ASIGNATURA: ELABORACIÓN DE PROYECTOS PSICOSOCIALES DOCENTE: MSC. RENATO COELLO CARRERA: PSICOLOGÍA CONTENIDO DE LECTURA Y ESTUDIO AUTÓNOMO Elementos en la elaboración de un Proyecto Desde un punto de vista operativo, programar una acción social comporta dar respuesta a las siguientes cuestiones: QUÉ se quiere hacer Naturaleza del proyecto POR QUÉ se quiere hacer Origen y fundamento PARA QUÉ se quiere hacer Objetivos CUÁNTO se quiere hacer Metas DÓNDE se quiere hacer Localización física CÓMO se quiere hacer Metodología. Tareas a realizar QUIÉNES lo van a hacer Recursos humanos CON QUÉ se va a hacer Recursos materiales se va a costear Recursos financieros Elementos Claves de un Proyecto 1. Naturaleza del proyecto: Viene expresada en el título que debe reflejar la idea central del proyecto. Responde al qué se quiere hacer. 2. Fundamentación: Hace referencia a la argumentación de aquellos criterios que hacen posible la elección del problema objeto de estudio. Exige señalar, en términos previsibles, las consecuencias que tendrá su ejecución en los beneficiarios. Responde a la pregunta: por qué se quiere hacer. 3. Objetivos: Son los logros que se pretenden alcanzar con la ejecución de una acción. Deben ser: claros, realistas y pertinentes. Responde al para qué se quiere hacer 4. Metas: Las metas van más allá de los objetivos. Señalan cuánto y hasta dónde se pretende llegar con un objetivo. Responde a la pregunta, cuánto se quiere hacer. 5. Localización física: Determina el área geográfica donde se ubica la acción. Responde al dónde se quiere hacer. 6. Metodología: La metodología es el camino que se elige para alcanzar los objetivos. Implica la definición de tareas, normas y procedimientos para la ejecución de las distintas acciones a realizar. La metodología intenta responder a la pregunta de cómo hacer. 7. Ubicación del tiempo: La ubicación del tiempo se puede denominar calendario de las actividades. Un cronograma sirve para tener una visión de conjunto donde aparecen temporalizadas todas las actividades a realizar: inicio, duración y final. Responde al cuándo. 8. Recursos humanos: Se refiere a las personas que son necesarias para la ejecución de las actividades, así cómo su preparación y responsabilidad. Responde a quiénes lo van a hacer 9. Recursos materiales: Señala los instrumentos y/o equipos necesarios para la realización de funciones y tareas. Responde a la pregunta: con qué se va a hacer. 10. Recursos financieros: Están constituidos por dos aspectos básicos: el presupuesto y el financiamiento. La claridad presupuestaria y financiera del proyecto será un elemento muy importante para la evaluación de su eficiencia. Responde al con qué se va a costear. Fases en la Planificación de los Proyectos Sociales Para planificar proyectos de carácter social hay que tener en cuenta las siguientes fases que quedan expresadas en los Gráficos 1 y 2. En el gráfico 1 se ha presentado un esquema lineal, de la planificación que, con carácter didáctico, permite visualizar el planteamiento del proyecto en sus diferentes etapas. Permite interiorizar una imagen de los elementos a tener en cuenta a la hora de elaborar un proyecto, si bien, en la práctica los diferentes pasos se entrelazan, concatenan y retroalimentan. El gráfico 2, expresado mediante una lógica circular de flujos que se retroalimentan constantemente y que subyacen a la propuesta del ciclo del proyecto, constituye una representación dinámica que complementa al gráfico anterior. Se observan en él las cuatro fases centrales de, diagnóstico y análisis de la realidad, desarrollo del proceso, evaluación e informe. Incluye, además, el conjunto de categorías internas o subetapas. Todas ellas son consecutivas y a la vez simultáneas. Diagnóstico/análisis de la realidad Es la fase en la que se estudian e identifican los problemas, las necesidades y características de la población y su contexto. La dificultad del diagnóstico estriba en llegar a una verdadera comprensión de la realidad y de la práctica social transformadora que intentamos llevar a cabo. Un