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El atlas de la revolución de las mujeres las luchas históricas y los desafíos actuales del feminismo (Creusa Muñoz (editor)) (z-lib.org)

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LE MONDE
dipl matique
El Atlas
de la revolución de las mujeres
Las luchas h is tó ric a s y los
desafíos actuales del fem inism o
ií
■
»
'
.:
H T I Capital intelectual
Staff
Coordinación
Creusa Muñoz
Edición e investigación estadística
Luciana Garbarino
Creusa Muñoz
Laura Oszust
Ana Useros
Diseño original y diagramacíón
El Atlas de
la revolución
de las mujeres
Las luchas históricas y los desafios
actuales del feminismo
Ariana Jenik
Jnfografías, mapas y gráficos
www.trineo.com.ar
Corrección
Alfredo Cortés
Publicidad
Maia Sona
[email protected]
Producción y comercialización
Por decisión editorial, hemos respetado ei len­
guaje empleado por cada una de ias autoras en
Esteban Zabaljauregui
sus versiones originafes. Algunas de ellas han de­
® 2018, Capital Intelectual S.A
Capital Intelectual edita el periódico mensual
Le M o nd e d ip lo m a tiq u e , edición Cono Sur
cidido emplear el lenguaje indusrvo.
Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur
Director
José Natanson
Redacción
Pablo Stanoanelli (editor)
Creusa Muñoz (editora)
Luciana Garbarino
Laura Oszust
Piagramación
Cristina Meló
Corrección
Alfredo Cortés
Diseno original
Javier Vera Ocampo
Secretaria
Patricia Orfila
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de la editorial.
La imagen de tapa pertenece a la manifestación
del 8M, Madrid, 8-8-18 (Reuters / Susana Vera).
r
Sumario
PRESENTACIÓN
Creusa Muñoz
1
6
3
ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD
Las tres olas del feminismo. La histórica lucha
por la igualdad
Dora Barrancos
Sororidad. Un pacto entre mujeres
María Luisa Femenías
Cartografía. La unión de las mujeres
Feminismo argentino. La gesta nacional
Susana Beatriz Gamba y Aida Maldonado Zapletal
Peronismo. Matrimonios y algo más
Carolina Barry
Guerrilla. Una revolución incom pleta
Miriam Lewin
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Un g rito eterno
Marta Seoane
10
Estados Unidos. La misoginia de Donald Trump
Soledad Vailejos
16
18
Kurdistán. Una revolución en todos los frentes
Roma Vaquero Díaz
Economía. A mayor trabajo, más pobreza
Violeta Carolina Guitart
74
22
Migraciones. Un lugar en el mundo
Paloma Moré Corral
78
26
28
Gestión menstrual. ¿Un asunto sólo de mujeres?
Eugenia Tarzibachi
PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS
Brujas. La persecución de las mujeres
Fernanda Gil Lozano
Violencia de género. Cicatrices de la desigualdad
M3bel Blanco
36
Territorios feminicldas. México, el país más peligroso
para ser m ujer
44
Ivonne Ramírez Ramírez
Pueblos originarios. La resignificación de
la lucha indígena
Karina Bidaseca
Aborto. El derecho a tener derechos
Mabel Bellucci y Viviana Norman
Trata de personas. Un delito oculto a la vista de todos
Susana Chiarotti
Trabajo sexual, el debate. ¿Esclavas del siglo XXI?
Nora Pulido
46
48
54
58
Trabajo sexual, el debate. Descriminalizar, un modelo
distinto
60
Georgina Orellano
Narcotráfico. Marche presa
62
lleana Arduino
Acceso a puestos de poder. Carreras de obstáculos y
laberintos de crista l
66
Virginia García Beaudoux
14
La cuarta ola argentina. La generación "Ni una menos" 30
María Florencia Alcaraz y Agustina Paz Frontera
2
UNA INCLUSION EXCLUYENTE
Maternidad. El sentido de dar vida
Carolina del Olmo
70
84
Monoparentalidad. La decadencia de la "fam ilia tipo" 86
Patricia Merino
LGTBQIA+. Vulnerables, disidentes, resistentes
Fefa Vila Núñez
88
iglesia Católica. En nombre del patriarcado
Sol Prieto
Educación. Una paridad dispar
María del Carmen Feijoó
92
Investigación científica. Ciencia para pocas
Agostina Mileo
96
4
94
EL ARTE DE LA REBELIÓN
Literatura. Mujeres invisibles
Anna Caballé
100
Militancia escrita. Imaginarios fem inistas
Gabriela Borrelii Azara y Florencia E. González
Lenguaje. Hablar sin sexismos
Mercedes Bengoechea
Medios de comunicación. Un espejo del m achismo
Luciana Peker
102
104
106
Deporte. Juego lim pio
Sonia Santoro
Infancia. Muñecas y autitos
Carolina Duek
no
Música. Canción con todas
114
Mercedes Liska, Malvina Silba y Carolina Spataro
Humor feminista. Resistir desde la risa
Tamara Tenenbaum
116
Las autoras
118
112
6 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
t • «
Presentación
Creusa Muñoz
olonizadores e indígenas, blancos y negros,
burgueses y proletarios... La historia de la domi­
nación es inagotable. Pero de todas las innume­
rables relaciones que involucraron a un opresor y a
un oprimido, la del yugo patriarcal sobre las mujeres,
constituye la más extensa, y aún hoy se perpetúa.
Es cierto que estamos lejos de la sociedad anterior
a la Revolución Industrial donde las mujeres estaban
recluidas prácticamente al ámbito privado e incluso allí,
encorsetadas en ese mínimo espacio, era el hombre el
que ejercia el dominio exclusivo del hogar, el que tenía
la patria potestad sobre los hijos, la última palabra en la
administración de las cuentas y el que incluso tenía e!
derecho, si lo consideraba oportuno, de recluir a su mujer
en un psiquiátrico sin las garantías del debido proceso.
Pero esa opresión doméstica a la que estaban confinadas
las mujeres no concluía ni se restringía al ámbito privado.
Se extendía, reproducía e incluso recrudecía en el espa­
cio público. Las mujeres no tenian cabida en el mundo
educativo, económico y profesional, y mucho menos en
el ámbito del poder político.
C
Una a p e rtu ra desigual
El advenimiento del capitalismo y del liberalismo politico
a fines del siglo XVIII despertó esa fuerza emancipadora
que había permanecido muchas veces adormecida y otras
tantas acallada en las mujeres. La industrialización que
se irradiaba de Gran Bretaña al resto del planeta, produjo
el cambio de un régimen político y económico feudal,
basado en la explotación de la tierra, a otro con eje en la
industria, en el que el propio interés de lucro del capital
impulsó el ingreso de las mujeres al ámbito laboral. Era,
ciertamente, una conquista de las mujeres pero también
representaba una incipiente libertad económica que era
utilitaria a los intereses capitalistas, y en cuya matriz la
desigualdad de género seguía estando presente. Los sala­
rios de las trabajadoras eran sustancialmente inferiores al
de los hombres, trabajaban en condiciones deplorables, y
los puestos decisorios seguían estando reservados exclu­
sivamente para los hombres.
El sufragio universal establecido posteriormente no
fue en su origen precisamente fiel a su calificativo. Seguia
siendo exclusivo para los hombres. Y aunque desde hacía
muchos años se escuchaban voces femeninas que clama­
ban por el establecimiento del derecho avotar,como la de
Olympe de Gouges en Francia (1791) o las que se alzaron
en la Convención de Seneca Falls en Nueva York (1848),
recién se reconocería un siglo después en la mayoría de
los países del mundo. A partir de entonces se asistiría a
una intensificación y empinamiento de los feminismos (1).
D e c o n s tru ir p a ra c o n s tru ir
Estos derechos que fueron conquistando las mujeres tras
cientos de años de luchas, siguen estando erigidos sobre
cimientos endebles, en los que la desigualdad de g'énero
continúa delineando y condicionando su inserción en la
sociedad. La puja de intereses no se ha desvanecido en
absoluto, sigue latente, impregnando todas las áreas de la
vida social, mermando las libertades que han sido recono­
cidas a las mujeres. Representa claramente una apertura
del espacio público al género femenino pero coexiste con
desigualdades sociales concretas más imperceptibles, que
permanecen subyacentes. Una violencia simbólica en donde
la soberanía masculina se establece y perpetúa a través
de la naturalización social de las desigualdades de género
reproducidas y legitimadas por las propias instituciones.
Porque, como afirma Ana María Fernández, “un grupo
dominador no puede imponerse en el plano económico y
político si al mismo tiempo no logra una hegemonía en
el plano cultural y simbólico” (2).
Esta naturalización social es la que ha permitido y
permite hoy la invisibilización de la violencia no sólo
simbólica, que se reproduce de forma vertical (a través
de los techos de cristal impuestos a las mujeres para los
altos cargos) y horizontal (transversal a todos los ámbi­
tos), sino también de aquella más ostensible y explícita, la
violencia física. Según Naciones Unidas, 64.000 femicidios
se producen al año en el mundo. La muerte, los golpes,
el usufructo del cuerpo a través de la trata y el tráfico,
despojan a las mujeres de toda libertad, esclavizándolas
y vaciando de sentido su existencia.
Esta opresión no es exclusiva de las democracias occi­
dentales; se extiende y exacerba en el mundo musulmán y
oriental. Pero en nuestras sociedades es donde se cuestiona
con más vigor la legitimidad de esta dominación de género.
Como diría Simonc de Beauvoir: “Toda opresión crea un
estado de guerra. Y este caso no es una excepción. [,„]
Ya no se trata de una guerra entre individuos encerrados
cada cual en su esfera: una casta reivindicadora se lanza
al asalto y es tenida en jaque por la casta privilegiada.
Son dos trascendencias que se afrontan; en vez de
reconocerse m utuamente” (3).
Es esta tensión, este cuestionamiento de la legiti­
midad de la dominación patriarcal, lo que se aborda
en este Atlas de la mano de las mejores especialistas,
acompañando cada una délas páginas con infografias,
gráficos y cartografías. Una obra indispensable, elabo­
rada por el equipo femenino de Le Monde diplomatique,
edición Cono Sur, para d econstruir las arraigadas
construcciones sociales de género. ©
1. Dora Barrancos señala que entre los m ovim ientos precursores
se encuentran los vinculados con la extinción de la esclavitud de
población negra (véase página 10 de este Atlas).
2. Ana María Fernández, Las lógicas sexuales: amor, política y violen­
cias, Ediciones Mueva Visión, Buenos Aires, 2009,
3. Simone de Beauvoir, El segundo sexo, Debolsiüo, Buenos Aires, 2017.
© Le M onde diplomatique, edición Cono Sur
[
Entre
patriarcado
y modernidad
D e s p u é s de s ig lo s de lucha, las m u je r e s s ig u e n i n t e n t a n d o
q u e b r a r los a r r a ig a d o s p a t r o n e s de la d o m in a c i ó n p a tr ia r c a l
que, co n d if e r e n t e s in te n s id a d e s , aún s ig u e n v ig e n t e s en to d a s
las s o c ie d a d e s del m u n d o . Una g u e r r a p e r p e t u a p o r a lc a n z a r
la ig u a ld a d de g é n e r o y p o r r o m p e r de u na vez p o r t o d a s los
in to le r a b le s la s tr e s de una c u lt u r a c o n s e r v a d o r a .
10 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Las tres olas del feminismo
La histórica lucha
por la igualdad
Dora Barrancos
Si bien hubo experiencias anteriores, se considera que la primera ola del
feminismo comenzó en el siglo XIX. Desde entonces tres ciclos de intensas
luchas por alcanzar ia igualdad de derechos entre hombres y mujeres vienen
cambiando una sociedad donde la dominación patriarcal sigue muy arraigada.
Hacia la e m a ncip ación
13 Ola (1840-1960)
1791
Olympe de Gouges realiza
una adaptación de la ''Decla­
ración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano" a
la que denominó "Declara­
ción de los Derechos de la
Mujer y la Ciudadana”. El
texto propone la emancipa­
ción femenina y la equipara­
ción juridica de ta mujer, la
igualdad de derechos y el
sufragio femenino.
1789
Revolución Fran­
cesa. Se proclama
la “declaración de
los Derechos del
Hombre y del Ciu­
dadano".
f
1848
La Asamblea de Seneca Falls en Nueva York
elabora una proclama de derechos a la que
denominó 'Declaración de sensibilidad', do­
cumento que denunciaba ¡as restricciones,
sobre todo políticas, a las que estaban so­
metidas las mujeres en Estados Unidos.
1836 --------------Francia establece
el derecho de las
mujeres a la ense­
ñanza primaria.
1792
Mary Wollstonecraft publica el
ensayo Vindicación de los dere­
chos de la mujer en el que denun­
cia que la posición deficitaria de
las mujeres se debe a una distri­
bución inequitativa de (as oportu­
nidades educativas.
—
1789
Fuente: Elaboración propia.
1857
El @de marzo, obre­
ras de la industria
textil de Estados
Unidos organizan una pro­
testa en busca de mayores
salarios y mejores condicio­
nes laborales.
1882
Hubertine Auclert, des­
tacada militante france­
sa, empleó el término
"feminismo", en su pe­
riódico La Ciftoyenne.
1893
Nueva Zelanda
se convierte
en el primer
país donde se
establece el derecho al
voto femenino.
1873
^
En la ciudad de Boston,
en Estados Unidos, se
inaugura la primera universi­
dad totalmente accesible a las
mujeres.----------
"
1850
1908
Cerca de quince mil muje­
res, bajo el eslogan "Pan y
Rosas", se manifiestan en
las calles de Nueva York,
para exigirla reducción de
horas de trabajo, mejores
salarios, el derecha al voto
y el fin del trabajo infantil.
•
■
Marie Curie
obtiene el Premio Nobel.
Es la primera mujer en
ser reconocida con este
galardón en la disciplina
1909
Se celebra
por primera
vez el Dia
Internacio­
nal de la
Mujer.
1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD • l l
l feminismo es una corriente de acción política
cuyo propósito central es obtener derechos para
las mujeres en igualdad con los varones. En rigor
se impone el plural “feminismos” debido a las enormes
variaciones alcanzadas por las experiencias de los colec­
tivos reivindicativos, a la diversidad de sus programas y
a las formulaciones locales de su desarrollo más allá de
que se identifiquen por sostener la inexorable equidad
entre los sexos.
Las agitaciones que condujeron a sostener programas
feministas surgieron, como mucho, a fines del siglo XVIII,
pero conviene reservar el concepto para las acciones deci­
didamente orientadas a la conquista de prerrogativas
ocurridas durante el siglo XIX. La historiografía ba subra­
yado el decisivo empinamiento de los feminismos a partir
de 1840, apuntando a las características de sus primeras
adherentes, por lo general mujeres que habían tenido
mejores oportunidades educativas. Entre los fenómenos
precursores que culminaron con la creación de la agencia
feminista se encuentran los vinculados con la extinción
de la esclavitud de la población negra. Es bien conocida
la actitud de muchas mujeres que pasaron a identificar
su situación de modo especular con la de la población
esclava, y que el movimiento abolicionista enraizó con
el reclamo por la liberación de las mujeres sometidas a
padres, hermanos o maridos.
E
No pueden eludirse las referencias a dos figuras conspi­
cuas de fines del siglo XVIII que contribuyeron a moldear
las expectativas que fluyeron medio siglo más tarde: la
francesa Olympc de Gouges y la inglesa Mary Wollstonecraft. Entre sus múltiples aportes, el legado más importante
de Olympe fue la adaptación que realizó en 1791 de la
“Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”
aprobada dos años antes y que denominó “Declaración de
los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”. Mary Wollstonecraft, por su parte, en 1792 publicó su ensayo más
notable: Vindicación de los derechos de la mujer, ganándose
un lugar entre las precursoras del feminismo, Si bien Mary
estuvo lejos de elaborar un programa reivindicativo para
las mujeres, su ensayo mostró las primeras trazas del fondo
de la cuestión: la posición deficitaria de las mujeres no se
debía a una circunstancia inherente al sexo, sino a una
distribución inequitativa de las oportunidades educativas.
L a g e s ta
Las feministas de la llamada “primera ola”, es decir del
prim er ciclo que examinó las causas del sometimiento
de las mujeres y actuó de diversas maneras para revertirio, tejieron redes colectivas desde 1840. La asamblea de
Seneca Falls (Nueva York) en 1848 se constituyó en un hito
debido a la proclama de derechos que planteó la “Decla­
ración de sensibilidad" elaborada en la reunión gracias-*
3- Ola (1980 a la actualidad)
1989
1910
Conferencia Interna­
cional de mujeres
socialistas en Co­
penhague. Deciden
organizar anualmente una
jornada de ia mujer para re­
forzar su lucha por el sufragio
femenino universa).
1920
Rusia se con­
vierte en el
primer país
que legaliza el
aborto.
1911
+
El 25 de marzo en una
fábrica textil de Nueva Ycrk,
Trian gle Shirtwaist Company,
mueren más de 140 obreras en
un trágico incendio.
1948
Se aprueba la
Declaración Uni­
versal de los De­
rechos Humanos
en donde se re­
conoce el sufra­
gio femenino.
1915
Se organiza en La Haya
una reunión convocan­
do a los diferentes mo­
vimientos de mujeres.
1955
Detención de Rosa Parks
por negarse a ceder su
asiento a un hombre
blanco en un autobús en
Montgomery, Alabama. Un
gesto de dignidad que la
convirtió en un símbolo de
lucha por ios derechos civi­
les de las personas de color.
19BC
Sirimavo Bandaranaike se convierte
en Primera Ministra
en SriLanka, la pri­
mera mujer en
; ocupar un cargo de
esta envergadura
¡ en un Estado.
Teresa de Lauretis
escribe Tecnología
del género. Un año
después publica su
workshopen la Uni­
versidad de California
"Teoría queer'.
Caída del Muro de
Berlín.
1963
Betty Frledan escri­
be Lo místico de la
feminidad.
1950
2004
Marcela Lagarde, académica femi­
nista mexicana, difunde la traduc­
ción del concepto "feminicidio"
realizado por ella a raíz del texto de
Diana Russell y Jill Radford, Femícltie: ThePolitics of Woman Killing.
2014
r
Malala Yousafzai obtiene el Premio
Nobel de la Paz convirtiéndose en
la persona más joven en conseguir
este galardón.
2017
ii
Surge el grupo
f f
#MeeToo que denuncia !a
agresión y el acoso sexual.
1975
El 8 de marzo Naciones
Unidas conmemora por pri­
mera vez el Día Internacio­
nal de la Mujer,
-B-+1910
1999
Judith Butler escribe El género
en disputo.
La ONU establece el 25 de no­
viembre como el Día Internacio­
nal de la Eliminación de Violencia
contra la Mujer.
201B
Primera huelga mundial de
las mujeres. Gran adhesión
en todo el planeta.
a
2018
12 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
Olympe de Gouges
"La mujer nace libre y debe
permanecer igual al hombre en
derechos [...]. La ley debe ser la
expresión de la voluntad general;
todas ias ciudadanas y ciudadanos deben
contribuir, personalmente o por medio de
sus representantes, a su formación
Declaración de los Derechos de la Mujer
y la Ciudadana, 1791.
a la labor de Lucrecia Mott, Elizabeth Cady Stanton y
Jane Hunt, entre otras. La Declaración sostenía como
“verdad evidente: que todos los hombres y mujeres son
creados iguales; que están dotados por el Creador de
ciertos derechos inalienables, entre los que figuran la
vida, la libertad y el empeño de la felicidad; que para
asegurar estos derechos son establecidos los gobier­
nos, cuyos justos poderes derivan del consentimiento
de los gobernados”. Fue firmada por un centenar de
participantes, entre los cuales un 30% eran varones.
La forja de una identidad feminista resultó siempre
difícil, aunque no era ese el nombre con el que se iden­
tificaban las militantes. Las adversidades desde luego
tuvieron que ver con los ambientes de inserción. En
Estados Unidos, por ejemplo, las mujeres habían tenido
más grados de libertad que en Europa, lo que no signi­
ficaba que estuvieran exentas de las severas reglas de
“ser mujer”. Las inglesas estaban singularmente some­
tidas al mandato patriarcal, a las fórmulas sojuzgadas
de padres y maridos, al acatamiento de las funciones
“propias del sexo”. Las francesas, aunque igualmente
sometidas a las normas patriarcales, parecían mostrar
líneas de fuga en términos de moral sexual. Las alema­
nas, especialmente de las clases trabajadoras, tampoco
se libraban de los presupuestos patriarcales, y como
las austríacas socialdemócratas sufrieron enconados
ataques debido a las posiciones pacifistas con el esta­
llido de la Gran Guerra en 1914. Sin embargo, con el
correr de las décadas, las defensoras de los derechos
de las mujeres consiguieron aumentar el número de
simpatizantes y emergieron en la mayoría de los países,
al menos occidentales.
El concepto de “feminismo” se atribuye a Hubertine
Auclert, destacada militante francesa que lo empleó en
su periódico La Cittoyenne en 1882. A fines del siglo
XIX se realizaron numerosos congresos feministas,
y al iniciarse el XX, la corriente se ensanchó con la
participación de mujeres que reclamaban contra el
sojuzgamiento y reivindicaban los derechos civiles y
cívicos de los que gozaban los varones.
Para sintetizar, la agenda de los feminismos de la
“primera ola” podría sistematizarse en los siguientes
cuatro aspectos: 1) igualdad jurídica toda vez que las
normas inferiorizaban a las mujeres; 2) conquista del
• • •
derecho a votar y a ser votada, tal como habían logrado
los varones en la mayoría de los países; 3) garantía del
derecho a la educación bajo cualquier circunstancia, y
4) reconocimiento de la maternidad, aspecto acentuado
en las primeras décadas del XX cuando las diversas
manifestaciones feministas reclamaron asignaciones
estatales según el número de hijos.
Un fe m in is m o re n a c id o
El feminismo vivió un relativo estancamiento durante
los años de la Segunda Guerra Mundial y los posterio­
res. El retorno a las antiguas urgencias vindicativas
tal vez se explique por el hecho de que en la mayoría
de los países occidentales se habían ganado reformas
sociales y jurídicas que habían permitido una cierta
mejora del estatus de las mujeres. Pero esa adaptación
era una renuncia a la completa emancipación. En este
contexto, la aparición del libro La mística de la fem ini­
dad de Betty Friedan en 1963 sirvió como un sacudón a
la adormecida conciencia feminista, aunque no puede
descartarse la influencia de El segundo sexo de Simone
de Beauvoir, cuya traducción al inglés ocurrió en 1953.
Sin embargo, como manifestó la propia autora en una
entrevista en 1976: “La mayor parte de las mujeres
que se volvieron activas en el movimiento eran muy
jóvenes cuando el libro fue lanzado, en 1949-50, para
ser influenciadas por él. Lo que me halaga, claro, fue
que ellas lo hayan descubierto más tarde”.
Más allá del número de lecturas a Friedan o a Beau­
voir, sus contribuciones fueron fundamentales para la
aparición de un fenómeno completamente novedoso:
el surgimiento de la teoría feminista. La segnnda ola
modificó por completo la agenda y tornó irreprimible el
advenimiento de una epistemología que se irradió más allá
de la cantera de las ciencias sociales y las humanidades. El
feminismo renacido a mediados de los 60 tenía un doble
lazo: una nueva inscripción en materia de derechos y un
esfuerzo vigoroso para la densidad teorética.
La segunda ola fue im petuosa, no faltaron las
confrontaciones estridentes y tuvo mucho que ver con
el contexto internacional: la Guerra Fría, la guerra de
Vietnam, los procesos de descolonización y las insur-
Mary W oltstonecraft
"Las desigualdades entre los
hombres y las mujeres son tan
arbitrarias como las referidas a)
rango, la clase o los privilegios; todas
aquellas que el racionalismo ¡lustrado había
criticado e identificado".
Vindicación de los derechos de la mujer, 1792.
1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 13
<
S¡mone de Beauvoir
"Mientras no se haga realidad
una perfecta igualdad
económica en la sociedad, y
mientras las costumbres permitan
a la mujer disfrutar como esposa y amante
de los privilegios que corresponden a
algunos hombres, el sueño de un éxito
pasivo se mantendrá, frenando su propia
realización".
B etty Friedan
"Una m ujer está en
^
desventaja por su sexo,
y ,os obstáculos de la
'
sociedad, tanto si cumple
servilmente el patrón masculino en el
ámbito profesional, como si se niega a
com petir con el hombre".
Lo mística de la feminidad, 1963.
E/ Segundo Sexo, 1949.
gencias generacionales a las que obligaban las rancias
form ulaciones del sistem a universitario.
E n tre las grandes m odificaciones ex p erim entadas
p o r la agenda que había regido d u ra n te un siglo, es
necesario subrayar ciertos ejes: 1) el abandono de la
clave m aternal ista y la consagración del reconocim iento
del cuerpo sexuado fem enino con ind ep en d en cia del
propósito reproductivo; 2) el reconocim iento y la cele­
bración del deseo sexual, la elucidación teórica en torno
de la cuestión y el franqueam iento a las experiencias
hom oeróticas; 3) la descripción del sistem a p atriarcal
como violento y responsable de diversas m anifestacio­
nes de agresión, desde las form as sim bólicas, hasta los
m odos fácticos de acoso y los ataques a la integridad
sexual y física. La lucha co n tra la violencia se situó
en la cim a de los program as enunciados por diversos
fem inism os, una alteración com pleta del orden de las
reivindicaciones del pasado.
Pero no pueden dejar de m encionarse dos cuestiones
fundam entales que instaló la segunda ola: la “desbiologizacíón” de la diferencia sexual y la politización de la
identificación sexo-genérica. Otro legado fundam ental
de la notable agenda fem inista que ocupó las décadas
1960-1980 es la aseverativa “lo personal es político".
C ontroversias y escisiones
A unque los n ú c le o s fe m in ista s te n d ie ro n a fo rm a r
co m p o sicio n es h e te ro g é n e a s, hubo c o n tro v e rsia s y
escisiones. Uno de los p rim e ro s quiebres surgió ante
el d ia g n ó stic o de u n a p e rs p e c tiv a d o m in a d a so b re
todo por m u je res “b lancas, p ro te s ta n te s y de clase
m e d ia ” com o o c u rrió en E stados U nidos. F u era de
ese país tam b ién se reg istra ro n m alestares. Tal es el
caso de A m érica L atina, do n d e si bien la rec e p c ió n
de la segunda ola había significado un notable e s tre ­
m ecim iento -d esp la za d o tem p o ralm en te debido a las
dictaduras de la región-, no pudieron evitarse los cole­
tazos frente a la centralidad eu ro p eo -estad o u n id en se
atribuida a la teo ría fem inista. La idea de exhibir otras
m anifestaciones acordes con las diferencias étnicas y
de clase fue incorporándose com o una contestación a
lo que parecía un régim en decididam ente no inclusivo
del m ovim iento de m ujeres.
Pero si estos disensos fortalecieron los “fem inism os
de d iá sp o ra ”, un p u n to fu n d am e n ta l de la d iatrib a se
e sta b le c ió en to rn o de la co n v e n cio n a l a c e p ta c ió n
h e te ro sex ista , m arca reg istra d a de la clásica “teo ría
fe m in is ta ”. Es m uy d ifícil p re c is a r el m o m en to de
producción de lo que fue encrespándose como “tercera
ola” y la discusión perm an ece ab ierta. A mi juicio, el
cauce fue iniciado por quienes re ta ro n la perspectiva,
ínsitam ente p atriarcal, de la conform ación de géneros
anclada en valoraciones excluyentes de la sexualidad.
A m ero títu lo co n je tu ra l, creo que fue a fines de los
años 70 e inicios de los 80 cu ando se irra d ia ro n los
d iscu rso s dirigidos a re ta r al p ropio fem inism o por
sus convenciones g e n e riza d a s h e te ro sex ista s.
Es necesario m en cio n ar los ap o rtes de T eresa de
L au retis, su “tec n o lo g ía del g é n e ro ” (1989) y sobre
todo su w orkshop sobre “teo ría q u e e r” en la U niver­
sidad de C alifo rn ia en Santa C ruz en 1990. Y no se
puede d e ja r de c ita r el p io n erism o de M onica W ittig
y la o b ra fu n d a m e n ta l de J u d ith B u tler, e s p e c ia l­
m e n te El género en d isp u ta (1999) q u e lev a n tó un
reguero de discusiones y se constituyó com o re fe re n ­
cia p ara d e sesta b iliz a r el concepto de género. Desde
luego, form an p a rte de e sta te rc e ra ola tam b ién las
d iscu rsiv id ad es po s-co lo n iales con sus d e n u n c ia s a
la h e g e m o n ía del fem in ism o e u ro a m e ric a n o , a sus
asociaciones con propósitos im perialistas y a las cap i­
tulaciones de los fem inism os periféricos identificados
con aquellas teorías que preservan ciertos universales
esencialistas. Estas posiciones guardan aspectos que
seguram ente p u ed en com partirse, pero hay que estar
ad v e rtid a s sobre las nuevas form as de “p u re z a ” y de
norm ativ id ad fem in ista excluyente, que no dejan de
ser esencialistas.
SÍ hay u n a p ro m e sa en e sta te rc e ra ola, es la del
inm enso arco de registros teóricos y de acción política
p ara c la u su ra r la d o m inación p a tria rc a l. @
14 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
•
•
Sororidad
Un pacto entre mujeres
M aría Luisa Fem enías
Mientras que la amistad entre hombres se presenta como natural la relación
entre mujeres habitualmente se muestra como un vínculo plagado de
conflictos. Pero la sororidad, presente desde hace siglos, derrumba ese mito,
y hoy adquiere más fuerza en el espacio público y político mundial.
p a rtird e la Revolución Francesa y la “Declaración
de los Derechos del Hombre y el Ciudadano” en 1789,
parecía vislum brarse el camino hacia la igualdad.
Una igualdad e n tre los hom bres, pero no e n tre seres
hum anos. El lema de la Revolución -L ibertad, Igualdad,
Fraternidad- no se extendió a las mujeres, como sostiene
la filósofa M aría Xosé Agrá en el libro Fraternidad: un
concepto político a debate. Su análisis m uestra tam bién
cómo los conceptos de libertad e igualdad son universales
(o al menos universalízables en su sentido formal), mien­
tras que el de fraternidad incluye sólo, y en el mejor de los
casos, a la mitad de la especie hum ana. Los conceptos de
fray-frater comenzaron a usarse a mediados del siglo XII
en Francia, y unos doscientos años después su derivado,
fraternidad, llegó a adquirir un claro sentido sociopolítico.
Pero el térm ino se referia sólo a los varones, es decir, a
los herm anos varones (herm anos carnales o como hijos
de Dios), m ientras que sor aludía a las herm anas mujeres.
Luego de la Revolución, la utilización del universal
Hombre en el conjunto de reivindicaciones lib ertarias
se fue reduciendo a los varones a p a rtir del cierre de
los Clubes de M ujeres, en 1793 y 1794, la expulsión de
las mujeres de la Asamblea Nacional y el asesinato en la
guillotina de la mayoría de las lideresas del movimiento
que reclam aba derechos de ciudadanía. De este modo, el
térm ino universal Hombre se solapó con hombre, como
m itad de la especie, dando lugar a la falacia según la cual
la parte se superpone con el todo. Como consecuencia, se
invisibilizó a “la otra m itad”, es decir, a las mujeres y, por
extensión, a todas las sexualidades disidentes.
A
Un concepto en la sombra
La idea de sororidad com enzó a ad q u irir fuerza hacia
fines del siglo X V III y principios del XIX en los discur­
sos políticos que exigían d erechos, consolidando su
sentido de “herm andad fem enina” o de m ujeres segui­
doras de una causa justa.
Es necesario resaltar que, si bien los términos sororidad
y fraternidad tienen un origen religioso o conventualmonacal, fraternidad superó rápidam ente los lím ites que
le im puso la religión para convertirse en un concepto
laico, político y hasta revolucionario. La sororidad, en
cambio, no siguió el mismo camino. Desde un punto de
vista fáctico, incluso las más altas jerarquías fem eninas
del convento se vieron siempre subordinadas al mando
de un varón, obispo o papa. Es decir, el paralelo fray/sor,
fraternidad/sororidad, se tru n c a una vez superados los
escalones jerárquicos medios. Si bien para escapar de la
Todavía hoy los diccionarios
desconocen el concepto de
sororidad, aunque sí incluyen el
concepto de fraternidad.
tutela eclesiástica muchas agrupaciones de mujeres, como
las beguinas (asociación de m ujeres cristianas del siglo
XII que dedicaban su vida a la ayuda a los desam para­
dos, enfermos, mujeres, niños y ancianos), solicitaron y
obtuvieron la protección de príncipes o señores, nunca
pudieron legitim arse plenam ente a sí m ism as aunque
constituyeran el fenómeno más interesante de laicización
de la vida femenina. A pesar de haber perdurado hasta el
siglo XX, estas comunidades autogestivas, en convivencia
libre, son tan interesantes como poco conocidas.
Independientem ente de las reivindicaciones y argu­
mentos teológicos a los que han apelado abadesas y teólo­
gas hasta la actualidad, salvo el incidente -rápidam ente
reparado, desmentido y ocultado- de la coronación como
Papa de Juan VIII, que resultó luego ser Juana, el trono
del Vaticano y los sillones cardenalicios siem pre han
sido ocupados por varones. Es decir, aunque los térm i­
nos fraternidad y sororidad son lógica y lingüísticamente
1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 15
0 Laicas.
•
Comenzaron en
Flandes, norte
de Francia y en
Alemania, y
luego se
expandieron
por Europa.
•
©
Aducian una relación
directa con Dios (sin ser
monjas, ni relacionarse
con las estructuras
eclesiásticas).
Alfabetizaban
mujeres pobres y
enseñaban oficios para
inculcar la autonomía.
Predicaban la
libertad del alma.
Viudas,
solteras.
©
0 Solidarias:
atendían
enfermos.
Siglos
XII y XIII
La beguina Marguerite
Porrette, autora del
tratado místico
El espejo de tas alm os
simples, fue perseguida
por la Inquisición y
quemada en París en 1310.
El Concilio de Viena
(1311, Francia) las declaró
herejes por practicar una vida
espiritual fuera de la Iglesia.
#
Vivían con indepen­
dencia del control de
los varones.
El últim o refugio
beguinofue cerrado a
comienzos del siglo XX,
Fuente: Elaboración propia.
equivalentes, no lo son en su uso político, público, social
y jerárquico. Todavía hoy los diccionarios desconocen el
concepto de sororidad, aunque sí incluyen el de fraternidad.
La unión que transform a
A p esar de e sta m arg inación, d u ra n te el siglo XIX la
idea de sororidad tuvo una am plia circulación, pero no
en el espacio público-político, de donde fue desplazada,
sino en el privado e íntim o. Como lo expone la autora
canadiense Carol Lesser en ‘Let Us Be Sisters Forever’:
The Sororal Model ofNineteenth-Century Ferrtale Fríen dship, la sororidad rige fuertem ente la escritura epistolar
fem enina y la excede form ando redes de contención,
de educación y de apoyo. Gracias a la redefinición de la
noción de política, en térm inos de “lo personal es político”,
como sostiene la activista y escritora Carol H anisch en
el texto publicado en 1969 y que lleva como título aquel
lema, se puede desplegar la dim ensión ética, solidaria,
política y práctica de la sororidad.
En los análisis sobre el concepto, la sororidad suele
estar vinculada a la noción de “pactos entre m ujeres” que
la filósofa española Posada Kubissa describe en su libro
Pactos entre mujeres. Estos pactos no son necesariam ente
explícitos, pero sí se basan en la confianza reciproca, el
respeto m utuo, la valoración positiva de la otra-m ujer y
la voluntad de superar la escisión que socioculturalm ente
se prom ueve entre las m ujeres. La sororidad favorece
la co n stru cció n de vínculos solidarios e n tre m ujeres,
rechazando la dependencia em ocional, económ ica, de
clase o id e n tita ria de una figura m ascu lin a de la que
obtener reconocim iento.
En este sentido, la antro p ó lo g a m exicana M arcela
L agarde vin cu la - e n su trabajo Los cautiverios de las
mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas- la
sororidad al ajfidamento, térm in o acuñado por la filó­
sofa italiana Luisa M uraro -e n El orden simbólico de la
m adre- para referirse a las “hijas sim bólicas”, relación
co nstituida por lazos de afecto basados en creencias y
principios en común. La sororidad refuérzala posibilidad
de obtener reconocim iento de otra u otras mujeres, cuyos
criterios se valoran hasta constituir relaciones positivas,
solidarias, de cuidados, basadas en relaciones paritarias
y alianzas existenciales. En general, la sororidad apunta
a una dim ensión utópica, en térm inos de contribuir, a la
m anera de un horizonte de sentido, con acciones específi­
cas que tiendan a elim inar de la sociedad todas las formas
de opresión, desm ontando la construcción jerárquica de
los sexos, tanto como la de las etnias y las clases.
La puesta en p rác tic a de la solidaridad, el cuidado
mutuo, la cooperación, la autogestión, el apoyo y la conten­
ción son algunos de los valores implicados en el concepto
de sororidad. Tales valores prom ueven lo que Lagarde,
en su trabajo m encionado anteriorm ente, denom ina “el
poderío genérico de todas y el em poderam iento vital de
cada m ujer”. Esto genera que tanto el concepto como las
acciones adquieran una dinám ica y u n a potencialidad
cuyos im pactos legales, sociales y políticos aún no son
observados en todas sus dimensiones. Como horizonte de
sentido, la sororidad habilita una sociedad desjerarquizada
que, al mismo tiempo, posibilita u n cambio fundam ental
en el modo de entablar las relaciones de género, tendiente
a la transform ación social. ©
16 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
......• • •
La unión de las m ujeres
EE.UU.
Nueva York
---------8 de marzo de 1857.
Trabajadoras de la fábrica
textil Triangle Shirwaist se
manifiestan pidiendo mejores
condiciones laboraíes.
El 25 de marzo de 1911,
146 trabajadoras mueren
en un incendio en
la fábrica.
26 de agosto
de 1970. Se desarrolla la
protesta "Women's Strike for
Equality", encabezada por
Betty Friedan, exigiendo:
guarderías gratuitas abiertas
durante las 24 horas bajo
control comunitario; aborto
libre "gratis e inmediato" e
iguales oportunidades de
trabajo
y de educación.
Brasil.
1988. Primer
Encuentro
Nacional de
Mujeres
Negras.
Solivia.
10 de enero de 1980.
Nace ta Confederación
Nacional de Mujeres Campesi­
nas Indígenas Originarías de
Solivia "Bartolina Sisa". Participan
en acciones colectivas de los
campesinos en el proceso de
recuperación democrática y __
denuncian ¡a doble discrimina­
ción por ser mujeres y por
ser campesinas e
indígenas.
Argentina.
Junio de 1992.
Primera marcha del —
Orgullo LBGTIQ, conme­
morando la resistencia del
colectivo al ser detenidos
en una razzia en el bar
"Stonewall"
{Nueva York).
Fuente: Elaboración propia.
República
Dominicana.
1992. Primer
Encuentro de Mujeres
Afrodescendientes.
Islas
Malvinas
(ArgJ.
1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD m 17
Islandia.
24 de octubre de
1975. Paro nacional de
mujeres. El 90% de las
mujeres hacen huelga no
sólo en sus lugares de
trabajo sino también en sus
hogares. Se propuso la
unidad de las mujeres de
todos los estratos sociales
y políticos.
Rusia.
8 de marzo de 1917.
Mujeres socialistas se
organizan ante la falta ---------- •
de alim entos con la
consigna de "Pan. paz
Francia.
1789. Se crean
Clubes de Mujeres,
donde se juntan a debatir,
informarse y organizar
acciones en el proceso de la
Revolución Francesa. Desde
su inicio hasta 1793 (año en
que fueron prohibidos) se
censaron 56 clubes
femeninos.
España.
Barcelona.
1896. Lb obrera textil
Teresa Claramunt funda la
Sociedad Autónoma de
Mujeres para luchar contra
la posición superior que
poseen los hombres en la
sociedad.
Arabia
Saudita.
8 de marzo de 2018. Las
mujeres conmemoran el
Dia Internacional de la
Mujer ejerciendo uno de
sus derechos reciente­
mente adquiridos: salir a
correr por el distrito
histórico de
Jeddah.
Irán.
8 de m arzo de
2018. Tres mujeres se
quitan el velo y cantan
una canción en el subte
de Teherán. Un día antes
una m ujer había sido
sentenciada a dos años
de prisión por sacarse el
veloen público.
Turquía.
Estambul.
27 de marzo de 1995.
Nace el movimiento
Madres de los sábados,
que reclaman por las
desapariciones de sus
hijos perpetradas por el
terrorismo de Estado en
la década del 90.
18 O EL ATLAS DE LA REVOLUCION DE LAS MUJERES
•
•
*
Los orígenes del feminismo argentino
La gesta nacional
Susana B eatriz G am ba y A id a M aldonado Z a p le ta l
La rebelión de las m u je re s es id e n tific a ble en to d o tie m p o y lugar. En
A rgentina, la llegada m asiva de in m ig ra n te s al país a fines del siglo XIX
te r m in ó de dar fo r m a a los p rim e ro s fe m in is m o s nacionales y c o n s titu y ó la
antesala de in te rm in a b le s luchas libradas por la igualdad de género.
i entendem os el fem inismo como un m ovim iento
que promueve la liberación de la mujer y la igualdad
de derechos sociales, políticos y económicos entre
géneros, su historia se relata a través de hechos que dan
cuenta de la desigualdad y de su opresión.
T ras u n a larga c u ltu ra de dom inación, las m ujeres
ta rd a ro n en n om brarse y m ucho m ás en tra sc e n d e r y
perpetuarse. ¿Cuántas mujeres nos llegan de las culturas
originarias, de los tiem pos de !a Revolución de Mayo o
de la Independencia? Aún con pocos nom bres propios
que acuñar, la rebelión de las m ujeres es identiñcable en
todo tiem po y geografía.
Manuela Pedraza, “la Tucum anesa” y M artina Céspe­
des -e n tre m uchas- lucharon con valentía durante las
Invasiones Inglesas; patriotas como Juana Moro y M aría
Loreto Sánche 2 organizaron a las salteñas en una red de
espionaje apoyando al Ejército de M anuel Belgrano en el
S
Norte; trabajadoras dom ésticas, costureras, fosforeras
protagonizaron grandes huelgas en los com ienzos del
siglo XX; otras exigieron votar y estudiar; las M adres y
Abuelas de Plaza de Mayo.,, Son m uchas las mujeres que
sin llam arse fem inistas se sublevaron ante las injusticias
y resistie ro n los em bates a u to rita rio s del E stado y la
cu ltu ra patriarcales.
Primeras expresiones
Las prim eras expresiones llamadas fem inistas en Argen­
tina surgieron a fines del siglo XIX, con el ingreso de las
grandes corrientes m igratorias europeas que trajeron
las ideas del anarquism o, el socialism o y, m ás tarde,
del comunismo.
“Porción herm osa de la sociedad” llam aba Petrona
Ignacia Rosende a las lectoras de La Aljaba, periódico
que fundó en Buenos Aires en 1830. Sin ser fem inista,
1906
Huelga de las fosforeras:
w
lucha protagonizada por las
obreras de la Compañía General
de Fósforos que comenzó en
Barracas, Avellaneda y Paraná.
Hitos del fem inism o autóctono
1885
Primera egresada
universitaria
(Éfida Paso).
1896
Periódico Lo Voz de la Mujer
(comunista anárquico). ___
1830
Periódico Lo
Aljaba dedicado a!
bello sexo argenti­
no. Primera publi­
cación dirigida a
mujefes.
1830
1891
Primera huelga de
trabajadoras del
servicio doméstico.
1885
1890
Fuente; Susana Beatriz Gamba y Aida Maldonado Zapletal.
1904
m
Fundación de
!a Asociación de
Universitarias
Argentinas.
1905
Creación del Centro
Feminista, la Liga Fe­
minista Nacional y el
Centro Feminista de
Libre Pensamiento.
1902
f
Constitución del
Centro Socialista
Femenino por ini­
ciativa de las her­
manas Chertkoff.
1895
1900
1905
1910
Entre el 18 y el 23
de mayo se desa­
rrolló el Primer
Congreso Interna­
cional Femenino
en Buenos Aires.
1916
Fundación del
periódico Tribu­
na Feminista por
parte de Carolina
Muzzilli, quien
también fue su
directora (socia­
lista).
1911
Julieta Lantén logra votar
en las elecciones de conce­
jales en Buenos Aires.
1910
1915
1. EMTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 19
se d irig ía a las m ujeres y abordaba asu n to s públicos,
Siguieron su derrotero publicaciones que también promo­
vieron los derechos de las m ujeres y cu estio n aro n los
privilegios de los hom bres, como La Camelia, a cargo
de Rosa G uerra (1852), Á lbum de señoritas, de Ju a n a
M anso (1854) y La Alborada del Plata, editada por Juana
M anuela G orriti (1877).
La Voz de la Mujer, pionera en América Latina, fue la
prim era publicación fem inista que convocaba a m ovi­
lizarse contra la subordinación de las m ujeres y tra b a ­
jadoras. Vocera del com unism o anárquico, entre 1896 y
1897, luchó co n tra la religión y todas las instituciones
opresivas y promovió la educación, la anticoncepción y
el am or libre.
Del anarquismo al radicalismo
El anarquism o tuvo gran relevancia en los orígenes del
fem inism o argentino. Las prácticas revolucionarias y
la composición obrera y popular de la gran m ayoría de
sus in teg ran tes cuestionan la tesis generalizada de un
prim er fem inism o elitista y burgués. E ntre sus referen­
tes trascendieron V irginia Bolten y Juana Rouco Buela.
Este movimiento centraba la m irada en el poder ejercido
sobre las m ujeres dentro del m atrim onio y de la familia.
Son muchas las mujeres que sin
llamarse fem inistas se sublevaron
ante las injusticias.
En consecuencia, prom ovía las relaciones libres, ya que
consideraba que el casam iento restrin g ía la libertad y
sexualidad de las mujeres, y que su finalidad era asegurar
la transm isión capitalista de la propiedad.
Las trabajadoras, llam adas “las proletarias del prole­
ta ria d o ”, fueron tejiendo u n a resisten cia fren te a las
&
1932
La Cámara de Di­
putados aprueba
“
=
el voto femenino, pero no se trata en
el Senado. Se crea la Agrupación de
Mujeres de Letras y Artes» en cuya
primera comisión participaron,
entre otras, Salvadora Medina
Onrubia y Alfonsina Storni.
1919
Fundación del Partido
Nacional Feminista.
Alicia Moreau, entre
otras, participa de la
creación del Comité
Pro Derecho deí
Sufragio Femenino.
1951
I
1947
1920
Aparición de
la revista Nuestra
Cousolsocialista}.
lié
1920
1925
1930
Se sanciona la
Ley del Sufragio
Femenino.
1935
1940
Universidad, letras y artes
Entre 1885 y 1900 egresaron las prim eras universitarias,
en su m ayoría m édicas. Fueron tam bién las prim eras
fem inistas “ilustradas” que prom ovieron derechos civi­
les y políticos. Algunas eran partid arias del socialismo,
sufragistas y organizadoras de varios centros de conver­
gencia, así com o del P rim er C ongreso In te rn a c io n a l
de M ujeres de 1910, donde se d estacaro n las voces de
Cecilia Grierson, Elvira Rawson, Julieta Lanteri, M aría
Abella Ramírez, Alicia Moreau y Carolina Muzzilli, entre
o tras. Sus p a rticip a n te s m ilita b an m ay o ritariam en te
en el C entro de U n iv e rsita ria s A rgentinas, el C entro
Socialista Fem enino, el C entro Fem inista y la Liga de
M ujeres Librepensadoras.
En 1932 se constituyó en Buenos Aires la A grupación
de M ujeres de L etras y Artes. En su prim era comisión
se destacaron Salvadora M edina O nrubia y A lfonsina
Storni. M edina O nrubia merece un justo reconocim iento
por su lite ra tu ra y su m ilitan cia política a n a rq u ista .
Aunque cuestionada por su m odo de vida burgués y->
1970
Surge la Unión
Feminista Argentina
(UFA), primera agru­
pación feminista de
ia Segunda Ola.
J p l
Lasm uje- r M É l
res votan I
1
por primera vez
en elecciones
nacionales.
1945
inclem encias de un sistem a de dom inación y ex p lo ta­
ción. D entro de las m uchas acciones que organizaron,
se destacan algunas m edidas de fuerza tales como: las
huelgas de las trabajadoras de servicio doméstico en 1891,
1901 y 1904; la lucha obrera de las fosforeras de B arra­
cas, Avellaneda y P araná en 1906, que logró en 1909 una
asociación que las aglutine; la organización que forjaron
las obreras telefónicas para pedir m ejoras salariales en
1907; la creación de la Sociedad de O breras C ostureras
de Confección en G eneral en 1936 o la sanción de la Ley
de Trabajo a Domicilio en 1941.
El P a rtid o Socialista, fundado en 1894, asum ió un
com prom iso fu erte con la participación electoral y la
reform a laboral, por lo que en la segunda década del siglo
XX sobrepasó al anarquism o en cuanto a su inserción
y propagación del fem inism o. La creciente influencia
del radicalism o, por su parte, tam bién hizo lo suyo para
eclipsar la influencia anarquista.
1950
1977
Primera
Ronda a la
Plaza de las Madres
de Plaza de Mayo.
\
1972
Fundación del
Movimiento de
Liberación Fe­
minista (MLF).
1970
1982
Surgimiento de ATEM (Asocia­
ción de Trabajo y Estudio de la
Mujer) 25 de Noviembre, Amas
de Casa del País, Asociación
Argentina de Mujeres de Ca­
rreras Jurídicas.
1978
Constitución de la
Asociación Juana
Manso en Córdoba.
1979
Unión de Mujeres Socia­
listas. Aparece el CEM
(Centro de Estudios de
la Mujer).
1975
1980
1983
Creación del
colectivo
Lugar de Mujer
que acompaña
las primeras
leyes a favor de
ias mujeres.
1985
20 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
C ecilia G rierson (1859-1934)
Primera médica argentina
Obstetra y kinesióloga, no pudo trabajar como cimjana a pesar
•
A lic ia Moreau (1885-1986)
L íd e r p o lític a s o c ia lis ta
de ser la primera mujer que obtuvo el título habilitante. Luchó
En 1902 fundó eí Centro Socialista Feminista y la Unión
Gremial Femenina, yen 1906el Movimiento Feminista.
denodadamente por el reconocimiento de los derechosde la
Durante el Congreso Internacional de Libre Pensamiento,
mujer. Participó en congresos internacionales y elaboró un
realizado en Buenos Aires, fundó el Centro Feminista y el
Comité Pro-Sufragio Femenino junto a mujeres como Sara
estudio sobre el Código Civil que permitió un importante
cambio en la legislación en beneficio de la mujer casada.
