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Arana Orrego Torres

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Colección Encuentros
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
Primera edición digital: septiembre, 2018
©
Universidad de Lima
Fondo Editorial
Av. Javier Prado Este 4600,
Urb. Fundo Monterrico Chico, Lima 33
Apartado postal 852, Lima 100, Perú
Teléfono: 437-6767, anexo 30131
[email protected]
www.ulima.edu.pe
Edición: Fondo Editorial de la Universidad de Lima
Diseño y carátula: Carrera de Arquitectura
Coordinación del proyecto: Oficina de Proyectos Académicos de la Carrera de Arquitectura
Versión e-book 2018
Digitalizado y distribuido por Saxo.com Perú S. A. C.
https://yopublico.saxo.com/
Teléfono: 51-1-221-9998
Avenida Dos de Mayo 534, Of. 304, Miraflores
Lima - Perú
Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro, por cualquier medio,
sin permiso expreso del Fondo Editorial.
ISBN 978-9972-45-453-0
Contenido
pág. 0 9
Presentación
pág. 011
Introducción
VIDA Y OBRA
pág. 017
Cronología
ENSAYOS
pág. 35La modernidad viene en avión
Elio Martuccelli
pág. 43La idea de lo público en la arquitectura de Arana Orrego Torres
Sharif S. Kahatt
pág. 63El Tao de AOT
Gonzalo Torres
pág. 73Diálogo con Antenor Orrego
Michelle Llona, Fernando Mosquera
ARTÍCULOS
pág. 85Conversaciones con José Orrego, un practicante en AOT
Daniel Rondinel
pág. 103El edificio Química Suiza
Jorge Sánchez
IMÁGENES DE ARCHIVO
pág. 111Club Grau, 1957
pág. 113 Aeropuerto Jorge Chávez, 1961
pág. 127 Parke Davis, 1962
pág. 131 Centro Cívico, 1965
pág. 133 Aeropuerto Velasco Astete, 1966
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
8
pág. 143 Edificio Faucett, 1966
pág. 145 Richard O. Custer, 1966
pág. 149 Senati, 1966
pág. 155 Edificio IBM, 1968
pág. 159 Química Suiza, 1968
pág. 161Acuerdo de Cartagena, 1970
pág. 163 Las Naciones, 1975
pág. 167 El Ejecutivo, 1976
9
Presentación
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
AOT significa más que una sigla para la arquitectura peruana contemporánea.
Durante más de cuarenta años fue probablemente la más organizada oficina de
arquitectos que tuvo el Perú, y realizó obras de singular importancia, como el
aeropuerto internacional Jorge Chávez, el edificio Química Suiza, la sede de IBM,
entre otras edificaciones de las que da cuenta el presente libro.
Formado por los arquitectos Carlos Arana Holder, Antenor Orrego Spelucín y Juan
Torres Higueras, este colectivo también supo ser una empresa que desde 1958, y
por más de cuatro décadas, brindó un servicio de calidad de la más alta categoría
internacional. Por eso nos parece importante resaltar su trayectoria, como un
paradigma de emprendimiento de elevado nivel profesional y un ejemplo para las
futuras generaciones de arquitectos.
Esta obra continúa la serie de publicaciones que desde el 2012 viene realizando la
Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, en torno a figuras destacadas
de la arquitectura peruana contemporánea, con el propósito de contribuir al
conocimiento y valoración del denominado Movimiento Moderno en el Perú.
Lima, agosto del 2017
Arq. Enrique Bonilla Di Tolla
Director
Carrera de Arquitectura
Universidad de Lima
11
Introducción
En 1958 se asocian tres arquitectos: Carlos Arana Holder, Antenor Orrego
Spelucín y Juan Torres Higueras, y forman una oficina de diseño arquitectónico,
urbanismo, construcción e inspección de obra, conocida hoy como AOT. El Club
Grau de Piura fue la primera obra de esta asociación, obtenida por concurso
público. Las grandes obras de AOT fueron ganadas bajo esta modalidad, y el
aeropuerto internacional Jorge Chávez fue la más importante de ellas.
