Subido por El atlante De la california

Lectio-Divina-11-Anos-Impares-18-25

Anuncio
lectio divina
para cada día del año
Lectio divina
para cada día del año
GIORGIO ZEVINI
y PIER
GIORDANO CABRA
(eds.)
Plan general de la colección
LECTIO DIVINA
PARA CADA DÍA DEL AÑO
*1.
*2.
*3.
*4.
Adviento
Navidad
Cuaresma y Triduo pascual
Pascua
*5.
*6.
*7.
*8.
Feria]
Ferial
Ferial
Ferial
- Tiempo
- Tiempo
- Tiempo
- Tiempo
Ordinario
Ordinario
Ordinario
Ordinario
- año
- año
- año
- año
par
par
par
par
*9.
* 10.
*11.
12.
Ferial
Ferial
Ferial
Ferial
- Tiempo
- Tiempo
- Tiempo
- Tiempo
Ordinario
Ordinario
Ordinario
Ordinario
- año
- año
- año
- año
impar
impar
impar
impar
(semanas
(semanas
(semanas
(semanas
1-8)
9-17)
18-25)
26-34)
(semanas
(semanas
(semanas
(semanas
1-8)
9-17)
18-25)
26-34)
volumen 11
Ferias del Tiempo ordinario
(semanas 18-25, años impares)
*13. Domingos - Tiempo Ordinario (A)
*14. Domingos - Tiempo Ordinario (B)
15. Domingos - Tiempo Ordinario (C)
16. Propio de los santos - Primera parte (enero-junio)
17. Propio de los santos - Segunda parte (julio- diciembre)
TRADUCCIÓN:
MIGUEL MONTES
* Publicados.
EDITORIAL VERBO DIVINO
Avda. d e P a m p l o n a , 41
31200 Estella (Navarra) E s p a ñ a
2003
Disposición de las lecturas
en las ferias del Tiempo ordinario
En este volumen han colaborado:
JESÚS CASTELLANO (18 a y 19 a semanas).
SANTINO BISIGNANO
(20 a semana).
MARIALAURA MINO (21 a y 22 a semanas).
NOVICIADO
«S. FAMIGLIA»
DE PONTA GROSSA, BRASIL
(23 a semana).
CECILIA BARBARESI Y MONASTERIO DE S. ANGELO IN VADO (24
a
(de la 18a a la 25a semana
del ciclo
impar)
se-
mana).
(25 a semana: lectio, meditatio y oratio).
a
NOVICIADO «S. FAMIGLIA» DE PONTA GROSSA, BRASIL (25 semana:
todas las demás partes).
PATRIZIO ROTA SCALABRINI
Semana
Primera lectura
Evangelio
El editor agradece la amable concesión de los derechos de los textos
reproducidos y permanece a disposición de los propietarios de
derechos que no ha conseguido localizar.
18
Números,
Deuteronomio 4-6
Mateo 14-17
19
Deuteronomio
Josué
Siempre que ha sido posible, el texto bíblico se ha tomado de
La Biblia de La Casa de la Biblia.
20
Judit,
Rut
Mateo 19-23
21
1 Tesalonicenses 1-4
Mateo 23-25
22
1 Tesalonicenses 4-5,
Colosenses 1
Lucas 4-6
23
Colosenses 1-3,
1 Timoteo 1
Lucas 6
24
1 Timoteo 2-6
Lucas 7-8
25
Esdras,
Ageo,
Zacarías 2
Lucas 8-9
© 2001, 22002 by Editrice Queriniana, Brescia - © Editorial Verbo
Divino, 2003 - Es propiedad - Prinled in Spain - Impresión:
GraphyCems, Villatuerta (Navarra) - Depósito legal: NA. 1.479-2003
ISBN 84-8169-495-9
10-34,
Mateo 17-19
Cf. Tabla III del Ordo Lectionum
Missae
Lunes
18 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Números 11,4b-15
En aquellos días, los israelitas se pusieron a llorar diciendo:
-¡Ojalá tuviéramos carne para comer! 5 ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los
pepinos y melones, de los puerros, cebollas y ajos! é Ahora
languidecemos, pues sólo vemos maná.
7
El maná era como la semilla del coriandro, y su color,
como el del bedelio. 8 El pueblo se esparcía para recogerlo, y
lo molían en molinos o lo machacaban en el almirez. Después
lo cocían en una caldera y hacían tortas que sabían a pasta
amasada con aceite. 9 Cuando el rocío caía sobre el campo por
la noche, caía sobre él el maná.
10
Oyó Moisés cómo el pueblo se quejaba, reunido por familias a las puertas de las tiendas, provocando gravemente la
ira del Señor, y muy contrariado se dirigió al Señor diciendo:
11
-¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué me has retirado tu confianza y echas sobre mí la carga de todo este pueblo?
12
¿Acaso lo he concebido yo o lo he dado a luz para que me
digas: «Llévalo sobre tu regazo como lleva la nodriza a su cria
tura y condúcelo hacia la tierra que prometí a sus padres?
13
¿Dónde puedo yo encontrar carne para todo este pueblo, qu<viene a mí llorando y me dice: «Danos carne para comer»? " Y« •
solo no puedo soportar a este pueblo; es demasiada carga ptii'u
18a semana
8
mí. 15 Si me vas a tratar así, prefiero morir. Pero si todavía gozo
de tu confianza, pon fin a mi aflicción.
**• Reemprendemos el camino de Israel por el desierto. El pueblo, liberado de la esclavitud de Egipto, está
cansado. No ha llegado aún a la tierra prometida. El
desierto se convierte en el lugar de la tentación y de la
prueba, de la murmuración y de la revuelta. Más que
tener la mirada puesta en la salvación obtenida y en el
don recibido de Dios, mira hacia atrás con nostalgia,
hasta adoptar la inverosímil actitud de añorar los alimentos que comían en Egipto. ¡Mejor esclavos en Egipto que
libres en el desierto con el maná de Dios! Un alimento
ligero que sabía a pasta amasada con aceite y no llenaba el estómago; un pueblo descontento, prácticamente
incapaz de reconocer los dones de Dios: la libertad y el
alimento que viene del cielo.
Y con el pueblo, precisamente porque está ligado visceralmente a su destino, aparece la profunda crisis de
Moisés, el caudillo decepcionado por su gente, que se
queja a Dios. Es la suerte del mediador que debe identificarse con el destino de su pueblo y permanecer fiel a
su Dios. La oración de Moisés, que anticipa los lamentos del salmista y de los profetas, es significativa también por su realismo. El amigo de Dios también puede
enfadarse con él. Y es que el pueblo es del Señor, no de
Moisés. Por esa razón, el audaz lamento del caudillo de
Israel pone en tela de juicio, como una razón extrema,
la fidelidad paterna y materna de Dios. Moisés le pide a
Dios, de una manera indirecta, que sea padre y madre
del pueblo que ha engendrado.
Evangelio: Mateo 14,13-21
En aquel tiempo, " Jesús, al enterarse de lo sucedido, se
retiró de allí en una barca a un lugar tranquilo para estar a
Lunes
9
solas. La gente se dio cuenta y le siguió a pie desde los pueblos.
14
Cuando Jesús desembarcó y vio aquel gran gentío, sintió
compasión de ellos y curó a los enfermos que traían. ,5 Al anochecer, sus discípulos se acercaron a decirle:
-El lugar está despoblado y es ya tarde; despide a la gente,
para que vayan a las aldeas y se compren comida.
16
Pero Jesús les dijo:
-No necesitan marcharse; dadles vosotros de comer.
17
Le dijeron:
-No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.
18
Él les dijo:
-Traédmelos aquí.
19
Y después de mandar que la gente se sentase en la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al
cielo, pronunció la bendición, partió los panes, se los dio a los
discípulos y éstos a la gente. 20 Comieron todos hasta hartarse, y recogieron doce canastos llenos de los trozos sobrantes.
21
Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar
mujeres y niños.
**• El fragmento evangélico presenta a Jesús en medio
del trabajo cotidiano de su ministerio: entre la soledad
del desierto y la presencia en medio de las muchedumbres; entre el diálogo con el Padre, en el desierto, y el
ministerio de la evangelización. Mateo subraya asimismo el aspecto subjetivo de la experiencia de Jesús, su
compasión, que se hace efectiva a través de la manifestación concreta de u n a salvación que sale al encuentro
de los deseos de quienes le siguen y esperan un milagro
de él. Jesús, médico del cuerpo y del espíritu, cura a los
enfermos (v. 14).
En medio del desierto, o bien en algún lugar solitario,
fuera de los pueblos y de las ciudades, se presenta un
problema humano, muy concreto: dar de comer a la mu
chedumbre de gente que le sigue. Enviarlos a sus casas c
la respuesta obvia de los discípulos. Darles de conu-i r
la respuesta del corazón de Cristo. Ésa es también l.i
18a semana
10
respuesta de su omnipotencia de Mesías. Cinco panes y
dos peces, sólo para comenzar, constituyen la base para
un insólito milagro de multiplicación de los alimentos,
u n milagro destinado a saciar a una muchedumbre de
más de cinco mil personas (v. 21).
Aparece aquí todo el sabor de una comida sagrada, de
una comunión viva con Jesús, el Mesías, y, a través
de él, con el Dios de la creación y de la vida. La acción
de Jesús, típica de la tradición judía de la comida sagrada, que es reconocimiento del don de Dios, es litúrgica y
eucarística: toma con sus manos los panes y los peces;
pronuncia la bendición u oración de acción de gracias;
parte los panes y los distribuye a los discípulos, que
aprenden de Jesús el gesto del reparto. Una acción simbólica, un hecho real de largo alcance. Una acción que
tiene que ver con nuestra eucaristía diaria, pan partido
y multiplicado en todo el mundo.
MEDITATIO
Aunque no están ligadas entre sí de una manera estructural, ambas lecturas dejan entrever una unidad
temática que recorre el mensaje bíblico de hoy.
En la lectura del libro de los Números encontramos
un pueblo en camino, sometido al cansancio y a la prueba; un pueblo al que le resulta fácil ceder a la nostalgia
del pasado cuando no se deja dirigir por el espíritu de
fidelidad a la alianza estipulada con YHWH, sino por ese
instinto mucho más fuerte del hambre y del placer que
producen los alimentos, aunque se trate de ajos y cebollas. El camino de Israel por el desierto fue considerado
siempre por los Padres de la Iglesia un paradigma del
itinerario del cristiano y de la Iglesia. El futuro produce
espanto; el alimento «ligero» del espíritu no basta. La
nostalgia del pasado está al acecho. El pueblo no capta
la delicadeza de las exigencias de Dios. Todo camino
II
Lunes
cristiano tiene sus pruebas. Pero ¡ay del que mira hacia
atrás! Al cristiano no le falta el alimento cotidiano, ni
tampoco ese alimento ligero y cotidiano de la Palabra y
del pan y el vino eucarísticos. Pero ¿qué es este alimento
ligero para hacer frente a la pesadez de la vida diaria?
Sin embargo, Dios no tiene otro alimento definitivo
para darnos.
El episodio evangélico presenta a Jesús, cual nuevo
Moisés en el desierto, en medio de u n a muchedumbre
cansada, hambrienta, enferma, a la que tal vez le cuesta u n poco seguir a u n Mesías del que lo espera todo, incluso una liberación política. La respuesta de Jesús es
eficaz, milagrosa. Pero, en el fondo, Jesús no hace milagros cada día. Los signos que realiza necesitan también
ser recibidos con fe, lo mismo que su persona. Por lo
demás, Jesús no vive sino de la comunión diaria con el
Padre y de la sencillez con la que comparte todo con sus
discípulos. Y esto es suficiente. En el caso del cristiano,
el m a n á cotidiano de la Palabra y de la eucaristía es
también pan para el camino, viático para la jornada.
ORATIO
Nos sentimos reflejados, Señor, en la actitud del pueblo de Israel en el desierto También nosotros, aun recibiendo cada día el m a n á que nos ofrece la salvación,
sentimos en el fondo de nuestro corazón nostalgias inconfesables de otros alimentos y de otras bebidas. La ligereza del alimento celestial a m e n u d o no nos basta y,
aun habiendo experimentado la libertad y la liberación
con el éxodo del pecado, mirarnos hacia atrás, soñando
con los ojos abiertos al pasado y olvidándonos casi del
don de la liberación. Nuestro desierto se vuelve en ocasiones árido, y el camino por él se hace pesado, y de este
modo nos dejamos engañar por espejismos, por paisajes
absolutamente imaginarios.
18a semana
12
Señor Jesús, queremos ser peregrinos por el desierto
de la vida, pero sin sentir nostalgia del pasado, sino
tendiendo más bien hacia el futuro de u n a tierra de
promisión. Más aún: deseamos no sólo no aumentar el
número de los murmuradores decepcionados, sino expresarte nuestro agradecimiento por el alimento diario
de la Palabra y de la eucaristía. Y contigo, como en la
multiplicación de los panes y los peces, dirigir la mirada al Padre, darle gracias por su dones, compartiendo
con todos la alegría de sentirnos amados por un Padre
providente.
CONTEMPLATIO
Así pues, Jesús, en virtud de la fuerza que había dado
a sus discípulos para alimentar también a los otros, les
dijo: «Dadles vosotros de comer». Y ellos, sin negar que
podían dar algunos panes, pero creyendo que eran muy
pocos e insuficientes para alimentar a todos los que habían seguido a Jesús, no tenían en cuenta que, al tomar
cualquier pan o palabra, Jesús los hace aumentar cuanto quiere, haciendo que sean suficientes para todos
aquellos a quienes quiere alimentar, y dicen: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces». Cinco, porque tal vez entendían de una manera enigmática que los
cinco panes son los discursos sensibles de las Escrituras, y por eso tienen el mismo número que los cinco
sentidos; los peces, en cambio, son dos, y representan la
palabra pronunciada y la interior, como «condumio»
para los sentidos escondidos en las Escrituras, o bien tal
vez la palabra llegada hasta ellos sobre el Padre y el Hijo
Hasta que llevaron a Jesús estos cinco panes y estos
dos peces, no aumentaron, no se multiplicaron, ni pudieron alimentar a muchos; pero cuando el Salvador los
cogió, en primer lugar levantó los ojos al cielo, como
I i
Lunes
para hacer descender, con los rayos de sus ojos, un poder que habría penetrado en aquellos panes y aquellos
peces, destinados a alimentar a cinco mil hombres; en
segundo lugar, bendijo los cinco panes y los dos peces,
haciendo que aumentaran y se multiplicaran con la palabra y la bendición; y, en tercer lugar, los dividió, los
partió y los dio a sus discípulos para que se los dieran a
la muchedumbre [...]. Hasta este momento - m e parecey hasta el fin del mundo, los doce canastos, llenos del
pan de vida que las muchedumbres no fueron capaces
de comer, están junto a los discípulos (Orígenes, Commento al vangelo di Matteo, Roma 1998, I, pp. 175-179,
passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Basta con tomar una palabra de allí para tener un
viático para toda la vida» (Juan Crisóstomo).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La Palabra de Dios es venerable como el cuerpo de Cristo. La
mesa de las Escrituras, como la de la eucaristía, ofrece a los fieles un mismo y único Señor. Quien comulga la Palabra, como
quien comulga el Pan de vida participa de Cristo Jesús. Del mismo modo que, cuando se distribuye el cuerpo de Cristo, llevamos buen cuidado de que no caiga nada en tierra, así también
debemos tener el mismo cuidado de no dejar escapar de nuestro corazón la Palabra de Dios que nos es dirigida, hablando y
pensando en otra cosa. Y es que quien escucha la Palabra de
Dios de manera negligente no será menos culpable que el que,
por negligencia, deja caer en tierra el cuerpo del Señor.
Palabra y eucaristía tienen la misma importancia, ambas son
«venerables». Y la veneración que les debemos es la misma que
adora al Señor presente en la Palabra y presente en la eucaris-
14
18a semana
tía. Aquí está presente bajo las especies del pan y el vino; allí,
bajo la especie de las palabras humanas. Podemos hablar de
una presencia real de Cristo en la Escritura, real como la
presencia en la eucaristía, aun siendo esta última sacramental.
La escucha de la Palabra constituye siempre un excelente
catecumenado que nos enseña a vivir según el Evangelio. Constituye asimismo una eficaz preparación - l a mejor- para la liturgia eucarística propiamente dicha. Ahora bien, es infinitamente
más que un arado que prepara la tierra de nuestro corazón
para que pueda fructificar en ella, y, a buen seguro, más que
una escuela de vida cristiana: es, esencialmente, celebración de
Cristo presente en su Palabra, puesto que cuando en la iglesia
se leen las Sagradas Escrituras es él quien habla (L. Deiss, Vivere
la Parola ¡n comunitá, Turín 1976, pp. 3 0 4 - 3 0 6 [edición española: Celebración de la Palabra, Ediciones San Pablo, Madrid
1992]).
Martes
18 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Números 12,1-13
En aquellos días, ' María y Aarón murmuraban contra
Moisés a causa de la mujer cusita que éste había tomado por
esposa. 2 Decían:
-¿Acaso ha hablado el Señor sólo con Moisés? ¿No ha hablado también con nosotros?
El Señor lo oyó. 3 Moisés era el hombre más humilde y sufrido del mundo.
4
El Señor dijo a Moisés, a Aarón y a María:
-Id los tres a la tienda del encuentro.
Así lo hicieron. 5 El Señor descendió en la columna de nube
y se detuvo a la entrada de la tienda. Llamó a Aarón y a María, y ambos se acercaron.
6
El Señor les dijo:
-Oíd mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta,
yo me revelo a él en visión y le hablo en sueños. 7 Pero con mi
siervo Moisés no hago esto, porque él es mi hombre de confianza. 8 A él le hablo cara a cara, a las claras y sin enigmas.
Moisés contempla el semblante del Señor. ¿Cómo os habéis
atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?
9
El Señor se irritó contra ellos y se fue.
18" semana
16
10
Apenas había desaparecido la nube de encima de la tienda, María apareció cubierta de lepra, blanca como la nieve.
Aarón se volvió hacia María y la encontró cubierta de lepra.
" Aarón dijo a Moisés:
-Perdón, mi Señor. No nos hagas responsables del pecado
que neciamente hemos cometido. '2 No dejes a María como un
aborto, que sale ya medio consumido del vientre de su madre.
13
Moisés clamó entonces al Señor diciendo:
-¡Oh Dios, sánala, por favor!
*•• El presente fragmento del libro de los Números introduce a los tres personajes clave del éxodo: Moisés,
Aarón y María, su hermana. En medio de ellos está presente Dios como juez, amigo y protector de Moisés.
Tampoco entre los grandes hombres faltan piedras de
tropiezo, habladurías y envidias. Éste es el caso de Aarón y María, incapaces de considerar a Moisés en toda
su grandeza, como elegido de Dios, por el simple hecho
de que había tomado como esposa a u n a mujer etíope.
Quieren ser como él, tal vez más que él; ser investidos
también ellos de un poder profético como el del caudillo
de Israel. Pero Dios viene en ayuda de su siervo, le defiende y realiza un juicio solemne. El lugar de esta teofanía
de YHWH es la «tienda del encuentro», lugar de la presencia (Shehinah) del mismo Dios, donde está presente
con su gloria (kabod), simbolizada por la columna de
nube y por la nube misma, que marca la presencia y el
ausentarse de Dios (cf. w. 5.10).
Allí tiene lugar u n juicio tan severo como sincero.
Dios toma la defensa de Moisés. Entre la multitud de
profetas presentes en el pueblo, es Moisés el profeta por
excelencia; más aún, es el amigo y confidente de Dios.
Las palabras con las que YHWH toma la defensa de Moisés son emotivas y ponen de manifiesto su singular elección como amigo y confidente: «A él le hablo cara a cara,
a las claras y sin enigmas. Moisés contempla el semblante del Señor» (v. 8). El texto transmite la convicción del
Martes
17
pueblo sobre la grandeza de Moisés, el amigo de Dios,
del mismo modo que se revela en otros fragmentos del
Pentateuco.
El castigo infligido a María nos parece excesivo. Sin
embargo, se trata de un signo. Y, de nuevo, la oración
confiada de Moisés, la audacia que muestra al pedir a
Dios la curación, manifiesta de verdad que habla a Dios
con la audacia confiada de u n amigo.
Evangelio: Mateo 14,22-36
En aquel tiempo, después de haber saciado a la muchedumbre, n Jesús mandó a sus discípulos que subieran a la barca y
fueran delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la
gente. 1J Después de despedirla, subió al monte para orar a
solas. Al llegar la noche estaba allí solo.
24
La barca, que estaba ya muy lejos de la orilla, era sacudida por las olas, porque el viento era contrario. 25 Al final ya
de la noche, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago.
26
Los discípulos, al verlo caminar sobre el lago, se asustaron
y decían:
-Es un fantasma.
Y se pusieron a gritar de miedo. " Pero Jesús les dijo en
seguida:
-¡Animo! Soy yo, no temáis.
28
Pedro le respondió:
-Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas.
29
Jesús le dijo:
-Ven.
Pedro saltó de la barca y, andando sobre las aguas, iba hacia
Jesús. 30 Pero al ver la violencia del viento se asustó y, como
empezaba a hundirse, gritó:
-¡Señor, sálvame!
31
Jesús le tendió la mano, lo agarró y le dijo:
-¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?
32
Subieron a la barca, y el viento se calmó. 33 Y los que
estaban en ella se postraron ante Jesús, diciendo:
18
18a semana
-Verdaderamente, eres Hijo de Dios.
34
Terminada la travesía, tocaron tierra en Genesaret.
35
Al reconocerlo los hombres del lugar, propagaron la noticia por toda aquella comarca y le trajeron todos los enfermos. 36 Le suplicaban que les dejara tocar siquiera la orla de
su manto, y todos los que la tocaban quedaban sanos.
*• El evangelio de hoy nos presenta otra jornada de la
vida de Jesús. E n este pasaje se narran aspectos de su
vida diaria que la tradición sinóptica ha recogido. Nos
referimos a los momentos de oración y de soledad que
pueblan la vida del Maestro. «Después de despedirla [a
la muchedumbre], subió al monte para orar a solas. Al
llegarla noche estaba allí solo» (v. 23). La semejanza con
la perícopa referida a Moisés, como orante y amigo de
Dios, nos sugiere la aproximación de ambos personajes.
Ahora bien, aquí se trata de Jesús; no de un amigo, sino
del Hijo mismo orando. Una oración intensa, que dura
toda una noche. Un fragmento paralelo de Lucas (6,12),
en el que se alude a que Jesús pasó una noche en oración
antes de la elección de los discípulos, confirma esta costumbre del Señor, una costumbre que despertaba admiración en los discípulos.
Sobre el fondo de esta presentación del Maestro,
que vive el misterio de su relación orante con Dios, se
manifiesta asimismo su trascendencia divino-humana,
caminando sobre las aguas. Las palabras del Maestro
tranquilizan a los discípulos, que están llenos de miedo.
El instintivo Pedro, acostumbrado a su m a r de Galilea,
quiere caminar sobre las aguas como Jesús. Prueba a
hacerlo, pero está a punto de hundirse. El miedo a la
muerte hace brotar de él una oración sentida y profunda, una oración en la que implora la salvación: «¡Señor,
sálvame!» (v. 30). Con su reacción, Jesús, que reprocha
a Pedro su miedo y denuncia su falta de fe (v. 31), se
presenta a nuestros ojos como Salvador, a la luz de la
revelación de su superioridad divina.
Martes
19
MEDITATIO
Los dos fragmentos de la Escritura ponen el acento
en la presencia y en la intervención de Dios en la vida
cotidiana. Es una presencia fuerte, que podríamos definir muy bien como teofánica, «manifestadora de Dios».
Una presencia majestuosa en la que nos demuestra que
él se encuentra situado en el centro de la vida y de la historia y que le alcanzamos, siempre a una equidistancia
entre su presencia y su trascendencia, a través del diálogo de la oración. Moisés aparece, en la primera lectura,
como el confidente de Dios. La tienda aparece como el
lugar visible donde Dios viene al encuentro de su pueblo
y se deja encontrar. El Dios afable, dialogante, que toma
la defensa de Moisés, manifiesta también su calidad de
Dios amigo, dispuesto a defender a su elegido. Y también
solícito a la hora de escuchar su oración.
Jesús, el Hijo predilecto, más grande que Moisés, es
también u n orante; más aún, es el lugar de la oración, la
nueva tienda del encuentro donde Dios se hace presente, el nuevo templo donde Dios se reúne con los hombres. Jesús, mientras ora durante la noche, se convierte
en la tienda del encuentro, misteriosamente iluminada
por la columna de nube, por la gloria del Señor. Una
gloria que le envuelve, aunque sea en pocos momentos
- c o m o en la Transfiguración-, y en la que se manifiesta
a los ojos de sus discípulos en toda su grandeza. El
Jesús que camina sobre las aguas es el Dios del éxodo
liberador, el Creador que domina sobre su criatura. Y es
también el Dios que se manifiesta con el realismo de u n
hombre, no de un fantasma, a pesar del estupor que
despierta verle caminar sobre las aguas del lago. De ahí
que Jesús, ante esta revelación, pida fe en él, confianza
en su persona. En la oración de Moisés se manifiesta
nuestra oración de intercesión, que nos hace amigos y
confidentes. En la oración de Pedro se manifiesta nuestra necesidad de salvación.
18° semana
20
ORATIO
Señor, nos gustaría vivir en tu presencia, como Moisés,
tu siervo amigo; como Jesús, tú Hijo amadísimo. Sabemos
que, para Moisés, la tienda era el lugar del encuentro.
Mas para Jesús, también el cosmos era la tienda cubierta
por la bóveda celeste, iluminada por las estrellas brillantes, lugar de la presencia de nuestro inmenso Padre
y Creador.
Concédenos experimentar en la oración, prolongada
también algunas veces durante la noche, tu viva participación en los acontecimientos de nuestra vida cotidiana; concédenos sentir que siempre estás despierto para
escuchar y acoger nuestra súplica. Queremos ser como
Moisés, que hablaba contigo como u n amigo habla con
su amigo. Más aún, como Jesús, inmerso en tu corazón
de Padre.
Concédenos la sabiduría de u n a oración de súplica
como la de Pedro: «¡Señor, sálvame!». Pero también la
generosa intercesión de la oración de Moisés por todas
aquellas personas a las que amamos y queremos que se
salven en el cuerpo y en el espíritu: «¡Oh Dios, sánalas,
por favor!».
CONTEMPLATIO
Y Jesús subió a la montaña, a orar en un lugar apartado. ¿A orar por quién? Por las muchedumbres, a fin
de que, después de haber comido los panes de la bendición, no hicieran nada contrario a la despedida que habían recibido de Jesús; y también por los discípulos, a
fin de que, obligados por él a subir a la barca y a precederle en la orilla opuesta, no tuvieran que sufrir ningún
mal en el mar, ni por parte de las olas que sacudían la
barca, ni por parte del viento contrario.
21
Martes
Y me atrevería a decir que, gracias a la oración de
Jesús, dirigida al Padre por sus discípulos, éstos no
sufrieron ningún mal, a pesar de la furia del mar, de las
olas y del viento que soplaba en contra suya [...]. Si un
día tenemos que debatirnos en medio de pruebas ineludibles, recordemos que fue Jesús quien nos obligó a subir a la barca porque quería que le precediéramos en la
otra orilla. No es posible, en efecto, llegar a la otra orilla sin sostener las pruebas de las olas y de los vientos
contrarios. Después, cuando nos veamos rodeados de
muchas y penosas dificultades y estemos cansados de
navegar entre ellas durante tanto trecho con nuestras
modestas fuerzas, deberemos pensar que nuestra barca
está, precisamente en ese momento, en medio del mar,
agitada por olas que quieren hacernos naufragar en la
fe o en cualquier otra virtud [...]. Y cuando veamos que
se nos aparece el Logos, nos sentiremos turbados hasta
que hayamos comprendido claramente que el Salvador
ha venido a nosotros [...].
Él nos hablará enseguida y nos dirá: «¡Animo! Soy yo,
no temáis». Inmediatamente después, mientras Pedro
esté todavía hablando y diciendo: «¡Señor, sálvame!», el
Logos extenderá su mano, le ayudará, lo cogerá en el
momento en que empieza a hundirse y le reprenderá
por su poca fe y por haber dudado. Con todo, observa
que no dice: «Incrédulo», sino: «¡Hombre de poca fe!», y
que añade también: «¿Por qué has dudado y, aun teniendo la fe, te has inclinado hacia el lado contrario?
(Orígenes, Commento al vangelo di Matteo I, Roma 1998,
pp. 194-197, passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«¡Señor, sálvame!» (Mt 14,30b).
18" semana
22
Miércoles
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Practicamos con una gran frecuencia la intercesión; oramos
por nuestros padres, por aquellos que nos aman. Sin embargo,
nuestra intercesión se limita, con excesiva frecuencia, a una llamada dirigida a Dios, aunque se trate de una llamada afligida
y sincera: «¡Mira, Señor!», «¡Señor, ten piedad!», «¡Señor, ayúdanos! ¡Ven en ayuda de los que están necesitados!» [...]. Lo
que hacemos es una especie de recordatorio, dirigido a Dios, de
lo que sigue siendo imperfecto en este mundo. Pero ¿cuántas veces estamos dispuestos a hablar como hace Isaías cuando oye
preguntar a Dios: «¿A quién enviaré?» (Is 6,8)? ¿Cuántas veces
estamos dispuestos a levantarnos y a decir: «Aquí estoy, Señor,
envíame»? Sólo de este modo puede convertirse nuestra intercesión en lo que es por naturaleza.
Interceder no quiere decir hablar al Señor en favor de aquellos que se encuentran en necesidad; significa dar un paso, un
Íiaso que nos lleva al corazón mismo de una situación, que nos
leva allí de una manera definitiva y hace que no podamos
echarnos atrás de ninguna manera, porque ahora nos hemos
entregado y pertenecemos a esta situación. En una situación de
máxima tensión, el corazón es el punto donde el choque se vuelve más violento y el tormento más cruel: ahí es donde se sitúa el
acto de intercesión. Todo compromiso que se vuelve intercesión
implica una solidaridad de la que ya no queremos prescindir.
Esta solidaridad la encontramos en Dios: él se compromete en el
mismo instante en que nos llama con su Palabra a la existencia,
sabiendo que le abandonaremos, que le perderemos y que será
él quien deba encontrarnos de nuevo no allí donde él está, sino
allí donde nos encontremos nosotros, con todo lo que eso implica
(de una conferencia del metropolita A . Bloom, citado en E. Bianchi [ed.], Letture per ogni giorno, Leumann 1980, pp. 412ss).
18a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Números 13,l-3a.25b-14,l-26-30ss
En aquellos días, "'' el Señor dijo a Moisés:
2
-Envía a algunos hombres, un jefe de cada tribu, para que
exploren la tierra de Canaán que voy a dar a los israelitas.
3
Moisés los envió desde el desierto de Farán, según la orden del Señor. 25 A los cuarenta días regresaron los exploradores de la tierra. 26 Se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la
comunidad de los israelitas en el desierto de Farán, en Cades;
les informaron detalladamente y les mostraron los frutos de la
tierra.
27
Éste fue su informe:
-Fuimos a la tierra a la que nos enviasteis. Es una tierra
que mana leche y miel; fijaos en sus frutos. 28 Pero el pueblo
que la habita es fuerte y las ciudades están fortificadas y son
grandes; hemos visto, incluso, descendientes de Anac. 2" Los
amalecitas ocupan el desierto del Négueb; los hititas, los jcbuseos y los amorreos habitan la montaña; y los cananeos, la
costa y la ribera del Jordán.
30
Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés diciendo:
-Iremos a conquistarla, pues somos capaces de ello.
31
Pero los que habían ido decían:
24
18a semana
-No podemos combatir contra ese pueblo; es más fuerte
que nosotros.
32
Y empezaron a hablar mal entre los israelitas de la tierra
que habían explorado diciendo:
-La tierra que hemos explorado devora a sus habitantes.
Los hombres que hemos visto son de gran estatura. 33 Hemos
visto gigantes, descendientes de Anac. Nosotros a su lado parecíamos saltamontes, y así nos veían ellos.
141
Entonces toda la comunidad empezó a gritar, y el
pueblo se pasó la noche llorando. 2t El Señor dijo a Moisés y
a Aarón:
27
-He oído las murmuraciones de los israelitas, ¿hasta
cuándo tendré que soportar a esta comunidad malvada que
murmura contra mí? 2li Respóndeles: Por mi vida, Palabra del
Señor, que os trataré como merecen vuestras murmuraciones.
29
En este desierto caerán los cadáveres de todos los mayores
de veinte años que fuisteis registrados y habéis murmurado
contra mí. 3 " Ninguno de vosotros entrará en la tierra en la que
había jurado estableceros con mi poder; sólo entrarán Caleb,
hijo de Jefoné, y Josué, hijo de Nun. " Cargaréis con vuestra
culpa durante cuarenta años, es decir, tantos como días estuvisteis explorando la tierra: año por día. Sabréis por experiencia lo que significa haberos alejado de mí. 35 Yo, el Señor,
lo he dicho. Así trataré yo a esta comunidad perversa que se
ha confabulado contra mí.
**• La forma fragmentaria con la que el leccionario nos
presenta este pasaje nos invita a una lectura personal de
toda la perícopa bíblica. Se trata de u n a perícopa compuesta de diferentes tradiciones y que presenta algunas
contradicciones con el conjunto de los textos paralelos.
Sobresalen aquí cuatro momentos: el envío de representantes de las doce tribus de Israel, por parte de Moisés,
para que exploren la tierra prometida y la realización del
mandato; la vuelta de los exploradores que traen los
frutos de la tierra prometida y el relato de los mismos;
el miedo del pueblo a causa de los aspectos negativos y
exagerados relacionados con los habitantes de la tierra
de Canaán y sus ciudades (tendrán que enfrentarse con
hombres fuertes y con ciudades fortificadas, elementos
Miércoles
25
que desaniman al pueblo a seguir su marcha hacia ade
lante); el lamento del pueblo y la nuevas nostalgias de la
tierra de Egipto, con la consiguiente falta de confianza
en Dios y en sus promesas.
En medio de las contradicciones, Moisés mantiene su
fidelidad al Señor, señala al pueblo la tierra prometida y
sus frutos, y pronuncia las palabras-clave de este relato
- n o incluidas en la lectura propuesta por el leccionario-,
unas palabras que suponen u n a exhortación a la confianza basada en la fidelidad de Dios: «El Señor está de
nuestra parte; él nos hará entrar en ella y nos la dará; es
una tierra que mana leche y miel. No os rebeléis contra
el Señor ni temáis a los habitantes de esa tierra, pues serán para nosotros pan comido. Ellos se han quedado sin
defensa, y con nosotros está el Señor; no los temáis»
(Nm 14,8ss). En estas palabras se manifiesta toda la confianza de Moisés en la fidelidad de Dios, capaz de vencer
todo temor ante el oscuro panorama descrito por los
exploradores, a pesar de la apetecible conquista de aquel
territorio por los magníficos frutos que produce; un territorio presentado como una «tierra que mana leche y miel»,
la fórmula clásica para describir la tierra prometida.
Evangelio: Mateo 15,21-28
En aquel tiempo, 2I Jesús se marchó de allí y se retiró a la
región de Tiro y Sidón. 22 En esto, una mujer cananea venida
de aquellos contornos se puso a gritar:
-Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija vive maltratada por un demonio.
23
Jesús no le respondió nada. Pero sus discípulos se acercaron y le decían:
-Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros.
24
Él respondió:
-Dios me ha enviado sólo a las ovejas perdidas del pueblo
de Israel.
18a semana
T¿
25
Pero ella fue, se postró ante Jesús y le suplicó:
-¡Señor, socórreme!
26
Él respondió:
-No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los
perrillos.
Ella replicó:
27
-Eso es cierto, Señor, pero también los perrillos comen
las migajas que caen de la mesa de sus amos.
28
Entonces Jesús le dijo:
-¡Mujer, qué grande es tu fe! Que te suceda lo que pides.
Y desde aquel momento quedó curada su hija.
**• El fragmento evangélico que hemos leído prolonga
la visión de la predicación de Jesús y de sus destinatarios,
dirigida a una tierra prometida que se encuentra más
allá de los confines de la nación y de los habitantes que
hasta ahora han escuchado la voz de Jesús. Tiro y Sidón
están situadas en los confines de Galilea, más allá de la
frontera que hoy recibe el nombre de Rash-en-Naqura,
en la frontera entre Israel y el Líbano. Es tierra de paganos, de fenicios. Jesús se desplaza hacia el norte,
buscando tal vez u n momento de distensión y de descanso tras el intenso ritmo de la predicación en Galilea.
Se trata de un desplazamiento simbólico que anuncia la
universalidad de la salvación. El encuentro con la mujer
cananea, en este marco general, constituye un episodio
emblemático. Es un encuentro entre un rabí y una mujer, u n a mujer que, por añadidura, es pagana. La actitud
del Maestro expresa, al comienzo, la distancia y la desconfianza normal entre el pueblo elegido y los pueblos
paganos. La insistente petición de la mujer cananea, absolutamente preocupada por la salud física y psíquica
de su hija, expresa afecto materno y, al mismo tiempo,
confianza en Jesús.
A las tres intensas imploraciones de la mujer le siguen
tres actitudes de distanciamiento por parte de Jesús, ac-
27
Miércoles
titudes casi incomprensibles para nosotros, a no ser por
su alcance pedagógico. A la invocación de la mujer: «Ten
piedad de mí, Señor, Hijo de David» (v. 22), Jesús no le
responde ni con una palabra. Al segundo intento insistente de mediación por parte de los discípulos sólo le
responde con un rechazo que acentúa las distancias
entre Israel y los demás pueblos (w. 23b-24). A la renovada petición de la cananea, que se postra ante Jesús, le
corresponde una respuesta dura y enigmática: «No está
bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perrillos» (v. 26). Sin embargo, el instinto materno capta en
el duro lenguaje empleado por Jesús una rendija de
esperanza, y transforma la objeción del Maestro en una
razón ineludible para obligarle a hacer el milagro: «También los perrillos comen las migajas que caen de la mesa
de sus amos» (v. 27). Su fe h a quedado probada. Ha superado el examen de amor. «¡Mujer, qué grande es tu fe!»
(v. 28).
El Reino de Dios se dilata con el amor de aquellos que
han acogido, acogen y acogerán a Jesús más allá de todo
límite terreno.
MEDITATIO
Los dos fragmentos de la Escritura que nos presenta
la liturgia de hoy nos ofrecen la posibilidad de meditar
sobre algunos aspectos de la realidad de nuestro Dios:
su fidelidad y nuestra confianza. Dios es fiel a sus promesas; más aún, a fin de que no esperemos al último
m o m e n t o para ser confirmados en las pruebas por
parte de su fidelidad, Dios anticipa en nuestra vida el
goce de los bienes prometidos. Del mismo modo que los
israelitas, cuando todavía estaban en el árido desierto,
pudieron gozar de los frutos de la tierra prometida, gracias a los exploradores que confirmaron la verdad de las
promesas de Dios, también con nosotros se muestra el
29
Miércoles
18" semana
28
Señor espléndido en sus dones definitivos y nos los hace
probar de m a n e r a anticipada. Tenemos las primicias y
la prenda de nuestra esperanza ya en este mundo. Sin embargo, todavía no hemos llegado a la meta; queda margen
para la esperanza, puesto que los bienes prometidos
no los poseemos plenamente, y delante de nosotros se
presenta todavía un arduo camino, lleno de asechanzas
y dificultades.
La confianza ilimitada de la cananea, la mujer extranjera que se confía a Jesús y desafía con su decidida
perseverancia al corazón del Maestro, también supone
para nosotros u n motivo de ánimo. Dios espera de nosotros que mostremos una gran esperanza en él. Las primeras respuestas, aunque no sean definitivas, son ya u n
camino propedéutico para atrevernos a más. También
las pruebas ahondan en nosotros el verdadero sentido
de la confianza y purifican las motivaciones egoístas de
nuestras preguntas, para convertirse en preguntas de
salvación.
ORATIO
Señor, a menudo, en la experiencia cotidiana de nuestra vida, tenemos necesidad de saborear los frutos que
nos tienes prometidos, de tener u n anticipo de los signos de tu presencia en nuestra vida. E n un m u n d o que
se nos presenta todavía hoy frecuentemente como u n
desierto y no nos permite vislumbrar la tierra prometida, como u n desierto vacío de tu presencia, hostil al
mismo Evangelio, tenemos necesidad de alguna prueba
efectiva de que estás con nosotros. Con todo, sabemos
que «la esperanza no defrauda», porque tú mismo has infundido en nuestro corazón el Espíritu Santo, que es
prenda de los bienes futuros.
Concédenos creer constantemente en tu amor, un
amor que se revela siempre más grande que nuestro co-
razón. Haz que nuestro deseo engendre u n a fe más
grande, como la fe de la mujer cananea, a la que tú mismo reconociste con admiración como merecedora del
don que había implorado. Que también la prueba suponga para nosotros un motivo de esperanza y el incomprensible rechazo de nuestras oraciones por tu parte sea un
motivo de purificación y de renovada audacia en nuestro
creer en tu amor.
CONTEMPLATIO
Muchas veces he pensado si, como el sol estándose en
el Cielo, que sus rayos tienen tanta fuerza que no mudándose él de allí de presto llegan acá, si el alma y el espíritu, que son u n a mesma cosa, como lo es el sol y sus
rayos, puede, quedándose ella en su puesto, con la fuerza del calor que le viene del verdadero Sol de Justicia,
alguna parte superior salir sobre sí mesma. En fin, yo
no sé lo que digo, lo que es verdad es que con la presteza que sale la pelota de un arcabuz cuando le ponen el
fuego, se levanta en lo interior u n vuelo, que yo no sé
otro nombre que le poner, que, aunque no hace ruido,
se hace movimiento tan claro que no puede ser antojo
en ninguna manera; y muy fuera de sí mesma, a todo lo
que puede entender, se le muestran grandes cosas; y
cuando torna a sentirse en sí, es con tan grandes ganancias y teniendo en tan poco todas las cosas de la
tierra, para en comparación de las que ha visto, que le
parecen basura; y desde ahí adelante vive en ella con
harta pena, y no ve cosa de las que le solían parecer bien
que no le haga dársele nada de ella. Parece que le ha
querido el Señor mostrar algo de la tierra adonde ha de
ir, como llevaron señas los que enviaron a la tierra de
promisión los del pueblo de Israel, para que pase los
trabajos de este camino tan trabajoso, sabiendo adonde
ha de ir a descansar.
18a semana
30
Aunque cosa que pasa tan de presto no os parecerá de
mucho provecho, son tan grandes los que deja en el
alma que si no es por quien pasa no se sabrá entender
su valor. Por donde se ve bien no ser cosa del Demonio;
que de la propia imaginación es imposible, ni el Demonio podría representar cosas que tanta operación y paz
y sosiego y aprovechamiento dejan en el alma, en especial tres cosas muy en subido grado: conocimiento de la
grandeza de Dios, porque mientras más cosas viéremos
de ella, más se nos da a entender: propio conocimiento
y humildad de ver cómo cosa tan baja, en comparación
del Criador de tantas grande/as, la ha osado ofender, ni
osa mirarle; la tercera, tener en muy poco todas las cosas de la tierra, si no fueren las que puede aplicar para
servicio de tan gran Dios (Teresa de Avila, «Moradas del
castillo interior», VI, 5,9-10, en Obra completa de santa
Teresa de Jesús, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 9 1998, pp. 542-543).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis» (Mt 7,7).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Es preciso pasar a través del desierto y morar en él para recibir la gracia de Dios; es allí donde nos vaciamos, donde expulsamos de nosotros todo lo que no es Dios y donde se vacía
esta pequeña casa de nuestra alma para dejarle todo el sitio a
Dios. Los judíos atravesaron el desierto. Moisés vivió en él antes
de recibir su misión. San Pablo, cuando salió de Damasco, fue
a pasar tres años en Arabia. También san Jerónimo y san Juan
Crisóstomo se prepararon en el desierto. Es indispensable [...].
Es un tiempo de gracia. Es un período a través del que debe
pasar necesariamente toda alma que quiera dar fruto [...]. Le
Miércoles
31
hacen falta este silencio, este recogimiento y este olvido de todo
lo creado en medio de los cuales pone Dios en el alma su Reino
y forma en ella el espíritu interior: la vida íntima con Dios, la
conversación del alma con Dios a través de la fe, de la esperanza, de la caridad [...]. Los frutos que pueda producir el alma
más tarde serán exactamente proporcionales a la medida en que
se haya formado en ella el nombre interior (Ch. de Foucauld,
Opere spirítuali, Milán 1960, p. 761, passim [edición española:
Obras espirituales, Ediciones San Pablo, Madrid 1998]).
Jueves
18 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Números 20,1-13
En aquellos días, ' la comunidad de Israel en su totalidad
llegó al desierto de Sin el primer mes, y el pueblo acampó en
Cades. Allí murió María, y allí fue sepultada. 2 No había agua
para la comunidad, y ésta se amotinó contra Moisés y Aarón.
3
El pueblo se quejaba contra Moisés diciendo:
-¡Ojalá hubiéramos muerto con nuestros hermanos ante
el Señor! 4 ¿Por qué habéis traído a la asamblea del Señor a
este desierto, para que muramos nosotros y nuestros ganados?
5
¿Por qué nos sacasteis de Egipto para traernos a este lugar
maldito, donde no hay semillas, ni higueras, ni viñas, ni ganados, ni siquiera agua para beber?
6
Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad hacia la
entrada de la tienda del encuentro. Cayeron rostro a tierra y
se les manifestó la gloria del Señor. 7 El Señor dijo a Moisés:
8
-Toma el bastón y reúne a la comunidad. Cuando esté
reunida, ordenad a la roca tú y tu hermano Aarón que dé
agua, y harás brotar para ellos agua de la roca, y les darás de
beber a ellos y a sus ganados.
9
Moisés tomó el bastón que estaba ante el Señor, como él
le había ordenado, 10 convocó, junto con Aarón, a la comunidad delante de la roca y les dijo:
34
18a semana
-¡Oíd, rebeldes! ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de
esta roca?
11
Entonces Moisés alzó el brazo y golpeó dos veces la roca
con el bastón. Brotaron de ella aguas en abundancia, y bebieron todos, junto con sus ganados.
12
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
-Por no haber creído en mí, por no haber reconocido mi
santidad en presencia de los israelitas, no seréis vosotros
quienes introduzcan a este pueblo en la tierra que yo le doy.
13
Éstas son las aguas de Meribá (es decir, de la Querella),
donde los israelitas se querellaron con el Señor y él les mostró su santidad.
*•• Prosiguiendo el camino del pueblo de Israel por el
desierto, según la narración sacerdotal del libro de los
Números, nos encontramos con un conocido episodio
del que también se habla en Ex 17,1-17. Es diferente el
lugar: aquí se trata de Cades, donde fue sepultada
María; según la versión del libro del Éxodo, fue Masa y
Meribá, literalmente el lugar de la murmuración y de la
prueba. Los dos caudillos, Moisés y Aarón, tienen que
vérselas con las murmuraciones del pueblo: esta vez,
después de aquella otra relacionada con el maná, la
murmuración está relacionada con la subsistencia del
pueblo por la falta de agua, cosa obvia en el largo trayecto que recorrieron por el desierto. De nuevo aparecen
lamentaciones y maldiciones, la insoportable acusación
contra los dos jefes que les llevaron al desierto, aunque en
realidad la protesta va dirigida contra YHWH.
También esta vez se dirigen Moisés y Aarón al Señor,
presente en la tienda del encuentro, lugar visible de la
presencia y la proximidad de Dios. También esta vez el
Dios condescendiente y compañero de viaje ofrece u n
remedio milagroso a la sequía: ordena a Moisés que golpee la roca con el bastón y brota de ella agua en abundancia tanto para el pueblo como para el ganado. Pero,
esta vez, al episodio de Ex 17,1-17 se le añade un detalle:
Jueves
35
la duda de Moisés y de Aarón al ejecutar la orden del
Señor (aunque el texto no lo diga de u n a manera explícita). Se habla, en efecto, del castigo por su incredulidad
y se anticipa ahora la suerte futura de Moisés y de Aarón:
no entrarán en la tierra prometida. La conclusión de este
episodio, señalada por el texto en el v. 13, es importante:
los israelitas se han atrevido a contender con su Dios,
pero éste es un Dios santo y fiel.
Pablo recuerda la lección enlazando el episodio del
maná y el del agua de la roca, y los aplica a la vida cristiana: «Todos comieron el mismo alimento espiritual y todos
bebieron la misma bebida espiritual; [...] Sin embargo, la
mayor parte de ellos no agradó a Dios y fueron por ello
aniquilados en el desierto» (1 Cor 10,3-5). Se trata de u n a
invitación a permanecer fieles al Señor hasta el final.
Evangelio: Mateo 16,13-23
En aquel tiempo, 13 de camino hacia la región de Cesárea
de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
14
Ellos le contestaron:
-Unos que Juan el Bautista; otros, que Elias; otros, que
Jeremías o uno de los profetas.
15
Jesús les preguntó:
-Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16
Simón Pedro respondió:
-Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
17
Jesús le dijo:
-Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque eso no te lo ha
revelado ningún mortal, sino mi Padre, que está en los cielos.
18
Yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
iglesia, y el poder del abismo no la hará perecer. 19 Te daré las
llaves del Reino de los Cielos, y lo que ates en la tierra quedará
atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desa latió
en el cielo.
18a semana
36
20
Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie
que él era el Mesías.
21
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y que tenía que sufrir mucho por causa de los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los
maestros de la Ley; que lo matarían y al tercer día resucitaría.
22
Entonces Pedro, tomándolo aparte, se puso a recriminarle:
-Dios no lo quiera, Señor; no te ocurrirá eso.
23
Pero Jesús, volviéndose, dijo a Pedro:
-¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo,
porque tus pensamientos no son como los de Dios, sino como
los de los hombres.
**• Este fragmento evangélico contiene el conocido e
importante texto de la confesión de Pedro. Se desarrolla en cuatro momentos, con u n a fuerte tensión entre
ellos. El primero está constituido por la pregunta de Jesús; el segundo, por las respuestas de los apóstoles y de
Pedro, que se erige en portavoz de los discípulos con su
acto de fe en Cristo, el Hijo de Dios vivo. Viene, a continuación, la solemne promesa hecha a Pedro y, en él, a
quien le suceda a la cabeza de la Iglesia. Todo concluye
con un episodio de lo más enigmático: al oír las palabras de Jesús referentes a su suerte futura, Pedro, al que
poco antes Jesús le había dirigido palabras de revelación de gran honor y responsabilidad, quiere disuadir al
Maestro de ese destino y recibe de éste un reproche con
palabras duras: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para
mí un obstáculo» (v. 23).
He aquí algunas indicaciones para realizar u n a lectura fructuosa de este conocido pasaje. El marco en el que
se desarrolla este episodio es, según muchos exégetas,
Banias, lugar situado en las fuentes del Jordán, donde
se encuentra una gran roca, evocada por Jesús en la
frase que dirige a Pedro. Este último aparece aquí, tal
como ocurre en otros episodios del evangelio, como el
Jueves
37
«corifeo», como el portavoz de la fe de los apóstoles.
Las palabras de la confesión son esenciales, y contienen
los títulos de Jesús: Mesías e Hijo de Dios (cf. v. 16). Las
palabras de la respuesta de Jesús, que son fruto de la
gracia del Padre, son solemnes: expresan el aprecio de
la confesión del jefe de los discípulos y el cambio del
nombre: de piedra, «Pedro». Y, sobre todo, contienen
u n a serie de promesas expresadas con palabras constitutivas: sobre Pedro y sobre la roca de su fe edifica Jesús la casa, el templo de su asamblea o Iglesia (qahal en
hebreo, ekklesía en griego). Hay aquí u n a referencia al
nuevo templo {«edificaré»: v. 18) donde se reúne la nueva
asamblea del Señor. Por consiguiente, Pedro es el fundamento y centro de la unidad y la comunión. Ahora
bien, Pedro, a su vez, tiene como fundamento a Cristo,
pues es Cristo el centro de la comunión eclesial.
El teólogo ortodoxo S. Boulgakov, muy cercano a la
Iglesia católica, decía de este texto que su significado
pleno se encuentra en la Iglesia católica, y la única razón
que garantiza de hecho la existencia de la Iglesia católica es este texto. Ahora bien, a Pedro, en su confesión de
fe, Jesús le pide fidelidad y la aceptación de su destino
de cruz y de gloria.
MEDITATIO
Los dos episodios bíblicos de los que hemos intentado
realizar una breve lectura exegética se desarrollan entre
la murmuración, el acto de fe y la duda. Sin embargo, su
lectura suscita reflexiones, meditaciones, contrastes,
acercamientos.
Por una parte, encontramos u n pueblo decididamente en rebelión contra Moisés, pero también contra Dios.
La prueba y la murmuración, la tentación y la sublevación afectan asimismo a los sentimientos más humanos
y se difunden como u n contagio, como u n a peste, entre
18" semana
38
la población. Con todo, Dios es siempre paciente con nosotros y deja que la tentación nos pruebe y nos provoque,
por eso pedimos en el Padrenuestro que no caigamos en
la tentación y, en última instancia, que Dios no nos someta a la prueba, que es también un momento de verdad.
También esta vez nos da Dios una respuesta válida, aunque pasajera, como hace en nuestra vida. No permite que
seamos tentados por encima de nuestras fuerzas.
Por otra parte, la confesión de fe de Pedro nos coloca
en la dirección apropiada de nuestra adhesión a Cristo,
hijo del Dios vivo. En torno a la fe de Pedro y a la de sus
sucesores nos convertimos en Iglesia, asamblea de Dios,
fundamentada en la fe en Cristo. Debemos creer en la
Iglesia y no sólo a la Iglesia. Creer en la Iglesia es acogerla
como u n don de Cristo y amarla; sentir con la Iglesia es
también sentirla como algo nuestro, como algo vivo. A
través de las vicisitudes del tiempo, debemos sufrir por la
Iglesia y, si hiciera falta, sufrir a causa de la Iglesia. Sin
perder nunca de vista al Señor de la Iglesia, sin poner
como prioridad sólo a la Iglesia del Señor.
ORATIO
Somos con frecuencia, Señor, como el pueblo de Israel
en el desierto, dispuestos a murmurar contra ti, superficialmente nostálgicos respecto a lo que hemos dejado a la
espalda con nuestra conversión, nuestro bautismo, nuestra vocación eclesial. Nos espanta el futuro y no nos
fiamos suficientemente de tus planes de salvación. Sin
embargo, tu Palabra es una palabra que invita no sólo
a creer, sino también a esperar, porque es palabra de
promesa.
Concédenos el valor de confesar tu nombre de Mesías
e Hijo del Dios vivo. En medio de las borrascas de la
vida, en las incertidumbres, haznos recordar las promesas que hiciste a tu Iglesia. Una Iglesia que puede ser una
Jueves
39
barca traqueteada por las olas de las tempestades, pero
siempre roca firme que tiene en ti, Señor de la Iglesia, su
fundamento y su piedra angular. Concédenos, sobre todo,
creer en ti incluso cuando te manifiestas y te proclamas
Mesías crucificado y te revelas así en nuestra vida. Concédenos también saber esperar, con confianza, en tus
promesas, hasta ese tercer día de la vida en el que tú,
Señor victorioso, te muestras siempre fiel.
CONTEMPLATIO
No debemos sentirnos turbados cuando nos damos
cuenta de que estamos sumergidos en las tinieblas, sobre todo si no sabemos la causa. Considera que esas tinieblas que te recubren te han sido dadas por la divina
providencia, por razones que sólo Dios conoce. Algunas
veces, en efecto, nuestra alma, anegada, es engullida por
las olas. Tanto si nos dedicamos a la lectura de la Escritura como a la oración, hagamos lo que hagamos estamos
encerrados cada vez más en las tinieblas. Ahora mismo el
alma está llena de desesperación y miedo. La esperanza
en Dios y el consuelo de la fe han abandonado por completo el alma. Ahora está llena de vacilación y de angustia. Pero los que han sido probados por la turbación de
una hora como ésta saben que a ella le sigue, finalmente,
u n cambio. Dios nunca deja durante todo un día al alma
en ese estado, porque eso destruiría la esperanza [...]. Hay
un tiempo para la prueba. Y hay un tiempo para el
consuelo (Isaac de Nínive, Discorsi ascetici, 57, citado en
O. Clément, Alie fonti con i Padri, Roma 1987, p. 184).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«¡Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor!» (de la liturgia).
18" semana
40
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Abandonarse en Dios proporciona a nuestro corazón el reposo de las angustias del mundo, nos libera de la agitación del
alma y del sufrimiento de los deseos insatisfechos. Nos da la calma, la tranquilidad y la paz [...]. El abandono en Dios impide
al alma vagar por caminos lejanos, unos caminos que extenúan
el cuerpo y abrevian la vida. Por esos caminos, en efecto, se
consuman las fuerzas y el hombre avanza hacia la muerte.
Abandonarse en Dios libera al alma y al cuerpo de las acciones
difíciles, de las empresas fatigosas [...]. El que se ha abandonado del todo en Dios busca, entre os medios que procuran la
subsistencia, sólo lo que puede proporcionarle un mayor reposo
al cuerpo, el honor que se debe a sí mismo, la libertad del espíritu, el espacio necesario para practicar la religión, con la
certeza de que esos medios nada añaden o quitan si no es por
voluntad de Dios. Abandonarnos en Dios nos proporciona, por
último, alegría en todas las situaciones en las que Dios se complace poner al hombre, aunque sean contrarias a su inclinación
natural. Nos brinda la certeza de que Dios no nos hace más que
bien en todas las cosas, como una madre que da el pecho a su
hijo y lo lava aunque chille. Ésta es la imagen que sugiere el rey
profeta: «Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros, sino que acallo y modero mis deseos como un niño en
brazos de su madre» (Bahya Ibn Paqüda, Le devoir du cceur,
París 1972, pp. 252ss).
Viernes
18 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Deuteronomio 4,32-40
En aquellos días, habló Moisés al pueblo diciendo: 32 Pregunta, si no, a los tiempos pasados que te han precedido desde el día en que Dios creó al hombre en la tierra: ¿Se ha visto
jamás algo tan grande, se ha oído cosa semejante desde un
extremo a otro del cielo? 33 ¿Qué pueblo ha oído la voz de Dios
en medio del fuego, como la has oído tú, y ha quedado con
vida? 34 ¿Ha habido un dios que haya ido a buscarse un pueblo en medio de otro con tantas pruebas, milagros y prodigios
en combate, con mano fuerte y brazo poderoso, con portentosas hazañas, como hizo por vosotros el Señor, vuestro Dios,
en Egipto ante vuestros propios ojos?
35
El Señor te ha hecho ver todo esto para que sepas que
él es Dios y que no hay otro fuera de él. 36 Desde el cielo te
dejó oír su voz para enseñarte, en la tierra te mostró su gran
fuego y has oído las palabras que salían del fuego. 37 Porque
amó a tus antepasados y eligió a su descendencia después de
ellos, te sacó de Egipto con su gran poder, 38 expulsando delante de ti a naciones más numerosas y fuertes que tú, para
llevarte a su tierra y dártela en posesión, como sucede hoy.
39
Reconoce, pues, hoy y convéncete de que el Señor es Dios
allá arriba en los cielos y aquí abajo en la tierra, y de que no
hay otro. 40 Guarda sus leyes y mandamientos, que yo te
prescribo hoy, para que seas feliz tú y lo sean tus hijos des-
42
18a semana
pues de ti, y prolongues tus días en la tierra que el Señor, tu
Dios, te da para siempre.
**• Se trata de las palabras que dirigió Moisés al pueblo
como conclusión de su primer discurso, con el que comienza el libro del Deuteronomio. El tono es altamente
teológico y está cargado de palabras clave de la teología
del Antiguo Testamento. Es el discurso de la memoria. El
pueblo debe recordar y transmitir todo lo que ha visto y
oído, debe ser testigo viviente de cuanto Dios ha hecho.
La historia pasada, cargada de la presencia y la acción de
Dios, pide fidelidad. Moisés recuerda las maravillas del
Dios creador, cosas nunca oídas desde los comienzos de
la existencia del hombre sobre la tierra.
El pueblo ha escuchado la voz de Dios en el fuego; ha
visto con sus propios ojos la predilección del Dios que
lo ha elegido, que ha obrado signos y prodigios y ha
manifestado la fuerza de su brazo con la liberación de
Egipto. Este Dios es como un padre: educa con su palabra, se muestra lleno de amor con la fuerza de la elección,
cercano con su presencia y su poder, fiel en el don de la
tierra prometida.
¿Qué respuesta se debe dar a u n Dios así, al mismo
tiempo próximo con su presencia en la tierra, y lejano y
majestuoso en los cielos? Antes que nada, debemos responderle con la confesión del Dios único, lo que constituye ya una alusión a la plegaria del Shema Yisra'el, confesión de la fe del pueblo en el Dios único {cf. Dt 6,4-9;
11,13-21; Nm 15,37-51). A continuación, con la fidelidad
a los mandamientos que Dios mismo entregó al pueblo
en el Sinaí. Más tarde, con la fidelidad en la transmisión
de este recuerdo a los hijos, a fin de que el pueblo goce de
las promesas de su Dios de generación en generación.
Estamos, en suma, ante un texto de gran valor, en el
que el mediador de la alianza, que es Moisés, pide u n a
respuesta de fidelidad en nombre de YHWH: recordar,
Viernes
43
celebrar, vivir. Aquí se encuentra reunida toda la espiritualidad del Antiguo Testamento: recuerdo de las palabras y de los hechos, celebración de las obras de la
misericordia divina, fidelidad activa a la hora de observar
las leyes dadas por u n Padre educador y lleno de amor
por su pueblo.
Evangelio: Mateo 16,24-28
En aquel tiempo, 24 dirigiéndose a sus discípulos, añadió
Jesús:
-Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, cargue con su cruz y me siga. 25 Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por
mí la conservará. 26 Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar
todo el mundo si pierde su vida? ¿O qué puede dar a cambio
de su vida? " El Hijo del hombre está a punto de venir con
la gloria de su Padre y con sus ángeles. Entonces tratará a
cada uno según su conducta. 28 Os aseguro que algunos de los
aquí presentes no morirán sin ver al Hijo del hombre venir
como rey.
*+• El texto de Mateo que hemos leído hoy se encuentra situado en el marco de la lectura evangélica de ayer.
Está conectado con la profecía o anuncio de la suerte final de Jesús: ir a Jerusalén, sufrir, morir, resucitar. Una
suerte que Pedro rechaza, a pesar de la perspectiva final
de victoria -la resurrección-, que, a buen seguro, el discípulo no capta en su auténtico sentido.
Jesús vuelve a afirmar, por consiguiente, que la confesión de fe debe estar guiada también por una fidelidad
en la vida. Las palabras pronunciadas por el Maestro
tienen, pues, seriedad evangélica: son unas palabras basadas en las exigencias ascéticas más radicales y que
sólo es posible cumplir si son captadas en la triple dimensión del discipulado: vivir como el Maestro, a causa
de él, en comunión con él. Sólo entonces es cuando la
18a semana
44
fuerza de las palabras adquiere su lógica de gracia: seguir a Jesús, negarnos a nosotros mismos, tomar la cruz,
perder nuestra propia vida.
Estas difíciles exigencias no pueden ser comprendidas
en todo lo que encierran, incluso en su misma formulación, antes de la resurrección de Jesús. ¿Cómo hablar,
por ejemplo, de cargar con la cruz, con el añadido de
«cada día» (en el texto paralelo de Lucas), sin haber visto
a Jesús cargando con la cruz? ¿O cómo hacer comprender la lógica del perder la vida para ganarla sin la clave
de bóveda que constituye la victoria de Jesús sobre la
muerte? Con todo, aunque no puedan ser comprendidas
hasta el final estas exigencias, Jesús pide fidelidad a los
discípulos; que estén atentos a recorrer con él el mismo
camino; que estén dispuestos a seguirle, también después de la resurrección, por este sendero.
MEDITATIO
La historia de Israel, más que escrita en libros, está
grabada en el corazón. La memoria agradecida de lo que
Dios ha realizado se renueva con la oración que acoge la
Palabra y con los salmos, que ayudan a rumiar en el corazón y a expresar con los labios las alabanzas del Señor.
En todo acontecimiento se puede cantar: «Porque es eterna su misericordia». En cada etapa progresiva se puede
decir, como en la oración de la noche de Pascua: «¡Dayenü!», esto nos habría bastado.
A nosotros, hombres y mujeres de la posmodernidad,
a causa de la frágil y no convencida memoria del pasado, a causa del carácter efímero de lo cotidiano, que parece desplomarse constantemente en la nada, la lección
que nos da el pueblo de la memoria nos resulta preciosa: re-cor-dar, volver a dar al corazón, como necesaria
oxigenación teológica, el recuerdo de los hechos de Dios
45
Viernes
en nuestra historia personal y comunitaria, es una actitud preciosa del espíritu. Y es también una preciosa indicación pedagógica en la transmisión de la fe en el
seno de la familia. Recuerdo de las obras de Dios ya realizadas, recuerdo de las promesas de Dios que nos
orientan hacia un futuro de gloria.
También Jesús nos anuncia palabras cargadas de sentido, incluso a través de la contradicción h u m a n a que
encierra su significado. Dice la verdad; no engaña ni lisonjea. La invitación a cargar con la cruz y a perder la
vida no es la lección estoica de un maestro de la sospecha de los que afirman que todo es vanidad. Es palabra
anticipada que debe permanecer en el corazón cuando
las circunstancian aclaren lo que significa tomar la cruz
de cada día y perder la vida. Las palabras se vuelven hechos, el conocimiento se convierte en sabiduría con la
experiencia.
Para los cristianos, las palabras de Jesús son una clave
de comprensión que hemos de mantener siempre en el
corazón. Ahora bien, también se hace necesario llevarlas
en la memoria, a fin de obtener una renovada esperanza que se apoya en el anuncio de su definitiva venida
gloriosa.
ORATIO
Recordamos, Señor, con alegría tus maravillas. Cada
uno de nosotros podría contar a los otros su propia historia de salvación, u n a historia compuesta de personas,
palabras, encuentros, gracias, que van marcando u n
sendero de vida. Nuestro corazón, Señor, quisiera tener
la profundidad espiritual del corazón de María, modelo
de u n a Iglesia que medita y conserva en su corazón
acontecimientos y palabras, los discierne en su vida diaria y escruta su sentido profundo.
18" semana
46
Mi oración es hoy alabanza que te bendice por lo que
has hecho en mi vida desde su comienzo, porque todo
está envuelto de amor paterno y materno hacia mí. Haz,
oh Señor, que en mi memoria pesen más que cualquier
otra cosa las palabras alentadoras, la confianza que
nace del recuerdo agradecido, a fin de que me muestre
fiel en las pruebas y en las exigencias que tú, con ese
sentido de la realidad propio del Maestro que no defrauda, me propones.
Cargar con la cruz es levantarla como trofeo glorioso.
Perder la vida es abrir nuestro sepulcro a la alegría y a
la gloria de la resurrección.
CONTEMPLATIO
Desear sufrir no equivale simplemente al piadoso recuerdo de los sufrimientos del Señor. El sufrimiento
aceptado voluntariamente como expiación es lo que nos
une de verdad al Señor, y realmente lo hace hasta el fondo. Pero éste nace sólo de u n a unión con Cristo que ya
esté en acto [...].
El amor a la cruz no está en absoluto en contradicción con la alegría de nuestro ser hijos de Dios. Brindar
nuestra contribución a llevar la cruz de Cristo es fuente
de una alegría vigorosa y pura, y aquellos a quienes se
les ha concedido y lo hacen -los constructores del Reino
de Dios- son hijos de Dios en el sentido más verdadero
y más pleno. De ahí que sentir predilección por el camino de la cruz no signifique en absoluto negar que el
viernes santo haya pasado ni que la obra de la redención ya esté realizada. Sólo pueden llevar la cruz los redimidos, los hijos de la gracia. El sufrimiento h u m a n o
toma su poder reparador sólo de la unión con nuestra
Cabeza divina. Sufrir y, en medio del sufrimiento, ser felices (E. Stein, «L'amore della croce», en Edith Stein. Store
davanti a Dios per tutti, Roma 1991, pp. 280ss).
Viernes
47
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Quiero llevar contigo, oh Señor, mi cruz».
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La cruz ha sido siempre un signo de contradicción y un principio de selección entre los hombres. Con excesiva frecuencia se
presenta la cruz a nuestra adoración como un símbolo de tristeza, de restricción, de remoción, más que como una meta sublime que sólo alcanzaremos superándonos a nosotros mismos.
Ahora bien, este modo de hablar acaba dando la impresión de
que el Reino de Dios sólo se puede realizar con el luto, y tomando siempre por principio la dirección opuesta, a contracorriente de las energías y de las aspiraciones humanas. Siendo
fieles a la Palabra, nada es menos cristiano, en el fondo, que
esta perspectiva.
Considerada del modo más general, la doctrina de la cruz es
aquella a la que se adhiere todo hombre convencido de que, en
presencia de la agitación humana, se le abre un camino hacia
alguna salida y de que este camino sube. La vida tiene un término; por consiguiente, impone una dirección a la marcha [...].
Hacia las cimas, envueltas por nuestras miradas en la niebla, a
donde nos invita a subir eí Crucificado, nos elevamos a través
de un sendero que es el mismo camino del progreso universal.
La vía real de la cruz es precisamente el camino del esfuerzo
humano. El que entiende plenamente el sentido de la cruz ya no
corre el riesgo de considerar triste y fea la vida. Sólo se ha vuelto
más atento a su incomprensible gravedad (P. Teilhard de Chardin,
¡.'ambiente divino, Milán 1968, pp. 1 lOss [edición española: Eí
medio divino, Taurus Ediciones, Madrid 1967]).
Sábado
18 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Deuteronomio 6,4-13
En aquellos días, habló Moisés al pueblo diciendo: 4 Escucha, Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno.
5
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con todas tus fuerzas. 6 Guarda en tu corazón estas
palabras que hoy te digo. 7 Incúlcaselas a tus hijos y habíales de ellas estando en casa o yendo de viaje, acostado o levantado; 8 átalas a tu mano como signo, ponías en tu frente
como señal, 9 escríbelas en las jambas de tu casa y en tus
puertas.
10
Cuando el Señor, tu Dios, te haya introducido en la tierra que ha de darte según juró a tus antepasados Abrahán,
Isaac y Jacob, una tierra con grandes y hermosas ciudades
que tú no edificaste, " con casas repletas de toda clase de
bienes que tú no llenaste, con cisternas excavadas que tú no
excavaste, con viñas y olivos que tú no plantaste, entonces
comerás y te saciarás. 12 Cuídate de no olvidar al Señor que
te sacó de Egipto, de aquel lugar de esclavitud. " Respetarás
al Señor, tu Dios; a él le servirás y en su nombre jurarás.
*•»> «Shema Yisra'el: 'Adonay 'Hohénü, 'Adonay ehadh...»
Éste es uno de los textos más sagrados y más conocidos
50
18" semana
del Antiguo Testamento, la confesión de fe que Moisés
enseña de los mismos labios de Dios al pueblo elegido.
Son unas frases que todo judío piadoso debe decir tres
veces al día, vuelto hacia Jerusalén. Unas palabras sagradas que a c o m p a ñ a n la vida cotidiana del pueblo de
la alianza y que fueron repetidas por millones de judíos
en su triste peregrinación hacia la muerte en los hornos
crematorios...
Primera afirmación: invitación a la confesión de fe
en Dios, «nuestro Dios», «uno». De ahí se sigue, como
consecuencia teológica más que lógica - p o r q u e se trata de algo vital, divino-, que debemos poner a Dios en
el primer lugar, amándole «con todo tu corazón, con
toda tu alma y con todas tus fuerzas».
La importancia de Dios en la vida del israelita piadoso, la fuerza educativa y ética de sus preceptos, se
ponen aún más de relieve en los versículos siguientes.
Éstos dibujan algo así como el habitat de su vida: definen la atmósfera vital en la que está inmerso, el tema
sagrado del que tiene que hablar siempre, la conciencia que debe mantener día y noche, en casa y en el trabajo.
Es u n precepto que se convierte en proyecto educativo para los hijos. Y para que no se le olvide, el israelita piadoso materializa, por así decirlo, la exhortación de Moisés escribiendo los sagrados preceptos
en las jambas de la puerta de casa. De esta severa amonestación procede asimismo el uso de llevar escritos
en una cajita, sobre la frente y sobre los brazos, junto
al corazón, los preceptos del Señor.
Y, como fondo, u n a promesa, no realizada todavía
pero que se convierte en motor de esperanza para
transformarse, a continuación, en memoria perenne:
los dones de la tierra prometida. Y en un signo de fidelidad: el temor de Dios, su servicio, la proclamación
de la alianza en su nombre.
Sábado
51
Evangelio: Mateo 17,14-20
En aquel tiempo, " cuando llegaban a donde estaba la
gente, se acercó un hombre, que se arrodilló ante Jesús, 15 diciendo:
-¡Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene ataques y está
muy mal! Muchas veces se cae al fuego y otras al agua; '6 se lo
he traído a tus discípulos, pero no han podido curarlo.