En 1910 presidió eí Primer Congreso Feminista Internacional
de la República Argentina, convocado por la Asociación de
Justo, En 1910 fue una de las princi pales organizadoras del
Primer Congreso Femenino Internacional. En 1914 se recibió
como médica con la tesis "La función endocrina del ovario",
Mujeres Universitarias. Creó escuelas y otros establecimientos
siendo una de las primeras especialistas latinoamericanas en
educat ivos con actividades distintas a la medicina y fue
enfermedades femeninas. En 1918 fundó la Unión Feminista
pionera en el tratamiento de niños con capacidades
Nacional. Fue directora de la revista Nuestro causa creada
en 1919. En 1932 elaboró un proyecto de ley que establecía el
especiales. Fundó le Escuela de Enfermeras del Círculo Médico
del país. Trabajóen el Hospital San Roquefhoy Hospital Ramos
Mejia}. Colaboró en el primer nacimiento por cesárea hecho
en Argentina ¡1892).
•
sufragio femenino. En 1958 participó de la división del Part do
Socialista y la fundación del Partido Socialista Argentino,
ocupando la dirección del periódico La Vanguardia hasta
1960. Permaneció ligada a la vida política hasta su muerte
en 1986, s la edad de 100 años.
Fuente: Elaboración propia.
su m arido, el fundador del periódico Crítica, fue la
prim era mujer que dirigió un diario en Argentina. Su obra
de teatro “Las descentradas” (1928) es una pieza clave
del anarco-fem inism o, en tanto que unos años antes,
entre 1924 y 1925 se habían publicado “De Francesca a
B eatrice”, de Victoria Ocampo; “A kasha”, tam bién de
M edina O nrubia y “O cre”, de Alfonsina Storni.
Sufragismo y peronismo
La aparición en escena de Eva Perón y la prom ulgación
en 1947 de la Ley 13.010, que universalizó el derecho
al sufragio incorporando a las mujeres, produjeron un
cim bronazo en el país. La m ayoría de las sufragistas
históricas, tanto las socialistas como las radicales, que
en 1946 se habían negado a que Perón les o torgara el
voto por decreto, apoyaron la m edida al tra tarse en el
Congreso. Pese a esto, las fem inistas de los distintos
partidos se aliaron en laUnión Democrática, oponiéndose
férream ente al peronismo, a! que acusaban de populista,
autoritario y m uchas veces nazi fascista.
El creciente liderazgo de Evita, que no se decía ni
era fem inista, transform ó la vida de las mujeres, espe­
cialm ente de las trabajadoras. Sus posturas resultaban
polémicas y contradictorias, ya que por un lado ensal­
zaba al extrem o la figura de Juan D. Perón como líder
y conductor, y desplegaba una retórica conservadora
sobre el rol de la m ujer y su “sagrada” función m aternal
y, por otro lado, promovía la participación femenina en
lo social y político. Pese al fuerte cuestionam iento de las
alas fem inistas, m aterializó derechos que venían recla­
mándose, y en 1949 fundó el Partido Peronista Femenino.
La prim era experiencia de voto femenino se realizó en
1951 y perm itió el ingreso de gran cantidad de mujeres
al Congreso Nacional.
El nuevo feminismo
Los anos 60 y com ienzos de los 70 llegaron con los ecos
de la Revolución Cubana, el Mayo Francés, la guerra de
Vietnam , el asesinato del Che, el m ovim iento hippie y
el descubrim iento de la píldora anticonceptiva por un
lado, y con la proscripción del peronismo y los gobiernos
dictatoriales en Argentina por el otro. En este contexto
surgieron varios grupos guerrilleros a los que se sum a­
ron las m ujeres, apostando por ese “hom bre nuevo”
que tom aría las arm as para d e rro c a r al capitalism o,
confiando que con su triunfo se produciría tam bién su
liberación. No fueron fem inistas, aunque, de hecho,
cuestionaron el patriarcado.
A fines de los 60, M aría Elena Oddone creó el Movi­
m iento de Liberación de M ujeres (MLM). Disuelto en
los 70, apareció la Unión Fem inista A rgentina (UFA),
precursora del nuevo feminismo, im pulsada por m uje­
res como Leonor Calvera, Gabrielle Christeller, M aría
Luisa Bemberg, Hilda Raís y Sara Torres, entre otras.
Funcionaba a través de grupos en los que se d iscutía
sobre sexualidad, aborto, m enstruación y se cuestiona­
1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 21
ban los roles y m andatos im puestos. C onform ada en su
m ayoría por sectores m edios, intelectuales y m ilitantes
de izquierda, su diversidad fue enriquecedora, aunque
sus d istintos intereses determ in aro n luego su escisión.
El clim a político im p e ran te provocó tensiones e n tre
quienes plantearon com batir al capitalism o y al p a tria r­
cado -q u e se fueron de la U nión-, y quienes sostenían
que la lucha de clases era de segundo orden.
Tiem po después, en 1974, se form ó la coordinadora
por el A ño In te rn a c io n a l de la M ujer, in te g ra d a p o r
funcionarios del gobierno de Isabel Perón, m iem bros de
la UCR y el PC. Los m ovim ientos fem inistas, las a g ru ­
paciones por los derechos de las m inorías sexuales y los
partidos de izquierda se opusieron porque el encuentro
no preveía ninguna dem anda del movimiento de mujeres.
Estas organizaciones opositoras conform aron el Frente
de Lucha para la M ujer, que reivindicó un salario para
el trabajo dom éstico, iguales oportunidades de acceso a
la educación, la anulación de la legislación que prohibía
la difusión y el uso de anticonceptivos, el aborto legal y
gratuito, en tre otros derechos.
Dictadura y primavera dem ocrática
D urante los años de la feroz dictadura cívico-m ilitar un
grupo de m ujeres se anim ó a e n fre n ta rla reclam ando
por sus hijos e hijas, convirtiéndose en un icono m undial
en la defen sa de los d e re c h o s h u m an o s. Las M adres
y A buelas de Plaza de M ayo sin sab er de fem inism o,
tran sg red iero n su rol tradicional de m adres tom ando el
espacio público y encarnaron más que nunca la consigna
del nuevo fem inism o: “lo personal es político”. A p a rtir
de ese p ro ceso , años-m ás ta rd e , a lg u n a s de ellas se
asum ieron como fem inistas.
Así, d u ra n te esos años so m b río s, la in su rg e n c ia
fe m e n in a no se d e tu v o . En 1978, se c o n s titu y ó en
C órdoba la A sociación J u a n a M anso; en 1979, nació
la U nión de M ujeres Socialistas, p residida por A licia
M oreau. E ntre los grupos m ás im p o rtan tes de com ien­
zos de los 80 se puede m encionar al C entro de E stu -
Las Madres y Abuelas de Plaza
de Mayo sin saber de feminismo,
transgredieron su rol tradicional
tomando el espacio público.
dios de la M ujer (CEM, 1979), Am as de Casa del País
(1982), C onciencia (1982), y A sociación A rg en tin a de
M ujeres de C a rre ra s J u ríd ic a s (1982), A sociación de
T ra b ajo y E stu d io so b re la M ujer 25 de N oviem bre
(ATEM ) (1982), L u g ar de M u jer (agosto de 1983), e
Indeso - M ujer de R osario (1984),
La rec u p e rac ió n d em o crática, con su a p e rtu ra , el
reto rn o de las exiliadas y la fo rta le z a de las su p e rv i­
vientes in te rn as, alentó u n ren a c e r y un crecim iento
significativo del m ovim iento fem inista, actu alizan d o
las dem andas y los debates de las luchas por venir. ®
A lfo nsin a S to rn i (1892-1938)
Poetisa y escritora
La primera sufragista
En 1907 se diplomó: fue la serta doctora en Medicina. El 26 de
noviembre de 1911 se convirtió en la primera mujer en votar en
Argentina yen Sudamérica al hacerlo cuarenta años antes que
as demás mujeres. En 1919 se postuló como diputada naciona
(porque, aunque no votaran, nada impedía a las mujeres ser
candídatas) por el Partido Feminista Naciona!, el cual fundó
antes de que las mujeres pudieran sufragar. Organizó
congresos, apoyo huelgas y construyó sindicatos. Denunciaba
las condiciones inhumanas de las obreras, luchaba contra
proxenetas y funcionarios que se enriquecían con ia
explotación sexual, exigió el derecho ai divorcio y terminar con
el poder de ia Iglesia sobre le vida de las personas. En 1924, se
presentó por el Partido Feminista Nacional y solo fue
Nació en Suiza pero su familia regresarla años después a
Argentina. En San Juan y en Rosario (Santa Fe) vivió gran parte
de su infancia. Se graduó como maestra y comenzó a publicar
poemas en diversas publicaciones rosarinas. En 1911, se
trasladó a Buenos Aíres. Un año más tarde se convertiría en
madre soltera, con el nacimiento de su hijo Alejandro. Se
desempeñó como docente en el Teatro Infantil Lavardén yen
la Escuela Normal de Lenguas Vivas, frecuentó circuios
literarios y colaboró, entre otras publicaciones, con Caras y
Caretas, Nosotros, At/onfida, La Nota y con el diario ¿a Noción.
Entre sus obras destacadas se pueden mencionar: La
inquietud del ro$ol(191B), El dulce daño (1918), Irremediablemente
(1919}, Languidez(1920), 0cre(1920), Mundo de siete pozos
|1934|y Mascarilíaytrébal(f93B). Obtuvo varios premios
literarios. Se suicidó en Mar del Plata el 25 de
octubre de 1938.
22 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
f ...................................................................................-.......................................................................................................... •
Peronismo
° Matrimonios y algo más
C arolina B arry
El peronismo es la fuerza política argentina que propició la mayor inclusión
de mujeres en sus filas, al tiempo que instauró en la cultura política nacional
la figura del matrimonio gobernante. Con personalidades y proyectos muy
distintos, Evita, Isabel y Cristina jugaron un rol central en la historia del país.
De E vita a C ristin a
O Casamiento
Presidencia
CARGOS PÚBLICOS
OTROS CARGOS POLÍTICOS
MARÍAE|/a
María Eva Duarte
• Presidenta de la Fundación Eva
Perón(1948-1952)
• Presidenta del Partido
Peronista Femenino(1949-1952)
1945
con Juan D. Perón
(sin hijos)
María Estela Martínez (Isabellta)
1975
con Néstor Kirchner
(dos hijos)
con Juan D. Perón
(sin hijos)
■Vicepresidente de la Nación
desde el 12/10/1973 al 1/07/1974
• Presidenta de la Nación
1/07/1974 al 24/03/1976
• Representante de Perón (1965
hasta su regreso a Argentina)
• Presidenta de la Rama
Femenina del Partido
Justicialista (1973)
• Presidenta de la Cruzada
Justicialista de Solidaridad
• Presidenta del Movimiento
Nacional Justicialista
(1974-1985)
Cristina Fernández
■Diputada provincial de Santa
Cruz 1989-1995
• Diputada nacional por Santa
Cruz 1997-2001
• Convencional Constituyente
1994-1999
• Senadora nacional por Santa
Cruz 1995-1997y 2001-2005
• Senadora nacional por Buenos
Aires 2005-2007
• Presidenta de la Nación
2007-2011 y 2011-2015
• Senadora nacional por la
provincia de Buenos Aires desde
2D17
Fuente: Carolina Barry.
I. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 23
l peronism o ha sido la fuerza política m ás signi­
ficativa de los últim os seten ta años de h isto ria
a rg e n tin a , ya sea com o gobierno, oposición e
incluso en la proscripción. Tam bién, ha sido la fuerza
que posibilitó el mayor ingreso de m ujeres en la política:
el prim er gobierno de Perón im plem ento una serie de
in stru m e n to s legales que cam biaron por com pleto las
prácticas electorales. Uno de ellos fue la Ley de voto
fem enino (13.010) de la que derivaron una serie de leyes
relacionadas con los derechos políticos de las mujeres. La
decisión política de incorporar a las m ujeres a través del
Partido Peronista Fem enino en las listas de candidatos
posibilitó que en la prim era elección en que votaron tas
m ujeres, el 11 de noviem bre de 1951, un núm ero signifi­
cativo ocupara bancas en las Cám aras tanto de la Nación
como de las provincias. En las prim eras elecciones tras
el derro cam ien to de Perón sólo un escaso núm ero de
mujeres ingresó al Congreso Nacional, aunque su número
aum entó levem ente d u ran te los gobiernos peronistas
de 1973 a 1976. Pero la can tid ad de m ujeres electas en
las p rim e ra s elecciones p o ste rio re s a la Ley de voto
fem enino (1951 y 1954) no se volvería a alcanzar hasta
la im plem entación de la Ley de cupos san cio n ad a en
1991, bajo otro gobierno peronista.
Las p a rla m e n ta ria s tam b ién o c u p a ro n cargos en
el Congreso; espacios excepcionales p ara una m ujer a
mediados del siglo XX. Entre 1953 y 1955, Delia Degliuomini de Parodi fue vicepresidenta prim era de la C ám ara
D iputados, Ilda Pineda fue la vicepresidenta segunda
de la C ám ara de Senadores en 1954 y v ice p resid e n ta
prim era en 1955. Y en 1974 la sen ad o ra por el F rente
Ju stic ia lista de Liberación, Yamili B árbora de Nasif,
asum ió como vicepresidenta p rim era del cuerpo.
E
Bienes gananciales
El peronism o instaló en la cu ltu ra política arg en tin a
u n a p ráctica sugestiva; el m atrim onio gobernante y
la politización de las prim eras dam as, devenidas en
actores políticos centrales. El paradigm a por exce­
lencia corresponde a Ju a n D. Perón y Eva Perón, con
la singularidad de un doble liderazgo carism átíco,
com partido y sim ultáneo. Un líder y una líder com ple­
m entarios uno del otro. Estas prácticas p e rm an ecie­
ron como un sello propio del peronism o, y se han visto
replicadas en distintos períodos y niveles de gobierno.
En form a sim ultánea, du ran te la década del cu a re n ta ,
existieron otros casos de gobernadores, legisladores y
funcionarios cuyas esposas cam biaron y redefinieron
su papel de prim eras dam as al c o n stru ir espacios de
poder e influencia no habituales hasta ese m om ento.
Con su p o d e r e in flu e n c ia , Eva ejerció u n fu e rte
lid erazg o c a rism á tíc o d e n tro del m ovim iento p e ro ­
nista a p a rtir de roles no convencionales. Sin em bargo,
num erosas m edidas del gobierno, leyes y d ecretos le
otorgaron atrib u to s propios de un presidente o un jefe
de Estado. Su capital político lo construyó en un inicio
como reem plazante de Perón en la Secretaría de Trabajo
y Previsión, aunque sin ocupar la c a rte ra de Trabajo,
luego con su influencia para la sanción de la Ley de Voto
Femenino, la representación del gobierno en la gira euro­
pea en 1947, la autoría de los Derechos de la A ncianidad
incorporados en la C onstitución de 1949, la presidencia
de la Fundación Eva Perón, la presidencia del P artido
Peronista Fem enino y el apoyo político incondicional de
la CGT, que sostuvo de m anera férrea su can d id atu ra a
la vicepresidencia de la Nación en las elecciones de 1951.
D esde su posición de prim era dam a ten ía m ás poder
que un m inistro o un gobernador, e incluso com partía
con el Presidente un poder bifronte. Adem ás, contaba
con un ascendiente político sin igual gracias a que su
liderazgo había adquirido ribetes m íticos y religiosos
que iban desde Santa Evita, Jefa E spiritual de la Nación
-títu lo que le otorgó el C ongreso de la N ación- hasta
Eva ejerció un fuerte liderazgo
carismátíco pero a partir de roles
no convencionales.
Suprema Inspiradora de las Leyes, como la distinguió la
Corte Suprem a de Justicia. Al m om ento de su m uerte,
un sindicato envió al V aticano un pedido p a ra s a n ti­
ficarla, num erosas instituciones llevaban su nom bre o
el de la fecha de su nacim iento, y la ciudad y el partido
de La Plata com enzaron a llam arse Eva Perón. D esde
hacía unos m eses la p ro v in cia de La Pam pa tam bién
se denom inaba P rovincia Eva Perón. ->
Argentina, e n tre los prim eros
A comienzas de la década del 50, Argentina ocupaba el
cuarto lugar en el mundo en cantidad de legisladoras
El poder bifronte
A p e sar del enorm e peso de su fig u ra , Eva Perón no
ocupó n in g ú n cargo en la e s tru c tu ra de gobierno, ni
del E stado. Los títu lo s que o ste n ta b a eran de fu e rte
contenido simbólico y político, algunos provenientes de
la CGT, otros del aparato de propaganda del gobierno,
que la llam aron desde “Puente de am or e n tre Perón y
su pueblo” h asta “H ada buena de la Argentina".
R ep úb lica
D e m o c r á tic a
Alemana
Fuente: Carolina Barry.
UR55
Mongolia
Argentina
24 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
Elecciones a legisladores nacionales
El voto de la m ujer en 1951
En porcentaje según género
De! total de mujeres en el padrón, votó el
90,32% v fo hicieron de ia siguiente manera:
11 de noviembre
de 1951
23
*
3
27 ,3 %
i
Diputadas
Nacionales
21,7%
Senadores
22,2%
i
Territoriales
Nacionales
k
27,3%
Diputados
Nacionales
Senadores
Nacionales
Nacionales
Delegados
•
25 de abril
de 1954
20
15,4%
•
i
Delegados
Territoriales
Nacionales
i
fuerzas
I M u je re s ele cta s
Fuente: Carolina Barry.
Nota: Todas ¡as candidatas electas pertenecían al Partido Peronista.
La primera Presidenta
El de Perón y M aría Estela M artínez C artas (Isabel)
fue el prim er m atrim onio que ocupó form alm ente el
gobierno de A rgentina cuando asum ieron como P re­
sidente y V icepresidenta de la Nación el 12 de octubre
de 1973, Si bien la fórm ula obtuvo el 62% de los votos,
la c an d id atu ra de Isabel había provocado m últiples
disensos internos, no abiertam ente m anifestados.
Isabel form ó su experiencia política du ran te los
años del exilio de Perón en P uerta de H ierro, en espe­
cial a p a rtir de 1965 cuando viajó a A rgentina con el
propósito de reo rg an izar el Partido P eronista y disol­
ver todos los partidos neoperonistas, en p a rtic u la r los
ligados a Augusto Tim oteo Vandor.
Isabel se transform ó en sinónim o de verticalism o
y de lealtad a Perón, y de esa m anera la recibían los
distintos sectores del m ovim iento. Nuevos viajes s ir­
vieron para prep arar el regreso de Perón al país, e in­
cluso realizó im portantes visitas al extranjero, como
a C hina y Corea del Norte donde se entrevistó con
Mao y Zhou en Lai.
D urante los casi nueve meses que ocupó el cargo de
vicepresidenta se limitó a acom pañar a Perón, viajar al
exterior y cum plir un papel institucional limitado a ac­
tos de protocolo y presidió una sola sesión en el Senado.
A diferencia de Eva, Isabel se m antuvo en un se­
gundo plano. Ante la gravedad de la salud de Perón y
de una fuerte presión de sectores tanto del peronis­
mo como de la oposición que insistían en su ineptitud
para asu m ir el cargo de Presidenta, se pensó en una
reform a constitucional y en la m odificación de la ley
de acefalía para reem plazarla en el cargo a ella y al
círculo que la rodeaba, en especial a José López Rega.
En 2007 fue la primera vez en la
historia en que un varón, y un marido,
le pasaba el mando a una mujer.
Sin embargo, tra s la m uerte de Perón, el Io de julio
de 1974, Isabel asum ió como la prim era presidenta a r­
gentina y, como tal, Com andante en Jefe de las F uer­
zas A rm adas h asta su derrocam iento el 24 de m arzo
de 1976. No obstante, siguió presidiendo el Partido
Ju sticialista hasta su renuncia en 1985.
La primera ciudadana
En 2003, N éstor K irch n e r asum ió la P residencia de
la Nación acom pañado no por su esposa, sino po r un
1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD # 25
dirigente p eronista, Daniel Scioli. C ristina Fernández,
la p rim era dam a - o p rim era ciudadana, com o prefería
>er d e n o m in ad a- contaha con u n a tray ecto ria política
propia. El m atrim onio operaba en conjunto: ella a p a rtir
de la ocu p ació n de d is tin ta s in sta n c ia s le g isla tiv a s,
m ientras que él ejerció la intendencia de Río Gallegos
y la g o b e rn a c ió n de la p ro v in c ia de S an ta C ru z . De
hecho, cuando K irc h n e r asu m ió la P re sid e n c ia , ella
era senadora nacio n al por esa p ro vincia. D u ra n te el
m andato de su m arid o cultivó un bajo p erfil, aunque
form aba parte de la m esa chica, e incluso contaba con
u n despacho p ropio en la C asa R osada, sig u ien d o la
lógica del peronism o inicial.
El m atrim onio planeaba la alternancia entre ambos en
el poder, y así sucedió en la prim era etapa en que C ristina
Fernández fue electa Presidenta de la Nación a p a rtir de
una alianza con sectores del radicalism o y del socialismo
que obtuvo el doble devotos que K irchner en 2003. Ella se
presentó como sucesora y sin elecciones internas dentro
del peronism o. Se tra tó de la prim era vez en la historia
en que un varón, y un m arido, le pasaba los atributos del
m ando a u n a m ujer, su esposa, y tam bién, del estreno
del papel de “prim er caballero” en A rgentina. D urante
este período, K irchner fue diputado nacional, presidente
de UNASUR y del P a rtid o J u stic ia lista . Sin em bargo,
nunca se apartó de la gestión, y le costó m ucho asum ir
su nuevo rol. Su m uerte en 2010 trastocó el proyecto de
sucesión en el poder. Sin em bargo, la viudez rev irtió el
hum or social adverso y aum entó la im agen positiva de
C ristin a F ern án d ez, quien se presentó p a ra un nuevo
p erío d o aco m p añ ad a po r un in te g ra n te de su propia
fuerza, Am ado Boudou, y sustentada por el peronism o,
Ley de voto fem enino en A m érica
Según país y año de establecimiento
1918 1 * 1 Canadá*
1920 m — EE.UU.
Mujeres negras en 1955
1929
Ecuador*
1931
Chile*
1932
* | Brasil
1938
Uruguay
Solivia*
•1939
El Salvador*
1941 m * Panamá*
El peronismo ha sido la fuerza
1942 K
política que propició la mayor
1944 ^ 5 1 Jamaica
inclusión de mujeres en sus filas.
Rep. Dominicana
1945 1 * 6 Guatemala*
1946 IB M Trinidad y Tobago
1947 ^
y en especial por la ag rupación política La C ám pora.
T riunfó en prim era vuelta con el 54% de los votos.
En sil segundo gobierno, C ristin a F ernández ra d i­
calizó las políticas iniciadas d u ra n te la gestión de su
m arido. Ejerció el poder de m anera férrea, concentrada
y p ersonalizada.
Argentina
. 1948 "
| * | México*
h
H Venezuela
Surinam
1949
Costa Rica
1950 ■ ■
Haití
1951 H
Antigua y Barbuda J j E Dominica
a
Barbados
1952 BsBff San Cristóbal y Nieves
Un partido de inclusión
1953 E S
Guyana
El p ero n ism o ha sido la fu erz a po lítica que propició
la m ayor inclusión de m ujeres en sus filas, sea como
m ilita n te s , leg isla d o ras, p rim e ra s d am as p o d ero sas
e in clu so com o p re s id e n ta s . A su vez in s ta u ró en la
c u ltu r a p o lític a a rg e n tin a la fig u ra del m a trim o n io
g o b e rn a n te que se rep licó no sólo en las m ás a lta s
esferas del poder, sino en o tro s espacios com o g o b er­
naciones, in te n d e n cia s, m in iste rio s y sindicatos. Una
p ráctica que se puede o bservar en d istin to s m om entos
de la historia m undial, pero que en A rgentina vino de la
m ano del peronism o y probablem ente para quedarse.©
1954
Colombia
éÜ é
Granada
Santa Lucía | y | San Vicente y las Granadinas
1955 ¡Ü I¡ Honduras
E J Bélica
^ N ic a r a g u a
........ 1961 ¡¡¡£ ¡ Paraguay m
|
|P e r ú
Bahamas*
♦Derecho sujeto a condiciones o restricciones de edad, color
de piel, mvei de instrucción, para votar o ser elegidas.
26 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
.. • • •
Guerrilla
Una revolución
incompleta
M iriam L ew in
En Argentina, el m a c h is m o fu n c io n ó a ju s ta d a m e n te d e n tro de las org an iza ­
ciones revolucionarias de los 70. Aunque ¡as m ujeres en las ta re a s militares
e s tu vie ro n re p re s e n ta d a s incluso en un alto porcentaje, en la co n ducción,
c o m o en to d a s las áreas de la vida s o c ia l seguían siendo pocas.
urante demasiado tiempo las mujeres de izquierda
estuvieron convencidas de que la Revolución -y
ninguna lucha específica p revia- conduciría a la
emancipación femenina. De que primero había que pelear
por la liberación de la sociedad como un todo, por la elimi­
nación de las injusticias y la desigualdad de clases, y que la
cuestión del patriarcado se vería resuelta en consecuencia.
Era falso.
Una visita a la Rusia después de setenta años de socia­
lismo, así como a la Cuba de la misma década me convenció
de que el machismo y el consecuente sojuzgamiento del
género femenino no habían desaparecido. Que el rol de las
mujeres en la casa y en la cama, y su participación en el
gobierno no eran diferentes (y en ocasiones eran peores)
que en el capitalism o más salvaje. Y que la valorización
del papel heroico femenino en las gestas históricas tra n s­
formadoras tenía el tinte de la excepcionalidad.
M ientras duró la Segunda Guerra Mundial, las mujeres
soviéticas hicieron funcionar las fábricas y salvaron la vida
a los heridos. En el frente, lucharon, pilotearon aviones y
fueron eficientes tiradoras. M iles fueron condecoradas
y m uchas recibieron el título de “H eroína de la Unión
Soviética”. Sin embargo, en los años 90 en Rusia no se había
logrado resolver todavía el problema de la brecha salarial, el
predominio de mujeres en las profesiones tradicionalmente
fem eninas y la doble jornada (el trabajo rem unerado y el
doméstico, no remunerado).
D
Organizaciones revolucionarias
En la Cuba revolucionaria, a pesar del rol de las com ba­
tientes en la iucha que condujo a la tom a del poder en
1959 y de su organización dentro de la Unión Fem enina
Revolucionaria -antecesora de la Federación de Mujeres
C ubanas- eso no significó que las mujeres fueran tomadas
V íctim as del terro rism o de Estado
En porcentaje, según condición y género
16,8%
Desaparecidos/as
46,4%
2,6%
Asesinados/as
9,7%
8%
Liberados/as
16,2%
Mujeres
n
O
Varones
Fuente: RUV, 8 de marzo de 2013.
Nota: El total contempla víctimas de la violencia estatal desde agosto de 1962
a diciembre de 1983,
en cuenta para ocupar cargos ejecutivos en el gobierno,
salvo en la cartera educativa. El feminismo fue conside­
rado como una ideología propia de “burguesas ociosas”,
y las reivindicaciones propias del género se diluyeron en
la Revolución.
En Argentina, el machismo funcionaba ajustadam ente
dentro de las organizaciones revolucionarias de los 70.
Las mujeres en la conducción eran pocas, aunque en las
tareas m ilitares estuvieran representadas a veces incluso
en un alto porcentaje. En las casas de las parejas m ilitan­
tes, a pesar de que se intentaba no reproducir los modelos
patriarcales, era regla que las mujeres se ocuparan de las
tareas domésticas. No existía casi ningún caso en que la
mujer m ilitara y su com pañero no, pero sí a la inversa. Al
mismo tiempo, el grado del varón de la pareja dentro de
la organización o el partido siempre era superior al de la
mujer. Por eso se daba prioridad a su interés y seguridad,
y se obligaba a su com pañera a trasladarse de frente si él
era transferido, y a resignar su propio crecim iento para
ser destinada a alguna tarea menor.
1. ENTRE PATRIARCADO Y M O D E R N ID A D * 27
Los códigos de co m p o rtam ien to e ra n p u ritan o s. La
in fid elid ad -a u n q u e fre c u e n te - era c a stig ad a por los
m anuales. En la idiosincrasia vigente prevalecía la idea
de que era la m ujer la que tenía que ser casta y tener sexo
únicam ente con su pareja. Pero si un varón que m ilitaba
estab a con u n a m ujer que no lo h acía y m a n te n ía u n a
relación c la n d e stin a con u n a com pañera, el desliz era
justificado y su separación de la novia o cónyuge ajena a
la organización era alentada.
C uando u n activ ista e ra detenido ilegalm ente, se lo
extorsionaba para que proporcionara información a cambio
de la lib ertad de su esposa, que era considerada por los
represores como más inofensiva. A éstos les parecía fasci­
nante la independencia y las características de las mujeres
guerrilleras, pero por otro lado apuntaban a castigarlas
hasta con la m uerte por su rebeldía y su apartam iento del
modelo tradicional de mujer, m adre y esposa.
Si una m ilitante sobrevivía a la desaparición y al cauti­
verio se presum ía que se había prostituido y había tenido
sexo con los captores. Esa era considerada la peor deshonra,
y no po rq u e se concibiese com o violación, salvo en el
caso de que hubiera ex istid o violencia física explícita.
Incluso dentro de un cam po de concentración -espacio en
el que el fiscal Pablo Parenti, especializado en crím enes
de lesa hum anidad, establece que es im posible que exista
el consentim iento pese a que lo alegue la propia víctim a-,
los com pañeros de m ilitancia concebían el abuso sexual
como un acto al que las m ujeres tenían que resistirse, aun
cuando la consecuencia fuera la m uerte.
Machismo de izquierda
¿Qué habría pasado si hubiera sido al revés? ¿Si los varones
prisioneros, percibiendo que podían usarla para sobrevi­
v ir hubieran aprovechado la atracción sexual que podían
Im putad os co ndenado s por d elito s sexu ales c o ­
m e tid o s d u ra n te la d ic ta d u ra y caso s s e n ten ciad o s
Según estado de confirmación de la condena
Imputados condenados por delitos sexuales
2010
2011
2012
2013
2014
2015
Nota: Antes de2Dra los delitos sexuales no eran tenidos en cuenta en las causas como
crímenes de lesa humanidad. Hoy existen numerosas investigaciones en curso por
crímenes perpetrados contra más de 50El victimas, entre ¡os que se incluyen abortos
forzados, violaciones y abusos sexuales agravados.
Fuente: Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad,
ejercer? La valoración habría sido diferente. Las m ujeres
que recibieron algún beneficio en cautiverio, un llam ado
telefónico a sus fam ilias, inform ación o contacto con sus
hijos, abrigo, com ida o una prom esa de libertad y fueron
abusadas sexualmente no pudieron en muchos casos denun­
ciarlo por sentir culpa y vergüenza. Fueron calificadas de
“p u ta s” por sus cam aradas y por el resto de la sociedad.
Se las acusó de traidoras.
El caso uruguayo es sim ilar. Según experiencias rec o ­
gidas en el libro Las Rehenas de M arisa Ruiz y R afael
Sanseviero, en la guerrilla tu p am ara tam bién prevalecía
el sexismo. Las pruebas de ingreso eran m ás duras para
las mujeres. El machismo dom inante se exacerbaba dentro
de la cárcel y las m ujeres tupam aras en ocasiones lo repro­
ducían. El testim onio de la ex presa Stella Sánchez revela
que entre rejas corrían chismes entre las prisioneras acerca
de que “fu la n ita era tra id o ra , que m e n g a n ita se había
acostado con un milico, que zu ltan ita estaba rayada, que
a aquella le habían robado el hijo, a otra le habían robado
el com pañero”. Al mism o tiem po, m ientras los dirigentes
varones dirigían operaciones desde la prisión, a las m uje­
res “ni siquiera se les consultaba sobre tem as m enores”.
En el MIR chileno, C arm en Castillo, cineasta y compa­
ñ e ra del líd er asesin ad o M iguel E n ríq u ez, señ ala que
socialm ente la m ilitante era etiquetada como "enam orada
seguidora”, irracional o m entalm ente frágil. La revolu­
cionaria debía en fren tarse al m achism o de la izquierda y
la condena de la sociedad, “Rebeldes, rom píam os moldes
dentro de la m aternidad y la pareja, pero, ¿dentro de las
organizaciones, qué?”, se cuestiona.
En Colombia ocurre algo interesante: si bien en el secre­
tariado de las FARC nunca hubo una mujer, en el poscon­
flicto el enfoque de género está p resen te. Las m ujeres,
que co nstituían el 40% de la organización, ven ahora que
pueden discu tir abiertam ente su participación y desean
que su voz sea oída, que el lenguaje sea incluyente y que
se respeten sus derechos políticos. E stas reivindicaciones
se expresan en un sitio web creado por una de las frac­
ciones de las m ujeres farianas (m ujerfariana.org) donde
ellas se d e c la ra n ab ie rta m en te fem in istas, co m p arten
experiencias de otros países y abordan la problem ática
LGTBI como propia. Tam bién debaten la violencia sexual
en sus propias filas, que en la letra está penada h asta con
la m uerte. Según datos de la Casa de la M ujer de Bogotá
y Oxfam , ta n to las fu erz a s públicas, los p a ra m ílita re s
como la guerrilla son responsables de violaciones en las
zonas de conflicto, pero un 82% de las víctim as no lo han
denunciado. T am bién d iscu ten la cuestión del aborto,
considerado en el pasado como salida necesaria ante el
em barazo de u n a g u errillera porque “en esa situación no
se podía criar hijos”.
L enin dijo en 1920: “N osotros esperam os que la m ujer
obrera conquiste, no sólo la igualdad ante la ley, sino frente
a la vida, frente al obrero. [...] El proletariado no podrá llegar
a em anciparse com pletam ente sin haber conquistado la
libertad com pleta para las m ujeres”.
Lo real es que casi un siglo después, todavía es necesa­
ria una profunda m odificación de valores culturales. Una
revolución completa, que incluya a todos los géneros. ©
28 o EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
......................
Madres y Abuelas de Plaza de Mayo
Un grito eterno
M aría S eoane
E m p a re n ta d a s con una larga tra d ició n de lucha de m u jeres co n tra el poder
opresor, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo se vieron obligadas a salir
a luchar en 1977 en plena dicta d ura m ilita r a rgentina dejando una huella
indeleble en la historia universal de los d e re ch o s hum anos.
ebió ocurrir una tragedia con características bíblicas
por su crueldad, por su niasividad, por sus conse­
cuencias, para que un puñado de m ujeres, en su
mayoría amas de casa, provenientes de la clase media o
de los sectores populares, resum ieran las historias indi­
viduales de cientos de heroínas de la historia argentina y
del mundo. M adres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza
de Mayo brillaron en la noche dictatorial de abril de 1977
cuando el poder desaparecía a sus hijos, se apropiaba
de sus nietos y extendía el terror y el silencio sobre una
sociedad transida por el miedo a la muerte. El heroísmo no
premeditado pero rotundo de Azucena Villaflor, fundadora
de M adres de Plaza de Mayo, y de todas las mujeres que
entonces fueron obligadas a m archar con ella alrededor
de la Pirám ide de Mayo por la policía de la dictadura,
se em parenta con el de Juana Azurduy, que soportó la
m uerte de su fam ilia por el poder realista pero nunca
abandonó las luchas por la Independencia, o con el de
D
Juana Rouco Buela que dirigió la Huelga de Inquilinos
en 1907 en medio de la represión de las tropas policiales
del coronel Ramón Falcón, entre otras valientes mujeres.
El valor, la desesperación por saber la verdad, la nece­
sidad de una ciudadanía negada por el poder opresor tiene
raíces muy profundas en la h istoria nacional a través
de la participación de mujeres que construyeron ciuda­
danía desde la G uerra Gaucha hasta hoy. Las M adres y
las Abuelas de Plaza de Mayo son el eslabón que une la
larga cadena civilizatoria y de lucha por los derechos
hum anos. Ellas escribieron la historia argentina, pero
tam bién se inscribieron en la historia universal: fueron
la Antigona de Sófocles que exige al poder la entrega del
cuerpo de su herm ano Polinices y que constituye uno
los ritos fundantes de la condición hum ana: el entierro
de los m uertos como uno de los pilares de nuestra civi­
lización. Esas am as de casa lideradas inicialm ente por
Azucena Villaflor, esposa y m adre de obreros, a las que
La incesante lucha por el respeto de los derechos humanos
22 de octubre
de 1977
Comienzo de
Abuelas.
30 de abril
de 1977
Primera ronda
de Madres.
8 de diciem b re de 1977
Secuestro de las madres
Careaga y Ponce de
Bianca.
10 de diciem bre
de 1977
Secuestro de
A2 ucena Villaflor.
■i i
1977
Fuente: Meüsa Molina.
1979
Madres c o­
mienza a viajar
al exterior.
1978
Restitución del
t9 nieto Emiliano
D. Ginés Scotto.
■
1934
_k
Creación
del índice ' I
de Abuelidad
15 de
diciem bre
de 1983
Se crea la
CONADEP.
s p
1985
Juicio a las Juntas.
i
1978
1980
1982
1984
1986
1, ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD
se su m arían C hicha M ariani, H ebe P astor de Bonafini,
Estela Barnes de Carlotto, Taty Almeida, Nora C ortiñas,
para nom brar solo unas pocas, no lo sabían entonces pero
condensaban esa historia universal de valor de un a mujer
frente al poder. En abril de 1977 estaban en Plaza de Mayo
exigiendo respuestas por el destino de sus hijos, a quienes
les fue negado no sólo el derecho a la vida y a la libertad,
sino tam b ién a la justicia, En esa búsqueda prom ovida
por el vínculo m ás profundo de la n aturaleza -m a d re e
h ijo - M adres y Abuelas se constituyeron en heroínas de
la lucha por la lib ertad y en m ilitan tes del derecho a la
vida, a la justicia y a la identidad.
La madre en la esfera pública
Pero las M adres y Abuelas de Plaza de Mayo hicieron otro
aporte fundam ental, que le dio a la ciencia la posibilidad
de e n tra r por la puerta grande de los Derechos Hum anos,
al aplicar la genética para el establecim iento del índice de
Abuelidad. Y al mismo tiem po hicieron algo más: parieron
el m ovim iento fem inista m oderno de A rgentina, conti­
nuador en la lucha de las heroínas de la Independencia, de
las sufragistas, de las trabajadoras que exigían igualdad
de derechos civiles y del derecho a elegir y ser elegidas
en pleno siglo XX. M adres y Abuelas de Plaza de Mayo
cuestionaron con su sola existencia el rol sum iso de las
m ujeres en la tradicional fam ilia p atriarcal. Así detona­
ron la paradoja del régim en m ilita r que se proclam aba
defensor de la fam ilia, pero la violaba desde el Estado, y
esa fue la mayor fortaleza política de su movimiento frente
a la dictadura. Im posible no citar a E lizabeth Jelin en su
libro La lucha por el pasado cuando se preg u n ta por qué
las denuncias y dem andas del m ovim iento de derechos
hum anos debieron form ularse en térm inos de parentesco.
Dado el contexto dictatorial, analiza Jelin, las organiza­
ciones políticas y los sindicatos estaban prohibidos, por
lo tanto la lucha surgió de la esfera privada: “La paradoja
del régim en argentino de 1976-1983 era que el lenguaje y
la imagen de la familia constituían la m etáfora central del
gobierno m ilitar; tam bién la im agen central del discurso
A go sto de 2003
Anulación de las leyes
de Punto Final y Obe­
diencia Debida.
1995
Creación de la agrupa­
ción H.LJ.O.S.
29
y las prácticas del movimiento de Derechos Hum anos. La
im agen paradigm ática es la M adre, sim bolizada po r las
M adres de Plaza de Mayo con sus pañuelos-pañales en
la cabeza; la m adre que deja su esfera privada ‘n a tu ra l’
de vida fam iliar p ara invadir la esfera pública en busca
de su hijo secuestrado-desaparecido”.
Pero com o toda lucha e n tre el bien y el mal, en tre la
libertad y la esclavitud, la cultura hum an itaria que Madres
y Abuelas fundaron es una lucha incesante. Existen peli­
gros de un retroceso en m ateria de derechos hum anos
en el gran m onum ento civilizatorio que se construyó de
la A rgentina para el m undo parido de m anera cerval por
ellas y quienes las acom pañaron. Pero pasaron dos mil
años y A ntígona aún resuena en la conciencia universal.
Y así se in ten te b o rra r sus m ás de dos m il rondas, sus
em blem as, sus m em orias, sus reconocim ientos, la ju sti­
cia de sus luchas, ese g rito que lanzaron apenas catorce
m ujeres aquel abril de 1977 obligadas a m archar contra la
impunidad y la ferocidad del poder nunca se detendrá: será
tan eterno, al decir de Borges, como el agua y el aire ©.
Total de nietos apropiados y recuperad os
N ietos recuperados
N ietos que fa lta n recuperar
128
202
Fuente: Melisa Molina.
24 de marzo de 2004
La ESMA es transformada
en Espacio para la
Memoria.
2012
Fin de la causa
"Plan sistemático
de apropiación de
menores".
28 de diciembre
de 2017
Restitución de
el nieto 128
\
- -
1994
1996
1998
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
2014
2016
2018
30 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
La cuarta ola argentina
La generación
“Ni una menos”
M aría Floren cia A lca raz y A gustina Paz F ro ntera
Las luchas por la igualdad de género tienen una larga historia en el país. Sin
em bargo, en las ú ltim a s d é c a d a s el m o v im ie n to de m ujeres pudo r e fo rz a rs u
protagonism o, instalar nuevas d e m an d a s en ia agenda e im p u ls a ra fu tu r a s
gene ra cion e s fe m in ista s en defensa de sus derechos.
n grupo de quinto año de una escuela secundaria
ubicada en la Ciudad de Buenos Aires decidió elegir
como “disfraz” de su fiesta de fin de curso un traje
verde abortero: corpino con lentejuelas, bombacha con
flecos y las bocas tapadas con el trozo de tela triangular
de color verde que en A rgentina simboliza desde hace
más de una década a la Campaña Nacional por el Derecho
al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. ¿Cómo se modificó
la vida cotidiana después de Ni Una Menos? La foto de
las egresadas que circuló en las redes sociales es apenas
una estam pa de esta nueva generación.
U
Unión y fuerza federal
Ciudades donde se realizaron los Encuentros Nacionales de
Mujeres, Argentina, parte continental americana
S. S. de
Jujuy
• Salta
S. M. de
Tucumán
Resistencia
• •
• Posadas
Termas de
Río Hondo
Corrientes
La marea feminista
La brújula para saber qué ocurre en el m ovim iento de
mujeres, lesbianas, travestís y trans está en los Encuen­
tros Nacionales de Mujeres (ENM) que se realizan desde
hace 32 años de m anera federal, itinerante, horizontal
y autogestiva. Se tra ta de una de las m ás im portantes
dem ostraciones y experiencias del activismo fem inista
en A rgentina. El prim ero fue en 1986 y se destacó la
presencia, entre otras mujeres, de las M adres de Plaza
de Mayo: el linaje de la “Generación Ni Una M enos”, o
lo que podría llam arse “la c u a rta ola del fem inism o”
(precedida por las luchas por la ciudadanía a finales del
siglo XIX, el sufragio fem enino a m itad del siglo XX y
la violencia dom éstica y el reconocim iento político en
la segunda m itad del siglo X X ), incluye, sin dudas, la
tradición de la lucha por los derechos hum anos, que
en estas latitudes tienen a referentes mujeres como las
M adres y Abuelas de Plaza de Mayo.
La generación “Ni Una M enos” no surge únicam ente
tras el acontecimiento callejero y multitudinario que tomó
el espacio público y v irtual el 3 de junio de 2015 en el
La Plata
Bariloche
Trelew
(se realizará este año)
•o
o
Islas
M alvinas
(Arg.l.
LU
1. ENTRE PATRIARCADO V MODERNIDAD • 31
Los encuentros del a c tiv is m o fem in is ta
Cantidad de asistentes por año a los ENM
Edición Año
Ciudad
Provincia
1
Buenos Aires
Córdoba
Mendoza
Rosario
T. de Río Hondo
Mar del Plata
Neuquén
S. M. de Tucumán
Corrientes
S. S. de Jujuy
Buenos Aires
San Juan
Resistencia
S. C. de Bariloche
Paraná
La Plata
Salta
Rosario
Mendoza
Mar del Plata
S. S. de Jujuy
Córdoba
Neuquén
S, M. de Tucumán
Paraná
S. C. de Bariloche
Posadas
C.A.B.A
Córdoba
Mendoza
Santa Fe
II
III
IV
V
VI
VII
VIH
IX
X
XI
Xil
XIII
XiV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013 San Juan
2014 Salta
2015 Mar del Plata
2016 Rosario
2017 Resistencia
201B Trelew
Sgo. del Estero
Buenos Aires
Neuquén
Tucumán
Corrientes
Jujuy
C.A.B.A
San Juan
Chaco
Río Negro
Entre Ríos
Buenos Aires
Salta
Santa Fe
Mendoza
Buenos Aires
Jujuy
Córdoba
Neuquén
Tucumán
Entre Ríos
Río Negro
Misiones
San Juan
Salta
Buenos Aires
Santa Fe
Chaco
Chubut
Asistentes
1.000
j 600
1.800 - 2.000
■
3.000
4.000
■ ■ 7.000 - 8.000
<i.000 - 5.000
| 5.000 - 7.000
No hay datos
7.000
15.000
5.200 - 8.000
10.000
5.000 -13.000
13.000
15.000
17.000
15.000
15.000 - 20.000
15.000 - 30.000
10.000-15.000
■ 15.000 - 30.000
5.000
20.000
25.000-30.000
50.000 - 65.000
70.000
60.000
{Todavía no se realizó)
F uente: E la bo ració n propia.
Congreso de la Nación y en m ás de 120 ciudades de todo
el país, y que se replicó en Europa, A m érica Latina y el
Caribe. Tam poco surge de 140 caracteres com partidos
en la red social T w itter. Es h eredera de ese activism o
tenaz y persistente que se consolidó, principalm ente, en
los ENM , y que a la vez potencia la transversalidad que
caracteriza al m ovim iento. Es un com ponente clave para
la producción del acontecim iento y la consolidación de
un sujeto político subestim ado y om itido durante mucho
tiem po, que se coloca com o la oposición al g obierno
neoliberal actual.
En 2002 in g re s a ro n a los ENM las p iq u e te ra s, las
a sa m b le ísta s y s in d ic a lista s p e rm e a n d o la c o m p o si­
ción. Post Ni Una M enos, el XXX E n cu en tro N acional
de M ujeres re a liz a d o en M a r del P lata en 2015 con la
p re s e n c ia de u n a s 6 5 .0 0 0 p a rtic ip a n te s , el n ú m ero
m ás a lto en la h is to r ia de los E N M , u n a s 2 5 .0 0 0
m u je res, le sb ia n a s, tra v e s tís y tr a n s m ás que el año
a n te rio r. E se n ú m e ro a u m e n tó en R o sa rio en 2016,
con 70.000 p a rtic ip a n te s , y casi se so stu v o en C haco
en 2017. La m ay o ría de las n u e v a s p a rtic ip a n te s son
jó v en es “s u e lta s ” que no fo rm an p a rte de u n espacio
m ilita n te p e ro se c o n s id e ra n f e m in is ta s o e s tá n en
el c a m in o a serlo.
Es ta m b ié n en el m a rc o d e l EN M q u e n a c ió la
C a m p a ñ a N a c io n al p o r el D e re c h o al A b o rto L egal,
S eguro y G ratuito, esp ecíficam en te en los e n c u en tro s
rea liz a d o s en R osario en 2003 y en el XIX ENM d esa­
rro lla d o en M endoza en 2004. M ás de u n a d ocena de
años de activism o d e n tro del m o vim iento de m ujeres
o r g a n iz a d o so n el su e lo s ó lid o q u e s o s tie n e q u e ,
luego de la m a sific a c ió n del fem in ism o que p ro d u jo
“Ni U na M en o s”, u n g ru p o de a d o le s c e n te s v is tie ra
de v e rd e a b o rto p a ra fe s te ja r su cam b io d e ciclo.
32 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Organizaciones fem inistas
Movimientos que luchan por ios derechos de
las mujeres en Argentina
Campaña por el
Aborto Legal
Creación: 2005
Realizó el proyecto de
ley para despenalízar
y legalizar el aborto.
Lema de Is campaña:
"Educación sexual
para decidir,
anticonceptivos para
no abortar, aborto
legal para no morir".
Mumalá
Organización que
realiza acciones para
visibilizar las
violencias de género.
En 2017 lanzaron el
Observatorio de la
Violencia contra las
Mujeres.
Organizaciones
Red Par- Periodistas
poruña comunica­
ción no sexista
Creación: 2006
Red federal de
periodistas y
comunicadoras/es
que hacen foco en la
perspectiva de
género. Desarrollo
de decálogos y
campanas.
Socorristas
Brindan acompaña­
miento y asistencia a
mujeres que realizan
abortos.
Fuente: Elaboración propia.
Cuando la tierra tembló
“Ni Una M enos” en tanto lema, colectivo fem inista y
mov ¡miento social forma parte de un continuum de narra­
tivas fem inistas que perm iten a otras mujeres acceder
a aquello que el relato oficial y patriarcal invisibiliza.
El 26 de m arzo de 2015 fue la prim era acción pública
del colectivo “Ni Una Menos": una m aratón de lecturas
contra los femicidios convocada por un grupo diverso
de escritoras, periodistas, investigadoras, académicas y
artistas -en su mayoría mujeres y lesbianas, pero también
con la presencia de varones-. La acción coincidía con
dos hechos: por un lado, se cum plían diez años de la
desaparición de Florencia Pennacchi (estudiante de
Economía desaparecida en la Ciudad de Buenos Aires)
y, por el otro, días antes había aparecido el cuerpo de
Daiana García (una joven de 19 años que había ido a una
entrevista laboral) en una bolsa de arpillera en Lavallol.
La irru p ció n de “Ni Una M enos” respondió a un
desconcierto generalizado: personas con tradición en el
feminismo y los derechos humanos, pero especialmente
personas que provenían de otros ámbitos de activismo o
ajenas a cualquier militancia, entraron de lleno al cono­
cimiento y la acción de los temas propios de la agenda de
las violencias hacia las mujeres. Esta inyección de nuevas
identidades políticas en el concierto de los discursos y
m anifestaciones del activism o fem inista produjo un
sismo, una renovación y una expansión del fenómeno.
La m aratón de lecturas buscaba llam ar la atención
sobre la crueldad con la que los cuerpos fem inizados
eran llevados hasta la m uerte, así como también poner
Católicas por ei
derecho a decidir
Creación: 1993
Propiciarla
reflexión-acción
sobre cuestiones
tales como: derechos
reproductivos,
sexualidad, salud y
ciudadanía de la
mujer, y sus relacio­
nes con elementos
religiosos. En este
sentido, trabaja con
actores diversos,
buscando incidir,
capacitar y fortale­
cer, generando
herramientas para
hacer efectivo el
acceso de las
mujeres a sus
derechos.
en evidencia la irresponsabilidad cómplice con la que
los medios de comunicación tradicionales cubrían esos
acontecimientos. Era necesario imaginar nuevas lenguas
y nuevas narrativas para sacar la denuncia del ámbito
sesgado de Ixs ya comprometidxs, y en este sentido las
redes sociales y los mass media fueron una llave que abrió
un portal insospechado: para el 3 de junio de 2015 no
había una escuela en el país que no tra tara el tem a, no
había institución pública que no hubiera pegado un cartel
casero con alguna ilustración alusiva -la nenita con el
puño en alto, dibujada por ei hum orista Liniers, fue una
de las piezas más divulgadas-, Ixs famosxs pedían a sus
agentes de prensa que les sacaran fotos con el cartel, y
Ixs políticxs se pronunciaban y prometían proyectos que
paliaran la inclemencia de lo que para las mentes menos
avispadas era una “pandem ia” o un “flagelo”.
