COMITÉ EJECUTIVO 2019-2022 Secretario General Gustavo A. Ramírez Castilla Secretario de Organización Daniel Ruiz Cancino Secretario de Finanzas Luis Heredia Barrera Secretaria de Escalafón y Promoción María de Lourdes Hernández Jiménez Secretaria de trabajo y conflictos, previsión y asistencia social Elena de la Cruz Canché Manzanero Secretario de Comunicación y Prensa Milton Gabriel Hernández García Secretaria de Trabajo Externo Lidia Iris Rodríguez Rodríguez Córdoba 45 Col. Roma Alcaldía Cuauhtémoc, 06700, Ciudad de México Teléfonos: 55 5525 6350 y 55 5533 2118 www.snp-inahinvestigadores.org [email protected] Víctor Joel Santos Ramírez Efraín Flores López Claudia María López Pérez Alfredo Feria Cuevas Coordinadores Santos Ramírez Víctor Joel INAH 80 años construidos por sus trabajadores/Víctor Joel Santos Ramírez, Efraín Flores López, Claudia María López Pérez, Alfredo Feria Cuevas. – México: Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH, 2021. 570 p. ISBN: 978-607-99141-0-3 (Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH) Primera edición 2021 Imagen de portada: Alfonso Caso durante las exploraciones de Monte Albán (1931-1943). Fondo Alfonso Caso, IIA-UNAM Diseño editorial: Hernán García Crespo D. R. ©2021 Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH Córdoba 45; 06700 Ciudad de México [email protected] ISBN: 978-607-99141-0-3 Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito del Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica del INAH Impreso y hecho en México ÍNDICE PRESENTACIÓN 10 ÁREAS PRIORITARIAS PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO BIOCULTURAL DE BAJA CALIFORNIA 15 Enah Fonseca Ibarra PROYECTO ARQUEOLÓGICO VALLE DEL RÍO SÚCHIL, ZACATECAS Y DURANGO 53 Guillermo Córdova Tello y Estela Martínez Mora ESPEJOS DE VIDA Y MUERTE, PROCESOS CULTURALES EN EL CEMENTERIO MUNICIPAL DE COLIMA 65 Fernando González Zozaya HUASTECOS Y TOTONACOS, NUEVAS APORTACIONES DESDE LA ARQUEOLOGÍA A UNA VIEJA DISCUSIÓN 87 María Eugenia Maldonado Vite EL PROYECTO ORIGEN Y DESARROLLO DEL PAISAJE URBANO DE TAMTOC, A DIEZ AÑOS DE SU INICIO 109 Estela Martínez Mora y Guillermo Córdova Tello LAN-HA’: SU ESPACIO INTERNO Y SUS ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS, EN EL NORDESTE DE LA SIERRA GORDA QUERETANA María Teresa Muñoz Espinosa 143 TOLUQUILLA, LA MINERÍA PREHISPÁNICA Y SU EFECTO EN LA POBLACIÓN ANTIGUA EN QUERÉTARO, MÉXICO 179 Elizabeth Mejía Pérez Campos TRES TOPÓNIMOS SACROS EN HUAPALCALCO, HIDALGO 217 Alfonso Torres Rodríguez y Nadia Verónica Vélez Saldaña COATEPANCO “EL LUGAR DE LA MURALLA DE SERPIENTES”. UN CONJUNTO HABITACIONAL EN TEOTIHUACÁN 241 Claudia María López Pérez y Víctor Joel Santos Ramírez XIPE TÓTEC, PRESENCIA DE NUESTRO SEÑOR EL DESOLLADO EN TEHUACÁN-NDACHJIAN 259 Luis Alberto Guerrero Jordan LOS CUCHILLOS ROSTRO EN TEHUACÁN-NDACHJIAN 295 Noemí Castillo Tejero EL DON DEL HILO. LOS MALACATES PREHISPÁNICOS DE TULA 315 Susana Gómez Serafín CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO EDIFICADO DE TIZATLÁN Y TEPETICPAC, EN EL ESTADO DE TLAXCALA 363 Ramón Santacruz Cano y Aurelio López Corral ESTUDIO DE LOS RESTOS PALEOETNOBOTÁNICOS DE LA CIUDAD DE TULA Nadia Verónica Vélez Saldaña 391 ÁMBAR Y HULE EN EL INTERIOR DEL TLALOCAN, TEOTIHUACÁN: SECRECIONES VEGETALES SAGRADAS 421 María Susana Xelhuantzi López y José Luis Alvarado PERSONAS DIVIDUALES EN EL ARTE RUPESTRE DE LAGUNA MENSABAK, SELVA LACANDONA 457 Josuhé Lozada Toledo CHICOASEN II, CHIAPAS. UN PROYECTO RELEVANTE 473 María Rebeca Yoma Medina ZONA ARQUEOLÓGICA DE LAGARTERO, MUNICIPIO LA TRINITARIA, CHIAPAS 483 Sonia E. Rivero Torres ARQUEOLOGÍA DE LAS MISIONES DE BAJA CALIFORNIA SUR 509 Alfredo Feria Cuevas LOS ACERVOS MUSEÍSTICOS EN EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN. EL CASO DEL MUSEO REGIONAL DE GUADALAJARA 531 Daniel Ruiz Cancino LAS SECCIONES DE CATÁLOGO Y MUESTRARIOS DE LA DSA-INAH 543 Alejandro Meraz Moreno, María Trinidad Durán Anda y Lignaloé Neri Colin ACERCA DEL HALLAZGO DE RESTOS ÓSEOS EN CUEVAS Javier Omar Ruiz Gordillo 563 315 EL DON DEL HILO. LOS MALACATES PREHISPÁNICOS DE TULA Susana Gómez Serafín Centro INAH Morelos Resumen – Los malacates que son referidos en este artículo son utensilios que presentan bellos relieves con Figuras geométricas o florares, caras humanas o animales, calaveras, Figuras de perfil y otros no tienen Figura alguna. Estas piezas son de diferentes tamaños y sirvieron junto con el huso, que es su complemento indispensable, para hilar fibras como el algodón (blanco o coyuchi), el agave (henequén, maguey o pita sisal) y el chichicaxtle (atzitzicaztli). El objetivo de este trabajo es dar a conocer la gran variedad de malacates que se han utilizado a través del tiempo en el importante asentamiento prehispánico Tula, Hidalgo, y con ello, la relevancia que tuvo el hilado y en general, el trabajo textil en la sociedad tolteca. Actividades femeninas de la sociedad prehispánica ntre todo el utillaje tecnológico, los malacates no sólo constituyen la expresión directa de la producción del hilado, sino que a la par de ello, son manifestaciones particulares del microcosmos, vehículos de símbolos y mensajes que permiten al grupo social que los produce y que trabaja con ellos, tener una más íntima y estrecha relación. Son formas de interacción que devienen en una identificación de los valores aceptados por medio de códigos o representaciones antropomorfas, zoomorfas, fitomorfas o geométricas que se relacionan con el mundo de creencias de una comunidad por lo que Horcasitas, Ford y Ford (1961) sostienen que los malacates: E Son restos de un pueblo que deseaba unir su vida diaria a su intensa vida ceremonial, de una sociedad que quiso reflejar su concepto del arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores universo hasta en los objetos más sencillos. En los malacates hallamos parte de la clave de su filosofía o razón de ser.1 Si bien el malacate es el huso, devanador o varilla de madera (denominado en náhuatl tzaualoni) que se inserta en el contrapeso, éste no suele subsistir en los depósitos arqueológicos por el tipo de materia prima con la que se confecciona; así que al que comúnmente le llamamos malacate2 es al contrapeso, por ser la evidencia directa de la actividad de hilatura. El malacate es propiamente el contrapeso y dependiendo del peso o grueso del hilo se podían emplear dos a la vez, ya fuera que se colocaran ambos en el extremo inferior o uno en la zona distal y otro en la proximal de la varilla. Los objetos que se han conservado fueron mayoritariamente manufacturados de barro, aunque también se tienen malacates de piedra como el ejemplar encontrado en Chichén Itzá y varios en Xochicalco.3 Como complemento del huso y el malacate, en ocasiones se contaba con el tzaualcaxitl4 que era una vasija de pequeñas dimensiones, generalmente entre 7 a 8 cm de diámetro, aunque también se podía emplear un tepalcate cóncavo, una jícara o una piedra cóncava que servían para colocar el extremo inferior del huso sobre ellos y hacerlo girar. Otro componente que suele asociarse con el trabajo de las hilanderas es el tenate o canasto de palma o ixtle, en donde se guardaban todos los implementos para hilar, junto con el tizatl5 o greda blanca (tierra de diatomeas) que ayuda a que el huso no se resbale y gire mejor, colocándolo en la base del tzaualcaxitl y en los dedos de la hilandera con el propósito de hacer girar la hebra del hilo. Si bien la actividad de hilar en Mesoamérica está principalmente asociada a las mujeres, no se debe descartar que también los hombres tuvieran habilidades y deseos para efectuarla e incluso, quizá la hicieran por tener alguna minusvalía que no les permitiera dedicarse a los trabajos que se han reportado socialmente como masculinos; lo ante1 HORCASITAS, FORD y FORD, 1961, p. 139. 2 Proviene de la raíz malacatl= huso: hacer girar una cosa. 3 HERNÁNDEZ y PENICHE, 2008, p. 199. La Arqueóloga Silvia Garza me ha mostrado unos malacates hechos con piedra procedentes de la zona arqueológica de Xochicalco (comunicación personal, 2019). 4 Palabra compuesta por tzaua= hilñar; caxitl= cajete o vasija. 5 SAHAGÚN (2000) refiere que el tizatl era el material que las mujeres empleaban para hilar. Es una calcita, que mezclada con otros pigmentos, sirve para encalar las paredes o las piedras. 316 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula rior descansa también en el hecho de que algunos esqueletos prehispánicos masculinos se enterraron junto a un malacate, quizás el malacate con el que desempeñaban sus labores de hilatura. Es indispensable señalar que la sección proximal del malacate es la que se coloca en la parte superior y generalmente es la más ancha en tanto la distal o inferior será la afilada o más delgada. El malacate (contrapeso) se pudo colocar en la parte superior, en la inferior o al centro de la varilla y esta última pieza pudo haber tenido una muesca en su parte superior para ensartar el hilo y pasarlo por abajo del malacate con el fin de sostenerlo, o simplemente encajar el malacate en la varilla y comenzar a girarlo (Figura 1). Figura 1. Tipos de contrapesos o malacates con varilla. En el campo arqueológico, salvo algunas excepciones, los malacates no pasaban de ser referidos como objetos misceláneos, posiblemente por su escasa frecuencia o porque no se les daba el lugar que debían ocupar dentro del conjunto de utillaje productivo.6 En la historia del estudio de estos 6 Como ejemplo de la poca importancia que se le ha dado al malacate como objeto diagnóstico, baste mencionar que en la publicación de los cinco volúmenes denominados La producción alfarera en el México antiguo que analizan tanto por temporalidad como por regiones geográficas la evolución de la cerámica mesoamericana, son escasas las referencias a estos artefactos. 