos. Es posible que haya engordado algunos kilos desde sus días de
gloria, pero cuando agacha la cabeza y mueve los brazos, todavía corre a
través de la arena como un defensa.
Me taclea con tanta fuerza que saca hasta la última molécula de oxígeno
de mis pulmones, están tan desinflados que solo puedo hacer un horrible
sonido de náuseas antes de que finalmente pueda inhalar una dulce
bocanada de aire.
Me palpita la cabeza. Estoy cubierta de arena, está en mi cabello y en
mi boca. Y lo peor de todo, en mi escayola, lo que me va a volver loca.
Oliver ya está de pie de nuevo, mirándome con ojos despiadados.
—No sé por qué te haces esto a ti misma, Aida — dice —Eres tan
autodestructiva.
Quiero decirle que no me tacleé a mí misma, pero apenas respiro, y
mucho menos puedo hablar.
Mientras estoy jadeando y con arcadas, Oliver hurga en mi
bolso. Encuentra mi teléfono. Arrodillándose en la arena, toma una piedra
del tamaño de su puño y rompe la pantalla. Su rostro está rojo por el
esfuerzo, los músculos de su brazo y hombro se tensan. Mi teléfono
prácticamente explota bajo la roca, mientras Oliver lo golpea una y otra
vez.
Luego recoge el metal y el vidrio rotos y los arroja al agua.
—¿Era eso realmente necesario? — Le pregunto una vez que he
recuperado el aliento.
—No quiero que nadie te rastree — dice.
—Nadie…— me interrumpí, mi boca colgando abierta.
Estaba a punto de decir: “Nadie tiene un rastreador en mi teléfono”,
pero me doy cuenta de que no es cierto.
Oliver puso un rastreador en mi teléfono, debe haberlo hecho cuando
estábamos saliendo, así es como siempre supo dónde encontrarme, en
restaurantes, en fiestas. Y más tarde, en la recaudación de fondos de
Callum.
Probablemente así es como me encontró hoy, ha estado observando a
dónde voy. La mayoría de las veces son lugares completamente aburridos
como la escuela, pero todavía me da una sensación de malestar, saber que
yo era un puntito en una pantalla, siempre bajo su ojo.
Oliver deja mi bolso tirado en la arena.
—Vamos — dice —De vuelta a la casa.
No quiero levantarme, pero tampoco quiero que él me cargue. Así que
me arrastro y me arrastro detrás de él, con un solo zapato y un yeso lleno de
arena que me pica y que ya me está volviendo loca.
Intento sacudirlo.
Oliver dice: —¿Qué te pasó?
—Me aplastaron la mano en un baúl — digo. Una risa perversa sale de
mí, cuando me doy cuenta de que me han metido en un baúl dos veces esta
semana. Un nuevo récord, más de las cero veces que había sucedido en toda
mi vida antes de esto.
Oliver me mira sin sonreír.
—Sabía que esto pasaría — dice —Sabía que él no podría cuidarte.
Frunzo el ceño, pisando fuerte a través de la arena. Nunca quise que
nadie me “cuidara”. Oliver siempre estaba tratando de hacerlo y esa es una
de las cosas que me molestaba de él, una vez jugamos pickleball con otra
pareja y Oliver casi se pelea a puñetazos porque el tipo me golpeó con la
pelota. Oliver quería un juego caballeroso, yo quería un desafío.
Siempre me llamaba “princesa” y “ángel”. Y siempre pensé: ¿De quién
diablos estás hablando? Porque seguro que no soy yo.
Pero supongo que también leí mal a Oliver, porque nunca pensé que
haría algo tan loco como esto.
Lo sigo hasta la parte trasera de la casa de la playa y subimos los
escalones gastados por la intemperie, Oliver me abre la puerta.
Me sorprende encontrar la casa casi completamente vacía por
dentro. Estamos en la sala de estar / comedor / cocina, pero no hay mesa,
sillas ni sofás. Solo un colchón desnudo en el suelo, con una manta encima.
No puedo decir que me guste más el aspecto de eso.
—¿Por qué está tan vacío aquí? — Le pregunto a Oliver.
Mira a su alrededor con resentimiento, como si estuviera contando todas
las cosas que faltan.
—Mi padre vendió la casa — dice enojado —Le pedí que no lo hiciera,
pero dijo que el valor es lo más alto posible, y que ahora es el momento de
vender antes de que construyan más propiedades en Chesterton, ¡Como si
necesitara el dinero!
Él suelta una risa áspera y ladradora.
—Este lugar no significa nada para él — dice sombríamente —Yo era a
el único al que le importaba venir aquí.
Estoy muy familiarizada con la crianza de hijo único malcriado pero
descuidado de Oliver, me dijo lo celoso que estaba de que tuviera
hermanos. No tenía hermanos ni amigos de verdad, solo los compañeros de
escuela con los que ‘se suponía’ que debía asociarse, me dijo lo celoso que
estaba de que tuviera hermanos. Sin embargo, nunca conoció a mis
hermanos, no podía verlos llevarse bien.
—Bueno — le digo, tratando de apaciguarlo —Me alegro de haber
podido verlo, finalmente.
Se vuelve para mirarme, sus ojos lucen muy oscuros en la penumbra, su
rostro parece una máscara. Probablemente ha ganado treinta libras desde
que salimos, lo que ha hecho que su rostro parezca más grande y más viejo,
más como el de su padre. Todavía es grande y musculoso; de hecho, el peso
extra hace que sea más fácil para él dominarme como lo demuestra nuestra
breve lucha en la playa, no estoy segura de cómo diablos voy a alejarme de
él cuando es más fuerte y más rápido que yo.
—Ojalá hubieras podido verlo como solía ser — dice Oliver —Con
todas las fotografías y libros, y sofás. Aunque está bien, traje esto aquí, así
que al menos tenemos un lugar para sentarnos.
Se sienta en el colchón, que cruje bajo su peso.
—Vamos, siéntate — dice, palmeando el espacio a su lado.
—Uh, en realidad, tengo muchas ganas orinar — digo.
Es verdad, mi vejiga se siente como si estuviera a punto de estallar,
especialmente después de que Oliver me tacleó en la playa.
Por un momento me mira con sospecha como si no me creyera, cambio
mi peso de mi pie descalzo al que tiene el zapato, sin exagerar mi
incomodidad.
—El baño está por aquí — dice Oliver por fin, levantándose de nuevo.
Me lleva por el pasillo hasta un baño pequeño y bonito con
revestimiento de madera en todas las paredes y un lavabo en forma de
concha, estoy segura de que había toallas y jabón de temática náutica aquí
cuando se amuebló la casa.
Cuando trato de cerrar la puerta, Oliver la detiene con una mano
carnosa.
—No lo creo — dice.
—Necesito orinar — le digo de nuevo, como si se hubiera olvidado.
—Puedes hacerlo con la puerta abierta — dice.
Lo miro, en un enfrentamiento entre su terquedad y mi vejiga palpitante.
Solo puedo durar unos segundos, dejo mis pantalones cortos y me siento
en el inodoro, soltándolo, la pis sale tronando con más dolor que alivio.
Oliver está en la puerta mirándome, hay una pequeña sonrisa en la
esquina de su boca, sus ojos lucen entrecerrados y complacidos.
Ojalá se diera la vuelta y me diera un poco de privacidad. O al menos,
desearía no haber estado orinando tanto tiempo, parece durar una eternidad
y es jodidamente humillante.
Sin embargo, tiene razón: si me hubiera dejado sola en el baño, habría
salido por la ventana en cinco segundos.
Cuando por fin termino, me subo los shorts y me lavo las manos,
volviéndome a secar en la ropa, ya que no hay toallas.
Oliver también mira esto, con una expresión ceñuda. Creo que está
mirando al yeso de nuevo, entonces me doy cuenta de que en realidad está
mirando mi mano izquierda, mi anillo de compromiso.
Empecé a usarlo con más frecuencia, no solo cuando voy a un evento
con Cal.
Puedo decir que Oliver odia verlo. De hecho, tan pronto como volvemos
a la sala de estar, ladra: —Quítate eso.
—¿Esto? — Digo, levantando mi mano izquierda.
—Sí — sisea.
De mala gana, me lo quito del dedo.
Odié ese anillo cuando lo obtuve por primera vez, ya no me importa
tanto, es bastante bonito cómo brilla bajo el sol y no me parece tan extraño
y falso como al principio.
Estoy a punto de ponerlo en mi bolsillo para guardarlo, pero Oliver
dice: —No, dámelo.
No quiero entregárselo, se siente como una traición, pero si me niego,
no es como si pudiera evitar que me lo arranque de la mano, así que se lo
paso en silencio.
Hay una bolsa de herramientas en el piso de la cocina, junto a un parche
de pared un poco más pálido que probablemente tenía daños por agua, hasta
que alguien lo arregló.
Oliver abre la bolsa y saca un martillo, deja mi anillo en la encimera de
la cocina. Luego, como hizo con mi teléfono, lo rompe una y otra vez con el
martillo.
El metal se dobla, las garras se sueltan alrededor de los diamantes y las
piedras se dispersan. Aun así, sigue golpeándola hasta que la banda se
retuerce y se arruina, y la piedra principal se aleja.
Duele más de lo que esperaba ver ese anillo destruido.
Pero lo que realmente me perturba es cómo el martillo está sacando
grandes trozos de la encimera de la barra, a Oliver le importa un bledo el
daño que está haciendo. Sabiendo lo que siente por esta casa, eso no puede
ser algo bueno.