17
Jesús respondió:
-¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré
con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo aquí.
18
Jesús le increpó, y el demonio salió del muchacho, que
quedó curado en el acto. " Después, los discípulos se acercaron en privado a Jesús y le preguntaron:
-¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
20
Él les dijo:
-Por vuestra falta de fe; os aseguro que si tuvierais una fe
del tamaño de un grano de mostaza, diríais a este monte:
«Trasládate allá», y se trasladaría; nada os sería imposible.
*•• Estamos ante un típico fragmento evangélico que
presenta una vez más a Jesús en su actividad milagrosa
curadora, aspecto que produjo un fuerte impacto en las
primeras comunidades cristianas. Éstas, inmersas en el
ambiente judío y pagano, exaltaron la figura de Cristo
como médico. Aquí se trata de un caso especial. La enfermedad reviste formas patológicas de carácter psíquico, achacables, por consiguiente, a fuerzas malignas y
superiores que no es difícil atribuir en este contexto religioso a la acción de Satanás, el enemigo de Dios y, por
tanto, enemigo del hombre.
Para nuestra mentalidad científica, los síntomas descritos por el padre de este desgraciado m u c h a c h o presentan las características de una crisis de epilepsia.
Jesús aparece una vez más, como sucede con frecuencia
en estas primicias de su evangelización, en contraste
18a semana
52
implacable con el diablo, origen del mal y de todos los
males.
La indicación de que los discípulos no h a n conseguido curar al muchacho sirve para dejar bien claro que
Jesús cuenta con una evidente superioridad sobre ellos.
Para estar a la altura de Jesús, para realizar sus mismos
milagros, es preciso contar con una fe auténtica, fuerte,
que permite a los discípulos identificarse con él, con su
persona, su misión y su fuerza. Sin embargo, su fe es todavía débil e insuficiente. Jesús, con unas palabras que
tienen el sabor de la retórica y el lenguaje típicamente
orientales, les invita a mostrarse atrevidos a la hora de
pedir, a creer en su poder, hasta el absurdo. Les pide
una fe capaz de trasladar montañas; y, en primer lugar,
las de sus propios corazones.
MEDITATIO
La confesión del Dios vivo y único no es sólo una afirmación abstracta de la presencia de Dios y de su exclusiva calidad divina, frente a los muchos pequeños ídolos
que pululan en nuestra sociedad, del mismo modo que
pululaban en aquel tiempo en los pueblos junto a los
que vivía Israel; la profesión de fe exige asimismo u n
compromiso de vida y, por consiguiente, incluye el reconocimiento de la exclusividad de Dios en la vida de todo
creyente. Al Dios uno y único pertenecen el corazón, el
alma, las fuerzas. Esta relación totalizadora y personal
proporciona a la vida una relación viva, de alianza, u n a
presencia que lo contagia todo. La vida de fe no es u n
cúmulo de actos de religiosidad, sino una relación viva
y personal, u n a adhesión constante a u n designio divino.
Desde este punto de vista, la densidad de la fe del pueblo de Israel también es motivo de estupor para nosotros
los cristianos. Y nos resulta ejemplar el comportamiento
de tantos «hermanos mayores» nuestros que viven este
Sábado
53
monoteísmo intenso y profundo de relación con Dios.
Eso significa que Dios está en el primer puesto, y la opción por Dios como tarea prioritaria de los cristianos,
incluso en medio de nuestra sociedad. Junto con esta
pasión por Dios, que es celo por él, se lanza a todos u n a
invitación para que no dejen de lado a Dios en la vida.
El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, de Moisés y
de los profetas -título que indica su presencia y su fidelidad en sus vidas- es, para nosotros, el Padre de
nuestro Señor Jesucristo. En efecto, en el Hijo y en su
resurrección se revelan toda la fuerza, la ternura y la paternidad de nuestro Dios y de cuanto Jesús nos ha dicho
y revelado de él. Él confirmó estas palabras del Antiguo
Testamento y las vivió hasta el final. Jesús confiesa en la
cruz al Padre y nos lo revela hasta el fondo. Ésta es la fe
que mueve montañas, la adhesión total que comienza
moviendo con fuerza las montañas del corazón que se
interponen entre nuestro egoísmo y la realidad del Dios
vivo.
ORATIO
Dios de nuestros padres en la fe, Dios de la creación,
de la pascua, de la alianza, queremos tener la fe sencilla
de tu pueblo, Israel, el pueblo de la antigua alianza. Quisiéramos ser cada uno de nosotros un «Shema' Yisra'el»
vivo, a fin de proclamar a todos, con la pasión de los
profetas y de los santos, que tú eres el único, que eres
santo.
Cuando vemos que generaciones enteras de personas
en nuestro siglo no han tenido una adecuada transmisión de la fe en ti, reconocemos la fuerza pedagógica
de tu Palabra para el pueblo de la alianza. También hoy,
ante esa indiferencia generalizada que se respira a nuestro alrededor, sentimos el mismo celo de los apóstoles a
la hora de darte a conocer, de dar a conocer tu designio
18° semana
54
de amor, tu pasión por una humanidad necesitada del
más profundo sentido religioso de la vida. Una humanidad enferma en el cuerpo y en el espíritu, a la que tú le
sales al encuentro como médico divino.
Concédenos la fuerza de tu Espíritu, el único que puede hacer que te amemos con todo el corazón, con toda el
alma, con todas las fuerzas. Tú, el Dios santo y único.
Tú, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
CONTEMPLATIO
Y para haber ahora de tratar de la noche y desnudez
activa desta potencia, para enterarla y formarla en esta
virtud de la caridad de Dios, no hallé autoridad más
conveniente que la que se escribe en el Deuteronomio,
capítulo 6 (v. 5), donde dice Moisés: amarás a tu Señor
Dios con todo corazón, con toda tu ánima y con toda tu
fortaleza, en la cual se contiene todo lo que el hombre
espiritual debe hacer y lo que yo aquí le tengo de enseñar para que de veras llegue a Dios por unión de voluntad por medio de la caridad; porque en ella se manda al
hombre que todas las potencias y apetitos y operaciones
y afecciones de su alma emplee en Dios, de manera que
toda la habilidad y fuerza del alma no sirva más que
para esto, conforme a lo que dice David, diciendo: Fortitudinem meam ad te custodiam (Sal 58,10).
La fortaleza del alma consiste en sus potencias, pasiones y apetitos, todo lo cual es gobernado por la voluntad. Pues cuando estas potencias, pasiones y apetitos
enderezan en Dios la voluntad y la desvían de todo lo
que no es Dios, entonces guarda la fortaleza del alma
para Dios, y así viene a amar a Dios de toda su fortaleza. Y para que esto el alma pueda hacer, tratemos aquí
de purgar la voluntad de todas sus afecciones desordenadas, de donde nacen los apetitos, afectos y operaciones desordenados, de donde le nace también no guardar
Sábado
55
toda su fuerza a Dios. Estas afecciones o pasiones son
cuatro, a saber: gozo, esperanza, dolor y temor. Las cuales pasiones, poniéndolas en obra de razón en orden a
Dios, de manera que el alma no se goce sino de lo que
es puramente honra y gloria de Dios, ni tenga esperanza de otra cosa, ni se duela sino de lo que a esto tocare,
ni tema sino sólo a Dios, está claro que enderezan y
guardan la fortaleza del alma y su habilidad para Dios,
porque cuanto más se gozare el alma en otra cosa que
en Dios, tanto menos fuertemente se empleará su gozo
en Dios, y cuanto más esperare otra cosa, tanto menos
espera[rá] en Dios; y así de las demás (Juan de la Cruz,
«Subida del Monte Carmelo», 1, 3, capítulo 16, lss, en
Obras completas, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 141994, p. 426).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Yo te amo, Señor, fuerza mía» (Sal 17,2b).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Los fragmentos del Stema' constituyen el núcleo esencial y el
elemento más antiguo de la oración cotidiana de la mañana y
de la noche del pueblo de Israel. La ley oral comienza con la
obligación de recitar cada día el Shema'. Para pronunciar esta
oración se requiere el mayor fervor [...]. El Stema' ocupa el primer lugar porque proclama la unidad de Dios, nuestro amor por
él, así como nuestro deber de reconocerle a través del estudio
[...]. Si el amor y la justicia, la alegría y la angustia, el fasto y la
miseria, la vida y la muerte provienen de la misma fuente, si
todo lo que somos, poseemos y queremos, nuestro cuerpo, nuestro espíritu y nuestro poder, deriva del mismo amor, que da y
recibe, del amor del Ser Uno y único, de él solo, entonces le pertenecemos de verdad. Le pertenecemos con todo nuestro ser, con
56
18" semana
todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas [...]. Ésta es la razón de que la continuación sea:
«Amarás». Nuestra religión no es una visión conceptualista del
mundo o una filosofía abstracta, sino que nos enseña el imperativo del deber y nos proporciona la consigna de la conducta
moral: nos ordena amar a Dios y servirle con toda la más variada riqueza de nuestra vida y de nuestro ser. El hombre se entrega directamente al Dios Uno y único, se entrega sin divisiones
Í s i n reservas, y precisamente esta entrega de sí mismo es lo que
ace del hombre una personalidad armoniosa y sin contradicciones interiores (E. Munk, // mondo delle preghiere, Roma
1992, pp. 101-103).
Lunes
19a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Deuteronomio 10,12-22
En aquellos días, habló Moisés al pueblo diciendo: n Y ahora, Israel, ¿qué es lo que te pide el Señor, tu Dios, sino que le
honres, que sigas todos sus caminos, lo ames y sirvas al Señor,
tu Dios, con todo tu corazón y toda tu alma, n observando los
mandamientos y las leyes del Señor que yo te prescribo hoy
para que seas feliz?
14
Del Señor, tu Dios, son los cielos, aun los más altos, la
tierra y cuanto hay en ella. 15 Sin embargo, sólo en tus antepasados se fijó el Señor, y esto por amor; y después de ellos
eligió a su descendencia, a vosotros mismos, entre todas las
naciones, hasta el día de hoy.
16
Circuncidad vuestro corazón y no seáis tercos, " pues el
Señor, vuestro Dios, es el Dios de los dioses y el Señor de los
señores; el Dios grande, fuerte y temible que no hace acepción
de personas ni acepta sobornos; ,8 que hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al emigrante, suministrándole pan y vestido. " Amad vosotros también al emigrante, ya que emigrantes fuisteis vosotros en el país de Egipto. 20 Honrarás al Señor,
tu Dios, lo servirás, te adherirás a él y en su nombre jurarás.
21
Él es tu gloria y tu Dios, y ha hecho por ti los terribles portentos que has visto con tus propios ojos. 22 Cuando lus antepasados bajaron a Egipto no eran más que setenta personas,
58
19a semana
pero ahora el Señor, tu Dios, te ha multiplicado como las estrellas del cielo.
*•• El camino semanal se abre con una lectura fuerte
desde el punto de vista teológico y espiritual. Es el segundo discurso dirigido por Moisés a los israelitas, y está
totalmente dedicado a confirmar la fidelidad al Señor.
La primera parte del fragmento de hoy resume, como es
usual en la pedagogía bíblica, la parte central del discurso anterior: amar y servir a Dios con todo el corazón
y con toda el alma, observando sus mandamientos. Ahora bien, al primer mandamiento - a m a r a Dios y observar sus m a n d a m i e n t o s - se añade ahora, con toda lógica, el segundo: el amor al prójimo. El discurso está
introducido a partir del amor que Dios tiene a todos.
Tras una serie de títulos teológicos de YHWH -Dios de
los dioses, Señor de los señores, Dios grande, fuerte y temible- aparece la afirmación de su amor universal, especialmente por los más menesterosos: no hace acepción de personas, no acepta sobornos, hace justicia al
huérfano y a la viuda, y ama al emigrante, suministrándole pan y vestido (w. 17b-18). Salen aquí a la luz tres
categorías de pobreza a las que Dios socorre con su benevolencia: huérfanos, viudas y emigrantes. El comportamiento de Dios es una invitación dirigida al pueblo
para que obre del mismo modo, manteniendo siempre
vivo el recuerdo de cuanto YHWH ha hecho por Israel
(v. 19). Esta imitación del comportamiento de YHWH es
expresión de una santidad histórica y social.
En el centro del discurso figura, por último, una insinuación de gran valor teológico: no hay que hacer de la
circuncisión, signo de la alianza, ni una ocasión de jactancia ni u n a praxis material que garantiza la pertenencia al Señor y al pueblo. Con u n a expresión que se
remonta más bien a la tradición profética, se habla de
la circuncisión del corazón (v. 16): no hay que tener u n
Lunes
59
corazón endurecido, sino u n corazón de carne, limpio
de toda superficialidad, siempre dispuesto para la alabanza del Señor y para m o s t r a r ternura con los menesterosos.
Evangelio: Mateo 17,22-27
22
Un día que estaban juntos en Galilea, les dijo Jesús:
-El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los
hombres, 23 y le darán muerte, pero al tercer día resucitará.
Y se entristecieron mucho.
24
Cuando llegaron a Cafarnaún, se acercaron a Pedro los
que cobraban el impuesto del templo y le dijeron:
-¿No paga vuestro maestro el impuesto?
25
Pedro contestó:
-Sí.
Al entrar en la casa, se anticipó Jesús a preguntarle:
-¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra ¿a quiénes
cobran los impuestos y contribuciones: a sus hijos o a los extraños?
26
Pedro contestó:
-A los extraños.
Jesús le dijo:
-Por tanto, los hijos están exentos. 21 Con todo, para que no
se escandalicen, vete al lago, echa el anzuelo y saca el primer
pez que pique, ábrele la boca y encontrarás en ella una moneda de plata. Tómala y dásela por mí y por ti.
**• El texto contiene un segundo anuncio de la futura
y próxima pasión de Jesús. El Maestro, tanto en los sinópticos como en Juan, se muestra siempre lúcidamente consciente de su propio destino, camina con los ojos
abiertos hacia Jerusalén -ésta es la nota típica de Lucas-, es soberanamente libre en su cumplimiento de la
voluntad del Padre. No puede decirse que la pasión
haya sido para Jesús un incidente político, u n precio pn-
19a semana
60
gado por su ingenuidad, u n fracaso anunciado. E n el
fondo - n o lo olvidemos- se encuentra siempre la perspectiva final de la resurrección, algo que los discípulos
ni comprenden ahora ni comprenderán después. No
fueron capaces de esperar hasta el fatídico tercer día
anunciado.
Sobre el fondo de este anuncio se inserta el episodio del pago del impuesto religioso para el mantenimiento del templo, de sus estructuras, de su culto, de
los encargados de este último. Jesús, libremente soberano, verdadero templo de Dios e Hijo del Dios vivo
(el Dios del templo de Jerusalén), paga el impuesto religioso.
El discurso retórico de Jesús dirigido a Pedro da a
entender que se trata más de un gesto de condescendencia que de u n a obligación que tenga que satisfacer.
Pero aparece también un signo, una acción profética
de Jesús que manifiesta de modo claro su poder, el hecho de que es el Hijo del Dios del templo. Pedro, en
efecto, echa el anzuelo y coge un pez que lleva u n a moneda de plata en la boca. Con ella paga su impuesto y
el de Jesús. Éste m a n d a también sobre la naturaleza y
demuestra que vive en el templo del cosmos para alabanza de su Padre. Y, en un acto de solidaridad, salda
de m a n e r a abundante la deuda religiosa en su propio
nombre y en el de sus discípulos, que son su nueva familia.
Lunes
61
lógica divina, la unidad de las dos tablas de la ley -el
amor a Dios y el amor al prójimo- con una atención
particular dirigida a los más menesterosos.
Nosotros, en nuestra experiencia cotidiana, sentimos
a menudo la tentación de disociar estos dos preceptos:
o bien con u n a referencia a Dios que no tiene en cuenta a los hermanos, o bien consagrando nuestra atención
a los otros sin que haya de por medio una fuerte motivación teologal, un vínculo indisoluble entre Dios y todo
lo que es de Dios, sin convenir en que nosotros debemos
a m a r lo que Dios mismo ama. Dios, sin embargo, nos
educa para la fraternidad, para la comprensión, para la
atención al otro.
Jesús se identifica con Pedro porque considera a sus
discípulos como su grupo, como su comunidad, como
su familia. Nos enseña a vivir esa fraternidad del corazón y esos vínculos de fraternidad que van más allá que
los de la sangre; unos vínculos que nos han llevado, de
una manera espontánea, a hablar de amor fraterno, de
amor «de fraternidad» entre los cristianos. El corazón
circunciso es también un corazón en carne viva, capaz
de amar y de servir. Como el corazón de Cristo.
Se ha dicho que entre los ideales de la modernidad,
expresados en la tríada revolucionaria -pero, en el fondo, evangélica- de libertad, igualdad y fraternidad, el
más difícil de instaurar es el de la fraternidad. Tal vez
sea porque exige toda la fuerza del Evangelio, toda la
entrega de la verdadera caridad cristiana.
MEDITATIO
Amar a Dios con todo el corazón y con toda el alma
significa entrar en plena comunión con sus sentimientos y sus afectos: amar lo que él ama, y hacerlo con la
pureza y gratuidad que es propia de su santidad. De este
modo, tal como hemos observado en el fragmento del
Antiguo Testamento, Israel comprende, siguiendo u n a
ORATIO
Quisiera, Señor, que tú ocuparas siempre el primer
puesto en mi vida. Que fueras el primero en recibir el
pensamiento de la alabanza por la mañana y el último
en ser recordado con amor al final de la jornada.
19" semana
62
Quisiera sentir casi de u n a manera inconsciente, del
mismo modo que respiro sin pensar en ello y late mi corazón sin que yo lo procure, que estoy siempre en comunión contigo, en una indisoluble amistad y en una
constante presencia.
Quisiera pensarte y encontrarte presente en cada
persona que me roza, en la gente con que me encuentro,
en las personas con las que trabajo. Y especialmente en
aquellos que cargan con el peso del sufrimiento y de la
decepción, con un corazón de carne que compadece y
alivia, que hace compañía y consuela.
También quisiera hacer de mi vida una memoria perenne de tu presencia, y de mi oración y mi caridad una
alabanza sin fin dirigida a ti, la confesión de que te amo,
Señor, con todo mi corazón y todas mis fuerzas. Pero
sin olvidar a los hermanos, que constituyen asimismo
tu presencia, que son el camino y la vía que nos llevan a
la comunión contigo.
63
Lunes
alejan de Dios y se dirigen hacia el exterior, está claro
que cuanto más se alejan los unos de los otros tanto más
se alejan también de Dios.
Mirad, ésta es la naturaleza del amor. Cuanto más
fuera estemos y no amemos a Dios, igualmente estaremos distantes del prójimo; en cambio, si a m a m o s a
Dios, cuanto más nos acerquemos a Dios por medio del
amor a él, igualmente nos uniremos al a m o r al prójimo,
y en la medida en que estemos unidos al prójimo tanto
más unidos estaremos a Dios (Doroteo de Gaza, Insegnamenti spirituali, Roma 1979, pp. 124ss).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Recordad: a mí me lo habéis hecho» (cf. Mt 25).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
CONTEMPLATIO
Cuando alguien está unido al prójimo, está igualmente unido a Dios. Quiero presentaros una imagen de
los Padres para que comprendáis mejor el sentido de lo
que estoy diciendo.
Suponed que hay un círculo en el suelo [...]. Pensad
que este círculo es el mundo, el centro del círculo es
Dios, y las líneas que van desde el círculo al centro son
los caminos, o sea, los modos de vivir de los hombres.
Así pues, en cuanto los santos avanzan hacia el interior,
deseando acercarse a Dios, a medida que van avanzando se acercan a Dios y se acercan entre sí los unos a los
otros, y cuanto más se acercan a Dios más se acercan
los unos a los otros, y cuanto más se acercan los unos a
los otros más se acercan a Dios. Imaginad también, de
manera semejante, la separación. En efecto, cuando se
Para los cristianos de los primeros siglos, el sacramento del
altar y el del hermano constituían las dos caras del mismo misterio. Cristo ha reconstituido la unidad humana, rota por el orgullo del hombre, por su voluntad de apropiarse de la creación
y, por consiguiente, de la muerte -del estado de muerte- que deriva de esta separación. Cristo no está separado de nada ni de
nadie. Con la eucaristía entramos en esta inmensa unidad, somos miembros los unos de los otros, responsables los unos de los
otros, y cada uno de nosotros lleva en sí toda la humanidad.
El «sacramento del pobre» no sustituye al del altar [...], sino
que se arraiga en él, deriva de él, lo expresa. El pan eucarístico
no instaura sólo un vínculo entre el Resucitado y cada uno de
nosotros, no fundamenta sólo la unidad visible de la Iglesia; nos
introduce en la unidad -en el ser de toda la humanidad-. Compartido, hace de nosotros los hombres del compartir [...]. En la
Iglesia primitiva no había una moral social, sino más bien una
64
19a semana
concepción sacramental de la solidaridad humana. Partían de la
idea del Cuerpo de Cristo en el que la vida trinitaria, vida en comunión, debe difundirse para irrigar de una manera misteriosa
el género humano (O. Clément, La rívolta dello Spiríto, Milán
1980, pp. 135ss).
Martes
19a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Deuteronomio 31,1-8
En aquellos días, ' Moisés dirigió estas palabras a todo
Israel:
-Ya tengo ciento veinte años y no puedo moverme. Además,
el Señor me ha dicho: «No pasarás el Jordán». 3 El Señor, tu
Dios, irá delante de ti; él aniquilará ante ti a estas naciones,
para que puedas expulsarlas. A la cabeza, como te ha dicho el
Señor, irá Josué. 4 El Señor los destruirá, como hizo con Sijón
y con Og, reyes de los amorreos, y con su país; 5 os entregará
estas naciones y las trataréis como yo os he mandado. 6 Tened
ánimo y valor, no las temáis ni os asustéis ante ellas, porque
el Señor, tu Dios, va contigo; no te dejará ni te abandonará.
7
Después, Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de
todo Israel:
-Ten ánimo y valor, porque tú vas a introducir a este pueblo en la tierra que el Señor juró dar a sus antepasados; tú
harás el reparto de su heredad. 8 El Señor irá delante de ti y
estará contigo, no te dejará ni te abandonará; no temas ni te
acobardes.
*+• Estamos en las escenas finales de la vida de Moisés, tal como nos las cuenta el libro de Deuteronomio.
19a semana
66
Martes
67
Manteniéndose siempre en un clima teologal que remite a Dios, Moisés, tejedor de la trama de la historia del
pueblo, habla de su vejez y de su muerte inminente. La
tierra prometida está cerca, al otro lado del Jordán,
pero sabe que no pasará el límite, según la Palabra del
Señor: «No pasarás el Jordán» (v. 2). Sin embargo, Dios
estará siempre con el pueblo, le abrirá caminos y le procurará la victoria. Aun en ausencia de su caudillo, al
pueblo le acompañará constantemente una certeza:
Dios estará presente. YHWH es aquel que está cerca, precede y acompaña al pueblo, precisamente como ha hecho hasta ese momento.
no entraréis en el Reino de los Cielos. 4 El que se haga pequeño, como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
5
El que acoge a un niño como éste en mi nombre, a mí me
acoge. I0 Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños,
porque os digo que sus ángeles en el cielo contemplan sin
cesar el rostro de mi Padre celestial.
12
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le
extravía una de ellas, ¿no dejará en el monte las noventa y
nueve e irá a buscar la descarriada? " Y si llega a encontrarla, os aseguro que se alegrará por ella más que por las noventa y nueve que no se extraviaron. I4 Del mismo modo, vuestro
Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos
pequeños.
Es la hora de las consignas. Josué, elegido también
por Dios para conducir al pueblo a la tierra prometida,
será el heredero de Moisés. Pasan los mediadores humanos, pero Dios permanece. Esta certeza, que Moisés
ha experimentado a lo largo de toda su vida, pretende
dar seguridad a Josué. Las promesas hechas al pueblo
también valen para él. Dios sigue siendo el protagonista
de una historia que lleva adelante entre las contradicciones de los hombres y su probada fidelidad. Moisés garantiza a Josué esta presencia tras haberle impuesto las
manos, signo de la transmisión de poderes, junto con el
don del espíritu de sabiduría (Dt 34,9).
Dios es siempre aquel que camina delante. Siempre
estará presente, junto al pueblo y a su cabeza. Será fiel.
Es una garantía que abre un futuro de esperanza.
**• En el fragmento evangélico de hoy se enlazan dos
temas con dos géneros literarios de catequesis. En el
primero encontramos una acción demostrativa de Jesús, que responde de manera clara e inesperada a una
pregunta, u n poco fuera de lugar, de los discípulos. Éstos no han comprendido todavía las exigencias del
Reino. Quieren saber quién será el más grande en ese
Reino de los Cielos que el Maestro está anunciando
como próximo e incluso como ya presente.
Evangelio: Mateo 18,1-5.10.12-14
1
En aquel momento se acercaron los discípulos a Jesús y
le dijeron:
-¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos?
2
Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos 3 y dijo:
-Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como los niños
La respuesta visual es la acción profética de Jesús,
que acompaña su Palabra con un gesto elocuente: pone
en el centro a u n niño - u n ser pequeño, menesteroso,
sin malicia-, y lo pone como modelo efectivo de acogida al Reino de los Cielos; la acogida en él se produce por
don y no por mérito, lo cual significa volver a una pobreza ontológica, original, para dejarse formar también
por la novedad inédita del Reino que Jesús proclama.
Volver a ser niño es convertirse a Dios. La figura del
niño se une aquí a la doctrina paulina del nuevo nacimiento, al mensaje joáneo de los hijos nacidos de Dios.
Existe armonía entre la teología joánea, la de los sinópticos y la de Pablo.
Ahora bien, la visión del niño suscita en Jesús una
doble enseñanza que tiene que ver con el niño mismo
19a semana
68
como figura simbólica de todo ser menesteroso, pobre,
frágil, al que debemos brindar nuestra acogida. Hasta
tal punto que quien acoge a uno de estos pequeños acoge al mismo Jesús, que se ha identificado con los últimos. Viene, a continuación, la advertencia de que no debemos despreciar a los que se hacen como niños. Dios
se ocupa de su defensa, y los ángeles que los custodian
cuidan de ellos. En este contexto, aunque como una enseñanza añadida, presenta Mateo la parábola del buen
pastor que va en busca de la oveja perdida, parábola que
está descrita mejor en el evangelio de Lucas. La bienaventuranza del Reino pertenece también a los últimos,
a quienes Dios busca con todo el corazón, como un pastor que no quiere que se pierda ninguno. Jesús, buen
pastor, constituye u n a esperanza para todos.
MEDITATIO
Podríamos contar toda la historia de la salvación a la
luz de la categoría de presencia, tal como hemos podido
constatar a lo largo de las páginas del Éxodo y del Deuteronomio. De la presencia de Dios en la creación se pasa
a una presencia todavía más próxima en la tienda y en el
arca. Dios, cuyo nombre - Y H W H - significa también el
«Dios presente», «Aquel que precede, sigue y acompaña»,
es siempre el Dios cercano, hasta el punto de hacer exclamar a Moisés: «Y en efecto, ¿qué nación hay tan grande
que tenga dioses tan cercanos a ella como lo está el Señor,
nuestro Dios, siempre que lo invocamos? (Dt 4,7).
La certeza que posee el pueblo de Israel en atravesar
el umbral de la tierra prometida se basa también en la
promesa de esta presencia. Una presencia que, a su
tiempo, tendrá una sede en el templo, en el Santo de los
Santos, y que no cesará ni siquiera con la destrucción
del templo. El Señor «emigrará», en efecto, con su pueblo al exilio. En la cima de la presencia de Dios en el
69
Martes
Nuevo Testamento tenemos al Verbo encarnado. Él es la
tienda y el templo, él es la presencia todavía más cercana, en nuestra carne, en nuestra compañía.
Sin embargo, tal como nos enseña el Evangelio, Jesús
mismo ha querido trasladar, por así decir, su presencia
también al hombre, a todo hombre, a los pequeños del
Reino, que deben ser tratados y acogidos como el mismo Cristo. Quien acoge a un pequeño del Reino - a u n
niño, a u n pobre, a u n menesteroso- acoge a Jesús, presente en él, porque lo que le hagamos al más pequeño a
Jesús mismo se lo hacemos (cf. Mt 25,40).
ORATIO
Tú eres un Dios presente, Señor. Te complaces en vivir
no sólo en tu cielo altísimo, sino también en medio de nosotros. ¿Cómo habrías de ser un Dios de la historia si no
marcharas con nosotros por los caminos de la vida? Esta
presencia tuya es signo de ilimitada bondad y de amistad
divina. Un amigo es una persona que está presente, u n
rostro cercano, un corazón cuyo latido próximo sentimos
y con cuya conversación e intimidad gozamos.
Sin embargo, tu presencia está escondida y velada.
Necesitamos el suplemento de la luz de la fe para captar tu presencia, que se esconde y se revela a mismo
tiempo: en la naturaleza, en la historia, en la Palabra, en
la eucaristía. Existe también una presencia a través de
la cual quieres ser acogido, amado, reverenciado, servido. Es tu presencia en los pequeños, en los que sufren,
en los necesitados. Debes atraer en cierto modo nuestro
a m o r hacia los hermanos, de manera que, aunque siga
siendo verdadero en su orientación a ti, se dirija a todos
aquellos a quienes tú amas, con quienes te has identificado y en los que quieres ser servido.
Concédenos u n a fe limpia para vislumbrar tus rasgos
en el rostro de los hermanos pequeños y pobres, y un
70
19" semana
amor grande para servirte en aquellos que se han convertido en tu presencia mística: así nos atraerás para
que amemos y sirvamos como tu amaste y serviste en
nosotros a aquellos que te dio el Padre.
CONTEMPLATIO
¿Quieres honrar el cuerpo de Cristo? No permitas
que sea objeto de desprecio en sus miembros, es decir,
en los pobres, que carecen de paños para cubrirse. No
lo honres aquí, en la iglesia, con telas de seda mientras
que fuera lo olvidas cuando sufre por el frío y la desnudez. El que ha dicho: «Éste es mi cuerpo», confirmando
el hecho con la palabra, ha dicho también: «Me visteis
hambriento y no me disteis de comer» (cf. Mt 25,35) y
«Os aseguro que, cuando dejasteis de hacerlo con uno de
estos pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo»
(Mt 25,45) [...].
Aprendamos, pues, a pensar en honrar a Cristo como
él quiere. En efecto, el honor más agradable que podemos rendir a aquel a quien queremos venerar es el que
él mismo quiere, no el que nos inventemos nosotros
[...]. Haz que los hombres se beneficien de tus riquezas.
Dios no tiene necesidad de vasos de oro, sino de almas
de oro [...]. Por consiguiente, mientras adornas el lugar
del culto, no cierres tu corazón al hermano que sufre.
Éste es un templo vivo más precioso que aquél (Juan
Crisóstomo, Homilía sobre el evangelio de Mateo, 50, 3ss:
en PG 58, cois. 508ss).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Acoge el Reino de Dios en ti como un niño, acoge a
cada niño como al mismo Cristo».
7l
Martes
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
De hecho, no es raro que, en el mundo actual, nos sintamos
perdedores. Pero la aventura de la esperanza nos lleva más allá.
Un día encontré escritas en un calendario estas palabras: «E|
mundo es de quien lo ama y mejor sabe demostrarlo». ¡Qué verdaderas son estas palabras! En el corazón de las personas hay
una sed infinita de amor, y nosotros, con el amor que Dios ha
infundido en nuestros corazones (cf. Rom 5,5), podemos saciarla,
Pero es preciso que nuestro amor sea «arte», un arte que supera la capacidad de amar simplemente humana. Mucho, por
no decir todo, depende de esto.
Yo he visto este arte, por ejemplo, en la madre Teresa de Calcuta. Quien la veía, la amaba. También en Juan XXIII, que será
proclamado beato próximamente. Aunque han pasado muchos
años desde su muerte, su memoria está muy viva en la gente.
Al entrar en un convento, en un centro diocesano o en nuestras
oficinas, no siempre se encuentra este arte que hace al cristianismo hermoso y atrayente. Se encuentran, por el contrario, caras
tristes y aburridas debido a la rutina de todos los días. ¿No dependerá también de esto la falta de vocaciones? ¿Y la escasa incidencia de nuestro testimonio? ¡Sin un amor fuerte no podemos
ser testigos de esperanza!
Aunque seamos expertos en materia de religión, corremos el
riesgo cíe tener una teoría del amor y no poseer suficientemente
su arte. Como un médico que tiene ciencia pero no el arte de la
relación amable y cordial. La gente le consulta porque lo necesita, pero, cuando se cura, ya no vuelve más.
Jesús era como nadie maestro en el arte de amar. Igual que
un emigrante que se ha marchado al extranjero, aunque se
adapte a la nueva situación, lleva siempre consigo, al menos en
su corazón, las leyes y las costumbres de su pueblo, así él al ve'
nir a la tierra se trajo, como peregrino de la Trinidad, el modo
de vivir de su patria celestial, «expresando humanamente lo s
comportamientos divinos de la Trinidad» (cf. Catecismo de \°
Iglesia católica, n. 470) (F. X. Nguyen Van Thuan, Testigos de es'
peranza, Ciudad Nueva 5 2 0 0 1 , pp. 82-83).
Miércoles
19a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Deuteronomio 34,1-12
En aquellos días, ' Moisés subió desde los llanos de Moab
al monte Nebo, a la cima del Pisga, enfrente de Jericó, y el Señor le mostró toda la tierra: desde Galaad hasta Dan. 2 Todo
Neftalí, la tierra de Efraín y Manases, toda la tierra de Judá
hasta el mar Mediterráneo, 3 el Négueb, el distrito del valle de
Jericó, la Ciudad de las Palmeras, hasta Segor, 4 y le dijo:
-Ésta es la tierra que prometí a Abrahán, Isaac y Jacob, diciendo: Se la daré a tu descendencia. Te la hago ver con tus
ojos, pero no entrarás en ella.
5
Moisés, siervo del Señor, murió allí, en la tierra de Moab,
como había dispuesto el Señor. 6 Lo enterraron en el valle, en
tierra de Moab, enfrente de Bet Peor. Nadie hasta hoy conoce
su sepultura. 7 Moisés tenía ciento veinte años cuando murió.
No se habían apagado sus ojos, ni se había debilitado su vigor.
8
Los israelitas lloraron a Moisés durante treinta días en los llanos de Moab, cumpliendo así los días de luto por su muerte.
9
Josué, hijo de Nun, estaba lleno de espíritu de sabiduría,
porque Moisés le había impuesto las manos. Los israelitas le
obedecieron, como el Señor había mandado a Moisés.
10
No ha vuelto a surgir en Israel un profeta semejante ¡i
Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara. " Nadir luí
vuelto a hacer los milagros y maravillas que el Señor le man
74
19a semana
dó hacer en el país de Egipto contra el faraón, sus siervos y su
territorio. n No ha habido nadie tan poderoso como Moisés,
pues nadie ha realizado las tremendas hazañas que él realizó
a la vista de todo Israel.
*•• Las alturas del monte Nebo, desde donde se divisa
el bellísimo y extenso panorama de la tierra prometida,
se nos han vuelto familiares desde que, el 20 de marzo
de 2000, Juan Pablo II, en su peregrinación jubilar a
Tierra Santa, se asomó desde las alturas del templo dedicado a Moisés para conmemorar lo que hoy nos propone la Escritura. Por parte del Señor, que habla u n a
vez más a Moisés, la tierra es como el sello de la fidelidad a él, al pueblo, pero también a los patriarcas que
han recibido las promesas: Abrahán, Isaac, Jacob...
También en este momento se muestra Dios fiel a sí mismo y a sus propias palabras y promesas: «Te la hago ver
con tus ojos, pero no entrarás en ella» (v. 4b).
A continuación, tiene lugar la muerte y la sepultura
de Moisés. Éste es el «siervo del Señor», en la doble
acepción que tiene este término en la Escritura: el honor de la elección para servir al Señor y ejecutar sus designios; la entrega total y efectiva a su plan de salvación.
El libro sagrado sella la narración de la muerte del gran
caudillo con el elogio típico dedicado a los hombres que
han dejado huella en la historia, pero con los rasgos característicos e irrepetibles de Moisés, aquel «con quien
el Señor trataba cara a cara» (v. 10), signo máximo de familiaridad.
Moisés fue el hombre de los grandes signos y milagros, en especial el hombre del éxodo, de la pascua de la
libertad y de la liberación. Su tumba queda como un
memorial, y su persona se acerca ahora a la estirpe de
los antiguos patriarcas. El Dios de Abrahán, de Isaac y
de Jacob es también el Dios de Moisés. Y Josué asume
ahora la responsabilidad de conducir al pueblo hasta la
tierra prometida.
Miércoles
75
Evangelio: Mateo 18,15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: l5 Por eso, si
tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas. Si te escucha,
habrás ganado a tu hermano. ,6 Si no te escucha, toma contigo uno o dos, para que cualquier asunto se resuelva en presencia de dos o tres testigos. " Si no les hace caso, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, considéralo
como un pagano o un publicano.
18
Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en
el cielo, y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el
cielo. " También os aseguro que, si dos de vosotros se ponen
de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. 20 Porque donde están dos o tres
reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
**• El capítulo 18 de Mateo lleva, en algunas ediciones
de la Biblia, el significativo título de «discurso eclesiástico». Este capítulo introduce, en efecto, temas típicamente eclesiales, en el sentido primitivo de cuestiones
referentes a la comunidad de Jesús, a la nueva comunidad que él ha fundado. Tras las instrucciones encaminadas a acoger el Reino como los niños y a la conversión -ésta es la condición para entrar en la familia de
Jesús y vivir según sus enseñanzas- y el discurso sobre
la salvación de todos, encontramos algunas enseñanzas
esenciales y progresivas.
La primera tiene que ver con la corrección fraterna en
la comunidad de Jesús, u n m o m e n t o importante en una
comunidad de pecadores para llegar a la conversión. Se
trata de una actitud que manifiesta el cuidado que los
hermanos y las hermanas de la familia de Jesús deben
tener los unos de los otros en u n clima de amor vercln
dero, exento de hipocresía y que llega incluso a la c<>
rrección fraterna. Aparecen tres m o m e n t o s progresivos
de gran finura psicológica: la corrección en privado, l;l
corrección en compañía de u n testigo, a fin de ivlor/ai
la autoridad de la corrección con la presencia de n "
19a semana
76
hermano, y, por último, el recurso a la asamblea. El límite final es la expulsión de la persona indigna de la comunión como un remedio medicinal extremo, casi para
provocar - e n la soledad y en la lejanía- la nostalgia del
retorno a la comunión fraterna.
La segunda enseñanza refuerza la conciencia de u n a
comunidad en la que la autoridad del amor de Cristo se
transmite a los responsables. Con las palabras clásicas,
de indudable sabor semítico, «atar» y «desatar» indica
Jesús el poder que transmite a los suyos. Por último, Jesús habla de la oración en común, una oración que será
escuchada por el Padre si se hace en su nombre, en
unión con Él y en Él. A esta oración unánime y unida le
garantiza Jesús su presencia y la eficacia de su intercesión celestial.
Miércoles
11
amor recíproco. De este modo se crea una atmósfera
espiritual completamente repleta de la presencia de Cristo, que une por la certeza de constituir un lugar habitado, o u n espacio teologal donde vive el Resucitado. Esta
presencia asegura la unidad entre el cielo y la tierra, la
eficacia de la oración, la alegría del Padre celestial.
Eso significa que la primera condición que hemos de
buscar necesariamente, en la vida cotidiana, en toda relación con aquellos que comparten nuestra misma fe, es
la misma unidad en el nombre de Cristo. Pero significa
también que la condición de todo testimonio y toda misión es garantizar por nuestra parte a los otros la comunión con el Señor, a fin de que él se haga presente y
sea escuchada y vivida la Palabra del Evangelio.
ORATIO
MEDITATIO
El sugestivo final del fragmento de Mateo constituye
una fuente de meditación. Jesús promete su presencia
espiritual en medio de aquellos que se hayan reunido en
su nombre: «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (v. 20). Estas palabras
hacían exclamar a Orígenes que donde dos o más estén
reunidos en nombre de Cristo, aunque sean laicos, allí
está la Iglesia. Muchos cristianos, en tiempos de persecuciones, tanto ayer como hoy, han experimentado esta
sencilla y esencial constitución de la Iglesia en virtud de
la presencia de Cristo. Juan Crisóstomo, por su parte,
exaltaba estas palabras de Jesús a fin de hacer reconocer su presencia en medio de la asamblea litúrgica, y
para expresar que con esa presencia toda celebración es
una fiesta.
Estar unidos en nombre de Jesús significa estar unidos en fidelidad a su enseñanza, en comunión con su
persona, siendo fieles a su ejemplo, especialmente en el
Señor, tú has convertido a la Iglesia en el lugar de tu
presencia. Qué grato es habitar en tu casa, aunque seamos indignos; recibir de los hermanos la ayuda necesaria para caminar en tu presencia, incluso la gracia de la
corrección fraterna cuando nos encontramos en el
error. Con tu Iglesia estamos seguros de contar con tu
presencia y tu gracia, incluso por medio de aquellos que
te representan, a los cuales les has dado el poder atar y
desatar en tu nombre, con un amor que procede de ti.
Pero, sobre todo, vemos en la Iglesia u n a anticipación de la vida celestial, una tierra de promisión que
como a Moisés - m á s aún, más que a Moisés desde el
monte N e b o - tú mismo nos haces ver y gozar, en una
Iglesia que ya es también un poco del cielo en la tierra,
en virtud de tu presencia que une el cielo, donde estás
con el Padre, y la tierra, donde estás con nosotros.
Concédenos la gracia de asegurar siempre entre nosotros el a m o r recíproco que nos convierte en ámbito
donde moras.
19a semana
78
Miércoles
79
CONTEMPLATIO
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Si nos mantenemos unidos, Jesús está entre nosotros.
Y esto es valioso. Vale más que cualquier otro tesoro
que pueda poseer nuestro corazón: más que la madre,
que el padre, que los hermanos, que los hijos. Vale más
que la casa, que el trabajo, que la propiedad; más que
las obras de arte de u n a ciudad como Roma; más que
nuestros negocios; más que la naturaleza que nos rodea
con flores y prados, el m a r y las estrellas; más que nuestra alma.
San Mateo refiere esta promesa de Jesús: «Porque donde
están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy y o en medio
de ellos» (Mt 18,20).
Es él quien, inspirando a sus santos con sus eternas
verdades, hizo época en cada época. También ésta es su
hora: no tanto de un santo, sino de él; de él entre nosotros, de él vivo en nosotros, edificando - e n unidad de
a m o r - su Cuerpo místico. Pero es preciso dilatar a Cristo, hacerle crecer en otros miembros; hacernos portadores de fuego como él. Hacer uno de todos y en todos
el Uno. Y entonces viviremos la vida que él nos da momento a momento en la caridad.
El del amor fraterno es u n mandamiento de base. Por
él vale todo lo que es expresión de sincera caridad
fraterna. Nada de lo que hacemos vale si no está presente en ello el sentimiento del a m o r a los hermanos:
Dios es Padre y en el corazón tiene siempre y únicamente hijos (C. Lubich, L'attrattiva del mondo moderno.
Scritti spirituali, R o m a 1978, I, 50 [edición española:
El atractivo de nuestro tiempo, Editorial Ciudad Nueva,
Madrid 1995]).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«¡Qué admirables son tus obras!» (Sal 65,3a).
Aquí no hemos de pensar sólo en la asamblea litúrgica, sino
en toda situación en la aue dos o más cristianos están unidos en
el Espíritu, en la caridad de Jesús. Y tampoco hemos de pensar
sólo en la simple omnipresencia del Cristo resucitado en todo el
cosmos.
Escribe un exégeta de nuestros días: «Mateo piensa en una
presencia "personalizada". Jesús está presente como crucificado
resucitado, es decir, en la apertura de donación total vivida en
la cruz, donde él, con toda su humanidad, se abre a la acción
divinizante del Padre y se entrega totalmente a nosotros, comunicándonos su espíritu, el Espíritu Santo. La presencia del Resucitado no es, pues, una presencia estática, un estar-aquí y nada
más, sino una presencia relacional, una presencia que reúne y
unifica y que, en consecuencia, espera nuestra respuesta, la fe.
Brevemente, la proximidad de Cristo reúne a "los hijos de Dios
dispersos" para hacer de ellos la Iglesia».
Desde la alianza sellada en el Sinaí con Israel, Yahvé se
revela como el que interviene eficazmente en la historia. El liberó a los hebreos de la esclavitud de Egipto, hizo de ellos su pueblo. «Yo estoy en medio de vosotros», es la palabra que identifica la primera alianza: una presencia que protege, guía,
consuela y castiga...
Con la llegada del Nuevo Testamento, esta presencia adquiere una densidad especial y nueva. La promesa de la presencia
definitiva de Dios, o sea, la promesa ae la Alianza definitiva,
halla su cumplimiento en la resurrección de Jesús.
En la comunidad cristiana, el Enmanuel, el Dios-con-nosotros,
es «el salvador de su Cuerpo», la Iglesia (cf. Ef 5,23). Presente
en medio de los suyos, él convoca y reúne no sólo a Israel, sino
a toda la humanidad [cf. Mt 2 8 , 1 9 - 2 0 ) . Vivir con Jesús «en
medio», según la promesa de M t 1 8 , 2 0 , significa actualizar
desde ahora el designio de Dios sobre toda la historia de la
humanidad.
80
19a semana
Pero ¿cómo hacer visible la presencia permanente del Resucitado?
Cuando, tras la caída del Muro de Berlín, se reunió la primera asamblea especial del Sínodo de Obispos para Europa y se
preguntó sobre la nueva evangelización del continente, un religioso húngaro subrayó que la única Biblia que leen los llamados «alejados» es la vida de los cristianos. Y podríamos añadir:
somos nosotros, es nuestra vida, la única eucaristía de la que se
alimenta el mundo no cristiano.
Por la gracia del bautismo, y especialmente por la eucaristía,
estamos injertados en Cristo, pero es en la fraternidad vivida
donde la presencia de Jesús en la Iglesia se manifiesta y resulta
operante en la existencia cotidiana.
En el silencio, dos o tres creyentes pueden testimoniar en el amor
recíproco lo que constituye su identidad profunda: ser Iglesia en la
atención a los débiles, en la corrección fraterna, en la oración en
unidad, en el perdón sin límites (F. X. Nguyen Van Thuan, Testigos
de esperanza, Ciudad Nueva 5 2001, pp. 155-157).
Jueves
19 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Josué 3,7-10a.l 1.13-17
En aquellos días, 7 el Señor dijo a Josué:
-Hoy voy a comenzar a engrandecerte a la vista de todo
Israel, para que sepan que estaré contigo como estuve con Moisés. 8 Darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la
alianza: Cuando lleguéis a la orilla del Jordán, os detendréis.
9
Y Josué dijo a los israelitas:
-Acercaos y escuchad las palabras del Señor, vuestro Dios.
10
Y añadió:
-Ésta es la señal de que el Dios vivo está en medio de
vosotros y de que expulsará ante vosotros a los cananeos: " el
arca de la alianza del dueño de toda la tierra va a atravesar
delante de vosotros el Jordán. 13 En cuanto los sacerdotes que
llevan el arca del Señor, dueño de toda la tierra, pisen las
aguas del Jordán, éstas quedarán cortadas, y las que bajan de
arriba se detendrán formando un muro.
14
Cuando el pueblo levantó el campamento para pasar el
Jordán, los sacerdotes llevaban el arca de la alianza delante
del pueblo. 15 Y en cuanto éstos llegaron al Jordán y metieron
sus pies en el agua (el Jordán se desborda por sus orillas en el
tiempo de la siega), 16 las aguas que venían de arriba se delu
vieron formando un embalse que llegaba muy arriba, híistu
19a semana
82
Adán, la ciudad que está cerca de Sartán, y las que bajaban al
mar de Araba, el mar Muerto, quedaron separadas de las
otras mientras el pueblo pasaba a la altura de Jericó.
17
Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza del Señor
estuvieron en medio del Jordán como en tierra seca, mientras
todo Israel atravesaba por el cauce seco, hasta que pasó todo
el pueblo.
*• La entrada del pueblo de Israel en la tierra prometida está descrita en el libro de Josué como una solemne procesión litúrgica. En el centro se encuentra el
arca de la alianza: es el lugar de la presencia de YHWH
en medio de su pueblo, el memorial de la alianza,
puesto que el arca contiene las tablas de la ley. La repetición del n o m b r e del arca por seis veces en este
fragmento -llamada también en el texto «arca de la
alianza del dueño de toda la tierra» (v. 11)- marca casi
rítmicamente el paso de la presencia de Dios a la cabeza
de su pueblo. Es siempre el Dios fiel quien precede y
acompaña al pueblo. Habla a Josué, como antes hablaba
a Moisés, y el nuevo caudillo interpreta y transmite la
voz de Dios.
Ante la tierra prometida se repite lo mismo que sucedió en el paso del m a r Rojo. Las aguas se detienen y el
pueblo al que acompaña el arca de la alianza cruza el
río a través de un sendero seco. Así, de una manera simétrica, el paso de la esclavitud de Egipto a la libertad,
aunque fuera en el desierto, y la entrada en la tierra prometida están marcados por la intervención maravillosa
de YHWH.
El salmo 113, salmo responsorial de la liturgia de la
Palabra de hoy, asocia el recuerdo del m a r Rojo y del río
Jordán, implicados en un prodigio semejante: «El mar,
al verlos, huyó, el Jordán se echó atrás... ¿Qué te pasa,
mar, que huyes; a ti, Jordán, que te echas atrás?» (w. 3.5).
Es el Dios soberano que pasa y, con su pueblo, atraviesa ahora el umbral de la tierra prometida.
Jueves
83
Evangelio: Mateo 18,21-19,1
En aquel tiempo, ,82' se acercó Pedro y le preguntó:
-Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano cuando me ofenda? ¿Siete veces?
22
Jesús le respondió:
-No te digo siete veces, sino setenta veces siete. 2} Porque
con el Reino de los Cielos sucede lo que con aquel rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al comenzar a ajustarías,
le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 Como
no podía pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su
mujer y a sus hijos, y todo cuanto tenía, para pagar la deuda.
26
El siervo se echó a sus pies suplicando: «¡Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré todo!». " El señor tuvo compasión de
aquel siervo, lo dejó libre y le perdonó la deuda. 2S Nada más
salir, aquel siervo encontró a un compañero suyo que le debía
cien denarios; lo agarró y le apretaba el cuello diciendo:
«¡Paga lo que debes!». 29 El compañero se echó a sus pies,
suplicándole: «¡Ten paciencia conmigo y te pagaré!». 30 Pero
él no accedió, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que
pagara la deuda. " Al verlo, sus compañeros se disgustaron
mucho y fueron a contar a su señor todo lo ocurrido. 32 Entonces el señor lo llamó y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné aquella deuda entera, porque me lo suplicaste. " ¿No
debías haber tenido compasión de tu compañero, como yo la
tuve de ti?». 34 Entonces su señor, muy enfadado, lo entregó
para que lo castigaran hasta que pagase toda la deuda. 35 Lo
mismo hará con vosotros mi Padre celestial si no os perdonáis
de corazón unos a otros.
19
' Cuando Jesús terminó este discurso, se marchó de Galilea y se dirigió a la región de Judea, a la otra orilla del Jordán.
*+• El presente texto evangélico nos transmite una enseñanza esencial. Toda la sustancia del discurso se encuentra precisamente en la pregunta que hace Pedro a
Jesús a propósito de las veces que debemos perdonar al
hermano que nos ofende. Se trata de u n hermano, y por
eso tiene que ser perdonado siempre, hasta la paradoja.
No sólo «siete veces», u n número que indica plenitud,
sino incluso un número inverosímil de «setenta veces
84
19" semana
siete», que es como un número infinito, que significa
«siempre», sin poner límites a la misericordia.
Ahora bien, en realidad la clave de comprensión de la
enseñanza de Jesús se encuentra no sólo en el número
ilimitado de las veces que se debe conceder el perdón al
hermano que nos ofende, sino en la calidad misma del
perdón que hemos de conceder. Se trata de u n perdón
que no se reduce a una fórmula o a una mal disimulada
obligación de perdonar porque no se puede hacer otra
cosa. La calidad del perdón incide en su mismo sentido.
Debe tener la calidad del perdón de Dios, y debe llegar
al corazón, lugar de la verdad, de los sentimientos y de
las venganzas, del amor verdadero y del perdón sincero.
Un corazón que perdona es un corazón misericordioso.
Perdonar «de corazón» (v. 35) significa sellar con el
amor verdadero el perdón que se concede. Dado que alguien nos ha perdonado así, sin límite en el número de
veces, no podemos nosotros poner límites al amor misericordioso del perdón.
85
Jueves
de Israel, acaeció sobre todo por u n a negligencia en la
observancia tanto del amor a Dios como del amor al
prójimo. Aun cuando el pueblo permaneció fiel en cierto modo a unos ritos que honraban a Dios, los profetas
le reprochaban la falta de atención al prójimo, al huérfano, a la viuda, a los pequeños. Dios no pide sacrificios,
sino misericordia.
La enseñanza de Jesús se sitúa en el mismo plano de
continuidad de la predicación profética, aunque con
una propuesta inaudita, la del perdón ofrecido al herm a n o sin condiciones de tiempo y de número: perdonar
siempre, perdonar a todos, perdonar sin pedir cuentas,
perdonar de corazón. En el fondo de la enseñanza de la
parábola está la lógica divina de la imitación del Padre
celestial, que nos ofrece a nosotros, si no tenemos el
corazón endurecido, un perdón sin límites. Perdonar es
la última palabra del amor. Es amor gratuito, el único
que, junto con la misericordia, puede ir más allá de la
justicia.
MEDITATIO
ORATIO
La magna procesión con el arca de la alianza que precede a la entrada del pueblo en la tierra prometida nos
habla de la presencia de Dios en medio del pueblo y,
también, del pacto de amor de Dios con el mismo. Es u n
pacto gratuito, en el que Dios tiene la iniciativa de la caridad superabundante, pero también un pacto que exige por parte del pueblo la fidelidad a la alianza a través
del cumplimiento del doble mandato del amor a Dios y
del amor al prójimo, con los preceptos de las tablas de
la ley, que son como la presencia de la fidelidad de Dios,
encerrada en el arca. Delante de esta presencia de Dios
se renuevan los prodigios del éxodo.
Nosotros sabemos que la crisis en el cumplimiento de
la alianza por parte del pueblo, a lo largo de la historia
Señor, cada día te pedimos, con las palabras que tu
Hijo nos enseñó, que nos perdones nuestras ofensas
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Esta
petición, a la que san Agustín llamaba «nuestra medicina
cotidiana» -porque necesitamos ser perdonados y abrir
el corazón al perdón-, es como un bálsamo para nuestras
heridas,
Estamos heridos cuando pecamos y sentimos la necesidad de una efusión de caridad, del Espíritu Santo
que nos vuelve a sanar, porque él es la remisión de nuestros pecados. Pero tenemos endurecido el corazón y, por
consiguiente, u n a herida escondida, u n a esclerosis oculta, cuando nos negamos a perdonar a alguien, a acoge i le
en nuestro amor.
19a semana
86
Concédenos, Señor, recitar siempre las palabras de tu
Hijo con toda sinceridad, contar siempre en el corazón
con un suplemento de caridad para ir más allá de la lógica de la venganza, de la condena, de la autojustificación. No sabemos perdonar ni podemos perdonar sin
ese suplemento de caridad divina que es la gracia del
Espíritu Santo. Tú, que manifiestas tu omnipotencia con
la misericordia y el perdón, amplía nuestra capacidad de
amar y de perdonar, extendiendo también de corazón el
perdón a aquellos que nos han hecho daño.
CONTEMPLATIO
Así, adquieren vida las palabras del Señor sobre el
perdón, este Amor que ama hasta el extremo del amor
(cf Jn 13,1). La parábola del siervo sin entrañas, que
culmina la enseñanza del Señor sobre la comunión eclesial (cf. Mt 18,23-35), acaba con esta frase: «Esto mismo
hará con vosotros mi Padre celestial si no perdonáis
cada uno de corazón a vuestro hermano». Es, en efecto,
en el fondo «del corazón» donde todo se ata y se desata.
No está en nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla, pero el corazón que se ofrece al Espíritu Santo
cambia la herida en compasión y purifica la memoria
transformando la ofensa en intercesión [...].
No hay límite ni medida en este perdón, esencialmente divino (cf. Mt 18,21-22; Le 17,3-4). Si se trata de
ofensas (de «pecados» según Le 11,4, o de «deudas» según Mt 6,12), de hecho nosotros somos siempre deudores: «Con nadie tengáis otra deuda que la del m u t u o
amor» (Rom 13,8). La comunión de la Santísima Trinidad es la fuente y el criterio de verdad en toda relación
(cf. 1 Jn 3,19-24). Se vive en la oración y sobre todo en
la eucaristía (cf. Mt 5,23-24): Dios no acepta el sacrificio de los que provocan la desunión y los despide del
altar para que antes se reconcilien con sus hermanos:
Jueves
H7
Dios quiere ser pacificado con oraciones de pa/.. l a
obligación más bella para Dios es nuestra paz, nuestra
concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo de todo el pueblo fiel (san Cipriano, Dom. oral.
23: PL 4, 535C-536A) (Catecismo de la Iglesia católica
nn. 2843.2845).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden» (Mt 6,12).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Cristo subraya con tanta insistencia la necesidad de perdonar
a los demás que a Pedro, que le había preguntado cuántas
veces debería perdonar al prójimo, le indicó la cifra simbólica
de "setenta veces siete", queriendo decir con ello que debería
saber perdonar a todos y siempre. Es obvio que una exigencia
tan grande de perdonar no anula las objetivas exigencias de la
justicia. La justicia rectamente entendida constituye por así decirlo la finalidad del perdón. En ningún paso del mensaje evangélico el perdón, y ni siquiera la misericordia como su fuente,
significan indulgencia con el mal, con el escándalo, la injuria, el
ultraje cometido. En todo caso, la reparación del mal o del escándalo, el resarcimiento por la injuria, la satisfacción del ultraje
como condición del perdón.
Así pues, la estructura fundamental,de la justicia penetra
siempre en el campo de la misericordia. Esta, sin embargo, tiene
la fuerza de conferir a la justicia un contenido nuevo, que se
expresa de la manera más sencilla y plena en el perdón (Juan
Pablo II, carta encíclica Dives in misericordia, del 30 de noviembre de 1980, n. 14).
Viernes
19a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Josué 24,1-13
En aquellos días, ' Josué reunió a todas las tribus de Israel
en Siquén y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, jueces
y oficiales. Todos se presentaron ante Dios. 2 Josué dijo a todo
el pueblo:
-Así dice el Señor, Dios de Israel: Vuestros antepasados, Teraj, padre de Abrahán y de Najor, vivían antiguamente en Mesopotamia y servían a otros dioses. 3 Pero yo tomé a vuestro
padre Abrahán de Mesopotamia y le hice recorrer toda la tierra de Canaán; multipliqué su descendencia y le di a Isaac." A
Isaac le di a Jacob y a Esaú. A Esaú le di en posesión la montaña de Seír, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto.
5
Envié después a Moisés y a Aarón, y castigué a Egipto realizando prodigios. Después os saqué de allí. 6 Saqué de Egipto
a vuestros padres y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con carros y caballos hasta el mar Rojo.
7
Ellos clamaron al Señor, y él interpuso densas tinieblas entre vosotros y los egipcios e hizo irrumpir contra ellos el mar,
que los anegó. Con vuestros propios ojos habéis visto lo que
yo hice en Egipto. Después vivisteis mucho tiempo en el desierto. 8 Os introduje en la tierra de los amorreos, que viven ;il
otro lado del Jordán; ellos combatieron contra vosotros, pero
yo os los entregué; ocupasteis su tierra, porque yo los ex leí •
90
19" semana
miné ante vosotros. 9 Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, salió
a combatir contra Israel y mandó llamar a Balaán, hijo de
Beor, para que os maldijese. 10 Pero yo no escuché a Balaán, y
él no tuvo más remedio que bendeciros; así os libré de su poder. " Después, pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó; los
jefes de Jericó combatieron contra vosotros, así como los
amorreos, pereceos, cananeos, hititas, guergueseos, jeveos y
jebuseos, pero yo os los entregué. 12 Mandé delante de vosotros tábanos que pusieron en fuga a los dos reyes amorreos.
Esto no se lo debéis a vuestra espada ni a vuestro arco. 13 Os he
dado una tierra por la que vosotros no habíais sudado, unas
ciudades que no edificasteis y en las que ahora vivís; coméis
los frutos de las viñas y de los olivos que no habéis plantado.
**• Memoria, reconocimiento, gratuidad. En los libros
sagrados del Antiguo Testamento se recuerda a menudo
la historia del pueblo a partir de Abrahán, que es su
padre en la fe y en torno al cual se vuelven a enlazar
constantemente los hilos de la memoria. En la magna
asamblea de Siquén, celebrada cuando el pueblo se ha
adentrado ya en la tierra prometida, se renueva de manera solemne la alianza con YIIWII. Con cierta estructura ritual, y antes de la renovada adhesión de fe por
parte del pueblo, Josué tra/.a las grandes líneas de la
historia de Israel, presidida siempre por la presencia del
Señor; transmite la memoria de las admirables obras
realizadas por el Señor, en su nombre, como una historia llevada a cabo por Dios mismo con sus siervos. Se
trata del relato de todo lo que YIIWII ha ido haciendo a
lo largo de una peregrinación que arranca con los antepasados de Abrahán, hasta el momento presente, en el
que se ven realizadas las promesas que le fueron hechas
al amigo de Dios, a nuestro padre en la fe. En u n a síntesis vertiginosa se pasa revista a los padres y a los patriarcas de la historia del pueblo: Abrahán, Isaac, Jacob
y sus hijos, que bajaron a Egipto. Después se recuerda el
acontecimiento maravilloso de la liberación de Egipto,
presente siempre en la memoria, como acontecimiento
clave de la historia de Dios con el pueblo, la entrada en
Viernes
'II
la tierra prometida y las dificultades superadas coniia
los habitantes de esta tierra.
Todo es historia de Dios en favor del pueblo, que debe
captar siempre y en todo la gratuidad de los dones de
Dios, a fin de responder también con un corazón repleto de gratitud. Con este sentimiento se concluye la profesión de fe, memoria histórica de las obras de Dios. El
pueblo tiene ahora una tierra que no ha sudado, habita
en ciudades que no ha edificado, come el fruto de viñas
y olivos que no ha plantado (v. 13). Todo es don de Dios.
Evangelio: Mateo 19,3-12
En aquel tiempo, 3 se acercaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron:
-¿Puede uno separarse de su mujer por cualquier motivo?
4
Jesús respondió:
-¿No habéis leído que el Creador, desde el principio, los
hizo varón y hembra, 5 y que dijo: Por eso dejará el hombre a su
padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos uno
sólo? " De manera que ya no son dos, sino uno sólo. Por tanto, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
7
Replicaron:
-Entonces, ¿por qué mandó Moisés que el marido diera un
acta de divorcio a su mujer para separarse de ella"?
8
Jesús les dijo:
-Moisés os permitió separaros de vuestras mujeres por
vuestra incapacidad para entender, pero al principio no era
así. * Ahora yo os digo: El que se separa de su mujer, excepto en caso de unión ilegítima, y se casa con otra cómele
adulterio.
10
Los discípulos le dijeron:
-Si tal es la situación del hombre con respecto a su mujer,
no tiene cuenta casarse.
11
Él les dijo:
-No todos pueden hacer esto, sino sólo aquellos ;i quicnc,
Dios se lo concede. 12 Algunos no se casan porque n:u ii'ioii
92
19a semana
incapacitados para ello; otros, porque los hombres los incapacitaron; y otros eligen no casarse por causa del Reino
de los Cielos. Quien pueda poner esto en práctica que lo
haga.
*+• No falta en la predicación de Jesús una precisión
relativa a los temas más fundamentales de la vida. Jesús no rehuye la confrontación con la realidad humana, sino que ilumina con u n a nueva luz los puntos críticos de la vida de los hombres.
En el caso que nos ocupa se trata del matrimonio en
el proyecto original del Creador. El Maestro, a la luz
del relato fundacional del Génesis, recuerda la dualidad y la reciprocidad de la naturaleza h u m a n a creada
por Dios en la pareja complementaria: «varón y hembra». La pareja es signo de un don recíproco, manifestado en la unión conyugal, que expresa la entrega total
de ambas personas, la una a la otra. Se trata de u n proyecto de Dios que no puede separar el hombre. E n la
práctica, es la afirmación del proyecto original de u n
matrimonio único e indisoluble.
Jesús ratificó esta misma doctrina siguiendo el itinerario de lo que había venido a realizar: cumplir la ley y
no aboliría. Ahora bien, se trata de u n reconocimiento
que no siempre se ha llevado a cabo; es más, u n a sociedad demasiado machista ha hecho prevalecer sobre
la debilidad de la mujer el repudio de ésta, como si
sólo ella pudiera ser culpable. El restablecimiento del
equilibrio de los derechos y de los deberes entre el
hombre y la mujer en el matrimonio es también propio de Jesús.
Por otra parte, el Maestro -célibe por decisión propia,
aunque esto era u n hecho muy singular en su culturaafirma de su propia cosecha, con fórmulas que encierran
algo de enigmático, que se puede optar también por el
celibato: no por la comodidad de no tener problemas,
<H
Viernes
sino para dedicarse por completo al servicio del Reino.
Sin embargo, esta opción, según nos explica Jesús, es
u n don que viene de lo alto.
MEDITATIO
Uno de los aspectos fundamentales de la oración bíblica es el agradecimiento. El recuerdo agradecido de las
obras realizadas por Dios en la historia del pueblo de Israel suscita la alabanza de bendición. Toda modalidad de
oración que, con razón, se llama berakhah, «bendición»
dirigida a Dios por sus beneficios, es u n a memoria.
Antes incluso de ser u n a oración de súplica es u n a invocación de alabanza.
Como se dice con frecuencia, la oración judía es
narrativa, cuenta la historia de Dios a través de la historia del hombre, a diferencia de la oración de los paganos dirigida a sus dioses, que era u n a súplica interesada, u n a invocación destinada a obtener beneficios,
dado que, en verdad, poco podían contar de las cosas
hechas por los dioses en favor de los hombres. No ocurre
así con Israel, u n pueblo que sabía orar y que, de hecho, oraba relatando, poniendo ante su Señor y ante el
pueblo las maravillas de Dios, las grandes obras realizadas por él. Por eso el «Credo» del pueblo que aparece en
la lectura del libro de Josué es u n a narración de sus
obras.
Asimismo, sólo a partir de este principio de la gratuidad de Dios se puede comprender la lección que nos
presenta el Evangelio. El matrimonio y la virginidad
son dos vocaciones, dos proyectos de amor, en el designio de Dios. Tanto el uno como la otra no son opción del hombre, sino proyecto de Dios. Más aún, son
u n proyecto complementario de dos vocaciones que, si
sólo fueran opción del hombre, serían dos dcloiin.i
ciones, sujetas a sus veleidades. Así, quien vive la \>.\.\
94
/ 9° semana
cia del matrimonio, único e indisoluble, acepta y respeta la vocación del propio cónyuge. Y quien vive la
virginidad por el Reino de Dios no lleva a cabo una opción egoísta o se resigna a un expediente de impotencia
de amar. Viven todos, a partir de Dios, una opción de
amor y de servicio recíproco en la comunidad que Jesús
vino a fundar.
ORATIO
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Todas
tus obras destinadas a nosotros son acciones de amor y
de misericordia. También hoy te bendecimos con nuestra acción de gracias, que tiene la eucaristía como su
momento culminante.
En realidad, la historia de la salvación tiene como
meta y síntesis la encarnación, la pasión y la resurrección de Jesús, tu amadísimo Hijo. En él se han cumplido todas las promesas, nos han sido dados todos los bienes, se han aclarado todos los enigmas, se han realizado
todas las profecías.
Te damos gracias, oh Padre, por nuestra pequeña historia de salvación, hecha a partir de acontecimientos,
de encuentros, de relaciones. Todo nos dice que eres tú
quien teje con nosotros una historia de amor y que llevas a su cumplimiento, con la fuerza de tu Espíritu, tu
designio de misericordia. Haz que cada uno de nosotros
sepa reconocer en cada acontecimiento tu presencia y
pueda decir, de verdad, que todo es gracia, porque «es
eterna tu misericordia».
También te damos gracias por el don precioso del
matrimonio y de la virginidad, por las familias y por las
personas consagradas. Haz que seamos fieles a tu designio de amor, de un a m o r que es santo y fecundo.
y*
Viernes
CONTEMPLATIO
En este m u n d o santo, bueno, reconciliado, salvado
-mejor dicho, que ha de ser salvado, ya que ahora está
salvado sólo en esperanza, porque en esperanza fuimos
salvados-, en este mundo, pues, que es la Iglesia, que sigue a Cristo, el Señor nos dice a todos: El que quiera venir
conmigo que se niegue a sí mismo.
Este precepto no se refiere sólo a las vírgenes, con exclusión de las casadas; o a las viudas, excluyendo a las que
viven en matrimonio; o a los monjes y no a los casados; o
a los clérigos, con exclusión de los laicos: toda la Iglesia,
todo el cuerpo y cada uno de sus miembros, de acuerdo
con su función propia y específica, debe seguir a Cristo.
Sígale, pues, toda entera la Iglesia única, esta paloma
y esposa redimida y enriquecida con la sangre del Esposo. En ella encuentra su lugar la integridad virginal,
la continencia de las viudas y el pudor conyugal.
Todos estos miembros, que encuentran en ella su lugar, de acuerdo con sus funciones propias, sigan a Cristo; niegúense, es decir, no se vanaglorien; carguen con
su cruz, es decir, soporten en el m u n d o por amor de
Cristo todo lo que en el m u n d o les aflija. Amen a Aquel
que es el único que no traiciona, el único que no es engañado y no engaña; ámenle a Él, porque es verdad lo
que promete. Tu fe vacila, porque sus promesas tardan.
Mantente fiel, persevera, tolera, acepta la dilación: todo
esto es cargar con la cruz (Agustín de Hipona, Sermón
96,9, en PL 38, col. 588).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Porque es eterna su misericordia» (del salmo responsorial).
19a semana
96
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Sábado
La virginidad y el celibato por el Reino de Dios no sólo no
contradicen la dignidad del matrimonio, sino que la presuponen
y la confirman. El matrimonio y la virginidad son dos modos de
expresar y de vivir el único Misterio ae la Alianza de Dios con
su pueblo. Cuando no se estima el matrimonio, no puede existir
tampoco la virginidad consagrada; cuando la sexualidad humana no se considera un gran valor donado por el Creador,
pierde significado la renuncia por el Reino de los Cielos.
19a semana del
Tiempo ordinario
En efecto, dice acertadamente san Juan Crisóstomo: «Quien
condena el matrimonio priva también a la virginidad de su gloria; en cambio, quien lo alaba hace la virginidad más admirable y luminosa. Lo que parece un bien solamente en comparición
con un mal no es un gran bien, pero lo que es mejor aún que
bienes por todos considerados tales, es ciertamente un bien en
grado superlativo».
En la virginidad, el hombre está a la espera, incluso corporalmente, de las bodas escatológicas de Cristo con la Iglesia, dándose totalmente a la Iqlesia con la esperanza de que Cristo se dé a
I
I
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l
i
l
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ésta en la plena verdad de la vida eterna. La persona virgen anticipa así en su carne el mundo nuevo de la resurrección futura.
En virtud de este testimonio, la virginidad mantiene viva en la
Iglesia la conciencia del misterio del matrimonio y lo defiende de
toda reducción y empobrecimiento.
Haciendo libre de modo especial el corazón del hombre,
«hasta encenderlo mayormente de caridad hacia Dios y hacia
todos los hombres», la virginidad testimonia que el Reino de
Dios y su justicia son la perla preciosa que se debe preferir a
cualquier otro valor aunque sea grande; es más, que hay que
buscarlo como el único valor definitivo. Por esto, la Iglesia, durante toda su historia, ha defendido siempre la superioridad de
este carisma frente al del matrimonio, por razón del vínculo singular que tiene con el Reino de Dios.
Aun habiendo renunciado a la fecundidad física, la persona
virgen se hace espiritualmente fecunda, padre y madre de muchos, cooperando a la realización de la familia según el designio
de Dios (Juan Pablo II, exhortación apostólica Familiaris consortio, 22 de noviembre de 1 9 8 1 , n. 16).
LECTIO
Primera lectura: Josué 24,14-19
En aquellos días, dijo Josué a todo el pueblo: 14 Así pues,
respetad al Señor y servidle en todo con fidelidad; quitad de
en medio de vosotros los dioses a los que sirvieron vuestros
antepasados en Mesopotamia y en Egipto, y servid al Señor.
