Subido por Arellano Nava Alejandro

2. La edad de iniciación

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INICIACIÓN DEPORTIVA
TERCER SEMESTRE
La edad de iniciación: «Vísteme
despacio que tengo prisa»
Domingo Blázquez Sánchez
Albert Batalla Flores
1. Cuándo empezar y porqué.
2. Maduración y estimulación.
1. CUÁNDO EMPEZAR Y PORQUÉ
Al hablar de iniciación deportiva es habitual
encontrarse con preguntas tales como: ¿a qué edad puede
empezarse la práctica deportiva? ¿Existe una edad ideal
para la iniciación deportiva? ¿Tiene consecuencias
negativas empezar excesivamente temprano? ¿Depende el
éxito deportivo de la edad en que se comenzó a practicar?
Hay guarderías infantiles en las que se enseña a
esquiar o a nadar antes que andar. La piscina, la pista de
esquí o la pista de hielo son ejemplos de campos de
experiencias pedagógicas para los padres y sus hijos. No
hay campo de la enseñanza en el que se advierta tanto
interés y disposición al aprendizaje como el que
encontramos en el terreno deportivo escolar.
Edad de iniciación
Existe cierta disparidad de opiniones en lo concerniente
al momento de iniciación según sean los deportes
practicados, el tiempo en el que puede comenzar la
especialización y la edad en la que se alcanzan los máximos
resultados. La edad media es del orden de los once años,
pero en ciertos casos puede organizarse una práctica
bastante intensa ya a los cinco años (Durand, 1988). En la
introducción de este libro ya comentábamos alguna cuestión
a este respecto y en la parte IV de este libro López Bedoya,
hace mención a este tema desde una perspectiva del
entrenamiento y del rendimiento, por lo que no ahondaré
mucho más en ello desde este punto de vista. Si queremos
insistir en que la edad de iniciación debe estar de acuerdo
con el nivel y exigencia del deporte practicado o elegido.
Asimismo, es definitorio el nivel y exigencia que implica su
competición.
En general, se piensa en el ambiente deportivo, que
existen períodos particularmente favorables para la
adquisición de las habilidades deportivas y que si alguien se
inicia en ellas antes o después de cierta edad, los
rendimientos futuros no alcanzarán un nivel excepcional
(Durand, 1988). Es decir, que un aprendizaje sólo puede
efectuarse de forma óptima en vistas al futuro, cuando el
niño está listo, véase, cuando posee la madurez suficiente
para adquirir ese aprendizaje. Según esto, sería ineficaz e
incluso inapropiado encasillar demasiado pronto al niño/a en
aprendizajes específicos antes de que éste esté preparado
para la realización de esa disciplina. Un prestigioso autor, Le
Boulch (1991), dice a este respecto: “Según las
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posibilidades ofrecidas por la escuela o el club, el deporte
educativo puede ser aplicado al concluir la etapa propuesta
para la educación psicomotriz, o sea a partir de los 8 o 9
años”, y sigue a continuación, “la supuesta iniciación
deportiva dirigida a niños de 6 a 9 años es sólo una
caricatura de la actividad adulta, expresada a veces como
un condicionamiento gestual precoz”, para concluir... , “por el
contrario, a partir de los 9 años resulta posible utilizar el
apoyo deportivo como un medio de educación psicomotriz, a
condición de que se le desmarque de la pedagogía del
aprendizaje deportivo tradicional”.
Asimismo, encontramos autores que postulan que sería
inapropiado retrasar el proceso de enseñanza más allá del
momento en que los niños/as ya poseen los prerrequisitos
para abordar la práctica deportiva elegida (siempre estamos
hablando de una iniciación deportiva planificada en un
entorno estable). “la confrontación del sujeto (prepúber,
adolescente, adulto) con situaciones de aprendizaje
tomadas de las actividades deportivas podrá poner en
evidencia las dificultades funcionales, casi siempre
presentes y debidas a la pobreza de la formación corporal
metódica”, (Le Boulch, 1991). Sin embargo, todo este
planteamiento viene condicionado por un modelo de práctica
deportiva con finalidad de rendimiento. De todos es sabido
que muchos jóvenes han accedido al deporte en edades
avanzadas y que no por ello han tenido menos deseos de
progresar y de ser eficaces. Eso sí, probablemente ninguno
de ellos haya tenido aspiraciones ha alcanzar ningún,
podium olímpico. En consecuencia, hablar de edad óptima
para la iniciación deportiva es, en una gran medida, pensar
en búsqueda del éxito y en definitiva estar pensando en un
máximo resultado.
