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Mecanismos de Defensa

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Mecanismos de Defensa
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Humberto Persano
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27- Mecanismos de Defensa
Humberto Lorenzo PERSANO
Los mecanismos defensa son recursos constitucionales con los que contamos los seres
humanos, significa que estamos dotados para poder utilizarlos desde nuestro nacimiento.
Ellos son propios para cada individuo, pero a la vez, son también universales y discretos
(Vaillant, G. 1992).
Al comienzo de nuestra vida utilizamos acciones defensivas, fundamentalmente de índole motora. Por ejemplo, cuando a un niño algo lo atemoriza cierra sus ojos, esta acción
defensiva se denomina cancelación perceptual y tiene como fundamento la huida defensiva
de un estímulo amenazante. La huida fue considerada por el propio Sigmund Freud como
el prototipo de conducta defensiva frente a una amenaza externa. Sin embargo, el propio
Freud considera que el sujeto no puede huir de sus propias pulsiones, en consecuencia y
basado en la teoría de la evolución darwiniana, los mecanismos psicológicos de defensa
sustituyen a la huida como acción defensiva (Freud S. 1915a).
Los mecanismos de defensa son utilizados desde nuestro nacimiento tal como lo fuera
explicado más arriba para adaptarnos a las circunstancias de la vida y determinan en gran
medida la relación que podemos tener con la salud y específicamente con la salud mental,
así como también con la enfermedad. Si el funcionamiento del sujeto o el entorno en el cual
ese sujeto se desenvuelve está muy perturbado, la adaptación puede resultar en una manifestación que se puede expresar como patología mental (Vaillant, G.E. 1977). Este autor
cita para dar un ejemplo como un suceso de la vida, como un desengaño amoroso, puede
para un sujeto transformarse en una obra literaria y para otro en un intento de quitarse la
vida (Vaillant, G.E. 1977). Las modalidades en cada uno de ellos afronta, este suceso, está
multi-determinado, pero el nivel de funcionamiento defensivo será concluyente para afrontar el dolor psíquico, mientras que en el primer caso uno de los sujetos utiliza mecanismos
de defensa como la sublimación, correspondientes a un nivel jerárquico correspondiente
al espectro de defensas maduras y saludables, el otro sujeto utiliza mecanismos de acción
defensiva, tal como el acting out, que se corresponden con defensas inmaduras, de un nivel
jerárquico muy arcaico, que son frecuentemente observadas en diversas manifestaciones
psicopatológicas.
Por lo tanto, los mecanismos de defensa que un sujeto utilice en forma de patrón prototípico serán determinantes en la vida que lleve adelante ese propio sujeto. Los sujetos
que utilizan patrones defensivos arcaicos a lo largo de su vida, no sólo están más expuestos
a sufrir desajustes en la regulación de su vida emocional, sino que también tendrán más
propensiones a desarrollar problemas de salud en general. Los sujetos que utilizan mecanismos defensivos más maduros tendrán posibilidades de tener una vida más feliz y mejores
condiciones de salud en general. Estas consideraciones fueron llevadas a cabo por estudios
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longitudinales durante la vida de diversos sujetos en la comunidad para poder concluir en
estas aseveraciones y ser validados empíricamente (Vaillant, G.E. et al. 1986).
A medida que progresamos en nuestro desarrollo estos mecanismos se tornan más complejos y forman parte de los recursos con los que cuenta el Yo del sujeto para afrontar amenazas tanto externas como internas. Es decir, el tipo de mecanismos defensivos que utiliza
el ser humano se modifica con el desarrollo del propio sujeto.
Los mecanismos de defensa tienen una función específica que es estar inicialmente al
servicio de la vida, pero también son útiles para evitar montantes de angustia extrema. Son
recursos que utiliza el Yo de un modo inconciente, aunque a veces pueden ser utilizados
también de un modo conciente para afrontar situaciones dolorosas.
Los mecanismos defensivos tienen una cualidad dinámica. Lo cual implica que cada sujeto puede acceder a utilizarlos de acuerdo con las posibilidades que cuente en ese momento
para poder afrontar las amenazas y los peligros, tanto del mundo psíquico interno como del
mundo externo real. La cualidad dinámica implica que también varían durante el transcurso de la vida, predominando algunos durante algunas etapas de la vida y otros en etapas
diferentes. Inicialmente un infant utiliza mecanismos de defensa más primitivos y a medida
que progresa el niño en su desarrollo utiliza mecanismos defensivos jerárquicamente más
evolucionados. Sin embargo, esta cualidad permite que todo sujeto pueda utilizar mecanismos defensivos de diversos niveles jerárquicos, de acuerdo con la intensidad del conflicto
en juego.
Cada individuo cuenta con la posibilidad de utilizar un número significativo de mecanismos de defensa; sin embargo, existe una tendencia a utilizar predominantemente un
patrón determinado en detrimento de otros. Esta particularidad de su funcionamiento está
relacionada con el nivel de organización psíquica y con su funcionalidad habitual. La modalidad defensiva específica determinaría el tipo de organización defensiva de cada sujeto
(Lichtemberg, J. & Slap, J. 1971). En general los sujetos con estructuras psíquicas más integradas utilizan patrones de funcionamiento defensivo de nivel jerárquico superior y poseen
una significativa plasticidad para su uso. En cambio, aquellos sujetos con estructuraciones
psíquicas perturbadas o con manifestaciones psicopatológicas más severas, tienden a funcionar con organizaciones defensivas de niveles más arcaicos y un espectro más restringido
de mecanismos de defensa. Esta condición permite realizar un diagnóstico del nivel de funcionamiento defensivo primitivo en una primera entrevista estructural (Kernberg, O. 1984).
Los mecanismos defensivos pueden ser agrupados entre sí, de hecho, funcionan en forma asociada y tienen un nivel de organización jerárquica determinado por el propio nivel
de organización psíquica alcanzado por el sujeto (Perry, J.Ch. 1991). La adquisición de estas
capacidades se sostiene en las modalidades del vínculo objetal y en las características del
entorno ambiental en la cual el individuo se ha criado. Por lo tanto, es dable esperar que el
patrón defensivo principal que cada persona utilice, esté íntimamente ligado a los procesos
identificatorios con las primeras imago parentales y esté determinado por las características, tanto del vínculo objetal como del tipo de patrón de apego desarrollado por los padres
y por el propio niño.
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Los procesos defensivos se ponen en marcha frente a las amenazas del incremento de
tensión interna provocadas por la emergencia pulsional, pero también por aquellas que
surjan frente al incremento de los estímulos del mundo externo real.
El Origen de los Mecanismos de Defensa
Para George Vaillant (1992) los mecanismos de defensa funcionan con una modalidad
similar a la del sistema inmunológico. Por ello, están constitucionalmente determinados,
pero en el ámbito psíquico están sostenidos en las capacidades y recursos que dispone el Yo
para afrontar las amenazas y peligros que despiertan, ya sean las pulsiones o los estímulos
del mundo externo real.