15
Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién
queréis servir, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros antepasados en Mesopotamia o a los dioses de los amorreos,
cuya tierra ocupáis. Yo y los míos serviremos al Señor.
16
El pueblo respondió:
-Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros
dioses. I7 El Señor es nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la
esclavitud de Egipto a nosotros y a nuestros padres. Él ha hecho ante nuestros ojos grandes prodigios y nos ha protegido
durante el largo camino que hemos recorrido y en todas las
naciones que hemos atravesado. ls Él ha expulsado delante de
nosotros a todos los pueblos y a los amorreos, que viven en el
país. Así que también nosotros serviremos al Señor, porque Él
es nuestro Dios.
19
Josué dijo al pueblo:
-Vosotros no seréis capaces de servir al Señor, porque él es
un Dios santo, un Dios celoso que no tolerará vuestras tians
gresiones ni vuestros pecados. 20 Si abandonáis al Señor p.iui
98
19a semana
servir a dioses extraños, Él se volverá contra vosotros y, después
de haberos hecho tanto bien, os hará el mal y os exterminará.
21
El pueblo respondió:
-Nosotros queremos servir al Señor.
22
Josué les dijo:
-Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido al Señor para servirlo.
Ellos respondieron:
-Lo somos.
23
Y Josué añadió:
-Entonces quitad de en medio de vosotros los dioses extraños e inclinad vuestros corazones al Señor, Dios de Israel.
24
El pueblo respondió:
-Serviremos al Señor, nuestro Dios, y obedeceremos su voz.
25
Aquel día, Josué hizo una alianza con el pueblo y le dio
leyes y preceptos en Siquén. 26 Josué escribió estas palabras en
el libro de la ley de Dios, tomó una gran piedra y la erigió allí,
debajo de la encina que había en el santuario del Señor, " y
dijo a todo el pueblo:
-Esta piedra será un testimonio contra nosotros, porque
ella ha oído todo lo que el Señor nos ha dicho; será un testimonio contra vosotros para que no reneguéis de vuestro Dios.
28
Después, Josué despidió al pueblo, y cada uno se volvió a
su heredad.
29
Algún tiempo después, murió Josué, hijo de Nun, siervo
del Señor, a la edad de ciento diez años.
*•• Con este episodio concluye el libro de Josué y termina, idealmente, la toma de posesión de la tierra prometida por parte de todo el pueblo que se dirige, según
las tribus, al territorio en el que debe habitar. El momento es solemne. Se concluye una alianza que consta
de tres momentos esenciales.
El primero es la invitación lanzada por Josué al pueblo para que se adhiera por completo al Señor, con integridad y verdad, en u n servicio total, renunciando a
todos los ídolos, incluso a los ancestrales, que habían
Sábado
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permanecido en la memoria colectiva, así como a los
nuevos ídolos a los que el pueblo se había dirigido en el
desierto (y tal vez también en la nueva tierra). El cabeza da ejemplo en nombre de su casa y de su tribu. Viene a continuación la respuesta del pueblo en una magn a purificación de la memoria y con u n a renuncia
colectiva a los ídolos para servir a Dios.
Hay aún u n segundo momento ritual: Josué anuncia
la realidad del Dios de Israel, el Dios de la alianza, que
es santo y celoso a la vez, como ha demostrado en otros
momentos a lo largo del camino por el desierto. Y lo
hace con una amenaza que refuerza el temor de Dios:
éste podría dar la espalda al pueblo y, tras haberle procurado sus beneficios, podría repudiarlo.
Por último, en un tercer momento, resuena dos veces
la profesión de fe del pueblo, referida ya en otro lugar a
petición de Moisés. Se trata de una promesa de alianza
diligente y concreta de palabra y de obra (v. 24: «Serviremos al Señor, nuestro Dios, y obedeceremos su voz»). A
pesar de la fuerza de la adhesión, ésta seguirá siendo débil y endeble, como demostrará la historia posterior. Sin
embargo, Dios seguirá siendo fiel a la promesa y al establecimiento de una nueva alianza. El servicio de Dios, el
Fiat, el sí de la colaboración incondicionada, el eco fiel de
la promesa de los padres, será personificado al final de
los tiempos por la Hija de Sión, María, la sierva del
Señor, la mujer que representa a todo el Israel de Dios.
Evangelio: M a t e o 19,13-15
En aquel tiempo, ° le presentaron unos niños para que les
impusiera las manos y orase. Los discípulos les regañaban,
14
pero Jesús dijo:
-Dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí, poique de los que son como ellos es el Reino de los Cielos.
15
Después de imponerles las manos se marchó de allí.
100
19a semana
**• El breve pasaje evangélico que acabamos de leer
nos presenta a Jesús en contacto con los pequeños, con
los niños. Ellos pertenecen al Reino no sólo en virtud de
un hecho de carácter sociológico - e n cuanto incluidos
asimismo en la relación hombre-mujer, como fruto de
la paternidad y de la maternidad, en cuanto forman parte del pueblo-, sino precisamente en virtud de su persona, que tiene u n gran valor a los ojos de Dios. Presentan
a Jesús un grupo de niños, probablemente por sus
madres, para que el Maestro les dispense algún gesto de
benevolencia y de bendición, una caricia y una oración
(v. 13a). La reacción de los discípulos, además de un
comportamiento tosco, aunque espontáneo, para intentar liberar al Maestro de una incómoda turba de mocosos (v. 13b), revela tal vez un dato cultural de la época:
la poca atención que se prestaba a los pequeños, lo poco
que contaban los niños en cuanto niños. En realidad,
los adultos despreciaban a los pequeños en la cultura de
aquel tiempo.
También en lo que respecta a esta categoría social
restablece Jesús el sentido de la dignidad original; más
aún, se refiere a ella con u n trato de predilección: «Dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí» (v. 14).
Jesús confirma su disponibilidad para la acogida del
Reino no sólo como una cualidad moral, como quien se
hace pequeño y se convierte, sino también por una situación existencial, por su inocencia y su disponibilidad, no resquebrajada por la malicia de ulteriores experiencias personales. También Jesús aceptó vivir una
experiencia h u m a n a de niño y le dio u n sentido a este
momento de la vida humana. Hay, por consiguiente, en
las palabras del Maestro una advertencia sobre la proximidad entre él y los niños, entre la existencia de los niños en medio de nosotros y el destino de todos, desde
pequeños, a la persona de Jesús, a quien pertenecen, y a
su Reino.
Sábado
101
MEDITATIO
«Serviremos al Señor, nuestro Dios». La ratificación
de la alianza en Siquén está expresada con u n a fórmula
que indica bien la interioridad del compromiso que asume el pueblo ante Dios. Se trata de la actitud, al mismo
tiempo interior y exterior, de una entrega total. «Servir
al Señor» supone una donación total de la propia vida,
una dedicación de nuestro propio ser y de nuestras propias cualidades a la plena realización de su designio de
amor en favor de la humanidad. Es abrir nuestra propia
existencia a la voluntad del Señor, expresada en los preceptos de la alianza no como puras normas de conducta,
sino más bien como senderos de santidad personal, comunitaria y social.
El Señor ha puesto remedio a la insuficiencia de la
ley antigua y de la alianza mosaica con la nueva alianza
en el Espíritu. El obsequio de la mente y de la voluntad,
el suave plegarse de lo h u m a n o a lo divino, constituye la
novedad de un servicio en el que el amor y el temor, la
condición de siervos y de hijos, el mandamiento exterior y la libertad interior, la adhesión plena de amor a la
voluntad salvífica de Dios, se manifiestan como la ley
nueva del Espíritu en el corazón del creyente.
De este modo, la persona h u m a n a ofrece a Dios su
propia libertad y la hace omnipotente. La dignidad de la
persona h u m a n a alcanza su cima cuando con amor, con
libertad y sin miedo sirve al Señor. El modelo de esta
entrega libre lo tenemos en María, la madre y la sierva
del Señor.
ORATIO
Queremos vivir, Señor, con alegría la espiritualidad
del servicio, la amorosa adhesión a tu voluntad. No es
u n mandamiento despótico el que nos propones, sino
J 9" semana
102
la guía amorosa y paterna de u n a vía real la que tú nos
indicas.
Doblega con la fuerza amorosa de tu Espíritu la dureza de nuestro corazón, llena de tu soplo divino nuestro ser, para que podamos ofrecerte con libertad y con
un profundo sentido de gratitud todo lo que somos.
Haznos como niños del Reino, totalmente confiados en
tu plan de amor por nosotros, totalmente abiertos a tus
inspiraciones. Haz que cada vez que recitemos la oración
del Padrenuestro sintamos que se renueva la alianza de
nuestro bautismo. Que nuestra oración sea una consagración total de nuestra existencia a servirte con amor,
para que venga tu Reino a nosotros y al mundo.
Con la mirada dirigida a tu Sierva, también nosotros
decimos: «Hágase en mí según tu palabra».
CONTEMPLATIO
Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a
la de su Hijo para cumplir su voluntad, su designio de
salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero, unidos a Jesús y
con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en
sus manos nuestra voluntad y decidir escoger lo que su
Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre
(cf. Jn 8,29). Adheridos a Cristo, podemos llegar a ser un
solo espíritu con él y, así, cumplir su voluntad: de esta
forma ésta se hará tanto en la tierra como en el cielo
(Orígenes). Considerad cómo Jesucristo nos enseña a ser
humildes, haciéndonos ver que nuestra virtud no depende sólo de nuestro esfuerzo, sino de la gracia de Dios. Él
ordena a cada fiel que ora que lo haga universalmente
por toda la tierra. Porque no dice: «Que tu voluntad se
haga» en mí o en vosotros, sino: «En toda la tierra», para
que el error sea desterrado de ella, que la verdad reine
en ella, que el vicio sea destruido en ella, que la virtud
Sábado
103
vuelva a florecer en ella y que la tierra ya no sea diferente del cielo (Catecismo de la Iglesia católica, n. 2825).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Serviremos al Señor, nuestro Dios» (Jos 24,21).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Del mismo modo que una gavilla cogida por el centro se prolonga hacia sus extremos, así la vida de María está concentrada en torno a su «sí», que le confiere sentido y forma, y desde
aquí se despliega tanto hacia atrás como hacia adelante. Su
«sí» da pleno sentido a cada momento, a cada gesto, a cada
oración de la Madre del Señor. Ésta es, en efecto, la naturaleza
de un «sí»: liga a quien lo pronuncia, pero le concede al mismo
tiempo plena libertad de realización. También la infancia de
María está esclarecida por la luz de su «sí». La infancia representa siempre un momento preparatorio de concentración en
vistas a la acción decisiva que seguirá en una segunda fase, y
será, en el caso de María, nada menos que el «sí» capaz de determinarlo todo.
Su «sí» es, sobre todo, gracia. N o representa sólo su respuesta humana a la propuesta de Dios; es una gracia tan grande que es, al mismo tiempo, la respuesta divina a toda su vida.
María pronuncia la respuesta esperada por la gracia y acepta
así la llamada de Dios. Su aceptación significa para ella ponerse
a disposición de esta llamada con una entrega plena; entregarse
con toda la fuerza y con la profundidad de su ser y de sus facultades.
Dios no ha concedido a nadie un poder de colaboración más
grande que el que concedió a María. La sierva se vuelve Madre,
y la Madre, Esposa. Desde este momento en adelante, el Fiat se
extiende a todos: se convierte en un bien de la Iglesia en forma
de oración al Padre que adquiere su carácter católico y eucarístico; así como en su difusión cuando el Hijo entrega a los
104
19a semana
hombres su oración personal al Padre, recibida de la Madre.
Ella está viva en cada Fiat particular que se pronuncia en la
comunidad del Señor (A. von Speyr, L'Ancella del Signore
María, Milán 1986, pp. 7-10, 15ss, passim [edición española:
La esclava del Señor, Encuentro Ediciones, Madrid 1991 ]).
Lunes
20 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Jueces 2,11-19
En aquellos días, " los israelitas ofendieron al Señor con su
conducta y dieron culto a los ídolos. '2 Abandonaron al Señor,
Dios de sus antepasados, que les había sacado de Egipto; se
fueron tras los dioses de los pueblos vecinos y los adoraron,
provocando con ello la ira del Señor. " Abandonaron al Señor
y dieron culto a Baal y Astarté.
14
La ira del Señor se encendió contra Israel; los entregó en
manos de salteadores que los saquearon, los dejó vendidos a
sus enemigos del contorno, y no fueron capaces de resistirlos.
15
Siempre que emprendían una expedición, el Señor se ponía
en contra de ellos y fracasaban, como el mismo Señor les
había dicho y jurado. Llegaron a una situación desesperada.
16
Entonces el Señor suscitó jueces que los libraron de las
bandas de salteadores. " Pero tampoco hacían caso a los
jueces. Se prostituyeron ante otros dioses y los adoraron. Se
apartaron pronto del camino que habían seguido sus antepasados; ellos habían sido dóciles a los mandamientos del
Señor, pero no les imitaron.
18
Cuando el Señor hacía surgir jueces, él estaba con el juez
y los libraba de sus enemigos mientras vivía el juez, porque el
Señor se compadecía al oírlos gemir bajo la tiranía de sus
opresores. " Pero cuando moría el juez, volvían a pecar y se
106
20a semana
comportaban peor que sus antepasados; se iban tras otros
dioses, les daban culto y los adoraban, sin abandonar sus maldades ni su conducta obstinada.
**• Comenzamos hoy la lectura del libro de los Jueces,
que se prolongará hasta el próximo jueves. Narra la historia del establecimiento de Israel entre las poblaciones de
la tierra de Canaán y los cambios que todo esto acarreó:
el paso de la vida nómada del desierto al aprendizaje de
la agricultura - q u e requiere estabilidad- y a la red de
relaciones con pueblos desconocidos que tenían unas
estructuras religiosas, sociales y políticas consolidadas.
La tarea era cualquier cosa menos sencilla: se trataba
de encontrar el propio espacio, de custodiar y ahondar
la propia identidad, proporcionándole un rostro socialmente significativo, mientras convivían con otros pueblos que, con sus tradiciones, sus cultos sugestivos, sus
instituciones, constituían una continua provocación y
una invitación a integrarse en su sistema de vida. Vivir
en esta situación, sin perder la propia identidad, requeriría antes que nada la transmisión genuina y la acogida sincera del patrimonio constituido por los acontecimientos de la historia del pueblo con Dios, algo que - d e
h e c h o - había ido apagándose.
La Palabra de hoy presenta el marco teológico en el
que se lee la historia de Israel. El don de la tierra debería reavivar continuamente la conciencia de la alianza,
de la fidelidad de YHWH y de la pertenencia a él, como
pueblo suyo, con una misión. La realidad, sin embargo,
es diferente. Después de la generación de los ancianos,
que sobrevivieron a Josué, surgió otra generación «que no
conocía al Señor ni lo que había hecho por Israel» (v. 10).
Con una expresión cargada de sufrimiento, se retrata
el comportamiento del pueblo de Dios: «Los israelitas
ofendieron al Señor con su conducta y dieron culto a los
ídolos. Abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados»
Lunes
107
(w. 1 lss). El pecado -la idolatría- conduce a la disgregación, a las luchas intestinas, a la depravación moral,
y engendra todo tipo de dolor, hasta llegar a la pérdida
de la libertad y a nuevas experiencias ¿olorosas de esclavitud. E n esta situación, tras probar el castigo, y con
una función educativa, madura la exigencia de cambio
de vida y nace la oración de invocación a Dios para que
salve a su pueblo. Dios escucha la oración, y su intervención liberadora se concreta en la elección y el envío
de u n «juez» (liberador, salvador).
Sobre este fondo emerge de nuevo el a m o r misericordioso y la fidelidad de YHWH. Eso es lo que la Palabra
transmite, como experiencia que supera los confines del
espacio y el tiempo, para reconducir a la comunión con
Dios, fuente de vida, de bendición, de futuro. Así es la
pedagogía divina: Dios está presente en el dolor del pueblo y de cada uno de sus miembros, y ofrece de nuevo,
a su libertad, el bien de la comunión con él, de la justicia y de la paz. El castigo no es sólo retribución por el
pecado, sino también lugar de visitación y de revelación
del amor misericordioso de Dios.
Evangelio: Mateo 19,16-22
En aquel tiempo, l6 se acercó uno a Jesús y le preguntó:
-Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para obtener la vida
eterna?
17
Jesús le contestó:
-¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno sólo es
bueno. Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
18
Él le preguntó:
-¿Cuáles?
Jesús contestó:
-No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás
falso testimonio;19 honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo.
20a semana
108
20
El joven le dijo:
-Todo eso ya lo he cumplido. ¿Qué me falta aún?
21
Jesús le dijo:
-Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes y
dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos. Luego,
ven y sigúeme.
22
Al oír esto, el joven se fue muy triste porque poseía muchos bienes.
*+• Jesús prosigue con decisión el camino hacia Jerusalén junto con los suyos, a quienes ya ha anunciado la
pasión y el acontecimiento de la resurrección, pero éstos no comprenden. A lo largo del camino prosigue la
obra de formación de sus discípulos. Además, tiene que
hacer frente a los escribas y a los fariseos, que, como
siempre, intentan cogerle con engaños; acoge a los más
pequeños y enseña con autoridad.
El evangelio de hoy nos hace tomar parte en el encuentro de Jesús con u n joven rico. Éste lleva en sí mismo la exigencia de una vida cada vez más elevada, pero
siente que todavía le falta algo. Su pensamiento, según
la educación que ha recibido y según la tradición, sigue
la lógica del hacer, la lógica de las «obras buenas». Le
pide al Maestro alguna indicación nueva, adecuada a
sus aspiraciones y capaz de saciar su insatisfacción. De
ahí la pregunta que plantea: «¿Qué he de hacer de bueno
para obtener la vida eterna?» (v. 16). Anda buscando. Jesús le ayuda a emprender un camino. Lo esencial no es
preguntarse qué se puede hacer de bueno; lo esencial es
buscar a aquel que es bueno, a Dios, observando los
mandamientos y amando al prójimo como a sí mismo
(v. 17). Jesús quiere introducirle en una relación más verdadera con Dios -«entrar en la vida»- proponiéndole de
nuevo, entre los mandamientos, punto de referencia
para el joven, los que rigen nuestra relación con los
olios, y añade lo que se dice en el Levítico (19,18), para
hacerle pasar de la atención a sí mismo a la atención a los
Lunes
109
demás, al prójimo. Ante la insistencia del joven: «¿Qué
me falta aún?», Jesús le responde ofreciéndole el don del
seguimiento de la criatura nueva: «Ve a vender todo lo
que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en
los cielos. Luego, ven y sigúeme».
Se trata de u n paso radical: la puerta estrecha que
conduce a la vida y hace entrar en el Reino de Dios y
participar en la salvación. Jesús habla a la libertad del
joven -las dos indicaciones del Maestro están introducidas con un «si quieres»- para que decida en su corazón.
La respuesta va acompañada por u n adjetivo doloroso:
«El joven se fue muy triste». Su tesoro estaba constituido por las riquezas y por todo lo que está ligado a ellas
y ellas hacen posible. ¿Acaso no son los bienes u n signo
de la bendición de Dios, tal como le había enseñado? De
hecho, se han convertido en su verdadero ídolo, aunque
practique los mandamientos. No es libre por dentro. Da
limosna a los pobres, pero no comparte con ellos sus
bienes y su vida. Nos viene a la mente el encuentro de
Jesús con los pequeños a lo largo del mismo camino que
le lleva a Jerusalén: «De los que son como ellos es el
Reino de los Cielos» (v. 14).
MEDITATIO
El Dios de los Padres no sustrae a su pueblo de los
condicionamientos sociales ni de los riesgos de la debilidad h u m a n a en su encuentro con otras culturas y religiones. Educa y perdona: educa en el sufrimiento y en el
perdón, para que su pueblo pueda descubrir que la fuente de la libertad, interior y social, se basa en la relación de
comunión, confianza y abandono entre sus manos y en el
amor al prójimo.
«Escucha, Israel» (Dt 6,4). El pecado de idolatría, que
puede tener muchísimos rostros, nos separa de Dios v
nos divide a unos de otros. En consecuencia, lanío el
20" semana
110
hombre como el pueblo caen en la esclavitud de sí mismos y, por eso, se convierten en esclavos de otros. El
verdadero peligro no son los pueblos de alrededor, ni
sus tradiciones, ni siquiera las mismas riquezas; el peligro está en la división que llevamos en nosotros y que
alimentamos entre nosotros. Está en apartar la mirada
del Señor. No podemos ser fuente si no estamos unidos
al manantial. Ésa es la razón de que no baste con la observancia de los mandamientos: es posible observarlos y
no conocer ni a Dios ni su designio.
Y cuando, como dice el evangelista, el Maestro presenta al joven el verdadero rostro de Dios y le invita a
seguirle, el joven se aleja porque el ídolo de la riqueza le
ha vuelto esclavo e invidente. A causa de sus obras y de
sus bienes, se niega a pasar por la «puerta estrecha» que
conduce a la vida: «Ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos. Luego,
ven y sigúeme». Así es como se habría encarnado en el
joven el amor al prójimo y al primero de sus prójimos,
que era el Maestro a quien se había dirigido y el que le
había mirado con una mirada llena de amor.
El mensaje sigue siendo actual. Nos invita a la vigilancia y a la humildad que, en medio del pecado y del
dolor, no tiene miedo de elevar una voz sincera que
implora la reconciliación y la vida: «Acuérdate de mí,
Señor, por amor a tu pueblo» (estribillo del salmo responsorial).
Lunes
I II
todo para seguirte. Danos unos ojos que sepan ver !u
presencia, u n o s oídos que oigan tu Palabra y los cernidos de los pobres, u n corazón colmado de sabiduría
y amante, dócil y fuerte. ¡Custodíanos! Los ídolos de
nuestra sociedad son atrayentes, fascinan y destruyen.
Custodia a tu Iglesia y alimenta en todos el fuego que
ardía en el corazón de tu Hijo: dar la vida para que la
humanidad se transforme en tu familia, rica de alegría
y de Espíritu Santo.
CONTEMPLATIO
ORATIO
Y como la Ley había enseñado desde antaño a los seres humanos que debían seguir a Cristo, éste lo aclaró a
aquel que le preguntaba qué debía hacer para heredar la
vida, respondiendo: «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Y como él le preguntase: «¿Cuáles?», el Señor continuó: «No cometerás adulterio, no
matarás, no robarás, no darás falso testimonio, honra a
tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti
mismo» (Mt 19,17-19). De este modo exponía por grados los mandamientos de la Ley, como u n ingreso a la
vida para quienes quisieran seguirlo: diciéndoselo a
uno, se dirigía a todos. Y habiéndole él respondido:
«Todo esto he cumplido» -aunque tal vez no lo había hecho, pues le había dicho: «Guarda los mandamientos»-,
Jesús lo probó en sus apetitos, diciéndole: «Si quieres
ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y, luego, ven y sigúeme» (Mt 19,20-21).
Enséñanos, Padre, a amar nuestra época, una época
maravillosa y dramática. Haz que, escuchando a tu
Hijo, aprendamos a acoger a nuestro prójimo, a dialogar con todas las personas, con todas las culturas y con
todas las religiones. La humanidad de hoy es la tierra
donde tu habitas y obras, invitándonos a «venderlo»
A quienes esto hicieren les prometió la parte que corresponde a los apóstoles, y no predicó a otro Dios Padre a aquellos que lo seguían, fuera de aquel al que la
Ley había anunciado desde el principio; ni a otro Hijo;
ni a otra Madre, Entimesis del Eón que provino de la
pasión y el desecho; ni la Plenitud de treinta Eones, que,
como ya hemos probado, es inconsistente y vacía; ni
20° semana
112
toda esa fábula que los demás herejes han fabricado. Más
bien, les enseñaba a observar los mandamientos que
Dios estableció desde el principio, a fin de vencer la concupiscencia con obras buenas y seguir a Cristo. Y como
distribuir entre los pobres lo que se posee deshace las
viejas avaricias, Zaqueo puso en claro: «Desde hoy doy la
mitad de mis bienes a los pobres, y, si en alguna cosa
he defraudado a alguno, le devuelvo cuatro veces más»
(Le 19,8) (Ireneo de León, Adversus haereses IV, 12, 5).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón»
(Mt6,21).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Lo que se indica con el término bíblico «corazón» no coincide en absoluto con el centro emocional de los psicólogos. Los
judíos pensaban con el corazón, ya que éste integra todas las
facultades del espíritu humano; la razón y la intuición no son
nunca extrañas a las opciones y a las simpatías del corazón. El
hombre es un ser visitado, la verdad habita en él y lo plasma
desde el interior, precisamente en la fuente de su ser. Su relación
con el contenido de su propio corazón, lugar de la «¡nhabitación», constituye su conciencia moral, y es allí donde el Verbo le
habla. El hombre puede hacer que su propio corazón se vuelva
«lento para creer» (Le 24,25), cerrado, duro hasta el punto de
doblarse a fuerza de dudas (Sant 1,8), y puede llegar incluso
a la descomposición demoníaca en «muchos» (cf. Me 5,9). La
separación de la raíz trascendente es locura en sentido bíblico.
«Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón» (Mt 6,21).
El hombre se define por el contenido de su propio corazón,
por el objeto de su propio amor. San Serafín de Sarov llama al
corazón «altar de Dios», lugar de su presencia y órgano de
Lunes
113
su receptividad. Haciéndose eco de Descartes, decía el poeta
Baratynskij: «Amo ergo sum». El corazón tiene el primado
jerárquico en la estructura del ser humano, sólo si en él se vive
la vida posee una intencionalidad originaria imantada como la
aguja de una brújula: «Nos has creado para ti, Señor, y sólo
en ti encontrará su paz nuestro corazón», dice san Agustín
(P. Evdokimov, La donna e la salvezza del mondo, Milán 1989,
pp. 46.48 [edición española: La mujer y la salvación del mundo,
Ediciones Sigúeme, Salamanca 1980]).
Martes
20 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Jueces 6,11-24a
En aquellos días, " el ángel del Señor vino a sentarse bajo
el terebinto de Ofrá, que pertenecía a Joás de Abiezer. Su hijo
Gedeón estaba desgranando el trigo en el lagar para ocultárselo a Madián. I2 El ángel del Señor se le apareció y le dijo:
-El Señor está contigo, valiente guerrero.
13
Gedeón le respondió:
-Por favor, mi señor, si el Señor está con nosotros, ¿por qué
nos pasa todo esto? ¿Qué ha sido de todos esos prodigios que
nos cuentan nuestros padres cuando nos dicen que el Señor
nos sacó de Egipto? Ahora nos ha abandonado y nos ha entregado en poder de Madián.
14
El Señor le miró y le dijo:
-Vete, que con tu fuerza salvarás a Israel del poder de
Madián. Yo te envío.
15
Gedeón respondió:
-Por favor, Señor, ¿cómo salvaré yo a Israel? Mi familia
es la más insignificante de Manases y yo soy el último de lu
familia de mi padre.
16
Respondió el Señor:
11(1
20a semana
-Yo estaré contigo, y tú derrotarás a Madián como si fuese
un solo hombre.
17
Gedeón insistió:
-Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú
quien me habla. 18 Por favor, no te vayas de aquí hasta que yo
vuelva. Yo traeré mi ofrenda y la depositaré ante ti.
Él le dijo:
-Me quedaré aquí hasta que vuelvas.
19
Gedeón se fue, aderezó un cabrito y, con una medida de
harina, hizo panes sin levadura; puso la carne en su cesta y el
caldo en una olla, los llevó bajo el terebinto y se lo presentó.
20
El ángel de Dios le dijo:
-Toma la carne y los panes sin levadura, ponlos sobre esta
piedra y vierte el caldo.
Gedeón lo hizo así.
21
Entonces el ángel del Señor extendió el bastón que tenía
en su mano y tocó la carne y los panes sin levadura. Salió
fuego de la roca y consumió la carne y los panes sin levadura,
y el ángel del Señor desapareció de su vista. 22 Gedeón se dio
cuenta de que era el ángel del Señor y dijo:
-¡Ah, Señor, Señor! ¿He visto cara a cara al ángel del
Señor?
23
El Señor le respondió:
-La paz sea contigo. Nada temas, no morirás.
24
Gedeón levantó allí un altar al Señor y lo llamó Señor de
la Paz.
** «Los israelitas ofendieron al Señor con su conducta,
y el Señor los entregó en poder de Madián durante siete
años» (6,1). Los acontecimientos relacionados con Gedeón que se narran en la lectura de hoy sacan de nuevo
a la luz los criterios de lectura de la historia: pecadocastigo, invocación-salvación, a lo que sigue un período
de paz. El pecado de los israelitas es la infidelidad a la
alianza: no escuchan la voz del Señor y veneran a los
dioses de los amorreos (v. 7). El pecado está difundido y
habita incluso en la casa de Joás, padre de Gedeón, donde había construido u n altar a Baal y plantado u n árbol
Martes
117
sagrado (v. 25). Las incursiones de los madianitas son
leídas como castigos de Dios. Son cada vez m á s duras
y despiadadas, hasta el punto de que, por miedo a
ellos, los israelitas «tuvieron que refugiarse en las cuevas, cavernas y refugios que hay en los montes» (v. 2), a
fin de poder defenderse; utilizaban, además, lugares
escondidos para desgranar el trigo y protegerse de los
robos. En este clima de degradación moral y religiosa,
de gran pobreza y de miedo, había crecido Gedeón.
Sin embargo, t a m b i é n él había vibrado ante las palabras del profeta enviado por Dios para despertar a
su pueblo (w. 7-10). Y había invocado a gritos la salvación.
El encuentro de Gedeón con el ángel del Señor tiene
lugar en este contexto de dolor y de esperanza. El diálogo en el que se teje la narración de su vocación nos
ofrece u n ejemplo de la relación de amor de Dios con su
pueblo y de confianza, como educador, respecto a la
persona que ha elegido para la misión de juez, es decir,
para salvar a su pueblo. Invita a Gedeón a derribar el
altar construido por su padre, a cortar el árbol sagrado
y a construir u n nuevo altar «al Señor, su Dios», en la
cima de la roca, donde ofrece u n cabrito en holocausto,
consumido con el fuego de la leña del árbol sagrado. El
temor queda vencido por la certeza interior de la presencia del Señor -«Yo te envío», «Yo estaré contigo»-, madurada en la relación con él en momentos significativos: el sacrificio ofrecido bajo el terebinto, el fuego que
devora la carne y los panes sin levadura, el altar testigo
del encuentro con el ángel del Señor, los signos del
vellón de lana y del rocío, la prueba de fe en el poder de
Dios, que le pedía que hiciera frente con trescientos
hombres al poder de los madianitas. Los israelitas gozaron del bien de la paz durante la vida de Gedeón,
pero, después de su muerte, «volvieron a dar culto a los
ídolos y eligieron como dios a Baal Berit» (8,33).
118
20" semana
Evangelio: Mateo 19,23-30
En aquel tiempo, " Jesús dijo a sus discípulos:
-Os lo aseguro, es difícil que un rico entre en el Reino de
los Cielos. 24 Os lo repito: le es más fácil a un camello pasar
por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de
Dios.
25
Al oír esto, los discípulos se quedaron impresionados y
dijeron:
-Entonces, ¿quién podrá salvarse?
26
Jesús les miró y les dijo:
-Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo
es posible.
27
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo:
-Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué
nos espera?
28
Jesús les contestó:
-Os aseguro que vosotros, los que me habéis seguido,
cuando todo se haga nuevo y el Hijo del hombre se siente en
su trono de gloria, os sentaréis también en doce tronos, para
juzgar a las doce tribus de Israel. M Y todo el que haya dejado
casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras por
mi causa, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.
,0
Hay muchos primeros que serán últimos y muchos últimos que serán primeros.
*• El encuentro con el joven y su desenlace reavivan
una cuestión que asalta al hombre desde siempre: ¿puede entrar u n rico en el Reino de los Cielos? La liturgia
de hoy nos proporciona la respuesta de Jesús. Presenta
ésta un realismo desconcertante y nos abre a u n «más
allá» imposible para la mente h u m a n a , revelador del
poder de Dios. Éste es el horizonte sobre el que están
llamados a moverse sus discípulos. La paradoja pone
de manifiesto el obstáculo que constituyen las riquezas para entrar en el Reino cuando se convierten en
el «amo» del hombre. En el fondo, el obstáculo es la
idolatría; al dios-dinero se le puede llegar a rendir «cul-
Martes
119
to» u n a vez más con sacrificios h u m a n o s : ¡el prójimo!
¿Acaso fue por esto por lo q u e el Maestro le recordó el
pasaje de Lv 19,18 al joven rico? También nos viene a
la mente Mt 25,31-45. Los discípulos se quedan consternados. ¿Quién podrá salvarse, si se pone en relación
la debilidad h u m a n a , en la que figura el apego a la
riqueza, con las exigencias de radicalismo propias del
Reino?
La salvación es u n don a m o r o s o por parte de Dios;
ningún h o m b r e - p o r pobre o rico que s e a - puede salvarse a sí mismo. El c o m p r o m i s o personal, incluido el
dejarlo todo, no puede ser el precio que tiene la conquista de la salvación, sino expresión de acogida del
don. No hay lugar en el Reino p a r a u n a mentalidad fiscal que se preocupa de la recompensa. Los discípulos
llevan todavía sobre sí signos de esta mentalidad: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos
espera?». ¿Cuál será nuestra recompensa?
El Maestro lleva a los Doce al interior del designio
de Dios: el don de la salvación para ellos es la participación en la misma gloria del Hijo del hombre, cuando haya llegado a su plenitud la regeneración del
m u n d o ; se sentarán con él a juzgar al pueblo de Israel,
porque h a n compartido su misión con él. Y ya desde
a h o r a tendrán cien veces más, porque lo han dejado
todo «por su causa», para ser sus discípulos. Los criterios para evaluar quién será el primero y quién el
último no siguen la lógica h u m a n a ni la clasificación
llevada a cabo por los h o m b r e s , sino la del Reino: la
relación vital con Cristo, el único verdadero tesoro, el
don del Padre.
MEDITATIO
«Para Dios todo es posible». Nada es imposible para
Dios (cf. Mt 19,26; Gn 18,14; Jr 32,17); ni siquiera el
120
20° semana
mal que el pueblo hizo ante sus ojos (cf. Jue 6,1) p u d o
detener su a m o r ni debilitar su paciente acción de
padre que cuida de su propio hijo (cf. Os 11,1-7). La
elección de Gedeón, como la de los otros jueces, es
expresión de este a m o r indomable y respetuoso con la
libertad. Transforma el sufrimiento en ámbito de llam a d a a la comunión para la reconquista de nuestra
propia dignidad; suscita entre el pueblo a hombres y
mujeres repletos de su Espíritu, para que sean apoyo y
guía, salvadores de los enemigos y obreros de la paz.
Los forma.
Gedeón ha sido guardado ya de las contaminaciones
idolátricas en su casa paterna. Dios lo va forjando en la
prueba hasta el absurdo de pedirle que crea en la victoria sobre Madián cuando no cuenta con un fuerte
ejército, sino sólo con un reducido número de hombres
fuertes de su misma fe.
Mateo nos muestra al Maestro en una delicada acción
educativa, con la que conduce a sus discípulos a mirar
en lo profundo de su corazón y a abrirse a perspectivas de futuro. El Señor Jesús ve a los suyos a la luz del
designio del Padre sobre ellos, sentados ya a su lado,
porque creen y aman, le siguen a pesar de sus debilidades y de u n a sensibilidad circunscrita a los confines
de la experiencia h u m a n a . Estos confines no son el
freno, sino que son el lugar de la presencia del médico
divino que ha venido a sanar. El obstáculo es la huida
(«tuvieron que refugiarse en las cuevas, cavernas y refugios que hay en los montes»: Jue 6,2) o bien el «volvieron
a dar culto a los ídolos y eligieron como dios a Baal Berit» (8,33), el «corazón endurecido». El canto al Evangelio hace resonar en la comunidad de los creyentes la
primera bienaventuranza: «Bienaventurados los pobres
de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos».
Éste es el camino del discípulo del «corazón nuevo»,
que conoce, cree y ama.
Martes
121
ORATIO
Te pido, Señor, junto con mis hermanos y mis hermanas, el don del silencio, para acoger tu misterio y tu
persona. Concédenos la sabiduría del corazón y danos
la fuerza de ánimo para superar la tentación diaria de
aprisionar en nuestra inteligencia tu Palabra y tu inmenso amor o de estar hartos de la observancia fría y
desinteresada de tus mandamientos.
Tú eres nuestra esperanza, Señor. Concédenos u n corazón capaz de acoger cada día tu invitación a venderlo
todo para seguirte, capaz de transformar la comunión
contigo en servicio a los hermanos. La Iglesia, tu esposa, llama a grandes voces para reavivar la fe de sus hijos y para anunciar con alegría la «Buena Noticia» a todo
el mundo. Haz descender sobre nosotros tu Espíritu
como descendió sobre los dones ofrecidos por Gedeón y
los consumió. Que tu fuego transforme nuestra vida en
hostia agradable a ti para la salvación del mundo.
CONTEMPLATIO
La lección evangélica, hermanos, que hace poco resonó en nuestros oídos, más bien que expositor, necesita
ejecutor.
¿Hay algo más diáfano que estas luminosas palabras:
Si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos?
¿Qué voy, pues, a decir yo? Si quieres entrar en la vida,
guarda los
mandamientos.
¿Quién no ama la vida?, pero ¿quién hay con voluntad
de guardar los mandamientos? Y si no quieres observar
los mandamientos, ¿cómo quieres la vida? Si eres perezoso para el trabajo, ¿por qué te apresuras al salario?
El joven rico dice haber guardado los mandamientos
y entonces se le proponen otros mandamientos superio-
122
20" semana
res: Si quieres ser perfecto, una cosa te falta: anda, vende
lo que tienes y dáselo a los pobres. Nada perderás en ello;
más bien, tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y
sigúeme. ¿De qué te aprovecharía si, haciéndolo, no me
siguieres?
Retiróse, pues, mohíno y descontento, según oísteis,
por tener grandes riquezas. Ahora, pues, lo que a él se le
dice a nosotros se nos dice. Es el Evangelio la boca de
Cristo, quien, sentado ya en el cielo, no deja de hablar
en la tierra. No seamos nosotros sordos...
Alejóse triste aquel rico, y dijo el Señor: ¡Qué difícil
es la entrada en el Reino de los Cielos para quien tiene
riquezas!
Y hasta qué punto es ello difícil lo mostró en una semejanza donde la dificultad es verdadera imposibilidad.
Porque todo lo imposible es difícil, mas no todo lo difícil
es imposible.
La dificultad aquí mírala en la semejanza: Verdaderamente os digo que es más fácil que pase un camello por el
ojo de una aguja que la entrada de un rico en el Reino de
los Cielos. ¡Un camello por el ojo de una aguja! Si dijera
una pulga, ya sería imposible.
Oyendo esto, los discípulos, se atristaron y dijeron: Si
es así, ¿quién podrá salvarse? ¿Quién de los ricos?
Escuchad los pobres a Cristo. En este pueblo de Dios
a quien yo hablo son la mayoría pobres. ¡Oh pobres! Entrad, a lo menos vosotros, en el Reino de los Cielos. Oídme, sin embargo, una palabra. Cualesquiera que seáis
los que de pobres os gloriáis, huid de la soberbia, para
que no se la acaparen los ricos piadosos; guardaos de la
impiedad, para que no os venzan los ricos humildes;
guardaos de la impiedad, para que no os venzan los ricos piadosos; guardaos de la ebriedad, para que no os
venzan los ricos sobrios. Si ellos no deben gloriarse de
sus riquezas, no vayáis a gloriaros vosotros de vuestra
pobreza.
Martes
123
Oigan los ricos, si alguno hay aquí, oigan al apóstol:
Mándales a los ricos de este mundo. Porque hay ricos del
otro: los pobres son los ricos del otro mundo; los apóstoles eran ricos, los ricos del otro mundo, pues decían:
Como quienes nada tienen y todo lo poseen.
Al objeto de concretar a qué suerte de ricos se refiere, puso lo de este mundo. Oigan, por ende, al apóstol
los ricos de este mundo: Mándales, dice, a los ricos de
este mundo que no alberguen sentimientos de altanería.
La soberbia es el gusano principal de las riquezas,
polilla dañosa que todo lo roe y hace polvo. Mándales,
pues, que no alberguen sentimientos de altanería ni pongan su esperanza en la riqueza, tan insegura que, a lo
mejor, te acuestas rico y te levantas pobre. M pongan su
esperanza en la riqueza, tan insegura (son palabras del
apóstol), sino en Dios vivo, dice.
El ladrón te quita el oro; a Dios, ¿quién te lo quita?
¿Qué tiene u n rico si a Dios no tiene? ¿Qué no tiene un
pobre si tiene a Dios? M pongan, en consecuencia, la esperanza en las riquezas, sino en Dios vivo, que nos provee
de todo con abundancia para que disfrutemos, y, junto
con todas las cosas, se nos da también a sí mismo (san
Agustín, «Sermón 85», 1-3, en Servir a los pobres con
alegría, Desclée De Brouwer, Bilbao 1995, pp. 70-73).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de
ellos es el Reino de los Cielos» (Mt 5,3).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Cada día podemos constatar que el Evangelio se revela con
mayor profundidad, gracia y discernimiento a los corazones
124
20a semana
sencillos que cuentan con una fe firme. El Evangelio, sin embargo, no revela la verdad como una hipótesis global que deba ser
aceptada o rechazada en bloque. A l contrario, se dirige a cada
corazón de una manera específica y personal, revelando a cada
hombre la verdad de un modo adecuado a su estructura espiritual, al nivel de su fe, a su grado de aceptación de la verdad,
en un flujo continuo de revelación que crece con el crecimiento
de la fe y el paso del tiempo.
Es oportuno que el lector del evangelio se acerque a la verdad contenida en él desde la perspectiva y con el espíritu que
adoptaron los evangelistas, de modo que reciba las palabras
del Espíritu allí contenidas. No es ciertamente intención nuestra
hacer más ardua la tarea del lector; al contrario, le estamos proporcionando la clave de lectura del misterio del Evangelio. Si el
lector obedece al Espíritu del Evangelio, si se compromete a consentirlo y somete su propia mente a la verdad, entonces es la
verdad misma la que se transfigurará ante él, haciéndose igual
a la contemplada por el evangelista. Entonces infundirá al lector
el soplo del Espíritu del Evangelio y su flujo inefable, que le
trasladarán con la mente y con el corazón directamente de la
palabra al cara a cara con la persona de Jesucristo.
De esta manera se realiza el milagro del Evangelio: «Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras»
(Le 24,45). Aquí queda transfigurada la historia y Cristo se manifiesta como Dios por el testimonio del Espíritu en nuestros corazones (Matta El Meskin, Comunione nell'amore, Magnano 1999,
pp. 85ss).
Miércoles
20 a semana del
Tiempo ordinario
LECHO
Primera lectura: Jueces 9,6-15
En aquel tiempo, 6 todos los nobles de Siquén y los de Bet
Miló se reunieron y proclamaron rey a Abimélec junto al
terebinto que hay en Siquén.
7
Informado de esto, Yotán subió a la cumbre del monte
Garizín y desde allí gritó:
¡Oídme, nobles de Siquén,
y que Dios os escuche!
8
Una vez, los árboles
quisieron elegirse un rey.
Dijeron al olivo:
«Sé nuestro rey».
9
Pero el olivo les respondió:
«¿Voy a renunciar yo al aceite
con el cual se honra a Dios
y a los hombres
para ir a balancearme
sobre los árboles?».
10
Entonces dijeron a la higuera:
«Ven tú y reina sobre nosotros».
11
Pero la higuera respondió:
«¿Voy a renunciar yo
a la dulzura de mi fruto
Miércoles
126
20" semana
para ir a balancearme
sobre los árboles?».
'•' Entonces dijeron a la vid:
«Ven tú y reina sobre nosotros».
1
' Pero la vid respondió:
«¿Voy yo a renunciar a mi mosto,
alegría de Dios y de los hombres,
para ir a balancearme
sobre los árboles?».
14
Entonces dijeron a la zarza:
«Ven tú y reina sobre nosotros».
15
Y la zarza les respondió:
«Si de verdad queréis
que sea vuestro rey,
venid y cobijaos bajo mi sombra;
y, si no, que salga fuego de la zarza
y devore los cedros del Líbano».
**• El deseo de seguridad y de un guía fuerte impulsa
a los israelitas a pedir a Gedeón que se convierta en rey
(8,22). La respuesta de Gedeón remite a los israelitas a
la verdad de su ser como pueblo cuyo único rey es Dios
(8,23), pero, a pesar de ello, la presión psicológica ejercida por las poblaciones presentes impulsa a Israel a
querer u n rey. De ahí surge u n a dolorosa experiencia:
Abimélec, hijo de Gedeón, nacido de una mujer cananea, se hace proclamar rey después de haber matado,
«sobre una misma piedra» (9,5), a sus hermanos. Sólo se
salvó el hijo pequeño, Yotán, «porque se había escondido». El pasaje que nos propone hoy la liturgia recoge el
discurso dirigido por este último a los señores de Siquén.
Yotán intenta convencerles de la inutilidad - m á s aún,
de la peligrosidad- de u n rey. Para ello echa mano de
una fábula tomada de la sabiduría popular. La negativa
del olivo, de la higuera y de la vid y la aceptación de la
zarza pretenden demostrar la peligrosidad del tirano y
la ruina a la que conduce su dominio. Pero nadie le
escuchó. La realeza de Abimélec resultará destructora
127
para la gente de Siquén y será ruinosa para el mismo
Abimélec, muerto por la m a n o de u n a mujer y por la
espada de u n joven. La narración recuerda el señorío de
Dios, en el que sólo el pueblo goza de plena dignidad y
ve atendidos sus propios deseos de paz y de libertad.
Evangelio: Mateo 20,1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
Por eso, con el Reino de los Cielos sucede lo que con el dueño de una finca que salió muy de mañana a contratar obreros
para su viña. 2 Después de contratar a los obreros por un denario al día, los envió a su viña. 3 Salió a media mañana, vio
a otros que estaban en la plaza sin trabajo 4 y les dijo: «Id
también vosotros a la viña y os daré lo que sea justo». 5 Ellos
fueron. Salió de nuevo a mediodía y a primera hora de la tarde e hizo lo mismo. 6 Salió por fin a media tarde, encontró a
otros que estaban sin trabajo y les dijo: «¿Por qué estáis aquí
todo el día sin hacer nada?». 7 Le contestaron: «Porque nadie
nos ha contratado». Él les dijo: «Id también vosotros a la
viña». 8 Al atardecer, el dueño de la viña dijo a su administrador: «Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por
los últimos hasta los primeros». 9 Vinieron los de media tarde
y cobraron un denario cada uno. 10 Cuando llegaron los primeros, pensaban que cobrarían más, pero también ellos cobraron un denario cada uno. " Al recibirlo, se quejaban del
dueño, 12 diciendo: «Estos últimos han trabajado sólo un rato
y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado
el peso del día y del calor». 13 Pero él respondió a uno de ellos:
«Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No quedamos en un
denario? 14 Toma lo tuyo y vete. Si yo quiero dar a este último
lo mismo que a ti, 15 ¿no puedo hacer lo que quiera con lo
mío? ¿O es que tienes envidia porque yo soy bueno?». I6 Así,
los últimos serán primeros, y los primeros, últimos.
1
**• El marco de referencia de la parábola es la misión de Jesús siguiendo el mandato recibido del Padre
(cf. Jn 3,15-17). Él, como peregrino, está realizando su
«santo viaje» (Sal 84,6) hacia Jerusalén, donde tendrá
lugar «su hora». El Maestro, con fino arte pedagógico,
128
20" semana
partiendo de una experiencia que está a la vista de todos,
quiere revelar una vez más el verdadero rostro de Dios,
rico en misericordia y bondad. La experiencia es la del
dueño que se acerca al lugar de reunión de los pobres
que esperan que alguien en busca de obreros los contrate para su viña. En función de la necesidad, llama en
diferentes horas, desde muy de m a ñ a n a hasta media
tarde. Ya había convenido con los primeros el salario de
la jornada, pero a los últimos les paga lo mismo. Y este
comportamiento del dueño suscita una reacción de queja (v. 12): ese comportamiento no es aceptable, es injusto.
El diálogo pone de manifiesto el verdadero problema: en
el fondo, no es la cuestión del salario lo que irrita a los
obreros que se quejan, sino el verse equiparados a
los últimos. Se quejan, por envidia, de la «bondad» del
dueño. Ése es el verdadero objeto del conflicto.
La parábola cuenta la experiencia de Jesús, que acoge y llama a los pecadores, a los publícanos, a las prostitutas, a los que andan por las calles y las plazas: todos
ellos están invitados a entrar en el Reino de Dios, como
los fariseos y los maestros de la Ley. Pero éstos, los primeros que fueron contratados para trabajar en la viña,
no se quedan; se sienten superiores, se quejan, se niegan
por envidia y por celos. Es el misterio del corazón endurecido. Son como el hijo mayor de la parábola del
hijo pródigo o de la misericordia (Le 15,25-32), que no
comprende a su padre y no acepta que perdone al hermano tránsfuga y dilapidador. Jesús prosigue mostrando con esta parábola la acción amorosa y salvífica de
Dios. Presenta el nuevo mensaje formativo para los suyos. No olvidemos que Jesús está en camino hacia Jerusalén. Quiere preparar a sus discípulos para entrar en la
visión del Padre y para que hagan suya la lógica del
amor universal. Inmediatamente después de esta parábola (Mt 20,17-19), Mateo coloca el tercer anuncio de la
pasión. Jerusalén, en efecto, va a ser el lugar de la plena
manifestación del amor de Dios, el lugar donde el agapé
Miércoles
129
divino, destruyendo todo m u r o de división, se convierte
en el principio vital de u n a nueva solidaridad entre
todos, a la manera de la Trinidad. Ya no hay primeros ni
últimos, sino que todos son hijos y obreros corresponsables en la viña del Señor, la humanidad.
MEDITATIO
«...en los sagrados libros el Padre que está en los cielos
se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos» (DV 21).
La primera lectura es una palabra de verdad a la luz del
amor clarividente. Nos conduce a dialogar como hijos
con el Padre que ha salido a nuestro encuentro para decidir de nuevo con él: «¿Quién es nuestro rey?». La respuesta no puede recorrer con el pensamiento la doctrina aprendida en los bancos de la escuela o en la
universidad. La respuesta es vivir bajo el señorío de
Dios en la peregrinación cotidiana. Es un salto de fe renovado y confiado. La tentación de buscar a u n a persona fuerte que dé seguridad o de elaborar proyectos nuestros a los que «obedecer» está siempre al alcance de la
mano, y hoy de un modo agudo, apremiante y solapado.
El Padre se muestra celoso de nuestra libertad. Quiere
que sea una conquista nuestra a través de u n a opción de
comunión con él y con los hermanos. «El Señor reinará
sobre vosotros» (Jue 8,23). «Yo, Abimélec, reinaré sobre
vosotros» (cf. Jue 9,1-6). Ésta es la opción existencial.
Es doloroso constatar a dónde llevan el orgullo, el poder y la violencia que se refugia en el corazón. La «zarza» proclamada rey ha ahogado toda la vida. «¡Mató
incluso a sus hermanos!». ¡Inhumano! ¿Qué sociedad
puede nacer de semejante rey, de un líder cegado por
el poder o -lo que es m á s - dependiente de su propia necesidad de afirmación? ¿Por qué no se escucha la voz
de quien, iluminado por su Señor, como Yotán, el herm a n o menor escapado del exterminio, ve con amplitud
130
20a semana
de miras y teniendo en cuenta en su corazón el bien de
su propia gente?
ORATIO
Señor, he comprendido la belleza de la oración que
has puesto en nuestro corazón: Padre, venga a nosotros
tu Reino. Es u n Reino de justicia, de amor y de paz, de
verdad y de vida; es la humanidad transformada por el
amor en familia de Dios. He comprendido, Señor, la belleza de la basílica de San Pedro: es la casa donde tú
reúnes a todos los pueblos, el templo de la unidad y de
la comunión, el lugar de oración y de encuentro contigo, donde cada uno, unido a tu Madre, canta las obras
admirables del Padre en su propia lengua y todos, juntos, manifiestan la belleza del Evangelio del amor. El camino, Señor de la esperanza, es largo, fatigoso, erizado
de obstáculos nuevos y oscuros. En primer lugar dentro
de nosotros mismos. Parece más lógico y democrático
escoger un rey, con el deseo inconsciente de poder condicionarlo a nuestros propios fines. Tú, Señor de la vida,
sana esta necedad nuestra, individual y colectiva. Que
tu amor no se dé por vencido, a pesar de la dureza de
nuestros corazones. Continúa llamando a cada uno por
su nombre, a cualquier hora. Que no haya discriminaciones dentro de nuestro ánimo, sino que todos tengan
sitio, como obreros de tu viña e hijos del Padre que está
en los cielos. La lógica de tu amor fascina. Que esté en
ti el estilo y la respiración de nuestro «santo viaje» hacia la plenitud de la vida y de la historia.
CONTEMPLATIO
Desde todos los ángulos resulta evidente que la parábola del dueño de la viña y los obreros va dirigida tanto
Miércoles
131
a los que desde la primera edad se dan a la virtud como
a los que se dan en edad avanzada e incluso más tarde.
A los primeros, para que no se ensoberbezcan ni insulten
a los que vienen a la undécima hora; a los últimos, para
que sepan que pueden recuperarlo todo en breve tiempo. Puesto que, en efecto, el Señor había hablado antes
de fervor y de celo, de renuncia a las riquezas, de desprecio a todo lo que se posee -lo cual requiere u n gran
esfuerzo y un ardor juvenil- para encender en los que le
escuchaban la llama del amor y dar tono a su voluntad,
demuestra ahora que también los que han llegado tarde
pueden recibir la recompensa de toda la jornada.
Ahora bien, no lo dice de una manera explícita por temor a que éstos se ensoberbezcan y se muestren negligentes y descuidados; muestra, en cambio, que todo es
obra de su bondad y que, gracias a ella, no serán olvidados, sino que recibirán también bienes inefables.
Esta es la finalidad principal que se propone Cristo en
la presente parábola (Juan Crisóstomo, Commento al
vangelo di Matteo, 64,3ss).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la
gloria, os conceda un espíritu de sabiduría y una revelación que os permita conocerlo plenamente» (Ef 1,17).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
El «espíritu de sabiduría y de revelación» que nos permite conocer plenamente al Padre de la gloria se nos da en Cristo mediante el sello del Espíritu Santo. Nosotros podemos ver ahora
todas las cosas en Jesús no en virtud de una particular luz intelectual (esto será el don del entendimiento), sino por connatura-
132
20" semana
lidad, por instinto divino -como diría santo Tomás-, desde el momento en que estamos en Jesús, que se encuentra en el centro
del misterio de la salvación, y estamos en Dios, que se encuentra en el origen, en lo alto. El conocimiento por connaturalidad
ha sido comparado a menudo, en la tradición patrística y espiritual, al gusto. Noto que un alimento está dulce o salado no por
un razonamiento, ni siquiera por el análisis químico de los componentes de la sal o del azúcar; lo noto por una sintonía connatural entre la sal, el azúcar y mis papilas gustativas. De modo
análogo sucede con el don de la sabiduría: noto que un hecho,
una acción, un comportamiento, un pensamiento, concuerda
con el plan de Dios porque estoy en Jesús, que se encuentra en
el centro de ese plan, porque amo al Padre, que es el autor de
ese designio.
En consecuencia, la sabiduría está ligada más bien a la caridad que a la fe; la sabiduría es el refluir de un grandísimo amor
al Padre y a Jesús que se convierte en gusto del misterio de Dios.
Pablo, en la carta a los Efesios (1,16c), pide esa sabiduría precisamente para los suyos y para nosotros (C. M. Martini, Uomin¡ e donne dello Spirito, Cásale Monf. 1998, pp. 69ss [edición
española: Hombres y mujeres del Espíritu: meditaciones sobre
los dones del Espíritu Santo, Sal Terrae, Santander 1998]).
Jueves
20 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Jueces ll,29-32.33b-39a
En aquellos días, 29 el espíritu del Señor se apoderó de Jefté,
que recorrió Galaad y Manases, llegó a Mispá de Galaad y
desde allí pasó al territorio de Amón. 30 Jefté hizo el siguiente
voto al Señor:
-Si entregas en mi poder a los amonitas, 31 el primero que
salga por la puerta de mi casa para venir a mi encuentro,
cuando regrese vencedor, será para el Señor, y lo ofreceré en
holocausto.
32
Jefté marchó a la guerra contra los amonitas, y el Señor los
entregó en su poder. 33 Fue una gran derrota, y los amonitas
quedaron humillados ante los israelitas.
34
Cuando Jefté regresaba a su casa de Mispá, salió a su
encuentro su hija danzando y tocando el pandero. Era hija
única, pues Jefté no tenía más hijos. 35 Al verla, rasgó sus
vestidos y gritó:
-¡Ah, hija mía, me has destrozado; tú eres la causa de mi
desgracia, porque me he comprometido ante el Señor y no
puedo desdecirme!
36
Ella le dijo:
-Si te has comprometido ante el Señor, padre mío, cumple
tu promesa respecto a mí, ya que el Señor te ha concedido
vengarte de tus enemigos, los amonitas.
20" semana
134
37
Y añadió:
-Concédeme esta gracia: déjame libre dos meses; durante
ellos recorreré los montes con mis compañeras, llorando por
tener que morir sin hijos.
Él le dijo:
-Vete.
38
Y la dejó libre durante dos meses. Ella y sus compañeras
recorrieron los montes llorando, porque iba a morir sin hijos.
39
Pasados los dos meses, volvió a su casa, y su padre cumplió
con ella el voto que había hecho.
**• La lectura de hoy suscita en nosotros sentimientos
de incomodidad y de desconcierto frente a la decisión
irreflexiva de Jefté. Una vez más, nos encontramos sumergidos en la experiencia de infidelidad del pueblo de
Dios y en el sufrimiento que sigue a su pecado: «Los
israelitas volvieron a ofender al Señor con su conducta;
adoraron a Baal y Astarté, a los dioses de Aram, Sidón,
Moab, de los amonitas y de los filisteos. Abandonaron al
Señor y no le dieron culto. Entonces, el Señor se encolerizó contra los israelitas y los entregó en poder de los filisteos
y de los amonitas. Éstos afligieron y oprimieron durante
dieciocho años a todos los israelitas» (Jue 10,6-8). Desde
lo hondo del dolor del pueblo se levanta la plegaria de
invocación al Señor unida al reconocimiento de su propio pecado y a las acciones de liberación de los falsos
dioses (cf. 10,15ss).
La elección de un liberador por parte de Dios recae
en Jefté, hijo de una prostituta, convertido en jefe de u n
grupo de aventureros con los que llevaba a cabo sus correrías, tras haber sido desheredado y expulsado de la
casa de los suyos. A él se dirigen los ancianos de Galaad
para combatir contra los amonitas. La narración señala
que «el espíritu del Señor se apoderó de Jefté» (11,29) y los
amonitas fueron humillados ante los israelitas (v. 33).
El voto de Jefté de sacrificar u n a vida h u m a n a nos
desconcierta, aunque se puede explicar por la contami-
Jueves
135
nación de los usos del tiempo; es algo que contrasta con
la prohibición de los sacrificios humanos según la ley
del Señor. Todo esto muestra el largo camino que deberá recorrer el pueblo todavía para liberarse de ciertos tipos de religiosidad peligrosos y equívocos, que no
respetan a la persona h u m a n a ni la relación con Dios
nacida de la alianza del Sinaí. El verdadero culto que
Dios acepta, tal como celebra la comunidad en el salmo
responsorial, es la obediencia a la Palabra: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído;*
no pides sacrificio expiatorio; entonces yo digo: 'Aquí egfo
toy"... Y llevo tu ley en las entrañas» (Sal 40,7.9). Vkí$^'
Evangelio: Mateo 22,1-14
En aquel tiempo, ' Jesús tomó de nuevo la palabra y les
dijo esta parábola:
2
-Con el Reino de los Cielos sucede lo que con aquel rey
que celebraba la boda de su hijo. 3 Envió a sus criados para
llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. 4 De
nuevo envió otros criados encargándoles que dijeran a los invitados: «Mi banquete está preparado, he matado becerros y cebones, y todo está a punto; venid a la boda». 5 Pero ellos no hicieron caso, y unos se fueron a su campo y otros a su negocio.
6
Los demás, echando mano a los criados, los maltrataron y los
mataron. 7 El rey entonces se enojó y envió sus tropas para que
acabasen con aquellos asesinos e incendiasen su ciudad. 8 Después dijo a sus criados: «El banquete de boda está preparado,
pero los invitados no eran dignos. 9 Id, pues, a los cruces de los
caminos y convidad a la boda a todos los que encontréis». 10 Los
criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y la sala se llenó de invitados.
11
Al entrar el rey para ver a los comensales, observó que
uno de ellos no llevaba traje de boda. n Le dijo: «Amigo,
¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?». El se quedó callado. 13 Entonces el rey dijo a los servidores: «Atadlo de pies
y manos y echadlo fuera a las tinieblas; allí llorará y le rechinarán los dientes». " Porque son muchos los llamados, pero
pocos los escogidos.
136
20a semana
*» El fragmento de hoy forma parte de una nueva sección del evangelio de Mateo, la última antes de los acontecimientos de la pasión (Mt 21,1-25,46). Jesús está en el
templo. Se dirige a los judíos, que, de una manera malévola, le han preguntado con qué autoridad enseña y realiza sus obras. Les dirige tres parábolas muy fuertes: la
parábola de los dos hijos (21,28-32), la de los viñadores
homicidas (21,33-46) y, por último, la del banquete de bodas (22,1-14). Esta última es la que hemos escuchado en
el evangelio proclamado hoy. Las imágenes a las que hace
referencia Jesús son bien conocidas de todo buen israelita: las bodas y el banquete, es decir, las imágenes con las
que se describe el Reino anunciado por los profetas, unas
imágenes que preludian la comunión gozosa y definitiva
de Dios con su pueblo {cf. 25,1-12).
A diferencia de la versión de Lucas (14,16-24), en la
de Mateo no se trata ya de una invitación a una «gran
cena» (Le 14,16), sino al banquete organizado por el rey
para celebrar las bodas de su propio hijo. Esto hace más
grave e injustificada la negativa por parte de los invitados, que rechazan el plan de Dios. El Antiguo Testamento había prometido la unión nupcial entre Dios y su
pueblo {cf., por ejemplo, Jr 2,2; 31,3; Ez 16,1-43.59-63);
el nombre de «Esposo» es uno de los títulos que Dios se
da a sí mismo (Is 54,5). La parábola referida por Mateo
presenta a Jesús como el Esposo prometido {cf. 9,15) y
pone el acento en la gravedad del comportamiento de
los invitados. Las motivaciones del rechazo son mezquinas: mi trabajo es más importante que el banquete.
A algunos les fastidia hasta tal punto el banquete que
llegan a insultar e incluso matar a los siervos que les llevan la invitación. La indignación del rey y su intervención de castigo no detiene su amor por su hijo. La invitación al banquete de bodas del hijo se dirige ahora a
invitados insospechados. Jesús pretende revelar que la
salvación, rechazada por su pueblo, se ofrece ahora a
los paganos. Este discurso les resulta duro a los judíos,
Jueves
137
que ni le aceptan a él ni aceptan tampoco su enseñanza
ni el universalismo de su invitación a formar parte del
Reino.
Mateo llama la atención de la comunidad cristiana
sobre u n aspecto decisivo: la invitación, la llamada, es
gratuita, pero es también exigente. Describe este aspecto
mostrando al rey que honra a sus invitados saludando a
cada uno y agradeciéndole la asistencia, como es costumbre. Pero uno de los invitados no se ha puesto el traje de boda (w. 11-14). La intervención del rey también
aquí se muestra severa. Mateo pretende dar a entender
que, para entrar en el m u n d o nuevo y ser discípulo de
Cristo, no basta con recibir la invitación externamente;
es preciso revestirse por dentro del traje que expresa la
novedad de vida: creer, ser fieles, escuchar la voluntad
divina y ponerla en práctica, vigilar, realizar obras de
justicia. Eso es lo que recuerda el canto al evangelio {cf
19,7-9), óptima clave de lectura del texto de Mateo para
nosotros.
MEDITATIO
El d r a m a personal de Jefté, a causa de u n voto inaudito contrario a la ley de Dios, agita a nuestro personaje, padre victorioso, y destruye - j u n t o con la felicidad
de la única hija- toda esperanza. El relato es un acontecimiento de revelación: muestra a dónde puede llevar
el contagio con usos y costumbres que son contrarios a
la dignidad de la persona. Por otra parte, conduce a purificar la idea que nos hacemos de Dios, a liberarla tic
visiones toscas y mortificantes, a sanar la relación con
él: el verdadero sacrificio grato a Dios, que es amor, es
la escucha, dejarse educar por él, seguirle, creer, umai
al prójimo.
Nuestra fuerza es la fidelidad de Dios, que cuida «Ir
su pueblo, generación tras generación, y nos iniplii .i .i
20a semana
138
todos nosotros como colaboradores de su obra de salvación. La persona -sea quien sea- no es nunca un precio que debamos pagar para garantizarnos la consecución de un objetivo. Hay itinerarios que constituyen un
compromiso constante, personal y comunitario, bajo la
acción del Espíritu. Sin embargo, hay que pasar siempre por una «puerta estrecha»: perder nuestra propia
vida por Cristo y el Evangelio (cf. Le 9,24), a fin de reencontrarnos a nosotros mismos en la verdad de la «imagen y semejanza» de Dios. El silencio contemplativo y
acogedor del misterio de Dios es su espacio.
¿Por qué tiene el hombre miedo de acoger' la vida que
se nos ofrece en el Hijo? Es la pregunta que surge al
considerar, a la luz del fragmento evangélico que hemos
leído, a la humanidad de hoy. Precisamente por esto, al
ponernos el traje nupcial -el vestido de oro de Cristo
resucitado, símbolo de novedad de vida-, se nos invita a
salir a lo largo de las encrucijadas de los caminos, a los
transportes públicos, a los lugares de reunión lúdica y
allí donde se está apagando el hombre en su dignidad,
para llamar. El evangelio de hoy no nos habilita para
realizar una lectura introspectiva. Nos invita a entregarnos a nosotros mismos y a abrir caminos valientes para
anunciar por todas partes el misterio pascual - a saber:
al Esposo muerto y resucitado- a todas las generaciones, a fin de celebrar la vida con ellas. Sin memoria no
hay ni un presente fecundo ni u n futuro de esperanza.
ORATIO
El misterio del rechazo y la tenacidad del amor. Hasta el castigo, Señor de la vida y de la luz, nace de tu
amor, que quiere abrir con cada uno -persona o puebloel camino hacia la casa del Padre. Tú, Señor, nos guardas como el águila que protege a su nidada, nos enseñas
a volar hacia lo alto para darnos la posibilidad de ver
Jueves
139
todo con ojos que la obra del Espíritu ha hecho penetrantes, nos atraes a ti con vínculos de amor, nos revelas quiénes somos y cuáles son los verdaderos destinos
del m u n d o . Y, a pesar de todo esto, nuestros bienes,
nuestros asuntos, nuestros pensamientos, nuestras verdades, las llamadas del consumismo y del hedonismo,
nos resultan tan atrayentes que te damos la espalda. Es
la ceguera de u n Jefté que, aun con las mejores intenciones, sacrifica vidas humanas. Es la dureza del corazón modelado en el horno de los egoísmos colectivos.
Es la luz fría que contamina las relaciones entre los
hombres y con el orden creado.
Quisiera asir algo del secreto de tu amor, apoderarme
de él y poder traducir yo también los gemidos del hombre en mi entrega por ellos, en el amor que se consuma
al comunicar vida y esperanza.
CONTEMPLATIO
«Al entrar el rey para ver a los comensales, observó que
uno de ellos no llevaba traje de boda. Le dijo: "Amigo,
¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?». Él se quedó
callado"» (Mt 22,1 lss). Los invitados a la boda, recogidos de los setos y las esquinas, de las plazas y de los
lugares más diversos, habían llenado la sala del banquete
real. Pero después, cuando llegó el rey para ver a los comensales reunidos en torno a su mesa, es decir, pacificados en cierto modo en su fe (del mismo modo que en el
día del juicio habrá que ver a los convidados para distinguir los méritos de cada uno), encontró a uno que no llevaba el traje de boda. En este uno están incluidos todos
los que son solidarios en la realización del mal. El traje
de boda son los preceptos del Señor y las obras que se
realizan según el espíritu de la ley y del Evangelio. Éstos
son el traje del hombre nuevo. Si uno que lleva el nombre de cristiano es encontrado en el momento del juicio
20" semana
140
sin el traje de boda -es decir, el traje del hombre celestial- y lleva, en cambio, el traje manchado - o sea, el
traje del hombre viejo-, será recogido de inmediato y se
le dirá: «Amigo, ¿cómo has entrado?».
Le llama «amigo» porque es uno de los invitados a la
boda, y reprende su descaro porque con su traje inmundo ha contaminado la pureza de la boda. «Él se quedó
callado», dice Jesús. En aquel momento, en efecto, ya no
será posible arrepentirse, ni será posible negar la culpa,
puesto que los ángeles y el mismo m u n d o serán testigos
de nuestro pecado. «Entonces el rey dijo a los servidores:
"Atadlo de pies y manos y echadlo fuera a las tinieblas; allí
llorará y le rechinarán los dientes"» (Mt 22,13). El ser atado de pies y manos, el llanto, el rechinar de dientes, están para demostrar la verdad de la resurrección. O bien,
se le ata las manos y los pies para que desista de obrar
el mal y de correr a derramar sangre. En el llanto y el
rechinar de dientes se manifiesta, de una manera metafórica, la gravedad de los tormentos (Jerónimo, Commento al vangelo di Matteo III, 22,8-11).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Dichosos los invitados al banquete de boda del Cordero» (Ap 19,9).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
¿Qué es una fiesta, sino la superabundancia de la belleza, la
existencia convertida en algo semejante a un juego, liberada de
la utilidad, de la gravedad, el intercambio de la amistad, una
vida tan intensa que hace olvidar la misma muerte? La fiesta es
espontaneidad y fraternidad, la magna celebración que nos une
con lo ilimitado.
Jueves
141
En el Occidente moderno, las virtudes de la seriedad, del
ahorro, del trabajo, de «la voluntad en voluntad», han apagado
las luces de la fiesta, han invertido en poder tecnológico lo que
Georges Bataille llamaba la «parte maldita» de toda civilización, pero que también podríamos llamar la «parte sagrada». El
hombre, definido por su racionalidad y por su poder, na permitido que sus facultades de celebración se atrofiaran. N o cabe
duda de que existe un punto de encuentro ideal entre el ocaso
de la fiesta y la ausencia de Dios en una cotidianidad que se ha
vuelto unidimensional. En realidad, si Cristo no ha resucitado, la
muerte tendrá siempre la última palabra, y los días que sigan a
las fiestas serán siempre días de ceniza y de soledad. Ahora
bien, si Cristo ha resucitado, la Pascua es en verdad «la fiesta
de las fiestas», cada eucaristía es «la fiesta de las fiestas», y a
través de la lucha cotidiana, a través del mismo martirio, podremos encontrarnos en este estado de fiesta.
El vínculo entre la fiesta de la Iglesia y la contemplación es
muy estrecho: la fiesta proporciona a cada uno una primera experiencia del Dios vivo, abre los ojos del corazón a su presencia y nos hace capaces de descubrir por un instante el icono del
rostro, la llama de las cosas. La fiesta nos revela a cada ser y a
cada cosa como un milagro, y ésa es la razón por la que, en
torno al hombre santificado, también el mundo se pone de fiesta,
recobrando en el milagro su propia transparencia original (O.
Clément, Riflessioni sull'uomo, Milán 1973, pp. 168-170 [edición
española: Soore el hombre, Ediciones Encuentro, Madrid 1983]).
Viernes
20 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Rut l,1.3-8a.l4b-16.22
1
Una vez, en tiempo de los jueces, hubo hambre en Palestina, y un hombre de Belén de Judá emigró al país de Moab
con su mujer y sus dos hijos. 3 Murió Elimélec, marido de
Noemí, y quedó ella sola con sus dos hijos, 4 que se casaron
con dos moabitas, una llamada Orfá y la otra Rut. Vivieron
allí unos diez años, 5 al cabo de los cuales murieron también
Majlón y Kilión, quedando sola Noemí, sin hijos y sin marido.
6
Al enterarse de que el Señor había bendecido a su pueblo,
proporcionándole alimento, Noemí se dispuso a abandonar
Moab en compañía de sus dos nueras. 7 Partió con las dos del
lugar en el que residían y emprendieron el regreso hacia el país
de Judá. 8 Entonces Noemí les dijo:
-Volveos a casa de vuestra madre. H
Después, Orfá besó a su suegra y regresó a su pueblo,
mientras que Rut se quedó con Noemí. '5 Noemí le dijo:
-Mira, tu cuñada se vuelve a su pueblo y a su dios; vete tú
también con ella.
