Fisiología Médica Un enfoque celular y molecular SEGUNDA EDICIÓN Walter F. Boron, MD, PhD Professor David N. and Inez Myers/Antonio Scarpa Chairman Department of Physiology and Biophysics Case Western Reserve University Cleveland, Ohio Emile L. Boulpaep Professor Department of Cellular and Molecular Physiology Yale University School of Medicine New Haven, Connecticut Versión NdT: 1.0 Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta contó. Dijo que había contemplado desde arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. -El mundo es eso -reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende. Eduardo. CONTENIDO SECCIÓN IV EL SISTEMA CARDIOVASCULAR 17 Organización del sistema cardiovascular…………………………….………1 Emile L. Boulpapep 19 Arterias y venas……………………………………………………………………..…..26 Emile L. Boulpapep 20 La microcirculación……………………………………………………….…………....46 Emile L. Boulpapep 21 Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma…………………….…..72 W. Jonathan Lederer 22 El corazón como bomba……………………………….……………….…….….….105 Emile L. Boulpapep 23 Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco………………….139 Emile L. Boulpapep 24 Circulaciones especiales……………………………………………………….….…169 Steven S. Segal 25 Control integrado del sistema cardiovascular…………………….………192 Emile L. Boulpapep Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular CAPÍTULO 17 ORGANIZACIÓN DEL SISTEMA CARDIOVASCULAR Emile L. Boulpaep ELEMENTOS DEL CARDIOVASCULAR SISTEMA El sistema circulatorio es una consecuencia evolutiva del tamaño del cuerpo Los pequeños organismos y las células aisladas no tienen un sistema circulatorio. Ellos pueden satisfacer sus necesidades metabólicas por el simple proceso de difusión y convección de solutos desde el medio externo al interno (Fig. 171A). La necesidad de un sistema circulatorio es una consecuencia evolutiva del aumento del tamaño y la complejidad de los organismos multicelulares. La difusión simple no es adecuada para abastecer de nutrientes a las células más internas ni para eliminar los productos de desecho; en organismos grandes, las distancias que separan a las células centrales del medio externo son muy grandes. Un simple tubo de extremo cerrado (Fig. 17-1B) penetrando desde el compartimiento extracelular y nutriendo las células centrales profundas en el centro del organismo, no sería suficiente. La concentración de nutrientes dentro del tubo se volvería muy baja en su extremo cerrado por el consumo de las células y por la larga distancia para el reabastecimiento de estos nutrientes. A la inversa, la concentración de productos de desecho dentro del tubo sería muy alta en el extremo cerrado. Este tubo representaría una larga capa no mezclada; como resultado, los gradientes de concentración para los nutrientes y los productos de desecho a través de la membrana plasmática de las células centrales (del core o núcleo) sería muy pequeño. En organismos complejos, el sistema circulatorio provee un gradiente de concentración desde la sangre hasta las células centrales para nutrientes, y en la dirección opuesta para productos de desecho. Mantener este gradiente requiere un rápido sistema convectivo que haga circular el fluido para que se equilibren las concentraciones con el medio externo y con las células individuales más internas (Fig. 17-1C). En mamíferos y aves, el intercambio de gases con el medio externo es tan importante que han desarrollado dos bombas, un sistema circulatorio dual (Fig. 17-1D) que entrega el total del gasto cardíaco (volumen minuto) desde el corazón a los pulmones, además de entregar el mismo volumen minuto hacia todas las células del organismo. El rol principal del sistema circulatorio es la distribución de gases disueltos y otras moléculas para la nutrición, el crecimiento y la reparación. También ha evolucionado para otros roles secundarios: (1) señalización química (transporte de hormonas), (2) disipación de calor, entregando el calor del centro del cuerpo hacia la superficie del organismo, y (3) mediar la respuesta inflamatoria y la defensa del huésped contra distintos microorganismos invasores. El sistema circulatorio humano integra tres partes funcionales básicas: una bomba (el corazón), que hace circular un fluido (la sangre) a través de un continente (los vasos sanguíneos). Este sistema es capaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes de la vida cotidiana. La demanda del organismo al sistema cardiovascular fluctúa ampliamente entre el sueño y la vigilia, en el reposo y el ejercicio, durante los cambios de posición, durante la digestión, o durante estrés emocional. Para satisfacer estas demandas, el sistema requiere una sofisticada e integrada regulación. 1 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 17-1 Rol del sistema circulatorio en la difusión. En C, los nutrientes y desechos se intercambian a través de dos barreras: una superficie para el equilibrio entre el medio externo y la sangre y otra entre la sangre y la célula central. Recuadro, la sangre es el conductor que conecta el medio externo con el interno. En D, el sistema es más eficiente, usando un circuito para intercambio gaseoso con el medio externo y otro circuito para el intercambio de nutrientes y desechos no gaseosos. 2 Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular El corazón es una bomba que impulsa la sangre por dos circuitos en serie: el sistémico y el pulmonar Una bomba singular, de unos ~300g, impulsa la circulación humana. El corazón realmente consiste en dos bombas, el corazón izquierdo, o bomba principal, y el corazón derecho, o bomba de refuerzo (Fig. 17-1D). Ambas operan en serie y requieren un delicado equilibrio entre sus caudales. El caudal de cada bomba es ~5 L/min, pero puede incrementar fácilmente cinco veces durante el ejercicio. En una vida de aproximadamente 75 años, los dos ventrículos combinados bombean 400 millones de litros de sangre (suficiente para llenar un lago de 1km de largo, 40m de ancho y 10m de profundidad). El fluido circulante por sí mismo es un órgano, que se mantiene en estado líquido gracias a mecanismos que activamente evitan la adhesión célula a célula y la coagulación. Con cada latido, los ventrículos generan presión impartiendo la energía necesaria para hacer circular la sangre a través del sistema vascular. Basándonos en anatomía básica, podemos dividir este sistema de tubos en dos grandes circuitos: el sistémico y el pulmonar (Fig. 17-1D). También podemos dividirlo en un sistema de alta presión (que se extiende desde el ventrículo izquierdo hasta los capilares sistémicos) y uno de baja presión (desde los capilares sistémicos, a través del corazón derecho, de la circulación pulmonar, hasta la aurícula izquierda). Los vasos también responden a las demandas metabólicas fluctuantes de los tejidos que irrigan, aumentando o disminuyendo el flujo de acuerdo a las necesidades. El sistema circulatorio también posee la capacidad de repararse y expandirse (angiogénesis). Algunas de las enfermedades que amenazan la vida son causadas por fallas en la función de bomba del corazón, fallas de la sangre como un órgano líquido (ej. trombosis o embolismo), fallas de los vasos como un continentes (hemorragias) o como un eficiente sistema de distribución (ateroesclerosis). Además, la falla en la interacción normal entre estos tres órganos puede agravar cualquier proceso patológico humano. HEMODINÁMICA El flujo sanguíneo es impulsado por una presión constante a través de resistencias variables Para simplificar, primero podemos pensar al corazón izquierdo como un generador de presión que mantiene una presión arterial media constante en su salida (aorta). En otras palabras, suponer que el flujo sanguíneo en todo el sistema circulatorio es constante o no pulsátil (más adelante en este capítulo discutiremos sobre las variaciones normales de flujo y presión que ocurren en un ciclo cardíaco normal como consecuencia de los latidos del corazón). A modo de gran simplificación, imaginemos al sistema circulatorio como un único tubo. Para comprender al flujo continuo, impulsado por una presión constante, podemos aplicar leyes clásicas de la hidrodinámica. La ley más importante es análoga a la ley de Ohm de electricidad: ∆V=I .R Para electricidad ∆P=Q.R Para fluidos (17-1) Esto es, la diferencia de presión (∆P) entre los puntos P1 y P2 es igual al producto del flujo (Q) y la resistencia (R) entre estos puntos (Fig. 17-2). La ley de Ohm para hidrodinámica se aplica en cualquier instante de tiempo, independientemente de cuan complicado sea el circuito. Esta ecuación no requiere asunciones sobre cómo son los vasos, si rígidos o distensibles, siempre que R sea constante. En realidad, la diferencia de presión (∆P) entre el principio y el final del sistema circulatorio humano –esto es, entre el sistema de alta presión (aorta) y el de baja presión (vena cava)- resulta bastante constante en el tiempo. Así, el corazón se comporta más como un generador de presión constante que un generador de flujo constante, al menos dentro de límites fisiológicos. En efecto, el flujo (el caudal del corazón izquierdo) es variable en el tiempo y depende mucho de las distintas 3 Sección IV • El sistema cardiovascular circunstancias. Como el flujo, la resistencia (R) varía con el tiempo. La resistencia total del circuito refleja la compleja red de vasos en la circulación sistémica y pulmonar. La sangre pude tomar diferentes caminos desde el lado izquierdo al derecho del corazón (Fig. 173): (1) una red capilar individual (ej. capilares coronarios), (2) dos lechos capilares en serie (ej. capilares glomerulares y peritubulares en el riñón, o (3) dos lechos capilares en paralelo que luego confluyen para nutrir un único lecho capilar en serie (ej. la circulación paralela esplénica y mesentérica que se unen al entrar en la circulación portal hepática). Contrariamente, el flujo sanguíneo del corazón derecho hacia el izquierdo solo puede tomar una única vía, a través de una única red capilar pulmonar. Finalmente algo de sangre puede ir del lado izquierdo del corazón hacia el mismo lado izquierdo a través de cortocircuitos (“shunts”), de los cuales el más importante es la circulación bronquial. La resistencia equivalente (Req) a través del lecho circulatorio resulta de los arreglos en serie y paralelo y responde a leyes similares a las que se usan en circuitos eléctricos. Para muchas resistencias en serie: Req = R1 + R2+ R3 +… (17-2) Para múltiples resistencias en paralelo: 1 1 1 1 = + + +⋯ Req 𝑅𝑅1 𝑅𝑅2 𝑅𝑅3 (17-3) Figura 17-2 Flujo a través de un tubo. El flujo (Q) entre el punto de alta presión P1 y el de baja presión P2 es proporcional a la diferencia de presión (∆P). A1 y A2 son las áreas de sección transversal en estos puntos. La presión sanguínea es siempre medida como una diferencia de presión entre dos puntos Los físicos miden la presión en pascales, g/cm2 o dinas/cm2. Sin embargo, los fisiólogos miden a menudo la presión sanguínea por la altura que alcanza una columna de líquido. La presión es: 4 P = δ.g.h (17-4) Donde δ es la densidad de la columna de líquido, g es la constante gravitacional, y h es la altura de la columna. Entonces, si despreciamos variaciones en la gravedad y conocemos la densidad del fluido (usualmente mercurio o agua), podemos medir la altura de la columna como una medida de la presión sanguínea. Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular Figura 17-3 Lechos circulatorios Usualmente se expresa la presión en milímetros de mercurio (mmHg) o centímetros de agua (cmH2O). Los médicos usan el clásico esfigmomanómetro para medir la presión arterial en mmHg. La presión nunca es expresada en términos absolutos, si no como una diferencia de presión (∆P) relativa a alguna presión de “referencia”. Podemos hacer este concepto más claro considerando a la presión como una fuerza aplicada sobre una superficie de área A. P= 𝐹𝐹 𝐴𝐴 (17-5) 5 Sección IV • El sistema cardiovascular Si aplicamos una fuerza sobre un lado de una puerta vaivén, no podremos predecir para qué lado se moverá la puerta a menos que sepamos qué fuerza opuesta estará ejerciendo otra persona del lado opuesto. En otras palabras, solo podemos definir el movimiento de un sistema mecánico por la diferencia entre dos fuerzas. En electricidad, comparamos la diferencia entre dos voltajes. En hemodinámica comparamos la diferencia entre dos presiones. Mientras no sea aclarado, la referencia de presión en fisiología humana es la atmosférica o barométrica (PB). Dado que en la Tierra PB nunca es cero, la presión obtenida en cualquier sitio de la circulación, no expresa la presión absoluta en ese vaso, sino la diferencia entre la presión dentro del vaso y la presión atmosférica. Dado que la diferencia de presión es siempre entre dos puntos, y esos puntos están separados por una distancia (∆X) y tienen una orientación espacial, podemos definir un gradiente de presión (∆P/∆X). Considerando la orientación, podemos definir tres tipos diferentes de diferencias de presión en la circulación: 1. Presión impulsora. En la figura 17-4, el ∆P entre los puntos X1 y X2 dentro del vaso –a lo largo del eje- es la diferencia de presión axial. Como este ∆P casusa que la sangre fluya de X1 a X2, la llamamos presión impulsora. En la circulación, la presión impulsora es el ∆P entre el comienzo del sistema arterial y el final del sistema venoso del circuito sistémico o pulmonar. En efecto, este es el único ∆P que necesitamos considerar para entender el flujo en tubos rígidos horizontales (Fig. 17-2). 2. Presión transmural. El ∆P en la figura 17-4 entre los puntos r1 (dentro del vaso) y r2 (fuera del vaso) –a lo largo del eje radial- es un ejemplo de diferencia de presión radial. A pesar de que normalmente no hay diferencia de presión en la sangre a lo largo del eje radial, la presión cae estrepitosamente a través de la pared. El ∆P entre r1 y r2 es la presión transmural, esto es, la diferencia entre la presión intravascular y la presión del tejido. Como los vasos son distensibles, la presión transmural determina el diámetro del vaso, el cual es el principal determinante de la resistencia hidrodinámica. 3. Presión hidrostática. Debido a la densidad de la sangre y a la fuerza gravitacional, una tercera diferencia de presión surge si los vasos no están dispuestos en posición horizontal como era el caso de la figura 17-2. El ∆P en la figura 17-4 entre los puntos h1 (fondo de la columna de líquido) y h2 (parte superior de la columna) –a lo largo del eje vertical- es la diferencia de presión hidrostática. Esta ∆P es similar a la presión de la ecuación 17-4 (en este caso, la δ es la de la sangre), y existe aún en ausencia de flujo. Figura 17-4 Tres tipos de diferencias de presiones y sus ejes en un vaso sanguíneo. 6 Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular El flujo sanguíneo total, o gasto cardíaco, es el producto de la frecuencia cardíaca por el volumen sistólico El flujo total de sangre que entrega el corazón al circuito en un minuto, es el gasto cardíaco (GC) o volumen minuto. La descarga de un único latido, sea del ventrículo izquierdo, o el derecho, es el volumen sistólico (VS). Dada una frecuencia cardíaca (FC): 𝑄𝑄 = (17-7) En la figura 17-2, podríamos estar viendo un bolo (el cilindro azul) –con un área A y una longitud Lmoviéndose a lo largo del tubo con una velocidad media v. Durante un intervalo de tiempo ∆t, el cilindro avanza una distancia ∆X, por lo tanto el volumen que pasa por un punto (por ejemplo P2) es (A x ∆X). Entonces (17-8): ∆V ∆t GC = FC x VS (17-6) El gasto cardíaco es usualmente expresado en litros por minuto; en reposo es alrededor de 5 L/min en un humano de 70kg. El volumen minuto depende del tamaño corporal y es mejor si es normalizado al área de superficie corporal total. El índice cardíaco (L/min/m2) es el gasto cardíaco por metro cuadrado de superficie corporal. El índice cardíaco normal de un adulto en reposo es de aproximadamente 3 L/min/m2. El principio de continuidad de flujo es el principio de conservación de la masa aplicado a la hidrodinámica. Implica que el volumen que ingresa al circuito por unidad de tiempo es igual al volumen que sale por unidad de tiempo, asumiendo que no hay fuentes ni sumideros (no se agregó ni se quitó fluido del circuito) 1. Por lo tanto el volumen minuto del lado izquierdo y del derecho deben ser iguales en estado estacionario. El flujo en un vaso aumenta con la cuarta potencia del radio del mismo (Ecuación de Poiseuille) El flujo (Q) es el desplazamiento de un volumen (∆V) en una unidad de tiempo (∆t): 1 NdT: El principio de continuidad requiere ciertas condiciones para cumplirse, estas son: que no haya fuentes ni sumideros (nombrado en el texto), que no existan cambios en la densidad del fluido (líquido incompresible) y que el tubo sea rígido. ∆V ∆t 𝑄𝑄 = 𝐴𝐴 . ∆X ∆t 𝑣𝑣 = 𝐴𝐴 . (17-8) ∆X ∆t = 𝐴𝐴 . 𝑣𝑣 Esta ecuación funciona en cualquier punto a lo largo de la circulación, independientemente de cuan complicada sea esta o que tan irregular sea el área de sección transversal. En un sistema físico bien definido, también es posible predecir el comportamiento del flujo a partir de la geometría del vaso y las propiedades del fluido. En 1840 y 1841, Jean Poiseuille observó el flujo de líquidos en tubos de pequeño diámetro y a partir de ello derivó la ley que lleva su nombre. En un tubo cilíndrico derecho y rígido (17-9): 𝑄𝑄 = ∆P . 1 𝜋𝜋𝑟𝑟4 = ∆P . 𝑅𝑅 8𝜂𝜂𝜂𝜂 (17-9) Esta es la ecuación de Hagen – Poiseuille, donde Q es flujo, ∆P es la presión impulsora, r es el radio interno del vaso, l es la longitud, y η la viscosidad. De esta ecuación se desprenden tres consecuencias: 1. El flujo es directamente proporcional a la diferencia de presión (∆P). La constante de proporcionalidad π.r4 / 8ηl es la recíproca de la resistencia (R). 7 Sección IV • El sistema cardiovascular 2. El flujo es directamente proporcional a la cuarta potencia del radio interno del vaso. 3. El flujo es inversamente proporcional a tanto la longitud del vaso como la viscosidad del fluido. A diferencia de la ley de Ohm para hidrodinámica (Q= ∆P/R) la cual es aplicable para todos los vasos, sin importar cuán complicado sea, la ecuación de Poiseuille solo se aplica a tubos rígidos y cilíndricos. La resistencia viscosa al flujo es proporcional a la viscosidad del fluido y no depende de las propiedades de las paredes de los vasos La aproximación más simple para expresar la resistencia vascular es el re arreglo de la Ley de Ohm para hidrodinámica (ver ecuación 17-1): 𝑅𝑅 = ∆𝑃𝑃 𝑄𝑄 (17-10) Esta aproximación es independiente de la geometría e incluso es aplicable a muchos circuitos complejos como la circulación periférica completa. Es más, podemos expresar convenientemente la resistencia en unidades usadas por los médicos para presión (mmHg) y flujo (mL/s). Así, las unidades de la resistencia periférica total son mmHg/(mL/s) – mejor conocida como unidades de resistencia periférica (PRUs). Alternativamente, si el flujo a través del tubo cumple con la ley de Poiseuille podemos expresar la resistencia viscosa en términos de la geometría del vaso y las propiedades viscosas del fluido circulante. Combinando la Ecuación 17-9 y la 1710: 8. 𝜂𝜂. 𝑙𝑙 𝑅𝑅 = 𝜋𝜋 𝑟𝑟 4 (17 - 11) De esta forma, la resistencia viscosa es proporcional a la resistencia del fluido y a la 8 longitud del tubo pero inversamente proporcional a la cuarta potencia del radio del vaso sanguíneo. Nótese que esta ecuación no hace referencia a las propiedades de la pared del vaso per se. La resistencia al flujo depende de la geometría del vaso – descripta en la ecuación por l y r – y la fricción interna del fluido, la viscosidad (η). La viscosidad es una propiedad del contenido (el fluido), no relacionada con ninguna propiedad del continente (los vasos). La viscosidad de la sangre es una medida del rozamiento entre las capas del fluido La viscosidad es una expresión del grado de desplazamiento entre dos capas de fluido. Isaac Newton describió la interacción que se muestra en la figura 17-15A. Imaginemos que dos láminas paralelas de fluido, cada una con un área A, se desplazan una sobre la otra. La velocidad de la primera es v, y la velocidad ligeramente mayor de la segunda es (v + ∆v). La diferencia entre las velocidades de las láminas es ∆v y la distancia entre ellas es ∆x. Así, hay un gradiente de velocidad en dirección perpendicular a las láminas, ∆v/∆x [unidades: (cm/s)/cm = s-1], que se conoce como “shear rate”. La fuerza adicional que debemos aplicar a la segunda lámina para moverla más rápido que la primera es el “shear stress” 2. Mientras mayor sea el área de las capas, mayor tendrá que ser la fuerza necesaria para aumentar la fricción entre ellas. Por lo tanto, el shear stress es expresado como fuerza por unidad de área (F/A). El shear stress necesario para producir un determinado shear rate fue definido por Newton como viscosidad: 𝜂𝜂 = 𝑠𝑠ℎ𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒 𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 𝐹𝐹/𝐴𝐴 = 𝑠𝑠ℎ𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒 𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 ∆𝑣𝑣/∆𝑥𝑥 (17 – 12) La viscosidad es una medida de la resistencia al desplazamiento cuando las capas rozan una contra la otra. La unidad de la viscosidad es el poise (P). La sangre humana tiene una viscosidad 2 NdT: A veces “Shear Stress” es traducido como fuerza de cizallamiento. Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular de ~3 centipoise (cP). Si uno aplica la definición newtoniana de viscosidad a un vaso sanguíneo cilíndrico, las láminas de sangre no son planas, sino como múltiples cilindros concéntricos (Fig. 17-5B). Si aplicáramos presión a la sangre dentro del vaso cada lámina se movería paralela al eje longitudinal del tubo. Por las fuerzas cohesivas entre la superficie interna de la pared del vaso y la sangre, podemos asumir que la capa infinitesimalmente fina pegada a la pared del vaso (Fig. 17-5B, layer #0) no se puede mover (condición de no deslizamiento). De cualquier forma, la siguiente capa cilíndrica concéntrica (layer #1) se desplaza en relación a la capa 0 (layer #0) pero más lentamente que la capa inmediatamente más interna (layer #2) y así sucesivamente. Así, las velocidades se incrementan desde la pared hacia el centro del vaso. El perfil de velocidad resultante es una parábola con una velocidad máxima, Vmax, en el eje central. Cuanto menor sea la viscosidad más puntiagudo es el perfil parabólico de velocidad. Figura 17-5 Viscosidad. CÓMO FLUYE LA SANGRE Como discutimos, la ecuación de Poiseuille (Ecuación 17-9) está fundamentada en sólidas bases teóricas y empíricas. De todas maneras, la ecuación requiere las siguientes condiciones: 1. El fluido debe ser incompresible. 2. El tubo debe ser rígido, derecho, cilíndrico, no ramificado y de radio constante. 3. La velocidad de la capa de fluido en la pared del vaso debe ser cero (0). 4. El flujo debe ser laminar. Esto es, el flujo debe moverse en láminas concéntricas sin intercambio de fluido entre las capas. 5. El flujo debe ser continuo (no pulsátil). 6. La viscosidad del fluido debe ser constante. Primero debe ser constante a lo largo de la sección transversal del fluido. Segundo, debe ser constante en el sentido “newtoniano”; la viscosidad debe ser independiente de la magnitud del shear stress (i.e., fuerza aplicada) y del shear rate (i.e., gradiente de velocidad producido). En otras palabras, el shear stress en cada punto debe ser directamente proporcional al shear rate en ese mismo punto. ¿En qué medida el sistema circulatorio cumple las condiciones de la ecuación de Poiseuille? La primera condición (i.e., fluido incompresible) se cumple en la sangre. Si consideramos solamente el flujo en un segmento de un vaso que tenga su tamaño fijo (por ejemplo la aorta torácica), la segunda condición (i.e., geometría simple) se cumple razonablemente. La tercera presunción (i.e., condición de no deslizamiento) es verdadera para la sangre en todos los vasos sanguíneos. 9 Sección IV • El sistema cardiovascular La cuarta y la quinta presunción, las cuales son más complejas, son objeto de estudio de las siguientes dos secciones. Con respecto a la sexta asunción, en otros capítulos discutiremos el comportamiento viscoso de la sangre. El flujo sanguíneo es laminar Según la ley de Ohm de hidrodinámica (∆P=Q.R), el flujo debería incrementarse linealmente con la presión impulsora siempre y cuando la resistencia sea constante. En vasos cilíndricos, el flujo aumenta linealmente con la diferencia de presión hasta cierto punto (Fig. 17-6A). Sin embargo, a altas tasas de flujo – más allá de la velocidad crítica- este aumenta menos pronunciadamente y ya no es proporcional al ∆P, sino cercano a su raíz cuadrada, porque la R aparentemente aumenta 3. Aquí, el flujo sanguíneo ya no es laminar sino turbulento. Ya que la turbulencia causa una pérdida sustancial de energía cinética, esto es energéticamente desfavorable. El parámetro específico que determina cuando el flujo se vuelve turbulento es el número adimensional de Reynolds (Re), llamado así por Osborne Reynolds: 𝑅𝑅𝑅𝑅 = 2 𝑟𝑟 𝑣𝑣 𝛿𝛿 𝜂𝜂 (17 – 13) El flujo sanguíneo es laminar cuando Re es menor a ~2000 y es mayormente turbulento cuando Re excede ~3000. 3 NdT: Al superar la velocidad crítica, el flujo deja de ser laminar y se convierte en turbulento. Por lo tanto, la resistencia del fluido deja de ser “poiseuilleana” al no cumplirse la condición 4 para esta ley. De hecho, hay una aplicación clínica directa de este fenómeno: en casos de asma grave, se puede administrar a los pacientes una mezcla de 30% O2 y 70% He (helio), cuya viscosidad es mayor que la del aire. ¿Cómo esta mezcla más viscosa puede ayudar a un paciente cuyo problema es la resistencia aumentada en las vías aéreas? La clave es que al aumentar la viscosidad, el flujo se vuelve más laminar y de esta manera se desperdicia menos energía. El resultado global es una disminución del trabajo respiratorio, a pesar de haber aumentado la resistencia “poiseuilleana”. 10 Figura 17-6 Flujo laminar versus flujo turbulento. Los términos del numerador reflejan las fuerzas disruptivas que se producen por el momento inercial del fluido. De esta forma, el flujo turbulento ocurre cuando r es grande (por ejemplo en la aorta) o cuando v es alta (por ejemplo, alto gasto cardíaco). El flujo turbulento también puede ocurrir por una disminución del diámetro del vaso sanguíneo (por ejemplo una estenosis arterial) que causa un incremento local de la velocidad. El término del denominador, la viscosidad, refleja las fuerzas cohesivas que tienden a mantener las capas bien organizadas. Por lo tanto, una baja viscosidad (como en una anemia) predispone a la turbulencia. Cuando la turbulencia aparece, el perfil parabólico de la velocidad se vuelve romo (Fig. 17-6B). La distinción entre flujo laminar y turbulento es clínicamente significativa. El flujo laminar es silencioso, mientras que la formación de vórtices durante la turbulencia provoca murmullos Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular (conocidos clínicamente como soplos). Estos sonidos de Korotkoff son útiles para determinar la presión arterial mediante el método tradicional auscultatorio. Estos soplos son también importantes para el diagnóstico de estenosis vasculares, shunts y lesiones valvulares cardíacas (ver la caja titulada Murmullos cardíacos y soplos arteriales). Formas intensas de turbulencia pueden ser detectadas no solamente como murmullos acústicos audibles sino también como vibraciones mecánicos (frémitos) que se pueden palpar y sentir. El flujo y la presión oscilan con cada latido entre un valor máximo sistólico y uno mínimo diastólico Hasta ahora, consideramos el flujo sanguíneo como continuo e impulsado por una presión constante. Esto significa que estuvimos trabajando con un flujo sanguíneo medio y una presión impulsora media. Sin embargo, todos somos conscientes de que el corazón es una bomba bifásica, con una fase de llenado y otra de vaciado. Debido a que ambos corazones, el izquierdo y el derecho, realizan sus trabajos de forma cíclica, el flujo es pulsátil en ambas circulaciones (sistémica y pulmonar). La presión arterial media sistémica (PAM) es ~95 mmHg. Esto es un valor individual, que tiene en cuenta el tiempo. En realidad, la presión sanguínea cicla entre un máximo sistólico (~120 mmHg) que corresponde a la contracción del ventrículo izquierdo y un mínimo diastólico (~80 mmHg) que se corresponde con la relajación del ventrículo (Fig. 17-7). La diferencia entre la presión sistólica y la diastólica es la presión de pulso o presión diferencial. Nótese que la PAM no es el promedio aritmético de los valores sistólicos y diastólicos, lo cual sería (120+80)/2 = 100 mmHg en nuestro ejemplo; más bien, es el área debajo de la curva, la cual describe la presión en un único ciclo cardíaco (Fig. 17-7, área azul) dividido la duración del ciclo. Un valor razonable para la presión arterial media es 95 mmHg. 4 Como la presión arterial, el flujo a través de las arterias también oscila con cada latido. Debido a que tanto la presión como el flujo son pulsátiles y también porque las ondas de presión y flujo no coinciden perfectamente en tiempo no podemos describir la relación entre estos dos parámetros con la ley de Ohm (∆𝑃𝑃 = 𝑄𝑄 𝑥𝑥 𝑅𝑅). Mejor dicho, si fuéramos a modelar la presión y el flujo en el sistema circulatorio, deberíamos utilizar un acercamiento más complejo, análogo al usado para entender circuitos eléctricos de corriente alterna. Murmullos cardíacos y soplos arteriales La turbulencia que se crea cuando la sangre fluye a través de las válvulas enfermas de un corazón genera soplos que pueden ser detectados por la auscultación con un estetoscopio. Los factores que causan turbulencia son aquellos que incrementan el número de Reynolds: aumento del diámetro del tubo, de la velocidad de la sangre y/o disminución de la viscosidad. Antes del advenimiento de tecnología sofisticada, los clínicos desarrollaron un fino arte para detectar estos soplos en el intento de diagnosticar enfermedades valvulares cardíacas. En general, el flujo a través de las válvulas normales es silencioso, aunque con el aumento del flujo sanguíneo pueden aparecer soplos (por ejemplo, durante el ejercicio) y no es infrecuente encontrarlos en jóvenes delgados. El grado del soplo cardíaco (del 1 al 6) ayuda a estandarizar la examinación cardíaca entre diferentes observadores. El grado 1 es apenas audible (NdT: solo para cardiólogos), el grado 2 es apenas más fácilmente escuchable, y los grados 3 y 4 son progresivamente más fuertes. Un grado 5 es el soplo más fuerte que requiere estetoscopio para oírse. El grado 6 se escucha sin necesidad de estetoscopio y produce frémito. La ubicación, duración, tono y calidad del soplo ayuda a identificar la valvulopatía subyacente. El flujo a través de arterias enfermas también puede crear un frémito o un soplo. Por lejos, la causa más común es la ateroesclerosis, la cual estrecha la luz de los vasos e incrementa la velocidad. En pacientes con enfermedad avanzada estos murmullos pueden oírse en virtualmente cualquier arteria mayor, más fácilmente en las carótidas y femorales. 4 NdT: Una forma más simple de estimar la PAM es (𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃−𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃) 𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃 = 𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃 + . Donde PAD es presión 3 arterial diastólica y PAS es presión arterial sistólica. 11 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 1-7 Variación en el tiempo de la presión arterial durante un ciclo cardíaco. El área debajo de la curva de presión azul dividida por el tiempo de un ciclo cardíaco, es la presión arterial media (línea amarilla horizontal). El área con rayas amarillas cruzadas es igual que el área azul. ORÍGENES DE LA PRESIÓN EN LA CIRCULACIÓN Cuatro factores ayudan a generar presión en la circulación: la gravedad, la distensibilidad de los vasos, la resistencia viscosa y la inercia. La gravedad provoca una diferencia de presión hidrostática cuando existe una diferencia de altura Debido a que la gravedad produce una diferencia de presión hidrostática entre dos puntos, siempre que haya una diferencia de altura (∆h; Ecuación 17-4), uno siempre debe expresar la presión teniendo en cuenta una h de referencia. En fisiología cardiovascular, esta referencia –altura cero- es el nivel del corazón. Los cambios de posición del cuerpo (i.e., pararse o acostarse) generan colosales efectos en la presión intravascular. En la posición horizontal (Fig. 178A) donde asumimos que el cuerpo entero está a nivel del corazón, no necesitamos añadir el componente de presión hidrostática a las presión intravascular. De esta forma, la presión media en la aorta es de 95 mmHg, y -como se disipan ~5 12 mmHg de presión impulsora para bombear sangre hasta el final de las grandes arterias- la PAM en los pies y la cabeza es 90 mmHg. De manera similar, la presión media en las grandes venas que drenan los pies y la cabeza es de 5 mmHg, y –porque disipan ~3 mmHg de presión impulsora para conducir sangre hasta la aurícula derecha- la presión media en la aurícula derecha es 2 mmHg. Cuando una persona de 180 cm de altura está parada (Fig. 17-8B) debemos agregar una columna de 130cm de sangre (la diferencia de altura entre el corazón y los grandes vasos del pie) a la presión en las grandes arterias y venas de los pies. Dado que una columna de agua de 130cm es equivalente a 95 mmHg, la presión media para una arteria grande del pie sería de 90 + 95 = 185 mmHg, y la presión media en una vena grande del pie sería de 5 + 95 = 100 mmHg. Por otro lado, debemos restar una columna de 50 cm de sangre de la presión en las grandes arterias y venas de la cabeza. Dado que una columna de agua de 50 cm es equivalente a 37 mmHg, la presión media en una arteria grande de la cabeza sería 90 – 37 = 53 mmHg, y la presión media en una vena grande de la cabeza sería 5 – 37 = -32 mmHg. Evidentemente, este “valor negativo” significa en realidad que la presión en la vena grande de la cabeza es 32 mmHg menor al valor de referencia atmosférico. En este ejemplo, hemos simplificado cosas ignorando, por ejemplo, que las válvulas interrumpen la columna de sangre. En realidad, las venas de las extremidades tienen válvulas unidireccionales en serie que permiten a la sangre fluir solamente hacia el corazón. Estas válvulas actúan como una serie de estaciones de relevo, de forma que la contracción del músculo esquelético que rodea las venas empuja la sangre de una válvula hacia la otra. Así, las venas en el pie no “ven” la columna hidrostática completa de 95 mmHg. Aunque la presión absoluta en arterias y venas es mucho mayor en los pies que en la cabeza, el ∆P que impulsa al flujo en los lechos vasculares del pie y de la cabeza es el mismo. Así, en posición horizontal, el ∆P a través de los lechos vasculares en los pies o en la cabeza es 90 – 5 = 85 mmHg. En posición vertical, el ∆P para el pie es 185 – 100 Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular = 85 mmHg, y para la cabeza es 53 – (-32) = 85 mmHg. De este modo, la gravedad no afecta la presión impulsora que controla el flujo. Por otro lado, en las áreas del cuerpo por debajo del corazón (en sentido gravitacional), la presión hidrostática tiende a incrementar la presión transmural (presión intravascular vs. presión tisular extravascular) y esto cambia el diámetro de los vasos. Debido a que varias barreras anatómicas separan diferentes compartimentos tisulares, se asume que la gravedad no afecta apreciablemente esta presión tisular. Figura 17-8 Presión arterial y venosa de pie y acostado. Las presiones son diferentes entre A y B, pero la presión impulsora (∆P) entre arterias y venas (separadas por las líneas rojas y azules, fondo violeta) es la misma. La baja distensibilidad de los vasos provoca un aumento de la presión transmural cuando aumenta el volumen de los mismos Hasta ahora, hemos considerado a los vasos sanguíneos como tubos rígidos, los cuales, por definición, tienen volúmenes fijos. Si intentáramos inyectar un volumen de fluido en un tubo realmente rígido con extremos cerrados, podríamos en principio incrementar la presión al infinito sin incrementar el volumen del tubo (Fig. 17-9A). En el otro extremo, si la pared del tubo no ofreciera resistencia a la deformación (i.e., distensibilidad infinita), podríamos inyectar un volumen infinito de fluido sin aumentar la presión en absoluto (Fig. 17-9B). Los vasos sanguíneos se ubican entre estos extremos; si bien son distensibles, su complacencia es finita. De esta manera, si inyectamos un volumen de sangre en el vaso, su volumen se incrementará así como también lo hará la presión intravascular (Fig. 179C). A un ∆P dado, cuanto mayor es el ∆V logrado, mayor es la complacencia del vaso. La relación entre ∆P y ∆V es una propiedad de la pared del vaso y existe haya o no flujo. De esta forma, si infundimos sangre en los vasos de un paciente, la presión intravascular aumentaría incluso si el corazón estuviese detenido. La resistencia viscosa de la sangre provoca una diferencia de presión axial cuando hay flujo Como hemos visto en la ley de Ohm para hidrodinámica (ver Ecuación 17-1), mientras haya un flujo estacionario a lo largo del eje del tubo (Fig. 17-2), la presión impulsora (∆P) será proporcional a tanto el flujo como la resistencia (∆P = Q x R). Desde otro punto de vista, si queremos lograr un flujo constante, cuanto mayor sea la resistencia, mayor debe ser el ∆P 13 Sección IV • El sistema cardiovascular que debemos aplicar a lo largo eje del flujo. De las cuatro fuentes de presión del sistema circulatorio, este ∆P debido a la resistencia viscosa es la única que tiene en cuenta la ley de Poiseuille (ver Ecuación 17-9). La presión disminuye cuando la velocidad del flujo aumenta Hasta el momento hemos asumido que tanto el flujo de sangre como su velocidad son estables. De todas maneras, como ya hemos mencionado, el flujo sanguíneo no es continuo; el corazón imparte energía de manera pulsátil en cada latido. Así, la velocidad en la aorta aumenta y alcanza un máximo durante la sístole y un mínimo durante la diástole. Como veremos a continuación, estos cambios en la velocidad llevan a cambios compensatorios en la presión intravascular. El intercambio entre velocidad y presión refleja la conversión entre dos tipos distintos de energía. Aunque generalmente asumimos que los fluidos fluyen de un sitio de alta presión a uno de baja, es más preciso decir que fluyen de un sitio de mayor energía total hacia otro de menor. Esta energía está compuesta por la “energía asociada a la presión” o energía potencial y la energía cinética (EC= ½ x m x v2). La interconversión entre ambos tipos de energía se conoce como efecto Bernoulli 5. Mientras circula un fluido por un tubo horizontal con un estrechamiento central, el cual tiene la mitad del diámetro que los dos extremos, 5 NdT: Según el Principio de Bernoulli, podemos descomponer a la energía de los fluidos ideales en tres componentes: energía de presión, energía potencial gravitatoria y energía cinética. Los fluidos ideales no pierden energía al moverse, y por lo tanto, la suma de sus tres componentes es constante. Si a cada termino del trinomio de Bernoulli se lo divide por una unidad de volumen se obtienen unidades de presión: 𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸í𝑎𝑎 𝐽𝐽𝐽𝐽𝐽𝐽𝐽𝐽𝐽𝐽 𝑁𝑁 . 𝑚𝑚 𝑁𝑁 = = = = 𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑃𝑙𝑙 𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉 𝑚𝑚³ 𝑚𝑚³ 𝑚𝑚² De este modo, podemos hablar de presión hidráulica (i.e., energía de presión por unidad de volumen), presión gravitatoria (i.e., energía potencial gravitatoria por unidad de volumen) y presión cinética (i.e., energía cinética por unidad de volumen). 14 la presión en la región central es menor que la presión en los extremos (Fig. 17-10). ¿Cómo puede circular el fluido, paradójicamente, en contra de un gradiente de presión desde un lugar de menor presión central hacia uno de mayor presión distal? Hemos visto antes que el flujo es producto del área de sección transversal por la velocidad (ver Ecuación 17-8). Como el flujo es el mismo en ambas porciones del tubo, pero el área de sección transversal en el centro es menor por un factor de 4, la velocidad en la región central debería ser 4 veces mayor (Fig. 17-10, tabla inferior). Aunque la sangre en la región central tiene una energía potencial menor (presión = 60) que la sangre en el extremo distal del tubo (presión = 80), tiene 16 veces más energía cinética. Así la energía total del fluido en el centro es mayor que en la región distal, de modo que el fluido circula, de hecho, hacia un lugar de menor energía. Este ejemplo ilustra la interconversión entre la energía potencial (presión) y la energía cinética (velocidad), debido a que la velocidad cambia a lo largo del tubo a pesar de que el flujo es constante. Veremos en el capítulo 22 que durante la fase de eyección de sangre desde el ventrículo izquierdo hacia la aorta, el flujo y la velocidad de la sangre cambian con el tiempo en todos los puntos dentro de la aorta. Estos cambios en velocidad contribuyen a los cambios de presión dentro de la aorta. El efecto Bernoulli tiene importantes implicaciones prácticas para la medición de la presión sanguínea por medio de un catéter. La presión registrada con el catéter de frente al flujo es mayor que la presión real en una cantidad igual al componente cinético de energía que posee el fluido (Fig. 17-11). Contrariamente, la presión medida con la punta del catéter “de espalda” al flujo es menor que la real, en una cantidad igual al caso anterior. La medición es correcta solo si la apertura está en los laterales del catéter, perpendicular al flujo sanguíneo. Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular Figura 17-9 Distensibilidad: cambios en la presión dentro de vasos con diferente distensibilidad. COMO MEDIR LA PRESIÓN SANGUÍNEA, EL FLUJO SANGUÍNEO Y LOS VOLUMENES CARDÍACOS La presión sanguínea puede ser medida directamente punzando un vaso Uno puede medir la presión en cualquier punto del sistema – dentro de una cámara cardíaca, de una arteria, un capilar o una vena. Los médicos generalmente se interesan por la presión intravascular en un sitio particular (por ejemplo una arteria sistémica) en referencia a la presión atmosférica que existe afuera del cuerpo. La mejor forma de medir directamente la presión arterial es introducir una aguja o un catéter dentro del vaso. En la primera medición de la presión sanguínea que se realizó, Stephen Hales en 1733 descubrió que un caballo podía elevar una columna de sangre hasta una altura de 3 metros en un tubo. Fue Poiseuille quien midió la presión por primera vez conectando un tubo con forma de “U” lleno de mercurio a una arteria a través de un tubo que contenía una solución saturada con NaHCO3. En los tiempos modernos, un sistema de conductos de transmisión conecta el vaso sanguíneo a un transductor de presión. En su forma más primitiva, un catéter era conectado a una cámara cerrada, en la cual una de sus paredes era un diafragma deformable. Hoy en día, el transductor de presión es un diafragma rígido unido a un medidor de tensión que convierte la tensión mecánica en cambios de resistencia, capacitancia o inductancia eléctrica (Fig. 17-12). La cara opuesta del diafragma está abierta a la atmósfera, así la presión arterial es referida a la presión barométrica. El funcionamiento del sistema depende ampliamente de las propiedades del catéter y del medidor de tensión. La presencia de burbujas de aire o un catéter muy estrecho pueden disminuir el desplazamiento, la velocidad o la aceleración del fluido dentro del catéter. Para evitar estos problemas con la transmisión del fluido, algunos dispositivos de alta fidelidad emplean un transductor de presión sólido en la punta del catéter. En el cateterismo del lado derecho del corazón los médicos introducen un catéter por una vena del antebrazo, mientras registran continuamente los cambios de presión, avanzando hacia la vena cava superior, la aurícula derecha y el ventrículo derecho, pasando a través de la válvula pulmonar y hacia la arteria pulmonar. Eventualmente, la punta del catéter alcanza ramificaciones cada vez más pequeñas y se enclava, registrando así, la presión de enclavamiento pulmonar, presión wedge o presión capilar pulmonar (PCP). La presión wedge mide efectivamente la presión río abajo desde la punta del catéter, esto es, la presión de la aurícula izquierda. En el cateterismo del lado izquierdo del corazón los médicos introducen un catéter a través de la arteria braquial o femoral obteniendo la presión arterial sistémica. Desde ahí el catéter avanza hacia la aorta, el ventrículo izquierdo, y finalmente la aurícula izquierda. 15 Sección IV • El sistema cardiovascular se utiliza un manguito inflable que rodea el brazo (ocasionalmente el tobillo). El inflado del manguito por medio de una perita de goma a niveles de presión por encima de la presión sistólica ocluye la arteria braquial subyacente y detiene el flujo sanguíneo río abajo. La presión del manguito, medida por medio de un manómetro de mercurio o aneroide (que no contiene líquido), comienza a caer lentamente por la apertura de una válvula de escape (Fig. 1713, línea diagonal roja). Se pueden utilizar dos métodos para detectar el flujo sanguíneo río abajo del manguito que se está desinflando. En el método palpatorio se utiliza la detección del pulso radial como un indicador de flujo en esa arteria. En el método auscultatorio, el médico detecta flujo usando un estetoscopio que identifica los sonidos de Korotkoff sobre la arteria braquial. Figura 17-10 Efecto Bernoulli. Para el tubo superior que tiene un gran radio uniforme, la velocidad es constante y la presión hidráulica cae linealmente con la distancia. El tubo inferior tiene la misma presión inicial y final pero con un estrechamiento en el medio con un área de sección transversal de un cuarto de los extremos. Así, la velocidad en el estrechamiento debe ser cuatro veces mayor que en el final y el inicio. Las mediciones de la presión venosa, se realizan típicamente introduciendo un catéter en la vena yugular. Debido a las bajas presiones, estas mediciones requieren transductores de presión muy sensibles o manómetros de agua. En laboratorios de investigación, uno puede medir la presión capilar en lechos capilares expuestos introduciendo una micro pipeta presurizada lo suficiente (con una presión conocida) para evitar que el fluido entre o salga de la pipeta. Figura 17-11 Efectos de la energía cinética en la medición de la presión sanguínea con catéteres. La presión sanguínea puede ser medida indirectamente usando un esfigmomanómetro En la práctica médica, uno puede medir la presión arterial de manera indirecta usando un esfigmomanómetro manual (Fig. 17-13). Para esto 16 Figura 17-12 Método directo para medir la presión sanguínea. Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular El método palpatorio permite la determinación de la presión sistólica, esto es, la presión en el manguito por debajo de la cual es posible detectar pulso radial. Por la limitada sensibilidad de los dedos, la palpación probablemente subestime ligeramente la presión sistólica. Por el método auscultatorio, se pueden obtener ambos valores, tanto la presión sistólica como la diastólica. Los sonidos escuchados durante el lento desinflado del manguito pueden ser divididos en cinco fases (Fig. 17-13). Durante la fase I se ausculta un golpeteo fuerte el cual indica que un “chorro” de sangre está pasando por la arteria justo cuando la presión del manguito está por debajo de la sistólica (la arteria no está colapsada en el pico de presión sistólico). En la fase II, se oyen los murmullos que ocupan la mayor parte del tiempo. Ya en la fase III, el sonido se describe como un fuerte estruendo; en la fase IV, a medida que la presión del manguito se acerca a la presión diastólica el sonido se vuelve más sordo y suave. Por último, en la fase v, el sonido desaparece. Aunque aún existe debate sobre cuál es el sonido correcto que indica la presión diastólica (fase IV o fase V), la fase IV parecería más consistente. Pueden surgir problemas cuando se quiere usar un esfigmomanómetro en niños o adultos obesos, o cuando se quiere medir la presión en el tobillo. Lo ideal sería usar un manguito lo suficientemente ancho como para que la presión dentro de él sea la misma que en el tejido que rodea a la arteria. En 1967, la American Heart Association recomendó que el manguito debe ser un 20% más ancho que el diámetro del brazo, extendiéndose al menos media vuelta más alrededor de él. Figura 17-13 Esfigmomanometría. Los médicos inflan el manguito hasta una presión mayor que la sistólica esperada, para luego lentamente liberar la presión en él. 17 Sección IV • El sistema cardiovascular El flujo sanguíneo puede ser medido directamente por medidores de flujo electromagnéticos o por ultrasonido El espectro de mediciones de flujo sanguíneo en la circulación varía desde determinaciones del flujo total (volumen minuto o gasto cardíaco) hasta determinaciones de un órgano particular o un tejido dentro de un órgano. Más aún, uno puede calcular el promedio del flujo sanguíneo a lo largo del tiempo o registrarlo continuamente. Ejemplos del registro continuo incluyen registros de las fases de flujo sanguíneo que ocurren durante el ciclo cardíaco o cualquier otro evento periódico (por ejemplo, la ventilación). Discutiremos los abordajes invasivos y no invasivos. Métodos invasivos Este abordaje requiere una acceso directo al vaso que se quiere estudiar y solo es útil en los laboratorios de investigación. Los primeros registros del flujo sanguíneo implicaban recolectar la sangre venosa en un cilindro graduado y cronometrar el tiempo de recolección. Este abordaje directo era realizado por cortos períodos de tiempo para minimizar la pérdida de sangre y disminuir el impacto hemodinámico. La pérdida de sangre podía ser evitada por ingeniosos, pero ahora anticuados, dispositivos que retornaban la sangre a la circulación. Los dispositivos modernos más frecuentemente utilizados para medir el flujo sanguíneo en el laboratorio de investigación son los medidores de flujo electromagnéticos basados en el principio de inducción electromagnética (Fig. 17-14). El vaso es situado en un campo magnético. De acuerdo a la ley de inducción de Faraday, mover cualquier conductor (incluida una solución electrolítica como la sangre) en las líneas del campo magnético genera una diferencia de potencial entre dos puntos a lo largo del eje perpendicular a tanto el eje de movimiento como el eje del campo magnético. El voltaje inducido es: 18 E = B.v.D (17-14) Donde B es la densidad del flujo magnético, v es la velocidad lineal promedio y D es el diámetro de la columna de sangre. Los Medidores de flujo por ultrasonido utilizan un par de sondas (o transductores), ubicadas en dos sitios a lo largo del vaso. Una sonda emite una señal ultrasónica y la otra lo registra. La velocidad lineal de la sangre a lo largo del vaso puede inducir un cambio en la frecuencia de la señal ultrasónica (efecto Doppler) o bien alterar el tiempo de tránsito de la señal ultrasónica. Ambos métodos, ultrasónico y electromagnético, miden velocidad y no flujo per se. Métodos no invasivos El flujómetro electromagnético y ultrasónico requieren la aislación quirúrgica del vaso para medir el flujo. Sin embargo, los métodos ultrasónicos son usados ampliamente de manera transcutánea en vasos superficiales. Este método está basado en registrar el rebote de las ondas ultrasónicas desde las células sanguíneas en movimiento. Al tiempo que las células sanguíneas se mueven, las ondas reflejadas tienen una frecuencia diferente a la emitida (efecto Doppler). Los métodos pletismográficos son abordajes no invasivos para la medición de los cambios de volumen en un miembro o incluso en una persona entera. El inflado de un manguito lo suficiente para ocluir las venas pero no las arterias permite que la sangre siga fluyendo hacia el miembro (pero no fuera de él), por lo que el volumen aumenta en el tiempo. Este cambio en el volumen es registrado por un pletismógrafo como una medida del flujo sanguíneo. Con excepción de la ultrasonografía transcutánea, los métodos directos son de uso exclusivo en laboratorios de investigación El gasto cardíaco puede ser medido indirectamente por el método de Fick, el cual se basa en el principio de conservación de la masa Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular es usualmente 250 ml/min 6. El punto donde se mide el O2 río arriba es la arteria pulmonar (checkpoint A), en la cual el contenido típico de O2 es de 15 mLO2/dL sangre. La muestra tomada en este refleja el contenido de O2 de la sangre venosa mixta 7, obtenida por un catéter en la aurícula derecha, ventrículo derecho o, mejor aún, de la arteria pulmonar. Figura 17-14 Medidor de flujo electromagnético. El método de Fick requiere medir las concentraciones de una sustancia en dos puntos de la circulación, y que esta misma sustancia sea añadida o sustraída (a una tasa constante) entre ambos puntos. La tasa a la cual la sustancia se agrega o quita (X) en algún punto de la circulación es simplemente el producto entre el flujo (Q) y la diferencia de concentración de la sustancia entre los puntos medidos (∆C). X = Q x ∆C (17-15) El Principio de Fick es un rearreglo de la ley de conservación de la masa. La cantidad de sustancia que pasa un por un punto de la circulación río abajo (QB) menos la cantidad de sustancia que pasó por un punto río arriba (QA) deber ser igual a la cantidad de sustancia añadida (o sustraída) por unidad de tiempo (Qañadida/sustraída) entre estos dos puntos (Fig. 17-15A): Qañadida/sustraída = QB - QA (17-16) La forma más simple de aplicar el principio de Fick para calcular el volumen minuto es a través del flujo sanguíneo en los pulmones, el cual representa el total del gasto cardíaco (Fig. 1715B). La cantidad de O2 añadido a la sangre es el tomado por los pulmones, que se obtiene midiendo el consumo de O2 del sujeto. Este valor Figura 17-15 El método de Fick para determinar el gasto cardíaco. El punto donde se vuelve a medir el O2 río abajo es en una de las venas pulmonares (checkpoint B), en las cuales el contenido de O2 es de aproximadamente 20mLO2/dL sangre. Esta muestra también puede obtenerse de cualquier 6 NdT: Se da por sentado, que en estado estacionario, el consumo tisular de O2 es igual a la cantidad de O2 que los pulmones introducen en el organismo. 7 NdT: “Sangre venosa mixta” es una mala traducción de “mixed venous blood”, lo correcto sería utilizar el término “sangre venosa mezclada”. Sin embargo, decidimos dejar “mixta” porque es así como se conoce habitualmente. 19 Sección IV • El sistema cardiovascular arteria sistémica. Usando estos valores, podemos calcular un gasto cardíaco de 5L/min (17-19): 𝑄𝑄 = = 𝑋𝑋 𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶𝐶 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑜𝑜𝑜𝑜í𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔 = ∆C ∆ 𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑜𝑜𝑜𝑜í𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔 250 𝑚𝑚𝑚𝑚 𝑜𝑜𝑜𝑜í𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔/𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 = 5𝐿𝐿/𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 (20 − 15)𝑚𝑚𝑚𝑚 𝑜𝑜𝑜𝑜í𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔 𝑑𝑑𝑑𝑑 𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠𝑠 El gasto cardíaco puede ser medido indirectamente por métodos de dilución El método de dilución del colorante, inventado por G. N. Stewart en 1897 y popularizado por W. F. Hamilton en 1932, es una variación del procedimiento de Fick. Uno inyecta una cantidad conocida de una sustancia (X) en una vena sistémica en el sitio A mientras simultáneamente monitoriza la concentración en el sitio B (Fig. 1716A). Es importante que la sustancia no abandone el circuito vascular y que sea fácil medir sus concentraciones. Si inyectamos una cantidad conocida (Qx) del indicador, un observador río abajo en el sitio B, registrará un aumento de X, el cual luego de un pico caerá exponencialmente. Las mediciones de concentración proveen el intervalo de tiempo (∆t) desde que aparece el colorante en el sitio B hasta que finalmente desaparece de allí. Si el sitio B es la arteria pulmonar, entonces la cantidad de sustancia Qx que hemos inyectado en la vena periférica debe pasar por el sitio B durante el intervalo ∆t, llevada por el total del gasto cardíaco. Podemos deducir la concentración promedio de X durante el intervalo ∆t a partir de la curva de concentración en función del tiempo de la figura 17-16B. Desde la conservación de la masa conocemos que: Qx = V x [X] (17 – 20) Unidades: 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 = 𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙 . 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙 Como el volumen de sangre (V) que fluye por la arteria pulmonar durante el intervalo ∆t es, por 20 definición, el producto del gasto cardíaco por el intervalo de tiempo (GC x ∆t) Qx = GC x ∆t x [X] (17 – 21) Unidades: moles = 𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙 𝑠𝑠 . 𝑠𝑠 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙 Nótese que el producto ∆t x [X] es el área debajo de la curva concentración en función del tiempo de la figura 17-16B. Resolviendo para GC, nos queda: 𝐺𝐺𝐺𝐺 = 𝑄𝑄𝑄𝑄 𝑄𝑄𝑄𝑄 = [𝑥𝑥] . ∆𝑡𝑡 Á𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 𝑏𝑏𝑏𝑏𝑏𝑏𝑏𝑏 𝑙𝑙𝑙𝑙 𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐 (17 – 22) En la práctica, los cardiólogos monitorean la concentración de X en la arteria braquial. Obviamente solo una fracción del gasto cardíaco pasa a través de la arteria braquial, no obstante, esta fracción es la misma que la fracción de Qx que pasa a través de dicha arteria. Aunque solo una pequeña parte del volumen minuto y del colorante inyectado circula por cualquier arteria sistémica, de todos modos aún podemos utilizar la ecuación 17-22 para calcular el gasto cardíaco con datos obtenidos de cualquiera de esas arterias. Comparado con el perfil de concentración de X en la arteria pulmonar, el perfil en la arteria braquial no es tan alto y está más extendido, por lo que [X] es más pequeño y ∆t es más largo. De todas maneras, su producto (área bajo la curva) es el mismo que en la arteria pulmonar. El colorante verde indocianina (cardiogreen) es colorante más utilizado. Como el hígado remueve este colorante de la circulación es posible repetir las inyecciones luego de una espera adecuada, sin lograr una acumulación de colorante en el plasma. Imagine que luego de inyectar 5mg de colorante, se logra una concentración media de colorante de 2mg/L en un ∆t de 0,5 min. Así (17-23): 𝐺𝐺𝐺𝐺 = 2 𝑚𝑚𝑚𝑚 𝐿𝐿 5 𝑚𝑚𝑚𝑚 . 0,5 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 = 5 𝐿𝐿/𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular Un problema práctico es que luego de la inyección del colorante en una vena sistémica, la sangre se mueve más rápidamente a través de ciertos lechos pulmonares que de otros, por lo que el marcador llega al punto B de manera más gradual a lo largo del tiempo. Este proceso, conocido como dispersión, es la principal causa del aplanamiento del perfil de concentración de X en la arteria braquial (Fig. 17-16C) versus la arteria pulmonar (Fig. 17-16B). Si inyectamos el colorante dentro de la aurícula izquierda y lo monitorizamos dentro de las venas sistémicas, la dispersión será mucho mayor debido a la gran longitud y variedad de los lechos sistémicos. De hecho, la curva de concentración en el tiempo es tan aplanada que resulta difícil calcular el área debajo de ella. Un segundo problema práctico con circuitos cerrados, es que antes de que la concentración inicial del colorante haya disminuido, la recirculación genera que el marcador reaparezca frente al sensor (Fig. 17-16D). La extrapolación de la caída exponencial de la primera onda, puede corregir este problema. La técnica de termodilución es una alternativa útil al abordaje con colorante. En este método se inyecta un bolo de solución salina fría y un termistor es utilizado para registrar la “pérdida de calorías” como un cambio de temperatura río abajo del sitio de inyección. En la técnica de termodilución, una curva de temperatura en función del tiempo reemplaza la curva de concentración en función del tiempo. Durante la cateterización cardíaca, el cardiólogo inyecta un bolo de solución fisiológica fría en la aurícula derecha y registra los cambios de temperatura en la arteria pulmonar. La distancia entre los dos puntos debe ser corta para evitar pérdida de calor en los lechos capilares pulmonares. Las ventajas de este método son que (1) la inyección de solución fría se puede repetir sin dañar, (2) se requiere un único acceso (comparado con la punción venosa y arterial de los anteriores métodos), (3) al no existir lechos capilares involucrados ocurre una menor dispersión, y (4) la recirculación es mucho menor ya que la temperatura se equilibra rápidamente en los lechos capilares pulmonares y sistémicos. Un potencial inconveniente es la mezcla incompleta la cual puede resultar de una excesiva proximidad entre el punto de inyección y el de registro. 21 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 17-16 Método de dilución de colorante para determinar el flujo sanguíneo. En B, C y D, las áreas debajo de las tres curvas son iguales. El flujo sanguíneo regional puede ser medido indirectamente por métodos de aclaramiento (clearence) de remoción de la sangre, estimado como la tasa en la que el BSP aparece en la bilis. [Xa] es la concentración de BSP en una arteria sistémica, y [Xv] es la concentración de BSP en la vena hepática. Los métodos utilizados para medir flujo sanguíneo regional, son habitualmente llamados métodos de aclaramiento, aunque el término en este contexto no se corresponde al utilizado en fisiología renal. Los métodos de aclaramiento son otra forma de aplicar el principio de Fick, utilizando la tasa de eliminación o captación de una sustancia por un órgano junto con la diferencia de concentración de la sustancia en cuestión entre flujo arterial y venoso (i.e., ∆a-v). Podemos calcular el flujo sanguíneo a través de un órgano (Q) a partir de la tasa con la cual el órgano en cuestión remueve a la sustancia desde la sangre (X) y las concentraciones de la sustancia en sangre arterial ([Xa]) y sangre venosa ([Xv]). Evaluación del gasto cardíaco por medio del talio 𝑄𝑄 = 𝑋𝑋 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚/𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙 = = 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 [𝑋𝑋𝑋𝑋] − [𝑋𝑋𝑋𝑋] 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙 (17-24) Uno puede determinar el flujo sanguíneo hepático usando BSP (bromosulftaleina), un colorante que el hígado elimina casi por completo y excreta hacia la bilis. En este caso, X es la tasa 22 El talio es un ión que actúa como un análogo al potasio y entra a las células a través de los mismos canales y transportadores que él. El músculo cardíaco toma el Tl 201 si hay un flujo sanguíneo adecuado. Así, la tasa en la que es tomado el isótopo 201Tl por el corazón es una medida cualitativa útil para estimar el flujo sanguíneo coronario. Las imágenes miocárdicas son posibles por cámaras bidimensionales que emiten rayos γ o por tomografía computada que forma una imagen tridimensional. De esta forma, en las regiones de tejido miocárdico irrigadas por coronarias estenóticas, la captación es menor y se ven defectos de relleno. Este estudio es utilizado para detectar enfermedad coronaria durante el ejercicio. De forma similar una puede determinar el flujo sanguíneo renal usando PAH (paraaminohipurato). Los riñones quitan casi completamente este compuesto desde la sangre, eliminándolo por la orina. Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular Es posible determinar el flujo sanguíneo coronario o de cualquier músculo esquelético utilizando gases nobles rápidamente difusibles, como por ejemplo los radioisótopos de 133Xe y 85Kr. Por último, se puede usar la tasa de dispersión de óxido nitroso (N2O), un gas que es históricamente importante por haber sido el primer anestésico, para calcular el flujo sanguíneo cerebral. Un abordaje similar aunque cualitativo es el uso de talio para determinar el flujo sanguíneo coronario. Aquí, uno mide la captura del isótopo por el músculo cardíaco, más que su aclaramiento. cardíacas y la sangre. Sin embargo, debido a que la RMN estándar requiere mucho tiempo para obtener los datos, no provee una buena resolución temporal. Ventrículo: Cómo calcular sus dimensiones, su volumen y los cambios de volumen a partir de la angiografía y la ecocardiografía Los médicos tienen varias formas de acceder a las cámaras cardíacas. La cámara gamma es una técnica que utiliza radiación γ, a partir de una inyección que contiene el isótopo tecnecio (Tc 99m), que tiene una vida media de 6hs. Luego de que el Tc99m sea inyectado, la cámara gamma provee imágenes del corazón. La sincronización del aparato a un electrocardiógrafo permite tomar las imágenes en el punto deseado del ciclo cardíaco, y aumentar el tamaño de estas. Debido a que este método no ofrece una imagen de alta resolución, nos brinda un valor relativo del volumen ventricular. A partir de la diferencia entre el punto de mayor llenado ventricular (volumen de fin de diástole) y el mínimo (volumen de fin de sístole) el médico puede estimar la fracción de eyección que es una medida importante de la función cardíaca. La angiografía logra calcular con certeza las dimensiones lineales ventriculares, permitiendo al cardiólogo calcular el volumen absoluto ventricular. Un catéter se inserta en el ventrículo derecho o izquierdo, y se inyecta solución fisiológica con un contraste (i.e., sustancia química radiopaca) dentro de este. Esta técnica nos provee una proyección bidimensional del volumen ventricular en función del tiempo. En la resonancia magnética nuclear (RMN), se puede obtener una imagen de los protones (H+) que se encuentran en el agua de las células musculares Figura 17-17 Modo M y ecocardiografía bidimensional. En A, el gráfico de abajo muestra el resultado de un ecocardiograma en modo M (i.e., transductor en una única posición) durante el ciclo cardíaco. Las ondas representan el movimiento (M) de las paredes cardíacas atravesadas por el rayo ultrasónico fijo. En la ecocardiografía bidimensional (panel superior), el transductor rota rápidamente entre dos extremos (líneas intermitentes), produciendo una imagen de un corte del corazón en único instante. 23 Sección IV • El sistema cardiovascular La ecocardiografía, que utiliza ondas ultrasónicas para visualizar el corazón y los grandes vasos, puede ser empleada de dos modos distintos. En el modo M (M es por movimiento, “motion”) los técnicos usan un único transductor fijo en la pared del pecho, obteniendo una imagen unidimensional de los componentes cardíacos. En la parte superior de la figura 17-17A, los rayos ultrasónicos atraviesan la pared anterior del ventrículo derecho, el ventrículo derecho, el septum, la válvula mitral y la pared posterior del ventrículo izquierdo. La parte inferior de la figura 17-17A muestra la posición de los límites entre estas estructuras (eje X) a lo largo de un único ciclo cardíaco (eje Y) y como cambia el tamaño del ventrículo izquierdo a lo largo del tiempo. Por supuesto, el técnico puede obtener otras imágenes cambiando la orientación del rayo ultrasónico. En el modo bidimensional, el transductor automáticamente pivotea, escaneando el corazón en un único corte o plano (Fig. 17-17A, área entre las líneas intermitentes) y obteniendo una visión fidedigna de la sección transversal. Esta aproximación es superior a la angiografía, la cual provee solo una imagen bidimensional. Dado que el gasto cardíaco es el producto de la frecuencia cardíaca y la descarga sistólica, es posible calcular el volumen minuto con las medidas del ventrículo (volumen de fin de diástole y de fin de sístole) obtenidas ecocardiográficamente. Un problema común de la angiografía y del modo M del ecocardiograma es que es imposible calcular el volumen ventricular desde una única dimensión porque el ventrículo no es simplemente una esfera. Como se muestra en la figura 17-17B, al ventrículo izquierdo muchas veces se lo asemeja con una elipse alargada con el eje largo L y dos ejes cortos D1 y D2. Para simplificar el cálculo y permitir el cómputo del volumen ventricular con una sola medición se asume que D1 y D2 son idénticos y que D1 es la mitad de L. Desafortunadamente, el uso de este algoritmo en una sola dimensión, como el usado 24 en el modo M, muchas veces lleva a resultados erróneos. Usando ecocardiografía de dos dimensiones para sumar datos de diversos cortes paralelos del ventrículo, o desde planos que tienen ángulos conocidos entre ellos, se pueden obtener volúmenes más precisos. En contraste con la ecocardiografía estándar, la ecocardiografía Doppler, aporta información de la velocidad, dirección y carácter del flujo sanguíneo, como si fuera un radar de la policía monitoreando el tráfico. En la ecocardiografía Doppler (como en un radar de policía), la mayor parte de la información se obtiene con el transductor paralelo al flujo de sangre. En la aplicación más simple del Doppler uno puede monitorear constantemente la velocidad del flujo sanguíneo en un vaso o en una parte del corazón. En dicho registro, el eje X representa el tiempo y el eje Y el espectro de velocidades de las células sanguíneas (diferentes células pueden moverse a diferentes velocidades). El flujo que se acerca hacia el transductor aparece sobre la línea de base, mientras que el flujo que se aleja aparece por debajo. La intensidad del registro en un único punto del eje Y representa la fuerza de la señal que retorna, la cual depende del número de células sanguíneas que se mueven a determinada velocidad. Así, el eco Doppler permite distinguir dos tipos de flujo: laminar y turbulento. Otra opción para el operador es escanear una región del corazón o un vaso, obteniendo una imagen bidimensional coloreada que muestra las diferentes velocidades de la sangre. Si superponemos dicha información bidimensional en un ecocardiograma bidimensional que muestre la posición los vasos o de las estructuras cardíacas, el resultado es una imagen Doppler ecocardiográfica que muestra el flujo en colores (Fig. 17-18). Finalmente, una resonancia magnética también puede ser usada para obtener una imagen bidimensional contrastada que permita medir cuantitativamente la velocidad del flujo sanguíneo. Capítulo 17 • Organización del Sistema Cardiovascular Figura 17-18 Los colores, que codifican la velocidad del flujo sanguíneo, son superpuestos al ecocardiograma bidimensional, el cual es mostrado en escala de grises. En A, la sangre se mueve a través de la válvula mitral y hacia el ventrículo izquierdo durante la diástole. Como el flujo sanguíneo se mueve hacia el transductor, la velocidad es codificada en rojo. En B, la sangre se mueve fuera del ventrículo y hacia la aorta durante la sístole. Como la sangre se mueve alejándose del transductor, su velocidad es codificada en azul. Impedancia mecánica del flujo sanguíneo Comenzamos este capítulo trazando una analogía entre el flujo sanguíneo y la corriente eléctrica, como describe la ley de Ohm para hidrodinámica (∆𝑃𝑃 = 𝑄𝑄 𝑥𝑥 𝑅𝑅). Sabemos que hay otros factores que influyen en la presión. Sumado a la resistencia al flujo R (análoga a un resistor óhmico) también debemos considerar la distensibilidad C (análoga a la capacitancia eléctrica) y la inercia L (análoga a la inductancia eléctrica). Un problema similar se encuentra en electricidad cuando se trabaja con corrientes alternas (en oposición a la corriente directa). En la ley de Ohm para corrientes alternas, E = I . Z, donde Z es una entidad compleja llamada impedancia. Z depende de la resistencia eléctrica R, de la capacitancia eléctrica C y de la inductancia eléctrica L. De manera similar, para el flujo sanguíneo podemos escribir ∆P = Q . Z, donde Z es una entidad compleja llamada impedancia mecánica, que incluye: Distensibilidad, que se opone al cambio de volumen. Resistencia viscosa, que se opone al flujo (fuerzas de rozamiento en el líquido). Este término es la R de la ley de Ohm de hidrodinámica. Inercia, que se opone a los cambios de flujo. Considerando todas las fuentes de presión, podemos afirmar que la diferencia de presión total en cualquier punto del tiempo, en vez de estar determinada por la ley de Ohm, es: Ptotal = Pgravitatoria + Pdistensibilidad + Presistencia viscosa + Pinercial 25 Sección IV • El sistema cardiovascular CAPÍTULO 19 ARTERIAS Y VENAS Emile L. Boulpaep SISTEMAS DE DISTRIBUCIÓN ARTERIAL Y DRENAJE VENOSO La hemodinamia es el estudio de las leyes físicas de las que depende la circulación. También se refiere a las propiedades tanto del “contenido” (i.e., la sangre) como del “continente” (i.e., los vasos). Este capítulo se enfoca principalmente en los vasos sanguíneos. El sistema circulatorio no está compuesto por tubos rígidos. De hecho la anatomía y las funciones de los distintos segmentos del árbol vascular difieren sustancialmente de uno a otro. Dado que la función de la circulación es transportar sustancias a través de todo el cuerpo, el sistema circulatorio se ramifica en una red de millones de pequeños capilares. Podemos pensar a las arterias como un sistema de distribución, a la microcirculación como un sistema de difusión y filtración y a las venas como un sistema de drenaje. Las propiedades físicas de los vasos están estrechamente relacionadas con el nivel de ramificación del circuito La aorta se ramifica en millones de capilares que al final se reagrupan en dos venas cavas (Fig. 191, panel 1). A cada nivel de ramificación de la circulación periférica, los valores de algunos parámetros varían: 1. Número de vasos en cada nivel de ramificación 2. El radio de los vasos 3. El área total de sección transversal sumada 4. Velocidad promedio de la sangre en cada vaso 5. El flujo (i.e., volumen/tiempo) en cada vaso 6. Volumen sanguíneo relativo (i.e., la fracción de la sangre total del organismo presente en todos los vasos a un nivel dado) 7. Tiempo de tránsito entre dos puntos del circuito 8. Los valores de presión a lo largo de esa porción del circuito 9. Estructura de la pared vascular 10. Propiedades elásticas de la pared de los vasos El número de vasos a un nivel particular de ramificación (Tabla 19-1) aumenta exponencialmente desde un único vaso (aorta), hasta ~104 en pequeñas arterias, ~107 en las arteriolas y ~4x1010 en los capilares. De todas maneras, en reposo, solo un cuarto de los capilares están abiertos al flujo. Finalmente, toda la sangre retorna hacia las venas cavas. El radio de un vaso individual (ri; Tabla 19-10) disminuye como resultado de las ramificaciones, reduciéndose desde 1,1 cm en la aorta hasta un mínimo de ~3 μm en los capilares más pequeños. Dado que el área de sección transversal es proporcional al cuadrado del radio, este parámetro se reduce más precipitadamente. El área de sección transversal sumada (Tabla 191) a cualquier nivel de ramificación es la suma del área de sección transversal individual de todos los vasos paralelos, a ese nivel. Esto es, el área que verías si seccionaras todos los vasos en el mismo nivel de ramificación en el panel 1 o la figura 19-1. Una ley fundamental de la ramificación de vasos, es que en cada punto de ramificación, el área de sección transversal sumada de las ramas “hijas” supera al de las ramas “madres”. En éste proceso de ramificación, el punto de mayor incremento en área de sección transversal combinada se logra en la microcirculación (Fig. 19-1, panel 2). La microcirculación típica de las capas muscular y 26 Capítulo 19 • Arterias y venas Figura 19-1 Perfil de los parámetros clave a lo largo del sistema cardiovascular. El panel 1 (superior) muestra la ramificación del sistema desde el lado izquierdo al derecho del corazón, y de vuelta al izquierdo. El panel 2 muestra la variación de las áreas de sección transversal sumadas a cada nivel de ramificación. El panel 3 muestra como la velocidad promedio de la sangre varía a lo largo de la circulación. El panel 4 muestra varias formas de agrupar la volemia según distintos criterios. El panel 5 muestra las variaciones de la presión sanguínea a lo largo del circuito. submucosa del intestino (Fig. 19-2) engloba una arteriola de primer orden, varias arteriolas progresivamente más pequeñas, capilares, vénulas las cuales los capilares llenan, y eventualmente una vena de primer orden. En humanos, el área de sección transversal sumada máxima no se encuentra a nivel de los capilares, sino en las vénulas poscapilares. Debido a las anastomosis entre capilares, el número de estos supera ligeramente al de las vénulas poscapilares, solo que el área de sección de las vénulas es mucho mayor que el de los capilares. Asumiendo que solo un cuarto de los capilares están abiertos en reposo, el área de sección transversal sumada de estas vénulas poscapilares puede ser ~1000 veces mayor que el de la aorta, como se muestra en el panel 2 de la figura 19-1. El perfil de la velocidad media del flujo a lo largo del circuito vascular (Fig. 19-1, panel 3) es aproximadamente inverso al perfil del área de sección transversal combinada. De acuerdo al principio de continuidad, el cual es una aplicación de la ley de la conservación de la masa, el total del flujo sanguíneo debe ser el mismo en cualquier punto de la ramificación. De hecho, si hiciéramos múltiples cortes verticales a lo largo de la abscisa del panel 1 en la figura 19-1, el flujo para cada corte sería el mismo: Qtotal = A1.v1 = A2.v2 = A3.v3=… (19-1) Como consecuencia, la velocidad debe ser mínima en las vénulas poscapilares (~0,03 cm/s), donde el Atotal es máxima. Contrariamente, la velocidad es máxima en la aorta (~20 a 50 cm/s). Así, tanto el 27 Sección IV • El sistema cardiovascular El volumen sanguíneo total del cuerpo, aproximadamente 5 L (ver tabla 5-1), no está distribuido uniformemente a lo largo del eje X de la figura 19-1. A cualquier nivel de ramificación, el volumen total de sangre es la suma de los volúmenes de cada una de las ramas paralelas. La tabla 19-2 resume –para una mujer hipotética de 70kg – la distribución del volumen de sangre total expresado tanto como volumen de sangre absoluto y como volumen de sangre relativo (porcentaje del volumen sanguíneo total). En el panel 4 de la figura 19-1 se muestran cuatro formas útiles de agrupar estos volúmenes. En primer lugar podemos dividir el volumen sanguíneo en la circulación sistémica (donde reside el ~85% de la sangre), la circulación pulmonar (~10%), y las cámaras cardíacas (5%). El volumen sanguíneo pulmonar es muy ajustable (i.e., puede ser mucho mayor que el 10%) y finamente regulado. En segundo lugar, como veremos en la próxima sección, podemos dividir el volumen sanguíneo en un sistema de alta presión (15%), uno de baja presión (80%), y las cámaras cardiacas (5%). Atotal como la velocidad varían ~1000 veces desde la aorta a los capilares, pero están inversamente relacionados uno con otro. Las venas cavas, con un área de sección transversal de ~50% mayor que la aorta, tienen una velocidad linear promedio de alrededor de un tercio de la que se encuentra en la aorta. El flujo por un vaso único, en contraste con el flujo total, varía aproximadamente 10 órdenes de magnitud. En la aorta, el flujo es de ~83 mL/s, lo mismo que el gasto cardíaco (~5 L/min). Cuando el 25% de los capilares están abiertos, un capilar típico tiene una velocidad promedio de 0,03 cm/s y un flujo de 8x10-9 mL/s (10 órdenes de magnitud menos que el flujo en la aorta). Dentro de la microcirculación, el flujo varía en un rango considerable. En un extremo, una arteriola de primer orden (ri, ~30 μm) puede tener un flujo de 20x10-6 mL/s. En el otro, los capilares que están cerrados no tienen flujo en absoluto. La mayor parte del volumen sanguíneo se encuentra en las venas . Parámetro Aorta Arterias pequeñas* Cantidad (N) Radio interno (ri) Área de sección transversal (A = π . ri2) Área de sección transversal sumada (Atotal = N . π . ri2) Flujo total (Qtotal) Velocidad linear media (v = Qtotal / Atotal) Flujo individual 1 (Qi = Qtotal / N = Ai . v) Arteriolas* Capilares° Vena cava 8000 2x107 2 1,13 cm 0,5 mm 15 μm 1x1010 abiertos 4x1010 total 3μm 1,38 cm 4 cm2 7,9x10-3 cm2 7,1x10-7 cm2 2,8x10-7 cm2 6 cm2 4 cm2 63 cm2 141 cm2 2827 cm2∆ 6 cm2 83 ml/s 83 ml/s 83 ml/s 83 ml/s 83 ml/s 21 cm/s 1,3 cm/s 0,6 cm/s 0,03 cm/s∆ 14 cm/s 83 mL/s 0,01 mL/s 4x10-6 mL/s 8x10-9 mL/s∆ 83 mL/s Tabla 19-1 Parámetros vasculares sistémicos claves que varían con la ramificación *Los datos de estas columnas son representativos de una generación. °Los valores de ésta columna son de los capilares más pequeños, al mayor grado de ramificación. ∆ Asumiendo que el 25% de los capilares están abiertos. 28 Capítulo 19 • Arterias y venas Figura 19-2 Ramificación de una microcirculación típica, como por ejemplo en las capas musculares y submucosa del intestino. En tercer lugar, podemos agrupar los volúmenes sanguíneos en el sistema venoso sistémico y lo que queda en el resto del sistema circulatorio. Del 85% de la volemia se encuentra en la circulación sistémica, alrededor de tres cuartos (65% del total) está en el lado venoso, particularmente en las venas pequeñas. Así, el sistema venoso actúa como un reservorio de volumen. Cambios en el diámetro de las venas tienen un impacto importante en el volumen de sangre que contienen. Por ejemplo, un incremento abrupto en la capacitancia venosa causa “acumulación” de Región Circulación sistémica Aorta y grandes arterias Arterias pequeñas Capilares Venas pequeñas Grandes venas Circulación pulmonar Arterias Capilares Venas Corazón (fin de diástole) Total Volumen absoluto (mL) 300 400 300 2300 900 130 110 200 360 5000 4200 440 Volumen relativo (%) 6 8 6 46 18 360 2,6 2,2 4 7,2 5000 100 84 8,8 7,2 100 Tabla 19-2 Distribución del volumen sanguíneo* *Valores para una mujer de 70kg. Para un hombre de 70kg, aumentar los valores absolutos en un 10%. 