Subido por Marcos Stocchi

Primer-parcial

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PSICOLOGÍA DE LOS GRUPOS. Primera parte.
“Algunos puntos de partida para pensar lo grupal”. Amilkar. FICHA: 14065
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La problemática de la subjetividad se constituye como un eje organizador para pensar los efectos de la
grupalidad y de las diversas prácticas grupales. Subjetividad como producción de un determinado
momento socio-histórico y abierto a nuevas construcciones y sentidos en el vínculo con otros.
Consideramos al campo grupal desde su multidimensionalidad y complejidad con sus múltiples
atravesamientos (políticos, sociales, económicos, ideológicos) así como desde sus dimensiones,
especificidades y legalidades. Así se piensa al campo grupal desde un abordaje transdiciplinario. El
punto de partida es el de un nuevo paradigma que rompa con la disociación entre lo biológico por un
lado y lo psíquico y cultural por el otro. La noción de multiplicidad intenta romper con dualismos y
binarismos reductivos, lo cuales piensan la dialéctica de los UNO y de lo OTRO. Así desde la
multiplicidad los grupos son pensados como dispositivos sociales de producción subjetiva que al ser
generadores de transformación producen subjetividad y provocan su despliegue.
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En este sentido podemos ver los lineamientos teóricos de Ana María Fernández y René Kaes respecto
a la corriente francesa de las investigaciones psicoanalíticas sobre el grupo:
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1) Ana María Fernández: parte de considerar lo grupal como campo de problemática, atravesados
por múltiples inscripciones: deseantes, históricas, institucionales, políticas, económicas, etc.
Una manera de pensar lo Uno y lo Múltiple, intentando superar los encierros que lógica del
objeto discreto impone, abriendo la reflexión hacia miradas epistémicas pluralistas,
transdiciplinarias. La autora propone abrir interrogación de modo que lo invisible cobre
visibilidad. Se intenta mantener una incomodidad como caución metodológica frente a la
consolidación de certezas. Esta modalidad de pensar es desdisciplinaria, se construye y
reconstruye permanentemente, desde un criterio de problematización recursiva.
Problematizar es abrir a la interrogación, elucidar. Elucidar en términos de Castoriadis es
“pensar lo que se hace y saber lo que se piensa”. Elucidar implica interrogar, explorar,
desnaturalizar, deconstruir, rastrear genealógicamente. Un trabajo elucidatorio supone:
• Las desnaturalizaciones de sentidos comunes disciplinarios.
• Las reconstrucciones de la lógica de la diferencia con que opera un campo de saberes y
prácticas.
• El rastreo genealógico de las construcciones de las nociones de los cuerpos teóricos con
los que se trabaja.
Ana María Fernández realiza una remisión histórica de los saberes y practicas grupales con un criterio
genealógico con el interés de indagar como se fueron constituyendo las condiciones de producción de
esos saberes y el análisis de las demandas que les dieron origen (tener en cuenta el momento sociohistórico y a que demanda social se respondía) Se interesa por el cómo se construyen los
conocimientos acerca de lo grupal y no por el qué son los grupos.
Con el propósito de buscar un orden para la indagación a realizar señala tres momentos epistémicos,
pensados no en un sentido cronológico sino que expresan ciertas formas características de pensar las
legalidades grupales.
a- Primer momento epistémico (1920-1930-1940): se organiza a partir de pensar al grupo como
un todo, en donde se incluyen los aportes de la teoría de la Gestalt “el todo es más que la suma
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de las partes”. El punto de partida se puede situar a partir de la demanda proveniente de la
práctica social empresarial con localización en los Estados Unidos de los años 20 (post primera
guerra mundial, renace el orden social democrático).
b- Segundo momento epistémico: se centra en la búsqueda de los organizadores grupales. El
psicoanálisis hace sus aportes.
c- Tercer momento histórico: abordaje de ciertas realidades disciplinarias sin caer en
reduccionismos. Se plantea de abrir el pensamiento de lo grupal hacia lógicas pluralistas que
legitiman epistemológicamente atravesamientos disciplinarios. Se orienta la indagación hacia
un abordaje transdisciplinario para teorizar lo grupal. Así los cuerpos teóricos funcionan como
“caja de herramientas”, que aportan instrumentos y no sistemas conceptuales.
2) Rene Kaes: se centra en diferentes modos de articulación entre el espacio psíquico del grupo, el
de los sujetos que lo constituyen, sujetos del inconsciente, y en sus relaciones como producción
recíproca. Así se piensa al sujeto en situación de grupo. Los trabajos de Kaes se centraron en el
estudio de las representaciones inconscientes y dilucido los núcleos organizadores de las
representaciones del grupo distinguiendo dos grupos: organizadores fantasmáticos
inconscientes (grupos del adentro, estructurados según las leyes que obedecen a los procesos
primarios) y organizadores socioculturales. Plantea el modelo del “aparato psíquico grupal”
para pensar como la realidad psíquica del grupo es producida, contenida y transformada,
ligada y administrada por ese aparato. Para el autor los dispositivos grupales resultan espacios
privilegiados para restaurar las funciones metapsíquicas sobre las que reposan los
apuntalamientos, la eficacia de las prohibiciones estructurantes, los referentes identificatorios,
las creencias y representaciones compartidas.
“Grupo y producción.” Benevides. FICHA: 2481
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Se podría definir al grupo como un conjunto de personas ligadas entre sí por constantes de tiempo y
espacio y articuladas por su mutua representación interna. Esta preocupación por definir lo que es un
grupo garantiza la existencia del objeto-grupo, contexto en la que la posición individuo-grupo gana
legitimidad. Existen por un lado las tesis individualistas, en la que los individuos constituyen la única
realidad y el grupo no existe. Y las tesis grupalistas en que consideran al grupo como una entidad
distinta de los individuos que lo componen, una especie de a priori para la comprensión de los
movimientos que en él actúan. En ambas posiciones individuo y grupo son polos de un par antitético
que a lo largo de la historia se afirmó como natural.
La categoría individuo surge difusamente en los siglos XVI y XVII. En los siglos XVIII y XIX se formaliza
la construcción esta categoría producto de la modernidad. Se empieza hablar de individuo indiviso,
libre y autónomo. Lo que actualmente está instalado es un modo de funcionamiento “individualizante”
sobre los objetos y las practicas, construyendo trazos de equivalencia entre sujeto-individuo.
En este contexto la noción de grupo se ve influida. Así, los individuos garantizados en una unidad que
es autocentrada, constituyen nuevas y más amplias unidades. El sentido se imprime sea sobre el
individuo dándole forma de UNO sea sobre el grupo dándole forma de TODO. Es la lógica del UNO,
presente tanto en el individuo como en el grupo (individuo-UNO: todo se refiere a sí mismo. GrupoTODO: uno refiere a sí mismo).
La antítesis individuo-grupo tomo el lugar de otro anterior individuo-sociedad. El grupo en esta
perspectiva viene a insertarse como intermediario de la relación individuo-sociedad. En la tentativa
de establecer un pasaje más suave de la comprensión de los fenómenos individuales a los sociales se
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duplica la dicotomía individuo-grupo y grupo-sociedad. Lo que se percibe es la insistencia de lo
“social” como algo externo al individuo manteniéndose la misma lógica disyuntiva (interno-externo,
individuo-grupo).
El grupo surge por lo tanto, como objeto histórico de un desdoblamiento de la misma lógica antitética
y se definiría a semejanza de los elementos anteriores: por un lado el individuo que le garantiza la idea
de indivisible, de particular, por otro lado la sociedad que le da la idea de todo, de universal. Procurará
ocupar simultáneamente dos lugares, constituyéndose en un espacio donde disputaran el individuo
versus los individuos.
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Ha sido definido con base en la noción de individuo.
Mantiene la dupla dicotomía individuo/grupo, grupo/sociedad colocándose como
intermediario cuya especificidad es garantizar por un lado el estrato subjetivo y por otro lado
el estrato social.
Es considerado como estructura cuyo funcionamiento tiende al equilibrio.
Considera al tiempo en su expresión cronológica.
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Hasta aquí la noción de grupo presentaría las siguientes características (esta no es la posición que
toma Benevides)
Grupo- tiempo: multiplicidad/ producción: el individuo es apenas uno de los modos de subjetivación
posibles. Cada época, cada sociedad, pone en funcionamiento alguno de estos modos. Más allá del
modo individuo lo que hay son procesos de producción que comprender varios tipos de
individualización. La noción de subjetividad no puede ser confundida con la de individuo: una cosa es
la individualización del cuerpo, otra es la multiplicidad de los agenciamientos de la subjetivación. La
subjetividad es esencialmente fabricada y modelada en el registro social. El término agenciamiento
pone en cuestión cómo se fabrica un sujeto. Este enunciado siempre es colectivo porque jamás remite
a un sujeto sino a un modo de existencia. La producción de un sujeto-individuo es por lo tanto,
inseparable de las marcas colectivas. La subjetividad está circulando en los conjuntos sociales pero es
asumida y vivida por individuos en sus existencias particulares.
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Los sujetos-individuos son efecto de un capitalismo en serie que invierte en el deseo como siendo algo
del individuo, y en lo social como siendo algo que se construye a partir del deseo individual. La noción
de subjetividad en cambio indica una ruptura con la noción unificadora de individuo, ya que la
subjetividad es un conjunto de componentes que son tanto del orden extra-individual (sistemas
maquinicos, económicos, sociales, tecnológicos, etc) como del orden infra-personal (sistemas
perceptivos, de afectos, deseos).
El individuo, el grupo, la sociedad son concepciones de un cierto modo de funcionamiento capitalista,
en el cual lo que siempre prevalece son representaciones universalizantes y totalizantes. El grupo es
pensado a partir del mismo modo de subjetivación individualizante y actúa como intermediario entre
un nivel que sería más individual y otro que sería más social. Pero si desplazamos la noción de grupo
hacia la noción de subjetividad, lo que encontraremos será una multiplicidad y provisoriedad. El
grupo dejará de ser el modo cómo los individuos se organizan, para ser un dispositivo, que indica algo
que hace funcionar, que acentúa la pluralidad de los componentes de subjetivación. La cuestión ya no
sería buscar una identidad del individuo o del grupo, sino preguntarse sobre que componentes de
subjetivación estaría siendo accionados y cuáles otros agenciamientos podría ser hecho. La
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subjetividad entendida como proceso nos pone en contacto con la multiplicidad y no con la unidad,
con la heterogeneidad y no con la homogeneidad, con la fragmentación y no con la totalización.
El grupo-dispositivo puede actuar como una máquina de descomposición, a comenzar por la
descomposición de su pretendida unidad. Cuando pensamos el grupo como dispositivo y lo
descentramos de los individuos, entramos en contacto con la problemática de la producción, de un
tiempo irreversible. En esta tentativa de accionar el grupo como dispositivo, no hay más ni universal
ni UNO, hay solamente procesos, devenires.
“Clínica grupal.” Benavides. FICHA: 2482
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En la década del 70’ se destacaban dos razones para la existencia de los grupos: una de orden
ideológico, era considerado un reducto de libertad en tiempos de represión, una moda de una época
en que había represión política. Otra de orden económico y circunstancial, era más barato y había
muchos clientes y pocos terapeutas, era considerado una solución para la baja oferta de servicios y sus
costos altos. De ahí que se convertiría en algo desechable cuando esos problemas hubieran sido
resueltos. Por lo tanto en las décadas del 80’ 90’ se observa una devaluación del grupo, una
disminución de la oferta de espacios terapéuticos grupales, poca insistencia en la utilización de
prácticas grupales en los servicios de atención “psi” de la red pública de salud. Esta disminución de la
demanda de grupos tiene que ver con haber sustraído de las prácticas grupales su potencia analítica,
enterándolas en una especie de fosa común junto con tantas otras prácticas sociales fuera de uso.
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Si entendemos al grupo como algo que intermedia, acompaña y produce modos individualizados de
subjetivación, solo se lo podría considerar muerto y enterrado por su forma, pero no por su función
subjetivadora. En este sentido, la función subjetivadora individualizante permanece dominante en las
practicas “psi” sean individuales o grupales. Decir que el grupo es un muerto es atenderse sólo a una
de las formas por las cuales se ha expresado la subjetividad: el modo individuo, modo de subjetivación
contemporáneo dominante. Enterrar al grupo por lo tanto recibe un sentido meramente formal ya que
la producción de subjetividades individualizadas subsiste en las prácticas clínicas en vigor. De esa
forma, si hay que enterrar algo no sería al grupo, sino a la función que él había puesto en
funcionamiento: la transformación de lo que es del orden de la multiplicidad en unidad e identidad.
El punto de partido está en la noción de subjetividad que no se sitúa en el campo individual sino en la
dimensión de todos los procesos de producción social y material. La subjetividad es por lo tanto,
producida. La noción de subjetividad implica inmediatamente la de multiplicidad porque se puede
presentar de formas parciales y fragmentadas, no permitiendo su totalización o su centralización. Las
subjetividades del tipo individuo son efectos de la producción capitalista que aporta el deseo como
siendo del individuo y lo social como algo exterior a él. La noción de producción de subjetividad se
inscribe en la pluralidad. Esas subjetividades múltiples circulan en los conjuntos sociales y pueden
apropiarse de manera creativa produciendo singularizaciones. Singularizar por lo tanto, está en el
dominio de la ruptura, del escape de lo que esta naturalizado. Singularizar es inventar, crear otros
modos de existencia que no sobre-codifiquen las experiencias.
Se plantea entonces desarrollar el proceso analítico por ampliación de grados de transversalidad. En
el caso de los grupos, esto se daría cuando se pudieran colocar como soportes para otros modos
diversos de expresión. El grupo no es entonces algo dado, sino una construcción, un diseño que se
configura a cada situación. Las funciones, las identificaciones, los liderazgos son efectos de un
determinado modo de producción de grupo. El grupo surge como un dispositivo potente en el proceso
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de producción de subjetividad. Como dispositivo rechaza cualquier forma de totalización y unidad, es
siempre multi-lineal. Entendemos al grupo como un dispositivo que descompone al individuo que
somos, que actúa en aquello que dejamos de ser y que nos desliza hacia lo que estamos en vía de
convertirnos (el individuo en grupo produce nuevas subjetividades).
El grupo es una institución porque condensa varios modos de producción de subjetivación. Podemos
decir que el modo de producción capitalista da lugar a una subjetivación individualizante,
conformando territorios existenciales. Sin embargo siempre hay algo que se pierde o se escapa, y es
ahí donde puede funcionar el grupo dispositivo, como una ruptura que segmente de forma flexible los
territorios existenciales tan marcados por el funcionamiento individualizantes, abriendo pasajes para
la multiplicidad de otras subjetividades.
Pensar problemas: criterios de indagación:
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“Las lógicas colectivas”. Ana María Fernández. FICHA: 14087
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¿Cómo se produce sentido? A partir de allí se trata de elucidar como se pasa de las significaciones
imaginarias sociales a las singularidades de sentido en la producción de subjetividad.
La autora propone abrir interrogaciones en un campo de problemas de la subjetividad por lo cual no
se ha trabajo en el marco de un dominio de objeto unidisciplinario. Se trata de interrogar por el cómo
y no por el quién lo que habilita pensar desde una noción de subjetividad que implique la indagación
de sus procesos de producción más que de sustancias, esencias o invariancias universales.
Se trata de pensar en un campo de problemas. Este criterio de indagación supone desdisciplinar las
territorializaciones disciplinarias para poder demarcar las cuestiones de otro modo. Se busca pensar
por fuera de las antinomias clásicas: individuo/sociedad, sujeto/objeto, estructura/acontecimiento,
etc. Desdisciplinar implica complejos procesos elucidatorios: desnaturalizar sus territorios,
deconstruir sus lógicas y genealogizar sus conceptos para crear condiciones de posibilidad que
permitan construir programas que desborden los dominios de objeto unidisciplinarios.
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Pensar desde un campo de problemas se diferencia de la idea de objeto de conocimiento. La
producción de sus saberes y sus modos de indagación se inscribe no sólo en sus historicidades de
hecho sino en la indagación critica de estos. Así el problema no es una pregunta a resolver, sino que
los problemas persisten e insisten como singularidades que se despliegan en el campo. El método se
ira delineando a partir de la recurrencia de las preguntas abiertas. Se trata de hacer de una serie de
preguntas un problema o una problemática en el sentido de un agrupamiento de problemas que se
relacionan al interior de un campo abierto, así se va armando método, trazando circuitos de
problematización recursiva. Entonces se trata de abrir interrogación, de modo que lo invisible opere
visibilidad, lo impensado se vuelve enunciable. Se intenta mantener una incomodidad como caución
metodológica frente a la consolidación de certezas que intentan instituir regímenes de verdad.
Esta propuesta de indagación conceptual no trabajará con un marco teórico elaborado previamente
sino con un criterio de construcción de caja de herramientas. Esta idea supone:
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No tomar las teorías y/o los autores como fundamentos de verdad o relatos
totalizadores sino que se trata de construir instrumentos para pensar problemas.
Abrir visibilidad y consiguiente enunciabilidad, permitiendo nuevas teorizaciones.
Pensar problemas y no instituir sistemas.
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Pensar sin anular los aportes unidisciplinarios pero relativizando los efectos de verdad
que suelen instituir.
Recuperar la potencia enunciativa de noción teóricas que la certeza de sus sentidos
comunes disciplinarios pudiera haber erosionado.
Este programa de indagación conceptual propone la conformación de una caja de herramientas en
permanente construcción y no un marco teórico a aplicar. Lo mismo ocurre con sus consideraciones
metodológicas, ya que no se trata de una metodología que se define a priori, sino que a partir de los
problemas que necesita pensar se despliegan criterios metodológicos en situación que van gestando
su propio estilo de indagación.
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“Un singular plural”. Rene Kaes. FICHA: 14076
Cómo se ha planteado la cuestión del grupo en el psicoanálisis: El grupo fue primero una aplicación del
psicoanálisis a sujetos que no podían beneficiarse de la cura o de una psicoterapia individual en sus
formas clásicas.
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Las teorías psicoanalíticas del grupo se ocuparon ante todo de pensarlo como tal independientemente
de los miembros que lo componen, es decir, como un conjunto que conforma una entidad especifica.
Lo cierto es que, considerada desde el dispositivo de la cura o desde el del grupo, cambia la
concepción del sujeto y con ella, el pensamiento sobre el inconsciente.
Los pioneros de la invención psicoanalítica del grupo: Cuando algunos psicoanalistas se encontraron
ante la necesidad de inventar una alternativa a la cura individual, bastante rápidamente el dispositivo
del grupo pareció adecuado para el tratamiento de ciertos pacientes. Entre los primeros intentos se
pueden nombrar autores como Riviere, Foulkles, Bion, etc. quienes se inscribían en la tradición que
hacían del grupo un instrumento al servicio de la social o lo pedagógico. Sin embargo el psicoanálisis
apunta a otro objetivo: el de liberar a la psique de sus obstáculos. El psicoanálisis grupal se sitúa en
esa dirección: su objetivo es desmontar los vínculos intersubjetivos generadores de trastornos en los
vínculos y en los sujetos del vínculo.
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Riviere y el grupo operativo: Considera que el grupo es un poderoso medio de acción social y un
notable instrumento terapéutico para el individuo. Introduce el concepto de grupo operativo como un
grupo centrado en la tarea cuya finalidad es aprende a pensar en términos de resolución de las
dificultadas creadas y manifestadas en el campo grupal, y no en cada uno de sus miembros, lo que
sería un análisis individual en grupo. No está centrado en las concepciones gestálticas sino en cada
aquí-ahora-conmigo en la tarea grupal se opera en esas dos dimensiones. Con esta noción se toma en
cuenta las dimensión del campo transferencial. Su modelo propone una comprensión de grupo en
términos más marcados por una psicología social psicoanalítica.
La psicología social que postula se inscribe en una crítica de la vida cotidiana. Tiene como objeto de
estudio el desarrollo y la transformación de una relación dialéctica entre la estructura social y la
configuración del mundo interno del sujeto (fantasías inconscientes del sujeto) relación que se aborda
a través de la noción de vinculo. El sujeto no es solamente un sujeto en relaciones, es también un
sujeto producido en una praxis.