16
Rut le dijo:
-No insistas más en que me separe de ti. Donde tú vayas,
yo iré; donde tú vivas, viviré; tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios
es mi Dios.
20a semana
144
22
Así fue como Noemí regresó de Moab con su nuera Rut.
Cuando llegaron a Belén, empezaba la siega de la cebada.
*•• El relato del libro de Rut está ambientado en el
tiempo de los jueces (v. 1), es decir, en un período en el
que el camino del pueblo, nacido de la alianza del Sinaí,
conoce graves conflictos en su interior y con las poblaciones de la tierra de Canaán, experimenta las fatigas de
la maduración de su propia identidad y carga con las
consecuencias de las mezclas religiosas. El contenido
de la lectura es la historia de u n a familia obligada a
dejar a su propia gente a causa de una carestía, para
buscar refugio y sostén en otra parte. El texto de hoy
presenta a Elimélec y Noemí con sus dos hijos, que se
casan con dos moabitas, Orfá y Rut. La atención se centra en esta última y en su relación con Noemí después
de la muerte del cabeza de familia y de sus dos hijos a
continuación. Su prematura desaparición induce a pensar que la descendencia de Elimélec se ha extinguido y
que a Noemí no le queda más que el recuerdo de los
sueños de futuro.
El relato conduce con delicadeza al lector a seguir los
pasos interiores de Rut, las decisiones que la llevan a
compartir la fe y la vida de Noemí y de su gente, a descubrir el designio de Dios sobre ella y sobre el pueblo.
Rut dará descendencia a la familia de Elimélec, y esta
«extranjera» se convertirá en antepasada de David: su
hijo Obed se convierte en padre de Jesé, padre de David.
Mateo inserta a Rut en la genealogía que conduce a José
«el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo» (Mt 1,5.16). Todo nace de u n a decisión tomada en
un clima de respeto y de amor entre dos criaturas, Rut
y Noemí, como signo del resto de Israel fiel a su Señor;
se trata de la decisión de Rut de abandonar a su propia
gente para ir a donde la lleva el Señor: «Tu pueblo es mi
pueblo, y tu Dios es mi Dios» (v. 16).
Viernes
l-U
Rut es una de las figuras bíblicas que causan asomb r o no sólo por la dignidad de su persona y por su ai 11< >i
atento respecto a Noemí, sino también porque revela el
a m o r universal de Dios, que implica a cada persona cu
la realización de su designio de amor. El Señor ha puesto su mirada en ella, en una extranjera. Se trata de un
acto educativo destinado a ir abriendo poco a poco los
horizontes de su pueblo a todas las gentes. Todos son
hijos suyos.
Evangelio: Mateo 22,34-40
En aquel tiempo, 34 cuando los fariseos oyeron que había
tapado la boca a los saduceos, se reunieron, 35 y uno de ellos,
experto en la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
36
-Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de
la ley?
37
Jesús le contestó:
-Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu
alma y con toda tu mente. 38 Éste es el primer mandamiento y
el más importante. i9 El segundo es semejante a éste: Amarás
al prójimo como a ti mismo. 40 En estos dos mandamientos se
basa toda la ley y los profetas.
*+• Jesús se encuentra todavía en el templo. La confrontación con los fariseos se vuelve cada vez m á s áspera. El contexto del evangelio de hoy está m a r c a d o por la
voluntad de los fariseos de tender u n a t r a m p a más a
Jesús para obligarle a tomar posición frente a un tema
religioso, como ya intentaron hacer con la cuestión del
tributo al César (Mt 22,15-22) y, posteriormente, los
saduceos con el problema de la resurrección de los
muertos (w. 23-33).
Señala Mateo que los fariseos se habían reunido para
decidir el argumento; el que interviene es, por consiguiente, su portavoz (w. 34ss). El objeto de la pregunta
146
20a semana
está tomado de u n debate que estaba de actualidad en
las escuelas rabínicas: ¿cuál es, entre todos, el primero
de los mandamientos? Quieren conocer la opinión del
nuevo maestro sobre cuál es el principio que inspira la
ley. Nada más simple y correcto, a primera vista.
La respuesta de Jesús está montada sobre dos citas:
una tomada del Deuteronomio (6,5) y otra del Levítico
(19,18). Esos dos textos constituían el corazón de la
espiritualidad del pueblo de Israel. El primero, el mandamiento del amor total a Dios, estaba escrito en las
jambas de las puertas, bordado en las mangas, y era recitado por la mañana y por la noche, para que estuviera
siempre presente en el ánimo del creyente, como celebración continua de la alianza. El auditorio no podía
dejar de estar de acuerdo.
La novedad que aporta Jesús se encuentra en los versículos 39 y 40. Se trata del vínculo entre el amor a Dios
y el amor al prójimo, a los que declara inseparables y de
igual importancia. Por otra parte, está la relación del
mandamiento del amor con toda la revelación bíblica
de la voluntad de Dios con su pueblo; los dos mandamientos constituyen el punto de apoyo, el centro de
donde brota todo lo demás, el que ilumina, purifica y
transforma todo.
Una ley tiene valor si está penetrada por el amor. Las
buenas obras tienen valor en la medida en que son
obras de amor a Dios y al prójimo. Eso es lo que proclamaban los profetas cuando llamaban a la conversión
del corazón. Jesús lo puede afirmar porque «conoce al
Padre» {cf. Jn 7,29). Él no ha venido a abolir la ley, sino
a darle cumplimiento; por consiguiente, es su intérprete autorizado y el realizador de la ley de vida expresada
en la voluntad del Padre (cf. Mt 5,17.20; 7,29). Lo mostrará en su entrega en la cruz. El conflicto se convierte,
una vez más, en lugar de revelación y en acontecimiento
formativo para los suyos.
Viernes
147
MEDITATIO
El relato de Rut remite al Dios de Israel, que viene al
encuentro de su pueblo. La iniciativa es suya y es gratuita, a fin de que la respuesta a la que invita sea una reciprocidad de amor en la libertad de la entrega. La vida
de Rut se va construyendo a lo largo del camino de toda
su existencia, a través de los acontecimientos normales
de la vida diaria: en su decisión de formar una familia,
en los sufrimientos de la pérdida de sus seres queridos,
en su decisión de convertirse a su vez - c o m o ya había
sucedido con N o e m í - en emigrante en tierra extranjera.
Conoce el sufrimiento por la falta de un hijo y por la
muerte prematura de su marido.
Dios está presente en su historia y obra en ella como
lo hace en el pueblo y en los pueblos. Noemí, con su testimonio, se vuelve para Rut mediación de u n a llamada
del Señor para que abandone sus propias tradiciones,
su propia cultura, su propia gente, sus propios dioses, y
se abra a una nueva vida desconocida para ella, pero
que forma parte de un designio de amor de inmensos
confines. Rut irá conociendo en su camino nuevas alegrías y nuevos dolores, la incomprensión, los conflictos,
las incertidumbres y el sufrimiento íntimo de un pueblo
que se ha convertido en el suyo. Rut cree, responde y va,
es decir, sigue al Dios de la alianza, a quien ahora pertenece por haberse entregado a él.
El Señor la ha elegido, del mismo modo que ha elegido
a otras mujeres de Israel y a mujeres de otros pueblos
para preparar la generación de la que habría de nacer el
Mesías. Rut tendrá u n hijo, testimonio de que Dios provee a su pueblo, porque lo ama.
La respuesta de Jesús, narrada en la perícopa evangélica de Mateo, revela el mecanismo profundo del ser
del h o m b r e que le impulsa hacia Dios y hacia los hermanos. El hecho de haber unido de modo indisoluble
148
20" semana
los dos mandamientos del a m o r a Dios y del a m o r al
prójimo significa que la raíz del h o m b r e es el amor,
porque Dios es amor. Significa que la totalidad del
compromiso con Dios se convierte en a m o r sin reservas al prójimo. Significa, sobre todo, que el modelo de
nuestra relación con los otros es el obrar del Diosa m o r con el hombre. No se trata de u n a imitación moral, sino de la tensión de nuestro ser partícipes de la
vida de Dios.
ORATIO
Hay u n a belleza que salvará al mundo: es la tuya, el
más bello de los hijos del hombre, y es la de María, tu
Madre y nuestra Madre. Al contemplar tu misterio, que
hoy se ha hecho manifiesto en la vida y en la experiencia de Rut, brota la oración de nuestro corazón: es el
Padrenuestro, la súplica que nos revela el camino para
la belleza de la humanidad y de cada rostro.
Te pedimos vivirlo, no repetirlo como fórmula de
rezo. Te pedimos que descubramos, al vibrar con las notas que lo componen, la belleza del grano de trigo que,
al pudrirse, florece y madura en pan de vida. Pudrirse
no es morir; es amarte a ti sobre todas las cosas y es
amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, o sea,
es vivir, oh Cordero de Dios, corazón del mundo, en
nuestras propias carnes de hijos con tu pasión por el
hombre, convertido, gracias a tu sangre redentora, en
mi hermano.
He aquí las notas del cántico que la vida, al consumarse, eleva: venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, que todo hombre
tenga su pan de cada día, venza al Maligno, encuentre
la felicidad y desemboque en la belleza de su ser de
hombre y de mujer, en la armonía con la creación. Eso
es lo que te pido. Eso es lo que te pedimos.
Viernes
149
CONTEMPLATIO
Preguntaos bien, hermanos míos; destruid vuestros
graneros interiores. Abrid los ojos, considerad vuestro
capital de amor y aumentad el que hayáis descubierto.
Velad este tesoro, a fin de ser ricos en vosotros mismos.
Se considera caros los bienes que tienen u n gran precio, y no por casualidad. Observad bien esta expresión:
esto es más caro que aquello. ¿Qué significa «es más
caro»? ¿No es acaso: es de un precio mayor? Si se dice que
es más caro todo lo que tiene u n precio mayor, ¿qué habrá más caro que el amor, hermanos míos? ¿Cuál es, a
vuestro modo de ver, su precio? ¿Cómo pagarlo? El precio
del trigo es tu moneda; el precio de una tierra es tu dinero; el precio de una piedra es tu oro; el precio de tu amor
eres tú. Si quieres comprar un campo, una piedra, una
bestia de carga, para pagar buscas una tierra, miras a tu
alrededor. Pero si deseas poseer el amor, no busques más
que a ti mismo, no encuentres más que a ti mismo.
¿Qué temes al darte? ¿Perderte? Pues es al contrario:
dándote es como no te pierdes. El amor se expresa en la
Sabiduría, y apacigua con una palabra el desorden en el
que te echaban estas otras: «Date tú mismo». Pues si un
hombre quisiera venderte un campo, te diría: Dame tu
oro; o si se tratara de otro objeto: Dame tu moneda, dame
tu dinero. Escucha lo que te dice el amor por boca de la
Sabiduría: Hijo mío, dame tu corazón (Pr 23,26). Hijo
mío, dame, dice ella. ¿Qué? Tu corazón. Él estaba mal
cuando estaba en ti, cuando era tuyo; eras presa de futilidades, de pasiones impuras y funestas. Quítalo de ahí.
¿Dónde llevarlo? ¿Dónde ofrecerlo? Dame tu corazón.
Que sea para mí, y no lo perderás. Mira: ¿ha querido dejar algo en ti que puede hacerte aún caro a ti mismo?
Amarás al Señor, tu Dios, dice, con todo tu coraz/m, con
toda tu alma y con todo tu pensamiento (Mt 22,37) (Agustín de Hipona, «Sermón 34», 7, en A. H a m m a n y olios,
20" semana
150
El misterio de la Pascua, Desclée De Brouwer, Bilbao
1998, pp. 297-298).
Sábado
ACTIO
20 a semana del
Tiempo ordinario
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Toda la ley encuentra su plenitud en el amor» (cf.
Gal 5,14).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
El primer mandamiento encierra todos los demás, incluido el
segundo, porque quien ama a Dios ama necesariamente a los
hombres por obediencia al Señor, por imitación del Señor y
porque el Señor los ama; la obediencia, la imitación, el amor a
lo que el Señor ama, forman parte del amor por necesidad,
cuando el amor se dirige a Dios, el único perfecto; a Dios, a
quien sólo se puede amar con un amor perfecto, puesto que el
amor no puede desarrollarse de una manera plena, perfecta,
más que en Dios. Sin embargo, el Señor hizo una mención
particular del segundo. ¿Por qué?
Precisamente porque, al estar contenido por necesidad en el
primero, le está tan íntimamente unido que constituye su rasgo
visible, su signo exterior. El amor a Dios se reconoce poco desde
fuera; es fácil hacerse ilusiones sobre él, creer poseerlo y no tenerlo. Consideremos el amor que tenemos al prójimo y reconoceremos si tenemos amor a Dios, puesto que son inseparables y
crecen y decrecen ¡untos en la misma medida. El amor que
tenemos al prójimo se conoce sin dificultades; lo constatamos
cada día por los pensamientos, por las palabras, por los hechos
que hacemos y por los que omitimos; es fácil saber si hacemos
por el prójimo lo que quisiéramos que hicieran por nosotros, si
lo amamos como a nosotros mismos, si vemos en él al Señor, si
lo tratamos con todo el amor, la ternura, la compasión, el respeto y el deseo de bien que debemos a los miembros de Jesús
(Ch. de Foucauld, Meditazioni sui passi evangelio relativi a Dio
solo: fede, speranza, carita, Roma 1973, pp. 376-378).
LECTIO
Primera lectura: Rut 2,1-3.8-11; 4,13-17
21
Tenía Noemí, por parte de su marido, Elimélec, un pariente muy rico llamado Booz. 2 Un día, Rut, la moabita, dijo a su
suegra:
-Déjame ir a espigar al campo de aquel que me lo permita.
Ella le respondió:
-Vete, hija mía.
3
Fue Rut a espigar a un campo detrás de los segadores y,
casualmente, vino a caer en una finca de Booz, de la familia
de Elimélec.
8
Booz dijo a Rut:
-Escucha, hija mía: no vayas a espigar a otro campo ni te
alejes de aquí. Sigue detrás de mis criados. 9 Fíjate en qué campo están segando y ve detrás de ellos. Mandaré a mis criados
que no te molesten. Y cuando tengas sed, vas y bebes de sus
mismos cántaros.
10
Rut se postró en tierra y le dijo:
-¿Por qué te has fijado en mí interesándote por una extranjera?
11
Booz le respondió:
152
20a semana
-Me han contado cómo te has portado con tu suegra después de la muerte de tu marido y que has dejado a tus padres
y a tu patria para venir a un pueblo desconocido para ti.
4,13
Booz se casó con Rut; se unió a ella y el Señor hizo que
concibiera y tuviera un hijo. " Las mujeres decían a Noemí:
-Bendito sea el Señor, que ha hecho que no te faltase un
heredero para que el nombre del difunto se conserve en Israel. 15 El niño será tu consuelo y amparo en la vejez, pues te lo
ha dado tu nuera, que tanto te quiere, y es para ti mejor que
siete hijos.
16
Noemí tomó al niño, lo puso en su regazo y se encargó de
criarlo. " Las vecinas decían:
-A Noemí le ha nacido un hijo.
Y le llamaron Obed. Fue el padre de Jesé, padre de David.
*» El texto que acabamos de leer está dotado de una
belleza única. No sólo por la historia que une a Rut con
Booz, sino porque continúa siendo un acontecimiento
revelador del amor de Dios, que no hace acepción de
personas y quiere hacer participar a su pueblo de su
amor de Padre para todos. La comprensión de esto será
lenta y progresiva. El acontecimiento de la inserción de
una extranjera, en virtud del matrimonio por levirato,
en u n a familia israelita y, lo que es más, en el linaje de
David, traza un camino pedagógico concreto en esta
dirección.
Podemos distinguir dos partes en el texto. La primera
es el encuentro con Booz, sugerido por la intuición femenina, además de ocasionado por la necesidad (2,1-11).
El encuentro está envuelto por la fuerza moral de la
moabita, que encuentra gracia a los ojos de Booz en
virtud del profundo amor que ha demostrado a Noemí
(v. 11). La narración del capítulo 3, donde se manifiesta
el sentido de la responsabilidad de Noemí respecto a
Rut (3,1), sirve de fondo a lo que la liturgia nos propone en la segunda parte del texto (4,13-17). Por otro lado,
nos ayuda a comprender el desarrollo de los aconteci-
Sábado
153
mientos, guiados por la confianza en el Señor, que ilumina los sentimientos e inspira las decisiones; esos
acontecimientos conducen al matrimonio de Booz con
la moabita, elevada por los ancianos a la altura de Raquel y Lía, progenitoras de la casa de Israel (4,11). En el
texto no sólo sobresalen Booz y Rut, cuya descendencia
prosigue en el hijo que «el Señor hizo que concibiera»,
sino que destaca también la figura de Noemí, bendecida por su gente. Tanto su vida como la de su nuera constituyen el testimonio de un amor fiel y de la presencia
activa de Dios.
El libro de Rut se abría con los acontecimientos dolorosos de una familia obligada a dejar Belén para emigrar a la tierra de Moab; ahora se cierra con u n cántico
de esperanza y de alabanza al Señor, celebrado en el lugar del retorno, en la contemplación gozosa de lo que el
Señor ha llevado a cabo en dos mujeres, las verdaderas
protagonistas. No es la pertenencia étnica lo que cuenta ni lo que garantiza la paz, la fecundidad, el futuro;
son más bien los sentimientos, las actitudes, las decisiones según el corazón del Dios de los Padres, presente en los pliegues de la historia humana. Eso es lo que
hace que el relato de Rut tenga una fuerza impresionante en su suavidad y belleza. Dios ha puesto en ella
algo de sí mismo, algo que, en su desarrollo cotidiano y
sencillo, manifiesta la vida de Rut.
Evangelio: Mateo 23,1-12
En aquel tiempo, ' Jesús, dirigiéndose a la gente y a sus
discípulos, les dijo:
2
-En la cátedra de Moisés se han sentado los maestros de
la Ley y los fariseos. 3 Obedecedles y haced lo que os dignn,
pero no imitéis su ejemplo, porque no hacen lo que dicen,
4
Atan cargas pesadas e insoportables y las ponen a las espal
das de los hombres, pero ellos no mueven ni un dedo paiti
llevarlas. 5 Todo lo hacen para que les vea la gente: ensaiu han
154
20" semana
sus fílacterias y alargan los flecos del manto; 6 les gusta el primer puesto en los convites y los primeros asientos en las sinagogas; 7 que les saluden por la calle y les llamen maestros.
8
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque
uno es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. 9 Ni
llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno sólo
es vuestro Padre: el del cielo. I0 Ni os dejéis llamar preceptores, porque uno sólo es vuestro preceptor: el Mesías. " El
mayor de vosotros será el que sirva a los demás. 12 Porque el
que se ensalza será humillado, y el que se humilla será
ensalzado.
*•• Mateo registra el crecimiento de la oposición del
m u n d o religioso oficial hacia la persona y la enseñanza
del Maestro. La liturgia de hoy propone a nuestra escucha la primera parte de la severa reprimenda de Jesús
dirigida contra los maestros de la Ley y los fariseos
(23,1-12). Reconoce a los maestros de la Ley y a los fariseos su autoridad magisterial (están sentados en la cátedra de Moisés; por eso han de ser escuchados: w. 2ss),
pero advierte al auditorio de que no deben seguirles en
sus obras. Jesús contesta con vigor, como pastor que
ama a su rebaño, y conoce los peligros en los que incurren, su incoherencia y el haber convertido la tarea que
les había sido encomendada en u n instrumento de búsqueda de sí mismos, de afirmación de su propio yo, de
prestigio, por considerarse superiores a los demás. Un
dato ejemplar de esto lo constituye la alteración del
significado de los mismos signos -las filacterias y los
flecos- que hubieran debido recordarles la Palabra del
Señor y «todos sus mandamientos para ponerlos en práctica» (cf. Nm 15,38ss; Dt 6,4-9); sin embargo, «todo lo
hacen para que les vea la gente» (v. 5).
El discurso es duro. El perfil que traza del maestro de
la Ley y del fariseo es demoledor y da razón de las ásperas invectivas que les lanza (w. 13-37). Sobre este
fondo, en el que sólo el amor mueve a Jesús, se puede
intuir algo de su profundo dolor y de su apesadumbra-
Sábado
155
do lamento por la ciudad de Jerusalén (w. 37-39). Ésta
es la imagen con la que Mateo cierra el capítulo.
El peligro que supone un fariseísmo solapado y enmascarado -el de la fractura entre el decir y el poner en
práctica- siempre está presente; va ligado a la fragilidad
h u m a n a y era el peligro que acechaba a las comunidades
cristianas, a las que el Espíritu iba agregando nuevos
miembros procedentes tanto del mundo pagano como
del judío, en tiempos de Mateo. El evangelio de hoy tiene
una función purificadora y de maduración de la comunidad cristiana para conducirla a la plena fidelidad a su
Señor. La segunda parte del evangelio (w. 8-12) describe
algunos rasgos de la misma: todos son hermanos, porque
son hijos de u n único Padre; todos son discípulos de un
solo Maestro, Cristo Jesús. «El señorío de Dios, la filiación divina y la fraternidad son las categorías fundamentales de la comunidad (y del Evangelio): la autoridad está a su servicio, debe revelarlas, defenderlas,
hacerlas resaltar, nunca oscurecerlas» (B. Maggioni).
MEDITATIO
Dios vela, está presente, obra y continúa preparando
el futuro de su pueblo, abriéndolo a su realización final
en los acontecimientos humanos. Éste es el mensaje
que hemos recibido esta semana. En la narración de la
historia de Israel en tiempos de los jueces, en la de Rui
y en el «santo viaje» de Jesús hacia Jerusalén con los suyos, el Señor resucitado quiere abrir a la común ¡dad
cristiana, que celebra la salvación, al misterio del obrar
del Padre. Como personas y como Iglesia, necesitan ios
dejarnos penetrar por esta vivísima realidad para ton
firmar o para recuperar el vigor de nuestra fe. ¿Acaso n< >
es la crisis actual u n a crisis de fe y de esperanza?
El Padre, en su diálogo amoroso con sus hijoN (<•/.
DV 21), ilumina su camino colmándolos del don de MU
20a semana
156
Espíritu. A la luz que viene de lo alto, y «manteniéndose
con él», éstos comprenden el significado de la vida y de
la historia según Dios. La nueva comprensión reconstruye la escala de valores y las relaciones, haciéndolos
más verdaderos, creativos y cálidos. Cada creyente, como
hijo en el Hijo, tiene una tarea propia como persona
llamada por su nombre y como pueblo. El ministerio de
la comunidad de los creyentes, esto es, el servicio de la
autoridad y de todo el pueblo, es custodiar, celebrar,
anunciar y transmitir la iniciativa del amor salvífico del
Dios-Trinidad a todas las generaciones, en todo lugar y
cultura, para que se encuentren con él y lo acojan. Ésta
es su verdadera dignidad, muy alejada de la visión contaminada de la vida como poder y dominio.
El camino: poner en práctica la Palabra o, mejor aún,
dejarse «hacer» por la Palabra. Al mismo tiempo, vigilar
y orar para no caer en la trampa de u n decir -también
autorizado- vacío de testimonio personal y, por consiguiente, deslizarse hacia una hipocresía infeliz y enredadora o tejer en la comunidad relaciones exentas de
vida y de aliento. Cristo Jesús es el único Maestro. Hemos de escucharle y seguirle hasta entregar la vida
como él. Él es el Esposo de la Iglesia esposa y de la humanidad redimida.
Estas realidades llenan de alegría, de luz y de paz y se
alimentan de la comunión de vida con Cristo, de la entrega a los hermanos en el amor mutuo, de una luminosa esperanza.
ORATIO
En Cristo, tu Hijo y nuestro Salvador, tú, Padre de todos, has vuelto a dar al m u n d o la esperanza y la vida.
Haz que vivamos en el amor de Cristo y como él, que no
dudó en hacerse siervo para que nosotros llegáramos a
ser libres, hombres y mujeres que realizan la Palabra.
Sábado
157
Refuerza en nosotros la fe, la esperanza y la caridad que
el Espíritu Santo ha difundido en nuestros corazones.
Danos ojos para ver, en el desarrollo de la historia del
hombre, tu presencia, que nos llama a cada uno de nosotros para que actuemos en el m u n d o y transformemos
cada desierto en u n jardín de vida.
Haznos comprender y vivir según tu Palabra, enséñanos a discernir tu voluntad, libéranos de la autosuficiencia del decir y del querer dominar a los hermanos
imponiéndoles cargas y tradiciones que no son tuyos.
Guíanos por el camino de la santidad, para que nuestro
corazón busque siempre lo que es verdadero, bueno y
justo y anuncie, con las palabras y las obras, las maravillas de tu amor. Que en nuestro servicio a los hermanos
descubra el mundo tu fidelidad, tu misericordia, lo que
esperas, tu perdón y la belleza vivificadora de la comunión contigo, que eres amor. Que te encuentre y te acoja.
CONTEMPLATIO
Porque la tradición de sus padres, que ellos fingían
observar cumpliendo la Ley, era contraria a la Ley que
Moisés había dado, por eso dijo Isaías: «Tus taberneros
mezclan vino con agua» (Is 1,22). Con ello dio a entender
que los antiguos mezclaban el agua de su tradición con el
austero precepto de Dios; es decir, agregaban una ley
adulterada contraria a la Ley, como claramente lo manifestó el Señor: «¿Por qué transgredís el precepto de Dios
por vuestra tradición?» (Mt 15,3) No sólo, pues, vaciaron la Ley de Dios al transgredirla, mezclando vino con
agua, sino que además establecieron una ley contraria,
que hasta ahora se llama farisaica. A ésta algunos le añaden, otros le quitan, otros la interpretan como les viene
en gana: de modo tan singular la aplican sus maestros.
Tratando de reivindicar sus tradiciones, se negaron a
sujetarse a la Ley de Dios que les instruía sobre la ve-
20" semana
158
nida de Cristo (Gal 3,24). Por el contrario, acusaban al
Señor de haber curado en sábado, lo cual, como antes
hemos expuesto, la Ley no prohibía -puesto que ella
misma de algún modo curaba al hacer circuncidar a un
hombre en sábado (Jn 7,22-23)-. Ellos, en cambio, no se
reprochaban a sí mismos por transgredir el mandamiento de Dios, siguiendo su tradición y su ley farisaica,
al no cumplir lo principal de la Ley, o sea, el amor a Dios.
[...] Que nadie se confunda con las palabras del Señor
cuando puso en claro que la Ley no viene de otro Dios,
cuando afirmó para instruir a la multitud y a los discípulos: «En la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y
fariseos: haced y observad todo cuanto os dijeren, mas no
actuéis según sus obras, pues ellos dicen y no hacen. Atan
fardos pesados y los cargan sobre los hombros de los
hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlos»
(Mt 23,2-4). No criticaba la Ley que por medio de Moisés se había promulgado, puesto que les movía a observarla mientras Jerusalén estuviese en pie, pero sí reprendía a aquellos que proclamaban las palabras de la
Ley y, sin embargo, no se movían por el amor, y por eso
cometían injusticia contra Dios y el prójimo.
Como escribe Isaías, «este pueblo me honra con sus
labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me
honran cuando enseñan doctrinas y preceptos humanos»
(Is 29,13). Llama preceptos humanos y no Ley dada
por Moisés a las tradiciones que los padres de aquéllos
(fariseos) habían fabricado, por defender las cuales violaban la Ley de Dios, y por eso tampoco obedecían a su
Verbo (Ireneo de Lyon, Adversus Haereses IV, 12, 1-4).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve»
(Le 22,27).
Sábado
159
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
En el nombre del Señor, Padre e Hijo y Espíritu Santo. Amén.
A todos los cristianos, religiosos, clérigos y laicos, hombres y
mujeres; a cuantos habitan en el mundo entero, el hermano
Francisco, su siervo y subdito: mis respetos con reverencia, paz
verdadera del cielo y caridad sincera en el Señor. Puesto que soy
siervo de todos, a todos estoy obligado a servir y a suministrar
las odoríferas palabras de mi Señor. Por eso, recapacitando que
no puedo visitaros personalmente a cada uno, dada la enfermed a d y debilidad de mi cuerpo, me he propuesto comunicaros, a
través de esta carta y de mensajeros, las palabras de nuestro
Señor Jesucristo, que es el Verbo del Padre, y las palabras del
Espíritu Santo, que son espíritu y vida (Jn 6,64). La Palabra encarnada. Este Verbo del Padre, tan digno, tan santo y glorioso,
anunciándolo el santo ángel Gabriel, fue enviado por el mismo
altísimo Padre desde el cielo al seno de la santa y gloriosa
Virgen María, y en él recibió la carne verdadera de nuestra
humanidad y fragilidad.
Y siendo El sobremanera rico (2 Cor 8,9), quiso, ¡unto con la
bienaventurada Virgen, su Madre, escoger en el mundo la pobreza. Y poco antes de la pasión celebró la Pascua con sus discípulos y, tomando el pan, dio las gracias, pronunció la bendición y lo partió, diciendo: Tomad y comed, esto es mi Cuerpo
(Mt 26,26). Y, tomando el cáliz, dijo: Ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por vosotros y por todos
para el perdón de los pecados (Mt 26,27). A continuación, oró
al Padre, diciendo: Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz. Y sudó gruesas gotas de sangre que corrían hasta la tierra
(Le 22,44). Puso, sin embargo, su voluntad en la voluntad del
Padre, diciendo: Padre, hágase tu voluntad (Mt 26,42); no se
haga como yo quiero, sino como quieres tú (Mt 26,39). Y la voluntad de su Padre fue que su bendito y glorioso Hijo, a quien
nos dio para nosotros y que nació por nuestro bien, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y hostia, por medio de su propia
sangre, en el altar de la cruz; no para sí mismo, por quien todo
fue necho (cf. Jn 1,3), sino por nuestros pecados, dejándonos
ejemplo para que sigamos sus, huellas [cf. 1 Pe 2,21). Y quiere
que todos seamos salvos por Él y que lo recibamos con un corazón puro y con nuestro cuerpo casto. Pero son pocos los que
160
20a semana
quieren recibirlo y ser salvos por Él, aunaue su yugo es suave y
su carga ligera (cf. Mt 11,30) (Francisco de Asís, Carta a los fieles. Segunda recensión, en Fuenfes franciscanas, edición electrónica).
Lunes
21 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Tesalonicenses l,2b-5.8b-10
Hermanos: 2 Siempre os recordamos en nuestras oraciones. 3 Ante Dios, que es nuestro Padre, hacemos sin cesar memoria de la actividad de vuestra fe, del esfuerzo de vuestro
amor y de la firme esperanza que habéis puesto en nuestro
Señor Jesucristo.
4
Conocemos bien, hermanos amados de Dios, cómo se
realizó vuestra elección. 5 Porque el Evangelio que os anunciamos no se redujo a meras palabras, sino que estuvo acompañado de la fuerza del Espíritu Santo y de una convicción
profunda. Sabéis de sobra que todo lo que hicimos entre
vosotros fue para vuestro bien.
8
Por todas partes se ha extendido la fama de vuestra fe, de
suerte que nada tenemos que añadir por nuestra parte. 9 Ellos
mismos refieren la acogida que nos dispensasteis y cómo os
convertisteis a Dios, abandonando los ídolos para servir al
Dios vivo y verdadero ,0 y para vivir con la esperanza de que
su Hijo, Jesús, a quien resucitó de entre los muertos, se manifieste desde el cielo y nos libere de la ira que se acerca.
**• La primera carta a los Tesalonicenses es la más
antigua de las cartas atribuidas con seguridad al apóstol
162
21" semana
Pablo. La liturgia nos ofrece u n a lectura casi continua
de la misma, permitiéndonos así conocer de más cerca
un texto bíblico que puede ser considerado como u n
testigo esencial de lo que hay en los fundamentos de
nuestra fe. En apariencia, el desarrollo de la carta parece ceñirse más bien a la resolución de una serie de
cuestiones prácticas y su tono es preponderantemente
exhortativo. Pablo anima, elogia, agradece; en alguna
ocasión reprende y llama a la observancia de los principios fundamentales de la fe en Cristo. En realidad, todo
el escrito está impregnado por u n único sentimiento,
por una misma expectativa: que Cristo vuelva pronto en
su gloria. Esto es mucho más que una verdad abstracta
a la que haya que adherirse. Es la certeza basada en la
experiencia desconcertante del Espíritu Santo, comunicada a través de la predicación apostólica.
Esto es lo que aparece confirmado por la argumentación central del pasaje que nos presenta la liturgia de
hoy (v. 5): el anuncio del Evangelio llevado a cabo por el
apóstol ha suministrado a los tesalonicenses la prueba
de la presencia y de la acción del Espíritu de Jesús resucitado; en particular, éste se ha manifestado en la
fuerza (dynamis) de los prodigios y signos milagrosos y
en la «convicción profunda» o plenitud de la fe en Cristo con la que Pablo ha hablado y actuado. Es la misma
fe que une al apóstol con los destinatarios de la misiva,
u n a fe íntegra que apunta directamente a la meta, Jesús,
objeto de u n a «firme esperanza» (v. 3), capaz de orientar
el compromiso cotidiano en la comunidad, tanto de
Pablo {«Sabéis de sobra que todo lo que hicimos entre
vosotros fue para vuestro bien»: v. 5) como de los mismos
tesalonicenses (v. 8).
El origen y el «motor» de todo esto es el amor de
Dios: el lenguaje de la elección (v. 4) pretende significar la absoluta libertad de la iniciativa divina; se trata
de la libertad del a m o r de Dios, que es absolutamente
Lunes
163
imprevisible y gratuito. Un a m o r libre y que libera, así
es el Cristo esperado en la gloria de su última venida
(v. 10).
Evangelio: Mateo 23,13-22
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: '3 ¡Ay de vosotros,
maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que cerráis a los
demás la puerta del Reino de los Cielos! Vosotros no entráis,
y a los que quieren entrar no les dejáis.
15
¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas,
que recorréis mar y tierra para hacer un discípulo y cuando
llega a serlo lo hacéis merecedor del fuego eterno, el doble
peor que vosotros!
16
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «Jurar por el santuario no compromete, pero si uno jura por el oro del santuario queda comprometido!». " ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más,
el oro o el santuario que santifica el oro? '8 También decís:
«Jurar por el altar no compromete, pero si uno jura por la
ofrenda que hay sobre él queda comprometido». " ¡Ciegos!
¿Qué es más, la ofrenda o el altar que la santifica? 20 Pues el
que jura por el altar, jura por él y por todo lo que hay encima;
21
el que jura por el santuario, jura por él y por quien lo habita; 22 el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el
que está sentado en él.
*+• La liturgia nos propone estos días uno de los textos más ásperos de todo el Nuevo Testamento, un texto
duro que, aparentemente, se concilia mal con el mensaje de acogida y perdón destinado a todos los hombres,
en especial a los enemigos, propio del cristianismo de
Jesús. Es opinión difundida entre los intérpretes que los
«ayes» de Mateo tienen que ser leídos sobre el fondo del
«sermón del monte», que representa, en cierto modo,
su imagen especular. Ahora bien, el motivo por el que
palabras de tal alcance pueden entrar a justo título en
el anuncio de la Buena Noticia está escondido por el
evangelista en u n a breve nota que encontramos al co-
21a semana
164
mienzo del capítulo: el discurso, que tiene por objeto a
los maestros de la Ley y a los fariseos, está dirigido por
Jesús «a los discípulos y a la muchedumbre» (Mt 23,1).
Asume, por tanto, u n doble valor: es u n a polémica
abierta con la sinagoga, que juzga como herética a la
comunidad mateana, pero es, al mismo tiempo, u n a
autocrítica que debe ser aplicada en el interior de la
comunidad.
La hipocresía o falsedad (hypokrités era en su origen
el actor, el que se pone una máscara) anda al acecho
cada vez que se propone como única verdadera religión
a una que, en realidad, prescinde de Dios, sustituyéndolo por la casuística de los «comportamientos que
salvan». ¿De qué se ocupan los hipócritas? De cosas
importantes como el templo, el oro, el altar, la ofrenda...
y olvidan a Aquel que habita en el templo, a Aquel que
está sentado en el trono (cf. w. 21ss).
MEDITATIO
El Cristo esperado en la gloria de la parusía por Pablo y por los cristianos de Tesalónica ha sido descrito
como Aquel que nos libera «de la ira que se acerca»,
como u n Mesías que desbarata toda representación del
juicio final jamás intentada tanto por la piedad religiosa de los judíos como de los paganos. La ira del dios diferente no es más que u n a metáfora de su acción como
juez, tendente a castigar o premiar, tomando como criterio la observancia de una serie de comportamientos.
En realidad, esto no nos pone nunca a cubierto por
completo de la ira de una divinidad esencialmente lejana
e incomprensible para el hombre, para quien su relación con ella pasa con toda justicia bajo la definición de
«temor».
El de Jesucristo, en cambio, es un Dios que no viene
simplemente a separar, catalogar, clasificar, tal como
Lunes
165
quisiera la religión formulada por los fariseos y por los
maestros de la Ley (una actividad en la que descuellan).
El Dios de Jesucristo subvierte todas las previsiones
razonables y prefiere estar, de u n a vez por todas, de
parte del h o m b r e , hasta el punto de hacerse u n a sola
realidad con la criatura, a b r a z a n d o la debilidad de su
carne.
Esta es la novedad de vida a la que nos llama el Evangelio predicado por los testigos auténticos de Cristo,
éste es el camino del Reino, cerrado por los «guías ciegos» del evangelio de Mateo, a través de la verdadera
conversión, que es fruto del Espíritu del Resucitado. Lo
contrario le sucede a quien sigue el mandato de la religión del hombre: «ay» es, en el lenguaje original de la
Biblia hebrea, el lamento que tiene lugar ante u n muerto (se podría traducir por «¡pobre de mí!», «¡ay de mí!»).
No hay vida p a r a los que son como ellos, no hay canto
de alabanza que brote de su corazón, no profieren ningún grito de liberación, no tienen comunión con el
«Dios vivo y verdadero» (1 Tes 1,9).
ORATIO
Señor Jesús, en nuestro interior gemimos todavía de
espanto con el recuerdo del lamento fúnebre que entonaste sobre el camino trazado por los maestros de la
Ley y los fariseos hipócritas. ¡Pobres de nosotros! No
queremos oírlo u n día de tu boca dirigido a nosotros,
cuando finalmente te contemplemos en tu gloria.
Te pedimos, Espíritu Santo, que nos ilumines para
que comprendamos y acojamos toda la novedad de tu
Evangelio, p a r a que no bajemos a compromisos con
u n a religión hecha a medida de nuestra mezquindad, de
nuestra avaricia, de nuestra estrecha visión de la vida.
Padre nuestro, a ti queremos conocerte, a ti queremos servirte, p o r ti queremos ser amados, porque tú
21" semana
166
eres el único que habita en el templo, el que está sentado
en el cielo, el Dios vivo y verdadero.
CONTEMPLATIO
El Señor condena la hipocresía de los escribas y fariseos e indica su castigo. «¡Ay de!», en efecto, expresa
sufrimiento. Dice, a continuación, que ellos cierran el
Reino de los Cielos, porque ocultan en la ley la preparación de la verdad que está en Cristo, ocultan con u n a
falsa doctrina su venida corporal anunciada por los profetas, y, sin recorrer ellos el camino de la eternidad en
Cristo, tampoco dejan entrar a los otros. Por su rechazo
de la verdad, por el hecho de impedir a los otros el acceso a la salvación, sufrirán una condena más abundante, porque no sólo deberán expiar sus pecados personales, sino que deberán pagar asimismo la culpa de la
ignorancia ajena.
Al decir, después, el Señor que recorren «mar y tierra» (Mt 23,15) indica que denigrarán el Evangelio de
Cristo en todas las partes del m u n d o y someterán a algunos al yugo de la Ley, contrario a la justificación de la
fe. En verdad, fue él mismo quien dio la Ley, pero ésta
no contenía la realidad, sino que sólo preparaba su realización. La ornamentación del altar y del templo no
cobraba su importancia de aquel culto, sino que su belleza representaba la imagen futura. Por eso son necios
y ciegos, ya que veneran objetos santificados, olvidando
a Aquel que los ha santificado (Hilario de Poitiers, Commento a Matteo XXIV, 3-6, passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«¡Señor, tú eres el Dios vivo y verdadero!».
Lunes
167
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Los evangelios no se muestran tiernos con los fariseos. Leemos, por ejemplo, en Mateo toda una letanía de invectivas dirigidas contra ellos: «¡Ay de vosotros, fariseos...» (Mt 23,13-36).
Lo mismo ocurre en Lucas (20,45-47) y, en forma más breve, en
Marcos (12,38-40). Semejante vehemencia no deja de reflejar
una situación histórica. Las primeras comunidades cristianas encontraron en los fariseos a sus adversarios más irreductibles,
aunque tampoco debemos olvidar la animosidad de los sumos
sacerdotes y de los saduceos, que fue también muy violenta.
Se plantea así un problema. ¿Cómo es que los hombres más
piadosos de Israel, los mejores conocedores de los textos sagrados, pudieron rechazar a Jesús y su mensaje? N o cabe duda de
que los fariseos eran «de aquí abajo», en la medida en que eran
«del mundo» (cf. Jn 8,23ss) y se mostraban vanidosos, apegados a los honores terrenos, repletos de suficiencia. Ahora bien,
la acusación que Jesús mueve contra ellos va mucho más lejos.
Los fariseos que son «de aquí abajo» son los que se negaron a
ir más allá, hacia lo «otro» que Jesús proponía.
Ellos, como todos, esperaban al Mesías. Sin embargo, Juan
el Bautista había declarado formalmente que él no lo era. En
cuanto a Jesús, no salían -según su modo de ver- los números.
Por otra parte, Jesús no se proclamaba el Mesías. Los fariseos
no fueron más allá de estas posiciones negativas. Se volvieron
ciegos, no sabían o no querían discernir los «signos». Se
volvieron vengativos, bloqueando los caminos del amor que les
habrían llevado a la verdad. «¿Por aué no comprendéis mi
lenguaje?», les pregunta Jesús: «Por el hecho de que sois incapaces de entender mi Palabra. Vosotros no sois de Dios». Entráis
en la mentira como Satanás, aue ha rechazado la luz definitivamente (M. Piettre, Le parole «dure» del Vangelo, Brescia
1990, pp. 55-57, passim).
Martes
21 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Tesalonicenses 2,1-8
1
Pues bien sabéis, hermanos, que nuestra estancia entre
vosotros no fue estéril. 2 A pesar de los sufrimientos y ultrajes
que, como sabéis, padecimos en Filipos, os anunciamos el
Evangelio en medio de muchas dificultades, pero llenos de
confianza en nuestro Dios. 3 Y es que nuestra exhortación no
se inspiraba en el error, en turbias intenciones o en engaños.
4
Por el contrario, puesto que Dios nos ha juzgado dignos de
confiarnos su Evangelio, hablamos no como quien busca agradar a los hombres, sino a Dios, que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. 5 Dios es testigo, y vosotros lo sabéis, de
que nunca nos movieron la adulación o la avaricia; 6 tampoco
hemos buscado glorias humanas, ni de vosotros ni de nadie.
7
Y aunque podríamos haber dejado sentir nuestra autoridad
como apóstoles de Cristo, nos comportamos afablemente con
vosotros, como una madre que cuida de sus hijos con amor.
8
Tanto os queríamos que ansiábamos entregaros no sólo el
Evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas. ¡A tal
punto llegaba nuestro amor por vosotros!
*+• La primera lectura representa para los destinatarios de Pablo una auténtica lección sobre el modo de
170
21" semana
transmitir el Evangelio. En tiempo de la primera comunidad cristiana eran muchos los que se presentaban «en
nombre de la verdad» para anunciar que el fin estaba
cerca y proponer algún camino para conseguir la salvación: retóricos, filósofos ambulantes, seudoprofetas,
maestros de toda clase. Lo primero que desea Pablo es
demostrar su propia diferencia radical respecto a ellos:
su comportamiento no tiene nada que ver con el de
quien, en nombre de una reconocida autoridad, adelanta pretensiones de todo tipo.
Pablo empieza hablando de sus interlocutores como
de personas que le han sido confiadas. Cuida de ellas
como una madre (v. 7) que sabe ser amorosa sin tener
necesidad de pronunciar palabras de falsa adulación
(v. 5), sabiendo a ciencia cierta que todo lo que dice y
hace no está guiado por ningún otro interés que el bien
de sus hijos, de su crecimiento en Cristo. La autoridad
que Pablo hace valer aquí no es la autoridad de u n
simple ministerio, aunque fuera el más noble entre todos
(cf. 1 Cor 12,28), sino la pretensión del amor.
El apóstol -parece decir Pablo- es alguien que tiene
por modelo a Cristo crucificado, de ahí que no pueda
hacer otra cosa que darse a sí mismo con igual absolutidad, sin tener nada para sí. ¿Cuál es entonces esta
pretensión? El amor pide ser reconocido, pero no para
«agradar a los hombres» (v. 4), y ser restituido, aunque
no a sí mismo. La diferencia sustancial consiste, en
efecto, en que el «remitente» no es el evangelizador: es
un simple testigo. El origen último de todo don es Jesús,
que murió y resucitó por nosotros.
Evangelio: Mateo 23,23-26
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: " ¡Ay de vosotros,
maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo
de la menta, del anís y del comino y descuidáis lo más impor-
Martes
171
tante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Hay que hacer esto sin descuidar aquello. 24 ¡Guías ciegos, que coláis el
mosquito y os tragáis el camello!
25
¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas,
que limpiáis por fuera el vaso y el plato, mientras que por dentro siguen llenos de rapiña y ambición! 26 ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro el vaso, para que también por fuera
quede limpio!
**• Continúa la serie de los «ayes» del evangelio de
Mateo, que ya habíamos empezado a meditar ayer. El
discurso de Jesús entra hoy en lo específico de algunas
prescripciones particulares de las que sólo se encuentra u n a r e m o t a huella en el Antiguo Testamento (cf.
Nm 18,12; Dt 14,22; Lv 27,30), pero que conocían muy
bien los fariseos de estricta observancia.
El diezmo sobre las hierbas era u n a interpretación
de la Ley que indica u n celo más que refinado, así
como la cuidadosa limpieza de la vajilla para la comida c o m ú n era u n rasgo representativo de la atención
profusa dedicada al desarrollo de las prácticas más cotidianas, con el espíritu de la pureza ritual prevista por
la antigua alianza. Ahora bien, el corazón de la Tora se
encuentra en otra parte: en la regla de oro o en el mandamiento del a m o r a Dios y al prójimo (cf. Mt 7,12;
22,40), o bien en la tríada «justicia, misericordia, fe»
del v. 23.
Cada u n a de estas formulaciones no es más que la
posible expresión de un único y mismo significado,
que el auténtico conocedor de la Ley no podía ignorar.
El que, entre los «maestros de la Ley», ignora estas cosas no puede ser más que de mala fe, pues no anda en
busca de la verdad, sino de su propia vanagloria. Por
consiguiente, es u n hipócrita y su corazón es como u n
cáliz cargado de avidez y deseos egoístas («rapiña y
ambición»: 26).
21a semana
172
MEDITATIO
Observar las más pequeñas prescripciones de la Ley
puede ser más sencillo que vivir según el espíritu del
evangelio. Por muy compleja que sea, la aplicación de
los dictámenes del judaismo farisaico responde a u n a
especie de «geometría religiosa» que no exige la adhesión incondicionada del corazón, la vigilancia de la conciencia sobre cada palabra y cada acción realizadas en
nombre del Señor.
Esto es lo que se exige a quien se hace portador del
Evangelio de Cristo: ser un testigo, no un simple maestro. Ser testigo implica acompañar el mensaje proclamado con el ejemplo de u n a vida dispensada en la entrega incondicionada a Dios y al prójimo o, mejor aún,
a Dios a través del prójimo. «Ama y haz lo que quieras»,
decía san Agustín, dando a entender que el amor cristiano -el auténtico- está de por sí lejos de todo camino
de mentira: es hacerse pequeño con los pequeños, sencillo con los ignorantes, comprensible y disponible para
todos. Todo lo contrario de lo que hacen los que «cierran» el camino al Reino de los Cielos cortando el paso
con preceptos complicados e inútiles.
El aviso de la liturgia de hoy va dirigido sobre todo a
esos pocos que cargan con la responsabilidad del camino de muchos: a guías, pastores, catequistas, formadores, animadores, maestros y padres..., a fin de que no
olviden que no hay otro modo de anunciar el Evangelio
que el inaugurado por Jesús. Recorrer de nuevo cada
paso suyo, siguiendo la cruz, es garantía de u n testimonio auténtico, el más alejado posible de toda hipocresía.
ORATIO
Señor, a nosotros nos resulta fácil condenar la hipocresía de los maestros de la Ley y de los fariseos, y mu-
Martes
173
cho más difícil tener la certeza de no haber caído nosotros en ella. Indícanos el camino que se mantiene alejado de todo camino de mentira.
Con el apóstol nos respondes: «...Sufrir. Padecer ultrajes. Anunciar el Evangelio en medio de muchas luchas...
sin ningún tipo de engaño, ni movidos por motivos poco
limpios, ni usando medios extraños al Evangelio. No buscando agradar a los hombres, sino a Dios. Sin recurrir a
la adulación, ni buscar ganancia alguna. No por la gloria
humana, sin hacer pesar de ningún modo la autoridad
derivada de nuestro ministerio. Con el amor de una madre que se entrega a sí misma para alimentar y cuidar de
sus hijos. Deseando por encima de todo dar la vida por los
propios amigos».
Amén, así sea.
CONTEMPLATIO
Ellos [los escribas y fariseos], en cambio, no se reprochaban a sí mismos transgredir el mandamiento de
Dios, siguiendo su tradición y su ley farisaica, al no
cumplir lo principal de la Ley, o sea, el a m o r a Dios.
Y como éste es el primero y más alto mandamiento,
y el segundo es el amor al prójimo, el Señor enseñó que
toda la Ley y los profetas dependen de estos dos preceptos (Mt 22,37-40). Él mismo no nos dio otro precepto mayor que éste, sino que le dio nueva fuerza, al mandar a sus discípulos que amasen de todo corazón a Dios
y a los prójimos como a sí mismos. En cambio, si él hubiese provenido de otro Padre, jamás habría tomado de
la Ley el primero y sumo mandamiento, sino que habría
pretendido presentar otro mayor que tuviese su origen
en el Padre perfecto, que sustituyese a aquel que el Dios
de la Ley había dado. Pablo añade: «El a m o r es el cumplimiento de la Ley» (Rom 13,10). Y dice que, una vez
que se hubiese terminado todo lo demás, quedará la fe,
21a semana
174
la esperanza y la caridad, pero la mayor de éstas es la
caridad (1 Cor 13,13). Y ni el conocimiento ni el amor a
Dios valen nada, ni la comprensión de los misterios, ni
la fe ni la profecía, sino que todo está vacío y es inútil
sin la caridad (1 Cor 13,2). La caridad construye al hombre perfecto. Y el que ama a Dios es el hombre perfecto, tanto en este m u n d o como en el futuro: pues jamás
dejaremos de amar a Dios, sino que, cuanto más lo contemplemos, más lo amaremos (Ireneo de Lyon, Adversas
Haereses IV, 12, 1-2).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Hablamos no como quien busca agradar a los hombres, sino a Dios» (1 Tes 2,4).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Jesús dice: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis
unos a otros. Que como yo os he amado, así también os améis
unos a otros. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos,
en que os amáis unos a otros» (Jn 13,34-35). ¿Y cómo nos ama
Jesús? Él dice: «Como mi Padre me ha amado, así os he amado
yo» (Jn 15,9). El amor que Jesús nos tiene es expresión perfecta
del amor que Dios nos tiene, porque Jesús y el Padre son uno. «Las
palabras que os digo -dice Jesús- no las digo por mi propia cuenta; el Padre, que está en mí, es el que realiza sus propias obras.
Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí» (Jn 14,10-11).
Estas palabras pueden parecer a primera vista muy irreales y
misteriosas, pero tienen una implicación directa y radical en la
manera de vivir nuestras relaciones en la realidad de cada día.
Jesús nos revela que Dios nos llama a ser testigos vivos de su
amor. Nos hacemos sus testigos siguiendo a Jesús y amándonos
unos a otros como él nos ama. ¿Qué quiere decir esto con respecto al matrimonio, la amistad y la comunidad? Quiere decir
Martes
175
que la fuente del amor que sostiene estas relaciones no está en
los mismos implicados, sino en Dios, que los llama a vivir ¡untos.
Amarse mutuamente no significa aferrarse unos a otros para
mantenerse a salvo en un mundo hostil, sino vivir ¡untos de tal
modo que todos nos reconozcan como personas que hacen visible al mundo el amor de Dios. N o sólo toda paternidad y maternidad viene de Dios, sino también toda amistad, toda relación
matrimonial y toda verdadera intimidad y comunión. Si vivimos
como si las relaciones humanas fueran «hechura del hombre», y
por tanto estuvieran sujetas a los cambios y vaivenes de las regulaciones y de las costumbres humanas, nada podemos esperar, sino la inmensa fragmentación y alienación que caracteriza
a nuestra sociedad. Pero cuando afirmamos y reafirmamos
constantemente que Dios es la fuente de todo amor, descubrimos
el amor como un don de Dios a su pueblo (H. J. M . Nouwen,
Aquí y ahora. Viviendo en el Espíritu, San Pablo, M a d r i d 4 1995,
pp. 133-134).
Miércoles
2 1 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Tesalonicenses 2,9-13
9
Recordad, hermanos, nuestras penas y fatigas; recordad
cómo trabajamos día y noche para no ser gravosos a ninguno
de vosotros mientras os anunciábamos el Evangelio de Dios.
10
Vosotros sois testigos, y Dios lo es también, de que nuestra
conducta fue limpia, justa e irreprochable con vosotros los
creyentes. " Sabéis que tuvimos con cada uno de vosotros la
misma relación que un padre tiene con sus hijos, '2 exhortándoos, animándoos y urgiéndoos a llevar una vida digna del
Dios que os ha llamado a su Reino y a su gloria.
13
Por todo ello, no cesamos de dar gracias a Dios, pues, al
recibir la Palabra de Dios que os anunciamos, la abrazasteis
no como palabra de hombre, sino como lo que es en realidad,
como Palabra de Dios, que sigue actuando en vosotros los creyentes.
**• Estas palabras del apóstol Pablo ponen claramente de manifiesto que la predicación del Evangelio entre
los tesalonicenses se ha convertido ahora en u n a experiencia común de vida, en u n a especie de «libro abierto» capaz de hablar a los creyentes el lenguaje de Dios.
Pablo no tiene necesidad de recurrir a argumentaciones
178
21" semana
refinadas, a demostraciones de tipo filosófico. Le basta
con traer a la memoria de sus hermanos en Cristo lo
que ha sufrido y trabajado entre ellos, su oficio humilde (tejedor de tiendas) pero digno, que le ha permitido
no tener necesidad del favor de nadie, para estar libre
de todo y al servicio del Evangelio. Del mismo modo que
los discípulos y las muchedumbres habían sido testigos
de los «signos» realizados por Jesús, así también la vida
misma del apóstol se convierte en signo que da testimonio de la misión que ha recibido de Dios ante los hombres de su tiempo.
Como sello de la autenticidad de tal misión están la
gratitud y la alabanza que brotan del corazón de Pablo:
el apóstol contempla la obra del Señor que se lleva a
cabo a través de su trabajo entre los hombres, restituyéndolos a la dignidad de hijos de Dios. Ésta es la recompensa para quien anuncia el Evangelio, la alegría de
las bodas de Cana, del agua transformada en vino, palabra de hombre que el Espíritu transforma, dentro de
los corazones, en Palabra que salva.
Miércoles
179
*• Los sepulcros de los que habla el evangelio de hoy
eran en realidad los llamados «osarios», o sea, los lugares donde se guardaban los restos mortales de los
difuntos aproximadamente un año después de haber
sido enterrados; en esas «moradas» el hombre había
perdido ya por completo sus propios rasgos: era sólo un
montoncito de huesos, sin forma.
La imagen recuerda de manera poderosa la visión de
los «huesos secos» del profeta Ezequiel (cf. Ez 37,1-14),
con la diferencia de que aquí los restos mortales están
ocultos a la vista por la blancura de la cal de los sepulcros. Del mismo modo, el aspecto imponente de los
monumentos levantados a los profetas intenta ocultar
las injusticias y las abominaciones realizadas contra
ellos por los antepasados. Sepulcros para esconder,
monumentos para no recordar, para desviar la atención
de algo que, sin embargo, puede ser aún Palabra poderosa de Dios que llama a la conversión, la palabra de
los profetas.
MEDITATIO
Evangelio: Mateo 23,27-32
En aquel tiempo habló Jesús diciendo: " ¡Ay de vosotros,
maestros de la Ley y fariseos hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados: por fuera parecen bonitos, pero por
dentro están llenos de huesos de muerto y podredumbre!
28
Lo mismo pasa con vosotros: por fuera parecéis justos ante
los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de
maldad.
29
¡Ay de vosotros, maestros de la Ley y fariseos hipócritas,
que edificáis sepulcros a los profetas y adornáis los mausoleos
de los justos! 30 Decís: «Si hubiéramos vivido en tiempos de
nuestros antepasados, no habríamos colaborado en la muerte
de los profetas». 31 Pero lo que atestiguáis es que sois hijos de
quienes mataron a los profetas. 32 ¡Colmad también vosotros
la medida de vuestros antepasados!
La Palabra de Dios viene a nosotros en la forma débil
de u n a palabra de hombre: un humilde tejedor de tiendas, un profeta incomprendido objeto de burlas y perseguido por sus mismos hermanos, por los hermanos de
su pueblo. Una palabra que interpela, pero que deja libre de acoger y reconocer la manifestación de Dios para
nosotros.
Cuando alguien acoge la palabra del profeta, ésta
obra como lo que verdaderamente es: Palabra de Dios,
capaz de hacer volver a la vida, de transformar los huesos secos en carne viva, de volver a dar forma y dignidad allí donde el hombre ha perdido el sentido y la dirección de su propia existencia. Así es la palabra de
Pablo para los cristianos de Tesalónica, y su vida es tes-
21a semana
180
timonio de u n a existencia llevada a cabo según el Evangelio.
El fragmento de Mateo presenta, en cambio, la condición de los que se niegan a dejarse interrogar por la
Palabra. Éstos son como aquellos sepulcros: están cerrados, perfectamente sellados y «en su sitio», y hasta
pueden suscitar admiración con su aspecto imponente.
De este modo, no sale la podredumbre, pero al precio de
no dejar entrar la vida en ellos, para transformar, para
cambiar. Son sepulcros y nada más, «osarios» sin futuro, sin esperanza.
ORATIO
Cuántas veces, Señor, nos sentimos «en nuestro sitio»,
nos atrincheramos tras nuestra respetabilidad, encerramos nuestras pobrezas, nuestros sufrimientos y nuestras
desilusiones en una fortaleza construida a base de éxitos, de autosuficiencia, mientras que se van apagando
en nosotros poco a poco la alegría de vivir, la confianza
en el sentido de las cosas que nos pasan... Entonces te
suplicamos: líbranos, Señor, de la autosuficiencia.
Sólo si nos declaramos pobres, sólo si tenemos el valor de descubrir nuestros huesos secos, sólo si dejamos
de aislarnos dentro de nuestros sepulcros podremos reconocer y acoger a los mensajeros de tu Palabra, a aquellos que vienen a nosotros sin suscitar clamor, a veces
desfigurados por la fatiga y por el sufrimiento, llevando
consigo la alegría y la paz de tu evangelio. Que vengan
estos mensajeros a soplar en nosotros tu Espíritu, para
que a la luz de tu Palabra encontremos en nosotros mismos la pasión por la vida, el coraje de esperar, la certeza de que todo está en tus manos. Nosotros mismos seremos transformados entonces en mensajeros y en
testigos de la plenitud de vida que tú das a la h u m a n i dad que está en expectativa.
Miércoles
181
CONTEMPLATIO
En nuestros días, hay muchos que se parecen a aquéllos [los escribas y los fariseos hipócritas], bien adornados por fuera, pero por dentro llenos de iniquidad. En
verdad también ahora hay quien se atarea y pone gran
empeño en limpiar y embellecer el exterior, mientras
que se olvida de purificar su alma.
Si fuera posible abrir la conciencia de cada uno,
cuántos gusanos, cuánta podredumbre y qué inimaginable hedor encontraríamos allí dentro. Deseos deshonestos y perversos, más sucios que los mismos gusanos
(Juan Crisóstomo, Commento al vangelo di Matteo).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«No endurezcáis el corazón» (cf. Sal 94,9).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Hay sitios en los que eres completamente impotente. Sólo
quieres curarte a ti mismo, combatir tus tentaciones y seguir
siendo dueño de ti. Pero no puedes hacerlo solo. Cada vez que
intentas hacerlo te sientes más desanimado. Te ves obligado a
reconocer tu impotencia.
La disponibilidad para abandonar el deseo de dominar tu vida
revela una cierta confianza. Cuanto más abandones tu obstinada
necesidad de conservar el poder, más entrarás en contacto con
Aquel que tiene el poder de curarte y de guiarte. Y cuanto más
entres en contacto con ese poder divino, más fácil te resultará
confesar a los otros y a ti mismo tu fundamental impotencia.
Piensa en ti mismo como si fueras una pequeña semilla plantada en un suelo fértil. Todo lo que tienes que hacer es permanecer allí y confiar en que el terreno contenga todo lo que necesi-
182
2 Ia semana
tas para crecer. Este crecimiento se produce también cuando no lo
notas. Quédate tranquilo, reconoce tu impotencia y ten fe en que
un día te darás cuenta de todo lo que has recibido (H. J. M. Nouwen, La voce dell'amore, Brescia 1997, pp. 50ss, passim [edición
española: La voz interior del amor, Promoción Popular Cristiana,
Madrid 1997]).
Jueves
2 1 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Tesalonicenses 3,7-13
7
Por eso, hermanos, en medio de todas las tribulaciones y
congojas que hemos tenido que soportar por vosotros, nos
hemos sentido confortados por vuestra fe, 8 hasta el punto de
que ahora comenzamos a vivir de nuevo, al saber que vosotros
os mantenéis fieles al Señor.
9
¿Cómo podremos agradecer a Dios suficientemente esta
alegría desbordante con la que, gracias a vosotros, nos regocijamos delante de nuestro Dios? 10 Día y noche rogamos a
Dios con insistencia que nos conceda veros personalmente
para completar lo que aún falta a vuestra fe. " ¡Que Dios,
nuestro Padre, y Jesús, nuestro Señor, dirijan nuestros pasos
hacia vosotros! I2 ¡Que el Señor os haga crecer y sobreabundar
en un amor de unos hacia otros y hacia todos tan grande
como el que nosotros sentimos por vosotros! I3 En fin, que
cuando Jesús, nuestro Señor, se manifieste junto con todos
sus elegidos os encuentre interiormente fuertes e irreprochables como consagrados delante de Dios, nuestro Padre.
*•• Por fin, al regreso de Tito de la «visita pastoral» a los
cristianos de Tesalónica, Pablo consigue tener la confirmación del progreso realizado por éstos en el camino de
184
21" semana
la fe. Sólo entonces las nubes que oscurecían su ánimo
con presentimientos angustiosos dejan el sitio al consuelo, el mismo que puede experimentar el corazón de un padre al saber que sus hijos están bien, que están seguros.
Hay, con todo, un deseo en el corazón de Pablo que
espera a ú n ser escuchado: no estará en paz hasta que
haya podido ver de nuevo en persona a la comunidad,
reemprendiendo el hilo del diálogo que ciertas circunstancias dolorosas interrumpieron (probablemente fue a
causa de la hostilidad de los judíos) al obligar a los misioneros a dejar la ciudad. El amor que el anuncio del
Evangelio ha suscitado en el corazón del apóstol es como
una espada que lo traspasa día y noche: su mente, sus sentimientos, su memoria, están habitados por una inquietud
irreprimible por el bien de aquellos a quienes la Palabra
engendró en u n tiempo a la vida de la gracia. Ahora lo
pone todo en manos de Dios, dándole gracias e intercediendo entre lágrimas, puesto que es el Señor de todo.
Dado que tal amor no procede del hombre, sino que
es la presencia misma del Señor en la tierra, la medida
de su santidad entre los hombres, Pablo invita a los cristianos de Tesalónica a que se conviertan en imitadores
suyos, como él lo es de Cristo: en su caridad todos serán
transformados a su imagen, de día en día, hasta que
venga el Señor.
Evangelio: Mateo 24,42-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "2 Así que
velad, porque no sabéis qué día llegará vuestro Señor. 43 Tened
presente que si el amo de casa supiera a qué hora de la noche
iba a venir el ladrón, estaría en vela y no le dejaría asaltar su
casa. 44 Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la
hora en que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.
45
Portaos como el criado fiel y sensato, a quien el amo
pone al frente de su servidumbre para que les dé de comer a
Jueves
185
su debido tiempo. 46 Dichoso ese criado si, al llegar su amo, lo
encuentra haciendo lo que debe. 47 Os aseguro que lo pondrá al
frente de todos sus bienes. 48 Sin embargo, si ese criado es malo
y piensa: «Mi amo tarda», 49 y se pone a golpear a sus compañeros y a comer y a beber con los borrachos, 50 cuando su amo
llegue, el día en que menos lo espera y a la hora en que menos
piensa, 51 le castigará con todo rigor y le tratará como se merecen los hipócritas. Entonces llorará y le rechinarán los dientes.
**• El tema de la parábola contenida en el capítulo 24
de Mateo es el de la vigilancia, u n tema particularmente entrañable al primer evangelio, puesto que la comunidad mateana advierte con preocupación la cuestión
del retraso de la parusía. Como ocurre con los cristianos
de Pablo, la expectativa de u n a venida inminente de
Cristo glorioso está contradicha por el discurrir del
tiempo, marcado por los acontecimientos dolorosos a
los que la Iglesia todavía tiene que hacer frente. De ahí
que la comunidad pospascual elabore u n a serie de motivos y topos (de los que las parábolas de los capítulos
24 y 25 de Mateo constituyen un ejemplo) útiles para
comunicar el sentido del tiempo que discurre entre la
resurrección y la venida del Cristo glorioso.
La parábola se dirige en particular al que ha sido
nombrado sustituto por su amo durante el tiempo en
que esté ausente. Es un tiempo de prueba en la relación
entre el criado y su Señor. La parábola presenta en momentos sucesivos los dos desenlaces opuestos, ambos
posibles y separados por un límite sutilísimo. El criado
fiel es calificado también de «sensato» (v. 45); en suma,
no parece impulsado por motivos morales particulares
y no se fía de proceder como si el amo no estuviera, sino
que obra como si éste tuviera que volver de un momento
a otro.
Sin embargo, es superficial el c o m p o r t a m i e n t o de
quien piensa que podrá contar con un tiempo a su propia
disposición, en el que podrá disponer de los bienes para
21a semana
186
su propio disfrute. El momento en el que deberá rendir
cuentas vendrá -antes o después- para cada uno (v. 50),
y entonces tendrá lugar la recompensa o el castigo, sin
términos medios y sin posibilidad de apelación: bienaventuranza para unos, que serán admitidos para el papel
de administradores de todos los bienes (v. 47), y desesperación para los otros, a quienes el amo les quitará para
siempre todo lo que creían poseer (v. 51).
MEDITATIO
Desde el día en que Pablo se puso a sí mismo al servicio del Evangelio, su vida se convirtió en puro don
para aquellos que le habían sido confiados: él les pertenece y ellos le pertenecen a él. Éste es el «amor de unos
hacia otros y hacia todos», en el que también están invitados a entrar los tesalonicenses. No hay ninguna otra
vía para la salvación, no hay ningún otro camino para
llevar a su consumación el camino emprendido tras las
huellas de Jesucristo: sólo dejándonos transformar por
el agapé podremos estar seguros un día de que el Señor,
a su venida entre los santos, nos reconocerá como suyos.
La parábola de Mateo tiene su paralelo lucano en el
tema del administrador infiel (Le 12,42ss). Precisamente, esta comparación nos permite poner de manifiesto
el vocabulario propio de Mateo, que habla simplemente de «siervo fiel / infiel», subrayando así que todos los
protagonistas de la historia dependen de un único amo,
que está por encima de todos, tengan o no responsabilidades particulares. Si la tarea de cada dülos («criado») no
puede ser más que la de servir y esperar a que vuelva el
propietario de los bienes que le han sido confiados -y
confiados sólo de u n a manera temporal-, el Señor tiene,
en cambio, la facultad y el derecho de volver a los suyos,
a su casa, en cualquier momento. Por eso es preciso que
nosotros, los criados, estemos «siempre preparados».
Jueves
187
ORATIO
Gracias, Señor, por habernos llamado a tu servicio.
Nos has entregado los bienes de esta tierra y el cuidado
de nuestros hermanos más pequeños; te has fiado de
nosotros. Este tiempo es para nosotros u n tiempo de
prueba: administrar en tu lugar no es tarea fácil. ¿Qué
pides de nosotros, Padre de toda sabiduría?
Nos pides que miremos a tu Hijo, Jesús, su misericordia, su sacrificio, recordando sus palabras: «El siervo no
es más que su Señor... Os he dado ejemplo para que, como
he hecho yo, hagáis también vosotros» {cf. Jn 13,15ss), y
vivir en esta solicitud fraterna el tiempo presente como
algo que no nos pertenece, hasta tu vuelta a casa.
CONTEMPLATIO
Pasarán las cosas visibles y vendrán las que esperamos, más bellas que las actuales. Sin embargo, que nadie
indague con curiosidad el momento: «No os corresponde
a vosotros», dice el Señor, «saber los tiempos y los momentos que el Padre ha establecido por su propia autoridad» (Hch 1,7). Y no hay que tener el atrevimiento de
dormirse con u n a indolente negligencia.
Dice aún, en efecto: «Vigilad, porque el Hijo del hombre
viene en una hora en que no lo esperáis» (Mt 24,42.44).
Ahora bien, dado que convenía que nosotros conociéramos las señales del fin, y a fin de que esperáramos a
Cristo, movidos por un impulso divino, los apóstoles
van al Maestro de una manera providencial y le preguntan: «Dinos cuándo ocurrirá esto y cuál será la señal de
tu venida y del fin de este mundo» (Mt 24,3). Esperamos
de nuevo que vengas. Asegúranos, por tanto, a fin de
que no adoremos a alguien en tu lugar, dicen. Abriendo
su divina y bienaventurada boca, les respondió: «Cuidad
de que nadie os engañe» (Mt 24,4).
21a semana
188
No se trata, por consiguiente, de una historia de
acontecimientos pasados, sino que es una profecía de
los futuros, que a buen seguro acontecerán. Nosotros
no profetizamos, porque no somos dignos de ello, pero
presentamos las profecías escritas e indicamos las señales que las indican. Mira tú cuáles son las que ya se han
cumplido y cuáles quedan aún por cumplirse. Y mantente en guardia (Cirilo de Jerusalén, «Catechesi XV agli
illuminandi» 4, en Catechesi prebattesimali e mistagogiche, Milán 1994, pp. 458ss, passim [edición española:
Catequesis, Desclée de Brouwer, Bilbao 1994]).
Viernes
2 1 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Enséñanos, Señor, a contar nuestros días» (Sal 89,12).
Primera lectura: 1 Tesalonicenses 4,1-8
1
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Nuestra vida es una breve oportunidad de decir «sí» al amor
de Dios. La muerte es la definitiva ida a casa, a ese amor. ¿Deseamos realmente ir a casa? Parece como si la mayor parte de
nuestros esfuerzos estuvieran encaminados a aplazar todo lo
posible esta ida a casa.
Escribiendo a los cristianos de Filipos, el apóstol Pablo muestra una actitud radicalmente diferente. Dice: «Desearía haber
partido y estar ya con Cristo; éste es, con mucho, mi mayor deseo. No obstante, por vosotros, lo que más me urge es seguir
vivo en este cuerpo». El deseo más profundo de Pablo es estar
completamente unido a Dios por medio de Cristo, y este deseo
le hace mirar la muerte como una «ganancia». Su otro deseo,
sin embargo, es seguir vivo en su cuerpo y llevar a cabo su misión. Esto Fe ofrece una oportunidad para hacer un trabajo fructífero (H. J. M. Nouwen, Aquí y ahora. Viviendo en el Espíritu,
San Pablo, Madrid ' 1 9 9 5 , pp. 149).
Por lo demás, hermanos, os rogamos y os exhortamos en
el nombre de Jesús, el Señor, a que pongáis en práctica lo que
aprendisteis de nosotros en lo que al comportaros y agradar
al Señor se refiere, para que progreséis más y más cada día.
2
Sabéis qué normas os dimos de parte de Jesús, el Señor.
1
Porque ésta es la voluntad de Dios: que viváis como consagrados a él y huyáis de la impureza. 4 Que cada uno de vosotros viva santa y decorosamente con su mujer, s sin dejarse
arrastrar por la pasión, como se dejan arrastrar los paganos,
que no conocen a Dios. 6 Y que en este punto nadie haga injuria o agravio a su hermano, porque el Señor toma venganza
de todo esto, como ya os lo dejamos dicho y recalcado. 7 Pues
no nos llamó Dios a vivir impuramente, sino como consagrados a él. 8 Por tanto, el que desprecia esta norma de conducta
no desprecia a un hombre, sino a Dios, que es quien os da su
Espíritu Santo.
