Subido por Carolina Castillo

411954645-Terapia-Del-Abuso-Sexual-Michael-Durrant-Chery-White

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TERAPIA DEL ABUSO SEXUAL
Por k.
Michael Durrant y Chery1 White (comps.)
GERISA editorial
Título del original en inglés:
Ideas for Therapy with Sexual Abuse
© 1990 by Dulwich Centre Publications
Director de la colección de Terapia Familiar. Dr. Carlos E. Sluzki
Traducción: Alcira Bixio
Realización de cubierta: Gustavo Macri
1.1 edición: Barcelona, España, 1993
Derechos para todas las ediciones en castellano
© by Editorial Gedisa, S.A. Muntaner, 460, entlo., 1.° Tel. 20160 00
08006 - Barcelona, España
ISBN: 84-7432-471-8 Depósito legal: B - 1.799-1993
Impreso en Libergraf
Constitució, 19 - 08014 Barcelona
Impreso en España Printed in Spain
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma
idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma.
Indice
INTRODUCCIóN.. 1 1
1. La formación de la imagen de sí misma. Terapia con mujeres que sufrieron abuso sexual
durante la infancia, porAmandaKamsler 15
2. La utilización de ritos dedicados a capacitar a los miembros de las familias que sufrieron
abuso sexual infantil,
por Janet Adams-Westcott y Deanna Isenbart:.. 54
3. Superar los efectos del abuso sexual. Desarrollar la percepción de la propia capacidad,
por Michael Durrant y Kate Kowalski 90
4. Hóstilidad, apatía, silencio y negación. Cómo ayudar a los adolescentes agresores
incitándolos a que modifiquen su conducta, por Richard Elms... 154
5. Abuso .sexual. Dos mujeres exponen dos maneras diferentes de encarar el mismo
problema y en la misma perspectiva, por Irene Esler y Jane Waldegraue.. 183
9
6. Poner fin al secreto. Terapia para tratar a madres e hijos después de haberse revelado el
abuso sexual infantil, por Lesley Laing y Amanda Karnsler 218
COLABORADORES..249
10
Introducción
En los últimos años se ha observado una mayor frecuencia de casos de abuso sexual y se ha
tomado conciencia del impacto de esas experiencias en las vidas de muchas personas que
acuden en busca de ayuda terapéutica. Después de que la bibliografía terapéutica lo
ignorara durante varios años, el abuso sexual es hoy una cuestión que deben afrontar los
terapeutas que trabajan en una variedad de ambientes. Al mismo tiempo, la presencia de
esta cuestión en los talleres psicológicos y las observaciones hechas por los terapeutas
sugieren que ésta es una esfera en la que muchos profesionales se sienten desarmados.
Debido a factores tales como la complejidad que lo caracteriza, la gravedad de sus efectos,
la trama de reserva que con frecuencia lo acompaña, las implicaciones legales y el contexto
sociopolítico en el que se da, el abuso sexual se considera frecuentemente como un tipo de
problema "diferente" de los que se presentan en otros casos. Si bien para un terapeuta es
evidentemente importante evaluar las situaciones particulares que caracterizan este
fenómeno, el hecho de considerarlo un problema de una clase diferente se tradujo en que
hasta los terapeutas más experimentados se sintieran desanimados e incapaces. Muchos
profesionales que adoptaron las ideas de la tradición de terapia familiar sistémica parecen
abandonar hoy esas prácticas para volcarse a otros enfoques centrados en lo individual y lo
interno. La terapia familiar se relacionó siempre con las ideas de interacción y con un
proceso terapéutico con frecuencia breve, pero en muchos casos estas prácticas
demostraron ser
inapropiadas cuando aparece la cuestión del abuso sexual.
Al mismó tiempo puede sostenerse que el hecho de que .la terapia familiar ponga el acento
en los problemas que surgen dentro de la interacción la convierte en un método que se
ajusta idealmente a los problemas de abuso sexual. Muchos de los enfoques basados en el
sistema tienen sus raíces en el trabajo de Gregory Bateson, y ,efectivamente Bateson
sostiene la importancia de evaluar el contexto en el que se desarrolla la interacción.
Recientemente el campo de la terapia familiar parece haberse convertido en una manera de
conceptualizar los problemas dentro del contexto, en lugar de constituir primariamente una
modalidad de tratamiento definida por la cantidad de personas implicadas. Si bien es cierto
que el hecho de imponer de manera insensible ciertas ideas acerca de las familias (siempre
considerada en la terapia como un conjunto) provocó situaciones injuriosas a las personas
que habían sufrido el abuso y, si bien es cierto que la adhesión "purista" a ideas tales como
la causalidad circular provocó que los terapeutas familiares redujeran la responsabilidad del
ultrajador, también ha habido muchos terapeutas que aplicaron ideas de interacción dentro
del contexto de un modo que resultó eficaz para ayudar a las personas que experimentaron
situaciones de abuso sexual.
Particularmente los terapeutas de Australia y Nueva Zelanda estuvieron en la primera fila
del pensamiento innovador sobre este tipo de terapias y las ideas de los terapeutas
australianos se han estado aplicando ampliamente en diversos países. Dos terapeutas
australianos, Kerrie James y Deborah McIntyre, contribuyeron significativamente a
desarrollar el debate sobre la manera en que la terapia familiar debe tener en cuenta el
contexto más amplio de violencia y abuso y el trabajo que realizaron fue ampliamente
citado. La obra de
Michael White, basado como está en las ideas sobre la experiencia única de las personas, de
sí mismas y de sus problemas y en hasta qué punto el contexto particular de ideas y
conocimiento influye en estas experiencias, suministró a otros profesionales la base sobre la
cual construir proposiciones acerca de cómo obrar en situaciones de violencia y abuso.
Dentro del contexto australiano y neocelandés, el siguiente paso lógico fue un libro que
ilustra sobre el trabajo y el pensamiento de los terapeutas que aplican estas ideas tanto en
Australia y Nueva Zelanda como en otros países. El libro fue concebido como una
colección de capítulos que abordan aspectos diferentes, pero complementarios, de la terapia
que conviene aplicar en los casos de violencia y abuso. Finalmente, esa obra se transformó
en dos volúmenes. Incitación ala responsabilidad: el compromiso terapéutico de los
hombres violentos y abusivos, de Alan Jenkins, constituyó la primera parte de ese proyecto.
El libro de Alan Jenkins analiza la conceptualización de la cuestión de la conducta violenta
y abusiva masculina y propone una estrategia terapéutica detallada que apunta a que tales
hombres se hagan responsables de su conducta.
La presente obra constituye la segunda parte del proyecto. Los distintos capítulos de este
volumen reflejan diferentes puntos de vista y diferentes focos del problema dentro del
campo del abuso sexual -mujeres adultas, madres e hijas, familias, adolescentes
ultrajadores, etc.-, pero todos comparten el empeño de aplicar las ideas provenientes de la
tradición cibernética/sistémica, todos ponen el acento en las experiencias únicas que tienen
las personas de sus propias situaciones y todos evalúan los factores relacionados con el
contexto. Los autores han querido reseñar los supuestos teóricos y filosóficos en los que se
basa cada trabajo y presentar estrategias prácticas útiles para la terapia que conviene aplicar
en los casos
12
13
de personas para quienes el abuso sexual fue parte de sus experiencias.
Creemos que esta obra ha de ser útil a todo aquel que desee ampliar su comprensión en la
materia y quiera conocer nuevas ideas útiles para la terapia aplicable en las situaciones en
las que ha habido abuso sexual, ya sea en el trabajo con las familias, ya sea en la práctica
con los individuos que sufrieron el maltrato, ya sea con aquellos que han abusado de otras
personas. Este volumen y el primero de la serie proporcionan a los terapeutas detallados
recursos para tratar este difícil e importante campo de trabajo.
Michae[ Durrant
La formación de la imagen de sí misma
Terapia con mujeres que sufrieron abuso .sexual durante la infancia
Centro de Terapia Familiar de Eastwood Epping, Nueva Gales del Sur Australia
Amanda Kamsier
14
Cheryl White
Publicaciones del Centro Dulwich Adelaida, Australia del Sur Australia
Este capítulo analiza algunos de los aspectos problemáticos de las versiones culturales
"tradicionales" sobre:
• Los efectos a largo plazo de la agresión sexual infantil en las mujeres y
• Los enfoques terapéuticos para trabajar con esas mujeres, cuando éstas manifiestan
dificultades en sus vidas.
Se reseñan aquí algunas ideas alternativas sobre cómo puede actuar el terapeuta en los
casos de pacientes femeninas que han sufrido alguna agresión sexual durante la infancia, a
fin de permitirles superar la opresión de las imágenes dominantes patológicas que esas
mujeres tienen de sí mismas (imágenes en las que se consideran dañadas de por vida) y
poder así tener acceso a nuevas imágenes positivas acerca de la propia capacidad y la
propia supervivencia. Los datos recogidos del relato que estas mujeres hicieron de sus
15
experiencias demuestran cómo un proceso terapéutico que ayuda a las pacientes a situar sus
experiencias én una nueva imagen relacionada con su propia capacidad permite que esas
mujeres encuentren y desarrollen nuevas posibilidades para sus vidas. .
Durante los últimos años trabajé como terapeuta en Sydney, Australia, con una cantidad de
mujeres que llegaron a mi consultorio porque estaban experimentando dificultades cuya
causa atribuían a episodios de agresión sexual sufridos durante la infancia por parte de
miembros masculinos de la familia o de hombres relacionados con la familia. También
trabajo como consultora en Dympna House, un centro de asesoramiento y ayuda sobre
incesto destinado a familias en las cuales hay niños que han sufrido alguna agresión sexual
y a mujeres que sufrieron abusos sexuales durante la infancia. Estas experiencias
constituyeron para mí un desafío que me llevó a reconsiderar mi pensamiento respecto de la
agresión sexual infantil y a establecer ideas más claras sobre los métodos utilizados con las
mujeres que trato. Las ideas compendiadas en este capítulo ilustran algunos ejemplos
tomados de mi propio trabajo y muestran algunas aplicaciones de esas ideas.
Con el fin de enriquecer el análisis, propongo las siguientes definiciones de agresión sexual
infantil y de incesto:
La agresión sexual infantil es un acto sexual infligido a una persona joven o a un niño por
otra persona (generalmente de sexo masculino). La capacidad de comprometer a un niño en
una relación sexual se basa en laposición todopoderosa y dominante del adulto (o de un
adolescente mayor que el niño agredido) ultrcyador, posición que contrasta agudamente con
la edad, la dependencia y la. impotencia del niño. La autoridad y el poder permiten que el
agresor obligue al niño a someterse sexualmente.
El incesto es cualquier acto sexual infligido a una. persona joven o a un niño por otra
persona (otra vez,
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generalmente de sexo masculino) que se aprovecha. de su posición de poder y confianza
dentro de la familia. "Familia" puede signar los padres naturales, los padrastros o
madrastras, los abuelos, tíos, hermanos, etcétera.'
Tesis expuestas en la bibliógrafla sobre los efectos a largo plazo de la agresión sexual
infantil en las mujeres
Una tesis dominante en la bibliografía sobre los efectos de la agresión sexual infantil es la
idea del daño psicológico, daño-que el niño padece como resultado de haber sido agredido
sexualmente y que le deja secuelas y deficiencias en su personalidad. Algunos autores, tales
como Ellenson (1985), sostienen que esas mujeres muestran un "síndrome" y describen un
conjunto de características de la personalidad que se manifiestan comúnmente entre las
mujeres que sufrieron abuso sexual siendo niñas. Estos autores proponen evaluar la
conducta de las mujeres que sufrieron estas experiencias utilizando ciertos criterios propios
de la psiquiatría tradicional. Esos criterios se utilizan a fin de analizar el "síndrome" de
modo que los terapeutas puedan diagnosticar el grado de perturbación que padecen tales
mujeres. Blake-White y Kline (1985) identificaron los síntomas manifestados por estas
mujeres como propios de la categoría DSMIII de perturbación de estrés postraumática.
Las mujeres que sufrieron una experiencia de incesto siendo niñas presentan el mismo
esquema de síntomas que caracterizan el síndrome (pág. 396).
Estos y otros autores especialistas en la materia ponen el acento en el "proceso de
disociación" o de "represión de la emoción" que observan en las mujeres que sufrieron
agresión sexual en la infancia. Shapiro (1987) sostiene la tesis ¿le que el yo de estas
mujeres se "quebranta" después de una experiencia de ese tipo y necesita "reconstituirse".
Esta es otra tesis común en la bibliografia referida a esta cuestión.
17
Por consiguiente, muchos autores han puesto el acento en la utilización de las prácticas de
clasificación psiquiátrica tradicional a fin de comprender y tratar las respuestas que estas
mujeres dieron a esa agresión sexual infantil. Estos conceptos tuvieron profundas
implicaciones en el desarrollo de las ideas sobre cómo debe realizarse la terapia. Los
objetivos de la terapia fueron definidos como ayudar a las pacientes a ponerse en contacto
con la emoción reprimida; trabajar con los sentimientos; ocuparse de los recuerdos
reprimidos (Blake-White y Kline 1985, págs. 397 y 399); y... trabajar con las experiencias
dolorosas y la culpa y la vergüenza que las acompañan, a fin de descubrir los conflictos,
listos, entenderlos y resolverlos (Faria & Belohlavek 1984, pág. 469). Estos autores afirman
que el acto de ayudar a las pacientes a comprender la significación de los conflictos
reprimidos produce cambios. La paciente establece una buena relación con sus sentimientos
reprimidos y esto la lleva a realizar modificaciones en su conducta. En general, los términos
utilizados para describir el enfoque terapéutico reflejan que están basados en la idea de
diagnosticar la patología de la paciente, de modo que el terapeuta pueda luego tratarla.
Al aplicar este esquema en la terapia no se considera el contexto que permitió que se
desarrollaran los problemas de la mujer. Los terapeutas concentraron la atención en ideas
tales como "niña seductora" o "madre patológica". Un efecto significativo de poner el
acento en esas patologías individuales es que el terapeuta puede pasar por alto la influencia
de las interacciones entre el ultrajador y la mujer en la evolución de las percepciones que
tiene la mujer de sí misma y del mundo. Este efecto es comprensible si se tiene en cuenta
hasta qué punto la bibliografia psiquiátrica referida al incesto se remite a la teoría
psicodinámica. En la bibliografia, la vergüenza se transfiere de los ultrajadores a las
víctimas. Waldby (1987) y Ward (1984) ofrecen un análisis claro de los orígenes histó
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ricos de este desplazamiento de la vergüenza. Elizabeth Ward recurre a la bibliografia
clínica sobre incesto y encuentra "testimonios sorprendentes" de lo que las teóricas
feministas Stanley y Daly llamaron la "supresión del agente". Ward describe cómo el
lenguaje utilizado en labibliografia... determina subliminalmente que las mujeres y las hyas
son las partes activas y los padres, los títeres pasivos (pág. 134). El extenso análisis de
Ward contiene ejemplos gráficos extraídos de la bibliografía clínica que están... apoyados
en la añagaza de la misma antigua mitología de avergonzar a la víctima (pág. 157).
La bibliografía de la psiquiatría familiar ofrece otro conjunto de tesis sobre cómo
considerar los efectos a largo plazo del abuso sexual infantil en las mujeres. Este cuerpo
teórico sostiene que la disfunción familiar explica la existencia del incesto. Se considera
que la familia es una unidad patológica y que los síntomas reflejan un desajuste que incluye
a todos los miembros de la familia. La familia incestuosa disfuncional es una familia en la
que se han quebrantado las jerarquías familiares "normales" basadas en la edad y el sexo.
Se atribuye la culpa de este deterioro casi por completo a las madres a quienes con
frecuencia se las considera fracasadas en la tarea de cumplir su papel de criar y proteger. a
los niños y de ser esposas del padre (Lustig y otros 1966; Justice y Justice 1979).
Se estima que las relaciones patológicas son cuestiones terapéuticas y se supone que el
hecho de que se dé el incesto es un síntoma de esa situación. Se considera que el incesto
cumple la función de mantener unido un sistema familiar cuyas relaciones internas son
inestables.
Sostenemos que el incesto es una transacción que le sirve a la familia en la que sucede para
mantenerse unida y para protegerse (Lustig 1966, pág. 39).
Furniss (1983) sostiene la idea de que el incesto es un síntoma de disfunción familiar y lo
dice así:
...los problemas entre las diadas madre-hya y madre
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padre influyen poderosamente en la diada incestuosa entre el padre y la hija (pág. 267).
El análisis que hace Furniss de la díada padre-hija pone principalmente el acento en la
contribución de la hija y cuándo trata la díada madre-hija se concentra principalmente en la
madre. Es notable que sólo se mencione brevemente la contribución del agresor (Calvert
1984). McCarthy y Byrne (1988) hicieron recientemente la siguiente declaración al
comentar su hipótesis pobre el vínculo entre las "relaciones sociales ambivalentes" y la
génesis del incesto:
...parece que la creciente aparición y revelación del incesto padre-hya es un fenómeno
"situado socialmente" que refleja la confusión que existe en el seno de la familia moderna.
Aparentemente resulta paradój ico que estefenómenosea unaparticularexpresiónsomáticade
la familia que se esfuerza por estar centrada en el niño, por transformar los papeles
femenino y masculino y por evaluar las relaciones sociales más por las emociones y la
proximidad que por las jerarquías (pág. 183).
En esta declaración advertimos una vez más que se resta importancia a la significación de
la conducta del padre.
Conceptos provenientes de la terapia familiar, tales como la idea de que el incesto cumple
una función en la familia, o que quizá constituya una defensa familiar contra la pérdida
(Gutheil y Avery, 1977) sugieren direcciones bien precisas para la terapia que conviene
aplicar con las mujeres adultas que sufrieron abuso sexual durante la infancia. Los
terapeutas que trabajan teniendo en cuenta este punto de vista se concentran en ayudar a las
mujeres para que éstas lleguen a ser más "funcionales" de acuerdo con ciertos criterios de
lo que deben ser las relaciones familiares normales. Por ejemplo, Deighton y McPeek
(1985) describen un enfoque terapéutico de la familia de origen por el cual se entrenó a las
mujeres de un grupo a desarrollar una postura más objetiva con los miembros de sus
familias y a resolver las cuestiones interpersonales que mante
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nían con ellos. Según los autores el beneficio de este tratamiento es que las mujeres
comenzaron a advertir que ... también el adulto agresor y el progenitor no implicado eran
víctimas (pág. 408). Deighton y McPeek ponen el acento en ... la responsabilidad de la
mujer en cuanto a cambiar suposición respecto de los miembros de sufamilia de origen
(pág. 410).
Todas estas ideas acerca de la disfunción familiar oscurecen la significación de las
relaciones de poder implícitas en el incesto y sirven para proteger al perpetrador y para
atenuar su responsabilidad. Waldby (1987) sostiene lo siguiente:
...este enfoque terapéutico niega efectivamente la experiencia de la hya y considera la
verdadera relación incestuosa como una artimaña para distraer la atención del asunto,
artimaña cuya práctica en realidad puede d~ar el tratamiento (pág. 15).
Al poner el acento en que la dinámica familiar debe ser el foco de la terapia y no el incesto
mismo (por ejemplo, Machotka, 1967), muchos autores sugieren que los terapeutas que
trabajan con familias en las que ha habido un incesto asignen la misma responsabilidad a
todos los miembros de la familia como si todos ellos fueran igualmente culpables.
Estos autores no destacan el papel inapropiado del padre. De modo que las terapias basadas
en estos conceptos sostienen que todos los miembros de la familia deben ajustar su
conducta y desempeñar papeles más apropiados, particularmente, según parece, los papeles
tradicionales de madre e hija.
Por consiguiente, si bien estos enfoques terapéuticos reconocen la importancia que tiene el
contexto familiar en la evolución de los problemas de la mujer, lo hacen de una manera
que, una vez más, echa sombras sobre la relación de poder que mantiene el perpetrador en
sus interacciones con la niña. Personalmente creo que estos esquemas terapéuticos
producen una ceguera (o en el mejor de los casos prestan una atención insuficiente) a la
responsabilidad que le cabe al perpetrador
21
en la formación de las respuestas y el futuro de la mujer agredida. Como ocurre con los
esquemas que se detienen en las ideas de patología y de diagnóstico, en la descripción de
estos enfoques terapéuticos se ignora la significación del contexto social más amplio o bien
se la comenta superficialmente.
Un punto de vista alternativo
Coincido con Herman (1985) en que ... es una. exageración afirrna.r que [la. agresión
sexual infantil y] el incesto producen inevitablemente una perdurable angustia emocional.
Es importante señalar que, como observa Herman, los datos sobre los efectos a largo plazo
que provoca el incesto padre-hija derivan en su totalidad de los informes clínicos, es decir,
de estudios hechos con mujeres que se consideraron pacientes necesitadas de ayuda
psicoterapéutica. Esta autora cita el estudio realizado por Tsai (1979) que señala que por lo
menos algunas mujeres que sufrieron abuso sexual durante la infancia se consideran
relativamente bien adaptadas a la vida adulta y que ello coincide con las evaluaciones
clínicas. Esas mujeres tienen conciencia del trauma que les produjo la agresión sexual
infantil, pero consideran que han podido superar la angustia a largo plazo gracias a la
intervención útil de ,otras personas, tales como miembros de la familia o profesores.
Sostengo la tesis de que la agresión sexual infantil no provoca necesariamente daño
"intrapsíquico" permanente, por ejemplo, el "quebrantamiento del yo". Considero que lo
que ha ocurrido con las mujeres que trato en mi consultorio es que ellas han sufrido
dificultades en la vida adulta como una respuesta a los repetidos modelos de interacción
opresivos que han observado en sus familias o en otros contextos significativos. Mi
perspectiva es más interaccional y contextual que intrapsíquica y psicodinámica.
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Las perspectivas intrapsíquicas más tradicionales consideran que la paciente presenta algún
tipo de patología que el terapeuta, en su carácter de experto en patologías, podrá determinar
mediante el "diagnóstico" y el "tratamiento". Las implicaciones de esta manera de pensar
son que gracias a la habilidad del terapeuta será posible comprender y curar la personalidad
dañada de la paciente. (Epston y White, 1989, ofrecen un análisis más amplio sobre las
implicaciones de los diferentes modos de ver el proceso terapéutico.)
En cambio, la perspectiva contextual interaccional no considera que las dificultades se
desarrollen en el interior de la persona ni que penetren en su personalidad. Por el contrario,
en ella se presta más atención a los diferentes contextos de interacción dentro de los cuales
pueden surgir las dificultades de la persona.
Un punto de vista contextual sobre cómo pueden desarrollarse las dificultades en la vida de
una mujer que sufrió abuso sexual durante la infancia
• La experiencia de agresión sexual lleva inicialmente a la niña a experimentar una serie de
sentimientos confusos y abrumadores que influyen profundamente en la percepción de sí
misma; por ejemplo, la niña puede comenzar a considerarse mala y sucia y a creer que debe
avergonzarse por haber sido víctima de abuso sexual. Este último sentimiento con
frecuencia es alentado por el agresor, que debe apelar a toda clase de recursos para estar
seguro de que el acto ha de permanecer en secreto.
Basada en estas experiencias y en los se~ convicciones que comienza a expe
tales experiencias, la niña desarro canismos para afrontar la vida, por la reserva; se
avergüenza cuando fortalece sus sentimientos y su opint sí misma.,
1
Según la experiencia de abuso sexual de la niña y patrones de conducta y pensamiento
establecidos, ._~ como el secreto y la vergüenza, la víctima respon,
te los miembros
de su familiay ante los demás con
s que pueden llevarlos a pensar que la niña es " o está "perturbada"; por ejemplo, ella pue,,
de manera sexualmente provocativa, puede agresiva o conducirse de manera caprichosa.
bros de la familia y el resto de las personas a la niña del mismo modo en que lo hacen te
cuando están ante una joven a la que "perversa" o "perturbada", es decir, castibuscando
ayuda profesional. El agresor e seguir abusando sexualmente de ella. tnteraccioiies sirven
para reforzar: a) las s de conducta acerca del secreto y b) que la niña se está formando de sí
misma; o soybuena". El contexto familiar puede un sistema de apoyo vital para estas
,apiniones que continúan teniendo un su autoimagen y en su experiencia
nto, la revelación del abuso puede entos y la conducta de la niña si confia no le cree. En
cambio, si y la apoya, puede darse una ón del tipo de interacciones que r ejemplo,
posiblemente haya
e la niña y su madre o entre la uevos patrones de interacción to y la vergüenza y quebrar la
cubre o si las personas en le creen y el secreto y la en ella, las experiencias significativas
relacioen alentar de manera las respuestas y las plo, la mujer puede
tener vergüenza de sí misma o considerarse estropeada si tiene problemas sexuales con su
pareja. Puede ocurrir que la mujer busque ayuda profesional y que reciba un diagnóstico
que le sirva para confirmar su imagen de sí misma de mujer dañada.
Más adelante, en este mismo capítulo, analizaremos más detalladamente las implicaciones
que esta perspectiva tiene para la terapia.
Estas ideas sobre el proceso del desarrollo de dificultades que presentan las mujeres que
sufrieron alguna agresión sexual siendo niñas son similares a las ideas expuestas por
Durrant (1987). Este autor describe la experiencia de abuso sexual como una experiencia en
la cual la niña no pudo controlar los acontecimientos cuando ocurrió la agresión. Esa
experiencia de "falta de control" puede haber sido exacerbada por los sucesos posteriores al
abuso, por ejemplo, el descreimiento de otra persona. Durrant describe cómo la niña puede
quedar atrapada en un círculo de conducta y emoción fuera de control, y cómo la angustia
puede afectar todas sus experiencias de sí misma. Por otra parte, este proceso puede
continuar durante la vida adulta.
Creo que es importante incluir en este análisis sobre el contexto familiar de la niña un
reconocimiento de quién tenía el control de la situación, es decir, de quién tuvo el poder de
determinar la experiencia de la niña y de cómo pudo hacerlo. Me interesa que se incluya el
reconocimiento de la reponsabilidad de quien perpetró el abuso en el desarrollo de las
dificultades y de las opiniones sobre sí misma de la mujer. Evidentemente hay otras
relaciones significativas que desempeñan un importante papel en la formación de la imagen
de sí misma de la mujer. Simplemente llamo la atención aquí sobre la experiencia que tuvo
la mujer de la relación con el hombre que la ultrajó, pues creo que es un aspecto que ha sido
descuidado en la bibliografia sobre esta cuestión.
25
Imágenes opresivas creadas por los perpetradores de abuso sexual infantil que influyen en
las imágenes que las mujeres que sufrieron esa agresión dicen tener de sí mismas 2
Las siguientes ideas surgieron de las conversaciones mantenidas con mujeres sobre las
experiencias que sufrieron en sus relaciones con los hombres que abusaron sexualmente de
ellas.
• Es frecuente que el perpetrador del abuso transmita a su víctima, de manera abierta o
encubierta, el mensaje de que ella debe sentir vergüenza por haber sido objeto del abuso,
por ejemplo, le dice: "Tú me provocaste", o bien, "No deberías vestir así, parece que
estuvieras pidiendo que te violen" o "Sólo sirves para eso". El ultrajador generalmente
niega su responsabilidad, tanto respecto del abuso mismo como del impacto que éste pueda
producir en la vida de la niña o de las consecuencias que ese acto pueda tener para la
familia. En el espíritu de la víctima esta idea se refuerza profundamente cuando la niña
recibe mensajes del contexto social que la rodea tales como: "Nadie viola a una buena
chica", o "Las niñas son seductoras", o acaso, "Si la violaron es porque se lo estaba
buscando". Estas interacciones con el perpetrador han de establecer las condiciones para el
desarrollo y la permanencia de hábitos tales como la vergüenza y el desprecio de sí misma.
• Con frecuencia el ultrajador promueve activamente el secreto y lo fortalece con la niña o
la jovencita a fin de separarla de los demás miembros de la familia. Mientras es una niña, la
víctima no tiene oportunidad de verificar su propia realidad a causa de la norma del secreto.
Esto contribuye a reforzar su sentimiento de aislamiento y confusión que es el devastador
efecto secundario del secreto. El perpetrador tiene el poder de crear una realidad propicia
para el abuso, quizá diciendo, por ejemplo: "Todos los padres lo hacen", o tal vez, "Lo hago
por tu bien", o "En realidad a ti te gusta"
o quizás, "Este es nuestro secreto íntimo", para justificar sus acciones. Todo esto puede
contribuir a que la mujer engendre dudas sobre sí misma a lo largo de la vida, puesto que
ella recibió la versión de los hechos del perpetrador antes de haberse formado la propia
opinión. Incluso la mujer puede hacerse vulnerable e incapaz de borrar sus propios
sentimientos en respuesta a esa situación.
• Las interacciones mantenidas con el perpetrador pueden haber estimulado en la niña
sentimientos de enorme responsabilidád hacia los demás. El hombre acaso le sugirió
directamente, por ejemplo: "Si cuentas lo nuestro me echarán de casa", o tal vez: "Si lo
cuentas, tu madre podría sufrir un colapso",,o "Tú eres la única que me comprende" o
quizá: "Si te niegas a hacerlo lo haré con tu hermana menor". Este tipo de ideas pueden ser
sugeridas de manera no tan explícita. De todos modos, el efecto de esos mensajes es que la
mujer recibe un entrenamiento intensivo para dar prioridad a las necesidades de los demás
antes que a las propias y esa actitud puede convertirse en un modelo habitual en la imagen
que ella se forme de las relaciones humanas.
• Los diferentes medios utilizados por el perpetrador para ejercer el control sobre la niña ya
sea mediante sugestiones, ya sea de manera directa, por ejemplo ejerciendo intimidación o
violencia- y seguir obligándola a satisfacer sus impulsos, estimularía el desarrollo de
respuestas habituales de miedo y pánico en las relaciones íntimas de la mujer ya adulta. Los
miedos pueden ocupar un lugar prominente en las versiones que ella tiene sobre sí misma
(Laing y Kamsler, 1988).
Por consiguiente, la mujer que padeció abuso sexual durante su infancia no debería
considerarse simplemente influida por el pasado, como sugiere Durrant, sino influida
también por una cantidad de prescripciones sobre cómo debe sentir, cómo debe ser y cómo
debe pensar, prescripciones que fueron activamente alentadas por el perpetrador en sus
interacciones con la niña.
Es evidente que hay muchas coincidencias entre varias de estas prescripciones y las
definiciones predominantes expresadas en la ideología patriarcal del papel que deben
cumplirlas mujeres. En efecto, Waldby (1987) observa:
La médula de la. concepción feminista del incesto se basa en el supuesto de que el abuso
sexual padre-hya es una. variante particularmente intensa de las relaciones "normales" que
mantienen varones y mujeres en una. sociedad] patriarcal (pág. 17).
La autora cita la idea de O'Donnell y Craney de que la víctima del incesto... carga con la
quintaesencia de la opresión femenina; a ella se le asigna el papel de la esposa impotente,
obediente y sumisa (como lo menciona Waldby, 1987, págs. 17 y 19). Las interacciones de
la niña con el perpetrador pueden describirse como un "entrenamiento intensivo" destinado
a que la niña cumpla el estereotipo del papel sumiso femenino. Así quedaban cabalmente
preparados los cimientos para que la mujer respondiera de manera "fuertemente femenina"
en otras relaciones significativas de la vida. Habitualmente la mujer puede comenzar por
aplicarse a sí misma las prescripciones del perpetrador en numerosas situaciones, por
ejemplo, dejando de lado sus propios deseos y llevando un estilo de vida de "entrega a los
demás" en sus relaciones, o bien siendo pasiva, obediente. De modo que el efecto resultante
de estas interacciones infantiles puede ser que la mujer se ajuste aun más profundamente a
las prescripciones "de su sexo„ establecidas para las mujeres. La mayor parte de los
trabajos sobre terapia aplicable a la esfera del abuso sexual infantil no tiene en cuenta esta
perspectiva sobre las mujeres que experimentan los efectos debilitadores de una relación
que refleja las interacciones opresivas que existen entre los hombres y las mujeres en la
sociedad actual.
En suma, creo que la bibliografia que discute las maneras en que conviene enfocar la
terapia con mujeres que sufrieron una agresión sexual durante la
infancia ha explorado insuficientemente la significación del contexto general de la
experiencia de esas mujeres. En la mayoría de los artículos sobre los efectos a largo plazo
del abuso sexual infantil se observa la vida de la mujer a través de la lente intrapsíquica. En
la mayor parte de los artículos y los libros sobre la materia se deja de lado por completo la
significación de la experiencia de las interacciones de la niña con el perpetrador en el
desarrollo de los problemas, así como la significación del contexto social más amplio. Esta
omisión conduce a que los terapeutas consideren que las dificultades expresadas por la
mujer en la terapia están vinculadas con la patología individual de la paciente o con las
relaciones familiares disfuncionales. Creo que para el terapeuta es fundamental partir de un
esquema que le permita abordar las cuestiones del contexto familiar y del contexto social de
la mujer y remitirse -a ellas durante la terapia.
La estructura de la terapia
Teoría sobre el desarrollo de los problemas
La estructura terapéutica que me sirvió de base para trabajar con estas mujeres fue el
enfoque desarrollado por Michael White, que a su vez se basó inicialmente en los
conceptos cibernéticos de restricciones e información de Bateson. Las ideas básicas sobre
restricciones desarrolladas en la teoría cibernética sugieren algunos medios útiles de
considerar la situación de las mujeres que sufrieron algún abuso sexual durante la infancia.
Este enfoque entiende el desarrollo y la consolidación de los problemas desde el punto de
vista de que los acontecimientos toman su curso porque hay restricciones que les impiden
seguir otros cursos (White, pág. 169).
El terapeuta que trabaja en esta perspectiva concibe la situación de la persona que presenta
problemas
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29
como una consecuencia de la acción de las opiniones y las versiones que esa persona tiene
de sí misma y del mundo. Esos supuestos y esas opiniones no permiten al paciente tener
acceso a una solución alternativa para sus dificultades. Esto se debe a que el paciente deja
de lado o no percibe la información que no se ajusta a las restricciones. Esta manera de
concebir los hechos permite que el terapeuta considere que los problemas se desarrollan en
el contexto de los pensamientos y los sentimientos habituales y que esos problemas repiten
los modelos de interacción que le impiden a la persona tener acceso a cierta información
sobre su propia capacidad que podría servirle para resolver los problemas que afronta. Por
ejemplo, una mujer que sufrió algún tipo de abuso sexual durante su infancia puede
avergonzarse de sí misma a causa de la agresión padecida y ser incapaz de "advertir" las
contribuciones que hizo el perpetrador para arribar a esa situación. Podría describírsela
como una persona ciega a cualquier otra información que pueda ayudarla a responder de
una manera diferente a las relaciones pasadas y presentes. Se considera que las pacientes no
pueden ponerse en contacto con la información sobre sus propios recursos, recursos que
podrían ayudarlas a manejar los problemas surgidos de la acción de las restricciones. Este
concepto nos permite comprender por qué esas pacientes aplican repetidamente las mismas
soluciones ensayadas a pesar de que precisamente esas soluciones pueden perpetuar el
problema.
Ya di algunos ejemplos de ideas y modelos restrictivos efi mi análisis sobre el impacto de
las interacciones mantenidas por la mujer con el perpetrador durante su infancia, por
ejemplo, el secreto.
Veamos un ejemplo sobre cómo -las restricciones contribuyen a que una mujer
normalmente aplique soluciones que perpetúan el problema:
Una niña fue ultrajada sexualmente por su padre, quien le dijo: "Todos los padres lo hacen,
¿por qué te sientes perturbada?" Sin embargo, ella se sentía per
turbada y ansiosa y finalmente se lo contó a una maestra que no le creyó y le dijo que no
debía preocuparse por ello. La niña decidió no volver a contarle lo ocurrido a nadie. Creía
que era ella quien había obrado mal; se avergonzaba de sí misma a causa del abuso y esta
idea le impidió elaborar una respuesta diferente. Ya de adulta, cada vez que piensa en lo
ocurrido, la mujer siente que no debe decírselo a nadie y continúa creyendo que todo
ocurrió por su culpa. El secreto y la censura de sí misma llegaron a influir profundamente
en su vida y en sus relaciones. La angustia de la mujer aumenta y, cuanto más aumenta,
más vergüenza siente ella de sí misma y más dificil se le hace la idea de contarle lo
ocurrido a alguien.
Recientemente empleé para la terapia la idea de White de una analogía con la versión
dominante (White y Epston, 1989) que da otra descripción de este enfoque. Al utilizar esta
analogía se considera que los problemas se desarrollan en'el lenguaje y en la conversación
de las personas más implicadas en ellos. Se estima que las personas que acuden al terapeuta
con sus problemas están intensamente concentradas en las descripciones "saturadas de
problemas" de su propia situación y, al mismo tiempo, impedidas de tomar contacto con la
capacidad que tienen para afrontar con éxito sus dificultades. Se considera que los
problemas conforman una imagen o una idea con un pasado y un futuro, que son
direccionales (pues tienen un sistema que apoya un estilo de vida) y que son progresivos
(pues se sitúan en una secuencia de acontecimientos que ocurren a través del tiempo). Se ha
dicho que las personas que acuden a la terapia están complicadas con otras personas,
significativas para las primeras, en ciertas realidades y que hubo muchos factores que
reforzaron la versión sobre sí mismas que las pacientes relatan en la terapia (es decir la
descripción saturada de problemas), factores que impidieron que esas pacientes lograran
formarse otra imagen de sí mismas, una imagen basada en los logros aislados o en
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las ocasiones en que ellas fueron realmente capaces de enfrentar el problema y ejercer
algún impacto sobre él. Los sucesos se interpretan a través de la lente de esta imagen
dominante que es la que da forma a la significación que las personas atribuyen a sus
experiencias.
Veamos ahora un ejemplo de hasta qué punto la "imagen dominante„ que tiene una persona
limita sus posibilidades de tener acceso a sus propios recursos: Una mujer llamada Alice
fue derivada a mi consultorio porque tenía pesadillas persistentes, porque estaba muy
preocupada a causa de las dificultades que tenía para mantener relaciones con los hombres
y porque se consideraba irracional y perturbada. La mujer relató que durante su infancia fue
ultrajada sexualmente por su abuelo a lo largo de seis años y que además había sido
agredida fisica y emocionalmente por su madre, su padre y su madrastra. Alice se
consideraba a sí misma "un desastre" y, si bien pensaba que ello se debía a sus experiencias
pasadas, había aceptado el punto de vista de los miembros de su familia que la
consideraban emocionalmente perturbada. Para describir cómo se sentía utilizó estas
palabras: "Estoy reventada". Aparentemente Alice se veía a sí misma como una persona
arruinada que posiblemente ya no tuviera remedio. Esta imagen invadió tan intensamente
las descripciones que ella hacía de sí misma que al comienzo Alice se mostró
completamente incapaz de identificar alguna información sobre sí misma que se apartara de
la versión de que ella era un "desastre". Se avergonzaba persistentemente de sí misma a
causa de su situación y constantemente se desvalorizaba: "Estoy completamente persuadida
-decía- de que soy una persona dificil que nadie podría amar". Esta imagen de sí misma se
había reforzado mediante las interacciones de Alice con los miembros de su familia,
quienes respondían a su angustia apartándose y rechazándola. Aparentemente esta actitud
aumentaba la angustia de Alice, lo cual hacía que sus parientes la consideraran aun más
perturbada, es decir que una actitud alimentaba a la
otra, y viceversa. Por otra parte, esta imagen de sí misma fue la que prevaleció en la imagen
que Alice se formó de las interacciones mantenidas en otras relaciones significativas de su
vida. En este mismo capítulo volveré a ocuparme más detalladamente del caso de Alice.
Además de los conceptos ya descritos, me interesa la idea de que las imágenes que las
personas han elaborado sobre sí mismas se sitúan en el contexto de ciertas ideologías que
son imágenes culturales y sociopoliticas. White se basó en el trabajo de Foucault al elaborar
esta idea y sugiere que la terapia puede constituir un contexto apto para desafiar el modo en
que obran las ideologías o los conocimientos dominantes. En el caso del incesto, creo que
los conocimientos dominantes que influyen para que las mujeres elaboren sus imágenes
personales son la ideología patriarcal y toda la esfera del diagnóstico y la clasificación
psiquiátricos. Tradicionalmente se situó al incesto en estos contextos lingüísticos y
epistemológicos.
La terapia
De estas ideas sobre el desarrollo de los problemas se sigue que el terapeuta que trabaja
tratando de alentar una, doble descripción puede establecer en la terapia un ontexto para
lograr el cambio. Esto significa que el terapeuta trabaja con las pacientes a fin de
desarrollar una cantidad de nuevas descripciones de los acontecimientos con el objetivo de
generar "novedades de diferencia que hagan una diferencia" (White, 1986); esto es, a fin de
afrontar o dejar de lado las restricciones, incluso las creencias restrictivas de la psiquiatría y
el patriarcado. Las pacientes deben ser capaces de percibir las distinciones para poder
observar un contraste entre la descripción que ellas mismas hicieron y la nueva descripción
a fin de recibir novedades acerca de la diferencia o la nueva información. Este proceso
impulsa la elaboración de nuevas respuestas que
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permiten que las pacientes vean nuevas soluciones. La nueva descripción surge de la tarea
conjunta de la paciente y el terapeuta que participa activamente en el. proceso, con
frecuencia mediante preguntas cuyas respuestas le permiten elaborar las nuevas
descripciones.
Como dice Munro (1989):
La doble descripción desáf a las restricciones, de modo que aporta nuevas soluciones. Por
ejemplo, la segunda descripción y las nuevas percepciones que ella ofrece permiten a la
paciente formarse una opinión del problema [y de sí misma] que no está encadenada a las
restricciones que regían la prirnera descripción (pág. 185).
El terapeuta puede ayudar a su paciente a desarrollar la nueva caracterización valiéndose de
una variedad de medios que White señala en sus artículos y en su doctrina: éxternalizando
los problemas; haciendo preguntas sobre la influencia relativa; sobre los momentos críticos;
planteando dilemas y respondiendo a las respuestas (White, 1986).
Recientemente White realizó una nueva descripción de su trabajo en la cual extendió en una
nueva dirección las ideas fundamentales de este enfoque, pues considera que esa nueva
descripción se ajusta más a la analogía con la versión dominante aplicable en la terapia. En
esta perspectiva se estima que las pacientes reciben la fuerte influencia de una imagen
dominante de sí mismas, de sus relaciones y del problema mismo. De modo que las
caracterizaciones que estas mujeres hacen de sí mismas estarían dictadas por la imagen
dominante, lo cual no dejaría lugar para elaborar versiones diferentes que, potencialmente,
ellas podrían manifestar acerca de la propia capacidad y los propios recursos.
Personalmente creo que las restricciones dan forma a las creencias y modelos de
interacción en los que se basa la imagen dominante.
El objetivo de la terapia es incitar a las pacientes a descubrir aspectos de la experiencia de
sí mismas dejados de lado por la imagen dominante. Describiré
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seguidamente los pasos fundamentales que deben darse para ayudar a las pacientes a
elaborar una imagen alternativa sobre sí mismas y daré algunos ejemplos extraídos de mi
trabajo con mujeres que sufrieron algún abuso sexual durante la infancia.
Eaternalizar el problema
Tomm (1989) describió la actividad terapéutica de externalización del problema, que es la
parte central de la práctica de este enfoque, como ... una, separación lingüística que permite
distinguir el problema mismo y la identidad personal de la. persona tratada. Tomm
considera que este proceso... abre un "espacio conceptual" para que la paciente tome
iniciativas efectivas que le permitan evitar que el problema influya en su vida (pág. 54).
Externalizar el problema provoca que la paciente comience a contrarrestar los efectos
negativos del diagnóstico y la clasificación. Creo que éste es un aspecto profundamente
importante en la esfera del abuso sexual infantil, esfera en la que, como ya dije, ha sido una
tradición aplicar rótulos estáticos, patológicos, a las mujeres. El proceso de "rotulación" o
clasificación alienta la conversación centrada en el diagnóstico, lo cual fortalece la opinión
de que el problema está en la propia mujer y aumenta la vergüenza y la culpa de la
paciente. La externalización del problema es el primer paso para invitar a la mujer a que se
aparte de los efectos del rótulo y para darle la posibilidad de que descubra versiones o
imágenes diferentes de sí misma, que se descubra a sí misma como una persona que a veces
no permite que el problema se apodere de su vida por completo.
Como dice White (1989):
En esta nueva perspectiva, las personas adquieren la capacidad de ident fwar "hechos"
sobre sus vidas y relaciones que en la. perspectiva anterior, saturada de problemas, ni
siquiera podían percibir oscuramente, hechos que les suministran los núcleos paragenerar
las nuevas imágenes.
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Las conversaciones que mantuve en la terapia con una mujer llamada Beth contienen
algunos ejemplos de externalización del problema. En nuestros primeros encuentros Beth
me contó que había revelado a miembros de su familia el hecho de que su padre había
abusado sexualmente de ella durante varios años cuando era una niña. Habló largamente
sobre la culpa que sentía porque hubiese ocurrido el abuso y sobre sus miedos a afrontar la
vida. Estos sentimientos la habían llevado en el pasado a intentar suicidarse y a creer que
había sufrido un "derrumbe". Inicialmente yo misma externalicé el concepto del secreto e
invité a Beth a que describiera cómo había influido ese aspecto en su vida y en sus
relaciones. El miedo, la culpa y una excesiva responsabilidad respecto de los demás
parecían ser los principales efectos y yo se los externalicé uno a uno, por ejemplo,
preguntándole qué influencia había tenido el miedo en su vida y en sus relaciones.
Situar la imagen dominante en el contexto de las interacciones y en el contexto social más
amplio
Una vez externalizado el problema, la paciente puede externalizar la versión patológica
dominante de sí misma. Creo que esto ayuda a que la paciente descubra de dónde proviene
esa imagen y desarrolle algunas ideas sobre cómo, con el tiempo, esa versión logró hacerse
tan influyente. Estas son algunas de las preguntas posibles: "¿De qué modo otras personas
promovieron el secreto en su vida?", "¿Cómo se fortaleció el secreto?", "¿Qué enseñanzas
la llevaron a dar prioridad a los demás antes que a sí misma?" Este tipo de preguntas
permite que la mujer comience a advertir las contribuciones hechas por los demás, a través
de sus interacciones con ella, para que aparezcan las dificultades que hoy debe afrontar.
Creo que sacar a la luz un cuadro completo de esas contribuciones es fundamental para
facilitar a la paciente la tarea de nombrar las prácticas opresivas que permitieron la
permanencia de
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los efectos de la agresión sufrida en la infancia. Además esto le da la posibilidad a la mujer
de apartarse de la imagen patológica que tiene de sí misma, pues cobra conciencia de todo
el contexto de sus propias experiencias, incluido el contexto de su interacción con el
hombre que abusó de ella; por ejemplo, cuando le pregunté a Beth qué enseñanzas le
parecía que la habían inducido a la hiperresponsabilidad, ella me mencionó los métodos
utilizados por su padre para intimidarla y obligarla a que satisficiera las demandas de éste
(ya sea sexuales, ya sea de otro tipo); durante la infancia la vida de Beth se concentró en
una prioridad: satisfacer las necesidades de su padre.
Pueden hacerse otras preguntas que potencialmente ayuden a las mujeres a identificar su
experiencia del problema desde un punto de vista que limite los efectos que ejercen sobre
ellas las imágenes sociopolíticas más amplias o las ideologías. Por ejemplo, le pregunté a
Beth si creía que en la sociedad había ciertas ideas que podían fortalecer en las mujeres los
hábitos de hiperresponsabilidad. Rápidamente Beth me dio varios ejemplos de esa situación
y juntas analizamos las consecuencias que ello tenía sobre Beth como persona. El
documento publicado por White en 1986 sobre anorexia sugiere algunas formas útiles de
preguntar a las pacientes a fin de darles una oportunidad de evaluar el impacto que
personalmente ejercieron sobre ellas las prescripciones dictadas por la sociedad a las
mujeres.
Preguntas sobre la influencia relativa
Este enfoque contiene algunas ideas muy útiles sobre cómo incitar a la paciente a que
reelabore su versión de manera tal que pueda tomar contacto con la experiencia de su
propia capacidad para afrontar el problema (White, 1988, 1989). Hay dos categorías de
preguntas que pueden hacerse, una destinada a describir los detalles y los efectos de la
versión o imagen dominante (por ejemplo: "¿Cómo influyeron los miedos
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en su vida? ¿Cómo influyeron en sus relaciones con otras personas?") y otra que apunta a
determinar los "logros aislados" o las ocasiones en las cuales la paciente logró ejercer
alguna influencia sobre su propia vida a pesar de la fuerza de la imagen dominante. Por
ejemplo, cualquier revelación acerca del abuso sexual es un ataque directo al secreto y
constituye un "logro aislado". Puede preguntársele a la mujer si nunca le contó a nadie que
había sufrido abuso sexual y continuar con preguntas del tipo: "¿Cómo pudo desafiar el
secreto al revelar el hecho de que su padre abusó de usted?" Es fundamental para este
proceso que antes de abordar las preguntas referentes a los logros aislados se haga un
exhaustivo examen de la primera categoría de preguntas.
No es mi intención enumerar aquí las muchas y variadas maneras que tiene el terapeuta
para invitar a su paciente a determinar los logros aislados. Sin embargo, cuando el terapeuta
hace preguntas sobre los logros únicos del tipo: "¿Sintió alguna vez que el miedo le
impedía continuar algo y aun así pudo superarlo y seguir avanzando?" le abre a la paciente
un espacio para comenzar a elaborar una versión alternativa sobre sí misma.
Preguntas que incitan a la elaboración
Una vez que la paciente ha identificado los logros aislados, el terapeuta la invita a "mejorar
la significación„ de esos logros. El tipo de preguntas que le haga determinará que la mujer
se sienta capaz de atribuir significaciones personales a los sucesos y capaz de experimentar
el impacto que ha de tener la nueva imagen emergente. Este es un requisito previo para que
la nueva versión se fije y se mantenga. El terapeuta incita a su paciente a sitúar la
importancia fundamental de sus logros aislados en una nueva versión alternativa de su
experiencia vivida. El objeto de esta
38
de una imagen alternativa
incitación es asegurar que la persona perciba la importante significación de los logros
únicos. Este proceso-de invitar a la paciente a que retorne a considerar su propia
experienciaya avanzar sobre imágenes diferentes de sí misma provoca que la paciente
obtenga una experiencia diferente de sí misma. El papel que desempeña el terapeuta a
través de esta terapia puede describirse cabalmente como el de un coautor de esas nuevas
imágenes emergentes.
He extraído las siguientes preguntas de mis conversaciones con Beth: "¿Cómo se explica
que usted haya desafiado el secreto y las enseñanzas de su padre en cuanto a dar prioridad a
los demás, al revelar el abuso?"
Cuando Beth hubo señalado algunas otras ocasiones en las que se dio prioridad a sí misma,
le hice algunas preguntas sobre los detalles de esas ocasiones: • ¿Cómo fue capaz de
hacerlo?
• ¿Cómo logró darse prioridad a sí misma?
• ¿Cómo juzga el hecho de haberse sentido sujtcienternentefuerte para superar la costumbre
de anteponer siempre a los demás?
• ¿Cómo pudo usted contrarrestarlas enseñanzas de su padre?
• ¿Qué sintió?
• ¿Qué diferencia provocó esa reacción suya en la imagen que usted tiene de sí misma?
• ¿Qué aspectos de sí misma que usted no había advertido antes le descubrió esa reacción?
• ¿Cómo pudo hacer amistades hasta ahora a pesar de sus dificultades?
El terapeuta cuenta con infinitas maneras de colaborar y seguir desarrollando con su
paciente la versión alternativa. Los artículos de White señalan el tipo de preguntas más
adecuadas para fomentar la coelaboración de una imagen alternativa.
La aplicación en la terapia de ideas tales como externalizar los problemas y hacer preguntas
sobre los logros aislados permite que el terapeuta ayude a la
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mujer a situar su experiencia en el contexto de las interacciones familiares, incluyendo
entre éstas su relación con el perpetrador. Esto también le permite a la paciente situar su
experiencia dentro del contexto sociopolitico más amplio. Durante el proceso de la terapia,
la mujer tiene la oportunidad, al conversar con el terapeuta, de descubrir información sobre
sí misma y sus propios recursos, lo cual la lleva a elaborar respuestas que cimentan el
camino del cambio. La clave de este-enfoque es que la paciente es la experta y el terapeuta
es solamente quien hace las preguntas que han de generar logros únicos y nuevas imágenes.
Todo esto contrasta con las formas más tradicionales de llevar adelante una terapia, pues en
ellas se considera que el terapeuta es un experto que tiene el conocimiento necesario para
diagnosticar y resolver los problemas del paciente.
El presente enfoque pone el acento en los conocimientos que una mujer tiene sobre sí
misma y sus fuerzas, que han quedado sepultados por la acción de la' versión dominante.
Cuando se incita a la mujer a apartarse de la imagen dominante y se genera nueva
información, se replantean los conocimientos dominantes que la mujer expresa para
definirse a sí misma y ésta encuentra disponibles nuevas respuestas y nuevas soluciones a
sus problemas.
La historia de Alice:
una ilustración del proceso terapéutico
Alice se puso en contacto conmigo para concertar una cita me dijo que deseaba obtener
ayuda en dos esferas específicas:
• Por un lado, para dominar sus pesadillas. Durante los dos años anteriores a nuestra
primera entrevista Alice había sufrido largos períodos de sueño perturbado por pesadillas
que la aterrorizaban. Esas pesadillas persistieron durante meses, ocasionalmente
desaparecían por períodos breves y luego, súbitamente reaparecían.
• La otra cuestión estaba centrada en sus relaciones con los hombres; cuando Alice iniciaba
una relación se sentía cómoda durante un breve período pero luego todo terminaba pues ella
sentía repugnancia por cualquier situación sexual, y con frecuencia ésta era la causa de que
Alice acabara con la relación. Alice consideraba que esa reacción estaba relacionada con su
experiencia de abuso sexual.
Alice me comentó que ya había pensado anteriormente en la terapia como un medio para
afrontar la angustia acerca de su familia y para afrontar los recuerdos sobre el abuso sexual
que le había infligido su abuelo. La terapia individual y la terapia de grupo en cierto modo
la habían ayudado y por lo menos le habían hecho sentir que no se encontraba tan sola, pues
durante esas terapias aprendió que el abuso sexual infantil es una experiencia bastante
difundida entre las mujeres. No obstante, a pesar de los intentos previos por obtener ayuda,
Alice se sentía aún muy angustiada y confundida por su vida.
Alice es una mujer a la que he tratado durante los últimos dos años, y que aceptó publicar
esta historia que incluye sus propios comentarios sobre su experiencia como paciente y que
ella misma escribió como una manera de rever su experiencia.3
Un terapeuta de Dympna House, una institución dondeAlice había participado en un grupo
de autoayuda para sobrevivientes del incesto, me la derivó. Cuando
Sesiones 1 a 3
Alice comenzó por hacerme conocer sus preocupaciones sobre sus pesadillas y relaciones
con los hombres. También me relató sus experiencias con su abuelo, quien la sometió
sexualmente desde que Alice tenía cuatro años y hasta que tuvo 11. Cuando ella tenía tres
años sus padres, que vivían en el Reino Unido, se
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41
separaron. La custodia de la niña fue concedida al padre, pues se estimó que la madre era
"emocionalmente inestable". El padre y la niña se mudaron a Australia, donde él conoció a
quien sería su segunda mujer y volvió a casarse. El padre de esta segunda mujer fue quien
abusó sexualmente de la niña. Alice continuó relatándome que durante su adolescencia
reveló la situación a su madrastra, pero ésta no le creyó hasta que la hermanastra de Alice
reveló que a ella le había ocurrido lo mismo. En ningún momento se tomó alguna decisión
destinada a afrbntar el problema fuera de la familia. La madrastra de Alice interpeló a su
padre, pero no salió en defensa de la posición de la niña. Seguidamente Alice me describió
los conflictos posteriores que se le plantearon con su madrastra y su padre y que
provocaron que al cumplir ella los 17 años, sus padres le pidieran que dejara el hogar.
Desde el punto de vista de Alice, toda interacción con los miembros de su familia -hasta el
infrecuente contacto con su madre- fueron experiencias de repudio e irritación.
Las primeras tres sesiones no se concentraron ni en las pesadillas, ni en el abuso sexual, ni
en las relaciones con los hombres. La mayor parte del tiempo Alice me habló de su
preocupación por la terapia y por la desconfianza que le despertaban los terapeutas. Fui
llevando las sesiones lentamente, pues advertí que la preocupación que manifestaba por
confiar en mí constituía una restricción importante para nuestras relaciones. Le pedí que
simplemente considerara los riesgos de comprometerse en una terapia y que comenzara a
anotar en un diario sus experiencias de lo que iba ocurriendo y de sus pesadillas.
Durante las primeras tres sesiones Alice cobró conciencia de que estaba experimentando
una mayor tristeza y comenzó a hablar sobre lo dificil y molesto que le resultaba mostrar
sus sentimientos a otras personas. También confesó que consideraba un gran riesgo
comprometerse en una terapia mediante la cual podría ponerse aun más en contacto con ella
misma y
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con sus sentimientos. Además expresó su miedo de que "al tener tantas cosas adentro", ni
ella misma ni el terapeuta pudieran afrontarlas. Yo externalicé su costumbre de ocultar los
sentimientos y juntas exploramos el efecto que tuvo esa actitud en su vida. Descubrí que
Alice había sido entrenada por los miembros de su familia a no demostrar sus sentimientos,
como si hacerlo significara que Alice era "irracional" y "mala" como lo era su madre. Se le
había descrito. a su madre como un ser incompetente y voluble. Y Alice aprendió, mediante
sus experiencias de rechazo y desconfianza que recibía de los demás miembros de la
familia cuando se sentía trastornada, que nadie podía manejar sus sentimientos y que sólo
ella podía afrontarlos. Hablamos sobre cómo Alice había aprendido a no ser ella misma, a
desarrollar el hábito de ser un tipo de persona diferente antes que ser ella misma (otra
externalización), en respuesta a la exigencia de los miembros de su familia de no ser tan
emocional. Alice habló de su aislamiento y lloró al recordar lo triste que se sentía porque
ningún miembro de la familia la apoyó ni creyó en la angustia que le había provocado el
abuso sexual.
A fin de que Alice elaborara un cuadro de sus logros aislados, comencé preguntándole si
existieron ocasiones en las que ella se hubiera rebelado contra esos hábitos y prescripciones
y hubiera decidido ser ella misma en sus relaciones con los demás. Alice pudo identificar
algunas ocasiones en las que se había arriesgado y había pedido apoyo a sus amigos. Luego
le pedí que me proporcionara algunos detalles sobre cómo lo había logrado a pesar del
entrenamiento intensivo que había recibido para no ser ella misma y para ocultar sus
emociones. También le pregunté cómo había sido capaz de desafiar ese entrenamiento al
permitirse expresar sus sentimientos hasta el punto que lo había hecho durante nuestras
entrevistas.
Durante las tres primeras sesiones, las pesadillas de Alice desaparecieron: cuanto más
cobraba ella con
43
ciencia de su tristeza y su miedo, menos se manifestaban éstos por la noche. Además, Alice
tomó la decisión de comunicarse con el departamento estatal de bienestar social e informar
a esa institución sobre su abuelo, aunque no hizo ningún cargo contra él. Respondí a este
dato con preguntas destinadas a señalarle la importancia de los logros aislados; por
ejemplo, "¿Cómo tuvo la valentía de ser usted misma en esas ocasiones?" En la tercera
sesión Alice se refirió por primera vez a su costumbre de rasguñarse la piel de la cara y los
brazos y a su hábito de comer sin medida y luego vomitar. Nunca antes había hablado de
estas costumbres con nadie. Lag externalicé utilizando la palabra "hábitos" para
caracterizarlas. Creo que esta confesión fue otro esfuerzo de Alice por desafiar los efectos
del entrenamiento que había recibido para no ser ella misma. Pero Alice insistió con
bastante decisión en que no deseaba centrar las conversaciones en esos hábitos porque en
realidad en ese momento no constituían un problema. Alice siguió manteniendo esta
posición hasta mucho más avanzada la terapia.
Sesiones 4 a 6
Alice continuó informándome que pasaba noches libres de pesadillas y realizando algunos
cambios en cuanto a ser más abierta respecto de su vulnerabilidad ante sus amigos y
algunos miembros de su familia. Luego Alice me hizo otras revelaciones: había sufrido
violentos ataques fisicos infligidos por su madre y su madrastra; de modo que hablamos
sobre cómo esa situación había alimentado en ella el hábito de no ser ella misma, de
desvalorizarse y despreciarse (externalizaciones adicionales). Después de estas
descripciones acerca de cómo se sentía desgarrada por los demás miembros de la familia,
advertí que el abuso sexual había sido sólo una de las formas en que Alice había
experimentado una desvalorización de sí misma como persona.
44
Un punto importante de esta parte de la terapia fue evaluar cada información que Alice me
proporcionaba sobre sus logros aislados; por ejemplo, las ocasiones en que Alice confió sus
sentimientos a otras personas. Mi intención fue sacar a la luz todos los detalles de esos
momentos a fin de mejorar la significación de esas actitudes que apartaron a Alice de sus
hábitos de autoinvalidación. También pude desarrollar con ella un recuento de las
estrategias de supervivencia que Alice fue aplicando a medida que crecía, para poder
comprender en qué momento había dejado de estar completamente atrapada por la
autoinvalidación. Alice me relató que de niña su estrategia de supervivencia consistía en
escribir cuentos y poesías que expresaban sus sentimientos. Durante su infancia Alice
consideraba algo precioso y muy especial esa actividad que desarrollaba cuando se
encerraba en su dormitorio, para tener un espacio donde respirar lejos de los conflictos
familiares. Le pregunté entonces si actualmente continuaba utilizando alguna de sus
estrategias de supervivencia y Alice respondió que aún trataba de dar valor a su
autoexpresión cantando y, ocasionalmente, escribiendo canciones. En esta oportunidad
Alice fue capaz de contarme que se había apartado de algunas situaciones que le hacían
sentir que estaba repitiendo viejas actitudes. Le sugerí que esto indicaba cierta confianza en
sí misma y una actitud de luchar contra los hábitos de autoinvalidación. También en esta
ocasión le pedí detalles de esos momentos de autovalidación para que Alice tratara de
mejorar la significación de cada uno de ellos.
Alice fue experimentando pequeños pero significativos cambios en el sentido de valorarse y
ser más auténtica consigo misma. Con todo, frecuentemente Alice atribuía un carácter
trivial a sus logros y me decía que continuaba considerándose "reventada", lo cual le hacía
dificil apreciar los cambios. Cuando le pregunté si ya se sentía preparada para dar algunos
pasos más en la nueva dirección, comenzó a hablarme del miedo
45
que le producía tener que comenzar una nueva vida como una persona diferente si
continuaba cambiando. Llegadas a este punto, consideré conveniente no continuar
alentando cambios. Pedí a Alice que recordara y tomara nota de algunas ocasiones en las
que había sido fiel a sí misma o se había valorado.
Sesiones 7 a 10
Cuando le pedí a Alice que pusiera en una balanza imaginaria las ocasiones en que había
experimentado autoestima y en el otro platillo las ocasiones en que se había desvalorizado,
la paciente comenzó a dar más ejemplos de momentos en los que había apreciado algo de sí
misma. Insistí mucho en los detalles de estos ejemplos y entonces Alice, espontáneamente,
empezó a relatar otras ocasiones de autoestima. A medida que la conversación fue
avanzando en esta dirección, Alice advirtió que había comenzado a romper con su hábito de
anteponer a los demás cuando entablaba una amistad y de dar prioridad a las necesidades de
los demás antes que a las propias. Para mí, la estrategia más importante fue reconocer y
poder dejar atrás los contextos que continuaban suscitándome y produciéndome dolor.
Una vez que pude hacerlo, fui capaz de elaborar nuevas formas de interactuar con las
personas y de mantener relaciones más positivas y gratificantes para mí. No insistí en
mantener alejados los sentimientos de culpa y autodestrucción cuando entablaba una.
relación y descubrí los beneficios de confiar en la gente y de establecer relaciones que
pudieran ayudarme (Alice, 1988).
En la décima sesión Alice volvió a hablarme de su costumbre de atracarse y vomitar y me
dijo que lo estaba haciendo con más frecuencia. Obtuve algunos detalles de esta actitud
preguntándole qué efecto había tenido la bulimia en su vida. Alice me contó que durante
algunos períodos había logrado superar la
46
bulimia y me confesó cómo lo había conseguido (tomando nota de los logros aislados). En
esta fase de la terapia, Alice me relató distintas situaciones que la habían entrenado para
sentirse "reventada" (por ejemplo, las interacciones significativamente perturbadoras con su
madre) y de qué modo consideraba ella que había sido afectada por ese entrenamiento; por
ejemplo, ocultándose a sí misma, sintiendo temor a ser rechazada si se comportaba de
manera más sincera y considerándose responsable de todo lo malo que le había ocurrido en
su vida. Le sugerí que el hábito de la bulimia podía ser una manera que ella había
encontrado de ser menos "ella misma" y ésta fue una idea con la que Alice pudo conectarse.
Además le sugerí que tomara nota de las ocasiones en las que había rechazado las
invitaciones de la bulimia (tomar nota de los logros aislados).
Sesiones 11 a 14
Alice comenzó a obtener algunas victorias sobre la bulimia y, por primera vez, empezó a
adjudicar una mayor responsabilidad a los miembros de su familia por su angustia. Insistí
en los detalles de estas actitudes y las describí como logros que le permitirían aumentar su
autoestima. Hablamos de las ideas de Atice sobre cómo la bulimia originariamente había
llegado a tener tanta influencia en su vida. Alice atribuía el origen de muchos hábitos
secretos de su vida, incluida la bulimia, a su necesidad de responder a las reacciones
exageradas de sus padres ante el desarrollo de su sexualidad. También le hice algunas
preguntas sobre, por ejemplo, de qué maneras pensaba que se había sometido para ajustarse
a las imágenes ideales de las formas femeninas. También le pregunté si creía que esas
imágenes podían haber fomentado en ella el deseo de ser menos de lo que realmente era y
Alice aceptó que podía haber algo de verdad en ello. Continuamos hablando en detalle de
las ocasiones en
47
que Alice había logrado vencer la bulimia, y a medida que fueron pasando las sesiones, ella
fue logrando más victorias. En respuesta a ello, le hice preguntas tales como: "¿Por qué
cree que fue posible que usted se permitiera ser más auténticamente usted misma en esas
ocasiones?" "¿Cómo pudo usted apartarse de la idea de que debía someterse a las
prescripciones que dicta la sociedad en cuanto a la delgadez femenina y aceptarse como
era?"
Mediante algunas preguntas incité a Alice a que determinara la influencia personal que
había ejercido el contexto social más amplio del patriarcado que sostiene la idea de que las
mujeres deben ser menos de lo que realmente son o deben desvalorizarse. También la invité
a que recordara de qué manera había actuado como ella misma y había logrado
contrarrestar esas prescripciones.
Alice vivió un período de angustia como respuesta a los cambios que había experimentado.
Me confió que le preocupaba perder su "antiguo sí mismo", es decir, no saber en quién se
convertiría. Por primera vez me relató más detalladamente su hábito de rasguñarse. Juntas
rastreamos la causa de que ese hábito se hubiese intensificado en los últimos tiempos.Incluso pude hacerle ver algún logro aislado en ese sentido o que descubriera ocasiones en
las que había podido vencerlo. No obstante, Alice me confesó que no estaba segura de
querer seguir hablando sobre el asunto. Le pedí entonces que considerara las consecuencias
de seguir hablando de ello en la terapia.
Entonces Alice comenzó a recordar algunas situaciones que la atemorizaban por la noche
cuando era pequeña y juntas descubrimos cómo la costumbre de rasguñarse se había
convertido en un aliado contra el miedo. Esa costumbre había llegado a ser una forma de
autohipnotizarse y de detener el miedo y una manera más de "castigarse". Le sugerí que
todas las noches dedicara media hora por reloj a ese hábito para poder obtener más
información sobre cómo el hecho de
48
rasguñarse la ayudaba a vencer sus miedos. Según las propias palabras de Alice:
El hecho de reconocerlos y darme permiso para incluir estos hábitos con moderación en mi
vida, me permitió cambiar de perspectiva respecto de esa conducta e ir controlándola.
lentamente.
En esta fase Alice advirtió que ya no dejaba que la angustia de ninguna esfera de su vida
invadiera las demás y que estaba experimentando una sensación de mayor control.
Sesiones 14 a 20
Estaba claro que Alice ejercía mayor control sobre sus hábitos destructivos. Pronto
reconoció cómo detenerlos y cómo evitar que la atraparan: en nuestras conversaciones
Alice me contaba espontáneamente más ejemplos sobre esas actitudes positivas y menos
ejemplos de situaciones en las que se sentía abrumada por esos hábitos. Además ella misma
descubrió varias estrategias nuevas para dominar sus miedos nocturnos, por ejemplo,
escuchar música para relajarse con más facilidad.
La descripción saturada de problemas fue perdiendo espacio en la terapia y Alice comenzó
a construir una nueva versión de sí misma. Cuando investigué cómo había logrado hacerlo,
Alice me dijo:
Cambié mi idea sobre mí misma. Al principiopensaba: "Estoy reventada". Luego comencé
a pensar respecto de los miembros de mi familia.: "Ellos están reventados". Y ahora creo
que estoy bien, pienso que mi vida está llena deproblemas, pero que yo estoy bien y me
estoy curando.
Alice también me confió que se sentía menos angustiada y menos preocupada en general, y
esto significaba que había conquistado un mayor espacio para vérselas con sus hábitos
autodestructivos.
A fin de alentar el mejoramiento de la significación de todos estos cambios, le pregunté
cómo esta nueva opinión de sí misma había modificado la manera de
49
tratarse a sí misma día a día; cómo le había hecho cambiar sus relaciones con la familia y
con los amigos y qué nuevas perspectivas creía que podían abrirle estos cambios.
También le. predije que los hábitos reaparecerían esporádicamente y ambas discutimos
cómo manejarlos, por ejemplo, dedicándole un tiempo fijo al hábito de rasguñarse todas las
noches.
Los cambios logrados por Alice se mantuvieron, y la bulimia y el hábito de rascarse casi
desaparecieron de su vida. Alice entabló nuevas relaciones en las cuales se sentía cuidada y
reconocida. Hoy Alice asegura que se siente competente y que está logrando realizar
cambios en su vida. Describe la experiencia de considerarse como alguien que está dentro
de un contexto en el que ocurren problemas, es decir, que ya no se identifica a sí misma
como un problema cuando algo sale mal. También me cuenta que se siente bien y
revalorizada ante personas que en el pasado consideraba problemáticas. Si bien reincidió
algunas veces en algún hábito destructivo, ya no.se siente abrumada cuando eso ocurre.
Atice dio varios pasos positivos, sobre los cuales llamó mi atención, en cuanto a ser más
cabalmente ella misma, a valorizarse más y a ocuparse más de sí misma y menos de los
otros.
Dejé de mantener sesiones regulares con Alice y le sugerí que me llamara si tenía ganas de
rever algún punto conmigo. Volvió a verme recientemente porque había tenido una
"recaída" en su hábito de romper una relación. De todos modos, Alice continúa
experimentando una sensación de control sobre su propia vida; por ejemplo, recientemente
se le ocurrió la idea de utilizar sus sueños como un recurso que podía obrar a su favor.
No soy perfecta. Aún sigo siendo autocrítica y me esfuerzo constantemente por mejorar,
pero estoy bien y me gusta cómo soy a pesar de mis normales "alzas y bajas" emocionales.
Me comprendo a mí misma y comprendo mis reacciones. Ahora me siento controlada y
50
capaz de hacer retornar al pasado mi dolor del pasado (Atice, agosto de 1988).
Conclusión
Como conclusión, creo que en el servicio de terapia destinada a mujeres que han sufrido
algún abuso sexual durante la infancia se aplican muchas ideas inútiles, limitadoras y
potencialmente opresivas. Yo prefiero un esquema que reconozca y evalúe la influencia del
contexto familiar y de las relaciones (incluyendo el contexto de la relación de la mujer
agredida,con el hombre que abusó de ella), así como la influencia que tuvieron las ideas
restrictivas procedentes de la ideología patriarcal, en el desarrollo de los problemas. de la
mujer. La terapia puede considerarse una oportunidad de corregir las restricciones o las
versiones dominantes a fin de que la mujer ayudada por el terapeuta genere dobles
descripciones o diferentes versiones; esto le da a la mujer una oportunidad de reformular la
imagen que tiene de sí misma. Al enfocar este tipo de terapia pude advertir que muchas
mujeres respondieron desafiando con fuerza las imágenes dominantes de manera creativa y
encontrando soluciones que resultaron altamente positivas para la vida de esas mujeres.
Notas
Estas son las definiciones adoptadas por Dympna House.
2 Deseo agradecer el original trabajo de Lesley Laing. quien inspiro las ideas expresadas en
esta sección del capítulo.
3 Agradezco también la invalorable contribución de Catherine Munro, con quien consulté
varias de las fases de éste proceso.
Agradecimientos
Agradezco a Lesley Laing y a Catherine Munro, pues ambas hicieron contribuciones
particulares y especiales para ayudarme a desarrollar ideas que fueron fundamentales para
escribir este capítulo. Estoy muy agradecida a ambas por la ayuda que me brindaron para
elaborar los
51
diferentes borradores de este capítulo y por el invalorable apoyo que me proporcionaron.
También agradezco a Bronwyn Cintio por haberme ayudado en las primeras etapas. Y por
último deseo agradecer también a Michael White por sus alentadores comentarios sobre
este trabajo y a Steven Kamsler y Melanie Kamsler por el cariñoso apoyo que siempre me
brindan.
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53
En todas las familias los ritos son una parte importante de su evolución a lo largo del ciclo
vital. En las familias que tuvieron alguna experiencia de abuso sexual infantil intrafamiliar
esa evolución se detiene y la conducta ritual permanece subdesarrollada, rígida o se vuelve
hueca. Este capítulo examina las múltiples funciones del proceso ritual, de los ritos
normativos y los ritos terapéuticos en el tratamiento de las familias que han tenido
experiencias de incesto. Describimos el proceso ritual dentro del contexto de un modelo
cibernético de abuso sexual infantil intrafamiliar. La. teoría y la terapia de 1Vlichael White
son la base de este modelo.
Este autor describe los ritos como:
• Una manera de ayudar a los miembros de la familia a liberarse de aquellas creencias y
configuraciones de interacción que contribuyen a que ocurra el abuso sexual infantil;
54
2
La utilización de ritos
dedicados a capacitar a los miembros de las familias que sufrieron abuso sexual infantil
Janet Adams-Westcott
y
Deanna Isenbart
• como un modo de facilitar el desarrollo de la individualidad y un sentimiento de identidad
personal. • como un método para ayudar a los miembros de la familia a hacer una nueva
caracterización de sí mismos y de sus experiencias, menos restringida y más capacitadora; y
• una forma de permitir que los miembros de la familia reconozcan y afirmen los cambios
producidos por el proceso terapéutico.
La terapia y el proceso ritual
Ritos de paso
En su estudio sobre las transiciones evolutivas que se experimentan a lo largo del ciclo
vital, el antropólogo van Gennep (citado por Roberts, 1988) muestra de qué modo los ritos
de paso ayudan a la gente a pasar de una condición social a otra. Los ritos de paso
comienzan cuando las personas se apartan de un antiguo status que ya no se ajusta a ellas.
Las personas viven entonces un período que se caracteriza por la desorganización y la
experimentación de nuevas ideas y nuevas conductas. Cuando la transición se realiza con
éxito, esas ideas y conductas se incorporan a la caracterización que la persona hace de sí
misma. Cuando se llega a este punto, la comunidad reconoce el cambio y otorga a esa
persona un nuevo status.
Koback y Waters (1984) aplican este proceso de tres fases a la terapia familiar. Estos
autores conciben la terapia como un rito que facilita a los miembros de la familia el paso de
un antiguo status, considerado problemático o sintomático, a una nueva situación centrada
en los recursos y que incluye oportunidades de crecimiento.
55
Los ritos terapéuticos
El equipo de Milán (Selvini Palazzoli y otros, 1977 y 1978) fue el primero en describir la
utilización de ritos como una técnica terapéutica. Estos terapeutas prescribieron los ritos
como una manera de difundir claridad en situaciones en las que los miembros de la familia
experimentaban confusión a causa de opiniones o reglas contradictorias (Tomm, 1984). Los
ritos desarrollados por el equipo de Milán incluían tareas específicas que las familias
podían realizar como experimentos potencialmente útiles. Esas tareas particulares se
elegían con el objetivo de ayudar a los miembros de la familia a resolver contradicciones y
a descubrir modelos diferentes de interacción.
Uno de los muchos ritos descritos por el equipo de Milán (Selvini Palazzoli y otros, 1978)
es el de la tarea de los días pares y los días impares. Ese rito se desarrolló originalmente
para que lo utilizara una familia en la que había un niño problema. El equipo de terapeutas
partió de la hipótesis de que la diferencia de estilos disciplinarios del padre y la madre
había contribuido a fomentar esas conductas problemáticas. De modo que sugirieron que
uno de los padres asumiera la responsabilidad disciplinaria los días impares y el otro los
días pares. Los días en que cada uno de ellos no estaba a cargo de la disciplina, el padre "no
responsable" debía observar la interacción que se desarrollaba entre el niño y el padre
"responsable". Este rito dio claridad al niño que supo así a qué clase de disciplina debía
atenerse según el día que fuera. Además este rito proporcionó a los padres la oportunidad
de descubrir los beneficios de la coherencia y de trabajar juntos.
Evan Imber-Black (1988) y sus colegas (Imber-Black, Roberts y Whiting, 1988)
continuaron desarrollando el uso de ritos como técnica terapéutica. Estos autores
determinaron cinco aspectos que ayudan a los terapeutas a trazar e instrumentar los ritos:
56
La calidad de miembros. Los ritos terapéuticos pue-. den utilizarse para definir la calidad de
miembros de una familia y para facilitar las entradas a los sistemas familiares y las salidas
de éstos. Pueden elaborarse ritos de calidad de miembros para establecer límites, tanto
dentro de la familia misma como en las relaciones de los miembros con el mundo exterior.
La curación. Cuando los miembros de una familia han experimentado la pérdida de una
persona, de una relación, de la salud, de los papeles que desempeñan o de las esperanzas
para el futuro, pueden elaborarse ritos destinados a estimular la curación. Los ritos de
curación también pueden facilitar el proceso de perdón y reconciliación.
Definición y redefinición de la identidad. También pueden elaborarse ritos que ayuden a las
personas a escapar de los efectos de una autoimagen considerada problemática. Cuando una
persona adoptó una descripción irreal de sí misma que no se ajusta a la realidad, puede
practicar ritos que la ayuden a redefinir sus expectativas y a cambiar sus relaciones consigo
misma.
Expresión de las creencias y negociación. Cuando los miembros de una familia sostienen
ideas conflictivas sobre una cuestión, pueden utilizarse ritos a fin de crear un contexto
destinado a evaluar las diferencias. Cuando cada miembro de la familia puede compartir sin
vergüenza las perspectivas de'los demás se establece una nueva forma de interacción.
Celebración. Pueden desarrollarse ritos terapéuticos destinados a señalar los cambios, a
marcar las realizaciones y a facilitar las transiciones del ciclo vital. Estas celebraciones o
alabanzas con frecuencia se incorporan luego a las tradiciones familiares. Los terapeutas
pueden trabajar con los miembros de la familia con el fin de coelaborar celebraciones que
sirvan para comunicar los cambios a las personas significativas para la familia.
57
La teoría y la terapia de Michael White
Epistemología narrativa: la imagen dominante
La utilización de ritos destinados a capacitar a las personas que sufrieron abuso sexual
infantil intrafamiliar se sitúa dentro del modelo terapéutico desarrollado por Michael White
(1986a, 1986b, 1986c, 19864, 1986e, 1988a, 1988b, 1989, White y Epston, 1989). Este
nrodelo supone que, con el objeto de dar sentido a las experiencias vividas, las personas
organizan sus vivencias dentro de una versión dominante sobre sí mismas y sus relaciones.
Esas versiones dominantes crean una "lente perceptiva" que influye en la significación que
las personas atribuyen a los acontecimientos posteriores de su vida. La información que se
ajusta a esa imagen dominante se selecciona y se expresa en la conducta. En cambio la
gente tiende a no advertir o a restar significación a los aspectos de sus experiencias vividas
que no "encajan" con el relato dominante. Esas imágenes dominantes que las personas
crean de sí mismas y de sus relaciones pueden ser capacitadoras y creadoras o inhabilitantes
y opresivas.
La formación del problema
Los problemas surgen cuando la versión dominante incluye restricciones que le impiden a
la persona incorporar nueva información que podría proporcionarle soluciones útiles. White
(1986a, 19864) señala dos tipos de restricciones:
• El sistema de creencias en el que se basa la versión dominante de los miembros de una
familia puede crear restricciones que contribuyen al desarrollo y la conservación de los
problemas. White (1986a, 1987, 1989) se interesó particularmente por las expectativas
normativas sobre cómo deben ser las personas como individuos y en sus relaciones con los
demás. White sostiene que con frecuencia la gente vive esas normas de
58
personalidad y de maneras de relacionarse como algo opresivo, puesto que inevitablemente
las personas fracasan en el intento de ajustarse a esos modelos.
• La gente también sufre restricciones surgidas de círculos viciosos. Los círculos viciosos
incluyen aquellos modelos habituales de interacción que mantienen las conductas
problemáticas. Generalmente los miembros de la familia no cobran conciencia de que sus
interacciones están regidas por un patrón y se ven a sí mismos como personas que no tienen
posibilidad de elección y que sólo pueden continuar participando del círculo vicioso.
La resolución del problema
Externalizar el problema
Las técnicas terapéuticas de White permiten que los miembros de la familia desafíen esas
creencias y esos modelos de conducta restrictivos que contribuyen a la formación de
imágenes dominantes opresivas. Se utiliza la técnica de externalizar el problema para
apartar a la persona del problema y/o las restricciones que ayudan a conservar la versión
dominante. Se sitúa el problema fuera de la persona o de la relación que se identifica como
problemática. Se objetiviza el problema y se le da un nombre (White, 1989).
El proceso de separar el problema de la persona promueve la acción personal (Tomm,
1989; White, 1989). Los miembros de la familia descubren que pueden decidir entre
continuar participando del círculo vicioso. que mantiene el problema e interactuar de
maneras no problemáticas.
Elaborar una versión alternativa
Se interroga a los miembros de la familia a fin de que éstos puedan identificar aspectos de
sus vivencias que no se ajusten a la versión dominante (White, 1988a, 1989). Esas
experiencias se conectan, pues,
59
mediante las preguntas que examinan las excepciones pasadas y presentes a la versión
dominante, así como con las intenciones de afrontar el problema en el futuro. Luego se les
hacen preguntas que los alienten a redescribirse de una manera más positiva y a elaborar
imágenes diferentes de sí mismos, de sus relaciones y de su futuro. Esta versión alternativa
se mantiene luego mediante técnicas que divulgan esta nueva descripción entre las personas
que son significativas en la vida de los miembros de la familia.
El proceso ritual
Se ha utilizado la analogía de los ritos de paso a fin de conceptualizar el cambio dentro del
contexto del modelo de White (White 1985, 1986e; White y Epston, 1989). Este modelo
supone que las personas acuden a la terapia cuando aspectos significativos de sus vivencias
contradicen la versión dominante que ellas han elaborado sobre sí mismos y sobre las
relaciones que mantienen con los demás. El proceso de externalización ayuda a la gente a
apartarse de los aspectos arcaicos de sus versiones dominantes. Mediante preguntas se
invita al paciente a experimentar nuevas ideas y nuevas conductas. Cuando las personas
incorporan esos cambios en una versión alternativa que se ajusta más al conjunto de sus
experiencias vividas, alcanzan una nueva condición. La analogía con los ritos de paso
supone que los síntomas y las crisis son prueba de un "progreso antes que de una regresión"
(White y Epston, 1989, pág. 17).
White y sus colegas describieron una cantidad de ritos que ellos mismos coelaboraron con
los miembros de las familias a fin de oponerse a las versiones saturadas de problemas
(véanse Durrant, 1989, Epston, 1989; White, 1986c, 19864). Un ejemplo que vale la penamencionar es un rito elaborado para ayudar a los niños a superar los temores: el proceso de
externalización comienza examinando la influencia que ejerce el miedo en el niño y en los
miembros de la
60
familia. Luego se invita a los miembros de la familia a que recuerden ocasiones en las que
fueron capaces de minimizar o superar un miedo. Se alienta al niño para que personifique el
miedo, lo dibuje y le asigne un nombre. Después el terapeuta encierra el dibujo del niño en
una caja e invita a éste a que realice una serie de actividades destinadas a "destruir el miedo
y domar al monstruo". Estas tareas ponen el acento en la capacidad del niño para enfrentar
el miedo. Los padres registran los logros del niñó tomando fotografías del desarrollo de
esas actividades. El terapeuta premia al pequeño con un trofeo o con un certificado que lo
declara experto en "destruir miedos y domar monstruos„.
Las restricciones que crean las condiciones para que ocurra el abuso sexual infantil
Las conceptualizaciones tradicionales del abuso sexual infantil intrafamiliar consideran que
las familias que han sufrido un incesto son las más "disfuncionales" y las más "resistentes
al cambio. De modo.que la intervención del terapeuta se concentra en resolver el trauma de
la víctima, en cotejar la psicopatología del agresor y en cambiar las dinámicas
disfuncionales de la familia (véanse Alexander, 1985; Trepper y Barrett, 1986, 1989).
Una conceptualización cibernética del abuso sexual infantil considera que los miembros de
una familia que ha sufrido esa experiencia están limitados, "restringidos" por imágenes
dominantes inhabilitantes. Las creencias y configuraciones de conducta restrictivas impiden
el acceso a los propios recursos y dificultan los cambios necesarios para crecer y
evolucionar a lo largo del ciclo vital. La intervención del terapeuta obra como un rito de
paso que ayuda a los miembros de la familia a:
• apartarse de las imágenes dominantes inhabilitadoras,
61
• oponerse a las restricciones que crearon las condiciones para que ocurriera el abuso y
• utilizar las propias fuerzas a fin de elaborar una imagen alternativa más capacitadora.1
Las creencias restrictivas
El abuso sexual intrafamiliar se vincula con caracterizaciones rígidas e irreales de la
personalidad y las relaciones familiares. La ideología patriarcal y la adhesión rígida a los
papeles tradicionales que deben desempeñar hombres y mujeres son algunos de los factores
sociales considerados parte importante del mantenimiento de la violencia familiar (Straus,
Gelles y Steinmetz, 1980; White, 1986a, 1986b). Al colocar al hombre en una posición de
supremacía sobre la mujer y los niños y al hacerle suponer que éstos son de su propiedad,
estas creencias legitiman la violencia. Existen estudios empíricos que indican que el 90%
de los perpetradores de agresiones sexuales son hombres o muchachos (Finklehor, 1986) e
ilustran las consecuencias negativas de la ideología patriarcal.
Las condiciones para que haya una víctima aumentan cuando la versión cultural dominante
sobre lo que se espera de las mujeres se suma a las creencias y expectaciones que frenan el
crecimiento de lo individual. Esto ocurre cuando se les censura a las niñas y a las mujeres
un sentimiento de individualidad que se aparte de los papeles de hijas, madres o esposas. Se
espera de ellas que se ocupen y cuiden de los demás, pero no se espera que reciban el
mismo trato a cambio (Gelinas, 1986).
Las creencias sobre la lealtad familiar que dan prioridad a mantener la integridad de la
familia a expensas de cada uno de los miembros como individuo representan otra de las
fuentes de riesgo para que se dé la "victimización". Con frecuencia esas creencias se
mantienen durante varias generaciones. Reglas familiares tales como "si no estás de
acuerdo conmigo es
62
porque no te importo" dificultan el desarrollo de un sentimiento de individualidad que todo
niño necesita para crecer, madurar y más tarde dejar el hogar (Alexander, 1985, Gelinas,
1986; Barrett, Sykes y Barnes, 1986).
Es probable que los niños que han recibido esa clase de reglas familiares elaboren una
imagen de sí mismos pobre en recursos. Estos niños miden su autoestima partiendo de la
autonegación y de la idea de que son "personas para los demás" antes que "personas por y
para sí mismas". De modo que pueden desarrollar un "estilo de vida de víctima"
caracterizado por sentimientos de impotencia y conducta pasiva.
Las creencias sobre sí mismas de las personas que han sufrido abuso sexual restringen sus
posibilidades de cobrar conciencia de sus propias fuerzas. Están cegadas a aquellos
aspectos de su experiencia vivida que se oponen a la imagen dominante de sí mismas, una
imagen desvalida, impotente e incompetente. Estas personas no identifican ni asignan
significación a las ocasiones en que actuaron de manera competente o en las que los demás
les demostraron con su trato que las consideraban personas valiosas (Durrant, 1987;
Kowalski y Durrant, 1989).
Las creencias negativas sobre uno mismo y las creencias tradicionales sobre el papel
masculino crean restricciones de la conducta que contribuyen a elaborar las condiciones de
vulnerabilidad para que ocurra el abuso sexual. La sociedad reprime a los muchachos y a
los hombres para que no desarrollen la riqueza de la expresión emocional. Los estereotipos
tradicionales masculinos permiten la expresión de la ira, mientras que limitan la expresión
de emociones tales como la tristeza, el pesar o el miedo. El hecho de reprimir la expresión
emocional interfiere en la propia capacidad de comprender la perspectiva del otro y
experimentar empatía (Gondalf, 1985). Un padre cuya visión del mundo no le permite
comprender las devastadoras consecuencias que puede tener sobre sus hijos el
63
abuso sexual corre el riesgo de caer en una conducta abusiva (Jenkins, 1987).
En el caso de muchos perpetradores, la propia historia infantil de abuso sexual, físico o
emocional contribuye a que ellos se formen autoimágenes negativas. Cuando una escasa
autoestima interfiere en el desarrollo de las aptitudes sociales durante la infancia y la
adolescencia y, por lo tanto, en el desarrollo de las relaciones gratificantes con sus pares en
la vida adulta, se establece un círculo vicioso. La discrepancia entre la visión idealizada de
los hombres, fuertes y competentes, y la propia experiencia del perpetrador, que se ve a sí
mismo inseguro e insuficiente, refuerza este panorama negativo.
Incapaces de sentirse competentes en sus relaciones adultas, esos hombres pueden poner su
atención en los niños a fin de obtener alimento emocional y gratificación sexual (Finklehor,
1986). En el contexto de la versión dominante del perpetrador este aprovechamiento puede
interpretarse como una prueba de poder y dominio.
Las restricciones interaccionales
Los modelos de interacción que dificultan el cambio aumentan la vulnerabilidad de una
familia para que en ella se produzca el incesto. Los riesgos de que se dé abuso sexual
infantil intrafamiliar son mayores en aquellas familias cuyos miembros interactúan según
modelos que los aíslan de las nuevas ideas que podrían oponerse a sus versiones
dominantes. El aislamiento es un mecanismo que impide el cambio. Restringe las
oportunidades de interacción y de proximidad emocional con los demás miembros de la
familia (Alexander, 1985).
Las interacciones que desaprueban las preferencias individuales y las diferencias de opinión
ponen en marcha un segundo mecanismo de restricción del cambio. En casos extremos, hay
una pequeña separación entre los sentimientos y los pensamientos expresados por los
miembros de la familia. Parece que los
64
miembros de toda la familia tuvieran una. identidad única basada en un sistema propio de
creencias compartidas. En estas familias suele darse poco valor a la intimidad y a las
pertenencias personales de cada uno. Cualquier movimiento que haga uno de los miembros
en el sentido del crecimiento individual choca con la exhortación de los demás miembros
de la familia a que "el rebelde" retorne a los antiguos modos de interacción (Alexander,
1985).
Las configuraciones de interacción que mantienen niveles altos de negación contribuyen al
establecimiento y la permanencia de la conducta abusiva. Mediante patrones
complementarios de interacción, cada miembro de la familia invita a los demás a ignorar o
a deformar la información que pueda sugerir que las conductas particulares son
inapropiadas o dañinas. La conducta sexualmente abusiva se desarrolla y se mantiene
mediante el proceso de negación. Los miembros de la familia pueden negar:
• la existencia del abuso,
• el conocimiento de determinados hechos, • la responsabilidad del abuso y
• el impacto que tuvo el abuso en la víctima (Barrett y otros, 1986, Sykes y Winn, 1989,
Jenkins, 1987). En informes retrospectivos, las madres con frecuencia pueden identificar
indicios que hubieran debido llevarlas a sospechar la existencia del abuso. Sin embargó, la
incitación a negar la significación de la conducta interfirió en su capacidad de interpretar
que la conducta de su cónyuge era inapropiada en el momento en que ocurrió el abuso.
El proceso ritual y la intervención del terapeuta en los casos de abuso sexual infantil
La fase de separación
En las familias que tuvieron experiencias de incesto, la revelación del hecho marca el
momento en que esa familia comienza a separarse de un estilo de vida muy
65
aislado, cerrado y secreto. Frecuentemente se da una separación emocional dentro de la
familia misma, y a partir de entonces cada miembro se siente presionado a mostrarse leal o
bien con el ofensor, o bien con la víctima. Cuando se obliga al ofensor o a la víctima a dejar
el hogar, puede darse una separación física de los miembros de la familia.
El estilo de vida secreto abandonado por los miembros de la familia se reemplaza entonces
por un estilo de observación a cargo de agentes de control social. Con frecuencia los
miembros de la familia consideran a esos asistentes sociales como "intrusos" que los
convierten en víctimas al ponerles rótulos tales como "enfermos" o "malos". Algunos
miembros de la familia pueden estimar que esta inclusión en un sistema más amplio se
convierte en una forma de controlar sus vidas o de impedirles decidir por sí mismos.
Muchos padres reaccionan de manera colérica y se niegan a cooperar con las sugestiones o
las exigéncias que les hace ese sistema más amplio.
Calidad de miembros: presentar una nueva versión
En los primeros contactos con los miembros de la familia, particularmente con aquellos
remitidos por un tribunal, es importante hacer una clara distinción entre la experiencia de
"psicoterapia" y la visión opresiva del sistema de ayuda social. El proceso de admisión
puede estructurarse de manera tal que sirva como un rito terapéutico que permita presentar
a los miembros de una familia una nueva caracterización de los "asistentes exteriores". Este
proceso capacita además a los miembros de la familia para elaborar nuevas
caracterizaciones de sí mismos como personas capaces de tomar sus propias decisiones. Se
los alienta para que participen activamente en la tarea de diseñar la dirección de su
experiencia terapéutica. El equipo terapéutico coelabora con cada miembro de la familia los
objetivos del tratamiento.
66
La negociación de las creencias:
oponerse a las restricciones
El proceso puede iniciarse mediante la externalización de aquellas creencias e interacciones
restrictivas que contribuyeron a establecer las condiciones para que se diera el abuso. El
terapeuta ofrece a los miembros de la familia una caracterización que sugiere que el abuso
sexual infantil intrafamiliar ocurre únicamente en las familias vulnerables. El terapeuta
ayuda a los padres a identificar el tipo de ideas o de interacciones que contribuyeron al
desarrollo y a la permanencia del abuso sexual en su familia. También ayuda a los padres a
mencionar ejemplos acerca de cómo se vieron envueltos en esas creencias y esos círculos
viciosos mucho antes de que ocurriera el abuso sexual. Con la aparición del abuso, los
miembros de la familia reciben cada vez más la influencia de tales factores y comienzan a
perder cada vez más el control de sus propias vidas. El objeto de la terapia es pues ayudar a
los miembros de la familia a que se hagan cargo de sus propias vidas y a que se aparten de
esos factores que provocaron que la familia fuera vulnerable al abuso sexual.
Al separar a las personas de las creencias y las interacciones problemáticas los padres
cobran conciencia de su participación en el problema. Comienzan a desarrollar un
sentimiento de acción personal. Y pueden elegir entre apoyar los pensamientos y conductas
problemáticas o luchar contra ellos.
Esta caracterización se presenta en el contexto de un grupo psicoeducacional de seis
semanas para adultos agresores y no agresores. Los padres que participaron en este rito
conjunto se muestran menos coléricos y más dispuestos a cooperar cuando comienzan una
terapia individual o familiar. Ya tienen una idea de los cambios que quisieran empezar a
realizar. La terapia se convierte así en un espacio en el cual los miembros de la familia
pueden dejar atrás ese estilo de vida caracterizado por el aislamiento y convertirse en un
miembro más de un grupo en el camino del cambio.
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Redefinición de la identidad: la separación de los ritos normativos
A través del proceso terapéutico los miembros de la familia continúan separándose de las
ideas, los papeles y los hábitos antiguos de interacción. Durante el tratamiento, los adultos
que sufrieron abuso sexual siendo niños se apartan de las caracterizaciones de sí mismos
que los hacían verse como víctimas impotentes. Como estos individuos están en busca de
una nueva imagen de sí mismos es conveniente que reduzcan sus contactos con los
miembros de la familia o los amigos que no los apoyan en la formación de esta nueva
imagen de sí mismos.
A medida que la nueva imagen se- va aclarando, los pacientes pueden descubrir que ya no
se adaptan al antiguo hábito de dejar que los demás los consideren o los traten como a
personas sin dignidad o que no están a su misma altura. Durante los períodos de
vacaciones, la participación en antiguos ritos con frecuencia produce una regresión a las
viejas imágenes de sí mismos, imágenes de desamparo e impotencia. Crear nuevos ritos:
• afirma la nueva imagen que las personas elaboraron de sí mismas;
• comunica esta nueva imagen a otras personas significativas para el paciente; y
• evita que los pacientes sean llamados a repetir las antiguas interacciones familiares
participando en aquellos viejos ritos familiares.
Una mujer joven que había sido vejada por su padre no quiso renunciar a participar de los
ritos de vacaciones de su familia, pero sintió que le resultaba muy dificil no caer en las
antiguas interacciones cuando volvía a instalarse en la casa de su infancia. Llevó una
pequeña chinela de cristal para recordar que sólo podía participar del "embrollo" familiar
mientras no volviera a representar el papel de la fregona de la familia. Esta joven programó
visitas de una hora y media y cada vez
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anunciaba al llegar que dos horas más tarde debía cumplir con otro compromiso y pasaba el
tiempo sobrante con sus "madrinas", amigas que la apoyaban en su plan de cambiar la
imagen de sí misma como persona.
Los niños que han sido separados de la casa paterna y criados en otra casa con frecuencia
deben luchar contra sus creencias sobre la lealtad familiar. Durante las vacaciones, pueden
coelaborarse con el niño y los padres adoptivos nuevos ritos que incorporen un rito que el
niño prefiera de su familia de origen. Esto ayuda a que los niños puedan apartarse de la idea
de que deben elegir entre ser leales a la nueva familia o a la familia de origen. Además esa
práctica alienta una sensación de inclusión y camaradería dentro del hogar sustituto.
La fase liminal
En la analogía de los ritos de paso, la fase liminal o de umbral es un período de transición.
El individuo o la familia dejó atrás la antigua versión o la antigua situación, pero aún no
elaboró ni afirmó una nueva imagen de sí mismo y de sus relaciones. Hay una transición de
las maneras de pensar y de los modelos de interacción conocidos a la experimentación de
nuevos pensamientos y nuevas conductas. Durante este período de cambio, con frecuencia
la gente se siente incómoda, confusa y desorganizada; las experiencias de cada día ya no
pueden predecirse como antes (Kobak y Waters, 1984).
La revelación del abuso sexual infantil y la posterior intervención de las autoridades de
control social hacen pedazos la imagen que los miembros de la familia se habían forjado de
sí mismos y de sus relaciones.
El hecho de que los asistentes sociales y el personal de una institución de observancia de la
ley escudriñen sus movimientos con frecuencia provoca que los miembros de la familia
intensifiquen los modelos de
69
Este rito es útil para ayudar al paciente a que considere el cambio como algo fluido y viable
y para que comience a identificar los recursos con los que cuenta que ya lo han preparado
para el cambio. Mediante la tarea de identificar los obstáculos, el rito materializa las
restricciones que contribuyeron a mantener el problema. Lavisión de un futuro con muchas
direcciones posibles pone el acento en el concepto de decisión. Las más de las veces los
individuos provenientes de familias abusivas pierden el sentido de la acción personal y se
consideran personas con pocas posibilidades de elección. En las familias cuyas
configuraciones de interacción fomentan una identidad compartida a expensas de las
diferencias individuales, puede utilizarse la metáfora del sendero con el fin de destacar la
"unicidad", examinando los diferentes senderos que los miembros de la familia podrían
elegir.
Este rito fue creado inicialmente por un equipo de terapeutas que trabajaba con una
jovencita de catorce años. La niña había sido enviada a una casa adoptiva, cuando le reveló
a su madre que había sido vejada por su padre biológico y ésta no le creyó. Ya instalada en
la nueva casa, la niña comenzó a tener peleas con sus compañeras en la escuela. Durante el
proceso de articulación el terapeuta descubrió que a la jovencita le gustaban las novelas
románticas sobre los indios norteamericanos. Ella explicó que admiraba a las mujeres de
esas historias porque tenían "mucho valor". Eran mujeres que utilizaban esavalentíay
demostraban que a pesar de que los hombres creen que son ellos quienes se hacen cargo de
todo, en realidad son las mujeres quienes lo hacen. En la terapia se externalizó la "valentía"
y el terapeuta le hizo algunas preguntas a la niña destinadas a ayudarla a descubrir que ella
también podía ser'valiente, pero que esa valentía podía ser utilizada a favor, es decir,
ayudándola a superar su actitud violenta en la escuela, o en contra, o sea, impulsándola a
continuar con las riñas escolares. De modo que se utilizó el rito del sendero para impulsarla
a identificar situaciones en las que la "valentía" creaba problemas. Después de transcurridas
seis sesiones, la niña comenzó a dominar su "valentía" y a utilizarla para defenderse a sí
misma.
El rito del sendero demostró ser particularmente útil en los casos de personas que después
de haber elegido un nuevo sendero se encontraban retornando al sendero circular. Una
mujer joven que había vivido una historia de abuso grave, sufrió muchas recaídas. Modificó
el sendero con el fin de afirmar la imagen alternativa emergente sobre sí misma e identificó
los obstáculos que la impulsaban a retornar a la antigua caracterización de sí misma como
una enferma mental; describió esos obstáculos en unos papelitos y los colocó en algunas
bifurcaciones críticas del sendero. Puso los cartelitos de papel de manera tal que al quitarlos
podía encontrar recordatorios de las ocasiones en que había resistido con éxito a las
incitaciones previas para regresar al sendero circular y a la antigua versión de sí misma.
Pueden plantearse dilemas al preguntarles a los miembros de la familia sobre las
consecuencias de elegir determinado sendero o determinado curso de vida. En el caso de
una mujer que había sido vejada en su infancia, se utilizó, el rito del sendero para comparar
los diferentes futuros que ella podía vislumbrar si continuaba su actual estilo de vida de
incapacidad psíquica y si elegía un nuevo sendero que la condujera a la salud. Muchos
adultos que sufrieron agresiones sexuales de niños tienen una larga carrera psiquiátrica. En
estos casos, el rito del sendero también puede utilizarse para ayudar a esas personas a elegir
entre continuar con ese estilo de vida de enfermos mentales y el estilo de "sobreviviente".
El futuro de un enfermo mental incluye las ideas de carácter crónico. La descripción del
"sobreviviente" incluye una protesta por haber sido una víctima y la inevitable transición
hacia una identidad no definida por el abuso sufrido en el pasado.
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73
Cuando los pacientes han logrado ya marcar varios puntos decisivos o encrucijadas, el rito
del sendero puede reelaborarse con el fin de ayudar a esos pacientes a decidir qué dirección
han de tomar. Con frecuencia las familias tienen dificultades para tomar decisiones
referentes a la reunificación. De modo que puede utilizarse el rito del sendero para
alentarlas a medir hasta qué punto están preparadas para la reunificación. Si los miembros
de la familia deciden reunificarse, puede utilizarse el rito del sendero para ayudarlos a
anticipar las obstrucciones potenciales que serán inevitables como consecuencia de los
cambios individuales realizados. La reelaboración del rito pone el acento en la naturaleza
del proceso de experiencia y cambio.
El rito puso de manifiesto el lento pero firme progreso hecho por la mujer, un progreso que
podría haberse perdido en las crisis posteriores vinculadas con el abuso fisico y sexual
perpetrado por sus hijos. Pero además el rito le suministró una perspectiva para analizar las
recaídas y comprender que los pioneros a veces deben volver sobre sus pasos e intentar
rutas diferentes. Por otra parte el rito ayudó a poner el acento en las fuerzas y la creatividad
de esta mujer. Mediante los relatos, ella pudo a su vez señalar los recursos con que
contaban sus hijos para superar la violencia.
Redefinición de la identidad: destacar aspectos de la experiencia vivida anteriormente
descuidados
Redefinición de la identidad: poner el acento en los recursos
Quiero citar aquí el caso de una familia con la cual el rito de la narración alcanzó muchos
de los objetivos que se logran con el rito del sendero. Esta familia tuvo una larga historia de
violencia. La madre había sido criada en un hogar sustituto y se había casado con-un
hombre golpeador. La mujer cayó en una depresión clínica después de un accidente en el
cual murió un niño que estaba a su cargo. Esta mujer decidió ayudar a su familia a escapar
de la violencia cuando alcanzó a oír a su marido y a su suegra considerar la posibilidad de
internarla en un hospital estatal y enviar a los niños a hogares adoptivos. Un equipo de
supervisión le ofreció a la mujer la caracterización de un "pionero" en relación con los
esfuerzos que ella realizaba por ofrecer a sus hijos un futuro diferente de ese pasado
abusivo que ya habían sufrido. El hijo mayor era el que más dificultades había presentado
para escapar a la violencia. La mujer comenzó a considerar los obstáculos que había tenido
que superar en sus esfuerzos de pionera y a narrarles a los niños historias de pioneros. Eran
historias que ilustraban las lecciones que ella había aprendido.
También pueden elaborarse ritos que ayuden a los niños con antecedentes extremadamente
deteriorados a descubrir excepciones de esa imagen de sí mismos de "mercancía dañada".
Con el fin de tratar a una niña de doce años que había sufrido abuso sexual y luego fue
rechazada por sus padre biológicos, sus padres adoptivos y sus padres sustitutos se elaboró
un rito en el que se empleó la metáfora del árbol. Durante una conversación con su
terapeuta la jovencita relató que le gustaba mucho trepar a los árboles. Para ayudarla a
liberarse de los efectos del abuso y el abandono se utilizó en su caso la representación
gráfica de un árbol. La niña puso un rótulo a cada raíz del árbol que representaba los
aspectos de sí misma que apreciaba. Luego identificó a las personas que habían nutrido el
árbol para ayudarlo a crecer. Las hojas del árbol caídas representaron las creencias y las
prácticas familiares que la niña ya no deseaba para sí. Este rito la ayudó a determinar más
aspectos positivos de sus vivencias. Poco antes de que comenzaran las vacaciones la niña
fue ofrecida en adopción. Durante la última sesión, el terapeuta le propuso que juntos
adornaran el árbol con ornamentos navideños que representaran las fuerzas de la paciente.
Esta vez trabajaron sobre un árbol verdadero que la niña llevó consigo a su nuevo hogar.
74
75
Durante la fase liminal, el equipo de terapeutas alienta a los miembros de la familia a que
examinen las creencias que sostienen y determinen si son ideas importantes para ellos en la
etapa actual de su ciclo vital. Las creencias particularmente relevantes son aquellas que
frenan el cambio y contribuyen a crear las condiciones para que se dé el abuso sexual.
En un grupo psicoterapéutico destinado a adultos que habían sido vejados siendo niños se
elaboró un rito particular. Las mujeres de ese grupo luchaban contra antiguas creencias
sobre sí mismas que habían forjado mientras crecían en los hogares donde habían sufrido el
abuso. Creencias tales como "mi opinión no vale nada" o "uno no puede confiar en la
propia experiencia" ya no encajaban con su nueva manera de ser, pero eran invitaciones
para retornar a un estilo de vida "de víctima". Se pusieron de acuerdo en regresar la sesión
siguiente llevando consigo una lista de aquellas ideas que consideraran incapacitantes.
Analizaron cada creencia y decidieron de qué ideas estaban ya preparadas para
desembarazarse. Una a una, las mujeres del grupo fueron quemando las hojas donde habían
anotado esas creencias. A la semana siguiente decidieron representar un velatorio por la
pérdida de esas ideas. Las mujeres de este grupo se comunicaron luego los cambios que
cada una había advertido desde el momento en que se había liberado de esas creencias
incapacitantes. Algunas semanas después escribieron anuncios de nacimientos para
proclamar la llegada de las nuevas creencias que se adaptaban mucho mejor a ellas. A partir
de entonces, las mujeres de este grupo compartieron sus experiencias con las nuevas
participantes y quemaron otras ideas restrictivas. Al reelaborar el rito, estas mujeres
pudieron marcar los progresos que habían hecho a lo largo del tiempo transcurrido.
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Negociación de las creencias: liberarse de las creencias restrictivas
La cura: elaborar expectativas de reciprocidad
Pueden emplearse variaciones del rito de los días pares y los días impares con el fin de
ayudar a las pacientes a examinar las creencias que interfieren en el desarrollo de la
reciprocidad en las relaciones. Como ya lo dijimos, las mujeres de *las familias abusivas
con frecuencia equiparan su valor personal con su capacidad de prodigar cuidados. Muchos
varones abusivos creen que °tú debes decir siempre que sí". Estas ideas contribuyen a que
se creen pautas de interacción en las que se da y se recibe muy poco. Estos modelos de
interacción pueden aparecer relacionados tanto con las tareas que debe cumplir la mujer,
como con la intimidad emocional y con las relaciones sexuales.
Puede emplearse un rito de tres fases cuando lo que se busca es alentar a las parejas a
experimentar una interacción recíproca. Este método fue utilizado con una pareja que
recurrió a la terapia a causa de las dificultades que experimentaba en su relación marital
vinculadas con una experiencia de abuso sufrida por la mujer. Ambos miembros de la
pareja se quejaron de la dificultad que tenían para iniciar un acercamiento emocional, para
demostrarse afecto físico o para lograr la intimidad sexual. Mientras la pareja analizaba su
experiencia, la creencia de "tú debes decir que sí" fue externalizada. La primera fase de la
terapia consistió en alentar a los miembros de la pareja a elaborar un repertorio de
respuestas. Cada uno por separado hizo una lista y experimentó varias conductas. Además
ambos practicaron determinando si deseaban o no tener un acercamiento emocional o físico
o contacto sexual. En la segunda fase se les presentó una variación del rito de los días pares
y los días impares. Del repertorio elaborado por cada uno de los miembros de la pareja se
identificaron las interrelaciones consideradas cariñosas, y se estableció que los días pares
uno de ellos debía tomar la iniciativa de la conducta afectuosa y que el otro debía hacerlo
los días impares. En la
77
tercera fase se aplicó el rito de los días pares y los días impares para que cada miembro de
la pareja iniciara conductas sexuales extraídas de los repertorios.
La cura: eludir- los síntomas
También es posible elaborar ritos terapéuticos con el fin de ayudar a los pacientes a eludir
los efectos negativos del abuso. Durrant (1987) sostiene que las terapias -que proponen
reexperimentar las emociones intensifican el sentimiento de impotencia e incapacidad de la
víctima. Este autor considera que es más saludable para las víctimas de abuso sexual
infantil emplear la terapia con el objeto de desarrollar la sensación de que son ellas quienes
controlan sus sentimientos. De ese modo las víctimas pueden cobrar conciencia del impacto
emocional del abuso sexual sin quedar abrumadas por sentimientos diferentes y confusos.
También pueden utilizarse los ritos a fin de ayudar a los niños que fueron ultrajados a
experimentar una sensación de control. Algunas variaciones de las actividades de destruir
los miedos (White, 1986 a) y domar el mal genio (Durrant, 1989; Epston, 1989) resultan
particularmente efectivas para ayudar a los niños a liberarse de los síntomas que presentan
como consecuencia del abuso. Se sugiere a cada niño que personifique los síntomas
dibujándolos y dándoles un nombre (por ejemplo, "monstruos manoseadores" o "monstruos
de personas asustadas" o "monstruos ladrones"). Cuando cada niño ya ha realizado las
actividades individualizadas de domesticación de los monstruos, se colocan los dibujos en
una caja que sirve de depósito colectivo para los monstruos que les crean problemas a los
niños. Se cierra la caja con una cadena y un candado. Como premio a su creciente
capacidad, el niño que ha domado monstruos recibe la combinación del candado. La
naturaleza colectiva de este rito reduce el aislamiento e inspira confianza. Al participar en
este
78
rito los niños aprenden que otros niños también sufrieron abuso sexual. Y también
descubren que esos otros pequeños fueron capaces de librarse de los miedos y los
problemas que experimentaron como consecuencia del abuso.
La cura: superar la victimización y la pérdida
Una disculpa formal ofrecida por el agresor a la víctima es un rito muy eficaz para alentar
la cura ('lrepper, 1986). Este rito terapéutico exige una larga preparación. A lo largo de
varias sesiones se alienta a ambos padres a analizar una cantidad de cuestiones que
incluyen:
• las ideas o las interacciones que sentaron las condiciones para que en esa familia haya
ocurrido el abuso;
• qué hicieron ellos para modificar esos aspectos y qué proyectan continuar haciendo;
• qué información pueden compartir con sus hijos teniendo en cuenta las diferentes etapas
de desarrollo de los niños y
• cómo piensan responder si en el futuro advierten que el niño está sufriendo abuso sexual.
Durante ese período el terapeuta trabaja también con los niños a fin de medir la preparación
que éstos tengan para afrontar el rito. Se pide a los niños que escriban preguntas que deseen
que los padres respondan. Estas preguntas les sirven a los padres para comprender la
experiencia de abuso sufrida por la víctima.
Después de un repaso se planifica una sesión formal de disculpas. Este rito tiene la
finalidad de aliviar al niño de cualquier sentimiento de responsabilidad que pueda haber
tenido a causa del abuso. Los padres responden a las preguntas de los niños y comparten la
determinación de crear un futuro diferente. Se alienta a todos los miembros de la familia a
dar un salto imaginario en el tiempo y a considerar cómo cambiará
79
la familia en el futuro al haberse librado del secreto. También se les puede sugerir que
imaginen de qué modo continuará cambiando cada miembro de la familia y cómo serán
todos cuando completen la terapia. Se les puede preguntar además cómo piensan que será la
siguiente generación gracias al hecho de que todos ellos decidieron superar el abuso.
Incluso se puede acordar algún tipo de penitencia para el ofensor como parte del rito.
La fase de la reincorporación
En la fase de reincorporación o reagrupación del rito de paso se comunican las nuevas
versiones elaboradas por los miembros de la familia a las personas significativas para ella.
Al compartir esa versión, los miembros de la familia consolidan los cambios que lograron
realizar como consecuencia de haber participado en la terapia. Cuando se ejecuta la nueva
versión ante un "auditorio" las nuevas creencias y las nuevas interacciones llegan a ser
parte de la experiencia vivida. La respuesta de ese auditorio puede provocar la permanencia
de la nueva versión. Al reconocer la nueva imagen, los miembros de la comunidad
comienzan a interactuar con la familia de manera coherente con la nueva condición
alcanzada por aquellas personas (Kóback y Waters, 1984; White y Epston, 1989). Una
mujer joven que de niña había sufrido abuso sexual organizó una serie de "fiestas de
presentación en sociedad", en las cuales declaraba simbólicamente ante las personas
significativas en su vida que había salido de su ocultamiento y se reconocía como una
persona digna y de talento.
Comunicar la nueva imagen
Hay una variedad de contextos que proporcionan la oportunidad de comunicar la nueva
versión a un
so
auditorio. El rito de "ponerse al día" se empleó en grupos de terapia de adultos que habían
sido ultrajados siendo niños y en madres cuyos hijos habían sufrido abuso, con el fin de
celebrar y comunicar los pequeños pasos que cada miembro había dado. En cada sesión un
nuevo miembro se agrega al grupo y todos comparten con los demás participantes los
cambios más recientes logrados y que cada uno considera satisfactorios. Se comunican los
comienzos de la nueva imagen y se invita a los nuevos miembros a participar del desarrollo.
Este rito crea un ambiente de confianza antes que de desesperanza.
También pueden elaborarse ritos muy útiles para las sesiones de terapia destinadas a ayudar
a los miembros de una familia a incorporar las nuevas caracterizaciones de sí mismos. Por
ejemplo, con el objeto de documentar el cambio a lo largo del tratamiento se empleó un
collage continuo. Los miembros de la familia comienzan formando un collage que
representa la imagen de la familia en el momento de la revelación del abuso. A medida que
la terapia progresa, se agregan al collagepapelitos adicionales que describen los cambios
realizados por los miembros de la familia. La nueva caracterización se concreta mediante la
construcción del collage. La reelaboración del rito demuestra que el cambio es un proceso
continuo. Al finalizar la terapia, los terapeutas entregan el collage a la familia y le indican a
sus miembros que deben continuar utilizándolo para registrar los cambios que se produzcan
en el futuro en la historia familiar.
Los miembros de una familia afirman y comunican sus nuevas versiones sobre sí mismos y
sobre sus relaciones al asesorar a otras personas que están comenzando el proceso de
separación de sus creencias e interacciones arcaicas (White y Epston, 1989). Las personas
que completaron una terapia de grupo para padres ofensores y no ofensores vuelven al
grupo como asesores a fin de describir los detalles de su paso desde la situación en que se
encontraban en el momento de
81
la revelación a su situación actual. La llegadá'dfé{ nueva versión puede documentarse
mediante grábáciones de vídeo que luego podrán emplear otras perso ctas ckue encniec«an
el Qroceso de transformación_ La. C~~azeg~S~TÓ.Z1aeSV~CO~o ~Ot'u~1~i1~0
y~e.aS~m~a~a
puede volver a mirar su vídeo cuando siente alguna incitación a retornar a las antiguas
creencias e interacciones que contribuyeron a formar la anterior imagen de 5í mismo.
Cuando los niños o los "sobrevivientes" adultos están influidos por los efectos del abuso,
los "asesores" pueden ofrecerles valiosas ideas sobre cómo oponerse a tales efectos.
Cuando los miembros de una familia cuentan con muchos "ayudantes", es importante
comunicar a los miembros de ese sistema más amplio los progresos realizados por la
familia. Es útil para los miembros de la familia invitar a las personas de los servicios
protectores, de la escuela, del tribunal o de otros grupos que deseen ayudarlos, a las
sesiones críticas del tratamiento para que éstos se enteren de los cambios logrados por los
individuos o por la familia en su conjunto. Cuando los profesionales no advierten ó no
reconocen ningún cambio, se puede invitar a los miembros de la familia a reconsiderar la
versión "victimizada" de ellos que tienen los miembros de ese sistema más amplio. La
respuesta de los profesionales ayudó a promover la responsabilidad y a afirmar las
creencias y las pautas de interacción que se estaban desarrollando.
El hecho de que la nueva versión trasponga los límites del terreno terapéutico es un aspecto
importante de la fase de reincorporación, en especial para los miembros de familias a
quienes el secreto y el aislamiento habían incapacitado. Además, afiliarse a grupos sin
problemas da a los miembros de la familia la oportunidad de experimentar nuevas
conductas. Se crea el contexto necesario para que las personas se aparten del papel de
"pacientes" y practiquen la nueva
82
versión ante un auditorio diferente. Es decir que comienza a desarrollarse una vivencia
apartada de la experiencia de abuso y victimización.
Ritos de conservación
Durante los momentos de gran estrés, las personas que desarrollaron versiones diferentes y
más capacitadoras de sí mismas vuelven a ser vulnerables al retorno de la versión opresiva
dominante. Además, ciertas circunstancias pueden relacionarse con el riesgo de una
recaída. De modo que pueden elaborarse ritos destinados a que esas personas minimicen los
retrocesos y conserven la nueva imagen de sí mismas y de sus relaciones.
"Caminar sobre cáscaras de huevos" es una caracterización frecuente de la experiencia de
vivir en una familia donde se dio el abuso sexual. Una madre, cuya hija fue agredida
sexualmente, utilizó esas palabras para describir la interacción de su hogar. La mujer
explicó que su marido había "aterrorizado" a toda la familia. El hombre abusaba con
bastante frecuencia del alcohol y/o de las drogas y cuando se encontraba bajo la influencia
de esas sustancias era capaz de conducir el automóvil con toda la familia en su interior
peligrosamente o de trabarse en riñas con gente desconocida. Con la descripción hecha por
la madre, quedó externalizado un "estilo de vida aislado". Antes de decidirse a revelar la
situación la madre había dedicado todas sus energías a mantener a la gente alejada de la
"isla" para que nadie se enterara de lo que allí ocurría. En la terapia la mujer trazó una
completa descripción de las creencias e interacciones que habían contribuido a crear ese
estilo de vida de aislamiento. La madre sostuvo muchas de las creencias sobre la lealtad
familiar y se mostró preocupada por la idea de que para lograr el cambio debería abandonar
todos sus valores. En ese momento el terapeuta le pidió que considerara de qué modo esos
valores podían obrar a su favor y
83
cómo podían hacerlo en contra de ella. También le sugirió que imaginara los beneficios de
adoptar un "estilo de vida de capullo de gusano de seda", pues el capullo proporciona un
refugio seguro ante el mundo exterior, pero también incluye las expectaciones de que el
ocupante experimente una metamorfosis y se aventure en el mundo exterior.
Finalmente esta metáfora evolucionó y se transformó en un rito destinado a ayudar a los
miembros de la familia a conservar las nuevas imágenes producidas por el cambio. Durante
1'a última sesión cada miembro de la familia menciona los pasos que dio para desarrollar la
nueva versión. Y anota en una hoja de papel cada uno de esos pasos. Esos papelitos
se,colocan luego en cajas con forma de huevo a las que los miembros de la familia podrán
recurrir cada vez que se sientan vulnerables y dispuestos a retornar a las viejas versiones. Si
los miembros de la familia dan pasos adicionales, las descripciones de esos nuevos pasos se
agregan a la caja.
La celebración
Con frecuencia es conveniente organizar celebraciones a fin de destacar la reincorporación,
pues una ceremonia de este tipo proporciona el contexto necesario para que los demás
reconozcan la nueva condición alcanzada por cada individuo. Para afirmar la celebración
pueden entregarse diplomas o trofeos.
Un grupo de niñas púberes que participa en una psicoterapia organizó una serie de "fiestas
de liberación del secreto" para celebrar el éxito obtenido en la batalla contra los efectos del
abuso. Y dedicaron varias semanas a preparar tales fiestas, pues debían decidir a quiénes
deseaba invitar cada una. Las niñas decidieron invitar a la familia, a los amigos, a los
padres sustitutos y a los terapeutas. Las niñas armaron un espectáculo con títeres y bromas
para comunicar a los invitados sobre las aptitudes de protección y resolución
84
de problemas que habían adquirido en el grupo. También dibujaron carteles y armaron toda
una decoración que simbolizó la liberación del secreto y el abuso. Durante las
celebraciones, las niñas jugaron al juego del "chismorreo" para demostrar de qué modo los
secretos contribuyen a crear confusión y deterioro en la comunicación. En este juego
infantil, una persona le murmura al oído a otra un "secreto". Luego se separa a las niñas y a
sus invitados en dos grupos. Cada grupo elabora una lista de los aspectos en que cree que
han cambiado las niñas desde que lograron liberarse del secreto. Se vuelven a unir los
grupos y se leen las listas en voz alta. Luego las niñas y sus invitados observan vídeos
grabados que describen lo que han aprendido las pacientes durante su participación en el
grupo. Finalmente se le entrega a cada una un trofeo que indica que logró librarse del
secreto.
La fiesta de liberación del secreto es útil para:
• recaracterizar a las niñas atendiendo a sus fuerzas, • promover la cura y la liberación de
los efectos del abuso y
• comunicar la nueva imagen de fuerza a las personas que son significativas para la niña.
En otros grupos de diferentes edades también se elaboraron celebraciones similares, y en
esos casos se utilizó la metáfora de los héroes. Se invitó alos niños a que consideraran las
características de los héroes y se les pidió que se los imaginaran oponiéndose al abuso:
primero, los héroes eran suficientemente valientes para confiarle a alguien el abuso,
suficientemente animosos para asistir a la terapia por primera vez y lo bastante fuertes para
resistir los efectos del abuso. De modo que se organizó una reunión para celebrar esos
aspectos heroicos de la vida de cada niño. En el caso de adultos que habían sido ultrajados
de niños, se organizaron celebraciones que duraron todo un día. Los participantes
emplearon la creatividad para reivindicar la vida que habían llevado desde que ocurriera el
abuso, mediante danzas, poesías, breves
85
relatos y pinturas. Con demasiada frecuencia la revelación del abuso sexual infantil acarrea
una situación caracterizada por la culpa y la vergüenza. Estas celebraciones crean un
contexto que pone de manifiesto la capacidad y el valor de esas personas.
Conclusión
Las conceptualizaciones tradicionales describen a las familias que experimentaron el
incesto como "uno de los casos más resistentes al cambio". Una conceptualización
cibernética considera que los miembros de la familia están "reprimidos" por las versiones
opresivas dominantes que además impiden que se produzca el cambio necesario para que el
ciclo vital de esas personas continúe evolucionando. Los factores que dificultan el cambio
son:
o las creencias que interfieren en el desarrollo de una sensación de personalidad y
o los círculos viciosos que mantienen la negación de las experiencias vividas, promueven el
aislamiento y fomentan una identidad compartida a expensas del crecimiento individual.
Se han elaborado métodos terapéuticos destinados a capacitar a los miembros de la familia
para oponerse a las creencias e interrelaciones restrictivas y para elaborar nuevas versiones
sobre sus vidas y relaciones, versiones o imágenes que no estén dominadas por el abuso y
la "victimización".
El proceso ritual promueve el cambio al alentar un sentimiento de seguridady estabilidad.
También pueden elaborarse ritos destinados a ayudar a los miembros de la familia a
determinar aquellos aspectos de sus vivencias a los que desean continuar adhiriéndose. El
empleo de ritos se opone a la visión negativa que los miembros de la familia puedan tener
del cambio, pues hace que ellos mismos se hagan cargo de la dirección y la velocidad que
han de tomar esos cambios. Además, se promueve la acción personal porque los miembros
86
de la familia aprenden a reconocer y celebrar los muchos pequeños pasos que logran dar. El
hecho de apreciar la naturaleza evolutiva del cambio ayuda a los miembros de la familia a:
o apartarse de aquellos aspectos de la experiencia vivida que ya no son viables y
o experimentar con nuevas creencias y nuevas conductas. Además, los ritos dan la
oportunidad a los miembros de la familia de celebrar los cambios y comunicar las nuevas
imágenes de sí mismos y de sus relaciones a la comunidad más amplia.
Notas
' Trepper y Barrett (1986. 1989) introdujeron el concepto de vulnerabilidad en la
bibliografía sobre el abuso sexual infantil intrafamiliar. Estos autores analizan la
vulnerabilidad dentro del contexto de un modelo de diátesis-estrés. Se supone que el incesto
ocurre cuando:
• una serie de factores individuales, familiares y ambientales se combinan para crear la
vulnerabilidad de esa familia.
• la familia vive un acontecimiento desencadenante y
• han quedado eliminados los recursos que permiten resistir.
Las ideas presentadas por estos autores proporcionan un modelo útil para evaluar los casos
de abuso sexual infantil y actuar en ellos.
La presente conceptualización aplica el concepto de vulnerabilidad dentro del contexto de
la teoría cibernética. Este modelo no se interesa en los conceptos causales que se
consideran en una conceptualización de diátesis-estrés. La teoría cibernética supone que los
problemas surgen como resultado de acontecimientos casuales o incidentes fortuitos que:
• se interpretan dentro del contexto de una versión dominante opresiva: • contribuyen a
fortalecer las restricciones e
• impiden a los miembros de la familia elegir soluciones más viables para el problema que
afrontan.
Agradecimientos
Agradecemos profundamente la especial ayuda de nuestra colega, Patricia Sterne, que
participó en la coelaboración de gran parte de estos ritos.
También agradecemos a Nona Hutton por elaborar el rito de unión que externaliza la
vulnerabilidad al abuso sexual infantil intrafamiliar; a Beth Persac, por haber modificado el
rito de destrucción de miedos de White e incluir la idea de la caja colectiva para encerrar a
los "monstruos malos" y a Lyn Lucas, por sus comentarios sobre un borrador anterior de
este capítulo.
87
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89
3
Superar los efectos del abuso sexual
Desarrollar la percepción de la propia capacidad
Michael Durrant
y
Kate KOwalski
La gravedad de la cuestión del abuso sexual y el hecho de que cada vez descubramos que
hay más casos de personas que vivieron gran parte de sus vidas secretamente oprimidas por
los recuerdos de una experiencia de abuso sexual, quizá sea uno de los aspectos que ha
llevado a que los terapeutas, al trabajar con este tipo de pacientes, quieran "dar en el clavo".
Por ello no es sorprendente que anhelemos tener cierta habilidad especial que nos guíe en
nuestros intentos. Al reflexionar sobre la terapia que puede resultar más adecuada para
tratar a las víctimas de abuso sexual nos hemos preocupado por las involuntarias
consecuencias de nuestra creciente pericia en este terreno y por el hecho de cobrar cada vez
más conciencia de que la terapia que debe aplicarse en los casos de agresión sexual es de
algún modo una esfera diferente, o más dificil o que requiere una mayor especialización.
Ideas sobre el contexto terapéutico
El campo de la terapia destinada a tratar a personas que han sufrido agresiones sexuales
está plagado de prescripciones, tanto para los pacientes como para los terapeutas. Al tiempo
que se tenía conocimiento de la cantidad de casos de agresión sexual surgió una multitud de
ideas sobre los efectos que podía tener el abuso, el "daño" provocado por*el abuso, y sobre
qué debían hacer niños y adultos a fin de recuperarse de ese daño. Tales ideas dieron lugar
a la aparición de una nueva generación de profesionales. Muchos de nosotros, terapeutas
"corrientes", estamos descubriendo que existen pacientes con los cuales podemos trabajar
concentrándonos en sus problemas emocionales o de conducta, sin embargo, esos pacientes
necesitan tratar con un "consejero especialista en agresión sexual" que pueda trabajar en las
cuestiones específicas relacionadas con la experiencia de abuso.
Hace algunos años nuestro colega David Epston (1984) propuso un esquema de
pensamiento sobre las terapias, en el cual señalaba el contraste entre "las terapias de
degradación" (o "terapias misioneras") y las "terapias de regeneración" (o "terapias
antropológicas"). La primera categoría incluía los enfoques terapéuticos basados en el
"conocimiento" de los terapeutas sobre qué era lo mejor para el paciente y cuál el mejor
camino .para lograrlo. Lo que le preocupaba a Epston de estos enfoques era que aun cuando
esa terapia tuviera éxito en resolver las dificultades que se presentaban en ese momento, el
contexto que establecía podía llegar a ser fácilmente un contexto en el que los pacientes
habían tenido que someterse al poder y la pericia del terapeuta. De ahí que, aun el paciente
que aparentemente terminaba su terapia con éxito, paradójicamente podía considerarse que
salía del proceso en una posición
90
91
inferior a la que tenía al comenzarlo. Por otro lado, la otra categoría de terapias sugiere un
enfoque más cooperativo y estima que los pacientes pueden influir más en decidir qué
dirección debe tomar la terapia y en definir qué les puede resultar útil.
Consideramos útil el esquema de Epston al concebir nuestro propio trabajo en el terreno del
abuso sexual. Además, influidos por las ideas de White acerca de la autocaracterización que
se. forjan las personas, proponemos unavariación del paradigma de Epston (véase el
cuadro)
1. El terapeuta es experto ...posee conocimientos especiales referentes al abuso sexual a los
cuales el paciente debe someterse.
2. Se considera al paciente dañado o quebrantado por el abuso.
3. El modelo de deficiencia... tiende a "inmovilizar" al paciente.
4. El objetivo clave del tratamiento es comprender las dinámicas del abuso.
5. Para producir el cambio es necesaria una experiencia catártica o correctora.
Cuadro 1. Un esquema para clasificar los enfoques terapéuticos.
92
Terapia que promueve una autocaracterización de "víctima"
Terapia que realza una autocaracterización de "persona competente"
1. El o la paciente es un experto en su propia vida ...tiene la capacidad de determinar qué es
lo mejor para él o para ella. El terapeuta respeta todo esto.
2. Se considera que el paciente se siente oprimido por los efectos del abuso y lucha contra
ellos.
3. El modelo de los recursos ...apunta a rearmar las fuerzas y los recursos del paciente.
4. El objetivo del tratamiento es que el o la paciente se considere una persona competente
capaz de controlar la influencia de los efectos del abuso.
5. La mejor "experiencia correctora" es que el o la paciente armonice su vida del modo que
más se ajuste a su verdadera personalidad; una vez que el paciente advierte esta posibilidad,
el cambio se produce naturalmente.
El esquema nos impulsa a considerar el contexto establecido por la experiencia de la
terapia, así como el modo en que ese contexto puede compararse con la experiencia del
abuso mismo. Se ha escrito mucho sobre la persistencia de la sensación de impotencia e
incapacidad como uno de los efectos del abuso. Pero lo .
que nos interesa saber es si la experiencia de la terapia establece un contexto dentro del cual
los pacientes pueden reconocerse como personas competentes, un contexto que se opone a
otro en el que si bien parece que las dificultades quedaran resueltas, los pacientes no viven
el proceso de la terapia como un proceso en el cual ejercen y experimentan su capacidad.
Un contexto en el que se enfrentan la condición de víctima y la capacidad
Es fundamental para este enfoque considerar el concepto de "ser una víctima". Es evidente
que nuestros pacientes que sufrieron un abuso sexual fueron víctimas de una acto violento y
opresivo, un acto que no pudieron controlar, al que no fueron invitados y que fue realizado
sin su connivencia. Teniendo en cuenta que los niños pueden experimentar sentimientos de
culpa, vergüenza o censura, es importante hacerles conocer su "inocencia" y su "condición
de víctimas". Sin embargo, sigue preocupándonos el hecho de que algunos pacientes
continúan considerando ese aspecto (el hecho de haber sido víctimas) como un punto
central de la imagen que tienen de sí mismos.
El ShorterOxfordDictíonary (Little, Fowlery Coulson, 1973) ofrece la siguiente definición
de víctima: aquel que está reducido o destinado a sufrir alguna acción opresiva o
destructora. La idea de estar "destinado a sufrir" implica claramente la naturaleza
continuada del estado de víctima y sospechamos que ocurre algo semejante con el concepto
popular de lo que significa ser una víctima. Esto equivale a decir que la gente continúa
considerándose víctima y así desarrolla una imagen
93
continuada de sí misma que excluye la posibilidad de sentirse competente o confiada.
Muchas pacientes confiesan que imaginan que. sufrirán dificultades emocionales y/o
interpersonales más adelante en sus vidas, como si ello fuera inevitable, y el espectro de
semejantes dificultades llega a convertirse en una especie de Espada de Damocles que
ensombrece cualquier experiencia de la vida que de otro modo podría alentar ideas de
capacidad, salud o satisfacción vital. Por lo tanto, tales preocupaciones pueden llegar a
transformarse en profecías autorrealizables, que promueven la aparición de dificultades
adicionales pues los pacientes se encuentran más dispuestos a interpretar los hechos
atendiendo al abuso antes que a las presiones de la vida que pueden superarse.' De modo
que hemos considerado los enfoques terapéuticos que fortalecen la imagen de víctimas que
los pacientes tienen de sí mismos, enfoques en los cuales los pacientes continúan
"teniendo" la condición o las características de la víctima, en contraste con los enfoques
que sirven para realzar una autoimagen de capacidad progresiva.
En estos enfoques que promueven la autoimagen victimal continuada están implícitos
conceptos tales como el (casi) inevitable daño o la casi inevitable perturbación producidos
por el abuso sexual. Como sugirieron White y Epston (1989) las terapias que se basan en
metáforas del daño o del quebrantamiento son esencialmente modelos de deficiencia. Las
implicaciones que tiene un modelo de déficit son que alguien (el terapeuta) debe identificar
el daño y determinar sus causas, y por lo tanto es él quien está en posición de saber qué
pasos debe dar el paciente a fin de remediar ese daño. El proceso terapéutico se basa en el
"conocimiento experto" del terapeuta del abuso sexual, de sus efectos y de su tratamiento y
creer en tal "conocimiento" conduce fácilmente a que el terapeuta elabore aseveraciones
definitivas sobre los componentes esenciales del tratamiento. En nuestro carácter de
terapeutas experimentados que han hablado con varios pacientes sexualmente agredidos,
muchos de nosotros hemos recogido una serie de ideas sobre algunos de los componentes
que fueron útiles para numerosos pacientes. Evidentemente tal información resulta de gran
ayuda en nuestro intento por interactuar de manera positiva con otros pacientes.
Desgraciadamente esto sólo constituye un pequeño paso hacia el punto adonde creemos que
deben llegar los pacientes a través de sus propias experiencias a fin de que nuestras
observaciones sobre lo que muchos pacientes consideraron útil lleguen a ser normativas.
Por ejemplo:
Las víctimas deben recibir ayuda para poder ponerse en contacto con la ira reprimida y
poder expresar su cólera de un modo saludable y no destructivo (Porter, Blick y Sgroi,
1982, pág. 121).
Entonces el proceso de conducir a nuestros pacientes a que den los pasos "exigidos" se
transforma inevitablemente en un proceso de imposición de ideas sobre qué es útil o qué es
necesario. Es muy probable que muchos pacientes consideren que los pasos o procesos
prescriptos son útiles; sin embargo, el contexto en el que se da esa consideración puede
caracterizarse como un contexto de sumisión. Quizás esa sumisión sea voluntaria (aunque
las presiones de los sistemas legales y de salud mental pueden hacer que esa voluntad sea
ilusoria), es decir que se diferencia de la experiencia de agresión sexual en la cual hubo una
sumisión involuntaria; de todos modos sigue habiendo un estrecho paralelismo. De manera
que cada vez nos hemos sentido más incómodos manteniendo una posición que exige que el
paciente se someta a nuestra prescripción y hemos comenzado a considerar que se trata de
un proceso opresivo y potencialmente capaz de perpetuar los efectos del abuso sexual en la
autoimagen del paciente.
Al adaptar el esquema de Epston, evaluamos los enfoques terapéuticos que tienden a realzar
una
94
95
autoimagen centrada en las experiencias de capacidad. Al considerar tales enfoques,
sugerimos que no sólo el contenido del proceso terapéutico puede alentar tal autoimagen,
sino que también puede hacerlo el contexto en el cual se desarrolla ese proceso, un contexto
que incluye la posición del terapeuta vis-á-vis el paciente y la experiencia del paciente de
su propia participación en el proceso y en los logros obtenidos. Es esencial para este
proceso adoptar una posición que sugiera que las opiniones del paciente sobre lo que es útil
son más importantes que las creencias del terapeuta sobre lo que es terapéutico, y
reconocemos que ésa es una posición que se opone a gran parte de nuestra formación
terapéutica. No obstante, desde nuestro punto de vista, no es suficiente adoptar una posición
comprensiva, benévola y hasta capacitadora, si la terapia que luego se sigue impone,
implícita o explícitamente, que un terapeuta dicte los pasos que debe dar el paciente.
Nuestra experiencia nos indica que nuestros pacientes saben más y partiendo de esta
premisa ellos ejercen un profundo efecto en la dirección y el "tono" que ha de tener el
proceso terapéutico.
Recursos y soluciones versus deficiencias y problemas
Una terapia que promueve en el paciente una versión competente de sí mismo es
esencialmente un modelo que apunta a señalar los recursos, antes que un modelo de
deficiencias. Este tipo de terapia sugiere no que el abuso provoca un daño o una
perturbación, sino que la experiencia de abuso sexual afecta la autoimagen del paciente de
manera tal que oculta o ensombrece aquellos acontecimientos y experiencias que pueden
constituir la base de una autocaracterización de persona competente. Partiendo de esta idea
surge un enfoque que apunta a construir sobre las fuerzas y los recursos, antes que a
corregir o rectificar el daño o las deficiencias.
Al considerar las dos categorías de terapia mencionadas antes, se las puede describir
también como un enfoque centrado en el problema (o centrado en el pasado) y otro enfoque
centrado en la solución.
Los enfoques centrados en el problema (u orientados hacia el problema) tuvieron una
posición destacada en los campos médico y de la salud mental. Tales enfoques se basan en
la tarea de lograr elaborar una lista lo más completa posible de problemas. El intento de
elaborar semejante lista puede determinar una formidable compilación de cuestiones que
luego hay que tratar:
Compilar una lista completa de problemas es una tarea que sólo puede llevarse a cabo
reuniendo una base general de datos. Identificar y enumerar todos los problemas ayuda, a
su vez, a centrar elplan de intervención del terapeuta y del tratamiento... Es
extremadamente útil emplear una lista preelaborada de las categorías de los problemas a fin
de hacer una lista de problemas lo más completa posible (Sgroi, 1982, pág. 87).
Un enfoque centrado en los problemas engendra el riesgo de que el problema se fije en la
imagen que el paciente elabora de su vida. White (1989) introduce el concepto de "versión
saturada de problemas" que el paciente tiene sí mismo, por la cual la imagen del problema
llega a ser la lente a través de la cual el paciente se mira a sí mismo y mira el mundo.
Sostenemos que un enfoque terapéutico centrado en el problema puede contribuir a fijar esa
versión saturada de problemas, paradójicamente aun cuando parezca que el problema ha
quedado resuelto.
En cambio, una terapia centrada en la solución apunta a impulsar al paciente a elaborar lo
que llamaríamos una "versión de sí mismo saturada de soluciones" (y una imagen de
posibilidades futuras), una versión en la que la solución y la idea de alcanzarla reemplacen
al problema y se transformen en la lente a través de la cual el paciente ha de observar la
vida.
Conviene señalar aquí que nuestra oposición a los enfoques centrados en el problema es en
realidad una
96
97
oposición a los enfoques centrados en el problema del pasado. En cambio, los enfoques
centrados en "resolver el problema", particularmente la terapia breve del Instituto de
Investigación Mental (MRI) (Weakland y otros, 1974), se preocupan de manera similar por
no "patologizar" y por modificar las pautas ordinarias de pensar y de actuar, de modo que
pueden considerarse enfoques centrados en la idea de que "las cosas"serán diferentes en el
futuro para el paciente. Si bien estos enfoques están "centrados en el problema", incluyen
sin embargo una orientación implícita hacia el futuro, antes que hacia el pasado y, por lo
tanto, no conducen a una terapia "dominada por el problema".
Los principios básicos de nuestro enfoque
Nuestro trabajo ha recibido la influencia del enfoque centrado en la solución de de Shazer
(1985, 1986, 1988), así como de las ideas sobre las restricciones y el relato de White (1986,
1989).
El especialista de Shazer y sus colegas del Centro de Terapia Familiar Breve (CTFB), de
Milwaukee, desarrollaron su enfoque basándose en las ideas de Milton Erickson sobre los
recursos con que cuentan las personas y en los trabajos de Bateson. El enfoque centrado en
la solución fue evolucionando desde las primeras ideas y las primeras experimentaciones
del equipo de Milwaukee con enfoques estratégicos y sistémicos tales como los del MRI,
los de Haley y los del equipo de Milán. Su trabajo fue apartándolos del enfoque centrado en
el problema y acercándolos ala construcción de la solución en colaboración con el paciente,
particularmente cuando reconocieron que aquello que los pacientes consideraban útil
("soluciones"), con frecuencia al terapeuta no le parecía directamente relacionado con los
problemas presentados, aunque de algún modo "se ajustaba" a la experiencia única del
paciente (de Shazer, 1985). Como resultado de ello comenzaron a considerar que el
terapeuta debía centrar su intervención en tratar de comprender el problema y entender
cómo podía ayudar al paciente a resolverlo, haciéndole preguntas y asignándole tareas que
le hicieran concentrarse en su propia percepción de las necesidades y objetivos y de sus
propios recursos, existentes y potenciales, para alcanzar las soluciones (Lipchik, 1987;
Molnar y de Shazer, 1987). Como parte de este proceso, el equipo de Milwaukee
"descubrió" el concepto de las excepciones -al advertir que interrogar a los pacientes sobre
las ocasiones en que el problema no había constituido un problema (o lo había constituido
en menor medida) aparentemente era más útil que interrogarlos sobre las ocasiones en que
verdaderamente había constituido un problema-. El enfoque centrado en la solución
continuó desarrollándose en el CTFB y en otras instituciones, que exploraron diferentes
maneras de identificar las excepciones y de construir sobre ellas.
El trabajo inicial de White se,basó en el concepto de Bateson sobre las restricciones:
aquellas creencias e ideas que dificultan que la gente advierta los hechos y aspectos de su
experiencia que no se ajustan a la caracterización saturada de problemas que la persona ha
elaborado. White propone algunas formas de interrogar al paciente que apuntan a reducir la
influencia de tales restricciones y a abrir un espacio para que el paciente reconozca otros
aspectos de la experiencia. Si bien consideramos que el enfoque de White está
esencialmente centrado en el problema, advertimos que su esquema resulta útil al ofrecer
maneras de hablar de los problemas que pueden sentar las bases para identificar luego las
soluciones.
Es fundamental en nuestros principios terapéuticos, y también en nuestro enfoque,
distinguir entre "el abuso" y los efectos del abuso. Las personas buscan ayuda terapéutica
no porque hayan sufrido una agresión sexual sino porque están experimentando alguna
dificultad personal o en sus relaciones (que bien puede haber tenido su origen en la
experiencia del abuso). Las
98
99
Principios de la terapia destinada a tratar los efectos del abuso se;nal
1. El abuso sexual no provoca inevitablemente problemas emocionales o psicológicos. A
pesar de haber sufrido una experiencia muy dolorosa y perturbadora, las personas que
fueron ultrajadas tienen muchas fuerzas y recursos a los cuales apelar para resolver las
dificultades.
2. Es más útil preguntarse "¿qué mantiene vivo el problema en la vida de esa persona y qué
le impide resolverlo?" (un foco en el contexto y las restricciones) antes que plantearse
"¿qué causó este problema?" (lo cual conduce a examinar las dinámicas familiares, la
patología individual, etcétera).
3. Uno de los principales efectos del abuso sexual es el ataque que perpetra contra la
autocaracterización de la persona. Como el abuso puede producir en la víctima una ceguera
que no le permite percibir ni
sus fuerzas ni su capacidad, ésta elabora una versión de sí misma y de sus interacciones
"dominada por el abuso".
4. Sin advertirlo, las personas registran y dan gran importancia a los "hechos" que.
concuerdan con las caracterizaciones dominadas por el abuso que ellas han elaborado sobre
sí mismas, los demás, sus relaciones y las situaciones en general. Sin saberlo, estas
personas colaboran para mantener *vivos y saludables" los efectos del abuso, a causa de la
naturaleza creciente del desarrollo del problema.
5. Los problemas complejos como el abuso sexual no necesariamente exigen soluciones
complejas.
6. Toda configuración dominada por el abuso incluye ejemplos de EXCEpcioNEs que
sirven como indicios para llegar a. la solución. Poner el acento en esas pequeñas grietas que
presenta la conducta o la autoimagen del paciente puede constituir la base para que éste
construya una nueva caracterización de sí mismo, de mayor competencia y control.
7. Es necesario definir las dificultades del o la paciente y hablar de ellas de manera tal que
le ayude a sentirse optimista y capaz de resolverlas. 8. El objeto de la terapia es ayudar a el
o de la paciente a superar los efectos del abuso y a dar sentido a su vida y a su experiencia
de una manera que le permita vivir satisfactoriamente, antes que ayudar al paciente a
"trabajar abordando" el abuso.
9. A fin de que ocurran cambios efectivos es necesario que la persona primero se vea a sí
misma a través de las lentes de la "capacidad" antes que de la "incompetencia", del
"control" antes que del "descontrol", de la "autovaloración" antes que del "odio a sí
misma", de la "indulgencia", antes que de la "autocensura", etcétera.
10. No es necesario analizar directamente los detalles del abuso a fin de disminuir los
efectos. Los/las pacientes son los mejores jueces para determinar si (y cuándo) es útil
hablar explícitamente del abuso.
Cuadro 2. Principios que guían nuestro trabajo.
propias creencias del paciente sobre el origen de sus dificultades pueden llevarlo a
considerar el abuso como el problema; sin embargo, lo que desean resolver son las
dificultades que se presentaron luego: la sobreviviente de incesto que llega a la terapia trae
consigo no solamente la. dificultad de tener que sobrellevar el abuso pasado sino también
las repercusiones del abuso que pueden ser la causa de las dificultades que afronta
actualmente (Dolan, 1989, pág. 3).
Esto significa que el abuso solamente es un problema a causa de sus efectos. Esta
distinción, aunque quizá semántica, es importante. La terapia que tiende a resolver el
problema del abuso está inevitablemente centrada en el problema y fácilmente adopta las
características del tipo de terapia que, como dijimos ya, promueve una autoimagen
"victimal". Puesto que no es posible borrar el hecho, es decir, hacer que el abuso no haya
ocurrido nunca, un problema definido como "el abuso" jamás podría resolverse. La terapia
que se concentra en los efectos del abuso puede promover un foco de solución, ya que es
más fácil imaginar que los efectos posteriores, específicos, pueden resolverse o superarse.
Como ya lo habíamos dicho (Durrant, 1987), reconocemos que las pacientes fueron
víctimas de abuso sexual; sin embargo, sugerimos que pueden dejar de ser víctimas de los
consiguientes efectos del abuso.
El abuso sexual no provoca inevitablemente problemas emocionales o psicológicos. A
pesar de haber vivido una experiencia muy dolorosa y perturbadora, la gente que ha sido
vejada posee muchas fuerzas y recursos a los cuales puede apelar para resolver las
dificultades.
La afirmación de. que el abuso sexual no provoca inevitablemente problemas emocionales
o psicológicos de ningún modo insinúa que consideremos el abuso sexual desde un punto
de vista más benigno. Antes bien equivale a decir que los efectos de una experiencia de
abuso pueden atenuarse gracias a una cantidad de
100
factores, de los cuales la terapia no es el menos importante. Como dicen Trepper y Barrett
(1989): La creencia de que el abuso sexual provoca graves problemas emocionales ha sido
la piedra angular de toda terapia... La mayor parte de. los terapeutas probablemente lo crean
sin dudarlo y quizá justifiquen por ello algunos de sus métodos terapéuticos más invasores.
Sin embargo, la investigación sobre los efectos a largo plazo del abuso sexual infantil es
bastante confusa (pág. 11) .
Muchos de los que trabajamos en este campo hemos cobrado clara conciencia de que hay
una cantidad de factores que pueden exacerbar los efectos del abuso, entre ellos la manera
en que respondan los miembros de la familia, los amigos y los profesionales en el momento
de la revelación. De todos modos, consideramos útil reconocer los efectos que pueden estar
(y lo están con frecuencia) vinculados con el abuso sexual, pero no creemos que sean
inevitables. De conformidad con lo que sugerimos antes, hemos descubierto que con
frecuencia precisamente esa suposición de inevitabilidad es la que provoca los problemas
ulteriores. Si los pacientes o los terapeutas creen que las dificultades son inevitables, toda
intervención terapéutica se ha de desarrollar pues en un contexto de virtual futilidad. No es
sorprendente que algunos pacientes consideren que lo mejor que pueden esperar es
desarrollar la capacidad de "afrontar" el dolor y las dificultades que deberán cargar sobre
sus hombros por el resto de sus días.
Un trabajo anterior (Durrant, 1987) narraba el caso de un joven que había sido agredido
sexualmente cuando tenía nueve años. Cinco años después, cuando comenzó la terapia, fue
evidente que el muchacho tenía las características que podían convertirlo en un ultrajador
sexual. La certeza con que el joven se consideraba un futuro agresor le impedía sentirse
capaz de ejercer el control sobre las dificultades de conducta que presentaba en ese
momento, dificultades
que los demás consideraban conductas sexuales indicadoras de un trauma no resuelto y que
él mismo estimaba "extrañas". Sin embargo, cuanto más capaz se sentía el joven
de.controlar esos efectos del abuso, más capaz se sentía también de abrigar la esperanza de
ser diferente en el futuro.
Es más útil preguntarse "¿qué mantiene vivo este problema en la vida de la persona y qué
impide resolverlo?" (un foco puesto en el contesto y las restricciones) que plantearse "¿qué
provocó el problema" (lo cual conduce a examinarlas dinámicas familiares, la patología
individual, etcétera).
Al poner el acento en los efectos y en la idea de que el peso de éstos no es inevitable, uno
se pregunta qué es lo. que está obstruyendo o restringiendo la solución en lugar de qué está
causando el problema. El foco puesto sobre el problema/abuso exige que desentrañemos y
descubramos las causas del problema (lo que podríamos llamar el enfoque terapéutico
"arqueológico") y de ese modo la terapia se inicia con la identificación de la patología, es
decir, si esa patología se encuadra dentro de un conflicto intrapsíquico, una interacción
familiar disfuncional, etc. Si utilizamos la idea de Bateson de la explicación negativa y las
restricciones, podemos concentrarnos en los factores de las opiniones o creencias del
paciente que frenaron la posibilidad de cambio (White, 1986). Nuestra concentración en los
recursos (y por lo tanto en las soluciones) supone que el cambio es constante y es lo que
naturalmente debe ocurrir; por lo tanto, los efectos del problema representan algo adquirido
que puede ser reconocido y sobre lo cual se puede actuar. Poner el acento en todo aquello
que se va adquiriendo en el camino representa una tarea muy diferente de la de identificar y
resolver todo aquello que causó primero el problema. Esto concuerda con la distinción entre
el abuso mismo y los efectos posteriores de ese abuso, puesto que podríamos suponer que
esos efectos pudie
102
103
ron mantenerse por la acción de ciertas restricciones posteriores que hicieron que los
pacientes se sintieran incapaces de superarlos.