Ni “pandemia”, ni “flagelo”: patriarcado. El aconteci­
miento callejero tuvo como mensaje más potente y trans­
formador una idea: “no estamos solas” una traducción
de “lo personal es politico” de la segunda ola.
Desde entonces, se ha registrado una baja de la toleran­
cia a la violencia machista, que se observa en el aumento
de las denuncias, tanto en las instituciones como en redes
sociales, sintetizadas en la frase “Ya no nos callam os
m ás”. Un ejemplo de este fenómeno fue lo que sucedió
en la línea de teléfono 144, que recibe llamados de vícti­
mas de todo el país: pasó de 1.000 consultas diarias a
13.700 aquel 2015 del estallido. Ese año, otro núm ero
de emergencia, el 0800 porteño, tuvo una dem anda 300
por ciento mayor. El problema con que se encontraron
1. ENTRE PATRIARCADO Y MODERNIDAD * 3 3
-y se en cuentran- esas mujeres que intentaban rom per
el círculo de la violencia es que, en general, los m ecanis­
mos del Estado no se habían transform ado como ellas ni
habían dado respuesta a la dem anda por Ni Una Menos.
Además del aum ento de las denuncias, se produjo
un efecto derram e que amplió los históricos m árgenes
del activism o pero tam bién trajo aparejado un saldo
organizativo: un desborde en experiencias de cuidado
feminista y solidaridad entre mujeres que se multiplican
a lo largo y a lo ancho del país. “Estam os para nosotras”,
sostienen. Sobre esta potencia amplificadora se tejió el
prim er paro de m ujeres el 19 de octubre de 2016. Tras
el fem icidio de la joven inarplatense Lucía Pérez y la
represión del Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario,
una m ultitud se encontró convocada por el colectivo “Ni
Una Menos5’ en el patio de la Confederación de T raba­
jadores de la Economía Popular (CTEP). En asamblea
se decidió hacer una huelga durante dos horas. “Si mi
vida no vale produzcan sin m í”, dijeron las m exicanas
que se plegaron a acom pañar la acción de A rgentina,
entre otros países de la región.
H ablar de “paro” operaba como disputa cié sentidos
históricamente reservados a los sindicatos, donde la mayo­
ría de los dirigentes son varones. Los grandes medios
intentaron obturar esa palabra que ponía en evidencia el
valor productivo y reproductivo invisibilizado hablando
de “miércoles negro”. El 19 llovió y la imagen de los para­
guas infinitos en la Plaza de Mayo recorrió el mundo. Esa
foto fue la antesala para la construcción del Paro Inter­
nacional de Mujeres del 8 de marzo de 2017. Y otra vez la
narrativa feminista: esta acción recuperó el sentido del
Dia de la Mujer Trabajadora. El 8M en más de 50 países
las mujeres pararon.
Conquistar espacios y agendas
Los años posteriores al “Ni Una Menos” fueron arduos en
estrategias para m antener dentro del movimiento tanto
a quienes recién ingresaban al feminismo conmovidxs
por “la ola de violencias”, por el duelo y el grito común
como a las organizaciones y espacios de m ilitancia que
llevaban muchos años discutiendo y accionando sobre
los derechos de las mujeres, diversidades y disidencias
sexuales. Un lento proceso hasta com prender que los
femicidios son el brote visible de una raíz subterránea (la
metáfora del iceberg recorrió las redes), que hay violencias
cotidianas que preceden a la violencia física y desconocen
diferencias de clase, etnia, cultura, edad. “Ni Una Menos”
así, un m ovim iento que algunos advenedizxs tildaron
de apolítico, comenzó a instalar en agenda el machismo
generalizado que atraviesa a todas las sociedades. No es
un varón suelto, es el patriarcado.
Aborto, brecha salarial, lesboodio, violencia institucio­
nal, acoso laboral, xenofobia, racismo, amor romántico,
noviazgos violentos, la tram a económica de las violencias,
el trabajo doméstico no rem unerado, mujeres y sindica­
lismo... “Ni Una Menos” incluyó de a poco un abanico de
temas que excede con creces aquel primitivo “No queremos
que nos sigan matando. Ni una m enos”, y desarrolló de
forma colectiva una genealogía comprensible para todo
público de las violencias que acaban en femicidios.
En esta batalla colectiva, “Ni Una Menos” señala a los
Estados cada una de las políticas que, por acción o por
omisión, producen violencias o dan el marco de posibili­
dad para las violencias hacia mujeres y disidencias. Y así
se herm anan luchas, porque desde el momento en que se
hace visible que se trata de un sistema político, económico,
cultural y social el que construye las identidades machistas, se identifican otrxs sujetxs políticxs que tam bién
padecen las consecuencias del mismo sistema excluyente,
desigual y opresor. Indígenas, m igrantes, negras, traba­
jadoras sexuales, obreras, estudiantes, discapacitadas,
sindicalistas, trabajadorxs precarizadxs, trabajadoras
domésticas, jubiladas y un largo etcétera que da cuenta
déla fortaleza y el potencial crítico de un movimiento que
es mucho más que denuncias a varones golpeadores. “El
Estado es responsable”, decía la bandera que encabezó la
m archa el 3 de junio de 2018. Es responsable cié m ante­
ner el patriarcado, de no prevenir ni asistir, de bajar el
presupuesto destinado a contener víctim as o posibles
víctim as, de no poner en práctica la Ley de Educación
Sexual Integral, de no informar acerca de la Interrupción
Legal del Em barazo o garantizar los derechos de quienes
quieren y pueden abortar, de bajar salarios, pensiones y
jubilaciones favoreciendo así contextos de dependencia
y violencia. El Estado es responsable y, en especial, el
Gobierno que lo conduce.
Puede llam arse cuarta ola o un "feminismo para el 99
por ciento”, como lo caracterizan las académ icas e sta­
dounidenses. La certeza es que es un m ovim iento de
sobrevivientes y como tal, un m ovim iento con futuro.
Es en la foto de las adolescentes con sus pañuelos verdes
donde se sintetiza esta generación “Ni Una M enos”. ®
Medios de com unicación con m irada de género
LAS12
SOY
LATFEM
Mil
Suplemento del diario
Póg/no/12 que difunde y
analiza problemáticas
pertenecientes al
colectivo LGBTl.
Suplemento del diario
Póg/no/12 que difunde
y analiza temas de
género con perspecti­
va feminista.
Medio de comunica­
ción digital feminista,
brinda información
sobre Latinoamérica y
el Caribe.
Revista mensual
de comunicación
alternativa y
feminista.
D u r a n t e s ig lo s , las m u j e r e s f u e r o n d e s p o j a d a s de s u s p r o p i o s
c u e r p o s , a d u e ñ a d o s a la f u e r z a p o r h o m b r e s y r e d e s n a c i o n a l e s
y t r a n s n a c i o n a l e s q u e los u s u f r u c t u a r o n , m u c h a s v e c e s c o n la
c o m p l i c i d a d de las i n s t i t u c i o n e s y las f u e r z a s d e s e g u r i d a d . Un
f e n ó m e n o m u n d i a l q u e no d e ja d e c r e c e r , in v is i b il i z a d o p o r la
n a t u r a l i z a c i ó n de e s e c r i m e n en la s o c i e d a d .
36 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Brujas
La persecución
de las m ujeres
Fernanda Gil Lozano
La p e rs e cu c ió n y asesinato de m ujeres e stig m atizad a s co m o "brujas" en
Europa entre ios siglos XVI y XVIII las co n fin ó a! ám b ito privado, posibilitó
su d o m inación física y gestó el Estado m o d e rn o capitalista. Una historia
g e ne ra lm en te e scrita por sus verdugos, y que no pierde actualidad.
esde las grandes diosas de la Antigüedad hasta el
feminismo actual, hay un derrotero incierto pero
sostenido para contar las experiencias de las muje­
res en la historia. Transitar y pensar en esa dirección es una
aventura difícil, llena de rutas falsas y caminos que llevan
muchas veces al abismo. Las experiencias femeninas a lo
largo de la historia tienen, mayoritariamente, una pluma
masculina, sesgada por m últiples trampas, prejuicios y
conclusiones apresuradas. Prueba de esto es cómo las
historias de mujeres suelen esconderse describiéndolas
como fenómenos aislados y, a veces, pintorescos.
En esta línea de pensam iento, es im portante d esta­
car que uno de los prim eros genocidios en la historia
europea fue la m atanza de m ujeres en el m arco de la
quema de brujas. Este genocidio no se describe en los
libros tradicionales como una persecución de mujeres
sino como una persecución religiosa propiciada por un
sistema de creencias intolerante, aunque el 80% de las
víctimas fueron mujeres.
D
L a c o n s tru c c ió n d e l L e v ia tá n m o d e rn o
El fenómeno de la persecución de las brujas incluye tres
aspectos centrales para su comprensión. En prim er lugar,
aunque los análisis históricos no diferenciaban el sexo
de las víctimas, en su mayoría se trataba de mujeres. En
segundo lugar, en casi todos los procesos inquisitoriales
se utilizó un grado de violencia física notable. Y, final­
m ente, se destaca el carácter sexual de esa violencia.
Sin considerar estos tres puntos, los estudios sobre la
persecución de las brujas sobrevuelan como notas de
color, como un resabio medieval en el camino hacia la
construcción del Estado m oderno entre los siglos XVI y
XVIII. Sin embargo, el disciplinamiento de las mujeres
a partir de los encierros específicos y el genocidio no fue
un accidente sino una de las claves para la construcción
del Leviatán moderno que hoy llamamos Estado.
L a v o z d e l v e rd u g o
De un juicio celebrado en el sur de Alemania podemos
recoger el retrato de una m ujer que tipifica la imagen de
la bruja: Wal purga Hausmanin, de Dillingen. Se trataba de
una vieja viuda -lo que en la época significaba tener entre
35 y 50 años- que vivía de sus servicios como partera. En
un principio, fue acusada de haber asesinado a un recién
nacido y de haber matado con ungüentos a otro. Walpurga
finalm ente fue llevada a juicio en 1587, acusada de la
La persecución, la tortura y la
muerte de las brujas fueron actos
de terrorismo sexual.
m uerte de más de cuarenta ninos, dos parturientas, ocho
vacas y numerosos gansos y cerdos. Sus vecinos también
la acusaban de haber desencadenado una torm enta que
llevó muchos males a la región.
Reconocer en estas actas a la W alpurga real no es
fácil, pues sus palabras son producto de una tortura que
no cesaba hasta que los inquisidores escuchaban lo que
querían que dijera. Las mujeres acusadas debían declarar
su participación en reuniones (sabbat o aquelarres)-»
2 . PRESAS
EN SUS PROPIOS CUERPOS • 37
La construcción de una
muralla entre la clase alta ..................... ...............
(con poder, saber
\
científ¡co,dínero) y los
\
pobres (saber empírico, .....................
El establecimiento déla interioridad
indigencia).
............... ' w T w de las mujeres y, por ende, la
\
................................
propiedad de los hombres sobre ellas.
La racionalización
de la ciencia.
9 La destrucción de
las creencias,
prácticas y sujetos
sociales que eran
incompatibles con la
disciplina del trabajo
capitalista..
.
La reclusión de la mujer
dentro del hogar.
¿Qué
posibilitó
la caza de
brujas?
La expropiación a las
mujeres de saberes
empíricosfremedios
caserosjopuesta a la
medicina capitalista.
La imposición a las mujeres del
trabajo no remunerado, sostén
reproductivo del trabajo remunerado.
■V.
La división entre
hombres y mujeres
y entre las propias
mujgr-es.
La erradicación del temor.
de los hombres al poder
de las mujeres.
La subordinación
de la población.
Fuente; Silvia Federici, 'E l Calibán y ¡a Bruja. Mujeres, cu e rp o y a c u m u la c ió n originaria". A uio nom edia , 20 0 4 .
La separación de los
campesinos de la tierra.
•
•
•
C a ra c te rís tic a s de las brujas
O
O
0
Viudas y
solteras.
Viejas.
$
.......................
Conocían
y utilizaban propiedades de
hierbas para curar, prevenir
enfermedades, anticoncep­
ción e interrupción de
embarazos.
Practicaban
la magia(basada en la
concepción del mundo
como un organismo vivo
y que hay una fuerza que
anima todas las cosas}.
Pertenecían
a sectores pobres
de la sociedad.
Fuente: "El Calíbán y la Bruja. Mujeres,
cuerpo y acumulación originaria”, Silvia
Federici, Autonomedia, 2004.
P ersecu ció n y m u e rte
Numero estimado de ejecuciones de brujas en el Sacro Imperio Germánico, siglos XVI-XVIII.
Concentración procesal
.
ÉEINODE
ÉSCOCIj^
Curante los prim eros
años, la m ayor parte de ios
procesos tuvieron logar
en las zonas lim ítrofes
de Francia con Suiza y
Borgoña.
N n r t h ft a r u u ir 'b
REINO D
GRAN BRETAÑA
Hasta 2.000
De 2.000 a 10.000
Hasta 30.000
—
Lim íte del Sacro Im perio Germ ánico
Focos de procesos c o n tra brujas
Fuente: Museo de Historia de Cataluña, España.
2. P R tS A S EN SUS PROPIOS CUERPOS * 39
nocturnas en el bosque los días m artes o viernes, a
donde llegaban volando desnudas después de haberse
untado su cuerpo con un ungüento facilitado por el Diablo
y montadas en una horquilla. En estas reuniones se firmaba
un pacto de fidelidad al demonio para acabar con el reino
de Dios en la Tierra.
En numerosas ocasiones, el inquisidor o el que escribía
las declaraciones de la acusada no hablaba su idioma. En
aquellas “confesiones” en las que se puede leer el dolor
de las torturas se puede im aginar cómo cada renglón era
com pletado por un individuo im pertérrito, plasm ando
todo ese infierno de llanto, m entiras y lujurias que tenía
más que ver con las m entes tortuosas de las élites sacer­
dotales que con las víctim as ejecutadas.
Por eso se puede afirmar que las brujas son un enigma.
Su identidad esconde una variedad antropológica acallada
a través del tiem po por las culturas patriarcales. También
este silencio convoca a una extraña relación con el origen
conceptual de lo femenino como rebelión, poder y coraje.
Su oscuridad original caracteriza a la historia de la sombra,
la historia de entidades negativas. Lo segundo, el doble,
la sombra, lo femenino comenzó a expresarse como parte
oscura del alma, del cuerpo y de la vida.
D iv id e y . . .
La persecución de las brujas debe leerse como parte de
la historia de disciplinam iento del género femenino. En
los inicios de la m odernidad, las instituciones de encie­
J u icio s a brujas en Francia
Total de procesos judiciales en Lorralne y Namur entre
ios años 1505-1650.
0 1505
1520
1540
1560
1580
1600
1620
1640
16SQ
Fuente: Silvia Federici, 'El Catíbán y la Bruja. Mujeres, cuerpn y acumulación originaria’,
Autonomedía 2004.
La persecución de las brujas
tom ar un tiempo exclusivam ente para las m ujeres y estar
con amigas en una actividad libre de tareas para otros).
debe leerse como parte de la
Una imagen polisémica
h isto ria de disciplinam iento del
género fem enino.
rro para las m ujeres eran el prostíbulo, el convento y el
matrim onio. Las que quedaban por fuera de esta institucionalidad eran torturadas y quemadas. Posteriorm ente,
los m anicomios fueron los lugares donde depositaban a
las rebeldes: muchas mujeres inteligentes con un discurso
propio term inaron o bien encerradas, como la abuela de
Camila O'Gorman -q u ie n luego de vivir una historia de
am or con el Virrey Lim ers fue obligada a irse del país v
confinada por la familia de su hijo a vivir en el ático de
la casa fam iliar-, o internadas.
La Europa de la tem prana Edad Moderna fue un ámbito
intolerante y poco respetuoso de las diferencias: cerca
del 85% del total de ejecutados du ran te el periodo de
las grandes persecuciones de brujas (1560-1760) fueron
mujeres. El efecto social de este castigo público, brutal
e injusto fue que las m ujeres com enzaran a separarse, a
desconfiar de sí mismas, a evitar las salidas conjuntas y
las reuniones. Los lugares de encuentro fem enino post
caza de brujas fueron las lavanderías o el río, para rezar
un rosario, bordar o coser ropa: siem pre espacios rela­
cionados con el trabajo (en la actualidad todavía da culpa
La persecución, la tortura y la m uerte de brujas fueron
actos de terrorism o sexual que inculcaron la culpa y el
miedo. En este sentido, a las brujas se las suele m ostrar
por lo menos de a tres o más, danzando y riendo. Todavía
hoy muchas trabas dificultan el encuentro pleno y gozoso
de las m ujeres con sus propios cuerpos. El narcisism o de
las m ujeres es una lucha por la valoración y defensa de su
propia existencia más allá de los estereotipos y, al mismo
tiempo, el reclam o al otro que las excluye.
Es en este desencuentro en que se ubica la tensión que
posibilita la imaginación creativa y el orden científico de
esta reflexión. Pensar a las brujas atendiendo a los mitos
y los discursos escritos perm ite un relato integrador de
las experiencias de las mujeres con sus representaciones,
sím bolos y cuerpos. Estos cuerpos fem eninos, nunca
dom inados ni plenam ente liberados, han danzado por
el tiem po y el espacio, tejiendo una curiosa experiencia
cósm ica. El silencio de las palabras que nunca fueron
com prendidas con la magia de m ilenarias artesanas de
la historia se representó en una im agen polisémica que
pudo reunir todo el universo de la pasión: brujas. ©
E p ic e n tro d e lo s ju ic io s
A finales del siglo XVI, los territorios germánicos, cuya
autonomía judicial era casi tota!, se habían convertido en
centro de los procesamientos.
42 O EL ATLAS OE LA REVOLUCIÓN! DE LAS MUJERES
Leyes de protección contra la violencia de género
Según grado norm ativo, p or país
|
Sin legislación
Nula o poca protección
(con legislación I
Con medidas de protección
(sin legislación)
■ Con legislación y medidas
de protección
Fuente: Banco Mundial, 2017.
iniciaron una catarata de denuncias antes calladas. El
hashtag #MeToo, según las tendencias relevadas por Twitter, fue utilizado más de 200.000 veces el 15 de octubre de
2017 (día en que se lanzó el movimiento) y tuiteado más de
500.000 veces el 16 de octubre de ese año. En Facebook,
según la agencia de m arketing y publicidad arg en tin a
IGNIS M edia Agency, el hashtag #MeToo fue utilizado
por más de 4,7 m illones de personas en 12 m illones de
entradas durante las primeras 24 horas del 15 de octubre de
2017. Si bien existió una reacción de las actrices francesas
contra el Me Too -entre ellas la actriz Catherine Deneuveexpresando su oposición m ediante un m anifiesto -donde
señalaban que estas denuncias po d rían conducir a la
eliminación de una form a de seducción que, a su vez, era
inspiradora de obras de arte -, la crítica fue rápidam ente
rechazada, ya que esta defensa de lo que ellas definieron
como “coqueteo to rp e ” podía ser una form a de tolerar
esta violencia y de m antenerla impune.
Medirla violencia
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL), en 2016 un total de 1.831 mujeres de
dieciséis países de la región (trece de América Latina y tres
del Caribe) fueron víctimas de femicidio. Honduras sigue
siendo, para todos los años de la serie histórica -desde 2008-,
el país de la región con el mayor número de femicidios -466
en 2016-, alcanzando una preocupante tasa de 10,2 femicidios
por cada100.000 mujeres. El Salvador es el pais que presenta
la mayor tasa de femicidios: 11,2 por cada 100.000 mujeres
(371 en 2016), según el mismo relevamiento de la CEPAL.
El análisis de la CEPAL de las mujeres mayores de 15
años asesinadas por sus parejas o ex parejas es im pac­
tan te. E ste indicador se em pezó a recopilar en el año
2010 e in ic ia lm e n te a p o rta ro n datos siete países de
Am érica Latina, dos del Caribe y España. En la actu a­
lidad, inform an trece países de América Latina, once del
Caribe, España y Portugal. Considerando los núm eros
absolutos, los países que p resentan la mayor cantidad
En 2016 un total de 1.831 mujeres de
dieciséis países de la región fueron
víctimas de femicidio.
de m ujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas en
2016 son A rgentina (164 casos), Colombia (122 casos) y
República D om inicana (88 casos). Sin embargo, cuando
se co m p aran según tasas por cada 100.000 m ujeres,
Surinam es el país que presenta la tasa más alta de la
región con 4,3, seguido por G ranada con 1,9, República
D om inicana con 1,6, Jam aica con 1,5 y Barbados con 1,4.
En Argentina, desde 2015 funciona el Observatorio en
la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación. En 2016 registró 254 femicidios, de los cuales
164 fueron cometidos por parejas o ex parejas y 23 fueron
p erp etrad o s por un desconocido. En 60 casos existió
denuncia previa, en 130 no había denuncia y en 55 casos
no se especificó esta información. Estos datos indican la
escasa denuncia así como la falta de acom pañam iento a
las m ujeres que sí denuncian. Con la sanción de la Ley
Nacional 26.485 de Protección Integral para Prevenir,
Sancionar y E rrad icar la Violencia contra las M ujeres
en m arzo de 2009, se creó el R egistro Unico de Casos
de Violencia contra las M ujeres en el Instituto Nacional
2 , PRESAS
EN SUS PROPIOS CUERPOS * 43
Violación y matrimonio
Países donde ¡a violación conyugal no es delito
No reconocen la violación
si es com etida por el m arido
Los violadores se libran de la
pena si se casan con sus
víctim as
Ambas
Islas
Mai*inss
(Anj.X
Fuente: Bancc Mundial, 2017.
de Estadística y Censos (INDEC), a p a rtir de los datos
proporcionados por organism os públicos que se ocupan
de la problem ática. A fines de 2017, el INDEC presentó
la inform ación recogida desde 2013: 260.156 casos de
violencia. De estos, el 71,3% eran m ujeres m ayores de
14 años que buscaban asesoram iento, orientación y/o
asistencia, el 16,9% eran denuncias judiciales y el 5%
eran presentaciones a la policía o pedidos de atención
médica. Respecto al vínculo con el agresor, el 82,7% de los
casos era la pareja o ex pareja. Estos datos no perm iten
comparación ya que son los prim eros que se aportan por
este registro único desarrollado por el INDEC.
realizando cam pañas p ara d esn atu ralizar la violencia
contra mujeres y niñas, necesarias p ara la prevención.
Además, resu lta im prescindible que los gobiernos
nacionales destinen recursos para d esarrollar modelos
y protocolos para m ejorar la atención de las m ujeres y
niñas que e x p e rim e n tan violencia, lo que p o sibilita­
ría obtener resultados más efectivos. Por últim o, resta
tam bién cap acitar a los fun cio n ario s ju d iciales en la
perspectiva de género para elim inar la impunidad- ©
¿Por qué cuesta salir de la violencia?
Compromiso y acción
F rente a la m agnitud de la violencia co n tra m ujeres y
niñas en el mundo, es necesario plantear en forma urgente
m edidas no sólo para atender a aquellas que experim en­
tan violencia sino fundam entalm ente para prevenir esta
problemática. Surge entonces la pregunta: ¿qué hacer? En
América Latina es clave implementar la educación sexual
integral en las escuelas para cam biar los patrones cultu­
rales del ser hom bre o m ujer y los roles estereotipados.
En las instituciones se plantea la sexualidad en form a
bin aria (m ujer/varón) y, en consecuencia, se m an tie ­
nen los m andatos sociales que se oponen a la igualdad
de derechos y posibilidades en tre m ujeres y hom bres.
Si bien en 2008 los m inistros de Salud y Educación de
30 países de A m érica L atina y el C aribe firm aro n un
comprom iso en México para im plem entar la educación
sexual en las escuelas -e n el m arco de la cum bre de la
XVII C onferencia Internacional sobre el SIDA-, en la
m ayoría de ellos aún no se puso en práctica o se lo hizo
muy parcialm ente. A esto se sum a que tam poco se están
La mujer busca
mantener a su
agresor tranquilo
para evitar que
explote.
El agresor explota ante
cualquier pretexto,
culpando a la mujer de
su ataque. El agresor
llega a provocar lesiones
severas y hasta la
muerte de la mujer
(Femicidio).
Hay insultas, control
y reproches.
f
%
//*FASt
■m
'
El agresorse arrepiente y pide perdón con
promesas de cambio y "tranquilidad". Sin
embargo, la violencia se repetirá una y otra
vez. con mayor peligro para la victima.
F u e n te : D e fe n so fiñ d el PueWo d s ts Ciudstí de B usnos Aíres.
44
O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
•
Territorios feminícidas
° México, el país más
peligroso para ser mujer
Ivonne R am írez R.
A pesar de algunos avances legales, México sigue siendo el país con m ayor
cantidad de fem icid io s en A m é ric a Latina. Crímenes que persisten por las
e s tru c tu ra s de p oder perm isivas y un Estado incapaz de prevenir e incluso
có m p lice indirecto de esta violencia.
Femicidios en América Latina
Cantidad de fem icidios por pais y grado normativo, 2014
I
una entusiasta futbolista y una destacada arquera de
varios equipos en Poza Rica, Veracruz. Sandra era abiertamente
lesbiana y había estado muy enamorada de su ex pareja Ana,
con la que vivió un par de años. Fue asesinada por un hombre.
Ni las autoridades ni los medios de comunicación advirtieron
que se trataba de un lesbicidio. La fiscalía detuvo horas más
tarde al presunto responsable.
Aunque diferentes grupos fem inistas han impulsado
normas como la Ley General de Acceso de las Mujeres a
una Vida Libre de Violencia de 2007, de donde se derivan la
Alerta de Género aplicada por primera vez en 2015 y vigente
en doce estados, y la tipificación del feminicidio, descrito
de diferentes formas en cada uno de los códigos penales
estaduales, en México los hombres detenidos, procesados y
sentenciados por este crimen de lesa humanidad son pocos.
Invisibilizar el problema
*La cifra de México no es comparable con los otros paísesde !a
región.
Fuente: CEPAL,2016-
Guadalupe Cam panur Tapia era una activista purépecha
(etnia del estado de Michoacán) de 32 años que formó parte
del gobierno autónomo comunitario de Cherán. Defensora
de su comunidad y de los bosques, fue una de las fundadoras
de las rondas de vigilancia, que se crearon para proteger la
zona de los grupos criminales, los taladores y del gobierno
federal. Fue asesinada en un país en el que se cometen
siete feminicidios por día y, conform e a ONU Mujeres y
a la Comisión Nacional de Derechos Hum anos (CNDH),
es el país de América Latina en donde se registran más
asesinatos de mujeres. Nadie fue detenido por el crimen.
El responsable entendió muy bien el evidente mensaje de
los gobiernos y las autoridades: secuestrar o asesinar a
una mujer no tiene graves repercusiones en este entorno,
en donde la impunidad es otra forma de violencia, que se
viene practicando desde hace mucho tiempo.
La n iñ a D u lce C ec ilia G a rc ía L e ó n d e 6 a ñ o s e s tá en
2.
PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 45
Evolución de la tasa de defunciones femeninas en México
M uertes cada 100.000 m ujeres, 1985-2018
E
85 86 B7 8S 89 90 31 92 93 94 95 96 97 98 S9 00 01 02 03 04 05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18
+Las cifras corresponden ai monitoreo realizado por la activista María Salguero.
Fuentes: SNMUJERES, ONU Mujeres y SEG08 a partir de tÑEGI, "Estadísticas vitales de mortalidad”, CON ARO. "Proyecciones de la población de México
2005-2050 (1985-1989?, "Estimaciones de Poblaciones 1990-2010 (1990-2009? y "Proyecciones de la población de México 2010-2050 {2010-2016?.
su escuela abrazada p o ru ñ a de sus am iguitas en la foto
difundida en la pesquisa. Luce una sonrisa traviesa que deja
entrever sus dientes de lechey su absoluta vulnerabilidad.
Residía junto a su familia en una zona de Querétaro en la
que el 55,6% de la población vive en la pobreza, según el
Informe Anual de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
D esarrollo Social (CONEVAL). Fue abusada y asesinada
por su prim o adolescente. Como ella, ya sum an m ás de
12 .000 víctim as de feminicidio en el país tan solo en los
últimos cinco años, según el registro de varias activistas
y de estadísticas com partidas por organizaciones civiles.
No hayal respecto información concreta, datos confiables
y detallados en ninguna dependencia estatal. Solamente
alrededor del 20% de los homicidios de mujeres son consi­
derados feminicidios por los jueces, que generalm ente los
cataratulan como crímenes pasionales, delitos de violencia
dom éstica y asesinatos de m ujeres relacionados con el
crim en organizado.
Entonces, teniendo en mente lo anterior, ¿desde qué noción
de ley deberían partir las mujeres para ver reflejadas en la
justicia sus experiencias de vida? “Imposible desde las nocio­
nes fundadas en un sistema en el que las mujeres, afectadas
o expuestas a otras opresiones, nunca fueron consideradas
sujetas políticas, ciudadanas o hum anas”, argum enta la
escritora Francesca Gargallo en su blog (francescagargallo.
wordpress.com). Las complejas circunstancias del país difi­
cultan la configuración de estrategias de sanción distintas,
sobretodo con crímenes que amenazan directa mente la vida
de las niñas y mujeres, cuando lo urgente e inmediato es que
las mujeres perm anezcan con vida. ¿Cómo sostener ante el
dolor, frustración y cansancio que la exigencia de justicia no
acaba con la cárcel pues ésta es, en palabras de Gargallo, un
negocio y una forma de limpieza étnico-clasista?
Resulta complicado, frente a este panoram a, ser femi­
nista y activista anti punitívista, explica en una entrevista
realizada por el diario Conclusión (de Rosario, Santa Fe) la
antropóloga Rita Segato, quien propone efectuar análisis
más profundos para llegar a soluciones alternativas desde
las luchas anticarcelarias, agregando que, “aunque las deten­
ciones y las sentencias se deben exigir y son imprescindibles,
no resolverán de raíz el problema de los feminicidios si no
se ataca la base generadora de esas pequeñas agresiones
cotidianas que se norm alizan”.
El Estado es responsable
Los crím enes contra las m ujeres persisten por las hasta
ahora ex isten tes e s tru c tu ra s de poder perm isivas, las
desigualdades de género /raza/clase y por las condicio­
nes sociales y económ icas cada vez m ás adversas para
las m ujeres, en las que los conflictos arm ados -com o
el narcotráfico y la m ilitarización, la tra ta y la m ig ra ­
ció n - son un agravante considerable. No hay un trabajo
continuo de prevención ni políticas públicas con resu l­
tados verdaderam ente efectivos. Por el contrario, se opta
por a le rta r a las m ujeres con m edidas que deben tom ar
para no ser víctim as de un crim en , em itien d o avisos
constantes de culpabilización in d irecta dirigidos hacia
ellas, aconsejando por ejem plo no ca m in ar solas, salir
lo m enos posible o vestir de determ inada form a, m ien­
tras los program as de atención, terapias, advertencias y
consecuencias penales para agresores y fem inicidas son
insuficientes o nulos.
De unas pocas víctim as se conoce ahora algo de sus
historias de vida, muchas otras perm anecen sin identificar.
No llegamos a saber qué pasa con sus hijas e hijos, tampoco
sobre las familias que las sobreviven. Todavía se desconoce
el alcance de las heridas profundas que causa esta violen­
cia extrem a, no sólo hacia el interior de sus familias sino
tam bién en el tejido social, reforzando el abismo en que se
cim ientan los sistemas heteropatriarcales y capitalistas en
un país acechado por esta oleada feminicida que no cesa. ©
Pueblos originarios
La re significación
de la lucha indígena
K a rin a B id a s e c a
A lo largo del siglo XX las m u je r e s o r ig i n a r i a s han p r o t a g o n i z a d o s u c e s iv a s
d e m a n d a s en d e f e n s a de su t e r r i t o r i o . A s i m is m o , g u ia d a s p o r s u s p r o p ia s
c o s m o v i s i o n e s , han r e s ig n i f i c a d o las r e la c i o n e s d e s ig u a le s de g é n e ro .
Una h is to r ia de iu c h a p e ro t a m b i é n de s a c r i f i c i o y m u e r t e .
ablar de feminismos indígenas remite a un momento
fundacional en la historia política del m ovim iento
de m ujeres en A m érica L atina. En 1975, la d iri­
gente indígena m inera boliviana Dom itila B arrios Cuenca
M inera fue escu ch ad a en la trib u n a de la A sam blea del
Año Internacional de la M ujer de Naciones U nidas cele­
brada en M éxico. Su voz denunciando a los dueños de las
m inas y afirm ando la necesaria participación de la m ujer
para la liberación de Bolivia resignificó la form a de hacer
política. Pocos años después, Dom itila ju n to a otras cuatro
m ujeres iniciaron una huelga de ham bre en reclam o por la
am nistía y la liberación de los trabajadores m ineros presos.
La acción se expandió por todo el país y logró d errocar la
dictadura de Hugo B anzer en 1978. Pero al m ism o tiem po
fue una poderosa interpelación al fem inism o conservador.
H
Violencia hacia las mujeres indígenas
en América Latina
Agresiones físicas o sexuales de parte de la pareja en
m ujeres de 15 a 49 años casadas o en unión, 2010
ECUADOR
38,7%
PARAGUAY
18,9%
PERÚ
37,6 %
Un rol protagónico
D u ra n te m ucho tie m p o las m ujeres in d íg en as del Sur
fu ero n (re )e sc rita s p o r o tra s m u jeres, a m en u d o bajo
“re tó ric a s s a lv a c io n ista s” y n a rra tiv a s o rie n ta liz a d a s
p o r O ccidente que elim in a b a n to d o ra s tro de c o n te m ­
p o ran eid ad , E stá claro, com o dice el sociólogo A níbal
Q uijano, que la coloniafidad del poder y del género que
e s tru c tu ró n u e stra s sociedades a p a rtir de la idea de la
“ra z a ” continúa operando. La racialización de los cuerpos,
doblegados para la acum ulación o riginaria del capital en
las colonias, perm anece.
C apturadas por el ojo del colonizador, las im ágenes del
siglo XIX inform aban casi obsesivamente las mismas esce­
nas: mujeres indígenas exotizadas con sus senos desnudos,
dispuestas en telones natu rales de fondo, pobreza y V IH /
Sida. N ativism o salvaje y esencialism o se (con)fundian
en u n a tra m a en la que las m ujeres de Á frica, A m érica
GUATEMALA
Fuente: OPS, 2013.
Latina u Oriente eran representadas y atrapadas ante el ojo
pornográfico occidental y rapiñador.
Sin embargo, a lo largo de todo el siglo XX las m ujeres
originarias han protagonizado sucesivas demandas en defensa
de sus territorios. Desde los años 80, en particular, con el fin
de obtener el reconocim iento como pueblos y naciones, las
mujeres han tenido un rol protagónico en la arena política
y han im pregnado las prácticas de otros m ovim ientos de
mujeres aportando su pensam iento y su praxis.
2.
-’ RESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS « 4 7
Bien. O tro hito im portante en la región ocurrió en 2006,
cuando en Brasil se ratificó la Ley M aría da Penha contra
la Violencia Doméstica. La misma fue discutida en talleres
con m ujeres indígenas de d istintos pueblos en Brasilia
durante el Encuentro Nacional de Mujeres Indígenas de
Brasil. Finalm ente, en 2011 se fundó la “M archa del Buen
V ivir” liderada por las m ujeres m apuches de A rgentina y
Chile en defensa de los territorios, contra los feminicidios
y por la liberación de las lideresas esp iritu ales -com o
el reconocido caso de la M achi F rancisca, d eten id a al
p rese n tar una dem anda contra un latifu n d ista por tala
ilegal del bosque nativo-.
A p a rtir de ios años 2000, el cuestionam íento de la
m atriz fundante de las relaciones binarias y excluyentes
m asculino/fem enino de la m odernidad perm ite com pren­
der las reivindicaciones actuales y el reconocim iento de
identidades sexo-genéricas en las propias com unidades.
El concepto de género como categoría analítica era parte
de un proceso social y académico distante de los pueblos
de Am érica Latina. Las form as de la opresión de género
entre mayas, quechuas, ay m ará, m apuches, kaiowá son
específicas. Guiadas por sus propias cosmovisiones, las
m ujeres originarias resignificaron entonces las relaciones
desiguales de género y concibieron conceptos como el de
“dualidad” para diferenciar el binarism o de género de las
sociedades occidentales m odernas.
Las luchas de las indígenas hoy son
Demandas compartidas
transnacionales y "desde abajo",
El reto de la diversidad fundó las reivindicaciones de un
movimiento plural, anti-racista, anti-colonialyanti-capitalista que se expresa hoy a través de diversas vertientes
que confluyeron: en los 80, en Perú, surgió el “feminismo
paritario indígena" de la m ano de Rosalía Paiva; en Bolívia, la Confederación Nacional de M ujeres Cam pesinas
Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa”, en honor
a quien p a rticip ó en la rebelión anticolonial de Túpaj
K atari en el Alto Perú; en Brasil, las m ujeres com enza­
ron a organizarse en asociaciones exclusivas, con algu­
nas organizaciones de m ujeres am azónicas (AMARN y
AMITRUT); posteriorm ente surgieron organizaciones
de mujeres de pueblos indígenas del Noreste y estados de
M inas Gerais y Espíritu Santo (APOINME), de la región
Sur y C entro-Sur (ARPIN-SUL).
El levantamiento zapatista, por su parte, fue un parteaguas en la h istoria de las luchas de la región. Si bien no
se puede a firm a r que la p ropuesta zap atista ten g a un
program a estrictam ente feminista, la Ley Revolucionaria
de M ujeres de 1993 y la conform ación de los llam ados
“fem inism os desde abajo y a la izq u ierd a” se d e sa rro ­
llaron inm ersos en el clima de época del lema zapatista
“otro m undo en el que quepan m uchos m undos”. Así, las
dem andas de las mujeres originarias son com partidas por
los m ovim ientos de m ujeres tales com o el m ovim iento
#NiUnaMás nacido en Ciudad Juárez. Simbolizado por las
cruces de color rosa y los zapatos rojos, ese m ovim iento
legó el concepto de fem inicidio -q u e M arcela Lagarde
reelaboró a p a rtir del concepto “fem ictde” de la escritora
Diana Russell- como bandera de lucha. La relación directa
que existe en México entre capital y m uerte, proliferación
de m aquilas y precarización de las vidas, caracteriza un
escenario de guerras difusas, en el cual la im punidad del
poder se sostiene en la espectacularización de la m uerte:
es frecuente la aparición de cuerpos de m ujeres pobres,
m estizas, indígenas, to rtu ra d o s y con m arcas extrem as
de violencia sexual.
O tro proceso fundante para la política indigenista en
Bolivia fue el surgim iento en esa misma época del “fem i­
nismo com unitario”, un pensam iento-acción que nació de
la vertiente de la Comunidad Mujeres Creando Comunidad,
com prom etido con la despatriarcalización, la descoloni­
zación y la autonom ía a p a rtir de la concepción del Vivir
concebidas y desarrolladas contra
el capitalismo extractivista.
En Chile, cabe destacar la labor de la Asociación Nacio­
nal de M ujeres Rurales e Indígenas ANAMURI, así como
en Paraguay, CONAMURI.
Masacre y opresión
Las luchas de las mujeres indígenas hoy son transnacio­
nales y “desde abajo”, concebidas y desarrolladas contra
el capitalism o extractivista a p a rtir de la analogía entre
el cuerpo fem enino y el territorio. Su emblema es la figura
de la lideresa indígena y fem inista lenca, victim a de femi­
nicidio: Berta Cáceres, co-fundadora del COPINH -orga­
nización social y política de carácter indígena, sin fines
de lucro, pluralista, solidaria de la zona sur-occidental de
Honduras con incidencia nacional-. Los movim ientos de
mujeres indígenas son testigos de una época en que una
verdadera m asacre está ocurriendo en distintos puntos
del planeta. En M ato Grosso do Sul, el pueblo G uaraní
Kaiowá padece un proceso de re-colonización territorial.
En Brasil, ta Cám ara de Representantes aprobó en agosto
de 2015 un proyecto de ley que establece m edidas contra
las prácticas tradicionales indígenas consideradas perjudi­
ciales, incluyendo el infanticidio del que son acusadas las
mujeres indígenas por influyentes cam pañas m ediáticas.
Cerca de cuatrocientas líderes indígenas kaiow á fueron
asesinadas en los últim os trece años, núm ero que podría
ser m ás alto debido a las m uertes no reg istrad as que se
suman a las estadísticas de asesinatos de líderes y lideresas
am bientales en la región.O tros m ovim ientos luchan en
Perú contra las “esterilizaciones forzosas”, una práctica
ya denunciada en Bolivia en los años 60,
Las luchas contra las opresiones y violaciones a los
derechos hum anos de las mujeres indígenas se articulan
a través de sororidades y confluyen en dos grandes expre­
siones del m ovim iento fem inista contra los feminicidios,
que abarcan geográficam ente desde el Ni U na Más en
México hasta el Ni Una Menos en Argentina, y se expresa
en la consigna de lucha: N iU naM ujerlndígenaM enos. @
48 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
«
i
Aborto
El derecho a
tener derechos
M abel B ellucci y V ivian a N orm an
Menos de la mitad de los países del mundo han tomado decisiones legales en
tornoaí aborto. Un número insuficiente p a ra u n te m a prioritario. En Argentina,
luego de una discusión histórica en el Congreso, el Senado votó en contra. La
prevalencia de un conservadurismo que no termina de morir.
L
as políticas públicas a nivel global, promovidas por
los gobiernos, o bien surgidas de leyes que se deba­
ten y aprueban en los Parlam entos, son producto
de diversos actores, del Estado como de la sociedad civil.
Tanto el caso del aborto voluntario como el de la mutilación
genital femenina constituyen prácticas que se realizan en la
clandestinidad o en condiciones inseguras, y com prenden
daños evitables en la salud y la vida de las personas que se
someten o son sometidas a ellas. El Estado debería subrogar
su rol punitivo a la hora de abordar tales problem áticas
sociales porque la restricción en torno a la decisión soberana
sobre el propio cuerpo es una injerencia que entorpece el
ejercicio pleno de los derechos hum anos. La Educación
Sexual Integral (ESI), por otra parte, representa u n recurso,
sobre el que no se ha tomado debida responsabilidad y urge
hacerlo en la med ida en que involucra los derechos sexuales
y (no) reproductivos. Los organismos internacionales son
asim ism o actores fundam entales para prom over legisla­
ciones, tratados internacionales y acompañar con recursos
técnicos y m ateriales su implementación.
Derechos sexuales y (no) reproductivos
Cerca del 38% de los países del m undo han tomado deci­
siones legales en torno al acceso al aborto. Un núm ero aún
insuficiente cuando se trata de un tema prioritario sobre
la sexualidad de las m ujeres heterosexuales, lesbianas,
bisexuales y varones trans. En el resto de los países existen
diferentes modos de tratam iento ante la práctica abortiva
que va desde la prohibición según causales a penas extremas:
entre 8 y 40 años de cárcel para toda persona que realice
o facilite la concreción del mismo, como en el caso de El
Salvador, Guatemala, Nicaragua, República Dom inicana,
M alta y Ciudad del Vaticano.
Otro caso emblemático es Polonia. A p artir de 1939, el
aborto estaba despenalizado y legalizado. Pero en 1993
la Iglesia logró im poner una ley que acababa con la plena
libertad de abortar. En 2017, se llevaron a cabo m archas
m ultitudinarias en el país que se considera regido por una
de las legislaciones más restrictivas de Europa.
En Argentina, desde hace más de una década se cons­
tituyó la C am paña N acional por el D erecho al A borto
Legal, Seguro y G ratuito, conform ada por alrededor de
500 organizaciones de todo tipo y procedencias políticas.
Sus consignas son: educación sexual para decidir, a n ti­
conceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.
En m arzo de 2018, luego de una sostenida lucha del fem i­
nism o en el país, comenzó el debate en el Congreso para
lograr una Ley de Interrupción V oluntaria del Em barazo
(IVE). El m ism o involucró a diversxs referentes sociales,
profesiona les y expertxs con posiciones a favor y en contra.
Finalm ente, en agosto, el Senado de la Nación, después de
una larga contienda, rechazó el proyecto de despenalización y legalización del aborto.
En 2017 se p rese n taro n avances en C hile y en Bolivia. En el prim ero, d u ran te la p residencia de la so cia­
lista M ichelle Bachelet, se despenalizó el aborto en tres
causales: riesgo de vida de la m adre, inviabilidad fetal y
violación. En cuanto al segundo, el artículo 153 del nuevo
Código Penal, elim ina la pena en el caso de estudiantes,
m ujeres con hijos, discapacitados o m ayores a su cargo,
antes de la sem ana 8 de gestación. Igual, se considera la
interrupción del em barazo como un delito con penas de
hasta tres años de prisión.
En E stados Unidos, tra s el 45 aniversario de la lega­
lización del aborto, dicha m edida se ve am enazada por
el presidente republicano Donald Trum p. El m andatario
2 . PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS
Total de mujeres casadas o en pareja que usan
Necesidades desatendidas en materia
de planificación familiar
anticonceptivos, por región, 2015
Total de mujeres con esta problemática, por región
Anticoncepción a cargo de mujeres
■
2015
■
Cambio (2015-2030)
2015
C am bio(2015-2030)
Este de África
Este de África
Centro de África
Centro de África
Norte de África
Norte de África
Sur de África
Sur de África
Oeste de África
Oeste de África
Centro de Asia
Centro de Asia
Este de Asia
Este de Asia
Sudeste de Asia
Sudeste de Asia
Sur de Asia
Sur de Asia
Oeste de Asia
Oeste de Asia
Este de Europa
Este de Europa
Norte de Europa
Norte de Europa
Sur de Europa
Sur de Europa
Oeste de Europa
Oeste de Europa
Caribe
Caribe
América Central
América Central
América del Sur
América del Sur
Norteamérica
Norteamérica
Australia y Nueva Zelanda
Australia y Nueva Zelanda
Melanesia, Micronesia y Polinesia
Melanesia, Micronesia y Polinesia
-100
-SO
0
50
ion
150
200
250
Número de mujeres casadas o en pareja
que usan anticonceptivos len millones)
*49
i
-10
0
10
20
30
40
Número de mujeres casadas o en pareja
con necesidades desatendidas en materia
de planificación familiar (en millones)
Fuente: Naeianes Unidas, 2D!5.
declaró que las mujeres que abortan deberían “enfrentar
algún tipo de castigo legal”. El activismo está alerta.
La O rganización M undial de la Salud (OMS) incluyó
el m isoprostol en tre sus m edicam entos esenciales, ya
que está com probado que reduce riesgos de m uerte en
abortos auto-inducidos. Se aplica en Á frica y A m érica
L a tin a (A rg en tin a, B rasil, B olivia, C hile, C olom bia,
C osta Rica, E cuador, G uatem ala, P erú y V enezuela).
Existen fem inistas que notifican y contienen a las perso­
nas com prom etidas en a b o rta r h a sta la sem ana 12 del
em barazo y con acom pañam iento médico. Así se generan
espacios de consejerías y se otorgan las pastillas. Este
servicio de aborto médico en línea telefónica (g ratu ita,
confidencial y atendida por m ujeres) o por página web
ofrece inform ación precisa y segura. En la actualidad,
la conquista del aborto voluntario convoca a los fem i­
nism os, m ovim ientos de derechos hum anos y de la disi­
dencia sexo-genérica que siguen reclam ando en torno a
la soberanía de sus cuerpos.
Mutilación genital femenina
A p a rtir de 2007, el Fondo de Población de las Naciones
U nidas (UNFPA) y el Fondo de N aciones U nidas para
la In fa n c ia (U N IC E F) d irig en el P ro g ram a C onjunto
sobre m u tilación/ablación gen ital fem enina (MGF), a
nivel m undial, con “el objetivo de pro teg er a m ujeres
y niñas de la m utilación genital fem enina m ediante un
enfoque que tiene en cuenta las diferencias culturales y
que está basado en los derechos h um anos”. El Program a
C onjunto tam b ién prom ueve servicios de protección,
asistencia s a n ita ria y legislación. El m ism o se basa en
u n a d e c la ra c ió n que a c o rd a ro n diez o rg a n ism o s de
Cerca del 38% de los países dei
mundo han tom ado decisiones
en to rn o al acceso al aborto.
N aciones U nidas que lu ch an a favor de la salud y los
derechos de las m ujeres, exigiendo e lim in a r la m u ti­
lación en una generación.
La MGF se realiza en niñas desde la infancia a los 15
años con efectos perniciosos en la salud. Los m otivos
por los que se la practica difieren de u n a región a otra
y tam bién de una época a otra, aunque siem pre revelan
factores socioculturales vinculados a tradiciones familia­
res o com unitarias. A m enudo responde a la concepción
de lo que se considera u n a conducta sexual aceptable
50
.
2 PREDAS EN SUS PROPIOS CUERPOS *51
Abortos inducidos
México
En porcentaje, según región y países
En porcentaje
centrales y periféricos
78%
5B%Asia
22 %
11% África
Países
centrales
9% América Latina
y el Caribe
Países
periféricos
Fuente: Naciones Unidas, 2015
Fuente: CEPED.2Q08.
la salud sexual y (no) reproductiva. De ahí, es im prescin­
dible el uso de preservativos masculinos y femeninos. Por
ello, la OMS propone un conjunto de estrategias: reforzar
los servicios eficaces de lucha contra las ITS, promover
prácticas orientadas a fortalecer su prevención, apoyar el
desarrollo de nuevas tecnologías de precaución.
En cuanto a la Educación Sexual Integral (ESI) que se
implementa en Argentina para ser cumplida en las escuelas
a través de planes de estudio o legislaciones, incluye esta
perspectiva como m aterias específicas, con actividades
de formación o charlas abiertas, sin olvidar todas aquellas
estrategias que fomenten y garanticen igualdad en el marco
de los derechos humanos. Por ello, tanto acuerdos interna­
cionales como el UNFPA han insistido a los gobiernos que
faciliten su difusión, en especial, desde las instituciones
educativas y a nivel com unitario, teniendo en cuenta las
características de la población a la que está dirigida.