La constitucionalidad de los mecanismos de defensa está justificada en la universalidad de los
mismos, y estas ideas están en las mismas raíces de la metapsicología psicoanalítica, ya que hasta
el propio Freud planteó operaciones defensivas universales, como lo es la misma represión. Sin
embargo, no todos los individuos utilizan mecanismos de defensa idénticos, sino que éstos varían
entre las diferentes configuraciones estructurales del aparato psíquico.
Los mecanismos de defensa en consecuencia tienen un origen constitucional, sin embargo, debido a que se modelan con el desarrollo del carácter y la personalidad del sujeto
durante el interjuego intersubjetivo con las primeras relaciones objetales, así como remodelaciones a través de experiencias intersubjetivas durante la vida no sólo tienen un origen
constitucional, sino que dependen del tipo de organización de la personalidad y son modificables por el entorno y transmisibles intersubjetivamente en forma intergeneracional (Persano, H.L. et al. 2006). Dentro del concepto de modificación de los mecanismos defensivos
debemos considerar el cambio de patrón defensivo observado luego de procesos psicoterapéuticos que producen cambios psíquicos.
Origen Histórico del Concepto Mecanismos de Defensa
Sigmund Freud introdujo tempranamente en su obra el concepto de defensa. En 1895
en su trabajo, “El Proyecto de una Psicología para Neurólogos”, él propuso que la defensa
primaria tenía como función “…evitar el desprendimiento de dolor, o displacer…” (Freud, S.
1895), y también “…y para evitar el desprendimiento de displacer, su comienzo sería para el
Yo la señal para emprender una defensa normal…” (Freud, S. 1895, Pág. 405). Este concepto
introduce la idea, que así, se hubiera prevenido que nuevas vivencias de dolor, con sus facilitaciones, se produjeran tan fácilmente. También consideró que las defensas contra los impulsos podrían considerarse patológicas, por ejemplo, “…la defensa contra la sexualidad…”
(Freud, S. 1895, Pág. 399).
Él consideraba que la defensa puede estar ligada a la construcción del psiquismo. La
“función primaria” del aparato psíquico en su totalidad, tomando como modelo la neurona y su tendencia a la descarga, tiene como función primaria propender hacia la descarga
para mantener los niveles más bajos de cantidad (Qn) (Freud, S. 1895, Pág. 340), la huida
del estímulo (mundo externo) es otra de las formas de evitar el incremento de tensión. Sin
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embargo, de los estímulos del mundo interno no es posible sustraerse sino es por medio
de la acción específica, lo cual implica la búsqueda en el mundo externo de las condiciones
que alivien la tensión que provoca la demanda del mundo interno. Con la organización de
las neuronas, a la cual se denomina Yo, se produce la inhibición del decurso de cantidad
(Qn), mediante facilitaciones que liberen poca cantidad. Este principio implica que pequeñas cantidades de descarga de displacer en el sistema psíquico (y) a través del decurso
colateral (interconexionado neuronal) “…inhiben el decurso de la imagen recuerdo ligada al
desprendimiento de displacer….” (Freud, S. 1895, Pág. 369). Para Freud la descarga implica
el sentir, pues él consideraba que los afectos se hacen concientes a través de la descarga. Si
se inhibe la descarga se evita entonces el sentir displacer. Con lo cual queda establecido que
para evitar la descarga (inhibición de la descarga = función del yo) es necesaria la defensa
primaria lo cual es en sí mismo una función defensiva, pero a la vez estructurante del aparato psíquico. Este concepto es un pre-anuncio de la represión primaria como fundante del
aparato psíquico. Los procesos primarios implican un gasto total de la defensa, los procesos
secundarios implican una investidura del Yo y son una morigeración de los primeros, “…
con una valorización correcta de los signos de realidad objetiva, posible sólo con una inhibición del Yo…” (Freud, S. 1895, Pág. 372).
Freud pensaba que las defensas podrían originar síntomas psicopatológicos. Consideraba que la histeria de defensa, se producía por una incompatibilidad en la vida de las representaciones, debido a un afecto penoso. Por lo tanto, la defensa está ligada a los afectos,
especialmente a aquellos afectos ligados a la sexualidad. Es tarea del Yo sustraerle la carga
para que una representación intensa (con intensidad de carga) se transforme en una representación débil, lo cual implica una transposición de la carga. El Yo ha quedado exento de
contradicción, pero lleva sobre sí el lastre de un síntoma. Por lo tanto, la teoría de la defensa
implica también la teoría del conflicto. Puesto que la defensa surge como un intento de resolver un conflicto psíquico.
En otro artículo temprano en su obra, “Las Neuropsicosis de Defensa” (Freud, S. 1894),
Freud consideraba que el divorcio entre representación y afecto (carga) es el modo de operar de la defensa en las neurosis de defensa, (Verdrängung) por su denominación original
en alemán, que significa esfuerzo por desalojo, esfuerzo por dar caza o desplazamiento.
Sin embargo, también consideraba otra modalidad mucho más enérgica en la cual se desestima, o se rechaza (Verwerfen) por su denominación original en idioma alemán, tanto a
la representación como el afecto; como si ello nunca hubiera acontecido (Freud, S. 1894).
Al desprenderse de la representación se desprende también de una porción de la realidad
objetiva, por lo cual al llevar a cabo esta operación se desase parcial o totalmente de la
realidad objetiva y de una porción del Yo (Freud, S. 1896). Pero la consecuencia de este
proceso, es que tras una defensa exitosa se cae en una confusión alucinatoria. Debido a que
las representaciones son tratadas como si tuvieran intensidad de carga de percepción. Esto
implica un funcionamiento primario del aparato, en proceso primario y con una confusión
indistinguible entre una percepción y una representación, cosa que le está vedada al propio
aparato psíquico para que funcione como tal; puesto que si no se distingue entre percepción
y memoria el sujeto no puede discernir entre que es realidad y qué no lo es. Es decir, una
defensa exitosa con descarga total, implica un fracaso de la defensa primaria y, por lo tanto,
un fracaso de la función defensiva también.
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Freud planteaba también que la modalidad de la defensa determina el tipo de contracción de la enfermedad, por lo tanto, el tipo de constelación defensiva impone el tipo de psicopatología. Plantea que una psicosis de defensa puede interrumpir episódicamente (transitoriamente) la trayectoria de una neurosis. Es importante recordar aquí, que en los términos
en que se expresaba la psicopatología en aquella época, la psicopatología estaba basada en
un planteo dicotómico entre neurosis y psicosis.
Freud describió distintos tipos de defensas, en su trabajo “El Chiste y su Relación con lo
Inconciente” (Freud, S. 1905) describió mecanismos defensivos tales como el humor, la distorsión, la represión, el desplazamiento, la supresión, la fantasía (el fantasear), el aislamiento. Comparó la función del sueño que sirve predominantemente al ahorro de displacer, con
el chiste que sirve para aumentar la ganancia de placer “…el sueño sirve predominantemente
al ahorro de displacer; el chiste a la ganancia de placer…” (Freud, S. 1905, Pág. 172).