317 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores instrumentos, al parecer fue Weitlaner7 quien hizo la primera investigación conocida sobre malacates y posteriormente Franco8que efectúa una tipología pionera con malacates procedentes de Tula, Hidalgo, fechándolos para el periodo Mazapan9 de acuerdo a sus características, tanto de estilo como de forma. Posteriormente se desarrolla otro trabajo de clasificación que podríamos considerar con mayor depuración, hecho por Mary H. Parsons con malacates obtenidos sobre la superficie del valle de Teotihuacán.10 En la actualidad existe más interés por estos artefactos y ello se hace evidente por el número de estudios que se pueden consultar. Así, en un trabajo de Ocotelulco, Tlaxcala, que presenta Llano Sotelo (web, s.f.) sobre 112 malacates, menciona que los que pesan entre 10.5 y 20 gramos fueron destinados para hilar, principalmente, la fibra de maguey, aunque también pudieron hacerlo con la de algodón, en tanto que los que están entre 5 y 15 g fueron utilizados exclusivamente para hilar el algodón. Parsons (1972: 79) ya había referido que los malacates ligeros que servían para hilar algodón pesaban menos de 10 g, en tanto que los que se utilizaban con fibras duras tenían un diámetro total más grande y eran más pesados ya que estaban entre los 10 y 140 g. Un punto de vista interesante es el de Biese (1960: 66; citado en PARSONS, 1972) quien sostiene a partir de los malacates recuperados en Panamá Viejo, que no es importante el tamaño del malacate ya que pueden hilarse fibras de distinto material y diferente dureza con un mismo malacate, planteamiento que también es referido por Cossich (2008) al mencionar que cuando entrevistó a dos tejedoras dedicadas desde hace setenta años a esa actividad, coincidieron en decir que el grosor de la fibra hilada es controlado por quien lo hila ya que “pueden hacer el hilo flojo o apretado según los gustos, por lo que se puede hilar tanto algodón como maguey con un mismo malacate” (Ibíd., 1065). Dentro de la sociedad laboral del centro de México en la época prehispánica, la mujer desempeñaba variadas funciones que, al momento de nacer, eran determinadas por el tonalpouhque, quien por medio del tonalámatl 7 Referido en NOGUERA, 1975, pp. 188-193. 8 FRANCO, 1956. 9 Corresponde a la actual fase Tollan que va de 1000 a 1200 dne, y corresponde a la etapa de máxima expansión política, comercial y de crecimiento demográfico, En época de Vaillant, que fue asumido también por Acosta, se le llamó período Mazapan o Tula-Mazapa. 10 PARSONS, 1972, pp. 45-79. 318 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula (códices adivinatorios) indicaba bajo que signo calendárico había nacido. Además de desempeñar funciones productivas, como las de ser tlacualchiuhqui (cocineras públicas), cihuanahualli (hechicera) y temixiuitiani (parteras), las mujeres también fungían con otros cargos públicos y políticos que han sido referidos en los códices prehispánicos y posteriormente por los cronistas españoles que hacen mención de las cihuatlatoani y huey cihuatlatoani (mujeres gobernantes en diferente grado), las cihuatamacazque (sacerdotisas),11 y las cihuatlacuilo (escribas de las pictografías históricas), entre otras. En la época de la peregrinación desde Aztlán, también desempeñaron las funciones de teomamaque (cargadoras de dioses) al transportar el tlaquimilolli12 hasta la tierra prometida como se puede observar en la Tira de la Peregrinación. Fibras para hilado Entre los materiales reportados en contextos arqueológicos mesoamericanos, se pueden mencionar las plantas de fibras duras como la palma (Brahea dulcis), conocida como zóyatl, al ixtle de maguey o metl (Agave salmiana, Agave mapisaga), al henequén (Agave fourcroydes); otras fibras que se extraían del tallo o del líber son la ortiga de agua, mala mujer o atzitzicaztli o chichicaxtle (Urticaria caracasana)13 y el cáñamo indio o yerba de perro, también conocida como apocyna (Apocynum cannabinum L.). Además, en algunas cuevas secas en Chihuahua, Tamaulipas y Coahuila, se reporta que los textiles se hicieron usando la yuca (Yuca treculeana y Yuca carnerosa- 11 ALBERTI MANZANARES, 1994, p. 174. La autora menciona que fue al parecer a partir del reinado de Itzcóatl, durante los años de 1427 a 1440, que se instituye el sacerdocio femenino. Entre sus funciones estaba enseñarles a las mujeres que ingresaban los cantos, la preparación de ofrendas y el tejido de las prendas sagradas especiales, entre otras actividades. 12 Bulto sagrado o relicario que al parecer contenía la personificación de la deidad tutelar, ya fuera algún hueso, o piedras. 13 Ya desde 1552 con el primer tratado de las plantas americanas del medico indígena Martín de la Cruz y su transcripción al latín hecha por Juan Badiano conocida como Códice de la Cruz-Badiano, se identifica esta planta como atzitzicaztli o Urtica chichicaztli, y en su época el protomédico Francisco Hernández (2015) identificó esta planta como atzitzicaztli y comentaba que “la corteza de los tallos se maja, se hila como lino, y se hacen de ella vestidos no diferentes ni inferiors a los fabricados de éste”. Kirsten Johnson menciona que esta especie de chichicastle fue identificada por el botánico Francisco Miranda. 319 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores na),14 mientras que las fibras blandas eran obtenidas del algodón blanco o ichcatl (Gossypium hirsutum L.)15 y del algodón café o coyoichcatl, también conocido como coyuchi (Gossypium microcarpum). En el estado de Morelos, en dos cuevas de la región de Ticumán, se encontraron varios textiles en depósitos arqueológicos del Formativo Medio y Tardío y las fibras analizadas arrojaron la identificación de otros materiales, entre los que se halló la fibra de tallo de una hierba (Panicum aff. bulbosum); la fibra de la corteza de un árbol (Guazuma ulmifolia), conocido como cuaulote en náhuatl; la fibra de la hoja de una planta epífita de la familia de las Bromelias (Tillandsia sp.), la fibra de la semilla de algodón (Gossypium sp.) y finalmente con la mayor frecuencia las fibras del agave o maguey (Agave sp.).16 Últimamente se ha descubierto en materiales arqueológicos analizados por Xhelhuatzin, Alvarado y Sánchez17 la presencia de otras fibras hechas con las especies de Palo Mulato (Bursera simaruba), (Cordia sp. y Ehretia tinifolia), de Jatropha urens y Sapium spp, de Eliocarpus donell-smithii de Acacia cornigero, Brosimun alicastrum, Ficus spp, Morus spp y Throphis racemosa así como Trema micrantha y Ulmus mexicana y por último Myriocarpa spp y Urera spp. No obstante, los restos más tempranos de evidencias arqueológicas de textiles que posiblemente no fueron hilados con huso y malacate y no se emplearon en la vestimenta, son fragmentos de mecate y de red que proceden de la cueva de Guilá Naquitz, en el valle de Tlacolula, Oaxaca, en donde estos incipientes trabajos de hilatura corresponden a la etapa prehistórica que va de 7000 a 5000 antes de nuestra era, por lo que De Ávila sugiere la posibilidad de que: la diversidad textil refleje el hecho que los grupos otomangues fueron la primera filiación que comenzó a procesar fibras vegetales de manera intensiva en Mesoamérica […] En el escenario que vislumbro con base en los datos arqueológicos y lingüísticos, la alta diversidad de técnicas textiles documentadas entre los grupos otomangues contemporáneos puede haber sido facilitada históricamente por un tiempo más largo de familiaridad y experimentación de sus antepasados con el tejido que otras progenies mesoamericanas. La hipótesis podría explicar al 14 Weitlaner, 1976, p. 441. 15 Mastache, 2005, p. 22. 16 Vargas, 2011, p. 79. 17 XHELHUATZIN, ALVARADO y SÁNCHEZ, conferencia inédita, 2019 (proporcionada por SÁNCHEZ F., febrero, 2019). 320 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula mismo tiempo la fuerte orientación afectiva y simbólica hacia el textil de los pueblos otomianos, como la atestiguaron algunos comentaristas coloniales.18 El algodón de árbol conocido en náhuatl como quauhixcatl, era al parecer el que se empleaba para confeccionar el ichcahuipilli,19 pero no descartamos que también el algodón del fruto del pochote o pochotl (Ceiba aesculifolia, Ceiba petandra), también fuera posiblemente empleado para rellenar los ichcahuipilli y el ehuatl;20 es factible que igualmente sirviera para rellenar otras almohadillas ya que es un material que no se puede torcer para hilar, pero es una fibra ligera, flotante y resistente al agua. Simbolismo de los diseños en los malacates Peniche (2008) analiza un total de 191 malacates de la península de Yucatán a partir de las categorías métricas, morfológicas e iconográficas. El primer atributo incluye el diámetro de la pieza, su altura, diámetro de la perforación central, peso y su forma. Sus decoraciones se hicieron por medio de incisiones en la parte central del cuerpo y en algunos más por medio de sellos estandarizados que tienen representaciones simbólicas. Interesante es la mención sobre el que no hayan sido utilizados dichos malacates, lo que le hace proponer que sólo tuvieron un uso ceremonial.21 En este mismo trabajo cita la decoración simbólica presente en los malacates y refiere que hay: • • • Malacates empleados para hacer un textil relacionado con el sacrificio al sol: Corazón seccionado a la mitad con torrente de sangre de donde brotan chalchihuites (sangre sacrificada) y volutas de humo, piedras preciosas y plumas de águila. Malacates con representación del ojo de Venus y plumas de águila: asociados con los rituales de sacrificio. Malacates con la representación del planeta Venus con greca escalonada y plumas de águilas, también ligados a la nobleza y a los rituales de sacrificio. 18 DE ÁVILA (consultado en la web). 19 Coraza o cotón de algodón acolchonado y endurecido con salmuera que utilizaban los guerreros. 