Al concentrarnos en las restricciones podemos observar no solamente aquellas ideas y
creencias que actuaron sobre el individuo y que alentaron la elaboración de una autoimagen
que permite que los efectos del abuso dominen la situación, sino también aquellas
expectaciones sociales y culturales, aquellas prescripciones y creencias que fortalecen
ciertos aspectos de la experiencia de una persona o su au
restricciones culturales crean un cli es más probable que la persona qu xual elabore una
versión de sí mism
abuso o una imagen autocensora. Por ejemplo, existen muchas prescripciones sociales y
culturales sobre las mujeres que promueven un sentimiento de incompetencia, de
impotencia y de gran responsabilidad. Estas restricciones establecen un prejuicio en cuanto
a la selección y a la interpretación de la información y aumentan las probabilidades de que
la mujer interprete los efectos del abuso como la representación de alguna deficiencia o
algún error personal.
opercepción. Tales a dentro del cual sufrió abuso se dominada por el
Uno de los principales efectos del abuso sexual es el ataque que perpetra contra la
autocaracterización de la persona. Como el abuso puede producir en la víctima una ceguera
que no le permite percibir ni sus fuerzas ni su capacidad, ésta elabora una versión de sí
misma y de sus interacciones "dominada por el abuso".
Concentrarse en las restricciones y en el contexto es concentrarse esencialmente en la
significación. De acuerdo con los enfoques "constructivistas" recientemente expuestos
(Watzlawick, 1984) suponemos básicamente que la gente está sumergida en un constante
proceso de dar sentido a sus experiencias. La singularidad de la experiencia de las personas
significa que el sentido que ellas den a los hechos es lo que ha de determinar sus respuestas
emocionales y de conducta
y no los hechos mismos. En su trabajo más reciente White empleó la analogía con la
versión dominante o la analogía narrativa para describir el modo consecuente en que la
gente elabora una explicación de su experiencia. Podemos interpretar esto atendiendo a la
persistente autopercepción que el individuo lleva consigo o construye (Kelly, 1963). La
autopercepción del individuo le proporciona un modelo que le sirve para interpretar su
experiencia y los acontecimientos y determina qué aspectos debe considerar destacados o
notables. Por consiguiente, la significación que se les asigne a los hechos y a la experiencia
de los hechos filtra la información de que dispone el individuo sobre sí mismo. La acción
de tales restricciones o de esa autopercepción sirve para perpetuar configuraciones de
conducta o emocionales pero no le abre al individuo una perspectiva alternativa.
De ello se sigue que debemos considerar la agresión que ejerce el abuso sexual en la
autopercepción de la persona atacada como uno de sus efectos principales.
Sin advertirlo, las personas registran y dan gran importancia a los "hechos" que concuerdan
con las caracterizaciones dominadas por el abuso que ellas han elaborado sobre sí mismas,
los demás, sus relaciones y las situaciones en general. Sin saberlo, estas personas cooperan
para mantener "vivos y saludables" los efectos del abuso a causa de la naturaleza creciente
del desarrollo del problema.
Podemos suponer que la experiencia de sufrir un abuso sexual es tan poderosa que puede
despertar vigorosos sentimientos y reacciones y que puede determinar un contexto que
comienza a afectar la manera de pensar acerca de uno mismo y del mundo. Siguiendo el
concepto de White de que la gente desarrolla una autocaracterización "saturada de
problemas", nosotros agregamos que la gente desarrolla una versión de sí misma y de sus
interacciones "dominada por el abuso". La experiencia que esas personas tuvieron del
abuso y
104
105
el sentido que le dieron al abuso mismo y a sus efectos llegan a constituir una especie de
lente a través de la cual observan el resto de sus experiencias.
En general, las personas inconscientemente advierten y dan gran importancia a los hechos
que se ajustan a la versión dominada por el abuso que han elaborado de sí mismas, de los
demás, de sus relaciones y de las situaciones. La lente de la caracterización dominada por el
abuso provoca que esas personas estén más dispuestas a interpretar su propia conducta y
sus propias emociones (y las de los demás) de maneras que se ajusten a esa versión. De
modo que la experiencia de impotencia puede alentar una autopercepción dominada por ese
sentimiento, lo cual ayuda a que acontecimientos posteriores fortalezcan ese sentimiento de
impotencia. Por consiguiente, esas personas pueden experimentar una creciente sensación
de incapacidad para superar determinadas dificultades. Incluso pueden comportarse de
maneras que, a nuestros ojos profesionales, parecen aumentar sus dificultades, puesto que
la conducta de esas personas ha de ser coherente con la versión dominada por el abuso que
han elaborado de sí mismas. [Los terapeutas estamos familiarizados con la idea de que las
personas "intentan soluciones para sus problemas, soluciones que reflejan la versión que
ellas tienen del problema y de sus propias aptitudes para solucionarlo y que con frecuencia
las lleva, sin que lo adviertan, a repetir viejas actitudes (Watzlawick y otros, 1974).]
Los problemas complejos como el abuso sexual no necesariamente exigen soluciones
complejas. Teniendo en cuenta la gravedad del problema de haber sufrido un abuso sexual
y la seriedad de la agresión que ese abuso inflinge en las vidas y en las versiones de sí
mismas de esas personas, no es sorprendente que muchos de nuestros pacientes se sientan
completamente abrumados y crean que no pueden hacer nada por mejorar sus vidas.
También es fjcil
para el terapeuta imaginar las perspectivas de tratar de ayudar a un paciente a producir un
proceso que cambie esa sensación de agobio ante dificultades que parecen insalvables. Por
ello consideramos esencial en nuestro trabajo partir de la idea de que los problemas
complejos (tales como los efectos del abuso sexual) no exigen necesariamente soluciones
complejas. Con esto no queremos rebajar la magnitud de las dificultades que enfrentan
estos pacientes, ni desconocer la naturaleza multifacética del desarrollo de la imagen que
ellos tienen de su vida y de sí mismos. Sin embargo, estamos convencidos de que el
esfuerzo terapéutico debe plantearse y describirse de un modo que permita vislumbrar una
posibilidad de solución. El hecho de concentrar la terapia en el problema lleva consigo el
peso de la complejidad y la enormidad del origen y el desarrollo del problema. En cambio,
al poner el acento en la solución se reconoce que las soluciones pueden comenzar con
pequeños cambios, sobre los cuales podrán construirse luego cambios mayores.
En nuestro carácter de terapeutas, tenemos muchas metáforas a nuestra disposición para
describir los problemas y elaborar diferentes enfoques de tratamiento (sea cual fuere el
camino que elijamos para dar sentido a los problemas que nos presentan los pacientes,
nuestros esquemas no son más que analogías o metáforas) y algunas metáforas complican y
hacen más tortuosas las. terapias que otras sin que por ello tengan mayores probabilidades
de éxito. Es más, de Shazer y sus colegas descubrieron a través de su experiencia con gran
variedad de pacientes que los aspectos que los pacientes nos presentan como puntos que
consideran útiles para alcanzar una solución no necesariamente parecen tener gran relación
con el problema mismo. A pesar de que algunos terapeutas dicen que en realidad esas
personas no tenían tanto éxito en sus vidas como les parece ahora o que las soluciones de
algún modo son ilusorias, lo cierto es que los pacientes a veces consideran útiles las cosas
más simples (¡ten
ios
gamos solamente en cuenta que nuestros pacientes no han tenido el exhaustivo
adiestramiento por el que pasamos los terapeutas para saber cómo complicar las
cuestiones!). El hecho de poner el foco en la solución nos lleva a defender las soluciones no
complejas para resolver dificultades aparentemente complejas.
Toda configuración dominada por el abuso incluye ejemplos de ExcPPciorms que sirven
como indicios para llegar a la solución. Poner el acento en esas pequeñas grietas que
presenta la conducta o la autoimagen del paciente puede constituir la base para que éste
construya una nueva caracterización de sí mismo, de mayor competencia y control.
Uno de los principios claves del trabajo de Erickson fue el de utilización, que él define del
modo siguiente: ...utilizar los procesos mentales del propio paciente que están fuera de sus
límites usuales de control intencional o voluntario (Eriekson, Rossi y Rossi, 1976, pág. 19).
Erickson suponía que por lo menos hay algunas partes del proceso mental de las personas
que pueden llevar a encontrar una solución y que la utilización de esas partes es más
beneficiosa que seguir una dirección impuesta por el terapeuta. Es decir, las personas
cuentan con recursos, aunque con frecuencia no tienen conciencia de ello. Basándose en
esta idea, la terapia concentrada en la solución se apoya en el supuesto de que siempre
habrá excepciones en una configuración problemática, que siempre habrá ocasiones o
situaciones en las cuales el problema no constituya un problema o lo sea en menor medida
y que esto sienta las bases para desarrollar la solución.
White (1988) empleó una idea similar al hablar de los "logros únicos o aislados". Este autor
insinúa que debe de haber aspectos de la experiencia del paciente que no se ajusten a la
versión evolutiva que la persona ha elaborado y que por lo tanto no están a disposición del
paciente, quien se ve así imposibilitado de darles
sentido. White sugiere que tales logros aislados proporcionan la materia prima para
elaborar un proceso interrogador que invite al paciente a construir una nueva
autocaracterización o a crear una nueva versión de su experiencia. El autor afirma que las
expresiones "logros aislados" y "excepciones" son intercambiables, aunque consideremos
que, no necesariamente resulta útil acentuar el carácter "único" o "aislado" de tales hechos.
Nuestra experiencia nos indica que hay muchas excepciones a las configuraciones
problemáticas; sin embargo, la autopercepción dominada por el abuso impide a los
pacientes cobrar clara conciencia de ellas. Según Bateson:
A cambio del beneficio de la estabilidad [esos pacientes] pagan el precio de la
inflexibilidad y viven, como deben hacerlo todos los seres humanos, en una. red
enormemente compleja de supuestos que se apoyan recíprocamente... el cambio exige
varios tipos de flexibilizaciones o contradicciones dentro del sistema de supuestos (1980,
págs. 158-159).
La autoimagen dominada por el abuso es ese molde de supuestos que se apoyan
recíprocamente dentro del cual se interpretan todas las informaciones y todos los
acontecimientos y debemos considerar que esas excepciones constituyen las
contradicciones que hay que utilizar para elaborar una versión competente de uno mismo.
Es necesario definir las dificultades del o de la paciente y hablar de ellas de manera tal que
le ayude a sentirse optimista y capaz de resolverlas.
El hecho de poner el acento en las excepciones no necesariamente debe conducir a una
terapia que ignore la experiencia de los pacientes respecto del problema, pues como ya
dijimos es fundamental escuchar y comprender los sentimientos de los pacientes. Sin
embargo, concentrarse en la solución (lo cual incluye concentrarse en las excepciones que
se dan en la
108
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actualidad y que podrán darse en el futuro, desde una posición no dominada por el abuso)
puede crear un clima más optimista en la terapia. Nuestra experiencia nos permite afirmar
que concentrarse en los efectos antes que en el abuso mismo y mantener entrevistas en las
que se tienda a hablar de los éxitos antes que a analizar las dificultades, permite aumentar el
optimismo del paciente a medida que éste va advirtiendo una posibilidad real de solución.
El objetivo de la terapia es ayudar al o a la paciente a superar los efectos del abuso y a dar
sentido a su vida y a su experiencia de una manera que le permita vivir satisfactoriamente,
antes que ayudar al paciente a "trabajar abordando" el abuso.
Nuestro objetivo terapéutico es no ayudar a nuestros pacientes a "trabajar abordando" el
abuso, sino permitirles dar sentido a sus vidas de una manera liberadora. Si bien enfocar las
excepciones a los pensamientos, los sentimientos y la conducta dominados por el abuso
puede parecer un modo de concentrarse en la conducta "superficial", el verdadero objetivo
de la terapia es la autopercepción que permitió que se presentaran las dificultades
posteriores (que a su vez alentaron esa autoimagen).
A fin de que ocurran cambios efectivos es necesario que la persona primero se vea a sí
misma a través de las lentes de la "capacidad" antes que de la "incompetencia", del
"control" antes que del "descontrol", de la "autovaloración" antes que del "odio a sí
misma", de la "indulgencia" antes que de la "autocensura", etcétera.
Superar los efectos del abuso implica que el paciente cambie la lente a través de la cual
interpreta su conducta y su interacción y se interpreta a sí mismo. Esa lente diferente le
permite percibir sus recursos y los logros a los que antes no tenía acceso. Es decir, un
paciente que se mira a sí mismo a través de la lente de la "competencia" podrá percibir
mejor que aquel que se mira a través de la lente de la incompetencia los ejemplos de
conducta competente que habrán de servirle para fortalecer esa imagen emergente. Un
paciente que se considere a sí mismo "controlado" y no "descontrolado" se sentirá más
capaz de controlar los sentimientos o las conductas que antes lo abrumaban. Un paciente
que se observa a sí mismo con "auto~ rrespeto'.' y no con "autocensura" será más capaz de
emplear aquellos aspectos de la conducta o la experiencia que apuntan a la valorización.
No es necesario analizar directamente los detalles del abuso a fin de disminuir los efectos.
Los/las pacientes son los mejores jueces para determinar si (y cuándo) es útil hablar
explícitamente del abuso.
De todo lo que hemos dicho se desprende que no es necesario hablar de los detalles del
abuso mismo para promover la solución. Suponemos que la experiencia de comportarse e
interactuar de una manera diferente, sumada al proceso de dar sentido a esas diferencias
desarrollando una nueva autopercepción, hace que la tarea de analizar los detalles del abuso
mismo sea irrelevante. En una terapia que se concentre en la solución no es necesario
mantener largas discusiones sobre el problema. Por otro lado, algunos pacientes pueden
considerar que el hecho de hablar del abuso es, en sí mismo, una excepción a su versión
dominada por el abuso. Más adelante explicaremos de qué modos se pueden encarar tales
opciones, y de qué maneras se puede invitar a los pacientes a que ellos mismos juzguen si
hablar del abuso es o no útil.
Partiendo de estos principios, podemos resumir nuestro punto de vista sobre los efectos del
abuso y presentar una terapia que se basa en ese punto de vista, como lo muestra la figura 1.
NUESTRA OPINION SOBRE LOS EFEMS DEL ABUSO SEXUAL
El abuso promueve y/o refuerza una autopercepción "dominada por el abusó (el principal
efecto del abuso). La conducta y las interacciones reflejan esa imagen.
Círculo vicioso entre la autopercepción de si mismo y la conducta. La conducta es
coherente con la autoimagen.
LA TERAPIA QUE SE SIGUE DE ESTA PERSPECTIVA
Se concentra en los efectos del abuso antes que en el abuso mismo.
Emplea las excepciones (y las nuevas significaciones) para que el paciente elabore una
nueva caracterización competente de sí mismo.
FIGURA 1. Conceptualización de nuestra opinión sobre los efectos del abuso sexual y de
una terapia que se basa en esa opinión.
Crea un "marco" para analizar el problema y la manera de solucio
narlo. Pone el acento en las excepciones a la imagen y la conducta dominad
por el abuso.
Destaca las excepciones y las carga de significaciones señalando las distinciones
Los acontecimientos posterio de la vida se experimentan dentro del contexto de esa imagen
"dominada por el abuso".
MA,
Un esquema terapéutico
Hemos desarrollado un esquema terapéutico que pone el acento en la solución, pero que
también tiene la influencia de las ideas de White sobre los problemas. Puesto que la
orientación centrada en la solución considera la terapia desde el punto de vista del
desarrollo de las soluciones antes que del de la resolución del problema, nuestro esquema
es incompatible con la idea de dividir el mundo de la conducta terapéutica según el tipo de
problema. En este campo nos encontramos cada vez con más ideas carentes de sentido,
tales como "terapia aplicable en los casos de encopresis", "terapia aplicable en los casos de
abuso de sustancias„, "terapia antidepresiva, etc. El hecho de que las soluciones puedan
tener muy poca relación aparente con el problema particular y la importancia que damos al
carácter único de la experiencia y la autopercepción de cada paciente, nos hace sospechar
que la idea de agrupar a los pacientes o las terapias según el tipo de problema es una receta
que debería desecharse. Como ya lo mencionamos, esta perspectiva parece ser
particularmente peligrosa cuando se quiere delimitar una esfera terapéutica con la expresión
"terapia:aplicable en los casos de abuso sexual". Nosotros, en cambio, preferimos
considerar la terapia como un proceso en el cual se identifican hechos y experiencias que
apuntan hacia las soluciones al problema de un paciente en particular, en una situación
particular, un proceso destinado a ayudar a que el paciente construya sobre esas soluciones
una nueva autopercepción. Nuestro esquema terapéutico general ha sido detalladamente
expuesto en otra parte (Kowalski y Durrant, en preparación). Sin embargo, reconocemos
que hay grupos de nuestros pacientes que comparten algunas experiencias comunes y que
podemos ilustrar nuestro enfoque mediante ejemplos tomados de nuestra experiencia
profesional con un grupo específico. En efecto, elaboramos nuestro esquema prestando
particular
atención a nuestra propia experiencia de trabajo con pacientes que sufrieron agresiones
sexuales y a lo que tales pacientes nos dijeron que consideraban útil. Este esquema,
centrado como está en las soluciones y en las nuevas significaciones antes que en la
categoría a la que corresponde el problema, puede utilizarse de manera igualmente
provechosa con grupos de pacientes vinculados con la situación, tales como las madres de
los adolescentes que sufrieron abuso sexual (Kowalski, 1987).
Elaborar el programa
Hemos aprendido que no hay que suponer nada en cuanto a qué desea el paciente que
cambie en su vida, de modo que comenzamos por invitarlo a elaborar el programa que él
quisiera que se desarrollara durante la terapia. Por supuesto, ese programa puede variar
respecto del prescripto por el terapeuta que lo haya remitido.
Es particularmente importante dedicar un período inicial a la sociabilidad y al mutuo
conocimiento, sobre todo en el caso de pacientes que dudan de la terapia o que tienen
expectaciones que los impulsan a ser cautelosos. Con frecuencia éste es el caso de pacientes
que sufrieron agresiones sexuales y que ya se refirieron a ello ante profesionales médicos,
legales o de la asistencia social y abrigan ciertos resquemores en cuanto a tener otra
entrevista. Ese período inicial suele proporcionar valiosa información sobre las fuerzas, las
actividades y los recursos que pueden constituir la base para un análisis posterior de las
excepciones. A partir de entonces, tratamos de establecer un contexto terapéutico que
aliente la confianza y un sentimiento de cooperación. Esto puede lograrse mediante
preguntas tales como:
• ¿Qué aspectos de su situación considera usted útil que yo conozca? o
• ¿~ temas cree usted que sería conveniente que tratáramos hoy? o
• He recibido alguna información (del departamento de asistencia social sobre lo que le
ocurrió, pero quisiera que usted me dyera qué aspectos cree que es importante que yo
conozca.
Algunos colegas de de Shazer comentaron que le oyeron decir que "los pacientes
determinan qué temas se mencionan en la terapia... y los terapeutas determinan cómo se
habla de esos temas", y nosotros coincidimos con esa posición.
Algunos pacientes pueden mencionar la experiencia del abuso específicamente como la
cuestión fundamental de la terapia, mientras otros pueden expresar preocupaciones más
inmediatas tales como "desde que el hecho trascendió mi hija y yo no nos llevamos bien" o,
"me siento permanentemente deprimido y desesperanzado", etcétera.
Como parte de la organización del programa, tratamos de enfocar la solución lo más
pronto.posible, incitando a los pacientes a determinar no solamente cuál es el problema sino
también qué tipo de aspectos podrían constituir la solución. Puede ser beneficioso
comenzar una entrevista con una pregunta como ésta: . • ¿Cómo sabrá usted cuándo ya no
necesitará seguir concurriendo a miconsultorio? (Lipchik, 1988, pág. 107).
Una pregunta de este tipo está cargada de sugestión, pues implica que llegará un momento
en el que la terapia ya no será necesaria y sugiere además que será el propio paciente quien
juzgue cuándo ha de llegar ese momento, y además implica que el paciente tiene la
capacidad de imaginar ese momento con mucha anticipación. Hemos elaborado otras
preguntas del mismo estilo que pueden resultar útiles:
• Imaginemos que sus visitas a mi consultorio y nuestras charlas arrojan un resultado
positivo, ¿en qué aspectos de su conducta podrá advertir usted la diferencia? (o bien, ¿cómo
advertirá usted...?)
Tales preguntas establecen claramente que es el paciente quien organiza el programa según
lo que él desea lograr. Es más, tales preguntas incitan al paciente a determinar qué hechos,
experiencias y conductas reales han de. caracterizar la situación de solución; en este sentido
hay que alentar a los pacientes para que sean particularmente específicos. Puede ser útil
formular preguntas tales como:
• ¿Qué tipo de actitudes diferentes cree que tendrá cuando haya superado la actual
situación?, o
• ¿Y qué significado tendrá para usted ese cambio de actitud?, o bien,
• ¿Qué tipo de reacciones o de actitudes suyas le harán pensar que la situación está
mejorando? También puede resultar conveniente hacer preguntas que lleven al paciente a
contar ejemplos, tales como: "¿Qué es lo primero que le haría advertir que la situación está
mejorando?"
En este esquema es fundamental que lo que haga el terapeuta se ajuste a lo que desea el
paciente: por más hábil que sea el terapeuta, todo estará perdido si su manera de obrar o de
hablar no condicen con la experiencia y el deseo de cambio del paciente. Uno de los
factores que alienta ese ajuste es que ... se establezcan objetivos que ayuden a determinar de
qué modo el paciente y también el terapeuta han de saber en qué momento se ha resuelto el
problema (de Shazer, 1988, pág. 93).
Caso N° 1 - Kate Kowalski
Jackie, de 23 años, mefue remitida por la directora del servicio de agresión sexual después
de haber acudido la paciente a esa dependencia para averiguar dónde podía recibir ayuda
terapéutica. Jackie explicó que cuando era una niña había sido ultrajada sexualmente por su
padre durante varios años y que estaba preocupada porque suponía que las dfficultades que
tenía en su relación actual podrían tener su origen en aquella
experiencia.. En su informe, la. directora del servicio de agresión sexual afirmaba que
sentía que Jackie nunca había "elaborado el abuso" realmente y que creía necesario que la
paciente lo hiciera afin de poder superar las dificultades que tenía en su relación actual.
Cuando Jackie vino a mi consultorio, le comenté que ya había hablado con la consejera del
servicio de agresión sexual y le conté lo que me había informado acerca de su situación.
Luego le hice la pregunta que suelo hacer de rutina a los pacientes de quienes ya he
recibido información: "Eso es lo queme informaron sobre su situación, pero, ¿qué considera
usted importante que yo sepa?". Jackie me respondió que había contraído compromiso
matrimonial con un hombre encantador con el cual mantenía. una. relación sentimental
desde hacía dos años. Se sentía feliz con esa relación y consideraba que se trataba del
"verdadero amor". Sin embargo, le preocupaba el hecho de que últimamente estaba cada
vez más celosa de las relaciones sociales que mantenían sus amigas con su novio. Esta
situación la perturbaba principalmente porque confiaba en él y en sus amigas y admitía que
nadie había actuada de modo quejustfficara sus celos. En los últimos tiempos Jackie
empezó a temer que esos celos estuvieran relacionados de algún modo con el abuso sexual
que ella había sufrido siendo niña. No estaba segura de cuál podía ser la conexión exacta,
pero pensaba que sus sentimientos eran exagerados y comenzaba a sospechar que en
realidad no había superado realmente la experiencia del abuso.
A fin de establecer un contexto que me permitiera intervenir de una manera que se ajustara
al máximo a las preocupaciones de Jackie, le hice varias preguntas destinadas a organizar el
programa. Algunas de las preguntas fueron: "Supongamos que nuestras entrevistas nos
lleven a mejorar la situación, ¿cómo se daría usted cuenta?", ¿En qué notaría usted la
diferencia?", ¿Qué actitud suya le parece que le permitiría advertir a su novio que usted se
siente más tranquila?", "¿Qué pequeño síntoma le haría a usted cobrar conciencia de
que su 'situación está mejorando?". Todas las respuestas de Jackie se vincularon muy
directamente con su relación. Lajoven respondió confrases tales como: "Me sentina menos
celosa", "No me preocuparía tanto si al salir en grupo John conversa con una. de mis
amigas", "Podría volver a salir y a sentirme tranquila, como antes", "John podría advertirlo
porque yo me mostraría más divertida Y yo no me estaría preguntando tantas veces si él me
ama realmente o no. Simplemente le creería cuando me lo dyera".
Me pareció interesante -que las respuestas que dio Jackie alas preguntas destinadas a
organizar el programa estuvieran vinculadas en su totalidad con su relación con John y
nunca directamente con su preocupaciónpor el abuso sufrido en el pasado. Puesto queJackie
tenía muy claro qué podría ser diferente, decidí proseguir la terapia haciéndole preguntas
que podrían indicar si ella ya había alcanzado alguno de esos "objetivos" en ese momento o
en el pasado reciente y deliberadamente dejé de lado toda discusión directa sobre el abuso
mismo. Esta estrategia resultó beneficiosa puesto que Jackie pudo indentycar una. cantidad
de ocasiones en las cuales ella ya había sentido y se había comportado de manera coherente
con laposición que deseaba alcanzar. A medida que comentábamos esas "excepciones", la
joven comenzó a sentirse más tranquila, con más confianza y más segura de sí misma.
En una sesión posterior le pregunté a Jackie sobre la importancia que había tenido hasta
entonces la experiencia del abuso en su vida. Como Jackie ya se sentía con más con~ a y
más segura de sí misma, me confesó que en realidad sentía que había podido afrontar de
manera bastante aceptable lo que su padre le había hecho. Esto nos llevó a analizar los
pasos que había dado Jackie para poner fin al abuso, así como la actitud que había adoptado
cuando, años después, ya adulta, había hablado muy claramente con su padre y le había
dicho que era él quien había obrado mal y que ella no tenía la intención de autocensurarse a
causa de
la conducta de su padre. Además me contó que ocasionalmente pensaba aún en aquella
experiencia, pero que básicamente sentía que hablar del asunto no cambiaría. mucho las
cosas.
El problema de hablar del problema
Con frecuencia las preguntas destinadas a organizar el programa terapéutico abren una
puerta para comenzar a examinar inmediatamente las excepciones, pero no siempre es ése
el caso. Como ya lo dijimos, no creemos que poner el acento en la solución excluya toda
discusión sobre el problema mismo. En realidad, el problema de no hablar del problema es
que los pacientes pueden sentir que no se les presta la debida atención o que no se le da la
importancia que corresponde a la experiencia angustiosa sufrida. Por otra parte, puesto que
hablar es la manera de mantener y alentar las imágenes de la realidad (Bergery Luckmann,
1966), podríamos inferir que el problema de hablar del problema es que de ese modo se
aumentan las dimensiones del problema. Es decir, que el proceso de "recitar„ los efectos
del abuso puede fortalecer la imagen de enormidad de la dificultad o puede realzar la
imagen dominada por el abuso.
Los terapeutas familiares conocen bien el concepto de "reenmarcar" los problemas -esto es,
redescribirlos de manera tal que los problemas adquieran una significación diferente(Watzlawick y otros, 1974, pág. 95, por ejemplo). De Shazer (1988) sugiere que esta
práctica resulta particularmente útil en los casos en que el o la paciente sólo puede percibir
el problema dentro de un "marco global" y encuentra dificultades para identificar o
reconocer las excepciones que no se ajustan a esa imagen (pig. 101). Esos marcos globales
son bastante comunes entre los pacientes que han sufrido enormes agresiones a su
autoimagen, como es el caso de quienes han sido ultrajados sexualmente.
Tales pacientes pueden adoptar autopercepciones que no están encasilladas atendiendo a
problemas específicos -como por ejemplo, "Tengo dificultades para conciliar el sueño de
noche", "De repente tengo inesperados arranques de ira"-,. pero que se enmarcan en
declaraciones globales sobre la propia naturaleza esencial de sí mismos -por ejemplo, "No
valgo nada" o "Me siento una porquería" o "Soy incapaz de controlar mi sexualidad"-.
Evidentemente, para lanzarse a preguntas tales como: "¿Querría mencionarme alguna
ocasión en la que no se haya sentido `una porquería'?", hay que estar dispuesto a correr el
riesgo de que el paciente nos considere insensibles o crea que no comprendimos la
gravedad de la cuestión.
En este tipo de situaciones consideramos esencial analizar el problema, pero siempre
tratando de hacerlo de un modo que redefma o "reemmarque" el problema en una
perspectia de solución. La idea de White sobre externalizar el problema (1984, 1988/89) es
una forma de "reenmarcar" el problema particularmente útil en este tipo de situaciones.
Externalizar el problema implica reenmarcar o redescribir el problema de un modo que
sugiera que el problema es una entidad exterior a la persona, que establezca una distinción
entre la persona y el problema. En lugar de considerar el problema como una parte de la
persona (que es lo que sugiere la idea de daño emocional), se lo puede considerar como si
fuera algo distinto que, de algún modo, afectó y dominó a la persona. Como señala Tomm
(1989), el hecho de que la persona sea capaz de "enfrentar" un problema, en lugar de "ser"
o "tener" un problema, puede realzar la posibilidad de que el paciente abrigue la idea de
obrar, de algún modo, sobre el problema. Esta distinción entre la persona y el problema es
coherente con la distinción que establecimos entre el abuso mismo y sus efectos, puesto que
muchas personas que sufrieron abuso sexual tienden a considerarse a sí mismas "el
problema", en lugar de
120
considerar que los efectos del abuso son los causantes de las dificultades.
Externalizar el problema (White, 1988/89) ofrece un camino para superar la objetivación de
las personas que imponen las fórmulas de diagnóstico tradicionales. El hecho de haber
sufrido una agresión sexual puede ser una experiencia "objetivante" para la persona.
Muchas ideas sobre el abuso y sus efectos alientan de manera similar la objetivación de las
personas (y de sus cuerpos). Tal objetivación tiende tanto a establecer prescripciones para
la experiencia de la persona, como a hacer parecer más remota la posibilidad de una
solución. Externalizar el problema apunta a contrarrestar ese efecto al objetivar el problema
(los efectos del abuso) antes que a la persona.
Externalizar los efectos del abuso sexual puede implicar el proceso que White llama "de
preguntas sobre la influencia relativa", durante el cual se le hacen preguntas a la paciente
sobre la influencia que tuvo el problema (los efectos del abuso) en su vida, un proceso que
sienta las bases para poder preguntarle luego qué influencia pudo ejercer ella sobre el
problema. De acuerdo con las ideas de "ajuste", es importante que las palabras exactas que
se empleen para describir el problema externalizado se adapten al lenguaje propio de
la'paciente. Si bien los terapeutas pueden estar familiarizados con los "nombres" que suelen
extérnalizarse para describir otros problemas que incluyen algún elemento de lo fantástico
(tales como "El ruin Poo" o "El monstruo irascible"), esos términos pueden sonar petulantes
si se los aplica a los efectos del abuso. Por otra parte, como sugiere Durrant (1989), es más
importante el proceso mismo de externalización que el "nombre" que se le dé al problema
externalizado, y hasta el nombre puede cambiar a medida que avanza la terapia. Nosotros
preferimos, por lo menos al principio, emplear o adaptar el propio lenguaje del paciente
para describir el problema.
Cuando le hacemos las preguntas destinadas a organizar el programa terapéutico nuestra
paciente puede responder de manera global, por ejemplo diciendo: "Quiero sentirme
mejor", o bien "No quiero ser tan depresiva". En esos casos debemos repreguntar a fin de
comprender el impacto que tuvieron en ella los efectos del abuso y comenzar a incitarla a
que haga una descripción externalizada.
• ¿De qué modo el problema se manifestó como tal en su vida?
• ¿Cómo influyó en usted o en su vida el hecho de sentirse mal?
• ¿La depresión le impide todavía hacer las cosas como usted quisiera?
• ¿De qué modo o de qué modos el hecho de sentirse terriblemente mal le impidió avanzar
de la manera que usted considera deseable?
• ¿Cómo advirtió usted que ese sentimiento de culpa se incorporaba a su vida?
• ¿Hasta qué punto lo ocurrido influyó en su vida? ¿Hasta qué punto considera que lo
ocurrido constituyó un freno en su vida?
• ¿De qué modo influyeron los recuerdos y los pensamientos sobre el abuso en su evolución
vital?
• ¿Se interponen a veces sus recuerdos para impedirle que continúe hablando de ellos?
El hecho de externalizar así el problema comienza a elaborar una plataforma sobre la cual
es posible construir la identificación de las excepciones. Como declara White (1988/89):
El hecho de ayudar a los pacientes a apartarse (y a apartar a sus relaciones) del problema,
les ofrece la posibilidad de describirse a sí mismos y a sus relaciones en una perspectiva
nueva no saturada del problema...En esta nueva perspectiva, las personas adquieren la
capacidad de identificar los "hechos" de sus vidas y de sus relaciones que en su versión
anterior, saturada del problema, ni siquiera podían percibir oscuramente..., hechos que han
de suministrarles los núcleos para generar las nuevas versiones.
122
Caso N' 2 - Hate SOWalski
Michelle, una estudiante universitaria de 22 años, me fue remitida por una agencia de
servicio familiar local, después de haber sufrido la joven en su hogar un intento de abuso
sexual que pudo rechazar. Michelle buscó ayuda terapéutica varias semanas después de la
agresión pues sufría. temores persistentes y ataques de ansiedad. Explicó que ya era
propensa a tener accesos de ansiedad, pero que después del ataque esta tendencia había
empeorado. Lajoven atribuyó estas d ficultades tanto a la. agresión como a la creciente
presión que ejercían sobre ella sus estudios.
Como Michelle explicó qué la había llevado a buscar ayuda terapéutica poniendo el acento
en la ansiedad, empecé a hacerle preguntas cuya respuesta implicaba una descripción
externalizada. Por ejemplo: ¿Cómo contrajo usted esa ansiedad recientemente?", ¿Qué
efectos ha estadoproduciendo la ansiedad en su vida?", ¿Hasta qué punto el ataque sexual
alimentó esta ansiedad reciente?°Intercalé entre las preguntas algunos comentarios también
destinados a reforzar el marco externrnalizado. Esta parte de la entrevista me sirvió para
comprender la influencia que tenían la ansiedad y los temores en la vida de Michelle y
constituyó un preludio para.que ella misma fuera capaz de señalar las ocasio— nes en las
que pudo sobreponerse a la influencia del problema.
Michelle relató de qué modo la ansiedad la impulsaba a preocuparse por su salud mental y,
particularmente, le hacía preguntarse si no estaría volviéndose loca. La ansiedad le hacía
concentrarse cada vez más en ello y le dejaba muy poco espacio para pensar en otras cosas
(por ejemplo, sus estudios, las diversiones, las salidas con amigos, etcétera. La ansiedad
también la presionaba profundamente para convencerla de que quizá no pudiera terminar
sus estudios universitarios y de que considerara la posibilidad de abandonarlos y regresar al
hogar de sus padres. Y hasta hacía que sus padres
123
pensaran lo mismo. En general la ansiedad se estaba apoderando cada vez más del tiempo,
el pensamiento y las energías de Michelle y la impulsaba a ponerse en tela. de juicio.
Para continuar empleando la descripción externalizada, le pedí a Michelle que considerara
las ocasiones en las que no había sucumbido a la presión de la ansiedad, las ocasiones en
que la ansiedad pudo quitarle lo mejor de ella y no lo hizo y las ocasiones en que ella.
impidió que la ansiedad la agobiara. Al comienzo Michelle encontró aparentemente un
tanto dril este tipo de preguntas, pero luego continuó relatando una cantidad de ejemplos de
ocasiones en que había sido capaz de mantener a raya la ansiedad. Esto nos llevó a analizar
luego qué diferencia había entre el momento actual y tales ocasiones y a discutir cómo el
hecho de recordar y evaluar positivamente esos ejemplos modificaba la. versión de sí
misma que Michelle había. elaborado. Este tipo de entrevista continuó desarrollándose
durante las cinco sesiones siguientes, hasta que en la última Michelle me comunicó que se
sentía mucho más a sus anchas, más fuerte y más capaz de controlar su ansiedad.
Identificar las excepciones a la conducta
y a los sentimientos dominados por el abuso
Como ya lo dijimos, las excepciones a los sentimientos y a las conductas dominados por el
abuso constituyen la base del desarrollo de las soluciones. Particularmente cuando los
pacientes responden clara y específicamente a las preguntas destinadas a organizar el
programa terapéutico, se puede pasar directamente a indagar las excepciones sin necesidad
de embarcarse en un proceso de externalización o de alguna otra forma de redefinición.
Por ejemplo, a la paciente que comienza diciendo: "Me siento tan tímida y aturdida que no
puedo hablar con la gente" y que identifica la situación de solución
124
con frases como: "Quisiera poder hablar un poco de mí sin ponerme a llorar y sin tener que
cambiar inmediatamente de tema" se la puede invitar a reflexionar sobre el hecho de que
esa misma sesión constituye una excepción: "Según lo que acaba de decirme, debe de
haberle resultado bastante dificil venir hoy a la consulta sabiendo que aquí hablaría de sí
misma. ¿Por qué razón supone que fue capaz de llegar tan lejos?„
En otras ocasiones, las preguntas sobre las excepciones pueden Surgir naturalmente al
externalizar los efectos y al preguntar sobre el impacto de tales efectos. A veces se puede
invitar al paciente a identificar las ocasiones en que el problema pudo ser un problema y sin
embargo no lo fue o lo fue en escasa medida.
• Mencióneme alguna ocasión en la que por lo menos obtuvo un mínimo éxito en refrenar
el problema.
• ¿Hubo una. época en que la situación mejoró algo? ¿Qué era diferente en. aquel
momento?
• ¿Se dio recientemente alguna ocasión en la que el hecho de sentirse terriblemente mal
hubiera podido quitarle lo mejor de usted misma y sin embargo, usted hizo algo para
impedirlo?¿Quéfue toque hizo?
• ¿Puede recordar alguna ocasión en la que la depresión pareció dominar la situación y trató
de impedirle hacer algo que usted deseaba hacer y sin embargo usted logró vencer?¿Quéfue
lo que usted hizo en esa ocasión?
• ¿Podría mencionar alguna ocasión en la que los efectos del abuso ejercieron su poder
sobre usted y sin embargo usted fue capaz de evitar que la dominaran? ¿Cómo logró
hacerlo?
• ¿Puede identificar algún momento que usted considere el único en el que verdaderamente
pudo evitar que el problema dominara su vida a su antojo? ¿Cómo lo logró usted?
• Aparentemente usted contó con los medios para superar lo que le habían hecho y para
evitar que los recuerdos y los sentimientos se le impusieran por completo. ¿Considera usted
que el hecho de poder
125
hablar con los demás sobre esos recuerdos y esos sentimientos constituyó unpaso adicional
paraevitar que tales sentimientos controlaran su vida?
• Considera usted que existen los medios para impedir que los sentimientos de culpa le
arndnen la vida? Es conveniente pedirles a los pacientes que sean particularmente precisos
al, referirse a tales excepciones y las describan con todo detalle. Para inducirlos a ello,
puede ser útil formular preguntas tales como: "¿Podría mencionar un momento particular
en el que se sintió mejor?", "Cuénteme algo más sobre el caso más reciente?", "Cuénteme
más detalles sobre esa actitud diferente que tuvo usted". No tiene demasiada importancia
que la excepción sea insignificante, lo fundamental es que el paciente pueda identificarla.
Caso N° 3 - Kate Kowalski
Karen, de 32 años, soltera, actriz profesional, fue remitida a mi consultorio pocas semanas
después de haber sido sexualmente ultrajada por un conocido. En la primera entrevista
Karen me explicó hasta qué punto la había afectado la agresión, particularmente porque le
hacía confirmar la idea de que en todas sus relaciones se habían aprovechado de ella, es
decir, que los demás siempre tomaban ventaja. Sentía que en cada relación que había
entablado había "perdido" algo de sí misma y había llegado a ser básicamente lo que su
compañero deseaba que fuera. Al discutir este modelo durante las dos primeras sesiones,
Karen llegó a la conclusión de que esto había ocurrido no solamente en sus relaciones
íntimas, sino también en el seno de sus relaciones familiares.
Durante la segunda sesión le presenté la idea de que aparentemente ella. había desarrollado
un modelo de "vivir su vida según. los deseos de los demás", de modo que se sentía mal
cuando decidía "vivir su vida de acuerdo con sus propios deseos". Este modo de enmarcar
126
la dificultad Pareció ajustarse ala: versión de Karen y le permitió caracterizct-r de qué
manera debía evolucionar la solución. Es decir Karen dyo.que podría advertir que la,
situación estaba q:r~iando cuando "viviera mi vida cumpliendo mis PT1,Pias reglas antes
que las de cualquier otra persona . Cuando le pedí que describiera qué actitudes podían
mostrar tal decisión, Karen replicó que ella sería capaz de decirle "no" a su madre con más
frecuencia cuando esta depositara expectaciones excesivas en ella o le e-acigiera
demasiado; sería capaz de defenderse a sí m¡-zsma, en lugar de ser siempre tan confiada; y
podría expresar más abiertamente sus opiniones en las situact~nes sociales, en lugar de
quedarse tranquilamente en Un segundo plano temiendo que lo que dyera pudiera o, fender
a alguien.
Me interesaba sWr si Karen podía identificar las ocasiones en las gtte ya había obrado "de
acuerdo con sus propias reglas», aunque sólo fuera en cuestiones menores. Yo estabct
convencida de que esas ocasiones habían existido (a causa de una cantidad de detalles que
Karen me había mencionado sobre su trabajo y sobre sus interacciones con su madre, con
quien vivía. en ese momento), pero rne preocupaba saber si Karen sería capaz de
reconocerlas. A fin de incitar a Karen a que se considerara a sí misma de un modo diferente
y comenzara a elaborar unq nueva imagen de sí misma que la caracterizara como alguien
que, en realidad, podía (y a veces lo hacía) vivir su vida de acuerdo con lo que sabía era lo
mejor para sí misma., te hice preguntas tales como: ¿Se presentó recientemente alguna
ocasión en la que usted pudo acceder y hacer lo que otra persona deseaba que hiciera y en
cgmbio usted hizo lo que realmente deseaba?", "¿C~ fue la últirna vez que alguien quiso
imponerle sus ideas acerca de lo que usted debía hacer y sin embargo usted fue capaz de
mantener sus propias ideas?", ¿Cuándo fue la última vez que le dyo `no' a su madre?", ¿Qué diferencia advierte entre las ocasiones en que es capaz de hacer lo que usted
considera lo mejor para sí misma y aquellas otras en las que
accede a hacer lo que otra persona considera que es mejor?".
Rápidamente Karen me ofreció una cantidad de ejemplos ocurridos durante las últimas
semanas, en los cuales había resistido a la tentación de acceder a lo que los demás le
indicaban. Muchas de esas situaciones incluían a su madre y al hermano mayor, quienes
tenían opiniones profundamente negativas sobre la decisión de Karen de seguir la carrera
de actriz. Su madre había tratado de convencerla de que abandonara la actuación y se
dedicara a alguna profesión más "estable y segura", en tanto que su hermano le telefoneaba
frecuentemente, aun viviendo en otro estado, para impulsarla a que reconsiderara sus
posibilidades. Si bien Karen se sentía algo preocupada en cuanto a su carrera,
particularmente en lo referente a las posibilidades que se le presentaban en láciudad en la
que vivía en ese momento, tenía en claro que actuar era la actividad que le daba más
satisfacciones. Demostré entonces interés por el hecho de que, a pesar de haber recibido en
el pasado tal entrenamiento para "vivir de acuerdo con las expectaciones de los demás",
había sido capaz de elegir tan claramente su carrera y le pregunté qué explicación tenía para
ello. Karen pareció bastante desconcertada por este comentario e interesada en él tanto
como yo, pues replicó: "Nunca observé la situación desde ese punto de vista. Quizá sea más
capaz de defenderme de lo que creía". También me mostré interesada en conocer qué otras
situaciones constituían para Karen una prueba de vivir "de acuerdo con lo que ella sabía
que era lo mejor para sí misma".
Durante varias sesiones posteriores continuamos indagando esas excepciones y subrayando
la importancia que esa información tenía en el cambio de autoimagen de Karen. Durante
una de nuestras últimas sesiones Karen me comentó su plan de mudarse a otra ciudad, una
ciudad que le ofreciera más oportunidades para su carrera y le diera más posibilidades
creativas. Esta actitud era particularmente interesante puesto que la
128
madre de Karen la. consideraba una decisión muy riesgosa y trataba activamente de
desalentar a su hya y apartarla. de esa idea. Al no sucumbir a la desaprobación de su madre,
Karen pudo evaluar su propia fuerza y descubrió que podía hacerlo de manera satisfactoria.
Aún estaba un poco preocupada por lo que sentía su madre en cuanto a la mudanza, pero
ahora se sentía capaz de escuchar lo que su madre tuviera que decirle sin sentir que estaba
obligada a acceder a sus deseos. En realidad, a medida que Karen comenzó a verse a sí
misma más como "ella misma", lefue resultando más fácil sincerarse y ser más compasiva
con su madre, pues ya no temía que ésta pudiera convencerla de que hiciera algo que, en
realidad, Karen no deseaba hacer.
Incitar a los pacientes a abrigar ideas de acción personal o competencia dándoles plena
significación a las excepciones
Al principio los pacientes pueden no considerar muy significativas las excepciones a los
sentimientos y las conductas dominados por el abuso. Al hallarse ante una autopercepción
basada en la experiencia de impotencia, desesperanza e incompetencia, los pacientes con
frecuencia atribuyen a factores externos las experiencias ó los hechos que nosotros
consideramos excepciones. Esto equivale a decir que, si bien son capaces de identificar
situaciones en las cuales todo parecía marchar mejor (en las que no se sentían tan
deprimidos; en las que podían lograr objetivos que antes les estaban vedados, etc ...) están
dispuestos a sostener que fueron situaciones en las que ellos mismos no desempeñaron un
papel protagónico. Puesto que la autopercepción dominada por el abuso pone ante sus ojos
una lente que niega la posibilidad de la competencia, tales pacientes pueden suponer que la
situación mejoró porque su compañero hizo algo diferente, porque sus hijos cooperaron
más, o porque su jefe o su profesor se mostró más comprensivo, etcétera.
129
Es importante no tratar de convencer al paciente de que las excepciones son significativas.
Con frecuencia el hecho de sentirse nuevamente manipulado puede convertirse en una
invitación a defender con mayor firmeza la versión dominada por el abuso. En cambio,
consideramos útil adoptar una posición de curiosidad y hacer preguntas que inciten al
paciente a abrigar ideas propias de acción personal. Esencialmente, tales preguntas pueden
ser:
• ¿Cómo explica usted esa situación?
• ¿En qué medida le parece gúe contribuyó usted a que eso ocurriera?
• ¿Cómo explica que haya sido usted capaz de hacerlo?
• ¿Le sorprende el hecho de haber sido capaz de superar la depresión del modo en que lo
hizo?
• ¿Qué aspecto de su personalidad le ayudó a conseguirlo?
• ¿Sabía usted antes de contarle a su madre lo que le había hecho su padre que sería capaz
de decírselo? ¿Cómo pudo saberlo?
• ¿Qué diferencia nota usted entre esa situación y otras situaciones en las que usted se
sentía más dominada por el problema? ¿Qué diferencia nota en usted misma?
• Pareciera que ésa fue una ocasión en la que usted pudo manifestarse más como "usted
misma" antes que como alguien "llevado por las narices" por otra persona que la trataba a
usted como si fuera de su propiedad. Eso parece constituir un gran paso positivo. ¿Cómo
pudo lograrlo?
• Me parece interesante que usted haya sido capaz hasta de considerar laposibilidad de
hacer algo por usted misma en lugar de hacerlo únicamente por otra persona. Me pregunto
cómo pudo imaginarse a sí misma haciéndolo.
Nosotros no apuntamos a que el/la paciente tenga una súbita comprensión de su
competencia. Si bien es común escuchar comentarios tales como: "Nunca se
130
me había ocurrido observar la cuestión desde ese ángulo", puede ocurrir que la fuerza de la
autopercepción dominada por el abuso sea un obstáculo que les impida evaluar la parte que
les toca en los acontecimientos excepcionales. En gran medida, éste es un proceso de
paciente persistencia, de formulación de preguntas, de incitaciones a la especulación y de
sembrar semillas.
Incitar a los pacientes a elaborar urna nueva imagen de sí mismos: las preguntas de
autopercepción
Una vez que se han identificado las excepciones y que se han formulado preguntas
destinadas a que el paciente especule sobre el hecho de haber actuado de manera diferente,.
apuntamos pues a que esas diferencias comiencen a conectarse de manera tal que le
sugieran al paciente una nueva imagen de sí mismo. El enfoque que propone el equipo del
CTFB se concentra en identificar y en amplificar los acontecimientos excepcionales y
sostiene que aparentemente los pacientes comienzan a ver su futuro y sus posibilidades de
un modo tan diferente que deciden que ya no necesitan continuar con la terapia. Es evidente
que el enfoque de de Shazer se refiere a la "realidad elaborada por el terapeuta y el paciente
y que el éxito de la terapia se vincula con la creación de una realidad más centrada en la
solución. No obstante, tal enfoque no parece intervenir directamente en el nivel de la
autoimagen del paciente, pues se basa en la idea de que la experiencia de las conductas de
solución (y sus consecuencias personales e interpersonales) indefectiblemente han de
afectar la "realidad" del paciente. White (1988), en cambio, manifiesta su intención de
participar con sus pacientes en la reformulación de su autopercepción (o en la "redacción de
la nueva versión", como él mismo lo llama (pág. 12).
Según lo que demuestra nuestra experiencia, cuando los pacientes logran identificar
aquellos aspectos de
• ¿Consideras que yo creo posible que hoy seas de hacer cosas que antes no podías?
• ¿Qué diferencia te parece que puede haber entre el futuro que puedes construir ahora y el
futuro que hubiera correspondido a tu conducta pasada?
Un aspecto importante de la terapia que se realiza con adolescentes abusivos es promover
nuevas definiciones de fuerza, madurez y (en el caso de los varones) masculinidad. Es
típico (y concuerda con los valores que defienden sus pares, las películas, las revistas, etc.,
y con frecuencia la propia familia) que los adolescentes que han manifestado conductas
abusivas definan la fuerza, la madurez y la masculinidad atendiendo a las proezas fisicas, a
la experiencia sexual, a la capacidad de controlar y dominar a los demás y a la indiferencia
ante las necesidades y los sentimientos de los otros. Salvo la cólera y la "lujuria", cualquier
expresión de sentimientos se considera generalmente una debilidad.
Una definición alternativa de la fuerza, de la madurez y de la masculinidad generalmente
incluye ideas tales como ser capaz de afrontar los problemas, hacerse responsable de los
propios actos, pensar por sí mismo (antes que dejarse llevar por los amigos, la familia o los
valores sociales), afrontar (y aprender a expresar) las emociones, ser capaz de comprender a
los demás y darles prioridad, etcétera.
El caso de Andrew, un ejemplo
Andrew, de 14 años, acudió a la terapia con su madre, Jenny, y su padre, John. El jovencito
había agredido sexualmente a su hermanita de seis años en tres oportunidades. La policía
decidió no hacer una acusación formal y el departamento de asistencia social estableció que
Andrew sólo podría quedarse en su hogar si se sometía a una terapia..