**• Tras haber recordado el pasado, agradeciendo a
Dios todo lo que ha tenido a bien obrar en la comunidad, Pablo mira ahora hacia el futuro. Para ello recurre
sobre todo al lenguaje de la exhortación.
190
21a semana
La «santificación» (haghiasmós) de la que se habla en
este fragmento de la carta consiste precisamente en el
proceso que tiene como resultado final la haghiosyne, o
sea, la «santificación» auténtica. Nos encontramos en la
definición de una actividad que todavía está en pleno
desarrollo, en la que concurren, por u n lado, el compromiso y la libre adhesión del creyente y, por otro, la
obra del Espíritu Santo, que interviene configurando a
la criatura a imagen de Dios. Todo esto tiene lugar en el
«cuerpo» del hombre, está inscrito en su carne y habla
el lenguaje que le corresponde desde la creación.
El santo, por consiguiente, no es alguien que viva fuera de la realidad terrena, en u n a dimensión inmaterial.
Es más bien alguien que toma sobre sí, día a día, la voluntad de Dios, haciendo que toda su vida se adhiera a
ella. El tema de la pornéia se refiere a todo lo que tiene
que ver con las pasiones carnales en el ámbito sexual;
se trata, por tanto, de algo muy concreto en lo que el
cristiano está llamado a practicar u n a opción que va a
contracorriente, según la mentalidad del tiempo, y a
custodiar su cuerpo como u n don recibido de Dios,
preparándolo ya desde ahora para recibir en plenitud el
Espíritu Santo en la vida eterna.
Evangelio: Mateo 25,1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
Sucede con el Reino de los Cielos lo que con aquellas diez jóvenes que salieron con sus lámparas al encuentro del esposo.
2
Cinco de ellas eran necias y cinco sensatas. ' Las necias, al
tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite, 4 mientras
que las sensatas llevaron aceite en las alcuzas, junto con las
lámparas. 5 Como el esposo tardaba, les entró sueño y se durmieron. 6 A medianoche se oyó un grito: «Ya está ahí el esposo, salid a su encuentro». 7 Todas las jóvenes se despertaron y
prepararon sus lámparas. 8 Las necias dijeron a las sensatas:
«Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan».
9
Las sensatas respondieron: «Como no vamos a tener bastan1
Viernes
l'M
te para nosotras y vosotras, será mejor que vayáis a los vendedores y os lo compréis». 10 Mientras iban a comprarlo, vino
el esposo. Las que estaban preparadas entraron con él a la
boda y se cerró la puerta. " Más tarde llegaron también las
otras jóvenes diciendo: «Señor, señor, ábrenos». 12 Pero él respondió: «Os aseguro que no os conozco». 13 Así pues, vigilad,
porque no sabéis el día ni la hora.
**• También esta parábola gira en torno al tema de la
vigilancia, como confirma la invitación final: «Así pues,
vigilad, porque no sabéis ni el día ni la hora» (v. 13). Sin
embargo, ésta, en su procedimiento narrativo, contiene
ciertas particularidades que la hacen única.
En primer lugar, el escenario nupcial: la fiesta por excelencia, en el Antiguo Oriente, es la que se celebra con
ocasión de las bodas. En ella todo debe concurrir a comunicar el lenguaje de la alegría y de la vida. El banquete, las luces, los trajes, la música, las danzas y, no
precisamente en último lugar, el cortejo nupcial que
acompaña al esposo a lo largo del camino: todo está al
servicio de los esposos, todo se hace en su honor. Sabemos por el evangelio que la falta de vino (cf. el episodio
de las bodas de Cana: Jn 2,lss) podía representar un
grave motivo de vergüenza y de vituperio para la familia recién constituida, pues era como decir que no estaba en condiciones de ocupar el puesto que se le había
asignado en la comunidad.
No era anormal que el esposo se retrasara bastante;
tal como discurren las cosas en Oriente, no es posible
prever con certeza en estas ocasiones un tiempo para su
llegada, y por eso era justificable el adormecimiento
después de horas y horas de espera en el camino. Pero
la luz de las lámparas debía permanecer encendida para
salir al encuentro del esposo en el momento en que se
señalara su presencia. Sólo las jóvenes sensatas estarán
preparadas en el momento oportuno, mientras que las
otras, al ver languidecer la luz de sus lámparas, no po-
21a semana
192
drán hacer otra cosa que ir en busca de aceite, en u n último intento desesperado... aunque inútil.
Llega el esposo, se forma el cortejo, entra en el banquete, se cierra la puerta. El llanto de las excluidas obtiene como respuesta un «os aseguro que no os conozco»
(v. 12), expresión que subraya la distancia, la interrupción de las relaciones, la no comunión entre ellas y el
esposo.
MEDITATIO
Lo que está en juego en una ceremonia nupcial es, en
cierto modo, el equilibrio de toda una sociedad, la sociedad tradicional, con su división y respeto de los papeles asignados desde siempre. Ésa es la razón de que
las jóvenes del cortejo nupcial que se olvidaron del aceite de reserva para las lámparas sean llamadas «necias»:
han olvidado lo que está en juego, han despreciado el
sentido del estar juntos.
También a los cristianos les acecha fuertemente el
riesgo de perder de vista la meta, el fin del camino: la
busca afanosa del éxito, la posesión de cosas, la satisfacción de las pasiones, todo lo que atrae a «nuestra carne» nos distrae e induce un sueño profundo en el alma.
Hemos olvidado que la vida es expectativa, que debemos vigilar nuestras lámparas, porque lo que está en
juego es la salvación definitiva. Olvidarlo significa despreciar a Dios mismo (cf. 1 Tes 4,8).
Con el espíritu estamos llamados a determinar la
meta: Jesús. Con la mente, a prever lo necesario para la
espera o todas las virtudes cristianas. Con el cuerpo, a
actualizar la vigilancia en el presente, a través de la renuncia a gestos, palabras e imágenes que nos hagan olvidar quiénes somos, por dónde estamos andando. La
santidad consiste en vivir el momento presente como si
fuera el último, el instante en que llegará el esposo. Es
Viernes
Wl
salirle al encuentro en u n a carrera que dura toda la
vida.
ORATIO
Cuando se oiga el grito: «Ya está ahí el esposo, salid a
su encuentro», queremos estar preparados, Señor. Como
jóvenes que esperan participar en la fiesta de su vida, la
esperada e imaginada desde hace mucho tiempo, no
queremos faltar a la cita.
Hoy te prometemos, solemnemente, que estaremos
allí. Allí nos encontrarás, a lo largo de tu camino, y seremos tu cortejo de honor... Ahora bien, velar es fatigoso, estar preparados en el momento oportuno requiere
una atención constante, disciplina del cuerpo y de la
mente. Nuestra debilidad es grande; tú conoces, oh
Dios, la fragilidad de nuestra carne. Envía, pues, oh Padre, tu santo Espíritu para que vele sobre nosotros, para
que no sea en vano nuestra espera del día glorioso de tu
Hijo.
CONTEMPLATIO
«Llamad y se os abrirá», dice el Señor j u s t a m e n t e
(Mt 7,7c). El Señor nos ordena que llamemos a la puerta de la vida y a los batientes del Reino de los Cielos.
Pues si, al pedir lo que es santo, lo recibimos y, buscando lo que es celestial, lo encontramos, fácilmente -si
nos preceden los méritos de la fe- también cuando llamemos se abrirá la puerta del Reino de los Cielos. No se
abre, en efecto, a todos, sino sólo a aquellos que están
recomendados por justos méritos y por u n a vida adornada por una conducta íntegra.
No por casualidad hemos leído que las bien conocidas
vírgenes necias y negligentes llamaron también para en-
21a semana
194
trar. Dijeron, en efecto: «Señor, señor, ábrenos» (Mt 25,11).
Pero éste les respondió: «Alejaos de mí. Os aseguro que
no os conozco» (Mt 25,12). Así pues, a fin de que el Señor, cuando llamemos a la puerta, se digne abrirnos, hemos de abrirle antes nosotros mismos nuestro corazón
a él, que nos llama. El mismo Señor, en efecto, dice así
en el Apocalipsis: «Mira que estoy llamando a la puerta.
Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y
cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Por consiguiente, si
abrimos con fidelidad nuestros corazones al Señor que
llama, no cabe duda de que también él, cuando seamos
nosotros quienes llamemos, se dignará abrirnos los batientes del Reino de los Cielos (Cromacio de Aquileya, Comentario al evangelio según Mateo XXXIII, 4ss, passini).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Asípues, vigilad» (Mt 25,13).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Una vez más, se nos presenta el reto de mirar nuestra vida
desde arriba. Cuando Jesús ha venido a ofrecernos la plena comunión con Dios, haciéndonos partícipes de su muerte y resurrección, ¿qué otra cosa podemos desear, sino dejar nuestros
cuerpos mortales para alcanzar la meta final de nuestra existencia? La única razón que puede haber para permanecer en
este valle de lágrimas es continuar la misión de Jesús, que nos
ha enviado al mundo como su Padre lo envió al mundo. Mirada
desde arriba, esta vida es una misión corta y a menudo doloroso, llena de ocasiones de trabajar en favor del Reino de Dios, y
la muerte es la puerta abierta que nos conduce a la sala del
banquete, donde el mismo rey nos servirá.
Esto parece que es vivir poniéndolo todo del revés. Pero es el
camino de Jesús y el camino que nosotros tenemos que seguir.
Viernes
195
N o hay nada morboso en esto. Al contrario, es una visión alegre de la vida y de la muerte. Mientras estemos en nuestro cuerpo, ocupémonos del cuerpo, de manera que podamos llevar la
paz y la alegría del Reino de Dios a aquellos con quienes nos
encontramos a lo largo del viaje. Pero cuando llegue el momento de nuestra muerte, alegrémonos de poder entrar en casa y
unirnos a quien nos llama «amados» (H. J. M. Nouwen, Aquí y
ahora. Viviendo en el Espíritu, San Pablo, M a d r i d 4 1 9 9 5 , pp.
149-150).
Sábado
2 1 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Tesalonicenses 4,9-12
Hermanos: 9 Sobre el amor fraterno no tenéis necesidad de
que os diga nada por escrito, porque vosotros mismos habéis
aprendido de Dios a amaros los unos a los otros. 10 Y así lo
practicáis con todos los hermanos que residen en Macedonia.
Sin embargo, hermanos, os exhortamos a que progreséis más
y más " y a que os apliquéis a vivir pacíficamente, ocupándoos cada uno en lo vuestro y trabajando con vuestras propias
manos como os lo tenemos recomendado. '2 Así os ganaréis el
respeto de los que no son cristianos y no tendréis necesidad
de nadie.
** La caridad descrita por Pablo en este pasaje de la
primera carta a los Tesalonicenses tiene u n carácter específico que dice mucho sobre la naturaleza de la santidad cristiana. Amarse los unos a los otros, poner en
práctica el «amor fraterno», significa, en primer lugar,
«vivirpacíficamente»
(v. 11), o sea, no ir en busca de pretextos para litigios y choques en el interior de la comunidad. Más concretamente aún, «ocuparse cada uno de
lo suyo» (cf v. 11): la enemistad surge con frecuencia de
198
21a semana
las habladurías, de la intromisión en los asuntos de los
otros, del hablar fútil de la gente.
«.Trabajando con vuestras propias manos» (v. 11) significa hacer que vayan bien las cosas que tienen que ver
con nosotros, de modo particular en el oficio que se nos
ha encargado. La anotación «con vuestras propias manos» podría pretender poner el acento en la nobleza del
trabajo manual, el mismo que desarrollaba Pablo (probablemente, tejía tiendas), a pesar de ser despreciado
por los que lo consideraban cosa de esclavos y preferían
dedicarse al ocio para no ensuciarse las manos. Es el
ocio lo que engendra las malas tendencias en la comunidad, como en cualquier otra sociedad humana. Pablo
lo sabe y por eso da una orden precisa al respecto. Motivo: dar testimonio, ante los no creyentes, de la integridad de la opción cristiana, con u n a vida ordenada y activa, y dar testimonio del amor, ante los hermanos en la
fe, de una manera concreta, que empieza por no ser una
carga para nadie.
Evangelio: Mateo 25,14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
Sucede también con el Reino de los Cielos lo que con aquel
hombre que, al ausentarse, llamó a sus criados y les encomendó su hacienda. ,5 A uno le dio cinco talentos, a otro dos
y a otro uno, a cada uno según su capacidad, y se ausentó.
16
El que había recibido cinco talentos fue a negociar en seguida con ellos y ganó otros cinco. " Asimismo, el que tenía
dos ganó otros dos. I8 Pero el que había recibido uno solo fue,
hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
19
Después de mucho tiempo, volvió el amo y pidió cuentas a
sus criados. 20 Se acercó el que había recibido cinco talentos,
llevando otros cinco, y dijo: «Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado». " Su amo le
dijo: «Bien, criado bueno y fiel; como fuiste fiel en cosa de
poco, te pondré al frente de mucho: entra en el gozo de tu
señor». " Llegó también el de los dos talentos y dijo: «Señor,
14
Sábado
199
dos talentos me entregaste, aquí tienes otros dos que he
ganado». " Su amo le dijo: «Bien, criado bueno y fiel; como
fuiste fiel en cosa de poco, te pondré al frente de mucho: entra en el gozo de tu señor». 24 Se acercó finalmente el que sólo
había recibido un talento y dijo: «Señor, sé que eres hombre
duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no
esparciste; 25 tuve miedo y escondí tu talento en tierra; aquí
tienes lo tuyo».2Ó Su amo le respondió: «¡Criado malvado y perezoso! ¿No sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo
donde no esparcí? 2? Debías haber puesto mi dinero en el banco y, al volver, yo habría retirado mi dinero con los intereses.
28
Así que quitadle a él el talento y dádselo al que tiene diez.
29
Porque a todo el que tiene se le dará y tendrá de sobra, pero
al que no tiene, aun aquello que tiene se le quitará. 30 Y a ese
criado inútil arrojadlo fuera a las tinieblas. Allí llorará y le
rechinarán los dientes».
**• La situación descrita presenta un cuadro bastante
familiar en las costumbres domésticas del antiguo Próximo Oriente, a no ser por un detalle particular: la enormidad de las cantidades confiadas a los criados, lo que
hace pensar en u n Señor grande y confiere más peso al
juicio final.
Era costumbre que el amo que salía para un largo
viaje confiara sus riquezas a los más fieles de sus siervos. El dinero lo confiaba a los más despabilados, a los
que pudieran hacer buenos negocios que beneficiaran
al señor. No debe extrañarnos que se otorgara tanta confianza a unos simples esclavos: no era raro que éstos
fueran personas de cierta cultura y capacidad, como
atestigua la misma Biblia (pensemos, por ejemplo, en
José en Egipto, que se convirtió en administrador de todos los bienes del faraón: cf. Gn 37ss). El hombre de la
parábola distribuye, en efecto, su dinero en función de
las capacidades que atribuye a sus criados (v. 15) y es
obvio que en los tres casos espera que éstos lo hagan
fructificar con los medios lícitos que tienen a su disposición (el más común: una especie de «depósito bancario»; cf. v. 27).
21a semana
200
Mientras que la obra de los dos primeros criados no
suscita ningún asombro particular (hacen lo que el amo
esperaba de ellos), la obra del tercero aparece como
algo insensato. ¿Qué significa el gesto de enterrar el talento? Según la legislación rabínica, si alguien robaba el
dinero enterrado no tenía que ser restituido a su legítimo propietario, por lo que tal vez el criado pensaba ponerse así al abrigo de posibles sorpresas desagradables.
Ciertamente, no parece tomarse a pecho la causa de su
rico señor. De este siervo no sabemos nada, pero sí sabemos lo que no le interesa: hacer negocios para su
Señor. El motivo del miedo (v. 25) parece más bien una
excusa aducida para justificar la ineptitud de su comportamiento, pues lo que alega es también contradictorio (cf. v. 26: si el siervo hubiera tenido miedo de verdad,
habría tenido u n motivo más para despabilarse y desviar
de él la ira de su amo). La sentencia final (w. 28-30) proyecta el relato sobre el fondo del juicio escatológico.
MEDITATIO
El evangelio de Mateo trata una vez más de la cuestión del tiempo que transcurre entre la pascua y el fin
de los tiempos; en particular, del uso que hacemos del
mismo. El tiempo de la ausencia del amo no puede ser
u n pretexto para vivir de manera ociosa, sin hacer nada.
No, se trata más bien de un ámbito útil para hacer fructificar los bienes que nos han sido entregados. Una vida
entregada al servicio es u n a vida útil y rica de sentido.
La santidad a la que está llamado el creyente consiste
en poner en acto las propias capacidades, por pequeñas o grandes que sean, para beneficio de la comunidad. Comunidad de creyentes, antes que nada, donde
cada uno está llamado a dar pruebas de la entrega de
sí mismo para el bien del h e r m a n o . Pero también comunidad civil, en la que el cristiano puede aportar
Sábado
201
unos valores que confieren sentido al vivir entre los
hombres.
La historia es testigo de cómo han encarnado los cristianos, en las diferentes épocas, la exhortación bíblica a
trabajar con nuestras propias manos. De este trabajo ha
resultado la edificación de la sociedad, la impregnación
de la cultura, en particular la occidental, de los valores
cristianos. Todavía hoy se distinguen los cristianos en el
m u n d o (pensemos en los países del Tercer Mundo) por
su participación en el esfuerzo destinado a llevar una
vida decorosa para ellos y para sus propios hijos. Todo
eso demuestra que quien encarna el espíritu del Evangelio es u n a persona que se toma a pecho el bien de sus
hermanos en la fe y el de todos los hombres, contribuyendo así a la venida del Reino de Dios a la tierra.
ORATIO
Oh Padre, te damos gracias por habernos llamado a
construir tu Reino: a cada uno de nosotros le has confiado u n a tarea, según sus capacidades. Sólo nos pides
una cosa, no permanecer inertes, no dejarnos vencer
por el desánimo y por la desconfianza. «¿Para qué esforzarse tanto, si no sirve para nada?», parecen decir
muchos cristianos de hoy, confundidos entre la masa de
los que se dejan vivir y piden a los otros que se encarguen de la tarea de construir la sociedad.
Tú, en cambio, Señor, nos quieres activos, dispuestos a
arriesgar en primera persona en tu lugar, por ti, como los
siervos de la parábola que recibieron el mandato de su señor. Sí, porque tú has sido capaz, has querido arriesgar;
te pusiste en juego cuando decidiste nacer del seno de
una mujer y no te echaste atrás frente al desprecio y a la
muerte: hiciste tu parte como hombre, en esta tierra, en
tu tiempo. Ahora nos toca a nosotros, para que tu nombre sea glorificado para siempre entre los hombres.
21° semana
202
Sábado
203
CONTEMPLATIO
ACTIO
Si lo consideramos bien, hermanos, nuestro oficio
[episcopal] es en verdad un comercio, y la función del
ministerio sacerdotal es, en cierto sentido, la de un comercio espiritual [...]. Más aún, la tarea de todos los
cristianos es una especie de negocio, y la función de los
sacerdotes es u n comercio precioso. Todos hemos recibido, en efecto, los dones del Señor, es decir, las palabras del Salvador, para distribuirlas a la gente. Y a estas
palabras se refiere el Señor en el Evangelio cuando habla a aquel obstinado e incapaz negociante: «¡Criado
malvado y perezoso! Debías haber puesto mi dinero en el
banco y, al volver, yo habría retirado mi dinero con los
intereses» {cf Mt 25,26ss). Se le reprocha haber custodiado callando los preceptos del Señor que le habían
sido confiados, siendo que debía haberlos multiplicado
con la predicación.
Repite c o n frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Bien, criado bueno y fiel: entra en el gozo de tu señor»
(Mt 25,21.23).
Se le reprocha - r e p i t o - no haber sembrado distribuyendo las enseñanzas para poder recoger en la cosecha.
Dice, por tanto, el Señor: «Y, al volver, yo habría retirado
mi dinero con los intereses». Comprende, pues, que se
trata de un comercio, en el que se exige u n interés a
título de rédito. Pero no el interés mediante el cual se
apacigua el ánimo de los avaros con la restitución lucrosa del dinero, en la que se salda la deuda al acreedor
sin extinguirla nunca, sino que se exige el interés en el
que se computa la calidad de la conducta, en el que
se indaga sobre el «capital» de la salvación. Somos, en
efecto, deudores, y estamos ligados a la deuda no por
una letra de cambio escrita, sino por la de los pecados.
De este [tipo de] deudor hace mención el Señor en el
evangelio cuando dice que debe ser entregado al recaudador, echado en la cárcel y no ser liberado hasta que no
pague el último céntimo {cf. Mt 5,25ss) (Máximo de
'liu ín, Sermoni XXVII, lss, passim).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La espera no es una actitud muy popular. La espera no es
algo en lo que la gente piensa con gran simpatía. En efecto, la
mayoría de la gente considera la espera como una pérdida de
tiempo. Para muchos, la espera es un desierto árido que se
extiende entre el lugar en que se encuentran y aquel al que
quieren ir. Y a la gente no le gusta demasiado un lugar así.
[En realidad] la espera es activa, La mayoría de nosotros
piensa en la espera como algo muy pasivo, como un estado sin
esperanza determinado por acontecimientos completamente
fuera de nuestras manos. ¿Se retrasa el autobús? No podemos
hacer n a d a , no nos queda más remedio que sentarnos y esperar. Sin embargo, no hay nada de esta pasividad cuando se nos
habla en la Escritura de espera. Los que están a la espera están
llamados a hacerlo de una manera activa. Espera significa estar
plenamente presentes en el momento, con la convicción de que
algo está sucediendo allí donde te encuentras y que quieres estar presente en ese momento. Una persona que está esperando
es alguien que está presente en el momento, que cree que ese
momento es el momento. Entonces la espera no es pasiva. Incluye alimentar ese momento, como una madre alimenta al niño
que está creciendo en su seno. Es mantenerse vigilantes, atentos
a la voz que dice al hablar: «¡No temáis! Va a suceder algo.
Prestad atención».
Esperar en tiempo indeterminado es una actitud enormemente radical hacia la vida. Es tener confianza en que nos sucederá algo que está mucho más allá de nuestra imaginación. Es
abandonar el control de nuestro futuro y dejar que sea Dios
quien determine nuestra vida. La vida espiritual es una vida en
la que esperamos, en la que estamos a la espera, activamente
presentes en el momento, esperando que nos sucedan cosas
204
21a semana
Lunes
nuevas, cosas nuevas que están mucho más allá de nuestra capacidad de previsión. [Esta es la razón por la que] Simone Weil,
una escritora judía, ha dicho: «Esperar pacientemente con
esperanza es el fundamento de la vida espiritual» (H. J. M. Nouwen, // sentiero dell'attesa, Brescia 2 1997, pp. 6-18, pass/m).
22a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Tesalonicenses 4,13-18
13
No queremos, hermanos, dejaros en la ignorancia acerca
de los que han muerto, para que no os aflijáis como los que
no tienen esperanza. '" Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado y que, por tanto, Dios llevará consigo a los
que han muerto unidos a Jesús. 15 Y esto es lo que os decimos
como palabra del Señor: Que nosotros, los que estamos vivos,
los que aún quedamos, cuando venga el Señor no tendremos
preferencia sobre los que han muerto. I6 Pues cuando se dé la
orden, cuando se oiga la voz del arcángel y resuene la trompeta divina, el Señor mismo bajará del cielo, y los que murieron unidos a Cristo resucitarán en primer lugar. " Después
nosotros, los que aún quedamos vivos, seremos arrebatados
junto con ellos entre nubes y saldremos por los aires al
encuentro del Señor. De este modo estaremos siempre con el
Señor. 1S Consolaos, pues, unos a otros con estas palabras.
**• Con la lectura de hoy, la primera carta a los Colosenses entra de lleno en la cuestión escatológica, cuestión a la que tiende todo el escrito. Pablo realiza u n o de
los pocos intentos de la literatura neotestamentaria de
describir el retorno del Señor, el día de la parusía. El
206
22a semana
lenguaje al que recurre es el lenguaje estereotipado de la
literatura apocalíptica: la voz del arcángel Miguel, que
asistirá a Dios en su juicio, el toque de trompeta, la bajada del cielo y la ascensión posterior entre nubes, en el
aire, con el cortejo formado por los bienaventurados;
como siempre, el lenguaje apocalíptico recurre a una
serie de imágenes que han de ser descodificadas como
auténticas metáforas. La orden celestial (voz del arcángel y toque de la trompeta divina) indica que el tiempo
de la venida de Cristo es un tiempo fijado, un kairós que
tendrá lugar en la historia según un designio preciso.
Ese proyecto puede ser intuido, podemos entreverlo por
inspiración divina, pero, en última instancia, permanece escondido en las profundidades de Dios. «El Señor
mismo (cf. v. 16), Jesús, deberá esperar la señal celestial
para iniciar su retorno entre los hombres.
La afirmación más problemática contenida en este
texto («los que murieron unidos a Cristo resucitarán en
primer lugar. Después nosotros, los que aún quedamos
vivos, seremos arrebatados...»: w. 16b-17a) trata también la cuestión del tiempo; Pablo, que se encuentra en
el comienzo de su ministerio, está convencido de que el
fin llegará pronto, de que no pasará esa generación
antes de haber visto volver al Señor en la gloria; en sus
palabras captamos la urgencia de esa manifestación.
Esta última será la liberación definitiva de todos los que
se han mantenido fieles a la Palabra.
Por último, la vida eterna está descrita también en
relación con el tiempo, en relación con Cristo: «Estaremos
siempre con el Señor» (v. 17).
Evangelio: Lucas 4,16-30
llu aquel tiempo, Jesús 16 llegó a Nazaret, donde se había
11 iado. Según su costumbre, entró en la sinagoga un sábado
v si- levanló para hacer la lectura. " Le entregaron el libro del
Lunes
207
profeta Isaías y, al desenrollarlo, encontró el pasaje donde
está escrito:
18
El espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para anunciar
la Buena Noticia a los pobres;
me ha enviado a proclamar
la liberación a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a libertar a los oprimidos
"ya proclamar
un año de gracia del Señor.
20
Después enrolló el libro, se lo dio al ayudante y se sentó.
Todos los que estaban en la sinagoga tenían sus ojos clavados
en él. 21 Y comenzó a decirles:
-Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis
de escuchar.
22
Todos asentían y se admiraban de las palabras que acababa de pronunciar. Comentaban:
-¿No es éste el hijo de José?
23
Él les dijo:
-Seguramente me recordaréis el proverbio: «Médico, cúrate
a ti mismo. Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún
hazlo también aquí, en tu pueblo».
24
Y añadió:
-La verdad es que ningún profeta es bien acogido en su
tierra. 25 Os aseguro que muchas viudas había en Israel en
tiempo de Elias, cuando se cerró el cielo por tres años y seis
meses y hubo gran hambre en todo el país; 26 sin embargo, a
ninguna de ellas fue enviado Elias, sino a una viuda de
Sarepta, en la región de Sidón. " Y muchos leprosos había en
Israel cuando el profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue
curado, sino únicamente Naamán el sirio.
28
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de indignación; 2" se levantaron, lo echaron fuera de la
ciudad y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el
que se asentaba su ciudad, con ánimo de despeñarlo. 30 Pero
él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.
**• La perícopa del capítulo 4 de Lucas que hemos leído
contiene el discurso programático de Jesús y represen-
208
22" semana
la una especie de «puerta de entrada», al comienzo de
su ministerio, para el relato del Evangelio y de los Hechos. Aquí, en efecto, se encuentran admirablemente
concentrados todos los temas típicos de la teología
lucana: el cumplimiento de las Escrituras, la proclamación del Evangelio a los pobres, Jesús como profeta
cscatológico (comparado con Elias y Eliseo), el anuncio
del Reino de Dios a las naciones.
En el centro encontramos la Palabra de Jesús en función interpretativa: «Hoy se ha cumplido el pasaje de
la Escritura...» (v. 21). ¿Qué Escritura? La de Isaías en
la que el profeta es enviado a «proclamar un año de
gracia del Señor». Queda claro así que este tiempo de
gracia es el hoy de Jesús, su existencia histórica, que
realiza el proyecto salvífico de Dios para toda la humanidad: los pobres, los prisioneros, los ciegos y los
oprimidos son, en primer lugar, los que no conocen al
Señor, su rostro de gracia y de misericordia, que Jesús
va a revelar. Ellos son «las ovejas perdidas de la casa de
Israel», pero también los paganos, los extranjeros, a
quienes está destinado el mensaje, rechazado por los
paisanos de Jesús, como atestigua la reacción de los
habitantes de Nazaret.
MEDITATIO
El tema del tiempo es de nuevo protagonista de la
liturgia de la Palabra: tiempo de Dios que ha sido anunciado por los profetas del Antiguo Testamento en su
calidad salvífica, que se manifiesta especialmente en relación con los oprimidos, con los que andan lejos de su
gracia. Con la venida de Cristo se inaugura el kairós, da
comienzo el cumplimiento, se abre el paso al último
acto de la historia de la salvación.
El que acoge el anuncio de Jesús el nazareno y reconoce en su persona la venida del Reino de Dios partici-
Lunes
209
pa desde ahora en la gracia prometida en la antigua
alianza, en el jubileo de la historia que se realiza de u n a
vez por todas. A quien no rechaza la revelación del humilde hijo del carpintero, la liberación le llega hoy, en el
día de salvación que Cristo ha hecho surgir.
Desde la venida del Señor, los hombres viven en el
único día, un día que tiene como aurora su nacimiento
en el portal de Belén y por ocaso la parusía. Éste es el
hoy de la fe. Cuando más tarde descienda del cielo el
Señor y seamos llevados con él, el hoy de la fe dejará su
sitio al para siempre de la visión beatífica, en el que él
será el Emmanuel, el Dios con nosotros.
ORATIO
Te alabamos, Dios de toda gracia.
Como lo hacía tu pueblo liberado del país de Egipto,
también nosotros recordamos tus acciones liberadoras
en nuestras vidas: nosotros, los pobres: ...cuánta pobreza en el corazón de estos hijos del bienestar a toda
costa; nosotros, los prisioneros: ...víctimas de u n sistema creado por nosotros mismos para garantizarnos
todas las libertades, p a r a permitirnos todos los deseos
inútiles; nosotros, los ciegos: ...incapaces de reconocerte como Señor de la historia, a pesar de todo lo que
has hecho por nosotros; nosotros, los oprimidos: ...sin
fuerzas para levantar la mirada al lugar donde está
nuestra verdadera casa, donde tú nos esperas.
Padre de toda gracia, seguimos teniendo necesidad
de escuchar tu anuncio de salvación, de oírte pronunciar aquel «Hoy se ha cumplido... para vosotros», a fin
de que se vean sacudidas en sus cimientos nuestras
débiles y h u m a n a s seguridades y, por fin, liberados de
todo peso, p o d a m o s salir a tu encuentro en tu eterno
hoy.
22° semana
210
CONTEMPLATIO
Es posible que la Sagrada Escritura haya querido
esconder u n misterio en la frase «proclamar el año del
Señor». Los días futuros serán diferentes, incomparables con los que vemos hoy en el mundo, y también
serán diferentes los meses y diferente el calendario. Por
tanto, si los tiempos serán renovados por completo,
nuevo será en el futuro el año portador de gracia. Estas
cosas han sido anunciadas a fin de que, después de haber
pasado de la ceguera a la clara visión, y de la esclavitud a
la libertad, curados de nuestras múltiples heridas, lleguemos al «año de gracia del Señor».
Jesús, después de haber leído estas palabras, «enrolló
el libro, se lo dio al ayudante y se sentó. Todos los que
estaban en la sinagoga tenían sus ojos clavados en él»
(Le 4,20). También ahora, si lo queréis, en esta sinagoga,
en esta asamblea que formamos, pueden clavarse vuestros ojos en el Salvador. Cuando consigáis dirigir la mirada más profunda de vuestro corazón hacia la contemplación de la Sabiduría, de la Verdad del Hijo único
de Dios, entonces vuestros ojos verán a Jesús. Feliz
asamblea aquella de la cual atestigua la Escritura que
«todos los ojos estaban clavados en él» (Orígenes, Homilías sobre el evangelio de Lucas).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura» (Le 4,21).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Aquí tocamos otro error de fondo. Hay «devotos» que se
ilusionan con saltar fuera del presente para zambullirse en la
Lunes
211
espera del Reino futuro. De este modo, piensan permanecer
fieles a lo eterno, descuidando la historia. N o se dan cuenta de
que lo eterno expresa la misma actualidad en las contingencias
históricas. Y que por eso la traición al tiempo equivale a la traición a lo eterno. Esos tales conciben el más allá como algo totalmente separado de la tierra. N o captan el nexo que existe entre
ambos reinos. ¡Qué equivocación! «La salvación, el Reino de
Dios, no sobrevuelan el mundo como nubes entre el cielo y la tierra, sino que están verdaderamente dentro, se preparan dentro
del mundo» (Y. Congar). «La eternidad no es una especie de
añadido futuro a la vida, de prolongación lineal de nuestra existencia hacia el infinito; la eternidacTse encuentra ya en lo íntimo
del hombre, es fruto de su obrar espiritual» (K. Rahner) [...].
En consecuencia, el presente, el hoy, contiene y a , para el
cristiano, el germen del futuro. Para él ya ha comenzado verdaderamente effuturo. Y su fidelidad al presente se resuelve, en sustancia, en una fidelidad al futuro (A. Pronzato, Vangeli scomodi,
Turín 1993 [edición española: Evangelios molestos, Ediciones
Sigúeme, Salamanca 1997]).
Martes
2 2 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Tesalonicenses 5,1-6.9-11
1
En cuanto al tiempo y a las circunstancias, no tenéis, hermanos, necesidad de que se os escriba. 2 Sabéis muy bien que
el día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche.
3
Cuando los hombres hablen de paz y seguridad, entonces,
caerá sobre ellos la ruina de improviso, igual que los dolores
de parto sobre la mujer embarazada, y no podrán escapar.
4
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas. Por tanto,
el día del Señor no debe sorprenderos como si fuera un ladrón. 5 Todos vosotros sois hijos de la luz, hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. 6 Por consiguiente, no durmamos como hacen los demás, sino vigilemos y vivamos
sobriamente. 9 Porque no nos ha destinado Dios al castigo,
sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, 10 que murió por nosotros a fin de que, tanto despiertos
como dormidos, vivamos unidos a él. " Por lo tanto, animaos
mutuamente y confortaos unos a otros, como ya lo venís
haciendo.
*• Hemos llegado al final de la primera carta a los
Tesalonicenses. En este capítulo conclusivo vuelven a
emerger todos los temas desarrollados hasta ahora con
214
22a semana
la lncr/.a de una última y decisiva exhortación: «No durmamos» (v. 6).
I o s cristianos de Tesalónica tenían ante ellos el ejemplo de los que se encandilaban con la bienaventuranza
dr un mundo vano, se abandonaban al ocio, a las habladurías, a los vicios de la vida nocturna; estaban
convencidos de que nada podría perturbar su seguridad
(<•/! v. 3), seguros de que se habían construido una paz
duradera. Tal vez ésos pertenecían a la misma comunidad creyente, aunque, a buen seguro, su estilo de vida
era más semejante al de los paganos, que no creían en
la llegada del juicio de Dios.
Eso es lo que distingue a los hijos de la luz de los hijos de las tinieblas: la fe en el día del juicio, en su carácter ineludible. Es seguro que vendrá, y lo hará como
un ladrón, que actúa por sorpresa cuando la noche ya
está avanzada, o como los dolores de una mujer encinta,
que se notan cuando la naturaleza ya ha dado vía libre
al proceso del parto. Saber que todo esto ha de suceder
-y sucederá de manera imprevista- convierte a los cristianos en «gente de luz», en personas que tienen los ojos
bien abiertos, que conocen el sentido y el fin de este
mundo. Los creyentes, al contrario de los que duermen,
que andan a tientas en la oscuridad, tienen confianza en
la salvación que Dios ha llevado a cabo por medio de
Cristo Jesús. Por eso no temen aquello de lo que los
otros hombres tienen miedo, o sea, la muerte, porque
ésta no es más que u n sueño (cf. el v. 10: «tanto despiertos como dormidos») que no tiene poder para separarnos del Señor.
Evangelio: Lucas 4,31-37
En aquel tiempo, Jesús 3' desde allí se dirigió a Cafarnaún,
ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente, 32 que eslaba admirada de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
215
Martes
33
Había en la sinagoga un hombre poseído por un demonio inmundo, que se puso a gritar con voz potente:
34
-¿Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de
Dios.
35
Jesús le increpó, díciéndole:
-¡Cállate y sal de ese hombre!
Y el demonio, después de tirarlo por tierra en medio de
todos, salió de él sin hacerle daño. ,6 Todos se llenaron de
asombro y se decían unos a otros:
-¡Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y
poder a los espíritus inmundos y éstos salen.
37
Y su fama se extendía por todos los lugares de la comarca.
*»• Da comienzo la «jornada de Cafarnaún», modelo
para los discípulos de cómo usó el maestro el tiempo
que le fue dado vivir en esta tierra. El día es un sábado,
lo que añade un significado particular, como veremos
en los próximos días.
Jesús desarrolla su primera actividad en la sinagoga,
en medio de los creyentes, de sus hermanos en la fe.
Aquí «habla con autoridad», o sea, que su enseñanza no
se limita a repetir las enseñanzas tradicionales, a repasar, como perlas de un collar, las sentencias de los maestros antiguos (según la costumbre rabínica). Jesús, al
contrario, interpreta la Escritura siguiendo una nueva
inspiración, revelando significados hasta ahora desconocidos; en vez de volver a recorrer el surco de la tradición,
opta por inaugurar un nuevo camino, un camino capaz
de interpelar las conciencias (la gente «estaba admirada
de su enseñanza»: v. 32).
Los gestos de Jesús provocan asimismo la manifestación de la verdad. Su manera de proceder frente al
endemoniado no se puede comparar con la de los exorcistas comunes judíos, obligados a recurrir a fórmulas y
ritos destinados a alejar al Maligno. Aquí es el demonio
22a semana
21(1
mismo, voz del mal, el que toma la iniciativa, porque se
siente amenazado en su propio ser por la simple presencia de Jesús, que es la presencia misma de la Santidad divina. El bien y el mal, la vida y la muerte, se enfrentan ya en duelo desde el comienzo de su ministerio
y frente a él se descubren los secretos de los corazones:
desde este momento se inaugura la «crisis», el «juicio»
de Dios.
MEDITATIO
El lenguaje empleado por Pablo juega con u n a especie de equívoco entre los términos «dormir» y «estar
despierto». En el lenguaje común de los cristianos, «los
que duermen» eran los difuntos, aquellos que habían
cerrado los ojos a la luz del día en espera de ser despertados por la resurrección. La muerte, como siempre,
suscita espanto y angustia. Así era para los cristianos de
Tesalónica, y lo mismo nos pasa a nosotros... Dado que
debemos morir, ¿acaso no valdrá la pena disfrutar de la
vida, aprovechar cada ocasión de placer, de los que «la
moral» parece querer privarnos? Entonces, carpe diem,
y no pensemos más. La idea de Pablo es que los que están
convencidos de estar despiertos y de haberlo comprendido todo, en realidad «duermen», tienen ofuscados los
ojos de la mente y viven en la oscuridad más total. Están
más muertos que los muertos, más en la oscuridad que
ellos; estos últimos, en efecto, pronto serán despertados
para la vida eterna, mientras que aquéllos seguirán
siendo siempre esclavos de las tinieblas.
Lo que marca la diferencia es la fe en el «Santo de
Dios», cuya muerte tiene el poder de hacernos renacer
para siempre a la vida, porque él ha vencido a la muerte y ha condenado al Maligno a la derrota. Al mismo
tiempo, Cristo se pone como piedra de tropiezo para todos aquellos que se esconden en las tinieblas, obligán-
Martes
217
doles a salir a la luz, a declarar su propia identidad. Éste
es el juicio de Dios que el Mesías ha inaugurado con su
venida: acoger o rechazar a Jesús significa acoger o
rechazar la vida, la salvación, acoger o rechazar a Dios.
ORATIO
Señor Jesús, tu presencia en medio de nosotros es
piedra de tropiezo para nuestras conciencias; tu vida
produce el escándalo o el asombro por el milagro, revelando el secreto de los corazones: ¿quién ha de perder con tu venida? Tú has venido a salvar a la humanidad. Sin embargo, has venido trayendo la espada -la
espada de la Palabra-, la espada de doble filo que penetra hasta el punto más profundo del alma, allí donde
el hombre pronuncia su juicio: quien no está contigo
está contra ti.
Como el Dios de la creación, has puesto u n límite a
las tinieblas que había en nosotros, has marcado para
siempre su límite: quien pierde su vida para servirte,
quien confía su propia vida a tu Palabra, quien renuncia a los honores del m u n d o para ir detrás de ti lleva en
él tu misma luz, vive de tu misma vida. Por último,
como juez divino, nos has enseñado a fijar nuestros ojos
en la realidad eterna, a ver más allá de las apariencias,
a no tener miedo de la muerte, para vivir ya desde ahora en la alegría de nuestra vida contigo.
CONTEMPLATIO
Ciertamente moriremos, pero no estaremos predestinados a la muerte como antes, cuando estábamos encadenados a la muerte por el pecado. Si es así, se puede
decir con razón que no moriremos. En efecto, hay algunos que escaparán de la muerte, pero también serán
22a semana
218
transformados. Existe el dominio de la muerte, ese del
que, una vez muertos, no seremos admitidos a volver a
la vida. Pero dado que no moriremos y después de la
muerte viviremos de nuevo -y con u n a vida mejor- está
claro que este morir no es muerte, sino dormición.
Así pues, si el mismo Señor de la vida y de la muerte
-vida de toda la creación, resurrección de los muertos,
luz del mundo, que con su muerte ha aniquilado al que
tiene el poder de la muerte-, obligado por su amor a los
seres humanos, pensó que no debía pasar inmune ni
siquiera por esta ley, y si, para hacerse semejante a nosotros en todo y mostrar que esta bajada a la tierra se
había vuelto necesaria, él mismo asumió la misma obligación nuestra, ¿cómo no podría estar claro que las almas de todos están invitadas a ser trasladadas a aquellos lugares resplandecientes que convienen de modo
claro a la sagrada condición de los santos (Andrés de
Creta, Omelie mañane, Roma 1987, pp. 152ss, passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Por lo tanto, animaos mutuamente y confortaos
a otros con estas palabras» (cf. 1 Tes 5,11).
unos
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Ciertamente, también a nosotros, hombres de hoy, nos visitan
el sufrimiento y el luto, la melancolía y el dolor por el inconsolable sufrimiento del pasado, por el sufrimiento de los muertos.
Ahora bien, todavía son más fuertes - a l parecer- nuestra reticencia a hablar de la muerte en general y nuestra insensibilidad
hacia los muertos. ¿Acaso no son demasiado pocos los que
mantienen, o intentan mantener, una relación de amistad o fraternidad con los muertos? ¿Quién se da cuenta de su insatisfacción, de su silenciosa protesta contra nuestra indiferencia, con-
Martes
219
tra la rapidez con la que los olvidamos para ocuparnos de los
asuntos cotidianos? Por lo general, no tenemos ninguna dificultad para rebatir éstos o análogos problemas, porque los rechazamos o denunciamos como situados «fuera de la realidad».
Pero, entonces, ¿qué idea tenemos de la realidad? ¿Acaso sólo
la fugacidad y el carácter amorfo de nuestra conciencia infeliz,
la trivialidad de nuestras preocupaciones? [...].
Ahora bien, si nos quedamos demasiado tiempo como esclavos de la absurdidad y de la indiferencia hacia los muertos, al
final no podremos hacer más que promesas triviales a los vivos
[...]. En esta situación, nosotros, los cristianos, confesamos nuestra esperanza en la resurrección d e los muertos no en virtud de
una utopía bien construida, sino en virtud del testimonio de la
resurrección de Cristo, que constituye desde el comienzo el núcleo de nuestra comunidad cristiana. Lo que los discípulos atestiguaron no era fruto de sus vanos deseos, sino que se trataba de
una realidad que se impuso contra todas las dudas y les hizo
proclamar: «Verdaderamente, ha resucitado el Señor» (Le 24,34).
El programa de la esperanza de la resurrección de los muertos,
basado en el acontecimiento pascual, nos abre a todos un futuro,
a los vivos y a los muertos (Sínodo alemán, en Facciamo l'uomo,
Brescia 1991).
Miércoles
22 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Colosenses 1,1-8
1
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y el
hermano Timoteo, 2 a los creyentes de Colosas, hermanos fieles en Cristo. Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro
Padre. 3 Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, y rogamos sin cesar por vosotros 4 al tener noticia de
vuestra fe en Cristo Jesús y de vuestro amor con todos los creyentes. 5 Os mueve a ello la esperanza del premio que Dios os
ha reservado en los cielos y que habéis conocido por medio
del Evangelio, palabra de verdad 6 que ha llegado hasta vosotros y que fructifica y crece, tanto en vosotros como en el
mundo entero, desde el día en que conocisteis y experimentasteis la gracia de Dios en toda su verdad. 7 Así lo aprendisteis
de nuestro querido compañero Epafras, que es para vosotros
fiel servidor de Cristo. " Ha sido también él quien nos ha informado de cómo os amáis en el Espíritu.
*•• A partir de hoy, la liturgia ferial nos propone la escucha de la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas, antigua ciudad de Frigia, situada sobre una de las
principales vías comerciales de la época. La comunidad
está formada, de manera preponderante, por cristianos
222
22" semana
procedentes del paganismo, aunque incluye también a
muchos judíos de la diáspora. Esta doble influencia está
relacionada con el motivo del escrito: los cristianos de
Colosas están amenazados en la autenticidad de su doctrina por tendencias de tipo sincretista, en las que encontramos huellas tanto del paganismo como del judaismo.
Parece ser que se intentaba proponer una especie de
«gnosis» basada en elementos del m u n d o (2,8.20) y en
las potencias cósmicas (2.8.10.15), así como en la
observancia minuciosa de diferentes prácticas, como la
circuncisión o las normas alimentarias judías.
Debemos recordar otro aspecto particular: Pablo no
había fundado personalmente esta comunidad, ni tampoco la había visitado nunca. Ésa es la razón de que
parezcan tan importantes los mediadores de los que se
habla en la carta; el primero de ellos es Epafras, apóstol
de la región y fundador de esta iglesia (cf. v. 7). A pesar
de ello, el tono de Pablo no carece de solicitud y afecto.
Más aún, en los w. 3-8 aparece la fórmula de agradecimiento más larga y compleja de todo el Nuevo Testamento.
Éstos son los elementos que la componen: la fe, la caridad, la esperanza de los colosenses como motivo de
agradecimiento a Dios; la escucha de la Palabra, que es
el origen de su llegada a la verdad; la obra de los ministros de Cristo en la difusión del Evangelio. En el
centro se encuentra Jesucristo, nombre que vuelve casi
en cada línea, de manera redundante, junto a «Dios»,
«Padre» y «Espíritu». En suma, u n agradecimiento que
resume toda la economía de la salvación. Ésta tiene su
origen en la voluntad de Dios Padre, se realiza en la
persona del Señor Jesús y se comunica a los hombres a
través de la obra de anuncio del Evangelio, que conduce
a los creyentes a la gracia y a la verdad. Éstas últimas,
junto con las tres virtudes teologales, son reflejo del rostro de Dios y de la presencia de su Espíritu.
Miércoles
223
Evangelio: Lucas 4,38-44
En aquel tiempo, Jesús M salió de la sinagoga y entró en
casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le
rogaron que la curase. 39 Entonces Jesús, inclinándose sobre
ella, increpó a la fiebre y la calentura desapareció. La mujer
se levantó inmediatamente y se puso a servirles.
40
Al ponerse el sol, llevaron ante Jesús enfermos de todo
tipo, y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los
curaba. 41 Salían también de muchos los demonios gritando:
-Tú eres el Hijo de Dios.
Pero él les increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían
que él era el Mesías. " Al hacerse de día, salió hacia un lugar
solitario. La gente le buscaba y, cuando le encontraron, trataban de retenerlo para que no se alejara de ellos. 4} Él les dijo:
-También en las demás ciudades debo anunciar la Buena
Noticia de Dios, porque para esto he sido enviado.
44
E iba predicando por las sinagogas de Judea.
*• Prosigue el relato de la «jornada de Cafarnaún».
Jesús, tras haber visitado el lugar público donde se
atiende a la religión, la sinagoga, se retira a u n a dimensión más íntima, a casa de uno de sus primeros discípulos. También entre sus propios amigos tiene que ejercer su autoridad sobre el mal. La fiebre era considerada
en la antigüedad u n a representación de la obra del
Maligno, porque volvía a la persona débil e inerte.
Seguramente, se conserva aquí un recuerdo histórico:
la suegra es, a buen seguro, una mujer anciana, una
mujer que ha consumido su vida en torno al cuidado de
la casa y de su familia. Ahora, una vez curada, empieza
a servir al Señor y a los suyos. La vida de aquel que
-joven o anciano- ha encontrado a Jesús está destinada,
de manera inevitable, a cambiar, realizándose en relación con él.
La actividad taumatúrgica de Jesús alcanza su cima
al ponerse el sol. «Al ponerse, el sol llevaron ante Jesús
22a semana
224
enfermos de todo tipo, y él, poniendo las manos sobre
fdda uno de ellos, los curaba» (v. 40): con estas palabras
se pretende indicar la plena manifestación del Reino de
Dios precisamente cuando el tiempo gira a su término.
Por olía parte, la oscuridad y la noche funcionan como
símbolos del imperio del mal, un imperio que envuelve
al hombre en las tinieblas mientras no llega la luz
verdadera, el enviado de Dios. Que aquí está presente el
Reino de los Cielos lo confirman las confesiones de los
demonios expulsados por Jesús: éstos le reconocen
como «Hijo de Dios» y «Cristo».
La última escena se desarrolla en u n lugar desierto,
donde Jesús se retira al silencio, siguiendo la tradición
de los profetas. Aquí declara a las muchedumbres que
le buscan la necesidad de evangelizar «las demás ciudades», a causa del mandato que ha recibido del Padre:
él, Jesús, es la luz de Dios enviada a todas las naciones
(cf. Is 49,6), empezando por las «sinagogas de Judea»
(v. 44), o sea, las más próximas entre las que esperan la
salvación.
MEDITATIO
Por medio del Señor Jesús es como llegan los hombres a la plena verdad sobre Dios, sobre sí mismos y sobre el mundo. En él se realiza la vocación de Adán a la
shalóm originaria. El anuncio de su Evangelio a las muchedumbres parece querer decir, en primer lugar, que
existe en el espacio creado la posibilidad de vivir en
armonía con nuestro propio cuerpo, con el espíritu que
hay en nosotros, con los hermanos y, naturalmente, con
Dios mismo. Ahora bien, este anuncio no tiene nada que
ver con una especie de «gnosis» que pretenda revelar al
hombre su potencial, sus posibilidades de autocuración.
Jesús es la presencia misericordiosa de un Padre que
se inclina sobre las llagas de sus hijos perdidos, que sale
Miércoles
225
en su busca, casi a «descubrir» el mal allí donde se esconda; mas para llevar esto a cabo muestra que tiene
necesidad de la obra de los que le han reconocido como
el Salvador. Escuadras innumerables de anunciadores
de la verdad, algunos muy conocidos, otros perfectamente anónimos: son los que pidieron a Jesús por la
suegra de Pedro (Le 4,38), los que le llevaban a sus
enfermos de todo tipo (v. 40), Epafras y sus colaboradores en el ministerio (Col 1,8). Todos éstos, y muchísimos
otros, han profesado su fe en Jesucristo con gestos o palabras, y no sólo han encontrado en él el sentido de su
propia existencia, sino que se han convertido en mediadores de salvación para algún pariente, vecino, amigo,
conciudadano, menesteroso; en suma, para el prójimo.
ORATIO
Padre nuestro, te alabamos y te bendecimos por
haberte inclinado sobre nuestras llagas de hombres y
mujeres pecadores: la enfermedad, la edad avanzada, la
opresión del espíritu, h a n debilitado a la humanidad
desde el principio, marcando sobre ella la victoria del
mal, hasta el día en que enviaste al Salvador.
Él vino, pobre entre los pobres, haciéndose próximo
a cada uno para que todos pudiéramos contemplar tu
rostro de amor al resplandor de su luz. Con todo, la humanidad caída lleva consigo el límite espacio-temporal
al que también el Hijo hecho hombre se ha sometido, a
fin de que la Buena Noticia del Reino tuviera necesidad
de nosotros para llegar a cada ser humano.
Concédenos el Espíritu de tu Hijo, el Espíritu de
amor, para que cure las enfermedades del hombre y de
la mujer de hoy: la soledad, la indiferencia, el egoísmo,
la desesperación... de cuantos todavía esperan escuchar
tu Palabra que redime, contemplar la victoria del Reino
de Dios en medio de nosotros.
22a semana
226
CONTEMPLATIO
Procura creer al Verbo de Dios en lo que se ha dicho
de él. Por ninguna otra razón podrás confesar mejor la
divinidad de Dios que confesándola con la misma voz
con la que te ha sido revelada la divinidad misma. En
consecuencia, puedes estar convencido de que el Señor
es verdaderamente Dios y de que es él quien nos ha
revelado todos los caminos, de que es él quien se apareció sobre la tierra y vivió entre los hombres.
Él mismo trajo al mundo la luz de la fe, él mismo fue
quien mostró la luz de la salvación: «El Señor es Dios, él
nos ilumina» (Sal 117,27). Cree, por tanto, en él, ámale
y confiésale. Y entonces tampoco tú, quieras o no, podrás negar que el Señor Jesucristo está en la gloria de
Dios Padre. Ésta es la perfección última de u n a cabal
confesión de fe, a saber: confesar que Jesucristo, Dios y
Señor, está siempre en la gloria de Dios Padre (Juan Casiano, L'incarnazione del Signóte, Roma 1991, p. 183,
passim [edición española: Obras de Juan Casiano, Universitat de Valencia, Valencia 2000]).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Me ha ungido para anunciar la Buena Noticia a los
pobres» (Le 4,18).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Te gustaría proclamar el Reino, hermano mío sacerdote. Entonces no tengas miedo de los signos y prodigios que nos dicen
que este Reino está presente. ¿Acaso no constituyen la característica del apóstol? Deja, por consiguiente, que el Señor apoye
tu palabra. N o tengas miedo de orar sobre un enfermo, con tus
Miércoles
227
manos ligeramente puestas sobre sus hombros, sobre su cabeza
o sobre l a parte del cuerpo que le duele. N o permitas a los
charlatanes y a los curanaeros usurpar este gesto tan sencillo y
tan bello, que el Señor realizó con frecuencia. Pertenece por
derecho a los obreros del Evangelio. N o tengas miedo de asociar a algunos hermanos a esta oración, porque con ello la
presencia de Jesús se hará sentir todavía más.
N o tengas miedo de «parecer ridículo». Deja que la faz de
Cristo se refleje en tu rostro. Un sacerdote constituye la imagen
viva de Jesús. Éste oraba sobre los enfermos, y a ellos les gustaba ver a Jesús orando sobre ellos. Muéstrate confiado, ten e inspira confianza. Jesús curará, como sabe y como quiere, tal vez
empezando por tu corazón y tu inteligencia. ¡Qué purificación
no exige e incluye semejante oración! A buen seguro, necesitarías estar dispuesto a cargar sobre tus propios hombros la enfermedad del hermano sobre el que oras: «Si ése es tu deseo, Señor, acepto conocer la misma debilidad, la misma descomposición
del cuerpo» (D. Ange, // sangue dell'Agnello guarisce ¡'universo,
Milán 1983).
Jueves
2 2 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Colosenses 1,9-14
Hermanos: 9 Por eso, desde el día en que recibimos estas
noticias, no cesamos de orar y pedir por vosotros, para que
conozcáis perfectamente su voluntad, colmados de la sabiduría y la inteligencia que otorga el Espíritu. 10 Llevaréis así una
vida digna del Señor, agradándole en todo, dando como fruto
toda suerte de buenas obras y creciendo en el conocimiento
de Dios.
" El poder glorioso de Dios os hará fuertes hasta el punto
de que seáis capaces de soportarlo todo con paciencia y entereza y, llenos de alegría, l2 deis gracias al Padre, que os ha hecho dignos de compartir la herencia de los creyentes en la luz.
13
Él es quien nos arrancó del poder de las tinieblas y quien
nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado, u de quien nos
vienen la liberación y el perdón de los pecados.
*•• Pablo continúa dirigiéndose a los colosenses en
tono de oración, que desembocará después en el himno
cristológico de los w . 15-20. Ahora, sin embargo, pide
para la comunidad el don de u n profundo conocimiento de la voluntad de Dios, un conocimiento espiritual. El
lenguaje puede parecer, a primera vista, ambiguo, pues-
2.«)
22a semana
lo que invoca voluntariamente la idea gnóstica de una
ciencia superior, capaz de escrutar las profundidades
del misterio. Sin embargo, a continuación Pablo especifica mejor de qué conocimiento se trata, caracterizándolo definitivamente en sentido cristiano: caminar de
manera digna del Señor, agradarle en todo, dar frutos
de obras buenas, ser fuertes y pacientes... son acciones
que indican un itinerario de conversión. Éste requiere
la adhesión de la voluntad del hombre, su compromiso
para perseverar en el bien, realizando las obras agradables a Dios, las obras del Evangelio.
Ésta es la verdadera epígnosis, la verdadera «ciencia
superior» que nos pone en condiciones de participar en
la vida divina. Debemos señalar que en el Antiguo Testamento aparece el mismo vocabulario (santos, luz,
tinieblas...) en un conocido pasaje del libro de la Sabiduría que reconstruye la salida de Egipto (Sab 17-18).
No sólo se contraponen aquí dos tipos de conocimiento
de lo sobrenatural -el egipcio de la magia y el israelita
de la revelación (Sab 17,7ss)-, sino que se emplea sobre
todo el lenguaje de la liberación, que - e n el paso lingüístico del hebreo al griego- equivale a «redención»,
entendida ésta como rescate de la esclavitud.
El cristiano no está simplemente llamado a la adquisición de un saber, sino a la entrada en un nuevo éxodo
que establece la pertenencia al pueblo de Dios. A ello se
refiere el «compartir la herencia de los creyentes en la
luz» (v. 12), la luz de la columna de fuego, que es Cristo
resucitado (cf. Sab 18,1), que nos libera de u n a vez por
todas de la esclavitud del pecado y de la muerte.
Evangelio: Lucas 5,la>2-ll
En aquel tiempo, ' la gente se agolpaba en torno a Jesús
para oír la Palabra de Dios. 2 Vio entonces dos barcas a la
orilla del lago; los pescadores habían desembarcado y estaban
Jueves
231
lavando las redes. 3 Subió a una de las barcas, que era de
Simón, y le pidió que la separase un poco de tierra. Se sentó
y estuvo enseñando a la gente desde la barca. 4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón:
-Rema lago adentro y echad vuestras redes para pescar.
5
Simón respondió:
-Maestro, hemos estado toda la noche faenando sin pescar
nada, pero puesto que tú lo dices, echaré las redes.
6
Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces.
Como las redes se rompían, 7 hicieron señas a sus compañeros
de la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y
llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían.
8
Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús diciendo:
-Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
9
Pues tanto él como sus hombres estaban sobrecogidos
de estupor ante la cantidad de peces que habían capturado;
10
e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran
compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón:
-No temas, desde ahora serás pescador de hombres.
11
Y después de llevar las barcas a tierra, dejaron todo y le
siguieron.
*•• El cuadro representado por Lucas tiene una extraordinaria eficacia narrativa y es expresión de u n a
experiencia de fe común, la del encuentro con Cristo y
su exigente propuesta que interpela nuestra vida. En el
relato salen a escena diversos personajes, la misma
comunidad, pero, al mismo tiempo, todo se concentra
en la respuesta de uno solo: Pedro, la roca, el primero
entre los hermanos, aunque también el modelo en el
bien y en el mal, en los impulsos y en los miedos, typos
para todo discípulo de Jesús.
El drama está basado en la contraposición entre la
experiencia marinera del viejo pescador (viejo en experiencia) y la palabra del joven maestro que viene de las
colinas de Galilea, una oposición aplastante a primera
vista: experiencia y palabra, años de duro trabajo y visiones esperanzadoras. No hay que dar por descontado
22a semana
232
d desenlace del relato, a fin de captar este momento
inicial con toda su fuerza de contradicción. No parece
haber espacio en la vida de Pedro y sus compañeros
para la palabra de u n joven rabí, especialmente cuando
se trata de cosas del mar. «Hemos estado toda la noche
faenando sin pescar nada» (v. 5), recuerda el peso de
una larga noche de trabajo, la amargura de las redes
vacías, años de alimento arrancado con fatigoso trabajo al mar.
De manera inesperada, se abre u n a brecha, surge
el espacio de la duda en el corazón de Pedro: «¿...y si
tuviera razón?». Y en este espacio se insinúa la fe que
cambiará para siempre su vida. Contra toda previsión
razonable, las redes se llenan, casi se rompen, las barcas
se hunden bajo el peso de la pesca milagrosa, la alegría
rebosa en los corazones. Reconocerse pecador significa
admitir aquí los propios límites, poner en tela de juicio
las propias certezas, restituir el primado a Dios, que se
ha hecho próximo en la persona de Jesús. El relato
concluye con el otorgamiento del encargo por parte del
Señor y la respuesta de Simón y sus compañeros: u n a
respuesta pronta, generosa, absoluta {«dejaron todo...»:
v. 11), sin condiciones, como lo fue la acción salvífica de
Dios en sus vidas.
Jueves
233
pectativas, t o c a la h u m a n i d a d de Pedro en lo íntimo de
su experiencia.
Arrodillándose ante Jesús, Pedro se rinde a la mirada
de Dios, se quita la máscara, abandona sus propias
certezas p a r a dejar espacio a lo imprevisto de Dios, que
invade su vida. «Desde ahora...» (Le 5,10b) es la sentencia que decreta este nuevo comienzo: verdadera conversión, p e q u e ñ o éxodo que llena de u n nuevo significado las acciones habituales. «Pescadores de hombres»:
Pedro y sus compañeros están llamados a partir otra vez
exactamente desde donde han dejado abandonadas las
redes, a u n q u e solamente sea por un instante, desde su
experiencia del mar, que a partir de ahora mirarán con
unos ojos nuevos, los ojos iluminados por la fe en el
Señor Jesús.
La noche de su pesca sin éxito, de su trabajo inútil, se
ha transformado en el día de la abundancia de Dios, en
el día en que saborean los bienes que Dios mismo ha preparado para nosotros desde la eternidad. Por otro lado,
seguir siendo pescadores significa proseguir la propia experiencia en el espacio y en el tiempo, en la cultura y en
la sociedad por las que estamos marcados y encarnar
precisamente en este camino la Palabra que salva.
ORATIO
MEDITATIO
Cuando el hombre vacila en sus convicciones más
firmes, se crea la ocasión para la conversión. E n el espacio que deja libre el hombre, en este silencio de su
experiencia -limitada por lo d e m á s - , puede actuar
Dios, su señorío está en condiciones de manifestarse.
En un momento cambia todo, y ya n a d a será como antes. Frente a la manifestación de la omnipotencia del
Señor, Pedro reconoce su propia impotencia; la acción
de Jesús va dirigida a colmar sus más profundas ex-
Dios, Padre nuestro, en un tiempo enviaste la columna de fuego p a r a iluminar el camino de tu pueblo, q u e
salía de la esclavitud del faraón. Hoy, aquí, para nosotros, hay m u c h o más que una nube luminosa.
Para nosotros está tu Hijo, Jesús, revelación de tu sabiduría, manifestación de tu vida divina. Para nosotros,
en cada línea del Evangelio, está su Palabra, que nos llama a conversión; en los sacramentos, su presencia eficaz; en el ministerio pastoral de la Iglesia, su sabia enseñanza. Todo esto es luz que nos arranca de la oscuridad
22a semana
234
do iiik-siras certezas, que nos permite ir más allá del
li acaso de nuestra experiencia.
«liemos estado toda la noche faenando sin pescar
nada» es la evidencia de nuestra naturaleza mortal, de
la que tú nos liberas: «Hazte a la mar... no te encierres
en lu pequeño mundo, ve más allá de tu breve experiencia, que aunque fuera la de toda la humanidad no
serviría para nada. Existe otra evidencia más clara, la
única que necesitas, la de mi Palabra».
CONTEMPLATIO
A ti sólo amo, a ti sólo sigo, a ti sólo busco, y estoy
dispuesto a estar sometido sólo a ti, puesto que sólo tu
ejerces con justicia el dominio, y yo deseo ser según lo
que tú dispones. Manda y ordena lo que quieras, te lo
ruego, pero cura y abre mis oídos, a fin de que yo pueda oír tu voz. Cura y abre mis ojos, a fin de que yo pueda ver tus señas. Aleja de mí los impulsos irracionales,
a fin de que pueda reconocerte. Dime hacia qué parte
debo mirar, a fin de que te vea, y espero poder cumplir
todo lo que me mandes [...].
Sólo pido a tu altísima clemencia que yo me vuelva
por completo hacia ti, que no me surjan obstáculos
mientras tiendo hacia ti y que se me conceda que yo,
mientras todavía llevo y arrastro este cuerpo mío, sea
sobrio y fuerte, justo y prudente, perfecto amador y
digno de aprender tu sabiduría y de estar y habitar en tu
bienaventurado Reino. Amén. Amén (Agustín de Hipona, Soliloquios).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Puesto que tú lo dices, echaré las redes» (Le 5,5).
Jueves
235
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
En primer lugar, el hombre se vuelve verdaderamente él mismo sólo porque es el interlocutor a quien Dios se dirige: como
ha sido creado para esto, se adquiere, al convertirse en aquel
que responde a Dios, plena y cabalmente en sí mismo. Él es el
lenguaje del que Dios se sirve para dirigirle la palabra: ¿cómo
podría jamás comprenderse a sí mismo de manera eminente?
Saliendo a la luz de Dios, entra en su propia luz, sin comprender (espiritualmente) su propia naturaleza o - p o r soberbia- su
propia condición de criatura. Sólo la Redención puede salvar al
hombre. El signo de Dios que se anula a sí mismo, haciéndose
hombre y muriendo en medio del abandono más completo, explica la razón de que Dios haya aceptado bajar a este mundo,
renunciando a sí mismo: respondía a su esencia y naturaleza
absoluta manifestarse, en su infinita e incondicionada libertad,
como el amor inconmensurable, que no es el bien absoluto puesto más allá del ser, sino que representa las dimensiones mismas
del ser. Precisamente por eso el eterno prius de la Palabra divina de amor se esconde en una impotencia que concede el prius
a la criatura amada [...].
La Palabra de Dios engendra la respuesta del hombre, convirtiéndose ella misma en correspondencia de amor que deja la
iniciativa al mundo. Círculo vicioso, sin solución, por Dios y sólo
por él pensado y realizado, que permanece eternamente por encima del mundo y precisamente por eso vive en el corazón del
mundo. En el corazón está el centro: por eso adoramos el corazón de Jesús; su cabeza la adoramos sólo cuando está cubierta
de llagas y de sangre, a saber: como revelación de su corazón
(H. U. von Balthasar, Solo l'amore é credibile, Roma 1 9 8 2 [edición española: Sólo el amor es digno de fe, Sigúeme, Salamanca 1990]).
Viernes
22 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Colosenses 1,15-20
15
Cristo es la imagen del Dios invisible,
el primogénito de toda criatura.
16
En él fueron creadas todas las cosas,
las del cielo y las de la tierra,
las visibles y las invisibles:
tronos, dominaciones,
principados, potestades,
todo lo ha creado Dios por él y para él.
17
Cristo existe antes que todas las cosas,
y todas tienen en él su consistencia.
18
Él es también la cabeza del cuerpo
que es la Iglesia.
El es el principio de todo,
el primogénito de los que
triunfan sobre la muerte,
y por eso tiene la primacía
sobre todas las cosas.
19
Dios, en efecto, tuvo a bien
hacer habitar en él la plenitud
20
y, por medio de él,
reconciliar consigo todas las cosas,
tanto las del cielo como las de la tierra,
22" semana
238
Viernes
i rayendo la paz por medio de su sangre
derramada en la cruz.
**• Con este himno cristológico se dirige Pablo a los
c( »l( >senses para recordarles las verdades de fe a las que se
había adherido en un tiempo, y lo hace recurriendo a su
misma liturgia, de donde procede este himno. El apóstol
pretende demostrar que la «gnosis cristiana» es una sabiduría que se fundamenta en el acontecimiento de la
cruz (v. 20), o sea, en una intervención libre y gratuita de
Dios («Dios, en efecto, tuvo a bien...»: v. 19) en la historia.
El himno se divide en dos partes; en la primera (w.
15-18a), se celebra a Cristo según el modelo de la Sabiduría-arquitecta de Prov 8,22-31, como mediadora de la
creación: «El Señor me creó al principio de sus tareas,
antes de sus obras más antiguas. Fui formada en un pasado lejano, antes de los orígenes de la tierra...». El Logos, en virtud de su precedencia sobre todo lo creado,
contiene de modo particular la imagen del Creador: es
el rostro en el que se refleja la sabiduría creadora del
Omnipotente. La cosmología antigua describía el mundo como un cuerpo, armoniosamente compaginado y
en condiciones de subsistir (permanencia en el ser, no
sólo origen de las cosas, que aquí aparece como algo debido a Cristo: cf v. 17); según la relectura cristiana, este
cuerpo es la Iglesia, en la que Cristo realiza su señorío
sobre el cosmos, colmándola de toda la plenitud divina.
Nos encontramos así en la segunda parte del himno
paulino, donde se celebra al Señor como mediador único de la redención, descrita con los términos «reconciliación», «traer la paz», vocabulario que remite a la idea
de una separación precedente, la debida al pecado. La
paz entre el cielo y la tierra no se resuelve, como en los
mitos antiguos, en el ámbito celestial, sino a través del
acontecimiento histórico de Jesús de Nazaret. Si, hasta
este momento, los conceptos expresados se concilian
239
tanto con una visión pagana como veterotestamentaria
del universo, aquí es donde se sitúa el punto de ruptura
con la aparición de términos que se refieren a la muerte en la cruz y a la resurrección.
Evangelio: Lucas 5,33-39
En aquel tiempo, los maestros de la Ley y los fariseos 33 le
preguntaron a Jesús:
-Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen
oraciones, e igualmente los de los fariseos; en cambio, tus
discípulos comen y beben.
34
Jesús les contestó:
-¿Podéis hacer ayunar a los amigos del novio mientras el
novio está con ellos? 35 Llegará un día en que el novio les será
arrebatado; entonces ayunarán.
36
Les puso también este ejemplo:
-Nadie corta un trozo de tela de un traje nuevo y lo pone
en un vestido viejo, porque estropeará el nuevo y al viejo no le
caerá bien la pieza del nuevo. 37 Y nadie echa vino nuevo en
odres viejos, porque el vino nuevo reventará los odres, se
derramará el vino y los odres se perderán. 3S El vino nuevo se
echa en odres nuevos. " Y nadie habituado a beber vino añejo
quiere el nuevo, porque dice: «El añejo es mejor».
**• El contexto del fragmento tomado del evangelio de
Lucas nos lo proporciona la discusión a propósito del
ayuno. Los puntos de vista implicados son tres: el de los
discípulos de Juan, que se caracterizan -incluso en la
época apostólica- precisamente por una severa ascesis
en nombre de la matánoia (penitencia-conversión) que
debe preceder a la venida del Mesías; el de los maestros
de la Ley y los fariseos, que interpretan el ayuno y las
frecuentes oraciones como signo de reconocimiento del
carácter profético; el de los discípulos de Jesús, que se
explica a través del uso de un dicho (sobre los invitados
a las bodas) y de una parábola.
22° semana
2-10
I ,a pregunta que subyace a la crítica realizada por los
mlversarios de Jesús podemos expresarla de este modo:
si lú eres de verdad un profeta, ¿por qué no haces penitencia y oraciones como los profetas de nuestros padres, en espera del Mesías? Respuesta de Jesús: porque
yo no soy sólo un profeta, sino el Mesías que vosotros
esperáis. Es a otros a quienes les corresponde la tarea
de ayunar y hacer penitencia; a los discípulos de Jesús
les corresponde la de gozar, porque la espera ha llegado
por fin a su término: el esposo está con ellos. Los días
en los que el esposo les sea arrebatado serán los de la
espera de su segunda venida, un tiempo de prueba para
la Iglesia comprometida en dar testimonio de Cristo.
