Cuerdas de Amor (1ª parte) Autor: Marcel Malgo El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío. Hola, ¿cómo están? Vamos a comenzar leyendo el capítulo 11 de Oseas: “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios. Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida. No volverá a tierra de Egipto, sino que el asirio mismo será su rey, porque no se quisieron convertir. Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos. Entre tanto, mi pueblo está adherido a la rebelión contra mí; aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer. ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti; y no entraré en la ciudad. En pos de Jehová caminarán; él rugirá como león; rugirá, y los hijos vendrán temblando desde el occidente. Como ave acudirán velozmente de Egipto, y de la tierra de Asiria como paloma; y los haré habitar en sus casas, dice Jehová. Me rodeó Efraín de mentira, y la casa de Israel de engaño. Judá aún gobierna con Dios, y es fiel con los santos.” Queridos amigos: Dios no puede negar su esencia En Oseas 11:4 leemos las siguientes palabras:“Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida”. No podemos negar que se trata de un hermoso pasaje, donde se expresan palabras de amor y afecto. Este versículo es el más importante en el capítulo 11 de Oseas. Al igual que antes, Israel vivía en rebeldía y pecado, y a causa de esto el Señor tenía todo el derecho de condenarlos. Pero eso no sucedió. ¿Por qué? Dios sencillamente no podía hacerlo, no quería cargar con esto. En el versículo 8 de Oseas 11, leemos: “¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión”. La Nueva Versión Internacional lo traduce así:“¿Cómo podría yo entregarte, Efraín? ¿Cómo podría abandonarte, Israel? ¡Yo no podría entregarte como entregué a Adma! ¡Yo no podría abandonarte como a Zeboyín! Dentro de mí, el corazón me da vuelcos, y se me conmueven las entrañas”. Y vamos a citar otra versión, que lo expresa con estas palabras:“¿Cómo podré dejarte, Efraín? ¿Cómo podré abandonarte, Israel? ¿Podré destruirte como destruí la ciudad de Adma, o hacer contigo lo mismo que hice con Zeboim? ¡Mi corazón está conmovido, lleno de compasión por ti!”(Se está haciendo alusión a las ciudades de Sodoma y Gomorra; como podemos verificar en Deuteronomio 29:23). Aunque parezca mentira, este pueblo merecía lo mismo que Sodoma y Gomorra (Adma y Zeboim) es decir, ser destruidos completamente, como se menciona en Deuteronomio 29:23:“… Sodoma y Gomorra, de Adma y de Zeboim, las cuales Jehová destruyó en su furor y en su ira”. ¡Pero con Israel Dios no llega tan lejos, Él no puede hacerlo! ¡El simple hecho de pensar en ello, causa dolor a su corazón! Es como si dijera a Israel:“En realidad te debería castigar, pueblo mío, pero tengo mis manos atadas; ¡no puedo hacerlo!”Seguramente surge en nosotros la siguiente pregunta: ¿Es que Dios no tiene poder? ¡No, no es así! ¡De ninguna manera! No obstante, Dios manifiesta en estos pasajes una especie de impotencia. Cuando Israel debería haber recibido una sentencia destructiva, las palabras del Señor fueron:“¡Mi corazón está conmovido, lleno de compasión por ti!” Como podemos ver, no logra pronunciar una sentencia destructiva sobre Israel. ¿Pero qué es lo que impide la misma? Sencillamente que Dios no puede negar su personalidad, su mentalidad, ni su carácter. Podemos leer en el Nuevo Testamento, en 2 Timoteo 2:13, las siguientes palabras:“Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo (es decir Su personalidad, Su mentalidad)”. La personalidad de Dios, su mentalidad y su carácter pueden ser descritos en una palabra: ¡amor! Sí, ésta es su esencia, el amor es el rasgo esencial del Todopoderoso, por ese motivo la Biblia sería muy limitada si dijera que Dios es simplemente amable, por lo tanto, declara que Él mismo es amor (así lo leemos en 1 Juan 4:8). Oseas 11 tiene exactamente el mismo contenido. Podemos ver, a través de este capítulo, lo difícil que es para Dios castigar a Israel, lo mismo leemos en Jeremías 31:20:“¿No es Efraín hijo precioso para mí? ¿No es niño en quien me deleito? Pues desde que hablé de él, me he acordado de él constantemente. Por eso mis entrañas se conmovieron por él; ciertamente