29 sangre en los segmentos venosos y puede conducir a un síncope (desmayo). En cuarto lugar, podemos dividir la sangre en un volumen de sangre central (volumen de las cámaras cardíacas y de la circulación pulmonar) versus lo que está ubicado en el resto del aparato circulatorio. Este volumen de sangre central es muy ajustable, y constituye el reservorio de llenado para el corazón izquierdo. Las fallas del ventrículo izquierdo pueden alterar la fina regulación de este volumen de sangre central. Localización Presión media (mmHg) Arterias sistémicas grandes Arteriolas sistémicas Capilares sistémicos Vénulas sistémicas Venas sistémicas Arteria pulmonar Capilares pulmonares Venas pulmonares 95 60 25 (rango entre 35 a 15) 15 15 a 3 15 10 5 Tabla 19-3 Presiones medias en el circuito sistémico y pulmonar Sección IV • El sistema cardiovascular El tiempo de circulación es el tiempo requerido para que un bolo de sangre recorra todo el circuito vascular o un lecho vascular determinado. El tiempo total de circulación (el tiempo requerido para moverse de izquierda a derecha en el panel 1 la figura 19-1) es ~1 min. El tiempo de circulación en un lecho vascular determinado (ejemplo, la circulación coronaria) puede ser tan corto como 10 segundos. Los tiempos de circulación se pueden obtener con la inyección de una sustancia como el éter en una vena del antebrazo y midiendo el tiempo que tarde en aparecer en los pulmones (4 a 8 segundos) o por la inyección de una sustancia amarga o dulce y medir el tiempo que tarde el sujeto en percibir el gusto en la lengua (10 a 18 segundos). Aunque en el pasado se usaba el tiempo de circulación como un índice del gasto cardíaco, esta medida tiene muy poco significado fisiológicamente hablando. La racionalidad de determinar el tiempo de circulación, era que si este era corto se podía inferir un buen gasto cardíaco. De todas maneras, la interpretación es más compleja porque el tiempo de circulación es la relación entre el volumen sanguíneo (V) y el volumen minuto (Q): 𝑡𝑡 = 𝑉𝑉 𝑄𝑄 (19-2) Unidades: mL mL s Cambios en el tiempo de circulación pueden reflejar tanto cambios de volemia como cambios en el en flujo. Por ejemplo, un paciente con insuficiencia cardíaca puede tener su gasto cardíaco disminuido (i.e, Q) o un volumen sanguíneo aumentado (i.e., V), lo que generaría en ambas situaciones un aumento del tiempo de circulación. La presión intravascular en el circuito sistémico es mayor que en el pulmonar El panel 5 de la figura 19-1 muestra cómo varían las presiones a lo largo de la circulación sistémica y pulmonar. Las presiones son mucho más altas en el circuito sistémico que en el pulmonar. Aunque el gasto cardíaco del corazón izquierdo y el derecho sea el mismo en estado estacionario, la resistencia total del circuito sistémico es mucho mayor que la del pulmonar. Ésta diferencia en las resistencias explica porque la presión impulsora del circuito sistémico es de ~95 mmHg y la del pulmonar tan solo de ~15 mmHg. La tabla 19-3 resume los valores promedio en localizaciones claves del circuito. De todas formas, en ambos circuitos la presión va disminuyendo distalmente a los ventrículos (Fig. 19-3). La presión, en la mayor parte del sistema circulatorio, varía a lo largo del ciclo cardíaco (Fig. 19-1, panel 5). Además, las presiones venosas sistémicas y pulmonares varían con el ciclo respiratorio, y la presión venosa en los miembros inferiores varía con la contracción del músculo esquelético. Como anunciamos anteriormente, la circulación puede dividirse en un sistema de alta presión y otro de baja presión. El de alta presión se extiende desde el ventrículo izquierdo (cuando está contraído) hasta las arteriolas sistémicas. El de baja presión se extiende desde los capilares sistémicos, por el resto del circuito sistémico, por el corazón derecho, el circuito pulmonar hasta el ventrículo izquierdo (cuando está relajado). El circuito pulmonar, a diferencia del sistémico, es un sistema de baja presión en su totalidad; las presión arterial medial pulmonar no supera los ~15 mmHg y la presión capilar pulmonar no supera los ~10 mmHg. En condiciones normales, la mayor caída de presión en la circulación sistémica ocurre en las arteriolas, el sitio de mayor resistencia vascular Si asumimos, para simplificar, que el corazón izquierdo se comporta como un generador constante de 95 mmHg de presión, y que el corazón derecho se comporta como uno que genera 15 mmHg, es la resistencia vascular de cada circuito la que determina la caída de presión 30 Capítulo 19 • Arterias y venas entre el extremo arterial y venoso. La diferencia de presión entre dos puntos a lo largo del eje longitudinal de un vaso (i.e., la diferencia de presión impulsora, ΔP) depende del flujo y la resistencia: ΔP = Q . R. De acuerdo a la ley de Poiseuille, la resistencia individual (Ri) de un vaso no ramificado es inversamente proporcional al radio a la cuarta potencia (ver capítulo 17). De este modo, la caída de presión entre dos puntos a lo largo del circuito depende fundamentalmente del diámetro del vaso entre esos dos puntos. Sin embargo, la mayor caída de presión (ΔP/ΔX) no ocurre en el lecho vascular capilar, donde los vasos tienen el radio más pequeño, sino que ocurre en el lecho precapilar, las arteriolas. ¿Por qué? La resistencia equivalente constituida por los vasos de un orden particular de ramificación depende no solo del radio promedio, sino también del número de vasos en paralelo. Cuantos más vasos en paralelo, menor es la resistencia equivalente (ver ecuación 17-3). Aunque la resistencia individual de un capilar sea mayor que la de una única arteriola, el número de capilares es ampliamente mayor que el de arteriolas (Tabla 19-4). El resultado de esto es que la resistencia equivalente es mayor en las arteriolas, y es aquí donde ocurre la mayor caída de presión. Tabla 19-4 Resistencia total estimada para arteriolas y capilares∆ Radio interno (ri) Resistencia individual (Ri) (unidades: dinas . s /cm5) Cantidad (N) Resistencia total (Rtotal = Ri/N) (unidades: dinas . s /cm5) ∆ Arteriolas Capilares 15 μm ~15x107 4μm* ~3000x107 1x107 15 1x1010 3 Asumiendo una viscosidad sanguínea de 3cP y un longitud vascular de 100μm. *El valor de 4 μm se acerca al valor promedio del radio capilar. Figura 19-3 Presiones a lo largo de ambos circuitos, sistémico y pulmonar. En A y B, las oscilaciones representan variación en el tiempo, no distancia. Los números en las cajas representan las presiones medias. 31 Sección IV • El sistema cardiovascular depende del tamaño relativo de las resistencias precapilar y poscapilar. Para el circuito simple ilustrado en la figura 19-4A: 𝑃𝑃𝑐𝑐 = Figura 19-4 Efecto de las resistencias pre y poscapilares en la presión capilar. La presión intravascular local depende de la distribución de las resistencias vasculares Hemos visto que la ΔP entre dos puntos de la circulación depende de la resistencia (R) entre esos puntos. ¿Qué determina la presión absoluta en cada lugar entre ambos puntos? Para responder esta pregunta, no solo necesitamos conocer la presión río arriba y río abajo sino también la distribución de la resistencia entre los puntos. Un buen ejemplo para explicar este concepto es la distribución de las resistencias y la presión en la microvasculatura sistémica. Cómo la presión de la arteriola y la vénula afectan la presión en un punto medio del capilar (Pc) 𝑅𝑅𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝 � 𝑅𝑅 𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝 � . 𝑃𝑃𝑎𝑎 + 𝑃𝑃𝑣𝑣 1+( (19-3) 𝑅𝑅𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝 𝑅𝑅𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝 ) Pa es presión arteriolar, pv es la presión de la vénula, Rpre es la resistencia precapilar y Rpost es la resistencia poscapilar. A partir de ésta ecuación podemos sacar tres conclusiones sobre la presión microvascular local. Primero, aunque la presión arteriolar sea de 60 mmHg y la venular de 15 mmHg en nuestro ejemplo (Tabla 19-3), la presión capilar no es necesariamente 37,5 mmHg, el simple promedio aritmético. De acuerdo con la ecuación 19-3, Pc sería el promedio aritmético solo si las resistencia pre y poscapilares fueran idénticas (i.e., Rpost/Rpre = 1). El hallazgo de que la Pc sea de ~25 mmHg en la mayoría de los lechos capilares (Fig. 19-4A) implica que la resistencia precapilar es mayor (i.e, Rpost/Rpre < 1). Bajo condiciones normales, en la mayoría de los lechos vasculares, Rpost/Rpre varía entre 0,2 y 0,4. La segunda implicancia de la ecuación 19-3 es que siempre y cuando la suma de Rpost + Rpre sea constante, cambios en ellas no alterarán la resistencia equivalente del circuito, y por lo tanto Pa y Pv serán constantes. 1 De todas maneras, si Rpost/Rpre aumenta, la Pc aumentará. Contrariamente si Rpost/Rpre disminuye, la Pc disminuirá. Ésta conclusión es intuitiva. Si reducimos la Rpre a 0 (y aumentamos la Rpost para hacer Rpre+Rpost constante) no existirá pérdida de presión precapilar y la Pc será igual a la Pa. Si al contrario, Rpost fuera 0, la Pc sería igual a la Pv. 1 NdT: Esto es así ya que ambas resistencias están en serie, y la resistencia equivalente se obtiene simplemente sumando las resistencias individuales (ver ecuación 17-2). Entonces, independientemente del valor que tenga cada resistencia, si la suma es constante, la caída de presión al final del capilar será la misma. 32 Capítulo 19 • Arterias y venas La tercera conclusión de la ecuación 19-3 es que dependiendo del valor de Rpost/Rpre, la Pc será más sensible a cambios en la presión arteriolar o de las vénulas. Por ejemplo, cuando la relación Rpost/Rpre es baja (i.e., Rpre> Rpost, como en la fig. 19-4A o 19-4C), la presión capilar tiende a asemejarse a la presión en las vénulas. Éste fenómeno explica porque el estar parado causa edema en los tobillos. La presión elevada en las grandes venas se transmite a los capilares incrementando la Pc, la cual, como discutimos anteriormente, tiende a incrementar la trasudación de plasma desde los capilares hacia el espacio intersticial. También explica porque elevar los pies, lo que disminuye la presión en las grandes venas, revierte el edema de los tobillos. La resistencia vascular varía en el tiempo y depende fundamentalmente de la acción del músculo liso vascular. El sitio principal de control de la resistencia vascular en la circulación sistémica son las pequeñas arterias terminales y las arteriolas. La figura 19-5 ilustra el efecto de la vasoconstricción o vasodilatación en el perfil de presiones a lo largo del circuito sistémico. Aunque el ΔP entre el inicio y final del circuito puede no variar sustancialmente, la forma del perfil de caída de presión puede cambiar significativamente. Así, durante la vasoconstricción arteriolar, la caída de presión entre dos puntos del sistema es mayor y se concentra en las arteriolas (Fig. 19-5, curva verde). Durante la vasodilatación arteriolar, el perfil de caída de presión es menos abrupto o mejor distribuido (Fig. 19-5, curva violeta). Aunque los efectos en la presión por la vasoconstricción o vasodilatación son mayores a nivel arteriolar (banda roja clara, Fig. 19-5), el efecto también se extiende río arriba (banda roja oscura) y río abajo (bandas azul y violeta) del sitio vasoactivo, porque el perfil de presiones a lo largo del circuito depende del perfil de resistencias del mismo. Así, si un elemento del circuito contribuye en gran proporción a la resistencia total, una gran fracción de la caída de presión ocurrirá alrededor de éste. 33 Figura 19-5 Perfiles de presión durante cambios en el tono vascular. En este ejemplo, asumimos que la vasoconstricción o vasodilatación de las arteriolas no afecta la presión impulsora (ΔP) entre la aorta y la vena cava. Éste presunción es razonable en dos casos: (1) cuando la vasoconstricción o vasodilatación queda limitada a un único lecho vascular en paralelo (por ejemplo, una extremidad) sin cambiar apreciablemente la resistencia periférica total; y (2) cuando aún si cambia la resistencia vascular total, la bomba cardíaca puede mantener constante la presión arterial y venosa. PROPIEDADES ELÁSTICAS DE LOS VASOS SANGUÍNEOS Los vasos sanguíneos son tubos elásticos La pared de los vasos sanguíneos está compuesta por tres capas: la íntima, la media y la adventicia. Los capilares, los cuales tienen solo una capa interna de células endoteliales descansando sobre una lámina basal, son la excepción. Independientemente de la organización de las capas, uno puede distinguir cuatro elementos que componen la pared vascular: células endoteliales, fibras elásticas, fibras colágenas y células musculares lisas. Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 19-6 Estructura de los vasos sanguíneos. Los valores medios para arterias, arteriolas, vénulas y venas son meramente ilustrativos debido a que sus dimensiones varían ampliamente. Los dibujos de los vasos no son a escala. La figura 19-6 muestra como la cantidad relativa de estos componentes varía a lo largo de los vasos en el circuito. Sumado a éstos componentes, los fibroblastos, terminales nerviosas y células sanguíneas invaden la íntima; otros componentes extracelulares (como por ejemplo proteoglicanos) pueden estar presentes. Las células endoteliales forman una única capa continua que recubre todos los segmentos vasculares. Los complejos de unión mantienen las células endoteliales unidas en las arterias, y son menos numerosos en las venas. La organización de la capa endotelial en los capilares varia ampliamente en los diferentes órganos. Los cuerpos glómicos (elementos de la piel encargados de la regulación de la temperatura del cuerpo) tienen células endoteliales inusuales, llamadas células mioepiteliales, dispuestas en múltiples capas. Estos cuerpos glómicos controlan pequeños “shunts” o anastomosis arteriovenosas. Las fibras elásticas le dan, como su nombre lo indica, la característica elástica a los vasos bajo presiones normales, así como también a otros tejidos (por ejemplo el pulmón). Las fibras elásticas contienen dos componentes, un núcleo de elastina y una cubierta de microfibrillas. El núcleo de elastina consiste de un polímero altamente insoluble de elastina, una proteína rica en aminoácidos no polares (i.e., glicina, alanina, valina, prolina). Antes de ser secretadas al espacio extracelular, las moléculas de elastina se mantienen en una configuración de espiral aleatoria. Luego se ensamblan covalentemente en una red de fibras muy elásticas, capaz de estirarse más del 100% en condiciones fisiológicas. Las microfibrillas, las cuales están compuestas de glicoproteínas y tienen un diámetro de ~10nm, son similares a las encontradas en la matriz extracelular de otros tejidos. En arterias, las fibras elásticas están dispuestas en laminillas concéntricas. La red de fibras elásticas es abundante en todos lados excepto en capilares, vénulas y en las anastomosis arteriovenosas mencionadas anteriormente. Las fibras colágenas constituyen una envoltura de material mucho menos elástico que las fibras elásticas. El colágeno puede ser estirado solo un 3% a 4% bajo condiciones fisiológicas. La unidad básica de las fibras colágenas en los vasos sanguíneos está compuestas de moléculas de colágeno tipo I y III. Luego de ser secretadas, estas moléculas de triple hélice se ensamblan en fibras que pueden medir entre 10 y 300 nm de 34 Capítulo 19 • Arterias y venas diámetro; estas se agregan en fibras colágenas que pueden medir varios micrones de diámetro, y son visibles con un microscopio de luz. Las fibras colágenas están presentes en todos los vasos menos en los capilares. Figura 19-7 Relación no lineal entre presión flujo y resistencia. Las fibras colágenas están generalmente unidas a otros componentes de la pared vascular débilmente, de modo que no están normalmente bajo tensión. El estiramiento de estos otros componentes puede generar un aumento de la tensión de las fibras colágenas, la cual puede contribuir a la tensión global del vaso. Las células musculares lisas vasculares (CMLV) están presentes en todos los segmentos vaculares, excepto en los capilares. En las arterias elásticas, las CMLV están dispuestas en espirales, mientras que en arterias musculares, están dispuestas en anillos concéntricos. Las CMLV en estado relajado no contribuyen apreciablemente 35 a la tensión elástica de la pared vascular, la cual es determinada principalmente por la elastina y el colágeno. Las CMLV ejercen tensión, principalmente, por su contracción activa. Debido a las propiedades elásticas de los vasos la relación presiónflujo no es lineal en los lechos vasculares Dado que los vasos sanguíneos son elásticos, debemos revisar nuestro concepto de flujo sanguíneo, el cual está basado en la ley de Poiseuille. La ley de Poiseuille predice una relación lineal entre ΔP y flujo (Q) (Fig. 19-7A, línea intermitente). De todas maneras, en realidad la relación presión flujo es marcadamente no lineal en una preparación in vivo de un lecho vascular (Fig. 19-7 A, curva roja). Empezando desde el principio de la curva roja con una presión impulsora de 6 mmHg, vemos que la curva crece exponencialmente a medida que la presión aumenta. La razón es que el aumento de la presión impulsora también incrementa la presión transmural, causando que el vaso se distienda. Como el radio se incrementa, la resistencia cae y el flujo aumenta más de lo que lo haría en un tubo rígido. Las propiedades elásticas del vaso son la principal causa de la relación no lineal entre presión y flujo en los lechos vasculares que no poseen “tensión activa” 2. A medida que la presión impulsora –y la presión transmural- aumenta, el radio del vaso se incrementa y disminuye la resistencia. Contrariamente, la resistencia aumenta al infinito cuando la presión impulsora cae. En el caso contemplado por la ley de Poiseuille, por supuesto, la resistencia es constante (Fig. 19-7B como línea intermitente) independientemente de la presión impulsora. Aunque muchos lechos vasculares se comportan como la curva roja de la 2 NdT: El término “tensión activa” en este contexto se refiere a un mecanismo que se pone en marcha (la contracción del músculo liso) en los vasos y cambia las propiedades de su pared (i.e., su complacencia). La “tensión pasiva” hace referencia el componente de su tensión que solo depende de las fibras y no es modificado ni regulable (al menos en el corto plazo). Sección IV • El sistema cardiovascular figura 19-7 A y B, veremos que muchos de ellos son altamente regulados (i.e., la tensión activa varia con la presión). Estas circulaciones especiales exhiben una relación presión flujo que difiere sustancialmente de un sistema de tubos elásticos. La contracción del músculo liso vascular detiene el flujo sanguíneo cuando la presión impulsora cae por debajo del punto crítico de cierre Como ya hemos visto, a valores bajos de presión impulsora, la resistencia aumenta abruptamente tendiendo al infinito (Fig. 19-7B, curva roja). De esta manera, el flujo cesa completamente cuando la presión cae por debajo de 6 mmHg, valor que representa el punto crítico de cierre (Fig. 19-7A, curva roja). El cese de flujo ocurre por la acción combinada de las fibras elásticas y la tensión activa del músculo liso vascular. Aumentos graduales en la tensión activa –producida, por ejemplo, por la estimulación simpática- desplazan la curva flujo-presión hacia la derecha y disminuyen la pendiente (Fig. 19-7A, curvas azul y verde), reflejando el incremento en la resistencia para cada valor de presión impulsora (Fig. 19-7B, curvas azul y verde). La presión crítica de cierre aumenta cuanto mayor sea el tono vascular. Este fenómeno es importante en el shock hipotensivo, donde existe una vasoconstricción masiva 3 –como respuesta del organismo en un intento por aumentar la presión- y el aumento del punto crítico de cierre se eleva a 40 mmHg o más. Como resultado, el flujo sanguíneo puede interrumpirse completamente en las extremidades de un paciente en shock, independientemente de que persista una pequeña diferencia de presión entre arterias y venas. 3 NdT: Vale la pena aclarar que si bien todos los estados de shock cursan con hipotensión arterial, no todos lo hacen con una resistencia vascular aumentada (por ejemplo, en las bajas presiones arteriales del shock distributivo, en cualquier de sus variantes: séptico, anafiláctico o neurogénico). Las fibras elásticas y de colágeno determinan la distensibilidad y complacencia de los vasos Las arterias y venas deben soportar una amplia gama de presiones transmurales in vivo (Tabla 193). Su volumen relativo de sangre responde de maneras diferentes al incremento de la presión transmural (Fig. 19-8). Las arterias tienen una baja capacidad para almacenar volumen, pero soportan una gran diferencia de presión transmural. Al contrario, las venas tienen una gran capacidad para albergar volumen (lo que las hace actuar como un reservorio sanguíneo) pero soportan pequeñas diferencias de presión transmural. Los elementos estructurales de la pared vascular también difieren entre arterias y venas (Fig. 19-6). Esta disparidad contribuye a sus diferencias en el comportamiento elástico. Podemos estudiar las propiedades elásticas de un vaso sanguíneo aislado registrando su cambio de volumen a medida que se presuriza a distintos niveles o registrando los cambios de presión producidos por el llenado a diferentes volúmenes. Después de que la presión o el volumen haya sido alterado experimentalmente, es importante esperar hasta que la respuesta del vaso sea total (i.e., quede estático) antes de realizar los registros. La distensibilidad expresa las propiedades elásticas de de los vasos sanguíneos. Tres enfoques son útiles para su valoración. Primero, la distensibilidad absoluta es el cambio de volumen logrado con un cambio macroscópico de presión, ΔVtotal/ΔPtotal. Segundo, dado que el tamaño “no estirado” de los vasos varía, es preferible normalizar el cambio de volumen al tamaño inicial no estirado (V0), lo que se denomina distensibilidad normalizada: Distensibilidad normalizada = ΔV V0 ΔP (19-4) Esta relación es una medida del cambio fraccional en el volumen para un cambio dado de presión. 36 Capítulo 19 • Arterias y venas 𝐶𝐶 = 𝛥𝛥𝛥𝛥 𝛥𝛥𝛥𝛥 (19-5) 4 Cuanto más empinada es la pendiente del gráfico volumen-presión, mayor es la complacencia (i.e., más fácil es incrementar el volumen). En la figura 19-8, la pendiente (la complacencia) disminuye al incrementar el volumen. Así, un valor de complacencia, siempre debe incluir la presión transmural o el volumen al cual fue medido. Principios similares aplican a la complacencia de las vías aéreas en el pulmón. Las diferencias en la distensibilidad generan que las arterias actúen como resistores y las venas como capacitores A medida que se incrementa la presión transmural, las arterias aumentan su volumen. Cuando en cada latido las arterias musculares acomodan el volumen de sangre eyectado por el corazón, incrementan su radio ~10%. Este cambio para una arteria muscular típica (por ejemplo la arteria femoral) es mucho menor que la distensión que uno observa en una arteria elástica (aorta) la cual tiene varias capas menos de músculo liso que no están bajo control nervioso. 4 Figura 19-8 Complacencia de los vasos sanguíneos. En A y B, el volumen relativo del 100% representa el volumen cuando el vaso está completamente relajado. En tercer lugar, el mejor índice de distensibilidad es la complacencia (C), la cual es la pendiente en cualquier punto del gráfico volumen-presión de la figura 19-8: 37 NdT: Parecería, a priori, que distensibilidad absoluta y complacencia son lo mismo (ΔV/ΔP), pero no es así. Cuando un vaso sanguíneo es sometido a una diferencia de presión transmural determinada, este cambia su volumen a una tasa que no es constante. Con un ΔP realizado a bajas presiones, se obtiene un ΔV mucho mayor que el obtenido con el mismo ΔP pero realizado a altas presiones. Entendiendo la complacencia como la pendiente de la curva ΔV/ΔP en cada punto, podemos concluir que esta va disminuyendo a medida que el vaso es estirado. Por otro lado, la distensibilidad absoluta se calcula al dividir todo el ΔV obtenido por todo el ΔP realizado. Se obtiene, de esta manera, un valor de “complacencia promedio” a pesar de que la distensibilidad del vaso fue disminuyendo a medida que se estiraba (al igual que su complacencia). Sección IV • El sistema cardiovascular La alta complacencia de las arterias elásticas es evidente en el diagrama volumen-presión de la figura 19-8A –obtenida después de que el músculo liso se haya relajado. Una arteria elástica relajada tiene una gran complacencia. Incrementar la presión transmural de 0 a 100 mmHg incrementa el volumen relativo ~180%. A medida que se incrementa la presión, la complacencia disminuye modestamente. Por ejemplo, aumentar la presión transmural de 100 a 200 mmHg incrementa el volumen relativo ~100%. Así las arterias están constituidas para soportar altas presiones transmurales. Debido a que el incremento de la presión aumenta el radio escasamente en condiciones fisiológicas, particularmente en las arterias musculares, la resistencia de las arterias (inversamente proporcional al radio a la cuarta potencia) no disminuye marcadamente. Por este motivo (el tener una resistencia relativamente estable), las arterias musculares son llamadas vasos de resistencia. Las venas se comportan de manera muy diferente. El diagrama volumen presión de una vena (Fig. 19-8B) muestra que la complacencia es extremadamente alta –mucho más alta que para una arteria elástica- al menos en el rango de bajas presiones. Para una vena relajada un incremento de la presión transmural relativamente pequeño de 0 a 10 mmHg incrementa su volumen un ~200%. Esta alta complacencia en rangos de baja presión no se debe a una propiedad de las fibras elásticas, más bien refleja un cambio en la geometría. A presiones por debajo de 6 mmHg el área de sección transversal de la vena es elipsoidal. Un pequeño aumento de la presión causa que la vena se vuelva circular sin un incremento en el perímetro pero si en su área. De esta forma, en el rango de presiones normales (Tabla 19-3) las venas pueden aceptar grandes volúmenes de sangre con un aumento de presión muy pequeño. Como actúan como reservorios de volumen, las venas son llamadas vasos de capacitancia. La distensibilidad venosa por encima de 10 mmHg –referida como un incremento del perímetro- es muy pequeña, como muestra la pendiente plana a altas presiones en la figura 19-8B. 5 ¿Cómo se comportan las arterias elásticas y las venas ante un incremento repentino de volumen (ΔV)? Cuando el corazón eyecta su volumen sistólico en la aorta, la presión intravascular se incrementa desde 80 a 120 mmHg. Este cambio en la presión intravascular –conocido como presión de pulso- es el mismo que el cambio en la presión transmural. Ya hemos visto que la complacencia venosa es baja en este rango de presiones arteriales. De esta manera, si sometiéramos a una vena a un incremento de volumen repentino ΔV en este rango de presión arterial, el incremento en la presión transmural ΔP sería mucho mayor que en una arteria de igual tamaño. Esto es, de hecho, el caso que surge cuando un cirujano usa un segmento de vena safena en un bypass coronario, anastomosando la vena entre dos puntos de una arteria coronaria, salteando el sitio obstruido. Los cambios de volumen en los vasos durante el ciclo cardiaco se deben a cambios en el radio más que a cambios en su longitud. Durante la eyección de sangre en la sístole el largo de la aorta torácica se incrementa solo un 1%. 5 NdT: Si bien en éste caso se cumple que los vasos que tienen mayor complacencia (venas) tienen mayor capacitancia, esto no necesariamente es así siempre. La capacitancia es un término utilizado en electricidad para describir la capacidad (C, no confundir con complacencia) de un capacitor para almacenar carga (q) por unidad de voltaje (V), es decir C=q/V. Claramente, la cantidad de carga almacenada estará en relación también al tamaño que tenga ese capacitor. Análogamente, podemos pensar una capacitancia en los vasos y entender a la carga como el volumen y al voltaje como la presión. Entonces, si tenemos dos vasos con igual distensibilidad normalizada, el vaso de mayor tamaño tendrá mayor capacitancia (i.e., a una misma presión, el volumen almacenado será mayor que en el vaso más pequeño). Un ejemplo gráfico (e imaginario) podría surgir al comparar la aorta de un ratón con la de un elefante. Suponiendo que ambas aortas tienen igual distensibilidad normalizada, la capacitancia de la aorta del elefante será significativamente mayor. 38 Capítulo 19 • Arterias y venas La ley de Laplace describe cómo la tensión en la pared del vaso se incrementa con la presión transmural Como la complacencia depende de las propiedades elásticas de la pared del vaso, la discusión aquí se centrará en cómo una fuerza externa deforma los materiales elásticos. Cuando la fuerza desaparece, la deformación también lo hace, y el material retorna a su estado original. El modelo mecánico más simple es un resorte (Fig. 19-9A ). La elongación ΔX es proporcional a la fuerza (F), de acuerdo a la ley de Hooke: F = k . ΔL (19-6) K es una constante. Si un material elástico requiere una gran fuerza para adquirir cierta deformación, se lo denomina rígido. La fuerza máxima que el material puede soportar sin perder su elasticidad se denomina limite elástico. Si el material es deformado por encima de este límite se romperá. deformación es el aumento fraccional de la longitud, esto es, (L-L0)/L0 o bien ΔL/L0 (Fig. 19-9). Una ecuación análoga a la ecuación de Hooke describe la relación proporcional entre tensión mecánica (stress) y deformación (strain): 𝐹𝐹 𝐴𝐴 = 𝑌𝑌( La tensión mecánica (σ) es la fuerza por unidad de área de sección transversal (F/A). Así, si estiramos una bandita elástica –desde una longitud inicial L0 hasta una final L- la tensión mecánica es la fuerza que aplicamos dividida por área de sección transversal de la bandita. 6 La 6 NdT: La tensión mecánica se refiere a la fuerza que aparece en un cuerpo cuando es estirado. Cuando se llega a un equilibrio, la fuerza por unidad de sección transversal es igual pero opuesta a la fuerza externa que deformó al material. Si la tensión mecánica no 39 𝐿𝐿0 (19-7) ) El factor de proporcionalidad, módulo elástico de Young (Y), es la fuerza por área de sección transversal requerida para estirar el material al doble de su longitud inicial así también como la pendiente del gráfico tensión-deformación de la figura 19-9. Así, cuanto más rígido será el material, más empinada será la pendiente y mayor el módulo elástico. Por ejemplo el colágeno es mil veces más rígido que la elastina (tabla 19-5). Tabla 19-5 Módulos elásticos (i.e, rigidez) de los materiales. Material Músculo liso Elastina Caucho Colágeno Madera Módulo elástico (dinas/cm2)* *1 mmHg = 1334 dinas/cm2 Figura 19-9 Propiedades elásticas de un resorte. 𝐿𝐿−𝐿𝐿0 104 o 105 4x106 4x107 1010 10 10 a 1012 Debido a que las fibras elásticas y colágenas en las paredes de los vasos sanguíneos no están dispuestas como simples resortes, la tensión y la deformación que surgen durante la presurización del vaso ocurre, al menos en principio, a lo largo de tres ejes (Fig. 19-10): (1) como elongación de la circunferencia (θ), (2) elongación del eje longitudinal (x), y (3) como compresión del espesor del vaso en dirección a su radio (r) . De hecho los vasos sanguíneos cambian apenas su longitud durante la distensión, y el existiera, una pequeña fuerza podría deformar cualquier material hasta el infinito (o hasta su punto de ruptura). No se refiere a la tensión en la pared del cuerpo, sino a la fuerza por unidad de sección transversal (F/A, unidades de presión). Sección IV • El sistema cardiovascular adelgazamiento de la pared del vaso no es un factor mayor. Así podemos describir las propiedades elásticas de un vaso solo considerando lo que sucede con su circunferencia. del vaso. Es conveniente expresar esta tensión parietal (T) como la fuerza que uno debería aplicar para mantener juntos los dos bordes de un corte imaginario a lo largo del eje longitudinal del vaso, por unidad de longitud (L) (Fig. 19-11). Nótese que al usar tensión parietal (unidades: dinas/cm) en vez de tensión mecánica (unidades: dinas/cm2), asumimos que el espesor del vaso se mantiene constante. El equilibrio entre ΔP y T depende del radio del vaso y es expresado por la ley derivada independientemente por Thomas Young y Marqués de Laplace a los comienzos de 1800. Para un cilindro: T = ΔP . r (19-8) Así, para una presión transmural dada, la tensión en la pared del vaso aumenta a medida que se incrementa el radio. Figura 19-10 Los tres ejes de deformación. Figura 19-11 Ley de Laplace. Las flechas circunferenciales que intentan unir los bordes de un corte imaginario a lo largo de la longitud mayor del vaso representan la tensión en la pared. Las flechas dispuestas radialmente que empujan hacia afuera la pared del vaso, representan la fuerza de distensión. En el equilibrio, ambas fuerzas están balanceadas. La presión transmural ΔP es la fuerza de distensión que tiende a incrementar la circunferencia del vaso. Opuesta a esta elongación aparece una fuerza dentro de la pared La pared vascular está adaptada para soportar tensión, no presión transmural En la figura 19-8, graficamos el volumen de un vaso en función de la presión transmural en donde la pendiente de ésta curva representa la complacencia. Sin embargo este análisis no aporta información directa sobre las propiedades elásticas de los materiales que componen la pared del vaso. Según la ley de Laplace (T=ΔP.r), podemos transformar el gráfico volumen-presión en un “gráfico elástico” del mismo tipo que usamos en la figura 19-9B para entender las propiedades elásticas de un resorte. La figura 19-12A deriva del gráfico volumenpresión que aparece en la figura 19-8. En la figura 19-12B revertimos los ejes de coordenadas de modo que el volumen ahora está en eje X y la presión en el eje Y. Finalmente, en la figura 1912C , convertimos volumen por radio (eje X) y usamos la ley de Laplace para llevar la presión a tensión parietal (eje Y). El gráfico de la figura 1912C es análogo al gráfico tensión mecánicadeformación de la figura 19-9B. De ésta manera, aumentar el radio de la aorta (curva continua roja) causa un aumento considerable en la tensión parietal reflejando la complacencia 40 Capítulo 19 • Arterias y venas moderada de la aorta. La vena cava, por otro lado, puede variar ampliamente su radio antes de que se desarrolle tensión parietal considerable, reflejando su alta complacencia en el rango de las presiones fisiológicas de las venas. Sin embargo, si se continua estirando se desarrollará un aumento exponencial de la tensión dando cuenta de su limitada complacencia. ¿Qué nos dice la ley de Laplace (T=ΔP.r) acerca de la tensión parietal necesaria para soportar la presión dentro del vaso sanguíneo? En el gráfico de tensión-radio para la aorta (Fig. 19-12C) hemos elegido el valor de 6mm de radio; dado que la aorta es relativamente rígida, estirarla hasta éste punto produce una tensión parietal de 120.000 dinas/cm. De acuerdo a la ley de Laplace solo un valor de presión (200.000 dinas/cm2 o 150 mmHg) satisface ésta combinación de r y T. En la figura 19-12C ésta presión es indicada por la pendiente de la línea roja punteada, que conecta el origen con nuestro punto en cuestión. De forma similar para la vena cava, elegimos un radio de ~6,7 mm, el cual es similar al que elegimos para la aorta; debido a que la vena cava es fácilmente distensible en éste rango, expandirla hasta este valor solo genera una tensión en su pared de 12.000 dinas/cm (línea azul punteada). Un valor Aorta Arterias pequeñas Arteriolas Capilares Vénulas Venas Vena cava Presión transmural media ΔP (mmHg) 95 90 60 25 15 12 10 de presión mucho más bajo (18.000 dinas/cm2 o 13,5 mmHg) satisface ésta combinación de r y T. De esta manera, comparando vasos de tamaño similar, la ley de Laplace nos dice que para soportar una alta presión transmural es necesaria una alta tensión parietal. Comparar dos vasos de tamaños muy diferentes revela una disparidad entre la tensión parietal y la presión transmural. Una vena grande, como la vena cava, debe resistir tan solo 10 mmHg de presión transmural y sin embargo está equipada con una buena cantidad de fibras elásticas. Por otro lado, un capilar que debe resistir una presión transmural de 25 mmHg no tiene ningún tipo de tejido elástico. ¿Por qué? La clave de éste concepto es que los vasos deben soportar tensión parietal y no presión transmural. De acuerdo a la ley de Laplace (Ecuación 19-8), la tensión parietal es el producto de la presión transmural y el radio del vaso. Por lo tanto la tensión parietal capilar (10 dinas/cm) es mucho menor que en la vena cava (18.000 dinas/cm) a pesar de que la presión en los capilares es mayor. La tabla 19-6 muestra cómo la cantidad de tejido elástico en cada segmento vascular se correlaciona muy bien con la tensión parietal soportada, y muy pobremente con la presión transmural. Radio (r) Tensión en la pared (dinas/cm) Tejido elástico* 1,13 cm 0,5 cm 15 μm 3 μm 10 μm > 0,02 cm 1,38 cm 140.000 60.000 1.200 10 20 320 18.000 ++++ +++ + 0 0 + ++ Tabla 19-6 Comparación entre la tensión parietal y el tejido elástico de los distintos segmentos vasculares *La cantidad de “+”es un índice relativo de la cantidad de tejido elástico. 41 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 19-12 Diagrama elástico (tensión vs radio) de los vasos sanguíneos. En A las curvas derivan del gráfico de la figura 19-8. En B el gráfico es el resultado de revertir los ejes de A. En C las líneas continuas roja y azul son transformaciones de las curvas en B. Si despejamos r, el eje X de B (volumen) se transforma en radio en C; si usamos la ley de Laplace (T=ΔP.r) para despejar T, el eje Y de B (presión transmural) se transforma en tensión en C. La elastina y el colágeno contribuyen individualmente en la tensión de la pared de los vasos Las curvas continuas roja y azul de la figura 1912C son bastante diferentes del comportamiento lineal predicho por la ley Hooke (Fig. 19-9B). A medida que aumenta el estiramiento, la pared del vaso debe resistir más deformación; la pendiente se vuelve más empinada. El incremento en la pendiente (i.e., incremento del módulo elástico) del gráfico tensión-radio se debe a la heterogeneidad del material elástico que conforma la pared vascular. Las fibras elásticas y colágenas tienen distinto módulo elástico (Tabla 19-5). Figura 19-13 Degradación química de elastina y colágeno, exponiendo individualmente sus comportamientos elásticos. Podemos cuantificar por separado el aporte de cada uno de éste tipo de fibras por “disección química”. Luego de la degradación de elastina por medio de elastasa, la cual deja únicamente al 42 Capítulo 19 • Arterias y venas colágeno como componente elástico, la relación tensión-radio se vuelve muy empinada y cercana a una relación lineal esperada por la ley de Hooke (Fig. 19-13, curva naranja). Luego de la degradación selectiva del colágeno con ácido fórmico, el cual deja únicamente a la elastina como componente elástico, la relación tensiónradio se aplana (Fig. 19-13, curva azul). La curva naranja (colágeno) es más empinada que la (azul) porque el colágeno es más rígido que la elastina (Tabla 19-5). En un vaso normal (Fig. 19-13, curva roja) estiramientos progresivos elongan primero las fibras de elastina (generando una pendiente relativamente plana en la curva tensión-radio, similar a la curva azul) para luego, cuando el estiramiento es excesivo, reclutar las fibras de colágeno y aumentar la pendiente. El envejecimiento reduce distensibilidad de las arterias la Con el envejecimiento, ocurren cambios importantes en las propiedades elásticas de los vasos sanguíneos, principalmente las arterias. Podemos ver estos cambios en las arterias relacionados a la edad desde dos perspectivas, la curva volumen-presión y la curva tensión-radio. La diferencia más obvia en el gráfico volumenpresión de la aorta es que a medida que aumenta la edad la curva se mueve hacia volúmenes mayores (Fig. 19-14 A) reflejando un aumento del diámetro. Además, la distensibilidad de la aorta aumenta durante la etapa de crecimiento y desarrollo, para luego disminuir durante el resto de la vida. Durante el comienzo de la edad adulta, dos cambios desfavorables ocurren. Primero los cambios ateroscleróticos reducen la distensibilidad per se. Así, durante la eyección ventricular un aumento normal del volumen aórtico (ΔV) en un adulto joven produce una presión de pulso (ΔP) relativamente pequeña. Por otra parte el mismo cambio del volumen aórtico en un anciano produce un cambio mucho mayor en la presión de pulso. Segundo como la presión sanguínea frecuentemente aumenta junto con la edad, el anciano opera en una porción más aplanada de la curva volumen-presión, donde la distensibilidad es aún más baja. De esta forma un 43 aumento normal del volumen aórtico produce una presión de pulso aún mayor. Examinando el gráfico radio-tensión podemos acercarnos a los efectos de la edad sobre las propiedades elásticas de los vasos sanguíneos desde una segunda perspectiva (Fig. 19-14B). Debido a la fibrosis progresiva y difusa de la pared de los vasos que aparece con la edad, y al incremento del tejido colágeno, la pendiente máxima del gráfico tensión-radio se incrementa con la edad. Sumado a esto, con la edad, estas curvas comienzan a ascender a valores menores de radio, al mismo grado de estiramiento se reclutan un mayor número de fibras colágenas. Subyacente a este fenómeno se encuentra el aumento de las uniones entre las fibras colágenas. De esta manera, incluso pequeños estiramientos tensan las fibras colágenas. La tensión activa generada por la actividad del músculo liso se suma a la tensión pasiva elástica de los vasos Aunque hemos considerado a los vasos sanguíneos como si sus paredes fueran totalmente elásticas, la tensión activa de las células musculares lisas vasculares (CMLV) también contribuye a la tensión parietal. La estimulación de las CMLV puede reducir el radio interno de las arteriolas en un 20%-50%. La ley de Laplace (T=ΔP.r) nos dice que a medida que las CMLV se acorten – reduciendo el radio interno del vaso contra una presión transmural constante – la tensión que soporta el músculo para mantener éste nuevo radio, disminuirá. Para un vaso sanguíneo en el cual tanto el componente elástico pasivo y el componente muscular activo contribuyen a la tensión total, la relación tensión-radio refleja la contribución de cada uno. La curva roja en el gráfico de la figura 19-15 muestra tanto el componente activo como pasivo de la tensión parietal en una arteria en la cual se han estimulado las CMLV al máximo con norepinefrina. La curva verde muestra la relación tensión-radio pasiva luego de que el componente activo fuera eliminado intoxicándolas CMLV con cianuro de potasio. Por supuesto, la curva verde es el gráfico tensión-radio en el cual nos hemos Sección IV • El sistema cardiovascular enfocado en los gráficos previos. Si quitamos la curva verde de la roja en la figura 19-15, obtenemos el gráfico tensión-radio activo (curva azul) para el músculo liso vascular. Figura 19-14 Efecto del envejecimiento sobre las arterias. En A y B, un radio relativo del 100% representa al vaso relajado. En A, los triángulos blancos representan el cambio esperado en presión transmural (línea azul) para un incremento del volumen sanguíneo aórtico producido por cada latido (línea roja) –asumiendo una presión diastólica de 80 mmHg. La tensión elástica ayuda a estabilizar los vasos que se encuentran bajo control vasomotor Considere a un vaso inicialmente estirado a un radio que es 80% mayor que si no fuera manipulado (i.e., 180 vs 100 en el eje X de la figura 19-15). Si inyectamos más fluido dentro del vaso, el radio se incrementa (i.e., el vaso es más “estresado”). Como resultado, la tensión parietal total se incrementa (Fig. 19-15 curva roja). Lo opuesto, por supuesto, sucedería si quitamos algo de fluido del vaso. Durante estos cambios en la tensión parietal ¿Cuáles son las contribuciones individuales del músculo liso vascular y el tejido conectivo a la tensión parietal total? En la figura 19-16 consideramos dos ejemplos extremos, uno en el cual el vaso individual consta solo de elementos elásticos y el otro en el cual tiene solo tensión activa fija (i.e., isotónica). Figura 19-15 Tensión pasiva vs. activa. El radio relativo del 100% cuando el vaso es estimulado al máximo con norepinefrina (tensión total, curva roja) pero no “estresado’’ (i.e., la presión transmural es 0). Cuando el vaso es intoxicado al máximo con cianuro de potasio el radio de base es de aproximadamente 150% (tensión pasiva, curva verde), reflejando su estado relajado. La curva azul es solo el componente activo (i.e., músculo liso) de la tensión. Primero consideremos al vaso que carece de músculo liso, así solo los elementos elásticos de la pared contribuyen al total de la tensión parietal (Fig. 19-16A). Aumentamos la presión transmural desde P (Panel 1) hasta P+ΔP (panel 2), de este modo incrementando el radio desde r a r+Δr, la tensión en la pared automáticamente se aumentará desde T a T+ΔT. Este aumento en la tensión permite que el vaso alcance un nuevo equilibro, de acuerdo a la ley de Laplace: T + ΔT = (P + ΔP). (r + Δr) (19-9) 44 Capítulo 19 • Arterias y venas Contrariamente, una disminución en la presión conduce a una reducción en el radio y en la tensión (panel 3). Para lograr el aumento estable del panel 2 o la disminución estable del panel 3, el ΔT no puede ser 0. En otras palabras, el gráfico tensión-radio pasivo (Fig. 19-15 curva verde) no puede tener una pendiente de 0. La pared del vaso debe tener elasticidad. Segundo, considere un hipotético caso en el cual no existen fibras elásticas y la tensión total sea mantenida constante solo por los elementos activos (i.e., CMLV). Por ejemplo, este puede ser aproximadamente el caso de la curva azul en la figura 19-15, entre un radio relativo de 180%200%. Al comienzo (Fig. 19-16B, panel 1) asumimos que la tensión del músculo liso balancea exactamente el producto Px . r. De todas maneras, al aumentar la presión (panel 2), la adaptación automática del ejemplo anterior no ocurre. De hecho cualquier incremento en la presión lleva a que el producto (P+ΔP).(r+Δr) exceda la T fija de las CMLVs. Como resultado, el vaso se rompería. Contrariamente, cualquier disminución en la presión haría que el producto (P-ΔP).(r-Δr) cayera por debajo de la T fija, generando el colapso del vaso (panel 3). Este tipo de inestabilidad ocurre en las anastomosis arteriovenosas, las cuales se caracterizan por Figura 19-16 Estabilidad mecánica de los vasos. 45 tener muy poco tejido elástico y abundantes células mioepiteliales. Un vaso real en cuya pared existen tanto fibras elásticas como músculo liso, puede ser estable en un gran rango de radios. El rol del tejido elástico en los vasos no es solo soportar la presión transmural sino también estabilizar el vaso. De esta manera, el tejido elástico asegura una buena respuesta cuando el músculo liso cambia el tono. Si los vasos tuvieran solo músculo liso –y no tejido elástico- serían como los vasos que están en el panel 2 y 3 de la figura 19-16B. Un desbalance entre el componente pasivo y el activo de la pared de los vasos puede llevar a importantes enfermedades. Por ejemplo cuando las fibras elásticas son dañadas los vasos tienden a agrandarse (por ejemplo en aneurismas y varicosidades). Si el radio excede el valor compatible con el equilibrio gobernado por la ley de Laplace, puede ocurrir la ruptura del vaso. Un segundo ejemplo patológico se ve cuando el músculo se somete a una máxima estimulación. Este es el caso del fenómeno de Raynauld, en el cual la exposición al frío lleva a una constricción extrema de las arteriolas de las extremidades, particularmente de los dedos. El cierre del vaso ocurre debido a que la tensión activa del músculo liso domina en el gráfico tensión-radio. CAPÍTULO 20 LA MICROCIRCULACIÓN Emile L. Boulpaep La microcirculación cumple roles nutricionales y no nutricionales La función principal del sistema cardiovascular es mantener un entorno adecuado en los diferentes tejidos. La microcirculación es el “final del negocio” del sistema. Los capilares son el principal sitio de intercambio de gases, agua, nutrientes y productos de desecho. En la mayoría de los tejidos, el flujo capilar cumple exclusivamente funciones nutricionales. Sin embargo, en algunos tejidos, una parte importante del flujo capilar tiene funciones no nutricionales. Por ejemplo, en los glomérulos renales, el flujo capilar produce el filtrado glomerular. El flujo sanguíneo de la piel, parte del cual es derivado a través de anastomosis arteriovenosas, tiene un rol clave en la regulación de la temperatura. Los capilares también tienen otros roles no nutricionales, como la señalización o la defensa. En la primera parte de este capítulo discutiremos el rol nutricional de la microcirculación, exponiendo cómo los gases, sustancias pequeñas solubles, macromoléculas y agua pasan a través del endotelio; luego enfocaremos nuestra atención en la circulación linfática y la regulación de la microcirculación. La morfología y los mecanismos regulatorios locales de la microcirculación están diseñados para abastecer las necesidades particulares de cada tejido. Debido a que estas necesidades son diferentes, la estructura y función de la microcirculación puede variar de un tejido a otro. La microcirculación se extiende desde las arteriolas hasta las vénulas La microcirculación se define como los vasos sanguíneos entre las arteriolas de primer orden a las vénulas de primer orden. Aunque los detalles varían de órgano a órgano, los componentes principales de una microcirculación ideal se reducen a una arteriola y una vénula, entre las cuales se extiende una red capilar (Fig. 20-1). A veces, una meta-arteriola -algo más larga que un capilar- provee un atajo a través de la red capilar. Tanto la arteriola como la vénula tienen células musculares lisas vasculares (CMLV). Los esfínteres precapilares -localizados en la transición entre arteriolas y meta-arteriolas con los capilarescontrolan el acceso de la sangre a un segmento particular de la red capilar. La apertura y cierre de los esfínteres crea diferencias de presión locales que pueden redireccionar el flujo sanguíneo en ciertas partes de la red. Figura 20-1 Microcirculación ideal. Las arterias están compuestas por una capa interna de endotelio, una lámina elástica interna y una vaina de al menos dos capas de CMLV que rodea lo anterior. El radio interno de las arteriolas terminales puede ser tan pequeño como 25 μm. Las arteriolas (radio interno de 5 a 25 μm) son similares a las arterias pero solo Sección IV • El sistema cardiovascular poseen una única capa de CMLV, las cuales están inervadas. Las meta-arteriolas, son similares a las arteriolas pero de menor longitud. Además, sus CMLV son discontinuas y usualmente no inervadas. El esfínter precapilar es un pequeño manguito de músculo liso que usualmente no está inervado pero que es muy sensible a las condiciones locales de los tejidos. La relajación o contracción del esfínter precapilar puede regular el flujo sanguíneo en un orden de magnitud o más, Las meta-arteriolas y los esfínteres precapilares no se encuentran en todos los tejidos. Los capilares verdaderos (radio interno de 2 a 5 μm) consisten en una única capa de células endoteliales rodeadas por una membrana basal, una fina red de fibras de colágeno y -en algunos tejidos- pericitos. Las células endoteliales tienen una superficie lisa y son extremadamente finas, excepto en la parte del núcleo. El grosor y la densidad de la membrana basal capilar varía de acuerdo al órgano. En los sitios donde la presión transcapilar es mayor o cuando existen fuerzas mecánicas grandes la membrana basal es más gruesa. Algunas células endoteliales tienen, tanto en su superficie basal como luminal, numerosos hoyuelos llamados cavéolas, involucradas en la unión de ligandos. La pinocitosis y la endocitosis mediada por receptor pueden resultar en vesículas recubiertas por caveolina de 70 nm. Sumado a esto, el citoplasma de las células endoteliales capilares es rico en otras vesículas endocíticas que contribuyen a la transcitosis de agua y componentes hidrosolubles a través de la pared endotelial. En algunos casos, las vesículas endocíticas están alineadas y unidas una con otra para formar un canal trans-endotelial. Las uniones que mantienen unidas a las células endoteliales se llaman uniones interendoteliales (Fig. 20-2) donde las membranas celulares están separadas por ~10 nm. Además de eso, hay regiones donde las hendiduras entre las células son de apenas 4 nm, son las uniones adherentes. Las uniones estrechas también pueden estar presentes, en dicho caso las membranas celulares aparentan estar fusionadas por medio de las claudinas 1, 3 y 5, así como las ocludinas. La claudina 5 es específica de las células endoteliales. La ocludina no se encuentra en todos los endotelios. 47 Algunas células endoteliales tienen conductos cilíndricos lineales, revestidos por membranas fenestraciones- que atraviesan completamente la célula, desde la luz capilar hacia el espacio intersticial. Estas fenestraciones son de 50 a 80 nm de diámetro y se ven principalmente en tejidos con gran flujo de fluidos y solutos a través de las paredes capilares (por ejemplo, intestino, plexo coroideo, glándulas exocrinas y glomérulos renales). Un fino diafragma a veces cierra las perforaciones de las fenestras. El endotelio de los capilares sinusoidales del hígado, médula ósea y bazo tienen grandes fenestraciones así como “gaps” de 100 a 1000 nm de ancho. Las vesículas, los canales transendoteliales, las fenestras y los gaps son parte del espectro de estructuras involucradas en la regulación de la permeabilidad a través de las células endoteliales. Los capilares se pueden agrupar en tres grupos, basado en el grado de fuga que presenten (Fig. 20-3): 1.Capilares continuos. Esta es la forma más común de capilar, con uniones interendoteliales de 10 a 15 nm. De todas maneras, estas hendiduras están ausentes en la barrera hematoencefálica donde los capilares tienen uniones estrechas. 2. Capilares fenestrados. En estos capilares las células endoteliales están perforadas por las fenestraciones. Estos capilares usualmente rodean epitelios (por ejemplo, intestino delgado, glándulas exógenas). Figura 20-2 Uniones capilares endoteliales. Esta microscopía electrónica muestra las uniones interendoteliales entre dos células en un capilar muscular. Las flehas apuntan a las uniones estrechas. 3. Capilares discontinuos. Sumado a las fenestras, estos capilares poseen grandes gaps, los capilares discontinuos se encuentran en los sinusoides hepáticos. En su extremo final, los capilares verdaderos se unen a vénulas (radio interno de 5 a 25 μm), las cuales llevan la sangre a las venas con baja presión que la devuelven al corazón. Las vénulas tienen una capa discontinua de CMLV, y por lo tanto pueden controlar el flujo sanguíneo local. Las vénulas también pueden intercambiar solutos a través de sus paredes. Figura 20-3 Los tres tipos de capilares. INTERCAMBIO DE SOLUTOS EN LOS CAPILARES El intercambio de O2 y CO2 a través de los capilares depende de las propiedades de difusión de los tejidos vecinos Los gases difunden por una vía transcelular a través de dos membranas celulares y el citosol de las células endoteliales de los capilares con la misma facilidad con la que difunden a través del tejido circundante. En esta sección, nos enfocaremos principalmente en el intercambio de Mecanismos similares existen para el O2. intercambio de CO2, aunque operan en direcciones opuestas. La sangre arterial contiene un nivel relativamente alto de O2. A medida que la sangre discurre por los capilares sistémicos, el principal sitio de intercambio gaseoso, el O2 difunde a través de la pared capilar y hacia los tejidos, el cual incluye el fluido intersticial así como las células vecinas. El modelo más frecuentemente usado para el intercambio gaseoso es el del cilindro tisular de August Krogh, que consiste en un volumen de tejido suplido de O2 por un único capilar (Fig. 204A). El cilindro de tejido rodea a un único capilar. De acuerdo con este modelo, las propiedades del cilindro tisular gobiernan la tasa de difusión de O2 y CO2. El radio del cilindro tisular en un órgano es en promedio la mitad del espacio de un capilar al próximo, esto es la mitad de la distancia intercapilar. La densidad capilar y, por ende, la distancia intercapilar varían ampliamente entre los tejidos. La densidad capilar es tanto mayor cuanto mayor sea el consumo de O2 (por ejemplo en el miocardio) y menor cuanto menor sea su consumo (cartílago). La densidad capilar es extraordinariamente alta en los pulmones. El modelo de Krogh predice como la concentración o la presión parcial de oxígeno dentro de la luz capilar cae a lo largo de la distancia a medida que el O2 se dirige hacia los tejidos (Fig. 20-4A). La PO2 dentro del capilar en cualquier sitio a lo largo de él depende de varios factores: 1. La concentración de O2 libre en la sangre arterial que alimenta el capilar. El oxígeno disuelto, el cual es el mismo tanto en el plasma 48 Sección IV • El sistema cardiovascular como en el citoplasma de los eritrocitos, es proporcional a la presión parcial de oxígeno. 2. El contenido de O2de la sangre. Menos del 2% del contenido total de O2 de la sangre está disuelto; el resto está unido a la hemoglobina dentro de los eritrocitos. Cada 100 ml de sangre arterial hay ~20 ml de O2, o 20 volúmenes %. 3. El flujo sanguíneo capilar (F). 4. El coeficiente de difusión radial(Dr), el cual gobierna la difusión de O2 afuera de la luz capilar. Por simplicidad, asumimos que el coeficiente es el mismo dentro de la sangre, la pared capilar, el tejido circundante y que se mantiene a lo largo de todo el capilar. 5. El radio capilar (rc). 6. El radio del cilindro tisular al cual el capilar está proveyendo O2. 7. El consumo de O2 del tejido circundante (QO2). 8. La distancia axial(x) a lo largo del capilar. La combinación de todos estos factores es responsable de los diferentes perfiles de concentración de O2 dentro de los vasos y tejidos. Aunque este modelo parece complicado, está basado en asunciones muy simples. Figura 20-4 Aporte y difusión de O2 en tejidos sistémicos. En A, el cilindro tisular de Krogh consiste en un único capilar (radio rc), rodeado por un cilindro tisular concéntrico (radio rt) al cual el capilar alimenta con O2 y otros nutrientes. El flujo sanguíneo dentro del capilar es Fin y el flujo sanguíneo a la salida es Fout. El panel inferior de A muestra el perfil de presión parcial de O2 (PO2) a lo largo del eje longitudinal del capilar y del eje radial del cilindro tisular. 49 La tasa de extracción de O2 de un órgano depende del flujo sanguíneo que recibe y su demanda metabólica En principio, partiendo de un modelo parecido al de Krogh pero más completo, uno puede sumar las predicciones para el segmento de un único capilar y luego calcular el intercambio gaseoso de un tejido entero. De todas maneras, es más conveniente juntar todos los capilares de un órgano y enfocarse en el único flujo de entrada arterial y en el único flujo de salida venoso. Las diferencias de concentración de una sustancia en el flujo arterial y venoso es la diferencia arteriovenosa de esa sustancia. Por ejemplo, si el contenido arterial de O2 ([O2]a) que entra a un tejido es de 20 ml O2/dl de sangre y el contenido venoso de O2 que deja el tejido ([O2]v) es de 15 ml O2/dL de sangre, la diferencia O2a-v para ese tejido es de 5 ml O2/dL de sangre. Para una sustancia como el oxígeno que sale de los capilares, otra forma de expresar la cantidad que el tejido remueve es por medio de la tasa de extracción. Este parámetro es simplemente la diferencia a-v normalizada al contenido arterial de esa sustancia. Así, la tasa de extracción del oxígeno (Eo2) es: [𝑂𝑂2]𝑎𝑎 − [𝑂𝑂2]𝑣𝑣 𝐸𝐸𝑂𝑂2 = [𝑂𝑂2]𝑎𝑎 factores, los dos más importantes son el flujo capilar (ítem 3 de la lista) y la demanda metabólica (ítem 7). La tasa de extracción de O2 disminuye con el incremento del flujo pero aumenta a medida que la demanda crece. Estas conclusiones son intuitivas. Un mayor flujo trae mayor O2, así el tejido necesita extraer una fracción menor del O2 que llega para satisfacer su demanda fija. Contrariamente, una demanda metabólica aumentada requiere que el tejido extraiga más cantidad del O2 que llega. Estas conclusiones son simplemente un rearreglo del principio de Fick (Ver capítulo 17), el cual podemos reescribir como: [𝑂𝑂2]𝑎𝑎 − [𝑂𝑂2]𝑣𝑣 = (20-3) 𝑄𝑄02 𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹 El término de la izquierda es la diferencia a-v. La tasa de extracción es simplemente la diferencia av normalizada a la [O2]a. Así, el Principio de Fick confirma nuestra intuición de que la tasa de extracción debe incrementarse con la demanda metabólica aumentada, pero disminuir con el incremento del flujo sanguíneo. (20-1) Así, en nuestro ejemplo: 𝐸𝐸𝑂𝑂2 = 20 ml O2/dL − 15 ml O2/dL 5 = 20 ml O2/dL 20 = 25% (20-2) En otras palabras, el tejido en este ejemplo extrae (y consume) el 25% del oxígeno que se presenta en la sangre arterial. ¿Cuáles son los factores que determinan la extracción de O2? Para responder esta pregunta, regresaremos al cilindro hipotético de Krogh. Los mismos ocho factores que influencian los perfiles de PO2 en la Figura 20-4A también determinan la extracción de O2 de un órgano entero. De estos Figura 20-5 Difusión de un soluto a través del capilar. Otro factor importante que hasta ahora ignoramos es que no todos los capilares de un tejido pueden estar activos al mismo tiempo. Por ejemplo, el músculo esquelético contiene cerca de medio millón de capilares por gramo de tejido. Sin embargo, solo ~20% está perfundido en reposo (Fig. 20-4B). Durante el ejercicio, cuando 50 Sección IV • El sistema cardiovascular el consumo muscular de O2 aumenta, los vasos de resistencia y los esfínteres precapilares se dilatan para ajustarse a la demanda incrementada. Esta vasodilatación incrementa el flujo sanguíneo muscular y la densidad de capilares perfundidos (Fig. 20-4C). Esta respuesta es equivalente a disminuir el radio de los cilindros tisulares de Krogh porque cada capilar ahora alimenta a una región menor. Con todo lo demás constante, distancias de difusión menores causan un aumento en la PO2 tisular. La velocidad del flujo sanguíneo en los capilares también aumenta durante el ejercicio. Manteniendo todo lo demás constante, éste incremento causaría una caída de PO2 menos pronunciada a lo largo de la luz capilar. Por ejemplo, si la velocidad fuera infinita, ¡la PO2no caería nunca! De hecho, a pesar de que la velocidad aumenta durante el ejercicio, debido al incremento en el consumo de O2, la PO2 cae más pronunciadamente a lo largo del capilar. De acuerdo a la ley de Fick, la difusión de moléculas pequeñas e hidrosolubles a través de la pared capilar depende de la permeabilidad y el gradiente de concentración Aunque las células endoteliales son libremente permeables al O2 y CO2, ofrecen alta resistencia al intercambio de sustancias insolubles en lípidos. Solutos hidrofílicos que son más pequeños que la albúmina pueden atravesar la membrana capilar por difusión a través de la vía paracelular (i.e., a través de las uniones interendoteliales así como las fenestras si están presentes). La cantidad de soluto que atraviesa un área particular de la superficie capilar por unidad de tiempo, se denomina flujo. Parece intuitivo que el flujo debe ser proporcional a la diferencia de concentración a través de la pared capilar, así como también cuanto mayor sea el coeficiente de fuga capilar (Fig. 20-5). Estas ideas son mostradas en una forma de la Ley de Fick: 𝐽𝐽𝑥𝑥 = 𝑃𝑃𝑥𝑥 . ([𝑋𝑋]𝑐𝑐 − [𝑋𝑋]𝑓𝑓𝑓𝑓 ) (20-4) 51 En la figura 20-5, Jx es el flujo del soluto X [unidades: moles/(cm2/s)], asumiendo un Jx positivo con flujo saliendo del capilar, hacia el fluido intersticial. [X]c y [X]fi son las concentraciones disueltas del soluto en el capilar y en el fluido intersticial respectivamente. Debido a que el espesor de la pared capilar a (unidades: cm) es difícil de determinar, combinamos el coeficiente de difusión Dx (unidades: cm2/s) y el espesor de la pared en un único término (Dx/a) llamado Px, el coeficiente de permeabilidad (unidades: cm/s). Así, Px expresa la facilidad con la cual el soluto cruza el capilar por difusión. Debido a que, en la práctica, la superficie (S) del capilar es a menudo desconocida, es imposible calcular el flujo de un soluto, el cual es expresado por unidad de área. En cambio, es más común calcular el flujo de masa (Q), el cual es simplemente la cantidad de soluto transferido por unidad de tiempo (unidades: mol/s): 𝑄𝑄 = 𝑆𝑆. 𝐽𝐽𝑥𝑥 = 𝑆𝑆 . 𝑃𝑃𝑥𝑥 . �[𝑋𝑋]𝑐𝑐 − [𝑋𝑋]𝑓𝑓𝑓𝑓 � (20-5) La tasa de extracción total de solutos pequeños e hidrosolubles para un órgano da una estimación de la permeabilidad de los capilares ¿Cómo podemos estimar el coeficiente de permeabilidad para un soluto en diferentes capilares o de diferentes solutos en el mismo capilar? Desafortunadamente, es difícil determinar los coeficientes de permeabilidad en capilares individuales. Debido a ello, los investigadores usan un abordaje que comienza con la medición de la tasa de extracción de un soluto X en el órgano entero. Como ya vimos para el O2 (ecuación 20-1) la tasa de extracción Ex es la diferencia a-v normalizada para X: 𝐸𝐸𝑥𝑥 = [𝑋𝑋]𝑎𝑎 − [𝑋𝑋]𝑣𝑣 [𝑋𝑋]𝑎𝑎 (20-6) Así, Ex describe el grado en el cual un órgano remueve un soluto de la circulación. A diferencia de la situación para el O2, la tasa de extracción para solutos hidrofílicos pequeños depende no solamente del flujo sanguíneo total al órgano (F) sino también de las “propiedades de intercambio” de todos los capilares del órgano, expresadas por el producto de la permeabilidad y el área capilar total (Px . S). La dependencia de Ex de Px . S y F es descripta por la siguiente ecuación: 𝑃𝑃 𝑥𝑥 .𝑆𝑆 ) 𝐹𝐹 𝐸𝐸𝑥𝑥 = 1 − 𝑒𝑒 −( (20-7) Por lo tanto, conociendo la tasa de extracción del órgano entero para un soluto y un flujo particular, podemos calcular el producto Px . S. Los vasos cerebrales poseen características únicas que constituyen la base de la barrera hematoencefálica. Las uniones estrechas de la mayoría de los capilares cerebrales no permiten ningún tipo de flujo paracelular de solutos hidrofílicos; por ende, exhibe una muy baja permeabilidad a la sacarosa o la inulina, probablemente por la abundante presencia de Claudina 5 y ocludina. En contraste, la permeabilidad al agua de los vasos cerebrales es similar a la de otros órganos. Así, una gran parte del intercambio cerebral de agua ocurre a través de las células endoteliales. Los valores de Px .S de un órgano entero no son constantes. Primero, las arteriolas y los esfínteres precapilares controlan el número de capilares perfundidos y en consecuencia el área disponible (S). Segundo, en respuesta a una variedad de moléculas señalizadoras (por ejemplo, citoquinas), las células endoteliales pueden reorganizar su citoesqueleto y cambiar su forma. Estas deformaciones cambian los espacios interendoteliales y modifican Px. Un ejemplo es el aumento de la permeabilidad que se produce durante la inflamación en respuesta a la secreción de histamina por los mastocitos y basófilos. Las moléculas polares pequeñas tienen una permeabilidad relativamente baja, ya que solo pueden atravesar la pared capilar por difusión a través de poros llenos de agua(efecto del poro pequeño) Podemos abordar ahora la selectividad de una única pared capilar para diversos solutos. Para sustancias liposolubles como el CO2 y el O2, los cuales pueden difundir a través de la célula endotelial y no solo por los poros llenos de agua, la permeabilidad es muy alta. Antiguos fisiólogos modelaron la permeabilidad endotelial para solutos hidrofílicos teniendo en cuenta dos tipos de poros: Los poros grandes con un diámetro de ~10 nm o más, y los poros pequeños con un diámetro de 3 nm. Moléculas polares, solubles y pequeñas tienen una relativamente baja permeabilidad porque solo pueden difundir por vía paracelular a través de las hendiduras interendoteliales u otras vías hidrofílicas, lo cual constituye solo una pequeña fracción del área capilar total. Las discontinuidades de las uniones estrechas podrían formar los pequeños poros. Alternativamente la selectividad molecular de los poros pequeños puede residir en la matriz fibrosa (Fig. 20-6) que consiste en una malla de glucoproteínas en las hendiduras paracelulares (del lado basal de la unión estrecha) y del glucocálix en la superficie de las células endoteliales (en el lado luminal de las uniones estrechas). Las moléculas de adhesión endoteliales específicas calcio dependientes VECadherina (CDH5) y las moléculas de adhesión endotelial y plaquetarias (PECAM1 o CD-31) son importantes componentes glucoproteicos de la postulada matriz fibrosa de las hendiduras paracelulares. De hecho, el efecto de poro pequeño se explica mejor por el arreglo de discontinuidades en la unión estrecha en series con la matriz fibrosa a cada lado de la unión estrecha. Las hendiduras interendoteliales son más anchas –y las fenestraciones son más comunes- en el lado venular del capilar que en el arteriolar, así Px se incrementa a lo largo del capilar. De esta manera, si la diferencia de concentración transcapilar ([X]c-[X]fi) fuera la misma, el flujo de soluto sería mayor en el extremo venoso de la microcirculación. Pequeñas proteínas también pueden difundir a través de las uniones interendoteliales o de las 52 Sección IV • El sistema cardiovascular fenestras. Sumado al tamaño molecular, la carga eléctrica de las proteínas y de otras macromoléculas es el principal determinante de su aparente coeficiente de permeabilidad. En general, el flujo de proteínas cargadas negativamente es mucho menor que el de macromoléculas neutras de tamaño equivalente, mientras que macromoléculas cargadas positivamente tienen el mayor coeficiente de permeabilidad. Esto es debido a que el glucocálix endotelial posee cargas fijas negativas que excluyen macromoléculas con la misma carga y favorecen el tránsito de las cargadas positivamente. La permeabilidad selectiva basada en la carga eléctrica de los solutos es una característica destacable en la filtración de proteínas a través de la barrera glomerular de la nefrona. El flujo difusivo de solutos es el principal modo de intercambio transcapilar. De todas maneras, el movimiento convectivo de agua también puede arrastrar solutos. Este arrastre por solvente es un flujo de solutos disueltos que es arrastrado por el movimiento del solvente. Comparado con el flujo difusivo de pequeños solutos con alto coeficiente de permeabilidad (por ejemplo, glucosa), la contribución del arrastro por solvente es menor. Figura 20-6 Modelo de uniones endoteliales complejas. La figura muestra dos membranas endoteliales adyacentes en la zona de la unión estrecha, con una porción de la membrana celular superior recortada. El intercambio de macromoléculas a través de los capilares ocurre por transcitosis(efecto de poro grande) Las macromoléculas con un radio que exceden 1nm (por ejemplo, las proteínas plasmáticas) pueden cruzar los capilares, a muy bajo flujo, a través de las uniones intercelulares, 53 fenestraciones y “gaps” –cuando están presentes. De todas maneras, las cavéolas son las principales responsables del efecto de poro grande que permite la translocación de macromoléculas por vía transcelular. La transcitosis de macromoléculas muy grandes por transporte vesicular involucra (1) el equilibrio de las macromoléculas disueltas en la luz capilar con la fase fluida dentro de una vesícula en formación; Sección IV • El sistema cardiovascular (2) cierre de la vesícula; (3) transporte citoplasmático de la vesícula y probable fusión con otras vesículas permitiendo el mezclado del contenido vesicular; (4) fusión de la vesícula con la membrana plasmática opuesta; (5) equilibrio con la fase fluida del lado extracelular basal. A pesar de que uno puede expresar el movimiento transcitótico de macromoléculas como un flujo, las leyes de la difusión (ecuación 20-4) no gobiernan la transcitosis. De todas maneras, los investigadores calcularon la permeabilidad aparente de macromoléculas en capilares típicos. La resultante “permeabilidad” –la cual refleja el movimiento total de las macromoléculas, independientemente de la víacae estrepitosamente con el incremento del radio molecular, una característica llamada tamizaje. Este tamizaje puede ser el resultado de la obstrucción por macromoléculas del cuello de la vesícula naciente o cuando una red de glucoproteínas en el glucocálix por encima de la vesícula excluyen las grande moléculas. Sumado a esto, el tamizaje de las moléculas de acuerdo a su tamaño molecular puede ocurrir, infrecuentemente, a medida que estas difunden a través de cadenas de vesículas fusionadas que se extienden a través de todo el diámetro de la célula endotelial. La transcitosis no es simplemente la carga luminal y la descarga basal de ferrys –la célula puede procesar algo de la carga-. Aunque la superficie luminal de las células endoteliales toma ferritina (750 kDa) con avidez, solo una pequeña porción de la ferritina endocitada se transloca hacia el lado opuesto de la célula. La ferritina remanente se queda en el compartimiento intracelular, donde es finalmente degradada. Tanto la transcitosis como las cadenas de vesículas fusionadas son poco frecuentes en los capilares cerebrales. La presencia de uniones estrechas continuas y el bajo nivel de transcitosis son responsables de la muy baja permeabilidad aparente de la barrera hematoencefálica a las macromoléculas. INTERCAMBIO AGUA CAPILAR DE El intercambio de fluidos a través de los capilares es convectivo, y depende de las fuerzas hidrostáticas y osmóticas (i.e., fuerzas de Starling) La vía para el movimiento de fluidos a través de la pared capilar es una combinación de las vías transcelular y paracelular. Las membranas celulares del endotelio expresan constitutivamente aquaporina 1 (AQP1). Es probable que la AQP1 constituya la principal vía transcelular para el movimiento de agua. Las hendiduras interendoteliales, fenestraciones, o “gaps” pueden ser el sustrato anatómico de la vía paracelular. Mientras que el principal mecanismo para la transferencia de gases y otros solutos es la difusión, el principal mecanismo para el flujo neto de un fluido a través de la membrana capilar es la convección. Como fue descripto por primera vez en 1896 por Ernest Starling, las dos fuerzas impulsoras para el pasaje convectivo del fluido a través de la pared capilar son la diferencia de presión hidrostática transcapilar y la diferencia de presión osmótica efectiva, también conocida como presión coloidosmótica o diferencia de presión oncótica. La diferencia de presión hidrostática (ΔP) a través de la pared capilar es la diferencia entre la presión intravascular (i.e., la presión hidrostática capilar, Pc) y la presión extravascular (i.e., la presión hidrostática del fluido intersticial, Pfi). Nótese que bajo el término hidrostático están incluidas todas las formas de presión intravascular, no solamente a la derivada de la gravedad 1; este término es utilizado aquí en oposición a osmótico. La diferencia de presión coloidosmótica (Δπ) a través de la pared capilar es la diferencia entre la presión coloidosmótica capilar provocada por las proteínas plasmáticas (πc) y la presión coloidosmótica extravascular provocada por las proteínas intersticiales y proteoglicanos (πfi). Un 1 NdT: La presión a la que se hace referencia como hidrostática en este caso, es a la que en otros capítulos llamamos presión hidráulica o lateral. 54 Capítulo 20 • La microcirculación ΔP positivo tiende a impulsar el agua hacia afuera de la luz capilar, mientras que un Δπ positivo atrae el agua hacia el interior de la luz capilar. La hipótesis de Starling para cuantificar el flujo (Jv) a través de la pared capilar se expresa en la siguiente ecuación: 𝐽𝐽𝑣𝑣 = 𝐿𝐿𝑝𝑝 [�𝑃𝑃𝑐𝑐 − 𝑃𝑃𝑓𝑓𝑓𝑓 � − 𝜎𝜎�𝜋𝜋𝑐𝑐 − 𝜋𝜋𝑓𝑓𝑓𝑓 �] (20-8) 56 Donde Jv es el flujo a través del capilar; Lp es la conductividad hidráulica; Pc es la presión hidrostática capilar; Pfi es la presión hidrostática del fluido intersticial; πc es la presión coloidosmótica capilar; πfi es la presión coloidosmótica del fluido intersticial; y σ el coeficiente de reflexión. La conductividad hidráulica (Lp) es la constante de proporcionalidad que relaciona la fuerza impulsora neta con Jv y expresa la permeabilidad total dada por los canales AQP1 y la vía paracelular. De acuerdo con la Ley de Van’t Hoff, la diferencia de presión coloidosmótica teórica (Δπteórica) es proporcional a la diferencia de concentración de proteínas (Δ[X]): Δπ𝑡𝑡𝑡𝑡ó𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟𝑟 = 𝑅𝑅𝑅𝑅Δ[X] (20-9) De todas maneras, debido a que las paredes capilares excluyen las proteínas de manera imperfecta la diferencia de presión coloidosmótica observado (Δπobservada) es menor que la ideal. La tasa Δπobservada/Δπteórica es el coeficiente de reflexión (σ) que describe como una membrana semipermeable excluye o “refleja” un soluto X a medida que el agua se mueve a través de la membrana, impulsada por gradientes de presión hidrostática u osmótica. El valor de σ puede variar entre 0 y 1. Cuando σ es 0, el soluto se mueve libremente por su diferencia de concentración, sin ejercer presión osmótica a través de la membrana. Cuando σ es 1, la membrana excluye completamente al soluto a medida que el agua pasa a través de ella, y el soluto ejerce su presión osmótica teórica o ideal. A medida que σ se aleja de 0, la membrana separa al soluto. El σ para proteínas plasmáticas se acerca a 1. Debido a que solutos pequeños como Na+ y el Clatraviesan libremente el endotelio, su σ es 0, y 55 por ende no están incluidos en la ecuación de Starling para la pared capilar (ecuación 20-8). Así, cambios en las concentraciones intravasculares o intersticiales de estos “cristaloides” no crean una fuerza impulsora osmótica a través de la pared capilar (contrariamente, como las membranas plasmáticas tienen un σNaCl=1, gradientes de NaCl sí generan intercambio neto de agua entre el espacio intracelular e intersticial). La fuerza impulsora neta en la ecuación de Starling (ecuación 20-8), [(Pc-Pfi)-σ(Pc-Pfi)], tiene un nombre especial, la presión de filtración neta. La filtración de fluido desde el capilar hacia el espacio tisular ocurre cuando la presión de filtración neta es positiva. En el caso especial donde σ para proteínas es 1, el fluido que abandona el capilar está libre de proteínas; este proceso se denomina ultrafiltración. Contrariamente, la absorción de fluido desde el espacio tisular hacia el vascular ocurre cuando la presión de filtración neta es negativa. En el extremo arterial del capilar, la presión de filtración neta es usualmente positiva, así la filtración ocurre. En el extremo venoso, la presión de filtración neta es generalmente negativa, así la absorción ocurre. Sin embargo, como discutiremos después, algunos órganos no se adhieren a esta regla general. En las siguientes cuatros secciones, examinaremos cada una de las cuatro fuerzas de Starling que constituyen la presión de filtrado neta: Pc, Pfi, πc y πfi. La presión capilar (Pc) cae aproximadamente 35 mmHg final de la arteriola aproximadamente 15 mmHg el final de la vénula hasta en el y a hacia La presión capilar es mal llamada presión hidrostática capilar, para distinguirla de la presión oncótica capilar. Solo es posible registrar la Pc en un órgano expuesto, idealmente en un tejido fino (por ejemplo, el mesenterio) que permite una buena transiluminación. Se empala el lumen de un capilar con una micropipeta (cuya punta es Sección IV • El sistema cardiovascular menor a 5 µm) llena de solución fisiológica y heparina. La luz de la micropipeta está conectada a un manómetro, el cual está conectado a una jeringa. Inmediatamente después del empalamiento la sangre comienza a subir por la pipeta, la lectura de la presión en este momento puede subestimar la actual Pc porque la presión de la pipeta es menor que la Pc. La jeringa posibilita aplicar suficiente presión a la luz de la pipeta para alcanzar la presión de equilibrio – cuando no hay un flujo entre la pipeta y el capilar. Mediante este sistema, la presión registrada es la verdadera Pc. En la piel humana, Pc es aproximadamente 35 mmHg en el extremo arteriolar y aproximadamente 15 mmHg en el venular. Cuando la presión arteriolar es 60 mmHg y la venosa es 15 mmHg, la presión mediocapilar no es el valor medio (37,5 mmHg) sino solo 25 mmHg. La explicación para esta diferencia es que normalmente la resistencia precapilar excede a la poscapilar (Rpost/Rpre es típicamente 0,3). De todas maneras, la presión mediocapilar no tiene un valor constante ni uniforme. En el capítulo 19, hemos visto que la Pc varía con los cambios en Rpre y Rpost. La Pc también varía con los cambios en otros cuatro parámetros: (1) la presión río arriba y río abajo, (2) el lugar, (3) el tiempo, (4) la gravedad. Presión arteriolar (Pa) y venular (Pv) Debido a que la Rpost es menor que la Rpre, Pc sigue a la Pv más de cerca que a la Pa. Así, el incremento de la Pa en 10 mmHg –con una Rpost/Rpre constante de 0,3provoca que la Pc se aumente solo 2 mmHg. Por otro lado, el incremento de la Pv en 10 mmHg provoca un aumento de 8 mmHg en la Pc. Ubicación La presión capilar difiere marcadamente entre los diferentes órganos. Por ejemplo, la alta Pc de los capilares glomerulares en el riñón de aproximadamente 50 mmHg es requerida para la ultrafiltración. Los capilares retinianos en el ojo deben tener una alta Pc debido a que compiten con la presión del humor vítreo que es de alrededor de 20 mmHg. Es necesaria una alta Pc para mantener los capilares abiertos ante una fuerza que los comprime externamente. Los capilares pulmonares tienen una Pc inusualmente baja de 5-15 mmHg, minimizando la ultrafiltración que de otra manera conduciría a la acumulación de líquido en los espacios alveolares. Tiempo La presión capilar varía considerablemente momento a momento en un mismo sitio, dependiendo del diámetro arteriolar y el tono del esfínter precapilar (i.e., Rpre). En capilares individuales, estas fluctuaciones se traducen en períodos de filtración neta y otros períodos de absorción. GravedadFinalmente, el efecto de la gravedad en Pc es el mismo que discutimos para la presión venosa y arterial. Así, una red capilar por debajo del nivel del corazón tiene una mayor Pc que una red capilar a nivel del corazón. La presión del fluido intersticial (Pfi) es ligeramente negativa, excepto en órganos encapsulados El intersticio consiste en una fase líquida y una sólida. La fase sólida está hecha de fibras colágenas y proteoglicanos. En la fase líquida, solo una pequeña fracción del agua está totalmente “libre” y capaz de moverse bajo la influencia de las fuerzas convectivas. La mayoría del agua está atrapada en un gel en el cual tanto el agua como los pequeños solutos se mueven por difusión. Se ha pensado que la Pfi en la fase líquida, estaba ligeramente por encima de la presión barométrica, pero medidas recientes indicaron que la Pfi es subatmosférica en la mayoría de los tejidos. La estimación de la Pfi es muy difícil debido a que la probeta usada para las mediciones es mucho más grande que el espacio intersticial; así, la propia medición altera la Pfi. Si uno inserta la probeta percutáneamente e inmediatamente usa el método antes descripto para medir la Pfi, los valores son +1 a +2 mmHg. De todas maneras, durante las siguientes 4 a 5 horas, los valores medidos caen a -1 a -2 mmHg. Arthur Guyton implementó una esfera plástica hueca y perforada que se inserta debajo de la piel y provee una medición constante de la Pfi (Fig. 207). Luego de que la herida se curó, la presión 56 Capítulo 20 • La microcirculación dentro de la esfera puede ser tan baja como -2 a 10 mmHg después de una o dos semanas. Figura 20-7 Medida a largo plazo de la Pfi con una cápsula implantada. El valor de -2mmHg es un promedio razonable para los tejidos “distensibles, no fijos, no rígidos o flojos”, como el pulmón o el tejido celular subcutáneo. Pfi es apenas negativa por la remoción de fluido por los linfáticos (ver luego). Dentro de compartimientos rígidos y cerrados, como la médula ósea o el cerebro, la Pfi es positiva. También es positiva en órganos encapsulados como el riñón, donde la Pfi es +1 a +3 mmHg dentro del parénquima. La expansión de vasos de alta presión dentro del riñón, empujan al fluido intersticial contra una cápsula fibrosa inflexible, aumentando la Pfi. El mismo principio aplica al músculo esquelético el cual está rodeado por capas de fascia. En algunos casos, no es el fluido intersticial sino otro compartimiento especializado el que provee la presión alrededor de los capilares. Para los capilares glomerulares renales es el espacio de Bowman –el cual se llena con el filtrado glomerular a una presión de alrededor de +10 mmHg- el compartimiento externo relevante. Para los capilares alveolares, el compartimiento externo relevante es el alveolo, la presión del cual varía durante el ciclo respiratorio. La Pfi es también sensible al agregado de líquido al compartimiento intersticial. Cuando pequeñas cantidades de líquido se agregan al compartimiento intersticial, el intersticio se comporta como un sistema de baja complacencia, de esta manera Pfi aumenta considerablemente con pequeños agregados de fluidos. El agregado 57 de más cantidad de fluido disrumpe la fase sólida de fibras colágenas y el gel de proteoglicanos, entonces ahora grandes volúmenes pueden acumularse con un pequeño incremento de presión. En este rango de grandes volúmenes, el compartimiento intersticial se comporta como un sistema con alta complacencia. Esta alta complacencia es especialmente alta en los tejidos subcutáneos, los cuales pueden acumular más edema (ver la cardiobox de Edema intersticial) 57 que el músculo. La presión oncótica capilar (πc), la cual refleja la presencia de proteínas plasmáticas, es de aproximadamente 25 mmHg La diferencia de presión oncótica (o coloidosmótica) a través del endotelio capilar se debe únicamente a las proteínas plasmáticas, como la albúmina, globulinas y fibrinógeno. La concentración de proteínas plasmáticas total es de aproximadamente 7 g/dL, y corresponde a aproximadamente 1,5 mM 2 de proteínas. De acuerdo a la ley de Van’tHoff(ecuación 20-9), estas proteínas ejercerían una presión osmótica de aproximadamente 28 mmHg si fueran “reflejadas” perfectamente por la pared capilar (σ=1). El σ es, de hecho, cercano a 1 para las principales proteínas plasmáticas –albúmina (3,5 a 5,5 g/dL) y las globulinas (2 a 3,5 g/dL)- de esta manera, la presión coloidosmótica (σπc) en los capilares es de aproximadamente 25mmHg, este valor es el mismo que si solutos osmóticamente activos estuvieran presentes en una concentración de aproximadamente 1,3mmol. Nótese que debido al concepto de presión coloidosmótica hemos ignorado los efectos osmóticos de todos los solutos pequeños 2 NdT: Las proteínas plasmáticas tienen un peso molecular promedio cercano a los 54000 daltons (54 kg por mol de proteínas). Si consideramos que hay 70g de proteínas por litro de plasma, podemos calcular que su molaridad es de aproximadamente 0,0015M (1,5mM). Sección IV • El sistema cardiovascular disueltos en plasma, los cuales dan cuenta de una osmolaridad de 290 mOsm. 3 La πc no varía apreciablemente a lo largo del capilar. De hecho, la mayoría de los lechos capilares filtran menos del 1% del fluido que entra en el lado arteriolar. Así, la pérdida de fluido libre de proteínas no concentra de manera medible las proteínas plasmáticas a lo largo del capilar y no aumenta apreciablemente la πc. Debido a que los laboratorios clínicos informan la concentración plasmática de proteínas en g/dL y no todas las proteínas tienen el mismo peso molecular, una concentración plasmática de proteínas de 7 g/dL puede producir diferentes valores de πc, dependiendo de la composición proteica de plasma. Debido a que la albúmina tiene un peso molecular mucho menor que la γglobulina, reemplazar un gramo de γ-globulina por uno de albúmina aumenta la πc. 4 Mientras que la ley de Van’t Hoff (ecuación 20-9) predice una relación lineal entre la presión osmótica y la concentración, la presión coloidosmótica se incrementa más pronunciadamente, incluso cuando la relación albúmina/globulina se mantiene constante a 1,8 (Fig. 20-8, curva naranja). Obviamente la pendiente de la curva varía de una proteína plasmática a otra debido a que tienen diferente peso molecular. No solamente la πc cambia marcadamente con la composición proteica y la concentración, el coeficiente de reflexión para los coloides también varía ampliamente entre los órganos. El menor valor para σ (i.e., la mayor fuga) es en capilares discontinuos (por ejemplo, en el hígado); valores intermedios se encuentran en los capilares musculares, y los valores más altos (σ=1) se encuentran en los capilares continuos y estrechos del cerebro. Las proteínas plasmáticas hacen más que solo actuar como agentes osmóticos. Debido a que las proteínas también acarrean cargas negativas, el efecto Donnan provoca un incremento en la concentración de luz capilar. Figura 20-8 Dependencia de la presión coloidosmótica con la concentración de proteínas plasmáticas. El punto en la curva naranja indica que el plasma normal, con una concentración proteica de 7 g/dL, tiene una presión coloidosmótica (πc) de 25 mmHg. 3 NdT: Acá se ve claramente el concepto de que las proteínas plasmáticas ejercen su poder osmótico sin prácticamente sumar a la osmolaridad del plasma (suman 1,5mOsm de los 290 mOsm totales). También es sorprendente el gran poder de las fuerzas osmóticas, donde tan solo 0,0015 osmoles son capaces de generar un presión de ~25mmHg (una solución 1 Osm a temperatura ambiente generaría una presión osmótica de ¡24 atmósferas!) 