CANCIÓN PARA LA INFANCIA Y LA EDUCACIÓN JULIO BRUM Sonidos, música y educación en la infancia Cada uno de nosotros somos también TODO lo que hemos escuchado, aún desde antes de nacer. Esto es un hecho, con dimensiones individuales y colectivas. Así vamos por el mundo con nuestra “huella de identidad sonora”, tan clara y definible como nuestras propias huellas dactilares. Huella sonora que marcará en forma indeleble nuestra identidad personal y cultural, nuestro acontecer estético y nuestros gustos y opciones. Los sonidos que nos acunan ya desde la etapa uterina y en los primeros años de vida moldean nuestra afectividad y nuestras capacidades futuras, así como los alimentos que consumimos y los vínculos que creamos determinan nuestro desarrollo corporal, afectivo y mental. Debemos pensar que los sonidos que experimentemos o no, en los primeros años de vida, van a desarrollar nuestras bases sensibles, expresivas y racionales en su nivel más básico y profundo. Bases estas que serán un componente fundamental para el devenir de nuestras relaciones con el mundo y las decisiones que iremos tomando respecto de él. Vale decir: también ¡SOMOS LO QUE ESCUCHAMOS! 1 Es interesante observar que cuando logramos conectarnos con esa “huella sonora” lo hacemos refiriéndonos a ese universo sonoro desde la afectividad más profunda hablando de timbres de voces, la voz de la madre o del abuelo, aquel sonido del portón del fondo, el ladrido del primer perro, el sonido de las botellas de vidrio, el pregón del heladero, una canción en la radio o quizás ¿el timbre del microondas o del celular en el futuro cercano? O sea, nadie habla sobre esa confortable “huella sonora” desde los elementos de lenguaje musical: melodías, ritmos, armonías, etc., es decir, no se expresa desde la óptica de los conceptos que nos preocupan cuando pensamos en “educar musicalmente”, sino que se valoran especialmente aquellas cualidades del sonido que en tanto energía producen y transmiten afectos y vibración corporal. A nadie le importa si su abuela o su padre “afinaban” al cantarle una canción de cuna, pero sí le importa que simplemente le cantaran (¡nada más y nada menos!) y lleva grabado profundamente en su sensibilidad cómo era ese timbre único e intransferible de aquella voz que lo envolvía de cariño a través del sonido. De allí que asimilar el interesante concepto forjado por el educador y compositor Murray Schafer1 sobre “paisaje sonoro”, y ponerlo en consideración para el diseño de propuestas pedagógicas, debería ser uno 1 Murray Schafer, R. (1933, Canadá) es un compositor, escritor, educador y pedagogo musical y ambientalista, reconocido por su «Proyecto del Paisaje Musical del Mundo», sus preocupaciones por la ecología acústica, y su libro La afinación del mundo, de 1977. 2 de los ítems infaltables en todo enfoque contemporáneo que aborde el desarrollo sonoro-musical de cualquier individuo o comunidad. La música es el menos universal de los lenguajes, hay tantas músicas como culturas y las culturas no son “puras”. Si algo define a la raza humana sobre la faz de la Tierra es la diversidad, la interculturalidad y el cambio permanente. Así como en América Latina su impresionante cantera sonora se nutre de las vertientes indígenas, europeas y africanas, ese crisol se repite en Europa donde, por ejemplo, si tomamos España escucharemos una riquísima variedad de culturas musicales impregnada por las culturas catalanas, celtas, vasca, árabes, etc. Hablar de educación hoy es hablar sobre el desafío de formar seres humanos para que vivan en un mundo que en realidad no sabemos cómo será. Lo que sí sabemos es que para sentar bases sólidas para el desarrollo de una persona no alcanza con cubrir las necesidades llamadas básicas, también necesitamos que desarrollen sus capacidades creativas y expresivas, lo que nos lleva hoy a reivindicar que el arte y la música en la educación se consideren al mismo nivel de importancia que las matemáticas o las letras en todos los niveles educativos. Por lo tanto, el desarrollo del lenguaje musical y sonoro y su interrelación con todos los lenguajes artísticos debe basarse en: • el estímulo permanente y diverso al desarrollo de capacidades de audición (interna y externa), 3 • impulsar decididamente las capacidades expresivas