tendré de él misericordia, dice Jehová”. Para el Señor éste era un deberintrínseco, necesitaba derramar su misericordia en forma continua sobre Israel. Esto continúa siendo igual en la actualidad, ya que Dios es cumplidor de sus promesas, por este motivo, el pacto con Abram se mantiene intacto. Él no abandonará a Su pueblo. Es cierto que Israel, a causa de su infidelidad tuvo que transitar por caminos difíciles. Podemos ver esto en el mismo capítulo 11de Oseas. Leemos en el versículo 6:“Caerá espada sobre sus ciudades, y consumirá sus aldeas; las consumirá a causa de sus propios consejos”. Pero nunca se ha pronunciado sobre Israel una destrucción completa, como sucedió en las ciudades de Sodoma y Gomorra; ya que el pacto de Dios con Abram es irrevocable. En este capítulo somos confrontados con el amor de Dios, un amor que sobrepasa todas las cosas, un amor que no se basa en la situación momentánea del amado, sino en Su eterno pacto de amor. Nos habla de: Lazos humanos y cuerdas de amor Leemos en Oseas 11:4:“Con lazos de ternura, con cuerdas de amor los atraje hacia mí; los acerqué a mis mejillas como si fueran niños de pecho; me incliné a ellos para darles de comer”(DHH). Ésta sí que es una interesante afirmación. Se mencionan lazos, pero se trata de lazos humanos, también cuerdas, pero las mismas son cuerdas de amor, provenientes de un yugo que permite comer con tranquilidad. Podemos concluir que existen lazos, pero no inhumanos. Hallamos cuerdas, pero las mismas no entallan (no cortan). Estas cuerdas están atadas a un yugo, pero éste no es pesado, no aprieta. ¿No nos hace recordar esta última imagen a las palabras de Jesús en Mateo 11:29 y 30: “Llevad mi yugo sobre vosotros… porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”? Los creyentes pueden concluir que Dios, por determinados motivos, de vez en cuando coloca en nuestras vidas “cuerdas de amor”. Cada uno de nosotros de tanto en tanto tiene que enfrentarse a cosas que nos desagradan. Nos sentimos atados, sin embargo nose trata de sogas cortantes ni dolorosas, sino de cuerdas de amor. El apóstol Pablo, en 1 Corintios 10:13, lo describe de esta manera: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana, pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. ¿Podemos comprender estas palabras? Pablo habla de tentaciones que vendrán sobre nosotros, las cuales podremos soportar; es así como descubrimos una acertada imagen de las “cuerdas de amor”ante nosotros. Pero, ¿para qué son necesarias estas cuerdas de amor? Ésta es la pregunta que dejamos planteada, y a la que daremos respuesta en el próximo programa. ¡Les esperamos para descubrirla juntos! Cuerdas de Amor (2ª parte) Autor: Marcel Malgo El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío. En el programa anterior nos centramos en Oseas 11:4: “Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.” Se mencionan lazos, pero se trata de lazos humanos, también cuerdas, pero las mismas son cuerdas de amor, provenientes de un yugo que permite comer con tranquilidad. Dios, de vez en cuando, coloca en nuestras vidas“cuerdas de amor”. Cada uno de nosotros, de tanto en tanto, tiene que enfrentarse a cosas que nos desagradan. Nos sentimos atados, sin embargo nose trata de sogas cortantes ni dolorosas, sino de cuerdas de amor. Pero, la pregunta con que terminamos el programa anterior fue: ¿para qué son necesarias? Bueno, ahora vamos a pensar otra vez, entonces, en el yugo de Jesús, el cual pretende colocarnos. Podemos leer sobre esto en Mt. 11:29 y 30: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Seguramente existan muchas interpretaciones distintas acerca de estas palabras; ¿pero no podrían significar lo siguiente?: Jesús dice: “Yo soy manso y humilde de corazón” y, luego, prosigue: “Ahora quiero que también ustedesadopten este modo de pensar, es por este motivo que deben ¡”aprender de mí”! ¿Por qué? Porque sólo así hallarán “descanso para vuestras almas”. Pero, lo más importante viene ahora: “Pero como ustedes por naturaleza no son ´´manso(s) y humilde(s) de corazón’, les ayudaré un poco. Les colocaré un yugo, es decir, los sujetaré a Mí para que aprendan a ser “manso(s) y humilde(s) de corazón’. Visto desde este punto