Subido por oscar sierra

Dormir - Nick Littlehales

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INTRODUCCIÓN
Dedicatoria
Introducción
PRIMERA PARTE: LOS INDICADORES CLAVE DE LA RECUPERACIÓN
MEDIANTE EL SUEÑO
1. El reloj avanza. Los ritmos circadianos
2. Correr rápido y lento. Cronotipo
3. Un partido de noventa minutos. Duerme por ciclos, no por horas
4. Calentar y enfriar. Rutinas pre- y postsueño
5. ¡Descanso! Redefinir la siesta: la armonía entre actividad y
recuperación
6. El kit de sueño. Reinventar la cama
7. La habitación de recuperación. El entorno para el sueño
SEGUNDA PARTE: EL R90 EN ACCIÓN
8. Empezar con ventaja. Cómo usar el programa de recuperación
R90
9. Dormir con el enemigo. Alteraciones del sueño
10. El equipo local. Sexo, parejas y la familia moderna
TUS RÉCORDS PERSONALES
Agradecimientos
Notas
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A mi padre, Herbert James Littlehales
INTRODUCCIÓN
No pierdas tu valioso tiempo durmiendo
Cuando le pregunté a la dependienta de mi librería habitual dónde
estaba la sección dedicada al sueño, me miró confusa, se volvió hacia
el ordenador y, después de buscar un poco, me señaló en la que ella
esperaba que fuera la dirección correcta. Después de subir cuatro
tramos de escalones, finalmente la encontré en un rincón oscuro y
lleno de polvo: una pequeña colección de tomos académicos sobre la
ciencia del sueño; unos cuantos volúmenes sobre los sueños y su
significado; ideas new age para un proceso tan antiguo como la vida.
Espero que mi libro no acabe allí.
Está teniendo lugar una revolución en torno al sueño. Durante
mucho tiempo, ha sido un aspecto de nuestra vida que hemos dado
por hecho, y los patrones históricos sugieren que cada vez le damos
menos importancia (al menos, le dedicamos cada vez menos horas).
Pero la creciente investigación científica está estableciendo lazos
entre nuestros malos hábitos de sueño y una serie de problemas de
salud y psicológicos que van desde la diabetes tipo 2 a las
enfermedades cardiacas y la obesidad, pasando por la ansiedad y el
síndrome del trabajador quemado. Es hora de que dormir adquiera
el protagonismo que merece. Es hora de observar este proceso
esencial de recuperación física y mental y ver cómo podemos hacerlo
mejor para aprovechar al máximo nuestro periodo de vigilia y ser
más efectivos en el trabajo, dar lo mejor de nosotros en nuestras
relaciones con familia y amigos, y sentirnos genial con nosotros
mismos.
Hasta mediados de la década de 1990 lo estábamos
consiguiendo. La mayoría de nosotros dábamos por hecho que
teníamos dos días libres consecutivos (también conocidos como fin
de semana). Nuestro trabajo acababa cuando salíamos de la oficina,
o dondequiera que trabajáramos, y los domingos las tiendas solían
estar cerradas. Entonces llegó un terremoto que transformó nuestro
estilo de vida. Internet y el correo electrónico alteraron la forma de
comunicarnos, de consumir y de trabajar, y los teléfonos móviles,
pensados en un principio solo para hablar y enviar mensajes, pronto
se convirtieron en pequeños pozos de luz azul que ahora pasamos
gran parte de nuestro tiempo observando. La idea de estar
conectados permanentemente se hizo realidad, había nacido la
mentalidad del trabajo las 24 horas los 7 días de la semana, y
tuvimos que llevar a cabo ciertos ajustes para seguir ese ritmo.
Sobreestimulados a base de cafeína y tragando somníferos para
tranquilizarnos y desconectar, forzando la máquina en ambos
sentidos, la idea tradicional de dormir ocho horas cada noche se
convirtió en una leyenda.
El resultado ha sido más estrés y presión sobre las relaciones y la
vida familiar. No solo eso, algunos científicos e investigadores
relacionan nuestra falta de tiempo de recuperación física y mental
con un aumento tangible de muchos desórdenes y enfermedades.
Algo tiene que acabar pasando.
Soy entrenador del sueño para deportistas. No es probable que este
trabajo salga en la lista de la oficina de empleo de tu ciudad,
especialmente porque es uno que yo mismo me he creado.
Este viaje empezó cuando era director de ventas y marketing
internacional de Slumberland, la mayor empresa de equipos de
descanso de Europa a finales de la década de 1990. Me empezó a
intrigar qué debía de hacer el primer club de fútbol del país en
relación con el sueño y la recuperación. «Deben de seguir un método
muy sofisticado», pensé, de modo que escribí al Manchester United
para averiguarlo. Resultó que no hacían nada. La respuesta de sir
Alex Ferguson, que pronto haría historia con su equipo tricampeón,
fue si estaría interesado en ir a echar una ojeada.
Por aquel entonces, el sueño no se consideraba un factor para el
rendimiento, pero yo tuve la suerte de que la ciencia deportiva estaba
en aquellos momentos ganando terreno en el fútbol y de picar la
curiosidad de uno de los entrenadores más importantes. También
tuve la suerte de poder trabajar con uno de sus jugadores que tenía
un problema de espalda, y poder hacer algunos ajustes en su rutina y
productos. Yo no puedo curar una lesión de espalda con un colchón,
claro está, digan lo que digan algunos fabricantes, pero sí conseguí
tener un impacto positivo en la gestión de la lesión por parte del
jugador.
Me impliqué mucho con el club, e incluso llegué a aconsejar y a
proporcionar productos al propio Ferguson, así como al conocido
curso del 92: Ryan Giggs, David Beckham, Paul Scholes, Nicky Butt y
los hermanos Neville. Este enfoque vertical, en el que todo el mundo,
desde el entrenador y los preparadores a los jugadores, utiliza los
métodos y productos que yo recomiendo, es el que sigo practicando
actualmente.
Para entonces, estaba en proceso de abandonar mi trabajo en
Slumberland. El mundo del sueño había empezado a interesarme
más allá de la simple venta de productos. Había sido presidente del
Consejo del Sueño del Reino Unido, una organización de educación
de consumidores pensada para aconsejar y promover una mejor
calidad del sueño, algo que me ayudó a profundizar en mis
conocimientos, y fue allí donde conocí al catedrático Chris
Idzikowski, un experto pionero en este campo que acabaría
convirtiéndose en un valorado amigo y colega. Mientras tanto, la
prensa había acuñado un nombre para mi trabajo, y me etiquetó
como el «entrenador del sueño» del Manchester United. «¿Qué es lo
que hace? —se preguntaban—, ¿arropar a los jugadores por la
noche?».
De hecho, estaba haciendo cosas como crear la que seguramente
fue la primera habitación de recuperación del planeta, situada en las
instalaciones de entrenamiento del Manchester United, en
Carrington. Por supuesto, ahora hay muchos clubes de élite que
tienen una, pero aquella fue la primera.
Corrió la voz. Los jugadores del Manchester United en la
selección inglesa, que nunca se conforman con nada que no sea lo
mejor, enseguida mandaron a verme al ejecutivo de la Football
Association Andy Oldknow y al fisioterapeuta de la selección, y
también del Arsenal, Gary Lewin. Trabajé con el equipo nacional, a
quienes envié nuevos productos para el descanso, y aconsejé a los
jugadores sobre cómo mejorar sus hábitos. Gary vio enseguida los
beneficios de lo que yo hacía, y me invitó también al Arsenal, donde
un nuevo entrenador llamado Arsène Wenger estaba muy ocupado
cambiando muchas ideas tradicionales del fútbol. Otro de los
primeros en adoptar la ciencia deportiva, Sam Allardyce, entrenador
del Bolton Wanderers en aquel momento, también me llamó.
Más adelante, trabajaría con el ciclismo inglés, aconsejando a
estrellas como sir Chris Hoy, Victoria Pendleton, Jason Kenny y
Laura Trott, y al equipo Sky, también durante sus exitosas campañas
en el Tour de Francia, como parte de su plan de ganancias
marginales diseñado por su director de rendimiento, sir Dave
Brailsford, para el que elaboré un kit de sueño portátil en el que
dormían sus corredores en lugar de usar las camas de los hoteles. Me
llamaron los olímpicos y paralímpicos británicos de deportes como
remo, vela, bobsleigh, BMX o ciclocrós, así como equipos de rugby y
críquet, y muchos más clubes de fútbol, incluidos el Manchester City,
el Southampton, el Liverpool y el Chelsea.
Pero esta revolución en el ámbito deportivo no es algo exclusivo
de Gran Bretaña, al fin y al cabo, el sueño es universal. Me invitaron
a trabajar con los mejores clubes de fútbol europeos, como el Real
Madrid, al que recomendé convertir sus apartamentos de lujo para
jugadores en la zona de entrenamiento en habitaciones de
recuperación, ideales para algunos de los mejores jugadores del
mundo. Trabajé con el equipo femenino de bobsleigh antes de los
Juegos Olímpicos de invierno de 2014, entreno a ciclistas de lugares
tan remotos como Malasia y he mantenido conversaciones con
equipos de la National Basketball Association (NBA) y la National
Football League (NFL) en Estados Unidos.
Todo esto sucedió porque fui el primero en plantear la pregunta
al deporte profesional, y porque sir Alex Ferguson, cuya
predisposición a adoptar nuevas ideas nunca flaqueó durante sus
décadas en lo más alto, fue lo suficientemente abierto de mente para
ayudarme a explorar el tema. Como dijo entonces: «Este es un
desarrollo tremendamente emocionante en el mundo del deporte, y
yo lo apoyo sin reservas».
La reacción de muchas personas al saber lo que hago es
imaginar elegantes cápsulas de sueño y alta tecnología al estilo de la
ciencia ficción, con laboratorios blancos llenos de sujetos dormidos
conectados a superordenadores, pero nada más lejos de la realidad.
Sí, usamos todo tipo de tecnología cuando es necesario, y sí, yo he
trabajado estrechamente con grandes estudiosos del campo del
sueño, como el catedrático Idzikowski, pero mi trabajo cotidiano no
se desarrolla en un laboratorio ni en una clínica, yo no soy ni médico
ni científico.
En los últimos años, la importancia del sueño para nuestra salud
ha sido demostrada con pruebas clínicas. Instituciones muy
respetadas de todo el mundo, entre ellas las universidades de
Harvard, Stanford, Oxford y Múnich, han llevado a cabo
investigaciones pioneras en este campo. Estas investigaciones han
demostrado muchas cosas: desde la relación entre el sueño y la
obesidad y la diabetes1 hasta el hecho de que nuestros cerebros
realmente eliminan toxinas durante el sueño, lo que podría ser uno
de los motivos clave para esta actividad.2 La falta de sueño y, por lo
tanto, la no eliminación de estas toxinas está relacionada con gran
cantidad de problemas neurológicos, incluido el alzhéimer.
La salud, del mismo modo que sucede con Jamie Oliver y su
campaña sobre el azúcar, es el gran motivo por el cual los gobiernos y
empresas están empezando a prestar atención y escuchar todo lo
relativo al sueño, y el motivo por el que cada vez se dedica más
atención y dinero a la investigación. El estrés y el síndrome del
trabajador quemado son malos para los negocios.
Pero por muy alucinantes y brillantes que sean los
investigadores del sueño, existe un límite. Existen muchos aspectos
del sueño que aún no hemos sido capaces de comprender. Como
escribió Philippe Mourrain, profesor asociado del Centro de Ciencias
del Sueño de Stanford: «En realidad, no sabemos lo que es el sueño.
Esto puede ser una gran sorpresa para los no iniciados».
Lo que sí sabemos, y todos los científicos pueden corroborarlo,
es que el sueño es vital para nuestro bienestar. Y, sencillamente, no
dormimos lo suficiente. Se estima que, de media, dormimos entre
una y dos horas menos que en la década de 1950.3 ¿Pero la respuesta
se reduce a que deberíamos dormir más?
¿Qué pasa con la madre soltera que se levanta al amanecer para
llevar a los niños al colegio, trabaja todo el día y vuelve a casa para
hacer la cena, acostar a los niños, hacer las tareas de casa y caer
rendida en la cama? ¿Cómo se supone que puede dormir más? ¿O el
médico joven que hace todas las horas, y más, que le exige su trabajo
mientras intenta mantener algún rastro de vida personal? ¿Cómo
puede dormir más? El día tiene las horas que tiene.
¿Cómo beneficia a sus vidas la investigación sobre el sueño?
¿Qué puede obtener una persona normal y corriente, aparte de una
interesante cantidad de información para leer en las noticias en el
tren de camino al trabajo y olvidar una vez haya empezado su
jornada?
A los atletas no les interesa mucho el enfoque clínico: el sueño es
una de las pocas cosas privadas que nos quedan, lejos de la mirada
de nuestros empleadores, que han conseguido colarse en nuestras
vidas mediante el teléfono. Generalmente, las personas no quieren
que las cableen y monitoricen mientras duermen, y que la verdad
sobre lo que hacen por la noche se comparta con sus directores. Es
demasiado intrusivo.
Mi método es distinto. La ciencia y la investigación guían lo que
hago, claro está, pero yo trabajo directamente con las personas para
proporcionarles la mayor ventaja en la recuperación, de modo que
puedan rendir al máximo cuando sea necesario. Lo que yo y la gente
que trabaja conmigo vemos es una gran mejora en aquellos que
aplican mis métodos en sus vidas: en cómo se sienten, en cómo se
recuperan y, lo más importante, en su rendimiento. Ese es el
auténtico punto de referencia clínico para cualquier atleta
profesional, y no se puede discutir con los resultados empíricos que
proporcionan los deportes competitivos.
Hablo con estas personas sobre sus hábitos, les proporciono
consejos prácticos y les brindo las herramientas para planear y
gestionar su descanso en ciclos de sueño clínicamente aceptados.
Diseño y consigo sus productos de descanso, les ayudo con todo,
desde gestionar la llegada de un recién nacido a la familia hasta dejar
las pastillas para dormir; me aseguro de que las habitaciones de hotel
produzcan un entorno que favorezca la recuperación de los ciclistas
del Tour y los futbolistas en los torneos internacionales y, cuando es
necesario, acudo a sus hogares y me encargo de su entorno para el
sueño allí.
Sin embargo, a aquellos que estéis esperando cotilleos sobre el
contenido de la mesilla de noche de Cristiano Ronaldo, os aviso que
os vais a llevar una decepción. Estos deportistas e instituciones
deportivas confían en mi discreción. Me dejan entrar en sus
santuarios personales y privados y yo tengo que ser digno de ello. Al
fin y al cabo, ¿dejarías que alguien en quien no confías entrara en tu
dormitorio? Pero lo que sí puedo contarte son los métodos y técnicas
que yo introduzco en esos santuarios, y puedo enseñarte a montarte
el tuyo, idéntico al de un atleta de élite.
«Vale —debes de estar pensando—, ¿pero qué pueden hacer por
mí los hábitos de sueño de los deportistas de élite?». La respuesta
corta es todo. Todos los consejos y técnicas descritas en este libro son
tan pertinentes para ti o para mí como lo son para Cristiano Ronaldo,
Victoria Pendleton o sir Bradley Wiggins, y, de hecho, yo trabajo con
muchas personas ajenas al deporte, desde clientes corporativos a
cualquier persona que intente mejorar su sueño. La única diferencia
entre los deportistas de élite y los demás a este respecto es bastante
sencilla: el nivel de compromiso. Si yo le digo a un atleta olímpico
qué hacer para mejorar su recuperación, lo hace. La gente del
deporte es así. Si ven que se puede mejorar algo, aunque sea muy
poco, lo intentan, porque todo suma y su negocio consiste en rendir
más que sus adversarios. A los demás nos resulta muy fácil seguir un
método unos cuantos días, pero la vida real se interpone y, antes de
darnos cuenta, acabamos trabajando a altas horas y quedándonos
fritos en el sofá después de un par de copas de vino de más.
Pero este libro no es de esos. Esto no es una «dieta milagro de
sueño». Yo no voy a darte un esquema rígido al que agarrarte y que
abandonarás una semana después. Yo no quiero complicarte la vida.
Voy a enseñarte mi método de recuperación de sueño R90, el
mismo que uso con los atletas de élite. Como entrenador profesional
del sueño, me ha llevado casi dos décadas desarrollar este programa,
he adquirido conocimientos de médicos, académicos, científicos
deportivos, fisioterapeutas, fabricantes de colchones y camas, e
incluso de mis hijos, a partir de la experiencia de ser padre y de
probar mis métodos en la primera línea del deporte profesional,
donde el sueño tiene que ser efectivo. Estos atletas trabajan en los
límites de lo que es posible alcanzar para un ser humano, y yo
también puedo mostrarte cómo trabajar en los márgenes de lo que es
posible para ti.
Mediante la integración de este método en tu vida, podrás
beneficiarte de la energía mental y física extra que sentirás.
Aprenderás a observar el sueño con un enfoque polifásico. Te
ayudaré a elegir la mejor posición para dormir (y solo hay una que yo
recomiendo). No volverás a pensar en cuántas horas duermes cada
noche, sino en cuántos ciclos realizas por semana, para que puedas
aprender a aceptarlo y no estresarte cuando tienes una mala noche
aislada, todos las tenemos y todos nos levantamos por las mañanas y
seguimos adelante.
Podrás tomar decisiones bien documentadas sobre aspectos
cotidianos en los que quizá nunca habías pensado: qué mesa ocupar
en el trabajo, qué lado de la cama elegir en un hotel o con tu pareja, o
si el dormitorio de la casa que estás pensando en comprar se ajusta a
su función (y si no, debería ser un motivo para cambiar de opinión).
Te proporcionaré los siete indicadores clave de la recuperación
mediante el sueño (ICRMS), que son los fundamentos del programa
R90. Con ellos te proporcionaré siete pasos para mejorar tu sueño.
Aunque solo sigas uno de ellos, esto podría mejorar mucho tu vida, y
si sigues uno cada semana, podrías revolucionar tu enfoque en solo
siete semanas.
Y sin que tu estilo de vida se resienta. Puedes seguir tomándote
ese exquisito café que estás deseando. No tendrás que decir que no a
esa copa de vino cuando estés disfrutando de una noche de verano
con los amigos. Y si te sientas a cenar en un restaurante pasadas las
nueve de la noche mientras te preguntas si es demasiado tarde para
comer, exclamarás: ¿tarde para qué?
La vida es demasiado corta para perderse los buenos momentos
y las grandes experiencias, así que quiero darte la confianza para
tomar esas decisiones y disfrutar de la flexibilidad de no tener que
preocuparte por irte a la cama «a la hora» o estresarte por «dormir
bien». Adoptando las medidas descritas en este libro, puedes
aprender a mejorar la calidad de tu descanso y recuperación, en
lugar de malgastar el tiempo sufriendo por la cantidad.
Este libro te explicará lo que podemos aprender de nuestros
ancestros del Paleolítico a la hora de regular mejor nuestro sueño;
piensa en ello como una paleodieta del sueño, sin dejar de
enfrentarte a retos modernos como teléfonos inteligentes,
ordenadores portátiles, jet lag y trabajar hasta tarde. La tecnología es
maravillosa y ciertamente no te pediré que la descartes en favor de
una buena noche de sueño. Nuestros dispositivos han venido para
quedarse y esto es solo el principio, pero con un poco de consciencia
no tienen por qué ir en contra de nuestro bienestar.
Veremos lo mucho que puede mejorar tu vida amorosa solo con
un poco de conocimiento del dormitorio, por qué todos deberíamos
venerar el poder de la siesta vespertina y cómo puedes echarte una
siesta con los ojos abiertos en una habitación llena de gente. Voy a
mostrarte que, con toda probabilidad, el colchón en el que duermes
no es el correcto, incluso, o especialmente, si es una de esas mesas de
operaciones «ortopédicas» de más de dos mil euros por el que has
tenido que rehipotecar tu casa. La buena noticia es que te voy a
enseñar que ponerle remedio no cuesta un riñón. Te proporcionaré
un método infalible para elegir la superficie correcta para dormir, lo
que significa que nunca más tendrás que soportar a un vendedor
intentando colocarte el supercolchón con rallas para ir más rápido y
un precio a juego.
El método de recuperación mediante el sueño R90 contiene en
parte la idea de sir Dave Brailsford de la suma de «ganancias
marginales». En el equipo ciclista, reclamar mi conocimiento sobre
el sueño fue solo una de las múltiples facetas que Brailsford
pretendía mejorar, aunque solo fuera un uno por ciento, para que al
sumarse produjeran un incremento significativo del rendimiento;
otra fue enseñar a los corredores la mejor manera de lavarse las
manos para evitar contraer un virus.
Con el método R90 observamos cómo afecta a nuestro sueño
todo lo que hacemos desde que nos levantamos hasta que cerramos
los ojos por la noche. Al concentrar nuestra atención en el hecho de
acostarnos, podemos sumar nuestras ganancias marginales al
implementar los consejos descritos en los indicadores clave de la
recuperación mediante el sueño.
No verás resultados de la noche a la mañana, ni siquiera tras
una buena noche de sueño. Pero date tiempo. Hizo falta un año para
que un corredor del equipo Sky ganara el Tour de Francia. Con el
programa R90 tú verás los resultados en tu sueño mucho antes. No
es extraño que reciba llamadas de alguien unos meses después de
haber trabajado juntos para decirme: «Me has cambiado la vida». Tú
también puedes cambiar la tuya. Empecemos por usar bien el tiempo
que pasas dormido. Como los atletas con los que trabajo, deberías
obtener la máxima recuperación física y mental. Quizá descubras que
en realidad necesitas dormir menos. Lo que es seguro es que sentirás
una mejora de tu humor y capacidades en el trabajo y en casa, y
también serás más consciente de cuándo tienes que frenar un poco,
tomarte un descanso y desconectar unos minutos. «Pero yo no tengo
tiempo para eso», estarás diciendo. Piénsalo de nuevo. Existen
montones de trucos y técnicas para encontrar un momento de
descanso, que te permitirá hacer más en menos tiempo.
Si lo que buscas es un libro sobre cómo ponerte el pijama y
acomodarte en la cama con una taza de chocolate, has venido al lugar
equivocado, aunque puedo indicarte la dirección del rincón lleno de
polvo. Sin embargo, yo voy a mostrarte cómo dormir mejor, para
usar el sueño como un mejorador natural de tu rendimiento físico y
mental. Ha llegado el momento de dejar de perder el tiempo
durmiendo sin obtener nada a cambio.
PRIMERA PARTE
Los indicadores clave
de la recuperación mediante el sueño
UNO
El reloj avanza
Los ritmos circadianos
Te despiertas cuando suena la alarma de tu teléfono y alargas el
brazo para cogerlo y apagarla. Ya que estás, compruebas las
notificaciones de noticias, resultados deportivos y entretenimiento
que te han llegado durante la noche, tus apps de redes sociales,
correos electrónicos y mensajes del trabajo y de amigos. Tienes la
boca seca, tu mente ya anda revolucionada con lo que te espera esta
mañana, la luz se cuela por entre las cortinas y el piloto de la
televisión te observa fijamente desde los pies de la cama, mientras te
recuerda cómo acabaste la noche anterior.
Bienvenido a tu día. ¿Has dormido bien? ¿Sabes cómo dormir
bien?
El británico medio duerme un poco más de seis horas y media
cada noche. Además, más de un tercio de la población tira adelante
con solo cinco o seis horas, un siete por ciento más que hace solo tres
años.4 En el resto del mundo pasa algo parecido, con más de un
veinte por ciento de la población de Estados Unidos que afirma
dormir menos de seis horas los días laborables, aproximadamente el
mismo porcentaje que en Japón. Las estadísticas muestran que, en
esos países, así como en Canadá y Alemania,5 la mayoría de las
personas se «ponen al día» con el sueño durante los fines de semana.
Su vida laboral limita su sueño. Casi la mitad de la población del
Reino Unido dice que el estrés o las preocupaciones le han impedido
conciliar el sueño, y si se observan los horarios de mucha gente, no es
difícil entender el motivo.
Un jugador de críquet de élite puede jugar una final
internacional en la India un día y volver al día siguiente a su país
para escucharme a mí dar una charla a su equipo sobre el sueño.
Seguramente se pregunta cuándo podrá él dormir un poco, pero va a
pasarse los próximos meses viajando, jugando a todas las variantes
de críquet —test match, oneday, Twenty20— por todo el mundo.
Esto se puede hacer durante una temporada, si se hace bien, claro
está. Las personas que dan la vuelta al mundo en velero pueden
dormir treinta minutos cada doce horas durante los tres meses que
pasan en el mar; somos criaturas excepcionalmente adaptables, con
una increíble capacidad de aguante. Pero si se hace demasiado
tiempo, acaba pasando factura. Las asociaciones de jugadores de
deportes como el críquet y el rugby están empezando a pedirme que
eduque a los jugadores y los ayude a gestionar sus horarios, porque
están percibiendo un aumento de jugadores con depresión,
problemas en sus relaciones y síndrome del trabajador quemado.
Esto no solo pasa en el mundo del deporte, claro está. Estos
patrones se replican en todos los estamentos sociales. Todos nos
enfrentamos a la dificultad de encajar las demandas de nuestra vida
laboral y personal. Sabiendo lo que sé ahora, puedo decir que pasé
cinco años de más en uno de mis trabajos. Trabajaba muchas horas,
con mucho estrés en el día a día y muchos viajes que implicaban
pasar mucho tiempo fuera de casa. Pero eran viajes en clase business
con buenas cenas, gin-tonics y cafés que me ayudaban a seguir el
ritmo, de modo que entonces pensaba que podía sobrellevarlo, que
había muchas cosas que me compensaban. Lo cierto es que mi vida
familiar pagó un precio muy elevado.
¿Cuánto dormía yo entonces? ¿Cuánto duerme el equipo inglés
de críquet? ¿Y qué pasa con el adolescente que se entretiene con
videojuegos hasta bien entrada la noche? ¿Cuánto duermes tú?
¿Acaso importa?
La cantidad no es importante en este momento. Lo importante
es un proceso natural que nos ha acompañado desde que surgió la
humanidad, un proceso del que nos están alejando muchos aspectos
de la vida moderna. Luz artificial, tecnología, turnos, pastillas para
dormir, viajes, comprobar el teléfono al despertar, trabajar hasta
tarde, incluso salir corriendo de casa sin desayunar para llegar a
tiempo al trabajo. Todo esto nos aleja del proceso natural y ahí es
donde empiezan nuestros problemas con el descanso y la
recuperación.
Desconectar
Vamos a empezar por desconectarnos un momento. Volvamos de
verdad a la naturaleza. Tú y yo vamos a abandonar todas nuestras
posesiones (relojes, ordenadores, teléfonos) y vamos a encaminarnos
a una isla desierta, en la que viviremos de la tierra, como hacían
nuestros ancestros. Vamos a cazar, a pescar y a dormir bajo las
estrellas. Chúpate esa, Bear Grylls.
Así que allí, en la isla, acampamos en una llanura ondulante.
Cuando se pone el sol, y la temperatura desciende, encendemos un
fuego. Vamos a pasar bastante tiempo sin luz natural, así que
aprovechamos para comer. Cocinamos y devoramos las sobras del
día, y nos sentamos saciados, charlando tranquilamente,
absorbiendo el color amarillo de la luz del fuego al observarlo. La
charla acaba por apagarse y nos ponemos a observar las estrellas un
rato antes de, uno por uno, darnos media vuelta, acurrucarnos bajo
las mantas y quedarnos dormidos.
En algún momento por la mañana, el sol empezará a salir por el
horizonte. Los pájaros empezarán a cantar incluso antes de que eso
suceda, y en ese momento, la temperatura empezará a subir. Aunque
haga mucho frío, subirá uno o dos grados, y todo se iluminará.
Ocultemos o no la cabeza bajo la manta, la luz penetrará y nos
despertaremos. La primera cosa que seguramente querremos hacer
es vaciar la vejiga, y entonces empezaremos a pensar en beber un
poco de agua y tomar el desayuno. A continuación, llegará el
momento de los movimientos intestinales antes de ir a pescar y cazar
durante el resto del día, todo esto bajo la luz natural. Nada
precipitado, todo según el ritmo natural.
Más tarde, cuando el sol empiece a ponerse, volveremos a
sentarnos en el campo. La temperatura descenderá y volverá a
oscurecer, de modo que tendremos que iluminarnos con el fuego y
volveremos a empezar. Esto es volver de verdad a lo que hacemos de
manera natural, trabajar en armonía con nuestros ritmos
circadianos.
¿Sigues el ritmo?
Una de las primeras cosas que le pregunto a cualquiera que trabaje
conmigo, ya sea un futbolista de élite o un corredor de bolsa de la
City londinense con problemas de sueño, es: «¿Eres consciente de
tus ritmos circadianos?».
El ritmo circadiano es un ciclo interno de 24 horas gestionado
por nuestro reloj biológico. Este reloj, que está en lo más profundo
del cerebro, regula nuestros sistemas internos, como los patrones de
sueño y alimentación, la producción de hormonas, la temperatura, la
alerta, el humor y la digestión, en un proceso de 24 horas que
evolucionó para adaptarse a la rotación de la Tierra. Nuestros relojes
biológicos se ajustan a estímulos externos, la luz natural es el
principal, así como a factores como la temperatura o las horas de las
comidas. Es vital comprender que estos ritmos están enraizados en
nuestro interior; son parte del tejido de todos y cada uno de
nosotros. Son el producto de millones de años de evolución. No
podemos desaprender estos ritmos del mismo modo que no podemos
lograr que los perros no ladren o convencer a un león de hacerse
vegetariano. Cada uno de estos animales tiene, por supuesto, su
propio reloj biológico y sus propios ritmos circadianos, del mismo
modo que cualquier otro animal o planta. Estos ritmos funcionan
incluso sin estímulos externos. Si una serie de sucesos
internacionales conspirara para que nos sobreviniera un apocalipsis
nuclear y tuviéramos que mudarnos bajo tierra y vivir en cuevas sin
luz natural, persistirían en nosotros.
El típico ritmo circadiano, que describe lo que nuestro cuerpo
quiere hacer de manera natural en distintos momentos del día, tiene
este aspecto:
Así, en nuestra isla, una vez se pone el sol y nos sentamos
alrededor del fuego, empieza la secreción de melatonina. La
melatonina, una hormona que regula el sueño, se produce en la
glándula pineal, que responde a la luz. Cuando llevamos suficiente
tiempo a oscuras, producimos melatonina, para prepararnos para el
sueño.
Nuestro reloj biológico no es lo único que regula nuestro sueño.
Si pensamos en los ritmos circadianos como lo que nos empuja a
dormir, la presión homeostática del sueño es la necesidad de hacerlo.
Esta necesidad intuitiva se construye desde el momento en que nos
despertamos, y cuanto más tiempo pasamos despiertos, más
aumenta. Sin embargo, a veces, nuestros ritmos circadianos son
capaces de pasar por encima de ella, por eso podemos experimentar
una remontada cuando nos estamos cayendo de sueño y por eso,
como pueden confirmar muchos trabajadores por turnos y amantes
de la vida nocturna, podemos tener problemas para conciliar el
sueño en algunos momentos del día, aunque nos hayamos pasado la
noche en vela. Luchamos contra el impulso circadiano de nuestros
cuerpos de alinearse con el sol.
Si seguimos un horario «normal» y nos levantamos por las
mañanas, nuestra necesidad de dormir aumenta por la noche, lo que
coincide con nuestro impulso circadiano, y produce una ventana de
sueño ideal. Durante la noche tendemos a alcanzar nuestro periodo
de sueño más efectivo sobre las 2:00-3:00 (que se corresponde con
un periodo de somnolencia doce horas después, en forma del bajón
de media tarde), y nuestra temperatura corporal llega al punto más
bajo poco después, antes de que salga el sol y todo vuelva a empezar
para nosotros. La secreción de melatonina se detiene, como
manejada por un interruptor, porque pasamos de la oscuridad a la
luz. La luz natural hace que nuestros cuerpos empiecen a producir
serotonina, el neurotransmisor que mejora el humor y del que deriva
la melatonina.
Ilumina el camino
La luz es el factor más importante para poner en hora nuestro reloj
biológico, y nada mejor que la luz natural por la mañana para
hacerlo. En la isla, durmiendo a la intemperie, obtenemos la dosis
nada más despertarnos. Pero demasiadas personas del mundo real
pasan el día entre cuatro paredes, en casa, en el tren y en el trabajo,
aunque hasta los días nublados son más luminosos que la luz
artificial. Abre las cortinas al despertar, desayuna y vístete con luz
natural y después sal afuera.
Somos especialmente sensibles a una longitud de onda conocida
como luz azul. A causa de la gran cantidad de luz que emiten los
dispositivos electrónicos como ordenadores y teléfonos inteligentes,
la luz azul tiene mala prensa. Pero no se trata de que esta luz sea
mala, sino de que aparece en momentos equivocados. La luz natural
está llena de luz azul y esta es buena durante el día. Ajusta el reloj
biológico, suprime la producción de melatonina y mejora la alerta y
el rendimiento.6
Sin embargo, cuando oscurece, estas cualidades dejan de ser
deseables. Si utilizas dispositivos o luces potentes hasta altas horas
de la noche, esto va a causarte problemas. Te conducirá a lo que el
catedrático Chris Idzikowski denomina «sueño basura», un sueño
interrumpido y mermado porque nuestro estilo de vida y nuestros
aparatos inhiben la producción de melatonina y adelantan nuestros
relojes biológicos.
En la isla teníamos luz natural y oscuridad. La luz del fuego era
la única iluminación humana, y los amarillos, naranjas y rojos que
emite el fuego no afectan a la producción de melatonina.
Sentados alrededor del fuego
No importa lo que hagamos en nuestras vidas, el sol se pone y vuelve
a salir. Cuando estamos en armonía con este proceso, nuestro
cerebro activa las funciones en nuestro cuerpo para llevar a cabo los
sucesos descritos en el gráfico de ritmos circadianos. Puede que no se
den exactamente a las horas indicadas en el gráfico, pero el cerebro y
el cuerpo querrán llevarlos a cabo más o menos a esas horas.
Muchos de nosotros somos realmente conscientes de nuestros
ritmos circadianos si realizamos un vuelo largo y experimentamos jet
lag, que sucede cuando nuestros ritmos se desincronizan con el ciclo
de luz y oscuridad local porque hemos viajado atravesando husos
horarios. Sucede algo similar cuando trabajamos en turnos de noche
y nuestro horario es justo el contrario del ciclo de luz y oscuridad.
Pero ser conscientes del propio reloj biológico en la vida cotidiana
nos permite comprender por qué nos sentimos letárgicos a
determinadas horas del día, y por qué podemos tener problemas
para dormir. Y el sueño no es lo único que se beneficia de este
conocimiento, sino toda tu vigilia.
Si nos levantamos y salimos de casa lo más rápido posible por
las mañanas, agarrando el café y algo de comer mientras nos
subimos al tren para ir a trabajar, estamos yendo a contratiempo con
nuestros ritmos. En la isla no teníamos prisa. Desayunábamos y,
como el intestino ha sido reprimido por la noche, íbamos al baño,
porque no queríamos tener que ir mientras estábamos cazando.
Lo mismo sucede en el tren. ¿Nos interesa tener que ir al baño
en un tren de cercanías lleno hasta los topes, o tener que suprimir la
necesidad de manera artificial? No es ninguna coincidencia que
abunden los anuncios de todo tipo de productos para la digestión,
desde yogures bebibles a pastillas antidiarreicas, en los andenes de
tren. Uno de los eslóganes más conocidos es: «Recupera el equilibrio
natural de tu cuerpo». Mensaje correcto, respuesta equivocada.
Si tu pauta de ejercicio implica machacarte en el gimnasio a
última hora de la tarde, ten en cuenta lo que esto significa. Tu
presión sanguínea está al máximo a esa hora, y tienes que saber que
el ejercicio intenso aumenta de forma brusca esa presión sanguínea,
especialmente si ya tienes una edad. Pregunta si no al presentador de
la BBC Andrew Marr (que culpó de su infarto a una sesión de alta
intensidad en la máquina de remo). Utiliza un medidor de actividad
portátil, obsérvalo y piensa si no hay un momento mejor para hacer
eso.
Piensa en tus ritmos al usar la tecnología. Yo no renuncio a ella
(no vivo en una isla). Utilizo las redes sociales como una parte
importante de mi negocio, tengo un teléfono inteligente y soy tan
localizable por teléfono o correo electrónico como cualquiera. Pero sé
que, si he estado trabajando hasta tarde con el ordenador portátil o
haciendo una videollamada con un cliente de otro huso horario
cuando a él le iba bien, la luz artificial de mi ordenador va a suprimir
el proceso natural del sueño. Así que no me voy a la cama
directamente, sino que guardo el ordenador portátil y me quedo
despierto un rato para que mi glándula pineal pueda funcionar de
manera eficiente y pueda producir melatonina, que es lo que ella
quiere hacer ahora que hay menos luz.
Hay muchas cosas que hacemos que interfieren con nuestros
ritmos circadianos, y en muchos casos, hay pocas cosas que podamos
hacer al respecto. Si tenemos que trabajar por turnos o hasta altas
horas de la noche, mala suerte para nosotros, tendremos que
acostumbrarnos. Pero si somos conscientes de nuestros ritmos,
podremos asegurarnos de que no hacemos muchas otras cosas que
contribuyen al problema. No queremos estar en guerra con nuestro
cuerpo.
Como dijo el catedrático Russell Foster, director del Instituto del
Sueño y Neurociencia Circadiana de la Universidad de Oxford, en la
BBC el Día del reloj biológico:
Somos una especie increíblemente arrogante; creemos que podemos dejar
atrás cuatro mil millones de años de evolución y pasar por alto el hecho de
que hemos evolucionado en un ciclo de luz y oscuridad. Lo que hacemos como
especie, y quizá somos los únicos, es pasar por encima del reloj. Y actuar
durante mucho tiempo en contra del reloj puede conducir a problemas de
salud graves.
Solo tenemos luz artificial desde el siglo XIX. Los ordenadores y
los televisores, por no hablar de los teléfonos inteligentes y las
tabletas, no son más que bebés si los comparamos con el proceso
evolutivo. No hemos evolucionado para asumir estas cosas del modo
en que muchos de nosotros las usamos hoy en día.
Sea lo que sea lo que estés haciendo, quiero que pienses en
nosotros en la isla, en armonía con un proceso biológico tan antiguo
como la humanidad. Ese es el ideal. Cada paso que damos para
mejorar nuestro sueño, no importa lo pequeño que sea, tiene que ser
un paso hacia el círculo alrededor del fuego.
LOS RITMOS CIRCADIANOS:
SIETE PASOS PARA DORMIR MEJOR
1. ¡Sal afuera! Sincroniza tu reloj biológico con la luz natural y no con la
artificial.
2. Tómate tu tiempo para conocer tus ritmos y cómo te afectan; anima a
tu familia y amigos a hacer lo mismo.
3. Toma nota de tus altos y bajos: monitorízate y compárate con lo que
debería suceder de manera natural. Utiliza un medidor de actividad
portátil para ello.
4. El mejor momento de sueño sucede hacia las 2:00-3:00. Si te acuestas
cuando sale el sol, estás luchando contra tu reloj biológico.
5. Baja el ritmo de tus mañanas: salir corriendo como si todo fuera una
carrera puede perturbar tu cuerpo. La calidad del sueño depende de lo
que hacemos desde el momento en que nos despertamos.
6. La luz azul no es buena por la noche, reduce su intensidad siempre
que puedas. Busca la luz roja o amarilla, o la de las velas.
7. Imagínate en la isla al lado del fuego: ¿qué haces actualmente que
entre en conflicto con esa imagen? ¿Qué vas a hacer al respecto?
Planea cambios sencillos en tus rutinas actuales para alinearte mejor
con el gráfico de los ritmos circadianos.
DOS
Correr rápido y lento
Cronotipo
Es tarde por la noche. El césped iluminado del estadio de fútbol
desprende vapor. Son las semifinales del Mundial. El público está
histérico. Uno de los equipos lanza un último ataque, pero el balón es
despejado desesperadamente lejos de la zona de gol en el mismo
momento en que suena el silbato que indica el final de la prórroga.
Llega la temida tanda de penaltis. Tú eres el entrenador y tienes que
elegir quiénes van a lanzarlos.
Los cuatro primeros son fáciles de elegir, pero tienes dudas con
el quinto. Tienes dos jugadores de habilidades muy parecidas. El
jugador A no ha hecho su mejor partido hoy, especialmente a medida
que avanzaba el tiempo, pero es un profesional consumado y ha
puesto todo su empeño. Parece cansado, pero está siendo una noche
larga. El jugador B ha jugado bien, parece vivaz y alerta a pesar de
haber jugado dos horas de fútbol frenético, pero hay algo de este
jugador que te inquieta. No es disciplinado. Suele llegar tarde a los
entrenamientos por la mañana, y cuando aparece te da la sensación
de que va sonámbulo. ¿Sucumbirá ante la intensa presión de una
tanda de penaltis con el mundo entero observando? Tus ojos te dicen
que elegirlo a él es lo correcto, pero tu cabeza te dice que deberías
elegir al jugador A.
Con los penaltis empatados, el jugador A se adelanta a chutar.
Tiene que marcar para que su equipo siga en la competición. Coloca
el balón cuidadosamente, da unos cuantos pasos atrás y se detiene a
respirar profundamente. Corre hacia el balón, lo golpea con
firmeza... y sale desviado. Fin del partido.
Búhos y alondras
Mucho antes de que empezáramos a redefinir nuestras ideas con
respecto al sueño, solía decirse que había dos tipos de personas: los
búhos y las alondras. Hoy en día preguntamos: «¿Sabes cuál es tu
cronotipo?».