4 NdT: Una aproximación clínica a la presión coloidosmótica capilar se realiza por medio de la siguiente fórmula: 𝜋𝜋𝑐𝑐 = (1,4 . [𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔𝑔]) + (5.5 . [𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎ú𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚]). Aquí se ve claramente el mayor peso de la albúmina, para una misma concentración, en la determinación de la presión coloidosmótica capilar. 58 Capítulo 20 • La microcirculación Edema intersticial El edema (del griego oidema, “hinchado”) se caracteriza por un exceso de sal y agua en el espacio extracelular, particularmente en el intersticio. El edema puede estar asociado con cualquier enfermedad que conduzca a la retención de sal y la expansión del líquido extracelular, en particular, enfermedades cardíacas, renales y hepáticas. Sin embargo, el edema intersticial puede ocurrir sin retención general de sal y agua debido a alteraciones en la microcirculación que afectan las fuerzas de Starling. Más allá de la causa, el edema resultante puede ser tanto generalizado (por ejemplo, el edema generalizado del tejido subcutáneo, frecuentemente evidenciado por hinchazón facial) o local (por ejemplo, limitado a zonas declives del cuerpo). En esta cardiobox, nos enfocaremos en cómo el edema puede generarse a partir de cambios en las variables que hacen a la ecuación de Starling. Fuerzas hidrostáticas Cuando una persona se encuentra de pie por un período de tiempo prolongado, la presión venosa y así la presión capilar (Pc) en las piernas se incrementa debido a la gravedad. El resultado es un flujo neto de líquido hacia el espacio tisular. En la mayoría de los casos, el sistema linfático puede quitar la cantidad extra de líquido intersticial y devolverlo al espacio vascular manteniendo un adecuado balance. El retorno venoso de las piernas requiere contracciones de los músculos de las mismas para comprimir las venas y los vasos linfáticos y de ésta forma propulsar el líquido hacia arriba a través de las válvulas en dirección al corazón. Si la persona de pie no contrae estos músculos, la trasudación de fluido puede exceder a la capacidad compensatoria del sistema linfático, causando edema intersticial. Un órgano que es particularmente sensible al balance adecuado de líquidos es el pulmón. Pequeños incrementos en la presión hidrostática de los capilares pulmonares (hipertensión pulmonar) puede llevar a edema pulmonar. Esta condición disminuye la complacencia pulmonar (haciendo más difícil la insuflación pulmonar) y también puede comprometer gravemente el intercambio gaseoso a lo largo del lecho capilar pulmonar. La insuficiencia cardíaca izquierda causa que la sangre en el circuito pulmonar aumente su presión, llevando a edema pulmonar. En la insuficiencia cardíaca derecha, la sangre retrocede a las venas sistémicas. Como resultante, la presión venosa central (i.e., la presión dentro de las grandes venas sistémicas) se incrementa, causando un aumento en la Pc en las extremidades inferiores y en las vísceras abdominales. El fluido trasudado desde los capilares hepáticos e intestinales puede dejar el espacio intersticial y entrar en la cavidad peritoneo, una condición denominada ascitis. Fuerzas coloidosmóticas En el síndrome nefrótico, una manifestación de varias enfermedades renales, se pierden proteínas por la orina. El resultado es una caída en la presión coloidosmótica plasmática, una disminución en la habilidad de los capilares para retener fluido, y edema generalizado periférico. En el embarazo, la síntesis de proteínas plasmáticas de la madre no puede mantener el mismo ritmo que la expansión de volumen plasmático y demandas nutricionales del feto. Como resultado, los niveles proteicos plasmáticos caen. Lo mismo ocurre en la mal nutrición proteica. Aunque esta sea menos grave que el síndrome nefrótico, la menor presión oncótica capilar conduce igualmente a edema en las extremidades. El efecto opuesto se ve en la deshidratación. Un déficit hidrosalino provoca un incremento en la concentración proteica plasmática, incrementando la presión coloidosmótica capilar y así sacando líquido del espacio intersticial. El resultado es la reducción de la turgencia del espacio intersticial. Este efecto se puede notar fácilmente pellizcando la piel, la cual es incapaz de retornar a su posición anterior normalmente. Propiedades de la pared capilar La inflamación causa la liberación de vasodilatadores, como la histamina y las citoquinas, dentro del tejido adyacente. La vasodilatación incrementa el número de capilares abiertos y por lo tanto de superficie funcional (Sf). Las citoquinas también causan un incremento en el tamaño de las hendiduras interendoteliales y una caída en el coeficiente de reflexión (σ) para las proteínas. El efecto neto es un aumento de la filtración de líquido hacia el intersticio, por lo tanto la tumoración es uno de los sellos distintivos de la inflamación. Heridas graves en la cabeza pueden resultar en edema cerebral, un resultado de la ruptura de las uniones estrechas normales en la barrera hematoencefálica. Porque la rigidez del cráneo previene la expansión del cerebro, dicho edema puede conducir a la oclusión de la microcirculación cerebral. Durante la isquemia –cuando el flujo sanguíneo hacia un tejido está seriamente reducido o completamente detenido- los vasos sanguíneos se deterioran causando un incremento en la conductividad hidráulica y una disminución del coeficiente de reflexión. Una vez que se restable el flujo sanguíneo (reperfusión), estos cambios llevan a un edema local. Si el incremento en la permeabilidad es sustancial, grandes cantidades de proteínas plasmáticas se mueven libremente hacia el espacio intersticial, disipando el gradiente coloidosmótico a través de la pared capilar y agravando el edema. Drenaje linfático El drenaje linfático puede quedar alterado luego de la extracción de nódulos linfáticos por cirugías oncológicas o cuando estos son obstruidos por neoplasias malignas. La reducción del drenaje linfático conduce a edema local río arriba de los nódulos afectados. 59 Capítulo 20 • La microcirculación La presión oncótica intersticial (πfi) varía entre 0 y 10 mmHg a lo largo de diferentes órganos Es difícil medir la presión oncótica del fluido intersticial, debido a que es prácticamente imposible obtener muestras no contaminadas. Como una primera aproximación, podemos asumir que la πfi es la misma que la presión coloidosmótica de la linfa. El contenido proteico de la linfa varía ampliamente de región a región; por ejemplo, es de 1-3 g/dL en las piernas, 3-4 g/dL en el intestino y de 4-6 g/dL en el hígado. Esos datos predicen que la πfi varíe de 3-15 mmHg. De todas maneras, la concentración proteica del fluido intersticial es probablemente algo mayor que en la linfa. El promedio total de todo el cuerpo para los valores de la πfi es de aproximadamente 3 mmHg, sustancialmente menor que los 25 mmHg de la πc. La πfi aparentemente se incrementa a lo largo del eje axial del capilar. Los valores más pequeños se encuentran cerca del lado arteriolar, donde el intersticio recibe líquido libre de proteínas desde el capilar como resultado de la filtración. Los valores mayores se encuentran en el lado venoso, donde el intersticio pierde líquido libre de proteínas como resultado de la absorción. La presión de filtración neta es entonces positiva (favoreciendo la filtración) en el lado arteriolar, y en la transición hacia el lado venoso se vuelve gradualmente negativa (favoreciendo la absorción) (Fig. 20-9B). En el punto donde las fuerzas que llevan a la filtración y las que llevan a la absorción se balancean entre sí, aparece un equilibrio donde no hay movimiento neto de agua a través de la pared capilar. El principio de Starling predice ultrafiltración en las arteriolas y absorción en las vénulas en la mayoría de los lechos capilares Las fuerzas ideales que actúan en el movimiento de fluidos a través de los capilares se muestran en la figura 20-9A. Con el uso de la ecuación de Starling, podemos calcular la transferencia neta de fluidos (Jv) tanto en el lado arteriolar como en el venular de un capilar típico: 𝐽𝐽𝐽𝐽 = 𝐿𝐿𝑝𝑝 [�𝑃𝑃𝑐𝑐 − 𝑃𝑃𝑓𝑓𝑓𝑓 � − �𝜎𝜎𝜎𝜎𝑐𝑐 − 𝜎𝜎𝜎𝜎𝑓𝑓𝑓𝑓 �] 𝐽𝐽𝐽𝐽𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎 = 𝐿𝐿𝑝𝑝 [(35 − (−2)) − (25 − 0,1)] = 𝐿𝐿𝑝𝑝 (+12 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚) 𝐽𝐽𝐽𝐽𝑣𝑣𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒𝑒 = 𝐿𝐿𝑝𝑝 [(15 − (−2)) − (25 − 3)] = 𝐿𝐿𝑝𝑝 (−5 𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚) Ecuación (20-10) Figura 20-9 Fuerzas de Starling a lo largo de un capilar. En A, las líneas amarillas, representan los perfiles ideales de la Pc y la Pfi. Las líneas rojas son perfiles ideales de πc y πfi. En B, la presión neta de filtración es (Pc-Pfi)-σ(πc-πfi). La presión de filtración neta varía –a veces considerablemente- entre los diferentes tejidos. Por ejemplo, en la mucosa intestinal, Pc es mucho 60 Sección IV • El sistema cardiovascular menor que la πc lo que provoca que ocurra una absorción continua a lo largo de todo el capilar. Por otro lado, en los capilares glomerulares, la Pc excede la πc en la mayoría de la red, de esta manera el proceso que predomina en la mayor parte del capilar es la ultrafiltración. La conductividad hidráulica también puede afectar el perfil de filtración/absorción a lo largo del capilar. Debido a que las hendiduras interendoteliales se vuelven mayores a medida que nos acercamos al lado venular del capilar, Lp se va incrementando. Ignorando la filtración glomerular del riñón, Landis y Pappenheimer calcularon una filtración de ~20 L/día en el lado arteriolar de los capilares y una absorción de alrededor de 16-18 L/día en el lado venular, con una filtración neta de 2-4 L/día de la sangre hacia el fluido intersticial. Estos 2-4 L de filtración neta no ocurren uniformemente en todos los lechos capilares. El flujo de líquido a través de los capilares (F) es producto del volumen que pasa por unidad de superficie y tiempo (Jv) y la superficie funcional (Sf): F = Jv .Sf. Así, la filtración neta en un órgano depende no solo de la presión de filtrado neta y la conductividad hidráulica de la pared capilar (términos que contribuyen a Jv), sino también de la superficie de los capilares que es perfundida. Por ejemplo, durante el ejercicio se reclutan capilares adicionales en el músculo, aumentando Sf y por ende la filtración. En los capilares continuos, la barrera endotelial para el intercambio de fluidos es más compleja que la considerada por Starling La contribución de Landis y Pappenheimer fue introducir valores medidos experimentalmente en la ecuación de Starling (ecuación 20-8) y calcular las tasas de filtración y absorción total del cuerpo, y por diferencia, la filtración neta. Porque el estimado de 2 a 4 L para la filtración neta concuerda adecuadamente con el flujo linfático total, los científicos aceptaron públicamente el análisis Landis-Pappenheimer entero. Sin embargo, para capilares continuos, las 61 estimaciones de Landis-Pappenheimer sobre filtración y absorción son mucho más altas que los datos experimentales recientes. Tres grandes razones para la discrepancia emergieron. Primero, las suposiciones de Starling acerca de la naturaleza de la barrera capilar fueron demasiado simples. A saber, él asumió que una barrera sencilla separaba dos compartimentos uniformes bien definidos. Así, de acuerdo con la ecuación 20-8, la dependencia de Jv con la presión de filtrado neto debe ser lineal, como se indica en el recuadro de la figura 20-10A. En segundo lugar, Landis y Pappenheimer usaron (1) valores de Pc que son válidos solo a nivel del corazón (i.e., ignorando la gravedad), (2) valores de Pc que no están sometidos a los caprichos de la motricidad vascular, y (3) valores demasiado bajos de πfi (los cuales predecirían una mayor absorción). Un modelo revisado ha emergido para el intercambio de fluidos a través de endotelios continuos con uniones interendoteliales, las cuales son las responsables de las discrepancias entre las predicciones clásicas de Starling y los datos modernos. Dicho modelo tiene dos grandes características. En primer lugar, la barrera primaria para la presión coloidosmótica –esto es, la “membrana” semipermeable que refleja proteínas pero deja pasar agua y solutos pequeños- no es el capilar entero sino solamente subglucocálix luminal, en particular el glucocálix que yace sobre las hendiduras paracelulares (Fig. 20-10B). En segundo lugar, la superficie basal del glucocálix no está en contacto directo con el fluido intersticial, sino con el líquido del subglucocalix en la parte más luminal de la hendidura paracelular –un tercer compartimiento. Así, el flujo a través de la barrera del glucocálix depende no de Pfi y πfi en el fluido intersticial sino que depende de los parámetros comparables en el subglucocálix (Psg y πsg): 𝐽𝐽𝑣𝑣 = 𝐿𝐿𝑝𝑝 ��𝑃𝑃𝑐𝑐 − 𝑃𝑃𝑠𝑠𝑠𝑠 � − 𝜎𝜎�𝜋𝜋𝑐𝑐 − 𝜋𝜋𝑠𝑠𝑠𝑠 ��(20-11) Examinemos ahora las predicciones de esta ecuación para tres situaciones. 1. Durante la ultrafiltración (i.e., Jv es positivo). Aquí, la presión hidrostática en el líquido del subglucocálix –esto es, el fluido en contacto Capítulo 20 • La microcirculación directo con la superficie basal del glucocálix- es más alta que en el líquido intersticial (i.e., Psg˃Pfi en la figura 20-10B). Así, el fluido se mueve desde el espacio del subglucocálix, a lo largo de la hendidura paracelular, hacia el espacio intersticial. Además, debido a que el ultrafiltrado libre de proteínas entra en el espacio del subglucocálix, la presión coloidosmótica en el líquido del subglucocálix es baja (πsg˂πfi). Tanto el incremento de Psg como la caída de πsg tienden a oponerse a la filtración. Debido a que las proteínas entran en el intersticio a través de la vía de poros grandes, πfi en el compartimiento intersticial es aproximadamente la de la linfa. Sin embargo, a altas tasas de filtración, esta πfi no tiene efecto osmótico en la barrera del glucocálix porque las proteínas no pueden difundir en contra del flujo convectivo desde el lumen hacia el intersticio. Por otro lado, si la tasa de ultrafiltración es baja, las proteínas intersticiales pueden difundir hacia la hendidura paracelular, aumentando la πsg y, de esta manera, incrementando la ultrafiltración. 2. El flujo neto es cercano a cero (i.e., Jv es aproximadamente 0). Aquí, los parámetros del líquido del subglucocálix (i.e., Psg y πsg) deben ser muy cercanos a los valores del líquido intersticial (i.e., Pfi y πfi), y el modelo revisado se simplifica al modelo clásico de Starling (Fig. 20-10A). 3. Durante la absorción (i.e., flujo reverso, donde Jv es negativo). Aquí, el agua y los solutos pequeños se mueven desde el subglucocálix hacia la luz capilar, dejando detrás y por lo tanto concentrando a las proteínas del subglucocálix (Fig. 20-10C). El incremento resultante de πsg (ecuación 20-11) se opone a una mayor absorción y, de hecho, puede rápidamente interrumpirla. Este efecto explica porque el gráfico es casi plano en el cuadrante inferior izquierdo del recuadro entre las partes B y C de la figura 20-10. Así, el entendimiento más sofisticado de la estructura de la barrera endotelial para las proteínas realiza dos predicciones correctas. Primero, los flujos son menores que los predichos por Starling porque la fuerza impulsora real a través de la barrera del glucocálix (ecuación 2011) es menor que la fuerza impulsora neta de la ecuación de Starling (ecuación 20-8). Segundo, la magnitud del flujo para la misma fuerza impulsora es mayor para la ultrafiltración que para la absorción –asimetría osmótica o rectificación. Figura 20-10 Modelos de intercambio de fluidos a lo largo de un endotelio continuo con uniones interendoteliales. Pc, la presión hidrostática capilar; πc, presión coloidosmótica capilar; Psg, presión hidrostática del subglucocálix; πsg, presión coloidosmótica del subglucocálix; Pfi, presión hidrostática del fluido intersticial; y πfi, presión coloidosmótica del fluido intersticial. 62 Sección IV • El sistema cardiovascular SISTEMA LINFÁTICO El sistema linfático retorna el exceso de líquido intersticial a la sangre Los linfáticos surgen en el intersticio como finos canales endoteliales que se unen para formar vasos cada vez más grandes (Fig. 20-11). Los linfáticos iniciales (antes llamados terminales linfáticos) son similares a los capilares pero con muchas uniones interendoteliales que se comportan como microválvulas unidireccionales, también llamadas válvulas linfáticas primarias. Los filamentos de anclajes mantienen en su posición a los linfáticos con el tejido conectivo circundante. La pared de los grandes conductos linfáticos es similar a la de las venas, la cual consiste en endotelio y escaso músculo liso. Los grandes vasos linfáticos, como las venas, tienen válvulas linfáticas secundarias que limitan el movimiento retrógrado de la linfa. Los nódulos linfáticos se localizan a lo largo del recorrido de los vasos linfáticos. Los grandes vasos linfáticos confluyen finalmente en las venas subclavias derecha e izquierda. Figura 20-11 Flujo de la linfa en los conductos linfáticos iniciales y colectores. 63 Capítulo 20 • La microcirculación A nivel de los linfáticos iniciales, las uniones interendoteliales tienen pocas uniones estrechas o moléculas de adhesión que conectan las células endoteliales vecinas. Como resultado, solapas o “flaps” de células endoteliales pueden superponerse y actuar como las microválvulas que discutimos anteriormente. Aunque los linfáticos iniciales pueden parecer colapsados y no mostrar actividad contráctil, un gradiente de presión desde el fluido intersticial hacia la luz linfática deforma la célula endotelial y así la microválvula se abre, permitiendo que entre el fluido durante la fase de expansión (Fig. 20-11A). Durante este tiempo, las válvulas linfáticas secundarias están cerradas. La presión externa (por ejemplo, por el músculo esquelético) cierra las microválvulas y causa que el fluido entre en los grandes linfáticos a través de la apertura de las válvulas linfáticas secundarias (Fig. 20-11B). La mayoría de los órganos tienen tanto linfáticos iniciales como colectores, pero el músculo esquelético y el intestino solo tienen iniciales en su parénquima. El sistema linfático está ausente en el cerebro, y predomina en la piel, en el tracto genitourinario, respiratorio y gastrointestinal. Como hemos visto, la filtración en el lado arteriolar de los capilares se estima que excede a la absorción en el lado venular en valores de 2 a 4 L/día. Sin embargo, este líquido normalmente no se acumula en el intersticio debido a que se mueve junto con las proteínas hacia los linfáticos. Así, cada día, los linfáticos retornan a la circulación de 2 a 4 L de líquido intersticial, conservando un estado estacionario. En un modelo de linfedema congénito, los ratones con ausencia genética de linfáticos iniciales tienen elevada Pfi y πfi a medida que el espacio intersticial se expande (i.e., edema), enfatizando el rol del sistema linfático en el retorno del líquido y proteínas desde el espacio intersticial hacia la sangre. Flujo en los linfáticos iniciales La presión hidrostática en los linfáticos iniciales (Plinf) varía entre -1 mmHg a +1 mmHg. A medida que la presión del fluido intersticial se hace algo más negativa que esos valores, ¿qué provee la fuerza impulsora para que el fluido intersticial se mueva hacia los vasos linfáticos? Incrementos transitorios en la Pfi aumentan temporalmente la Pfi por sobre la Plinf. De hecho, un incremento en la Pfi media aumenta el flujo linfático (Fig. 20-12). Debido a que el intersticio muestra una complacencia variable, el líquido que ingresa en el intersticio cuando este se encuentra en un rango de baja complacencia, aumenta la Pfi sustancialmente y provee la fuerza impulsora para que el ultrafiltrado ingrese en los linfáticos. Figura 20-12 Dependencia del flujo linfático de la presión intersticial. En este mismo rango de valores de Pfi, el flujo linfático es especialmente sensible a los incrementos de esta (porción “empinada” de la fig. 20-12). Así, el eflujo linfático concuerda con el exceso de filtración capilar, de esta manera el volumen del fluido intersticial cambia muy poco. Esta situación es muy diferente si el intersticio se encuentra en un rango de alta complacencia. En este caso, el líquido añadido al intersticio aumenta solo moderadamente la Pfi (por ejemplo, de +2 a +4 mmHg). En este rango de valores de Pfi, el drenaje linfático responde poco a los incrementos en la Pfi (porción plana de la figura 20-12). Así, en este caso, el retorno linfático no compensa bien el exceso de la filtración capilar y el volumen intersticial se incrementa (i.e., el edema causa más edema). Durante la respiración, la peristalsis intestinal y mientras se camina, existe compresión y relajación intermitente de los vasos linfáticos. Cuando la Plinf en un segmento río abajo cae por debajo de la presión en uno río arriba, la aspiración del fluido produce flujo unidireccional. Esta succión puede ser la responsable para los 64 Sección IV • El sistema cardiovascular valores subatmosféricos de la Pfi que se observa en muchos tejidos. Flujo en los linfáticos colectores La presión en los linfáticos colectores varía entre +1 mmHg y +10 mmHg, y se incrementa progresivamente a lo largo de cada válvula del vaso. A medida que la Plinf se incrementa en los colectores linfáticos, el músculo liso en las paredes se contrae activamente por un mecanismo miogénico intrínseco que también tiene un rol en los vasos sanguíneos. Así, la oclusión río abajo de un vaso linfático incrementa la Plinf y dispara la frecuencia de contracción del músculo liso, mientras que una oclusión río arriba lleva a lo opuesto. Debido a la presencia de válvulas unidireccionales, la contracción del músculo liso mueve la linfa hacia las venas. La contracción y relajación rítmica de las CMLV que discutimos para los vasos sanguíneos -vasomotricidad- también ocurre en los linfáticos y es esencial para la propulsión de la linfa. Sumado a la motricidad, procesos pasivos también propelen la linfa hacia la sangre. Así es el caso para los linfáticos iniciales, la contracción muscular esquelética, los movimientos respiratorios y las contracciones intestinales que pasivamente comprimen los vasos linfáticos. Este bombeo intermitente mueve la linfa hacia las venas. Transporte de proteínas y células Las proteínas que entran al fluido intersticial desde los capilares no pueden volver a la circulación debido al gradiente químico que lo impide. El incremento de éstas sustancias en el intersticio crea un gradiente de difusión desde el intersticio hacia la linfa que complementa el movimiento convectivo de estas macromoléculas (junto con el fluido) hacia el sistema linfático. En una persona promedio, el sistema linfático retorna de 100 a 200g de proteínas a la circulación por día. Incluso antes de que la linfa alcance los nódulos linfáticos, ya contiene leucocitos –los cuales se movieron desde la sangre hacia el intersticiopero no eritrocitos ni plaquetas. Los ciclos de compresión y relajación no solo potencian el movimiento de fluido sino que también incrementan la cantidad de leucocitos en la linfa. 65 La circulación de líquidos intersticiales involucra tres ciclos convectivos: de sangre, líquido intersticial, y linfa El fluido extracelular se mueve en tres “loops” convectivos (Fig. 20-13). El primero es el “loop” cardiovascular. Asumiendo un gasto cardíaco de 5 L/min, el flujo convectivo de la sangre a través de la circulación en reposo es de 7200 L por día. Figura 20-13 “Loops” convectivos de líquido intersticial y proteínas. El segundo es el “loop” transvascular, en el cual el fluido se mueve hacia afuera de los capilares en el lado arteriolar de estos. Sin contar el riñón, cuyos glomérulos filtran una gran cantidad de líquido, Landis y Pappenheimer estimaron que todos los demás tejidos del cuerpo filtran ~20L por día en el lado arteriolar de los capilares y Capítulo 20 • La microcirculación reabsorben de 16-18 L en el lado venular de estos. Como notamos antes, tanto los valores de filtración como de absorción están probablemente sobreestimados. De todas maneras, la diferencia entre la absorción y la filtración, de 2 a 4 L/día, es un estimado razonable del tercer “loop” convectivo, el “loop” linfático. Sumado al intercambio convectivo, un intercambio difusivo de agua y solutos también ocurre a través de los capilares. Este intercambio difusional de agua ocurre a una tasa mucho más grande que el movimiento convectivo. Usando óxido de deuterio como marcador, los investigadores encontraron que este intercambio difusional es de aproximadamente 80.000 L/día a través de los capilares sistémicos del cuerpo. Este valor es de alrededor de un orden de magnitud mayor que el flujo en el sistema cardiovascular y tres órdenes de magnitud mayor que el flujo en el sistema de la microcirculación. De todas maneras, la difusión de moléculas de agua es un mecanismo de intercambio que no contribuye apreciablemente al movimiento neto de agua. En otras palabras, cada día, 80.000 L de agua difunden fuera de los capilares y 80.000 L difunden hacia dentro. Con respecto a los pequeños solutos que pueden difundir a través del endotelio capilar, el tráfico es bastante diferente al flujo convectivo de agua. Tomemos de ejemplo a la glucosa. El plasma contiene aproximadamente 100 mg/dL de glucosa, los eritrocitos tienen poca glucosa y el gasto cardíaco de plasma es de aproximadamente 2,75 L/min (asumiendo un hematocrito de 45%). Así, cada día, el corazón bombea 4000 g de glucosa. Esta glucosa puede entrar al intersticio por dos mecanismos. Primero, la glucosa se encuentra disuelta en el agua que se filtra desde los capilares. Cada día, el proceso de filtración arrastra 20 L x 100 mg/dL = 20 g glucosa hacia el intersticio. Segundo, cada día, aproximadamente 20.000 g de glucosa entran al intersticio por difusión. La convección puede abastecer solo una pequeña fracción de los ~400 g de glucosa que el cuerpo consume cada día. En cambio, la difusión abastece la mayor parte de esa glucosa. De todas maneras, los 400 g/día de glucosa metabolizada es una minúscula fracción de la cantidad que entra al intersticio por difusión, así, la mayor parte de la glucosa que difunde en el intersticio lo hace luego hacia afuera del mismo. El tráfico de proteínas provee otro ejemplo. El plasma contiene 7 g/dL de proteínas, y – asumiendo un volumen plasmático de 3 L en un humano de 70 kg- el contenido plasmático es de aproximadamente 210 g. Dado un gasto cardíaco plasmático de 2,75 L/min, el corazón bombea ~277.000 g de proteínas a través de la circulación cada día. En esta persona, 100 a 200 g de proteínas –cerca del contenido plasmático totalse mueven diariamente a través de los capilares por la vía transcelular y en menor grado por el fenómeno de arrastre de solvente. Debido a que solo una pequeña cantidad de las proteínas filtradas regresa a la circulación por el arrastre de solvente en el lado venular de los capilares (~5 g/día), la mayoría de las proteínas filtradas (95195 g/día) dependen del “loop” convectivo linfático para su recuperación. REGULACIÓN DE MICROCIRCULACIÓN LA La contracción del músculo liso vascular regula la resistencia precapilar, la cual controla el flujo sanguíneo El tono del músculo liso en las arteriolas, metaarteriolas y esfínteres precapilares determina la resistencia del lecho capilar. La resistencia río arriba del capilar es conocida como resistencia precapilar (Rpre). La resistencia equivalente del lecho microcirculatorio es la suma de Rpre, la resistencia del lecho capilar (Rcap) y la resistencia poscapilar(Rpos). ¿Cómo pueden estas resistencias influir en el flujo capilar (Qcap) a través del lecho? Podemos responder esta pregunta mediante un rearreglo de la ley de Ohm que introducimos en la ecuación 17-1: 𝑄𝑄𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐 = 𝛥𝛥𝛥𝛥 𝑃𝑃𝑎𝑎 − 𝑃𝑃𝑣𝑣 = 𝑅𝑅𝑡𝑡𝑡𝑡𝑡𝑡𝑡𝑡𝑡𝑡 𝑅𝑅𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝 + 𝑅𝑅𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐𝑐 + 𝑅𝑅𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝𝑝 (20-12) 66 Sección IV • El sistema cardiovascular Pa es la presión inmediatamente anterior al inicio de la resistencia precapilar y Pv es la presión inmediatamente posterior al final de la resistencia poscapilar. Debido a que el agregado de Rcap es pequeño, y Rpos/Rpre es usualmente 0,3, Rpre es usualmente mucho más grande que Rcap+ Rpos. Como Rpre es el principal determinante de la resistencia total, el flujo total es inversa y fuertemente proporcional a Rpre. Modular la contractilidad de las CMLV en los vasos precapilares es el principal mecanismo para ajustar la perfusión de un tejido particular. Los mecanismos de contracción de los que dependen las CMLV son diferentes de aquellos utilizados por las células musculares esqueléticas, aunque un incremento en la [Ca2+]i es el principal disparador de la contracción en ambos casos. Mientras que un incremento en la [Ca2+]i del músculo esquelético lleva a la contracción por la interacción con la troponina C, un incremento en la [Ca2+]i en las CMLV lleva a la contracción pero por medio de la activación de la calmodulina. El complejo Ca2+-calmodulina (Ca2+-CaM) activa a la quinasa de la cadena ligera de la miosina (MLCK), la cual fosforila a la cadena ligera de la miosina (MLC) en cada cadena de la miosina. La fosforilación de la MLC permite a la miosina interactuar con actina, produciendo la contracción. La relajación sobreviene cuando la fosfatasa de la cadena ligera de la miosina desfosforila la MLC. Sumado a los cambios en la [Ca2+]i, cambios en la actividad de la MLCK por sí misma pueden modular la contracción de las CMLV. La fosforilación de la MLCK por la proteína quinasa dependiente de AMPc (PKA) o por la proteína quinasa dependiente de GMPc (PKG) inactiva la enzima y, por ende, evita la contracción. Las células musculares lisas pueden funcionar como un sincicio cuando se encuentran unidas a través de uniones “gap”, o pueden funcionar independientemente una de otra como lo hacen las fibras musculares esqueléticas. La mayoría del músculo liso vascular tiene una organización multiunitaria. En contraste al músculo esquelético, las CMLV reciben múltiples señales exitatorias e inhibitorias. Además, estas señales no vienen únicamente de sinapsis químicas (i.e., control neural) sino también de sustancias circulantes (i.e., control humoral). La contracción 67 de las CMLV puede ser consecuencia de actividad eléctrica en forma de potenciales de acción, ondas lentas de despolarización o despolarizaciones graduales sin espiga. Las CMLV pueden mostrar variaciones rítmicas espontáneas en su voltaje, lo que conduce a cambios periódicos en la resistencia vascular y el flujo microcirculatorio, en un proceso llamado vasomotricidad. Estas contracciones rítmicas y espontáneas del músculo liso pueden resultar tanto de una corriente marcapasos o desde ondas lentas de despolarización, ambas asociadas al incremento de la [Ca2+]i en las CMLV. Los agentes humorales también pueden disparar directamente la contracción de las CMLV a través del incremento en la [Ca2+]i, sin fluctuaciones medibles en el potencial de membrana (acoplamiento fármaco-mecánico). Varias proteínas de membrana (canales, proteínas y receptores) tienen un rol en el control del tono de las CMLV. Asociadas junto con las vías de traducción de la señal, estas proteínas de membrana pueden conducir a la contracción (i.e., vasoconstricción) o relajación (i.e., vasodilatación). Aunque varios neurotransmisores y hormonas circulantes pueden actuar en el músculo liso a través de diferentes receptores y vías de transmisión de la señal, sus efectos convergen en la regulación de la actividad de la MLCK. Metabolitos tisulares regulan el flujo sanguíneo local en lechos vasculares específicos, independientemente de la regulación sistémica Las células musculares lisas vasculares (CMLVs) no solo controlan la resistencia de los esfínteres precapilares (i.e., Rpre) y así el flujo sanguíneo, también controlan la resistencia de las arteriolas y por ende juegan un rol importante en la regulación de la presión arterial sistémica. En el capítulo 23, discutimos el control de la presión arterial a través de las CMLV de las arteriolas y esfínteres precapilares, las cuales están bajo el control de mecanismos centrales –el sistema nervioso autónomo y agentes humorales Capítulo 20 • La microcirculación sistémicos (por ejemplo, angiotensina II). De todas maneras, el objeto de esta discusión son los mecanismos regulatorios locales que utilizan las arteriolas para regular el flujo sanguíneo a través de un lecho vascular específico. Estos mecanismos de control local pueden sobreponerse a cualquier influencia neuronal o humoral sistémica. Mecanismos de control local involucran (1) la actividad miogénica y (2) factores humorales y químicos locales. La regulación miogénica se refiere al modo intrínseco de control en el cual el estiramiento de la membrana de las CMLV activa canales sensibles al estiramiento. El resultado es una despolarización que afecta la actividad marcapasos, disparando de esta manera la contracción de las CMLV. Los factores químicos más importantes son la PO2, la PCO2 y el pH, así también como las concentraciones locales de K+, ácido láctico, ATP, ADP y adenosina. La osmolaridad total también puede hacer una contribución. La regulación local de las CMLV por la PO2, la PCO2 y el pH intersticial es distinta de la regulación sistémica de la presión sanguínea por los quimiorreceptores periféricos, los cuales responden a cambios en la PO2, PCO2, y el pH arterial e inician un reflejo neuronal complejo que modula la actividad de las CMLV. En el caso del control local, cambios químicos en el fluido intersticial actúan directamente en las CMLV a través de algunos de los distintos mecanismos de transducción de la señal. Los cambios que típicamente acompañan el incremento del metabolismo (por ejemplo, la disminución de la PO2, el aumento de la PCO2 y la caída del pH) vasodilatan los vasos en la circulación sistémica. Dichos cambios locales en la PO2, la PCO2 y el pH tienen efectos opuestos en la circulación pulmonar. Debido a que el flujo sanguíneo por sí mismo puede lavar los intermediarios metabólicos, la vasomotricidad puede surgir desde sistemas de retroalimentación local. Por ejemplo, si la PO2 intersticial cae como consecuencia de un incremento en el consumo local de O2, la consiguiente vasodilatación incrementará el aporte de O2 hacia las células y llevara a que la PO2 local se incremente. Ahora que la PO2 se elevó, el tono vascular aumenta. El ritmo con el que los mediadores químicos se liberan y son lavados del lugar determina la frecuencia de la vasomotricidad. El volumen del líquido intersticial alrededor de las células activas –el volumen en el cual los metabolitos vasoactivos se distribuyentambién afecta esta periodicidad porque influye en el lapso en que las concentraciones de los vasoactivos pueden aumentar o disminuir. Finalmente, fluctuaciones espontáneas en el metabolismo pueden conferir una periodicidad adicional a la vasomotricidad. El endotelio capilar es la fuente de muchas sustancias vasoactivas, incluyendo al NO (óxido nítrico), EDHF (factor hiperpolarizante derivado del endotelio) y endotelina El endotelio capilar es la fuente de varios compuestos vasoactivos importantes. Óxido nítrico (NO) Originalmente llamado factor relajante derivado del endotelio, el NO es un potente vasodilatador. El NO también inhibe la agregación plaquetaria, incluso induce su desagregación y evita la adhesión plaquetaria. Tanto la bradiquinina y la acetilcolina estimulan la isoforma NOS III (o eNOS) de la NO sintasa que está constitutivamente presente en las células endoteliales. El incremento del estrés de cillazamiento (shear stress) –la fuerza que actúa sobre las células endoteliales a lo largo del eje del flujo sanguíneo- también puede estimular a la enzima. La NOS III, que depende tanto del Ca2+ como de la calmodulina para su actividad, cataliza la formación de NO a partir de la arginina. El NO, un gas lipofílico con una vida media corta, difunde localmente hacia afuera de las células endoteliales. Dentro de las CMLV se encuentra el “receptor” para el NO, una guanilatociclasa soluble que convierte la guanocina trifosfato (GTP) en guanocina monofosfato cíclica (GMPc). La proteína quinasa dependiente de GMPc (i.e., PKG) luego fosforila a la MLCK y a SERCA (sarcoLa endoplasmic reticulum Ca2+-ATPase). fosforilación inhibe a MLCK, lo que lleva a un incremento neto en la fosforilación de MLC y la disminución de la interacción entre actina y 68 Sección IV • El sistema cardiovascular miosina. La fosforilación activa a SERCA, llevando a la disminución de la [Ca2+]i. El resultado neto de la liberación de NO por las células endoteliales relaja las CMLV, produciendo vasodilatación. Los médicos han usado nitritos orgánicos exógenos (por ejemplo, la nitroglicerina) por décadas para dilatar vasos sanguíneos periféricos y aliviar el dolor de la angina de pecho. Este poderoso vasodilatador ejerce su actividad al romper su enlace químico, logrando así la liberación de NO cerca de las CMLVs. Factor hiperpolarizante derivado del endotelio (EDHF)Sumado a la liberación del NO, las células endoteliales liberan otro factor de relajación en respuesta a la acetilcolina, el EDHF. El EDHF provoca que las CMLVs se relajen al negativizar más su potencial de membrana. Prostaciclinas (PGI2) La prostaciclinasintasa metaboliza ácido araquidónico y produce el vasodilatador PGi2. Este agente actúa al incrementar la [AMPc]i y promoviendo la fosforilación de MLCK, en última instancia disminuyendo la fosforilación de las cadenas ligeras de miosina. PGi2 es especialmente importante en la dilatación de los vasos pulmonares en el momento del nacimiento. Endotelinas (ETs) Las células endoteliales producen sustancias que causan una respuesta vasoconstrictora muy potente en las CMLVs. Muchas patologías agudas y crónicas, incluida la hipoxia, estimulan la liberación de endotelina, la cual existe como tres isopéptidos: ET-1, ET-2, ET3. El precursor de la ET-1 es la preproendotelina, la cual es convertida por las células endoteliales a proendotelina para luego madurar a endotelina, la cual es liberada. El subtipo de receptor de endotelina que media la vasoconstricción es el ETA. También existen otros receptores de endotelina; ETB1 media la vasodilatación, ETB2 media la vasoconstricción y ETC no tiene aún una función clara definida. Los receptores ETA predominan en sitios de alta presión de la circulación, mientras que los receptores ETB predominan en los sitios de baja presión. La unión de la endotelina a cualquier subtipo de receptor resulta, en última instancia, en un incremento en la [Ca2+]i. En la vasoconstricción, ET-1 se une al 69 receptor ETA que por medio de la vía de la fosfolipasa C genera inositol trifosfato, el cual libera Ca2+ desde los almacenes intracelulares aumentando la [Ca2+]i. En una segunda y retardada fase, la cual no es bien conocida, el Ca2+ que ingresa desde el exterior contribuye al incremento de la [Ca2+]i. El aumento de la [Ca2+]i activa la Ca2+-CaM, estimulando a la MLCK, la cual fosforila a la cadena liviana de la miosina, culminando este proceso con la contracción. Tromboxano A2 (TXA2) Las células endoteliales y las plaquetas metabolizan ácido araquidónico a través de la vía de la ciclooxigenasa para producir TXA2. Este agente activa los receptores TXA2/Prostaglandina H2, produciendo la apertura de los canales de calcio tipo L, llevando a un incremento en la [Ca2+]i. Sumado a esto, la activación de este receptor eleva los niveles del anión radical superóxido O2- en las CMLV. Sucesivamente, el O2- reacciona con el NO, reduciendo así el efecto vasodilatador de este. Otros factores endoteliales En algunas arterias sistémicas del perro, la anoxia produce un efecto inesperado: un incremento en la presión mediada por un factor endotelial putativo, el EDCF1. En algunas arterias de perros, su rápido estiramiento evoca una contracción que también es dependiente del endotelio. Este factor putativo, EDCF2, puede ser un anión superóxido dado que la superóxido dismutasa evita la contracción. La autorregulación estabiliza el flujo sanguíneo a pesar de las grandes fluctuaciones en la presión arterial sistémica La relación entre presión y flujo ideal en un vaso rígido es lineal (Fig. 20-14, línea gris). En realidad, los vasos son elásticos, entonces el aumento de la presión produce una dilatación que reduce la resistencia y lleva a una relación más “empinada” de flujo y presión (Fig. 20-14, línea roja). De todas maneras, algunos lechos vasculares se comportan de manera diferente. A pesar de grandes cambios en la presión arterial sistémica –y por ende grandes cambios en la presión impulsora- estos lechos vasculares mantienen el flujo local dentro Capítulo 20 • La microcirculación de un rango estrecho. Este fenómeno se llama autorregulación. Estos lechos vasculares se comportan más o menos como tubos rígidos a presiones de perfusión muy bajas o muy altas (Fig. 20-14, línea azul). Sin embargo, en el rango de presión fisiológico en el que ocurre la autorregulación, cambios en la presión de perfusión tienen pequeño efecto en el flujo. En cambio, incrementos en la presión conducen a incrementos en la resistencia, que mantienen al flujo sanguíneo en un rango cuidadosamente controlado. perfusión, llevan a una vasoconstricción metabólica que reduce el flujo sanguíneo. La autorregulación es útil por al menos dos razones. Primero, con un incremento de la presión de perfusión, la autorregulación evita un desperdicio de perfusión en los órganos en los cuales el flujo ya es suficiente. Segundo, con una disminución en la presión de perfusión, la autorregulación mantiene el flujo y la presión capilar. La autorregulación es muy importante bajo estas condiciones para órganos – particularmente el corazón, cerebro y riñonesque son muy sensibles a la isquemia o a la hipoxia y para órganos –de nuevo, el riñón- cuyo trabajo es filtrar la sangre. Nuevos vasos sanguíneos proliferan en respuesta a factores de crecimiento en un proceso conocido como angiogénesis Figura 20-14 Autorregulación del flujo sanguíneo. El comportamiento autorregulatorio necesita un tiempo para desarrollarse, esto es debido a un proceso activo. Si la presión de perfusión se incrementa abruptamente, veríamos que inmediatamente luego del incremento de la presión, el gráfico de flujo/presión se vería como el que esperaríamos para un tubo rígido en la figura 20-14. Sin embargo, el tono arteriolar se ajusta progresivamente para producir la autorregulación característica. La contracción de las CMLV que subyace a la autorregulación es autónoma, esto es, enteramente local e independiente de mecanismos tanto neuronales como endócrinos. Tanto el mecanismo miogénico como el metabólico juegan un rol importante en el ajuste del músculo liso vascular. Por ejemplo, el estiramiento de las células lisas musculares, que acompaña al incremento de la presión de perfusión, dispara la contracción miogénica que reduce el flujo. Así, el incremento en la PO2 (o la disminución de la PCO2, o la elevación del pH) que acompañan el incremento de la presión de En los adultos, la anatomía de la microcirculación se mantiene prácticamente constante. Notables excepciones son el crecimiento de nuevos vasos durante la curación de una herida, la inflamación, el crecimiento de un tumor y en el endometrio durante el ciclo menstrual. El incremento de la densidad es importante durante el entrenamiento físico y en la aclimatación a la altura. El desarrollo de nuevos vasos se llama angiogénesis. El primer paso es la disolución de la membrana basal venular en un sitio específico, seguida por la activación y proliferación de células endoteliales quiescentes. Estas nuevas células, estimuladas por factores de crecimiento migran y forman un tubo. Eventualmente, los tubos en crecimiento se conectan unos con otros, permitiendo que el flujo de sangre y el desarrollo de músculo liso vascular se establezcan como la nueva red microvascular. La angiogénesis depende del balance entre factores positivos y negativos de regulación. El cuerpo normalmente produce algunos factores que promueven la angiogénesis y otros que la inhiben. Promotores del crecimiento de vasos Los principales péptidos que inducen angiogénesis son dos polipéptidos: el factor de crecimiento del 70 Sección IV • El sistema cardiovascular endotelio vascular (VEGF) y el factor de crecimiento fibroblástico (FGF). Ambos interactúan con receptores endoteliales específicos de tirosina quinasa. El VEGF – relacionado con el factor de crecimiento derivado de las plaquetas (PDGF)- es producido por los fibroblastos y, frecuentemente, por células cancerosas. El factor de coagulación VII activado (FVIIa) promueve la producción de VEGF. El FGF media muchas respuestas celulares durante el desarrollo embrionario, fetal y postnatal. Al menos 22 factores de crecimiento fibroblástico existen en humanos. El FGF-2 (también llamado factor de crecimiento fibroblástico básico o FGFb) tiene una actividad angiogénica particular. El VEGF y el FGF-2 promueven la expresión de NOS. El resultante NO induce la proliferación y migración de células endoteliales así como la diferenciación de nuevos vasos. El mayor impedimento para el uso clínico de estos factores es la incapacidad de dirigir su acción a un sitio específico. Una aproximación ha sido unir el factor de crecimiento a pequeñas cuentas que se liberan en la circulación coronaria. Ensayos clínicos en los cuales se administraba local o sistémicamente FGF-2 a pacientes con enfermedad cardíaca isquémica no han mostrado buena eficacia. Un anticuerpo monoclonal recombinante humanizado en contra de VEGF (Avastin) ha sido utilizado en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico. Otros factores de crecimiento tienen efectos angiogénicos indirectos que son distintos a los provocados por VEGF y FGF. Las angiopoyetinas (ANGPT1 y ANGPT2) son proteínas que actúan a través del receptor de tirosina quinasa (Tie2) expresado casi exclusivamente en células endoteliales. ANGPT1 es requerido para el desarrollo vascular embrionario, y ANGPTI2 – normalmente un antagonista de ANGPT1 en el receptor Tie2- es requerido para el remodelado angiogénico posnatal. La angiogenina, miembro de la familia de ribonucleasas, está normalmente en el plasma, pero a niveles muy bajos, incapaces de producir su efecto proliferativo. Los niveles 71 plasmáticos de la angiogenina se elevan en pacientes con cáncer. Receptores de superficie regulados unen la angiogenina, la cual luego de la endocitosis se transloca al núcleo donde su actividad ARNasa es esencial para su actividad angiogénica. Inhibidores del crecimiento de vasos El concepto de antiangiongénesis fue introducido por Judah Folkman como una estrategia para detener el crecimiento de tumores. Él y sus colegas describieron dos péptidos, angiostatina y endostatina, que son inhibidores de la angiogénesis. La angiostatina es un fragmento del plasminógeno (una proteína clave en la fibrinólisis) con dominio kringle. La angiostatina surge del clivado proteolítico del plasminógeno por las enzimas del tejido conectivo, como las metaloproteinasas de la matriz o las elastasas. La angiostatina inhibe la angiogénesis al potenciar la apoptosis de las células endoteliales e inhibir la migración y formación del nuevo tubo vascular. La angiostatina recombinante está siendo testeada en pacientes con cáncer de pulmón avanzado. La endostatina es un péptido que surge de la ruptura de colágeno tipo XVIII. Es producido por la matriz extracelular de tumores. Podemos ilustrar la importancia de la angiogénesis por medio de tres situaciones clínicas en las cuales juega un rol importante. Primero, el crecimiento de nuevos vasos es importante durante la enfermedad coronaria, donde la isquemia crónica produce el desarrollo de nuevos vasos y circulación colateral. Segundo, la angiogénesis mejora el aporte sanguíneo a los tumores, promoviendo su crecimiento y favoreciendo la principal ruta mediante la cual los mismos se diseminan (metástasis). Los oncólogos investigan sobre el uso de inhibidores de la angiogénesis para tratar el cáncer. Tercero, la angiogénesis también puede ser importante en la retinopatía diabética, donde la proliferación de vasos puede llevar a la ceguera. Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma CAPÍTULO 21 ELECTROFISIOLOGIA CARDÍACA Y ELECTROCARDIOGRAMA W. Jonathan Lederer Distintos tipos de células cardíacas cumplen funciones diferentes y especializadas, pero todas son eléctricamente activas. Las señales eléctricas del corazón normalmente se originan en un grupo de células ubicadas en la parte superior de la aurícula derecha que se despolarizan espontáneamente, y de ahí se conducen (propagan) por el corazón de célula a célula (Fig.21-1). A medida que el potencial de acción se propaga a lo largo del corazón –conducido a veces por células que forman vías especializadas de conducción y otras por células no especializadas (i.e., miocardiocitos especializados en contracción)-toma distintas apariencias en las diferentes células cardiacas (Fig. 21-2). Según la velocidad de ascenso de la fase 0 (ver más adelante fases del potencial de acción), podemos caracterizar a los potenciales de acción en lentos (en el nodo sinusal y auriculoventricular) y rápidos (en los miocitos auriculares, fibras de Purkinje y miocitos ventriculares). Debido a que la excitación de los miocardiocitos dispara la contracción –en un proceso llamado acoplamiento excitación-contracciónla propagación del potencial de acción debe ser cuidadosamente sincronizada en el tiempo para lograr una buena activación ventricular y optimizar la eyección de sangre. Este capítulo se enfoca en las corrientes de membrana responsables de la generación y transmisión de los potenciales de acción en el tejido cardíaco. ELECTROFISIOLOGÍA DE CÉLULAS CARDÍACAS LAS El potencial de acción cardíaco comienza en células especializadas del nodo sinusal y luego se propaga de manera ordenada a través del corazón El potencial de acción cardíaco se origina en un grupo de células llamado nodo sinusal (SA) (Fig.21-1) localizado en la aurícula derecha. Estas células se despolarizan espontáneamente y disparan potenciales de acción a un ritmo intrínseco y regular a una frecuencia que usualmente oscila entre 60 y 100 veces por minuto para un individuo en reposo. Los sistemas simpático y parasimpático pueden modular la actividad del marcapasos, también conocida como automatismo. Debido a que las células cardíacas están eléctricamente unidas a través de uniones GAP (Fig.21-3A), el potencial de acción se propaga célula-célula de la misma manera que lo hace a través del largo axón de un nervio. El potencial de acción espontáneo generado en el nodo SA es conducido célula-célula a través del músculo de la aurícula derecha hasta alcanzar la aurícula izquierda. La existencia de vías de conducción especializadas entre las aurículas es todavía motivo de discusión. Alrededor de una décima de segundo luego de que el potencial de acción se haya originado, la señal arriba al nodo auriculoventricular (nodo AV) (Fig.21-1). El impulso no se conduce directamente desde las aurículas a los ventrículos, por la presencia de un anillo fibroso auriculoventricular. De esta manera, la única vía disponible para que el impulso viaje es a través del nodo AV hacia el sistema de conducción His-Purkinje, una red de células especializadas en conducción que llevan la señal hacia el músculo de ambos ventrículos. 72 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 21-1 Vías de conducción del corazón. Se muestra un corte a lo largo del eje longitudinal del corazón. El potencial de acción cardíaco se conduce célula-célula a través de uniones GAP La influencia eléctrica de una célula cardíaca hacia otra depende de la diferencia de voltaje entre las células así como de la resistencia de la unión GAP que las conecta. Una unión GAP es una sinapsis eléctrica (Fig. 21-3A) que permite que la corriente eléctrica fluya entre células vecinas. De acuerdo a la ley de Ohm, la corriente que fluye entre una célula A y su adyacente B (IAB) es proporcional a la diferencia de voltaje entre las dos células (ΔVAB) e 73 inversamente proporcional eléctrica entre ellas (RAB): a la resistencia IAB = ΔVAB / RAB (21-1) Como las uniones GAP son barreras mínimas al flujo de corriente despolarizarte, la RAB es muy pequeña. Imaginemos que varias células están interconectadas e inicialmente se encuentran en su potencial normal de reposo (Fig. 21-3B). Un potencial de acción que se propague desde la izquierda de la célula A, inyecta en esta una Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma corriente despolarizante. Como resultado, la célula se despolariza a un voltaje VA, el cual ahora es positivo comparado con el voltaje VB. Así, una pequeña corriente despolarizante (i.e., cargas positivas) se moverá desde la célula A hacia la célula B, despolarizándola. De esta manera la corriente desde la célula B despolarizará a la C. Por este proceso, las células más cercanas a la fuente de corriente se someterán a una mayor despolarización. Imaginemos que la corriente inyectada despolariza a la célula A hasta su umbral (Fig. 213C, curva roja), pero todavía ésta no ha disparado el potencial de acción. En este instante, la corriente que pasa de la célula A hacia la B no alcanza para llevarla hasta su umbral. Por supuesto, la célula A eventualmente disparará un potencial de acción y en este proceso se despolarizará lo suficiente para inyectar cargas positivas en la célula B y llevarla hasta su umbral. Así el potencial de acción se propaga a través de la cadena de células, aunque de una manera relativamente lenta. Por otro lado, si se inyecta una mayor cantidad de corriente en la célula A (Fig. 21-3C, curva azul) –produciendo una mayor despolarización de ésta- el flujo de iones que pasa hacia la B será mayor y suficiente para despolarizarla hasta su voltaje umbral y regenerar el potencial de acción. De todos modos, la corriente que pasa de la célula B a la C ya no es suficiente para que esta dispare un potencial de acción. En principio, podríamos hacer que el potencial de acción se propague más rápidamente, a través de la cadena de células, de dos formas. En primer lugar, si la corriente despolarizante de la fuente es mayor, es decir si la “célula fuente” posee más canales iónicos que se abran, la corriente despolarizante será más intensa (Fig. 21-3C, curva azul). En segundo lugar, podríamos bajar el umbral para disparar el potencial de acción (un umbral más “negativo” en la figura 21-3C), así incluso una pequeña corriente como la representada por la curva roja será suficiente para gatillar un potencial de acción en la célula B. De la misma manera que en el axón de un nervio conduciendo un potencial de acción, las corrientes extracelular e intracelular en el músculo cardíaco deben ser iguales y opuestas. En la región “activa” del corazón (a la izquierda de la célula A en la figura 21-3B), las células alcanzaron su umbral y generaron un potencial de acción el cual es la fuente de corriente que despolariza a las células siguientes aproximándolas a su umbral. A medida que la célula A se despolariza hacia y por encima de su umbral, los canales de Na+ y Ca2+ se van abriendo permitiendo que estos cationes ingresen a la célula. La carga positiva que entra a la célula A no solo la despolariza sino que también produce un flujo de cargas positivas a la célula B –corriente intracelular. Este flujo de cargas positivas descarga la capacitancia de membrana de la célula B, despolarizándola, y liberando las cargas positivas extracelulares que estaban asociadas a la membrana. El movimiento de estas cargas positivas extracelulares desde las cercanías de la célula B a través del medio extracelular hacia la célula A, constituye la corriente extracelular. El flujo de corriente intracelular de la célula A hacia la célula B y el flujo de corriente extracelular desde las cercanías de la célula B hacia alrededor de la célula A son iguales y opuestos. Esta corriente extracelular cardíaca es la que produce vectores eléctricos que cambian en el tiempo. Cada punto del electrocardiograma (ECG) 1 es la suma de todos los vectores eléctricos generados por todas las células del corazón. Los potenciales de acción cardíacos tienen cinco fases distintas El tiempo de inicio, la forma y la duración del potencial de acción es diferente en las distintas partes del corazón, reflejando sus funciones diferentes (Fig. 21-2). Estas diferencias surgen porque los miocitos de cada región del corazón tienen un conjunto particular de canales. Subyacente a los potenciales de acción cardíacos están las cuatro corrientes principales de membrana, caracterizadas por ser tiempodependiente y gatilladas por voltaje (Tabla 21-1): 1. La corriente de Na+ (INa), responsable de la rápida despolarización del potencial de acción en 1 NdT: Muy básicamente, un ECG no es más (ni menos) que un gráfico de voltaje en función del tiempo. 74 Sección IV • El sistema cardiovascular el músculo auricular, ventricular y en las fibras de Purkinje. distintas formas de los potenciales a lo largo de 5 sitios distintos del corazón. 2. La corriente de Ca2+ (ICa), responsable de la rápida despolarización en el nodo SA y AV; responsable también de disparar la contracción en todos los cardiomiocitos. 3. La corriente de K+ (Ik), la cual es responsable de la repolarización en todos los miocardiocitos. 4. La corriente de marcapasos (If), responsable en parte de la actividad marcapasos del nodo SA, AV y fibras de Purkinje. Además de estas cuatro, los canales conducen también otras corrientes en el músculo cardiaco. Sumado a esto, dos transportadores electrogénicos transportan cargas a través de la membrana plasmática: el intercambiador Na+-Ca2+ (NCX1) y la bomba de Na+-K+. Tradicionalmente los cambios del potencial de membrana (Vm) se dividen en fases separadas, como es ilustrado en la figura 21-4A para los potenciales de acción del nodo SA y en la figura 21-4B para el músculo ventricular. La fase 0, es el ascenso del potencial de acción. Si este es debido solo a ICa (Fig. 21-4A), será lento. En cambio si es debida tanto a ICa y INa (Fig. 214B), será rápido 2. La fase 1, es el componente de repolarización rápido del potencial de acción (cuando existe). Esta fase es debida a la inactivación casi total de INa o ICa y quizás también dependa de una corriente menor de K+ no descripta previamente, llamada Ito (corriente transitoria hacia afuera). La fase 2 es la meseta del potencial de acción que es prominente en el músculo ventricular. Depende de la entrada continua de Ca2+ o Na+ a través de sus canales principales, y en menor medida por el intercambiador Na+-Ca2+ NCX1. 2 Figura 21-2 Potenciales de acción cardíacos. Las 75 NdT: Que un potencial de acción cardíaco se clasifique como rápido o lento, depende de la pendiente de ascenso de la fase 0. Dado que los potenciales de acción se representan en un gráfico de voltaje en función del tiempo, cuanto mayor sea la pendiente, mayor será la velocidad de ascenso. Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma La fase 3 es el componente de repolarización del potencial de acción. Depende de la IK (Tabla 21-1). La fase 4 constituye la diástole eléctrica del potencial de acción. El Vm durante la fase 4 es conocido como potencial diastólico; el Vm más negativo durante la fase 4 es el potencial diastólico máximo. En las células del nodo SA y AV, cambios en el IK, ICa y If producen la actividad de marcapasos. Las fibras de Purkinje también exhiben actividad de marcapasos pero solo utilizan la corriente If. El músculo auricular y ventricular no tienen corrientes tiempo dependientes durante la fase 4. La corriente más grande en el corazón es la de Na+ La corriente de Na+ (INa; tabla 21-1) es la corriente más cuantiosa en el músculo cardíaco, contando con aproximadamente 200 canales por micrómetro cuadrado de membrana. Estos canales son abundantes en el músculo auricular, ventricular, fibras de Purkinje, y tejido especializado de conducción de las aurículas. Esta corriente no está presente en el nodo SA ni AV. El canal que subyace a la INa es el clásico canal de sodio voltaje dependiente, con sus subunidades α y β1. La subunidad α cardíaca (Nav1.5) tiene diferentes sitios de fosforilación que la hace sensible a la PKa (proteína quinasa dependiente de AMPc). En el potencial negativo de reposo de las células musculares ventriculares, los canales de Na+ están cerrados. De todas maneras, estos canales se activan rápidamente (en 0,1 a 0,2 ms) en respuesta a la despolarización local producida por potenciales de acción propagados, provocando una corriente de entrada masiva que explica el rápido ascenso del potencial de acción cardíaco (fase 0 la figura 21-2). Si el Vm se mantiene en un nivel positivo, estos canales se comienzan a cerrar gradualmente en un proceso denominado inactivación. Este proceso, que es más lento que la activación, pero que aún sigue siendo rápido, es parcialmente responsable de la repolarización rápida del potencial de acción (fase 1). Durante el potencial de membrana de la meseta – ligeramente más positivo que 0mV- un componente pequeño pero importante de esta corriente se mantiene. La corriente sostenida de sodio ayuda a prolongar la fase2. En tejidos cardíacos, con excepción de los nodos SA y AV, la regeneración del potencial de acción depende en gran medida de la magnitud de la INa (Fig.21-3C). La despolarización producida por Na+ no solo activa la INa en las células vecinas, sino que también activa otras corrientes de membranas como la ICa y la IK. Los anestésicos locales o algunas drogas antiarrítmicas, como la lidocaína, actúan bloqueando la INa. 76 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 21-3 Conducción eléctrica en el corazón. En A, el potencial de acción conducido desde la izquierda a la derecha causa que la corriente fluya desde la célula totalmente despolarizada de la izquierda, a través de las uniones GAP, hacia la célula A. La despolarización de la célula A causa que la corriente fluya hacia la célula B (IAB). Parte de IAB descarga la capacitancia de la membrana de la célula B y la despolariza, la otra parte fluye hacia la célula C. En B, la despolarización sub-umbral de la célula A disminuye con la distancia. En C, la velocidad de conducción aumenta cuanto mayor es la despolarización de la célula A (curva roja vs azul) o cuando el umbral es más negativo. 77 Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma Tabla 21-1 Principales corrientes cardíacas, las cuales son tiempo y voltaje dependientes. Corriente Nombre Proteína canal Símbolo del Potencial de Inhibidores gen humano reversión Corriente de NAV 1,5 (Canal SCN +60 TTX INa + + de Na voltaje Anestésicos Na dependiente) locales Corriente de CAV 1,2 (Canal CACNA +120 Nifedipina ICa Ca2+ de Ca2+ tipo L) Verapamilo Repolarización HERG + miRP1* KCNH2 + -100 Ba2+ IK IKR KvLQT1 + KCNE2 Cs+ Repolarización minK* KCNQ1 + TEA IKS Kv 4,3 (Canal KCNE1 Proteína G de K+ voltaje KCND3 activada ATPdependiente) KCNJ sensible GIRK* KCNJ Kir + SER = KATP* Corriente HCN HCN -35 Cs+ If (Na++K+) marcapasos * Canales heteromultiméricos TTX, tetradotoxina; TEA, tetraetilamonio; HERG, “human eather-a-go-go-related gene” (relacionado a la familia de canals de K+ Kv); GIRK, proteína G activada por la corriente rectificadora de K+ hacia adentro; HCN, canal de nucleótidos cíclicos activado por hiperpolarización. Figura 21-4 Fases de los potenciales de acción cardíacos. Los registros en estas figuras son ideales. IK, INa, ICa, y If son corrientes a través de canales de K+, Na+, Ca2+ y cationes no selectivos, respectivamente. La corriente de Ca2+ en el corazón atraviesa principalmente los 2+ canales de Ca tipo L La corriente de Ca2+ (ICa) está presente en todos los miocardiocitos. El canal de Ca2+ de tipo L es el dominante en el corazón. Los canales de Ca2+ tipo T con propiedades biofísicas y farmacológicas diferentes, también están presentes pero en menores cantidades. 78 Sección IV • El sistema cardiovascular En el nodo SA el rol de la ICa es contribuir a la actividad de marcapasos. Tanto en el nodo SA como en el AV, ICa es la corriente entrante responsable del ascenso de la fase 0 del potencial de acción de ambos. Ya que los nodos carecen de la INa sus ascensos de la fase 0 son menos pronunciados que en el músculo auricular y ventricular (comparar A y B de la fig. 21-4). Por lo tanto, la ICa descarga la capacitancia de membrana de las células en el nodo SA y AV más lentamente, por lo que la velocidad de conducción del potencial de acción intranodal es mucho menor que en cualquier otro tipo de tejido cardíaco. Esta particularidad en el nodo AV genera un retraso eléctrico entre la contracción auricular y ventricular, que da tiempo para que las aurículas descarguen la sangre en los ventrículos. A pesar de que la ICa es pequeña, se suma a la INa durante el ascenso del potencial de acción en el músculo auricular y ventricular, así como en las células de Purkinje. De esta manera aumenta la velocidad del potencial de acción conducido en estos tejidos. Similar a la INa, la ICa virtualmente no produce corrientes a potenciales de membrana muy negativos, porque sus canales están cerrados. A valores más positivos de Vm, los canales de Ca2+ se activan rápidamente (en ~1mseg) y por un proceso completamente separado y tiempo-dependiente, se inactivan. Una ICa pequeña se mantiene durante la fase 2 del potencial de acción, ayudando a prolongar la meseta. En las células ventriculares y auriculares, el Ca2+ que entra a través de los canales tipo L activa la liberación de Ca2+ desde el retículo sarcoplasmático (RS) proceso conocido como liberación de Ca2+ inducida por calcio. Los fármacos que bloquean los canales de calcio tipo L –como por ejemplo verapamilo, diltiazem y nifedipina- actúan inhibiendo la ICa. La corriente de repolarización de K+ comienza lentamente Los potenciales de acción cardíacos tienen una duración de dos órdenes de magnitud más que los potenciales de acción del músculo esquelético, esto se debe a que la corriente de K+ repolarizante se activa más lentamente y –en el 79 caso de los miocitos auriculares, ventriculares y fibras de Purkinje- con un retraso considerable. La corriente de K+ repolarizante (Ik; tabla 21-1) se encuentra en todos los miocardiocitos y es responsable de la repolarización de la membrana al final del potencial de acción (fase 3 en la Fig.214A, B). La corriente de K+ tiene dos componentes: una corriente relativamente rápida (IKr) conducida por canales heterodiméricos HERG/miRP1 y otra relativamente lenta (IKs) conducida por canales heterodiméricos KvLQT1/minK. La IK es muy pequeña a potenciales de membrana negativos. Con la despolarización, lentamente se activa (20 a 100mseg) pero no se inactiva. En los nodos SA y AV, contribuye a la actividad marcapaso desactivándose al voltaje diastólico. Sumado a la IK, muchas otras corrientes de K+ están presentes en el tejido cardíaco Corriente de K+ temprana hacia afuera (corriente tipo A) Los cardiomiocitos auriculares y ventriculares tienen una corriente hacia afuera temprana transitoria (Ito). Esta corriente se activa por la despolarización, pero rápidamente se inactiva. Contribuye a la fase 1 de repolarización y es análoga a la corriente tipo A vista en los nervios. El canal Kv4.3 media la corriente tipo A en el corazón y otros tipos de células. Corriente de K+ activada por proteína G La acetilcolina activa receptores muscarínicos y, a través de las subunidades β y γ de la proteína G, activa una corriente hacia afuera de K+ mediada por los canales de K+ GIRK. Esta corriente es importante en las células nodales, donde disminuye el ritmo de marcapasos por la hiperpolarización que produce cuando se activa. Corriente KATP Los canales de K+ sensibles al ATP, activados por una concentración baja de ATP, están presentes en abundancia y pueden jugar un rol en la regulación del comportamiento contráctil. Estos canales son heteromultiméricos de Kir y SUR. La corriente If es mediada por canales catiónicos no selectivos Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma La corriente marcapasos (If) se encuentra en los nodos SA, AV, y fibras de Purkinje (Fig. 21-4A, curva azul). Los canales subyacentes a esta corriente son canales catiónicos inespecíficos llamados HCN (canales gatillados por nucleótidos cíclicos, activados por hiperpolarización). Debido a que los canales HCN conducen K+ y Na+, el potencial de reversión de la If es alrededor de 20mV, entre el potencial Nernst del K+ (alrededor de -90mV) y del Na+ (alrededor de +50mV). Los canales HCN tienen una propiedad curiosa (de allí la f, del inglés “funny”) que consiste en no conducir a potenciales positivos y ser activados por hiperpolarización al final de la fase 3. La activación es lenta (100 ms) y la corriente no se inactiva. Así, If produce una corriente despolarizante hacia adentro a medida que se activa lentamente hacia el final de la fase 3. La If no es la única corriente que contribuye a la actividad de marcapasos; en las células nodales la ICa y la IK también contribuyen significativamente en la despolarización de la fase 4 (conocida como despolarización diastólica espontanea). Los diferentes tejidos cardíacos combinan corrientes iónicas particulares para producir distintos potenciales de acción La forma del potencial de acción cardíaco difiere en las distintas células cardíacas, debido a la combinación única de las diferentes corrientes, voltaje y tiempo dependientes, mencionadas en las cuatro secciones anteriores presentes en cada tipo celular. Se puede describir el voltaje de membrana en términos de la conductancia para los diferentes iones (GNa, GK, GCa, GCl) en relación a la conductancia total de membrana (Gm) y sus potenciales de equilibrio (ENa, EK, ECa, ECl): 𝑉𝑉𝑉𝑉 = 𝐺𝐺𝐺𝐺 𝐺𝐺𝐺𝐺𝐺𝐺 𝐺𝐺𝐺𝐺𝐺𝐺 𝐸𝐸𝐸𝐸 + 𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸 + 𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸 𝐺𝐺𝐺𝐺 𝐺𝐺𝐺𝐺 𝐺𝐺𝐺𝐺 𝐺𝐺𝐺𝐺𝐺𝐺 + 𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸𝐸 … 𝐺𝐺𝐺𝐺 (21-2) De esta manera, a medida que la contribución relativa de una corriente de membrana particular se vuelve dominante, el voltaje de membrana (Vm) se acerca al potencial de equilibrio para esa corriente de membrana (Tabla 21-2). Que tan rápido cambie el Vm durante el potencial de acción depende de la magnitud de cada una de estas corrientes. Si bien cada corriente afecta individualmente el Vm, al hacerlo afecta al mismo tiempo las corrientes de los demás iones ya que cambia las fuerzas impulsoras y la permeabilidad de cada uno de estos 3. Otra influencia importante que afecta la forma del potencial de acción cardíaco es la capacitancia de la membrana de cada célula y la geometría de las vías de conducción (por ejemplo, del nodo AV, haz de His o músculo ventricular) a medida que el potencial se propaga de célula a célula, a través de uniones gap, en este sincicio funcional. De esta forma, es fácil entender, a un nivel conceptual, de qué manera el conjunto particular de canales iónicos de cada célula, las propiedades de estos a cualquier instante de tiempo, las concentraciones de los iones y la geometría de la célula puede contribuir a la forma del potencial de acción. El nodo sinusal es el principal marcapasos del corazón El concepto de actividad marcapasos El corazón normal posee tres tejidos con actividad marcapasos intrínseco: el nodo SA, el nodo AV y las fibras de Purkinje. El término actividad marcapasos se refiere a la despolarización espontánea tiempo dependiente de la membrana celular que conduce a un potencial de acción que se propaga hacia las células adyacentes en reposo. Cualquier célula cardíaca con actividad marcapasos puede iniciar un latido cardíaco. El marcapasos con la mayor frecuencia será el que dispare un potencial de acción que se propagará por el corazón. En otras palabras, el marcapasos 3 NdT: Podemos entender a la corriente iónica como el producto entre su fuerza impulsora y la permeabilidad: Iion = (Vm – Eion). gion. Teniendo esto en cuenta, una corriente dada al alterar el Vm, afectará las fuerzas impulsoras de otros iones, incluso la suya. A su vez, como la permeabilidad suele ser dependiente de canales sensibles al voltaje, al cambiar el Vm también se alteraría. 80 Sección IV • El sistema cardiovascular más rápido determina la frecuencia cardíaca y suprime a los marcapasos más lentos. Así, los marcapasos cardíacos tienen una jerarquía entre ellos mismos, basada en sus frecuencias intrínsecas. Ion Na+ K+ ClH+ Ca2+ Tabla 21-10 Potenciales de equilibrio Concentración Concentración Potencial intracelular extracelular de (mM) (mM) equilibrio (mV) 10 145 +72 120 4,5 -88 35 116 -32 pH = 7,1 pH = 7,4 -19 0,0001 1 +123 Dos principios fundamentales explican la actividad marcapasos. El primero es que las corrientes de membrana despolarizantes interactúan con las corrientes hiperpolarizantes para establecer los ciclos regulares de despolarización y repolarización espontánea. El segundo es que en una célula particular, estas corrientes interactúan durante la fase 4 dentro de un rango estrecho de potenciales diastólicos: entre -70mV y -50mV en ambos nodos, y entre 90mV y -65mV en las fibras de Purkinje. Tabla 21-3 Propiedades eléctricas de los diferentes tejidos cardíacos Nombre del Tejido Función Principales corrientes tiempo y voltaje dependientes Efecto β adrenérgico* Efecto colinérgico** Nodo SA Principal marcapasos ICa, IK, If ↑ Velocidad de conducción ↑ Frecuencia marcapasos Músculo auricular Expulsar sangre desde la aurícula Marcapasos secundario INa, IK, ICa ↑ Fuerza de contracción ↓ Velocidad de conducción ↓ Frecuencia marcapasos Poco efecto ICa, IK, If ↑ Velocidad de conducción ↑ Frecuencia marcapasos INa, IK, ICa, If ↑ Frecuencia marcapasos INa, IK, ICa ↑ Contractilidad Nodo AV Fibras de Purkinje Rápida conducción del potencial de acción Marcapasos terciario Músculo Expulsar sangre desde ventricular los ventrículos * Por ejemplo, adrenalina. ** Por ejemplo, acetilcolina. Nodo Sinusal El nodo sinusal se encuentra en la aurícula derecha y es el sitio primario de origen de las señales eléctricas en el corazón de los mamíferos (Tabla 21-3). Es la región eléctrica más pequeña del corazón y normalmente constituye el marcapasos más rápido, con una frecuencia intrínseca de 60 latidos por minuto o más en un individuo en reposo. Las células del nodo SA son osciladores estables cuyas corrientes varían siempre en el tiempo. La interacción entre tres corrientes de membrana tiempo y voltaje dependientes (ICa, IK y If) controla la ritmicidad del 81 ↓ Velocidad de conducción ↓ Frecuencia marcapasos ↓ Frecuencia marcapasos Poco efecto nodo SA. La suma de una corriente decreciente hacia afuera (IK; la curva verde en Fig. 21-4A), y dos corrientes crecientes hacia adentro (ICa y IF; curvas roja y azul en Fig. 21-4A) producen la despolarización lenta del marcapasos (fase 4 asociada al nodo SA). El potencial diastólico máximo (i.e., el Vm más negativo) de las células del nodo SA, ocurre durante la fase 4 del potencial de acción 4, y se encuentra entre -60mV 4 NdT: Técnicamente el potencial diastólico máximo se encuentra en el límite entre la fase 3 (repolarizante) y Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma y -70mV. A medida que el potencial de membrana aumenta por encima del umbral de alrededor de 55mV, la ICa se vuelve cada vez más activa y eventualmente se torna regenerativa, produciendo el ascenso del potencial de acción. Esta despolarización rápidamente apaga (i.e., desactiva) a la If, y el proceso entero comienza de nuevo. Estas corrientes de membrana están bajo control de agentes circulantes locales (por ejemplo, acetilcolina, adrenalina y noradrenalina) y también son objetivos terapéuticos de agentes designados para modular el ritmo cardíaco. Nodo Aurículo-Ventricular El nodo AV localizado justo por debajo del anillo aurículo-ventricular, es el sitio secundario de origen de las señales eléctricas en el corazón de los mamíferos. Normalmente, el nodo AV es excitado por un impulso que lo alcanza por las vías de conducción especializadas auriculares (ver después). Similar al nodo SA, la ritmicidad intrínseca del nodo AV depende de la interacción de las tres corrientes tiempo y voltaje dependientes: IK, ICa y If. Eléctricamente, ambos nodos comparten muchas propiedades; poseen similares potenciales de acción, mecanismos marcapasos, sensibilidad a las drogas y una similar conducción lenta de los potenciales de acción. Debido a que la frecuencia marcapasos intrínseca del nodo AV es más lenta (~40 descargas/minuto) que la del nodo SA, no es capaz de determinar la frecuencia cardíaca y por eso se lo considera un marcapasos secundario. De todas maneras, si el nodo SA fallara, el AV puede asumir el control de la frecuencia cardíaca exitosamente. Fibras de Purkinje El sistema His-Purkinje se origina en el nodo AV con el haz de His, el cual se divide para formar las ramas izquierda y derecha (Fig. 21-1). La rama derecha conduce la señal eléctrica al ventrículo derecho y la rama izquierda lo hace hacia el ventrículo izquierdo. La anatomía de la rama izquierda es variable, pero frecuentemente se divide en dos fascículos –el anterosuperior y el posteroinferior. la fase 4 (despolarizante) de los potenciales de acción lentos o cálcicos. Las células de las fibras de Purkinje poseen la frecuencia marcapasos más lenta (20 descargas/minuto o menos). Así, las células de las fibras de Purkinje, se vuelven un marcapasos funcional solo si el nodo SA y AV fallan, por lo que se las considera el marcapasos terciario. Por otro lado, el haz de His y las fibras de Purkinje son un sistema de conducción efectivo dentro de los ventrículos, debido a que conducen los potenciales de acción más rápido que cualquier otro tejido dentro del corazón (Tabla 21-4). El potencial de acción de las fibras de Purkinje depende de cuatro corrientes de membrana voltaje y tiempo dependientes: INa (no presente en el nodo SA y AV), IK, ICa y If. El potencial diastólico máximo es -80mV. Desde este Vm negativo, estas células producen una despolarización marcapasos muy lenta (fase 4) que depende de la If. Debido a su baja frecuencia de descarga espontánea, y por su relativa incapacidad de alcanzar el umbral y disparar un potencial de acción, las células de Purkinje son marcapasos poco fiables. Normalmente, el potencial de acción que pasa a través del nodo AV activa las fibras de Purkinje resultando en un ascenso rápido (fase 0) del potencial de membrana, mediado por INa y ICa. Debido a que la INa es grande, las fibras de Purkinje conducen el potencial de acción rápidamente. Tabla 21-4 Velocidades de conducción en diferentes tejidos cardíacos Tejido Velocidad de conducción (m/s) Nodo SA Vías de conducción auricular Nodo AV Haz de His Sistema de Purkinje Músculo ventricular 0,05 1 0,05 1 4 1 Los miocitos ventriculares y auriculares disparan potenciales de acción pero no tienen actividad de marcapasos 82 Sección IV • El sistema cardiovascular Los potenciales de reposo de los miocitos auriculares y ventriculares son sustancialmente más negativos (alrededor de -80mV) que el potencial diastólico máximo de las células del nodo SA y AV (Fig. 21-1). Músculo auricular Dentro de cada aurícula, el potencial de acción se propaga a lo largo de los cardiomiocitos célula a célula. El potencial de acción del músculo auricular depende de tres corrientes de membrana tiempo y voltaje dependiente: INa, IK, ICa. Normalmente no existe actividad espontánea (i.e., actividad marcapasos) en el músculo auricular. Ha sido propuesto que el músculo auricular posee cuatro haces musculares de conducción (Fig. 21-1). Uno, el haz de Bachman (banda miocárdica interauricular anterior), es interauricular y conduce el potencial de acción cardíaco desde el nodo SA hacia la aurícula izquierda. Las otras tres vías –la anterior, media y posterior- aparentemente conducen el potencial de acción desde el nodo SA hacia el nodo AV. De esta manera, el primer paso en la propagación del potencial de acción cardíaco es la despolarización de la aurícula, siguiendo un eje general de derecha a izquierda y hacia abajo (Fig. 21-5, paso 1). Si la conducción a través del nodo AV es bloqueada, los ventrículos no se activarán eléctricamente y no se contraerán. La actividad espontánea que puede surgir en las fibras de las células de Purkinje puede proveer la señal eléctrica necesaria para activarlos, pero esta activación ocurre normalmente a muy baja frecuencia, por lo que la actividad marcapasos de las fibras de Purkinje no es confiable. Músculo ventricular Después de que el potencial de acción alcanza el nodo AV este viaja, a través de la red His-Purkinje, hacia el músculo ventricular. El único acceso eléctrico entre músculo auricular y ventricular es el nodo AV. Debido a ésta conexión singular entre aurículas y ventrículos, existe una secuencia de activación eléctrica bien definida a través del rápido sistema de conducción de la red His-Purkinje hacia los ventrículos. Dentro del músculo ventricular, los potenciales de acción se conducen célula a célula. Los pasos 2 a 6 en la Fig. 21-5 muestran la 83 secuencia de eventos durante la activación ventricular, la cual es completada en ~100ms: Paso 2: el septum interventricular se despolariza de izquierda a derecha. 