Mientras balancea el martillo, su furia es aterradora. Sus ojos brillan, su
rostro está sonrojado. Está sudando, manchas oscuras en el pecho, la
espalda y las axilas de su camiseta, golpea el anillo unas cien veces.
Finalmente, se detiene, está allí de pie, jadeando, mirándome. Todavía
sosteniendo el martillo.
Él da un paso hacia mí y yo doy un paso atrás, con el corazón acelerado.
Realmente creo que lo está perdiendo.
Cuando conocí a Oliver antes, parecía un tipo bastante agradable, a
veces un poco superficial, a veces un poco pegajoso, pero sobre todo
normal, con solo pequeñas cosas raras.
Ahora, es todo lo contrario: parece estar colgando en el precipicio de la
locura, solo pendiendo de un hilo. Pero no estoy segura de cuál es ese hilo,
¿es esta casa? ¿Es su cariño por mí? ¿O es solo la apariencia de calma,
frágil y fácil de romper?
Da un paso más, luego parece recordar que está sosteniendo el
martillo. Lo deja en el mostrador, sacando su teléfono de su bolsillo en su
lugar.
—Tengamos un poco de música — dice.
Se desplaza por su lista de reproducción, selecciona una canción y deja
el teléfono en el mostrador para que suene.
El sonido metálico de Make You Feel My Love llena la pequeña
habitación.
Cuando la lluvia esté cayendo sobre tu cara
Y el mundo entero esté en tu contra
Podría ofrecerte un cálido abrazo
Para hacerte sentir mi amor
Oliver avanza hacia mí, realmente no hay forma de negarse, toma mi
yeso en su mano izquierda poniendo su otra mano alrededor de mi cintura,
luego nos balancea de un lado a otro, un poco fuera del ritmo.
Puedo sentir el calor irradiando de su cuerpo, su mano está sudada
envuelta alrededor de la mía. Hay un ligero sabor metálico en su sudor, no
sé si siempre fue así o si esto es nuevo.
En agudo contraste con nuestra posición aparentemente romántica, cada
músculo de mi cuerpo está tenso, cada nervio grita que estoy en peligro, que
necesito alejarme de este hombre.
No hay nada romántico en esto, estoy luchando por entender cómo salí
con Oliver. Supongo que nunca le presté tanta atención. Buscaba
diversión, él estaba bien para el viaje. Ahora que realmente lo estoy
mirando a los ojos no me gusta lo que veo allí: necesidad, resentimiento y
un poco de locura.
—Nunca fuimos a bailar juntos — dice Oliver malhumorado —Siempre
quisiste ir con tus amigos.
—Oliver, lamento que...
Me interrumpe —Solías llamarme 'Ollie', eso me gusta mucho más que
Oliver.
Trago incómodamente.
—Todo el mundo te llamaba así — digo.
—Pero sonaba tan hermoso cuando tú lo decías...
Me está acercando más a su cuerpo, intento mantener el espacio entre
nosotros, pero es como nadar contra corriente, es mucho más fuerte que yo.
Me empuja contra su pecho, así que tengo que estirar el cuello para
mirarlo.
—Dilo — ordena —Llámame Ollie.
—Okey... Ollie... — Yo digo.
—Perfecto — suspira.
Agacha la cabeza para besarme.
Sus labios se sienten gruesos y elásticos contra los míos, están
demasiado húmedos y esa nota metálica también está en su saliva.
No puedo hacerlo, no puedo besarlo.
Lo empujo lejos de mí, limpiándome la boca con el dorso de mi brazo
atávicamente.
Oliver cruza los brazos sobre su amplio pecho, frunciendo el ceño.
—¿Por qué siempre tienes que ser tan difícil? — él dice —Sé que eres
miserable con los Griffin y te alejé de eso. En cambio, te traje aquí, al lugar
más hermoso del estado, ¡Mira esa vista!
Señala por la ventana la pálida arena iluminada por la luna y el agua
oscura más allá.
—No me besarás, pero lo besas a él, ¿no? — dice entrecerrando los
ojos —Probablemente también lo hayas follado, ¿No es así? ¿NO ES ASÍ?
Sé que solo lo enojará más, pero no tiene sentido mentir al respecto.
—Estamos casados — le recuerdo.
—Pero no lo amas — dice Oliver, con los ojos brillantes —Di que no lo
amas.
Debería aceptarlo, el martillo todavía está sobre el mostrador, a solo un
par de pies de distancia, Oliver podría tomarlo de nuevo en cualquier
momento, podría hacer que cayera sobre mi cráneo con la misma furia que
aplicaba al anillo.
Debo decir lo que quiera, hacer lo que quiera. Nunca le dije a Callum
que lo amaba, no debería ser difícil decir que no.
Abro mi boca, pero no sale nada.
—No — dice Oliver, sacudiendo la cabeza lentamente —No, eso no es
verdad. No lo amas, solo te casaste con él porque tenías que hacerlo, no te
preocupas por él en realidad.
Aprieto mis labios con fuerza.
Estoy pensando en Callum empujándome hacia atrás contra los asientos
de cuero y poniendo su cara entre mis muslos en la parte trasera del auto,
estoy pensando en cómo me rodeó con sus brazos y saltó por esa tubería sin
dudarlo cuando los hombres del Carnicero nos apuntaron con sus armas,
estoy pensando en cómo dijo que deberíamos trabajar juntos todos los días
y cómo me tomó de la mano en la cena anoche.
—En realidad... — Digo despacio —Lo hago. Lo amo.
—¡NO, NO LO HACES! — Oliver ruge.
Me da un revés en la cara tirándome al suelo, es como ser golpeado por
una pata de oso, hay tanta fuerza detrás de él que todo mi cuerpo se afloja y
apenas me agarro antes de golpearme contra el suelo.
Puedo sentir el sabor del hierro en la boca, me zumban los oídos.
Escupo un poco de sangre en el suelo.
—Solo llévame a casa — murmuro —No vas a conseguir lo que
quieres.
—No vas a ir a casa — dice rotundamente —Son todos iguales. Tú, mi
padre, el puto Callum Griffin... creen que pueden simplemente darle algo a
alguien y dejar que lo tenga y que lo use y hacerles creer que es de ellos
para siempre, luego se lo arrancan de las manos de nuevo, solo porque les
apetece. Bueno, eso no está sucediendo.
Oliver vuelve a su bolsa de herramientas y saca una cuerda enrollada.
No creo que sea una bolsa de herramientas, en realidad no. Porque ¿por
qué diablos tiene una cuerda?
Creo que Oliver ha estado planeando mucho más que una reparación de
la casa desde hace bastante tiempo.
Intento correr pero apenas puedo estar de pie, es fácil para Oliver
atarme como a un pollo y meterme un trapo en la boca.
Se agacha frente a mí, su rostro a centímetros del mío.
—Esto es lo que tienes que entender, Aida — dice en voz baja y
canturreando —No puedo obligarte a ser mía, pero puedo evitar que
pertenezcas a nadie más.
Murmuro algo alrededor de la mordaza.
—¿Qué? — Oliver dice.
Lo digo de nuevo, no más fuerte que antes.
Oliver se inclina aún más cerca.
Echo la cabeza hacia atrás y golpeo mi frente contra su nariz, tan fuerte
como puedo.
—¡Oww, JODER! — Oliver aúlla, ahuecando su mano sobre su nariz
mientras la sangre fluye por sus dedos —¡Mierda, Aida, PERRA!
Oliver me golpea de nuevo. Esta vez, cuando me caigo me hundo a
través del suelo en una oscuridad espesa y silenciosa.
28
Callum
No tengo la dirección exacta de la cabaña de los Castle, pero sé que está
en las afueras de Chesterton y sé su posición aproximada al lago. Entonces,
creo que podré detectarlo según el color y la ubicación general.
Desafortunadamente, hay un montón de pequeñas casas de playa azules
a lo largo de este tramo del lago. Además, está oscureciendo y no hay
muchas farolas a lo largo de esta ruta, apenas puedo decir qué casas son
azules y cuáles son grises o verdes.
Estoy buscando el Maserati de Oliver, pero no puedo contar con eso ya
que podría haber estado conduciendo otra cosa.
Al menos puedo pasar por alto los lugares que están iluminados con
ruido y risas y los asistentes a la fiesta; donde sea que esté Aida, la casa
estará tranquila y relativamente aislada, de eso estoy seguro.
Bajo la ventanilla para tratar de ver mejor algunas de las cabañas que
están apartadas de la carretera, medio escondidas entre los árboles.
Algunos de los caminos de entrada son tan tenues que apenas puedo
verlos. De hecho, casi paso junto a uno sin ver las tenues huellas a través de
la hierba, hasta que huelo una pizca de humo.
Es tan suave que apenas sé qué olor capté, entonces siento la reacción
automática: se me eriza el vello de la nuca y se me acelera el corazón. Es un
olor primitivo y aterrador, una advertencia de peligro.
Aprieto los frenos girando el volante hacia la izquierda, sigo el camino
largo y sinuoso hacia un grupo doble de árboles, entre esos árboles se
encuentra una pequeña casa de playa azul que he visto una vez antes en una
fotografía estropeada.
Efectivamente, el Maserati plateado de Oliver está estacionado junto a
la casa. El maletero está abierto.
Joder, lo sabía.
Detuve mi auto, esperando que Oliver no haya escuchado el motor ni
me haya visto conduciendo por la carretera, salgo del lado del conductor y
me agacho detrás del auto tratando de mirar alrededor de la casa.
Envío un mensaje de texto rápido a los hermanos de Aida, estoy a una
hora de Chicago, no llegarán aquí pronto.