En general, las propuestas de ESI explican aspectos dedi­
cados a las estructuras del cuerpo humano, derechos sexuales
y (no) reproductivos, materiales acerca de métodos anticon­
ceptivos y prevención de infecciones de transmisión sexual
y HIV. Asimismo, ofrecen actualización sobre legislación
referida a la salud sexual y (no) reproductiva para empoderar
a niños/as y jóvenes. A lavez.se incorporan perspectivas de
condiciones de vida de la sociedad y su cultura Otros aportes
se vinculan con las relaciones de poder entre los géneros
sostenidas por los mandatos heteropatriarcales al reproducir
estereotipos que profundizan la discriminación y violación a
los derechos humanos de las mujeresy la comunidad LGTTBL
Las enorm es brechas que separa al Norte del Sur en
relación a la obtención de derechos humanos y condiciones
de vida dignas para sus poblaciones se expresan en números
dram áticos. Resulta un imperativo para que comprenda­
mos que no son tan sólo estadísticas, sino que involucra a
personas. Algo de la frase de Jorge Luis Borges, “no nos
une el amor sino el espanto”, se pone en juego a la hora de
elaborar el mapa y las definiciones sobre el terreno de las
sexualidades y los géneros al presenta r pugnas de sentidos
en relación a cómo llevarlas a cabo. ©
Educación sexual integral
La sexualidad encarna un aspecto fundam ental de la vida
humana, con dimensiones eróticas, físicas, psicológicas, socia­
les, económicas, políticas y culturales. Pese a ello, no siempre
las personas jóvenes sexualm ente activos/as reciben una
preparación adecuada para llevar una vida personal, social y
sexual satisfactoria que contribuya al desarrollo de su iden­
tidad. Esta situación las hace potencialmente vulnerables
ante la coerción, el abuso, el incesto, la explotación sexual,
el embarazo no planificado y las ITS. Por otra parte, llegan
a la adultez con mensajes contradictorios y confusos sobre
los géneros y las sexualidades de acuerdo a las normas que
varían drásticamente entre y dentro de las culturas. De ahí
que, casi diez años después de su primera edición, la Orga­
nización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO) actualizó íntegramente y reeditó el
manual Orientaciones técnicas internacionales sobre educación
en sexualidad. Este texto promueve la educación sexual inte­
gral para fomentar el respeto de los derechos humanos y la
igualdad de géneros. Está orientado a docentes, educadores
de la salud y a personas comprometidas con la toma de deci­
siones de dichos sectores, ofreciendo sólidas recomendaciones
técnicas sobre las características que todo programa efectivo
debe tener. Además, ayuda a los Poderes Legislativos de todos
los países a diseñar planes de estudio precisos y adaptados a
una población destinataria entre 5 a 18 años.
"■..................................................................- ....• • • »
Leyes de aborto en el mundo
Según grado de a dm isió n o p ro h ib ició n lega!
Admitido para salvar la
vida de la mujer o
prohibido por completo
Prohibido pero se admite
para preservarla salud
Prohibido pero se admite
además por cuestiones
socioeconómicas
Aborto legal
Islas
Máfvirtas
(Arq.1.
Sin datos
Fuente: Centro de Derechos Reproductivos. 2018.
A nticoncepción femenina en el mundo
Mujeres casadas o en pareja que u tiliza n algún m é tod o de a n tic o n c e p c ió n e ntre 15 y 49 años, 2015
|
70% o mas
50% a menos de 70%
20% a menos de 50%
Henos de 20%
Sin datos
FuenteiN aciones Unidas, 2015.
Madres adolescentes
Tasa de natalidad a do le sce nte cada 1.000 m ujeres e ntre 15 y 19 años, 2005-2015
5 15
15,0-49,9
|
50-99,9
|
100-199,9
I í200
Sin datos
islas
Malvinas
{Arg.}.
Fuente: Organización Mundial de !a Salud IOMS}.
Mortalidad in fa n til
Tasa de m o rta lid a d in fa n til cada 100.000 n a cim ie n to s vivos, 2015
54
o
EL A TL A S DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Trata de personas
)
Un delito oculto
a la vista de todos
Susana C hiarotti
La trata de personas es una de ¡as violaciones más graves de los derechos
humanos. Ei ab rum ad or c recim iento de este delito se retroalim enta con
un alto índice de impunidad. Un panorama desolador propiciado por la
complicidad de las fuerzas de seguridad y de los funcionarios del Estado.
a trata de mujeres, niñas y niños para someterlos a
la explotación sexual, trabajos forzosos o extracción
de órganos, es una de las violaciones más graves
de los derechos hum anos. Las víctim as se cuentan por
millones, especialmente en los casos de explotación sexual.
Es im portante com enzar aclarando que los térm inos
“tra ta ” y "trá fic o ”, pese a que se usan frecuentem ente
como sinónim os, se refieren a conceptos diferentes. El
objetivo del delito de trata es la explotación de la persona,
m ientras que el del delito de tráfico es la entrada ilegal de
m igrantes. Para que se configure el delito de trata no es
indispensable que las víctimas crucen las fronteras (puede
haber trata interna, de una zona a otra de un mismo país),
m ientras que para que se configure el delito de tráfico, el
cruce de fronteras es un elem ento necesario.
La trata es, junto al narcotráfico, uno de los crím enes
más redituables. La Organización Internacional del Trabajo
(OIT) estimó en 2014 que las ganancias ilegales de la trata
de personas habían alcanzado los 150.000 m illones de
dólares, de los cuales 90.000 m illones corresponden a
ganancias de la trata para la explotación sexual. Y estas
estim aciones son modestas.
El abrum ador crecim iento de este delito, sostenido
por redes nacionales y mundiales, motivó a los Estados a
preparar un tratado internacional. En diciembre de 2000 se
firmó en Palermo, Italia, una Convención de las Naciones
Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional,
que incluye a la trata de personas, el tráfico de m igrantes
y el tráfico de arm as, y tres Protocolos que abordan cada
uno de estos delitos de m anera específica. Así, en el caso
de los m igrantes se firmó el Protocolo contra el tráfico
ilícito de m igrantes por tierra, m ar y aire, y en el caso de
L
las arm as, se aprobó el Protocolo contra la fabricación y el
tráfico ilícitos de arm as de fuego. El tercero es el Protocolo
para prevenir, reprim ir y sancionar la tra ta de personas,
especialm ente mujeres y niños, llamado tam bién Proto­
colo de Palermo, que entró en vigor en 2003. A la fecha
[2018] fue ratificado por 173 países. Estos protocolos son
m onitoreados por UNODC (Oficina de Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito).
El Protocolo de Palerm o define a la tra ta como: “La
captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recep­
ción de personas, recurriendo a la am enaza o al uso de la
fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al
engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnera­
bilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios
para obtener el consentim iento de una persona que tenga
autoridad sobre otra, con fines de explotación”. Incluye
la explotación de la pro stitu ció n ajena u otras form as
de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados,
la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la
servidum bre o la extracción de órganos.
El Protocolo prevé la atención a las víctim as, así como
sanciones penales para las personas declaradas culpables
de trata y agravantes para los casos de tra ta de niñas/os
o delitos cometidos por, o que impliquen complicidad de
funcionarios del Estado. Asimismo, plantea que se deben
confiscar los bienes y ganancias producto de la tra ta y
delitos relacionados y utilizar esos fondos en beneficio
de las víctim as de trata.
Razones de la impunidad
El índice de impunidad del delito de trata es muy alto, A
diferencia del tráfico de drogas, donde regularm ente se
2 . PRESAS
EN SUS PROPIOS CUERPOS * 5 5
T rá fic o m undial d e personas
Principales zonas de origen y de destino de las co rrie n te s transregionales, 2012-2Q14
Este de Europa
y Asia Central
/
Centro y
Sudeste de
Oeste y Su í
Europa
de Europa ^ ------- -
A m érica
del N orte
Este de A sia
y P acifico
Am érica
del N orte
Este de Asia
y P acífico
Medio
Oriente
A m érica Central
y el Caribe
—^ Víctimas detectadas
en los países de destino
—^ Víctimas repatriadas
desde los países de
destino.
América
del Sur
islas
Hatvinas
{Arg.J.
Fuente; InfQtrnQ global sobre trá fico de persogos. Oficina de Naciones Unidas contra a Droga y eE Oelito (UNODC), 2018.
captura a algunos de sus autores, incluyendo a los grandes
“capos” las personas detenidas por este delito son muy
pocas, y el tiempo que perm anecen en la cárcel es muy breve.
¿Cuáles son las causas de esa impunidad':1En prim er
lugar, la com plicidad de las fu erz a s de se g u rid a d y de
los funcionarios del Estado. Este es un tipo de delito que
requiere, para su realización, ese tipo de complicidad. Se
trata entonces de un delito extraordinariam ente lucrativo,
p e rp e tra d o con muy poco riesgo de castigo.
O tra causa es la naturalización de la explotación sexual
de mujeres y niñas. La trata de personas es un delito om ni­
p resen te, que está “oculto a la v ista ”. En el caso de las
Form as de ex p lo ta c ió n e n tre las v ic tim a s de trá fic o
fe m e n in a s d e te c ta d a s
P ropósitos de este delito en el mundo, en %, 2014
Tráfico para
explotación sexuai
72%
Tráfico para
trabajo forzado
20 %
La trata es un tipo de delito que
para su realización requiere de
la complicidad de las fuerzas de
Tráfico para
otros propósitos
Tráfico de órganos
0 ,1%
8%
Fuente: in fo rm e global sobre tráfico de personas,
Oficina de Naciones Unidas contra !a Droga y e¡ Oelito(UNODC|, 2016-
seguridad y de los funcionarios.
m ujeres y niñas víctim as de trata para explotación sexual,
es com ún que sean recluidas en burdeles conocidos por
to d a la población y donde los que d e m an d an servicios
sexuales son pobladores del lugar, incluyendo autoridades
de todos los poderes del Estado.
La naturalización del privilegio m asculino es incluso
leg itim ad a p o r las fu e rz a s de se g u rid a d . T al com o se
afirm a en et Inform e global sobre tráfico de personas de
UNODC de 2016: “E n tre los c o m b a tie n tes, la p rá c tic a
de u sa r m ujeres com o esclavas sex u ales fue aceptada,
abierta y endém ica. Los com andantes superiores ten ían
p rio rid ad sobre los subordinados de m enor rango en la
elección de las m ujeres c a p tu ra d a s ”. A ctu alm en te, en
todas las zonas en conflicto y post conflicto, las fuerzas
com batientes dem andan servicios laborales y sexuales.-»
D es tin o s d e e x p lo ta c ió n e n tre las v íc tim a s de trá fic o d e te c ta d a s en el m undo
Por región, en porcentaje, 2012-2014 (a años más recientes)
Tráfico para
explotación sexual
Tráfico para trabajo
forzado
A frica
Subsahariana
Tráfico de
órganos
Europa C entral
y del S udeste
5 países
13 países
Tráfico para otros
propósitos
A m é rica
del N o rte
6%
Europa O ccidental
13 países
3 países
30%
A m érica C entra!
y el Caribe
Europa O riental
y Asia C entral
7 países
8 países
A m érica
dei Sur
Asía O riental y
ei P acífico
7 países
9 peises
Fuente: In fo rm e g lo b a l so b re trá fico de personas,
Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODCI. 2016.
-*■ En general, en estos espacios concluyen otros factores
p ara que esto suceda de m an e ra im pune: un E stado de
D erecho degradado, debilidad institucional, co rru p ció n
de las a u to rid a d e s y la situ a c ió n de v u ln e ra b ilid a d de
am plios sectores de la población.
O tro aspecto que incide en la im punidad es la p recarie­
dad y pobreza de la m ayoría de las víctim as. En general,
é stas son reclutadas en contextos de g ran d es carencias.
En algunos casos, son personas que han sufrido abusos
y violencia desde la infancia, por lo que la o ferta de un
trabajo lucrativo o un futuro de glam our y riqueza aparece
como difícil de rechazar. Adem ás, los tra ta n te s se valen
de jóvenes reclu tad o res que m uchas veces e n a m o ran a
las niñas, o de m ujeres de confianza en la com unidad que
las convencen de que te n d rá n un fu tu ro mejor. En otros
casos son secuestradas. Salvo contadas excepciones, esas
víctimas tienen pocos recursos para denunciar a los tratantes.
La trata de personas con fines de explotación sexual y
para el trabajo forzoso son las dos formas m ás frecuentes del
delito, pero las víctim as pueden ser explotadas de m uchas
otras formas, incluyendo la m endicidad, los m atrim onios
forzados o sim ulados, la producción de pornografía o el
trasplante de órganos. Tam bién puede hab er explotación
mixta, como los casos de servidumbre doméstica combinados
con esclavitud sexual.
Por otro lado, si bien las personas m igrantes y refugia­
das presentan situaciones de vulnerabilidad que las hacen
pasibles de ser víctim as d é la tra ta, un gran porcentaje de
2. PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 57
casos de trata no implican el cruce de fronteras internacio­
nales: según el informe de UNODC, alrededor del 42% de
las víctimas detectadas son objeto de trata en su propio país.
El marco jurídico
A pesar de las inm ensas dificultades, algunas víctim as
consiguen denunciar lo que sufrieron. En 2016, en A rgen­
tin a, fin alizó un juicio h istó ric o c o n tra los tra ta n te s
y la M u n icip alid ad de U shuaia, cap ital de T ie rra del
Fuego, Por prim era vez una víctim a de tra ta querelló a
sus explotadores y a las autoridades por su com plicidad
y obtuvo una sentencia condenatoria. La M unicipalidad
hacía controles m unicipales periódicos y obligaba a las
m ujeres explotadas a que se hicieran exám enes m éd i­
cos y c o n taran con lib re ta s a n ita ria p a ra g a ra n tiz a r fa
salud de los prostituyentes. Los bienes de los proxenetas
fueron decomisados, y tanto ellos como la M unicipalidad
indem nizaron a la víctim a.
En cuanto al m arco jurídico para prevenir y sancionar
la trata, como los espacios estatales destinados a proteger
a las víctim as, tienen m enos de una década. Son e sfuer­
zos incipientes que deben ser reforzados. Desde que en
A rgentina se im plem ento la Ley 26.842 de Prevención
y Sanción de la T ra ta de P ersonas y A sisten cia a sus
V íctim as (en diciem bre de 2012), se rec u p e ra ro n casi
11.000 m ujeres. La línea telefónica g ratu ita N úm ero 145,
instalada para recibir denuncias de estos casos, recibe
actualm ente un prom edio de 100 llam adas por día.
E x is te n ta m b ié n u n a d iv e rs id a d de m ec a n ism o s
in te rn ac io n ale s d estin a d o s a co m b atir este delito. El
a rtíc u lo 6 de la C onvención p a ra la E lim in a c ió n de
Todas las F orm as de D iscrim in ació n co n tra la M ujer
(CEDAW) in sta a los E stados m iem bros a p rev e n ir y
san cio n ar la tra ta de m ujeres, incluida la explotación
de la p ro stitución. El Convenio p a ra la R epresión de la
T rata de Personas y de la Explotación de la P rostitución
Ajena de 1949 ofrece a los gobiernos m edios efectivos
p a ra c o m b a tir la tra ta de p e rso n a s y, al ig u al que el
P rotocolo de P alerm o, esto s d o c u m e n to s reco n o cen
que en tre los m edios de la tra ta están el abuso de poder
sobre personas con v ulnerabilidades agudas.
Enfrentar un crimen tan complejo
Si bien m uchos países h an crim inalizado la m ayoría de
las form as de tráfico según lo establecido en el P ro to ­
colo de Palerm o, no todos tra sla d a ro n a su legislación
nacional de m anera integral las norm as que plantea.
El m arco ju ríd ic o fue refo rza d o en el 2015 con la
aprobación por parte de la A sam blea General de Nacio­
nes U nidas de los Objetivos de D esarrollo Sostenible
(ODS). El ODS 16 aboga p o r la prom oción de sociedades
p a c ífic a s e in clu siv as p a ra el d e sa rro llo so sten ib le,
brindando acceso a la justicia para todos y construyendo
instituciones efectivas, responsables e inclusivas a todos
los niveles. En el co n te x to del ODS 16, la com unidad
in tern acio n al pide “poner fin al m altrato, la ex p lo ta­
ción, la tra ta y todas las form as de violencia y to rtu ra
co n tra los niños”. Pero los ODS deben leerse de m anera
integrada, y dada la com plejidad del crim en de tra ta de
personas y a las m últiples form as que adopta, aparece
como m eta tam bién en el ODS 5, sobre igualdad entre
m ujeres y varones. La M eta 5.2 sobre la elim inación de
todas las form as de violencia contra todas las m ujeres y
niñas en los ám bitos público y privado, incluye la tra ta
y la explotación sexual y de otro tipo. E n el ODS 8, la
M eta 8.7 exige la im plem entación de m edidas inm e­
d ia ta s y efectiv as p a ra e rra d ic a r el tra b a jo forzoso,
acabar con la esclavitud m oderna y el trá fic o hum ano
El índice de im punidad del
delito de tra ta es muy alto y las
personas detenidas por este
Personas condenadas en el m undo por trá fic o de
crim en son muy pocas.
personas
En porcentaje, por sexo, 2014 (a años más recientes)
Hombres
63 %
Fuente: Inform e global sobre et tráfico de personas.
Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), 2015.
y g a ra n tiz a r la prohibición y elim inación de las peores
form as de trabajo infantil.
E n fre n tar un crim en tan complejo requiere cambios
c u ltu ra le s de fondo que in clu y a n e d u cació n p a ra la
ig u a ld a d y la no d isc rim in a c ió n . A dem ás, se n e c e ­
sita n p o lític a s de E stado en é rg ica s p a ra e lim in a r la
com plicidad del funcionariado con los p e rp e tra d o res
y g a ra n tiz a r la reducción de la im punidad: apoyar a las
m ujeres y niñas que son víctim as de tra ta y g aran tizar su
autonom ía económ ica y su acceso a todos los derechos.
O tro aspecto crucial para p rev en ir y elim in a r la tra ta
es la transform ación del modelo económ ico actual, que
sum erge en la pobreza e x trem a a m illones de personas.
El im pacto de las políticas n e o lib e ra les e n la región
ha aum entado las desigualdades de todo tipo y la han
convertido en la m ás desigual e in justa del planeta. ©
•
•
•
*
Trabajo sexual, e! debate
° ¿Esclavas del siglo XXI?
N o ra P ulido
Si ta p r o s t i t u c i ó n es o no un tr a b a jo es un d e b a te aún no r e s u e lto . Desde
hace va rio s siglos, las a c t i v i s t a s a b o l ic io n is t a s c u e s t i o n a n el tr a b a jo
sexual p o r su r e la c ió n c o n la e x p lo t a c ió n y la t r a t a de m u je re s , dos
c r í m e n e s c o n s e n t i d o s p o r el s is t e m a p a tr ia r c a l.
lo largo del siglo XIX, y com o co n sec u e n c ia del
proceso de industrialización, com enzó a aum entar
la co ncentración de la población en las ciudades.
La desocupación y el desarraigo de m uchas m ujeres, junto
a la c recien te d em an d a de los varones, llevó a un in cre ­
m ento de la prostitución. Los E stados in te rv in iero n con
m edidas prohibicionistas o reg lam en taristas, y en am bos
casos el peso recayó sobre las m ujeres: los varones, que
u su fru ctu ab an los cuerpos de las m ujeres y sostenían con
su d em anda el sistem a p ro stib u lario , estab an excluidos
de c u alq u ier tip o de penalización.
Adem ás, las m igraciones internacionales de los siglos
XIX y principios del XX, m ay o ritariam en te com puestas
por hom bres, fueron acom pañadas por diversos sistem as
de tra ta de m ujeres -d e n o m in a d a en esos años “tra ta de
b lan cas”- con la finalidad de ab astecer el m ercado de la
prostitución en los nuevos m undos, a p a rtir de la prem isa
de que los hom bres solos necesitan m ujeres públicas para
satisfacer sus im pulsos sexuales. En este contexto, m iles
de m ujeres fueron v íctim as de estas redes de tra ta y en
m uchos países receptores la pro stitu ció n fue regulada, lo
que dio lugar a negocios exitosos basados en la e x p lo ta ­
ción del cu erp o de las m ujeres: el cabaret, el prostíbulo,
la habitación y la calle fueron los diferentes m odos en que
se o rganizaba el negocio, en donde el p roxeneta actuaba
com o el g a ra n te, el in te rm e d ia rio en las tran saccio n es y
el dueño de los cuerpos.
Las políticas e statales de reglam entación de la p ro s­
titución se ju stificaro n bajo el p arad ig m a hig ien ista y de
control so cíopenal, y se im p lem e n ta ro n a tra v é s de un
conjunto de norm as que estab lecían p rác tic a s m édicas
in tru s iv a s en los c u e rp o s de las m u jeres y sa n c io n e s
penales que incluían la cárcel, al tiem po que aseguraban
la protección de la salud de los varones. Así, los controles
se c e n tra ro n en la in sp e c c ió n s a n ita ria del c u e rp o de
las m ujeres en p ro stitu ció n , considerándolas d ifusoras
de e n fe rm e d a d e s co ntagiosas y culpables de los m ales
sociales o casio n ad o s p o r el contagio de los “p a d re s de
A
fam ilia” y sus consecuencias en la salud pública. Esta nueva
concepción higienista profundizó el estigm a m oralizante
de “m ala m ujer” asignado históricam ente alas prostitutas.
El fem inism o anarquista y socialista identificó tem pranam ente las form as de encierro p atriarcal que la sociedad
b u rg u esa in stitu ía p ara las m ujeres a tra v é s de sus dos
instituciones: el m atrim onio y la prostitución. A com ienzos
del siglo XX, tan to la escritora fem inista Em m a G oldm an
como la activista rusa A lexandra Kollontai c e n traro n sus
escrito s y su m ilitan cia en la den u n cia de am bas in sti-
Los varones que sostenían con su
demanda el sistema prostibulario
estaban excluidos de cualquier tipo
de penalización.
tu cio n e s, c re a d a s p a ra c e rc e n a r la lib e rta d se x u al de
las m u je re s y s o m e te rla s a los d e sig n io s m a sc u lin o s.
P ro p o n ía n , d esd e e s ta p e rs p e c tiv a fe m in ista , el a m o r
lib re , sin leyes b u rg u e s a s que lo re g u le n , sin fre n o s
norm ativos, sin trab as m orales que lo sujeten a prejuicios
religiosos, sin coacción, sin su m isió n , sin violencia. La
s e x u a lid a d y el a m o r lib re d e b ía n se r la nu ev a form a
s u p e ra d o ra de las rela cio n e s h u m a n a s.
En I n g la te r r a , la r e f o r m is ta b r itá n ic a J o s e p h in e
B u ttler tam bién denunció las políticas d isc rim in a to ria s
e in tru s iv a s de re g u la c ió n de la p ro stitu c ió n y creó la
A sociación N acional de M ujeres, y p o s te rio rm e n te la
C onfederación Internacional A bolicionista, que inició un
cam in o de com bate a la tra ta . E sto p e rm itió in tro d u c ir
el tem a en diversas co n feren cias in tern acio n ales, de las
que surgieron convenios que com prom eten a los E stados
firm a n te s a la p e rse c u c ió n de ese d elito y la p ro tecció n
de las v íctim a s. E ste p ro ce so de c o m p ro m iso s in te rn a -
2.
PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 59
M arco legal de la prostitución
Grados de regulación de ía actividad en el mundo
■
Es legal y está
regulada
Es tolerada, bs legal
pero sin regulación
|
Es ilegal
Faltan datos
Fuente; United Explanations-
cionales culm inó en las N aciones U nidas con la tirm a
del Convenio p a ra la Represión de la T ra ta de Personas
y de la E xplotación de la P ro stitu ció n Ajena en 1949.
A la sombra de las políticas neoliberales
A p e sar del nuevo m arco n o rm ativo in te rn ac io n al, la
prostitución no disminuyó. La segunda ola del feminismo
consideró a la p rostitución como una institu ció n sostén
del p a tria rc a d o , com o u n a p rá c tic a c u ltu ra l nociva,
resabio del pasado, un ‘'fósil v iv ie n te ”, como la d e n o ­
m inó Kate M illet en los 70, que tenía que d esaparecer
a m edida que av an zara la liberación fem enina.
Sin em bargo, en las ú ltim as décadas la p rostitución
asum ió nu ev as c a ra c te rís tic a s , p o r lo que fue n e c e ­
sario c o n s tru ir nuevas h e rra m ie n ta s de análisis p ara
in te rp re ta rla s tran sfo rm acio n es económ icas, sociales
y c u ltu ra le s que le dieron sostén,
La globalización fue acom pañada por tra n s fo rm a ­
ciones en las grandes ciudades que generaron circuitos
lucrativos a la som bra de los grandes negocios p ro d u c­
tivos y financieros. Los servicios que sostienen y a bas­
tecen a las m egaciudades se n u tre n fundam entalm ente
de m ano de obra m igrante y en buena m edida fem enina.
Se tra ta de u n efe c to s e c u n d a rio de los p ro ce so s de
globalización y de las crisis económ icas que se p ro d u ­
cen en m uchos países de la p e riferia , donde se llevan
adelante políticas n eoliberales y de ajuste e s tru c tu ra l.
En un contexto de fem inización de la pobreza, m uchas
m ujeres m ig ran tes ilegales son actu alm en te traficad as
p a ra la p ro stitu c ió n . Los ben eficio s económ icos que
g en eran vuelven en form a de rem esas, que en m uchos
casos re p re s e n ta n un im p o rta n te p o rcen taje del PIB
de los p aises no c e n tra le s que “e x p o rta n ” m ujeres.
La p r o s titu c ió n se g lo b a liz ó y, en el c a m in o , se
c o n v irtió en “in d u s tria del sexo y e n tre te n im ie n to ”.
A la som bra de las p o líticas n eo lib erales y bajo la idea
de “lib e rta d se x u al”, com enzó un proceso p a ra que los
propietarios de prostíbulos y trafican tes se convirtieran
en p a rte del m ercado form al que posibilita el blanqueo
de los c a p itale s g en erad o s con la tra ta y explotación
del cu e rp o de m ujeres y niñas. De este m odo, algunos
p aíses leg a liz a ro n y re g u la ro n el negocio p ro stib u la rio, com o F ilip in as, Ja p ó n , C h in a , A u s tra lia , N ueva
Z elan d a y N ueva G uinea. La p ro stitu c ió n tam b ién es
legal en Alem ania, D inam arca y Holanda, que lidera ese
m odelo desde 2001. Sin em bargo, esto no h a d e te n id o
sino in c re m e n ta d o la tr a t a de m ujeres: la p rin c ip a l
fo rm a de e x p lo ta c ió n de las v íc tim a s de tr a ta es la
sexual (según un inform e de la Oficina de las Naciones
U nidas c o n tra la Droga y el D elito de 2011, el 53% de
las v íctim as de tra ta tiene com o d estino la explotación
sexual y el 51% de las víctim as son m ujeres), al tiem po
que la “condición la b o ra l” de las m ujeres no ha m ejo­
rado su sta n c ia lm e n te.
Suecia es desde 1999 el p rim e r país que h a p ro fu n ­
d izad o el m odelo a b o lic io n ista a trav és de la p en alización de los clientes, co n sid eran d o que si dism inuye
la d e m a n d a , d is m in u irá la o fe rta . Se c o n sid e ra a la
p ro stitu ció n com o una de las form as de violencia hacia
las m ujeres y u n a m uestra de la desigualdad de género.
El abolicionism o, siguiendo el m odelo sueco, av a n za
en p aíses como Islan d ia, C anadá, Singapur, S udáfrica
y C orea del Sur. Bélgica, Irla n d a y E scocia debaten en
la a c tu a lid a d refo rm a s sim ila re s. ©
60 o
EL ATLAS 0E LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Trabajo sexual, et debate
Descriminalizar,
un modelo distinto
G eorgina O rellano
La postura no abolicionista sobre la prostitución descriminaliza esta
actividad y le exige al Estado que ie sean otorgados los mismos derechos
laborales que a otros trabajadores para evitar así tanto la clandestinidad de
su trabajo como los abusos policiales y la violencia institucional.
l trabajo sexual, al igual que cualquier labor en el
sistema capitalista, es el intercam bio de dinero por
la prestación de un servicio. Quienes se dedican a
la actividad son personas mayores de 18 años que ofertan
servicios sexuales para su sustento económico. En algunos
países está reconocido lega!mente, con acceso a derechos
laborales. En otros se estableció una prohibición total de la
actividad, m ientras que en la mayoría carece de un m arco
legal y, por ende, queda relegado a la clandestinidad. En
Argentina, las trabajadoras y los trabajadores sexuales no
tienen reconocim iento estatal. La política que regula la
actividad es abolicionista y considera a las trabajadoras
sexuales victim as, a las que debe rescatar y ofrecer otra
alternativa laboral.
El abolicionism o no crim in aliza a las trabajadoras
sexuales pero sí a terceros que se apropian de parte de
las ganancias y, en algunos casos, a los clientes, como
sucede en Suecia y Francia. Otros modelos que regulan
la prostitución son el prohibicionism o, que crim inaliza
todo el comercio sexual (a la trabajadora sexual, al cliente,
a u n tercero) como sucede en Estados Unidos (salvo en el
estado de Nevada); y el regíam entarism o, que no crim i­
naliza el trabajo sexual pero ejerce un control espacial
y sa n ita rio de las trab ajad o ras sexuales, es decir que
crea zonas rojas y exige una libreta sanitaria, como en
Holanda y Alemania.
Un cu arto modelo de regulación, diseñado e im pul­
sado por el movimiento de trabajadoras sexuales, es el de
descrim inalización del trabajo sexual y reconocim iento
de los d e re c h o s lab o rales. El ejem plo de reg u lació n
es el de N ueva Z elan d a, que no d e lim ita un espacio
ni ejerce un control higienista, sino que p erm ite a las
trabajadoras sexuales ejercer su labor donde se sientan
cóm odas y garan tiza el acceso a obra social, jubilación,
crédito y vivienda.
E
El trab ajo sexual organizado
Estas organizaciones se crearon para defender los
derechos laborales de las trabajadoras sexuales
y protegerse de la violencia institucional. LaslA
organizacionestorman parte de la Red de Mujeres
Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe
(RedTraSex).
------- Guatemala
(M ujeres en S uperación)
-------- Honduras
(Red de Mujeres Unidas
por Nuestros Derechos)
El Salvador
(Orquídeas del Mar)
-----R. Dominicana
(Organización de
Trabajadoras Sexuales)
--------- Colom bia
Nicarag'jü
(Asociación de Mujeres
Trabajadoras Sexuales
Girasoles)
Costa Rica
(Asociación La Sala)
(Asociación de Mujeres
Buscando Libertad)
Bolivia
(Organización
Nacional de Activistas
por la Emancipación
de la Mujer)
(Mujeres con Dignidad
y Derecho de Panamá)
Perú
(RedTraSex Perú)
C h ile ----------(Fundación Margen)
Fuente; RedTraSex.
Argentina
(Asociación de Mujeres
Meretrices de la Argentina)
2,
M ás allá de que en A rgentina la política asum ida por
el E stado sea de c a rá c te r abolicionista, es im p o rta n te
m encionar que siguen vigentes códigos contravencionales y de faltas que penalizan el uso del espacio público,
perm itien d o que las trab ajad o ras sexuales p u edan ser
d etenidas h a sta por 60 días si ofrecen sus servicios en
la vía pública. Sum ándose a estas norm ativas, a p a rtir
del año 2008 se llevaron a cabo políticas a n titra ta que
crim in alizan diversas form as de trab ajo sexual, como
ejercer en establecim ientos cerrados o la publicación de
la oferta de servicios en los clasificados.
En A rg e n tin a e je rce r el tra b a jo sex u al de m an e ra
autónom a no está tipificado como delito en el Código
Penal, pero todos los lugares donde se pueden ofertar los
servicios están crim inalizados: la calle, las whiskerías, los
cabarets, los clubes nocturnos, los anuncios. En distintas
provincias los hoteles alojamiento tam bién han prohibido
el ingreso de trabajadoras sexuales.
"No somos víctimas, somos trabajadoras"
La política abolicionista en A rgentina, prom ovida por
la co rrien te fem inista que se identifica de e sta form a,
confunde tra ta con trabajo sexual, desencadenando la
vulneración de derechos de las trabajadoras sexuales. La
modificación de la ley de trata sancionada en 2012 eliminó
la posibilidad de que se pueda p re s ta r consentim iento
para dedicarse id trabajo sexual y anuló las voces de las
trabajadoras sexuales. A p a rtir de ese año, se desplegaron
distintas norm ativas a nivel provincial y m unicipal para
p ro h ib ir los lugares donde se puede ejercer el trabajo
sexual con el argum ento de com batir la trata de personas.
Esta ley tam bién amplió el ámbito de las conductas crim inalizables, lo que hizo que se penalizara inclusive la más
m ínim a organización para el desarrollo del trabajo sexual.
El m o v im ie n to de tr a b a ja d o r a s s e x u a le s v ie n e
den u n cian d o los im pactos de estas no rm ativ as y c u e s ­
tio n a n d o el uso de u n s is te m a p e n a l c a ra c te riz a d o
com o m ach ista, clasista, selectivo y p a tria rc a l. M ues­
tr a de ello es el alto p o rc e n ta je de m u jeres p o b re s y
m ig ra n te s p ro c e s a d a s y a c u sa d a s de e x p lo ta c ió n y
t r a t a c u a n d o e n r e a lid a d se lim ita n a o r g a n iz a r el
tra b a jo se x u al.
Los re s u lta d o s e s tá n a la v is ta . E n 2016, el 90%
de las tra b a ja d o ra s se x u a le s que e je rc e n en la ca lle
s u frie ro n a lg ú n tip o de v io le n c ia p o lic ia l: h o s tig a ­
m ie n to , cobro de co im as, favores s e x u a le s, lab ra d o
de a c ta s c o n tr a v e n c io n a le s , r a z z ia s , d e te n c io n e s
a rb itra ría s , in su lto s. En 201S, el 76% de las d en u n cias
de tra b a ja d o ra s se x u ale s re c ib id a s p o r la A sociación
de M u je re s M e re tric e s de la A rg e n tin a (A M M A R )
tam b ién estu v ie ro n v in cu lad as a algún tip o de violen­
cia p o lic ia l. D esde el m o v im ie n to de tra b a ja d o r a s
se x u a le s se re c la m a la d e ro g a c ió n de e sto s có digos
y el re c o n o c im ie n to de e ste tra b a jo , de m odo tal de
p o d e r a c c e d e r a d e re c h o s la b o r a le s , o b ra s o c ia l y
ju b ila c ió n . El E sta d o d eb e le g is la r p a ra g a r a n tiz a r
su s d e re c h o s y ta m b ié n p a ra p o s ib ilita r a lte rn a tiv a s
la b o ra le s a las p e rs o n a s que no q u ie ra n s e g u ir e je r ­
ciendo la activ id ad . U na p o lític a no in v alid a a la o tra.
PRESAS EN
SUS PROPIOS CUERPOS #61
Estigm a y d is c rim in a c ió n
Según el censo re a liz a d o p o r A M M A R y el M in iste rio
de Salud de la Nación en 2009, en A rg en tin a ejercen eí
trabajo sexual alred ed o r de 80.000 m ujeres, 20.000 en
el espacio público y el resto en lugares privados. El 86%
de quienes se dedican a la actividad son m adres jefas de
hogar y tienen e n tre uno y siete hijos.
El discurso instalado socialm ente sobre la prostitución
es un discurso victim izante que refuerza el estigm a y la
discrim inación. P arte de la sociedad que juzga y cuestiona
las decisiones de las trabajadoras sexuales, anulando su
autonom ía y acallando sus voces. En realidad, lxs tra b a ­
ja d o ra s sex u ales son ex p lo ta d x s com o el resto de los
tra b a ja d o res, a quienes sin em bargo no se les niega el
reconocim iento de derechos ni se les cuestiona su orga­
nización sin d ic a l. E n el sistem a c a p ita lista todos son
explotados. Las trabajadoras sexuales no son las únicas
que no eligen librem ente, sino que son p a rte de una clase
que term ina optando por este tipo de trabajo dentro de las
pocas opciones de las que disponen los sectores populares.
Debe recordarse que hace ya 23 años que las trabajado­
ras sexuales argentinas están organizadas sindicalm ente.
Por eso AM MAR exige al Estado el reconocim iento que
la cabe a cualquier trabajador. El debate no debe centrarse
en si éste es o no trabajo. Las trabajadoras sexuales exis­
te n y la d iscu sió n debe ser si se les c o n tin ú a negando
derechos -em pujando a todo un sector de trabajadorxs a
la clandestinidad y exponiéndolxs a abusos policiales y
violencia in stitu cio n al- o si se les otorga un m arco legal
p a ra que sus derechos no sigan siendo vulnerados. ©
Glosario
Modelo r e g l a m e n t a r i s t a
Ei re g ía m e n ta ris m o (m ediados del siglo X IX )fue un m odelo
fu n d a m e n ta lm e n te h ig ie n is ta : las m ujere s que ejercían la
p ro stitu ció n eran obligadasa efectua rse exám enes m édicos
p e rió d ic o s y a te n e r una lib re ta s a n ita ria .
Modelo re g u l a c io n i s ta
El re g u la c io n is m o (dé ca d a de 1980) p ro p u s o un m o d e lo
de d e re c h o s que exige la in te rv e n c ió n del E stado para el
reco n o cim ie n to de derechos laborales y de seguridad social
de quien es e je rc e n el tra b a jo sexual lib re m e n te .
Modelo a b o l i c io n i s ta
El a b o lic io n is m o no tra ta de p ro h ib ir la p ro s titu c ió n pero si
reco no ce que la m ism a expone a la persona a una situ a ció n
de e x tre m a v u ln e ra b ilid a d , y que, p o r ¡o ta n to , el E stado
d e b e r ia d a r g a ra n tía s d e te n e r a lte rn a tiv a s de vida , sin
c rim in a liz a ra ias m ujere s que la e jercen.
Modelo p r o h i b ic i o n is t a
El p ro h ib ic io n is m o p la n te a p r o h ib ir la p ro s titu c ió n y la
considera un delito. De esta m anera, crim inaliza a la persona
que e je rc e la a c tiv id a d . E sta p o lític a im p lic a ría el paso
a la c la n d e s tin id a d de a q u e lla s p e rs o n a s q ue o fre z c a n
s e rv ic io s se xuales.
N arcotráfico
Marche presa
lle a n a A rd u in o
Las m u je re s son el eslabón m á s débil en la c o m e rc ia liz a c ió n de las drogas, en
un m e r c a d o que, al igual que otros, se organiza co n una m a r c a d a ve rtica lid a d
de género. E! m a y o r c r e c im ie n to de la e n c a rc e la c ió n fe m e n in a c o m p a r a d a con
la de los h o m b r e s p o n e en evidencia esta te n d e n c ia .
L
as p o lític a s de p e rse c u c ió n al n a rc o trá fic o que
resp o n d en al p a ra d ig m a p ro h ib ic io n ista no han
sido eficaces frente a las organizaciones crim inales
y h a n tra íd o d e s a s tro s a s c o n sec u e n c ia s en m a te ria de
derechos hum anos. U na de las m ás notorias y constatable en cualquier p a rte del m undo que haya seguido estos
lineam ientos es el crecim iento exponencial de la población
carcelaria, conocido com o "encarcelam iento m asivo”, con
so b rerrep resen tació n fem enina.
Al a n a liza r las políticas penales frente a la cuestión de
las drogas desde una perspectiva de género, se com prueba
su deficiente efectividad: éstas suelen enfocarse en el micro
tráfico y en los consum idores antes que en las dim ensiones
más complejas de la crim inalidad organizada transnacional
y, en tal sentido, a fe c ta n p a rtic u la rm e n te a las m ujeres,
que ocupan los eslabones m ás débiles de la cadena.
Por p rim era vez en la historia m undial, du ran te las dos
ú ltim a s décadas el e n c arc ela m ie n to de m ujeres creció
m ucho m ás aceleradam ente que el de varones, Según un
inform e de la Oficina en W ashington p a ra A suntos L ati­
noam ericanos (WOLA) y Open Society Foundations, en
A m érica L atina la población fem enina total encarcelada
aum entó un 51,6% e n tre los anos 2000 y 2015, m ien tras
que la población m asc u lin a , au n q u e tam b ié n aum entó,
lo hizo en un 20%.
Cadena de vulnerabilidades
Las m ujeres son el eslabón más dependiente d en tro de la
estru ctu ra de producción y comercialización de las drogas,
en un m ercado que, al igual que los considerados legales, se
organiza con una m arcada segm entación vertical en razón
de género. En este sentido, las m ujeres suelen quedar rele­
gadas a posiciones subalternas, más expuestas a las políticas
de p ersecu ció n conocidas com o “d uro con los déb iles”,
que se contentan con la detección policial de drogas en las
fronteras o con la detención de expresiones m inoristas de
la com ercialización en zonas vulnerables, antes que con
desm ontar las estru c tu ras nodales del m ercado de drogas.
E n este m ercado, com o en m uchos otros, la m ano de
obra fe m e n in a es m uy p re c a riz a d a , fác ilm e n te re e m ­
p lazable y se e n c u e n tra d o b lem en te con d icio n ad a: las
M u jeres e n c a rc e la d a s por d e lito s de d ro g as en
p a ís es d e A m é ric a Latina
26.096(2013)
Venezuela
12.482(2014)
4.645(dic.201D
Ecuador
4.156 (2015)
19.329(jul. 2014)
3.939 (2013)
Argentina
6.979(2013)
uente: Luciana Boiteaux, Mujeres y encarcelamiento por delitos de drogas,
Colectivo de Estudios Drogas y Derechos (CEQD), 2016.
m ujeres e stá n a m erced de quienes dom inan el negocio
y a m erced de p o líticas e sta tale s p u ra m e n te pu n itiv as.
Las cifras m u e stra n que las p o líticas pen ales de co rte
p ro h ib ic io n ista se d e s c a rg a n e s tr u c tu r a lm e n te so b re
m ujeres, trav estís y personas trans. Todos estos grupos,
a su vez, suelen c o m p a rtir c ie rta s c a ra c te rís tic a s : son
m ig ran tes, pobres y o cu p an la posición de proveedores
con personas a su cuidado.
O tro factor que contribuye a la v ulnerabilidad de las
m ujeres en la cadena del tráfico es la su b o rd in ació n de
género por razones fam iliares o protecciones afectivas,
que m uchas veces las conducen a la asunción de resp o n ­
sabilidad ante el sistem a penal, aun cuando no estuvieran
involucradas con altos niveles de responsabilidad.
El punitivism o, como casi todas las políticas de drogas,
invisibiliza el e n tra m a d o de conflictos previos y d esen ­
cadena m uchos otros. Las m ujeres se endeudan, pierden
vínculos afectivos, q u edan detenidas a m iles de kilóm e­
tros de sus lugares de origen, se enferm an y son alojadas
2 . PRESAS EN SUS PROPIOS CUERPOS • 63
en unidades carcelarias sin servicios médicos mínimos,
entre otras consecuencias directas.
Perfil de las m ujeres
detenidas en
Tiene hijos
Argentina
Medidas alternativas
La feminización del encierro tam bién recae sobre otras
personas bajo su cuidado. La cuestión de la m aternidad
y las tareas de cuidado de los hijos ocupan gran parte de
la atención académica, del activismo e incluso del ámbito
jurídico local, regional e internacional. El impacto global
de esta problemática ha sido de tal m agnitud que, en 2010,
se aprobaron las Reglas de Bangkok en el ámbito de las
Naciones Unidas con el fin de regular las condiciones de
detención de las mujeres. Las reglas recom iendan a los
Estados parte, entre otras cosas, la adopción de m edi­
das que acorten las distancias con sus lugares de origen,
que cuiden la pervivencia de los vínculos fam iliares y
que promuevan medidas alternativas para quienes sean
madres. Reclaman tam bién la necesidad de considerar los
historiales previos de abuso y violencias. Para dimensionar
la im portancia de este últim o punto, se puede recu rrir a
datos del Departam ento de Justicia de Estados Unidos de
2012, que muestran que un 86% de las mujeres encarceladas
había experim entado abusos sexuales, un 77% violencia
por parte de sus compañeros y un 60% de sus cuidadores.
Aunque la m ayoría de los países aún no abandonan
esta senda, se ha com enzado a debatir la necesidad de
term in ar con el paradigm a prohibicionista construido
desde una concepción securitaria, para adoptar una pers­
pectiva de derechos hum anos, privilegiando el derecho
a la salud en particular. En tal sentido, urgen m edidas
como la diversificación de respuestas alternativas a la
63,5% Declararon ser principal sostén
económico al momento de ser
detenidas y 4 de cada 10 siguieron
siendo el principal sustento
estando presas.
Concluyo estudios
secundarios (entre
las argentinas).
Fuente: Mujeres en pr/s/ón:
lo s a lc a n c e s d e l c a s tig o , compilado porCELS, Ministerio Público de la Defensa.
Procuración Penitenciaria de la Nación, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2011.
prisión, la despenalización de algunas conductas, tales
como la tenencia y los micro tráficos, y la consideración
de políticas que atiendan a las condiciones de vulnerabi­
lidad que propician la selectividad de mujeres, travestis y
personas tran s por parte del mercado crim inal, en lugar
de profundizarlas con represión estatal. ©
Mujeres en prisión en A m érica Latina
Población total de mujeres en prisión
2 0 5 .4 0 0
(2013)
Porcentaje de mujeres en relación al total
9,3%
(2013) |
, 3.395
Aumento de la tasa de encarcelam iento cada 100.000 mujeres
6.4 - 6.8%
(2003/2013)
16,2-12,9%
(2000/2011)
5,8-17.6%
(2000/20131
Fuente: www.drDqasyderechos.org
7,8-16,5%
(2000/2015)
10,8-20,4%
(2003/20141
5,2-12,5%
12002/2014)
55,6-64,6%
(2001/2013)
7,1-21,6%
(2001/2015)
7,8-14,1%
(2001/2015)
7,3-17,5%
11999/2014)
3.7 - 9,5%
(2001/2014)
S e c u la r m e n te c o n fin a d a s ai á m b ito p riva d o y d o m é s tic o , las m u je re s
in g re s a ro n en ei e sp a c io p ú blico no sin d ific u lta d e s . A las d e sig u a ld a d e s
de g é n e ro
b r u ta lm e n te
o ste n s ib le s
se
s u m a ro n
aquellas
que
p e r m a n e c e n m á s im p e r c e p tib le s pero p re s e n te s en to d a s las áre as
de ia vida política, e c o n ó m ic a y social. Una inclusión que sigue siendo
e x cluye n te para las m u je re s de to d o el planeta.
66 o
EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
................• • • «
Acceso a puestos de poder
Carreras de obstáculos
y laberintos de cristal
V irg in ia G arcía B eaud oux
La re la c ió n d e sig u a l e n tre h o m b r e s y m u je r e s ta m b ié n se e x p re s a en ia
b re c h a e x is te n te en el a c c e s o a a lto s c a rg o s . El poder, ta n to po lítico c o m o
en el c a m p o p ro fe s io n a l, c o n tin ú a m u c h a s v e c e s v e d a d o para las m u je re s,
q u ie n e s se e n c u e n t r a n con lim ita c io n e s invisibles a la v ista de to d o s .
as mujeres en e] m undo público corren dos carreras:
la que co rren todas las p erso n as sin im p o rta r su
género para gan ar experiencia, m éritos y cred en ­
ciales para progresar, y una carrera de obstáculos. En las
corporaciones, 1as ciencias, la academia, la política y todos
los ám bitos de actividad, e n c u en tra n poderosas a rq u i­
tectu ras sociales que im piden su desarrollo profesional.
La b a rre ra invisible más conocida son los “techos de
c ris ta l” que e n fre n ta n las m ujeres que aspiran a ejercer
altos cargos en igualdad de condiciones y salario en orga­
nizaciones de todo tipo: corporativas, gubernam entales,
p a rtid aria s o educativas. Es u n a b a rre ra organizacional,
vertical, tra n sp a re n te y efectiva, que hace que, aunque
ellas cuenten con preparación y experiencia, se estanquen
y sólo logren llegar h asta los niveles m edios.
No se tra ta ya de los “m uros de cem ento” visibles que
im pedían a las m ujeres el acceso a los m ism os derechos
que a los hom bres, como v o tar o asistir a la universidad,
sino de b arreras im perceptibles. No hay leyes o códigos
explícitos de exclusión. Son norm as y prejuicios implícitos,
no escritos, sutiles y difíciles de detectar. Pero los resu l­
tados son claros. Sólo uno de cada cinco de los m áxim os
ejecutivos de los países del G7 son mujeres. Son hom bres
el 74,7% de los presidentes y m iem bros de consejo de las
principales com pañías que cotizan en las bolsas europeas.
En 2018 las m ujeres fueron el 21% de los participantes del
Foro Económ ico M undial de Davos, lo que se considera
un logro por ser la cifra más alta alcanzada en sus 48 años
de existencia. En 2017 las m ujeres representaban el 21,2%
de los m iem bros de las mesas directivas y el 5,2% de los
CEO según el índice Standard & Poor's. Para decirlo con
claridad: sólo 27 m ujeres estaban al frente de las prim eras
500 com pañías que co tizan en la Bolsa de Nueva York.
L
Las rem uneraciones constituyen una form a de discri­
m inación adicional. Los datos de ONU Mujeres m uestran
que perciben un salario 24% inferior al de los hom bres.
En A rgentina, las cifras del INDEC de 2017 evidencian
que las m ujeres que logran rom per los techos de cristal
en las em p resas y a sc e n d e r a p u esto s de a lta re s p o n ­
sabilidad lo h acen con m enores rem u n e ra c io n e s, que
la b rec h a sa la ria l es de 23,5% y que llega a 35% en el
m ercado in fo rm al. C onfirm a adem ás que las m ujeres
se sitú an m ayoritariam ente en los sectores de m enores
ingresos, que el 90% trabaja en el secto r servicios y que
la ocupación más frecu en te de las m ujeres es el servicio
dom éstico (19,6%). Según la O rganización Internacional
del T rabajo (OIT), la disp arid ad en función del género
en algunos países llega al 45% y existe en todas las esfe­
ras de actividad, En G ran B retaña, las académ icas con
dedicación fu ll tim e cobran en prom edio 11,3% m enos
que sus colegas hom bres. En Italia, la retribución de las
investigadoras es 33,3% m enor que la de sus com pañeros,
Límites invisibles
Com o se ñ a la la OIT, los g ra n d e s p ro g re so s e d u c a ti­
vos realizados po r las m ujeres en las ú ltim as décadas
no se h an tra d u c id o en u n a m ejora p ro p o rcio n al en el
m ercado laboral. La m ayor parte del personal docente de
las universidades está conform ado por m ujeres, pero los
decanos y los rectores son hom bres. A la U niversidad de
Oxford le tom ó m ás de 800 años n om brar una rectora,
hecho que ocurrió en 2015.