5 Paso 3: la región anteroseptal se despolariza. Paso 4: el miocardio siempre se despolariza desde el endocardio hacia el epicardio. El ventrículo izquierdo se despolariza en el ápice mientras que las fibras de Purkinje están todavía en el proceso de conducir el potencial de acción hacia la base del ventrículo izquierdo. Paso 5: La despolarización se conduce desde el ápice hacia la base conducida por las fibras de Purkinje. Esta despolarización hacia la base comienza incluso mientras la señal en el ápice se sigue propagando desde el endocardio hacia el epicardio. La última región en despolarizarse es la región posterobasal del ventrículo izquierdo. Paso 6: los ventrículos se encuentran totalmente despolarizados. El potencial de acción del músculo ventricular depende de tres corrientes de membrana tiempo y voltaje dependientes: INa, IK, ICa (Fig. 21-4B). El músculo ventricular no posee la If, y las células ventriculares sanas no poseen actividad marcapasos. Comenzando desde un potencial de reposo de -80mV el rápido ascenso del potencial de acción ventricular resulta de la activación INa por un estímulo externo (por ejemplo, un impulso conducido por las fibras de Purkinje o por una célula muscular ventricular vecina). La corriente de Ca2+ tiene particular importancia en el músculo ventricular debido a que provee la entrada de Ca2+ que activa la liberación de Ca2+ desde el retículo sarcoplasmático. La rápida repolarización (fase 1), la meseta (fase 2) y la repolarización (fase 3) parecen estar gobernadas por mecanismos similares a los que se encuentran en las fibras de Purkinje. De todas maneras, la meseta es prolongada en las células musculares debido a que la entrada y salida de corrientes se 5 NdT: Esto es así ya que la rama izquierda del haz de His es más corta y ancha que la rama derecha, lo que implica una menor resistencia eléctrica y por lo tanto una mayor intensidad de corriente en la rama izquierda que provoca un vector resultante dirigido de izquierda a derecha. Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma contrarrestan a lo largo del tiempo (curvas verde, naranja y roja en Fig.21-4B). Una vez que el músculo ventricular está activado eléctricamente, es refractario a una activación adicional. Este período refractario efectivo surge debido a que las corrientes entrantes (INa y ICa) responsables de la activación son inactivadas por la despolarización de la membrana (Fig. 21-4B). El período refractario efectivo es el mismo que el período refractario absoluto en los nervios y músculo esquelético. Durante el período refractario efectivo, un estímulo eléctrico adicional no tendrá efecto en el potencial de acción. Al final de la meseta, la célula se vuelve a repolarizar a medida que la IK aumenta su magnitud. A medida que la ICa y la INa se recuperan de su inactivación, el período refractario relativo comienza. Durante este período, un estímulo eléctrico adicional puede producir un potencial de acción, pero más pequeño que uno normal 6. La refractariedad provee al corazón un margen de seguridad eléctrico debido a que previene marcapasos patológicos disparen latidos ectópicos. Una contracción extrasistólica puede volver al corazón una bomba menos eficiente. La refractariedad también previene la tetania, un fenómeno observado en el músculo esquelético. La tetania cardíaca significaría una sístole perpetua y, en consecuencia, no más contracciones. La acetilcolina y las catecolaminas modulan la actividad de marcapasos, la velocidad de conducción y la contractilidad En principio, el nodo sinusal puede disminuir su frecuencia de disparo (i.e., efecto cronotrópico negativo) por tres mecanismos. 6 NdT: En el período refractario relativo los canales de Na+ comienzan a reactivarse paulatinamente. Por lo tanto ante un estímulo, de mayor intensidad que el necesario para generar un potencial de acción normalmente, puede evocarse una respuesta cuya amplitud dependerá de cuanto se acerque en ese momento el potencial de membrana al de reposo. Figura 21-5 Secuencia de despolarización en el tejido cardíaco. Primero, la pendiente de la despolarización diastólica espontánea (fase 4) puede volverse menos “empinada”, aumentando así el tiempo necesario para que el Vm alcance el umbral (Fig. 21-6A, curva azul). De esta manera, la diástole es mayor y la frecuencia cardíaca disminuye. Segundo, el potencial diastólico máximo puede 84 Sección IV • El sistema cardiovascular volverse más negativo (Fig. 21-6B, curva verde). En este caso, comenzando a valores más bajos, el Vm requiere un tiempo mayor para alcanzar su umbral, asumiendo que no hay cambios en la pendiente de la fase 4 (despolarización diastólica espontánea). Tercero, el umbral para el potencial de acción puede volverse más positivo (Fig. 21-6C, curva violeta). Así, asumiendo que no hay cambios ni en el potencial diastólico máximo ni en Figura 21-6 Modulación de la actividad marcapasos. 85 la pendiente de la fase 4, el Vm requiere un tiempo mayor para alcanzar el nuevo umbral más positivo. Obviamente, una combinación de estos tres mecanismos puede potenciar el efecto. Contrariamente, las células del nodo sinusal pueden usar cualquiera de estos tres mecanismos en sentido inverso para aumentar su frecuencia de disparo (efecto cronotrópico positivo). Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma Acetilcolina El nervio vago, el cual pertenece al sistema parasimpático, libera acetilcolina en el nodo SA y AV disminuyendo la actividad marcapasos intrínseca por los tres mecanismos discutidos en el párrafo precedente. Primero, la acetilcolina disminuye la If en el nodo SA (tabla 21-1), reduciendo la pendiente de la fase 4 (despolarización diastólica espontánea) (Fig. 216A). Segundo, la acetilcolina abre los canales GIRK, incrementando la conductancia al potasio y haciendo más negativo el potencial diastólico máximo del nodo SA (Fig. 21-6B). Tercero, la acetilcolina reduce la ICa en el nodo SA, reduciendo así la pendiente de la fase 4 (Fig. 216A). Estos tres efectos cooperan para aumentar lo que tarda el nodo SA en despolarizarse hasta su umbral; el efecto neto es disminuir la frecuencia cardíaca. Los efectos de la acetilcolina en el nodo AV son similares a los efectos en el nodo SA. De todas maneras, debido a que la actividad marcapasos no reside normalmente en el nodo AV, los efectos fisiológicos de la acetilcolina en este solo incluye disminuir la velocidad de conducción. El mecanismo es la inhibición de la ICa lo que genera un umbral más positivo para las células del nodo AV. Dado que es más difícil para una célula despolarizar a sus vecinas hasta el umbral, la velocidad de conducción disminuye. Catecolaminas El corazón cuenta con una gran cantidad de nervios simpáticos, los cuales liberan principalmente noradrenalina. Sumado a esto, la médula suprarrenal libera adrenalina a la circulación. Las catecolaminas, que actúan a través de los receptores adrenérgicos β1, producen un aumento de la frecuencia cardíaca por dos mecanismos. En primer lugar, las catecolaminas incrementan la If de las células nodales, aumentando así la pendiente de la fase 4 (i.e., el efecto opuesto a la Fig. 21-6A). En segundo lugar, las catecolaminas incrementan la ICa en todas las células miocárdicas. El incremento de la ICa en las células nodales incrementa la pendiente de la fase 4 (i.e., el efecto opuesto a la Fig. 21-6A) y también vuelven el umbral más negativo (i.e., el efecto opuesto a la Fig. 21-6C). Nótese que las catecolaminas no parecen cambiar el potencial diastólico máximo. Estas, de todas maneras, producen potenciales de acción más cortos como resultado de las acciones que tienen en varias corrientes específicas. Maniobras Vagales Si un paciente tiene una taquicardia auricular, como el aleteo auricular o la fibrilación auricular, los impulsos eléctricos desde el nodo AV o regiones superiores pueden alcanzar los ventrículos y llevarlos a una frecuencia alta. La frecuencia ventricular puede volverse tan alta que la eficiencia del bombeo puede verse entorpecida. Debido a que todos los impulsos que activan los ventrículos pasan a través del nodo AV, usando acetilcolina para disminuir la velocidad de conducción por este nodo, es posible disminuir la frecuencia ventricular. Así, las llamadas maniobras vagales que incrementan el tono parasimpático, pueden disminuir la frecuencia ventricular. Un ejemplo de esto es la maniobra de Valsalva. Durante la maniobra de Valsalva, uno hace un esfuerzo espiratorio forzado contra la vía aérea cerrada, aumentando la presión intratorácica. Luego, al abrir la vía aérea la presión intratorácica cae, entonces la ahora incrementada presión transmural estira la aorta, estimulando los barorreceptores aórticos y disparando la activación refleja del nervio vago. Alternativamente, un masaje en la bifurcación de la arteria carótida en el cuello estira directamente la pared del seno carotídeo, estimulando los barorreceptores. De esta forma, por cualquiera de estas maniobras, las señales de descarga de los barorreceptores estimulan al nervio vago, disminuyendo la frecuencia cardíaca. Los compuestos digitálicos pueden ser utilizados para tratar las taquicardias supraventriculares debido a que estas drogas incrementan el tono vagal y disminuyen el simpático, de esta manera disminuyendo la conducción de los impulsos auriculares a través del nodo AV. Los pacientes con falla cardíaca congestiva pueden tener un tono vagal bajo y uno simpático alto. En estos pacientes, las drogas digitálicas incrementan la contractilidad miocárdica y el gasto cardíaco, causando un incremento reflejo en el tono vagal. En el músculo ventricular y auricular, las catecolaminas causan un incremento en la fuerza de contracción (efecto inotrópico positivo) por cuatro razones. Primero, el incremento de la ICa (i.e., la entrada de Ca2+) conduce a un mayor incremento en la [Ca2+]i así como también una mayor liberación Ca2+ inducida por Ca2+. Segundo, las catecolaminas incrementan la sensibilidad al Ca2+ del canal del retículo sarcoplasmático (RS) que libera Ca2+ (canal de rianodina). Tercero, las 86 Sección IV • El sistema cardiovascular catecolaminas potencian el bombeo de Ca2+ dentro del RS mediante la estimulación de la bomba de Ca2+ SERCA, incrementando así las reservas de Ca2+ para una liberación futura. Por último, en cuarto lugar, el incremento de la ICa le ofrece más Ca2+ a la SERCA; incrementando, de esta manera, las reservas de Ca2+ a lo largo del tiempo. Los cuatro mecanismos logran una mayor cantidad de Ca2+ disponible para unirse a la Troponina C, logrando una contracción más fuerte. EL ELECTROCARDIOGRAMA El electrocardiograma generalmente incluye cinco ondas El electrocardiograma (ECG) es la herramienta clínica estándar usada para registrar la actividad eléctrica del corazón. Es un registro de pequeñas señales extracelulares producidas por el movimiento de potenciales de acción a través de los miocitos cardíacos. Para obtener un ECG estándar de 12 derivaciones se ponen dos electrodos en las extremidades superiores, dos en las inferiores y seis en sitios predefinidos del pecho. Al combinarse, los electrodos de las extremidades generan las seis derivaciones de los miembros (tres estándares y tres aumentadas) y los electrodos del pecho generan las derivaciones precordiales. En una derivación, un electrodo actúa como el lado positivo de un voltímetro y uno u otros electrodos como el lado negativo. Así, una derivación registra las fluctuaciones en las diferencias de voltaje entre un electrodo positivo y otro negativo. Al variar cual electrodo es positivo y cual es negativo, se obtiene un ECG estándar de 12 derivaciones. Cada derivación mira al corazón desde un ángulo y plano único. Las fluctuaciones en los voltajes registrados por cada derivación varían desde fracciones de milivolts a varios milivolts. Estas fluctuaciones son llamadas ondas y son nombradas con las letras del alfabeto (Fig. 21-7). La onda P refleja la despolarización del músculo de las aurículas. El complejo QRS representa la despolarización del músculo de los ventrículos. La onda T representa la repolarización de ambos ventrículos. 87 Finalmente, la rara vez vista onda U quizás refleje la repolarización de los músculos papilares. La forma y la magnitud de estas ondas es diferente en cada derivación dado que cada una mira a la actividad eléctrica del corazón desde una posición única en el espacio. Por el descubrimiento del funcionamiento del electrocardiograma, Willem Einthoven ganó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1924. Dado que el electrocardiógrafo usa electrodos colocados en la piel para medir la actividad eléctrica cardíaca, requiere amplificadores especiales. El electrocardiógrafo también tiene filtros eléctricos que reducen el ruido. El movimiento de las extremidades, la respiración, toser, tiritar y el falso contacto entre la piel y los electrodos puede producir artefactos en el registro. Puesto que el movimiento de las cargas (i.e., la dispersión de la onda de la actividad eléctrica del corazón) tiene dirección y magnitud, la señal medida por el electrocardiógrafo es un vector. El sistema que los médicos usan para medir el vector cardíaco de tridimensional tiempo dependiente es simple de entender y fácil de implementar, pero puede ser difícil de interpretar. Un par de electrodos del electrocardiograma define a una derivación Para registrar los complicados vectores tiempo dependientes del corazón, los médicos o los técnicos en electrocardiograma tienen un sistema de derivaciones en dos planos perpendiculares. Un plano, el plano frontal, está definido por las seis derivaciones de los miembros (Fig. 21-8A). Perpendicular al anterior se encuentra el plano horizontal, definido por las seis derivaciones precordiales (Fig. 21-8B). Cada derivación es un eje en alguno de los planos sobre el cual el corazón proyecta su actividad eléctrica. El registro electrocardiográfico de una única derivación muestra solo cómo esa derivación ve los cambios tiempo dependientes del voltaje del corazón. Los antiguos electrocardiógrafos registraban la información de las 12 derivaciones de una a la vez, secuencialmente. Así, los eventos Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma relativamente raros capturados por el registro de una derivación podían no ser bien reflejados en las otras, obtenidas en un tiempo diferente. Los electrocardiógrafos modernos registran las derivaciones sincrónicamente en grupos de 3 o 12. Dado que un vector eléctrico del corazón consiste en una única señal tiempo dependiente, podríamos pensar que un registro de tres derivaciones sería suficiente para localizarlo en el espacio. En principio, es verdad: solo dos derivaciones en un plano y una en el otro son necesarias para definir completamente un vector eléctrico en cualquier momento. De todos modos, los registros de 12 derivaciones son en extremo útiles dado que la señal de interés puede ser más fácil de ver desde una derivación que desde otra. Por ejemplo, el infarto agudo de miocardio que involucra la parte inferior (diafragmática) del corazón puede ser visto más fácil en las derivaciones I, II y aVF, pero puede pasar completamente desapercibido (o producir cambios recíprocos) en otras derivaciones. Figura 21-7 Componentes del registro electrocardiográfico. Derivaciones de los miembros Se obtiene un ECG de 12 derivaciones al tener al paciente relajado en posición supina y conectado a cuatro electrodos colocados en sus extremidades (Fig. 21-8A). Eléctricamente, el torso y las extremidades son vistas como un triángulo equilátero (Triángulo de Einthoven) con un vértice apuntando a la ingle y los otros dos en los hombros (Fig. 21-9A). Dado que el organismo es un “conductor volumétrico”, la fijación de un electrodo en un brazo es eléctricamente equivalente a la conexión por el hombro. También la conexión por un pié es equivalente a una conexión en la ingle. Por convención, la pierna izquierda representa la ingle. El cuarto electrodo, conectado a la pierna derecha, es usado como toma a tierra. Las tres derivaciones iniciales de los miembros representan la diferencia entre dos electrodos de los miembros: I(positivo en brazo izquierdo, negativo en brazo derecho). Esta derivación define un eje en el plano frontal a 0° (Fig. 21-9A, B). II(positivo en pierna izquierda, negativo en brazo derecho). Esta derivación define un eje en el plano frontal a 60°. III(positivo en pierna izquierda, negativo en brazo izquierdo) Esta derivación define un eje en el plano frontal a 120°. Una reconstrucción electrónica de las conexiones de los tres miembros define un punto de referencia eléctrico en el medio del corazón (Fig. 21-9A) que constituye la conexión negativa para las derivaciones “aumentadas” de los miembros así como también para las derivaciones precordiales. Las tres derivaciones de los miembros unipolares aumentadas comparan el 88 Sección IV • El sistema cardiovascular electrodo de un miembro con el promedio de las Figura 21-8 Las derivaciones del ECG. 89 otras dos: Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma Figura 21-9 Ejes de las derivaciones de los miembros. En A, el plano frontal de las derivaciones de los miembros se comporta como si estuviera localizado en los hombros (RA, hombro derecho; LA hombro izquierdo) y en la ingle (LL, pié izquierdo). Las derivaciones I, II y III están separadas una de otra por 60°. Las derivaciones aumentadas, referenciadas al centro del corazón, dividen en dos partes iguales a los ángulos de 60° formados por las derivaciones I, II y III. En B, se trasladaron cada una de las seis derivaciones frontales para que pasen por un punto común, definiendo un sistema polar coordinado que provee vistas del corazón a intervalos de 30°. aVR (positivo en brazo derecho, conexión negativa definida electrónicamente en el medio del corazón). El eje definido por esta derivación se encuentra en el plano frontal a -150° (Fig. 21-9B). La a es por aumentado, y la V representa unipolar. aVL (positivo en brazo izquierdo, negativo en el medio del corazón). El eje definido por esta derivación en el plano frontal se encuentra a -30°. aVF (positivo en el pié izquierdo, negativo en el medio del corazón). El eje definido por esta derivación en el plano frontal se encuentra a +90°. Así, los lados positivos y negativos de estas seis derivaciones definen ejes cada 30 grados en el plano frontal (Fig. 21-9B). Derivaciones precordiales Estas derivaciones se colocan en el plano transversal, perpendiculares al plano de las derivaciones de los miembros. La conexión positiva es cada una de las seis conexiones diferentes del tórax (Fig. 21-8B), y la conexión negativa está definida electrónicamente en el medio del corazón al promediar los tres electrodos de los miembros. Las derivaciones resultantes se denominan de V1 a V6, donde V significa unipolar: V1: cuarto espacio intercostal paraesternal derecho V2: cuarto espacio intercostal paraesternal izquierdo quinto espacio intercostal línea V4: medioclavicular V3: mitad de distancia entre V2 y V4 V6: quinto espacio intercostal línea axilar media V5: mitad de distancia entre V4 y V6 También es posible, en raras ocasiones, obtener derivaciones especiales al emplear la misma conexión negativa usada para las derivaciones unipolares y utilizar a las derivaciones precordiales como una conexión positiva “de prueba”. Las derivaciones especiales que se utilizan incluyen a una derivación esofágica y a una intratorácica (por ejemplo, usada para obtener registros del haz de His. 90 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 21-10Modelo de dos células del ECG. Un simple modelo de dos células puede explicar cómo surge el electrocardiograma Podemos ilustrar cómo surge el ECG a partir de la propagación de los potenciales de acción, a través del sincicio funcional que forman los miocitos, al examinar la actividad eléctrica en dos células vecinas, A y B, conectadas por uniones gap (Fig. 91 21-10A). La despolarización y el potencial de acción comienzan en la célula A (Fig. 21-10A, registro verde). La corriente desde la célula A luego despolariza a la célula B a través de las uniones gap e inmediatamente después gatilla un potencial de acción en la célula B (VB). Si quitamos los registros VB de los registros de VA, podemos obtener la diferencia de voltaje VA-VB (Fig. 2110B). Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma Interpretación básica del ECG El electrocardiograma provee una medida directa de la frecuencia, el ritmo y el vector eléctrico tiempo dependiente del corazón. También provee información fundamental acerca del origen y la conducción de los potenciales de acción cardíacos. Dado que las diferentes partes del corazón se activan secuencialmente, podemos atribuir los cambios tiempo dependiente del vector eléctrico a diferentes partes del corazón. La onda P refleja la despolarización auricular. El complejo QRS comprende a la despolarización ventricular. La onda T muestra la repolarización ventricular. El papel del electrocardiograma es una grilla de pequeños cuadrados de 1 mm y de cuadrados más grandes de 5 mm. El eje vertical está calibrado a 0,1 mV/mm; el eje horizontal (tiempo), a 0,04 s/mm (cuadradito) o 0,2 s/5 mm (cuadrado). De esta manera, 5 de los cuadrados más grandes corresponden a 1 s (Fig. 21-11). Frecuencia Podemos establecer la frecuencia de dos maneras. El método directo es medir el número de segundos entre las ondas del mismo tipo, por ejemplo, el intervalo RR. El cociente de 60 dividido el intervalo en segundos es la frecuencia cardíaca en latidos por minuto: Frecuencia (latidos/minuto) = (60 s/min) / [intervalo RR (s/latido)] Un método alternativo y más rápido es muy popular. Medir el número de los cuadrados grandes entre un intervalo RR y recordar la serie: 300, 150, 100, 75, 60, 50 –que corresponden a los intervalos de 1, 2, 3, 4, 5 o 6 cuadrados grandes. De esta manera, Frecuencia = 300 / (número de cuadrados grandes) Ritmo La determinación del ritmo es más compleja. Uno debería poder contestar las siguientes preguntas: ¿Dónde está el marcapasos del corazón? ¿Cuál es la vía de conducción entre el marcapasos y las demás células cardíacas? ¿El marcapasos funciona regularmente y a la velocidad correcta? El marcapasos normal es el nodo SA; la señal luego se propaga hacia el nodo AV y activa los ventrículos. Cuando el corazón sigue esta secuencia a una frecuencia normal, el ritmo se llama sinusal. Un examen cuidadoso de los intervalos, duraciones y segmentos del trazado de un ECG puede revelar una gran cantidad de información acerca de los potenciales de acción (Fig. 21-7). La duración de la onda P indica cuanto demora la despolarización auricular. El intervalo PR nos muestra cuanto le lleva al potencial de acción conducirse a través del nodo AV antes de activar a los ventrículos. La duración del QRS revela cuanto le toma a la onda de despolarización esparcirse a través de los ventrículos. El intervalo QT indica cuanto tiempo los ventrículos se mantienen despolarizados y es una medida algo grosera de la duración del potencial de acción ventricular. El intervalo QT se acorta a medida que la frecuencia cardíaca se incrementa, reflejando la disminución en la duración de los potenciales de acción que se observa a altas frecuencias. Sumado a esto, muchas otras alteraciones en estas ondas –y los segmentos que las separan- reflejan importantes cambios fisiológicos y patológicos en el corazón. Eje en el plano frontal La determinación del vector de corriente que fluye a través del corazón no es solamente un ejercicio intelectual sino que puede tener importancia clínica. El eje normal de la despolarización ventricular en el plano frontal se encuentra entre -30 y +90 grados. Sin embargo, este eje puede cambiar en diferentes situaciones patológicas, incluida la hipertrofia de uno o ambos ventrículos (una consecuencia común de la hipertensión prolongada) y los bloqueos de una o varias vías de conducción ventricular. Podemos utilizar dos enfoques para medir el eje en el plano frontal (i.e., con el uso de las derivaciones de los miembros). El primero es más preciso, pero el segundo es más rápido, fácil y suficiente para los propósitos clínicos. El primer método es el geométrico. Este utiliza nuestro conocimiento de los ejes en las diferentes derivaciones y la magnitud de la onda proyectada en al menos dos derivaciones del plano frontal. Este método involucra cinco pasos: Paso 1: Medir la altura de la onda en el ECG en dos derivaciones, usando una unidad arbitraria (el número de cuadraditos, por ejemplo). Una deflexión positiva es aquella que está por encima de la línea de base, y una negativa es aquella que está por debajo. En el ejemplo de la figura 21-12A estimamos el eje de la onda R del complejo QRS. La onda R está +2 unidades en la derivación II y 1 unidad en la derivación aVR. Paso 2: Marcar la altura de las deflexiones medidas en las correspondientes derivaciones en un círculo de ejes. Cualquier unidad utilizada es suficiente si seguimos utilizando la misma en las siguientes marcaciones. Comenzando desde el centro del círculo, marcamos las deflexiones positivas hacia la cabeza de la flecha y las deflexiones negativas hacia la cola de la flecha. Paso 3: Dibujar líneas perpendiculares al eje de la derivación a través de las dos marcas. (continúa) 92 Sección IV • El sistema cardiovascular Paso 4: Conectar el centro del círculo de ejes (cola del vector) con la intersección de las dos líneas perpendiculares (cabeza del vector). En nuestro ejemplo, la intersección está cerca del eje de aVF. Paso 5: Estimar el eje del vector que corresponde a la onda R, usando la escala de ángulos del círculo de ejes. En este caso, el vector se encuentra alrededor de los 95 grados, justo al lado de aVF (i.e., 90 grados). El segundo enfoque es un método de inspección cualitativo. Utiliza la variación de las magnitudes de la onda de interés en los registros de las diferentes derivaciones. Cuando la onda es isoeléctrica (i.e., no hay deflexión o esta es igualmente positiva y negativa), el vector eléctrico responsable para esa proyección debe ser perpendicular a la derivación isoeléctrica, como hemos visto para el modelo de dos células en la figura 21-10B. El método de inspección requiere dos pasos. Paso 1: Identificar una derivación en la cual la onda de interés sea isoeléctrica (o aproximadamente isoeléctrica). En el ejemplo de la figura 21-12B, el complejo QRS es isoeléctrico en aVL (-30 grados). El vector debe ser perpendicular (o aproximadamente perpendicular) a esa derivación (i.e., aVL). En nuestro ejemplo, el vector debe estar a 90 grados desde los 30 grados y por lo tanto se encontrará a los +60 o -120 grados. Dado que las derivaciones del plano frontal se encuentran cada 30 grados, cada derivación tiene otra que es su perpendicular. Paso 2: Identificar una derivación en la cual la onda es altamente positiva. En la figura 21-12B esta sería DII. El vector estará aproximadamente en la misma dirección que esa derivación. Dado que la derivación II está a +60 grados, el eje del vector QRS estará alrededor de +60 grados y no a -120 grados. Si la onda de interés no es isoeléctrica en ninguna derivación, entonces hay que buscar dos derivaciones en las cuales las proyecciones sean de similar magnitud y signo. El vector tendrá un eje a mitad de camino entre ambas derivaciones. Ya hemos visto que de acuerdo a la ley de Ohm (Ecuación 21-1), la corriente intracelular desde la célula A hacia la célula B (IAB) es proporcional a (VA-VB). La corriente extracelular que fluye desde la zona de la célula B hacia la zona de la célula A es igual pero opuesta a la dirección de la corriente intracelular desde la célula A hacia la B. Imaginemos que un voltímetro extracelular tiene su electrodo negativo a la izquierda de la célula A y su electrodo positivo a la derecha de la célula B (formando una derivación con un eje de 0° respecto a la dirección de la corriente). Durante la subida del potencial de acción de la célula A, mientras que la célula B está en reposo, (VA – VB) y IAB son positivos, y el voltímetro detecta una diferencia de potencial positiva (Fig. 21-10C) – análoga al complejo QRS en un ECG real. Luego, durante la recuperación del potencial de acción en la célula A, mientras la célula B se mantiene despolarizada, (VA – VB) y IAB son negativos, y el voltímetro detectará una diferencia de voltaje negativa. De la diferencia de voltaje extracelular de la figura 21-10C, podemos concluir que cuando la onda de despolarización se mueve hacia el electrodo positivo habrá una deflexión positiva en la diferencia de voltaje extracelular. Si ponemos los dos electrodos en la unión entre ambas células, con la conexión positiva abajo y la 93 conexión negativa arriba, podemos crear una derivación con un eje de 90° con respecto a la dirección de la corriente (Fig. 21-10D). Bajo estas condiciones, podemos observar que no hay diferencia de voltaje, dado que ambos electrodos extracelulares sensan el mismo voltaje a cada instante. Así, la deflexión de esa derivación será isoeléctrica. Si colocásemos nuestros electrodos extracelulares a un tercio de la configuración anterior –con el electrodo positivo a la izquierda y el negativo a la derecha- podríamos observar una deflexión negativa durante la despolarización de la célula A dado que la onda de despolarización se movería alejándose del electrodo positivo (Fig. 21-10E). El modelo simple de dos células demuestra que la onda de despolarización se comporta como un vector, con magnitud y dirección. El aparente QRS de los registros de voltajes extracelulares de nuestro análisis simplista de dos células se debe a la propagación de la onda de despolarización. El equivalente a la onda T es negativo comparado con el equivalente al QRS, y refleja la onda de repolarización. Si la célula A tuviera un potencial de acción mucho más largo (así, la corriente positiva se propagaría de A hacia B luego de que el potencial de acción de B se haya Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma completado), el equivalente a la onda T sería mayor. De esta manera, en promedio, los miocitos ventriculares que se despolarizan últimos son los primeros en repolarizarse. En otras palabras, las células B tienen un potencial de acción más corto que las células A. ¿Qué sucede con la onda P que vemos en los electrocardiogramas reales? La onda P representa la despolarización de los miocitos auriculares. En nuestro modelo, podemos representar a la onda P al introducir un segundo par de miocitos (i.e., las células auriculares) y permitir que disparen su potencial de acción antes de que lo hagan los miocitos ventriculares. ARRITMIAS CARDÍACAS Cualquier cambio en el ritmo sinusal normal del corazón es definido como una arritmia. Aunque algunas arritmias son patológicas, e incluso amenazantes para la vida, otras son normales y adaptativas, incluyendo la taquicardia sinusal y la arritmia sinusal. La taquicardia sinusal es una frecuencia cardíaca más rápida que la normal, dirigida por el nodo sinusal. Esta arritmia aparece en individuos asustados o sorprendidos, o durante el ejercicio. En ocasiones raras, la taquicardia sinusal puede ser patológica, por ejemplo, en pacientes con hipertiroidismo. Arritmia sinusal es el nombre que se le da a un fenómeno normal: un pequeño cambio de a frecuencia cardíaca con cada ciclo respiratorio. En la inspiración la frecuencia aumenta (ver capítulo 19); en la espiración disminuye 7. La profundización de la respiración exagera este fenómeno. La magnitud del efecto varía ampliamente entre individuos. La frecuencia cardíaca se mantiene siempre bajo el control del nodo SA, pero variaciones cíclicas en el tono 7 NdT: El responsable de la arritmia sinusal podría ser el Reflejo de Bainbridge (ver capítulo 23). Durante la inspiración, la reducción de la presión intratorácica incrementa el retorno venoso y los barorreceptores auriculares aumentan su estiramiento, esto gatillaría la leve taquicardia inspiratoria. En la espiración, el retorno venoso disminuye junto con el estiramiento de los barorreceptores auriculares, lo que conduciría a una leve bradicardia. simpático y parasimpático modulan la frecuencia marcapasos del nodo sinusal. La pérdida de la arritmia sinusal puede ser un signo de disfunción autonómica sistémica, como se ve en los pacientes diabéticos. Aunque la lista de arritmias patológicas es grande, dos problemas básicos son responsable de casi todas: alteraciones en la conducción y alteraciones en la automaticidad. Las anormalidades de la conducción son la principal causa de arritmias Las alteraciones de la conducción componen la principal categoría de arritmias. Los problemas de la conducción tienen múltiples causas, pueden ocurrir en cualquier punto de una vía de conducción y pueden ser parciales o completas. Las dos causas principales de perturbaciones en la conducción son la despolarización y las alteraciones anatómicas. Cuando un tejido es lesionado (por estiramiento o hipoxia, por ejemplo), las alteraciones de las corrientes iónicas puede conducir a la despolarización. Esta despolarización, por su lado, inactiva parcialmente la INa y la ICa, disminuyendo la propagación de la corriente (i.e., enlenteciendo la conducción). Como resultado, el tejido se vuelve menos excitable (bloqueo incompleto de la conducción) o completamente inexcitable (bloque completo). Otro tipo de anormalidad en la conducción surge por la presencia de una vía aberrante de conducción que representa una alteración anatómica. Un ejemplo de esto es la vía de conducción accesoria que transmite rápidamente el potencial de acción desde las aurículas hacia los ventrículos, saltándose al nodo AV, que normalmente impone un retraso a la conducción. Los pacientes con el síndrome de WolffParkinson-White tienen una vía accesoria llamada haz de Kent. La existencia de una vía alternativa de conducción entre aurículas y ventrículos predispone a los individuos afectados a padecer arritmias supraventriculares. 94 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 21-11Un registro estándar de 12 derivaciones. Los registros fueron obtenidos sincrónicamente, tres derivaciones por vez (I, II y III simultáneamente; aVR, aVL y aVF simultáneamente; V1, V2 y V3 simultáneamente; y V4, V5 y V6 simultáneamente). Un pulso de calibración de 1 mV y 200 ms es visible a la izquierda de cada una de las tres filas. Las derivaciones están indicadas en los trazados. (Gracias a la División de Cardiología, Universidad de Maryland, Escuela de Medicina, por obtener este registro de ECG.) Bloqueo parcial (o incompleto) de la conducción Existes tres tipos principales de bloqueos parciales de la conducción: conducción enlentecida, bloqueo intermitente y bloqueo unidireccional. Vamos a retrasar la discusión sobre el bloqueo unidireccional hasta que hayamos considerado al fenómeno de reentrada. En la conducción enlentecida, el tejido conduce todos los impulsos, pero más lentamente que lo normal. El bloqueo AV de primer grado refleja un enlentecimiento de la conducción a través del nodo AV. En un ECG, el bloqueo AV de primer grado aparece como un intervalo PR más 95 duradero que lo normal (compare A y B en la figura 21-14). Un segundo ejemplo de bloqueo parcial de la conducción es el bloqueo intermitente, en el cual el tejido conduce algunos impulsos pero no otros. En el nodo AV, el bloqueo intermitente está representado por el bloqueo AV de segundo grado, del cual hay dos tipos. Ambos tipos reflejan el acoplamiento incompleto (i.e., intermitente) de las aurículas con los ventrículos. En el bloqueo tipo Mobitz I (o bloqueo de Wenckebach), el intervalo PR se va alargando gradualmente de un ciclo a otro hasta que el nodo AV falla completamente y no conduce el Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma impulso hacia los ventrículos (Fig. 21-14C). En el bloqueo tipo Mobitz I es común ver que cada tres o cuatro despolarizaciones auriculares aparece una que no es conducida hacia los ventrículos. En el bloqueo tipo Mobitz II, el intervalo PR es constante latido a latido, pero cada un cierto número de despolarizaciones auriculares falta una ventricular. En la figura 21-14D, el primer ciclo cardíaco es normal. De todos modos, la segunda onda P no es seguida por un complejo QRS y una T. Así, podemos decir que cada dos P, un QRS se pierde (bloqueo 2:1). Figura 21-12Estimación del eje del ECG en el plano frontal. Otra forma de bloqueo intermitente de la conducción, llamado bloqueo dependiente de la frecuencia, refleja un estado patológico visto a menudo en las ramas largas del sistema de HisPurkinje. Cuando la frecuencia cardíaca excede cierto nivel crítico, el sistema de conducción ventricular falla, presumiblemente debido a que parte del sistema de conducción carece de tiempo suficiente para repolarizarse. Con la falla intermitente del sistema de His-Purkinje, los impulsos se propagan de manera lenta e ineficiente a través de los miocitos ventriculares no especializados en conducción. Esta falla, sea intermitente o continua, se denomina bloque de rama y aparece en el ECG como ensanchamientos intermitentes del complejo QRS (Fig. 21-14E). Dado que este bloqueo impide la propagación coordinada del potencial de acción a través de los ventrículos, la contracción resultante pierde algo de eficiencia. Bloqueo completo de la conducción En el bloqueo completo, o bloqueo AV completo, ningún impulso se conduce a través del área afectada, en ninguna dirección. Por ejemplo, el bloqueo completo en el nodo AV impide que cualquier impulso supraventricular gatille una contracción ventricular. Así, el bloqueo del nodo 96 Sección IV • El sistema cardiovascular AV separa eléctricamente a las aurículas de los ventrículos, logrando que ambos ventrículos estén bajo el control de sus propios ritmos marcapasos. Esta situación es conocida como disociación AV. Los únicos marcapasos ventriculares disponibles para iniciar la contracción ventricular son las fibras de Purkinje, las cuales son poco fiables y notoriamente lentas. Así, el gasto cardíaco puede disminuir junto con la presión sanguínea. La disociación AV también puede constituir una emergencia médica, y la colocación de un marcapasos puede salvar la vida del paciente. En un ECG, el bloqueo completo se ve como ondas P regularmente separadas (i.e., el nodo SA regula la contracción auricular) y complejos QRS irregularmente separados, de baja frecuencia y sin una relación fija con las ondas P (Fig. 21-14F). Infarto de miocardio El infarto agudo de miocardio, o ataque cardíaco, comienza con la oclusión de una arteria coronaria. La región del miocardio irrigada por esa arteria coronaria se ve deprivada de oxígeno y sus células morirán a menos que se restaure en poco tiempo el flujo sanguíneo. Durante las etapas iniciales, las células miocárdicas se encuentran eléctricamente activas pero su función se altera, produciendo cambios característicos en el ECG. Un bloqueo completo pero transitorio del flujo sanguíneo al miocardio – incluso aunque este no lleve a la muerte celular- puede conducir a cambios en el patrón normal del ECG, similares a aquellos que se ven durante la fase aguda del infarto de miocardio. Debido a que el flujo sanguíneo es regional, las áreas que se infartan también son regionales. Así, el médico puede observar mejor los cambios en la actividad eléctrica al examinar derivaciones específicas del ECG que proveen una mejor vista del área de miocardio involucrada. El primer cambio eléctrico asociado a un infarto agudo de miocardio son las ondas T picudas, seguido poco tiempo después por la inversión de la onda T. Estos cambios en la onda T son inespecíficos para el infarto y son reversibles si el flujo sanguíneo se restaura. El próximo cambio, y uno de los más característicos del infarto de miocardio, es la elevación del segmento ST. Este cambio ocurre porque los miocitos más cercanos al epicardio se despolarizan por la injuria celular anóxica, pero aun siguen conectados eléctricamente. Volviendo al modelo de dos células (Fig. 21-13A), consideremos la célula de la izquierda (célula A) como una célula normal y a la célula de la derecha (célula B) como una célula dañada. La figura 21-13B muestra la corriente extracelular, la cual es proporcional a las diferencias en el potencial de acción de las dos células mostradas en la figura 21-13A. Dado que la célula B tiene un potencial de reposo más positivo que la célula A, pero la misma meseta durante el potencial de acción, la diferencia de voltaje entre ambas células está deprimida durante todo el ciclo, excepto durante el segmento ST –haciendo que el segmento ST parezca elevado. Este es también un cambio del ECG que uno ve en un infarto de miocardio. Períodos breves de espasmos coronarios también pueden producir elevación del segmento ST, presumiblemente por el mismo mecanismo. La reperfusión rápida de las arterias coronarios luego del bloqueo agudo puede conducir a la recuperación de las células miocárdicas, como lo indica la naturaleza efímera de los cambios del ECG. La isquemia sin la muerte celular debido a una oclusión fija (causado por un trombo aterosclerótico, por ejemplo) se encuentra frecuentemente asociada a cambios en el ECG, típicamente cambios en el segmento ST y la onda T. Sin embargo, estos cambios son bastante variables, presumiblemente provocados por la alteración en la duración de los potenciales de acción en las regiones afectadas. Los pacientes que experimentan dolor torácico (angina) debido al flujo coronario disminuido, frecuentemente tienen cambios en el ECG durante el episodio anginoso, que incluye depresión del segmento ST y la inversión de la onda T. En la necrosis celular, el ECG muestra típicamente ondas Q profundas (una deflexión grande y negativa al principio del complejo QRS). Las ondas Q se desarrollan en aquellas derivaciones superpuestas o cercanas a la región del infarto. Las ondas Q indican un área del miocardio que se ha convertido en tejido eléctricamente silente. Debido a que los potenciales de acción no se pueden propagar hacia el área infartada, el vector resultante se aleja de las áreas remanentes. El resultado es una deflexión negativa en el ECG en determinadas derivaciones. Así, un infarto de la pared inferior desarrolla ondas Q profundas en las derivaciones II, III y aVF. Un infarto que afecta la pared muscular anterior del corazón desarrollará ondas Q profundas en algunas de las derivaciones precordiales (desde V1 hasta V6). No todos los infartos crean ondas Q profundas; los únicos cambios visibles pueden ser la inversión de la onda T y la depresión del segmento ST. Clínicamente, estos infartos se comportan como infartos incompletos, y los pacientes están bajo el riesgo de un segundo evento “completo”. De esta manera, estos pacientes son investigados y tratados agresivamente para prevenir un futuro infarto. Reentrada Un foco independiente con actividad marcapasos puede desarrollarse como consecuencia de problemas en la conducción. Esta clase de alteraciones en la conducción se denomina reentrada (o excitación reentrante o 97 movimiento circular). Es una de las cusas principales de arritmias. Ocurre cuando una onda de despolarización viaja en círculo sin un fin aparente. Las reentradas tienen tres requerimientos: (1) un circuito cerrado, (2) una Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma Figura 21-14Electrocardiogramas patológicos. En E, se ve un bloqueo de rama derecha en las derivaciones precordiales V1 y V2 y un bloqueo de rama izquierda en las derivaciones V5 y V6. 98 Sección IV • El sistema cardiovascular región de bloqueo unidireccional (al menos brevemente) y (3) una velocidad de conducción de potenciales de acción suficientemente lenta a través del circuito. Figura 21-13Modelo de dos células para el infarto de miocardio. En A, la célula B dañada (registro azul) tiene un potencial de reposo menor, pero la meseta de su potencial de acción está al mismo nivel que la de la célula normal A (registro verde). En B, luego de que se quitaran los registros de A, la elevación aparente del segmento ST es la misma que la diferencia en los potenciales de reposo. Antes de considerar a la reentrada, debemos discutir una anomalía de la conducción que es esencial para las reentradas: el bloqueo unidireccional. El bloqueo unidireccional es un tipo de bloqueo parcial de la conducción en el cual los impulsos viajan en una dirección pero no pueden hacerlo en la contraria. Los bloqueos unidireccionales pueden surgir como resultado de una despolarización local o debido a cambios patológicos en la anatomía funcional. El tejido cardíaco normal puede conducir impulsos en ambas direcciones (Fig. 21-15A). De todos modos, luego de lesiones anatómicas asimétricas, muchas más células sanas quedan de un lado de la lesión que del otro. Cuando la conducción de un impulso 99 procede en dirección desde donde hay mayor cantidad de células sanas hacia donde hay menos, la corriente puede ser suficiente como para excitar a las pocas células sanas del lado de la lesión (de derecha a izquierda en la figura 2115B). Por otro lado, cuando la conducción se dirige desde el lado opuesto, las pocas células sanas no son capaces de generar suficiente corriente para excitar a la mayor cantidad de células del otro lado de la lesión (de izquierda a derecha en la figura 21-15B). El resultado es un bloqueo unidireccional. Retornemos ahora al problema de la reentrada. Imaginemos que un impulso viaja a través de una bifurcación de las fibras de Purkinje y alcanza a un grupo de miocitos ventriculares –un circuito de conducción cerrado (Fig. 21-15C). En el tejido sano, las zonas refractarias previenen la reentrada de los impulsos desde la derecha hacia la izquierda y viceversa. Ahora introducimos una lesión que provoca un bloqueo unidireccional en la conducción en la rama izquierda de la bifurcación de las fibras de Purkinje. Cuando el impulso alcanza la bifurcación, se propaga en ambas direcciones (Fig. 21-15D, paso 1). Sin embargo, el impulso no puede seguir por el lado izquierdo debido al bloqueo. La corriente baja por el lado derecho estimulando a las células siguientes (Fig. 21-15D, paso 2) y dejando atrás a otras en período refractario. Cuando el impulso alcanza al músculo ventricular, comienza a viajar en sentido inverso por el lado dañado (paso 3). En este punto, las células normales del lado derecho aún están en período refractario. El impulso finalmente alcanza a las células dañadas del lado izquierdo y viaja en sentido retrógrado, alcanzando y pasando por la región del bloqueo unidireccional (paso 4). Finalmente, la corriente de despolarización alcanza nuevamente la bifurcación (paso 5). Como ya ha pasado suficiente tiempo como para que las células de la bifurcación y las del lado derecho se recuperen de su período refractario, el impulso ahora puede viajar retrógradamente del lado izquierdo y anterogradamente en el lado derecho. Si este movimiento de reentrada (pasos 2→ 5→ 2, y así sucesivamente) continua, la frecuencia de la reentrada generalmente supera a la del marcapasos sinusal (frecuencia del paso 1) y es responsable de diversas taquiarritmias, dado que Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma el marcapasos más rápido configura la frecuencia cardíaca. Las reentradas pueden ser responsables de las taquicardias auriculares y ventriculares, de las fibrilaciones auriculares y ventriculares y de muchas otras arritmias. Las reentradas pueden ocurrir en circuitos grandes (Fig. 21-5D) o en circuitos pequeños de células miocárdicas. Vías accesorias de conducción El síndrome de Wolff-Parkinson-White (WPW), mencionado brevemente antes, es un ejemplo común de vía de conducción accesoria, que en este caso provee un cortocircuito (i.e., haz de Kent) al nodo AV. La vía accesoria rápida no está compuesta por fibras de Purkinje, sino por células musculares. Ellas conducen el potencial de acción directamente desde las aurículas hacia el septum ventricular, despolarizando algunas de las células musculares septales antes de lo que lo harían por la vía normal más lenta del nodo AV. Como resultado, la despolarización ventricular se extiende por más tiempo que una despolarización normal, dando como producto un complejo QRS más ancho. La dirección general de la despolarización ventricular es inversa, así, los eventos que normalmente subyacen a la onda Q del complejo QRS tienen un eje opuesto al que se ve normalmente. La despolarización temprana, o la preexitación, aparece como una onda delta pequeña y positiva al comienzo del complejo QRS (Fig. 21-14G). Sumado a esto, dado que el tiempo entre la despolarización auricular y la ventricular (i.e., el comienzo de la onda delta) es menor, el tiempo entre la onda P y el complejo QRS se ve acortado. El haz aberrante en el síndrome de WPW también establece un “loop” que puede satisfacer los requerimientos para una reentrada y eventualmente asociarse a una taquicardia supraventricular. Aunque por lo general es una condición benigna, el síndrome de WPW está asociado con al menos un evento de taquicardia supraventricular en al menos el 50% de los individuos afectados. Las dos taquicardias supraventriculares más comunes en esta población son la taquicardia paroxística supraventricular y la fibrilación auricular (descripta luego). La taquicardia paroxística supraventricular (TPSV) es una taquicardia regular con una frecuencia ventricular que usualmente supera los 150 latidos por minuto. Dado que la despolarización ventricular sigue ocurriendo por las vías habituales, el complejo QRS se ve normal. Si, durante un episodio de TPSV, la dirección de la reentrada es reversa (i.e., anterógrada por la vía accesoria y retrógrada por el nodo AV), la forma del complejo QRS puede ser anormal. Este rearreglo puede producir una TPSV con un complejo QRS más ancho y bizarro dado que la despolarización ventricular no ocurre por la vía normal. Un pequeño número de personas con el síndrome de WPW tienen más de una vía accesoria, por lo que pueden desarrollarse múltiples circuitos de reentrada. 100 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 21-15 Conducción anormal. Fibrilación Durante una fibrilación, se presentan muchas regiones de actividad eléctrica reentrante que crean un caos y se asocian a una actividad mecánica inútil. La fibrilación auricular (Fig. 2114H) se encuentra comúnmente en pacientes ancianos, a veces asociada a enfermedades de la válvula mitral o de las arterias coronarias, pero a menudo sin evidencia de enfermedad cardíaca subyacente. El “loop” de reentrada en las aurículas se mueve rápidamente, generando un rápida sucesión de potenciales de acción – alrededor de 500 por minuto. Este circuito de reentrada aberrante se vuelve fácilmente el marcapasos más rápido del corazón, sobreponiéndose al nodo sinusal y bombardeando con estímulos al AV. Afortunadamente, el nodo AV no puede 101 repolarizarse tan rápido como para dejar pasar a todos los estímulos. Solo algunos logran pasar hacia los ventrículos, dando como resultado la aparición de complejos QRS con una frecuencia irregular y la ausencia de ondas P. La línea de base entre los complejos QRS parecería recta o mostrar fluctuaciones muy rápidas y pequeñas. Aunque solo algunos impulsos auriculares logran pasar a los ventrículos, la frecuencia ventricular suele ser, de todos modos, bastante alta. Dado que el papel de las aurículas es el de actuar como bombas de refuerzo, muchos pacientes toleran la fibrilación auricular e incluso ni notan que la tienen. En cambio, otros pueden verse afectados por la pérdida de la “patada auricular”, particularmente las personas mayores con una enfermedad cardíaca coexistente. En lo posible, Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma se debe intentar llevar nuevamente a ritmo sinusal a la mayoría de los pacientes, ya sea por medios químicos o eléctricos. Si esto no es posible, se debe intentar disminuir la velocidad de conducción a través del nodo AV. Por ejemplo, los compuestos digitálicos incrementan la estimulación parasimpática y disminuyen la simpática en el nodo AV, disminuyendo la velocidad de conducción y así reduciendo la frecuencia ventricular. Los bloqueantes β adrenérgicos o los bloqueantes de los canales de Ca2+ son utilizados para el control de la frecuencia ventricular. La fibrilación ventricular (Fig. 21-14I) es una emergencia médica que amenaza la vida. El corazón, bajo esta condición, es incapaz de eyectar sangre, ya que los ventrículos no pueden bombear si no tienen una despolarización adecuada. Las alteraciones del automatismo pueden originarse en el nodo sinusal o en focos ectópicos El automatismo de cualquier tejido cardíaco puede cambiar. Las células marcapasos pueden experimentar alteraciones e incluso desaparición de la automaticidad. Contrariamente, otras células que normalmente no poseen automaticidad (el músculo ventricular, por ejemplo) pueden volverse marcapasos ectópicos. Estas alteraciones de la automaticidad representan la segunda categoría de arritmias cardíacas. Figura 21-16 Automaticidad anormal en el músculo ventricular. Los registros en esta figura son ideales. En A, el potencial de acción prolongado mantiene la INa inactiva, pero permite que la ICa y la IK interactúen produciendo así una despolarización espontánea –la posdespolarización temprana. En B, la posdespolarización alcanza el umbral, gatillando una secuencia de potenciales de acción marcapasos lentos que generan extrasístoles. Actividad gatillada dependiente de la despolarización Si el potencial diastólico máximo se hace menos negativo, el Vm se acerca más al potencial umbral y puede generarse actividad marcapasos en tejidos cardíacos que de otra manera no expresarían actividad marcapasos. El desarrollo de la actividad gatillada dependiente de la despolarización depende de la interacción de la corriente de Ca2+ (ICa) y la corriente repolarizante de K+ (IK). Este mecanismo puede producir una actividad marcapasos más rápida en el nodo SA o AV, provocando que se acelere su frecuencia de descarga. También puede incrementar la frecuencia marcapasos intrínseca de las células de Purkinje, que normalmente tienen una frecuencia muy baja. La actividad gatillada dependiente de la despolarización es particularmente importante en los tejidos no-marcapasos (el músculo ventricular, por ejemplo), que normalmente no exhiben 102 Sección IV • El sistema cardiovascular despolarización diastólica espontánea. Los factores que normalmente producen la prolongación del potencial de acción pueden provocar arritmias por actividad gatillada. Durante la fase de repolarización, INa se mantiene inactivada debido que la célula está despolarizada (Fig. 21-16A). Por otro lado, la ICa ya tuvo suficiente tiempo para recuperarse desde su inactivación y –dado que la célula sigue despolarizada- provoca una lenta deflexión conocida como positiva en el Vm posdespolarización precoz. Eventualmente, la IK se incrementa y retorna el Vm a su potencial de reposo. Estas posdespolarizaciones precoces, si son mayores que la mostrada en la figura 21-16A, pueden disparar una extrasístole. Las extrasístoles ventriculares aisladas (conocidas por varios nombres, como contracciones ventriculares prematuras) pueden aparecer en individuos normales. Las alteraciones en el metabolismo celular del Ca2+ (discutido en la próxima sección) pueden aumentar la tendencia a que aparezcan potenciales de acción prolongados y que estos produzcan una extrasístole. Irónicamente, una clase de fármacos utilizados para tratar las arritmias, puede volverse arritmogénico al producir posdespolarizaciones precoces. Por ejemplo, la quinidina puede producir este efecto adverso peligroso, presumiblemente al inhibir los canales de Na+ y algunos de K+, prolongando así el potencial de acción muscular. Más de una extrasístole –una secuencia de extrasístoles (Fig. 21-16B)- es patológica. Una secuencia de tres o más extrasístoles ventriculares es el requerimiento mínimo para el diagnóstico de taquicardia ventricular. Esta arritmia amenaza la vida dado que puede degenerar en fibrilación ventricular (Fig. 21-14I), la cual está asociada a un gasto cardíaco nulo. La frecuencia cardíaca en la taquicardia ventricular es mucho más rápida que la normal, usualmente entre 120 y 150 (o más) latidos por minuto. El marcapasos que dirige la taquicardia se encuentra en los propios ventrículos. La frecuencia ventricular durante este tipo de taquicardias puede ser tan alta que el corazón pierde eficiencia como bomba. Síndrome del QT largo (SQTL) Los pacientes con SQTL tienen potenciales de acción ventriculares 103 largos y son propensos a arritmias ventriculares. En particular, estos pacientes son susceptibles a una taquicardia ventricular llamada torsades de pointes, o “torsión de puntas”, en la cual los complejos QRS parecería que siguen un espiral alrededor de la línea de base, cambiando continuamente sus ejes y su amplitud. El SQTL puede ser congénito o adquirido. La forma congénita puede involucrar mutaciones de los canales de Na+ o K+. La forma adquirida, que es mucho más frecuente, puede resultar de varias alteraciones electrolíticas (especialmente hipopotasemia e hipocalcemia) o de distintos fármacos (algunas drogas antiarrítmicas, antidepresivos tricíclicos y algunos antihistamínicos cuando son tomados en conjunto con ciertos antibióticos, en particular con eritromicina). La sobrecarga de Ca2+ y los cambios metabólicos también pueden causar arritmias Sobrecarga de Ca2+ La sobrecarga de Ca2+ en el corazón puede tener muchas causas potenciales. Un factor frecuente es la intoxicación digitálica. Otra es la despolarización celular asociada a la injuria. La sobrecarga de Ca2+ ocurre cuando la [Ca2+]i se incrementa, provocando que el retículo sarcoplasmático (RS) almacene demasiado Ca2+. Con esta sobrecarga, el RS comienza cíclicamente –y espontáneamente- a liberar y luego recaptar al Ca2+. La liberación puede ser lo suficientemente grande como para estimular al canal no selectivo de cationes activado por Ca2+ y al intercambiador Na-Ca. Estas fuentes de corriente se combinan para producir Iti, una corriente transitoria hacia adentro que produce una posdespolarización tardía. Cuando es lo suficientemente grande, la Iti puede despolarizar a la célula hasta su umbral y producir un potencial de acción espontáneo. Cambios en la conducción dependientes del metabolismo Durante la isquemia y la anoxia tienen lugar muchos eventos celulares, incluyendo una caída en los niveles de ATP intracelular. Esta disminución del [ATP]i activa los canales de K+ sensibles al ATP (KATP), los cuales son abundantes en los miocitos cardíacos. Entonces, Capítulo 21 • Electrofisiología cardíaca y electrocardiograma cuando la [ATP]i cae lo suficiente, los KATP se desinhiben y la célula se vuelve menos excitable (i.e., los KATP ayudan a mantener el Vm cerca del EK). La activación de estos canales quizás explique, en parte, el enlentecimiento o el bloqueo de la conducción que suele ocurrir durante la isquemia cardíaca. Disociación electromecánica Rara vez, los pacientes que fueron reanimados de un paro cardíaco exhiben un fenómeno denominado disociación electromecánica, en el cual la actividad eléctrica del corazón no está acompañada de actividad mecánica. En muchos casos, la base de la disociación electromecánica no se entiende. Sin embargo, en otros casos, la causa es obvia. Por ejemplo, el corazón de un paciente con un gran derrame pericárdico puede presentar actividad eléctrica normal, pero el líquido entre el corazón y el pericardio presiona al corazón (taponamiento cardíaco) y evita un bombeo eficaz. 104 Capítulo 22 • El corazón como bomba CAPÍTULO 22 EL CORAZÓN COMO BOMBA Emile L. Boulpaep EL CICLO CARDÍACO La secuencia de eventos mecánicos y eléctricos que se repite en cada latido se denomina ciclo cardíaco. La duración del ciclo cardíaco es recíproca a la frecuencia cardíaca (FC): 𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷𝐷ó𝑛𝑛 (𝑠𝑠/𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙) = (22-1) 60 (𝑠𝑠/𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚𝑚 ) 𝐹𝐹𝐹𝐹 (𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙𝑙 /min ) Por ejemplo, para una frecuencia cardíaca de 75 latidos/min, la duración del ciclo cardíaco es de 0,8 s (800 ms). El cierre y la apertura de las válvulas cardíacas determinan cuatro fases en el ciclo cardíaco La bomba cardíaca es una bomba de dos tiempos. Como una bomba con un pistón, el corazón alterna entre una fase de llenado y otra de vaciado. En ausencia de enfermedad, la frecuencia de descarga del nodo sinusal determina la duración del ciclo cardíaco; y las propiedades eléctricas del sistema de conducción cardíaco y de la membrana de los miocitos determinan la duración de la contracción y la relajación. La aurícula derecha recibe la sangre con baja concentración de oxígeno desde el retorno venoso sistémico por las venas cavas. La aurícula izquierda recibe la sangre oxigenada desde los pulmones, a través de las venas pulmonares. Ambas aurículas operan más como reservorios que como bombas. Sin embargo, igualmente poseen capacidad contráctil y contribuyen activamente al llenado ventricular (ver la cardiobox “La importancia (y no importancia) de la contracción auricular”). Las válvulas de entrada a los ventrículos se llaman válvulas auriculoventriculares (válvulas AV). Permiten que la sangre fluya en una única dirección, desde las aurículas a los ventrículos. La válvula que se localiza entre la aurícula derecha y el ventrículo derecho se llama válvula tricúspide, ya que tiene tres valvas. La que se localiza entre la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo se denomina válvula mitral, ya que sólo tiene dos valvas y se asemeja a la mitra de los obispos. Las válvulas de salida de los ventrículos se llaman válvulas semilunares. Sólo permiten que la sangre fluya en una única dirección, desde cada ventrículo hacia su arteria de salida. Tanto la válvula pulmonar, localizada entre el ventrículo derecho y la arteria pulmonar, como la válvula aórtica, localizada entre el ventrículo izquierdo y la aorta, tienen tres cúspides. Las válvulas cardíacas se abren pasivamente cuando la presión río arriba (proximal) excede a la presión río abajo (distal); y se cierran pasivamente cuando la presión río abajo excede a la río arriba. El movimiento de las valvas puede ser detectado mediante ecocardiografía; su cierre genera los ruidos cardíacos que pueden ser escuchados con un estetoscopio. El estetoscopio también puede detectar fugas en las válvulas que permiten que la sangre fluya a “contramano” (i.e., regurgitación) o lesiones estenóticas que estrechan la apertura de la válvula, haciendo que la sangre pase por un orificio patológicamente estrecho (i.e., estenosis). Durante ciertas partes del ciclo cardíaco, cuando la sangre pasa por lesiones estenóticas o regurgitantes produce ciertos sonidos, llamados soplos cardíacos. El ciclo cardíaco puede dividirse artificialmente de diversas maneras en fases, sin embargo, desde el punto de vista de los ventrículos y sus válvulas, consideramos cuatro fases: Fase de llenado. La válvula de entrada (auriculoventricular) está abierta y la de salida (sigmoidea) cerrada. Contracción isovolumétrica. Ambas válvulas están cerradas, no hay flujo sanguíneo. 105 Sección IV • El sistema cardiovascular Fase eyectiva. La válvula de salida está abierta, y la de entrada cerrada. Relajación isovolumétrica. Ambas válvulas están cerradas, no hay flujo sanguíneo. La tabla 22-1 resume estas cuatro fases y los eventos claves del ciclo cardíaco. Nótese que los mismos eventos ocurren tanto del lado derecho como del izquierdo del corazón. Es común separar estas fases en dos partes. La sístole incluye las fases 2 y 3, cuando los ventrículos se están contrayendo; la diástole Evento valvular incluye las fases 4 y 1, cuando los ventrículos están relajados. Para una frecuencia cardíaca de 75 (duración del ciclo = 800 ms), la sístole ocupa ~300 ms y la diástole ~500 ms. Con incrementos de la frecuencia cardíaca –y así, con la disminución de la duración del ciclo cardíaco- la diástole se acorta relativamente más que la sístole. Por conveniencia, la enumeración de los eventos de la tabla 22-1 comienza apenas después del inicio de la diástole, con la apertura de las válvulas AV y el consecuente llenado ventricular. Evento en cámara cardíaca Apertura de las válvulas AV (tricúspide y mitral) Llenado ventricular rápido Disminución del llenado; diastasis Contracción auricular Cierre de las válvulas AV (tricúspide y mitral) Contracción ventricular isovolumétrica (con todas las válvulas cerradas) Apertura de las válvulas semilunares (pulmonar y aórtica) Eyección ventricular rápida Disminución de la eyección ventricular Cierre de las válvulas semilunares (pulmonar y aórtica) Relajación ventricular isovolumétrica (con todas las válvulas cerradas) Apertura de las válvulas AV (tricúspide y mitral) Fase 1 Diástole 1 Diástole 1 Diástole 2 Sístole 3 3 Sístole Sístole 4 Diástole Tabla 22-1 Eventos del ciclo cardíaco Cambios en el volumen, presión y flujo ventricular acompañan a las cuatro fases del ciclo cardíaco La figura 22-1 muestra los cambios de presión y volumen que ocurren durante un ciclo cardíaco. Las cuatro líneas verticales indican los eventos valvulares, los cuales delimitan el final las cuatro fases definidas anteriormente. El cierre de la válvula AV termina la fase 1. La apertura de la válvula semilunar termina la fase 2. El cierre de la válvula semilunar termina la fase 3. 106 La apertura de la válvula AV termina la fase 4. La forma de los trazados de presión para el lado derecho del corazón (Fig. 22-1A) y para el lado izquierdo (Fig. 22-1B) son similares, excepto que las presiones del lado derecho son menores. En ambos casos, el registro comienza a mitad de la fase 1, esto es, cuando el llenado va disminuyendo al final de la diástole, período llamado diastasis. Nótese que los cambios de volumen en el ventrículo izquierdo son exactamente los mismos que los del ventrículo derecho, lo que determina que el gasto cardiaco de ambos coincida. Con fines didácticos, nos enfocaremos en los registros del ventrículo izquierdo. Capítulo 22 • El corazón como bomba Período de diastasis (Mitad de fase 1) Durante la diastasis, la válvula mitral está abierta, pero existe poco flujo entre la aurícula y el ventrículo; el volumen ventricular aumenta muy de a poco y llega casi a una meseta. La presión en la aurícula y el ventrículo aumenta lentamente. La presión en la aurícula, dada la baja resistencia de la válvula auriculoventricular, es muy similar a la presión del ventrículo mientras que esta se encuentre abierta. La onda P del ECG, que representa la despolarización auricular, ocurre al final de esta fase. Contracción auricular (Final de fase 1) Inmediatamente luego de la onda P sucede la contracción auricular, que causa que una cantidad variable de sangre ingrese al ventrículo. En una persona en reposo, la contracción auricular transfiere ~20% del volumen de sangre que luego va a ser eyectado por el ventrículo (es decir, la descarga sistólica). Durante el ejercicio, puede aumentar a un 40%. La contracción auricular causa un ligero aumento de presión en la aurícula al igual que en el ventrículo. Durante éste período, la presión aórtica va disminuyendo, a medida que la sangre fluye hacia la periferia. Contracción isovolumétrica (Fase 2) Cuando el ventrículo comienza a despolarizarse, tal como se evidencia por el complejo QRS en el electrocardiograma, la sístole comienza. El ventrículo se contrae, y pronto la presión en su interior supera la de la aurícula (primer cruce de las líneas azul y naranja en el registro de presión de la figura 22-1B).Como resultado la válvula mitral se cierra. La válvula aórtica sigue cerrada aún. Así, el ventrículo se contrae con sus dos válvulas cerradas. El resultado es una contracción isovolumétrica con un aumento muy rápido de la presión intraventricular, la cual, eventualmente, supera a la de la aorta (primer cruce de las líneas azul y roja en el registro de presión) y causa que la válvula aórtica se abra. Eyección ventricular (Fase 3) Cuando la válvula aórtica se abre, la fase de eyección comienza. Durante la primera parte de la fase 3 (eyección rápida), la presión ventricular continúa elevándose, junto con la presión aórtica, la cual al principio es apenas menor. Acompañando a este aumento en la presión aparece una caída importante en el volumen ventricular a medida que la sangre fluye hacia la aorta. La presión aórtica sigue aumentando y eventualmente excede a la ventricular (segundo cruce entre las líneas azul y roja en el registro de presión), luego de ese momento, ambas presiones comienza a disminuir. A pesar de que la presión aórtica supera la ventricular, la válvula aórtica continúa abierta y existe algo de flujo; esto es así por la inercia de la sangre. Durante la última parte de la fase 3 (diminución de la eyección), el descenso del volumen ventricular disminuye en intensidad y tanto la presión ventricular como aórtica, caen. Durante toda la fase de eyección, alrededor de 70 mL de sangre son eyectados hacia la aorta, quedando unos 50 mL en el ventrículo (volumen residual). Relajación isovolumétrica (Fase 4) Al final de la fase de eyección, el flujo a través de la válvula aórtica cae a valores extremadamente bajos hasta que incluso, durante un período muy breve de tiempo antes de que se cierre la válvula aórtica, revierte su dirección (i.e., flujo negativo o retrógrado). En éste punto, la válvula aórtica se cierra, definiendo el inicio de la diástole. A medida que el flujo sanguíneo en la aorta se vuelve apenas positivo de nuevo, aparece una pequeña deflexión en el registro de presión aórtica. El resultado es la incisura aórtica (“dicrotic notch”) (del griego dikrotos, “doble latido”) el cual interrumpe la caída gradual de la presión aórtica. Debido a que tanto la válvula mitral como la aórtica están cerradas, y la sangre no puede ingresar ni abandonar el ventrículo, este período se llama relajación isovolumétrica. La presión cae rápidamente en el ventrículo. Llenado ventricular rápido (Comienzo de la fase 1) Cuando la presión ventricular cae por debajo de la presión auricular (segundo cruce entre las líneas azul y naranja en el trazado de presión de la figura 22-1B), la válvula mitral se abre. Inmediatamente después, el volumen ventricular comienza a aumentar rápidamente (Fig. 22-1B, parte inferior). Durante éste periodo de llenado ventricular rápido, la presión auricular y ventricular evolucionan en paralelo. 107 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 22-1 Presiones y volúmenes ventriculares durante un ciclo cardíaco. En A, el lado derecho del corazón. En B, el lado izquierdo. El recuadro a la izquierda muestra el sitio donde se localizan los catéteres para los registros del lado derecho del corazón. El llenado comienza a enlentecerse, llegando a la diastasis nuevamente, con la cual comenzamos la descripción. Así, la diástole incluye tanto al período de llenado rápido como a la diastasis. Como se mencionó previamente, la duración de la diástole se acorta a medida que aumenta la frecuencia cardíaca, al principio a expensas de acortar el período de llenado “lento” (i.e., diastasis). Durante el llenado ventricular rápido, la válvula aórtica continúa cerrada. Como la sangre fluye hacia la periferia debido en parte al retroceso elástico de la aorta, la presión en ella disminuye y continúa haciéndolo durante el resto de la diástole. 108 El electrocardiograma, fonocardiograma y ecocardiograma siguen el patrón cíclico del ciclo cardíaco Acompañando al patrón cíclico básico de cambios de presión y volumen también suceden cambios mecánicos, eléctricos, acústicos y ecocardiográficos. La figura 22-2 ilustra éstos eventos para el lado izquierdo del corazón y la circulación sistémica. Nótese que la presión registrada en la parte superior de la figura 22-2 comienza con la contracción auricular, éstos es, ligeramente más tarde que en la figura 22-1. Capítulo 22 • El corazón como bomba La importancia (y no importancia) de la contracción auricular La importancia relativa de la contracción auricular para la función cardíaca es evidente en pacientes que desarrollan fibrilación auricular, una arritmia asociada a la pérdida de la “patada auricular”. En la fibrilación auricular, una actividad eléctrica caótica bombardea a la aurícula con una frecuencia de unos 500 impulsos por minuto o más en todas las direcciones, evitando que el músculo auricular pueda contraerse de manera adecuada. Como consecuencia, la aurícula fibrila –se ve como una bolsa de gusanos retorciéndose. En personas sin otros problemas cardíacos, la pérdida de la contracción auricular usualmente no causa signos ni síntomas en reposo, más allá de la sensación de latidos irregulares y rápidos. De todos modos, si el paciente ya tiene un corazón comprometido (como por ejemplo, por compromiso isquémico, hipertensión prolongada o estenosis mitral), o si el paciente tiene otras enfermedades (por ejemplo enfisema crónico), la pérdida de la contracción auricular puede reducir significativamente el gasto cardíaco. Los médicos pueden tratar a los pacientes con una función cardíaca por demás normal de una manera no muy agresiva, o sí –teniendo en mente que los pacientes con fibrilación auricular tienen alto riesgo de desarrollar trombosis auricular y embolismos que pueden provocar un ACV. En los pacientes con el corazón comprometido, la cardioversión eléctrica o farmacológica de emergencia puede ser necesaria. Flujo sanguíneo aórtico El flujo sanguíneo desde el ventrículo hacia la aorta ascendente aumenta rápidamente durante la fase de eyección rápida del ventrículo izquierdo. El pico del flujo aórtico define el comienzo de la fase de flujo decreciente. Ver figura 22-2, segundo panel. Pulso venoso yugular El tercer panel de la figura 22-2 muestra el pulso venoso yugular, comparándolo en el tiempo con los demás eventos. Discutiremos el pulso venoso yugular más adelante en éste capítulo. Electrocardiograma El ECG comienza justo a la mitad de la onda P (despolarización de las aurículas). El complejo QRS (despolarización de los ventrículos) es el preludio del aumento de la presión en los ventrículos. La onda T (repolarización de los ventrículos) ocurre durante la fase de flujo decreciente. Ver figura 22-2, cuarto panel. Fonocardiograma y ruidos cardíacos La apertura y el cierre de las válvulas es acompañado por sonidos llamados ruidos cardíacos, que puede ser escuchados fácilmente con un estetoscopio o registrado con un estetoscopio digital y almacenados como un fonocardiograma (Tabla 22-2). Las frecuencias de los sonidos cardíacos son bajas generalmente (110 a 180 Hz), comparadas con las frecuencias más altas (180 a 500 Hz) de los soplos cardíacos, que resultan de la turbulencia. Cada una de las líneas punteadas verticales de la figura 22-2 indica el movimiento de un par de válvulas, uno del lado derecho y otro del izquierdo. Así, dos válvulas pueden contribuir para generar un único ruido cardíaco, aunque los dos componentes pueden ser eventualmente escuchados por separado. El fonocardiograma de la figura 22-2 muestra como ocurren en el tiempo los dos ruidos cardiacos fisiológicos (S1 y S2), así también otro sonidos (S3 y S4) que son escuchados ocasionalmente. Ver figura 22-2, quinto panel. Los ruidos fisiológicos S1 y S2 se escuchan luego del cierre de las válvulas cardíacas: La mitral y tricúspide para S1, y la aórtica y pulmonar para S2. Sin embargo, la aposición de las valvas durante el cierre (i.e., “portazo de la válvula”), no es lo que genera el sonido. En su lugar, son las vibraciones producidas por el aumento repentino de tensión en las válvulas AV y en la pared ventricular adyacente lo que produce el primer ruido cardíaco, S1. De forma similar son las vibraciones de la pared de los grandes vasos y la columna lo que produce el segundo ruido cardíaco, S2, luego del cierre las válvulas semilunares. Estas vibraciones se propagan a lo largo del tejido adyacente hacia la pared torácica donde uno puede normalmente oír el primer y segundo ruido usando un estetoscopio. S1 es generalmente más fuerte, largo y de menor frecuencia que S2. Aunque las cuatro líneas verticales que definen las cuatro fases del ciclo cardíaco son similares a cada lado del corazón, no coinciden perfectamente una con otra, como podemos ver si comparamos la figura 22-1 A y B. Por ejemplo, la válvula aórtica se cierra antes que la pulmonar. 109 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 22-2 Eventos mecánicos, eléctricos, acústicos y ecocardiográficos durante el ciclo cardíaco. En la parte superior se repite la figura 22-1B pero con tres modificaciones: (1) El ciclo cardíaco comienza con la contracción auricular; (2) la fase 1 del ciclo cardíaco tiene tres partes, llenado ventricular rápido, lento y sístole auricular; y (3) la fase tiene dos partes, eyección ventricular rápida y decreciente. Esta diferencia es la que produce el desdoblamiento fisiológico de A2 (i.e., aórtica) y P2 (i.e., pulmonar), componentes del segundo ruido cardíaco. Como veremos más adelante, la inspiración acentúa el desdoblamiento de S2. También cambios patológicos pueden exagerar las diferencias entre el lado derecho e izquierdo del corazón (por ejemplo, el bloqueo de de rama derecha puede desdoblar el primer ruido en sus dos componentes, M1y T1). Con el aumento de rigidez de la válvula mitral, visto en la estenosis mitral, la apertura de esta válvula puede producir un sonido adicional, un chasquido de apertura (CA), en la diástole temprana (i.e., protodiástole) justo después del S2. En algunos individuos normales, particularmente niños, se puede escuchar un tercer ruido fisiológico (S3). S3 ocurre en la diástole temprana cuando el rápido llenado de los ventrículos 110 produce una vibración en las paredes que tienen una distensibilidad limitada. El S3 también puede ser escuchado en adultos cuando el ventrículo está tan sobrecargado de volumen al final de la sístole que el volumen de ~70 mL que ingresa durante la diástole lleva al ventrículo a un volumen en el cual su complacencia es muy baja. El S3 puede originarse tanto en el ventrículo izquierdo como el derecho. Un ritmo de galope está compuesto por tres ruidos cardíacos que juntos suenan como el galope de un caballo. Así, la suma de un S3 a los ruidos fisiológicos S1 y S2 crea una secuencia de tres ruidos, S1-S2-S3, que es llamado galope protodiastólico o galope ventricular. Cuando está presente, el cuarto ruido, S4, coincide con la contracción auricular. Es usualmente escuchado en condiciones en las cuales una contracción auricular inusualmente vigorosa se combina con un ventrículo izquierdo Capítulo 22 • El corazón como bomba con baja complacencia. La adición de un S4 produce otra secuencia de tres sonidos, S4-S1-S2, que también genera un ritmo de galope conocido como galope presistólico o galope auricular. anterior y posterior de la válvula mitral aumenta durante la contracción auricular. Las valvas se juntan al principio de la fase 2 y permanecen unidas hasta que la fase de llenado ventricular rápido ocurra en la protodiástole, cuando la separación entre las valvas es máxima. Durante la fase de llenado ventricular lento, las valvas vuelven a juntarse hasta la próxima contracción auricular. Ecocardiograma Ya hemos discutido ecocardiograma en el capítulo 17. El ecocardiograma en el panel 6 de la figura 22-2 muestra que la separación entre las valvas Ruido S1 Evento asociado Primer ruido (suena como lub) Cierre de las válvulas mitral y tricúspide Dos componentes: mitral M1 y tricuspídeo T1 S2 Segundo ruido cardíaco (suena como dub) Cierre de las válvulas aórtica y pulmonar Dos componentes: aórtico (A1) y pulmonar (P2) CA Chasquido de apertura Apertura de válvula mitral estenosada S3 Tercer ruido cardíaco Galope de llenado diastólico protodiastólico ventricular S4 Cuarto ruido cardíaco Ruido auricular que genera un galope auricular o presistólico o galope Tabla 22-2 Los ruidos cardíacos El ciclo cardíaco causa ondas de flujo en la aorta y los vasos periféricos Con el cierre y la apertura de las válvulas de salida del corazón, el flujo sanguíneo y la velocidad de la sangre a través de estas válvulas oscila desde un número cercano al cero cuando las válvulas están cerradas, hasta valores altos cuando las válvulas están abiertas. El flujo sanguíneo en el arco aórtico oscila entre valores ligeramente negativos y altamente positivos (Fig. 22-3A, panel 1). La presión en el arco aórtico oscila prácticamente entre 80 y 120 mmHg (Fig. 22-3B, panel 1) aunque estos valores varían entre los individuos. Los cambios fásicos entre la presión y el flujo ocurren también en las arterias periféricas. La presión arterial es usualmente medida en una arteria grande, como la arteria braquial. Debido a que una caída de presión muy pequeña ocurre entre la aorta y dicha arteria, la presión sistólica y diastólica medidas, así como la presión de pulso, se aproximan mucho a la aórtica. Si los vasos sanguíneos fueran tubos rígidos, su resistencia (R) sería entonces constante y, si además, la presión impulsora (∆P) también fuera constante durante el ciclo, podríamos describir el ciclo cardíaco por una simple relación, muy similar a la ley de Ohm. Sin embargo, debido a que los vasos sanguíneos son distensibles (de modo que la R varía con la presión) y debido a que tanto la presión aórtica como el flujo varían durante el ciclo cardíaco, no podemos describir al sistema de esta manera. En el campo de la hidráulica, los flujos y presiones oscilantes no tienen sólo una amplitud sino también una fase. 111 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 22-3 Perfiles de flujo (A) y presión (B) en la aorta y vasos más pequeños. 