Tu cronotipo te caracteriza con relación a tu sueño y describe si
eres una persona de mañanas o de tardes. Pero no solo determina la
hora a la que te levantas y te acuestas, indica las horas a las que tu
cuerpo lleva a cabo las funciones determinadas por los ritmos
circadianos y descritas en el gráfico del capítulo 1, lo cual será un
alivio para ti si al observarlo has pensado que esos horarios no tenían
nada que ver con tu vida. Si eres una persona de mañanas, tu reloj
biológico es un poco rápido, mientras que si eres una persona de
tardes, tu reloj va lento.
Los cronotipos son un rasgo genético, y yo normalmente soy
capaz de captarlos en el momento en que conozco a una persona. ¿Te
gusta quedarte despierto y acostarte tarde? ¿Necesitas un
despertador para levantarte a la hora por las mañanas? ¿Te parecen
bien las siestas durante el día? ¿Sueles saltarte el desayuno?
¿Recuperas sueño los días de fiesta? Es probable que seas una
persona de tardes.
Las personas de mañanas se despiertan solas, disfrutan del
desayuno y les encantan las mañanas. No suelen necesitar
despertador para levantarse, son menos propensos a sentir fatiga
durante el día y se van a la cama razonablemente pronto.
Estas variaciones suelen ser como mucho de un par de horas en
una u otra dirección, no cinco o seis. Pocas personas tienen una
constitución que los empuje a querer despertarse naturalmente a
mediodía. Aunque cierres las cortinas y te escondas en la cama, tu
cerebro sabe que ha salido el sol. Y él también quiere levantarse. La
mayoría de nosotros tenemos una idea sobre nuestro cronotipo, pero
si tienes dudas, el cuestionario sobre el cronotipo de la Universidad
de Múnich es una buena herramienta para averiguarlo.7
De niños, solemos ser personas de mañanas, nos despertamos
pronto y solemos acostarnos mucho antes que los adultos. Sin
embargo, al llegar a la adolescencia, nuestros relojes biológicos
pasan a trabajar más lentamente. Sentimos la necesidad de
acostarnos más tarde y de dormir más. Los adolescentes tienen mala
prensa, pero a menudo solo hacen lo que les pide el cuerpo. Una vez
superamos el punto álgido de atraso de nuestro reloj,
aproximadamente a los veinte años, nuestro ritmo vuelve a recuperar
su tipo genético, y empieza a atrasarse muy lentamente a medida que
envejecemos.8
Los indefinidos
Existe una tercera categoría de cronotipo: los indefinidos. Muchos de
nosotros no acabamos de definirnos, de hecho, casi toda la población
vive como indefinida, independientemente de su cronotipo. Con
todas las opciones disponibles de entretenimiento —cenas, copas, la
sesión de cine de las 21:00, disfrutar de series en casa («Solo un
capítulo más y me acuesto...»)—, ¿por qué solo las personas de tardes
iban a disfrutar del placer de trasnochar? Y puede que las personas
de tardes disfruten quedándose en la cama por las mañanas, de
hecho, están predispuestos genéticamente a ello, pero aun así tienen
que estar en el trabajo a las 9:00. Así que enmascaramos nuestros
auténticos cronotipos con despertadores y sobreestimulándonos:
actuamos de forma hiperactiva tanto física como mentalmente y
consumimos cafeína y azúcar.9
¿Por qué es importante conocer nuestro cronotipo? Si se nos
permitiera actuar según nuestros deseos, levantarnos y acostarnos
cuando quisiéramos, despertarnos de manera natural y llegar al
trabajo a la hora que nosotros eligiéramos, no importaría demasiado.
Pero, qué curioso, las culturas del trabajo no se desarrollan pensando
así. Ya seas una persona de mañanas o de tardes, tienes que llegar al
trabajo a las 9:00, tienes entrenamiento por las mañanas si eres
futbolista y, por lo tanto, son las personas de tardes las que sufren,
porque tienen que funcionar en un huso horario distinto al de su
reloj biológico. «Jet lag social» es la expresión que describe este
hecho.
Como tienden a despertarse antes, las personas de mañanas
suelen cansarse antes y también se acuestan antes. Esto significa que
cuando llega la mañana han disfrutado de mucho sueño profundo
restaurador durante el punto álgido de las 2:00-3:00 y se encuentran
en un estado de sueño más ligero cuando se acerca la hora de
levantarse. A menudo, ni siquiera necesitan despertador. Por otro
lado, las personas de tardes alargan la noche, lo que significa que,
cuando llega la mañana, el despertador acostumbra a sacarlos de un
sueño anterior (por eso presionan el botón de aplazar la alarma una y
otra vez) y se pasan el resto de la mañana intentando alcanzar el
ritmo. Las personas de tardes suelen recurrir a la cafeína para
lograrlo.
Los altibajos de la cafeína
La cafeína es la droga para la mejora del rendimiento más popular
del mundo. Un neuroestimulante con propiedades psicoactivas que
combate la fatiga y ha demostrado tener efectos beneficiosos en la
alerta, los tiempos de reacción, la concentración y la resistencia.
La cafeína se usa en el deporte, especialmente en el ciclismo,
para mejorar el rendimiento de forma legal y segura, pero
controlamos su uso. Proporcionamos dosis a medida en momentos
concretos (en las competiciones de resistencia, la dosis se
proporciona más cerca de la hora de inicio que en las de sprint), y si
el corredor aparece después de haber tomado un espresso doble en el
desayuno, lo tenemos en cuenta. Existe una cultura del café en todos
los niveles del ciclismo, pero los profesionales son lo suficientemente
disciplinados como para saber el contenido de cafeína de la marca
que consumen.
Sarah Piampiano, triatleta profesional, ni siquiera toma cafeína
en su vida cotidiana, solo la toma cuando compite, en forma de
gelatinas para deportistas que especifican la cantidad concreta de
cafeína que contienen y que ingiere antes y en distintos momentos de
la carrera.
Sin embargo, también he visto deportistas de otras
especialidades que toman café en casa, suplementos de cafeína y
mascan chicles de cafeína de importación mientras entrenan, es
decir, la consumen sin regular la cantidad, de forma que su efecto
será el contrario al deseado.
El consumo elevado de cafeína puede provocar agitación y
ansiedad. Su presencia en sangre puede hacer más difícil conciliar el
sueño y permanecer dormido. Es una droga adictiva y se puede
desarrollar tolerancia si se consume en dosis altas a diario. Cada vez
necesitas más para conseguir el resultado deseado. Cuando la
sobreestimulación se convierte en norma, crees que estás rindiendo
al máximo, pero no es así. Siempre estás dos pasos por detrás, como
una sombra de ti mismo, porque estás usando la cafeína
sencillamente para llegar al punto de poder rendir.
Los estudios muestran que la cafeína proporciona los mayores
beneficios para los atletas en cantidades moderadas de entre 3 y 6
miligramos por kilo de masa corporal,10 y la Food Standards Agency
del Reino Unido recomienda 400 miligramos como dosis diaria
máxima de cafeína para la persona media. Para verlo más claro: un
café grande de Starbucks contiene 330 miligramos. El espresso de la
misma cadena contiene 75 miligramos, y una taza de café hecha en
casa con cafetera americana puede contener hasta 200 miligramos.
Además, la cafeína tiene una vida media de seis horas, lo que
significa que sigue presente en el cuerpo mucho más tarde de lo que
podríamos pensar. No tomar café por las tardes para ayudar a tu
sueño nocturno está muy bien, ¿pero qué pasa si ya te has tomado un
Starbucks grande, un café de máquina en el trabajo, un par de tazas
de té (que pueden contener entre 25 y 100 miligramos) y una lata de
Coca Cola (35 miligramos) a la hora de comer? Y aparte tenemos
otras cosas que consumimos sin saber, quizá, que contienen cafeína,
como el chocolate, algunos analgésicos e incluso el café o el té
descafeinado, que no es lo mismo que sin cafeína.
Si te sobreestimulas con cafeína cada día, sin ningún control, no
la estás usando como se usa en el mundo del deporte. La estás
usando de manera habitual, y no para un suceso específico. Nadie
insinúa que no puedas tomarte esa taza de café que tanto te apetece,
y así lo atestiguan las legiones de ciclistas vestidos de licra sorbiendo
su espresso en la puerta de cafeterías de todo el país, pero ¿por qué
no medir cuánto estás tomando y usarlo de manera estratégica? Si
tienes una reunión en la que debes estar especialmente despierto, o
hacer un trabajo que requiera toda tu concentración, ¿por qué no
reservar la cafeína para esos momentos? Usa la cafeína para mejorar
tu rendimiento y no para llegar al punto en el que eres capaz de
rendir.
Gestionar el cronotipo
En el largo plazo, la luz natural es una herramienta mucho más
efectiva que el consumo descontrolado de cafeína. Para las personas
de tardes, la luz natural por las mañanas es vital si quieren ajustar su
reloj biológico y ponerse al ritmo de las personas de mañanas. Hazte
con un simulador de amanecer de una buena marca como Lumie o
Philips, que recrea la salida del sol en el dormitorio para despertarte;
abre las cortinas y sal afuera.
La mala noticia de verdad para las personas de tardes es que
deberían dejar de quedarse en la cama los fines de semana. Si te
pasas toda la semana ajustando tu reloj biológico a las demandas de
tu trabajo, pero te abandonas los fines de semana, tu reloj biológico
retornará a su estado natural, más lento, y todo volverá a empezar el
lunes. Los síntomas del jet lag social serán peores.
Las oficinas y lugares de trabajo deberían tomarse todo esto
mucho más en serio. En lugar de distribuir las mesas según la
jerarquía y dar las posiciones cercanas a las ventanas a los más
veteranos, deberían dárselas a las personas de tardes por las
mañanas y a las personas de mañanas por las tardes. Invertir en unas
buenas lámparas de luz diurna ayudaría tanto a las personas de
mañanas como a las de tardes a superar sus respectivos momentos
complicados del día, y se incrementará la productividad,
especialmente en invierno, cuando hay menos luz. En los clubes de
fútbol, yo pongo lámparas de luz diurna en los vestuarios de los
campos de entrenamiento. Los jugadores ni se dan cuenta, ellos solo
ven lámparas, y lo mismo podría hacerse en las salas de reuniones.
No todo son malas noticias para las personas de tardes. Estas
tienen una ventaja natural no solo a la hora de disfrutar de la vida
nocturna, sino también a la hora de trabajar por turnos. Una persona
de mañanas que sea enfermera y trabaje en el turno de noche de un
hospital también necesitará lámparas de luz diurna y cafeína para
ponerse al ritmo de los colegas que sean personas de tardes. Lo más
importante para cualquier cronotipo es encontrar algo de armonía
con el entorno.
Si volvemos al fuego de nuestra isla y asumimos que tú eres una
persona de tardes y yo lo soy de mañanas, a medida que volvamos al
ritmo natural de nuestros respectivos relojes biológicos,
aprenderemos a trabajar en armonía. Tú te quedarías haciendo
guardia, atendiendo el fuego y preparando el campamento para la
mañana siguiente mientras que yo me iría quedando dormido; en
cambio, por la mañana, yo me despertaría una o dos horas antes que
tú, volvería a encender el fuego, prepararía el desayuno para los dos
y me prepararía para el día que tenemos por delante.
En el mundo real, podemos beneficiarnos de esto en nuestra
vida cotidiana.
Una persona de mañanas puede vivir con su pareja, una persona
de tardes, y tener que salir los dos al trabajo a las 8:30. Él se levanta
a las 6:30 y ella a las 8, pero, claro está, cuando él se levanta, molesta
a su pareja. Ella se vuelve a dormir, e imagina que eso le va bien,
pero en realidad oscila entre la vigilia y el sueño. ¿Por qué no buscar
un punto medio? En lugar de esto, ambos se levantan a las 7, lo que
es un gran cambio para ella, pero la persona de mañanas hace el
desayuno y permite a la persona de tardes sentarse bajo la luz
natural para poner en hora su reloj biológico y despertarse de
manera natural. Será necesario un periodo de adaptación, pero así la
pareja trabaja en armonía. Cuando llega la noche, es el turno de la
persona de tardes, que puede hacer la cena o fregar los platos cuando
la persona de mañanas está cansada.
Si eres una persona de mañanas sabes que tu mejor momento
del día es ese, de modo que puedes organizar tu agenda para sacar
provecho de ello. Digamos que tu trabajo implica gestionar las redes
sociales de tu empresa, llevar una parte de las cuentas y mucha parte
de la comunicación, pero también otras realidades más mundanas de
la vida de oficina, como llevar el correo a la estafeta y tareas de
archivo. Suponiendo que tienes algo de libertad con respecto al
orden en el que haces las cosas, puedes manipular tu horario de
manera que redactes todos los tuits y comunicados de prensa por las
mañanas, es decir, todo lo que requiere que estés más alerta, y
pasarte la tarde llevando el correo y haciendo archivo. Como persona
de mañanas, si me encargas que haga unas cuentas importantes, te
pediré hacerlas por la mañana.
A menudo no existe esta libertad en nuestro trabajo, y a veces
habrá que redactar un comunicado de prensa, o cualquier otra cosa
que requiera toda nuestra atención por la tarde, y no podremos
hacerlo en otro momento. Pero cuando nos sea posible, en lugar de
pasarnos lo que nos parece una cantidad increíble de tiempo
haciendo algo por la tarde y preguntándonos por qué tardamos
tanto, parémonos un momento y pensemos en ello. Si ahora te está
costando mucho, pruébalo de nuevo por la mañana, cuando estés
más fresco y alerta.
Lo mismo sucede con las personas de tardes. Yo identifico los
cronotipos de cada jugador del equipo con el que esté trabajando,
algo que beneficia tanto a estos como a sus entrenadores.
El jugador B del inicio del capítulo es una persona de tardes,
mientras que el jugador A es una persona de mañanas, pero su
entrenador no lo sabía. Sin embargo, si me llamaran para trabajar
con el equipo e identificara a este jugador B y hablara con él, le
quedaría claro por qué le cuesta salir de la cama, por qué necesita un
despertador y por qué no le apetece demasiado entrenar por las
mañanas. Y podría aconsejarle qué hacer.
Desde el punto de vista del entrenador, ahora sabe que puede
que el jugador no sea indisciplinado, porque es su configuración lo
que hace que no le apetezca entrenar por las mañanas, él preferiría
hacerlo por las tardes. El entrenador no va a partir el entrenamiento
y decirles a los de mañanas y a los de tardes que acudan por
separado, claro está, pero ahora sabe cuanto necesita para controlar
la situación. No puede seguir pidiéndole al jugador que lo haga todo
por las mañanas porque al final esto tendrá consecuencias. Puede
que no sea capaz de recuperarse del todo de una molesta lesión, o
puede que haga alguna tontería en el fragor del momento durante un
partido importante, porque ha estado siendo forzado en contra de su
configuración biológica.
También proporciona algo de sabiduría al entrenador una tarde
de verano durante el Mundial ante unos inminentes penaltis. El
jugador A es una persona de mañanas. Lo enmascara cuando juega
por la noche, pero a la hora de elegir entre él y el jugador B, con unas
habilidades similares, no hay duda: el de tardes está más alerta y en
su elemento por la noche. Es él quien debería lanzar el penalti.
CRONOTIPO:
SIETE PASOS PARA DORMIR MEJOR
1. Determina tu cronotipo y establece el de tu familia y amigos cercanos.
Utiliza el cuestionario de la Universidad de Múnich si tienes dudas.
2. Manipula tu día de manera que estés al máximo cuando más lo
necesites.
3. Utiliza la cafeína para mejorar tu rendimiento de forma estratégica, no
por costumbre (y nunca más de 400 mg al día).
4. Personas de tardes: no os quedéis en la cama los fines de semana si
queréis evitar el jet lag social.
5. Coloca lámparas de luz diurna en salas de reuniones, oficinas y mesas
de trabajo para mejorar la alerta, la productividad y el humor en el
trabajo.
6. Aprende cuándo dar un paso al frente y cuándo no: ¿deberías
presentarte voluntario para chutar un penalti en un partido nocturno si
eres una persona de mañanas?
7. Aprende a trabajar en armonía con tu pareja si tenéis cronotipos
distintos.
TRES
Un partido de noventa minutos
Duerme por ciclos, no por horas
Te despiertas en medio de la oscuridad. «¿Cuánto he dormido?», te
preguntas. Tras levantarte e ir al baño, miras el teléfono: 3:07. Bien,
me queda mucho rato para seguir durmiendo. Si te vuelves a acostar
ahora, habrás dormido unas ocho horas cuando suene el despertador
a las 7:30. Mañana es un día importante, tienes muchas cosas que
hacer en el trabajo. Tienes que estar fresco. Necesitas tus ocho horas.
Así que te vuelves a tumbar. Y pasa un rato. Miras el teléfono:
3:33. No pasa nada. Queda mucho rato. Tienes esa reunión a las
10:00, así que tienes que estar fresco. ¿Qué tal irá?, te preguntas, y
vuelven las mariposas; tus hombros se han tensado de manera
imperceptible. Ya no estás tumbado de lado, estás bocarriba con las
manos entrelazadas detrás de la cabeza. Se piensa mucho mejor así.
Vuelves a mirar la hora. 3:56. La proximidad de las 4 y el hecho de
perder toda una hora antes de mañana, precisamente, te invade de
un terror que solo aparece a esas horas de la noche.
Lo último que recuerdas antes de que una impenitente alarma te
arranque del sueño a las 7:30 con la boca seca y un dolor creciente
detrás de los ojos son los números 5:53, casi como una burla. No has
dormido 8 horas ni de lejos. ¿Cómo vas a poder trabajar hoy?
¿Una solución para todos?
Si te pidiera que pensaras un número cualquiera entre uno y diez, y
teniendo en cuenta que estás leyendo un libro sobre el sueño, es
probable que eligieras el ocho. Ocho horas de sueño cada noche es un
número redondo y bonito, pero es una de esas piezas perdurables de
sabiduría sobre el sueño que no encaja con todo el mundo.
La idea de las ocho horas cada noche es relativamente moderna.
Más adelante, hablaremos del sueño polifásico, pero ahora basta
decir que, hasta el siglo XIX, con la Revolución Industrial y la
introducción de la luz artificial, es poco probable que la gente
durmiera en un solo bloque de ocho horas de sueño nocturno. Es aún
menos probable que se preocuparan por estas cosas.
Ocho horas es la media que se duerme por noche, pero por algún
motivo se ha convertido en la cantidad recomendada para todo el
mundo. La presión que se impone la gente como consecuencia de
esto es increíblemente dañina y contraproducente a la hora de
dormir la cantidad de horas que cada uno necesita de manera
individual.
La mentalidad de aplicar la misma solución para todos no
funciona con todas las facetas de nuestra vida. En temas como el
consumo de calorías existe un estándar aceptado por la industria con
diferencias entre sexos, aparte de tener en cuenta la diferencia entre
las necesidades de un fanático del fitness de complexión hercúlea y
alguien que lleva una vida más bien sedentaria. Existen indicaciones
sobre el consumo máximo diario de alimentos como el azúcar o la
sal, pero tomar cantidades inferiores se considera aceptable. No
existe un tiempo concreto que debería emplearse diariamente en
practicar ejercicio (hacer más del recomendado suele ser bueno).
Solo con relación al sueño, y, como veremos más adelante, no solo en
este aspecto concreto, se acepta sin más este tipo de sabiduría
tradicional.
Lo cierto es que cada uno es diferente. Existen Margarets
Thatcher y Marissas Mayer en este mundo que con solo cuatro o seis
horas de sueño cada noche gobiernan Gran Bretaña o son directoras
ejecutivas de Yahoo, respectivamente, y luego hay personas como el
legendario tenista Roger Federer o el hombre más rápido del mundo,
Usain Bolt, que dicen necesitar hasta diez horas cada noche.
E incluso teniendo en cuenta estos extremos, nuestra necesidad
de sueño varía a lo largo de nuestra vida. Primero de niños y después
de adolescentes necesitamos dormir mucho más que de adultos.
Según la National Sleep Foundation de Estados Unidos, el
adolescente medio (de entre catorce y diecisiete años) necesita entre
ocho y diez horas de sueño. El adulto medio necesita entre siete y
nueve.
Si necesitas menos de ocho horas de sueño por noche, pero te
estás forzando para intentar alcanzar esa cifra, yéndote a dormir
cuando no estás cansado y pasando el tiempo tumbado y despierto,
estás perdiendo el tiempo. Si miras el reloj en mitad de la noche,
calculando con ansiedad cuántas horas te van a faltar para hacer
ocho, dando vueltas y preocupándote más y más por si duermes lo
suficiente, lo mismo: estás perdiendo tu valioso tiempo no
durmiendo.
Los trabajadores por turnos, las tripulaciones de líneas aéreas,
los corredores de bolsa, los camioneros de largas distancias, todas
estas personas no duermen ocho horas cada noche. Los atletas con
los que trabajo no duermen ocho horas cada noche, y no solo por
falta de tiempo. Es porque a la hora de dormir no cuentan en horas,
cuentan en ciclos.
Los ciclos de sueño
El R90 se basa sencillamente en la recuperación en 90 minutos. No
he elegido ese número al azar, no es un número cualquiera entre uno
y cien; noventa minutos es la cantidad de tiempo que necesita una
persona en condiciones de laboratorio clínico para realizar todas las
fases del sueño que constituyen un ciclo.
Nuestros ciclos de sueño están compuestos por cuatro (o a veces
cinco) fases distintas, y es fácil imaginar un ciclo como un descenso
por un tramo de escaleras. Cuando apagamos la luz y nos metemos
en la cama por la noche, estamos al inicio del tramo. Abajo, al final
de los escalones, está el sueño profundo, que es donde queremos
llegar.
Primer escalón: adormecerse
Fase no-REM (NREM) 1
Poco a poco damos los primeros pasos en este descenso de la
escalera, y nos encontramos durante unos minutos en algún punto
entre la vigilia y el sueño. ¿Te has despertado alguna vez de golpe
porque tenías la sensación de estar cayendo? Esto sucede en este
punto y solo es una alucinación, pero implica que hay que volver a
comenzar el descenso de la escalera. Es muy sencillo retroceder
desde aquí: una puerta que se abre o una voz en la calle pueden
provocarlo, pero una vez conseguimos pasar esta fase, continuamos
nuestro descenso hacia...
La mitad de la escalera: sueño ligero
Fase NREM 2
En el sueño ligero descienden el ritmo cardiaco y la temperatura
corporal. En este punto, aún podemos ser arrastrados al inicio de la
escalera por alguien que grite nuestro nombre o, en el caso de las
madres (y las mujeres son biológicamente susceptibles a esto), por el
llanto de un bebé. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo
dormidos en este estado, de modo que a veces puede parecer un
tramo de escaleras muy largo, especialmente para aquellos que se
quedan atrapados en el sueño ligero, pero no es un tiempo perdido si
forma parte de un ciclo equilibrado. La consolidación de la
información y la mejora del rendimiento de las habilidades motoras
están relacionadas con esta fase11 y, a medida que seguimos
descendiendo, empezamos la transición hacia la parte realmente
buena.
El final de la escalera: sueño profundo
Fase NREM 3 (y 4)
Enhorabuena. Has llegado al final de la escalera. Aquí abajo, cuesta
mucho que nos despierten. Si alguna vez has tenido que sacudir a
alguien para despertarlo, o si has tenido la mala suerte de ser quien
despertaba, aturdido y confuso, comprenderás el poder que tiene el
sueño profundo y los efectos de la inercia del sueño. Si eres
sonámbulo, este es el momento en el que te levantas.
Durante el sueño profundo, el cerebro emite ondas delta, las
ondas cerebrales de menor frecuencia (cuando estamos despiertos
producimos ondas beta de alta frecuencia). Aquí es donde queremos
pasar el mayor tiempo posible, disfrutando del momento, porque es
donde se obtienen los mayores beneficios restaurativos del sueño,
como por ejemplo el aumento de la producción de la hormona del
crecimiento.12 Puede que a algún lector le suene la hormona del
crecimiento humana (HGH por sus iniciales en inglés) como una
sustancia prohibida en el deporte por su capacidad para mejorar el
rendimiento, pero nuestro cuerpo la produce de manera natural y
sus efectos son potentes. El doctor Michael J. Breus, psicólogo
clínico y experto en sueño, de Estados Unidos, la describe como «un
ingrediente clave que todos necesitamos de manera rutinaria para el
crecimiento celular, la reparación de tejidos, la recuperación del
cuerpo del desgaste diario y, esencialmente, para rejuvenecer (y
sentirlo)». Es deseable pasar alrededor de un veinte por ciento de
nuestro tiempo aquí abajo durante la noche en sueño profundo.
Helter skelter: REM
En la canción de los Beatles Helter skelter, la letra dice que volvemos
al inicio del descenso, donde nos detenemos, damos media vuelta y
nos vamos a dar un paseo. Se parece bastante a esta fase del sueño.
Volvemos arriba, al inicio de la escalera, al territorio del sueño ligero
durante un rato, antes de alcanzar una fase del sueño que muchos
conocen: REM (rapid eye movement [movimiento ocular rápido]).
Aquí es cuando nuestra mente nos lleva a dar un paseo. La mayoría
de los sueños suceden durante esta fase, cuando nuestro cuerpo se
encuentra temporalmente paralizado, y se cree que el sueño REM
tiene efectos beneficiosos sobre la creatividad.13 Necesitamos volver
arriba, dar media vuelta e irnos por ahí tanto como bajar hasta el
final de la escalera y, una vez más, deberíamos pasar alrededor de un
veinte por ciento del tiempo en esta fase. Los bebés pasan
aproximadamente la mitad de su tiempo dormidos en esta fase. Al
finalizar la fase REM nos despertamos (aunque no solemos
recordarlo) antes de empezar el siguiente ciclo.
Cada ciclo de una noche es distinto. El sueño profundo constituye la
mayor porción de nuestro sueño en los primeros ciclos porque
nuestro cuerpo lo prioriza, mientras que el sueño REM constituye la
mayor porción de los siguientes ciclos. Sin embargo, si hemos estado
durmiendo menos de lo normal, nuestro cerebro pasará más tiempo
en sueño REM durante los primeros ciclos, lo que demuestra lo
importante que es para nosotros.14 Este es solo uno de los motivos
por los que recuperar sueño (yéndonos a dormir antes de lo normal o
quedándonos en la cama hasta más tarde) es una pérdida de tiempo.
Cuando perdemos sueño, ya no vuelve. Pero a nuestro cuerpo se le da
muy bien hacer esa recuperación.
En teoría, deberíamos pasar la noche en la cama transicionando
de un ciclo a otro, siguiendo un patrón de sueño-vigilia-sueñovigilia..., pasando gradualmente de menos sueño profundo a más
sueño REM a medida que avanza la noche hasta despertar
finalmente por la mañana. Esta es la clave para obtener la calidad de
sueño correcta: dormir toda la noche obteniendo el sueño profundo y
REM que necesitamos en una serie de ciclos que nosotros percibimos
como una noche de sueño larga y continua.
Sin embargo, nos encontramos con todo tipo de obstáculos en el
camino: ruido, la edad, estrés, medicación, cafeína, molestias físicas
como que nos toque la pierna de nuestra pareja, respirar por la boca
en lugar de por la nariz, ronquidos y apnea del sueño, la temperatura
y la necesidad de ir al baño pueden llevarnos de vuelta al inicio de la
escalera y condenar a muchos de nosotros a pasar demasiada parte
de la noche en la fase de sueño más ligero, o sacarnos del todo de
nuestros ciclos.
Los efectos colaterales de esto pueden oscilar entre un aumento
de los niveles de fatiga diurna y consecuencias graves. Nuestros
cuerpos pueden arrojarnos a un microsueño durante el día cuando
menos lo esperemos, por ejemplo, mientras conducimos el coche o
manejamos maquinaria pesada.
Si estamos atrapados en patrones de sueño ligero, da igual
cuánto durmamos: no nos beneficiamos totalmente de ello. El
enfoque R90 identifica y bloquea los obstáculos que nos impiden
llegar al final de la escalera, y todo empieza con el despertador.
¡Despierta!
Al parecer, la flexibilidad es un rasgo deseable en el mundo moderno.
Las noches que se alargan, los fines de semana y los viajes nos dicen
que evitar las rutinas fijas en la vida vale la pena. Si te has tomado un
par de copas y has comido algo después de trabajar, ¿no tiene sentido
poner el despertador un poquito más tarde al día siguiente para
dormir un poco más? ¿Acaso está mal olvidarlo completamente los
días de fiesta?
En realidad, fijar una hora de despertarse es una de las
herramientas más potentes a nuestra disposición cuando intentamos
mejorar la calidad de nuestra recuperación.
Con nuestros ritmos circadianos fijados por la salida y la puesta
del sol, a nuestro cuerpo le encanta trabajar en torno a un eje
constante, y a nuestra mente también porque gracias a esta hora fija
de despertarse puede construir la confianza necesaria para ser más
flexible en otros aspectos vitales.
Elegir una hora fija de despertarse requiere pensarlo un poco y
bastante esfuerzo, porque será la hora a la que tendrás que
levantarte. Es recomendable observar los dos o tres meses anteriores
de tu vida, teniendo en cuenta el trabajo y la vida personal, y elegir la
hora más temprana a la que tengas que levantarte. Esta hora debería
ser una a la que puedas levantarte todos los días, y no debería haber
nada de tu vida que requiera despertarse antes, excepto
circunstancias excepcionales como, por ejemplo, un vuelo a primera
hora. De modo que no elijas las 7:30 si de vez en cuando tienes que
levantarte a las 7:00 para una reunión. En ese caso, elige las 7:00. Y
recuerda, tienes que levantarte a esta hora también los fines de
semana, así que tampoco elijas algo muy poco realista con la
esperanza de poder dormir los días de fiesta.
Piensa un poco en tu cronotipo. Si eres una persona de tardes,
no elijas algo muy alejado de tu hora natural de despertarte, pero ten
en cuenta que debería tener alguna relación con la hora a la que sale
el sol. Cuanto más te alejes de ese hecho, más te alejarás del proceso
circadiano. Para una persona de tardes que tiene que levantarse para
ir a trabajar a una hora que va en contra de sus ritmos naturales, esta
hora de levantarse será esencial para volver a poner en hora el reloj
cada día y poder ir al ritmo de las personas de mañanas y los
indefinidos.
Una vez hayas establecido la hora más temprana a la que tienes
que levantarte, conviértela en tu hora de despertarte. Lo ideal es que
tu hora de despertarte sea al menos noventa minutos antes de la hora
a la que tienes que llegar al trabajo, la universidad o cualquier otra
obligación, de modo que tengas el tiempo suficiente para prepararte
tras el sueño.
Es cierto que al principio necesitarás un despertador, pero ya
verás como tu cuerpo y tu mente se acostumbrarán a despertarse a
esa hora. En poco tiempo, verás como apagas el despertador antes de
que suene, porque ya estás despierto.
Con la hora de levantarse como referencia, ahora puedes contar
hacia atrás en ciclos de noventa minutos para establecer a qué hora
deberías intentar estar dormido. Si eres una persona media, que
intenta dormir ocho horas cada noche, estas equivalen a cinco ciclos
cada noche (que son siete horas y media). Si has elegido las 7:30
como tu hora de despertarte, deberías intentar estar dormido a
medianoche, lo que implica acurrucarse y relajarse unos quince
minutos antes, o lo que sea que necesites para dormirte.
Cuando empiezo a trabajar con un atleta y le pregunto cuánto ha
dormido la noche anterior, suele darme una respuesta poco concreta.
«Pues unas siete u ocho horas», es su respuesta. Pero es que ellos,
como cualquiera, lo consideran algo aleatorio. Creen que se
acostaron sobre las once, están bastante seguros de que se
levantaron una vez para ir al baño durante la noche y, por lo que
recuerdan, se levantaron a las siete o siete y media. La noche antes,
¿quién sabe?
Establecer una hora fija de despertarse elimina la naturaleza
aleatoria de nuestro sueño. Nos ayuda a instilar una rutina que nos
proporciona la confianza de saber cuánto estamos durmiendo. Si le
pregunto a un atleta con el que llevo un tiempo trabajando, me
responderá sin dudar: «Anoche dormí cinco ciclos».
Si lo haces cada noche obtienes 35 ciclos a la semana, lo que es
sencillamente perfecto. Y, a la vez, algo que no va a suceder nunca.
La vida se interpone: un partido nocturno en el caso de un futbolista;
un tren que se retrasa al volver a casa, una cena que se alarga, un
libro que no puedes dejar de leer o una llamada telefónica de un viejo
amigo en nuestro caso. Necesitas tener flexibilidad para gestionar
estas cosas, para disfrutar de tu vida y trabajar sin tener que
preocuparte por la hora de acostarte. De modo que esta no es fija. Te
levantas cada día exactamente a la misma hora, pero cuentas con
intervalos de noventa minutos para irte a la cama, aunque no
deberías usar el anterior antes de tu hora ideal de acostarte. Como ya
hemos dicho, el sueño perdido no se recupera.
De modo que, si llegas a casa un poco más tarde y no estás
preparado para irte a dormir de forma natural a medianoche para
levantarte a tu hora elegida, las 7:30, puedes acostarte a la 1:30, esto
serían cuatro ciclos (seis horas); si llegas aún más tarde puedes
acostarte a las 3:00, solo tres ciclos. En ese caso estás forzando la
maquinaria.
Aquí trabajas al límite, como los deportistas con los que trabajo.
A ellos les encanta esta idea de los espacios de noventa minutos: son
medibles y asequibles. A los futbolistas, claro está, les encantan
porque duran lo mismo que un partido de fútbol. Saben que, cuando
lo requiere el momento, pueden empezar a manipular estos ciclos en
favor de sus objetivos. Son ellos quienes controlan su recuperación y
no al contrario.
«Calendarizar» el sueño
La preocupación por el sueño es un obstáculo al que muchos nos
enfrentamos al intentar obtener lo que necesitamos de él. Acostarnos
cuando no estamos cansados ni preparados solo va a causarnos
problemas, y estresarnos en mitad de la noche no nos va a ayudar a
volver a dormir. Una vez empezamos a preocuparnos y agobiarnos,
liberamos hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol, que
nos ponen aún más alerta.
Quienes no padecemos un trastorno del sueño podemos tener
una «mala noche de sueño» aislada o como resultado de un periodo
de estrés y presión. Si se observa dentro de un conjunto más amplio,
puede que solo sea un día a la semana, o unos cuantos días al mes.
Yo hablo de dormir en ciclos por semana y no en horas cada
noche. Así, de repente, una mala noche de un total de siete no parece
tan mala. Nos liberamos automáticamente de la presión porque ya
no estamos en el paradigma del todo o nada de las ocho horas cada
noche. No nos lo jugamos todo esta noche. En lugar de eso, alguien
que necesita cinco ciclos cada noche busca dormir treinta y cinco
ciclos por semana. Yo me siento con los deportistas, observo su
horario y les muestro cómo conseguirlo. Vemos la semana que tienen
por delante y marcamos las zonas problemáticas. En el caso de un
futbolista, identificamos problemas en cosas como un partido
nocturno de Champions League a media semana. El partido no
acabará hasta casi las 22:00, después hay compromisos con los
medios, niveles de adrenalina que deben descender y un viaje a tener
en cuenta. Esa noche no va a dormir cinco ciclos. De modo que
tendremos que ver cómo compensar eso.
Intentaremos evitar tres noches consecutivas de menos de cinco
ciclos. Para ello, trataremos de que una o dos noches atípicas vayan
seguidas de la rutina ideal de cinco ciclos. Si logramos conseguir al
menos cuatro noches a la semana de rutina ideal en nuestro horario,
vamos por buen camino. Aún más importante, seremos conscientes
de cuánto estamos durmiendo. Y veremos claramente si estamos
forzando demasiado las cosas. ¿Cinco noches de menos ciclos en una
semana que no forma parte de un breve cambio de régimen? Hay que
ver qué pasa.
Dice el proverbio: «Dale a una persona un pez y comerá un día,
enséñale a pescar y se alimentará toda la vida», y esto también se
aplica al programa R90. Yo llego a un punto con mis clientes en el
que puedo mostrarles su horario y decirles: «Yo sé que aquí pueden
caber treinta ciclos. Hacerlo depende de ti». A partir de entonces está
en sus manos.
Tomar el control del propio sueño es algo muy empoderante
para cualquiera, y es posible empezar a manipular los ciclos a corto
plazo para obtener más para un suceso o periodo concreto de nuestra
vida, como parte de un cambio de régimen controlado. Un atleta que
se prepara para los Juegos Olímpicos puede pasar de una rutina de
cinco ciclos por noche a una de cuatro, lo que le libera casi dos días al
mes. Saber que se puede liberar tiempo, aunque solo sea algo
momentáneo, proporciona mucha confianza. Algunas personas
pasan de cinco ciclos a cuatro y descubren que funcionan mejor. Ya
no se despiertan durante la noche. Ahora saben cuánto sueño
necesitan. Se sienten frescos y optimistas porque, después de todo, el
día tiene suficientes horas.
Tú también puedes hacer eso en tu vida. Empieza con cinco
ciclos y observa cómo te encuentras pasados siete días. Si te parece
demasiado, prueba con cuatro. ¿Demasiado poco? Prueba con seis.
Lo sabrás porque, una vez te hayas ajustado a ello, deberías sentirte
mejor. Lo que de verdad quiero que sientas es la confianza de que
controlas tu sueño. Una vez te sientas a gusto con lo que creas que es
tu noche ideal, entonces podrás empezar a ajustarla para cubrir las
necesidades de tu estilo de vida. Igual que un deportista de élite,
deberías intentar que dos noches de menos ciclos vayan seguidas de
una ideal, y procurar conseguir, al menos, cuatro rutinas ideales cada
semana.
No hay motivo para alarmarse si no siempre lo consigues, como
tampoco lo hay para preocuparse por todo eso de las ocho horas cada
noche, porque estás empezando a tomar las riendas de tu sueño. Al
«calendarizarlo«, podrás ver cuándo duermes menos y cuáles son los
problemas, en lugar de tener la sensación de que no has dormido lo
suficiente, sin ningún tipo de prueba que lo respalde, e identificar
qué partes de tu rutina puedes cambiar.
Una vez te sientas cómodo con los ciclos de sueño, puedes
empezar a imitar a los atletas olímpicos que se preparan para los
Juegos y hacer breves cambios de régimen para circunstancias
concretas. Si estás entrenando para una maratón y tienes que encajar
el entrenamiento con el trabajo, puedes reducir tus ciclos por noche.
Si estás trabajando en un proyecto que te exige mucho, pasa a una
rutina de cuatro ciclos para llevarlo a cabo. Si estás realmente
presionado en el corto plazo, intenta pasar a tres.
Puede que te estés diciendo a ti mismo: «Un momento, ¡yo no
puedo funcionar con tres o cuatro ciclos cada noche!». Pero eso es
porque sigues pensando en dormir de forma monofásica, como si se
tratara de un solo bloque cada noche, en vez de considerar un
periodo de recuperación de 24 horas con otras ventanas y
oportunidades para compensar el hecho de hacer menos ciclos por la
noche. Y eso que aún no estás considerando como ingrediente
innegociable el tiempo que pasamos preparándonos para ir a dormir
y el de después de despertarnos. Como verás en los dos siguientes
capítulos, dormir es mucho más que el tiempo que pasamos
haciéndolo por la noche.
CICLOS, NO HORAS:
SIETE PASOS PARA DORMIR MEJOR
1. Tu hora fija de despertarse es el ancla de la técnica R90: elige una y
cíñete a ella. Si compartes cama con tu pareja, convéncela de que
haga lo mismo e, idealmente, intenta que la hora sea también la
misma.
2. Piensa en dormir en ciclos de noventa minutos, no en horas.
3. Tu hora de acostarte es flexible, pero está determinada por una cuenta
atrás en periodos de noventa minutos a partir de tu hora de
despertarte.
4. Observa el sueño como un periodo de tiempo más amplio para eliminar
la presión. Una mala noche de sueño no te matará: piensa en ciclos
por semana.
5. Intenta evitar tres noches seguidas de menos ciclos que el que es tu
ideal.
6. No se trata de calidad contra cantidad. Determina cuánto necesitas.
Para la persona media, el ideal son treinta y cinco ciclos por semana.
Entre veintiocho (seis horas cada noche) y treinta está bien. Si
duermes menos de lo que has previsto, puede que no lo estés
haciendo bien.
7. Intenta alcanzar tu cantidad ideal al menos cuatro veces por semana.
CUATRO
Calentar y enfriar
Rutinas pre- y postsueño
El día ha sido largo. Llegas a casa cerca de las 23:00 después de
haber estado trabajando y haber ido a cenar tarde y tomar unas
copas de vino con un par de colegas. Te quitas los zapatos de un
puntapié, te desnudas y dejas la ropa arrebujada en una pila en el
suelo antes de lavarte los dientes bajo el brillo impenitente de la luz
del baño. Finalmente, vas al dormitorio para meterte bajo la colcha
al lado de tu pareja, que se despierta un instante, se da media vuelta
y vuelve a dormirse. Estás lleno y cansado, y llevas todo el trayecto
en taxi pensando en este momento. Cierras los ojos y te dejas llevar...
Te despiertas de golpe con tu mente repasando a toda velocidad
la conversación de la cena. ¿Qué querían decir tus colegas con
muchas de las cosas que han dicho? ¿Has sido poco profesional, o
incluso un poco maleducado, en algo de lo que has dicho sobre otros
compañeros de la oficina?
Ahora estás despierto. Tu mente pasa a otros temas: ¿acabarás a
tiempo el proyecto en el que estás trabajando? ¿Vas a volver a
retrasarte? ¿Cómo quedará?
Tu corazón se acelera, y tu vieja amiga, la indigestión, ha llegado
tras la cena que has acabado de tomar hace una hora. Estás inquieto
e incómodo: ¿deberías levantarte o quedarte en la cama? Estás
completamente molido: ¿por qué demonios no puedes dormirte?