Ahora puedo oler el humo con certeza. De hecho, por encima del sonido
del viento en los árboles creo que escucho el chisporroteo de la madera
quemándose, todas las luces están apagadas pero un alarmante resplandor
naranja emana de la parte trasera de la casa.
A la mierda, no puedo esperar. Si Aida está ahí, tengo que sacarla ahora.
Corro hacia la casa tratando de mantenerme agachado, tengo mi Beretta
conmigo y la desenfundo, estoy receloso de usarla en la oscuridad, sin saber
dónde está Aida, incluso una bala perdida a través de una pared podría darle
accidentalmente.
Doy la vuelta hacia la parte trasera de la casa, tratando de mirar por las
ventanas. No puedo ver una mierda. Entonces, pruebo la puerta trasera y la
encuentro abierta. En el momento en que la abro, sale una nube de humo
negro y espeso, y tengo que bajar aún más, sofocando la tos en el hueco de
mi brazo.
La infusión de aire fresco vigoriza el fuego. Lo escucho chupando el
oxígeno, expandiéndose en calor y tamaño. La cocina está en llamas, los
gabinetes, las encimeras, el piso y el techo están ardiendo.
Mientras trato de esquivar el fuego, tropiezo con algo en el suelo, es
relativamente suave. Por un segundo espero que sea Aida, pero luego me
doy cuenta de que es solo un colchón viejo.
Quiero llamarla, pero no puedo arriesgarme a alertar a Oliver esté donde
esté, intento buscar el nivel principal lo mejor que puedo en el humo y la
oscuridad, no puedo acercarme a la cocina ni al pasillo que hay más allá.
Ella tiene que estar arriba. Tiene que estarlo, porque de lo contrario todo
este lugar se quemará antes de que la encuentre, y no puedo pensar en eso.
Así que me cubro la cara con la camisa y corro escaleras arriba,
pensando sólo en Aida.
Bajo la guardia, no estoy sosteniendo mi arma.
En cuanto llego a la parte superior de las escaleras, Oliver me ataca de
costado, con toda la velocidad y técnica del atleta que alguna vez fue. Me
golpea con tanta fuerza que chocamos contra la pared opuesta, chocando
contra el panel de yeso. Mi arma sale disparada por el pasillo, golpea la
jamba de la puerta y desaparece en una de las habitaciones.
Oliver me está golpeando con ambos puños, lanzándome golpes al
cuerpo directos. Por mala suerte, uno de sus golpes aterriza directamente en
mi apendicectomía de aficionado, rasga los puntos y me hace rugir de dolor.
Es una pulgada más bajo que yo, pero probablemente treinta libras más
pesado. Además, ha estado en muchas peleas de chicos de fraternidad.
Sin embargo, no es un luchador entrenado, después de la conmoción
inicial y el ataque salvaje, levanto mis manos y bloqueo varios de sus
golpes antes de golpearlo en el estómago y la mandíbula.
Los golpes apenas parecen desconcertarlo. Su rostro es casi
irreconocible, su cabello es un lío enredado, tiene un brillo maníaco en sus
ojos y sangre seca le corre desde la nariz hacia abajo alrededor de su boca y
barbilla, como una perilla macabra.
—¿Dónde está ella, maldito psicópata? — Grito levantando los puños.
Oliver se pasa el dorso de la mano por la cara mientras sangre fresca
brota de su nariz.
—Ella me pertenecía primero y me pertenecerá al último — gruñe.
—¡Ella nunca fue tuya! — Yo grito.
Oliver se lanza hacia mí de nuevo, agarrándome por las rodillas. Es tan
imprudente e inflamado que me tira hacia atrás por las escaleras, vamos
dando tumbos de un lado a otro, el lado de mi cabeza golpea contra uno de
los escalones de madera desnudos.
Sin embargo, Oliver se lleva la peor parte, está abajo cuando chocamos
contra el rellano. Lo deja inconsciente, o eso parece.
El humo en el aire es más denso que nunca y respiro con dificultad por
la pelea. Me doblo con un ataque de tos cortando tan fuerte que siento un
dolor agudo en las costillas, como si acabara de sacar una de su lugar, u
Oliver la rompió cuando me arrojó su cuerpo gigante.
Me arrastro escaleras arriba, gritando: —¡AIDA! Aida, ¿dónde estás?
Los gritos rascan mi garganta llena de humo, toso más fuerte que nunca,
las lágrimas brotan de mis ojos.
Oliver me agarra el tobillo y jala, tirando mis pies de debajo de
mí. Caigo hacia abajo en la escalera superior, mi mandíbula golpea contra el
borde de madera, pateo con fuerza con el pie sacándolo del agarre de Castle
y golpeando con el tacón de mi zapato de vestir directamente en su
ojo. Oliver cae hacia atrás, de regreso al rellano.
Estoy subiendo los escalones de nuevo, la parte superior de la casa se
está llenando de humo y puedo sentir el calor que sube desde la cocina, el
fuego debe estar en todo el primer piso ahora, ni siquiera sé si podremos
volver a bajar las escaleras suponiendo que Aida esté incluso aquí.
Ella tiene que estar aquí arriba porque si está en cualquier otro lugar de
la casa, ya está muerta.
Corro por el pasillo, abro todas las puertas y miro en todas las
habitaciones al pasar, cuarto de baño, armario de la ropa, dormitorio
vacío. Luego, por fin, al final del pasillo encuentro la suite principal, está
desprovista de muebles como todas las habitaciones, la casa está despejada
para la venta, pero hay una figura tendida en medio del suelo con las manos
atadas frente a ella, los pies atados con una cuerda y la cabeza apoyada en
una almohada. Lindo. Me alegro de que se asegurara de que estuviera
cómoda antes de intentar quemarla viva.
Corro hacia Aida levantando la cabeza y volviendo la cara para
asegurarme de que está bien.
Presiono mis dedos contra el costado de su garganta, puedo sentir su
pulso al menos mientras inclino su rostro hacia arriba, sus pestañas
revolotean contra su mejilla.
—¡Aida! — Grito, acariciando su mejilla con mi pulgar —¡Estoy aquí!
Sus ojos se abren nublados y aturdidos, pero definitivamente vivos.
—¿Cal? — ella croa.
No hay tiempo para desatarla, así que la levanto y la tiro sobre mi
hombro, pero cuando me giro hacia la puerta veo una forma descomunal
bloqueando nuestro camino.
Suavemente, dejo a Aida en el suelo desnudo. Puedo sentir el calor
irradiando hacia arriba y puedo escuchar el fuego cada vez más fuerte,
debemos estar justo encima de la cocina, el papel tapiz comienza a
ennegrecerse y rizarse, el fuego también está en las paredes.
—Es suficiente, Oliver — le digo levantando mis manos —Tenemos
que salir de aquí antes de que toda la casa se derrumbe.
Oliver le da a su cabeza una extraña sacudida, como si hubiera una
mosca zumbando alrededor de su oreja. Está encorvado, cojeando un poco
en una pierna. Aun así, sus ojos están fijos en mí y sus puños están cerrados
a los costados.
—Ninguno de nosotros se va — dice.
Me ataca por última vez, su hombro golpea mi pecho como un yunque,
estamos luchando y arañándonos el uno al otro, le golpeo la cara, la oreja,
los riñones, cualquier parte de él que pueda alcanzar.
Por el rabillo del ojo veo a Aida golpeando sus manos contra el alféizar
de la ventana. No, no sus manos, su yeso, ella está tratando de romper el
yeso de su mano derecha, gruñendo de dolor golpea una vez más,
rompiendo el yeso. Ahora puede soltar la mano de la cuerda y comienza a
manipular las ataduras alrededor de los tobillos, sus dedos rotos son torpes
y los nudos demasiado apretados.
La pierdo de vista cuando Oliver y yo nos volvemos a dar la vuelta,
cada uno de nosotros luchando con todas nuestras fuerzas. Los dos somos
hombres grandes, puedo sentir el suelo gimiendo peligrosamente debajo de
nosotros. Cada minuto hace más calor, el aire es tan negro y denso que
apenas puedo ver a Aida.
Se pone de pie de un salto y le grito: —¡Coge el arma, Aida! Está en
una de las habitaciones...
Sin embargo, no podrá encontrarla, no podía verla antes y ahora hay
diez veces más humo.
De verdad solo la quiero fuera de aquí, porque el fuego arde debajo de
nosotros y tengo la sensación de que estoy a punto de hundirme en el
infierno.
Pongo mis manos alrededor de la garganta de Castle y lo inmovilizo,
apretando tan fuerte como puedo, sus ojos están estallando. Él está
arañando mis brazos, tirando golpes en mi cara y cuerpo, cada vez más
débiles. Aprieto mi agarre, incluso cuando siento que el piso comienza a
moverse y a gemir debajo de nosotros.
Todo el rincón de la habitación cede, el suelo se convierte en una
plataforma titulada, un tobogán que va desde la puerta hasta el foso ardiente
que se abre debajo de nosotros, nos deslizamos hacia abajo Oliver Castle y
yo encima de él, deslizándonos y cayendo en la hoguera que una vez fue
una cocina.
Dejo ir a Castle e intento retroceder, pero es demasiado tarde, me estoy
deslizando más rápido de lo que puedo escalar, no hay forma de salvarme,
hasta que algo se apodera de mi manga, veo a Aida aferrada al marco de la
puerta con una mano y mi muñeca con la otra. Sus dientes están expuestos
por el esfuerzo, su rostro un rictus de dolor mientras trata de agarrarse al
marco con su mano rota.
No la agarro del brazo, porque puedo ver lo débil que es su agarre, no la
voy a arrastrar conmigo.
—Te amo, Aida — le digo.