canalizadas a través de la interpretación, • desarrollar la creatividad que deberá sembrarse en forma lúdica y natural en cada acción que realicemos desde la primera infancia y para toda la vida. El desafío de educar para escuchar en la diversidad ¿Cómo puede gustarme algo que no tengo posibilidades de escuchar? El razonamiento es tan sencillo como dramático, tanto para aquellos que nacen bajo el nivel de pobreza, que son la mayoría de los niños y niñas de América Latina, como para los que nacen en las capas medias y altas porque ellos generalmente se forman bajo la influencia casi exclusiva de los medios de comunicación y de las estéticas que promueve el mercado. Y más dramático es si pensamos en todos ellos como seres que se forman en su dimensión estética —signo de todas las sociedades contemporáneas globalizadas— al influjo de esos medios de comunicación que ignoran las identidades de las comunidades locales o regionales a las que esos niños pertenecen. No hay dudas de que si una persona se desarrolla en contacto con la mayor diversidad posible de músicas, y estímulos estéticos de calidad, aumentará sus capacidades futuras y tendrá más herramientas para evaluar opciones y tomar decisiones para construir con creatividad su paso por la vida. Paralelamente, si conoce y valora su comunidad, tendrá 4 mayores posibilidades de arraigo a sus valores y su familia y, por lo tanto, mejores condiciones objetivas para su desarrollo personal y social. Esta realidad del mundo contemporáneo globalizado nos marca tristemente que hay elementos de la cultura que solo entrarán en contacto con la infancia si los educadores se hacen cargo de ello. Es decir, la mayor parte de la música de calidad pensada para la infancia no está al alcance de los padres y madres que directamente la desconocen ya que los medios de comunicación no la difunden, y en contadas ocasiones se encuentra al alcance de los espacios educativos formales. Desde el genérico de la sociedad hay una gran irresponsabilidad y una gran inconsciencia con respecto al rol que puede cumplir la música en la infancia para la formación de esa “huella sonora” que citábamos al comienzo, pero hoy los educadores son cada vez más sensibles a la importancia que tienen esas músicas en la conformación de la identidad cultural de las futuras generaciones. Un individuo que se desarrolla sin tener la posibilidad de experimentar la dimensión expresiva y artística es un individuo incompleto. No hay dudas de eso. La canción infantil de calidad puede aportar muchísimo para que esto no suceda, desde determinadas sonoridades, determinados timbres, determinadas formas de cantar, determinados gestos melódicos, determinados ritmos, que van construyendo el contexto sensible para una persona y serán el campo de cultivo para su desarrollo. 5 En resumen, si un niño escucha todo el día la música “x” va a ser un prisionero de lo que no conoce pero si, por el contrario, escucha la “x”, la “b”, la “j”, la “r”, etc., durante su crecimiento va a tener muchas más herramientas para construir un criterio propio para tomar sus decisiones frente al mundo que lo espera. En la escuela Desde la reforma de 2008 se ha planificado dar mayor protagonismo a la dimensión artística en las propuestas educativas de Primaria y, desde entonces, se vienen realizando acciones para que esto así sea, aunque no siempre es fácil desplegar en la acción cotidiana algunos conceptos o propósitos. Acá, por un lado, debemos asumir definitivamente que lo sonorocorporal-musical-plástico debe estar en función de formar personas creativas y seguras de sus ideas y convicciones y no para formar artistas o adornar un currículo de “cultura general”. Habrá que elaborar y asumir el papel formador-transformador del arte en los seres humanos. Para ello la promoción de la expresión y la creatividad deben concebirse como una parte fundamental del desarrollo individual y colectivo de las propuestas educativas. Por otro lado, hay que redefinir el rol docente que debe ser pensado como un promotor-articulador generador de situaciones expresivas más que como un docente que va a “enseñar” música, teatro, danza o plástica. 