El antes y el después
Si yo llego a casa sobre las 23:00, mi hora ideal de acostarme para
hacer cinco ciclos antes de mi hora fija de despertarme a las 6:30, no
me limito a llegar, cepillarme los dientes y meterme en la cama
directamente. En lugar de eso, me espero a la siguiente hora, las
00:30, y esa será una noche de cuatro ciclos. Si no, ¿cómo iba a
poder llevar a cabo mi rutina presueño?
«Si no te preparas, prepárate para fracasar» es una frase que
podría haber sido escrita pensando en la recuperación pre- y
postsueño. Lo que haces inmediatamente antes de irte a la cama
tiene consecuencias directas en la calidad y la duración del sueño,
mientras que lo que haces después de despertarte tiene un impacto
significativo en el resto de tu día (y la noche siguiente).
En el programa R90 observamos estos periodos pre- y
postsueño como algo tan importante como el tiempo que pasamos
durmiendo. De hecho, son más importantes, porque se puede ejercer
un control directo sobre ellos. Es ahora cuando podemos empezar a
observar estos noventa minutos no solo como segmentos de tiempo
que pasamos dormidos, sino como porciones de nuestra vigilia.
Idealmente, tendremos un periodo de noventa minutos de presueño
y otro de la misma duración de postsueño.
Visto así, una rutina de cuatro ciclos no son solo seis horas de
sueño por la noche, sino nueve horas dedicadas al proceso de
descanso y recuperación. Esto no significa que tengas que bloquear
noventa minutos cada mañana y cada noche durante los que no
harás nada más que prepararte para dormir o para el día que te
espera. Se trata más bien de moderar la actividad, dejar de lado los
factores que no ayudan y que inhibirán las horas que pasarás
durmiendo o enfrentándote a los retos de tu vigilia, e introducir
aspectos que encajen mejor con tus ritmos circadianos y tu
cronotipo.
Presueño
Tu rutina presueño es la preparación para asegurarte de que te
encuentras en un estado listo para el sueño. Es el trabajo que haces
para ponerte en una posición donde puedas empezar con tu primer
ciclo y pasar sin obstáculos por los ciclos subsiguientes durante la
noche, con la cantidad necesaria de sueño ligero, profundo y REM.
Como haría el ciclista del equipo Sky con las ganancias
marginales al acercarse una carrera, cuando nos aproximamos al
estado del sueño, una posición en la que seremos vulnerables
durante varias horas, tenemos que empezar a apartar las cosas que se
van a interponer en nuestro camino.
Si has comido tarde, entonces tienes que apartar este factor y no
irte a la cama enseguida. Estar lleno y en proceso de digestión
interferirá con la necesidad circadiana de vaciar el intestino hacia las
21:00 o las 22:00, y afectará a la calidad de tu sueño. El alcohol, a
pesar de tener la capacidad de proporcionarnos una agradable
sensación de somnolencia, afecta a la calidad del sueño cuando se
consume en exceso. Si has tenido unas cuantas conversaciones
tensas en el trabajo, no vas a dejar de pensar en ellas por el hecho de
acostarte. Tienes que descargar tus pensamientos. Necesitas una
rutina presueño.
En una noche corriente en casa, cuando tengo previsto estar
dormido hacia las 23:00, empiezo a prepararme hacia las 21:30. No
sucede nada espectacular, no me levanto de la silla y exclamo: «¡Voy
a prepararme para el presueño!». Pero sé que, si sigo teniendo algo
de hambre, tengo que tomarme un tentempié ligero; también tengo
que tomar los últimos fluidos de la noche para no despertarme
sediento. Y vaciaré la vejiga, porque no quiero despertarme con
ganas de ir al baño durante la noche.
El presueño no consiste solo en ocuparse de las funciones
corporales aparentemente obvias antes de acostarse. Existen muchos
otros factores en los que podemos trabajar para asegurarnos de que
estamos totalmente preparados para entrar en el estado del sueño.
Apagón tecnológico
Apagar ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes y televisores en
el periodo anterior al sueño restringirá tu exposición a la luz artificial
que estos emiten. Para aquellos que no pueden prescindir de su
tecnología antes de acostarse, existen programas como f.lux o el
modo Night Shift del sistema operativo móvil de Apple, que
«calentará» la temperatura de color de sus dispositivos y reducirá la
luz azul. Pero eso no soluciona el otro problema de la tecnología
antes de acostarse: su efecto sobre los niveles de estrés y su
capacidad para mantener el cerebro alerta.
Si estás contestando correos electrónicos y mensajes justo antes
de acostarte, te expones a situaciones potencialmente estresantes. El
mensaje que has recibido quince minutos antes de irte a la cama
puede ser de esos que te hará dar vueltas a la cabeza cuando estás
intentando dormir. Puede que te cueste dormirte antes de recibir una
respuesta al mensaje que has enviado, otra cosa más por la que
preocuparte y que no puedes controlar.
Si ponemos un toque de queda para nuestros correos
electrónicos y mensajes, nos enfrentaremos a cualquier situación
potencialmente estresante al menos noventa minutos antes de
acostarnos. Si eres de los que se estresan mientras esperan la
respuesta a un mensaje que acaban de enviar, puedes escribir el
mensaje, guardarlo como borrador y mandarlo por la mañana, que es
un poco como dejar la carta con el sello puesto, lista para meterla en
el buzón. De este modo estás tomando el control, no solo de tu
correspondencia, sino también de tu disponibilidad. Estás diciendo
que no siempre estás disponible para contestar correos electrónicos a
las 22:00.
Los mensajes personales son un poco diferentes, claro está. Si
estás en los inicios de una nueva relación, no vas a alejarte del
teléfono una hora antes de acostarte si existe la posibilidad de recibir
un mensaje de texto de tu amante. ¡Quién sabe qué podrías estar
perdiéndote! Pero apagar ordenadores portátiles, tabletas y
dispositivos similares, poner freno a los correos electrónicos del
trabajo, decir no a ver en la cama una película de acción de alto
voltaje o jugar a un videojuego de disparos en tu pantalla plana con
sonido de alta definición, es decir, reducir cualquier uso de
tecnología en el periodo anterior al sueño, puede ser un buen
principio. Hay personas a quien esto ya se les da muy bien. Cada vez
veo más firmas de correo electrónico y respuestas automáticas que
indican «Solo consulto el correo electrónico tres veces al día» o dejan
claro que no están conectados a su correo veinticuatro horas al día
los siete días de la semana. Para estas personas es fácil apagar la
tecnología, pero para el resto de nosotros no basta con procurar
hacerlo. ¿Cómo parar si no sabes cómo?
Un gran paso es identificar con qué frecuencia consultas el
dispositivo a lo largo del día y por qué motivo (mensajes de texto,
correo electrónico, alertas, redes sociales, laborales y no laborales).
Apple reveló que el usuario medio de iPhone desbloquea su teléfono
ochenta veces al día, lo que parece mucho hasta que empiezas a
monitorizar cuántas veces lo haces tú. La mayoría de nosotros lo
hacemos, al menos, cada vez que recibimos una alerta.
Si intentamos buscar una ventana durante el día en la que
podamos tomarnos un descanso de la tecnología y hacer algo
placentero, podremos empezar a tomar el control. Si dejas el teléfono
cuando vas a hacer ejercicio (la natación es una buena idea, porque
incluso la persona más adicta a la tecnología evita que su teléfono
inteligente se moje, pero también puedes ir al gimnasio o a caminar),
estás creando una recompensa para tu cuerpo y mente a través de los
beneficios del ejercicio y liberándolos de tener que responder
constantemente a alertas y mensajes.
No tiene por qué ser ejercicio. Puedes dejar a un lado el teléfono
de camino al trabajo y leer un libro en su lugar, o puedes dejarlo en el
cajón cuando vas a comer con un amigo o colega. Todo esto
proporciona al cerebro una asociación entre una actividad placentera
y el descanso tecnológico.
Cuando te sientas cómodo haciéndolo, podrás integrarlo en tu
rutina presueño, que es en sí misma un regalo para tu cuerpo y
mente, y asegurarte de que tu teléfono se va a dormir a la misma
hora que tú.
Existen, por supuesto, algunas aplicaciones que pueden serte de
ayuda durante este periodo. Existen muchas apps de mindfulness y
meditación que puedes usar para relajarte mientras te preparas para
dormir, y si te funcionan, no las abandones (aunque el dispositivo en
el que las usas debería quedarse fuera del dormitorio o, si es posible,
deberías sacarlo de allí después de usarlo).
Del calor al fresco
Cuando estábamos en nuestra isla en el capítulo 1, la temperatura
bajaba cuando el sol se ponía y empezábamos a prepararnos para el
sueño. Nuestra temperatura corporal desciende de manera natural
por la noche, como parte de nuestros ritmos circadianos, pero cosas
como la calefacción pueden interferir con eso. Podemos superarlo y
acceder a nuestra necesidad biológica en casa mediante un par de
trucos.
En primer lugar, y aunque parezca una obviedad, procurar que
el edredón no sea demasiado fino ni demasiado grueso. Puede que te
parezca lógico acurrucarte en una cama calentita, pero una vez que la
temperatura corporal se pone a trabajar, empezarás a tener
demasiado calor y quizá a sudar copiosamente, cosas que pueden
sacarte del ciclo de sueño. Sacar la pierna de debajo del edredón,
algo que requiere un pensamiento consciente, puede funcionar un
rato, pero en última instancia lo que prevalecerá será la molestia y el
sueño roto. Las bolsas de agua caliente y las mantas eléctricas no son
nada recomendables, a no ser que se usen para reducir el helor en
una habitación especialmente fría o que estemos ante una persona
especialmente sensible a la temperatura.
Mantener la habitación fresca (que no fría) es importante. En
invierno se puede hacer apagando el radiador o desconectando el
control de temperatura del dormitorio al entrar a dormir. Puedes
darte una ducha templada (no caliente) para elevar un grado o dos la
temperatura corporal, de modo que al entrar en una cama fresca te
aproximes al cambio de temperatura entre el día y la noche.
En verano, mantener las cortinas o las persianas cerradas todo
el día, así como ventilar el dormitorio puede ayudar a mantenerlo
uno o dos grados por debajo del resto de la casa. Dormir solo con una
sábana o la funda del edredón (sin el relleno) puede ayudar. Quienes
tienen aire acondicionado pueden usarlo para refrescar la habitación
antes de ir a dormir si la noche es especialmente calurosa, mientras
que los demás pueden usar un ventilador con una botella de agua
helada situada ante las aspas.
Hay personas a quienes ducharse les ayuda como parte de su
presueño porque les resulta más cómodo meterse en la cama limpios,
pero no hay por qué darse una ducha completa, basta con un
aclarado rápido. Como la mayoría de los consejos de este capítulo, se
trata de encontrar lo más apropiado a cada uno.
De la luz a la oscuridad
Nuestro reloj biológico responde a pasar de la luz a la oscuridad.
Empezamos a producir melatonina, de modo que nos entra sueño,
pero muchas de las cosas de las que nos rodeamos a la hora de
acostarnos interfieren con esto. Ya hemos mencionado la tecnología,
pero existen algunas otras áreas que podríamos mejorar.
Bajar la intensidad de todo a medida que se aproxima el
presueño es una buena idea. Apaga las luces principales de casa y
hazte con lámparas menos potentes equipadas con bombillas de
colores cálidos (rojo o ámbar, que no afectan del mismo modo que
las azules) o velas en el salón y el dormitorio para proporcionar luz
ambiental. Por supuesto, es fácil echar a perder todo este trabajo si
nos lavamos los dientes antes de acostarnos bajo la luz fluorescente
del baño. Una solución sería cepillarse los dientes antes y otra podría
ser cambiar la bombilla del baño por otra menos brillante. ¿Y qué tal
poner unas velas? Si noche tras noche acabas frente al espejo al lado
de tu pareja cepillándote los dientes en silencio bajo el brillo
implacable de la luz del baño, las velas serían una buena alternativa a
esta recurrente pesadilla presueño. No es tan romántico como una
cena a la luz de las velas, pero sí que proporciona cierto ambiente
especial a una parte muy mundana de la rutina presueño y puede que
os ayude a dormir antes.
Deberías poder crear una oscuridad total en el entorno en el que
duermes para replicar el proceso circadiano. La mayoría de nosotros
tenemos alguna interferencia de luz artificial en el dormitorio,
especialmente si vivimos en una ciudad. De modo que hay que
asegurarse de que las cortinas o las persianas sean de la calidad
necesaria para dejar todo eso afuera, lo que implica que no haya
espacio entre las cortinas por el que se cuele la luz. Si fuera
necesario, invierte en unas persianas estancas. Durante las grandes
vueltas del glamuroso mundo del ciclismo profesional, a veces utilizo
cinta adhesiva y grandes bolsas de basura negras para cubrir las
ventanas de los hoteles donde se alojan los corredores.
Si te gusta leer antes de irte a dormir, considera hacerlo fuera
del dormitorio, así pasarás de la luz (en la habitación en la que estés
leyendo) a la oscuridad del dormitorio. Si leer en la cama es un ritual
presueño tan importante que prefieres dar vueltas toda la noche
antes que abandonarlo, considera apagar la luz al acabar de leer, salir
de la habitación y volver a entrar a oscuras antes de acostarte. Los
simuladores de amanecer tienen una función para pasar de la luz a la
oscuridad que también podría serte útil.
Todo en su sitio
Teniendo en cuenta que lo más importante de la rutina presueño es
apartarse del uso de televisores, teléfonos inteligentes y ordenadores
portátiles, puede que te estés preguntando: ¿y qué hago yo entonces?
Es un buen momento para ordenar la casa. No estoy hablando
de vaciar tu hogar como parte de cierto estilo de vida enloquecido
que se está poniendo de moda, sino de emprender acciones positivas
en tu entorno para que, cuando estés dormido o preparándote para
dormir, tu mente quede libre de las pequeñas molestias que
representan hacerte la bolsa por las mañanas, recordar llevar la ropa
a la tintorería de camino al trabajo o el sobresalto de recordar de
repente que se te ha acabado el té. Es increíble lo que puede llegar a
pasarte por la cabeza por las noches.
Realizar algunas tareas sencillas y no estimulantes por casa para
prepararte mejor para el día siguiente se ocupará de esto y dará a tu
mente el espacio que precisa. Puedes, por ejemplo, planchar y
guardar ropa, ordenar tu entorno, sacar la basura para reciclar y
dejarlo todo a punto para la mañana. No te preocupes si no eres una
de esas personas obsesionadas por el orden, también puedes dejar la
ropa tirada sobre una silla, que es donde tiene que estar, y tu bolsa
en el suelo frente a la puerta de la calle para que no se te olvide. Todo
en su sitio (según tu opinión).
En lugar de dejar los platos para la mañana, este es un buen
momento para hacerlo. Es una tarea sencilla, no requiere mucho
esfuerzo ni energía e implica irse a la cama con la cocina limpia. Seas
consciente o no de ello, es una cosa menos en la que pensar durante
la noche. Si sueles poner el lavavajillas o la lavadora por la noche
porque la electricidad es más barata a esas horas, piénsalo mejor.
Quizá no los oigas cuando te metes en la cama, pero ¿qué pasa si te
despiertas en mitad de la noche? ¿No lo oyes entonces, cuando el
mundo es un poquito más silencioso y aparecen nuevos sonidos
audibles? Ponlos a otra hora si no están lo suficientemente lejos
como para no tener ningún impacto.
Aprovechar este periodo de tiempo para tener a punto las cosas
básicas para el día siguiente liberará tu mente para la noche que le
espera, y una vez te hayas ocupado de las cosas pequeñas, habrás
ganado tiempo para ocuparte del problema más grande.
Descargar el día
Uno de los resortes más potentes para sacarte del ciclo de sueño son
los pensamientos: reflexionar sobre el día que acabas de
experimentar y preocuparte por el que te espera mañana.
Aproximadamente el ochenta y dos por ciento de los británicos se
lamentan de haber perdido el sueño por este motivo en algún
momento de su vida.15 Reducir la tecnología inútil antes de
acostarnos ayuda a prevenir que aparezcan ansiedades nuevas en la
ecuación, pero no eliminará los problemas existentes.
Tenemos millones de pequeños momentos que se acumulan y
conforman nuestros días: una conversación con un colega, el camino
al trabajo, una comida con un amigo, la instalación de un nuevo
programa informático en el trabajo, una ensoñación mientras
miramos por la ventana..., y el cerebro debe digerir todo esto. De
hecho, los científicos creen que una de las razones por las que
dormimos es para procesar nuestras experiencias y convertirlas en
recuerdos y para consolidar las habilidades aprendidas.16
Nos podemos preparar mejor para esto si descargamos nuestro
día. Cogemos todas las experiencias vividas a lo largo del día y las
archivamos, y preparamos así nuestra mente para digerirlas
mientras dormimos. Esta sencilla tarea que acabo de describir nos
ayuda, y existen otros métodos que podemos incorporar en nuestra
rutina presueño que también pueden hacerlo. A algunas personas les
resulta útil meditar o realizar ejercicios de respiración, y si te ayuda a
descargar el día, deberías incluirlo en tu rutina.
A mí me ayuda buscar papel y lápiz y escribir una lista de «lo
que me pasa por la cabeza», incluyendo pensamientos y cualquier
cosa que me haya preocupado durante el día. No es mi lista de «cosas
que hacer», que está a salvo en mi calendario de la nube, sino algo
más personal. Si hay alguna cosa de mi negocio que me ha estado
rondando la cabeza, puede que me deje una nota para llamar al
cliente por la mañana; si se acerca un cumpleaños de alguien querido
o algo como el Día de la Madre, puede que dibuje un ramo de flores
como recordatorio. A veces solo garabateo o dibujo, de forma muy
relajada e informal, en un proceso que se puede hacer en cualquier
momento antes de ir a la cama. Después dejo el papel al lado de las
llaves de casa (o de cualquier otra cosa que no me olvide nunca) para
cogerlo a la mañana siguiente.
Dejarlo por escrito significa que me voy a dormir con la
sensación de que, por el momento, me he ocupado del tema de forma
responsable, y puedo confiar en que el trabajo que lleva a cabo mi
cerebro mientras duermo se ocupará de ello durante la noche.
Seguridad
Dormir es el estado más vulnerable en el que nos colocamos durante
todo el día, de modo que tenemos que sentirnos lo más seguros
posible. Cerrar con pestillo puertas y ventanas, o comprobar que lo
hemos hecho, nos ayudará a instilar esa sensación de seguridad y, al
igual que descargar el día, eliminará pensamientos inútiles, como
«¿me he dejado abierta la ventana del baño?», que nos impiden
dormir.
Ejercicio antes del sueño
En el periodo anterior al sueño debería evitarse el ejercicio
extenuante (a excepción del sexo, claro está, del que hablaremos más
adelante). Aumenta el ritmo cardiaco, la temperatura corporal y la
adrenalina, y la luz brillante y la música atronadora de muchos
gimnasios es lo más alejado que existe de la idea de nosotros dos
sentados alrededor del fuego. Pero un poco de ejercicio ligero: un
corto paseo alrededor de la manzana, algo de yoga como los saludos
al sol, un ciclo amable de bicicleta estática o unos estiramientos
pueden ayudar. Este ejercicio puede comportar el beneficio adicional
de aumentar la temperatura corporal, de modo que pasarás de
caliente a fresco al meterte en la cama.
Dormir por la nariz
La mayoría de nosotros valoramos menos respirar que dormir. Sin
embargo, respirar bien mientras dormimos es vital si queremos tener
una transición tranquila entre los ciclos de sueño. Algunos
desórdenes habituales como los ronquidos o la apnea del sueño, en la
que las personas que la padecen dejan de respirar repetidamente
durante la noche y se despiertan porque el cerebro alerta de la falta
de oxígeno (los pacientes ni siquiera lo recuerdan por las mañanas,
normalmente son sus parejas quienes lo detectan), pueden alterar
significativamente nuestro sueño, del mismo modo que si quien los
padece es la persona con quien compartimos cama, y ambos
problemas derivan de la respiración.
En su magnífico libro The Oxygen Advantage, algo así como la
biblia de la respiración nasal, Patrick McKeown escribe: «Se ha
demostrado que respirar por la boca aumenta significativamente el
número de casos de ronquidos y apnea obstructiva del sueño [...]
como todos los niños saben, la nariz se hizo para respirar y la boca,
para comer».
Respirar por la nariz parece muy fácil, y existen una gran
cantidad de beneficios asociados a la adopción de este método, pero
aquí lo que nos interesa es la respiración nocturna. Si te despiertas
con la boca seca y casi siempre te llevas un vaso de agua a la cama, es
probable que respires por la boca mientras duermes. Tener la boca
húmeda al despertar sugiere que respiras por la nariz. Así que,
¿cómo podemos intentar influir en algo que sucede de manera
automática mientras dormimos?
Si has visto alguna vez a un ciclista o un corredor con algo
parecido a una tirita sobre la nariz, ya tienes la respuesta. Como
parte de nuestra rutina presueño, podemos ponernos una tira nasal
Breathe Right en la nariz para dilatar el paso del aire y fomentar la
respiración continuada por la nariz. También han aparecido
productos más avanzados, como Turbine o Mute de Rhinomed. Estos
se sitúan dentro de la nariz para abrir las fosas y cada vez los utilizan
más atletas de élite. Decidir cuál usas para dormir es un tema de
gusto. Es recomendable ponérselos y respirar un rato con ellos antes
de irse a la cama para acostumbrarse al producto, y puedes practicar
en cualquier momento: de camino al trabajo, en la oficina, en el
gimnasio y siempre que quieras que respirar por la nariz se convierta
en el gesto natural.
Patrick McKeown va un paso más allá: él se pone una tira
Breathe Right y se tapa la boca con un esparadrapo hipoalergénico
suave para asegurarse de que por la noche respira por la nariz. La
calidad del sueño de Patrick mejoró inconmensurablemente al
adoptar este método, y es el que recomienda a sus clientes, una vez
se convencen de que no se asfixiarán durante la noche. (Es
totalmente seguro). Un producto denominado SleepQ+, un gel para
sellar los labios inventado por Rob Davies, de Rispiracorp, que cierra
suavemente los labios para promover la respiración nasal por las
noches, promete revolucionar esta práctica.
Postsueño
Si el presueño es todo lo que haces para prepararte para tener la
mejor calidad de sueño, el postsueño es la rutina para hacer que todo
ese trabajo y las horas siguientes que has pasado dormido no hayan
sido en vano. Una buena rutina postsueño te ayudará a pasar del
estado dormido a un estado de vigilia completa, de modo que puedas
gestionar tu día de forma positiva, e incluso te colocará en el mejor
estado posible para cuando te vayas a la cama por la noche.
De nuevo, noventa minutos puede parecer mucho tiempo para
reservar por las mañanas, pero estos pueden incluir el trayecto hasta
el trabajo. El postsueño, claro está, empieza con el ancla de la técnica
R90, la hora fija de despertarse, pero las trampas de la vida moderna
enseguida ponen obstáculos a nuestras necesidades biológicas.
El retorno de la tecnología
Si un atleta profesional se despierta, consulta el teléfono
inmediatamente y ve un tuit que no le gusta y empieza a responder
enfadado, no está lo bastante despierto como para hacerlo de forma
racional, y puede abrir una polémica que lo persiga durante el resto
de la jornada. Puede que al día siguiente amanezca con un relato no
deseado de todo ello en los periódicos.
No consulto las notificaciones y alertas del teléfono nada más
despertarme porque sé que no estoy a punto para enfrentarme a
nada como debería. ¿A que intentas no responder mensajes cuando
has bebido? Al despertar no acabamos de funcionar, y nuestro nivel
de cortisol, una hormona que producimos como respuesta al estrés,
se encuentra en el punto más alto justo en ese momento. No hace
falta que la elevemos aún más o que mantengamos ese nivel durante
el resto del día y echemos así a perder la sincronización de nuestros
ritmos. La primera parte de tu periodo de vigilia no tiene que ser
potencialmente estresante.
De modo que, idealmente, deberías dejar el teléfono fuera del
dormitorio durante la noche. Hazte con un despertador estándar o,
aún mejor, un simulador de amanecer para despertarte, de modo que
lo primero que hagas por las mañanas sea poner a tono tus ritmos
circadianos. Después, deberías abrir las cortinas o persianas y dejar
que entre la luz natural. Eso aumenta nuestro nivel de alerta, ayuda a
poner en hora el reloj biológico y nos permite hacer el cambio de
turno de hormonas, pasando de la melatonina a la serotonina. Nos
sitúa en una mejor posición de la que estábamos hace solo unos
minutos para enfrentarnos con lo que sea que nos esté esperando en
el teléfono.
Idealmente, deberías dejar en paz el teléfono y otros dispositivos
hasta más tarde, cuando ya estés alimentado e hidratado, pero al
menos deberías asegurarte de que no es lo primero que haces al
despertar. Igual que por las noches, podemos entrenarnos para
tomarnos un descanso de la tecnología por las mañanas. Puedes
ponerte una alarma en el teléfono para que suene quince minutos
después de levantarte y no tocarlo hasta entonces. Después puedes
aumentar el tiempo a veinte minutos, etcétera. Noventa minutos
libres de tecnología al inicio del día es mucho pedir para algunas
personas, pero quince minutos es mejor que nada, te acercan a un
estado de vigilia completo.
El desayuno de los campeones
«El desayuno es la comida más importante del día», dice el conocido
cliché que puede hacer suspirar de hastío a ciertas personas de tardes
que se lo saltan. Digámoslo de otra manera: no hay ni un solo atleta
con el que haya trabajado que no desayune, independientemente de
su cronotipo. Sencillamente, de lo contrario, no serían capaces de
hacer lo que hacen.
Desayunar nos proporciona la gasolina que necesitamos para
empezar el día. Si cenaste a las 20:00 la noche antes y te has
levantado a las 7:00, llevas once horas sin comer. Si eres de los que
no tienen hambre al despertar, intenta comer alguna cosa en esos
noventa minutos siguientes, aunque sea algo pequeño, unos bocados
de tostada, unos sorbos de batido de frutas o un trozo de fruta. Hazlo
a diario y pronto verás cómo te acabas la tostada, la pieza de fruta o
hasta la última gota del batido.
Desayunar nos proporciona el combustible para el día y nos
asegura volver a tener hambre a la hora de comer y a la hora de
cenar; en otras palabras, nos hace tener hambre a las horas
correctas, en lugar de sentir la necesidad de tomar un tentempié
poco saludable en cualquier momento y encontrarnos cansados y
perezosos.
El desayuno no tiene que ser un ritual que nos robe tiempo:
tostadas, cereales y fruta son cosas rápidas de preparar y consumir.
Añade algo de fluido y también te hidratarás. Si tienes el tiempo y los
recursos, tómate el desayuno al aire libre, si el clima lo permite, o en
una habitación con luz natural, para que el sol también ponga de su
parte para despertarte. Si está oscuro porque es pleno invierno, toma
el desayuno bajo una lámpara de luz diurna en lugar de la luz
artificial de la cocina. Es muy fácil tomar algo a toda prisa por la
mañana sin ni siquiera abrir las cortinas antes de salir corriendo al
trabajo.
A muchos solo nos apetece una taza de té o café para empezar el
día. Consumidos con moderación, pueden formar parte
perfectamente de una rutina postsueño. En el deporte se usa la
cafeína porque mejora el rendimiento de forma magnífica, pero se
utiliza con cuidado. Tomar mucha cafeína justo después de despertar
empieza a sumar para el límite máximo de 400 miligramos al día.
Luz natural, hidratación y combustible, todo ello ayuda al cuerpo a
despertar cuando toca si se lo permites, y hará que no te desmorones
más tarde. Recuerda, la calidad del sueño depende de lo que haces
desde el momento en que te despiertas.
Ejercicio
El ejercicio es un aspecto excelente para incorporar a la rutina
postsueño. Hay auténticos forofos de salir a correr a primera hora, o
hacer una sesión de piscina o gimnasio antes de ir a trabajar, pero no
tiene por qué ser algo extenuante. Salir a caminar, un poco de yoga o
pilates suave para preparar el cuerpo para el día, o ir a pie o en
bicicleta al trabajo si tienes la suerte de poder hacerlo, todo ello son
buenas actividades en las que emplear tu rutina postsueño. Si el
ejercicio se realiza al aire libre, mejor que mejor. Te beneficiarás de
que sea la luz del sol la que te despierte, aumentando tus niveles de
serotonina y poniendo en hora tu reloj biológico, lo que constituye el
tipo de actividad postsueño que te ayudará a dormir por la noche y a
beneficiarte de ello durante el día. Debido al creciente número de
trabajadores autónomos que existen en la sociedad, los hábitos de
trabajo están cambiando (se contabilizaron 4,2 millones en el Reino
Unido en 2014, aproximadamente un 13,9 por ciento de la población
activa, frente a los 2,7 millones de 1998),17 por lo que es una buena
idea incorporar a la rutina previa a empezar a trabajar el hábito de
salir a tomar el aire y a que te dé el sol.
Desafíos mentales suaves
Poner en marcha el cerebro por las mañanas puede ser un proceso
gradual, de modo que llevar a cabo algunas formas sencillas de
estimulación mental, como escuchar la radio, planchar una camisa o
hacer alguna tarea doméstica, puede ayudar. Leer un libro o las
noticias, o escuchar un podcast de camino al trabajo son buenas
formas de conectar con el mundo.
Cronotipo
Como es comprensible, nuestro cronotipo ejerce una gran influencia
sobre nuestras mañanas. Las rutinas postsueño son más importantes
para las personas de tardes, ya que las de mañanas, que tienen unos
ciclos de sueño más ligeros antes de despertar, están en su mejor
momento a esas horas. Aunque suene contraintuitivo, porque
podrían pasar más tiempo durmiendo, cuanto más cercano a los
noventa minutos sea el tiempo que le dedica una persona de tardes al
postsueño, mejor. Ten cuidado con los colegas de cronotipo opuesto
que te arrastran y te agotan por las mañanas y a quienes arrastras tú
por las tardes, o viceversa. Hazte con una lámpara de luz diurna para
el trabajo para compensar.
Días de manta
Si te gusta quedarte en la cama los días de fiesta, es probable que lo
primero que sacrifiques del programa R90 sea la hora fija de
despertarse cuando te apetezca un día de manta y series después de
una semana especialmente dura en el trabajo (o una noche de fiesta).
Pero esto no es necesario, pues puedes incorporar esas cosas a tu
vida y conservar algo de armonía con tu reloj biológico.
Lo que deberías hacer es poner el despertador igualmente a tu
hora fija de despertarte, y a continuación llevar a cabo los aspectos
de tu rutina postsueño que puedas. Seguramente te saltes el ejercicio,
pero seguro que puedes ir al baño al despertarte, que te dé un poco
de luz natural y desayunar. Después, puedes volver a la cama. Así
estarás haciendo lo posible por sintonizar con tus ritmos circadianos
mientras haces lo que quieres hacer. No es un gran sacrificio ni te
estás negando ningún disfrute al seguir el programa R90. Incluso los
profesionales del deporte tienen días así (normalmente después de
un evento, claro) y a veces no hay nada mejor que un maratón de
películas bajo el edredón, pero siempre que lo controlemos y no
permitamos que altere demasiado la rutina natural. Es importante
intentar que el dormitorio esté asociado exclusivamente a
actividades de recuperación.
Dormir de forma eficiente
No podemos controlar lo que hacemos mientras estamos dormidos,
pero sí podemos controlar todo lo que nos conduce a ello y lo que
sucede después. Incorporar rutinas pre- y postsueño en nuestra vida
puede parecer difícil al principio, especialmente cuando tenemos la
sensación de que no nos queda tiempo, pero con algunos cambios
sutiles en nuestro horario todos podemos encontrar formas de
hacerlo.
Los beneficios pueden resumirse en una palabra: eficiencia. La
rutina presueño nos prepara para entrar en los ciclos de sueño y
obtener así la mejor calidad de recuperación en el tiempo que
pasamos en la cama, aunque ese tiempo esté truncado por nuestro
estilo de vida. Nos da la flexibilidad y la libertad de acostarnos más
tarde cuando es necesario, la confianza de que podemos descargar el
día y hacer lo posible por disipar todos los pensamientos inútiles
para no malgastar nuestro valioso tiempo no durmiendo.
La rutina postsueño nos permite ser más eficientes durante el
periodo de vigilia. Si nos tomamos el tiempo de aplicarlo, nos
permite llegar al trabajo o a compromisos sociales más preparados y
alerta, para poder así sacar el máximo rendimiento a esas actividades
y dar el máximo de nosotros. Podemos llegar a una reunión a las
9:00 y sentirnos a punto en lugar de acelerados y sobreestimulados
por la cafeína.
Al adoptar una rutina postsueño empezaremos a sentir que
podemos tomar decisiones para preservarla. Si tu hora fija de
despertarte son las 7:30 y alguien te propone una reunión a las 8:30,
tú puedes proponer educadamente pasarla a las 9:00, para poder
gozar de 90 minutos para ponerte a punto. Si no lo consigues,
sesenta minutos son aceptables como rutina postsueño, pero si el
tiempo es inferior, porque tienes una reunión a las 8:00, por
ejemplo, resulta demasiado poco y contraproducente, por lo que en
este caso deberías retroceder todo un ciclo y levantarte a las 6:00.
Estas decisiones también pueden empezar a tener una influencia
sobre otros aspectos de tu vida.
Si tienes que coger un avión y necesitas conducir hasta el
aeropuerto a primera hora de la mañana, tienes que tomar una
decisión. O bien saltas de la cama, te vistes y coges el coche, o haces
la excepción de retroceder tu hora de despertarte un ciclo (de las
7:30 a las 6:00). Si eliges la segunda opción, es más probable que
respetes el límite de velocidad, porque no tendrás prisa y estarás más
alerta, a pesar de haberte despertado antes. Habrás comido y estarás
hidratado, habrás ido al baño, hecho ejercicio y te habrás expuesto a
luz natural (ya sea la del sol o la de una lámpara de luz diurna), todas
esas cosas que tu cuerpo prefiere antes que saltar directo al coche y
empezar a conducir. Una vez llegues al aeropuerto y te encuentres
con tu amigo, podrás mantener una conversación más articulada. Si
no te gusta alguna cosa en el aeropuerto, por ejemplo, una bolsa que
parece abandonada, podrás tomar mejores decisiones sobre qué
hacer.
En el deporte, estas decisiones pueden producir ventajas
microscópicas en tiempo real, un par de milésimas de segundo en
una carrera, que pueden marcar la diferencia. Para un sprinter con
cronotipo de tardes que tiene que competir a primera hora, cuando
no está en su mejor momento, una buena rutina postsueño puede ser
la diferencia entre llevarse la medalla de bronce o entrar cuarto y
quedarse sin medalla. Puede implicar que un atleta sepa que no tiene
que forzar en el entrenamiento, mientras que su rival, sin una rutina
postsueño efectiva, acaba lesionándose la pantorrilla y su carrera
finaliza incluso antes de empezar.
RUTINAS PRE- Y POSTSUEÑO:
SIETE PASOS PARA DORMIR MEJOR
1. Las rutinas pre- y postsueño afectan directamente a la calidad del
sueño y al periodo de vigilia: valóralas como las actividades
importantes que son, y serás más eficiente todo el día y toda la noche.
2. Descansa de la tecnología a lo largo del día como recompensa y
entrenamiento para el cuerpo y la mente.
3. El postsueño es de vital importancia para las personas de tardes que
quieren seguir el ritmo de las de mañanas (no lo sacrifiques todo en
favor del botón de aplazar la alarma).
4. ¡No mandes mensajes borracho! Aumenta tu estado de alerta antes de
revisar el teléfono.
5. Pasar tu cuerpo de un ambiente cálido a uno fresco ayuda a activar el
descenso natural de la temperatura corporal, una ducha rápida de
agua templada y un entorno de sueño fresco ayudarán a ello.
6. Ordena tu entorno y tu mente y descarga tu día antes de acostarte
para no quedarte tumbado pensando, cuando podrías estar durmiendo.
7. El presueño consiste en apagar (respirar por la nariz, relajarse, pasar
de la luz a la oscuridad), mientras que el postsueño va de arrancar
tranquilamente. Estos periodos te pertenecen exclusivamente a ti.
CINCO
¡Descanso!
Redefinir la siesta: la armonía entre actividad y recuperación
Bienvenido a tu reunión de después de comer del viernes por la
tarde. El sol se cuela en la caldeada habitación por entre las
persianas medio echadas e ilumina el polvo que flota en el ambiente.
Aún tienes dando vueltas en el estómago la pizza que has tomado a la
hora de comer, y estás intentando escuchar a la persona que describe
las diapositivas mientras el proyector zumba suavemente de fondo.
Te empiezan a pesar los párpados y...
¡Paf! Te despiertas de golpe. ¿Cuánto rato llevas dormido? Miras
al resto de la mesa en busca de gestos de desaprobación, alguna risita
de un colega, pero todos los ojos están sobre la persona que habla.
Qué alivio. Deben de haber sido solo unos segundos.
Te has librado, pero más te vale concentrarte. Miras hacia la
persona que habla, tomas el bolígrafo de la mesa y haces cuanto
puedes para disimular tu lapso momentáneo de consciencia.
Y entonces vuelve a suceder.
El bajón de la tarde
Para algunos es como el turno de noche de las oficinas, otros lo
llaman el bajón de después de comer. Lo llames como lo llames, este
periodo de mediodía, cuando la fatiga del día empieza a pesar y que
los españoles han dedicado tradicionalmente a su siesta, mientras el
resto del mundo se fuerza a realizar reuniones improductivas y
tomar altas dosis de cafeína, es un fenómeno muy común en hogares
y lugares de trabajo de todo el mundo. También es la clave para
redefinir el sueño tal y como lo conocemos.
En el programa R90, hasta ahora nos hemos dedicado a tratar el
sueño nocturno, pero, si de verdad quieres aprender a dormir como
los atletas de élite con los que trabajo, tienes que aprender a
desbloquear también horas del día. Es aquí donde aprenderemos a
pensar no en términos de sueño, sino de proceso de recuperación
física y mental.
La recuperación es un compromiso que se extiende las 24 horas
del día los siete días de la semana, y si usas la luz natural, además del
método nocturno, proporcionarás a tu mente y a tu cuerpo la
oportunidad de reiniciarse continuamente, sin dejar de cumplir con
las exigencias de la vida moderna.
Empezaremos con el segundo periodo natural de recuperación
de mediodía, dado que es la mayor y más efectiva ventana para
recuperar un ciclo perdido por la noche, para prepararnos para una
tarde que puede alargarse, y trabajar en armonía con nuestros ciclos
nocturnos como parte de nuestra rutina semanal de sueño y
despertar. Al usar ese tiempo para una siesta vespertina podemos
empezar a maximizar las horas del día para rendir mejor.
No te preocupes si no eres persona de siestas. Las siestas tal y
como las conoces forman parte de las ideas anticuadas sobre el
sueño. En el mundo del deporte no las llamamos siestas, las
llamamos periodos de recuperación controlados (PRC). No nos
dedicamos a dar cabezadas indiscriminadamente. Nos apropiamos
de determinadas oportunidades a lo largo del día y extraemos el
máximo beneficio de ellas, al igual que los directores ejecutivos de
grandes empresas y algunas de las personalidades más exitosas del
mundo de las artes y el espectáculo. Tú también puedes hacerlo,
aunque creas que no puedes dormir durante el día, porque todo el
mundo puede, y debería, aprender a usar un periodo de recuperación
controlado.
Cuando confluyen necesidad y deseo
La historia está plagada de famosos aficionados a la siesta
vespertina, como Winston Churchill, Napoleón Bonaparte y Bill
Clinton, y el periodo de siesta sigue vigente en países de todo el
mundo, no solo en España, sino también en todo el Mediterráneo, los
trópicos y los subtrópicos. Si observamos las comunidades aún
existentes de cazadores-recolectores, que es lo más cercano que
tenemos sobre cómo debíamos de vivir hace miles de años, y
ciertamente más sencillo que mudarnos a una isla desierta para
averiguarlo por nosotros mismos, vemos que el sueño polifásico es
prácticamente la norma. Carol Worthman, catedrático de
Antropología de la Universidad de Emory de Estados Unidos, estudió
a tribus de lugares como Botsuana, Zaire, Paraguay e Indonesia y
llegó a esta conclusión: «El sueño es un estado muy fluido. Duermen
cuando les apetece: durante el día, por la tarde o en mitad de la
noche».18
Los patrones de los reguladores internos del sueño de nuestro
cuerpo muestran que dormir de forma polifásica es totalmente
natural. En el capítulo 1 hemos hablado de cómo nuestro sueño está
regulado por nuestros ritmos circadianos, el deseo de dormir, y la
presión creciente del sueño, la necesidad de dormir. La ventana de
sueño principal se origina por la noche, cuando crece el deseo
circadiano (que alcanza su cénit sobre las 2:00-3:00) e intersecciona
una necesidad alta de sueño.
Pero a media tarde, entre las 13:00 y las 15:00 para la mayoría
de las personas, o un poquito más tarde para algunos cronotipos de
tarde, sucede algo interesante. La presión del sueño crece de manera
estable, como es normal, pero el ritmo circadiano se eleva
bruscamente desde su punto más bajo a primera hora de la mañana,
lo que produce un deseo pronunciado de dormir que coincide con
una necesidad también bastante alta a causa de la actividad del día, y
que nos ofrece una segunda ventana de sueño.
Esta ventana es una oportunidad perfecta para introducir un
ciclo completo de noventa minutos o un periodo de recuperación
controlado de treinta minutos en perfecta armonía con el deseo y la
necesidad de nuestro cuerpo. Cuando abordo el horario de un atleta,
este periodo de mediodía lo uso para compensar noches con menos
ciclos, ya sea consecuencia de la noche anterior o como anticipación
para la noche siguiente. Al sumar los ciclos semanales, uno de estos
(ya sea de treinta o de noventa minutos) contabiliza para el total.