112 Capítulo 22 • El corazón como bomba Como resultado, la relación ∆P/F no es más resistencia –una cantidad simple, independiente del tiempo- sino una impedancia mecánica que depende de la clásica “resistencia” así como también de la complacencia y las propiedades inerciales de los vasos y la sangre. 1 Debido a estas propiedades resistivas, complacientes e inerciales, las ondas de presión y flujo en los vasos distales a la aorta no son las mismas que en la aorta. En su lugar, cuanto más lejos se encuentra un vaso desde la aorta, mayores diferencias se encuentran en las ondas de flujo y presión. Arco aórtico Durante la fase de eyección rápida, el flujo pico a través del arco aórtico es marcadamente alto, ~30 L/min (franja beige oscura en la figura 22-3A, panel 1). La velocidad lineal pico es de ~100 cm/s, la cual es probable que alcance el número crítico de Reynolds para la turbulencia. La rápida eyección de sangre también causa un rápido aumento de la presión en la aorta que supera a la del ventrículo (Fig. 223B, panel 1). A pesar de que el gradiente de presión a través de la válvula se revierte, la válvula no se cierra, como se evidencia por el flujo continuo de sangre del ventrículo hacia la aorta. La razón de que el flujo continúe en dirección hacia adelante es el componente inercial del flujo sanguíneo, que representa considerable energía cinética. Eventualmente, la sangre en la aorta se desacelera lo suficiente como para que el flujo se vuelva cero y finalmente negativo (produciendo un reflujo a través de la válvula). Cuando la válvula aórtica se cierra produce la incisura aórtica en el trazado de presión. Aorta toraco-abdominal y grandes arterias Apenas distal al arco aórtico, comienza a ocurrir una transformación de las curvas de flujo y presión. Los registros de los paneles 2 a 4 de la figura 22-3A muestran curvas de flujo para la aorta abdominal y algunas de sus grandes ramificaciones. El flujo pico sistólico se vuelve menor a medida que nos movemos desde la aorta hacia la periferia, como se predice debido a la ramificación de los vasos. De todas maneras, en la 1 NdT: Ver Cardiobox “Impedancia mecánica del flujo sanguíneo” del capítulo 17. aorta abdominal un nuevo fenómeno ocurre. A medida que la aorta elástica –que almacena sangre durante la sístole- libera sangre durante la diástole, un segundo pico de flujo aparece. Nótese que este componente diastólico de flujo es mayor en la aorta abdominal que en las arterias ilíacas más distales y está casi ausente en la arteria femoral. De particular importancia es el considerable flujo diastólico en las arterias carótidas y renales (paneles 5 y 6). El ciclo cardíaco también provoca ondas de presión en la aorta y vasos periféricos Las curvas de presión en la Figura 22-3B muestran que con el incremento de la distancia desde el corazón (paneles 1-4), la porción ascendente de la onda se vuelve más empinada y el pico más estrecho. Debido a que la presión pico gradualmente se incrementa y la presión mínima gradualmente disminuye, la presión de pulso se vuelve mayor. Con el incremento de la distancia desde el corazón, una importante oscilación de presión secundaria aparece durante la diástole (Fig. 22-3B, cuarto panel). Así, aunque las ondas de presión están distorsionadas, no están disminuidas. Aunque pareciese contraintuitivo que la presión arterial pico se incremente a medida que nos alejamos del corazón (i.e., ¿está la sangre fluyendo en contra de un gradiente de presión?), resulta que la presión arterial media cae ligeramente a medida que nos alejamos de este. Arterias y arteriolas terminales En las arterias más pequeñas el flujo debe ser pequeño. Aquí, la tendencia hacia el incremento de la presión pico se revierte. En su lugar, la presión de pulso disminuye por dos razones. Primero, porque se trata de muchos vasos en paralelo con un área total muy grande, la complacencia total se incrementa, aplanando la onda de pulso. Segundo, debido a que estas arterias pequeñas tienen un radio pequeño y una gran resistencia, la presión arterial media debe caer en proporción a su gran resistencia. Así, en contraste a la situación de las arterias grandes, el aplanamiento predomina sobre la distorsión. 113 Sección IV • El sistema cardiovascular Efecto de la distensibilidad aórtica en el flujo sanguíneo Hay un gran componente diastólico del flujo sanguíneo total en las grandes arterias cercanas a la aorta, como las arterias carótidas y renales. Este componente diastólico medible es mayormente el resultado de la alta complacencia de los vasos y la expansión radial que ocurre durante la eyección ventricular. Podemos alcanzar una comprensión intuitiva de la contribución radial al flujo en la aorta y las grandes arterias examinando la capacidad de la aorta de almacenar y entregar energía durante la aceleración y desaceleración del flujo. La figura 22-4 compara dos ramificaciones de un sistema hidráulico que son idénticos en radio y longitud. Una ramificación (la 1) es rígida y hecha de vidrio, la otra (la 2) es elástica y hecha de goma. Ambas ramificaciones terminan en un caño con una resistencia que es análoga a la resistencia arteriolar. Asumimos que la resistencia del caño final es mucho mayor que la del tubo de vidrio o de goma, así podemos ignorar los pequeños cambios en el radio del tubo de goma en la resistencia total. Si aplicamos una presión estable a las dos ramificaciones, el flujo a través de ambas es idéntico (Fig. 22-4A.). Si aplicamos la presión en pulsos cuadrados, el flujo a través de las dos ramas es bastante diferente (Fig. 22-4B). El flujo a través del tubo de vidrio se incrementa instantemente a un valor máximo en el inicio de la onda de presión y luego instantemente cae a cero cuando la presión también lo hace. Así, el gráfico del flujo a través del caño de vidrio refleja perfectamente el gráfico de presión. El flujo a través del tubo de goma tiene un perfil completamente diferente. Durante el intervalo de presión pico, el vaso de goma se dilata gradualmente, almacenando un volumen de fluido. De esta manera, el flujo se incrementa lentamente hasta su máximo valor. Durante el intervalo del ciclo cuando la presión impulsora cae a cero, el vaso de goma expandido entrega su volumen almacenado río abajo, resultando en la existencia de flujo a pesar de la ausencia de la presión impulsora que lo generaba anteriormente. El flujo promediado en el tiempo del tubo de goma es mayor que el del tubo de vidrio. La aorta y los grandes vasos se comportan como el tubo de goma como en la figura 22-4B. La presión oscilante en nuestro modelo (i.e., entre cero y el valor pico) representa la presión ventricular. El mantenimiento del flujo durante la interrupción de la presión inicial es equivalente al flujo continuo de la aorta durante la diástole. La figura 22-4C muestra un modelo mecánico alternativo, esto es Windkessel (del alemán “cámara de viento”), en el cual reemplazamos el tubo de goma con una cámara compresible de aire por encima de la sangre. Ambos modelos ilustrados en la figura 22-4B y C muestran como los vasos sanguíneos distensibles pueden convertir un flujo discontinuo en uno continuo. El también llamado efecto Windkessel del sistema arterial mejora considerablemente la eficiencia de la bomba (i.e., el corazón) porque los vasos son capaces de convertir los picos del flujo fásico de la bomba en un flujo más continuo. 114 Figura 22-4 En A y B, efectos de flujo y presión pulsátiles a través de un vaso complaciente. En C las flechas doradas indican los movimientos análogos a la sístole, y las flechas violetas a la diástole. Capítulo 22 • El corazón como bomba Capilares Cuando la sangre alcanza los capilares, el aplanamiento es tan grande que las pulsaciones normalmente (i.e., oscilaciones de presión) no ocurren–el flujo sanguíneo es continuo. Los capilares pulmonares son una excepción; sus vasos río arriba son cortos y tienen una baja resistencia y alta complacencia. La pulsación de los capilares sistémicos ocurre sólo en casos de un incremento marcado de la presión de pulso como es el caso de pacientes con insuficiencia aórtica o hipertiroidismo, o en casos de vasodilatación periférica generalizada. La distorsión de las ondas de presión es el resultado de su propagación a lo largo del árbol arterial Imaginemos que estamos escuchando el corazón de un paciente con un estetoscopio mientras simultáneamente sentimos el pulso radial cerca de la muñeca. Por cada latido que escuchamos sentimos un pulso. Se sabe que la presión pico en el ventrículo izquierdo ocurre a la mitad entre el primer y el segundo sonido cardíaco pero el retraso entre el punto medio de ambos sonidos y el pico del pulso radial es de ~0,1 s. Las células sanguíneas tardan varios segundos en fluir desde el corazón hasta la muñeca. ¿Por qué, entonces, somos capaces de sentir el pulso tan pronto luego del latido? La respuesta es que los vasos sanguíneos conducen el pulso palpable como una onda de presión. La velocidad lineal de las células sanguíneas –transportadas por la corriente sanguínea- varía entre un metro por segundo en la aorta para hacerse muy pequeña en los capilares. De todas maneras la onda de presión viaja a una velocidad de 5 a 6 m/s en la aorta, incrementándose a 15 m/s en las arterias pequeñas. El siguiente ejemplo ilustra la diferencia entre la onda de presión y la convección. Imaginemos que dos personas están sumergidas en un río, en un momento la persona río arriba emite un sonido abajo del agua. La onda de sonido (como un ejemplo de onda de presión) viaja hacia la persona río abajo con una velocidad que es mucho mayor que la velocidad del agua del río. Podemos ilustrar como las ondas de presión se propagan a lo largo de las arterias al graficar los perfiles de presión arterial de la Figura 22-3B y superponiéndolas una sobre la otra. Las cuatro ondas de presión de la figura 22-5 representan los datos obtenidos simultáneamente en un perro con cuatro catéteres, el primero puesto en el arco aórtico y los otros tres cada diez centímetros río abajo. La propagación río abajo por las grandes arterias está acompañada por una importante distorsión del perfil de presión: la onda se vuelve más estrecha y más alta a medida que nos movemos río abajo. Figura 22-5 Ondas de presión arterial. Estos registros de presión arterial simultáneos son de un perro con los catéteres puestos a 0, 10, 20 y 30 cm desde el arco aórtico. A medida que la onda se mueve río abajo por el vaso, la subida es retrasada, pero el pico es más alto. Efecto de la frecuencia en la velocidad y aplanamiento de la onda La onda de presión moviéndose desde la aorta hacia la periferia es realmente el ensamblado de muchas ondas individuales cada una con su propia frecuencia. Ondas de frecuencia mayor se mueven más rápido y se vuelven más aplanadas que las ondas de baja frecuencia (Fig. 22-6A). La recombinación de estas ondas en un sitio más periférico produce una nueva onda con una forma que es distinta a la onda aórtica original. Efecto de la rigidez de la pared vascular en la velocidad de la onda Si la onda de presión se encuentra con vasos que tienen una pared más rígida, la velocidad de la onda se incrementa (Fig. 22-6B). Contrariamente, con un vaso más complaciente, algo de la energía del pulso de presión se “gasta” en la dilatación del vaso, entonces la onda de presión se esparce y enlentece. Debido a que el envejecimiento causa 115 Sección IV • El sistema cardiovascular una disminución en la complacencia vascular (i.e., distensibilidad), la velocidad de la propagación se incrementa. Las ondas de presión en las venas no se originan desde las ondas arteriales Hemos visto antes en este capítulo que el flujo en los capilares no es pulsátil usualmente. A pesar de eso, el flujo sanguíneo en los capilares puede exhibir pequeñas oscilaciones, no relacionadas con el ciclo cardíaco. El control vasomotor en las arteriolas y esfínteres precapilares puede causar estas fluctuaciones. Sumado a esto, los cambios en la presión tisular (por ejemplo los causados por la contracción muscular) pueden comprimir los capilares y ayudar a que se produzcan dichas fluctuaciones. Los capilares pulmonares son particularmente susceptibles a los cambios en la presión alveolar que los rodea. Aunque las venas sistémicas tienen ondas de presión, estas ondas no se originan por la propagación de las ondas arteriales a través de los lechos capilares, que no son pulsátiles. Tres mecanismos contribuyen a la existencia del pulso venoso: (1) la acción retrógrada de cada latido cardíaco durante el ciclo; (2) el ciclo respiratorio; y (3) la contracción del músculo esquelético. Efectos del ciclo cardíaco Las grandes venas, cerca del corazón, como la vena yugular, tienen ondas de pulso complejas (Fig.22-7A) que están sincronizadas con el ciclo cardíaco. Los tres picos en el pulso yugular se denominan a, c y v. Los tres valles se denominan av, x e y. Estos cambios en la presión son reflejo de diferentes eventos del ciclo cardíaco: El pico a es causado por la contracción de la aurícula derecha. El valle av es debido a la relajación de la aurícula derecha y al cierre de la válvula tricúspide. 116 El pico c refleja el aumento de presión en el ventrículo derecho durante la sístole temprana y el resultante abultamiento de la válvula tricúspide –que se acaba de cerrar- hacia la aurícula derecha. El valle x ocurre como resultado de la contracción y acortamiento del ventrículo derecho durante la fase de eyección. El acortamiento del corazón – con la válvula tricúspide todavía cerrada- tira y por lo tanto estira las venas disminuyendo su presión. El pico v está relacionado con el llenado de la aurícula derecha mientras la válvula tricúspide está cerrada, lo que causa un aumento de la presión en esta. La apertura de la válvula tricúspide determina el punto máximo del pico v, ya que una vez que se abre, la presión comienza a disminuir. El valle y representa la caída de presión en la aurícula derecha durante la fase de llenado rápido ventricular, donde la sangre abandona rápidamente la aurícula e ingresa al ventrículo. El incremento de la presión venosa después del valle “y” ocurre como consecuencia de que el retorno venoso se enfrente a un ventrículo cuya velocidad de llenado es más lenta. Efectos del ciclo respiratorio Poiseuille fue el primero en observar que la presión en la vena yugular se vuelve negativa durante la inspiración (Fig. 22-7B). Durante la inspiración, el diafragma desciende causando que la presión intratorácica (y por lo tanto la presión dentro de los vasos torácicos) descienda y la presión intraabdominal aumente. En consecuencia, el retorno venoso de la cabeza y las extremidades superiores aumenta transitoriamente porque lo vasos de baja presión literalmente “chupan” la sangre hacia la cavidad torácica. Simultáneamente, el retorno venoso desde las extremidades inferiores disminuye por el aumento de la presión en las venas abdominales durante la inspiración. De esta manera, durante la inspiración, la presión en las venas yugulares disminuye mientras que en las venas femorales aumenta. Capítulo 22 • El corazón como bomba Figura 22-6 Propagación de ondas de presión. En A y B, el flujo proviene de izquierda a derecha. El par de ondas de presión de la izquierda fueron medidas en el mismo instante al comienzo, mientras que el par de ondas de presión de la derecha fueron registradas simultáneamente pero más tarde. Si a la derecha (i.e., al final de los vasos) sumamos las ondas de diferentes frecuencias al mismo instante de tiempo, la onda que se forma está distorsionada (como la curva verde de la arteria femoral en la Fig. 22-5). Efecto de la contracción del músculo esquelético (“Bomba muscular”) La contracción del músculo esquelético también puede afectar la presión y el flujo en las venas. Las grandes venas de los miembros inferiores están equipadas con válvulas que previenen el flujo retrógrado. Cuando una persona está en reposo y acostada, todas las válvulas venosas están abiertas y el flujo sanguíneo hacia el corazón es continuo. El estar parado causa que la presión venosa en el pie aumente gradualmente debido a la presión hidrostática generada por la columna de sangre desde el pie al corazón (Fig. 22-7C). Si la persona comienza a caminar, la combinación de la acción de la “bomba muscular” de las piernas sobre las grandes venas, y de las válvulas venosas, que actúan como estaciones de relevo, causan que la presión en las piernas disminuya. Cada paso causa una pequeña oscilación en la presión sanguínea en el pie, así como también una pequeña disminución de esta. Caminar causa una disminución neta en la presión tanto de las venas superficiales como profundas, así como también en los capilares correspondientes. Cuando el ejercicio cesa, la presión sanguínea aumenta de nuevo. 117 Sección IV • El sistema cardiovascular inician la excitación cardíaca. Cuando el corazón tiene ritmo sinusal normal, las células marcapasos se encuentran en el nodo sinusal (SA) en la aurícula derecha. Los potenciales de acción se conducen hacia los miocitos auriculares y luego por el sistema especializado de conducción ventricular. El impulso no puede cruzar de las aurículas a los ventrículos si no es por el nodo auriculoventricular (AV). El nodo AV retrasa la conducción, lo cual es esencial para permitir que los ventrículos se llenen de sangre antes de que la contracción ocurra. Desde el nodo AV el impuso se conduce a través del haz de His, sus ramas derecha e izquierda y finalmente hacia el sistema de fibras de Purkinje, el cual excita directamente a los miocitos ventriculares. El impuso se propaga célula a célula por medio de uniones GAP. El ventrículo derecho se contrae como un fuelle, mientras que el izquierdo lo hace como un tubo de pasta dental siendo apretado Figura 22-7 Cambios en la presión venosa. En A, la escala de tiempo se reduce a un único ciclo cardíaco. La atura relativa de los picos y valles es variable. En B y C la escala temporal se corresponde a una inspiración prolongada (i.e., varios latidos); el eje Y muestra la presión yugular media. DINÁMICA CARDÍACA El corazón es un sistema de dos bombas conectadas en serie. La pared muscular del ventrículo izquierdo es más gruesa y más potente que la del derecho. El septum interventricular une las dos bombas y es aún más grueso. La pared muscular de los ventrículos es la responsable de la acción de bomba de estos. El corazón no depende de un generador de ritmo en el cerebro, como los “generadores de patrones” centrales que controlan otros sistemas rítmicos como la respiración, locomoción, masticación y los escalofríos. En lugar de esto, las células marcapaso dentro del corazón mismo, 118 Los dos ventrículos comparten una espiral envolvente y circular de capas musculares. La organización de esta espiral asegura que la contracción ventricular “exprima” la sangre fuera del corazón, aunque incompletamente. El ápice se contrae antes que las porciones basales del ventrículo, una secuencia que expulsa la sangre hacia la aorta o hacia la arteria pulmonar. La acción mecánica del ventrículo derecho se asemeja a un fuelle usado para avivar el fuego (Fig.22-8A). Aunque la distancia entre la pared libre y el septum es pequeña, la pared libre tiene una gran área por lo que un pequeño movimiento hacia el septum eyecta un gran volumen. El mecanismo de vaciado del ventrículo derecho involucra tres movimientos. Primero, el eje longitudinal se acorta a medida que el músculo en espiral tira la válvula tricúspide hacia el ápice. Segundo, la pared libre del ventrículo derecho se mueve hacia el septum, en un movimiento muy parecido al de un fuelle. En tercer lugar, la contracción de las fibras circulares más profundas del ventrículo izquierdo fuerza al septum a una forma convexa, por lo que se abulta hacia el derecho. ventrículo Capítulo 22 • El corazón como bomba Figura 22-8 Comparación de la dinámica del ventrículo izquierdo y derecho. 119 Sección IV • El sistema cardiovascular Este abultamiento del septum lo acerca hacia la pared libre del ventrículo derecho. Estos tres movimientos están bien optimizados para la eyección de un gran volumen de sangre, pero no para el desarrollo de alta presión. El ventrículo derecho eyecta la misma cantidad de sangre que el ventrículo izquierdo, pero lo hace a una presión mucho menor. La acción mecánica del ventrículo izquierdo ocurre en un movimiento dual (Fig.22-8B). Primero, la contracción de las capas musculares circulares reduce el diámetro de la cámara, progresando desde el ápice hacia la base, parecido al movimiento de un tubo de pasta dental siendo apretado. Segundo, la contracción de los músculos en espiral tira el anillo de la válvula mitral hacia la base, acortando el eje mayor. El primer mecanismo es más poderoso y es el responsable de las grandes presiones desarrolladas por el ventrículo izquierdo. La forma cónica de la luz le da al ventrículo izquierdo una relación superficie-volumen más pequeña que la del ventrículo derecho., contribuyendo de esta manera a la habilidad del ventrículo izquierdo para generar altas presiones. La contracción de las aurículas normalmente aporta una pequeña contribución al llenado de los ventrículos cuando el sujeto está en reposo (ver la cardiobox “La importancia (y no importancia) de la contracción auricular”). De todas maneras, la contracción de las aurículas es un factor de seguridad útil en al menos dos circunstancias. Durante la taquicardia, cuando el intervalo diastólico –y entonces el tiempo de llenado pasivo- es corto, la contracción auricular puede proveer un apoyo necesario. La contracción auricular también es útil en determinadas condiciones patológicas. Por ejemplo cuando la válvula AV se encuentra estrecha (i.e., estenosada), esta ofrece una importante resistencia al flujo de la aurícula hacia el ventrículo. En este caso, la bomba auricular puede lograr una importante contribución al llenado ventricular. La aurícula derecha se contrae antes que la izquierda, pero el 120 ventrículo izquierdo se contrae antes que el derecho Cuando introducimos el ciclo cardíaco antes en este capítulo, asumimos que los eventos en el del lado derecho y el izquierdo del corazón sucedían simultáneamente. De todas maneras ya hemos notado en la discusión anterior el desdoblamiento de los sonidos cardíacos, el “timing” de los dos lados del corazón es ligeramente diferente (Fig.22-8C). Contracción auricular Debido a que el nodo SA está localizado en la aurícula derecha, la contracción auricular comienza y termina antes en la aurícula derecha que en la izquierda (Fig. 228C, contracción). Iniciación de la contracción ventricular La contracción ventricular comienza antes en el lado izquierdo, y la válvula mitral se cierra antes que la tricúspide. De todas maneras, esta diferencia en el cierre de las válvulas AV (Fig. 22-8C, movimientos valvulares) es tan pequeña que es inusual que se escuche como un desdoblamiento de S1. Por otro lado el ventrículo derecho tiene un período isovolumétrico de contracción más pequeño debido a que no necesita elevar demasiado la presión para abrir su válvula semilunar e iniciar la eyección. Así, la válvula pulmonar se abre ligeramente antes que la válvula aórtica. Eyección ventricular La eyección desde el ventrículo derecho dura más que la del izquierdo. Las válvulas semilunares no cierran simultáneamente. La válvula aórtica, con su gran presión rio abajo, se cierra antes que la válvula pulmonar. Así, la válvula pulmonar –con su baja presión rio abajo- se abre primero y se cierra última. Esta diferencia en el cierre de las válvulas semilunares explica el desdoblamiento normal y fisiológico de S2 (Fig. 22-8C, ruidos). Durante la inspiración, la presión intratorácica relativamente negativa potencia el llenado del lado derecho del corazón, causando que tenga un mayor volumen al final de la diástole y por lo tanto eyecte más sangre. El tiempo adicional requerido para la eyección ventricular derecha pospone el cierre de Capítulo 22 • El corazón como bomba la válvula pulmonar desdoblamiento de S2. (P2) ampliando el Relajación ventricular La relajación isovolumétrica es más breve en el ventrículo derecho que en el izquierdo. La válvula pulmonar se cierra después que la válvula aórtica, y la válvula tricúspide se abre antes que la mitral. Así, el ventrículo derecho comienza a llenarse antes que el izquierdo. Las medidas de los volúmenes ventriculares, presiones y flujos permiten a los médicos evaluar el desempeño cardíaco Definición de los volúmenes cardíacos El gasto cardíaco es el producto de la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico. El volumen sistólico (VS) es la diferencia entre el volumen al final de la diástole (VFD) y el volumen al final de la sístole (VFS), esto es, la diferencia entre el volumen ventricular máximo y mínimo. El VFD es típicamente 120 mL y el VFS de 50 mL, así: 𝑉𝑉𝑉𝑉 = 𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉 − 𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉 𝑉𝑉𝑉𝑉 = 120 𝑚𝑚𝑚𝑚 − 50 𝑚𝑚𝑚𝑚 𝑉𝑉𝑉𝑉 = 70 𝑚𝑚𝑚𝑚 (22-2) La fracción de eyección (Fey) es un valor adimensional, definido como el volumen sistólico normalizado al volumen al final de la diástole: 𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹 = 𝑉𝑉𝑉𝑉 𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉 (22-3) En nuestro ejemplo, la Fey es (70 mL) / (120 mL) o ~0,6. El valor debería exceder el 55% en una persona sana. Mientras que la Fey del ventrículo izquierdo y la del derecho por regla son iguales, los médicos normalmente miran la Fey del ventrículo izquierdo. 2 2 NdT: Las fracciones de eyección no son iguales. Como el VFD del ventrículo derecho es mayor, a igual VS (i.e., VSVI = VSVD), la Fey del VD es necesariamente menor: Medidas de los volúmenes cardíacos Los médicos miden rutinariamente el volumen de las cámaras cardíacas por angiografía o ecocardiograma. El modo unidimensional de la ecocardiografía (o modo M) permite a uno conocer el desempeño ventricular proveyendo medidas de la velocidad de la pared posterior del ventrículo izquierdo, acortamiento fraccional de la circunferencia ventricular izquierda. El ecocardiograma de dos dimensiones permite determinar los volúmenes ventriculares: -Volumen ventricular izquierdo al final de la diástole (VFD) -Volumen ventricular izquierdo al final de la sístole (VFS o volumen residual) -Volumen sistólico (VS = VFD – VFS) -Fracción de eyección del ventrículo izquierdo (Fey = VSVI/VFDVI) Medidas de las presiones ventriculares Para las cateterizaciones del lado derecho, los médicos usan un catéter de Swan-Ganz el cual consiste en tres tubos paralelos de diferentes longitudes, el más largo es un catéter con un balón inflable que se introduce en dirección al flujo sanguíneo. Los otros dos tubos son catéteres que tienen orificios laterales que terminan en dos puntos próximos a la punta. Los médicos avanzan el catéter en forma percutánea a través de una vena sistémica hacia el lado derecho del corazón, y luego hacia la circulación pulmonar donde la punta del catéter más largo literalmente se enclava en una rama pequeña de la arteria pulmonar. Debido a que una columna de sangre continua comunica la punta del catéter con la aurícula izquierda, la presión de enclavamiento es tomada como un índice de la presión auricular izquierda. Para las cateterizaciones del lado izquierdo, los médicos insertan un catéter en forma percutánea en una arteria y avanzan la punta hacia el lado izquierdo del corazón. La tabla 22-3 muestra algunos de los valores de presión más importante para el corazón derecho e izquierdo. ↑ 𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝑉𝑉𝑉𝑉 = 𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉 ↓ 𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉𝑉 ↓ 𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝐹𝑉𝑉𝑉𝑉 121 Sección IV • El sistema cardiovascular Medida de flujos Los cardiólogos pueden calcular el flujo por los cambios en el volumen ventricular medido por ecocardiografía, y por la técnica de ultrasonido Doppler. Ambos miden el flujo de sangre en el tracto de salida (i.e., aorta). La figura 22-8D y E muestran los perfiles de presión y velocidad a la salida de los dos ventrículos. Aunque los dos ventrículos expelen la misma cantidad de sangre en el mismo ciclo cardíaco, el pico de velocidad es mucho mayor en el ventrículo izquierdo. Sumado a esto, la velocidad sube más rápidamente en el ventrículo izquierdo, indicando la gran aceleración de la sangre durante la eyección. La onda de presión es alrededor de 5 veces más grande en el ventrículo izquierdo que en el derecho, y la tasa a la cual la presión aumenta (ΔP/Δt) es mucho mayor en el ventrículo izquierdo. Presión (mmHg) Aurícula derecha Aurícula izquierda Media 2 Ventrículo derecho Valor sistólico máximo 30 Valor diastólico mínimo 6 25 Valor diastólico mínimo 8 Onda c 12 Onda v 15 Ventrículo izquierdo 130 10 Media Valor sistólico máximo Valor diastólico mínimo Capilares pulmonares Media 13 Aorta 15 Valor sistólico máximo 8 Onda a Valor sistólico máximo Valor diastólico mínimo Arteria pulmonar Media Media 10 95 130 80 Capilares sistémicos Media 25 Tabla 22-3 Comparación de las presiones en la circulación derecha e izquierda. 122 El “loop” presión-volumen de un ventrículo muestra el trabajo durante la eyección de ese ventrículo En la figura 22-1 vimos por separado los gráficos de presión ventricular en función del tiempo, y volumen ventricular en función del tiempo. Si a cada punto en el tiempo, graficamos la presión en función del volumen, el resultado es el “loop” presión-volumen, que se muestra en la figura 229 para el ventrículo izquierdo. Este “loop” es un gráfico que describe la relación entre la presión y el volumen del ventrículo izquierdo durante un ciclo cardíaco. Nótese que el tiempo no está explícito en este gráfico, a medida que hacemos una vuelta completa contrarreloj alrededor del “loop”, estamos graficando secuencialmente la presión y el volumen a cada punto en el tiempo del ciclo cardíaco. De todas maneras, la distancia entre dos puntos en el “loop” no es proporcional al tiempo transcurrido. Para la descripción de este “loop” presión volumen, podemos comenzar desde un punto A elegido arbitrariamente (Fig-22-9) y definir diferentes segmentos (por ejemplo, AB, BC, etc.). Aunque usamos de ejemplo al ventrículo izquierdo, un examen similar se puede aplicar al ventrículo derecho. Segmento AB El punto A representa el instante en el cual la válvula mitral se abre. Este punto, el volumen ventricular está en su valor mínimo de ~50 mL y la presión del ventrículo izquierdo en un valor bajo de ~7 mmHg. Cuando la válvula mitral se abre, el ventrículo empieza a llenarse pasivamente debido a que la presión auricular es mayor que la del ventrículo. Durante el intervalo AB, la presión ventricular cae ligeramente a ~5 mmHg debido a que el músculo ventricular continúa relajándose durante la diástole. Así, a pesar de la rápida entrada de sangre, la presión ventricular sigue disminuyendo hacia su valor mínimo del ciclo cardíaco. Segmento BC Durante la segunda fase del llenado ventricular, el volumen aumenta marcadamente desde ~70 a ~120 mL acompañado de un Capítulo 22 • El corazón como bomba modesto aumento de la presión desde ~5 mmHg hasta ~10 mmHg. Este aumento moderado de la presión, a pesar de que el volumen ventricular aumenta mucho, refleja la alta complacencia (C=ΔV/ΔP) del ventrículo durante la diástole. La relación entre presión y volumen en el segmento BC es similar a la que existe en los vasos sanguíneos. Segmento CD El punto C representa el cierre de la válvula mitral. A este punto, el llenado ventricular ha terminado y la contracción isovolumétrica – representada por la línea vertical CD- está a punto de comenzar. Así, por la definición de isovolumétrica, el volumen ventricular se mantiene constante a 120 mL mientras que la presión ventricular aumenta hasta alrededor de ~80 mmHg, igual a la presión diastólica aórtica Segmento EF El punto E representa el instante en el cual el músculo ventricular comienza a relajarse. Durante este período de eyección decreciente, la presión ventricular cae desde ~130 mmHg hasta ~100 mmHg. De todas maneras la sangre continúa abandonando el ventrículo, y el volumen ventricular disminuye desde ~75 mL en el punto E hasta ~50 mL en el punto F. El punto F representa la presión y el volumen al fin de la sístole. Nótese que el ventrículo no llega hasta un volumen cero al final de la sístole. En total, 120 50 mL o 70 mL de sangre abandonan el ventrículo izquierdo durante la sístole. Por lo tanto, el volumen sistólico es sustancialmente menor que el volumen ventricular máximo (i.e., VFD). La fracción de eyección en este ejemplo es de ~60%, la cual está en el rango normal. La eyección ocurre contra la presión aórtica que varía en el rango de 80 a 130 mmHg. Así, la eyección no es “isotónica”. Segmento FA El punto F representa el cierre de la válvula aórtica. En este punto, la eyección ha terminado y la relajación isovolumétrica está punto de comenzar. El volumen ventricular se mantiene en 50 mL mientras que la presión ventricular comienza a caer desde ~100 mmHg en el punto F hasta ~7 mmHg en el punto A. Al final de la relajación isovolumétrica, la válvula mitral se abre y el ciclo cardíaco comienza nuevamente con el llenado ventricular. Los 6 segmentos del “loop” presión-volumen corresponden a las diferentes fases del ciclo cardíaco: Figura 22-9 “Loop” presión-volumen para el ventrículo izquierdo. Segmento DE El punto D representa la apertura de la válvula aórtica. Con esta apertura, el músculo ventricular ahora puede acortarse y eyectar sangre. Durante este período de rápida eyección, el volumen ventricular disminuye desde ~120 mL a ~75 mL. Nótese que mientras que la contracción continúa durante el intervalo DE, la presión ventricular aumenta incluso más, alcanzando su pico sistólico a un valor de ~130 mmHg en el punto E. -Fase 1, la fase de llenado, incluye los segmentos AB y BC. -Fase 2, la contracción isovolumétrica incluye el segmento CD. -Fase 3, la fase de eyección, incluye los segmentos DE y EF. -Fase 4, relajación isovolumétrica incluye el segmento FA. El segmento CDEF representa la sístole, mientras que el segmento FABC representa la diástole. 123 Sección IV • El sistema cardiovascular El “trabajo de bombeo” del corazón es sólo una pequeña fracción del total de energía que consume El corazón realiza su trabajo como bomba impartiendo impulso a la sangre y propulsándola a través de la resistencia periférica. El trabajo, en su definición más simple es el producto de la fuerza aplicada a un objeto y la distancia en la que ese objeto se mueve (W = fuerza x distancia). Considerando al trabajo en términos de presión y volumen, debemos revisar esta definición. Imaginemos que tenemos un volumen de sangre en una jeringa. Si aplicamos una fuerza constante al émbolo, esto es, si aplicamos una presión constante a la sangre, el émbolo se moverá una cierta distancia a medida que la sangre se eyecta por la aguja, reduciendo así el volumen, ΔV. ¿Cuánto trabajo hemos realizado? Para una presión que moviliza un fluido, el trabajo externo es 𝑊𝑊 = 𝑃𝑃 . 𝛥𝛥𝛥𝛥 (22-4) Figura 22-10 Trabajo externo del ventrículo izquierdo. Si la presión aórtica fuera constante, el trabajo hecho en cada latido sería simplemente el producto de la presión aórtica (P) por el volumen sistólico (ΔV = VS = VFD-VFS) La relación presión-volumen de la figura 22-10 muestra el trabajo del ventrículo izquierdo. La superficie debajo del segmento ABC (i.e., fase de llenado) es el trabajo realizado por la sangre (previamente contenida en el reservorio venoso y las aurículas a baja presión) en el ventrículo (Fig. 22-10A). La superficie debajo de DEF (i.e., fase de eyección) es el trabajo hecho por el corazón durante la eyección (Fig. 22-10B). La diferencia de las áreas en la parte A y B de la figura 22-10 es el trabajo cardíaco externo (Fig. 22-10C) 124 El “loop” presión-volumen para el ventrículo derecho tiene la misma forma general. De todas maneras, el área (i.e., el trabajo cardíaco externo) es de alrededor de 1/5 comparada con el área del ventrículo izquierdo, debido a que su presión es mucho menor. El área del “loop” en la figura 22-10C ignora a la velocidad a la cual la sangre es bombeada (i.e., la aceleración que el corazón le imparte a la sangre, o el tiempo que le lleva completar un ciclo cardíaco). Así, el trabajo por latido debería incluir la energía cinética (0,5 x m x v2) que el corazón le da a la sangre que eyecta: Capítulo 22 • El corazón como bomba 𝑊𝑊 = 𝑃𝑃 . 𝑉𝑉 + 1/2 . 𝑚𝑚 . 𝑣𝑣 2 (22-5) Trabajo externo total Trabajo Energía presión cinética volumen Del total de este trabajo externo, el corazón sólo entrega una pequeña fracción como energía cinética. Es más, el trabajo externo útil es sólo una pequeña fracción del total de energía que el corazón consume. Como otros músculos, el corazón no sólo se acorta y produce trabajo clásico (como por ejemplo en la contracción isotónica) sino que también mantiene una tensión activa sin acortamiento (como por ejemplo durante la contracción isovolumétrica). Durante la contracción isovolumétrica el corazón desarrolla y mantiene altas presiones sin realizar nada de trabajo externo –como cuando nosotros realizamos “trabajo no útil” al sostener un peso sin moverlo. De todas maneras, durante el ejercicio isométrico los músculos catabolizan ATP todo el tiempo que mantienen la tensión isométrica; la energía se transforma en calor. Este tipo de energía en términos cardíacos es llamada tension heat (calor de tensión), la cual es proporcional al producto de la tensión de la pared ventricular (T) y el tiempo en el cual se mantiene esta tensión (Δt). En el caso del corazón, la presión contra la cual el ventrículo debe bombear es el principal determinante de la tensión parietal. La energía total transformada en un ciclo cardíaco es la suma del trabajo total externo y la tension heat (calor de tensión): 𝑊𝑊 = 𝑃𝑃 . 𝑉𝑉 + 1/2 . 𝑚𝑚 . 𝑣𝑣 2 + 𝑘𝑘 . 𝑇𝑇 . 𝛥𝛥𝛥𝛥 (22-6) Trabajo presión volumen Energía cinética Tension heat k es proporcional a una constante que convierte T x Δt en unidades de energía. La tension heat (calor de tensión) es el principal determinante de la energía total requerida por el corazón. El trabajo externo representa una pequeña fracción (3%) de la energía que necesita el corazón en reposo, aumentando como mucho hasta el 10% durante el ejercicio. Incluso durante el ejercicio, la mayor parte de la energía consumida por el corazón se disipa como calor. La tension heat (calor de tensión), más costosa energéticamente para el corazón que el trabajo volumen-presión, tiene un considerable interés práctico para los pacientes con enfermedad coronaria cuando estos aumentan su gasto cardíaco durante la actividad física. La mayor carga para estos individuos no es el trabajo cardíaco externo utilizado en bombear sangre adicional a través de la circulación (i.e., aumentar el gasto cardíaco) sino incrementar la tension heat (calor de tensión) (k x T x Δt). Así, es ventajoso para estos pacientes tener una baja tensión en la pared ventricular –esto es una baja presión sanguínea. También es ventajoso no pasar mucho tiempo (Δt) en sístole. El corazón gasta una gran fracción de su tiempo en sístole cuando su frecuencia cardíaca es alta. Por lo tanto, para los pacientes cardiópatas, es mejor aumentar el gasto cardíaco a presiones y frecuencias cardíacas bajas (i.e., disminuir el producto T x Δt). La única opción es incrementar el volumen sistólico. La relación del trabajo externo cardíaco y la energía total consumida se denomina eficiencia mecánica. Nótese que la eficiencia mecánica no tiene nada que ver en qué tan efectivo es el ventrículo expeliendo sangre. DESDE FILAMENTOS CONTRACTILES HASTA UNA BOMBA REGULADA Se discutieron anteriormente las características generales de la contracción muscular y se compararon las propiedades del músculo esquelético, cardíaco y liso. En éste capítulo veremos cómo algunas de estas características subyacen al desempeño cardíaco. La entrada de Ca2+ desde el exterior dispara la liberación de Ca2+ inducida por Ca2+ desde el retículo 125 Sección IV • El sistema cardiovascular sarcoplasmático, contracción de cardíacos iniciando la los miocitos El acoplamiento excitación-contracción del músculo cardíaco es similar al del músculo esquelético. Una gran diferencia es que en el caso del músculo esquelético el evento que da inicio a la contracción es la llegada de un potencial de acción a la placa neuromuscular con la consecuente liberación de acetilcolina. En los cardiomiocitos, los potenciales de acción de las células vecinas se conducen de una a otra por medio de las uniones GAP, produciéndose la despolarización de todas las células. Como en la fibra muscular esquelética, la despolarización de la membrana de la célula cardíaca invade los túbulos T que se disponen radialmente a lo largo del eje mayor del miocito. A diferencia de las células musculares esqueléticas, los cardiomiocitos también tienen túbulos T axiales que se dirigen en forma paralela al eje mayor de la célula. Otra gran diferencia en el acoplamiento exitocontráctil entre las células musculares esqueléticas y las células cardíacas es que en estas últimas existen los canales de Ca2+ tipo L (Cav1.2, receptor de dihidropiridinas) en la membrana del túbulo T, los cuales activan a los canales de liberación de Ca2+, constituidos por cuatro moléculas RYR2, en la membrana del retículo sarcoplasmático. En el músculo esquelético, la interacción entre ambos canales es mecánica y no requiere la entrada de Ca2+. Si ponemos una célula muscular esquelética en una solución sin Ca2+, el músculo puede continuar contrayéndose hasta que sus reservas intracelulares de Ca2+ se agoten. En contraste, el músculo cardíaco no puede contraerse en absoluto en la misma solución. ¿Por qué? En el músculo cardíaco, la entrada de Ca2+ a través de los canales de Ca2+ tipo L es esencial para el aumento de [Ca2+]i en las cercanías de RYR2 en el retículo sarcoplasmático. Éste aumento de Ca2+ dispara la liberación del Ca2+almacenado en el retículo (liberación de Ca2+ inducida por Ca2+) hacia el citoplasma. Cada evento individual de liberación de Ca2+ inducida por Ca2+ puede aumentar la [Ca2+]i tanto como 10 μM en los 126 microdominios de ~1 μm de diámetro. Éstos incrementos localizados de la [Ca2+]i aparecen como “espigas de calcio” cuando son registradas con un colorante sensible al Ca2+ por microscopía confocal. Si muchos canales de Ca2+ tipo L se abren al mismo tiempo, cada una de estas “espigas” se suma logrando un aumento global de la [Ca2+]i. La estructura básica de los filamentos finos y gruesos en el músculo cardíaco es la misma que en el músculo esquelético. Luego de que el [Ca2+]i se incrementa, este se une a la isoforma cardíaca de la troponina C y es el complejo Ca2+-troponina C el que libera la inhibición de la troponina I sobre la actina. Como resultado, los filamentos de tropomiosina se unen a la troponina T del filamento fino y se desplazan, permitiendo que la miosina pueda interactuar con los sitios activos de la actina. Debido a que el corazón nunca descansa, los cardiomiocitos cuentan con una alta densidad de mitocondrias que son capaces de mantener niveles altos de síntesis de ATP. Los puentes cruzados entre actina y miosina causan que ambos filamentos se deslicen, generando tensión. Ya hemos introducido el gráfico tensión-longitud, el cual muestra la tensión desarrollada en función de la longitud de la fibra. Esta longitud puede ser la de la fibra entera o la de un único sarcómero. Para el músculo cardíaco, el cual forma el ventrículo, la “longitud” puede ser el volumen de la cámara. El sarcómero es la unidad funcional de ambos músculos estriados, tanto el esquelético como el cardíaco. La fosforilación de la Fosfolamban y la Troponina I acelera la relajación cardíaca A medida que termina la fase 2 del potencial del acción cardíaco, la entrada de Ca2+ a través del canal de Ca2+ tipo L disminuye, lo que mengua la liberación de Ca2+ desde el retículo sarcoplasmático. Detener la entrada y liberación de Ca2+ sólo puede frenar el aumento de la [Ca2+]i. La relajación propiamente dicha depende de tres procesos: (1) la extrusión de Ca2+ desde el citosol hacia el líquido extracelular, (2) la hacia el retículo recaptación del Ca2+ Capítulo 22 • El corazón como bomba sarcoplasmático (SR) y (3) la disociación del Ca2+ de la troponina C. Los últimos dos procesos están altamente regulados. La extrusión de Ca2+ desde el citosol hacia el líquido extracelular Incluso durante la meseta del potencial de acción, el miocito saca algo de Ca2+. Después de que el potencial de membrana retorna a sus valores negativos, la extrusión de Ca2+ domina y la [Ca2+]i disminuye. En estado estacionario (i.e., durante varios potenciales de acción), la célula debe eliminar todo el Ca2+ que entró al citosol desde el medio extracelular por los canales de Ca2+ tipo L. Como en la mayoría de las otras células, la eliminación de Ca2+ puede seguir dos vías: (1) el intercambiador del sarcolema (membrana plasmática de la célula muscular) (NCX1), el cual opera a niveles altos de [Ca2+]i; y (2) la bomba de Ca2+ del sarcolema que puede incluso funcionar a bajos niveles de [Ca2+]i. De todas maneras, la bomba contribuye sólo modestamente a la relajación debido a que está concentrada en la cavéolas. Su rol puede ser principalmente la transducción de señales. Recaptación hacia el RS Incluso durante la meseta del potencial de acción, algo del Ca2+ acumulado en el citosol es secuestrado dentro del RS por un subtipo cardíaco de bomba de Ca2+ llamada SERCA2a. Fosfolamban (PLN), una proteína integral de la membrana del RS con un único segmento transmembrana, es un regulador muy importante de SERCA2a. En las membranas del RS de las células musculares esqueléticas, cardíacas y lisas, PLN en su estado no-fosforilado actúa inhibiendo a SERCA2a. Sin embargo, su fosforilación por alguna quinasa libera esta inhibición, permitiendo que la recaptación de Ca2+ se acelere. El efecto neto de la fosforilación es incrementar la velocidad de relajación. Los ratones knock-out para el gen que codifica a PLN tienen completamente desinhibida a la bomba SERCA2a y exhiben una alta velocidad de relajación muscular. La fosforilación de PLN por la proteína quinasa A (PKA) explica porque los agonistas β1 (por ejemplo, adrenalina), que actúan a través de la vía de PKA, aceleran la relajación del músculo cardíaco. Disociación del Ca2+ de la troponina C A medida que la [Ca2+]i disminuye, el Ca2+ se disocia de la troponina C, bloqueando la interacción entre actina y miosina y causando la relajación. Los agonistas β1 aceleran la relajación ya que promueve la fosforilación de la troponina I, la cual entonces incrementa la disociación de Ca2+ de la troponina C La superposición de los filamentos finos y gruesos no puede explicar la forma inusual del gráfico tensión desarrollada-longitud muscular Ya hemos discutido los gráficos de tensión pasiva y activa en función de la longitud muscular para el músculo esquelético en el capítulo 9. 3 Obtenemos un gráfico de tensión pasiva-longitud muscular si sostenemos una pieza muscular totalmente en reposo y la vamos estirando a diferentes longitudes; para cada longitud registramos la tensión que se genera y creamos el gráfico. En cambio, obtenemos el gráfico tensión activalongitud muscular si para cada una de las diferentes longitudes a la cual es estirado, lo estimulamos y provocamos la activación de la maquinaria contráctil de esa fibra muscular en estudio (i.e., contracción isométrica). Para cada longitud se mide el incremento de la tensión desde su valor de reposo y se grafica. El gráfico tensión pasiva-longitud muscular para el músculo esquelético y cardíaco es muy diferente. La tensión pasiva generada por el músculo esquelético (Fig. 22-11A, curva verde) es prácticamente nula hasta que la longitud del sarcómero supera los 2,6 μm. Más allá de esta longitud, la tensión aumenta lentamente. Por otro lado, en el músculo cardíaco (curva violeta), la tensión comienza a aumentar a longitudes de sarcómero mucho más bajas y lo hace de manera mucho más empinada. Como resultado, el músculo cardíaco puede romperse si sus sarcómeros se estiran más de 2,6 μm, mientras que es imposible seguir estirando el músculo 3 NdT: El capítulo 9 trata sobre el músculo esquelético, el músculo cardíaco y el músculo liso. Decidimos sólo traducir la sección de fisiología cardiovascular. 127 Sección IV • El sistema cardiovascular esquelético más allá de una longitud sarcomérica de 3,6 μm. La razón para éste comportamiento (desarrollo de altas tensiones pasivas) reside en que el músculo cardíaco tiene elementos no contráctiles mucho menos distensibles. El elemento elástico más importante es la proteína titina 4, la cual actúa como un espiral que genera una fuerza opuesta cuando es estirada. El gráfico tensión activa-longitud muscular también difiere entre el músculo cardíaco y esquelético. La tensión activa desarrollada por el músculo esquelético (curva turquesa) es alta y varía sólo modestamente entre las longitudes sarcoméricas de 1,8 y 2,6 μm (Fig. 22-11A). En el capítulo 9 ya hemos visto que la forma de esta curva se debe al grado de superposición entre los filamentos. En el músculo cardíaco (curva marrón), la tensión activa tiene un pico agudo cuando el músculo es pre-estirado a una longitud inicial de sus sarcómeros de ~2,4 μm. A medida que el estiramiento lleva a los sarcómeros a una longitud desde 1,8 a 2,4 μm, la tensión desarrollada activamente aumenta de manera importante. No podemos culpar por éste comportamiento a la superposición de los miofilamentos, dado que éstos son muy similares en ambos tipos de músculos. Más bien, el aumento de la tensión a longitudes mayores del sarcómeros en el músculo cardíaco probablemente se deba a dos causas principales: (1) El aumento de la longitud por encima de 1,8μm incrementa la sensibilidad al Ca2+ de los miofilamentos. Quizás uno de los mecanismos que controlan la sensibilidad al Ca2+ sea el espacio inter-filamento, es decir, el espacio entre los filamentos finos y gruesos, el cual varía inversamente con la longitud muscular. Así, si estiramos la fibra el espacio disminuye y la probabilidad de que se cree un puente cruzado entre actina y miosina se incrementa; es más, la formación de los puentes cruzados incrementa la afinidad del Ca2+ por TNNC1, reclutando de esta manera más puentes cruzados produciendo más 4 NdT: Sólo como curiosidad, la titina es la proteína más grande y pesada que se conoce, codificada por el gen con más exones del organismo. Su nombre químico si bien técnicamente no es una palabra, si lo fuese sería la más larga, con 189.819 letras. Se tarda más de tres horas en pronunciarlo. 128 fuerza. Otro mecanismo puede ser que al aumentar el estiramiento muscular, la tensión aumentada de la titina altere tanto el espaciado de los discos cruzados como el empaquetamiento de la miosina dentro de los filamentos gruesos. (2) Aumentar la longitud del sarcómero por encima de 1,8 μm incrementa la tensión en los canales de Ca2+ activados por estiramiento, produciendo de esta manera un aumento de la entrada de Ca2+desde el espacio extracelular y potenciando la liberación de Ca2+ inducida por Ca2+. A medida que la longitud del sarcómero se incrementa por encima de 2,2 μm, la tensión activa comienza a declinar de manera precipitada, comparada con la caída gradual que sucede en el músculo esquelético. De nuevo, éste comportamiento no puede ser explicado por el grado de superposición de los miofilamentos. En su lugar, la titina incrementa la rigidez del músculo cardíaco y seguramente sea la responsable de que no se pueda desarrollar tensión a largas longitudes sarcoméricas. La ley de Starling afirma que cuanto mayor es el estiramiento de la fibra muscular (i.e., mayor sea el volumen ventricular) mayor será la energía mecánica liberada por el corazón Mucho antes del desarrollo de la hipótesis del deslizamiento de los miofilamentos para entender por qué la tensión activa desarrollada depende del estiramiento de los sarcómeros, Ernest Starling en 1914 anticipó los resultados de la figura 22-11A usando un preparado de corazónpulmón aislado. La Ley de Starling nos dice que “la energía mecánica liberada en el pasaje del estado pasivo al activo es función de la longitud de la fibra muscular”. De esta manera, la longitud de los sarcómeros al momento de la contracción determina el trabajo realizado durante el ciclo cardíaco. La figura 22-11B expone los resultados de los experimentos de Starling en el corazón intacto. Starling asumió que la longitud de las fibras musculares es proporcional al volumen de fin de diástole (VFD). Es más, él asumió que la Capítulo 22 • El corazón como bomba tensión en las fibras es proporcional a la presión sistólica. De esta manera, partiendo de un gráfico presión-volumen, Starling fue capaz de reconstruir un gráfico equivalente de tensiónlongitud (Tabla 22-4). Figura 22-11 Diagrama tensión-longitud. Comparada con A, en B volumen de fin de diástole (VFD) en el eje X es utilizado como un índice de la longitud sarcomérica. (Debido a que el VFD era difícil de medir antes de que surjan las técnicas ecocardiográficas, Starling usó la presión en la aurícula izquierda como índice del grado de llenado.) La presión graficada en el eje Y es un índice de tensión. Así, la presión sistólica reemplaza la tensión activa, y la presión diastólica reemplaza la tensión pasiva. En C, la presión en la aurícula izquierda es usada como índice de la longitud de los sarcómeros, y el “trabajo sistólico” (presión sistólica x volumen eyectado) es utilizado en el eje Y en lugar de tensión. 129 Sección IV • El sistema cardiovascular Durante la diástole (Fig. 22-11B, curva violeta), se muestra que la presión (tensión) se incrementa con el aumento del VFD (longitud de la fibra). Es muy similar a la primera parte de la curva del gráfico tensión pasiva-longitud muscular (Fig. 2211A, curva violeta). En la sístole (Fig. 22-11B, curva roja), la curva es similar a la fase ascendente de la curva tensión activa-longitud muscular (Fig. 22-11A, curva marrón. Así, la curva sistólica de Starling demuestra que el corazón es capaz de generar más presión (i.e., expulsar más sangre) cuanto más se llena. Una curva de desempeño ventricular (Fig. 2211C) es otra forma de representar el gráfico de tensión-longitud de Starling, pero representada a partir de datos que un médico puede obtener de un paciente. Este gráfico muestra en el eje Y el trabajo sistólico (P x ΔV, ecuación 22-4), el cual incluye la presión sistólica que medía Starling como estimativo de la tensión muscular, y en el eje X la presión en la aurícula izquierda, la que corresponde al volumen de fin de diástole que usaba Starling para estimar la longitud muscular antes de la contracción. Lo que aprendemos al estudiar las curvas de desempeño ventricular es que la ley de Starling no es una relación fija. Por ejemplo, la norepinefrina liberada durante la estimulación simpática –la cual incrementa la contractilidad miocárdica (como veremos más adelante en éste capítulo)- incrementa la pendiente de la curva y la desplaza hacia arriba y a la izquierda (Fig. 22-11C, flecha naranja). MÚSCULO AISLADO = LINEAL Parámetro Unidad Longitud mm Grado de acortamiento Velocidad de acortamiento mm Carga mm/s gramos o fuerza dinas o tensión dinas/cm2 VENTRÍCULO = ÓRGANO ENTERO Parámet Unidad ro Volumen mL Volumen sistólico Velocida d de eyección Presión mL mL/s mmHg Tabla 22-4 Unidades equivalentes para convertir entre un músculo lineal y el corazón de tres dimensiones. 130 Desplazamientos similares ocurren con otros agentes inotrópicos, éstos son, drogas que incrementan la contractilidad. Nótese que las curvas de desempeño ventricular no tienen una fase descendente ya que en corazones sanos el estiramiento de los sarcómeros no puede incrementarse por encima de 2,4 μm. La velocidad del acortamiento muscular disminuye cuando la contracción ocurre contra una fuerza (o presión) opuesta muy grande, o cuando la longitud (o volumen) antes de iniciar la contracción es muy pequeña Las propiedades funcionales del músculo cardíaco –qué tanta tensión puede desarrollar, qué tan rápido se contrae- dependen de muchos factores, pero especialmente de dos propiedades intrínsecas al miocito cardíaco. 1. Longitud sarcomérica inicial. Un índice bastante conveniente de la longitud inicial de los sarcómeros es el volumen de fin de diástole (VFD). Tanto el VFD como la longitud inicial sarcomérica son medidas de la precarga impuesta al músculo cardíaco justo antes de que este se contraiga. La ley de Starling, en la cual la variable independiente es el VFD, se enfoca en la precarga. 2. Fuerza que los miocitos deben superar. Por otro lado, un índice acertado de la fuerza que se opone a la eyección ventricular es la presión arterial; esto conforma la poscarga del músculo ventricular, la cual debe ser vencida para poder eyectar. Los experimentos con contracciones isotónicas se enfocan en la poscarga, la cual el ventrículo sólo puede “sensar” luego de que la contracción haya comenzado. La figura 12-12 muestra como uno puede medir la velocidad de acortamiento en una manera relevante para un músculo cardíaco enfrentando tanto un precarga como una poscarga. En la Capítulo 22 • El corazón como bomba figura 22-12A, el músculo comienza desde el reposo, estirado por un soporte fijo de un lado (en la parte inferior del músculo) y por el lado izquierdo de una palanca por el otro (parte superior). Una pesa en el otro extremo de la palanca, pero soportada por una mesa, aplica estiramiento al músculo –sólo lo que permita el tornillo. Así, la combinación de la pesa y el tornillo determinan el estiramiento inicial de los sarcómeros (i.e., precarga). De esta manera, el músculo no puede detectar el peso total de la pesa. Cuanto más se estira el músculo al modificar la altura con el tornillo, mayor es la precarga. Cuando estimulamos al músculo, comienza a desarrollar tensión (Fig.22-12C, curva azul de abajo), pero su longitud se mantiene constante. Esto es, el músculo no puede acortarse. Entonces, en la primera parte, el músculo desarrolla una fase llamada contracción isométrica. Cuando el músculo desarrolló la suficiente tensión, puede entonces levantar el peso desde la mesa (Fig. 22-12B). En esta fase el músculo se acorta levantando la poscarga. La tensión ahora se mantiene al mismo valor que la poscarga (i.e., el peso de la pesa) (Fig. 22-12, parte plana de la curva de abajo), y el músculo se acorta gradualmente. Esta segunda fase es conocida como contracción isotónica. Por la pendiente de la curva de acortamiento en el tiempo de la figura 22-12C podemos calcular la velocidad de acortamiento a una poscarga dada. Este experimento imita de una manera aproximada la acción del músculo ventricular durante la sístole. Inicialmente, durante la contracción isométrica, nuestro músculo hipotético incrementó la tensión con una longitud constante, como sucede durante la contracción isovolumétrica en el ciclo cardíaco (Fig. 22-9, segmento CD). El estiramiento inicial corresponde al VFD o precarga. Después de esto, el músculo se contrae efectivamente (i.e., disminuye su longitud) con una tensión constante, como durante la fase de eyección del ciclo cardíaco 5 5 NdT: Tecnicamente, durante la fase eyectiva del ciclo cardíaco la tensión no es constante, ya que la presión aórtica y ventricular van cambiando, así como el espesor de las paredes y el radio ventricular. Entonces, en el experimento del músculo aislado sí se ve una contracción isotónica cuando la pesa es levantada, (Fig. 22-9, segmento DEF). Esta tensión corresponde a la presión arterial, la poscarga. ¿Qué sucedería si variamos la poscarga (i.e., cambiáramos la pesa)? Claramente es más fácil levantar una pluma que una pesa. Así, con un mayor peso, el músculo desarrolla mucha más tensión pero se acorta más lentamente (Fig. 2212D). De manera contraria, con un peso menor, el músculo apenas desarrolla tensión y su velocidad de acortamiento es mucho mayor. Si graficamos la velocidad de acortamiento muscular en función de las tres poscargas diferentes de la figura 22-12D, obtenemos los tres puntos (violeta, azul y rojo) del gráfico velocidad de acortamiento-carga de la figura 22-12E. La velocidad de acortamiento muscular corresponde con la velocidad a la que el ventrículo eyecta la sangre. Vemos que cuanto mayor es la presión arterial que se opone a la descarga ventricular, la velocidad de expulsión disminuye. La curva negra de la figura 22-12E corresponde a un músculo que fue estirado muy poco (i.e., una precarga muy baja). La curva roja de la misma figura muestra a un músculo que fue estirado mucho más (i.e., alta precarga). En ambos casos, la velocidad de acortamiento se incrementa a medida que la tensión (i.e., poscarga) disminuye. Cuando la poscarga es tan grande que no se registra acortamiento, se produce una contracción isométrica, como se muestra en el punto de velocidad cero en el eje X de la figura 22-12E. Como se espera a partir de la ley de Starling, cuanto mayor sea el estiramiento inicial (i.e., la precarga), mayor será la fuerza isométrica desarrollada. De hecho, a cualquier velocidad (Fig. 22-12E, línea punteada horizontal), la tensión que desarrolló el músculo al contraerse fue mayor cuanto mayor fue su estiramiento inicial (curva roja) –tal como lo predice la ley de Starling. Resumiendo, a una precarga dada (seguir una curva de la figura 22-12E), la velocidad de acortamiento se incrementa cuando el músculo tiene que vencer una poscarga menor. Contrariamente, a una poscarga dada (es decir, comparar la curva roja y negra de la figura 22-12E pero en el corazón expulsando sangre el período de acortamiento no es isotónico estrictamente hablando. De todas maneras, la analogía sigue sirviendo didácticamente. 131 Sección IV • El sistema cardiovascular para un mismo valor en el eje X), la velocidad de acortamiento muscular es mayor cuanto mayor es la precarga (i.e., estiramiento sarcomérico). Finalmente, las curvas de la Figura 22-12E no representan relaciones fijas. Los agentes inotrópicos positivos desplazan todas las curvas para la derecha y arriba. Entonces, un agente inotrópico positivo le permite al corazón alcanzar una determina velocidad de acortamiento pero a una carga mayor, o “empujar” una carga dada a una velocidad mayor. Otra forma de representar como la velocidad de acortamiento depende del estiramiento muscular inicial (i.e., precarga) es registrar la velocidad de acortamiento durante una contracción isotónica. Si al principio aplicamos una gran precarga y estiramos la pieza muscular hasta unos 9 mm (Fig. 22-12F) y luego la estimulamos, la velocidad de acortamiento sube inmediatamente hasta un valor pico de ~8,5 mm/s; hasta un valor de cero cuando la longitud muscular está en 7,5 mm. Si continuamos el experimento aplicando precargas cada vez menores, la velocidad pico va disminuyendo. Así, la longitud inicial de la fibra determina no sólo cuánta tensión es capaz de desarrollar el músculo, sino también la velocidad con la que se acorta. El aumento de la frecuencia cardíaca mejora la fuerza miocárdica La tensión del músculo cardíaco depende de la frecuencia de contracción. Si estimulamos el músculo cardíaco aislado pocas veces por minuto la tensión máxima desarrollada para una determinada precarga es mucho menor que si lo hiciéramos a la frecuencia fisiológica de 70 veces por minuto. El aumento progresivo de la tensión luego de un aumento de la frecuencia –fenómeno de escalera- fue observado por primera vez por Henry Bowditch en 1871. El mecanismo subyacente a dicho fenómeno consiste en un incremento en el contenido de Ca2+ del retículo sarcoplasmático y su consecuente liberación. Este incremento en la concentración de Ca2+ tiene tres causas. Primero, en cada meseta del potencial de acción ingresa más Ca2+ a la célula a través de los 132 canales de Ca2+ tipo L, y como existen más "mesetas" por minuto (debido al aumento de la frecuencia cardíaca) el ingreso de Ca2+ es mayor. Segundo, durante la fase de meseta del potencial de acción el intercambiador Na-Ca NCX1 opera de manera inversa, permitiendo que el Ca2+ entre en la célula. A mayor frecuencia cardíaca la despolarización ocurre más frecuentemente y por lo tanto la [Na+]i aumenta, lo que favorece la operación inversa del intercambiador (i.e., el intercambiador actúa sacando Na+ de la célula e ingresando Ca2+). Tercero, el aumento de la frecuencia cardíaca estimula la SERCA2a y de esta forma se logra secuestrar en el retículo sarcoplasmático la mayor cantidad de Ca2+que ingresó a la célula por los dos primeros mecanismos. La razón de esta estimulación reside en que el aumento de la [Ca2+]i estimula la quinasa II CaM, lo que lleva a la fosforilación de PLN, potenciando la acción de SERCA2a. La contractilidad es una medida intrínseca del desempeño cardíaco Ahora sabemos que el desempeño del corazón depende de factores como el grado de llenado (i.e., precarga), la presión arterial (i.e., poscarga) y la frecuencia cardíaca; sería útil tener una medida del desempeño contráctil intrínseco del corazón, independiente de éstos factores extrínsecos. La contractilidad es esa medida. La contractilidad es un término de significado algo vago, pero clínicamente útil, que permite distinguir una mejor función cardíaca de una peor. En un paciente es difícil evaluar la función cardíaca usando los métodos de las figuras 22-11 y 22-12. Una medida clínicamente útil para esto es la fracción de eyección (ver antes). Sin embargo, de acuerdo con la ley de Starling, el volumen eyectado depende del volumen de fin de diástole (i.e., precarga), lo que es extrínseco al corazón. Dos mejores indicadores de la contractilidad son la razón ∆P/∆t (es decir, cuan rápidamente aumenta la presión) y la velocidad de eyección. Ambos se correlacionan bien con la velocidad de acortamiento de la figura 22-12E y F, y son parámetros muy sensibles para el uso de agentes inotrópicos. Capítulo 22 • El corazón como bomba Figura 22-12 Efectos de la precarga y la poscarga en la velocidad de acortamiento. En A, la tensión desarrollada no es suficiente para levantar la pesa (i.e., poscarga). En B, el músculo, el cual ahora sí ha desarrollado la suficiente tensión para levantar la pesa, se acorta contra una poscarga constante. En C, la pendiente de la curva azul (ΔL/Δt) es la velocidad de acortamiento. Las velocidades de acortamiento para tres diferentes poscargas en D son graficadas como los tres puntos coloreados en la curva inferior en E. En F, el eje X tiene la mayor longitud muscular inicial (i.e., precarga) a la izquierda, por lo que el “tiempo” va de izquierda a derecha (flechas). Nótese que la familia de curvas está encerrada por la curva que se generó con la mayor longitud inicial. 133 Sección IV • El sistema cardiovascular Una tercera forma de medir la contractilidad surge de la relación entre presión y volumen durante el ciclo cardíaco. En la era de la ecocardiografía, estos datos son fácilmente obtenibles. Volvamos al “loop” presión-volumen de la figura 22-9 y redibujémoslo en violeta (Fig. 22-13A). En éste ejemplo, el volumen de fin de diástole es 120 mL. El punto D’ representa la relación entre P-V en el final de la contracción isovolumétrica cuando la válvula aórtica se abre. Si hubiésemos prevenido la apertura de la válvula aórtica, la presión ventricular habría aumentado hasta que el ventrículo sea incapaz de generar más presión. En este caso la presión hubiese aumentado hasta el punto G’, la presión isovolumétrica teórica máxima. Podríamos repetir este experimento a diferentes volúmenes de fin de diástole (VFD), aumentando y disminuyendo el retorno venoso. El punto G representa la presión isovolumétrica máxima para un VFD menor a 120 mL (“loop” naranja) y el punto G’’ lo hace para un VFD mayor a 120 mL (“loop” verde). La línea punteada dorada muestra la relación entre los puntos G, G’ y G’’ en la figura 22-13A describiendo la relación entre la presión y el VFD en condiciones isovolumétricas (i.e., con la aorta clampeada) –equivalente a la curva isométrica de Starling (Fig. 22-11A, curva marrón). Cuanto mayor pendiente, mayor contractilidad. Por razones obvias es imposible medir la presión isovolumétrica máxima en un paciente. Sin embargo, podemos usar la presión de fin de sístole del punto F’ en el “loop” P-V normal con un VFD de 120 mL (“loop” violeta). Para un VFD menor a 120 mL (“loop” naranja) el punto F desciende y se desplaza hacia la izquierda (F’) y con un VFD mayor a 120 mL (“loop” verde) asciende y se desplaza a la derecha (F’’). Todos estos puntos que indican la relación P-V a fin de sístole dibujan una línea –la relación presiónvolumen de fin de sístole- la cual es muy similar a la generada por los puntos G, G’ y G’’. Efectos del cambio en la contractilidad La relación presión-volumen de fin de sístole (RPVFS) es una medida útil de la contractilidad. Aumentando la contractilidad se incrementa la pendiente de la línea que une las diferentes presiones y volúmenes de fin de sístole, de la misma manera que se incrementa la pendiente en 134 las curvas de desempeño ventricular (Fig.22-11C, flecha naranja). Por ejemplo imaginemos que – con el mismo volumen de fin de diástole y presión aórtica- incrementamos la contractilidad. Representamos el incremento de la contractilidad con un aumento de la pendiente de la línea de relaciones de presión y volumen de fin de sístole (desde la línea punteada dorada hacia la punteada roja en la figura 22-13B). El resultado es que la eyección continúa desde el punto D’ hacia el nuevo punto F (“loop” rojo en la figura 22-13B) hasta que el volumen ventricular izquierdo alcanza un valor menor que el normal. En otras palabras aumentar la contractilidad incrementa el volumen sistólico. Disminuir la contractilidad disminuye la pendiente de las relaciones presiónvolumen de fin de sístole, reduciendo el volumen sistólico. Efectos de los cambios en la precarga (i.e., longitud de los sarcómeros antes de iniciar la contracción) El “loop” presión volumen ilustra claramente los efectos de aumentar la precarga (i.e, incrementar el llenado o el volumen de fin de diástole) sin ningún cambio en la contractilidad. Comenzando desde una situación control (Fig. 2213C, área violeta), incrementar el volumen de fin de diástole mueve el segmento isovolumétrico hacia la derecha (CD en el “loop” rojo). Debido a que el cambio de volumen a lo largo del segmento DEF es mayor que en la situación control, el volumen sistólico aumenta como es predicho por la ley de Starling. Efectos de los cambios en la poscarga El “loop” presión-volumen también muestra los efectos del incremento de la poscarga (i.e., el aumento de la presión aórtica). Comenzando desde la situación control (Fig. 22-13D, área violeta), el incremento de la presión aórtica mueve la esquina superior derecha del “loop” desde el punto D’ al D debido a que el ventrículo no puede abrir la válvula aórtica hasta que la presión ventricular alcanza la presión aórtica ahora mayor. Durante la fase de eyección –asumiendo que la contractilidad no cambio- el ventrículo necesariamente eyecta menos sangre, hasta que el segmento DEF intersecta la línea de las relaciones presiónvolumen de fin de sístole. Así, un incremento en la poscarga (con contractilidad constante) causa Capítulo 22 • El corazón como bomba que el loop sea más alto y estrecho, de esta manera el volumen sistólico y la fracción de eyección disminuye. Sin embargo, si hubiésemos incrementado la contractilidad, podríamos haber logrado un volumen sistólico normal. Figura 22-13 Evaluación de la contractilidad usando el “loop” presión volumen. El “loop” violeta es la curva normal (Fig. 22-9). En A, el “loop” naranja está generado con un VFD menor, y el “loop” verde con un VFD mayor. La pendiente la recta que une los puntos de fin de sístole (F, F’ y F’’) representa la relación presión-volumen de fin de sístole. 135 Sección IV • El sistema cardiovascular Agentes inotrópicos positivos aumentan la contractilidad miocárdica aumentando la [Ca2+]i Las modificaciones de la contractilidad pueden afectar la dinámica de la contracción muscular cardíaca, independientemente del grado de precarga o poscarga. Los agentes inotrópicos tienen en común su capacidad para cambiar la [Ca2+]i. Cuando estos agentes incrementan la contractilidad se denominan agentes inotrópicos positivos y cuando la disminuyen agentes inotrópicos negativos Agentes inotrópicos positivos Factores que incrementan la contractilidad miocárdica aumentan la [Ca2+]i, tanto abriendo los canales de Ca2+, inhibiendo el intercambiador Na-Ca, o bien inhibiendo la bomba de Ca2+ -todos en la membrana plasmática. 1. Agonistas adrenérgicos. Las catecolaminas (como por ejemplo epinefrina y norepinefrina) actúan en los receptores adrenérgicos β1 y activan la subunidad α de la proteína Gs. La activación de αs produce su efecto por dos vías. Primero, αs incrementa los niveles intracelulares de AMPc lo que estimula la proteína quinasa A (PKA), la cual actúa por el mecanismo resumido en la tabla 22-2 incrementando la contractilidad y la velocidad de relajación. Segundo, αs puede abrir directamente los canales de Ca2+ tipo L en la membrana plasmática generando un incremento del influjo de Ca2+ durante los potenciales de acción. 2. Glucósidos cardíacos. Los derivados digitálicos inhiben la bomba Na-K de la membrana plasmática y de esta manera se incrementa la [Na+]i. Esperaríamos que el incremento de la [Na+]i disminuya el funcionamiento del intercambiador Na-Ca NCX1, lo cual aumentaría la [Ca2+]i y así la contractilidad. Evidencias recientes sugieren que los derivados digitálicos también incrementarían la [Ca2+]i a través de una vía novedosa –aumentando la permeabilidad al Ca2+ de los canales de Na+ en la membrana plasmática. 136 Bases celulares de la insuficiencia cardíaca La insuficiencia cardíaca se encuentra entre las causas más comunes de hospitalización en los países desarrollados para las personas mayores de 65 años, y es la principal causa de su muerte. Aquellas personas cuyos corazones no pueden sostener un gasto cardíaco adecuado desarrollan disnea (debido a que la sangre congestiona a los pulmones por la mala función del corazón izquierdo) y tienen edematizados los tobillos y los pies (debido a que se congestiona la circulación de los miembros inferiores por la mala función del corazón derecho; ver la cardiobox sobre edema en el capítulo 20). A nivel celular, la contractilidad disminuida en la insuficiencia cardíaca podría ser el resultado de la hipertrofia cardíaca (ver la cardiobox titulada “Hipertrofia cardíaca”), consecuencia de +2 alteraciones en los incrementos transitorios de la [Ca ]i o de la expresión de los filamentos contráctiles (o de ambos). +2 Los cambios en la fisiología de la [Ca ]i pueden reflejar alteraciones en las propiedades el canal de Ca+2 tipo L Cav1.2 +2 de la membrana plasmática o en el canal liberador de Ca RYR2 de la membrana sarcoplasmática. En un modelo animal de hipertrofia cardíaca inducida por hipertensión que conduce a insuficiencia cardíaca, los canales Cav1.2 muestran una capacidad alterada para activar los canales RYR2 a través de la liberación de Ca+2 inducida por Ca+2. Una distorsión en la microarquitectura de las células hipertróficas y de este modo un aumento en la distancia entre los Cav1.2 y los RYR2, podría ser responsable de la alteración en el acoplamiento. Cada una de las cuatro moléculas de RYR2 se asocia con una molécula de calstabina 2 (también conocida como la proteína FKBP12.6 de unión a FK506) que, junto con otras proteínas, forma un complejo macromolecular que regula el canal de liberación de +2 Ca . La depleción de calstabina 2 en la insuficiencia cardíaca tiene como consecuencia la liberación continua de Ca+2 a través de los canales RYR2 hacia el citosol. Las altas [Ca+2]i predisponen al corazón a desarrollar posdespolarizaciones tardías, arritmias ventriculares y muerte súbita (ver capítulo 21). Los cambios en la expresión de las proteínas contráctiles pueden reducir la contractilidad. Dos isoformas de la cadena pesada de la miosina, αMHC y βMHC, están presentas en el corazón. La velocidad del acortamiento muscular se incrementa con la expresión de αMHC. En la insuficiencia cardíaca humana, la cantidad de ARNm de αMHC, relativa al ARNm de toda las MHC, cae desde ~35% a ~2%. Un modelo animal interesante de insuficiencia cardíaca animal es el ratón knockout que carece del gen que codifica a MLP (muscular lim protein) (ver cardiobox de hipertrofia cardíaca). Los ratones deficientes en MLP tienen la misma disrupción en la arquitectura del citoesqueleto que la de los corazones insuficientes. Sumado a esto, estos ratones desarrollan miocardiopatía dilatada. Aunque los humanos con corazones insuficientes generalmente no carecen de MLP, la evidencia obtenida a partir de los ratones knockout sugiere que el sistema MLP podría tener un rol en ciertas formas de miocardiopatía. Capítulo 22 • El corazón como bomba 3. Alta [Ca2+] extracelular. Actuando por dos vías, la elevada [Ca2+]o incrementa la [Ca2+]i conduciendo así a un aumento de la contractilidad. Primero, disminuye el intercambio del Na+ externo por el Ca2+ interno. Segundo, más Ca2+ entra a la célula a través de los canales de Ca2+ durante el potencial de acción. 4. Baja [Na+] extracelular. Reducir el gradiente de Na+ disminuye la salida de Ca2+ a través del NCX1, aumentando la [Ca2+]i y potenciando la contractilidad. 5. Aumento de la frecuencia cardíaca. Como describimos al introducir el fenómeno de la escalera, el incremento de la frecuencia cardíaca aumenta los depósitos de Ca2+ en el retículo sarcoplasmático y de esta manera el influjo durante el potencial de acción. Agentes inotrópicos negativos Los factores que disminuyen la contractilidad reducen la [Ca2+]i. 1. Bloqueantes de los canales de Ca2+. Los inhibidores de los canales de Ca2+ tipo L –como el verapamilo, diltiazem, nifedipina- reducen la entrada de Ca2+ durante la meseta del potencial de acción cardíaco. Esta acción reduce la contractilidad. 2. Baja [Ca2+] extracelular. La disminución de la [Ca2+]o también disminuye la [Ca2+]i, tanto por un incremento en la salida de Ca2+ a través del NCX1 como al reducir la entrada de Ca2+ a través de los canales de Ca2+ tipo L durante la meseta del potencial de acción. 3. Alta [Na+] extracelular. La elevada [Na+]o incrementa la salida de Ca2+ a través del NCX1, disminuyendo así la [Ca2+]i. Hipertrofia cardíaca La sobrecarga de volumen o de presión puede comprometer mecánicamente al corazón. La sobrecarga de volumen se refiere a un excesivo volumen de fin de diástole (i.e., precarga). Por ejemplo, un gran cortocircuito arteriovenoso podría conducir a una sobrecarga de volumen tanto para el lado derecho como izquierdo del corazón. El incremento del VFD incrementa el volumen sistólico (Fig. 22-13C) el cual eleva el gasto cardíaco. La presión arterial sistémica usualmente se mantiene normal. Una sobrecarga de presión se refiere a una excesiva presión en el tracto de salida ventricular (i.e., poscarga). Para el lado izquierdo del corazón el problema radicaría en la presión arterial sistémica (i.e., hipertensión). El incremento de la presión aórtica lleva a una disminución del volumen sistólico (Fig. 22-13D). De todas maneras debido a un incremento compensatorio en la frecuencia cardíaca, el gasto cardíaco usualmente se mantiene normal. Cuando a lo largo del tiempo el proceso adaptativo de hipertrofia se vuelve inadecuado para hacer frente a la demanda, el resultado es una disfunción mecánica y por último una falla cardíaca. Debido a que las células del corazón adulto están diferenciadas terminalmente, los estímulos que serían mitogénicos en otras células no pueden disparar la división celular en el corazón pero si causan que los miocitos se hipertrofien y aumente la masa muscular. Los atletas de elite desarrollan hipertrofia fisiológica, en la cual las células cardíacas incrementan proporcionalmente su longitud y ancho. La sobrecarga de volumen conduce a una hipertrofia excéntrica caracterizada por el incremento de la longitud de la célula más que por su ancho. La sobrecarga de presión lleva a una hipertrofia concéntrica con un aumento mucho mayor del ancho del cardiomiocito. 2+ Una serie de eventos puede disparar la hipertrofia, incluidos varios factores hipertrofiantes, aumentos de la [Ca ]i y las fuerzas mecánicas. Factores hipertrofiantes Los agentes implicados en la hipertrofia cardíaca incluyen la proteína citosólica cardíaca miotropina (MYO/V1) y la citoquina cardiotropina 1 (CT-1) así como también catecolaminas, angiotensina II, endoltelina 1, factor de crecimiento símil insulina, TGF β y la interleuquina 1. Las catecolaminas y la angiotensina II, ambas activan la vía MAP quinasa. Más abajo en la cascada de traducción de la señal, la respuesta al estímulo hipertrofiante incluye al factor de transcripción GATA4 y tal vez a los factores SRF y TEF-1. Calcio 2+ La elevada [Ca ]i es tanto un disparador de hipertrofia como también parte de las vías de señalización que conducen a la hipertrofia. La [Ca2+]i se encuentra probablemente elevada durante el inicio de la sobrecarga de presión y o volumen. La elevada [Ca2+]i puede activar la calcineurina, una fosfatasa dependiente de Ca2+. Luego de ser desfosforilado por la calcineurina, el factor de transcripción NF-AT3 puede entrar al núcleo y unirse a GATA4, que activa de forma transcripcional a los genes responsables de la hipertrofia. Los ratones que expresan constitutivamente la forma activada de la calcineurina desarrollan hipertrofia y luego falla cardíaca. (continúa) 137 Sección IV • El sistema cardiovascular Factores mecánicos El estiramiento mecánico induce la expresión de genes específicos. El sensor mecánico que gatilla la hipertrofia cardíaca es quizás MLP, parte del citoesqueleto miocárdico. El estiramiento activa la cascada de fosforilación de las proteínas quinasas: Raf-1, la quinasa regulada por señales extracelulares y la subfamilia de las MAP quinasas. Todas estas quinasas regulan la expresión genética activando la transcripción del factor AP-1 Las vías que acabamos de mostrar conducen a grandes cambios en la expresión genética dentro de los miocitos cardíacos durante la hipertrofia. Sumado a la síntesis de muchas proteínas “housekeeping”, la hipertrofia cardíaca produce otros cambios que son más específicos para la contracción. Uno de los cambios más llamativos incluye los niveles reducidos del 2+ ARNm que codifica tres proteínas de la membrana del retículo sarcoplasmático: (1) los canales de liberación de Ca , (2) Fosfolamban y (3) SERCA. También la hipertrofia cardíaca está asociada al incremento de los niveles de ARNm de la α-actina, la cual es expresada normalmente en fetos pero no en el corazón adulto. Los corazones hipertróficos también poseen una expresión incrementada del factor angiogénico VEGF. A pesar de que un miocardio hipertrofiado sea capaz de realizar mayor trabajo que uno no hipertrofiado, posee una menor contractilidad cuando se normaliza a un área de sección transversal. ¿Por qué un corazón hipertrofiado no es tan bueno como 2+ uno normal? Las posibilidades incluyen alteraciones en el incremento de la [Ca ]i durante el potencial de acción cardíaco y alteraciones en la expresión de los filamentos contráctiles, particularmente las isoenzimas de miosina. 