Colección Encuentros Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento Primera edición digital: septiembre, 2018 © Universidad de Lima Fondo Editorial Av. Javier Prado Este 4600, Urb. Fundo Monterrico Chico, Lima 33 Apartado postal 852, Lima 100, Perú Teléfono: 437-6767, anexo 30131 [email protected] www.ulima.edu.pe Edición: Fondo Editorial de la Universidad de Lima Diseño y carátula: Carrera de Arquitectura Coordinación del proyecto: Oficina de Proyectos Académicos de la Carrera de Arquitectura Versión e-book 2018 Digitalizado y distribuido por Saxo.com Perú S. A. C. https://yopublico.saxo.com/ Teléfono: 51-1-221-9998 Avenida Dos de Mayo 534, Of. 304, Miraflores Lima - Perú Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio, sin permiso expreso del Fondo Editorial. ISBN 978-9972-45-453-0 Contenido pág. 0 9 Presentación pág. 011 Introducción VIDA Y OBRA pág. 017 Cronología ENSAYOS pág. 35La modernidad viene en avión Elio Martuccelli pág. 43La idea de lo público en la arquitectura de Arana Orrego Torres Sharif S. Kahatt pág. 63El Tao de AOT Gonzalo Torres pág. 73Diálogo con Antenor Orrego Michelle Llona, Fernando Mosquera ARTÍCULOS pág. 85Conversaciones con José Orrego, un practicante en AOT Daniel Rondinel pág. 103El edificio Química Suiza Jorge Sánchez IMÁGENES DE ARCHIVO pág. 111Club Grau, 1957 pág. 113 Aeropuerto Jorge Chávez, 1961 pág. 127 Parke Davis, 1962 pág. 131 Centro Cívico, 1965 pág. 133 Aeropuerto Velasco Astete, 1966 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 8 pág. 143 Edificio Faucett, 1966 pág. 145 Richard O. Custer, 1966 pág. 149 Senati, 1966 pág. 155 Edificio IBM, 1968 pág. 159 Química Suiza, 1968 pág. 161Acuerdo de Cartagena, 1970 pág. 163 Las Naciones, 1975 pág. 167 El Ejecutivo, 1976 9 Presentación Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento AOT significa más que una sigla para la arquitectura peruana contemporánea. Durante más de cuarenta años fue probablemente la más organizada oficina de arquitectos que tuvo el Perú, y realizó obras de singular importancia, como el aeropuerto internacional Jorge Chávez, el edificio Química Suiza, la sede de IBM, entre otras edificaciones de las que da cuenta el presente libro. Formado por los arquitectos Carlos Arana Holder, Antenor Orrego Spelucín y Juan Torres Higueras, este colectivo también supo ser una empresa que desde 1958, y por más de cuatro décadas, brindó un servicio de calidad de la más alta categoría internacional. Por eso nos parece importante resaltar su trayectoria, como un paradigma de emprendimiento de elevado nivel profesional y un ejemplo para las futuras generaciones de arquitectos. Esta obra continúa la serie de publicaciones que desde el 2012 viene realizando la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, en torno a figuras destacadas de la arquitectura peruana contemporánea, con el propósito de contribuir al conocimiento y valoración del denominado Movimiento Moderno en el Perú. Lima, agosto del 2017 Arq. Enrique Bonilla Di Tolla Director Carrera de Arquitectura Universidad de Lima 11 Introducción En 1958 se asocian tres arquitectos: Carlos Arana Holder, Antenor Orrego Spelucín y Juan Torres Higueras, y forman una oficina de diseño arquitectónico, urbanismo, construcción e inspección de obra, conocida hoy como AOT. El Club Grau de Piura fue la primera obra de esta asociación, obtenida por concurso público. Las grandes obras de AOT fueron ganadas bajo esta modalidad, y el aeropuerto internacional Jorge Chávez fue la más importante de ellas. Luego de 40 años de asociación, lentamente la oficina cesa su actividad y hoy en día la oficina ya no desarrolla proyectos. Los documentos de arquitectura, planos, perspectivas, fotografías, recortes de diarios y diplomas se encuentran en dos archivos que pudimos consultar: el archivo de Antenor Orrego y el de la familia Torres. La exposición sobre AOT tiene cinco ejes temáticos: Tiempo, Obras, Concursos, Gestión y Viajes. Con esta estructura se pretende, además de mostrar la producción de la oficina en el tiempo, narrar las otras caras de una oficina de arquitectura: los proyectos no construidos, los viajes de estudio realizados y, a través de una conversación con uno de los arquitectos, el día a día de la profesión. Tiempo. Una línea del tiempo de la oficina de arquitectura muestra las obras comprendidas entre 1965 y 2000, etapa de surgimiento y producción central de AOT. Para contextualizar el período, se incluyeron los principales edificios, eventos y premios nacionales e internacionales ligados a la arquitectura. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 12 Obras. Una selección de ocho obras construidas, algunas premio nacional; otras, piezas icónicas de la ciudad. Esta selección se basó no solamente en la envergadura del proyecto, sino también en los documentos originales encontrados. Planos y maquetas a la misma escala suman información para la comprensión completa de cada obra. 1957 Club Grau de Piura 1960-1964 Aeropuerto internacional Jorge Chávez 1961-1962 Laboratorios farmacéuticos Parke Davis (demolido) 1966 Compañía Richard O. Custer 1966 Centro Nacional Senati 1966 Aeropuerto Velasco Astete 1967-1968 Compañía Química Suiza 1968 IBM del Perú Concursos. Una selección de cinco proyectos ganados en concursos nacionales, no necesariamente llevados a cabo, pero de gran envergadura. Una serie de imágenes, perspectivas y diplomas de estos proyectos se acompaña de un audio en el que el arquitecto Orrego cuenta las estrategias de intervención para cada uno. 1957 Club Grau de Piura 1960-1964 Aeropuerto internacional Jorge Chávez 1962 Sede Peugeot Buenos Aires 1970 Ministerio de Agricultura 1972 Hotel de Turistas de Machu Picchu Gestión. Una entrevista a Antenor Orrego para entender el funcionamiento de la oficina de arquitectura, sus inicios, los primeros clientes, los grandes Introducción 13 proyectos y la organización del trabajo. Todos estos temas se sintetizan también en un catálogo que AOT edita e imprime en 1983, por los 25 años de su fundación. Viaje. Los viajes de arquitectura son siempre viajes de estudio. Como oficina, los tres socios hacen tres viajes juntos: el primero a la selva para el proyecto de tesis; el segundo, por un mes recorren varias ciudades de Europa; y el tercero es un viaje organizado por IBM para conocer todas las plantas de la compañía. El álbum del segundo viaje, fotografías todas de Juan Torres, se expone en pequeños capítulos o cuadernillos tal cual AOT lo tenía guardado, para hacer el mismo recorrido que hicieron en 1964. Michelle Llona / Fernando Mosquera Curaduría e investigación Cronología Vida y obra Cronología 15 Cronología Cronología 1956 Galerías Boza, Cercado, Lima 1957 Club Grau de Piura, Piura 1960 Altar del VI Congreso Eucarístico Nacional, Piura, Piura 1961 Club de Cabos y Marineros, Callao 1961 Terminal de pasajeros Callao, aeropuerto internacional Jorge Chávez, Callao 17 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 18 1961 Centro comercial Maranga, San Miguel, Lima 1961 Instituto Lingüístico, Lurín, Lima 1961-1962 Laboratorios farmacéuticos Parke Davis y Cia. del Perú, Ate, Lima Cronología 19 1962 Conjunto Vecinal, Sistema autoayuda de casas prefabricadas, Callao 1962 Instituto del Mar del Perú, Callao 1962 Edificio Peugeot, Buenos Aires, Argentina 1963 Edificio Atlas, Chimbote, Áncash 1963 Edificio Salena, Miraflores, Lima 1964 Edificio Kennedy, Miraflores, Lima 1964 Centro de rehabilitación, Lima, Lima 1964 Terminal de pasajeros Pucallpa, Pucallpa 1964 Terminal de pasajeros Callao, aeropuerto internacional Jorge Chávez, arquitectura interior, Lima, Lima 1964 Casas tipo urbanización Maranga, San Miguel, Lima 1965 Concurso: Centro Cívico, Cercado, Lima Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 20 1965 Edificio Repe, Cercado, Lima 1965 Fábrica de cemento Yura, Arequipa, Arequipa 1965 Fábrica de Tejidos La Unión Ltda., Santa Anita, Lima 1965 Laboratorios farmacéuticos Pfizer, Callao 1965 Clínica particular Callao, Callao 1965 Hospital Naval de Iquitos, Iquitos, Loreto 1965 Terminal de pasajeros Ayacucho, Ayacucho 1965 Edificio de departamentos El Conquistador, Miraflores, Lima 1965 Edificio de departamentos Polaris, San Isidro, Lima 1965 Viviendas para personal subalterno y civil de carrera de la Armada Peruana, Lima, Lima 1966 Compañía Richard O. Custer S.A., Pueblo Libre, Lima Cronología 21 1966 Playa de estacionamientos El Sol, San Isidro, Lima 1966 Centro Nacional Senati, Los Olivos, Lima 1966 Edificio Perel, San Isidro, Lima 1966 Cuartel de Bomberos, Callao 1966 Cuartel de la Policía, Callao 1966 Fábrica de vidrios y cristales de seguridad T.T.X.S.A., Lima, Lima 1966 Laboratorios farmacéuticos E.R. Squibb & Sons, Lima, Lima Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 22 1966 Compañía de aviación Faucett, Callao 1966 Oficinas y depósitos Invitros S.A., Lima, Lima 1966 Edificios de departamentos Poli, Miraflores, Lima 1966 Edificios de departamentos Puntamar, Callao 1966 Edificio de departamentos Zemel, Miraflores, Lima Cronología 23 1966 Terminal de pasajeros Cusco, aeropuerto Velasco Astete, Cusco, Cusco 1966 Edificio El Sol, San Isidro, Lima 1967 Capitanía de Iquitos, Iquitos, Loreto 1967 Iglesia y teatro del colegio La Inmaculada, Surco, Lima 1967 Centro Comercial Córpac, Callao, Callao 1967 Edificio de departamentos Cantolao, Callao 1967 ECUASAL, Quito, Ecuador 1967 Universidad Peruana Cayetano Heredia, San Martín de Porres, Lima 1967 Oficinas y depósitos Córpac, Callao Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 24 1967 Organización aviación civil internacional, Callao 1967 Club de paracaidismo deportivo, Collique, Lima 1967 Local Social Collique, Collique, Lima 1967 Edificios de departamentos Doral, San Isidro, Lima 1967 Pabellón de alojamiento Collique, Comas, Lima 1967 Edificio Cámara Peruana de la Construcción, Lima, Lima 1967-1968 Compañía Química Suiza S.A., La Victoria, Lima 1968 Edificio de Sudamérica Arequipa, Arequipa 1968 Edificio de Sudamérica Lima, Cercado, Lima 1968 Centro Comercial Industrial Callao, Callao 1968 Fábrica de cierres Rey, Callao 1968 Fábrica de hongos comestibles, Lima, Lima Cronología 25 1968 Terminal de pasajeros Iquitos, Iquitos, Loreto 1968 Urbanización y viviendas tipo Santa Filomena, Lima, Lima 1962-1969 Laboratorios farmacéuticos Sandoz, Ate, Lima 1969 Casas unifamiliares, Banco Central Hipotecario del Perú, Arequipa, Arequipa 1969 Capitanía de Chancay, Chancay 1969 Capitanía de Supe, Supe 1969 Fábrica de monturas de anteojos Armazones Ópticos del Perú, Lima, Lima 1970 Caja de ahorros y préstamos para vivienda de Cusco, Cusco 1970 Mercado ferial de Nasca, Nasca, Ica 1970 Ministerio de Agricultura, Complejo administrativo del sector público agrario, Lima, Lima 1970 Edificio sede del Acuerdo de Cartagena, San Isidro, Lima 1970 Banco de Lima, Lima 1970 Playa de estacionamiento Santo Toribio, Lima, Lima 1970 Centro Nacional Senati - Ampliación, Los Olivos, Lima 1970 Centro Comunal San Juan de Miraflores, San Juan de Miraflores, Lima 1970 Centro Comunal Tahuantisuyo, Tahuantisuyo, Lima 1970 Centro de Observación Materno-infantil, Diversos pueblos jóvenes 1970 Estación de pasajeros puerto del Callao, Callao 1970 Conjunto habitacional, 800 casas, Ate, Lima 1970 Viviendas Listos S.A., Chimbote, Áncash Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 26 1971 Local Comunal Condevilla 2.a etapa, San Martín de Porres, Lima 1971 Conjunto habitacional Toquepala, Toquepala, Tacna 1971 Oficinas y depósitos INVITRO, San Luis, Lima 1972 Hotel de Turistas Machu Picchu, Aguas Calientes, Cusco 1972 Terminal de pasajeros Chimbote, Chimbote, Áncash 1973 Ministerio de Marina, Complejo de edificaciones, Callao 1973 Iglesia y centro parroquial, Lima, Lima 1973 Iglesia y centro parroquial Iquitos, Iquitos, Loreto 1973 Fábrica de equipos de telefonía, Callao 1973 Edificio sede de Induperú, La Molina, Lima 1973 Laboratorio Regional de Iquitos, Iquitos, Loreto 1973 Terminal de pasajeros Huaraz, Huaraz, Áncash 1973 Hotel de Turistas Huaraz, remodelación y ampliación, Huaraz, Áncash 1973 Conjunto habitacional, 26 viviendas, Surco, Lima 1974 Edificio de departamentos Las Torres de San Isidro, San Isidro, Lima 1974 Conjunto habitacional, 16 viviendas, Surco, Lima 1974 Terminal de pasajeros Rioja, Rioja, San Martín 1975 Club de invierno del Remanso, Chosica, Lima 1975 Hotel en Macchu Pichu, Aguas Calientes, Cusco 1975 Air France, oficinas, Lima, Lima 1975 Galería comercial La Gran Vía, Lima, Lima Cronología 27 1975 Edificio Las Naciones, San Isidro, Lima 1975 Club Náutico Callao, Callao 1975 Country Club La Rinconada, La Molina, Lima 1975 Terminal terrestre y central de mantenimiento Villa APTL, Chorrillos, Lima 1975 Hotel Residencial San Isidro, San Isidro, Lima 1975 Conjunto habitacional, 11 viviendas, Surco, Lima 1976 Bank of América, arquitectura interior, San Isidro, Lima Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 28 1976 Edificio Perulac, San Isidro, Lima 1976 Galería comercial Vía Veneto, Lima, Lima 1976 Edificio de oficinas El Ejecutivo, San Isidro, Lima 1976 Fábrica de productos químicos, Lima, Lima 1976 Laboratorios de investigaciones tecnológicas pesqueras, Lima, Callao 1976 Hotel Residencial Lima, Lima 1977 Edificio de oficinas, Breña, Lima Cronología 29 1977 Laboratorios Favel S.A., productos de tocador Yanbal, Lima, Lima 1977 Oratorio del cementerio Israelí, Callao 1977 Edificio de departamentos, Breña, Lima 1978 IBM del Perú, La Molina, Lima 1978 Cinema y galería comercial, Lima, Lima 1978 Edificio comercial Santa Fe, Lima, Lima 1978 Conjunto Pancho Fierro, Surco, Lima 1978 Club Árabe Palestino, Surco, Lima 1978 Urbanización Pancho Fierro, Surco, Lima 1978 IBM del Perú, La Molina, Lima 1980 Edificios de oficinas para Promotora Fe, Lima, Lima 1980 Edificios de oficinas para Inversiones Financieras, Lima, Lima Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 30 1980 Edificio de oficinas El Presidente, San Isidro, Lima 1980 Centros Académicos de la PIP, comedores y servicios, Lima, Lima 1980 Edificio Los Nogales, San Isidro, Lima 1980 IBM del Perú, arquitectura interior, Lima, Lima 1980 Hotel Camino Real, remodelación, Tacna 1980 Hotel y casino Tacna, Tacna 1981 Fábrica de alimentos Purina, Chiclayo, Lambayeque 1981 Laboratorios farmacéuticos Alfa S.A., Lima, Lima 1981 IBM del Perú, tienda Camino Real, San Isidro, Lima 1982 Iglesia y centro parroquial, Magdalena, Lima 1982 IBM del Perú, tienda Banco Continental, Lima, Lima 1983 Edificio de oficinas EISA, San Isidro, Lima 1983 Colegio Médico del Perú, Miraflores, Lima 1983 Coliseo del colegio Markham, Miraflores, Lima 1984 Oficina Central de Higuereta, Surco, Lima 1984 Biblioteca y laboratorio del Colegio Reina de los Ángeles, La Molina, Lima 1984 Iglesia y centro parroquial, Magdalena, Lima 1986 Taller de IV Escalón para el Ministerio de Marina, Ancón, Lima 1986 Cáritas de Lima, Arzobispado de Lima, Lima, Lima 1986 Casa de Comunidad de la Congregación de Madres María Auxiliadora, Tumbes 1986 Congregación religiosa, Surco, Lima 1986 Fábrica de cierres Rey, ampliación, Callao Cronología 31 1986 Country Club La Planicie, ampliación, La Molina, Lima 1986 Policlínico Infantería de Marina, Ancón, Lima 1986 Habitabilidad Oficiales de Marina, Ancón, Lima 1986 USAID – Estudio de Seguridad, Lima, Lima 1986 Compañía Química Suiza, ampliación, La Victoria, Lima 1987 Polígono de Tiro, techado, Chorrillos, Lima 1987 Piscina Olímpica del Colegio La Inmaculada, Surco, Lima 1987 Restaurante Turístico Sachún, Miraflores, Lima 1987 Santuario San José El Justo, Lima, Lima 1988 Cuartel de Bomberos, Salvadora Lima 10, Lima, Lima 1988 Polígono de Tiro, al aire libre, Callao 1988 Centro de Instrucción Técnica Naval, V Etapa, Callao 1988 Comedor y talleres de la parroquia Túpac Amaru, San Luis, Lima 1988 Coliseo, gimnasios y piscinas del Ministerio de Marina, Callao 1991 Cuadras de personal subalterno, FOE del Ministerio de Marina, Callao 1994 Banco Interamericano de Finanzas, San Isidro, Lima 1994 Edificio de oficinas, Inmobiliaria Central S.A., San Isidro, Lima 1994 Hotel Oro Verde, San Isidro, Lima 1996 Telefónica del Perú, San Luis, Lima 1997 Hotel casino Golden Palace, San Isidro, Lima 1999 Hotel casino Golden Palace, ampliación, San Isidro, Lima 2000 Hotel casino Atlantic City, Miraflores, Lima Ensayos Ensayos La modernidad viene en avión Elio Martuccelli La idea de lo público en la arquitectura de Arana Orrego Torres Sharif S. Kahatt El TAO de AOT Gonzalo Torres Diálogo con Antenor Orrego Michelle Llona, Fernando Mosquera 33 Ensayos La modernidad viene en avión Algunos comentarios sobre la obra de Arana Orrego Torres Elio Martuccelli Arquitecto graduado de la Universidad Ricardo Palma y doctor en Teoría e Historia de la Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid. Ejerce independientemente la profesión de arquitecto desde 1992 y desarrolla proyectos de investigación. Profesor de pregrado en la Universidad Ricardo Palma, Pontificia Universidad Católica del Perú y Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas; asimismo, en la Maestría de Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería, y en la Maestría de Museología en la Universidad Ricardo Palma. Es editor desde 1999 de la revista Arquitextos. Ha escrito artículos para diversas publicaciones del Perú y del extranjero, y brinda conferencias en distintas ciudades. Como artista visual ha realizado exposiciones individuales y colectivas, escenografías para teatro y televisión, así como murales e intervenciones urbanas. Carlos Arana, Antenor Orrego y Juan Torres estudiaron arquitectura en el único