—¡No te atrevas! — ella me grita —¡Agarra mi brazo, o saltaré detrás
de ti!
Con cualquier otra persona, sería una amenaza vana.
Aida es la única persona que conozco que es lo suficientemente terca
como para hacerlo.
Así que la agarro del brazo y me levanto, justo cuando las vigas ceden y
toda la habitación se derrumba. Oliver aúlla mientras cae a las llamas, Aida
y yo nos lanzamos a través de la puerta trepando por el pasillo tomados de
la mano, no hay que volver a bajar las escaleras, eso es obvio. En cambio,
corremos hacia el extremo opuesto de la casa y encontramos la habitación
de un niño con calcomanías de veleros todavía pegadas a las paredes. La
antigua habitación de Oliver.
Arranco el alféizar de la ventana y salgo dejando escapar una nueva
columna de humo oscuro, me cuelgo del marco de la ventana y luego me
dejo caer, luego levanto las manos para atrapar a Aida.
Salta a mis brazos, todavía con un solo zapato.
Mientras nos alejamos de la casa, puedo escuchar el distante aullido de
las sirenas.
Llevo a Aida por el camino hacia el Jeep, pero ella tira de su mano fuera
de mi agarre, gritando, —¡Espera!
Ella corre en la dirección opuesta, más allá del infierno de la casa, en la
arena hacia el agua.
Hace una pausa y se agacha para recoger algo: su bolso.
Luego vuelve corriendo hacia mí, sus dientes blancos brillan contra su
rostro sucio mientras me sonríe.
—¡Lo tengo! — dice triunfalmente.
—Puedo comprarte un bolso nuevo — le digo.
—Lo sé — dice ella.
Estoy a punto de arrancar el motor, pero hay algo que tampoco puede
esperar un segundo más.
Agarro a Aida y la beso, saboreando sangre y humo en sus labios.
La beso como si nunca la fuera a dejar ir.
Porque no lo haré. Jamás.
29
Aida
Callum y yo giramos hacia la carretera principal a la derecha cuando el
camión de bomberos avanza rugiendo por el carril en dirección a la casa de
la playa de Castle, o lo que queda de ella, de todos modos.
Puedo ver los rostros de los bomberos cuando nuestro automóvil pasa
frente a su camioneta; nos miran con las cejas arqueadas, pero no pueden
evitar que huyamos de la escena.
—¡Qué jodido viaje! — Grito, mi corazón aún galopa como un caballo
de carreras —¿Sabías que Ollie estaba así de loco? Pensé que era un loco
normal, como tipo 'No quiero que se toque mi comida' o 'hablo conmigo
mismo en la ducha', no como jodidamente mal de la cabeza.
Callum conduce demasiado rápido con las manos bloqueadas en el
volante, es improbable que esté sonriendo casi tanto como yo, ¿Es posible
que mi marido tenso esté empezando a disfrutar de nuestras aventuras?
—No puedo creer que te encontré — dice.
—¡Sí, mierda! ¿Encontraste mi zapato?
—¡Sí, lo encontré! Y lo recordé.
Me mira, sus ojos azules brillantes contra su piel ahumada. No sé cómo
pensé que sus ojos eran fríos, son jodidamente hermosos, los ojos más
impresionantes que he visto en mi vida.
Aún más sorprendente es el hecho de que me entendió y que recordó
nuestra conversación, casi significa más para mí, que el hecho de que vino a
rescatarme.
—En realidad, tengo el otro aquí en alguna parte — dice Cal girando
para buscar en el asiento trasero.
—¡Ojos en la carretera! — Yo le digo. Encuentro la zapatilla un minuto
después, y la vuelvo a poner en mi pie, es cómicamente más limpia que la
otra ahora, por lo que ya no se ven como un conjunto a juego.
—Ahí — digo —Completamente vestida de nuevo.
Los ojos de Cal se posan en mi mano izquierda desnuda.
—No del todo — dice.
—Oh, joder — digo con enojo —Me olvide de eso.
—¿Está en la casa de Castle? — Pregunta Cal.
—Sí, pero Oliver lo rompió.
—No creo que hubiera sobrevivido de cualquier manera — dice Cal y
aprieta mi muslo con la mano —No te preocupes por eso, quería
conseguirte otro de todos modos, sabes que no elegí ese.
—Lo sé — sonrío —Estoy conociendo bastante bien el gusto de
Imogen.
Cal gira hacia la autopista en dirección norte hacia la ciudad
nuevamente.
—Será mejor que llames a tus hermanos — dice —Pensaron que Zajac
te había secuestrado.
—Podría haber estado mejor si lo hubiera hecho —digo arrugando la
nariz —Honestamente creo que sus discursos de villano fueron mejores. Es
un tipo rudo, ¿sabes? Mientras que Oliver era tan quejumbroso, haciendo
viajes de culpa... como, Jesús amigo, descarga Tinder, supéralo.
Callum me mira fijamente por un segundo, luego comienza a reír con
tanta fuerza que sus hombros tiemblan.
—Aida, estás loca, maldita sea — dice.
Me encojo de hombros —Solo una crítica útil.
Marco el teléfono de Dante, pero es Nero quien contesta.
—¿Aida? — él dice.
—Si, soy yo.
—Gracias al diablo, pensé que tendría que conducir hasta ahí en un
segundo.
—¿Por dónde están?
—En el hospital, a Dante le han disparado. ¡Aunque está bien! — se
apresura a añadir —Zajac le metió una bala en el costado, no atinó a nada
crucial.
—¡Esa mierda asquerosa! — Me hierve la sangre —Él pagará por eso.
—Ya lo hizo — dice Nero con suavidad —Él está muerto, Dante tiene
mejor puntería que el Carnicero.
—¿Muerto? ¿Estás seguro?
Cal me mira siguiendo mi lado de la conversación, pero igualmente
incrédulo.
—Totalmente seguro — dice Nero con firmeza —A menos que tenga
una cabeza extra por ahí, está acabado.
—Bueno, mierda —digo recostándome en mi asiento. Esta fue
realmente una noche llena de acontecimientos.
Miro a Callum, cuyo rostro se ve pálido bajo el hollín, tiene un corte feo
sobre la ceja derecha y hace una mueca de dolor cada vez que respira
hondo.
Ahora que lo pienso, no estoy exactamente en plena forma. Mi mano
palpita al ritmo de los latidos de mi corazón y mis dedos anular y meñique
se han hinchado de nuevo, probablemente voy a necesitar otro yeso.
—¿En qué hospital están? — Le pregunto a Nero —Es posible que
necesitemos unirnos a ustedes.
Nos toma un par de horas a Callum y a mí limpiarnos y arreglarnos en
Saint Joseph's, Dante estará ahí por lo menos unos días, tuvieron que
ponerle tres pintas de sangre. Jack y Nero le hacen compañía, me sorprende
ver sus rostros magullados y maltratados.
—¿Qué diablos les pasó? — Les pregunto.
—Mientras Dante estaba teniendo un tiroteo en el apartamento de la
amante, Jack y yo NO encontrábamos al Carnicero y su lugarteniente nos
pateaba el trasero.
—No sólo el lugarteniente — dice Jack. Tiene un ojo morado tanto que
ni siquiera puede ver por el lado izquierdo. —Había al menos cuatro de
ellos.
—Jack aquí es un luchador serio — dice Nero, en un tono
impresionado —Él les hizo comer tierra, ¿no es así, chico Jackie?
—Supongo que no es tan malo cuando está de nuestro lado — digo.
Jack me da una media sonrisa, sólo media porque el otro lado de su cara
está demasiado hinchado para moverse.
—¿Fue un cumplido? — él dice.
—No dejes que se te suba a la cabeza — le digo.
—Ustedes dos tampoco se ven tan calientes — me informa Nero.
—Bueno, ahí es donde te equivocas — me río entre dientes —Si
hubiéramos estado más calientes, habríamos sido briquetas de carbón.
Fergus Griffin viene a recogernos, aunque tenemos el Jeep estacionado
afuera.
—Dos visitas al hospital en una semana — dice dándonos a Cal y a mí
una mirada severa a través de sus anteojos con montura de cuerno —Espero
que esto no se convierta en un pasatiempo para ustedes dos.
—No — dice Cal envolviendo su brazo alrededor de mis hombros en el
asiento trasero del Beamer —No creo que vayamos a hacer nada demasiado
loco la semana que viene, excepto tal vez buscar un apartamento.
—¿Oh? — Fergus hace una pausa antes de poner el coche en marcha,
nos mira por el espejo retrovisor —¿Quieren tener su propio lugar?
Callum me mira.
—Sí — dice —Creo que es el momento.
Mi corazón se siente pesado y cálido en mi pecho, me encanta la idea de
encontrar un lugar con Cal, no mi casa ni la suya, sino una que elijamos
juntos.
—Eso es bueno — dice Fergus, asintiendo —Me alegro de escucharlo,
hijo.
Curiosamente, cuando nos detenemos frente a la mansión Griffin, por
primera vez se siente como en casa, recibo ese toque de comodida, sé que
es un lugar seguro para descansar, y maldita sea, estoy exhausta de repente.
Tropiezo un poco al salir del coche, me he puesto rígida y dolorida por
estar sentada, aunque sé que está tan agotado y probablemente más herido
que yo, Cal me toma en brazos y me lleva a la casa, como un novio que
lleva a la novia por el umbral.
—¿No deberías guardar eso para nuestro nuevo apartamento? — Me
burlo de él.
—Voy a llevarte a todas partes así — dice Cal —Por un lado, me
gusta. Y por otro, evitará que nadie más te atrape.