Luego de 40 años de asociación, lentamente la oficina cesa su actividad y hoy
en día la oficina ya no desarrolla proyectos. Los documentos de arquitectura,
planos, perspectivas, fotografías, recortes de diarios y diplomas se encuentran
en dos archivos que pudimos consultar: el archivo de Antenor Orrego y el de
la familia Torres.
La exposición sobre AOT tiene cinco ejes temáticos: Tiempo, Obras,
Concursos, Gestión y Viajes. Con esta estructura se pretende, además de
mostrar la producción de la oficina en el tiempo, narrar las otras caras de una
oficina de arquitectura: los proyectos no construidos, los viajes de estudio
realizados y, a través de una conversación con uno de los arquitectos, el día
a día de la profesión.
Tiempo. Una línea del tiempo de la oficina de arquitectura muestra las obras
comprendidas entre 1965 y 2000, etapa de surgimiento y producción central
de AOT. Para contextualizar el período, se incluyeron los principales edificios,
eventos y premios nacionales e internacionales ligados a la arquitectura.
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
12
Obras. Una selección de ocho obras construidas, algunas premio nacional;
otras, piezas icónicas de la ciudad. Esta selección se basó no solamente en
la envergadura del proyecto, sino también en los documentos originales
encontrados. Planos y maquetas a la misma escala suman información para
la comprensión completa de cada obra.
1957
Club Grau de Piura
1960-1964
Aeropuerto internacional Jorge Chávez
1961-1962
Laboratorios farmacéuticos Parke Davis (demolido)
1966
Compañía Richard O. Custer
1966
Centro Nacional Senati
1966
Aeropuerto Velasco Astete
1967-1968
Compañía Química Suiza
1968
IBM del Perú
Concursos. Una selección de cinco proyectos ganados en concursos nacionales,
no necesariamente llevados a cabo, pero de gran envergadura. Una serie de
imágenes, perspectivas y diplomas de estos proyectos se acompaña de un
audio en el que el arquitecto Orrego cuenta las estrategias de intervención
para cada uno.
1957
Club Grau de Piura
1960-1964
Aeropuerto internacional Jorge Chávez
1962
Sede Peugeot Buenos Aires
1970
Ministerio de Agricultura
1972
Hotel de Turistas de Machu Picchu
Gestión. Una entrevista a Antenor Orrego para entender el funcionamiento
de la oficina de arquitectura, sus inicios, los primeros clientes, los grandes
Introducción
13
proyectos y la organización del trabajo. Todos estos temas se sintetizan
también en un catálogo que AOT edita e imprime en 1983, por los 25 años de
su fundación.
Viaje. Los viajes de arquitectura son siempre viajes de estudio. Como oficina,
los tres socios hacen tres viajes juntos: el primero a la selva para el proyecto
de tesis; el segundo, por un mes recorren varias ciudades de Europa; y el
tercero es un viaje organizado por IBM para conocer todas las plantas de la
compañía. El álbum del segundo viaje, fotografías todas de Juan Torres, se
expone en pequeños capítulos o cuadernillos tal cual AOT lo tenía guardado,
para hacer el mismo recorrido que hicieron en 1964.