lugar en el que entonces se podía aprender la profesión, precisamente en los años en que se dieron cambios en la política educativa, los cuales repercutieron en la carrera. Ellos son parte de aquellos alumnos que ingresaron al Departamento de Arquitectura de la Escuela Nacional de Ingenieros y terminaron en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería. Arana, Orrego y Torres tendrían 20 años menos que Luis Miró Quesada, y 10 menos que los miembros entonces jóvenes de la Agrupación Espacio, como Santiago Agurto, Adolfo Córdova y Carlos Williams, por mencionar algunos nombres. En esa primera mitad de la década de 1950, luego de la reforma producida en 1946, la nueva escuela estaba empapada de los preceptos del Movimiento 35 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 36 Moderno. Fernando Belaunde, jefe de Departamento, se convirtió en decano en 1955, cuando empezó a funcionar la facultad. Varios de los que habían participado en la Agrupación Espacio eran profesores y notables proyectistas como Enrique Seoane y Mario Bianco enseñaban los cursos de diseño. Las disputas con los antiguos maestros y los debates en torno a los métodos anteriores de enseñanza prácticamente ya no ocurrían, y los postulados del diseño moderno se habían aceptado. Una generación previa había forjado el momento y otra aprovechaba sus frutos. En todo caso, le tocó a esta aplicar lo aprendido y llevar dichas ideas a la realidad, con proyectos importantes. A diferencia de la década anterior, las manifestaciones de arquitectura moderna, desde 1950, habían ya cuajado y tenían expresiones cada vez más logradas, algunas muy audaces. La arquitectura del movimiento moderno se extiende entonces por otras ciudades del Perú. Allí encontramos el Club Grau, en Piura, una de las primeras grandes obras de Carlos Arana y Antenor Orrego. Ganada por concurso, está muy bien resuelta como conjunto de volúmenes, espacios abiertos y áreas libres, con todos los servicios necesarios. La obra resiste al tiempo y a las multitudes. El Club Grau es un edificio que recibe gran afluencia de usuarios todos los fines de semana, con un uso intenso durante años. A fines de la década de 1950 aparecieron las primeras obras de tres jóvenes asociados en 1958, que serán conocidos desde entonces por las iniciales de sus apellidos: AOT. Algunos edificios, que son parte de nuestros paseos y recorridos por Lima, son de su autoría. En el jirón de la Unión hay un par de galerías comerciales, conocidas por todos, cuyos diseños les pertenecen. Y así varias obras más, por toda la ciudad. En su extensa lista de trabajos, sobre todo los que ganaron concursos o recibieron premios, destacan algunos que con los años han alcanzado reconocimiento en la historia de la arquitectura del siglo xx. Uno de ellos es el Ensayos 37 laboratorio farmacéutico Parke Davis, construido en la Carretera Central, en Ate, que obtuvo el Premio de Arquitectura Chavín, en 1962. Esto se publicó en La arquitectura peruana a través de los siglos, un libro con formato de revista grande, de 1964. En sus páginas se muestran buenas imágenes que dan una idea clara del edificio, el cual comprendía oficinas, cafetería y planta de fabricación. Un conjunto constituido de grandes volúmenes horizontales, con áreas libres bien diseñadas. Otro proyecto fundamental en la producción de esta oficina es el aeropuerto Jorge Chávez, en el Callao, adjudicado mediante un concurso público al que se presentaron, asociados con Luis Vásquez Pancorvo y Miguel Bao. La obra mereció el premio Chavín en 1965; con lo que Arana, Orrego y Torres ganaron dos veces el mismo premio en un intervalo de tres años. En 1960 se inauguró el aeropuerto. Anteriormente se situaba en una zona de la ciudad que ya no era conveniente, en Limatambo, ahora urbanización Córpac, donde desde hace años funciona el Ministerio del Interior. El aeropuerto se trasladó y empezó a operar sin haberse terminado. Una serie de circunstancias tuvieron que darse para que, finalmente, fuera posible un concurso abierto que incluyera a los arquitectos peruanos en la construcción de la estación de pasajeros de este nuevo aeropuerto. La convocatoria se realizó en 1960 y el edificio tomó forma bajo el primer gobierno de Belaunde, cinco años después. El proyecto ganador de Arana Orrego Torres —con Vásquez y Bao— apostó por una horizontalidad impecable y totalmente lograda. Un volumen principal de un piso con mezzanine, de aproximadamente 300 metros, en el que casi todas las líneas guardan dirección horizontal, apenas contrastada por las fuertes y esbeltas columnas que están hacia la fachada. Son ellas las encargadas de dar verticalidad a un espacio absolutamente longitudinal. La mezzanine albergaba locales comerciales, con vista al gran ambiente. Por afuera, en contraste con el largo pabellón, se encuentra la torre de control de ocho pisos, con bandas también horizontales, que remata en la cabina de comando de forma octogonal. La generosa rampa celebraba el ingreso Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 38 al segundo nivel desde la gran playa de estacionamiento. Hacia las pistas de aterrizaje, dos espigones servían para el embarque de pasajeros, como terminales de vuelos nacionales e internacionales. Una perspectiva de la época muestra una vista aérea de todos los elementos de composición presentes en este aeropuerto; esto es, como si se viera desde un avión. El proyecto original del aeropuerto era un ejemplo logrado de modernidad, de un espacio grande; mejor dicho, de un gran espacio, amplio y fluido. He hablado en tiempo pasado porque el aeropuerto en la actualidad no es el que conocimos a inicios de la década de 1970, cuando todavía olía a nuevo. Desde el 2000, el aeropuerto pasó a formar parte de una empresa privada. Un proyecto de ampliación y remodelación, cuya primera etapa se inauguró en el 2005, ha agrandado enormemente el área del aeropuerto (lo que no me molesta), pero ha transformado radicalmente el edificio como monumento moderno (lo que sí me molesta). En el 2006, además, en la parte de adelante se construyó un hotel, para lo cual se demolió la rampa. Las ampliaciones eran necesarias y le han dado al terminal de Lima una importancia y un flujo de vuelos enorme como lugar de conexiones internacionales. No hay problema con lo que se ha agregado, pero el primer volumen podía haberse trabajado de mejor manera. Cuando veo las esbeltas columnas ahora pintadas de naranja, antes cubiertas de mármol, no puedo dejar de sentir cierta nostalgia por algunos detalles que eran mejores en su estado original. Incluso modificado, el espacio guarda algunas dimensiones y sensaciones de cuando se diseñó. Revisando la lista de obras de AOT, estos mismos arquitectos diseñaron varios aeropuertos más, así como otros laboratorios farmacéuticos; dos temas que tienen que ver con la modernización de una sociedad. Un aeropuerto implica transporte, flujo, comunicación. Un laboratorio une industria e investigación, la ciencia ligada a la salud. La modernidad de una sociedad está vinculada a cierto tipo de edificios, como centros educativos, hospitales y vivienda colectiva. Tipologías que apuntan a democratizar las relaciones entre ciudadanos. Ensayos 39 Si bien esos tres tipos de edificios son imprescindibles en una visión moderna de progreso y bienestar, también se necesitan otros. Así como hay en la lista de AOT una buena cantidad de aeropuertos y laboratorios, existen, asimismo, edificios de gran magnitud en otros rubros, como fábricas y centros comerciales; proyectos que no se diseñan con frecuencia. Ellos lo hicieron, aprovechando una coyuntura que lo hacía posible. Entre todos los terminales aéreos, en varios lugares del Perú, solo mencionaré el aeropuerto del Cusco, que sí tiene algunas referencias a la arquitectura del pasado. El significado del lugar hizo que este aeropuerto no fuera como el de Lima. Aquí se lucen, a lo largo de su fachada, una secuencia de vanos ligeramente trapezoidales, con columnas cuyos lados son también levemente inclinados. El volumen tiene una fuerte carga expresiva. Este proyecto es de 1966, año significativo para la arquitectura porque salieron los libros más reconocidos de Robert Venturi y Aldo Rossi. Me atrevo a opinar que este aeropuerto ya estaba hablando, a su manera, de cierta posmodernidad. Igualmente, el proyecto para el Ministerio de Agricultura (1970), que ganó un concurso y no se construyó, recuerda los andenes de nuestra historia, una imagen ligada a las faenas agrícolas. En este caso la arquitectura propuesta, con su volumetría escalonada, evoca dichas intervenciones en el paisaje. Esas referencias —o analogías— se evidencian también en ciertas formas piramidales realizadas entonces por otra oficina, paralela a esta, como fue la de Jacques Crousse y Jorge Páez. Mencionaré algunas obras emblemáticas de AOT en Lima. Por ejemplo, uno no puede dejar de ver, cuando recorre la vía expresa, el edificio Química Suiza (1967), un hito urbano, una edificación que por largos años tuvo gran presencia en la ciudad, aunque ahora tenga la fuerte competencia de otra gran obra como es el Interbank. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 40 Siempre observo con agrado, igualmente, la sede del Acuerdo de Cartagena (1970), juego volumétrico de gran plasticidad. Esos dos edificios han sido y son clásicos de la vía expresa. En otro lado de la ciudad, en la prolongación de la avenida Javier Prado, uno encuentra el edificio de la IBM, de 1978, con sus enormes jardines diseñados por Ernesto Gastelumendi. En una ciudad cada vez más apretada, este edificio se mantiene holgado, con mucho espacio a su alrededor y su contundente volumetría vidriada. Uno más que no dejo de observar es el edificio esbelto, ovalado, ligeramente curvo, en la avenida Canaval y Moreyra, que en un tiempo estuvo solitario. Luego, otros edificios han venido a acompañarlo, pero mantiene hasta hoy una presencia importante en la urbe. Esto es, si uno sigue observando la obra de esta oficina ya en las décadas de 1970 y 1980, descubre ejemplos que escapan a la rigurosidad y la ortodoxia del movimiento moderno, búsquedas que van también por otros rumbos. La abstracción, en estado puro, pudo dar paso con los años a otras propuestas. La oficina siguió trabajando incluso luego de la muerte de Juan Torres, durante toda la década de 1990. En una oficina de vida tan larga es inevitable encontrar obras más logradas y de trascendencia que otras. El conjunto producido a lo largo de más de cuatro décadas es ecléctico, con los vaivenes comerciales y económicos de una oficina grande, con características de empresa. No me quiero extender más. He tratado de hacer una especie de antología personal de las obras de AOT; me he referido solo a algunas de ellas, las que más conozco por mi trabajo de historiador, pero también como persona que transita y observa edificios significativos en la ciudad. La revista El arquitecto peruano, dirigida por Fernando Belaunde, es una buena fuente para encontrar información sobre los edificios de esta oficina que en su momento fueron inaugurados y publicados. AOT fue una de las oficinas de arquitectura más organizadas del Perú, con enorme trabajo; de obras privadas y públicas, muchas ganadas por concurso. Ensayos 41 Con los años, sus actividades se ampliaron considerablemente. Los tres socios desempeñaron, además, distintas actividades gremiales. En 1983, AOT publicó un folleto con ocasión de los primeros 25 años de la oficina. Es el recuento de algunas obras realizadas, clasificadas por rubros y categorías. Se trata de un folleto informativo que en su momento pudo tener fines publicitarios. Esos documentos ayudan mucho cuando se quiere escribir historias. En este caso, nos muestra que estamos frente a un grupo de profesionales que entendieron y manejaron su oficina de arquitectura también en términos empresariales. La primera etapa de la oficina AOT se ubica en lo que podríamos denominar un proyecto modernizador, que tiene que ver con una modernidad híbrida e incompleta, pero que es la nuestra, la que se dio en nuestro país. AOT es, sin ninguna duda, parte importante de esa etapa de modernización que se vivió en el Perú, con esperanza en el progreso, enfrentada a los enormes retos de ciudades en crecimiento informal, en particular Lima, donde se juntan inevitablemente las propuestas de los arquitectos y las respuestas de los pobladores. Ellos aprovecharon una época de bienestar económico para llevar a cabo algunos proyectos de envergadura en el país. Ese es el contexto, nunca olvidarlo: una oficina que vivió, desde su trabajo como proyectistas y constructores, las drásticas transformaciones del país durante la segunda mitad del siglo pasado. No como espectadores, sino directamente involucrados en cierta idea de desarrollo y que produjo en el Perú una versión particular de modernidad. Ensayos La idea de lo público en la arquitectura de Arana Orrego Torres Sharif S. Kahatt Arquitecto urbanista. Profesor asociado en la Pontificia Universidad Católica del Perú; máster en Diseño Urbano por la Universidad de Harvard y doctor en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Cataluña (ETSAB). Luego de trabajar en Alemania, España y Estados Unidos cofundó K+M Arquitectura y Urbanismo en Lima, en 2010, para desarrollar proyectos urbanos y arquitectónicos. Ha dado clases, conferencias y publicado artículos en medios especializados de diversos países. Ha recibido el Premio de Publicaciones en la X Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (2016) y el Premio Bruno Zevi en Roma (2012). Ha sido el curador del Pabellón del Perú en la 14.a Bienal de Venecia (2014), y ha publicado Edificios híbridos en Lima (2014) y Utopías construidas: Las unidades vecinales de Lima (2015). Actualmente es director de la Revista A-Arquitectura PUCP y comparte su tiempo entre la docencia, la investigación y la práctica. Hace cincuenta años se construyeron la gran mayoría de los edificios públicos de todo el país. De esta manera, la arquitectura dio forma al proceso de modernización de la sociedad peruana en las décadas de 1950 y 1960, con la realización de importantes proyectos, como la Residencial San Felipe, el Centro Cívico de Lima, el Ministerio de Pesquería, el Acuerdo de Cartagena. AOT pertenece a ese grupo de arquitectos graduados en la Universidad Nacional de Ingeniería en los años 1950 —cuando era decano Fernando Belaunde— generación que emprendió la construcción del Perú moderno y consolidó, en la década de 1970, la prestigiosa imagen de la arquitectura pública. En este período es realmente admirable la forma en que esta oficina y los arquitectos de su generación participaron activamente de este proceso. Mi impresión es que todo este esfuerzo ha pasado un poco inadvertido en la 43 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 44 historia de la arquitectura peruana. Este texto, por ello, no solo busca situar el trabajo de AOT en la historia, sino que además se plantea reflexionar sobre la relevancia y la pertinencia —hoy en día— de hablar de “lo público” en la arquitectura. Igualmente, se plantea identificar edificios que han sido y hoy son claves en la construcción del imaginario moderno de Lima y la cultura arquitectónica peruana, como el edificio de la sede del Acuerdo de Cartagena (hoy Comunidad Andina) y el aeropuerto internacional Jorge Chávez —que AOT proyectó junto con Luis Vásquez Pancorvo y Miguel Bao Payba— ambos realizados con una década de diferencia, entre 1960 y 1970. Figura 1: Aeropuerto Jorge Chávez, 1965 Fuente: Archivo Antenor Orrego Ensayos 45 Figura 2: Sede del Acuerdo de Cartagena. AOT, 1970-1971 Fotografía: Jean Pierre Crousse En este texto me interesa enfatizar aspectos que considero se han perdido de vista en la arquitectura peruana y contemporánea en general. Reflexionar sobre cuestiones importantes como la idea de “lo público”, “lo colectivo”, y “lo urbano”, que han sido siempre, y aún son aspectos claves para la convivencia, se vuelve trascendental para evaluar la pertinencia de estos factores en la arquitectura actual. Sin duda, a mi entender, estos son elementos arquitectónicos que se habían integrado al pensamiento disciplinar de muchas —por no decir todas— obras del Estado en décadas anteriores a 1980, y que ahora parecen inexistentes, en algunos casos, o en otros, imposibles de alcanzar. Este ensayo pretende resaltar la significación de “la idea de lo Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 46 público”; es decir, busca poner en valor lo más destacable de la arquitectura de Arana Orrego y Torres a través de un lente atemporal con el cual se puede seguir observando estos trabajos sin importar el tiempo político o histórico. Diversidad de programas, tipos y emplazamiento Al revisar el trabajo de Arana Orrego Torres, y para no nombrar la extensa lista de obras que realizaron (y que están presentados en la muestra), es preciso indicar que la cantidad, variedad de obras y proyectos que presenta el acervo de la oficina es impresionante. En las primeras dos décadas de trabajo, AOT ya había desarrollado proyectos para fábricas, oficinas, estaciones de transporte, escuelas, vivienda, y tantos otros programas asociados al desarrollo urbano y social de la ciudad, que se podría decir que, literalmente, daban forma a la modernización del país en sus programas más institucionales como ordinarios. En estas propuestas y tempranas obras, la arquitectura de AOT se despliega y avanza dentro de la tradición moderna que adopta, adapta y transforma en su desarrollo. La arquitectura de AOT se apropia tanto de un gran abanico de obras