6 Los resabios de la vieja academia clásica aún generan muchas contradicciones en el imaginario sobre el rol de la música y el arte en la escuela, a las que debemos elaborar seriamente si de verdad nos interesa promover seres creativos capaces de expresar y dar forma a sus ideas y sentimientos, más allá del “resultado artístico o técnico”. Dadas las diferencias esenciales de objetivos y metodologías que existen entre los modelos tradicionales de la educación artística y los alternativos de la educación por el arte, creemos que es muy importante encuadrar las propuestas pedagógicas desde la expresión creativa en el aula cotidiana, dejando la formación artística específica a las escuelas de arte. En ese caso, es más pertinente encuadrar el desarrollo del lenguaje artístico musical en el aula desde un concepto de comunidad educativa, abriendo la puerta para que los saberes de los niños y sus familias entren y salgan horizontalmente del aula, articulándolos desde la lectura, la guía y la planificación docente. Ahí el rol docente es fundamental para estar vinculando, jerarquizando y complementando lo que niñas y niños aprenden en su comunidad y entre sus pares. Ese sería un buen punto de partida: que el maestro, asesorado por un docente especializado, pueda ir sembrando el placer y la autoestima respecto al desarrollo del lenguaje musical y/o los lenguajes artísticos. 7 ¿Qué hacer? Si asumimos al niño y a la niña en una comunidad educativa y expuestos a los medios de comunicación, debemos asumir también que llegan a la escuela con muchos saberes sonoros, musicales, plásticos y corporales previamente adquiridos. Esto debería entonces ser incluido en el diseño educativo: reconocer e integrar esos saberes al trabajo y pensar que la planificación y la estrategia docente deben contemplarlos para enriquecerlos o transformarlos al servicio de la expresión y el desarrollo artístico individual y grupal. Valorar sus saberes y, ¿por qué no?, confrontarlos con cosas que no conocen ampliando su mundo pero, también, asumiendo que los niños muchas veces hacen y saben cosas que el docente desconoce, en esos casos es fundamental reconocer este hecho para integrarlo al aula. Necesitamos, entonces, abordar el desarrollo del lenguaje musical desde una estructura horizontal permeable a todos los saberes que rodean a los niños y sin desdibujar el rol docente, concibiéndolo como un articulador atento a acercarlos a la mayor cantidad de estímulos y experiencias positivas que desde lo lúdico potencien su autoestima y su expresividad. ¿Qué tal si un abuelo un día se acerca con su bandoneón a mostrarles unos tangos? ¿O el tío violinista un día les explica sobre la música clásica?, ¿o la prima bailarina de la comparsa les muestra pasos de candombe?, o ¿quizás un día la clase de música se centre en los juegos cantados del 8 recreo? Es muy difícil que un docente pueda abarcar todo eso, pero sí puede gestarlo, diseñarlo y concretarlo. La participación en la vida cultural de la comunidad es un elemento importante del sentido de pertenencia del niño. Los niños heredan y experimentan la vida cultural y artística de su familia, comunidad y sociedad y, a través de ese proceso, descubren y forjan su propio sentido de identidad y, a su vez, contribuyen al estímulo y la sostenibilidad de la vida cultural y las artes tradicionales. (Pág. 5) (*) O sea, busquemos que las acciones docentes amplíen el horizonte de conocimientos y posibilidades desde lo vivencial integrando saberes diversos, no importa dónde estén, priorizando la metodología de taller en su real dimensión. Una posibilidad: mirar al recreo El juego y la recreación son esenciales para la salud y el bienestar del niño y promueven el desarrollo de la creatividad, la imaginación y la confianza en sí mismo y en la propia capacidad, así como la fuerza y las aptitudes físicas, sociales, cognitivas y emocionales. El juego y la recreación contribuyen a todos los aspectos del aprendizaje; son una forma de participar en la vida cotidiana y tienen un valor intrínseco para los niños, por el disfrute y el placer que causan. Las investigaciones demuestran que el juego es también un elemento central del impulso espontáneo hacia el desarrollo y desempeña un papel importante en el desarrollo del cerebro, especialmente en la primera infancia. El juego y la recreación promueven 9 la capacidad de los niños de negociar, restablecer su equilibrio emocional, resolver conflictos y adoptar decisiones. A través de ellos, los niños aprenden en la práctica, exploran y perciben el mundo que los rodea, experimentan con nuevas ideas, papeles y experiencias y de esta forma aprenden a entender y construir su posición social en el mundo. (Pág. 4) (*) Es en el patio de las escuelas, durante el recreo, donde los niños juegan libremente, allí es donde juegan y se comunican desde un lugar “no reglado” por el adulto, aunque sí hay alguien que “controla” lo que pasa allí en lo global. En general observamos que ese es un momento de “desenchufe” necesario del adulto con respecto al niño. Entonces, ahí aparecen elementos musicales interesantes que configuran claramente una cultura específica de la infancia y que, en general, están remitidos a esa etapa del ser humano, cuando dejamos la infancia también los abandonamos. Esa cultura tiene códigos y reglas muy propias que, si bien están más que documentadas en todo el mundo, aún nos cuesta asumirla en su dimensión educativa. En ese estrato cultural de la infancia ocurren cosas que son absolutamente patrimoniales y que tienen que ver con la identidad cultural y con los valores de la comunidad. Extrañamente, cuando analizamos estos juegos y rimas, juegos de manos, cantos, vemos que muchos de ellos son inmunes a todo lo que se supone la moda del mundo adulto. Y es muy interesante poder verlo desde ese lugar, porque 10 son señales de que el mundo infantil tiene otras lógicas y, quizás, intentar entenderlas sea muy útil para la tarea educativa. En ese lugar a veces —ya nuestro musicólogo mayor, Lauro Ayestarán, lo planteaba— sobreviven retazos de zonas o elementos de culturas que van a desaparecer y quedan depositadas en los juegos infantiles. Me atrevería a agregar, además, que ahí también hay preanuncios de lo que se viene, de lo que se está gestando en lo cultural en cuanto a valores, forma de trasmisión, forma de relacionamiento, es decir, hablamos de arte y música pero también está implícita toda una “ensalada cultural” vinculada con la ética, con los valores, con las formas de relacionamiento social, con la expresión, etc. Está relacionada con cómo nos vamos construyendo individual y colectivamente. En estos juegos, que aparentemente son muy sencillos y cotidianos, podemos encontrar muchas pistas muy interesantes que nos llevan a asumir que, desde el punto de vista musical, están desarrollándose naturalmente muchos de los elementos que después la educación mata o distorsiona por tratar de “enseñarlos”. Es así que encontramos manejo de los matices vocales, expresión y afinación, uso implícito de los parámetros del sonido, destreza rítmica, desarrollo motriz y de la memoria, de la lengua materna, creatividad y comunicación, etc. Y estos juegos cantados (Choco, choco, la, lá o Miliquituli, por ejemplo) son la prueba irrefutable de que es posible cantar con naturalidad, ser espontáneo, ser expresivo, manejar el cuerpo con la energía correcta, sin necesidad de sacralizar la competencia como paradigma del 11 “aprendizaje”. Juegos que jamás son competitivos, jamás son para destruir a alguien o para ganarle a alguien o para demostrar que alguien es mejor, se hacen por placer y simplemente porque tienen ganas de hacerlos. Allí hay desafíos individuales, búsquedas, pertenencia al colectivo, comunicación, afecto gobernados por el sentido lúdico de la existencia. Una serie de elementos y valores culturales que están contenidos en la infancia, que después nosotros “proclamamos” como adultos como el modelo del mundo ideal al que aspiramos para la humanidad, y los niños nos están diciendo todos los días que están acá, que viven en ellos. Simplemente el sistema educativo nos desconecta de ese canal que involucra la música, el cuerpo y la expresión en esta forma natural. Entonces, eso implica que hay que reconsiderar nuestro punto de vista tradicional con respecto a la infancia, la educación y la música en la escuela. Un posible punto de vista Obviamente que no alcanza para producir el hecho educativo quedarnos en eso que lo niños desarrollan entre sí pero, si nos conectamos con esa dimensión desde el respeto y sin ánimo depredador, tendremos muchas más herramientas para el desarrollo de mejores estrategias educativas. Decíamos al comienzo de