de vista, no tenemos más que alegrarnos y estar profundamente agradecidos a Dios. ¿No es un privilegio especial cuando Jesús obra así en nuestras vidas? Recordemos el Salmo 32:9: “No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti”. Dígale sí al proceder de Dios en su vida. Él tiene las mejores intenciones para su vida, lo quiere transformar y cambiar para su honra. ¿No pretende usted lo mismo? ¡Contemple las cuerdas con las cuales el Señor lo hace volver hasta cierto punto, no como sogas que lo aprietan y sujetan; sino como cuerdas de amor, colocadas únicamente para su bien! Éste es: el camino divino hacia una vida fructífera Lo cierto es que cuando el Señor coloca cuerdas de amor sobre sus hijos lo hace con un propósito. Y es que para Él somos un grupo especial de personas. Jesús dice en Juan 15:1-2: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”. ¿Cuál es la vid que limpiará el viñador celestial? Aquella que indica que llevará frutos. ¡Éstas serán limpiadas con el propósito de que lleven más frutos! ¿Cómo limpia la vid el viñador? Éste toma el cuchillo y comienza a podar. Si hace esto entonces tendrá buenos frutos, y en cantidad; precisamente esto es lo que glorifica al Padre en el cielo, como lo dice Juan 15:8: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto…” Podar la vid es semejante a cinchar de las cuerdas del amor. Ambas cosas nos parecen desagradables, pero son imprescindibles para nuestro crecimiento espiritual. Tenga en cuenta que todo esto proviene del amor de un padre hacia su hijo. Pero el padre únicamente trabaja en aquellos que le permitan hacerlo, es decir, aquellos que tienen el profundo deseo de parecerse cada vez más a Jesús. ¿No deseamos ser cada vez más como Jesús? ¿No queremos ser mansos y humildes de corazón? ¿No deseamos llevar más frutos? ¡Entonces, debemos permitir que el Padre obre lo planeado en nuestras vidas! Algún día confesaremos en adoración y admiración todo lo que el Señor hizo en nuestras vidas. Entonces entenderemos. Algo similar sucedió con el salmista en el Salmo 130. Éste fue llevado a la profundidad, donde atado con cuerdas de amor reconoció siete verdades sobre la salvación. En el versículo 1 exclama: “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”. Luego, comienza a desarrollar las siete verdades acerca de la salvación: Primero: Reconocimiento del pecado, en el vers. 3: “Si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse?” En segundo lugar: Perdón, en el vers. 4: “Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado”. En tercer lugar: Espera, en los vers. 5 y 6 : “Esperé yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado. Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana”. En cuarto lugar: La Palabra de Dios, en el vers. 5: “…En su palabra he esperado”. En quinto lugar: Esperanza, en el vers. 7: “Espere Israel a Jehová”. En sexto lugar: Misericordia, en el vers. 7: “Porque en Jehová hay misericordia”. Y, en séptimo lugar: Redención, en los vers. 7 y 8: “… y abundante redención en él; y él redimirá a Israel de todos sus pecados”. Éste es el camino hacia una vida fructífera. ¿No dijo nuestro Señor: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (en Juan 12:24)? En aquella ocasión, Jesús hablaba sobre sí mismo y sobre su muerte, la cual llevaría mucho fruto. Pero, además, dirigió estas palabras a cada uno de nosotros, quienes deseamos llevar fruto y estamos dispuestos a dejarnos cambiar por Él. Esto sólo es posible a través del camino de la enajenación, o sea de traspasar el dominio de nuestra vida a Él, lo cual simboliza las cuerdas de amor, ya que son éstas las que nos ayudan a que muera cada vez más nuestro “yo”, dejando que Cristo more en nosotros. Es imprescindible guardar en nuestra memoria lo siguiente: se trata de cuerdas de amor, no de sogas de naufragio. Por este motivo, Pablo, inspirado por el Espíritu de Dios, escribió en 1 Corintios 10:13 estas hermosas palabras: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. Pero, veamos algo sobre las: Cuerdas de amor y sus repercusiones Las cuerdas de amor pueden significar: enfermedad, sufrimientos internos, problemas familiares, necesidad económica, u otra clase de dificultad en