La pobreza global y el hambre Jaimy Melanie Peregrina Ramiro 12/05/2022 — Lenguaje y procesos comunicativos — Andrés Introducción Suzanne Collins es la autora de la novela “los juegos del Hambre”, donde se habla sobre un Capitolio que controlaba una nación. Mientras que los ciudadanos del Capitolio estaban bien alimentados y vivían una vida de lujo, el resto del Panem (haci se llamaba la nación) lidiaba constantemente con el hambre y la amenaza de morir de hambre. El Capitolio selecciona al azar un niño y una niña entre las edades de 12 a 18, de cada uno de los doce distritos, poniéndolos unos contra otros en un juego de supervivencia, donde se ven obligados a luchar entre sí hasta la muerte con lo recompensa de tener comida y una vida de lujos en el capitolio. La Pobreza global y el hambre En nuestro día a día están presentes los alimentos. Alimentarse es una acción vital, es un derecho humanó y también debería ser una visión compartida. Nos permiten llevar una vida sana, activa y determinan en gran medida nuestro futuro. Al mismo tiempo, la forma en que producimos al igual que consumimos alimentos aumenta la inequidad y malgasta los recursos naturales –las tierras fértiles, el clima, el agua potable- que necesitamos para vivir. El hambre se manifiesta de distintas formas. La más grave es la consecuencia de la privación continuada de nutrientes o la incapacidad de absorberlos debido al estado de salud(desnutrición, desnutrición aguda, retraso en la estatura o en el peso en relación a la edad). Otra forma más silenciosa se debe a una ingesta de calorías insuficiente (hambre crónica o subnutrición crónica), cantidad que la Organización Mundial de la Salud estima en 15002500 Kcal/día. Finalmente, la tercera dimensión, la malnutrición es un término que a menudo confundimos con los anteriores, que define un estado fisiológico que incluye un rango más amplio de desequilibrios, de inadecuación o de exceso de nutrientes; “incluye tanto la desnutrición como a la sobrealimentación, así como las deficiencias de micronutrientes”. El hambre es un problema complejo sin una solución sencilla. En términos generales, el hambre significa no contar con los alimentos necesarios para satisfacer los requisitos enérgicos del cuerpo. Sin embargo, las personas en situaciones de pobreza enfrentan una variedad de problemas alimentarios. El uso inadecuado de la tierra, la sobreexplotación, la deforestación, el pastoreo intensivo y el desperdicio del agua son malas prácticas que afectan directamente al clima y que inciden directamente en el hambre en el mundo también otra de las causas es la infraestructura para la irrigación es prohibitiva para la mayoría de los agricultores en los países en desarrollo. La falta de agua y de una infraestructura de instalaciones sanitarias son algunas de las mayores causas de hambre y desnutrición. El hambre no es contagiosa, pero en las regiones más pobres se transmiten degeneración en generación. El estado de la madre durante el embarazo, los cuidados y la nutrición en los primeros mil días del desarrollo de su bebé pueden llevar a un crecimiento adecuado o a graves secuelas y limitaciones para toda su vida. Es un círculo vicioso que se levanta como una gran barrera para el desarrollo futuro de una persona y de todo un país. Dicho de otra forma: “niños sin opciones se convierten en adultos sin opciones, que a su vez encuentran grandes dificultades para hacer progresar a sus propios hijos”. No sólo supone una vulneración de los derechos humanos y una cruel injusticia, sino que también supone una inmensa carga para los países que la sufren, que serán menos saludables y productivos en el futuro: con hambre, no hay futuro. La pobreza es la mayor causa de hambre en el mundo. Esto es cierto tanto en países ricos como en los pobres. La mayoría de aquellos que sufren de hambre viven sumidos en la pobreza extrema, que se define como la población que vive con un ingreso de 2 dólares o menos al día. El mayor grupo de personas sumidas en la extrema pobreza a nivel mundial son los pequeños agricultores en los países en desarrollo. Inestabilidad laboral. En los Estados Unidos y otros países con ingresos altos, el hambre es causada en su mayoría por la pobreza que genera la falta de trabajos o los bajos salarios. Las tasas de hambre aumentan cuando la economía nacional o local cae. Aquellos que han estado en prisión enfrentan discriminación a gran escala, lo cual hace difícil que encuentren empleo una vez entran nuevamente a sus comunidades. Escasez alimentaria y desperdició. La escasez alimentaria en los países en desarrollo es muy común. Las personas más afectadas son los pequeños agricultores y sus familias, quienes dependen de sus propios excedentes para sobrevivir entre las cosechas. El período anterior a una cosecha es conocido como la «temporada de hambre». Los alimentos de la cosecha anterior se terminan y las familias recortan sus comidas. Otra razón para la escasez de alimentos es que hasta un 40% de los alimentos cultivados en algunos países se pierde. Personas mueren de hambre en una región del país mientras que en otras regiones los habitantes disfrutan de comida en abundancia. Mercados inestables Bajó las condiciones estables éstas apenas son capaces de alimentarse a sí mismas y proteger a los miembros de sus familias del hambre. Los granos básicos, tales como el trigo, arroz y maíz comprenden la mayor ingesta de calorías de las personas que padecen de hambre en los países en desarrollo. En el año 2009, los precios de estos granos aumentaron al igual que lo hizo temporalmente el hambre, con un incremento de entre 50 a 100 millones de personas.. El hambre está amenazando la vida de millones de personas en todo el mundo, entre ellos, muchos niños y niñas de países como Sudán del Sur, Yemen, Etiopía y Madagascar, preocupan especialmente por las condiciones en las que se encuentran, con unos alarmantes niveles de desnutrición. En estos casos los niños