martes, febrero 14, 2012 LOS LABERINTOS DEL AMOR Por Jacques-Alain Miller El amor en psicoanálisis se llama transferencia. El mismo concepto de amor, lo que lo hace problemático en el psicoanálisis, está dominado por el concepto y lo problemático de la transferencia, y lo hace de tal manera que el amor parece ser nada más que un desplazamiento, un error. Yo amo a alguien porque amo a alguien más. Es por eso que el amor en el análisis carga con la marca de una cierta falta de autenticidad. Incluso puede parecer que el psicoanálisis devalúa al amor, que afecta a una degradación de la vida amorosa. Estar enamorado es perderse en un laberinto. El amor es laberíntico. En los caminos del amor uno no encuentra su camino, no se encuentra ni a uno mismo. Sin embargo, el psicoanálisis toma el camino, sigue el sendero del amor. No hay análisis sin transferencia. Basta tomar el consejo técnico ofrecido por los analistas post-freudianos sobre que el analista retenga la interpretación hasta el establecimiento de la transferencia. La práctica misma del analista legitima y explota el carácter automático de amor. El amor de transferencia regularmente surge en la situación psicoanalítica. El nuevo elemento que el psicoanálisis aporta a la problemática del amor es precisamente esta noción del carácter automático de amor. Para ser amado es suficiente ser un analista. En el amor existe un elemento de contingencia. El amor depende de los encuentros fortuitos. Hay un tyche en el amor, para usar el término de Aristóteles, un "encuentro azaroso". Pero el psicoanálisis legitima un elemento necesario en el amor que es lo opuesto a la suerte, a la fortuna: el automaton del amor[1]. Los grandes descubrimientos del psicoanálisis en lo que respecta al amor son de este orden. El análisis permite a un sujeto circunscribir lo que le hizo enamorarse o lo que lo hizo desear. Freud lo llamó la "condición del amor". (Liebes Bedingung)[2]. Los estudios de Freud sobre “la psicología de la vida amorosa” se centran en la determinación particular, similar a una fórmula matemática, de la condición del amor en ciertos sujetos. Por ejemplo, un hombre, sólo podría ser capaz de desear la mujer de otro. Este requisito puede adoptar diferentes formas: como solo ser capaz de desear a una fiel mujer casada o, también, sólo una mujer infiel con una tendencia a tener relaciones con 'todo x' que sea hombre. De ahí los efectos de los celos de los que el sujeto sufre pero que el análisis revela como siendo parte del encanto de la mujer, según lo determinado por el valor inconsciente de su encanto. Liebe es un término que abarca tanto el amor y el deseo, aunque se ve en ocasiones como separadas las condiciones del amor y del deseo. Así, Freud aísla un tipo de hombre que no puede amar donde desea y que no puede desear donde él ama. En la misma rúbrica de las condiciones para el amor hay espacio para el análisis del amor a primera vista en un instante en que un sujeto se encuentra con su condición para el amor como si de repente a la contingencia se unió la necesidad. Si Werther[3] se enamoró perdidamente de Charlotte, fue porque la vio en el momento en que ella estaba dando de comer una gran cantidad de niños pequeños y cumpliendo así el papel de la madre nutricia. Aquí, un encuentro contingente realiza las condiciones necesarias para el enamoramiento del sujeto. El Silogismo del Amor Les propongo una fórmula general para el automaton del amor en la forma de un silogismo. Será el silogismo del amor en psicoanálisis. Partamos de la hipótesis freudiana de que para un sujeto existe un objeto amoroso (amable) fundamental, ese amor es la transferencia, y que cada objeto ulterior de amor es un desplazamiento de ese objeto fundamental. Escribimos a para el objeto fundamental del amor. Su cualidad de ser amable es designado por el predicado A. aA significa que el objeto a tiene la propiedad de ser amable. Si el sujeto se encuentra con un objeto x que se asemeja a a, es decir (x = a), entonces este objeto x es considerado como amable, xA. ¿En qué se sostiene la elaboración psicoanalítica? En la semejanza entre el objeto a y cualquier objeto x, o en los rasgos significativos de la semejanza. Lo anterior no se limita en la idea de que un caballero puede enamorarse de una mujer cuyo rostro se parecía al de su madre. Sin embargo, un primer nivel de elaboración