Según el ín d ic e Global de B recha de G énero que el
Foro Económ ico M undial de Davos elabora desde 2006,
la d ife re n c ia e n tre los g é n e ro s au m e n tó en 2017 p o r
segundo año consecutivo, y al ritm o a c tu a l llevaría
Mujeres en los Parlamentos
P articip ació n de m ujeres en P arlam entos unicam erales o en la Cámara Baja del Parlamento, hasta a! 1-1-17
■
50% a 65’
Corea del Sur
| 40% a 49,9%
| 35% a 39,9%
30% a 34,9%
25% a 29,9%
20% a 24,9%
15% a 19,9%
! 10% a 14,9%
| 5% a 9,9%
Islas Marshall
Bangladesh
Nam ibia
| 0,1% a 4,9%
■ 0%
Mauricio
Chile
Argentina
Países con Je fa s de Estado
y Je fa s de Gobierno
F uente: ONU M ujeres. 2017.
Promedio mundial y regional de m ujeres en los Parlamentos
En porcentaje, 2017
Europa
(países nordicos
incluidos)
26,4%
F uente: ONU Mujeres, 2017.
D ife re n c ia en to d o s los n iv e le s
Según los datos de ONU Mujeres, la
d iferen cia salarial e n tre hom bres
y m u je re s es tan m arcada a nivel
in te rn a c io n a l que a este paso tom ará
70 años c e rra r esa brecha.
Amé ricas
28,3%
Europa
(países nórdicos
no incluidos)
25,0%
Africa
Subsaharíana
23,8%
Asia
18,9%
Estados
árabes
15,0%
• • •
Ministerios de los que
o
son titulares mujeres
Medio Ambiente / Recursos Naturales / Energía
Total de mujeres por
Asuntos Sociales
áreas, 1.237 m inisterios
Familia/ 1nfancia / Juventud / Tercera Edad / Discapacitados
en 186 países, 2017
Asuntos de la M ujer/ Igualdad de Género
Educación
Cultura
Fuente: ONU Mujeres, 2017.
Empleo / Trabajo / Formación Profesional
Comercio / Industria
Relaciones Exteriores(con inclusión de Asistencia al Desarrollo)
Salud
Investigación y Desarrollo / Ciencia y Tecnología
Obras Públicas / Planificación del Territorio
Agricultura / Alimentación / Silvicultura / Pesca
Justicia
Interior / Inmigración (con inclusión de Integración y Refugiados)
Administración Pública/Servicio Público
Turismo
Administración Local
Deportes
Comunicaciones / Telecomunicaciones / Correos
Vivienda l Asuntos Urbanos
Derechos Humanos
Finanzas / Presupuesto
Economía/Desarrollo
Transportes
Defensay Veteranos
Población
Asuntos Parlamentarios
Información / Medias de Comunicación
O
217 años eliminarla. Ello, a pesar deque la paridad suma­
ría 250 mil millones de dólares al PEI del Reino Unido, 320
mil millones al de Francia, 310 mil millones al de Alemania
y 1,7 billones de dólares a la econom ía de Estados Unidos.
Tam bién hay techos de cristal en la política. En 2017
sólo 17 m ujeres se desem peñaban como jefas de E stado o
de Gobierno; las m ujeres ocupaban el 23% de las bancas
de los Parlam entos del m undo, el 28% en la región de las
Am éricas, y eran el 19% de las voceras parlam entarias.
A penas 6 de 186 países ten ian igual cantidad de m in is­
tras}’ m inistros, y únicam ente el 18% de los m inistros de
gobierno del m undo e ra n m ujeres. En A rgentina, de 20
carteras ministeriales -21 con la Jefatura de G abinete- [que
hubo h asta la reducción del gabinete en agosto de 2018]
apenas dos estaban ocupadas por m ujeres. E n cuanto a
los sindicatos, las m ujeres rara vez ocupan las se c re ta ­
rías o subsecretarías, y m uy pocos cum plen con el cupo
establecido por ley del 30% en sus comisiones directivas.
La Federación U niversitaria A rgentina, principal órgano
de representación de los e stu d ia n te s u n iversitarios del
país, de los cuales el 60% son m ujeres, está liderado por
un a mujer... por prim era vez en 100 años.
20
40
60
80
100
P ara las m ujeres, la c a rre ra a los puestos m ás altos no
im p lica sólo ro m p e r tech o s. T am bién su p o n e re c o rre r
“la b e rin to s de c r is ta l”, dado que en c o m p a rac ió n con
los hom bres deben s o rte a r m uchos m ás obstáculos. Las
p rom ociones y ascen so s re q u ie re n co n sid e rab le m e n te
m ás tiem po p ara ellas, así como cam inos m ás com plejos
y extensos, a p e sar de co n tar con form ación y e x p e rie n ­
cia laboral sim ilares. M in n ie debutó en las p a n ta lla s al
m ism o tiem po que M ickey en 1928, e n tre tu v o a m illones
de e sp ec tad o re s d u ra n te décadas, p ro ta g o n izó m ás de
70 p e líc u la s, es un p e rs o n a je c e n tra l en los p a rq u e s
tem á tic o s de Disney... y tu v o que e s p e ra r 40 años m ás
que M ickey p a ra o b te n e r una e s tre lla en el P asco de
ia Fam a en H o llyw ood.
Cargos fem in izad o s
A los techos y lab erin to s los acom paña una ú ltim a pieza
de c ris ta le ría : las “p a re d e s de c ris ta l”, la seg reg ació n
horizontal, que relega el acceso de las m ujeres a ciertas
áreas. No sólo existe un techo de cristal en la ocupación de
carteras m inisteriales, sino que cuando llegan a m inistras
la m ayoría está a cargo de áreas identificadas con tare as
3.
de cuidado y e ste re o tip o s de lo fem enino: educación,
bienestar social, m edioam biente y familia. Pocas m ujeres
ocupan puestos en áreas como obras públicas, defensa,
ciencia y tecnología.
El fenóm eno es global y atraviesa todos los cam pos
del qu eh acer hum ano. Según 3a UNESCO, las m ujeres
constituyen el 28% de los investigadores científicos del
planeta. Un escaso 12% de los m iem bros de las academ ias
de ciencias del m undo son m ujeres. En Italia, el 51,7%
de los doctores de investigación son m ujeres, pero e!las
representan el 18% en los niveles avanzados de la carrera;
y en el secto r técnico-científico, m enos de u n a de cada
diez profesores es m ujer. E n tre 1901 y 2017 recibieron el
Prem io Nobel en c u alq u ier categoría 847 varones y 49
m ujeres (m enos del 5%). En 2016 y 2017 n in g u n a m ujer
UNA INCL USIÓN EXCLUYEN-TE
•
69
obtuvo el galardón en n in g u n a categoría. Sólo 16 fueron
premiada's en Ciencias; las demás, en Literatura, Economía
y la Paz. Y únicam ente ocho m ujeres fueron invitadas a
p ro n u n cia r un discurso en el banquete del Nobel.
La conclusión es que la relación poder-m ujer es cons­
ta n te e inversam ente proporcional: a más poder, m enos
m ujeres. Sin embargo, nunca antes hubo ta n ta conciencia
colectiva de la d esig u ald ad , ni ta n ta s exigencias p a ra
elim inarla. El m ovim iento #MeToo, la sanción de leyes
de paridad, las p ro p u estas p ara que las em presas infor­
m en sus sueldos po r género son apenas indicadores de
una revolución social irreversible. El cam bio llegó y es
fru to del tra b a jo d ia rio de ta n ta s m u je res y h om bres
com prom etidos que han decidido escribir y conjugar esta
porción de la h istoria en presente, fem enino y plural. ©
Partidos políticos: cuanto m ás poder, m enos representación
Porcentaje de mujeres dentro de la estructura partidaria en América Latina, 2017
O
Presidenta
del p a r tid o /
S e cre ta ria
General
20%
M iem bros del
C om ité E je cutivo
Nacional
52%
Fuente: Base de
datos GEPPAL,
BID/iDEA.
Fuente: Cataíyst W omen CEOs
o fth e S & P , 2018.
M iem bros de
los p a rtid o s
p o lítico s
F u e n te : ONU M ujeres, 2017,
Nota: Muestra compuesta por
partidos políticos en Argentina,
Solivia, Brasil, Chile, Colombia
Costa Rica, República
Dominicana, El Salvador,
Guatemala, Honduras, México,
Nicaragua, Perú, Uruguay y
Venezuela,
Fue n te : ONU Mujeres, 2017.
70 o
EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
• • • •
Estados Unidos
° La misoginia de
Donald Trump
Soledad Vailejos
Estados Unidos, primera potencia del mundo, nunca tuvo una presidenta.
Donald Trump, durante la campaña electoral, se valió de comentarios
machistas para fidelizar a parte del electorado hostil al progresismo, pero
terminó vigorizando al anquilosado movimiento de mujeres del país.
Los votantes varones del Partido
Republicano son los que menos
perciben la desigualdad:
64 %
cree que las mujeres
tienen igual o mayor
estabilidad financiera
que los hombres
46 %
dice que en la
sociedad hay igual
o más mujeres que
hom bres ocupan­
do posiciones de
poder
Menos perciben los factores que
podrían afectar la igualdad:
52%
considera que el
sexismo no afecta los
derechos de la
mujeres ni la igualdad
65%
53%
considera que la
violencia contra la
m ujer no afecta sus
derechos ni la
igualdad
no está m olesto po
com entarios de Tn
acerca de las muje
40 %
39%
considera que a tas
mujeres les gusta
coquetear con los
hombres pero luego
no los dejan avanzar
dice que la igual­
dad entre hambres
y mujeres ha sido
alcanzada
Y son capaces de afirm ar.,
29%
Votantes masculinos
del Partido Republicano
12%
dice que tocar los ge­
nitales de una mujer
sin su consentim iento
no es un asalto
sexual, o no están se­
guros de que lo sea
30 %
dice que los hombres son
m ejores lideres políticos
que las mujeres
de la población
Fuente: ww w.altem et.org/efection-2D 16/donaid-trum p-sexism ,
PerryUndem, 2017,
3 . UNA
E
n E stad o s U nidos el 2017 em p e z ó de m a n e ra
asombrosa: un día después de que Donald T rum p
estrenara el cargo de Presidente, quedó claro que
su m isoginia era ta n in q u ietan te -p a ra quienes creían
firm es cierto s consensos sociales del siglo XX- como
c o n stru c tiv a p ara él, pero tam bién para el fem inism o
estadounidense, a pesar del propio T rum p. T an solo 24
horas después de haber asum ido, el 21 de enero de 2017
se produjo una m u ltitu d in a ria M archa de las M ujeres
(W om en’s M arch) como reacción a los co m en tario s y
actitudes m achistas del nuevo jefe de Estado. A diferencia
de lo que había ocurrido en la adm inistración de Ronald
Reagan (esa cruzada conservadora que llegó a em pujar
al m ovim iento de m ujeres estadounidenses a callejones
oscuros donde se m ordía la cola, como con el debate sobre
la pornografía, en el que term inó com partiendo bando
con los reaganianos), la reacción que generó el m agnate
«umobiliari» lograba m enos n e u tra liz ar y destruir, que
generar cohesión y activar. Eso es lo curioso: el retorno
de lo im pensable resultó productivo hacia adelante.
De alguna m anera, los estadounidenses replantearon
Ante un enemigo común tan
claramente definido, no quedaba
otra opción más que la cohesión.
su grieta con la llegada de un discurso antiderechos de las
mujeres, defensor de los gestos m achistas -n i siquiera de
los m icrom achism os, sino de los más groseros y eviden­
t e s - y orgulloso de actitudes discrim inadoras que sólo
unos m eses a n te s eran im pensables en el espacio del
debate público. Entonces sucedió. Después de sobrevivir
los años 80 y establecer en los 90 algo así como un espacio
público propio, con sus propios nichos de m ercado y sus
figuras históricas convertidas en bronces, el fem inism o
estadounidense había llegado a un punto casi m uerto. Se
encontraba encerrado en un laberinto de debates centrado
en h ila r fino, ab straíd o y resolviendo especificidades
de gueto. Como si todo el terreno ganado hubiera sido
declarado propio para siem pre, ese espacio había dejado
de m irar la bigpicture y estaba muy tejos de instalar una
nueva agenda de discusión. La b rutalidad que la irru p ­
ción de T rum p trajo consigo en la escena pública fue una
salvación en ese sentido. A nte un enem igo com ún ta n
c laram en te definido, no quedaba otra opción m ás que
la cohesión. La propia organización de la M archa de las
M ujeres (que movilizó a m illones de m ujeres en Estados
Unidos e incluso en otras partes del mundo) fue una prueba
de fuego exitosa: im pulsó la construcción de un nuevo
consenso (sobre lo que parecía ganado, indiscutido, pero
nuevo consenso al fin) y u n a estrategia discursiva para
convencer y atraer nuevas voces.
Los resultados apreciables en la m ovilización y en las
consignas que se replicaron por distintas ciudades, redes
sociales y en coordinación con los m edios tradicionales
INCLUSIÓN E X C L U Y E N T E * 71
(lo spussy hats, los carteles m anuscritos, la presencia de
distintas generaciones de mujeres de las m ism as familias,
com partiendo luchas) pusieron de manifiesto la capacidad
de regenerarse y fortalecerse de los fem inism os ante un
panoram a inesperado. En eso tam bién quedó claro, una vez
más, que lo político del feminismo es tan potente que va mas
allá de lo partidario, de izquierda o derecha. La mención no
es menor, porque el avance de la misoginia inherente a la
figura de Trum p suele ser m entada como propia de la dere­
cha, cuando en realidad ese tipo de cuestiones no se limita
a identidades partidarias. Sin identificar a los dem ócratas
con la izquierda pura, ¿será que H illary Clinton, durante la
cam paña presidencial, no tuvo que lidiar con m achism os
y m isoginia dentro de su propio partido?
Un recurso para ganar
Los m achism os son todavía una p a rte tan íntim a de la
co n stru cció n política del siglo XXI, que ju g a r la c a rta
de la m isoginia a T ru m p le valió ganancia. No sólo fue
una h erram ienta para polarizar en la contienda con una
candidata que no enm ascaraba su condición de mujer en
un m undo político con techo de cristal bajito (aun cuando
H illary Clinton estuviera lejos de ser una pasionaria femi­
nista), sino que esa posición reaccionaria le sirvió tam bién
p ara fidelizar a un electorado que venía anunciando su
oposición visceral a la agenda progresista y de derechos
de las m inorías. Lo que los votantes rednecks y más allá
preanunciaban en los m ítines de la cam paña republicana
era, precisam ente, el peso que esa posición podía tener en
electorados no necesariam ente politizados, pero sí sensi­
bles a lo que si ntieran como ataques a valores y tradiciones
de una identidad ¿nacional am ericana? C laram ente, los
derechos de las m ujeres estaban en tre esas am enazas.
Algo avanzado 2017, un estudio de la consultora Perry
Undem confirm ó con núm eros esa sospecha. Las estadís­
ticas dem ostraron que, a la hora de p ensar en política y
derechos de las mujeres, opera un m ecanism o sim ilar al
que colabora en la eficacia de las fake news: im porta más
la creencia y sostenerla, que o p erar a p a rtir de datos e
inform ación. De acuerdo con el estudio, aunque sólo el
19% de los escaños legislativos estadounidenses estaban
ocupados por m ujeres, el 32% de los varones y el 25% de
las mujeres que votaron por T rum p dijeron que las mujeres
tienen representación política igual o superior a la de los
varones. El 47% de los varones votantes de T rum p negaron
que el sexism o fuera un problem a cotidiano (ese núm ero
m ás que duplicó el porcentaje sobre el total de votantes,
entre quienes solo el 22% negó el peso del sexismo), Entre
las votantes republicanas, sólo el 15% dijo que el sexismo
es un problem a real; el 54% afirmó que las mujeres exage­
ran y leen cualquier com entario inocente como sexismo.
El 52% de los varones que votaron a T rum p, además,
aseguraron que las m ujeres tienen igual o más poder que
los varones en la sociedad (en la encuesta general, el 26% lo
afirmó). La cam paña del republicano había sabido leer eso
a tiem po, y lo usó largam ente tanto en la cam paña como
en la gestión. Sin embargo, el tiem po dirá si la ganancia
que le redituó al principio, antes de llegar al cargo, puede
replicarse del mismo modo durante la Presidencia. ©
Kurdistán
Una revolución
en todos los frentes
R om a V a q u e ro D íaz
A fin e s de los 80 las m u je re s del Kurdistán se s u m a ro n a ia lucha p o r la libertad
y la identidad del pueblo kurdo, pero ta m b ié n para alcanzar un objetivo m á s
a m b ic io so : t e r m in a r co n la opresió n del Estado ca p ita lista y del p a triarca d o ,
p ro p o n ie n d o la c o n s tr u c c ió n de una sociedad basada en nuevos principios.
La h is to ria de la p a rtic ip a c ió n d e las m u jeres en la g u e rrilla kurda
.........................
1987 88
89
90
91
92
93
94
C o m ie n z a n a
s e r a u tó n o m a s
95
95
97
98
99
00
01
02
03
04
05
06
07
06
09
10
11
12
2017
El Movimiento de Liberación
de las Mujeres del Kurdistán
Se deciden los
Con la Unión de Comunida­
Formadón de las
asume la organización del
principios fundam en­
des de Mujeres, que abarca
Partido
de
ia
Libertad
de
la
primeras unidades de
tales para la revolución
las cuatro regiones del
Mujer (PJA) v se ocupa de
mujeres de la guerrilla.
social dirigida por las
Kurdistán. y la organización
mujeres con la
com partir la experiencia de
de mujeres en el extranjero,
las mujeres kurdas con las
Ideología de Liberación
se funda la Organización
de la Mujer.
mujeres de otros pueblos.
Confederal de Mujeres (KJBI.
Durante el Primer
Las mujeres fundan el YJWK
Congreso de Libertad
¡Movimiento de Mujeres
de Mujeres del
Libres del Kurdistán! bajo el
El 19 de julio de 2012
Con el PAJK ¡Partido de la
Kurdistán, se fundó la
Se funda el partido de
ERNK (Frente Nacional de
los kurdos y las
Libertad de las Mujeres del
organización sindical
mujeres con ei nombre
Liberación del Kurdistán), la
kurdas del norte de
Kurdistán), la organización del
bajo el nombre de YAJK
de Partido de las
organización de primera
Siria inician la
partido femenino se expande.
(Unión de Mujeres
Mujeres Trabajadoras
línea del PKK.
Revolución de Rojava.
Libres del Kurdistán).
del Kurdistán IPJKK)
r_
Fuente: Mujeres de K urdistán. La revo lu ción cíe fas hijasd eí so/, E ditorial Sudestada, 2017.
urdistán es un pueblo de aproxim adam ente 40 millo­
nes de personas, que históricam ente se ha establecido
en ta parte septentrional de Medio Oriente, entre los
ríos T igris y Eufrates, y en las altu ras de las m ontañas de
Anatolia y los montes Zagros, Después de la Prim era Guerra
M undial este territorio se repartió entre Turquía, Siria, Irán
e 1rak, y desde entonces estos Estados han desencadenado
un plan de exterm inio contra el pueblo kurdo.
P ara e n fre n ta r e ste g enocidio, en 1978 se fundó el
P a rtid o de los T rabajadores del K u rd istá n (PKK), y en
1987 el M o v im ien to de M ujeres L ib res dei K u rd istá n
K
(YJW K). A p a rtir de ese m om ento, las m ujeres com en­
zaron a p a rticip a r en la lucha arm ada con el propósito de
defender la identidad y la libertad del pueblo kurdo, y a la
vez desarrollar una praxis de autodefensa por la liberación
de las m ujeres com o género que im p a c ta ra ta n to en el
cam po político e intelectual, como en el social y cultural.
P a ra el M o v im ien to d e M u je re s del K u rd is tá n el
p atriarcado no h a existido siem pre. Ellas sostienen que
d u ran te la era N eolítica la sociedad era m atrifocalizada,
es decir c o n stru id a alrededor de las m ujeres y no bajo su
poder. En ese tiem po, los principios fundam entales eran
3.
la solidaridad y el com partir, la relación con la naturaleza
-en te n d id a según principios ecológicos que la concebían
como un organism o vivo e in teg ran te fundam ental de la
existencia colectiva-, y en ese entorno las m ujeres desa­
rrollaban una econom ía del don basada en la recolección
de hierbas y alim entos. Por lo tanto, si las m ujeres eran
influyentes y libres, si en sus raíces y en su sangre existía
una m em oria activa, donde cuerpo y territorio se entrela­
zaban y se extendían en un m ism o espacio de existencia
y de identidad, el rol revolucionario será rec u p e ra r esa
fuerza y ese valor para d e stru ir la doble opresión -la del
Estado capitalista y la de g én ero - con la que las m ujeres
kurdas h an sido subyugadas.
Para ello, las integrantes del M ovim iento sostienen la
convicción de que necesitan organizarse por ellas mismas
de m anera autónom a, en una asociación que confronte la
dom inación m ascu lin ay que les p erm ita d esarro llar una
sociedad libre en la cual vivir dem ocráticam ente, sin las
e stru c tu ra s del E stado-nación, ni del patriarcado, ni del
capitalism o.
Las bases del Movimiento
En este hacer revolucionario, el M ovim iento no sólo está
conform ado por guerrilleras, sino tam bién por organiza­
ciones y sindicatos, com unicadoras, académ icas, artistas
y diplom áticas d entro de una organización h orizontal y
flexible de asam bleas, consejos y com unas.
Esta ideología se basa en el ejemplo de Sakine Canciz,
u n a de las c o -fu n d ad o ras del P K K , y en los conceptos
desarrollados por A bdullah Ó calan, líder del PKK y del
m ovim iento kurdo: el C onfederalism o D em ocrático y la
A utodefensa Legítim a.
La Autodefensa Legítim a establece prácticas políticas
de protección que van más allá de la defensa física. Es decir,
la conducta de g uerra del m ovim iento no es atacar sino
que, basándose en los valores com unales, busca proteger
UNA INCLUSIÓN EXCLUYENTE
1a vida. L a utilización de las arm as responde a la necesidad
del m om ento de defensa, p ero del m ism o m odo tienen
peso la palabra, la asam blea y la cultura. La potencia de la
luchay de la resistencia se encuentra en la construcción de
vínculos identitarios fraternales, sororos y territoriales.
Para ello, Ocalan y el m ovim iento afirm an que es necesaria
una sociedad politizada, activa y consciente de sí misma,
que internalice una ética de am or colectiva, donde la vida
tenga mayor valor que la m uerte. Esto sería posible a través
del C onfederalism o Dem ocrático, un modelo de sociedad
autónom a y com unal c o n s tru id a sobre la dem ocracia,
la ecología y la igualdad de género, y u n a coexistencia
pacífica e n tre to d as las e tn ia s y religiones. E n Rojava
(K urdistán sirio), donde kurdos, árabes, asirios, tu rco s y
chechenos tra ta n de crear ju n to s un sistem a alternativo,
se está llevando adelante este modelo de sociedad. Allí las
m ujeres organizan form aciones, com unas y cooperativas
en las áreas de educación, economía, autodefensa, asuntos
sociales, justicia, política, ecología y arte.
El M ovim iento de M ujeres K urdas sostiene que para
cam biar la sociedad es necesario un espacio autónom o y
una e stru c tu ra donde organizarse. Para ello, a p a rtir de
2017, com enzó a c o n s tru ir Jinw ar, un pueblo ecológico
de m ujeres libres en Rojava. E sta aldea, c o n stru id a por
m ujeres y p ara m ujeres, fue fundada sobre los principios
de au tosustentabilidad y de Jineologí -la ciencia de las
m ujeres- en busca de que las m ism as redescubran, resta ­
blezcan y reclam en colectivamente su libertad inherente y
su potencial creativo. Así, este proyecto busca vincular la
vida de las m ujeres con el patrim onio cultural y ancestral
fem enino, en un espacio libre, autónom o y com unitario.
Q uienes e stá n construyendo el pueblo afirm an que las
m ujeres que luchan con rifles en sus m anos y las m ujeres
que trabajan con sus m anos llenas de barro son parte de la
misma revolución, y que todas luchan en diferentes frentes
por la m ism a visión de sociedad libre y de vida ética. ©
Territorio en disputa
Gran Kurdistán
T erritorio reclam ado
por la s /lo s kurdos
J | | ARMENIA A2ERBAIYÁN
TURQUIA
Población kurda
(porcentaje respecto
a la población local)
Caspio
3 m illones A
,
10-124
%^terráne0
7 millones
18-20%
CHIPRE
3 millones
7-12%
SIRIA
LÍBANO ; '
□
IRAN
ISRAEL
PALESTINA 1
• 73
IRAK
JORDANIA ‘P
Fuente: Mujeres de Kurdistán. La revolución de las hijas del sol, E dito ria l Sudestada, 2017.
• • • •
Economía
A mayor trabajo,
más pobreza
V io le ta C arolina G u ita rt
Durante años el tra b a jo d o m é s t ic o y las tareas de cuidado estuvieron
im p u e s to s a las m uje res c o m o un d e te r m in is m o biológico. La desigual
d is trib u c ió n de género de los trab ajo s p ro d u c tiv o s y r e p ro d u c tiv o s tiene
un s ig nific ativ o im p a c to en la pobreza de las mujeres.
as mujeres siempre han sido pobres, no sólo durante
doscientos años, sino desde el principio de los
i— -tiem
t
pos.” De esta m anera la escritora b ritánica
V irginia W oolf reconocía que la pobreza de las m ujeres
no es un fenóm eno actual. A p esar de ser un problem a
histórico, conceptual ¡zar y m edir la pobreza desde una
perspectiva fem inista resulta sum am ente complejo.
En la décad a de los s e te n ta , en E stad o s U nidos, se
introdujo en el debate académ ico y político el concepto de
fem inización de la pobreza” para hacer referencia a que
los hogares conform ados por m ujeres solteras con hijos e
hijas a su cargo ten ían m ás probabilidades de ser pobres
(y de form as más extrem as) que el resto de los hogares. A
p a rtir de 1990, el significado de este concepto se am plió
y pasó a e n ten d erse com o u n proceso según el cual las
variaciones en los niveles de pobreza im pactan de form a
inás negativa a las m ujeres, y a los hogares que están a su
cargo, que a los varones. Este enfoque ha sido criticado por
asociar la pobreza de un hogar con las características de
éste y de quien lo encabeza, en lugar de considerarlo un
problema social que tiene causas estructurales vinculadas
con los contextos m acroeconóm icos en los que se sitúan
esos hogares y los problem as del m ercado de trabajo.
En este sentido, m edir la pobreza de las m ujeres resulta
Brecha salarial mundial
En porcentaje, 2014-15
40%
O
Fuente: ILO Global Wage Report 2014/15.
3. UNA INCLUSION E X C IU Y E N T E • 75
Tasa de participación en
trabajos domésticos no
remunerados
Tiempo promedio en
trabajos domésticos no
remunerados
Tiempo promedio dedicado al
trabajo doméstico no remunerado
Total nacional urbano, en %,
Total nacional urbano,
de la jornada laboral remunerada, por
según sexo, tercer trim estre
según sexo, tercer trim es ­
sexo, tercer trim estre de 2013
de 2013
tre de 2013
Total nacional urbano, según duración
89%
58%
*
6.5
3,4
B....|
4■
2-
Mujeres
Varones
Mujeres
Varones
1
16
Hasta
34 horas
5.2
4,9
| »
|3 . < ,
35
horas
45
horas
y más
Fuente: INDEC, ‘Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo", 2013,
un desafío en varios sentidos. Una délas formas más difun­
didas de hacerlo es a través del análisis de los ingresos de
los hogares en relación a la cantidad de dinero necesaria
para que una fam ilia pueda satisfacer sus necesidades
básicas. No obstante, la pobreza es un fenómeno m ultidimensional, por lo que lim itarse al análisis de los ingresos
b rin d a una visión sesgada del problem a e invisíbiliza
algunos de los aspectos fu n d am en tales del problem a.
E n tre ellos, se destaca el problem a de la “pobreza del
tiem po” vivida po r la mayor parte de las m ujeres como
consecuencia de la división sexual del trabajo, expresada
en la distribución inequitativa del trabajo dom éstico no
rem unerado.
El hecho de que las mujeres, además de trabajar rem uneradam ente, tengan que carg ar asim étricam ente con
la responsabilidad de rea liz a r el trabajo dom éstico no
rem unerado am plifica los obstáculos que per se genera
la pobreza. La creciente participación de las m ujeres en
el trabajo rem unerado expuso la tensión en tre los tiem ­
pos que implica el trabajo dom éstico y de cuidado y las
exigencias del m ercado laboral.
Brecha salarial por maternidad
Cadena de desigualdad
Fuente: ILO Global Wage Report 2014/15.
H istóricam ente el trabajo realizado por las m ujeres en
el hogar, fu n d am en tal para la reproducción de la vida
hum ana, fue dado por sentado sin cuestionam ientos. La
Ciencia Económica lo deja por fuera de su esfera de análi­
sis, y su valor económ ico recién aparece cuando, como
afirma la economista M ercedes D'Alessandro, estas tareas
son tercerizadas (por ejemplo, m ediante la contratación
de una trabajadora dom éstica). La desigual distribución
del trabajo dom éstico es una de las m ayores fuentes de
desigualdad en tre m ujeres y hom bres, ya que red u n d a
en que ellas tengan una doble jorn ad a laboral (el trabajo
pago y el dom éstico no remunerado). Una de las formas de
m edir la participación en el trabajo dom éstico no rem u­
nerado es a través de las E ncuestas de Uso del Tiempo.
É stas re g istra n la participación y el tiem po destinado
Por país, en porcentaje
17%
Argentina
22%
Brasil
18%
Chile
33 %
M éxico
Perú
hk
21%
Uruguay
*
Rusia
28%
1.7%
a las ta re a s d om ésticas y de cuidado p o r p a rte de los
miembros del hogar y la sociedad en general, perm itiendo
que ese trabajo (omitido en el resto de las estadísticas)
se visibilice al m o strar el tiem po que insum e día a día.
Por ejemplo: en Argentina, 9 de cada 10 m ujeres declaran
realizar trabajo dom éstico no rem unerado, m ientras que
sólo 6 de cada 10 hom bres lo hacen. E sta desigualdad no
se basa solam ente en el hecho de realizar o no las tareas
dom ésticas, sino que tam bién considera el tiem po que
se les dedica, o b serv án d o se que las m ujeres d e stin a n
diariam en te en prom edio tre s horas m ás a las m ism as
que los varones. Suele arg u m e n ta rse , como paliativo,
que las m ujeres participan en el m ercado de trabajo
Tasa de desempleo en el mundo
Por país, en porcentaje, según sexo, 2017
Mujer
Varón
35%
30%
25%
20%
15%
10%
JV
Fuente: International LabourG rgsnization, ÍL0STAT dotabase, 2017.
Tasa de actividad económica en el mundo
Por país, en porcentaje, según sexo, 2017
Mujer
Varón
90% ......................................
fin"/. ...............................
Fuente: International LabourG rgsnization, ILOSTAT database. 2017.
3.
menos horas que los hombres, pero se constató que las
mujeres realizan más trabajo dom éstico no rem unerado
incluso si com param os a varones y mujeres con jornadas
laborales de igual cantidad de horas. E sta situación se
repite en la m ayoría de los países de Am érica Latina.
El trabajo doméstico históricam ente ha sido impuesto
a las m ujeres como obligación, e incluso llegó a conside­
rárselo como un atrib u to de la personalidad fem enina.
Ello ha influido en que aún hoy la m ujer presenta una
inserción desigual en el m ercado laboral. Evidencia de
ello es que se en c u en tra n so b rerrep resen tad as n eg ati­
vam ente en todos los indicadores laborales. La tasa de
actividad, indicador que refleja el deseo de participar en
el m ercado laboral, es menor para las m ujeres, am plián­
dose esa diferencia a medida que en esos hogares hay más
niños y niñas. Es decir, que cuando hay más m enores en
el hogar, dism inuyen las m ujeres que buscan o tienen
trabajo, y aum entan los hom bres en esa situación. La
ta s a de desem pleo, m ayor p a ra las m ujeres, tam bién
es indicador de esa inserción asim étrica. Cuando ellas
efectivam ente en cu en tran un trabajo, las inequidades
tienden a persistir: en prom edio tienen salarios m eno­
res a los de los hom bres en todo el m undo. P arte de esa
diferencia puede a trib u irse a factores cuantificables,
com o la educación o la e x p e rie n c ia (b re c h a sa la ria l
explicada). Sin em bargo, u n a g ran p a rte de esa brecha
no puede explicarse por estas razones, ya que se debe a
discrim inación, m achism o, prejuicios, preferencias de
los trabajadores, com petitividad, entre otros factores.
La brech a salarial en todo el m undo se m antiene para
todos los niveles educativos y se increm enta con la infor­
m alidad laboral. Los efectos de la desigual distribución
del trabajo dom éstico en el nivel de ingresos resu lta n
muy claro s cu ando se a n a liz a la b re c h a sa la ria l por
m aternidad: las m ujeres con hijos ganan m enos que las
m ujeres sin hijos en toda A m érica Latina.
UNA INCLUSIÓN EXCLUYENTE •
77
Islandia
¿El Estado más
feminista del mundo?
E
! 24 de o c t u b r e de 1975 Is la n d ia a m a n e c i ó
c o n una h u e lg a de m u je r e s . A g r u p a c i o n e s
f e m i n i s t a s se o r g a n iz a r o n para c o n v o c a r a
un pa ro co n el o b je tiv o de v i s i b i Iizar el s u s t a n t iv o
a p o r te del tr a b a jo de las m u je r e s pa ra el f u n c i o n a ­
m i e n t o de la s o c ie d a d y a fin de e x ig ir una m a y o r
r e p r e s e n ta c ió n en la p o lític a . En los h echos , el paro
Im p lic ó el c e s e de a c t iv i d a d e s de las m u je r e s . No
s ó lo a b a n d o n a r o n s u s p u e s t o s de t r a b a j o r e m u ­
n e r a d o , s in o q u e t a m b i é n d e j a r o n de r e a l i z a r el
tr a b a jo d o m é s t i c o y de c u id a d o . La c o n v o c a t o r ia
fu e s u m a m e n te e x ito s a , e! 90% de las m u je r e s del
país a d h i r i e r o n y, a d e m á s , h u b o una m o v iliz a c ió n
en la q ue p a r t i c i p a r o n m á s de 2 5 .0 0 0 p e rs o n a s (el
12% de la p o b la c ió n isla n d e sa ).
Los efectos de la medida
El im p a c t o del pa ro fu e e n o r m e ; b a n c o s , o f ic in a s
y lo c a le s c o m e r c ia le s d e b ie r o n c e rr a r . El s e r v ic io
t e l e f ó n ic o no f u n c io n ó , los v u e lo s no d e s p e g a r o n
ante ¡a a u s e n c ia de a z a fa ta s y las e s c u e la s d i r e c t a ­
m e n te no a b r ie ro n . L o s h o m b r e s d e b ie r o n h a c e rs e
La subvaloración laboral
cargo del cuidado de niños y niñas, por lo que m uchos
La h istó ric a división sexual del trabajo ha redundado
en que las mujeres tam bién realicen trabajos vinculados
con los q u ehaceres dom ésticos y de cuidado cuando
entran al m ercado laboral. De hecho, las m ujeres suelen
ocupar m ayorm ente puestos en sectores com o educa­
ción, salu d o servicio dom éstico. En contraposición,
los varones suelen ser la m ayaría de los trabajadores de
sectores como la in d u stria m an u factu rera, tra n sp o rte
o construcción.
El hecho de que v arones y m ujeres realicen tra b a ­
jo s típ ic a m e n te fe m e n in o s o m a s c u lin o s no es un
problem a en sí m ism o. Lo que sí es un p ro b lem a es
que socialm ente son valorados los trabajos productivos
y vinculados con secto res m asculinizados por encim a
de los trab ajo s típ icam en te fem eninos, los cuales son
fu n d am en tales p a ra la rep ro d u cció n de la sociedad e
h istó ric a m e n te han sido invisibilizados. E sta in justa
valo ració n exige reflex io n a r, desde una p ersp ectiv a
de género, si, como dice la eco n o m ista ita lia n a Silvia
F e d e ric i, a q u ello que lla m a n am or es, en re a lid a d ,
trabajo no pago. ©
d e b ie r o n f a l t a r al t r a b a j o o in c lu s o lle v a r lo s . Así,
durante los p ro g ra m a s d e ra d ió s e e s c u c h a ro n voces
de in f a n t e s ju g a n d o .
Los e f e c t o s de la m e d id a fu e r o n c o n t u n d e n te s .
En 1976 se p ro m u lg ó una ley que g a ra n tiz a la ig u a l­
dad de d e re c h o s e n tre h o m b r e s y m ujeres, y a! año
siguiente fu e electa Vigdis Finnbogadottír, la prim e ra
p r e s id e n ta de Islandia.
Al día de la fecha Islandia ocupa el p rim e r puesto en
té r m in o s de igu a ld a d de gé nero en ei ra n kin g e la b o r a d o t o d o s í o s a ñ o s p o r e l W o rld E c o n o m íc F o ru m .
Pese a o c u p a r ese p r im e r tugar, al ig u a l que en el
re s to del m undo, en Islandia p e rs is te la brecha s a la ­
rial (au n q u e una le g is la c ió n la prohíbe), las m u je re s
p r e s e n ta n una m e n o r p a r t i c i p a c i ó n en el m e r c a d o
labora! y o c u p a n m e n o s c a rg o s g e re n c ía le s aunqu e
c u e n te n co n un nivel s u p e r io r de e d u c a c ió n . ©
Migraciones
Un lugar en el mundo
P a lo m a M o ré C o rral
En las últimas décadas se considera que la feminización es una de las
características de las migraciones contemporáneas. Pero la mayoría de las
trabajadoras migrantes, lejos de mejorar su situación económ ica y social,
suelen experim entar una movilidad descendente respecto a su país de origen.
económ icam ente a sus familias, un fenóm eno que im pacta
en las dinám icas sociales y fam iliares y, en especial, en los
procesos de tom a de decisiones. A pesar de ello, debido a las
desigualdades de género en los países de origen y de destino,
las m ujeres m igrantes se en fre n ta n a una discrim inación
interseccional (como m ujeres y com o ex tran jeras adem ás
de otras posibles causas) y pueden ser m ás vulnerables a
diversos tipos de explotación.
n 2017, según el D e p a rta m e n to de A suntos E conó­
m icos y Sociales de la ONU, se co n tab ilizaro n 125
m illo n e s de m u je re s m ig ra n te s en et m u n d o , lo
que eq u iv a le al 48,4% del to ta l de m ig ra n te s in te r n a ­
cionales. E sta p ro p o rc ió n viene decayendo lig eram en te
d e sd e el año 2 0 0 0 , c u a n d o r e p r e s e n ta b a n el 49,3% ,
a u n q u e a larg o p laz o se m a n tie n e e sta b le, p u es ya en
1960 las m u jeres c o m p re n d ía n el 46,6% de la población
m ig ra n te a nivel m u n d ia l (Z lo tn ik , 2003).
En las últim as décadas se considera que la feminización
es una de las características de las migraciones contem porá­
neas (Castlesy Miller, 1993). En realidad, la fem inización se
explica tanto por un mayor interés social y visibilidad hacia
las mujeres m igrantes, como po r el increm ento de mujeres
que m igran de m anera independíente como jefas de hogar
y/o por objetivos de trabajo y/o educación (Instituto In te r­
nacional de Investigación y Capacitación para la Promoción
de la M ujer de Naciones Unidas, UN INSTRAW, 2007). Esto
impl ica que cada vez m ás mujeres envían rem esas y apoyan
E
Importancia cuanti y cualitativa
Las m igraciones fem eninas contribuyen de m anera sustan­
cial al desarrollo de sus países de origen. En 2015 los flujos
m undiales de rem esas recibidos por países en desarrollo
ascendieron a 441.000 m illones de dólares, casi tres veces
m ás que la ayuda oficial para el desarrollo (Banco M undial,
2016). A pesar de que los datos sobre rem esas desagregados
po r sexo son muy lim itados, se puede concluir que, si bien
hom bres y mujeres envían cantidades sim ilares, las m ujeres
en prom edio envían un porcentaje mayor de sus ingresos al
La feminización mundial de las migraciones
En porcentaje, por grupo etáreo, según sexo
Edad
i 3,6%
¡4,1%
! 5,2%
¡6,2%
48%
de los In m ig ra n te s
! 7, 1%
179%
in te rn a cio n a le s
son m u je re s
í /
\
' / ■;
( , \
60-64
55-59
2,7% i
3,4%!.4,5% |
5,7% í
52%
de los in m ig ra n te s
7%¡
50 -54
8 3%¡
g
4 0 -4 4
9,5%
; 9,9%
i 9,2%
'
in te rn a cio n a le s
son fiorntiros
10,8% i
35-39
30 -34
10 ,2 % 1
25-29
! 6,5%
i M%
13 ,9 %
'3,6%
y . ! ' " I l _____________________________J3%
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65-69
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70-74
15-19
10-14
5-9
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s
7% ■
2 0 -2 4
4,7% ¡
3,9% |
3,5% !
2,9% ■
Fuente: O rganización in te rna cion al de Migraciones(OtM), Inform e de Migración Mundial, 2018.
i
^
¡i
____ ____
______
3. UNA
hogar. Asimismo, más mujeres que hombres tienden a recibir
y adm inistrar las remesas puesto que, a menudo, tanto los
hombres como las mujeres migrantes suponen que si envían
el dinero a una mujer se priorizarán las necesidades de salud
y educación de sus familias (BRIDGE, 2016).
La proporción de mujeres en las migraciones y su impor­
tancia cualitativa varía considerablemente por regiones
y países. Según los datos de Naciones Unidas (UN DESA,
2017), si bien en Asia Central (51,8%) y Oriental (53,2%) hay
más mujeres que hombres migrantes, en Asia Occidental
las mujeres representan el 37% debido al incremento de la
demanda de fuerza de trabajo masculinizada en el sector de
la producción de petróleo en Medio Oriente. Mientras que
en África Oriental las mujeres suponen el 50,1% del total de
migrantes, en el norte del continente son el 41,9% y en Libia
sólo el 28,8%. Al contrario, las mujeres suponen algo más de
la mitad del número total de migrantes en Europa (52%),
América del Norte (51,5%), y Australia y Nueva Zelanda
(51,2%), estando particularm ente feminizada la región del
sur de Europa (53,1%). Esto se explica tanto por la presencia
de migrantes con edades avanzadas y la mayor esperanza
de vida entre las mujeres migrantes, como por la demanda
creciente de mano de obra feminizada en esos países. En
cuanto a América Latina y el Caribe, las mujeres representan
poco más de la mitad de migrantes (50,4%); son destacables
las diferencias entre países: por ejemplo, en Uruguay repre­
sentan el 54,8% y en Brasil sólo el 46% (UN DESA, 2017).
Precarización laboral
Paralas mujeres y las niñas, la migración laboral puede brin­
dar nuevas libertades y oportunidades para escapar de las
normas restrictivas de género, pero también puede generar
mayores expectativas y presiones con respecto a las familias
de origen (BR1DGE, 2016). Las trabajadoras migrantes suelen
experimentar una movilidad descendente con respecto a su
ocupación en el país de origen, estando sobrerrepresentadas
en empleos informales, con bajas remuneraciones, jornadas
parciales, etc. En 2013 se estimaba que dos tercios del total
de migrantes en el mundo eran personas trabajadoras, de
las cuales 66,6 millones (44,3%) son mujeres. Si bien las
mujeres migrantes tienen una menor tasa de participación
en el mercado laboral que los hombres m igrantes (67% y
78% respectivamente), tienen tasas mucho más altas que
las mujeres no migrantes (50,8%) (OIT, 2015).
La migración laboral concierne a todas las regiones del
mundo, pero la participación de hombres y mujeres es dife­
rente: América del Norte y Europa Occidental concentran
el 52,9% de mujeres y el 45,1% de los hombres trabajadores
migrantes, m ientras que los países árabes concentran el
17,9% de los hombres migrantes trabajadores y sólo el 4%
de las mujeres migrantes trabajadoras (OIT, 2015). Esto se
debe a que los mercados laborales están estructurados por
género y crean demandas específicas para hombres y mujeres.
Por ejemplo, la creciente incorporación de las mujeres a los
mercados de trabajo, junto con los procesos de envejeci­
miento de la población, el incremento de los estándares de
vida, la reducción del tamaño de los hogares y el declive de
los servicios públicos del Estado de Bienestar, son factores
que contribuyen al incremento de la demanda de fuerza de
INCLUSIÓN EXCLUYENTE • 79
trabajo femenina migrante para alimentar el sector de los
cuidados y de trabajo doméstico (BRIDGE, 2016).
En este sentido, la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) estimaba que en 2013 había 11,5 millones de personas
trabajadoras domésticas migrantes, lo que equivale a más
del 17% del total de 67,1 millones de la población que trabaja
en este sector en el mundo. La gran mayoría, 8,45 millones
(73,4%) son mujeres, siendo este uno de los sectores más
feminizados de los mercados de trabajo en todos los países.
Los países de ingresos altos concentran la mayor propor­
ción de población migrante empleada en trabajo doméstico,
alrededor de 9,1 millones, es decir, cercadel 80% (OIT, 2015).
En 2011 se adoptó el Convenio sobre las Trabajadoras y los
Trabajadores Domésticos (N° 189) de la OIT con el fin de
establecer un marco en cuestión de derechos laborales. Si
bien este Convenio supuso un hito histórico, hasta mayo de
2018 solo lo ratificaron 25 países en el mundo.
En su obra “Global Servants”, Rhacel Parrenas (2000)
constataba que “las trabajadoras domésticas filipinas contra­
tan mujeres más pobres en Filipinas para realizar el trabajo
reproductivo que ellas están realizando para mujeres más
ricas en los países de inmigración” A partir de este hecho,
Hochschild (2000) popularizó el término “cadenas globales
de cuidados” para referirse a latransferencia internacional de
cuidados desde los países empobrecidos hacia las sociedades
más ricas, haciendo hincapié tanto en las desigualdades de
acceso a los cuidados a nivel internacional, como en la mercantilizadón del trabajo emocional en el capitalismo global.
La visibilidad de este fenómeno ha supuesto un indudable
aporte para una comprensión feminista de las migraciones
contemporáneas. Sin embargo, también ha fomentado análisis
simplistas que demonizaban la maternidad transnacional y
estigmatizaban la separación madre-hijasdiijos (Kofman,
2008) ofreciendo una visión reduccionista.
Desplazamientos forzados
Las mujeres y niñas desplazadas por motivos forzosos
experim entan una serie de dificultades ligadas al género
que se intersectan con sus experiencias m igratorias. Por
ejemplo, la Comisión de Mujeres Refugiadas (WRC, 2015)
advierte la ausencia de servicios básicos de salud reproduc­
tiva en los espacios de la ayuda hum anitaria, incluyendo
servicios de prevención y respuesta para supervivientes de
violencia sexual. En este sentido, una evaluación conjunta
de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR) y la WRC (2015) sobre los espacios de recepción
para mujeres y niñas refugiadas y m igrantes en Grecia
determ inó que el acceso a servicios de respuesta a super­
vivientes de violencia sexual y de género (VSG) es limitado
y que además no se cumplen los estándares mínimos para
la mitigación del riesgo de este tipo de violencia (BRIDGE,
2016). Sin embargo, esta vulnerabilidad de las m ujeres y
las niñas a la VSG comienza mucho antes de que lleguen
a las fronteras de Europa. En este sentido, los testimonios
de mujeres refugiadas y migrantes recluidas en centros de
detención en Libia y M arruecos revelan casos de violencia
sexual rutinaria perpetrada por el personal de seguridad y
de fronteras en el marco de la externalización del control
fronterizo de la Unión Europea (MSF, 2015). ©
80 o
EL ATLAS DE L A REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Gestión menstrual
O
¿Un asunto sólo
de mujeres?
E ugenia T a rzib a c h i
La m e n s t r u a c i ó n es un t e m a t a b ú en t o d a s las s o c i e d a d e s del m u n d o .
E s t i g m a t i z a d a e in v is ib iliz a d a s o c ia l y c u l t u r a l m e n t e , c o n s t i t u y e , sin
e m b a r g o , la base de una i n d u s t r i a que o b t ie n e g r a n d e s g a n a n c ia s con
la p r o m e s a de e n m a s c a r a r lo que se c o n s id e r a una fa lla f e m e n i n a .
o personal es político. La m en stru ació n tam bién.
A lo largo del tiem p o h a sido sig n ific a d a com o
u n a e x p e rie n c ia p e rso n a l, ín tim a , p riv ad a. Un
s e cre to asq u ero so y v e rg o n z a n te y, al m ism o tiem po,
un rasgo que indica la p e rte n en c ia exclusiva de c ie rta s
p e rso n a s a la condición fem enina. Una “cosa de m uje­
re s ”. Sin em bargo, la m e n stru a c ió n es p ro fu n d a m en te
social, cultural, económ ica y política porque esa sangre
no es com o c u a lq u ie r o tra sa n g re : tie n e u n a te x tu r a
p a rtic u la r en un orden de género aún desigual.
Sobre ese proceso real del cuerpo que al aparecer por
p rim e ra vez m arca un supuesto pasaje de n iñ a a mujer,
y h a b ilita to d a u n a serie de so licitu d es c u ltu ra le s de
fem inización de los cuerpos, se hizo y se hace género.
E sto se c o m p ru e b a al a n a liz a r s in té tic a m e n te cóm o
o p eró el m ercado sobre los c u e rp o s m e n s tru a le s a lo
largo del siglo XX, p rin c ip alm e n te a través de la d ifu ­
sión tra n sn a cio n a l de la in d u stria llam ada de “cuidado
p ersonal fem en in o ” o “higiene fem e n in a ”, apoyada en
el sab er b io-m édico m o d ern o sobre la m en stru a c ió n ,
y en s in e rg ia con la in d u s tr ia de la a n a lg e s ia de los
dolores m en stru a les. A lo largo de un siglo de difusión
p u b lic ita ria , los “p ro te c to re s fem e n in o s”, las to allita s y los tam p o n es d e sca rta b les, p ro m etiero n re p a ra r
esos c u e rp o s (co n sid e ra d o s d e fe c tu o s o s y v u ln e r a ­
bles) al lo g ra r e n m a sc a ra r e fectiv am en te todo indicio
del c u e rp o m e n s tru a l a tra v é s de la hig ien izació n de
esos cu e rp o s (sucios). D esde las d écad as del se se n ta
y se te n ta, tra s c o o p ta r la idea fem in ista de liberación
de las m ujeres, p ro m e tie ro n tam b ién “lib e ra rlo s” (de
un en em ig o in te rn o ). Los “p r o te c to r e s fe m e n in o s ”
o c u lta ro n tan e ficien tem en te la m e n stru a c ió n que los
L
c u e rp o s de las m ujeres se to rn a ro n h ip erp ro d u ctiv o s
y el tabú quedó reforzado.
El negocio del tabú
Las to a llita s y ta m p o n e s in d u s tria le s y d e s c a rta b le s
desplazaron a los viejos “trapitos”, productos que además
de ser incóm odos re q u e ría n m ucho trab ajo de co n fec­
ción y lim pieza y fallaban a la hora de o c u lta r el cuerpo
m enstrual. La industria de Fem Care (como se denom ina
al cuidado fem enino) u su fru c tu ó , p e rp e tu ó y tam bién
ayudó a esconder la v ergüenza y/o el asco que aún tiñen
la e x p e rien c ia de la m e n stru a c ió n cu ando esa san g re
se evidencia an te la m irad a ajena. Esa em o cionalidad
que p a re c e s in g u la r e stá re g u la d a socialm en te; es el
c o rre la to p e rso n a l del e stig m a de la m e n s tru a c ió n y
aún vive en las som bras.