No todos los autores comparten el criterio de que el
proceso de iniciación deportiva comience en el momento en
el que el niño toma contacto directo con los diferentes
deportes. Diemm (1979), defiende la idea que esta iniciación
puede producirse mucho antes. Naturalmente, no con la
práctica directa de esos deportes, sino a través de la
estimulación de actividades facilitadoras para la posterior
práctica deportiva, siempre y cuando vayan dirigidas o
tengan repercusión en esas actividades. Afirma el citado
autor:
“El proceso de aprendizaje del hombre -incluso en
materia de deportes- comienza el día de su nacimiento”, a
continuación prosigue: “Por consiguiente, nunca es
demasiado temprano para iniciar al niño en los deportes”,
para más adelante insistir: “En realidad, la capacidad para el
juego y la competencia en grupo no comienza a los diez
sino a los cinco o seis años. A esa edad los niños ya
comprenden que el deporte y los juegos de movimiento
requieren la colaboración de otros y son, aunque en una
forma elemental, procesos grupales” y concluye: “Es
importante para la futura capacidad deportiva del niño
descubrir todo el potencial de movimiento que hay en el ser
humano mediante tareas acordes con su grado de evolución
individual. Esto sólo es posible a través de un continuo
proceso de aprendizaje, en el cual los estímulos educativos
externos se combinen con la propia autocapacitación”.
En esta misma línea se pronuncian Burns y Gaines
(1986): “A lo largo de los dos primeros años de vida se
producen las adquisiciones motrices elementales más
numerosas. Muchos investigadores piensan que el conjunto
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de adquisiciones motrices de un individuo se efectúa antes
de los cuatro años; según ellos, los esquemas aprendidos
después de esta edad no son más que variantes o
combinaciones de estas adquisiciones elementales.
En estas condiciones, cuanto más se estimula al niño
de forma elaborada y eficaz entre los dos y los cuatro años
de vida, más sus capacidades motrices desarrolladas en el
contexto de sus posibilidades genéticas, serán numerosas y
sofisticadas”, y continua más adelante: “Si quiere que su hijo
tenga oportunidad de exteriorizar sus aptitudes atléticas
genéticas, debe comenzar a crear alrededor de él un
entorno favorable lo más pronto posible después de su
nacimiento”.
En un cierto estadio del proceso de aprendizaje motor,
habitualmente a los siete años, el niño comienza a integrar
en una actividad deportiva los elementos técnicos que ha
adquirido. Este paso de los ejercicios de entrenamiento al
juego real se efectúa mediante un mecanismo que permite
al niño seleccionar ciertos elementos técnicos entre los ya
conseguidos, de manera que puede hacer frente a
situaciones concretas sin ninguna ayuda exterior. Desde
entonces, si el niño esta realmente listo, su destreza motriz
se vuelve auténtica actividad deportiva (Burns y Gaines,
1986).
la edad ideal para entrar en contacto directo con el deporte
a un cierto nivel de exigencia, sería el período comprendido
entre los 6 y los 12 años y que sería verdaderamente eficaz
alrededor de los 9-11 años. La media de las edades
mínimas es de 6 años. La media de las edades medias es
de 11 años (cuadros 1 y 2).
Al hablar de edad de iniciación es preciso distinguir
entre la edad más adecuada para el inicio a la práctica
deportiva y la edad de especialización, es decir, el momento
en que el. niño/a se concentra exclusivamente en un
deporte pensando en obtener una alta prestación. Ésta, a su
vez, puede ser precoz o prematura. Así, topamos con varias
nociones: especialización deportiva, especialización precoz
y especialización prematura.
La especialización en la práctica de un solo deporte
debe iniciarse, según cual sea la disciplina deportiva
elegida, en distintos momentos. En consecuencia, padres y
entrenadores se formulan nuevas preguntas: “¿Cuándo
puede procederse a la especialización deportiva?, ¿a partir
de qué edad el niño está en condiciones para entrar en un
proceso competitivo?”.
Sintetizando y en general, ante la dificultad de
establecer una norma que dé uniformidad de criterio a la
edad de iniciación para todas las prácticas deportivas,
parece que tanto desde el punto de vista de las
consideraciones teóricas como de las opiniones de
especialistas que están trabajando en la práctica en general,
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Blázquez Sánchez, Domingo y Albert Batalla
Flores (1999), “La edad de iniciación: Vísteme
despacio que tengo prisa”, en La iniciación
deportiva y el deporte escolar, Barcelona,
INDE, pp. 115 – 119.
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