El poder de la siesta
No hay que desdeñar el poder de la siesta. Un estudio de la
Universidad de Düsseldorf muestra que incluso las siestas muy
breves mejoran el proceso de la memoria,19 mientras que un estudio
de la NASA sobre sus efectos en los vuelos de larga distancia
concluyó que «Las siestas pueden mantener o mejorar el
subsiguiente rendimiento, la alerta fisiológica y subjetiva, y el
humor».20 Uno de los autores del informe, Mark Rosekind, jefe de la
Administración para la Seguridad Nacional del Tráfico por Autopista
de Estados Unidos, ha afirmado que «una siesta de veintiséis
minutos mejora el rendimiento de los pilotos un 34 por ciento y la
alerta un 45 por ciento».21
Las siestas tienen una enorme importancia para los pilotos de
largas distancias, que suelen hacer una cuando ceden los mandos al
copiloto, y aprovechan así los beneficios de la mejora de la alerta. A
todos nos gusta que el piloto esté en su mejor momento cuando llega
la hora del aterrizaje.
También mejoran significativamente el rendimiento de los
atletas, y proporcionan estos beneficios a cualquiera. Teniendo en
cuenta las exigencias de nuestra vida, el sueño nocturno suele ser el
primer sacrificado, y tenemos que encontrar maneras de gestionar
este hecho. Pero también debemos encontrar maneras de encajar los
PRC en nuestros horarios, dado que dormir durante el día aún no es
algo que esté bien visto por muchos empleadores.
Un atleta de élite es más probable que pueda permitirse el lujo
de capitalizar un ciclo entero de noventa minutos en este periodo, ya
que la recuperación física es una parte muy real y aceptada de su
trabajo. Ellos (normalmente) no tienen un gerente que se pregunte
por qué han desaparecido durante noventa minutos.
Un ciclo de noventa minutos tiene un posible inconveniente que
aparece en el momento justamente posterior, la inercia del sueño,
que es la sensación de mareo y desorientación que se experimenta al
despertar. Es importante tener esto en cuenta al planificar los
periodos de recuperación controlados. Si un atleta olímpico compite
por la noche, tendrá tiempo para superar cualquier posible inercia
del sueño y disfrutar de los beneficios de este periodo de sueño; si
compite antes, tendrá que plantearse un periodo de treinta minutos
o no hacer siesta.
La opción de treinta minutos es seguramente la más práctica
para el resto de nosotros. Mientras que los estudios muestran que las
siestas de treinta minutos pueden producir inercia del sueño, porque
es posible llegar al sueño profundo en ese periodo de tiempo,22
según mi experiencia esto apenas tiene consecuencias y no es un
factor para tener en cuenta en absoluto si se realiza como lo hacen
los atletas con los que trabajo.
Toma cafeína de antemano, un espresso es una dosis buena y
rápida, para que surta efecto hacia el final del PRC. La cafeína tarda
aproximadamente veinte minutos en afectar al cuerpo, y es útil para
la mejora del rendimiento si se utiliza en dosis controladas. Intenta
no tomar la cafeína en forma de un largo y reposado café con leche,
porque podría empezar a hacer efecto al principio del PRC, y
controla la cantidad ya consumida. Si estás muy cerca del máximo
diario de 400 miligramos, pasa del suplemento de cafeína.
Una lámpara de luz diurna en la mesa de trabajo o salir a que
nos dé la luz natural también nos ayudará a superar rápidamente
cualquier inercia, y así podremos disfrutar de todos los beneficios de
un periodo de recuperación controlado, como quienes hacen esas
siestas de veintiséis minutos de la NASA.
Cómo hacer un periodo de recuperación
controlado
Denominar «power nap» (siesta potente) a la cabezada de media
tarde ha permitido a esta práctica librarse un poco de su mala
reputación en el entorno empresarial. La efectividad de estos
periodos de sueño cortos y restauradores ha sido reconocida por
muchos programas de bienestar empresarial, que proporcionan
instalaciones para que su plantilla haga una siesta por la tarde. Estas
instalaciones pueden ser bastante básicas o de última generación,
con todo tipo de sonidos de ballena y aceites esenciales. Lo cierto es
que nada de eso es necesario.
Cuando trabajé con el Manchester United a finales de la década
de 1990, el club introdujo por primera vez sesiones de entrenamiento
dobles en la pretemporada. Yo sugerí entonces la creación de
instalaciones para que los jugadores se relajaran y pudieran hacer
sus PRC entre sesiones y así mejorar su recuperación de la primera
sesión de entrenamiento y prepararse mejor para la segunda. Tanto
sir Alex Ferguson como el fisioterapeuta jefe, Rob Swire, apoyaron la
idea, de modo que creamos la que probablemente fue la primera sala
de recuperación en un campo de entrenamiento. Elegimos una sala
adecuada con capacidad para doce jugadores, pusimos algunas
tumbonas individuales y enseñamos a los futbolistas cómo usarla.
Todo era muy básico, ni sonidos de ballenas ni aceites
esenciales, pero funcionó. Fue un paso clave hacia donde hemos
llegado en la actualidad en el campo de la recuperación de sueño, y
los jugadores de uno de los equipos de más éxito de la historia del
club, o de cualquier club, en realidad, se beneficiaron totalmente de
su gran apertura de miras respecto a algo tan radical como el sueño
diurno.
Lo cierto es que podemos echar una siesta en cualquier sitio. La
mayoría de nosotros hemos cabeceado en una reunión o un tren
lleno de gente, y si se puede hacer allí, entonces podemos sin duda
intentarlo en un entorno más controlado. Incluso aunque no trabajes
para una empresa con programa de bienestar, puedes encontrar
algún sitio para hacerlo: una oficina o sala de reuniones vacía, un
rincón tranquilo del comedor de la empresa, el sofá de la sala de
personal o incluso en un banco del parque si el clima lo permite. No
es como irse a dormir por la noche, de modo que, si no encuentras un
lugar en el que tumbarte, puedes hacerlo sentado. Incluso conozco
gente que se encierra en el baño para su siesta vespertina, y pilotos
que lo hacen en su asiento en la cabina mientras vuelan a más de
800 kilómetros por hora a una altura de más de 4000 metros.
Tampoco te tiene que preocupar que haya gente a tu alrededor.
Una vez aprendas a hacerlo, los demás ni siquiera se darán cuenta.
Pero antes de llegar tan lejos, primero hay que encontrar un lugar
donde podamos ponernos cómodos en algún momento de la tarde. Si
trabajas en casa, no uses la cama, opta por el sofá o una butaca, deja
la cama para dormir por la noche o para los ciclos enteros de noventa
minutos por la tarde. Si puedes, pon el teléfono en silencio para que
no te interrumpa el sonido de notificaciones o mensajes y ponte el
despertador, idealmente, para treinta minutos después. Si dispones
de menos tiempo, ponlo para cuando puedas, las siestas más cortas
también son beneficiosas.
A continuación, cierra los ojos y déjate llevar. Es más fácil de
decir que de hacer, estarás pensando. Hay personas capaces de hacer
esto y dormirse al momento. Pueden despertarse diez o veinte
minutos después o puede que necesiten su alarma. Otros, los que
enseguida exclaman que ellos «no pueden dormir la siesta», no serán
capaces de quedarse dormidos. Pero esta es una de las revelaciones
sobre este proceso para esas personas: da igual.
Da igual si no alcanzas un estado de sueño. Lo importante es
utilizar este periodo para cerrar los ojos y desconectar del mundo un
rato. Dormirse es genial, pero también lo es llegar a ese punto de
duermevela, cuando no estás despierto, pero tampoco dormido, y
también lo es alcanzar ese momento en el que sueñas despierto, sin
pensar en nada en realidad, cuando la mente está totalmente en
blanco.
Existen productos que nos pueden ayudar. Existen prácticas de
meditación, apps de mindfulness y todo tipo de cosas que puedes
usar para alejarte de todo. Al hacerlo, seremos capaces de apartarnos
del estrés y las tensiones del día, lo que nos permite empezar a
preparar una parte de la descarga que haremos más tarde en la
rutina presueño. Si nos centramos en que nuestra mente consciente
se diluya y su energía huya a otro lugar, seremos capaces de absorber
y archivar los sucesos del día hasta ese momento.
El cerebro es una herramienta potente que se puede entrenar
para hacer todo tipo de cosas sorprendentes. Al exponernos de
manera regular a esta posición en la que podemos beneficiarnos del
bajón de media tarde, incluso quienes sostienen que «no pueden
dormir la siesta» verán como cada vez se les da mejor. Si la aplican
en conjunción con una rutina de ciclos más corta por la noche, caso
en el que este periodo de fatiga será más pronunciado, puede que
duerman, aunque solo sean unos minutos, el tiempo suficiente para
que el cerebro empiece a procesar recuerdos. Después de una siesta,
tómate cinco minutos para observar lo que te rodea, hidratarte y, si
es posible, que te dé un poco de luz natural. La mejora del humor y la
alerta, así como el descenso de la necesidad de dormir se
mantendrán durante el resto de la tarde e incluso hasta primera hora
de la noche.
El periodo de recuperación de media tarde
Para quienes no son capaces de capitalizar el periodo de
recuperación de mediodía, se presenta otra oportunidad más
avanzado el día. Si alguna vez te has dado cuenta de que cabeceabas
volviendo del trabajo o has llegado a casa a media tarde y te has
quedado frito un rato ante el televisor, ya conoces esta ventana.
Dormir dos veces por la noche no es algo inaudito. El historiador
Roger Ekirch presentó pruebas en su libro At Day’s Close: A History
of Nighttime de que hubo un tiempo en el que dormíamos en dos
veces: la primera tras la puesta del sol y la segunda a medida que se
hacía de día, tras un par de horas despiertos en mitad de la noche.
Sin embargo, esto fue antes de que la luz artificial aumentara las
posibilidades de nuestras noches y la Revolución Industrial cambiara
nuestras ideas sobre el tiempo: el sueño segmentado parecía una
pérdida de este en esa sociedad orientada a la productividad.
No estoy insinuando ni por asomo que volvamos allí. Hoy en día,
nuestra noche está muy viva, y ninguno de nosotros quiere perderse
una buena velada nocturna si podemos evitarlo. Lo que sugiero es
capitalizar tiempo a media tarde, sobre las 17:00-19:00 (o un poco
después para los cronotipos de tarde), cuando nuestra necesidad de
sueño es alta, especialmente si hemos dormido menos de lo normal
la noche anterior, aunque nuestro deseo se reduce. Esta ventana se
puede usar para un periodo de recuperación controlado de treinta
minutos si hemos perdido la ventana de mediodía; sin embargo, un
ciclo de noventa minutos es probable que interfiera con nuestro
sueño nocturno.
Esta ventana es más práctica para mucha gente, especialmente
para quienes trabajan de 9:00 a 17:00. Mientras que les puede costar
encajar un PRC a mediodía debido a los compromisos de trabajo, o a
que no se encuentran en un entorno de trabajo que promueva los
descansos adecuados, esta ventana de media tarde puede serles útil:
pueden llegar a casa del trabajo (a menudo exhaustos), hacer su PRC
y salir más por la noche.
El periodo de media tarde está asociado al cliché de hombre
mayor con pipa y zapatillas que cabecea con el periódico en el regazo.
Los tiempos han cambiado, y esta ventana de recuperación es una
oportunidad para redefinir esta vieja estampa. Existe un mito
respecto del sueño que dice que nuestra necesidad de él se reduce a
medida que envejecemos. De hecho, aunque es cierto que nuestra
habilidad para dormir disminuye con la edad, la cantidad de sueño
que necesitamos no.
Los directores ejecutivos que quieren seguir trabajando
mientras puedan hacerlo deberían tomar nota de esto. A medida que
envejecemos, nuestro sueño se hace más polifásico de manera
natural, de modo que en lugar de programar reuniones y
sobreestimularnos durante esos periodos, podemos usarlos. Si te
sientes soñoliento a esa hora, asume el control de la situación. Busca
un lugar tranquilo, pon la alarma de tu dispositivo al cabo de treinta
minutos y cierra los ojos: la mejora del rendimiento será mayor que
la que obtendrías de una taza de café, y añadirás sueño a unos ciclos
nocturnos cada vez más fragmentados y reducidos. Si tiendes a
cabecear en el sofá a esa hora, también puedes tomar el control. Ve a
un lugar tranquilo, pon la alarma y tómate tu periodo de
recuperación controlado para obtener los máximos beneficios.
Aquellos de nosotros que no aprovechan el periodo de mediodía,
sino que anticipan usar la ventana de media tarde para hacer su PRC
aún tienen que enfrentarse al problemilla de afrontar la tarde. Aquí
es donde conviene manipular un poco el horario del día, si el trabajo
lo permite, para no exponerse a nada muy complejo cuando sabemos
que estamos de bajón. Podemos intentar evitar las reuniones en el
periodo posterior a la comida, o, al menos, aquellas que fijamos
nosotros. Si podemos manipular las cosas para que las tareas menos
exigentes coincidan con este periodo, algo de papeleo o fotocopias, o
agrupar la documentación de un informe en el que ya hemos estado
trabajando, mucho mejor; y si existe algún aspecto del trabajo que
implica salir al exterior, como ir al banco o a la oficina de correos,
intentemos hacerlo a esas horas.
Como siempre, la luz natural es nuestra aliada a la hora de
obtener un extra de energía, y esa es la razón por la que, si
trabajamos en una oficina, no deberíamos pasar toda la pausa de la
comida sentados en la mesa de trabajo. Si comes delante del
ordenador, intenta salir a que te dé la luz natural y el aire en lugar de
«aprovechar para trabajar». Si no puedes hacerlo, tú (o tu empresa)
puedes invertir en una lámpara de luz diurna para que te estimule en
la mesa, o puedes usar productos como Valkee’s Human Charger
que, a ojos de los demás, parece un juego de auriculares normal y
corriente. En realidad, proporciona terapia de luz a la glándula
pineal mediante los oídos.
Trabajes donde trabajes, busca algo de luz en este periodo. Tu
productividad decae y necesitas descansar y estimularte para superar
el bajón de media tarde.
Tómate un respiro
Abrir una de estas dos ventanas de tiempo durante el día nos
proporciona la confianza para liberar parte de la presión a la hora de
dormir. Nos permitirá acostarnos más tarde y no preocuparnos
mucho sobre si estamos durmiendo lo suficiente; si estamos
despiertos por la noche, nos tranquilizará saber que podemos
programar un PRC al día siguiente. Estos periodos no pueden
reemplazar el sueño nocturno a largo plazo, por eso el programa R90
aconseja llevar a cabo la rutina ideal al menos cuatro veces por
semana, pero pueden funcionar de forma armónica con los ritmos de
tu cuerpo para aumentar el número de ciclos por la noche, mejorar la
recuperación y contribuir al buen humor y la alta productividad.
El «sueño» no es solo algo físico, sino que consiste en dar a la
mente la oportunidad de recuperarse en un proceso de veinticuatro
horas. Las siestas abren estas dos ventanas durante el día, pero
también debemos intentar aprovechar ventanas aún más pequeñas
de manera regular a lo largo del día si queremos permitir a nuestro
cuerpo y mente rendir al máximo.
Los descansos son una parte vital del método. En el deporte, la
necesidad física es obvia: si el atleta está sometido a una rutina de
entrenamiento especialmente agotadora, necesitará recuperarse
antes de seguir con la sesión. Pero también existe una necesidad
mental que es igual de importante. Precisamos descansos regulares
para ayudar a consolidar la información y porque nuestra
concentración no se sostiene sin ellos. Los deportistas de élite son
como cualquiera de nosotros: se distraen e, incluso, se aburren. La
concentración de un atleta de élite acabará por flaquear si realiza una
tarea durante demasiado tiempo.
El psicólogo sueco K. Anders Ericsson, cuyas investigaciones
fundamentaron la famosa «regla de las 10.000 horas» que dice que
esta es la práctica requerida para alcanzar la excelencia en cualquier
habilidad, escribió:
Expertos de muchos ámbitos desarrollan su actividad sin descanso solo
durante una hora [...]. Músicos y atletas de élite sostienen que el factor que
limita su práctica deliberada es principalmente su inhabilidad para mantener
el nivel de concentración necesario.23
Mientras que la mayoría de nosotros no consideramos lo que
hacemos en nuestras vidas cotidianas como «práctica deliberada», el
mensaje es el mismo. No podemos mantener los niveles de
concentración que necesitamos cuando trabajamos, de modo que, al
final, si no descansamos, somos menos eficientes. Nos fatigamos y
nos frustramos.
Tómate un respiro. Si puedes apartarte del trabajo cada hora,
deberías hacerlo, pero para muchas personas esto no es posible. Sin
embargo, si observamos la recuperación en periodos de noventa
minutos como lo hacemos con el programa R90, esto se convierte en
algo un poco más factible. La mayoría de nosotros somos capaces de
encontrar algún motivo para levantarnos de la mesa cada noventa
minutos en la oficina, y aunque trabajes en una tienda o una fábrica
o cualquier lugar más restrictivo, cada noventa minutos será más
sencillo que cada hora.
¿No tienes tiempo para tomarte un respiro? Pues búscalo. Si lo
haces, serás más eficiente, y tus niveles de concentración se habrán
refrescado. No tiene que ser un gran descanso. Ve a hacerte una taza
de té; o ve al baño (aunque no tengas ganas); sal afuera un par de
minutos; levántate y charla con un colega o haz una llamada
telefónica. En realidad no importa. Lo primordial es alejarte del
entorno físico y mental en el que trabajas y proporcionar a tu mente
una pequeña ventana de recuperación. Si te pasas el día sentado en
tu mesa, a tu cuerpo también le irá bien alejarse.
Empieza a hacer pequeños ajustes que te faciliten las cosas.
Nadie va a impedirte que vayas a beber agua, así que en lugar de
llenar una botella de dos litros y dejarla en la mesa, utiliza un vaso,
que tendrás que rellenar más a menudo.
En esos descansos, podemos intentar practicar lo que hacemos
durante las siestas, que es disociar el pensamiento del entorno y
desconectarnos un momento. Estos «descansos mentales» cada
noventa minutos mejorarán nuestro rendimiento inmediato,
reducirán los niveles de estrés, y su acumulación a lo largo del día
hará que nos sintamos menos cansados por la tarde. También
contribuyen a la «descarga» del día, porque permiten al
subconsciente absorber y archivar lo que se ha estado haciendo. Cada
noventa minutos, y sumados a periodos de recuperación controlados
cuando sean necesarios, contribuyen a nuestro bienestar.
Con un poco de práctica, podrás aprovechar ciertos momentos
durante reuniones o conversaciones de grupo en los que no tengas
que prestar mucha atención para desconectar y tomar un pequeño
respiro mental. Estarás echando una siesta con los ojos abiertos en
una habitación llena de gente: no sabrán lo que estás haciendo.
Puedes ir a hablar con un colega sobre el partido de anoche o lo
que dieron en la tele, algo que no requiera mucha atención, y hacerlo.
Hablar de algo cómodo y que no requiera esfuerzo es un buen
descanso para la mente, y siempre puedes perderte en tus propios
pensamientos si la persona con la que estás hablando se enrolla un
poco.
Puedes usar auriculares en tu mesa para escuchar una app de
meditación o algo que te ayude a desconectar un par de minutos. Yo
siempre llevo encima una piedra pulida con importantes
implicaciones para mí; cuando necesito desconectar, me meto la
mano en el bolsillo, cojo la piedra y me desconecto un rato, lo que le
proporciona a mi mente la oportunidad de recuperarse. Puede que
estemos hablando mientras lo hago, tú no lo vas a notar.
Pon la alarma del teléfono cada noventa minutos para no olvidar
los descansos. Empezarás a tener una idea de lo que duran noventa
minutos y, antes de que te des cuenta, ya no necesitarás las alarmas;
sentirás de manera natural que es hora de abandonar un rato lo que
estés haciendo.
Pronto verás que todo tu día (y no solo la noche) puede dividirse
en ciclos de noventa minutos. Puedes usar esto para obtener cierta
armonía entre tus periodos de actividad y recuperación. Con tus
ciclos nocturnos, tus rutinas pre- y postsueño, tus periodos de
recuperación controlados y estos descansos, tu día ya no parece un
largo sprint antes de caer rendido en la cama durante, quizá, ocho
horas (seguramente menos), y otra vez a empezar.
Puedes ser creativo con estos descansos y usarlos en beneficio de
otros elementos de los indicadores clave de la recuperación mediante
el sueño. Cada noventa minutos puedes descansar de la tecnología.
Como los descansos que haces en beneficio de las rutinas pre- y
postsueño, conviértelos en una recompensa para el cuerpo y la
mente. Empieza con cinco minutos, pero intenta aumentarlos a
veinte, de modo que de cada noventa minutos solo pases setenta
conectado al correo electrónico, las redes sociales, las alertas y los
mensajes. Si sientes el deseo de mandar un mensaje, escríbelo y
mándalo más tarde. No vas a perder amigos o categoría en el trabajo
por tardar veinte minutos en contestar correos electrónicos en
algunos momentos del día, y la confianza que ganes gracias a tu
habilidad para tomarte estos descansos es un buen entrenamiento
para cuando tengas que reducir el uso de tecnología más tarde,
durante tu rutina presueño.
Si no duermes, tú te lo pierdes
Las siestas han tenido siempre mala prensa y quienes las practican
han sido tildados de vagos y perezosos, e incluso los españoles se
están planteando eliminarla. Muchas empresas empiezan a dar pasos
en la buena dirección con sus programas de bienestar, pero muchas
siguen ancladas en la Edad Media en lo referente a la recuperación
física y mental, y esto tiene que acabar. Existe la creencia de que «si
te duermes, no ves pasar las oportunidades», una idea que les
encanta a ciertos tipos de personas del mundo de los negocios, que se
dedican a cazarlas al vuelo, pero si te lo crees, acabarás tan quemado
como esos dinosaurios. En lo relativo a la recuperación, al final, si no
duermes, tú te lo pierdes.
En el Reino Unido, el Departamento de Transportes estima que
una cuarta parte de los accidentes en las carreteras principales están
relacionados con el sueño,24 mientras que un informe
estadounidense destaca la correlación entre la hora del día y los
accidentes en los que el sueño ha sido un factor determinante.25 No
nos sorprende descubrir que son más probables entre las 2:00 y las
6:00 y durante el bajón de media tarde, entre las 14:00 y las 16:00,
incluso aunque no se haya dado falta de sueño.
El cansancio mata, y también se lleva por delante el
rendimiento. En el deporte de élite, en el que los atletas son
cualquier cosa excepto «vagos» o «perezosos», usamos periodos de
recuperación controlados y, como indica K. Anders Ericsson, los
especialistas de otros campos, como escritores y músicos famosos
tienen una «mayor tendencia a hacer siestas de recuperación».26
En otras palabras, si quieres aprender de la élite, ya es hora de
aprender a descansar y recuperarse. Es hora de que las empresas
redefinan su cultura y se tomen en serio esos periodos: que
minimicen las reuniones durante el bajón de después de comer y
ofrezcan a su equipo la oportunidad real de apartarse del trabajo;
promover las pausas regulares; proporcionar las instalaciones y
promover que el equipo se tome periodos de recuperación
controlados. Sigamos el ejemplo de gigantes de la tecnología como
Google, cuya cultura y flexibilidad horaria les permite estar
orgullosos de su cultura del trabajo: «Para crear los trabajadores más
productivos y felices del mundo».
Hay que empezar a tomarse en serio estos descansos, porque las
empresas (y tú mismo) se beneficiarán de las ventajas del aumento
de productividad a largo plazo.
ARMONÍA ENTRE ACTIVIDAD
Y RECUPERACIÓN:
SIETE PASOS PARA DORMIR MEJOR
1. Los periodos de recuperación controlados durante la ventana de
mediodía (13:00-15:00) son la forma perfecta de complementar los
ciclos nocturnos en armonía con los ritmos circadianos.
2. A media tarde (17:00-19:00) surge la siguiente mejor oportunidad, ya
que la necesidad es alta, pero con el límite máximo de treinta minutos
para no afectar al sueño nocturno.
3. ¿No puedes dormir de día? Da igual, pasa treinta minutos
desconectado del mundo.
4. Tómate un respiro al menos cada noventa minutos para refrescar la
mente y recuperar los niveles de concentración. Evita la tecnología
durante esas ventanas, para no pasar noventa minutos
constantemente conectado.
5. Olvida cualquier idea preconcebida en tu cultura de trabajo sobre la
«vagancia» de quienes duermen de día y, en cambio, promueve una
que acepte los PRC y los descansos. Si no duermes, tú te lo pierdes.
6. Usa apps de meditación, mindfulness o sujeta un objeto con valor
personal para ayudarte a desconectar del entorno inmediato.
7. Si realmente no puedes escaparte, manipula tu día para no hacer nada
demasiado exigente durante el bajón de la tarde.
SEIS
El kit de sueño
Reinventar la cama
Una pareja joven y ambiciosa se acaba de comprar un piso. Después
de años durmiendo en lo que se encontraban en sus pisos de alquiler
amueblados, van a comprarse por primera vez una cama doble y un
colchón.
Han investigado un poco y se han leído los consejos de distintas
páginas web. Saben que tienen que gastarse todo el dinero que
puedan en el colchón, porque se lo han dicho esos consejos; es una
inversión, ya que uno bueno debería durar diez años. Espuma
viscoelástica, muelles ensacados, gasta más en el colchón que en la
cama..., creen que saben lo que hay que saber y se han marcado un
presupuesto.
Sin embargo, lo echan por la borda al momento al comprarse
una cama doble por Internet que les ha gustado en la foto y en la que
se han dejado la mitad del dinero. Pero el colchón no se puede
comprar por Internet. Eso es lo que dicen los consejos. Hay que
probarlo. Entran en la tienda de camas con la intención real de
tumbarse en unos cuantos colchones durante cinco o diez minutos
para poder hacerse una buena idea.
El vendedor los saluda mientras observa el reloj caro, la
chaqueta a medida y el bolso de marca, y piensa: «Voy a enseñarles
los colchones de 2500 euros».
Les muestra el colchón ortopédico de muelles ensacados más
caro («una buena inversión»). «Hará maravillas por su espalda»,
dice el vendedor sonriente. Tiene todo tipo de bandas ajustables y
miles de muelles, pero ve que ponen mala cara cuando les dice el
precio, de modo que pasa a las opciones de 2000 euros y, más tarde,
a las de 1000.
La pareja salta de una cama a otra, se tumba bocarriba un par de
minutos en la que imaginan que es su postura al dormir, y usan las
almohadas que les dejan. «Vamos, túmbense y pruébenlo», dice el
vendedor. Ellos se tumban, ríen y cierran los ojos bajo las luces
brillantes de la tienda.
Pero la diversión acaba por apagarse y hay que tomar una
decisión.
—¿Cuál les ha parecido más cómodo?
—No sé. ¿Quizá el segundo? Estaba bien, era firme, pero no
demasiado.
La segunda opción supera en 1000 euros su presupuesto, pero
también es la media, y les conforta saber que tiene más muelles que
la más barata. «Eso tiene que querer decir algo», piensan. Se vuelven
hacia el vendedor y dicen al unísono:
—Nos quedamos con este.
—Excelente elección —dice el vendedor radiante.
La pareja sale de la tienda después de gastarse 1000 euros más
de lo que habían previsto. Tienen un colchón doble y se sienten
agradecidos por no tener que volver a repetir el proceso hasta dentro
de diez años.
¿Pero han tomado la decisión correcta?
Comprar el colchón a ciegas
¿Se te ocurre otra compra que implique tanto dinero a la que
vayamos tan a ciegas? ¿Comprarías un coche solo siguiendo algunos
consejos de una pieza de relleno del periódico o los que te
proporcionara el vendedor? Vas a pasar un tercio de tu vida ahí.
Pero millones de personas hacen exactamente eso cada año.
Entran a ciegas en una tienda, se echan en brazos del vendedor y la
mayoría de las veces se van de allí con algo que cumplirá con su
función, pero que difícilmente les cambiará la vida. Ni siquiera
sabrán si han elegido bien o no, porque no saben lo que está bien y lo
que no.
Compramos camas y colchones rara vez, nos dicen que unos
buenos deberían durar diez años, de modo que pocos de nosotros
tenemos información actualizada al respecto. ¿Por qué la íbamos a
tener? Las camas se eligen por su aspecto y los colchones solo son
algo que damos por supuesto.
Cuando hay que comprar uno nuevo, hacemos una somera
investigación en línea, donde encontramos un montón de consejos
contradictorios y que suelen reducirse a «hay que comprarse un
buen colchón», sin llegar siquiera al meollo de lo que esto significa
en realidad, y proporcionan a la gente todo tipo de ideas sobre
cuánto deberían gastarse y cuánto debería durarles.
Mientras tanto, los fabricantes y vendedores de camas saben
muy bien lo que sucede. Sé de lo que hablo, trabajé en la industria y,
de hecho, sigo trabajando en ella, ya que fabrico colchones y ropa de
cama, así como kits de sueño para atletas.
Lo primero que hay que saber sobre la industria de las camas es
que apenas hay regulación. Yo podría fabricar un colchón con una
tensión de muelles tan elevada que un elefante pudiera dormir
encima, añadir unas capas de espuma de alta densidad para hacerlo
aún más firme, cubrirlo de una tela atractiva y aparentemente
médica con una etiqueta que dijera «ortopédico», ponerlo a la venta
y nadie podría detenerme. ¿Acaso soy médico u osteópata? ¿He
sometido el colchón a una serie de pruebas para determinar sus
propiedades ortopédicas? Lo único que he hecho es fabricar el
colchón más duro posible y nadie puede impedirme afirmar que
tiene cualidades beneficiosas.
También puedo asegurarme de que tiene 2000 muelles, porque
mi competencia los fabrica de 1500, y 2000 suena mejor que 1500.
Esto se acaba convirtiendo en una escalada de poder, con los
fabricantes haciendo los muelles más pequeños para que quepan
más. Así no se comparan manzanas con manzanas, pero muy pocos
nos hacemos estas preguntas. ¿Y qué pasa si tú solo necesitas
cincuenta muelles? A menos que podamos comparar el número con
algo, ¿de qué sirve? La joven pareja no se detuvo a preguntar sobre
los datos que les proporcionaron; sencillamente se limitaron a
asumir que más era mejor. Tampoco se pararon a leer la letra
pequeña. Dos mil muelles suele ser el número de los colchones king
size (180 cm de ancho), y este número desciende en proporción al
tamaño. Esto no suele quedar claro en las tiendas.
Las cosas han mejorado en el mundo del deporte, pero hay algo
que sigue estando claro: no mandes nunca a un atleta a comprar su
colchón. Sería como mandar a un jugador de fútbol de primera
división a una tienda de material deportivo rebajado a comprar sus
botas de fútbol. O bien van armados con el conocimiento necesario o
bien los acompaño (o bien les fabrico su propio producto).
Gary Pallister fue el jugador con problemas de espalda a quien
ayudé en el Manchester United cuando empecé a colaborar con el
club. Era un defensa veterano, pero los años jugando al más alto
nivel estaban empezando a pasarle factura. Padecía de mucho dolor y
tensión en la zona lumbar, pero una operación de columna, incluso
con las técnicas actuales, siempre es la última opción.
En lugar de eso, le trataban como si fuera a romperse. Dave
Fevre, el fisioterapeuta jefe del club, hacía largas sesiones con Gary a
diario, y su entrenamiento se había reducido al mínimo. Se estaba
incluso considerando cambiar algunos asientos del banquillo para
instalar un asiento especial con sujeción lumbar.
A mi llegada, observamos qué estaba haciendo fuera del club en
términos de «deshabilitación en lugar de rehabilitación» de su
problema, en palabras de Dave. Entre otras cosas, el colchón de Gary
no era bueno para su postura y estaba empeorando su dolencia. Poco
después de cambiarlo, Dave empezó a notar que Gary necesitaba
menos tratamientos. No se había curado, ni por asomo, pero ya no
estaba empeorando la lesión, y el club no tuvo que remodelar
totalmente el banquillo.
Si un deportista de élite entra en una tienda y el vendedor le
reconoce, irán al reino más allá del que ha visitado la joven pareja al
inicio del capítulo, al fondo de la tienda, donde están los colchones
más caros de todos. En un colchón se pueden gastar miles y miles de
euros, pero no será en la búsqueda del mejor. Será porque el
vendedor quiere vender el más caro, con la mejor jerga de
marketing.
¿Una solución para todos? (de nuevo)
Anteriormente en este libro hemos hablado de la idea de las ocho
horas de sueño cada noche y la falacia de aplicar al sueño una
mentalidad de talla única. La misma lógica que aplica a la cantidad
de horas que hay que dormir se extiende a la superficie donde lo
harás.
LeBron James es un jugador profesional de baloncesto
estadounidense. Mide 2,03 metros, es muy corpulento y pesa 113
kilogramos. No tiene lógica pensar que el mejor colchón para él sería
el mismo que el de la ciclista británica Laura Trott, cuatro veces
campeona olímpica, que mide 1,63 metros y pesa alrededor de 52
kilogramos.
La industria del colchón no tiene en cuenta los perfiles
corporales. Ningún vendedor te observará de arriba abajo y te
mostrará cuál es el tamaño adecuado para ti. Algunas marcas ofrecen
una variedad de colchones con distintos grados de firmeza, pero
podrías salir de la tienda con cualquiera de ellos, fuera o no el
correcto. Algunas de las marcas más nuevas y conocidas, con buenas
estrategias de marketing, solo fabrican un tipo de colchón. Un
colchón para todo el mundo, sea cual sea su tamaño o peso.
¿Funciona?
Esto no es así cuando compras calzado o ropa. Compras tu talla.
¿Por qué tendría que ser distinto con el colchón? Como sucede con
las tallas pequeña, mediana y grande, existen tres tipos de cuerpo
con los tipos extrapequeños y extragrandes en los extremos:
El ectomorfo es esbelto, con caderas y pelvis estrechas y piernas
y brazos largos. Suelen tener menos grasa y masa muscular que los
otros tipos. Sir Bradley Wiggins y Mo Farah son buenos ejemplos de
este tipo de cuerpo, como lo son muchos ciclistas profesionales.
Como ejemplos femeninos podemos elegir entre Kate Moss, Cara
Delevingne o la actriz Joanna Lumley.
El mesomorfo es un tamaño de cuerpo mediano, con huesos
gruesos y músculos, un pecho bien definido y hombros más anchos
que las caderas. Muchos atletas profesionales encajan en este tipo,
con los tenistas Rafa Nadal o Björn Borg como buenos ejemplos
masculinos y la heptatleta británica Jessica Ennis como femenino.
El endomorfo es corpulento con hombros y caderas anchos.
Piensa en las cómicas Dawn French y Miranda Hart o la cantante
Adele en el caso de las chicas; y en los actores de Hollywood Russell
Crowe y Seth Rogen o los boxeadores Anthony Joshua y Muhammad
Ali para los chicos.
Naturalmente, existen mezclas, es una escala proporcional, y
hay personas que son meso y ecto y otras que son endo-meso. Puedes
ser alto o bajo, tener sobrepeso o peso bajo y aun así cumplir con las
características de tu tipo. Las características de hombres y mujeres
también difieren.
Tiene sentido pensar que incluso dos personas con la misma
altura pero distintos tipos físicos tendrán necesidades diferentes en
lo relativo a la superficie para dormir. Sus colchones necesitarán ser
distintos para proporcionar el nivel de comodidad requerido. Las
parejas también complican las cosas y, cuando existen diferencias de
tipo corporal, hay que fijarse en el dominante (de modo que, en una
pareja de meso y endo, domina el endo y en una de ecto y meso, el
meso).
Pero antes de apresurarte a comprobar tu tipo corporal, existe
un método mucho más sencillo con el que no te puedes equivocar y
que te garantiza comprar el colchón correcto. Y todo empieza
asegurándote de que duermes en la posición correcta.
Cómo dormir
Hasta ahora hemos observado la preparación antes y después de
dormir, la organización del tiempo en la cama según los ciclos de
sueño y cómo compensar las noches que dormimos menos. Hemos
observado qué hacer alrededor del sueño, pero hemos dado por
hecho que, una vez acostados, sabemos cómo dormir.
Igual que el tipo corporal, existen tres posturas básicas para
dormir, conocidas por todos: bocarriba, bocabajo y de lado. Una vez
más, estas tres posturas no son excluyentes entre sí. Puedes hacer
todo tipo de contorsionismos con las extremidades mientras
duermes, y un montañero se preguntará en qué categoría entra
«colgando de un saco sobre un precipicio». Pero para quienes nos
acostamos existen tres posturas principales.
Dormir bocarriba es una opción popular, con el beneficio
postural de mantener cuello y espalda alineados (suponiendo que la
almohada no esté interfiriendo), pero hace que relajemos la garganta
y las vías respiratorias se estrechen. La British Snoring & Sleep
Apnoea Association (Asociación Británica de los Ronquidos y la
Apnea del Sueño) afirma que: «Las personas que duermen en
posición supina (bocarriba) son más propensas a roncar o tienen
más apnea que quienes duermen en posición lateral». Estos son
factores que van a interferir en el sueño: pueden sacarnos totalmente
de un ciclo de sueño o condenarnos a una noche entera de sueño
ligero. Y pueden hacerle lo mismo a nuestra pareja, si la tenemos,
por no mencionar el resentimiento y los estragos que va a causar a
nuestra relación. Tumbarnos bocarriba también nos deja expuestos y
mantiene el cerebro en estado de alerta.
Dormir bocabajo puede ayudarnos con los ronquidos, pero
causa sus propios problemas. Quienes duermen sobre su estómago
retuercen la columna vertebral en una posición no natural y, a no ser
que duerman con el rostro sobre la almohada, lo que puede ser un
agravante en sí mismo, su cuello también queda retorcido. Dolor
lumbar, dolor cervical y todo tipo de problemas posturales pueden
ser consecuencia de dormir bocabajo. Es más, pueden empeorar los
problemas posturales causados por estar todo el día sentados ante el
ordenador y con la cabeza baja en dirección a nuestros teléfonos
inteligentes y otros dispositivos; y todo esto se suma a los problemas
de cuello y columna vertebral.
Dormir de lado es la única postura que yo recomiendo, pero
puede que no sea el lado del que duermes ahora. Cuando los atletas
con los que trabajo se acuestan, se ponen en posición fetal sobre su
lado no dominante, porque es el lado que menos usan y, por lo tanto,
el menos sensible. En otras palabras, si eres diestro, duerme del lado
izquierdo, y viceversa. Si eres ambidiestro de verdad, piensa en qué
lado usarías de forma instintiva para defenderte.
La posición fetal implica una pequeña flexión de rodillas
mientras doblamos un poco los brazos frente al pecho. La postura
debería formar una suave línea desde el cuello hasta el final de la
columna vertebral. Esta es la postura que quieres mantener el mayor
tiempo posible durante la noche. (Por supuesto, durante las horas de
sueño, te moverás, pero tu colchón debería permitirte mantener esta
posición durante periodos más largos).
Tu columna vertebral y tu cuello se encuentran en una posición
natural que no causa problemas posturales. Se reduce la
probabilidad de roncar o de apnea. Al cerebro le gusta esta posición
porque siente que el cuerpo está a salvo, el brazo y la pierna
dominantes están protegiendo el corazón y otros órganos, además de
los genitales.
Cuando me dediqué a viajar por Europa, alguna vez me tocó
dormir en una estación de tren porque había perdido el último y no
tenía otro sitio adónde ir. Me tumbaba en el suelo, un colchón
especialmente firme, con la mochila como almohada y mis objetos de
valor en el bolsillo interior de la chaqueta protegidos por mi brazo
dominante. Si alguien intentaba robarme, podría defenderme con mi
lado más fuerte. Este tipo de seguridad, que nos permite dormirnos
en un entorno expuesto y potencialmente problemático, es
bienvenido incluso en la seguridad de nuestro hogar, para que
nuestro cerebro se sienta lo bastante a salvo como para poner a
nuestro cuerpo en el estado de casi parálisis del REM y el sueño
profundo.
He leído algunos supuestos estudios psicológicos que pontifican
que la postura en la que duermes dice algo sobre tu personalidad,
pero lo único que dice de ti el hecho de adoptar mi posición de sueño
recomendada es que te tomas en serio la recuperación física y
mental.
La comprobación del colchón
Ahora puedes llevar a cabo la comprobación del colchón, que sirve
tanto para tu colchón actual como para cuando pruebas uno nuevo.
Esto es exactamente lo que debería haber hecho la joven pareja en la
tienda de camas al principio del capítulo.
Va bien hacer la comprobación con la pareja o un amigo, pero
también puedes usar la cámara del teléfono. En casa, ponte de pie en
una buena postura erguida con los brazos plegados con suavidad.
Dobla las rodillas, es decir, haz una sentadilla, hasta alcanzar una
postura cómoda y equilibrada. Esto es tu posición fetal de pie.
Adopta esta postura en el suelo, tumbado sobre tu lado no
dominante, y mantenla un momento. Tu pareja o amigo se tiene que
fijar en la distancia entre la cabeza y el suelo, o puedes hacerte un
selfie para verlo, aunque tú lo notarás en el cuello (las almohadas
suelen llenar ese hueco). Mientras estés tumbado, con la postura
alineada y la presión sobre el hombro y la cadera en esta superficie
poco amable, sentirás la necesidad de moverte y reajustarte, algo que
sucede cuando dormimos, especialmente sobre superficies
demasiado firmes, o, sencillamente, la superficie nos molestará más
en músculos y articulaciones sensibles. Podrías dormir en el suelo,
seguramente acabarías bocarriba, pero estarías sacrificando la
calidad de la recuperación.
Ahora adopta esta postura en el colchón que estés
comprobando. Si es el colchón de casa, deshaz la cama, almohadas
incluidas, de modo que solo quede el colchón; en una tienda,
normalmente se prueban los colchones desnudos, pero aparta las
sábanas si no es el caso. Una vez en posición, vuelve a pedir a tu
pareja o amigo que observe el espacio entre la cabeza y la superficie,
o hazte otro selfie.