destaca los rasgos imaginarios de la semejanza. Estos rasgos sensibles pueden ir de un parecido general a uno extremadamente localizado, de rasgos objetivos a aquellos que son sólo visibles para el sujeto mismo. Hay otros tipos de rasgos que pertenecen al orden simbólico de las semejanzas basado directamente en el lenguaje. Por ejemplo, existe un registro completo de lo psicoanalítico onomástico donde se valida para la elección del objeto el valor del nombre. Hay un orden más complejo de referencia que Freud plantea en su artículo "El fetichismo" en donde un error en la traducción entre el alemán y el inglés, entre glanz (brillo) y glance (mirada), activa en el sujeto un juego de significaciones a partir de un rasgo esencial que está tratando de reencontrar en sus objetos de amor, el “brillo en la nariz". Sin duda, hace del amor algo un tanto ridículo. Voy a plantear un tercer orden de semejanza que es, si se quiere, más abstracto: se refiere a la relación del objeto de amor con algo más. Puede suceder que el sujeto se enamore de un objeto x con la condición de que tiene la misma relación que él tiene con el objeto fundamental, o bien, otra posibilidad, si el objeto x tiene la misma relación con él. Freud descubrió que a es o bien el propio yo o que pertenece al conjunto que podemos llamar la familia: padre, madre, hermanos, hermanas, extendiéndose a los antepasados, colaterales, y a todos aquellos que entren en el ámbito de la familia. Una gran parte de la interpretación analítica con respecto al amor consiste en revelar diferentes identidades de a. Revela, por ejemplo, un sujeto enamorado de un objeto x a condición de que se parezca a él: elección narcisista de objeto. O bien, el sujeto se enamora de una x que tiene con él la misma relación que su madre o su padre o que tenía algún miembro de la familia para con él. En la teoría de la elección de objeto masculino homosexual, por ejemplo, se valida en el objeto una semejanza con la imagen propia del sujeto, además que el hecho de que el objeto tiene con el sujeto la misma relación que el sujeto tenía con su madre. Fórmulas diferentes están en juego en la literatura psicoanalítica. Se informará que en la práctica diaria se descifra imágenes subyacentes, articulaciones simbólicas, relaciones lógicas, que dominan el amor del sujeto. Esto tiene una serie de consecuencias que afectan a la misma definición del amor. En primer lugar, el amor es metonímico. Existe una conexión entre el objeto fundamental y el objeto x, el objeto x toma prestado ciertos rasgos del objeto fundamental. En segundo lugar, el amor es una repetición, de ahí el lugar esencial del período de latencia, un corte que separa el amor primordial del amor de repetición. En tercer lugar, el amor se traduce una inercia psíquica: En nuevas formas, en la “sorpresa del amor”, como Marivaux dijo, el amor atestigua el hecho de que el sujeto se ha quedado atascado en una elección que es siempre la misma, traduciendo una constante en la forma en que el sujeto constituye al sujeto que ha investido. Hasta este punto, nada nos impide remitir a las dimensiones del amor la fórmula imaginaria aa’ que es una abreviatura del estadio del espejo lacaniano. Existe la simetría, equivalencia y la metonimia de los dos términos. Disimetría. Otro capítulo en la teoría del amor valida la disimetría en los asuntos del amor. Para abordar la cuestión por medio de un atajo, vamos a distinguir entre amar y ser amado. Estudiemos que decir “te amo” significa, a saber, la relación xRy, una relación disimétrica que es la traducción de x ama a y. El primer valor que podemos dar a “te amo” es “me falta(s)”. Marcamos a la persona amada con el signo (+), y al amante con el signo (-). De esta forma, se introduce la castración en la teoría del amor. La teoría psicoanalítica del amor es, por un lado, sobre el automaton del amor, y en segundo lugar, implica la castración en el amor. La castración está del lado del amante y correlativamente el falo está del lado del amado. Vamos a escribir al amante con una A y la significación del falo como -j. Aquel que ama, es castrado. Motivo por el que la sabiduría nativa reserva el amor por las mujeres. Una relación en la que ninguno de la pareja haría falta no es en absoluto impensable. Esto acontece en la homosexualidad masculina. La homosexualidad se constituye en una manera muy