este texto que toda estrategia de desarrollo sonoro-musical debería incluir el cuerpo y el movimiento y contemplar el trabajar sobre las tres formas básicas del conocimiento musical: 12 La audición Cuando escuchamos sonidos, instrumentos, una canción, una rima o un trabalenguas, estamos desarrollando múltiples dimensiones de nuestra personalidad. Escuchar construye noción de tiempo y espacio. Además sienta las bases de nuestras futuras opciones estéticas y nos sitúa en un contexto cultural, algo fundamental en los primeros años de la vida. Por eso es importante que niños y niñas escuchen la mayor variedad y la mejor calidad de músicas y sonidos siempre. La interpretación Interpretar para cantar, tocar, experimentar, bailar. Aprender y experimentar una rima, un ritmo o un canto, nos da conciencia de nosotros mismos y de nuestra relación con el mundo. Nos va enseñando sobre nuestra capacidad para ordenar la vida. Nos aporta modos de conocer la realidad para resolver obstáculos y responder creativamente frente a lo inesperado. Luego de cantar algo que antes no sabíamos y ahora sí, ese canto nos transforma y nos hace crecer, ya no somos los mismos. Debemos aquí ampliar y desestructurar rotundamente el paradigma único del “coro escolar” para los actos y valorar, además de la afinación en el canto, la capacidad para bailar, tocar instrumentos, crear y desarrollar estructuras e ideas musicales todo en el mismo plano. 13 La creatividad Es aplicar nuestra imaginación en forma expresiva en un proceso vivo de crecimiento y de búsqueda de posibilidades. Explorar y expresarnos libremente con lo que vamos aprehendiendo nos da la posibilidad de encontrar nuevas ideas y así sentir que somos seres humanos capaces de transforman la vida y el mundo que nos rodea. Por eso es vital crecer en un ambiente con estímulos a la fantasía, al juego y el movimiento, inventando juntos nuevas rimas o cantos, ritmos o estructuras sonoras. Es necesario transmitir una atmósfera que impulse a experimentar lúdicamente la creación ya que por más sencillos y simples que parezcan en un principio los primeros elementos que surjan, son siempre el valiosísimo primer paso en la dirección correcta. Trabajando con las canciones La canción puede ser definida como un objeto artístico que genera una instancia estética de comunicación; que rescata, reelabora y propone, en lo individual y en lo colectivo, melodías, palabras, textos, diferentes formas de emisión vocal y canto, ritmos, instrumentaciones, arreglos y gestos melódicos tradicionales o contemporáneos. Como forma musical, contiene globalmente todos los elementos básicos del lenguaje musical (parámetros, ritmo, melodía, armonía y desarrollo estructural) en todas sus variantes, desde las más simples a las más complejas. 14 Facilita diferentes tipos de vivencias corporales, racionales y afectivas. A través del canto individual disfrutamos afirmando nuestra singularidad y con el canto grupal nos dimensionamos en lo social y lo cultural. La creación de una canción para la infancia es entonces un acto de construcción que, conjugando sonidos y palabras, surge de una necesidad expresiva y de comunicación con el mundo infantil. Elementos Básicos de la CANCIÓN TEXTO: lenguaje, significado, sonoridad, métrica-ritmo, estructura. MÚSICA: melodía, ritmo, armonía, tímbrica, estructura. VERSIÓN: forma de canto, concepto de arreglo e instrumentación. ESTRUCTURA: surge de la síntesis e interacción de estos elementos. Canciones para escuchar, tocar y crear Tradicionalmente, desde lo institucional educativo se ha evaluado la pertinencia de una canción para la infancia en función de las posibilidades de cantarla o del mensaje “didáctico” que ofrece a los destinatarios. Esto condicionó, durante mucho tiempo en nuestras culturas la estética, la estructuración de las formas y la interpretación cuando pensábamos en el binomio melodía-texto. Se pensaba en los destinatarios como receptores pasivos que memorizarían la melodía y la letra repitiéndola en forma acrítica. La canción en general iba a un mensaje didáctico y directo, que comúnmente no lograba levantar sensaciones más complejas o imágenes interesantes a 15 nivel estético. La ideología que sustenta ese enfoque parte de considerar al otro como un objeto o espacio vacío a