E sta in d u stria fue decisiva p ara in c re m e n ta r e x p o ­
n e n c ia lm e n te la p ro d u c tiv id a d ¡ibidinal y económ ica
de las m ujeres en esos días, al p e rm itirle s com poner en
público un cuerpo social ideal de apariencia a-m enstrual
(como el m asculino), sin d ejar de m en stru a r. Es decir,
valorando po sitiv am en te la m en stru a c ió n com o índice
rea l de la co n d ic ió n de m u je r p e ro en la m e d id a en
que no es n o tad a p o r otro s, en que sólo fu n cio n a como
expresión de la preparación p ara el destino social ideal
de las m ujeres: la m ate rn id a d .
Una form a "m oderna" de m enstruar
Así, ¡a “form a m o d ern a de m e n s tru a r”, propiciada por
los p ro d u c to s d e s c a rta b le s que las e m p re sa s de los
p a ís e s c e n tra le s fu e ro n d ifu n d ie n d o p o r el m u n d o ,
fue reinscribiendo las n a rra tiv a s trad icio n ales sobre-»
3.
UNA INCLUSION E X C L J Y E N T E •
81
Legislación m undial sobre g estió n y salud m e n stru al
Paísesíy d is trito s ) con legislación s obre qu ita de im p u e s to s y/o provisión g ra tu ita de p ro d u c to s
de gestió n m e n s tru a l y/o ed u c a c ió n s obre salud m enstrua!
Massachusetts
Cariada
Illinois
Nueva York
Minnesota
Maryland
Pennsylvama
Florida
Colombia
Kenía
A u s tr a lia
V ie d m a
ra vinas
Fuente: Eugenia Tarzibacht, 2018,
C uánto le c u e s ta m e n s tru a r a cada persona por año
C osto to ta l que a fro n ta cada m u je r en p r o d u c to s de higiene fe m e n in a p or año y precio
u n ita rio de caja de ta m p o n e s , por país, en dólares, 2017
Gasto por año en m estruar
£
Precio unitario de caja de tam pones
En US$
BOLfVIA
BRASIL
ARGENTINA
EE.UU.
MÉXICO
Fuente: Cuadro elaborado por Amaüa Arias G ozurreta y Mayra Zak, Economía Fem inifsjta, con la colaboración de Demsse Legrand, p e rio d ista
de La Diaria.
82 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
Perfil de la industria de Fem Care en A m érica
Ventas por año, en millones de dólares
O
Empresas dominantes del
mercado local
Tipo de p ro d u c to /s
más usados
Procter & Gamble
Kimberly Clark
Toallas y tampones
Consumo parejo
3.100
^
3.QOO
Toallas
Tampones en menor
proporción
2.500
2.000
1.500 .....
Johnson 8. Johnson
Procter & Gamble do Brasil SA
Kimberly Clark cfo Brasil
Industria e Comercia de
Productos de Higiene Ltda
• •
el g én ero , in clu siv e bajo el signo de la lib eració n
fem enina: en efecto, ¡as m ujeres se sintieron liberadas
de un c u e rp o que p a re c ía in c o n tro la b le en público,
que fácilm ente quedaba expuesto como m en stru a l por
diferentes rastros, incluida la tensión em ocional en la
que vivían esos días an te la asidua falla de la ocultación
de la sangre, todo lo cual requería un trabajo individual
significativo p a ra la gestión m e n s tru a l y lim itaba su
circulación en el ám bito público.
A lo 1a rgo del siglo XX se fue consolidando esta nueva
form a “m o d ern a” de m en stru ar, que no sólo desplazó
el uso de trapitos reutilizables sino tam bién de saberes
tradicionales (como la creencia de que la m ujer no podía
bañarse con agua fría porque podía enloquecer) y formas
de h a b la r de la m enstruación a trav és de eufem ism os
(“Vino A ndrés”), en favor de sentidos “científicos" sobre
qué era esa sangre y cómo nom brarla de m anera correcta:
“m en stru ació n ”. El éxito de este proceso de “norm ali­
zación de la m e n stru a c ió n ” se refleja en las cifras de
v entas globales de estos p ro d u cto s en la a c tu a lid a d ,
que no se b iodegradan, que g en eran dudas acerca de
Las mujeres se sintieron liberadas
1.000
023
750
SCA México
Kimberly Clark
Procter & Gamble
de un cuerpo que parecía
incontrolable en público, que
Johnson & Johnson
Procter & Gamble
Kimberly Clark
500
330
quedaba expuesto como menstrual.
300
Kimberly
Clark Bolivia
2E0 -
27
su seguridad y sobre los que se pagan im puestos como
si fuesen bienes de lujo cuando se tra ta, en realidad, de
artículos de p rim era necesidad.
_____ <k____
EE.UU.
B rasi
México
Argentina
Bolivia
Fuente: elaborado en base a informes de Euromonitor
International de cada país publicados en 2016 (Tarzibachi,
2017: 301-8).
Hacia nuevas conquistas
T o d a s e s ta s c u e s tio n e s , in c lu id o el e s tig m a de la
m en stru a c ió n , e s tá n siendo p u e sta s en cu estió n por
el m ercado, los Estados y los activism os fem inistas. El
cuerpo m enstrual se encuentra en disputa y com enzó a
hacerse público y visible. Los sentidos legítim os sobre
la m enstruación están siendo renegociados.
Por un lado, nuevos productos en la m ism a línea de
gestión m enstrual, como los reusables y los anticoncep­
tivos que suprim en el sangrado periódico, se apoyan
en d iscu rso s que te n sa n sentidos y que consolidan la
in d u stria del Fem Care y la m edicina hegem óm ea.
Por o tro lado, el activism o m e n stru a l y el trabajo
de organizaciones de la sociedad civil y em presas, así
como organism os internacionales, tienden a denunciar
y re p a ra r los efectos inequitativos que produce el tabú
de la m enstruación en las niñas, adolescentes y mujeres.
Sobre todo en las del Sur global, donde el acceso a toallas
y tam pones descartables es lim itado por una cuestión
de precio, obstáculo que por ejemplo lleva a que m uchas
jóvenes se ausenten de la escuela m ien tras m enstrúan.
En la m ism a línea, se propone referirse a m enstrúantes m ás que a m ujeres como sinónim o de cuerpos que
3 . UNA
m e n s trú a n , y a “e q u id a d m e n s tr u a l”, s e g ú n la d e fi­
n ició n de la ab o g ad a J e n n ife r W eiss W olf. M ie n tra s
que en m u ch o s lu g a re s se c o n tin ú a d e fin ie n d o a la
m en stru ació n como m era “cosa de m u jeres”, en p aíses
como C anadá y A ustralia sus legisíadoras/es discuten y
sancio nan leyes sobre la q u ita de im puestos regresivos
y desiguales a estos p roductos, im p u lsan su provisión
g ra tu ita a poblaciones vu ln erab les y/o la prom oción de
la educación sobre la m en stru ació n .
Por supuesto, tod av ía falta. El desafío es e x te n d e r
e sta s leyes a otros te rrito rio s, colocar la m en arca y la
salud m e n stru a l en la agenda de la salud global y exigir
una investigación seria sobre la seguridad de las te c n o ­
logías de gestión m en stru al.
P o r ú ltim o , c o m ie n z a a p e r f i la r s e la d is c u s ió n
in te rn ac io n al so b re las licencias lab o rales d u ra n te ia
m en stru a c ió n . En A rg en tin a, la n o rm ativ a laboral no
c o n te m p la d denom inado “día fem enino”, pero algunos
convenios colectivos, como el de los trabajadores banca-
INCLUSIÓN EXCLUYENTE * 83
ríos y alg u n as ju risd ic c io n e s en el ám bito del em pleo
p ú b lico , in clu y e n e ste d e re c h o . In d o n e sia , a lg tin a s
p ro v in c ia s de C hina, T aiw án , C orea de! Sur y Jap ó n
tienen políticas oficiales al respecto, e India e Italia las
Comienza a perfilarse la discusión
internacional sobre las licencias
laborales durante la menstruación.
e s tá n discutiendo. T am bién e x isten com pañías como
Nike que b rin d a n licencia por m en stru a r. Sin em bargo,
estas p o líticas han ten id o un costo, p o r ejem plo en la
e x p erien cia japonesa: la estig m atizació n de las p e rso ­
nas que m e n s trú a n com o débiles, h a ra g a n a s y m enos
eficientes que los varones. ©
Higiene femenina
Un negocio millonario
Eugenia Tarzibachi
n 2015, las v e n t a s g l o b a l e s de la i n d u s t r i a
G randes m e rc ad o s
F em C are r o n d a r o n casi los 3 0 .0 0 0 m illo n e s de
E s t a d o s U n id o s es { j u n t o a C h in a ) el m e r c a d o de
d ó la r e s s e g ú n el e s tu d i o " S a n i t a r y P ro te c tio n :
F e m c a r e m ás g ra n d e del m u n d o . La s to a lla s so n el
E voiving C a te g o r y in th e C h a n g in g W o rld o f W o m a n -
p rin c ip a l p r o d u c to v e n d id o a nivet global. En 2015, las
h o o d " , r e a l i z a d o en el a ñ o 2016 p o r E u r o m o n i t o r
v e n ta s en to d o el p la n e ta p or p r o d u c t o se d is t r i b u ­
I n te r n a tio n a l. Un v o lu m e n y un m o n to que c o n tin ú a n
y e ro n de la s ig u ie n te m a n e ra : las toallas a c u m u la ro n
e x p a n d ié n d o s e , p r i n c i p a l m e n t e p o r el c r e c i m i e n t o
22.230 m illones de dólares, los ta m p o n e s 2.847 m illo ­
de las e c o n o m í a s de los p a ís e s e m e r g e n t e s .
nes de d ólares y ios p ro te c t o r e s d ia rio s 4.457 m illones
E
de d ó la re s , s e g ú n los d a to s de 2016 de E u r o m o n ito r
O p e ra cio n e s c o n s o lid a d a s
In te rn a tio n a l.
P r o c te r & Gam ble Co., K tm b e rly C lark Corp., J o h n s o n
El consum o del ta m p ó n es sig n ific a tiv a m e n te m enor
& J o h n s o n Inc., s o n a lg u n a s de las e m p r e s a s q ue
en las r e g io n e s de A m é r ic a L a tin a , M edio O rie n te ,
d e s a r r o lla r o n las o p e r a c io n e s m u lt in a c io n a le s m ás
Á fr ic a y Asia P a c ífic o en c o m p a r a c ió n co n E s ta d o s
c o n s o l i d a d a s , de a c u e r d o a lo d o c u m e n t a d o p o r la
U nidos, A u s tra la s ia y E uropa O ccid e n ta l. ©
in v e s tig a d o r a e s ta d o u n id e n s e Chris Bobel en el libro
N e w b lo o d . T h ird wave f e m in í s m a n d th e p o l i t / c s o f
m e n s tru a tio n .
E s t a s e m p r e s a s n a c i e r o n en E s t a d o s U n id o s
en el s i g l o p a s a d o y, en es e o r d e n d e p r i o r i d a d ,
c o n c e n t r a n los m a y o r e s p o r c e n t a j e s de p a r t i c i p a ­
c ió n en v a lo r e s de v e n ta al m e n o s a n iv e l g lo b a l en
el p e r io d o 2 010-20 15.
Desconocimiento y desm onte
Según Economía Femin¡{s)ta se calcula que alrededor
de10 millones de personas menstrúan en Argentina. La
mayoría solo conoce las toalíitas y ios tampones como
método para gestionar su menstruación. Su producción
requiere unas 10.140 toneladas de pasta fiu ff proveniente
del desmonte de selva nativa.
•
• •
Maternidad
El sentido de dar vida
Carolina del Olmo
En un m u ndo regido por los intereses capitalistas, la m atern ida d c o m o una
etapa plena y feliz rá pida m ente se revela c o m o un m ito edulcorado. Largas
jornadas laborales, bajos salarios, ayudas in s u ficie n te s del Estado y un tejido
social deshila cliado tornan difícil el papel de la madre trabajadora.
"N
o so tras parim os, n o so tras decid im o s” es un
gran eslogan. Tras siglos de vivir la m aternidad
com o algo p rácticam en te inevitable, la d ifu ­
sión de m étodos anticonceptivos eficaces en O ccidente
h a transform ado radicalm ente la noción y lu experiencia
de la m aternidad y de la no m aternidad. Pero, aunque la
anticoncepción eficaz existe desde hace más de cincuenta
años, hem os tard ad o b astan te m ás en reflexionar a fondo
sobre qué significa elegir ser m adre y decidir serlo. Y es
que el d e re c h o a decidir, allí d o n d e se ha c o n seg u id o
g a ra n tiz a r, se ha quedado en el d e re c h o a in te rru m p ir
un em barazo no deseado, un p u n to central en las luchas
del m ovim iento de m u jeres y un avance decisivo en la
liberación que supone la m aternidad como elección, pero
a to d as luces insuficiente.
Una presión en retirada
A hora bien, si la m atern id ad es im posición y esclavitud,
¿acaso la liberación consiste en no ser m adre? La tentación
de concluir así la ecuación, presen te desde hace tiem po
en algunos esquem as de p e n sam ien to fem in ista, se ha
visto refo rzad a p o r un am biente ideológico individua-
La maternidad en el mundo
Nacimientos por mujer, por adolescentes, y porcentaje de mujeres que utilizan antlconcepción, por región
Región
ESTE DE ASIA Y PACÍFICO
N acim ientos por m ujer
1990 1 ^
2016
N acim ientos por m ujer
adolescente (15-19 años)
2.5
+
T '«
EUROPA Y ASIA CENTRAL
1,8
21 Ipor 1.Q00)
2,0
•
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
18
| 17 (p o r!.000)
62 (por T.OC□)
% de m ujeres
que utilizan
a ntico nce pció n
(15-49 años)
f ioq% '¡
MEDIO ORIENTE Y NORTE
DE ÁFRICA
Sin datos
58%
AMÉRICA DEL NORTE
SUR DE ASIA
4,3
20
63,1%
Fuente: Barco Mundial. 2G1B.
♦
AFRICA SUBSAHARIANA
2,5
34
45,6%
26,3%
3. UNA
INCLUSION EX CLUYENTE • 85
Fertilidad y trabajo
Participación femenina como fuer2a de trabajo y tasa de fertilidad, por p'ais, 2010
2A
♦
♦
ISLANDIA
NUEVA ZELANDA
IRLANDA
♦
FRANCIA
♦
REINO UNIDO
♦
♦
EE.UU.
BELGICA
♦
NORUEGA
♦
FINLANDIA
♦
♦
♦
AUSTRALIA
♦
SUECIA
DINAMARCA
♦
HOLANDA
ESTONIA
LUXEMBURGO
♦
♦
GRECIA
♦
♦
♦
REP, CHECA
♦
ESLOVENIA
♦
AUSTRIA
♦
ALEMANIA
ESL0VA0UIA
.....♦....
POLONIA
CANADA
♦
JAPÓN
ESPANA
SUiZA
♦
♦
PORTUGAL
REP. DE COREA
♦
1,2
i
~r~
50
55
---- 1------------------------F--------------------
I
60
65
70
Tasa femenina de participación como fuerza de trabajo
~r~
l
75
80
Fuente: OCDE, 2010.
lista y hedonista en el que todo lo que tiene que ver con
ataduras y com prom isos es visto como carga y sacrificio.
E n este terren o , el afloram iento de d istin to s relatos
de m aternidad m arcados por el sufrim iento e incluso por
el a rre p e n tim ie n to , que ro m p en por fin el edulcorado
m ito de la m atern id ad feliz, ha ten d id o a identificarse
com o señal de que la m aternidad se sigue viviendo como
im posición, como un m andato que obliga a las m ujeres a
reproducirse. La obligación no se ría y a el resultado de la
falta de alternativas ai em barazo, sino de la presión ideo­
lógica que identifica ser m ujer con ser m adre y usu rp a el
lugar del genuino deseo de lib ertad fem enino.
Por supuesto, esa ideología patriarcal, con sus intentos
de control y som etim iento, existe. Ejerce, adem ás, una
p resió n m uy visible e im p e rtin e n te que, acom pañada
del m ito de la m ate rn id a d com o c irc u n sta n c ia plena y
feliz, puede aún hacer m ucho daño. Pero se tra ta de una
presión en retirada, de una presión que cabe calificar de
secundaria o m enor en com paración con la presión antin atalista y anticuidados que e n tra ñ a la inseguridad vital
de las trayectorias precarias, las largas jornadas laborales,
los salarios bajos, el desem pleo, las ayudas insuficientes
del E stado de B ienestar y un tejido social deshilacliado
en el que es m uy difícil e n c o n trar o rec o n stru ir una red
de apoyo para criar.
Madre y mujer
Las m a te rn id a d e s do lien tes, en su in m e n sa m ayoría,
se deben a que vivim os en u n a form ación social cuyas
n o rm a s y c o s tu m b re s son casi in c o m p a tib le s co n la
m ate rn id a d y la c ria n za . A que vivim os en un m undo
atrozm ente subordinado a los intereses de la producción
de m ercan cías y resq u eb rajad o por la crisis de c u id a ­
dos, en el que todo co n sp ira p a ra que no haya tiem po
ni lugar para c ria r a un hijo. Esto no significa que en el
fondo te n e r hijos sea el colm o de la felicidad; no se tra ta
de re-m itific a r ahora la m ate rn id a d , p ero sí de seg u ir
avanzando: una vez conquistados los m edios p a ra elegir
no te n e r hijos, toca lu ch ar para conseguir aquellos para
tenerlos en m ejores condiciones.
Lo bueno de los movimientos pendulares en una T ierra
que g ira es que el p é n d u lo no vuelve e x a c ta m e n te al
m ism o p u n to de p a rtid a . Al in tr o d u c ir en la agenda
fem inista la lucha a favor del derecho a decidir ser m adre,
hay algunos e rro res frente a los que estam os ya in m uni­
zadas; hem os aprendido, de la m ano de A drienne Rich
y o tra s g ra n d e s e s c rito ra s , que la am b iv alen cia es la
c a ra c te rístic a m ás acusada de la m aternidad: es lo que
m ás feliz te puede hacer y, exactam ente al mismo tiempo,
es lo que más dolor te puede causar. H em os aprendido
que la identidad de u na m ujer no se agota en su función
m atern al. Sabem os que los h u m an o s som os u n a e sp e ­
cie de c rian za cooperativa y para c ria r felizm ente a un
hijo hace falta algo así com o u n a trib u . Sabem os que
n o so tra s p arim o s y n o so tra s d ecid im o s y to c a a h o ra
d arn o s c u enta de algo que escribió Simone de Beauvoir
en El segundo sexo: <l[La m ujer] no puede c o n sen tir en
d a r la vida m ás que en el caso de que la vida ten g a un
sentido; no p odría ser m adre sin tra ta r de re p re se n ta r
un papel en la vida económ ica, política y social. No es lo
m ism o en g e n d ra r c a rn e de cañón, esclavos o v íctim as
que e n g e n d ra r hom bres lib res” ©
86 O E L A T L A S DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
•
Monoparentaiidad
O
La decadencia
de la “familia tipo”
P a tric ia M erino
La familia nuclear tradicional heterosexual compuesta por dos progenitores
de distinto sexo está en retirada. La disminución de las uniones legales, el
crecimiento de los divorcios, junto con las nuevas técnicas de reproducción
asistida, han dado paso a otros modelos familiares.
n las últimas décadas muchos países en desarrollo han
ido entrando en la llamada transición demográfica, un
proceso que se caracteriza por el aumento de laesperanza de vida al nacer y la caida de la fertilidad. Se trata en
ambos casos de fenómenos globales que responden a nuevas
pautas culturales en la reproducción y en las relaciones entre
los sexos asociadas a los procesos de individualización, a la
progresiva normalización de la contracepción y a la deca­
dencia de los víncLilos tradicionales de parentesco.
La institución del m atrim onio se ha debilitado y hoy la
m aternidad cada vez se encuentra menos ligada a la sanción
legal de un vínculo con un hombre. En Argentina, según el
INDEC, si bien entre 2001 y 2010 el porcentaje de personas
E
P orcentaje de hogares con hijos m enores de
15 años con dos prog en itores o un prog en itor
Por región, 2010
ft
África
Dos progenitores presentes
f
Sólo la madre
f
Sólo el padre
Asia
Europa
18
América Latina y el Caribe
América del Norte
Fuente: Naciones Unidas.
3
divorciadas pasó de un 5% a un 5,8%, la unión consensual
(no matrimonio legal) aumentó sustancialmente desde 1991
hasta 2010, pasando del 18% al 38,8%.
En la UE, los nací mientos fuera del matrimonio aumenta­
ron: en 2014 alcanzaron el 42% de todos los nacimientos, un
índice que sólo dos décadas antes, al principio de los 90, era
de apenas el 20%, de acuerdo al estudio Marriage and birth
statistics. N ew ways ofliving together in the EU elaborado
por Eurostat en 2015. En España, la progresión del índice
de nacim ientos fuera del m atrim onio ha sido m eteórica,
pasando de un 4,4% en 1981 a un 44,5% en 2015, según el
mismo informe.
Resulta interesante que en las últimas décadas, mientras
que la proporción de hogares con niñxs respecto al total de
hogares no deja de disminuir, los hogares monoparentales
no dejan de aumentar: en los 28 países de la UE pasaron de
representar el 12,4% del total de hogares con niñxs en 2006
al 14,7% en 2016, según los datos relevados por E urostat
Cuando hablamos de monoparentaiidad estamos hablando
m ayoritariamente de mujeres. Entre el 80% y el 90% de los
hogares monoparentales están encabezados por una mujer
(hogares monomarentales).
Los datos aportados por la ONU en su investigación
HouseholdSize and Composition Around the World de 2017,
indican que el 24% de los hogares con niñxs del mundo son
monoparentales: de ellos, el 21% lo encabeza una mujer y
el 3% un hombre. En Africa, América del Norte y América
Latina y el Caribe, casi la cuarta parte de los hogares con
niñxs están constituidos por una madre y sus hijxs. En países
como Botswana, Namibia y Gabón el porcentaje llega a más
del 45%; en Gran Bretaña, Dinamarca, Ucrania y Lituania
son más del 25%, m ientras que en China, India, Irán, Israel,
Egipto, Afganistán, Grecia, Italia y Rum ania se sitúa por
debajo del 10%. En España, los núcleos m onoparentales
3.
UNA INCLUSIÓN E X CLJYEN TE » 07
Fertilidad en Europa
Según tasa de fertilidad tota! y promedio de edad de la mujer al hacer el primer hijo, por pais
2,0
FRANCIA111
♦
IRLANDA™
♦
1,9
SUECIA
♦
ISLANDIA
t
REINO UNIDO13'
1.8
E
O
Q.
ífí
.i
>
orsw
utn
-£
,
1,7
.
LETONIA
RUMANIA131
1,6
NORUEGA
BÉLGICA *
......................♦
UTUANIA
DINAMARCA
♦
HOLANDA
*
♦
FINLANDIA
PROMEDIO ,,,
UNIÓN EUROFEA1
.......ESTONIA.......................
BULGARIA
♦
REP. CHECA ESLOVENIA
1,5
MACEDONIA
ESLOVAQUiA
SERBIA
♦
♦
HUNGRÍA
*
SUIZA
ALEMANIA
■*
♦
AUSTRIA
*
MALTA
♦
LUXEMBURGO
1.4
CROACIA
1,3
GRECIA
♦
CHIPRE
..................♦♦.........
PORTUGAL*®
POLONIA
*
ITALIA*2'
♦
ESPAÑA
1,2
25
26
27
28
29
30
31
Promedio de edad de la mujer al nacer el primer hijo (años)
01 Provisoria. (2)Tasa total de fecundidad: estimada. (3) Eslimada.(4)Promedio de edad al nacimiento del primer hijo: 2014.
Fuente: Eurostat, 2015.
encabezados por una mujer han registrado un fuerte creci­
miento, con un incremento del 78% entre 2002 y 2011, según
un estudio realizado en 2012 por ADECCO: II Informe Mujer
con Responsabilidades familiares no compartidas y empleo.
En Argentina, según el informe de 2017 de la ONU anterior­
mente mencionado, el 19% de los hogares con niños menores
de 15 años son monomarentales (sólo con la madre presente),
m ientras que sólo el 2% tiene sólo al padre presente.
Los datos estadísticos sobre núcleos m onoparentales
están sujetos a interpretación, y no hay ninguna voluntad
institucional de clarificarlos ni de darles visibilidad. Por
ejemplo, los hogares monoparentales, en las estadísticas de la
UE y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE), incluyen sólo a aquellas familias que
incluyen un adulto y niños. Sin embargo, un porcentaje muy
considerable de núcleos m onoparentales vive en hogares
complejos, generalm ente presentados en las estadísticas
como “otros hogares con niñxs” (5,4% en la UE, según el
estudio realizado por Eurostat en 2017).
Además, las estadísticas contabilizan los hogares recons­
tituidos (aquellos en los que una/un cabeza de familia monoparental vive con una nueva pareja, y que la OCDE en 2010,
en su inform e D oingB etter fo r Families, estim aba en un
10% del total de hogares con menores) como familias biparentales estándar, algo que falsea la realidad, puesto que la
convivencia con una nueva pareja no implica que exista una
corresponsabilidad en la crianza de los menores del núcleo
monoparental. Si nos guiamos por los datos que conocemos,
posiblemente las cifras de la m onoparentalidad debieran
duplicarse alcanzando en muchos países el 40% y hasta el
50% de las familias con menores.
Otros modelos
La decadencia de la familia nuclear tradicional heterosexual
y patriarcal en los países que ya han pasado por la transición
demográfica ha dado paso a nuevos modelos familiares. Las
nuevas técnicas reproductivas y la m aternidad subrogada
hacen posible la formación de familias por vías alternativas
que tienden hacia la externalización y la deslocalización de
la reproducción.
Sin embargo, aunque la creación de familias biparentales de gays y lesbianas es parte de estas transformaciones,
el fenómeno emergente más significativo a nivel global, y
de consecuencias político-sociales más importantes, es la
visibilización y proliferación de las familias monoparentales
como modelo familiar, si no mayoritario, sí muy relevante.
En Argentina, de acuerdo al Censo realizado por el INDEC
en el 2010 -el mismo año en que se aprobó la Ley de M atri­
monio Igualitario-, se observa que del total de jefes y jefas
con cónyuges del mismo sexo, el 21% tiene hijxs a cargo,
siendo la mayoría mujeres.
Este nuevo tipo de familia representa al menos un tercio
de los hogares con menores del mundo, y es bien conocida
la estrecha conexión existente entre el modo en que las
estructuras socioeconómicas patriarcales afectan a este
tipo de hogares y la pobreza infantil y femenina. ©
* • « s
LGTBQIA+
Vulnerables,
disidentes, resistentes
F e fa V ila N úñez
Las m ino rías sexuales s u fre n to do tipo de atropellos, desde ia d is c rim in a c ió n
hasta la pena de m u e rte . Una ética LGTBQIA+ asum e el c o m p r o m i s o de que
la lucha c o n tr a la h o m o fo b ia no puede desliga rse del resto de las injusticias
sociales y de las d is c r im in a c io n e s de d ife re n te tipo.
L
os p re ju ic io s c o n tra la d iv e rs id a d s e x u a l y de
g én ero se e x p re sa n a tra v é s de u n a am p lia g am a
de m anifestaciones, que pueden ir desde la m uerte
o la c á rc e l a a g resio n es físicas, p síq u icas, sim bólicas,
discrim inaciones de todo tipo, dificultades p a ra acceder
a la v iv ie n d a , a la sa lu d , a c o n te n id o s de e d u c a c ió n y
c u ltu ra que no sólo no sean hom ófobos sino que reconoz­
can y p ro m u ev an la d isidencia y la d iv ersid ad afectivasexual com o un v a lo r en sí m ism o, el acceso al tra b a jo
y al ejercicio o d e sarro llo de la activ id ad profesional en
am bientes no h o stiles y re sp e tu o so s, etc.
Los datos de la d iscrim in a ció n
N aciones U n id as lu ch a c o n tra e sta s d isc rim in a c io n es
a trav és de estu d io s, c a m p a ñ a s y resoluciones, com o la
R esolución de D erechos H um anos, O rien tació n Sexual
e Id e n tid a d de G énero que in sta a los E stados a lu ch a r
c o n tra estas causas de d isc rim in a c ió n y, en p a rtic u la r,
a la C om isión In te ra m e ríc a n a de D erechos H u m a n o s
a e s tu d ia r la situ a c ió n en ios E stad o s a m e ric a n o s po r
c o n sid e ra rla e sp e c ia lm e n te grave. T am b ién es d estacable el In fo rm e del A lto C om isionado de las N aciones
U nidas p a ra los D erechos H u m a n o s del 17 de no v iem ­
b re de 2011, q u e a n a liz a los d ife re n te s s u p u e sto s de
d isc rim in a c ió n p o r esos m otivos, desde los m ás graves,
com o la p e n a liz a c ió n de las p rá c tic a s h o m o se x u a les,
in clu y en d o la p e n a de m u e rte , a las d isc rim in a c io n e s
en d iv e rs o s á m b ito s - d e l e m p le o a las p re s ta c io n e s
so c ia le s-, aunque tam b ié n re s a lta los logros y m ejoras
in tro d u c id a s en los ú ltim o s años. El in fo rm e concluye
con u n a s reco m en d acio n es g en erales e n tre las que no
sólo fig u ra la d ero g ació n de la n o rm a tiv a d is c rim in a ­
to ria , sin o la adopción de todo tip o de m ed id as e n c a ­
m in ad as a e rra d ic a r esa d isc rim in a c ió n .
A p e s a r del a v a n c e en la n o rm a tiv a in te rn a c io n a l,
el ú ltim o in fo rm e de la A so c iac ió n I n te r n a c io n a l de
L esbianas, Gays, B isexuales, T ra n s e In te rse x (ILGA)
de 2017 m u e s tra u n e sc e n a rio que, lejos de las m ira d as
triu n fa lis ta s , e stá c a ra c te riz a d o p o r las fis u ra s y los
puntos ciegos allí donde no opera el derecho in te rn ac io ­
nal ni las convenciones o leyes nacionales: 72 países aún
c rim in a liz a n las relaciones e n tre p e rso n a s del m ism o
sexo (33 en Á fric a , 23 en A sia, 10 en A m é ric a y 6 en
O ceanía) y en 45 de ellos se aplica e sta crim in a liz a ció n
(24 en Á frica, 13 en Asia, 6 en A m érica y 2 en O ceanía),
Entre el año 2008 y el 2016, se han
registrado 2.343 hom icidios de
personas trans y género-diversas
en 69 países del mundo.
Los p a íse s (o p a rte s de sus te rrito rio s ) en los que la
pena de m uerte puede ser aplicada para los actos sexuales
consensúales entre personas adultas del m ism o sexo son
13. En 8 de ellos se aplica de m anera efectiva: en 4 rige en
todo el país (A rabia Saudita, Sudán, Irá n y Yemen), en 2
en c ie rta s p ro v in cias (N igeria en 12 regiones y Som alia
en el sur), m ie n tra s que en 2 países !a p en a de m uerte se
lleva a cabo por agentes no estatales (Irak y los te rrito rio s
3. UNA INCLUSIÓN EX CLUYE NTE• 89
Crímenes de trans odio
Total de asesinatos de personas trans y género-diversas, por región, entre o ctubre de 2008
y septiem bre de 2017
AMERICA DEL SUR Y CENTRAL
Fuente: Proyecto de investigación TvT,
Observatorio de Personas Trans Asesinadas
(TMM), 2017.
que controlaba el E stado Islám ico -D a e sh - en el norte
de Ira k y el n o rte de Siria). A dem ás, e x isten o tro s 5
Estados donde la sharia -la interpretación literal de la
ley islám ica- establece técnicam ente la pena de m uerte,
pero en la práctica no se invoca tal castigo: A fganistán,
M auritania, Qatar, Pakistán y Em iratos Arabes Unidos,
En otros 19 países la hom osexualidad no se c rim i­
n a liz a p o r vía p e n a l, p ero sí m e d ía n te leyes a d m i­
n istra tiv a s, que p en alizan la prom oción o expresión
pública de las realid ad es de las p erso n as del m ism o
sexo y trans: son las llam adas “leyes de propaganda".
En L ituania, en 8 países de Á frica y en 9 de Asia hay
leyes de este tipo. La “propaganda hom osexual” tam bién
está prohibida en Rusia.
La situación de las personas tran s es especialm ente
grave, tanto por las dificultades para que se reconozca
legalm ente su género como para que no sean objeto de
las form as más graves de violencia. Según el Observa­
torio T rans de Personas Asesinadas, entre el 1 de enero
de 2008 y el 31 de diciem bre de 2016 se han registrado
2.343 hom icidios de personas tra n s y género-diversas
en 69 países en el m undo, 1.834 de ellos en A m érica
del Sur y C entral. Pocos países han avanzando en este
tema: en A rgentina, la Ley de Identidad de Género de
2012 perm ite que las personas tra n s sean inscritas en
sus docum entos personales con el nom bre y el género
de elección y además ordena que todos los tratam ientos
m édicos de adecuación a la expresión de género sean
provistos por el Estado.
->
Dolores largos, vidas breves
Porcentaje de personas trans o género-d iversas
asesinadas, por grupo etáreo, 2017
Más de 60 años
1 1%
Entre 50 y 59 años 1
3%
Entre 40 y 49 años
Entre 30 y 39 años
Entre 20 y 29 años
Menos de 20 años
La "esperanza de vida"
de la comunidad LGBT no
supera los 40 años.
Fuente: Proyecto de investigación TvT, Observatorio de
Personas Trans Asesinadas (TMM), 2017.
90 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
•
•
• •
Am ores disidentes perm itidos por la ley
Según tipo de vínculo, por pais, 2017
Matrimonio
homosexual legal
Matrimonio homosexual
legal sólo en algunos
territorios del pais
Matrimonio homosexual
no permitido, pero si uniones
civiles legales
Ser homosexual es legal, pero
los matrimonios y uniones civiles
no están permitidos
Ser homosexual es ilegal y está
castigado con penas de cárcel
Ser homosexual es ilegal y está
castigado con la pena de muerte
«Adopción legal para parejas del mismo sexo:
Austria (2015), Bélgica{2006), 0inamarca(2010¡, Eslovenia
(2015), España (2005), Francia (2013), Irlanda (2015), Islandia (2006),
Israel <200B), Malta(201AJ, Noruega(2009), Luxemburgo (2014),
Holanda (2001), Reino Unido (2013), Suecia(2003)y Sudáfrica(2002).
/
Fuente; Elaboración prop¡3 + eitb.eus utilizando como fuente: ILGA (International Lesblan, Gay, Bisexual, Trans and IntersexAssociation), 2017.
Frente a esta realidad, algunos avances legislativos
han perm itido que 73 Estados tengan hoy leyes contra
la discrim inación laboral, que 9 prohíban expresam ente
en su C onstitución la discrim inación por orientación
sexual, que 43 contem plen el agravante por orientación
sexual de las víctim as y que otros 39 recojan expresa­
m ente la prohibición a la incitación al odio en sus leyes
penales. Estos avances son especialm ente relevantes
en Europa, Canadá, Estados Unidos y A ustralia, Pese a
estas conquistas, ninguno de estos países está exento de
la proliferación de crím enes de odio.
Otro avance im portante tiene que ver con las uniones
e n tre personas del mism o sexo. En 22 E stados se ha
aprobado el m atrim onio entre personas del mismo sexo,
18 recogen la fórm ula de la unión civil y otros 5 Estados
contem plan figuras sim ilares. La Ley de M atrim onio
Igualitario fue sancionada en A rgentina en 2010, tras
un in tenso debate público. Sin em bargo, no en todos
estos países se g a ra n tiz a la adopción conjunta de los
dos m iem bros de la pareja. Sólo 26 Estados reconocen
esta figura y otros 18 aceptan la adopción por parte del
segundo progenitor.
Resistencia y lucha
Si bien y en líneas generales puede observarse una evolu­
ción legal paralela a la de la sociedad, una tendencia a
la defensa de los derechos de las personas LGTBQIA+
(Lesbianas, Gays, T rans, Bisexuales, Queer, Intersex,
A sexual) , estos logros no deben o c u lta r los enorm es
tem as pendientes y los riesgos de involución, presentes
incluso en E stados en los que se h an co nseguido los
mayores avances, en el m arco del ascenso de corrientes
de fundamentalismo religiosoy de movimientos políticos
de carácter autoritario o totalitario.
D ar cuenta de los m últiples atropellos que sufren
las p e rso n a s LGTBQIA+ es tam b ié n d a r c u e n ta de
72 países aún criminalizan las
relaciones entre personas def
mismo sexo (33 en África, 23 en
Asia, 10 en América y 6 en Oceanía).
sus resistencias, que han dado lugar a experiencias de
igualdad y de am pliación de escenarios de d em o crati­
zación, La filósofa estadounidense Ju d ith B utler iden­
tifica la vu ln erab ilid ad como un m om ento incipiente
y duradero de resistencia escenificado, en p arte, pero
de m a n e ra p a rtic u la r, p o r las p rá c tic a s fem in ista s.
3 . UNA
INCLUSIÓN EXCLUYENTE • 91
La comunidad LGBT en peligro
Total de a s e sin a to s y t ip o s de c rim in a liz a c ió n y condena, p o r país, e n tre o c tu b r e de 2008 y s e p tie m b r e de 2017
Canadá: 6
Es uno de los países con
menos asesinatos a
personas LGBT en
América. La orientación
sexual es considerada
agravante en delitos, se
prohíbe la incitación al
odio por orientación
sexual y tiene una
institución nacional de
derechos humanos que
incluye a la comunidad
LGBT en su trabajo.
Suecia: 1
Italia: 32
Pakistán: 44
Portugal: 1 !
Cuba: 3
r
Colombia: 124
Brasil: 1.024
Es el pais con más
asesinatos de personas
LGBT. A pesar de tener
leyes que consideran a la
orientación sexual como
agravante de delitos y de
haber instituciones que
amparan a ¡a comunidad
LGBT.
Delito que acarrea la pena máxima
Leyes de promoción ■
("propaganda")
Actos sexuales
Sodomía
Contra natura
p j Cantidad de muertes de
personas LGBT desde
2008 a 2017
Categorías de condenas m áxim as
Sodomía
Ley sobre moralidad:
expresión LGBT
O Pena de muerte
■ De 15 años de cárcel a cadena perpetua
Fuente: ILGA.
A sí, el fem in ism o s e ría u n p ila r b á sic o de las re d e s
de so lid a rid a d y re s is te n c ia p re c is a m e n te p o rq u e la
c ritic a y la acción po lítica fem in ista de sesta b iliz a n las
in stitu c io n e s que d e p e n d en de la rep ro d u c c ió n de la
d e sig u a ld a d y la in ju stic ia , y tam b ié n p o rq u e c ritic a
las p rá c tic a s que in flig en violencia en las m ujeres, en
las m in o ría s de género y en todas las m in o ría s sujetas
al p o d er p o licial, e s ta ta l y socioeconóm ico.
Bajo el nom bre de “disidentes sexuales y de g én ero ”
se reco g e, se p o sicio n a y se se ñ a la u n a su b je tiv id a d
profundam ente política, con testataria y con una agenda
e n ra iz a d a en la m em o ria del dolor y de la resiste n c ia .
U na é tic a LGTBQIA+ d e b e ría a s u m ir que la lu ch a
c o n tra la hom ofobia no pu ed e h a c e r a b stra c c ió n del
resto de las in ju sticias sociales y discrim in acio n es que
suceden en to d a s p a rte s de m undo. ®
1M
| Indi;
»: 64 j
China; 15
Filipinas: El
Iglesia Católica
En nombre del patriarcado
S ol P rie to
La te nde ncia a la fem inización del c a to licis m o en tod os los niveles aún no
les ha p e rm itid o a las m ujeres alcanza r los espacios de decisión dentro de la
Iglesia, una in stitu ció n f u e r t e m e n t e c o n s e rv a d o ra que sigue m onop olizando
los bienes de salvación en m an os de los varones.
Personas que se
consideran católicas2
Referencias
I
Mujer
I
Por sexo, en Argentina
Hombre
Pertenencia religiosa1
Por sexo, porcentajes mundiales
(mana de 2016}
Se identifican
can un grupo
religioso
No se identifican
con un grupo
religioso
NO..
1 7,3%
3.6% Duda / A veces |
2 .8%
¿Se les
debería perm itir
a las mujeres el sacerdocio?2
I
Muy de
acuerdo
42,2%
Principal forma de
relacionarse con Dios*
En
desacuerda
27,6%
Algo de
acuerdo
_ _ __
18,1%
”
N s /N c
12,1%
Por sexo
\
Asistencia a ceremonias de culto2
Asistencia semanal a
ceremonias de culto1
Por sexo, en Argentina
Voy a la iglesia
Para
pero nuncaocasiones
Nunca
voy a misa
Al menos
una rez por Todos
Pormes «¡ruana losdias
Una vez
Navidad...}
n a
m
e s
c rn
63,2%
■
n a
iz a
Por sexo, en el mundo (cristianismo)
Asiste
semanalmente
Fuentes: 1.PewResearchCenterofR&lígion¡andPublicLife.2.FortunatoMallifriaci(2Ü13),Atíosde/osctseñerosreligiosasenArgénfino.
No asiste
3 . UNA
a distribución de los capitales y bienes religiosos es
una asignatura pendiente, ya que sigue concentrada
en un pequeño grupo de varones célibes.’' Esta afirma­
ción, con la que el sociólogo argentino Fortunato Mallimaci
describe a la Iglesia Católica en A rgentina en El mito de
la Argentina laica, refleja la situación de una institución
mundial que monopoliza los bienes de salvación en manos
de los varones. Tal como lo explicó Max W eber en Ecortomia y Sociedad, las iglesias se definen sociológicam ente
por su capacidad de definir, producir y distribuir bienes
de salvación extram undanos. En la actualidad, las muje­
res en el mundo occidental producen y distribuyen todos
los bienes posibles: aquellos que provienen no sólo de las
demás esferas diferenciadas como la economía, la política
y la ciencia, sino tam bién de las esferas capaces de ofrecer
una salvación intram undana, como la esfera erótica o la
estética. Sin embargo, hay un bien en el catolicismo que las
mujeres no pueden dispensar: la salvación extram undana.
El hecho de que el Sacramento de Ordenación al sacer­
docio excluya a las mujeres tiene consecuencias en la vida
cotidiana de las personas y tam bién consecuencias insti­
tucionales dentro de la Iglesia Católica, reproduciendo
una cultura que desplaza a las mujeres de los espacios de
poder, en una sociedad en la cual esos espacios están cada
vez más disponibles para las mujeres.
Las consecuencias son, en prim er lugar, que al no poder
ordenarse, las mujeres no pueden consagrar las hostias y,
por lo tanto, no pueden oficiar la misa; tam poco pueden
absolver a las personas en nom bre de Dios cuando estas
confiesan sus pecados. A pesar de estos dos im pedim en­
tos, las mujeres a menudo ofician cerem onias con hostias
consagradas previam ente por un sacerdote y ofrecen guía
espiritual, tanto a personas laicas como religiosas.
En segundo lugar, para iniciar el proceso de reconoci­
miento diocesano de una congregación religiosa femenina
católica se requiere del “aval” de un obispo, el cual, teniendo
en cuenta el derecho canónico actual, necesariamente debe
ser varón. Esto contrasta con el porcentaje de mujeres entre
los y las especialistas religiosos (categoría que incluye a
sacerdotes, diáconos y religiosas) tanto en A rgentina como
en el mundo. De acuerdo a las estadísticas recopiladas por
el Center of Applied Research in the Apostolate (CARA) de
la Universidad de Georgetown, alrededor del 63% (705.529)
del total de especialistas religiosos y religiosas del mundo
son mujeres. En Argentina, según la Agencia Inform ativa
Católica Argentina (AIC A), las religiosas (7.585) representan
el 54,41% de las y los especialistas religiosos.
Por lo tanto, la tercera consecuencia es que esto implica
problem as de credibilidad de las prácticas concretas de
la Iglesia Católica como institución: las m ujeres circu ­
lan crecien tem en te por el m undo de la producción, el
trabajo, la ciencia y la política ocupando lugares de toma
de decisión y, sin embargo, estos lugares siguen estando
restringidos y destinados únicam ente a los varones en el
ám bito eclesiástico.
Por último, la consecuencia más visible de esta distinción
entre varones y mujeres es la exclusión política: en el Colegio
Cardenalicio, el cuerpo encargado de elegir a los Papas, no
hay mujeres, a pesar de ¡a fuerte presencia de estas en el
L
INCLUSION EX CLUYENTE • 93
m undo católico. Esto contrasta con el hecho de que dentro
de la Iglesia Católica hay instituciones cuyo funcionamiento
interno se organiza a partir de la democracia directa, como
las órdenes y las congregaciones. La existencia de estas
instancias podría indicar que ia concentración de la mayor
parte de las decisiones de la Iglesia Católica en un grupo
reducido de varones no es la única form a válida ni posible
de organización,
Por otra parte, esta división entre lo que pueden hacer las
especialistas religiosas mujeres y los especialistas religiosos
varones no es común a todo el paisaje religioso argentino:
el principio de sacerdocio universal común a todo el protes­
tantismo y presente desde la Reforma habilita a las mujeres
a ser pastoras y oficiar el culto, bautizar, dar la comunión y,
en el caso de la Iglesia Luterana, escuchar la confesión de los
fieles y absolver sus pecados. Por ello es que en Argentina
hay iglesias lideradas por pastoras. De la misma m anera,
m uchas mujeres de la comunidad judía argentina y latinoa­
mericana se forman como rabinas en el Seminario Rabínico
Latinoam ericanoyofician ceremonias. En el m undo de las
religiones de origen africano, por otro lado, la presencia
de las máes es una constante que comenzó a visibilizarse
a partir de la segunda m itad del siglo XX: la prim era casa
de religión africanista en obtener su personería jurídica
en el Registro Nacional de Cultos no Católicos, fundada en
1966, estaba liderada por la mae argentina Nélida de Oxum.
Por estos motivos es que en Estados Unidos, Canadá y
algunos países europeos existen movimientos de mujeres
que dem andan a la Iglesia Católica poder ordenarse como
sacerdotes, argum entando que los motivos de la exclusión
de las mujeres de este sacram ento no son religiosos sino
históricos y políticos: de acuerdo a estos movim ientos de
m ujeres católicas, su exclusión del sacerdocio tiene que
ver con la reproducción de una e s tru c tu ra p atriarcal y
no con las enseñanzas de Jesús. Ante estas dem andas, la
respuesta m ayoritaria de la jerarquía eclesiástica católica
sigue siendo el m antenim iento del statu qvo y, a la vez, la
visibilización creciente de los problem as de las mujeres
(pobreza, m aternidad en contextos de pobreza, violencia,
acceso a la salud, etc.) en el capitalismo tardío.
Doble juego
Este doble juego, que por un lado implica la exclusión de
las mujeres del monopolio de los bienes de salvación y, por
otro, les otorga visibilidad a nuevos problemas, probable­
mente se explica porque entre las mujeres se registran no
solamente niveles más altos de creencia y adscripción que
los varones, sino también formas más institucionalizadas y
com unitarias de vivir la religión. En Argentina, las mujeres
se relacionan con Dios a través de alguna institución eclesial
en una proporción m ucho más elevada que los varones y
además, al igual que en todo el mundo, acuden al culto más
que los varones. Muchos trabajos en la literatura reciente
tanto en Argentina como en el resto de los países occiden­
tales confirman esta tendencia: el catolicismo como espacio
social en el que confluyen prácticas, creencias, grupos y
discursos, es un espacio social crecientem ente feminizado
en el que los varones monopolizan los bienes de salvación
y la decisión política. ©
94
o
EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS
MUJERES
...................................................... •
•
•
Educación
° Una paridad dispar
M aría de! C arm en Feijoó
Si bien el a c ce s o de las m u je re s a la e d uca ció n m e jo ró en to d o el m undo,
existen grandes b rechas entre los países ricos y los países pobres. Asim ism o,
o tro s fa c to re s clave c o m o las políticas de salud sexual o de higiene m e n s tru a l
resultan d e te rm in a n te s para garantizar la paridad en el siste m a educativo.
demás del Paro Internacional de Mujeres, el 8 de
marzo de 2018 ocurrió otro hecho relevante para
la lucha de las mujeres: se conoció el docum ento
de revisión de género del Inform e de Seguim iento de la
Educación en el M undo elaborado por la UNESCO. Entre
los logros que presenta, se destaca el esfuerzo de Malala,
la joven paquistaní Premio Nobel de la Paz en 2014, por su
lucha por el derecho a la educación. La puesta en común
del docum ento da la pauta de lo necesario que resulta la
información procesada. No es que se trate de datos nove­
dosos. Hay multiplicidad de fuentes para discutir el tem a
del acceso de las mujeres a la educación, las cuales además
fueron creciendo a m edida que las dem andas de género
se hicieron más fuertes. En especial a p artir de los acuer­
dos suscriptos por los países, como la Agenda 2030 de los
Objetivos de Desarrollo Sustentablc (ODS), que incluyen
los objetivos de “Educación de Calidad” e “Igualdad de
G énero”. Lo destacable de esta producción especial es
que hace hablar a los datos por sí mismos y, por lo tanto,
su revisión perm ite tener un panoram a, sin interpretacio­
nes, de la situación educativa de las mujeres en el mundo.
A
Diferencias por región e ingresos
Dado que el acceso a la educación es un derecho hum ano y
un bien público cuya oferta y condiciones de acceso deben ser
garantizadas por los Estados, la prim era medida relevante
para evaluarla cobertura educativa y sus brechas de género
es la inform ación sobre el índice de Paridad de Género
(IPG) en la tasa bruta de m atriculación en los diferentes
niveles de los sistemas educativos. Este índice de paridad
de género se define como el valor de un indicador en la
población femenina dividido por su valor en la masculina.
Así, un IPG igual a 1 significa igualdad perfecta; si es inferior
a 1, es un valor m ás alto para varones que para niñas, y si
es superior a 1 indica una mayor ventaja para las mujeres.
Las diferencias más significativas a nivel mundial sobre
los altos índices de paridad de género para todos los niveles
-con excepción del terciario- se expresan no a nivel de los
índices, sino de las proporciones de países que han alcan­
zado la paridad. Los niveles altos de paridad en los tram os
inferiores de los sistemas educativos oscilan entre un 62%
de países que la alcanzaron en pre-prim aria, prim aria y
los prim eros años de la secundaria, y caen notablemente
en los años avanzados de la m edia y la terciaria. Entre
los más exitosos se encuentran los paises de Europa y de
América del Norte, los países del Cáucaso y Asia Central,
y los de América Latina y el Caribe. Llama la atención el
escaso núm ero de países que alcanzó la paridad en el nivel
terciario, un 5% de los países, en tanto es destacable que
en el Sudeste Asiático llegó al 22%.