—A ti también te secuestraron, una de esas veces — le recuerdo.
Me lleva hasta las escaleras.
—¡Te vas a romper las costillas otra vez! — Yo le digo.
—Oh, todavía están rotas en este momento — me asegura —No
hicieron mucho al respecto en el hospital, ni siquiera me vendaron, sólo me
dieron un par de Tylenol.
—¿Eso ayudó?
—Ni un jodido poco — dice, resoplando y gimiendo cuando finalmente
llegamos a la parte superior de las escaleras.
Luego me baja, me pongo de puntillas para besarlo suavemente en los
labios.
—Gracias — le digo.
—Aún no he terminado de cuidarte — dice —Aún necesitas limpiarte.
—Oh nooooo — me quejo recordando que estoy completamente
sucia —Déjame ir a dormir, me acostaré en el suelo.
—Ve a cepillarte los dientes — dice —O te odiarás a ti misma por la
mañana.
Gruñendo, me dirijo al baño para cepillarme y usar hilo dental. Cuando
termino, Cal tiene la ducha abierta y toallas frescas y suaves esperándonos.
Enjabona todo mi cuerpo, haciéndolo hasta que la espuma que baja
hacia el desagüe cambia de negro a gris y luego a clara. Sus dedos amasan
en mi cuello y hombros rígidos. Junto con el agua caliente, resuelve todos
los trozos tensos y anudados, hasta que me siento como un fideo de
espagueti húmedo en lugar de un pretzel doblado.
Para cuando los dos estamos completamente limpios, ya no estoy
cansada. De hecho, partes de mí están muy despiertas.
—Mi turno — digo frotando a Cal con su toalla. Lo paso por la curva de
su ancha espalda, por su perfecto trasero, los bultos de sus tendones y
pantorrillas.
Está cubierto de magulladuras, rasguños, ronchas, así como los cortes
más profundos del Carnicero. Sin embargo, nunca había visto un cuerpo
más impecable. Este hombre es perfecto, perfecto para mí. Me encanta su
forma, su olor, la forma en que se sienten sus brazos envueltos a mi
alrededor.
Le doy la vuelta y empiezo a secarle la parte delantera, empezando por
los pies y avanzando hacia arriba. Al pasar los muslos, llego a esa polla
gruesa e hinchada, tibia y limpia de la ducha. La tomo en mi mano,
sintiendo que se expande dentro de mi agarre, la piel es extraordinariamente
suave, acaricio con la punta de mis dedos a lo largo. Su polla se estira hacia
mi mano, casi como si tuviera mente propia, aprieto el eje justo debajo de la
cabeza, haciendo que Cal gima.
Me atrae hacia sí.
—Se supone que debo cuidar de ti — gruñe.
—Puedes, en un minuto —digo.
Tomo su polla en mi boca chupando suavemente la cabeza, su polla se
llena al máximo con tanta fuerza que la piel se tensa. Paso mi lengua arriba
y abajo de su longitud en movimientos largos y suaves y luego en ligeros
movimientos burlones. Luego vuelvo a tomar todo lo que puedo en la boca
y trato de forzar la cabeza hacia atrás, hacia mi garganta.
Es muy difícil lidiar con una polla de este tamaño, estoy desarrollando
un nuevo respeto por las estrellas del porno, ¿Cómo diablos consiguen
meter todo ahí hasta la base? Tendría que ser un maldito traga espadas.
Llego a la mitad de su eje antes de sentir náuseas y tener que volver a
sacarlo.
A Callum no parece importarle, creo que me dejaría practicar con él
toda la noche. Ya he aprendido algunas cosas, sé que le encanta cuando tiro
y acaricio suavemente sus bolas mientras deslizo mis labios hacia arriba y
hacia abajo por su eje, lo hace gemir tan profundo que es casi un retumbar
en su pecho.
Realmente podría hacer esto toda la noche, no hay nada más íntimo y
confiado que tener la parte más vulnerable de ti en la boca de la otra
persona, nunca quise hacer que alguien se sintiera más bien que ahora, en
este momento. Callum me salvó la vida esta noche, me habría quemado
hasta morir, tal vez sin siquiera despertarme, lo mínimo que puedo hacer es
darle la mejor liberación que jamás haya conocido.
Cal me encontró, tal como prometió. No fue mi padre ni mis hermanos,
fue mi marido. Este hombre al que ni siquiera quería y ahora no puedo
imaginarme estar sin él.
Debería adorar su cuerpo toda la noche, besar cada rasguño y moretón.
Pero, como de costumbre, Cal tiene sus propios planes. Me tira sobre la
cama para que estemos acostados uno al lado del otro, su cabeza dando a
mis pies, luego pone su cabeza entre mis muslos y comienza a comerme el
coño como si estuviera hambriento y es lo único que lo mantiene vivo.
Vuelvo a trabajar en su polla al mismo tiempo. En todo caso, es aún más
difícil atenderlo desde este ángulo al revés, pero no importa. Lo estoy
complaciendo, y él me está complaciendo a mí, paso mi lengua por su piel
suave y tersa, sintiendo la misma calidez y humedad en mí, es íntimo y está
conectado. Y, sobre todo, se siente como si fuéramos iguales, que ambos
estamos aprendiendo a dar y ambos estamos aprendiendo a recibir.
No pensé que Cal me encontraría, no pensé que nadie lo haría, parecía
imposible.
Pero en el futuro, si alguna vez me meto en problemas nuevamente,
sabré que mi esposo vendrá por mí.
Dios, es tan bueno en esto. Ya puedo sentir los pulsos de placer que me
atraviesan, haciéndose más fuertes a cada minuto.
Sin embargo, no quiero correrme así. Quiero sentirlo dentro de mí.
Así que me doy la vuelta y me subo encima de él a horcajadas sobre sus
caderas, bajándome sobre su polla. Se desliza dentro de mí con facilidad,
humedecido con mi propia saliva, como yo con la suya.
Miro su rostro severo y hermoso, la intensidad de esos ojos azules solía
asustarme, ahora anhelo la sensación de ellos fijos en mi cara, la forma en
que ilumina mis neuronas, me hace sentir ansiosa, salvaje y atrevida. Siento
que haría cualquier cosa para mantener su atención, para despertar esa
mirada de hambre en sus ojos.
Pone sus manos en mis caderas agarrándome con esos dedos largos y
fuertes, me estoy sonrojando y quiero montarlo más fuerte y más rápido, me
obliga a reducir la velocidad, a mantener el mismo ritmo constante.
Mi clímax está aumentando de nuevo, mi coño se aprieta alrededor de
su polla, mi cuerpo está exigiendo aumentar la presión, empujarme al
límite, Callum empuja sus caderas hacia arriba follándome profundamente,
tengo las palmas de las manos sobre su pecho, mis brazos están rígidos por
el esfuerzo de montarlo.
Cal cambia sus manos de mis caderas a mis pechos, los amasa en sus
manos, ahora puedo acelerar un poco moviendo mis caderas para deslizar
mi coño hacia arriba y hacia abajo sobre su polla.
Sus manos siguen el ritmo de mi movimiento, está apretando mis
pechos deslizando sus dedos hasta mis pezones con cada apretón. Empiezo
a correrme, echando la cabeza hacia atrás y apretando mi clítoris con fuerza
contra su cuerpo.
Callum pellizca mis pezones, un apretón largo y prolongado que envía
una sacudida de placer que rebota de un lado a otro desde el pecho hasta la
ingle. Intensifica el orgasmo mientras lo rebota una y otra vez.
Es tan fuerte que ya ni siquiera puedo estar encima de él. Mi coño
palpita, palpita con las secuelas de ese clímax.
Pero aún no he terminado, quiero terminar lo que comencé antes.
Me bajo de Callum y me arrodillo entre sus piernas, pongo su polla de
nuevo en mi boca, saboreándome en su piel. Es un sabor cálido, almizclado
y ligeramente dulce, que se mezcla bien con el aroma de su piel y el ligero
sabor salado del líquido transparente que se escapa de la cabeza de su polla.
Quiero más.
Empiezo a chuparlo incluso con más entusiasmo que antes, mis labios
están hinchados y sensibles por mi clímax, siento cada pequeña cresta y
vena de su polla contra mi lengua, puedo sentir su pulso y cómo su polla se
tensa y palpita a medida que se acerca más y más al borde.
Agarrando la base de su polla, chupo con fuerza en la cabeza,
volcándolo.
—¡Oh, Dios, Aida! — grita, mientras explota en mi boca.
Su semen es espeso, resbaladizo y cálido, me encanta cómo sabe
mezclado con mi propia humedad. Se supone que debemos estar juntos, él y
yo. Salado y dulce.
Cuando le he drenado hasta la última gota, me envuelve en sus brazos
de nuevo, nuestras piernas entrelazadas bajo las sábanas, creo que incluso
puedo sentir nuestros corazones latiendo al mismo tiempo.
30
Callum
Al día siguiente, llevé a Aida a la búsqueda de una casa en toda la Costa
de Oro, y al Old Town también, en caso de que ella prefiera estar en su
antiguo barrio. Buscamos casas adosadas, áticos, walk-ups, elegantes
apartamentos en elegantes edificios y modernos lofts convertidos, cualquier
cosa y todo lo que creo que le gustará.
Al final elegimos algo en el medio: una antigua iglesia que se ha
convertido en pisos. Nuestro apartamento está en el último piso, por lo que
incluye un rosetón completo dentro de un arco apuntado, que constituye
casi la totalidad de la pared del salón.
A Aida le encantó tanto que hicimos un depósito en el acto.