20 Cuero sin curtir que se ponían los guerreros sobre el anterior chaleco y que también era hecho con algodón acolchonado. 21 LLANO SOTELO, pp. 42-43. 321 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Los anteriores presentan motivos simbólicos por lo que pueden ser considerados como objetos sagrados, como ha indicado Llano para los malacates de Ocotelulco, reflexionando en que estos utensilios representan una hierofanía ya que manifiesta “una situación del hombre con relación a lo sagrado” 22. Por su lado Llano identifica los siguientes motivos iconográficos presentes en los malacates y menciona la asociación que tienen con alguna deidad; así, la flor significa lo bello y alegre; el sapo representa al dios Tlaltecuhtli “señor de la tierra”. La rana era la diosa del agua; la lechuza o búho se asocia con los dioses de las horas del día en donde la lechuza aulladora simboliza a Teoyoamiqui (guerrero muerto) y la lechuza con cuernos a Tezcatlipoca o Yoalehecatl, el viento de la noche.23 El algodón sin hilar que se simboliza por un conjunto de líneas ondulantes representa a Tlazolteotl.24 Los rayos de sol se Figuran en forma triangular o con círculos concéntricos y, de acuerdo con Castillo, “su esplendor es representado por ondas que circundan todo el malacate”25 por lo que es el patrón de los guerreros y el dios solar, Tonatiuh, que a su vez se relaciona con Huitzilopochtli y Tezcatlipoca.26 Las plumas de águila que son el referente de preciosidad y riqueza, son diseñadas en forma rectangular u ovalada y con medio círculo, o líneas paralelas o ganchos que simulan el raquis de la pluma. El águila simboliza al sol y al guerrero celeste, por lo que se asocia con el sacrificio. Venus como estrella matutina o vespertina se asocia a Quetzalcóatl y a Xólotl esto es, a la fertilidad pluvial, a la guerra y al sacrificio. El xonecuilli, que es diseñado en forma de S en posición horizontal, se asocia a Cihuateteo, Itzpapalotl y Xochipilli, así como con Tláloc ya que su cuchillo curvo representa los rayos que suele portar esta deidad en una de sus manos.27 Los ojos estelares son el símbolo de la estrella nocturna por lo que representan a “la noche, la oscuridad y el trance ritual”28. El quincunce está diseñado con cuatro u ocho secciones en el cuerpo del malacate y simboliza 22 Ibíd., p. 45. 23 Ibíd., p. 47. 24 Ibídem. 25 CASTILLO TREJO, 2000, p. 77, tomado de LLANO, web: 48. 26 LLANO, op. cit., Llano, p. 48. 27 Ibíd., pp. 46-50. 28 Ibíd., p. 50. 322 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula la concepción en que las culturas prehispánicas dividían el espacio geográfico de su universo. El remolino xicalcoliuhqui (jícara torcida) representa la piel de reptil o de serpiente que alude a la superficie de la tierra con sus lagos, manantiales y ríos. Está asociado a los linajes nobles. Este diseño simboliza a Cipactli o monstruo de la tierra por lo que se relaciona con el inframundo y con el señor de la tierra (Tlaltecuhtli), con Itzpapalotl y con Tláloc. Las diosas de la tierra son Chicomecóatl (diosa de los mantenimientos), Chalchiutlicue (diosa de las aguas) y Coyolxauhqui (la de cascabeles en el rostro), entre otros.29 Los chalchihuites se simbolizan con uno o más círculos concéntricos. Si es uno sólo representa la sangre o el agua y si son cuatro juntos simbolizan día o tonalli. El corazón se reconoce por la prominencia ondulada en la parte superior y era concebido como centro vital y órgano de la conciencia; pero el corazón chorreante era sacrificio. La voluta de humo se Figura con líneas ondulantes. Propone que los malacates con huellas de uso con significado simbólico reflejan a las principales deidades mientras que los malacates que no tienen huellas de haberse utilizado se refieren a ritos de sacrificio y ofrenda de corazones, sangre y humo. En otra línea interpretativa Brumfield (2001) puntualiza que: Los atributos decorativos de malacates pueden indicar el apego de las mujeres a sus identidades como productores de textil. En muchas regiones del mundo, los artefactos decorados sirven como fuentes de identidad de género y reivindicaciones de género al poder.30 A pesar de la amplitud del estudio anterior, no se menciona ningún malacate con la representación de la Figura humana o animal por lo que retomamos el estudio de Von Winning (1993), quien, a partir del análisis de 28 malacates “en su mayoría de Culhuacán; los demás, de sitios en el Valle de México”,31 comenta que los malacates de cerámica fueron hechos con moldes y perforados al centro antes de la cochura, aunque se conocen escasos moldes para su manufactura, lo que le hace suponer que éstos fueron destruidos después de haber sido utilizados. Las descripciones que refiere corresponden a las siguientes representaciones: 29 Ibíd., p. 52. 30 BRUMFIELD, 2001, p. 71. 31 VON WINNING, 1993 p. 1. 323 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores − − − − Malacates con rostros humanos vistos de frente. Malacates con caras estilizadas con dientes puntiagudos. Malacates con dos, tres o cuatro cabezas diferentes en perfil. Malacates con dos cabezas humanas similares y con diseños naturalistas. − Malacates con Figuras humanas de cuerpo entero. Sobre los anteriores diseños, Von Winning (1998) enfatiza que “en lo particular llaman la atención los diferentes rasgos faciales que sugieren que puede tratarse de personajes históricos, cuyas posiciones jerárquicas quedan expresadas por los tipos de tocados”. Malacates de Tula, Hidalgo La tipología para analizar los malacates de Tula se hizo a partir de un total de 573 piezas, de los cuales el 94% son productos de exploraciones arqueológicas y el resto recolectado en la superficie del asentamiento (Tabla 1, Figura 2). Para su estudio se consideraron los atributos físicos y decorativos. Entre los diagnósticos físicos se tomó el peso del objeto, la forma general del malacate, el color del acabado, el diámetro total y el diámetro del centro. UNIDAD DE EXPLORACIÓN TOTAL PORCENTAJE Pozo 32 153 26.7 Pozo 30 39 7 Taller de Obsidiana 48 8 Pozo 40 22 4 Nopalera 82 37 6 A-C 17 3 Cala 2 4 1 Pila 24 3 1 Pila 23 5 1 Pozo 27 6 1 Pozo 38 3 1 Pila 8 1 0 Plazas 81 11 2 324 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Área B 15 3 Pozo 26 9 2 Pozo 33 2 0 Pozo 22 1 0 Pozo 7 1 0 Pozo 8 1 0 Pozo 39 2 0 Pozo 29 8 1 Superficie general del Museo 34 6 Montículo 1 (M. 80) 79 15 Montículo 2 (M. 80) 10 2 Pozo 1 (M. 80) 3 1 Pozo 13 (M. 80) 2 0 Pozo 14 (M. 80) 14 2 Pozo 15 (M. 80) 14 2 Pozo 16 (M. 80) 29 5 Total de malacates 573 100% Tabla 1. Cuantificación de malacates presentes en las unidades de excavación y su porcentaje relativo. Figura 2. Gráfico que muestra el porcentaje de malacates por unidad de excavación. 325 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Si bien existe un acuerdo entre los estudiosos respecto a que los malacates se clasifican en tamaños, en donde los pequeños son para hilar el algodón y los grandes para hilar las fibras duras,32 también afirman que el peso de los malacates pequeños está entre los 10 g o menos y tienen un orificio central de 2 a 4 mm, mientras que los malacates grandes pesan arriba de 10 g con un diámetro del orificio de 6 a 12 mm.33 Características ornamentales Los atributos decorativos fueron clasificados como antropomorfos, fitomorfos, geométricos, zoomorfos. Las técnicas decorativas aplicadas en algunas piezas consistieron en un trabajo de filigrana, especialmente en los objetos mexicas, en otros, en un fino relieve, o en un sellado o achurado, y en algunos casos se pintaron en seco con algún óxido metálico (pintura fugitiva) y en otras se les aplicó un diseño con asfalto combinado con algún otro diseño esgrafiado. La mayoría de las técnicas decorativas se emplearon después del cocimiento del objeto, aunque en algunos se imprimió un diseño precocción. Sobre algunos se realizó un fino pulido logrando con ello un lustre de diversas intensidades. Debido a que no hay estudios recientes sobre los malacates de Tula, se consideró el trabajo documentado por J. L. Franco (1956) relacionado con estos artefactos y como apoyo se han contemplado las investigaciones de Ekholm (1944), Parsons (1972) y Parker (1952). Así, se puede mencionar que se cuenta con tipos diversos de malacates, que, de acuerdo con las anteriores tipologías, se han clasificado en Tipo I, Tipo III, Tipo A-1 y A-3, Tipo A-2, Tipo B-1, Tipo B-2, Tipo B-3, Tipo 2 de Parker, Tipo 3 de Parker, Tuxcacuesco, Tejo y desconocido. Los totales de cada tipo se muestran a continuación (Figura 3). 32 Como ya se refirió también hay voces disidentes sobre este asunto. 33 BRUMFIELD, 2001, p. 66. 326 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Figura 3. Gráfico que indica el total por tipo de malacate reportados en Tula. Siguiendo la tipología que propuso Parsons (1972: 48), para el valle de Teotihuacán se dividieron los malacates en varios grupos a partir de la técnica decorativa destinada a la zona de diseño;34 por tanto, por la similitud que los malacates de Tula tienen con el grupo I de Parsons en cuanto a los atributos técnicos y decorativos, he agregado otras letras ya que se han encontrado más variantes de este tipo. Tipo I. Generalidades Se cuenta con un total de 75 objetos de este tipo, considerando todos los grupos que contiene. Si bien son muy semejantes debido a que sus formas son cónicas, troncocónicas y semiesféricas, estos malacates no fueron hechos con moldes estandarizados, ya que tienen distintos diámetros y pesos. A las formas ya mencionadas hay que agregar que algunos de ellos tienen su sección proximal abombada o convexa, mientras que otros sólo la tienen plana. Pero ningún malacate de este tipo tiene la decoración en su sección proximal. En el caso de los malacates de Tula de tipo I, no encontramos todos los grupos mencionados por Parsons (1972) ya que en la muestra no hubo I-B, I-C ni I-H. El color superficial de estas piezas es café y café oscuro casi negro. 