138 Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco CAPÍTULO 23 REGULACIÓN DE LA PRESIÓN ARTERIAL Y EL GASTO CARDÍACO Emile L. Boulpaep Cuando los médicos se encuentran con un paciente que parece seriamente enfermo, enfocan inmediatamente su atención en los signos vitales: temperatura, frecuencia respiratoria, frecuencia cardíaca y presión sanguínea. 1Estos parámetros son correctamente llamados “vitales” porque reflejan los aspectos más fundamentales de la salud; una alteración significativa en alguno de estos signos indica la necesidad de atención médica urgente. En este capítulo nos concentraremos en la presión sanguínea, un factor hemodinámico crítico y de fácil medición. Una presión sanguínea adecuada es necesaria para asegurar una buena perfusión a los diferentes órganos. Si es demasiado baja, decimos que el paciente está en shock. Por el contrario, si es demasiado alta, decimos que el paciente es hipertenso; una elevación aguda e importante de la presión sanguínea puede ser tan peligrosa como una caída abrupta. Aquí, examinaremos los mecanismos a corto y largo plazo que utiliza el organismo para regular su presión arterial. Debido a que la presión arterial depende en gran medida del gasto cardíaco, también discutiremos la regulación de este parámetro crítico. Finalmente, como el gasto cardíaco depende del 1 NdT: Históricamente, las frecuencias cardíaca y respiratoria eran los únicos signos vitales, ya que no requerían ningún instrumento para ser medidos. Luego, con el invento del termómetro y el esfigmomanómetro se añadieron dos nuevos signos vitales: la temperatura y la presión arterial respectivamente. Recientemente (o no tanto, 1980) se empezó a utilizar el oxímetro de pulso, el cual sumó un nuevo signo vital: la saturación de oxígeno de la hemoglobina arterial. retorno venoso hacia el corazón, veremos cómo este coincide, justamente, con el gasto cardíaco. REGULACIÓN DE LA PRESIÓN ARTERIAL A CORTO PLAZO La presión arterial media es la principal variable que el sistema cardiovascular controla Imaginemos que debemos distribuir agua a una ciudad de 1.000 casas. Podríamos decidir de antemano que cada casa consume unos 500 L/día y bombear esa cantidad a cada casa a una tasa constante. En otras palabras, podríamos entregar ~20 L/hora, independientemente del uso de agua de cada casa. El equivalente cardiovascular a este sistema sería una circulación en la cual el gasto cardíaco y el aporte de sangre a cada órgano fueran constantes. Alternativamente, podríamos conectar todas las casas a una gran y única torre de agua que proveyera una presión constante. Debido a que la altura de agua en la torre sería bastante estable, todas las canillas de las casas “verían” la misma presión. Este sistema ofrece varias ventajas. Primero, cada casa puede regular su uso de agua abriendo las canillas de acuerdo a sus necesidades. Segundo, el uso intenso de agua por una casa no afectaría la presión que asegura el agua a las demás casas. Tercero, la presión en la torre de agua garantizaría que cada casa reciba la presión suficiente para enviar agua a pisos superiores. Este sistema de una torre de agua es análogo a nuestro sistema circulatorio, el cual provee la misma flexibilidad para distribuir el flujo 139 Sección IV • El sistema cardiovascular sanguíneo mediante el control de la presión arterial sistémica media. La importancia que se le da al control de la presión arterial es necesaria debido a la anatomía del sistema circulatorio. Una red de ramificaciones arteriales permite que los órganos reciban una presión media que se aproxima mucho a la presión media aórtica. Así, todos los órganos, estén cerca o lejos al corazón, reciben la misma presión arterial media. Cada órgano controla su flujo sanguíneo local al incrementar o disminuir su resistencia arteriolar. El sistema que acabamos de introducir funciona debido a que un cambio en el flujo sanguíneo en un lecho vascular no afecta al flujo en otros lechos – esto si el corazón puede mantener la presión arterial media. De todas maneras, el sistema circulatorio debe mantener la presión arterial media no solo constante sino lo suficientemente alta para asegurar la filtración glomerular que ocurre en los riñones o para sobreponerse a las altas presiones tisulares de órganos como el ojo. Los sistemas de retroalimentación que el cuerpo usa para controlar la circulación son similares a los involucrados en la regulación de muchos otros sistemas fisiológicos. La regulación a corto plazo de la presión arterial – en una escala de tiempo de segundos a minutos- ocurre a través de vías neurales y sus efectores son el corazón, los vasos sanguíneos y la médula adrenal. Esta regulación a corto plazo es el tema de la presente discusión. La regulación a largo plazo de la presión arterial –en una escala de horas a días- ocurre a través de vías cuyos efectores son los vasos, así como también los riñones, en su rol de control del volumen del fluido extracelular. Esta regulación a largo plazo es tema de la parte final de este capítulo. La regulación de la presión arterial media a corto plazo es llevada a cabo por reflejos neurales Los reflejos neurales que regulan la presión arterial media operan como sistemas de retroalimentación negativa, y están compuestos de la siguiente manera: 140 1. Un sensor. Un sensor o receptor que cuantifique la variable a controlar y la traduzca en una señal eléctrica. 2. Vías neurales aferentes. Estas vías transmiten el mensaje desde el sensor hacia el sistema nervioso central (SNC). 3. Un centro integrador. El centro integrador en el SNC compara la señal detectada en la periferia con un “set point” y genera una señal de error, generando un mensaje que codifica la respuesta apropiada. 4. Vías neurales eferentes. Estas vías transmiten el mensaje desde el centro integrador hacia la periferia. 5. Efectores. Estos elementos ejecutan la respuesta apropiada modificando la variable a controlada y corrigiendo la desviación en dirección al “set point”. Un sistema dual de sensores y reflejos neurales controla la presión arterial media. Los sensores principales son los barorreceptores, los cuales en realidad son sensores de estiramiento o mecanorreceptores que detectan el “estiramiento” de la pared vascular. Los sensores secundarios son los quimiorreceptores que detectan cambios en la PO2, PCO2 y pH. Los centros de control están localizados dentro del SNC, la mayoría en el bulbo raquídeo, pero algunos sitios de la corteza cerebral y el hipotálamo también ejercen control. Los efectores incluyen las células marcapasos y miocitos especializados en la contracción del corazón, el músculo liso vascular de arterias y venas y la médula adrenal. Todos sabemos, por experiencia común, que el SNC influencia al sistema circulatorio. El estrés emocional puede ruborizarnos, y aumentar la frecuencia cardíaca. El dolor –o el estrés de tu primer día en una clase de anatomía- puede disparar la ruborización debido a una profunda y generalizada vasodilatación. Los primeros fisiólogos, como Claude Bernard, observaron que la estimulación de nervios periféricos simpáticos causa vasoconstricción y que el corte de la médula espinal en la región Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco cervical baja reduce drásticamente la presión sanguínea. De todas maneras, la primera idea de que un reflejo podría estar involucrado en la regulación del sistema cardiovascular vino de experimentos en los cuales la estimulación de un nervio particular (aferente) causaba un cambio en la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea. En 1866, E. de Cyon y Carl Ludwig estudiaron el nervio depresor, rama del nervio vago. Luego de que cortaron el nervio, encontraron que al estimular el extremo craneal, la frecuencia cardíaca disminuía y se producía hipotensión. Hering mostró que la estimulación del nervio del seno (nervio de Hering), el cual inerva el seno carotideo también causaba bradicardia e hipotensión. Los dos experimentos sugieren fuertemente que ambos nervios transmiten información al cerebro y que este de alguna manera utiliza esta información para controlar la función cardiovascular. Los barorreceptores de alta presión en el seno carotideo y el arco aórtico son receptores de estiramiento que sensan cambios en la presión arterial Corneille Heymans fue el primero en demostrar que los sensores de presión –llamados barorreceptores-están localizados en las arterias y son parte de un mecanismo de retroalimentación que regula la presión arterial media. Él encontró que la inyección de epinefrina –también llamada adrenalina- en los perros aumenta la presión sanguínea y luego disminuye la frecuencia cardíaca. Heymans hipotetizó que el incremento de la presión estimula los sensores arteriales, los cuales envían una señal al cerebro, y es este quien transmite otra señal al corazón, resultando en bradicardia. Para demostrar que la retroalimentación no depende de sustancias químicas transportadas por la sangre, Heymans demostró, a través de experimentos en perros, que el nervio vago transportaba la señal tanto hacia como desde el SNC y que los agentes transportados por la sangre no tenían ningún rol. El usó un enfoque similar para demostrar el rol de los quimiorreceptores periféricos en el control de la respiración. Por su trabajo en el control neural de la respiración, Heymans recibió el premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1938. Figura 23-1 Control barorreceptor de la presión arterial. En este ejemplo asumimos que el incremento de la presión arterial media (caja violeta) es el insulto primario. El proceso de control global, conocido como control barorreceptor de la presión arterial (Fig. 23-1), consiste en barorreceptores (i.e., los detectores), vías neurales aferentes, centros de integración en el tronco del encéfalo, vías neurales eferentes y el corazón con los vasos sanguíneos (i.e., los efectores). La retroalimentación negativa implica que el incremento de la presión arterial causa vasodilatación y bradicardia, mientras que la disminución de la presión arterial lleva a la vasoconstricción y taquicardia. Los sensores consisten en una serie de mecanorreceptores localizados en puntos estratégicos de alta presión dentro del sistema cardiovascular. Como discutimos antes, el sistema cardiovascular también posee sensores de baja presión que detectan cambios en la presión venosa. Los dos receptores de alta presión más importantes son el seno carotideo y el sensor ubicado en el arco aórtico. El estiramiento de la pared de los vasos en estos sitios causa vasodilatación y bradicardia. El seno carotideo (Fig. 23-2A) es una porción muy distensible de la pared de la arteria carótida interna, localizado 141 Sección IV • El sistema cardiovascular justo por encima de la ramificación de la carótida común en la carótida interna y externa. La pared arterial en el seno carotideo contiene finas capas de fibras elásticas y poca cantidad de colágeno y músculo liso. El arco aórtico (Fig. 23-2B) es también una porción muy distensible del árbol arterial que se distiende durante cada eyección ventricular. Figura 23-2 Vías aferentes de los receptores de alta presión. En B, los quimiorreceptores (i.e., cuerpos aórticos) están localizados en la pared inferior del arco aórtico, así también como en la bifurcación del tronco braquiocefálico. Del lado izquierdo, los cuerpos aórticos se encuentran, si están presentes, entre la carótida común y la subclavia izquierda. Los barorreceptores, tanto en el seno carotideo como en el arco aórtico, son terminales nerviosas ramificadas mielinizadas y no mielinizadas, las cuales se intercalan con las fibras elásticas. Las terminales expresan varios canales catiónicos no selectivos de la familia TRP: TRPC1, TRPC3, TRPC4 y TRPC5. Los canales TRPC jugarían un rol tanto como transductores electromecánicos como moduladores de la transducción. Un incremento en la presión transmural deforma los receptores. Los barorreceptores no son realmente sensores 142 de presión, sino sensores estiramiento. El estiramiento directo de los receptores resulta en un incremento en la tasa de disparo del nervio del barorreceptor. La diferencia entre la sensibilidad a la presión y la sensibilidad al estiramiento se vuelve aparente cuando uno evita la expansión del vaso al rodear la pared arterial con yeso. De esta manera el incremento de la presión transmural fracasa en incrementar la tasa de disparo del nervio barorreceptor. Remover el yeso restaura la respuesta. Otros tejidos que Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco rodean los barorreceptores pueden actuar como filtros mecánicos, aunque mucho menos que el yeso. Como se muestra en los registros rojos en los dos paneles superiores de la figura 23-3A, un incremento en la presión transmural (i.e., estiramiento) produce una corriente entrante que despolariza el receptor, generando un potencial de receptor. El incremento de presión causa una respuesta bifásica en el voltaje del receptor. Luego de una gran despolarización inicial (el componente dinámico), el sensor continúa despolarizado pero a un nivel de voltaje menor, aunque estable (componente estático). Este potencial de barorreceptor, al contrario de un potencial de acción regenerativo, es una respuesta gradual en la cual la amplitud es proporcional al grado de estiramiento (compare los registros rojos y violetas). Estos sensores neuronales son neuronas bipolares cuyos cuerpos están localizados en un ganglio cerca del tronco del encéfalo. La prolongación central de estas neuronas se proyecta al bulbo. Los cuerpos de los barorreceptores aórticos que están localizados en el ganglio nodoso (un ganglio sensitivo del nervio vago) expresan varios TRPC. Aunque estos canales de cationes no selectivos son sensibles al estiramiento y bloqueables por Gd3+, probablemente configuren solo la sensibilidad de la respuesta barorreceptora. El aumento de la presión arterial incrementa la tasa de disparo de los barorreceptores Si, en la ausencia de un aumento de presión, despolarizamos el barorreceptor, el resultado es un incremento de la frecuencia de potenciales de acción del nervio. Así, no es sorprendente que un incremento gradual en la presión produzca despolarizaciones graduales, resultando en incrementos proporcionales en la frecuencia de espigas (Fig. 23-3A, los dos paneles inferiores). La disminución gradual de la presión también disminuye gradualmente la actividad del receptor, cuando las presiones rondan los 40 a 60mmHg, la frecuencia de disparo cae significativamente. De esta manera, los barorreceptores codifican las respuestas mecánicas en una señal modulada por frecuencia. Figura 23-3 Vías aferentes de los barorreceptores de alta presión. En A, los registros hacen referencia a experimentos hipotéticos con un barorreceptor en el cual uno aumenta de repente la presión arterial a 75 mmHg (violeta) o a 125 mmHg (rojo). En B, los registros se refieren a resultados obtenidos del nervio del seno carotideo. Un incremento repentino en la presión genera una gran despolarización inicial, acompañada por una descarga transitoria de alta frecuencia. Cuanto menor sea el valor de la despolarización, menor será la frecuencia de disparo. Debido a que los barorreceptores tienen tanto una respuesta dinámica como estática, son sensitivos tanto a la forma como a la amplitud de las oscilaciones de presión. Entonces, los potenciales 143 Sección IV • El sistema cardiovascular de acción que ocurren en fase con el ciclo cardíaco codifican información de la presión de pulso (i.e., diferencia entre la presión sistólica pico y la presión diastólica mínima). La curva de frecuencia de descarga-presión no pulsátil en la figura 23-3B –obtenida en una unidad del nervio del seno- muestra que las frecuencias de espigas aumentan en una forma sigmoidea con los incrementos de la presión sanguínea. La curva pulsátil de la misma figura muestra que cuando la presión es oscilante la frecuencia de descarga media a bajas presiones es mayor que cuando la presión es estable. No todos los receptores arteriales tienen las mismas propiedades. A medida que aumentamos la presión intravascular gradualmente, unidades individuales diferentes en el seno carotideo aislado comienzan a disparar a diferentes presiones. Así, la respuesta global del barorreceptor que se genera frente a aumentos de presión incluye tanto el incremento de la frecuencia de disparo así como al reclutamiento de más unidades, hasta que finalmente la saturación se alcanza a los ~200 mmHg. El seno carotideo en algunos individuos es inusualmente sensible. Cuando se ponen un collar apretado o una corbata pueden llegar a desmayarse debido a que los sensores ordenan al tronco del encéfalo disminuir la presión sanguínea. La respuesta de los receptores del seno carotideo y el arco aórtico son diferentes. En un individuo dado, un cambio en la presión del seno carotideo tiene un mayor efecto en el sistema de presión arterial que si el cambio fuera en el arco aórtico. Comparado con el receptor del seno carotideo, el del arco aórtico tiene un umbral mayor para activarse. Una vez que el cambio en la presión arterial produjo cambios en la frecuencia de disparo del nervio del sensor, la señal viaja hacia el bulbo. La vía aferente para el seno carotideo es el nervio del seno, que se une al glosofaríngeo (par craneal IX). Los cuerpos neuronales del barorreceptor del seno carotideo están localizados en el ganglio petroso del nervio glosofaríngeo (Fig. 23-4A). La vía aferente del arco aórtico son las fibras sensoriales del nervio vago (par craneal X). Luego de unirse a los nervios laríngeos superiores, las fibras ascienden hacia sus cuerpos celulares en el ganglio nodoso del vago (Fig. 23-4A). 144 El bulbo raquídeo coordina las señales provenientes desde los barorreceptores Los complejos núcleos bulbares involucrados en la regulación cardiovascular son conjuntamente llamados centro bulbar cardiovascular. Dentro de este centro pueden realizarse distinguidas subdivisiones, con un área vasomotora y un área cardioinhibitoria. El centro cardiovascular bulbar recibe toda la información desde los barorreceptores y es el centro integrador de la homeostasis cardiovascular. La mayoría de las fibras aferentes se proyectan desde los dos barorreceptores de alta presión hacia el núcleo del tracto solitario, el cual está localizado a cada lado en el bulbo raquídeo. El neurotransmisor liberado por los barorreceptores en el núcleo del tracto solitario (NTS) es glutamato, el cual se une a la subunidad GluR2 del receptor AMPA. Algunas neuronas en el NTS poseen receptores purinérgicos que son activados por ATP. Interneuronas inhibidoras se proyectan desde el NTS hacia el área vasomotora del bulbo (Fig. 234b). Esta área vasomotora incluye al área A1 y C1 del bulbo, así como también al complejo olivar inferior. La estimulación del área C1 produce una respuesta vasoconstrictora. A menos que las neuronas del área C1 sean inhibidas por las interneuronas del NTS, se produce una respuesta que promueve la vasoconstricción. Entonces, un incremento en la presión aumenta la tasa de disparo de los barorreceptores, la cual causa que las interneuronas del NTS inhiban a las neuronas C1, resultando en vasodilatación. Esta vía de C1 es importante para el componente vascular del reflejo barorreceptor. El patrón de disparo de las neuronas C1 está en relación con los cambios de presión que ocurren durante el ciclo cardíaco. Neuronas exitatorias se proyectan desde el NTS hacia el área cardioinhibidora, que incluye al núcleo ambiguo y al núcleo motor dorsal del vago. Las neuronas del núcleo motor dorsal del vago son importantes para el componente cardíaco del reflejo barorreceptor. Algunas interneuronas inhibitorias probablemente proyecten desde el núcleo del NTS hacia el área Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco cardioaceleradora, también en el bulbo raquídeo. La estimulación de las neuronas en esta área provoca que la frecuencia cardíaca y la contractilidad se incrementen. La vía eferente de la respuesta barorreceptora incluye tanto al sistema simpático como al parasimpático Luego de que el centro cardiovascular haya procesado la información desde las diferentes vías aferentes, este centro envía señales de nuevo hacia la periferia a través de vías eferentes. La respuesta barorreceptora tiene dos vías eferentes principales: las divisiones simpática y parasimpática del SNC. Eferencias simpáticas Como discutimos antes, el incremento de la actividad de los barorreceptores induce al NTS a inhibir C1 (i.e., vasomotor) y a las áreas cardioaceleradoras del bulbo. Funcionalmente, diversas neuronas bulboespinales en ambas áreas envían axones por la médula espinal a estimular neuronas simpáticas preganglionares en el asta intermedio lateral de la médula espinal. Así, podemos pensar estas neuronas bulboespinales como presimpáticas o pre-preganglionares. Las sinapsis pueden ser adrenérgicas (como en el caso de las neuronas C1), peptidérgicas o glutamatérgicas. Las sinapsis glutamatérgicas son las más importantes para la respuesta vasomotora. El glutamato liberado actúa tanto en los receptores NMDA como en los no NMDA de las neuronas simpáticas preganglionares. Los cuerpos neuronales de las neuronas preganglionares simpáticas están ubicados en el asta intermedio lateral de la sustancia gris de la médula espinal, entre los segmentos T1 y L3. Luego de una considerable convergencia y divergencia, la mayoría de los axones de estas neuronas preganglionares sinapsan con las neuronas posganglionares localizadas dentro de los ganglios de la cadena simpática paravertebral, así como la prevertebral. El neurotransmisor liberado en las sinapsis entre las neuronas pre y posganglionares es la acetilcolina (ACh) la cual se une al receptor colinérgico nicotínico N2 (nAChR). Debido a la convergencia y divergencia, la inervación simpática no se distribuye de acuerdo a los dermatomas. Las fibras simpáticas posganglionares controlan un amplio rango de funciones. El incremento de la actividad simpática produce vasoconstricción. El reflejo barorreceptor produce vasodilatación dado que inhibe la descarga estimulatoria tónica de las neuronas vasomotoras C1. Debido a que las neuronas bulboespinales hacen sinapsis con las neuronas simpáticas preganglionares entre T1 y L3, un traumatismo por encima de T1 causa una disminución importante de la presión arterial y una sección por debajo de L3 no la produce. Otro objetivo importante de las neuronas posganglionares en su “misión cardiovascular” es el corazón. Las aferencias desde los ganglios cervicales medios y el ganglio estrellado, se ramifican y forma los nervios cardíacos. Así, el corte de la médula espinal por encima de T1 podría bloquear las aferencias a las fibras simpáticas preganglionares que proyectan hacia el corazón. Sumado a esto, algunas fibras preganglionares no realizan sinapsis en los ganglios simpáticos, sino que directamente inervan las células cromáfines de la médula suprarrenal a través de los nervios esplácnicos. Estas células liberan adrenalina, la cual actúa en el corazón y los vasos sanguíneos. Eferencias parasimpáticas Como describimos antes, el incremento de la actividad de los barorreceptores instruye al NTS a que estimule neuronas en el núcleo ambiguo y motor dorsal del vago (área cardioinhibidora). Las neuronas objetivo de estos dos núcleos son las fibras parasimpáticas preganglionares del nervio vago que se proyectan hacia el corazón. Estas fibras vagales eferentes siguen a las arterias carótidas comunes y terminan realizando su sinapsis en un pequeño ganglio en la pared de las aurículas. Ahí liberan ACh la cual se une a los nAChRs tipo N2 de las neuronas parasimpáticas posganglionares. Las fibras posganglionares cortas luego inervan el nodo sinusal, la aurícula y los ventrículos, donde actúan principalmente disminuyendo la conducción a través del corazón. 145 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 23-4 Controles centrales medulares del sistema cardiovascular. En A, los núcleos y los nervios craneales están en negrita. En B, sección a través del bulbo, mostrando las proyecciones de las estructuras que no necesariamente coexisten en una única sección transversal. 146 Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco Los principales efectores del control de la presión arterial son el corazón, las arterias, las venas y la médula suprarrenal El sistema cardiovascular utiliza diferentes órganos efectores para controlar la presión arterial: el corazón, las arterias, las venas y la médula suprarrenal (Fig. 23-5) Inervación simpática del corazón (nervios cardíacos) La división simpática del sistema nervioso autónomo (SNA) influencia al corazón a través de los nervios cardíacos, los cuales forman un plexo cerca del corazón (Fig. 23-2). Las fibras posganglionares, las cuales liberan noradrenalina, inervan el nodo SA, las aurículas y los ventrículos. Su efecto es incrementar tanto la frecuencia cardíaca como la contractilidad. Debido a que el nervio cardíaco derecho domina la inervación del nodo SA (que está a la derecha), tiene más efecto en la frecuencia cardíaca que el nervio cardíaco izquierdo. Por otro lado la descarga simpática del nervio cardíaco izquierdo tiene mayor efecto en la contractilidad que el derecho. En general, los nervios cardíacos no ejercen una actividad cardioaceleradora tónica en el corazón. En reposo la tasa de disparo es menor que la del nervio vago. Inervación parasimpática del corazón (nervios vagos) Los nervios vagos normalmente ejercen una intensa y tónica actividad parasimpática en el corazón por medio de la ACh. Cortar el nervio vago, o administrar atropina (la cual bloquea la acción de la ACh) incrementa la frecuencia cardíaca. De hecho, los experimentos de los efectos del nervio vago en el corazón condujeron al descubrimiento del primer neurotransmisor neurohumoral, la ACh. La estimulación vagal disminuye la frecuencia cardíaca por su efecto en la actividad marcapasos. Como también sucede con los nervios cardíacos derechos e izquierdos, el nervio vago derecho es más efectivo disminuyendo el nodo SA que el izquierdo. El vago izquierdo es más efectivo inhibiendo la conducción a través del nodo AV. La estimulación vagal, en cierta medida también reduce la contractilidad cardíaca. Inervación simpática de los vasos sanguíneos (respuesta vasoconstrictora) Las fibras simpáticas vasoconstrictoras están diseminadas a través de los vasos sanguíneos del cuerpo. Estas fibras son más abundantes en el riñón y en la piel, relativamente escasas en la vasculatura coronaria y los vasos cerebrales y están ausentes en la placenta. Liberan norepinefrina, la cual se une a los adrenorreceptores en la membrana de las células musculares lisas vasculares (CMLV). En la mayoría de los vasos, la vasodilatación es el resultado de una disminución de la descarga de los nervios simpáticos vasoconstrictores. Inervación parasimpática de los vasos sanguíneos (respuesta vasodilatadora) Las fibras parasimpáticas vasodilatadoras son mucho menos comunes que las fibras simpáticas vasoconstrictoras. Las fibras vasodilatadoras parasimpáticas inervan las glándulas salivales y algunas glándulas gastrointestinales y son cruciales para la vasodilatación de tejidos eréctiles en los genitales externos. Las fibras parasimpáticas posganglionares liberan ACh, la cual como ya vimos causa vasodilatación indirectamente. Inervación simpática de los vasos sanguíneos del músculo esquelético (respuesta vasodilatadora) Sumado a las ampliamente distribuidas fibras simpáticas vasoconstrictoras, el músculo esquelético en los no-primates tiene un sistema especial de fibras simpáticas que producen vasodilatación. Estas fibras especiales inervan los grandes vasos precapilares en el músculo esquelético. El origen de la vía simpática vasodilatadora es muy diferente al de la vía vasoconstrictora, la cual recibe su información del área vasomotora del bulbo. En su lugar, la fibra simpática vasodilatadora recibe instrucciones desde neuronas en la corteza cerebral, las cuales hacen sinapsis con otras neuronas en el hipotálamo o el mesencéfalo. Las fibras desde estas segundas neuronas discurren a través del bulbo sin interrupción y alcanzan la médula espinal. Así, estas fibras hacen sinapsis en neuronas simpáticas preganglionares en el asta intermedio lateral, de la misma manera que otras neuronas lo hacen. Las fibras preganglionares 147 Sección IV • El sistema cardiovascular vasodilatadoras sinapsan en los ganglios simpáticos con las neuronas posganglionares que terminan en las CMLV que rodean los vasos sanguíneos del músculo esquelético. Estas fibras vasodilatadoras posganglionares simpáticas liberan ACh y quizás otros neurotransmisores. De esta manera, los vasos sanguíneos dentro del músculo esquelético reciben tanto inervación simpática adrenérgica como simpática colinérgica. El sistema colinérgico, actuando directamente a través de receptores muscarínicos, relaja las CMLV y causa vasodilatación. Esta vasodilatación en el músculo Figura 23-5 Control autonómico de órganos cardiovasculares. 148 esquelético ocurre en la respuesta de lucha o huída, así como también quizás durante la respuesta anticipatoria al ejercicio. En ambos casos, la movilización del sistema vasodilatador simpático es acompañada por una extensa activación de la división simpática, la cual incluye los efectos cardíacos (i.e., incremento de la frecuencia cardíaca y la contractilidad) y la vasoconstricción generalizada de todos los lechos vasculares excepto del músculo esquelético. (Una pequeña vasoconstricción ocurre en el lecho vascular cerebral y coronario, que tiene una escasa inervación simpática vasoconstrictora). Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco Médula suprarrenal Ya hemos mencionado que algunas fibras simpáticas preganglionares en los nervios simpáticos esplácnicos también inervan las células cromafines de la médula suprarrenal. Es más, la médula suprarrenal es equivalente a un ganglio simpático. Las terminales simpáticas de las fibras preganglionares liberan ACh, la cual actúa en los nAChR de las células cromafines de la médula suprarrenal. Las células cromafines son así neuronas posganglionares modificadas que liberan sus transmisores –adrenalina y, en un menor grado, noradrenalina – hacia la sangre más que hacia un órgano específico. De esta manera, la médula suprarrenal participa como un efector global que a través de la liberación de adrenalina causa efectos generales en la circulación. Como veremos en la siguiente sección, la adrenalina liberada por la médula suprarrenal actúa tanto en el corazón como en los vasos sanguíneos y de esta forma contribuye al control de la presión arterial sistémica (PAM). La combinación de agonistas y receptores determina la respuesta final en las células cardíacas y vasculares efectoras Receptores adrenérgicos del corazón La inervación simpática del corazón afecta tanto a la frecuencia cardíaca como a la contractilidad. La noradrenalina, liberada por las neuronas simpáticas posganglionares, actúa en receptores ẞ1 adrenérgicos postsinápticos de las células marcapasos en el nodo SA. Así como en receptores similares de células miocárdicas en las aurículas y los ventrículos. El receptor ẞ1 adrenérgico, a través de la proteína Gs, actúa por medio de la vía de la proteinquinasa A para fosforilar múltiples proteínas efectoras tanto en las células marcapasos como en los cardiomiocitos. En las células marcapasos, los agonistas ẞ1adrenérgicos estimulan (1) la If (corriente funny), la corriente de Na+ diastólica a través de los canales HCN y (2) una corriente de Ca2+ (ICa) a través de los canales de Ca2+ tipo T. El efecto neto de estos dos cambios es un incremento en la frecuencia de despolarización diastólica (i.e., fase 4 del potencial de acción) así como también llevar al umbral para el potencial de acción hacia un valor más negativo. Debido a que la diástole se acorta, la frecuencia cardíaca aumenta. En las células miocárdicas, los agonistas ẞ1 adrenérgicos generan un efecto inotrópico positivo a través de varios mecanismos paralelos mediados a través de la proteinquinasa A. Además, la activación de la subunidad α5 de la proteína G puede activar directamente los canales de Ca2+ tipo L. El efecto neto de estas distintas vías son contracciones más fuertes y frecuentes. Receptores colinérgicos del corazón La inervación parasimpática del corazón afecta tanto a la frecuencia cardíaca y, en menor medida, la contractilidad. La ACh liberada por las neuronas parasimpáticas postsinápticas se une a los receptores muscarínicos M2 (i.e., acoplado a proteína G) en las células marcapasos del nodo sinusal y a los miocitos ventriculares. En las células marcapasos, la ACh actúa a través de tres mecanismos. (1) La ACh gatilla una vía de señalización limitada a la membrana mediada no por la subunidad α de la proteína G sino a través del heterodímero β-γ (beta-gamma). Las subunidades β-γ liberadas abren directamente canales de K+ rectificadores (GIRK1 o Kir3.1) en células marcapasos. La elevación resultante de la conductancia de K+ genera un potencial diastólico más negativo durante la fase 4 del potencial de acción. (2) La ACh también disminuye la If, y de esta forma reduce la frecuencia de la despolarización diastólica. (3) ACh disminuye la ICa, entonces reduce la frecuencia de la despolarización diastólica y hace más positivo el umbral. En las células musculares cardíacas, la ACh tiene un efecto inotrópico negativo menor que podría ocurrir por dos mecanismos. (1) La activación de los receptores M2, a través de Gi, inhibe la adelinatociclasa, reduciendo [AMPc]i, y por lo tanto contrarrestando los efectos de la estimulación adrenérgica. (2) La activación del receptor M3, a través de Gq, estimula a la fosfolipasa C, aumentando [Ca++]i y estimulando así a la óxido nítrico sintasa (NOS). 149 Sección IV • El sistema cardiovascular El NO recién formado estimula a la guanilatociclasa e incrementa [GMPc]i, que de alguna forma inhibe a los canales de Ca2+ y por lo tanto disminuye el influjo de Ca2+. Receptores adrenérgicos de los vasos sanguíneos La división simpática del SNA puede modular el tono del músculo liso vascular en arterias, arteriolas y venas a través de dos rutas distintas – neuronas simpáticas posganglionares y la médula suprarrenal. Si el efecto neto de la estimulación simpática en un vaso particular es la vasoconstricción (aumentar el tono de las CMLV) o la vasodilatación (disminución del tono de las CMLV) depende de cuatro factores: (1) qué agonista es liberado, (2) a cuál receptor adrenérgico se va a unir el agonista, (3) si el receptor tiende a causar vasoconstricción o vasodilatación y (4) qué subtipo de receptor está presente en la CMLV. Las neuronas simpáticas posganglionares liberan noradrenalina y la médula adrenal libera principalmente adrenalina. La noradrenalina y la adrenalina no tienen afinidad exclusiva por un único tipo de receptor adrenérgico. La designación α y ẞ surge de la observación de que la noradrenalina aparenta tener gran actividad sobre los receptores α, y la adrenalina sobre los ẞ. Sin embargo, aunque la noradrenalina se une con mayor afinidad a los receptores α, también puede activar a los receptores ẞ. De una manera similar, aunque la adrenalina se une con mayor afinidad a los ẞ, también puede activar a los α. Por supuesto, agonistas sintéticos pueden ser más específicos y potentes que la noradrenalina y la adrenalina (por ejemplo, el agonista alfa fenilefrina y el agonista beta isoproterenol). Una aproximación farmacológica y molecular más fina revela que tanto los receptores alfa y beta tienen subgrupos, incluso los subgrupos tienen subgrupos. Cada uno de todos estos adrenorreceptores tiene una farmacología particular. Así, el receptor ẞ1 tiene alrededor de la misma afinidad por la epinefrina que por la norepinefrina, pero el ẞ2 tiene una afinidad mucho más alta por la adrenalina que por la noradrenalina. Si la ocupación de un receptor tiende a la vasoconstricción o a la vasodilatación es sencillo. La vasoconstricción provocada por las 150 catecolaminas es un efecto α, en particularα1. Así, la norepinefrina liberada por las terminales nerviosas actúa en los adrenorreceptores α1, el cual está acoplado a la proteína Gq. La activación resultante de la fosfolipasa C y la formación de inositol 1,4,5-trifosfato (IP3) lleva al incremento de la [Ca2+]i y a la consecuente contracción del músculo liso. En contraste, la vasodilatación producida por la adrenalina liberada desde la médula suprarrenal, es un efecto ẞ2. La ocupación de estos adrenorreceptores dispara la vía de la PKA, conduciendo a la fosforilación de la quinasa de la cadena liviana de la miosina (MLCK), lo cual reduce la sensibilidad de esta al complejo Ca2+Calmodulina, resultando en la relajación del músculo liso. Qué subtipo de receptor está presente en un tejido particular es más complejo. Muchos vasos sanguíneos tienen una mezcla de varios subtipos de receptores α y ẞ, cada uno estimulado en diversos grados por la noradrenalina y la adrenalina. De esta forma, la respuesta de estas células depende de la dominancia relativa de cada uno de estos receptores en su superficie. Afortunadamente los únicos dos subtipos en los vasos sanguíneos que tienen interés clínico son los α1 y los ẞ2. La respuesta final en el tejido diana (vasoconstricción vs. vasodilatación) depende tanto de la mezcla de los agonistas (noradrenalina vs. adrenalina) como también de la heterogénea mezcla de los receptores en la CMLV (α1 y ẞ2). Como un ejemplo, consideremos los vasos sanguíneos de la piel y el corazón. Dado que los vasos cutáneos sólo tienen receptores α1, solamente pueden vasocontraerse, independientemente de cuál agonista esté circulando. Por otra parte, la adrenalina causa que los vasos coronarios se dilaten debido a que tienen un número mayor de receptores ẞ2 que de α1. Receptores colinérgicos en (o cerca de) los vasos sanguíneos El agregado de Ach a células musculares lisas aisladas causa contracción. Así, en una situación artificial en donde las terminales nerviosas liberan sólo ACh y en la cual no existen otros tejidos, la ACh conduce a la vasoconstricción. En la vida real, la ACh dilata los vasos sanguíneos al unirse a los receptores Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco muscarínicos de células vecinas y generando otros mensajeros que indirectamente causan vasodilatación. Por ejemplo, en el músculo esquelético, la ACh se une a receptores M2 en la membrana presináptica de las neuronas simpáticas posganglionares, disminuyendo [AMPc]i e inhibiendo la liberación de norepinefrina. Así, la inhibición de la vasoconstricción produce vasodilatación. En el tejido eréctil, la ACh no sólo se une a los receptores presinápticos M2 como mencionamos recién, sino que también se une a los receptores M3 en las células endoteliales y, a través de la vía de la fosfolipasa C, libera IP3 y aumenta la [Ca2+]i. El Ca2+ estimula la NOS a producir NO (óxido nítrico), el cual difunde desde las células endoteliales a las CMLV. Dentro de estas, el NO activa la guanilatociclasa soluble, resultando en la producción de GMPc y la activación de la proteinquinasa G. La subsecuente fosforilación de la MLCK causa relajación. En las glándulas salivales, las neuronas parasimpáticas posganglionares liberan ACh, la cual estimula las células ganglionares a secretar calicreína, una enzima que corta los quininógenos en las quininas vasodilatadoras (por ejemplo, la bradiquinina). Una secuencia similar de eventos parácrinos puede ocurrir en las glándulas sudoríparas de la piel no apical, donde las fibras simpáticas posganglionares liberan ACh, conduciendo indirectamente a vasodilatación local. Receptores no-adrenérgicos y no-colinérgicos en los vasos sanguíneos Las terminales nerviosas parasimpáticas posganglionares pueden producir vasodilatación al co-liberar otros neurotransmisores además de la ACh, como el NO, el neuropéptido Y, el péptido intestinal vasoactivo (PIP) y el péptido relacionado al gen de la calcitonina. El NO de origen neuronal actúa en la misma vía que el derivado del endotelio. El neuropéptido Y actúa al disminuir [AMPc]i; y el PIP y presumiblemente el péptido relacionado al gen de la calcitonina, actúen aumentando la [AMPc]i. El centro cardiovascular bulbar mantiene la presión sanguínea y está bajo control de cerebrales superiores centros El centro cardiovascular bulbar normalmente ejerce su actividad tónica en las neuronas preganglionares simpáticas, cuyos cuerpos celulares están en los segmentos toracolumbares de la médula espinal. De todas maneras, una variedad de aferencias somáticas y viscerales hacen conexiones con estas vías eferentes de la médula espinal, y cuyas aferencias son responsables de muchos reflejos que ocurren a nivel medular. Neuronas del área C1 del bulbo (Fig. 23-4) son responsables del mantenimiento de la presión arterial normal. En general, las neuronas C1 están activas tónicamente y excitan a las neuronas preganglionares simpáticas para que produzcan vasoconstricción. La presencia de neuronas tónicamente activas en el área C1 lleva a pensar que estas neuronas probablemente tengan un rol en algunas formas de hipertensión. Interesantemente, la clonidina, un agente antihipertensivo, actúa al unirse a receptores en el área neuronal C1. Además de las aferencias desde los barorreceptores, el centro cardiovascular bulbar recibe aferencias desde centros respiratorios y desde centros superiores del SNC, como el hipotálamo y la corteza cerebral (Fig. 23-5). El hipotálamo integra muchas respuestas cardiovasculares. De hecho, uno puede usar microelectrodos para estimular sitios particulares en el hipotálamo y reproducir una variedad de respuestas fisiológicas. El núcleo hipotalámico dorsomedial actúa en el bulbo para mediar respuestas vasomotoras y cardíacas (como por ejemplo durante el ejercicio y el estrés agudo). La corteza cerebral influye las áreas de integración hipotalámicas a través de vías exitatorias e inhibitorias. Así, una fuerte emoción puede precipitar hipotensión con síncope (i.e., desmayos). Reflejos condicionados también pueden producir respuestas cardiovasculares. Por ejemplo, es posible, por recompensas condicionadoras, entrenar a un animal para que aumente o disminuya la frecuencia cardíaca. 151 Sección IV • El sistema cardiovascular Existe una regulación neuronal secundaria de la presión arterial que depende de los quimiorreceptores Aunque los barorreceptores son los sensores principales para el control de la presión sanguínea, un segundo conjunto de receptores, los quimiorreceptores periféricos, también tienen un rol. Mientras que los barorreceptores ejercen un efecto inhibidor en los centros bulbares vasomotores, causando vasodilatación; los quimiorreceptores periféricos ejercen un efecto estimulante en los centros vasomotores, causando vasoconstricción (Fig. 23-6A). En lo que compete al corazón, la llegada de información tanto de los barorreceptores como de los quimiorreceptores ejerce un efecto estimulante en los centros cardio-inhibidores; esto es, ambos disminuyen la frecuencia cardíaca. Figura 23-6 Control quimiorreceptor del sistema cardiovascular. En este ejemplo, asumimos que una disminución en la PO2, un incremento en la PCO2 o una disminución del pH es el insulto primario (caja violeta). En A, la bradicardia ocurre sólo cuando la ventilación está disminuida o ausente (por ejemplo, al aguantar la respiración). En B, los efectos de la ventilación superan a la respuesta cardiovascular intrínseca, produciendo taquicardia. Los centros respiratorios bulbares –los cuales incluyen las áreas que integran la información desde los quimiorreceptores periféricos- influyen fuertemente en los centros cardiovasculares bulbares. Una caída en la PO2 arterial, un aumento en la PCO2 o una caída del pH estimula los quimiorreceptores periféricos e induce un aumento en la frecuencia de disparo de los nervios aferentes que van hasta el tronco del encéfalo. En la ausencia de una llegada de información conflictiva, que discutiremos luego, la respuesta intrínseca del bulbo a los quimiorreceptores periféricos es la vasoconstricción y la bradicardia (Fig. 23-6A). 152 Cambios opuestos en la PO2, PCO2 y pH tienen los efectos opuestos. Los quimiorreceptores periféricos –quienes tienen un rol primario en la regulación de la ventilación- están cerca de los barorreceptores. También hay dos tipos de quimiorreceptores periféricos: los cuerpos carotídeos y los cuerpos aórticos. Cuerpos carotideos Los cuerpos carotideos –o glomus carotideos- están localizados entre la arteria carótida interna y externa. Aunque los cuerpos carotideos humanos son pequeños (i.e., tienen un flujo sanguíneo ~1mm3) Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco extraordinariamente alto por unidad de masa y una diferencia arteriovenosa de PO2, PCO2 y pH minúscula, poniéndolos en una excelente posición para monitorizar la composición de la sangre arterial. Las células quimiosensitivas en el cuerpo carotídeo son las células glómicas, las cuales hacen sinapsis con fibras nerviosas que se unen al nervio glosofaríngeo (par craneal IX). Una caída de la PO2 arterial, un aumento de la PCO2 arterial o una caída del pH incrementan la frecuencia de espigas en las fibras aferentes del nervio del seno. Cuerpos aórticos Los cuerpos aórticos están situados inmediatamente por debajo de la concavidad del arco aórtico. Las células del glomus aórtico hacen sinapsis con las fibras aferentes del nervio vago (par craneal X) Fibras aferentes que llevan información al bulbo La señal más importante que afecta las células glómicas es una baja PO2, la cual dispara un incremento en las frecuencias de disparo de las fibras. Como las fibras aferentes de los barorreceptores, las fibras eferentes de ambos quimiorreceptores se proyectan al NTS (núcleo del tracto solitario) en el bulbo raquídeo. De hecho, la respuesta a la información que llega desde los quimiorreceptores periféricos se superpone con la que llega desde los barorreceptores. Rol fisiológico de los quimiorreceptores en el control cardiovascular Las fluctuaciones en la PO2 que normalmente ocurre en humanos no son lo suficientemente grandes para afectar la presión sanguínea o la frecuencia cardíaca. Para el sistema cardiovascular, los quimiorreceptores periféricos juegan un rol solo durante la hipoxia severa. Como hemos notado, los efectos cardiovasculares intrínsecos de la hipoxia incluyen vasoconstricción y bradicardia (Fig. 23-6A). De todas maneras, no es fácil demostrar este reflejo bradicárdico primario. De hecho, sólo se observa durante la apnea forzada. Bajo condiciones reales, la hipoxia causa taquicardia. ¿Por qué? La hipoxia –a través de los quimiorreceptores periféricos- normalmente estimula el centro respiratorio bulbar el cual aumenta la ventilación (Fig. 23-6B). Como discutimos antes, la alta PCO2 que puede acompañar a la hipoxia estimula los quimiorreceptores centrales, los cuales independientemente también estimulan la ventilación. Este incremento de la ventilación tiene dos efectos. Primero, estira los pulmones, lo cual lleva al estiramiento de los receptores pulmonares. Los impulsos aferentes desde estos receptores de estiramiento pulmonar inhiben el centro cardio-inhibidor, causando taquicardia refleja. Segundo, el incremento de la ventilación alveolar causa que la PCO2 disminuya, aumentando el pH del fluido extracelular del cerebro y así inhibiendo el centro cardioinhibidor. De nuevo, el efecto neto es la taquicardia. Así, la respuesta fisiológica a la hipoxia es la taquicardia. Quimiorreceptores centrales Sumado a los quimiorreceptores periféricos, los quimiorreceptores centrales están presentes en el bulbo. De todas maneras, en contraste con los periféricos, los cuales sensan principalmente PO2 2, los quimiorreceptores centrales sensan principalmente el pH del LEC cerebral, que generalmente refleja el nivel de PCO2 central. Como hemos notado (Fig. 23-4B), la llegada de información de los barorreceptores al NTS estimula las interneuronas inhibidoras que se proyectan al área vasomotora. Esta vía ejerce una restricción considerable a la eferencia simpática, que de otra manera causaría vasoconstricción. Así, cortando las aferencias de los barorreceptores se causa vasoconstricción. Los quimiorreceptores centrales también influencian el área vasomotora. De hecho, una alta PCO2 arterial (lo que generalmente implica un bajo pH cerebral) estimula los quimiorreceptores 2 NdT: Los quimiorreceptores periféricos fueron tradicionalmente considerados como sensores primarios de hipoxia. Aunque es correcto en algún sentido, esta noción es algo engañosa porque implica que la hipoxia es un estímulo independiente para la ventilación. En realidad, el efecto particular de la hipoxia en los quimiorreceptores periféricos es + incrementar la sensibilidad de estos a la [H ] (que generalmente va de la mano a la PCO2). Esto conlleva dos implicaciones clínicas: si la PO2 es alta, existe una pequeña (si es que existe) respuesta quimiorreceptora periférica a la hipercapnia; y si la PCO2 es baja, hay una pequeña (si es que hay) respuesta quimiorreceptora periférica a la hipoxia. 153 Sección IV • El sistema cardiovascular centrales y desinhibe el área vasomotora –al igual que cortar el nervio aferente de los barorreceptores. El resultado es el mismo: un incremento en la descarga simpática y la consecuente vasoconstricción. Resumiendo, una baja PO2 actúa en los quimiorreceptores periféricos y una alta PCO2 actúa en los quimiorreceptores centrales, lo cual en conjunto potencia la vasoconstricción. REGULACIÓN CARDÍACO DEL GASTO Si otras variables se mantienen constantes, el incremento del gasto cardíaco aumenta la presión arterial media. Esto no es sorprendente ya que hemos visto que el corazón es un importante órgano efector en el “loop” de retroalimentación que regula la presión arterial media. El gasto cardíaco es el producto de la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico (ver ecuación 17-6), y ambos factores están bajo el control dual de (1) los mecanismos regulatorios intrínsecos del corazón y (2) las vías hormonales y neurales que son ajenas al corazón Mecanismos intrínsecos del corazón regulan la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico Control intrínseco de la frecuencia cardíaca A medida que la duración de la diástole se incrementa, la frecuencia cardíaca necesariamente disminuye. El intervalo diastólico está determinado por la naturaleza de los potenciales de acción disparados por el nodo sinusal. Estos factores, como el potencial diastólico máximo, la pendiente de despolarización diastólica (fase 4) y el potencial umbral, influyen en el lapso entre un potencial de acción y otro (Fig. 21-6). Modificadores intrínsecos del nodo sinusal, como la [K+]e y [Ca2+]e, influyen notoriamente en las corrientes responsables de la actividad marcapasos del nodo, pero no son responsables de ningún mecanismo de retroalimentación cardiovascular. 154 Control intrínseco del volumen sistólico El volumen sistólico es la diferencia entre el volumen de fin de diástole y el volumen de fin de sístole. Varios procesos intrínsecos al corazón afectan ambas variables. El volumen de fin de diástole (VFD) depende de lo siguiente: 1. Presión de llenado. La presión de llenado ventricular depende en gran medida de la presión de llenado auricular. Cuando el retorno venoso se incrementa, la presión auricular aumenta y, por lo tanto, también lo hace el VFD. 2. Tiempo de llenado. A mayor tiempo de llenado, mayor VFD. A medida que aumenta la frecuencia cardíaca, la diástole se acorta en mayor medida que la sístole, de esta manera se reduce el VFD. 3. Distensibilidad ventricular (la inversa de la pendiente de la curva diastólica en la Figura 2211B). A medida que la distensibilidad ventricular aumenta, una presión de llenado dada producirá un mayor incremento en el volumen ventricular, resultando así en un mayor VFD. El volumen de fin de sístole (VFS) depende de lo siguiente: 1. Precarga (i.e., volumen de fin de diástole). De acuerdo a la ley de Starling del corazón, los incrementos del VFD aumentan el estiramiento del músculo cardíaco y la fuerza de la contracción (ver la curva sistólica de la Fig. 22-11B) y de esta manera el volumen sistólico. Sólo cuando la contracción comienza con muy grandes VFD, las fibras musculares están demasiado estiradas y por lo tanto son incapaces de generar la máxima potencia (ver Fig. 22-11A) 2. Poscarga(la fuerza que el ventrículo debe vencer para poder eyectar su contenido). La poscarga del ventrículo izquierdo es la presión arterial media; la poscarga del ventrículo derecho es la presión pulmonar media. El incremento de la poscarga dificulta la capacidad del corazón para vaciarse y por lo tanto incrementan el VFS. 3. Frecuencia cardíaca. Un incremento de la frecuencia cardíaca conlleva a que una mayor cantidad de Ca2+ ingrese en las células cardíacas, de esta manera se incrementa la contractilidad y se reduce el volumen de fin de sístole. Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco 4. Contractilidad. Los agentes inotrópicos positivos actúan incrementando la [Ca2+]i en las células miocárdicas, de esta manera potencia la fuerza de contracción y reduce el VFS Nótese que una variable particular puede afectar tanto el VFD como el VFS. Por ejemplo, un incremento de la frecuencia cardíaca disminuye el VFD y el VFS. De esta manera, su efecto en el volumen sistólico –la diferencia entre estos volúmenes- puede ser difícil de predecir. Mecanismos extrínsecos al corazón también regulan la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico Ya hemos visto que las vías simpática y parasimpática son los brazos eferentes de mecanismos de retroalimentación que controlan la presión arterial media (Fig. 23-5). Estos brazos eferentes también controlan el gasto cardíaco a través de la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico. Nos enfocaremos ahora en como estas vías afectan estas variables. Regulación de la respuesta barorreceptora La respuesta barorreceptora afecta tanto la frecuencia cardíaca como el volumen sistólico, producto de los cuales surge el gasto cardíaco. De todas maneras, los barorreceptores no sensan el gasto cardíaco per se sino que lo hacen a través de la presión arterial. Así, la respuesta barorreceptora no corrige alteraciones en el gasto cardiaco a menos que ellas cambien la presión arterial media. Por ejemplo, cuando un incremento en el gasto cardíaco coincide con una disminución proporcional de la presión resistencia periférica, manteniendo la presión arterial media constante, los barorreceptores no responden. Por otro lado, incluso si el gasto cardíaco no cambia, la respuesta barorreceptora se enfocará en él si otros factores (por ejemplo, cambios en la resistencia periférica) alteran la presión arterial. Regulación de la respuesta quimiorreceptora En la figura 23-6B, hemos visto que la respuesta a la hipoxia y la acidosis respiratoria es la taquicardia. Esta respuesta taquicárdica resulta ser un mecanismo de retroalimentación que ayuda a mantener el gasto cardíaco. Por ejemplo, una reducción en el gasto cardíaco disminuye la PO2 arterial 3, aumenta la PCO2 arterial y disminuye el pH arterial. Estos cambios estimulan a los quimiorreceptores periféricos, que producen indirectamente taquicardia y, de esta forma, incrementan el gasto cardíaco. Así, la respuesta quimiorreceptora corrige cambios en la química de la sangre que pueden resultar de una disminución del gasto cardíaco. Una vez más, el detector (i.e., los quimiorreceptores periféricos) no sensan cambios en el gasto cardíaco per se sino que lo hacen a través de las consecuencias metabólicas que conlleva una alteración en el gasto cardíaco. Los cambios en el gasto cardíaco que no afectan la PO2, PCO2 y pH arteriales no pueden ser sensados por los quimiorreceptores. Es afortunado que la alta PCO2 arterial incremente la frecuencia cardíaca (Fig. 23-6B) debido a que la alta PCO2 tiene un efecto directo en el corazón, disminuyendo la contractilidad. El incremento en la PCO2arterial lleva a acidosis intracelular en los miocardiocitos. La disminución del pHi desplaza la curva de tensión en función de [Ca2+] hacia valores mayores de [Ca2+], reflejando una menor sensibilidad de la TNNC1 a la [Ca2+]. Así, sin el reflejo de la taquicardia, la alta PCO2 disminuiría la fuerza miocárdica y entonces el gasto cardíaco. Los barorreceptores de baja presión en las aurículas responden al 3 NdT: El mecanismo mediante el cual el gasto cardíaco puede afectar la PaO2 es tal vez un poco complicado, pero seguramente vale el esfuerzo entenderlo desde la fisiología. Una variable que influye en la presión venosa central de oxígeno (PvO2) es el gasto cardíaco, ya que si el consumo y la CaO2 son constantes, una disminución del gasto cardíaco provocará una disminución (por mayor extracción) en la PvO2. Entonces, ¿De qué manera los cambios en la PvO2 (consecuencia de cambios en el gasto cardíaco) afectan la PaO2? Todo depende del grado de cortocircuito (i.e., shunt) pulmonar que exista. Si hay un cortocircuito considerable, cualquier cambio en la PvO2 afectará la PaO2, ya que la sangre que sí se oxigena en el pulmón recibirá una cantidad considerable de sangre muy desaturada, induciendo hipoxemia arterial. 155 Sección IV • El sistema cardiovascular “llenado” del sistema vascular, gatillando taquicardia, vasodilatación renal y diuresis Los barorreceptores localizados en sitios de alta presión (i.e., el seno carotídeo y el arco aórtico) no son los únicos receptores involucrados en la regulación por retroalimentación de la circulación. Los barorreceptores de baja presión –terminales libres de fibras nerviosas mielinizadas- se localizan en sitios estratégicos de baja presión, incluyendo la arteria pulmonar, la unión de las aurículas con sus correspondientes venas, las aurículas en sí y los ventrículos (Fig. 237A). La distensión de estos receptores depende, principalmente, del retorno venoso al corazón. Así, estos mecanorreceptores sensan el “llenado” de la circulación y son parte de un sistema mayor de sensores de volumen que controlan el volumen circulante efectivo de sangre. Estos receptores de baja presión también ayudan en el control del gastó cardíaco. Regulando tanto el volumen circulante efectivo como el gasto cardíaco, estos receptores regulan indirectamente, la presión arterial media. Figura 23-7 Receptores de baja presión. En B, los receptores tipo A (naranja), localizados principalmente en el cuerpo de la aurícula derecha; los receptores tipo B (verde), localizados principalmente en la vena cava superior e inferior. ECG, electrocardiograma. Receptores auriculares Los receptores de baja presión más estudiados son los auriculares. Estos se localizan al final de las aferencias axonales – tantos fibras A como B- que discurren por el nervio vago. Las fibras A disparan en sincronía con la sístole auricular y de esta manera monitorizan la frecuencia cardíaca (Fig. 23-7B). Las fibras B disparan durante la sístole ventricular (Fig. 23-7B) e incrementan gradualmente su tasa de disparo a medida que la aurícula se llena, alcanzando la máxima frecuencia en el pico de la onda V del pulso auricular (i.e., yugular) (Fig. 23-7A). Las fibras B controlan el aumento del volumen 156 auricular. Debido a que la presión venosa central (PVC) –la presión dentro de las grandes venas sistémicas que llegan al lado derecho del corazónes la principal determinante del llenado auricular derecho, las fibras B también detectan cambios en la PVC. Por inferencia, los receptores de estiramiento auriculares de tipo B controlan, efectivamente, el volumen circulante efectivo y el retorno venoso. Las vías aferentes de los receptores de baja presión son similares a las de los receptores de alta presión y los quimiorreceptores periféricos, viajando a través del nervio vago y proyectándose al núcleo del tracto solitario y otros núcleos del Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco centro cardiovascular bulbar. Hasta cierto punto, las vías eferentes y los órganos efectores (i.e., el corazón y los vasos sanguíneos) también son similares. De todas formas, mientras que el incremento del estiramiento de los barorreceptores de alta presión disminuye la frecuencia cardíaca, el incremento del estiramiento de los receptores tipo B auriculares incrementa la frecuencia cardíaca (el reflejo Bainbridge, que discutiremos en la próxima sección). Además, mientras que el incremento del estiramiento de los receptores de alta presión causa vasodilatación generalizada, el incremento del estiramiento de los receptores de baja presión tipo B auriculares disminuye la descarga vasoconstrictora simpática sólo en el riñón. El efecto neto del aumento del estiramiento auricular (i.e., taquicardia y vasodilatación renal) es un incremento en el flujo sanguíneo renal y en la diuresis. La disminución del estiramiento en la aurícula tiene un pequeño efecto en la frecuencia cardíaca pero incrementa la descarga simpática al riñón. Por lo tanto, en lo que concierne a una respuesta puramente cardiovascular, los receptores de alta presión responden al estiramiento (i.e., incrementos en la presión arterial media) intentando disminuir la presión. Los receptores de baja presión responden al estiramiento (i.e., incrementos en el llenado) intentando eliminar fluido. Las fibras aferentes de los receptores auriculares que se proyectan al núcleo del tracto solitario también hacen sinapsis con neuronas que se proyectan hacia las neuronas magnocelulares en el núcleo paraventricular del hipotálamo. Estas neuronas hipotalámicas sintetizan argininavasopresina (AVP) –también conocida como hormona antidiurética (ADH)- y la transportan por sus axones hacia la región posterior de la glándula pituitaria para luego ser liberada en la sangre. El incremento en el estiramiento de los receptores celulares disminuye la secreción de AVP, aumentando la diuresis acuosa y disminuyendo así el agua corporal total. Sumado a la estimulación de las terminales nerviosas, el estiramiento auricular provoca una respuesta no neural al estirar los miocitos en sí mismos. Al ser estirados, los miocitos liberan péptido natriurético auricular (ANP). El ANP es un potente vasodilatador. También provoca diuresis, incrementando la excreción renal de Na+ (i.e., causa natriuresis). Por esta vía, disminuye el volumen circulante efectivo y la presión sanguínea. Así, el aumento del llenado auricular, con el consecuente estiramiento de los mecanorreceptores auriculares, estimula la diuresis por al menos tres mecanismos diferentes, de los cuales los dos primeros están mediados neuralmente. (1) La taquicardia en combinación con una disminución en la descarga simpática vasoconstrictora renal, incrementa el flujo sanguíneo renal. (2) Los barorreceptores auriculares causan una disminución en la secreción de AVP. (3) El estiramiento de los miocitos auriculares por si mismos potencian la liberación de ANP. Receptores ventriculares El estiramiento de los receptores de estiramiento de baja presión ventriculares causa bradicardia y vasodilatación, haciendo su respuesta similar a la de los barorreceptores arteriales de alta presión. De esta manera, estos receptores ventriculares no contribuyen apreciablemente a la homeostasis del gasto cardíaco. El gasto cardíaco es aproximadamente proporcional al volumen circulante efectivo El reflejo Bainbridge es el nombre dado a la taquicardia desencadenada por un incremento en el retorno venoso. Un incremento en el volumen sanguíneo lleva a un incremento en la descarga de las fibras de baja presión tipo B (Fig. 23-7B) durante el llenado auricular. La rama eferente de este reflejo Bainbridge está limitada por las instrucciones llevadas por vías tanto simpáticas como parasimpáticas hacia el nodo sinusal, las cuales determinan la frecuencia cardíaca. El reflejo Bainbridge actúa como un contrabalance al reflejo barorreceptor en el control de la frecuencia cardíaca. La curva naranja en el cuadrante superior derecho de la figura 23-8 ilustra el reflejo Bainbridge: un incremento en el volumen circulante efectivo (i.e., incrementos del retorno venoso y estimulación de receptores de baja presión) 157 Sección IV • El sistema cardiovascular aumentan la frecuencia cardíaca. Por otro lado, ya hemos visto que una disminución del estiramiento auricular tiene poco efecto en la frecuencia cardíaca por el efecto Bainbridge. La curva naranja en el cuadrante superior izquierdo de la figura 23-8 muestra la intervención de los barorreceptores de alta presión. Esto es, una disminución en el volumen sanguíneo no causa una caída en la frecuencia cardíaca sino que, en cambio, causa un aumento en la misma. De hecho, una reducción significativa del volumen sanguíneo conduce a una caída en la presión arterial media, reduciendo así el disparo de los barorreceptores de alta presión, y –a través de las áreas cardioinhibitorias y cardioaceleradoras en el bulbo (Fig. 23-4B)- estimulando el nodo sinusal. Consecuentemente, al examinar completamente la curva naranja en la figura 23-8, notamos que los cambios en el volumen sanguíneo o en el retorno venoso tienen un efecto bifásico sobre la frecuencia cardíaca. Por distintos mecanismos, el agregado de volumen y la depleción del mismo causan un incremento gradual en la frecuencia cardíaca. En general, durante la carga de volumen, prevalece el efecto Bainbridge, mientras que durante la depleción de volumen, domina el reflejo de barorreceptores de alta presión. La frecuencia cardíaca está en su mínimo cuando el volumen circulante efectivo es normal. Como la frecuencia cardíaca (Fig. 23-8, curva naranja), el volumen sistólico también muestra una dependencia bifásica con el volumen circulante efectivo (curva azul) que es el resultado de dos efectos antagónicos. En el caso del volumen sistólico, los competidores son la ley de Starling y el reflejo barorreceptor. De acuerdo con la ley de Starling, a medida que se incrementa el volumen sanguíneo, el llenado ventricular aumentado incrementa el VFD, mejorando el desempeño cardíaco y así el volumen sistólico (ver capítulo 22). La relación de Starling refleja las propiedades intrínsecas del músculo cardíaco. Sin embargo, en una persona real, el reflejo barorreceptor tiene una influencia mayor en la dependencia del volumen sistólico sobre el volumen sanguíneo. A bajos volúmenes sanguíneos, el reflejo barorreceptor produce grandes descargas simpáticas, incrementando la contractilidad y potenciando la relación de Starling (curva azul en el cuadrante inferior 158 izquierdo de la figura 23-8). Con altos volúmenes sanguíneos, la relación de Starling normalmente tiende a ser menos “empinada”. Es más, el reflejo barorreceptor reduce su descarga simpática, disminuyendo así la contractilidad y aplanando aun más la curva azul en la mitad derecha de la figura 23-8. Figura 23-8 Efecto del volumen sanguíneo en el gasto cardíaco. Los investigadores modificaron el volumen circulante efectivo (eje X) alterando el volumen sanguíneo. En contraste con la respuesta bifásica de la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico a los cambios en el volumen circulante efectivo, el gasto cardíaco se incrementa monótonamente (Fig. 23-8, curva roja). La razón para este incremento del gasto cardíaco es el producto de entre la frecuencia cardíaco y el volumen sistólico. Comenzando desde volúmenes sanguíneos bajos (ver el extremo izquierdo de la fig. 23-8), incrementos en el volumen sanguíneo causan un aumento gradual en el volumen sistólico (curva azul), contrarrestado por un caída Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco en la frecuencia cardíaca (curva naranja), resultando en un aumento del gasto cardíaco (curva roja) hasta que el volumen sanguíneo y el volumen sistólico alcanzan valores normales. Mayores aumentos en el volumen sanguíneo no tienen efectos en el volumen sistólico (curva azul) pero incrementan la frecuencia cardíaca (curva naranja), incrementando como resultado, el gasto cardíaco (curva roja). En consecuencia, la dependencia del gasto cardíaco del volumen circulante efectivo es el resultado de un complejo interjuego entre tres respuestas: (1) el efecto Bainbridge, (2) el reflejo barorreceptor y (3) la ley de Starling. CONCORDANCIA DEL GASTO CARDÍACO Y DEL RETORNO VENOSO El retorno venoso es la sangre que regresa al corazón. Más a menudo el término es usado para referirse al retorno venoso sistémico, esto es, la sangre que llega al lado derecho del corazón. Debido a que el retorno venoso al lado derecho del corazón debe ser el mismo que su descarga (en estado estacionario), y debido a que el gasto cardíaco del corazón derecho es casi el mismo que el del corazón izquierdo, el retorno al lado derecho del corazón debe ser el mismo que la descarga del lado izquierdo del corazón. De esta manera, el retorno venoso sistémico es igual al gasto cardíaco. El aumento del gasto cardíaco causa que la presión en la aurícula derecha caiga La presión en la aurícula derecha (PAD) determina el grado de llenado ventricular y, de hecho, fue el primero de los tres determinantes del volumen de fin de diástole discutidos anteriormente en este capítulo. En cambio, la PAD depende del retorno venoso sanguíneo al corazón. Imaginemos que reemplazamos el corazón y los pulmones por una simple bomba –con flujo ajustable- que entrega sangre a la aorta y simultáneamente la toma de nuevo desde la Figura 23-9 Función vascular. En A, una máquina corazón-pulmón reemplaza el lado derecho del corazón, la circulación pulmonar, y el lado izquierdo del corazón. Podemos determinar el flujo de la bomba a valores predeterminados y observar como el gasto cardíaco determina la presión venosa central (PVC) y la presión en la aurícula derecha (PAD). CV y CA son las complacencias vasculares. B muestra la variable dependiente (PAD) en el eje Y mientras que C muestra PAD en el eje X. 159 Sección IV • El sistema cardiovascular aurícula derecha (Fig. 23-9A). Usando esta simple bomba podemos estudiar los factores que gobiernan el retorno venoso desde la circulación sistémica periférica hacia el lado derecho del corazón al cambiar el flujo (la variable independiente) mientras registramos la PAD (la variable dependiente). Empezamos nuestro experimento con la bomba generando un gasto cardíaco normal de 5 L/min; la PAD es de 2 mmHg. Esta situación está representada en el punto A de la figura 23-9B, que es un gráfico de la PAD en función del retorno venoso (i.e., nuestra tasa de bombeo). Cuando cambiamos los ejes, el gráfico se conoce como curva de función vascular. Nótese que expresamos el retorno venoso en las mismas unidades que el gasto cardíaco. Ahora apagaremos la bomba, una situación análoga a la parada cardíaca. Durante algunos segundos, la sangre continuará fluyendo desde las arterias y capilares al sistema venoso debido a que la presión arterial seguirá excediendo a la presión venosa. Recordemos que la presión aórtica no cae a cero durante la diástole debido a la energía potencial almacenada en el retroceso elástico de las paredes arteriales. De manera similar, luego de la parada cardíaca, la energía potencial continuará empujando la sangre hacia el lado venoso hasta que las presiones a lo largo de todo el sistema vascular se igualan y el flujo se detenga en todos lados. Cuando el flujo sanguíneo finalmente cese luego de la “parada cardíaca”, la presión en las arterias, capilares, venas y aurícula derecha será uniforme. Esta presión es llamada presión media de llenado sistémico (PMLS) y es de ~7 mmHg (punto B en la Fig. 23-9). ¿Por qué la PMLS no es 0? Cuando un continente elástico (por ejemplo, un globo) se llena con un fluido, la presión en el interior depende de cuánto fluido introduzcamos, así como también de la distensibilidad del continente. En el caso del sistema cardiovascular, la PMLS depende del volumen sanguíneo y de la distensibilidad total del sistema cardiovascular. Ahora que el flujo cesó, ya no hay obviamente ninguna fuerza (i.e., no hay ΔP) que empuje la sangre desde las venas 160 hacia la bomba. Entonces, la PAD es igual a la PMLS. Ahora, empezando con el sistema en esta situación (punto B en la figura 23-9B) comenzamos a incrementar la tasa de bombeo, medimos la PAD en estado estacionario y repetimos este procedimiento muchas veces a diferentes valores de caudal. A medida que la tasa de bombeo se incrementa, la PAD cae (Fig. 23-9B) debido a que la entrada de fluido en la bomba le quita volumen a la aurícula derecha, el sitio más cercano a la entrada de la bomba. Debido a que la PVC río arriba excede la PAD, la sangre fluye de las grandes venas hacia la aurícula derecha. A una tasa de bombeo de 5 L/min, la PAD tiene un valor de a alrededor de +2 mmHg, su valor original. A tasas de bombeo mayores, la PAD eventualmente alcanza valores negativos. Los fisiólogos cardiovasculares usualmente trabajan con la curva de función vascular con los ejes inversos a los que se muestran en la figura 23-9B, usando la PAD como la variable independiente y graficándola en la abscisa (Fig. 23-9C). A medida que la PAD se vuelve menos positiva, provee una mayor presión impulsora (i.e., mayor ΔP=PVC-PAD) para el retorno de sangre desde la periferia hacia la aurícula derecha, como debe ser para que aumente el gasto cardíaco. Así, el gasto cardíaco aumenta establemente a medida que la PAD disminuye. De todas maneras, a medida que la PAD se vuelve negativa, la presión transmural de las grandes venas se vuelve negativa, así las grandes venas que alimentan la aurícula derecha colapsan. A partir de este punto no puede incrementarse el retorno venoso, a pesar de que la presión impulsora (ΔP) se incremente. Por lo tanto, la curva de función vascular muestra una meseta a valores negativos de PAD, alrededor de -1 mmHg (Fig. 23-9C). Dos teorías diferentes intentan explicar la forma de la curva de función ventricular de la figura 239C. Una explicación para la pendiente de la curva enfatiza en la alta complacencia de los vasos de capacitancia venosos; la otra se enfoca en su pequeña resistencia viscosa. En realidad, tanto la complacencia como la resistencia son responsables de la pendiente de dicha curva. Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco Figura 23-10 Efectos del cambio del volumen sanguíneo y el tono vasomotor en la curva de función vascular. Las curvas púrpuras son las mismas que las curvas de función vascular de la figura 23-9C. En B, la dilatación de las arteriolas incrementa la PVC aumentando la fuerza impulsora (PVC – PAD) para el retorno venoso. La vasoconstricción de las arteriolas tiene el efecto opuesto. Cambios en la volemia desplazan la curva de función vascular hacia diferentes presiones de la aurícula derecha, mientras que cambios en el tono arteriolar alteran la pendiente de la curva Dado que la curva de función vascular depende de cuán llenos estén los vasos de capacitancia, los cambios en el volumen sanguíneo afectan la curva de función vascular. Un incremento en el volumen sanguíneo (por ejemplo, una transfusión) mueve la curva hacia la derecha. En el ejemplo de la figura 23-10A, la intersección con el eje X (i.e., PMLS) se mueve de 7 a 9 mmHg, como sería esperable si más sangre se pone en un continente distensible, tanto si es el globo o el sistema circulatorio. La disminución en el volumen sanguíneo (por ejemplo, una hemorragia) mueve la curva y la intersección en el eje X hacia la izquierda. Así, la PMLS se incrementa con transfusiones y disminuye con hemorragias. De todas maneras, los cambios en el volumen sanguíneo no afectan la pendiente de la parte lineal de la curva de función vascular si eso no conlleva cambios en la distensibilidad vascular o la resistencia. Los cambios en el tono venomotor, por constricción o dilatación de las venas, son equivalentes a los cambios en el volumen sanguíneo. Volviendo a nuestra analogía con el globo, incluso si mantenemos la cantidad de sangre constante, podemos incrementar la presión dentro del globo al incrementar la presión de la pared. Debido a que la mayoría de la sangre se encuentra en las venas, un incremento puro en el tono venomotor equivaldría a una transfusión sanguínea (Fig. 23-10A). Contrariamente, una disminución en el tono venomotor puro reduciría la tensión parietal del continente, desplazando la curva hacia la izquierda, al igual que en una hemorragia. Los cambios en el tono arteriolar tienen un efecto muy diferente en las curvas de función vascular Debido a que las arteriolas contienen sólo una pequeña fracción del volumen sanguíneo, los cambios en el volumen arteriolar tienen poco efecto en la PMLS y por ende en la intersección con el eje X. En cambio, las modificaciones del tono arteriolar tienen un impacto en la PVC, la cual junto con la PAD determinan la fuerza impulsora que retorna la sangre al corazón. La constricción arteriolar aplana la curva de función vascular; la dilatación arteriolar tiene el efecto 161 Sección IV • El sistema cardiovascular opuesto (Fig. 23-10B). Podemos entender este efecto al examinar la línea vertical a través de las tres curvas en el valor de una PAD de 2 mmHg. Para la curva normal, la diferencia entre una PVC de, digamos, 5 mmHg y una PAD de 2 mmHg (ΔP=PVC-PAD=3 mmHg) produce un retorno venoso de 5 L/min. La constricción arteriolar puede disminuir la PVC de 5 a 4 mmHg, reduciendo así el ΔP de 3 a 2 mmHg. Debido a que la presión impulsora (ΔP) cae a 2/3 de su valor normal, el retorno venoso también cae a 2/3 de lo normal. Así, la constricción arteriolar aplana la curva de función vascular. De una manera similar, la dilatación arteriolar puede aumentar la PVC de 5 a 6 mmHg, entonces el ΔP se incrementa de 3 a 4 mmHg, produciendo un retorno venoso que es 4/3 de lo normal. Así, la dilatación arteriolar aumenta la pendiente de la curva de función vascular. En el análisis precedente, asumimos cambios puros en el volumen sanguíneo o en el tono vascular. En la vida real, las cosas pueden ser más complicadas. Por ejemplo, las hemorragias son seguidas típicamente por una vasoconstricción para mantener la presión arterial sistémica. Así, las situaciones reales pueden mover tanto la intersección con el eje X como cambiar la pendiente de la curva vascular. Dado que la función vascular y la cardíaca dependen una de otra, el gasto cardíaco y el retorno venoso coinciden exactamente en un valor único de presión auricular derecha Como existe una curva de función vascular, también existe una curva de función cardíaca que en efecto es la ley de Starling. La clásica relación de Starling (ver la curva roja en la fig. 22-11B), la cual es válida para ambos ventrículos, es un gráfico de la presión desarrollada en función del VFD. De todas formas, ya hemos expresado a la ley de Starling como una curva de desempeño cardíaco en la figura 22-11C, graficando el trabajo cardíaco en el eje “Y” y la presión auricular en el eje X. Dado que el trabajo cardíaco –con una presión arterial y una frecuencia cardíaca constantes- es proporcional al gasto cardíaco, 162 podemos reemplazar al trabajo cardíaco por el gasto cardíaco en el eje X de la curva de desempeño. El resultado es la curva de función cardíaca roja de la figura 23-11A. Nótese que la curva de función cardíaca es un gráfico de gasto cardíaco en función de la PAD, y tiene las mismas unidades que la curva de función vascular. Podemos graficar ambas relaciones en el mismo gráfico (Fig. 23-11A). De todas maneras, el eje Y de la curva de función cardíaca es el gasto cardíaco mientras que el eje Y de la curva de función vascular es el retorno venoso. Por supuesto, el gasto cardíaco y el retorno venoso serán iguales en estado estacionario. Ahora podemos preguntarnos, ¿el gasto cardíaco y el retorno venoso dependen de la PAD? ¿La PAD depende del gasto cardíaco y el retorno venoso? La respuesta a ambas preguntas es un enfático ¡SÍ! Ambas dependen una de otra. No hay variables dependientes o independientes absolutas en este circuito cerrado dado que, en estado estacionario, el retorno venoso y el gasto cardíaco deben ser iguales. El retorno venoso (de la curva de función vascular) y el gasto cardíaco (de la curva de función cardíaca) pueden corresponderse sólo en un único punto donde ambas curvas se interceptan (punto A de la Fig. 23-11A). Sólo desviaciones pequeñas y transitorias en estas curvas son posibles, hasta que una o ambas curvas cambien su forma. Imaginemos que pasaría si la PAD se incrementa transitoriamente de 2 a 4 mmHg (Fig. 23-11A). La ley de Starling establece que el incremento del llenado ventricular aumentara el gasto cardíaco desde el punto A (5 L/min) hasta el punto B (7,3 L/min). Simultáneamente, el incremento en la PAD causará una disminución en la presión impulsora (ΔP) para el retorno venoso. Esto es, la diferencia PVC – PAD. Así, el incremento en la PAD reduciría inicialmente el retorno venoso desde el punto A (5 L/min) hasta el punto B’(3 L/min). Este desequilibrio entre el gasto cardíaco y el retorno venoso no puede durar mucho más. El gasto cardíaco elevado transitoriamente tendrá dos efectos. Primero, al succionar la aurícula derecha, la PAD tenderá a disminuir. Segundo, al bombear sangre fuera del corazón y hacia las venas, aumentará la PVC. Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco Figura 23-11 Concordancia del gasto cardíaco con el retorno venoso. Las curvas púrpuras son las mismas que las de la curva de función vascular en la figura 23-9C. La curva de función cardíaca roja representa la ley de Starling. En A, el punto A es la PAD en la cual el retorno venoso y el gasto cardíaco coinciden. Un incremento transitorio en la PAD de 2 a 4 mmHg causa una discordancia inicial entre el gasto cardíaco (punto B) y el retorno venoso (punto B’), que eventualmente se resuelve (B’C’A y BCA). En B, el incremento permanente del volumen sanguíneo (transfusión) mueve la curva de función vascular hacia la derecha (como en la figura 23-10A), así una concordancia entre el gasto cardíaco y el retorno venoso ocurre ahora a un valor mayor de PAD (punto B). En C, un incremento permanente de la contractilidad cardíaca desplaza la curva de función cardíaca hacia arriba, así la concordancia entre gasto cardíaco y retorno venoso ocurre ahora a menores valores de PAD (punto B). 