Después de eso, arreglamos la otra cosa que faltaba en nuestro
matrimonio: llevo a Aida a elegir un anillo adecuado. Uno que ella misma
elija, para adaptarse a sus propios gustos y preferencias, espero que se
decida por una banda sencilla pero me sorprende al elegir una pequeña
piedra central de talla esmeralda con baguettes de filigrana, tiene líneas
limpias y un toque del viejo mundo al respecto, le queda perfectamente.
Cuando se lo pongo en el dedo, repito los votos que pronuncié tan
descuidadamente la primera vez.
Ahora saboreo cada palabra, hablando desde el corazón.
—Yo, Callum, te tomo a ti, Aida, para que seas mi esposa, prometo ser
fiel a ti en las buenas y en las malas, en la enfermedad y en la salud. Te
amaré y te honraré todos los días de mi vida. Te lo prometo, Aida, siempre
estaré ahí para ti, nunca te dejaré caer.
—Lo sé — dice, mirándome —Sé exactamente lo que harías por mí.
Para celebrar el comienzo de nuestra nueva vida juntos, la llevo a
almorzar en Blackbird.
Cuando nos sentamos, Aida deja su bolso sobre la mesa entre nosotros,
sonriendo alegremente.
—De hecho, también tengo algo para ti — dice.
—¿Qué es? — Le pregunto sin tener la más mínima conjetura en mi
mente, no sé si alguna vez he recibido un regalo que realmente me haya
emocionado. Estoy acostumbrado a poner una sonrisa falsa por aceptar
gemelos o colonia.
—Casi me parece una estupidez regalártelo — dice Aida pasándome
una caja pequeña y plana —Dado que ya es tuyo.
Levanto la caja, que es sorprendentemente pesada. Cuando abro la tapa,
veo un reloj de bolsillo dorado. Se ve exactamente como el reloj de mi
abuelo pero sé que no puede ser, ella debe haber hecho una réplica de
alguna manera.
—¿Cómo lo hiciste? — Le pregunto con asombro —Se ve exactamente
igual, incluso un poco gastado...
—Más gastado de lo que estaba, probablemente — dice Aida,
culpable —Ha estado en el fondo del lago durante semanas.
—¿Qué? — Digo con incredulidad —Este no puede ser el mismo reloj.
—Absolutamente lo es — dice Aida triunfalmente.
—¿Cómo?
—¿Has visto a Cameron Bell?
—No, ¿Quién es ese?
—Hace estos videos de YouTube sobre cómo encontrar un tesoro
hundido. Es un buceador. Como sea, vi este video donde encontró el
pendiente de una dama que se le había caído a un río. Y pensé, si él puede
hacer eso...
—¿Así que lo llamaste?
—Así es — dice Aida triunfalmente —Quiero decir, le pagué
obviamente, y lo usará para su canal, le tomó tres días completos y dos
detectores de metales diferentes, ¡pero lo encontró!
Doy la vuelta al reloj en mis manos, incapaz de creerlo incluso mientras
lo sostengo.
Miro el rostro esperanzado y culpable de Aida.
Solo Aida creería que podría recuperar el reloj, ni siquiera consideré si
sería posible, también podría drenar todo el maldito lago antes de lograr que
ella se rindiera.
Amo a esta mujer, el día que prendió fuego a mi casa fue el día más
afortunado de mi vida. Realmente es la suerte de los irlandeses: perverso,
inexplicable, y absolutamente fantástico.
—¿Me perdonas por tirarlo en primer lugar?— me pregunta deslizando
su pequeña mano delgada en la mía.
—No debería decirte lo mucho que podrías salirte con la tuya, Aida —
digo, negando con la cabeza —Pero ya sabes que te perdonaría todo lo que
hicieras.
—¿Cualquier cosa? — dice, sonriendo con picardía.
—Sí — digo —Pero, por favor, no pruebes esa teoría.
Aida se inclina sobre la mesa para besarme, ella se echa hacia atrás un
poco para que su nariz toque la mía.
—Te amo — dice ella —¿Ya te dije eso?
—No— sonrío —Dime de nuevo.
Brutal Prince
ESCENA ADICIONAL
Callum
Víspera de Todos los Santos
Se supone que esta noche llevaré a Aida a un evento benéfico en Six
Flags, pero todavía no nos hemos puesto de acuerdo sobre nuestros
disfraces.
Ella tiene su corazón puesto en que seamos Frodo y Gandalf, yo digo
que no hay forma de que lleve barba y vestido toda la noche.
— ¡No es un vestido! ¡Es una bata! — me grita con una expresión de
incredulidad escandalizada de que pueda estar casada con alguien que no
comprende los matices de la moda de la Tierra Media, mientras que creo
que debería estar impresionada de que yo sepa qué es la Tierra Media.
Seguro que no lo sabía hace seis meses.
—¿Por qué no podemos hacer algo clásico? — Le pregunto —¿Qué
hay de Danny y Sandy de Grease?
Aida hace una mueca.
—¿Qué hay de Marilyn Monroe y Joe DiMaggio?
—No se puede usar el uniforme de los Yankees — dice —Eso es un
sacrilegio.
—¿Entonces qué? — Le pregunto —Por favor, no digas Harry Potter.
— No iba a decir Harry Potter.
Ella hace un movimiento despectivo de su cabeza, pero puedo decir por
el color de sus mejillas que absolutamente, cien por ciento, estaba a punto
de sugerir a Harry Potter como su próxima idea.
—Vamos. — la convenzo —Solo tenemos que ponernos algo para poder
ir al evento y tomar un par de fotos, entonces tendremos algo de tiempo a
solas, solo nosotros dos...
Coloco un mechón de su pelo oscuro brillante detrás de su oreja, dejé
que mis dedos recorrieran la línea de su mandíbula hasta llegar a su
pequeña barbilla, delicadamente puntiaguda y obstinada.
He estado trabajando duro esta semana y Aida también, siento que
apenas hemos tenido cinco minutos juntos. De hecho, mientras mi pulgar
roza su labio inferior, puedo sentir mi polla hinchándose dentro de mis
pantalones, presionando incómodamente contra la cremallera, necesito a mi
esposa. Gravemente.
—Tal vez deberíamos simplemente hacer estallar esta cosa... —
Ofrezco. Estoy a punto de agarrarla y acercarla, así puedo aplastar esos
suaves labios contra los míos y saborear la dulzura de su boca.
—¡No podemos! — Dice Aida —Es para el segundo comienzo.
Le doy una mirada en blanco, ella pone los ojos en blanco y aclara: —
Es la caridad para estudiantes maduros, ¿recuerdas? Tu mamá ha
confirmado que vamos a ir unas cien veces, se volverá loca si la
abandonamos.
Yo suspiro.
—Ok, solo elige algo. Pero, por favor, Aida, nada demasiado extraño,
no quiero que una situación de Justin Trudeau vuelva a morderme el
trasero.
—Puedes confiar en mí — dice Aida mirándome con su sonrisa más
atrevida y menos confiable —Encontraré la cosa perfecta.
Se pone de puntillas para besarme, realmente ha pasado demasiado
tiempo desde que la besé correctamente. Casi olvido lo bien que huele,
especialmente cuando ha estado corriendo afuera la mitad del día, huele a
jabón limpio, aire fresco y hojas quemadas, ese toque de humo en su
cabello hace que mi corazón se acelere al triple, siempre asociaré Aida con
el olor del fuego.
Intento envolverla en mis brazos, pero ella se escapa de mi agarre
dándole un pequeño golpe a mi trasero mientras se libera.
—Conseguiré los disfraces — promete —No te preocupes por nada —
Mmm, nunca es una buena señal cuando cita letras de canciones.
Sin embargo, no hay tiempo para preocuparse por eso, tengo una
montaña de jodidas tonterías burocráticas que examinar.
No puedo decir que esté disfrutando particularmente el trabajo real de
ser un Concejal, es tedioso e interminable pero abre todas las puertas que
esperaba y más, estoy metiendo mis dedos en todos los negocios
importantes en Chicago de una forma u otra. Las personas que se alejaron
de mi familia gracias a la mancha de nuestro pasado criminal ahora se ven
obligadas a trabajar conmigo si quieren hacer algo, mi sello de goma bien
podría ser un garrote.
Así que con las reuniones y las llamadas telefónicas y la entrega de una
canasta ridículamente grande de whisky y chocolate amargo de Cárdenas,
(que mejor será solo la salva inicial de favores que planea hacer por mí, si
realmente quiere que se cambie la zonificación para su próxima propiedad),
la tarde pasa.
Hacia las seis de la tarde, mi secretaria llama a la puerta con una gran
caja blanca, es tan grande que apenas puede empujar la puerta para abrirla
con la cadera tambaleándose sobre sus tacones. Por supuesto, Evangeline
solo pesa alrededor de 96 libras, incluso incluyendo sus cardigans de gran
tamaño, así que supongo que todo le parece pesado.
—Su esposa le hizo llegar esto — dice jadeando un poco mientras deja
caer la caja sobre mi escritorio —Ella me dijo que le ayudara a cerrar la
cremallera, y que me asegurara de que esté listo a las 6:15.
Se coloca las gafas con montura de plástico en la nariz y mira el reloj.
—Eso es solo dentro de doce minutos — agrega amablemente.
Intento prepararme para lo que sea que me encuentre dentro, es como
Aida envía el disfraz en el último momento para que no tenga tiempo para
discutir.
Abro la tapa, me encuentro con el olor acre del caucho y un montón de
tela negra.
Levanto el pesado traje y lo sujeto ante la mirada encantada de
Evangeline.