34 Si bien Parsons (1972: 48) menciona que el Tipo I tiene cinco grupos que en teoría deberían ser del A al E, ella menciona y describe ocho grupos que van del A al H. 327 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Tipo I, grupo A Aun cuando no es el más abundante en la colección de malacates, ya que sólo se tienen 25 piezas, unas con cuerpo cónico y otras semiesféricas, es muy vistoso, ya que su tono superficial es café oscuro pulido y su decoración es muy precisa y fina. El peso de estos malacates varía de 16 a 39 g, siendo más abundantes los que tienen 24 g. Los diámetros totales de las piezas oscilan entre 4.1 y 3 cm, mientras que el diámetro central está entre los 7 a los 4 mm. Los diseños que tienen son muy semejantes entre sí, aunque poseen unas pequeñas variantes que como algunos de ellos presentan el diseño de greca escalonada o xicalcoliuhqui está con un fino punteado y en otros, con una delicada retícula en donde visualmente parece que las grecas fueron delineadas en blanco y engarzadas con otras grecas con retícula o punteado oscuro (Figura 4). Figura 4. Malacates del tipo I, grupo A. Tipo I, grupo D Solamente se obtuvieron cinco ejemplares con cuerpo cónico que tienen un diámetro total que va de 4 a 3.2 cm, en tanto que su diámetro central u orificio está entre los 5 a 9 mm. Estas piezas pesan entre 21 a 30 g. El dise- 328 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula ño de estas piezas consiste en el corte transversal de un caracol delineado sobre un fondo finamente picado al que le siguen paneles lisos delineados con franjas que separan nuevamente el diseño de caracol. El esquema no incluye todo el frente de la pieza, ya que se limita exclusivamente a su sección central (Figura 5). El diseño que estas piezas presentan es el llamado ‘caracol cortado’, que es la representación del ápice de la trompeta-caracol (Strombus gigas) o joyel del viento que simboliza a Quetzalcóatl, por lo que se relaciona con el agua y por tanto, con la fertilidad. Figura 5. Malacates del tipo I, grupo D. Tipo I, grupo E Está representado por quince malacates de cuerpo cónico y semiesférico que tienen un diámetro total entre 3.7 y 2.4 cm mientras que su diámetro central oscila entre 7 a 5 mm, con un peso que va de 41 a 14 g. El diseño está compuesto de anillos concéntricos tanto arriba como abajo del motivo principal que consiste en flores o xonecuillis en posición horizontal (excepto uno que tiene un panel de este colocado en posición vertical). Carecen de panel vertical divisorio y estampado ya que el diseño está efectuado sobre una zona pulida. Los xonecuillis y las flores fueron estampadas (aplicadas con sello) mientras que los anillos concéntricos se hicieron de forma incisa precocción (Figura 6). 329 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 6. Malacates del Tipo I, grupo E. Tipo I, grupo F Solamente tenemos un ejemplar. No se tiene la certeza, pero posiblemente corresponda a un molde. Esta pieza tiene un diámetro total de 3.2 cm y un diámetro central de 4 mm y su peso es de 14 g. Carece de decoración, por lo que es probable que sobre él se haya colocado la pasta para darle forma al malacate y posteriormente se rellenara hasta concluir el lado proximal (Figura 7). Figura 7. Molde de Malacate del Tipo I, grupo F. 330 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Tipo I, grupo G Se tienen dos ejemplares de cuerpo semiesférico, aunque desgastados y rotos: uno de ellos, como puede observarse en la Figura que le acompaña, es de gran tamaño, ya que tiene 4.3 cm de diámetro total, aunque su orificio central tiene 5 mm, pero tiene un peso relativamente alto ya que es de 53 g. La decoración de estas piezas es a partir de dos paneles delimitados por una línea esgrafiada con poscocción a cada lado que presentan punteados algo toscos y en los otros dos paneles lisos tiene una variedad de doble antena. Este diseño se complementa con una franja de doble línea lisa y otra punteada, tanto en su extremo distal como el proximal (Figura 8). Figura 8. Malacates del Tipo I, grupo G. Tipo I, grupo H Se tienen nueve piezas con cuerpo semiesférico y cónico que tienen un diámetro total entre 3.7 a 4.8 cm, en tanto que el diámetro central fluctúa entre 5 a 11 mm con un peso que va de 27 a 47 g. La parte proximal del malacate tiene una terminación convexa. El diseño es de dos xicalcoliuhquis semejantes a los que presentan los chimalli de algunos guerreros mexicas (Figura 9). 331 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 9. Malacate del Tipo I, grupo H. Tipo I, grupo I Sólo son tres ejemplares con cuerpo cónico y la superficie proximal ligeramente convexa. El diámetro total de estas piezas está entre 3.4 a 3.6 cm con un orificio central de 7 mm y un peso que va de 20 a 26 g. Pudiera estar en la categoría I-A de Parsons (1972) ya que este grupo presenta diseños geométricos rodeados de áreas estampadas; sin embargo, el diseño específico no se registra en esa clasificación por lo que decidí ingresar una nueva, en este caso la I-I. El diseño tiene dos anillos concéntricos, un par en la zona distal y otro par en la proximal, que permiten delimitar el panel del diseño que consiste en dos motivos: un esquema es a partir de un fino panel punteado en donde se trazaron cuatro círculos concéntricos, que con el círculo u orificio central del malacate forma el quincunce. El otro diseño es semejante, pero tiene dos paneles lisos que separan la franja del punteado por pequeñas líneas verticales y tiene sobre la zona punteada cuatro círculos más el orificio del malacate por lo que también se representa el quincunce, que representa la división cosmogónica del universo prehispánico, por ello no es sorprendente que uno de los malacates aun tuviera pintura azul tanto en los círculos concéntricos como en el estampado de puntos. Las disposiciones geométricas de sus puntos permiten definirlos como un diseño de quincunce, del símbolo cosmogónico, en donde el orificio central 332 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula del malacate juega el papel del quinto elemento de los rumbos del universo mesoamericano (Figura 10). Figura 10. Malacates del Tipo I, grupo I. Tipo I, grupo J Sólo se tiene un ejemplar de cuerpo cónico que tiene un diámetro total de 3.5 cm con un diámetro central de 7 mm y un peso calculado en 24 g. El grupo I-J es semejante al I-I; la única diferencia radica en que, en vez de tener anillos concéntricos, presenta una flor trabajada con una fina incisión sobre una zona pulida. Su forma también presenta su extremo proximal de forma convexa (Figura 11). Figura 11. Malacate del Tipo I, grupo J. Tipo I, grupo L Está caracterizado por tres ejemplares que tienen cuerpo cónico y semiesférico un diámetro total entre 3.6 a 2.4 cm con un diámetro central de 6 a 4 mm y un peso de 20 a 7 g. Sólo una pieza tiene una línea concéntrica en 333 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores su sección proximal y dos en la distal, en tanto que los otros dos ejemplares tienen un círculo en la zona distal y sólo uno es rematado con dos líneas concéntricas en la sección proximal. Tiene una superficie pulida de color negro. En la zona del diseño presenta solamente pequeñas flores de siete petalitos, que fueron hechos con sello (Figura 12). Figura 12. Malacates del Tipo I, grupo L. Tipo I, grupo M El único ejemplar presente en la muestra que es de forma semiesférica tiene un diámetro total de 3.5 cm con un orificio de 3 mm y un peso de 25 g. Tiene un diseño muy rudimentario de doble línea precocción incisa que forma grecas. En la zona distal remata con un círculo concéntrico que tiene líneas radiculares que convergen en el orificio del malacate (Figura 13). Figura 13. Malacate del Tipo I, grupo M. Tipo I, grupo N Sólo se tiene un ejemplar de forma semiesférico cuyo diámetro total tiene 2.2 cm y un orificio de 5 mm, con un peso de 20 g. El diseño de este grupo 334 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula consiste en un panel de triángulos rectángulos y escalenos encontrados, unos lisos y otros punteados. Ese panel está enmarcado por una línea concéntrica incisa hacia el extremo proximal y dos líneas concéntricas a mitad de cuerpo, hacia el extremo distal (Figura 14). Figura 14. Malacate del tipo I, grupo N. Tipo I, grupo O Este único malacate, también con cuerpo semiesférico, tiene un diámetro total de 2.9 cm y un orificio de 5 mm, con un peso de 20 g aproximadamente, calculado a partir del cuarto de pieza con la que se cuenta. Tiene un diseño de panel enmarcado por dos líneas incisas hacia el costado distal y sólo una hacia el proximal; al centro del panel se trazaron motivos fitomorfos ya que son mazorcas de maíz saliendo del totomoxtle (Figura 15). Figura 15. Malacate del Tipo I, grupo O. 335 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Tipo I, grupo P Este único malacate es de forma cónica y con su superficie proximal ligeramente convexa. Tiene 3.6 cm de diámetro total y un orificio de 6 mm, con un peso de 20 gr. Su decoración consiste en un sencillo panel de dos líneas concéntricas arriba y abajo del diseño central que consiste en un punteado (Figura 16). Figura 16. Malacate del Tipo I, grupo P. Tipo I, grupo Q También de este grupo sólo se tiene un fragmento del ejemplar de forma cónica con su superficie proximal convexa. Cuenta con un diámetro total de 3.5 cm y un orificio al parecer de 8 mm y un peso de 27 g. Su diseño consiste en un panel central en el que se trazó un diseño consistente en un elemento semejante a unas vírgulas que fueron pulidos y el resto del panel se punteó o picó (Figura 17). Figura 17. Malacate del tipo I, grupo Q. 336 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Tipo I, grupo R Otro grupo del cual sólo se tiene un ejemplar. Es de cuerpo cónico con su superficie proximal convexa. Consta de un diámetro de 3.5 cm con un orificio de 7 mm y un peso de 28 g. Su diseño consiste en una cenefa en la parte proximal a partir de líneas poco profundas en diagonal, que fue separada, hacia el extremo distal, por dos líneas concéntricas para concluir con un achurado, que al parecer se hizo aplicando una impresión de algún objeto. Y entre ese picado, se trazaron elementos ovoides lisos (Figura 18). Figura 18. Malacate del Tipo I, grupo R. Tipo I, grupo S También es un solo malacate de este grupo. Su diámetro total es de 3.9 cm y tiene un orificio central de 5 mm, mientras que el peso es de 35 g. Posee forma cónica. Su diseño, que está en un panel separado por dos líneas concéntricas en el extremo distal y una en el proximal, tiene elementos zoomorfos con un achurado de plantilla, semejantes a patos, a todo lo ancho del panel (Figura 19). 