Freud consideró que la sublimación, la supresión y altruismo eran mecanismos defensivos más avanzados entre otros. También, pensó que la pulsión podía tener como destino,
la transformación en lo contrario, la vuelta contra la propia persona, la represión y la sublimación (Freud, S. 1915b, Pág. 122), todos ellos considerados mecanismos defensivos. “…los
destinos de la pulsión pueden ser presentados también como variedades de la defensa contra
las pulsiones.” (Freud, S. 1915b, Pág. 122). Lo cual equivale a decir que una de las funciones
del Yo es lidiar con los destinos pulsionales, cuando éstos son vivenciados como amenazas
internas. Sin embargo, estos mecanismos evidencian jerarquías diversas, puesto que los dos
primeros son mecanismos previos a la instauración de la represión (Freud, S. 1915a).
Precisamente en su trabajo “La Represión” incluyó a todos los mecanismos defensivos
bajo el amplio paraguas del concepto de la represión (Freud, S. 1915a) lo cual empañó los
conceptos referidos a los mecanismos de defensa como entidades discretas. Según James
Strachey (traductor de la obra de Freud al idioma inglés), Freud probablemente tomó el
término Verdrängung o represión de Herbart (Psicólogo de comienzos del Siglo XIX) y es
también probable que siendo el mismo Freud discípulo de Meynert, este último haya introducido en Freud el concepto, pues Meynert era admirador de Herbart (Strachey, J. en Freud,
S. 1915a, Pág. 138). Aquí Freud postuló que la represión operaba sobre la pulsión y era un
estado intermedio entre la huida, dominada por la acción, y el juicio adverso donde el sujeto
hace conciente y puede condenar un pensamiento. La represión opera sobre la pulsión y es
una etapa previa al juicio adverso. “En el caso de la pulsión, de nada vale la huida, pues el Yo
no puede escaparse de sí mismo.” (Freud, S. 1915a, Pág. 141). Él consideraba que “Su esencia
es rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella” (Freud, S. 1915a, Pág. 142).
Freud sí puso énfasis en la función estructurante que tiene la represión en la delimitación
de sistemas del aparato psíquico. También consideró la diferencia entre represión primaria,
que opera por contra-carga, de la represión secundaria o propiamente dicha, que opera
mediante un esfuerzo por desalojo de una carga correspondiente a una representación intolerable. Exige un gasto de energía constante por parte del Yo. La represión no impide que las
representaciones se mantengan en el inconciente, sino que impide que los retoños de estas
representaciones lleguen al sistema conciente, es decir perturba el vínculo con la conciencia
(Freud, S. 1915a). La represión opera sobre las representaciones y entonces su fracaso para
evitar la angustia deja como secuela los síntomas.
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Nuevamente y más adelante en su obra “Inhibición, Síntoma y Angustia” (Freud, S.
1926) consideró la necesidad de diferenciar a la represión de los otros mecanismos defensivos y entonces el concepto de mecanismos de defensa discretos, cobró nuevamente valor.
Sin embargo, Freud siempre enfatizó que los mecanismos de defensas eran recursos del Yo
inconciente para afrontar pulsiones de índole sexual o agresivas, que generaban conflictos
en el sujeto.
Su hija Anna Freud fue una de las pioneras en clasificar las defensas y publicó un libro
en Alemania en el año 1936 dedicado a este tema llamado “El Yo y los Mecanismos de Defensa” (Freud, A. 1936). Anna Freud incorporó nuevos mecanismos de defensa además de
los que su padre había reconocido y consideraba que las defensas estaban relacionadas con
la plasticidad con las que el sujeto las utilizaba y también estableció el concepto de patrón
defensivo. El concepto de plasticidad es útil hoy en día, puesto que los sujetos con menores
grados de plasticidad y mayores grados de rigidez están más expuestos a desajustes y grados
de psicopatología (Vaillant, G.E. 1977).
Anna Freud pensaba que los mecanismos defensivos no solamente actuaban sobre las
pulsiones sino sobre el afecto que se desprendía de esas mociones pulsionales; de una pulsión erótica el afecto acompañante es el amor, por ejemplo, y en consecuencia la defensa
no es solamente sobre la pulsión sino también sobre ese afecto. De una pulsión agresiva el
afecto acompañante es la ira, por ejemplo, y la defensa también es sobre este afecto que no
puede ser sentido porque si no anularía el efecto de la defensa. “Sea amor, nostalgia, celos,
resentimiento, dolor y aflicción lo que acompañe a los deseos sexuales; sea odio, cólera, rabia
lo que se asocie a los impulsos agresivos, todos estos afectos deben resignarse a soportar toda
suerte de transformaciones; deben admitir toda tentativa de dominación por parte del Yo que
procura defenderse contra las exigencias instintivas a las que aquéllos pertenecen” (Freud, A.
1936, Pág. 41).
Anna Freud siempre enfatizó en la importancia del Yo como instancia psíquica que
cuenta con los mecanismos de defensa como recursos para afrontar conflictos, inclusive
considerando al Yo como un lugar (set) de observación de los mecanismos defensivos durante el proceso psicoanalítico (Sandler, J. & Freud, A. 1985).
Categorización de los Niveles de Defensas
Pensar que los mecanismos de defensa tienen una organización jerárquica es de importancia fundamental para identificar el nivel de funcionamiento psíquico, el tipo de patrón
defensivo que un sujeto utiliza regularmente y su nivel de organización de la personalidad.
Para Otto Kernberg identificar el nivel de funcionamiento defensivo es determinante a la
hora de establecer el nivel de organización de la personalidad. Este nivel de organización
jerárquica de los mecanismos de defensa, junto con el nivel de integración de la identidad y
la capacidad de verificar la realidad son el pilar de variables específicas para evaluar el nivel
de organización de la personalidad a través del diagnóstico estructural del funcionamiento
psíquico del sujeto (Kernberg, O. 1984). Por otro lado, se destaca la importancia que implica
identificar el patrón defensivo de un sujeto, no sólo porque tiene implicancias en la psico-
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patología, sino también porque permite evaluar la posibilidad de cambio psíquico durante
un proceso psicoterapéutico o durante la atención en dispositivos de tratamiento en Salud
Mental.