Si hay un espacio claro de seis centímetros (más o menos el
ancho de dos manos planas una sobre otra) o más entre la cabeza y el
colchón cuando cabeza, cuello y columna están alineados, y la cabeza
queda colgando sobre la superficie, como pasaba en el suelo,
entonces el colchón es demasiado firme. No te ofrecerá gran cosa en
cuanto a comodidad y alineamiento postural. Si la cadera se hunde
en el colchón y queda sin alinear, y la cabeza se eleva a causa del
colchón, entonces es demasiado blando. La superficie correcta
debería aceptar bien la forma del cuerpo y el peso, distribuyéndolo
de manera equilibrada y proporcionando una línea postural recta,
como la del diagrama.
Si estás probando un colchón en una tienda de camas y no hace
esto, prueba otro. Da igual de qué esté hecho o lo que cueste, si tu
colchón de casa no hace esto ha llegado el momento de pensar en
cambiarlo. Pero no te desesperes si no puedes permitírtelo, puedes
tomar medidas más económicas.
Un colchoncillo adecuado encima de la cama proporciona una
extensión del colchón que le permite adaptarse mejor a las
necesidades del cuerpo al dormir. Puedes añadir un sobrecolchón,
que es básicamente una almohada del mismo tamaño que el colchón,
para mejorar la comodidad y proteger músculos y articulaciones
sensibles. También puedes conseguir eso con un edredón que ya no
uses, cubriéndolo con la sábana.
Sin embargo, muchos de nosotros ya compensamos el colchón
erróneo cada noche con el uso de algo que, tal y como sugiere el
diagrama, no necesitamos.
Hablemos de almohadas
Cuando vas a comprar zapatos, buscas el modelo que te gusta y pides
tu talla. Si está agotada, aún te queda una opción. No puedes
comprarte unos más pequeños, porque te harían daño al andar, pero
puedes pedir una talla más y añadirle una cuña.
Las almohadas son las cuñas de los colchones que no encajan.
Las usamos para rellenar el hueco entre la cabeza y la superficie
cuando el colchón es demasiado firme; y cuando es demasiado
blando, empujan nuestra cabeza aún más lejos de su alineamiento y
pueden causar problemas posturales. Si duermes con dos o tres
almohadas, o bien tienes un colchón muy firme o bien estás
acumulando problemas.
Se pueden encontrar almohadas de espuma viscoelástica, de
plumas, de todo tipo de poliéster, antirronquidos e incluso esas tan
queridas por la industria de las camas: ortopédicas. Algunas tienen
telas y rellenos magníficamente exóticos (¡ese ganso de Siberia!),
otras contienen fibras muy básicas y elaboradas por humanos. Pero
todas tienen más o menos el mismo aspecto una vez les pones la
funda. Da igual lo que asegure el fabricante o lo que cuesten, todas
hacen lo mismo: compensar el colchón.
Si tenemos la superficie de sueño correcta, la almohada es casi
superflua. Pero son una costumbre difícil de quitar. Nos gustan las
almohadas, estamos acostumbrados a ellas. Nos gusta agarrarlas por
las noches. Nos gusta recolocarlas y ahuecarlas antes de meternos en
la cama y nos encanta pelearnos con ellas y someterlas cuando nos
cuesta dormirnos. De modo que una única almohada finita está bien,
y se comprimirá para encajar sobre el colchón adecuado. Y mucho
mejor una ganga de poliéster que se adapte que una carísima
almohada «ortopédica» para el cuello que nos causará problemas.
A lo grande
La joven pareja cometió muchos errores al elegir el colchón, pero el
primero fue antes incluso de pisar la tienda, al decidirse por una
cama doble.
Para la mayoría de nosotros, nuestra primera cama, de niños, es
una cama individual estándar de 90 centímetros de ancho por 1,90 o
2 metros. Puede que sigamos en ella durante toda la adolescencia y
los primeros años de la edad adulta, pero normalmente al
independizarnos pasamos a una cama doble.
Una cama doble es una cama de 1,35 o 1,40 metros. No hay que
ser matemático para darse cuenta de que de «doble» no tiene nada.
Después de pasar la mayor parte de tu vida en una cama individual
con mucho espacio, ¿qué efecto tendrá una persona extra, pero con
solo un cincuenta por ciento más de espacio? ¿Crees que podrás
mantener la calidad de sueño?
A pesar de lo que digan las etiquetas, los vendedores de camas
solo venden una cama doble de verdad. Se llama super king,
denominada así para que suene a compra decadente, y mide 1,80
metros, exactamente el doble de ancho que una cama individual. Si
te tomas el sueño y tus relaciones en serio, y tienes espacio, este es el
tamaño de colchón mínimo que deberías considerar. Una super king
son dos espacios de sueño individuales, uno al lado del otro; una
«doble» es una cama para una sola persona.
Si tienes espacio para una super king, pero eso implica
deshacerte de las mesillas de noche, no lo dudes. Esto es más
importante. Si el problema es la cama y no puedes permitirte
cambiarla, tampoco lo dudes, pon el nuevo colchón en el suelo. La
joven pareja se gastó el cincuenta por ciento de su presupuesto
inicial en la cama. La mayoría de las veces se recomienda gastar más
en el colchón que en la cama, pero también te puedes gastar el cien
por cien en el colchón. Yo ni siquiera fabrico camas; yo solo produzco
superficies de descanso. La cama es sobre todo una decisión
decorativa, para que la habitación esté bonita. Siempre que la
superficie en la que pongas el colchón sea firme y esté nivelada, da
igual lo que sea. Puedes usar palés de madera, que están de moda,
tienen un look industrial y son baratos, o el suelo. De hecho, muchos
atletas prefieren dormir con su kit de sueño en el suelo, porque se
está más fresco (el calor sube).
Cuanto menos espacio tengamos en la cama, más probable es
que molestemos a nuestra pareja. Una pierna o brazo suelto que nos
toca, la pareja que se da la vuelta y toquetea la almohada a nuestro
lado, su respiración cercana, todo esto puede sacarnos de un ciclo y
evitar que alcancemos el sueño profundo que nuestro cuerpo y mente
merecen.
Hacer un kit de sueño
En 2009, Shane Sutton, el entrenador jefe del equipo de ciclismo
británico en aquel momento, me puso en contacto con Matt Parker,
el jefe de ganancias marginales. Los conocimientos académicos y
clínicos sobre el sueño que habían consultado resultaron ser
demasiado intrusivos y poco prácticos, de modo que trabajé
estrechamente con Matt en la creación de técnicas e intervenciones
que yo había establecido durante años para ver dónde se podían
encontrar mejoras en la recuperación. A continuación, presenté
nuestra redefinición de la recuperación física y mental a sir Dave
Brailsford y su amplio equipo de los mejores entrenadores y
profesionales de la ciencia deportiva de todo el mundo. Su reacción
fue sencilla: «Esto podría marcar una gran diferencia».
Era un momento emocionante para introducirse en el ciclismo.
La gran inversión de Sky en el ciclismo británico les permitió lanzar
un equipo profesional, fichar a algunos de los mejores corredores,
incluido sir Bradley Wiggins, con la ambición de poner a un ciclista
británico en lo alto del pódium del Tour de Francia.
Para ello, el equipo se estaba fijando en todo: desde las cosas
obvias como las bicicletas, la preparación física o la táctica, a las
menos, como la psicología, evitar los virus (no tiene sentido
enfrentarse al agotador Tour de Francia tosiendo) y, por supuesto, el
sueño. Todo como parte de su «suma de ganancias marginales», con
la que intentaban mejorar cada uno de los componentes implicados
en el deporte, aunque solo fuera un uno por ciento, de modo que al
sumarse la mejora resultara significativa.
Mostré los indicadores clave de la recuperación mediante el
sueño y les enseñé no solo a los ciclistas, sino a todos los miembros
del equipo la importancia de dormir en ciclos, usar descansos de
recuperación y cómo mantener este entorno en casa. Les enseñé el
programa R90. Pero sabía que podía hacer más.
La clave de este método en otros campos era la regularidad. Los
corredores seguían siempre el mismo plan nutricional, corrían con la
misma bicicleta y llevaban el mismo equipo, pero dormían cada
noche en habitaciones de hotel distintas y en camas distintas cuando
estaban en una carrera. De modo que diseñé y fabriqué el kit de
sueño R90 para que los corredores pudieran dormir cada noche
sobre la misma superficie diseñada a medida.
El kit de sueño es básicamente una cama individual portátil.
Está compuesta por dos o tres capas, dependiendo del corredor, de
espuma viscoelástica, básicamente dos o tres colchoncillos, con un
sobrecolchón encima. Esto se envuelve en una funda lavable a
máquina y se combina con una almohada fina, un edredón y ropa de
cama. Todo esto se guarda en una mochila especialmente diseñada
para que se pueda doblar, cerrar una cremallera y transportarse en
cuestión de segundos. Cuando hay que volver a usarlo, solo hay que
llevarlo a la habitación, abrir la cremallera y ponerlo donde haga
falta, ya sea sobre la estructura de la cama, después de quitar el
colchón o directamente sobre el suelo. Listo para usar.
Para los corredores fue una revelación. Significaba que podían
tener los kits de sueño en casa, acostumbrarse a dormir en ellos tal y
como yo les había enseñado y después los llevábamos en el autobús
de Sky. De modo que cuando los corredores se retiraban a sus
habitaciones después de un largo día sobre el sillín, sabían lo que les
esperaba: el equipo de apoyo ya había desplegado sus kits de sueño.
Los conocían, porque habían dormido en ellos durante semanas. Al
irse por la mañana, el equipo volvía para recogerlos y llevárselos, y
los corredores sabían que dormirían exactamente en la misma
superficie la noche siguiente. Había quien miraba raro al equipo Sky
al verlos llegar a los hoteles con los kits de cada corredor. Y no solo
eran para los corredores, el personal del equipo que los acompañaba
en el autobús también tenían sus kits. Usábamos un método vertical,
buscando ganancias marginales en todos los cargos.
Durante el Tour de Francia que ganó en 2012, el colchón de
Bradley Wiggins fueron básicamente un par de trozos de espuma. En
los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, sir Chris Hoy pasó de la
cama y durmió en el suelo de su habitación de hotel de cinco estrellas
con su kit de sueño, correctamente ajustado, claro está, a su distinta
forma de cuerpo. Cuando se desplazó a la Villa Olímpica de Stratford
(Londres) para competir, y ganar dos medallas de oro en el proceso,
lo hizo en helicóptero y acompañado de su kit de sueño.
Estos atletas, como sus compañeros de equipo, habían puesto su
cuerpo a punto, día tras día, y necesitaban lo mejor de lo mejor en
términos de recuperación física y mental. Y si ellos no necesitaban un
pesado colchón con miles de muelles como el que se compró la joven
pareja, ¿por qué ibas a necesitarlo tú?
Crea tu propio kit de sueño
Aunque el equipo Sky, líder en su especialidad, puede comprar los
materiales para hacer productos exactamente a medida para cada
persona, no son los únicos a quienes proporciono kits de sueño.
También trabajo con atletas no patrocinados por grandes grupos,
que viven de forma modesta: corredores de BMX de entre dieciséis y
dieciocho años que aspiran a las Olimpiadas de 2020, y cuyo único
medio de financiación son sus padres; ciclistas amateurs y
entregados que quieren la mejor recuperación a precio de aficionado
y no de profesional. Estas personas también tienen que poder
permitírselo.
Si seguimos los principios que guían a los atletas profesionales,
podemos crear nuestro propio kit de sueño a medida. No lo
llevaremos de viaje, claro está, sino que será una versión doméstica,
idealmente de tamaño super king, con componentes conseguidos de
donde queramos, según nuestro presupuesto, para proporcionarnos
la mejor probabilidad de aprovechar al máximo nuestros ciclos
nocturnos.
Pieza a pieza
Algunas tiendas afirman que deberíamos cambiar de colchón cada
siete años; otras dicen que los suyos duran diez. Esta es la lógica que
aplica nuestra joven pareja al gastar 2000 euros en un colchón y
pensar que solo son 200 al año. Pero yo prefiero que te gastes en la
superficie sobre la que duermes 200 euros cada año, o 400 cada dos,
durante diez años a que lo hagas de una vez. Cuando era director de
ventas y marketing en el grupo Slumberland y presidente del
Consejo del Sueño del Reino Unido, formaba parte de una iniciativa
empresarial orientada a animar a las personas a cambiar sus camas
más a menudo. La vida media era de más de veinte años, de modo
que fabricantes y tiendas se aliaron para promover el cambio cada
diez.
(Sin embargo, aún hoy en día, el mensaje no está claro, porque si
decimos a la gente que cambie de cama cada siete o diez años, ¿por
qué hacemos garantías de por vida o de diez años? Todo está
orientado a convencerte de que de lo que se trata es de gastar todo lo
posible en la compra del colchón).
Piensa en lo que haces sobre el colchón. Practicas sexo, sudas
durante los meses de verano. Puede que a veces comas en él cuando
tienes uno de esos días de no salir de la cama o te tomas el desayuno
los fines de semana; si tienes hijos, puede que se dediquen a saltar
encima y causar todo tipo de líos. Hay personas que incluso permiten
a sus mascotas subirse a la cama. Con todos esos fluidos corporales,
pelo y células muertas a solo una sábana de distancia, ¿por qué
querría nadie conservar el mismo colchón durante diez años? ¿Les
cogen cariño a las manchas?
No solo es el daño superficial. Los colchones se degradan con el
tiempo. La magnífica y elástica superficie en la que invertiste irá
desapareciendo con los años. Las propiedades se deteriorarán tras
unas ocho horas de soportar el peso de tu cuerpo (y el de tu pareja, si
la tienes) cada noche. Las partículas de polvo, de las que hablaremos
enseguida, es probable que se establezcan a vivir.
En lugar de seguir la idea de los diez años, puedes hacerte tu
propio kit de sueño pieza a pieza. Empieza con tu superficie
principal. Esta puede ser tu colchón actual o puedes comprarte uno
que se adapte mejor a tu tipo físico (y el de tu pareja) y que solo te
cueste unos doscientos o trescientos euros, y añadirle capas para
completarlo (entre cinco y ocho centímetros bastan para estas capas
extras). Si tu colchón actual no se adapta a tu tipo corporal, estas
capas lo mejorarán por solo una parte del precio que te costaría
reemplazar el colchón. Si tienes un colchón adecuado, otra capa
puede mejorarlo aún más y proporcionarte más comodidad.
Añade un sobrecolchón encima. Los kits de sueño que yo hago
tienen un cubrecolchón que se puede quitar y lavar, de modo que
puedes eliminar cualquier mancha a diferencia de lo que sucede con
el recubrimiento fijo de la mayoría de los productos disponibles.
Añade esta característica, o al menos un protector de colchón, a tu
kit. Puedes crear tu propia superficie para dormir, única y a medida,
a partir de elementos que tú mismo elijas, siempre que se ajusten a
tu tipo físico.
Si lo creas por fases, te costará menos reemplazar partes de él
cada pocos años en lugar de cada diez, porque no te habrá costado
2000 euros. Las manchas y la degradación natural de los materiales
que hemos comentado antes no tendrán tanta importancia, porque
solo afectarán a las primeras capas, que reemplazarás más a
menudo.
Yo mando kits de sueño portátiles y colchoncillos de espuma a
todo el mundo. La espuma viscoelástica de alta densidad que utilizo
se puede enrollar y empaquetar para que los gastos de envío no se
disparen y, una vez utilizado, puedan decidir no traerlo de vuelta a
casa. No es precisamente algo de usar y tirar, pero, comparado con la
losa de 2000 euros, ciertamente lo parece. El atleta puede donarlo a
caridad o a una escuela local si no va a traerlo de vuelta a casa, o
puede viajar con él.
La ropa de cama
Las sábanas de tu kit de sueño deberían ser hipoalergénicas; de
hecho, debería serlo toda la cama, tanto si tienes alergias como si no.
Los ácaros del polvo viven en alfombras, ropa y camas; les
encantan los ambientes húmedos y se alimentan de las células
muertas de tu piel. No son los ácaros los que disparan las reacciones
alérgicas, sino sus deposiciones. En el entorno equivocado puedes
acabar tumbado durmiendo sobre una nube de estas.
Algunos profesionales del deporte tienden a respirar por la boca,
especialmente cuando compiten e intentan conseguir la mayor
cantidad posible de oxígeno. Los alérgenos pueden afectar a la
respiración por la noche, dificultando la respiración por la nariz y
provocando las complicaciones de la respiración por la boca
(ronquidos, apnea, boca seca), que pueden llegar a sacarnos de un
ciclo de sueño. Si duermes en una cama hipoalergénica (colchón,
cubrecolchón, sábanas, edredón, funda de edredón, almohada y
funda de almohada) obtienes otra ganancia marginal.
La ropa de cama de tu kit de sueño también tiene que ser
transpirable para no experimentar cambios de temperatura
inesperados. Tenemos que estar frescos bajo las sábanas, porque si
ese ambiente se calienta demasiado puede interferir con el sueño. La
ropa de cama que yo uso está diseñada con nanotecnología y utiliza
microfibras de una fracción del diámetro de un cabello humano, la
almohada está diseñada para mantener la cabeza fresca gracias a ese
material, y los edredones son ligeros y transpirables, mientras
proporcionan el imprescindible aislamiento térmico. El edredón
combi del kit de sueño portátil para atletas es como los que se
pueden comprar en las tiendas, dos edredones juntos que se pueden
usar para proporcionar, por ejemplo, un aislamiento térmico del 13,5
para el invierno o individualmente con aislamiento térmico de 4,5
para el verano, y aproximadamente de 9 para primavera y otoño. Si
hace mucho calor, basta con usar solo la funda del edredón. Esto nos
proporciona cuatro opciones para controlar la temperatura corporal,
en lugar de solo un edredón para todo el año. No todos los hoteles
están a la misma temperatura, y si aparece un corredor diciendo que
hace un poco de calor en su habitación, podemos cambiar su edredón
para compensarlo.
Las sábanas son todas blancas, lo que resulta limpio y neutro. El
edredón es lo suficientemente ligero como para poder lavarlo a
máquina, lo que significa que rendirá mejor. Utiliza estas ideas para
tu kit en casa, porque no hay excusa para los edredones sucios y
llenos de manchas que tienen muchas personas, y que se han
degradado y perdido su aislamiento térmico porque nunca se han
lavado o cambiado.
De hecho, la limpieza es muy beneficiosa cuando hablamos de
ropa de cama. Me costó un poco reunir el valor para compartir una
de mis ideas para los kits de sueño portátiles con Matt Parker y los
entrenadores del equipo británico de ciclismo: asegurarnos de que
todos los corredores contaran con ropa de cama limpia cada noche.
Esta idea no tiene nada demasiado científico que la sostenga.
Solo sé que, cuando mi ropa de cama está limpia, me apetece
acostarme. Limpia y fresca se convierte en un entorno muy acogedor,
en el que me apetece entrar y que me relaja. Es algo psicológico, en él
puedo desconectar inmediatamente y disfrutar de una buena noche
de sueño. ¿Por qué no hacerlo todas las noches? Por suerte, Matt lo
entendió enseguida, aunque eso implicara acarrear lavadoras en el
autobús del equipo para lavar los kits de los ciclistas.
La ropa de cama tenía que secarse rápidamente, lo que
descartaba el algodón egipcio, pero como la nuestra estaba hecha de
microfibra hipoalergénica, no fue un problema. Se lavaba a baja
temperatura y se secaba en minutos, y tras un largo día en las
montañas, los corredores tenían sábanas limpias casi cada noche. A
veces las cosas pequeñas marcan la diferencia.
Es una mejora muy fácil de hacer en nuestra vida. Deshacer la
cama, lavar las sábanas y volver a hacerla cada día no es una
perspectiva apetecible para nadie, pero ¿cada cuánto lavas las
sábanas? Si lo haces cada dos semanas, ¿por qué no intentar
reducirlo a cada semana? Limítate a reducir a la mitad el tiempo que
estés empleando ahora y te beneficiarás de ello. Disfrutarás de
sábanas limpias más a menudo y tu cama se convertirá en un lugar
más apetecible. Además, cambiar las sábanas también es una gran
rutina presueño.
Como el kit de sueño R90 está compuesto por materiales no
naturales, puede que implantarlo en su casa incomode a las personas
más sensibilizadas con el medio ambiente. Lo que sucede es que en el
mundo del deporte lo que nos interesa son las medallas de oro y las
primeras posiciones en el podio, y el medio ambiente queda en un
segundo plano. No es que no nos interese cuando nos alejamos de la
competición (yo tomo toda clase de medidas para reducir mi huella
medioambiental, y el futuro de la ciencia y tecnología del sueño
seguramente implique la creación de colchones inflables o trajes de
recuperación que solo precisen de una sábana para controlar la
temperatura corporal, con el destino de nuestro vulnerable planeta
muy en mente).
Pero ahora, los materiales artificiales son sencillamente mejores.
La nanotecnología puede hacer fibras de una fracción del tamaño de
cualquier producto natural, de modo que la transpiración y la
velocidad de secado es insuperable. Si no te sientes cómodo con esto,
o no puedes prescindir de tu algodón egipcio, entonces apuesta por el
de 300 hilos en tu kit de sueño, que es el que te ofrecerá una mejor
transpiración natural. Y piensa en cambiar más a menudo las
almohadas y los edredones si no apuestas por la opción
hipoalergénica. Igual que el colchón, una almohada barata que se
ajuste al tipo físico y se cambie a menudo es mejor que una cara y
errónea que planeas que te dure años.
Meterse en la cama
Es importante ser realista sobre lo que un producto puede hacer por
sí mismo. Pero seguir estas indicaciones para crear tu propio kit de
sueño en casa junto con el resto del programa R90, y aplicar todas
las ideas correctas a tu sueño, hará que tu recuperación cambie
drásticamente.
Los efectos de los kits de sueño portátiles sobre los corredores
del equipo Sky en las grandes vueltas fue espectacular. Mientras que
antes te los encontrabas dando vueltas y posponiendo la hora de
acostarse (quizá dándose un masaje o discutiendo tácticas), ahora se
apresuraban a preparar lo que fuera necesario y se iban directos a la
habitación.
Tenían la confianza de saber que, después de 200 kilómetros en
las montañas y con el cuerpo agotado, podían ir arriba, meterse en el
kit de sueño en posición fetal, respirar suavemente por la nariz y
dejarse arrastrar por los ciclos de sueño.
Si te haces tu kit de sueño en casa ahora mismo, tú también
sabrás lo que es eso. Ya no irás a ciegas, como la joven pareja de la
que hablamos al inicio del capítulo. Ya no darás más vueltas para
estar cómodo. No más ponerse bocarriba, bocabajo y luego de lado.
Sabrás con toda certeza que puedes meterte en la cama en
posición fetal sobre tu lado no dominante, cerrar los ojos, respirar
por la nariz y... dejarte llevar.
EL KIT DE SUEÑO:
SIETE PASOS PARA DORMIR MEJOR
1. Aprende a dormir en posición fetal sobre tu lado no dominante (los
zurdos sobre el lado derecho y los diestros sobre el izquierdo).
2. Comprueba tu colchón y experimenta cómo es la superficie correcta
para tu tipo físico. Haz lo mismo por tu pareja.
3. Adopta un método incremental: gasta 1000 euros dos veces cada siete
años en tu superficie de sueño en lugar de 2000 de una sola vez.
Piensa en capas que se pueden lavar y reemplazar regularmente.
4. Utiliza ropa de cama hipoalergénica y transpirable, tengas o no
alergias, para mantener alejados potenciales obstáculos para el sueño
y regular tu temperatura.
5. El tamaño importa, compra el más grande que puedas. Un colchón
super king es el tamaño mínimo que debería contemplar una pareja (si
el espacio lo permite); una cama «doble» es una cama para una
persona.
6. ¡No compres a ciegas! Utiliza el conocimiento del vendedor para saber
qué hay disponible, pero aprovecha lo que has aprendido en este
capítulo cuando tengas que tomar la decisión final.
7. Recuerda la proporción entre la importancia del colchón y de la cama:
el colchón puede costarte hasta el cien por cien de tu presupuesto,
porque la cama solo es un objeto decorativo.
SIETE
La habitación de recuperación
El entorno para el sueño
Roy Race27 es quizá el jugador de fútbol profesional más famoso del
Reino Unido (en cuanto a personajes de cómic se refiere). Así que
cuando los Melchester Rovers me pidieron ir a hablar con el equipo
sobre el sueño, y Roy me pidió entonces que fuera a su casa a echar
una ojeada a su entorno para el sueño, estuve encantado de ayudar.
¿Quién podría decir que no a Roy, de los Rovers?
La de Roy es la típica mansión de un futbolista: suficiente
seguridad y cámaras como para dejar Fort Knox en ridículo, el
deportivo aparcado en la puerta, una gran entrada con muchas
habitaciones ideadas por decoradores de interiores, con muebles a
medida e inversiones en arte, televisores de pantalla plana de última
generación y equipos de audio en todas las habitaciones, y tecnología
futurista por todas partes. Un observador casual podría censurarlo,
pero yo opino que los mejores jugadores de fútbol ganan mucho
dinero y tienen que soportar muchas intrusiones y presión, así que,
¿por qué no iban a disfrutar de él?
Voy directo al grano y le pido a Roy que me enseñe su
habitación. Los futbolistas suelen hablar del vestidor como de su
santuario; ¿dónde deja eso al dormitorio? Las personas que me
permiten ver el suyo me están pidiendo de verdad que juzgue el
entorno en el que pasan sus momentos más vulnerables (el sueño) y
normalmente también los más íntimos (con sus parejas).
Es obvio que lo acaban de limpiar. Nadie quiere ofrecer una
mala impresión (por ejemplo, que se vea ropa interior por el suelo o
la cama sin hacer), de modo que yo nunca veo el entorno
exactamente como está cada día, pero tengo más que suficiente para
formarme una opinión.
Detecto automáticamente el enorme televisor panorámico a los
pies de la cama, que, solo pulsando un botón, se desplaza y se eleva,
con unos impresionantes altavoces envolventes para tener en tu
propia cama una experiencia como en el cine. «Deberías ver Fast
and Furious aquí», dice Roy riendo.
También hay una consola, y el resto de la habitación está llena
de otros artefactos tecnológicos. Hay puntos de carga de teléfonos
inteligentes y ordenadores portátiles y tabletas por todas partes, con
una impresionante fila de indicadores de reposo que iluminan la
habitación. Veo que hay un dispensador de agua filtrada al lado de la
cama y, en cuanto a esta, es lo suficientemente grande (hecha a
medida, a un tamaño que hace parecer enana la super king) para Roy
y su mujer, que es modelo y una ectomorfa de manual, frente al
clásico perfil mesomorfo de Roy. Compruebo el colchón, un caro
bloque lleno de muelles y crin de caballo, y el edredón, de plumas de
ganso de Siberia, que los asarán perfectamente durante la noche.
Y hablando de esto, en esta habitación hace calor, así que
compruebo la temperatura en el control electrónico de la pared, que
muestra unos impresionantes 25 grados centígrados.
—¿Está siempre a esta temperatura? —pregunto.
—Oh, sí —dice Roy—. A mi mujer le gusta estar calentita por las
noches.
Hay una montaña de almohadas ahuecadas en la cabecera de la
cama. Las persianas de las ventanas activadas por control remoto
parecen buenas, pero dejan pasar un poco de luz cuando se cierran.
Las paredes son sólidas y, con las ventanas dobles cerradas, tiene un
impresionante aislamiento acústico. Compruebo las puertas de la
habitación y del baño en la suite, y me doy cuenta de que dejan pasar
la luz por debajo.
Me fijo en la combinación de colores de moda, con grandes
piezas de arte en tonos llamativos adornando las paredes junto a
recuerdos de su carrera futbolística, cuando la señora Race saca la
cabeza por la puerta:
—¿Os apetece algo de beber? —pregunta.
Observar un poco el resto de la casa, para hacerse una mejor
idea del estilo de vida de la persona fuera de la habitación siempre es
una buena idea, pero no siempre es fácil pedirlo sin parecer
entrometido. Pero aceptaremos la invitación si se presenta, claro
está.
Sigo a los Race fuera del dormitorio hasta su cocina de última
generación que contiene todos los electrodomésticos imaginables,
incluida una máquina de café de alta gama.
—Menuda belleza —digo.
—Me gusta tomar un espresso doble por las mañanas antes de ir
a entrenar —dice Roy—. Me pone a tono para el día. ¿Te apetece
uno?
Pienso en los suplementos y chicles de cafeína que consume en
el club, además de ese café:
—Para mí uno sencillo, por favor, Roy.
El santuario
Roy Race no es ninguna excepción entre los futbolistas, y, para no
reducirlo a jugadores de nivel internacional, diré que tampoco es
ninguna excepción en general.
Aunque los futbolistas de la Premier League tienen todo el
dinero del mundo para sabotear su sueño con un dormitorio así, lo
cierto es que la causa no es ese exceso. Podría haber ido a la casa
pareada de un atleta olímpico y ver cómo se complica el sueño de
forma más modesta: la luz de reposo del televisor pequeño; el
cargador del teléfono inteligente en el enchufe al lado de la cama; las
persianas endebles y transparentes; la botella de agua en la mesilla
de noche; la estantería llena de thrillers y clásicos del terror.
Quizá te preguntes cómo pueden estos factores afectar al sueño,
pero si observamos tu dormitorio y lo comparamos con la isla del
capítulo 1, con nosotros dos sentados alrededor del fuego, veremos lo
lejos que nos encontramos de nuestro sueño ideal.
Antes, el dormitorio hacía lo que se suponía que tenía que hacer:
contenía una cama, algún mueble, como un armario, cajones, una
mesilla de noche y tal vez un tocador. Los niños guardaban en él los
juguetes y en algunos se veían libros, también había despertadores y
lámparas, claro está. La tecnología cambió las cosas, primero con los
televisores en el dormitorio y hoy en día con multitud de dispositivos
que nos permiten ver películas, escuchar música, interactuar con las
redes sociales o jugar a videojuegos desde la comodidad de nuestros
kits de sueño. El dormitorio se ha convertido en otro salón, en lugar
de un sitio para dormir.
Para algunos esto es sencillamente un hecho. Los adolescentes
siempre han convertido sus dormitorios en santuarios, sin padres, en
los que se pueden dedicar a sus cosas (y, con suerte, a hacer los
deberes). Los estudiantes universitarios que viven en residencias y
pisos compartidos tienen que apañarse con una sola habitación para
estudiar, dormir y pasar el rato. De hecho, para muchos veinteañeros
y treintañeros tiene sentido a nivel económico compartir piso
mientras sus carreras despegan. Pero lo que vemos actualmente es
que esto se mantiene para algunos hasta los cuarenta y más. Son
personas con buenos ingresos y carreras, pero que ven cómo los
precios del mercado de compra y alquiler, especialmente en ciudades
como Londres y Nueva York, se ha disparado y está fuera de control.
Con el enfoque de ganancias marginales, tenemos que intentar
apartar cuantos obstáculos potenciales podamos a medida que nos
acercamos al estado de sueño. Si no podemos apartarlos, Roy Race
no va a renunciar de repente a ver Fast and Furious en su cama;
entonces tenemos que aprender, al menos, a controlar su impacto.
Ya hemos hablado de la mayoría de los elementos importantes
del dormitorio, el kit de sueño, pero tener eso no va a servir de nada
si el entorno está mal. Nuestros dormitorios tienen que convertirse
en el santuario del sueño, una sala de recuperación física y mental, si
queremos obtener el máximo beneficio del programa R90.
Quita lo superfluo
Cuando viajé con la selección inglesa de fútbol a la Eurocopa 2004 en
Portugal, lo hice a sabiendas de que podía influir más en sus
habitaciones de hotel que en sus casas.
El equipo iba a estar en el mismo hotel durante todo el
campeonato, de modo que no se tendrían que mover (no habría que
planificar y ajustar un entorno nuevo cada noche, como haría años
después con el equipo de ciclismo). Fue una gran oportunidad para
tener un entorno controlado y estable para la recuperación de los
jugadores: el entrenador, SvenGöran Eriksson, y Leif Sward, el
médico, estuvieron de acuerdo, de modo que yo fui antes a Lisboa
para preparar las cosas.
Llevamos nuestras propias «camas», de lo cual la prensa
informó con cierto regocijo (de hecho, era una primera versión de mi
kit de sueño, unos colchoncillos viscoelásticos hechos a medida, que
no eran tan fáciles de encontrar como hoy en día), y usamos las
habitaciones de hotel como lienzos en blanco en los que crear el
entorno de sueño perfecto para los jugadores.
Por supuesto, mientras yo me ocupaba de las habitaciones, la
asociación de fútbol hizo todo lo posible por garantizar la privacidad
de quienes iban a dormir en ellas. Ese equipo de Inglaterra en
concreto estaba lleno de estrellas, con gente como David Beckham,
Steven Gerrard y un joven Wayne Rooney, e incluso el propio Sven
era carne de tabloide. De modo que mandaron abetos de nueve
metros y los plantaron alrededor del perímetro para evitar que los
paparazzi hicieran fotografías.
Junto a las camas nuevas y los enormes árboles llegaron
máquinas de vending, cocineros y todo tipo de comida para cubrir
las necesidades nutricionales. Nunca había visto nada igual, ni
tampoco la gente del hotel. Se hablaba mucho de aquel sitio. Aquel
grupo de jugadores, además de estar lleno de estrellas, tenía
posibilidades reales de hacerlo bien en el campeonato. Poder
controlar su entorno de sueño era una ganancia marginal que podía
llevarse a cabo.
Hoy en día, los clubes de fútbol se toman esta idea muy en serio.
En el Real Madrid, cada uno de los jugadores tiene un apartamento
de lujo en un bloque en sus instalaciones de entrenamiento. Esas
habitaciones solo se abren con la huella dactilar del jugador y están
equipadas con baños, camas y televisores de alta gama. El
Manchester City adoptó una idea similar en su complejo de
entrenamiento de 250 millones de euros, con habitaciones para los
jugadores. No llegan al nivel de las del Real Madrid en cuanto a lujo,
pero, como espero haber dejado claro hasta ahora, cuando se trata de
recuperación lo importante no son las instalaciones de cinco
estrellas. El Dr. Sam Erith, jefe de ciencia deportiva, me consultó
sobre la recuperación en el complejo de última generación, y las
habitaciones tienen todo lo necesario para permitir a los jugadores
obtener la máxima recompensa del tiempo que pasen allí.
Este alojamiento proporciona muchos beneficios, ya que
permite a los jugadores, por ejemplo, descansar entre sesiones de
entrenamiento, pero sobre todo permite controlar su entorno de
sueño antes de un partido en casa (o fuera, si juega contra un equipo
cercano, como el rival local Manchester United), y minimizar las
alteraciones en días de partido. Los jugadores del Manchester City
pasan la noche antes del partido en las instalaciones de la zona de
entrenamiento, de modo que, al levantarse, ya están allí, listos para
desayunar y prepararse para el juego. No tienen que desplazarse al
campo de entrenamiento y no hay peligro de que lleguen tarde. No es
una habitación de hotel, así que no hay que preocuparse por el efecto
que el equipo del hotel u otros huéspedes pueden tener sobre el
entorno: todo está bajo el control del club.
También son útiles después de un partido en casa. Implican que,
cuando acaba el partido, después de que los jugadores hayan
atendido a la prensa, se hayan duchado, cambiado y realizado el
pospartido con el equipo, ya sea hablar con el entrenador o recibir un
masaje, no tienen que conducir de vuelta a casa en plena noche,
cansados y viendo que van a tener menos ciclos de sueño. Pueden
irse directamente a su habitación en la zona de entrenamiento, hacer
su rutina presueño y recuperarse allí.
Podemos reproducir la experiencia del Manchester City o el Real
Madrid en casa. Aunque la tecnología de las huellas dactilares queda
fuera del alcance de muchos, podemos empezar con nuestro lienzo
en blanco. Esto implica vaciar totalmente el dormitorio. Puedes
hacerlo literalmente, pero hacerlo mentalmente también funciona.
La cáscara vacía
Esta habitación vacía ya no es un dormitorio ni una extensión del
salón. A partir de ahora es tu habitación de recuperación física y
mental.
Mi primer consejo sería que la pintes de blanco y que no pongas
nada en las paredes. No queremos el estímulo potencial que podría
proporcionar una combinación llamativa de colores o cuadros en la
habitación, solo un color simple, neutro y limpio.
Después pasemos a observar uno de los principales estímulos
para los ritmos circadianos que tenemos en la habitación, la luz,
mediante las cortinas o persianas. Producimos melatonina en la
oscuridad, de modo que necesitamos que en nuestra habitación de
recuperación no entre luz ambiental, por ejemplo, de la calle. La
oscuridad total es el método más efectivo, los antifaces, que pueden
ser incómodos e interferir con el sueño, no son ideales. Si las cortinas
o persianas dejan pasar luz por los bordes, o son endebles y
transparentes, es buena idea cambiarlas. Las persianas enrollables y
estancas son relativamente baratas, y existen opciones incluso más
económicas: puedes cerrar las cortinas con cinta adhesiva o utilizar
velcro para poner un material aislante en las ventanas por la noche.
En el Tour de Francia solíamos usar cinta adhesiva y bolsas de
basura negras para tapar las ventanas y poder quitarlo todo
fácilmente por las mañanas.
Por la mañana necesitamos luz natural, claro está, de modo que
una vez te despiertes a tu hora fija es esencial abrir las cortinas o
persianas inmediatamente para activar ese resorte interno y empezar
a producir serotonina. Si se filtra luz durante los meses de verano,
puede que acabes despertándote a las 5:00 en lugar de a tu hora fija
de despertarte, por ejemplo, las 7:00. La oscuridad total ayuda a
controlar esto.
Control de la temperatura
La temperatura es, después de pasar de la luz a la oscuridad, el
segundo factor más importante para trabajar correctamente con
nuestros ritmos circadianos y entrar en el estado de sueño. Nuestros
cuerpos quieren pasar a un entorno más fresco, pero no frío, como
hacíamos alrededor del fuego en el capítulo 1, de modo que mantener
la habitación a unos 16-18 grados centígrados es óptimo y permitirá
que suceda el proceso natural. Por supuesto, todos tenemos una
sensibilidad distinta a la temperatura, 18 grados puede resultar para
algunos demasiado parecido a dormir al aire libre, de modo que
busca la temperatura que funcione en tu caso (y en el de tu pareja) y
que sea más fresca que la del resto de la casa. Si tienes un sistema de
calefacción sofisticado, puedes ajustarlo, pero para el resto es tan
sencillo como abrir la ventana una hora antes de irnos a dormir o
apagar el radiador del dormitorio mientras la calefacción sigue
funcionando en el resto de la casa. Sea cual sea la temperatura, lo
que hay que recordar es la necesidad de pasar de cálido a fresco.
Recuperar lo esencial
Lo primero que volvemos a introducir en la habitación de
recuperación es, claro está, el kit de sueño. Esto, junto con un
despertador concreto, del que hablaremos enseguida, son las únicas
cosas realmente esenciales que necesitas en esa habitación.
Cualquier otra cosa es innecesaria desde el punto de vista de la
recuperación.
Si puedes, pon tu ropa, armario y cajones, todo lo que no sea
esencial para dormir, en otro sitio. Sin embargo, en el mundo real la
mayoría de nosotros no podemos hacer eso, y esos elementos tienen
que volver a la habitación. Lo «esencial» es distinto para cada
persona. Para un estudiante significa el regreso del escritorio y el
espacio de trabajo, que forman parte de una actividad que es mejor
mantener fuera de la habitación de recuperación en la medida de lo
posible.
Si trabajas en casa y tienes el escritorio en el dormitorio, intenta
trabajar en la mesa de la cocina o fuera de la habitación, si es posible,
para que tu mente no asocie la habitación de recuperación con el
trabajo. Si tienes estanterías llenas de novelas de acción y terror en el
dormitorio, piensa en los estímulos que recibe tu mente cuando los
ve justo antes de dormir. No generan asociaciones tranquilas y
relajadas.
Una botella de agua parece algo muy normal e inocuo para tener
en la habitación por la noche, pero ¿por qué la necesitas? Si te
despiertas por la noche con la boca seca, seguramente es porque
respiras por la boca y no por la nariz; si te despiertas por las noches
para ir al baño, es posible que te hayas hidratado de más antes de irte
a dormir. Poner una botella de agua al lado de la cama introduce en
tu mente la idea de bebértela.
Lo único con lo que quieres que tu mente asocie esta habitación
es con dormir.
El ataque de la tecnología
Tu habitación de recuperación necesita un despertador, idealmente
un simulador de amanecer, que no sea tu teléfono. No necesitas más
tecnología.
Un simulador de amanecer te despertará gradualmente con luz
diurna artificial, que empezará a encenderse treinta minutos antes de
que suene la alarma. Estos dispositivos no son solo para quienes
padecen trastorno afectivo estacional (TAE), sino para cualquiera
que quiera replicar la salida del sol y despertarse de una manera más
natural. Los simuladores de amanecer pueden mejorar la alerta, el
rendimiento físico y cognitivo, el humor y el bienestar.28 En
invierno, pueden marcar la diferencia entre salir del kit de sueño o
apretar el botón de aplazar, y en una habitación a oscuras son la
forma más efectiva de levantarse y abrir las persianas para que entre
la luz natural.
Esta tecnología no tiene por qué ser cara, te basta con un modelo
básico, siempre que sea de una buena marca como Philips o Lumie.
Si no puedes llegar a esto, utiliza un despertador normal, siempre
que puedas apagar la iluminación de la pantalla para que la luz no te
moleste por la noche. (Si te inclinas por la versión analógica,
asegúrate de que no produzca un tictac que te mantenga despierto).