que van desde el repertorio de maestros emblemáticos como Le Corbusier y Mies van der Rohe —en mayor medida— a otras menos difundidas como son las de Paul Rudolph, I. M. Pei, entre otros, así como el trabajo de las grandes figuras latinoamericanas como Niemeyer, Pani y Artigas. AOT compartió con otras prestigiosas oficinas panamericanas esa capacidad de explorar, adaptar y transformar un lenguaje moderno que está en el subconsciente de todos los arquitectos influidos por las ideas europeas y angloamericanas. Algunas de estas son Skidmore Owens Merrill (Estados Unidos), Esguerra, Sáenz Urdaneta y Samper (Colombia) y Sallaberry, Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona (Argentina), o Sordo Madaleno (México). Se puede afirmar que varias obras de estos arquitectos van un poco más allá de los cánones occidentales y desatan nuevas formas al tener que enfrentarse a su compleja realidad, con medios precarios y, en muchos casos, con circunstancias políticas y económicas adversas. Ensayos 47 Por otra parte, muchos de los proyectos de AOT tienen cualidades urbanas que deberían ser imprescindibles al momento de crear nuevos desarrollos. Proyectos como el Club Grau de Piura (convertido en centralidad residencial) o el edificio Química Suiza (que da el frente urbano y comercial de La Victoria a San Isidro) son capaces de crear urbanidad, aunque no existan condiciones previas, y establecen lineamientos que marcan el desarrollo de esas zonas. Algo similar sucede con el proyecto de la escuela Senati, en Lima norte, que se levantó en un territorio vacío (y con asentamientos marginales en las cercanías), y su implantación supuso un modelo urbano que afecta el desarrollo posterior de esta área. En esa situación, Senati instauró un sistema de emplazamiento de volúmenes independientes que establece una escala urbana, y una espacialidad abierta que le permite crecer y transformarse con los futuros cambios de los lotes circundantes. La exploración sobre los ideales y valores propuestos por la tradición urbana moderna es —sin duda— desarrollada por AOT con bastante éxito, y con una importante cuota de expresión formal. Igualmente, pienso que todas las cualidades de su trabajo se condensan de la mejor forma en dos obras seminales que he apuntado al inicio: el aeropuerto Jorge Chávez, que se obtuvo por concurso de anteproyectos en 1961 junto con Vásquez y Bao; y el edificio de la sede del Acuerdo de Cartagena, por concurso de experiencia en 1971. El aeropuerto internacional Jorge Chávez Con relación al proyecto del aeropuerto Jorge Chávez, quisiera resaltar tres aspectos que me parecen valiosos, pues logran alcanzar cualidades arquitectónicas dentro de un carácter abierto y público, y resuelven de forma simple la complejidad de un gran edificio de infraestructura. Resalta la claridad del planeamiento en su accesibilidad, recorrido, espacialidad y estructura. A pesar de lo complejos que resultan muchos aeropuertos, en el caso de Lima el acceso frontal y amplio resulta clave para su funcionamiento simple y claro. En términos generales, se va directamente del ingreso a los Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 48 mostradores de registro (counters), y luego se camina hacia los extremos para coger los muelles de embarque: internacional a la izquierda y nacional a la derecha. En la vista interior (o sección transversal) se entiende fácilmente la secuencia y el recorrido. Está el ingreso a la izquierda, la circulación al centro, los mostradores al lado derecho; detrás de los mostradores a la derecha, la línea de transporte de maletas que van a las puertas de embarque. La espacialidad es contundente, se disfruta de una gran altura en el ingreso frontal y rápidamente se baja la escala en los mostradores hacia el fondo. Además, las estructuras responden claramente a un sistema constructivo modular, que permite construir con pocos recursos una grilla y generar al interior grandes espacios de dimensiones similares con funciones intercambiables. Figura 3: Aeropuerto Jorge Chávez, octubre de 1965 Fuente: Servicio Aerofotográfico Nacional Ensayos 49 1 2 3 4 5 6 Puente de peatones Hall de ascensores a las oficinas Repostería Cafetería Comedor Cocina 7 8 9 10 11 12 Servicios higiénicos Oficinas de aerolíeas Personajes importantes Hall de espera vuelos nacionales Hall de espera vuelos internacionales Terraza de observación Figura 4: Planta general del aeropuerto Jorge Chávez Fuente: Archivo Antenor Orrego 13 14 15 16 17 Terraza espigón internacional Terraza espigón nacional Vacío Parte superior de la marquesina Oratorio Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 50 Figura 5: AOT, sketch del anteproyecto Fuente: Archivo Antenor Orrego En segundo lugar, es adecuada la utilización de la monumentalidad en la composición, tanto como herramienta de implantación y dominio del territorio, como por su efecto espacial interior. Si observamos el paisaje del territorio en el momento del concurso, el terreno se encuentra entre campos de cultivos de grandes extensiones, que colindan con el mar, sin ninguna referencia geoespacial o urbana. Al ver una situación tan extrema para la creación de referentes que puedan concebir un “lugar” en medio de un paisaje tan vasto, la torre de control junto a la gran marquesina que genera el volumen central del aeropuerto aportan lo necesario para crear sus propias referencias y sentido de lugar. Un gran horizontal y una vertical marcan la fundación de un lugar en tierra agrícola y le dan su propio sentido “conquistador”. Igualmente, a mi juicio es relevante para la lectura de la experiencia monumental del proyecto la idea de subir las rampas de acceso al Ensayos 51 volumen central del aeropuerto y caminar lentamente, es decir, ir subiendo y aproximándose de a pocos hacia la torre que actúa como remate, y causa un hito en la plenitud de los sembríos. El elemento vertical se convierte en el punto de referencia, tanto para la llegada como para el transcurrir de los limeños que asisten a su paso. Figura 6: Perspectiva Fuente: Archivo Antenor Orrego El tercer aspecto que merece subrayarse es la transparencia del ingreso y su espacialidad interior. El planteamiento de la gran nave prismática —que se aprecia desde los primeros bocetos— consolida el efecto de la experiencia monumental interior y posibilita la transparencia de este gran volumen en Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 52 sus dos frentes. Este es el espacio en el que la gente llega y se despide, no hay obstrucciones ni controles longitudinales, solo transversales de acceso a los viajeros1. Esto se reconoce en los apuntes y perspectivas del proyecto, donde se nota la vocación de ser literalmente abierto, con huecos en los lados y el techo del edificio, donde además se busca la toma directa de luz para evocar un patio público2. Figura 7: Aeropuerto Jorge Chávez Fuente: Archivo Antenor Orrego 1 El espacio no presenta otras delimitaciones que el ingreso al área de espera de los vuelos, lo que hoy resulta casi imposible de pensar en un edificio público del Estado, y con mayor razón si se trata de un aeropuerto. 2 Es cierto que entonces no se sufría de la paranoia de los ataques terroristas y otros factores que ahora complican la circulación y los accesos a todos los proyectos públicos, pero no por eso se debe perder la claridad y simpleza espacial desarrollada por Vásquez, Bao y AOT en este proyecto. Ensayos 53 Figura 8: Aeropuerto Jorge Chávez Fuente: Archivo Antenor Orrego De este modo, el proyecto del aeropuerto pasa de ser un “proyecto de infraestructura”, como se entendía muchas veces este tipo de edificios, a un “proyecto de calidad arquitectónica”, y quizás esto sea hoy en día lo más difícil de alcanzar. No solamente por el hecho de que casi no ha habido concursos arquitectónicos por décadas para este tipo de edificios, sino porque en las licitaciones en las que “se concursa” la obra, el Gobierno solo busca resolver problemas técnicos y presupuestarios, y deja la arquitectura al azar. En estos proyectos de licitación difícilmente se cuestiona la experiencia vital del edificio, que es la clave para convertir una construcción en arquitectura. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 54 Sede del Acuerdo de Cartagena La sede del Acuerdo de Cartagena es un proyecto que la oficina de AOT desarrolló 10 años después de su colaboración con Vásquez y Bao en el aeropuerto, y en la que se ve una marcada evolución en su práctica. Para entonces, AOT ya había superado el minimalismo miesiano que guiaba su obra en la década de 1960, y por estos años abrazaba el brutalismo lecorbusierano que observaba e interpretaba a través de la obra de Paul Rudolph y sus condicionantes enraizadas en la modernidad peruana. Con una evidente claridad proyectual, AOT opta por la separación de actividades típicas de atípicas y propone una volumetría capaz de responder de forma contundente al insípido espacio urbano contiguo al “zanjón” originado por esta vía, y la falta de carácter urbano con las construcciones aledañas en los bordes de una Lima de menos de 3,5 millones de habitantes. Precisamente en la intersección de la llamada vía expresa y la avenida Aramburú, se proyectó en los años 1970 esta sede que basa su planteamiento conceptualmente en una barra de oficinas y un gran pabellón de eventos. A través de este partido arquitectónico, el proyecto ofrece tres aspectos claves que consolidan su presencia urbana y su dimensión pública. Primero, el edificio ofrece apertura, transparencia en su accesibilidad, y acercamiento a la sociedad por medio de sus plazas, jardines y espacios públicos alrededor de los volúmenes. Se entremezclan los jardines interiores y exteriores con el retiro, las plazas, las veredas y la calle. Este espacio de “amortiguamiento” entre la arquitectura y la ciudad se convierte en la antesala de las reuniones de los representantes de los gobiernos. En el proyecto, la relación entre espacio urbano interior y exterior está dada solo por la vegetación del suelo y el diseño del pavimento. El edificio permanentemente brinda la sensación de bienvenida. Segundo, confiere claridad en el planteamiento. Separa los programas de las oficinas (espacio típico) de las áreas de eventos y reuniones (espacios atípicos) en dos volúmenes con expresiones formales y resoluciones tectónicas bien diferenciados. En la barra se encuentran las áreas dedicadas principalmente a Ensayos 55 Figura 9: Acuerdo de Cartagena, 1970 Fuente: Archivo Antenor Orrego oficinas —con un programa muy estable—; y en la esquina, un volumen bajo mucho más expresivo y permeable que actúa de lobby y de sala de reuniones del conjunto, donde se congregan las personas en momentos de celebración. El tercer punto está en que el proyecto utiliza la monumentalidad para enfrentar una vía de alto tránsito que recibirá alta densidad en sus lotes adyacentes. Sin sobredimensionar el programa de reuniones y acuerdos de los cinco países, crea una barra alta que sobresale del pabellón de reuniones, lo que da una ostensible referencia volumétrica a cada programa. Para ello, el proyecto posee sus propias condiciones de espacialidad urbana: retranqueo y el cambio de escala. Además, para enfatizar la diferencia de volúmenes y acentuar la preponderancia del último piso cambia la expresión formal de esta planta para ganar presencia en la composición. Igualmente, la volumetría del pabellón exento tiene un lenguaje propio y contrasta la transparencia de su base con la contundencia de su estructura en la parte superior. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 56 PRIMER PISO 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 Rampa de ingreso al sótano Rampa de salida del sótano Estacionamientos Hall de ingreso Hall de ascensores Recepción Sala de lectura Jefe bibliotecario Baño Depósito Oficina Servicios higiénicos hombres SEGUNDO PISO 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 Servicios higiénicos mujeres Guardarropa Despensa Licores Lavado Cocina Cafetería Jardín Jardinería Vereda Terraza 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 Hall de ascensores Hall de reuniones Secretaría Oficinas Sala de trabajo Técnica Jefe de unidad Baño Clóset Auxiliares programación Auxiliares industriales Figura 10: AOT, Acuerdo de Cartagena Fuente: Archivo Catálogo de Arquitectura del Movimiento Moderno del Perú (CAMMP) 35 36 37 38 39 40 41 Jefe unidad industrias Auxiliares política económica Servicios higiénicos hombres Servicios higiénicos mujeres Depósito Café Cuarto de basura y botadero Ensayos 57 Para marcar la importancia del edificio público en esta esquina de la ciudad, presenta un gran espacio abierto hacia el cruce de las avenidas —y otro detrás— que prepara la llegada del visitante en todos los sentidos. Este aislamiento de los bordes del lote, lejos de recluirse, genera la integración espacial a la ciudad: proporciona el sentido de recepción para las personas que vienen por la avenida Aramburú —que es una llegada abierta y trasparente— como en el frente de la vía expresa, en donde también abre un frente y generan un espacio de recepción. Cualquiera sea el camino del visitante, en ambos casos se converge en este espacio central que se crea debajo del pabellón. Finalmente, entre todos estos aspectos, es indudable que más allá de dotar el área útil del edificio al interior, existe una gran preocupación por el espacio exterior, por la transición entre la ciudad y la arquitectura, y el aporte de la arquitectura por construir la ciudad. Por tal razón, a través del proyecto de un edificio del Estado, ofrece un espacio urbano para los ciudadanos. Esto, en efecto, es también algo que se ha perdido hoy en día en la ciudad, y peor aún, en los edificios públicos. Figura 11: Acuerdo de Cartagena, 1970-1972 Fuente: Archivo Antenor Orrego Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 58 La idea de lo público hoy No obstante que hoy en día ambos proyectos han sido intervenidos y con ello transformados, y así han perdido algunas de sus cualidades más intrínsecas —como la apertura y receptividad—, todavía se mantienen otras cualidades y elementos arquitectónicos que revelan sus virtudes. En ambos proyectos, merece ahondarse en su vocación pública, elementos de diseño, así como el valor de estos edificios para la ciudad. Esto nos lleva a preguntarnos ¿dónde está la idea de lo público en la arquitectura peruana contemporánea? Lo primero que uno ve es que en casi todos los edificios del Estado o de interés público (bibliotecas, municipalidades, ministerios, entre otros) se presentan los mismos defectos: múltiples elementos de seguridad —ya sea una reja, una barrera, un cerco— que disuaden el ingreso a las personas. Ello nos lleva a reconocer que hoy en día “lo que invita a ser visitado y experimentado” y tiene éxito entre la sociedad es, paradójicamente, el espacio privado y comercial. Ese tipo de edificaciones en donde se puede restringir el paso (por ser de propiedad privada) son ahora los grandes espacios públicos de la ciudad, y con los cuales la gente se identifica y utiliza frecuentemente para su esparcimiento cotidiano. De ese modo, estos grandes espacios privados de uso colectivo terminan ocupando el lugar de lo público en el subconsciente colectivo social del Perú. Para decirlo más categóricamente, los edificios de mayor acceso y uso público hoy en día son los centros comerciales, lo cual es una situación, por decir lo menos, no ideal. Así, la lógica del capital ha subsumido la arquitectura en el ámbito de lo urbano. En esta idea hay que reconocer que, en lo colectivo, el espacio público de Lima por excelencia es el centro comercial. Debido a ello, las preguntas que quedan en el aire para los arquitectos, urbanistas, gestores culturales, dirigentes políticos, entre otros actores sociales, son ¿por qué los espacios y los edificios públicos que ya existen no tienen la capacidad de convocatoria que manejan los espacios comerciales? ¿Por qué los nuevos edificios públicos no realizan programas que puedan ser útiles a los ciudadanos y atraer su atención? ¿Por qué la vida social de las ciudades está en manos de la inversión privada, principalmente de los operadores de los centros comerciales? Ensayos 59 Figura 12: Aeropuerto Jorge Chávez, 1965 Fuente: Archivo Antenor Orrego Aparentemente, el proceso para hacer exitoso el uso público en los edificios modernos peruanos es su “comercialización”. Un ejemplo paradigmático es el Centro Cívico de Lima, que tras el ablandamiento de su carácter arquitectónico ha logrado su éxito comercial. En términos económicos, los programas comerciales y de entretenimiento parecen ser los únicos elementos que activan los espacios urbanos. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 60 Figura 13: Aeropuerto Jorge Chávez, 1980 Fuente: Archivo Antenor Orrego Sin embargo, si aceptamos que la idea de lo público no existe, tenemos que hacernos la pregunta de si es que volverá algún día, ¿o no? ¿Está en nuestras manos que recupere su valor en la arquitectura peruana? Mientras tanto, buscar la forma de mejorar la ciudad a través de distintos mecanismos arquitectónicos, como el encuentro con la calle y el sentido de actividad urbana para el encuentro colectivo, es tarea de todos los arquitectos y urbanistas. Por ello, ahora es el momento perfecto para valorar estos proyectos de AOT, como muchos otros de uso público promovidos por el Estado en busca de servir Ensayos 61 a la ciudadanía. Por un lado, porque justamente ahora se está trabajando para recuperar la tradición de los concursos públicos; y, por el otro, porque en la actualidad se están haciendo grandes obras, como el Centro de Convenciones de Lima, la nueva sede del Banco de la Nación, y se ha proyectado el nuevo aeropuerto de Chinchero. Reconocer el trabajo efectuado por oficinas peruanas como AOT que llevaron a cabo grandes obras a través de concursos, vale la pena. De este modo, la revisión de estos edificios —como muchos otros de sus coetáneos— puede ayudar a pensar en situaciones mejores para la vida urbana y, con ello, tomar impulso para hacer una mejor arquitectura hoy. Ensayos 63 El Tao de AOT Gonzalo Torres Hijo de Juan Luis Torres Higueras, publicista por el Instituto Peruano de Publicidad y actor en la recordada serie televisiva Patacláun. Actualmente conduce el espacio radial Mañana maldita y el programa de televisión por cable A la vuelta de la esquina, en el que recorre Lima y otras ciudades del país, recordando las historias de cada lugar. Anteproyecto Seguramente era verano o alguna vacación colegial de mis tempranos seis o siete años, pues recuerdo ir en el carro de papá a su oficina; una de tantas veces, subiendo en el ascensor Otis, el olor al after shave Old Spice de mi padre recién afeitado invadía el cubículo, las puertas se abrían e ingresábamos a la recepción, la secretaria muy atenta inmediatamente me engreía con algún mimo y me permitía jugar con el Ericofon Cobra, un teléfono de diseño en bakelita de los años cincuenta, hecho en una pieza. El auricular y la bocina estaban en el mismo mango, que se paraba sobre la superficie y el dial descansaba escondido debajo. Una obra de arte. Subía luego al gran espacio donde estarían diez o doce dibujantes cada uno en su mesa, de esas cuyo tablero se inclina. Inmediatamente todos tenían que ver conmigo y yo curioso repasaba no solo cada una de las labores en las que se encontraban, sino sus objetos personales, sus colores, sus fotos pegadas en las paredes del costado; en fin, su manera de personalizar su espacio. Me gustaban las maquetas, los árboles de esponjita verde, los hombrecitos a escala. Me sentaban en uno de esos bancos altos en los que nunca llegaba a tocar ni la barra de la mesa de dibujo, me daban los papeles de dibujo más grandes que yo hubiera visto, todos los colores que quisiera, reglas T, escuadras, reglas perforadas para Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 64 letras y números, y los plumones Design Art Markers de todos los colores, esos gruesos, con punta afelpada y el característico olor a alcohol. Y allí sobre esos papeles vírgenes hacía líneas infinitas, las más largas. Todo el tiempo que quisiera, en medio del recuerdo del olor a amoníaco de esas grandes máquinas de copiar planos con las líneas color morado. Salvo en otras realidades, ya no hay oficinas de arquitectura así. Volúmenes El taoísmo es una filosofía oriental basada en el principio del Tao, definido como camino, un flujo o línea vital que mantiene al universo en orden y equilibrio. Del taoísmo se desprende el concepto del ying yang, que son dos opuestos que forman otro, una tríada que hace que el universo (la unidad) esté en tensión armónica. Cada vez que me he permitido pensar en la obra de mi padre y del estudio al que perteneció, encuentro, no siendo yo arquitecto, pero sí con una sensibilidad aprendida, una afinidad por las líneas puras ininterrumpidas. Como las que me gustaba hacer en los papelógrafos de pequeño. El Tao de AOT es esa persecución de la recta o de las grandes líneas para definir grandes volúmenes en el espacio. Es la búsqueda de un artificio, pues la recta es la mano de AOT sobre la naturaleza. Una recta no es natural, es el hombre racionalizando la naturaleza para encontrar una tensión. Solemos pensar que la línea y las rectas son parte del mundo natural, pero en realidad muy pocas veces se encuentran esas formas en estado puro, y mucho menos las rectas largas. El horizonte es la conversión de una curvatura en recta por efectos de la óptica. Un árbol, por ejemplo, crecería en línea recta si no tuviese fuerzas en oposición: la luz, el aire, la lluvia, los nutrientes, todo eso conspira contra la recta. Por otro lado, los cristales que se forman a niveles macro y micro sí tienen rectas, sobre todo aquellos que crecen en cuevas libres de fuerzas externas. Las ondas de luz son rectas, pero no las vemos a simple vista, solo vemos el efecto que estas tienen sobre los objetos. Esas son las rectas que tenemos, una invisible y la otra escondida. El pintor francés Édouard Manet, el eslabón entre el realismo y el impresionismo, alguna vez dijo: “No hay líneas en Ensayos 65 la naturaleza, solo en las zonas de color, una contra otra”. Una brillante forma de definir que la línea es el encuentro entre dos formas o dos sustancias, si se quiere. Así veo yo, a grandes rasgos, el conjunto de la obra de Arana, Orrego y Torres, un intento por dibujar líneas en el espacio, rectas que desafían a la naturaleza. Es la construcción del espacio que a través de una estética y un orden propios reconoce su artificialidad. No es la tensión interna del volumen, sino la tensión externa que se crea. No es evidente, sino más bien una tensión de opuestos complementarios, como el yin y el yang del taoísmo. Cualquiera que hubiese tratado superficialmente a Juan Luis Torres Higueras, Antenor Orrego Spelucín y Carlos Arana Holder diría que ellos fueron esa línea armoniosa y orgánica, pero en realidad fueron tres personalidades muy disímiles entre sí. El truco estaba en la complementariedad y, aun así, me sorprende que esta se hubiera dado entre tres; la puedo entender en dos, pero en tres debe de haber tenido sus retos. Solamente puedo entender su amistad y su compañerismo profesional imaginándolos desde la juventud en las aulas de la Universidad Nacional de Ingeniería, una amalgama que únicamente se pudo juntar en esa edad y en ese entorno de principios de la década del cincuenta. Los tres llenos de ambición y creatividad, empujando el ideal estético y la pasión por una carrera no común para la época, aun a pesar de los grandes ejemplos inmediatos que los antecedieron: Velarde, Seoane, Miró Quesada, Linder, Agurto, Cron, entre otros. La UNI era recién ese espacio de formación de arquitectos, con el departamento de Arquitectura (ni siquiera facultad, eso vino en 1955), las ganas de trascender hicieron que estos jóvenes entraran en sociedad desde sus trabajos universitarios. Describir personalidades y adjetivos de cada uno de ellos sería hacer una burda simulación y compartimentación arbitraria, siendo yo, además, hijo de uno de ellos, tendería a ser subjetivo e hiperbólico con mi padre. Solo puedo decir que eran arquitectos en todo el sentido de la profesión, que se complementaban el uno al otro, en un oficio tan lleno de características ajenas al mismo oficio como el conseguir clientes, las conexiones sociales, las peculiaridades de los concursos, el trabajo creativo, el desarrollo de este, la supervisión de los proyectos, los detalles de los materiales, el negocio mismo, Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 66 la gerencia y administración de un grupo grande de empleados, las relaciones con los ingenieros, etc. Todo un teje y maneje para grandes proyectos que no hubiera sido posible sin las extraordinarias cualidades de carácter y personalidad de cada uno de ellos que —amalgamadas y en armonía— eran un espectáculo de ver. Sus propias oficinas eran tan distintas la una de la otra como sus personalidades. Tenían oficinas o cubículos separados, pero solo lo suficiente: una tabiquería los aislaba a uno del otro, pero podían conversar entre ellos sin verse, además (inclusive podían pasarse cosas a través del espacio entre ventana y tabique), pues así se mantenían unidos en la independencia. Intercambiaban bromas, que es un aspecto esencial de toda relación laboral, pero sobre todo acumulaban un cariño y pasión por el oficio de la arquitectura. Hay más cosas que unen la obra de Arana Orrego Torres: están esos detalles de grandes ventanales (más adelante pioneros en los espejos en edificios), espacios ininterrumpidos de visión enmarcados por una carpintería de aluminio y, sin importar el estilo por el que estaban transitando, creo que siempre están presentes esos detalles en la mayoría de sus obras. Arana, Orrego y Torres fueron arquitectos viviendo su tiempo, montándose en las olas y preocupaciones estilísticas de su era, pero con sello propio, trazando a mano alzada su propia línea. No eran seguidores, pero tampoco rupturistas, no hicieron una arquitectura peruanista, pero fueron peruanos en su modernismo. Salvo algunas, sus obras nunca han ocupado los primeros lugares de las listas de obras remarcables, nunca han sido demasiado llamativas. No ha sido una arquitectura de statement, sino de funcionalidad estética, de simpleza y transparencia, quizás por eso y también porque su obra no es la expresión de una mente individual —más apegada, a veces, a la tiranía del ego—, sino la de tres arquitectos tratando de dar soluciones funcionales subrayando su estética simple, nunca simplista. Creo, además, presentir que entre los tres se dividían las tareas creativas: uno de ellos más ducho en los volúmenes estéticos, otro en los detalles y el otro en el desarrollo de los espacios. No sabría decir quién fue qué, eso estará en el interior mismo de la sociedad, pero puedo intuir quién hacía qué al ver sus proyectos personales. En general, creo, que hay algunas Ensayos 67 obras que no han sido miradas en su totalidad, que han sido infravaloradas en el imaginario colectivo de la urbe y quizás allí resida su encanto, en su capacidad de entretejerse en la trama urbana, en estar y no estar… hasta que alguien de verdad las observa. Diría, además, que, salvo algunas, son obras que han trascendido en el tiempo y que han sabido envejecer sin quedar fuera de tiempo, como alguna arquitectura demasiado atornillada a la teoría o concedida a las veleidades de la estética y la moda. Todos somos sujetos de influencias, los críticos y arquitectos sabrán mejor que yo encasillar a AOT en los compartimentos estilísticos y los espejos de los arquitectos internacionales, pero puedo mencionar —sin ánimo de empatar o equiparar a mi padre y a sus socios— algunos nombres con los que sus mentes y oficio hacían paralelos: Le Corbusier, Lloyd Wright, Niemeyer, Aalto, Van der Rohe, Pei, también escuché de estilos como el Bauhaus, el internacional y hasta el posmodernismo. Siempre los vi estar al día con los nuevos lenguajes como el deconstructivismo que, aunque lo criticaran o no comulgaran con él, trataban de entenderlo y asimilarlo. Era una oficina con biblioteca, enorme además; abundaban, por supuesto, los Architectural Digest, pero también libros de teoría y de arte, tantos que en algún momento tuvieron que contratar a una bibliotecóloga para clasificarlos. Quizás su obra más importante o más trascendente sea una que no fue llevada a cabo. En 1962 quedaron sextos entre mil doscientos participantes en un concurso mundial de anteproyectos para el edificio Peugeot de Buenos Aires. La obra era un enorme rascacielos de sesenta pisos que finalmente no llegó a construirse, pero que si uno llega a ver el proyecto ganador, el de AOT (en colaboración con Vásquez Pancorbo) es, de lejos, mucho más moderno. Lo más impresionante del hecho no es el puesto ni el planteamiento, sino la osadía y la madurez estilística de tres jóvenes que frisaban con las justas los treinta años (mi padre tenía veintinueve). Gracias a algunas conexiones de mi abuelo ingeniero, Johnny, como le decían a mi padre, hizo un stage en Nueva York, en las oficinas de Shreve, Lamb & Harmon en 1956, los mismos constructores del Empire State, quizás algo de esa estadía le había dado la seguridad de que proyectar un rascacielos (y llevarlo a término) no es algo de Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 68 temer. Otro proyecto que no se concretó fue un hotel en Machu Picchu en un concurso nacional de 1975. El plano de elevación nos muestra un edificio de líneas (nuevamente) parecido a un transatlántico, pero adherido a una ladera y desplazado hacia esta como una andenería, un guiño a lo peruano, pero abocado a la modernidad. Los proyectos que más reflejan su personalidad han sido los del Club Grau en Piura, obtenido por concurso a temprana edad en su sociedad, en 1957; el edificio de la Química Suiza (1961), en el cruce de Javier Prado con Paseo de la República (hoy empequeñecido por el edificio del Interbank); y el de laboratorios Parke Davis, de 1962, ganador del Premio Chavín de ese año en arquitectura. Estos tres edificios no solo se enmarcan dentro de las características ya mencionadas de su arquitectura, sino que tienen, para la época, una vocación modernista. Son atrevidos sin dejar de ser funcionales, son la puerta de entrada a la estética de los sesenta. Me atrevería a decir que el Club Grau fue el primer proyecto moderno en Piura. Como dato anecdótico, he estado alguna vez, hace mucho tiempo, en el club sin saber que había sido diseñado por el estudio de AOT y algo allí se me hacía muy familiar. Estos tres proyectos prefiguran la que sería tal vez su obra más famosa, hoy virtualmente desaparecida, el aeropuerto internacional Jorge Chávez. Felizmente tengo memoria y conozco el proyecto original. Trabajado junto con los arquitectos Bao y Vásquez (con este último ya habían participado en el concurso Peugeot), mayores que ellos y con experiencia en concursos, se llevaron de encuentro a todos los otros concursantes. Como la realización del proyecto demoró, los socios viajaban a estudiar aeropuertos del mundo con el fin de diseñar soluciones para su proyecto. Dentro del plan mismo, sé que fue diseñado para ser expandido a futuro, pero como es el caso en este país, todo se reinventa y no se construye sobre la experiencia previa, y el proyecto y la fisionomía original han quedado desvirtuados por completo. El crecimiento del aeropuerto se había proyectado para que emergieran más espigones a partir de los originales, pero el frontis con la extensión de los espigones que se entrelazaban curvándose para terminar sobre una fuente de acrílico no existe más, en su puesto está un hotel que esconde el aeropuerto. ¿Qué proyectista Ensayos 69 decide tapar una obra con otra de menor calidad? El aeropuerto, en sus mejores momentos, fue una obra emblemática, de gran espacio interior, de ventanales gigantes y carpintería de aluminio. Una obra que todo limeño que la conoció admiró y gozó. ¿No es acaso bienestar y orgullo lo que una buena arquitectura debe producir en la gente? Fue también el summum de la funcionalidad y la estética, forma y función amalgamándose en un matrimonio de precisión. Pudo haber trascendido con los cambios adecuados y respetando el patrimonio histórico que debió ser, pero aquí sabemos que todos quieren tener siempre una refundación. En el caso del aeropuerto no lo refundaron sino lo refundieron. Es un producto más de una Lima que se va. El aeropuerto del Cusco es una obra original de estética modernista, también de AOT, que le hace un guiño al pasado, pero que se va desvirtuando con las ampliaciones. El estudio también se aventuró por los caminos del brutalismo, ese estilo arquitectónico tan empatado con el zeitgeist de los setenta y la personalidad militar de esa década, salvo que la obra tenía una característica multinacional por ser sede del Acuerdo de Cartagena (1970). El eslabón de esta obra con la de sus inicios, en los sesenta, es el Centro Nacional Senati, de 1966, con mención en la primera bienal de 1970. En esta obra, el concreto armado expuesto tiene una especial preponderancia, si bien se encuentra morigerado por las formas curvadas de sus paredes laterales y por la yuxtaposición de otros elementos, como la piedra menuda y el ladrillo caravista. Ostenta, además, esas grandes líneas o rectas en los frentes, los grandes ventanales y la carpintería de aluminio, pero el uso de los materiales expuestos, como el encofrado expuesto de la parte interna del techo, es también un detalle estético de personalidad. Esa misma personalidad está manifiesta en el edificio del Acuerdo de Cartagena en el cruce de la avenida Aramburú con Paseo de la República, pues, a diferencia de sus pares, hay un mayor juego de volúmenes aunque traicionan, creo yo, la mano de la oficina. Es una obra atípica en su portafolio. A mediados de los setenta, la firma se aventuró por los caminos de la industria, al fundar una fábrica de producción de vidrios llamada TTX. Les fue mal. El desconocimiento del manejo de una empresa de tales características, sumado Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 70 a un mal manejo gerencial por parte de otras personas, la llevó a la quiebra, pero les dejó el interés por el vidrio y el espejo que ya se manifestaba en sus proyectos. Este afán creativo los condujo a ser pioneros en el uso de edificios espejados, que al principio combinaban con otros materiales, como el concreto y el ladrillo. Hay tres ejemplos notables de este uso: el edificio Las Naciones, de 1975, donde finalmente mudaron sus oficinas, en la avenida Central en San Isidro, y los edificios Perulac y El Ejecutivo, ambos de 1976, en el Paseo de la República. Estos se caracterizan por el uso del vidrio espejado como bloques de construcción, que son la cara y su leitmotiv. Mención especial le cabría a El Ejecutivo por el uso del vidrio curvo en las esquinas, un detalle que envuelve al edificio en una sedosidad única. Todas estas obras prefiguran dos en las que el estudio alcanza lo ejemplar del estilo: la sede central de IBM del Perú (1978) y el edificio El Presidente (1980), casi en el cruce de las