diferente en el caso de las mujeres que en el caso de los hombres. En el caso de la mujer, se constituye en el registro del amor, en el caso del hombre en el registro del deseo, y está completamente separado del amor. ¿Por qué hacer distinción entre el amor y el deseo aquí ya que se confunden en la palabra Liebe? Debido a que existe la siguiente paradoja: amar al otro lo constituye como falo, pero querer ser amado por el otro, es decir, querer que el amado sea el amante, castra al otro. Lacan analiza la vida amorosa de la mujer de la siguiente manera: ella constituye un hombre como falo, mientras que en secreto desea castrarlo. Creía que podía ubicar que en el caso del hombre estas dos funciones están separadas o tienen una tendencia a separarlas: por un lado, la mujer que se ama, por el otro, la mujer que se desea en quien crea un efecto de significación fálica. Freud aporta un elemento adicional, cuando, en su libro “Psicología de las masas y el análisis del yo”[4], describió el estado puro del amor colocando el acento en la sumisión del sujeto que ama con respecto a la persona amada. El plus no es el falo, sino lo que él llama el Ideal del yo que se encuentra de nuevo en las formas del S1, el significante amo de Lacan. En la relación del amante hacia el amado la cuestión esencial es conseguir que la falta de la persona amada emerja. Esta es la fórmula de la histeria. ¿Qué es lo que sostiene esta operación? En pocas palabras, la demanda de amor. La demanda de amor en tanto que demanda de ser amado es la exigencia de que el Otro revele su falta. Implicar a la castración en la teoría del amor lleva a diversas construcciones de disimetría como la distinción freudiana entre el amor narcisista y al amor anaclítico. El amor narcisista es sobre el amor de lo semejante, mientras que el anaclítico trata sobre el amor de lo Otro. Si el amor narcisista se coloca en el eje imaginario, el amor anaclítico se coloca en el eje simbólico donde se juega completamente el asunto de la castración. De esta forma, la diferencia entre el amor y la pulsión se aclara. ¿Por qué Freud inventa el término pulsión? Debido a que existe en el sujeto un tipo de demanda que nada tiene en relación con la demanda de amor. Se trata de una demanda que no habla, la cual no es menos persistente, una demanda que no se dirige al Otro, que no la orienta la falta en el Otro, que por el contrario, tiene la exigencia de una presencia como una condición absoluta. Tenemos un ejemplo en la perversión del fetichismo. No es una cuestión de saber ya sea si la mujer le falte algo, o consienta en la falta, con un zapato de tacón alto. No hay razón para pensar que se crea una falta en ella. La presencia del objeto es un requisito para que el sujeto para que pueda jouir (gozar). A este sujeto no le podría importar menos la reticencia de su objeto. Lo que hace al laberinto es la implicación de tres niveles. El objeto debe tener la significación del falo en la medida en que amar sea desear. También debe tener el valor de A en la medida en que amar es una demanda de ser amado. También debe tener el valor a en la medida en que amar es querer jouir (gozar). El objeto tiene que estar situado al mismo tiempo en el deseo, en la demanda y en la pulsión. Los laberintos de la vida amorosa son asuntos acerca de la articulación de estos tres niveles, a veces unidos, a veces separados, aquí de forma permanente, haya transitoria, a veces de forma pura, a veces mezclados. Así es como obtenemos la infinita variedad que se encuentran en la vida amorosa. Traducido por Héctor Mendoza Fuente: Journal of The Centre for Freudian Analysis and Research http://www.jcfar.org/past_papers/The%20Labyrinths%20of%20Love%20-%20JacquesAlain%20Miller.pdf Referencias Bibliográficas [1] Jaques Lacan. El Seminario de Jacques Lacan, Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Clase del 12 de Febrero de 1964. H.M. [2] Sigmund Freud. Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre. (Contribuciones a la psicología del amor I )(1910).En Vol. XI de Obras Completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. H.M. [3] Goethe , J. W; Las desventuras del joven Werther (Die Leiden des jungen Werthers. 1774). H.M. [4] Sigmund Freud. Psicología de las masas y análisis del yo (1921).En Vol. XVIII de Obras Completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. H.M.