La clave aquí es la luz. No tiene sentido bloquear toda la luz
artificial de afuera si vas a llenar la habitación con ella. En cuanto
empieces a meter televisores y dispositivos electrónicos en el
dormitorio, estarás introduciendo fuentes de luz. Tu rutina presueño
implica apartarte de la tecnología a medida que se acerca la hora de
entrar en estado de sueño, pero si de verdad no puedes evitar ver la
televisión, usar tu portátil o jugar con la consola en la cama, por
favor, haz una cosa por tu recuperación cuando acabes: apaga bien el
dispositivo en lugar de dejarlo en stand by. La luz de stand by es
como un láser que penetra hasta tu glándula pineal e interfiere con la
producción de melatonina.
Sin embargo, la peor tecnología por la noche es el teléfono
inteligente. Según Ofcom (que regula las comunicaciones en el Reino
Unido), cuatro de cada diez usuarios de teléfonos inteligentes
afirman usarlos en la cama después de que les hayan despertado
durante la noche.29 Es más, aunque estén silenciados, la luz artificial
que emiten es otro problema. Si no puedes dejar de usar el teléfono
como parte de tu rutina presueño, intenta irte acostumbrando con
los descansos de tecnología que hemos comentado en el capítulo 5.
Al menos, puedes alejarte de él mientras estás dormido: déjalo en
otra habitación, en un cajón o apágalo completamente. ¿Qué podrías
estar perdiéndote? Ni el más ávido de los usuarios de redes sociales
puede conectarse a ellas dormido.
¡Limpieza!
Los ciclistas profesionales son muy sensibles, me refiero a sensibles a
su entorno. Tienen que serlo, teniendo en cuenta lo perjudicial que
puede ser para su rendimiento ser víctimas de un virus o bacteria.
Antes de que llegaran al hotel cada noche, entrábamos en sus
habitaciones y poníamos un filtro HEPA (filtro de aire de alta
eficiencia, por sus siglas en inglés) para eliminar cualquier partícula
no deseada del aire, y después pasábamos la aspiradora y usábamos
productos antibacterias para limpiar todas las superficies, con
especial atención a los rincones que las limpiadoras del hotel podían
no haber alcanzado. Como ya he dicho, el mundo de las grandes
vueltas está lleno de glamur.
Aunque no tienes que llegar a estos niveles de obsesión, vale la
pena mantener tu habitación de recuperación limpia. ¿A quién no le
gusta respirar aire limpio? Por un lado, está la tranquilidad
subconsciente, como pasa con las sábanas limpias, de que vas a
dormir en un entorno limpio. Los ácaros del polvo viven en las
alfombras además de en la ropa de cama, de modo que, si tienes
alergias, un filtro HEPA que no emita sonido ni luz puede ser una
buena inversión para alcanzar las fases de sueño profundo cada
noche.
También es preferible un entorno libre de trastos. Hay quien
dice: «Si una mesa ordenada es señal de una mente ordenada, ¿qué
pasa con las mesas vacías?». Pero una mente vacía, después de
descargar tus pensamientos en la rutina presueño, es bienvenida
antes de empezar a dormir. Ropa por el suelo y cosas apiladas en las
superficies pueden proporcionar estímulos a la mente, aunque, para
algunas personas, el orden implica algunas piezas de ropa bien
apiladas en determinados puntos del suelo.
Control del ruido
El ruido es un factor importante a la hora de despertarnos del sueño
ligero. Si alguien dice nuestro nombre o una puerta se cierra de golpe
cuando estamos en esa fase, nos despertamos. Un aislamiento
adecuado del ruido, así como las ventanas dobles, es magnífico para
evitar el ruido externo, pero, por desgracia, quienes vivimos de
alquiler debemos conformarnos con lo que tenemos. Pero aún peor
lo tienen quienes viven en casas y pisos en los que el aislamiento del
sonido es totalmente inadecuado entre pisos y tabiques (y puedes oír
a los vecinos levantarse toda la noche).
El aislamiento en esos casos es caro, de modo que muchas
personas recurren a los tapones. Pueden ser efectivos, pero la
incomodidad que causan puede perturbar el sueño.
También hay sonidos que ayudan. En su autobiografía de 2006
Wayne Rooney admitía necesitar el sonido de una aspiradora o un
secador para dormirse. Esto no es tan raro como parece, hay
personas que encuentran igual de imprescindible el rumor del aire
acondicionado o del tráfico (si viven cerca de una carretera). Estos
sonidos funcionan como «ruido blanco», que enmascara los altibajos
del ruido de fondo que, de otro modo, molestarían a Wayne Rooney
en su sueño ligero. Puedes descargar ruido blanco para usarlo en el
dormitorio, ya que los fabricantes de aspiradoras y secadores no
recomiendan dejar sus productos encendidos sin vigilancia toda la
noche.
Seguridad
Quizá la tarea más importante de la habitación de recuperación,
incluso más que su adaptación para pasar de la luz a la oscuridad y el
ciclo de temperatura, es proporcionarnos sensación de seguridad.
Tenemos que sentirnos a salvo y relajados en la habitación de
recuperación para poder dormirnos con facilidad y descansar
debidamente. Vamos a entrar en nuestro estado más vulnerable, y
reducir cualquier miedo o ansiedad es primordial.
La idea de seguridad puede adquirir muchas formas. Puede
significar cerrar todas las puertas y ventanas con pestillo como parte
de la rutina presueño; o puede ser algo más personal, como tener
una foto de nuestros seres queridos en el kit de sueño o una manta
favorita. Sea lo que sea, tiene que proporcionar una sensación de
seguridad extra a la habitación, para que tu mente pueda desconectar
del estado de alerta y relajarse en los ciclos de sueño diseñados. Es
como lo hacemos con los atletas de élite. Si un atleta necesita su osito
favorito para dormirse, se viene con nosotros. Lo que sea para crear
el entorno más seguro para que entren en el estado de sueño.
LA HABITACIÓN DE RECUPERACIÓN: SIETE
PASOS PARA DORMIR MEJOR
1. En la medida de lo posible, tu dormitorio no tiene que ser una
extensión del salón. Cámbiale el nombre por el de habitación de
recuperación física y mental.
2. Vacía tu dormitorio (aunque solo sea mentalmente) y vuelve a meter
solamente aquellos objetos necesarios para el descanso, la
recuperación y la relajación.
3. Aísla tu habitación para que la luz exterior no interfiera con tu sueño.
4. Haz que el ambiente de tu habitación sea más fresco que el resto de tu
casa, pero sin que llegue a hacer frío.
5. Siéntete a gusto y seguro en tu habitación: tu osito favorito, una foto de
tus seres queridos o comprobar puertas y ventanas puede ayudarte.
6. Mantenla limpia, con una decoración neutra, y evita cualquier cosa que
pueda estimular la mente (dibujos llamativos o libros con los que
tengas conexiones personales intensas).
7. Controla el uso de tecnología en la habitación: apaga las luces de
stand by por la noche y deja el teléfono afuera o, al menos, fuera de la
vista (y silenciado).
SEGUNDA PARTE
El R90 en acción
OCHO
Empezar con ventaja
Cómo usar el programa de recuperación R90
Marzo de 2016. Treinta kits de sueño completos y empaquetados
individualmente hasta ocupar una fracción del tamaño de un colchón
están en un barco, cruzando el océano Atlántico hacia Río para los
Juegos Olímpicos. Los atletas no estarán compitiendo hasta agosto,
pero dado que este es uno de los acontecimientos deportivos más
grandes del planeta, el nivel de seguridad y burocracia está por las
nubes: cada elemento destinado a la Villa Olímpica tiene que ser
confirmado y tenido en cuenta. No tiene sentido aparecer con una
bicicleta de pista nueva si no está aprobada previamente.
Llevamos doce meses con esto. La organización en Río ha sido,
francamente, un descontrol, y no hemos sido capaces de que nos
proporcionaran demasiada información. Pero ya sabemos que las
camas de las habitaciones de los atletas serán individuales, con una
extensión de treinta centímetros para los más altos; los colchones,
duros como la piedra. Sabemos que allí hará mucho calor, y hemos
descubierto que las habitaciones no tendrán necesariamente aire
acondicionado. Algo que hemos corregido con equipos portátiles.
El equipo de vela estuvo en agosto del año pasado y nos ha
contado que navegaron en aguas contaminadas más allá de lo
imaginable. Pero por muy descontrolado que parezca todo esto de las
Olimpiadas, las cosas siempre acaban por solucionarse y en Río no
será distinto. Todo llegará justo a tiempo.
Existen otros factores en juego: escándalos por drogas, crisis
políticas y la preocupación sobre el virus Zika. Cosas que no
podemos controlar. Nos limitamos a trabajar en los elementos que
podemos controlar, y mejorar el entorno para el sueño es el mío.
Tampoco podemos controlar a los demás equipos, ni lo que hayan
planeado. Pero nuestros meses de trabajo en todos los aspectos de la
preparación significan que hemos hecho todo lo posible para
empezar con ventaja.
Horario de recuperación
Combinando los siete indicadores clave de la recuperación mediante
el sueño para formar el programa R90 tú también puedes hacerlo.
Nuestros días ya no parecen un periodo de tiempo en el trabajo, otro
en casa, otro de descanso y una cantidad indeterminada de tiempo
durmiendo. En lugar de eso, ahora los hemos dividido en ciclos de
noventa minutos para construir una armonía entre actividad y
recuperación.
Tu hora fija de levantarte te proporciona el ancla en torno a la
cual estructurar el día. En el diagrama, la hora de levantarse son las
6:30, pero tú puedes elegir la que te convenga. Cuenta hacia atrás en
ciclos de noventa minutos para ver tus horas de acostarte. En este
ejemplo, una rutina ideal de cinco ciclos implica estar dormido a las
23:00. Puede ser más tarde, a las 00:30, si tu vida lo requiere en ese
momento, o aún más tarde, a las 2:00. No hay que preocuparse por
dormir lo suficiente, porque solo es una noche de siete, y tus rutinas
pre- y postsueño de noventa minutos, así como tu habitación de
recuperación y tu kit de sueño bien ajustados, van a asegurarte una
óptima calidad de recuperación. Vas a tomarte descansos cada
noventa minutos, aunque solo sea para caminar un poco afuera,
apartarte de la tecnología, ir al baño o beber algo. Tienes dos
ventanas de oportunidad para ayudarte también, un periodo de
recuperación controlado de noventa o treinta minutos a mediodía o
uno de treinta a media tarde. Tú lo controlas.
Después puedes empezar a observar esta organización en
periodos más largos de tiempo. Puedes verla como parte de un
horario semanal en el que sabes que, si eres de los que necesita cinco
ciclos cada noche, la semana ideal es de treinta y cinco ciclos.
Veintiocho está bien, pero cualquier cosa por debajo de ese número
es forzar la maquinaria. Puedes llevar un diario muy simple que
recoja solamente los datos medibles.
Diario de sueño de Jess
Actividad
Ciclos
Lunes
Trabajé hasta tarde en la presentación
PRC:
Nocturnos: 4
Martes
Cena después de trabajar con las chicas
PRC: 1 (30 min. mediodía)
Nocturnos: 4
Miércoles
Salí a correr
PRC: 1 (30 min. mediodía)
Nocturnos: 4
Jueves
Copas de despedida de Carl
PRC: 1 (30 min. media tarde)
Nocturnos: 3
PRC:
Nocturnos: 5
Viernes
Sábado
¡Fiesta en casa!
PRC: 1 (30 min. media tarde)
Nocturnos: 2
Domingo
Cine a las 21:00
PRC: 1 (90 min. mediodía)
Nocturnos: 4
Esta semana, Jess, que trabaja de lunes a viernes en una oficina
y cuya rutina ideal son treinta y cinco ciclos, ha conseguido hacer
treinta y uno. Seguramente notará los efectos de hacer solo dos ciclos
el sábado, antes de levantarse el domingo a su hora fija a las 6:30,
pero lo hace bien. Se levanta, desayuna y se va a dar una vuelta antes
de volver a casa a tirarse en el sofá y ponerse a ver episodios
atrasados de sus programas favoritos de la tele. En la ventana de
mediodía, sin trabajo que interfiera, se encierra en su habitación de
recuperación con las persianas cerradas, pone la alarma y disfruta de
un PRC de noventa minutos en su kit de sueño.
Ha conseguido su ideal de cinco ciclos cuatro veces esta semana
y se asegura de dormir la cantidad ideal después de dos noches
consecutivas de menos ciclos. No hay nada del diario de Jess que me
preocupe si trabajara con ella, pero si se sintiera un poco por debajo
de lo normal o cansada después de esa semana, con la ayuda de su
horario de sueño podría entender a qué se debe. Puede intentar
cambiar las cosas la semana siguiente y conseguir más ciclos con
mejor armonía intentando ver qué tiempo puede conseguir. Salir es
su principal forma de hacer ejercicio, así que no es negociable, ¿y
quién quiere irse pronto de la fiesta cuando se está divirtiendo? Pero
quizá podría cancelar el cine el domingo por la noche o ir a una
sesión más temprana la próxima vez, y buscar una forma más regular
de usar sus PRC.
Saber que puedes hacer algo con tu sueño de esta manera da una
gran sensación de poder. Tienes a tu disposición datos medibles para
hacer ajustes que pueden beneficiar tu forma de sentirte y rendir.
Empieza a mirar la semana que tienes por delante y a situar tus
periodos de recuperación y estimar la cantidad de ciclos que harás.
¿Son suficientes? ¿Puedes tener un PRC extra en algún sitio? Los
planes cambian, las oportunidades sociales aparecen de repente y el
trabajo demanda recortes, pero puedes ser flexible. Puedes cambiar
tu hora de acostarte, añadir otro PRC, usar periodos de recuperación
de noventa minutos, salir a que te dé la luz natural o hacerte con una
lámpara de luz diurna para obtener ventajas. Te estás preparando
por adelantado, tomando el control.
Quienes no tienen la ventaja que ofrece el R90 aún andan por
ahí sonámbulos con ideas aleatorias sobre su recuperación. Están
cansados, saben que no duermen lo suficiente, pero ¿qué piensan
hacer? No tienen ninguna medida real de cuánto duermen y no
tienen la teoría ni el kit de sueño ni la habitación de recuperación
que tú sí has creado para asegurarse de que su descanso es de
calidad. Puede que se pongan la alarma para dormir un poquito más;
quizá se han acostado antes de lo normal; a lo mejor dan una
cabezada en el tren de camino al trabajo o en su mesa. Pero no hay
una estrategia detrás de todo esto. No tienen las herramientas para
mejorar su vida cotidiana, de modo que van dando tumbos, hacen
cosas que parecen correctas de manera intuitiva (necesitas descansar
más = duermes más), pero que en realidad son contraproducentes.
Cambiar tu hora de despertarte o irte antes a la cama no está
ayudándote, así que deja de hacerlo. Si necesitas descansar más,
duerme mejor.
Dieta saludable, ejercicio regular y una buena
alimentación
Si nos basamos en la información que nos proporcionan los
gobiernos, médicos y organizaciones de salud de todo el mundo, un
estilo de vida saludable consiste en una dieta sana y equilibrada y
mucho ejercicio físico. La American Heart Association editó unas
guías sobre dieta y estilo de vida para reducir el riesgo cardiovascular
en 2013, que incluían consejos detallados sobre cantidades de
alimentos y ejercicio, así como advertencias sobre los peligros del
alcohol y el tabaco.30 La «Estrategia global sobre la dieta, la
actividad física y la salud», de la Organización Mundial de la Salud,
es un intento de controlar problemas no contagiosos como el cáncer,
la obesidad y la diabetes tipo 2.
Estas publicaciones y otras muchas editadas en todo el mundo
contienen consejos excelentes y las mejores intenciones, con un solo
pero: ¿dónde está la sección dedicada al sueño? Teniendo en cuenta
que se ha hallado relación entre el sueño y los problemas
cardiovasculares,31 y que cada vez se llevan a cabo más
investigaciones para demostrar los efectos del sueño en el cáncer, la
obesidad y la diabetes, ¿no tendría sentido incluirla?
La recuperación debería ser el tercer puntal de una vida
saludable. Los beneficios que observo a diario en quienes practican el
programa R90 son tan importantes como los de la dieta y el ejercicio,
pero solo pueden disfrutarse en armonía con estos. Comer mal y no
hacer ejercicio causa problemas. Hacerlo bien mejora la calidad del
sueño y, como parte de un método basado en tres pilares, mejora
enormemente la calidad de vida.
Obviamente, los atletas con los que trabajo están súper en
forma, siguen dietas hechas a medida para sus necesidades y, a
menudo, son los mejores quienes, con la actitud que esto requiere,
muestran más compromiso con su recuperación.
Cuando empecé en el Manchester United en la década de 1990,
un joven Ryan Giggs fue uno de los primeros jugadores en mostrar
un interés real en lo que yo estaba haciendo. No era el Ryan que hace
yoga a quien todos los aficionados al fútbol conocen hoy en día, pero
fue una buena demostración de la curiosidad intelectual y apertura
de miras que lo llevarían a él y a su juego al nivel más alto mucho
después de que el jugador medio haya colgado las botas.
Esto se ve en los mejores. Yo lo vi en Gareth Bale y Cristiano
Ronaldo del Real Madrid, y en sir Bradley Wiggins y sir Chris Hoy.
Lo veo en las jóvenes promesas de las que nadie ha oído hablar aún.
Si te tomas en serio la dieta y el ejercicio y has leído hasta aquí, tú
también tienes algo de esa actitud.
Dieta
Si el programa R90 es un enfoque revolucionario sobre el sueño,
adoptar una dieta adecuada que se ajuste a tu descanso no lo es
menos. Cabe la posibilidad de que ya lo hagas. Comer tantos
productos frescos como sea posible, evitar los alimentos cultivados,
tratados o procesados con sustancias químicas, ser consciente de
cualquier alergia alimentaria y, en concreto, controlar la sal, el
azúcar (el cuerpo te lo pedirá a gritos si no duermes bien), las
calorías y la ingesta de cafeína son hábitos sensatos y bien
documentados.
Hidratarse con la cantidad de agua adecuada es importante.
Cada persona es distinta y tu actividad a lo largo del día afecta a esto,
de modo que no bebas dos litros al día sin pensarlo, porque lo digan
las últimas recomendaciones de las autoridades sanitarias. Los
atletas no hacen esto. Saben que los alimentos contienen agua,
especialmente las dietas ricas en verduras, de modo que ajustan en
función de ello. No es nada complicado: escucha a tu cuerpo y bebe
cuando tengas sed, de manera regular a lo largo del día,
especialmente después de hacer ejercicio. La cantidad de líquido que
consumimos se convierte en especialmente importante a medida que
nos acercamos a nuestra hora de acostarnos. Si tomamos mucho,
podemos despertarnos durante la noche.
El triptófano es un aminoácido esencial que se encuentra en los
alimentos ricos en proteínas como el pollo, el pavo, el queso, el
pescado, los plátanos, la leche y los frutos secos. Nuestro cuerpo lo
usa como componente en la producción de serotonina y, por
consiguiente, de melatonina, de modo que inclúyelo en abundancia
en tu dieta.
Uno de los últimos trucos biológicos usados en deporte son las
cerezas Montmorency. No son las que se encuentran normalmente
en el supermercado, pero vale la pena buscarlas. Se cultivan
principalmente en Estados Unidos y están disponibles en Internet,
deshidratadas, o en forma de zumo, en tiendas de productos
saludables. El catedrático Glyn Howatson, de la Universidad de
Northumbria, ha llevado a cabo numerosos estudios que demuestran
sus beneficios para la recuperación después del ejercicio extenuante,
con una investigación que demostró que las cerezas producen un
aumento de la melatonina que es «beneficioso para mejorar la
duración y calidad del sueño en hombres y mujeres sanos y puede ser
de utilidad en casos de trastornos del sueño».32
Deberías intentar tomar la última comida del día dos ciclos (tres
horas) antes de la hora de acostarte, y cualquier tentempié de última
hora, noventa minutos antes, al inicio de tu rutina presueño. Comer
«demasiado tarde» significa comer demasiado cerca de la hora de
acostarse. Si estás cenando a las 21:00 y tu hora de despertarte son
las 6:30, ve a un ciclo después de las 23:00 y fija las 00:30 como
hora de acostarte. Nunca es demasiado tarde cuando forma parte de
un enfoque controlado, aunque cenar tarde por costumbre puede
interferir con tus ritmos circadianos.
A nuestro cuerpo le encantan los patrones y la armonía. Tus
ritmos circadianos también pueden verse influidos por los horarios
de las comidas, de modo que encontrar la armonía entre ellos,
empezando por el desayuno, te ayudará con tu hora fija de
despertarte. Recuerda, una buena dieta no implica necesariamente
comer alimentos que ayuden a dormir bien (aunque sí implica evitar
aquellos que lo dificulten), sino en trabajar conjuntamente la
alimentación, los buenos hábitos de sueño y el ejercicio para sentirse
al máximo cada día.
Ejercicio
Mientras que el sueño es algo que mucha gente da por supuesto en
su vida cotidiana, para mí es fácil hacer eso con el ejercicio cuando
trabajo con profesionales del deporte. Al fin y al cabo, el ejercicio es
su trabajo.
Ya hemos hablado de la importancia de hacer algo de ejercicio
como parte de tus rutinas pre- y postsueño, para activar el cuerpo
para emprender el día y para prepararlo para dormir. Pero, además,
un régimen de ejercicio regular proporciona muchos beneficios para
el sueño. Un estudio de la Universidad estatal de Oregón encontró
una mejora del 65 por ciento en la calidad del sueño derivada de
realizar 150 minutos de ejercicio moderado o fuerte por semana.33
No creo que se necesite un estudio así para conocer esos beneficios.
Cuando hacemos ejercicio durante el día, tendemos a meternos en el
kit de sueño agradablemente cansados y, sencillamente, nos dejamos
llevar.
En la sociedad occidental se ha desarrollado una auténtica
cultura del gimnasio durante los últimos veinte o treinta años. Solo
en el Reino Unido, el gasto en cuotas de gimnasio aumentó un 44 por
ciento en 2015, y muchas de las conferencias que imparto sobre
deportes y fitness están llenas de gente que salta sobre trampolines,
hace spinning y espera ávida el próximo kit o técnica de ejercicios en
su búsqueda de la perfección física. La cultura del gimnasio es
fantástica, pero no es para todo el mundo, y no tiene por qué.
Hay personas que, sencillamente, no se acostumbran al
gimnasio. Yo prefiero hacer yoga o pilates o salir al aire libre y hacer
cualquier actividad, desde correr, nadar o ir en bicicleta hasta
cualquier otra clase de exóticos ejercicios siempre en perpetua
evolución (incluido el yoga o el pilates, cuando el tiempo lo permite).
Estas opciones también son excelentes, especialmente cuando se
hacen al aire libre, porque nos pueden proporcionar una dosis de luz
natural (dependiendo del tiempo que haga).
Hay quienes obtienen su motivación para estar en forma de la
práctica de algún deporte. Los profesionales del deporte pertenecen a
esta categoría, claro está. Puede que les encante ganarse la vida
jugando al fútbol, pero no siempre les gustan las sesiones de
entrenamiento y el trabajo de fitness que esto conlleva. No es raro
ver a futbolistas retirados o boxeadores, entre peleas, relajar su
rutina y ganar peso. Para otros, lo que los mantiene en forma es jugar
al golf o hacer jardinería o sacar a pasear al perro a diario. Incluso
puede ser ir al trabajo en bicicleta en lugar de en autobús.
Lo importante es que todo el mundo debería hacer algo para
estar activo. Y otro gran beneficio es que podemos usar el tiempo que
empleamos en hacer ejercicio para darnos un respiro mental, basta
con desconectar mientras sumamos metros en la cinta o largos en la
piscina. Si somos capaces de darnos también un descanso
tecnológico, mucho mejor. Esto no implica abandonar el teléfono
inteligente si lo usas para medir tu progreso al correr o tu posición
como rey de la montaña en Strava. Puede bastar con ajustarlo en
modo «no molestar» para no relacionarte con el mundo exterior.
Es mejor no hacer ejercicio extenuante antes de irse a dormir,
porque se necesita tiempo para bajar los niveles de adrenalina y el
ritmo circadiano acelerado, y ten en cuenta tus ritmos circadianos si
quieres empezar a batir récords personales: la mayoría de los récords
mundiales en atletismo y ciclismo se rompen por la tarde.
Recuperarse del ejercicio es vital. Incorpora periodos de
recuperación, hidrátate y cárgate de energía cuando sea necesario y
utiliza suplementos o trucos biológicos como las cerezas
Montmorency para ayudarte. La comodidad de tu kit de sueño pasa a
ser aún más importante si haces ejercicio intenso y te duelen las
extremidades y articulaciones. La superficie no tiene que empeorar
ningún dolor que pueda impedirte dormir, o hacer que te sientas
peor por las mañanas. Obtener tu cantidad ideal de ciclos esa noche y
usar PRC también es una buena idea.
En Estados Unidos trabajo con Michael Torres, un experto en
fitness cuya empresa, SHIFT Performance, es líder en la industria del
rendimiento humano. Como él dice: «Personalmente, mis ideas
sobre la recuperación se han ensanchado con los años, desde la
integración de la terapia de masajes a la monitorización del sueño y
el estrés, y, recientemente, la comprensión del sueño como un
sistema de recuperación. La recuperación es el denominador común
que afecta a todo. Hemos explorado la recuperación más como un
elemento del programa de entrenamiento y no como algo externo a
él. Este es el futuro».
Sueños eléctricos
Te despiertas justo antes de que suene la alarma. Te levantas, la
apagas y abres las persianas. Hace un día espléndido. Vas al baño,
vacías la vejiga y vas a la cocina a hacerte el desayuno. Lo tomas
afuera mientras notas cómo te vas despertando poco a poco bajo la
luz del sol y oyendo cantar a los pájaros. Te duchas y te preparas para
ir al trabajo. Te sientes bien y alerta, descansado y listo para el día
que te espera. Estás deseando que empiece. Coges el teléfono
inteligente y compruebas tu app del sueño para ver qué tal te ha ido
la noche pasada. Dice que has dormido fatal. Demasiado sueño ligero
y demasiado poco del profundo. Según la app, el día es un desastre.
Los medidores de actividad, que almacenan datos como los
pasos dados, las calorías quemadas o el tipo de actividad, son un
negocio enorme y al alza, que se prevé que estará valorado en más de
cinco mil millones de dólares en 2019 (dos mil millones en 2014).34
Productos como Fitbit y Jawbone se han convertido en nombres
reconocibles para muchas personas, y con empresas como Apple
entrando en el mercado con su Watch, nunca hemos estado más
motivados para conseguir datos que apoyen nuestra actividad física y
nuestra salud. Estos medidores, junto con diversas apps disponibles
en los teléfonos inteligentes también aseguran que pueden medir el
sueño.
Utilizar datos de rendimiento es una parte vital del deporte
moderno, y los medidores de actividad como los que fabrica Whoop,
una empresa estadounidense que los hace a medida para atletas,
juegan un papel importante, especialmente a la hora de avisar de una
posible lesión cuando un atleta se está sobreesforzando. Los
profesionales a veces se quejan de tener que usarlo porque tienen la
sensación de que no controlan los datos, pero normalmente lo
aceptan como parte del trabajo.
Pero en lo relativo al control del sueño, la cosa se complica. Los
atletas profesionales creen, con razón, que el tiempo que no pasan en
el trabajo es suyo, y pueden resistirse a que les monitoricen su sueño.
Si un deportista de élite va a pasar la noche con su pareja y va a
dormir poco, considera que no le interesa a nadie, ni al club ni al
entrenador. Es su tiempo privado y, si no se maneja la situación
correctamente, los atletas pueden pensar que su empleador intenta
controlarlos. Puede que no sientas lástima por ellos, dada la cantidad
de dinero que ganan estos deportistas, pero ¿cómo te sentirías si tu
jefe te obligara a llevar una pulsera para monitorizar qué haces por
las noches? Esto puede que te incumba más de lo que crees, ya que se
ha usado información de medidores de actividad en juicios.
Cuando trabajo con un equipo pedimos a los atletas que lleven
los dispositivos durante periodos concretos, y entonces nosotros, y
no ellos, recopilamos los datos. No queremos que les surjan dudas
extrañas relacionadas con los datos por las mañanas, igual que tú no
quieres que cualquier dato te fastidie cuando te levantas. Después
usamos esos datos para aconsejar al atleta en términos prácticos
sobre cómo puede mejorar sus rutinas de recuperación. Igual que lo
hacemos con los datos de actividad, usamos medidores para observar
señales de alarma en los hábitos de sueño. Si hay indicadores de
riesgo para la salud, un jugador duerme de más o tiene una apnea no
diagnosticada, podemos intervenir. No estoy allí para hacer de Gran
Hermano.
El problema con muchas de las apps y medidores disponibles
para uso doméstico es que proporcionan la información que obtienen
mediante un acelerómetro que, básicamente, captura el movimiento.
Mucho movimiento indica sueño ligero; inmovilidad, sueño
profundo. Mientras que el medidor que llevas en la muñeca puede al
menos garantizar que el movimiento es tuyo, las apps que te piden
que dejes el teléfono estratégicamente al lado de la cama no son tan
precisas. Si la persona con quien compartes cama se inmiscuye, lo
registran. Si el perro salta sobre la cama (por favor, dime que no
compartes tu habitación de recuperación con una mascota), también.
La mayor utilidad de las apps está en el terreno de la educación.
Ayudé al Southampton Football Club a mejorar su app para
jugadores y equipo técnico e introduje nuevas secciones en sus
cuestionarios para evaluar mejor los hábitos de recuperación de los
jugadores y ofrecerles consejos prácticos para mejorar sus rutinas.
Los medidores y la tecnología de monitorización son de ayuda
en algunos aspectos, porque al menos hace que las personas hablen
del sueño. Está despertando cierto interés y proporcionando algo de
conocimiento sobre las fases del sueño y la importancia del sueño
profundo. Sin embargo, la realidad es que, una vez se pasa la
novedad, la información que proporcionan los dispositivos rara vez
tiene alguna influencia en la vida de las personas, y estas dejan de
usarlos. Si te despiertas fresco y preparado para el día que te espera,
pero tu app dice que has dormido mal, ¿a quién vas a creer?
Solo una polisomnografía, durante la cual se monitorizan cosas
como la actividad cerebral, el movimiento de los ojos y de los
músculos, puede medir de manera precisa las fases del sueño dentro
de los ciclos; aunque los dispositivos portátiles son cada vez más
sofisticados y miden el ritmo cardiaco y la temperatura, así como el
movimiento. También existió un aparato denominado Zeo, que era
una banda que se ponía en la cabeza y medía las señales eléctricas del
cerebro, que prometía monitorizar las fases del sueño de manera más
precisa, pero ya no se encuentra a la venta.
El hecho es que, aunque esta tecnología puede proporcionarte
cierta guía sobre cómo duermes, si de verdad quieres hacer algo
concreto para mejorar la calidad de tu sueño, es mucho mejor
invertir el dinero en alguna de las cosas que hemos mencionado en
este libro. Mejorar tu kit de sueño, un simulador de amanecer,
persianas estancas o comprar bombillas rojas para las lámparas son
mejores formas de gastar el dinero. Y descargar una app de
meditación en lugar de una de esas que promete medir tu sueño es
realmente una mejor manera de invertir tu tiempo.
El ataque por tres flancos
La imagen que siempre me viene a la cabeza cuando observo el sueño
en conjunto con la dieta y el ejercicio es la de una familia italiana
sentada alrededor de una mesa, al aire libre, bajo un olivo. El sol
brilla. En la mesa hay fruta fresca y verdura, una garrafa de vino
tinto y algo de queso y pan recién hecho. La familia incluye distintas
generaciones, desde niños hasta el hombre mayor sentado en la
cabecera de la mesa, aún vivaz y activo con su piel envejecida por el
sol, sirviendo vino, riendo y bromeando con sus nietos. ¿Crees que
duerme bien cuando se echa a la sombra un poco después?
No se ve ningún gimnasio cerca con su música rítmica y sus
luces brillantes. Solo es una familia haciendo cosas sencillas en su
entorno. Pero no importa si vives en una casa pareada en el campo o
en un piso en la planta 20 de un rascacielos en una ciudad, si
trabajas de 9:00 a 17:00 en una oficina o en la obra, todo el mundo
puede construir su versión de esta imagen. Puedes encontrar el
ejercicio y la actividad que te funcionen. Puedes llevar una dieta sana
y equilibrada. No hay que obsesionarse con ello, puedes seguir
tomándote un trozo de pastel o una copa de vino cuando te apetezca,
y puedes integrar el programa R90 en tu vida para recuperarte bien y
aprovechar al máximo cada día. Porque, si lo haces bien, vas a
sentirte fenomenal.
NUEVE
Dormir con el enemigo
Alteraciones del sueño
Está llegando la primavera. Pronto vamos a adelantar los relojes.
Rebecca35 acaba de adelantar su hora de levantarse a las 5:00 como
parte de su programa R90 hecho a medida. Lo que puede resultar
aún más sorprendente es que está a punto de empezar una rutina de
tres ciclos.
Cuando se puso en contacto conmigo, Rebecca tenía problemas.
Trabaja en la banca en un puesto en el que recibe mucha presión,
pero vivía muy cerca de su oficina, de manera que podía ir al
gimnasio a primera hora de la mañana y empezar bien el día antes
del trabajo. Cuando su oficina se mudó a la otra punta de la ciudad,
su trayecto al trabajo se incrementó mucho y dejó de ir al gimnasio.
No tenía tiempo.
Rebecca siempre había tenido un sueño sensible, se despertaba
mucho durante la noche y tenía problemas respiratorios en forma de
asma y alergias. Eso le sucedía desde siempre. Una vez desapareció
de su vida esa magnífica forma de empezar el día descargando estrés
y cargándose de energía, empezó a sentirse peor en su vida cotidiana:
fatigada e irritable, con pocas ganas y motivación, cada vez más
dependiente de la cafeína y los tentempiés azucarados para tirar
adelante. Le costaba dormirse, se despertaba cada vez más, lo que
aumentaba su fatiga, irritabilidad, falta de ganas y motivación, y se
creaba un círculo vicioso.
Había pasado horas en Internet investigando sus síntomas,
había ido al médico e incluso empezado a asistir a una clínica
especializada, pero no podían diagnosticar nada específico o
proporcionarle alguna cosa práctica para su día a día. Estaba
probando hierbas medicinales, baños relajantes, medicamentos sin
receta para ayudar al sueño y, finalmente, somníferos. Pero nada
estaba funcionando. Finalmente, su pareja se fue a dormir al sofá
cama hasta que se solucionara todo.
Cuando se puso en contacto conmigo, lo primero que le pedí fue
que me rellenara el cuestionario sobre el perfil de sueño R90 que
utilizo, diseñado para tener una imagen completa de la vida
cotidiana del sujeto: lo que hace, cuándo y por qué. No está lleno de
preguntas tipo test como: «¿Durante cuánto tiempo te despiertas por
las noches? Cuarenta y cinco minutos, sesenta minutos o más»,
porque, la verdad, ¿quién es capaz de responder a esas preguntas de
manera precisa? En lugar de eso, hago preguntas con respuestas
concretas, normalmente un sí o un no. ¿Eres consciente de tus
ritmos circadianos? ¿Sabes cuál es tu cronotipo? ¿Te despiertas
durante la noche? También me mandó fotografías de su cama y su
entorno de sueño. Incluso en fotografía, la mayoría de las personas,
como los Race de los que hablamos en el capítulo 7, se aseguran de
que la habitación esté ordenada y presente su mejor imagen.
Vi enseguida que tenía un dormitorio grande, pero solo una
cama doble estándar. «¿Has pensado en comprar una cama más
grande?», pregunté. Dormía en un colchón de muelles ensacados con
relleno natural. «¿Por qué no compras algo hipoalergénico para tu
asma?». Se familiarizó enseguida con los ciclos y los ritmos. Ya
empezaba a mostrarse más positiva ante las cosas. Entonces usamos
este conocimiento para ayudarla a empezar a hacer algunas mejoras
en su vida.
Se deshizo de todas las pastillas y hierbas para dormir. Estaba
acostumbrada a despertarse a las 6:00 para ir a trabajar e irse a
dormir a las 22:00 en una noche «ideal», pero ella es una persona de
mañanas y con el verano cerca y sus luminosas mañanas fijamos su
hora de levantarse a las 5:00. Era más o menos a la hora que salía el
sol, de modo que aquello le iría bien a su cronotipo de mañana.
Entonces contamos hacia atrás en ciclos de noventa minutos para
proporcionarle sus horas de acostarse: las 3:30, las 2:00, las 00:30 y
las 23:00. Las 21:30 no era buena hora, porque con los relojes a
punto de cambiar, pronto aún sería de día a esas horas y el deseo
circadiano y el punto álgido de la necesidad de dormir aparecerían
más tarde. Si necesita cinco ciclos, podemos usar PRC o mover su
hora de levantarse a las 6:30.
Podrá volver a ir al gimnasio y empezar su día con el pie
derecho. Ella empieza a sentirse mejor en el trabajo y más
empoderada a medida que adopta su propio programa R90, sale de
compras para hacer su kit de sueño y maneja mejor su entorno. Usa
su hora de acostarse de las 23:00, que es cuando se siente cansada y
se duerme bien, pero sigue despertándose por las noches. ¿Ha
considerado alguna vez la idea de que dormir ocho horas no sea lo
mejor para ella? Quizá en lugar de quedarse ahí dando vueltas, lo que
pasa es que es como los navegantes que dan la vuelta al mundo o la
directora ejecutiva de Yahoo, Marissa Mayer, y necesita menos sueño
que la mayoría.
Así que, como se ha ajustado bien a su nueva hora de levantarse,
se muestra sorprendida cuando le propongo que empiece a irse a
dormir a las 00:30. ¿Solo tres ciclos?
Restricción
Cuando trabajo con personas que me dicen que se despiertan y se
levantan por las noches, eso me pone en alerta. Me da igual que sean
cinco minutos o una hora, no quiero que te levantes por las noches.
Mucho de lo que hemos comentado en los indicadores clave de
la recuperación mediante el sueño es para apartar la mayor cantidad
posible de obstáculos para permitir una transición suave entre ciclos
por la noche. A lo largo del libro, hemos hablado de la preocupación
y el estrés por el hecho de no dormirnos como una de las cosas que
pueden mantenernos despiertos, y cómo puede ser de ayuda
observar un marco de tiempo más amplio y saber que puedes hacer
ajustes durante tus horas de vigilia.
Usar ciclos de noventa minutos en el programa R90 nos
proporciona una polisomnografía hecha por nosotros mismos que
podemos usar cuando tenemos problemas con el sueño. Si nos
despertamos al principio o al final de un ciclo durante la noche
(mirar el reloj es una confirmación), sabemos que, si no volvemos a
dormirnos enseguida, podemos levantarnos y hacer actividades
presueño para intentar pillar el siguiente ciclo. Podemos observar
qué puede habernos despertado. Si hemos tenido que ir al baño,
¿hemos bebido demasiado líquido el día anterior? ¿Consumimos
mucha cafeína el día anterior? ¿Estamos experimentando estrés? El
método no tiene nada de aleatorio, solo hacemos autodiagnósticos
muy sencillos.
Si nos despertamos en mitad de un ciclo, podemos levantarnos y
prepararnos para el inicio del siguiente ciclo. Nosotros lo
controlamos. Si nos despertamos demasiado pronto en el último
ciclo antes de la hora de levantarse prevista, podemos relajarnos en
la cama y empezar nuestro día. Si ese despertar puede achacarse a un
incidente en concreto, podemos irnos a descansar un ciclo más tarde
para intentar dormir sin interrupciones en lugar de tener un sueño
inquieto. Si los problemas de sueño persisten, podemos volver al
proceso de restricción de sueño.
Al principio, la restricción de sueño parece contraria a la lógica.
Si tienes problemas para dormir y estás cansado durante el día,
¿cómo va a ayudarte la restricción? Pero, de hecho, funciona bajo
una premisa muy sencilla: si no duermes lo suficiente, pero pierdes
el tiempo en la cama intentándolo, vamos a dejar de perder ese
tiempo. Vamos a hacer que el tiempo en la cama sea eficiente.
Así que, en el caso de Rebecca, cuya hora de acostarse eran las
23:00 y su hora de levantarse las 5:00, ella seguía despertándose por
la noche y le costaba volverse a dormir. Así que cambié su hora de
acostarse a las 00:30 a ver qué tal le iba.
El peor obstáculo suele ser psicológico. Después de años de
aceptar sin discusión que deberíamos pasar ocho horas en la cama
cada noche, es complicado convencer a la mente de que cuatro y
media pueden bastar. Pero ¿qué es mejor? ¿Tres ciclos sin problemas
de transición con buenas porciones de todas las fases relevantes del
sueño (recuerda que tu mente dará prioridad a la REM si no le falta)
o una cantidad similar de sueño roto y repartido a lo largo de ocho
horas en las que domina el sueño ligero?
A Rebecca le puede costar mantenerse despierta hasta después
de medianoche: se sentirá cansada y querrá irse a dormir antes, pero
es vital que se resista a ello. Hacer un poco de ejercicio, como salir a
dar un paseo y que le dé el aire, puede ayudarla a despejarse y
conseguirlo. Mantenerse activa hasta más tarde es la clave para no
tener que pasar toda la noche en el sofá frente al televisor. La hora de
levantarse, como siempre, es constante.
Puede que se sienta cansada durante el día. Es importante que
dedique la mayor cantidad de tiempo posible a las rutinas pre- y
postsueño (idealmente, noventa minutos), que use los descansos
cada noventa minutos y PRC cuando los necesite, y que absorba la
mayor cantidad posible de luz natural durante esos periodos para
obtener un estímulo y poner en hora el reloj biológico.