son siempre los más vulnerables, y se enfrentan a una mayor probabilidad de sufrir desnutrición grave, con el consiguiente riesgo para su vida. Estas crisis también producen consecuencias irreversibles para toda la vida de los niños, lo que genera graves problemas de salud y desarrollo. Acabar con la pobreza en todo el mundo en poco más de una década es el mayor desafío al que nos enfrentamos, pero es posible. Muestra de ello son los grandes pasos que hemos dado en los últimos tiempos. Sin embargo, lo tenemos un poco más difícil que hace un año. La ONU ya ha advertido que las consecuencias de la pandemia podrían incrementar la pobreza en todo el mundo hasta afectar a 500 millones de personas más (lo que supone el 8% de la población mundial). Por ello es más importante que nunca que no perdamos el foco y sigamos trabajando en la consecución del ODS-1. Descubre a continuación 6 formas eficaces de luchar contra la pobreza. Acabar con el hambre y la malnutrición El hambre es a la vez causa y consecuencia de la pobreza. Esta es la razón por la que la erradicación del hambre encabeza nuestro ranking de formas de luchar contra la pobreza. Cobertura universal de la salud La construcción de sistemas de salud robustos, que permitan universalizar este derecho fundamental, y la puesta en marcha de mecanismos y programas de prevención, es otra de las formas eficaces de acabar con la pobreza. Adaptación al cambio climático Los desastres naturales –incrementados por los efectos del cambio climático– se traducen en pérdidas de cultivos, ganado e infraestructuras. Esto supone una reducción drástica de la producción de alimentos básicos. Esto incide directamente en la seguridad alimentaria de la población con menos recursos pero también en sus medios de vida. Para acabar con la pobreza, también es necesario que apoyemos a las poblaciones más empobrecidas a que reduzcan su vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático. Acceso universal a la educación de calidad Sabemos que la educación es la herramienta más importante para romper el círculo de la pobreza y supone un importante impulso para generar más y mejores oportunidades en la infancia y adolescencia. Garantizar el acceso a una educación inclusiva, equitativa y de calidad a todo el alumnado es el primer paso para poner en sus manos un futuro lejos de la pobreza y lleno de oportunidades. Aumentar la inversión en el desarrollo de regiones y comunidades empobrecidas La cooperación internacional o los proyectos de desarrollo son los mejores caminos para acabar con la pobreza. Este tipo de acciones a medio-largo plazo tienen por objetivo atajar sus causas desde diversos frentes. En Ayuda en Acción trabajamos codo a codo con las poblaciones beneficiarias, haciéndoles partícipes desde el primer momento de su desarrollo, detectando sus necesidades y poniendo en marcha un exhaustivo plan que revisamos cada tres años. Atajar la desigualdad de género La pobreza tiene rostro de mujer y la desigualdad de género es una barrera más que impide a las mujeres salir de la pobreza. La brecha de género a nivel educativo y salarial, el acceso a la propiedad de la tierra y a puestos de responsabilidad o la falta de participación de la mujer en la sociedad son algunos de los signos de esta desigualdad. Por ello, si queremos acabar con la pobreza no podemos (ni debemos) olvidar a las mujeres. Es necesario que se pongan en marcha políticas que rompan las barreras que limitan sus opciones de desarrollo. Sabemos que el hambre es evitable y que si no cambiamos nada, no alcanzaremos las metas de reducción del hambre. Además, nosotros pondremos en peligro el desarrollo de millones de personas y los avances logrados hasta ahora en la lucha contra el hambre amenazan con revertirse. La presión de la creciente demanda sobre recursos limitados en riesgo se está intensificando y los pobres encuentran cada vez más difícil acceder a los alimentos. El sistema alimentario está roto, ha entrado en una crisis que se ha hecho más visible. Una crisis económica, social y medioambiental que ya nadie niega. Una crisis que afecta a todo el mundo y penaliza a los países más pobres , a las poblaciones rurales, a los que viven en la pobreza y la vulnerabilidad, a las mujeres y los niños. Y eso nos deja con perspectivas preocupantes para el futuro. La erradicación del hambre requiere una multiplicidad de acciones. Los alimentos no son como cualquier otro bien, no puede ser objeto de especulación: la alimentación y la producción de biocombustibles no pueden entrar en competición. Los Estados deben asumir sus responsabilidades y diseñar políticas que cambien el rumbo actual. Desde una apuesta por la inversión pública en la agricultura a pequeña escala y por los sistemas locales de producción de alimentos, un compromiso ambicioso con la lucha contra el cambio climático y contra la degradación medioambiental que no esté condicionado por criterios Económicas, que incluyen la promesa de combatir la pobreza en el mundo, invertir en políticas sociales y fortalecer la protección social para que los más pobres satisfagan sus necesidades básicas como políticas justas de recaudación de impuestos. Se necesita de una nueva gobernanza internacional con reglas más justas, más transparentes y democráticas para un gobierno global por el interés común, que asigne los recursos de manera más eficaz. Es decir, un gobierno que no privilegia los intereses de las grandes empresas y regula a favor de las mayorías. El derecho a la alimentación debe estar en el corazón del nuevo sistema alimentario, con estrategias globales para combatir el hambre, marcos legales ambiciosos y el uso de subsidios, exenciones de impuestos que promuevan inversiones donde Se necesitan. Las inversiones privadas sostenibles y respetuosas de los derechos pueden ser catalizadores de innovación, generación de una economía inclusiva, sostenibilidad ambiental y reducción de la pobreza en los países en desarrollo.