avenidas República de Panamá y Canaval y Moreyra. El proyecto de IBM es una caja chata de vidrio con dos volúmenes salientes en medio de un gran terreno vacío. El respeto por el espacio, la sobriedad de la obra, la pulcritud y el ojo por los detalles hacen que este proyecto resalte. El edificio El Presidente es una obra en grande, la primera de este tipo que llamó a que otros edificios de vidrio espejado se posicionaran posteriormente en la zona. Es oval o elíptico, con los extremos truncos, que destaca por sus líneas o rectas verticales sobre todo en los extremos, fue el primer edificio decididamente espejado en su totalidad, pero además me parece de una estética sobria, pero moderna, aún con el paso del tiempo sobre sus estructuras. La modernidad para AOT ha sido siempre una preocupación, pero no aquella falsa, de modas o teorías, sino la que es cómplice de su tiempo global, de su trascendencia y posición. No es ostentosa, sino más bien respetuosa. Es la modernidad entendida como contemporaneidad, el estar con los cimientos bien puestos en el presente. Allí radica la permanencia en el tiempo de su obra. Ensayos 71 Declaratoria de fábrica Yo no salí con vocación de arquitecto, pero mi padre me enseñó a leer la ciudad. De allí mi interés por el patrimonio y la historia urbanística de Lima, y esa historia de nuestra ciudad también está narrada por la obra de AOT. Cada vez que pienso en ella o la observo, le encuentro mayores cualidades, aquellas del trío creativo y empresarial que formaron mi padre y mis tíos (de cariño). Soy hijo de los tres en mi gusto por la estética y el diseño, pues cada uno me sorprendía con sus objetos personales, era una oficina que respiraba creatividad y eso me gustaba. Estoy orgulloso de esa herencia. El día que murió mi padre se perdió esa complicidad, ese juego de a tres que hacía que una maquinaria de gran magnitud, como ese estudio, funcionara a la perfección. Si bien la oficina continuó, considero solo las obras que se hicieron en ese trío, pues así lo pactaron desde su juventud ambiciosa. Ese fue el camino trazado por AOT, su TAO de vida. Ensayos Diálogo con Antenor Orrego Michelle Llona Fernando Mosquera ¿Cuándo y dónde estudiaron? Yo ingresé prácticamente dos años antes que Arana y Torres, Estudios Generales era pura matemática, matemáticas analíticas, cálculo infinitesimal; nos metían todas las matemáticas habidas y por haber. Terminé el primer año e ingresé por concurso, por examen de ingreso, a Arquitectura y estudié el primer año. Salí, no sé si un año o dos años a trabajar porque no tenía medios económicos para seguir, empecé a trabajar en las empresas eléctricas, y después renuncié, junté mi plata para seguir estudiando. Ingresé, no sé si al segundo o al tercer año, eso debe haber sido en el 53, 54. Arana y Torres entraron en esa época, allí nos encontramos, en el segundo año de Arquitectura. ¿Qué arquitectos nacionales o internacionales influyeron durante su formación? De los arquitectos nacionales, Seoane fue un paradigma que había que seguir en esa época, porque él había montado una oficina grande. Era una de las primeras oficinas que se montaron acá. Internacionalmente casi todos: Le Corbusier, Frank Lloyd Wright; Niemeyer me impactó bastante y Mies van der Rohe guio mucho nuestra línea de diseño, por la sencillez y todo. 73 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 74 ¿Realizaron prácticas preprofesionales en alguna oficina de arquitectura? Era la costumbre de Belaunde mandarnos a diferentes oficinas, fue una enseñanza interesante, pero no era fácil, porque no había muchas oficinas. Un ratito estuve con Seoane y después busqué trabajo para sostenerme. Torres estudió, y te puedo decir que llegó a ser presidente de la AIA (The American Institute of Architects), Torres se dedicó mucho a las relaciones internacionales, estuvo primero como vicepresidente y después como presidente de la AIA, tuvo mucho contacto con la arquitectura internacional. Nosotros no pudimos viajar mucho porque terminando la universidad nos llenamos de trabajo, y seguimos trabajando. Nos conocimos en la universidad y comenzamos a trabajar maquetas paralelamente al estudio. Hicimos la del Centro Comercial Todos en San Isidro. Fue para un arquitecto estadounidense que hizo el proyecto. Lo curioso es que la maqueta estaba tan bien hecha que tuvieron que usarla para la construcción. Durante los cuatro años que estuvimos en la universidad nos dedicamos a trabajar juntos y a estudiar juntos. Trabajábamos los tres en la casa de Carlos Arana porque tenía un equipo de carpintería extraordinario, a su padre le encantaba; lo tenía como hobbie. Allí trabajábamos los tres, a veces con Mulanovich y con Javier Velarde. ¿Cómo deciden asociarse y fundar AOT? La oficina se funda en 1958. Habíamos trabajado antes con Carlos Arana, los dos juntos. Nosotros terminamos la universidad y, por suerte, gracias a Belaunde, salíamos con título. Terminamos en diciembre y en julio ya estábamos inscritos en la Sociedad de Arquitectos; así nos presentamos al primer concurso nacional, que fue el del Club Grau de Piura. Ganamos algo de plata y dijimos “vamos a trabajar juntos, vamos a poner una oficina”; ya habíamos trabajado, ya sabíamos cómo trabajar y le escribimos a Torres, que Ensayos 75 al terminar la universidad viajó a Estados Unidos a practicar y a trabajar un año. A su regreso, el 58, fundamos oficialmente AOT. Eso cierra el trayecto. Hasta esa época, salvo Seoane, a todos los arquitectos se los consideraba artistas. Decían que no eran responsables; la idea de todos los clientes del mundo era que los arquitectos hacían lo que querían. Entonces pensamos que había que darle una seriedad y formar una firma que garantizara al cliente la estabilidad del arquitecto y el servicio. ¿Cuál era la función de Arana, la de Orrego y la de Torres dentro del equipo? En principio nos repartíamos las responsabilidades de la oficina, Arana era responsable del diseño, Torres de la parte financiera y de conseguir clientes, y yo de hacer funcionar la oficina y de que todos los detalles de la oficina estuvieran bien. Esas eran responsabilidades individuales para responder por cada cosa, pero a la hora de los concursos nosotros trabajábamos 18 horas al día. Era una oficina netamente para concursos, no era para trabajar con clientes. Ten en cuenta que no trabajábamos 6 horas ni 12 horas, y había épocas en que no íbamos a dormir a la casa. Eso nos daba una ventaja sobre todas las demás, esas 18 horas eran dedicadas a concursos, y participábamos en todos. Entre los tres estudiábamos el concurso y el diseño total de cada proyecto. ¿Por qué decidieron dedicarse a concursos? Porque no había clientes. En el Perú era obligatorio participar para tener clientes, y eso nos generaba a la vez otros clientes, era una cadena. Los concursos eran lo principal para nosotros, y nos dedicábamos. No solamente nosotros, había otras oficinas. ¿Eran concursos solo del Estado o también había privados? Mayormente del Estado. Hay que reconocer, primero, a la Sociedad de Arquitectos, a Agurto y todo su grupo —el grupo Espacio— por pelear contra Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 76 el Estado. El aeropuerto salió a concurso por la pelea que dieron ellos, que obligaron al Estado a sacar el concurso, porque si no el aeropuerto iba a ser copia del aeropuerto de Medellín. La pelea la dieron Agurto y su grupo. Santiago Agurto era un tipo peleador. El concurso del aeropuerto era muy especial, nosotros éramos muy jóvenes y teníamos que asociarnos con arquitectos mayores, que tuvieran experiencia. Así nos asociamos con Bao y Vásquez. Nos presentábamos a tres o cuatro concursos al año y perdíamos, por supuesto; por ejemplo el Palacio de Justicia para Huánuco o para Junín, creo. Participamos, pero no figuramos. Nos hemos presentado a todos los concursos, a todos, primero eran los concursos y después los proyectos. ¿Los concursos por antecedentes fueron posteriores? En toda nuestra trayectoria, junto con los concursos había concursos por antecedentes; por ejemplo el edificio Perulac. Las compañías de seguros comienzan a sacar en esa época también concursos para Sudamérica. El edificio donde está la Sunat, en Wilson, ese también fue concurso por antecedentes. Era indispensable tener una gran cantidad de gente, ten en cuenta que no existía la computadora, que nos daban plazos de 60 días o tres meses máximo para un concurso y el proyecto nos demoraba tiempo. Teníamos que reservar los 10 últimos días para el dibujo. Cada tablero tenía que tener una lámina, se iba dibujando a la vez que íbamos sacando las ideas, proyectando —“tú avanzas por aquí, tú por acá, tú por allá”— y tenías que terminar el concurso y entregar. Se proyectaba hasta cierto momento y los últimos días eran para dibujar. Ese era el sistema. ¿Trabajaban con equipos multidiciplinarios? Indudablemente, había que tener conocimiento de estructuras y teníamos que estar apoyados. Normalmente lo hacía Gallegos, que tenía la oficina cerca. Ensayos 77 Para la parte estructural debías tener un apoyo de instalaciones básicas, por lo menos el concepto de instalaciones, aire acondicionado o ciertas redes. ¿Había rotación de trabajadores según la cantidad de proyectos? Bueno, llegamos que tener de 30 a 40 personas trabajando, pero graduábamos durante el año, porque ese era el grave problema. Si no había concursos, no tenías trabajos y los gastos generales los tenías que mantener durante el año, ese era el problema de tener una oficina. Hay que tener en cuenta que durante los años 60 a 70, la economía sufrió subidas y bajadas. Cuando estaba arriba había concursos, cuando bajaba no teníamos nada, nadie proyectaba nada. Para mantenernos parejos teníamos que tener un crédito bancario, cosa que desaparece en el 69-70. Entonces cambia totalmente la economía, permanentemente teníamos que estar contratando y liquidando porque si no los gastos generales nos comían. Llegamos a tener 30 arquitectos, pero llegado un problema, teníamos que despedirlos. ¿Cómo percibían el mercado laboral y cuáles fueron sus estrategias para entrar en él? Al mercado entramos con los concursos. De vez en cuando caían, como el caso de Parke Davis. Nosotros teníamos una oficina en la avenida Camaná, cerca del Bolívar. Por estar cerca, uno de los representantes pasó por la oficina y le caímos bien, y nos contrató. Fue interesante porque aprendimos cómo proyectar laboratorios, con asesoría de él mismo. Esa era una forma de tener trabajos adicionales. ¿A través de esos proyectos empezaron a tener más contactos? Indudablemente, cada concurso que ganábamos era una amistad nueva. Si eran concursos particulares, más aún. Qué te digo, por ejemplo, la Química Suiza fue un cliente al que le gustó nuestro trabajo y ese cliente nos jaló a otro Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 78 cliente que era del mismo rubro, Richard O. Custer, que eran almacenes y laboratorios. Ese laboratorio nos trajo otros laboratorios. Las relaciones se forman así; la experiencia de hacer algo bien te trae otro cliente. Siempre es así, tú haces una cosa chiquita, pero si la haces bien, ese cliente te recomienda a otro. Eso es lo que debe buscar un arquitecto. Si quedas bien con uno, indudablemente, se difunde: fábricas se comunican entre fábricas, laboratorios se comunican entre laboratorios. En esa época era muy importante, ten en cuenta que era la época en que el funcionamiento primaba sobre la forma y la forma debería ser el resultado del funcionamiento. Eso lo vas a ver reflejado en todos nuestros concursos. No es que yo busco una forma y de allí saco el proyecto, después me acomodo. No, en esa época se trabajaba al revés, la forma obedecía al proyecto, a cuáles eran las necesidades del proyecto. Por ejemplo, el aeropuerto. En esa época la persona valía antes que la carga y antes que el funcionamiento total del aeropuerto; entonces un pasajero, desde que el carro lo dejaba, no debía caminar más de 30 metros para llegar al mostrador con sus maletas. Eso se ve en todos los aeropuertos iniciales, en el de México tú llegabas e inmediatamente estaba el mostrador. Posteriormente, es tan grande el movimiento de los aeropuertos que el pasajero pasa al tercer lugar. Ahora, por ejemplo, en Japón, la última vez que estuve me dejaron en el terminal y caminé como seis cuadras, en veredas móviles, hasta antes de llegar a aduanas e inmigración. Cuarenta años después se hace la ampliación del aeropuerto, se moderniza, pero ya con otro concepto, el concepto de la carga y de los aviones. Aprender cómo funcionaba un ministerio, aprender cómo funciona Palacio de Justicia, o aprender cómo funciona un aeropuerto cada vez te va transformando en más arquitecto y tu cerebro se va adaptando a eso. En el concurso tenías que aprenderte eso rápidamente para poder diseñar, es así como funcionaba. Ensayos 79 ¿En qué momento AOT decide ir más allá del propio diseño arquitectónico? Nosotros facturábamos 500, 600 dólares al año, entonces el banco nos mantenía con un crédito de 600, 500, dólares sin poner garantías ni nada. El 69 viene una devaluación que nadie se esperaba, ni los bancos ni nadie, y al día siguiente nos cortaron el crédito. Simplemente “no hay plata” y nosotros acostumbrados a siempre vivir de eso, no teníamos fondos, teníamos departamento, teníamos carro, teníamos la oficina, pero no teníamos reservas para mantener al personal, allí es cuando te das cuenta de la fragilidad de los arquitectos. Tú no tienes sueldo todos los meses; eso nos hizo analizar muy bien esta figura. Claro que inmediatamente ganamos otro concurso, en Arequipa, y otro concurso más. Eso nos estabilizó, pero perder el crédito bancario nos dejó muy débiles. Sin garantías era ideal, pero no comenzar a poner tu casa, tu carro y todo como garantía para seguir funcionando, eso no tiene objeto. Luego ganamos el concurso del Ministerio de Agricultura, que fue básico e importante para dar este paso adicional. Decidimos comprar este terreno con lo que ganamos. ¿Cómo fue la experiencia del proyecto Senati? Senati nace de la necesidad de los industriales de contar con mano de obra. Eso nos lo dijeron directamente. Nosotros ya éramos muy conocidos entre los industriales por las fábricas, los laboratorios y nos fuimos a estudiar el tema en Colombia, donde había un Senati. Allá no se llamaba Senati, pero era donde enseñaban a obreros, los capacitaban para las fábricas. ¿Tenían mucha participación en la obra? Ayudábamos mucho, tomábamos como una obligación ir a ver la obra, para nosotros en los contratos decía “es una obligación del arquitecto ir a la obra”. Sobre todo en obras que eran especiales, porque si dejabas hacer al constructor lo que quería, por hacer rápido las cosas y ahorrar plata, lo hacía mal. Cuando Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 80 llegábamos lo hacíamos levantar —“está mal hecho, vuelve a hacerlo”—, a veces nos odiaban, jajaja. ¿Cómo describe el proyecto de la compañía Richard O. Custer? Richard O. Custer y Química Suiza eran empresas dedicadas a representar productos farmacéuticos, entonces el gran volumen era el almacenaje; aparte de eso estaban las oficinas administrativas. Todo lo han demolido, ya no existe, hay un conjunto habitacional ahora, lo único que quedan son estas fotos. ¿Cómo fue la experiencia del proyecto de la compañía Química Suiza? Es muy importante, son clientes suizos y tienen un respeto y un cariño por la arquitectura que nunca he encontrado en otro cliente. Así son incapaces de dejar abandonadas sus cosas, esas mayólicas, esas cerámicas las han mandado a hacer a veces especialmente para volverlas a reponer; ellos han mantenido el edificio, estamos hablando de 30 a 40 años y lo mantienen igual, desde el día que lo construyeron está igualito, no han cambiado nada y han mantenido la calidad de los materiales. Es un tipo de cliente especial. ¿Cómo fue la experiencia con la compañía IBM del Perú? IBM es una experiencia entretenida. Ten en cuenta que era una empresa muy poderosa, muy grande a nivel mundial y escogía con mucho cuidado los arquitectos. En esa época, IBM era el impulsor de las primeras computadoras PC, su organización era extraordinaria, era calculada para 400 empleados y nosotros íbamos a hacer la primera etapa para 100 empleados. Es un proyecto que se ve por alguna parte, no sé donde lo tengo… está preparado para 4 módulos de 400. Nosotros hicimos el primer módulo nada más. Nosotros tuvimos que demostrar el proyecto en Nueva York, tuvimos que llevar el proyecto y justificarlo en Nueva York. Tenían una gran oficina de arquitectos de gran nivel, un nivel extraordinario, pero tuvimos que llegar y Ensayos 81 demostrar qué cosa queríamos hacer. Pero antes de eso, para poder proyectar, nos hicieron viajar por varias ciudades del mundo, por Brasil, México, por Nueva York, por no sé qué otro estado, por Los Ángeles, para engullirnos del concepto de lo que era IBM, qué cosa significaba IBM para el proyecto. En una de esas, en Nueva York, en White Plant, nos enseñaron un local que me dejó realmente sorprendido, era para inventos. Había una serie de oficinas en que trabajaban los tops de la ciencia y cada uno tenía su módulo de 5x8 con todas las necesidades y todos los servicios, tenían una biblioteca a su disposición, laboratorios químicos y técnica industrial, para hacer lo que les diera la gana; esa gente se dedicaba a pensar nada más, se agarraban a los mejores de las universidades y los contrataban para pensar. Y eso en todo el mundo, no ha sido solamente en Estados Unidos, de una de esas oficinas es que sale el microchip, en Alemania, y eso pagó todos los gastos y transformó la computación en todo el mundo. Me parece extraordinario que alguien pague para pensar, bueno ojalá se haga acá alguna vez. Es la parte positiva que yo saco de IBM, es decir lo que nos enseñaron a hacer. Bueno y cambiaron los tiempos, con ese chip que cambió totalmente el sistema, entraron las computadoras rápidas, llegaron las laptops y 20 años después ya no se necesitó hacer ampliación, pues en el mismo local entraron las 400 personas porque eran part time, cada una manejaba su computadora en su casa. Igual ha pasado con los arquitectos, cada computadora ahora equivale a cinco arquitectos, esa es la proporción, antes yo necesitaba 25 personas para hacer un proyecto, ahora se hace con cinco. La técnica avanza y el que no está actualizado, muere. ¿Cómo fue la experiencia y propuesta de concurso para el hotel de turistas de Machu Picchu? A mí se me ha quedado un clavo. Es inconcebible que no se haya hecho y que esté Machu Picchu como está ahora, que es un horror; lo que han hecho es espantoso. La idea de sacar el concurso de Machu Picchu me pareció brillante y la adaptación de eso debió hacerse, el asunto es que hubo mucha oposición. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 82 Incluso hubo arquitectos que pensaron que iban a hacer torres de hoteles, como se hacen en todo el mundo. Nosotros, después de analizar Machu Picchu, encontramos un pequeño ensanchamiento en las subidas y en ese ensanchamiento desarrollamos el hotel; con la diferencia de que, en lugar de hacer una torre vertical, la recostamos al cerro. Bueno, no se hizo, pues, pero no era una torre, era un hotel que se mimetizaba con el cerro. Artículos Artículos Conversaciones con José Orrego, un practicante en AOT Daniel Rondinel El edificio Química Suiza Diseñar o el arte de encontrar la forma más simple para un programa Jorge Sánchez 83 Artículos Conversaciones con José Orrego, un practicante en AOT Daniel Rondinel Obtuvo una maestría en Arquitectura con mención en Ecología (2011) en Cornell University, Nueva York, Estados Unidos. Fue becario de la Fundación Fulbright 2010-2011. Es arquitecto (2003), Universidad Ricardo Palma y miembro del Colegio de Arquitectos del Perú (2007). Está asociado al U.S. Green Building Council desde el 2011. En el campo profesional, posee doce años de experiencia en diseño, coordinación, gestión y desarrollo de proyectos como arquitecto especializado en edificaciones sostenibles; ha trabajado en proyectos para entidades públicas y privadas. En el campo académico, tiene once años de experiencia como docente; fue profesor del curso Taller de Proyectos, en la Universidad Ricardo Palma, durante cinco años (20052009); también asistente de profesor en la Escuela de Arquitectura, Arte y Planeamiento, en la Universidad de Cornell (2010-2011), cursos Environmental System 1 y 2; actualmente, es profesor de la Carrera de Arquitectura en la Universidad de Lima, de los cursos Arquitectura y Medio Ambiente (desde el 2011), Desarrollo de Proyecto (desde el 2013) y Taller de Diseño (2014). Es miembro del Comité Académico de la Carrera de Arquitectura desde el 2016. En el 2007, había terminado la tesis para titularme e iniciaba la vida laboral, más allá de los trabajos eventuales. En ese entonces, sentía que a la carrera de Arquitectura, que había terminado años antes en la Universidad Ricardo Palma, le faltaba una dosis de práctica donde apoyarse. Se hablaba mucho de forma, de concepto; pero al menos en mi caso dar el salto de la idea a la construcción era sortear un pozo bastante grande y desconocido. En mi búsqueda por llenar vacíos académicos y de formación, entendí que lo que necesitaba era aprender más sobre el oficio, sobre todo cómo hacer realidad un proyecto. Sobre esta inquietud, Enrique Bonilla —quien fue mi profesor primero, mi asesor de tesis luego y un gran amigo siempre— me dijo que debería trabajar con José Orrego, pues él debía de ser en la actualidad uno de los arquitectos con más metros cuadrados construidos. 85 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 86 Lo poco que sabía acerca de la oficina que dirigía José Orrego, Metrópolis, era que diseñaban los polémicos locales para la cadena de hamburguesas Bembos, que mal que bien siempre terminaban llamando la atención. Así, tras una breve entrevista, empecé a trabajar en Metrópolis; tres años después salí con varios buenos amigos y conociendo mucho más sobre cómo hacer para que un proyecto sea no solo una idea, sino cómo hacer para que un proyecto sea una idea construida. Hoy es 27 de abril del 2015. Coordiné con Pepe hace algunas semanas para ir a su oficina a entrevistarlo. Hemos tenido que reprogramar la entrevista varias veces debido a viajes imprevistos, suyos en la mayoría de casos. Llego a Metrópolis diez minutos antes de la hora pactada; Lirios me recibe con una sonrisa y me ofrece un café espresso. Han pasado algo más de cinco años desde que dejé de trabajar en Metrópolis, y algunas cosas cambiaron, como la nueva oficina en el Polo; sin embargo, encuentro caras conocidas y sonrisas de bienvenida, e incluso hay tiempo para un selfie. Paso a la sala de reuniones. Un televisor de 60 pulgadas en el otro extremo de la mesa, de un directorio para diez personas, un equipo de aire acondicionado decorativo en otra pared, con la foto de un proyecto de Metrópolis. Todo está limpio y ordenado. El piso es de mármol y el ambiente predominantemente blanco inspira confianza y respeto, con una dosis de amabilidad. Algunos minutos más de espera y escucho pasos apurados. Pepe entra a la sala, me pide disculpas por la demora, me saluda, da un rápido vistazo a la sala comprobando que todo esté como debe estar. Un interruptor presenta una mancha y mientras pide por teléfono un café se levanta para ver de qué se trata y la limpia. Luego conversamos y nos ponemos un poco al día, han pasado dos años desde la última vez que lo vi. Tras unos minutos, empiezo a comprender la visión que tiene José Orrego, espectador privilegiado, de la historia de una de las empresas de arquitectura más importantes que han existido en el Perú: AOT, Arana Orrego Torres. Artículos 87 Los sesenta y la trascendencia de AOT son temas de los que desearía que conversáramos en un momento. Quisiera empezar con algo más íntimo primero, y casi básico. Me gustaría saber cuáles son los primeros recuerdos que tienes de tu papá como arquitecto y de AOT. He averiguado que cuando tú naciste él tenía 40 años y que AOT estaba en pleno crecimiento. Es correcto, lo que recuerdo es que el local estaba ubicado frente al colegio Alfonso Ugarte, en el edificio El Mirador, donde hoy se encuentra la ampliación de las instalaciones de la empresa Casabonne y Arango. Era una época de mucho entusiasmo frente a la arquitectura peruana, y tuve una relación bastante personal con la arquitectura, debido a que solía ir a la oficina de mi papá. Era una oficina grande, donde había varios tableros en forma lineal con gente trabajando; tenían una zona donde hacían maquetas, tenían tres cubículos; era una oficina, además, diseñada para arquitectos, llena de muchos detalles. Si uno va hoy, puede ver unas puertas que en ese entonces me llamaban mucho la atención, estaban diseñadas con el pomo embutido, con forro, con una cantidad de detalles que hoy reconozco a la distancia. Me parecía una linda oficina. Mi papá empezó dibujando planos con tiralíneas y regla T, luego pasó al Rotring y yo recibí esa tecnología. Recuerdo todo el rito de dibujar: limpiar la regla con bencina, alisar el papel, poner el plano en la mesa; todo ese proceso que extraño porque desde siempre me gustó dibujar. Cuando tenía doce años, mi papá me regaló un estuche con puntas Rotring. En el colegio era una rareza que yo tuviera esas herramientas de dibujo que para mi papá eran del futuro. Me regalaba, además, agendas que él no usaba y yo dibujaba con puntas 02 o 03. Mis hijos tienen hoy las agendas en las que yo dibujaba. Hay mucho del dibujo que yo hacía en las cosas que ellos hacen, y todo nace con las visitas a la oficina de mi padre. No tenía manera de saber exactamente lo que era la arquitectura, yo era muy chico. Entendía intuitivamente qué hacían en AOT, porque a veces a mi papá le tocaba ir a ver una casa o algún otro proyecto. Recuerdo que el plan era irnos el fin de semana a almorzar al aeropuerto. La gente iba a almorzar y a ver cómo llegaban los aviones. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 88 El aeropuerto es un proyecto de 1958 y se inauguró a finales de 1965. ¿Qué recuerdos tienes de él? Por lo que mencionas, las idas al aeropuerto eran casi un paseo familiar. No recuerdo exactamente el año, pero sí esas idas al aeropuerto, eran una experiencia. Nadie me decía que eso era arquitectura, pero la veía. El aeropuerto estaba en su mejor momento, cuando tenía la pileta donada por la Embajada de Francia, que era una estructura espectacular. Por eso, cuando decidí estudiar Arquitectura, estaba convencido de que era eso lo que quería, sin ninguna duda. Es más, me di cuenta durante la universidad de que ese conocimiento respecto de la carrera no lo tenía nadie, salvo otros hijos de arquitectos. La mayoría entendía recién en quinto ciclo lo que era la arquitectura. ¿Y cómo tomó tu papá la noticia de que querías estudiar Arquitectura? ¿Sentiste que él influyó en esa decisión o te lo pidió directamente? Todo lo contrario; mi papá es una persona de poco hablar. Y, en general, nunca interfirió en mis decisiones. En los últimos años de la carrera practiqué en su oficina, pero él no albergaba expectativas de que trabajase en AOT. Ello se debió, supongo, a que AOT era una sociedad. No era su oficina, pertenecía a tres socios, uno de los cuales era él. Ahora, una de las cosas que a mi papá le da más gusto es que yo hice las cosas por mi cuenta y manejé mi oficina prácticamente desde el día que salí de la universidad. Volviendo al tiempo en que practicaste en AOT, ¿qué recuerdos tienes de esa etapa? ¿Cómo eran los socios y la dinámica de la oficina? Practiqué en AOT solo mientras estuve en la universidad. Cuando terminé mis estudios, empecé a armar mi oficina. De AOT, me sorprendía la cantidad de tableros que tenían en su oficina, eran como 40. Puedo mencionar también Artículos 89 que, producto de la práctica de muchos años, los socios tenían ciertos roles que los diferenciaban. Por ejemplo, noté que Carlos Arana era un diseñador nato. Eso no significa que los otros socios no hayan sido diseñadores. Todos diseñaban y se hacían cargo de ciertos proyectos. Cada socio tenía la responsabilidad de un proyecto, pero todo se discutía en grupo y seguro el encargado sacaba el anteproyecto adelante. Mi papá era más bien la persona que hacía que sucedieran las cosas una vez que llegaban los proyectos. Él se encargaba de que la oficina marchara tanto en la parte de gestión y administración como en la operatividad de la propia oficina. Juan Torres, por su lado, era un relacionista público nato, un tipo tremendamente carismático; dentro de AOT era la persona que ayudaba a mostrar el trabajo que efectuaban. Él siempre estuvo preocupado de tomar slides de todos los proyectos, algo que no era muy común en una oficina de arquitectura en esa época. Por desgracia, falleció muy temprano y para AOT significó quedarse sin vocero, alguien que divulgara lo que hacían. Creo que ahí se perdió la oportunidad de dar a conocer el trabajo de AOT, pues quien tuvo siempre voluntad de hacerlo fue Torres. Su anhelo era sacar un libro de AOT. Se llegó hasta el folleto que se vio en la exposición, fruto de su esfuerzo por difundir la obra que había hecho AOT. Es el material que existe y que él juntó. En esa época, no era común que un arquitecto informara sobre su obra o la publicitara; eso era hasta pecado. El mismo código lo impedía. Torres estuvo vinculado con la UIA (Unión Internacional de Arquitectos), fue presidente de la RAGA, decano del Colegio de Arquitectos y tuvo un rol bastante importante dentro de la arquitectura peruana. Además, era un tipo sumamente generoso, que siempre buscaba conciliar. Considero que cuando falleció, la arquitectura peruana perdió mucho, porque él era el contrapeso de quienes, en general, responden a egoísmos o a cofradías, en vez de la generosidad con la que él traía las cosas. Torres hubiese sido el artífice de un cambio importante en la arquitectura peruana. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 90 Ahora que mencionas esto de los roles, ¿crees que es posible conocer a los socios o a tu papá a través de las obras de AOT? ¿Cuánto de Antenor hay en las obras de AOT, cuánto de Carlos, cuánto de Juan? Es difícil ver cuánto de cada socio hay en cada obra. Pero donde yo he podido leer a mi padre, por ejemplo, es en nuestra casa, un lindo proyecto donde el diseño fue enteramente suyo. En ese proyecto sí pudo hacer todo lo que él quería, porque en los demás siempre intervenían los tres socios. AOT manejó varios estilos a lo largo de los años. ¿Cuál es el de la casa que diseñó tu padre? ¿Hubo influencia de Niemeyer como en los primeros proyectos de AOT? Lo más resaltante de la casa es el brutalismo y la exploración del concreto, algo que había explorado en el proyecto del Acuerdo de Cartagena. En la casa, que está ubicada en La Planicie, se logró un refinamiento en el empleo del concreto que hasta hoy está vigente. Con el tiempo, yo he reconocido la influencia de AOT en mi forma de diseñar. Pero hoy descubro que mucho de lo que hago tiene influencia de mi padre. Por ejemplo, mi casa, donde he empezado a reconocer una serie de elementos, como la madera o el puente, en los que he visto reflejada la casa de mi padre. ¿Qué lecciones aprendiste durante el tiempo que trabajaste en AOT y qué influencias hubo en tu trabajo? Después de 25 años haciendo proyectos, empiezo a reconocer la influencia que tuvo AOT en lo que hacemos en Metrópolis. En los años que estuve en la oficina de mi papá, aprendí sobre el manejo de una oficina de arquitectura. Una de las cosas que me marcó fue la oportunidad de ser parte de una gran oficina de arquitectura. Muchos arquitectos jóvenes pueden imaginar hacer una oficina, pero no tienen la oportunidad de ser parte de eso, y terminan siendo derrotistas. Creo que eso ha sido para mí una gran experiencia, porque nunca pensé “pucha, nunca lo voy a lograr”, sino que el hecho de ver que Artículos 91 había una oficina grande posible en el Perú que llevaba a cabo proyectos importantes me daba la seguridad de que yo podía hacer lo mismo. Pero eso es algo que no es fácil de ver. Siento que hay mucha influencia de AOT en mi historia personal, reconozco los atributos de sus socios en mi propia oficina, replicando las tres fortalezas de los socios de AOT: el diseñador, el gestor y el promotor en una sola oficina, que es lo que hacemos en Metrópolis. Debió de ser complicado iniciar con esa visión y hacer el trabajo de tres. (Risas) Sabes que si ves el final de la película, es más fácil saber que eso es posible. Eran cosas que yo pude ver durante la época que estuve en AOT. Como dices, crecer viendo algo es totalmente diferente a crecer sin saber que eso existe o que es posible. Estar acostumbrado o vivir en una realidad hace que se tenga la confianza para iniciar y la fuerza para continuar. Sí, Daniel, ese es un problema formativo. Y esto no es un cherry a la de Lima, pero tú que enseñas ahí sabes que la Universidad de Lima fue la primera que empezó eso. Yo observo que el enfoque que se está dando allí a la arquitectura está más relacionado con el tema del emprendimiento, ya que no solo se trata de formar egresados que sean genios diseñadores, sino que las oficinas que quieran formar sean viables. El esfuerzo de la carrera tiene que valer la pena, porque si te enseñan a hacer rascacielos y sales a hacer garajes, entonces el golpe es muy fuerte. Hay mucha gente que cree que el arquitecto es alguien que tiene que conseguir proyectos para construir porque es la única forma de hacer plata y en general escucho mucho arquitecto derrotista, que dice todo eso. Tras el tiempo que estuve en AOT, decidí quedarme. Era la época del terrorismo y hacer arquitectura era muy complicado. Muchos se iban. Para mí creer que era posible hacer arquitectura, haberlo vivido, me permitió foguearme y salir Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 92 de una situación muy complicada. Es importante que esa sea la visión que tengan los chicos. ¿Qué diferenciaba a AOT de otras oficinas?, ¿por qué su obra fue trascendental?, ¿qué factores influyeron en ese éxito? Muchas veces mi papá me decía que, para el equipo, había una gran diferencia entre su oficina respecto a otras, y era que ellos siempre enfocaron la oficina como una empresa; en otras palabras, AOT era una empresa. Eso no significaba que eran unos genios al descubrir esa fórmula. Lo aprendieron de Seoane, vale decir que el modelo de AOT de cómo manejar una empresa era el modelo de Seoane en su compañía, de corte más bien norteamericano con un enfoque que buscaba cómo enfrentar una oficina, sacar adelante los proyectos, y a la vez ser consistentes. Esa forma de ver una oficina de arquitectura era diferente al enfoque que también se tenía en esa época, que era más una visión europea donde la oficina era como el taller de arquitectura en donde el arquitecto era la figura central, y estaba diseñando cosas, aislado, y casi se iluminaba al diseñar. Yo creo que eran esas dos las formas que se usaban para organizar una oficina de arquitectura en esa época. Me explico; había arquitectos que tenían un taller de arquitectura, y otros que gestionaban oficinas tipo AOT donde se tenía claro el rol de socios, una estructura de administración de oficinas. Era una época difícil, los tres socios se esforzaron mucho para hacerse de un nombre, pero era también una época en la que se podía conseguir eso, pues existía un portafolio de concursos públicos tan abundante que uno se daba el lujo de escoger a cuál concurso entrar y a cuál no. Y participar en concursos y lograr ganarlos te hacía de un prestigio y de un nombre, y te permitía además vivir de eso. Ahora ello ya no es posible, y creo considero que hace mucha falta. Una oficina como AOT fue una realidad porque existían concursos públicos y parte del éxito de AOT y de su transcendencia se debió a estos. Artículos 93 Respecto de los concursos, pude ver la entrevista que le hicieron a tu papá y efectivamente decía que la oficina sobrevivía por los concursos, cosa que ahora es impensable. ¿Qué problemas conlleva la falta de concursos públicos? Presumo que es el gran problema de la arquitectura peruana hoy en día. Es imposible que una oficina se mantenga solo por concursos; las oficinas, por ejemplo la mía, conseguimos trabajos recurrentes, pero dependemos de mil estrategias en el tiempo para lograrlo. Pero el problema es mayor cuando sales de la universidad, pues puede haber gente muy capaz, con mucha vocación y dispuesta a hacer su mejor esfuerzo, pero no tiene el espacio para demostrar eso. Son justamente los concursos públicos los espacios para demostrar la capacidad y la vocación. Es lo ideal en cualquier parte del mundo y el punto de partida para seguir apostando por la carrera. Hay arquitectos con muchas capacidades que pierden las esperanzas en el camino por la falta de oportunidades. En la misma entrevista, tu papá menciona estas dos corrientes que comentabas hace un momento. ¿Cómo esa forma de organizar una oficina de AOT influyó en la creación de Metrópolis? Fue la influencia de Seoane en AOT lo que les permitió hacer una empresa de arquitectura que duró casi 50 años. Todo esto me hizo reflexionar sobre la trascendencia de una oficina de arquitectura e influyó en la creación de Metrópolis. Lo cierto es que en un primer momento firmaba como “José Orrego, arquitecto”, y recuerdo que hice un libro de mis primeros proyectos, que era amarillo y se llamaba José Orrego; la presentación estuvo a cargo de Bernardo Fort Brescia. Conversando un día con él, le pregunté por qué su oficina se llama Arquitectónica y no Bernardo Fort Brescia Arquitectos, y me contestó algo que me marcó y que después supe reconocer también en AOT. Si bien es cierto que la oficina se llamaba AOT Arquitectos, no era Arana, Orrego, Torres, Arquitectos. Era AOT, y era un nombre corporativo, finalmente. En el caso de Arquitectónica, tenía un ingrediente adicional: más que poner tu Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 94 apellido, como en un estudio de abogados, se trataba de buscar un nombre que permitiera tener una imagen corporativa, pues esto permitía abrir oficinas en cualquier parte del mundo y no necesariamente ser uno mismo quien está detrás de todo o estar presente físicamente. Vuelvo a la lección primera de Seoane, la que aprendió AOT y después usé en Metrópolis, que es la razón por la cual busco una imagen corporativa. Es algo que nunca se ha dado en el Perú; no hay ninguna oficina que haya trascendido a su propio tiempo. Sí ocurre en Estados Unidos, donde hay oficinas que tienen más de 100 años; no sé si también en Chile, pero sí lo he visto en Argentina. Pero acá, en el Perú, nunca ha sucedido que una empresa pase la posta a la siguiente generación. En una oficina de arquitectura sabes que tienes trabajo porque alguien lo encarga. En el caso de Metrópolis, alguien pide algo y tenemos que cumplir el objetivo de la persona o la empresa que lo encarga. Además estamos en la obligación de crear valor con ese requerimiento y sobre eso construir intelectual o académicamente. Ante todo buscamos cumplir con el objetivo de quien lo encarga y eso es lo que nos diferencia. Si no entiendes qué es lo que el cliente necesita, como en el caso del arquitecto que hace lo que le da la gana, simplemente nunca te volverán a llamar. Nosotros estamos buscando el cliente recurrente, el que vea que nosotros le damos un valor a su encargo, y que muchas veces no es necesariamente arquitectura de autor. Aunque por supuesto también hacemos arquitectura de autor, casas o edificios. Pero para que una oficina funcione debe tener la capacidad de cumplir con los proyectos tipo encargo, que significa manejar todas las variables que hacen posible un proyecto. Claro, son justo esas variables, la parte técnica, lo que también da valor a un proyecto. Pero creo que también es importante para una oficina que existan proyectos de autor o incluso otras actividades que mantengan la parte académica o de exploración siempre presente. ¿Cómo ves este tema de hacer Artículos 95 encargos, pero a la vez hacer arquitectura de autor y explorar, investigar o proponer? ¿Esto también se daba en AOT? Después de 25 años, me doy cuenta de que he sido consecuente con lo que quise y he logrado hacer una oficina como la que quería y más. Todo como consecuencia de tener un enfoque empresarial, porque si eres un buen empresario entiendes que no todo es hacer negocio. Encuentras otras cosas que son valiosas y que, si tienes cierto nivel de gestión, puedes arriesgarte a hacerlas. Y esto lo vi también en AOT. Hoy, por ejemplo, además de Metrópolis, hago una serie de cosas que no tienen nada que ver con el negocio de una oficina de arquitectura, como mi labor en la Bienal de Venecia o en la Asociación Peruana de Estudios de Arquitectura, que son cosas que hago porque quiero hacerlas, y estoy dispuesto a invertir recursos y tiempo. Me compro pleitos como lo de la Bienal de Venecia, que para bien o para mal tenemos un espacio ahí, en un evento internacional que va a permitir que este año podamos convocar un concurso más amplio, que haya propuestas de todo tipo y que puedan estar en Venecia. Y eso también lo he aprendido de AOT. Por ejemplo, tuve la suerte de que cuando estaba practicando allí, durante la universidad, me invitaron a un par de concursos para jóvenes arquitectos, de la UBA. Torres estaba metido, pero no era ningún negocio para ellos. Es más, le costábamos plata, tenían que viajar y hacer una serie de cosas. Con eso entendí que más allá de esta gran oficina había también concursos, exploraciones, publicaciones… Recuerdo que, tras el concurso, Carlos Torres y yo empezamos a armar una revista que se llamaba Umbral, que si hubiese seguido sería lo que es Arkinka hoy en día, pues nació con los mismos principios. Por otro lado, en ese entonces Torres fue nombrado decano de la UPC, pero fallece y fue reemplazado por Cruchaga. Cuando Torres fue decano de la UPC me llamó y yo le paso la voz a Juan Carlos Doblado para hacer un taller, pero, bueno, como ya no estaba Torres, no se dio. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 96 Han transcurrido 57 años desde que AOT inició su trabajo en 1958. ¿Qué ha pasado desde entonces hasta ahora en la arquitectura peruana?, ¿cómo ha cambiado? Entiendo que los socios de AOT fueron alumnos de Belaunde. ¿Cuánto influyó tener un presidente arquitecto en esa época? Claro, fueron alumnos de Belaunde. Él tenía un grupo de gente con la que se juntó y además eran del mismo partido, pero esto no influyó o benefició a AOT, pues ellos no entraron en temas políticos. Lo que sí influyó fue el hecho de haberlo tenido como profesor, el compartir un enfoque particular de la arquitectura. Por eso se dio lo que yo considero la época dorada de la arquitectura. Fueron unos años muy bonitos. Recuerdo que cuando se funda el Colegio de Arquitectos mi papá me comentaba que los miembros se reunían en un chifa. Esa era la escala de la agremiación, con lo cual ves que el nivel personal de comunicación era tremendo porque hubo un grupo muy compacto de gente que se conocía. Además, el Perú tuvo un primer presidente arquitecto que decidió que todo era concursable entonces, había pocos arquitectos con muchos concursos, si eras consistente en los concursos, empezabas a ganarlos y no eran sobre ideas, sino proyectos construibles. Esos fueron buenos tiempos porque la ley lo permitía. La ley obligaba a que todo espacio público y edificio público sea asignado por concurso. ¿Y qué paso en el camino? ¿Por qué el tema de los concursos no sigue con esa fuerza? Un golpe muy fuerte que nadie ha podido poner en cifras de cómo impactó en la arquitectura fue la crisis de los años ochenta y el hecho de que desaparecieran los concursos. En esa época no se tenía la posibilidad de hacer nada. Hoy día si pones una oficina de arquitectura consigues algo. Era otro tiempo que ya no era el de mi papá, el de AOT, el de los concursos. Cuando entra Fujimori, después del desastre económico de los años ochenta, se busca la reducción del Estado y, debido a ello, se desmontan muchas entidades dedicadas al planeamiento y se reconfigura la Ley de Incorporación del Artículos 97 Estado que en ese momento se llamaba Conasuco y después se convierte en el Consucode. Todo lo que estaba en el Conasuco, que organizaba los concursos de arquitectura, que eran parte de todas las plataformas contratadas por el Estado, se simplifica a concursos de precio. En la actualidad, los proyectos públicos en el Perú se circunscriben a expedientes técnicos que concursan al menor precio, con lo cual la arquitectura no tiene ningún valor. No se privilegia la calidad y ese es un error estratégico. Y el Colegio de Arquitectos fue el gran culpable en esa época porque sus miembros estaban en ese momento en un conflicto interno y no tuvieron ninguna participación ni defendieron la posición. Hoy en día, después de veintitantos años, es muy difícil explicar la importancia de realizar concursos de arquitectura. Además, ahora existen una serie de agentes interesados, como los consultores, a los que no les interesa que todo esto cambie, ya que disponen de toda una estructura dedicada a elaborar expedientes técnicos. Y muchas veces se piensa que el arquitecto es un tipo complicado que va a demorar más estos expedientes. Se pueden hacer concursos públicos, pero bajo una forma totalmente compleja, pues es la única forma que lo permite el Estado al no haber un marco legal para efectuarlo de otra manera; ninguna autoridad cuenta con concursos. Yo lo he visto, en tres oportunidades: el caso del Museo Nacional, el de Machu Picchu y el del Archivo de la Nación. Para ponerlo simple, lo que suele pasar en muchos casos es que te contacta el consultor, contrata al arquitecto y se hace el edificio. Ese fue el caso del Museo de la Nación o del Centro de Convenciones, que la consultora ya tiene su arquitecto y hacen su proyecto y si tenemos suerte, se logra un buen trabajo. Entonces, esa pérdida de concursos de arquitectura fue nefasta, y lo desafortunado, además, es que se generó una paradoja: la gran oportunidad para los arquitectos en el Perú siempre fue participar en concursos de arquitectura, pero al no haber concursos públicos el arquitecto queda circunscrito al ejercicio privado, después de una crisis, con lo cual quedan pocas oficinas sobreviviendo del diseño. Hoy calculo que no son más de 100 oficinas en el Perú que subsisten Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 98 y viven del diseño, todo ese espacio ha sido cubierto por otras opciones. En paralelo, nunca antes han salido tantos alumnos de las escuelas de Arquitectura que no tienen la oportunidad efectiva de ejercer la carrera. Para mí el recuperar los concursos de arquitectura generaría un gran dinamismo que volvería a colocar la arquitectura en la sociedad como una profesión necesaria y no como una profesión de lujo que, al parecer, es la sensación que da actualmente. Ahora quisiera hacerte unas preguntas rápidas, de ida y vuelta: ¿Cuál consideras que es la obra más contemporánea de AOT, con un lenguaje y un discurso que podría encajar en estos días? El aeropuerto fue un proyecto de una trascendencia importante. A pesar de que no ha mantenido sus características originales, es una obra que no ha perdido la capacidad de reciclarse. ¿La obra más exitosa? El edificio de IBM, porque fue una obra que de alguna manera fue muy visible internacionalmente. Asimismo, incorporó una nueva forma de hacer oficinas en el Perú. ¿La más controversial? Probablemente el Acuerdo de Cartagena, porque fue uno de esos proyectos donde exploraron mucho con el concreto y tenía bastante semejanza con la Municipalidad de Boston. Es muy parecido en términos de imagen, la expresión del material, similar volumetría. ¿El más logrado? Yo creo que el edificio de Química Suiza, porque es un proyecto inmortal, fue ganador del premio Chavín de Arquitectura. Se mantiene vigente. Artículos 99 Cambiando de tema, entiendo que no conociste a tu abuelo; sin embargo, quisiera saber cómo influyó su imagen en tu padre, en AOT y luego en ti. Tu abuelo fue una persona muy influyente e importante, ¿alguna vez sentiste el peso del apellido? Yo tuve conciencia de quién era mi abuelo mucho tiempo después, cuando leí sus libros. Más allá de ser figura de un partido político, era por excelencia un filósofo, un pensador de los que ya no existen hoy en día. Como Haya de la Torre, Mariátegui o Vallejo, gente que tenía una visión de país. Mi abuelo era alguien que estaba en constante relación con el mundo de las ideas. Hoy eso ya no se ve, lo que hay es gente que opina, pero no gente que imagina y que tenga una visión filosófica de cómo enfrentar la vida, sacar adelante el país, eso no existe. Yo he observado esa capacidad de reflexión después en mi papá, porque para él esas épocas fueron duras, además mi abuelo era perseguido. A mi padre le costó terminar la carrera y pagársela, luchó muchísimo. Me consta lo duro que fue para él ejercer la arquitectura y hacer lo que hizo, a él y a sus socios. Esa capacidad reflexiva que tenía mi abuelo y tiene mi padre para hacer todas las cosas ha influido mucho en mí, es parte de lo que yo he heredado. Siempre pensar un poco más, con la visión social que ambos me legaron, no buscar solo el beneficio personal sino el común, y actuar correctamente. Y al final la arquitectura debe tener mucho de eso también, ¿no? Así es. De alguna manera la política ha sido parte de tu familia, ya que tu abuelo fue congresista y socio fundador del APRA y tu padre fue ministro. ¿Cómo influyó el tema político en tu ejercicio profesional?, ¿cómo influye la política en la arquitectura? Siempre me he mantenido muy alejado del tema político, y si bien mi padre tenía una posición política clara nunca fue abierto en inculcarla o mostrarla Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 100 en la casa. Yo creo que él respetó el espacio de cada uno, de su posición política, nunca hubo una sensación de imponer alguna idea. Pero, más allá de eso, es evidente que sí existe una relación entre política y arquitectura. Por ejemplo, los concursos públicos son, después de todo, una decisión política. Yo creo que sí. Para poder hacer arquitectura, es imprescindible el tema político. Si bien a mí no me gusta la política, es necesaria la capacidad de tener un discurso político. Es más, considero que es la única forma de negociar y de poder hablar el mismo idioma. Si hablas con un discurso etéreo hay poca posibilidad de que algún político se interese y que se concrete un proyecto. Pero si el discurso usado tiene acentos políticos, los proyectos van a ser posibles de lograrse. Para terminar, quisiera saber qué opinas sobre esta investigación sobre el trabajo de tu padre, sobre AOT. ¿Crees, como yo, que este libro también es una forma de trascender? Sí, yo también lo veo así, y pienso que es un justo tributo. Porque AOT, entre las oficinas locales, no ha tenido suficiente difusión y reconocimiento, no se ha valorado lo que significó para la historia de la arquitectura en el Perú. Además, veo que su obra ha trascendido, y el hecho de que se publique un libro es un justo homenaje a una de las oficinas más grandes de arquitectura que han existido en el Perú. Es una pena que no se haya hecho antes, porque hubiese sido bonito con todos los socios en vida, para que puedan recibir este reconocimiento. Pero creo que nos puede servir como una buena experiencia, por las mismas razones. Esta es una buena oportunidad para las siguientes generaciones; contar esta historia, y demostrar que es posible, puede motivar a hacer el esfuerzo adicional que se requiere. Artículos 101 Creo que vale la pena hacer un libro sobre lo que significó AOT en la arquitectura peruana, porque de repente, como ellos no estaban tan vinculados al tema académico, muchas veces no se visualiza la trascendencia del trabajo que hicieron, sobre todo en los años dorados de la arquitectura peruana, los sesenta. Cuando termina la entrevista, Pepe se despide, pero antes me obsequia unos cuadernos y blocks con el logo de Metrópolis, muy bien elaborados. La lección de Seoane, que aprendió AOT y que ahora utiliza Metrópolis, está presente en esos cuadernos que me regala. Además de todo lo enseñado en las escuelas, la arquitectura es arte, ciencia, técnica y —por qué no decirlo— es también una empresa. Esa es también una manera de trascender. Este libro que tienes en tus manos lo ha demostrado. Artículos El edificio Química Suiza Diseñar o el arte de encontrar la forma más simple para un programa Jorge Sánchez Arquitecto egresado de la UPC con una maestría en Vivienda y Urbanismo por la Architectural Association de Londres. Socio fundador de Nómena Arquitectura, estudio dedicado a proyectos de diversa índole y escala. Ha escrito columnas sobre arquitectura y urbanismo para el diario El Comercio y actualmente para Publimetro. Ha sido profesor del taller de Diseño en UPC y del taller de Diseño de Vivienda en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Lima. Es investigador del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima y coautor del libro Con posiciones: 20 aproximaciones a la arquitectura peruana. “Diseñar es encontrar la forma de apariencia más simple para un programa arquitectónico”. Esta sencilla pero potente frase resuena en mi cabeza desde que la leí por primera vez en la introducción a la primera edición en inglés de Metropolis Architecture. La cita corresponde a Friedrich Ostendorf, un poco conocido personaje que tuvo entre sus connotados estudiantes a Ludwig Hilberseimer, arquitecto alemán cuyo gran infortunio fue haber compartido generación y nacionalidad con el gran Mies van der Rohe. Ahora, en tiempos en que la arquitectura vale más por sus complicaciones o disfuerzos que por la simpleza de sus formas, la frase de Ostendorf cobra más relevancia que nunca. Cuando la Universidad de Lima me pidió elegir una obra de la oficina Arana Orrego Torres para escribir un artículo, no dudé en escoger esa frase como punto de partida. Dentro de la arquitectura peruana contemporánea, ¿qué mejor que el portafolio de AOT para tratar de explorar la síntesis de programas complejos en formas “simples”? A lo largo de sus más de 40 años de existencia, AOT desarrolló un portafolio en el que destacan edificios de programas complejos, que van desde oficinas corporativas hasta aeropuertos. Y, dentro de este portafolio, no parece haber un trabajo efectuado que refleje esta síntesis con mayor contundencia que una de sus primeras obras construidas: el edificio principal de Química Suiza. 