337 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 19. Malacate del tipo I, grupo S. Tipo I, grupo T Son dos ejemplares de cuerpo cónico y superficie proximal convexa que tiene un diámetro total de 3.2 con un orificio de 4 mm y un peso de 16 g. Por diseño se aprecia una cenefa enmarcada por líneas concéntricas y entre el espacio que forman las líneas, se pusieron tres pescados separados por dos xonecuillis, todos ellos achurados con una plantilla (Figura 20). Figura 20. Malacate del tipo I, grupo T. 338 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Tipo I, grupo U Los dos ejemplares con que contamos poseen un diferente cuerpo ya que uno es cónico y el otro es esférico, pero ambos con la superficie proximal convexa. El diámetro total va de 6.1 a 5.8 cm y tienen un orificio entre 12 y 9 mm, con un peso entre 50 a 39 g. Ambos están fragmentados, pero el diseño es geométrico, hecho poscocción. Está enmarcado por dos líneas concéntricas tanto en el extremo distal como en el proximal; en uno se desarrolla a partir de un panel de un xonecuilli separado por unas franjas verticales con orlas, para repetirse en toda la circunferencia del objeto; el otro diseño es semejante, pero en lugar de xonecuilli tiene un conjunto de cinco pétalos sobre las dos líneas concéntricas del extremo distal (Figura 21). Figura 21. Malacate del Tipo I, grupo U. Tipo III. Generalidades Estos malacates son los que más abundantes en la colección, alcanzando un total de 204 ejemplares. También está presentes en la colección de Tampico y Pánuco a los que Ekholm35 clasifica como tipo 8 y el tipo 9 de la Figura 46Z (que de acuerdo con nuestra clasificación sería III-G), con presencia de asfalto en la mayoría de ellos, lo que hace suponer, tanto por ese elemento como por el tamaño destinados al hilado de algodón, que su origen puede ser huasteco. Sus variedades son: A, B, C, E, F, G, H, M, N, O, P, R, S, T, siendo los más comunes los del tipo III-A. Son de tamaño pequeño y ligeros ya que pesan, dependiendo de la variedad, entre 2 a 6 g, y ocasionalmente hasta 6 u 8 g. Los tamaños oscilan entre 1.5 a 2.9 cm de diámetro total, mientras que el diámetro del orificio central fluctúa entre los 2 a los 5 mm, siendo los más comunes los que tienen 3 mm. Estas piezas presentan una gran varie35 EKHOLM, 1944, p. 465. 339 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores dad de decoraciones y formas, entre las que están las florales, de estrella, con elementos zoomorfos entre otros. Pero, en su mayoría, estos diseños se aplicaron antes de su cocción con pequeños sellos. Tienen un rango amplio de color superficial, ya que pueden ser crema, café, café rojizo, anaranjado rojizo y hasta gris y su acabado de superficie es entre liso y algo arenoso. Sus formas son cónicas, hemisféricas, cilíndricas, de botellón, de sombrero, etcétera. Tipo III-A Como ya se mencionó en las características generales del tipo, esta variedad presenta varias formas (Figura 22) y en total se cuenta con 155 piezas. Corresponde al tipo 8 de Ekholm (1944). Se caracterizan por carecer de decoración, excepto por algunas piezas que tienen asfalto, e incluso en una de ellas se le dibujo un animal, que recuerda a un conejo con asfalto sobre la zona proximal. Son muy pequeños y ligeros ya que el más grande oscila entre 2.2 a 1.6 cm con un orificio central que va de 4 a 2 mm y con un peso de 4 a 2 g, aunque uno de ello, que es atípico, pesa 8 g y otro mide 3.3 cm. Figura 22. Malacates del Tipo III-A. 340 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Como se puede ver en la Figura 21, las formas son variadas, siendo las más comunes las de forma semiesférica, de botellón, de sombrero y tronco cónica. Tipo III-B No es muy común ya que sólo se obtuvieron catorce objetos. Estos pesan entre 9 a 2 g y su diámetro está entre 2.1 a 1.7 cm con un orificio que va de 6 a 3 mm. Los diseños con los que contamos, unos mejor trabajados que otros, son semejantes a gajos para dar la forma de flor en todo el cuerpo de la pieza, excepto por el reborde proximal liso que sobresale del diseño mencionado. Otras piezas, además de la flor, tienen manchas de asfalto sobre la zona proximal (Figura 23). Figura 23. Malacates del Tipo III-B. Tipo III-C De este tipo sólo se cuenta con una pieza que mide 2.5 cm de diámetro con un orificio de 4 mm y un peso de 5 g. La decoración consiste en cuatro pequeñas flores separadas equidistantemente por un elemento cuatripartita. Además, tiene restos de asfalto sobre el extremo que presenta el diseño (Figura 24). 341 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 24. Malacate del tipo III-C. Tipo III-E Este único ejemplar tiene cuerpo cónico de 2.1 cm de diámetro total con un orificio de 2 mm y un peso de 2 g (Figura 24). El diseño que consiste en motivos geométricos está delimitado por un reborde proximal y otro distal que sobresale del cuerpo. El diseño se efectúa a partir de la delimitación de círculos concéntricos, que son unos rebordes que se forma en los extremos distal y proximal (Figura 25). Figura 25. Malacate del Tipo III-E. Tipo III-F De este tipo tenemos dos ejemplares que tienen 2 y 2.8 cm de diámetro total, con un orificio de 3 y 4 mm y con un peso de 3 y 5 g. El diseño de este objeto está muy erosionado ya que sólo se puede observar un doble círculo concéntrico en el extremo distal y restos de unas líneas sobre el cuerpo del malacate. Su extremo proximal tiene forma convexa (Figura 26). 342 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Figura 26. Malacate del Tipo III-F. Tipo III-G Sólo cinco ejemplares de este tipo fueron encontrados en las excavaciones. El cuerpo de estas piezas es cilíndrico de 1.2 a 1.8 cm de diámetro por 2 cm de alto con un orificio central de 2 mm. Su peso va de 1 a 5 g. La decoración se hizo con base en diseños florales o con xonecuillis, pero en todos los casos se imprimió con pequeños sellos sobre la pasta aún sin cocción. Tanto la zona distal como la proximal carecen de decoración. (Figura 27). Sería el que Ekholm (1944) clasifica como tipo 9 en la Figura 46Z. Figura 27. Malacates del Tipo III-G. Tipo III-H Este único malacate tiene silueta compuesta, semejante a un trompo. Su diámetro total mide 2.1 cm y el distal tiene 5 mm, en tanto que el orificio es de 2 mm y su peso de 4 g (Figura 28). La decoración de este objeto es a partir de elementos que representan rayos solares-pedernales36 separados por paneles de dos rallas que rematan en un punto. 36 Este símbolo puede ser observado en el tercer círculo de la Piedra del Sol o en las representaciones del disco solar en el Códice Nuttall. 343 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 28. Malacate del Tipo III-H. Tipo III-M Contamos con nueve ejemplares de este tipo. Su sencillo diseño es, en unos, a partir de círculos concéntricos sobre su cara proximal y en otros, con líneas bastantes erosionadas también sobre la cara proximal (Figura 29). Mide 1.8 a 2.5 cm de diámetro total y 3 a 5 mm de orificio central, en tanto que su peso oscila de 4 a 7 g. Las formas de estas piezas son semi esféricas y otros troncocónicas. Figura 29. Malacates del Tipo III-M. Tipo III-N Este único malacate que tiene 2 cm de diámetro total y 4 mm de orificio central, pesa 4 g. Tiene un cuerpo de silueta compuesta de forma globular cuyo extremo distal parece ser un soporte ya que consisten en una protuberancia que sobresale del cuerpo. El diseño fue efectuado sobre todo la superficie, excepto en la protuberancia distal, y consiste en líneas que forman gajos (Figura 30). 344 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Figura 30. Malacate del Tipo III-N. Tipo III-O Tenemos dos ejemplares de este tipo que también cuentan con un diseño sencillo hecho a partir de pequeños puntos colocados en el cuerpo que son delimitados por dos líneas concéntricas en el exterior de las piezas (Figura 31). Su peso es de 5 y 8 g, mientras que su diámetro total va de 2.2 a 2.6 cm con un orificio central de 5 mm. El cuerpo de los malacates es semiesférico. Figura 31. Malacate del Tipo III-O. Tipo III-P Estos malacates, de los que sumaron nueve ejemplares, tienen de 2 a 2.9 cm con un diámetro central de 4 a 5 mm y un peso de 5 g. Su forma es de silueta compuesta, ya que es semejante a un sombrerito invertido. La decoración, muy sencilla y poco uniforme, fue hecha antes de la cocción de las piezas y consiste en pequeñas canaletas u ondulados en donde se le entresacó pasta para dejar el diseño en alto relieve (Figura 32). Algunos de estos malacates se caracterizan por un cuerpo cubierto con asfalto, mientras otros muestran canaletas en rojo y en azul. 345 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 32. Malacate del Tipo III-P. Tipo III-R Este único ejemplar tiene un diámetro total de 2.2 cm con 4 mm de diámetro central y un peso de 12 g. La decoración que tiene es de un sencillo cuatrilóbulo con doble línea, hecho precocción que desciende a mitad de la pieza (Figura 33). Su forma es semiemisférica con forma de corona y la parte distal del objeto fue acinturada. Figura 33. Malacate Tipo III-R. Tipo III-S Son dos objetos de este tipo que tienen un diámetro total de 2 a 2.2 cm y un orificio central de 4 y 5 mm con un peso de 4 y 5 g. El diseño que presenta sobre el cuerpo consiste en un grupo de tres flores aplicadas con un sello antes de la cocción de la pieza (Figura 34). Su forma es cónica. 