nuestra vida. Esto no significa que Dios siempre obre de la misma manera en nuestras vidas; pero es probable que estas cosas nos toquen a alguno de nosotros. Si éste es su caso, entonces no se olvide que no se trata de cuerdas de tortura, sino de cuerdas de amor, las cuales fueron colocadas para su bien. Además, debería tener presente que, por lo general, las mismas únicamente son colocadas sobre aquellos que de todo corazón desean parecerse más a Jesús. Muchas veces, Dios utiliza estos métodos para que una persona acepte ser cambiada con disposición y docilidad. pregunta: ¿Por qué el Señor luchó contra Jacob? Tal vez el Señor quiso mostrarle a Jacob cómo había transcurrido su vida hasta ese momento, en lo concerniente a su relación con Dios. Él quiso abrir los ojos de Jacob. Por cuanto Jacob siempre tomaba su destino en sus propias manos, en vez de poner su confianza en el Señor, se mostraba rebelde, luchando en cierto modo contra Él. ¡Éste fue el motivo por el cual el Señor luchó contra Jacob! Isaías 63:9 y 10 nos revela esta verdad claramente. Vemos en este pasaje el relato de un acontecimiento del pueblo de Israel: «»Y (Dios) los levantó todos los días de la antigüedad. Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos’’. Dios daba todo por Israel, pero ellos lo rechazaban. ¡No confiaban en Él; es por esta razón que el Señor comenzó a luchar contra ellos! Lo mismo había sucedido con Jacob: Dios hacía todo por él. Él le ofrecía grandes bendiciones, pero Jacob no quería aceptarlas y, por lo tanto, toda su vida se convirtió, en cierto modo, en una continua lucha contra el Señor. Esto exactamente es lo que Dios pretendió mostrarle a Jacob aquella noche de violento duelo. ¿Y Jacob? ¿Entendió el mensaje de Dios? ¡A la perfección! Esto está claramente demostrado en sus palabras, al final de la lucha: «»No te dejaré, si no me bendices’’. Cuán diferente es el Jacob que se nos presenta luego de este magnífico acontecimiento; porque – ¿qué pretende testificar Jacob con estas palabras? ¡Qué necesita al Señor y que no quiere seguir viviendo sin Él! Veamos ahora: Las consecuencias de la lucha contra Dios Prestemos atención a las consecuencias generadas en esta lucha; ya que antes de dar este maravilloso testimonio que encontramos en Génesis 32:26: «»No te dejaré, si no me bendices’’, ¡sucedió algo muy extraño! En el versículo 25 de Génesis 32 dice: «»y cuando él (el Señor) vio que no podía con él (Jacob), tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba’’. Luego, en el final de este acontecimiento, leemos en el versículo 31: «»Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera’’. Para Jacob, la consecuencia de la lucha resultó en una cadera dislocada. Quedando cojo por la herida, abandonó el lugar de la lucha. Es de presumir que tuvo que sufrir este defecto el resto de su vida. No tiene sentidoque nos preguntemos si el Señor no podía vencer a Jacob. Está claro que podía vencerlo. La temática en que debemos enfocarnos es la cadera dislocada de Jacob. Este acontecimiento cumple con la función de ser ejemplo y alarma. Cuando un hijo de Dios comete algún pecado, entonces (gracias al Señor) puede ser perdonado, si reconoce su pecado de manera franca y de todo corazón. Pero muchos cristianos se olvidan que el pecado en la vida de un hijo de Dios tiene sus consecuencias. Muchas veces hemos recibido el perdón de Dios tiempo atrás; pero igualmente seguimos confrontados con las consecuencias de ciertos pecados en nuestra vida. Pensemos en David, cuyo pecado con Betsabé había sido perdonado. Éste debió enfrentarse por el resto de su vida con las consecuencias del pecado. Primero falleció el primer hijo nacido de su unión con Betsabé, y luego tuvo que sobrepasar otras calamidades directamente relacionadas con este pecado. En resumen: El pecado como tal había sido perdonado; pero las consecuencias permanecían. Así también sucede con algunosde nuestros pecados: a pesar de que hayan sido perdonados, los mismos pueden generar algunas consecuencias. Éste fue el caso en la lucha de Jacob. El Señor le mostró cómo, a causa de su terquedad, se revelaba contra Él, pero además le hizo saber que está lucha le traería consecuencias, las cuales le harían