Subido por Victor J. Fernández Hernández

25 Gatiqué

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¿Gati qué…?
Muchos son los hábitos y muchas las costumbres, heredados y
heredadas, todos y todas, ellos y ellas; de las disciplinas deportivas en
materia de tiro. Pero hoy hablaremos tan sólo de uno de ellos o de una
de ellas, como queramos mirarlos u observarlas. Me refiero al famoso
“gatillazo”.
Como no podía ser de otro modo, veamos qué nos dice la RAE sobre
este vocablo:
gatillazo
1. m. Error de puntería ocasionado al ejercer excesiva presión sobre
el gatillo de un arma de fuego.
De la segunda acepción mejor no hablamos, no es tema de análisis
ni de interés en estos modestos párrafos. Nos centraremos en la primera,
que es la arriba citada y al fin y a la postre la que nos da pie para poder
abrir el correspondiente debate. Si, dije debate, porque esto no es palabra
de Dios, tan solo mi humilde opinión, eso sí, contrastada empíricamente,
como no podía ser de otro modo.
Como antes apuntaba, el tiro
deportivo es el responsable de muchas de
las falacias que recorren las galerías y
campos de tiro, y me refiero a
instalaciones policiales donde en mayor o
menor medida los custodios de esta
nación ponen en práctica sus destrezas
y/o habilidades pistola en ristre. Me
explico: nada tienen que ver una
disciplina con la otra, y es tan sencillo de entender como pensar que en
la primera expuesta nadie nos quiere acuchillar, disparar, patear,
aporrear y todos los “ar” que pudieran menoscabar nuestra integridad
física o nuestra propia vida, esto es así, tan sólo se trata de intentar meter
todos nuestros impactos en el centro de una diana de cartón.
Sin embargo, en la disciplina que debieran entrenar todos y cada
uno de los uniformados armados de este país, el tema de los dieces como
que tendría que ser de lo más irrelevante, y he dicho debieran de deber
y tendría de tener, y lo he dicho y escrito con toda la intencionalidad,
puesto que en los ejercicios de tiro (pongamos el apellido que queramos)
que realizamos sí se supone que nos pueden hacer todo lo antes citado,
me refiero a los “ar” que nos pueden hacer pupita de la buena, de la real,
de la que deja marcas. De sobra sabemos que esto no se cumple casi
nunca, ya que los ejercicios diseñados que por ahí pululan cuasi
pudieran tacharse de irrisorios, pero… vamos a lo que vamos, que me
disperso.
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La RAE dice lo que dice sobre este vocablo y no vamos a discutir
con los académicos, ¿pero que pudiera variar el concepto?, ya lo creo que
sí podría variar o, cuando menos ampliarlo.
Si volvemos al tiro deportivo de precisión puro y duro podríamos
entender que si no actuamos sobre el disparador suavemente hasta llegar
a aquello tan sublime como es “que el disparo nos sorprenda” y que, si
ejercemos presiones laterales sobre la pistola, por nimias que fueren, el
impacto pudiera ir a parar al (8), ¡Oh Dios mío! ¡Qué tragedia¡, como digo,
todo esto se puede entender, pero en aquel contexto deportivo, en un
ambiente aséptico, libre de tensiones y presiones, allí sí se pudiera
entender el “gatillazo” tal y como lo describe nuestra ilustre RAE, pero…
¿Qué ocurre en el escenario
antagónico?, en aquel en donde nada de lo
antes descrito ocurre, en el que nos entra
la prisa, los sudores fríos, en el que no
vemos más allá de nuestras narices, en el
que apenas escuchamos, en el que
sentimos el corazón a la altura de la nuez,
en aquel que incluso relaja nuestro esfínter
delantero o quizá el trasero, me da lo mismo
que lo mismo me da; en definitiva, en aquel
escenario en el que no podremos reparar
cual es la posición de mi dedo con respecto a la cola del disparador. ¿En
serio creen que algún humano podría?, ya les digo que no, que
actuaremos sobre el “GATILLO”, como, donde y cuando podamos.