La parábola tiene la finalidad de indicar cuáles son
las condiciones que se requieren para el reconocimiento
de Jesús como el Mesías: los dos momentos se caracterizan por la antítesis nuevo/viejo. Del mismo modo que
el remiendo de tejido nuevo corre el riesgo de desgarrar
el tejido viejo ya gastado (pensemos en los tejidos duros
y bastos de la antigüedad), tampoco el vino joven estará seguro en odres viejos y poco dúctiles. El riesgo que
se corre en ambos casos es el de una pérdida total (de
tipo económico): tanto el vestido como el vino y los
odres dejan de servir y hay que tirarlos. Aquí reside el
rasgo decisivo de la Palabra: el que no recibe a Jesús
como el Señor que viene no tendrá sitio en el Reino de
Dios, no servirá para nada y será «echado fuera».
Viernes
241
a Dios en algo novedoso: «Mirad, voy a hacer algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis?» (Is 43,19).
Ninguna gnosis está en condiciones de anunciar el
escandaloso mensaje de u n Dios crucificado ni de acoger la absurda pretensión de que los muertos resuciten,
a no ser la del Evangelio. ¿Cuál debe ser la actitud del
hombre frente a la novedad detonante de u n kerygma
que viene a hacer saltar todas las previsiones?
El profeta del Antiguo Testamento (cf. Is 5,lss) se
compara a menudo con la maravillosa figura del «amigo del esposo», presente en las culturas tradicionales y
cuya tarea consiste en hacer todo lo necesario para que
las nupcias lleguen a buen fin; se ocupa asimismo de
las negociaciones del «contrato matrimonial» hasta el
momento de la celebración de la boda {cf. la figura del
siervo de Abrahán en Gn 24), en el que la satisfacción
por el éxito del matrimonio explota en la alegría de la
fiesta.
Ésa es la alegría de los «amigos del novio» (personajes con los que el cuarto evangelio compara a la figura
del Bautista: Jn 3,29) que nosotros, la Iglesia, estamos
llamados a compartir. En la boda de Dios con la humanidad, en la que se restablece la paz entre el cielo y la
tierra, nosotros somos los testigos, porque tenemos capacidad de expresar el amor de Dios.
ORATIO
MEDITATIO
La invitación dirigida por Jesús a sus oyentes es la
de renovar su propia mente, a fin de prepararse para
acoger la novedad que viene de Dios, sin obstinarse en
permanecer en los esquemas preestablecidos, aunque
sean los ofrecidos por la misma religión. También los
profetas habían previsto esta dificultad para reconocer
Gracias, Señor, por habernos invitado a tu boda. Nosotros, tu Iglesia, somos los que conocemos el «precio»
de esta fiesta, los que conocemos la historia de tu amor
a la humanidad desde el principio. Tú eres el esposo y
nosotros tus amigos. Mas, para el hombre que sufre en
la lejanía de Dios, tú eres el esposo que cada día ofrece el vino nuevo de la alegría.
22" semana
242
¿Cuál es, pues, la tarea que confías a tus amigos en
este tiempo en el que experimentamos la espera de tu retorno entre nosotros? Sin duda, la de ir en busca de la esposa, la de hablarle de tu belleza, cantándole tus palabras
de amor, para gozar por fin contigo en el día en que la
amada te haya reconocido como el único capaz de darle
la vida, de abrirle el camino hacia Dios.
De este modo nos llamas a vivir ya desde ahora en la
novedad de tu Reino, reino de reconciliación y de paz,
para ser «odres» capaces de contener y comunicar tu
a m o r infinito a cada hombre.
CONTEMPLATIO
«La tierra está llena de tus criaturas»: de todos los árboles y matas, de todas las bestias y de todo el género humano... Pero debemos señalar mucho más a las criaturas
de las que dice el apóstol: «Si alguien está en Cristo es una
criatura nueva; lo viejo ha pasado, he aquí que lo hago
todo nuevo» (2 Cor 5,17)... Vino el que renovó sus obras;
vino el que fundió su plata para acuñar su moneda, y
nosotros vemos la tierra llena de cristianos que creen en
Dios, que abandonan su impureza y su idolatría, que
rechazan las esperanzas pasadas por la esperanza de u n
mundo nuevo [...]. Aunque todavía somos peregrinos,
observamos todo este mundo y vemos que de todas partes corren los hombres a la fe, temen el infierno, desprecian la muerte, aman la vida eterna y desdeñan la presente. Y ante este espectáculo, entusiasmados por la
alegría, exclamamos: «La tierra está llena de tus criaturas»
(Agustín de Hipona, Comentarios sobre los salmos).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«El vino nuevo se echa en odres nuevos» (Le 5,38).
Viernes
243
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La imagen de Jesús es ésta: «Os daré una nueva visión del
mundo que vosotros gustaréis como un vino nuevo, pero esta
novedad quedará completamente frustrada si no tenéis odres
nuevos. Si no existen estructuras nuevas que reflejen la nueva
actitud mental, entonces también se habrá perdido la actitud
mental. Ambos deben ser renovados: el continente y el contenido;
de otro modo, ambos se perderán».
Nosotros, tradicionalmente, hemos intentado predicar un
Evangelio hecho en gran parte de palabras, de modos de pensar y de experiencias de salvación interiores. La gente dice que
está salvada, que está «regenerada»; ahora bien, ¿cómo hacemos para saber si alguien está salvado? ¿Aman a los pobres?
¿Se han liberado de su yo? ¿Se muestran pacientes ante las persecuciones? Estos podrían ser los verdaderos indicadores [...].
Todos somos un poco iguales. Es más fácil hablar del vino sin
nombrar los odres; hablar de la salvación de una manera teórica, sin instaurar un nuevo orden en el mundo. Honestamente, las
naciones europeas que se definen como cristianas fundamentan
su sociedad -tal como hacemos todos nosotros- enteramente
sobre estructuras de dominio y de control: racismo, sexismo, clase
social, poder y dinero. Se fundamentan en todas esas cosas en
las que Jesús nos dijo que no fundamentáramos nuestra vida.
Hay un poco de vino nuevo en algunos odres muy viejos (R. Rohr,
// piano di Gesú per un mondo nuovo, Brescia 1 999).
Sábado
2 2 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Colosenses 1,21-23
Hermanos: 21 También vosotros estabais en otro tiempo lejos de Dios y erais sus declarados enemigos por vuestras malas acciones. " Ahora, en cambio, por la muerte que Cristo ha
sufrido en su cuerpo mortal, os ha reconciliado con Dios y ha
hecho de vosotros su pueblo, un pueblo sin mancha ni reproche en su presencia. 23 Pero es necesario que permanezcáis firmes y arraigados en la fe y que no traicionéis la esperanza
contenida en el Evangelio que habéis recibido, que ha sido
proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que yo, Pablo,
me he convertido en servidor.
*» Pablo precisa ulteriormente los conceptos clave
expresados en el h i m n o precedente (que leíamos ayer),
aplicándolos a la situación de los colosenses, convertidos del paganismo. Éstos fueron en otro tiempo extranjeros y enemigos, o sea, gente que estaba lejos de Dios
en su visión de la vida y en sus obras. Si el pasado («otro
tiempo») corresponde a la lejanía, el presente («ahora»)
coincide con la reconciliación, con el abrazo de Dios. El
medio de esa transformación es «la muerte que Cristo ha
246
22a semana
sufrido en su cuerpo mortal»; este subrayado remite al
molivo de fondo de esta exhortación: ser santos e inmaculados, o sea, ofrecer sacrificios en nuestro propio
«cuerpo mortal», con obras buenas que deben sustituir
a las malas de otro tiempo. De este modo, el cristiano
hace actual en el hoy de su propia fe el sacrificio salvíl'ico del Señor, orientando toda su propia existencia en
dirección a «la esperanza contenida en el Evangelio», es
decir, a la victoria definitiva sobre el mal por medio de
la resurrección.
Evangelio: Lucas 6,1-5
1
Un sábado, atravesaba Jesús por unos sembrados. Sus
discípulos cortaban espigas y las comían, desgranándolas con
las manos. 2 Y unos fariseos dijeron:
-¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?
3
Jesús les respondió:
-¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvieron hambre él y sus compañeros? 4 Entró en el templo de Dios, tomó
los panes de la ofrenda, comió y dio a los que le acompañaban, siendo así que sólo a los sacerdotes les estaba permitido
comerlos.
5
Y añadió:
-El Hijo del hombre es señor del sábado.
**• La extensa lista de las prohibiciones relativas al
reposo sabático incluía -y sigue incluyendo todavía h o y hasta la preparación de la comida, además del «trabajo
de recogida» con el que se manchan los discípulos de
Jesús. A la pregunta de los maestros de la Ley y de los
fariseos, que se atienen de manera escrupulosa al precepto de la Tora, Jesús responde remitiéndose al episodio narrado en 1 Sm 2 1 a propósito del rey David y de
sus compañeros. Sin embargo, con las palabras «el Hijo
del hombre es señor del sábado» (v. 5) no pretende com-
Sábado
247
pararse Jesús tanto con el rey de Israel, heredero de las
promesas, como con Dios mismo.
La ley correspondiente al sábado fue promulgada claramente, en efecto, por YHWH y entregada a su pueblo en
tablas de piedra en el Sinaí. Por otra parte, en el relato del
Génesis, se presenta a Dios como el que «reposó el séptimo día», día consagrado por Él y bendecido (Gn 2,2ss).
Puede decirse que el Dios de Israel es el «Dios del sábado» y que el shabbath es el día de Dios. De este modo,
Jesús se pone en el sitio de Dios, aunque la suya no es u n a
usurpación ilícita: se pone en el sitio del Creador para
completar su obra allí donde el hombre la había interrumpido alejándose con el pecado. El Hijo ha venido, en
efecto, a consolar, a sanar, a reconciliar. Ahora bien, lo
que pertenece a Jesús se extiende también a los suyos:
así sucede con la libertad respecto al precepto sabático
y a toda ley cuando se opone al bien de la vida humana.
MEDITATIO
Jesús también es señor del sábado, puesto que está
en condiciones de reconciliar al hombre con Dios. En
cuanto hombre, se pone a sí mismo por completo al servicio del proyecto divino, a fin de restituir la tierra a la
shalóm originaria; ofrecer su propia vida en manos de
los pecadores es la única vía capaz de vencer el pecado
del mundo. De este modo, inaugura u n camino que
cada uno de los que llevan su nombre está llamado a
recorrer, a través de la muerte «sufrida en su cuerpo
mortal» y renunciando a toda obra mala.
Permanecer «firmes y arraigados en la fe» significa,
por consiguiente, poner los pies en las huellas de Cristo, abrazando la cruz que nos sale al encuentro en el
tiempo presente. Ser como Jesús, para ser reconciliados
con nosotros mismos, con los otros, con Dios, y para
experimentar la libertad de los hijos de Dios, que se
22a semana
248
manifiesta en dejar de ser esclavos de los imperativos
de nuestro egoísmo. Vivir la «vida en el Espíritu», en la
misericordia, bondad, mansedumbre y paciencia (Col
3,12ss), cosas contra las que no hay ley (cf. Gal 5,22),
para vivir ya desde ahora en el eterno shabbath al que
están destinados los hijos del Reino.
ORATIO
Padre Santo, te pedimos hoy el don del Espíritu, a fin
de que, como fuego, nos plasme a imagen de tu Hijo,
Jesús. En su vida ofrecida por nosotros reconocemos el
único modelo que nos libera de todo lo que mortifica
al hombre, sea cual sea su n o m b r e : avaricia, deseos
egoístas, miedo, juicio, orgullo falsa religiosidad...
Gracias al don de Jesús se ha abierto de una vez por
todas el camino para entrar en tu Reposo, en el shabbath
sin fin. Haz, oh Señor, que no lo cerremos de nuevo recayendo en las obras malas de otro tiempo, sino que
en toda obra buena nos hagamos imitadores de tu santidad, que se ha vuelto disponible para nosotros en la
persona de un hombre muerto en la cruz.
CONTEMPLATIO
...Y es que sois piedras del templo del Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, levantadas a
las alturas por la palanca de Jesucristo, que es la cruz,
haciendo veces de cuerda el Espíritu Santo. Vuestra fe
es vuestra cabria, y la caridad el camino que os conduce hasta Dios.
Así pues, todos sois también compañeros de camino,
portadores de Dios y portadores de u n templo, portadores de Cristo, portadores de santidad, adornados de
lodo en todo en los mandamientos de Jesucristo [...].
Sábado
249
«Rogad también, sin intermisión» (1 Tes 5,17), por los
otros hombres, pues cabe en ellos esperanza de conversión, a fin de que alcancen a Dios. Consentidles, pues,
que, al menos por vuestras obras, reciban instrucción
de vosotros. A sus arrebatos de ira, responded vosotros
con vuestra mansedumbre; a sus altanerías de lengua,
con vuestra humildad. Oponed a sus blasfemias vuestras oraciones; a su extravío, vuestra firmeza en la fe; a
su fiereza, vuestra dulzura, y no tengáis empeño alguno
en emularlos por vuestra parte. Mostrémonos hermanos suyos por nuestra amabilidad; mas imitar, sólo hemos de esforzarnos en imitar al Señor, porfiando sobre
quién pueda sufrir mayores agravios, quién sea el más
defraudado, quién más despreciado, a fin de que no se
vea entre vosotros planta alguna del diablo, sino que en
toda castidad y templanza permanezcáis en Jesucristo
corporal y espiritualmente (Ignacio de Antioquía, «Carta
a los Efesios», IX-X, en Padres apostólicos, Biblioteca de
Autores Cristianos, Madrid 2 1967, pp. 452-453).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Cristo nos ha liberado para que permanezcamos
(cf. Col 1,13).
libres»
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Cuando no tenemos experiencia de lo Sagrado Verdadero,
caemos siempre en la adoración de lo sagrado falso. Lo sagrado falso se convertirá siempre en un pretexto e incluso en una
santa justificación para el prejuicio, la marginación de los otros,
la creación de chivos expiatorios y la violencia [...]. Sin embargo, una vez que honramos a lo Sagrado Verdadero, somos
libres e incluso estamos «obligados» a reconocer su reflejo en
cada una de sus criaturas y en todo el mundo creado [...]. Sin lo
2.SO
22a semana
Sagrado Verdadero estamos todos a merced de la misericordia
recíproca y sometidos a los caprichosos juicios recíprocos. En
presencia de lo Sagrado Verdadero estamos confiados a la misericordia de Aquel-que-es-misericordia. No hemos de maravillarnos de que Jesús haya dispensado toda su vida en proclamar
una liberación tan abismal. La humanidad esperaba tal liberación con esperanza mesiánica. Este es el único modo de salir de
nuestro engañoso castillo de espejos, de nuestra guerra de todo
contra todo, y se llama justamente salvación (R. Rohr, ll piano di
Gesú per un mondo nuovo, Brescia 1999).
Lunes
23 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Colosenses 1,24-2,3
Hermanos: 24 Ahora me alegro de padecer por vosotros,
pues así voy completando en mi existencia mortal, y en favor
del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, lo que aún falta al total
de las tribulaciones cristianas. " De esa Iglesia me he convertido yo en servidor, conforme al encargo que Dios me ha
confiado de anunciaros cumplidamente su Palabra, 26 es decir,
el plan secreto que Dios ha tenido escondido durante siglos y
generaciones y que ahora ha revelado a los que creen en él.
27
Precisamente a éstos ha querido Dios dar a conocer la incalculable gloria que encierra este plan divino para los paganos; hablo de Cristo, que está entre vosotros y es la esperanza
de la gloria.
28
A este Cristo anunciamos nosotros, amonestando e instruyendo a todos con el mayor empeño, a ver si conseguimos
que todos alcancen plena madurez en su vida cristiana. 29 Por
esto me fatigo y lucho, sostenido por la fuerza de Aquel que
actúa poderosamente en mí.
21
Porque quiero que sepáis qué lucha tan grande sostengo
por vosotros, por los de Laodicea y por tantos otros que no me
conocen personalmente. 2 Lo hago para que se mantengan
animosos y para que, unidos fuertemente en el amor, lleguen
a conseguir toda la riqueza que se encierra en la plena inteli-
252
23" semana
gencia de las cosas y puedan conocer a fondo el plan secreto
de Dios, que es Cristo, 3 en quien se encierran todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.
*• La dirigida a los colosenses es una carta con la que
Pablo quiere refutar algunas doctrinas que circulaban
en aquella comunidad que él no había fundado. Nuevos
maestros insinuaban que la obra redentora de Cristo
era incompleta y que eran necesarias otras prácticas
religiosas para completar la salvación procedente de la
muerte y resurrección de Cristo. Estos maestros superponían añadidos ascéticos y supersticiosos al mensaje
de Pablo.
Este último, en cambio, sostiene firmemente que
añadir cualquier cosa al Evangelio equivale a disminuir
su poder gratuito. No hace falta nada más. Sólo como
miembros del cuerpo de Cristo podemos completar «lo
que aún falta al total de las tribulaciones cristianas» (1,24).
Y esto tiene lugar, sobre todo, con las fatigas y aflicciones soportadas por quien anuncia el Evangelio. Pablo se
pone como ejemplo de este servicio al mismo, se gloría
de su vocación y de su fidelidad, mientras que, al mismo tiempo, pone el acento en los sufrimientos ligados al
servicio del Evangelio.
Pablo, al describir su propio ministerio, emplea categorías importantes para los colosenses y para los falsos
maestros. Estos últimos exaltan la «sabiduría», la «perfección», y por eso Pablo habla de «conocer a fondo el
plan secreto de Dios, que es Cristo, en quien se encierran
todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia» (2,2ss); e
identifica la meta de su misión apostólica con el hecho
de conseguir «que todos alcancen plena madurez en su
vida cristiana» (1,28), confiando en el poder de Dios.
Estamos muy lejos de las especulaciones y fantasías difundidas: todo está reconducido a lo concreto de Cristo,
revelación del misterio (plan secreto) mismo de Dios.
253
Lunes
Evangelio: Lucas 6,6-11
6
Otro sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.
Había allí un hombre que tenía atrofiada su mano derecha.
7
Los maestros de la Ley y los fariseos lo espiaban para ver si
curaba en sábado y tener así un motivo para acusarlo. s Jesús, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre de la
mano atrofiada:
-Levántate y ponte ahí en medio.
El hombre se puso de pie. 9 Jesús les dijo:
-Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
10
Y, mirándolos a todos, dijo al hombre:
-Extiende tu mano.
Él lo hizo, y su mano quedó restablecida. " Pero ellos, llenos
de rabia, discutían qué podrían hacer contra Jesús.
**• El sábado era, y sigue siendo, una institución que
forma parte de la identidad de Israel. Es comprensible
la sacralización del sábado, su carácter intangible y el
proceso que lo ha convertido en algo absoluto. Jesús
respeta el sábado, pero respeta todavía más al hombre y
su dignidad, al hombre y su sufrimiento.
Esta vez, su intervención tiene el sabor de una provocación, porque sabía que todos los ojos estaban puestos
en él, dado que «los maestros de la Ley y los fariseos lo
espiaban para ver si curaba en sábado y tener así un motivo para acusarlo» (v. 7). Por eso, ésta era una buena
ocasión para afirmar un principio fundamental de su
acción mesiánica y de sus criterios de evaluación: ¿es
más importante observar el sábado o intervenir en favor
del hombre necesitado? Hemos de señalar que, en la
tradición judía, había ya una interpretación que decía:
«La salvación de una persona elimina la observancia del
sábado».
Jesús, con el gesto de la curación (v. 10), obtiene un
doble efecto: por una parte, la irritación y la peligrosa
23° semana
254
aversión ulterior de los maestros de la Ley y de los fariseos y, por otra, la afirmación de un criterio claro de
acción para sus discípulos. El servicio al prójimo que se
encuentra en grave necesidad debe constituir u n a prioridad también para los discípulos.
MEDITATIO
La primera lectura presenta una fuerte referencia a la
insustituible presencia del misterio de Cristo en la vida
del cristiano, y de manera especial en la vida del apóstol.
Es una invitación a que me pregunte qué puesto ocupa
realmente Cristo en mi modo de pensar y en mis decisiones. ¿Constituye siempre mi Maestro el primer y
último criterio de juicio y de elección? La pregunta no
es ociosa si pensamos en la abundancia de maestros que
se presentan como más actuales y hasta más «evolucionados».
Quizás por primera vez desde hace muchos siglos, la
figura de Cristo ha dejado de ser intangible e indiscutible incluso entre los cristianos. Hay quienes quieren
«ponerlo al día», quienes lo quieren «completar», quienes quieren «actualizarlo», quienes quieren «relativizarlo». Si bien reconozco que son dignos de alabanza los
esfuerzos encaminados a hacerlo «contemporáneo», no
puedo ciertamente ingresar en las filas de quienes quieren «completarlo». Puedo explicitar su mensaje, pero
sin añadir nada, como si él se hubiera olvidado de algún
detalle o, lo que es peor, como si el mensaje tuviera necesidad de retoques para hacerlo aceptable.
Mi pasión ha de ser darlo a conocer tal como es. Mi
sufrimiento ha de ser comprometerme a que no sea desfigurado y mal entendido. De este modo participaré,
completándola, en su pasión, consecuencia de su fidelidad a la identidad única de Hijo unigénito del Padre.
Lunes
255
ORATIO
Mantenme alejado, oh Señor, de la tentación de ponerte al día. Sé que debo ponerme al día, pero a partir
de ti y en ti. Siguiendo tu modelo debo poner al día mis
sentimientos y mis pensamientos. Siguiendo tu modelo
debo poner al día cotidianamente mi mente y mi corazón.
Y cuando estoy bien fijo en ti, entonces puedo ponerme
al día con los demás, a los que debo tomar en serio, pero
a los que no puedo alejar de ti.
Esto es lo que te pido con ansiedad, porque conozco
lo difícil que resulta «serte fiel» y «ser fiel al mundo»
al que me has enviado. Eres tú quien m e pide que conozca tu creación, el corazón de tus hijos, las leyes
que rigen nuestra sociedad. Ahora bien, todo eso con
el fin de hacerte presente mejor, no para sustituir tu
presencia.
Concédeme la verdadera ciencia, que es conocimiento del misterio y de los caminos para hacerlo entrar en el h o m b r e y en la mujer, en la intrincada red de
comunicaciones, mensajes e input de mi m u n d o y del
tuyo. Concédeme tu fuerza para resistir a la tentación
de «ayudarte» con algunas «novedades» para ser más
actual.
CONTEMPLATIO
El Hijo de Dios asumió la naturaleza h u m a n a y en
ella soportó todo lo que es humano. Es ésta una medicina tan eficaz para los hombres que no es posible pensar otra que lo sea más. En efecto, ¿qué soberbia puede
curar, si no cura con la humildad del Hijo de Dios? ¿Qué
avaricia puede curar, si no cura con la pobreza del Hijo
de Dios? ¿Qué iracundia puede curar, si no cura con la
paciencia del Hijo de Dios? ¿Qué impiedad puede curar,
si no cura con la caridad del Hijo de Dios? Y, por último,
23a semana
256
¿qué timidez puede curar, si no cura con la resurrección
de Cristo Señor?
¿Quién no se liberará de toda perversión contemplando, amando e imitando las palabras y las obras de aquel
hombre en el que se presentó a nosotros el Hijo de Dios
como modelo de vida? (Agustín de Hipona, La lucha
cristiana, XI, 12).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«De Dios vienen mi salvación y mi gloria» (del salmo
responsorial).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Pocos sacerdotes o personas entregadas a los servicios ministeriales piensan de una manera teológica. Muchos de ellos
han sido educados en un clima en el que las ciencias del comportamiento, como la psicología y la sociología, dominaban de
tal modo el medio educacionafque han aprendido poca teología.
La mayor parte de los líderes cristianos actuales se plantean problemas psicológicos o sociológicos, aunque los formulen en los
términos de las Sagradas Escrituras.
El verdadero pensamiento teológico, que es pensar con la
mente de Cristo, es difícil de encontrar en la práctica del hombre entregado al servicio ministerial. Sin una sólida reflexión
teológica, los líderes del futuro serán un poco más que seudopsicólogos, seudosociólogos o seudotrabajadores sociales.
Pensarán que se han convertido en personas con ciertas capacidades, animadores, modelos de determinados roles, imágenes de padres o madres, hermanos o hermanas mayores, o
algo parecido, y de esa forma se sentirán unidos a los incontables hombres y mujeres que se ganan la vida intentando ayudar
al prójimo a desenvolverse en medio de las presiones y tensiones de su vida diaria.
Lunes
257
Pero esto tiene poco que ver con el liderazgo cristiano, porque el líder cristiano piensa, habla y actúa en nombre de Jesús,
que vino al mundo para librar a la humanidad del poder de la
muerte y abrirle el camino de la vida eterna. Para ser un líder
así, es esencial ser capaz de discernir en cada momento cómo
actúa Dios en la historia humana y cómo los acontecimientos
personales, los vividos en la pequeña comunidad, lo mismo que
los que tienen lugar a nivel nacional e internacional, y que suceden a lo largo de nuestras vidas, nos pueden hacer más y más
conscientes de los caminos a los que somos llevados, por la cruz
y a través de la cruz, a la resurrección [...].
Es decir, tienen que decir «no» al mundo secular y proclamar
en términos clarísimos que la encarnación de la Palabra de Dios,
por medio de la cual todo ha sido hecho, ha convertido el más
mínimo acontecimiento histórico en un «kairos», es decir, en una
oportunidad de ser guiados a profundizar en el corazón de Cristo (H. J. M. Nouwen, En el nombre de Jesús. Un nuevo modelo
de responsable de la comunidad cristiana, PPC, Madrid 1994,
pp. 69-71 passim).
Martes
23 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Colosenses 2,6-15
Hermanos: 6 Así pues, ya que habéis acogido a Cristo Jesús,
el Señor, vivid como cristianos. 7 Enraizados y cimentados en
él, manteneos firmes en la fe, como se os ha enseñado, y vivid
en permanente acción de gracias.
8
Estad alerta, no sea que alguien os seduzca por medio de
filosofías o de estériles especulaciones fundadas en tradiciones
humanas o en potencias cósmicas, pero no en Cristo. 9 Porque
es en Cristo hecho hombre en quien habita la plenitud de la
divinidad, 10 y en él, que es cabeza de todo principado y potestad, habéis alcanzado vosotros la plenitud. " Por vuestra
unión con él estáis también circuncidados, no físicamente ni
por mano de hombre, sino con la circuncisión de Cristo, que
os libera de vuestra condición pecadora. I2 Habéis sido sepultados con Cristo en el bautismo y con él habéis resucitado
también, pues habéis creído en el poder de Dios, que lo ha resucitado de entre los muertos. " Vosotros estabais muertos a
causa de vuestros delitos y de vuestra condición pecadora,
pero Dios os ha hecho revivir junto con Cristo, perdonándoos
todos vuestros pecados. M Ha destruido el pliego de acusaciones que contenía cargos contra nosotros y lo ha quitado de en
medio clavándolo en la cruz. ^ Ha despojado a principados y
potestades, exponiéndolos a pública vergüenza, y ha triunfado
de ellos por medio de Cristo.
23a semana
260
*» Se habla en nuestro texto de «potencias cósmicas»
(v. 8) y de «principados y potestades» (v. 10) como entidades subyugadas por Cristo. Se trata de espíritus, de
fuerzas personales, de poderes angélicos que, según algunas creencias difundidas, desarrollaban alguna función de mediación entre Dios y el m u n d o y ejercían
cierto control en el orden cósmico. Pablo se opone a estas creencias, que hacen pasar por filosofía o se han
apropiado algunos filósofos. La oposición de Pablo es
en nombre de la suficiencia de Cristo para la salvación.
En Cristo resucitado se recopila todo el m u n d o divino y
todo el m u n d o creado, humanidad y cosmos. Cristo no
tiene necesidad de ser «completado», porque tiene ya el
control de todo.
Y no sólo esto: el cristiano, mediante el bautismo,
participa también en el triunfo de Cristo muerto y resucitado; triunfo sobre la muerte, triunfo sobre el influjo
de las fuerzas cósmicas y misteriosas, consideradas influyentes e importantes. Cristo suprime con su cruz la
ley antigua y obliga a estas potencias creadas a seguir,
sometidas, su cortejo triunfal. Se trata de una declaración solemne de que Cristo basta para la salvación, de
que tras él las fuerzas cósmicas, ya sean espirituales o
materiales, han sido subyugadas y ya no pueden perjudicar.
Martes
261
Judea y Jerusalén, y de la región costera de Tiro y Sidón, '8 que
habían venido para escucharlo y para que les curara de sus
enfermedades. Los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, 19 y toda la gente quería tocarle,
porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
**• Los adversarios de Jesús maquinan contra él, y él
prepara su respuesta, pensando y proveyendo a los continuadores de su obra apenas iniciada. Hemos de señalar,
en primer lugar, la oración antes de la elección. A continuación, la libertad y la discrecionalidad de la elección.
Está también el n o m b r e de «apóstoles», es decir, «enviados»: primero los escoge para enviarlos después. Los
llama a él para introducirlos en la masa: la vocación está
dirigida a la misión. Unos son elegidos para todos. La separación de unos está destinada a la apertura a las multitudes.
Por último, después de estos preparativos, empieza
Lucas aquí el «discurso de la llanura», el mismo que Mateo presenta como «discurso de la montaña». El gentío
acude para escucharle y, también, para que los cure de
sus enfermedades y los libere de «espíritus inmundos». La
humanidad que sufre es la que se muestra más interesada
en la acción del profeta de Nazaret. Jesús no es sólo un
maestro, sino alguien que cura, un médico. Médico de
todo el hombre, de su cuerpo atormentado y de su espíritu angustiado.
Evangelio: Lucas 6,12-19
12
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte para orar y
pasó la noche orando a Dios. B Al hacerse de día, reunió a sus
discípulos y eligió de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles: 14 Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano
Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo, Tomás y
Santiago, el hijo de Alfeo, Simón llamado Zelota,16 Judas el hijo
de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
" Bajando después con ellos, se detuvo en un llano donde
estaban muchos de sus discípulos y un gran gentío, de toda
MEDITATIO
Las afirmaciones de Pablo son fuertes: sólo debemos
poner nuestra confianza en Jesús, el Señor, que ha vencido y dominado a todas las fuerzas, más o menos reales, más o menos ocultas. Sin embargo, estas fuerzas
parecen emerger de nuevo en la mentalidad corriente,
bajo la forma de astrología, de búsqueda de magos, de
23a semana
262
remedios contra el mal de ojo y otras modalidades. Los
misioneros están preocupados, en algunas iglesias jóvenes, por el renacer de la brujería, que reconquista antiguas posiciones que parecían ya abandonadas. Hasta
en la conciencia de algunos creyentes existe la convicción de que en el m u n d o actúan fuerzas oscuras, misteriosas, sentidas a menudo como amenazadoras y peligrosas, que han de ser exorcizadas. Y se dirigen a
personas dotadas de una «fuerza» especial para combatirlas.
¿No será que estas fuerzas vuelven a emerger coincidiendo con el debilitamiento de la fe en el Señor Jesús? Pablo nos invita a no perdernos en disquisiciones
ilusorias y a vivir «enraizados y cimentados» en el Señor Jesús, permaneciendo «firmes en la fe». No hemos
de temer el sobresalto de fuerzas ocultas, signo de u n
m u n d o ya vencido, aunque no sometido aún del todo.
Empieza tú, hoy, a someterte tú mismo a Cristo, a considerarlo realmente tu Señor en todo momento, para
que puedas participar en su triunfo sobre las «potencias cósmicas» que todavía p u e d a n vagar, t u r b a r y hacer sufrir a algunos de tus hermanos y h e r m a n a s .
¿Acaso no h a n sido los santos los que h a n llevado la
paz, los que han combatido los miedos, los que h a n
mantenido alejado el mal, los que h a n afirmado el pacificador señorío del Señor Jesús sobre toda fuerza
amenazadora?
ORATIO
¿Qué hacer, oh Señor, ante el desconcierto de tantas
personas que corren detrás de tantas fábulas, que se entregan a nuevas religiones, que se toman en serio la new
age, que tienen miedo del mal de ojo y de los «maleficios»? A veces me parece que estoy inmerso en u n mundo cada vez menos luminoso, donde hay fuerzas del mal
Martes
263
que confunden las ideas, hacen sufrir, infunden temor y
juegan con la credulidad de la gente.
Concédeme el don del discernimiento para distinguir la realidad de las ilusiones, para sembrar paz a
través de u n diagnóstico correcto, para liberar del miedo. Pero, sobre todo, concédeme u n a renovada y reforzada confianza en el poder de tu cruz. Concédeme
experimentar este poder luminoso antes que n a d a en
mí, a fin de que yo sea luz. Para ello, haz morir en mí
todas las oscuridades, aunque tenga que costarme mucho. Porque sólo quien está enraizado en la cruz consigue iluminar.
Concédeme, Señor, la facultad de ayudar a quien
esté paralizado por estos miedos señalándole los caminos de la paz.
CONTEMPLATIO
¿Qué piensas de aquellos que recurren a encantamientos y amuletos? ¿No conoces las obras extraordinarias que ha producido la cruz? ¡Ha destruido la muerte,
ha derrotado al pecado, ha vaciado el infierno, ha debilitado el poder del demonio!
Por eso os suplico que os abstengáis de semejantes falsedades, confiándoos a estas palabras: «Yo renuncio a ti,
Satanás» como a un apoyo seguro. Y del mismo modo
que ninguno de vosotros se atrevería a bajar a la plaza
desnudo, tampoco debería hacerlo nunca sin haber pronunciado antes estas palabras en el momento en que está
a punto de atravesar el umbral de su casa: «Yo renuncio
a ti, Satanás, a tu vana ostentación y a tu culto, para adherirme únicamente a ti, oh Cristo». No debemos salir
nunca sin haber enunciado antes este propósito: que será
tu bastón, tu coraza, tu fortaleza inexpugnable. Y, junto
con estas palabras, imprime también el sello de la cruz en
tu frente (Juan Crisóstomo, Catequesis para neófitos 2,5).
23" semana
264
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«El Señor es bueno con todos» (del salmo responsorial).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La misión de los futuros líderes cristianos no es contribuir
humildemente a la solución de las penas y tribulaciones de su
tiempo, sino identificar y anunciar los caminos por los que Jesús
está guiando al pueblo de Dios, liberándolo de la esclavitud, a
través del desierto hacia la nueva tierra de la libertad. Los líderes cristianos tienen la difícil tarea de responder a los conflictos
personales y familiares, a las calamidades nacionales y a las
tensiones internacionales con una fe articulada en la presencia
real de Dios.
Tienen que decir «no» a toda forma de fatalismo, derrotismo,
accidentalismo e incidentalismo, que hacen creer a las personas
que las estadísticas nos dicen la verdad. Tienen que decir «no»
a toda forma de desesperación en las que la vida humana es
vista como una pura cuestión de buena o mala suerte. Tienen
que decir «no» a todos los intentos sentimentales de hacer que
las personas desarrollen un espíritu de resignación o de indiferencia estoica frente a lo ineludible del dolor, el sufrimiento y
la muerte [...]. Los líderes cristianos del futuro tienen que ser teólogos, personas que conozcan el corazón de Dios y que estén
preparadas, por medio de la oración, el estudio y un análisis
cuidadoso, para manifestar la tarea salvadora de Dios en medio de los acontecimientos aparentemente fortuitos de nuestro
tiempo.
La reflexión teológica consiste en meditar sobre las penosas y
gozosas realidades de cada día con la mente de Jesús y, de ese
modo, hacernos conscientes de que Dios nos guía con cariño. Es
una disciplina dura, puesto que la presencia ae Dios es una presencia escondida, que necesita ser descubierta. Los ruidos fuertes, tempestuosos, del mundo nos dejan sordos para escuchar la
voz suave, amable y amorosa de Dios. El líder cristiano está llamado a escuchar esa voz y a ser animado y consolado por ella
Martes
265
(H. J. M. Nouwen, En el nombre de Jesús. Un nuevo modelo de
responsable de la comunidad cristiana, PPC, M a d r i d 1 9 9 4 , pp.
70-73 passim).
Miércoles
23 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Colosenses 3,1-11
Hermanos: ' Así pues, ya que habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. 2 Pensad en las cosas de arriba, no en las de la
tierra. 3 Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios; 4 cuando aparezca Cristo, vuestra vida, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él.
5
Destruid, pues, lo que hay de terreno en vosotros: fornicación, impureza, liviandad, malos deseos y codicia, que es una
especie de idolatría. 6 Eso es lo que provoca la ira de Dios [sobre los rebeldes], 7 y lo que también vosotros practicasteis en
otro tiempo, cuando vivíais en tales pecados. 8 Pero ahora abandonad también todo eso. ¡Lejos de vosotros todo lo que signifique ira, indignación, malicia, injurias o palabras groseras! 9 No
os engañéis unos a otros; despojaos del hombre viejo y de sus
acciones 10 y revestios del hombre nuevo, que, en busca de un
conocimiento cada vez más profundo, se va renovando a imagen de su Creador. " Ya no existe distinción entre judíos y no judíos, circuncidados y no circuncidados, más y menos civilizados, esclavos y libres, sino que Cristo es todo en todos.
**• Pablo pasa a las consecuencias prácticas que tienen que ver con el estilo de vida cristiano. Es interesan-
268
23a semana
le señalar que no presenta u n código moral completamente nuevo. Toma el mejor de la cultura existente. La
lista de vicios y de virtudes no es muy diferente de la lisla de los estoicos, que presentaban u n elevado ideal de
vida. Con todo, hay una diferencia fundamental: la motivación cristológica. Los creyentes constituyen en Cristo una «realidad nueva» o una «nueva creación». El creyente participa en las vicisitudes de Cristo y, por
consiguiente, se ha revestido del hombre nuevo, que se
«se va renovando a imagen de su Creador» (v. 10). La limpieza existencial es, por tanto, manifestación de u n a
transformación interna. La novedad de vida es signo de
un «hombre nuevo» que se está formando.
Ahora bien, no es sólo la realidad personal la que ha
sido profundamente cambiada; también tiene que ser
transformada la realidad social, porque en Cristo no
existen las acostumbradas distinciones de sexo, de clase y de estirpe, «sino que Cristo es todo en todos» (v. 11).
La transformación personal, en el hombre nuevo, se
convierte en principio de transformación de las relaciones sociales, en superación de las barreras puestas por
el hombre viejo. Cristo aparece como la verdadera renovación de la persona y de la sociedad, como la verdadera novedad del mundo.
Evangelio: Lucas 6,20-26
En aquel tiempo, 2C Jesús, mirando a sus discípulos, se puso
a decir:
Dichosos los pobres,
porque vuestro es el Reino de Dios.
21
Dichosos los que ahora tenéis hambre,
porque Dios os saciará.
Dichosos los que ahora lloráis,
porque reiréis.
22
Dichosos seréis cuando los hombres os odien, y cuando
os excluyan, os injurien y maldigan vuestro nombre a causa
Miércoles
269
del Hijo del hombre. 23 Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que lo mismo
hacían sus antepasados con los profetas.
24
En cambio,
¡Ay de vosotros, los ricos,
porque ya habéis recibido
vuestro consuelo!
25
¡Ay de los que ahora estáis satisfechos,
porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís,
porque gemiréis y lloraréis!
26
¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros,
que lo mismo hacían sus antepasados con los falsos profetas!
*»• Lucas da u n a versión diferente de las bienaventuranzas. Las espiritualiza menos que Mateo. El Cristo de
Lucas expresa su preferencia por los cristianos pobres,
cuyo tipo está representado por Lázaro. Pero no sólo
esto: los ricos deben ser compadecidos, pues están engañados y cegados por las riquezas y, además de llevar con
frecuencia una vida moralmente discutible y carecer de
piedad, son prisioneros de sus preocupaciones, sin perspectivas sobre el objetivo esencial de su vida, sin prestar
atención a sus hermanos. El dinero es su ídolo, pero
todo se les va de las manos: «Necio, esta noche morirás».
Y aquí se produce la inversión de las posiciones. El rico
Epulón padece hambre y Lázaro lo tiene todo. La felicidad y la infelicidad han invertido sus posiciones.
Se trata de una invitación enérgica al desprendimiento de todo lo que pasa, para apostar por el Todo
que no pasa, por el Reino, por el Futuro de Dios, por la
eternidad. Todo el que goce de los bienes de la tierra y de
la abundancia debe preguntarse hasta qué punto no es
prisionero de esos bienes. Quien esté absorbido por los
bienes que pasan debe preguntarse qué será de él si no
piensa también en «acumular» los bienes que no pasan.
23a semana
270
MEDITATIO
Pablo habla de una triple transformación: la de Cristo, que ha pasado de la muerte a la vida; la del cristiano, que debe pasar de las cosas que perecen -las de la
tierra- a las que permanecen -las cosas de allá arriba-,
y la de las relaciones sociales, que deben estar marcadas
por la igualdad y el derrumbamiento de las barreras.
Aquí se encuentra el fundamento de la ética cristiana,
del obrar del cristiano. Este último no ha de sentirse impulsado por cualquier deseo, sino sólo por los deseos
que le renuevan. Es u n a invitación a vigilar nuestros deseos, que no son todos buenos, todos nobles, todos constructivos, y no siempre hacen pasar del hombre viejo al
hombre nuevo. Hemos de vigilar nuestros deseos, hemos de seleccionarlos, a fin de hacer morir los que son
expresión del hombre viejo, los malos, y hacer emerger
los que son expresión del hombre nuevo, a saber: los
que ayudan a nuestra transformación.
El cristiano no vive, por consiguiente, simplemente
«según la naturaleza», sino según la «naturaleza renovada», transformada por Cristo. La lenta, paciente y
cotidiana transformación está apoyada por la fuerza
que nos viene del acontecimiento ejemplar de Cristo, y
ha influido en las transformación de la sociedad. Ésta,
si bien tiene necesidad de continuas reformas, precisa
también hombres y mujeres renovados, reformados, decididos a hacer presente con su propia vida y sus propios ideales el poder transformador de Cristo, incluso
en las relaciones sociales.
ORATIO
Tú, oh Señor, me hablas hoy de mortificación. Se trata
de una palabra que no está de moda, que decididamente
n< > es popular. ¿Quién tiene aún el valor de pronunciarla?
Miércoles
271
Sin embargo, si no hago morir las fuerzas destructivas
que hay en mí, seré u n potencial destructor de los otros,
además de destruir mi propia realización.
Hazme comprender hoy, Maestro, dos cosas. La primera: que toda renovación empieza por mí, porque son
las personas nuevas las que contribuyen a hacer nuevo
el mundo. No me dejes persuadirme de que son los
otros los que deben cambiar, sin que yo esté implicado
en el no fácil cambio, en primera persona. La segunda:
que es imposible que me pueda renovar, que me pueda
transformar, hacer crecer en mí el hombre inmortal, sin
dejarme comprometer en tu transformación, sin morir
a los «deseos malos», sin sumergirme en tu misterio
pascual, sin contar con el poder superior de tu Espíritu.
Sé pedirte cosas obvias para quien ha comprendido
qué es el cristiano, pero sé también que la masa de los
cristianos parece muy alejada de estas sencillas convicciones. Sálvame, Señor, de esta ceguera y sumérgeme en
tu misterio de muerte y de vida, para que intente construir algo que permanezca en mí, en torno a mí, algo
que eleve, que sea capaz de habitar «allí arriba» contigo, donde te encuentre «sentado a la derecha de Dios».
CONTEMPLATIO
Los bienes de aquí abajo son fugaces: como en el juego de los dados, pasan con facilidad de una m a n o a
otra. No hay ni uno cuya posesión sea segura: el que la
envidia del prójimo no nos quita, lo coge el tiempo.
Los otros bienes, en cambio, son inmutables y eternos: nada puede estropearlos o destruirlos, nada puede
defraudar la esperanza que ponéis en ellos.
En la perfidia e inconstancia de los bienes terrenos
creo entrever la intención de ese gran artista que es el
Verbo.
272
23a semana
Dios, en su sabiduría que supera todo entendimiento,
nos pide que no demos importancia a bienes tan volubles
que se dejan trasladar por todas partes y desaparecen en
el mismo momento en que nos hacemos la ilusión de tenerlos atados. El descubrimiento de su carácter engañoso e inestable nos induce a preocuparnos exclusivamente
de la vida eterna.
¿A qué excesos llegaríamos nosotros, que, a pesar de
la precariedad de la prosperidad de aquí abajo, nos aferramos a ella con tanta codicia; nosotros, que cedemos
a la seducción de estas alegrías engañosas; nosotros,
que no logramos imaginar nada más grande que los
bienes materiales, si la prosperidad de aquí abajo fuera definitiva?
Sin embargo, pensamos y nos oímos decir que hemos
sido creados a imagen de u n Dios que busca hacernos
llegar hasta su misma grandeza.
Debemos alejarnos de las riquezas terrenas y perseguir las riquezas eternas.
Debemos comprender que los bienes presentes son
caducos y que los bienes en los que hemos depositado
nuestra esperanza son duraderos.
Debemos ver qué es la realidad y qué la apariencia,
para adherirnos a la una despreciando la otra.
Debemos saber distinguir la ficción de la verdad, la
tienda terrena de la celestial, el exilio de la patria, las
tinieblas de la luz, el barro del suelo de la Tierra prometida, la carne del espíritu, Dios del Príncipe de este mundo, la sombra de la muerte de la vida imperecedera.
Debemos permutar el presente por el futuro que no
tiene fin, lo mortal por lo inmortal, lo visible por lo invisible (Gregorio de Nacianzo, «Saber distinguir entre el
barro y el suelo de la tierra prometida», en Servir a los
pobres con alegría, Desclée De Brouwer, Bilbao 1995, pp.
115-116).
Miércoles
273
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«El Señor es bueno con todos» (del salmo responsorial).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Si hay un aspecto del ministerio contemporáneo que debamos subrayar hoy, éste es la pobreza voluntaria. En un tiempo
en el que nos hemos vuelto tan conscientes de los pecados del
capitalismo y oímos hablar cada día de millones ele personas
que sufren por falta de alimento, de refugio y de los cuidados
más fundamentales, no podemos considerarnos testigos de la
resencia de Dios si nuestra propia vida está obstruida por los
¡enes materiales, si nuestro propio estómago está lleno y nuestra propia mente está cogida por las preocupaciones de lo que
tenemos que hacer con lo que poseemos. En nuestro tiempo, optar por la pobreza es, probablemente, la forma más necesaria
en nuestro vaciarnos por Dios [...].
E
En todas partes donde la Iglesia se muestra vital es pobre. Eso
es verdad, por ejemplo, aquí en Roma: pensemos en el trabajo
de las misioneras de la Caridad, de las Hermanitas y de los Hermanitos [...]. Allí donde la Iglesia se renueva, abraza la pobreza voluntaria como respuesta espontánea a la situación de este
mundo, una respuesta que expresa la crítica a la creciente riqueza de unos pocos, y la solidaridad con la creciente miseria
de muchos. Lo que significa, a continuación, esta pobreza en la
vida de cada uno es difícil decirlo, porque eso ha de ser descubierto en la vida individual de cada uno (H. J. M . Nouwen, /
clown di Dio, Brescia 2 0 0 0 , pp. 85ss).
Jueves
2 3 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
JLECTIO
Primera lectura: Colosenses 3,12-17
Hermanos: n Sois elegidos de Dios, pueblo suyo y objeto de
su amor; revestios, pues, de sentimientos de compasión, de
bondad, de humildad, de mansedumbre y de paciencia. " Soportaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga motivos de queja contra otro. Del mismo modo que el Señor os
perdonó, perdonaos también vosotros. I4 Y por encima de
todo, revestios del amor que es el vínculo de la perfección.
15
Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones; a ella os
ha llamado Dios para formar un solo cuerpo. Y sed agradecidos. '6 Que la Palabra de Cristo habite en vosotros con toda su
riqueza; enseñaos y exhortaos unos a otros con toda sabiduría, y cantad a Dios con un corazón agradecido salmos, himnos y cánticos inspirados. " Y todo cuanto hagáis o digáis,
despojaos del hombre viejo y de sus acciones, 10 y revestios del
hombre nuevo, el Señor, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
*•• Pablo nos dice que nos despojemos del h o m b r e
viejo y de sus acciones y nos revistamos del h o m b r e
nuevo. Y nos invita a revestirnos del h o m b r e nuevo en
nuestra conducta cotidiana y nos traza el perfil de este
hombre. Nos presenta toda u n a serie de virtudes «so-
276
23" semana
cíales», modalidades de la única virtud de la caridad.
Los cristianos tienen que reproducir los ejemplos de
Cristo: de este modo, el cuerpo de Cristo, formado por
los cristianos, vivirá en paz.
Este cuerpo se manifiesta sobre todo en las asambleas
litúrgicas, en las que ha de circular de manera abundante la Palabra de Cristo, a la que ha de hacer eco la
palabra de los fieles, en un clima de alegría, de reconocimiento, de gratitud. No cabe duda de que Pablo tiene
aquí presentes las fervorosas celebraciones litúrgicas en
las que los ánimos de las pequeñas comunidades cristianas se fundían en «salmos, himnos y cánticos inspirados», bajo el influjo de los carismas, y en las que las palabras de adoctrinamiento y de amonestación recíproca
representaban un importante elemento de edificación.
«Hacedlo todo en nombre de Jesús» (v. 17): Jesús es ahora el ambiente vital en el que se desarrolla la existencia
del cristiano. Éste es guiado por la Palabra y por los
ejemplos de Jesús, está animado por su Espíritu, forma
parte de su cuerpo y actúa en su nombre, convirtiendo
su propia vida en una continua acción de gracias a Dios
por la extraordinaria novedad de las perspectivas abiertas por el m u n d o en el que estamos inmersos.
Evangelio: Lucas 6,27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: " Pero a vosotros, que me escucháis, os digo: amad a vuestros enemigos,
haced el bien a los que os odian,2Í1 bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 29 Al que te hiera en una
mejilla, ofrécele también la otra, y a quien te quite el manto
no le niegues la túnica. 30 Da a quien te pida, y a quien te quita lo tuyo no se lo reclames. 3I Tratad a los demás como queréis que ellos os traten a vosotros.
32
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También
los pecadores aman a quienes los aman. " Si hacéis el bien a
quien os lo hace a vosotros, ¿qué mérito tenéis? También los
Jueves
277
pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores se prestan entre ellos para recibir lo equivalente. 35 Vosotros amad a vuestros enemigos, haced bien y prestad sin
esperar nada a cambio: así vuestra recompensa será grande y
seréis hijos del Altísimo. Porque él es bueno para los ingratos
y malos.
36
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. " No juzguéis, y Dios no os juzgará; no condenéis, y
Dios no os condenará; perdonad, y Dios os perdonará. 3S Dad,
y Dios os dará. Os verterán una buena medida, apretada, rellena, rebosante, porque con la medida con que midáis, Dios
os medirá a vosotros.
*•• Tras el desprendimiento de los bienes, he aquí el
desprendimiento de uno mismo para estar en condiciones
de hacer mejor este m u n d o . Jesús lo propone del modo
menos propagandístico posible: eres tú quien debe cambiar, tú y tus sentimientos, tú y tus actitudes, tú y tu
modo de situarte frente a los otros. Tú y no tu enemigo,
tú y tu corazón, que debe ser libre de a m a r a todos.
El texto parece haber sido redactado en tres estrofas,
para ser bien memorizado. La primera (w. 27b-31) orienta a hacer el bien, a bendecir, incluso a orar por los que
hacen lo contrario. La segunda estrofa muestra que es
preciso superar el principio de reciprocidad (w. 32-35):
debo hacer el bien aunque los otros no hagan lo mismo
conmigo. La tercera estrofa (w. 37ss) nos proyecta hacia
la recompensa eterna.
El conjunto es difícilmente aceptable por el simple
sentido común y por la mentalidad de la persona comprometida en la lucha por la vida, porque parece que
desarma, parece que invita a combatir desarmado. Ahora bien, el presupuesto de todo el discurso es que puede
amar aquel que se siente amado. Y puede amar de una
manera decididamente extraordinaria aquel que se siente amado por Dios de u n modo extraordinario. Y está
también la certeza de que del mismo modo que tratemos
23a semana
278
a los otros seremos tratados nosotros por el Padre en el
Reino. Se nos vuelve a llevar siempre al principio de
lodo y al final de todo.
MEDITATIO
Una persona renovada y liberada es libre de amar y, por
consiguiente, de construir el milagro de la fraternidad.
La epifanía de la liberación interior ya acaecida, la demostración de la transformación llevada a cabo por la inmersión en el misterio pascual, es la tensión que nos impulsa a construir la fraternidad. La renovación interior
tiene su verificación en la renovación de las relaciones
humanas impresa en la fraternidad. Pablo, como todo el
Nuevo Testamento, retoma incansablemente este tema,
lo representa continuamente en diferentes formas, proporcionando múltiples y variadas sugerencias, como
múltiples y variadas son las ocasiones de ejercitar el
amor fraterno. Un amor que abarca toda la vida de relación, todos los momentos y las circunstancias en que
debo entrar en contacto con los otros. Un amor que es
una «cualidad» que caracteriza mi relación con los otros.
Hoy estoy invitado a preguntarme sobre mi capacidad
de soportar y de perdonar, sobre mi capacidad de mostrarme agradecido por el bien que recibo, sobre mi disponibilidad a fundir mi canto con el de quien me importuna, me detesta, me hace daño. Todavía no es todo, pero
ya es mucho: hoy debo partir de aquí, porque ésta es la
contribución que puedo hacer en este momento a la
transformación del mundo.
ORATIO
Veo, Señor mío, que hablo mucho de fraternidad,
pero en la vida cotidiana me quedo en los planos gene-
279
Jueves
rales, sin descender a lo concreto de las cosas pequeñas
de los que se compone esta maravillosa realidad. Aquí
somos grandes en las cosas pequeñas, aquí nos mostramos activos cuando soportamos, aquí hacemos vivir
cuando estamos dispuestos a morir.
Ayúdame, Señor, a descubrir lo concreto de la caridad que construye la realidad cristiana por excelencia:
la fraternidad. Abre mis ojos para que mis palabras se
vean seguidas siempre de acciones concretas. Sé que
probar a ser hermanos no es una empresa exaltante, en
el sentido de la ostentación, y sé también que no siempre el trabajo da sus frutos. Pero éste es tu mandamiento principal, éste es el signo distintivo que has dejado a
los tuyos. Por eso debo empeñarme en hacer crecer la
fraternidad, la flor más bella que alegra y perfuma la
existencia humana.
CONTEMPLATIO
En un edificio, cada piedra carga con la otra porque
cada piedra se apoya en la otra. Así, precisamente así,
sucede en la santa Iglesia, donde cada uno lleva y es llevado por otro. Nos apoyamos recíprocamente, a fin de
que, mediante la aportación de todos, se levante el edificio de la caridad. En efecto, si yo no intento soportaros a vosotros y vosotros no intentáis tolerar mi modo
de vivir, ¿cómo puede surgir el edificio de la caridad entre nosotros, ese edificio en el que mediante la paciencia estamos unidos por el amor recíproco?
Como hemos dicho, en el edificio de la Iglesia, la piedra que sirve de soporte es soportada a su vez, porque
del mismo modo que yo soporto la conducta de aquellos
que se muestran todavía un poco toscos en el trato, así
también fui yo tolerado por aquellos que me precedieron
en el temor del Señor y me llevaron para que yo aprendiera a llevar a los otros. Ahora bien, el fundamento car-
23a semana
280
ga con todo el peso del edificio, y éste es nuestro Redentor, que carga por sí solo con todo el fardo que suponemos todos nosotros.
El fundamento sostiene las piedras y no es sostenido
por ellas, porque nuestro Redentor soporta todos nuestros defectos, pero en él no hay defecto alguno que tengamos que soportar. Sólo él soporta nuestras costumbres y nuestras culpas, sólo él carga con todo el edificio
de la santa Iglesia (Gregorio Magno, Homilías sobre el
libro del profeta Ezequiel, lib. II, 1, 5).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os
odian» (Le 6,27).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Hoy no está muy de moda el elogio de la paciencia, pero de
la escasa estima cíe esta virtud y de su reducida práctica proviene la disgregación de los grupos, incluso de los más sólidos,
como son la familia y las comunidades religiosas. Cuando no
estamos dispuestos a tener paciencia, nos vemos obligados a
asistir al declive de la solidaridad y de la cohesión de la fraternidad.
Tener paciencia no es, ciertamente, fácil, sobre todo para
quienes creen firmemente en el mito de la eficacia o se sienten
más positivamente preocupados por la buena marcha de las
cosas y de la misión. A estas personas la paciencia puede parecerles una pérdida de tiempo que fomenta la pereza del prójimo
o, también, que significa renunciar a dar lecciones de pedagogía a personas que «deben crecer».
San Gregorio Magno, que conocía perfectamente los entresijos del corazón humano, afirmaba: «También nosotros podemos
ser mártires si conocemos verdaderamente la paciencia del co-
Jueves
281
razón. La victoria sobre nosotros mismos, por amor a los hermanos, nos vale la gloria del martirio».
Aludía, por cierto, a las pruebas de la vida cotidiana, que en
ocasiones guardan un gran parecido con el martirio: en esa vida
hay que soportar a veces a personas extravagantes o sencillamente insensatas, personas que parecen disfrutar haciéndonos
sufrir; soportar, en otras ocasiones, actitudes humillantes de prepotencia, afrentas mordaces, complicaciones que parecen confabularse todas ellas para fastidiarnos; o injusticias manifiestas,
calumnias humillantes o, más simple y frecuentemente, la tan
conocida rutina de cada día, monótona, gris, uniforme y descolorida.
La paciencia brota también cuando nos damos cuenta de las
dificultades por las que atraviesa el aue está ¡unto a nosotros, el
que está tentado, probado y acosado quizás por heridas antiguas, por estados de ansiedad, por frustraciones aue surgen de
vez en cuando y hacen difícil la vida, primero a él y después a
nosotros.
Quien está movido por la fortaleza cristiana intuye, comprende, tiene paciencia y no se maravilla, sino que aporta, con
el garbo de un hermano afectuoso, la ayuda que le es posible
ofrecer en ese momento (P. G. Cabra, Para una vida fraterna.
Breve guia práctica, Sal Terrae, Santander 2 0 0 0 , pp. 60-61).
Viernes
2 3 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Timoteo 1,1-2.12-14
1
Pablo, apóstol de Jesucristo, según el mandato de Dios,
nuestro Salvador, y de Jesucristo, nuestra esperanza, 2 a Timoteo, mi verdadero hijo en la fe: gracia, misericordia y paz
de parte de Dios Padre y de nuestro Señor Jesucristo.
12
Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, que me ha fortalecido, porque me ha juzgado digno de confianza al encomendarme el ministerio. I3 A mí, que primero fui blasfemo,
perseguidor y violento, y que hallé misericordia porque lo hacía por ignorancia estando fuera de la fe. I4 Pero la gracia de
nuestro Señor se ha desbordado con la fe y el amor que me ha
dado Cristo Jesús.
*» El autor de esta carta se presenta como «Pablo,
apóstol de Jesucristo» (y. la). La carta está dirigida a Timoteo, responsable de la comunidad de Efeso, discípulo y amigo queridísimo, a quien da consejos y directivas
de carácter pastoral acerca del gobierno de las comunidades. Presta una atención particular a la amenaza de
las falsas doctrinas, u n problema que ha afligido a la
Iglesia desde el comienzo.
284
23a semana
Como dice Lucas, Pablo encontró a Timoteo en Listra:
«Había allí un discípulo llamado Timoteo, de madre judía
convertida al cristianismo y de padre griego. Timoteo goz,aba de buena reputación entre los hermanos de Listra e
Iconio. Pablo decidió llevarlo consigo» (Hch 16,1-3). Durante quince años fue discípulo amado y colaborador de
Pablo. Es uno de los más importantes «epíscopos» de la
generación posterior a la de los apóstoles y tuvo que hacer frente a los problemas de la estabilidad de la Iglesia
y a la defensa de la tradición recibida. Tras la creatividad de los comienzos, subintra u n período de ajuste,
con sus no pocas dificultades.
Las cartas pastorales, la primera de las cuales hemos
empezado a leer, se ocupan precisamente de este tipo de
problemas. Pablo, sobre la base de su experiencia y recordando lo que había sido, reafirma también aquí que
todo procede de Cristo, que todo es don, todo es gracia,
todo es misericordia. También lo es su diakonía, es decir,
su «servicio», su «ministerio». Sabe que puede hablar
de salvación y de misericordia porque las ha experimentado primero en su propia persona. De ahí el sentido del don y de la acción de gracias con que introduce
su discurso.
Evangelio: Lucas 6,39-42
En aquel tiempo, 39 les puso Jesús este ejemplo;
-¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en
el hoyo? 40 El discípulo no es más que su maestro, pero el discípulo bien formado será como su maestro. 4I ¿Cómo es que
ves la mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que
hay en el tuyo? 42 ¿Y cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la mota que tienes en el ojo», cuando no ves la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero
la viga de tu ojo y entonces verás bien para sacar la mota del
ojo de tu hermano.
Viernes
285
*»• Nos encontramos en presencia de tres dichos de
Jesús de tipo parabólico, o sea, abiertos a diferentes
aplicaciones. El primero tiene que ver con los ciegos,
que no pueden hacer de guías. Se trata de un proverbio
profano que también está presente en Platón. En el contexto en el que fue pronunciado podría haber tenido la
intención de poner en guardia a los que pretendían tener la verdad sin tomar en consideración la enseñanza
de Jesús, luz que ilumina a todo hombre que viene a
este mundo. Sin Jesús somos ciegos para las realidades
decisivas.
El segundo dicho tiene que ver con la unicidad de Jesús como maestro. A él no debemos añadirle nada. El
discípulo debe ahondar en la enseñanza del maestro, y
sólo así será como él.
El tercero es la continuación y el ahondamiento en el
«no juzgar para no ser juzgados», con el añadido de la invitación a la autocrítica a fin de evitar la hipocresía. El
discípulo debe llevar cuidado en mejorar él mismo antes
de mejorar a los otros. La conversión primera es la personal, no la de los otros. Esta última también la podemos
desear, pero después de haber pensado en nosotros mismos y de que nos hayamos preocupado de quitarnos las
vigas de nuestros ojos.
MEDITATIO
Jesús nos pone en guardia contra la ilusión de ser
mejores que los otros y nos invita a mirar las propias
miserias de los que hemos de liberarnos. Pablo es consciente de ser un «agraciado», alguien que ha sido arrancado a la fuerza -y por pura misericordia- del camino
equivocado. Pablo ha pasado por la experiencia del
cambio dado a su vida, u n cambio llevado a cabo por la
misericordia y que le ha hecho pasar de las tinieblas a
la luz.
23" semana
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El problema se vuelve más complejo cuando la situación es más matizada, cuando no es tan neta ni tan
drástica. Cuando obramos de una manera correcta, incluso desarrollando u n esfuerzo continuado, no damos
grandes pasos en falso y entonces nos subintra la sutil
convicción de ser buenos, de haber construido con
nuestro propio empeño nuestra propia respetabilidad
ante Dios y ante los hombres. No como tantos otros que
se han abandonado a sus instintos, a las modas, a lo
que es más cómodo. Y de esta manera juzgamos de una
forma silenciosa o abierta. Y así es como llegamos a
sentirnos seguros de nosotros mismos, incluso arrogantes, y perdemos el sentido de los límites de la condición
humana, de nuestra propia debilidad. Si más tarde llegamos a ejercer cargos de autoridad, podemos ser peligrosos.
ORATIO
Mira con bondad mi instintiva necesidad de juzgar, de
clasificar, de catalogar a las personas. Ten piedad de este
ciego que quisiera ser guía de otros ciegos empleando sus
criterios personales de evaluación. Haz que me convenza
de que no estoy en absoluto entre los mejores porque
oigo con frecuencia tu Palabra y porque te rezo más de
una vez al día. Infunde en mi corazón la convicción de
que todo es gracia, de que todo es fruto de tu misericordia, que por mí solo no puedo concluir nada, de que no
puedo vanagloriarme de nada, de que no sé lo que sucede en el corazón del otro.
Vence mi ceguera, sacude mi torpor de tranquilo consumidor de tu amistad. Quítame todas las ilusiones y
haz que me considere puramente fruto de tu gracia, a
la que he correspondido de u n a manera bastante perezosa. Si más tarde ejerzo alguna responsabilidad en la
Iglesia, cualquier responsabilidad que me ponga en el
Viernes
287
candelero, ayúdame a reflexionar sobre el texto que
viene después. Con humildad y temblor, para evitar las
trampas del enemigo. Sin escandalizarme, sino aprovechando la luz que puede venirme de u n Padre de la
Iglesia.
CONTEMPLATIO
Atanasio no manifiesta esa insolencia que procede
de la satisfacción, como aquellos que se han apoderado
de u n poder absoluto o que han recibido u n a herencia
inesperada. Eso es lo que hacen los falsos sacerdotes,
los intrusos, indignos de lo que profesan, que, sin haber pagado antes ningún tributo al sacerdocio y sin
haber sufrido ya por la virtud, son nombrados, n o obstante, al mismo tiempo, discípulos y maestros de piedad y purifican a los otros antes de haberse purificado
ellos mismos: ayer estaban fuera de las cosas santas,
hoy son custodios de los santos misterios. Estos hombres acaban por tiranizar a la misma religión; son
hombres cuyas costumbres no hacen creer que posean
tal dignidad, sino que, por u n a extraña inversión, en
ellos la dignidad hace creer que tienen costumbres. En
todo caso, caen en alguna de estas culpas: o perdonan
demasiado a los otros, por la necesidad de perdón que
sienten ellos mismos, y éste es el mejor sistema para
enseñar el mal, en vez de erradicarlo, o bien esconden
sus propias debilidades bajo la dureza de su autoridad
(Gregorio de Nacianzo, Oración fúnebre de san Atanasio).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Tú eres, Señor, mi heredad» (del salmo responsorial).
23a semana
288
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Sábado
Cada uno es un peso para el otro. Y de este modo -¡ay de
mí!, qué difícil es que lo comprendamos- también una gracia.
Tal vez el otro nos perjudica. Tal vez nos obliga a soportar algo.
Tal vez pudiera no hacerlo. Sin embargo, también estos pesos
deberían ser para el cristiano el sobrepeso de la gracia. Por
consiguiente, debemos soportarlo e incluso perdonar al otro lo
que en ese peso tal vez sea culpa suya.
Pablo expresa este perdón en griego con un término en el que
resuena la gracia, la cháris. En erecto, así concluye [su exhortación]: «Como el Señor os ha agraciado, haced así también vosotros». Así pues, debemos perdonarnos mutuamente y, de este
modo, ser gracia los unos para los otros, exactamente como el
Señor nos ha perdonado. ¿O bien no tuvo él necesidad de perdonarnos? ¿Acaso no somos también nosotros de esos que tuvieron que ser agraciados, de esos pobres pecadores, de esos a
los que el Señor Dios tuvo que perdonar en Jesucristo toda culpa, nuestra gran culpa? ¿Y no podemos hacer también nosotros
todo esto después con nuestros hermanos? (K. Rahner, Parole
per una esperienza di fede, Brescia 1998, p. 92).
2 3 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Timoteo 1,15-17
15
Es segura esta doctrina, y debe aceptarse sin reservas:
Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales
yo soy el primero. 16 Precisamente por eso, Dios me ha tratado
con misericordia, y Jesucristo ha mostrado en mí, el primero,
toda su generosidad, de modo que yo sirviera de ejemplo a los
que habían de creer en él para obtener la vida eterna.
17
Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
**• Pablo se confiesa. O mejor: confiesa su esperanza
fundamental, la de la misericordia de Dios. Cuenta las
maravillas que Dios ha obrado en él. No dice cosas que
haya oído decir, sino que comunica su propia experiencia. Al a n u n c i a r la salvación del pecado empieza a hablar de la salvación de su pecado. Y de este m o d o sus
palabras, las palabras de su carta, se vuelven vivas y
comprometedoras. La historia de la salvación no es
u n a historia de las ideas, sino la historia de salvaciones
personales, de conversiones, de experiencias reales de
salvación. Por eso se muestra Pablo tan vivo cuando
290
23a semana
habla y escribe: habla de cosas que ha probado, de hechos que le han desconcertado y transformado; habla
de acontecimientos que le h a n afectado de modo profundo. También Agustín sentirá la misma fascinación,
porque, hasta en los momentos de la más elevada especulación, no se olvida de que está tratando de vida, de
realidades que cambian la existencia, que orientan el
vivir hacia direcciones altísimas.
La consecuencia y la conclusión no pueden ser más
que la alabanza. La conclusión de toda teología ha de
ser también la doxología, la alabanza, el estupor admirado. No ha de ser el moralismo, sino la contemplación
agradecida y exultante de una acción divina que tiende
a usar de la misericordia y a salvar a los pecadores.
Sábado
291
poniendo en práctica su enseñanza: «¿Por qué me llamáis "Señor, Señor" y no hacéis lo que os digo?» (v. 46).
La enseñanza está confirmada mediante dos comparaciones dobles: la del árbol y la del hombre sensato. El
árbol se califica por sus frutos, como el constructor por
los cimientos que pone en su casa. Y es que la Palabra
de Jesús exige su traducción en comportamientos correctos, en motivaciones justas, en unos sentimientos
correspondientes. Si es necesario ser oyentes de la Palabra, más importante es aún ser obreros de esa misma
Palabra.
Lucas insiste en la «puesta en práctica», porque quiere evitar todo idealismo, toda reducción del mensaje a
puro conocimiento. Exige la verificación de la «práctica», «obras buenas». Quien no procede así, se hace la
ilusión de ser discípulo.
Evangelio: Lucas 6,43-49
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 43 No hay
árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto
bueno. 44 Cada árbol se conoce por sus frutos. Porque de los
espinos no se recogen higos, ni de las zarzas se vendimian
racimos. 45 El hombre bueno saca el bien del buen tesoro de
su corazón, y el malo de su mal corazón saca lo malo. Porque
de la abundancia del corazón habla su boca.
46
¿Por qué me llamáis «Señor, Señor» y no hacéis lo que
os digo? " Os diré a quién es semejante todo el que viene a mí,
escucha mis palabras y las pone en práctica. 48 Es semejante a
un hombre que, al edificar su casa, cavó hondo y la cimentó
sobre roca. Vino una inundación y el río se desbordó contra
esa casa, pero no pudo derruirla, porque estaba bien construida. 49 Pero el que las oye y no las pone en práctica es como
el que edificó su casa a ras de tierra, sin cimientos; cuando el
río se desbordó y las aguas dieron contra ella, se derrumbó en
seguida, convirtiéndose en un montón de ruinas.
*•• Si es importante reconocer a Jesús como Señor,
más importante es aún construir nuestra propia vida
MEDITATIO
Para comprobar la bondad de mi vida cristiana,
debo dejarme juzgar por mis hechos. Y debo tener la
humildad de dejarme juzgar por quien ve y valora estos hechos. Puede suceder que yo me sienta gratificado por el hecho de que me acerco a diario a la Palabra de Dios. Ahora bien, ¿qué dicen los otros? ¿Qué
frutos doy? ¿Mejoro al menos un poco? ¿Respondo, al
menos algo mejor, a las expectativas que los otros ponen en mí?
Hoy se m e invita, pues, a examinarme sobre los frutos que produzco normalmente, sobre mis hechos concretos, sobre mis acciones que pueden comprobar los
otros. Pero estoy invitado también a no detenerme en
este juicio, a ver si estos frutos proceden de u n árbol
bueno, si son resultado de un corazón convertido y no
sólo de u n a m a n o activa. Si son fruto de la escucha de
la Palabra que me invita a actuar, a hacer, y también a
23a semana
292
examinar las motivaciones de mi obrar. Obrar para
realizarme a mí mismo no es lo mismo que obrar para
realizar la voluntad amorosa de Dios. Obrar como respuesta al amor misericordioso que Dios me dirige,
obrar para que Dios sea glorificado en todo y en todos.
Obrar por amor al Amor.
ORATIO
¡Oh mi Señor, qué exigente es tu amor! No sólo quieres que yo actúe, sino que quieres que, al actuar, me olvide de mí mismo y purifique continuamente mis motivaciones.
Sé que no condenas el gusto de la creatividad, la alegría de hacer algo bello, la satisfacción que m e proporciona hacer las cosas bien, porque todo esto lo has
puesto tú en mi corazón, forma parte de la naturaleza
que tú has creado. Pero no quieres que me detenga
aquí. Quieres que vaya más allá, para acercarme más
a ti.
Y así hoy te siento exigente, tal vez porque me gusta detenerme en el fruto de mi trabajo y, en consecuencia, no corro demasiado por el camino de la conversión verdadera. Es probable que todavía no haya
tenido una experiencia profunda de tu a m o r misericordioso, de tu agápe, que me ha a m a d o de m a n e r a
gratuita y m e introduce en su dinamismo de entrega
gratuita y desinteresada.
Vierte en mi corazón este a m o r tuyo, este modo de
a m a r tuyo, esta capacidad tuya de estar en serio a tu
servicio y al de los hermanos. Concédeme tu Espíritu,
que es vida y vitalidad, y alegría y amor, para que sienta que mi «deber hacer» procede de mi «nuevo ser»,
hecho a imagen y semejanza de Jesús, que se entregó
a sí mismo por mí y por los hermanos no para hacerse
aplaudir, sino para servirles y salvarles.