—¡Oooh! — ella chilla — ¡Batman! Eso es perfecto, señor Griffin,
podría verlo como el Caballero de la Noche.
No me veo a mí mismo como el tipo de héroe en absoluto, pero supongo
que Batman es una buena elección en ese sentido. Es estratégico, calculado,
útil. No un Boy Scout como Superman.
No puedo evitar sonreír un poco ante la emoción de Aida, supongo que
soy el rico hombre de negocios que desempeña un papel durante el día y
otro durante la noche.
Será perfecto para el evento benéfico, ahora todo lo que tengo que
preocuparme es cómo planea vestirse Aida para combinar, podía verla ir
como el Pingüino solo para joderme.
—¿Necesita ayuda para ponérselo? — Evangeline pregunta, con suerte.
Evangeline tiene el doble de mi edad y es abuela de tres, pero eso nunca
le impide involucrarse en un leve acoso laboral.
Aida encuentra esto absolutamente divertido, se ha convertido en la
mejor amiga de Evangeline como parece hacer con la mayoría de las
personas si se le da suficiente tiempo, Aida le trae a mi secretaria un
mochaccino helado cada vez que viene a visitarme y las escucho riéndose
durante veinte minutos o más antes de que Aida venga a mi oficina.
—No, gracias — le digo a Evangeline con firmeza —Puedo hacerlo yo
mismo.
Es más fácil decirlo que hacerlo, me paso los doce minutos completos
luchando con el traje, la capa y la capucha y me lo pongo todo a tiempo
para apresurarme hacia el auto que me espera.
Aida está de pie junto al Lincoln negro vestida con un traje verde
brillante, botas hasta la rodilla y una capa hecha de hojas. Se ha puesto una
especie de enjuague en el cabello para darle un tono rojizo, se ve bastante
llamativo contra su piel aceitunada, ella se ha pintado los labios de un rojo
cereza a juego.
El traje abraza sus curvas como si estuviera pintado en su cuerpo. Tengo
que detenerme y mirar, antes de que pueda siquiera pensar en hablar.
—¿Cómo diablos se supone que voy a mantener mis manos fuera de ti?
— Le pregunto.
—No lo harás — me sonríe.
—Nunca pensé que pudieras verte tan bien de pelirroja.
—Dilo de nuevo con la voz de Batman.
—Absolutamente no. No voy a hacer esa voz en toda la noche.
—Sólo una vez, ¿Por favor?
Echo un vistazo rápido hacia el asiento del conductor para asegurarme
de que Jack no está escuchando, luego bajo mi voz a su tono más grave y
digo ¡RACHELLLL!
Aida se ríe tanto que creo que se va a orinar en su nuevo disfraz, —Eso
fue todo — le advierto —No voy a hacerlo más.
—Fue perfecto — dice ella.
Inclina sus labios carnosos y rojos para besarme. Cuando nuestras bocas
se encuentran, desliza su lengua cálida y suave en la mía bailando
suavemente sobre mis labios, le devuelvo el beso con el doble de
profundidad, saboreando ese rico y dulce sabor que solo le pertenece a ella.
— Cuidado — susurra —Tengo un beso venenoso.
— Lo sé — le gruño —Recuerdo el día de nuestra boda.
Ella se ríe, no lo siente en absoluto.
Yo tampoco. Cada lucha, cada pelea, cada locura que ella o yo hicimos
nos trajo aquí a este momento, no cambiaría nada de eso porque no podía
arriesgarme a que fuera de otra manera. Tengo a Aida, esta chica que me
desafía y me completa de formas que nunca hubiera imaginado, lo que fuera
necesario para llegar hasta aquí, lo haría cien veces.
La beso una vez más y luego nos subimos a la parte trasera del auto,
Aida con gracia y yo con mucha dificultad ya que el traje de goma apenas
se dobla por las rodillas, asegurándonos de no cerrar mi capa en la puerta,
estamos en camino.
Jack nos lleva a Six Flags, todo el parque se ha alquilado para pasar la
noche por lo que los estudiantes maduros patrocinados por la organización
benéfica pueden traer a sus hijos y montar en las montañas rusas durante
toda la noche mientras se deleitan con conos de nieve, palomitas de maíz,
pretzels y hot dogs.
Tan pronto como llegamos, encuentro a mi madre. Está vestida como
Medusa con un traje griego con una cabeza gloriosa llena de serpientes, me
pone a prueba estrechando la mano de todos los demás miembros de la
junta así como de varios graduados recientes.
Ella tiene representantes de los medios de comunicación por todas
partes tomando fotos, así que tengo que posar durante cada apretón de
manos, dando mi mejor sonrisa de político.
—Eso es perfecto — dice mi madre feliz —Pondremos las mejores
fotos en el sitio web, estamos en una tasa de ejecución para duplicar
nuestras donaciones del año pasado.
Ella no puede evitarlo, ya sea una organización benéfica, una cena o la
despiadada adquisición de otra empresa, mi madre tiene que superar las
expectativas en todo momento.
El fotógrafo toma algunas fotos más y luego hace una pausa.
—Ya sabes — dice —Deberíamos hacer que tú y tu esposa se suban a la
nueva montaña rusa, es perfecto con sus disfraces.
—Claro, lo que sea — digo.
Aida se queda inmóvil a mi lado.
—¿Qué montaña rusa? — ella dice.
—Es la montaña rusa de caída libre de The Joker, simplemente lo
pusieron, es perfecta para Batman y Poison Ivy — sonríe.
—¿Qué eh... qué significa 'caída libre'? — Dice Aida.
Nunca antes había escuchado este tono de voz en ella, si no lo supiera
mejor casi pensaría que mi imprudente y aventurera esposa estaba asustada.
Sin darse cuenta de que Aida se está volviendo tan verde como su traje,
el fotógrafo responde alegremente: —¡Oh, te va a encantar! No estás en la
cima de las vías en absoluto, los asientos están a ambos lados, ¡así que
básicamente estás girando y volteando en el aire!
—¿Girando y volteando? — Aida repite tragando saliva.
—¡Sí! — dice el fotógrafo cargando su bolso al hombro y preparándose
para llevarnos —Son doce pisos de altura, colinas de 90 grados, mucha
caída libre... cosas realmente de vanguardia, me sorprende que no hayas
leído sobre eso, la tecnología magnética es completamente nueva, nunca
antes se había utilizado...
Es como si estuviera leyendo un libro de jugadas de cosas que suenan
absolutamente horribles, los ojos de Aida se han vuelto tan grandes que
ocupan la mitad de su rostro.
—No tienes que seguir adelante — le digo —Puedo ir solo si tienes
miedo.
Aida gira su cabeza para mirarme.
—No tengo miedo — dice mordazmente —Es sólo un paseo.
Aun así, sus rodillas se ven más que un poco temblorosas mientras
marcha detrás del fotógrafo en dirección a la enorme estructura de acero
verde y violeta.
Sacudiendo la cabeza ante su terquedad, me pongo en línea con Aida.
Con el parque mucho menos concurrido de lo habitual, solo tenemos unos
tres minutos para prepararnos antes de atarnos los arneses.
—¡Okey! — dice el fotógrafo dándonos el visto bueno —Estaré aquí
abajo, ¡Intenten lucir súper emocionados! Los atraparé cuando lleguen por
esa curva.
Señala una de las primeras vueltas del recorrido.
Aida está silenciosa y pálida luciendo como si estuviera a punto de ser
ejecutada.
—Todavía puedes salir — le digo.
—Nunca — dice cerrando los ojos con resignación.
Los coches dan una sacudida cuando el elevador de cadena se pone en
movimiento dando bandazos y hace el primer ascenso.
Debo admitir que estoy fascinado por esta grieta en la armadura de
Aida, nunca antes la había visto asustada de nada, ni siquiera cosas que
realmente pudieran matarla.
Ella respira rápida y superficialmente, su pecho se esfuerza contra el
delgado material de su traje, puedo ver las puntas de sus pezones y sus
manos rígidas agarrando las correas de su arnés de seguridad.
Tal vez solo muestre lo retorcido que me he vuelto, pero algo en toda
esta situación es extrañamente... excitante, tal vez sea porque la Aida que
tiene miedo se parece mucho a la Aida encendida, sus pupilas están
dilatadas, su respiración es pesada, incluso su piel suda muy levemente.
Los coches suben más y más alto, imposiblemente alto, hasta que lo
único que hay encima de nosotros es un cielo negro salpicado de estrellas.
La anticipación es dolorosa, sabiendo que cuanto más alto subimos, más
tendremos que caer.
—No te preocupes — le digo a Aida poniendo mi mano sobre la de ella
—Estoy aquí.
—Lo sé — murmura con los ojos aún cerrados.
Los coches se detienen en la cima de la primera colina. Hay un segundo
de expectación tortuosa, luego la montaña rusa se desploma.
Aida grita.
Mientras avanzamos rápidamente por el primer bucle trato de pegar una
sonrisa en mi rostro consciente de que el fotógrafo se aleja, estoy seguro de
que mi sonrisa se parece más a una mueca, Aida sigue gritando mientras los
flashes se apagan, cinco o seis seguidos, luego pasamos al fotógrafo, pero
seguimos en el camino sin disminuir la velocidad en absoluto, solo
levantando vapor.
Muevo mi mano al muslo de Aida dándole un apretón reconfortante.
Sus músculos están tensos bajo mis dedos, puedo sentirla apretarse y
retorcerse, sus ojos aún están cerrados con fuerza.
La montaña rusa es realmente una locura, la más rápida que he
montado. Aun así, es sorprendentemente suave, tal vez debido a la
tecnología magnética de la que hablaba el fotógrafo. Volamos a través de
bucles y curvas a un ritmo frenético, pero no es entrecortado y con
sacudidas, realmente se siente como volar.