Con el programa R90 observamos el sueño en un horario de
siete días, no de una noche, de modo que, si después de siete días
sigue con problemas, podemos reducir otro ciclo y que se acueste a
las 2:00. Esto puede sonar increíble, pero es importante entender
que no está pensada como una medida a largo plazo. Está pensada
para reiniciar el patrón de sueño, hacerte tocar fondo en cuanto a
cantidad de sueño que puedes dormir de forma eficiente y poder
empezar a construir desde ahí.
Si, finalmente, a Rebecca le funciona un patrón de sueño de
2:00 a 5:00, empezará a notar otros beneficios. Como se dormirá
inmediatamente, en el momento en que el deseo circadiano es más
fuerte, y permanecerá dormida sin fisuras durante dos ciclos, pronto
notará que ya no necesita tapones porque ya no se encuentra tanto
tiempo en esa fase ligera en la que es fácil despertarse. Puede que
incluso descubra que forma parte de ese sector como el de los
navegantes que dan la vuelta al mundo, que duermen poco y
constituyen el uno por ciento de la población.
Lo que le proporciona es una base que ella sabe que puede
alcanzar de tres horas de sueño ininterrumpidas. Si eres una de esas
personas que duerme profundamente durante tus cinco ciclos cada
noche, esto te parecerá poco, pero para algunas personas, después de
años con el sueño roto, este es un punto de partida increíblemente
potente. La mantendremos ahí durante siete días, la
monitorizaremos y después volveremos a acostarla a las 00:30. O, si
durante el proceso de adopción de este régimen ella empieza a ir al
gimnasio después de trabajar para mantenerse despierta más rato
por las noches, podemos cambiar su hora fija de despertarse a las
06:30. Esto es positivo. Ella ha cambiado su rutina para encontrar
tiempo por las noches para ir al gimnasio porque ahora se acuesta
más tarde y duerme sin interrupciones constantes.
Mantendrá esta rutina durante siete días y, asumiendo que
funcione, intentaremos volver atrás de nuevo, para tener una rutina
de cuatro ciclos. De 23:00 a 5:00 (o de 00:30 a 6:30), seis horas cada
noche, de repente, ya no suenan tan mal. Antes no sabía cuánto
dormía ni cuánto necesitaba en realidad, pero ahora empieza a verlo.
La restricción de sueño no es un proceso instantáneo, de modo
que resulta frustrante cuando tengo clientes que acuden a mí
después de un régimen de restricción en el que, si conseguían dormir
una noche del tirón, sin despertarse, adelantaban su hora de
acostarse quince minutos, si no, la atrasaban quince minutos. En mi
experiencia, este método es demasiado errático y genera mucha
presión, lo que hace que quienes lo llevan a cabo se sientan como en
un videojuego malvado: hazlo bien esta noche para pasar de nivel, si
no lo consigues, retrocederás al nivel anterior.
Es importante eliminar esa idea de que una noche lo es todo
cuando hablamos de trastornos del sueño. Por eso yo observo ciclos
por semana y proclamo la recuperación en un horario de 24 horas al
día y 7 días a la semana, porque no es justo jugárselo todo a una
noche. Cuando el sueño se restringe sin estos parámetros, y se hace
de manera constante durante una muestra más larga de siete noches,
en lugar de solo una, entonces podemos empezar a ganar confianza
al saber que eso solo ha sido una noche de muchas. Se trata de un
cambio gradual de rutina, no de un reto con penalizaciones y
recompensas.
Insomnio
El insomnio es la madre de todas las alteraciones del sueño. Es la
primera cosa en la que muchos de nosotros pensamos cuando
hablamos de estos temas, y resulta extraño que esta palabra haya
aparecido tan tarde en un libro sobre el sueño.
De hecho, insomnio es una palabra que describe una gran
cantidad de problemas del sueño en los que el paciente experimenta
problemas para dormirse o para mantenerse dormido, y que
interfiere con la capacidad funcional en las horas de vigilia. Según el
catedrático Chris Idzikowski, uno de mis mentores más queridos en
la industria y miembro del Consejo del Sueño del Reino Unido, el
«insomnio está causado por la sobreexcitación, un estado en el que el
cerebro de una persona está, sencillamente, demasiado excitado para
dormir».36
Para algunas personas, esto se traduce en que un periodo de
estrés, causado por una pérdida o dificultades laborales, les provoca
insomnio durante una breve temporada. Para otros, existe el
problema del insomnio crónico, una enfermedad grave que puede no
tener una causa obvia o ser un síntoma de otros problemas como
trastornos de ansiedad y depresión.
Tengo un colega que padece insomnio crónico. Solo consigue
dormir una hora cada noche, si tiene suerte. Al principio, su cuerpo
se derrumbaba durante el día: se quedaba dormido en cualquier
parte, incluso en la calle. Una auténtica pesadilla. Pero ahora se ha
ajustado y, aunque la cantidad de horas de sueño no ha mejorado, sí
lo ha hecho su capacidad de gestionarlo. Nuestros cuerpos y mentes
se adaptan. Ahora aprovecha el tiempo para hacer el trabajo de dos
días en uno, lo que es muy útil cuando trabajas con personas en
distintos husos horarios. Cuando usamos con él un dispositivo de
medición llamado Zeo, que nos permitía monitorizar sus patrones de
ondas cerebrales, descubrimos en ellas la actividad asociada a la fase
de sueño mientras enviaba correos electrónicos. En mi opinión, esto
sugiere que su cerebro podría descansar de alguna manera mientras
está despierto por las noches, aunque su diagnóstico es mucho más
sencillo: la máquina no funciona.
Ante este tipo de insomnio crónico, o el que sugiere algún
problema de salud mental, mi recomendación es muy sencilla: visita
a un médico. Esto garantiza un diagnóstico clínico y atención
médica. Sin embargo, para quienes sufren otros tipos de insomnio, al
que a mí me gusta referirme como tener problemas para dormir, o
despertarse por las noches, el programa R90 es una herramienta
efectiva. Las rutinas pre- y postsueño, la hora fija de despertarse, la
armonía con el reloj biológico, un entorno de sueño bien preparado y
los descansos regulares y el ejercicio pueden ayudar, y el proceso de
restricción del sueño es un método que no solo utilizo yo, sino las
clínicas y servicios de salud de países de todo el mundo. Si no te
funciona, visita a un médico, pero, dada la carga de trabajo de
muchos profesionales médicos, puede ocurrir que se limite a
recetarte algo para dormir. Y ahí es donde pueden empezar tus
problemas.
Los medicamentos no funcionan
Con toda la presión, la adrenalina y el uso (y abuso) de cafeína en el
deporte, no resulta sorprendente saber que existe una cultura del
consumo de pastillas para dormir en muchos de los equipos con los
que trabajo. Al fin y al cabo, todo lo que sube tiene que bajar.
El mercado global de los medicamentos para dormir estaba
valorado en 58.100 millones en 2014, y se espera que llegue a los
80.800 millones en 2020,37 mientras que un informe de Estados
Unidos cifra en aproximadamente 9 millones el número de
estadounidenses que consumen somníferos con receta, un número
que se ha triplicado entre 1998 y 2006 en la franja entre 18 y 24
años.38
Los riesgos del mal uso de estos medicamentos son
significativos, y los ingresos en urgencias relacionados con el
zolpidem, un hipnótico (medicamento que actúa sobre el sistema
nervioso central para inducir el sueño) y que es el principio activo de
la marca de somníferos más popular en Estados Unidos, Ambien,
prácticamente se han duplicado entre 2005 y 2010. Las pastillas para
dormir pueden crear adicción, provocar pérdidas de memoria y
sonambulismo —incluso se conocen algunas historias graves de
personas que han conducido dormidas, lo que ha generado
consecuencias catastróficas—, y pueden perdurar en el organismo
más tiempo del esperado, afectar al equilibrio, la alerta y el tiempo
de reacción al día siguiente.39 En este sentido, no mejoran nada el
rendimiento.
Un estudio de 2012 que establecía una relación entre las
pastillas para dormir y la mortalidad por cáncer indicaba «riesgo
sustancialmente elevado de morir comparado con quienes no
recibieron hipnóticos», incluso entre quienes tomaban relativamente
pocas pastillas.40 ¿Vale la pena correr el riesgo? Un estudio sobre los
fármacos Z, el grupo de hipnóticos al que pertenece el zolpidem,
descubrió una mejora de solo veintidós minutos en la cantidad de
tiempo que tardaron en dormirse las personas que lo tomaron en
comparación con las que ingirieron un placebo.41
Los medicamentos no son la respuesta a los problemas
persistentes de sueño. Son efectivos en casos de insomnio a corto
plazo, como los causados por procesos de duelo o sucesos igualmente
traumáticos, y el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido
recomienda su uso solo en tratamientos de cuatro semanas como
máximo. Sin embargo, el profesor Kevin Morgan, del Centro de
Investigación del Sueño de la Universidad de Loughborough, dice:
«La mayoría de los insomnios clínicos son crónicos, de modo que la
mayoría de estos medicamentos se recetan durante más tiempo del
que deberían».
¿Pero por qué molestarse en conseguir una receta? Muchas
pastillas para dormir se encuentran por Internet sin necesidad de
ella, lo que significa que muchas personas que se autodiagnostican
problemas de sueño utilizan medicamentos potentes y
potencialmente adictivos sin supervisión de profesionales médicos.
En 2013, el Consejo del Sueño del Reino Unido mostró que una de
cada diez personas había ido a la consulta del médico por problemas
de sueño, y que tres de cada diez habían tomado medicación para
ayudarlos a dormir.
Te voy a dar un consejo muy claro: deja de tomarla. Ahora
mismo. A menos que te hayan diagnosticado un trastorno del sueño
o de salud mental y sean parte necesaria del tratamiento, no te hacen
ningún bien. Tienen la capacidad de ser adictivas desde una
perspectiva psicológica. Pueden formar parte de una rutina presueño
no deseada en la que la persona se acostumbra tanto a tomarlas
antes de acostarse que se convence de que no puede dormir sin ellas.
Si intentan dormir sin esta muleta a la que se han acostumbrado,
surge la ansiedad y se mantienen despiertos con pensamientos que
no les ayudan y que alimentan la idea de que dependen de ellas.
Una de las primeras cosas que hago al llegar a un club deportivo
es conseguir que los profesionales dejen de tomar pastillas para
dormir. Puede que el médico ya lo haya intentado, pero que sus
palabras hayan caído en saco roto. Pero él sabe que tienen
consecuencias.
—Las necesito. Las noches antes y después de un partido no
puedo dormir —responde el jugador.
—No te preocupes —le digo—. Si no puedes dormir, busca otras
formas de recuperarte. Medita. Mira un vídeo de tus mejores
momentos por Internet. Utiliza el tiempo para otras cosas.
Verse a sí mismo en su mejor momento le puede ayudar a
calmar parte de la ansiedad que le está impidiendo dormir y
proporcionarle confianza para el partido que se avecina. Cuando sir
Steve Redgrave no podía dormir antes de una competición, no se
preocupaba. Seguía saliendo allí, remaba como un poseso, acababa
primero y se recuperaba después.
Si te cuesta dormir, ¿por qué no haces algo parecido para darte
confianza y sentirte mejor? Puede que no tengas vídeos de tus
mejores momentos, pero seguro que puedes recordar algo que te
proporcione confianza. Seguro que es mejor que pensar en que no
estás durmiendo. Levántate, haz algo parecido a otra rutina presueño
(medita, escucha algo relajante con los auriculares), e intenta
dormirte al inicio del siguiente ciclo (de modo que, si te cuesta
dormirte, es la 1:00 aproximadamente, y tu hora de levantarte son
las 6:30, tu siguiente punto de entrada natural serán las 2:00 o las
3:30). Toma el control de la situación y sé proactivo para
solucionarlo.
Rebecca, de la que hablamos al inicio del capítulo, usaba
medicamentos sin receta para dormir para intentar enfrentarse al
problema. Las ventas de estos productos sumaron 44 millones de
libras42 en el Reino Unido en 2015.43 Los medicamentos sin receta,
que a menudo contienen antihistamínicos como principio activo,
tienen una utilidad limitada si se usan de forma aislada. El efecto
placebo, «me estoy tomando una pastilla, así que no tengo que
preocuparme por dormir», puede ser potente, tal y como se ha
observado en estudios con medicamentos con receta más potentes, y
muchas personas son propensas a olvidar los pasos que están dando
al usar ayudas para dormir las primeras noches. Reconocer que
necesitan algo que les ayude a dormir les hará reducir los elementos
que no les ayudan en su estilo de vida, como beber alcohol o
quedarse despiertos hasta tarde, tal vez reducir la ingesta de cafeína
durante el día. Puede que lo hagan un día o dos, y duerman mejor,
pero al final, una vez recuperen sus hábitos, el producto demostrará
que no es otra cosa que un bálsamo a corto plazo. Un bálsamo a corto
plazo que puede usarse como parte de un método coordinado, claro
está, y que no es probable que cause los problemas de las
medicaciones con receta más potentes. Pero si quieres ver resultados
más regulares, el programa R90 es mucho más fiable a largo plazo
que cualquier pastilla.
Jet lag
La primera parte de mi viaje a Australia empezó en el aeropuerto de
Birmingham a las 21:00. Comí algo, vi una película y apreté el botón
para convertir mi asiento en una cama (viajar en business era una de
las ventajas de que aquello fuera un viaje de trabajo) y dormí durante
el resto del trayecto hasta aterrizar en Dubai a las 7:00, hora local.
Estuve despierto todo el día, me reuní con mi amigo Andy
Oldknow,44 que vive en Dubái, pasé la tarde con él y volví al
aeropuerto para el vuelo de las 2:00 a Sídney. Trece horas después,
tras haber dormido unas cuantas horas en el avión, aterricé allí por la
tarde-noche. Llegué al hotel, comí algo, me relajé un rato y me fui a
la cama con el despertador puesto para la mañana siguiente, porque
tenía que estar en unos estudios de televisión a las 11:00. Había
seguido una rutina bastante normal a pesar de los saltos entre husos
horarios, y aquella noche dormí como un tronco.
Por la mañana me encontraba bien, no al cien por cien, claro
está, pero son muchas horas de viaje y siempre queda algo de fatiga
residual (los viajes de larga distancia son cansados en sí mismos,
especialmente porque pasas muchas horas en un espacio muy
reducido, algo que a veces puede ser difícil de diferenciar de los
síntomas del jet lag). Llegué al estudio de televisión con tiempo
mientras ellos grababan, y durante mi preparación para la pieza fue
todo bien..., hasta que me derrumbé cuando ya me estaban
grabando. En la tercera toma yo ya no podía ni hablar. Todo me
empezó a dar vueltas y a diferir de lo que yo considero una versión
normal de la realidad. No podía luchar contra esto, de modo que, a
pesar de que había dado la vuelta al mundo precisamente para
grabar ese programa de televisión, tuve que volver al hotel. ¿Cómo
podía haber sucedido eso?
Cuando viajamos largas distancias a gran velocidad hacia el este
o el oeste atravesando husos horarios, nuestros ritmos circadianos se
resienten por el hecho de desincronizarse con el ciclo de luz y
oscuridad del nuevo entorno y experimentamos jet lag. La evolución
aún no se ha puesto al día con la invención del motor de reacción.
Los patrones de sueño alterados, problemas para dormir y
permanecer dormido, y altos niveles de fatiga diurna son los
síntomas habituales de jet lag. Mientras nuestro reloj biológico se
adapta, estamos alerta o cansados en los momentos equivocados. Las
cosas se complican por el hecho de que, una vez el reloj biológico
central del cerebro se ajusta al horario de luz y oscuridad, los relojes
individuales de nuestras células y órganos, controlados por el
central, tienen que recalibrarse.
Cuanto más lejos viajas y mayor es la diferencia horaria, más
agudo será el impacto. Como regla general, se estima que se tarda un
día para adaptarse por cada hora de diferencia, pero esto afecta a
cada uno de manera distinta y en distintos grados. Un equipo de
treinta futbolistas puede viajar al Sudeste Asiático para un
campeonato promocional de pretemporada, seguir todos el mismo
protocolo con las mismas intervenciones, y la mitad de los jugadores
estar bien para jugar al día siguiente de aterrizar mientras los demás
están derrotados. Lo cierto es que se pueden tomar medidas para
intentar prepararse, pero nada garantiza que nos libremos. En mi
viaje a Australia disfruté de los lujos de la clase business, de modo
que me resultó más sencillo dormir a las horas correctas que si
hubiera viajado apretado en clase turista, apliqué toda mi
experiencia respecto del sueño y aun así fracasé.
Quienes hayan estado de vacaciones en lugares remotos habrán
experimentado jet lag, y esto siempre puede interferir con el inicio
de las vacaciones, así como con nuestro regreso a la vida cotidiana
una vez en casa. Cuando estamos de vacaciones, los síntomas pueden
ser molestos, pero estamos de relax en la playa y esto no va a
causarnos demasiados problemas. Para las personas que viajan por
negocios o se reincorporan al trabajo después de unas vacaciones, las
consecuencias pueden ser mucho peores. Hay que controlar los
síntomas.
El mejor tratamiento contra el jet lag es, claro está, el tiempo.
Los atletas de los Juegos Olímpicos de Río no viajaron el día antes
del evento, tampoco los equipos de fútbol llegaron la jornada
anterior a su primer partido en el Mundial de Brasil 2014. Llegaron
con mucho tiempo de antelación para que sus ritmos circadianos se
ajustaran al horario local de luz y oscuridad. Si puedes viajar unos
días antes de la reunión o tomarte uno o dos días libres después de
volver de vacaciones, esto ayudará, pero las demandas actuales de los
negocios y lo mucho que valoramos nuestro descanso anual hacen
que esto no suela ser una opción.
En las ligas deportivas estadounidenses como la NBA (National
Basketball Association) y la NFL (National Football League), los
equipos tienen que atravesar husos horarios dentro de Estados
Unidos para jugar sus partidos (hay una diferencia de tres horas
Á
entre Los Ángeles y Nueva York), de modo que el jet lag puede
convertirse en un factor determinante en los partidos de equipos de
la costa este contra sus rivales de la costa oeste. Dado que las
demandas de las ligas domésticas son mucho más habituales que los
eventos que suceden cada cuatro años, como los Juegos Olímpicos o
los Mundiales, el tiempo no corre a su favor y tienen que tomar
medidas para luchar contra él.
Algunas líneas aéreas tienen sus propias apps para el jet lag o
consejos en línea, que pueden ayudar, pero, como siempre, la luz es
el arma más potente que poseemos. Podemos usar luz antes, durante
y después del vuelo para poner en hora el reloj biológico y evitar los
efectos del jet lag. Adoptar una rutina muy sencilla de preadaptación
antes del vuelo permite empezar con ventaja. Si viajas de Nueva York
a Londres, es decir, cinco husos horarios hacia el este (cinco horas
hacia delante), tendrás que atrasar tu reloj biológico para empezar a
acoplarte al huso horario de tu destino. Viajar hacia el este suele
considerarse más difícil que hacia el oeste, de modo que prepararse
es especialmente recomendable en estos casos. Puedes empezar a
atrasar tu hora de despertarte y acostarte a partir de dos días antes
del viaje, usando luz (natural o de una lámpara de luz diurna) por las
mañanas y evitando la luz por las noches.
La misma lógica se aplica en el viaje inverso (de Londres a
Nueva York), en el que el trayecto al oeste implica que usarás la luz
durante una hora por la noche, para mantenerte despierto más
tiempo, de modo que puedas adelantar tu hora de acostarte y
levantarte antes de volar hacia tu destino.
En el avión, utiliza la luz equivalente a la luz natural de tu
destino. Como no puedes embarcar una lámpara de luz diurna,
puedes usar productos como Human Charger, una ayuda contra el jet
lag que proporciona luz mediante el canal auditivo y se asemeja a
unos auriculares para escuchar música.
Adaptarse al destino consiste tanto en evitar la luz como en
exponerte a ella. Evita la luz en el avión de acuerdo con las horas de
luz de tu destino, cierra la persiana de la ventanilla si puedes y es
conveniente, ponte un antifaz o las gafas de sol, algo que puede
provocar miradas extrañas de otros pasajeros (excepto si viajas en
business, caso en el cual asumirán que eres famoso).
Una vez llegues a tu destino, puedes seguir con tu ajuste
adelantando o atrasando gradualmente cada día tu reloj utilizando
gafas de sol, persianas o quedándote en interiores para evitar la luz, y
saliendo al sol en los momentos precisos, aunque para entonces
puede que consideres práctico adoptar, sencillamente, las horas de
luz de tu destino. Si tienes problemas para dormir en tu destino y te
despiertas por la noche, evita cualquier actividad que implique luces
brillantes, procura que te dé mucho la luz natural durante el día y
evita dormir todo un día a oscuras. Si te preparas un poco, los efectos
del jet lag no deberían ser demasiado severos ni durar demasiado.
La luz es especialmente beneficiosa si volamos directamente a
una reunión o evento y no hemos sido capaces de realizar los
cambios en nuestros relojes biológicos poco a poco. Su capacidad
para aumentar nuestro ánimo y alerta hacen que podamos usar
dispositivos de luz natural para estimularnos durante el evento más
importante, así como dosis controladas de cafeína, y si nos
derrumbamos una vez todo haya acabado, ya no importa tanto. La
luz es un arma natural mucho más efectiva contra el jet lag que la
sobreestimulación con cafeína y las pastillas para dormir. Cuidarse
manteniendo la hidratación y evitando el alcohol en el avión, que,
además, no ayuda a dormir, también es importante.
La Asociación Internacional de Trasporte Aéreo (IATA por sus
siglas en inglés) publicó resultados en 2015 que mostraban que el
tráfico global de pasajeros se había incrementado un 6,5 por ciento
ese año, de modo que la demanda no está desapareciendo. Si viajas a
menudo, que te preocupes por descubrir qué te funciona significa
que el jet lag no tiene que inhibir tu rendimiento, e incluso si no
viajas muy a menudo, estar alerta en el trabajo el día después de
aterrizar solo será posible si te cuidas durante el viaje.
Si algo de lo que acabo de decir te suena familiar es porque
tratar el jet lag se parece mucho a lo que hacemos a diario para
poner en hora el reloj biológico. Es lo que hacen los cronotipos de
tarde en su vida cotidiana para combatir el jet lag social. La luz es la
herramienta que mejor podemos usar cada día de nuestra vida para
regular los ciclos de sueño y vigilia, hagamos o no largas distancias
alguna vez.
El turno de noche
Si pensamos en trabajadores que realizan turnos, acudirán a nuestra
mente imágenes de turnos de noche en fábricas, médicos y
enfermeras en hospitales, quizá incluso empleados de bar, y los
cambios constantes en sus horarios. Pero la tecnología y la cultura de
trabajar hasta altas horas de la noche implica que todos somos
culpables de hacer, de vez en cuando, el turno de noche.
Trabajé con un jugador de póquer profesional que se pasa la
noche en línea en partidas con apuestas elevadas. Ese es un turno de
noche en el que no pensamos inmediatamente. Tiene que gestionar
los retos de la vida familiar con los del trabajo, así que, en realidad,
se enfrenta a lo mismo que un médico, una enfermera o un
trabajador de fábrica: cómo gestionar un estilo de vida que va
completamente en contra de su reloj biológico.
Como ya hemos comentado en el capítulo 1, estar en guerra con
nuestro cuerpo a largo plazo puede tener consecuencias graves, como
dice el catedrático Russell Foster, director del Instituto del Sueño y
Neurociencia Circadiana de la Universidad de Oxford:
El sueño alterado, como el de los trabajadores por turnos, puede ocasionar
muchos problemas, que van desde un descenso de la inmunidad a un mayor
riesgo de cáncer y enfermedad cardiaca, e incluso problemas metabólicos
como la diabetes tipo 2.
Si trabajas de noche, cuando el cuerpo, de manera natural,
quiere producir melatonina y ponerte en un estado de sueño, estás
alterando la ventana de sueño donde la necesidad y el deseo
coinciden. Al volver a casa por la mañana, con el sol en lo alto, la
presión para dormir alta pero el deseo circadiano en descenso,
aparecen los problemas para conseguir la calidad de sueño que se
alcanzaría de noche. Si volvemos al gráfico de los ritmos circadianos
del capítulo 1, veremos el espectro de funciones que el cuerpo quiere
hacer de manera natural en armonía con la salida y la puesta del sol.
Trabajar en el turno de noche no forma parte de ellas.
Si trabajamos de noche, tenemos que resetear el reloj biológico
para trabajar en un nuevo huso horario, tal y como haríamos con el
jet lag. Con el programa R90, podemos intentar utilizar la luz en
forma de lámparas de luz diurna y simuladores de amanecer en
nuestras ventanas de tiempo (en las ventanas de la noche, mediodía
y media tarde, los descansos de noventa minutos y las rutinas pre- y
postsueño), para ajustarnos al nuevo horario. Para los cronotipos de
tarde, este turno está claro que va a ser más sencillo.
Así que, cuando volvamos por la mañana después de un turno,
no tenemos que irnos directamente a la cama. Eso no es lo que hacen
quienes trabajan de día. En lugar de eso, tenemos que volver a casa,
comer (si de verdad queremos ajustarnos a las noches, tenemos que
hacer una comida de noche y no un desayuno) y convertir ese tiempo
en nuestra «tarde noche». Si tenemos hijos, podemos pasar tiempo
con ellos antes de que se vayan al colegio, incluso podemos
acompañarlos, de este modo no nos quedaremos aislados de las
horas de luz natural ni de la vida familiar.
Si no tenemos hijos, podemos hacer lo que haríamos por la
noche, ver un poco la televisión, leer (una copa de vino puede
resultar algo inapropiada a las 8:00 de la mañana). Empieza tu
rutina presueño noventa minutos antes de la hora de acostarte, y es
en este punto cuando la oscuridad total pasa a ser más importante
aún que por las noches. Igual que un vampiro, necesitas mantener la
luz natural fuera de tu entorno de sueño, y, si es posible, oscurecer la
habitación donde hagas la rutina presueño, para que tu cuerpo tenga
la sensación de que se está haciendo de noche.
Cuando se duerme durante el día es importante usar las dos
ventanas de PRC, la de mediodía (13:00-15:00) y la de media tarde
(17:00-19:00). La de mediodía es especialmente importante porque
el deseo circadiano alcanza un máximo, en simetría con el periodo de
2:00-3:00 por las noches. Si puedes, por ejemplo, fijarte la hora de
acostarte a las 12:30, te permitirá dormir y beneficiarte de este
periodo. Hacer cinco ciclos durante el día es todo un reto, ya que es
normal que se rompa el sueño, pero hacer cuatro a partir de esa hora,
lo que nos llevará hasta las 18:30, nos permitirá aprovechar algo de
la ventana de media tarde.
La hora de levantarse por la noche también debería ser
constante, y despertarse con luz es aún más importante que para un
trabajador diurno. Si tu hora de despertarte son las 18:30, esto
significa que en invierno ya será de noche, así que vas a necesitar una
luz: compra un simulador de amanecer. En verano, el mayor reto es
impedir que entre la luz mientras duermes. En cuanto te despiertes,
abre las ventanas o las cortinas y deja que te dé la luz natural.
Después haz tu rutina postsueño: vacía la vejiga, come e hidrátate,
haz algo de ejercicio ligero. De nuevo, si tienes hijos o pareja, puedes
pasar algo de tiempo con ellos. Así no te aislarás totalmente de la
vida cotidiana.
Una vez en el trabajo, la luz es vital. La luz artificial estándar es
demasiado débil, de modo que necesitas lámparas de luz diurna si es
posible. En cambio, la luz azul no va mal en este punto, ya que ayuda
a suprimir la melatonina. Al fin y al cabo, quieres estar despierto.
La ventana obvia para un PRC es hacia las 2:00-3:00, la hora de
más sueño para quienes tienen un horario diurno. Úsala para un
ciclo de treinta o, si tu trabajo lo permite, noventa minutos. La
cafeína puede ser una potente mejora del rendimiento para los
trabajadores nocturnos, pero recuerda aplicar el mismo límite diario:
400 miligramos, y no olvides la vida media de hasta seis horas. Los
trabajadores que hacen turnos son más propensos a padecer
obesidad,45 de modo que la dieta y el ejercicio también son
importantes.
Haz esto todos los días, para engañar a tu reloj biológico y que se
adapte al nuevo ciclo de sueño-vigilia; en una semana, igual que
sucedería si viajases a otro huso horario, notarás que lo has
conseguido. Sin embargo, muchos trabajadores que realizan turnos,
cuando llegan a ese punto, es cuando intentan volver a las horas de
luz para reengancharse a la familia, los amigos y la vida social. Aún
peor es lo que les sucede a quienes cambian constantemente de
turno, y se pasan la vida cambiando de huso horario, siempre
desincronizados de su entorno.
Se ha demostrado que hacer estos ajustes constantes tiene un
impacto en la salud. Un estudio realizado durante más de 22 años
sobre unas 70.000 enfermeras que trabajaban en turnos de noche
mostró que quienes rotaban sus turnos durante más de cinco años
tenían más probabilidades de muerte prematura, especialmente de
enfermedad cardiaca, mientras que quienes trabajaban así durante
más de quince años tenían una probabilidad más alta de morir de
cáncer de pulmón.46
Este ajuste constante es obviamente perjudicial para la salud, y
quienes tienen rotación de turnos muestran más problemas que
quienes trabajan siempre de noche. Mientras que el programa R90
puede permitirte manejar las dificultades inherentes al trabajo por
turnos, a largo plazo hay que tomar una decisión: ¿cuánto tiempo
estás dispuesto a hacerlo? ¿Cinco años? ¿Diez? ¿Toda tu carrera?
Muchos no pueden elegir a qué horas trabajan, pero si existe la
posibilidad, hay que hacerse estas preguntas antes o después.
Incluso mi cliente, el jugador de póquer profesional, quien se
beneficia del hecho de trabajar desde casa, de modo que puede hacer
un PRC por la noche cuando quiera (siempre que se lo permita la
partida), y no tiene que viajar, tendrá que tomar una decisión en
algún momento, porque engañar al reloj pasa factura. Siempre lo
hace.
Guerra al invierno
Al inicio del capítulo, Rebecca estaba probando una nueva hora de
levantarse a las 5:00. Con la primavera a la vuelta de la esquina y el
adelanto de relojes del último domingo de marzo en Gran Bretaña, la
luz extra y las horas de luz natural ayudarían a que el cambio fuera
más sencillo. ¿Pero le habría parecido tan bien la idea si hubiéramos
estado hablando en octubre, con el invierno acercándose?
El último domingo de octubre de cada año, los relojes de Gran
Bretaña se atrasan una hora (en la primavera se adelantan y en el
otoño se atrasan), lo que, junto a las noches cada vez más oscuras
que trae el invierno, significa que las tardes también resultan más
negras. El horario de verano se implantó durante la Primera Guerra
Mundial en Gran Bretaña, y muchos apoyan la idea de mantener ese
horario durante todo el año. La Royal Society for the Prevention of
Accidents (RoSPA) estima que las noches más luminosas «evitarían
unas 80 muertes y 212 heridos graves al año», y promoverían un
incremento de las actividades de ocio de tarde, lo que ayudaría a
combatir la obesidad, especialmente de los jóvenes. Ajustar los
relojes con la hora central europea tendría beneficios para la
economía y el medio ambiente de Gran Bretaña. También se afirma
que el trastorno afectivo estacional (TAE) y la depresión subclínica
que sufren unas 500.000 personas en el Reino Unido se reduciría
con esta hora extra de luz natural.
El trastorno afectivo estacional sucede cuando personas con una
buena salud mental padecen síntomas asociados a la depresión en
momentos regulares y recurrentes del año, normalmente en
invierno. Lo cierto es que casi todos padecemos en algún grado lo
que solemos denominar «tristeza invernal». El humor y la
motivación tienden a descender en invierno, parece que nos cuesta
más levantarnos por las mañanas, está oscuro y hace frío, nuestros
hábitos alimenticios pueden pasar de las ensaladas frescas y las
comidas ligeras a una mayor ingesta de carbohidratos y comida
reconstituyente y, si observamos a los animales, la idea de la
hibernación no suena mal. De hecho, muchos de nosotros realizamos
nuestra propia hibernación en invierno: del trabajo a casa y de casa
al trabajo, pasando las tardes y los fines de semana sin salir y
haciendo menos ejercicio porque la motivación anda baja. El
consumo de televisión aumenta en invierno.
A lo largo de mi carrera en el deporte, aún no he conocido a un
atleta a quien no le afecte este cambio de estación. Existe un deseo de
frenar la actividad y de quedarse en casa viendo más la tele, pero en
deportes como el rugby y el fútbol, el calendario de invierno es
intenso, y eso no es una opción.
Aparte del frío, que puede hacer que no nos apetezca ir al
trabajo por las mañanas, el mayor obstáculo del invierno es la falta
de luz. La producción de serotonina puede alterarse, puede que
produzcamos más melatonina y nuestro reloj biológico, que depende
de la luz para ponerse en hora, puede verse alterado y hacer que los
ritmos circadianos vayan a destiempo.
Gran parte de la culpa la tienen las tardes oscuras. Los jugadores
de rugby y fútbol suelen entrenar al aire libre (aunque también
pasan mucho tiempo en el gimnasio), de modo que reciben algo de
luz natural, pero la mayoría de nosotros no trabajamos al aire libre.
En verano no pasa nada, porque cuando volvemos a casa es de día y
podemos pasar la tarde afuera. Pero en invierno trabajamos todo el
día encerrados y volvemos a casa de noche.
Salir a que nos dé la luz natural por las mañanas, cuando
tenemos un descanso y a la hora de comer es esencial en esta época
del año, aunque afuera haga frío. Invertir en productos que
proporcionen luz diurna también ayuda. Yo introduzco lámparas de
luz diurna en los clubes de fútbol y rugby con los que trabajo, y tú
puedes hacer lo mismo en tu casa u oficina.
Es probable que sientas más cansancio al volver de trabajar los
días oscuros, así que aprovecha la ventana de media tarde para un
PRC. Exponte durante quince minutos con una lámpara de luz
diurna, durante o después del PRC, para estimularte y aprovechar
más la noche.
Insiste a tu departamento de Recursos Humanos para conseguir
que te pongan una lámpara de luz diurna en la mesa si lo pasas mal
en invierno. Tus compañeros no lo notarán cuando la enciendas
durante el bajón de media tarde (pensarán que es una lámpara
normal). Usa el PRC de mediodía. Tus empleadores disfrutarán de
los beneficios de tener un empleado más feliz y productivo.
Cómprate algo para casa para poder disfrutar de los beneficios
de un mejor humor y más motivación y quizá verás que buscar el
mando a distancia ya no es tu primer instinto por las noches, quizá
acabes yendo al gimnasio o a cenar con tus amigos.
Con cuidado
La estrella de Hollywood Will Smith vestía un traje gris y hablaba
con acento nigeriano en su papel de Dr. Bennet Omalu en la película
La verdad duele (Concussion). En una de las escenas, Smith escribe
con furia en una pizarra blanca de una oficina con dos médicos como
espectadores. Describe los peligros de cierta posición de juego con la
lógica objetiva que aporta la experiencia médica de su personaje, en
lugar de la perspectiva de los aficionados: «Es una tormenta
incesante de subconmociones. La cabeza como arma en cada jugada
de cada partido y de cada entrenamiento desde que era un niño hasta
la universidad, culminado con dieciocho años de carrera profesional.
Según mis cálculos, Mike Webster recibió más de setenta mil golpes
en la cabeza».
Habla de aceleraciones equivalentes a recibir un golpe de mazo
en la cabeza, que dejan el cerebro de Webster asfixiado e
irreconocible, incluso para sí mismo. En el clímax de la escena, Will
Smith mira a cámara y dice: «No sé de fútbol americano, nunca he
jugado, pero os digo que jugar al fútbol americano es lo que mató a
Mike Webster».
El Dr. Bennet Omalu es un patólogo estadounidense de origen
nigeriano que diagnosticó una encefalopatía traumática crónica
(ETC), una enfermedad degenerativa cerebral causada por recibir
golpes constantes en la cabeza,47 al exjugador de la National
Football League (NFL) Mike Webster, que tuvo problemas de salud
mental antes de morir. Mientras que a la NFL le costó aceptar el
hallazgo de Omalu, y tanto la película como el libro en que se basa lo
explican en profundidad, finalmente admitió en marzo de 2016 que
había una relación entre el fútbol americano y la ETC. Esto podría
tener enormes consecuencias no solo para los jugadores actuales y
retirados, sino para el futuro de este deporte, ya que los padres, a
quienes ya preocupa el riesgo de lesiones físicas, ahora contemplan
otro riesgo muy real, el de una enfermedad cerebral para sus hijos,
los jugadores del futuro.
El fútbol americano no es el único deporte que se está tomando
esto en serio. El boxeo es un deporte en el que recibir continuamente
golpes en la cabeza es prácticamente el objetivo. La apropiadamente
denominada «demencia pugilística», un tipo de ETC, ya estaba
reconocida mucho antes del descubrimiento de Omalu, y en el
rugby, el equivalente británico más cercano al fútbol americano, las
conmociones y las heridas en la cabeza son un tema candente. Este
es, en parte, el motivo por el que me estoy implicando en el deporte.
He trabajado con clubes y organizaciones de jugadores en las
dos organizaciones de rugby profesional del Reino Unido, el
sindicato y la liga. Con la última, fui contratado para aconsejar a
todos los jugadores a lo largo de la superliga, mientras que en el
sindicato he hecho lo mismo con distintos clubes y asociaciones de
jugadores de rugby. También he trabajado con la selección nacional
y les he aconsejado sobre estrategias de recuperación durante su tour
por Australia en 2016, en el que hicieron historia ganando una serie
por primera vez.
Aunque aquí no se usa tanto la cabeza como arma como en la
NFL, las colisiones y el riesgo de lesiones en la cabeza y conmociones
sí que forman parte del juego. A medida que mejoran los avances en
el deporte y los jugadores los usan para ser más rápidos, estar más en
forma y ser más fuertes, los golpes también lo son cada vez más.
El jugador del sindicato inglés de jugadores de rugby, Alex
Corbisiero, que se tomó un año sabático en 2016, en el momento
cumbre de su carrera, declaró al periódico The Guardian: «Estaba
agotado mental y físicamente después de diez años dedicados por
completo al rugby. La intensidad, el contacto, las heridas y la presión
que me imponía me pasaron factura. Sabía que, si quería volver a
jugar al rugby, tenía que dejarlo una temporada».
Como es tan habitual en el deporte profesional moderno, los
calendarios de juego son increíblemente exigentes, y muchos opinan
que se amontonan muchos partidos en muy poco tiempo, sin
posibilidad de recuperación. Como dijo Christian Day, el presidente
de la Asociación de Jugadores de Rugby: «Antes o después, alguien
tiene que decir: “Estamos destrozando a estos chicos”. Se van a
retirar a los treinta; no van a poder andar cuando tengan cuarenta y
cinco. Yo solo espero que alguien de arriba lo esté teniendo en
cuenta».
Yo no puedo cambiar la naturaleza del deporte, eso depende de
los administradores y, tal y como descubrió la NFL, no es tarea fácil
cuando hay patrocinadores y retransmisiones de por medio. Así que,
aunque sus horarios de entrenamiento y juego siguen completos, y
aunque siguen recibiendo golpes con intensidad feroz, lo único que
puedo hacer es enseñar a los jugadores el programa R90 y educarlos
sobre cómo pueden gestionar su vida para recuperarse de manera
más eficiente para no agravar los problemas. En lo relativo a posibles
repercusiones a nivel físico y mental a largo plazo, la suma de tantas
ganancias marginales como sea posible a la hora de cuidar del cuerpo
y la mente es lo único que de verdad pueden hacer los jugadores para
defenderse, excepto tomarse un año sabático, como Corbisiero, algo
que no es una opción para la mayoría. Al fin y al cabo, su carrera es
breve.
Aunque los golpes en la cabeza no son un riesgo laboral para la
mayoría de nosotros, la perspectiva de la salud mental sí lo es.
Estrés, síndrome del trabajador quemado, depresión y ansiedad son
problemas a los que muchos nos enfrentamos o nos hemos
enfrentado a causa del ritmo de vida frenético de nuestra rutina, y
enfermedades como el alzhéimer y la demencia pueden estar
esperándonos, como les sucede a los jugadores de fútbol americano
con la ETC, si no cambiamos la forma en que nos enfrentamos a la
recuperación.
El sueño y las enfermedades mentales están indisolublemente
unidos. Los desórdenes por depresión y ansiedad incluyen un
elemento de alteración del sueño, como lo hacen enfermedades
psiquiátricas como la bipolaridad o la esquizofrenia, y, aunque los
atletas profesionales tienen la suerte de contar con equipos médicos
de primera a los que acudir para que les aconsejen, lo triste es que
aún existe un gran estigma asociado al reconocimiento de problemas
de salud mental en el deporte y en la sociedad en su conjunto. Los
deportistas suelen ocultar sus problemas y seguir adelante, como
tantas personas hacen a diario en sus trabajos, sin buscar la ayuda
que necesitan.
Aunque yo puedo ayudar a una persona a manejar sus
alteraciones de sueño en periodos de ansiedad y estrés, cuando se
trata de cosas como depresión y enfermedad mental, es necesaria la
atención médica. Al fin y al cabo, el método clínico es para tratar
pacientes.
En muchos aspectos, nuestras prácticas de trabajo modernas
pueden remontarse hasta la invención de la bombilla eléctrica, que
nos abrió las puertas de la noche. Ahora necesitamos otro «momento
bombilla» que redefina la forma en que abordamos el trabajo y el
descanso. Empresas como Google son líderes en las reformas para el
bienestar y la flexibilización del trabajo, pero no todos tenemos la
suerte de trabajar en empresas así, y por eso es tan importante
responsabilizarse de uno mismo y adoptar el programa R90 si
queremos gestionar las crecientes demandas de nuestro mundo
actual y empezar a cuidarnos para el mañana.