Para poder identificar los patrones defensivos George Vaillant (1977) y Christopher
Perry (1991), definieron las diferentes categorías y niveles de los mecanismos de defensa
para adultos y desarrollaron clasificaciones que describiremos a continuación. Estos autores evaluaron cómo se distinguen las defensas entre sí (implica que son discretas, mediante
estudios empíricos en poblaciones amplias, tanto normales como patológicas. Llevaron a
cabo estudios longitudinales de varios años de duración evaluando la relación entre la jerarquía del nivel de patrón defensivo y la salud a lo largo de la vida. Vaillant (1977) halló
que los sujetos con predominio de patrones defensivos arcaicos sufrían menoscabo en su
salud y en el nivel de desempeño a lo largo de sus vidas. Inclusive sujetos que habían nacido
en condiciones socioeconómicas más favorables, pero que tenían un patrón defensivo más
arcaico tuvieron un desempeño más perturbado en sus vidas, conflictos relacionales en el
amor y en el trabajo, condiciones saludables más precarias y mayores cuadros psicopatológicos. En cambio, sujetos que habían nacido en marcos socioculturales más precarios, pero
presentaban un patrón defensivo jerárquicamente más maduro pudieron sobreponerse a
esas condiciones y evidenciaron mejores indicadores de salud en general y menores conflictos relacionales, así como menos síntomas psicopatológicos (Vaillant, G.E. 1977). Estos
estudios son importantes para rescatar la importancia que tiene identificar los niveles de
patrones defensivos de un sujeto, no sólo en el campo de la Salud Mental, sino en el campo
de la salud en general.
George E. Vaillant agrupó a los mecanismos defensivos en 4 grupos de defensas ordenados jerárquicamente: Primitivas, Inmaduras, Neuróticas y Maduras (Vaillant, G. E. 1992).
J. Christopher Perry y sus colaboradores (Perry, J.Ch. 1991); (Perry, J.Ch. et al 1993)
incluyeron originalmente a 28 tipos de defensas diferentes reunidos en siete grupos organizados jerárquicamente de la siguiente manera:
•
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•
•
•
•
•
Nivel – 7 Defensas maduras
Nivel – 6 Defensas obsesivas
Nivel – 5 Otras defensas neuróticas
Nivel – 4 Defensas narcisistas o de distorsión menor
Nivel – 3 Defensas de desmentida
Nivel – 2 Defensas limítrofes o de distorsión mayor
Nivel – 1 Defensas de acción
Más recientemente, J. Ch. Perry y colaboradores incluyeron el Nivel – 0, que está relacionado con las defensas psicóticas, incluyendo 3 defensas en este nivel (Perry, J.Ch. et al.
2009); (Varela, B. et al. 2013).
La reorganización de la clasificación resulta ahora en cuatro supraniveles (Varela, B. et al.
2013); (Varela, B. 2016) y se asemeja a la clasificación de Vaillant (1993).
• Maduro -I (Incluye el Nivel adaptativo alto)
• Neurótico -II (Incluye el Nivel obsesivo y el Nivel Neurótico)
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• Inmaduro -III (incluye el Nivel de Distorsión Menor de la Imagen, el Nivel de Rechazo o Desmentida (disavowal), el Nivel Mayor de Distorsión de la Imagen, y el Nivel
de Acción)
• Psicótico-IV (Nivel Psicótico)
Tipos y Descripción de Mecanismos de Defensa
Nivel Maduro - I
Afiliación: Este mecanismo implica la posibilidad de reconocer los propios límites y la
necesidad de acudir a otros cuando no se pueden afrontar los conflictos, tanto del mundo
interno como con el mundo externo. Esta defensa es de alto nivel y es opuesta a la omnipotencia donde el sujeto no puede pedir ayuda.
Ejemplo: El sujeto pide ayuda ante situaciones que no puede afrontar solo. El sujeto pide
ayuda psicoterapéutica cuando no puede sobrellevar el conflicto sin auxilio.
Altruismo: Este mecanismo implica preocupación por los otros y por sus necesidades,
aunque esto implique una satisfacción también a nivel personal y el sujeto tenga conciencia
de que la satisfacción personal es la razón de su altruismo.
Ejemplo: El sujeto se involucra en ayudar a otros a nivel social o afectivo, sin que esto se
transforme en fanatismo. Un ejemplo es cuando un sujeto define su vocación a partir de una
carrera que implique la ayuda a otros.
Anticipación: Este mecanismo implica la capacidad de poder anticipar consecuencias de
los actos o toma de decisiones ponderando las consecuencias de las mismas. Puede experimentar la angustia futura a través de ideas o representaciones, pero es capaz de anticipar
respuestas de sí mismo y de otros.
Ejemplo: El sujeto es capaz de tolerar la angustia que le provoca una situación futura
angustiosa a través de preguntas referidas a sí mismo ¿Cómo me sentiré si acontece tal cosa?
Auto-afirmación: Este mecanismo posibilita al sujeto poder expresar lo que el sujeto
desea, siente o piensa en forma directa y sin intenciones manipulativas.
Ejemplo: El sujeto es capaz de expresar lo que siente y por ello se alivia de angustia ante
la posibilidad de decir lo que le sucede o lo que siente.
Humor: Esta defensa tiende a aliviar la tensión o la angustia mediante la ganancia de placer que
otorga tomar la situación en tono humorístico o irónico, especialmente dirigido hacia sí mismo.
Ejemplo: Un sujeto se siente frustrado por un evento, pero toma con humor el hecho y
ello produce un alivio de la angustia desplegada.
Auto-observación: Esta defensa implica capacidad de introspección, capacidad de verse
a sí mismo y como piensa que otros pueden pensar de sí. Esta defensa madura está relacionada con la empatía pues posibilita al sujeto ponerse en lugar de otra persona también.
También, le permite al sujeto afrontar mejor la realidad ante el conocimiento que tiene de sí
mismo y de sus sentimientos frente a ella.
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Ejemplo: El sujeto es capaz de hacer comentarios donde explora significaciones emocionales ante determinados sucesos o expresa interés en una versión más completa o compleja
de sí mismo.
Sublimación: Esta defensa tiene como meta transformar contenidos pulsionales a través
de la posibilidad de canalizarlos a través de comportamientos socialmente aceptables.
Ejemplo: Canalizar a través de los juegos, los deportes y la creación artística.
Supresión: Esta defensa implica la capacidad de poder tolerar mentalmente la angustia
que provoca que una situación que no pueda resolverse inmediatamente y contemplar la
postergación de la satisfacción de ese deseo. Es importante diferenciar aquí supresión como
postergación (no ligada a la procrastinación), de la supresión de los afectos, descripta por
J. Laplanche como una defensa arcaica observada frecuentemente en pacientes psicosomáticos.
Ejemplo: El sujeto puede apartar temporalmente de su mente algo perturbador para
poder pensarlo en otro momento más propicio.
Fantasía (El Fantasear): Esta capacidad de ensoñamiento puede ser una modalidad defensiva cuando un sujeto intentar ganar placer o intenta evitar una situación dolorosa o
conflictiva mediante el fantasear por breves períodos, sin refugiarse en forma autística lo
cual la diferencia de la fantasía autística que es una defensa inmadura. Esta defensa fue descripta por S. Freud, pero no fue incluida por Perry en su clasificación. Amerita ser incluida
en este grupo.
Ejemplo: Un sujeto se refugia en su mundo de fantasía para imaginar una creación artística o para imaginar una situación placentera.