163 Sección IV • El sistema cardiovascular Como resultado, la diferencia (↑) PVC-PAD (↓) se incrementa, y el retorno venoso se mueve desde el punto B’ hacia el C’. Dado que la PAD en el punto C’ es menor que en el B’, el gasto cardíaco también debe ser menor en el punto C que en el B. Este desbalance entre C y C’ (6,5 vs. 4L/min) es menor que el existente entre B y B’ (7,3 vs. 3L/min). De esta manera, el retorno venoso gradualmente se incrementa, el gasto cardíaco gradualmente disminuye, y la PAD gradualmente disminuye hasta que todo se balancea nuevamente en el punto A. Así, el sistema cardiovascular posee un mecanismo intrínseco para contrarrestar pequeños y transitorios desbalances entre el gasto cardiaco y el retorno venoso. La única forma de producir un cambio permanente en el gasto cardíaco, retorno venoso y PAD es cambiar al menos una de las dos curvas de función. La curva de función vascular puede ser una de la gran familia de dichas curvas (Fig. 23-10A y B), dependiendo del volumen sanguíneo, tono venomotor y tono arteriolar. Así, una transfusión sanguínea mueve la curva de función vascular hacia la derecha, estableciendo un nuevo estado estacionario que opera a niveles mayores de PAD (punto A al punto B en la Fig. 2311B). De manera similar, la vasodilatación cambiaría la curva de función vascular hacia una con pendiente mayor, estableciendo otro estado estacionario que opera en un punto de mayor PAD. La curva de función cardíaca también puede ser una de la gran familia de curvas que existen (ver Fig. 22-11C), dependiendo de la poscarga, frecuencia cardíaca y sobre todo, el estado inotrópico del corazón. Así, aumentos de la contractilidad por el agregado de glucósidos, como la digital, desplazan la curva de función cardíaca hacia arriba y a la izquierda, estableciendo otro estado estacionario (punto A al punto B en la Fig. 23-11C). Tanto condiciones fisiológicas como patológicas pueden reiniciar las curvas de función cardíaca y vascular, resultando en un amplio rango de puntos operativos para la concordancia entre el gasto cardíaco y el retorno venoso. 164 CONTROL DE LA CIRCULACIÓN A INTERMEDIO Y LARGO PLAZO Sumado a los rápidos mecanismos neurales que controlan la resistencia periférica y el gasto cardíaco, el control humoral contribuye a la homeostasis de la circulación. En la mayor parte de las veces, estos sistemas de control operan en una escala de tiempo de horas o días, mucho más lentamente que los reflejos mediados por neurotransmisores controlado por el SNC. Dos clases de control humoral influyen en la circulación. 1. Sustancias vasoactivas liberadas en la sangre, o en la proximidad del musculo liso vascular, modulan el tono vasomotor de arterias y venas, afectando la presión sanguínea y la distribución del flujo. 2. Sustancias no vasoactivas, que actúan en otros blancos distintos al sistema cardiovascular, controlan el volumen circulante efectivo al modular el volumen del líquido extracelular. Al determinar el grado de llenado de los vasos sanguíneos, estos agentes no vasoactivos también pueden modular la presión arterial media y el gasto cardíaco. Compuestos vasoactivos endócrinos y parácrinos controlan el sistema circulatorio a intermedio y largo plazo Las sustancias vasoactivas, tanto endócrinas como parácrinas, causan que los vasos sanguíneos se contraigan o se relajen. En muchas instancias, el control parácrino domina por sobre el endócrino. Los mensajeros químicos que controlan los vasos sanguíneos pueden ser aminas, péptidos o proteínas; derivados del ácido araquidónico o gases como el NO. Aminas biológicas Las monoaminas pueden ser tanto vasoconstrictoras (adrenalina o serotonina) o vasodilatadoras (histamina). Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco 1. Adrenalina. La fuente de esta hormona es la médula adrenal. La adrenalina se une a receptores α1 en las CMLV causando vasoconstricción, y a los receptores β2 causando vasodilatación. Debido a que los receptores β2 se encuentran mayormente confinados a los vasos sanguíneos del músculo esquelético, el corazón, el hígado y médula adrenal, la adrenalina no es un vasodilatador sistémico. La adrenalina también se une a los receptores β1 en el corazón incrementando así la frecuencia cardíaca y la contractilidad. Para el sistema cardiovascular, los efectos originados por las catecolaminas provenientes de la médula adrenal son usualmente menores comparados con aquellos provocados por la noradrenalina liberada por las terminales nerviosas simpáticas. 2. Serotonina. También conocida como 5hidroxitriptamina, esta monoamina es sintetizada por los nervios serotoninérgicos, células enterocromáfines y las células cromáfines adrenales. La 5-HT también está presente en las plaquetas y los mastocitos. La serotonina se une los receptores 5-HT2A y 5-HT2B en las CLMV, causando vasoconstricción. La serotonina circulante no está, generalmente, involucrada en el control sistémico de la circulación, sino más bien en el control local. La serotonina es particularmente importante cuando hay daño vascular, ya que contribuye a la hemostasia. 3. Histamina. Como la serotonina, la histamina también se encuentra presente en las terminales nerviosas. Sumado a esto, los mastocitos pueden liberar histamina en respuesta al daño tisular y a la inflamación. La histamina se une a los receptores H2 de las CMLV, causando vasodilatación. Aunque la histamina provoca que el músculo liso se relaje, también causa que el músculo liso visceral (por ejemplo, músculo liso bronquial) se contraiga. Péptidos Los péptidos vasoactivos pueden ser tanto vasodilatadores como vasoconstrictores 1. Angiotensina II (ANG II). 4 Parte de la cascada del sistema renina-angiotensina-aldosterona, la ANG II, como su nombre lo indica, es un potente vasoconstrictor. El hígado libera angiotensinógeno en la sangre. La enzima renina, liberada en la sangre por el riñón, convierte el angiotensinógeno en el decapéptido ANG I. Finalmente, la enzima convertidora de angiotensina (ECA), la cual está presente principalmente en las células endoteliales, particularmente aquellas del pulmón, cliva a la ANG I y forma el octapéptido ANG II. Luego, aminopeptidasas escinden la ANG II transformándola en el heptapéptido ANG III, el cual es menos vasoactivo que la ANG II. En las CMLV, la angiotensina II se une al receptor asociado a proteína G AT1A, activando la fosfolipasa C, aumentando la [Ca2+]i y causando vasoconstricción. De todas maneras, la ANG II no está presente normalmente en concentraciones plasmáticas lo suficientemente altas como para producir vasoconstricción sistémica. En contraste, la ANG II juega un rol principal en el sistema cardiovascular en una pérdida sanguínea, ejercicio y circunstancias similares que reducen el flujo sanguíneo renal. La reducción en la presión 4 NdT: Resulta interesante conocer la historia del sistema renina-angiotensina-aldosterona, particularmente el papel de la Facultad de Medicina de la UBA y más aún de su Cátedra de Fisiología a cargo de Bernardo Houssay (1887-1971). Lo más breve posible, la historia comienza en 1898, con Robert Tigerstedt y Per Bergman quienes inyectaban conejos con extractos de riñón y notaban que los animales se hipertensaban. Decidieron llamar a esta responsable e hipotética sustancia “renina”. Más adelante, Harry Goldbatt generó modelos de hipertensión en animales al ocluir las arterias renales, demostrando el claro papel de los riñones en la presión arterial. En 1939, el grupo de investigación del Dr. Eduardo Braun-Menéndez en el Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA, descubrió que no era la renina la responsable directa de la hipertensión, sino otra sustancia que denominaron hipertensina. Simultáneamente, en Estados Unidos, el Dr. Irvin Page y su grupo llegaron a las mismas conclusiones, solo que denominaron a la misma sustancia como angiotonina. Lejos del conflicto, ambos grupos de investigadores llegaron a un acuerdo sobre la nomenclatura, así surge el nombre angiotensina. Un final digno de caballeros. 165 Sección IV • El sistema cardiovascular de perfusión del riñón provoca la liberación de renina. Los niveles plasmáticos de ANG II se incrementan causando una vasoconstricción intensa en la circulación renal y esplácnica. La reducción del flujo sanguíneo renal resultante conduce a un aumento aún mayor de renina y, consecuentemente, a mayores niveles de ANG II, un sistema de retroalimentación positivo que puede llevar a la falla renal aguda. Un modelo ampliamente estudiado de la hipertensión que demuestra la importancia de este mecanismo es el modelo de Goldblatt para la hipertensión (ver la cardiobox de hipertensión). La ANG II tiene otro rango de efectos –más allá del efecto vasoactivo directo- que incrementan indirectamente la presión arterial media: (1) la ANG II incrementa la contractilidad cardíaca; (2) reduce el flujo plasmático renal, potenciando así la reabsorción de Na+ en el riñón; (3) como discutiremos en la próxima sección, la ANG II y la ANG III también estimulan la corteza renal para que libere aldosterona; (4) en el SNC, la ANG II estimula la sed y conduce a la liberación de otro vasoconstrictor, la AVP; (5) la ANG II facilita la liberación de norepinefrina por las terminales nerviosas posganglionares simpáticas; y (6) finalmente, la ANG II también actúa como un factor de crecimiento cardíaco. 2. Arginina vasopresina (AVP).La parte posterior de la glándula pituitaria libera AVP, también conocida como hormona antidiurética. La AVP se une a los receptoresV1aen las CMLV, causando vasoconstricción. Solo a concentraciones mayores se vuelve fuertemente antidiurética. El shock hipovolémico provoca una intensa liberación de AVP y una gran vasoconstricción que contribuye a la compensación de la presión arterial. 3. Endotelinas (ETs). Las células endoteliales producen ETs que se unen a los receptores ETa en las CMLV, provocando vasoconstricción. Aunque las ETs son los vasoconstrictores más potentes, no está claro si estos agentes parácrinos juegan un rol importante en el control global de la presión sanguínea. 4. Péptido natriurético auricular (ANP).Liberado por los miocitos auriculares en respuesta a su estiramiento, este péptido de 28 aminoácidos se 166 une al receptor A de ANP (NPR1) en las CMLV, dicho receptor está acoplado a una guanilatociclasa de membrana y desencadena la vasodilatación. Aunque el ANP disminuye la presión, su rol en el control global de la presión arterial media es dudoso. Debido que el ANP tiene un potente efecto diurético y natriurético, en última instancia disminuye el volumen plasmático y consecuentemente la presión arterial. 5. Quininas. Al menos tres tipos diferentes de quininas existen: (1) el nonapéptido bradiquinina, el cual se forma en el plasma; (2) el decapéptido lisil-bradiquinina, que es liberado desde los tejidos; y (3) la metionil-lisil-bradiquinina, que se encuentra presente en la orina. Estas quininas son el producto del clivaje de los quininógenos, a cargo de las calicreínas –enzimas presentes en el plasma y los tejidos como las glándulas salivales, el páncreas, las glándulas sudoríparas, el intestino y los riñones. Las calicreínas se forman en el plasma a través de la siguiente cascada. La plasmina actúa lisando al factor XII, el cual libera fragmentos con actividad proteolítica. Estos fragmentos del factor XII convierten al precursor precalicreína en calicreínas. Las quininas formadas por la acción de estas calicreínas son eliminadas por las quininasas (quininasa I y II). La quininasa II es la misma que la enzima convertidora de angiotensinógeno (ECA). Así, la misma enzima (ECA) que genera un vasoconstrictor (ANG II) también elimina un vasodilatador (bradiquinina). La bradiquinina se une a los receptores B2 de las células endoteliales, provocando la liberación de NO y prostaglandinas, causando así vasodilatación. Al igual que la histamina, las quininas relajan el músculo liso vascular pero contraen el músculo listo visceral. Prostaglandinas Muchos tejidos sintetizan estos derivados del ácido araquidónico. Las prostaciclinas (PGI2) se unen al receptor prostanoide IP en las CMLV, provocando intensa vasodilatación. La prostaglandina E (PGE2) se une al receptor prostanoide EP2y EP4 en las CMLV, también provocando vasodilatación. Es dudoso que las prostaglandinas tengan un rol en el control sistémico en el control vascular. En las venas y en algunas arterias, el ácido araquidónico Capítulo 23 • Regulación de la presión arterial y el gasto cardíaco y los ionóforos de Ca2+ provocan vasoconstricción dependiente del endotelio. Dado que los inhibidores de la ciclooxigenasa previenen esta respuesta vasoconstrictora, las células endoteliales venosas probablemente metabolicen el ácido araquidónico en un producto vasoconstrictor, presumiblemente el tromboxano A2. Óxido nítrico La óxido nítrico sintasa (NOS) produce NO a partir de la arginina en las células endoteliales. El NO activa la guanilatociclasa soluble en las CMLV, causando vasodilatación. Aunque el NO es un poderoso vasodilatador parácrino, no está claro su rol en la homeostasis de la presión sanguínea. Las vías renales de control del líquido extracelular son las principales reguladoras de la presión arterial media a largo plazo El volumen del líquido extracelular(LEC) incluye tanto al plasma como al líquido intersticial. Los pequeños solutos del plasma y del líquido intersticial se intercambian libremente a través de la pared capilar, así la totalidad del LEC es un compartimento osmótico único. Dado que el compartimento plasmático es un parte más o menos constante (~20%) del volumen del LEC, cambios en este volumen producen cambios proporcionales en el volumen del plasma. Así, asumiendo que la complacencia de la vasculatura es constante, tal aumento del volumen plasmático llevaría a un incremento en la presión arterial transmural. Hemos visto en el capítulo 20 que las fuerzas de Starling (i.e., las diferencias de presión hidrostática y coloidosmótica) determinan el pasaje de fluido entre el plasma y el espacio intersticial. Así, las alteraciones en las fuerzas de Starling pueden afectar el volumen plasmático y así la presión sanguínea. Debido a la importancia del volumen del LEC y las fuerzas de Starling en la determinación del volumen plasmático, uno podría esperar que el organismo tuviera sensores específicos para el volumen del LEC, del líquido intersticial y del volumen sanguíneo. De todas maneras, el parámetro que el cuerpo controla en la regulación a largo e intermedio plazo de la presión arterial no es ninguno de los anteriores, sino una variable llamada volumen circulante efectivo. El volumen circulante efectivo no es un volumen anatómico sino más bien funcional, que refleja el grado de perfusión tisular, sensado como presión o llenado de los vasos. Los mecanismos de control que regulan el volumen circulante efectivo incluyen las dos clases de receptores de estiramiento descriptos en este capítulo. Primero, los receptores de alta presión en el seno carotídeo y la aorta cumplen una doble función. En el corto plazo, estos barorreceptores regulan la presión sanguínea por sus efectos cardiovasculares directos, como ya fue discutido. En el largo plazo, regulan el volumen circulante efectivo. Segundo, los receptores de baja presión -localizados en la arteria pulmonar, la unión de las aurículas con sus correspondientes venas, las aurículas en sí mismas y los ventrículos- regulan el volumen circulante efectivo por efectos directos e indirectos en el sistema cardiovascular. Sumado a estos receptores involucrados en el control neuronal de la circulación, otros sensores monitorean el volumen circulante efectivo: los barorreceptores en la arteria renal, receptores de estiramiento en el hígado y los miocitos auriculares así como también –en cierto gradolos osmorreceptores del SNC. Estos sensores del volumen circulante efectivo envían señales al órgano efector –los riñonespara cambiar la tasa de excreción de Na+ en la orina. Estas señales hacia el riñón siguen cuatro vías efectoras paralelas: (1) el sistema reninaangiotensina-aldosterona, (2) el sistema nervioso autónomo, (3) la parte posterior de la pituitaria que libera AVP, y (4) los miocitos auriculares que liberan ANP. Entre estas cuatro vías, la más importante es el sistema renina-angiotensinaaldosterona. Al regular el contenido de Na+ corporal total, los riñones determinan el volumen del LEC. Así, son los riñones quienes en última instancia gobiernan el volumen sanguíneo y por ende son los principales agentes en el control a largo plazo de la presión arterial. 167 Sección IV • El sistema cardiovascular Hipertensión La hipertensión se encuentra en ~20% de la población adulta. Puede dañar las células endoteliales, producir respuestas proliferativas y aterosclerosis. A largo plazo, la hipertensión puede llevar a la enfermedad coronaria, infarto de miocardio, falla cardíaca, accidente cerebrovascular y falla renal. En la gran mayoría de los casos, la hipertensión es el resultado de la disfunción de los mecanismos que utiliza la circulación para el control a largo plazo de la presión arterial. De hecho, los pacientes hipertensos crónicos pueden tener la sensibilidad disminuida de sus barorreceptores arteriales. La mayoría de las personas con presión sanguínea elevada tienen “hipertensión primaria”, en la cual no es posible identificar una única causa específica. La estenosis de la arteria renal, que compromete el flujo hacia el riñón, es la causa más común de hipertensión secundaria. Un equivalente experimental de la estenosis de la arteria renal, es el modelo “un clip, dos riñones” de la hipertensión, descripto por primera vez por Goldblatt. Este modelo no explica la mayoría de los casos de hipertensión, pero nos da nuestra mejor descripción sobre los mecanismos fisiopatológicos involucrados en al menos algunos pacientes con presión sanguínea elevada. La causa más común de la estenosis de la arteria renal es el estrechamiento de la misma por una placa aterosclerótica. La enfermedad fibromuscular de la pared de la arteria renal también puede ser responsable, usualmente en mujeres jóvenes, así como cualquier lesión ocupante de espacio (por ejemplo, metástasis o quistes benignos). Si la estenosis es removida por angioplastia o cirugía, y si los resultados de los test preliminares mostraron que la estenosis es la causa más probable de la elevación de la presión sanguínea, un gran porcentaje de los pacientes resolverán su cuadro hipertensivo. La obstrucción acumulativa de pequeñas arterias y arteriolas también puede producir hipertensión, como se ve a menudo en enfermedades del parénquima renal o en enfermedades renales en estadíos tardíos. Asimismo, la constricción de grandes vasos proximales a los riñones también puede provocar hipertensión, como se ve en el caso de la coartación de la aorta, una malformación congénita que disminuye el flujo de la aorta hacia las partes bajas del cuerpo. Otra causa de hipertensión secundaria es la sobrecarga de volumen crónica. La sobrecarga de volumen puede ser adquirida, como en el caso del hiperaldosteronismo primario (causado tanto por un adenoma benigno o por hiperplasia bilateral) y el feocromocitoma (un tumor de la médula adrenal que libera grandes cantidades de catecolaminas en la circulación). La sobrecarga de volumen también puede ser genética como en raras formas mendelianas de hipertensión, como la enfermedad de Liddle y el pseudohiperaldosteronismo tipo II. 168 Capítulo 24 • Circulaciones especiales CAPÍTULO 24 CIRCULACIONES ESPECIALES Steven S. Segal En los capítulos anteriores, consideramos al flujo sanguíneo periférico como si “periférico” fuese una única entidad. En éste capítulo, descompondremos a esa entidad. Como cada órgano tiene sus requerimientos particulares, la circulación especial dentro de cada órgano ha evolucionado con sus propias características y mecanismo regulatorios. Cada órgano posee adaptaciones circulatorias que le permiten hacer cambios con un impacto mínimo en el resto del organismo. Aquí nos concentraremos en el sistema circulatorio del cerebro, corazón, músculo esquelético, vísceras abdominales y piel. El flujo sanguíneo hacia cada órgano debe ajustarse para satisfacer las sus necesidades particulares El flujo sanguíneo a cada tejido debe suplir las necesidades individuales de de sus células parenquimatosas, permitiendo al mismo tiempo que jueguen su rol en la homeostasis del organismo entero. La forma en la cual el sistema circulatorio distribuye el flujo sanguíneo debe ser flexible, así los cambios en la demanda pueden ser satisfechos. Consideremos los cambios circulatorios que acompañan al ejercicio. El flujo sanguíneo hacia el músculo esquelético activo se incrementa sustancialmente tanto por redistribución como por aumento del gasto cardíaco. El flujo sanguíneo de la circulación coronaria también debe aumentar para satisfacer las demandas del ejercicio. Es más, para disipar el calor generado durante el ejercicio, los vasos sanguíneos de la piel se dilatan, permitiendo así la transferencia de calor hacia el ambiente. A medida que el gasto cardíaco se incrementa, la circulación esplácnica y renal disminuye mientras que el flujo sanguíneo cerebral es preservado. Este capítulo se enfoca en la perfusión de lechos vasculares sistémicos seleccionados, pero tengamos en mente que los pulmones reciben el total del gasto cardíaco y también deben ser capaces de adaptarse a cualquier cambio en el flujo sanguíneo total. Mecanismos de control regional del flujo sanguíneo neurales, miogénicos, metabólicos y endoteliales Varios mecanismos controlan las resistencias vasculares, y así la distribución de la sangre a través del cuerpo. Cada órgano utiliza principalmente uno de los tantos mecanismos de control de flujo sanguíneo. Ya hemos discutido esos mecanismos en capítulos anteriores, por lo que aquí haremos una breve revisión. La interacción entre estos cuatro mecanismos establece el tono vasomotor de reposo. Las células musculares lisas vasculares (CMLV) y las células endoteliales utilizan uniones GAP para la señalización química y eléctrica entre ellas, coordinando así su actividad durante el control vasomotor. Sumado a estos mecanismos, los cuales son parte de un sofisticado sistema de control por retroalimentación (feedback), otros factores –que no son regulatorios por naturaleza- pueden afectar la circulación local. Estos otros factores son todas las fuerzas mecánicas externas a los vasos sanguíneos que los tienden a colapsar o abrir. Por ejemplo en el corazón y en el músculo esquelético la contracción detiene transitoriamente el flujo sanguíneo al comprimir los vasos dentro del tejido. Mecanismos neurales Los vasos de resistencia de casi todos los órganos están inervados por fibras 169 Sección IV • El sistema cardiovascular del sistema nervioso autónomo (SNA), particularmente de su división simpática. Sumado a su rol crítico en el control de la presión sanguínea y el gasto cardíaco, el SNA modula el flujo sanguíneo local de acuerdo a las necesidades metabólicas de cada tejido. Mecanismos miogénicos Muchos vasos, particularmente las arterias musculares y arteriolas que gobiernan la resistencia vascular, tienen respuestas inherentes a los cambios de la presión transmural. El incremento de la presión que acompaña el estiramiento de las CMLV dispara una vasoconstricción mientras que la disminución de la presión desencadena una vasodilatación. Esta respuesta miogénica juega un rol importante en la autorregulación que ocurre en los vasos del cerebro, corazón, músculo esquelético y riñones. Mecanismos metabólicos En todo el cuerpo, los vasos son sensibles a las necesidades metabólicas de las células parenquimatosas. Una disminución en la PO2 o el pH promueve la relajación de las CMLV causando vasodilatación. En respuesta a la actividad, las células excitables incrementan la concentración extracelular de K+ ([K+]o) lo cual también causa vasodilatación. Los tejidos con alta demanda energética –como el cerebro, corazón y el músculo esquelético durante el ejerciciodependen fuertemente de los mecanismos de control local. Mecanismos endoteliales Las células endoteliales liberan una variedad de sustancias vasoactivas. Por ejemplo, las fuerzas de cizallamiento (shear stress) ejercidas por el movimiento de sangre a través de la luz de los vasos, estimula la liberación de óxido nítrico, el cual relaja las CMLV y previene la adhesión leucocitaria. EL CEREBRO Las anastomosis del polígono de Willis y la distribución de las ramas arteriales protege la irrigación del cerebro, que es aproximadamente 15% del gasto cardíaco 170 Si bien el cerebro constituye solo el ~2% del peso corporal, este recibe ~15% del gasto cardíaco en reposo. De todos los órganos del cuerpo, el cerebro es el menos tolerante a la isquemia. Depende enteramente de la producción de energía a través de sustratos oxidables. Cada día el cerebro humano oxida ~100g de glucosa lo cual es aproximadamente equivalente a la cantidad almacenada de glucógeno en el hígado. La interrupción del flujo sanguíneo cerebral por solo unos segundos causa inconsciencia, y si la isquemia persiste por unos minutos aparece daño celular irreversible. Arterias La sangre alcanza el cerebro a través de cuatro arterias principales –las dos carótidas internas y las dos arterias vertebrales (Fig. 24-1). Las arterias vertebrales se unen para formar la arteria basilar la cual se divide para formar las dos arterias cerebrales posteriores, que son parte del polígono de Willis en la base del cerebro. Las carótidas internas son la principal fuente de sangre del polígono. Tres pares bilaterales de arterias de distribución (arterias cerebrales anterior, media y posterior) surgen del polígono de Willis y envuelven los hemisferios cerebrales. Pequeñas ramificaciones de las arterias basilar y vertebral distribuyen sangre al tronco del encéfalo y al cerebelo. Las arterias de distribución dan origen a las arterias piales que transcurren por la superficie del cerebro, formando anastomosis, y luego ramificándose en arteriolas que penetran el tejido en ángulo recto. Estas arteriolas penetrantes se ramifican en capilares. Las anastomosis en la superficie cortical proveen circulación colateral que es muy importante por si alguna de las arterias se ocluye. Si se desarrolla una estenosis en una arteria principal, las otras arterias del polígono pueden proveer flujo alternativo. De todas maneras si el flujo a través de una carótida se ve comprometido, puede ocurrir isquemia en el hemisferio ipsilateral con el deterioro de su función. Capítulo 24 • Circulaciones especiales radialmente en una dirección centrífuga. Las venas intracerebrales convergen en el plexo superficial pial, que yace debajo de las arterias. El plexo drena en las venas de colección, que transcurren sobre las arterias de distribución y se vacían en los senos durales. La excepción a este patrón radial es la materia blanca profunda de los hemisferios cerebrales y los ganglios de la base. Estas regiones drenan centralmente en las venas que discurren a lo largo de la pared de los ventrículos laterales para formar un sistema venoso profundo, que también se vacía en los senos durales. Casi todos los vasos venosos abandonan el cráneo a través de las venas yugulares internas. Figura 24-1 Anatomía vascular del cerebro. La figura B, con el lóbulo temporal retirado representa las ramificaciones principales de la arteria cerebral media izquierda, una de las arterias de distribución. Las arterias piales discurren sobre la superficie cerebral y dan origen a las arteriolas penetrantes que forman la microcirculación dentro del cerebro. Venas Las venas del cerebro son anchas, de paredes finas, con escaso músculo liso y sin válvulas. En general, las venas drenan el cerebro Capilares Una de las características principales de la vasculatura cerebral es la barrera hematoencefálica (BHE) la cual previene que los solutos en la luz de los capilares tengan acceso directo al líquido extracelular cerebral. Por esta razón muchas drogas que actúan en otros órganos no tienen efecto en el cerebro. Componentes solubles en agua y polares atraviesan la BHE lentamente, y la capacidad de las proteínas para cruzarla es extremadamente limitada. Solo el agua, O2 y CO2 (u otros gases) pueden difundir libremente a través de los capilares cerebrales. La glucosa cruza más lentamente por difusión facilitada. Ninguna sustancia es totalmente excluida del cerebro; la variable crítica es la tasa de transferencia. La BHE protege al cerebro de cambios abruptos en la composición sanguínea. De una manera similar, la barrera hematotesticular protege el epitelio germinal de los hombres. La BHE puede dañarse en algunas regiones del cerebro que fueron lastimadas, infectadas u ocupadas por tumores. Dicho daño puede ser útil para localizar los tumores porque los marcadores son excluidos del sistema nervioso central sano y sí pueden ingresar al tumor. En áreas especializadas del cerebro –los órganos circunventriculares- los capilares son fenestrados y tienen características de permeabilidad similares a los de la circulación intestinal. Linfáticos El cerebro carece de vasos linfáticos. 171 Sección IV • El sistema cardiovascular Volumen vascular El cráneo encierra toda la vasculatura cerebral, así como también al cerebro y al líquido cefalorraquídeo (LCR). Debido a que el cráneo es rígido y posee un volumen total fijo, la vasodilatación y el incremento del volumen vascular en una región del cerebro debe ser acompañada por un cambio recíproco del volumen en cualquier otro lugar del cráneo. Un control fino del volumen sanguíneo cerebral es esencial para prevenir la elevación de la presión intracraneal (PIC). Cuando existe edema cerebral, hemorragias o una masa tumoral que crece, los signos neurológicos pueden deberse a la restricción del flujo sanguíneo por la compresión de los vasos. Una situación análoga puede ocurrir en los ojos de pacientes con glaucoma. La presión aumentada dentro del ojo comprime al nervio óptico y a la arteria retiniana, generando isquemia en las células de la retina y causando ceguera. Figura 24-2 Cambios en el flujo sanguíneo regional. Los investigadores usaron el lavado de 133Xe, medido por detectores ubicados a ambos lados de la cabeza del paciente, como un índice del flujo sanguíneo regional en el hemisferio cerebral dominante. Los “puntos calientes” turquesas representan regiones donde el flujo es un 20% mayor que el promedio en el resto del cerebro. En reposo, el flujo sanguíneo es mayor en las regiones frontal y promotora. El patrón de flujo cambia en una forma característica en las otras 7 formas de actividad cerebral. Mecanismos de control del flujo sanguíneo cerebral neurales, miogénicos y metabólicos El flujo sanguíneo cerebral es aproximadamente 50 mL/min cada 100 g de tejido cerebral y debido a la autorregulación, es relativamente constante. De todas maneras, cambios regionales en la distribución de la sangre ocurren como respuesta a cambios en el patrón de actividad neuronal (Fig. 24-2). Control neural Las fibras nerviosas simpáticas que inervan la vasculatura cerebral se originan de neuronas posganglionales en el ganglio cervical 172 superior y viajan con la carótida interna y las arterias vertebrales hacia el cráneo, ramificándose al igual que las arterias. Las terminales simpáticas liberan norepinefrina, lo que causa la contracción del músculo liso vascular. La inervación parasimpática de los vasos cerebrales se origina de las ramificaciones del nervio facial; lo que provoca una vasodilatación cuando se activa. Los vasos cerebrales también están inervados por terminales sensitivas, estos cuerpos neuronales están localizados en el ganglio del trigémino, y en su actividad está involucrada la sustancia P y el péptido relacionado a la calcitonina, los cuales son neurotransmisores vasodilatadores. Capítulo 24 • Circulaciones especiales Perturbaciones locales pueden estimular los nervios sensitivos y provocar la liberación de estos vasodilatadores, un ejemplo de reflejo axonal. A pesar de esta inervación, el control neural de la vasculatura cerebral es relativamente débil. En su lugar, es el requerimiento metabólico local el que gobierna principalmente la actividad vasomotora en el cerebro. Control metabólico La actividad neuronal conduce a la “ruptura” de ATP y la producción local de adenosina, un potente vasodilatador. El incremento local del metabolismo del cerebro también disminuye la PO2, el pH y aumenta la PCO2. Estos cambios disparan la vasodilatación y un cambio compensatorio en el flujo sanguíneo. Las CMLV del cerebro se relajan principalmente en respuesta a la caída del pH extracelular; estas células son insensibles al incremento de la PCO2 per se, y la disminución del pH intracelular causa una débil vasoconstricción. ¿Cómo cambia el flujo sanguíneo cerebral en respuesta a cambios en el pH sistémico? Disminuir el pH arterial a una PCO2 constante (acidosis metabólica) tiene un pequeño efecto en el flujo sanguíneo cerebral debido a que los H+ arteriales no pueden penetrar fácilmente la barrera hematoencefálica y de esta manera alcanzar las CMLV cerebrales. Por otro lado, disminuir el pH arterial por incrementos de la PCO2 (acidosis respiratoria) conduce rápidamente a una caída del pH alrededor de las CMLV debido a que el CO2 rápidamente cruza la BHE. Esta caída en el pH produce una pronunciada vasodilatación de la vasculatura cerebral, con un incremento en el flujo sanguíneo que ocurre en segundos. El aumento de la PCO2 arterial causado por la inhalación de 7% CO2 puede causar que el flujo sanguíneo cerebral se duplique. Contrariamente, la caída de la PCO2 arterial causada por la hiperventilación aumenta el pH y produce vasoconstricción cerebral, disminución del flujo sanguíneo cerebral y mareos. Clínicamente la hiperventilación es usada para disminuir el flujo sanguíneo cerebral en el tratamiento de emergencia del edema cerebral y el glaucoma. Una caída en la PO2 sanguínea y tisular –por una hipoxemia o un gasto cardíaco inadecuadotambién puede contribuir a la vasodilatación cerebral. De todas maneras estos efectos son menos importantes que los producidos por la hipercapnia. Los efectos vasodilatadores de la hipoxia quizás sean directos o quizás sean mediados por la liberación de adenosina, K+ o NO (óxido nítrico). Control miogénico La resistencia vascular cerebral es muy sensible a cambios en la presión transmural. Incrementos en la presión externa al vaso conducen a vasoconstricción, mientras que la disminución produce vasodilatación. La unidad neurovascular ajusta el flujo sanguíneo según la actividad cerebral regional Las neuronas, glía y los vasos sanguíneos cerebrales funcionan como una unidad integrada que distribuye el flujo sanguíneo de acuerdo a la actividad local dentro del cerebro (Fig. 24-2). Este “acoplamiento neuromuscular” involucra varias vías de señalización que complementan el control metabólico discutido anteriormente. Algunos neurotransmisores y neuromoduladores son vasoactivos (por ejemplo, acetilcolina, catecolaminas, neuropéptidos) y pueden controlar los vasos sanguíneos en las regiones de actividad sináptica. Los pies “chupadores” de los astrocitos están en contacto directo con el músculo liso de las arteriolas y las células endoteliales de los capilares. La liberación de neurotransmisores desde las neuronas genera ondas de [Ca2+]i en los astrocitos así como en las dendritas de las neuronas adyacentes. Estas ondas de [Ca2+]i estimulan la liberación de potentes vasodilatadores incluidos NO, y metabolitos del ácido araquidónico. Así, la actividad simpática genera mediadores vasoactivos en neuronas y astrocitos que pueden generar vasodilatación. La activación concurrente de interneuronas locales con proyecciones vasculares ayuda en la respuesta vasomotora. La señal vasodilatadora se conduce a través de uniones GAP desde una célula a otra a lo largo del endotelio y el músculo liso de las arteriolas penetrantes, retrógradamente hacia las arterias piales, las cuales son la principal resistencia vascular. Esta reducción en la resistencia proximal 173 Sección IV • El sistema cardiovascular incrementa el flujo sanguíneo a la región con mayor actividad neuronal. La autorregulación mantiene un flujo sanguíneo bastante constante en un rango de presión de perfusión La presión de perfusión cerebral es la diferencia entre la presión arterial sistémica (presión arterial media, ~95 mmHg) y la presión venosa intracraneal, la cual es muy similar a la presión intracraneal (<10 mmHg). Una disminución del flujo sanguíneo cerebral puede ocurrir como resultado de una caída en la presión arterial o un aumento en la intracraneal (o venosa). De todas maneras, el control local del flujo sanguíneo cerebral mantiene bastante constante el flujo en un rango de presiones que varía desde ~70 a 150 mmHg. Esta constancia del flujo sanguíneo – autorregulación- mantiene un aporte constante de O2 y nutrientes. En pacientes con hipertensión arterial, el flujo sanguíneo cerebral se mantiene normal debido a que las resistencias vasculares cerebrales se incrementan. Contrariamente la resistencia cae en la hipotensión arterial. Esta autorregulación comprende tanto al componente miogénico como al metabólico. Los incrementos en la presión intracraneal (PIC) comprimen la vasculatura cerebral y tienden a reducir el flujo sanguíneo a pesar de la vasodilatación generada por la autorregulación. En estos casos, el cerebro regula su flujo por cambios reflejos en la presión arterial sistémica. Este principio es ejemplificado por el reflejo de Cushing 1, un incremento en la presión arterial que ocurre en respuesta al incremento de la PIC. Aparentemente la compresión intracraneal causa una isquemia local que estimula los centros vasomotores en tronco del encéfalo. El incremento de la actividad neural simpática en la circulación sistémica dispara un aumento en la 1 NdT: El Reflejo de Cushing incluye una tríada compuesta por: aumento de la presión arterial media, bradicardia e irregularidades en la ventilación. El reflejo se puede observar en estadíos terminales de lesiones cerebrales y generalmente anuncia una herniación inminente. 174 resistencia total. El reflejo de Cushing puede ocurrir agudamente por la inflamación que sigue a una lesión en la cabeza o más gradualmente con el crecimiento de un tumor cerebral. En un rango considerable de presión, el reflejo de Cushing asegura que la presión de perfusión pueda superar los efectos de la compresión vascular y de esta manera mantener el flujo sanguíneo cerebral. EL CORAZON La circulación coronaria recibe el 5% del gasto cardíaco del ventrículo izquierdo y lo devuelve al lado derecho del corazón El corazón recibe ~5% del gasto cardíaco en reposo, aunque representa menos del 0,5% del peso corporal total. El corazón normalmente usa la fosforilación oxidativa para generar el ATP requerido para bombear sangre. De todas maneras, de todo el O2 que el corazón consume, no más del 40% corresponde a la oxidación de carbohidratos. Más del 60% del consumo miocárdico de O2 en ayuno es debido a la oxidación de ácidos grasos. El miocardio puede fácilmente oxidar cuerpos cetónicos, los cuales pueden proveer una considerable fuente de energía durante la inanición o durante la cetoacidosis diabética. Cuando la provisión de O2 es adecuada, el corazón toma y oxida tanto lactato como piruvato, al igual que lo hacen las fibras musculares esqueléticas, aunque la concentración arterial de piruvato sea usualmente baja. Cuando la demanda energética de ATP excede el aporte de O2 el corazón ya no puede tomar lactato y lo libera al utilizar sus reservas de glucógeno. De esta manera, el corazón puede continuar su función por un corto tiempo cuando es deprivado de O2. Si la hipoxia se desarrolla en las fibras nociceptivas miocárdicas, comienza una sensación de dolor referido conocido como angina de pecho. Si el insulto es más grave o prolongado aparece el daño al tejido miocárdico, el cual eventualmente se vuelve necrótico (infarto de miocardio). Capítulo 24 • Circulaciones especiales Toda la sangre que irriga al miocardio deriva de las arterias coronarias tanto derecha como izquierda, las cuales se originan en la raíz de la aorta por detrás de las cúspides de la válvula aórtica (Fig. 24-3). Aunque la anatomía está sujeta a variaciones individuales, la arteria coronaria derecha irriga a la aurícula y al ventrículo derecho, y la arteria coronaria izquierda irriga a la aurícula y al ventrículo izquierdo. La arteria coronaria izquierda se divide cerca de su origen en dos ramas principales: la arteria circunfleja que envía ramificaciones hacia la aurícula y ventrículo izquierdo, y la arteria descendente anterior que desciende hacia el ápice del corazón y se ramifica para irrigar el septum interventricular y una porción del ventrículo izquierdo y el derecho. Estas arterias discurren a través del corazón ramificándose en segmentos que penetran el tejido y se dividen en redes capilares. La densidad capilar en una sección histológica del corazón humano excede los 3000/mm2 (el músculo esquelético solo tiene ~400/mm2). El pequeño diámetro de las fibras musculares cardíacas (<20 µm), menos de la mitad que las del músculo esquelético (~50 µm), facilita la difusión de O2 hacia ellas, las cuales tienen una demanda energética mucho mayor que las esqueléticas. Una vez que la sangre pasa a través de los capilares, es colectada en las vénulas que drenan fuera del miocardio y convergen en las venas epicárdicas. Estas venas se vacían en la aurícula derecha a través del seno coronario. Otros canales vasculares drenan directamente en las cámaras cardíacas, estos incluyen las venas de Tebesio. Debido a que la sangre desoxigenada transportada por las venas de Tebesio se vuelca dentro de los ventrículos, este flujo saltea la circulación pulmonar. Numerosos vasos colaterales entre las ramificaciones de los vasos arteriales y el sistema venoso actúan como anastomosis; proveen una ruta alternativa para el flujo sanguíneo si un vaso principal se ocluye. Figura 24-3 Circulación coronaria. 175 Sección IV • El sistema cardiovascular La compresión extravascular de las arterias coronarias durante la sístole compromete su flujo sanguíneo En otros lechos vasculares, el flujo sanguíneo sigue al perfil de presión de la aorta, aumentando en sístole y disminuyendo en diástole. Sin embargo, en la circulación coronaria el flujo es algo paradójico. Aunque el corazón es la fuente de su propia presión de perfusión, la contracción miocárdica comprime sus estructuras vasculares. Así, el perfil de flujo a través de las arterias coronarias depende tanto de la presión en la aorta (Fig. 24-4, panel superior) como de la compresión extravascular que resulta de la contracción de los ventrículos, particularmente el izquierdo. El flujo sanguíneo en la arteria coronaria izquierda puede incluso revertirse transitoriamente en el comienzo de la sístole (Fig. 24-4, panel del medio), a medida que la fuerza de la contracción isovolumétrica del ventrículo izquierdo comprime los vasos coronarios izquierdos, mientras que la presión en la aorta todavía no ha comenzado a aumentar (i.e., la válvula aórtica se mantiene aún cerrada). A medida que la presión aórtica se incrementa durante la sístole el flujo sanguíneo se incrementa pero nunca alcanza valores pico. De todas maneras, durante la diástole temprana cuando los ventrículos relajados ya no comprimen los vasos coronarios izquierdos y la presión aórtica sigue siendo alta, el flujo coronario izquierdo aumenta rápidamente a sus valores más altos. Aproximadamente el 80% del flujo coronario ocurre durante la diástole. En contraste, el perfil de flujo de la arteria coronaria derecha (Fig. 24-4 panel inferior) es muy similar al perfil de presión de la arteria que la suple, la aorta. Aquí, la sístole contribuye en mayor proporción al flujo sanguíneo total y la reversión sistólica del flujo no ocurre. La razón para esta diferencia es que la tensión desarrollada por el ventrículo derecho es mucho menor. El impacto de la contracción sistólica en la perfusión de los vasos coronarios izquierdos es potenciado por el efecto de la fibrilación ventricular. Al inicio de esta arritmia letal, la 176 perfusión coronaria izquierda se incrementa transitoriamente, reflejando la pérdida de la compresión mecánica de la vasculatura. Los cambios en la frecuencia cardíaca también afectan el flujo coronario, debido a que afectan la duración de la diástole más que de la sístole. Durante la taquicardia, la fracción del ciclo cardíaco usada en la diástole disminuye, minimizando el tiempo disponible para la perfusión coronaria izquierda. Si el corazón es sano, los vasos coronarios pueden dilatarse adecuadamente en respuesta a las señales metabólicas generadas por el incremento del trabajo cardíaco, lo cual neutraliza el efecto negativo de una diástole más corta. Por otro lado, una alta frecuencia cardíaca puede ser peligrosa cuando los vasos coronarios izquierdos restringen el flujo sanguíneo. Figura 24-4 Flujo sanguíneo coronario. Las bandas al comienzo de la sístole y la diástole reflejan la contracción y relajación isovolumétrica, respectivamente. El flujo sanguíneo coronario no solo varía en el tiempo durante el ciclo cardíaco, sino que también varía con la profundidad de la pared del corazón. La sangre fluye desde el epicardio al endocardio. Durante la sístole, la presión intramuscular es mayor cerca del endocardio y menor cerca del epicardio. Si todas las demás variables se mantienen constantes la perfusión Capítulo 24 • Circulaciones especiales del endocardio será menor que la del epicardio. De todas formas, el flujo sanguíneo total hacia el endocardio y epicardio son aproximadamente iguales debido a que el endocardio tiene una resistencia vascular intrínsecamente menor. Cuando la presión diastólica en la raíz de la aorta es patológicamente baja (por ejemplo en la insuficiencia aórtica) o cuando la resistencia arterial coronaria es muy alta (por ejemplo en la oclusión coronaria), el flujo sanguíneo al endocardio es menor que en el epicardio. Así la pared interna del ventrículo izquierdo a menudo experimenta el mayor daño cuando existe enfermedad aterosclerótica coronaria. El flujo sanguíneo coronario se correlaciona con el metabolismo cardíaco Una característica sorprendente de la circulación coronaria es la relación lineal entre el consumo miocárdico de O2 y el flujo sanguíneo miocárdico. Esta relación persiste en las preparaciones aisladas de corazón, enfatizando que las señales metabólicas son las principales determinantes del aporte de O2 al corazón. En un individuo en reposo cada 100 g de tejido cardíaco recibe de 60 a 70 mL/min de flujo sanguíneo. Normalmente el corazón extrae 70% a 80% del contenido de O2 de la sangre arterial (generalmente ~20 mL de O2/dL), de esta manera produciendo un contenido de O2 venoso extremadamente bajo (~5 mL de O2/dL). Así, el corazón no puede responder a sus demandas metabólicas extrayendo más O2 del que extrae normalmente en reposo. El corazón puede aumentar su aporte de O2 solo incrementando el flujo sanguíneo coronario, el cual puede exceder los 250 mL/min cada 100 g de músculo en ejercicio. Debido a que la presión sanguínea normalmente varía dentro de límites estrechos, la única forma de aumentar sustancialmente el flujo sanguíneo a través de la circulación coronaria durante el ejercicio es mediante la vasodilatación. El corazón depende primariamente de mecanismos metabólicos para aumentar el calibre de los vasos coronarios. La adenosina ha recibido particular interés en este propósito. El incremento de la actividad metabólica del corazón, un flujo coronario insuficiente, o una caída de la PO2 resulta en la liberación de adenosina. La adenosina se difunde hacia las CMLV activando los receptores purinérgicos que inducen vasodilatación al disminuir la [Ca2+]i. Así, una perfusión inadecuada a una región eleva los niveles intersticiales de adenosina, causando vasodilatación y restaurando el flujo hacia la región afectada. Cuando la demanda cardíaca supera la irrigación, un incremento transitorio en el [K+]o puede contribuir al incremento inicial de la perfusión coronaria. De todas maneras, es poco probable que el K+ sea el mediador de un incremento sustancial en el flujo coronario. Cuando la demanda de O2 excede el aporte, un aumento en la PCO2 y una caída en la PO2 pueden contribuir a disminuir la resistencia vascular coronaria. El flujo coronario es relativamente estable a una presión de perfusión que varía entre ~70 y 150 mmHg. Así, como en el cerebro, el flujo sanguíneo coronario presenta autorregulación. Sumado a la respuesta miogénica, las fluctuaciones en la adenosina y la PO2 contribuyen a la autorregulación coronaria. Aunque la estimulación simpática contrae directamente los vasos coronarios, los cambios metabólicos concomitantes predominan generando vasodilatación Los nervios simpáticos penetran el corazón siguiendo la trama vascular. La estimulación de estos nervios causa que el corazón lata con mayor frecuencia y con más fuerza. Los receptores adrenérgicos β1 median estas respuestas cronotrópicas e inotrópicas. Como discutimos en la sección precedente, el aumento del trabajo miocárdico conduce a la vasodilatación miocárdica a través de vías metabólicas. De todas formas, si se inhiben farmacológicamente los receptores β1 de los miocitos cardíacos se previene el incremento del metabolismo, así la estimulación simpática causa una vasoconstricción coronaria. Esta respuesta es el 177 Sección IV • El sistema cardiovascular efecto directo de los nervios simpáticos en los receptores adrenérgicos α en las CMLV de los vasos de resistencia coronarios. Así, bloqueando se “desenmascara” la lo receptores β1 vasoconstricción adrenérgica. De esta manera, bajo circunstancias normales, la tendencia de la vía metabólica para vasodilatar supera ampliamente la tendencia vasoconstrictora de las vía simpática. La activación del nervio vago tiene un efecto vasodilatador medio en los vasos de resistencia coronarios. Esta pequeña respuesta no es debida a la insensibilidad de los vasos de resistencia a la acetilcolina, la cual provoca una pronunciada vasodilatación cuando se administra directamente. Más bien, la liberación de acetilcolina desde el nervio vago se restringe a la vecindad del nodo sinusal. Así, el nervio vago tiene un efecto mucho mayor en la frecuencia cardíaca que en la resistencia coronaria. El crecimiento de vasos colaterales puede aportar flujo sanguíneo a regiones isquémicas de miocardio Cuando una arteria coronaria se ocluye abruptamente, la isquemia consecuente puede producir necrosis (i.e., infarto de miocardio) en la región deprivada de flujo sanguíneo. Pero si una arteria coronaria se estrecha a lo largo del tiempo, vasos colaterales pueden desarrollarse para aminorar, aunque sea parcialmente, la reducción del aporte de O2 y nutrientes al área comprometida, previniendo (o al menos disminuyendo) el daño tisular. Los vasos colaterales se originan desde ramificaciones existentes que se remodelan por la proliferación de células endoteliales y musculares lisas. Los estímulos para el desarrollo de vasos colaterales incluyen moléculas angiogénicas liberadas por el tejido isquémico y además por cambios en el estrés mecánico en las paredes de los vasos que irrigan la región afectada. Las drogas vasodilatadoras pueden alterar la irrigación del miocardio por “robo coronario” 178 Una variedad de drogas puede promover la vasodilatación de las arterias coronarias. Estas son típicamente prescriptas a pacientes que sufren angina de pecho, el dolor de pecho asociado a un inadecuado flujo sanguíneo al corazón. Si el desarrollo de la placa aterosclerótica –la cual subyace a la angina de pecho- ocurre en arterias epicárdicas grandes, el incremento de la resistencia disminuye la presión rio abajo en la microvasculatura. Bajo estas condiciones los médicos deben tener cuidado en usar agentes farmacológicos que dilaten las arterias coronarias. En el área miocárdica isquémica rio debajo de la estenosis, los estímulos metabólicos ya dilataron al máximo las arteriolas. La administración de un vasodilatador puede solo incrementar el diámetro de los vasos en lechos vasculares no isquémicos que son paralelos a los isquémicos. El resultado es el robo coronario, lo que implica una reducción en la presión rio abajo del sitio de la estenosis y un compromiso en el flujo sanguíneo de la región isquémica. Cuando una terapia vasodilatadora resuelve la angina, el resultado es más probable que sea atribuible a la vasodilatación de los vasos sistémicos no coronarios, los cuales reducen la resistencia periférica reduciendo la poscarga del ventrículo durante la sístole y de esta manera el trabajo cardíaco. EL MÚSCULO ESQUELÉTICO Quizás la característica más impresionante del flujo sanguíneo del músculo esquelético es su rango extremo. El flujo sanguíneo muscular en reposo es de 5 a 10 mL/min por cada 100 g de tejido. Durante el ejercicio aeróbico máximo puede incrementar hasta 50 veces, alcanzando los 250 mL/min o más por cada 100 g de músculo activo. La correspondencia lineal entre la tasa de trabajo, el oxígeno consumido y el flujo sanguíneo implica un “acoplamiento” entre la fibra muscular en actividad y el aporte de oxígeno. Aquí discutiremos los puntos clave de la organización de la vasculatura del músculo esquelético y la integración con los mecanismos de control. Capítulo 24 • Circulaciones especiales Una unidad microvascular es el lecho capilar dependiente de una arteriola terminal El aporte vascular al músculo esquelético comienza afuera del tejido en las arterias de alimentación. Estos vasos musculares son las últimas ramificaciones del aporte arterial, localizados justo antes de entrar al tejido. De un 30% al 50% del total de la resistencia al flujo sanguíneo en el músculo esquelético reside en estas arterias de alimentación. De esta manera, un importante sitio del control del flujo sanguíneo se encuentra localizado proximal a los micro vasos que están en contacto directo con las fibras esqueléticas. La red arteriolar se origina en el sitio en el cual las arterias de alimentación entran al músculo. Dentro del músculo las arteriolas se ramifican varios órdenes (Fig. 24-5A) hasta alcanzar las arteriolas terminales (Fig. 24-5B), que son las últimas ramificaciones que contienen músculo liso y por lo tanto las únicas en las cuales es posible el control del flujo sanguíneo. Así, las arteriolas terminales son el equivalente funcional del esfínter precapilar. El grupo de capilares suplidos por una arteriola terminal representa una unidad microvascular, la cual es la unidad funcional más pequeña de control de flujo sanguíneo en el músculo esquelético. Cada unidad consiste en 15 a 20 capilares que discurren paralelos a las fibras musculares finalizando en una vénula de colección. Debido a las grandes diferencias de longitud entre capilares (<1 mm) y fibras musculares (cm), varias unidades microvasculares son requeridas para abarcar la distancia de una fibra muscular. Cuando una fibra muscular se contrae, el flujo sanguíneo se incrementa a través de todas las unidades microvasculares que aportan O2 a la fibra y remueven los metabolitos. Figura 24-5 Unidades microvasculares en el músculo esquelético. En A, una arteria de alimentación se ramifica en las arteriolas primarias la cual luego de dos o tres órdenes de ramificación da las arteriolas transversas, las cuales dan las arteriolas terminales. En B, la arteriola terminal suple la unidad microvascular. 179 Sección IV • El sistema cardiovascular Los metabolitos liberados por la actividad muscular gatillan vasodilatación y un incremento en el flujo sanguíneo Cuando el músculo esquelético está en reposo, su resistencia vascular es alta, el flujo sanguíneo es bajo y el contenido venoso de O2 es solo unos mililitros por decilitro menor que el contenido de O2 arterial. Cuando el ejercicio comienza, las arteriolas terminales se dilatan primero. Esta vasodilatación incrementa el flujo a través de los capilares que ya estaban conduciendo sangre y también abre otros capilares quiescentes, incrementando el número de capilares perfundidos y disminuyendo la distancia intercapilar. Si el flujo sanguíneo no se incrementa lo suficiente, el aumento de la demanda muscular por O2 produce un gran incremento en la extracción de O2. Si la demanda metabólica continúa aumentando, un incremento en el aporte de O2 es requerido. La vasculatura responde a esta demanda dilatando progresivamente las arteriolas terminales, luego las arteriolas más proximales y por último las arteriolas de alimentación. Una coordinada vasodilatación a través de la red de resistencias es esencial cuando los segmentos están organizados en serie uno con otro. La dilatación de las arteriolas rio abajo sin la dilatación de las proximales resultaría en una habilidad limitada para incrementar el flujo sanguíneo debido a la alta resistencia de los vasos rio arriba. De esta manera cuando las arterias de alimentación se dilatan en conjunto con las arteriolas, el incremento del flujo sanguíneo es intenso. El estímulo primario que dispara la vasodilatación es la liberación de sustancias vasodilatadoras (por ejemplo, adenosina, CO2, K+) desde fibras musculares activas en proporción a la energía utilizada. 180 Tratamiento de la enfermedad coronaria Para muchos pacientes con estrechamiento gradual de sus arterias coronarias por placas ateroscleróticas, el primer signo de la enfermedad puede ser la aparición de angina de pecho. El dolor aparece cuando las demandas metabólicas de una región del miocardio exceden la capacidad del flujo sanguíneo comprometido para satisfacer las demandas metabólicas del tejido. La angina es acompañada usualmente por cambios característicos en el electrocardiograma. Si el diagnóstico está en duda –el dolor de pecho o la angina pueden ser mimetizados a veces por reflujo gastroesofágico, hiperventilación, costocondritis y otras entidades clínicas- un test durante el ejercicio (i.e., ergometría) puede estresar el corazón lo suficiente para que desarrolle dolor, inducir cambios electrocardiográficos o alterar el flujo sanguíneo que puede ser monitorizado por un escaneo con talio. Algunos pacientes con estrechamiento arterial coronario significativo nunca desarrollan angina y padecen lo que se denomina isquemia silente. En estos pacientes, solo un médico astuto puede detectar enfermedad coronaria. Muchos pacientes con un patrón de angina estable responden bien a la medicación. Los nitratos inducen la vasodilatación mediante la liberación de óxido nítrico, también dilatan las venas periféricas reduciendo el retorno venoso y así la precarga del corazón; y dilatan las arterias y arteriolas disminuyendo de esta manera la poscarga. Finalmente, los nitritos pueden incrementar el flujo sanguíneo colateral. Los β bloqueantes previenen que el sistema nervioso simpático, mediante la estimulación de los receptores β1 aumente la frecuencia cardíaca y la contractilidad, disminuyendo así las demandas metabólicas. Los bloqueantes de los canales de calcio reducen la contractilidad del músculo cardíaco y del músculo liso vascular. Todas estas intervenciones reducen las demandas metabólicas del corazón. En los pacientes en los que la medicación no puede controlar la angina o que desarrollan patrones de angina inestable, la revascularización mecánica puede ser requerida. Por un largo tiempo, la única opción era el by-pass coronario, pero ahora la angioplastia percutánea coronaria puede ser muy exitosa. Un cardiólogo efectúa este procedimiento al mismo tiempo que realiza el diagnóstico de la enfermedad coronaria. El médico avanza un catéter a través de una arteria periférica hacia el ventrículo izquierdo y una vez en las coronarias el inflado del balón en el sitio de la obstrucción aplasta la placa contra la pared del vaso, restaurando el flujo sanguíneo. La recurrencia de la obstrucción puede deberse a la proliferación de las CMLV. Refinamientos de la técnica, la colocación de stents en el sitio tratado, y el uso de anticoagulantes agresivos contribuyeron al éxito de la técnica. Una variante de esta técnica, en la cual se utiliza un láser, está bajo creciente estudio. Dada la gran prevalencia de la enfermedad coronaria, una gran meta de la investigación es el desarrollo de medicación alternativa y revascularización mecánica. Una de las grandes promesas es promover la angiogénesis, promoviendo el desarrollo de nuevos vasos sanguíneos. Capítulo 24 • Circulaciones especiales Estos metabolitos difunden localmente y – actuando directamente en el CMLV e indirectamente en las células endoteliales adyacentes- relajan las CMLV de los vasos de resistencia, incrementando el flujo en proporción a la demanda local. Aunque una variedad de sustancias liberadas por las fibras musculares pueden contribuir a la hiperemia, ningún estímulo individual alcanza para explicar la respuesta integrada del control del flujo sanguíneo en el músculo. Es más, la respuesta hiperémica al aumento de la actividad muscular comienza uno o dos segundos luego del ejercicio. En contraste, lleva varios segundos para que estas sustancias sean producidas por las fibras musculares, alcancen el intersticio y difundan a las CMLV en suficiente concentración para disparar la vasodilatación. El inicio de la contracción de la fibra muscular produce la liberación de K+ que puede hiperpolarizar las CMLV cercanas 2. Una vez disparada, esta hiperpolarización causa que las pequeñas arteriolas se dilaten. La señal eléctrica se conduce célula a célula a través de uniones GAP en el endotelio y las propias CMLV, llevando la hiperpolarización río arriba hacia los grandes vasos y provocando que se dilaten en conjunto. Este mecanismo de vasodilatación conducida, en conjunto con la acción de la bomba muscular, probablemente contribuya al rápido inicio de la hiperemia discutido más adelante. El incremento de los niveles de otros metabolitos (por ejemplo adenosina y CO2) o la disminución de la PO2 contribuyen y sostienen la respuesta hiperémica. La inervación simpática incrementa la resistencia vascular Las fibras nerviosas simpáticas abarcan el total de la red de resistencias, desde las arterias de alimentación hasta las arteriolas terminales. La liberación de norepinefrina por estas terminales nerviosas conduce a la vasoconstricción. El incremento de la presión transmural resulta en el aumento del tono miogénico, produciendo también vasoconstricción. Por otro lado, las 2 NdT: El incremento de la [K+]o provoca una hiperpolarización transitoria al cerrar canales de Ca2+ dependientes de voltaje. fuerzas de cizallamiento de la sangre fluyendo a través de las células endoteliales producen sustancias vasodilatadoras como el NO. La interacción entre los factores vasoconstrictores y vasodilatadores mantiene el tono basal intrínseco de los CMLV. Las vénulas también se contraen en respuesta a la estimulación de los nervios simpáticos pero no están directamente inervadas y responden a la norepinefrina que difunde desde las arteriolas cercanas. Como aproximadamente un tercio de la masa corporal es músculo esquelético, el control simpático del tono vasomotor es un componente integral de la regulación tanto de la presión arterial sistémica (a través de la resistencia periférica total) y el llenado cardíaco (a través de la capacitancia y el retorno venoso). Este principio es particularmente significativo durante el ejercicio aeróbico máximo, donde más del 80% del gasto cardíaco se dirige hacia el músculo esquelético activo. La tasa de disparo basal en los nervios simpáticos del músculo esquelético es de 1 a 2 Hz, que contribuye solo modestamente al tono vasomotor de reposo. De todas maneras, cuando los barorreceptores detectan una caída en la presión arterial, el disparo de los nervios simpáticos en los nervios periféricos puede incrementarse de 8 a 16 Hz. Este grado de actividad simpática puede cerrar la luz de las arteriolas por completo en el músculo esquelético. Durante el ejercicio la proporción del gasto cardíaco que fluye a través del músculo esquelético se incrementa. Esta redistribución del flujo sistémico ocurre por dos razones. Primero, un incremento en el tono simpático contrae la circulación esplácnica (ver luego), la circulación renal y los vasos del músculo esquelético inactivo. De hecho, solo el cerebro y el corazón están exentos de esta vasoconstricción. Segundo, los metabolitos liberados por el músculo esquelético, superan la vasoconstricción que produciría la actividad simpática. Sumado a esto, las sustancias liberadas por la contracción de la fibra muscular pueden inhibir la liberación de norepinefrina. A pesar de los efectos vasodilatadores de los metabolitos, la vasoconstricción simpática puede dominar, particularmente cuando otra gran masa muscular esta activa simultáneamente y requiere una porción sustancial del gasto cardíaco. Así, 181 Sección IV • El sistema cardiovascular durante el ejercicio de “cuerpo entero”, cada grupo muscular recibe solo una fracción del flujo sanguíneo que recibiría si solo él estuviera activo en ese momento. Es al nivel de las arterias de alimentación –las cuales son externas al músculo y ajenas a las influencias de los productos liberados por la actividad muscular- donde la vasoconstricción simpática pone el límite superior al flujo sanguíneo durante el ejercicio aeróbico intenso. Al mismo tiempo, la dilatación de las arteriolas dentro del músculo activo maximiza la extracción de O2 al promover la perfusión capilar. incrementa la presión de conducción que impulsa la sangre a través de los capilares. Sumado a esto, el pico de flujo arterial ocurre durante la relajación entre las contracciones. Esta acción “bombeante” del músculo esquelético le imparte suficiente energía cinética a la sangre, reduciendo el trabajo del corazón. Es de notar que la bomba muscular puede generar hasta la mitad de la energía requerida para hacer circular la sangre, una contribución esencial para alcanzar los altos flujos sanguíneos experimentados durante el ejercicio aeróbico máximo. En contraste, el uso de drogas que dilatan los vasos sanguíneos del músculo inactivo puede aumentar el flujo sanguíneo en menor grado que el observado con las contracciones rítmicas. LA CIRCULACIÓN ESPLÁCNICA La circulación esplácnica incluye el flujo sanguíneo a través del estómago, intestino delgado y grueso, páncreas, bazo e hígado (Fig. 24-7A). La mayor parte del flujo hacia el hígado proviene de la vena porta, que trae el drenaje venoso de todos estos órganos excepto del hígado mismo. La red vascular del intestino está altamente interconectada Figura 24-6 Bomba muscular. La contracción rítmica promueve el flujo sanguíneo a través de la bomba muscular Durante el ejercicio, el músculo esquelético se somete a cambios rítmicos en longitud y tensión dando origen a fuerzas mecánicas dentro del tejido, análogas a las que existen en el corazón cuando late. La contracción fuerza a la sangre venosa a fluir fuera del músculo (Fig. 24-6). Debido a que las válvulas en las venas previenen el flujo retrógrado, cada contracción muscular comprime y vacía las venas, conduciendo la sangre hacia el corazón. Durante la relajación subsecuente, la reducción en la presión venosa 182 La arteria celíaca es la fuente primaria de sangre al estómago, páncreas y bazo. Las arterias mesentéricas superior e inferior irrigan a todo el intestino, tanto grueso como delgado así como también parte del estómago y páncreas. La arteria mesentérica superior es la más grande de las ramificaciones esplácnicas de la aorta, llevando más del 10% del gasto cardíaco. Las interconexiones extensas entre los arcos arteriales proveen múltiples vías colaterales mediante las cuales la sangre puede alcanzar cada porción del intestino. Este arreglo disminuye el riesgo de que el intestino se torne isquémico si alguna de las arterias se ocluye. La red microvascular en el intestino delgado (Fig. 24-7C) es representativa de todo el tracto gastrointestinal. Después de penetrar la pared del intestino, las arterias pequeñas discurren a través Capítulo 24 • Circulaciones especiales de varias capas musculares hasta alcanzar la submucosa, donde se ramifican en arteriolas. Algunas arteriolas se mantienen en la submucosa para formar el plexo vascular submucoso. Otras se proyectan hacia la mucosa y las vellosidades. Las vénulas emergen desde la mucosa, las vellosidades y la capa muscular para converger en las venas. Estas salen de la pared intestinal paralelas a las arterias. La disposición de la microvasculatura dentro de las vellosidades es como una “fuente” (Fig. 247D). La arteriola discurre hacia arriba por el centro de la vellosidad, ramificándose en muchos capilares hacia la punta. Los capilares convergen en una vénula y traen de vuelta la sangre hacia la base de la vellosidad. Los capilares también se interconectan con las arteriolas y las vénulas dentro de la vellosidad. Estos microvasos son permeables a los solutos de bajo peso molecular o alta solubilidad. Esta disposición recién descripta puede formar un intercambio contracorriente que permite a los solutos permeables moverse desde la arteriola a la vénula sin atravesar la vellosidad en toda su extensión, particularmente en condiciones de bajo flujo. Con tiempos de transito vascular prolongados, el O2 transportado por la sangre puede difundir desde la arteriola a la vénula antes de alcanzar la punta de la vellosidad, lo que la vuelve susceptible al daño hipóxico. Esta situación es justamente la opuesta a la de solutos (como el Na+ que la vellosidad absorbe durante la digestión). Estos solutos entran a los capilares y luego pasan a las vénulas. A medida que la sangre venosa viaja hacia la base de la vellosidad, el soluto puede difundir hacia el intersticio y luego hacia dentro de la arteriola. De esta manera la concentración del soluto en la sangre arterial se incrementa a medida que la sangre fluye hacia la punta. Este proceso de “atrapamiento” incrementa la osmolaridad intersticial de la vellosidad de una manera análoga al mecanismo que mantiene una alta osmolaridad en la médula renal. En contraste, cuando la mucosa intestinal esta adecuadamente perfundida, las puntas de las vellosidades están bien oxigenadas (como en la fig. 24-7D), los efectos del intercambio contracorriente están reducidos y la osmolaridad dentro de la vellosidad cae. Debido a que los capilares en las vellosidades son fenestrados y tienen una gran superficie, están bien preparados para la absorción de nutrientes desde la luz intestinal. La sangre venosa retira la mayor parte de los nutrientes hidrosolubles absorbidos para luego llevarlos hacia la vena porta. Los nutrientes lipofílicos se dirigen hacia el centro de la vellosidad e ingresan hacia el vaso quilífero de la vellosidad. La linfa lleva estas sustancias hacia el torrente sanguíneo a través del conducto torácico. El flujo sanguíneo del tracto gastrointestinal se incrementa hasta ocho veces luego de una comida (hiperemia postprandial) El flujo sanguíneo intestinal en reposo es típicamente de 30 mL/min cada 100 g de tejido. De todas maneras puede alcanzar los 250 mL/min durante el pico de la hiperemia luego de una comida. Este incremento del flujo luego de la ingesta refleja la compleja interacción de diversos factores. Primero, el SNC inicia una respuesta “anticipatoria “que incrementa el flujo sanguíneo esplácnico con el solo hecho de pensar en comida –lo que corresponde a la fase cefálica de la secreción gástrica y pancreática. Segundo, la actividad metabólica de la mucosa durante la digestión y absorción depende principalmente de la tasa de transporte activo de sustancias a través del epitelio. Estas actividades producen metabolitos consumen O2 y vasodilatadores (por ejemplo, adenosina y CO2) que incrementan el flujo sanguíneo local. Tercero, la absorción de nutrientes genera hiperosmolaridad en la sangre y el vaso linfático, lo que por sí misma incrementa el flujo sanguíneo. Cuarto, durante la digestión el tracto gastrointestinal libera varias hormonas, algunas de las cuales son vasoactivas. De estas, la colecistoquinina y la neurotensina pueden alcanzar suficiente concentración en la circulación local como para promover el aumento de flujo. 183 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 24-7 Circulación esplácnica. 