¡¡Estaremos en esos momentos como para ver si metemos mucho o poco
dedo, o si nos precipitamos en presionar o esperar a esa tan manida
“sorpresa” cuando se produzca la detonación!! Seamos sensatos y
apelemos al sentido común, no es más que pura fisiología humana.
Lo que sí podemos hacer de antemano es entrenar, entrenar y luego
entrenar un poco más. Practicar empuñamiento, encare, desenfunde,
practicarlo una y mil millones de veces para, llegado el momento salga de
forma casi natural, actuar automáticamente ante un estímulo.
Volvamos al “gatillazo”.
Descartado el tema deportivo nos
centraremos en el campo policial. Como ya sabemos lo que ocurrirá
cuando ante nosotros se presente la parca con ganas de baile, debemos
adelantarnos y saber qué hacer, y no es otra cosa que paliar aquel
desordenado y vigoroso envite de nuestro dedo contra el sufrido
disparador con otras técnicas tendentes a controlar el movimiento de
nuestra arma, y me refiero con esto al empuñamiento, atención a los
elementos de puntería y a la posición corporal, aunque ésta última
pudiera verse comprometida por la casi obligada acción dinámica que
nuestro cuerpo iniciará sin apenas pedir permiso y, en ocasiones hasta
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el propio empuñamiento a dos manos se iría al traste, por no citar lo que
ocurre con los elementos de puntería. Pero aún así y a sabiendas de esto,
debemos incidir en la práctica de estas técnicas, los fundamentos básicos
del tiro son imprescindibles, son la sólida y firme base de esta pirámide,
solo hay que recordar lo que antes se apuntaba, acción automática.
Si
nuestro
empuñamiento
es
contundente e inamovible y los elementos de
puntería están donde queremos dirigir el
disparo, difícilmente éste irá a otros lugares
diferentes, aunque accionemos el disparador
de una patada. Esto lo puede ratificar mi
amigo y compañero Jimi que lo sufrió en sus
propias carnes, ante todo su estupor y
sorpresa, cuando se centró en las técnicas
básicas y dejó que un servidor fuera el que presionara la cola del
disparador con un destornillador, sí, destornillador, pero podría haber
sido el palo de un helado, un bolígrafo o cualquier otro artilugio
susceptible de poder ingresar en el arco guardamonte de la pistola.
Luego están los que preguntan con recelo…
¿Pero…? ¿Porqué los tiros se van bajos? ¡¡Eso es un “gatillazo”!!
Exclaman con enérgica autoridad, ¡¡eso es porque tiras de la pistola con
el dedo hacia abajo!!
No, me da que no es así…
https://drive.google.com/open?id=15JC8l3ZcghoaikwcKQpqMS4
NSGTTvata
Elegí ese fragmento del video que un servidor mismo grabó porqué
se aprecia claramente de lo que hablamos. La pistola como se puede
observar está trabada, después del disparo se produjo una interrupción
a causa de una extracción fallida, se puede ver la vaina enganchada en
la ventana de expulsión. A pesar de eso dejé que el compañero siguiera
con la secuencia, ya que no se percató del fallo del que hablamos y, si
nos fijamos se ve claramente como cuando pretende hacer fuego de nuevo
y un instante antes de presionar el disparador, la pistola baja
ligeramente, prácticamente al unísono que actúa sobre la cola del
disparador. Evidentemente, de haberse producido el disparo, éste
hubiera impactado bajo, lejos del lugar al que se apuntaba en origen.
¿Porqué ocurre esto?
No es por lo que nos han contado siempre y de lo que ya hemos
hablado antes, no se trata del famoso “gatillazo”. Debemos buscar el
origen de este reflejo en nuestra corteza cerebral, más concretamente en
un área llamada corteza parietal posterior. Y esto no lo asevera un
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servidor por arte de birlibirloque ni por capricho personal, esto es fruto
de estudios científicos realizados con el fin de determinar por qué nuestro
cerebro anticipa el movimiento y actúa en consecuencia.