346 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Figura 34. Malacate del Tipo III-S. Tipo III-T Sólo se tiene un único malacate con esta curiosa forma cónica cuyo diseño de perfil parece el hocico de un tlacuache y sobre su zona proximal tiene un diseño ovalado alrededor del orificio central con cuatro pequeñas líneas (Figura 35). Su diámetro total es de 1.8 cm, con un orificio de 2 mm, un largo de 2.3 cm y un peso de 3 g. Figura 35. Malacate Tipo III-T. Tipo A-1 y A-3 de Franco. Generalidades Estos malacates, de los que se cuenta con 54, han sido clasificados por Ekholm (1944) como 1, aunque del tipo A-3 Franco comenta que “quedan aquí agrupados provisionalmente todos los malacates hechos con molde que no han cabido dentro de los subtipos anteriores”, no obstante, por las características de diseño y forma, aquí se considera que esos objetos también corresponden al tipo A-1 o 1 de Ekholm (1944). Estos malacates tienen diseños variados de formas híbridas, la mayoría con moldes de representaciones humanas y animales, aunque también hay de xicalcoliuhquis que quedan en alto relieve. Al parecer se hicieron algunos de forma masiva ya que se han encontrado varios objetos iguales. Entre los animales podemos observar changos de frente o de perfil, sapos, patos; también se tienen guerreros, diseños cuatripartitos en donde dos segmentos tienen Figuras animales y las otras dos de cabezas humanas. Asimismo, hay con diseños bipartitas 347 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores que presentan cabezas de individuos ataviados con penachos, con cascos al estilo tolteca, dos jugadores de pelota y dos cabezas humanas aladas. Varios de los objetos también presentan decoración de xicalcoliuhquis. También se cuenta con malacates con decoración cuatripartitas que tienen dos paneles con la representación de un copalxiquipilli del que penden al parecer unos cascabeles y en los otros dos paneles, al parecer se diseñó una macana a cada lado de un chimalli, mientras que en la parte superior de dicha macana posiblemente un cuchillo de pedernal o el símbolo de año estilizado. Muchos tienen asfalto sobre su cara plana o proximal. Sus formas son variadas ya que algunas piezas son semejantes a las del Tipo III-A de Parsons u 8 de Ekholm (1944) y otras tienen forma semiesférica y ligeramente convexa en el lado proximal, con un ligero reborde en el extremo distal del orificio central con otro reborde que también rodea el límite externo del proximal. Solamente dos ejemplares presentan una forma fuera de lo común ya que tiene curvo tanto el extremo proximal como distal y al centro le rodea una franja que sobresale de ambas secciones. Sus tamaños son muy variables ya que hay algunos, los menos, que miden 5 cm de diámetro total con un orificio de 1 cm, aunque la gran mayoría tiene 2.7 cm y un orificio central de 5 mm, en tanto que la media del peso va de 22 g para los malacates grandes y 5 g para los pequeños (Figuras 36 y 37). Figura 36. Malacates Tipo 1 de Ekholm (1944). 348 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Figura 37. Malacates Tipo 1 de Ekholm (1944). Tipo A-2 de Franco. Generalidades Estas piezas, que en total suman 43, son algunas de las que Franco (1956) nombró A-237 y Parsons denominó Huastecas.38 Son malacates de tamaño pequeño ya que van de 2.6 a 3.2 cm con un orificio central de 2 a 3 mm y un peso de 4 a 5 g. También hay malacates de mayor tamaño, pero son escasos: estos miden 5.8 cm de diámetro total con un orificio central de 7 a 8 mm y un peso de 16 a 22 g. Consta de varias formas, aunque la mayoría, vista de perfil, son de silueta compuesta con borde evertido semejantes a pequeñas vasijas con tres o cuatro soportes que se colocaron en la parte distal del objeto. También hay formas de cono truncado y de forma semiesférica, y la gran mayoría de estas piezas tiene convexo su sección proximal. 37 FRANCO, 1956, p. 204. El autor comenta que son anteriores al complejo TulaMazapa, y aunque no tiene datos para precisar su origen, éstos aparecen en la Huasteca y persisten en el horizonte Azteca, aunque en este periodo no son muy frecuentes. 38 PARSONS, 1972, p. 135, plate 14 a y b. 349 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Como elemento decorativo a algunas piezas se les aplicó asfalto en forma de manchas o en toda la superficie proximal. Las otras decoraciones del cuerpo consisten en diseños de xicalcoliuhqui combinados con paneles de líneas y pequeños cuadros reticulados. También pueden presentar unas pequeñas ondulaciones incisas bajo el borde, que se hicieron al sacar la pasta cuando estaba fresca; otro diseño consiste en una estrella de seis picos que queda en alto relieve y bajo la cual se efectúa un rallado o achurado con líneas en diagonal que quedan en bajo relieve. Algunos diseños se hicieron a mano y otros al parecer son producto de un moldeado. Generalmente su acabado es en color café claro (Figura 38). Figura 38. Tipo A 2 de Franco. Tipo B-1 de Franco. Generalidades Estos malacates, de los que se cuenta con 18 ejemplares, son semejantes a algunos de los que Franco (1956) clasifica como B-2 y Ekholm (1944) como 3, aunque la única diferencia que hemos encontrado es el tamaño de la pieza, ya que este tipo es de mayor tamaño a alcanzando un total de 5 a 350 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula 4 cm de diámetro total con un orificio que va de 1 cm a 6 mm. Son objetos bastante planos, pues oscilan entre 1 cm y 8 mm de altura y tienen un peso muy diferente en un rango entre 14 y 26 g, debido quizás a la arcilla con la que se manufacturaron y la aplicación o no de asfalto sobre una o las dos caras. Su forma tiene una banda con una o dos delgadas acanaladuras incisas en el extremo proximal y hacia el distal desciende con un ligero cono truncado que es en donde se efectuó la decoración radial con el barro aun fresco que consiste en una estrella de cinco, seis y siete picos. Esa estrella se hizo posiblemente, quitando con la uña o con un palito las pequeñas medias lunas que dan forma a los picos de la estrella. Además de ese diseño, algunos malacates tienen entre las medias lunas, una serie de 4 a 6 líneas paralelas, y en su cara proximal o plana, también se le aplicó otra decoración con asfalto formando el diseño de dos o tres caracoles cortados, símbolo de Ehécatl, Dios del Viento (Figura 39). Respecto a estos malacates, Franco (1956) comenta que “este subtipo es muy propio de Tula y parece ser un desarrollo local en función de las (sic) caracteres importados”.39 Figura 39. Malacates del Tipo B-1. Tipo B-2 de Franco. Generalidades Las formas de estos 40 malacates son variadas: unos tienen el cuerpo de silueta compuesta, con su extremo distal tronco cónico y la parte superior hacia el lado proximal ligeramente quebrada hacia dentro. Otros son como ruedas de silueta compuesta. Son piezas pequeñas, ya que su diámetro general está entre 1.7 a 3 cm, el orificio central oscila entre 3 a 7 mm y tienen un peso que va de 2.2 a 11 g. El tipo denominado por Parsons (1972) como IX y otros clasificados como 5 por Ekholm (1944) también pertenecen a este grupo. La característica de estos malacates radica en que su decoración consiste en un elemento radial semejante a una estrella de seis, siete o nueve 39 FRANCO, 1956, p. 206. 351 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores picos (semejante al tipo B-1). Ese diseño se hace recortando el barro con algún objeto filoso cuando la pasta tiene un estado de cuero para que la estrella quede en alto relieve. Unos tienen sus caras distal y proximal con una estrella en alto relieve y pequeñas líneas paralelas en la zona que queda en bajo relieve y sobre el cuerpo central, le rodea una franja lisa y tanto arriba como debajo de ella. Abarcando parte de las zonas distal y proximal se diseñaron pequeños triángulos encontrados a los que se les agregó un pequeño punto. La gran mayoría de estas piezas están cubiertas con asfalto, o sólo en su cara proximal, en donde se diseñaron dos caracoles cortados, símbolo de Ehécatl (Figura 40). Con respecto a estas piezas Franco (1956) dice que “son los de aspecto más francamente Huastecos y casi idénticos (salvo el barro) a los del tipo 5 de Ekholm (1944)”.40 Figura 40. Malacates del tipo B-2 de Franco. Tipo B-3 de Franco. Generalidades En esta clasificación se comprenden algunos de los tipos 5 de Ekholm (1944) y también de los 6. Los 21 malacates de esta categoría con que se cuenta son piezas de tamaño pequeño y de forma semiesférica. También tienen una banda en el extremo proximal en la que se hicieron una o dos líneas incisas en tanto que en la zona semiesférica se efectuó el diseño de quincunce (semejante al B-1 y B-2) y aplicando, en la mayoría de los ejemplares, varias líneas incisas paralelas (Figura 41). 40 FRANCO, 1956, p. 206. 