El objetivo del grupo operativo es la detección e interpretación de las fantasías inconscientes
subyacentes que emergen de la tarea manifiesta y se condensar en el grupo en temores específicos (el
del ataque al yo: angustias paranoides, el de la pérdida del objeto: angustias depresivas) y en
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resistencias al cambio. Estas fantasías no son de origen pulsional sino que son el resultado de las
experiencias relacionales de los miembros del grupo.
Foulkes y la corriente del grupoanalisis: Propone la idea del grupoanalisis, inscribiéndose en la
perspectiva estructural del guestaltismo de la cual toma principalmente tres proposiciones:
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El grupo es una totalidad y la totalidad precede a las partes, es más elemental que ellas, no es
la suma de sus elementos.
El individuo y el grupo forman un conjunto del tipo figura-fondo.
El individuo en un grupo es como el punto nodal en la red de neuronas.
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Las tres proposiciones sitúan al grupo como precedencia del individuo y a éste como un elemento de
aquel, no como un sujeto que sería parte activa en la construcción del grupo. Por otro lado propone la
idea del grupo como matriz psíquica.
El grupo tiene propiedades terapéuticas específicas que expresan las cinco ideas fundamentales del
grupoanalisis foulkesiano:
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La decisión de escuchar, comprender e interpretar al grupo como totalidad en el “aquí- ahora”
La sola consideración de la trasferencia del grupo sobre el analista, y no de las transferencias
laterales.
La noción de resonancia fantasmatica inconsciente entre los miembros del grupo.
La tensión común y el común denominador de las fantasías inconscientes del grupo
La noción de grupo como matriz psíquica y marco de referencia de todas las interacciones.
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El grupoanalisis es una técnica de psicoterapia de grupo y un dispositivo de experiencia psicoanalítica
del inconciente en situación de grupo.
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El grupo de trabajo donde prevalecen los procesos y las exigencias de la lógica secundaria que
organizan la representación del objeto y los objetivo del grupo, así como la planificación de la
tarea y de los sistemas de comunicación que permiten su realización.
Grupo de base donde predominan los procesos primarios en forma de supuestos básicos en
tensión con el grupo de trabajo.
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Bion y la mentalidad grupal: Como foulkles que busca una alternativa a los límites de la cura
individual. Bion distingue dos modalidades del funcionamiento psíquico en los grupos, las cuales
coexisten.
Introduce el concepto de mentalidad de grupo para referirse a la actividad mental que se despliega en
él a partir de la opinión la voluntad y los deseos inconscientes, unánimes y anónimos de sus
miembros. La mentalidad de grupo garantiza así el acuerdo de la vida grupal con los supuestos básicos
que organizan su curso. En cuanto a los supuestos básicos estos representan tres estados
emocionales específicos. Son y permanecen inconscientes, expresan fantasías inconscientes y están
sometidos al proceso primario. E stos se alternan, no coexisten. Estos son:
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Supuesto básico de dependencia: el grupo tiene la convicción de que esta reunido para que
alguien externo provea la satisfacción de sus necesidades.
Supuesto básico de ataque-fuga: convicción grupal de que existe un enemigo al que hay que
atacar o del que hay que huir.
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Supuesto básico de apareamiento: creencia colectiva de que cualquiera sea el problema un
hecho futuro lo resolverá.
Bleger y el depósito del núcleo aglutinado en el grupo: Debemos a Bleger muchas contribuciones a la
teoría psicoanalítica de los grupos, aparte de los conceptos de encuadre, núcleo aglutinado y deposito.
En primer lugar distingue dos formas de sociabilidad: la sincrética y por interacción. La primera se
funda en una inmovilización de las partes no diferenciadas o simbióticas de la personalidad. Mientras
que la segunda corresponde a un juego de intercambios subjetivos que producen efectos
individuantes y dispositivos manifiestos de interacción.
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El concepto de sociabilidad sincrética incluye al de núcleo aglutinado. Los primeros contenidos de la
psique del bebe estaban constituidos por un núcleo aglutinado depositado primero en la psique
materna. Este núcleo es la base de la sociabilidad sincrética, zócalo inconsciente que constituye la
infraestructura profunda de todo vínculo ulterior: este núcleo será depositado en la pareja y en la
familia y luego en todo grupo y en toda institución.
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Para Bleger la cohesión reposa en la fuerza de atracción que un grupo ejerce sobre sus miembros para
que permanezcan juntos, de modo que el grupo deviene en referente de sus actitudes sobre la base de
su sentimiento de pertenencia a él. La identidad grupal por pertenencia y dependencia asociada a ella
están constituidas por el depósito del núcleo aglutinado de sus miembros en la estructura del grupo.
El dispositivo del núcleo aglutinado vuelve isomorficos al sujeto y al grupo, entendiendo así que toda
separación con relación a este depósito nuclear provoca angustias de despersonalización en todos los
grupos.
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Balance y desarrollo de las primeras investigaciones psicoanalíticas sobre los grupos: Las primeras
teorías psicoanalíticas del grupo intentaron demostrar la consistencia de los “fenómenos de grupo”
fundar la hipótesis de que éste es una entidad relativamente independiente de los individuos que lo
conforman, una organización y un lugar de producción de una realidad psíquica propia. Estos
descubrimientos mostraron que los grupos están organizados por estructuras y procesos de
diferentes niveles.
En el primer momento epistemológico es necesario conocer al grupo como entidad especifica y
constituirlo como dispositivo terapéutico. En estas condiciones la cuestión del sujeto en el grupo no es
tomada en consideración, sin embargo no se deja de lado al individuo aun cuando solo se lo tiene en
cuanta como elemento del conjunto. Riviere vuelve a ocuparse del sujeto pero en particular como
sujeto psicosocial. Así en las primeras teorías del grupo el sujeto del inconsciente desaparece y con él
aquello que lo singulariza: sus deseos, su historio, su emplazamiento en la fantasía inconsciente, etc.
La corriente francesa de las investigaciones psicoanalíticas sobre el grupo: La cultura psicoanalítica
desempeña en Francia un papel contextual importante. Allí la cuestión del grupo se inscribe en una
doble tradición cultural:
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Una de estas tradiciones, la del individualismo se inclino por centrar la atención en el sujeto
singular, excluyendo toda referencia al grupo en su formación e historia.
La otra tradición, anclada en la corriente socialista, insistió en el grupo como vía para la
revolución y como elemento básico de la libertad de opinión.
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El interés por el grupo en la Francia de posguerra: En este contexto el esfuerzo por reconstruir la
estructura económica y social favoreció el interés por el grupo en los ambientes psicológicos y
psiquiátricos. Al final de la Segunda guerra mundial aparece un interés por los trabajos de Lewin y
Moreno quienes encuentran en las técnicas de grupo dos ventajas: la posibilidad de tratar un mayor
número de pacientes y de sostener los procesos psíquicos de integración social. Se perfilará un tercer
tipo de interés: al considerar al grupo como uno de los recursos básicos de la psicoterapia
institucional.
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Entre los primeros psicoanalistas se forman dos grandes corrientes que subsistirán hasta hoy. La
primera reúne el interés por aplicar los datos del psicoanálisis al tratamiento psicoterapéutico de los
individuos en situación de grupo. La segunda intenta descubrir los procesos inconscientes que obran
en el seno del grupo tropezando con dos dificultades. La primera obedece a la aplicación directa de
conceptos psicoanalíticos a las hipótesis y técnicas elaboradas por Lewin, Rogers y Moreno, dando
lugar a una especie de sincretismo epistemológico. La segunda dificultad reside en el hecho de que los
conceptos utilizados han surgido de la teorización psicoanalítica de la psique individual.
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El pequeño grupo como objeto: Los trabajos de la escuela francesa restituyeron al grupo su
valor de objeto psíquico, de investiduras pulsionales y de representaciones inconscientes para
sus sujetos.
El grupo como sueño, un medio de realización de los deseos inconscientes: La referencia al
modelo del sueño implica que los procesos que constituyen al grupo como objeto del deseo
común de sus integrantes son los mismos que los del sueño y que en el grupo resultan
determinantes: desplazamiento, condensación, figuración simbólica y transformación en lo
contrario. Como el sueño o el síntoma el grupo es la asociación de un deseo inconsciente que
busca su vía de realización imaginaria y de defensas contra la angustia que suscitan en el yo
esas realizaciones.
Los cuatro objetos de la transferencia y la escucha analítica: El discurso manifiesto de un grupo
y su actividad deben ser considerados psicoanalíticamente en cuanto ocultan y expresan un
discurso latente.
Se trata como en la cura de descifrar ese discurso latente, de restaurar su sentido y de conducir
al grupo a la conciencia de los procesos inconscientes que lo organizan. En el trecho entre ese
discurso latente y el discurso manifiesto se expresa la resistencia.
En el contexto grupal la transferencia es múltiple: se dirige al psicoanalista (transferencia
central), a los otros participantes (transferencia laterales), al grupo como tal (transferencia
grupal), y a objetos externos al grupo (institución, sociedad, etc.)
El acoplamiento grupal de las psiques: Se entiende al grupo como cede de una realidad psíquica
propia. De ahí que Kaes dilucido los núcleos organizadores de las representaciones de grupo y
distinguió dos tipos: los organizadores fantasmaticos inconscientes y los organizadores
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Los enunciados fundadores de los años sesenta y la primera ruptura epistemológica: A partir de la
década del 60’ se intenta ir más lejos de las resistencias que las instituciones psicoanalíticas opusieron
respecto al grupo. Algunos psicoanalistas franceses como Anzieu, Bejarano y Pontalis proponen otro
abordaje psicoanalítico del grupo: critican la aplicación directa de los conceptos psicoanalíticos al
grupo ya que deben ser repensados en relación con su nuevo objeto. El abordaje psicoanalítico de los
grupos debe volver a hipótesis y objetivos acordes con el objetivo del psicoanálisis. Desde mediados
de los 60’ los trabajos de los psicoanalistas franceses sobre un grupo se despliegan según cuatro
proposiciones principales:
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socioculturales. Describió los organizadores inconscientes como “grupos de adentro”
estructurados según leyes de composición que obedecen a los procesos primarios. La
concepción del modelo del aparato psíquico grupal permite ser administrada por ese aparato,
cuya función es establecer las relaciones de ajuste entre las formaciones intrapsiquicas y las
formaciones intersubjetivas y transubjetivas producidas por el grupo.
“Rescatando aportes de Enrique Pichón Riviere”. FICHA: 14049
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Riviere plantea formulaciones teóricas que proponen la práctica de la ratificación y de la rectificación,
de la ruptura y de la superación imponiéndose como un instituyente en el Campo de lo Grupal. Traza
un camino que lleva del psicoanálisis a la psicología social, imagina la problemática de los Grupos
Operativos. Sus intereses intelectuales han estado muy ligados a las vivencias de tristeza y desarraigo
de su infancia.
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En los años 40’ funda junto a otros profesionales la Asociación Psicoanalítica Argentina (A.P.A), de la
cual se aleja temporariamente por sus ideas en torno al psicoanálisis social. Riviere caracteriza su
tarea como un aprender a pensar en grupo, lo que es entendido como la construcción de un E.C.R.O
(esquema conceptual- referencial- operativo). Define al E.C.R.O como un conjunto organizado de
conceptos generales, teóricos, referidos a un sector de lo real, a un determinado universo del discurso,
que permiten una aproximación instrumental al objeto particular. Con respecto a las dimensiones del
E.C.R.O él plantea que, un esquema conceptual son los sistemas de ideas que alcanzan una vasta
generalización. Es un conjunto de conocimientos que proporciona líneas de trabajo de investigación.
El descubrimiento se hace posible por la adecuación del sistema conceptual del investigador a las
características del fenómeno a investigar. Por otra parte el aspecto referencial alude al segmento de
realidad sobre el que se piensa y opera los conocimientos relacionados con ese campo o hecho
concreto al que nos vamos a referir en la operación. Finalmente en el esquema conceptual, la
operatividad permite la posibilidad de promover una modificación creativa o adaptativa según un
criterio de adaptación activa a la realidad, es el elemento fundamental.
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Todo E.C.R.O tiene un aspecto superestructural y otro infraestructural. El primero está dado por los
elementos conceptuales y el segundo por los elementos emocionales, motivacionales, lo que Riviere
denomina verticalidad del sujeto. Son aquellos aspectos surgidos de su propia experiencia de vida que
determinan su forma de abordar la realidad.
Riviere es el creador de una técnica particular del trabajo con grupos: los grupos operativos. Esta
actividad se inicia en 1959 con la EXPERIENCIA ROSARIO, esta es una experiencia en la que se dan
clases que están a cargo de Riviere y se reúnen luego en grupos con un coordinador y un observador
que discuten la clase. Se organizan grupos homogéneos y también heterogéneos con la finalidad de
comparar la efectividad del trabajo en ambos tipos de grupos, esto da origen a las primeras
conceptualizaciones teórico- técnicas de la técnica operativa. Uno de los resultados de esta
experiencia es la comprobación de que la heterogeneidad del grupo brinda mayor posibilidad de
riqueza al conocimiento.
El grupo operativo así es definido como un conjunto restringido de personas, ligadas por constantes
de tiempo y espacio, articuladas por una mutua representación interna con la finalidad de desarrollar
una tarea explicita e implícita que constituye su finalidad, interactuando a través de complejos
mecanismos de asunción y adjudicación de roles. Una reunión grupal en un grupo operativo suele
atravesar diferentes momentos:
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Apertura: está constituido por todo aquello que sucede en el grupo antes de abocarse a la
tarea: la llegada de las personas, su ubicación en el espacio geográfico, comentarios informales
en subgrupos, etc.
Desarrollo: comienza cuando el grupo explícitamente se pone a trabajar. Aquí es donde
aquellas cuestiones planteadas al principio pueden ir siendo elaborados y es a partir de esto
que puede establecerse si el grupo realmente entra en la tarea o si se mantiene en pre-tarea,
disociando aspectos fundamentales de la misma.
Cierre: es donde se establece el grado de elaboración que en el transcurso de la reunión se ha
logrado de aquellas cuestiones surgidas al comienzo.
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Riviere establece que en un grupo operativo centrado en una tarea, se observa la resistencia a trabajar
y elaborar la misma, debiéndose esto a la emergencia de dos ansiedades básicas comunes a todo
sujeto humano: el miedo a la pérdida del estado de equilibrio anterior (ansiedad depresiva) y el miedo al
ataque de la situación nueva y desconocida, manifestación de la ansiedad paranoide. Resolver estas
ansiedades básicas que se presentan como obstáculos al conocimiento es lo que se denomina tarea
implícita, mientras que al abordaje del tema dado en el espacio teórico se designa tarea explicita.
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El grupo operativo en la medida que permite aprender a pensar con otros, a vencer a través de la
cooperación y la complementariedad en las tareas las dificultades del aprendizaje, es terapéutico. El
grupo operativo ayuda a superar el estancamiento enriqueciendo el conocimiento de sí y del otro en la
tarea. Por otra parte, diseña para los grupos operativos una “didáctica de emergentes”, a partir de una
clase teoría se concibe un disparador temático para trabajar en los grupos, la tarea es re-trabajar los
conceptos dados en clase, desde aquello que le despierta a cada uno, recuerdos, ideas, etc. Este trabajo
está compuesto por dos fenómenos:
Resonancia: refiere a lo que cada uno siente en relación con una misma cuestión.
Consonancia: se refiere a aquello que particularmente cada uno asocia de su experiencia
personal en relación con el tema.
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Riviere plantea ciertas variables o vectores para analizar, evaluar y significar lo que pasa en un
proceso grupal, es decir, el momento que atraviesa un grupo. Podemos acceder a estas variables por
manifestaciones conductuales. Los vectores del cono son seis: sobre el lado izquierdo encontramos la
afiliación y pertenencia, luego la cooperación y finalmente la pertenencia. Del lado derecho
encontramos la comunicación, aprendizaje y telé.
Lado izquierdo: el paso de la afiliación a la pertenencia se da cuando empieza a instalarse la
representación interna de los otros, incluido el mismo en cada uno de los miembros del grupo.
Si no hay integración (afiliación-pertenencia) es difícil lograr la cooperación, está implica jugar
una actividad que se complementa con la del otro. Si hay integración y cooperación hay
posibilidad de ser pertinentes. El ser pertinentes significa abordar la tarea, procesar las clases
teorías.
Lado derecho: encontramos la comunicación, es decir observar los ruidos que la dificultan,
pero principalmente observar qué es lo que se ha logrado poner en común, que es lo que el
grupo constituye como código común, lo que implica la aceptación de contenidos del código del
otro y el rechazo de ciertos aspectos del código propio. En cuanto al aprendizaje de la realidad,
tiene que ver con la posibilidad de dejarse penetrar por un nuevo conocimiento con todas las
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modificaciones que esto implica. Finalmente la telé alude a las situaciones en las cuales uno se
ve atraído o rechaza al otro.
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Riviere intenta resolver la relación entre estructura social y configuración del mundo interno del
sujeto, relación que se aborda a través de la noción de vínculo. Establece que el sujeto no es solamente
sujeto en relación, es también sujeto producido en una praxis: no existe nada de él que no sea
resultante de la interacción entre individuos, grupos, clases. El grupo constituye un campo operación
privilegiado de la psicología social, esta propiedad se debe al hecho de permitir la búsqueda del juego
entre lo psico-social (grupo interno) y lo socio-dinámico (grupo externo). Para Riviere los grupos
internos son modelos internos que orientan la acción hacia los otros en relaciones intersubjetivas, el
mundo interno estructurado como un grupo, que supone un aparato psíquico organizado en función
de una estructura grupal, o sea una reconstrucción interna de una red vincular externa.
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Al referirse al vínculo, da entrada al sujeto no como un ser aislado sino incluido en el grupo, cuya base
es la familia. Distingue así en el vínculo un campo interno y otro externo. Al primero lo define como
una relación de objeto con un objeto interno, y al segundo como un vínculo con un objeto externo. Lo
que llama “relación de objeto” es la forma particular que toma el yo al ligarse con la imagen de un
objeto localizado en él.
Finalmente Riviere explica la transferencia en los grupos, estableciendo dos tipos de transferencia:
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Transferencia horizontal: resulta del despliegue de fantasías originarias, fantasías que
pertenecen en su origen a una subjetivación que no se ha logrado plenamente.
Transferencia vertical: implica la experiencia subjetivante del sujeto individual, remite a la
historia de los individuos en y antes de su inclusión en el grupo. La transferencia vertical
emerge de la horizontal.
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El autor establece que en la vida anímica individual aparece integrado siempre el otro, como modelo,
objeto, adversario, llegando a conceptualizar que la Psicología individual es al mismo tiempo y desde el
principio psicología social. El objeto de estudio de la psicología social es la relación que se da entre
mundo interno y mundo externo, una relación en la que ambos polos se influyen recíprocamente.
“Historia, contexto y actualidad en el campo psi”. Fernando Ulloa (Ficha 14059)
Jornadas por la memoria
El texto es un transcripción de una charla brindada por Fernando Ulloa en las Jornadas consagradas
por EL CAMPO PSI a la Memoria en la que pretende evocar algunos acontecimientos de hace casi 50
años que conformaron lo que se llamó la Experiencia Rosario.
Para comenzar advierte que su situación de psicoanalista se filtrara en algún momento de su discurso,
refiere a esta situación como “memorias a posteriori”, cuando se propone hablar al azar de la memoria
y sus vicisitudes, en ese evocar-convocar se transfiere al presente algo del pasado.
Continua refiriéndose a las temerosas expectativas instaladas en el grupo participante mientras el
tren los acercaba a él, treinta analistas y a Pichón Riviere quien presidia el grupo, a Rosario. Insistía la
pregunta acerca de ¡de qué diablos nos proponíamos hacer en aquella aventura!, pensando en que
habría de encontrarse cada uno con el grupo que le tocara.
Luego afirma que se fue armando todo en base a lo esencial de la consigna que le había comunicado
Riviere: encontrar la tarea de cada grupo. Riviere decía que un grupo, cualquiera sea su naturaleza,
puede ser definido en términos de una tripulación y lo que ella es capaz de hacer; en eso consistía el
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encontrar la tarea. Pero en la medida en que fuera apareciendo los objetivos era preciso cambiar esa
definición, ahora ya no le correspondía el para qué sirve ese grupo, sino explorar qué tripulación es
necesaria para lograr tal o cual objetivo que el grupo se propusiera. Esto suponía todo un proceso de
capacitación.