DIEZ
El equipo local
Sexo, parejas y la familia moderna
La primera vez que fui al club de fútbol Arsenal fue para hablar al
equipo sobre sueño y recuperación. Había conocido a Gary Lewin, el
fisioterapeuta del club, mientras trabajaba con la selección inglesa, y
él me recomendó al entrenador, Arsène Wenger.
Como mi relación con el Manchester United se había dado de
manera bastante orgánica e informal, con la curiosidad de sir Alex
Ferguson por mi carta —que me permitió en un principio ayudar a
Gary Pallister y luego hizo crecer mis responsabilidades y pude
trabajar con el resto del equipo—, en realidad no había pensado
demasiado hacia dónde me dirigía. Pero mientras viajaba a Londres
en un vehículo oficial, pensé que estaba a punto de convertirme en
entrenador del sueño de los dos clubes de fútbol más grandes de
Inglaterra, así como del equipo nacional. Como en realidad solo
estaba en los inicios de mi carrera en el deporte, con mucho aún por
aprender, ese pensamiento me emocionó, pero también me puso un
poco nervioso, así que me llevé a mi hijo James como apoyo.
En una sala de reuniones en la zona de entrenamiento de
London Colney, cerca de St. Albans in Hertfordshire, frente al primer
equipo al completo, Gary Lewin me presentó. Empecé la charla
explicando a los jugadores las técnicas y aspectos relevantes del
sueño que, aunque aún estaba arrancando, constituían las bases del
programa R90. Más o menos hacia la mitad, estaba enseñándoles
algunos productos cuando un par de los jugadores más jóvenes
preguntaron si podían probar una de las superficies para dormir.
—Claro —respondí.
Debieron de pensar «ahora nos vamos a reír». Ambos se
tumbaron en la superficie... y entonces empezaron a hacer el payaso,
como lo hacen los chicos, y casi toda la sala estalló en carcajadas. Mi
presentación amenazaba con convertirse en un caos hasta que un
jugador se puso de pie y dijo:
—¡Ya está bien!
Todo el mundo se quedó quieto y se volvieron hacia él.
—Hemos venido a escuchar —dijo—, así que vamos a calmarnos.
Gracias, Thierry Henry.
Sexo antes del gran partido
A los boxeadores los avisan de que se abstengan antes de una pelea, a
los futbolistas antes de un partido y a los sprinters antes de la
carrera, pero las pruebas son contradictorias respecto de si el sexo
disminuye el rendimiento. A algunos atletas puede ayudarlos. ¿Tú te
abstienes antes de un gran suceso vital?
Esto es algo que siempre fascinó a un buen amigo y colega, Nick
Broad.48 Él era el jefe de ciencia deportiva del Chelsea Football Club,
y pensaba que el sexo podía ser muy útil para los jugadores si
seguían el método correcto (y personal).
El buen sexo es increíblemente placentero y una forma potente
de reducir el estrés, la ansiedad y las preocupaciones. Permite a
nuestra mente centrarse en una acción excitante y espontánea, y
perderse en el momento. Puede hacer que nos sintamos queridos,
deseados y a salvo. Es una forma natural de ejercicio, cuanto más
regular, mejor, y el poscoito puede proporcionar una relajante y
cálida sensación de bienestar y, parece que especialmente en los
hombres, la plataforma perfecta para lanzarnos al sueño.
Visto así, el sexo suena como una rutina presueño que todos
podemos utilizar, pero la idea misma de convertirlo en rutina suena
muy poco apasionante. La cama es primero para dormir y, muy cerca
en segunda posición, para el sexo, pero no confines tu vida sexual
exclusivamente a la cama. Utiliza la imaginación, haz que las cosas
sigan siendo frescas y excitantes, y permite a tu mente que establezca
su asociación principal entre la cama y el sueño. Puedes tener sexo
en cualquier lugar (siempre que no te traiga problemas).
Pero el sexo tampoco es siempre bueno. Uno de los miembros de
la pareja puede no estar de humor, lo que puede crear sentimientos
de rechazo o presión sobre el acto, o uno se puede sentir insatisfecho
mientras el otro se pone tranquilamente a dormir. El otro puede
quedarse ansioso, infeliz y vacío a causa del sexo, y eso puede pasar
factura a la relación.
Y luego está el tema de hallarse cansado físicamente. Si no te
dedicas a pasar tantas horas disfrutando de la gimnasia del
dormitorio que esto interfiera con tus ciclos de sueño, no es probable
que tenga demasiado impacto físico. Clemens Westerhof, un
holandés que obtuvo cierto éxito con el equipo de fútbol de Nigeria,
lo expresó así: «No es el sexo lo que cansa a los jugadores jóvenes. Es
pasar la noche en vela yendo en su busca».
Quizá la mejor pregunta que deberíamos hacernos la noche
antes de un gran evento es cuál será su efecto sobre nosotros. Si es
buen sexo con la descarga de estrés, la mejora del humor y los efectos
relajantes, entonces es probable que nos permita huir un poco de las
preocupaciones sobre lo que va a pasar al día siguiente y nos ayude a
ponernos en una mejor posición para dormir y despertar
revitalizados. Sin embargo, si es del malo, y la ansiedad nos
mantiene despiertos por la noche, entonces seguro que es mejor
ceñirse a la norma de «nada de sexo antes del gran partido».
Quizá la última palabra sobre el tema debería provenir de
alguien con una experiencia más grande de la que pueden producir
muchos estudios clínicos: el legendario futbolista del Manchester
United George Best.
—Lo cierto es que nunca vi que tuviera ningún efecto sobre mi
rendimiento —dijo una vez—. Quizá mejor no hacerlo una hora
antes, pero la noche antes no tiene ninguna influencia.
¿Vienes mucho por aquí?
La diferencia entre los atletas y los demás mortales es que, después
de practicar sexo la noche antes del gran día, ellos no se dan la vuelta
y se ponen a dormir, sino que se levantan y se van a otra habitación a
pasar la noche en su kit de sueño personal e individual. Practicar
sexo antes del gran día está bien, ¿pero lo está poner en peligro la
recuperación durmiendo con otra persona? No es ni siquiera una
opción para muchos atletas de élite. Para ellos se trata de
recuperación y gestión del riesgo.
El papel que puede llegar a tener la pareja habitual en el sueño
es enorme. Cuando observamos los indicadores clave de la
recuperación mediante el sueño, al principio lo hacemos pensando
solamente en nosotros. Pero cuando trabajo con alguien como
Rebecca —de la que hablamos en el capítulo 9—, cuya pareja está
durmiendo en el sofá cama mientras ella intenta recuperar algo de
control sobre su sueño, yo sé que, una vez ella consiga algo de
estabilidad en su rutina en el lienzo en blanco que es ella en la cama,
yo voy a tener que hacer un perfil de sueño con su pareja, porque
quién sabe qué estará trayendo de vuelta a la habitación de
recuperación que puede causar problemas.
Después del estrés y las preocupaciones, las molestias de la
pareja son la causa más común de alteración del sueño en el Reino
Unido.49 Ronquidos, apnea (es normalmente la pareja quien la
detecta), acaparar el edredón, levantarse por la noche y moverse son
todos factores que la pareja puede llevar a la cama. Pero hay
problemas más sutiles en juego que tal vez no hayamos considerado
y que pueden influir, como tener horas distintas de levantarse y
acostarse. Meterse en la cama cuando la pareja ya está dormida
puede molestarle, del mismo modo que el primero en levantarse
puede alterar el sueño de la pareja que lo hace más tarde.
«¿Eres diestro o zurdo?» es una frase para ligar que no creo que
desbanque a la popular «¿Vienes mucho por aquí?», pero que
tendría impacto en tu sueño si la relación llega a buen puerto.
Cuando nos quedamos dormidos de cara a alguien o «haciendo la
cuchara», da igual cuánto nos queramos, siempre habrá uno que se
mueva antes y se separe en busca de su espacio personal. Quizá ni lo
recordemos, pero el aliento de la otra persona nos molesta, y nos
apartamos instintivamente de él.
Dormir con alguien aporta beneficios pre- y postsueño, pero en
un mundo ideal predormiríamos juntos y después nos iríamos cada
uno a nuestra habitación de dormir donde nada nos molestaría, nos
levantaríamos y disfrutaríamos de un postsueño totalmente
recuperados y felices de empezar el día con nuestra pareja. Dormir
solo es natural para nosotros, lo hacemos durante nuestros años
formativos. Quizá los dormitorios del futuro incluirán esta
prestación.
Nuestra posición ideal para dormir es la fetal sobre el lado no
dominante (los diestros duermen sobre su lado izquierdo, y
viceversa), lo que proporciona la seguridad psicológica de estar
protegiendo el corazón, los órganos internos y genitales con el lado
más fuerte. Si duermes solo, da igual a qué lado de la cama duermas,
pero una vez tienes pareja, la cosa se complica. Hay un lado bueno de
la cama. Si te pones de pie a los pies de la cama mirándola, el lado
derecho de la cama es la posición buena para los diestros, y el
izquierdo, para los zurdos.
En esa posición, ambas personas están tumbadas sobre el lado
correcto de su cuerpo y de espaldas a la pareja, hacia el espacio
abierto, donde no hay obstáculo que los moleste. Si eres zurdo y tu
pareja es diestra, sois el uno para el otro en este sentido.
Si ambas personas son diestras o zurdas, entonces una de las
dos estará durmiendo en el lado malo de la cama para ella. Un
diestro en el lado izquierdo o un zurdo en el lado derecho quedaría
mirando hacia la cama y hacia la espalda de su pareja, exponiéndolos
así a más molestias potenciales. Y si miran hacia afuera de la cama,
si, por ejemplo, se mueven después de haberse quedado dormidos
abrazados a su pareja, acaban durmiendo sobre su lado dominante.
El lado no dominante del cuerpo es menos sensible, de modo que es
más fácil que se quede en la misma posición toda la noche durante
todo el sueño.
Entonces, ¿qué solución propongo? ¿Cambiar a tu pareja por
otra que encaje mejor? Dicen que el amor es ciego y, desde luego, no
presta atención a los lados dominantes. En lugar de eso, tened en
cuenta quién de los dos está durmiendo sobre el lado equivocado e
intentad ponérselo fácil. Lo primordial aquí es tener en la habitación
de recuperación la cama más grande que quepa (una super king es el
tamaño mínimo para dos adultos), y si das vueltas o te levantas por
la noche, ten en cuenta que es posible que tu pareja esté de cara a ti y
es más probable que la molestes.
Entender lo mucho que podemos llegar a alterar el sueño de
nuestra pareja nos permite adoptar nuevas filosofías al hacer cosas
como buscar una nueva casa de alquiler o compra. Daremos
prioridad al dormitorio principal, y nos aseguraremos de que cabe
una cama super king. Yo he cocinado en cocinas de todos los
tamaños y me he duchado en baños diminutos, pero con una pareja
en mi vida necesito un dormitorio en el que quepa una cama lo
suficientemente grande para que la compartan dos adultos.
Cuando se acerca un gran acontecimiento (la maratón o el
triatlón para el que te has estado entrenando, el proyecto que has
estado preparando o, incluso, el bebé que estás esperando), también
puedes hacer como los atletas y eliminar a tu pareja de la ecuación.
Múdate a la habitación de más o hazte una cama temporal
(hinchable, un sobrecolchón o un sofá cama) en el salón. El
embarazo, especialmente en su etapa más avanzada, puede causar
muchas molestias en el sueño de las mujeres, mientras ellas intentan
encontrar una postura cómoda, y puede ser beneficioso tanto para la
futura madre como para su pareja dormir separados. Puede que la
super king sea una cama para dos, pero en estos casos tres son
multitud.
Cuando Roger Federer juega en Wimbledon, se sabe que alquila
dos casas consecutivas: una es para su mujer y sus hijos y la otra para
su equipo. Él no duerme en la casa familiar. Los atletas con los que
trabajé antes de los Juegos Olímpicos de Río de 2016 tenían su
propio kit de sueño R90 portátil, de modo que podían dormir solos.
En este sentido, la cama se convierte en una especie de santuario
para que la pareja se relaje, practique sexo si quiere, pero, en el
momento en el que se dan media vuelta para dormir, el atleta sale y
se retira a su kit de sueño. Esto reduce la cantidad de molestias
potenciales que este se lleva a la cama, un método de ganancias
marginales para su gran acontecimiento y su relación. De modo que
la próxima vez que leas que una pareja de famosos duerme separada
o tus amigos te cuenten que lo hacen, no saques conclusiones
precipitadas. Quizá solo se están beneficiando de obtener el mejor
sueño posible, despertarse frescos y de buen humor, y con su
relación más fuerte que nunca.
El modo familiar
Cuando esperamos un hijo, la tecnología médica moderna nos puede
decir todo tipo de cosas sobre el bebé, como el sexo o complicaciones
potenciales, enfermedades o incapacidades, pero aún no nos puede
decir cómo será. Yo he criado a dos niños: uno de ellos dormía todo
el rato y el otro se pasó tres años gritando (o al menos así es como lo
recordamos).
Si estás aplicando el programa R90 a tu vida, si usas un kit de
sueño a medida en una habitación de recuperación adecuada y tienes
tu hora fija de despertarte, sabes usar los PRC y trabajas en armonía
con tus ritmos circadianos, tu cronotipo y los ciclos de sueño,
entonces ya has hecho mucha preparación para enfrentarte a la
alteración que puede suponer en tu vida la llegada de un recién
nacido. Al menos en teoría.
Tienes tu horario de 24 horas que se ancla en torno a tu hora fija
de despertarte, y deberías ceñirte a ella en la medida de lo posible.
Tienes tus ventanas de PRC de mediodía y media tarde, y tienes
intervalos de noventa minutos para irte a dormir por las noches.
Cuando llegue el bebé, la madre cambia todo su horario basándose
en el del bebé, que consiste básicamente en dormir, despertarse,
comer y expulsar repetidamente. La pareja tiene que colaborar al
máximo, de lo contrario, añadirá presión a la relación, aunque la
madre tiene una predisposición biológica para despertarse con el
llanto del bebé.
De modo que, con una hora fija de despertarse a las 6:30 y un
recién nacido que te despierta a las 2:00, lo que sucede es que te
levantas, atiendes al bebé y, asumiendo que vuelva a dormirse, tú
tienes que ver qué horas de acostarte tienes, en lugar de meterte
directamente en la cama. Si has sido padre, habrás vivido la
experiencia de volverte a la cama, no poder dormirte y frustrarte,
incluso, porque estás agotado. No pierdas así tu valioso tiempo. Si
son las 2:30, ponte las 3:30 como hora de acostarte, así podrás hacer
algunas actividades de la rutina presueño: ordenar, alguna tarea del
hogar, meditar o incluso ver un poco la televisión antes de dormir. Si
tienes la suerte de dormir seguido hasta que suene el despertador,
levántate a tu hora habitual.
No duermas durante el día fuera de las ventanas del PRC si lo
puedes evitar. Si el bebé se va a dormir a las 13:00, haz tú lo mismo y
gana un ciclo de treinta o noventa minutos. Pero no hagas dos o tres
ciclos solo porque el bebé los está haciendo. La intención no es
luchar contra al reloj biológico. Levántate, haz cosas positivas que se
te hayan acumulado (poner lavadoras es una constante con un recién
nacido, así que pon una, ordena, haz algo antes de que el bebé vuelva
a despertarse).
Al final, con suerte, el bebé desarrollará patrones y tú podrás
empezar a mover tu programa R90 de acuerdo a ellos, para intentar
coincidir con su rutina. Tú podrás controlar un poco tu recuperación
en este periodo, mientras que otros padres van por ahí tropezando y
quedándose dormidos indiscriminadamente, tumbados en la cama
sin poder dormir por la noche y con la sensación de que la cosa se les
ha ido de las manos. Existen muchos libros y foros en Internet con
consejos sobre qué hacer con el bebé, pero no hay muchos que digan
qué puedes hacer tú. Con el programa R90, puedes controlarlo.
¿Y si no tienes suerte? No pasa nada. Yo he vivido las dos cosas.
Si te despiertas continuamente durante la noche, falto de sueño hasta
un punto que te parece extremo y te encuentras lleno de ira y
diciéndole cosas a tu pareja con las que nunca habías soñado, no es
nada que no le haya sucedido antes a otras parejas. Piensa en ello
como en el marinero que da la vuelta al mundo y duerme treinta
minutos cada doce horas. Piensa en quienes adoptan el horario de
sueño Uberman, en el que los polifásicos extremos hacen una siesta
de veinte minutos cada cuatro horas (solo dos horas de sueño en
total al día).
Somos criaturas increíblemente robustas en lo relativo a la falta
de sueño y, al contrario de muchas de las cosas que nos lo quitan
actualmente, la evolución nos ha preparado para lidiar con la crianza
de un hijo. Intenta mantener la armonía con tu programa R90 al
máximo, intenta mantener una dieta razonable y cuídate, aunque eso
implique tomarse pequeños descansos de vez en cuando, en tándem
con tu pareja, y no te castigues ni la castigues a ella si no puedes
seguir el R90 o si estás operando con solo dos ciclos por noche. Esto
no dura para siempre. Será más sencillo a medida que crezca.
Adolescentes «vagos»
Los niños crecen. Los recién nacidos pronto desarrollan sus ritmos
circadianos y se ajustan al ciclo de luz y oscuridad (en el vientre
materno todo es oscuridad). La National Sleep Foundation de
Estados Unidos recomienda entre catorce y diecisiete horas de sueño
al día para un recién nacido, pero este número disminuye a medida
que se hace mayor, de modo que la recomendación cuando empieza
el colegio son entre nueve y once y, a partir de los catorce años, pasa
a entre ocho y diez.
Tomarse en serio el propio sueño es, en última instancia, una
decisión informada que uno toma. Puedes leer este libro, llegar a una
conclusión sobre qué hacer con lo que dice y, así lo espero, aplicar la
mayor cantidad de cosas a tu vida. Pero con los niños no hay decisión
que valga: hay que tomarse en serio su sueño.
El sueño es vital para el desarrollo de los niños. Su cuerpo y
mente lo necesitan en gran cantidad para crecer adecuadamente.
Asegurarse de que tienen la cantidad y calidad de sueño correctas
implica introducir algún tipo de medida de las que ya hemos hablado
(como proporcionar un entorno de sueño adaptado y algunas rutinas
pre- y postsueño que acabarán asociando con irse a dormir y
empezar el día, y asegurarse de que no están sobreestimulados, en
este caso por el azúcar, no por la cafeína), así como otras que no
aplican demasiado, como una hora fija de acostarse.
El R90 es una magnífica manera de asegurarse de que puedes
ajustar tu hora de acostarte y levantarte para que estén en sintonía
con lo que tu hijo necesita. Proporciona confianza y flexibilidad si las
circunstancias dictan un cambio y ayuda a que padres e hijos sean
más conscientes como familia de la importancia del sueño. Observa
el cronotipo de tu hijo pronto, de modo que cuando vaya al colegio
sepa cuál es su mejor hora para estudiar, una información
empoderante que le acompañará en sus años de estudio y, más tarde,
en el trabajo. Si tus hijos son aficionados al deporte, les puedes decir
que sigues los consejos de un entrenador del sueño para deportistas,
que les explica a sus ídolos lo que tienen que hacer.
Sin embargo, el programa R90 no está pensado para niños. No
intentes limitar ni restringir sus horas de sueño, hazlo todo para que
puedan tener mucho sueño de calidad con pocas interferencias, y
déjales que hagan lo que les resulte natural. La mayoría de los niños
duerme bien, y puedes explicarles todo lo que tienes preparado para
ellos para cuando crezcan.
Una vez alcanzan la adolescencia, la cosa se complica. Los
adolescentes siguen necesitando dormir mucho, especialmente
porque es durante el sueño cuando liberan la hormona que produce
el estirón que experimentan en ese momento. Por desgracia, dormir
lo suficiente es complicado a causa de factores biológicos y, cada vez
más, también a causa de tentaciones sociales y tecnológicas.
Da igual cuál sea su cronotipo antes de la adolescencia, al
alcanzar la pubertad los cambios biológicos de su cuerpo provocan
un cambio en los ritmos circadianos. Empiezan a producir
melatonina más tarde por la noche, de modo que, naturalmente,
tienen ganas de acostarse más tarde y, como necesitan dormir más
que un adulto, querrán dormir más por la mañana. Ya es hora de ser
más tolerantes con los adolescentes: duermen más porque sus
cuerpos se lo piden.
Sin embargo, la hora de entrada al colegio o la universidad
interfiere con esto. Los horarios escolares interfieren con los ritmos
naturales de los adolescentes. Un estudio de 2008, que comparaba
los hábitos de sueño de los estudiantes en épocas de clase y en
vacaciones, mostraba que «bajo la influencia del horario escolar, los
alumnos acumulan un déficit de sueño considerable, no obtienen
suficiente sueño según sus necesidades y muestran falta de ganas y
problemas de funcionalidad por el día».50 Los estudiantes, claro
está, dormían los fines de semana.
El atraso de los relojes biológicos empeora a causa de las
oportunidades de socializar que surgen para los adolescentes.
Muchos quieren salir hasta tarde con sus amigos por las noches, no
quedarse en casa. Cualquier padre que haya vivido la adolescencia de
su hijo sabrá de lo que hablo, pero solo aquellos que lo estén
haciendo ahora o hace poco sabrán los problemas añadidos que
supone la tecnología.
Incluso si un adolescente se va a su habitación a una hora
razonable, la multitud de opciones que proporciona la tecnología
implica que puede decidir jugar a videojuegos o entrar en las redes
sociales desde sus dispositivos a altas horas de la noche. Ya hemos
hablado de los efectos de la exposición a la luz azul de la tecnología,
la posible supresión de la producción de melatonina, lo que dificulta
el sueño, pero los videojuegos y las redes sociales también tienen una
naturaleza adictiva a tener en cuenta. Si un adolescente no tiene
sueño porque lleva los ritmos cambiados, salvar el mundo y reventar
a los malos en un videojuego es una opción de entretenimiento
atractiva, pero el aumento de la alerta y la adrenalina que
experimentará le hará jugar más de lo normal y eso asegura que,
cuando suene el despertador para ir a clase, posiblemente después de
haberse quedado dormido con la tecnología aún encendida, no esté
en las mejores condiciones para las clases de la mañana.
Ese es el «sueño basura» del que habla el catedrático
Idzikowski, en el que no se alcanza ni la calidad ni la duración
necesarias. En los adolescentes esto puede obstaculizar de manera
grave su desarrollo y educación, afectar a su humor y concentración y
puede tener consecuencias a largo plazo en su salud (física y mental)
y su peso.
Un estudio australiano publicado en el Journal of Adolescent
Health en 2016 concluía que «los videojuegos y las redes sociales son
factores de riesgo en la obtención de un sueño más corto y de peor
calidad, mientras que el tiempo en familia es un protector de la
duración del sueño».51
Ojalá la respuesta fuera tan sencilla como decirles a los
adolescentes que apaguen la tecnología y pasen más tiempo en
familia. Aunque es injusto poner a todos los adolescentes en el
mismo saco, porque muchos seguirán las advertencias y se
preocuparán por las consecuencias que esto puede tener en su
educación y desarrollo, quienes hayan criado a adolescentes o
recuerdan haberlo sido sabrán que, a menudo, cualquier advertencia
bienintencionada de los padres caerá en saco roto. Sin embargo, los
padres deberían intentar buscar la manera de gestionar el uso de la
tecnología de los adolescentes antes de acostarse, ya sea mediante un
pacto que diga que no jugarán a videojuegos pasada cierta hora de la
noche o sacando la tecnología del dormitorio. Aunque pedirle a un
adolescente que nos dé su teléfono inteligente puede ser una
propuesta complicada, así que buena suerte.
Sencillamente, los adolescentes no duermen lo bastante entre
semana, y la culpable es la tormenta perfecta que constituyen sus
ritmos cambiados por sus hormonas, la vida social y la tecnología, así
como la hora de entrada a los colegios. De modo que, ¿qué sucedería
si se permitiera a los adolescentes dormir más por las mañanas entre
semana?
Cambiar la hora de inicio de los colegios y universidades a las
10:00 proporcionaría un horario que tendría en cuenta las
necesidades de los alumnos en lugar de las de los padres y
profesores. El fin de las clases y los exámenes a las 9:00 implicaría
que ya no estaríamos pidiendo a los adolescentes que rindieran a una
hora que va en contra de su reloj biológico, y también reduciría su
falta de sueño.
El primer equipo del futuro
Trabajo con muchos adolescentes deportistas: los posibles atletas
olímpicos del futuro y, en concreto, los equipos de jóvenes y niños de
los clubes de fútbol. Veo en primera persona el impacto que su reloj
biológico cambiado y la tecnología tienen sobre ellos, y es sobre esta
edad, sobre los catorce o quince años, cuando las exigencias del
deporte y su estilo de vida convierten el tiempo en un bien preciado,
cuando pueden empezar a usar el programa R90, aunque en una
versión que considera seis ciclos, en lugar de cinco, el ideal.
Una estrella de la natación del futuro tiene que estar en el
colegio a las 9:00, como cualquier otro adolescente, pero tiene que ir
a la piscina o antes o después del colegio. ¿Qué consecuencias tiene
eso en su necesidad de una buena cantidad de sueño para su
desarrollo y recuperación cada día? Empezar el colegio a las 10:00 le
daría un poco más de margen; cambiar la hora en el Reino Unido
para permanecer en el horario de verano todo el año le
proporcionaría tardes con más luz en invierno. No solo se
beneficiarían de ello los atletas: los jóvenes suelen practicar más ocio
cuando hay luz.
En las escuelas de fútbol veo a adolescentes que provienen de
todo tipo de estratos sociales. Algunos de ellos no tienen figuras
paternas en casa que les inculquen los conceptos de sueño y
recuperación que necesitan aún más que aquellos que juegan en el
primer equipo, si quieren tener un buen futuro en el deporte. Se
quedan despiertos hasta tarde, jugando a videojuegos, pasando el
rato con amigos y sin dormir seis ciclos por la noche. Esto les
acarreará consecuencias graves si no lo solucionan. Con el programa
R90 pueden usar un método de sueño pensado para el mundo actual,
que utiliza la tecnología como una herramienta positiva y busca una
forma de recuperación que puede ser flexible y atractiva para ellos.
Depende de mí el llegar a ellos y ganarme su confianza, y depende de
ellos ser disciplinados, porque al final lo importante es desarrollar
las herramientas para gestionar la propia recuperación.
Suele acusarse a los mejores futbolistas de vivir en una burbuja
en sus torres de marfil, pero ¿qué otra opción les queda? Mientras
que antes los futbolistas tenían que estar alerta a causa de los
paparazzi cuando se iban de vacaciones o salían a cenar, ahora,
gracias a las cámaras de nuestros teléfonos, todo el mundo puede ser
un paparazzi. Están paranoicos y se encierran porque tienen que
hacerlo. No se pueden permitir tener un resbalón en público. He
visto el precio que pagan los jugadores más jóvenes que intentan
adaptarse a esto. Algunos no son capaces de gestionarlo. «Bueno —
puedes pensar—, esto va con el sueldo». Pero el dinero no te hace
inmune a la depresión ni a los trastornos de ansiedad.
La tecnología ha creado una burbuja para que vivan en ella los
adolescentes normales, que hacen mucha de su interacción social
mediante sus teléfonos sin salir de casa. He conocido adolescentes
que no tienen ni idea de qué tiendas hay en su eje comercial porque
no les hace falta, pueden conseguir todo lo que necesitan mediante
su teléfono, incluido el conocimiento, lo que puede hacer que
algunos se pregunten: «¿Para qué necesitamos el colegio y los
profesores?».
Los cambios que la tecnología ha introducido en nuestra
sociedad han acarreado grandes beneficios, pero debemos tener
cuidado con ella, especialmente en relación con los más jóvenes. Un
informe de consumo hecho en Canadá por Microsoft aseguraba que
la capacidad de atención humana media ha descendido de doce
segundos en 2000 a ocho en 2013. El 77 por ciento de los
canadienses entrevistados de entre 18 y 24 años dijeron que miraban
su teléfono cuando ninguna otra cosa estaba ocupando su atención, y
el 73 por ciento afirmaron que la última cosa que hacen antes de
acostarse es comprobar su teléfono.
No tenemos datos médicos sobre los efectos a largo plazo
después de toda una vida usando esta tecnología, porque aún no
lleva tanto tiempo con nosotros. La generación que ahora está
creciendo será la primera que vivirá toda la vida con ella, y podemos
ver las consecuencias que está teniendo sobre su sueño. Como
padres, tenemos que hacer todo lo posible por limitar su uso, igual
que deberíamos hacer en nuestra propia vida.
Hay universidades y colegios que se están poniendo en contacto
conmigo para que acuda a hablar con sus estudiantes, porque están
empezando a detectar el problema. Quieren hacer algo al respecto.
En el Southampton Football Club, ayudé a implementar un
esquema vertical en el que todo el mundo, desde el entrenador y sus
colaboradores al equipo más joven, participaba en el programa. El
médico del club, Steve Baynes, que es un antiguo médico del equipo
Sky, promovió el proyecto, que sigue llevándose a cabo a pesar del
cambio de entrenador. Southampton tiene un historial demostrado a
la hora de producir jugadores jóvenes con talento mediante su
cantera, que llegan a jugar en el primer equipo y, a menudo, en las
selecciones nacionales, y a veces son fichados por los clubes más
importantes del mundo. La estrella del Real Madrid y el Gales,
Gareth Bale, es producto de la cantera del Southampton. Los
internacionales ingleses Luke Shaw, Adam Lallana y Alex Oxlade
Chamberlain, también.
De hecho, el Southampton es un club que se toma muy en serio
el futuro de sus jóvenes. Si queremos producir ingenieros, atletas,
científicos, escritores y el gran talento del futuro, tenemos que hacer
lo mismo y empezar a tomarnos en serio el descanso y la
recuperación de nuestros jóvenes.
TUS RÉCORDS PERSONALES
Poder estar con mi hijo James y mi familia entre el público del
estadio Da Luz en Lisboa, viendo a Inglaterra jugar contra Francia en
la Eurocopa de fútbol 2004 fue para mí un momento maravilloso.
Inglaterra estaba jugando bien e iba ganando por 1 a 0, la atmósfera
era eléctrica, mi familia estaba conmigo y yo había contribuido, a mi
manera, a todo aquello. Había trabajado con el equipo y todos los
jugadores habían dormido en mi kit. Como habían dicho los
periodistas en una ocasión, había estado arropando en la cama cada
noche a los Tres Leones.
¿Cómo no estar orgulloso? Al final del partido, el capitán de
Francia y estrella del equipo, Zinedine Zidane, marcó dos goles en los
últimos minutos, ganó el partido y nos fastidió la fiesta. Típico de la
selección inglesa. Pero por un momento... ¡Guau...!
Solo unos años después de haber formulado la pregunta a sir
Alex Ferguson y, por asociación, a todo el deporte, me encontraba en
un lugar que nunca habría imaginado. Hacer esa pregunta cambió mi
carrera y, desde luego, mi vida, y así he tenido el privilegio de ayudar
a cambiar las vidas de otros.
En los años que siguieron a 2004 seguí haciendo la pregunta, y
trabajando con atletas excepcionales de todos los deportes, desde
rugby a ciclismo, pasando por todo lo demás, así como las futuras
estrellas del mañana.
Aún sigo haciendo la misma pregunta, llamando a puertas e
intentando encontrar respuestas. Por eso se ponen en contacto
conmigo los atletas y equipos que buscan mejorar definitivamente su
rendimiento de forma legal. Por eso me llaman colegios y
universidades, grandes empresas y gente corriente que quieren
cambiar sus vidas. Por eso hablo con gente como Arianna
Huffington, fundadora del Huffington Post y líder de su propia
revolución del sueño, y he sido invitado por el exalcalde de Londres
Michael Bloomberg a hablar en la cumbre global de líderes de las
principales ciudades.
Porque ahora todos se hacen la misma pregunta, y tú también
deberías: ¿Qué estamos haciendo con nuestro sueño? ¿Qué estamos
haciendo con este proceso de recuperación física y mental? ¿Cómo
vamos a enfrentarnos a algo que ya no podemos dar por hecho? Las
consecuencias potenciales son graves, pueden llegar a ser fatales
(cáncer, obesidad, diabetes, enfermedad cardiaca) y pueden llegar
incluso a convertirte en una sombra de ti mismo en forma de
depresión, ansiedad, síndrome del trabajador quemado y alzhéimer.
La depresión mata, especialmente a hombres jóvenes como los que
veo en academias de todo el país.
No tiene por qué ser así. Con el programa R90 puedes redefinir
tu forma de enfrentarte al sueño como hacen los atletas y equipos
con los que trabajo, que traen a casa trofeos y medallas de oro. Verás
dispararse tu humor, motivación, creatividad, memoria y niveles de
energía y alerta. Tu trabajo, tus relaciones y tu vida familiar se
enriquecerán más allá de lo que creías posible, porque estarás
batiendo tus récords personales una y otra vez.
Empieza contigo, pero este es un deporte de equipo. Tienes que
plantear la pregunta a tu familia, tus hijos, tu lugar de trabajo y tus
amigos. Juntos podemos dar un giro cultural, redefinir nuestro
enfoque para que el proceso de recuperación se una a la dieta y el
ejercicio para formar un ataque triple combinado contra la mala
vida.
Olvida el sueño tal y como lo conocías. El proceso de
recuperación se basa en un reloj que avanza las 24 horas, un ritmo
constante que todos debemos aprender a seguir. Empezar hoy no
significa hacerlo cuando te vayas a dormir. Significa ahora mismo.
¿A qué estás esperando?
AGRADECIMIENTOS
Cuando decidí formar una familia, pensé que había llegado el
momento de dejar de intentar ser golfista profesional y me uní al
negocio familiar de muebles. Nunca podría imaginar entonces que,
un día, una de las principales editoriales internacionales me pediría
que escribiera un libro sobre el sueño.
De modo que tengo que agradecer enormemente a todas las
personas de Penguin que han participado, especialmente a Joel
Rickett, por apoyar mis ideas y la necesidad de un cambio en la
manera de enfrentarnos al sueño, y a Julia Murday, por su
entusiasmo por este libro y su contenido, y por crear un programa
mucho más divertido de lo que sería esperable en el mundo del
sueño.
Un agradecimiento especial para mi redactor, Steve Burdett, que
ha tomado todas mis ideas y encapsulado mi pasión para crear una
historia única sobre el sueño que espero que provoque comentarios
y, sobre todo, redefina las ideas de quienes lo lean.
Gracias también a Patrick McKeown, por dedicar su tiempo a
hablarme sobre respiración, y a Rob Davies, un innovador de los
productos sobre respiración.
Algunas personas de mi época en la industria merecen ser
mencionadas: Peter Buckley, Morgan McCarthy, Patrick Newstead,
el recientemente fallecido Roger Head, Pam Johnson, Mark Bedford,
Jeff Edis y Alan Hancock. John Hancock y Jessica Alexander fueron
imprescindibles para la creación del primer Consejo del Sueño del
Reino Unido, donde conocí a mi mentor del sueño, Chris Idzikowski.
Sir Alex Ferguson, por su visión de futuro a finales de los
noventa, Dave Fevre, Lyn Laffin, Andy Oldknow de la FA, Gary
Lewin, Rob Swire y mi querido amigo ya fallecido Nick Broad, todos
contribuyeron, por no decir que lanzaron, a lo que se ha convertido
en mi nueva carrera.
Algunos de mis mejores momentos los he pasado desarrollando
negocios relacionados con el sueño en el corazón de un Manchester
que está resurgiendo y que nos proporcionó muchos retos,
relacionados con vivir en la gran ciudad, que resultaron útiles para el
programa R90, de modo que gracias a Chris Lloyd, Howard y Judith
Sharrock, Dave Simpson, Anna Litherland, Steve Silverstone, Brian
McCall, Richard Locket, el fallecido John Spencer, Flik Everett, Andy
Nichol, Simon Buckley, Claire Turner, Kate Drewett, Roberto Simi,
Zoe Vaughan Davies, Coby Langford, Darryl Freedman, Jason Knight
y John Quilter, entre muchos otros.
Fue entonces cuando se unió al Manchester United un nuevo
director de comunicación y decidió mudarse a la misma calle del
barrio del norte en la que estaba mi primera tienda. Seguimos siendo
amigos. Gracias por todo tu apoyo: Phil Townsend y hermano John.
Hay otro par de momentos clave en Manchester que de verdad
ayudaron a definir el trabajo que desarrollo hoy en día. El primero
fue en 2009-2010, cuando empecé a relacionarme con el equipo
inglés de ciclismo, y el nacimiento del equipo Sky, cuyo historial de
éxitos a la vista está, y nada más importante que el verano de 2016 en
los Juegos Olímpicos de Río y su preparación. Así que un
agradecimiento especial para sir Dave Brailsford, Matt Parker, Phil
Burt y el Dr. Steve Baynes. El segundo momento clave fue la
consultoría para la zona de entrenamiento de última generación para
el Manchester City, así que muchas gracias a Sam Erith por su apoyo.
Sin la ayuda de mis proveedores de productos R90 no podría
haber llevado a cabo muchos de mis proyectos, así que gracias a Icon
Designs, Trendsetter, Acton & Acton y Breasley.
De cara al futuro, gracias a Michael Torres, de Shift Global
Performance, mi socio en Estados Unidos del R90, por su apoyo y el
de su equipo.
Y, por supuesto, muchas gracias a mi familia, que ha tenido que
oírme hablar sin parar sobre dormir. Quizá, dado que mi padre
inventó la inyección de gasolina y viajó por todo el mundo con su
carrera en el mundo del motor internacional, yo debería haber sido
piloto, lo que habría sido causa de conversaciones más interesantes
para ellos. Pero a medida que llegan los nietos y la familia crece, lo
que espero es que hayan escuchado algo de lo que he estado
diciendo.
Notas
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27 Roy Race es un personaje de cómic, futbolista, muy conocido en el Reino
Unido [Nota de la traductora].
28 Thompson, A., Jones, H., Gregson, W. y Atkinson, G. (mayo de 2014).
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29 Informe Ofcom Communications Market Report, 2011.
30 Eckel, R. H., Jakicic, J. M., Ard, J. D., de Jesus, J. M., Houston Miller,
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31 Cappuccio, F. P., Cooper, D., D’Elia, L., Strazzullo, P. y Miller, M. A. (7 de
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32 Howatson, G., Bell, P. G., Tallent, J., Middleton, B., McHugh, M. P. y
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33 Loprinzi, P. D. y Cardinal, B. J. (diciembre de 2011). Association between
objectively measured physical activity and sleep. Mental Health and Physical
Activity, 4(2): 65-9.
34 Datos de Parks Associates.
35 No es su nombre ni su identidad real, todos mis clientes permanecen en
el anonimato y sus datos son confidenciales.
36 Idzikowski, C. (2013). Sound Asleep: The Expert Guide to Sleeping Well,
Londres, Reino Unido: Watkins Publishing.
37 Persistence Market Research (julio de 2015). Global Market Study on
Sleep Aids.
38 Centro Nacional de Estadísticas de Salud de Estados Unidos.
39 Gunja, N. (junio de 2013). In the Zzz zone: the effects of Zdrugs on
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42 51.616.400 euros.
43 Connelly, D. (24 de marzo de 2016). Sales of overthecounter medicines in
2015 by clinical area and top 50 selling brands. Pharmaceutical Journal.
44 Andy era ejecutivo de esponsorización de la Asociación de Fútbol en
1998, cuando me llamó para elegir las mejores camas para el equipo inglés
durante el Mundial de Francia 1998. Él sigue diciendo que fue quien lanzó mi
carrera en el mundo del deporte.
45 McHill, A. W., Melanson, E. L., Higgins, J., Connick, E., Moehlman, T.
M., Stothard, E. R. y Wright Jr, K. P. (2 diciembre de 2014). Impact of circadian
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10.1016/j.amepre.2014.10.018.
47 Omalu, B. I., DeKosky, S. T., Minster, R. L., Kamboh, M. I., Hamilton, R.
L. y Wecht, C. H. (julio de 2005). Chronic traumatic encephalopathy in a National
Football League player. Neurosurgery, 57(1): 128-34.
48 Conocí a Nick cuando trabajaba como nutricionista en los Blackburn
Rovers F. C. con el antiguo fisioterapeuta del Manchester United, Dave Fevre.
Nick me puso a trabajar con el equipo cuando se fue al Chelsea y Carlo Ancelotti
era el entrenador. Nick siguió a Carlo, que le apreciaba mucho, cuando se fue al
Paris Saint-Germain. Por desgracia, Nick perdió la vida en circunstancias trágicas
en Francia.
49 Informe de 2013 del Consejo del Sueño del Reino Unido (Sleep Council
Great British Bedtime Report).
50 Warner, S., Murray, G. y Meyer, D. (octubre de 2008). Holiday and
schoolterm sleep patterns of Australian adolescents. Journal of Adolescence,
31(5): 595-608.
51 Harbard, E., Allen, N. B., Trinder, J. y Bei, B. (abril de 2016). What’s
Keeping Teenagers Up? Prebedtime Behaviors and ActigraphyAssessed Sleep
Over School and Vacation», Journal of Adolescent Health, 58(4): 426-32. doi:
10.1016/j.jadohealth.2015.12.011.
Dormir
Nick Littlehales
No se permite la reproducción total o parcial de este libro,
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o por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Título original: Sleep
© del diseño de la portada, Penguin Random House Group, 2016
© Nick Littlehales, 2016
© Penguin Books, Ltd., 2016
© de las infografías, Penguin Random House Group
© de la traducción, Gema Moraleda, 2017
© Editorial Planeta, S. A., 2017
Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona
www.editorial.planeta.es
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Primera edición en libro electrónico (epub): marzo de 2017
ISBN: 978-84-08-16971-0 (epub)
Conversión a libro electrónico: J. A. Diseño Editorial, S. L.
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