352 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Figura 41. Malacates del Tipo B-3 de Franco. Tipo 2 de Parker. Generalidades Estas 23 piezas fueron clasificadas por Ekholm (1944) como tipos 4 y 5; y Parsons (1972) la clasifica como 2 de Parker (1952), asumiendo que proceden de la cuenca de Toluca. Son muy variables ya que hay objetos grandes que miden entre 5.5 cm con un orificio central de 8 mm y con un peso de 70 g,41 en tanto que las piezas pequeñas van de 2.2 a 2.9 cm de diámetro total y 5 a 4 mm de orificio central y con un peso que oscila entre 10 a 2 g. Sus formas son troncocónicas y de consistencia tosca. La decoración que presentan estas piezas se hizo con molde y otras con esgrafiado precocción. Dicha decoración consiste en elementos geométricos e incluso, naturistas. Del primer grupo se tienen diseños de xicalcoliuhqui trazados sobre el cuerpo entre un doble círculo de líneas concéntricas tanto en el borde proximal como antes de llegar al distal; pero hay otros diseños en los cuales se trazó el xicalcoliuhqui con líneas esgrafiadas y burdas. Los malacates que fueron sellados presentan esa decoración en su cara distal y es con base en varias (entre cuatro y cinco) Figuras geométricas semejantes a pétalos que se rematan por el círculo concéntrico que enmarca el orificio central, como el borde de la decoración del cuerpo, que pudo haberse confeccionado a partir de trazos esgrafiados. Otro diseño consiste en un único sellado en forma de plumas a lo ancho del cuerpo del malacate, que se remata con doble línea concéntrica en su extremo proximal. Sobre su cara distal se hizo una sola línea que delimita el diseño de las plumas, para continuar con dos pares de líneas concéntricas. Algunas piezas también presentan restos de asfalto, en donde se puede ver que delinearon xonecuillis y otros trazos indefinidos. La pasta es burda y arenosa (Figura 42). 41 Este peso es fuera de lo común ya que los malacates grandes de este tipo pesan entre 43 y 24 g. 353 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 42. Tipo 2 de Parker. Tipo 3 de Parker. Generalidades Del tipo 3 de Parker (1952), clasificados así por Parsons (1972)42 y exponiendo que también provienen de la cuenca de Toluca. Solamente contamos con tres ejemplares que tienen una forma semiesférica con un ligero reborde en el extremo distal del orificio central y otro reborde también ligero que rodea el filo del límite externo del lado proximal. Presentan un diámetro total de 5.3 cm con un orificio central de 11 mm y su peso es de 48 g. Su diseño consiste en líneas paralelas que forman cuatro triángulos, y entre cada triángulo hay otras líneas paralelas. Es un diseño que cubre todo el cuerpo de la pieza, salvo por el extremo proximal que carece del rayado, pero tiene manchas de asfalto, que en uno de ellos posee forma de estrella (Figura 43). Figura 43. Malacate del tipo 3 de Parker. 42 PARSONS, 1972, p. 136, plate 15 d-g. 354 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Tipo Tuxcacuesco. Generalidades De estas piezas se cuentan cinco y han sido encontradas en Chalchihuites, Zacatecas. Son de forma bicónica sólida y de diferentes tamaños, ya que los pequeños tienen un diámetro de 2.4 a 2.8 cm, con un orificio central de 4 a 6 mm y con un peso de 7 a 13 g. Las piezas grandes tienen 4.5 cm con un diámetro de orificio de 7 mm y pesan 60 g. Carecen de decoración (Figura 44). Figura 44. Malacates del tipo Tuxcacuesco. Tipo Tejo. Generalidades Se encontraron 85 piezas de este tipo. Estos objetos fueron hechos con fragmentos de vasijas de desecho; carecen de decoración, su forma es redonda. Al parecer sólo se utilizan los fragmentos de descarte del cuerpo de las vasijas ya que tienen una ligera concavidad, aunque también hay de la parte final de los soportes de vasijas. Si bien son comunes, no son piezas que se hayan preferido en lugar de los malacates elaborados. Los hay de diferentes tamaños y pesos ya que este último factor depende del tipo de cerámica de donde fue obtenido. Los más pequeños tienen 3.4 cm de diámetro total, con 6 mm de orificio central y un peso de 4 g; los mayores llegan a medir 5 cm de diámetro total y 6 mm de orificio central y un peso de 23 g. Supondríamos que a mayor tamaño del malacate tendría que ser el tamaño más grande del orificio central, pero lo que se observa es que no hay una correspondencia entre el diámetro total y el orificio, ya que entre las dimensiones extremas se encuentran orificios centrales semejantes. Así pues, los orificios centrales oscilan entre los 3 a 10 mm, no encontrando ninguna preferencia, pero si en el tamaño de la pieza ya que son más abundantes los que miden arriba de 4 cm. El peso de estas piezas vas de 4 a 23 g, siendo los más comunes los que tienen entre 17 a 20 g (Figura 45). 355 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Figura 45. Malacates hechos con tejos. Tipo desconocido Por fortuna sólo se encontraron dos ejemplares desconocidos. La forma de estas piezas es más bien plana ya que tienen 7 y 8 mm de altura, por lo que son semejantes a pequeñas ruedas. Su diámetro total es de 3.8 y 4.1 cm y su orificio es de 1 cm. La decoración, que parece haberse hecho con un sello, es muy simple: en uno de ellos, del que sólo se tiene la mitad, es a partir de pequeños paneles sobre una cara; el diseño del otro malacate consiste en dos pequeños cuerpos, cada uno de menor reducido que el anterior, por lo que el que está en el extremo distal parece un pequeño botón. Carecen de pintura. Conclusiones sobre los malacates Los malacates analizados arrojan información funcional sobre el tipo de materiales empleados ya que como refieren McCafferty y McCafferty (2000) sobre el trabajo efectuado con los malacates de las exploraciones arqueológicas de San Andrés, Cholula, Puebla43 y con los entierros de ese mismo sitio, las variables de análisis son multifactoriales y dependen, según los autores, del peso de la pieza, diámetro total, diámetro del agujero central y altura del malacate por lo que estos investigadores concluyen que: Una espiral mayor en forma de amplio disco producirá un giro más lento durante un periodo más largo. Una espiral más alta en forma de grano producirá una rotación más rápida que no durará tanto. […] El tamaño del agujero que está relacionado tanto al diámetro del huso como a la colocación en el eje, se refiere a la tirantez de giro, así como al enganche de la longitud de la fibra.44 43 Las exploraciones se efectuaron en UA-1 Structure 1 y UA-79 f-10. 44 MCCAFFERTY y MCCAFFERTY, 2000, p. 43. 356 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula Los mismos autores comentan que los malacates que tienen un rango de 19 a 80 mm de diámetro están en dos grupos: el primero va de 23 y 37 mm y corresponde al 80%, siendo el más prominente entre los totales de Cholula en la estructura de UA-1. De modo disperso, el segundo osciló entre 43 y 67 mm. Refieren que otra diferencia que se observa es que el Tipo III de Parsons (1972),45 son malacates más pequeños ya que tienen un diámetro algo menor (20-30 mm) que el rango máximo de los de Cholula, y la categoría de los de 33-37 mm de tamaño está casi ausente en el valle de México.46 Hay una gran variedad entre los malacates de Chalco que han sido clasificados en tres tipos, según la combinación que presentan considerando el diámetro general, el diámetro del agujero central y el peso, por lo que Brewington (2008)47 concluye, con base en el peso de los malacates y la deducción del hilo que pudo ser empleado, que en el periodo Azteca Temprano se hilaban tres tipos de fibras de algodón, que era la fibra más trabajada, seguida del maguey delgado y el maguey grueso; mientras que, durante el Azteca Tardío –a partir de 1350− el peso de los malacates cambia sutilmente de trimodal a bimodal, ya que aumenta el porcentaje relativo de los malacates ligeros y no los hay de peso medio en tanto que aumentan los malacates pesados de 36 g o más. Este autor plantea que con ello se está reflejando la imposición del pago de tributo de este material y también una mejoría económica de los habitantes, quizás debido a su pertenencia a la clase alta. En términos generales este investigador refiere que el diámetro del agujero central sirve para correlacionarlo con la hebra hilada,48 aunque Sharisse y McCafferty (2000) comentan que la diferencia en el tamaño del agujero central se debe a que el malacate se coloca a mitad del huso y no en el extremo, por lo que sugieren que “los volantes muy ligeros con grandes agujeros en su centro se usaban para hilar plumas”.49 Lo que he podido verificar a partir del estudio de los malacates de Tula, es que estos presentan características que los relacionan con diferentes grupos multiétnicos asentados en Tula, como los provenientes de la cultura Tenek (tipos III, A-1, A-2 y A-3; B-1, B-2 y B-3), de los otomíes (tipos 2 y 3 45 Todos los malacates estudiados por Parsons en 1972, provienen de recorridos de superficie de sitios rurales aztecas ubicados en el valle de Teotihuacán. 46 MCCAFFERTY y MCCAFFERTY, 2000, p. 44. 47 BREWINGTON, ROBBIE L., 2008, p. 290. 48 Ibíd., 2008, p. 292. 49 Tomado de BREWINGTON, R., 2008, p. 282. 