Nivel Neurótico -II
Formación Reactiva: Esta defensa implica transformar pulsiones de contenido fundamentalmente agresivo, en contenidos opuestos y tolerables para el sujeto. Implica una substitución inconciente de una moción pulsional en su contrario. Es importante aclarar aquí
que no debe confundirse con trasformación en lo contario que es una defensa primitiva
donde fundamentalmente mociones tiernas o amorosas se transforman en odio intenso.
Ejemplo: Un sujeto intenta evitar sentirse culpable y sustituye un pensamiento inaceptable que pudiese provocarle angustia o culpa por otro totalmente opuesto. Es muy frecuente
de observar en sujetos obsesivos. Un sujeto tiende a expresar su enojo y lo transforma sistemáticamente en alabanzas. Los adolescentes que no saben cómo acercarse eróticamente
a una muchacha y lo hacen a través de comportamientos hostiles menores, es otro ejemplo.
Desplazamiento: Esta defensa implica desplazar un sentimiento o una respuesta emocional
desde un objeto hacia otro objeto menos amenazante pero equivocado. O desplazar una amenaza
interna hacia un objeto externo. Es frecuentemente observada en las fobias y en la histeria.
Ejemplo: Un sujeto desplaza una angustia interna motivada por una pulsión hacia un
objeto externo, el cual se transforma en amenazante. Los adolescentes suelen expresar sentimientos amorosos motivados por una persona hacia otra persona menos amenazante.
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Aislamiento: Esta defensa implica divorciar la representación del afecto concomitante de
modo tal que el sujeto no puede experimentar, simultáneamente los aspectos cognoscitivos
con los afectivos. A veces, esta separación es temporal. Es decir, pierde contacto entre los
sentimientos asociados a una idea dada. El afecto puede ser sentido pero asociado a otra representación o idea; actuando simultáneamente las defensas aislamiento y desplazamiento
en este último caso.
Ejemplo: Un sujeto se siente incómodo con los sentimientos que le despierta una situación determinada, pero puede tolerar pensarla como idea desprovista de afectos. Un sujeto
no puede llorar ante una situación dolorosa, pero puede pensar en ella desprovista de sentimientos. Freud da el ejemplo de un sujeto que no puede llorar frente a la muerte de un ser
querido, pero después llora desconsoladamente frente a la pérdida de una mascota. En este
ejemplo se asocian aislamiento afectivo con desplazamiento.
Intelectualización: Esta defensa implica el uso excesivo del pensamiento abstracto para
evitar sentimientos que puedan resultar perturbadores para el sujeto. En general hacen uso
de estos mecanismos sujetos con buen desempeño intelectual, aunque no es necesario o exclusivo, y abusan de este recurso para no experimentar emociones o sentimientos que sean
displacenteros o que generen conflictos.
Es importante diferenciar intelectualización de racionalización. Muchas veces se utilizan
ambos términos en forma indiferente tratándolos como sinónimos. La intelectualización
es una defensa de nivel neurótico, en cambio, la racionalización es una defensa de nivel
inmaduro y está emparentada con la mentira; en este caso el sujeto se miente a sí mismo o
justifica de un modo, relativamente burdo, su comportamiento.
Ejemplo: El sujeto que utiliza la intelectualización mantiene dentro del sistema conciente
una idea general o abstracta, pero carente del afecto concomitante. Nuevamente se presenta
un divorcio entre representación y afecto, pero con una exageración de ideas abstractas. Perry utiliza buenos ejemplos para referirse a la intelectualización, un sujeto se pregunta “¿Soy
feliz?” Y se responde “No creo que la felicidad verdadera exista.” O decir con una generalización “La mayoría de la gente actuaría de esta manera” (Perry, J.Ch. 1991).
Anulación Retroactiva: Esta defensa implica anular pensamientos, ideas o comportamientos con otros pensamientos, ideas o comportamientos de naturaleza contraria en un intento
de compensar o negar a los primeros. Es una defensa muy observada en sujetos con rasgos
obsesivos. El afecto o la angustia logran expresarse, pero posteriormente se los minimiza o
se los anula. Con lo cual se intenta evitar el conflicto que la expresión de un impulso o un
sentimiento podrían ocasionar. Esta defensa evidencia una ambivalencia o una contradicción
ambivalente. Una rectificación se expresa como sentencia que anula la sentencia previa.
Ejemplo: Un sujeto describe un deseo y rápidamente expresa algún comentario que minimice
la expresión del mismo o rectifica su deseo a través de un comentario que lo opaque. A veces, es
una acción la que opaca o anula un comentario o pensamiento previo. Se diferencia de la escisión
en que esta última es una defensa inmadura y el sujeto evidencia una contradicción evidente.
Represión: Es una modalidad defensiva que opera sobre las representaciones, tal como
se explicó anteriormente. Su acción es sobre la memoria, donde no puede recordar algo que
resulte penoso o amenazante. También, impide que el sujeto sea conciente de sus deseos, de
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sus sentimientos o que recuerde experiencias, porque le resultan perturbadoras. En general
expresa el modo en que el Yo opera frente a un conflicto entre una moción pulsional (cuyo
asiento es el Ello) y alguna prohibición (cuyo asiento es el Superyó). El afecto liberado de la
representación reprimida suele desplazarse al cuerpo dando lugar a los síntomas que son el
resultado de la solución de compromiso del Yo para lidiar con el conflicto y esos síntomas
se transforman en un lastre para el Yo. En sentido estricto la represión se refiere a los efectos
sobre las representaciones puesto que suele acompañar a otras defensas.
Ejemplo: Un sujeto no puede reconocer un impulso, un deseo o un pensamiento, o se
olvida de ellos.
Disociación: Es una defensa que implica una alteración momentánea de las funciones integradoras de la conciencia o de la identidad. Es una defensa que deriva de la represión y posibilita un
estado de doble conciencia. La disociación es una defensa neurótica que debe diferenciarse de la
escisión. Freud consideraba que la disociación operaba sobre la conciencia y se refería a ella en
idioma alemán como (Dissoziation), sin embargo, cuando se refirió a escisión utilizó la palabra
alemana (Spaltung) y la utilizó para referirse a la escisión que se produce dentro de la propia estructura del Yo (Persano, H.L. 1997). La escisión es una defensa inmadura.
Proyección del Impulso: La proyección neurótica se refiere a la proyección de la representación de un impulso en otro sujeto. Aunque Perry (1991) no la incluye en su clasificación,
esta defensa también amerita ser incluida entre las defensas neuróticas. Probablemente funcione en forma asociada al desplazamiento y a la negación neurótica, en este caso desplazando por vía de la proyección un impulso, tanto erótico como agresivo, a otro objeto y
negando su aparición en la conciencia.
Ejemplo: El sujeto no reconoce un impulso como propio y se lo atribuye al objeto por vía
proyectiva. “Yo no siento nada por él, será que él está sintiendo algo por mí”.