recordar este acontecimiento el resto de su vida. El Señor no destruyó a Jacob. Hasta fingió que no podía vencerlo; pese a que le mostró en forma clara que pelear contra Él le traería consecuencias. ¡Él es más fuerte! Por este motivo le descoyuntó la cadera. A partir de ese día, Jacob tuvo que confrontar las consecuencias de luchar contra Dios; quedando cojo por el resto de su vida. Esta consecuencia le hacía recordar su lucha interna con Dios. Y, también, lo haría estar: Dispuesto para nuevas bendiciones Porque, veamos: ¿El Señor dislocó la cadera de Jacob para desquitarse, como castigo o venganza? ¿Qué fue lo que precisamente Dios quiso mostrarle a Jacob? ¿Acaso pensaba castigarlo: «»¡Aquí tienes tu merecido, hombre rebelde!’’? Por supuesto que esto también fue una especie de castigo. ¡Pero decir que ésta fue la intención principal de Dios, sería muy injusto para con nuestro Señor! Para entender otro posible motivo, volvamos al concepto antes visto con respecto a las cuerdas del amor. Seguramente, más adelante, los dolores de Jacob producidos por su cadera dislocada le recordarían las consecuencias que trae el pecado. Pero, ¿qué sucedía, también, cuando transcurría por estos dolores? Seguramente, significaban la renovación de su promesa: «»No te dejaré, si no me bendices’’. ¿No vemos aquí las cuerdas de amor de parte de su Dios? Mediante ellas, Dios y Jacob se sujetaban mutuamente. También podemos ver esto en otro sentido. Probablemente, usted sabrá mejor que nadie que determinadas situaciones en su vida, en las que hoy se encuentra, son consecuencia de algún pecado. ¡Si es así, por favor deje de resignarse y renueve sus pensamientos! Arroje su carga sobre el Señor. Su Salvador no lo quiere castigar. ¡No! ¡Él le ama! En la práctica, esto se vería de la siguiente manera: ¡Si algo me hace acordar de algún pecado en mi vida, en primer lugar me asusto! Pero, ¿qué sucede luego? De todo corazón me aferro a mi Señor y digo: «»¡Señor, esto no debe volver a pasar!’’ Con esto, Dios me sujeta a su cuerda de amor y puedo tener una comunión más íntima con Él. ¡Qué maravilloso es el Señor que convierte la maldición en bendición! Jesús, en Su misericordia, pretende edificar, precisamente, sobre una montaña de escombros. Pero, lamentablemente, no siempre puede hacerlo, ya que muchos creyentes a causa de que continuamente ven las consecuencias de su pecado de manera falsa, se hunden en sus tristezas y depresiones. Si usted está confrontando las tristes consecuencias de sus pecados, entonces intente descubrir las cuerdas de amor que pretenden sujetarlo a su Señor. De esta manera, estará listo para nuevas bendiciones. Piense en David y en Betsabé: ¡su primer hijo falleció; pero el segundo hijo nacido de esta unión, fue el magnífico rey Salomón! Visto desde otra perspectiva: ¡Salomón proviene de la montaña de escombros más grande en la vida de David! Pensemos nuevamente en Jacob, del cual se dice en Génesis 32:31: «»Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera’’. Jacob estaba cojo por las consecuencias de su vida pasada, pero a pesar de todo, «»le salió el sol’’; ¡y esto no sólo literalmente, sino también en un profundo sentido espiritual! Jacob no se fue de ese lugar con la «»mano trabada al calcañar’’ ni como «»estafador’’, cosas que definen el nombre de Jacob, sino como «»Israel’’, que significa «»luchador por Dios’’. Génesis 32:28 dice: «»Y el varón le dijo: no se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido’’. No se aflija más a causa de las eventuales consecuencias que puedan tener los pecados en su vida, sino más bien piense en que, en el mismo momento en que se acuerde de ellos, se fortalecerá la atadura de la cuerda de amor entre usted y Dios. ¡Esto, al mismo tiempo, significa que está dispuesto a recibir algo nuevo del Señor! De esta manera, ¡el sol saldrá sobre su vida! Cuerdas de Amor (3ª parte) Autor: Marcel Malgo El mensaje del profeta Oseas es el del increíblemente paciente amor de Dios. Usted quedará asombrado con los aspectos personales, que tienen que ver con nuestra vida, que serán mencionados en este estudio. Se tratarán temas específicos que nos conducirán, cada vez, a un nuevo desafío. Queridos amigos, en el programa