Mi tía tenía un mono. Ella era la dueña del mono. A ella le gustaba

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1. Mi tía tenía un mono. Ella era la dueña del mono. A ella le gustaba comer plátanos,
especialmente los plátanos picantes. Siempre pedía los plátanos picantes cuando iba a su
restaurante favorito.
2.
Un día, fue al restaurante con su mono. Pidió los plátanos picantes, como siempre. Había un
problema. Su mono siempre sudaba cuando comía comida picante. Mi tía le dijo: No comas la
comida picante, come los plátanos normales. El mono se negó a comer los plátanos normales.
Se negó a escuchar a su dueña. Cuando llegó la comida, el mono comió tres plátanos picantes y
sudó mucho. Sudó cuatro galones. Su dueña le dijo: Si fueras más inteligente, no comerías la
comida picante y no sudarías tanto. El mono le respondió: Si fueras más inteligente, no me
llevarías a un restaurante de comida picante. Si fueras una dueña mejor, no pedirías comida
picante y entonces no la comería y no sudaría.
3. El dueño del restaurante pasó por la mesa y se resbaló con el sudor del mono. Se cayó al suelo y
se rompió el brazo. Lloró mucho. Le preguntó a mi tía: ¿Por qué había tanto agua en el suelo?
La tía le respondió: Porque mi mono sudaba mucho. Le preguntó: ¿Por qué sudaba tanto tu
mono? Le replicó: Porque comió tres plátanos picantes y siempre suda cuando come comida
picante. El dueño le dijo: Si fueras más inteligente, no dejarías que tu mono comiera comida
picante. Ella le respondio: Si fueras más inteligente, mirarías por donde vas.
4. El dueño fue a ver al doctor. El doctor le dijo ¿Qué pasó? El dueno respondió: Me resbalé y me
caí. Le preguntó: ¿por qué te resbalaste? Dijo: porque había un mono en mi restaurante que
sudaba tanto que había una piscina de sudor en medio del suelo. El doctor le dijo: Si fueras más
inteligente, tendrías más cuidado y no te caerías. El doctor le dio la factura. Costaba $589 dólares.
El paciente le dijo: Si fueras un doctor más comprensivo, no me cobrarías tanto dinero.
5. EL dueño volvió al restaurante y un día, mi tia y su mono volvieron. El dueño le pidió a la tía que
pagara la factura. Le dijo: Si usted fuera una buena persona, la pagaría. Se negó a pagar, diciéndole: Si
fueras más inteligente, no te habrías caído y no tendrías que pagar al médico. También le dijo: Si fueras
más inteligente, mirarías por donde vas.
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