Negación Neurótica: Sigmund Freud en 1925 describió la negación como mecanismo
defensivo, distinto de la represión. El sujeto sortea la represión mediante su aceptación en
la conciencia precedido de un no. Esta defensa tampoco fue incluida por Perry (1991) en su
clasificación, pero también amerita ser reconocida.
“Por tanto, un contenido de representación o de pensamiento reprimido puede irrumpir en
la conciencia a condición de que se deje negar. La negación es un modo de tomar noticia de lo
reprimido; en verdad, es ya una cancelación de la represión, aunque no, claro está, una aceptación de lo reprimido. Se ve cómo la función intelectual se separa aquí del proceso afectivo.”
(Freud, S. 1925, Pág. 253-254).
Ejemplo: “Ahora usted pensará que quiero decir algo ofensivo, pero realmente no tengo ese
propósito” (Freud, S. 1925, Pág. 253).
Nivel Inmaduro -III
a) Nivel de Defensas Narcisistas - Defensas con Distorsión Menor de la Imagen
Desvalorización de Sí Mismo/Desvalorización de los Otros: Esta defensa de nivel inmaduro se observa frecuentemente en sujetos con rasgos o estructuraciones narcisistas de su
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personalidad. Desde el punto de vista psicopatológico es más arcaica que las defensas neuróticas. El sujeto presenta una desvalorización de sí mismo, con una distorsión de su propia
imagen. En general se asocia a problemáticas en la regulación de la autoestima. En sujetos
con organización limítrofe de la personalidad se asocia a la escisión psíquica que es una
defensa con distorsión mayor de la imagen de sí mismo. El sujeto afronta conflictos enfatizando o distorsionando negativamente su propio self. Se la denomina desvalorización de sí
mismo cuando opera sobre las imágenes del propio self. Sin embargo, también puede operar
sobre las representaciones de las imágenes de los otros objetos y entonces se la denomina,
desvalorización de los otros. En este caso afronta conflictos mediante la distorsión a través
del énfasis en los aspectos negativos del objeto, sin poder aceptar los aspectos positivos.
Ejemplo: El sujeto se desvaloriza o desvaloriza a otros con el fin de encubrir verdaderos
sentimientos que pueden resultarle más dolorosos. El sujeto dice “No sirvo para nada” para
evitar sentir una frustración, o “Ella es una incapaz, no sabe hacer nada, ni como madre
sirve” esta devaluación puede servir como protección contra los propios sentimientos de
desamparo.
Idealización de Sí mismo/ Idealización de los Otros: Esta defensa es la contracara de la
desvalorización. El sujeto afronta conflictos con una excesiva idealización de sí mismo o
de los otros, que siempre implica una distorsión de la imagen auténtica, tanto de sí mismo
como de los otros. A veces, el sujeto decide idealizar a los otros por motivos narcisistas
que implican una estimación distorsionada de sí mismo a partir del reflejo que le brinda la
fascinación idealizada del objeto. A veces, se describe en forma idealizada distorsionando
su imagen del self, para evitar sentir situaciones que puede vivenciar como humillantes o
vergonzantes. Esta modalidad de mecanismos de defensa suele funcionar en forma asociada a la escisión. Tanto la idealización como la desvalorización, ya sea de la imagen de sí
mismo o de la imagen de los otros, están relacionadas con dificultades en la regulación de
la autoestima.
Ejemplo: El sujeto describe situaciones en las que se ha comportado de un modo idealizado, distorsionando la realidad. O idealiza las cualidades de un objeto sin prestar atención
a otros matices discordantes con su percepción del objeto mediante la desestima.
Omnipotencia: Esta defensa es la contracara de la afiliación. El sujeto para afrontar un
conflicto o tolerar afectos penosos, adopta un aire de superioridad como si tuviese habilidades especiales u ostenta poderes. También está al servicio de proteger al sujeto de la
emergencia de sentimientos de inferioridad o para proteger su autoestima. Esta se sostiene
a partir de distorsionar positivamente la evaluación de sí mismo.
Ejemplo: Un sujeto en una conversación ostenta capacidades o poderes sobre determinadas circunstancias o personas, aunque no parecieran ser auténticamente reales.
b) Nivel de Defensas de Desmentida
Estas defensas están relacionadas con el concepto freudiano de Verleugnung, en alemán
que implica desmentida, rechazo, repudio o negación extrema. Traducida al idioma inglés
como disavowal.
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Desmentida: Es una defensa que implica desconocer, repudiar un aspecto de la realidad
a pesar de aceptar otro aspecto de la misma en forma contradictoria. Esta defensa se diferencia tanto de la negación neurótica como de la negación psicótica. Freud atribuyó esta
defensa como inmadura y presente en personalidades con rasgos perversos. Es una defensa
inmadura y observada en sujetos con trastornos de la personalidad.
Ejemplo: Un sujeto está cometiendo un acto que mortifica o daña a otra persona, pero
dice “usted no lo entiende, pero es mi manera de protegerla”. Este tipo de relatos se observan
en sujetos que cometen abuso sexual en niños y lo justifican como actos de amor.
Racionalización: El sujeto intenta afrontar conflictos tratando de forjar explicaciones
tranquilizadoras para sí mismo. Es una forma de mentira hacia sí mismo. Implica utilizar
justificaciones, muchas veces burdas, para poder sostener un comportamiento o acción.
Bastante frecuentemente se observa en niños, cuando intentan ocultar alguna situación que
les pueda generar culpa o vergüenza. Pero en adultos, se observa en sujetos que abusan
de sustancias o con rasgos antisociales, que justifican sus accionar delictivo mediante distorsiones de la verdad. En general ocultan comportamientos egoístas mediante el cambio
del discurso quitándole el propio interés. Se diferencia claramente de la intelectualización,
porque implica egocentrismo, inmadurez y justificaciones inmediatas.
Ejemplo: “Lo hice porque no me quedaba otra alternativa” es un ejemplo, u otro “le robé
porque a él no le hace nada y a mí me falta”.
Proyección Primitiva no Delirante: El sujeto enfrenta conflictos emocionales, adjudicándole falsamente a otros sus impulsos o pensamientos, sin embargo, esta forma de proyección implica también la proyección de una imagen de sí mismo. En general está dirigido,
hacia personas por las cuál se siente amenazado o atraído.
Ejemplo: El sujeto proyecta impulsos o sentimientos que lo hacen sentir vulnerable, especialmente ligados a sentimientos de vergüenza o humillación. Un ejemplo, “Te sientes
avergonzado por ese hecho y me lo atribuyes a mí”.
Fantasía Autística: Esta defensa implica un refugio en la fantasía, pero no con fines de
ganar placer sino con el objetivo de encapsularse de un modo autístico y retrayéndose de los
otros. Este fantasear se distingue de la fantasía, porque implica sustituir las relaciones con
otras personas. Es una modalidad de evitar afrontar o resolver problemas.
