Últimamente en las noticias, no paramos de oír hablar sobre el ébola. Sin embargo por más que oímos de este virus menos entendemos, así pues en este árticulo os daremos información veraz sobre esta enfermedad. ¿Qué es el ébola? Cuando utilizamos el termino ébola realmente nos referimos a la enfermedad que propiamente se conoce con el nombre de fiebre hemorrágica del virus del ébola, básicamente un cuadro clínico altamente contagioso y que puede llegar a ser mortal. Tal es su peligrosidad que la organización mundial de la salud le ha dado el mayor nivel de bioseguridad (nivel 4 de bioseguridad: Alto nivel de contagio y representa un riesgo para la vida). Aun así, que no cunda el pánico, esta enfermedad ha brotado numerosas veces y si estás leyendo esto todavía no has enfermado. Para garantizar que puedas seguir visitándonos analizaremos la enfermedad para que al menos estéis informados (si la contraéis ya será culpa vuestra y no pesará sobre mi conciencia). La mayor problemática de esta enfermedad es que es una antropozoonosis, es decir, afecta tanto animales como humanos (y algunos de esos animales, debido a su convivencia con el virus, pueden portarlo sin llegar a padecer los síntomas). Señalar que el virus del ébola es endémico del continente africano y que todos los brotes desde los años setenta hasta hoy se han dado en regiones subsaharianas, por ende, los animales que comúnmente lo contraen son primates, murciélagos frugívoros, diversos roedores, etc; animales que a niveles europeos no nos preocupan en demasía ya que nuestro contacto con ellos es muy reducido por no decir inexistente. Sin embargo, estudios del 2005 en un brote en la región del Gabón llevados a cabo por el doctor Eric Leroy (si, el doctor viral del Facebook, escribe realmente artículos serios y los publica, podéis buscarlos.) encontraron anticuerpos contra el virus del ébola en perros que se alimentaban de cuerpos de animales muertos por la enfermedad, lo que quiere decir que estos animales portaban el virus en su interior aunque no padecían la enfermedad, sin embargo no incluyeron en sus estudios si los perros excretaban el virus al exterior de alguna manera, con lo cual nos queda la duda de si son un posible foco de contagio. Bien, ya sabemos que afecta a multitud de animales, ahora, cómo pasa de animales a humanos no es ningún misterio. Para nuestra tranquilidad el virus no se transmite por el aire, por lo que la transmisión debe llevarse a cabo por contacto directo entre individuos (ya sean animales o humanos) que padezcan la enfermedad. El virus está presente en todos los fluidos y excreciones corporales (y cuando digo todos es todos: sudor, orina, saliva, heces, semen, sangre, vómitos, etc.). Pero no nos alarmemos, un individuo que aún no presenta síntomas de la enfermedad no presenta carga vírica en ninguno de sus fluidos, y aún así parece ser que por sudor u orina solo se han documentados casos de infección cuando el individuo estaba en fases muy avanzadas de la enfermedad. Las principales vías de contagio suelen ser la saliva, lo cual le da cierta capacidad de transmisión aérea por aerosoles y por contacto directo con la sangre, las heces o los vómitos. Incluso después de muerto el individuo afectado sigue siendo tremendamente contagioso y hay que extremar las precauciones en el manejo de los cadáveres. La enfermedad tiene un periodo de incubación que oscila entre los dos y veintiún días. En su comienzo la enfermedad manifiesta un cuadro clínico poco claro, fiebre elevada (La Unión Europea señala que a partir de los 38º pero la auxiliar que ingresó por serología positiva señala fiebres más leves), dolor articular y muscular, dolor de cabeza, garganta seca, pérdida de apetito y dolor de estómago. Durante esta fase difusa ya se puede diagnosticar de manera correcta por serología, ya que el virus comienza a aparecer en los fluidos corporales. Según avanza la enfermedad va dañando los tejidos y se observan hemorragias internas que pueden tener manifestaciones cutáneas como edemas o petequias (pequeñas roturas en los capilares próximos a la epidermis), además puede encontrarse sangre en las heces o en la orina. Por si fuera poco el paciente puede vomitar o esputar sangre, puede presentar hemorragias nasales sangrado por el oído, e incluso se han documentado casos en la que los enfermos llegan a llorar lágrimas de sangre. Y diréis bueno, una enfermedad tan terrible y que tanta preocupación está causando debe de tener cura, o algún tipo de tratamiento. Pues me temo, estimados lectores, que la respuesta va a causaros un gran desengaño: el ébola no tiene cura, y el único tratamiento que existe es sintomático, es decir paliar los efectos de la enfermedad sin poder atacar al virus, bajando la fiebre, suministrando sangre y factores de coagulación, aportando líquido y electrolitos. La propia OMS señala que la mortalidad de esta enfermedad oscila entre el veinte y el noventa por ciento, según el brote (la mortalidad del brote actual se estima alrededor del sesenta y cinco por ciento). Aunque no hay mal que por bien no venga; el estallido del ébola y su llegada al primer mundo están haciendo ponerse las pilas a las farmacéuticas, que ven cómo se les abre un nuevo mercado y nuevos sueros experimentales comienzan a probarse aunque de eficacia sin determinar. Por el momento la mejor arma de la que disponen los médicos es el suero de pacientes que han superado la enfermedad, el cual presenta anticuerpos que reconocen al virus y lo atacan, aunque su efectividad no está garantizada. Microfotografía del virus del ébola Hasta aquí el análisis de la enfermedad. Como veis he tratado de obviar los temas políticos y de gestión, de los cuales podríamos hablar durante días, pero para no entrar en debates improductivos mejor dejarlos a un lado. Javier Rivas Salvador. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada.