Subido por Solange Laz

Neumologia clinica - Alvarez - 1era Edición-293-296

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SECCIÓN V
Infecciones respiratorias
y Acinetobacter spp. Las infecciones causadas por cocos grampositivos se deben principalmente a Staphylococcus aureus,
sobre todo a las cepas resistentes a la meticilina. Las neumonías por Staphylococcus aureus se describen más habitualmente en los pacientes diabéticos, con traumatismos craneoencefálicos o ingresados en unidades de cuidados intensivos. Sin
embargo, la frecuencia de los microorganismos multirresistentes como responsables de la neumonía puede variar en función del hospital analizado, las características de la población
estudiada, la existencia de una exposición previa a antibióticos o el tipo de unidad de cuidados intensivos considerada.
Se asume que los agentes causales de las neumonías
intrahospitalarias y de las asociadas al ventilador son muy
similares, aunque Staphylococcus aureus resistente a la meticilina y Klebsiella pneumoniae predomina en los enfermos no
intubados y Pseudomonas aeruginosa, Stenotrophomonas maltophilia y Acinetobacter spp. en los pacientes ventilados artificialmente. La incidencia de los microorganismos multirresistentes ha aumentado algo en los últimos años, sobre todo en las
personas trasplantadas y en los individuos ingresados en unidades de cuidados intensivos.
Los factores de riesgo asociados al desarrollo de infecciones
debidas a microorganismos multirresistentes se resumen en la
tabla 36-1. La infecciones pulmonares nosocomiales causadas
por hongos, como Candida spp. y Aspergillus fumigatus, suelen
ocurrir en los enfermos trasplantados, los inmunodeprimidos
por fármacos y los neutropénicos, mientras que es infrecuente
que se describan en las personas inmunocompetentes. La
neumonía intrahospitalaria de origen viral es muy rara en los
pacientes inmunocompetentes. No obstante, los virus aislados
más habitualmente en estos casos son Influenzavirus, Parainfluenzavirus, Adenovirus y Pneumovirus.
Tabla 36-1 Factores de riesgo para contraer
una infección por microorganismos
patógenos multirresistentes
Tratamiento antimicrobiano en los últimos 90 días
Hospitalización actual de 5 días o más
Alta frecuencia de resistencia a antibióticos en la comunidad
o en la unidad hospitalaria
Presencia de factores de riesgo para una neumonía asociada
a cuidados relacionados con la salud
Hospitalización de 2 o más días en los últimos 90 días
Residencia en un asilo
Tratamiento con infusiones intravenosas previas
(incluyendo antibióticos)
Diálisis crónica en los últimos 30 días
Heridas infectadas
Familiar con un microorganismo patógeno
multirresistente
Enfermedad inmunodepresora o tratamiento con un agente
inmunodepresor
PATOGENIA
El desarrollo de una neumonía intrahospitalaria precisa de la
existencia de un trastorno previo en los mecanismos de defensa del individuo, que debe unirse a alguna otra situación que
potencie la virulencia de los agentes patógenos. Las fuentes de
infección más frecuentes se relacionan con el uso de dispositivos y de equipos respiratorios, que además pueden favorecer
la transferencia de gérmenes entre los enfermos y el personal
sanitario. Algunas condiciones preexistentes, como la gravedad del cuadro clínico, la enfermedad subyacente, un posible
antecedente quirúrgico o una antibioticoterapia previa, pueden facilitar la génesis de la infección respiratoria.
La aparición de una neumonía intrahospitalaria requiere la
entrada del microorganismo en la vía aérea inferior, con posterior colonización de la misma y subsiguiente deterioro de los
sistemas de defensa del individuo, tanto los mecánicos (secreción mucosa y epitelio ciliado) como los humorales (anticuerpos, factores del complemento, citocinas) y celulares (neutrófilos, macrófagos, linfocitos). La ruta de entrada de los agentes
patógenos más habitual es la microaspiración de las secreciones respiratorias acumuladas alrededor del tubo endotraqueal,
en los enfermos intubados, y de las secreciones faríngeas en
los no intubados. La colonización del tubo endotraqueal, a
través de la formación de biofilms bacterianos, es otro mecanismo por el que se favorece la infección, cuando se lleva a
cabo algún procedimiento en el interior del tubo (aspiración
de secreciones, toma de muestras, fibrobroncoscopia, etc.). De
esta forma se inoculan directamente, por arrastre, las colonias
bacterianas en la vía respiratoria inferior. La diseminación
hematógena y la translocación de bacterias a partir de la luz
del tubo digestivo son mecanismos de infección mucho menos
frecuentes. El estómago y los senos paranasales también pueden comportarse como reservorios bacterianos que posibilitan
la ulterior colonización de la vía aérea.
DIAGNÓSTICO
Debe sospecharse una neumonía intrahospitalaria en los
enfermos en los que, transcurridas 48 horas de su ingreso,
aparecen infiltrados pulmonares nuevos o progresivos en la
radiografía de tórax, muchas veces acompañados de una leucocitosis y de la producción de secreciones traqueobronquiales purulentas. En realidad, aunque no existe un criterio universal (gold standard) que permita certificar la existencia de
una neumonía de este tipo, se acepta la sospecha cuando se
descubren infiltrados nuevos y persistentes (después de las
48 horas del ingreso) o progresivos, que se asocian con al
menos dos de entre los cuatro criterios siguientes:
Q
Q
Temperatura corporal igual o mayor de 38 ºC o igual o
menor de 36 ºC.
Recuento de leucocitos que supere las 12.000 células/mm3
o que no llegue a las 4.000 células/mm3.
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Q
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Q
Secreciones traqueales purulentas.
Alteración del intercambio gaseoso pulmonar.
La radiografía simple de tórax sigue siendo un elemento
esencial en el diagnóstico de las neumonías intrahospitalarias,
pero tiene una especificidad baja, que oscila entre el 27% y el
35%. Efectivamente, la detección en la radiografía de un infiltrado pulmonar obliga a realizar un diagnóstico diferencial
amplio, en el que deben incluirse las condensaciones pulmonares no infecciosas, como las que se observan en las atelectasias, las neumonitis químicas, el edema pulmonar cardiogénico, el síndrome del distrés respiratorio del adulto asimétrico,
el tromboembolismo pulmonar, la neumonía organizativa
criptogénica, la contusión pulmonar, la hemorragia pulmonar
y las neumopatías por fármacos (tabla 36-2). Además, las posibilidades de confusión aumentan si se recuerda que los enfermos que padecen un síndrome del distrés respiratorio agudo
tienen una mayor incidencia de infecciones del tractor respiratorio inferior, por lo que, en esta situación, la rentabilidad
de la radiografía de tórax disminuye sensiblemente.
La dificultad diagnóstica de las neumonías intrahospitalarias
ha llevado al desarrollo de un índice denominado CPIS (Clinical
pulmonary infection score), que se basa en la utilización de seis
diferentes variables clínicas que se evalúan el primer día en el
que se plantea la posibilidad diagnóstica y, nuevamente,
72 horas después (tabla 36-3). La suma total de los puntos que
puede llegar a tener un enfermo puede variar entre 0 y 12. Una
puntuación superior a 6 se correlaciona significativamente con
la existencia de una neumonía intrahospitalaria, con una sensibilidad del 78% y una especificidad del 80%. Uno de los principales inconvenientes de este índice es el que se relaciona con
el retraso que ocasiona la obtención de los resultados microbiológicos, lo que ha llevado a que recientemente se hayan propuesto algunas modificaciones en el cálculo del CPIS. El estudio
microbiológico también puede hacerse a partir de los agentes
patógenos aislados de los hemocultivos o de muestras de líquido
pleural, si es que éste está presente. Debe tenerse en cuenta que
la sensibilidad de los hemocultivos en estos casos es menor del
25% y que, aún siendo positivos, no siempre es posible asegurar
que el germen aislado sea de origen pulmonar. Por otro lado, el
derrame pleural sólo aparece en menos de un 10% de las neumonías intrahospitalarias.
El empleo de muestras microbiológicas tomadas de la vía
aérea inferior facilita el diagnóstico etiológico, que puede
hacerse mediante cultivos cuantitativos o cualitativos. Para
que estas muestras sean representativas, con seguridad, del
tracto respiratorio inferior deben tener menos de 10 células
epiteliales escamosas por campo cuando se utiliza un
microscopio con un aumento de baja intensidad (100⫻).
Para la obtención de muestras puede recurrirse a dos tipos
de métodos diferentes: 1) invasivos, basados en la fibrobroncoscopia, en los que se incluyen el lavado broncoalveolar y
el cepillado bronquial protegido, y 2) no invasivos, en los
que se incluyen el cultivo de esputo, el minilavado y el aspirado endotraqueal.
Tabla 36-2
•
Neumonía intrahospitalaria
291
Diagnóstico diferencial
de los infiltrados pulmonares
en una unidad de cuidados intensivos
Diagnóstico
Presentación radiológica
Alveolitis alérgica
extrínseca
Infiltrados pulmonares bilaterales a
las 4 o 6 horas de la exposición a
un antígeno, que disminuyen a las
48 horas de retirar el antígeno causal
Neumonía
organizada
criptogénica
Infiltrados alveolares bilaterales de varias
semanas de evolución, generalmente
de localización periférica
Eosinofilias
pulmonares
Infiltrados pulmonares periféricos
de varias semanas de evolución,
que tienden a localizarse en los
segmentos apical o axilar de los
lóbulos superiores
Lesión pulmonar
inducida por
fármacos
Infiltrados pulmonares bilaterales
de localización generalmente basal,
a veces acompañados de un derrame
pleural
Vasculitis
granulomatosa
Infiltrados alveolares, a menudo
cavitados, aislados o asociados
a una infección en otros órganos
Síndromes de
hemorragia
pulmonar
Infiltrados alveolares bilaterales que
suelen acompañarse de hemoptisis
y de anemia; posible aparición de una
glomerulonefritis
Colagenosis
Infiltrados alveolares o intersticiales, uni
o bilaterales de predominio basal;
posible derrame pleural
Sarcoidosis
Adenopatías hiliares o paratraqueales,
con o sin infiltrados intersticiales; en
cerca del 20% de los casos pueden
observarse infiltrados alveolares
Proteinosis
alveolar
Infiltrados alveolares bilaterales e
hiliofugales, que predominan en los
campos pulmonares superiores
Edema pulmonar
cardiogénico
Infiltrados hiliofugales bilaterales y
simétricos, con lineas B de Kerley;
derrame pleural
Neumonía
lipoidea
Infiltrados alveolares o
alveolo-intersticiales y atelectasias
en ambas bases pulmonares
La colonización de la vía aérea distal ocurre, desde un
punto de vista patogénico, con carácter previo al desarrollo
de la infección. Por este motivo, los cultivos de esputo no
siempre ayudan a diferenciar entre un agente patógeno activo y un microorganismo simplemente colonizador. Por otro
lado, el aspirado endotraqueal es un método no invasivo útil
en los pacientes que padecen una neumonía asociada al ven-
292
SECCIÓN V
Infecciones respiratorias
Tabla 36-3 Esquema de puntuación del denominado índice CPIS (Clinical pulmonary infection score)
en el diagnóstico de las neumonías intrahospitalarias
Variable
1 punto
2 puntos
Primer día
Temperatura (ºC)
Recuento de leucocitos (n/mm3)
Secreciones bronquiales
Cociente PaO2/FiO2 (mm Hg)
Infiltrados pulmonares
38,5 a 38,9 ºC
⬍4.000 o ⬎11.000/mm3
No purulentas
–
Difusos y parcheados
ⱖ39 o ⱕ36 ºC
⬍4.000 o ⬎11.000/mm3 y ⬎50% segmentados
Purulentas
⬍240 mm Hg y sin síndrome del distrés respiratorio del adulto
Localizados
Tercer día
Temperatura (ºC)
Recuento de leucocitos (n/mm3)
Secreciones bronquiales
Cociente PaO2/FiO2 (mm Hg)
Infiltrados pulmonares
Progresión radiológica
38,5 a 38,9 ºC
⬍4.000 o ⬎11.000/mm3
No purulentas
–
Difusos y parcheados
–
ⱖ39 o ⱕ36 ºC
⬍4.000 o ⬎11.000/mm3 y ⬎50% segmentados
Purulentas
⬍240 mm Hg y sin síndrome del distrés respiratorio del adulto
Localizados
Sí (excluyendo el síndrome de distrés respiratorio del adulto
y la insuficiencia cardíaca congestiva)
Cultivo positivo para el mismo microorganismo evidenciado
en la tinción de Gram inicial
Cultivo del aspirado traqueal
Cultivo positivo
FiO2, fraccción inspiratoria de oxígeno; PaO2, presión arterial de oxígeno.
tilador, ya que es sensible, específico y de bajo coste, además
de no requerir de un personal especializado para llevarlo a
cabo. Cuando la muestra obtenida se cultiva con métodos
cuantitativos es posible distinguir entre una simple colonización bacteriana y una infección respiratoria activa, con
resultados comparables a los que se logran con procedimientos invasivos como el lavado broncoalveolar o el cepillado
bronquial protegido.
El cepillado bronquial protegido es una técnica que se efectúa con una cepillo sellado, que se desplaza por el interior del
canal del fibrobroncoscopio y que, una vez que alcanza la
zona deseada, permite obtener una muestra de 0,01 mL.
La rentabilidad microbiológica del cepillado protegido disminuye si se realiza cuando al enfermo se le están administrando
antibióticos. En todo caso, es un procedimiento fácil de llevar
a cabo y que se completa con rapidez, lo que minimiza la
posibilidad de complicaciones. El lavado broncoalveolar precisa del enclavamiento de un fibrobroncoscopio en un bronquio segmentario o subsegmentario, en el que se instilan entre
100 y 150 mL de suero salino, que luego se aspira, arrastrando
secreciones alveolares y bronquiales, en sucesivas alícuotas.
Es una técnica cuya utilidad más importante se encuentra en
el estudio de las neumopatías intersticiales y, también, en el de
las infecciones de los pacientes inmunocomprometidos. Se
tolera bien, aunque a veces la instrumentación se alarga en el
tiempo, lo que puede hacer que la experiencia sea algo desagradable para el enfermo. Asimismo requiere una sedación
mayor y en algunos pacientes, sobre todo en los ventilados que
tienen una insuficiencia respiratoria grave, puede ocasionar
una hipoxemia transitoria que se suma a la ya existente.
Se acepta que un agente patógeno tiene un papel causal o
infectante cuando el microorganismo que se cultiva se encuen-
tra en concentraciones iguales o superiores a 10³ unidades formadoras de colonias (ufc)/mL de dilución para el cepillado
bronquial protegido, a 104 ufc/mL para el lavado broncoalveolar y a 106 ufc/mL para el aspirado endotraqueal. Por otra parte,
un lavado broncoalveolar se considera que tiene un significado
diagnóstico en la neumonía intrahospitalaria cuando se detecta
un 2% a 5% de microorganismos intracelulares en los macrófagos o los neutrófilos, aunque esta especificidad disminuye si
previamente se han administrado antibióticos. En todo caso,
deben excluirse las muestras de lavado que tienen un porcentaje de células epiteliales escamosas superior al 1%, ya que esto
indica la existencia de una contaminación por la flora bacteriana del tracto respiratorio superior. Finalmente, las características del líquido del lavado pueden ayudar al diagnóstico clínico,
como ocurre en el caso de la hemorragia alveolar.
Otras pruebas empleadas en el estudio de las neumonías
intrahospitalarias, aunque aún sin estandarizar, son las que
se basan en la determinación sérica de ciertos biomarcadores,
como la proteína C reactiva, la procalcitonina o el receptor
soluble activador expresado por las células mieloides
(sTREM-1). La utilidad de estos marcadores en el diagnóstico,
el seguimiento o el establecimiento del pronóstico de estas
neumonías todavía no se conoce bien. La proteína C reactiva
es una sustancia de origen hepático, cuya síntesis se estimula
por la interleucina 6 y que se libera al torrente circulatorio en
relación con cualquier lesión tisular o reacción infl amatoria
aguda. Se considera, por ello, como un marcador tanto de
procesos infecciosos como sépticos. La tasa sérica de la proteína C reactiva puede diferenciar una neumonía bacteriana
de una infección del tracto respiratorio inferior de otra naturaleza. Entre los inconvenientes de esta sustancia se encuentra la lentitud con la que aumentan sus niveles séricos, lo que
36
hace que pueda ser normal si se determina en las primeras
24 horas de la infección. Por el contrario, su tasa puede permanecer alta aun cuando la infección subyacente ya haya iniciado su remisión. Algunos estudios recientes han sugerido
su posible utilidad como marcador de la respuesta al tratamiento antibiótico.
La procalcitonina es una molécula precursora de la calcitonina. Es un péptido de 116 aminoácidos sintetizado, además de por las células C del tiroides, por lo monocitos durante el proceso de adhesión tisular. Las células tisulares y los
macrófagos segregan esta sustancia sólo cuando interaccionan con los monocitos activados. La procalcitonina aumenta
tras cualquier infección bacteriana, local o sistémica, o lesión
hística, pero no en las infecciones virales ni en las reacciones
infl amatorias de origen no infeccioso, como las que se observan en las enfermedades autoinmunes. El uso combinado de
este marcador con el índice CPIS puede incrementar su sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de las neumonías
intrahospitalarias a un 67% y un 100%, respectivamente. El
receptor soluble activador expresado por las células mieloides (sTREM-1) es una inmunoglobulina que se libera a través
de la membrana de los fagocitos activados tras una estimulación bacteriana o fúngica y puede encontrarse, en su forma
soluble, en diferentes fluidos. Participa en la respuesta infl amatoria aguda que desencadenan diversos productos bacterianos, aunque también se segrega durante algunos procesos
infl amatorios no infecciosos. Su determinación en las muestras alveolares puede ser útil como un biomarcador de la
neumonía intrahospitalaria, pero se necesitan más estudios
clínicos para establecer su utilidad clínica.
© ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito.
TRATAMIENTO
La elección de los antibióticos que deben emplearse en el tratamiento empírico de las neumonías intrahospitalarias debe
basarse en dos criterios distintos. Por un lado, en la existencia
de factores de riesgo identificables que hagan pensar en la
posibilidad de agentes patógenos multirresistentes (tabla 36-1).
Por otra parte, en la estimación de la cronopatología de la
neumonía que quiere tratarse, es decir, en la decisión de si esta
neumonía se clasifica como de instauración precoz o tardía.
La guía actual sobre la neumonía intrahospitalaria recomendada por la American Thoracic Society (ATS) sugiere que
el tratamiento empírico inicial de la neumonía en los enfermos sin factores de riesgo conocidos que faciliten la presencia de microorganismos mutirresistentes y que haya aparecido precozmente, debe dirigirse a las siguientes bacterias
potenciales: Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae
y bacilos gramnegativos entéricos sensibles, como Klebsiella
pneumoniae, Enterobacter spp., Proteus spp. y Serratia marcescens. En estos casos se recomienda usar ceftriaxona o una
fluoroquinolona (levofloxacino, moxifloxacino o ciprofloxacino), ampicilina/sulbactam o ertapenem. En el tratamiento
empírico inicial de la neumonía intrahospitalaria en los
•
Neumonía intrahospitalaria
293
pacientes que tienen factores de riesgo para agentes patógenos multirresistentes o una enfermedad de instauración tardía, la ATS recomienda que el tratamiento antibiótico se dirija, además de a los microorganismos ya mencionados, a los
siguientes gérmenes potenciales: Pseudomonas aeruginosa,
Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter spp., Staphylococus aureus
meticilín-resistente y, más raramente, Legionella pneumophila. En este caso se sugiere la utilización de cefalosporinas
con acción antipseudomónica (cefepima, ceftacidima) o un
carbapenem (imipenem o meropenem) o un ␤-lactámico con
un inhibidor de las ␤-lactamasas (piperacilina-tazobactam),
además de una fluoroquinolona antipseudomónica (ciprofloxacino o levofloxacino) o un aminoglucósido (amikacina,
gentamicina o tobramicina), además de linezolid o vancomicina. El empleo de pautas terapéuticas combinadas se justifica en los enfermos que tienen factores de riesgo favorecedores de infecciones por microorganismos multirresistentes, ya
que se ha observado que, si el tratamiento antimicrobiano
empírico inicial no es el apropiado, la mortalidad dentro de
las primeras 48 horas es alta. Los esquemas terapéuticos que
deben aplicarse, para el caso de las neumonías tanto precoz
como tardíamente desarrolladas, en pacientes con o sin factores de riesgo para infecciones por agentes patógenos multirresistentes, se resumen en las tablas 36-4 y 36-5.
La duración del tratamiento antibiótico debe individualizarse en cada caso en función de la gravedad de la enfermedad, la rapidez de la respuesta clínica y el microorganismo
causal. Se sugiere que en los individuos que recibieron un
régimen antimicrobiano inicial apropiado puede acortarse la
duración tradicional de 14 o 21 días a períodos de tiempo
más cortos, de 7 a 8 días, siempre y cuando el agente patógeno no sea Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter spp. o Stenotrophomonas maltophila y que la evolución clínica del
paciente sea favorable. En caso contrario se recomienda prolongar el tratamiento hasta 2 semanas más.
Tabla 36-4
Tratamiento antibiótico
empírico inicial de la neumonía
intrahospitalariaa
Microorganismo patógeno potencial
Streptococcus pneumoniae
Haemophilus influenzae
Staphylococcus aureus meticilín-resistente
Bacilos entéricos gramnegativos sensibles a antibióticos
Escherichia coli
Klebsiella pneumoniae
Enterobacter spp.
Proteus spp.
Serratia marcescens
Tratamiento antibiótico recomendado
Ceftriaxona o levofloxacino, moxifloxacino o ciprofloxacino
o ampicilina/sulbactam o ertapenem
a
Indicado para aquellos enfermos que no tienen factores de riesgo para sufrir
una infección por microorganismos multirresistentes y en los que la neumonía
es de instauración precoz.
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