Ejemplo: Un sujeto cuando se iba a dormir imaginaba aislarse en un tanque de guerra
para protegerse de la vulnerabilidad que le provocaba dejarse a merced del dormir.
c) Nivel de Defensas de Distorsión Mayor de la Imagen
o Defensas Borderlines (Limítrofes)
Escisión de Sí mismo/Escisión de las Imágenes de los Otros: El sujeto afronta conflictos,
o situaciones externas mediante la escisión de sí mismo en dos aspectos totalmente contradictorios e irreconciliables. Es incapaz de integrar ambas imágenes contradictorias de sí
mismo. A su vez, también puede presentar una escisión de las imágenes de la representación
del objeto. La modalidad en que estas imágenes de sí mismo o de los otros se evidencian
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en una entrevista es altamente contradictoria y a veces, alternante sin que el sujeto tenga
clara conciencia de este funcionamiento mental primitivo. Este mecanismo fue inicialmente
descripto por Freud, cuando expresó que los niños, al no poder conservar cualidades negativas de una experiencia dentro del propio aparato psíquico, tendían a deshacerse de ellas
mediante la escisión del Yo, llamado por él, Yo de placer purificado, que sólo conservaba las
cualidades positivas y tendía a expeler fuera del aparato psíquico aquellas negativas.
La escisión para Otto Kernberg es el punto de clivaje de las organizaciones limítrofes de
la personalidad. En este sentido y desde el punto de vista evolutivo el ser humano no puede
integrar tempranamente aspectos contradictorios del objeto o de sí mismo, y en este sentido
la escisión debe dar lugar a la integración parcial y luego más global de las experiencias con
el objeto (Persano, H.L. 1997).
Ejemplo: Un paciente en una entrevista se refiere en forma alternante a su relación de pareja con cualidades totalmente negativas, asociando desvalorización con escisión psíquica.
Posteriormente durante la entrevista se refiere a la misma persona con atributos totalmente
contrapuestos, el terapeuta percibe que el sujeto parece estar hablando de dos personas
distintas. En otro momento se refiere a sí mismo de un modo totalmente contradictorio. El
terapeuta se ve obligado a confrontar estos aspectos escindidos de sí mismo y del objeto,
que el paciente mantiene así para evitar la emergencia de sentimientos confusionales y de
angustia.
Identificación proyectiva: La identificación proyectiva fue descripta originalmente por
Melanie Klein en 1946, en el marco del Psicoanálisis de las Relaciones Objetales. Joseph
Sandler describió (1987) tres estadíos de este concepto. El primero referido a las ideas de
Melanie Klein donde ocurrían cambios en la representación mental de self y objeto, el segundo cuando se extendió este concepto a la transferencia-contratransferencia en el proceso terapéutico entre paciente y analista y el tercero cuando se externalizan partes del self o
de la representación del objeto en el objeto del mundo real externo (Sandler, J. 1987).
Para Perry (1991) el concepto de identificación proyectiva se asemeja más a la tercera concepción de Sandler, donde un sujeto que no puede tolerar dentro de sí mismo un afecto o un impulso
lo proyecta masivamente en el otro, como si esa persona hubiese sido la que originó ese afecto
o ese impulso. Este mecanismo defensivo es interpersonal y es por ello que es muy importante
monitorear la contratransferencia durante procesos psicoterapéuticos con pacientes son severos
trastornos de personalidad puesto que el terapeuta es entonces la pantalla donde se proyectaran
estos aspectos muy arcaicos del self de sujeto. Este mecanismo se observa en relaciones interpersonales prolongadas como son las relaciones amorosas.
Ejemplo: Un sujeto atribuye a otro sujeto con el que se relaciona las responsabilidades
por su propio enojo, la forma el tono y la intensidad puede hacer que el otro sujeto se sienta
responsable de esos estados afectivos.
d) Nivel de Defensas de Acción
Acting Out: Esta defensa es de naturaleza inmadura, ligada a patrones acción impulsiva. El sujeto expresa sus emociones o sus impulsos a través de conductas de natu-
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raleza impulsiva, sin evaluar las consecuencias de sus actos. En general suelen evidenciarse en las relaciones interpersonales con sujetos que tienen un lugar significativo en
su vida. Las conductas de acting out relacionadas con expresión directa de la agresión,
el consumo problemático de sustancias para ser consideradas como mecanismos de
defensa de acting out, deben tener una relación con un afecto o un impulso descargado que no puede ser tramitado psíquicamente. Este tipo de mecanismo de defensa se
observa en sujeto inmaduros psicológicamente, con marcados rasgos de impulsividad;
en general presentan trastornos de personalidad. Es una defensa frecuente de observar
en sujetos con consumo problemático de sustancias.
Ejemplo: Un sujeto evidencia su ira a través de una descarga impulsiva, motora verbal y
de acción, luego de haberla descargado y ante el señalamiento de su terapeuta reconoce que
estaba enojado, pero que no había podido sentirlo en el momento de la descarga impulsiva.
Agresión Pasiva: El sujeto expresa sus conflictos o sus estados afectivos, a través de manifestaciones de agresividad indirecta. Una fachada de aceptación enmascara la resistencia
hacia los otros. Suele observarse en sujetos que suelen evidenciar un funcionamiento parasitario para con los otros.
Ejemplo: Un sujeto en un equipo de trabajo se opone sistemáticamente a las decisiones
del grupo, sin fundamentar su comportamiento. Puede ir acompañada de la racionalización. Pero el oposicionismo puede ser una manifestación de la agresión pasiva.
Hipocondriasis: Es una defensa que suelen evidenciar los sujetos que manifiestan quejas
somáticas repetidas. En forma encubierta evidencian hostilidad y resentimiento. Las quejas reiteradas ocupan buena parte de la vida cotidiana y evidencian un rechazo a la ayuda
ofrecida. No hay que confundir el mecanismo de defensa hipocondriasis, generalmente evidenciado en sujetos con depresión, de la hipocondría como delirio somático que pertenece
al campo de las psicosis.
Ejemplo: Un sujeto se queja frecuentemente de dolores y quejas somáticas, solicita
ayuda, pero luego la rechaza porque se siente decepcionado con lo que le ofrecieron.
Persiste en su queja somática. Es un intento de convocar a otro frente a la vivencia de
desamparo.
Nivel Psicótico -IV (Descriptas y clasificadas por George Vaillant (1993).
Repudio de la Realidad: Las defensas psicóticas implican un desasimiento de la realidad, un rechazo o un repudio de la realidad. Tempranamente en su obra Freud describió
el repudio (Verwenfen) como un mecanismo defensivo, donde un sujeto ante una realidad
intolerable repudiaba la misma, pero con la consecuencia de desasirse de esa porción de la
realidad, de un aspecto del self y del objeto que compromete esa realidad (Freud, S. 1894,
1896). Esta defensa también puede considerarse como negación psicótica.
Ejemplo: Una madre en pleno puerperio dice que su hijo recién nacido no es suyo, lo
desconoce y argumenta que se lo cambiaron, evidencia una conducta desaprensiva hacia el
niño, se muestra hostil y no muestra una auténtica preocupación maternal.