Ulloa expresa que todo esto se le fue dibujando como un propósito de orden personal más que forma
de consigna, que tomaría sentido no solo a partir de la Experiencia Rosario sino a posteriori, con los
años. Este propósito personal lo plantea en forma de pregunta. ¿Qué experimenta, qué hace y qué
lugar ocupa un analista frente a una situación colectiva, cuando intenta no desmentir lo propio del
psicoanálisis en relación al sujeto del inconsciente y a los cambios de subjetividad que ahí se van
produciendo?
La Experiencia Rosario se inscribió en el con valor de prologo; una manera de estar psicoanalista en
cualquier situación, sea la propia de la neurosis de transferencia, sea en una situación colectiva como
la cuenta y que con el tiempo entendió como el campo de la numerosidad social. Al principio esta
nominación de numerosidad social intentaba sustituir el nombre genérico de intervención
institucional. En los últimos tiempos, definió la numerosidad social, aforísticamente diciendo: “en el
campo de la numerosidad social cuentan tantos sujetos de cuerpo presente, como sujetos hablantes
cuentan”. También la considero un dispositivo esencial y básico para trabajar desde la clínica
psicoanalítica las situaciones colectivas.
Recuerda que él había hecho de inicio las cosas al revés; en ese entonces aun no acostumbraba a
organizar las ruedas que es lo habitual en su manera de trabajo, las ruedas permiten que la mirada sea
en reciprocidad ya que el mirar y ser mirado es una de las primeras cosas que nos hace sujetos
sociales. De paso recuerda que también la palabra es en reciprocidad en cuanto a hablar y escuchar; la
palabra es lo que más nos hace sujetos singulares en una situación social.
Ulloa dice que relatar supone referir hechos históricos lo más rigurosamente posible. Pero la propia
retórica del psicoanálisis no es el relato, sino la narración; la narración incide en todo análisis en cada
uno de los presentes simultáneamente en función de lo que está aconteciendo. De ahí que considera al
análisis como una narración y en ese sentido la Experiencia Rosario de 1958 fue una verdadera
narración para él, aunque no se animaría a decir narración psicoanalítica, pero sí que prologó sus
intentos posteriores de llevar la narración clínica de psicoanalítica al campo social.
De las derivaciones de narrar, figura inmediatamente vecino el término narria. Encuentra útil asociar
narración con la palabra narración con la palabra narria. Narria significa al mismo tiempo, trineo y
trajín, el trajín de empujar el trineo, para el caso de toda forma de narración.
Piensa que la Experiencia Rosario narro su vida como psicoanalista, en el sentido que sitúa al
psicoanálisis desde la perspectiva de su aporte a la transformación de algún aspecto de la realidad
social. Menciona que María Langor solía decir: el psicoanálisis ayuda muy poco… pero hay ocasiones
que esa ayuda vale mucho”.
Esa idea es la que trata de traducir en su hablar al azar de la memoria y sus vicisitudes, corriendo el
riesgo de que en algún momento se quede callado porque no sabe por dónde seguir. Tal vez, dice, ese
silencio funciona como represión; después vendrá el retorno de lo reprimido y también las
arborizaciones donde uno se dispara asociativamente tanto que se aparta del eje principal de lo que
venía desarrollando… entonces sobreviene el silencia hasta que uno mismo, o alguien del público, le
señale el eje y se resuelva lo olvidado. Pero esas vicisitudes, tienden a poner en juego la temporalidad
del inconsciente activándola tanto en el que habla como en quienes escuchan. Por eso considera que
hablar de esta manera resulte un intento analítico de establecer un clima de transferencia, no
necesariamente aquella bajo el nombre de neurosis de transferencia, con valor de resistencia a
resolver, sino transferencia intertónica en que lo inconsciente deviene conciencia.
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Dice que en su oficio de psicoanalista, el trabajo con situaciones colectivas ocupa un lugar importante;
es ahí donde la numerosidad social constituye un referente mayor. No se trata solo de manera
abarcativa de situar lo que habitualmente se denomina una intervención institucional, sino que se
constituye un dispositivo clínico elemental para operar psicoanalíticamente en el campo social. Este
dispositivo comenzó a nacer en la Experiencia Rosario.
Vuelve a presentar a la numerosidad social, como un dispositivo donde cuentan tantos sujetos como
sujetos cuentan.
El primer cuentan se refiere a una mirada que se juega en reciprocidad. Cuando se trata de un grupo
numeroso y no se cuenta con un espacio que haga posible formar una o dos ruegas, esa intención de
reciprocidad se consigue cuando la persona que toma la palabra, se pone de pie para mirar y ser
mirada. Pero en general el prefiere trabajar en rueda, de modo que esa disposición determine que
cada uno de los integrantes sea a un tiempo perceptor y percibido, y también la chance de asumir el
rol de actor o de espectador. También señala que el segundo cuentan, apunta a la condición hablante
del sujeto, esto también tiene que darse en reciprocidad, una palabra que a un tiempo sea emitida y
escuchada.
Cuando lo anterior ocurre, se produce un acto de habla mirado, una suerte de puesta teatral
promoviendo el efecto “per”. El acto de habla mirado que promueve esa intención de “puesta teatral”
es el punto de inicio de un efecto dramatúrgico, en especial cuando se repite periódicamente, no tanto
cuando se trata de una situación episódica como la que aquí se da. En cuanto al efecto per, que es el
responsable de que la palabra multiplique su eficacia, del mismo modo que una imagen (por ejemplo
un acto de habla mirado) llegue a valer por muchas palabras… cuando estas están en el escuchante
observador.
El prefijo per indica intensidad emotiva e intelectiva sostenida en el tiempo (por ejemplo
permanente, persistente, etc.) Se trata de que ese efecto per, en quienes escuchan, fragmente la forma
según la cual Freud presento la transferencia bajo el perfil paradojal de obstáculo que impide el
surgimiento de la transferencia intertopica. Freud se refiere a ese obstáculo, “repetir para no
recordar”, aquí la memoria no hace recuerdo, solo se traduce en acto precisamente ese repetir. En la
medida en que se fragmenta tal resistencia a recordar, gracias al efecto per de las palabras, suelen
surgir las ocurrencias, tocadas por la palabra que las dispara como sucede en cualquier grupo humano
en que alguien habla y alguien escucha.
En la numerosidad social ese objetivo se multiplica en las ocurrencias como producciones de la
memoria per-elaborativo, pre-consciente, aplastada por la represión secundaria. También pueden
activarse las huellas de aquellas primerísimas experiencias del sujeto.
El proceso transferencial aquí no es el de las neurosis de transferencia, no sería pertinente operar con
ellas aunque esté presente pero si dispara (por efecto per) la transferencia intertónica base de esas
ocurrencias. También se debe estar atentos al toque de ánimo, cuando se activan aquellas
primerísimas experiencias del sujeto como por ejemplo el hambre ocurrido a los tres meses de vida de
un lactante que no tiene ninguna posibilidad de memoria en la medida que aún no había de
representación de la misma, no obstante tiene inscripción y puede ser activadas por algo
escuchado. Ahí no se produce ocurrencia alguna, sino ese toque de ánimo.El trabajo en grupo. Una
marca de época.
1- Cuando los grupos vienen marchando
En la década del 50 se dio a luz una nueva forma de tratamiento: la psicoterapia de grupo. Las ideas
acerca de estos abordajes llegaron a Argentina de la mano de psicoanalistas que comenzaron a
trabajar desde dicha perspectiva inaugurando el campo grupal.
Se destaca la “dinámica de grupo” de Kart Lewin quien investigo la toma de decisiones en grupos,
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considerando al grupo como un “todo dinámico”, una Gestalt, lo que lleva a pensar que su
problemática no es efecto de los individuos o de la sociedad, sino producto de fenómenos específicos.
“El grupo es un todo dinámico basado en la mutua interdependencia de los miembros del cual el todo
no equivale a la suma de las partes”.
Levy Moreno creo el Psicodrama y aporto una serie de conceptos sobre el grupo, fue el verdadero
introductor de la denominación “Psicoterapia de Grupo”.
En cuanto a la experiencia con grupos de Bien, quien en la Primera Guerra Mundial tenía a cargo la
rehabilitación entre 300 Y 400, su idea fue trabajar en pequeños grupos bajo el principio de “grupo sin
líder”, cada grupo definía su tarea u oficio libremente. Esto logro resultados importantes, como la
mejor organización, asistencia y cooperación de los participantes. Luego de terminada la guerra le
solicitaron en la Clínica Tavistock de Londres que tomara cargo de los grupos. Estas dos experiencias
son la base de sus teorizaciones.
Su perspectiva lleva a considerar al grupo como un todo, pero desde otra perspectiva que la de Lewin.
Planteaba que todo grupo transitaba por dos niveles opuestos en su vida: el “grupo de trabajo”,
cuando se abocaba a la tarea planteada de forma consciente; el “grupo de supuesto básico”, basado en
una creencia emocional de la que participaba todos los miembros del mismo de forma inconsciente,
aquí estaban dominados por emociones intensas y primitivas. Bien describió tres formas:
dependencia, emparejamiento y ataque-fuga. Estas desviaban al grupo de su objetivo propuesta y
quien coordinaba debía esclarecer e interpretar estas emociones para que prevaleciera el primer
nivel.
Foluces comenzó sus investigaciones paralelamente con Bien. Fue el iniciador de una corriente que se
conoció como “Grupo-Análisis”. A diferencia de Bien, era freudiano no keniano. Se propuso llegar a
una síntesis entre una forma de trabajo individual dentro del grupo y aquella que tomaba al grupo
como un todo.
En la Argentina las primeras experiencias grupales en Salud Mental fueron las de Enrique Pichón
Riviera en el Hospicio de las Mercedes con cursos grupales para enfermeros ya que estos no contaban
con conocimientos sobre el trato con los pacientes. En esas reuniones no solo se transmitía
información, sino que se planteaban las problemáticas con los pacientes y sus familiares comenzando
a conceptualizar dicha experiencia. Luego Pichón tuvo que enfrentar una situación de emergencia a
raíz de un paro de enfermeros, realizo entre los pacientes cursos de enfermería para poder mantener
la atención del SERVICIO. Los menos graves atendían a los más graves.
A partir de ellas comenzó a pensar la noción de “tarea” y la idea de que la enfermedad mental era
provocada por la estereotipia de los roles en el grupo familiar.
Tomando como modelo a la Asociación Norteamericana, se fundó la Asociación Argentina de
Psicología y Psicoterapia de Grupo en 1954, cuyo primer presidente fue Raúl Usandivaras. Toda la
comisión directiva estaba formada por psicoanalistas que trabajaban con grupos, por lo tanto, los
grupos marcharon al ritmo del psicoanálisis. Era una asociación paralela a la APA.
Con la fundación de la Asociación empezó la etapa institucional de los grupos en Argentina. En el 57 y
58 fueron los años del cambio. Podemos afirmar que en ese momento nació un movimiento grupal.
A mediados de 1957 se publicó el primer libro argentino sobre tema: psicoterapia de grupo. Fue la
base de la psicoterapia de grupo, abarcaba la historia de la Psicoterapia de Grupo, sus distintas
concepciones y formas de trabajo, la diferencia entre grupos sociales y terapéuticos; profundizaba en
los grupos terapéuticos desde su interior, su técnica específica, hasta los mecanismos de curación. La
terapéutica se basada en la comprensión de lo que sucedía en el seno del grupo, a la cual se llegaba
por las interpretaciones del terapeuta. El grupo era estrictamente verbal y se evitaban otros recursos
terapéuticos como la sugestión, dramatizaciones, etc. Diferenciaba su técnica psicoterapia “del” grupo
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de aquellos que interpretan al individuo “en” el grupo y de los que actúan “por” el grupo manejando
las emociones colectivas sin interpretarlas.
2- Enrique Pichón Riviera y la Experiencia Rosario
El acta de Fundación de los grupos operativos tuvo lugar hacia 1958 con la “Experiencia Rosario”. Los
grupos operativos tenían el antecedente del trabajo grupal de Pichón en el Hospicio de las Mercedes,
pero permitieron extender lo grupal hacia diferentes sectores de la sociedad y la cultura.
El objetivo explícito era una experiencia de laboratorio social y de trabajo en comunidad, con el
empleo de ciertas técnicas y la aplicación de una didáctica interdisciplinaria.
Pichón abrió la reunión general en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas con una
disertación sobre el significado de la experiencia. El público era numeroso y heterogéneo. Terminada
la exposición empezó la primera sesión de grupos heterogéneos, elegidos al azar con un coordinador y
uno o dos observadores que registraban todo cuando sucedía. El coordinador actuaba como
orientador favoreciendo la comunicación intergrupal, tratando de evitar la discusión frontal.
La ideología grupal operativa de Pichón Riviera refiere: frente a una máxima heterogeneidad de los
componentes se puede lograr una máxima homogeneidad en la tarea.
La consigna fundamental era que el grupo pudiera pensar en las dificultades que tenía en la tarea (en
este caso pensar la ciudad de Rosario) con el acento puesto en el desarrollo del ECRO pertinente a
cada grupo. “Las finalidades y propósitos de los grupos operativos pueden resumirse diciendo que su
actividad está centrada en la movilización de estructuras, estereotipadas a causa del monto de
ansiedad que despierta todo cambio”. En el grupo operativo coinciden el esclarecimiento, la
comunicación, el aprendizaje y la resolución de tareas con la curación, creándose así un nuevo
esquema referencial”.
Pichón había creado los grupos operativos en el 47 pero su gran aplicación fue en la “experiencia
Rosario” porque él había trabajado en el hospicio y quería ver si los grupos eran operativos en serio y
si había transmisión de información. Cuando junto esa cantidad de gente pudo observarlo. La
información transitaba entre los grupos de gente más diversa y la heterogeneidad en el grupo podía
alcanzar homogeneidad en una tarea específica.
3-Los caminos de la grupalidad
Lo grupal se estudió dentro y fuera de los consultorios. Desde Psicoterapia de Grupo con equipos de
trabajo hasta grupos familiares que recibían Psicoterapia de Grupo y medicación para los integrantes
de la familia.
Lo grupal había evolucionado hasta ser un abordaje utilizado por un número mayor de profesionales.
Se había afirmado el monopolio de los psicoanalistas de la APA por sobre lo grupal, que trabajaban
psicoanalíticamente en grupos pero decían que lo que hacían no era psicoanálisis.
Otro nuevo ámbito de tareas que se extiende a partir del trabajo con grupos fueron los abordajes de
familia y pareja. El pionero también fue Riviera, en sus trabajos con el Hospicio ya consideraba al
paciente como portavoz de la patología del grupo familiar, por lo tanto hacia entrar también a las
familias al consultorio, como elemento necesario para el tratamiento de los pacientes.
El psicodrama se hace públicoEl psicodrama, creado por Jacob Moreno, llego a Buenos Aires en 1957.
Su recepción inicial se encuentra en el desarrollo del psicodrama con niños de la mano de Jaime Rojas
Bermúdez y Eduardo Pavlovsky. Este último trabajo con grupo de niños epilépticos, en él se daba la
interacción y había que olvidarse de la interpretación, el cuerpo, la flexión era lo central, los niños
hacían psicodrama porque empezaron a jugar. El juego formaba parte de sus instrumentos
terapéuticos.
A ellos luego se les ocurrió hacer psicodrama público, era lo de Moreno, una dramatización que
provocaba una discusión sobre el significante dramático, sobre la escena dramática.
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Sin embargo, los caminos de este primer grupo de psicodramatismo se bifurcarían. La ruptura estaba
entre el psicodrama moreniano, representado por la línea de la Asociación de Psicodrama de Jaime
Rojas y su psicodrama que incluía el psicoanálisis posteriormente denominado “Psicodrama
psicoanalítico” de Eduardo Pavlovsky.
El psicodrama moreniano en la Argentina siguió profundizando su línea a través de las obras del
grupo de Bermúdez. El psicodrama psicoanalítico se diferenciaba porque incluía la interpretación de
la dinámica inconsciente en lo dramático.
Por otra parte, Pavlovsky, Carlos Martínez Bouquet y Fidel Moccio empezaron a crear la aplicación de
que un psicoanalista pudiera tener un lenguaje dramático en grupos, a esto lo llamaba “juego
dramático”. El psicoanalista que quisiera trabajar en grupos en psicodrama se lo habilitaba a través de
una dosificación de juegos dramáticos. Iba descubriéndose jugando con otro y personalmente, sin
interpretar. Lo que se pedía era que sintieran. Entonces los juegos dramáticos se convertían en una
especie de habilitación de un lenguaje dramático que no era terapia.
Así quedaron establecidas las dos líneas más importantes del psicodrama en la Argentina: el
psicodrama moreniano y el psicodrama analítico. Por su trascendencia, fueron independizándose
tanto de la APA como de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia en Grupos.
“De los modos de subjetivación a la producción de subjetividad” Foucault. FICHA: 6482
En la tarea de desesencializar la noción de sujeto Foucault introduce la noción de modos de
subjetivación. Entendiendo a estos como las transformaciones que cada sociedad presenta- a través de
los dispositivos de saber-poder que instituye, las estrategias biopolíticas que despliega, las prácticas
institucionales y prácticas de sí que habilita- en la construcción de sus habitantes en determinado
momento histórico.
Los modos de subjetivación se articulan con los modos de objetivación que establecen relaciones de
saber y legitiman las distribuciones de poder y los espacios (público y privado) legitimados para la
circulación de cada colectivo (clases, géneros, etnias, colectividades religiosas, etc.)
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Los diferentes modos históricos de subjetivación son elementos estratégicos en el disciplinamiento de
cada sociedad. Sin embargo, toda instancia de análisis de los poderes tendrá que establecer las
múltiples formas de resistencia a ellos. Siempre hay un resto o un exceso que no puede disciplinarse.
Es decir, no puede pensarse la subjetivada como el mero efecto de los dispositivos de saber-poder y
sus estrategias, sino que se debe tener siempre en cuenta ese resto-exceso que resiste a la inclusión de
lo instituido.
Por lo tanto, para indagar la cuestión de la subjetividad es necesario:
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Hacer referencia a lo histórico para desesencializar la cuestión de la subjetividad
Deconstruir la idea de subjetividad como interioridad, en oposición a un mundo pensado como
exterioridad
Aludir a un abordaje transdiciplinar que permita abrir la construcción de campos de problemas
Ir más allá de las oposiciones binarias clásicas como: interioridad-exterioridad, profundidadsuperficie, sujeto-objeto, individuo-sociedad, entre otras.
La noción de modos de subjetivación, al referir a procesos históricos, intenta pensar la dimensión
subjetiva en situaciones del aquí y ahora. La subjetividad se entiende entonces como producción de
subjetividad, como un proceso en continuo devenir a través de diferentes discursos sociales.
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Discursos que tienen que ver no sólo con lo que se dice sino también con lo que no se dice. Por lo
tanto, hay algo en los discursos que queda invisibilizado.
Se trata de pensar una dimensión subjetiva que se produce en acto, es decir, pensar en un campo de
inmanencia y no trascendental, singular y no universal. No se trata de definir qué es la subjetividad
sino de pensar cómo se instituyen las dimensiones subjetivas en situaciones colectivas. Esto implica
pensar una dimensión subjetiva producida en el “entre” de un colectivo en acción, es decir, pensar
esos restos-excesos que se producen en el “entre” de los pliegues, repliegues y despliegues de las
multiplicidades. Es necesario habilitar un pensar que piensa diferencias de diferencias que no remiten
a lo idéntico, haciendo visibles y enunciables los impensados del lenguaje.
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Pensar en términos de producción de subjetividad y no de sujetos permite la desnaturalización de un
modo particular de ontologización que se ha efectuado con respecto a la subjetividad.
“Entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo” Bleichmar. FICHA: 2490.
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Se debate hoy en el interior del psicoanálisis si las dificultades para ejercer la práctica son efecto de
mutaciones en la subjetividad, o de nuevas condiciones de circulación social que obstaculizan el
conjunto de las prácticas liberales, de las cuales el psicoanálisis forma parte.
La autora establece una diferencia entre dos ejes: producción de subjetividad y constitución psíquica.
La constitución del psiquismo está dada por variables cuya permanencia trasciende ciertos modelos
sociales e históricos, y se determina por variables que pueden ser cercadas en el campo específico
conceptual de pertenencia. La producción de subjetividad, en cambio, incluye todos aquellos aspectos
que hacen a la construcción social del sujeto, en términos de producción y reproducción ideológica y
de articulación con las variables sociales que lo inscriben en un tiempo y espacio determinado desde
el punto de vista de la historia política.