103 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 104 Un breve análisis de este sobrio pero notable edificio corporativo me ha permitido encontrar una poco explorada filiación entre la esencia de su arquitectura y la cultura relacionada a la empresa, o más bien a su origen. Teniendo en cuenta la habitual dificultad para lograr que edificios corporativos representen —o, en todo caso, sean capaces de materializar— algunos de los valores de las empresas que albergan, en este caso se advierte que la comunión entre AOT y Química Suiza fue una interesante excepción. Los arquitectos corporativos El edificio Química Suiza fue diseñado a comienzos de 1966, poco tiempo después de que el grupo concluyera su proyecto más emblemático: el aeropuerto internacional Jorge Chávez. Si bien el proyecto para el concurso fue desarrollado con los experimentados Miguel Bao y Luis Vásquez Pancorvo, el grupo conformado por Daniel Arana, Antenor Orrego y Juan Torres se consolidaría como oficina a partir de ese momento. A pesar de su relativa juventud (ninguno sobrepasaba los 36 años), la calidad del trabajo llevado a cabo en el aeropuerto les posibilitó ganar rápido reconocimiento. Luis Icaza, gerente administrativo de Química Suiza en esos años, cuenta que la selección de una oficina de arquitectura no resultó muy complicada para los propietarios. “En 1966, AOT no tenía más de cuatro o cinco años de constituida, pero acababa de terminar el aeropuerto internacional y las empresas comenzaban a fijarse en ellos”. Durante el largo tiempo en que operó la firma, su reputación la llevaría a ser responsable de diseñar varios de los principales edificios corporativos e institucionales del país, algunos obtenidos por encargo directo, y muchos de ellos a través de concursos públicos. Con el tiempo, esta constancia en el trabajo consiguió que AOT alcanzara una coherencia profesional como muy pocas oficinas peruanas han logrado. Artículos 105 El emplazamiento Desde su fundación, a fines de los años 1930, hasta fines de los 1950, Química Suiza funcionó en distintas instalaciones del Cercado de Lima. En 1949 mudaron sus oficinas al edificio Belén, un bello local estilo art déco ubicado sobre un lote triangular aislado, junto a la avenida Uruguay. Con el crecimiento de la empresa y la demanda de más espacio de oficinas y almacenaje, los directores decidieron comprar el terreno de la urbanización Santa Catalina en el distrito de La Victoria, en 1965. El lugar resultaba propicio, pues si bien la esquina de Paseo de la República con Javier Prado era aún un “pampón” desocupado, podía preverse la consolidación de un nuevo nodo comercial para Lima. Además, paralelamente, se ponía en marcha la construcción de la vía expresa del Paseo de la República —o simplemente zanjón—, que conectaría el centro con los distintos distritos hacia el sur de la ciudad. Si bien el edificio actual ocupa dos lotes sobre los que se construyen tres edificios (dos originales y una posterior ampliación), Icaza comenta que los directores pensaron en comprar un tercer lote para así poder —casi— completar la manzana, aunque este fue finalmente adquirido por la desaparecida tienda Hogar. Icaza explica que si bien el primer proyecto realizado por Orrego —el socio de la oficina encargado del proyecto— tenía la misma organización rectangular en planta, la construcción constaba solo de cuatro niveles de altura. “Ya con la obra comenzada y los cimientos hechos, la municipalidad cambió los parámetros de construcción, lo que facilitó levantar hasta quince pisos. Luego de consultar con el calculista del proyecto, el ingeniero Héctor Gallegos, se determinó aumentar dos pisos más, siendo el último de estructura liviana, que es como luce hoy”. A pesar de su relativa baja altura, su estratégica ubicación, contundente volumetría y particular recubrimiento fueron elementos que convirtieron al edificio en un referente para todo aquel que cruzara por aquella transitada intersección. Sin embargo, a comienzos del nuevo siglo la sede del banco Interbank le quitó el protagonismo que mantuvo durante casi cuarenta años. Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 106 Una cultura de simpleza, sobriedad y racionalidad Si bien, debido al temprano reconocimiento de la joven oficina, puede haber parecido “natural” que los directores de la empresa (de nacionalidad suiza) eligieran a AOT para el encargo de diseñar sus nuevas oficinas, pienso que influyó también la relación cultural de ambas empresas, aunque quizás no de manera consciente. Planteo que, en todo caso, aquella relación se trató de una “feliz coincidencia” de visiones sobre una cultura constructiva. Icaza señala que el encargo del entonces director de Química Suiza, Federico Mulder, consistió en que se levantara un edificio simple, sobrio, elegante, fino y económico. Para AOT, el ser contratados para diseñar el edificio principal de una compañía suiza puede haber caído como anillo al dedo en la idea de proseguir un camino ya iniciado con edificios como el aeropuerto Jorge Chávez: el de encontrar la forma de apariencia más simple para un programa arquitectónico complejo. En efecto, podemos descubrir mucho de la tradición constructiva suiza en las prácticas de AOT: la simpleza o reducción de las formas, la persistencia y repetición de las ideas, el respeto por el trabajo preciso con el material, entre otras. Una modernidad madura Si bien AOT no lo hace explícito, y sería más fácil encajar su trabajo dentro de una “receta” sobre cómo hacer arquitectura moderna, las coincidencias entre sus proyectos —particularmente en su etapa inicial—, así como las características de una cultura arquitectónica suiza, no son pocas y se aprecian notoriamente en el edificio de Química Suiza. La elección de una forma “pura”, organizada mediante una grilla estructural como punto de partida, no es solo una característica de este edificio. La rigurosidad con la que se adecúan programas complejos a esta premisa se evidencia también en edificios como el pabellón central de la Universidad Cayetano Heredia, los laboratorios Parke Davis y, por supuesto, en el gran Artículos 107 prisma del aeropuerto Jorge Chávez. La estructura aquí no se entiende únicamente como el esqueleto que sostiene las funciones, sino como un sistema que admite ordenar y simplificar la organización de las distintas partes de un programa complejo. Si bien esta radicalidad en el manejo de la forma-estructura podría rastrearse hasta Mies Van der Rohe, propongo revisar el trabajo de arquitectos suizos —casualmente contemporáneos a la oficina peruana— como Livio Vacchini o Luigi Snozzi que como clara fuente de estudio tuvieron a los grandes maestros modernos Le Corbusier, Mies y Kahn y supieron reinterpretarlos asentando las bases de la arquitectura suiza contemporánea. Tanto en los primeros edificios de AOT como en la vasta obra de Vacchini y Snozzi se lee la repetición de las mismas formas, el intento de materializar las mismas ideas. En estos la arquitectura es entendida como tipo, o más bien como arquetipo. La función no determina la forma; la función puede venir luego o incluso intercambiarse. Estos proyectos se alzan como estructuras asépticas, más bien genéricas y hasta autorreferenciales. Dependen de un orden y una organización espacial propia y no de ningún programa específico. Si bien en la obra de Vacchini y Snozzi —y podríamos agregar igualmente la obra de Aurelio Galfetti— se muestra la persistencia de la cultura de la arquitectura moderna, se podría afirmar que existe también una constante búsqueda por seguir una tradición. En su obra se intenta responder a la pregunta sobre cómo ser moderno en un contexto local. En la arquitectura suiza el dominio de la técnica y la “verdad constructiva” es la tradición por seguir. Y aquí podemos trazar un paralelo más con las primeras obras de AOT, y muy en particular con el edificio de Química Suiza. Organización espacial La planta del edificio principal es un rectángulo de organización central, dividida en 12 cuadrantes. Los dos cuadrantes centrales están ocupados por 2 bloques servidores —escaleras y ascensores hacia el norte y baños y depósitos Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 108 hacia el sur— y dejan los 10 cuadrantes restantes hacia el perímetro, con lo cual se logra la iluminación natural de todos los ambientes y oficinas, debido a la poca profundidad del espacio restante. Con esta simple pero muy lógica organización, el edificio pudo adaptarse a las variaciones de sus funciones en sus casi 50 años de existencia. Hoy, las oficinas y salas de gerencia siguen ocupando el cuarto piso y, gracias a esta racionalidad estructural, el sótano —pensado originalmente como almacén— es utilizado como estacionamiento. Arquitectura entendida como construcción Si uno revisa los posteriores proyectos de AOT, podría pensar que su obra quedó atrapada en una modernidad entendida como estilo. Quizás Química Suiza sea una de las excepciones, donde el dominio de la técnica constructiva resulta un punto esencial en el diseño. Ajenos a los discursos teóricos sobreelaborados, se observa que en AOT aprendían construyendo mediante la repetición sucesiva de formas y detalles. Algunos ensayos que se efectuaron en este edificio, como el uso del cerámico blanco, material bastante inusual para un edificio corporativo, terminaron siendo una característica fundamental del edificio. Otros, como el diseño de una carpintería exterior específica para la obra, los acercan, asimismo, a la tradición de constructores suizos. El edificio de Química Suiza se podría considerar no solo uno de los mejores edificios diseñados por AOT, sino también un ejemplo entre los edificios corporativos más elegantes construidos en Lima. La idea de entender el diseño como el arte de encontrar la forma más simple para un programa se pone de pleno manifiesto en este edificio, donde la precisión y la presencia conjugaron para crear una arquitectura de sobria permanencia. Imágenes de archivo Imágenes de archivo Club Grau, 1957 Aeropuerto Jorge Chávez, 1961 Parke Davis, 1962 Centro Cívico, 1965 Aeropuerto Velasco Astete, 1966 Edificio Faucett, 1966 Richard O. Custer, 1966 Senati, 1966 Edificio IBM, 1968 Química Suiza, 1968 Acuerdo de Cartagena, 1970 Las Naciones, 1975 El Ejecutivo, 1976 109 Imágenes de archivo Club Grau, 1957 Figura 1: Concurso Grau Piura Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 111 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 112 Figura 2: Concurso Grau Piura Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Aeropuerto Jorge Chávez, 1961 Figura 1: Nota periodística Fuente: Archivo Juan Torres 113 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 114 Figura 2: Pista de aterrizaje Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 115 Figura 3: Torre de control Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 116 Figura 4: Terminal de pasajeros Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 117 Figura 5: Torre de control Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 118 Figura 6: Belaunde visita la obra Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 119 Figura 7: Rampa de ingreso Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 120 Figura 8: Terminal de pasajeros Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 121 Figura 9: Sala de espera Fuente: Archivo Juan Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 122 Figura 10: Torre de control Fuente: Archivo Juan Torres Imágenes de archivo 123 Figura 11: Maqueta Fuente: Archivo Juan Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 124 Figura 12: Maqueta Fuente: Archivo Juan Torres Imágenes de archivo 125 Figura 13: Elevaciones Sur y Este Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Parke Davis, 1962 Figura 1: Ingreso Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 127 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 128 Figura 2: AOT y colaboradores Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 129 Figura 3: Exterior Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 130 Figura 4: AOT en su estudio Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Centro Cívico, 1965 Figura 1: Perspectiva Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 131 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 132 Figura 2: Perspectiva Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Aeropuerto Velasco Astete, 1966 Figura 1: Encasetonado Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 133 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 134 Figura 2: Columnas definiendo la galería Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 135 Figura 3: En obra Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 136 Figura 4: Detalle de encasetonado Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 137 Figura 5: En obra Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 138 Figura 6: Interior Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 139 Figura 7: Galería Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 140 Figura 8: Vista aérea Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 141 Figura 9: Sala de embarque Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 142 Figura 10: Perspectiva Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Edificio Faucett, 1966 Figura 1: Ingreso Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 143 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 144 Figura 2: Vista lateral de la galería Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Richard O. Custer, 1966 Figura 1: Vista desde los jardines Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 145 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 146 Figura 2: Ingreso Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 147 Figura 3: Jardín intermedio Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 148 Figura 4: Espejo de agua Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Senati, 1966 Figura 1: Vista del patio desde la galería Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 149 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 150 Figura 2: En obra Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 151 Figura 3: Plot plan Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 152 Figura 4: Fachada Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 153 Figura 5: Exterior del conjunto Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 154 Figura 6: Fachada lateral Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Edificio IBM, 1968 Figura 1: Perspectiva Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 155 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 156 Figura 2: Vista general Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 157 Figura 3: Ingreso Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 158 Figura 4: Fachada hacia Javier Prado Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo Química Suiza, 1968 Figura 1: Vista general del proyecto Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 159 Imágenes de archivo Acuerdo de Cartagena, 1970 Figura 1: Ingreso Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 161 Imágenes de archivo Las Naciones, 1975 Figura 1: Perspectiva Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 163 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 164 Figura 2: Detalle del encasetonado Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo 165 Figura 3: Vaciado de techo Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 166 Figura 4: Detalle de fachada Fuente: Archivo Arana Orrego Torres Imágenes de archivo El Ejecutivo, 1976 Figura 1: Fachada Fuente: Archivo Arana Orrego Torres 167 Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento 168 Figura 2: Detalle del muro cortina Fuente: Archivo Arana Orrego Torres