172
Desde el principio, Jenny y John me aseguraron que se opondrían a cualquier intento de
separar a lafamiiia, porque consideraban que una medida semejante iría en contra de los
intereses de cada uno de los miembros. Sostenían esto con talfuerza qué me dyeron que
estaban dispuestos a llegar a las últimas instanciasjudiciales si era necesario.
Les expliqué que mi principal preocupación era la seguridad y el bienestar de la niña y que,
si ellos lo deseaban, también me gustaría poder ayudarlos a establecer una relación familiar
feliz, segura y satisfactoria para todos. También les dye que no juzgaría la conveniencia o
inconveniencia de una separación hasta no haber escuchado más testimonios de los propios
miembros de la familia sobre la situación.
Luego les pregunté si creían que Andrew podría someterse .a que yo le hiciera algunas
preguntas sobre el abuso. Jenny y John me respondieron que no estaban completamente
seguros. Entonces le pregunté úAndrew en tercera persona: "¿CreeAndrew que podría
someterse a un interrogatorio que le resultara incómodo, perturbador o que pudiera
enojarlo?" El muchacho respondió que sí.
En voz muy baja, dubitativo y con la ayuda de sus padres en los momentos en que se
producía alguna "laguna", Andrew pudo describir algunos detalles de la naturaleza y las
dimensiones del abuso.
Le'pregunté entonces qué explicación tenía para haber actuado de manera abusiva con su
hermana. "Los muchachos de la escuela hablaban de las chicas con las que habían estado."
Yo continué: ¿Eso sigma que te dejabas influir fácilmente por los demás?" Andrew
respondió afirmativamente y entonces le pedí que me contara algo más de ese aspecto de su
personalidad. Andrew me confesó que nunca se había sentido "un buen chico" o como
alguien que experimentara las mismas sensaciones que los demás, sino que se sentía, más
bien, como alguien "excéntrico, extraño". Le pregunté: ¿Los muchachos de la escuela.
hablaban de haber estado con chicas de su misma edad o con niñas mucho
173
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• ¿Puede advertir por qué el hecho de que usted haya podido dominar así el sentimiento de
culpa me hace pensar que es usted bastante fuerte?
• ¿Qué características de usted le parece que pudo haber puesto de maniftesto la. depresión
en esa ocasión? ¿Qué pudo haber aprendido su madre de usted en esa ocasión?
• ¿Qué diferencia le parece que advirtió su profesor en usted?
• ¿Qué ideas puede haberle dado a él o a ella sobre usted semejante actitud? ¿Hay maneras
de que usted lo/ la ayude a seguir manteniendo esas ideas?
• ¿Sabía usted esto de usted anteriormente o se trata de algo nuevo?
Caso N° 4 - Michael Durrant
Susan, de 17 años, reveló recientemente que su abuelo la había sometido sexualmer<te
durante varios años desde que ella tenía S. La joven relató cómo se había sentido atrapada
por la continua presencia de ese hombre y por el secreto que escondía; también contó que
continuaba sintiéndose culpable por lo que experimentaba por su abuelo, pues la familia lo
consideraba benévolo y cariñoso. Desde los diez u once años Susan había tratado de
sustraerse de la situación manteniéndose lo más alejada posible de su abuelo, pero ello
provocaba que sus padres le reprocharan su actitud con
frases como éstas: ¿Por qué eres tan descortés con el abuelo?", o bien, "Nunca pareces
preocuparte por tu tarea escolar, pero siempre te las arreglas para tener algún deber urgente
cada vez que decidimos visitar a los abuelos".
Susan se refirió también a los sentimientos de culpa y de falta de dignidad que la acosaban
cuando cursaba la secundaria, sentimientos que se reflejaban en bajas calificaciones, pocas
amistades y una sensación de desasosiego que la embargaba cuando estaba con mu
133
chachbs de su edad. Esos sentimientos defalta de valor y de desesperanza invadieron toda
su vida, de modo que Susan consideró como un fracaso personal su bajo rendimiento
estudiantil y supuso que no tenía muchos amigos porque no era una persona muy agradable.
Susan sólo pudo revelar su secreto cuando una profesora particular se interesó por ella. y
quiso cultivar su amistad, en principio solamente para alentarla. en sus tareas escolares.
Susan fue enviada al consultorio de un psiquiatra que la presionó para que contara los
detalles del abuso. Susan no quiso hacerlo y se negó a volver a una segunda sesión. Las
autoridades del departamento de asistencia social supusieron que de algún modo Susan
estaba negando el abuso y la remitieron a nuestro centro. Evidentemente Susan dudaba de
la conveniencia de la terapia y estaba ansiosa por las preguntas que pudiéramos hacerle.
Le costó bastante responder a las primeras preguntas destinadas a organizar el programa
terapéutico y no pudo imaginar qué cambiaría. cuando la situación mejorara; en general dgo
que no se sentía tan terriblemente mal, que era capaz de concentrarse en otras cosas y que
no se sentía completamente inútil. Sin embargo, agregó que no podía imaginar ninguna
ocasión en la que fuera capaz de hacer algo bien, o en la que los demás pudieran pensar que
valía la pena tenerla como amiga. Hasta pareció que esta línea de interrogatorio le resultaba
inesperada.
Dada la naturaleza general del cuadro que presentaba Susan, le pregunté sobre los efectos
que había ejercido aquella experiencia en ella y le hice algunas sugestiones de
externalización. Algunas de las preguntas fueron: "¿Hasta qué punto cree que influyeron en
su vida los recuerdos de lo que le hizo su abuelo?", "<-En qué actitudes suyas
influyeronesos recuerdos?", "Mencione algunas de las maneras en que la culpa le molestó o
interfirió en su vida." Cuando le pregunté sobre las excepciones Susan no pudo identificar
ningún momento
134
en el que la. situación hubiera sido diferente. Cuando le pregunté: ¿Piensa que el hecho de
haber revelado el abuso después de todos esos años constituyó una ocasión en la que usted
logró oponerse a sus recuerdos yles impidió decidir lo que usted habría de hacer?", Susan
replicó: "Es posible. Pero hubiera preferido no haber dicho nada; eso sólo empeoró la
situación. Cuando veo por lo que están pasando papá y mamá me siento peor, más
culpable".
Resultaba evidente que uno de los efectos que había tenido el abuso en Susan era que ella
había perdido la confianza en sí misma o su capacidad para saber lo que era correcto.
Entonces le comenté: "Me interesa el hecho de que usted haya sido lo suficientemente
fuerte para tener algunas ideas sobre lo que era conveniente para usted", a lo que Susan me
contestó que no comprendía. Entonces yo continué: "Bien, alguien le dyo a usted que era
conveniente que hablara de lo que le había ocurrido, incluso el psiquiatra lo hizo, pero
usted supo que no era eso lo que necesitaba. ¿Por qué piensa quefue capaz de tener una idea
tan clara sobre lo que deseaba y sobre lo que necesitaba?" Susan no pudo darme una
respuesta muy concreta; sin embargo, esta línea de interrogatorio evidentemente la dejó
pensando y hasta la llevó a bromear conmigo sobre lo dificil que resulta discutir con los
psiquiatras. Hablamos de aquella excepción durante un rato y luego le pregunté si creía que
sus sentimientos de desesperanza habrían sido menos intensos si ella hubiese tenido una
idea tan clara de sí misma.
Susan se mostró insegura ante una pregunta general sobre qué le había dicho de sí misma el
hecho de haberse negado a la consulta, pero me dgo: "Nunca había considerado la cuestión
desde ese punto de vista". Estuvo de acuerdo con que los demás podían ver en ello una
actitud positiva hacia sí misma, pero ella no se sentía capaz de verlo así y consideramos la
posibilidad de que ella fuera capaz de pensar así de sí misma.
Retornando a la cuestión de la revelación, le pregunté si "aun cuando el hecho de comentar
con alguien lo que
135
Le sucedió hizo todo más dril, ¿no cree usted que quizás esa actitud haya constituido otro
ejemplo de haberse sobrepuesto a la culpa?" y Susan me contó detalladamente todas las
consideraciones que la llevaron a hacer aquella revelación. Comparamos esa ocasión con
las demás situaciones en las que sus recuerdos habían tratado de mantenerla callada durante
años y entonces le pregunté cómo había sido capaz de desafiar así tales recuerdos.
A medida que Susan comenzó a abrigar ideas acerca de que había hecho algo por sí misma,
nos concentramos más explícitamente en su autopercepción. Las preguntas sobre qué le
habían descubierto de sí misma las excepciones le hicieron elaborar algunas ideas sobre una
imagen más decidida y más fuerte de sí misma; sin embargo, Susan parecía aún dominada
por un sentimiento defalta de dignidad. Una excepción a su idea de que los demás la
consideraban inútil fue el hecho de que su profesora estimara valioso cultivar su amistad;
este hecho me suministró material suficiente parafonnularle una serie de preguntas sobre
qué aspectos de su personalidad le habían permitido advertir a la profesora que valía la
pena acercársele. El proceso de alentar en Susan la identificación de las características que
su profesora debió de haber considerado valiosas fue largo; pero finalmente Susan fue
capaz de identificar algunos aspectos de sí misma que se apartaban de su autoimagen
dominada por el abuso. A medida que analizamos qué transformaciones se producirían en
ella si lograba verse a sí misma de una manera semejante a la forma en la que la veía su
profesora, Susan comenzó a mostrarse más optimista, de modo que luego surgieron más
excepciones, sobre las cuales pudo construir su nueva autoimagen.
La orientación futura
Así como el enfoque concentrado en el problema señala al pasado, un enfoque centrado en
la solución está esencialmente orientado hacia el futuro. Este
enfoque se basa en la idea de que llegará el momento en que los efectos del abuso ya no
dominarán la situación. Puede ser útil invitar explícitamente al paciente a enfocar el futuro
y a considerar hasta qué punto los descubrimientos actuales pueden modificar su vida.
En la entrevista se puede utilizar una explícita orientación hacia el futuro, tanto al referirse
a las excepciones futuras como a la autopercepción futura.
Muchos terapeutas sugirieron enfoques para el interrogatorio que implican una orientación
hacia el futuro (por ejemplo, Lipchik, 1988; Penn, 1985; Tomm, 1987). Según O'Hanlon y
Weiner-Davis, las preguntas orientadas hacia el futuro son aquellas que incitan al paciente
"a representarse mentalmente un futuro desprovisto del problema y a describir cómo es ese
futuro"; estos autores sostienen que "el mero acto de construir una visión de la solución
obra como un catalizador para hacerla realidad" (1989, pág. 106). En general, la discusión
de las excepciones ya está orientada hacia el futuro, puesto que las primeras preguntas
destinadas a organizar el programa terapéutico y las preguntas sobre las excepciones invitan
a imaginar la vida desprovista del problema. Más adelante, durante el proceso terapéutico,
se puede expresar de manera aun más explícita la orientación hacia el futuro preguntándole
al paciente qué cosas diferentes han de ocurrir si él es capaz de construir sobre las
excepciones.
• Imaginemos que usted fuera capaz de volver a hacer lo que hizo, hacer algo que no es lo
que normalmente su depresión lo lleva a hacer, ¿en qué le parece que cambiarían las cosas?
• ¿Hasta qué punto se tiene confianza para volver a hacer algo semejante? ¿Cómo imagina
que sería la situación si usted lograra hacerlo? ¿Qué reacción le parece que puede tener su
madre cuando advierta que usted puede hacerlo?
136
137
Las preguntas orientadas hacia el futuro también pueden ser útiles durante el proceso de
identificación de las excepciones, particularmente en los casos en los que el terapeuta no ha
podido formarse una imagen clara de los efectos del abuso que en ese momento están
ejerciendo mayor presión en su paciente. Puede emplearse la pregunta arquetípica, llamada
" la pregunta del milagro", cuya forma general es:
• Suponga que una noche, mientras duerme, ocurre un milagro y este problema. queda
resuelto. ¿Cómo advertiría usted a la mañana siguiente que ocurrió ese milagro? ¿Qué
cambiaría? ¿Cómo se daría cuenta su marido sin que usted le dgera ni una palabra del
asunto? (de Shazer, 1988, pág. 5).
Este tipo de preguntas incitan al paciente a imaginar una situación futura de solución y
puede utilizarse para obtener información sobre-las conductas particulares futuras. Pues
entonces el terapeuta puede pedirle al paciente que recuerde situaciones de ese tipo que ya
hayan ocurrido, o ciertos hechos que indiquen que pueden ocurrir.
Caso N° 5 - Kate Kowalski
Durante una sesión de teatralización que formó parte de un taller llevado a cabo en nuestro
centro, dos especialistas en abuso sexual desempeñaron los papeles de una madre y una hga
de 14 años que unas semanas antes había revelado un abuso sexual. De acuerdo con la
máxima. de que los pacientes que teatralizan una situación son más dficiles que los
"verdaderos" pacientes, la hga se manifestó hosca y poco cooperativa y demostró que no
deseaba estar allí.
Las respuestas a mis primeras preguntas no echaron mucha luz sobre la naturaleza exacta
de las actuales dificultades. De variadas maneras la madre demostró que estaba preocupada
porque Julie y ella no se llevaban bien desde que el asunto había quedado al descubierto,
por los efectos que pudiera tenerenJulie el abuso
138
y porqueJulie había estado sufriendo accesos de cólera. Julie declaró que no podía imaginar
de qué modo Mejoraría la situación y se quejó de que su madre tampoco tuviera ningún
indicio de qué era lo conveniente para Julie.
Después de tratar de sonsacar algunas excepciones sin mucho éxito, les pregunté a ambas:
Supongamos por un minuto que pudiéramos producir un milagro y que esta noche, mientras
ustedes duermen, el milagro se realiza. Al despertar, descubren que la situación ha
mejorado, ¿cómo lo saben?, ¿qué habrá cambiado? Julie: ¿Cómo puedo saber que la
situación ha mejorado? Kate: Sí, ¿cómo puedes saber que ocurrió el milagro? ¿Qué podría
haber cambiado?¿Cómo podría mejorar la situación?
Julie: ¿En casa? Kate: Sí... o en tu vida Julie: Tendría un desayuno especialmente preparado
para mí.
Kate: Bien, ¿y qué más? (pausa). ¿Alguna vez encontraste el desayuno preparado para ti?
La madre: ¡Siempre!
Julie: Pero no el desayuno que a mí me gusta. Kate: ¿Y cómo es un desayuno a tu gusto?
Julie: Con "panqueques" [hojuelas]
Kate: De acuerdo, ¿y qué otra cosa cambiaría? Julie: Con leche chocolatada batida.
Kate: ¡¿Leche chocolatada?! Julie: Eso es todo.
Kate: Es decir que sabrías que ocurrió el milagro porque desayunarías con panqueques
Julie: Con jarabe de arce.
Kate: Bueno... ¿y qué otra cosa cambiaría? ¿Tú serías diferente? ¿Tu madre sería diferente?
Mark (el hermano menor) sería diferente?
Julie: Mamá podría cambiar y disfrutar haciéndome panqueques.
Kate: Bien, tu mamá podría sentirse feliz preparando tus panqueques.
139
Julie: ¡Oh, sil
Kate: ¿Y qué importancia tendría. eso?
Julie: Yo advertiría. que ella quiere complacerme. Kate: Bueno, sentirías que ella quiere
complacerte y, ¿en qué sentido mejoraría. eso la situación?
Julie: Simplemente sentiría. eso ... no sé (pausa). Bueno, si quieres complacer a alguien, eso
signa que te interesas por esa persona.
Kate: De modo que el hecho de que tu madre te preparara panqueques y deseara
complacerte sería. una señal que te haría. saber que tu madre se interesa por ti.
Julie: Hununm...
Kate: No quiero ser yo quien ponga las palabras en tu boca. ¿Es eso lo que querías decir?
Julie: (asiente con la cabeza)
Kate: ¿Yes importante para ti saber que le importas a tu madre?
Julie: (pausa) Bueno ... supongo que sí. Kate: Ajá... ¿Yeso es algo bueno? Julie: Sí.
Kate: (dirigiéndose ala madre) ¿Yqué dice usted?¿Cómo sabría usted que ocurrió el
milagro?
La madre: (ríe) Prepararía miles de panqueques. Kate: (también ríe) Fantástico.
La madre: Sí, ella no rechazaría todo lo que hago. Kate: ¿Y qué haría en cambio?
La madre: Me daría un beso en la mejilla o algo así (pausa). Como hacía antes.
Kate: Como solía hacer. Bueno, ¿y qué implicaría eso para usted?
La madre: Que Julie responde a lo que hago por ella. Kate: Bien... y ¿qué le revelaría esa
respuesta sobre Julie, sobre usted misma o sobre la relación entre ambas?
La madre: Que le importo.
Fue importante insistir en echar luz sobre la naturaleza de la situación de solución en lugar
de lanzarme a preguntar sobre las excepciones con preguntas tales
140
como: "¿Y cuándo fue la última vez que tu madre te preparó panqueque?
Este intercambio les permitió a ambas comenzar a pensar en un futuro en el que la situación
mejoraría. y ensayar en su mente algunos de los rasgos que caracterizarían ese futuro.
Además este intercambio me aclaró la naturaleza de las preocupaciones de ambas. Lo más
importante para ellas eran los efectos que había tenido el abuso en sus relaciones madrehya. Esto me permitió empezar a formular preguntas sobre las excepciones. "¿De qué
manera te demostraba. tu madre que se interesaba por ti?", fue uña pregunta destinada a que
Julie concretara ejemplos de ocasiones en las que ya se había dado la situación deseada.
Luego le hice una pregunta similar a la madre y la sesión continuó con el análisis de las
ocasiones en que la madre y la hya congeniaban más, no reñían, se daban una a la otra el
lugarque les correspondía, etc., y ambas admitieronque se sentían mucho más esperanzadas
al terminar la sesión.
En cuanto a la autopercepción, pueden formularse preguntas orientadas hacia el futuro a fin
de incitar al paciente a considerar las implicaciones que podría tener la nueva autoimagen
emergente. Las preguntas de autocaracterización mencionadas antes permiten que el
paciente comience a identificar y a caracterizar una manera de pensar en sí mismo diferente
del antiguo modo de pensar dominado por el abuso. El hecho de expresar de manera
explícita tales ideas parece darle mayor fuerza. Las preguntas referentes a las implicaciones
de esas ideas surgen naturalmente:
• Supongamos que durante la próxima semana usted sea capaz de pensar así de usted
mismo. ¿Qué cambiaría?
• Usted me asegura que ese par de actitudes que tuvo para impedir que esos sentimientos
guiaran su vida le permitieron advertir que podía ser "usted mismo. Ahora usted lo sabe,
¿qué cambiará? ¿Cree que en
Caso N'-' 6 - Michaei Durrant
Angela, una mujer de 42 años, fue ultrajada sexualmente por su padre en la primera etapa
de la adolescencia. Al tratar de no permanecer sola. con su padre, Angela se negó un día a
acompañarlo a una piscina donde luego él se ahogó. La joven cargó con la culpa del abuso
y de la muerte de su padre durante muchos años. Recientemente se sintió fracasada como
madre y como esposa, pues era incapaz de controlar a su hya adolescente y sufría ataques
de pánico (esta última fue la razón de que acudiera a la consulta). Me contó de qué modo la
culpa había dominado su vida y cómo ella había tratado de reparar sufalta sacrificándose
por su madre, por su marido y por sus hyos. Nunca se oponía a nadie, nunca se defendía y
siempre temía poner en aprietos a su familia y a sus amigos en las situaciones sociales.
Las preguntas relacionadas con el hecho de que había conservado con éxito un trabajo de
responsabilidad no aportaron gran cosa, puesto que Angela. consideraba que "afrontaba" su
trabajo como algo que sencillamente debía cumplir, así que pronto advertí que sería inútil
tratar de "convencerla." de que su trabajo constituía una excepción. Sin embargo, en la
segunda sesión me comentó que anteriormente había. consultado con otro terapeuta, pero
que había dejado de asistir a esas entrevistas porque su madre las consideraba una pérdida
de tiempo. También me dyo que unos días antes le había comunicado a su madre que se
estaba sometiendo nuevamente a una terapia; no te sorprendió que su madre le respondiera
que era algo innecesario y tonto. Manifesté cierta sorpresa ante el hecho de que Angela
hubiese asistido a nuestra segunda cita sabiendo que era algo que estaba en contra de la
opinión de su madre. Hablamos largamente de las reacciones que teníaAngela
142
los próximos quince días será capaz de hacer cosas que antes de saberlo le resultaban
imposibles?
ante los comentarios de su madre, de las reflexiones que la habían llevado a ofrecerle
voluntariamente a su madre la información y del conflicto que había signado para ella el
hecho de decidir continuar de todos modos con la. terapia. Cuando le pregunté cómo había.
logrado dar ese paso, Angela hizo algunos comentarios tales como: "Decidí que ya había
llegado el momento de hacer algo que yo consideraba necesario". Le pregunté entonces qué
le descubría esa decisión de sí misma y ella contesto: "Supongo que soy más fuerte de lo
que creía".
Cuando analizamos y ampliamos en detalle esa excepción y la nueva autopercepción que
ésta sugería, Angela comenzó a "recordar" otras excepciones, ocasiones en las que había
sido capaz de defenderse en pequeñas cuestiones o en las que había creído en su propia
posición. Eran todos pequeños intentos.
Dedicamos la segunda mitad de la sesión a imaginar qué significación podía tener en el
futuro esta nueva información sobre su propia fuerza. Le hice preguntas como: ¿Le resulta
sorprendente descubrir que es más fuerte de lo que creía?", ¿Esto es algo nuevo para
usted?", "¿Por qué piensa que hasta fue capaz de comenzar a pensar así de usted misma a
pesar de la culpa que siempre dominó su vida?". A medida que las declaraciones que hacía
Angela sobre su propia fuerza se hicieron levemente más firmes, le fui preguntando sobre
las implicaciones que creía podía tener esta nueva imagen de sí misma: "Si usted ya sabe
que es más fuerte de lo que pensaba, ¿qué cree que cambiará en los próximos días?"Angela
describió detalladamente cómo podría tratar a su hya con más f firmeza, sin permitir que el
miedo a un rechazo la paralizara. ¿Cree que ya está usted preparada para abrigar estas
nuevas ideas de fortaleza sobre sí misma o piensa que los sentimientos tratarán de
enterrarlas?". Angela. me respondió que se sentía preparada para mantener esas ideas y yo
le pregunté: "¿Qué le hace sentir que está preparadapara continuar manteniendo estas
nuevas ideas?"
143
Una vez que hube formulado estas preguntas y algunas otras más especias sobre qué
cambiaría la próxima semana, Angela pudo imaginarse y describirse actuando con más
fuerza en una. variedad de situaciones. La invité entonces a describir en detalle qué
actitudes podría adoptar que le hicieran saber que estaba ajustándose a las nuevas ideas.
CuandoAngela terminó la sesión salió evidentemente más confiada en su capacidad recién
descubierta (aun cuando gran parte de ésta aún no se había manifestado) y al regresar a la
próxima ya había logrado realizar mucho de lo que había imaginado.
La cuestión de hablar del abuso
Uno de los principios de la terapia destinada a tratar los efectos del abuso sexual era: "No
es necesario analizar directamente los detalles del abuso a fin de disminuir los efectos.
Los/las pacientes son los mejores jueces para determinar si (y cuándo) es útil hablar
explícitamente del abuso".
Muchos enfoques de la terapia destinada a pacientes que han sufrido un abuso sexual
incluyen una expectación, o una abierta prescripción, de que el paciente debe "contar su
versión" del abuso. Muchos autores han sostenido que el hecho de relatar los detalles en un
ambiente confiable y sustentador permite que los pacientes acepten lo ocurrido y que
desahoguen su ira y otros sentimientos que deben expresarse a fin de que ocurra la cura,
pues tal discusión produce una crisis catártica, etcétera.
Nuestra opinión es que los pacientes que vivieron el abuso como una experiencia violenta,
intrusiva y angustiosa pueden considerar el hecho de que se les pida que "revivan" los
acontecimientos como una experiencia similarmente violenta, intrusivay angustiosa. Como
tal, la prescripción de que los pacientes deben relatar los detalles nos resulta opresiva y
abusiva.
144
Es más, semejante proceso puede en realidad ser un obstáculo en el proceso de desarrollar
una autopercepción basada en ideas de competencia. Hemos sostenido que los sentimientos
y las experiencias asociadas al abuso afectan todo el contexto en el que la persona
comienza a darse sentido a sí misma, y que la interpretación continuada de la conducta y la
emoción desde el punto de vista de ese contexto permite elaborar y fortalecer una
autoimagen dominada por el abuso. Se sigue de ello que incitar al paciente a describir el
abuso mismo puede vincularse con los mismos sentimientos y experiencias y servir así para
fortalecer aun más esa versión de sí mismo.
Consideramos que los pacientes, aun los niños, son capaces de decidir si (y cuándo) les
parece útil hablar de los detalles del abuso. No es raro encontrar pacientes que digan:
"Estoy tan harta de hablar de ello. Tuve que contárselo a la policía, a los médicos, a la gente
de la asistencia social, y no quisiera tener que volver a contarlo", o bien, "Es tan penoso
hablar de eso que prefiero no hacerlo". También hay casos en los que el paciente comienza
a relatar lo ocurrido y luego decide que ya no desea continuar. Los terapeutas podemos
considerar que tales declaraciones son una prueba de negación o de la incapacidad de
aceptar lo ocurrido o bien creer que el paciente sabe qué es útil para sí mismo.
Aun cuando no prescribimos que los pacientes describan los detalles, debemos reconocer
que muchos pacientes llegan a la terapia con la idea de que se les pedirá que lo hagan. Por
eso nos parece útil mostrarse abierto en cuanto a si conviene o no hablar del abuso mismo
según el caso:
• Algunas personas que he tratado consideran útil hablar un poco de lo que realmente les
ocurrió y esto parece ayudarlos a sentir que pueden dejar atrás esa experiencia. Otras
sienten que podrán avanzar más fácilmente si no hablan de los detalles. Quisiera que me
dyera qué sería, lo mejor en su caso.
145
• ¿Cómo le parece que podrá saber sí desea o no seguir hablando de lo que realmente pasó?
Por lo que me dyo, supongo que quizás usted se sentía incapaz de tomar decisiones, ¿cómo
cree pues que podrá decidir que el hecho de no hablar hoy del abuso era realmente lo que
quería?
• Comprendo lo que me quiere decir en cuanto a que no proyectó en absoluto hablar hoy del
abuso y dependerá de usted lo mucho que hable del asunto la próxima vez. ¿Le sorprendió
el hecho de haber podido hablar hoy un poco del abuso mismo?¿~ efecto cree que le
producirá?
De este modo, la cuestión de "hablar del asunto o no hablar del asunto" puede suministrar
la oportunidad de señalar aspectos de la capacidad del paciente y de su competencia para
saber qué es lo mejor para él. En cierto sentido esa toma de decisión es en sí misma una
excepción, puesto que los pacientes que han sufrido alguna agresión sexual con frecuencia
se ven a sí mismos como personas incapaces de tomar decisiones, especialmente decisiones
relacionadas con el tratamiento. Y este proceso de utilizar el proceso de la terapia para
alentar en el paciente una imagen de competencia y de capacidad es más importante que si
se habla o no del abuso mismo.
Debemos subrayar que reconocemos que la experiencia del abuso, como otros traumas,
puede provocar algunas veces, tanto en niños como en adultos, profundas y en ocasiones
confusas reacciones emocionales. Es más, no queremos negar la posibilidad de que se
pueda ayudar a esos niños y a esos adultos mediante la experiencia de hablar de lo que les
sucedió en un ambiente sustentador. Sin embargo, creemos que la exigencia, explícita o no,
de que los pacientes describan los detalles y los sentimientos que despiertan en ellos esos
detalles es en sí misma abusiva. Porter, Blick y Sgroi (1982) estiman que:
...ayudar al niño a enfocar el abuso en una perspectiva saludable comienza a aligerarle la
carga emocional (pág. 130).
146
Como lo señalamos antes, nuestra experiencia sugiere que ése puede ser el caso, pero que
también puede ocurrir que esa "ayuda" agregue peso a la carga emocional. A veces nuestra
terapia puede enfocar el abuso mismo, otras veces el paciente decide discutir los hechos del
abuso con alguien que está fuera de la situación terapéutica y también hay casos en los que
el abuso mismo nunca se trata explícitamente. Nuestro principio fundamental es que el
paciente es el mejor juez de esa decisión, aunque el terapeuta tenga la tarea de establecer el
contexto terapéutico dentro del cual el paciente puede experimentar y ejercer la aptitud para
tomar semejante determinación.
Evidentemente, esto nos plantea la cuestión de si es posible realizar una terapia efectiva sin
discutir nunca la experiencia del abuso. No solamente creemos que sí, sino que también
afirmamos que muchos terapeutas han tratado a pacientes que en el pasado. habían sufrido
un abuso sexual y que nunca lo mencionaron y sin embargo pudo realizarse con ellos una
terapia efectiva.
El hecho de concentrarnos en los efectos del abuso antes que en el abuso mismo, y en la
solución antes que en el problema, nos lleva a esa conclusión. Poner el acento en el
problema exige identificar y resolver el problema y es imposible realizar una terapia
efectiva sin ese requisito. En cambio, poner el acento en la solución implica dar
importancia a la comprensión de las soluciones y a alcanzar una situación de solución e
implica también que la experiencia de lograr la solución tiene efectos profundos y
significativos en la manera en que el o la paciente vislumbran sus posibilidades y aptitudes
futuras. Hemos sostenido como uno de los principios centrales de nuestro enfoque que un
efecto del abuso es alentar una autoimagen dominada por el abuso, una imagen que
determina la interpretación de los hechos y las emociones de un modo que perpetúa todas
las dificultades causadas por los efectos del abuso. El corolario de esta reflexión es
147
que el hecho de elaborar una imagen competente de sí mismo le permite al paciente superar
los efectos del abuso y encarar una vida desprovista de tales efectos. Una nueva autoimagen
más competente puede significar que el abuso, aun cuando siga existiendo , en los
recuerdos, ya no constituye un factor importante de la significación que el paciente ha de
darle a sus futuras experiencias, de modo que referirse a él explícitamente puede ser algo
irrelevante.
La idea de que la solución no necesariamente debe parecer relacionada con el problema
presentado o del que se queja el paciente (de Shazer, 1985) nos impulsa a prestar especial
atención a aquello que los pacientes consideran útil. La idea de White (1989) referente a
que el descubrimiento de las excepciones o de los logros aislados y el hecho de mejorar sus
significaciones" alrededor de esos acontecimientos permiten que los pacientes elaboren una
nueva imagen de sí mismos, nos hace confiar en que prestar atención a lo que los pacientes
estiman útil y el hecho de elaborar una nueva autopercepción que se base en esos elementos
pueden llevarlos a reelaborar la historia del abuso de tal manera que éste ya no ejerza un
efecto opresivo.
Caso N° 7 - Michael Durrant
Stephen, de 14 años, llegó a mi consultorio con sus padres, quienes se mostraron
preocupados por el hecho de que el joven no hubiera superado el trauma que le había
producido haber sido sometido sexualmente durante dos años (hasta que Stephen tuvo diez)
por su hermano de adopción, mayor que él. A los padres de Stephen los inquietaba que el
niño no pudiera hablar de sus experiencias, que ya se hubieran intentado con él dos terapias
sin éxito y que la angustia que le había producido el abuso se manifestara en una falta
general de motivación, en una pobre aptitud social y en la costumbre de hurtar. Pero
estaban particularmente
148
alarmados por una. sola. ocasión en que Stephen había molestado sexualmente a su
hermano menor, Andreu. Me pareció que los terapeutas que habían tratado antes. a Stephen
habían intentado hacerlo hablar de sus experiencias Ve abuso y que eso había constituido
para eljovencito "una repetición" de lo que sus padres habían estado haciendo hasta
entonces: engatusarlo, suplicarle y tratar de manipularlo para que hablara. Como advertí
este aspecto consideré que sería importante, aunque sólo fuera para "engancharlo" con la
terapia, hacer algo distinto. Comencé por preguntarle cómo había podido dejar de abusar
sexualmente de su hermano menor. Agregué que muchos jovencitos que han sufrido abusos
sexuales parecen creer que son incapaces de controlar su propia sexualidad, puesto que han
vivido ciertas poderosas experiencias que ellos no pudieron controlar, pero que en el caso
de Stephen aparentemente había algo que le permitía controlarse (según parecía Stephen
había abandonado su conducta abusiva antes de que su hermano menor revelara la
situación). Stephen no estaba muy seguro sobre cómo había podido detenerse y comenzó
sugiriendo que ello se debía a que. su hermano le había pedido que lo hiciera. Cortésmente
me negué a aceptar esa explicación aduciendo que Stephen sabía muy bien que era más alto
y más fuerte que Andreu y que, de haberlo deseado, hubiera podido forzarlo, entonces
Stephen me confesó que en realidad él sabía que lo que estaba haciendo estaba mal.
Utilizando esta excepción como un ejemplo de autocontrol, continué preguntándole a
Stephen en qué otras ocasiones había visto que era capaz de controlar sus propios impulsos.
Durante gran parte de las cinco o seis sesiones siguientes analizamos las ocasiones en las
que Stephen tuvo la oportunidad de robar dinero y resistió a la tentación de hacerlo.
Stephen, unjoven con un coeficiente intelectual más bajo que el promedio, pudo evaluar lo
que insinuaban esos hechos: que tenía la capacidad de controlar sus impulsos. Stephen
admitió que ese descubrimiento lo sorprendía. Primero con
149
migo y luego en algunas sesiones con sus padres, Stephen comenzó a elaborar una imagen
de sí mismo más competente y más capaz de controlar su vida. Stephen perdió la costumbre
de hurtar y comenzó a llevarse mejor con sus amigos.
En una sesión posterior, el padre se mostró preocupado por saber si Stephen había
"normalizado su sexualidad". Entonces le comenté que no habíamos dedicado mucho
tiempo a tratar lo que le había ocurrido a Stephen y le pregunté al joven si consideraba útil
hacerlo. Stephen respondió bastante seguro de sí mismo: "No, es algo que he dejado atrás.
Sé que ocurrió, pero realmente no pienso mucho en ello. Me parece más importante seguir
manteniéndome lejos de los problemas y recuperando mi trabajo escolar". El hecho de
analizar la nueva manera en que Stephen se veía a sí mismo y consideraba lo que había
aprendido sobre su capacidad para controlar su propia vida puso de manifiesto que eljoven
había avanzado y, en realidad, había dejado atrás las preocupaciones de sus padres.
Conclusión
Gran parte de nuestra formación nos impulsa a desempeñar el papel de "expertos". Nos
sentimos cómodos con la idea de que tenemos una especial habilidad para enmarcar las
dificultades y para formular preguntas que pueden alentar a nuestros pacientes a comenzar
apercibirse así mismos de un modo diferente. En cambio, nos sentimos incómodos ante la
idea de que sabemos mejor que nuestros pacientes lo que ellos consideran útil.
El enfóque terapéutico concentrado en el problema del abuso entraña el riesgo de promover
un proceso que, según creemos, no fortalece en los pacientes una imagen competente de sí
mismos que los haga sentir capaces de avanzar. En cambio, el hecho de poner el
150
acento en la solución nos ha permitido ayudar de una manera cooperativa a nuestros
pacientes (sin dejar de tener en cuenta que en muchos aspectos somos nosotros los que.
conducimos la sesión) a construir sobre aquellas actitudes que corresponden a su auténtica
personalidad y contradicen la imagen dominada por el abuso que ellos habían elaborado
sobre sí mismos y sobre los demás.
La terapia que aplicamos en los casos de pacientes que sufrieron algún abuso sexual puede
prolongarse o no y con frecuencia es dificultosa. Sin embargo, creemos que poner el acento
en ayudar a los pacientes a utilizar aquellos ejemplos ya existentes de competencia para
elaborar nuevas autopercepciones que los capaciten para interactuar de manera diferente
con el mundo exterior, no solamente es algo que resulta útil a los pacientes, sino que es un
enfoque que nos permite no "sucumbir" a la enormidad de la experiencia abusiva. Es
importante que la complejidad y la magnitud de las experiencias que paralizaron a nuestros
pacientes no nos paralicen también a nosotros.
Notas
Lo mismo podría decirse de la gente que continúa definiéndose como 'alcohólica", aun
muchos años después de haber abandonado la bebida. Este tipo de caracterizaciones
centradas en el problema contribuye a mantener vivo el problema como una parte de la
autoimagen de la persona; por consiguiente, la persona nunca puede sentir realmente que ha
superado el problema. Es decir, en la autoimagen de la persona se perpetúa un déficit o un
fracaso significativo, que puede poner obstáculos a la experiencia de competencia o de
logro.
2 También se puede considerar que esto es lo que ocurrió en la esfera de las terapias contra
la angustia, en las que también hubo un paso similar de la observación a la prescripción. En
este terreno los terapeutas decidieron describir el mal en frases que finalmente se
convirtieron en prescripciones de cómo debían experimentar sus emociones y reacciones
los pacientes. Esto hasta los condujo a derivar a otros especialistas a los pacientes que no se
'angustiaban adecuadamente" (es decir, que no se angustiaban de acuerdo oon el esquema
que los terapeutas hablan establecido sobre cómo deben angustiarse los pacientes).
adecimientos
Agradecemos a Brian Cade, Eve Lipchik y Jane Durrant sus comentarios sobre un borrador
anterior de este capítulo.
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153
Los jóvenes que han tenido conductas emocional, fisica o sexualmente abusivas y las
personas relacionadas con ellos presentan una variedad de rasgos que caracterizan a los
adolescentes y a sus relaciones. Pueden presentar dificultades para asumir
responsabilidades y/o tener problemas de dependencia (generalmente en oposición a sus
padres, que suelen ser o bien superresponsables o bien superdependientes), esos jóvenes
pueden negar la conducta abusiva o culpar a los demás por sus actos; suelen dejarse influir
por sus iguales, mostrarse preocupados por sus propias ideas y sentimientos y tener
dificultades para aceptar lós de los demás; con frecuencia carecen de aptitudes sociales (por
ejemplo, en sus relaciones con los niños menores que ellos, con quienes utilizan la fuerza y
la amenaza para conseguir lo que desean); pueden experimentar sentimientos de cólera, de
incompetencia, de impotencia, de desesperanza, de
154
4
Hostilidad, apatía, silencio y negación
Cómo ayudar a los adolescentes 'agresores incitándolos a que modifiquen su conducta
Richard Elms
vergüenza, de culpa y de falta de dignidad. Muchos adolescentes que tuvieron conductas
abusivas dicen sentir miedo de las consecuencias legales que puedan tener sus actos, miedo
de perder sus amistades y miedo de sí mismos y de lo que puedan llegar a hacer. La mayor
parte de los adolescentes agresores son reacios a acudir a la terapia y muchos de ellos se
muestran directamente hostiles.
Este tipo de circunstancias y características hacen que la tarea de comprometer a estos
adolescentes en una terapia se convierta en un verdadero desafío. En este capítulo expongo
algunas de las ideas y prácticas que me resultaron útiles al afrontar ese desafío. Me
inspiraron e influyeron particularmente en tales ideas los trabajos de Michael White (por
ejemplo los de 1986 y 1989) en general y los de Alan Jenkins (1990) sobre los hombres
abusivos y los adolescentes agresores sexuales.
Los objetivos de la terapia
Mi trabajo con adolescentes agresores sexuales apunta entre otras ideas a (siguiendo
aJenkins, 1990): • ayudarlos a encarar los problemas, lo cuál incluye el reconocimiento de
la naturaleza y las dimensiones del abuso, afrontarlas consecuencias legales y superar la
perturbación, la vergüenza, la culpa y los temores vinculados con el proceso;
• alentar en esos adolescentes un sentido de responsabilidad por la conducta abusiva que
tuvieron y por sus vidas en general;
• ayudarlos a comprender por qué ocurrió el abuso; • ayudarlos a comprender el impacto
potencial que puede tener el abuso en las víctimas;
• alentar en ellos el desarrollo de relaciones de mayor estima y respeto.'
155
Los supuestos en los que se basa el enfoque
Para alcanzar los objetivos de la terapia considero importante comprender las creencias y
las perspectivas que permiten a los adolescentes abusivos (y a sus familias) dar sentido a
sus relaciones, al abuso y a sí mismos. Considero que tales creencias y perspectivas son
determinantes de la conducta de las personas y de sus configuraciones de interacción y creo
que son obstáculos potenciales (o restricciones)2 para "afrontar" la situación, "hacerse
responsables" de ella y para desarrollar diferentes maneras de relacionarse.
Parto de la idea de que nuestras creencias, nuestros sentimientos, nuestra conducta y
nuestras relaciones están en interrelación e influyen entre sí y reciben además la influencia
de los valores sociales, de los valores y costumbres de nuestra familia y de otras familias
significativas para nosotros y de muchas otras experiencias. De modo que interpreto la
conducta abusiva atendiendo a la interacción de esa clase de factores. También supongo
que las características de los adolescentes abusivos enumeradas no son una parte intrínseca
de su carácter o de sus relaciones y no necesariamente representan rasgos permanentes. Por
lo tanto, el enfoque expuesto en este capítulo apunta a que se 'considere también el contexto
más amplio dentro del cual ocurre el abuso.'
Puesto que la mayor parte de los perpetradores de abuso sexual han de continuar
manteniendo determinadas relaciones (por ejemplo, con sus propias familias, con otras
familias y con otros individuos) podemos considerar que el hecho de trabajar con ellos
cumple una función preventiva.
Una terapia basada en las preguntas
El proceso terapéutico al que me adhiero es principalmente un proceso de preguntas. Varios
autores me han inducido a adoptar este estilo particular. Por
ejemplo White (1988, pág. 9) expuso la idea del proceso de preguntas sobre "la influencia
relativa", duranté el cual se invita al paciente, a describir, por un lado, qué influencia tienen
los problemas en su vida y en sus relaciones, y por el otro, a declarar qué -influencia
ejercen su vida y sus relaciones para mantener vivo el problema. White (1988, 1989) señaló
que este proceso lleva al paciente a tratar de resolver las contradicciones que surgen cuando
éste descubre las lagunas que hay en su conocimiento de sí mismo, de los demás y de sus
relaciones.
En el enfoque descrito por Epston y White (1989) se interpreta que esas contradicciones y
lagunas sólo existen en la "versión" que tiene el paciente de su experiencia, es decir, que el
paciente experimenta problemas cuando la "versión" que él ha elaborado (y o los demás
han elaborado) para darse sentido a sí mismo, a su vida y a sus relaciones no representa de
manera adecuada la verdadera experiencia vivida.
El objeto de la terapia es pues identificar y/o generar nuevas versiones que impliquen
nuevas posibilidades. Epston y White sostienen que aquellos aspectos de la vivencia que
escapan a la versión dominante proporcionan un terreno fértil para generar las nuevas
versiones. Estos autores llamaron a esos aspectos los "logros aislados" y elaboraron un
proceso de preguntas que ayuda a identificar tales aspectos y a emplearlos para formar esas
nuevas versiones y posibilidades.
En su trabajo con hombres abusivos y con adolescentes agresores sexuales (1990 y 1987,
respectivamente), Jenkins describió un proceso terapéutico basado en las preguntas que
ayuda a los perpetradores a afrontar el abuso, a hacerse plenamente responsables de él, a
comprender el impacto que puede tener el abuso en las víctimas y a entablar relaciones más
respetuosas con los demás.
En lugar de poner el acento en la clasificación de los problemas o en lugar de considerar al
terapeuta como el conocedor y el experto (en el sentido de que es quien
156
157
debe dar las respuestas y las instrucciones), ese proceso interrogador se concentra en la
experiencia que tuvo el paciente de los hechos, en su propio conocimiento y en su
capacidad. Este enfoque promueve además la participación. activa del paciente en la
generación de una perspectiva alternativa y en la búsqueda de soluciones, en vez de dejar
en manos del terapeuta la tarea de diagnosticar, prescribir o aconsejar. Tales enfoques ayud
.in a la gente a pensar por sí misma, a formar y desárrollar sus propios recursos en lugar de
hacerla depender de las ideas y recursos del terapeuta. De modo que una terapia basada en
ese tipo de interrogatorio apunta a desarrollar un proceso terapéutico que promueva la
responsabilidad y la independencia --dos aspectos generalmente muy significativos en el
caso de los adolescentes que han incurrido en conductas abusivas-.
Evidentemente el modo de formular las preguntas es significativamente determinante de la
efectividad del proceso. Por ejemplo, si el paciente no comprende la pregunta o no puede
contestarla ,5 quizá se sienta, interrogado, abrumado, incompetente o incómodo. . Y hasta
puede sentirse "objeto de un experimento técnico". Estos problemas potenciales pueden
minimizarse utilizando un estilo de conversación respetuoso, agradable, cortés, sensible,
amistosamente curioso y cooperador; además es fundamental emplear un vocabulario y
conceptos comprensibles para el paciente y adoptar el ritmo que más se adapte a él.
La relación entre el terapeuta y el adolescente
Mi experiencia me indica que para que los adolescentes abusivos se entreguen a la terapia
es útil crear un clima en el que el terapeuta transmita interés y apoyo no solamente a las
víctimas del abuso sino también a los perpetradores. El hecho de crear un clima de esas
características suministra una estructura útil para
158
oponerse al abuso y a sus efectos, sin producir por ello un conflicto de intereses con las
víctimas .6 Por el contrario, al crear ese clima el terapeuta puede ayudar al adolescente a
afrontar las cuestiones dificiles, y además reconocer, apoyar y respetar los esfuerzos que
haga el adolescente para afrontar tales cuestiones.
Si bien algunos terapeutas consideran que la angustia, la ira y otras expresiones semejantes
son respuestas al abuso enteramente apropiadas, creo que la manera en que esos
sentimientos se expresen y el efecto que tengan en el trabajo que desarrolla el terapeuta son
cuestiones que merecen una revisión crítica. Por ejemplo, mi propia experiencia me
demostró que si durante una entrevista me siento furioso, es muy probable que mi
pensamiento se nuble y que yo haga o diga algo inconveniente. Ser paciente y desarrollar la
capacidad de identificar los "logros aislados", estar preparado para marchar al paso que
marque el adolescente y tomar conciencia de que las detenciones o los pequeños retrocesos
son parte del proceso de cambio, pueden ser actitudes útiles en tales situaciones. En
determinada fase también puede ser útil incitar al adolescente a que investigue y trate de
comprender los pensamientos y sentimientos que despierta el abuso en el terapeuta y en las
demás personas.
La seguridad y el bienestar de las victimas
Este enfoque se concentra en las necesidades de las víctimas del abuso. Creo que dar todos
los pasos necesarios para contribuir a la seguridad y el bienestar de las víctimas es una
actitud coherente con los objetivos de la terapia destinada a tratar a los perpetradores del
abuso. De modo que antes de iniciar las entrevistas es conveniente indagar entre las
personas que remiten al paciente, las autoridades de la asistencia social, etc., a fin de
informarse sobre los pasos que ya se dieron para proteger y ayudar a la víctima. Esas
159
medidas podrán reverse luego, sobre otra base, con esas personas, con el adolescente
perpetrador y con las personas encargadas de su cuidado. En muchos casos
(particularmente en aquellos que incluyan abuso sexual o abuso fisico extremo) es
conveniente establecer un período de separación del adolescente y de las víctimas y/o las
víctimas potenciales. La separación, además de ser una gran medida de seguridad, puede
constituir un medio de dar a las víctimas un "espacio" para tratar de superar los efectos del
abuso. Además puede darle al adolescente una oportunidad de comenzar a revisar su vida y
sus relaciones (o a hacerlo de una manera más efectiva). Si un adolescente accede a
separarse por estas razones estaría demostrando que "afronta" el problema y "se hace
responsable" de él.
Parte de mi trabajo en esta esfera comenzó cuando hube de tratar adolescentes internados
en residencias donde se llevaban a cabo programas de recuperación: una situación en la
cual los jóvenes podían sentirse abandonados, desesperanzados y vulnerables,
predispuestos a perder la confianza en sí mismos y en la posibilidad de mejorar sus
relaciones. De modo que sé que es particularmente importante que tales separaciones se
presenten como un paso positivo para las víctimas del abuso y como una oportunidad de
cambio para los adolescentes agresores. Por supuesto, lo ideal sería un programa de
residencia que ayudara al adolescente a revisar su vida y sus relaciones de un modo que le
permitiera "afrontar" la situación y "hacerse responsable" de ella.
Otros modos de asegurar la salvaguardia de las víctimas y de suministrarles un "espacio"
son: suspender o expulsar al agresor de la escuela; asegurarse de que el agresor quede bajo
la-supervisión de un adulto en la escuela, en el hogar, y en los demás sitios donde pueda
estar en contacto con sus víctimas potenciales. Pero reducir el contacto de las víctimas sólo
es posible cuando las víctimas están preparadas para ello y cuando ya se han establecido
programas para garantizar
160
su posterior seguridad. De modo que habría que poner el acento en los padres, el
perpetrador y las demás personas significativas, concentrándose en primer lugar en las
necesidades de la víctima. Todo el proceso de evaluar los progresos que realice el
perpetrador dependerá pues de corroborar los cambios que adviertan las personas
vinculadas con él: la familia, la víctima (y/o consejeros), los profesores, los asistentes
sociales juveniles, los compañeros de la residencia (si el perpetrador se encuentra en uno de
esos programas) etcétera.
El proceso de la terapia
Durante la primera entrevista comienzo por pedir al adolescente y/o a las demás personas
presentes, información sobre la naturaleza y las dimensiones del abuso, y sobre la vida y las
relaciones en general del adolescente. Trato de estar atento a las oportunidades de
investigar los vínculos que existen entre las creencias (y la conducta) de la persona y las
demás experiencias e influencias, incluyendo los valores sociales (tales como los
relacionados con los papeles femenino y masculino o con el trato entre padres e hijos), las
presiones ejercidas por sus pares, los valores y las costumbres familiares, etc. Indagar estos
vínculos puede contribuir de manera significativa a generar una perspectiva diferente o más
amplia (y por lo tanto la posibilidad de nuevas soluciones) y puede ayudar al paciente a
comprender lo que antes le resultaba incomprensible. El hecho de analizar estos vínculos es
una parte posterior de la terapia que con frecuencia permite que el paciente cobre mayor
conciencia de las experiencias que influyeron en su conducta o se sienta más cómodo
compartiéndolas: por ejemplo, es posible que revele el hecho de haber sido también él
víctima de abuso sexual.
El supuesto principal es que las personas se relacionan con ideas, sentimientos, pautas de
interacción,
modelos de conducta, valores sociales, "tradiciones" familiares, etc.8 Y las personas
pueden adherirse a ellos, "cooperar" con ellos, "dejarse dominar o influir" o bien "dejarse
embaucar, aplastar o gobernar" por ellos. Descubrí que es útil interrogar a los adolescentes
(y a su familia) sobre los pensamientos y sentimientos que experimentan acerca del abuso,
sobre los efectos del abuso, sobre los acontecimientos ocurridos desde el momento de la
revelación y sobre cualquier otro problema. que pueda tener el paciente. Y lo que me
parece particularmente conveniente es indagar acerca del estilo de vida y las relaciones que
preferirían tener (sin embargo, no cuento con la colaboración del adolescente en este tipo
de indagación). Durante esta fase de la terapia se puede invitar al adolescente a "poner en
tela de juicio", "desafiar", "apartarse de", "escapar de", "despreciar", "superar" y "rebelarse
contra" o "desobedecer" aquellas influencias que contribuyeron a que se diera el abuso.'
Todo este proceso crea un contexto y establece "temas" que han de construir la base sobre
la que se sustentarán las siguientes sesiones de la terapia.