llenar con preceptos y reglas que le educan o enseñan “música”. Pocas o nulas fueron las ocasiones en las que se pensaba en la infancia como un sujeto cultural que, además de cantar, puede escuchar con criterio propio, analizar, interpretar, versionar o crear. Así enfocada, la canción nos permite múltiples lecturas desde diferentes ángulos, máxime si sabemos que cada escucha determina un significado que será único e intransferible. En todos los casos hemos de considerar que una canción se instala en nuestra afectividad, nuestros sentidos, nuestra mente y nuestros cuerpos movilizándonos, transformándonos. Vale decir que ya no somos los mismos seres luego de la vivencia intensa de una canción. La canción, en tanto energía, moviliza. De ahí su gran poder de abrir canales e influir en múltiples dimensiones del ser humano: corporal, afectiva, racional, expresiva. Los sonidos y las canciones nos van sedimentando esquemas musicales desarrollando una sensibilidad que se adicionará al bagaje prenatal, llegando a adquirir un significado muy especial, único e intransferible, que será base orgánica de la personalidad. Entonces no solo sentiremos placer al escuchar y/o hacer música, sino que desarrollaremos un interés cada vez mayor por retener lo que el ambiente nos ofrece. De ese modo, el “archivo personal” se volverá cada vez más extenso y heterogéneo, llegando al mismo tiempo a dar lugar a 16 respuestas activas sonoro-corporales que se tornarán imprevisibles y creativas, logrando así que interactuemos con mayor confianza y afirmación con el mundo que nos rodea. Escuchar El binomio sonido-silencio define básicamente la experiencia sensorial de la audición. La audición es psicológica y selectiva. Hay básicamente dos tipos de audición: la interna y la externa. Cuando escuchamos, recibimos información con la que creamos conocimiento que nos da contexto y cultura. Por acumulación vamos formando nuestra propia huella sonora que va más allá de lo musical y que nos genera identidad en nuestros afectos, nuestra psicología, en nuestra comunidad y nuestra relación con el mundo. Así, las voces de nuestra familia, el ladrido de nuestro perro, el chirrido de los frenos del bus, las llaves del portón, las botellas de vidrio, los cantos de cuna, las canciones... Todo da contexto e identidad. Conceptos que desarrolló Murray Schafer en su planteo de Paisaje Sonoro. En resumen, lo más importante de la audición desde el punto de vista del lenguaje sonoro y la canción podemos desglosarlo de la siguiente forma: • Es psicológica y selectiva. Es interna y externa. • Genera un proceso constructivo de conocimientos que amplían nuestra percepción estética. • Nos desarrolla una habilidad creciente para construir experiencias en torno a valores y normas socialmente aceptadas y, luego, una habilidad 17 creciente para construir puntos de vista y perspectivas que trascienden esas normas y plantear críticas y alternativas a lo conocido. • Aporta una percepción del tiempo en escucha tridimensional (instante-atrás-adelante). • Genera identidad y remite a un contexto cultural. Tocar En principio, refiere a la ejecución e interpretación de un instrumento musical o al canto. Pero la idea es enfocarnos no solo en ejecutar o interpretar una canción sino en involucrarnos subjetivamente para “tocarla” con todos los sentidos, con el cuerpo, el movimiento, las resonancias y las emociones. Tocar una canción no es simplemente reproducir la melodía y el texto que nos propone el creador. Es una experiencia de transformación de un objeto sonoro que asimilamos y expresamos siguiendo un camino afuera-adentro-afuera de nosotros mismos. En ese trayecto los intérpretes/tocadores desarrollan una concepción personal de la canción que vino de “afuera”, la internalizan y decodifican/metabolizan expresándola posteriormente hacia “afuera” con el tamiz de sus capacidades y emociones. El mero hecho de tocar la canción de esa manera nos despierta el interés y el placer debido a que nos exige ordenar la conciencia mediante la creación de un conocimiento constructivo que nos permite resolver los desafíos melódicos, armónicos o rítmicos que nos plantea. Nos interpela a la reorganización de nuestros 18 propios modos de conocer para superar obstáculos y sobreponernos a lo inesperado. Nos