Pero no es sólo por geografía que las tendencias son
inequívocas, sino tam bién por los niveles de ingreso de
los países. Desde esa perspectiva, el índice de paridad de
género y la participación de países con paridad se despliegan
proporcionalmente, en el sentido de que a menor ingreso,
menor paridad. Así se observa que la proporción de países
con paridad a nivel m undial en el estrato de los de bajos
ingresos alcanza sólo al 40% en pre-prim aria, pero al 78%
en los de altos ingresos, y para prim aria al 29% para los
más pobres y al 83% para los más ricos. Todavía en 2015,
había 264 millones de niños, niñas y jóvenes en las edades
de prim aria y media fuera de la escuela en el mundo. De ese
total, 141 millones eran jóvenes de entre 15 y 17 años, que
no concurrían al ciclo superior de la secundaria.
La pregunta sobre qué hacen aquellos que no acceden
al sistema educativo ni al trabajo, m al llam ados “ni-ni”,
implica pensar en su desempeño en situaciones tales como
el trabajo infantil, remu nerado o de cuidado doméstico, con
el que los hogares de los países pobres suplen la ausencia
de políticas públicas que garanticen la cobertura de las
necesidades básicas. En otros casos, la falta de estímulo
de las carreras educativas según género está relacionada
con el matrimonio de niñas o con el embarazo adolescente.
La evidencia m uestra entonces que la paridad de género es
menor en los países pobres porque esa pobreza se expresa
en la existencia de escasa oferta educativa, infraestructura
3 . UNA
INCLUSIÓN EXCL UYENTE • 95
Cuanto más alto el nivel educativo, menor paridad
Porcentaje de países por región que han alcanzado la paridad, por
nivel e d u c a tiv o íp r e - p r im a r ia o terciario), de 2015 a ia actualida d
Caucasoy
Este y Sudeste
Europa y América
América Latina
Asia Centra!
Asiático
del Norte
ye! Caribe
Norte de África
y Asia Oriental
Pacífico
Sur de Asia
África
Subsahariana
Fuente: Globalerfucotion monitoring report qenderreview, Unesco, 2018,
escolar inadecuada o insuficiente, presiones para que las
niñas se queden en la casa, falta de acceso a políticas de
derechos reproductivos y, en todos los casos -países ricos y
pobres-, m andatos culturales provenientes de la ideología
y/o de la religión que refuerzan el aislam iento dom éstico
de las jóvenes.
De todos modos, la inscripción no g aran tiza el egreso
o la finalización del nivel. Según las encuestas de hogares,
para 2010-2015 las tasas de finalización eran del 83% para
la p rim aria, 69% p ara la baja secu n d aria y 45% p ara la
secundaria superior. La paridad de género había sido alcan­
zada en los tres niveles educativos con disparidades entre
regiones y países. Por ejemplo, 86 mujeres com pletaron la
baja secundaria cada 100 hombres en África Subsahariana,
m ientras que en Am érica L atina y el Caribe, 93 varones
com pletaban el nivel cada 100 chicas. Si es por nivel de
ingresos, 66 chicas concluían la secundaria superior por
cada 100 varones en los países de bajos ingresos, m ientras
que en los países de ingresos m edios y altos, 94 chicos la
com pletaban por cada 100 m ujeres. En todos los casos,
los niveles de finalización aum entan con la categoría de
los ingresos de las regiones.
Los datos presen tad o s m u estran que no hay sim pli­
ficaciones posibles como las que se so ste n ían décadas
atrás fundadas en la simple exclusión de las m ujeres del
acceso a los sistem as educativos. El escenario es hoy m ás
complejo y los ODS dirigidos a lograr la equidad tam poco
se conform an con que los desequilibrios de género afecten
a chicas o varones, sino que se interesan en su erradicación
sea cual sea el sentido de género en que opere.
A hora bien, estos datos dan cuenta de la probabilidad
de ingresar y de recibí rse. Pero esto no es suficiente ya que,
como en tantas otras actividades hum anas, la discrim ina­
ción de género -e n detrim ento de las m ujeres- perm anece
a pesar de los cam bios cuantitativos en la m atrícula por
sexo, o bien se refina incorporando sesgos nuevos o viejos
que ahora se pueden c o n cep tu alizary m edir.
El m onitoreo del Objetivo 4 -la competencia en lectura
y m atem ática en diferentes edades- indica disparidad de
género en los resultados de los aprendizajes: a nivel agre­
gado, las niñas m uestran desventaja en m atem ática en los
años superiores de la prim aria y en otros casos, como en
América Latina y África Subsahariana, ventajas en lectura.
Por otra parte, las brechas de género son persistentes en la
alfabetización de los adultos en detrim ento de las mujeres.
Aunque se increm entó la tasa de alfabetización de adultos
entre 2000 y 2015 y continúa su tendencia positiva, sobre
un total de 750 millones de adultos analfabetos, las mujeres
constituyen aproxim adam ente dos tercios de dicha pobla­
ción. Además, las alfabetizadas y con niveles de escolaridad
completos, tienen menos habilidades en actividades de tipo
inform ático, y en el nivel superior se m atriculan m enos en
carreras vinculadas con ciencia, tecnología, ingeniería y
m atem ática. En cuanto a la relación con los contenidos,
existe amplia evidencia internacional sobre la persistencia
de estereotipos de género en la curricula, los m ateriales y
las rutinas escolares, que introducen la legitim idad de la
división sexual del trabajo desde el nivel inicial como en
el jard ín de infantes: peluquería y cocina para las niñas,
estación de bom beros p ara los varones. La igualdad de
género en la educación requiere de m ateriales sin sesgos
de género, que incluyan la educación sexual p a ra hacer
evidente las estru ctu ras de poder por género y promover
acciones contra la violencia.
E n tre los tem as novedosos que inciden en la perm a­
nencia de las niñas en la escuela, aparece el del m anejo
de la higiene m enstrual para la escolarización de niñas
y adolescentes, incluyendo espacios sanitarios separados
p ara ch ic a s y chicos. Sólo 11 de 74 países -s e g ú n una
encuesta de la OM S- diseñaron políticas san itarias d iri­
gidas a mujeres. Otros tem as que afectan a niñas y adoles­
centes son la habilitación legal del m atrim onio infantil o
las políticas de exclusión escolar de adolescentes cuando
se encuentran em barazadas, vinculada con la ausencia de
educación sexual en las escuelas.
Por últim o, si bien los países han tomado compromisos
con la Agenda 2030 de los ODS y con otros tratados in ter­
nacionales que g a ra n tiz a n la igualdad de género (como
la Convención contra la D iscrim inación en la Educación
y la Convención Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales), sólo un decepcionante 44% de los
países está com pletam ente comprom etido con la igualdad
de género en educación. Más allá de los datos agregados
queda todavía una larga ta re a por delante. ©
96 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
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investigación científica
0 Ciencia para pocas
A gostina Mileo
Las m u je r e s e n c u e n t r a n d iv e r s o s o b s tá c u lo s y te c h o s de c ris ta l in c lu s o en ¡a
c a r re r a a c a d é m ic a . La d e s ig u a ld a d de g é n e r o en el a c c e s o a la in v e s tig a c ió n
c ie n tífic a h u n d e sus raíces en un m u n d o p la g a d o de e s t e r e o t ip o s que las
ig n o ra y las excluye de ios p rin c ip a le s á m b it o s de la vida p ro fe s io n a l.
Principales obstáculos de la carrera académica
I
Mujeres
S Í Hombres
Directivos/as
23%
39%
■ 23%
31%
;
„
25%
| | P
■■
<KÜ
Académicos/as
19» a i
■
mf
22%
■■
29%
12%,
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11% 10%
Estudiantes
37%
27% 26%
I I
■1
Recursos
económicos
16%16%
11% 10%
8% 9%
m <s
Poco
Conciliación
con la
reconocimiento
vida familiar
de pares
Ninguno
Olro
Estereotipos intelectuales
Vivencia de situaciones de discrim inación
Directivos/as
31%
54%
|
1 11%
31%
„
4%
0% mmm
1
Académicos/as
¿»t%
36%
|
1
10
12%
^2%
13%
■
J*L
Estudiantes
39%
■ 17%
■
16%
I I I 2%
B
Han cuestionado
mis competencias
académicas
por aspectos de
mí vida personal
Piropos o
galanterías
con alguna
connotación
sexual
Propuestas
sexuales no
deseadas
g | 3%
Contactos
físicos
indeseados
Fuente: Realidad Nacional en Formación y Promoción de Mujeres
Científicas en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas,
ISONOMA, 2016.
as mujeres en ciencia son pocas. Cada vez son más,
pero aún son pocas. La idea darw inista de evolución,
adaptada culturalm ente al concepto de progreso,
hace que esto no parezca un problema. Pareciera que cuando
se observan tendencias para superarla desigualdad, lo único
que hay que hacer es esperar a que se consoliden para que
pronto llegue la equidad. Sin embargo, el progreso olvida
un concepto central de la teoría evolutiva, la supervivencia
del más apto, y la ciencia no se produce sola en las casas.
Entre una cultura que ha definido que los varones tienen
aptitudes más “naturales” para ei ejercicio de la ciencia que
las mujeres y una estructura institucional ciega al género,
las mujeres ven seriamente comprometida su capacidad de
adaptación al medio científico.
L
Chile, 2016
Diana Maffía, directora del Observatorio de Género en la
Justicia del Consejo de la M agistratura de la Ciudad de
Buenos Aires, señala que “en esta cultura se naturaliza una
distribución por género de cualidades -razó n o emoción,
fuerza o sensibilidad, objetividad o subjetividad-, en las
que la valoración cognitiva está asociada con las atribuidas
tradicionalmente al varón”. Esto no significa otra cosa que
supone que un varón nace con una serie de atributos biológi­
cos que lo harán más apto para desarrollarse en las ciencias.
Esta creencia se consolida, por ejem plo, cuando se
observa el com portam iento de los padres en los m useos
interactivos de ciencia. Un equipo de investigadores de
las U niversidades de California y P ittsburg registraron
en 2001 -e n el estudio Parents explain more often to boys
than togirls duringsharedscientific thinking- que los niños
reciben de sus padres más explicaciones sobre la temática
que las niñas. La investigación comprobó que cuando los
niños crecen y llegan a la adolescencia los padres creen
que a los varones Ies interesa más la ciencia y que poseen
m ás condiciones que sus hijas, aunque la perform ance de
3.
UNA INCLUSIÓN EXCL UYENTE • 97
Balance de género en el CONICET
Según cargo, en porcentaje, por sexo, 2016
Varones
Mujeres
Fuente: RRHH-CONIC£T(datos a diciembre de2016}.
unas y otros no varíe significativamente. En esta línea, los
padres utilizan un lenguaje m ás complejo con los varones
porque creen que lo comprenden mejor.
Las consecuencias de e sta s acciones no ta rd a ro n en
llegar: en 2017 en la investigación “G ender ste re o ty p e s
about in te lle c tu a l ab ility em erge early and in flu en ce
c h ild re n ’s in te re s ts ” -p u b lic a d a en la rev ista Sciencese llegó a la conclusión de que e n tre los cin co y seis
años las n iñ as dejan de a so c ia r la in telig en cia con su
propio género. No es un dato m enor si se considera que
el im a g in a rio p o p u la r h a h ech o de la b rilla n te z una
condición n ecesaria p a ra ser científico. De hecho, en
el trabajo “E x p ectatio n s of b rillian ce u n d erlíe gender
d istrib u tio n s across academ ic d isc ip lin e s”, publicado
anteriorm ente en la m ism a revista, que analizó la d istri­
bución de m ujeres por área del conocim iento, se observó
que en aquellos cam pos asociados a u n a in te lig e n c ia
excepcional hay m enos m ujeres.
Si se observa la distribución por sexo en las carreras
universitarias más elegidas en Argentina, veremos la profesionalización de los estereotipos: aún cuando eligen disciplinas
científicas, las mujeres se dedican a aquellas relacionadas al
cuidado, como Psicología, M edicina y Enfermería.
Con las mujeres abajo
Llegar a ser científica, entonces, im plica rem ar a co n tra­
corriente. Y sigue siendo así aún con el títu lo en la mano.
El inform e She Figures, que analiza la producción c ien ­
tífica en la U nión E uropea (UE), m uestra en su últim a
edición de 2016 que, a nivel general, las m ujeres sólo
ocupaban en 2013 el 21% de los puestos de investigación
de prim er nivel, un avance m enor respecto a 2007 (18%).
A dem ás, las m ujeres científicas son m ás proclives que
tos hom bres a ten e r em pleos de m edio tiem po (13,5% vs
8,5%) o trab ajo s p rec a rio s (10,8% vs 7,3%). El fam oso
techo de c ristal no es sólo cosa de CEO’s,
Por otro lado, sólo ocho de los países m iem bros de la
UE tienen m ás de 40% de m ujeres en puestos de inves­
tigación: L etonia (53%), L ituania (52%), B ulgaria (49%),
C roacia (48%), P ortugal (45%), R um ania (45%), Estonia
(44%) y Eslovaquía (42%). En este sentido, llam a la aten­
ción la polaridad E ste-O este. La explicación rad ic aría
en el hecho de que d u ran te los regím enes socialistas las
universidades se abrieron p ara las m ujeres, que incluso
p udieron c o n tin u a r sus c a rre ra s como investigadoras.
Estos países de Estado socialista tam bién generaron una
red p ara el cuidado de los hijos, por lo que las m ujeres
pudieron volver a sus trabajos relativam ente rápido luego
de ser m adres.
De la d e sig u a l d istrib u c ió n del tra b a jo do m éstico
no rem u n erad o se d esp ren d e que, p ara av an zar en sus
c a rre ra s , las m ujeres científicas n e cesitan p rogram as
específicos. Para ello es necesario la participación polí­
tica de las m ujeres científicas, pero tam b ién aparecen
obstáculos: las m ujeres se involucran poco en las in stan ­
cias públicas de la ciencia, aún en sus propios cam pos.
En A rgentina, el M inisterio de Ciencia y Tecnología no
cuenta con ninguna m ujer en puestos de decisión. Según
el O bservatorio de las elites argentinas de la Universidad
de San M artín, h a sta septiem bre de 2016 sólo el 22,6%
del total de los altos puestos jerárquicos del gabinete del
presidente M auricio M acri estaba ocupado por m ujeres.
En definitiva, la capacidad de las m ujeres de av an ­
zar en el ám bito científico no tiene que ver con factores
biológicos sino con sus posibilidades de im ponerse a un
am biente diseñado en su ausencia, y que no se modificó
con su llegada. Y de esto no las salva la ciencia sino la
voluntad política. Sin ella, no sólo se perpetúa una estruc­
tu ra cu ltu ral e institucional injusta, sino que tam bién se
genera conocim iento de m enor calidad, pues ¿cómo se
podrá considerar avance a aquello que no considera a la
m itad de la hum anidad? ©
1 arte
de la rebelió
D e s d e la lit e r a t u r a , p a s a n d o po r la m ú s i c a y el d e p o r t e , h a s ta el
h u m o r, las m u j e r e s han r e s i s t i d o c o n s us e x p r e s i o n e s a r t í s t i c a s
en t o d o s los á m b i t o s de la c u l t u r a . C r e a c io n e s m a g i s t r a l e s que
d e le ita n y que se van d e s p o ja n d o de las i n f l u e n c i a s del u n i v e r s o
p a t r i a r c a l d e c o n s t r u y e n d o a ía vez e s t e r e o t i p o s f u e r t e m e n t e
in s t a la d o s en la s o c ie d a d .
100 O EL ATLAS □£ LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Literatura
0 Mujeres invisibles
Anna C aballé
En el siglo XIX se sentía no sólo rechazo sino verdadera repugnancia por la
autonom ía fem enina. Fueron m u ch as las escrito ras que, al estilo de George
Sand, nacida Aurore Dupin, re currieron al borrado de su n o m bre para evitar
co n flicto s con una sociedad que exigía a las m ujeres un bajo perfil intelectual.
n 1898, una m ujer joven, nacida en L’Escala, un
pequeño pueblo de la costa catalana, presentó a unos
Juegos Florales un monólogo dram ático escrito en
verso, La infanticida, sobre el sufrim iento de una joven,
hija de un m olinero, seducida p o r el p atrón y em bara­
zada. Por el terro r que siente ante su padre, el m iedo al
qué dirán, sufre un ataque de desesperación y estam pa
al recién nacido contra la pared. Nela lo cuenta desde e!
m anicom io donde se la encierra. C aterina Albert, así se
llamaba su autora, ganó los Juegos pero fue severam ente
reconvenida. A nadie le pareció correcto que una mujer,
y además soltera, relatase un infanticidio. “¿Acaso puede
tener límites la obra del artista?”, preguntará el poeta Joan
M aragall, uno de los prim eros en sugerirle que tra tara
tem as más femeninos.
E
Personalidad dual
Esa fue una línea de actuación, defender la fidelidad a su
vocación en la que todo el m undo quería intervenir. Pero
la otra fue aprender la lección del escándalo generado y
recluirse tras un pseudónim o m asculino, Víctor Catalá,
poniendo toda la d istan cia posible en tre la p erso n a y
la obra. O cultando la p rim era del progresivo prestigio
que alcanzaba la segunda. G enerando una personalidad
dual: la m ujer de su casa, entregada a sus obligaciones
fam iliares, ajen a a c u a lq u ie r fo rm a de p u b lic id a d ; y
Víctor Catalá, la escritora rebelde, extraordinariam ente
inteligente, que, refugiada en su soledad, preserva su
independencia creadora.
Su caso no es único. F ueron m uchas las e scrito ras
que, en el siglo XIX, sig u ien d o el m odelo de G eorge
Sand, nacida Aurore Dupin, recurrían al borrado de su
nom bre para evitarse conflictos ante una sociedad que
exigía a las m ujeres m antener un bajo perfil intelectual.
Lo mism o haría Charlotte Bronté firm ando como C urrcr
Bell su novela JaneEyre. O la novelista española, nacida,
sin embargo, en Suiza, Cecilia Bóhl de Faber, recurriendo
al pseudónim o de Fernán Caballero. Sus novelas alcan­
zaron gran éxito, pero ella insistía en que no era más
que una “recolectora de h istorias”, negando en público
cualquier tipo de creatividad. Había crecido escuchando
decir a su padre, un reputado hispanista alem án, que la
m ujer m asculina, la que se gobierna por sí m ism a, que
no reposa en el otro, “es un ser que rep u g n a”.
La sociedad del siglo XIX —el siglo en que las m uje­
res decidieron salir del cascarón dom éstico y librar sus
propias b a ta lla s— no sólo sen tía rechazo, sino verd a­
d e ra rep u g n a n c ia y h o rro r a n te la a u to n o m ía fem e­
nina. M uchas decidieron hacer con la m ano derecha lo
que negaban con la izquierda: así sus obras pudieron
salir adelante de acuerdo con sus ideas. Es el caso de
M aryA nn Evans, más conocida com o George Eliot. Ella
afirm aría que lo usaba porque quería que sus obras se
tom aran en serio, pero lo cierto es que tam bién deseaba
p reserv arse del escru tin io público. Esa fue la actitud
tam bién de M aría L ejárraga, refugiada en el nom bre
de su m arido, G regorio M a rtín e z Sierra, o de Ju a n a
de Vega escribiendo las m em orias del general Espoz y
M ina. N inguno de ellos escribió una sola línea de las
obras por las cuales se les conoce.
Vírilización social o desaparición
R ecurrir a u n pseudónim o m asculino no ha sido la única
form a de invisibilidad. Ha habido y hay otras. El modelo
Em ily D ickinson, p o r ejem plo: u n a m u je r que vivió
recluida en la casa fam iliar de A m herst, consciente de
su singularidad y escribiendo una poesía m aravillosa­
m ente apasionada en el estricto m arco de su habitación.
Fue el caso tam b ién de Alice Jam es, h erm ana de dos
colosos y víctim a de la m isoginia im perante. Su diario
d em u estra qué h u b iera podido h a c er de haber salido
de su cam a de enferm a. Hoy sabem os m ucho m ás de
aquella histeria fem enina con la que se diagnosticaron
tan tas personalidades fuertes.
A. EL ARTE DE LA REBELIÓN • 101
Una tercera form a de invisibilidad la sufre, por ejem ­
plo, Concepción Arenal, una m ujer con un pensam iento
filosófico propio y a la que se recluyó en el sintagma de
“temperamento viril’', masculinizándola precisamente por
su elevación intelectual, que solo era explicable si poseia
la m ente de un hombre, Muchas mujeres han sufrido ese
proceso de virilización social, sin desearlo.
Por último, otra forma de invisibilidad, y esta definitiva,
es la desaparición: ¿cuántas mujeres han desaparecido de
la Historia, de la enseñanza, teniendo m éritos suficientes
para figurar en ellas? ¿Qué fue de Émilie de C hátelet o
de Hildegarda de Bingen? ¿Por qué sabemos tan poco de
Juana M anuela Gorriti? ¿Habría sido posible conocer la
compleja estructura del ADN sin el trabajo de Rosalind
Franklin? ¿Cómo pudo negársele el acceso a la RAE a la
m ejor lexicógrafa (M aría M oliner) que ha conocido la
institución? Ahora vamos conociendo las respuestas. ©
De 114 Premios Nobel de Literatura, 14 son mujeres.
1992
<------------> 2 0 1 8
®
re c ib ie ro n el Nobel en los ú ltim o s 26 años
Anónimas
Maria Lejárraga
pseudónimo: Gregorio Martínez Sierra
(1874-1974)
Escritora española
"Ahora, anciana y sola, véome
obligada a proclamar mi maternidad
[la de sus obras] para poder cobrar
mis derechos de autor."
Virginia Woolf
(1882-1941)
Escritora británica
"Yo me aventuraría a pensar que
Anónimo, quien escribiera tontos
poemas sin firmarlos, fue a menudo
una mujer."
Aurore Lucile Dupin
pseudónimo: George Sand
(1804-1876)
Escritora francesa
"Un hombre y una mujer son hasta
^ t otal
J punto la misma cosa que casi no se
entiende la cantidad de distinciones y
de razonamientos sutiles de los cuales
se nutre la sociedad sobre este
argumento."
L
Fuente: Elaboración propia.
•
•
•
Militancia escrita
Imaginarios feministas
G ab riela B orrelli A zara y F lo re n c ia E. G onzález
La lite ra tura e s c rita por m u je re s s ie m p re ilumina el c o n te x to h is tó rico y refleja
'as p ro b le m á tic a s sociales, c o m o las de género. E s c rito s que se ajustan o no a
los e s q u e m a s filo s ó fic o s y sociales im p e r a n te s pero que d e n u n c ia n a su vez las
se cu la re s d e sig u a ld a d e s e n tre m u je re s y h o m b re s .
na línea invisible pero constante que tiende redes
hacia el pasado y el presente. La historia de la litera­
tura escrita por mujeres suele atomizarse en lecturas
postfeministas, en un revisionismo que esconde a sus obras
de los paradigm as de pensam iento de la época que habita­
ron las autoras. Escritos que se ajustan o desajustan a los
esquemas filosóficos y sociales en que se inscriben. Trazar
una genealogía amplia pero medida de las obras escritas por
mujeres desde la m itad del siglo XX nos perm ite com enzar
a pensar la historia de la literatura como círculos interconectados atravesados por una línea de tiempo.
U
Poner en duda fo biológico
El punto de partida será la filósofa que atraviesa las barreras
del pensamiento con ensayos y ficciones: Simone de Beauvoir.
El segundo sexo se publicó en Francia en 1949, vendió veinte
mil ejem plares en pocas sem anas y se convirtió en la Biblia
de la militancia feminista, com enzando lo que se denom inó
la “tercera ola fem inista”, iniciada a m itad del siglo XX.
“Simone, ¡todas te lo debem os!”, gritó la escritora francesa
Elizabeth Badinter en el funeral de Beauvoir -según relata
la autora inglesa Lisa Asppignanesi en la biografía Simone
de Beauvoir, publicada en 1988-,
Si bien Beauvoir escribió nueve novelas de ficción-entre
ellas Los mandarines de 1954 , cuentos -com o los publicados
en La mujer rota de 1968- y varios libros de m em orias -su
autobiografía más reconocida es M em orias de una joven
form al publicada en 1958-, fue con las palabras con las que
inicia £ / segundo sexo: “No se nace mujer, se llega a serlo”,
que abrió camino tanto al pensam iento filosófico como al
ficcíonal. Esa frase encarna una ídea perform ática, exis­
tencia! ista y moderna, donde la existencia (sobre todo de la
m ujer) precede ala esencia; es una aseveración que discute
con los saberes de las ciencias m édicas y con la biología,
expandiendo esta idea a sus ficciones y al imaginario y la
vida de las m ujeres, hasta la actualidad.
La escritora francesa M arguerite Yourcenar no reivin­
dica ese hecho como un logro de la condición femenina, y
m ucho m enos de la m ilitancia feminista.
Tampoco ha escrito sobre mujeres. Más bien ha tomado a
su literatura como una forma de hablar de sí misma a través
de los otros, de sus personajes, La escritura de Yourcenar
está en contra de los particularism os, ya sean de géneros,
naciones o religiones. Por eso cuando cuenta la vida de
Adriano en su célebre Memorias de Adriano -publicado en
1951- no está hablando de él: es la expresión de la condición
hum ana la que se transm ite con la palabra, haciendo que los
docum entos históricos tom en vida. A través de Adriano se
entiende que el punto justo de la libertad es el de la profunda
servidum bre. Se com prende tam bién que la libertad no es
un don sino una conquista, un acto de audacia, de exigencia
extrem a y de prudentes concesiones.
Yourcenar se nutrió de la filosofía clásica, de los dioses
antiguos que no im ponen ningún dogma, y tam bién de la
filosofía oriental. A través de los artilugios del lenguaje y de
sus personajes, dejó sentada su posición ontológica en la voz
de Adriano: “Un hom bre que piensa o calcula no pertenece
a un sexo; escapa incluso a lo hum ano”. Entonces podría
decirse lo mismo de una mujer. Cualquier persona que piensa
no tiene género. De ahí su posición respecto al feminismo.
Yourcenar es un médium, un eco, una resonancia que viene
del pasado, un instrum ento por donde pasan vibraciones.
La humanidad en un insecto
Publicada en 1964, La pasión segiin G.H. es, para muchos,
la obra m aestra de la escritora brasileña Clarice Lispector. Leer a L ispector es como desem brollar un ovillo. Al
principio, la madeja de su lenguaje es sim ple, acentuado
p o r una recalcitran te subjetividad que nos tran sp o rta a
un m undo cerrado y dem asiado propio. Pero, lentam ente,
como atravesando un viaje largo, sus palabras se instalan
de una m anera novedosa, envuelven y conducen al lector
por un cam ino que se torna nuevo, deseando com partir el
viaje, vaciar esas palabras, exprim irlas hasta desconocerlas.
La historia relatada en La pasión según G.H. es simple:
una escultura de clase alta que vive en un edificio de depar­
tam en to s de Rio de Jan eiro resuelve arreglar el cu a rto
de la criada que se fue. A com odar el cuarto de servicio
4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN * 1 0 3
significa dar form a a su casa, transform arla en un espado
m ás que tenga su sello, su estilo.
La decisión de apoderarse de ese alejado cuarto está
alentada en la creencia de que será el lugar más sucio de
su departam ento. Pero no, la habitación es clara, limpia
y luminosa. En una de sus paredes encuentra pintado un
m ural con una pareja y un perro, cuyas m iradas le resultan
desafiantes y en donde cree ver una dedicatoria hacia su
persona, a su clase social e incluso a la fatuidad de su arte.
Ante esta experiencia desmitificadora llega a una esencial: al
abrir la puerta del placard ve una cucaracha. Este encuentro
le provoca repulsión, un asco abominable, pero es a la vez
el motivador de una ancha y difícil evaluación de su propia
existencia, que siem pre sintió tan resguardada, tan acomo­
dada tomando café en su piso carioca. El encuentro con la
cucaracha es un momento de iluminación para regresar a
un estadio prim itivo, salvaje, y por ello, quizá, feliz. Ella
m isma es la cucaracha. O los escultores. O su clase social.
O los hombres. O el capitalismo. O la sociedad toda.
Dudase incertezas
Silvina Ocam po es una desm itificadora, rom pe con los
convencionalismos y con el desarrollo del m undo tal cual
se espera que funcione. Sus cuentos son un viaje pero sin
saber a qué destino. En el trayecto, se alterna lo real con lo
fantástico, lo maravilloso, lo sobrenatural, mezcla de idiomas,
géneros e impulsos inconfesables. Esa dificultad para poner
límites se convierte en norma, en virtud. Inclasificable, su
literatura es inquietante, cada palabra explora posibilidades
narrativas, poéticas, dramáticas y el hum or como vehículo
del horror y form a canalizadora de la pasión. La decadencia
alienta el aire gótico que sobrevuela una escritura hecha de
incertezas; entre todas las dudas, las mayores están dedica­
das a las criaturas femeninas e infantiles protagonistas de
decenas de cuentos -com o Cielo de claraboyas de 1937 y La
muñeca de 1970-, terreno prolífico de la escritora.
En 1961, Silvina Ocampo escríbelas invitadas, un cuento
clave donde evidencia su estilo literario. Siete niñas son
invitadas para festejar el cumpleaños de seis años de Lucio,
que por contraer rubéola queda al cuidado de una niñera
por el viaje de sus padres. Las invitadas carecen de todo
tipo de inocencia para su edad, tienen un conocim iento
sobredim ensionado sobre el m undo y las personas. Ese
desborde de atributos físicos y oscuridad oscilante moralinmoral subraya ingredientes góticos, con visos de barroco
o neobarroco. Exceso y desborde que recorre la obra de
Ocampo, quizás tam bién su vida.
En ¿7 cuento de la criada, M argaret Atwood tenía varios
antecedentes en su imaginación respecto a la vejación del
cuerpo de las mujeres por parte de un Estado totalitario, pero
la más fuerte de sus inspiraciones provenía de la dictadura
m ilitar argentina. La apropiación de más de 500 bebés por
paite del Estado durante los años 70 caló profundamente en
la autora. El cuento de la criada narra en prim era persona un
futuro distópico en el que, tras guerras con armas nucleares,
Estados Unidos se ha transformado en la República de Gilead,
una teocracia basada en el puritanismo y en la interpretación
extrema del Antiguo Testam ento en el que la sociedad se
estructura y organiza de m anera patriarcal y arcaica.
Las criadas son mujeres “fértiles” que viven sin derechos
en hogares que las han adoptado con el único objetivo de
ser “em barazadas” por el dueño de casa. Atwood expone
toda una serie de dispositivos de disciplinam iento de las
m ujeres que p u ed en relacionarse d irectam en te con el
libro Vigilar y castigar, escrito p o r M ichel Foucault en
1975, unos años antes de la novela de Atwood. En ese texto
fundam ental para la historia del pensam iento, Foucault
describe exhaustivam ente el sistem a penitenciario desde
la Edad M edia y, específicam ente, aclara que las técnicas
disciplinarias son parte de una herencia medieval m onás­
tica. El cuento de la criada cristaliza en su narración toda
la e stru c tu ra de la sanción no rm alizad o ra que expone
Foucault en su texto.
La lite ra tu ra escrita p o r m ujeres, de larga historia,
invita a pensar sobre problem áticas del género pero no
c ierra su cam po de acción a estos tem as. E ste tip o de
escritura perm ite pensar un contexto histórico, la división
de clases e incluso la propia hum anidad. Desde Simone
h a sta la actu alid ad , cada u n a con su im aginario, han
logrado dejar su huella. ©
Escritoras en su contexto
SIMONE DE BEAUVOIR
El segundo sexo
ELSA MORANTE
La isla de Arturo
Fuente: Elaboración propia.
MARGUERITE YQURCENAR
Memorias de Adriano
PATRICIA HIGHSMITH
Carol
Escritores de la época / Obro - Paradigma dominante
SILVINA OCAMPO
Las invitadas
MAYA ANGELOU
Yo sé por qué canta el pájaro
enjaulado
NATALIA GINZBURG
Léxico Fami/iar
ELENA PONIATOWSKA
Hasta no verte Jesús mío
MARGARET ATWOOD
Ei cuento de la criada
CAROL HANISCH
Lo personal es político
ELENA GARRO
Andamos huyendo Lola
KATE MILLETT
Polít/ca sexual
ISABEL ALLENDE
La coso de los espíritus
URSULA K. LE GÜIN
La costo más lejana
DIAMELA ELTIT
Lumpérico
FLEUR JAEGGY
Los hermosos años del castigo
ANA MARÍA MATUTE
Los hijos muertos
CLARICE LISPECTOR
La pasión según G. H.
SARA GALLARDO
Eisejuaz
Jean Paul Sartre /
El existencialismo es un /íumon/smo
SYLVIA PLATH
La compana de cristal
MARÍA VIRGINA ESTENSSORO
El occiso
Martin Heiddeger/
El origen de la obra de arte
Gilíes Deleuze/
Prousí y ios signos
Roland Barthes /
La muerte del autor
Michel Foucault /
Vigilar y castigar
1D4 o
EL ATLAS DE L A REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Lenguaje
Hablar sin sexismos
M ercedes B engo echea
Más allá de la diversidad de tipologías y orígenes, las lenguas coinciden en reflejar
de m a n era a s im é tric a a m u je re s y h o m bre s. El a n d r o c e n tris m o está p resente
incluso en lenguas que no tienen género gram atical, vestigios de un sistem a
patriarcal que p ro g re s iv a m e n te se va d e sm on tan d o ...
Lenguas con pronombres personales que carecen de distinción de género
W ichita
Oklahoma,
EE.UU. ,
Comanehe
Texas,
EE.UU.
Groenlandés
Idioma oficial
Groenlandia
Kutenai
Vasco
Idioma co-oficial
en Pais Vasco
y en Navarra
Pais Vasco
Finlandés
Idioma oficial
Finlandia
Nenezo
Nenetsia,
Rusia
Húngaro
Idioma oficial
Hungría
Turco
Idioma
oficial
Turquía
Arm enio
Idioma oficial
Arm enia
Columbla
Británica,
Canadá
Ainu
N orte de
Honshu,
Japón
Zapotee ,
Idioma oficial N
Oaxaca, Puebla,
Guerrero,
suroeste de
Veracruz (M éxico)
/
Hindi
Idioma
co-oficial
India
Quechua
V ietnam ita
Idioma oficial
Vietnam
(Im babura)
Ecuador
Aym ara ——
Idioma co-o ficia l en
Bolivia y Perú
La Paz, Oruro
(B olivia)
Moquegua, Puno,
Tacna(P erú)
W ichi
N orte de Salta
(A rge ntin a)
Sur de Tanja
(B o livia )
' Indonesio
Idioma oficial
Indonesia
Maori
Idioma oficial
Nueva Zelanda
Selknam
T ierra del Fuego,
Argentina
Abipón
Santa Fe,
A rgentina
Bambara
Mali
Yoruba
Idioma oficial
Nigeria
Dongolese
nubían
Sudán
Kurdo
Idioma oficial
d é la Región
Autónoma Kurda
de Irak
Arabana
A ustralia
Meridional,
A ustralia
Fuente: Matthew S. Gryer y Martin Haspelmath (eds.), "The World Atlas of Language Structures Online', Leipzig, Max Planck Institute for EvolutíonaryAnthropo!ogy,2013.
4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN * 1 0 5
esde los años 70 los feminismos han tratado de hacer
visibles las formas asimétricas en las que los sistemas
lingüísticos representan a las mujeres y a los hombres.
Esta arqueología del sexismo verbal ha buceado en las lenguas
mayoritarias del planeta (inglés, español, chino, árabe, japonés,
indonesio, ruso, francés, alemán...) y en muchas minoritarias;
es decir, en lenguas de diversa tipología y origen, pero que
tienen en común ser el producto de sociedades patriarcales.
Los resultados no dejan lugar a dudas. Pese a las grandes
diferencias, se han podido identificar una serie de rasgos
sexistas que comparten todas las lenguas, y que invisibilizan,
degradan, subordinan o discriminan a las mujeres.
Esto se refleja en fórmulas de tratam iento asimétricas
(“señorita”), expresiones idiomáticas sexuadas (“cabecita
loca”), refranes, un orden de colocación que otorga preemi­
nencia alos hombres. Con frecuencia, los términos que señalan
profesiones y ocupaciones de las mujeres se forman añadiendo
al término masculino un sufijo, que “marca” el femenino y lo
convierte en un producto derivado y subordinada Es habitual
que esa marca femenina conlleve también connotaciones
peyorativas: “gobernanta” o “asistenta” (limpiadora) en espa­
ñol, mientras los correspondientes masculinos son neutros o
gozan de connotaciones positivas: “gobernante”, “asistente”,
“m ajor” (comandante). Algunos femeninos tienen connota­
ciones tan desfavorables que incluso se prefiere el masculino
para mujeres: “vrac” para referirse a médico en ruso.
En todas las lenguas analizadas la relación entre mujeres
y hombres se construye alrededor de un principio básico:
el androcentrismo. Se ha percibido androcentrism o en el
funcionamiento del género gramatical, un rasgo sintáctico
que no poseen todas las lenguas. El género gramatical es un
sistema de clasificación de los sustantivos que siempre incluye
al menos dos géneros, en uno de los cuales están incluidos
los hombres y en el otro las mujeres. Las lenguas que poseen
esa propiedad se sirven del género gramatical para codifi­
car la distinción semántica entre los sexos, dividiendo a las
personas según su anatomía y simándolas en un orden bipolar
jerárquico, en cuyo extremo superior están representados los
hombres ylo masculino, y en el extremo inferior lo femenino
D
y las mujeres, que aparecen subordinadas e invisibilizadas.
En esta jerarquización de los sexos cumple un papel funda
m ental el uso “no m arcado” del masculino: los térm inos
masculinos simbolizan a los varones y a la especie entera
(androcentrismo), en tanto la concordancia de sustantivos
masculinos y femeninos referidos a personas debe realizarse
en masculino. Pero el androcentrismo también se verifica en
aquellas lenguas que carecen de género gramatical. En la
mayoría de las lenguas del mundo los sufijos empleados para
nom brar a los hombres se utilizan como universales: tal es
el caso de -mies (“hombre") en finés o -man (“hom bre”) en
inglés, que se pretenden neutros, por lo que palabras como
Iakimies (“jurista hombre”) en finés, o chainnan (“presidente
hom bre”) en inglés se aplican de forma androcéntrica a
mujeres y hombres.
Se ha demostrado que esas construcciones en masculino
no se interpretan como incluyentes. Las investigaciones
concluyen que los hombres -m ás que las mujeres- las asocian
sólo a hombres y no “ven” en ellas a mujeres, a la vez que
fortalecen la idea de que el masculino y lo masculino son
el género más valioso. Así, las relaciones entre los sexos se
construyen simbólicamente mediante herramientas léxicas
y gramaticales que, si bien son formalmente distintas en cada
lengua, producen efectos similares.
Políticas antisexistas
En prácticamente todas las lenguas se pueden observar actual­
mente diferentes iniciativas tendientes a cambiar este estado
de cosas. En algunas ocasiones estas transformaciones han
sido apoyadas por Estados e instituciones mediante políticas
lingüísticas activas que incluyen la difusión de guías para un
uso no sexista del lenguaje, mientras otros países van a la zaga
en su toma de conciencia respecto del tema.
Pese a encontrar en ocasiones recelo y desconfianza,
cuando no rechazo frontal por parte de ciertas autorida­
des de las lenguas, la reforma va extendiéndose por todo el
planeta. Después de todo, las lenguas actuales son los modos
de expresión y producción de un pensamiento patriarcal que
se encuentra en pleno proceso de deconstrucción. ©
Femeninos en diversas lenguas por derivación
Lengua
NORUEGO
Arabe
RUMANO
INGLÉS
RUSO
INDONESIO
HEBREO
MODERNO
f O
Término para
hombre
Término para
mujer
Traducción
ai español
Forfotfer
Katib
Pictor
steward
majar
vrac
profesor
Dokter
Saxkan
lorfatter-inne
katib-a
p/ctor-rfó
steirardess
majoreffe
vraé-ixa
profesor-ío
dokter perempuon
soxkan-it
autor-autora
secretario-secretaria
pintor-pintora
camarero-camarera
De las 378 lenguas del
mundo clasificadas según
la existencia o no de
pronombres personales de
sujeto con marca de sexo,
254 lenguas carecen de
estas marcas.
comandante-m3jorette
médico-médica
profesor-profesora
médico-médica
Actor-actriz
Fuente: MatthewS. Dryer y Martin Haspelmathfeds.), The World Atias of Language
Structures Online”, 2013.
67,2%
Fuente: Matthew S. Dryer y Martin
Haspelmath (eds.), 'The World Atias
of Language Structures Online", 2013.
106 o
EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Medios de comunicación
Un espejo del machismo
Luciana Peker
A pesar de los cam bios actuales de paradigma, el rol de la m ujer en los medios
masivos, tanto en la ficción co m o en las noticias, continúa fu e rte m e n te cargado
de estereotipos sexistas. En este escenario, las redes sociales co nstituyen un
canal de com u nica ción para cue stio na r este discurso.
ólo en tres de cada diez casos en el mundo las mujeres
son sujetos de noticias en los diarios, la radio y la
televisión, según el Proyecto de M onitoreo Global
de Medios (GMMP, por su sigla en inglés) realizado por
la Asociación M undial para la Comunicación Cristiana y
difundido en 2016. Al mismo tiempo, cuando los medios
hablan de ellas también lo hacen de su familia. No hay mujer
singular, sino mujer familiar, en rol de m adre o cuidadora.
Y a pesar de que el futuro aparece con la expectativa de
abrirle la puerta al cambio, el mito del progreso no es real.
Casi no hubo avances en relación al sexismo y los estereo­
tipos de género con respecto a cinco años atrás.
Todavía m enos son las voces fem eninas que hablan
sobre las noticias. Siguiendo el m onitoreo del GMMP,
sólo el 15% de las que firman las notas en los diarios son
periodistas. El cambio no derrama, sino que llega por cupos,
monitoreos, acciones afirmativas, críticas públicas o una
dem anda clara, pero no por propia iniciativa de quienes
hoy tienen el protagonismo: los varones. El periodismo que
cuestiona los estereotipos de género es escaso; esta crítica
sólo alcanza al 4% de la cobertura informativa, según el
estudio m encionado. En este sentido, si no se abren las
puertas a nuevas miradas, las miradas no se abren solas.
S
Vigilar y cuestionar
“M ientras los cambios hacia una comunicación con pers­
pectiva de derechos se producen a paso lento, las audiencias
parecen reflejar una m irada cada vez más crítica de los
contenidos que discrim inan a las mujeres, con reacciones
que se difunden en redes sociales, convirtiéndose en un
fenóm eno de vigilancia colectiva”, subraya la periodista
M ariana Carbajal en el capítulo “Medios de comunicación
y género”, del libro Miy'eres y varones en la Argentina de
hoy. Géneros en movimiento, compilado por Eleonor Faur,
editorial Siglo XXI, 2017.
En redes sociales, como Twitter, no sólo se produce y
reproduce información y se genera un discurso que incide
en la televisión y en las políticas públicas, sino que también
se m onitores el sexismo en los medios. Un ejemplo es la
cuenta @ columnistOS que se expandió de A rgentina a
Paraguay y Costa Rica. Según el m onitoreo que realiza
esta cuenta, desde diciembre de 2017 a abril de 2018 sólo
un 16,7% de las columnas estuvieron firmadas por mujeres
en Argentina.
Las periodistas, escritoras y expertas no firman tres
cuartas partes de las opiniones con peso, pluma y jerar­
quía a nivel mundial, según el GMMP. Pero tam poco son
protagonistas de las noticias. En Costa Rica, por ejemplo, las
mujeres aparecen sólo en una de cuatro noticias (26%) de
radio, gráfica y televisión, como indica el monitoreo en ese
El periodismo que cuestiona los
estereotipos de género es escaso,
esta crítica sólo alcanza al 4% de
la cobertura inform ativa.
pais del GMMP del año 2015. En Internet la cifra asciende
al 37%, aunque, en tiempos tan vertiginosos, las mediciones
suben por encima de los term óm etros y las redes sociales
ampliaron la participación de género con una influencia
tangible en los hashtag #MeToo #Tim e'sU p (ambos en
Estados Unidos) o #YoTeCreoHermana (en España).
Consultada para este artículo, la investigadora en medios
de comunicación, tecnologías digitales y género, Claudia
Laudano, señala: ‘T rente a las dificultades para infiltrar los
medios de comunicación con estrategias que desarmen los
estereotipos sexistas, más allá de excepciones que siempre
se registran, la apropiación de redes sociales resultó un
atajo para el feminismo, dado que en diferentes contextos
y momentos fue posible poner en circulación discursos e
imágenes que resquebrajaron aquellos férreos moldes 4
4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN • 107
Sexualización de la mujer en el cine
¿Quién presenta las noticias?
Según rango etario, en porcentaje
Según medio y género, 2015
P re sen tació n de
notas in fo rm a tiva s
32%
Adultas
X Femenino
Los personajes de mujeres
entre 13 y 39 años son
igualmente sexualizados.
I “¿ M asculino
Fuente: Geena Davis Instituís on Gender in
Fuente: Proyecto de Monitoreo Global de Medios, 2015.
Media, 2015.
Representación en las noticias
Según género
Contenido de ias noticias
Notas informativas con mujeres como
centro de ia información (prensa escrita,
radio y televisión), en porcentaje
10%
Celebridadades, Crimen
a rte s y
y violencia
deportes
de las notas
inform ativas
Ciencia
y salud
tie n e n m ujeres
com o cen tro
% Fem enino
% Masculino
Se la presenta
como víctima
16
Se la presenta
como sobreviviente
8
8
3
de la inform ación
Se la identifica por su
condición en la familia
Fotografías en
prensa escrita
Fuente: Proyecto de Monitoreo Global de Medios, 2015.
30
19
23
Fuente: Proyecto de M onitoreo Global de Medios, 2015.
5
108 o
EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN OE LAS MUJERES
..................................................................................
Mujeres detrás de cámara
En porcentaje, según área
Personajes según género en el cine
• • • •
con producciones alternativas, no hegem ónicas. Se
alimentan de producciones artísticas, del humor y la ironía,
y perm iten visibilizar otras subjetividades, en especial
para las jóvenes”.
Siete de cada diez jóvenes se inform an a través de las
redes sociales, según el estudio Normas sociales e imagina­
rios que profundizan la violencia contra las mujeres realizado
por Oxfam (una confederación internacional que realiza
acciones de lucha contra la pobreza) en ocho países de
América Latina y el Caribe, sobre imaginarios y norm as
sociales en m ujeres y hom bres jóvenes de 15 a 25 años,
publicado en julio de 2018. “Con la fuerte entrada de Internet
y los sm artphones en América Latina y el Caribe, sin negar
que son nuevos espacios o medios de violencias machistas,
se está facilitando el consumo de información alternativa”,
explica, en una entrevista para este artículo, Damaris Ruiz,
coordinadora para América Latina y el Caribe del área de
Derechos de las M ujeres de Oxfam.
Ruiz tam bién alerta: “Si bien las m ujeres tienen cada
vez más presencia y voz en los medios de comunicación,
el tema de fondo es desde qué posiciones, con cuáles roles
y qué imágenes de m ujeres siguen reproduciendo. Si bien
Sólo el 3% de los anuncios en el
1mujer cada 7 hombres representa a
un profesional en Ingeniería, Ciencias,
Tecnología o Matemáticas.
mundo muestran a las mujeres en
actividades profesionales y en el 97%
de los roles en Ingeniería
fueron para mujeres.
el rol feminizado es secundario.
de tos roles en Tecnología
fueron para mujeres.
la cobertura de noticias relacionadas con las violencias
m achistas ha mejorado, sigue siendo sum am ente preocu­
pante cómo se comunican los casos, en general revictimizando, profundizando alegatos que reproducen norm as
sociales tradicionales que imponen la creencia de que las
mujeres son las culpables. Es muy preocupante que la gran
mayoría de los medios de comunicación parecieran estar
utilizando las noticias sobre las violencias machistas como
otro factor de venta más, lo cual juega un papel elemental
en la normalización de las violencias contra las m ujeres”.
de ¡os roles en Ciencias
fueron para mujeres.
Fuente: Geena Davis Institute on Gender in Media, 2015,
Magros avances
Pantallas machistas
hasta septiem bre de 2017, se estrenaron
144 películas argentinas, de las cuales
31 fueron dirigidas por mujeres, 3 fueron
co-d¡rígidas y el resto fueron dirigidas
íntegram ente p o rv arone s(F lo re nc ¡a Tundis
y Maitena Mtllena, "El viaje de la heroína;
¿existe la equidad de género en ía industria
argentina?", Economía Femini(s)ta,
h ttp ://e c o n o m ia fe m in ita .c o m ).
La publicidad intenta salir del cliché de la chica que consi­
gue la felicidad si brilla su pelo o la m adre que es capaz de
cortarse un dedo para tener la cena lista y bailar al trapear el
piso, pero gran parte de la industria publicitaria no apuesta
por innovar, al mismo tiempo que la mirada crítica no está
aún instalada. Sólo tres de cada diez varones adolescentes se
dan cuenta de que las publicidades tienen un sesgo sexista,
según el estudio realizado por el investigador Pablo Vidal
para su tesis doctoral de la Universidad del País Vasco en
2017, “La percepción del sexismo en la publicidad: un estudio
con alumnado adolescente de la Comunidad Autónoma del
País Vasco” , entre 528 estudiantes de ocho secundarias de
la com unidad vasca en España.
Sólo el 3% de los anuncios en el m undo m uestran a las
m ujeres en actividades profesionales y en el 97% de las
U, EL ARTE DE L A REBELIÓN * 109
Sesgo de género sin fronteras
Pa rtic ip a c ió n de m u je re s en el cine, en porce n ta je
In v is ib iliz a d a s
Mujeres en
pantalla
Seqúne! Monitoreo Global de
Medios(2015), en América
Latina, las m ujeres fueron
sujeto de la noticia en sólo
el 29% de los casos, tanto
en medios tradicionales
(impresos, radio, televisión)
com o en in te rn e t y Twitter.
de lo s p a p e le s co n
te x to son a c tu a d o s
p o r m u je re s.
d e los film s tie n e n
una p ro ta g o n is ta
m ujer.
d e lo s ro le s
c o n te x to de
pe lícu la s de
a c c ió n o
a v e n tu ra s son
re p re s e n ta d o s
p o r m u je re s.
7
de tos film s
posen un
e le n c o
e q u ilib ra d o
en g énero.
Participación de mujeres en ei cine
Por ac tividad e c o n ó m ic a , en porcentaje, 2015.