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El ejemplo privilegiado para ubicar ambos ejes lo constituye el concepto de “Complejo de Edipo” ¿Qué
vigencia tiene este articulador fundamental en la actualidad, cuando la familia está en vías de mutación?
Este complejo, que consiste en el amor por el progenitor del sexo opuesto y por el odio al del mismo
sexo, puede ser derribado en su carácter de organizador general del psiquismo a partir de las nuevas
formas de procreación y crianza, dado que asistimos a nuevos modelos que dan cuenta de la
posibilidad de falsación de la novela edípica. Hoy en día cada vez son más los sujetos que no provienen
de un modelo con diferencia sexual masculino/femenino sino de alianzas de distinto orden:
femenino/femenino, masculino/masculino, femenino/espermatozoide donado, masculino/ óvulosvientre prestados… que inciden en la fantasmática particular de progenitores e hijos.
Es acá donde se torna necesario revisar el modo con el cual el eje “producción psíquica” se ve
recubierto por el eje “producción de subjetividad”. Las variables para la producción del psiquismo en
psicoanálisis aluden a conceptos de diverso orden y fantasías más o menos compartidas por sujetos
singulares. Del lado de los conceptos podemos ubicar la formulación de los modelos tópicos, pulsión,
represión, inconsciente, defensa, etc. Del lado de las fantasías ubicaríamos a la escena primaria, la
teoría cloacal, la castración, etc. Se entiende entonces que más allá de la singularidad de cada sujeto
hay algo universal en la constitución psíquica que alude a que más allá de los distintos momentos y
rasgos históricos, todas las culturas deben ejercer algún tipo de pautación cuya función estructurante
conduce al llamado “Complejo de Edipo”. Pero sabemos que lo real del engendramiento no ingresará
sino atravesado por el imaginario parental, y tampoco se inscribirá sino en el engarce singular e
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histórico que propician los enigmas que sus propias condiciones de nacimiento y vida imponen. La
generalidad no termina nunca de abarcar la singularidad que constituye al sujeto.
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Hoy asistimos a un movimiento fenomenal, a partir del cual los hombres comenzaron a pensar de un
modo diferente, pero ello respecto a los contenidos, no a las formas mismas del pensamiento.
Cambiaron las situaciones y se generaron nuevos modos de representación del sí mismo y del mundo,
sin que la lógica sufriera grandes alteraciones, ni la pulsión epistemofílica estuviera menos o más
compelida que hasta entonces. Actualmente, muchos preconceptos estallan, muchos modos de
ordenamiento de la vida social toman un nuevo carácter, pero eso no permite hablar de un
estrechamiento del preconsciente, ni de ausencia de identidad, ni de una falta de metas, ni de una
pérdida de referentes de la subjetividad. La memoria, como el preconsciente, se expande o contrae de
acuerdo a las relaciones entre los sistemas psíquicos; y ésta es el producto de un complejo inter-juego
entre lo social y lo singular, entre la producción de subjetividad y la constitución del psiquismo.
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Cambios en la subjetividad a partir de nuevas condiciones sociales indudablemente se están dando,
pero ellos no invalidan los descubrimientos psicoanalíticos. El psicoanálisis no sólo no ha agotado la
fecundidad de sus posibilidades de explicación y transformación, sino que constituye un espacio en el
que la singularidad humana, sus pasiones y motivaciones libidinales, siguen teniendo una función e
intentan la no reducción de la subjetividad a la maquinaria que tanto la produce como la constriñe.
Los modos históricos, que forman parte de la producción de subjetividad, se enraízan en el
procesamiento ideativo haciendo impacto en la estructuración psíquica y ofreciéndole su materialidad
para articularse en la vida social.
“Notas para una discusión de la noción de subjetividad”. Acuña. FICHA: 14067
¿De qué hablamos cuando nos referimos a subjetividad? La producción de una teorización acerca de la
subjetividad es una tarea inacabada y en constante construcción ya que la temática subjetividad tiene
múltiples adjetivaciones.
FI
Las teorizaciones sociológicas y psicológicas acerca de la subjetividad naciones bajo el pensamiento
positivista, dicotómico: los dualismos individuo/sociedad, interior/exterior, subjetivo/objetivo
constituyeron a la construcción y sustancializacion de dos realidades independientes lo social
teorizado como realidad exterior a la dimensión subjetiva y la realidad psicológica como interioridad.
Dualismos que refuerzan la visión naturalizada de la subjetividad. La necesidad de pensar por fuera de
estas antinomias y la complejidad de esta noción exigen un abordaje transdisciplinar.
Una primera aproximación: A partir de los aportes de Foucault se piensa la producción de subjetividad
como las transformaciones que cada sociedad presenta en la construcción de sus habitantes en un
determinado momento histórico; transformaciones que operan eficazmente por medio de las
instituciones y dispositivos que instituye. Este filósofo plantea que investigar las condiciones sociohistóricas que determinan la constitución de las subjetividades; a través de la indagación genealógica
demuestra que no hay una forma única ni universal de ser sujeto. La subjetividad es el resultado de
procesos heterogéneos a los que se denomina “modos de subjetivación”. Estos procesos son las
prácticas discursivas y no discursivas (prácticas sociales de poder y epistémicas: de saber). Así por lo
tanto “la subjetividad es una forma histórica, sujeta a los discursos y las practicas que una sociedad
establece”.
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La noción de modo de subjetivación, alude no sólo a las variaciones epocales en la constitución de las
subjetividades sino a la actividad transformadora que los sujetos pueden realizar sobre sí mismos
para transformar sus vidas. La subjetividad no será entonces, solo el efecto de los dispositivos de
saber-poder y sus estrategias.
OM
Acerca de las prácticas: Foucault piensa a las prácticas como modos específicos de actuar (prácticas de
poder) y de pensar (prácticas de saber) productoras de una determinada subjetividad. Poder y saber
aunque son de naturaleza distinta, están entrelazados. Habla del poder en base a cómo funciona, esto
es por las prácticas de sí que es la relación que uno establece consigo mismo. Las prácticas de sí son
voluntarias y serían los modos por los cuales las subjetividades no solamente se imponen normas de
conducta, sino los medios por los cuales buscan producir transformación en sí mismo. Es por esto que
el poder no se posee, se ejerce, sólo existe en “acto”. El poder no es represivo sino productivo: produce
individuos, placeres, saberes, discursos.
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Puede decirse entonces que poder-saber guardan una relación de interdependencia, las prácticas de
saber se vinculan a los discursos, procedimientos, instrumentos y técnicas que instituyen los diversos
campos de conocimiento y los efectos de esos conocimientos en la producción de subjetividades. Son
los discursos, jurídicos, médicos, biológicos, etc, los que fundan verdades y ofrecen modos específicos
de armar subjetividades.
Las diferentes teorías psicológicas y psicoanalíticas a través de sus cuerpos teóricos y prácticas
profesionales producen no sólo un modo de conceptualizar al sujeto, sino que contribuyen a la
conformación de un determinado tipo de subjetivación. Cada teorización organiza un régimen de
pensamiento, que mediante sus enunciadas, prácticas y técnicas producen efectos en las
subjetividades.
Puede decirse finalmente que las prácticas de saber-poder y los modos de subjetivación, no son
universales ni naturales, sino históricamente situados, por lo cual es necesario reflexionar sobre los
tipos de saber y formas de poder específicas de cada comunidad, región, institución u organización.
FI
Pensar la dimensión subjetiva: Castoriadis plantea a la construcción y transformación de la sociedad
como un proceso socio-histórico, transformaciones que se dan por la creación e invención de nuevos
sentidos, producidos colectivamente. Este autor desarrolla la noción de lo Imaginario Social para
establecer lo que en un determinado momento histórico opera como “Lo que es”.
En el pensamiento del autor psique y sociedad son inseparables pero irreductibles una a la otra. La
subjetividad no puede entonces ser explicada sólo desde lo histórico-social o desde el registro
psíquico, ni los modos de subjetivación son influencia o reflejo de lo social, ni la constitución psíquica
una producción a-histórica. Se trata de una instancia de producción de apuntalamientos múltiples: en
lo social, en lo psíquico, en lo singular y en lo colectivo. La dimensión subjetiva por tanto es una
construcción singularizada de una subjetividad social. Pensamos la constitución de la dimensión
subjetiva en y por el vínculo con otro. Otro que es fundamental en los procesos de constitución de
psiquismo.
La subjetivación como proceso singularizante, es potencialidad de transformación, abierta a nuevas
experiencias fundamentalmente en las situaciones de encuentro con otros.
Tanto Castoriadis como Foucault dan cuenta que siempre hay un resto, un exceso que no puede ser
disciplinado por las prácticas de saber-poder o que se escapa a lo “socialmente instituido”, restoEste archivo fue descargado de https://filadd.com
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exceso que no tiene un destino prefijado y que quedará abierto al devenir subjetivo y a lo que pueda
producirse colectivamente. Se piensa entonces que los procesos de subjetivación se dan no sólo en la
actividad de trabajo con uno mismo, sino en el vínculo con otros. En las situaciones grupales y
colectivas cuando sus integrantes se interrogan acerca de sus haceres y sentires, cuando indagan
otros sentidos, pueden producirse transformaciones, es decir, nuevos modos de subjetivación.
Procesos de singularización, prácticas de sí, procesos de subjetivación, aluden al registro de apropiación
o agenciamiento del deseo, entendiendo a este como las formas de voluntad o ganas de vivir, amar, etc.
“El malestar del mundo moderno, los fundamentos de la vida psíquica y el marco metapsíquico
del sufrimiento contemporáneo”. Kaes. FICHA: 90105
OM
Malestar del mundo moderno y trastornos psíquicos: un interrogante del psicoanálisis
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La interrogación sobre el malestar del mundo moderno no es nueva en el psicoanálisis: lo que cambia
son el contexto y los términos de la interrogación. Si retomamos la cuestión freudiana inicial, debemos
preguntarnos cómo el malestar en la cultura de nuestro tiempo hace emerger otras configuraciones
psicopatológicas. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que la misma práctica del psicoanálisis se
transformó bajo el efecto de los factores socio-culturales y de las formas de sufrimiento psíquico que
de ellos dependen. El trabajo psicoanalítico en situación plurisubjetiva, con los grupos, las familias y
las parejas, transformó las condiciones de acceso al conocimiento del inconsciente y de sus efectos de
subjetividad, porque el tratamiento de algunos trastornos psíquicos requería otros dispositivos de
análisis, ya que resultaban inaccesibles por medio de la cura individual y sus sucesivas modificaciones.
La relación entre malestar del mundo moderno y trastornos psíquicos no es solo un interrogante para
el psicoanálisis, es también un cuestionamiento del psicoanálisis.
Nuevas perspectivas: la crisis de los garantes metapsíquicos
FI
El enfoque psicoanalítico de los grupos clarifica sobre algunas formas de caos identitarios, de faltas de
simbolización y de fallas en la subjetivación, principales características de los trastornos de la vida
psíquica en nuestras sociedades post-modernas. El trabajo psicoanalítico en situación de grupo
muestra en efecto cómo lo que denomino garantes metapsíquicos de la vida psíquica forman el marco
y el trasfondo de ésta. Las transformaciones que alteran totalmente las sociedades modernas y postmodernas no sólo afectan el entorno psíquico, es decir los garantes metapsíquicos sobre los cuales se
apuntala y se estructura la psiquis de cada sujeto, y, con ellos, la naturaleza del sufrimiento psíquico
de nuestro tiempo. Esas transformaciones conciernen también las grandes estructuras que enmarcan
y regulan las formaciones y el proceso social: mitos e ideologías, creencias y religión, ritos e
instituciones, autoridad y jerarquía. Las caídas, las desorganizaciones y las recomposiciones de esos
garantes meta sociales de la vida social afectan los garantes metapsíquicos, y constituyen el malestar
del mundo moderno.
La caída de los garantes meta sociales de la vida social
En las sociedades post-modernas, el lazo social está en crisis: lo que efectivamente está en dificultades
es el proceso de subjetivación. La noción de sociedad de los individuos es una emergencia histórica del
sujeto singular en nuestra sociedad de masa, sin embargo, al mismo tiempo, señala una ilusión
individualista, es decir, a un individuo que se definirá por una función unívoca y parcial de
consumidor o productor. Esto es consecuencia de la estructuración de la vida psíquica y de la
actividad simbolizante cuando se asocia a la crisis del lazo social. Se denomina simbolizante al proceso
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que trabaja en el descubrimiento del sentido en la complejidad. Esta actividad es esencial si se admite
que permite elaborar la heterogeneidad y la brecha entre la experiencia del mundo interno y la del
mundo circundante.
El concepto de garantes metasociales refiere a designar las grandes estructuras que enmarcan y
regulan la vida social y cultural. Su función es la de garantizar una estabilidad suficiente de las
formaciones sociales y de esa manera dotarlas de una legitimidad incuestionable.
OM
Con la caída de los garantes metasociales, vivimos la crítica transformación de las grandes matrices de
simbolización que son la cultura, la creación artística, las marcas de sentido, es decir, las
sublimaciones y por lo que Freud denominó el trabajo de civilización. Los garantes metapsíquicos de
la estructuración del psiquismo. Lo que se derrumbó en la modernidad fueron las creencias y los
“grandes relatos” que ofrecían las marcas identificatorias necesarias para las estabilidades sociales y
psíquicas.
Los garantes metapsíquicos de la estructuración del psiquismo
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La vida psíquica se desarrolla sobre la base de la exigencia de trabajo psíquico que impone a la psiquis
su inscripción en los vínculos intersubjetivos primarios y en los lazos sociales. Así, se denomina a los
garantes metapsíquicos como las formaciones y los procesos del medio psíquico circundante sobre los
que se apuntala y se estructura la psiquis de cada sujeto. Consisten esencialmente en las prohibiciones
fundamentales y en las leyes estructurantes, las marcas identificatorias y las representaciones
imaginarias y simbólicas, las alianzas, los pactos y los contratos que aseguran a la vez los principios
organizadores del psiquismo y de las condiciones intersubjetivas sobre las que se apoya. Esos
garantes forman el marco y el trasfondo implícitos de nuestra vida psíquica.
Las alianzas intersubjetivas como organizadores (metapsíquicos) de la estructuración del psiquismo.
FI
Para vincularnos debemos entrar en el régimen de las alianzas, y esto por dos motivos principales:
para formar parte de la comunidad y para asegurar nuestros sistemas de defensa a un nivel metaindividual. Se denomina alianza inconsciente a una formación psíquica intersubjetiva construida por
los sujetos de un vínculo para reforzar en cada uno de ellos algunos procesos, algunas funciones, o
algunas estructuras surgidas de la represión, de la renegación o de la desmentida. Cada uno obtiene de
la alianza un beneficio tal que el vínculo que los une asume para su vida psíquica un valor decisivo. El
conjunto así ligado (el grupo, la familia, la pareja) toma su realidad psíquica de las alianzas, de los
contratos y de los pactos que sus sujetos establecen y que su lugar en el conjunto los obliga a
mantener. La idea de alianza inconsciente implica las de una obligación y de una sujeción.
Las alianzas inconscientes se inscriben así de manera fundamental en la formación psíquica del
vínculo intersubjetivo. Las alianzas inconscientes producen sus efectos más allá de los sujetos, de las
circunstancias y del momento que las volvieron necesarias y que las formaron. Las alianzas
inconscientes construyen una parte del inconsciente de cada sujeto: cada uno de nosotros es sujeto
del inconsciente bajo el efecto de tales alianzas.
Entre estas alianzas, algunas son estructurantes: el contrato de renuncia a la realización directa de los
fines pulsionales, el contrato con la función paternal, el contrato narcisista, contienen los principios
organizadores del psiquismo. Esas alianzas suponen las prohibiciones fundamentales. Pertenecen a la
segunda categoría las alianzas defensivas, en particular el pacto denegativo y sus desvíos alienantes y
patológicos, entre los cuales la comunidad de renegación y el contrato perverso. Una tercera categoría
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de alianza está formada por las alianzas ofensivas, que sellan el acuerdo de un grupo para llevar
adelante un ataque, una hazaña o ejercer una supremacía.
OM
Las alianzas inconscientes son el cemento de la materia psíquica que nos liga los unos a los otros, el
espacio psíquico común y compartido por los miembros de una familia, de una pareja, de un grupo o
de una institución. Preexisten al recién nacido y se anudan o se reanudan con todos los
contemporáneos. Las alianzas inconscientes son organizaciones metapsíquicas: contribuyen a la
estructuración de la psiquis en su organización narcisista y objetal, en sus modalidades de realización
del deseo, en sus formaciones defensivas o alienantes. Son sensibles a las estructuras profundas de la
vida social y cultural. Se puede detectar las funciones metapsíquicas de esas alianzas
fundamentalmente cuando están en crisis o cuando se quiebran.
El pacto de renuncia a la realización directa de los fines pulsionales
El pacto de renuncia a la realización directa de los fines pulsionales funda la comunidad de derecho
que nos protege contra la violencia, impone el trabajo de cultura y hace posible el amor.
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El contrato narcisista
El concepto de contrato narcisista propuesto por Aulagnier describe las apuestas psíquicas contenidas
en otra formación metapsíquica fundamental. Para Castoriadis-Aulagnier, el contrato narcisista
designa lo que se halla en el fundamento de toda relación posible sujeto-sociedad, individuo-conjunto,
discurso singular-marca cultural. Cada recién nacido llega al mundo como portador de la misión de
tener que asegurar la continuidad de la generación, según un modo particular que le es asignado de
acuerdo a los términos de un contrato determinado por la economía narcisista. Este contrato asigna a
cada sujeto un cierto lugar en el grupo, un lugar que le es significado por el conjunto de las voces que,
antes que él, tuvieron un cierto discurso conforme al mito fundador del grupo. Este discurso incluye
los ideales y los valores; transmite la cultura y la palabra de certeza del conjunto social. Es por este
discurso que el sujeto está ligado al ancestro fundador.
FI
El contrato narcisista no responde solamente a las exigencias de la auto conservación del Yo y del
conjunto. La situación intersubjetiva del sujeto impone a la psiquis exigencias de trabajo psíquico que
marcan la economía narcisista entre las generaciones, y ante todo entre los padres y los hijos.
Clínica de las situaciones extremas
Las personas que se hallan excluidas de su cultura de origen están atravesadas por un proceso de
desnarcisización que se desarrolla en esas condiciones, siendo un factor de sobre-exposición de esas
personas a las enfermedades, a la violencia y a la muerte. Este proceso debe ser comprendido como
uno de los mecanismos de defensa contra el dolor psíquico cuando la crisis aguda, el caos y el
desamparo requieren del Yo que no perciba, que no sienta, que no rememore, que no piense.
Frente a este problema sin salida, es urgente pensar una atención sostenida a los dispositivos de
recepción. Tales dispositivos muestran como, en los sujetos errantes y carentes de herencia, el
proceso de psiquización puede reconstruirse a partir de tres fuentes: corporal, grupal y cultural del
apuntalamiento.
El malestar en el mundo moderno y algunos trastornos de la vida psíquica
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Algunas formas de caos identitarios y de fallas de simbolización características de nuestras sociedades
post-modernas son:
•
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La cultura del control: apunta a la perfecta integración de todos los elementos de la sociedad,
de manera tal que todo lo que llegara a escaparse al control pueda ser detectado y regulado.
Este tipo de cultura produce una violencia regulada cuando funciona y una violencia
descontrolada cuando se disgrega.
• La cultura de lo ilimitado y de los límites extremos: caracteriza la afinidad de nuestra cultura
con lo traumático y con la experiencia catastrófica. Tiene como fundamento el rechazo de la
castración simbólica y el triunfo del goce sin límites al servicio de un Ideal fetichizado.
• La cultura de la urgencia: vivimos en la urgencia porque el horizonte temporal se achicó debido
a los otros 3 componentes de la cultura contemporánea: el hipercontrol, la indiferenciación y la
fascinación por lo extremo. La cultura de la urgencia y de la inmediatez interroga el status de la
temporalidad en el malestar de la cultura post-moderna. En la post-modernidad, la relación
con el tiempo privilegia el encuentro sincrónico, aquí y ahora. Esta cultura se manifiesta en las
relaciones que mantenemos con el sentido, las certezas y los proyectos. Con el sentido y la
significación. El malestar del mundo moderno es a la vez el exceso de signos, de significación y
la falta de sentido.