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Proyección Delirante: Es una defensa que implica una proyección masiva de aspectos indiferenciados entre el self, la realidad y el objeto. Frecuentemente se observa en los delirios
psicóticos de pacientes esquizofrénicos. Se utiliza para poder tolerar sentimientos intolerables.
Ejemplo: Un paciente esquizofrénico dice que el olor que surge de sus pies obedece a
unos rayos cósmicos que le envían seres extraterrestres para perjudicarlo. Aquí el sujeto
no acepta los olores que emanan de su cuerpo y la interpretación que hace de ellos alcanza
dimensión delirante con proyecciones masivas de su self, de sus pensamientos y de sus
sentimientos.
Distorsión: Esta defensa implica un nivel de distorsión de la realidad, que puede evidenciarse a través de expresiones de desrealización o despersonalización graves. A veces
el sujeto esta fusionado con otros objetos. Es frecuente de observar en delirios psicóticos.
Ejemplo: Un sujeto escucha un programa de televisión y asume que los personajes se
dirigen a él en forma indirecta, o directa. Interpreta la realidad con gran distorsión y confunde sus propios deseos con hechos de la realidad circundante.
Existen otras defensas psicóticas como el congelamiento, que se observa en cuadros
de psicosis catatónicas. La fragmentación que suele observarse en sujetos esquizofrénicos
cuando el paciente cree ser diversos personajes en forma simultánea o cree que distintos
personajes se refieren a él cuando en realidad es una sola persona.
Harold Searles describió claramente este mecanismo defensivo en pacientes esquizofrénicos. Una paciente esquizofrénica durante la vissita en la sala de internación, refería
que había distintos doctores “Searles” en la sala, fragmentaba así la imagen del objeto. Él lo
definió como paciente no integrado por no poder mantener aspectos diferentes del objeto
de un modo integrado (Searles, H. 1965), estas observaciones fueron realizadas durante su
trabajo en el Chemust Lodge Hospital, entre los años 1959 y 1963.
Defensas en la Infancia
Selma Fraiberg identificó muchas defensas arcaicas en niños, tales como la evitación,
el congelamiento, la lucha, la transformación del afecto y la reversión. Fraiberg consideraba que estas defensas no eran específicamente mecanismos de defensa, sino conductas
defensivas observables y que entonces ellas podrían ser posteriormente interpretadas, por
los psicoanalistas, como mecanismos defensivos en términos más abstractos. Ella observó
estas conductas defensivas en una población de niños de cero a tres años (0 a 3) que presentaban severas condiciones patológicas, por lo que las denominó defensas patológicas
en la infancia (Fraiberg, S. 1987). Es comprensible que las defensas más patológicas estén
ligadas a conductas de acción, puesto que el psiquismo alcanza niveles más abstractos y por
ende alcanza mayor capacidad de simbolización a medida que el niño crece. Sin embargo,
los niños severamente perturbados sólo expresan sus defensas de un modo más arcaico a
través de conductas, sino que carecen de una mayor capacidad de simbolización, con lo cual
quedan más expuestos a defenderse a través de conductas de acción observables.
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Fue Paulina Kernberg (1994) quien categorizó y agrupó los mecanismos de defensas en
los niños. La categorización jerárquica de defensas implica el nivel de funcionamiento del
aparato psíquico y por lo tanto es una marca que permite reconocer la modalidad funcional
del mismo.
Paulina F. Kernberg (1994) identificó, para niños, 31 tipos de mecanismos de defensa
divididos en cuatro grupos jerárquicamente organizados. También replanteado por ella y
otros autores, más recientemente en los siguientes dominios (Kernberg, P. Weiner, A. Bardenstein, K; 2000):
• Nivel 1- Normal (Adaptación, Anticipación, Resolución de Problemas, Supresión,
Sublimación, Altruismo, Afiliación, Identificación, Humor).
• Nivel 2 - Neurótico (Intelectualización, Racionalización, Aislamiento, Anulación Retroactiva, Negación, Formación Reactiva, Represión, Proyección, Introyección, Regresión, Somatización, Vuelta contra sí mismo, Evitación).
• Nivel 3 - Limítrofe (Desmentida, Escisión, Identificación Proyectiva, Idealización Primitiva, Devaluación Primitiva, Control Omnipotente, Identificación con el agresor).
• Nivel 4 - Psicótico (Dediferenciación, Constricción, Inanimación, Dispersión, Desmantelamiento, Encapsulamiento Autístico, Fusión, Congelamiento, Hipocondriasis, Reversión del Afecto).
Existen defensas que en los niños son normales, dependiendo de la etapa del desarrollo
en que se encuentren, pero si persisten más allá de cierto límite se transforman en patológicas.
Es importante reconocer el nivel de mecanismos de defensa acorde al nivel de desarrollo
de un niño, puesto que los niños tienden a utilizar diversos mecanismos defensivos durante
su desarrollo y la persistencia de ellos en el tiempo puede indicar una fijación a un funcionamiento arcaico. Por ello, en psicopatología infantil, identificarlos solamente no alcanza,
sino que también hay que correlacionarlos con la edad del niño o de la niña.
Finalmente, los mecanismos de defensa resultan una variable muy importante a la hora
de valorar el cambio psíquico. Existen diversos instrumentos de investigación para valorarlas. Entre ellos:
Manual de Evaluación de Mecanismos de Defensa, DMRS (Defense Mechanism Clinical
Rating Scale); (Perry, J.Ch. 1991)
Cuestionario de Estilos Defensivos, DSQ (Defense Style Questionnaire) de Bond (Bond,
M. 1992; 2004); (Bond, M. et al. 1983)
La mayoría de los manuales de diagnóstico en psicopatología psicodinámica utilizan un
ítem que evalúa mecanismos de defensa tales como los siguientes manuales:
PDM-2 (Psychodynamic Diagnostic Manual, Version-2) Lingiardi, V. & McWilliams, N.
2017) utilizado en América del Norte, Europa e Israel.
OPD-2 (Operazionalized Psychodynamic Diagnosis, Version-2) traducido al idioma
Castellano como “Diagnóstico Psicodinámico Operacionalizado (OPD-2): Manual para el
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diagnóstico, indicación y planificación de la psicoterapia”. Utilizado en Europa, especialmente Alemania y algunos países de América del Sur, como Chile.
“La Formulación Psicodinámica de Caso: Su valor para la práctica clínica” (Bernardi, R.
et al. 2016) es un manual para evaluar diagnóstico y seguimiento de proceso terapéutico,
desarrollado y utilizado fundamentalmente en Uruguay.
Todos estos manuales e instrumentos contienen totalmente o parcialmente el estudio
sistemático de niveles y jerarquías defensivas, lo cual constituye un elemento muy significativo a la hora de evaluar diagnóstico en Salud Mental fuera de las clasificaciones psiquiátricas estandarizadas y también para evaluar proceso de cambio psíquico durante y luego de
un proceso psicoterapéutico.
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