Nota: datos o b te n id o s de
una inve s tig a ció n realizada
15%
M edicinaysalud
14%
Ejecutivas
en 2015 a p a rtir de p er­
sonajes in te rp re ta d o s p or
Inversoras
m ujeres en film s populares
Políticas
en once países (Estados
7%
Abogadas y juezas
Deportistas destacadas
4%
Unidos, Japón, China, Reino
Unido, Australia, India, Fran­
cia, Alemania, Corea de! Sur,
Fuente: Geena Davis Institute on Gender in Media, 2015.
publicidades el rol fem inizado es secundario. M ientras,
nueve de cada diez mujeres sienten que les quieren vender
- e n todo se n tid o -, que ellas sólo son sím bolos sexuales,
y el 30% cree que sólo se m uestran m ujeres percibidas
desde la m irada m asculina en los avisos, según el Prim er
E studio de Seguim iento sobre las A ctitudes V inculadas
a la Igualdad de Género de U nilever - e n el m arco de la
Alianza #U nstereotype, en conjunto con ONU M ujeres-,
realizado en 25 m ercados y publicado por Com unicación
para la Igualdad.
En el cine tam poco se construye una im agen de pari­
dad, De acuerdo a la investigación Gender bias w ithout
borders, realizada por el Geena Davis Institute of G ender
in M edia en 2017, sólo tre s de cada diez personajes de
película son m ujeres. Las protagonistas de películas son
apenas el 23%. Corea del Sur, A ustralia, C hina y Japón
son los p aíses con m ayor c a n tid a d de ro le s e ste la re s
fem inizados.
El m u n d o cam bia a n te s que q u ie n e s m u e s tra n el
m undo. El 41% de las m ujeres en Argentina trabajan, pero
Rusia y Brasil),
únicam ente el 25% de las actrices encarnan personajes
q ue trabajan en el cine, según el inform e “R ep resen ta­
ciones de género en el cine argentino: u n análisis de los
p erso n ajes fem eninos en las pelícu las arg e n tin a s m ás
vistas”, de las investigadoras argentinas B árbara Duhau,
Taluana W enceslau y C arolina Villanueva, publicado en
2016 en el sitio w eb de m onitoreo de género en el cine
argentino w w w .unpastiche.org.
La p a n ta lla refleja u n a d esig u ald ad que c o m ie n za
desde antes del grito de “¡Acción!”. Sólo hay un 21% de
d ire c to ra s y un 20% de g u io n istas en la in d u stria del
espectáculo m undial, de acuerdo al inform e del G eena
Davis In stitu te o f G ender in M edia. Las diferencias son
palpables. No es sólo cuántas se m uestran, sino cóm o se
m uestran: una de cada seis m ujeres aparecen sexis o con
p oca ro p a y el 36% son a d o lescen tes, según el m ism o
inform e. En e ste sen tid o , no hay una re p re s e n ta c ió n
igualitaria, b asta con observar la representación m ascu­
lina: sólo uno de cada doscientos varones se exhibe de
m an era atractiva en las películas. ®
Deporte
Juego limpio
Sonia S an to ro
En el d e p o rte ia idea de la m u je r c o m o sexo débil fija jerarquías y en los J u e g o s
Olímpicos es donde más claramente se manifiesta. A pesar de que en los últimos
años a u m e n tó s ig n ific a tiv a m e n te su p a rticip a ción , las deudas en té r m in o s de
equidad siguen siendo im p o rta n te s .
E
l deporte tal vez sea el am biente en el que el este­
reotipo que atribuye a las m ujeres ser el sexo débil
esté más arraigado. Allí donde parecería que lo que
está en juego solo tiene que ver con la biología, es donde
las visiones tra d icio n a le s de sexo débil vs. sexo fu erte
adquieren más fuerza, así com o las discrim inaciones y las
hum illaciones cuando alguien escapa a la norm a h e te ro ­
sexual. Sería injusto decir que las cosas no están cambiando,
casi tanto como proclam ar que m ujeres, hom bres y trans
tienen igualdad de oportunidades en el m undo deportivo.
Observar el devenir de los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) desde
sus inicios ayuda a tener un panoram a de la situación de las
m ujeres en el deporte. El padre fundador del olim pism o
m oderno, el francés Pierre de Coubertin, sostuvo hasta sus
últimos días que el lugar de la m ujer en los JJ.OO. debia ser
el de entregar las coronas a los vencedores. Su inspiración
eran los juegos atenienses, que no sólo excluían a las mujeres
como deportistas, sino tam bién como espectadoras.
Con este trasfondo, los prim eros .IJ.OO., celebrados en
Atenas en 1896, fueron enteram ente masculinos. Las m uje­
res se sumaron en los segundos, organizados en 1900, en los
que solo representaron un 2%. T endrían que pasar ciento
catorce años para que en 2012, en la ciudad de Londres,
las m ujeres com pitieran en todas las categorías y p a rti­
ciparan en todas las delegaciones, Los últim os JJ.OO. de
Río de Janeiro en 2016 estuvieron cerca de la paridad, ya
que según datos del O bservatorio de G énero en los Juegos
Olímpicos Río 2016 las m ujeres representaron el 45% del
total de los deportistas.
Oportunidades y liderazgos
Como o cu rre en otros ám bitos, paridad no quiere decir
equidad, y si b ien m ejoró el acceso de las m ujeres a las
instancias de alto nivel competitivo, las deudas en térm inos
de equidad siguen siendo importantes. Por un lado, las niñas
y m ujeres en todo el m undo tienen m enos oportunidades y
consiguen m enos inversión y capacitación. Cuando logran
llegar a ser atletas profesionales, se e n c u en tra n con un
techo de cristal y unabrecha im portante en el salario. Según
datos de ONU M ujeres, por ejem plo, la retribución total
Participación de las mujeres en los Juegos Olímpicos
Países con p a r tic ip a n te s fe m e n in a s y a tle ta s m ujeres, en p o rcentaje , 1896-2012
100%
204países
1896
I
1WB
192*.
1936
1956
1968
Porcentaje de países con participantes fem eninas
Fuente: Comité Olímpico Internacional.
! Porcentaje de atletas mujeres
4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN • Til
Tan es así que, en 2007, el COI hizo pública una Declaración de
Consenso que define el problemay da pautas para su prevención.
para lu últim a Copa M undial de Fútbol Fem enino fue de
15 m illones de dólares, contra 576 millones de dólares en
la últim a Copa M undial de Fútbol Masculino. Otro tanto
ocurre con el tenis de alto rendimiento, donde son públicas
las disputas por equiparar los premios.
Por otro lado, la representación fem enina sigue siendo
inferior en los puestos de alta jera rq u ía de las in stitu ­
ciones deportivas locales, nacionales y m undiales. En
2015 las m ujeres ocupaban, en prom edio, un 14% de los
puestos de tom a de decisiones en las confederaciones
continentales de deportes olímpicos en Europa. El Comité
Olímpico Internacional (COI) incorporó por prim era vez
m ujeres en cargos directivos en 1982. H asta julio de 2016
sólo cuatro m ujeres (25%) integraban la Ju n ta Ejecutiva,
m ien tras que el 38% de particip ació n fem enina en las
com isiones alcanzado en 2017 fue difundido com o un
gran logro. Las m ujeres tam bién en fre n ta n obstáculos
para ser entrenadoras o directoras técnicas. Según datos
del Instituto Europeo de la Igualdad de Género, apenas
en tre un 20% y un 30% de los en tren ad o res deportivos
de Europa son m ujeres.
Este escenario conduce a que las jóvenes no tengan
liderazgos fem eninos fuertes que las inspiren en su desa­
rrollo y se pierdan la posibilidad que ofrece el deporte de
em poderarse sobre sus cuerpos y su autoestim a. Por otro
lado, la inequidad favorece situaciones de violencia: en años
recientes se m ultiplicaron las denuncias de jóvenes por
acoso y abuso sexual por parte de sus entrenadores, del
personal m édico o dentro de las instalaciones deportivas.
Con gusto a poco
Las políticas destinadas a prom over la participación fem e­
nina en los deportes, y a superar prácticas discriminatorias
aparecieron con fuerza hace poco más de dos décadas. La
Prim era Conferencia M undial sobre la M ujer y el Deporte
se celebró en 1994 en Brighton. De ella resultó ia “Decla­
ración de B righton” y la creación del G rupo de Trabajo
Internacional sobre la M ujer y el D eporte que impulsan,
en tre otras cosas, la igualdad de género, el liderazgo de
m ujeres y la asignación de recursos a m ujeres deportistas
y a program as destinados a increm entar la participación
de la m ujer en el deporte. En tanto, la Agenda 2030 para
el D esarrollo Sostenible, adoptada por las y los líderes
mundiales en 2015, reconoce explícitamente que el deporte
es un facilitador im portante para el reconocim iento del
cuerpo, el desarrollo y el em poderam iento de las m ujeres.
A pesar de los avances, el día a día de las niñas y mujeres
que quieren practicar un deporte de m anera competitiva
sigue siendo una lucha c o n tra el ninguneo, el sexism o
m ediático y la falta de recursos y apoyos de todo tipo.
En 2017, después de décadas de críticas por parte del
feminismo, la Real Academia Española, que históricamente
definía “sexo débil” como “conjunto de m ujeres”, aceptó
agregar la aclaración “con intención despectiva o discri­
m inatoria”. Los cambios en el m undo deportivo dejan la
m ism a sensación: todavía tienen gusto a poco. ©
Deportes con representación femenina
P artic ipac ión en d iferentes disciplinas d e p o rtiv a s de los J u e g o s Olímpicos, según sexo
Sólo com piten hom bres
Disciplina únicam ente fem enina
Compiten hom bres y m ujeres
76 80 84 88 92 96 00 04 08 12 16
•
ééé
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• • •
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•
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Tenis
Natación
Gim nasia artística
t
»
í
¥
J k .
A tle tism o
Voléibol
Básquetbol
Hockey sobre césped
Gimnasia rítm ica
Nado sincronizado
Judo
Fútbol
Sóftbol
Vóley playa
Lucha
e •
Fuente: C om ité Olímpico Internacional.
Boxeo
112 O EL ATLAS DE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
Infancia
Muñecas y autitos
Carolina Duek
Los juguetes son un reflejo de la infancia donde se proyecta la mirada de
los adultos que canalizan en ellos sus expectativas y aspiraciones. Los
fabricantes, aunque lentamente, se ajustan progresivamente a los cambios
sociales. Pero los estereotipos de género siguen estando muy instalados.
a infancia, como categoría social y cultural, se
inventó. No existió desde siempre, como podría
parecer, sino que fue construida a partir de una
mirada que proyectaba una desigualdad con el mundo
de los adultos. Así, se crearon instituciones, planes de
estudio, normas de comportamiento y expectativas orien­
tadas a educar a las infancias, que aparecían como sujetos
cruciales en la modernidad. La homogeneización y la
normalización social fueron dos claves para pensar las
infancias en el siglo XX. Todos los chicos y las chicas
debían ser escolarizados y estar higienizados.
La igualdad de los contenidos y la inserción en las
instituciones no garantizan por sí mismas la igualdad de
oportunidades. Por eso es imposible construir cualquier
aproximación a las infancias sin tomar en cuenta las
desigualdades que las atraviesan desde su mera defi­
L
nición. Trayectorias sociales, políticas, culturales y
económicas organizan la vida cotidiana de los y las
chicas y configuran los horizontes de posibilidades y
limitaciones con las que conviven. La normalización y la
homogeneización son, entonces, horizontes imposibles.
Las expectativas del adulto
Junto con ei desarrollo de las instituciones y la definición
de las infancias se abrió un campo específico compuesto
por los objetos y las prácticas que se esperaban de los
más chicos. Jugar es una de fas prácticas asociadas con
las infancias desde múltiples disciplinas que definen esa
actividad como constitutiva de la etapa vital. El juego
es, por lo tanto, un espacio crucial para comprender no
sólo qué hacen los chicos y las chicas con los objetos,
estímulos y propuestas que los rodean sino qué objetos
Juguetes estereotipados
Características principales, según juguete para cada género
ROL
Salvar el m undo__
COLORES
Negfo, verde,
naranja, azul
ropa
Trajes especiales^
a c c e s o r io s
Armas, espadas,
capas, trajes
Fuente: Carolina Duek.
ROi.
Cuidado de si
y cíe otros
colores
Rosa' lifa y pasteles
ROPA
Vestid°s. polleras
ACCESORIOS
Cocina, jardinería,
cunas, cochecitos
compras, belleza ’
4 . EL ARTE DE LA REBELIÓN • 113
se destinan para ellos y ellas por parte de las industrias
com erciales orientadas a las infancias.
W alter Benjamín, en su libro La literatura infantil, los
niños y los jóvenes, sostiene que los juguetes no son una
sim ple im itación de los útiles del adulto. Es la m irada
del adulto, las expectativas que tiene con y a través de
ese objeto la que org an iza la p e rc e p c ió n de los más
chicos. Una m uñeca, dice Benjam in, puede funcionar
como m uñeca, alm ohadón, niña, adulta o como lo que
el niño o niña que se la apropia desee. El adulto tiende a
canalizar, en los objetos que pone a disposición de los más
chicos, sus expectativas, su m irada y sus aspiraciones.
Similitudes y diferencias lúdicas
C aracterísticas principales, según ju guete para
cada género
Transformaciones en gestación
En este contexto, no es casual - e s un re s u lta d o - que
los juguetes m ás vendidos en los últim os años tengan
una doble relación: con los contenidos m ultim ediáticos
y con el género.
La prim era variante perm ite pensar no sólo la ap ari­
ción de nuevos juegos y objetos vinculados con programas
y personajes, sino la transform ación superficial de los
juegos viejos (m uchos de ellos “tradicionales”) a la luz
de los personajes de moda. El LudoM atic de Toy Story
no se juega en base a nuevas reglas, sólo se m odificó la
escenografía sobre la cual se rec o rre n los cam inos; el
dom inó de Barbie es un dom inó como cualquier otro,
con la imagen de la m uñeca de fondo. La clave es pensar,
por un lado, los m ecanism os de venta a los niños, niñas
y adultos que m edian en la com pra y, por otro, de qué
forma se configuran las prácticas. El juguete o el juego no
alcanza para sostener las ventas: un personaje convoca
más que un dom inó en blanco y negro. Las franquicias
son un cam ino hacia la expansión de sus m ercados.
La segunda variante aparece desplegando las expec­
tativas que se proyectan sobre el género: los juegos “de
varón” y las m uñecas “p ara las nenas” son dos de los
tantos ejem plos posibles que ilustran la form a en la que
el discurso sobre los estereotipos de género se intersecta con los objetos y colores asociados. Hay baterías
de cocina violetas y rosas, y o tra s n aranjas y verdes:
¿podem os adivinar cuál es “de varón” y cuál “de nena”?
Las transform aciones que se están gestando en los últi­
mos años respecto del género tienen como horizonte la
igualdad y, en su camino, reivindican la deconstrucción
de los estereotipos.
SIMILITUDES
•
•
•
•
• • •
Dinámica
de juego
V
Movim ientos
necesarios
para ganar
Cantidad de
piezas y form a
del tablero
VARIACIONES
Colores de
las piezas
Personajes
televisivos
del tablero
Diseño del
cuadernillo
de reglas
Fuente: Carolina Duek.
Deconstruir los estereotipos
En la cotidianidad de las jugueterías, en los grupos de
m adres y padres de W hatsApp, en los discursos fam i­
liares y en las escuelas, el cambio no ocurre en la misma
escala ni al m ism o ritm o. Hay nuevos productores de
juguetes que han m odificado la relación en tre los e ste ­
reotipos de género, como las jugueterías que tienen una
apuesta específica sobre lo que venden, cóm o lo hacen
y para quién.
Pero los cambios son lentos y el desafío, para el futuro
inm ediato, es desarm ar, explicar y d esarrollar políticas
educativas que construyan la igualdad en un m arco de
reconocim iento de la diversidad. O
Ser o no s e r
"La amenaza de 'dejar de ser' por no tener
un objeto o juguete especifico opera
tanto para los padres como para los hijos.
La sociabilidad está en muchos casos
organizada por la oferta de los medios, que
se relaciona, a su vez, con las elecciones
adoptadas por grupos significativos".
Carolina Duek, Infancias entre pantallas,
Capital intelectual, Buenos Aires, 2013.
114 o
EL ATLAS OE LA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES
• *
Música
3
Canción con todas
M erced es L iska, M alvina S ilba y C arolin a S p a ta ro
P u e sto que las m u je re s e stán tr a n s f o r m a n d o la sociedad, las e xp re s io n e s
c u ltu ra le s ta m b ié n se e n riq u e c e n . En las ú ltim a s décad a s, ia m ú s ic a fu e
re a p ro p ia d a p or ellas en ta n to c o n s u m id o ra s , in té rp re te s , c o m p o s it o r a s y
p r o ta g o n is ta s de las c a n cio n e s.
a participación de las m ujeres en el m undo de la
música puede definirse a p a rtir de distintas prác­
ticas: como cantantes, intérpretes o compositoras;
como integrantes de los públicos, ya sea en rol de oyentes
o bailarinas -e n este últim o aspecto las m ujeres siempre
Kan tenido una relevancia particular™ y tam bién como
protagonistas de las historias que narran las canciones
de diversos géneros m usicales. En A m érica Latina las
mujeres han desarrollado durante generaciones carreras
profesionales como cantantes, en m enor m edida como
ejecutantes de distintos instrumentos, como compositoras,
arregladoras o cumpliendo funciones en la producción y
dirección artística. Sus trayectorias conform an las h isto ­
rias del tango, el jazz, los folclores regionales, la música
clásica, el rock, la cumbia y la canción rom ántica, entre
otros géneros o estilos. M uchas veces su contribución
ha sido narrada en térm inos periféricos; otras veces ha
perm anecido más oculta.
L
Del tango al reggaetón
Más allá de las experiencias de las mujeres en el ámbito
profesional y público, buena parte de su relación con la música
se despliega, en función de los roles de género asignados a
ellas en la organización social moderna, en el ámbito privado.
La escucha y la apropiación musical les han brindado a las
mujeres espacios de ocio que funcionaron como la expresión
de una libertad deseada: las mujeres, en tanto fanáticas de
artistas de los géneros más populares, han constituido una
parte importante y mayoritariade los públicos, prestando un
apoyo clave en la consagración de muchos artistas.
Paralelam ente, a lo largo del siglo XX las letras de las
canciones de la música popular han consagrado a las mujeres
como personajes relacionados con tem áticas diversas. Del
tango al reggaetón, pasando por el rock, la canción rom án­
tica y la cumbia, lo que se cuenta a través de las poéticas
construye nociones, ideas y valores sobre el un ¡verso feme­
nino que históricam ente, han rem itido a la apreciación y
el dominio de la representación m asculina. En el caso de
las intérpretes femeninas, las tem áticas abordadas en sus
canciones se caracterizaron por enm arcarse en historias
románticas y en vínculos erótico-afectivos tradicionales.
Un nuevo imaginario
E sta situación está cam biando. Al calor de los debates
contemporáneos sobre el lugar de las mujeres en diferentes
esferas de la tram a social, parte de las marcadas asimetrías
sobre las que se asientan las prácticas y representaciones
de género y sexualidad en la m úsica han com enzado a
transform arse. Recientemente se ha promovido una mayor
visibilidad, interés y reconocimiento del trabajo de artistas
femeninas. En este sentido, cabe destacar el surgim iento
de conjuntos integrados exclusivamente por mujeres, que
La escucha y la apropiación
musical les han brindado espacios
de ocio que funcionaron como la
expresión de una libertad deseada.
tejieron lazos que traspasan los m arcos locales así como
alianzas con el movimiento de mujeres.
Se trata de una nueva m arca de época, que llegó acom­
pañada por la ejecución de in stru m e n to s antes re s e r­
vados a los hom bres, como el bandoneón, el contrabajo,
distintos tam bores tradicionales, la batería, el bajo y la
g u ita rra eléctrica, adem ás de instrum entos de tecnolo­
gías digitales.
Al mism o tiem po, las m ujeres en tanto com positoras
de géneros diversos han corrido el horizonte de lo deci­
ble: hay una evidente d¡versificación de retó ric a s que
incluyen form as de lo erótico por fuera del im aginario
A. EL ARTE DE LA REB ELIÓ N • 115
ro m án tico tra d icio n a l, la tem a tiz ac ió n de la violencia
h acia las m u jeres en sus m ú ltip les m a n ife sta c io n e s y
nuevas significaciones de lo sensible y lo espiritual, Este
g iro en la fo rm a de re p re s e n ta r y a u to -re p re s e n ta r lo
fem enino ha habilitado rep erto rio s que ponen en escena
las expresiones de am ores y sexualidades disidentes, en
pleno crecim iento.
Es in te re sa n te señ alar que las tra n sfo rm ac io n es en
los m odos de tem atizar la fem inidad se dieron no sólo en
las bandas co nform adas p o r m ujeres sino en la m úsica
popular en general, despertando en los últim os años polé­
micas en torno a la cum bía vi llera, el funky, elreg gaetón
o el tra p e incluso la propia canción rom ántica. El eje de
dichas polémicas se centra en dos cuestiones: por un lado,
un en u nciador m asculino que rep re sen ta a las m ujeres
en térm inos procaces, destacando sus atributos sexuales
y c ie rta disposición p a ra com placer el deseo m asculino
e incluso el propio; p o r el otro, la apropiación que hacen
las m ujeres de esas canciones, in co rp o rán d o las en sus
propias form as de auto-representación. Si se corre el foco
de la d enuncia por la su p u esta objetualización de éstas,
p u e d e n leerse allí se ñ ale s re le v a n te s de u n a lib e rta d
deseada ya m encionada.
En esta linea, las m ujeres, en tanto públicos, establecen
un vínculo totalm ente explícito entre el hecho de escuchar
una canción, ir a bailar cum bia, reu n irse con am igas en
un club de fans para hablar de un ídolo m usical o salir a
ensayar con una banda de reggaetoneras, y la elaboración
de ciertos m árgenes de autonom ía. En esos intersticios las
m ujeres fantasean con u n /a a rtista que las atrae, d isfru ­
tan de un ritm o en p a rtic u la r, bailan y, a la vez, to m an
distancia de las obligaciones dom ésticas y de cuidado que,
independientem ente de su edad, su p erten en cia genera­
cional e incluso su clase social, suelen recaer sobre ellas
en u n a división del trabajo c e n te n a ria que m ultiplica y
profundiza las desigualdades de género. ©
En primera persona
Las m u je re s en las letras de c a n c io n e s populares a rgentina s
Nombre de la canción
Autor. Año. Intérprete
Frase
Idea
"La morocha"
Ángel Villoldo y Enrique
Saborido. 1905. Flora
Gobbi
“Yo soy la morocha /
La más agraciada /
La más renombrada /
De esta población"
Destaca la propia
belleza, talento y sus
virtudes.
"Se dice de mi"
Francisco Canaro e Ivo
Pe!ay,1943. Tita Merello.
"Si fea so/, pongámosle
Que de eso aún no me
enteré /
En el amor yo sólo sé
Que a más de un gil dejé
de a pie"
Mujer comparada con
varón pero que es
atractiva.
Desafia los
cánones de
belleza.
"Prohibido
prohibir"
Eladia
Biázquez.
2000.
"No se puede prohibir,
el afán de cantar /
Ni el deber de decir lo
que no hay que callar"
Tematiza el deseo de
libertad criticando la
censura, tanto colectiva
como individual.
"Fuiste”
Gilda. 1995.
a
"Yo me planto y
digo basta /
Basta para m i1'
Termina con una
relación que no la
conforma. Autocrítica.
Cuestiona la imagen de
la mujer que debe
tolerar todo por amor.
Fuente: Mercedes Liska, Malvina Silba y Carolina Spataro,
"Qué bello"
"Qué ganas de no
verte nunca más"
Lia Crucet. 1990.
"Yo que te deseo a
morir/
En el piso o donde sea,
tómame"
La pasión y
el deseo de
la mujer.
"Olvídame y
pega la vuelta"
Manuel Alejandro.
Valeria Lynch. 1984.
Lucía y Joaquín Galán.
Pimpinela. 1984.
"Que ganas de no verte
nunca más/
Que ganas de cerrar este
capítulo en mi vida/
Donde fuiste una
mentira y nada más'
"Ahora soy yo la que
quiere estar sin ti"
Una mujer decide
terminar una relación
que le hace daño.
La mujer que se atreve a
decirlo que quiere. No
le teme a la condena
social. Desafia los
límites délos vínculos
amorosos y eróticoafectivos.
"La tonta"
B
~
"Como la cigarra"
María Elena Walsh, por
Mercedes Sosa. 1972.
misma
moneda'
Karina,
La Princesita. 2010.
"Ahora tienes ía marca /
Y me la debes a mí"
Infidelidades de su
pareja. Una mujer que
muestra su nuevo
vinculo sexual.
"Cantando al sol como
la cigarra /
Después de un año
bajo la tierra"
Habla del amor y las
formas del desamor,
Himno emblema de Ixs
exíliadxs de la
dictadura militar
argentina de 1976.
o
Jimena Barón.
2017.
"Vuelvo a ser la
tonta que se amolda a tu
rutina /
Que te espera mientras
te cocina’1
Mujer que enfrenta el
desprecio y la falta de
consideración de su
pareja. Desafía su rol de
ama de casa compla­
ciente.
• •*
Humor fem inista
Resistir desde la risa
T a m a ra Ten enbau m
"Las m u je re s no son graciosas", suele e s c u c h a r s e fr e c u e n te m e n te * Sin
em bargo, el m ito de la m uje r a guafiestas, a pesar de e s ta r enraizado en el
in c o n s c ie n te colectivo, es d e r r u m b a d o a fuerza de risas por las h u m o r is ta s
que res is ten y denuncian la cu ltu ra m a c h is ta .
ara las m inorías oprimidas, el hum or fue siem pre un
espacio de resistencia especialm ente interesante. La
ambigüedad del discurso hum orístico (lo que se dice
“en chiste”, se supone, no se dice “en serio”) les perm itió a
estos colectivos hablar de sus realidades sin el rechazo que
hubiera causado decir las mismas cosas en otro tono. También
fue históricam ente una forma de sobrellevar la experiencia
de la dom inación y un m ecanism o de supervivencia y de
adaptación; de lo que no es tan fácil cam biar a veces es
m ejor reírse que llorar. Las tradiciones del hum or judío y
los grandes com ediantes afroam ericanos del siglo XX son
dos ejemplos de que m uchas veces estos discursos pueden
contribuir para transform ar radicalm ente la percepción y
el lugar que un grupo m inoritario ocupa culturalm ente.
El hum or permite, a través de mecanismos como la hipér­
bole y la reducción al absurdo, denunciar situaciones de
opresión y violencia que pueden pasar desapercibidas al
ojo desnudo. No obstante, la situación de las m ujeres a
este respecto ha sido particularm ente distinta: m ientras
que a algunas m inorías se les reconoció tem pranam ente el
“derecho al hum or” (aunque no sea más que para ubicar­
los en un rol de bufones, como han denunciado m uchos
comediantes afroam ericanos y tam bién varones gays en el
m undo del espectáculo), el prejuicio dice que las m ujeres
sencillam ente no sirven para la comedia. “Las m ujeres no
son graciosas” es una sentencia que se repite, como lo hizo
en 2007el escritor inglés Christopher Hitchens en la revista
Vanity Fair, cuando publicó un célebre y criticado ensayo
titulado “Por qué las m ujeres no son gracios¿is”.
P
El humor como trinchera
Podemos encontrar huellas muy tem pranas de hum or femi­
nista en las célebres novelas de la inglesa Jane Austen (“Las
mujeres solteras tienen una terrible propensión a ser pobres,
lo que es un argum ento muy fuerte a favor del matrimonio",
se animaba a escribir en el siglo XVIII) y en los escritos de la
filósofa M argaret Cavendish en el siglo XVII, entre otras. Y
sin embargo, el prejuicio de que “las mujeres no son gracio­
sas'’ atravesó las épocas hasta llegar, incluso, hasta nuestros
días. En todas las épocas hubo m ujeres que se atrevieron a
desafiarlo, como la estrella de la TV estadounidense Lucille
Ball y la argentina Niní M arshall, por m encionar algunos
ejemplos particularm ente exitosos.
Adem ás, cuando se tra ta de m ujeres fem inistas, esta
idea se refu erza: existe un im aginario que id en tifica a
las fem inistas con m ujeres perm an en tem en te enojadas,
híper susceptibles y quejosas, incapaces de reírse de nada.
Este imaginario descansa en otra percepción m achista: las
“mujeres divertidas” son las que se ríen de todos los chistes
que hacen los varones, incluso los que las denigran. Eso es
ser “una chica buena onda”: dejar a los chicos en paz y no
tom arse los insultos sexistas dem asiado en serio (aunque
u su alm en te los defensores de este tipo de ideas suelen
reaccionar bastante mal ante el hum or que se burla de los
Deconstruir el mito
SÍ
Desafío
Sororidad
El h u m o r fe m in is ta
d esa fía los lím ite s
de lo que se pue de
El h u m o r fe m in is ta
se in te rro g a so b re
sus c o n d ic io n e s de
d e c ir y jo que no,
del s e n tid o c o m ú n
p a tria rc a l y de las
p ro d u c c ió n y las
p rá c tic a s al in te rio r
"b u e n a s c o s tu m b re s ".
NO Sc
atería
El mito
de que e!
humor feminista es
pacato es un invento
de sus detractores. El
humor feminista,
mucho más que
el machista,
subvierte las ideas
conservadoras sobre
la sexualidad.
Fuente: Tamara Tenenbaum.
de las o rg a n iz a c io n e s
que lo p ro d u c e n .
Bullying
Eí humor feminista no
basa sus mecanismos
en reírse de otras
mujeres. Las
comediantes
feministas se ríen,
ante todo, de si
mismas.
4 . EL
privilegios patriarcales). Las feministas, en cambio, vendrían
a enojarse con los chistes de todos y a cum plir el rol de "la
aguafiestas”. Entrada la segunda m itad del siglo XX, cada
vez más mujeres empezaron a hacer un hum or que discutía
explícitamente con los estereotipos machistas, fuertemente
arraigados en el hum or tradicionalm ente hecho por varo­
nes, que las colocaban en el rol de la feminista indignada, la
suegra aburrida, la niña modosita que se escandaliza con el
hum or de los varones o simplemente la oyente pasiva de los
chistes de otros. La comediante estadounidense Joan Rivers
empezó a hacerse conocida en el ámbito del stand up en la
década del 60 con un acto que se burlaba del estereotipo de
la chica judía desesperada por casarse (y de las presiones
de su familia para conseguirle un novio). En Argentina, en
los años 80 el grupo artístico “Gambas al Ajillo” sacudió el
Parákultural con sus performances absurdas y escatológicas
que corrían todos los límites de la feminidad tradicional y
el buen gusto.
En la década del 90, com ediantes como las estadouni­
denses Tina Fey, Ainy Poehler y Sarah Sílverman saltaron
de los clubes de com edia al mainstream de la televisión y
el cine con shows que hablaban de la sexualidad femenina,
del aborto, del supuesto m ito de la enem istad entre las
m ujeres y de las dificultades que éstas atraviesan en sus
lugares de trabajo, p o r m en cio n ar sólo algunos tem as
“polém icos”. Ellas allanaron el cam ino para lina genera­
ción más joven de com ediantes como Amy Schum er o, en
Argentina, M alena Píchot y Charo López, que construyen
se n tid o del h u m o r desde un d iscurso ex p líc ita m e n te
fem inista y combativo.
El discurso humorístico feminista en el tiempo
1600
MARGARET CAVENDiSH (1623-1673)
La poeta, filósofa, escritora, científica y
dramaturga inglesa se ríe en numerosos
textos de la competencia entre mujeres, el
"negocio"del matrimonio y la sociedad de su época en
general.
1700
JANE AUSTEN (1775-1817)
Las novelas de esta autora inglesa están
pobladas de sutiles ironías sobre el
matrimonio y su relación con la situación
económica de las mujeres de su tiempo. Además, son
protagonizadas por mujeres inteligentes y de gran
sentido del humor.
OSCAR WILDE (1854-1900)
El nombre de este escritor irlandés es
todavía símbolo de una ironía filosa y una
afición por la critica social que, lejos de la
solemnidad, se valia de la frivolidad, la sensualidad y el
humor para criticar la pacatería y los clichés de género
de su época.
&
1800
NINÍ MARSHALL(1903-1996}
Fue la gran dama dei humor argentino.
¡• Ji j Aunque no fuera explícitamente feminista,
su humor subvirtió muchos prejuicios (que
todavía existen) sobre las mujeres y su capacidad de
'ser graciosas". En 1943 el genera! Pedro Pablo Ramírez
prohibió que la pasaran en la radio por “deformar el
!enguaje"y debió exiliarse en México.
r
1900
NORA EPHRON (1941-2012)
La periodista, guionista y escritora
estadounidense combinó una carrera
escribiendo comedlas románticas sensibles
pero autoconscientes con un costado de ensayista que
se preguntaba por el futuro del movimiento feminista y
las mujeres de su generación. El humor funcionó para
ella como antidoto contra el conservadurismo y la
solemnidad.
Humor fem inista
A p e sa r de todo el cam ino recorrido, las com ediantes
m ujeres siguen luchando contra preconceptos antiquí­
sim os que las acusan de ser extrem as, de ser locas, de
ser insoportables o, sencillam ente, de no ser graciosas.
También se dice que han “destruido" el sentido del humor:
“ya no se puede h acer chistes con n ad a”, se quejan los
d etracto res de la llam ada “corrección política”. Todas
estas cuestiones son profundam ente pensadasy discutidas
por las hum oristas que se reivindican como feministas: la
pregunta sobre cómo se hace hum or desde una perspectiva
de género está todavía abierta y en perm anente debate.
E n los últim os años, p o r ejem plo, la presencia re d u ­
cida de m u jeres que no sean b lan cas o no posean un
cuerpo hegem ónico en los escenarios y en los m edios
fue m uy problem atizada. En general, suelen decir las
com ediantes fem inistas, n ingún tem a está prohibido,
p ero d esd e u n a p e rsp e c tiv a fem in ista se p ien sa que
es necesario p reg u n tarse p o r el co n tex to en el que se
h ace un chiste y sobre to d o p o r q u ién lo dice. “ No es
lo m ism o - d ic e M alena P ic h o t- si un c h iste lo hago
yo, c h e ta de C aballito, d esd e mi privilegio, que si lo
h a c e C h aro L ópez q u e v ien e d el c o n u rb a n o , d e sd e
o tro lu g ar”, explica. La co m ediante E llen D eG eneres,
m ilita n te fe m in ista y LGBTIQ, su e le d e c ir tam b ié n
que gran p a rte del hum or que ella siem p re vio ten ía
que ver con b u rlarse de alguien, con alguna especie de
“bu lly in g ”, y que a ella esa agresividad no le interesa;
ARTE DE L A REBELIÓN *117
_
2000
MAITENA, JUANA MOLINA, SARAH
SILVERMAN, TINA FEY, AMY POEHLER
En las décadas del 80 y el 90 una serte de
humoristas desenfadadas, desprejuiciadas y
rabiosamente feministas conquistaron espacios en
medios alternativosy masivos.
^
AMY SCHUMER, REBEL WILS0N, MALENA
PICHOT, ANA CAROLINA, VANESSA RAUCH,
_
CHARO LÓPEZ Y MUCHAS MÁS
En la actualidad son cada vez más las
chicas jóvenes que, en la estela de sus predecesoras,
se animan a reivindicarse feministas y construir su obra
desde esa perspectiva- El humor feminista es, por
suerte, cada vez más variado y difícil de clasificar.
|
£
.
ÍO
E
m uchas com ediantes fem inistas sí in cu rsio n an en un
tipo de hum or más corrosivo o agresivo, pero siem pre
dirigido hacia los opresores y nunca hacia los oprimidos.
Todas coinciden en dos aspectos: en prim er lugar, si
hay una agresión o una burla, es necesario ver a quién
está dirigida y desde qué lugar. Y en segundo término, pero
no menos importante: la necesidad de reírse de una misma,
de los propios clichés y de las propias faltas. Incluso, por
supuesto, del propio feminismo. ©
íU L V v iu n UL
i iU ü c r\L J
...........
Las autoras
María F lo re n c ia A lc a ra z : P eriod ista y Licen ciad a en C om unicación
S ocial, C o -d ire c to ra del p o rta l LATFEM e in te g ra n te del C olectivo
Ni Una Menas.
Ilea na A rd u ín o : Abogada con o rie n ta ció n en Derecho Penal (USA),
in te g ra n te del In s titu to de E studios Com parados en C iencias Pena­
les y S ociales(IN E C IP )y de la C om isión Inve stigad ora de la V io le ncia
en los T e rrito rio s .
Dora B a rra n c o s : S ocióloga (UOA)y D octora en H isto ria ¡UNICAMP).
P rofe sora C onsulta de la LIBA, in ve stig a d o ra p rin c ip a l del CONICET
y D ire cto ra de este o rg an ism o en re p re se n ta ció n de las Ciencias So­
cia les y Hum anas. Autora de num erosos a rtíc u lo s y libros, en tre los
que se cuentan Inclusión / Exclusión. H isto rio con m ujeres; Mujeres
en lo S ociedad A rgentina. Una h isto ria de cinco siglos.
C a rolina B a rry : D octora en Ciencia P olítica, in vestig ado ra ndependien te del CONICET, pro fe so ra en UNTREF. A utora de Evita Capitana,
el P artido Peronista fe m e n in o 1949-Í9GS y de otros libres, a rtíc u lo s y
c a p ítu lo s de libro sobre (as m ujeres y la p o lítica .
M abel B e llu c c i: E nsayista, p e rio d ista y a c tiv is ta fe m in is ta . In te ­
g ra nte del Grupo de E stud ios sobre Sexualidades (GES) en el IIGGUBA y de la Cátedra Libre V irg in ia B olten de la UNL de ía Plata. A u­
to ra de Htóton'o de uno desobediencia. Aborto y fem inism o (C apital
In te le ctu a l, 2014).
'
M ercedes B en g o e ch e a : C a te drá tica de Filología en la Universidad
de Alcalá (España). Ha sido además in te g ra n te de la Com isión Ase­
sora de Lenguaje del In s titu to de la Mujer (M in isterio de A suntos Soc ia le s jy de la C om isión de M odernización del Lenguaje J u ríd ico del
M in iste rio de J u s tic ia de España.
Mabel B ia n co : P residenta y fun dad ora de FEIM [Fundación para Es­
tu d io e Inve stigación de la MujerJy M a ste re n Salud P ública (U niver­
sidad del Valle, Colom bia).
K arina B id a se ca : Realizó un p o s d o c to ra d o e n C lenciasS o ciales. Es
in vestig ado ra del CONICET (IDAES-UNSAM) y P rofesora de la UBA.
C oordinadora del Program a S ur-S ur de CLACSG. Su ú ltim o libro: Lo
revolución será fe m in ista o no será. La piel del a rte fem in ista descolonial. Su artícu!o_fue e s c rito con la co lab oración de M ichelly Aragao.
Gabriela B o rre lli A zara: Periodista, escribe artículos sobre poesía la­
tinoam ericana para diferentes medios gráficos. Coordina talleres de
le ctu ra de poesía y fue organizadora del ciclo de textos inéditos "El do­
mingo no tiene la c u lp a 'y dal ciclo de lectores "Poesía ya” en la plaza del
le cto r del Museo del Libro y de la Lengua. Autora de Océano, editorial
Lamas Médula, 2015, y Lecturas feministas, ediciones F uturock, 2018.
Anna C a ba llé : P rofesora de L ite ra tu ra Española en la Universidad
de B arcelona, c ritic a lite ra ria y p re sid e n ta de Clásicas y Modernas,
asociación en defensa de la igualdad en la c u ltu ra .
Susana C h ia ro tth Abogada fe m in is ta , do cen te de la Maestría de Gé­
nero de la U niversidad N acional de Rosario y de FLACSO. Integra el
Com ité de E xpe rtas en Violencia(C EVI-M ESEC VI)de la OEAy el Con­
sejo C onsultivo del CLADEM. E sp e cia lista en derechos hum anos de
m ujeres y niñas.
C a rolina D uek: Inve stigad ora Adjunta del CONICET y D o cto ra en
Ciencias S ociales po r la U niversidad de Buenos A ires.
María de l Carm en F eijóo: Socióloga. Fue profesora titu la r de la UBA e
investigado radel CONICET. O ficial de En lace del Fondo de Población de
Naciones Unidas (UNFPA) en Argentina, Oficial del Programa de Edu­
cación en la Ford para Am érica Latina. Autora de num erosos libros y
artículos. Feminista.
María L u isa Fem enfas: D ocente de la UNLP e in vitad a a u n ive rsid a ­
des del país y el e xte rio r. Ha publicado num erosos lib ro s y a rtíc u lo s
sobre an tro po log ía filo s ó fic a y fem in ism o.
A g u s tin a Paz F ro n te ra : Licenciada en C o m un icación (U niversidad
de Buenos Aíres) y M agister en P eriod ism o d o cu m e n ta l (UNTREF).
C o -d ire c to ra de LatFem e in te g ra n te de NiUnaMenos.
Susana B e a triz Gamba: C om unlcóloga, e sp e cia lista en e stu d io s de
género, fe m in is ta , pre sid e n ta de la Fundación Agenda de las M uje­
res. Coordinadora del D iccionorío de Estudios de Género y fe m in ism os(B iblos, 2 0 0 7 )y de la Agenda de las M ujeres desde 1994.
V irg in ia García B e a u d o u x: Inve stigad ora del CONICET-IIGG. Con­
s u lto ra de IDEA, DEA, PNUD y o tro s. A utora de once libros, el más re ­
ciente, ¿Quién teme el po de r de las m ujeres?(G rupo 5, Madrid, 2017).
P rofe sora de la UBA y UB. Creadora del blog # LiderarC onTacones.
F ernanda Gil Lozano: Docente u n iv e rs ita ria . P arlam entaría In te r­
nacional en el P arlam e nto del Mercosur, m iem bro del O bservatorio
de la D em ocracia dé! Mercosur.
F lo re n c ia E. G onzález: Licen ciad a en Ciencias de la C om unicación.
D ocente en la UBAy en otras in s titu c io n e s en te m a s c o n c e rn ie n te s
al arte, cine, p o lítica y filo s o fía . E scribe en varios m edios de cu ltu ra ,
le tra s y pensam iento.
V io le ta C a rolina G u ita rt: Licen ciad a en Econom ía (U niversidad de
Buenos A ires) y m ae stra nd o en D e sarrollo Económ ico {IDAES-UNSAM). C o -e d ito ra desde 2015 de Economía Femini(s)ta.
M iriam L e w in : P eriod ista. S o b revivien te de dos c e n tro s c la n d e s ti­
nos de d e tención . A uto ra de, en tre o tro s libros, Putas y g u e rrille ro s
(2014, Planeta), sobre la violencia sexual en d icta d u ra , ¡unto con
O lga W o rna t.
M erce de s L is k a : P rofe sora en E tno m usico log ía y D octora en Cien­
cias S ociales por la U niversidad de Buenos A ire s. Es Inve stigad ora
del CONICET, tra b a ja en el In s titu to de Inve stigacion es G inoG erm ani (UBA) y es docente de la C arrera de Ciencias de ia Com unicación
(UBA) y del C o nse rvatorio Manuel de Falla (CSMMF). A ctu a lm e n te
preside la Com isión D irectiva de la A sociación Intern acio na l para
el E studio de la Música P opular en A m érica La tin a (IASPM-AL).
Aída M aidonado Z a p le ta l: C om unicadora social, p e rio d ista y rad ia lis ta . C o -p ro d u cto ra de co n te n id o s de la Agenda de las Mujeres
y c o -c o o rd ín a d o ra del cua de rno Agenda de las Chicas Soberanas.
P a tric ia M erino: E s c rito ra y a c tiv is ta . A uto ra de Maternidad, Igual­
dad y Fraternidad. Tiene un M áster de la U niversidad C o m plu ten­
se en E studios F em inistas y colab ora con el p ro yecto de in v e s ti­
gación F íl-N ac de Is U niversidad de Alcalá de Henares. Publica en
m edios y re v is ta s com o Pikara, P úblico, Viento Sur, entre o tro s.
A g o s tin a M ileo: Com unicadora C ientífica y D octoranda en H isto­
ria y E pistem ología de la Ciencia. E dito ra de Ciencia en Economía
Fem inilslto. Coordinadora general de la cam paña JíM enstruAccion.
Palom a M oré C orral: D octora po r la U niversidad C om plutense de
Madrid (UCM) y licenciada en Socio logia y P eriodism o. Trabaja com o
in vestig ado ra p o s td o c to ra l"L a b e x M e d ' en los cen tro s LES Ty LPED
de la U niversidad A ix-M arsellle, en Francia.
Creusa M uñoz: L icen ciad a en Relaciones In tern acio na les de la U ni­
versidad Nacional de Rosario, Es e d ito ra de Le Monde diplom atique,
edición Cono Sur.
V iv ia n a N o rm an: Socióloga fe m in is ta . In te g ra n te del Grupo de Es­
tu d io s de P olítica s y J u ve n tu d e s (G E P O JU -Instítuto Gino G erm aniU n lve rsid a d d e Buenos Aíres). A c tiv is ta en la Campaña Nacional por
el derecho al a b o rto legal, s e g u ro y g ra tu ito de A rg e n tin a .
C a ro lin a del O lm o: D ire cto ra de pu b lica cio n e s en el Círculo de Be­
llas A rte s de Madrid y a u tora del ensayo Dónde está mi tribu? M oternidod y crianza en uno sociedad in dividu alisla.
G eorgina 0 re lla n o : S ecre taría General Nacional de AMMAR I A socia­
ción de M ujeres M e re trice s de la A rgentina).
Luciana Peker: Periodista de Las/12 de Póg/nc/J2, Radio Nacional y auto­
ra de Putiío Golosa, por un feminismo del goce, editorial Galerna, 2018, y Lo
Revolución de las mujeres no eroso/a uno pildora editorial EDUVIM, 2017.
Nora P u lid o : D ocente de la UBA y co o rd in a d o ra del C o lectivo de De­
rech os de Infan cia y A dolescencia.
Sol P rie to : D octora en Ciencias S ociales de la UBA Becaría
p o s td o c to ra i en el CEIL(CONICET). Docente(FSO C-UBA, CBC-UBA,
D octorado UCES). A utora del lib ro Eí fin del mundo. Ei fenóm eno papa
Francisco desde la socíologícKEduvim).
Ivon ne R am írez R am írez: M ujerista a n tirra c is ta , e s c rito ra . Trabaja
en la c a rto g ra fía d ig ita l Ellas Tienen Nom bre.
Sonta S a n te ro : E scrito ra , p e rio d ista , e sp e cia lista en género. Sus
últim o s lib ro s son Penéíope reco rre el m undo, Edebé, 2017 y Perio­
dism o con G. E ntrevistas en perspectiva, B iblos, 2016. E scribe en el
diario Pógina/12 desde 1999,
María Se cañe: P e rio d ista y e scrito ra , tra b a jó en los p rin c ip a le s m e ­
dios de A rge ntin a, e scrib ió más de diez libros y re cib ió num erosos
pre m ios. A ctu a lm e n te es d ire c to ra de co n te n id o s de la re vista y del
ce n tro c u ltu ra l Caras y Coretos.
M alvina S ilb a : S ocióloga y D octora en C iencias Sociales (FSOCUBA). Inve stigad ora del C onicet (IDAES-UNSAM). E sp e cia lista en
m úsica po pu lar/de m asas, ju ve n tu d e s y género. Docente de Com u­
nicación Social (UBA) y S ociología (UNSAM).
C a ro lin a S p a ta ro : L icen ciad a en Ciencias de la C om unicación, Ma­
g is te r en C om unicación y C ultura y D o cto ra en Ciencias Sociales
(FSOC-UBA). Inve stigad ora del C onicet. E spe cia lista en c u ltu ra de
m asas/popular, género y co m u n ica ció n .
E ugenia T a rz ib a c h i: D octora en Ciencias Sociales, e s p e c ia lis ta en
Educación y P sicólcga. A utora del libro Coso de Mujeres. M enstrua­
ción, Género y Poder, S udam ericana, 2017.
Tam ara T ene nb au m : L icen ciad a en F ilosofía po r la UBA. Trabaja
com o p e rio d is ta en el diario Lo Noción y com o do cen te en la Univer­
sidad de Buenos A ires y la U niversidad Nacional de las A rte s.
S oledad V alte jo s; P eriodista. L ice n cia d a en Ciencias de la Com u­
nicación (UBA). A utora de Olivos. H istorio secre to de lo Quinta P resi­
dencial, Vido de rico s. C ostum bres y m anías de a rg e n tin o sco n dinero,
Trim arco. Lo m ujer que lucha p o r todas las m ujeres; c o -a u to ra de
Am alíta. Lo biografío. E dito ra en Pógína/12,
Roma V aq ue ro Díaz: A rtis ta , fe m in is ta e in vestig ado ra. A uto ra, ju n ­
to a Leandro Albanl, de Mujeres de Kurdistán. La Revolución de las
hijas del sol, E d ito ria l S udestada, 2017.
F efa Vlla N üñez: Profesora de Sociología del Género en la Sociedad
Contem poránea en la Universidad Com plutense de Madrid y a c tiv is ta
q u e e r-fe m in lsta .
FE DE ERRATAS
El pre sen te d o c u m e n to salva e rro re s u o m isio n es que e stén c o n te n id o s en la obra El Atlas de la revolución de
las m ujeres de Le m o n d e d ip lo m a tiq u e , edición Cono Sur.
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2009
La pre sen te p u b lica ció n se ajusta a la ca rtog ra fía oficia! esta b le cid a por el Poder Ejecutivo Nacional a través
del In s titu to Geográfico Nacional por Ley 22963 y ha sido aprobada con fe de e rra ta s por Expte. N? E X - 2 0 1 8 4 4 5 3 1 4 9 2 -A P N —DGA#IGN, de fecha 24 de s e p tie m b re de 2018.
El Atlas de la revolución de las mujeres: las luchas históricas y los desafíos actuales del fem in is­
mo /C reu sa M u ñ o z... [e t al.]; compilado por Laura Oszust; Luciana Garbarino; Creusa Muñoz;
dirigido por José Natanson; editado por Creusa Muñoz; Luciana Garbarino; Laura Oszust - la ed
. - Ciudad Autonoma de Buenos Aires: Capital Intelectual, 2018.
120 p.; 30 x 21 cm.
ISBN 978-987-614-565-7
1. Feminismo. 2. Estudios de Género .1. Muñoz, Creusa II. Oszust, Laura, comp. III. Garbarino,
Luciana, comp. IV. Muñoz, Creusa , comp. V. Natanson, José, dir. VI. Muñoz, Creusa , ed VII
Garbarino, Luciana, ed. VIII. Oszust, Laura, ed.
‘
’
CDD 305.42
Se terminó de imprimir en el mes de octubre de 2018 en FP Compañía Impresora, Beruti
1560, Vicente López, Peía, de Buenos Aires.
Distribución en Capital Federal y Gran Buenos Aires: Vaccaro Hnos. Representantes
Editoriales S.A.
El mapa oficial de la República Argentina, en página 119, salva eventuales omisiones que
pudieran haberse deslizado en el presente Atlas.
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