Sábado
293
CONTEMPLATIO
La obra exterior sin caridad no aprovecha, pero lo
que se hace con caridad, por poco y despreciable que
sea, se hace todo fructuoso.
Pues, ciertamente, más mira Dios al corazón que a la
obra que se hace.
Mucho hace el que mucho ama.
Mucho hace el que todo lo hace bien.
Bien hace el que sirve más al bien común que a su
voluntad propia.
Muchas veces parece caridad lo que es amor propio,
porque la inclinación de la naturaleza, la propia voluntad, la esperanza de la recompensa, el gusto de la comodidad, rara vez nos abandonan.
El que tiene verdadera y perfecta caridad, en ninguna cosa se busca a sí mismo, sino solamente desea que
Dios sea glorificado en todas (Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, I, 15, San Pablo, Madrid 1997, p. 58).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Cada árbol se conoce por sus frutos» (Le 6,44).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
El siglo XVI fue la época de la disciplina, del intento de corregir la dispersión y el desorden del otoño de la Edad Media
mediante una mayor claridad doctrinal y una disciplina más observada. Fueron sobre todo los hombres de la caridad quienes
guiaron a la nueva Iglesia. Estos hombres se formaban desde el
noviciado para mendigar y para cuidar a los enfermos apestados; se ocupaban de la escuela de los pobres, de los colegios,
2lM
23a semana
de los huérfanos, de los enfermos, y sentían la atormentadora
llamada de las tierras lejanas.
El siglo XVII fue una época de gran frialdad, de luchas feroees en Tas que los enemigos tradicionales del pueblo de Dios (la
peste, el hambre y la guerra) desencadenaron una violencia
inaudita. Fue el tiempo de san Vicente [de Paúl], de una caridad
ue abrió a las mujeres el servicio directo y les dio la dignidad
e servir a los pobres llamados «señores y patrones».
En el siglo siguiente, la caridad empezó a especializarse. Gracias a los progresos de la medicina, nos dimos cuenta de que no
bastaban los conocimientos empíricos para salir al encuentro de
las necesidades del hombre. Por otra parte, también la misma
ciencia se dio cuenta de sus límites. Y es que la ciencia sin prestar atención a la persona, sin el sentimiento de compartir el
amor, no basta.
Lunes
24 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
3
En el siglo XIX, la caridad no fue ya sólo la limosna, sino que
se trabajó por la justicia y el compromiso político y social. La
justicia fue, por consiguiente, la nueva frontera de la caridad. Y
mientras la Iglesia llegaba a todos los rincones remotos del planeta, el primer signo que enarbolaba en todas partes era el de
las obras de caridad (L. Mezzadri - L. Nuovo, Storia della
carita, Milán 1999).
LECTIO
Primera lectura: 1 Timoteo 2,1-8
Querido hermano: ' Te recomiendo ante todo que se hagan
peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos
los hombres: 2 por los reyes y todos los que tienen autoridad,
para que podamos gozar de una vida tranquila y sosegada plenamente religiosa y digna. 3 Esto es bueno y grato a los ojos
de Dios, nuestro Salvador, 4 que quiere que todos los hombres
se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. 5 Porque
Dios es único, como único es también el mediador entre Dios
y los hombres: un hombre, Jesucristo, 6 que se entregó a sí
mismo para redimir a todos. Tal es el testimonio dado a su
tiempo, 7 del cual he sido yo constituido heraldo y apóstol
-digo la verdad, no miento- y maestro de todas las naciones
en la fe y en la verdad. 8 Deseo, pues, que los hombres oren en
todo lugar, levantando las manos limpias de ira y altercados.
*•• Pablo - b u e n o será recordarlo- había dejado a Timoteo a la cabeza de la comunidad de Éfeso, donde había trabajado en la evangelización desde el año 54 al 57,
y a continuación había predicho la insurrección de
hombres que enseñarían «para arrastrar a los discípulos
detrás de ellos» (Hch 20,30). Ahora, en esta primera car-
296
24a semana
ta a Timoteo, tras haberle animado a participar «en este
hermoso combate, conservando la fe y la buena conciencia» (l,18ss) contra los herejes, le recomienda «ante
todo» la oración «por todos los hombres: por los reyes y
todos los que tienen autoridad», porque Dios no excluye
a nadie de la salvación. En el texto se manifiesta además
el ansia del apóstol por el futuro cuando expresa el deseo de «que podamos gozar de una vida tranquila y sosegada plenamente religiosa y digna».
El carácter universal de la oración, cuya necesidad
presenta Pablo de manera insistente, está motivado,
pues, por la voluntad salvífica universal de Dios, único
creador del universo, como único es el mediador que reconcilia a todos los seres humanos entre sí y con Dios,
redimiéndolos con su sangre. Ahora bien, la voluntad de
Dios ni es absoluta ni está predeterminada. Está, en
cierto sentido, «condicionada» a la libre determinación
humana, que puede acoger o rechazar el don de Dios. Y
en virtud de ese riesgo ínsito en la libertad h u m a n a es
necesaria, por consiguiente, la oración. Por otra parte,
la oración litúrgica tiene, en la comunidad cristiana,
junto a un valor esencial, una importancia unificadora,
expresada en el v. 8, antes incluso de tratar sobre los ministerios y su valor en la Iglesia.
Evangelio: Lucas 7,1-10
En aquel tiempo, ' cuando Jesús terminó de hablar al pueblo, entró en Cafarnaún. 2 Había allí un centurión que tenía un
criado a quien quería mucho y que estaba muy enfermo, a
punto de morir. 3 Oyó hablar de Jesús y le envió unos ancianos
de los judíos para rogarle que viniese a curar a su criado. 4 Los
enviados, acercándose a Jesús, le suplicaban con insistencia:
-Merece que se lo concedas, 5 porque ama a nuestro pueblo
y ha sido él quien nos ha edificado la sinagoga.
" Jesús los acompañó. Estaban ya cerca de la casa cuando
el centurión envió unos amigos a que le dijeran:
Lunes
297
-Señor, no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi
casa, 7 por eso no me he atrevido a presentarme personalmente a ti, pero basta una palabra tuya para que mi criado
quede curado. 8 Porque yo, que no soy más que un subalterno,
tengo soldados a mis órdenes y digo a uno: «Vete», y va; y a
otro: «Ven», y viene; y a mi criado: «Haz esto», y lo hace.
9
Al oír esto Jesús, quedó admirado y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:
-Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.
10
Y al volver a la casa, los enviados encontraron sano al
criado.
**• El tercer evangelio presenta al centurión como alguien «temeroso de Dios», semejante al centurión de
Hch 10,2. En la versión de Mateo parece mejor conseguida la espontaneidad del encuentro (es el centurión
mismo quien habla a Jesús), mientras que en Lucas se
comunica a través de intermediarios. La versión lucana
subraya más la humildad del centurión que su fe. Según
Mateo, el siervo era paralítico (cf. 8,6). Lucas, por su parte, no recuerda este particular y dice que está a punto de
morir (cf. 7,2). Por otra parte, es un dato esencial para la
historia sinóptica que el centurión no fuera judío, aunque
como un prosélito había contribuido económicamente a
la construcción de la sinagoga. De todos modos, se declara indigno de recibir a Jesús bajo su techo y, al mismo
tiempo, manifiesta una gran fe en el poder de Jesús, un
poder que considera absoluto y sin límites.
A propósito del v. 9: mientras los judíos alaban las
buenas obras del centurión, Jesús alaba su fe. Lucas ha
colocado este relato inmediatamente después del discurso dirigido por Jesús a los discípulos porque el Maestro quiere revelar ahora la eficacia de su Palabra para
quien la acoge con confianza y humildad. Toda la atención del pasaje está concentrada en el diálogo entre Jesús y los enviados del oficial pagano, y culmina con la
proclamación de Jesús en el v. 9.
24a semana
298
En las palabras de los amigos, más allá del riesgo de
impureza legal en que hubiera podido incurrir Jesús, se
exalta la autoridad y la eficacia de la Palabra del Maestro. Por consiguiente, con la pequeña comparación tomada de la jerarquía y la disciplina militar, se muestra
la confianza en la fuerza y la eficacia de la palabra de alguien que puede m a n d a r a la enfermedad, incluso sin
estar presente.
MEDITATIO
La liturgia de la Palabra nos enseña hoy, en primer
lugar, la importancia de la oración litúrgica, oración de
la Iglesia por «.lodos los hombres», en particular por
aquellos que ejercen el poder, a fin de que estén al servicio de la tranquilidad social. Dios Padre «quiere que
todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de
la verdad». La salvación es conocimiento de la verdad
(cf. 2 Tim 2,25; 3,7). Cristo, testigo del Padre con su
vida, lo fue en grado supremo con su muerte. El siervo
del centurión -señala Lucas- estaba enfermo y a punto
de morir. Jesús, con la autoridad que le viene de la obediencia al Padre hasta la muerte en la cruz, le libera de
la muerte, le cura (cf. 7,10). La fe humilde del centurión
se encuentra con la Palabra autorizada de Jesús, su conciencia de pobreza con la Palabra eficaz del Maestro. Y
la confianza del oficial pagano media en la curación de
su criado.
La oración litúrgica, recomendada en la primera lectura, intercede, dondequiera que se encuentre la Iglesia,
junto al mediador Jesucristo y cura de las iras y de las
contiendas, para «que podamos gozar de una vida tranquila y sosegada plenamente religiosa y digna». El conocimiento de la verdad se convierte entonces en salvación integral de la persona, que en su vida diaria da
testimonio de una vida colmada de piedad y transpa-
Lunes
299
rente de dignidad humana, u n a dignidad m a d u r a d a por
su conciencia cristiana.
ORATIO
Oh Padre, liberador poderoso y guía seguro de nuestra historia, concédenos a través del hombre Jesucristo,
muerto y resucitado en rescate por todos, reconocer los
signos de tu Palabra incluso en las condiciones a veces
paganas de nuestra vida cotidiana y social. Haznos capaces de recibir tu visita, de experimentar y dar testimonio de la eficacia curadora de la Palabra de nuestro
único Maestro y Señor. Haznos comprender que la eficacia de la Palabra de Cristo se debe a su obediencia a
tu voluntad, porque tú y él sois «una sola cosa». Y que,
curados cada día por la Palabra tuya y suya, podamos
ser testigos gratos y alegres de aquella fe que hace «levantar al cielo manos limpias».
CONTEMPLATIO
La naturaleza ha engendrado iguales a los hombres;
sin embargo, en virtud de la diversidad de méritos y de
tareas, un oculto designio ha sometido unos a otros.
Ahora bien, esta diversidad, que fue añadida a causa de
la culpa, ha sido sabiamente ordenada por el juicio divino a hacer que, por no estar todos en condiciones de
recorrer de modo justo el camino de la vida, unos pudieran ser guiados por otros. Sin embargo, los santos,
cuando están puestos en lo alto, no miran a la potestad
jerárquica que hay en ellos, sino a la igualdad de la condición humana, y no les gusta presidir, sino ayudar a los
hombres [...]
Cuando no tienen que corregir ninguna culpa, no se
complacen en estar arriba en el poder, sino en ser igua-
24a semana
300
les en la condición humana; y no sólo huyen de ser temidos, sino hasta de ser honrados más de lo debido. Y,
en efecto, consideran que padecen un daño no leve en
su humildad si se dan cuenta de que son estimados en
más a causa del puesto que ocupan. Ésa fue la razón por
la que el primer pastor de la Iglesia, al ver que se le rendía u n honor excesivo cuando Cornelio se echó a sus
pies para adorarlo, apeló de inmediato a la paridad de
la condición y dijo: «¡Levántate, que también yo soy un
hombre!» (Hch 10,26). ¿Quién no sabe, en efecto, que el
hombre debe postrarse ante su Creador y no ante hombre alguno? (Gregorio Magno, cit. en Crescere nella fede,
Magnano 1966, p. 99).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Yo no soy digno de que entres en mi casa; pero basta una palabra tuya, para que mi criado quede curado»
(Le 7,6b.7b).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
La fe absoluta nace de la experiencia de nuestra propia incapacidad para alcanzar la plenitud del ser sin la ayuda de la
Palabra de Jesús. Esta constatación da ánimos a nuestro corazón para ir más allá de las obras posibles a nuestras capacidades humanas, más allá de los límites de nuestra confianza humana, más allá de los datos de nuestra razón natural y de
nuestra experiencia normal, para echarnos, con un acto de confianza ilimitada, en los brazos de Jesús. «Yo no soy digno de
que entres en mi casa, por eso no me he atrevido a presentarme personalmente a ti, pero basta una palabra tuya para que
mi criado quede curado» (Le 7,6ss). La apertura total a la Palabra de Jesús debe renovar todo en la vida cristiana: la vida privada y la pública, el trabajo y los negocios, las amistades y las
Lunes
301
hostilidades, el pensamiento y la acción. Todo debe ser reevaluado en virtud de la Palabra y por la Palabra de Jesús. Y es que
la dimensión cristiana no es el hombre más una serie de ideas
rocedentes del cristianismo, sino que es el hombre nuevo, el
ombre nacido de Dios que, al liberarse de todo lo que nace de
la carne, de la voluntad, de los deseos humanos, pasa de la dimensión humana a la de los hijos de Dios.
El episodio del centurión nos dice que, si queremos alcanzar
la fe absoluta, debemos estar ante Jesús como la tierra de labor,
aue se ofrece toda ella al sol y al cielo para que los gérmenes
de vida que guarda puedan dar su fruto (G. Vannucci, La vita
senza fine, Cemusco s.N. 1 9 9 1 , pp. 143ss).
Martes '
24 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Timoteo 3,1-13
Queridos hermanos: ' Es doctrina segura que quien aspira al
episcopado desea una noble función. 2 Pero es preciso que el
obispo sea un hombre sin tacha, casado solamente una vez, sobrio, prudente, cortés, hospitalario, capaz de enseñar; 3 no dado
al vino, ni violento, sino ecuánime, pacífico, desinteresado;
4
que sepa gobernar bien su propia casa y educar a sus hijos con
autoridad y buen juicio, 5 pues si uno no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios? 6 Que no sea
un recién convertido, no suceda que, dejándose llevar del orgullo, venga a caer en la misma condenación que el diablo. 7 Es
necesario, además, que goce de buena fama ante los de fuera,
para que no caiga en descrédito y en los lazos del diablo.
8
Asimismo, que los diáconos sean dignos, hombres de una
sola palabra, que no abusen del vino, que eviten las ganancias
ilícitas 9 y guarden el misterio de la fe con una conciencia limpia. I0 Que sean primero probados y luego, si resultan irreprochables, ejerzan el ministerio del diaconado. " Igualmente,
que sus mujeres sean dignas, no murmuradoras, sobrias, fieles en todo. 12 Los diáconos han de ser hombres casados una
sola vez, que sepan gobernar bien a sus hijos y sus propias casas, " pues los que desempeñan bien este ministerio alcanzarán un puesto de honor y mucha seguridad en la fe que tenemos en Cristo Jesús.
304
24a semana
*» Pablo le habla a Timoteo de las cualidades que
debe tener el obispo (y, a continuación, de las que deben
adornar al diácono) en la Iglesia, para desarrollar u n
buen gobierno encaminado al servicio y a la adminislración. Se trata de unas tareas que en aquellos tiempos
carecían de estima y de honor, y, por eso, eran poco ambicionadas. En consecuencia, desearlas, según Pablo, es
una cosa buena, porque revela disponibilidad hacia la
comunidad, que tiene necesidad de tales servicios.
La expresión «casado solamente una vez» (v. 2), que
indica una de las cualidades requeridas, como también
ocurría, por otra parte, con las viudas, que debían serlo
de «un solo marido» (1 Tim 5,9), no debe ser entendida
en el sentido de que el obispo esté obligado a casarse
como por una orden, sino en el sentido de que, en el
caso de que ya estuviera casado, no debe volver a casarse por segunda vez. Y tanto mejor si es célibe, como lo
era él mismo, Pablo (cf. 1 Cor 7,8). Por consiguiente, se
subraya la importancia de la fidelidad, que también era
ya objeto de una consideración especial entre los paganos (cf. Cicerón, Ad Atticcum XII, 29).
La lista de las cualidades requeridas para el obispo,
como ocurre también con la de los diáconos, no tiene
nada de específico: se inspira en otras listas clásicas
destinadas a las personas que ejercen alguna función en
la Iglesia. Los w. 4ss lo verifican, tomando como punto
de comparación el buen gobierno que se requiere en la
familia. Las «mujeres», citadas en el v. 11 - d a d o el contexto en el que se está hablando de personas públicas:
de los «ministros» de la Iglesia-, da la impresión de que
son las conocidas «diaconisas». También ellas desarrollaban tareas de instrucción con las catecúmenas, de
asistencia en su bautismo, y estaban encargadas de visitar a las mujeres enfermas y de asistir a las necesitadas.
Una de esas diaconisas debió de ser Febe, citada en la
caria a los Romanos como mujer «que está al servicio de
Martes
305
la iglesia de Cencreas» (Rom 16,1). Como personas públicas, debían poseer muchas de las cualidades que se
pedían a los obispos y diáconos.
Además de todo esto se pide que el obispo no sea u n
«recién convertido» y que los diáconos «sean primero
probados», antes de ser elegidos para tales servicios, a
fin de que no cedan a la soberbia y sean encontrados
irreprensibles. El v. 13 concluye anunciado «un puesto de
honor y mucha seguridad en la fe que tenemos en Cristo
Jesús» para aquellos que hayan servido bien. Por consiguiente, el desarrollo del «ministerio» asignado a éstos
lleva aparejado el honor a través del testimonio de la fe,
y todo ello para el crecimiento de la Iglesia.
Evangelio: Lucas 7,11-17
11
Algún tiempo después, Jesús se marchó a un pueblo llamado Naín, acompañado de sus discípulos y de mucha gente.
12
Cerca ya de la entrada del pueblo, se encontraron con que
llevaban a enterrar al hijo único de una viuda. La acompañaba mucha gente del pueblo. 13 El Señor, al verla, se compadeció de ella y le dijo:
-No llores.
14
Y acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se
pararon. Entonces dijo:
-Muchacho, a ti te digo: levántate.
15
El muerto se incorporó y se puso a hablar, y Jesús se lo
entregó a su madre. '6 El temor se apoderó de todos, y alababan
a Dios diciendo:
-Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha visitado a su pueblo.
17
La noticia se propagó por toda la región de los judíos y
por toda aquella comarca.
**• Se trata de otro gesto de misericordia, simétrico al
del criado del centurión. Tal vez Lucas introduce este
texto «suyo» para explicar la afirmación posterior del
306
24a semana
v. 22: «Las muertos resucitan». El evangelista le ha dado,
de manera consciente, una forma particular a su relato,
a lin de sugerir que Jesús es un nuevo Elias. En efecto,
«el profeta» de Le 7,16 remite, más que Jn 6,14, a alguno
de los grandes profetas de Israel, como Elias en el pensamiento popular. Detengámonos en algunos detalles
particulares.
Si el Naín del Nuevo Testamento estaba situado en el
lugar donde se encuentra el pueblo árabe de Neín,
junto a Afula, el milagro tuvo lugar en las proximidades
de Sunem, donde Eliseo disponía de una habitación
(cf. 2 Re 4,8-10) y donde resucitó al hijo de la sunamita
(4,35). Las semejanzas entre el relato de Naín y la historia sinóptica de la hija de Jairo (cf. Le 8,40-42.49-56)
pueden ser fortuitas y normales. La atención recae, en
ambos casos, sobre los padres, sometidos a la prueba de
la pérdida de un hijo querido. Otro aspecto que merece
atención es que del mismo modo que ocurre en el caso
de la curación de la m a n o atrofiada (6,6-11), Jesús no
realiza el milagro en respuesta a u n a petición explícita,
ni ninguno de los interesados expresa una fe explícita.
Por lo demás, la viuda no podía saber que Jesús tenía el
poder excepcional de resucitar a los muertos. Los discípulos y la muchedumbre tampoco intervienen en el
episodio, excepto al final. Es Jesús el personaje central.
Cuando tocó el féretro, se detuvieron los que lo llevaban, sorprendidos de que no tuviera miedo de incurrir
en una impureza legal (Nm 19,16). Por otra parte, contrariamente a lo que hacían los profetas del Antiguo
Testamento, que oraban a Dios para que volviera a dar
vida a los muertos, Jesús pronuncia por su propia autoridad - e n cuanto Señor- la orden dirigida directamente
al muerto (cf. v. 14). El v. 15 deja entender que el féretro
estaba abierto, justo lo contrario de las costumbres griegas. Como ocurre en los relatos de la infancia y en otros
de su evangelio y de Hechos, a Lucas le gusta señalar
Martes
307
también aquí (v. 16) la alabanza coral a Dios por parte
del pueblo, cautivo de u n sentimiento religioso de respeto unido al «temor».
MEDITATIO
En la orden de que no llore, aparentemente paradójica,
que da Jesús a la viuda, Lucas hace intuir desde el comienzo del texto el desenlace de este encuentro, dado
que llama a Jesús con un título cargado de significado:
«el Señor» (7,13b). Basta con la orden de Jesús para que
el curso de los acontecimientos se invierta: Jesús restituye al joven vivo a su madre.
La reacción religiosa de la gente: «Alababan a Dios»,
introduce la exclamación: «Un gran profeta...», que ofrece la clave interpretativa de todo el episodio. Y Jesús, el
gran profeta, Elias redivivo, a diferencia de éste, es el Señor. Es Dios mismo el que interviene ahora de una manera eficaz para la salvación de su pueblo. Ésta es la «visita» por excelencia y definitiva de Dios: la resurrección
de los muertos es un «signo» decisivo para quien sabe
acogerlo. Jesús no sólo es el profeta que consuela curando enfermedades y aplazando la muerte, sino que - c o m o
Señor- es el vencedor de la muerte, el que inaugura el
tiempo nuevo de la esperanza para todos los creyentes.
Ahora, frente a la lista de las cualidades requeridas
para el «ministerio» de la autoridad en la Iglesia, según
la primera lectura, vemos que la autoridad del Señor
indica la cualidad esencial que los «ministerios» del
obispo y de los diáconos deben presentar. Esta cualidad
es la fidelidad en el testimonio y en el servicio. Una fidelidad basada en la obediencia a la Palabra, como demuestra toda misión profética del Antiguo y del Nuevo
Testamento, y por excelencia la del profeta Jesús de Nazaret. No puede haber autoridad cristiana sin obediencia de los «ministros» a la Palabra de Dios, de suerte
24a semana
308
que les sea posible gobernar y guiar a la Iglesia no siguiendo criterios mundanos, sino siguiendo las exigencias de la misma Palabra. La búsqueda de la voluntad
de Dios por parte de los pastores y del rebaño - a u n q u e
con papeles diferentes- ha de ser unívoca y concorde
(cf. Hch 2,42). El poder sobre la muerte y sobre todo
mal se comunica, a través de la línea de la obediencia y
de la profecía, por el Profeta y Testigo fiel, a los apóstoles y a los diáconos, para el servicio a la comunión y a
la vida en la Iglesia.
La alabanza a Dios: «Un gran profeta...» (v. 16), es la
primera resurrección de los muertos en el corazón humano. Viene, después, el agradecimiento por las visitas
y las grandes obras de Dios. Y, en consecuencia, la intercesión abre la conciencia de la persona a la estructura permanente de vida que es la conversión del corazón
y la oración continua. Conversión y oración son, simultáneamente, dones del Espíritu y compromiso de la persona indispensables para obedecer y mandar en la Iglesia, para empezar a vivir como resucitados en el tiempo
presente, como anticipo de la definitiva resurrección de
los muertos.
ORATIO
Oh Padre, tú eres compasión infinita. En tu Hijo, Jesús, Señor de la historia, consolaste a la madre viuda
con la resurrección de su hijo, antes incluso de que tuviera la fe y la voz para pedírtelo. Concédenos u n a confianza tal en tu Palabra que nos enseñe a prevenir las
peticiones de los dolores más grandes de la vida; para
que nuestras respuestas de vida, en vez de pertenecer
sólo al orden de las palabras, se muestren eficaces en la
solución de los problemas más graves de los hermanos.
Y que sean portadoras de liberación evangélica de las
opresiones y de las violencias de muerte.
Martes
309
Concédenos comprender y comunicar a todos que la
Palabra, si es asimilada en la vida del discípulo, le da
posibilidades de liberar de todo mal, así como capacidad para «dominar» toda la fuerza del Divisor, el
«diablo». Y a través del camino de unidad interior, será
,capaz de vivir como resucitado y comunicar a los otros
las posibilidades que encuentra cada día.
CONTEMPLATIO
Luego, ¿vamos a tener por cosa grande y de maravillar que el Artífice del universo haya de resucitar a cuantos le sirvieron santamente en confianza de fe buena,
cuando hasta por medio de un ave nos manifiesta lo
magnífico de su promesa? Dice, efectivamente, en alguna parte: Tú me resucitarás y yo te confesaré (Sal 27,7).
Y: Me dormí y me tomó el sueño, pero me levanté, porque
tú estás conmigo (Sal 3,6). Y Job igualmente dice: Y resucitarás esta carne mía, que ha sufrido todas estas cosas
(Job 19,26).
Así pues, apoyados en esta esperanza, únanse nuestras almas a Aquel que es fiel en sus promesas y justo en
sus juicios. El que nos mandó no mentir, mucho menos
mentirá Él mismo, pues nada hay imposible para Dios
fuera del mentir. Reavivemos, pues, en nosotros su fe y
démonos cuenta de que todo esta cerca de Él. Con una
palabra de su magnificencia lo estableció todo y con
una palabra puede trastornarlo todo. ¿Quién le dirá:
Qué has hecho? ¿O quién contrastará la fuerza de su
poder? (Sab 12,12).
Todo lo hará cuando quiera y como quiera, y no hay
peligro que deje de cumplirse nada de cuanto Él ha decretado. Todas las cosas están delante de Él y nada escapa a su designio. Comoquiera que los cielos cuentan la
gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. El día se lo dice al día y la noche se lo cuenta a la
24a semana
310
noche, y no hay discursos ni hablas en que no se oigan
sus voces (Sal 18,2-4).
Ahora, pues, como sea cierto que todo es por Él visto
y oído, temámosle y demos de mano a los execrables deseos de malas obras, a fin de ser protegidos por su misericordia de los juicios venideros. Porque ¿dónde podrá nadie de nosotros huir de su poderosa mano? ¿Qué
mundo acogerá a los desertores de Dios? Dice, en efecto, en algún paso la Escritura: ¿Adonde me escaparé y a
dónde me esconderé de tu faz? Si me subiere al cielo, allí
estás tú; si me alejare hasta los confines de la tierra, allí
está tu diestra; si me acostare en los abismos, allí tu soplo (Sal 138,7-10). ¿Adonde, por ende, puede nadie retirarse o adonde escapar de Aquel que lo envuelve todo?
Por lo tanto, acerquémonos a Él en santidad de alma,
levantando hacia Él nuestras manos puras e incontaminadas, amando al que es Padre nuestro clemente y misericordioso, que hizo de nosotros porción suya escogida (Clemente de Roma, «Carta primera», XXVI-XXIX,
en Padres apostólicos, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid 2 1967, pp. 202-204).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha
visitado a su pueblo» (Le 7,16).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
¿Quién puede presumir de tener suficientes fuerzas para llegar a la ilimitada luz, a la perfecta floración humana a la que
Cristo nos llama? ¿Quién nos ayudará a conseguir liberar nuestro ser interior de todas las durezas, de todos los miedos, de todos los condicionamientos de las instituciones humanas? ¿Quién
Martes
311
dará a nuestra navecilla la fuerza para ir cada vez más hacia
alta mar, lejos de todos los puertos construidos por el hombre?
El episodio de Le 7,11-17 da la respuesta a estas preguntas
que nacen de la constatación de nuestra insuficiencia. Sólo Jesús puede pronunciar las palabras salvadoras: «¡Levántate y recobra la vida!» (Le 7,14). Ahora bien, ante su palabra debemos
dejar de lado toda oposición, toda resistencia, como el cadáver
del ¡oven de Naín. Jesús es la Palabra de Dios que ha tomado
la carne viva del hombre; su descenso a la humanidad concreta
no ha concluido en la realidad del Hombre-Dios, sino que va
asumiendo lentamente todo el hombre, aunque a través de la
distinción de las naturalezas.
La redención significa para el hombre su ascenso a Cristo, su
liberación de las fuerzas demoníacas que le deforman, llevada
a cabo por la mano santa de Cristo. En el hombre redimido, ya
no es el yo caído y dividido el que vive, sino Cristo (G. Vannucci, La vita senza fine, Cernusco s.N. 1 9 9 1 , p. 137).
Miércoles
2 4 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Timoteo 3,14-16
Querido hermano: 14 Te escribo esto con la esperanza de ir
a verte pronto, 15 pero, por si tardo, quiero que sepas cómo
hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios
vivo, columna y fundamento de la verdad. ,6 Es grande sin
duda el misterio de nuestra religión:
Cristo
se ha manifestado como hombre mortal,
el Espíritu ha dado testimonio de él,
los ángeles lo han contemplado,
ha sido predicado entre las naciones,
creído en el mundo,
elevado por Dios gloriosamente.
**• Aunque esperaba poder ir cuanto antes a Efeso,
Pablo quiso escribir a Timoteo para que, si tardaba, no
le faltaran consejos aptos que le sirvieran de guía en la
tarea de presidencia de la Iglesia.
A esta última se la llama en el texto: «casa de Dios».
Tanto en el sentido de edificio espiritual (cf. Ef 4,12;
1 Pe 2,4-6; etc.) como en el sentido de familia (cf. Tit 1,11;
314
24a semana
1 Tim 1,16; 1 Pe 4,17), todos los cristianos son «familia
de Dios» (cf. Ef 2,19). Al ser casa del Dios «vivo» -y no de
una divinidad vana y muerta-, se comprende que la Iglesia pueda ser la «columna y fundamento» inquebrantable
«de la verdad», sostenida por un apoyo de base todavía
más sólido. Evidentemente, el pasaje se inspira en estas
palabras de Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,17).
La imagen está tomada del arte de la construcción:
Pablo tiene delante de sus ojos las estupendas columnatas que adornaban los más conocidos edificios públicos
de Éfeso. Con este pasaje completa su doctrina sobre la
Iglesia, presentada de manera más frecuente por él en
su esencia interior de cuerpo de Cristo. Aquí, en cambio, insiste más en su aspecto externo y visible, en su
poder de ministerio, aun cuando no pretende prescindir
de la invisible presencia de la divinidad en ella, como
demuestra en el v. 16.
La Iglesia es guardiana no de u n a determinada verdad filosófica, sino de u n «misterio de fe» (cf. v. 9) revelado por el mismo Dios a sus santos (cf. Col 1,26). Un
«misterio» que se concentra y se realiza en la persona de
Cristo, el cual, después de su vida mortal, fue «elevado
por Dios gloriosamente» y, convertido en «espíritu que da
vida» (cf. 1 Cor 15,45), alimenta desde el interior, cimienta y compagina su Iglesia. Ahora sólo a través de la Iglesia se llega a Cristo.
Las dos proposiciones, «el Espíritu ha dado testimonio de él» y «los ángeles lo han contemplado» (v. 16), son
más difíciles de interpretar. La primera de las dos puede poner de relieve la presencia del Espíritu en la obra
de Cristo y en su prolongación, que es la Iglesia. La segunda hace referencia a los «ángeles» en general, que
deberían ser los primeros en conocer los misterios de la
vida del Señor y contemplaron la gloria de su humanidad en el momento de la ascensión. En otro lugar, Pablo
Miércoles
315
habla asimismo de un «conocimiento» especial de los
ángeles respecto a la «multiforme sabiduría de Dios» obtenida mediante la Iglesia (cf Ef 3,10), y de su sometimiento a Cristo (cf Flp 2,9-11; Ef 1,21; Col 2,10). Así pues, los
primeros en ser «evangelizados» en Cristo fueron los
ángeles y, a continuación, los paganos: de este modo
queda claro por qué las dos expresiones se siguen inmediatamente.
Evangelio: Lucas 7,31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: 3I ¿Con quién compararé a
los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? 32 Se
parecen a esos muchachos que se sientan en la plaza y, unos
a otros, cantan esta copla: «Os hemos tocado la flauta y no habéis danzado; os hemos entonado lamentaciones y no habéis
llorado». 33 Porque vino Juan el Bautista, que no comía ni bebía, y dijisteis: «Está endemoniado». 34 Viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: «Ahí tenéis a un comilón y a un
borracho, amigo de los publícanos y pecadores». 35 Pero la sabiduría ha quedado acreditada por todos los que son sabios.
*•*• Este pasaje evangélico exalta la figura de Juan el
Bautista y la asocia a la de Jesús, frente a la generación
de entonces, que rechazaba a ambos.
La parábola de los muchachos caprichosos no hace
más que ilustrar la actitud descrita en los w. 20-30. Aquí
se presenta, por una parte, al pueblo y a los publícanos,
que reconocieron el valor del bautismo de Juan, y, por
otra, a los fariseos y a los maestros de la Ley, que rechazaron este bautismo y no entraron en el designio
de Dios. Con todo, la actitud negativa de la generación
de Juan y de Jesús no impedirá la realización del plan
de Dios (cf. v. 30), porque «la sabiduría ha quedado acreditada por todos los que son sabios». Esta «sabiduría»
parece ser precisamente el sabio designio de Dios. Los
sabios que lo justifican son aquellos que entran en este
24a semana
316
designio, reconociendo a Juan y a Jesús como enviados
de Dios, venidos a anunciar un nuevo plan de salvación
para el mundo.
Lo que los otros desatienden y desdeñan no es propiamente la vía ascética del Bautista o la vía «festiva» y
magnánima de Jesús, sino fundamentalmente el proyecto de Dios.
Miércoles
317
to, Hijo tuyo y hermano nuestro, podamos sostener el
asalto y el peso de la incredulidad y de la indiferencia de
nuestra humanidad. Te pedimos además que, adorando
tu presencia en la historia de nuestros días, podamos
ser instrumentos dóciles y eficaces de tu proyecto de
amor para la salvación de todos los hombres.
CONTEMPLATIO
MEDITATIO
A quien tiene miedo de verse implicado en el plan de
Dios, todo gesto y comportamiento le parece ambiguo.
En cambio, los «pequeños», los pobres, los pecadores y
los excluidos, que no tienen que defender ni prejuicios ni
esquemas, intuyen la lógica del obrar de Dios en la historia humana. Son los sabios de la comunidad cristiana,
que, a lo largo de los siglos, continúan reconociendo en
Jesús la revelación y la realización de u n plan histórico
de amor fiel, es decir, de la sabiduría divina.
La solidez de «la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios
vivo», de la primera lectura está alimentada por la fe de
estos «pequeños», de los verdaderos discípulos del Señor. Éste, «misterio de nuestra religión», es tan grande y
tan negado por los falsos maestros que alteran su Evangelio. Estos mismos son objeto de atención, en la continuación de la carta, por parte del apóstol, a fin de poner
ampliamente en guardia a Timoteo.
ORATIO
Concédenos, oh Padre, reconocer en los «testigos» de
nuestros días las huellas de vida de tu Hijo, acoger el
don de tu fuerza, para que, como piedras vivas de tu
«casa», podamos dar testimonio de la firmeza de su Palabra. Y haz que, fundamentados en la roca que es Cris-
Preguntemos ahora a los judíos: ¿es la austeridad u n a
cosa buena? ¿Alabáis el ayuno? Entonces hubierais debido quedar persuadidos por Juan, hubierais debido
aceptarle, creer en sus palabras, y esas palabras hubieran debido conduciros a Cristo. Y si responden que el
ayuno es una práctica perjudicial e insoportable, entonces les diremos que hubieran debido dejarse convencer
por Cristo y creer en él, que siguió un camino diferente
del emprendido por Juan. Con uno u otro de estos dos
diferentes modos de vivir hubieran entrado en el Reino
de los Cielos.
Sin embargo, en vez de servirse de este doble medio
que se les había ofrecido para salvarse, prefirieron
echarse como fieras enfurecidas tanto sobre Juan como
sobre Jesús. Por consiguiente, no debemos acusar de
nada a los que no fueron creídos: toda la culpa recae
sobre aquellos que no quisieron creer. Ningún hombre
razonable alaba y vitupera al mismo tiempo dos cosas
contrarias entre sí. Por ejemplo, a quien le gusta el hombre alegre y de buen humor no le gusta el de temperamento serio y severo [...].
Yo y Juan, dice Jesús en sustancia, tenemos el mismo
pensamiento: nos hemos comportado, es cierto, de manera diferente, pero esta aparente diferencia no nos ha
impedido tener el mismo fin. Más aún, precisamente
nuestra perfecta unión, que apuntaba a u n idéntico fin,
nos impulsó a comportarnos de manera diferente: pues
24a semana
318
Miércoles
319
bien, ¿qué excusa os queda ahora? Por eso añade el Señor: «La sabiduría ha quedado acreditada por todos los
que son hijos suyos». Es como si dijera: «Aunque vosotros
no habéis querido creerme, no tenéis de todos modos
ningún motivo para reprocharme» (Juan Crisóstomo,
Commento al vangelo secondo Matteo, Roma 1966, p. 177
[edición española: San Juan Crisóstomo: Obras, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1955]).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«La sabiduría ha quedado acreditada por todos los que
son sabios» (Le 7,35).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
¿Quién entra en el Reino? Todo el que se abre a la inmensidad de Dios. Todo lo que hay en el hombre religioso es preciso
que se haga inmenso: conocimiento, corazón, amor, libertad,
vida, las fuerzas físicas que pueden descubrir y vivir la comunión con todos los seres en la inmensidad en que vive la conciencia. Por eso es necesaria la osadía, la energía más intensa,
superar todos los pequeños miedos que paralizan la voluntad de
seguir a Cristo, que nos invita a ir siempre más allá. Hace falta
una voluntad pura, que busque únicamente la vida que es Cristo.
Derramemos a manos llenas la vida, la alegría, el perdón, la
belleza, el canto: entraremos en el Reino. N o fas duras morales,
sino el aliento a toda expresión de bien, de servicio, de entrega
de sí: ésa es la puerta del Reino. Esta alegre apertura a CristoVida nos prepara para la unión con él. N o se trata de una flor
que nos ofrece su belleza, no es el canto de un pajarillo que nos
hace soñar, no es un amanecer o un ocaso, ni es una mirada de
amor que se queden mudos a la hora de dar las gracias. Cuando
entremos en el Reino, cuando a través de nuestra danza gozosa
entremos en consciente armonía con el universo, más viva será
la fuerza de entrega y de ofrenda en nosotros. Vivirá en nosotros
Dios, la energía que concede al hombre llegar a ser Cristo IM„ C
Jueves
24 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Timoteo 4,12-16
Querido hermano: 12 Que nadie te tenga en poco por tu
juventud; trata de ser un modelo para los creyentes por tu
palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu pureza. 13 Mientras llego, aplícate a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza. 14 No
hagas estéril el don que posees y que te fue conferido gracias a
una intervención profética, cuando los presbíteros te impusieron las manos. '5 Medita estas cosas y entrégate completamente a ellas para que todos puedan ver tu aprovechamiento.
16
Cuídate y cuida tu enseñanza; persevera en estas cosas, pues,
si haces esto, te salvarás a ti y salvarás a los que te escuchen.
**• Pablo sigue desarrollando otros consejos a fin de
que Timoteo ejerza su misión de gobierno con el ejemplo
de su propia vida (v. 12), tomando fuerzas de la gracia de
su propia consagración episcopal (v. 14). La salvación de
un apóstol está condicionada a la de los otros (v. 16): se
salvará a sí mismo si salva a los otros.
La referencia al carácter tímido y reservado de Timoteo no exonera a Pablo de recordarle que, cuanto más se
esfuerce en ser modelo en toda virtud para los fieles,
24a semana
322
manifestando a todos su «aprovechamiento» (v. 15), tanto más fácil le resultará ganarse el respeto de los otros.
El v. 14 hace referencia a la doctrina del que hoy llamamos sacramento del orden: aparece, en primer lugar, u n
rito, la «imposición de las manos». Este rito, usado ya en
el Antiguo Testamento para expresar la transmisión de
poderes y de cargos (cf. Dt 34,9), tiene en el Nuevo Testamento, además de los significados de bendición, de
curación y de otorgamiento del Espíritu Santo a persona ya bautizadas, el de consagración de determinados
individuos para ciertas funciones públicas (cf. Hch 6,6;
14,23; 13,3).
E n segundo lugar, aparece una intervención profética
no precisada (del tipo de la de 1,18), el otorgamiento de
u n «carisma», o sea, de u n don gratuito permanente
(«que posees»), aunque puede debilitarse e incluso extinguirse, si se descuida y no se alimenta. En nuestro
lenguaje teológico lo llamamos hoy «gracia sacramental»,
que es la que nos suministra desde el interior las ayudas
necesarias para cumplir los deberes de nuestro propio
estado.
Evangelio: Lucas 7,36-50
En aquel tiempo, ,6 un fariseo invitó a Jesús a comer. Entró, pues, Jesús en casa del fariseo y se sentó a la mesa. " En
esto, una mujer, una pecadora pública, al saber que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco
de alabastro lleno de perfume, 3S se puso detrás de Jesús junto a sus pies y, llorando, comenzó a bañar con sus lágrimas los
pies de Jesús y a enjugárselos con los cabellos de la cabeza,
mientras se los besaba y se los ungía con el perfume. ,9 Al ver
esto el fariseo que lo había invitado, pensó para sus adentros:
«Si éste fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que le
está tocando, pues en realidad es una pecadora». 40 Entonces
Jesús tomó la palabra y le dijo:
-Simón, tengo que decirte una cosa.
Jueves
323
Él replicó:
-Di, Maestro.
41
Jesús prosiguió:
-Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. n Pero como no tenían para
pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Quién de ellos le
amará más?
43
Simón respondió:
-Supongo que aquél a quien le perdonó más.
Jesús le dijo:
-Así es.
44
Y volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
-¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa no me diste
agua para lavarme los pies, pero ella ha bañado mis pies con
sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste el beso de la paz, pero ésta, desde que entré, no ha cesado
de besar mis pies. 46 No ungiste con aceite mi cabeza, pero
ésta ha ungido mis pies con perfume. 47 Te aseguro que si da
tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados; en cambio, al que se le perdona poco, mostrará poco amor.
48
Entonces dijo a la mujer:
-Tus pecados quedan perdonados.
49
Los comensales se pusieron a pensar para sus adentros:
«¿Quién es éste, que hasta perdona los pecados?». !0 Pero Jesús
dijo a la mujer:
-Tu fe te ha salvado; vete en paz.
*+• Ya habían acusado antes a Jesús de comer con los
pecadores (cf. v. 34). Ahora se muestra como el Mesías
misericordioso, que recibe el homenaje de u n a pecadora desconocida. La acción tiene lugar mientras Jesús
está sentado a la mesa en casa de un fariseo que le había
invitado, cosa que ya había sucedido en otras ocasiones
análogas. Por lo general, los comensales comían tendidos en sus divanes. Eso explica la facilidad con la que la
pecadora se pudo acercar a los pies de Jesús, llorando
sobre ellos y secándolos con sus cabellos.
24a semana
324
Su gesto y las palabras de Jesús hacen suponer que
esta mujer le conocía ya y que ya había recibido su
perdón. Las lágrimas derramadas antes de la unción
serían, pues, más de alegría que de arrepentimiento.
El perfume era algo de uso c o m ú n en Palestina; con
todo, era más bien inusual ungir los pies y no la cabeza
(como sucede en Me 14,3). Es posible que la pecadora
arrepentida deseara h o n r a r a Jesús con u n a unción,
pero las circunstancias sólo le permitieron ungirle los
pies.
El fariseo deja suponer en su reflexión que no considera a Jesús profeta; sin embargo, el Maestro manifiesta el don de clarividencia respondiendo a su objeción antes incluso de que el fariseo la manifieste. La respuesta de
Jesús toma la forma de una parábola que explica, en
esencia, que amará más al prestamista el deudor al
que se le perdonó u n a mayor cantidad. Esta mujer ha
mostrado m u c h o amor, porque, tal vez antes, se le había perdonado mucho. Según el v. 50 fue su fe la que
la salvó. Esto se refiere claramente al perdón que ha
recibido.
Jueves
325
es el deudor que ama poco, porque da a entender que se
le ha perdonado poco. El diálogo que sigue no deja escapatoria al fariseo, que estaba al principio tan seguro
de su justicia. Los gestos de bienvenida y de veneración
de la mujer respecto a Jesús, de los que el fariseo se consideraba dispensado, le han hecho pasar a la parte del
agravio, y a la pecadora, a la parte de la misericordia.
Para Lucas, existe un íntimo vínculo entre el perdón de
los pecados y el amor generoso.
El espíritu de profecía, recomendado por Pablo a Timoteo en su ministerio al servicio de la iglesia de Efeso,
ha de ser cultivado con humildad. Ésta nos libera de la
ilusión farisaica del que se olvida que es pecador y
considera a los otros como peores que él; porque es la fe
lo que engendra el perdón salvador, es decir, la plena
comunión de vida que es la paz de Dios. Y es la capacidad de perdonar de u n a manera constante y profunda lo que guarda al corazón h u m a n o de toda vana
seguridad.
ORATIO
MEDITATIO
En este capítulo de Lucas, Jesús, después de haber
curado al criado del centurión y haber resucitado al
hijo de la viuda de Naín, realiza esta curación existencial, perdonando a u n a pecadora desconocida. El fariseo está preocupado por la impureza legal a la que se
expone Jesús dejándose tocar los pies por u n a mujer
notoriamente pecadora. Jesús, por el hecho de callar y
dejarla hacer, compromete su reputación de h o m b r e
de Dios, de profeta reconocido por el pueblo (cf. 7,16).
La pregunta de Jesús a Simón interrumpe el curso
de las sospechas. Le implica en la trama de la parábola
viviente que se desarrolla en su casa. Evidentemente, él
Concédenos, oh Padre de misericordia, la sabiduría
del corazón, a fin de que podamos reconocer las visitas de tu perdón, incluso en los momentos lamentables y embarazosos de nuestra jornada y de nuestra
vida, y para que, por medio del compromiso con las
necesarias acogidas y la superación de nuestros gustos
personales, podamos experimentar aquel éxodo de nosotros mismos que es el único que puede abrirnos a la
luz de tu presencia y a la fuerza de tu amor misericordioso. Una luz y una fuerza que son las únicas que
pueden cambiar el corazón del hombre y hacerlo misericordioso con sus hermanos -en especial con los más
necesitados-, tras las huellas de Cristo Jesús, tu Hijo y
nuestro Señor.
24a semana
326
Jueves
327
CONTEMPLATIO
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Ahora bien, el vigor de la conversión es el ardor de la
caridad derramada en nuestros corazones con la visita
del Espíritu Santo. Está escrito de este mismo Espíritu
que es la remisión de los pecados. En efecto, cuando se
digna visitar el corazón de los justos, los purifica poderosamente de toda la impureza de sus pecados, porque,
apenas se derrama en el alma, suscita en ella de una manera inefable el odio al pecado y el amor a las virtudes.
Inmediatamente hace que ésta odie lo que amaba y ame
ardientemente aquello de lo que tenía horror, y gima intensamente por ambas cosas, pues se acuerda de haber
amado, para su condena, el mal que odia y haber odiado
el bien que ama.
El episodio narrado en el evangelio nos revela una visión diferente de las raíces de la moral. La moral que informa la conciencia de los comensales fariseos es unilateral: la fuente de la
moral es Dios; nosotros, los justos, somos sus testigos y tutores;
los pecadores están excluidos y son inmundos. «Si éste fuera
profeta, sabría qué clase de mujer es la que le está tocando,
pues en realidad es una pecadora» (Le 7,39).
¿Quién se atreverá a decir, en efecto, que un hombre
-aunque esté cargado con el peso de todo tipo de pecad o s - puede perecer si es visitado por la gracia del Espíritu Santo? Así pues, dado que el pecador no se convierte
sino en el momento en que es iluminado por el Espíritu
Santo, ¿qué podemos concluir, sino que, del mismo modo
que huye de la muerte del pecado execrándolo, así vive
también de la justicia, a la que se convierte deseándola?
Es acogido de inmediato en la vida después de la muerte
si, en la conversión, recibe tal fuego de amor que consume en el alma toda la herrumbre que el pecado había
acumulado en ella. Ésa es la razón de que se le diga a la
mujer pecadora: «Le han sido perdonado sus muchos
pecados porque ha amado mucho» (Le 7,47) (Gregorio
Magno, cit. en Crescere nellafede, Magnano 1996, 120ss).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Le han sido perdonados sus muchos pecados
ha amado mucho» (Le 7,47).
porque
La nueva moral, destinada a informar la conciencia después
de Jesucristo, nace de la necesidad de encuentro e integración
entre la luz y las tinieblas, la gracia y el pecado. Un encuentro
integrador que traza un camino hacia un heroísmo nuevo, que
ya no es el heroísmo del superhombre, del justo, sino el rechazo
de la heteronomía del mal, de la proyección del mal y del pecado sobre el chivo expiatorio. El camino cristiano tiende hacia
la integración de la sombra de una manera decidida y libre,
abandonado deliberadamente todo dualismo y la lógica del tercero excluido. En este episodio, ni Jesús es el misericordioso ni
los fariseos son los puritanos duros, pero Jesús es el único que
no tiene ligada la mente a esquemas preconcebidos: mira con
ojo virginal tanto a los fariseos como a la pecadora. Invita a los
primeros a sacrificar sus esquemas teóricos y a mirar con otros
ojos la realidad viva; responde con respetuosa veneración a la
búsqueda de amor perseguida por la pecadora anónima, ofreciéndole el perdón y la fuerza de perdonarse a sí misma: «Has
amado mucho, mucho te ha sido perdonado» [cf. Le 7,47) (G.
Vannucci, La vita senza fine, Cernusco s.N. 1 9 9 1 , pp. 140ss).
Viernes
24 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: 1 Timoteo 6,2c-12
Querido hermano: 2 Esto es lo que has de enseñar y recomendar. 3 Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las saludables palabras de nuestro Señor Jesucristo y a las enseñanzas de la religión, 4 es que está cegado por el orgullo y es un
ignorante que sufre la enfermedad de promover discusiones y
polémicas. De ahí surgen las envidias, los pleitos, las maledicencias, las suspicacias; 5 de ahí, las discusiones interminables
de hombres corrompidos y sin escrúpulos que ven en la religión
un negocio.
6
La religión es ciertamente de gran provecho cuando uno
se contenta con lo necesario, 7 pues nada hemos traído al
mundo y nada podremos llevarnos de él. 8 Hemos de contentarnos con tener alimento y vestido. 9 Los que quieren enriquecerse caen en trampas y tentaciones y se dejan dominar
por muchos deseos insensatos y funestos, que hunden a los
hombres en la ruina y en la perdición. 10 Porque el amor al
dinero es la raíz de todos los males; algunos, por codiciarlo,
se han apartado de la fe y se han acarreado a sí mismos muchos sinsabores.
11
Pero tú, hombre de Dios, evita todo esto, practica la honradez, la religiosidad, la fe, el amor, la paciencia y la diil/.nm.
12
Mantente firme en el noble combate de la fe, conquiski lu
330
24" semana
vida eterna para la cual has sido llamado y de la cual has
hecho solemne profesión delante de muchos testigos.
**• Pablo advierte, de u n a manera decidida, que, por
el hecho de que los amos sean cristianos en vez de paganos, los siervos no han de caer en la tentación de estimarlos en menos por ser «hermanos» en la fe {cf v. 2);
en efecto, no por el hecho de que el Evangelio valore
indistintamente a todos los hombres, de modo que ya
no haya «ni esclavo ni libre» {cf. Gal 3,28), ha abolido las
diferencias de papel y de posición en la sociedad. Más
aún, les han de servir mejor y con más amor precisamente por ser hermanos y amados por Dios y, por
consiguiente, estar dotados de mayor sensibilidad para
comprender el beneficio que prestan los esclavos con su
servicio a los mismos amos.
El problema de la dignidad y de los derechos de los
esclavos queda planteado así por la enseñanza de Pablo
en otro plano: no sólo los amos, sino también los siervos procuran sus «beneficios» a los hombres, y no sólo
beneficios económicos. La referencia posterior al compromiso de «enseñar y recomendar» a todos la verdad
{cf v. 2) trae de nuevo a la mente de Pablo la sombra de
los falsos maestros, que se separan con su enseñanza
de las «saludables palabras» de Cristo (v. 3), transmitidas
por la enseñanza apostólica, las únicas que son aptas para incrementar una auténtica vida según «las enseñanzas
de la religión» (v. 3; cf. Tit 1,1). Falsos maestros marcados
sobre todo por la codicia y la soberbia {cf w. 4-10), que
son los dos resortes secretos que les inducen a presentarse como maestros improvisados.
El apóstol responde con fina ironía a estos falsos
maestros diciéndoles que la religión genuina representa
un gran provecho precisamente porque enseña a saber
contentarse con lo que cada uno tiene {cf v. 6). El amor
al dinero (v. 10) acaba también con la tranquilidad del
Viernes
331
espíritu, creando u n verdadero martirio de preocupaciones y de pruebas para la fe.
En contraposición a los falsos maestros, Timoteo
debe intentar conseguir -y el apóstol le anima a ello- las
virtudes teologales y las morales de la honradez con
Dios y con los hombres, de la religiosidad sincera, de la
paciencia junto con la dulzura (v. 11), a ejemplo de Cristo, que pudo decir de sí mismo: «Aprended de mí, que
soy sencillo y humilde de corazón» (Mt 11,29).
Evangelio: Lucas 8,1-3
En aquel tiempo, ' Jesús caminaba por pueblos y aldeas
predicando y anunciando el Reino de Dios. Iban con él los
Doce 2 y algunas mujeres que había liberado de malos espíritus y curado de enfermedades: María, llamada Magdalena, de
la que había expulsado siete demonios; 3 Juana, mujer de
Cusa, administrador de Herodes; Susana y otras muchas que
le asistían con sus bienes.
**• Los apóstoles, qué duda cabe, acompañan a Jesús
en su vida itinerante, pero es la presencia de mujeres lo
que constituye el centro de atención de este fragmento,
sobre todo en los w. 2ss, que son propios de Lucas.
El v. 1 sugiere que Jesús evangelizaba de manera sistemática las ciudades y el campo. Para Lucas, Dios manifiesta ya la presencia del Reino en su empeño activo
de salvar a la humanidad. Dios obra ahora en el ministerio de Jesús y realizará su Reino en el futuro. Pero, en
el fragmento que nos ocupa, el evangelista se propone
sobre todo indicar el papel que tuvieron las mujeres en
la tarea de la evangelización. «Iban con él» junto con los
Doce. Más adelante dirá Lucas, de manera insistente,
que las mujeres que estaban presentes en el Calvario
«habían acompañado» a Jesús durante su ministerio
(23,49.55).
24a semana
332
333
Viernes
El v. 2 habla de personas a las que Jesús «había liberado de malos espíritus y curado de enfermedades», como se
dice ya en 6,18 y 7,21. Los evangelistas sabían distinguir
entre exorcismos y curaciones; a este respecto, u n o s textos se presentan claros y otros lo son menos. Es posible que, en el caso de María Magdalena, el n ú m e r o siete, expresión de plenitud, se refiera a un gran caso de
posesión, de posesión repetida (cf. Le 11,26). Magdala,
pueblo del que procedía casi con seguridad esta María,
es un nombre que no aparece explícitamente en el Nuevo Testamento, pero que puede ser identificado con Tariquea, citado con frecuencia por el historiador Flavio
Josefo.
y religiosa a la que estaba relegada la mujer en el ambiente sociopolítico de tiempos de Jesús fue superada por
Cristo con el anuncio que hizo del Reino de Dios por pueblos y ciudades y se hace visible en la pequeña comunidad formada en torno a su persona.
La codicia del dinero, recordada en la primera lectura, encuentra en la comunión de bienes de la primera
comunidad cristiana el camino para la liberación de
todo miedo y prevención.
De Juana y Susana carecemos de otras fuentes de información. Si Cusa y su mujer eran personas objeto de
consideración en la cristiandad primitiva, se comprende su mención por parte de Lucas (8,3). Todas estas mujeres - n o s dice el evangelista- «asistían» a Jesús y a los
Doce con sus bienes. Se usa el mismo verbo griego para
hablar de las mujeres que estuvieron presentes en la
crucifixión: «Que habían seguido a Jesús y le habían
asistido cuando estaba en Galilea» (Me 15,41).
Concédenos, oh Padre de gracia y bondad, abrirnos a
la presencia de tu Reino, iniciado en la tierra con la encarnación de tu Hijo, a fin de que, liberados de todo preconcepto y miedo, podamos formar comunidades cristianas de hermanos y hermanas capaces de entablar
unas relaciones nuevas, caracterizadas por la libertad y
la solidaridad en el servicio.
Concédenos asimismo que nuestro corazón no se ciegue por el orgullo ni sea cautivado por la fiebre de los
sofismas y de las cuestiones ociosas, como nos advierte
el apóstol. Aleja de la Iglesia de tu Hijo, santa aunque
pecadora, las envidias, los litigios, las maledicencias, las
malas sospechas, los conflictos originados por los hombres de mente corrompida y carentes de verdad. Sobre
todo, libéranos de la avidez y de la sed de ganancias.
Haznos experimentar la ebriedad de esta soberana libertad vivida y enseñada por Cristo y por la comunidad
apostólica de los orígenes.
MEDITATIO
Lucas se detiene para presentarnos a la pequeña comunidad itinerante que acompañaba a Jesús en sus desplazamientos apostólicos, u n a comunidad que sirve de
modelo para la vida de la Iglesia a la que va dirigido el
Evangelio. Para las costumbres rabínicas de la época,
era impensable esta mención de las mujeres en el séquito de Jesús a la par con los Doce. Si estos últimos
lueron elegidos por Jesús mediante una llamada de palabra, aquéllas fueron elegidas con un gesto de bienvenida y misericordia.
La situación de segregación y de marginación social
ORATIO
CONTEMPLATIO
La Iglesia primitiva era pobre, pero libre. La persecución no le quitaba la libertad de su regimiento, y tam-
24a semana
334
poco el despojo violento de sus bienes perjudicaba en
nada a su verdadera libertad. No tenía vasallaje, ni
protección, y menos aún tutela o abogacía: bajo estas
poco fiables y traidoras denominaciones se introdujo la
servidumbre de los bienes eclesiásticos. Desde aquella
hora le fue imposible a la Iglesia mantener sus antiguas
máximas sobre lo adquirido, al gobierno y al uso de sus
bienes materiales. Y el olvido de estas máximas, que
quitaban a tales bienes todo lo que tienen de halagüeño
y de corruptor, la condujo al extremo peligro. [Una de
estas máximas] era que el clero no usara los bienes eclesiásticos sino por pura necesidad para su propio sustento, empleando lo sobrante en obras piadosas, especialmente para aliviar a los indigentes. Lo necesario les
estaba asegurado de hecho a los apóstoles con el derecho a vivir en las casas de los fieles que les recibieran,
que al acogerlos recibían bastante más de lo que les
daban.
El apóstol Pablo informó a su discípulo Timoteo de
esta doctrina cuando le escribió: «La religión es ciertamente de gran provecho cuando uno se contenta con lo
necesario, pues nada hemos traído al mundo y nada podremos llevarnos de él. Hemos de contentarnos con tener
alimento y vestido» (1 Tm 6,6-8). De este modo, la entrada en el clero equivalía, en los buenos tiempos de la
Iglesia, a una profesión de pobreza evangélica (A. Rosmini, Delle cinque piaghe della santa Chiesa V, 133.151,
passim [edición española: Las cinco llagas de la Santa
Iglesia, Edicions 62; Península]).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Los que habían accedido a la fe tenían un solo corazón y una sola alma» (Hch 4,32).
Viernes
335
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Lucas, Mateo y Marcos emplean una misma palabra para
calificar la presencia de estas mujeres: el verbo aiakonéin, que
significa «servir» (de donde proceden los términos «diaconía» y
«diácono»). Lucas añade: «Le asistían con sus bienes». Eso puede significar que ponían sus riquezas a disposición de Jesús. Sin
embargo, frecuentemente este verbo griego tiene un sentido más
amplio: se trata de todo lo que tiene alguien a su disposición
para servir a los otros. Creo que sería más exacto traducir: «Le
asistían con todo lo que tenían».
Parece, pues, que hubo de hecho un ministerio de mujeres en
el evangelio, ordenado a la persona de Jesús, y que Jesús no lo
rechazó. A estas mujeres, a las que curó y salvó, las acogió
¡unto a él. Pero no fue siempre así: cuando el endemoniado que
curó en la tierra de los gerasenos le pidió quedarse con él, Jesús le envió a que fuera a dar testimonio de su curación en su
ciudad, a decir lo que Dios había hecho por él (Me 5,18-20).
N o quiso recibir de él ese «servicio». Le convirtió en un enviado, en un apóstol de vanguardia, en un instrumento del Reino.
Sin embargo, Jesús aceptó que María de Magdala y muchas
otras le siguieran y le sirvieran. Y la presencia de estas mujeres
-cuya mayor parte estaba constituida por antiguas enfermas,
pecadoras, poseídas por el demonio- debía plantear problemas
y tal vez provocar escándalo. Si Jesús lo quiso, debía tener razones bien precisas. Y para la mujer, es muy importante intentar
esclarecerlas.
Siguiendo el hilo del evangelio, podemos percibir que el
servicio de estas mujeres se llevó a cabo de modo paralelo a la
revelación del misterio de Cristo. Así es: en cada etapa de la
revelación de este único misterio encontramos a una mujer disponible para Dios (G. Blaquiére, // dono di essere donna, M i l á n
2
1985 [edición española: La gracia de ser mujer, Palabra,
Madrid 1988]).
Sábado
24 a s e m a n a del
Tiempo ordinario
LECTIO
P r i m e r a l e c t u r a : 1 Timoteo 6,13-16
Querido hermano: 13 Te exhorto ante Dios, que da la vida a
todas las cosas, y ante Jesucristo, que dio testimonio de la
verdad ante Poncio Pilato, '4 a que guardes este precepto sin
mancha ni culpa hasta la manifestación de nuestro Señor
Jesucristo, l5 que en su momento llevará a cabo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes, el Señor de los señores, ló el único que posee la inmortalidad y habita una luz
inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él,
honor y poder eterno. Amén.
*»- Pablo recomienda una vez más a Timoteo la fidelidad al precepto del Señor. ¿Fidelidad a qué precepto? Es
seguro que se refiere a la «fidelidad» al bello testimonio
de Cristo ante Poncio Pilato; hasta su manifestación
escatológica, que ya es visible en su obra redentora en el
tiempo.
Ante el pensamiento de la manifestación gloriosa de
Cristo, brota espontánea del corazón de Pablo la doxología de los w. 15ss. La insistencia de Pablo en dar a
Dios Padre los títulos reales y de «inmortalidad» parece
338
24° semana
una nota voluntariamente polémica contra los monarcas orientales y los emperadores romanos, que se atribuían tales títulos.
Para designar la segunda venida de Cristo, en vez del
término común deparusía o «revelación», Pablo prefiere emplear, en las cartas pastorales, la palabra «manifestación», que se utiliza también para expresar la obra
redentora (cf. 2 Tim 1,10; Tit 2,11; 3,4).
Evangelio: Lucas 8,4-15
En aquel tiempo, 4 reunió mucha gente venida de todas las
ciudades y Jesús les dijo esta parábola:
5
-Salió el sembrador a sembrar su semilla. Mientras iba
sembrando, parte de la semilla cayó al borde del camino, fue
pisoteada y las aves del cielo se la comieron. 6 Otra parte cayó
en terreno pedregoso y, nada más brotar, se secó, porque no
tenía humedad. 7 Otra cayó entre cardos y, al crecer junto con
los cardos, éstos la sofocaron. 8 Otra parte cayó en tierra buena, brotó y dio como fruto el ciento por uno.
Y exclamó:
-Quien tenga oídos para oír que oiga.
9
Sus discípulos le preguntaron qué significaba esa parábola. I0 Él les dijo:
-A vosotros se os ha concedido comprender los secretos
del Reino de Dios; a los demás todo les resulta enigmático,
de manera que miran pero no ven, y oyen pero no entienden.
" La parábola significa lo siguiente: la semilla es el mensaje
de Dios. n La semilla que cayó al borde del camino se refiere a los que oyen el mensaje pero luego viene el diablo y se
lo arrebata de sus corazones, para que no crean ni se salven.
13
La semilla que cayó en terreno pedregoso se refiere a los
que al oír el mensaje lo aceptan con alegría, pero no tienen
raíz; creen por algún tiempo, pero cuando llega la hora de la
prueba se echan atrás. 14 La semilla que cayó entre cardos se
refiere a los que escuchan el mensaje pero luego se ven atrapados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la
vida, y no llegan a la madurez. 15 La semilla que cayó en tierra
buena se refiere a los que, después de escuchar el mensaje
Sábado
339
con corazón noble y generoso, lo retienen y dan fruto por su
constancia.
*• Es el mismo Jesús quien propone el nombre de la
parábola narrada {cf. Mt 13,18). Esta indicación le presenta a él como «el sembrador», pero -según la teología
de Lucas- todo predicador puede ser considerado como
sembrador. La interpretación que sigue en el texto insiste más bien en los oyentes de la Palabra. El acento,
por lo que se refiere a la parábola, recae en la suerte que
corre la semilla. El contraste se da entre la semilla que
perece y la que da fruto, entre la Palabra del Maestro
proclamada a los judíos, que la rechazaron, y la misma
Palabra proclamada a los discípulos, que se convirtieron
en oyentes creyentes.
La parábola comienza de la misma manera en los tres
sinópticos (cf. Me 4,3; Mt 13,3), pero, al añadir «su semilla» en el v. 5, es probable que Lucas haya querido recordar que la semilla es el verdadero tema de la parábola, o
sea, la Palabra de Dios, que tiene una importancia capital en la teología de Lucas. Éste habla de semilla «pisoteada», tal vez para sugerir que algunos judíos o paganos
sólo sentían desprecio hacia el Evangelio. Por otra parte,
según Lucas, Jesús «exclamó» (v. 8), lo que resulta más
enfático y profético que el simple «dijo» de Me 4,9.
A la pregunta de los discípulos sobre el significado del
discurso parabólico, que tiene una notable concordancia
entre Mateo y Lucas, Jesús responde: «A vosotros se os ha
concedido comprender los secretos del Reino de Dios». La
expresión remite a Dn 2,28ss, donde Dios aparece como
el Revelador de los misterios, e indica la comprensión
tanto de los «designios divinos» de salvación del m u n d o
como el modo de llevarlos a cabo. «A los demás», prosigue Jesús en Lucas, estos misterios les resultan enigmáticos. El evangelista concentra, pues, la atención en la diferente acogida reservada a la Palabra de Dios, lal coi no
24a semana
340
Sábado
341
aparece significada por los diferentes terrenos. Según el
v. 13, no son tanto las tribulaciones o las persecuciones
como la tentación lo que conduce a la defección. Esta
formulación debe ser atribuida a la mayor atención otorgada por Lucas a la conducta moral cotidiana (cf. 9,23).
La parábola, dirigida a la muchedumbre, invita a esta
última a escuchar la Palabra de Dios. La explicación,
destinada a los discípulos, subraya más bien los diferentes resultados de la predicación de la Palabra. Ahora
bien, la sustancia de la enseñanza es la misma.
Además de las grandes pruebas, están las pequeñas
dificultades, las ilusiones y las pequeñas preocupaciones
de cada día, que ponen en crisis la fidelidad de los discípulos. Además de las «riquezas» que ahogan la Palabra, están los bienes materiales y el afán de posesión,
así como las distintas perezas, los infantilismos y los
fastidios que hacen presa a la persona hasta el punto de
impedirle su camino de maduración cristiana.
MEDITATIO
Concédenos, oh Padre y Dios de la vida, mantenernos
disponibles a tu plan de salvación y amor. Concédenos
acoger tu Palabra de verdad y de paz, tras haberla reconocido en los acontecimientos y en las personas que
encontramos en nuestra vida diaria. Y haz que, custodiándola en el corazón, siguiendo el ejemplo de la Virgen,
nuestra Madre (cf. Le 2,19), podamos dar frutos que se
asimilen a los «pensamientos y sentimientos de Cristo» y,
por consiguiente, de caridad con el prójimo de cada día.
Es importante que el anuncio de la Palabra, tema entrañable p a r a Lucas, llegue a todos y de la forma m á s
sencilla. La propuesta está hecha con u n a gran esperanza y u n gran optimismo. La escucha de la Palabra
de Dios, esto es, de la revelación de su proyecto histórico, es acogida y adhesión interior. Pero eso es don de
Dios, como la misma Palabra. Los discípulos h a n recibido ese don porque el amor libre y gratuito de Dios ha
tomado la iniciativa (cf. 10,23; 12,32). Ese don no es
una posesión privada que debamos defender, sino u n a
tarea que fundamenta la responsabilidad del anuncio
público y universal (cf. Le 8,16-18).
Por eso el tercer evangelista amortigua la oposición
con los otros y reduce la cita de Isaías (Is 6,9: «Miran
pero no ven, y oyen pero no entienden») a la mitad. Con
ello deja a Israel, y a los otros en general, todavía u n a
posibilidad de escucha y de conversión. Para Lucas y su
comunidad cristiana, el tiempo que viven es tiempo de
anuncio, no de discriminaciones apocalípticas. Frente a
los interrogantes de una comunidad ya sacudida por los
fracasos de la misión, por las defecciones y los retrasos
ele los creyentes, subsiste siempre y para todos la responsabilidad de la escucha de la Palabra.
ORATIO
CONTEMPLATIO
¿Por qué somos tan perezosos y lentos que no nos
apresuramos, u n a vez abandonada por fin toda malicia,
con sencillez y pureza de corazón, a recibir los oráculos
de Dios y a recibir de ellos el sentido de Cristo, desde el
momento en que oímos que se encuentra en ellos el Reino de Dios? A buen seguro, cada uno ha de captar según
sus propias fuerzas los oráculos de Dios que pueda y, si
es idóneo para u n alimento sólido, recibir los oráculos
de Dios que constituyen aquella sabiduría de la que habla el apóstol entre los perfectos (1 Cor 2,6). En cambio,
quien no sea aún idóneo para ella, que reciba los oráculos de Dios donde no ha de reconocer otra cosa sino
24a semana
342
a Cristo Jesús, y éste crucificado (1 Cor 2,2). Quien ni siquiera pueda esto, que reciba los oráculos de Dios de
modo que se sirva de leche y n o de alimento sólido (Heb
5,12). Si todavía es débil en la fe, coja los oráculos de
Dios en las hortalizas (Rom 14,29). Es suficiente que todos sepamos igualmente que los oráculos de Dios son
«oráculos castos» y «.plata probada con el fuego puro de la
tierra, purificada siete veces» (Sal 11,7); o sea, que conservemos los oráculos divinos en la castidad y en la santidad
del corazón y del cuerpo (Orígenes, cit. en La lectio divina nella vita religiosa, Magnano 1994, p. 39).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«María, por su parte, guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Le 2,19)
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Para poder ser transfigurados a semejanza del Hijo amado
es preciso, en primer lugar, escucharle. De la Palabra de Dios es
de donde brota en nosotros su luz (cf. 2 Cor 4,4). Esto aparece
ya en nuestras relaciones humanas: si pasamos los unos junto a
los otros sin decirnos nada: es un infierno. Pero si desde el
corazón dirigimos una palabra a otro ser que ha sido creado a
su vez a imagen de Dios, entonces se convierte en luz, es una
palabra que pone en comunión [...].
Procedamos, por consiguiente, de una manera resuelta hacia
aquel que nos confía su Palabra y quiere transfigurarnos a su
luz. Pidámosle un corazón noble, que tenga la misma nobleza
que el corazón de Dios: un corazón dilatado, grande, ancho, a
la medida de su amor, en vez de permanecer en nuestras mezquindades y en nuestras pequeneces. Pidámosle un corazón
generoso como el del Padre, rebosante de vida para nosotros y
ofrecido por completo a los hombres.
Sábado
343
Por último - y tal vez ésta sea la cosa más difícil para nosotros, aunque le es posible a Dios-, pidámosle la constancia, la
fuerza para resistir: la fuerza del Espíritu. Sin ella no podemos
nada, absolutamente nada, pero con la fuerza del Espíritu, sea
cual sea el abismo de nuestra debilidad, podremos mantenernos
firmes. Arraigados en ese Amor que es nuestro Dios, podremos
dar el fruto verdaderamente único del Espíritu: el fruto del amor
(J. Corbon, La gioia del Padre, Magnano 1997, pp. 46ss).
Lunes
25 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Esdras 1,1-6
1
El año primero de Ciro, rey de Persia, para que se cumpliera la Palabra del Señor anunciada por Jeremías, despertó
el Señor el espíritu de Ciro, que en todo su Reino hizo proclamar de palabra y por escrito el siguiente edicto:
2
Habla Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios del cielo, me ha
dado todos los reinos de la tierra y me ha encomendado construirle un templo en Jerusalén, que está en la región de Judá.