La dirección que tome esta indagación debe ser coherente con las experiencias vividas por
el adolescente, su familia, el terapeuta y las demás personas relacionadas con el caso, antes
que con los supuestos ya establecidos sobre las "características" de los adolescentes
abusivos y sus relaciones. Tales supuestos, si son errados, disminuyen las posibilidades de
que el adolescente y las personas que lo tienen a su cargo se comprometan con la terapia.
Para facilitar ese compromiso es necesario emplear un vocabulario y conceptos
significativos para el adolescente y para su familia. Lo ideal es utilizar el vocabulario y los
conceptos derivados del lenguaje empleado por el adolescente y su familia, en lugar de
imponerles el del terapeuta. Nos encontramos ante una excepción a este principio cuando
los adolescentes y/o las personas que los tienen a cargo utilizan un lenguaje que tiende a
162
minimizar la gravedad y los efectos de sus actos. Por ejemplo, sugiero sustituir palabras
tales. como "agresión" o "abuso" por "cuidar de sí mismo" (por ejemplo, si golpeó a otro), o
bien "jugar con" o "interferir en" (sexualmente). Incluso creo que. es útil tratar de no
utilizar un lenguaje abusivo u ofensivo.
Hostilidad, apatía, silencio y negación
Muchos profesionales que han trabajado con adolescentes están familiarizados con
respuestas como "no importa" o "no se preocupe" y pueden experimentar frustración al
tratar de convencerlos o persuadirlos de algo. Algunos adolescentes hablan muy poco y
otros no dicen nada. A veces esta actitud parece relacionarse con la hostilidad y a veces con
la dificultad que tienen para afrontar el problema y hablar de él. Y algunos adolescente
sencillamente parecen tener dificultades para pensar y hablar por sí mismos.
Jenkins (1990, 1987) formuló algunas preguntas que son "invitaciones irresistibles" para
que los agresores sexuales se sientan responsables. Considero que esas preguntas son útiles
para trabajar con los adolescentes abusivos en general y particularmente con aquellos que
se manifiestan hostiles y poco comunicativos., Generalmente estas preguntas incitan al
adolescente a decir algo sobre la dirección que preferiría que tomara su vida y sus
relaciones y frecuentemente, si el adolescente no responde, se le suelen formular a los
padres o a las personas que lo tienen a cargo:
• ¿Cree usted que él ya tiene las características de un agresor infantil?
• ¿Prefieres seguir relacionándote toda tu vida con niños pequeños o preferirías aprender a
relacionarte con los jóvenes de tu edad?
• Le gusta mantener relaciones con las fotografias de las revistas o preferirías aprender a
mantener buenas y respetuosas relaciones con personas reales?
163
(En los casos en los que la pornografia ejerció alguna influencia).
• ¿Cree usted que él desea seguir comportándose como un matón o que prefiere ser el tipo
de persona que tiene en cuenta los sentimientos de los demás?
• ¿Deseas ser el tipo de persona que sólo piensa en sí misma -y se aprovecha de los más
pequeños- o prefieres ser el tipo de persona que se preocupa y protege a los demás?
• ¿Quieres ser la clase de persona autosuficiente y que es capaz de afrontar sus propios
problemas o prefieres dejar que sean los demás quienes resuelvan tus problemas (por
ejemplo, los padres o las víctimas)?
Cuando los adolescentes dicen que desean cambiar, el terapeuta debe prestar especial
atención para descubrir si se trata o no de una decisión "dictada"; por lo menos hasta que se
indaguen más a fondo las implicaciones del cambio:
• Afrontar un problema como éste y comprender realmente los efectos que pudo tener tu
abuso yen los demás, puede ser una tarea muy dril. ¿No crees que sería mucho menos
angustioso para ti desentenderte y dejar que sean otros quienes se las vean con el problema?
(Los padres, la víctima.)
• ¿Estás seguro de saber contra qué debes luchar? Muchos muchachos creen que para ser
verdaderos hombres deben actuar así: ser rápidos con los puños, tú me entiendes, no pensar
en lo que sienten o desean los demás, simplemente pensar en sí mismos, y si los demás no
son suficientemente grandes o suficientemente duros, peor para ellos. ¿Conoces esa clase
de muchachos?`
• Si decides apartarte, ¿qué crees que dirán y harán tus amigos?
• ¿Podrías soportarlo bien? ¿Cómo? ¿Qué proyectos harías?
164
El hecho de hacer esta clase de comentarios y preguntas adicionales contribuye a crear un
contexto en el que el propio adolescente da razones para intentar el cambio.
Algunos adolescentes niegan por completo haber abusado de alguien. En esas
circunstancias puede ser útil formular preguntas "hipotéticas" sobre los jóvenes mismos y/o
sobre las personas que se ocupan de ellos.
• Si una persona hubiese hecho algo semejante, ¿cómo podría, decidir si debe confesar o
no? ¿Qué podría pensar y sentir?
• ¿Seríafácil confesar algo así o por el contrario harían falta valentía, y fuerza?
• ¿Supones que una persona madura ocultaría sus problemas y dejaría. que los demás se
ocuparan de ellos o crees que esa persona los confesaría y solicitaría a los demás toda la
ayuda necesaria. para resolverlos?
Otra posibilidad es inquirir sobre la reputación del adolescente:
• ¿Te preocupa que la gente piense que tienes una conducta abus ¡va?
• ¿Qué te preocupa de ello?
• ¿Qué sientes cuando ves que no confian en ti?¿~ preferirías que pensara la gente de ti?
En todos los casos hay que tratar de no forzar o no provocar de manera engañosa una
respuesta del adolescente. Hasta es posible que el paciente no responda a ninguna de las
preguntas. Pero eso no es lo importante, puesto que el objetivo es promover un clima en el
que el adolescente se sienta un poco más comprendido y en el cual puedan considerarse
todos los aspectos del abuso en otra perspectiva (es decir, -desde el punto de vista de la
responsabilidad y la madurez). El hecho de identificar, reconocer y dar significación a las
ocasiones en las que el joven fue capaz de "confesar", de afrontar los problemas, demostrar
responsabilidad o
165
mostrarse fuerte, valiente o confiable es una parte importante del proceso pues es algo que
puede ayudarlo a reconocer su capacidad de afrontarlos problemas y desarrollar una mayor
responsabilidad."
No es raro que algún adolescente ocasionalmente, a pesar de los esfuerzos que haga el
terapeuta al formular preguntas útiles, diga que no le importa lo que los demás piensen de
él, o bien que no desea madurar, o que declare que le parece divertido tener una conducta
abusiva con los demás, o bien que quiere ganarse una reputación temible. Aun en estas
circunstancias puede ser útil identificar ocasiones en las que esos adolescentes no
practicaban ese estilo de vida e insistir con preguntas sobre esas ocasiones. Evidentemente,
en estos casos es muy importante que el terapeuta evite darles la impresión de estar
manteniendo una actitud sarcástica o de estar tratando de parecer hábil o "listo":
• En este momento pareces encolerizado/perturbado, ¿te molestaría que te hiciera algunas
preguntas más, que probablemente consideres diles?
• ¿Estás seguro? No deseo que la cólera te quite lo mejor de ti. Según lo que has dicho,
¿cómo es posible que haya habido ocasiones durante nuestras entrevistas en las que no me
gritaste?
• ¿Cómo explicas que tus padres y los asistentes sociales hayan dicho en sus informes que
hubo ocasiones en las que demostraste ser bueno/responsable?
• ¿Te decepciona que esos hechos no encajen con el tipo de vida abusiva que dices que
deseas llevar? • ¿Cómo explicas que no hayas llegado a un estilo de vida en extremo
abusivo como podrías haberlo hecho?
• ¿Qué crees que deberías hacerpara estar seguro de que has desechado completamente la
bondad y la responsabilidad de tu vida?
Si el adolescente contesta o no alguna de estas preguntas, las sesiones siguientes pueden
dedicarse a indagar si hubo otras ocasiones en las que el joven se
166
mostró bueno, responsable, etc., o situaciones en las cuales no se comportó de manera muy
abusiva aunque pudiera haberlo hecho (por ejemplo, insultar a alguien a quien hubiera
querido golpear). Se le puede pedir entonces al adolescente que preste atención a ese tipo
de actitudes. Puesto que muchos de estos jóvenes se consideran incapaces de cambiar y
puesto que muchos de ellos sólo son capaces de tomar conciencia de aquellos
pensamientos, sentimientos y actos que encajan con un estilo de vida abusivo, este proceso
los ayuda a redefinirse, y a advertir las nuevas posibilidades que tienen sus vidas. En tales
circunstancias es posible que aumente la frecuencia de las conductas responsables y no
abusivas y en ocasiones los j óvenes deciden que después de todo prefieren llevar un estilo
de vida alternativo.
Generalmente (como ocurre en todas las terapias), esas nuevas definiciones y posibilidades
deben competir con creencias, conductas y sentimientos profunda y largamente sostenidos,
de modo que al principio son solamente tentativasr. Con frecuencia se las olvida y se las
pierde, particularmente como una respuesta a las crisis, los retrocesos o las recaídas. De
modo que es importante que el terapeuta sea persistente. Hasta puede resultar conveniente,
una vez qué el/la adolescente manifestó su deseo de cambiar, anunciar la posibilidad de que
se den retrocesos o recaídas, a fin de invitar al adolescente a que imagine cuál sería el
impacto que podrían ejercer sobre el tales reveses (y/ o a fin de que el terapeuta comente
qué efecto produjeron en otros adolescentes) y a que elabore junto al terapeuta las posibles
estrategias con las que se los podría enfrentar. 12
Aunque parezca obvio, es importante que el terapeuta sea particularmente paciente cuando
trabaja con adolescentes abusivos y no tema revisar y criticar el foco de su trabajo, la
utilidad de las preguntas que formula y el clima terapéutico que promueve. Desarrollar
aptitudes en el terreno de las "invitaciones irre
167
sistibles", por ejemplo, probablemente reduzca la posibilidad de que el adolescente persista
en decir que "no le importa" o que desea continuar llevando un estilo de vida abusivo.
Los acontecimientos "únicos" o "excepcionales" y su significación
Como ya dijimos, invariablemente existen aspectos de la vida y las relaciones del
adolescente perpetrador que no se ajustan a un estilo de vida abusivo e irresponsable.
Siempre hay ocasiones en las que el joven actuó de una manera más responsable de lo que
podría haberlo hecho, en las que tuvo actitudes que demostraron algún interés por los
demás, o bien en las que el adolescente prefirió, o por lo menos intentó practicar, una
conducta no abusiva. Descubrir esas ocasiones, explicarlas y especular sobre las
implicaciones que pueden tener tales "logros aislados" o "excepciones„ y las que pudieran
darse en el futuro 13 debe ser el centro de la terapia.
Frecuentemente ni el propio adolescente ni las personas que lo tienen a cargo perciben la
presencia o la significación potencial de tales acontecimientos, pues sus "restricciones" o
las "versiones" a través de las cuales interpretan sus experiencias oscurecen esa
significación. Por consiguiente, es importante para los terapeutas que empleen este enfoque,
desarrollar la capacidad de identificar (y de ayudar al paciente a identificar), "los
acontecimientos únicos o asilados", y de ayudar a los pacientes a atribuirles la verdadera
significación, a fin de permitirles adoptar una nueva comprensión y una nueva perspectiva.
Este proceso, antes que "señalar los hechos positivos" o "tratar de persuadir o convencer al
paciente, "invita" mediante preguntas a la indagación, la curiosidad y el descubrimiento. '4
168
Con frecuencia, hechos aparentemente insignificantes o "triviales" (como que el paciente
conteste unas pocas preguntas) parecen ser los únicos logros "aislados o excepcionales"
disponibles. Sin embargo, en las circunstancias en las que se encuentra el paciente pueden
constituir hitos bastante significativos. Esto implica que el terapeuta debe situarse en una
perspectiva "relativa" antes que en una perspectiva "normativa"; es decir, se invita al
paciente a que evalúe sus logros o progresos de acuerdo con el nivel en que se encontraba
antes, o de acuerdo con el lugar que ocuparía si los problemas hubiesen ejercido en él una
mayor influencia. Esta forma de evaluar se contrapone al modelo de medición que se
relaciona con el promedio de "normalidad" o con las expectativas o esperanzas del
paciente, del terapeuta o de los demás. Si bien puede ser útil marcar un objetivo, una
esperanza o un destino deseado, es cierto que la preocupación por alcanzar tales objetivos o
por ver hasta dónde se puede "llegar" suele ser una actitud bastante limitadora. Con
frecuencia, esta forma de medición parece asociarse con una sensación de fracaso o de
incapacidad de "superar el estándar" o quizá con el abrumador sentimiento de que aún falta
mucho por recorrer. 15 En cambio, el tipo de medición relativa con frecuencia suele
vincularse con una sensación de progreso, de capacidad y potencia:
• ¿Consideras que esto es diferente?
• ¿Cómo hubieras manejado esta situación antes de que comenzaras a afrontar tus
problemas?
• ¿Qué diferencia observa en la manera que tiene él de relacionarse ahora con su hermana/
hermano, si la compara con la que tenía. seis meses antes?
• ¿Hasta qué punto podría haber empeorado la situación si hubieras permitido que esos
sentimientos te dominaran aun más?
• ¿Cuál sería, la d ferencia si recordaras alguna de las medidas que tomaste, que no sean
simplemente las que se pueden tomar ahora.
169
• ¿Cómo interpretas hoy los efectos que pudo tener el abuso en ta/s víctima/s y cómo los
sentías antes?
Las siguientes preguntas son algunas de las que pueden emplearse para identificar los
"logros aislados" y para iniciar el proceso de atribuirles significación. La categorización
responde a la clasificación hecha por White (1988) y algunas de ellas se dirigen a los padres
o a las personas que tienen al adolescente a su cuidado. El lenguaje y los conceptos
utilizados derivan de un análisis previo de los problemas que tiene el adolescente y de sus
efectos y tienden a señalar los aspectos y los vínculos emergentes, es decir, algunas
preguntas formarían parte del proceso de "externalización" de los valores sociales.
Preguntas sobre los logros aislados o únicos:
• ¿Hubo ocasiones en las que él se comportó más como un hermano que como un matón?
• ¿Manifestó la intención de ser más responsable desde nuestra última sesión?
• ¿Se presentaron recientemente ocasiones en las cuales pudiste ser una "oveja" que va con
el rebaño y en cambio actuaste como tú mismo?
• ¿Te complace poder fiarte de tus propios juicios en lugar de tener que confiar en los de los
demás?
• ¿Le sorprende que el muchacho haya sido capaz de dejar de golpear a ese chico?
• ¿Cuáles de esos hechos te parece que constituyen para mí ejemplos de que puedes mover
tus propios hilos? is
• ¿Se atrevió usted algunas veces a enfrentarlo y exponerte opiniones o situaciones que el
muchacho podía considerar diles?
• ¿Te sorprendió que tus padres no escogieran por ti y dejaran que decidieras por ti mismo?
• ¿Les resulta dril dejarlo que se las arregle solo en lugar de tratar de justíficarlo?
170
Preguntas sobre las explicaciones únicas:
• ¿Como fuiste capaz de oponerte a la tradición de "muchachos díscolos" que existía en tu
familia?
• ¿Qué significación le asignas a tus recientes pensamientos y decisiones de no seguir
maltratando a tu hermana?
• ¿Podrías ayudarme a comprender cómo lograste rebelarte contra lo que decidía el grupo?
• ¿Cómo fueron capaces (los padres) de adoptar esta posición contra la violencia?
• ¿Cómo fuiste capaz de oponerte a la idea de que podías hacer cualquier cosa con los más
pequeños? • ¿Crees que este logro me hace ver que tú puedes elaborar nuevas tradiciones
para ti mismo?
• ¿Qué te sugiere este paso que has dado en cuanto a la naturaleza de la nueva dirección que
puedes tomar?
Preguntas sobre la recaracterización única:
• ¿Qué cualidades personales pueden estar señalando estos logros?
• ¿Qué me pueden indicar a mí (y/o a los demás)? • ¿Qué aspectos de tu personalidad crees
que son ahora los más visibles para los demás?
• ¿El hecho de haber logrado dar estos pasos te hace sentir diferente respecto de ti mismo?
¿Hace que te trates de otro modo?
• ¿Qué aspectos de tus relaciones aprecias más?
• El hecho de saber todo esto sobre él, ¿qué efectos tuvo en ta relación familiar?
Preguntas sobre las posibilidades únicas:
• ¿En qué sentido estas cualidades pueden cambiar tu futuro?
• Puesto que te sientes mejor por haberte opuesto a las antiguas tradiciones, ¿qué nuevas
tradiciones podrías elaborar?
• ¿Consideras que yo creo posible que hoy seas capaz de hacer cosas que antes no podías?
• ¿Qué diferencia te parece que puede haber entre el futuro que puedes construir ahora y el
futuro que hubiera correspondido a tu conducta pasada?
Un aspecto importante de la terapia que se realiza con adolescentes abusivos es promover
nuevas definiciones de fuerza, madurez y (en el caso de los varones) masculinidad. Es
típico (y concuerda con los valores que defienden sus pares, las películas, las revistas, etc.,
y con frecuencia la propia familia) que los adolescentes que han manifestado conductas
abusivas definan la fuerza, la madurez y la masculinidad atendiendo a las proezas fisicas, a
la experiencia sexual, a la capacidad de controlar y dominar a los demás y a la indiferencia
ante las necesidades y los sentimientos de los otros. Salvo la cólera y la "lujuria", cualquier
expresión de sentimientos se considera generalmente una debilidad.
Una definición alternativa de la fuerza, de la madurez y de la masculinidad generalmente
incluye ideas tales como ser capaz de afrontar los problemas, hacerse responsable de los
propios actos, pensar por sí mismo (antes que dejarse llevar por los amigos, la familia o los
valores sociales), afrontar (y aprender a expresar) las emociones, ser capaz de comprender a
los demás y darles prioridad, etcétera.
El caso de Andrew, un ejemplo
Andrew, de 14 años, acudió a la terapia con su madre, Jenny, y su padre, John. El jovencito
había agredido sexualmente a su hermanita de seis años en tres oportunidades. La policía
decidió no hacer una acusación formal y el departamento de asistencia social estableció que
Andrew sólo podría quedarse en su hogar si se sometía a una terapia.
172
Desde el principio, Jenny y John me aseguraron que se opondrían a cualquier intento de
separar a lafamilia, porque consideraban que una medida semejante iría en contra de los
intereses de cada uno de los miembros. Sostenían esto con talfuerza qué me dyeron que
estaban dispuestos a llegar a las últimas instanciasjudiciales si era necesario.
Les expliqué que mi principal preocupación era la seguridad y el bienestar de la niña y que,
si ellos lo deseaban, también me gustaría poder ayudarlos a establecer una,
relaciónfamiliarfeliz, segura y satisfactoria para todos. También les dye que no juzgaría. la
conveniencia o inconveniencia de una separación hasta no haber escuchado más
testimonios de los propios miembros de la familia sobre la situación.
Luego les pregunté si creían que Andrew podría. someterse á que yo le hiciera algunas
preguntas sobre el abuso. Jenny y John me respondieron que no estaban completamente
seguros. Entonces le pregunté úAndrew en tercera persona: "¿CreeAndrew que podría
someterse a un interrogatorio que le resultara incómodo, perturbador o que pudiera
enojarlo?" El ~hacho respondió que sí.
En voz muy baja, dubitativo y con la ayuda de sus padres en los momentos en que se
producía alguna "laguna", Andrew pudo describir algunos detalles de la naturaleza y las
dimensiones del abuso.
Le* pregunté entonces qué explicación tenía para haber actuado de manera abusiva con su
hermana. "Los muchachos de la escuela hablaban de las chicas con las que habían estado."
Yo continué: "¿Eso signa que te dejabas influir fácilmente por los demás?" Andrew
respondió a, fu-mativamente y entonces le pedí que me contara algo más de ese aspecto de
su personalidad. Andrew me confesó que nunca se había sentido "un buen chico" o como
alguien que experimentara las mismas sensaciones que los demás, sino que se sentía., más
bien, como alguien "excéntrico, extraño". Le pregunté: "¿Los muchachos de la escuela.
hablaban de haber estado con chicas de su misma edad o con niñas mucho
173
más pequeñas?". Después de una pausa, Andrew murmuró: "Con chicas de la misma edad."
Luego me dirigí a los padres y les pregunté qué efectos había ejercido en ellos el abuso de
Andreu. Jenny y John me describieron el impacto que les habíaproducido enterarse del
abuso, la angustia sufrida, y hasta qué punto los preocupaban los posibles efectos que
pudiera tener el abuso en la hya y el hecho de haber perdido la confianza en Andreu, Jenny
manifestó sentimientos de culpa -especialmente por haber vuelto a trabajar-: "Si yo hubiese
estado en casa probablemente esto no hubiera ocurrido". Le pregunté entonces si ella
considerabajusto que los padres sintieran que siempre debían vigilar a un jovencito de
catorce años. Jenny respondió que no. Le hice luego una pregunta similar a John:
¿Considera usted que los padres deben controlar la conducta de sus hyos adolescentes, en
lugar de que los propios jóvenes se controlen a sí mismos?" "Bien... -declaró Johncreo que
aún tienen que aprender algunas cosas, pero ciertamente ya son capaces de despertar
confianza en sus hermanas." Continué preguntándole a Andreu si pensaba que estaba
madurando en cuanto a controlarse y supervisarse así mismo. Andreu respondió: "Creo que
sí". ¿Crees que alguna otra persona tuvo la culpa de que ocurriera el abuso?", pregunté y él
respondió: "No." "Entonces, ¿deseas afrontar tus problemas o no?". "Sí, deseo afrontarlos",
contestó Andreu.
Continué preguntándoles a Jenny y John si lo que me habían dicho signaba que ellos
intentaban rehuir la culpa, al menos en cierta medida, y pretendían cargársela. a quien
correspondía. Ambos respondieron que probablementefuera así y Jenny agregó que hacía
esfuerzos por no dejarse abrumar por la culpa y que se decían a sí mismos que habían
hecho todo lo mejorposible, pero que a veces las cosas salen mal.
Después de analizar un poco más en profundidad esa cuestión, le pregunté a Andreu qué
efectos creía que había ejercido el abuso en su familia. Después de un largo silencio durante
el cual pareció cada vez más
174
perturbado, 17 Andrew comenzó a llorar y entre sollozos pudo murmurar. "Mamá llora...fui
un estúpido... hice que mamá se enfermara". "¿Te preocupan los efectos que pueda producir
el abuso en tu hermanita?", continué. Andreu respondió que sí y cuando le pedí que me
dyera qué lo preocupaba más, me contestó: "~ ella no pueda superarlo".
John creía que Andreu no había pensado en las consecuencias que podían tener sus actos y
que hablar con él de los problemas era como "escribir en el agua". Pregunté entonces si
habíá habido otras ocasiones en las que Andreu no se había detenido a pensar en las
consecuencias de sus actos y los padres comenzaron a elaborar una. larga lista de
circunstancias en las que se podía advertir que Andreu no era tan responsable como debía
serlo por su edad. Le pregunté aAndrew si estaba de acuerdo con esa lista y el asintió. Los
padres continuaron diciendo que sentían que continuamente estaban "cuidando de lo que él
hacía". Interrogué a Andreu sobre lo que sentía ante esa continua observación y él me
contestó: "Que no me gusta". ¿Preferirías vigilarte a ti mismo?" "Por supuesto", respondió
el chico. Luego analizamos algunas ocasiones en las queAndrew había obrado de manera
más responsable y más "madura".
Seguidamente le pregunté a Andreu qué relación le gustaría mantener con su familia.. Y él
respondió que desearía que sus padres se sintieran orgullosos de su hyo y que deseaba ser
mejor que los demás. ` 8 ¿Y si no puedes ser mejor que los demás, serías capaz de aceptarlo
de una. manera madura?". Andreu respondió: "Sí, deseo desarrollar mis aptitudes y deseo
tener una familia unida. y feliz". Le pregunté entonces si eso signaba que quería recuperar
la confianza de los demás, mantener relaciones en las que nadie se sintiera amenazado ni
temiera el abuso, tener un mayor sentido de la responsabilidad y reflexionar sobre las
consecuencias de sus actos. Andreu confesó que deseaba todo eso.
175
¿Qué relación te gustaría tener con tu hermana?", continué yo. "Quiero ser el hermano
mayor, un gran hermano", respondió. "Qué clase de `gran hermano'?", inquirí, pero Andrew
no supo responder. De modo que continué preguntándole: "¿La. clase de hermano que le
ayuda a resolver problemas a su hermana cuando ella lo desea o la clase de hermano que le
causaproblemas?" "EL primero", contestó Andrew. ¿Estás seguro?", continué yo. "Algunas
personas piensan que cada uno debe mirar por sí mismo y tomar lo que puede tomar":
Andrew estuvo de acuerdo. Entonces le pregunté qué clase de hermano deseaba ser, el que
respeta las necesidades y sentimientos de su hermana o el que no se preocupa por esas
cosas. Andrew respondió que quería. ser el primer tipo de hermano. Pregunté yo: "Te
interesa relacionarte con chicas de tu misma edad o solamente con las de seis años?" "De
mi misma edad", repuso Andrew.
Hablamos luego de las medidas que se habían tomado para garantizar la seguridad y un
"espacio" para la hermanita de Andrew. Entre las medidas de seguridad se había
establecido que Andrew no debía permanecer solo con su hermana, que debía mantenerse
alejado del dormitorio de la niña y que, en caso de que ella deseara estar con él, siempre
debía haber otras personas presentes. Les pregunté entonces si no existía la posibilidad de
que la niña no comprendiera tales precauciones y creyera que era ella quien tenía. un
problema o se sintiera culpable del abuso. Jenny y John le habían explicado clara y
repetidamente a la niña que era Andrew quien había obrado mal y continuaban haciéndolo.
Además habían hecho que Andrew se disculpara ante su hermanita quien, por otra parte,
había comenzado a someterse a terapia.
Analizamos luego algunas ocasiones en las que Andrew ya se había comportado como la
clase de hermano que decía querer ser y alguna ocasiones recientes en las que Andrew
había obrado (según las palabras de los propios padres) como "un verdadero hombre" y no
como una oveja que sigue al rebaño.
176
Felicité a Andrew por la capacidad que había manifestado al responder algunas preguntas d
¡les y al afrontar algunas cuestiones ríspidas. EL hecho de invitar a los tres a especular
sobre la signiftcación de esos sucesos y sobre hasta qué punto podían tales hechos moderar
el futuro de la vida de Andrew y de sus relaciones, si él se disponía a "construir" sobre
ellos, pareció tener el efecto de introducir un elemento de esperanza, de nuevas
posibilidades. Esto contrastó con la aparente sensación de desesperación y desesperanza de
Andrew. Esas nuevas sensaciones bien podían marcar el camino del cambio.
Jenny y John parecían menos desconcertados, menos cargados de culpa y aparentemente
estaban desarroliando una sensación de solución y dirección. Juntos resolvimos revisar en
futuras sesiones la posterior efectividad de las medidas de seguridad y del "espacio" que se
habían establecido para la niña. Además Andrew afirmó que se sentía preparado para
afrontar con más fuerza sus problemas. Les sugerí que el camino elegido por Andrew no
necesariamente iba a ser fácil y que quizás él necesitara mucha valentía para recorrerlo.
Jenny estableció que siAndrew no cambiaba de actitud, finalmente debería abandonar la
casa, porque en ese momento la prioridad era el bienestar de su hermanita.
Durante las siguientes sesiones tratamos de aclarar un poco más lo que pensaba y sentía
Andrew en el momento del abuso, a f n de identificar cualquier otra influencia que pudiera
haber recibido el muchacho. Durante la indagación Andrew admitió que en el momento en
que ocurrió el abuso él sabía que se trataba de algo malo pero apanó esa idea de su espíritu
(haber admitido eso es un ejemplo de "afrontar el problema"). Le pedí entonces a Andrew
que me contara detalles más específicos del abuso y cómo había engañado a su hermanita
para que ésta participara. Este tipo de preguntas apuntó a facilitarle a Andrew la tarea de
"afrontar el problema`y de "hacerse responsable de él", puesto que fueron preguntas
destinadas (según el enfo
177
que de Jenkins, 1,990, pág. 214) a ayudarlo a comprender el impacto potencial que podía
tener su abuso. Continuamos luego analizando temas tales como "ser un verdadero
hombre", "ser el hermano que realmente deseaba ser", "desarrollar las propias aptitudes",
"aprender a controlarse a sí mismo" y "llevar un estilo de vida más maduro y responsable„.
En las sesiones posteriores también participó el hermano menor de Andrew, quien
tambiénpresentabaproblemas "de maduración" y tenía cierta tendencia a maltratara su
hermana. Y luego también asistió la hermana quien participó en el análisis de las relaciones
familiares en general y contribuyó exponiendo una. perspectiva valiosa de la naturaleza de
la relación que mantenía con Andrew, de los progresos que él había hecho y de los terrenos
que seguían presentando problemas. La participación de la niña nos dio una oportunidad de
reforzar la idea de la responsabilidad que tenía Andrew por el abuso y de hablar de otras
cuestiones que ella quiso plantear.
En general, el desarrollo de la responsabilidad de los niños resultó más fácil cuando Jenny
resolvió (y John estuvo de acuerdo con ella) apartarse de una tradición proveniente de su
propia familia., según la cual las madres "deben hacerlo todo" por la familia -desde
preparar todas las comidas hasta limpiar la casa, ordenary lavar la ropa, tender todas las
camas, limpiar todos los dormitorios, etcétera, y además llevar a cada miembro de la
familia a donde cada uno de ellos desea y cuando lo desea. Semejante tradición no sólo era
extenuante (particularmente a partir del momento en queJenny volvió atrabajar, una
decisión que constituyó en sí misma una manera de apartarse de la tradición) sino que
además impedía que Jenny y John tuvieran tiempo para dedicarse a sí mismos y a la
relación entre ambos (sobre todo si consideramos que sufrían la influencia de la idea de que
los padres siempre deben estar disponibles cuando sus h jos lo requieren). Algunas
actitudes que decidieron tomar Jenny y John para apartarse de esa tradición (por ejemplo,
salir solos por
178
primera vez en años, o considerar que Andrew ya tenía edad suficiente para recordar si
tenía que estudiar o si debía realizar tareas escolares en casa -y que si no lo hacía debía
afrontar solo las consecuencias) hicieron que todos los chicos desarrollaran mayores
expectaciones sobre su propia autosuficiencia, expectaciones con las que tuvieron que
luchary alas que tuvieron que ajustarse.
Conclusión
Trabajar con adolescentes en general y con adolescentes que han presentado conductas
abusivas, en particular, puede llegar a ser un desafio especialmente interesante. Muchos
profesionales que lean este capítulo seguramente estarán familiarizados con las respuestas
hostiles o apáticas o con el silencio o la negación de los adolescentes. Muchos también
habrán tomado conciencia de la dificultad (y acaso de la futilidad) de tratar de convencer o
persuadir a los adolescentes de los beneficios del cambio.
Este capítulo se concentró en varios aspectos de un enfoque general destinado a tratar a
adolescentes que han tenido una conducta física, sexual o emocionalmente abusiva. He
considerado la conducta abusiva dentro del contexto de los valores sociales y familiares, de
las experiencias familiares y de los valores y experiencias del grupo de pares. Esta terapia
apunta a identificar esas influencias y el efecto que puedan haber ejercido en la forma de
pensar, en los sentimientos y en la conducta del adolescente.
Este enfoque procura, principalmente a través de un proceso de preguntas, facilitar la
elaboración de una perspectiva alternativa de sí mismo, de los demás y de las relaciones.
También trata de promover el desarrollo de relaciones más respetuosas y de mayor afecto.
Mediante el estilo del cuestionario empleado, el terapeuta intenta crear un clima que le
permita al paciente, antes que al terapeuta, descubrir y expresar argumentos a favor del
cambio.
179
Notas
Creo que las disculpas que pueda pedir el perpetrador en el contexto de tales objetivos han
de ser más auténticas y significativas que las que pueda pedir en soledad basándose en la
culpa o el miedo.
s Sobre el análisis de la idea de "restricción, véase Bateson (1972. pág. 399) y sobre la
aplicación de esas ideas en la terapia, véase White (1986).
3 Describir en detalle algunos de los enfoques específicos que pueden resultar útiles en los
casos en que se dio el abuso sexual está más allá del alcance de este capitulo. Por ejemplo,
Jenkins (1987) expone un enfoqué destinado a tratar a los adolescentes agresores sexuales.
Este autor añade además una prolija descripción (1990) de la relación que existe entre los
valores culturales y sociales y el abuso.
' Muchos profesionales que eligieron esta orientación terapéutica no son tradicionalmente
considerados 'terapeutas" o 'expertos". Por ejemplo, conozco a varios asistentes sociales de
la juventud que de manera "experta" y 'terapéutica" ayudan a los jóvenes a pensar por sí
mismos, a abrigar perspectivas diferentes, a hacerse expertos en sí mismos y a elaborar sus
propias soluciones.
5 Sin embargo, con frecuencia las preguntas que invitan al paciente a identificar "lagunas"
en su apreciación de los hechos. de sí mismo, de los demás y de sus relaciones provocan
cierta confusión, incertidumbre o desorientación (véase White, 1988. pág. 9). Si el paciente
trata de excusarse o no puede contestar, con frecuencia me parece conveniente reconocer
que se trata de una pregunta dificil o decirle que puede tomarse su tiempo para contestar o
que si lo desea podemos retomar ese tema más tarde o felicitarlo por los intentos realizados
por responder o por pensar en la respuesta.
Generalmente esos mismos adolescentes encuentran mucho más atractiva la idea de
"oponerse a". "rehuir". "desobedecer o "rebelarse".
'° Estos ejemplos particulares de preguntas y comentarios corresponden al tipo que tiende a
disc+itir los estereotipos culturales de masculinidad -estereotipos que pueden coincidir con
los valores que sostiene la familia del adolescente o que defienden sus iguales- y suelen ser
útiles en el tratamiento de los adolescentes varones. Por lo demás, pueden ser importantes e
incitar a la reflexión a las demás personas que asisten a las sesiones con el adolescente, por
ejemplo, los padres, los asistentes sociales, etcétera.
" Jenkins (1990, pág. 124) da alguiras ideas adicionales sobre la respuesta a la negación.
'2 Sobre un análisis de las "recaídas" véase White (1986, pág. 178)
'3 En su obra de 1985 de Shazer se refiere a las 'excepciones" al problema o al "agravio".
'+ Es notable la capacidad que tienen los adolescentes para no dejarse convencer ni siquiera
por los razonamientos más persuasivos. Tratar de convencerlos o persuadirlos en estas
circunstancias puede hacer incluso que el joven considere que el terapeuta (o los padres)
son quienes están realizando el cambio o están pensando en su lugar. El estilo de preguntas
que proponemos en este enfoque invita al adolescente a convencerse o persuadirse a sí
mismo.
'5 Probablemente muchos terapeutas que lean este trabajo hayan tenido experiencias
similares al pensar en su trabajo o en otros aspectos de sus vidas.
6 No obstante, reconozco que algunas actitudes del terapeuta demasiado comprensivas
pueden, aunque involuntariamente, dar la impresión de que el profesional no censura y
hasta apoya los actos abusivos. el estilo de vida irresponsable y los valores que influyeron
en ese estilo. Excusar la conducta abusiva o proteger al perpetrador de las consecuencias
razonables de su acto son ejemplos de ese tipo de actitud.
Sobre una descripción de ese programa, véase Menses y Durrant (1986).
lc Este tipo de preguntas incita al paciente a considerar las perspectivas de los demás.
perspectivas que en ese momento pueden diferir bastante de las suyas y que bien pueden
constituir un camino para el cambio.
" Cuando se presentan estas pausas. el terapeuta puede desviar la conversación hacia otro
tema o ayudar al paciente a continuar. Sin embargo, en muchos casos tales pausas pueden
suministrar la oportunidad de que el paciente enfrente las cuestiones difrciles y luche contra
ellas. Además pueden proporcionarle al adolescente un -espació para pensar y responderse
a sí mismo.
e Michael White (1989) se remite a un proceso de "separar" a la persona del problema. Y
llama a ese proceso "externalización"dcl problema. Además describe un cuestionario de
"influencia relativa" que constituye una "práctica de externalizacióW.
9 Muchos adolescentes parecen sentirse francamente incómodos ante la idea de cooperar,
pues temen ser "dominados", "engañados", -molestados" o "manejados".
18 Los adolescentes que han manifestado conductas abusivas con frecuencia parecen
sentirse incómodos, incompetentes, etc. En general ellos asocian la idea de sentirse mejor
con ser más grandes, más fuertes, más rudos, más listos. mejores, etc. Y para muchos ese
objetivo se alcanza más fácilmente vinculándose (y con frecuencia abusando de ellas) con
personas más pequeñas. más débiles. menos listas, etcétera.
180
Referencias bibliográficas
Bateson, G., 1972, StepstoanEcologyofMind Nueva York, Ballantine Books.
de Shazer, S., 1985, Keys toSolutions ir¡ BrlefTherapy. Nueva York, W. W. Norton.
Epston, D. y White, M., 1989, hiterate Means to Therapeutic Ends. Adelaida, Dulwich
Centre Publications.
Jenkins, A., 1987, "Engaging the adolescent sexual abuser". Notas de taller no publicadas.
Jenkins, A., 1990, Invitations to Responsability: The therapeutic engagernent of men who
are uiolent and abusiue. Adelaida, Dulwich Centre Publications.
Menses, G. y Durrant, M., 1986, "Contextual residential care: the application of the
principles of cybernetic therapy to the residential treatment of irresponsible adolescents and
their families", Dulwich Centre Reuiew - también Journal of Strategic & Systemic
Therapies, verano.
White, M. ,1986. "Negative explanation, restraint & double description: a template for
family therapy', Famüy Process, 25, 2, págs. 169-184. White, M., 1988, 'The process of
questioning: a therapy of literary merit?' Dulwich Centre Newsletter, invierno.
White, M., 1988/89, 'The externalizing of the problem." Dulwich Centre NewsIetten
verano.
182
5
Abuso sexual
Dos mujeres exponen dos maneras diferentes de encarar el mismo problema y en la misma
perspectiva
Irene Esler
Comenzaremos este capítulo con una descripción de nuestro pensamiento acerca délos
diferentes contextos en los que se desarrolla nuestro trabajo. Esto permitirá que el lector
tenga una idea de nuestros orígenes y formación, de nuestras actitudes y nuestros valores,
de nuestros supuestos y creencias, todos aspectos que han influido en nuestro trabajo.
Al considerar el tema del abuso sexual, desarrollamos nuestro enfoque dentro de los
siguientes contextos:
• el contexto social, político y cultural; • el contexto terapéutico;
• el contexto del abuso sexual
y
Jane Waldegraue
183
Los principios básicos del trabajo terapéutico
El pensamiento del terapeuta tiene un profundo efecto en las interacciones que mantiene
con sus pacientes.
El terapeuta incorpora inevitablemente su propio análisis social, político y cultural al
modelo terapéutico de trabajo que utiliza.
Consideramos como algo inevitable que las familias se conviertan en partícipes de
situaciones abusivas. Pues una situación abusiva es aquella en la que una persona ejerce su
poder sobre otra. La sociedad crea un ambiente en el que los hombres tienen poder sobre
las mujeres y las familias son las víctimas de esa circunstancia.
Supuestos referentes al contexto terapéutico
Supuestos referentes al contexto social, politico y cultural
Consideramos que el problema del abuso sexual se da en un contexto social, político y
cultural. Esto significa que interpretamos el abuso dentro de un contexto más amplio que el
simple contexto familiar. Las familias forman parte de un sistema más amplio y el sistema
más amplio ejerce su influencia en las creencias de cada familia. Lo que ocurre en una
familia es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad.
Sostenemos la idea de que vivimos en una sociedad basada en una ideología patriarcal que
la modela y nuestro análisis social, político y cultural se desarrolla dentro del contexto de
esa ideología. La sociedad alienta las actitudes y los actos patriarcales. La sociedad perdona
al hombre que ejerce su poder sobre la mujer y los niños. Y esto promueve una condición
subordinada de las mujeres en la sociedad y en la familia.
En el terreno cultural se da una configuración similar. La cultura dominante ejerce su poder
político, social y cultural sobre las culturas de las minorías. El grupo más beneficiado de
nuestra sociedad es el de los varones blancos de clase media porque la sociedad admite el
dominio de esas actitudes y actos culturales, lo cual fomenta la condición subordinada de
las culturas de minoría.
Nuestro análisis sexual, político y cultural
Puesto que nuestro análisis se desarrolla en el contexto de la ideología patriarcal, nuestro
modelo terapéutico recibe, en gran medida, la influencia de ese análisis.
Una de las implicaciones que tiene para la terapia el hecho de considerar el abuso dentro de
un contexto más amplio que el mero contexto familiar, es que algunas de nuestras
preguntas giran alrededor de la influencia que ejercen las actitudes sociales patriarcales en
lo que ocurre en la familia o la conexión que puede existir entre ambas esferas.
Formulamos preguntas que apuntan a tratar las creencias y las autopercepciones de los
miembros de la familia como un camino para tratar las cuestiones patriarcales con este tipo
de pregunta: "¿Cómo se explica que tantas personas guarden silencio cuando viven una
situación abusiva?"
Algunas ideas sobre el cambio
Un objetivo de la terapia es capacitar a la familia para que realice cambios que la lleven a
mejorar su situación. Es importante escuchar las versiones de la familia, pues sus miembros
necesitan sentirse comprendidos, justificados y tranquilizados en cuanto a su ex
184
185
periencia. Sólo entonces pueden contemplar el cambio en un nivel de auténtico
convencimiento.
La nueva información origina el cambio. La nueva información le permite al paciente
comenzar a pensar en sus problemas de un modo diferente. Llegar a comprender las
configuraciones de relación que se desarrollan entre los miembros de la familia y la
conexión que existe entre esas configuraciones y el problema, ayuda tanto al terapeuta
como a la familia'a concebir el problema de un modo diferente.
Toda familia sostiene ciertos supuestos y ciertas creencias sobre cómo son las cosas. Esas
ideas pueden limitar o frenar cualquier intento de buscar soluciones diferentes a sus
problemas. Un objeto de nuestra terapia es encontrar la manera de alentar a la familia a
observar las cosas desde un punto de vista diferente.
En principio adoptamos una posición de curiosidad y de interés por saber cómo sucedieron
los hechos, a fin de permitir a los miembros de la familia expresar sus sentimientos de
censura y sus juicios. Además nos colocamos en una posición de respeto, aun cuando no
aprobemos algunas conductas de los miembros de la familia.
El tipo de preguntas que formulamos apuntan a: • escuchar las versiones de las personas;
• comprender las creencias que sustenta la familia • comprender las configuraciones de
relación familiar o las costumbres de interacción;
• comprender los vínculos que puedan existir entre el problema y los modelos de relación
familiar en el contexto de las creencias de la familia.
• apoyar a los pacientes en todas las actitudes que demuestran que tienten buenas
intenciones;
• alentar a los pacientes a observar la situación desde un "metanivel";
• alentar a los pacientes a mirar el problema en una perspectiva diferente
186
Supuestos sobre el contexto del abuso sexual
Nuestras actitudes y valores ejercen su influencia en el modo en que hemos de tratar a las
familias que han sufrido un abuso sexual. Nuestro análisis social, cultural y político y
nuestras ideas sobre el cambio nos suministran la base para decidir qué pensamos del
agresor, de la víctima y de los demás miembros de la familia y cómo hemos de encarar
nuestro trabajo con ellos.
• Creemos que el agresor es el responsable del abuso. Su conducta es en absoluto
inaceptable y en ningún momento debemos dar la impresión de que perdonamos ningún
aspecto del abuso. Creemos que la víctima/sobreviviente y el terapeuta deben aclararle este
punto a la familia.
• No promovemos la participación conjunta del agresor y la víctima en una sesión familiar
hasta que:
• el agresor esté dispuesto a hacerse completamente responsable del abuso; reconozca el
perjuicio que le causó al sobreviviente y sea capaz de pedirle disculpas;
• la víctima esté preparada para una sesión de esas características y se presente acompañada
por alguna persona que la apoye.
• No tratamos a la familia con el "oculto" propósito de mantenerla unida o de unir a la
pareja. Nos interesa más ayudar a los miembros de la familia a resolver las cuestiones de
sus relaciones recíprocas que "hacer familias felices". No nos interesan los reproches de la
mujer o los reproches de la víctima.
• Creemos que la prevención es muy importante. Si no se rompe el círculo del abuso
pueden repetirse los papeles de agresor/víctima. Si un agresor no llega a hacerse
responsable del abuso, es probable que en otra situación vuelva a obrar del mismo modo.
• Todos los miembros de la familia sufren los efectos del abuso. La familia experimenta un
trauma emocional. Sólo puede producirse cierta cura si se resuelven
las cuestiones emocionales de la familia. Cuando el perpetrador se hace responsable del
abuso, reconoce el perjuicio que le causó a la víctima/sobreviviente y pide disculpas, se ha
logrado avanzar bastante en el proceso de cura de la víctima y de los demás miembros de la
familia. Creemos que en este proceso de cura es muy importante el trabajo individual, pues
ayuda a cada uno a elaborar su dolor emocional y su pena y a pensar en las relaciones
familiares. También es importante en este proceso trabajar haciendo diferentes
combinaciones de miembros de la familia y de sesiones familiares pues puede ayudar a que
cada uno elabore el dolor que le producen esas relaciones. También es útil el trabajo de
grupo; por ejemplo, en el proceso de cura del agresor, la confrontación con sus pares y el
apoyo de éstos constituye una poderosa ayuda para que el perpetrador se haga responsable
de su conducta.
Dar sentido al abuso:
una teoría de la restricción
Las ideas cibernéticas de la terapia influyeron considerablemente en nuestro enfoque,
particularmente los conceptos de Bateson llevados a la práctica por Michael White (1986).
Entendemos por "cibernética" el hecho de que se prefiera una explicación negativa de los
hechos antes que una caracterización positiva o "normativa". Esto significa que los
acontecimientos toman un determinado curso porque existen restricciones que les impiden
tomar una dirección diferente, es decir, que se opone a la creencia de que las fuerzas
internas o las compulsiones marcan el rumbo -de los hechos. La explicación negativa
pregunta: "¿qué impide a un individuo o a una familia obrar de un modo diferente? Este
enfoque se interesa por saber cual fue el elemento restrictivo que impidió que los miembros
de la familia participaran de interacciones y soluciones diferentes.
188
De acuerdo con lo que sostiene Bateson, las restricciones obran en relación con la
información que tienen los miembros de la familia de la diferencia. Las restricciones
marcan un umbral más allá del cual no es posible percibir la información referente a la
diferencia. La tarea del terapeuta es pues suministrar información que quite del medio esos
umbrales e invite al cambio.
Restricciones económicas que impiden la alternativa. Se refieren a la escasez de recursos
financieros y sociales disponibles que dificulta el cambio. Esta es una consideración muy
importante en el caso de las mujeres y de los niños.
Restricciones generales. Se refieren a la matriz interna de la visión del mundo que tiene un
persona -sus valores, sus creencias y su plan interior-. Estas restricciones no limitan su
influencia al plano del individuo o de la familia, sino que obran en un nivel social más
amplio.
En cuanto ala víctima. podemos preguntarnos: "¿Qué le impide superar el trauma de la
violencia o el abuso?" Estas son algunas de las restricciones posibles:
• Aún se sigue dando la violencia o el abuso.
• El padre (o el miembro agresor de la familia) permanece en el seno de ésta y no acepta la
responsabilidad que le cabe por la violencia o el abuso;
• La niña o el niño (o joven) ha perdido la confianza; La persona que sufrió el abuso puede
recibir ayuda para comenzar a abrigar ideas sobre cuestiones tales como que no tiene
razones para censurarse, que lo que ocurrió no fue por su culpa, que no es una persona
imperfecta, sin dignidad, impotente, que merezca un castigo.
En cuanto al perpetrador podemos preguntarnos: "¿Qué le impide a este hombre hacerse
responsable de sus actos?" Las restricciones pueden incluir:
189
• valores patriarcales de control, poder y dominación; • creer que los padres o los hombres
adultos tienen derechos sobre los demás miembros de la familia y
• que en la sociedad actual la sexualidad y el poder masculino estén interconectados.
En cuanto al padre que ejerce el papel protector (generalmente la madre) podemos
preguntarnos: "¿Qué le impide proteger a su hija?" En este caso pueden existir las
siguientes restricciones:
• el poder que tiene el perpetrador para silenciar a los demás miembros de la familia;
• la propia historia de la mujer, que puede haber sufrido también ella violencia o abuso
sexual;
• la falta de un sostén emocional, económico y práctico;
• ideas sobre cómo sobreviven las mujeres solas de nuestra sociedad sin la protección
masculina;
• temor a la represalia, la violencia o el abandono.
En cuanto a la sociedad en general podemos hacernos la misma pregunta basada en una
explicación negativa de los acontecimientos: "¿Qué impide que se luche contra la violencia
y el abuso con más efectividad?" En este caso las restricciones son numerosas:
• falta de aptitud o conocimientos para luchar contra la violencia y el abuso; un sistema
judicial que suele disuadir a las víctimas de que informen lo sucedido o prosigan con las
demandas;
• el poder de la unidad familiar que cierra filas para protegerse;
• el control social (¿quién tiene y esgrime el poder en nuestra sociedad?);
• soluciones funestas -el envío de la víctima a hogares sustitutos, separación, traslado del
niño que resulta aun más traumático-;
• la pérdida de un importante ingreso económico, cuando se obliga al hombre a abandonar
el hogar;
190
• la lucha que implica para las mujeres sobrevivir sin un compañero y criar solas a los
niños.
Los principios de la terapia
• Creemos que es fundamental hacer que el contexto terapéutico sea un espacio seguro
donde se pueda decir todo y donde las personas sepan que no van a sufrir daños. Por
ejemplo, un aspecto importante es la seguridad de la mujer ante las presiones, las amenazas
o la violencia potencial que pueda engendrar el hecho de que le comunique a su compañero
(el agresor) que desea poner fin a la relación entre ambos. Tratamos de que la sesión
terapéutica sea un lugar seguro donde estas cuestiones se puedan expresar y donde se
obtengan garantías para la futura seguridad de la mujer.
• Es fácil que el terapeuta, sin advertirlo, refleje las configuraciones de la familia con la que
está trabajando. En las familias en las que se da el abuso sexual el conflicto de poder es una
cuestión importante. Por consiguiente el equipo terapéutico debe tomar conciencia de esas
configuraciones y modelos para no terminar participando de esas disputas, ya sea entre los
propios terapeutas o con. los miembros de la familia.
• En este enfoque terapéutico atribuimos importancia al sexo del terapeuta, especialmente
en el caso de las mujeres que sufrieron abuso sexual. Es más probable que se alcance la
curación de una persona que ha sido agredida y sometida si el terapeuta es del sexo opuesto
al del perpetrador.
• Tratar a una familia entre varios equipos terapéuticos exige un constante ajuste y es una
tarea dificultosa, pero la idea de que todos los miembros de la familia deben participar para
llevar adelante el proceso de curación a veces hace necesaria esa red de interacción
terapéutica.
• Cada familia es única. Aunque tengamos objetivos similares para todas, el proceso en
cada caso es diferente.
• El abuso sexual es una conducta compulsiva que tiene relación con el sexo del agresor. El
tratamiento con los perpetradores debe poner el acento en esta cuestión.