• La cultura de la melancolía: caracteriza el fondo de duelo interminable e inelaborado de las
catástrofes del siglo pasado. La post-modernidad acentúa los efectos persecutorios y maníacos
de esta pérdida de los garantes metafísicos, metasociales y metapsíquicos.
Estas 4 características sombrías de la post-modernidad son efectos de los cambios estructurantes que
afectaron el campo social y cultural. También modificaron la organización y el funcionamiento
intrapsíquico, y nuestra tarea es detectar sus incidencias sobre las formas de subjetividad que
generan. Esto trae como consecuencia tres grandes fallas en la estructuración de la vida psíquica, que
debemos concebir en su estrecha relación con las fallas de los vínculos intersubjetivos.
1) Las fallas de la estructuración de los apuntalamientos de la vida psíquica: hay falta de dispositivos
intersubjetivos de para excitación y de represión.
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2) Las fallas en los procesos de formación de las identificaciones y los contratos intersubjetivos: su
falta o su falla atestiguan el malestar en los vínculos tanto como las dificultades en la constitución de
una alteridad interna subjetivada.
3) Las fallas en los procesos de transformación y de meditación. Se puede verificar, en relación a las
situaciones extremas que lo que es más frágil en toda organización viviente, y no solamente psíquica,
son las formaciones intermediarias y los procesos de articulación. Son las condiciones de posibilidad
del trabajo psíquico de simbolización y de formación de la alteridad, pero también la capacidad de
amar, de trabajar, de jugar y de soñar. Son las formaciones y los procesos más amenazados por las
crisis de los garantes metapsíquicos que generalmente sostienen la actividad de simbolización, el
proceso de la subjetivación y la construcción del sentido en el vínculo intersubjetivo. La consecuencia
mayor de su falla es el derrumbe y la puesta fuera de circuito del preconsciente, es decir, el derrumbe
de la capacidad de pensar por derrumbe de las representaciones verbales sobre el borramiento o la
renegación de las experiencias perceptivas y sensoriales.
Conclusión: el trabajo psicoanalítico en situación de grupo muestra que la vida psíquica no puede
desarrollarse más que sobre la base de la exigencia de trabajo psíquico que impone a la psiquis su
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inscripción en los vínculos intersubjetivos primarios y en los lazos sociales, y que esta inscripción se
efectúa a través de un conjunto de contratos, de pactos y de alianzas, de naturaleza y objetivos
diversos. La falta, la falla o la desorganización de esos contratos, pactos y alianzas ponen en crisis los
garantes metapsíquicos. Afecta ante todo la formación de vínculos intersubjetivos suficientemente
estructurados y estables, condición necesaria para la construcción de lo que Castoriadis y Aulagnier
llaman “el espacio en que el Yo puede advenir.”
“Lo imaginario social”. Ana María Fernández. FICHAS: 14025 y 14060
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La noción de Imaginario Social fue inaugurada por Castoriadis y alude al conjunto de significaciones
por las cuales un colectivo (grupo, institución, sociedad) se instituye como tal, para que como tal
advenga. Se trata de producciones de sentido que en su propio movimiento de producción inventan,
imaginan el mundo en que se despliegan. (Producciones de sentido que mantiene unida a una
sociedad y da forma a los individuos). Estas significaciones son imaginarias porque están dadas por
creación o invención, es decir, no corresponden a elementos estrictamente reales, y son sociales
porque solo existen siendo objeto de participación de un ente colectivo o anónimo. Las significaciones
imaginarias operan en lo implícito, es decir, no son explicitas para la sociedad que las instituye y
establecen el modo de ser de las cosas, los valores, los individuos. Las significaciones no son aquello
que lo individuos se representan consciente o inconscientemente, ni lo que piensan. Son aquello por
medio de lo cual y a partir de lo cual los individuos son producidos como individuos sociales con
capacidad para participar en la sociedad.
Por lo tanto los imaginarios sociales se distinguen de la ideología, entendiendo a esta como la
elaboración racionalizada y sistematizada de la parte manifiesta, explicita de las significaciones
imaginarias sociales que corresponden a una institución dada de la sociedad. Ideología no sería
sinónimo de imaginario social sino un modo de organización propio de un periodo histórico de parte
de sus significaciones. Al mismo tiempo se establece cierta sinonimia entre la noción de ideología y de
representaciones sociales, siendo estás una expresión nueva y más apropiada para la ideología.
FI
¿Qué mantiene unida una sociedad? La consolidación y reproducción de sus producciones de sentido
(imaginario social). Se trata de sentidos organizadores (mitos) que sustentan la institución de normas,
valores y lenguaje, por los cuales una sociedad puede ser visualizada como tal. Estos son los
instrumentos que dan forma a los individuos (producción de subjetividad) de una sociedad.
En psicoanálisis la noción de imaginario forma parte de un tríptico indisoluble Imaginario-SimbólicoReal, y refiere a “imagen de”. En Castoriadis, en cambio, lo imaginario es siempre simbólico y refiere a
la capacidad de inventar, imaginar significaciones, constituyéndose en el modo de ser de lo histórico
social. Es decir, no se refiere a la mirada del otro, sino a la capacidad de invención colectiva.
Lo imaginario en tanto capacidad de invención colectiva, tendrá para Castoriadis dos vertientes:
1) Histórico-social
a) Imaginario efectivo (capacidad de conservar lo instituido): conjunto de significaciones que
consolidan lo establecido y operan como organizadores de sentido de los actos humanos
estableciendo líneas de demarcación de lo lícito y lo ilícito de lo permitido y lo prohibido. Lo
imaginario efectivo es lo que mantiene unida una sociedad, haciendo posible su continuidad y
grados de cohesión.
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b) Imaginario radical (potencialidad instituyente de transformación): permite la irrupción de
nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que le son inherentes. Por lo tanto, las
transformaciones de sentido, lo instituyente, operan siempre con la resistencia de aquella
consagrado, lo instituido que, hasta tanto no sea trastocado, opera como régimen de verdad.
2) Psíquica
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El autor plantea al aspecto instituido y al aspecto instituyente como una temática inseparable del
problema del poder, es decir, establece la relación entre imaginarios sociales, subjetividad y
producción de transformaciones sociales e instala la dimensión del poder en el centro mismo de la
producción de subjetividad. Es decir, los nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que
los hacen posible refieren a lo imaginario social instituyente que da cuenta de la existencia de deseos
que no se anudan al poder, de las líneas de fuga que los deseos posibilitan en relación al
disciplinamiento social. En lo instituido el deseo esta anudado al poder, por tanto se ignora su
característica de invención imaginaria y se naturaliza su sentido.
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Existen tres elementos básicos que hacen que el poder funcione, éstos son instancias diferentes pero
independientes, están articulados ente sí dentro del dispositivo en forma variable.
a) La fuerza o violencia.
b) El discurso de orden.
c) El imaginario social.
Si los actos de fuerza producen poder, a partir de allí el discurso del orden y el imaginario social
consolidan las condiciones reproductivas del poder producido, es decir, garantizan la continuidad del
poder instituido. Discurso del orden e imaginario social transforman la fuerza en verdadero poder en
tanto cohesionan las tensiones sociales y aseguran la presencia del poder aun cuando la fuerza esté
ausente.
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El discurso del orden pertenece al ámbito del conocimiento, de la teoría y de las representaciones
racionales. Es el lugar de emisión de los enunciados normativos y de las reglas de justificación. Los
dispositivos de poder exigen para su funcionamiento y reproducción no sólo de estos sistemas de
legitimación sino también de prácticas extradiscursivas. Es decir, de un imaginario social que hace que
el poder marche siendo que los miembros de una sociedad enlacen y adecuen sus deseos al poder.
Explica el aspecto instituido del imaginario social a partir de los mitos. Entiendo a estos como
cristalizaciones de significación que operan como organizadores de sentido en el accionar, pensar y
sentir de los individuos que conforman una sociedad, logrando su eficacia en el disciplinamiento
social y en consecuencia en la legitimación y el orden de las instituciones que involucra. Los mitos
sociales obtienen su eficacia simbólica a través de la repetición, insistencia de sus tramas
argumentales, que se multiplican en el tejido social. A través de enunciaciones totalizadoras y
totalizantes, deslizamiento de sentido, producción de invisibles y eliminación de contradicciones,
gestionan su violencia simbólica. Está invisibilidad las diferencias de sentido, la diversidad de
prácticas y posicionamientos subjetivos de los actores sociales. Homogeniza y violeta lo diverso. Esta
invisibilización de lo diverso deja sin lugar a la singularidad, y a través de sus discursos molares y
universalistas invisibiliza también el proceso socio-histórico de su construcción, presentando como
realidad natural, a-históricas e inmodificable.
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Por lo tanto si los mitos dan cuenta del imaginario efectivo, la producción de utopías remite a lo
imaginario radical. Las utopías hacen referencia a la invención de creencia que pueden animar
proyectos de transformación social o institucional. Se trata de una creencia engendrado por el impulso
a la satisfacción de un deseo, prescindiendo de su relación con la realidad.
La producción de subjetividad se inscribe en las luchas simbólicas por el poder de conservar o
transformar el mundo conservando o transformando sus significaciones.
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Castoriadis distingue dos tipos de significaciones imaginarias sociales: pueden ser centrales,
creadoras de ideas organizadoras o segundas o derivadas. La emergencia de una significación central
transforma las significaciones sociales ya disponibles. Todas estas transformaciones son producto
histórico. Tienen que ver con lo instituido y su auto-alteración. Por lo tanto no pueden darse sin
transformaciones de las actividades y valores de la sociedad en cuestión, como tampoco sin
transformaciones en los individuos y objetos sociales. Por ejemplo la significación Dios es a la vez
creadora de un objeto de representaciones individuales y elemento central en la organización del
mundo de una sociedad monoteísta. La institución de una significación central siempre opera en lo
implícito. No tienen referente sino que instituyen un modo de ser de las cosas y los individuos
referidos a ellas.
Un grupo no sólo es tributario de las producciones de significación más generales que la sociedad
instituye. En un imaginario grupal la producción de significaciones se halla presentes como un
verdadero anudamiento líneas de significación propias y específicas, de ese grupo, atravesadas por la
dimensión institucional y socio-histórica. Tales atravesamientos generalmente operan en latencia.
Aún en el marco de tal inscripción un pequeño grupo produce significaciones imaginarias propias.
Esta labor implica también momentos instituyentes y etapas de consolidación de sus sentidos
organizadores. Un grupo instituye sus creencias y consolida sus mitos. Un grupo se instituye como tal
cuando ha inventado sus significaciones imaginarias.
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El autor rescata la importancia de la imaginación para comprender la dimensión de lo histórico social,
la institución de la sociedad y sus procesos de permanente auto-alteración. Define a lo social-histórico
como lo colectivo anónimo, es la unión y la tensión de la sociedad instituyente y la sociedad instituida.
Considera que una sociedad jamás será totalmente transparente ya que los individuos que la
componen nunca serán transparentes para sí mismos. Será la dimensión inconsciente uno de los
elementos que impide dicha transparencia. Si se piensa a lo social no como totalidad objetivada y si
esta falta de transparencia remite a lo inconsciente habrá que indagar ese algo más que rescate las
dimensiones deseantes en lo histórico social. Castoriadis definirá a lo social como lo que somos todos
y lo que no es nadie, lo que jamás está ausente pero casi nunca está presente como tal.
“Postdata sobre las sociedades de control.” Gilles Deleuze. FICHA: 30017
I- Historia.
Foucault situó a las sociedades disciplinarias, que alcanzan su apogeo a principios del siglo XX, y
proceden a la organización de los grandes espacios de encierro. El individuo no deja de pasar de un
espacio cerrado a otro, cada uno con sus leyes: Familia, Escuela, Cuartel, Fábrica, Hospital. Y
eventualmente la prisión, que es el lugar de encierro por excelencia. Foucault analizó muy bien el
proyecto ideal de los lugares de encierro, particularmente visible en las fábricas: concentrar, repartir
en el espacio, ordenar en el tiempo, componer en el espacio-tiempo una fuerza productiva cuyo efecto
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debe ser superior a la suma de las fuerzas elementales. Pero lo que Foucault también sabía era la
brevedad del modelo: sucedía a las sociedades de soberanía, cuyo objetivo y funciones eran muy otros
( recaudar más que organizar la producción, decidir la muerte más que administrar la vida); la
transición se hizo progresiva. Pero las disciplinas a su vez sufrirían una crisis, en beneficio de nuevas
fuerzas que se irían instalando lentamente, y que se precipitarían tras las Segunda Guerra Mundial: las
sociedades disciplinarias eran lo que ya no éramos, lo que dejábamos ser.
Estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro. Todos saben que estas
instituciones están terminadas, a más o menos corto plazo. Son las sociedades de control las que están
reemplazando a las sociedades disciplinarias.
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No se dejan de analizar las formas ultrarrápidas de control al aire libre, que reemplazan a las viejas
disciplinas que operan en la duración de un sistema cerrado. No se trata de preguntar cuál régimen es
más duro, o más tolerable, ya que en cada uno de ellos se enfrentan las liberaciones y las
servidumbres.
II- Lógica.
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Los diferentes espacios de encierro por los cuales pasa el individuo son variables independientes: se
supone que uno empieza desde cero cada vez, y el lenguaje común de estos lugares existe, pero es
analógico. Mientras que los diferentes aparatos de control son variaciones inseparables, que forman
un sistema de geometría variable cuyo lenguaje es numérico. Los encierros son moldes, módulos
distintos, pero los controles son modulaciones, como un molde autodeformante que cambiaría
continuamente, de un momento al otro. El principio modular del “salario merito” no ha dejado de
tentar a la propia educación nacional: en efecto, así como la empresa reemplaza a la fábrica, la
formación permanente tiende a reemplazar a la escuela y la evaluación continúa al examen.
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En las sociedades de disciplina siempre se estaba empezando de nuevo, mientras que en las
sociedades de control nunca se termina nada. Las sociedades disciplinarias tienen dos polos: la firma,
que indica el individuo, y el número de matrícula, que indica su posición en una masa. Porque las
disciplinas nunca vieron incompatibilidad entre ambos, y porque el poder es al mismo tiempo
masificador e individualizador, es decir que constituye en cuerpo a aquellos sobre los que se ejerce, y
moldea la individualidad de cada miembro del cuerpo. En las sociedades de control, por el contrario,
lo esencial no es ya una firma ni un número. Sino una cifra: la cifra es una contraseña, mientras que las
sociedades disciplinarias son reglamentadas por consignas. El lenguaje numérico del control esta
hecho de cifras, que marcan el acceso a la información, o el rechazo. Los individuos se han convertido
en “dividuos”, y las masas, en muestras, datos. El viejo topo monetario es el animal de los lugares de
encierro, pero la serpiente es el de las sociedades de control. Hemos pasado de un animal a otro, del
topo a la serpiente, en el régimen en el que vivimos, pero también en nuestra forma de vivir y en
nuestras relaciones con los demás. El hombre de las disciplinas era un productor discontinuo de
energía, pero el hombre del control es más bien ondulatorio, en órbita sobre un haz continuo.
Es fácil hacer corresponder a cada sociedad distintos tipos de máquinas. Las viejas sociedades de
soberanía manejaban maquinas simples, palancas, poleas, relojes; pero las sociedades disciplinarias se
equipaban con máquinas energéticas, con el peligro pasivo de la entropía y el peligro activo del
sabotaje; las sociedades de control operan sobre máquinas de tercer tipo, maquinas informáticas y
ordenadores cuyo peligro pasivo es el ruido y el activo la piratería o la introducción de virus. Es una
mutación del Capitalismo. El Capitalismo del siglo XIX es de concentración, para la producción, y de
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propiedad, Erige pues la fábrica en lugar de encierro, siendo el capitalista el dueño de los medios de
producción, pero también eventualmente propietario de otros lugares concebidos por analogía (la
casa familiar del obrero, la escuela). El Capitalismo ya no se basa en la producción, es un Capitalismo
de superproducción. Ya no compra materias primas y vende productos terminados: compra productos
terminados. Ya no es un capitalismo para la producción, sino para el producto, es decir para la venta y
para el mercado. El marketing es ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de
nuestros amos. El control es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo e ilimitado,
mientras que la disciplina era de larga duración, infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre
encerrado, sino el hombre endeudado.
III- Programa.
OM
No es necesaria la ciencia ficción para concebir un mecanismo de control que señale a cada instante la
posición de un elemento en un lugar abierto.
LA
DD
.C
El estudio socio- técnico de los mecanismos de control, captados en su aurora, debería ser categorial y
describir lo que está instalándose en vez de los espacios de encierro disciplinarios, cuya crisis todos
anuncia. Puede ser que viejos medios, tomados de las sociedades de soberanía, vuelvan a la escena,
pero con las adaptaciones necesarias. Lo que importa es que estamos al principio de algo. En el
régimen de la prisión: la búsqueda de penas de “sustitución”, al menos para las pequeña delincuencia,
y la utilización de collares electrónicos que imponen al condenado la obligación de quedarse en su
casa a determinadas horas. En el régimen de la empresa: los nuevos tratamientos del dinero, los
productos y los hombres, que ya no pasan por la vieja forma- fabrica. Son ejemplos bastantes ligeros,
pero que permitirían comprender mejor lo que se entiende por crisis de las instituciones, es decir, la
instalación progresiva y dispersa de un nuevo régimen de dominación. Muchos jóvenes reclaman
extrañamente ser “motivados”, piden más cursos, más formación permanente: a ellos corresponde
descubrir no sin esfuerzo la finalidad de las disciplinas. Los anillos de una serpiente son aún más
complicados que los agujeros de una topera.
“La modernidad estatal: Ser ciudadano es (ERA) tener un porvenir.” Klein Caballero. FICHA: 2550
FI
1- La modernidad: Presentación General.
Seguramente hablar de la modernidad en singular sea engañoso. Ha habido distintas fases dentro del
Capitalismo y de la modernidad en general: una fase liberal, una fase fordista, una fase keynsesiana y
una fase neoliberal. La sociedad capitalista presenta distintas maneras de organización económica y
social dentro de una periodización histórica específica.
Tomare cuenta principalmente como categoría de análisis y comparación el capitalismo keynesiano. El
mismo significó un cambio importante en los padrones de reproducción social, reconocimiento del
poder sindical y de los derechos de los trabajadores, como un creciente proceso de consumo asumido
por el Estado.
Destacaré sin embargo, otros dos procesos, dentro de la fase keynesiana, fundamentales como ejes: La
consolidación del campo de las políticas sociales y de la ciudadanía y la visión del vínculo individuosociedad en términos de gestación de una promesa que aseguraba un porvenir y un proyecto tanto
social como individual.
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Es necesario señalar como la idea de ciudadanía es inseparable de otra por la cual el “tejido” social se
asienta en una “promesa”, que al enunciar una serie de “instrumentos” efectivos de ciudadanización y
progreso social (como el trabajo y la educación) aseguraba ( más o menos plenamente) un lugar en la
sociedad.
2- La sociedad amplia y el futuro posible.
Esta idea de Giddens, emparejada a la idea de modernidad como un sistema de vida originado en un
espacio geográfico y en una medida de tiempo, incluye además una noción que llamo de sociedad
amplia, definible como el consenso de un gran todo.(teorizado por el contrato narcisista de Piera
Aulagnier)
OM
Giddens señala que las instituciones que se inscriben en la modernidad dan cuenta de ella, pues
surgen sólo y desde ella. Esta observación se debe complementar además con el hecho de que estas
instituciones cristalizan una visión del hombre, una forma de convivencia y una determinada
estructura de las mentalidades.
LA
DD
.C
Es intrínseco a la modernidad entonces lo temporal: el esfuerzo por establecer un pasado, indicando
un futuro previsible de cambio y al mismo tiempo, una política de transformación que augura los
procesos del psiquismo tal como lo describe el psicoanálisis y el pasaje de la endogamia a la exogamia
como forma valorizada de crecimiento.
Este optimismo que cree en el cambio y la mejora, fue expresado por varios pensadores, pero es
también clima de una época y una forma de entender la humanidad, entrecruzando porvenir social y
construcción de subjetividad.