3
El que de vosotros pertenezca a ese pueblo, que su Dios lo
acompañe y suba a Jerusalén, que está en la región de Judá, a
reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel. 4 Y a los que
pertenezcan a ese pueblo, vivan donde vivan, ayúdenles sus
convecinos con plata, oro, bienes, ganado y otros donativos
voluntarios para el templo de Dios que está en Jerusalén.
5
Los jefes de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y
levitas, todos aquellos cuyo espíritu había despertado Dios, se
dispusieron a subir a Jerusalén para reconstruir el templo del
Señor. 6 Todos sus convecinos les dieron plata, oro, bienes, ganado, objetos preciosos y otros donativos voluntarios.
*•• El libro de Esdras, redactado hacia el año 300 a. tío
C, narra el regreso a la patria de los exiliados en Babi
346
25a semana
lonia, tras el edicto de Ciro (538 a. de C.)> y la consiguiente obra de reconstrucción civil y religiosa de la
comunidad. La restauración p o n d r á de manifiesto los
pilares de la vida judía del postexilio: la ley, el sacerdocio y el templo, signo de la presencia divina y garantía de esperanza para el futuro.
Los primeros versículos del libro cuentan la puesta
en m a r c h a de toda la historia (w. 1-4), interpretada
como el cumplimiento de la p r o m e s a divina {«para que
se cumpliera la Palabra del Señor»). El decreto de Ciro
es expresión del plan providencial e indica los dos temas centrales de la obra: el deseo de ser pueblo de
Dios de u n a manera visible y la reconstrucción del
templo y de la ciudad, que había quedado devastada
después de la ocupación y destrucción babilónicas del
año 586 a. de C.
La pronta y firme decisión de m u c h o s de adherirse
al decreto de Ciro es atribuida por el autor a la intervención del Espíritu de Dios, que suscita en los ánimos
entusiasmo hacia el proyecto de retorno a la patria de
los exiliados de Babilonia y de reconstrucción del
templo del Señor (v. 5). El Espíritu de Dios infunde
además generosidad incluso en los otros judíos, que,
aunque n o participan en el retorno, colaboran en el
proyecto de reconstrucción con abundantes ayudas
económicas.
Lo que sucede es, en definitiva, análogo a la experiencia del éxodo, que figura en el centro de la confesión de fe de Israel. Por eso la terminología del presente fragmento recuerda el expolio de los egipcios a
la salida de Egipto y se sugiere precisamente u n a analogía entre los dos acontecimientos: esto configura el
retorno de Babilonia como un segundo éxodo y permite confirmar la continuidad de la obra divina que vela
por el cumplimiento de las promesas.
Lunes
-
347
Evangelio: Lucas 8,16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: 16 Nadie
enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la oculta debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que
los que entren vean la luz. " Porque nada hay oculto que no
haya de descubrirse, ni secreto que no haya de saberse y ponerse al descubierto. IS Prestad atención a cómo escucháis: al
que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará incluso lo
que cree tener.
*» Tenemos aquí tres dichos recogidos por Lucas en
una sección que tiene, como hilo conductor, la Palabra
de Dios. El primer dicho (v. 16) es una advertencia a los
discípulos, a fin de que no teman ni mantengan «prisionera» la Palabra por miedo. Es lo que da a entender la
paradoja de una lámpara encendida cubierta y puesta
en u n sitio donde no alumbra. El discípulo tendrá que
asumir la responsabilidad de esta Palabra, que es pública y debe ser visible para todos. El segundo dicho (v. 17)
está conectado con el primero y en él aparece de nuevo
una advertencia a los discípulos de Jesús que, por alguna razón, mantienen la Palabra encerrada en su corazón o bien la comunican sólo a unos pocos iniciados: el
resultado es que el anuncio queda desatendido.
El tercer dicho (v. 18) aclara los dos precedentes. El
anuncio de la Palabra, el hacerla visible, depende antes
que nada de la importancia dada por el discípulo a la escucha, a la actitud interior con la que escucha: «Prestad
atención a cómo escucháis». Es preciso que la escucha
sea adecuada, que corresponda a la importancia de la
Palabra de Dios comunicada al discípulo. Se puede escuchar, pero escuchar mal, y, en este caso, más que ser
ocasión de crecimiento, se convierte en ocasión de juicio: «Al que no tiene se le quitará incluso lo que cree tener». En consecuencia, es decisivo escuchar bien, porque sólo así se enriquece el corazón. Si se escucha mal
25a semana
348
- o no se escucha- se pierde una importante oportunidad: no se crece, sino que más bien se va hacia la perdición de uno mismo.
MEDITATIO
Hay una condición previa para poder entrar en un
diálogo profundo con Dios y acoger su plan de amor sobre nosotros, en especial cuando su voluntad nos pide
que salgamos de nosotros mismos, de nuestras certezas,
y nos pongamos otra vez en camino hacia nuevas metas.
Esta condición es la escucha sincera de su Palabra. Contando con la fuerza y con el apoyo del Espíritu que acompaña a la escucha dócil de la misma, podemos hacer
frente a situaciones difíciles y emprender nuevos recorridos, precisamente como el Señor pidió a los exiliados
judíos que, sostenidos por la gracia de Dios, dejaron sus
prósperos intereses consolidados en la región de Babilonia, para volver a Jerusalén y empezar con generosidad la empresa de la reconstrucción del pueblo de Dios
y de su ciudad.
Es preciso estar dispuestos a la pronta obediencia a
Dios, porque sólo a quien se pone «en religiosa escucha» lo emplea el Señor para sus planes en beneficio de
la humanidad. Esta escucha requiere que no pongamos
restricciones de ningún tipo. El Señor y su Palabra son, en
efecto, la única causa digna a la que podemos dedicar
todo lo que somos: porque «al que tiene se le dará, y al que
no tiene se le quitará incluso lo que cree tener». Si escuchamos la Palabra con las disposiciones requeridas (escucha
integral, constante y obediente, anclada en la existencia), experimentaremos la luz del Evangelio y llegaremos
a ser sus testigos eficaces, convincentes, porque éste no
es una doctrina iniciática, sino la noticia del amor de
Dios, que llega fácilmente a los otros sólo cuando nosotros lo hemos experimentado en primera persona.
Lunes
349
ORATIO
Señor, concédenos tu Santo Espíritu para que podamos entrar en un verdadero diálogo contigo y acoger
con generosidad tu plan de amor sobre cada uno de nosotros. Haznos solícitos a tu Palabra, para que, mientras
estemos a la escucha atenta y dócil de la misma, tú, Señor, suscites en cada uno de nosotros el deseo ardiente
de volver a ponernos en camino contigo, abandonando
el exilio de nuestras ilusorias seguridades. Ayúdanos a
redescubrir, como hiciste con los exiliados vueltos de
Babilonia a la tierra de tu promesa, la alegría de emprender de nuevo contigo el trabajo de la edificación de
tu pueblo, la fatiga fecunda de ser Iglesia.
Entonces experimentaremos también la liberación
del miedo y seremos verdaderos y creíbles testigos, conscientes de tu llamada para ser colocados en el lucernario
que da luz a todos los que están en la casa. Sólo así podremos convertirnos en un signo luminoso de esperanza para este m u n d o nuestro.
CONTEMPLATIO
«[Estamos] muy confiados en Dios, nuestro Señor,
que ha de manifestar su nombre en la China. Vuestra
santa caridad lleve u n cuidado especial en encomendarnos a todos a Dios: tanto a los que se quedan en Japón
como a nosotros, que vamos a la China [...].
Por la experiencia que tengo del Japón, hacen falta algunas cosas a los padres que han de ir a fructificar en
las almas y principalmente a los que deben ir a las universidades. La primera es que hayan sido muy probados
y perseguidos en el mundo, y que tengan mucha experiencia y gran conocimiento interior de sí mismos, porque en el Japón han de ser perseguidos bastante más de
lo que por ventura lo fueron nunca en Europa. Es una
25a semana
.ISO
tierra fría y de poco vestuario; no duermen en camas
poique no las hay; es estéril de mantenimiento; desprecian a los extranjeros, de modo principal a los que van
a predicar la ley de Dios -eso hasta que llegan a gustar a
Dios-. Los padres del Japón siempre serán perseguidos,
y los que van a las universidades me parece que no podrán llevar consigo las cosas necesarias para decir misa,
a causa de los muchos ladrones que hay en las tierras
por las que deben pasar [...].
Nuestras ideas sobre Dios y la salvación de las almas
son tan opuestas a las suyas que no debemos maravillarnos de que nos persigan, y no sólo con palabras...
Nosotros no buscamos, a buen seguro, litigios, pero el
miedo no nos impedirá hablar de la gloria de Dios y de
la salvación de las almas... (J. Brodrick, San Francesco
Saverio, Parma 1961, pp. 362.416, passim [edición española: San Francisco Javier, Espasa-Calpe, Madrid]).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares» (del salmo responsorial).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Un antiguo alumno mío, que se ha vuelto agnóstico, me repite a menudo: «La Iglesia ha llegado a la agonía, es inútil que usted se agote en poner dentro de la misma cesta los trozos que
quedan». Pues bien, no [...]. M i vida dominicana me permite
grandes espacios de silencio y de recogimiento. Son los momentos en que se deposita la memoria de las heridas, de los fracasos, de los arañazos, de los celos (el gran mal eclesiástico), de
las inquietudes por el futuro, y en los que se hace más profunda
la conciencia de la gracia de Dios. Siento entonces subir a mi
espíritu algunos versículos de salmos, de relatos evangélicos, de
Lunes
351
la literatura ¡oánea, de las cartas apostólicas, en particular de la
carta a los Efesios.
Este flujo de versículos que pueblan mi memoria creyente se
conecta con las palabras que el evangelio de Juan pone en labios de Pedro: «Señor, ¿a quién ¡remos?». Desde hace dos mil
años, hombres y mujeres de «toda pobreza», volviendo sobre
esta confesión ae fe, la han releído a la luz de su experiencia y
de su deseo. La han considerado capaz de dar un sentido a su
vida [...]. Pedro da razón de su adhesión radical a Cristo: «Sólo
tú tienes palabras de vida eterna». La respuesta de Pedro aparece de inmediato como el hilo conductor del destino de todos
los grandes santos, heridos también ellos por la vida, atormentados también ellos por la vida [...]. Por eso afirmo que mientras
haya hombres y mujeres que buscan el sentido de su vida y otros
que pronuncian el nombre de Cristo, sabiendo lo que significa,
habrá cristianos [...].
La Iglesia de Dios es, al mismo tiempo, revelación y actualización de su ternura, capaz de abrazar el destino humano en
lo concreto de aquellas cosas que le hacen feliz, pero también
- y tal vez sobre t o d o - en aquellas cosas que le hunden en la desesperación. Dios no auiere que la humanidad carezca de esperanza, y la humanidad tampoco quiere estar sin ella. N o sé
qué es lo que la Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, está llamada a ser en los siglos futuros. Ahora bien, en mi fe, creo que
en el día del Señor ella será sierva de la misericordia-fidelidad
(J.-M. R. Tillard, «Ragioni per sperare», en Testimoni del 30 de
noviembre de 2000).
Martes
25 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Esdras 6,7-8.12b. 14-20
En aquellos días [el rey Darío escribió a los gobernadores
de la región situada al otro lado del Eufrates diciendo]: 7 Dejad que prosigan las obras de ese templo de Dios y que el gobernador de Judá y los dirigentes de los judíos reconstruyan
el templo de Dios en su emplazamiento original. 8 Y sobre
vuestro proceder con los dirigentes de los judíos en lo que toca
a la reconstrucción del templo de Dios, dispongo lo siguiente:
De los ingresos reales procedentes de los tributos del otro lado
del Eufrates, se entregará puntualmente el dinero necesario
para que no se interrumpan las obras. Yo, Darío, he publicado
este decreto. Cúmplase puntualmente.
14
Los dirigentes de los judíos reanudaron con éxito la
reconstrucción, alentados por el profeta Ageo y el profeta Zacarías, hijo de Ido, y la terminaron felizmente conforme al mandato del Dios de Israel y a la orden de Ciro, de Darío y de Artajerjes, reyes de Persia. 15 Terminaron la reconstrucción del
templo de Dios el día tercero del mes de Adar en el año sexto
del reinado de Darío. '6 Los israelitas, sacerdotes, levitas y demás repatriados celebraron jubilosos la dedicación del templo
de Dios. " Con motivo de ella ofrecieron cien toros, doscientos
carneros, cuatrocientos corderos y, como sacrificio expiatorio
por todo Israel, doce machos cabríos conforme al número de
las tribus de Israel. '8 Organizaron de nuevo a los sacerdotes
354
25a semana
por turnos, y a los levitas según sus clases en orden al servicio
de Dios en Jerusalén, como está escrito en el libro de Moisés.
19
Los repatriados celebraron la pascua el día catorce del
primer mes. 20 Sacerdotes y levitas se habían purificado como
un solo hombre; todos estaban puros. Así que inmolaron la
pascua por todos los repatriados, por sus hermanos los sacerdotes y por ellos mismos.
**• A la misiva de los dirigentes de Judá, que se defienden de la acusación de sediciosos y rebeldes por
haber querido reconstruir el templo, responde ahora el
emperador persa, Darío. Éste acepta la tesis de los ancianos y permite proseguir los trabajos de construcción
del templo; más aún, pide incluso que recen en él por su
persona (cf. v. 10) y manda que se haga uso de fondos
tomados del tesoro de la satrapía aqueménida para la
reedificación del templo, además de la contribución
económica de la próspera comunidad judía que se había quedado en tierras de Babilonia.
Si importante es el apoyo de la autoridad imperial,
más decisivo se muestra aún el aliento proporcionado
por la palabra profética. El texto subraya que es, en efecto, la palabra inspirada de los profetas Ageo y Zacarías lo
que infunde confianza y perseverancia en la realización
del proyecto de construcción del templo del Señor, querido por los dirigentes de Judá (v. 14).
El autor bíblico señala que detrás de los decretos de
Darío y Artajerjes está el mandato de Dios, más aún «del
Dios de Israel», que actúa para volver a dar fuerza, unidad y esperanza al pueblo que ha vuelto del exilio y debe
reorganizar su propia vida social y religiosa en torno a
tres realidades que serán los pilares de la comunidad en
el período postexílico: el templo, el sacerdocio y la ley.
La solemne dedicación del templo, el reinicio del culto
legítimo y la celebración de una pascua ecuménica
(«como un solo hombre»: v. 20) indican esta nueva y decisiva etapa en la vida del pueblo de Dios, que experi-
Martes
355
menta así la permanente actualidad de las magnalia Dei
durante el éxodo.
Evangelio: Lucas 8,19-21
En aquel tiempo, " se presentaron su madre y sus hermanos, pero no pudieron llegar hasta Jesús a causa del gentío.
20
Entonces le pasaron aviso:
-Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.
21
Él les respondió:
-Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica.
**• Lucas propone en su evangelio un ejemplo de escucha de la Palabra que se convierte en «práctica» de la
misma Palabra. Así, al recordar u n episodio en el que su
madre y sus hermanos van a ver a Jesús, Lucas suprime
toda referencia a lo que pudiera hacer suponer la existencia de una tensión entre Jesús y su familia de origen,
porque para el evangelista lo decididamente importante
es concentrarse en la figura espiritual de la madre de Jesús: «Se presentaron su madre y sus hermanos, pero no
pudieron llegar hasta Jesús a causa del gentío» (v. 19). La
venida de sus familiares proporciona a Jesús la ocasión
para brindar una enseñanza decisiva sobre el verdadero
parentesco con él, un parentesco no creado por vínculos
de sangre, sino por la escucha obediente y activa de la
Palabra.
Como es obvio, sus parientes carnales no están excluidos de esta posibilidad. Todos están incluidos, empezando por su madre. Lucas quiere confirmar la importancia de la nueva familia que se reúne en torno a
Jesús, u n a familia engendrada por la Palabra. Por otra
parte, está clara la intención del texto, a saber: afirmar
el primado absoluto de la Palabra de Dios. Es la Palabra
25a semana
356
lo que nos pone en comunión con Jesús; es la Palabra la
que forma su comunidad.
Esta última experimenta, de manera paradójica, un
engendramiento de Cristo en su propio interior, un acogerle en la fe que hace nacer a la vida nueva. Entre los
distintos miembros se experimenta, por consiguiente,
una relación de fraternidad, comprensible a la luz del
hecho de que éstos se reconocen como «hermanos en
Cristo» e «hijos del mismo Padre». Lucas recuerda después que esta Palabra no se puede quedar en una escucha superficial y no activa: requiere, efectivamente, u n a
escucha atenta y activa, exige su traducción a la práctica moral de la existencia (v. 21).
Martes
357
ñaladas por su Palabra, que nos incita a colaborar en la
edificación del pueblo de Dios.
Volvemos a encontrar así el ideal que los profetas
Ageo y Zacarías intentaban infundir en el pueblo de los
exiliados vueltos a Jerusalén y u n tanto incómodos por
las dificultades de la empresa. Ser creyentes, escuchar
como María la Palabra y ponerla en práctica como ella
vivir su consiguiente bienaventuranza..., no significa
entrar en una esfera de enrarecidos goces intimistas
sino convertirse en colaboradores activos del sueño de
Dios: hacerse una familia de hijos e hijas tan grande
como toda la humanidad.
ORATIO
MEDITATIO
Una de las problemáticas más candentes de la sociedad actual es la de la familia. En ella emergen graves dificultades debidas a la falta de valores y a la disgregación
de las relaciones. Ahora bien, tal vez para poder superar
la incómoda situación actual no basten las consultas psicosociológicas y las intervenciones legislativas y sea preciso volver al mensaje evangélico sobre la familia.
Descubrimos así que Jesús, aun reconociendo el altísimo valor de la familia en cuanto arraigada en la intención originaria del Creador, relativiza su importancia.
El fragmento evangélico que hemos leído hoy nos recuerda que el valor de la familia es inferior y está subordinado al de la nueva familia del Reino. Esta exigencia de
radicalismo a la hora de reconocer la urgencia de la llamada a la conversión y a la acogida del Reino es lo que
explica ciertas exigencias de Jesús que, de otro modo,
estarían en contradicción con sus enseñanzas sobre el
valor de la familia. Jesús nos pide que, por encima de
todo, obre en nosotros la pasión por el Reino: en definitiva, una acogida activa, generosa, de las exigencias se-
Reconozco ante ti, Señor, la belleza de la llamada a
formar parte de la familia del Reino, a experimentar en
ella la ternura y la fuerza del amor del Padre que me
quiere como hijo suyo, a convertirme cada vez más en
tu hermano y amigo.
Con la ayuda de tu gracia, quisiera llegar a ser cada
vez más semejante a María, tu madre y nuestra madre
modelo de obediencia inteligente y activa a tu Palabra.
Deseo entrar como ella en una escucha silenciosa y adoradora de la Palabra de Dios, único camino para comprender el proyecto divino sobre mí. El silencio interior
tan necesario en mi vida, me separará de mí mismo, de
mi pequeño mundo cerrado, para llevarme al firmamento de tu Espíritu. Entonces me sentiré verdaderamente
«uno» con mis hermanos y hermanas en Cristo.
CONTEMPLATIO
Todos los miembros, pastores, laicos y religiosos, participan, cada uno a su manera, de la naturaleza sacra-
25" semana
358
Martes
359
mental de la Iglesia; igualmente, cada uno desde su propio puesto debe ser signo e instrumento tanto de la unión
con Dios cuanto de la salvación del mundo. Para todos,
en efecto, existe el doble aspecto de la vocación:
a) a la santidad: en la Iglesia todos, pertenezcan a la
jerarquía o sean guiados por ella, son llamados a la
santidad (LG 39);
b) al apostolado: la Iglesia entera es impulsada por el
Espíritu Santo a cooperar en la realización del
plan divino (LG 17; cf. AA 2; AG 1, 2, 3, 4, 5).
salvados, con la gratificante compañía de la humanidad de todos
los tiempos.
Por consiguiente, antes de considerar la diversidad
de los dones, oficios y ministerios, es preciso admitir
como fundamento la común vocación a la unión con
Dios para la salvación del mundo. Ahora bien, esta vocación requiere en todos, como criterio de participación
en la comunión eclesial, el primado de la vida en el Espíritu; en virtud del mismo ocupan el primer lugar la
escucha de la Palabra, la oración interior, la conciencia
de ser miembro de todo el Cuerpo, junto con la preocupación por la unidad, el fiel cumplimiento de la propia
misión, el don de sí en el servicio y la humildad de la penitencia (nota directiva Mutuae relationes, 4, passim).
Con su constancia en la fatiga de la construcción preanuncia
la grandeza del premio y la fuerza de atracción de la meta. Con
su característico «¡qué bello es que los hermanos vivan unidos!»
preanuncia la bienaventurada y beatificante fraternidad definitiva. Con su gozo habitual, con su «habitat» que permite a las
personas florecer, crecer, expandirse y dar fruto, con su clima sereno y fraternal, está indicando la línea de llegada final, donde
viviremos todo eso en plenitud y sin sombra alguna (P. G. Cabra, Para una vida fraterna. Breve guía práctica, Sal Terrae,
Santander 1999, p. 158).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Me doy prisa para guardar tus mandatos sin tardanza»
(Sal 118,60).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Cierto: en el estado definitivo no viviremos aislados, sino en
festiva y gratificante comunión. Una comunión extraordinaria y
singular, ante todo con el Padre, el Hijo y el Espíritu, y después
con la multitud de los santos y santas, con la comunidad de los
Es fácil que el «grado de complacencia» y «gratificación» en
esa gozosa comunión dependa del grado de «propensión fraterna» que hayamos cultivado y promovido aquí, en esta tierra.
La comunidad escatológica, con sus promesas de felicidad,
sostiene el empeño por la realización, aquí abajo, de la vida
fraterna, con sus fat ¡gas y desilusiones.
Por su parte, una fraternidad que crece en la cotidiana oscuridad se convierte en rayo de luz que preanuncia la luz solar de
la fraternidad definitiva, gozosa y fuente de felicidad.
Miércoles
25 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Esdras 9,5-9
5
A la hora del sacrificio vespertino salí de mi postración y,
con el vestido y el manto rasgados, caí de rodillas y extendí
mis manos hacia el Señor, mi Dios, suplicando:
6
-Dios mío, estoy confundido y avergonzado. No me atrevo
a levantar mi rostro hacia ti, Dios mío, porque nuestras iniquidades han sobrepasado nuestra cabeza y nuestros delitos llegan
hasta el cielo. 7 Desde los tiempos de nuestros antepasados hasta hoy hemos sido culpables. Por nuestros crímenes hemos sido
entregados nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes a reyes extranjeros, a la espada, a la esclavitud, al saqueo y al oprobio, como sucede hoy. 8 Mas he aquí que de pronto el Señor,
nuestro Dios, nos ha mostrado su misericordia dejándonos un
resto y dándonos un refugio estable en su lugar santo. Así,
nuestro Dios ha iluminado nuestros ojos y ha aliviado nuestra
esclavitud. * Porque éramos esclavos, pero nuestro Dios no nos
ha desamparado en medio de la esclavitud, sino que ha hecho
que nos granjeáramos el favor de los reyes de Persia y nos ha
dado un respiro para reconstruir el templo de nuestro Dios y
para poner en pie sus ruinas, proporcionándonos un refugio
seguro en Judá y Jerusalén.
**• Describe Esdras aquí a las personas que se reúnen
a su alrededor para apoyar su política de restauración
362
25a semana
Miércoles
363
tic la comunidad judía. Son aquellas que se estremecen
por la Palabra de Dios {cf. 9,4): con estas personas se
pone a orar Esdras. Su oración, semejante a la de Neh 9,
tiene una clara impronta penitencial, como una confesión de los pecados, o, mejor aún, es una especie de predicación penitencial en forma de oración. El reformador, con los vestidos penitenciales, con el manto del
luto, inicia su súplica usando la primera persona del
singular, pero después pasa inmediatamente al plural,
como para unir consigo a la comunidad pecadora del
pasado y del presente.
lén y volver a levantar el templo del Señor. En sustancia,
la experiencia de la misericordia prevalece sobre la experiencia del castigo, y el sentimiento de estar protegidos
por el Señor hace alegre y consolador incluso este momento de luto y penitencia. En efecto, no se trata de
convencer a Dios para que perdone, sino de reconocer
los signos de su perdón ya en acto.
La historia de Israel está presentada como una historia de infidelidad que dura hasta el presente (v. 7); es una
confesión general de la culpa, un reconocimiento de la
legitimidad del castigo divino al pueblo. En los w. 8ss, en
forma de una reflexión sobre el tiempo presente, se subraya que la benevolencia divina no ha menguado en
absoluto y que toda la situación actual está marcada,
por así decirlo, por la experiencia de esa benevolencia,
como indican claramente las diferentes expresiones:
«nos ha mostrado su misericordia», «un resto», «un refugio estable», «ha iluminado nuestros ojos», «ha aliviado
nuestra esclavitud».
En aquel tiempo, ' Jesús convocó a los Doce y les dio poder
para expulsar toda clase de demonios y para curar las enfermedades. 2 Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. ' Y les dijo:
-No llevéis para el camino ni bastón ni alforjas, ni pan ni
dinero, ni tengáis dos túnicas. 4 Cuando entréis en una casa,
quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar. 5 Y donde no os reciban, marchaos y sacudid el polvo de vuestros
pies, como testimonio contra ellos.
6
Ellos se marcharon y fueron recorriendo las aldeas, anunciando el Evangelio y curando por todas partes.
Evangelio: Lucas 9,1-6
Se pone, por consiguiente, u n gran énfasis en la
experiencia - a u n en medio de la precariedad de la situación presente- de la bondad de Dios y de su asistencia al pueblo de los exiliados, a los hombres del retorno.
Se interpreta, por tanto, de una manera penitencial la
propia situación, pero se vislumbran ya los signos de la
liberación, que pasan a través de las experiencias
concretas, históricas, de una historia leída de manera
«providencial», o sea, guiada por la m a n o providente de
Dios.
**• La misión de los Doce hunde sus raíces en el proyecto de Jesús de reunir al pueblo de Israel en torno al
anuncio de la salvación; por eso implica también, en la
tarea de mensajeros del Reino, a los Doce (más adelante también a los setenta y dos discípulos: cf. Le 10,lss),
enviándoles por toda Galilea. El discurso de Jesús a sus
enviados se refiere, más que a los contenidos de su predicación, a las indicaciones sobre el estilo que deberá
tener el apóstol: desde el equipaje que debe llevar al
comportamiento que tiene que seguir en el lugar en
donde le den hospedaje.
Así, Esdras recuerda que el pueblo de los exiliados se
granjeó el favor de los reyes de Persia (v. 9), que permit ieron al pueblo revivir y restaurar las ruinas de Jerusa-
Lucas presenta la misión de los Doce como la prolongación del mismo ministerio de Jesús. Así, los «convoca» como ya había hecho cuando les llamó en el mon-
364
25" semana
le para constituir el grupo de los Doce (cf. 6,12ss). Su tarea, para la que están autorizados y habilitados por el
poder y por la autoridad que les confiere Jesús, consistirá en liberar a las personas de las fuerzas que intentan
mantenerlas esclavas (enfermedades y demonios) y en
anunciarles la proximidad del Reino de Dios.
Jesús imparte instrucciones concretas a los enviados.
Estas instrucciones insisten en la necesidad de adaptarse
a las situaciones e imponen pobreza de medios, para que
éstos no se vuelvan más importantes que el fin y para que
los apóstoles puedan proceder de manera veloz y ligera
sirviendo al proyecto del que los ha enviado: «No llevéis
para el camino ni bastón ni alforjas, ni pan ni dinero, ni
tengáis dos túnicas» (y. 3). Más aún, precisamente a través de la pobreza de medios experimentarán los Doce la
asistencia divina, mostrarán su disponibilidad generosa y
la voluntad de confiarse únicamente a la defensa que les
asegura la fuerza de la Palabra anunciada.
«Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que
os marchéis de aquel lugar» (v. 4). La palabra de la predicación suscita, en quien la acoge, disponibilidad y
apertura y crea u n clima de auténtica fraternidad que el
misionero será el primero en gozar. Quedarse en u n a
casa y no ir de casa en casa indica, según algunos intérpretes, la desautorización de una obsesión proselitista;
para otros sería, más bien, una invitación ulterior a la
pobreza: deben contentarse con lo que puede ofrecer
una casa, sin malgastar tiempo y fuerzas en la búsqueda de sitios más confortables.
Según Lucas, no les faltarán, como ya le había pasado a Jesús, los rechazos y las oposiciones. Mas para los
que no aceptan el mensaje del Reino estas palabras suponen, más que una condena, una puesta en guardia. Al
apóstol se le pide que les hagan comprender la grave siI nación en la que corren el riesgo de caer cuando se cierran a la alegre noticia (v. 5).
Miércoles
365
MEDITATIO
El Evangelio es el anuncio del eterno plan de Dios, manifestado en Jesucristo, de convocar a un pueblo para
que experimente su proximidad, la fuerza de un amor
que transforma todas las situaciones e «ilumina nuestros
ojos», porque, como a los exiliados de Babilonia, Dios
nos libera de la esclavitud de nuestro pecado, del desierto
de nuestra desesperación. El Evangelio sigue siendo en
nuestros días curación y liberación. Sin embargo, no
puede ser anunciado sin que haya alguien que esté dispuesto a ponerse a su servicio, que acepte salir de los estrechos límites de sus intereses y sueños privados, individualistas, para ir hacia los otros. Nuestra misión, para
ser como la de los Doce, para ser auténtica de verdad,
deberá caracterizarse por algunos sin y por algunos con.
A buen seguro, sin la tentación del poder y la eficiencia, sino con una dedicación plena y con humildad: precisamente a través de nuestras limitaciones y las de los
medios de que disponemos experimentaremos la fuerza
de la Palabra que anunciamos, una Palabra que nos trasciende y nos custodia. La misión nos pide, sin embargo,
disponibilidad para participar no sólo en el poder de Cristo, sino también en su destino de ser rechazado y perseguido. Deberemos ser capaces también de reconocer los
signos de la nueva humanidad plasmada por el Evangelio, signos que serán las diferentes formas de acogida, de
solidaridad, de fraternidad. Si predicar y curar es la misma actividad de Jesús, nuestra acción apostólica de discípulos y discípulas debe convertirse también al final en
comunión con el destino de nuestro Maestro.
ORATIO
Te doy gracias, oh Señor, por haberme hecho encontrar la alegre noticia de tu a m o r a la humanidad, que ha
25a semana
366
hecho brillar mi rostro y llenado mi corazón de alegría.
lín tu Evangelio he encontrado refugio, consuelo, curación, liberación y fuerza.
Te pido que me colmes de tu Santo Espíritu, para que
no haya nada más querido a mi corazón que la causa
del Evangelio y para que pueda anunciarlo a los hermanos y hermanas con firmeza de fe y con generosidad de
obras.
Te pido la gracia de vivir esta tarea de evangelización
de modo alegre, libre de preocupaciones enredadoras,
solícito al bien de mis hermanos y hermanas, sin fiarme
demasiado de mí mismo, sino confiando más bien en el
poder de tu nombre. Amén.
CONTEMPLATIO
El propósito de ajustar su vida a una regla (proposito
regolare) por parte de los predicadores de Tolosa no era
una novedad: seguían en la línea de la Predicación de
Narbona. Es fácil ver en ello la voluntad concreta de Domingo y de los suyos de proseguir aquella «imitación de
los apóstoles» cuya norma y ejemplo les había dado Diego: «Ir a predicar a pie la palabra de la verdad evangélica» y practicar la pobreza de tipo «evangélico». Si hubiera dudas sobre la interpretación de esta última frase,
la práctica constante de Domingo, a partir de 1206, bastaría para disiparlas.
La pobreza evangélica de la que habla el documento
de 1215 introduce, como es obvio, el rechazo de toda cabalgadura, prohibe llevar dinero consigo, exige que los
predicadores se adapten al alojamiento y al alimento
que les ofrezcan sus anfitriones casuales, implica la
mendicidad de puerta en puerta y todos los otros punios de la regula apostólica. Con mayor razón, excluye
I oda propiedad reditual. Giordano lo confirma, precisando el motivo: «...a fin de que la preocupación por los
Miércoles
367
bienes temporales no fuera obstáculo para el ministerio
de la predicación». Reconocemos en ello el espíritu de
Domingo: vivir de limosna no era sólo imitar al Salvador y a los apóstoles, sino también una liberación espiritual; el santo lo había experimentado durante la misión
de Narbona (H. Vicaire, Storia di san Domenico, Roma
1983, p. 324 [edición española: Historia de santo Domingo, Editorial Científico-Médica, Barcelona 1964]).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Exaltad con vuestra vida al Rey de los siglos» (Tob 13,7).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
El apóstol es un pobre. Siempre lo ha sido si es un verdadero apóstol. Pero hoy especialmente se siente inmerso en una
gran pobreza en sus relaciones con un mundo mucho más fuerte y atrevido, frente al que se siente muchas veces desarmado,
inferior, sin argumentos incisivos, sin asideros o puntos de contacto, sin medios eficaces [...].
Sucede que, a pesar de todo, a pesar de toda buena voluntad, a pesar de todos los medios usados, podrás sentirte perdidamente pobre.
Has trabajado toda una ¡ornada, te has roto la cabeza con
un montón de obstáculos, te has lanzado a fondo perdido, has
agotado tus recursos, te has empleado como mejor podías, te
habías preparado meticulosamente para todo lo que tenías que
hacer, no habías dejado pasar nada por alto, y te parece que
llegas a tu habitación con las manos vacías. Y surge en ti la
duda: ¿habré conseguido algo? ¿Habrá sido inútil todo este trabajo? ¿Cómo saber si está bien o mal lo que he hecho? ¡Parecían todos tan lejos de mis y de tus preocupaciones, Señor! jSi
tuviese siquiera a alguien con quien intercambiar en dos palabras esta impresión, en quien confiar esta sensación de vacío!
Í68
25a semana
¿No será tal v e z inútil todo mi trabajar? ¡La gente marcha por
caminos tan distintos! M e aceptan hasta un cierto punto, mientras no pretendo que den el salto a la fe. Veo entonces dibujarse una valoración; me siento entonces solo con mi secreto y mi
pasión no comprendida; me siento entonces mirado incluso
como algo extraño y anacrónico. ¡Lástima, parecen decir, que
una persona tan moderna y capaz se obstine todavía e insista
en ciertas cosas que no son necesarias!
Jueves
25 a semana del
Tiempo ordinario
¡Qué cansancio continuar en este camino de razonamientos e
intentos tan distintos! ¿Es que no va a haber una vía de salida?
¿No se está haciendo este mundo cada vez más selvático?
¿Vale tal vez la pena seguir dándome, dándome, dándome,
para unos frutos que desde hace años estoy esperando en vano?
¡Siervo trabajador, y siervo inútil: eso es lo que te sientes en
esos momentos! Sin embargo, es ahora cuando te estás jugando tu mañana: si te paras aquí a saborear tu propia amargura
- y es fácil, porque el vacío flama al vacío, el abismo llama al
abismo-, caerás en la amargura y el desconsuelo. Percibirás
sólo el límite de tus fuerzas, gustarás únicamente la insignificancia de tu pobreza.
Pero si vuelves la mirada a tu riqueza, si ese gris y lejano vacío lo llenas pronto con Aquel en cuyo nombre has trabajado y
sudado y aceptado un resultado incierto, sellarás en ese momento, con la potencia del amor, ese día comenzado por amor,
vivido en el amor, aceptado en todo con amor.
Y estarás llenando tu pobreza con tu tesoro, y así en adelante
lo sentirás más tuyo todavía, cercano a ti como nunca, como nunca, tu fuerza superabundante (P. G. Cabra, Amarás con todas tus
fuerzas (Pobreza), Sal Terrae, Santander 3 1982, pp. 59.61-62).
ECTIO
Primera lectura: Ageo 1,1-8
1
El año segundo del reinado de Darío, el día primero del
sexto mes, el Señor dirigió esta palabra, por medio del profeta Ageo, al gobernador de Judá, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y
al sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac: 2 Así dice el Señor
todopoderoso: Este pueblo dice que no ha llegado aún el momento de reconstruir el templo del Señor.
3
Entonces el Señor les dirigió esta palabra por medio del
profeta Ageo: 4 ¿Pensáis acaso que sí es tiempo de que vosotros
habitéis en casas confortables, mientras la casa del Señor está
en ruinas? 5 Pues ahora así dice el Señor todopoderoso: Fijaos
bien en vuestra situación: 6 sembráis mucho, pero recogéis
poco; coméis, pero os quedáis con hambre; bebéis, pero seguís
sedientos; os vestís, pero no entráis en calor, y el que trabaja a
jornal guarda su salario en saco roto. 7 Pues esto es lo que dice
el Señor todopoderoso: Fijaos bien en vuestra situación; 8 subid
al monte a buscar madera, reconstruid mi templo y yo me complaceré en él y en él manifestaré mi gloria, dice el Señor.
*» El mensaje del profeta Ageo, del que no sabemos
prácticamente nada, anima a los exiliados, vueltos a Je-
370
25a semana
iiisalén, en su obra de reconstrucción de la ciudad y de
reedificación de la casa del Señor. Es precisamente la
necesidad de reconstruir el templo lo que constituye el
centro de su mensaje. El profeta considera, en efecto,
que para obtener la bendición del Señor, para gozar de
una vida verdaderamente rica de sentido, es preciso
que el pueblo sienta y haga suya la causa del templo,
causa de la presencia visible, sensible, de Dios en Israel.
La lectura de hoy presenta el primer oráculo de Ageo,
una apremiante invitación a reconstruir el templo y a
superar las prolongadas pausas impuestas a los trabajos
por las dificultades encontradas. Frente a un pueblo
que, probablemente, subraya la dificultad presentada
por el compromiso de la empresa, el profeta contrapone la solicitud de quien siente la causa del templo como
infinitamente más importante que la construcción de
una casa cómoda y segura para sí mismo.
Los hombres con los que el Señor quiere reconstruir
su comunidad deben ser, por consiguiente, personas
que antepongan a la búsqueda de su propio interés personal la búsqueda del bien común, del bienestar del
pueblo. Y este bien no puede realizarse sin la reedificación del templo, para significar la presencia bendecidora
del Señor en medio del mismo. Es más, las carencias y
las dificultades económicas adelantadas por los hombres
del retorno, para justificar los retrasos en los trabajos
de reparación del templo, las atribuye el profeta precisamente a esta falta de bendición.
Es menester, qué duda cabe, apresurarse; de otro
modo, el pueblo, privado de impulso y de entusiasmo
espiritual, experimentará la insensatez de una vida a la
que siempre le falta algo, porque, en definitiva, carece
de un fin digno, de u n a causa que valga la entrega generosa de la propia vida: «Coméis, pero os quedáis con
hambre; bebéis, pero seguís sedientos; os vestís, pero no
Jueves
371
entráis en calor» (v. 6). Es u n hecho que el pueblo no se
siente movido con u n a solicitud plena por el objetivo
absolutamente más importante para los individuos y
para la comunidad, o sea, la reconstrucción de la casa
del Señor: «Subid al monte a buscar madera, reconstruid
mi templo y yo me complaceré en él» (v. 8).
Evangelio: Lucas 9,7-9
En aquel tiempo, ' el tetrarca Herodes oyó todo lo que estaba sucediendo y no sabía qué pensar, porque unos decían
que Juan había resucitado de entre los muertos, 8 otros que
Elias había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas
había resucitado. 9 Herodes dijo:
-Yo mandé decapitar a Juan. ¿Quién es, pues, éste de quien
oigo decir tales cosas?
Y buscaba una ocasión para conocerlo.
**• Jesús, al constituir el grupo de los Doce y enviarles
en misión, muestra su voluntad de reunir al pueblo de
Israel para el tiempo de la salvación (cf. 9,lss). ¿Cómo
reacciona ante este hecho el m u n d o del poder? Lucas
nos refiere la perplejidad de Herodes Antipas, que no
consigue situar al Nazareno en ninguno de sus esquemas. Frente al torbellino de opiniones que circulan sobre Jesús, Herodes no sabe qué pensar de él. El evangelista se hace eco de que la gente capta algo de la
grandeza de Jesús, puesto que lo compara con un profeta, con Elias e incluso con Juan redivivo, pero, a pesar
de todo, es incapaz de captar la novedad presente en
Jesús.
«Ybuscaba una ocasión para conocerlo» (v. 9). Querer
enterarse personalmente de quién era realmente Jesús
sería una cosa positiva si ese deseo estuviera movido
por intenciones serias, como ocurrirá con Zaqueo {cf.
Le 19,3). Sin embargo, no es éste el caso de Herodes. El
25a semana
372
hecho de que se confiese cínicamente a sí mismo, sin remordimientos, que hizo decapitar al Bautista y de haber
hecho callar de este modo una voz que le era hostil -tal
ve/ más incómoda para su imagen pública que inquietante para su corrupta conciencia- muestra que la suya
es sólo u n a curiosidad superficial y veleidosa. Todo esto
quedará claro en el relato de la pasión (Le 23,8-10). Heredes representa al hombre curioso que no quiere convertirse en discípulo de Jesús, pero al que le gustaría
ver fenómenos religiosos extraordinarios, incluso algún signo obrado por Jesús; representa ese «prurito de
oír cosas nuevas» contra el que también nos hablará
san Pablo y que constituye u n a forma degenerada del
sentimiento religioso.
Jueves
373
precisamente como la que representa el miserable Heredes Antipas en los evangelios.
El deseo de seguir a Jesús es sincero cuando hay disponibilidad para implicarse en persona, para ponerse al
servicio de su sueño de reunir al pueblo de Dios para el
tiempo de la salvación. En caso contrario, la aventura
religiosa es inútil, incluso perjudicial, porque se reduce
a la búsqueda de signos estrepitosos, de apariciones, de
fenómenos que atraen la curiosidad de muchos, pero
coincide con la incapacidad para saber reconocer la novedad de Dios - d a d o r de sentido y bendición- en nuestra vida.
ORATIO
MEDITATIO
Los oráculos de Ageo siguen conservando una gran
actualidad para nosotros, porque también hoy vemos a
la Iglesia de Dios como su casa necesitada de cuidados,
de servicio celoso y animoso, de testimonio apasionado
y perseverante. Continúa siendo válido el aviso del profeta, que ha resonado de diferentes modos en el corazón
de los grandes santos - c o m o Francisco de Asís, por
ejemplo-, que se sintieron llamados a trabajar, con todas
las fibras de su persona, en la edificación del pueblo de
Dios: «Subid al monte a buscar madera, reconstruid mi
templo y yo me complaceré en él».
Trabajar por la Iglesia de Dios, a través de la diversidad de carismas y de ministerios, es u n compromiso fatigoso, pero es también u n a pasión que da sentido a la
vida, una causa digna a la que dedicar nuestra propia
vida. Se perfila así u n a figura de creyente y de discípulo que se encuentra en las antípodas de una religiosidad
falta de compromiso, que es sólo curiosidad de sensat ionalismos y se muestra sólo charla inútil y superficial,
Oh Señor Jesús, infunde en mí el deseo de seguirte
cada día y de sentir amor por tu templo, por tu Iglesia,
especialmente cuando me parece decrépita, ofuscada
por tantos defectos y pecados.
Con tu ayuda, quiero imitar a tus santos, que se h a n
entregado por completo a la reparación de las ruinas
de tu casa, olvidándose de sí mismos y de los pequeños
ideales.
Yo soy discípulo tuyo: enséñame, oh Señor Jesús, no
a buscar signos prodigiosos, sino a custodiar tu Palabra.
No permitas que me convierta en una persona simplemente curiosa, superficial, movida por el «prurito de oír
cosas nuevas»; ayúdame más bien a ser u n siervo tuyo
atento y generoso, que sólo busca tu gloria. Amén.
CONTEMPLATIO
El sentido de la comunión eclesial, al desarrollarse
como una espiritualidad de comunión, promueve un
modo de pensar, decir y obrar que hace crecer la Iglesia
25" semana
374
en hondura y en extensión. La vida de comunión «será
así un signo para el m u n d o y una fuerza atractiva que
conduce a creer en Cristo [...]. De este modo, la comunión se abre a la misión, haciéndose ella misma misión». Más aun, «la comunión genera comunión y se
configura esencialmente como comunión misionera»
(Christifideles laici, nn. 31ss).
En los fundadores y fundadoras aparece siempre vivo
el sentido de la Iglesia, que se manifiesta en su plena
participación en la vida eclesial en todas sus dimensiones, y en la diligente obediencia a los pastores, especialmente al romano pontífice. En este contexto de
amor a la santa Iglesia, «columna y fundamento de la
verdad» (1 Tim 3,15), se comprenden bien la devoción de
Francisco de Asís por «el señor papa», el filial atrevimiento de Catalina de Siena con quien ella llama «dulce
Cristo en la tierra», la obediencia apostólica y el sentiré
cum Ecclesia de Ignacio de Loyola, la gozosa profesión de
fe de Teresa de Jesús: «Soy hija de la Iglesia», como también el anhelo de Teresa de Lisieux: «En el corazón de
la Iglesia, mi madre, yo seré el amor».
Semejantes testimonios son representativos de la plena comunión eclesial en la que han participado santos
y santas, fundadores y fundadoras, en épocas muy diversas de la historia y en circunstancias a veces harto difíciles. Son ejemplos en los que deben fijarse de continuo las personas consagradas, para resistir a las fuerzas
centrífugas y disgregadoras, particularmente activas en
nuestros días (Juan Pablo II, exhortación apostólica
Vita consecrata, n. 46).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Que se alegre Israel por su Creador» (del salmo responsorial).
Jueves
375
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Quien se siente amado por un Amor absoluto, incondicionado e inexplicable, siente de inmediato el impulso de hacer presente y operante este amor a los otros. Porque siente su pobreza total y la de todo hermano privado de esta sólida riqueza.
Porque ve la nada en quien no se deja aferrar por esta única
consistencia. Porque advierte la vanidad de toda existencia que
no esté envuelta por el Amor creador y beatificante.
Es el amor que lleva a la misión. El amor que quiere responder al Amor. El amor que ha intuido que el Absoluto es misterio
de amor que quiere envolver todo en su realidad. La misión, antes que ser una tarea, es exigencia apremiante del hombre tocado en las profundidades de su existencia por la fulgurante y
dulcísima certeza de ser amado. Amado de tal modo que no
puede dejar de verterse sobre los otros; es un río que no puede
ser contenido porque es impetuoso, se desborda, invade los territorios por los que pasa y resulta imposible de detener.
«La Iglesia es el cuerpo de la caridad en la tierra. Es el vínculo vivo entre aquellos que han sido quemados por esta llama divina [...]. jAy de mí si no evangelizara! Si dejo de evangelizar
significa que se ha retirado de mí la caridad. Si dejo de sentir la
necesidad de comunicar la llama, quiere decir que ésta ha dejado de arder en mí [...]. Al escogernos, Dios no nos ha escogido
contra los otros, sino para los otros» (H. de Lubac) (P. G. Cabra,
Amarás con todas tus fuerzas (Pobreza), Sal Terrae, Santander
3
1982).
Viernes
25 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Ageo l,15b-2,9
115
El año segundo del reinado de Darío, 2 ' el día veinticuatro del mes séptimo, el profeta Ageo recibió esta palabra del
Señor:
2
Di a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá; al
sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, y al resto del pueblo:
3
¿Queda entre vosotros alguno que viera este templo en su antiguo esplendor? ¿Y no os parece que el de ahora no vale
nada? 4 Sin embargo, ánimo Zorobabel -oráculo del Señor-;
ánimo, sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac; ánimo, pueblo todo de la tierra, oráculo del Señor; manos a la obra, que
yo estoy con vosotros, oráculo del Señor todopoderoso. 5 Siguen en pie los términos de la alianza que hice con vosotros
cuando salisteis de Egipto, y mi espíritu se halla en medio de
vosotros; no temáis. 6 Porque así dice el Señor todopoderoso: Dentro de muy poco haré temblar cielos y tierra, mares
y continentes; 7 haré temblar a todas las naciones. Acudirán
todas las naciones con sus tesoros, y yo llenaré de gloria este
templo, dice el Señor de los ejércitos. 8 Mía es la plata y mío
el oro, oráculo del Señor todopoderoso. 9 La gloria de este
segundo templo superará la del primero, dice el Señor de los
ejércitos y en este lugar estableceré la paz, oráculo del Señor
todopoderoso.
378
25" semana
**• Es el segundo oráculo, que sigue, aproximadamente a u n mes de distancia, al precedente. Es probable que este oráculo fuera proferido con ocasión de la
«fiesta de las chozas», durante la cual se acostumbraba
a festejar la dedicación del primer templo, el de Salomón icf. 1 Re 8,2). El profeta Ageo refiere que los ancianos, que conservan el recuerdo del antiguo templo,
no pueden dejar de señalar la diferencia entre la antigua
construcción, suntuosa y cubierta de dorados, y la nueva, tan pobre. Nace en ellos un sentimiento de decepción y casi de desánimo. El riesgo consiste en que esto
produzca de nuevo una especie de letargo espiritual y
constituya un freno en los trabajos de restauración y en
la reedificación de la comunidad. En consecuencia, se
impone dar ánimos, y a ello exhorta el profeta. Esos ánimos se basan en la promesa de Dios, que está de una
manera indefectible con los suyos.
A la promesa de la presencia Dios el profeta añade
otra: se producirá un desconcierto del universo, y las naciones y los pueblos de la tierra considerarán Jerusalén el
centro de su vida. Acudirán a ella devotamente, llevando
dones y materiales que harán el segundo templo más
suntuoso que el de Salomón, para exhibir exteriormente
la misteriosa presencia de Dios en medio de su pueblo.
Será la presencia de un Dios reconocido como Señor de
toda la tierra y como dador de la paz para todos los pueblos. Nótese la paradoja del título «Señor de los ejércitos»,
que subraya el señorío de Dios, con el fruto del mismo
señorío, que es exactamente la shalóm.
Evangelio: Lucas 9,18-22
18
Un día que oslaba Jesús orando a solas, sus discípulos se
le acercaron. Jesús les preguntó:
-¿Quién dice la gente que soy yo?
19
Respondieron:
Viernes
379
-Según unos, Juan el Bautista; según otros, Elias; según
otros, uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.
20
Él les dijo:
-Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Pedro respondió:
-El Mesías de Dios.
21
Pero Jesús les prohibió terminantemente que se lo dijeran a nadie.
22
Luego añadió:
-Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea
rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y
por los maestros de la Ley, que lo maten y que resucite al tercer día.
**• La confesión de Pedro, reconocimiento h u m a n o
del mesiazgo de Jesús, corresponde perfectamente a la
confesión de la filiación divina de Jesús por parte del
Padre (Le 9,28-36). Lucas omite toda indicación topográfica, mientras que, siguiendo la preocupación que le
caracteriza, señala que Jesús se encontraba en u n lugar
apartado orando. El tercer evangelista conecta siempre
los momentos importantes de la vida de Jesús con la
oración, para animar también a su comunidad a permanecer en una constante actitud de oración. Por otra
parte, hace comprender que los discípulos sólo pueden
entrar en los misterios del Reino gracias a la intercesión
orante de Jesús.
La pregunta de Jesús a los discípulos quiere conducirles a u n a comprensión más plena de su identidad,
m á s allá de las opiniones inadecuadas de la gente, referidas aquí únicamente para preparar el momento
culminante de la respuesta de Pedro. Este capta la verdadera identidad de Jesús y no le identifica ya con u n
profeta del pasado, sino que indica su novedad mesiánica de una manera decidida. Lucas, como los otros dos
sinópticos, recuerda que Jesús impone silencio a los discípulos no, a buen seguro, para desmentir a Pedro, sino
25a semana
380
Viernes
381
para disipar todo posible equívoco sobre la propia identidad mesiánica. Jesús, para evitar cualquier posible
malentendido, precisa que el Cristo de Dios coincide
con el Hijo del hombre, que debe ser rechazado, sufrir
y morir (v. 22). La realeza de Dios, que el Mesías deberá realizar en la tierra, es una realeza que pasa por la experiencia de la pasión y de la muerte. Nótese que el «es
necesario que...» (Le 13,33; 17,25; 24,46) indica que el
plan de Dios, revelado a Israel en las Escrituras, prevé
también el rechazo de Cristo por parte de los hombres.
A los tres primeros verbos que expresan la obra del hombre se asocia un cuarto verbo, «resucitar» -atestiguado
aquí en griego en la forma de la pasiva teológica-, para
indicar la poderosa acción de Dios en Jesús, que se manifiesta precisamente en la resurrección.
modos de pensar triviales, no comprometidos-, es mucho más arduo y decisivo, pero no por ello menos absolutamente necesario, formular nuestra convicción personal sobre él.
Y, como a los Doce, también a cada uno de nosotros
nos impone Jesús ese silencio que se vuelve contemplación, a fin de ayudarnos a vencer la natural resistencia
al misterio de u n a salvación atravesada por el dolor y la
impotencia. En efecto, nadie podrá anunciar la fe de
u n a manera auténtica si no afronta previamente una
purificación de los modos personales de pensar el mundo de Dios, modos influenciados por lógicas y expectativas mundanas, carnales, incapaces de vislumbrar la
voluntad de Dios y de comprender los caminos misteriosos con los que él realiza su plan de salvación.
MEDITATIO
ORATIO
La primera pregunta dirigida por Jesús a los Doce
puede resultarnos bastante neutra también a nosotros:
«¿Quién dice la gente que soy yo?», mientras que la segunda es fuertemente comprometedora: «Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?». Como los apóstoles, es posible que también nosotros nos planteemos sobre Jesús
preguntas semejantes a las suyas, aunque sin dirigirnos
a él en la oración. Nuestra mente está enloquecida por
un montón de opiniones, críticas y rumores de los medios de comunicación, que, con excesiva frecuencia, ponen todo en el mismo plano, desde la publicidad a la
moral, desde la fe a la magia.
Sin embargo, la respuesta a la pregunta sobre quién
es verdaderamente Jesucristo para nosotros es u n asunto serio, que implica el sentido de nuestra persona y de
nuestro vivir comunitario, si de verdad seguimos a Jesús. Ésa es la razón de que, si bien es cómodo referir las
opiniones ajenas sobre Jesús - q u e reflejan criterios y
Hoy quiero confesar, Señor, mi fe en ti.
Tú eres el Hijo eterno del Padre,
y por tu amor a nosotros
decidiste compartir nuestra vida
y vivir nuestra muerte.
Tú eres el Esperado de tu pueblo,
el heredero de la promesa hecha a David,
el preanunciado por los profetas,
la esperanza de los justos.
Tú eres el Redentor, y con tu sangre
nos has obtenido el perdón de nuestros pecados.
Tú eres el camino que nos conduce al Padre.
Tú eres la verdad que nos revela
el misterio del amor de Dios.
Tú eres la vida del mundo,
porque sólo en ti hay salvación.
En ti creo y en ti espero.
Amén.
25" semana
382
CONTEMPLATIO
Esta palabra parece dura a muchos: «Niégate a ti
mismo, toma tu cruz y sigue a Jesús» (Le 9,23) [...].
¿Por qué, pues, temes tomar la cruz por la cual se va
al Reino?
En la cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz
está la defensa contra los enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz está la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en
la cruz está la suma virtud, en la cruz está la perfección
de la santidad.
No está la salud del alma ni la esperanza de la vida
eterna sino en la cruz.
Vuélvete arriba, vuélvete abajo, vuélvete fuera, vuélvete dentro, y en todo esto hallarás cruz. Y es necesario
que en todo lugar tengas paciencia, si quieres tener paz
interior y merecer perpetua corona.
Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará y
guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer,
aunque aquí no lo sea.
Si contra tu voluntad la llevas, cargaste y hácestela
más pesada, y, sin embargo, conviene que la sufras.
Si desechas u n a cruz, sin duda hallarás otra, y puede
ser que más grave.
¿Piensas tú escapar de lo que ninguno de los mortales pudo librarse?
¿Quién de los santos estuvo en el m u n d o sin cruz y
tribulación?
Nuestro Señor Jesucristo, por cierto, en cuanto vivió
en este m u n d o no estuvo u n a hora sin dolor de pasión.
Porque «convenía - d i c e - que Cristo padeciese y resucitase de entre los muertos, y así entrase en su gloria»
(Le 24,26). Pues ¿cómo buscas tú otro camino sino este
camino real que es la vía de la santa cruz?
Viernes
383
No es según la inclinación humana llevar la cruz, amar
la cruz, castigar el cuerpo, ponerlo en servidumbre; huir
las honras, sufrir de grado las injurias, despreciarse a sí
mismo y desear ser despreciado; sufrir todo lo adverso y
dañoso, y no desear cosa de prosperidad en este mundo.
Si te miras a ti mismo, no podrás por ti solo cosa alguna de estas; mas si confías en Dios, Él te enviará
fortaleza del cielo y hará que te estén sujetos el m u n d o
y la carne [...].
Disponte, pues, como bueno y fiel siervo de Cristo,
para llevar varonilmente la cruz de tu Señor, crucificado por tu amor.
Prepárate a sufrir muchas adversidades y diversas incomodidades en esta miserable vida, porque así estará
contigo Jesús adondequiera que fueres, y de verdad que
lo hallarás en cualquier parte que te escondas.
Así conviene que sea, y no hay otro remedio para evadirse del dolor y de la tribulación de los males sino sufrir.
Bebe afectuosamente el cáliz del Señor, si quieres ser
su amigo y tener parte con Él [...].
Porque si alguna cosa fuera mejor y más útil para la
salvación de los hombres que el padecer, Cristo lo hubiera declarado con su doctrina y con su ejemplo.
Pues manifiestamente exhorta a sus discípulos y a
todos los que desean seguirle a que lleven la cruz, y dice:
«Si alguno quisiere venir en pos de mí, niegúese a sí
mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16,24; Le 9,23) (Tomás de Kempis, La imitación de Cristo, San Pablo, Madrid 1997, II, 12, pp. 118-124 passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«Tú eres el Dios de mi defensa, el Dios de mi alegría»
(Sal 42,2.4).
25" semana
384
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
El mundo no reconoce la luz que brilla en la oscuridad. No
lo ha hecho nunca. Pero tanto hoy como en el pasado hay personas que, en medio de este mundo, viven con la conciencia de
que Jesús está vivo y mora dentro de nosotros, que ha superado
el poder de la muerte y ha abierto el camino hacia la gloria. Saben que quien odió a Jesús también les puede odiar a ellos, y
quien le mató también les puede matar a ellos. Sin embargo, no
tienen miedo de dar testimonio de él, aun sabiendo que su testimonio no será sólo de palabras, sino también de sangre. No tienen miedo del martirio porque el Resucitado, presente en su ser
íntimo, les ha llenado de un amor más fuerte que la muerte. Son
los protagonistas del gran mandato de Jesús: «Id y anunciad».
Deben anunciar a todos los hermanos y hermanas que están
dispuestos a recibir a Jesús lo que han visto y oído. Deben ir sin
demora, sin esperar, sin vacilar, poniéndose en camino y volviendo a los lugares de donde han venido y hacer saber a los que han
dejado en sus escondites que no hay nada de lo que tener miedo,
porque Cristo está verdaderamente vivo (P. G. Cabra, Come te
stesso, Brescia 3 1994 [edición española: Y al prójimo como a ti
mismo: La misión, Sal Terrae, Santander 1987]).
Sábado
25 a semana del
Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Zacarías 2,5-9.14ss
5
Yo, Zacarías, levanté la vista y tuve una visión. Vi un hombre con un cordel de medir en la mano. 6 Le pregunté:
-¿Adonde vas?
Me respondió:
-A medir Jerusalén, para averiguar su anchura y su longitud.
7
Cuando ya se marchaba el ángel que estaba hablando
conmigo, otro ángel le salió al encuentro 8 y le dijo:
-Corre y di a ese joven: Jerusalén será ciudad abierta por
la cantidad de hombres y animales que habrá en ella. 9 Y yo
seré para ella, oráculo del Señor, una muralla de fuego alrededor, y con mi presencia la colmaré de gloria.
14
Salta de gozo, alégrate, Sión:
porque yo vengo a habitar
en medio de ti, oráculo del Señor.
15
Ese día, numerosas naciones
se incorporarán al Señor;
se harán pueblo mío;
yo habitaré en medio de ti
y sabrás que el Señor todopoderoso
es quien me ha enviado a ti.
386
25a semana
**• Tenemos aquí el relato de la tercera visión del
profeta Zacarías. Ésta sigue a la de los cuatro jinetes y
los obreros que se contraponen a los cuatro cuernos,
que representan a los pueblos hostiles. La visión que
hemos leído hoy nos muestra a u n h o m b r e con u n cordel de medir en la mano: el plano inmediato y evidente de la visión sugiere el retorno de los exiliados, que
empiezan a reconstruir la ciudad santa devastada,
pero el mensaje se ensancha y se convierte en u n a profecía del tiempo mesiánico, en el que Jerusalén no es
ya simplemente u n a ciudad como las otras, sino u n a
ciudad muy floreciente, que vive bajo la protección del
Señor, gloria de la ciudad, es decir, lo que asegura su
verdadero valor.
Encontramos de nuevo el tema de la presencia fiel
del Señor en medio de su pueblo, de u n Dios que habita en medio de la hija de Sión. Esa presencia se convierte en causa de atracción de los pueblos y, por consiguiente, causa de u n a experiencia de salvación cuyos
confines se vuelven cada vez más universales. El sueño
de Zacarías es el de u n a unidad de los hombres, que,
adhiriéndose al Señor, se convierten en u n solo pueblo.
No queda suprimido el pensamiento del privilegio de
Israel, pero se sueña más bien en u n a comunidad santa, cuyos límites se dibujan no tanto por motivos de
pertenencia étnica como de fidelidad a la Palabra del
Señor. El plan de Dios va, por tanto, m u c h o más allá
de las perspectivas h u m a n a s , que son las de u n a expansión de la ciudad protegida por el Señor.
Evangelio: Lucas 9,43b-45
En aquel tiempo, 43 todos estaban admirados de las cosas
que hacía. Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
44
-Vosotros escuchad atentamente estas palabras: El Hijo
del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.
Sábado
387
45
Pero ellos no entendían lo que quería decir; les resultaba
tan oscuro que no llegaban a comprenderlo, y tenían miedo
de hacerle preguntas sobre ello.
*»• El segundo anuncio de la pasión viene detrás del
relato de la curación del niño epiléptico (Le 9,37-42);
así, estas palabras suenan -si ello es posible- todavía
más duras, difíciles de aceptar por parte de los discípulos, porque contrastan con el estupor generalizado que
suscitan las acciones milagrosas de Jesús. «Vosotros escuchad atentamente estas palabras» (v. 44). Es preciso
que los discípulos comprendan la identidad profunda
de Jesús como Hijo del hombre, cuya misión se revelará precisamente a través del sufrimiento y del rechazo
que le espera. Aquí se impone u n a aclaración exegética
sobre el título de «Hijo del hombre». Éste parece tomado del libro de Daniel, y se trata de una figura misteriosa que recibe el poder de Dios y lo ejerce en favor del
hombre, al contrario que las bestias, que ejercen un poder que se han arrogado por sí mismas y quieren hacer
reinar u n orden bestial, antihumano. «Hijo del hombre»
es, por consiguiente, un título contrario al de «hijo de la
bestia» y no al de «Hijo de Dios». Este último, en cambio, es el título pascual que expresa la relación de intimidad total entre el Padre y Jesús.
La predicción de la pasión anuncia el «ser entregado
en manos de los hombres», que, además de indicar el destino de Jesús, implica también una manifestación paradójica del rostro de Dios. Se trata de la llamada pasiva
teológica alusiva al plan divino que se realiza en la «entrega» del Hijo. Dicho con otras palabras, Dios, en su voluntad inescrutable, deja a Jesús en manos de los impíos,
pero esta dramática entrega se convertirá en fuente de
salvación para la humanidad.
Lucas señala, a continuación, que los discípulos no
comprendían, porque la perspectiva de la pasión de Je-
25a semana
.188
sus choca de manera radical con la lógica mundana.
Será preciso que la luz de la Pascua haga caer el velo de
sus ojos (cf. Le 24,16.31). El miedo a preguntarle (v. 45)
señala la permanencia de una cierta distancia como discípulos, la falta de u n a comunión plena con el Maestro.
Éste sigue siendo fundamentalmente incomprendido
por ellos.
MEDITATIO
Los «anuncios de la pasión» no son simples previsiones. Deben recordarnos a nosotros, sus discípulos, que el
camino de la cruz es un paso obligado del que nadie puede huir, si no queremos ser infieles a Jesús. Precisamente
el desconcertante modo de obrar de Dios en el misterio
del Hijo del hombre debería recordarnos que el Reino es
la irrupción de una «contrahistoria» en la historia de los
hombres y de las mujeres, historia que parece sometida
a la voluntad de los poderosos, de los «primeros», que, a
buen seguro, no pueden reconocerse como seguidores
del Hijo del hombre.
Se trata de u n a historia alternativa, real y no ficticia, en la que no cuentan ni la fuerza, ni la riqueza,
ni la inteligencia, sino el abandono humilde y confiado
a la voluntad divina. No se trata de exaltar aquí u n a
espiritualidad dolorista, sino de comprender qué es lo
que verdaderamente nos interesa. Si la verdadera sabiduría consiste en escoger la vida, entonces nuestra
sabiduría de discípulos de Jesús consiste en saber escoger morir a nosotros mismos y aceptar convertirnos
en don para tener acceso a la vida plena, a ejemplo
suyo.
De este m o d o accedemos también a la vertiente luminosa de los anuncios de pasión, o sea, al anuncio de
la resurrección. El misterio pascual, comprendido en
su totalidad, se convierte en el fundamento de la espe-
389
Síífoado
ranza en la reconciliación y unidad de la humanidad:
«Ese día numerosas naciones se incorporarán al Señor;
se harán pueblo mío; yo habitaré en medio de ti».
ORATIO
Ayúdanos, Señor, a permanecer en tu presencia sin
temores y sin fugas, contemplándote a ti, el Hijo amado
del Padre, que no te avergüenzas de llamar a los hombres «hermanos» y sabes compadecerte de nuestras debilidades porque has sido probado en todo para beneficio nuestro.
Adoramos, oh Señor, tu cruz y alabamos y glorificamos tu santa resurrección.
Concédenos que, a través de la contemplación de tu
misterio pascual, nos renovemos a semejanza tuya. Y como por nuestro nacimiento habíamos llevado en nosotros la imagen del hombre carnal, haz que por la acción
del Espíritu Santo pueda crecer en nosotros la criatura
nueva que ha nacido en tu muerte.
CONTEMPLATIO
Quien dice «sí» a la gracia ha obtenido ya la remisión
de los pecados [...].
La gracia cara es el tesoro oculto en el campo por el
que el hombre vende todo lo que tiene; es la perla preciosa por la que el mercader entrega todos sus bienes; es
el Reino de Cristo por el que el hombre se arranca el ojo
que le escandaliza; es la llamada de Jesucristo que hace
que el discípulo abandone sus redes y le siga.
La gracia cara es el Evangelio que siempre hemos de
buscar, son los dones que hemos de pedir, es la puerta a
la que se llama.
25a semana
390
Es cara porque llama al seguimiento, es gracia porque llama al seguimiento de Jesucristo; es cara porque
le cuesta al hombre la vida, es gracia porque le regala la
vida; es cara porque condena el pecado, es gracia porque justifica al pecador. Sobre todo, la gracia es cara
porque ha costado cara a Dios, porque le ha costado la
vida de su Hijo -«habéis sido adquiridos a gran precio»y porque lo que ha costado caro a Dios no puede resultarnos barato a nosotros. Es gracia, sobre todo, porque
Dios no ha considerado a su Hijo demasiado caro con
tal de devolvernos la vida, entregándolo por nosotros.
La gracia cara es la encarnación de Dios.
La gracia cara es la gracia como santuario de Dios que
hay que proteger del mundo, que no puede ser entregado
a los perros; por tanto, es la gracia como palabra viva, Palabra de Dios que él mismo pronuncia cuando le agrada.
Esta palabra llega a nosotros en la forma de una llamada
misericordiosa a seguir a Jesús, se presenta al espíritu
angustiado y al corazón abatido como una palabra de
perdón. La gracia es cara porque obliga al hombre a someterse al yugo del seguimiento de Jesucristo, pero es
una gracia el que Jesús diga: «Mi yugo es suave y mi
carga ligera» (D. Bonhoeffer, El precio de la gracia. El seguimiento, Sigúeme, Salamanca 5 1999, pp. 15-17 passim).
391
La muerte, la enfermedad, las miserias humanas..., todo esto
es menester quitarlo de la vista, porque nos aparta de la felicidad por la que luchamos [...].
La visión que Jesús nos ofrece presenta un fuerte contraste con
esta visión mundana. Jesús mostró, tanto con su enseñanza
como con su vida, que la verdadera alegría se oculta con frecuencia en medio del sufrimiento y que la danza de la vida empieza en el dolor. El dice: «Si el grano de trigo no muere, no
puede dar fruto... El que no pierde su vida no puede encontrarla; si el Hijo del hombre no muere, no puede enviar al Espíritu».
A los dos discípulos que estaban abatidos después de su pasión
y su muerte, les dice Jesús: «¡Qué torpes sois y qué tardos para
creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que Cristo
sufriera todo eso para entrar en su gloria?».
Aquí se revela un modo de vida completamente nuevo. Este
es el modo en que puede abrazarse el dolor no por el deseo del
sufrimiento, sino por la certeza de que del dolor nacerá algo
nuevo. Jesús llama a nuestros dolores «dolores de parto». Dice:
«La mujer cuando está de parto se siente angustiada, porque ha
llegado su hora, pero cuando ya ha dado a luz al niño no se
acuerda más de la angustia, por la alegría de que ha nacido un
hombre en el mundo» (Jn 16,21).
La cruz se ha convertido en el símbolo más poderoso de esta
nueva visión. La cruz es un símbolo de muerte y de vida, de sufrimiento y de alegría, de fracaso y de victoria. La cruz es la que
nos muestra el camino.
Siempre seguirá siendo muy difícil para nosotros abrazar el
sufrimiento, confiar en que esto nos traerá una nueva vida. N o
obstante, hay experiencias que demuestran la verdad del camino que Jesús nos enseña [...].
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra:
«El Señor rescatará a Jacob y lo librará de una
más fuerte» (Jr 31,11).
Sábado
mano
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
En el mundo que nos rodea se hace una distinción radical entre la alegría y el sufrimiento [...].
Las lágrimas de dolor y las lágrimas de alegría no deberían estar tan separadas. Si tratamos al dolor como a un amigo - o , en
palabras de Jesús, «cargamos con nuestra cruz»-, descubriremos
que la resurrección está, de hecho, muy cerca de nosotros [...].
Un modo muy importante de aceptar nuestro sufrimiento es
sacarlo de su aislamiento y compartirlo con alguien que pueda
recibirlo. Gran parte de nuestro dolor se queda oculto incluso
para nuestros amigos más próximos. Cuando nos sentimos solos, deberíamos acudir a alguien en quien confiemos y decirle:
392
25" semana
índice
«Estoy solo. Necesito tu ayuda y tu compañía». Cuando nos sentimos con ansiedad, sexualmente menesterosos, irritados o
amargados, deberíamos atrevemos a pedirle a un amigo que
nos dé compañía y acoja nuestro dolor.
Con demasiada frecuencia pensamos o decimos: «No quiero
molestar a mis amigos con mis problemas; ya tienen suficiente
con los suyos». Pero la verdad es aue honramos a nuestros amigos cuando les confiamos nuestras luchas. ¿No decimos nosotros
mismos a nuestros amigos, cuando nos ocultan sus sentimientos
por miedo o vergüenza: «Por qué no me lo dijiste antes?, ¿por
qué has guardado este secreto durante tanto tiempo?». Evidentemente, no es el caso de comunicar a cualquiera nuestros sufrimientos ocultos. Pero yo creo que si realmente deseamos alcanzar
la madurez espiritual, Dios nos enviará los amigos que necesitamos.
Muchos de nuestros sufrimientos no nacen del dolor mismo,
sino de nuestra sensación de estar aislados en medio de nuestro
dolor [...]. Jesús carga con el sufrimiento de todos y lo transforma en una ofrenda de compasión a su Padre. Este es, en efecto, el camino que tenemos que seguir (H. J. M. Nouwen, Aquí y
ahora. Viviendo en el Espíritu, San Pablo, Madrid 4 1 9 9 8 , pp.
33-45 passim).
Decimoctava semana
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
7
15
23
33
41
49
Decimonovena
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
57
65
73
81
89
97
semana
Vigésima semana
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Vigesimoprimera
Lunes
Martes
105
115
125
133
143
151
semana
161
169
índice
394
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
Vigesimosegunda
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
177
183
189
197
semana
205
213
221
229
237
245
Vigesimotercera semana
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
251
259
267
275
283
289
Vigesimocuarta
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
semana
295
303
313
321
329
337
Vigesimoquinta
Lunes
Martes
Miércoles
Jueves
Viernes
Sábado
semana
345
353
361
369
377
385
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