184 Capítulo 24 • Circulaciones especiales El intestino epitelial también puede liberar varias quininas (como por ejemplo, bradiquinina), las cuales son poderosos vasodilatadores. La magnitud de la hiperemia postprandial depende de la naturaleza del contenido luminal. Los ácidos biliares y las grasas parcialmente digeridas son particularmente efectivas al promover la hiperemia al actuar en quimiorreceptores de la mucosa intestinal. El sistema circulatorio no distribuye igualmente el incremento del flujo sanguíneo esplácnico hacia diferentes órganos. Luego de una comida el flujo sanguíneo se incrementa secuencialmente a lo largo del sistema gastrointestinal, primero en el estómago y luego en los segmentos más distales. En todos los segmentos el flujo sanguíneo a través de las capas musculares provee principalmente nutrición a las células musculares lisas. Así, el flujo a través de la vellosidad y los vasos submucosas interviene en la absorción de los alimentos, la secreción de electrolitos, fluidos y enzimas. Después de comer, el flujo sanguíneo esplácnico se eleva de 2 a 4 horas reflejando la vasodilatación de la capa mucosa. Como en el corazón y el músculo esquelético, la contracción del músculo del intestino (i.e., peristaltismo) disminuye el flujo sanguíneo, probablemente como resultado de la presión aplicada por la capa muscular. La actividad simpática contrae directamente los vasos esplácnicos, mientras que la parasimpática los dilata El tracto gastrointestinal está dotado con su propia división del sistema nervioso autónomo (SNA), el sistema nervioso entérico (SNE). El SNE es independiente del SNC, con neuronas sensitivas, la capacidad de integrar y procesar la información y neuronas motoras. Uno de los componentes del SNE, el plexo mientérico o de Auerbach, libera neurotransmisores vasoactivos. De todas maneras, este plexo alcanza su mayor influencia en el flujo sanguíneo al controlar la actividad peristáltica del músculo liso intestinal. La división entérica manda la información hacia los ganglios periféricos y el SNC. El SNE también recibe información desde la división simpática y parasimpática del SNA. Las neuronas posganglionares simpáticas se originan en el ganglio celíaco y los ganglios mesentéricos, los que envían fibras nerviosas que viajan junto con las arterias hacia todos los órganos esplácnicos. Con excepción de los capilares, todos los vasos sanguíneos reciben inervación simpática. La influencia predominante es la vasoconstricción simpática, mediada por la norepinefrina y los receptores α adrenérgicos del músculo liso. La vasoconstricción ocurre tanto en la capa muscular como en la mucosa. La vasoconstricción disparada por los ganglios simpáticos puede disminuir el flujo sanguíneo a menos de 10 mL/min cada 100 g de tejido (i.e., ~25% del valor de reposo). Las fibras preganglionares parasimpáticas viajan hacia el intestino a través de los nervios pélvicos o vagos, que contactan con las neuronas simpáticas posganglionares ubicadas en la pared intestinal. El efecto de la actividad parasimpática sobre el flujo sanguíneo es indirecto, estimulando la motilidad intestinal y la secreción glandular la cual eventualmente incrementa el metabolismo intestinal y así el flujo sanguíneo. Cambios en la circulación esplácnica regulan la resistencia total periférica y la distribución del volumen sanguíneo La circulación esplácnica actúa tanto como un sitio de resistencia ajustable o como un reservorio de sangre. Durante el ejercicio, cuando el flujo sanguíneo se incrementa hacia el músculo esquelético en actividad la vasoconstricción simpática de los vasos de resistencia esplácnicos disminuye la proporción del gasto cardíaco que se dirige hacia las vísceras. Así, los calambres abdominales pueden resultar del intento de hacer el ejercicio demasiado rápido luego de comer, cuando el tracto gastrointestinal continúa demandando flujo sanguíneo para sustentar sus actividades digestivas y absortivas. La circulación esplácnica contiene ~15% del volumen sanguíneo total, con la mayor parte contenida en el hígado, la vasoconstricción simpática de los vasos de capacitancia puede rápidamente movilizar alrededor de la mitad de este volumen sanguíneo. Durante el aumento del 185 Sección IV • El sistema cardiovascular tono simpático, la vasoconstricción arteriolar esplácnica reduce la perfusión, dando como resultado el colapso pasivo de las venas esplácnicas. La sangre contenida en estas venas se mueve a través de la vena cava inferior, incrementando el volumen sanguíneo circulante. Con un incremento mayor de la actividad simpática, como ocurriría durante un ejercicio intenso o una hemorragia severa, la vasoconstricción activa movilizaría aún más sangre ayudando a mantener la presión arterial. El ejercicio y las hemorragias pueden reducir sustancialmente el flujo sanguíneo esplácnico Una reducción del flujo sanguíneo lleva a la producción de metabolitos vasodilatadores (como por ejemplo adenosina y CO2), los cuales estimulan la vasodilatación arteriolar e incrementan el aporte de O2. De todas maneras, durante el ejercicio máximo o en una hemorragia grave, el flujo sanguíneo hacia el intestino puede llegar a disminuir hasta un 25% de su valor de reposo. Afortunadamente, reducciones temporarias en el flujo sanguíneo esplácnico pueden ocurrir sin una grave deprivación de O2. En reposo las vísceras extraen solo un ~20% del O2 transportado por la sangre, así esta extracción puede incrementarse varias veces. De todas maneras, largos períodos de tiempo con compromiso del flujo sanguíneo esplácnico pueden dañar irreversiblemente el parénquima intestinal. Luego de una hemorragia severa y de una sostenida vasoconstricción esplácnica, el epitelio de la mucosa esplénica muere, incluso aunque se restaure el flujo sanguíneo. El eventual recambio celular ocurre particularmente en la punta de las vellosidades donde las células epiteliales son más susceptibles a la isquemia. A medida que esto ocurre, parecería que las enzimas pancreáticas generan “activadores” que entran a la circulación y generan falla multiorgánica. Por ejemplo, estos factores pueden llevar a una caída irreversible en la función cardíaca. En una situación experimental, uno puede evitar el daño al corazón al juntar la sangre que drena desde el intestino durante los primeros minutos de la 186 reperfusión, previniendo el acceso de estas sustancias hacia el corazón. Otra consecuencia importante del daño epitelial es el shock endotóxico, el cual resulta de la disrupción de la barrera que normalmente previene que las bacterias y toxinas escapen de la luz intestinal y entren a la circulación sistémica y la cavidad peritoneal. El hígado recibe sangre desde la circulación sistémica y portal El hígado recibe aproximadamente un cuarto del gasto cardíaco en reposo. De este flujo ~25% es sangre arterial que le llega por la arteria hepática, el restante 75% viene de la vena porta, que drena el estómago, intestino, páncreas y bazo (Fig. 247A). Debido a que la sangre venosa portal ya entregó la mayor parte de su O2, la arteria hepática aporta ~75% del O2 llevado por el hígado. Las ramificaciones pequeñas de la vena porta dan origen a las vénulas portales terminales, y las ramificaciones de la arteria hepática dan origen a las arteriolas hepáticas. Estas dos fuentes independientes que llevan sangre al hígado entran por la parte periférica de los lobulillos hepáticos. La sangre fluye hacia los sinusoides, los cuales forman la red capilar del hígado. Los sinusoides convergen en el centro de los lóbulos para formar las vénulas hepáticas (i.e., vénula centrolobulillar), las cuales convergen para formar la vena hepática y finalmente descargar su sangre en la vena cava inferior. Dentro de los sinusoides, ocurre un rápido intercambio entre la sangre y los hepatocitos debido a que las células endoteliales tienen grandes fenestraciones. Así, los sinusoides hepáticos son mucho más permeables a las proteínas que los capilares de cualquier otro lugar del cuerpo. El flujo sanguíneo desde el tracto gastrointestinal pasa por las células reticuloendoteliales del hígado que remueven bacterias y partículas, previniendo el acceso de material potencialmente dañino hacia la circulación general. La presión arterial media en la vena porta es normalmente de 10 a 12 mmHg. En contraste, la presión en la arteria hepática promedia los 90 mmHg. Estos dos sistemas con grandes Capítulo 24 • Circulaciones especiales diferencias de presión irrigan los sinusoides (8 a 9 mmHg). Estos drenan en las venas hepáticas (~5 mmHg) las cuales terminan en la vena cava (2 a 5 mmHg). Estos valores nos llevan a tres conclusiones. Primero, debe haber una gran resistencia “precapilar” entre la arteria hepática (90 mmHg) y los sinusoides (8 a 9 mmHg), que cause la caída de la presión arterial. Si la presión sinusoidal fuera alta como en un capilar típico (25 mmHg), la sangre fluiría desde la arteria hepática por los sinusoides y luego hacia la vena porta. Segundo, debido a que la presión en la vena porta (10 a 12 mmHg) es apenas mayor que la que hay en los sinusoides (8 a 9 mmHg), la resistencia precapilar debe ser muy baja. Tercero, debido a que la presión en los sinusoides es apenas mayor que en la vena hepática, la resistencia de los sinusoides también debe ser extremadamente baja. Como resultado de la hemodinamia particular del hígado, los cambios de presión dentro de la vena hepática llevan a efectos profundos en el intercambio de fluidos en la pared de los sinusoides. Por ejemplo, en la falla cardíaca congestiva derecha, la presión elevada de la vena cava puede llevar al a trasudación de fluidos del hígado al a cavidad peritoneal, condición conocida como ascitis. Un cambio en el flujo sanguíneo de una de las fuentes que lleva sangre al hígado conduce a un cambio reciproco en el flujo de la otra fuente. De todas formas, estos ajustes no estabilizan completamente el flujo sanguíneo hepático. Por ejemplo, si el flujo a través de la arteria hepática disminuye, la presión dentro de los sinusoides cae ligeramente, llevando a un incremento del flujo desde la vena porta hacia los sinusoides. Cuando el flujo a través de la vena porta disminuye, factores metabólicos disparan un incremento en el flujo desde el sistema arterial hepático. El aporte arterial hepático posee autorregulación el cual está ausente en el sistema venoso portal. Con cambios en el aporte de O2, el hígado compensa con los correspondientes cambios en la tasa de extracción de O2. De esta manera el hígado tiende a mantener constante su consumo de O2. Hipertensión portal Los hígados cirróticos se encuentran encogidos, duros, con cicatrices y atravesados por bandas de tejido fibrótico. La causa más común de cirrosis en los Estados Unidos es el alcoholismo crónico, pero en el mundo, la hepatitis B y C son también causas muy comunes. De manera menos frecuente, enfermedades heredadas como la hemocromatosis (sobrecarga de hierro), y la enfermedad de Wilson (alteraciones en el metabolismo del cobre), pueden ser responsables, así como enfermedades de etiología poco clara como la cirrosis biliar y la colangitis esclerosante. Cuando el daño al hígado se vuelve grave, las consecuencias clínicas de la cirrosis pueden ser amenazantes para la vida. La tasa de supervivencia a 5 años es la misma que para los pacientes que tienen cáncer de pulmón primario –menos del 10%. Las tres complicaciones principales de la cirrosis son las anormalidades metabólicas, la hipertensión portal y la encefalopatía hepática. Anormalidades metabólicas La incapacidad del hígado para mantener sus actividades sintéticas normales resulta en un amplio rango de problemas metabólicos. Tanto los niveles de albúmina como los de colesterol caen, y el tiempo de protrombina aumenta, indicando la falla + + del hígado para producir las proteínas de la cascada de la coagulación. La disminución de los niveles plasmáticos de K y Na anuncian el inicio de la falla renal, una consecuencia del síndrome hepatorrenal. Hipertensión portal Las cicatrices que acompañan a la cirrosis provocan un incremento en la resistencia al flujo sanguíneo a través del hígado. Cuando la presión venosa portal se incrementa, los signos y síntomas de la hipertensión portal pueden aparecer. El incremento en la presión venosa portal lleva al incremento en la presión de capilares esplácnicos. Las fuerzas de Starling (ver capítulo 20) promueven, así, la filtración y extravasación de fluido. El edema abdominal resultante (i.e., la acumulación de fluido en el intersticio), puede progresar hacia una ascitis (i.e., fluido en la cavidad peritoneal). A medida que la presión portal continua aumentando, una porción de la sangre portal comienza a fluir a través de las anastomosis portosistémicas y, de esta manera, dilatándolas. Estas anastomosis están presentes en la porción inferior del esófago, en la zona umbilical, en el recto y en el retroperitoneo. La dilatación de los vasos en el esófago inferior puede conducir al desarrollo de várices esofágicas. Estas venas, y venas similares del estómago, pueden romperse y provocar hemorragias amenazantes para la vida. (continúa) 187 Sección IV • El sistema cardiovascular Cuando las várices se asocian a sangrados recurrentes, los médicos pueden inyectar agentes esclerosantes directamente en estos vasos, un procedimiento llamado escleroterapia. Sin embargo, luego de la escleroterapia, los resangrados no son infrecuentes, así como las complicaciones, incluida la perforación, las estenosis fibróticas, las infecciones y la aspiración. Es posible prevenir la ruptura de las várices en algunos pacientes al colocarles una derivación intrahepática portosistémica. Se introduce un catéter a través de la vena yugular hacia el hígado y luego se coloca un stent entre las ramificaciones de la vena hepática y de la vena portal, permitiendo a la sangre portal derivar directamente hacia la vena cava. En algunos casos de hipertensión portal, la intervención quirúrgica es necesaria. Las derivaciones portocava (i.e., aquellas que unen la vena portal con la vena cava inferior) pueden detener los resangrados y reducir la hipertensión portal, pero la encefalopatía hepática (ver luego) puede ocurrir y la mortalidad global no disminuye. La derivación esplenorrenal distal es ahora la opción más popular de tratamiento. Es eficaz en la prevención de los resangrados, y dado que deriva solo una porción de la sangre que va al hígado (i.e., solo la sangre que sale del bazo; Fig. 24-7A), está asociada a una incidencia mucho menor de encefalopatía. Encefalopatía hepática Aunque las cicatrices fibrosas del hígado incrementan su resistencia vascular, la perfusión se mantiene estable durante un tiempo. Sin embargo, como hemos visto recién, eventualmente parte del flujo sanguíneo portal se deriva del hígado dañado hacia las venas sistémicas, a través de las anastomosis preexistentes. Dado que el hígado es un órgano crítico para la remoción e inactivación de sustancias tóxicas generadas por el propio metabolismo o por agentes farmacológicos, estas toxinas se desvían de la circulación hepática e ingresan directamente en las venas sistémicas aumentando su concentración sistémica. Si estas toxinas (como el NH3, por ejemplo) cruzan la barrera hematoencefálica pueden provocar encefalopatía. LA PIEL La piel es el órgano más grande del cuerpo La piel es la barrera principal entre el medio interno y el ambiente no regulado del mundo exterior. La piel normalmente está sobreperfundida en relación a sus requerimientos nutricionales. Así, el control metabólico local del flujo sanguíneo de la piel tiene poca importancia funcional. Sin embargo, cambios en el flujo sanguíneo hacia la piel juegan un rol central en la regulación de la temperatura corporal. En términos de flujo sanguíneo, podemos dividir a la piel en una parte apical (Fig. 24-8A), la cual está presente en la nariz, labios, oídos y pies, y una parte no apical (Fig. 24-8B). Así, como en otros lechos vasculares, las arteriolas se transforman en capilares, los cuales se reúnen para formar las vénulas. Los capilares solo llegan hasta la dermis; la epidermis no tiene aporte sanguíneo. Las vénulas que son parte de un plexo vascular cerca del borde dermoepidérmico pueden tener un volumen apreciable de sangre, impartiéndole a la piel un matiz rosado en personas con piel clara. Cuando el flujo cutáneo disminuye, este volumen de sangre también lo hace, disminuyendo el componente rojizo del color de piel (palidez). El flujo nutricional local a través de los esfínteres 188 precapilares y capilares está bajo control de metabolitos vasodilatadores locales y estímulos sensoriales (por ejemplo, temperatura, dolor). Por ejemplo, los lechos vasculares pueden responder a los cambios térmicos independientemente de la actividad nerviosa simpática: los vasos sanguíneos se dilatan cuando la piel es calentada directamente y se contraen cuando es enfriada. Sumado a los efectos de los metabolitos locales y el enfriamiento y calentamiento local, el flujo sanguíneo hacia la piel está bajo control neural simpático. Incrementos en la temperatura central incrementan el flujo hacia la piel, llevando a una pérdida de calor. La disminución de la temperatura central resulta en un efecto opuesto, conservando el calor. En contraste a otros lechos vasculares, este control neural es mucho más importante que el control metabólico local en la regulación global del flujo sanguíneo hacia la piel. Anastomosis arteriovenosas especializadas ayudan a controlar la pérdida de calor Piel Apical La piel apical en las extremidades del cuerpo tiene una relación superficie-volumen muy alta que favorece la pérdida de calor. La circulación a estas regiones tiene una característica inusual- anastomosis arteriovenosas Capítulo 24 • Circulaciones especiales llamadas cuerpos glómicos. (Estos cuerpos glómicos no están relacionados con las células glómicas de los quimiorreceptores periféricos.) Los cuerpos glómicos son nódulos pequeños que se encuentran en muchas partes del cuerpo, incluyendo las orejas, almohadillas de los dedos y en los lechos ungueales. A medida que la arteriola aferente ingresa a la cápsula de tejido conectivo del cuerpo glómico, se vuelve un vaso con una pequeña luz y una pared muscular gruesa que comprime las múltiples capas de células mioepitelioides. Estos vasos –que poseen una rica inervación simpática- se conectan con venas cortas y de pared fina que eventualmente drenan en las grandes venas de la piel. Las anastomosis av, las cuales se encuentran involucradas en el intercambio de calor, están dispuestas en paralelo con los capilares de la piel, los cuales están involucrados en el intercambio nutricional (Fig. 24-8A). Figura 24-8 Flujo sanguíneo hacia la piel. A, en la piel apical, los cuerpos glómicos (anastomosis arteriovenosas) pueden alcanzar una densidad de ~500 por cm2 en los lechos ungueales. B, la piel no apical carece de cuerpos glómicos. Las fibras simpáticas posganglionares liberan norepinefrina (NE) causando vasoconstricción. Las fibras simpáticas preganglionares liberan acetilcolina (ach) y causan vasodilatación, quizás mediada por la formación de bradiquinina. Los vasos anastomóticos están más bien bajo control neural que bajo control de los metabolitos locales, y juegan un rol crítico en la regulación de la temperatura. En estas regiones apicales, el flujo sanguíneo está bajo el control de las fibras simpáticas que liberan norepinefrina y de esa forma contrae las arteriolas, las anastomosis y las vénulas. De esta forma, el incremento del tono simpático que ocurre en respuesta a la disminución de la temperatura central genera vasoconstricción en las anastomosis a-v, una caída del flujo sanguíneo y una reducción de la pérdida de calor. La máxima estimulación simpática puede obliterar completamente la luz de los vasos anastomóticos reduciendo inmensamente el flujo total hacia la piel. Por otro lado, cuando la temperatura central aumenta, la caída del tono simpático conduce a una 189 Sección IV • El sistema cardiovascular vasodilatación pasiva; es decir no hay vasodilatación activa en la piel apical. De hecho, bloquear la inervación simpática de una mano en un ambiente térmico neutral puede incrementar el flujo cuatro veces por encima del nivel basal. Entonces, el tono simpático de la vasculatura de la piel apical es esencial en reposo. Piel no apical El cuerpo usa distintas formas para regular el flujo sanguíneo en la piel no apical. Una diferencia importante es que la vasculatura de esta piel carece casi completamente de anastomosis a-v. Una segunda diferencia es que aquí hay dos tipos de inervación simpática. Algunas liberan norepinefrina y otras acetilcolina. La vasoconstricción ocurre en respuesta a la liberación de norepinefrina. En contraste con la situación con la piel apical, el bloqueo de la inervación simpática de la piel no apical en un ambiente térmico neutral produce pequeños cambios en el flujo sanguíneo de la piel, demostrando poca actividad vasoconstrictora en reposo. La vasodilatación en la piel no apical ocurre en respuesta a la liberación simpática de acetilcolina. De hecho el bloqueo de la inervación simpática hacia la piel no apical en un ambiente cálido produce vasoconstricción y un descenso en el flujo sanguíneo de la piel, demostrando vasodilatación neural directa antes del bloqueo. El mecanismo preciso de la vasodilatación es poco claro. Uno de los mecanismos propuestos es que la acetilcolina estimula las glándulas sudoríparas ecrinas, causando la secreción de sudor, así como de enzimas que llevan a la formación de moléculas vasoactivas. Por ejemplo, las células glandulares liberan calicreina, una proteasa que convierte quininógenos en quinina, uno de los cuales es la bradiquinina. Estas quininas pueden actuar de forma parácrina en los vasos sanguíneos cercanos para relajar las CMLV y de esta forma incrementar la perfusión local. Las neuronas simpáticas colinérgicas pueden causar vasoconstricción por una segunda vía que involucra la coliberación de neurotransmisores vasodilatadores (por ejemplo, el péptido relacionado a la calcitonina, péptido vasoactivo intestinal) que actúan directamente en las CMLV independientemente de las glándulas sudoríparas. Pruebas de esta segunda vía es que 190 la vasodilatación no puede ser bloqueada por la atropina. Estímulos mecánicos provocan respuestas vasculares locales en la piel La reacción blanca Si la piel es acariciada suavemente con un instrumento puntiagudo, una línea blanca aparece en el camino marcado por el instrumento. La respuesta inmediata se atribuye a la expulsión pasiva de sangre por la fuerza mecánica externa. Durante los siguientes 15 a 60 segundos la reacción blanca que sobreviene es causada por la contracción del CMLV y los podocitos en respuesta al estímulo mecánico. Esta respuesta activa tiene el efecto de vaciar los “loops” capilares, las vénulas de colección y los plexos venosos subpapilares siguiendo el trazo de la línea marcada. La triple respuesta Si el instrumento puntiagudo es apretado con más fuerza sobre la piel, una serie de respuestas sobrevienen que se conocen colectivamente como la triple respuesta. Dentro de algunos segundos aparece una banda rojiza debido a la vasodilatación local y el incremento en la perfusión de los capilares y vénulas aparece en el área perturbada. Esta reacción roja es independiente de la inervación y puede persistir por unos minutos. La causa presumida es la liberación local de una sustancia vasodilatadora (por ejemplo histamina) desde células que fueron perturbadas por la agresión mecánica. Si el estímulo es suficientemente fuerte o repetido el enrojecimiento de la piel no se restringe solo a la línea, sino que se extiende a las regiones circundantes. Esta reacción “en llamarada” aparece varios segundos después que el enrojecimiento localizado y se debe a la dilatación de las arteriolas. La reacción en llamarada depende de mecanismos nerviosos locales, conocidos como reflejo axonal, que depende de la ramificación de una fibra nerviosa única. Un estímulo aplicado a una ramificación (que contiene el receptor sensorial) da origen a un potencial de acción que viaja centralmente hasta el punto de origen de la ramificación. Desde este punto, la señal aferente viaja tanto Capítulo 24 • Circulaciones especiales anterógradamente hacia la médula espinal como retrógradamente a lo largo de las ramificaciones colaterales. Como resultado, estas ramificaciones colaterales liberan los neurotransmisores vasodilatadores. Cortar la fibra nerviosa en el sitio de ramificación colateral que viaja hacia la médula elimina la consciencia del estímulo, pero no elimina la reacción en llamarada hasta que la fibra degenere. Cuando el estímulo es incluso más intenso, como un latigazo, la piel a lo largo de la línea de daño desarrolla inflamación localizada conocida como eritema. Este edema local resulta del incremento de la permeabilidad capilar (por ejemplo, en respuesta a la histamina) a medida que la filtración excede a la reabsorción. La roncha está precedida y finalmente remplaza a la reacción roja, apareciendo a los pocos minutos y está usualmente rodeada por la reacción en llamarada. 191 Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular CAPÍTULO 25 CONTROL INTEGRADO DEL SISTEMA CARDIOVASCULAR Emile L. Boulpaep En los capítulos anteriores estudiamos la regulación del sistema cardiovascular a diferentes niveles. Poderosos mecanismos sistémicos operan en el control a corto y largo plazo de la presión arterial y el gasto cardíaco. De manera independiente a estos, operan mecanismos locales de control, que regulan el flujo sanguíneo a nivel de la microcirculación. Sumado a esto, cada órgano tiene sus propias herramientas para regular su flujo en función de sus requerimientos específicos. En este capítulo, integraremos todo y aprenderemos cómo el sistema cardiovascular integra los complejos sistemas de regulación sistémicos, locales e individuales en respuesta a las demandas de la vida diaria. INTERACCIÓN ENTRE LOS DIFERENTES SISTEMAS DE CONTROL DEL SISTEMA CARDIOVASCULAR El control del sistema cardiovascular involucra interacciones lineales, ramificadas y conectadas En los capítulos precedentes hemos presentado las respuestas fisiológicas en una secuencia lineal o en un gráfico de líneas. Por ejemplo, podemos representar la retroalimentación del sistema barorreceptor carotídeo como una secuencia lineal de eventos (Fig. 25-1A). De todas maneras, los parámetros cardiovasculares y la respuesta fisiológica asociada están a menudo relacionados por múltiples factores, requiriendo una forma más compleja de organización denominada diagrama de árbol. Por ejemplo, en nuestra discusión sobre el control del gasto cardíaco, comenzamos con el dato de que el gasto cardíaco depende de dos parámetros –volumen sistólico y frecuencia cardíaca. Así, con nuestro primer paso, llegamos a una bifurcación en el camino –un ejemplo de diagrama de árbol (Fig. 25-1B). En el siguiente nivel, encontramos un par de bifurcaciones más debido a que el volumen sistólico y la frecuencia cardíaca dependen de dos parámetros. Finalmente, en un tercer nivel, vemos que cada uno de los determinantes del volumen sistólico y la frecuencia cardíaca dependen de múltiples factores. El control de algunos parámetros cardiovasculares es aún más complejo, requiriendo que grafiquemos ramificaciones aún más pequeñas. Por ejemplo, sabemos por la ley de Ohm que la presión arterial media depende del gasto cardíaco (y de todos los elementos del diagrama de árbol de la Fig. 25-1B) y de la resistencia periférica, lo cual requiere un diagrama de árbol propio (Fig. 25-1C). Además, a veces un elemento en una parte del “bosque” interactúa con otro elemento que está más lejos. Un sistema fisiológico con estas interacciones complejas es mejor representado por un diagrama conectado, el cual puede incluir “loops” de retroalimentación (Fig. 25-1C, flechas rojas), parámetros que aparecen más de una vez en el árbol (conectados por una línea discontinua roja), o factores que modulan parámetros en dos ramificaciones diferentes del árbol (conectados por líneas marrones). Aunque no se muestra en la figura 25-1C, varios sistemas de retroalimentación pueden afectar a un solo elemento, y algunos “loops” son más dominantes que otros. 192 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 25-1 Patrones del control cardiovascular. A, el reflejo barorreceptor está representado como si el incremento de la presión afectara a un único receptor de estiramiento, el cual afecta en última instancia a un único efector (i.e., el músculo liso vascular). B, el gasto cardíaco depende de muchos parámetros, los cuales dependen también de muchos parámetros y así sucesivamente. De todas maneras, ignoramos interacciones potenciales entre los parámetros. C, un árbol ramificado representa el control de la presión arterial media. En la rama izquierda se repite B. Superpuesto a este simple árbol hay tres interacciones más complejas: (1) los “loops” de retroalimentación (flechas rojas), (2) la aparición del mismo parámetro dos veces (conectado por la línea intermitente roja), y (3) ejemplos de parámetros ejerciendo su efecto en dos diferentes ramas del árbol (flechas marrones). ANS, sistema nervioso autónomo. 193 Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular Las complejas interacciones entre los distintos parámetros hacen difícil la distinción entre factores de importancia primordial y aquellos de menor peso. También, cuando se altera un único parámetro de un sistema fisiológico complejo, el estado inicial de los demás parámetros determina el estadío final del sistema. En capítulos anteriores, hemos aislado artificialmente una porción del sistema cardiovascular (por ejemplo, el corazón, o la microcirculación) para explicar de una forma simple los mecanismos de control homeostático que gobiernan ese subsistema. Sin embargo, el aislamiento de las condiciones de los subsistemas raramente se aplica a las personas. ¿Cómo podemos evaluar cuales parámetros son cruciales? Como un ejemplo, consideremos un subsistema como el corazón. Asumamos que podemos analizar rigurosamente todos los determinantes de la función cardíaca –como la ley de Starling, las relaciones fuerza-velocidad, los efectos de la frecuencia cardíaca en la contractilidad y muchos más. Este análisis toma la forma de expresiones matemáticas, a las cuales podemos combinar por análisis de sistemas para crear un modelo que describa el comportamiento del corazón entero –al menos teóricamente. ¿Cómo podemos probar si nuestro modelo es razonable? Podemos comparar las respuestas fisiológicas del corazón in vivo con las respuestas predichas por una simulación computada de nuestro modelo. Usando esta aproximación, podemos ser capaces de establecer si estamos usando los “loops” de retroalimentación correctos, si asignamos los valores apropiados a varios elementos y si le asignamos el peso adecuado a cada interacción. De esta forma, podemos usar cualquier concordancia entre los datos experimentales y el desempeño de nuestro modelo como prueba –pero no como certeza- de que los conceptos contenidos en nuestro modelo son razonables. La regulación del sistema cardiovascular depende de la acción integrada de múltiples subsistemas de control así como de controles no-cardiovasculares En el análisis global del sistema cardiovascular, debemos considerar las interrelaciones entre los distintos subsistemas descriptos en el recuadro amarillo de la figura 25-2. No es sorprendente que no podamos entender completamente cómo una alteración particular afecta la circulación completa a menos que consideremos todos los subsistemas de una manera integrada. Por ejemplo, consideremos los efectos de administrar norepinefrina, la cual tiene una alta afinidad por los adrenorreceptores α1, menor por los β1, y mucho menor por los β2. Estos receptores están presentes, en distintos grados, tanto en los vasos sanguíneos como en el corazón. Un árbol diagrama de árbol predeciría lo siguiente. Porque los receptores α1 aderenérgicos (de alta afinidad) están presentes en la mayoría de los lechos vasculares, esperamos una vasoconstricción generalizada. Porque los receptores β2 (de baja afinidad) están presentes solo en algunos lechos vasculares, predecimos poca vasodilatación. Porque los receptores β1 (de afinidad intermedia) están presentes en las células marcapasos y miocárdicas del corazón anticipamos un incremento tanto de la frecuencia cardíaca como de la contractilidad y, en consecuencia, un incremento del gasto cardíaco. Aunque nuestros análisis predicen que la frecuencia cardíaca debería incrementarse, en la mayoría de los casos el efecto predominante de la inyección intravenosa de norepinefrina es la bradicardia. La explicación, la cual recae en un diagrama conectado, es que la resistencia periférica aumentada (por la estimulación de los receptores α1) y el gasto cardíaco aumentado (por la estimulación de los receptores β1) se combinan para causar un incremento sustancial en la presión arterial media. El reflejo barorreceptor (ver flecha roja en la derecha de la Fig. 25-1C) interviene instruyendo al corazón para disminuir su frecuencia (ver capítulo 23). Sin embargo, la bradicardia puede no ocurrir si muchos lechos vasculares son dilatados antes de administrar la norepinefrina; en este caso, el aumento en la presión sanguínea sería modesto, la bradicardia puede no ocurrir tampoco si el reflejo barorreceptor fuera menos sensible, como es el caso en los pacientes hipertensos crónicos (ver 194 Sección IV • El sistema cardiovascular capítulo 23, en la cardiobox sobre este tema). Así, el efecto de la administración intravenosa de norepinefrina depende del estado preexistente de varios subsistemas. Al tratar de entender la respuesta integrada del sistema cardiovascular a un insulto, debemos incluir en nuestro análisis no solo a todos los subsistemas del sistema cardiovascular, sino también a los pertinentes sistemas de control externos a la circulación (ver cajas azules en la Fig. 25-2): venoso. Un tercer ejemplo es que la perdida de agua por evaporación durante la exhalación reduce el agua corporal total y, en última instancia, el volumen sanguíneo. 3. Órganos hematopoyéticos e hígado. Estos sistemas controlan la composición de la sangre en términos de los elementos formes y las proteínas plasmáticas. El hematocrito y las proteínas grandes (por ejemplo, fibrinógeno) son los mayores determinantes de la viscosidad sanguínea y por lo tanto del flujo sanguíneo. Porque las proteínas plasmáticas también influyen en la presión coloidosmótica, son un componente importante de las fuerzas de Starling, las cuales determinan la distribución del líquido extracelular entre el intersticio y el plasma sanguíneo (Ver capítulo 20). 4. Sistemas urinario y gastrointestinal. Debido a que el tracto gastrointestinal y los riñones son los principales órganos que determinan la entrada y salida de agua y electrolitos, estos son los responsables primordiales del control del volumen y la composición electrolítica del líquido extracelular (LEC). El LEC juega un rol central en el control de la presión sanguínea a largo plazo. Figura 25-2 Interacción de los subsistemas cardiovasculares y los sistemas no cardiovasculares. GI, gastrointestinal. 1. Sistema nervioso autónomo. Parte del sistema nervioso autónomo (SNA) está íntimamente involucrado en el control cardiovascular (por ejemplo, la respuesta de los barorreceptores de alta presión). Por otro lado, una activación del SNA, tal como ocurre con la respuesta de lucha o huída, también afecta a la circulación. 2. Sistema respiratorio. Hemos visto que la actividad ventilatoria convierte la respuesta bradicárdica intrínseca en taquicardia durante la estimulación de los quimiorreceptores periféricos. Sumado a esto, la actividad de los músculos respiratorios durante la inspiración provoca que la presión intratorácica se vuelva más negativa, incrementando así el retorno 195 5. Sistema endocrino. Parte del sistema endocrino está íntimamente involucrado en el control cardiovascular (por ejemplo, la liberación de epinefrina por la médula adrenal). Otras hormonas influyen al sistema cardiovascular por ser tanto agentes vasoactivos como por regular el volumen y la composición electrolítica del LEC al actuar en los riñones y en el sistema gastrointestinal. 6. Sistema de control de la temperatura. El sistema cardiovascular es un importante órgano efector de la termorregulación llevando sangre desde la parte más interna del cuerpo hacia la piel, donde la pérdida de calor ocurre. En parte, esta pérdida de calor ocurre cuando las glándulas sudoríparas secretan fluido que luego se evapora. Así, la pérdida de líquido extracelular reduce el volumen circulante efectivo. La inclusión de elementos de control por fuera de la circulación (Fig. 25-2) en nuestro diagrama conectado del sistema cardiovascular (Fig. 25-1C) Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular expandiría el modelo computacional para incluir cientos de variables independientes y dependientes. En lugar de tratar de comprender un modelo tan exhaustivo, trabajaremos aquí la respuesta cardiovascular integrada para cuatro estresantes circulatorios: (1) ortostásis (i.e, pararse), (2) estrés emocional, (3) ejercicio y (4) hemorragia. RESPUESTA ANTE LA POSTURA ERECTA Debido a la gravedad, pararse tiende a mover la sangre desde la cabeza y el corazón hacia las venas de las piernas Alrededor de dos tercios del volumen sanguíneo total reside en el sistema venoso (ver capítulo 19). Cuando un sujeto recostado asume una posición vertical, la sangre se mueve desde los reservorios centrales y otras venas hacia las grandes venas en los lechos inferiores. Al discutir la figura 17-8B, asumimos que el sistema cardiovascular de alguna manera realizó los ajustes necesarios para mantener la presión de la aurícula derecha (PAD) constante en valores aproximados a +2 mmHg. De hecho, a menos que intervengan los mecanismos regulatorios, la redistribución sanguínea causaría una disminución de la presión arterial y del retorno venoso; generando una caída del gasto cardíaco. Para ilustrar el efecto de la redistribución sanguínea en el retorno venoso, representaremos el sistema circulatorio entero mediante un cilindro horizontal y distensible de 180 cm de longitud (la altura de nuestra persona) y 3 cm de radio (Fig. 25-3A). Este cilindro tiene ~5000 mL de sangre (la volemia normal). Sabemos que inmediatamente después de un paro cardíaco, el sistema vascular completo va a tener una presión media de llenado sistémico (PMLS) de ~7 mmHg (ver capítulo 23). La PMLS es la presión que tendría el sistema cardiovascular en ausencia de una bomba o efectos gravitatorios. Así, si un sujeto está recostado y no tiene latidos cardíacos, y si el sistema cardiovascular se llena con un volumen de 5000 mL, la complacencia del sistema producirá una presión uniforme de ~7 mmHg. Si fuéramos a transfundir 100 mL adicionales a nuestro cilindro, la PMLS se incrementaría ~1 mmHg. Podemos concluir que la complacencia, expresada como una distensibilidad normalizada (ver capítulo 19), es: 𝜟𝜟𝜟𝜟� 𝑽𝑽𝟎𝟎 𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫𝑫 𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓𝒓 = 𝜟𝜟𝜟𝜟 = 𝟏𝟏𝟏𝟏𝟏𝟏𝒎𝒎𝒎𝒎� 𝟓𝟓𝟓𝟓𝟓𝟓𝟓𝟓𝒎𝒎𝒎𝒎 𝟏𝟏𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎 = 𝟎𝟎. 𝟎𝟎𝟎𝟎 𝒎𝒎𝒎𝒎 𝒎𝒎𝒎𝒎 𝒙𝒙 𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎𝒎 = 𝟎𝟎. 𝟎𝟎𝟎𝟎�𝐦𝐦𝐦𝐦𝐦𝐦𝐦𝐦 (25-1) Así, por cada 2% de incremento en el volumen sanguíneo, la PMLS del cilindro se incrementa en 1 mmHg. ¿Qué le pasaría a nuestro cilindro si lo ponemos en posición vertical? Esta posición se llama ortostásis (del Griego ortos [parado] + histani [permanecer]). Dado que tenemos una columna vertical de sangre de 180 cm de altura, ahora debemos considerar a la gravedad (Fig. 25-3B). Las mayores presiones se encontrarán en el fondo del cilindro. (La figura 17-8B muestra que la ortostásis cusa que la presión venosa en el tobillo aumente de 5 a 100 mmHg.) De esta manera, nuestro cilindro se distenderá máximamente en su fondo, y esta distensión representará un cambio en el volumen del sistema. El fondo del cilindro (correspondiente a las “áreas dependientes” de una persona) gana volumen, mientras que su parte superior (i.e., la correspondiente a la parte craneal de una persona) lo pierde. De hecho, no habría sangre en la parte superior del cilindro. ¿Cuánto caería la columna de sangre en nuestro cilindro de 180 cm de altura? Si la distensibilidad vascular global fuera de 0,02/mmHg, la altura de la columna de sangre dentro del cilindro sería de solo 100 cm. Si el corazón se encontrara 50 cm debajo de la parte superior del cilindro, la parte superior del líquido estaría ~30 cm por debajo del 196 Sección IV • El sistema cardiovascular corazón. Así, no existiría retorno venoso al corazón. Es más, la PAD sería negativa (-30 CmH2O, o unos -22 mmHg). Dado que el corazón no puede crear un vacío de esta magnitud que “succione” la sangre –de hecho, el corazón debe ser llenado con una PAD positiva- el gasto cardíaco caería a cero. El sistema nervioso autónomo media una “respuesta ortostatica” que aumenta la frecuencia cardíaca y la resistencia periférica, lo que tiende a aumentar la presión sanguínea Si nuestro modelo predice que pararse causa que la presión auricular derecha (PAD) caiga a -22 mmHg, ¿cómo se las arregla el organismo para mantener una PAD de +2 mmHg en una persona de pié? La respuesta es que la sangre que se “acumula” durante la ortostásis en los vasos dependientes es mucho menor que la que predice la figura 25-3B, donde ~2,2 L desaparecen de la parte superior del cilindro. La cantidad que realmente es secuestrada en las piernas de una persona parada es tan solo ~500 mL. Cuatro factores principales ayudan a reducir este secuestro y a mantener la PAD. Figura 25-3 Modelo de la redistribución ortostatica de sangre. A, un tubo horizontal (3 cm de radio, 180 cm de altura) contiene la volemia completa (5 L). Sin flujo sanguíneo, la presión dentro del tubo es uniforme y corresponde a la presión media de llenado sistémico de 7 mmHg. B, con el cilindro parado (ortostasis), la presión se incrementa gradualmente hacia el fondo provocando la distensión del mismo. Debido a que el volumen sanguíneo se desplazó hacia el fondo, el nivel superior de la sangre se encuentra 30 cm por debajo del corazón, impidiendo el retorno venoso. C, la reducción de la complacencia del tubo a la mitad causa que su distensión también se reduzca a la mitad. Con una disminución en el desplazamiento de la sangre, el nivel superior de sangre ahora sí alcanza al corazón. 197 Distribución inicial no uniforme de la sangre En nuestro ejemplo, la sangre se encuentra distribuida de manera uniforme en todo el cilindro. En un humano recostado, la mayor parte de la sangre venosa se encuentra en el volumen sanguíneo central (ver capítulo 19), esto es, los vasos cercanos al corazón. Si una gran fracción de sangre se encontrara en la cabeza, el cambio ortostatico de sangre tendría un impacto aún más dramático, como en la figura 25-3B. La mayor parte de la sangre que se “acumula” en las piernas de esos 500 mL proviene del compartimiento vascular intratorácico. ¿Cómo es la secuencia de eventos que ocurre cuando la sangre se redistribuye durante la ortostasis? Cuando uno se para, la descarga del corazón por un par de latidos excede al retorno venoso al compartimiento vascular torácico. Esta diferencia de sangre es la que llena los vasos de las regiones dependientes del organismo. El resultado es una transferencia neta de sangre –por medio del corazón- del compartimiento vascular torácico hacia los vasos dependientes. Distensibilidad no uniforme de los vasos En la figura 22-3B asumimos una distensibilidad relativa de 0.02/mmHg. Si en su lugar usamos una Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular de 0.01/mmHg –esto es, si los vasos fueran menos distensibles- pararse causaría un impacto menos dramático en el desplazamiento de sangre hacia los vasos dependientes, ~1,4 L (Fig. 25-3C) en lugar de los ~2,2 L (Fig. 25-3B). Como resultado, la altura de la columna sanguínea caería desde los iniciales 180 cm a 130 cm (Fig. 25-3C) cuando la persona se pusiera de pié, en lugar de caer hasta los 100 cm (Fig. 25-3B). Asumir una distensibilidad menor para las venas de las piernas es razonable dado que los vasos pequeños son más rígidos que los grandes, como la aorta o las venas cava. Con una distensibilidad menor de 0.01/mmHg, la columna de sangre alcanzaría justo a la altura del corazón. De hecho, cuando un sujeto permanece parado y quieto, el nivel de presión cero –la altura del cuerpo en la que la presión vascular se equipara con la presión atmosférica- se encuentra alrededor de la altura de la aurícula derecha. Obviamente, si el sistema circulatorio reduce su distensibilidad aún más a través de la contracción del músculo liso vascular (discutido luego), la altura de la columna de sangre se incrementaría y mejoraría el retorno venoso. Bomba muscular Una compensación importante ante la “acumulación” de sangre durante el ortostatismo proviene de las contracciones del músculo esquelético. Cuando una persona se para, los músculos de las piernas y el abdomen se contraen. La presencia de válvulas en las venas, así como los movimientos musculares intermitentes, contribuyen al flujo de sangre a lo largo de las venas (ver figuras 22-7C y 24-6). Los vasos de la región abdominal se mantienen casi inafectados por la ortostasis debido que las vísceras abdominales están contenidas por el tono de los músculos abdominales. Reflejo autonómico Debido a la disminución del retorno venoso, el gasto cardíaco tiende a caer un ~20% cuando uno asume una postura erecta. De todas maneras, la caída en el gasto cardíaco sería aun mayor en la ausencia de un reflejo autonómico. La disminución del retorno venoso lleva a que la PAD caiga, la cual luego conduce a una disminución en el volumen sistólico y en consecuencia de la presión arterial. Los barorreceptores de alta presión (ver capítulo 23) sensan esa disminución en la presión, lo que incrementa la descarga simpática que aumenta el tono vascular, la frecuencia cardíaca y la contractilidad. Juntos, la vasoconstricción arteriolar (la cual aumenta la resistencia periférica) y el aumento de la frecuencia cardíaca restauran la presión arterial media, a pesar de la reducción en el volumen sistólico. 1 En las partes dependientes del cuerpo, la respuesta simpática incrementa el tono de las venas, disminuyendo así su diámetro y su capacidad (comparar B y C en la Fig. 25-3). En resumen, de los cuatro factores que contribuyen a la estabilidad de la PAD durante la ortostasis, dos son anatómicos (i.e., las heterogeneidades en la distribución sanguínea y en la distensibilidad) y dos son fisiológicos (i.e. la bomba muscular y el reflejo autonómico). Los dos mecanismos fisiológicos son más importantes. De hecho, luego de una simpatectomía lumbar, los pacientes tienden a desmayarse cuando se paran. Sin embargo, luego de unos meses, son capaces de compensar, quizás por un uso más eficiente de la bomba muscular o por potenciar la respuesta simpática cardíaca. El grado de respuesta ortostatica –cuanto se incrementa la frecuencia cardíaca o la resistencia periférica por el control del SNC- depende de una variedad de factores (Tabla 25-1), lo cual involucra a todo el sistema cardiovascular. Dado que estos factores pueden variar de persona a persona, o incluso en un mismo individuo de acuerdo a las circunstancias, la respuesta ortostatica es muy variable. Ahora discutiremos dos ejemplos de esta variabilidad. Hipotensión postural En sujetos muy sensibles acostados en una camilla inclinable, un cambio brusco hacia la posición de parado puede provocar una gran caída en la presión arterial que puede llevar a que el individuo se sienta mareado o incluso se desmaye. El desmayo es provocado por una caída transitoria de la presión, lo que lleva a una perfusión cerebral inadecuada. 1 NdT: De hecho, es tan importante esta respuesta autonómica, que si a una persona al pararse la frecuencia cardíaca no le aumenta ~15 latidos/min o no le sube ~10 mmHg la presión arterial diastólica, se sospecha una disfunción del sistema nervioso autónomo. 198 Sección IV • El sistema cardiovascular Efecto de la temperatura En un ambiente frío, donde las arteriolas de las extremidades inferiores están contraídas, la caída inicial de la presión arterial puede ser pequeña, incluso ante la diminución del volumen sistólico. La explicación es que la alta resistencia arteriolar retrasa la transferencia de sangre desde el compartimiento torácico hacia las piernas. Como resultado, la respuesta simpática ante una caída pequeña de la presión ya estaría en curso antes de que la “acumulación” de sangre en las piernas ocurra. En un ambiente cálido, en el que las arteriolas de la piel están más dilatadas, la ortostasis produce un rápido desplazamiento de sangre desde el compartimiento torácico hacia las piernas, entonces –antes de que pueda desarrollarse la respuesta simpática- la caída del volumen sistólico y de la presión arterial media puede ser más intensa. Así, cuando los soldados están parados y quietos en un clima caluroso, la probabilidad de que se desmayen es mayor que si estuvieran marchando en un ambiente frío, esto se da por las diferencias en la actividad de la bomba muscular y el grado de vasoconstricción. • • • • • • • • • • • • • • • • • Volemia Distribución de la volemia Tamaño de los vasos en las regiones dependientes Distensibilidad vascular Presión media de llenado sistémico (PMLS) Nivel al cual se localiza la “presión cero” en un individuo particular Grado de inclinación Tono del músculo esquelético; fuerza y frecuencia de las contracciones de los músculos esqueléticos Suficiencia vascular Tono muscular abdominal Temperatura Respuesta de los receptores de baja presión Respuesta de los receptores de alta presión Actividad del sistema simpático Frecuencia cardíaca inicial Contractilidad inicial Sensibilidad del músculo liso vascular a la estimulación simpática Tabla 25-1 Factores que influyen en el grado de respuesta ortostatica. 199 RESPUESTA AL EMOCIONAL AGUDO ESTRÉS La reacción de lucha o huida es una respuesta simpática que está controlada centralmente en la corteza y el hipotálamo Las respuestas emocionales varían ampliamente entre las personas. Una reacción emocional fuerte puede asemejarse a la respuesta de lucha o huída en animales. Esta reacción de defensa provoca un incremento generalizado en el tono del músculo esquelético y en la atención a los estímulos sensoriales. El comportamiento de lucha o huída es un ejemplo extremo de respuesta al estrés agudo que se origina enteramente en el sistema nervioso central (SNC), sin involucrar a sensores periféricos ni arcos reflejos. La respuesta se debe a la activación de centros en la corteza (Fig. 25-4), los que activan a una parte del sistema límbico llamada amígdala. La amígdala luego activa al locus coeruleus, el cual se encuentra en la protuberancia, así como también a los núcleos hipotalámicos. Las neuronas noradrenérgicas del locus coeruleus se proyectan a casi todo el SNC, incluyendo los núcleos paraventriculares hipotalámicos (NPV), los que producen tanto una respuesta endocrina como nerviosa. La respuesta endocrina de los NPV incluye (1) la liberación de arginina vasopresina (AVP) por las neuronas magnocelulares en los NPV, reduciendo así la emisión de orina; y (2) la liberación de hormona liberadora de corticotropina por las neuronas parvocelulares de los NPV, activando al eje hipotálamo-hipofisario-adrenal y liberando cortisol, el cual es importante para la respuesta metabólica a estrés. La respuesta nerviosa de los NPV involucra proyecciones a (1) los núcleos autonómicos en el tronco del encéfalo (núcleo motor dorsal del vago, bulbo y NTS) los cuales son parte del centro cardiovascular bulbar (ver capítulo 23) y (2) proyecciones directas a la columna intermedio lateral (Fig. 25-4). La respuesta de lucha o huída global incluye lo siguiente: Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular 1. Flujo sanguíneo al músculo esquelético. En animales –pero quizás no en humanos- la activación de las neuronas simpáticas posganglionares colinérgicas directamente provoca un rápido incremento en el flujo sanguíneo hacia el músculo esquelético. En humanos, así como en otros mamíferos, el flujo también se incrementa pero más lentamente, de forma secundaria y no tan dramática debido a que la medula adrenal libera norepinefrina en la circulación, la cual actúa en los receptores β2 de los vasos sanguíneos del músculo esquelético. El resultado es una vasodilatación y un incremento en el flujo sanguíneo. En una respuesta de lucha o huída completa, el músculo en ejercicio genera metabolitos que incrementan aún más el flujo sanguíneo (ver capítulo 24). Por supuesto, los humanos no ejercitamos el músculo esquelético en respuesta al estrés interno (por ejemplo, la ansiedad o el pánico). 2. Flujo sanguíneo a la piel. La respuesta simpática provoca un pequeño cambio en el flujo sanguíneo cutáneo, a menos que estimule la sudoración. La vía nerviosa involucra neuronas simpáticas colinérgicas, las cuales liberan acetilcolina y quizás también neurotransmisores vasodilatadores (por ejemplo, péptido relacionado al gen de la calcitonina o péptido vasoactivo intestinal). La acetilcolina provoca la secreción de sudor y probablemente también la formación local de quininas (ver capítulo 23). Estas quininas incrementan la permeabilidad capilar y presumiblemente también dilaten a las arteriolas y contraigan las vénulas (i.e., incrementen la presión mediocapilar). El resultado sería un aumento en la filtración de fluido desde los capilares de la piel hacia el intersticio, provocando edema cutáneo. 3. Médula adrenal. Las neuronas preganglionares simpáticas estimulan a las células cromafines para que liberen epinefrina, lo que causa vasodilatación en el músculo (a través de los adrenorreceptores β2) y vasoconstricción en los riñones y lechos esplácnicos (a través de los adrenorreceptores α1). 4. Flujo sanguíneo renal y esplácnico. En prácticamente todos los lechos vasculares, el incremento de la descarga simpática provoca vasoconstricción y consecuentemente disminuye el aporte sanguíneo. La liberación sistémica de epinefrina lleva a la vasoconstricción a los lechos vasculares ricos en receptores α1. 5. Venas. La mayoría de las venas aumentan su tono en respuestas a la descarga simpática. 6. El corazón. El aumento de la descarga simpática y la disminución del tono vagal provocan un incremento de la frecuencia cardíaca y la contractilidad, lo que lleva a que el gasto cardíaco aumente. 7. Volumen sanguíneo. Los niveles plasmáticos altos de AVP reducen la emisión de orina y mantienen la volemia. 8. Presión arterial media. Dependiendo del balance entre vasodilatación y vasoconstricción, el resultado global de los cambios en la resistencia determinará un aumento o una disminución en la resistencia vascular periférica. De todas maneras, como el gasto cardíaco se incrementa, el resultado neto del aumento del gasto cardíaco y el cambio de la resistencia es el aumento de la presión arterial. El síncope común refleja principalmente una respuesta parasimpática causada por el estrés emocional repentino Alrededor de un quinto de los humanos experimentan uno o más episodios de síncopes durante la adolescencia. Este tipo de síncope es conocido como síncope vasodepresor o síncope vasovagal (SVV). Cerca de un 40% de los síncopes extra hospitalarios son de naturaleza vasovagal. El SVV puede ocurrir en respuesta a un estrés emocional agudo, flebotomías, la visión de sangre o dolor agudo. 200 Sección IV • El sistema cardiovascular Figura 25-4 Respuesta de lucha o huída. 201 El Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular síncope generalmente ocurre en personas que están paradas o sentadas, muy raramente aparece si el individuo está recostado. La pérdida de la consciencia es debida a la disminución transitoria de la presión de perfusión cerebral. El equivalente en los animales al síncope vasovagal aparece cuando “simulan la muerte”. El SVV se origina con la activación de diferentes áreas en la corteza cerebral. De hecho, la estimulación de áreas en el giro cingulado anterior puede gatillar un síncope. Aunque el desencadenante exacto no se conoce, el SVV puede atribuirse a la activación del reflejo de Bezold-Jarisch. Este reflejo –originalmente descripto como la respuesta cardiorrespiratoria a la administración intravenosa de alcaloides de veratrum- causa bradicardia, hipotensión y apnea. En animales de experimentación, la estimulación de los barorreceptores arteriales o ventriculares (ver capítulo 23) por algunos químicos -alcaloides de veratrum, nicotina, capsaicina, histamina, serotonina, venenos de serpiente u insectos- puede disparar el reflejos de Bezold-Jarisch. En pacientes, la inyección coronaria de material de contraste o de agentes trombolíticos puede provocar un SVV, probablemente por la estimulación de receptores ventriculares. Es posible que estos estímulos químicos activen los mismos canales TRPC sensibles al estiramiento de los barorreceptores arteriales (ver capítulo 23) que son usualmente activados por la alta presión sanguínea. En humanos, desencadenantes claramente diferentes a los conocidos que inician el reflejo de Bezold-Jarisch pueden también gatillar un SVV. Independientemente del desencadenante, las aferencias vagales conducen las señales a centros superiores del SNC, los cuales actúan por medio de núcleos autonómicos en el bulbo para causar una estimulación masiva del sistema parasimpático y una abolición del tono simpático. El SVV involucra cambios en varios parámetros (Fig. 25-5): Figura 25-5 vasopresina. 1. Resistencia vascular periférica. La vasodilatación masiva resulta de la remoción del tono simpático de los vasos de resistencia del músculo esquelético y las circulaciones esplácnicas, renal y cerebral. La resultante caída 2. Gasto cardíaco. La descarga vagal intensa al corazón provoca bradicardia y disminuye el volumen sistólico, resultando en la caída del gasto cardíaco. Debido que la atropina, un bloqueante muscarínico, no previene el síncope, la en la presión arterial es incapaz de desencadenar el reflejo barorreceptor. Síncope vasovagal. AVP, arginina 202 Sección IV • El sistema cardiovascular disminución del tono simpático al corazón también tiene un rol en la bradicardia. 3. Presión arterial. La combinación de una disminución súbita en la resistencia periférica y en el gasto cardíaco provoca una intensa caída en la presión arterial media. 4. Flujo sanguíneo cerebral. La caída en la presión arterial media provoca isquemia cerebral global. Si esta isquemia persiste más allá de unos segundos, el resultado son mareos y/o debilidad. De la misma manera, si esta condición se mantiene por ~10 segundos, el sujeto pierde la consciencia. El estrés que subyace al síncope también puede provocar hiperventilación, la cual disminuye PCO2. La vasoconstricción cerebral resultante (ver capítulo 24) también impide el flujo sanguíneo al cerebro. 5. Otras manifestaciones de alteraciones en el SNA. La palidez cutánea y la sudoración son signos que usualmente aparecen previos a la pérdida de consciencia. La estimulación vagal intensa del tracto gastrointestinal puede causar dolor epigástrico que es interpretado como nauseas. Como resultado de la estimulación parasimpática también puede aparecer midriasis (dilatación pupilar) y visión borrosa. 2 El síncope es más probable que ocurra en una habitación caliente, luego de una pérdida de volumen (por ejemplo, deshidratación o hemorragia), o luego de estar parado u otras maniobras que bajen la presión arterial media. Podríamos pensar que estos estresores deberían disparar la respuesta barorreceptora que incrementa el gasto cardíaco y la resistencia periférica, haciendo que la probabilidad de síncope disminuya. De todos modos, el mismo patrón de actividad que orquesta al SVV también parecería suprimir la esperada respuesta barorreceptora que contrarrestaría al síncope. 2 NdT: La oración es la traducción de “Mydriasis (pupillary dilation) as well as visual blurring can also result from parasympathetic stimulation.” Si bien es lo que dice el Boron, es conocido que el músculo esfínter de la pupila tiene inervación parasimpática y el músculo dilatador de la pupila simpática. Por lo que, en realidad, una descarga parasimpática llevará a miosis. 203 Luego de recuperar la consciencia, el paciente puede notar oliguria (reducción en la emisión de orina), provocada por un aumento en los niveles de AVP (hormona antidiurética). Los niveles elevados de AVP pueden ser consecuencia, en parte, de los bajos niveles de presión en la aurícula derecha por la disminución del retorno venoso. La palidez y las nauseas que persisten luego del síncope podrían ser causados de la misma forma por los niveles aumentados de AVP en sangre. RESPUESTA ANTE EL EJERCICIO La adaptación al ejercicio probablemente sea una de las mayores demandas a la función cardiovascular. La principal característica de la respuesta cardiovascular al ejercicio es el aumento de gasto cardíaco de 4 a 5 veces su valor de reposo. Este incremento es el resultado de una mayor frecuencia cardíaca (~3 veces, aproximadamente) más que del aumento del volumen sistólico (~1,5 veces). La respuesta cardiovascular al ejercicio tiene un componente temprano y otro tardío, originados en centros superiores del SNC (el temprano) y en cambios mecánicos y químicos gatillados por la contracción del músculo esquelético, así como también por varios reflejos (el tardío). Los primeros fisiólogos sugirieron que la contracción muscular lleva a cambios mecánicos y químicos que disparan el incremento del gasto cardíaco La contracción del músculo esquelético produce cambios cardiovasculares que mimetizan muchos de los cambios que ocurren durante el ejercicio. De hecho, los primeros fisiólogos creyeron que estos efectos del músculo esquelético disparaban todos los cambios cardiovasculares asociados al ejercicio. Nosotros ahora sabemos que los efectos del músculo esquelético son importantes solo para la respuesta cardiovascular tardía. La contracción muscular afecta directamente al sistema cardiovascular por dos vías (Fig. 25-6) – una respuesta mecánica que aumenta el retorno Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular venoso y una respuesta química que dilata los vasos sanguíneos en el músculo en actividad. Figura 25-6 Un viejo modelo de cómo el ejercicio afecta la función cardiovascular. EDV, volumen de fin de diástole. Respuesta mecánica: incremento del retorno venoso La acción bombeante del músculo esquelético al contraerse mejora el retorno venoso. Como resultado, la presión auricular derecha, la presión ventricular de fin de diástole y el volumen ventricular de fin de diástole aumentan. De acuerdo al mecanismo de Starling (ver capítulo 22), el resultado debe ser un aumento en el volumen sistólico. Respuesta química: vasodilatación local del músculo activo El aumento del metabolismo en el músculo esquelético produce múltiples cambios en la química del fluido intersticial. La PO2 y el pH caen, mientras que otros metabolitos (CO2, acido láctico, K+ y adenosina) se acumulan. También, la acumulación de estos metabolitos provoca que la osmolaridad intersticial se incremente. Luego de un pequeño retraso que sigue al inicio de la actividad muscular, los cambios químicos que se desarrollaron gatillan la vasodilatación arteriolar (ver capítulos 20 y 24), lo que lleva a una caída inicial en la presión arterial. De todas maneras, esta caída es transitoria dado que interviene la respuesta barorreceptora (ver capítulo 23), la cual incrementa la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico. Al mismo tiempo, el reflejo barorreceptor vasocontrae regiones musculares inactivas así como también las circulaciones esplácnica, renal y cutánea. Los fisiólogos cardiovasculares creyeron por un largo tiempo que los “brazos” mecánicos y químicos de la figura 25-6, ambos originados por el músculo activo, eran los responsables del aumento del gasto cardíaco durante el ejercicio. Hoy sabemos que la figura 25-6 no solo está incompleta sino que también sus predicciones son incorrectas o no ocurren en el orden predicho. En lo que concierne al efecto mecánico y el retorno venoso, el modelo predice un aumento en la presión y el volumen ventricular de fin de diástole. Con respecto al cambio químico, el modelo predice que debería pasar un tiempo hasta que los metabolitos del músculo en actividad produzcan vasodilatación local. Así, debería existir un retraso entre el inicio del ejercicio y la caída de la presión arterial que dispara la respuesta barorreceptora. En la década de 1950, Rushmer puso a prueba las predicciones en perros anestesiados. Con respecto al brazo mecánico de la figura 25-6, él encontró que al comienzo del ejercicio la presión ventricular de fin de diástole no aumentaba y que el volumen ventricular de fin de diástole disminuía en lugar de aumentar. Estos descubrimientos pusieron en duda el rol primario del mecanismo de Starling en el aumento del volumen sistólico durante el ejercicio. Por otro lado, con respecto al brazo químico de la figura 25-6, Rushmer no encontró una disminución en la presión arterial media, así poniendo en duda la importancia del reflejo barorreceptor. Es más, él no encontró retraso entre el inicio del ejercicio y 204 Sección IV • El sistema cardiovascular el aumento de la frecuencia cardíaca, lo que puso en duda la idea de que la vasodilatación inducida químicamente era el origen de la taquicardia. La explicación para la discrepancia entre lo predicho y los descubrimientos es la presencia de un control central que rápidamente aumenta activa a la división simpática del SNA. Un comando central organiza la respuesta cardiovascular al ejercicio Durante el ejercicio, un control central regula la activación paralela de tanto la corteza motora como de los centros cardiovasculares. Este control central incluye tanto áreas cerebrales como la corteza prefrontal medial (involucrada en el planeamiento del ejercicio) así como también al giro cingulado anterior, el cual es parte cortical del sistema límbico. De hecho, la corteza prefrontal medial recibe múltiples aferencias límbicas. Es más, ambos centros corticales modulan la descarga simpática relacionada al estrés así como también a la descarga simpática relacionada al ejercicio. Rushmer y sus colegas exploraron varios sitios en el diencéfalo de perros para determinar si la estimulación de alguno de ellos mimetizaba la respuesta simpática relacionada al ejercicio. En la década de 1950, Rushmer encontró que la estimulación del campo H2 de Forel en el tálamo ventral, o de las neuronas de la sustancia gris periventricular del hipotálamo reproduce con detalles la respuesta cardiovascular al ejercicio, incluso si los músculos de los perros están completamente quiescentes. El control central se proyecta hacia el hipotálamo lateral, bulbo rostral ventrolateral y NTS para hacer las adaptaciones autonómicas apropiadas para el ejercicio (Fig. 257): 1. Incremento del gasto cardíaco. El aumento de la descarga simpática hacia el corazón causa taquicardia e incrementa la contractilidad, resultando esto en un rápido aumento del gasto cardíaco. 2. Vasoconstricción. La descarga simpática desde el bulbo raquídeo provoca vasoconstricción en las 205 regiones musculares inactivas, así como también en la circulación renal, esplácnica y cutánea. El efecto neto es que haya mayor cantidad de sangre disponible para derivar a los músculos en actividad. Excepto durante el máximo ejercicio, el incremento en la resistencia vascular esplácnica y renal no provoca una caída del flujo local a las vísceras abdominales y los riñones. Mas bien, como la presión arterial media aumenta al igual que las resistencias esplácnica y renal, el flujo absoluto se mantiene relativamente constante en estos tejidos, incluso aunque el flujo al músculo esquelético aumente significativamente. De todas maneras, el flujo fraccional (i.e., el flujo sanguíneo local normalizado al gasto cardíaco) cae en estas regiones. En la fase temprana del ejercicio, el flujo sanguíneo a la piel disminuye. Luego, el flujo cutáneo aumenta, reflejando el intento del sistema regulador de la temperatura de prevenir que la temperatura corporal se eleve demasiado. 3. Vasodilatación temprana en los músculos activos. En perros –aunque no en humanos ni otros primates- al inicio del ejercicio, el control central estimula las neuronas hipotalámicas cuyos axones, evitando los centros cardiovasculares bulbares, sinapsan con las neuronas simpáticas preganglionares de la médula espinal (ver capítulo 23). Las neuronas posganglionares hacen sinapsis con las fibras simpáticas colinérgicas vasodilatadoras que inervan el músculo liso vascular del músculo esquelético, gatillando la respuesta vasodilatadora temprana en el músculo esquelético activo. Como discutiremos en la próxima sección, la respuesta tardía química local luego refuerza esta vasodilatación. El incremento de la vigilia que acompaña a la anticipación del ejercicio puede disparar todos los componentes de la respuesta temprana al mismo. Esta respuesta se asemeja a la reacción de lucha o huída. En humanos, la respuesta cardiovascular anticipatoria prepara al organismo para el incremento del metabolismo del músculo esquelético. En los corredores de velocidad al comienzo de una carrera de 100 metros, la respuesta anticipatoria los prepara para entregar un gasto cardíaco mayor y simultáneamente, para derivarlo de los tejidos que no lo requieran Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular Figura 25-7 Respuesta cardiovascular al ejercicio. El hipotálamo orquesta la respuesta temprana, la cual incluye la vasodilatación de los músculos activos (el mecanismo es controversial en humanos), la vasoconstricción de ciertos tejidos inactivos y el aumento del gasto cardíaco. Sumado a las respuestas mostradas en la figura 25-6, las respuestas tardías (resaltadas en amarillo) incluyen la liberación de histamina, calicreínas y epinefrina; lo que conduce a vasodilatación. Las respuestas locales químicas desencadenadas por la contracción de los músculos sostienen la respuesta cardiovascular. Los termorreceptores cutáneos gatillan la vasodilatación en la piel. 206 Sección IV • El sistema cardiovascular Los reflejos barorreceptor y muscular, los metabolitos, el retorno venoso, la histamina, la epinefrina y el incremento de la temperatura refuerzan la respuesta al ejercicio Sumado a los eventos orquestados por el control central, la respuesta cardiovascular global al ejercicio incluye lo siguiente. 1. Reflejo presor del ejercicio. Un reflejo nervioso llamado reflejo presor del ejercicio se origina dentro del músculo en actividad. La contracción activa receptores de estiramiento que detectan la tensión muscular y también quizás activa quimiorreceptores que sensan metabolitos. Las señales a través de estos receptores viajan por fibras mielinizadas (Aδ) o desmielinizadas (C) desde el músculo esquelético hasta la médula espinal, para luego llegar a los centros de control cardiovascular. Esta información refuerza a los demás estímulos en el centro de control cardiovascular y así sostiene la descarga simpática. 2. Barorreflejo arterial. La presión arterial elevada, resultante del alto gasto cardíaco y la vasoconstricción, normalmente enlentecería al corazón. De todos modos, durante el ejercicio, el control central reinicia la sensibilidad del reflejo barorreceptor. De esta manera, el corazón se enlentecerá solo a niveles mucho más altos de presión. Contrariamente, si una vasodilatación masiva del músculo esquelético en actividad disminuyera la resistencia periférica, el reflejo barorreceptor mantendría la presión arterial media. 3. Vasodilatación gatillada por metabolitos en el músculo esquelético. Los metabolitos liberados localmente (Fig. 25-7) dilatan los vasos de resistencia y reclutan capilares que en reposo no reciben flujo sanguíneo (ver capítulo 24). Como resultado de esta disminución de la resistencia, y junto al incremento del gasto cardíaco, el flujo sanguíneo hacia el músculo esquelético en actividad puede ser hasta 20 veces mayor que en 207 reposo. El efecto vasodilatador de los metabolitos supera cualquier tendencia vasoconstrictora producida por la norepinefrina. 4. Incremento del retorno venoso. El control central, discutido previamente, explica el incremento temprano del gasto cardíaco. Luego la parte mecánica como química de la figura 25-6 sostienen el aumento del gasto cardíaco. Mecánicamente, la bomba muscular incrementa el retorno venoso, y por ende el volumen sistólico se incrementa por el mecanismo de Starling. Por el otro lado, los mediadores químicos provocan vasodilatación de los lechos vasculares del músculo activo, lo que resulta en la rápida movilización de la sangre desde el reservorio central hacia el músculo en actividad. 5. Liberación de histamina. Células cercanas a las arteriolas pueden liberar sus reservas intracelulares de histamina, un potente vasodilatador. Aunque estas células que contienen histamina están quiescentes cuando los nervios liberan norepinefrina, la liberan cuando el tono simpático disminuye. Debido a la relajación de los esfínteres arteriolares y precapilares, la presión en los capilares musculares ahora se incrementa, aumentando la extravasación de fluido y el flujo linfático. 6. Liberación de epinefrina. Durante el ejercicio intenso, las fibras simpáticas preganglionares que llegan a la médula suprarrenal estimulan la liberación de epinefrina. Los efectos sistémicos de esta en los adrenorreceptores cardíacos β1 potencian los ejercidos por vía nerviosa. La epinefrina circulante también actúa en los adrenorreceptores vasculares β2, promoviendo la vasodilatación principalmente en vasos del músculo esquelético y corazón. 7. Regulación de la temperatura corporal central. A medida que el ejercicio continúa, el aumento del metabolismo provoca que la temperatura central del organismo aumente, activando células sensibles a la temperatura en el hipotálamo. Esta activación tiene dos efectos, los cuales promueven la pérdida de calor a través de la piel como parte de la respuesta reguladora de la temperatura. Primero, el hipotálamo indica al Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular bulbo disminuir la descarga simpática vasoconstrictora hacia la piel, incrementando así el flujo sanguíneo cutáneo (recordemos que la vasoconstricción es parte de la respuesta temprana al ejercicio). Segundo, el hipotálamo activa las fibras colinérgicas simpáticas que inervan las gandulas sudoríparas, provocando un incremento en la producción de sudor y una vasodilatación cutánea indirecta que quizás involucre la producción de quininas. Sumado a esto, estas neuronas pueden co-liberar neurotransmisores que causen dilatación cutánea directa (ver capítulo 24). RESPUESTA ANTE HEMORRAGIA UNA Si una persona pierde rápidamente más del 10% o 20% de su volumen sanguíneo total (volemia) desde una vena, el volumen intravascular inadecuado causa una disminución secuencial del volumen sanguíneo central, retorno venoso, llenado ventricular, volumen sistólico, gasto cardíaco, y así, de la presión arterial media. De otro modo, si la pérdida sanguínea proviene desde una arteria, la presión arterial media no cae hasta que el gasto cardíaco disminuye como consecuencia de la caída del retorno venoso. Por supuesto, si el sangrado ocurre por la ruptura de un aneurisma aórtico, la presión arterial media va a caer inmediatamente. En las grandes hemorragias, en las cuales hay una pérdida sanguínea de 30% o más de la volemia, se produce una condición llamada shock hipovolémico. El shock es un estado de falla en la circulación periférica que es caracterizado por una inadecuada perfusión de los tejidos periféricos. Durante el shock, la presión arterial sistólica está usualmente por debajo de 90 mmHg, y la presión arterial media por debajo de 70 mmHg. Por razones que quedarán claras, al momento en que uno detecta la caída en la presión arterial media, otros signos de shock son evidentes. El primer signo puede ser el estrechamiento de la presión de pulso y la sensación de debilidad al estar parado o sentado. El individuo con shock hipovolémico tiene la piel fría y húmeda (pegajosa), así como un pulso rápido y débil. También la producción urinaria cae a menos de 25 mL/h, incluso si la ingestión de fluidos ha sido normal. Luego de la caída inicial abrupta, la presión arterial media tiende a volver a la normalidad (Fig. 25-8, curva roja), aunque en algunos casos la presión disminuye irreversiblemente (curva azul punteada). Bajo circunstancias favorables, el organismo restaura la presión a valores normales al movilizar dos líneas de defensa. Primero, los mecanismos de control cardiovascular actúan en el corazón y los vasos sanguíneos para restaurar el gasto cardíaco y aumentar la resistencia periférica. Segundo, los mecanismos de intercambio capilar y conservación de fluidos restauran el volumen intravascular. Figura 25-8 Cambios en la presión sanguínea causados por una hemorragia. En el tiempo cero, los investigadores quitaron suficiente sangre como para disminuir la presión arterial media a 45 mmHg. Luego de una hemorragia, los reflejos cardiovasculares restauran la presión arterial media Varios reflejos cardiovasculares cooperan para compensar la caída en la presión arterial media. Estos reflejos se originan desde cuatros grupos principales de receptores (numerados del 1 al 4 en la figura 25-9). 1. Barorreceptores de alta presión. La caída en la presión arterial conduce a una disminución en la tasa de disparo de las aferencias de los barorreceptores de alta presión carotídeos y aórticos (ver capítulo 23). El incremento 208 Sección IV • El sistema cardiovascular resultante en la descarga simpática junto con la disminución de la descarga vagal, aumenta la frecuencia cardíaca, produce venoconstricción y vasoconstricción arteriolar selectiva. Estas respuestas cooperan para restablecer la presión arterial. 2. Barorreceptores de baja presión. La reducción de la volemia disminuye directamente el volumen circulante efectivo, lo cual también disminuye la actividad de los receptores de estiramiento de baja presión (ver capítulo 23). El incremento resultante de la descarga simpática provoca vasoconstricción en varios lechos vasculares, particularmente en el riñón, reduciendo el filtrado glomerular y la emisión de orina. En respuesta al bajo grado de estiramiento, los receptores de baja presión de diferentes sitios tienen diferentes efectos en la frecuencia cardíaca. Los receptores de estiramiento auriculares instruyen al hipotálamo a que libere AVP, la cual reduce la excreción renal de agua libre. Durante el shock, los efectos vasoconstrictores de la AVP parecerían ser importantes para mantener la resistencia vascular periférica. La reducción del estiramiento auricular también disminuye los niveles circulantes del péptido natriurético auricular (ver capítulo 23), reduciendo así la pérdida renal de agua y sal. 3. Quimiorreceptores periféricos. A medida que la presión sanguínea disminuye, la perfusión hacia los quimiorreceptores aórticos y carotídeos disminuye, provocando hipoxia local cerca de las células glómicas y así un aumento de su tasa de disparo. El aumento de la descarga de los quimiorreceptores lleva a un aumento de la frecuencia de disparo de las fibras vasoconstrictoras simpáticas y cambios ventilatorios que indirectamente aumentan la frecuencia cardíaca (ver capítulo 23). 4. Quimiorreceptores centrales. Una hipotensión grave resulta en isquemia cerebral, lo que conduce a una caída en la PO2 del fluido extracelular cerebral, así como un aumento en la PCO2 y una disminución del pH. La acidosis tiene un profundo efecto en los quimiorreceptores centrales del bulbo, lo que conduce a una respuesta simpática mucho más intensa que la 209 generada por los barorreceptores (ver capítulo 23). Estas cuatro vías tienen en común la activación de una respuesta simpática masiva que resulta en la liberación de norepinefrina por las neuronas simpáticas posganglionares. Sumado a esto, la respuesta simpática induce a la médula adrenal a que libere epinefrina y norepinefrina en proporción a la gravedad hemorragia. La disminución de la presión arterial media a 40 mmHg provoca que los niveles de epinefrina aumenten 50 veces, y los de norepinefrina 10 veces. Las consecuencias de estos cuatro reflejos combinados son las siguientes respuestas (Fig. 259). Taquicardia y aumento de la contractilidad El incremento de la actividad simpática aumenta la frecuencia cardíaca en proporción al volumen de la pérdida sanguínea. Así, el grado de taquicardia es un índice de la gravedad de la hemorragia. El aumento del tono simpático también aumenta la contractilidad miocárdica, que solo puede incrementar el volumen sistólico en la medida que el retorno venoso mejore. Vasoconstricción arteriolar La vasoconstricción simpática de los vasos de resistencia es más pronunciada en los vasos sanguíneos de las extremidades, piel, músculo esquelético y vísceras abdominales. Aunque tanto las resistencias pre y poscapilares aumentan, la respuesta precapilar domina inicialmente. Como resultado, la presión capilar disminuye precipitosamente, conduciendo al ingreso de líquido en el capilar, fenómeno que discutiremos en la próxima sección. El flujo sanguíneo renal cae rápidamente luego de una hemorragia como resultado de la disminución en la presión arterial, pero luego de unos minutos se recobra por el fenómeno de autorregulación. La respuesta de los receptores arteriales de alta y baja presión potencia la respuesta vasoconstrictora hacia los vasos renales. Eventualmente, la vasoconstricción simpática supera a la autorregulación renal si la presión arterial se mantiene baja o si sigue bajando. En el shock hipovolémico, el flujo sanguíneo renal cae en mayor proporción de lo que lo hace el gasto cardíaco, lo que explica por qué a veces las Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular hemorragias graves conducen a lesión renal aguda. El flujo sanguíneo en la médula renal se compromete menos que el de la corteza, lo que lleva a un “lavado medular” del intersticio hipertónico de la médula renal y se pierde así la capacidad de producir orina concentrada. Tanto el flujo sanguíneo cerebral como el coronario disminuyen en una hemorragia, pero la autorregulación puede restaurarlo hasta niveles normales. Figura 25-9 Respuesta integrada ante una hemorragia. La pérdida sanguínea activa cuatros tipos diferentes de receptores (numerados del 1 al 4) para producir un respuesta integral orquestada por el bulbo. ANG, angiotensina; ECF, líquido extracelular. 210 Sección IV • El sistema cardiovascular Vasoconstricción venosa La disminución del volumen sanguíneo por una hemorragia ocurre primariamente en los grandes vasos de capacitancia, especialmente en aquellos que contienen el volumen sanguíneo central. Estos vasos son muy sensibles a la estimulación simpática (que causa constricción), y menos sensibles a la estimulación por los metabolitos locales (que causan dilatación). La vasoconstricción venosa simpática disminuye tanto la capacidad como la complacencia de las grandes venas, tendiendo a restaurar la presión venosa central. Sumado a esto, la vasoconstricción venosa simpática incrementa la resistencia precapilar, la cual es importante para el llenado capilar (ver luego). Agonistas vasoactivos circulantes Como ya discutimos, la estimulación simpática de la médula adrenal provoca que los niveles circulantes de epinefrina se incrementen. Es más, la estimulación simpática de las células del aparato yuxtaglomerular del riñón lleva a un aumento de la liberación de renina y, en última instancia, al aumento de los niveles plasmáticos de angiotensina II (ANG II, ver capítulo 23). En el shock hipovolémico, la ANG II aumenta hasta niveles en la que es vasoconstrictora. La activación de este sistema simpático también gatilla la estimulación colinérgica simpática de las glándulas sudoríparas (ver capítulo 24), provocando que el paciente se vuelva “pegajoso”. Con pérdidas sanguíneas moderadas (10% al 20%), estas cuatro respuestas pueden incrementar la resistencia periférica lo suficiente como para mantener la presión arterial en niveles normales. De todos modos, el gasto cardíaco se mantiene disminuido. Luego de una hemorragia, el pasaje de fluido desde el intersticio, la conservación de agua y la sed restauran el volumen sanguíneo Los reflejos discutidos anteriormente compensan la principal consecuencia de la pérdida de sangre –disminución de de la presión arterial y del gasto cardíaco. Las respuestas que discutiremos aquí 211 compensan el insulto primario, la perdida de la volemia. Pasaje de fluido desde el intersticio El movimiento de fluido desde el intersticio hacia la sangre es la mejor defensa contra la reducción de la volemia. Las fuerzas de Starling (ver capítulo 20) son críticamente importantes durante una hemorragia y durante el shock hipovolémico. Inmediatamente luego de una hemorragia, se desarrolla una fase de hemodilución, como fue observado durante la Primer Guerra Mundial, cuando los médicos notaron que los soldados lesionados que arribaban a las estaciones de primeros auxilios estaban con la sangre diluida (i.e., bajo hematocrito). En una hora, el fluido extracelular reemplaza el ~75% de la pérdida sanguínea. Estudios desarrollados alrededor de la Segunda Guerra Mundial mostraron que la dilución de la hemoglobina es más pronunciada que la dilución de las proteínas plasmáticas luego de una hemorragia. Así, no solo líquido y electrolitos fluyen desde el espacio intersticial hacia la sangre, sino también proteínas. El pasaje transcapilar involucra dos pasos. El primero es el movimiento de fluido desde el intersticio hacia el compartimiento vascular. La presión hidrostática capilar (Pc) (Fig. 25-10A) depende de las presiones arteriales y venosas así como también de la relación entre las resistencias precapilar y poscapilar (ver capítulo 19). Inmediatamente después de una hemorragia, la presión arteriolar río arriba y la presión venular río abajo caen, llevando también a una caída en la Pc (Fig. 25-10B). Las fuerzas de Starling entonces producen que el líquido intersticial se desplace hacia el capilar. A medida que se desarrolla la compensación, la resistencia periférica se incrementa, restaurando en parte la presión arterial media (Fig. 25-10C). De todos modos, dado que la resistencia precapilar aumenta en mayor proporción que la poscapilar, la Pc se mantiene relativamente baja, lo que permite que el movimiento de fluido continúe hacia los capilares. Normalmente, muy pocas proteínas pueden ingresar con el líquido, ya que las paredes capilares no fenestradas reflejan muy bien a estas (ver capítulo 20). El ingreso capilar de líquido libre de proteínas modifica las otras tres fuerzas de Starling. Primero, el volumen del fluido intersticial Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular disminuye bajando la presión hidrostática intersticial (Pfi). Segundo, las proteínas plasmáticas se diluyen, entonces la presión coloidosmótica capilar (πc) se reduce. Finalmente, la remoción de líquido libre de proteínas desde el intersticio, incrementa la presión oncótica del mismo (πfi) y del subglucocálix (πsg; ver capítulo 20). El resultado de la alteración en las fuerzas de Starling es que el “llenado capilar” vaya disminuyendo y eventualmente cese. Figura 25-10 Efecto de la hemorragia en la presión hidrostática capilar. En A, (la cual es similar a la Fig. 194A) Rpre y Rpost son las resistencias precapilar y poscapilar, respectivamente. Acá, la relación Rpost/Rpre = 0.35. En B, la caída de la presión capilar invierte las fuerzas de Starling, provocando un movimiento de fluido neto desde el intersticio hacia la luz capilar. En C, la estimulación simpática incrementa la resistencia periférica total (Rpost/Rpre = 0.25 en este ejemplo). En D, la presión capilar aumenta (Rpost/Rpre = 0.45). El segundo paso en el pasaje transcapilar es la aparición de proteínas plasmáticas en la sangre. Estas proteínas probablemente entren a la sangre a través de las fenestras de los capilares mesentéricos y hepáticos, dos regiones en la cual el intersticio tiene un alta presión coloidosmótica. Sumado a esto, las hemorragias estimulan rápidamente la síntesis de albúmina en el hígado. La plasmaféresis (remoción artificial del plasma), tiene el mismo efecto en la síntesis de albúmina, sugiriendo que la reducción en la concentración de las proteínas plasmáticas per se estimula al hígado para sintetizar más albúmina. El agua del compartimiento intracelular, en última instancia, reemplaza las pérdidas desde el compartimiento intersticial. Cuál es la fuerza que lleva a que el agua abandone las células y entre al intersticio es algo todavía controversial. La osmolaridad sanguínea a menudo se incrementa luego de una hemorragia, reflejando probablemente la hiperosmolaridad intersticial. Los osmoles intersticiales adicionales provienen desde tejidos isquémicos que liberan productos de proteólisis, glucólisis y lipólisis. Así, la hiperosmolaridad intersticial quizás provea el impulso osmótico que mueve al agua desde el interior de las células hacia el compartimiento intersticial. Conservación renal de sodio y agua La hipotensión arterial y el bajo flujo sanguíneo renal reducen la tasa de filtrado glomerular y en consecuencia la excreción urinaria de sal y agua. Sumado a los efectos hemodinámicos directos, la reducción del volumen circulante efectivo promueve la retención de Na+ por cuatro mecanismos. Primero, la reducción del volumen circulante efectivo activa el eje reninaangiotensina-aldosterona. Los niveles de aldosterona se incrementan y así aumenta la reabsorción de agua y sal en la nefrona distal. Segundo, el aumento de la actividad nerviosa simpática promueve la retención de Na+ al alterar la hemodinamia renal, potenciando la liberación de renina y estimulando la reabsorción de Na+ por las células tubulares renales. Tercero, la liberación de AVP reduce la excreción de agua libre. Finalmente, la reducción del volumen circulante efectivo inhibe la liberación del péptido natriurético auricular y así se promueve la 212 Sección IV • El sistema cardiovascular retención de Na+. De esta manera, la respuesta global del riñón ante un pérdida de sangre es reducir la excreción de sal y agua, contribuyendo a la conservación del volumen del líquido intersticial De todos modos, la respuesta renal solo conserva fluido; por sí mismo, no agrega nada de líquido al intersticio. Sed La hiperosmolaridad causada por una hemorragia (discutida dos párrafos antes) estimula los osmorreceptores. Un estímulo aún más potente para la sed –así como para el apetito por la sal- es la reducción del volumen circulante efectivo y la caída de la presión arterial por la hemorragia. Estas ambiciones (por la sal y el agua), si son cumplidas, proveen la “materia prima” para reemplazar la sangre ante una pérdida. Mecanismos de feedback positivo pueden causar un shock hipovolémico irreversible En algunos casos, el shock hipovolémico puede ser irreversible. Luego de una caída inicial en la presión arterial media, y hasta quizás luego de una pequeña recuperación, la presión arterial y la perfusión de los tejidos periféricos puede deteriorarse inexorablemente (Fig. 25-8, curva punteada azul). Además, en estos casos, la caída de la presión arterial no se revierte incluso si los médicos intervienen y reemplazan el volumen de sangre perdido. El mejor modelo experimental para el shock hipovolémico irreversible es la hipotensión prolongada. Típicamente, el investigador remueve de manera aguda sangre de un animal de experimentación –reduciendo la presión arterial hasta algún valor objetivo- y luego clampea la presión en ese valor, ya sea agregando o quitando sangre a medida que la respuesta fisiológica normal se desarrolla. Estudios de este tipo revelan que el shock hipovolémico puede volverse irreversible como resultado de la falla de múltiples componentes: (1) la respuesta vasoconstrictora, (2) la respuesta de pasaje transcapilar, (3) la respuesta cardíaca y (4) la respuesta del SNC. 213 Falla en la respuesta vasoconstrictora Con una hipotensión hemorrágica prolongada, la resistencia periférica total –que al principio se incrementa en respuesta a la estimulación simpática- tiende a llevar a la presión a sus valores pre hemorragia. La falla en mantener la vasoconstricción tiene múltiples orígenes. Primero, la desensibilización de los adrenorreceptores vasculares o la depleción de neurotransmisores en las terminales nerviosas pueden causar el “escape simpático”. Segundo, los tejidos isquémicos liberan metabolitos y otros componentes vasodilatadores que actúan localmente en los vasos sanguíneos, contrarrestando al estímulo vasoconstrictor. En las fases más tardías del shock irreversible, los humanos se vuelven completamente no respondedores a las drogas vasoconstrictoras. Tercero, los niveles plasmáticos de AVP caen sustancialmente desde su valor pico durante la fase temprana de la hemorragia –quizás revelando una disminución en la habilidad de los receptores de baja presión para estimular a las neuronas hipotalámicas a que liberen AVP, o a la depleción de la AVP almacenada. Bajo estas condiciones, la restauración de los niveles de AVP hacia sus valores pico iniciales puede incrementar marcadamente la presión arterial. Falla en el pasaje de fluido desde el intersticio hacia el espacio intravascular Algunos vasos sanguíneos son capaces de sostener el incremento inicial de la resistencia mejor que otros. A medida que pasa el tiempo, los esfínteres precapilares fallan primero, seguidos por los vasos de resistencia precapilar (i.e., arteriolas), los vasos de resistencia poscapilar y los vasos de capacitancia. La figura 25-10D muestra en ejemplo en el cual, tras una hipotensión prolongada, la respuesta vasoconstrictora precapilar ha fallado completamente, mientras que la respuesta poscapilar se mantiene parcialmente. Debido a que la relación Rpost/Rpre ha aumentado, la presión mediocapilar (ver capítulo 19) se incrementa desde 16 mmHg (Fig. 25-10C) hasta 21 mmHg (Fig.25-10D). Debemos recordar que durante la etapa temprana de una hemorragia, las fuerzas de Starling se invierten, favoreciendo el movimiento de fluido desde el intersticio hacia la sangre. El incremento gradual Capítulo 25 • Control integrado del sistema cardiovascular de la relación Rpost/Rpre (Fig. 25-10D) revierte esta inversión y el líquido vuelve a abandonar los capilares, incluso si el volumen sanguíneo no fue restaurado. De esta manera, luego de un importante flujo de agua y electrolitos hacia la luz capilar, no solo el pasaje transcapilar hacia el compartimiento vascular se detiene, sino que una pérdida neta ocurre. Este fenómeno contribuye a la hemoconcentración que ocurre ocasionalmente en estadios hemorrágicos prolongados. Falla del corazón Muchos factores pueden contribuir a que la respuesta cardíaca se debilite. La acidosis reduce la [Ca2+]i en el miocardio y así la disminuye la contractilidad. En muchos casos, hemorragias subendocárdicas y la necrosis del músculo cardíaco llevan a la disfunción miocárdica. Por otro lado, muchos órganos pueden liberar factores cardiotóxicos, los cuales ejercen efectos inotrópicos negativos (ver capítulo 22). Al final, el shock hipovolémico se convierte en shock cardiogénico. Depresión del SNC La isquemia moderada, por su efecto en los quimiorreceptores, estimula los centros de control cardiovascular en el cerebro. Sin embargo, la isquemia cerebral prolongada deprime la actividad neuronal en el cerebro, lo que debilita la descarga simpática y lleva a una disminución de la respuesta cardíaca y vascular. La disminución progresiva de los niveles circulantes de catecolaminas de origen adrenal empeora luego el resultado. 214