FI
Es el riesgo y la oportunidad, pero enmarcados en el convencimiento de la oportunidad de poseer un
futuro, y ser mejor de lo que se es. En este punto se unen las distintas elecciones negociadas de la vida:
vocacional, matrimonial, de divorcio, etc., entendidas como oportunidades de mejora a través de una
crisis. Pasan así a tener relevancia los sistemas expertos que funcionan como organizadores del
entorno material y social en el que vivimos, expresión del sentimiento de confianza, seguridad y
continentación que provee la modernidad keynesiana-estatal.
Se consolida así una experiencia de: “Emancipación [que] significa que la vida colectiva se organiza de
tal manera que el individuo es capaz (…) de actuar de manera libre e independiente en las
circunstancias de su vida social”, entrelazada a una “biografía”, en la que el yo se conjuga al futuro, a
través de la autoconstrucción continua del yo por el yo: “entrada en escena de un tiempo historizado”
El modelo de Freud de la segunda tópica, basado en esta idea de modernidad de riesgo, al incluir como
parte esencial un yo que “negocia” entre instancias. “Yo” que revela a su vez un dispositivo de
confesión (Foucault).
Este consenso ilusorio y eficaz de una humanidad plena a la que se aplican a todos por igual, sistemas
abstractos, cultura y leyes, configura un sistema de vida que denomino “sociedad amplia”, que
implica la promesa de que todos los seres humanos están integrados o son integrables por la
ciudadanización.
La ciudanización Keynesiana funda así un marco de expectativa razonable de trabajo, bienestar y vida
digna, revelando una estructura de cuidado y de amparo. La modernidad se toma así un mundo
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posible de gente que desea vivir, cuidarse así misma [“cuidado de si” Foucaultiano] y ser cuidada,
crecer, tanto como experimentar nuevas cosas. Una sociedad de seres vivos, que describen y piensan
como hacer sus vidas.
La visión de la sociedad como un “todo” invoca grandes conjuntos donde lo englobante permite que
todos posean un lugar erotizado. Tomo la denominación de Eros, en el sentido de como presenta
Freud la pulsión de vida: actividad que lleva y alcanza cada vez más a unidades mayores. Lo
integrador, nucleador y optimista hace que la sociedad (y lo urbano) aparezcan armoniosos y “con
tejido social más unido”.
OM
Se desarrolla pues una cultura urbana con función unificadora, que descansa en el ideal de diálogo e
ignora conflictos sociales y de clases irresolubles, en el entendido de que el marco de referencia
ineludible de un proyecto de ciudadanía, está vigente y es unificador.
LA
DD
.C
Por esta cultura del diálogo, el otro es alguien reconocible y con el cual puedo compartir y discutir de
forma razonable, antes que recurrir a la violencia o la hostilidad, generando con ese amigo-vecino
cooperación e intercambio dentro de una “conciencia de contingencia” por la que todos somos y
tenemos derechos a ser distintos, consolidándose un ideal de lo fraternal que tiene que ver con la
tolerancia, la diversidad y la solidaridad.
3- Lo fraterno y el Estado.
Pero esta “flecha” hacia el porvenir y al encuentro del otro no oculta que la modernidad esta también
una fascinante mezcla de ambigüedades. Me detendré en una en particular: Horizontalidad vs
Verticalidad.
Lo horizontal despliega el gusto de la modernidad por el amigo, el grupo de pares, el hermano, figuras
que se unen en un sentido de “fraternidad” que impone la idea de espacio de “libertad” y elección
personal, tanto como la de emancipación y alteridad.
FI
Esta importancia estructurante de lo fraterno a nivel social y subjetivo. Se acompaña de la noción de
autodeterminación: “soy yo mismo”; “me creo a mí mismo”; “no le debo nada a nadie”, definiendo un
conjunto de actitudes, librado a la elección y la espontaneidad, que articula una construcción de
subjetividad basada en el yo, la personalidad y la existencia del mundo interno.
Se opone al anterior, un funcionamiento social de verticalidad biológica (vínculos de filiación) y social
(vínculos de trabajo), que destacan la necesidad de jerarquías y desigualdades.
Lo fraterno podría relacionar a la índole reflexiva de la modernidad por la cual “el contraste con la
tradición es inherente a la noción de modernidad”. Una de las consecuencias es la crítica a lo paterno y
a los sistemas instituidos que no admiten dimensión instituyente
Esa fraternidad de los hermanos es el Estado, opuesta a los poderes del Padre tiránico: “ La autoridad
pública adoptaba ahora un papel activo en la constitución de la familia”. Su autoridad ya no emana de
la tradición oral, sino de un Código, es decir, su poder está regulado por la ley. Dentro de estas
estipulaciones debería incluirse la necesariedad de lo pedagógico como un espacio extra-familiar. El
padre, la familia, por sí sola ya es incapaz de proporcionar la disciplina y el conocimiento que la
escuela aporta.
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En este cuestionamiento y relativización de la figura paterna-familiar, existe una crítica a las figuras
incuestionables de la autoridad: “Las formas de autoridad tradicional han pasado a ser tan solo
“autoridades” entre otras”. “la modernidad ha reconstruido la tradición a medida que la ha disuelto”.
Se consolida así la figura primordial de la confrontación que aglutina el cuestionamiento a la
autoridad, así como el consenso social que sostiene la necesidad de critica dirigida a lo es tradición:
“ya nadie puede decir”: “soy un hombre y los hombres somos así”, me niego a seguir discutiendo las
cosas. La tradición persiste sólo en la medida que tolera la discusión y el enfrentamiento, con lo que se
reafirma aún más la necesidad de pensar en sí mismos y por sí mismos.
4- Figuras de mediación. (Kaës)
OM
El padre se ha tornado débil, incapaz de sostener por si mismo una nueva sociedad: divide antes de
integrar. De allí que se hace imprescindible la participación del estado, capaz tanto de totalizar como
de individualizar y representar al conjunto social.
LA
DD
.C
Creo que si Estado, Familia y Ciudadanía son figuras de mediación por excelencia, es porque la
modernidad establece a las mismas como formas privilegiadas del vínculo sujeto-sociedad y sujetoantecesores-descendientes. Vale decir que hacen posible que lo heredado de los antecesores se pueda
poseer y transmitir. De forma contraria, se anularía el sentido de porvenir y futuro. Estas operatorias
de recibir y transformar y anticipar, implican la consolidación de un vínculo estable entre sujetos y lo
social, estando ambos en un proceso de permanente reciprocidad y doble apuntalamiento.
Dicho de otra manera, se trata de un doble proceso: el conjunto organiza las figuras de mediación,
tanto como éstas organizan a aquél, consolidando un modelo homeostático de funcionamiento social,
vincular y psíquico. Pero también puntos de anudamiento que aseguran mediaciones, conflictos y
solidez.
FI
Situación inseparable de la reciprocidad heterogénea entre sujeto-sociedad. Por tanto, el sujeto es
para sí mismo su propi fin, sujeto de procesos inconscientes y sujeto también de una cadena de la que
él miembro: “parte constituyente y parte constituida, heredero y transmisor, eslabón de un conjunto.
De esta manera, el nexo entre sociedad y sujeto pasa a significar el qué hacer con lo que no puede
dejar de transmitirse: “Si los procesos psíquicos de una generación no se transmitieran a otra (…) cada
una estaría obligada a recomenzar su aprendizaje de la vida”. Para que haya sujeto del inconsciente,
aquello que viene como herencia tiene que sufrir una transformación que se vuelve exigencia y
definición de actividad psíquica. El aparato psíquico no puede aceptar nada que venga de afuera sin
sufrir transformación, a no ser que se imponga lo transubjetivo como forma de funcionamiento
psíquico, o sea, originándose en el psiquismo el “implante” traumático de contenidos del “afuera” que
ingresan sin transformación.
Se tata a mi entender, de mantener lo reconocible, sosteniendo un sentido, frente al cual lo absurdo
permanece como un accidente superable. Así: “En todo ser humano que aspire a pensarse como
individuo singular hay una insistencia subjetiva que lo empuja a la rememoración y a la investigación
del pasado”.
El pasado debe constituirse de manera tal que no invada ni invalide los esfuerzos por hacer del
presente un jalón que va hacia el futuro. Este imprescindible trabajo de la memoria implica una
anamnesis historiografíca como soporte de la subjetividad y control del tiempo, que hace del tiempo
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que transcurre, una historia personal. De esta manera, la transmisión, memoria colectiva, memoria
individual y consolidación de la vivencia temporal están íntimamente entrelazadas. Cuando un
elemento de esta matriz se debilita o desaparece surgen patologías en la subjetividad, por lo cual Kaës
se inclina a analizar los problemas de la modernidad en torno a las dificultades de transmisión.
Me interesa entonces destacar la idea que la sociedad Keynesiana es una sociedad de herederos. Pero
para que haya heredero, debe existir “herencia” disponible y capacidad de aceptar la muerte, que
marca la diferencia entre generaciones, a través de la posibilidad de un duelo (que en definitiva es un
trabajo de la memoria) que resignifica la historia generacional y subjetiva.
5- Contrato social-narcisista.
OM
Esta reciprocidad sociedad-sujeto, es fundamento y expresión de un contrato que exigirá que los
individuos actúen como seres autónomos que aceptan la necesidad de renunciar para obtener una
compensación y un derecho a protegerse de la violencia.
LA
DD
.C
Su garante es la ley y ése es el fundamento esencial del contrato social: la existencia indudable de
garantías. Dicho de otra manera, no creo como Kaës que el contrato social sea el fundamento de la
sociedad, sino que es el mito por antonomasia de la modernidad en general y de la modernidad estatal
en particular. Mito fundacional que permite reunir distintos aspectos: trascendencia de la ley,
continuidad generacional, reciprocidad, pacificación social y lo anticipatorio. A.M Fernández al
retomar la distinción de Castoriadis entre imaginario social efectivo (instituido) e imaginario social
radical (instituyente), ubica al mito como una cristalización de significación que opera como
organizador de sentido, pieza clave en el sostenimiento de lo instituido.
El sujeto, a través de este contrato social-narcisista, a su vez busca y debe encontrar referencias que le
permiten proyectarse hacia un futuro. Esta anticipación al futuro- enunciados o voces-permite un
pasaje de la familia de origen a la de destino, de la infancia a otras etapas etarias, revelando el sostén
de espacios sociales catectizados y siempre disponibles de ser “ocupados”, a los cuales el sujeto presta
acto de fe en su existencia.
FI
Es un proceso indisociable y recíproco: el conjunto social reconoce a un portavoz y el sujeto hace suya
una verdad de convivencia que tiene un fundamento social. La sociedad anticipa y catectiza un lugar
vacío al cual un yo advendrá y a su vez, el sujeto catectiza lo social como lugar del cual el yo se adueña.
Situación simultáneamente instituida e instituyente: “retomar una voz muerta” (asegurándose la
continuidad); pero que además implica la transformar como propio lo que es ajeno (asegurándose la
renovación y la discontinuidad). El futuro se forja desde uno mismo, pero integrado a un horizonte de
proyectos sociales disponibles y viables.
Diría entonces que la sociedad Keynesiana es un “metarelato” que incluye una doble metáfora de lo
materno y lo paterno. Por la primera, quiere demostrar su capacidad de ser fuente nutricia y
proveedora; por la segunda, mantiene una regulación que alienta el crecimiento maduro y controlado
de sus hijos-ciudadanos.
Pero implica también un debate entre el anhelo de libertad y la consolidación del contrato social.
Por otro lado, como proyecto-promesa, la modernidad keynesiana ha encontrado tres maneras de
manifestarse desde el imaginario social: en tanto sociedad transparente, muestra que no tiene
intereses propios sino que reparte sus dones igualitariamente entre todos sus integrantes; en tanto
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sociedad ética, cristaliza valores substanciales y en tanto sociedad administrante, reclama y sostiene
para sí una forma de gobierno óptimo y racional.
La sociedad se construye, como extensión de una política racional con predominio de la comprensión
y la búsqueda positiva de resultados.
6- Presentación de la problemática de ciudadanía.
OM
Este imaginario de la sociedad keynesiana, forjó así una construcción social que se verifica
preferentemente a través de la búsqueda de justicia, porvenir, futuro, inclusión de lo heterogéneo,
espacios de articulación, negociación y conflictos, protagonismo del ciudadano, oportunidad,
compensación amparo y protección. Idea consubstancial a la fase keynesiana, de la que no participa
por cierto la modernidad en general.
LA
DD
.C
Probablemente hablar de ciudadanía en general sea tan imposible como hablar de LA modernidad con
la misma amplitud. Lo que busco destacar en este apartado, es como (y desde su contexto histórico
preciso) la ciudadanía generada desde la matriz keynesiana se enlazaba a un importante sentido de
promesa, concretizable en mayor o menor grado, en distintas realizaciones. Al mismo tiempo deseo
destacar que el proceso de ciudadanía implica, además de posiciones políticas y económicas, una
forma de subjetividad asentada en la capacidad de mentalizar situaciones y personas en forma de
opciones y alternativas y con aceptación de las diferencias regidas por la ley: “el ciudadano es el tipo
de sujeto forjado por un estado que enuncia que la soberanía emana del pueblo (…) es un tipo
subjetivo organizado por la suposición básica de que, real o potencialmente, la ley es la misma para
todos”.
Este modelo keynesiano de ciudadanía se desenvuelve en el percibir al otro como un semejante, un
reconocible, un –si se quiere- “vecino”. Implica además, al mismo tiempo, ser percibido por la sociedad
como un interlocutor válido, alguien que tiene o desea tener, un lugar de integración en la misma.
FI
El “otro” en tanto ´vecino´, ´patriota´, ´amigo´, ´colega´ o simplemente como ´interlocutor´, contextúa
un marco de dialogo, de valoración del intercambio que es también co-apuntalante de diversos
compromisos sociales, grupales y personales basados en una sociedad de empleo y salario, que busca
al mismo tiempo disimular sus conflictos de clase.
El capitalismo genera clases dominantes y clases dominadas, tanto como matices y heterogeneidades
que sólo pueden ser tenidos en cuenta si se asientan en la capacidad de “reconocer” al otro en su
alteridad y singularidad. Esta disponibilidad al dialogo y capacidad de flexibilidad argumental, se
puede relacionar a lo que Macedo señala como “razonabilidad publica”:
…” Los ciudadanos liberales deben dar razones que sustenten sus reclamos políticos, en lugar de
limitarse a manifestar preferencias o proferir amenazas. Estas razones deben además ser públicas en
el sentido de que deben ser capaces de convencer a personas de diferentes creencias y
nacionalidades”…
Es desde esta perspectiva que se podría pensar que la Persona, el Estado y la Ciudadanía son
inseparables. En realidad es el keynesianismo el que logra esta conjunción por la que se produce:
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…” Profundas transformaciones en la estructura del Estado y de la sociedad civil (…) de una parte al
conflicto capital/trabajo para la lógica de la ciudadanía y de los derechos sociales, o una prominencia
del eje distributivo en la lucha de clase siendo su mayor foco el estado”…
Esto hace que se efectivice: “una gradual y creciente valorización de las prerrogativas y de los
derechos de la persona”. Esta valorización de la persona, de sus aportes, de su inclusión progresiva e
indefinida en lo social, forma parte de lo que llamo sociedad amplia.
OM
Se distinguen tres elementos dentro del concepto de ciudadanía: derechos civiles, políticos y sociales.
Estos derechos son progresivos e históricos. Primero surgen los derechos civiles, luego los políticos y
finalmente los sociales. Es necesario recalcar sus aspectos claramente utópicos e ingenuos en el
sentido de una marcha irreversible de la ciudadanía.
LA
DD
.C
Asimismo, cabe señalar que sus ideas expresan el consenso extendido de la modernidad keynesiana
de que los derechos sociales implican la impostergabilidad y el “derecho de participar integralmente
en la herencia social”. Así, la transmisión generacional y la biografía personal se conjugan un tiempo
social-personal, que consolida la sensación de continuidad y entrelazamiento social: el ciudadano es
una persona que puede tener la expectativa razonable de logros en su tiempo personal, ajustados a un
devenir social que le garantiza derechos.
El desarrollo de la ciudadanía en este sentido de promesa “involucra la extensión de cada derecho
hasta incluir toda la población”, como una práctica justa y razonable. Cabe señalar que estos derechos
no son ´otorgados´, sino que deben ser asimismo ´conquistados´.
… “Ciudadanía es la capacidad conquistada por algunos individuos, o (en el caso de una democracia
efectiva) por todos los individuos, de apropiarse de los bienes socialmente creados, de actualizar
todas las potencialidades de realización humana abiertas por la vida social en cada contexto
históricamente determinado”…
FI
Como sea esta “conquista”, aún en su nivel más apasionado o agresivo, implica un sentido de
pertenencia en el sentido de que aquél que interpela por sus derechos, se siente parte indudable de
esa matriz social interpelada. Sociedad y sujeto se reflejan uno en el otro, desde un modelo social que
desde la modernidad keynesiana, preconiza y valoriza la capacidad de escucha y recepción. Matriz
social que a su vez se reconoce, como un eco resignificante, en ese sujeto al que valida como
interpelador. Desde esta perspectiva, esta modernidad es indisociable de sociedad “integradora”.
La situación de ciudadanía, creo que conlleva así la relación que se establezca entre lo instituido y lo
instituyente.
Podríamos situar el campo de la ciudadanía como aquel en que se verifica que lo instituido es incapaz
de predecir el instituyente que genera. Idea quizás emparentable a aquella de Foucault de que el
poder necesita quien lo resista, lo que termina por generar sujetos que no están previstos ni son
previsibles en el dispositivo instituido del poder.
Es el pasaje de un esquema de causa-efecto a un paradigma complejizante, por el cual, el sujeto (o el
ciudadano) no es ni puede ser igual a los dispositivos instituidos que le conciernen. Ciudadanía
implica además capacidad consolidada de cambio, herencia y transformación.
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Mi perspectiva es que ciudadanía no es sólo ganar espacios (como quien “gana” terrenos al mar), sino
que además implica una estructura de dialogo, reconocimiento y confianza (aunque sea mínima)
dentro de la sociedad keynesiana, de forma tal que la ciudadanía es el punto de intersección entre
aquello que se transmite y aquello capaz de transformación.
Por tanto, no es solo “tolerar” socialmente la conquista de derechos justos, es también la expresión de
figuras de mediación que establecen pactos y contratos que convalidan una política del intercambio y
la exigencia de redes vinculares y emocionales. Ósea, ciudadanía no es algo que repose solo en la
realidad “material”, es también realidad “psíquica” y “vincular”, que poco tienen de ficción y mucho
más de una operatoria social (efectiva) de anticipación y disponibilidad de lugares sociales, que a su
vez deben ser transformados por quien los habite.
OM
Supongo así, que el conjunto social cumple funciones estructurantes en una red de relaciones
intersubjetivas, que a su vez no dejan de influir en la propia sociedad. Sentimiento de pertenencia,
reconocimiento y transformación se hacen inseparables y por momentos quizás (positivamente)
indistinguibles.
LA
DD
.C
“Imaginería de la dispersión.” Pablo Hupert. FICHA: 14096
Lo que estoy intentando pensar con ustedes hoy, lo que este ciclo me permite pensar es la experiencia
de ser a partir de la nada, una experiencia propia de la sociedad actual, la experiencia de ser a partir
del sinsentido. Pensar como la sociedad contemporánea constituye el sujeto contemporáneo.
FI
A fines de los 90´ hablábamos de destitución de lo instituido, privatizaciones mediante- de cómo la
globalización, como el capitalismo financiero había arrasado con las instituciones, que daban
estabilidad a la vida social, que nos daban certezas, orientaciones a nuestras vidas, previsibilidad etc.
Hoy, cuando la globalización ha continuado –y el capitalismo sigue siendo un capitalismo
postindustrial, la economía sigue siendo una de consumo, y el capital tiene un modo de
funcionamiento recombinante y reticular- pero también sigue habiendo algo así como una sociedad,
nos preguntamos que hay en lo social si no se compone de instituidos, si no hay ni institución
completa, ni destitución total. Les adelanto mi tesis. Lo que hay hoy es algo que me atreví a bautizar
con un neologismo: astitución.
La pregunta por la producción de sentido nos invita a preguntarnos ya no solamente con qué ha
barrido la globalización, sino que ha puesto en el campo de lo social: si hoy no hay instituciones
sólidas ¿Qué hay? Esa es la pregunta.