Un caso (de Irene Esler)
Anne: un ejemplo de superación de un estilo de vida de víctima
Mi colega, Susan Bolt,' estuvo tratando a Anne durante varios meses como parte de un
programa de preparto que se desarrollaba en un hospital obstétrico. Anne había dejado la
ciudad y se había mudado al campo. Susan me propuso que filmáramos juntas un vídeo que
marcaría el fin de la terapia de Anne y registraría su paso de víctima a sobreviviente.
Echando una mirada retrospectiva veo que lo que hicimos fue reunir un auditorio para que
escuchara el relato de Anne. Las ideas de Michael White y David Epston nos resultaron
particularmente útiles para comprender la importancia de relatar y reescribir las vivencias
de las personas.
Anteriormente nadie había prestado atención a la versión que tenía Anne de su propia vida.
Ni su familia ni sus amigos, ni los profesionales que la habían tratado previamente, habían
tenido en cuenta su experiencia. Anne se lamentaba y luchaba por sobrevivir a las
abrumadoras dificultades que le acarreaba el hecho de continuar llevando un estilo de vida
de víctima.
Al conocer a Anne mi propósito fue ayudarla a seguir la trayectoria de su paso de víctima a
sobreviviente, para que ella pudiera así relatar su propia versión, descubrir su propia
trayectoria y diseñar su propia
192
vida. Durante el tratamiento descubrí que Anne era una mujer notable, fuerte y capaz de
reaccionar ante las vicisitudes, de buenos sentimientos y amable. Este es su relato de
supervivencia.
La versión de Anee
Tengo 28 años. Estoy embarazada de siete meses, el padre del bebé es John, mi pareja
desde hace un año. Tengo una. hya, Natasha, de siete años. A los 18 años quedé
embarazada y cuando Becky tuvo tres meses la di en adopción; lo hice porque creí que la
mujer que la adoptaba mantendría el contacto conmigo. Fue un arreglo privado, no
intervino la asistencia social, pero la familia que adoptó a Becky no cumplió "lo pactado y
se mudó a otra ciudad. Sé que algún día Becky querrá encontrarme - y yo la estaré
esperando. Todavía siento mucho dolor al pensar en ella.
Mis padres se separaron cuando yo era aún un bebé. Como eramos siete hermanos, entre
mujeres y varones, nos enviaron a distintos hogares. El abuso comenzó cuando yo tenía 3 o
4 años, o quizá cuando aun no tenía tres. Sufrí abuso en la mayor parte de los hogares de
adopción por los que pasé en mi infancia. Cuando la persona que nos tenía en su casa se
cansaba de nosotros o quería salir de vacaciones íbamos a parar al manoseo de algún otro.
Todos los días trataba de ocultar que mojaba la cama. Recuerdo que en una de las casas en
las que viví eramos tres que tratábamos de ocultar el mismo problema y debíamos lavar
nuestras sábanas antes de ir a la escuela.. En esa época yo tenía cinco años y eso me ocurría
casi todos los días.
La intromisión de los hombres me hizo mucho daño. Y es algo que comenzó cuando yo era
muyjoven. Recuerdo a un vecino que me llevaba al sótano de su casa, me hablaba y me
manoseaba. En aquel momento le conté a mi madre adoptiva. lo que estaba ocurriendo y
ella no sólo no me creyó sino que me encerró en mi dormitorio
193
durante una semana, diciendo que yo había inventado todo. Durante toda mi infancia sufrí
abuso sexual a intervalos. Cuando mi madre volvió a casarse yo volví a vivir con ella. Mi
padrastro nunca me molestó, pero hace unos dos años, estando yo con una fuerte gripe y al
no poder ocuparme de Natasha, fui a pasar unos días a casa de mi madre. Ella no estaba,
pero su marido sí se encontraba aUí. Nunca antes él me había tocado; creo que fue el
primer hombre que no lo hizo, por lo menos hasta entonces, y quizás haya sucedido porque
yo estaba enferma, pero el hecho es que se aprovechó de mí. Yfue algo que realmente me
sacudió. Simplemente me puse a llorar. Una vuelve a su casa en busca de seguridad y
confia en un hombre como ése ...Y lo peor de todo es que esa vez yo ya era una persona
adulta, ya no era una niña, y sin embargo dejé que algo así volviera a ocurrirme. No se lo
conté a mi madre. No vale la pena...
Una parte de la sesión:
Anne: Precisamente después de ese incidente pensé: "Diablos, no voy a continuar siendo
una víctima toda la vida".
IE: ¿Y cómo se las arregló para cambiar el sentido de la corriente? ¿Cómo hizo para dejar
de sumergirse cada vez más en todo esto?
Anne: Creo que el principal instrumento fue desearlo mucho. Tengo aNatasha, que es muy
importante para mí. Me digo "yo también soy importante" y a veces eso da buen resultado.
IE: ¿De algún modo piensa que usted tiene la culpa? Anne: Siempre ocurrió por mi culpa.
Es lo que he estado diciendo...
IE: ¿Y realmente lo cree?
Anne: En realidad sé que no es así, pero eso es lo que piensan los demás de mí.
IE: ¿Y qué piensa usted de sí misma? ¿Acaso eso no es también ímportante?
194
Anne: Sí, sé que en elfondo soy una buena persona, una persona generosa. No quiero
lastimar a nadie. Y ésa es mi perdición. Dejé que todos "me pisotearan". No me importa
sufrir, mientras no haga sufrir a los demás.
IE: ¿Qué ocurre cuando usted se lamenta por el dolor de los demás? ¿El hecho de hacerlo le
resta fuerzas para ocuparse de sí misma?
Anne: Sí, absolutamente sí. No entiendo por qué soy tan fuerte. Sé que he sobrevivido a
todo el dolor del pasado, pero realmente no comprendo de dónde he sacado las fuerzas. En
el fondo sé qué clase de persona soy, pero nunca he dejado que esa persona que está dentro
de mí se maniste.
IE: ¿Y cómo cree que podría ayudarla a "salir"? Anne: No lo sé.
IE: Tengo la sensación de que usted ha comenzado a verse a sí misma desde un ángulo
diferente.
Anne: Sí, así es.
IE: ¿Qué otras señales le hacen pensar que usted se está viendo a sí misma de un modo
diferente? Anne: Por ejemplo, el otro día ocurrió algo cuando fui a la Oficina de Correos a
cobrar mi pensión y pregunté si estaba en fecha. La mujer que estaba detrás del mostrador
me dgo: 7Yene usted suerte, va a cobrar todo ese dinero". Y yo sentí como si me hubiera
dicho: "Usted no vale nada, no merece recibir ningún dinero. Bueno, yo levanté la voz y le
dge lo que pensaba de ella.. Y salí de la oficina con la cabeza bien alta.
IE: Es fácil sentirse carente de dignidad cuando uno ha sido tan maltratado como lo fue
usted durante su infancia. Es admirable que en esa ocasión haya sabido reaccionar tan bien.
Anne: Muchas veces he tratado de reconcebir esos pensamientos. Es decir, cómo me veo a
mí misma. Nunca pensé que sería capaz de cambiar. Continué confcando en la gente y la
gente continuó lastimándome. Pero he decidido no seguir obrando así.
IE: ¿Y cómo lo decidió?
195
Anne: Ahora sé que puedo decidir que la gente que me lastima no me gusta. Y he cortado el
contacto con esas personas. Y dejé de ser amable con ellas.
IE: ¿Considera que ésa es otra señal que marca el camino para transformarse en usted
misma?
Anne: Sí, supongo que sí.
IE: ¿Qué otros signos de fortaleza advirtió en usted? Anne: Por ejemplo, le digo a mi hya
que debe serfuerte. Cuando yo era niña nadie me creyó y yo le digo a Natasha que siempre
le creeré. Además le dge a John: "Sólo tendrás una. oportunidad. Si llegas a tocarla todo
habrá terminado".
IE: ¿Cuándo comenzó a verse a sí misma como una sobreviviente?
Anne: Si lo pienso bien, hubo cambios dramáticos. Pero también es cierto que se trata de un
proceso lento. IE: ¿Cómo hizo para alentar ese aspecto fuente de su personalidad?
Anne: Los demás no se preocupan por uno, es ímportante confiaren uno mismo. Yo me
detengo ante el espejo y me digo: "Vamos, Anne, manteaste fuente".
IE: ¡Parece ser una buena fórmula!
Anne: He llegado a aceptar que no hay nada malo en mí. Había. una persona diferente en el
espejo.
IE: ¿Cómo se siente afrontando elfuturo y que supone que le espera?
Anne: Habrá días diles y días felices, lo sé. Pero definitivamente ha habido un giro de 180
grados.
IE: ¿Siente usted que desde que lleva un estilo de vida de sobreviviente ejerce un mayor
control de su vida? Anne: Me digo que esos pensamientos pertenecen al pasado y que el
futuro me pertenece a mí. Aún siento mucho dolor por mi madre, mis hermanos y mis
hermanas. Es un dolor muy profundo.
IE: ¿Y cómo se manifiesta ese dolor?
Anne: Bueno, me costaba realmente mucho abrazar a mi hya. Y siempre encontraba
excusas para no acariciarla. Sólo después fui capaz de alzarla en mis brazos, aunque no
siempre, sólo algunas veces, y ahora puedo
196
acariciarla, o decirle "hazme una caricia". Siempre fui una buena madre con Natasha, nunca
la golpeé ni la rechacé, ni nada por el estilo. Pero ahora siento que todo marcha mejor.
IE: Eso suena a que ahora hay una nueva dimensión en las relaciones que mantiene con
Natasha que antes no existía.
Anne: Sí, es así y es algo muy estimulante.
Conclusión:
Estas fueron las últimas palabras que Anne pronunció cuando nos despedíamos:
"Siento que de usted surge una fuerte corriente de interés en mí. A veces la gente no está
realmente interesada en oír los relatos de los demás. Pero durante los últimos meses sentí
que Susan siempre estaba auténticamente interesada y que ahora ambas se interesan y se
preocupan por mi experiencia. Y ahora siento también que puedo dejarla atrás.
Otro caso (de Jane Waldegrave)
Las principales influencias que recibí fueron la del Grupo de Milán, la del trabajo de Peggy
Papp y Olga Silverstein, de las ideas de Michael White y David Epston, del concepto de
trabajar en combinación expuesto por el equipo de Rochdale, 2 más recientemente del
trabajo de Amanda Kamsler y de mi propia experiencia en el trato de pacientes que me
enviara el departamento de asistencia social, pacientes cuyas familias recibían una enorme
influencia de un sistema más amplio.
Me interesa particularmente tratar en la terapia las configuraciones de relación que existen
en la familia, los efectos que ejerce el pasado en esas relaciones y los efectos que tienen las
creencias familiares en esas mismas relaciones. Me interesa que los miembros de la
197
familia encuentren sus propias fuerzas al comprender lo que sucedió y qué significación
tienen esos hechos para ellos; por otra parte me importa que lo hagan desde el punto de
vista de la supervivencia. Pues esa posición ha de contribuir a la cura .y ha de ayudarlos a
descubrir los recursos con los que cuentan para afrontar el futuro.
Las ideas del equipo de Rochdale referentes al trabajo "en red" señalan la importancia que
tiene el hecho de que todas las personas implicadas en el problema participen (los
terapeutas y la familia) a fin de que puedan hablarse unos a otros de un modo que los
capacite y los ayude a resolver el problema. Empleé estas ideas en el Departamento de
Asistencia Social de Nueva Zelanda. Con frecuencia las familias presentan un tipo de
problema que incluye muchas y diferentes cuestiones y esa complejidad exige que la gente
apropiada discuta todos los aspectos del problema. A veces este enfoque incluye hacer
reuniones con diferentes grupos de profesionales. Podría considerarse que esto es más
como caminar lentamente sobre una ciénaga y llegar al otro lado que como hundirse en ella
y ahogarse.
El modo en que cada profesional instrumente cada fase influye (y constituye un modelo) en
las pautas de relación dentro del sistema familiar y dentro del sistema de la familia y el
terapeuta. Si la primera parte no se realiza de manera eficaz, las- siguientes han de ser más
dificiles. Reconocer el abuso y cambiar las configuraciones de relación son dos procesos
simultáneos.
El equipo terapéutico debe cuidarse de no convertirse, inadvertidamente, en un espejo de
los modelos de relación de la familia. Las luchas de poder que inevitablemente existen en
las familias donde se ha dado el abuso sexual impregnan profundamente los modelos de
relación. El hecho de trabajar con este tipo de familia expone a los terapeutas al riesgo real
de quedar atrapados en esas configuraciones, por ejemplo, en el
modelo del desequilibrio de los sexos o en el modelo de las diferencias de poder.
La familia Wilson: un proceso de cura mediante la terapia
Un colega y yo estuvimos tratando a las familias de algunos hombres que estaban
recibiendo terapia en un Grupo de Adultos Agresores Sexuales, dirigido por Stephen Jacabs
(mi colega) y el doctor Fred Seymour. La entidad para la que trabajamos es una Unidad de
Servicios Especiales del Departamento de Asistencia Social (DSW). Esto significa que con
la familia participaba también un asistente social del DSW. En este caso, la madre de la
joven que había sufrido la agresión denunció el abuso a un asistente social del DSW.
En nuestro trabajo con esta familia tuvimos dos metas principales. Por un lado tratamos de
ayudar al perpetrador a que, se hiciera responsable de lo que había hecho, a que fuera capaz
de reconocer el. daño que le había causado a la víctima y se disculpara ante ella. El hecho
de que el agresor hubiera sido capaz de asistir al Grupo para Adultos Agresores Sexuales ya
indicaba que había tenido que admitir su condición de agresor sexual. Aunque ya era algo,
eso izo significaba que el hombre se hiciera responsable del daño que había causado.
El segundo objetivo fue incluir al resto de la familia y proporcionarle una oportunidad de
desarrollar un proceso de cura mediante la terapia. Hicimos considerables esfuerzos para
ayudarlos a admitir sus propias fuerzas y para afrdntar su pena. Resultaba claro que, desde
el punto de vista de la víctima/sobreviviente, si el agresor quena volver a entablar una
relación con ella era necesario que primero se hiciera responsable del abuso, reconociera el
daño que había causado y pidiera disculpas por ello.
El siguiente caso que describiremos es la larga historia de cómo una familia pudo elaborar
el trauma
198
199
del abuso sexual. El perpetrador (marido, padrastro y padre) no formó plenamente parte del
proceso, pues una vez que completó las sesiones del Grupo para Adultos Agresores
Sexuales no quiso continuar sometiéndose a otra terapia. De modo que no formó parte del
grupo familiar original desde el comienzo de la terapia. Cuando nos referimos a la "familia"
hablamos pues principalmente de la nueva familia de la madre y los niños.
La familia Wilson
Brian (marido/padre/padrastro) abusó sexualmente de Prue (15 años) durante varios años y
de Rosemary (10) una sola vez unos cuatro años antes de que se iniciara esta terapia. Prue
le contó lo ocurrido a su madre, Louise, quién actuó de inmediato. Esa misma noche llevó a
Prue al destacamento de policía. Rosemary también reveló el abuso que había sufrido.
Brian fue llamado a declarar por la policía y admitió haber abusado sexualmente de Prue,
pero dijo que "no recordaba" haber hecho lo mismo con Rosemary. Brian dejó el hogar y
estuvo de acuerdo con asistir al Grupo para Adultos Agresores Sexuales durante trece
sesiones, una noche por semana.
En la familia hay otros dos niños, Sarah (de 6 años) y Thomas (de 4 años), hijos de Louise
y Brian. Prue y Rosemary son hijos del primer matrimonio de Louise. Louise y Brian
vivieron juntos durante siete años.
El primer contacto que tuvimos con la familia fue una "reunión de convenio" que respondía
a una exigencia de preingreso al Grupo de Adultos Agresores Sexuales. Una parte del
convenio exigía que la familia asistiera a las sesiones que necesitara. No se obligaba a
Louise ni a las niñas a que vieran a Brian, pero éste debía presentarse si Louise pedía que lo
hiciera.
Louise no quiso asistir a esa primera reunión porque creía que la terapia era "una opción
suave para que Brian pudiera rehuir los cargos contra él". Una semana
Zoo
después' visité a Louise y le llevé el convenio para explicarle en qué consistía y para
convencerla de iniciar un proceso de cura para ella misma y para sus hijos mediante una
terapia.
La familia tenía profundas convicciones religiosas. La iglesia a la que pertenecían había
apoyado a Brian y ejercía presión para que Louise lo perdonara. Louise consideró
conveniente buscar su propio consejero religioso pues ella y sus hijas estaban teniendo
algunos problemas de fe. Un pastor estuvo de acuerdo con tratar a Louise, Prue y Rosemary
individualmente y hablar con ellas del tema del abuso sexual. Convinimos entonces en que
yo sería quien me hiciera cargo del caso y dirigiera la terapia de la familia con un colega.
Dispuse realizar una reunión familiar con Louise y sus cuatro hijos dos semanas después.
El consejero cristiano asistió a esa reunión y allí fue presentado a los miembros de la
familia. El otro objetivo de esa reunión fue ayudar a Louise y a sus hijos a adaptarse a la
nueva situación de constituir una nueva familia y a superar el trauma del abuso sexual.
Qué ocurrió en la sesión y qué cuestiones se plantearon
La sesión se concentró en las preocupaciones que existían en ese momento en el hogar y en
lo que opinaba cada miembro del hecho de que el padrastro /padre/ marido ya no viviera
con ellos. Hablamos sobre las maneras en que la familia analizaba lo que Brian les había
hecho a Prue y a Rosemary.
Los niños comenzaron a comprender algunos de los aspectos de lo ocurrido. El hijo menor
no tenía la menor idea de la razón por la que su padre ya no vivía con ellos y el grupo
familiar no tenía palabras para describir lo que había sucedido, aun cuando las tres niñas
mayores habían comprendido claramente por qué Brian había dejado el hogar. Al hablar
más abiertamente del asunto, se pusieron de acuerdo en referirse al abuso diciendo
201
que "Brian había hecho cosas espantosas a Prue y a Rosemary en la cama". Desde entones
siempre nos referimos al abuso en esos términos. Las muchachas mayores quisieron contar
con una frase con la que pudieran explicar la ausencia de Brian a sus amigas.
En cuanto a las preocupaciones expresadas por cada uno, Louise manifestó su inquietud
porque Sarah (la niña de seis años) tenía pesadillas y se encontraba hiperactiva y confesó
que temía que también la pequeña hubiese sufrido algún abuso sexual. También le
preocupaba el hecho de que Thomas (el varón de 4 años) se mostrara "colérico" y tuviera
terribles accesos. Louise dijo que quería obtener información sobre los métodos para luchar
contra esas manifestaciones. Las muchachas mayores expresaron las mismas
preocupaciones, particularmente en lo referente a la posibilidad de que también Sarah
hubiese sufrido un abuso sexual.
Louise relató las circunstancias en que también ella había sido agredida sexualmente
cuando tenía 5 años de edad por un hombre que no era miembro de su familia. Ella ya había
hablado de esto recientemente con Prue y con Rosemary.
Louise tenía bien en claro que Brian era responsable del abuso y que su conducta era
"completamente imperdonable" -añadió que no creía que él tuviera remordimientos por lo
que había hecho y que ella quería terminar la relación de una vez por todas-. Louise les
manifestó esa decisión a los niños y las dos mayores dijeron que se sentían muy aliviadas.
Lo que pareció quedar claramente expuesto en esta sesión fue el hecho de que Brian no se
había hecho responsable por su conducta, no había reconocido el daño causado, ni había
tratado de disculparse con las niñas. Durante la sesión previa convenida y en el Grupo para
Adultos, Brian había dado las respuestas "adecuadas". Sin embargo, Louise advertía
claramente que, al tratar con ella, 13rian continuaba intentando justificarse y manteniendo
su posición de no aceptar la responsabilidad del abuso ante su esposa y las niñas.
202
En esta fase nuestras metas fueron:
• tratar la cuestión de la toma de responsabilidad de Brian;
• programar las sesiones de terapia más apropiadas para Louise y sus hijos;
• ayudar a Louise a resolver su relación con Brian.
qué sucedió luego
Establecimos una entrevista de pruebas para Sarah y organizamos una terapia individual
para Louise, Prue y Rosemary.
El tribunal declaró "culpable a Brian y lo sentenció a dos años de libertad condicional en
lugar de enviarlo a prisión. El pastor ayudó en parte a que se le diera esa pena dando un
argumento convincente: Brian estaba sometiéndose entonces a la terapia del Grupo para
Adultos Agresores Sexuales.
Dos semanas después de que el tribunal hubiera dictado esa sentencia, se realizó una
reunión entre Brian y Louise para que ambos analizaran su futuro matrimonial. Desde el
primer momento Louise quiso aclarar que deseaba poner fin a su relación con Brian.
Además quiso que Brian tomara conocimiento de la presión que había estado ejerciendo la
iglesia para que ella lo perdonara. Brian quiso hablar de su relación con su esposa y de la
relación con los niños y todas las cuestiones vinculadas con ello. Se le pidió a cada uno de
ellos que asistiera a la reunión con alguna persona que lo apoyara y ambos lo hicieron:
Brian se presentó junto a su abogado y Louise, acompañada por un viejo amigo.
Cuando llegó a la reunión Louise sabía "dónde estaba situada" y qué deseaba. La persona
que la acompañaba debía ayudarla a articular esas dos cuestiones.
Cuando una mujer desea decirle a su pareja (que es un agresor) que quiere terminar la
relación, el terapeuta se encuentra ante numerosas preguntas: ¿Hasta qué punto la mujer
está a salvo de presiones, amenazas
203
y hasta violencia potencial si desea decírselo. a su compañero? Es importante que el
contexto terapéutico constituya un espacio seguro donde se puedan decir esas verdades y
donde se garantice la seguridad futura de la mujer. No obstante, esto último no siempre es
posible. Además, al no estar resuelta la relación, el hombre puede reñir violentamente con
la mujer y aterrorizarla. Nuestra meta es ayudar a ambos a resolver la situación por temor a
la violencia que puede generarse si la relación continúa siendo la misma. De otro modo
estaríamos perdonando al agresor y permitiéndole que continúe ejerciendo "su poder" sobre
la esposa y los hijos.
Qué ocurrió en esta sesión y qué cuestiones se plantearon
Al comienzo de esta sesión, declaramos que creíamos que Louise y Brian no tenían en claro
qué había ocurrido en la relación entre ambos. También dijimos que había habido algunos
malentendidos en cuanto a la relación de Brian con Prue y Rosemary y con los dos niñosmenores.
Le pedimos entonces a Louise que nos expusiera su punto de vista. (Ella sabía de antemano
que eso sucedería y ya había manifestado estar de acuerdo con ese procedimiento.)
Louise se refirió en primer lugar a cómo se había quebrado su confianza y luego expresó
claramente su deseo de no querer continuar la relación con Brian. A Brian le costó escuchar
eso y aceptarlo. Dijo que aún tenía la esperanza de que Louise cambiara de opinión y que
creía que lo que Louise decía era una decisión temporaria. Ella insistió y le dijo que no
deseaba que él abrigara tales esperanzas y que estaba completamente segura de no desear
volver con él. El hombre dijo que a veces ocurren milagros. Cuando le pedimos que
explicara qué había querido decir con eso, Brian comenzó a discutir la cuestión de la
presión que había
204
ejercido la iglesia para que Louise lo perdonara, porque la iglesia creía que él tenía el
derecho de regresar a su hogar si se arrepentía de lo que había hecho. Desde ese punto de
vista, Louise se convertía a los ojos de la iglesia en la pecadora. Le preguntamos a ella qué
opinaba de esa perspectiva y Louise respondió que, para ella, Brian no sentía
remordimientos, no había aceptado la responsabilidad que le cabía por el abuso, no había
reconocido el perjuicio que les había causado a las dos niñas y al resto de la familia y no se
había disculpado y que además ella sentía que tenía el derecho a decir que deseaba terminar
esa relación. Stephen empleó este material en la sesión para hacerles comprender a Brian y
a su abogado (que también era un miembro de la iglesia) que no bastaba. con el
arrepentimiento y que la actitud que había asumido la iglesia había ayudado a acentuar el
sentimiento de víctimas que tenían Louise y las dos jovencitas ultrajadas. Stephen hizo
todas estas consideraciones en un tono muy respetuoso y trató de obrar de puente entre las
dos posiciones. El abogado demostró convencerse antes que Brian y trató de ayudar a éste a
aceptar los argumentos de Stephen. Finalmente Brian reconoció la situación y aceptó
escribir una carta de disculpas a Prue y a Rosemary. (En ese momento "recordó" que había
abusado también de Rosemary.) También accedió a hacer una declaración ante la
congregación contando lo que había hecho y admitiendo la culpa que le cabía por haber
destruido su matrimonio. También dijo que aceptaba que Louise quisiera poner fin a la
relación de ambos.
Es importante que los terapeutas coincidan en que es el agresor quien debe cambiar su
posición antes que las víctimas/ sobrevivientes. Con frecuencia el perpetrador es quien
tradicionalmente se mantiene firme en el hogar y la familia, mientras la mujer y los niños se
adaptan a él. Tratar de que sea él quien se adapte es políticamente sano y terapéutico para la
familia. El es el responsable del daño sufrido por la familia y, por
205
lo tanto, es quien debe "mudar" de creencias, lo cual incluye desde detalles prácticos como
ser él quien abandona el hogar y no la víctima, hasta realizar todo lo posible para demostrar
que se hace cargo de la responsabilidad por el abuso cometido.
Esto nos llevó a la cuestión de la relación de Brian con las dos muchachas mayores y la
posiblilidad de que siguiera viendo a sus dos hijos. Louise declaró que ni Prue ni Rosemary
deseaban volver a verlo nunca más. Y el tribunal estableció que el agresor no debía tener
acceso a las jóvenes. En cuanto a Sarah y Thomas, Brian podría verlos únicamente si
Louise aceptaba alguna visita supervisada. Brian se mostró muy perturbado y comenzó a
presionar a Louise diciéndole que se sentía torturado por ella y que no merecía semejante
trato. Louise se refirió entonces a la confianza perdida y a la unión que existía entre los
cuatro niños. Stephen utilizó este material para convencer a Brian (con frecuencia la
madre/esposa no suele ser tan clara como lo fue Louise y los terapeutas debemos explicarle
algunas cuestiones al agresor). Brian finalmente aceptó el punto de vista de Louise y
establecimos quién supervisaría las visitas, con qué frecuencia se harían éstas y cómo
podrían organizarse.
Esta fue una las primera veces en que Louise se mostró firme y capaz de defender sus
derechos. Y constituyó un cambio del viejo modelo (Brian en retirada y Louise gritando) a
un- nuevo modelo (Brian atento y Louise hablando claramente).
gué ocurrió luego
La entrevista de prueba con Sarah demostró que Brian no había abusado de ella, pero que sí
lo había hecho un amigo de la familia varios años antes. Por un lado se iniciaron los
procedimientos para castigar al agresor y por el otro se sometió a Sarah a una terapia.
Brian ya había cumplido las 13 semanas de tratamiento en el Grupo para Adultos Agresores
Sexuales
zos
y el convenio estipulaba que debíamos mantener una reunión de revisión una vez que -él
hubiera concluido ese tratamiento, de modo que se estableció una fecha para realizarla.
Mientras tanto, la terapia individual de Louise y de las dos muchachas había fracasado. Las
jóvenes sólo asistieron a una sesión y Louise a dos. Nosotros habíamos esperado que las
tres tuvieran la oportunidad de elaborar el dolor del abuso. Y creí que eso había quedado
cuidadosamente estipulado con el consejero, pero evidentemente hubo algún malentendido.
Me reuní con Louise para aclarar qué deseaba decir ella en la reunión de revisión en el caso
de que Brian hubiese cambiado "realmente". Esta sesión previa le sirvió para clarificar sus
pensamientos y para prepararse para la que podía resultar una reunión difícil. Louise
decidió que sólo asistiría a las sesiones si lo deseaba y dijo que estaba preparada para
enfrentar a Brian. La reunión de revisión .es una estrategia útil para ayudar al agresor a
hacerse responsable de su conducta pasada.
Nosotros también deseábamos que esa reunión de revisión nos sirviera para avanzar hacia
nuestras metas.
La reunión de revisión:
qué sucedió en la sesión y qué cuestiones se plantearon
Louise y las dos personas que la acompañaron para apoyarla (el mismo amigo que había
asistido a la sesión previa y la cuñada de Louise, casada con el hermano de Brian), Brian y
su acompañante (esta vez no era su abogado sino el hombre en cuya casa se hospedaba y
que también pertenecía a la iglesia) y el funcionario encargado de la vigilancia de Brian,
asistieron a la reunión.
A cada uno de los presentes se le pidió que dijera los cambios que habían advertido en
Brian desde la reunión
207
de convenio y a él se le preguntó cuál era su opinión actual del abuso, de su conducta y de
sus relaciones con los miembros de la familia. ¿Consideran que B. ian es una persona digna
de confianza para estar con los demás? ¿Cambió realmente? No es tarea fácil para un
agresor cobrar conciencia en la terapia de sus creencias y prácticas sexistas y patriarcales.
En primer lugar el perpetrador debe llegar a una posición en la que acepta la
responsabilidad que le cabe por el abuso, luego deber reconocer el perjuicio que le causó al
sobreviviente y al resto de la familia y además debe disculparse ante el sobreviviente. Todo
esto exige que se produzca un cambio en un nivel profundo. ¿Y cómo puede evaluarse ese
cambio? ¿Quién puede asegurar que realmente se produjo? Aquí pues se presenta el
problema de la reserva y los ardides. En suma, es dificil probar que realmente ocurrió el
cambio.
Según nos muestra nuestra experiencia, los compañeros del agresor y los sobrevivientes
saben si éste verdaderamente cambió. Pueden darse cuenta de ello por una mirada o por un
comentario del hombre. Prue supo al leer la carta que Brian le enviara que su padrastro no
había cambiado en absoluto. Louise conocía todas sus triquiñuelas y pudo reconocerlas
muy fácilmente. Las dos mujeres eran expertas en estas cuestiones pues habían vivido
durante años en la confusión de que "él es un hombre encantador/él es un traidor". Cuando
pudieron descifrar todo esto por sí mismas aprendieron a confiar en sus propias intuiciones.
Y son quienes más fácilmente pueden descubrir cuándo él está utilizando sus triquiñuelas.
Durante la sesión, Brian admitió haber aceptado que su relación de pareja con Louise había
terminado. También dijo estar de acuerdo con el régimen de visitas que se había establecido
para que viera a sus hijos y ese aspecto de las relaciones se desarrolló normalmente.
Si bien Brian dijo que ahora admitía abiertamente que lo que había hecho era
"completamente incorrecto", Louise afirmó que su marido no había cambiado en
208
realidadporque pensaba que él aún culpaba a su mujer y a las muchachas para justificar su
conducta. Además Brian no había escrito una carta a cada una de las jóvenes para
disculparse por lo que había hecho, como había prometido anteriormente. La persona que
acompañó a Brian para apoyarlo no estuvo de acuerdo con Louise en cuanto a que el
marido tratara de justificar su conducta. Las personas que acompañaron a Louise no habían
tenido casi ningún trato con Brian durante los últimos tres meses, de modo que no podían
advertir los cambios. Tampoco Louise lo había visto mucho durante ese período; pero como
se había enterado de las justificaciones que Brian esgrimía por algunos amigos comunes y
como las cartas prometidas no llegaron, suponía que Brian no se hacía responsable por el
abuso cometido. Al no enviar las cartas, explicó Louise, Briari hirió aun más a las niñas,
pues ella estaban esperándolas.
Brian tampoco hizo su declaración ante la congregación en la que debía admitir que su
conducta había sido la causa del derrumbe de su matrimonio. Esta fue otra de las razones
que llevaron a Louise a creer que Brian no se había hecho responsable del abuso. El hecho
de analizar las distintas opiniones respecto del modo en que Brian justificaba su conducta,
reveló que el hombre había "olvidado" escribir las cartas y la declaración pero que había
tomado la decisión de hacerlo esa semana. Sin embargo, confesó que había consultado con
el pastor y que éste no estaba de acuerdo con que Brian enviara una declaración a la
congregación. Brian y la persona que lo acompañó insistieron en que él quería hacerse
cargo de la responsabilidad que le correspondía por lo que había hecho. Louise dijo que no
confiaba mucho en eso, pero que esperaría a que llegaran las cartas.
Luego discutimos un poco más la actitud de la iglesia. La persona que acompañaba a Brian
para apoyarlo era un miembro muy respetado de la iglesia. Stephen lo desafió
preguntándole si la iglesia reconocía
209
el problema de Brian y era capaz de impedirle que volviera a cometer un abuso o si la
iglesia desestimaba la cuestión del abuso y protegía a Brian. Por mi parte le pregunté cómo
era posible que la iglesia no respaldara a Louise y la ley sí. Brian, su acompañante y el
funcionario encargado de vigilar la libertad condicional de Brian admitieron la importancia
de lo dicho. Entre todos decidimos fijar una entrevista con el pastor de la iglesia para tratar
estas cuestiones. El tema principal de la reunión sería la influencia que habían tenido en
Brian las actitudes de la iglesia.
Advertimos que era fundamental seguir estrechamente en esa línea pues la iglesia ejercía la
mayor de las influencias en Brian. Por primera vez se creyó lo que Louise había contado
sobre esta cuestión. Y para ella era muy importante que la escucharan y le creyeran.
Que ocurrió luego
Brian mandó una carta a cada una de las niñas y aceptó leerlas en el Grupo para Agresores
antes de enviarlas. Al hacerlo, los demás miembros del grupo le dijeron que una estaba muy
bien, pero la otra no y que debería volver a escribir esta última. Pero él las envió sin hacer
ninguna modificación. Rosemary se sintió bien al recibir su carta y Louise consideró que
ésta había tenido un efecto curativo en la niña; en cambio Prue declaró al recibirla "esto no
significa nada para mí" y manifestó una verdadera turbación.
Fijamos la fecha de la reunión con el pastor y Louise decidió incorporarse aun grupo de
madres de hijos que habían sufrido abuso sexual. Louise estaba particularmente preocupada
por la introversión de Prue y quizo combinar una sesión de madre e hija para ayudar a Prue
a ser más extrovertida. También fijamos una fecha para esa reunión. Luego Rosemary pidió
someterse a una terapia artística con el profesional que estaba atendiendo a Sarah.
210
La sesión con Louise, Prue y Rosemary, tres semanas después de la reunión de revisión:
qué ocurrió en la sesión y qué cuestiones se plantearon
En esta sesión trabajé sola. La familia aceptó que filmara en vídeo la reunión y decidí
sugerirle que también Rosemary se sumara a la sesión de Louise y Prue, si bien la sesión se
concentraría en la relación que mantenían Louise y Prue y en el efecto que había tenido la
conducta abusiva de Brian en esa relación. Cada una de las muchachas mantenía una
relación diferente con su madre. ¿Se notó esa diferencia cuando Brian abusó de ambas
niñas? El objeto de hacer que las dos jóvenes estuvieran presentes en la sesión fue mostrar
que el efecto del abuso no había sido el mismo en ambas muchachas y había afectado de
manera diferente la relación de cada una de ellas con su madre. Esta nueva comprensión de
algún modo podría además mejorarla relación entre las hermanas.3
Proyecté hablar de la unión que había habido en la relación madre/hija antes del abuso,
durante el período que duró el abuso y desde el momento de la revelación y hablar del
efecto de silencio que había ejercido el abuso en esa relación. Yo quería formular este tipo
de preguntas: "¿De qué modo la intimidación que él ejercía sobre ti afectó tus relaciones
con tu madre/hermana?" "¿Hasta qué punto las artimañas que él empleaba contigo afectó
las relaciones entre ambas?" Y también quería destacar el amor que existe entre una madre
y una hija.
Extractos de la sesión que muestran el efecto que tuvo la conducta abusiva de Brian en las
relaciones madre/hija
Terapeuta: ¿Puedes recordar alguna ocasión anterior al momento en que Brian se incorporó
a la familia en la que te sintieras unida a tu madre? Te hago esta pregun
ta porque quiero comprender cómo era tu experiencia de niña antes de que Brian formara
parte del hogar. Prue: Siempre estuvimos unidas.
Terapeuta: ¿En qué sentido? ¿Cómo te dabas cuenta de eso?
Prue: Porque podía hablar con mamá de cualquier cosa.
Terapeuta: ¿Pudieron recuperar esa unión cuando Brian dejó la casa?
Prue: No, en realidad no.
Terapeuta (a Louise): ¿Puede recordar usted cómo era la unión que tenía con cada una de
las niñas mientras vivió con Brian?
Louise: Estábamos unidas.
Determinamos que la conducta abusiva de Brian había impedido que las tres siguieran
hablando entre ellas como lo hacían antes. Les sugerí entonces que la conducta abusiva de
Brian había tenido el efecto de silenciarlas y de abrir una brecha entre ellas. El siguiente
extracto se refiere al efecto que tuvo esa brecha al impedir que las niñas hablaran del abuso
con su madre.
Terapeuta (a Rosemary): ¿El hecho de que Brian te exigiera silencio afectó tu relación con
tu madre? ¿Qué te impidió contárselo?
Rosemary: Tenía mucho miedo de que ella no me creyera. Pensé que Brian la inclinaría a
que no me creyera y que entonces me castigaría por mentir. Y eso podría haber deteriorado
la relación con mi madre, pues ella hubiera pensado mal de mí. Podría haber pensado que
yo era una embustera.
Terapeuta: Y era importante para ti no arruinar tu relación con tu madre. No querías que
nada se interpusiera en esa relación. Ei hecho de que él te exigiera silencio fue una de las
maneras en que la. conducta de Brian puso obstáculos en la. relación entre tu madre y tú.
Rosemary: Ahora sé que eso nunca ocurrirá porque ella me creyó.
212
Terapeuta: FUe maravilloso que Louise te creyera. Pero el verdadero obstáculofue lo
queBrian hizo. (Ahora dirigiéndose a Prue): ¿Qué efecto tuvo el hecho de que Brian
abusara de ti en tu relación con tu madre? ¿Qué te impidió contárselo?
Prue: Pensé que podría, arruinar su matrimonio. En ese momento no hablábamos mucho,
pues todo lo que yo le contaba a mamá ella se lo contaba a él, de modo que no le dye nada.
Me guardé todo lo que sabía y todos mis sentimientos para mí, pues creía que si se lo
contaba a alguien podía destruir la. vida de mi madre. Pensé que ella no podría soportarlo.
Otras preguntas y la discusión de estos temas mostraron hasta qué punto las niñas pensaban
que Brian influiría en su madre para que ésta no les creyera y pondría un obstáculo en sus
relaciones. De hecho el obstáculo existió y la relación se deterioró durante por lo menos
seis años. Brian se las había arreglado mediante ardides para hacerles temer esas
consecuencias a las niñas. Por otra parte esa situación causó gran preocupación a Louise,
que vio crecer a Prue cada vez más alejada de ella.
En esta sesión se puso de manifiesto hasta qué punto era importante y preciosa para cada
una de ellas la relación madre/hija. Además me impresionó la fuerza que habían tenido
ambas jovencitas para sobrevivir al abuso y al silencio, y qué fuerte había sido Louise para
sobrevivir a la culpa y a la vergüenza de que su marido hubiera abusado de sus hijas, al
derrumbe de su matrimonio, a tener que ocuparse sola de criar a sus cuatro hijos y a la
pérdida de confianza en su iglesia.
La última parte de la sesión estuvo dedicada a analizar el estado de sus relaciones actuales.
Prue dijo que aún no podía hablar con su madre de todo lo que le sucedía o sentía.
Mencionamos el hecho de que el obstáculo ya no estaba, pero que aún quedaba una brecha
que salvar. Durante años Prue se había convertido en una niña callada, era una manera de
afrontar la situación. Consideramos que el silencio de Prue se
213
situaba en el contexto de su necesidad de protegerse de aquellos años de abuso y del temor
que éste le había producido. La niña había creado su propio sistema de seguridad y tomaría
tiempo hácerle cambiar esa posición. La confianza era un instrumento ,fundamental para
lograrlo. Louise lo comprendió y estuvo de acuerdo con ello.
Después de esta sesión les envié una carta a las tres en la cual reiteraba todo lo que
habíamos tratado en la sesión y destacaba el enorme efecto que había ejercido la conducta
abusiva de Brian en la unidad de las relaciones entre las tres mujeres.
.
Creo que la carta contribuyó a que las tres comprendieran mejor el dolor y las heridas que
habían sufrido y aún sufrían y a que se sintieran más capaces de liberarse de la culpa y la
vergüenza.
Qué ocurrió luego
Una semana después realizamos la reunión con Brian, el pastor, la persona en cuya casa se
hospedaba Brian y Stephen Jacobs, que actuó de terapeuta/ facilitador. Stephen informó
luego que el pastor seguía apoyando a Brian y perdonando su conducta abusiva. Cambiar
esa posición exigiría más de una sesión.
Rosemary y Sarah se sometieron a sesiones separadas de terapia artística: Sarah asistió a
diez y Rosemary a siete. A manera de rito final para ambas muchachas, la terapeuta
artística, Carol Sedgewick, y yo organizamos una sesión familiar artística a la que
asistieron Louise y sus cuatro hijos. Después de la reunión les envié una carta comentando
las cuestiones que se habían tratado ese día. Esa sesión tuvo lugar dos meses después de la
sesión de revisión y cinco meses después de la iniciación de la terapia.
Después de todo esto, Louise mantuvo conmigo seis sesiones más destinadas a brindarle un
apoyo para el futuro en las cuestiones referentes a su propia experiencia. Estas reuniones se
extendieron durante cuatro meses más. Prue se negó a asistir a ninguna otra sesión
214
terapéutica y si bien estuvo presente en la sesión de terapia familiar artística lo hizo a
regañadientes. Dos meses después de esa reunión familiar organizamos una sesión con un
sargento de la División de Moralidad de la Policía para tratar el 'asunto del hombre que
había abusado sexualmente de Sarah (sesión que se había postergado porque la policía
había perdido el legajo correspondiente). Asistieron además a la reunión Louise, Brian y la
terapeuta artística de Sarah. Se decidió primero tomar las medidas para lograr el arresto del
hombre. Prue y Rosemary habían presenciado el abuso una vez y más tarde fueron
interrogadas. En la sesión Brian se mostró muy colérico por el hecho de que Sarah hubiese
sufrido una agresión sexual. Sarah es su hija natural. Le hicimos notar entonces que era
fácil para él comprender la ira que le había provocado a Louise enterarse de que él había
abusado de sus otras dos hijas.
Louise pidió mantener una reunión con los "supervisores". Los supervisores eran las tres
familias que habían ofrecido sus casas y su control para que Brian pudiera encontrarse con
Sarah y Thomas. Se presentaron algunos problemas con uno de los supervisores (una cuarta
familia que ya no quiso participar de la experiencia) y Louise quería sentar 'reglas claras
con las familias restantes, de modo que esa reunión sirvió para aclarar cualquier
malentendido.
En algún momento se sospechó que Brian podía haber tenido algunas actitudes de
"voyeur", pero no pudo probarse nada de ello. En ese momento estaba viviendo en una casa
rodante instalada en terrenos pertenecientes a la iglesia.
El esfuerzo continúa: a un año del primer contacto con la familia
Louise dice que la familia está muy bien. A Sarah y Thomas les va bien, están asentados y
se sienten felices. Y es mucho más fácil tratar con ellos.
215
La relación madre/hija entre Prue y Louise es mucho más afable. Prue comparte mucho
más sus preocupaciones con su madre; ha dejado de ocultarle lo que le ocurre y prefiere
hablar con Louise más francamente. Además ha comenzado a relacionarse socialmente y a
disfrutar de ello. Louise dice que Prue aún tiene una imagen negativa de sí misma y que eso
a veces la preocupa, pero por lo menos advierte que Prue ya no "se encierra tanto en sí
misma". Louise se siente muy feliz por tener ahora una relación más estrecha con su hija
mayor.
Rosemary ha crecido mucho, está muy alta y se siente muy atraída por los varones de su
edad. Louise tiene un amigo íntimo y dice que esta vez "cuida mucho de sí misma" en la
relación que mantiene con él. Admite que confiar en un hombre es algo que creía que jamás
volvería a sucederle. Esta vez marcha lenta y cuidadosamente y se siente feliz de ver cómo
se ha ido dando todo.
Louise afirma que es muy importante, tanto para ella como para sus hijas, poder hablar
libremente entre ellas de casi todo lo que les ocurre y de casi todo lo que sienten. Es algo
que Louise siempre deseó y que le faltó con su propia madre. Este es para Louise uno de
los mayores logros de la terapia.
Notas
' Asistente social de Melbourne y anteriormente de Auckland, Nueva Zelanda.
2 Las ideas del equipo de Rochdale sobre el trabajo terapéutico "en red" fueron expuestas
por Monison (1987). Véase también Dale y otros (1986), mencionado en las Referencias.
$ Agradezco a Amanda Kamsler sus acertadas ideas en esta esfera de trabajo (1989/90).
También agradezco a Kate Kowalski por el excelente artículo publicado en Kowalski
1987/88. En ese artículo la autora se refiere al supuesto de que parte el terapeuta según el
cual "...la relación madre/hija es sumamente significativa para ambas: por consiguiente el
tratamiento debe contribuir a aumentar la participación de las dos en una dirección
positiva". El artículo de Kowalsid suministra una excelente base terapéutica para trabajar
con madres e hijas.
216
Referencias bibliográficas
Dale, P., Davies, M., Morrison, T. y Waters, J. ,1986, Dangerous Families. Tavistock.
Dimmock, B. y Dungworth, D., 1985, "Beyond the Fmly: using network meetings with
statutory child care cases", Australian Journal of Family Therapy, 7, págs. 45-68.
Kamsler, A., 1989/90, Tratning u>orkshops for therapists working with women who were
sexually abused in childhood, and with mothers and chitdren wheresexual abuse has
beendisclosed. Christchurch & Auckland, Nueva Zelanda.
Kamsler, A., 1990, 'The story of Alice: an illustration of the therapy process, in Her-story
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Kowalski, K., 1987/88, -Me importance of mothers in the treatment of sexually abused
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Palazzoli, M. S., Boscolo, L., Cecchin, G. y Prata, G. 1980, 'Hypothesisingcircularityneutrality: three guidelines for the conductor of the session.' Farnity Process, 19(1), págs. 312.
Palazzoli, M. S., Boscolo, L., Cecchin, G. yPrata, G., 1981, Paradoxand Counter paradox
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verano.
White, M. y Epston, D., 1989, Literate Means to Therapeutic Ends. Adelaida, Dulwich
Centre Publications.
217
En este capítulo expondremos un enfoque terapéutico para tratar a madres e hijos una vez
revelado el abuso sexual infantil intrafamiliar. Si bien este enfoque se refiere
específicamente a las situaciones en las cuales el perpetrador desempeña un papel parental
(sea o no el padre natural) respecto de la/s víctima/s, muchas de las ideas desarrolladas aquí
pueden también aplicarse a situaciones en las que el ofensor no es una figura paterna, pero
puede abusar del niño gracias a la posición de confianza de que goza en la familia de éste.
Este capítulo se concentra más en la terapia posterior que en la intervención terapéutica de
crisis que conviene realizar en el momento de la revelación.
El enfoque terapéutico descrito aquí procede del trabajo de Michael White (1988, 1988/89,
1989) y del de ciertas autoras feministas (Rush, 1980; Herman, 1981; Ward, 1984).
Mientras que algunos terapeutas
218
6
Poner fin al secreto
Terapia para tratar a madres e hijos después de haberse revelado el abuso sexual infantil
Lesley La.ing
y
Amanda Kamsler
emplearon ideas similares para trabajar con hombres violentos y con perpetradores de
abuso sexual, nosotros las aplicamos aquí en una terapia destinada a las madres y a los hijos
en situaciones en las cuales los padres se separaron como resultado del abuso.
Hasta no hace mucho tiempo el incesto era considerado un problema extremadamente raro,
que sólo se daba en familias sumamente atípicas. Sólo en los últimos diez o doce años
comenzó a descubrirse la verdadera dimensión del problema (Waldby, 1985; Russell, 1986;
Goldman y Goldman, 1988).
El movimiento feminista colaboró en gran medida para que se haya descorrido el velo que
mantenía oculto el problema del incesto. Algunas autoras feministas (Rush, 1980; Herman;
1981, Ward, 1984) atribuyeron la existencia del incesto a la manera en que se han
estructurado las relaciones femenina-masculina en la sociedad y sostuvieron que el
problema sólo podía comprenderse acabadamente si se lo situaba dentro del contexto
social. Alan Jenkins (1988) describe el contexto social en el que se da el incesto como un
contexto en el que existe "un desequilibrio de poder y de responsabilidad entre los sexos",
contexto que marca "un arquetipo de la opresión de las mujeres y de los niños".
La bibliografía: el ofensor invisible
Si bien hay una parte de la bibliografla clínica que tiene en cuenta el contexto social más
amplio en el que se da el incesto (por ejemplo, Herman, 1981), se trata de una parte ínfima
que podríamos considerar la excepción y no la regla.
En cambio, está mucho más difundido el enfoque que considera que la familia en la que ha
ocurrido el incesto es "disfuncional"; en tal enfoque no se analiza el contexto social en el
cual se concibieron las ideas sobre la familia y sobre los papeles que deben desem
219
peñar sus miembros. Esta manera de pensar influyó en gran medida en la creación de
programas de práctica y tratamiento que se convirtieron en modelos de cómo debe ser una
terapia destinada a tratar a las familias en las que ocurrió un incesto, programas tales como
el desarrollado por los Giaretto en el condado de Santa Clara, California. Puede
considerarse que el incesto es un síntoma de una familia disfuncional: una familia
encabezada por padres incapaces de mantener una relación matrimonial satisfactoria y que
no pueden obrar coryuntamente como padres de una manera efectiva (Giaretto, 1982, pág.
4).
El panorama típico que se presenta es el de una pobre relación matrimonial, con una madre
fisica o emocionalmente ausente, con una hija que ante la "ausencia" de la madre se siente
impulsada a desempeñar un papel "parental" y a cargar con las responsabilidades de ese
papel, y un padre que se inclina sexualmente hacia la hija a causa de la incapacidad de la
mujer para satisfacer sus necesidades sexuales. Por ejemplo:
Rechazar las relaciones sexuales con el marido, disponer el dormitorio de la hyajunto al del
marido, pedirle a la hya que se ocupe de los deberes hogareños, ausentarse confrecuencia
del hogar constituyen mensajes encubiertos pero inequívocos enviados al marido y a la hya
para que ésta asuma. parte de las funciones que normalmente ejerce la esposa (Machotka y
otros, 1987, pág. 110).
Es típico que se acepte sin objeciones que un cuadro como éste describe el derrumbe de la
familia "normal", sin que se haga un análisis de los supuestos sexistas subyacentes sobre
los papeles de los sexos "normales" (por ejemplo, el derecho del hombre a satisfacer sus
necesidades sexuales, si no es con su esposa, con su hija, que es la mujer que está más a su
alcance; o que las tareas del hogar son un terreno que les corresponde a las mujeres y a las
muchachas, etcétera)
La mayor parte de la bibliografía que defiende el enfoque de la "familia disfuncional"
tiende a censurar
220
de manera abierta o encubierta a la madre. Por ejemplo, en un estudio hecho con una
cantidad de familias que sufrieron abuso sexual intrafamiliar, Lustig y otros llegan a la
conclusión de que:
A pesar de la evidente culpabilidad del padre, nos llamó la atención la pasividad
psicológica manifestada por él en las interacciones que derivaron en el incesto.
Aparentemente la madre es la piedra angular del sistema familiar patológico (1966, pág.