buen diagnóstico exigirá constatar las contradicciones existentes y el nivel de coherencia entre el contexto, la práctica, los objetivos y el proyecto de sociedad a que apuntamos. Detectar necesidades Entendemos por necesidad una discrepancia entre la situación existente y la situación deseada, es decir, la distancia entre lo que es y lo que debería ser. Esta fase, que se puede llamar descriptiva, previa a la formulación del problema, implica el reconocimiento, lo más completo posible, de la situación a estudiar. Conviene analizar las necesidades y los recursos de los que disponemos, tanto personales como materiales, con el fin de salir a su encuentro de una forma realista. Un proyecto sin un diagnóstico adecuado corre el serio peligro de no generar impacto alguno. El objetivo del diagnóstico es el conocimiento de la realidad. Permite ubicar los principales problemas, desentrañar sus causas de fondo y ofrecer vías de acción. Constituye una de las herramientas teórico-metodológicas más importantes para acercarnos al conocimiento de la realidad objeto de estudio. Para ello, conviene realizar un estudio base (estudio inicial) que aportará datos para elaborar los primeros indicadores y construir el diseño del proyecto que intentamos llevar a cabo. El estudio base establece el punto de partida que servirá de referencia para todas las evaluaciones que se realicen a lo largo del proyecto. Los datos obtenidos nos proporcionan información, nos permiten formular adecuadamente el proyecto de intervención, nos facilitan la estimación razonable sobre las personas, sus características y circunstancias, así como, sobre el contexto en el que viven. Todo ello, necesario para describir la población objeto de estudio e identificar la brecha existente entre los beneficiarios del proyecto y el resto de la población. Una vez obtenidos los datos, tanto de carácter cuantitativo como cualitativo, ya se está en condiciones de establecer qué y cuántos bienes y/o servicios, es necesario poner en juego, para solucionar total o parcialmente el problema central y llegar a alcanzar el objetivo del proyecto. Un proyecto proporciona a los beneficiarios bienes y/o servicios, para producir el impacto deseado. Por lo tanto, si no se tiene claro cuáles son y en qué cantidad se requieren estos servicios, será imposible formular adecuadamente el proyecto. Abordar un análisis de necesidades, en orden al cambio y a la mejora, supone contar con un horizonte que incluya: la realidad social, la política social vigente, los valores individuales y sociales, la zona o comunidad en la que se trabaja y las funciones que son propias a un dinamizador social. La articulación coherente de estos aspectos garantiza el diagnóstico y la posterior aplicación a soluciones. Cuando se conoce bien el pueblo, barrio, o grupo, con el que se va a trabajar y cuáles son y en qué cantidad se requieren los servicios necesarios, se podrá diseñar una acción pertinente. Es preciso llegar a describir y explicar los problemas e intentar conseguir que todos los miembros del grupo tomen conciencia de los mismos y de esta forma será más fácil lograr una solución satisfactoria. Cuanto más preciso y profundo es el conocimiento de la realidad existente previa a la ejecución de un proyecto, más fácil será determinar el impacto y los efectos que se logran con las acciones del mismo. Este proceso quedaría reflejado en el siguiente gráfico (Espinoza, 1986: 77): El diagnóstico requiere indagación, búsqueda y análisis de datos, método y sistematización. La descripción y explicación debe permitir responder a las preguntas siguientes: — ¿Existe un problema? — ¿Cuál es? — ¿Qué magnitud tiene? (estudio de base) — ¿Se cuenta con la información adecuada? — ¿Quiénes están afectados? (población afectada y objetivo) — ¿Cuál es el entorno demográfico, geográfico, económico y social del problema? — ¿Cuáles son los actores relevantes del problema? — ¿Cuáles son sus principales causas y consecuencias? — ¿Qué oferta existe para solucionarlo? — ¿Cuáles son las principales dificultades para enfrentarlo? El agente social que desarrolla habilidades para analizar y diagnosticar la realidad con precisión e intentar mejorarla, se convierte en un excepcional motor de cambio. De ahí la importancia de potenciar este tipo de habilidades. El objetivo de todas las técnicas de diagnóstico consiste en recoger información acerca del problema en cuestión, garantizar que sea completa, verdadera y que no distorsione la realidad. En este apartado las técnicas a utilizar deben ser diversas. Entre ellas destacamos: — El análisis de contextos. — Los cuestionarios, entrevistas, inventarios aplicados a diferentes fuentes: sujetos, responsables, informantes clave, etc. — Comparación con estándares sociales. — Observación de la realidad. — Consultas a expertos. Según lo expresado, las acciones para llevar a cabo el diagnóstico son: establecer prioridades, delimitar el problema, ubicación espacio-temporal del problema, revisar la bibliografía, prever la población y los recursos. Establecer prioridades Es muy importante tener en cuenta este aspecto, pues en el campo social existen necesidades muy diversas y no siempre es fácil identificar las que son más urgentes. Ello exige del agente social una gran capacidad de discriminación, de indagación y, en definitiva, de investigación para llegar a identificar con precisión las prioridades. Este tema es complejo, porque los problemas serán prioritarios o no según la óptica de quien los examine. En este sentido, lo que es prioritario para unos puede no serlo para otros. Para llevar a cabo cualquier proyecto es preciso establecer las prioridades que nos indican hacia qué situación vamos a orientar nuestros esfuerzos. Hay siempre algunas necesidades que se presentan como más urgentes, captan de modo especial nuestra atención y obligan a dirigir hacia ellas nuestras acciones. Siempre es conveniente establecer prioridades, pues las necesidades son tantas y tan diversas que nunca podremos contar con el tiempo y el dinero suficiente como para poder solventarlas. Es preciso disponer de criterios suficientes y necesarios para establecer prioridades, bien sea para prestar atención a las necesidades básicas, o al coste del proyecto, o a la urgencia del mismo, etc. Los criterios que nos ayudarán a establecer estrategias de priorización, son los siguientes: — Ordenar los objetivos según la importancia de las necesidades. — Detectar la magnitud de discrepancia entre objetivos y situación real. — Un sistema mixto, donde se combinen los dos anteriores. Otros criterios que pueden ayudar a clarificar la decisión que se tome son: — El tiempo en que la necesidad ha persistido. — La proporción de personas que padecen o expresan la necesidad. — El tiempo requerido para resolverla. — La utilidad de su remedio. Otros criterios a tener en cuenta son los de carácter técnico (Pérez Juste, 1992), como: — Relevancia/Trascendencia/Gravedad. La necesidad se impone por sí misma. — Rentabilidad: Priorizar aquellos que aparte de sus efectos inmediatos y específicos, dan lugar a otros asociados de carácter más general y diferido. — Inmediatez: Priorizar aquellos que tienen un efecto instantáneo, capaz de romper un círculo vicioso, de motivar en situaciones de desaliento, desinterés, etc. — Eficacia: Priorizar aquellos que son más fácilmente conseguibles, bien por su facilidad, por demandas sentidas, por el consenso logrado, etc. La implicación activa del grupo es una garantía de eficacia. — Responsabilidad: Priorizar aquellos que son competencia directa del responsable o que, siéndolo de otros, muestran ellos una clara disposición a colaborar. Delimitar el problema Consiste en formular el problema, objeto de estudio. El primer requisito para alcanzar el impacto buscado y orientar el proyecto, es obtener una definición del problema social, clara y precisa. No es una tarea fácil, dada la multiplicidad de variables que afectan tanto a la población como a su contexto. Para identificar el problema hay que recolectar y analizar toda la información disponible sobre el tema y, lo que es más frecuente, a través de la experiencia de nuestras acciones. La observación constituye una fuente privilegiada para detectar e identificar problemas existentes en el grupo humano con el que trabajamos. Para definir los problemas debemos: 1. Explicar en qué consisten, describirlos. 