3. Primera tesis: el mercado no disputa la producción de sentidos al Estado; ya se la arrebató. Incluso
cuando lo que por un atavismo aun llamamos sentido lo produce y distribuye el Estado, lo hace al
modo mercantil: tan completo es el triunfo de lo mercantil en lo que a producción de sentido respecta.
Pero el mercado no solamente ha hecho de la cultura, de la producción de sentido, un espacio más
donde intercambiar productos, sino que además ha modificado la naturaleza misma de los productos
culturales. Por ahora queda dicho que, aun cuando los productos culturales los produzca el estado,
éstos tienden a asumir unas modalidades cada vez más mercantiles. La primera tesis requiere una
segunda: el triunfador de esta disputa, más que le mercado, es lo que llamaremos la égida de la
imagen, que por supuesto no es la imagen en general sino una históricamente específica, la imagen
mercantil.
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La tercera tesis es que, si la identidad y la representación de tiempos sólidos producían sentidos, la
égida de la imagen no produce sentido estrictamente hablando, pues la imagen contemporánea no se
deja ordenar por lo que los analistas llaman orden simbólico. Orden simbólico justamente es lo que no
hay más, y es precisamente lo que daba solidez, estabilidad cultura.
La cuarta tesis ya la había adelantado: en condiciones sociales fluidas o globalizadas, no hay
institución estable ni destitución completa, sino astitución. Pero no instituye al estilo de tiempos
sólidos, al estilo de los tiempos del Estado-Nación. Tendríamos que hablar de una institución ´a
medias´, de una (como dice al pasar Zygmunt Bauman) “identidad infra-determinada”. La égida de la
imagen no instituye, ni destituye, sino que astituye. La cuarta tesis se acompaña de una quinta tesis: la
astitución es condición de la recombinación inherente al capitalismo de hoy.
OM
Otra tesis, implicada en y por las tesis anteriores, es que hoy la imagen es el nivel determinante y no el
determinado. No es representación de lo que muestra sino su aspiración rectora.
LA
DD
.C
4. El objeto de esta digresión entonces será la égida de la imagen. Para pensar la experiencia
contemporánea pensamos la egida de la imagen, que no es la égida de la representación o la del
Estado-Nación, sino la dominación de la imagen mercantil sobre todo lo social.
4ª- Nos preguntamos por el funcionamiento de la égida de la imagen. Distinguimos un. Esbozo una
caracterización con los dos cuadros y el grafico que siguen.
1990’s
Actualidad
Fluidez 1
Mercado
Fluidez 2
Imagen mercantil
Ideología
¿Nada?
Imagen
Sistema
Des configuración Figuración
Fluidez
Siglo XX
Solidez
Estado-nación
FI
Fecha
aproximada
Época
Práctica
dominante o
“égida”
Medios de
consenso
Efecto
Solidez
La clave de este esquema contemporáneo es que la dominación ya no captura el cuerpo o la conciencia
del dominado, sino su deseo y lo que hace vía la imagen. Y aquí se inserta el funcionamiento micro de
la dominación imaginal, la cuestión de cómo el sujeto se “sujeta” a la imagen, al flujo de obviedad (una
práctica dominante que, por un lado, no te dice “hace lo que te digo”, sino “hace lo que quieras). La
experiencia imaginal, o la imagen-experiencia, el funcionamiento micro de la imagen mercantil, que es
el funcionamiento que constituye al sujeto ´sujetado´ al flujo de obviedad (o, mejor dicho, derivando
con ese flujo). La experiencia imaginal es la experiencia de ser a partir de la nada y sobre la nada, o la
de las estéticas de la dispersión, o mejor dicho todavía la de la dinámica de la dispersión. El efecto de
la experiencia imaginal, funcionamiento micro de la imagen mercantil, no es la institución del sujeto,
sino, la astitución del sujeto.
Una imagen mercantil, una imagen recombinable, no es siempre un fenómeno icónico, una imagen es
un elemento sin articulación orgánica con otros. Así una imagen puede ser un texto, un objeto,
cualquier mercancía.
El consumidor no compra la mercancía solo para satisfacer una necesidad objetiva sino sobre todo
una subjetiva. Es una imagen todo lo que pueda funcionar, conectar, recombinarse con cualquier otro
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elemento recombinable según las necesidades circunstanciales del mercado recombinante o del sujeto
que busca existencia.
La otra precisión es que por supuesto que también había imágenes en tiempos sólidos, en tiempos en
que el Estado detentaba la hegemonía de la producción de sentido, pero funcionaban de otra manera.
En tiempos solidos el nivel determinante era la presentación, mientras que hoy el nivel determinante
es la imagen.
OM
Con esto podemos describir formalmente el procedimiento epistemológico imaginal. Primero paso: lo
real es un modelo de la imagen. Segunda paso: la imagen es perfeccionada, ´photoshopeada´. Tercer
paso: lo real resulta imperfecto. Es decir, lo real queda sometido a su imagen y aspirando a ser como
ella. La fluidez somete a cada cosa su imagen, su imagen singular, a diferencia de la solidez, que
sometía imponiendo cierto sistema de representaciones, que era general y no singular.
LA
DD
.C
En tiempos sólidos, el nivel determinante era la presentación, y el determinado era la representación.
En los días de hoy, el determinante es la imagen y el determinado es la cosa. La frase que decían las
tías en tiempos solidos era “no solo hay que ser sino también parecer, querido”. El lado real era puesto
en el lugar más importante. Creo que la frase que dirían hoy esas tías, para adecuarse a nuestros
tiempos, seria “hay que parecer antes que nada, queridito”. Pero, como las tías realmente están
adecuadas a nuestros, no dicen esta frase, porque están ocupadas en parecer pibas antes que viejas
que educan a los pibes.
Entonces la égida de la imagen es un tipo de dominación en el que no se representa lo representado,
en el que la representación no es un paso segundo, que vendría luego de la presentación, sino donde la
imagen se presenta como el paso primero. La imagen es lo determinante de la cosa, y no al revés.
5- Si la subjetividad se conforma de sentidos, la pregunta es qué pasa con el animal humano en un
contexto sin sentido. Para entrarle al problema, muestro un dibujo de Tute: “Tengo hipo existencial”.
FI
Aquí vemos nuestro ser en jaque: un sendero discontinuo e intermitente. El hambre de ser es algo
constitutivo del ser humano. El punto es cómo se llega a ser, como uno realiza la dura tarea de ser
alguien. Tradicionalmente, las sociedades te ofrecían el sentido, llegabas a ser alguien gracias al
sentido. Hoy no te ofrecen sentido, te ofrecen imagen. Ahora bien, el asunto es, ¿la imagen sacia
nuestra hambre de ser?.
Vivimos en un sinsentido, un tiempo de nada. Hoy la “nihilidad” es un dato de época, nos resulta una
condición ineludible. Habiendo nihilidad, no hay sentido, no hay un sentido social que pueda
ayudarnos a saciar nuestro hambre de ser. Los grandes ordenadores de sentido que todavía andan
dando vueltas por ahí, como la patria, dios, la familia, la humanidad, la clase obrera son incapaces de
ordenar toda la cultura y todas nuestras vidas bajo su luz.
Las grandes referencias del pasado continúan estando disponibles para ser utilizadas hoy en día, pero
ninguna de esas tiene suficiente autoridad sobre las demás como para imponerse entre los buscadores
de referencias. Confundidos y perdidos, en un mar de proclamaciones de autoridad que compiten
entre sí, sin que ninguna voz en particular se haga suficientemente alta o audible durante el tiempo
necesario para destacar sobre la cacofonía y proporcionar un motivo importante, los habitantes de un
mundo moderno liquido no son capaces de encontrar, por mucho que se lo propongan, un ´enunciador
colectivo creíble´
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Debemos, como siempre en la modernidad, llegar a ser alguien, pero, como nunca antes, debemos
hacerlo a partir del punto de partida más insustancial.
A nuestro humano hambre de ser no lo sacia el sentido, sino la intensidad, la diferenciación, la
visibilidad, la autenticidad, el entretenimiento… en breve, la imagen. Vivimos nuestra hambre de ser
como hambre de imagen. Así es que me propongo en lo que queda describir la estética de la dispersión
como voracidad individual por la imagen. Describiré pues la dinámica de la imagen.
Digo primero que, en nuestro mundo, ser es ser una imagen. Agustín Valle escribía “sos un Yow”,
Combinando “yo” y “show”.
OM
La tarea de ser alguien pasa por exponerse sin cesar. Ya no es construyo mi intimidad, luego existo,
sino publico mi intimidad y por hoy existo.
Aparece así una exclusión social que “no solo es económica sino también del mundo de la imagen”: la
condena de no tener imagen. El yo llega a ser alguien si da show, y solo mientras lo da.
LA
DD
.C
En el mundo social de hoy sentimos que no existimos, si no tenemos una imagen socialmente visible, a
tal punto que estamos dispuestos a renunciar a nuestras trayectorias, nuestras vidas, nuestros
vínculos, para que se inmolen en la imagen de nosotros.
La imagen no representa lo representado, lo anula. A eso que la imagen anuló, lo reorganiza, lo
redetermina según su requisito, pues así es como lo anudado cumple con “la tarea de ser alguien” y
“descansa” en su imagen.
Como decíamos al principio, la imagen es la aspiración de lo real. La imagen es el nivel determinante
porque la imagen no es representación de la cosa, sino la cosa photoshopeada, el modelo de la cosa, la
aspiración de la cosa. No es la imagen la que busca adecuarse a la cosa, sino la cosa la que busca
adecuarse a la imagen que aparece como suya.
FI
Para ser hay que ser una imagen. Esto es que nuestro humano hambre de ser no lo sacia el sentido
sino las imágenes visibles, impactantes, como en el dibujo de Tute, del “Hipo existencial”, es lo que
hace que nuestra existencia sea intermitente, sea como un hipo. Estas intensidades que dan las
imágenes pueden ser el sentir como nunca, el sentir como nadie, el diferenciarse, el visibilizarse, el
entretenerse, el triunfar económicamente, el ponerse ciertas zapatillas, el usar ciertos celulares, las
emociones fuertes, la adrenalina, el vértigo, el cambio, el salto al vacío, el patear al tablero, el toco y
me voy, el pájaro que comió voló, etc. En breve, lo intenso, lograr imitar a la imagen-modelo.
Existimos cuando llegamos a coincidir con la imagen, no existimos mientras aspiramos a ella. Y
tampoco existimos una vez que terminamos de copiar a la imagen.
El hambre de ser es hoy hambre de imagen, pero de esa imagen que una y otra vez promete saciarnos
el apetito y que una y otra vez nos defrauda. Lo cual asegura que una y otra vez nos ilusionemos de
vuelta con saciarnos el hambre de ser, el hambre de existir, por la vía imaginal-mercantil.
Como vemos, el hambre de ser es hambre de imagen, que tiene la misma dinámica que el consumo de
paco: sus efectos son intensos y breves, y apenas llegaron se van, y piden más.
La dinámica de la existencia imaginal, entonces, se puede formalizar así: hambre de ser que lleva a la
imagen intensa o intensidad imaginal, que sacia el hambre de ser muy satisfactoria y
escurridizamente, que lleva al hambre de ser, que lleva a la intensidad imaginal, y así sucesivamente.
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OM
La amenaza de caerse del mapa o quedar rezagado también es una imagen que hace que busquemos
promesas, que renovemos confianza y expectativas. Las imágenes traumáticas, sin elaborar e
inelaborables, insignificantes e insignificables, de la exclusión social, del hambre, de las catástrafes
humanitarias, como las llaman ahora, funcionan como amenaza. En tiempos sólidos la pobreza había
que ocultarla, había que tergiversar la realidad. Hoy la realidad hay que mostrarla. Creo que esta
imagen funciona como la amenaza, como esa nada que nos acecha en esos trechos en los que no
existimos. Durante esos trechos de inexistencia, la exclusión es vivencia efectiva, más reconocida o
menos, pero palpable, que hace resonar temiblemente la imagen de la exclusión social. Es la amenaza
que, junto con las promesas que esas imágenes son, nos obligan a ilusionarnos con las imágenes. Esas
promesas de paraíso y estas amenazas de exclusión son el tándem que asegura que la égida de la
imagen se reproduzca.
LA
DD
.C
En nuestras sociedades de la imagen, en el mundo dominado por la imagen, la experiencia del hambre
de ser y de saciarlo con imágenes es una dinámica como la dinámica del trauma: Las imágenes no se
pueden elaborar como pasado, como sentido, como experiencia, sino solo ver y volver a ver; también
se puede cambiar de imagen, y hasta ´producir´ imágenes y mostrarlas, pero no se puede elaborarlas,
no se puede significarlas.
Uno no se identifica con la imagen. Cuando, en tiempos sólidos, uno se identificaba con un sujeto con
mayúsculas que lo interpelaba, como un padre, un dios, una patria, esa identificación duran toda la
vida (o casi), era vitalicia; en cambio, la interpelación que producen las imágenes contemporáneas es
muy efímera. Estamos todo el tiempo queriendo acomodarnos a la imagen que nos dé más visibilidad
(más existencia), una imagen que lo hará muy brevemente para continuamente cederle su lugar a otra.
Uno no accede a constituirse firme y establemente, sino precariamente. Constituirse a partir de la
nada, llegar a ser alguien imaginalmente es constituirse como subjetividad recombinable, esto es, no
como subjetividad instituida ni instituyente sino como subjetividad astituida.
FI
6- Y las conclusiones son que mientras que en solidez existir consistía en ser representado, en fluidez
existir consiste en hacerse visible, en hacerse imagen. Si en la cultura sólida, existir era ocupar un
lugar en la cultura, en la fluida, existir es tener un lugar (que tal vez debamos llamar vitrina o
sencillamente pantalla) en el flujo de la obviedad. La imagen nos domina por aspiración, más que por
opresión. La tarea de llegar a existir es la tarea de aspirar a ser como la imagen, una tarea muy
´sustentable´, ya que es infinitamente renovable. Las promesas imaginables, en cambio, son efímeras y
cada vez que caduca una – o antes aun-, viene otra rápidamente a reemplazarla. No es que aspirar a la
imagen prometida sea una tarea infinita, sino que las imágenes a las que aspirar, las finitas imágenes
que constituyen otras finitas aspiraciones, caducan y se renuevan infinitamente.
Completemos el bosquejo de la dinámica de la imagen de la siguiente manera. Cuanta más ´idealidad´
promete una imagen, cuanta más paradisíaca es su promesa, tanto mayor satisfacción y certidumbre
promete, y por lo tanto más deseable es. Luego, cuanto más engañe, tanto más excesivamente ideales,
que prometerán que una vez alcanzadas otorgaran la certidumbre perdida y permitirán conquistar
para siempre la garantía de no caerse del mapa, de no caer en la nada, de conjurar para siempre la
exclusión.
Ser en fluidez no es como era ser en solidez, un instituido, sino un astituido. Ser alguien en solidez era
estar afianzado; ser alguien en fluidez es estar “enganchado con alfileres”. Las promesas sólidas,
además de ser pocas o únicas y duraderas o vitalicias, llegaban a fijarse a la subjetividad (y por lo
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tanto llegaban a fijarla) a tal punto que la nacionalidad o la ideología política llegaban a parecer
intrínsecas a los sujetos: estos sujetos llegaban a identificarse con ellas. Las promesas imagínales,
además de ser muchas o directamente infinitas y pasajeras o directamente evanescentes, se suceden o
alternan tan velozmente, o acechan o bombardean o se le regalan al sujeto (o todo eso al mismo
tiempo) tan profusamente, tan sin orden ni concierto, que no alcanzan a fijarse a la subjetividad ni por
lo tanto a fijarla.
LA
DD
.C
OM
Cada imagen-promesa hace existir a alguien como tal sujeto determinado mientras dura la intensidad
o la ilusión que genera; frustrada la ilusión o decaída la intensidad, este alguien debe reconstituirse en
torno a una nueva imagen-promesa. Tanto porque la imagen-promesa tiene una alta velocidad de
rotación como porque le sujeto constituido por su intensidad debe estar siempre preparado para
“cambiar de caballo en mitad de la carrera”, este sujeto no llega a solidificar, a identificarse. En otras
palabras, tanto porque la imagen-promesa es descartable como porque el sujeto que la ´compra´ debe
estar siempre listo para descartarla y asumir otra, tanto porque la imagen-promesa será sustituida
rápidamente como porque el sujeto que aspira a ella evita aferrarse a ella por termo a “quedar
pegado”, este sujeto que sacia con imágenes su hambre de ser alguien no alcanza la certidumbre de
quien es. No llega a identificarse por las imágenes. Llega si, a intensificar numerosas y efímeras veces:
su existencia tiene la dinámica del hipo: contracción espasmódicas.
La imagen no produce, como lo hacía la referencia sólida, sentido-destino, sino su sucedáneo, la
aspiración-promesa. No produce identificación, sino su sucedáneo, la intensificación, que es una
simulación de identificación.
Podemos ahora decir nuevamente la tesis, para leerlas más ricamente:
•
•
•
La lógica mercantil ya desterró a la estatal de la producción de sentido. Incluso cuando el
´sentido´ lo produce y distribuye el Estado, lo está haciendo al modo del mercado.
Lo que se produce al modo del mercado (modo imaginal) no es sentido sino sucedáneo imaginal:
la aspiración, la promesa, la singularización dispersiva y desoladora, la intensificación
intermitente. Las imágenes no se efectúan, como lo hacían los dispositivos discursivos, como
sentido, pero sí como simulación de sentido.
El triunfador de esa disputa es, más que el mercado, la égida de la imagen mercantil.
En la sociedad dominada por la imagen no hay ni institución estable ni destitución completa, si no
astitución.
FI
•
Aun no justifiqué que en lugar de hablar de “estética” me haya puesto a hablar de “imagen”. Sería
bueno explicar, por si aún no se ha advertido, en qué punto se confunden las estéticas de la dispersión
y la égida de la imagen. Lo hacen el punto en que la dispersión es la dinámica de la proliferación
imaginal de experiencias singulares.
La estética de dispersión es una estética de la intervención intervenida o de la interferencia
interferida. Luego, si la estética es un régimen de sensibilidad, la estética de la dispersión es un
régimen de la recombinación.
La estética de la dispersión es proliferante y creativa. Es dispersante y dispersa. Es producción de
singulares producida por singulares.
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Todo es singular. Nada hay general- todo es sui generis. Así, hay dos dispersiones: por un lado, la que
va resultando de fluidificación- fragmentación de lo sólido. Por otro, la producción de obras
irreductibles a un género o puntos sociales irreductibles a lo general. La estética de la dispersión es
entonces también dinámica de los singulares. El mainstream de la estética contemporánea es disperso
tanto como dispersivo.
La experiencia fluida es estética y dispersa porque es imaginal y no es simbólica, como era la
experiencia sólida, que era una experiencia ética (o moral) y concéntrica porque era discursiva,
estructurada.
LA
DD
.C
OM
Así pues, existen básicamente dos procesos dispersivos. Uno es el de la fragmentación de lo sólido, y
otro proceso que es el de producción de elementos sociales irreductibles a un género o a un general.
Lo general ha dejado de ordenar y ligar los casos particulares, y por eso cada caso particular no es una
partícula, una parte de un todo, sino una singularidad; cada caso es único en su género. Pero, dicho
esto, deberíamos aclararnos si las estéticas de la dispersión son un régimen de sensibilidad o un
cúmulo de regímenes de sensibilidad. Aclarémonos que constituyen un no-régimen, una dinámica de
la recombinación de imágenes, una red infinita imaginal-experiencial, una red de contactos estéticos
sin lazo ético (o moral).
FI
Así en el Capitalismo global recombinante, ninguna relación social es duradera y la ideología es
innecesaria. Vivimos la era pos-ideológica: una era en que no existe dispositivo que pueda significar la
vida. Vivir en condiciones de sinsentido es vivir en condiciones de sin destino, y nuestra constitución
subjetiva, nuestra existencia permanece siempre en jaque, y existe con intermitencia, intensificándose
espasmódicamente, al modo de un hipo existencial. Así es que debemos satisfacer nuestra hambre de
ser imágenes, que son un sucedáneo del sentido, y no el sentido. Esto hace que vivamos la dinámica de
la dispersión y de la imagen como un trauma, sin poder elaborar lo que ocurre, sin poder producir
sentido. La constitución a la que logramos llegar es siempre una constitución a medias, una astitución,
pues, en breve, “ser yo mismo” es “ser imagen”. “Y ser imagen” es por ejemplo “ser un yo-marca”, un
“yo-sombra”, un personaje, un avatar, un “yow”, una foto (bio) grafía, un muñeco con pies de barro,
una subjetividad agarrada con alfileres, un hipo existencial.