anterior vimos que las cuerdas que el Señor pone en nuestra vida son el camino hacia una vida fructífera, y que no se trata de cuerdas de tortura, sino de cuerdas de amor, las cuales fueron colocadas para nuestro bien. Por lo general, las mismas únicamente son colocadas sobre aquellos que de todo corazón desean parecerse más a Jesús. Muchas veces, Dios utiliza estos métodos para que una persona acepte ser cambiada con disposición y docilidad. Queremos seguir viendo hoy que: Dios lucha por nosotros Sí, es muy importante que entendamos que Dios lucha por nosotros, y es que las cuerdas de amor, hacen referencia a algo más en lo cual, probablemente, pensamos muy poco. Leemos sobre lo que, posiblemente, fue el acontecimiento más importante en la vida de Jacob, en Génesis 32:22 al 26: «»Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices’’. El Señor mismo luchóen esta ocasión contra Jacob; de esto surge una gran pregunta: ¿Por qué el Señor luchó contra Jacob? Tal vez el Señor quiso mostrarle a Jacob cómo había transcurrido su vida hasta ese momento, en lo concerniente a su relación con Dios. Él quiso abrir los ojos de Jacob. Por cuanto Jacob siempre tomaba su destino en sus propias manos, en vez de poner su confianza en el Señor, se mostraba rebelde, luchando en cierto modo contra Él. ¡Éste fue el motivo por el cual el Señor luchó contra Jacob! Isaías 63:9 y 10 nos revela esta verdad claramente. Vemos en este pasaje el relato de un acontecimiento del pueblo de Israel: «»Y (Dios) los levantó todos los días de la antigüedad. Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos’’. Dios daba todo por Israel, pero ellos lo rechazaban. ¡No confiaban en Él; es por esta razón que el Señor comenzó a luchar contra ellos! Lo mismo había sucedido con Jacob: Dios hacía todo por él. Él le ofrecía grandes bendiciones, pero Jacob no quería aceptarlas y, por lo tanto, toda su vida se convirtió, en cierto modo, en una continua lucha contra el Señor. Esto exactamente es lo que Dios pretendió mostrarle a Jacob aquella noche de violento duelo. ¿Y Jacob? ¿Entendió el mensaje de Dios? ¡A la perfección! Esto está claramente demostrado en sus palabras, al final de la lucha: «»No te dejaré, si no me bendices’’. Cuán diferente es el Jacob que se nos presenta luego de este magnífico acontecimiento; porque – ¿qué pretende testificar Jacob con estas palabras? ¡Qué necesita al Señor y que no quiere seguir viviendo sin Él! Veamos ahora: Las consecuencias de la lucha contra Dios Prestemos atención a las consecuencias generadas en esta lucha; ya que antes de dar este maravilloso testimonio que encontramos en Génesis 32:26: «»No te dejaré, si no me bendices’’, ¡sucedió algo muy extraño! En el versículo 25 de Génesis 32 dice: «»y cuando él (el Señor) vio que no podía con él (Jacob), tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba’’. Luego, en el final de este acontecimiento, leemos en el versículo 31: «»Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera’’. Para Jacob, la consecuencia de la lucha resultó en una cadera dislocada. Quedando cojo por la herida, abandonó el lugar de la lucha. Es de presumir que tuvo que sufrir este defecto el resto de su vida. No tiene sentidoque nos preguntemos si el Señor no podía vencer a Jacob. Está claro que podía vencerlo. La temática en que debemos enfocarnos es la cadera dislocada de Jacob. Este acontecimiento cumple con la función de ser ejemplo y alarma. Cuando un hijo de Dios comete algún pecado, entonces (gracias al Señor) puede ser perdonado, si reconoce su pecado de manera franca y de todo corazón. Pero muchos cristianos se olvidan que el pecado en la vida de un hijo de Dios tiene sus consecuencias. Muchas veces hemos recibido el perdón de Dios tiempo atrás; pero igualmente seguimos confrontados con las consecuencias de ciertos pecados en nuestra vida. Pensemos en David, cuyo pecado con Betsabé había sido perdonado. Éste debió enfrentarse por el resto de su vida con las consecuencias del pecado. Primero falleció el primer hijo nacido de su unión con Betsabé, y luego tuvo que sobrepasar otras calamidades directamente relacionadas con este pecado. En resumen: El pecado como tal había sido perdonado; pero las