2. Justificar por qué es necesario investigarlos. 3. Precisar el objetivo que se persigue con la investigación. En general, los proyectos sociales se formulan como problemas demasiado ambiciosos. Esto responde, sin lugar a dudas, a la voluntad de resolver, cuanto antes, la situación problemática, pero también manifiesta una falta de experiencia en la resolución de los mismos. Una vez detectada y seleccionada una necesidad debemos formularnos preguntas muy concretas: — ¿Cómo podremos responder a esta necesidad? — ¿Qué podremos hacer para cambiar este estado de cosas? — ¿Cómo podemos colaborar desde nuestra situación a que el problema se resuelva? — ¿Qué medios, actividades y recursos vamos a poner en juego? — ¿Qué actividades vamos a realizar? — ¿Con qué metodología se va a llevar a cabo el trabajo? — ¿Qué personas serán precisas para realizar el proyecto con éxito? — ¿Con cuánto tiempo contamos? — ¿Cuánto dinero se precisa? Ubicar el proyecto El proyecto se localiza en un lugar determinado y en un área concreta. En este sentido, conviene especificar el lugar en el que se realiza el proyecto, indicando algunos datos significativos de la Comunidad, o Comunidades Autónomas, provincia, comarca, barrio, etc. Es preciso caracterizar el entorno, destacando aquellos aspectos más vinculados al problema que le dio origen. Esto incluye las características de: — La estructura demográfica, por edad y sexo. — Socioeconómicas de la población: distribución de ingresos, pobreza. — Socioculturales: nivel educacional, especificidades étnicas, etc. — El entorno geográfico: clima, terreno, etc. — Las vías y medios de transporte. — La economía y producción: áreas de especialización productiva y principales agentes económicos. Conviene hacer alusión a los datos que se consideren más relevantes del entorno donde se va a realizar el proyecto. Pueden ayudar también datos descriptivos de la localidad, gráficos, mapas, etc. Fuentes de información. Una vez que se ha llegado a formular el problema, objeto de estudio, conviene realizar un examen detenido de la principal bibliografía existente sobre el tema, así como, leer proyectos semejantes al que se va a plantear. Además, conviene recabar todo tipo de información, prestando especial atención a los informantes clave. Estas fuentes nos aportarán una visión más amplia del problema y nos brindarán posibilidades de solución. Servirán de ayuda para concretar más el problema inicial e identificarán nuevos cauces para la acción. Todo ello, repercutirá en la calidad del trabajo a realizar. Prever la población Conviene pensar sobre la población con la que se lleva a cabo el proyecto. Analizar su situación, características, peculiaridades y, sobre todo, las necesidades y los rasgos más sobresalientes que presenta. Prever los recursos Desde los momentos iniciales del diagnóstico conviene tener conocimiento de los recursos de los que se dispone para llevar a cabo el proyecto. Organizar, sistematizar y analizar la información Una vez recogida la información referente al análisis de la realidad del contexto en el que se va a llevar a cabo el proyecto es necesario proceder a su análisis y organización, de modo sistemático, con el fin de obtener una visión más precisa y concreta de la realidad objeto de estudio. Elaborar conclusiones Al final de este apartado, de análisis de la realidad, se elaborarán unas conclusiones breves que servirán para establecer el nexo de unión con la fase siguiente, la del proceso de desarrollo. Referencias Bibliográficas: PÉREZ SERRANO, G. Diseño de Proyectos sociales: aplicaciones prácticas para su planificación, gestión y evaluación. ed. Madrid: Narcea Ediciones, 2016. 270 p. Disponible en: https://bibliotecas.ups.edu.ec:3488/es/ereader/bibliotecaups/46246?page=51. Consultado en: 15 Dec 2022