1º de mayo Humanos trabajando Desde que por decreto divino el sudor de la frente se convirtió en el precio del pan nuestro de cada día, el trabajo, esa acción remunerada por la que el hombre ofrece su energía, habilidad y saber, se ha convertido en mucho más que un factor de supervivencia. Es también lo que nos define como sujetos, así como el lugar que ocupamos en el mundo. Con la modernidad cabalgando la historia, la actividad agrícola que primó como forma de trabajo a lo largo de miles de años, perdió espacios ante los talleres, fábricas y oficinas que hoy emplean a millones de personas. Luego, con la irrupción de la ciencia aplicada a la vida cotidiana, la academia, antiguamente relegada a las universidades, se suma como gremio de la inteligencia, nutriendo con científicos las filas de los trabajadores. Menos afortunados en esta sumatoria fueron los artistas, quienes, como inspirados segundones, caminaron y caminan a la sombra de sus pragmáticos colegas, “más útiles para la vida” y por ende, “más necesarios”, y mejor remunerados. Sin embargo, entre “los colados de las ocho horas” podríamos arriesgarnos a considerar nuevos gremios, hasta ahora fuera de catálogo. Por ejemplo, ¿los profetas, santos e iluminados? ¿En qué categoría encajan? Sócrates, Platón, Francisco de Asís, Gandhi, ¿en qué rama de los Consejos de Salarios los incluiríamos? Trabajar para Dios o la humanidad entregando la vida por ello, ¿califica como trabajo? A medida que la ciencia desnuda el universo, descubrimos que el vacío gana a los átomos, la energía a la materia; lo sutil sube al podio de las necesidades humanas. Alimentar y proteger mente y espíritu se vuelve tan valioso como velar por el cuerpo. Y más aún, velar por el bienestar del hombre no nos parece ya suficiente: sentimos que hay un planeta por el que trabajar. No solo para nuestro provecho, sino por amor a la creación. Ecologistas, defensores de los derechos humanos, misioneros, luchadores sociales, visionarios: cual obreros de la compasión, con y sin paga, con y sin reconocimiento, entregan su energía, inteligencia, habilidades y amor por la causa del amor. Invisibles y tenaces, se enrolan al paisaje de sanitarios y abogados, maestras, poetas y químicos. Porque el verdadero trabajo de la humanidad, tanto en lo visible como en lo invisible - lo comenzamos a entender - no es otra cosa que la construcción de la Humanidad. Ya no por medio del sudor de la frente, sino por la luz de los corazones, requisito imprescindible para los hijos del futuro. Aquellos que heredarán la Tierra. 1º de Mayo, día del trabajador. Futuro día del Ser Humano. Solo falta darnos cuenta. Miguel Mayobre