consecuencias permanecían. Así también sucede con algunosde nuestros pecados: a pesar de que hayan sido perdonados, los mismos pueden generar algunas consecuencias. Éste fue el caso en la lucha de Jacob. El Señor le mostró cómo, a causa de su terquedad, se revelaba contra Él, pero además le hizo saber que está lucha le traería consecuencias, las cuales le harían recordar este acontecimiento el resto de su vida. El Señor no destruyó a Jacob. Hasta fingió que no podía vencerlo; pese a que le mostró en forma clara que pelear contra Él le traería consecuencias. ¡Él es más fuerte! Por este motivo le descoyuntó la cadera. A partir de ese día, Jacob tuvo que confrontar las consecuencias de luchar contra Dios; quedando cojo por el resto de su vida. Esta consecuencia le hacía recordar su lucha interna con Dios. Y, también, lo haría estar: Dispuesto para nuevas bendiciones Porque, veamos: ¿El Señor dislocó la cadera de Jacob para desquitarse, como castigo o venganza? ¿Qué fue lo que precisamente Dios quiso mostrarle a Jacob? ¿Acaso pensaba castigarlo: «»¡Aquí tienes tu merecido, hombre rebelde!’’? Por supuesto que esto también fue una especie de castigo. ¡Pero decir que ésta fue la intención principal de Dios, sería muy injusto para con nuestro Señor! Para entender otro posible motivo, volvamos al concepto antes visto con respecto a las cuerdas del amor. Seguramente, más adelante, los dolores de Jacob producidos por su cadera dislocada le recordarían las consecuencias que trae el pecado. Pero, ¿qué sucedía, también, cuando transcurría por estos dolores? Seguramente, significaban la renovación de su promesa: «»No te dejaré, si no me bendices’’. ¿No vemos aquí las cuerdas de amor de parte de su Dios? Mediante ellas, Dios y Jacob se sujetaban mutuamente. También podemos ver esto en otro sentido. Probablemente, usted sabrá mejor que nadie que determinadas situaciones en su vida, en las que hoy se encuentra, son consecuencia de algún pecado. ¡Si es así, por favor deje de resignarse y renueve sus pensamientos! Arroje su carga sobre el Señor. Su Salvador no lo quiere castigar. ¡No! ¡Él le ama! En la práctica, esto se vería de la siguiente manera: ¡Si algo me hace acordar de algún pecado en mi vida, en primer lugar me asusto! Pero, ¿qué sucede luego? De todo corazón me aferro a mi Señor y digo: «»¡Señor, esto no debe volver a pasar!’’ Con esto, Dios me sujeta a su cuerda de amor y puedo tener una comunión más íntima con Él. ¡Qué maravilloso es el Señor que convierte la maldición en bendición! Jesús, en Su misericordia, pretende edificar, precisamente, sobre una montaña de escombros. Pero, lamentablemente, no siempre puede hacerlo, ya que muchos creyentes a causa de que continuamente ven las consecuencias de su pecado de manera falsa, se hunden en sus tristezas y depresiones. Si usted está confrontando las tristes consecuencias de sus pecados, entonces intente descubrir las cuerdas de amor que pretenden sujetarlo a su Señor. De esta manera, estará listo para nuevas bendiciones. Piense en David y en Betsabé: ¡su primer hijo falleció; pero el segundo hijo nacido de esta unión, fue el magnífico rey Salomón! Visto desde otra perspectiva: ¡Salomón proviene de la montaña de escombros más grande en la vida de David! Pensemos nuevamente en Jacob, del cual se dice en Génesis 32:31: «»Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera’’. Jacob estaba cojo por las consecuencias de su vida pasada, pero a pesar de todo, «»le salió el sol’’; ¡y esto no sólo literalmente, sino también en un profundo sentido espiritual! Jacob no se fue de ese lugar con la «»mano trabada al calcañar’’ ni como «»estafador’’, cosas que definen el nombre de Jacob, sino como «»Israel’’, que significa «»luchador por Dios’’. Génesis 32:28 dice: «»Y el varón le dijo: no se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido’’. No se aflija más a causa de las eventuales consecuencias que puedan tener los pecados en su vida, sino más bien piense en que, en el mismo momento en que se acuerde de ellos, se fortalecerá la atadura de la cuerda de amor entre usted y Dios. ¡Esto, al mismo tiempo, significa que está dispuesto a recibir algo nuevo del Señor! De esta manera, ¡el sol saldrá sobre su vida!