habla de nuestra capacidad para controlar la vida, haciéndonos experimentar y reconocer nuestras acciones, creando un nuevo sentido de nosotros mismos y de nuestra relación con los otros. Crear CREATIVIDAD: proceso de tener y desarrollar ideas originales que tengan valor. Para ser creativo tienes que hacer algo. IMAGINACIÓN no es CREATIVIDAD. La creación musical es un proceso vivo de crecimiento de una idea o impulso, de búsqueda de posibilidades. El proceso creativo produce conocimiento constructivo de sí mismo en la medida que existe un propio reordenamiento de lo imaginado, a medida que los desafíos presentados por las implicaciones de las ideas musicales que vamos intuyendo, son encontrados y resueltos. Podríamos intentar trazar un mapeo de ese proceso: El impulso inicial, prefiguración o presentimiento, que clásicamente llamamos inspiración, surge consciente o inconscientemente de una necesidad de expresión o sensación de vacío respecto de algo. Una vez instalada, comenzamos un desarrollo adicional de esa idea a transmitir, en varias etapas donde nos enfocamos en el tema a elaborar. 19 Durante ese camino hay giros inesperados provocados por nuevas ideas que incluso, a veces, pueden hasta transformar o cambiar ese impulso o idea inicial. Esas ideas nuevas que van tomando forma nos obligan a considerar diferentes posibilidades de resolución de la idea generadora. Así vamos involucrando diferentes habilidades y conocimientos que van a figurar un resultado impredecible. Durante ese proceso evaluaremos alternativas y elegiremos opciones. Hay una dinámica que permanece constante y que nos va guiando en todo el proceso hasta lograr la creación que dará forma al contenido que logremos expresar: 20 JULIO BRUM Músico integrante de la Asociación Papagayo Azul (compositor, intérprete), investigador y docente especializado en música para la infancia desde 1984, gestor cultural especializado en desarrollar proyectos que promueven la participación social y la creación colectiva a través de la música. Compositor, guitarrista y cantante en el grupo CON LOS PÁJAROS PINTADOS con quienes ha actuado interrumpidamente, en todo el Uruguay y en varios países latinoamericanos, desde 1997. Grabó y editó 7 CD de música infantil y publicó tres libros infantiles (Con los pájaros pintados, El secreto de la Yerba Mate y La Melodía de Amandú). Creó y coordinó la extensión docente del Taller Uruguayo de Música Popular (TUMP) (1994-2005), como tal diseñó el proyecto de Murga Joven desde sus inicios y el Área de Educación por el Arte y Lenguaje Musical del Programa Nuestros Niños, de la Intendencia de Montevideo. Director de sello PAPAGAYO AZUL (www.sellopapagayo.com) y el PORTAL BUTIÁ (www.butia.com.uy) 21 (*) Observación general N.º 17 (2013) sobre el derecho del niño al descanso, el esparcimiento, el juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes (artículo 31); informe del comité de los Derechos del Niño de la Convención de las Naciones Unidas. (**) El Movimiento de la Canción Infantil Latinoamericana y Caribeña (MOCILYC) fue fundado en el año1994 y surge de los encuentros que desde entonces se realizan en diferentes países latinoamericanos y caribeños. Una convocatoria gestada a nivel continental de artistas, educadores y diferentes personalidades, preocupados por la calidad musical de los trabajos para la infancia desde un enfoque educativo responsable y que no deje de lado los derechos de los niños y niñas a construir e imaginar una identidad cultural propia. 1 «La imaginación y la creatividad no son la misma cosa. La creatividad lleva los mecanismos de la creación a otro plano. Mi definición de la creatividad es la siguiente: “El proceso de tener ideas originales que tengan valor”. La imaginación puede ser totalmente anterior. Se puede ser imaginativo durante todo el día sin que nadie se dé cuenta. Pero nunca dirías que una persona puede ser creativa si nunca ha hecho nada. Para ser creativo tienes que hacer algo. Eso implica poner a trabajar a tu imaginación para realizar algo nuevo, para conseguir nuevas soluciones a problemas, e incluso plantear nuevos problemas o cuestiones. Se podría decir que la creatividad es imaginación aplicada.» Ken Robinson. El Elemento, Random House Mondadori. Barcelona, España, 2012. 22 23