Mi mano se desliza un poco más arriba del muslo de Aida, mis dedos
están justo en el borde de su traje. Mi frecuencia cardíaca aumenta y no por
el viaje.
Deslizo mis dedos debajo del elástico sintiendo la piel suave y tersa de los
labios de la vagina de Aida, sus ojos se abren por fin, su iris es de un gris
ahumado profundo que me recuerda todas las cosas sensuales y peligrosas.
Aida me mira, su miedo se convierte en otra cosa.
Froto mis dedos índice y medio a través de sus suaves y húmedos
pliegues, encontrando su clítoris. Me burlo de la pequeña protuberancia
hasta que la escucho jadear y luego empujo mis dedos completamente
dentro de ella convirtiendo ese jadeo en un gemido.
Todavía estamos volando alrededor del paseo, algo en posición vertical,
a veces al revés. Debido a que nuestros asientos están bloqueados en
tándem, de cualquier manera que nos movamos, mi mano permanece
apretada contra su coño, con mis dedos entrando y saliendo de ella.
Aida inclina la cabeza hacia atrás contra el reposacabezas, vuelve a
cerrar los ojos, pero esta vez por placer más que por terror. Con el rugido
del viaje y los gritos de los otros pasajeros, nadie puede escuchar los ruidos
que hace.
Ella ya estaba en un estado frenético cuando comencé, su adrenalina
subió por completo. Ahora toda esa tensión se está convirtiendo en
excitación, en lugar de tener que construir su clímax desde el principio, ya
está a mitad de camino, incluso tres cuartos. Puedo sentir su coño apretarse
alrededor de mis dedos y sus caderas frotarse contra el arnés y contra mi
mano.
Sus pezones están tan duros que puedo ver cada detalle a través del
body, como si estuviera completamente en topless. Ojalá pudiera cerrar la
boca alrededor de esos senos perfectos, pero estoy encerrado en mi asiento.
Todo lo que puedo hacer es tocarla aún más fuerte, frotando mi pulgar sobre
su clítoris al mismo tiempo.
Nunca la había sentido tan mojada, nunca había visto su pecho palpitar
con tanta fuerza. Le tiemblan los muslos, le tiembla todo el cuerpo, estamos
subiendo la última colina antes del final del viaje.
La montaña rusa cae una vez más y meto mis dedos profundamente dentro
de ella. Aida grita, un chillido que sigue y sigue sonando como los gritos de
la gente a nuestro alrededor, pero por una causa completamente diferente.
Mientras caemos libremente puedo sentir su coño pulsando alrededor de
mis dedos, con su cabeza echada hacia atrás, su garganta apretada de placer
y sus manos entrelazadas alrededor de las correas de su arnés.
Luego volvemos a bajar al suelo, los coches se deslizan hacia la
plataforma una vez más. Justo a tiempo aparto la mano.
La montaña rusa se detiene, nuestros arneses de seguridad se
desenganchan con un silbido y se levantan para liberarnos.
Aida sigue jadeando y jadeando, su cara está enrojecida y sudando,
tengo que ayudarla a ponerse de pie sobre piernas de goma que parecen
querer ir en dos direcciones diferentes.
—¿Ella se encuentra bien? — pregunta el asistente de viaje.
—Oh, está genial— le aseguro —Le encantan las montañas rusas.
Aida hace un sonido ahogado, algo entre una risa y un gemido.
El asistente de transporte parece alarmado.
La empujo a mi lado, con mi brazo alrededor de sus hombros.
Una vez que volvemos a estar entre las cabinas, digo: —¿Estás bien? —
Aida se apoya en mi costado, todavía con las rodillas débiles.
—¿Has vuelto a intentar matarme, mi amor? — ella dice —Porque casi
me da un infarto.
—Podría matarte con esta polla por accidente — gruño en su oído —
Podría joderte en pedazos ahora mismo.
Aida me mira con sus ojos aún nublados por la lujuria, no satisfecha en
lo más mínimo.
—¿Lo prometes? — ella dice.
Agarrándome del brazo, me empuja hacia el interior de la casa de los
espejos. Esta no es una atracción popular, somos las únicas personas
adentro.
Ella me conduce a través del laberinto de vidrio, hasta que estamos
rodeados por todos lados por nuestros propios reflejos, luego me besa. Su
boca está tibia y hambrienta, los débiles y agudos restos de adrenalina en su
aliento.
Ahora puedo hacer lo que me moría por hacer antes: bajo la parte
delantera de su traje, tomando su pecho suave y lleno en mi boca. Chupo su
pezón hasta que está tan duro como en la montaña rusa, hasta que ella me
suplica que haga lo mismo del otro lado, prácticamente dándome de comer.
Chupo sus pezones hasta que están húmedos y palpitantes, luego deslizo
mis dedos dentro de ella nuevamente, está empapada, tan sensible que
apenas puede soportar mi toque, pero lo desea desesperadamente.
Y yo la quiero a ella, quiero hundir mi polla en ese coño mojado más de
lo que he querido nada en mi vida, pero estoy atrapado en este puto traje de
goma que es peor que una camisa de fuerza.
Afortunadamente Aida tiene la misma intención de quitármelo, sin
ningún respeto por mantenerlo en una sola pieza, tira, rasga y jala hasta que
se forma un charco alrededor de mis pies y mi polla está libre,
sobresaliendo de mi cuerpo como un ariete.
No tengo paciencia para hacer lo mismo con su disfraz, en vez de eso
tiro de la entrepierna de su traje hacia un lado y empujo dentro de ella
levantándola para que sus piernas estén envueltas alrededor de mi
cintura y sus brazos alrededor de mi cuello. Al igual que el viaje en
montaña rusa, siento que ya estoy a mitad de camino, no hay juegos
previos, no hay calentamiento, me la estoy follando duro y rápido,
rebotando en mis brazos, casi delirando de alivio por lo bien que se siente
estar dentro de ella.
Estamos rodeados de nuestros propios reflejos, cada uno ligeramente
diferente en forma y tamaño. Veo cientos de versiones diferentes de mi
esposa, pero cada una es Aida: Aida orgullosa, feliz, lujuriosa, terca, alegre,
traviesa, salvaje.
Esta es la manera perfecta de ver a mi esposa, Aida es tan cambiante
como el viento y, sin embargo, siempre es ella misma.
Solo una de ellas es tan sexy que apenas puedo soportarlo, estar rodeado
por todos lados es más de lo que puedo soportar, puedo ver todos los
ángulos de su delicioso cuerpo, rebotando y moviéndose en un efecto
caleidoscópico. Es abrumador.
Quiero que esto continúe para siempre, pero no puedo contenerme, me
apresuro hacia el orgasmo tan irrevocablemente como la montaña rusa se
hunde. Me estoy cayendo, y cayendo, y cayendo en Aida y no quiero volver
nunca más.
Envuelvo mis brazos alrededor de ella apretándola tan fuerte que ni
siquiera yo puedo respirar, entro en erupción dentro de ella, con mi cara
enterrada en un lado de su cuello para sofocar mi grito.
Cuando vuelvo a la vida estoy sentado en el suelo sudando como el
infierno y rodeado de piezas de mi traje de Batman, todavía llevo la
máscara y la capa, así como las botas, no me di cuenta de que los tenía
puestos todo el tiempo. Enfrentado por la vista de esos accesorios en mi
cuerpo y lo demás desnudo, me apresuro a ponerme el resto del traje,
mientras Aida se ríe de mí.
—¿Quieres un poco de ayuda? — ella resopla.
—Eso estaría bien.
—Tal vez deberías poner una señal de murciélago...
Ella se derrumba en risitas, incapaz de siquiera mirarme.
—Ríete — digo poniéndome el traje una vez más —No creas que he
terminado contigo todavía. Cuando te lleve a casa, pagarás por cada uno de
esos chistes...
Aida se anima.
—¿Ah sí? — ella dice Cuénteme más, señor Wayne...
—Poison Ivy no conoce la identidad secreta de Batman— le informo.
—Pero yo conozco la tuya — dice Aida.
Es cierto, Aida me conoce. Todas las diferentes partes de mí, no solo el
hijo, o el hermano, o el gángster, o el Concejal. Ella sabe quién soy
realmente.
Soy el hombre que está completamente enamorado de ella.
Próximo
libro
Asesinaron a mi padre, así
que les robé a su hija ...
Ella es mi cautiva, mi pequeña
bailarina que baila solo para mí.
Nessa es dulce e inocente. Ella
no se merece nada de esto. Pero
así es como funciona nuestro
mundo: los lobos se comen a los
corderos, sin importar cuán
amables sean.
La usaré para vengarme. A menos que primero ceda ante mi
hambre ...
"Stolen Heir" es el segundo acto oscuro y gótico de la serie "Brutal
Birthright". Es un Romance independiente de Enemies to Lovers, completo
con HEA y sin cliffhangers. ¡Contiene escenas de dormitorio ardientes y
calientes solo para lectores maduros!
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Notes
[←1]
Hace referencia al billete de cien dólares, en el cual aparece el retrato de Benjamin Franklin.
[←2]
Programa de tv que sigue de principio a fin a un agente inmobiliario y sus posibles
compradores.
[←3]
Personaje de ficción, es el altamente competente y servicial valet de un joven londinense rico
y ocioso.
[←4]
Zapa llas depor vas.
[←5]
Éxtasis.
[←6]
Sombrero ligero de fieltro con ala curva.
[←7]
Es un es lo de traje que estuvo de moda en la década de los años 40.
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