En 2003 un grupo de neurocientíficos europeos llevaron a cabo un
estudio en el Instituto de Ciencias Cognitivas de Lyon (Francia) con 22
voluntarios, y lo que reveló el experimento es que el cerebro desencadena
la actividad neuronal en función de la expectativa de un movimiento, y
no en función del movimiento en sí mismo.
https://www.tendencias21.net/El-cerebro-humano-prefierepredecir-antes-que-reaccionar_a474.html
Cinco años más tarde, científicos estadounidenses (Richard A.
Andersen, del California Institute of Technology y sus colegas Grant
Mulliken, del Instituto Tecnológico de Massachussets y Sam Musallam,
de la Universidad McGill), realizaron una investigación que dio como
resultado las primeras evidencias neuronales de que los movimientos
voluntarios de las extremidades están guiados por esas predicciones
cerebrales acerca de “lo que ocurrirá dentro de un instante, en el futuro”.
https://www.tendencias21.net/El-cerebro-anticipa-el-futuro-yreacciona-en-consecuencia_a2357.html
Si extrapolamos todas estas conclusiones científicas al campo que
nos ocupa, nos encajan perfectamente todas las piezas de este atribulado
puzle y, podemos permitirnos la licencia de determinar, sin temor al
error, que esta reacción que veíamos antes en el GIF es completamente
normal desde el punto de vista fisiológico.
Según estos estudios, ese pequeño movimiento descendente que
nosotros mismos provocamos, no es más que una acción con el fin de
paliar o neutralizar el movimiento futuro que se producirá por efecto del
disparo, la reelevación del arma.
El cerebro se adelanta a este
movimiento llevando a cabo otro movimiento similar, pero en dirección
contraria, con la finalidad de contrarrestar aquella reelevación.
Y alguien, entre ellos un servidor, se podrá preguntar cómo corregir
esta anticipación, porque si bien para algunas acciones pudiera llegar a
ser beneficioso, para otras, como la que nos ocupa, es totalmente
contraproducente, ya que la misma nos hace errar una y otra vez y nos
lleva a la desesperación cuando vemos un montón de impactos a la altura
de las rodillas de las siluetas que utilizamos como objetivos en las galerías
de tiro sin saber cuál es el origen del error.
Mi conclusión personal y después de observar a infinidad de
tiradores entre mis compañeros, tanto laboralmente hablando como con
otros que coincido en cursos de formación, es la experiencia. Sí, me
refiero a la frecuencia con la que hacemos fuego con nuestras armas, a
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lo habituados que estemos a la hora de disparar. He podido observar,
incluso a un servidor le pasa, que cuanto menos practicamos con mayor
afectación se muestra el fenómeno expuesto. Por lo que tan sólo resta
hacer una puntualización “HAY QUE ENTRENAR MUCHO MÁS”.
Dicho esto, poco más puedo añadir, solamente recordar que no es
“oro todo lo que reluce”, que las milongas que nos han contado durante
tantos años, flaco favor nos ha hecho. Todavía a día de hoy se escuchan
estos folklóricos cantos por las galerías y campos de tiro en los que
paupérrimamente entrenamos, todo aquello que hemos pretendido
aplicar del tiro deportivo al tiro reactivo o cualquier otro tipo de tiro que
nada tiene que ver con disciplinas olímpicas.
Si somos capaces de discernir entre lo uno y lo otro y con la ciencia
de nuestro lado, sin duda alguna seremos idóneos a la hora de diseñar
ejercicios o, simplemente aleccionar a todo aquel neófito que pretenda ser
eficaz y eficiente en el manejo de nuestras armas de dotación. Y no lo
olviden, no dejen de “ENTRENAR MUCHO MÁS”.
Víctor J. Fernández.
20/01/2020 (Policía Local Torrevieja)
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