“Modernidad liquida y fragilidad humana.” Zygmunt Bauman. FICHA: 14088
1- Modernidad liquida; Introducción.
En este texto él explora cuáles son los atributos de la sociedad capitalista que han permanecido en el
tiempo y cuáles las características que han cambiado. Una de esas características es el individualismo
que marca nuestras relaciones y las torna precarias, transitorias y volátiles. La modernidad líquida es
una figura de cambio y de la transitoriedad: “los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo:
duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la
desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados.
2- De peligrosa extrañeza de los otros a la sociedad de la incertidumbre.
El “otro” tipificado como extraño por desconocido es un portador innato de incertidumbre, de
potencial peligro, siendo, tal vez, su mayor amenaza, el atentar contra la clasificación misma que
sostiene el orden del espacio social en el que se inscribe mi mundo.
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Los extraños irritan, desagradan, desconciertan porque tienden con su sola presencia a ensombrecer y
eclipsar la nitidez de las líneas fronterizas clasificatorias que ordenan el mundo en el que vivo, y de
éste modo, cuestionar de manera radical la presunta comprensión recíproca que el “yo” tiene con el
otro.
Es el caso de los marginados sociales que, como una categoría o tipificación de una clase de extraño
contemporáneo, reciben sobre si los rasgos sobresalientes de la ambivalencia y la suciedad: a ellos se
les atribuye la falta de confiabilidad por lo errático de su rumbo, su laxa moralidad y promiscua
sexualidad, su deshonestidad comercial, etc.
LA
DD
.C
OM
La modernidad líquida es un tiempo sin certezas. Hemos pasado a tener que diseñar nuestra vida
como proyecto y performance. Más allá de ello, del proyecto, todo sólo es un espejismo. La cultura
laboral de la flexibilidad arruina la previsión de futuro, deshace el sentido de la carrera profesional y
de la experiencia acumulada. Por su parte, la familia nuclear se ha transformado en una “relación
pura” donde cada “socio” puede abandonar al otro a la primera dificultad. El amor se hace flotante, sin
responsabilidad hacia el otro, siendo su mejor expresión el vínculo sin cara que ofrece la Web. Las
instituciones no son ya anclas de las existencias personales. En decadencia el Estado de bienestar y sin
relatos colectivos que otorguen sentido a la historia y a las vidas individuales, surfeamos en las olas de
una sociedad líquida siempre cambiante- incierta- y cada vez más imprevisible.
3- Estados transitorios y volátiles de los vínculos humanos; desvinculación.
La incertidumbre en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento de los
sistemas de seguridad que protegían al individuo y la renuncia a la planificación de largo plazo: el
olvido y el desarraigo afectivo se presentan como condición del éxito.
Bauman se refiere al miedo a establecer relaciones duraderas y a la fragilidad de los lazos solidarios
que parecen depender solamente de los beneficios que generan. Se empeña en mostrar como la esfera
comercial lo impregna todo, que las relaciones se miden en términos de costo y beneficio- de
“liquidez” en el estricto sentido financiero.
FI
Bauman se vale de conceptos tan provocadores como el de “desechos humanos” para referirse a los
desempleados (parados), que hoy son considerados “gente superflua”, excluida, fuera de juego. Para la
economía sería mejor si los desempleados desaparecieran. Es el Estado del desperdicio, el pacto con el
diablo: la decadencia física, la muerte es una certidumbre que azota. Es mejor desvincularse rápido,
los sentimientos pueden crear dependencia. Hay que cultivar el arte de truncar las relaciones, de
desconectarse, de anticipar la decrepitud, saber cancelar los contratos.
4- Decrepitud, estados transitorios y volátiles.
El amor, y también el cuerpo decaen. La “mercancía”, el objeto malo de Klein aplicado a la economía
política, es la extensión del cuerpo excesivo. Los placeres objetables se interpretan como muestra de
primitivismo y vulgaridad masificada.
¿Quién soy? Esta pregunta sólo puede responder hoy de un modo delirante, pero no por el extravío de
la gente, sino por la divagación infantil de los grandes intelectuales. Para Bauman la identidad en esta
sociedad de consumo se recicla. Es ondulante, espumosa, resbaladiza, acuosa, tanto como su
monótona metáfora preferida: la liquidez.
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La imagen de espuma es funcional para describir el actual estado de cosas, marcando por el
pluralismo de las invenciones del mundo, por la multiplicidad de micro-relatos que interactúan de
modo agitado, así como para formular una interpretación antropológico- filosófica del individualismo
moderno. Con ello Espumas responde a la pregunta de cuál es la naturaleza del vínculo que reúne a los
individuos, formando lo que la tradición sociológica llama “sociedad”, el espacio interrelacional del
mundo contemporáneo.
Nuestras comunidades son artificiales, líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo
de sus miembros por mantener la comunidad ésta desaparece con ellos.
OM
Las sociedades posmodernas son frías y pragmáticas. Si bien hay expresiones ocasionales de
solidaridad estas obedecen a una “esperanza egoísta común”.
Cuando el otro es un “radical otro”, es decir, no es un como nosotros, o , si se quiere, no es uno de
nosotros, entonces no surge la identificación con la cual se gesta un lazo espontáneamente
simpatético, más bien se trata de alguien con quien no nos identificamos proyectivamente.
LA
DD
.C
5- Desterritorialización; adicción a la seguridad y miedo al miedo.
Lo “liquido” de la modernidad- volviendo a la concepción de Bauman- se refiere a la conclusión de una
etapa de “incrustación” de los individuos en estructuras “solidas”, como el régimen de producción
industrial o las instituciones democráticas, que tenían una fuerte raigambre territorial. La apropiación
del territorio ha pasado de ser un recurso a ser un lastre, debido a sus efectos adversos sobre los
dominadores: su inmovilización, al ligarlos a las inacabables y engorrosas responsabilidades que
inevitablemente entraña la administración de un territorio.
Nuestras ciudades, son metrópolis del miedo, lo cual no deja de ser una paradoja, dado que los núcleos
urbanos se construyeron rodeados de murallas y fosos para protegerse de los peligros que venían del
exterior. Lo que Sloterdijk llamó “la ciudad amurallada” hoy ya no es un refugio, sino la fuente esencial
de los peligros.
FI
Nos hemos convertidos en ciudadanos “adictos a la seguridad pero siempre inseguros de ella”, lo
aceptamos como si fuera lógico, o al menos inevitable, hasta tal punto que contribuimos a “normalizar
el estado de emergencia”.
El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin
anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que
deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible situarla en un lugar
concreto. “miedo” es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con
respecto a la amenaza y a lo que no se puede hacer para detenerla o para combatirla.
Los temores son muchos y variados, reales e imaginarios.
Los miedos nos golpean uno a uno en una sucesión constante aunque azarosa, ellos desafían nuestros
esfuerzos de engarzarlos y seguirles la pista hasta encontrar sus raíces comunes, que es en realidad la
única manera de combatirlos cuando se vuelven irracionales. El miedo ha hecho que el humor del
planeta haya cambiado de manera casi subterránea.
6- Mundo globalizado y policéntrico.
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Bastaba con ser europeo para sentirse dueño del mundo, pero eso ya no ocurrirá más: pueblos que
hace solo medio siglo se postraban ante Europa muestran una nueva sensación de seguridad y
autoestima, así como un crecimiento vertiginoso de la conciencia de su propio valor y una creciente
ambición para obtener y conservar un puesto destacado en este nuevo mundo multicultural,
globalizado y policéntrico.
OM
A este respecto y volviendo sobre los miedos globales, pensemos en la inestabilidad generada por los
atentados de Nueva York, allí sin duda tuvo lugar una mutación del terrorismo, el 11 de septiembre
del 2001 marca un cambio de época en la historia del miedo; asi el régimen del sabotaje y la lógica del
pánico vino a ser el argumento central de la política y la base de justificación de una política exterior
norteamericana que sembraría otros miedos que nos marcarían a fuego, como los atentados de
Atocha.
7- El régimen del sabotaje y la lógica del pánico como argumento central de la política en Sloterdijk.
LA
DD
.C
El filósofo destaco como “vivimos en una sociedad obsesionada por la seguridad”, por las pólizas de
seguros y las políticas de climatización corriendo el riesgo de perder nuestra libertad. Se refirió
también al miedo como un elemento clave para el desarrollo del intelecto. “El miedo señalo esta al
comienzo del intelecto, el miedo de alguna manera hizo al hombre”.
La amenaza fundamentalista, que parecía una amenaza periférica, se ha desplazado hacia el centro,
rumbo a una hegemonía que a los ojos de muchos resulta pavorosa. Hoy un grupo, monitoreando
artefactos desde las montañas más remotas y mas miserables del mundo, es capaz de hacer estallar el
icono más importante del poderío económico global, como son las Torres Gemelas.
FI
Frente a esto las reacciones neoliberales contra el terror son siempre inadecuadas, puesto que
magnifican el fantasma insustancial de Al Qaeda, ese conglomerado de odio, desempleo y citas del
Corán, hasta convertirlo en un totalitarismo con rasgos propios, y algunos, incluso, creen ver en el un
“fascismo islámico” que, no se sabe con qué medios imaginarios, amenaza a la totalidad del mundo
libre. Los realistas se hallan de nuevo en su elemento; por fin pueden ponerse, una vez más, al frente
de los irresolutos, con los ojos clavados en el fantasma del enemigo fuerte, medida antigua y nueva de
lo real. Con el pretexto de la seguridad, los voceros de la nueva militancia dan rienda suelta a
tendencias autoritarias cuyo origen hay que buscar en otro sitio; la angustia colectiva,
cuidadosamente mantenida, hace que la gran mayoría de los mimados consumidores de seguridad de
Occidente se sume a la comedia de lo inevitable.
Entrevista a Dr. Maurizio Lazzarato “Actualmente rige un capitalismo social y del deseo”.
FICHA: 14095
Lazzarato retoma a Deleuze y Guattari para un abordaje crítico del marxismo clásico que se constituya
en herramienta de transformación. “Lo que se produce ya está vendido- señala-, porque antes se
convirtió en objeto de deseo”.
¿Qué diferencia habría entre la subjetividad producida por el capitalismo en sus primeras etapas y la que
produce en la actualidad? Actualmente rige un capitalismo social y del deseo. En la primera fase del
capitalismo, se trataba ante todo de producir, y después venia el consumo. Hoy es al revés. Hoy es al
revés: un auto se produce después de haber sido vendido, quiero decir: después de haberse
constituido como objeto de deseo. Aquí se ubica la publicidad, el marketing.
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¿Por qué antes eso no era necesario? Hace un siglo no funcionaba así. Este pasaje en el capitalismo:
construir el objeto como valor de deseo. Deseo masivo: es necesario que se lo muestre en la tele, que
sea testeado por consumidores. Hace un siglo esto no se planteaba, porque los obreros no eran
consumidores de lo que producían. Hoy en día el capitalismo, para funcionar, debe producir
subjetividad, tanto en el trabajo como en el consumo. En ambos planos la subjetividad ha cambiado.
OM
¿En qué cambió subjetividad, desde la perspectiva del trabajo?En occidente se piensa al trabajador
como un pequeño empresario: cada individuo asume como tal el riesgo de su actividad, es responsable
de lo que hace: desde el ama de casa hasta el ingeniero especializado. Cada uno debe ser autónomo,
como un empresario: esto es el “capital humano”. En la antigua organización del trabajo, se trataba de
una subordinación directa. Hoy la subordinación se constituye alrededor de la autonomía, el individuo
lleva en sí mismo la condición de subordinación. Esto florece bajo el último neoliberalismo.
-Alguien podría plantear: ¿Cuál es el problema? Está bien que la gente se haga responsable…Es que esta
responsabilidad se plantea como si el individuo fuese culpable de su situación. En verdad la
desocupación no es por falta del individuo: el sistema produce el paro.
LA
DD
.C
¿Cómo se planteó la cuestión de la subjetividad del lado del consumidor?El consumidor es objeto de
diferentes dispositivos de poder: la publicidad, el marketing, la televisión impulsan a las personas a
construir sus objetos de deseo. El neoliberalismo, a la vez que acrecienta la desigualdad de ingresos
entre las clases sociales, cada vez más empuja a las personas a consumir, como si el acceso al consumo
fuese posible para todo el mundo. Los objetos de deseo, las mercancías, están siempre disponibles…
en imágenes. Primero llegan las imágenes; después, las mercancías. Otra importante transformación
de la subjetividad se produjo en relación con las finanzas, que son otro dispositivo de poder. El
funcionamiento mundial de las finanzas, como dispositivo central del capitalismo, requiere la
generalización del crédito. Hoy todos son impulsados hacia el crédito ¿Cómo se puede asegurar que el
crédito será respetado todo ese tiempo? A nivel legal pero también a nivel subjetivo se construyen
mecanismos para garantizar que la promesa se cumpla.
FI
¿Cómo sería el dispositivo a nivel individual? El sujeto queda tomado por la deuda. Toda su vida va a
estar condicionada por la deuda. Si usted tiene una deuda a 30 años, las condiciones y los límites de su
vida van a estar organizados por ese crédito.
-Entonces habría dos tipos de subjetividad: esa subjetividad del deudor concerniría a un sector de la
población, quizá mayoritario, pero hay otro sector que tendría otro tipo de subjetividad…Desde cierto
punto de vista es lo mismo: hay desigualdad entre patrón y obrero, como entre acreedor y deudor. El
problema es que hoy los acreedores no se definen desde una clase social específica. En cuanto a la
subjetividad del deudor, Nietzsche trabajo la cuestión de la promesa. Dice que lo que formó al hombre
civilizado no es el trabajo, ni el intercambio, sino la deuda. Porque la deuda construye una memoria:
yo voy a pagar porque recuerdo mi deuda. La deuda, la promesa, se han marcado en el cuerpo del
individuo. Lo que me interesa destacar es que un individuo es al mismo tiempo trabajador,
consumidor y deudor. La misma persona está presa en distintas relaciones de poder.
A partir de conceptos de Gilles Deleuze, usted ha señalado dos formas distintas de sujeción: el
sujetamiento social y la servidumbre maquínica. ¿Cómo se plantean en la fase actual del capitalismo? Se
destaca el hecho de que, a la vez que se nos demanda ser sujetos responsables, individuos soberanos,
estamos presos en dispositivos maquínicos. En la empresa, se le demanda al empleado ser sujeto
soberano a la vez que una parte del mecanismo. Uno está preso en dispositivos heterogéneos,
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contradictorios. Por una parte, se es un componente de un sistema que nos sobrepasa; por otra, se
hace como si fuéramos centros de decisiones con soberanía.
-“Como si fuéramos…”, dice usted ¿Quiere decir que la verdadera situación es la otra, la maquínica? Sí,
pero ambas funcionan juntas. Los dos dispositivos son reales. En el sistema maquínico uno está preso
en tanto individuo. En la empresa, por ejemplo, están todos los componentes de mi subjetividad: mi
inteligencia, mi atención, mi capacidad física, intelectual; yo quedo descompuesto en esos
componentes. Es un proceso de desubjetivación, pero, al mismo tiempo, siempre va a haber
resubjetivación. En la servidumbre maquínica, ni el hombre es sujeto ni la cosa es objeto, sino que
ambos son partes de un agenciamiento. Pero el sujeto va a retornar, o bien en forma individual o bien
en formas colectivas como el racismo, el fascismo.
LA
DD
.C
OM
-Esa servidumbre maquínica revertiría en formas de subjetivación. Sí. El capitalismo funciona a través
de aquella ideología del individuo soberano, pero el individualismo y no funciona y el nacionalismo, el
machismo, el integrismo religioso, son formas de subjetivación. La hipermodernidad derrota al sujeto
porque lo capta en el sistema maquínico colectivo pero, a la vez, todo el tiempo se reconstruyen
neoarcaísmos.
-¿En qué respuestas, aunque sean embrionarias o parciales, pueden vislumbrarse procesos o intentos
emancipatorios? Ante todo, hay que decir que la crisis continuará y se profundizara. Hoy la crisis gira
alrededor de las finanzas. La deuda privada se ha transferido al Estado, es decir que ya no hay otro a
quien transferirla. La dificultad es que no hay modelos políticos y de emancipación que correspondan
a la subjetividad actual. Había instrumentos reales antes que hoy no están más. Es necesario
construirlos, y no creo que esto se haga muy pronto. Por otra parte, se desarrollaron luchas reales.
Una importante, en Francia, es la referida a la jubilación.
-La resistencia a la elevación de la edad jubilatoria…-Sí. Se perdió, pero la forma como se dio la lucha
ofrece perspectivas. No era una lucha corporativa. Y se desplego en la sociedad. La lucha es eficaz
cuando bloquea el funcionamiento de la sociedad. Antes, para bloquear la sociedad era necesario
bloquear la producción.
FI
-Se refiere a la huelga…-Sí. Hoy, en cambio, es necesario bloquear la sociedad para bloquear la
producción: bloquear la circulación, las rutas. En este caso bloquearon las refinerías, no había
combustible para circular. Pero por el momento la acción es más inteligente que los enunciados.
Todavía no hay enunciados que, en esta dirección, conciernan al conjunto de la sociedad. Y el tema de
la jubilación concierne a todo el mundo.
-Entonces, el reclamo no es sólo que se mantenga la edad jubilatoria. Como decía, los enunciados están
en retraso respecto de la acción. Los enunciados se refieren a la jubilación a los 60 años. A nivel
teórico se piensa todavía en un asalariado clásico. Así, funcionan los sindicatos y los partidos de
izquierda. Mientras tanto hay pequeñas luchas, más bien de experimentación.
-En su libro político del acontecimiento, donde usted plantea un debate con el marxismo, no encontré
referencias el concepto de plusvalía ¿Cómo se considera esta noción? La plusvalía, el plusvalor, remite al
concepto del valor. Para el marxismo, el valor sería una cantidad objetivable, tendría una consistencia
en sí: pero las cosas no tienen valor sino porque colectivamente les ha sido investido; en él están en
juego subjetividades. Además, la plusvalía supone una concepción antropomórfica del valor: en El
capital, el valor lo produce sólo el trabajo humano, la máquina no crea valor. Para Deleuze y Guattari,
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en cambio, hay plusvalía maquínica: la maquina también produce plusvalía; el concepto de plusvalía
pasa a ser: plusvalía humana más plusvalía de la máquina. El marxismo considera que la producción
de valor depende solo del humano, particularmente del obrero. Pero hoy, si tomamos las finanzas, el
valor de un activo está ligado con criterios, opiniones, deseos de los actores, no sólo con el trabajo y su
organización, sino con la creencia.
LA
DD
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OM
-Pero la noción marxista de plusvalía plantea dramáticamente la diferencia de clases, al postular, que el
patrón expropia parte del trabajo del asalariado. Plantear que la plusvalía se obtiene igualmente de la
máquina ¿no conlleva el riesgo de borronear esa dimensión? El concepto de plusvalía es políticamente
muy fuerte porque está ligado con el concepto de explotación, en términos de clases sociales. El
problema es que la forma de la explotación ha cambiado y no tenemos conceptos que correspondan a
esto. Hoy existe la explotación de personas que trabajan como asalariados, pero no solo ésa. El gran
centro de acumulación de riqueza son las finanzas, y en la empresas financieras la plusvalía no viene
de la explotación de quienes trabajan en ellas, sino de otra parte. Habría que examinar estas nuevas
formas de organización de la plusvalía y la explotación, y no pensar que nada ha cambiado y que,
como hace un siglo los explotados son solo los obreros: también los consumidores son explotados, de
otras maneras.
FI
¿De qué maneras? Para que algo se venda, debe construirse como objeto de deseo: cuando usted lo
compra, además de poner dinero, se empobrece subjetivamente. Porque hay una estandarización de la
subjetividad. Todo el mundo debe desear eso mismo para comprarlo. Para hacer apariencia de
individualización, se le agrega algún detalle “personalizado”. Junto con el empobrecimiento económico
hay un empobrecimiento subjetivo.
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