357 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores de Parker), de Zacatecas (tipo Tuxcacuesco) y de los mexicas del Posclásico tardío (tipo I). Del tipo III podemos afirmar que, independientemente de la variedad a la que pertenezcan, van de 1.6 a 2.9 cm con un orificio central que oscila de 2 a 6 mm y pesan entre 12 a 2 g, siendo los más comunes los que cuentan con 2 cm de diámetro total. Lo anterior significa que el tipo III de Tula es aún más pequeños que los que reportan McCafferty Y McCafferty (2000) para Cholula. En lo que respecta al tipo I, estas piezas tienen un rango de tamaños más amplio que los del valle de México ya que tienen un diámetro total que va de 2.4 a 4.350 con un orificio central de 7 a 3 mm. Del tipo I de Parsons (1972) y del A-1 y A-3 de Franco (1956), se puede decir que son las piezas que exponen una mayor y más elaborada iconografía con una profusa cosmovisión que representa al mundo que les rodeaba, lo que sugiere que se reelaboraban a partir de sus creencias. La presencia de xicalcoliuhquis, xonecuillis, flores estilizadas, quincunce, plumas, animales, guerreros emplumados, jugadores de pelota entre otros, nos indica que también la cotidianidad de las labores de hilatura en asociación con las unidades domésticas, seguían en íntima relación con los acontecimientos religiosos, acaso mánticos, en donde se ritualizaban todos los aspectos de la vida. La perspectiva ritual etnográfica de los malacates poco se ha trabajado y entre los escasos investigadores que refieren que existe cierta connotación mágica está el trabajo de Albores y Broda (2003) sobre los graniceros en donde se puntualizan de acuerdo al estudio de Morayta (2003), que en Cuentepec, Morelos, las cuentas de collar y los malacates prehispánicos eran lanzados en los rayos de los ahuaques o “aires del agua”,51 o que los actuales chamanes de la región oriental del estado de Hidalgo conserven en su poder los malacates rayados de la etapa prehispánica huasteca.52 Otro trabajo de corte etnoarqueológico es el que presenta Brown (2000) para el área maya en donde refiere que los actuales chamanes recolectan malacates prehispánicos –entre otras cosas− como instrumentos de poder profético.53 De igual forma, Báez (2012) llama nuestra atención sobre Xochiquetzal ya que junto con Tlazoltéotl era las diosas de las labranderas y tejedoras, y en honor a la primera de ellas se efectuaba la fiesta llamada Xochilhuitl en 50 Si bien se tiene un malacate que tiene 6.1 de diámetro total, este tamaño es atípico y único. 51 MORAYTA, 2002, p. 229. 52 GALINIER, 2004, p. 257. 53 BROWN, 2000, p. 33. 358 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula donde arrancaban la piel de una mujer sacrificada para colocársela a un joven que sostenía los palos del telar, simulando que tejía como la diosa.54 Finalmente debo comentar que al igual que Biese (1966) y Cossich (2008) y a partir de las entrevistas que efectué a las hilanderas y tejedores de Oaxaca y de San Juan de la Laguna, Guatemala −quienes sostienen que ni el tamaño del malacate ni su peso son importantes para hilar los diferentes materiales ya que depende de la habilidad del hilandero−−, coincido en que todos los malacates, independientemente de su peso y forma, pudieron ser utilizados para lograr las finas prendas que se manufacturaban en la etapa prehispánica. Sin embargo, cabe aclarar que los malacates de poco grosor presentan un centro de gravedad bajo, por lo que al momento de trabajarlo son más estables, mientras que los malacates de mayor altura tienen el peso por obvias razones, en la parte superior. Es de importancia saber cómo son los bordes del malacate ya que si este es equilibrado permite que el peso de la madeja se concentre en el exterior y si está con bordes hacia el centro, el peso de la madeja tenderá a concentrarse hacia el eje de la varilla. Los primeros en general girarán más tiempo, pero a menor velocidad mientras que, los de borde hacia el centro también girarán más rápido, aunque será más lenta su duración. Por cuestiones del todo razonables, el grosor de la varilla tendrá que estar íntimamente relacionado con el tamaño del orificio central ya que no puede ser muy grande si el malacate es pequeño y viceversa. Ahora sabemos que existen más variables que el tamaño, peso y dimensiones del agujero interior, lo que abre más posibilidades de análisis. Con respecto a los malacates del tipo I se ha podido observar arqueológicamente su presencia en la gran mayoría, si no es que en todos los asentamientos del Posclásico tardío de Mesoamérica y varios de ellos no presentan huellas de uso, lo que posiblemente indique que eran parte del material almacenado para poder remplazarlo en caso de rotura del que estaba en activo; lo anterior posiblemente nos esté refiriendo un comercio o intercambio de malacates hechos por los artesanos mexicas para ser distribuidos en las diversas poblaciones sujetas por el imperio. Queda por resolver en futuras investigaciones este planteamiento. 54 BAEZ CUBERO, 2012, p. 248. 359 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores Bibliografía ALBETI MANZANERES, P. (1994) Mujeres sacerdotisas aztecas: las cihuatlamacazque mencionadas en dos manuscritos inéditos. Históricas, UNAM, México, pp. 171-217. AGUILAR-MORENO, M. (2006) Handbook to Life in the Aztec World, Oxford University Press, Oxford, UK. BAEZ CUBERO, L. (2012) Vistiendo santitos la acción ritual para vestir a los “antiguas” entre los otomíes de hidalgo, en Estudios de Cultura Otopame, No. 8, UNAM, IIA, México, pp. 237-256. BIESE, L. (1960) Spindle whorls from Panama Viejo. En: Panama Archaeologist, vol. III, no. 1: 35-46, Balboa Heights, Canal Zone. BREWINGTON, ROBBIE L. (2008) Volantes de huso (malacates) y producción de fibras en el Chalco Posclásico, en Hodges, M.G. (ed) Place of Jade: Society and economy in Ancient Chalco. pp. 269-302, INAH-University of Pittsburgh, México. BROWN, L. A. (2000) From Discard to Divination: Demarcating the Sacred Through the Collection and Curation of Discarded Objects. En: Latin American Antiquity, 11 (4), pp. 319-333. BRUMFIELD, E. (2001) Asking about Aztec Gender: The Historical and Archaeological Evidence, en Klein, F. y Quilter, J. (ed) Gender in Pre-Hispanic America, Dumbarton Oaks Research Library and Collection, Washington, D. C. BRUMFIELD, E. (1996) The Quality of Tribute Cloth: The Place of Evidence in Archaeological Argument. American Antiquity, No. 61, pp. 453–462. CASTILLO TREJO, N. (2000) Iconografía en vasijas de Tepexi el Viejo, Puebla. Representaciones de serpiente y jaguar, en Barba De Piña Chan, B. (coord.) Iconografía mexicana II El cielo, la tierra y el inframundo: águila, serpiente y jaguar. INAH Colección Científica, México, pp. 247-258. COSSICH VIELMAN, M. (2008) Haciendo hilo, creando historia: análisis de los malacates de la costa Sur y Sureste del Petén, en Laporte, J.p., B. Arroyo y H. Mejía XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, pp. 1062-1077. Museo Nacional de Arqueología y Etnología, Guatemala. Disponible en: www. asociaciontikal.com/pdf/077_-_Cossich.08.pdf (consultada la versión digital el 18 de septiembre de 2018). DE ÁVILA BLOMBERG, A. Las técnicas textiles y la historia cultural de los pueblos otopames disponible en: www.mexicantextiles.com/library/avila/alejandro_otopames.pdf (consultado el 23 de febrero de 2019). 360 El don del hilo. Los malacates prehispánicos de Tula EKHOLM, G. F. (1944) Excavations at Tampico and Panuco, en The Huasteca, México. American Museum of Natural History Anthropological Papers vol, 38, p. 5, New York. FRANCO C. J. (1956) Malacates del Complejo Tula-Mazapan, en Homenaje del Dr. Manuel Gamio, Estudios Antropológicos, Dirección General de Publicaciones, México, pp. 201-212. GALINIER, J. (2004) Los otomíes y la Huasteca. Los fundamentos cognoscitivos de las culturas prehispánicas y su vigencia actual, en Ruvalcaba, J., Pérez Zevallo J.M. y Herrera, O. (coords.) La Huasteca, un recorrido por su diversidad. Ciesas, El Colegio de San Luís, A. C., El Colegio de Tamaulipas, México, pp. 251-266. GUTIÉRREZ TRAPERO, K. (2018) Malacates, hilado y textiles durante el periodo Posclásico: el caso del sitio de la Peña, cuenca de Sayula, Jalisco, México. Latin American Antiquity, 29 (4), pp. 813-820. HORCASITAS, F., FORD S.O. y FORD T. (1961) Malacates del México antiguo. En: Homenaje a William Cameron Townsend, XXV Aniversario del ILV, México, pp. 137-150. LLANO SOTELO, G. Representaciones simbólicas en los malacates de Ocotelulco, Tlaxcala, en III Congreso Nacional: Estudios Regionales y Multidisciplinariedad en la Historia, disponible en: http://filosofia.uatx.mx/memoriasIII/3.pdf (consultado el 23 de enero de 2018). MASTACHE, A. G. (2005) El tejido en el México Antiguo. Arqueología Mexicana, Edición Especial, Núm. 19, INAH, sep.-octubre, INAH-CONACULTA, México, pp. 20-31. McCAFFERTY y McCAFFERTY. (2000) Textil production in postclassic Clolula, Mexico. Ancient Mesoamerica, 11, pp. 39-54. MORAYTA MENDOZA, L. (2003) La tradición de los aires en una comunidad del norte del estado de Morelos: Ocotepec, en Albores B. y J. Broda (Coords.) Graniceros. Cosmovisión y meteorología indígenas de Mesoamérica. El Colegio Mexiquense, A. C. UNAM, México, pp. 217-232. NOGUERA, E. (1975) La cerámica arqueológica de Mesoamérica. Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, México. PARKER, K. L. (1952) A Typological and distributional study of a collection of ancient mexican spindle whorls. Senior thesis, Yale University, New Haven (inédita). PARSONS, M. y H. (1972) Spindle whorls from the Teotihuacán Valley, Mexico, en Spencer, M., Parsons, J.R. y M.H. Parsons (eds.) Miscellaneous studies in mexican prehistory. Anthropological Papers, Museum of Anthropology, University of Michigan núm. 45, Ann Arbor, Michigan, pp. 45-79. 361 arqueología INAH 80 años construidos por sus trabajadores PENICHE M. N. (2008) Malacates arqueológicos de la península de Yucatán: una propuesta de análisis, en Los investigadores de la Cultura Maya 16, t. II, Encuentro Internacional, Universidad Autónoma de Yucatán, pp. 196-213. SAHAGÚN, B. (2000) Historia general de las cosas de Nueva España. Col. Sepan Cuántos, Fondo de Cultura Económica, México. STRESSER-PEAN, C. (2012) De la vestimenta y los hombres: una perspectiva histórica de la indumentaria. Ed. Fondo de Cultura Económica, México. VARGAS RAMOS, M. (2011) Textiles arqueológicos como parte de un discurso ritual: el caso de las cuevas El Gallo y La Chagüera, Ticumán-Morelos. Tesis inédita de maestría en Estudios Mesoamericanos, FFL, UNAM, México. VON WINNING, H. (1993) Malacates prehispánicos con Figuras humanas. Revista Anales, Instituto de Investigaciones Estéticas, volumen XVI, núm. 64, pp. 1-14. WEITLANER, J. I. Hilado y tejido, en Cook De Leonard (coord.) (1976) Esplendor del México Antiguo. (eds.) T. I., Serie Centro de Investigación Antropológico de México, Ed. Valle de México, México, pp. 439-478. 362