39).
También Sgroi, más recientemente, se hace eco de semejante enfoque:
Por su parte, las mujeres con frecuencia tienden a estar "psicológicamente ausentes" en sus
relaciones tanto con el marido como con los hyos. Aparentemente la. mujer no maniftesta
una catexiapsicológica en el aspecto interpersonal de su vida matrimonial y de su vida
familiar (1982, pág. 193).
El papel de la madre como cuidadora y protectora de los hijos se considera la norma y no se
discute.
Por supuesto, el padre desempeña un importante papel en la bien equilibrada crianza de los
niños, pero la madre continúa. siendo el personaje primario y esencial (Giaretto, 1982, pág.
35).
De modo que cuando ocurre el incesto, la madre asume la responsabilidad en virtud del
manifiesto incumplimiento de sus deberes de madre y esposa:
La madre posiblemente no cobre conciencia del origen de su culpa, pero en general llega el
momento en que admite tener accesos de culpa nor no cumplir con su aapel de madre u
esposa. Si ella. se hubiera ocupado de satisfacer las necesidades de la familia en lugar de las
sul¿as prol2ias, los hechos incestuosos tal vez no hubiesen ocurrido; si ella hubiera
satisfecho las necesidades emocionales y sexuales del marido, quizás. éste no se hubiese
dirigido a su hya para satisfacerlas; si ella hubiera mantenido abiertos los oios y atentos los
oídos, podría. haber advertido la situación a tiempo y habría podido proteger a su hya
(Giaretto, 1982, pág. 37). (El subrayado es nuestro.)
221
Si bien algunos autores han señalado muchos defectos al examinar el papel de la madre a
través de la lente de la "familia disfuncional" (McIntyre, 1981, Wattenburg, 1985) resulta
evidente que las ideas sobre la "familia disfuncional" siguen teniendo gran influencia en las
terapias familiares (Dietz y Craft, 1980; MacFarlane y Waterman, 1986).
Una de las consecuencias del enfoque de la disfunción familiar es que el papel del ofensor
se vuelve invisible: el padre que cometió el delito de abuso sexual se convierte solamente
en uno de los miembros de la "familia incestuosa" disfuncional. Las madres llegan a ser
responsables de estar enfermas, de quedar embarazadas, de estar deprimidas y hasta de no
haber podido proteger a sus hijos al no contener los impulsos sexuales de su compañero.
Nunca se tiene en cuenta que el hombre, como adulto que es, debería tener la
responsabilidad de garantizar a sus hijos una conducta apropiada, no abusiva ni
explotadora. Para explicar el incesto se enfoca a la madre:
Por la combinación de las razones que se quieran, una de las características de las madres
"psicológicamente ausentes" de las víctimas de incesto es no proteger a los hyos al no saber
poner límites a una conducta inapropiada entre el marido y los niños (Sgroi, 1982, pág.
193).
En la búsqueda de las características de la madre "psicológicamente ausente" es fácil sumir
en las sombras el papel del ofensor.
Es notable el hecho de que en la bibliografía se ignore aun más a los tíos, hermanos y otros
agresores de niños en los cuales los miembros de la familia habían depositado su confianza,
a pesar de que existen pruebas de que algunos de ellos cometen muchos actos de abuso
sexual infantil (Russell, 1986).
Semejante enfoque tiene implicaciones confusas y contradictorias para los terapeutas. Un
aspecto contradictorio es la cuestión de la responsabilidad del abuso sexual. Por un lado, el
terapeuta debe trabajar con el padre para lograr que éste acepte incondicio
222
nalmente la responsabilidad de la agresión. Sin embargo, también se le pide a la madre que
asuma la responsabilidad y a ambos padres que se disculpen ante la niña y le expliquen que:
"...son los padres y no la niña, los responsables de la situación de incesto" (Horowítz, 1983,
pág. 521). (El subrayado es nuestro.)
Los enfoques terapéuticos que no tienen en cuenta el contexto social más amplio en el que
ocurre el incesto y que no incluyen un análisis del poder y la responsabilidad son
incompletos y hasta pueden perpetuar los problemas de la culpa, la censura, el secreto y la
desunión en la relación de la madre con los hijos una vez que se ha revelado el incesto. El
secreto es esencial para que exista el incesto. Al abusar de su poder y protegerse detrás de
un escudo de secreto, el ofensor puede rehuir la responsabilidad de su conducta. Por eso
proponemos un enfoque alternativo que apunta a valorizar mediante la terapia la posición
de las mujeres y los niños.
El escudo de "invisibilidad" del ofensor y las consecuencias que implica para la madre y la
víctima
Nuestro enfoque terapéutico destinado a madres e hijos se basa en considerar el papel
central que ejerce el ofensor en la formación de las creencias y las percepciones de la madre
y la/s víctima/s, las percepciones de sí mismas, las percepciones que una tiene de la otra y
la manera en que ambas entienden la cuestión de la responsabilidad. Como resultado del
tipo de creencias difundidas hoy en la sociedad en cuanto alas razones por las que se da el
abuso sexual y en cuanto a quién le corresponde la responsibilidad, el papel del ofensor ha
perdido claridad (por ejemplo, la opinión ampliamente difundida de que las niñas pueden
tener
223
una conducta seductora con los adultos; o la idea de que la mujer tiene la responsabilidad
de satisfacer los impulsos sexuales del hombre). La oportunidad que tiene el agresor de
modelar las creencias de su víctima depende principalmente del papel que éste desempeña
en la familia y del poder que posee para forzar a la víctima a mantener el secreto, lo cual
establece un sistema cerrado, irrefutable hasta que se produce la revelación. Sostenemos
que el secreto es un factor central que hace posible la continuidad del abuso sexual dentro
de la familia.
El ofensor puede obligar a la víctima a mantener continuamente el secreto en virtud de su
posición de padre y de hombre. Esta posición es la que le permite también seguir teniendo
acceso a la víctima y no hacerse responsable de su conducta. El perpetrador puede obligar a
la víctima a mantener el secreto de muchas maneras, en general hábilmente ajustadas a la
edad evolutiva y a la vulnerabilidad emocional de la víctima. Cuando se trata de una niña
pequeña el agresor puede presentarle el contacto sexual como un "juego secreto especial; si
se trata de una adolescente es posible que el perpetrador la amenace con la pérdida de las
libertades sociales, en caso de que la jovencita cuente lo que ocurre. Para asegurarse la
complicidad de la víctima en la regla del secreto el agresor invoca generalmente amenazas
tales como la violencia hacia la propia víctima u otros miembros de la familia, la
destrucción de la familia o el derrumbe emocional de la madre.
Las consecuencias que tiene el secreto en la víctima
El secreto le permite al agresor no hacerse responsable del abuso sexual. Normalmente, el
hombre niega la responsabilidad del abuso y del impacto que éste pueda tener en el resto de
la familiá. El principal instrumento que utiliza el agresor para rehuir la res
224
ponsabilidad es enviarle, abierta o encubiertamente, a la víctima el mensaje de que la culpa
del abuso sexual corresponde a la propia víctima. En nuestra práctica terapéutica muchas
niñas nos confesaron que éstas eran algunas de las frases utilizadas por el perpetrador:
"Cuando te veo no puedo evitarlo"; "Me dejaste hacerlo tantas veces, ¿quién creería que no
lo deseabas?"; "Eres una perra". Son expresiones que reflejan y amplían las creencias sobre
la responsabilidad del abuso sexual que la niña percibe en la sociedad más amplia. (Por
ejemplo, que en un caso de violación, la víctima debe haberlo permitido.)
Este tipo de interacciones con el ofensor han de tener consecuencias de largo alcance para
la niña. Esa desviación de la responsabilidad del agresor a la víctima crea un contexto en el
cual la niña ha de experimentar sentimientos de culpa y de vergüenza respecto del abuso
sexual y esos sentimientos pueden crear además una barrera adicional que le impida superar
el secreto. Por lo demás, como resultado de las insinuaciones hechas por el agresor para que
la niña se vea a sí misma como alguien malo o merecedor de semejante trato, la niña se
convencerá en realidad de que es una persona indigna de amor. El efecto más probable de
esta situación es el odio a sí misma. Según nos muestra nuestra experiencia, muchas
mujeres que buscan ayuda terapéutica y presentan síntomas tales como la automutilación,
con frecuencia confiesan una historia de abuso sexual.
Puesto que la verdadera experiencia de la niña seguramente difiere de la versión de los
hechos que le pinta el ofensor (por ejemplo él puede decirle: "Realmente te gusta", cuando
ella sólo experimenta miedo y dolor), la víctima puede sentirse abrumada por una mezcla
de sentimientos confusos. Puede no estar segura de lo que siente y esto quizá la lleve a
perder contacto consigo misma. Una de las emociones más profundas que puede
experimentar la niña es el temor que se originó en las terribles interacciones secretas con el
225
ofensor. Por ejemplo: "Nunca le digas nada a tu madre. Si lo haces, lo lamentarás más que
nada en la. vida. (Bass y Thornton, 1983, pág. 77.)
Al utilizar a la niña para satisfacer sus propios impulsos, el ofensor le ha enviado a la
víctima un poderoso mensaje: las necesidades del hombre deben anteponerse a las de la
niña. Por ejemplo: "Tú eres la única que verdaderament6 me comprende". Esto puede
convertirse para la niña en un hábito que la lleve regularmente a anteponerlos deseos de los
demás a los propios, de modo tal que los demás encuentren dificultades para ayudarla o
para cuidar de ella. Todo esto puede constituir la base para que la mujer desarrolle un estilo
de vida "para los demás".
Todos estos sentimientos y todos estos hábitos mentales han de afectar la conducta de la
niña y han de contribuir al desarrollo de variadas dificultades que pueden influir en la
percepción que tengan de ella la madre y las demás personas (por ejemplo, la madre puede
considerar que la niña es caprichosa o irritable).
Las consecuencias que puede tener el secreto en la relación entre la madre y la hija
En muchos casos el ofensor puede llegar aun más lejos en sus intentos de rehuir la
responsabilidad de su conducta y puede tratar de implicar a la madre. Por ejemplo, puede
decir: "Si tu madre se hubiera mostrado más interesada en mí, yo no me habría visto
obligado a hacer esto contigo."
Tu condenada madre y su moral victoriana; aquí no hay lugar para ella. No dejaré que te
vuelvas frígida como tu madre (Bass y Thorriton, 1983, pág. 76).
Un efecto de tales insinuaciones es que la niña puede encolerizarse con la madre o
censurarla por los actos del perpetrador y por su propio sufrimiento. El ofensor hasta puede
minar la confianza de la niña en la capacidad de su madre para ayudarla, diciéndole, por
ejemplo: "Si se lo cuentas, tu madre puede derrumbarse emocionalmente".
226
Esta desviación de la responsabilidad que hace el ofensor crea una situación en la cual la
víctima es impulsada a sentirse responsable de proteger a su madre y evitarle que conozca
la verdad. Al intentar desviar la responsabilidad y separar a la hiña de una fuente de apoyo
(y por lo tanto asegurarse el secreto), el perpetrador da a la víctima una intensiva formación
en el hábito de proteger a su madre de aquello que pueda perturbarla. Con frecuencia este
hábito sigue teniendo influencia después de la revelación y hace que la niña encuentre muy
difícil confiar abiertamente en su madre.
Puesto que la madre es la persona adulta a quien con mayores probabilidades la niña puede
pedir ayuda, con frecuencia el ofensor trata de crear un clima de desconfianza y desunión
entre la/s víctima/s y su madre; en general lo hace diciéndole a la niña, por ejemplo: "Si se
lo cuentas tu madre no te creerá", o bien, "Tu madre sabe lo que hacemos y no le importa".
Es muy probable que tácticas como ésa tengan un efecto devastador en la relación
madre/hija, relación que puede deteriorarse aun más o hacerse más conflictiva después de la
revelación. Si la relación madre/hija ya presentaba dificultades antes del abuso, si por
ejemplo la madre consideraba que su hija estaba algo "perturbada" o era demasiado
"traviesa" porque no lograba manejarla, el ofensor con frecuencia aprovechará esa situación
para alentar tales creencias en el espíritu de la madre.
Las consecuencias que puede acarrear el secreto para la madre
Después de la revelación, los sentimientos de culpa y confusión que despierta en la madre
lo que su hija le cuenta pueden exacerbarse a causa de la posición de esposa y madre que
aquella ocupa en la sociedad, una sociedad que establece firmes prescripciones en cuanto a
esos papeles. Por ejemplo, la madre puede percibirse
227
a sí misma como una persona insatisfactoria o puede censurarse por no haber sabido obrar
de manera adecuada para proteger a su hija. Esta percepción se basa en la ideología del
maternaje (Wearing, 1984), un conjunto de ideas que ha influido en la sociedad
prescribiendo ciertas normas promedio a las que deben ajustarse las madres y según las
cuales se las juzga (y se juzgan ellas mismas). El ofensor puede promover esta autocensura
y también pueden hacerlo otros miembros de la familia y tal vez otros profesionales que
quizás intervengan en la situación.
La mujer puede sentir pues con gran temor que si defiende abiertamente a la niña corre el
riesgo de perder tanto su seguridad futura como su relación con el ofensor. De modo que
experimentará un dilema de lealtad sin saber a quién defender, lo cual puede llevarla a
sentirse abrumada por la confusión y a no saber cómo obrar. Por consiguiente ha de sentirse
extremadamente vulnerable alas tácticas del ofensor, si éste trata de mantener el escudo del
secreto. Entonces el ofensor puede negar el abuso o hacerle insinuaciones que lleven a la
madre a no creer lo que le dice la niña o, en caso de que le crea, a pensar que la niña
impulsó al hombre a mantener contactos sexuales con ella. Por ejemplo, a fin de desviar la
responsabilidad de su conducta hacia la niña y a fin de confundir a la madre, el perpetrador
puede decir: "Ella me provocó, ¿qué querías que hiciera?", o bien, "Ella no me dejaba
tranquilo un instante". O quizá: "¿Por qué ella se quedaba levantada viendo televisión
conmigo de noche si no quería hacerlo?"
El hombre también puede sentar las bases de una relación problemática entre la madre y la
hija aun antes de que ésta se decida a revelar el abuso. Por ejemplo, cada vez que Sally, de
ocho años, amenazaba a su padre con contarle a la madre lo que él le hacía, Ron le decía a
su mujer que la niña había sido muy desobediente ese día, a fin de establecer un clima en el
que la revelación pudiera parecer un intento malicioso
228
de evitar el castigo por haber tenido una conducta descortés y desobediente con su padre.
Todo esto puede provocar más tarde que la madre se encolerice, reaccione contra su hija y
la culpe por el abuso sexual, pues ella no se dará cuenta. de que el ofensor, mediante
diferentes artimañas, entrenó a la niña para que ésta mantuviera en secreto lo que estaba
ocurriendo.
De modo que los métodos que utiliza el ofensor para mantener el secreto establecen la
división y la desconfianza entre la/s víctima/s y su madre. También suele ocurrir que el
ofensor realice determinados actos destinados a aislar a la niña del posible apoyo de los
hermanos. Durante millares de años la sociedad lo ha ayudado y favorecido para hacerlo,
puesto que ha nutrido la ignorancia respecto de la existencia del incesto y de las prácticas
que lleva a cabo el ofensor para mantenerlo en secreto (Rush, 1980).
A causa del secreto que rodea las mentiras que dice el ofensor, ni la madre ni la hija cobran
conciencia de hasta qué punto contribuyó éste a modelar sus propias experiencias y
reacciones y a crear dificultades en la relación entre ambas. Y puesto que el papel que
desempeña el ofensor es en gran medida invisible, con frecuencia la madre y la hija se
culpan a sí mismas por haber deteriorado las interacciones mutuas.
Ideas sobre la terapia que oscurecen el papel que desempeña el ofensor
La bibliografía terapéutica familiar referente al incesto destaca los conceptos de disfunción
familiar y la impropiedad y, como ya lo dijimos, vuelve invisible el papel que desempeña el
ofensor. Se pone el acento en la cuestión de la responsabilidad de ambos padres y se tiende
a culpar especialmente a la madre por no haber cumplido correctamente su papel.
229
Estas maneras de pensar conducen a una práctica terapéutica en la cual, como se considera
a la madre culpable o de carácter inapropiado, el terapeuta tiende a ayudar a ambos padres a
ser más competentes como tales. En gran medida, tales enfoques se concentran en el
diagnóstico, diagnóstico mediante el cual el terapeuta identifica las esferas de impropiedad
que deben rectificarse en relación con las funciones parentales. Por ejemplo:
Con frecuencia las madres no están ligadas estrechamente a sus hyos y tienen dificultades
para empatizar con ellos (MacFarlane y Waterman, 1986, pág. 232).
Generalmente las madres son en gran medida responsables de la escasa comunicación pues
confrecuencia se muestran a sí mismas como modelos de un papel de incomunicación en
sus interacciones con el marido, incomunicación que los niños perciben (Sgroi, 1982, pág.
194).
La terapia también puede poner el acento en el carácter inapropiado de la madre y en el
modo en que ese carácter contribuyó a crear la situación de abuso sexual y las dificultades
que experimenta la niña:
El objetivo del terapeuta debe ser suministrar a la madre un modelo, educarla y,
gradualmente, desviar el foco hacia atrás, a la relación primaria que existió entre la madre y
la hya (MacFarlane y Waterman, 1986, pág. 232).
... la madre debe reconocer su incapacidad para evitar la conducta incestuosa pues fomentó
y permitió que se desdibujaran los límites del papel que cada miembro desempeña en la
familia (Sgroi, 1982, pág. 199).
También en el caso de la niña se aplica una terapia de diagnóstico, diagnóstico mediante el
cual el terapeuta identifica los aspectos en los que se manifiesta un déficit o un daño. A
través de esa terapia se le ofrece a la niña la oportunidad de expresar sus sentimientos y de
varias maneras se le suministra un "espacio" para
la cura en el contexto de la terapia individual. Por ejemplo:
En los primeros tres meses de terapia individual se debe hacer una. evaluación diagnóstica
completa (Sgroi, 1982, pág. 142)
La niña que ha sufrido abuso sexual necesita hacer una regresión y completar sus fases
evolutivas (MacFarlane y Waterman, 1986, pág. 236).
El enfoque del diagnóstico puede aplicarse también a la relación madre/hija, evaluando las
interacciones de los niños y las madres según los criterios establecidos para determinar las
relaciones funcionales y enseñándoles a las madres modos más útiles de ejercer su función
parental.
La interacción entre la madre y la hya es precisamente el aspecto que puede ser funcional o
disfuncional y el tratamiento debe apuntar a mejorar esa interacción (MacFarlane y
Waterman, 1986, pág. 231).
Es necesario que tanto la madre como la hija presten mucha atención a la inversión de roles
y se den cuenta si hay algún motivo para modificarlos y cómo deben hacerlo.
El resultado de este tipo de ideas es una terapia en la cual las madres y los hijos pueden
considerarse individualmente, y en la que la responsabilidad y la contribución del agresor
puede quedar en las sombras. Este proceso no establece un contexto en el que pueda
volcarse el impacto del secreto, pues no ofrece a la madre y a la hija la oportunidad de
intercambiar sus verdaderas experiencias y, al hacerlo, "advertir" el impacto que tuvieron
los actos del ofensor en sus vidas y en sus relaciones. La consecuencia de todo ello es que
no podrán interrumpirse los ciclos de culpa y de censura y que quedará frenado el proceso
de cura. De modo que el escudo de invisibilidad del ofensor permanecerá en su lugar.
230
231
La terapia: debilitar el impacto del secreto
Un enfoque que reconoce el papel que le cabe al ofensor
El hecho de dar su justo peso al poder que tuvo el ofensor para modelar las percepciones de
su víctima y de la madre arroja una luz diferente a la respuesta que podemos ofrecerles a las
madres e hijas que acuden en busca de ayuda terapéutica después de la revelación. Por
ejemplo, una madre puede manifestar y creer que su hija, de algún modo, contribuyó a
provocar el contacto sexual y esa creencia puede promover entre ambas el rencor y el
distanciamiento. A través de la lente del enfoque de la "familia disfuncional", esto puede
considerarse una prueba de la complicidad y la culpa de la madre: al haberse apartado de su
papel de compañera sexual del marido, la madre puede haber querido, aunque en un nivel
inconsciente, que su hija desempeñara ese papel y, a fin de rehuir la culpa, censura a la
niña. Esto impide reconocer el poder que el ofensor ejerció sobre la niña y perpetúa la culpa
y la censura.
Una idea alternativa, que tiene en cuenta el importante papel desempeñado por el ofensor,
es que los problemas de relación entre la madre y la hija víctima, que con tanta frecuencia
se observan después de la revelación del incesto, muy probablemente sean el resultado de
una campaña de "desinformación" tramada por el ofensor, bajo la protección provista por el
secreto que éste impuso a la víctima. Los actos del perpetrador crean un contexto en el cual
la madre y la hija están ciegas ante el papel que desempeñó el hombre al provocar las
dificultades que interfieren en las relaciones de ambas y en el que son incapaces de percibir
los recursos con los que ambas cuentan para superar los efectos del abuso sexual. Por lo
demás, la coincidencia que existe entre el modo en que el ofensor desvía la responsabilidad
del abuso sexual hacia la
232
víctima y la madre y los conceptos ampliamente difundidos en la sociedad sobre la
responsabilidad que le cabe a la mujer en los casos de violencia sexual, ciegan aun más a la
madre y a la hija para descubrir una manera alternativa de percibir la situación.
Un proceso terapéutico que hace justicia a los intereses de los miembros de la familia debe
tratar las dificultades específicas que presenta cada uno de ellos, tales como las ya descritas.
Sin embargo, creemos que un enfoque terapéutico destinado a estas familias debe
proporcionarles además la oportunidad de reconocer el impacto que tuvieron en sus vidas
los actos del ofensor, para poder así reconocer de qué manera específica el perpetrador
contribuyó a crear las dificultades que todos experimentan. Puesto que el secreto es lo que
ha creado las condiciones para que se desarrollaran y se conservaran los hábitos y
configuraciones de relación problemáticos, una meta crucial de la terapia es permitir que
los miembros de la familia reflexionen juntos sobre el proceso en el cual se promovió y se
forzó el secreto y sobre los devastadores efectos que tuvo el secreto en sus vidas y
relaciones.
Durante un tiempo nos interesaron las ideas de Michael White y David Epston y
consideramos que el esquema terapéutico desarrollado por ellos ofrece algunas opciones
útiles para trabajar con las madres y las hijas, opciones tales como darles la oportunidad de
"descubrir" el impacto que tuvo el secreto en sus vidas y en sus relaciones. Un aspecto
central del enfoque que sostenemos es el concepto de que:
...las personas organizan su experiencia y te asignan significación elaborando su propia
versión de tal experiencia y al hacer esa elaboración expresan aspectos seleccionados de sus
vivencias ... esas versiones son las que luego constituyen y modelan las vidas y las
relaciones de las personas (White y Epston, 1989, pág. 20).
White prefiere hablar de una analogía de la versión dominante y la terapia y esa idea tiene
profundas implicaciones para el trabajo terapéutico con madres e
233
hijas cuando una de éstas ha sufrido un abuso sexual. Las familias que buscan ayuda
terapéutica pueden considerarse inmersas en una versión dominante o saturada del
problema de sí mismas y de sus relaciones, una versión en cuya elaboración generalmente
participan otras personas significativas para la familia. Esas versiones expuestas por las
familias se concentran en gran medida en el carácter inadecuado de las personas y en
aspectos de sus vivencias que descartan su competencia. Las familias que experimentan
dificultades parecen disponer de una versión alternativa, pues no han tenido oportunidades
de percibirla. En el caso en que una niña ha sido agredida sexualmente, el secreto que rodeó
al hecho ha servido para oscurecer la experiencia de los acontecimientos que tuvieron los
miembros de la familia y, como dijimos antes, para modelar las percepciones que cada uno
tuvo de los demás de diferentes modos. Esto nos demuestra que la versión dominante en la
que se encuentra inmersa la familia ha sido creada en gran medida por el perpetrador antes
que por la madre o las niñas mismas. Por ejemplo, la familia puede describir un cuadro con
una niña "perversa" y una madre incapaz de manejarla y quizás ésa sea la versión que
promovió activamente el ofensor mediante diversas táctitas destinadas a mantener el
secreto. Las versiones dominantes que sostiene la sociedad sobre la responsabilidad que les
cabe a las madres por todo lo que ocurre en las familias (Wearing, 1984), y sobre la
responsabilidad que les cabe a las mujeres en sus relaciones con los hombres, contribuyen a
consolidar y dar crédito a la historia dominante de la familia.
La terapia basada en estos conceptos exige que el terapeuta ayude a los miembros de la
familia a elaborar versiones diferentes sobre sus experiencias y a situarse a sí mismos en
versiones que abarquen todo el contexto de su experiencia. En los casos en que existió un
abuso sexual tales versiones deben incluir una indagación de contexto en que se dio la
experiencia de relación con el
agresor de cada una de las personas implicadas, lo cual permitirá incluir en la versión el
reconocimiento de los métodos que utilizó el ofensor para crear ese contexto. Este proceso
ayuda a los miembros de la familia a atribuirle la responsabilidad que le corresponde al
agresor y, por consiguiente, a disminuir el impacto de la culpa y la censura en sus propias
vidas. Al reconocer que el abuso de poder del ofensor provocó los hechos, los miembros de
la familia pueden tener una oportunidad de disminuir además el impacto que produjo en
ellos la versión de la sociedad, una versión opresiva para las mujeres y las niñas. Este es un
aspecto extremadamente capacitador para los miembros de la familia, pues a medida que se
desarrolla el proceso terapéutico éstos pueden disponer de nuevas soluciones para afrontar
las dificultades que se les presentan. Así se destruye el secreto y los miembros de la familia
pueden recuperar el dominio de sus propias vidas. El escudo de invisibilidad del ofensor
cae. Y cuando las familias comienzan a asignarle nuevas significaciones a la situación y a
reelaborar su versión dominante, el cambio y la cura se hacen posibles.
El proceso terapéutico
Comprometer a la madre y a la hija
El terapeuta puede hallarse ante numerosas posibilidades que le presenta el problema de
cómo desarrollar la terapia; por ejemplo, la niña puede haberle revelado el abuso a otra
persona y no a su madre; o puede ocurrir que la madre y la hija no se dirijan la palabra o
mantengan una relación conflictiva, o quizá la madre se haya sentido excluida si la niña fue
sometida previamente a alguna otra terapia una vez conocido el hecho. Es fundamental que
el terapeuta obtenga toda la información de lo que ya se realizó en anteriores instancias
oficiales o terapéuticas y que parta de una
234
235
hipótesis sobre las potenciales cuestiones de compromiso. Por ejemplo, si existe un
profundo conflicto, éste debe entenderse en el contexto de todas las intervenciones que se
hayan realizado, hasta las intervenciones hechas por el ofensor para obligar a la niña a
mantener el secreto, y no simplemente desde el punto de vista de la relación madre/hija.
Probablemente aclarar estos aspectos exija cierto tiempo.
El proceso de unión es crítico y ha de determinar hasta qué punto el terapeuta alcanzará a
comprender en profundidad la experiencia de cada persona, un requisito previo para que la
terapia pueda llevarse a cabo. Este aspecto parece especialmente importante en los casos en
que los miembros de la familia mantuvieron una diversidad de entrevistas diferentes antes
de que se los derivara a esta terapia, como generalmente ocurre. Cuando la madre y la hija
han mantenido entrevistas separadas, como habitualmente es el caso, es conveniente
dedicar un tiempo a indagar qué experimentó cada una de ellas en esas sesiones separadas,
qué parte de la información compartieron y qué sienten al asistir juntas a estas nuevas
sesiones terapéuticas. Es importante que el terapeuta les comunique lo que ya sabe del caso,
con quién habló y con quién tiene proyectado hablar luego.
Creemos que, a menos que la madre y la hija tengan una oportunidad al comienzo del
proceso de reflexionar juntas sobre el efecto que tuvieron el abuso sexual y los hechos
posteriores a la revelación en sus relaciones, todos los conflictos y tensiones que existan
entre ellas habrán de intensificarse y esto puede retrasar el proceso de cura de ambas,
El objetivo general de las sesiones es crear un espacio que permita a la madre y a la hija
hacer importantes descubrimientos recíprocos, particularmente referentes a sus recursos.
Tales descubrimientos no podrían realizarse si ambas mantuvieran entrevistas diferentes
con diriferentes terapeutas, por más hábiles y bien intencionados que sean esos
profesionales.
Un efecto secundario desafortunado que puede tener la decisión de tratar separadamente a
la madre y a la
hija es que así puede fortalecerse inadvertidamente el secreto y la protección que las
mujeres han levantado entre ellas. Esto puede llevar a que la madre pierda la capacidad de
advertir sus propios recursos o los recursos de la niña, y hasta pueda reforzar, sin que ella lo
advierta, sus sentimientos de culpa o de ira, particularmente si no se la ha informado
claramente sobre los progresos hechos por la niña en la terapia. Las sesiones separadas
pueden tener un efecto similar en la niña, pues le impedirían advertir la capacidad que tiene
su madre para criarla y protegerla y podrían reforzar su cólera o su sentimiento de que es
ella quien debe proteger a la madre.
Al sostener la conveniencia de las sesiones conjuntas de madre e hija, reconocemos que hay
situaciones en las que la mujer no puede creer lo que le revela la niña (por muchas de las
razones que ya analizamos) y que en esos casos pueden resultar inútiles las entrevistas
compartidas. El hecho de que recomendemos las sesiones conjuntas no excluye la
posibilidad de ofrecer caminos adicionales (individuales o grupales) en los que las mujeres
puedan discutir cuestiones que quizá no sea apropiado analizar en las sesiones madre-niña.
Por ejemplo, la revelación de la niña puede traer a la memoria de la madre experiencias de
agresiones sexuales de su propia infancia que ella quiera discutir; asimismo muchas
mujeres necesitan que se les dé una oportunidad de hablar de sus problemas matrimoniales
o del dilema de la lealtad dividida. Además, puede ser beneficioso para las niñas participar
de grupos de pares que han vivido experiencias similares.
Eaternalizar el problema e indagar la influencia que tuvo en las vidas y en las relaciones de
los miembros de la familia
Después de haber mantenido un primer contacto con todos los miembros de la familia que
asisten a la sesión, el terapeuta comienza a analizar y comprender las
236
237
preocupaciones que más inquietan a cada uno de ellos. (Además de la madre y la/s
víctima/s pueden asistir a las sesiones otros hermanos que no hayan sufrido el abuso.) En
muchas situaciones se presenta una serie de problemas y es conveniente que el terapeuta le
pida a cada una de las personas presentes que haga una lista de esos problemas siguiendo
un orden de importancia. Para tratar de comprender la experiencia que cada persona tiene
de las dificultades manifestadas, el terapeuta utiliza el lenguaje de diferentes modos.
"Externalizar- el problema" es un concepto clave del enfoque desarrollado por Michael
White, quien señala (1988/89) que la manera en que el terapeuta se refiere al problema
contribuye a la construcción del problema.
La "externalización" es un enfoque terapéutico que alienta a las personas a objetivar y, a
veces, a personificar los problemas que consideran opresivos. Durante este proceso, el
problema se convierte en una entidad separada y por consiguiente externa a la persona o a
la relación a la que se le atribuye el problema. Aquellos problemas que se consideran
inherentes y aquellas cualidades relativamentefgas que se les atribuyen a las personas y a
las relaciones pueden llegar a hacerse menos fijas y menos restrictivas (pág. 3).
Al hablar con las madres y los niños de los problemas que "los inquietan, el terapeuta
intenta emplear un lenguaje que refleje las experiencias que ellos tienen del problema y que
sitúe el problema en una posición exterior a las personas y a sus relaciones.
Por ejemplo, es común que los niños que han sufrido un abuso sexual, el lógico impacto de
la revelación y la posterior intervención terapéutica declaren que sienten que sus vidas han
sido estropeadas por los temores y la angustia. Al externalizar el miedo, el terapeuta puede
indagar qué efectos tuvo éste en todos los aspectos de la vida y las relaciones del niño. Uno
de los efectos de hablar de ese modo es deducir que el miedo no ha "atrapado" por
completo al niño.
Al investigar los efectos que tuvo el miedo en la vida del niño es conveniente preguntarles
tanto, al niño
238
como a los demás miembros de la familia, cómo suponen que el miedo pudo tener tanta
influencia en -sus vidas. Esto puede provocar que el niño u otro miembro de la familia
"advierta el papel que desempeñó el ofensor alentando y promoviendo que el miedo
dominara al niño. Si el niño y la familia se sienten confundidos y no saben cómo el temor
pudo lograr semejante dominación, el terapeuta puede preguntar si el ofensor dijo o hizo
algo que pudiera haber contribuido a que creciera el temor en la familia. Al describir la niña
lo que hacía o decía el perpetrador, la madre y los demás miembros de la familia pueden
escuchar, quizá por primera vez, el tipo particular de amenazas e intimidaciones a las que
fue sometida la niña. La niña tiene así la oportunidad de comenzar a ver desde otro punto
de vista sus dificultades, esto es, en el contexto de la conducta del agresor y no como
ejemplos de una "perturbación" individual de la víctima.
Por ejemplo: una niña describió cómo el perpetrador se introducía con frecuencia en su
dormitorio y simplemente se quedaba allí de pie, durante lo que a ella le parecían horas. La
niña permanecía acostada, aterrorizada, sin saber si sería aquella una de las ocasiones en las
que él la sometería sexualmente o no.
Un niño contó hasta qué punto estaba convencido de que lo darían en adopción o lo
enviarían a un reformatorio y no le permitirían ver nunca más a su madre ni a su hermano
menor si alguna vez alguien descubría el abuso.
Frecuentemente las madres y los niños que se someten a una terapia comentan varios
problemas que salieron a la luz a partir del momento en que pudieron comenzar a hablar del
abuso y el impacto que tuvieron en sus vidas la revelación y el posterior tratamiento
terapéutico. Con frecuencia la madre se siente excluida e incapaz de encontrar la manera de
hablar con sus hijos -hasta puede sentir que la policía y los asistentes sociales conocen
mejor que ella los sentimientos y reacciones de sus hijos-. La madre puede censurarse
239
a sí misma por no haber sido capaz de advertir lo que estaba sucediendo y mortificarse con
sentimientos de culpa. También puede sentirse confundida porque el niño no le confió lo
ocurrido, y puede preguntarse si eso significa que de algún modo su hijo inició o disfrutó el
contacto sexual. A su vez el niño o la niña puede sentir que su madre no comprende lo que
ha debido sufrir y puede experimentar cólera hacia su madre por las razones que
mencionábamos antes.
Una manera útil de hablar de las dificultades que existen en la relación madre/hijo es
externalizar el secreto. Frecuentemente, al ofrecer a la madre y al niño la oportunidad de
reflexionar juntos sobre el impacto y las secuelas que tuvo la revelación y el hecho de
indagar los efectos que provocó el secreto en sus vidas y en sus relaciones abre un camino a
través del cual la madre y el niño o la niña pueden comenzar a hablar entre sí de otro modo,
sin caer en los antiguos esquemas de culpa y censura. Esta nueva manera de conversar
puede marcar un profundo contraste con los anteriores intentos de hablar que seguramente
provocaban arranques de cólera y promovían nuevos ciclos de distanciamiento y rencor.
Puede preguntárseles, por ejemplo:
• ¿Cómo cfectó el secreto la manera en que se desarrollaron durante los últimos años sus
relaciones?
• ¿Qué le impidió descubrir el secreto sobre su hya que usted ahora considera importante
haber sabido? Este tipo de preguntas permite que los terapeutas y la familia investiguen los
efectos que tuvo el problema (el secreto) en las vidas de los miembros de la familia y en sus
relaciones. El hecho de indagar así el problema reduce la culpa y la censura, pues la madre
y los niños se sienten alentados a descubrir juntos la influencia que tuvo el secreto en cada
uno de ellos y en las relaciones recíprocas.
Una vez que la relación entre el terapeuta y la familia se ha fortalecido, aquél puede
incorporar otras preguntas que pueden capacitar a la madre y a los niños para
240
descubrir juntos el papel que desempeñó el ofensor en la creación de sus dificultades. Por
ejemplo, puede preguntarse a el o los niño/s:
• ¿Hubo ocasiones en las que él (el ofensor) utilizó algún método para alentarte a mantener
el secreto? • ¿Cómo fue capaz de convencerte de que tu madre no se pondría, de tu lado?
Cuando los niños que sufrieron abuso sexual responden a este tipo de preguntas, la madre
puede oír por primera vez de qué modo el ofensor pudo atrapar al niño en una trama de
silencio. Esta nueva información puede influir en gran medida para que la madre comience
a observar al niño de un modo diferente, pues queda clara la responsabilidad que tuvo el
perpetrador en el abuso y de qué modo se aprovechó de la posición de impotencia en la que
se encontraba el niño.
Cuando el agresor engañó y embaucó a la madre, a veces es muy útil externalizar el ardid.
Puede preguntársele a la madre:
• ¿De qué modos logró él engañarla acerca de lo que estaba haciendo?
• ¿Cómo entiende usted que él haya sido capaz de poner un velo ante sus ojos que le
impidió a usted ver lo que él estaba haciendo?
Cuando los niños escuchan la respuesta que da su madre a este tipo de preguntas tienen la
oportunidad de ver a su madre y de entender su conducta de un modo diferente y hasta es
posible que ellos mismos hagan algunas preguntas adicionales sobre la manera de actuar y
de engañar del agresor.
Formular este tipo de preguntas crea un contexto que incita a la.madre y al hijo/a a
descubrir juntos el papel que le cupo al ofensor en la desunión y el engaño sufridos. Con
estas y otras preguntas adicionales los miembros de la familia pueden cobrar conciencia de
que aún están a tiempo de evitar que sus relaciones terminen destruyéndose por completo a
causa de las maniobras del agresor.
241
Indagár de qué modo influyen los miembros de la familia para perpetuar el problema
Preguntas adicionales que pueden ayudar
a reelaborar la relación entre la madre y la hija
Después de indagar a grandes rasgos los efectos que tuvo el problema en cada uno de los
miembros de la familia y en la relación madre/hijo, el terapeuta comienza a formular otro
tipo de preguntas, destinadas a descubrir las ocasiones en que la madre, el niño o las
relaciones entre ambos no sucumbieron ante el problema. Es lo que White (1988) llama los
"logros aislados" o "logros únicos". Por ejemplo el terapeuta puede preguntarle al niño o a
la niña agredidos:
• A pesar de que tu padre te exigía mantener el secreto, ¿hubo alguna ocasión en la que f
iste capaz de oponerte a esa regla y le contaste lo que estaba ocurriendo a alguien?
A la madre y al niño puede preguntárseles:
• ¿Hubo ocasiones, desde que el abuso quedó al descubierto, en las que ustedes dos
pudieron superar el secreto y hablar de lo que habían vivido?
Y a la madre puede preguntársele:
• ¿Hubo ocasiones en las que la culpa le impedía pensar siquiera en que habíaformas de
ayudar a su hya y sin embargo usted pudo sobreponerse y tenderle una mano?
Este tipo de preguntas incita a los miembros de la familia a seleccionar ejemplos que
muestren su capacidad para afrontar los problemas. Por ejemplo, al preguntar sobre las
ocasiones en las que el secreto no logró dominar por completo las vidas de las personas, el
terapeuta, junto con la familia, puede descubrir cómo la valentía se impuso ante una gran
intimidación; o al hacer preguntas acerca de las victorias obtenidas sobre los temores, el
terapeuta puede invitarlos a descubrir que alguien es valiente o persistente cuando debe
enfrentarse con el miedo.
Una vez que se ha logrado identificar un logro aislado, el terapeuta agrega otro tipo de
preguntas destinadas a "mejorar la significación". Al responder juntas a estas preguntas y al
escuchar cada una las respuestas de la otra se construye una nueva versión de las relaciones
mutuas. Por ejemplo, puede preguntárselé a la madre:
• A pesar del dominio que ejercía el secreto en su familia, ¿cómo se explica que su hya
haya sido capaz de contarle a alguien lo que le hacía su padre?
• ¿Que le reveló de su hya el hecho de que ella haya sido capaz de oponerse al secreto con
tanta valentía? • ¿Cómo es posible que a pesar de que él (el ofensor) haya establecido un
estilo de vida secreto en la familia, usted haya sido capaz de contarle a alguien que no
pertenecía a la familia estos hechos tan perturbadores, a fin de ayudar a sus hyos?
A los niños puede preguntársele, por ejemplo:
• A pesar de la profunda influencia que ejercía el secreto en ti ¿cómo fuiste capaz de
oponerte a él y contarle a alguien lo que estaba sucediendo?
• ¿Qué te revela esto acerca de tufuturo, sabiendo que fuiste capaz de hacerfrente a una
situación de gran temor e intimidación y tomar una poderosa determinación para escapar de
esa situación?
Cuando la madre escucha las respuestas que su hijo o su hija da a estas preguntas, con
frecuencia toma conciencia por primera vez de los recursos con que cuenta el niño. Esta
información sobre su hijo o hija puede comenzar a disipar los temores sobre el "daño" o la
"perturbación" que seguramente fueron nocivos y le impidieron comprender la experiencia
de opresión y abuso que sufrió su hijo. De un modo similar el niño o la niña agredidos
pueden oír cómo su madre reconoce los recursos de su hijo y pueden comprender cómo la
madre pudo oponerse al secreto a fin de prestar oídos
242
243
a la revelación de su hijo. Puede preguntárseles a ambos:
• ¿Qué creen que pienso yo de la relación que los une después de haber oído de qué modo
ambos fueron capaces de evitar que la. relación quedara completamente deteriorara por los
efectos del secreto?
Tanto la madre como la hija o el hijo están comprometidos en la reelaboración de la versión
de su relación, una nueva versión en la que puede verse claramente el papel que desempeñó
el ofensor y en la que se reconoce hasta qué punto la relación es capaz de recuperar su
forma original al oponerse al secreto. A medida que se va descifrando la nueva versión, se
invita a ambos, mediante preguntas, a verse a sí mismos y a percibir la relación que los une
de un modo diferente.
Un ejemplo
El siguiente caso aclara algunos de los puntos tratados:
La familia E., formada por Marie (la madre), Donna (de 10 años) y Brian (de 8), comenzó a
someterse a terapia algunos meses después de que ambos niños revelaran que su padre los
había agredido sexualmente. El ofensor ya no vivía junto a su familia. En las primeras
sesiones analizamos de qué manera los niños habían desarrollado la costumbre de proteger
a su madre y evitarle oír todo aquello que pudiera perturbarla o preocuparla. Los niños
habían recibido un entrenamiento para hacerlo de su padre, quien permanentemente
despreciaba la capacidad de la madre, rebajándola con constantes críticas. Los niños
también se sentían culpables por las presiones que había sufrido la madre al tener que tratar
con las autoridades de la asistencia pública y del sistema legal una vez que ocurrió la
revelación.
Al mencionar algunas ocasiones en las que Donna y Brian habían comenzado
recientemente a superar ese
244
hábito de proteger a su madre guardándose para sí todos los problemas, Donna comenzó a
llorar y a decir que se sentía "aterrorizada todo el tiempo". Si bien Donna deseaba
desarrollar algunas actividades con sus amigas, no podría hacerlo, pues le atemorizaba
mucho salir de su casa, salvo que lo hiciera con su madre.
Al quedar externalizado el miedo pudimos indagar sobre los efectos que tuvo el temor en la
vida de Donna. Descubrimos así que el temor había restringido gravemente sus actos y le
había impedido realizar actividades de las que hubiera podido disfrutar. A Marie le chocó
oir hasta qué punto los efectos del miedo habían deteriorado la vida de Donna. Si bien
Marie estaba preocupada por el hecho de que su hija parecía demasiado "nerviosa" y
porque se quedaba mucho tiempo en su casa, no había advertido hasta qué punto el miedo
había oprimido a Donna. Mientras todos juntos investigábamos los efectos que el miedo
había tenido en Donna, en Marie y en Brian, la madre le pidió a Donna que se sentara junto
a ella y le confesó que se sentía muy triste al pensar que el temor le había impedido a
Donna pedirle ayuda. Brian comenzó entonces a contar las dificultades que tenía para
conciliar el sueño por las noches y también en su caso quedó claro que el temor era el
culpable.
Cuando les pregunté a Donna y a Brian cómo se explicaban que el miedo hubiese tenido
tanta influencia en ellos, Donna se puso a llorary contó que su padre le había dicho que si
algunavez ella confesaba el abuso, él mataría a su hermanito menor, un bebé. Marie se
mostró visiblemente perturbada al oír esto y manifestó que era la primera vez que oía algo
sobre tal amenaza. Inmediatamente tranquilizó a los niños y les contó que había tomado las
medidas necesarias para garantizar la seguridad de la familia.
Observamos que el hecho de hablar de estas cuestiones durante la sesión podía ser un
primer paso para que los niños abandonaran el hábito de evitarle a la
245
madre oír algo que pudiera perturbarla y la costumbre de callarse por temor (logros
aislados). Invité pues a Marie, Donna y Brian a que me dijeran por qué creían que Donna y
Brian habían sido capaces de oponerse con tanta fuerza al miedo y a ese antiguo hábito; qué
le descubría a la madre ese hecho sobre la valentía y los recursos de sus hijos y qué les
había hecho aprender a los niños sobre la capacidad que tenía su madre para ayudarlos.
En la siguiente sesión, la familia me comunicó que el temor estaba influyendo cada vez
menos en las vidas de Donna y Brian.
Conclusión
Hablar con la madre y los niños del modo que analizamos en este capítulo puede crear un
espacio que les permita hacer importantes descubrimientos sobre sí mismos y sobre sus
relaciones, descubrimientos que a su vez les dan la posibilidad de observar sus relaciones
desde un punto de vista diferente y, por consiguiente, la oportunidad de desarrollar nuevas
formas de llevar adelante sus vidas después de haber sufrido un abuso sexual.
Agradecimientos
Agradecemos a nuestras colegas Catherine Munro y Chris Burke por el tiempo que
dedicaron a la lectura de los borradores de este capitulo y por las sugestiones y comentarios
útiles y perspicaces que nos hicieron. También agradecemos a las familias con las que
trabajamos y que al compartir con nosotras sus experiencias nos enseñaron mucho.
También agradecemos a quienes participaron de nuestros talleres de formación
desarrollados durante los últimos tres años.
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Colaboradores
Janet Adams-Westcott: Psicóloga y directora del Programa de Tratamiento Familiar por
Abuso Sexual del Servicio de Familia y Niños de Tulsa, Oklahoma. En su trabajo con
víctimas de abuso sexual infantil y con sus familias, esta psicóloga emplea enfoques de la
terapia familiar cibernética de segundo orden. Además es profesora de universidades
locales y dirige talleres profesionales especializados en violencia familiar y terapia familiar.
NUChael Durrant: Psicólogo y director del Centro de Terapia Familiar Eastwood de
Sydney, Nueva Gales del Sur. Coordinó un equipo de "niños en situación de riesgo" y
durante varios años atendió a niños y familias que sufrieron abuso. Actualmente enseña
terapia familiar en diferentes universidades de Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos.
Richard Elms: Asistente social y terapeuta del Servicio de Salud del Area de Wentworth en
Nueva Gales del Sur. Richard supervisa a otros terapeutas y asesora al personal de otras
instituciones que trabajan con adolescentes que han sufrido violencia y abuso. Elms tiene
además considerable experiencia en el tratamiento de perpetradores de abuso sexual que
siguen programas terapéuticos en residencias especializadas.
Irene Esler: Asistente social y directora del Centro Leslie de Auckland, Nueva Zelanda.
Trabajó en la esfera de salud mental comunitaria durante los últimos doce años y su
enfoque se concentra principalmente en el contexto social y político de los problemas que
le presentan las personas que buscan ayuda terapéutica. Este enfoque presta particular
atención al contexto del patriarcado.
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Deanna Isenbart: Psicóloga y terapeuta del Servicio de Familia y Niños de Tulsa,
Oklahoma. Durante siete años trabajó con víctimas de abuso sexual y con sus familias. El
interés inicial de Deanna por los ritos se remonta a su infancia en la zona rural del oeste de
Oklahoma, donde con su familia y sus amigos participaba de ritos de desarrollo que
exaltaban el sentimiento de la comunidad y facilitaban la experiencia de pasar de la infancia
a la edad adulta.
Amanda Kamsler: Psicóloga y terapeuta especializada en terapia familiar, supervisora y
profesora en instituciones privadas de Sydney, Nueva Gales del Sur. Además es asesora de
varios equipos terapéuticos de esa ciudad, entre ellos, Dympna House un instituto dedicado
a tratar a las mujeres que han sufrido abuso.
Jane Wa1degmve: Desarrolla su carrera de terapeuta en la práctica privada en Auckland y
tiene considerable experiencia en el tratamiento délas víctimas de abuso sexual. Le interesa
particularmente poner de relieve el contexto político, social y cultural del abuso y en su
trabajo trata de ayudar a los pacientes a oponerse a los impedimentos que generan los
papeles femenino y masculino.
Cheryl White: Tiene amplios antecedentes en la esfera del trabajo social y se ha
desempeñado en gran cantidad de campos clínicos. Actualmente es directora de
publicaciones del Centro Dulwich de Adelaida.
Kate Kowalski: Terapeuta familiar que trabaja en el Centro de Terapia Familiar Eastwood
de Sydney, Nueva Gales del Sur. Es ex miembro del Centro de Terapia Familiar Breve de
Milwaukee y dicta cursos en varias instituciones de Australia y los Estados Unidos. Se ha
especializado particularmente en el tratamiento de los casos de abuso sexual.
Lesley Laing: Asistente social, terapeuta familiar y coordinadora de la Unidad de
Educación sobre Abuso Sexual de Nueva Gales del Sur. Ha trabajado en el campo del
abuso sexual infantil durante los últimos seis años y está dedicada a desarrollar enfoques
terapéuticos:teóricos que reflejen un análisis feminista del abuso sexual. Actualmente se
dedica a desarrollar cursos de recursos y formación destinados a ayudar a los profesionales
de la salud en su trabajo con las víctimas de abuso sexual.
TERAPIA FAMILIAR
(viene de pág. 4)
M. D. STANTON, Terapia familiar del abuso
T. C. TODD Y COLS.
y adicción a las drogas
M. McGOLDRICK Genogramas en la
Y R. GERSON
evaluación familiar
RENATA FRANK DE
Interacción y proyecto VERTHELYI familiar
ANALÍA KORNBLIT
Somática familiar
HELM STIERLIN Y OTROS
Terapia familiar
SALVADOR MINUCHIN Familias y terapia familiar
FILOSOFIA
PAUL RICOEUR Ideología y utopía
ERNEST GELLNER Cultura, idenddod y poltdca JEAN-FRANo?OIS LYOTARD La
d(ferencla
RONALD DWORIÜN El imperio de la justicia CORNELIUS CASTORIADIS Los
dominios del hombre KARL JASPERS La prdcdca médica en la era tecnológica LUDWIG
WÍPTGENSTEIN Sobre la certeza JEAN-FRANo?OIS LYOTARD El entusiasmo JEANFRANo?OIS LYOTARD La posmodernidad (explicada a los nidos) TZVETAN
TODOROV Frdgü felicidad GIANNI VATTIMO El fin de la modernidad GIANNI
VATTIMO Introducción a Heidegger JACOB BRONOWSIQ Los orígenes del
conocimiento y la imaginación
NORBERTO BOBBIO El problema de la guerra
y las vías de la paz Gu.LEs DELEUZE Empirismo y subJedvidad
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