Michelle Llona / Fernando Mosquera
Curaduría e investigación
Cronología
Vida y obra
Cronología
15
Cronología
Cronología
1956
Galerías Boza, Cercado, Lima
1957
Club Grau de Piura, Piura
1960
Altar del VI Congreso Eucarístico Nacional, Piura, Piura
1961
Club de Cabos y Marineros, Callao
1961
Terminal de pasajeros Callao, aeropuerto internacional
Jorge Chávez, Callao
17
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
18
1961
Centro comercial Maranga, San Miguel, Lima
1961
Instituto Lingüístico, Lurín, Lima
1961-1962 Laboratorios farmacéuticos Parke Davis y Cia. del Perú, Ate, Lima
Cronología
19
1962
Conjunto Vecinal, Sistema autoayuda de casas prefabricadas,
Callao
1962
Instituto del Mar del Perú, Callao
1962
Edificio Peugeot, Buenos Aires, Argentina
1963
Edificio Atlas, Chimbote, Áncash
1963
Edificio Salena, Miraflores, Lima
1964
Edificio Kennedy, Miraflores, Lima
1964
Centro de rehabilitación, Lima, Lima
1964
Terminal de pasajeros Pucallpa, Pucallpa
1964
Terminal de pasajeros Callao, aeropuerto internacional
Jorge Chávez, arquitectura interior, Lima, Lima
1964
Casas tipo urbanización Maranga, San Miguel, Lima
1965
Concurso: Centro Cívico, Cercado, Lima
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
20
1965
Edificio Repe, Cercado, Lima
1965
Fábrica de cemento Yura, Arequipa, Arequipa
1965
Fábrica de Tejidos La Unión Ltda., Santa Anita, Lima
1965
Laboratorios farmacéuticos Pfizer, Callao
1965
Clínica particular Callao, Callao
1965
Hospital Naval de Iquitos, Iquitos, Loreto
1965
Terminal de pasajeros Ayacucho, Ayacucho
1965
Edificio de departamentos El Conquistador, Miraflores, Lima
1965
Edificio de departamentos Polaris, San Isidro, Lima
1965
Viviendas para personal subalterno y civil de carrera de la Armada
Peruana, Lima, Lima
1966
Compañía Richard O. Custer S.A., Pueblo Libre, Lima
Cronología
21
1966
Playa de estacionamientos El Sol, San Isidro, Lima
1966
Centro Nacional Senati, Los Olivos, Lima
1966
Edificio Perel, San Isidro, Lima
1966
Cuartel de Bomberos, Callao
1966
Cuartel de la Policía, Callao
1966
Fábrica de vidrios y cristales de seguridad T.T.X.S.A., Lima, Lima
1966
Laboratorios farmacéuticos E.R. Squibb & Sons, Lima, Lima
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
22
1966
Compañía de aviación Faucett, Callao
1966
Oficinas y depósitos Invitros S.A., Lima, Lima
1966
Edificios de departamentos Poli, Miraflores, Lima
1966
Edificios de departamentos Puntamar, Callao
1966
Edificio de departamentos Zemel, Miraflores, Lima
Cronología
23
1966
Terminal de pasajeros Cusco, aeropuerto Velasco Astete, Cusco,
Cusco
1966
Edificio El Sol, San Isidro, Lima
1967
Capitanía de Iquitos, Iquitos, Loreto
1967
Iglesia y teatro del colegio La Inmaculada, Surco, Lima
1967
Centro Comercial Córpac, Callao, Callao
1967
Edificio de departamentos Cantolao, Callao
1967
ECUASAL, Quito, Ecuador
1967
Universidad Peruana Cayetano Heredia, San Martín de Porres,
Lima
1967
Oficinas y depósitos Córpac, Callao
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
24
1967
Organización aviación civil internacional, Callao
1967
Club de paracaidismo deportivo, Collique, Lima
1967
Local Social Collique, Collique, Lima
1967
Edificios de departamentos Doral, San Isidro, Lima
1967
Pabellón de alojamiento Collique, Comas, Lima
1967
Edificio Cámara Peruana de la Construcción, Lima, Lima
1967-1968 Compañía Química Suiza S.A., La Victoria, Lima
1968
Edificio de Sudamérica Arequipa, Arequipa
1968
Edificio de Sudamérica Lima, Cercado, Lima
1968
Centro Comercial Industrial Callao, Callao
1968
Fábrica de cierres Rey, Callao
1968
Fábrica de hongos comestibles, Lima, Lima
Cronología
25
1968
Terminal de pasajeros Iquitos, Iquitos, Loreto
1968
Urbanización y viviendas tipo Santa Filomena, Lima, Lima
1962-1969 Laboratorios farmacéuticos Sandoz, Ate, Lima
1969
Casas unifamiliares, Banco Central Hipotecario del Perú, Arequipa,
Arequipa
1969
Capitanía de Chancay, Chancay
1969
Capitanía de Supe, Supe
1969
Fábrica de monturas de anteojos Armazones Ópticos del Perú,
Lima, Lima
1970
Caja de ahorros y préstamos para vivienda de Cusco, Cusco
1970
Mercado ferial de Nasca, Nasca, Ica
1970
Ministerio de Agricultura, Complejo administrativo del sector
público agrario, Lima, Lima
1970
Edificio sede del Acuerdo de Cartagena, San Isidro, Lima
1970
Banco de Lima, Lima
1970
Playa de estacionamiento Santo Toribio, Lima, Lima
1970
Centro Nacional Senati - Ampliación, Los Olivos, Lima
1970
Centro Comunal San Juan de Miraflores, San Juan de Miraflores,
Lima
1970
Centro Comunal Tahuantisuyo, Tahuantisuyo, Lima
1970
Centro de Observación Materno-infantil, Diversos pueblos jóvenes
1970
Estación de pasajeros puerto del Callao, Callao
1970
Conjunto habitacional, 800 casas, Ate, Lima
1970
Viviendas Listos S.A., Chimbote, Áncash
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
26
1971
Local Comunal Condevilla 2.a etapa, San Martín de Porres, Lima
1971
Conjunto habitacional Toquepala, Toquepala, Tacna
1971
Oficinas y depósitos INVITRO, San Luis, Lima
1972
Hotel de Turistas Machu Picchu, Aguas Calientes, Cusco
1972
Terminal de pasajeros Chimbote, Chimbote, Áncash
1973
Ministerio de Marina, Complejo de edificaciones, Callao
1973
Iglesia y centro parroquial, Lima, Lima
1973
Iglesia y centro parroquial Iquitos, Iquitos, Loreto
1973
Fábrica de equipos de telefonía, Callao
1973
Edificio sede de Induperú, La Molina, Lima
1973
Laboratorio Regional de Iquitos, Iquitos, Loreto
1973
Terminal de pasajeros Huaraz, Huaraz, Áncash
1973
Hotel de Turistas Huaraz, remodelación y ampliación,
Huaraz, Áncash
1973
Conjunto habitacional, 26 viviendas, Surco, Lima
1974
Edificio de departamentos Las Torres de San Isidro,
San Isidro, Lima
1974
Conjunto habitacional, 16 viviendas, Surco, Lima
1974
Terminal de pasajeros Rioja, Rioja, San Martín
1975
Club de invierno del Remanso, Chosica, Lima
1975
Hotel en Macchu Pichu, Aguas Calientes, Cusco
1975
Air France, oficinas, Lima, Lima
1975
Galería comercial La Gran Vía, Lima, Lima
Cronología
27
1975
Edificio Las Naciones, San Isidro, Lima
1975
Club Náutico Callao, Callao
1975
Country Club La Rinconada, La Molina, Lima
1975
Terminal terrestre y central de mantenimiento Villa APTL,
Chorrillos, Lima
1975
Hotel Residencial San Isidro, San Isidro, Lima
1975
Conjunto habitacional, 11 viviendas, Surco, Lima
1976
Bank of América, arquitectura interior, San Isidro, Lima
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
28
1976
Edificio Perulac, San Isidro, Lima
1976
Galería comercial Vía Veneto, Lima, Lima
1976
Edificio de oficinas El Ejecutivo, San Isidro, Lima
1976
Fábrica de productos químicos, Lima, Lima
1976
Laboratorios de investigaciones tecnológicas
pesqueras,
Lima, Callao
1976
Hotel Residencial Lima, Lima
1977
Edificio de oficinas, Breña, Lima
Cronología
29
1977
Laboratorios Favel S.A., productos de tocador Yanbal, Lima, Lima
1977
Oratorio del cementerio Israelí, Callao
1977
Edificio de departamentos, Breña, Lima
1978
IBM del Perú, La Molina, Lima
1978
Cinema y galería comercial, Lima, Lima
1978
Edificio comercial Santa Fe, Lima, Lima
1978
Conjunto Pancho Fierro, Surco, Lima
1978
Club Árabe Palestino, Surco, Lima
1978
Urbanización Pancho Fierro, Surco, Lima
1978
IBM del Perú, La Molina, Lima
1980
Edificios de oficinas para Promotora Fe, Lima, Lima
1980
Edificios de oficinas para Inversiones Financieras, Lima, Lima
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
30
1980
Edificio de oficinas El Presidente, San Isidro, Lima
1980
Centros Académicos de la PIP, comedores y servicios, Lima, Lima
1980
Edificio Los Nogales, San Isidro, Lima
1980
IBM del Perú, arquitectura interior, Lima, Lima
1980
Hotel Camino Real, remodelación, Tacna
1980
Hotel y casino Tacna, Tacna
1981
Fábrica de alimentos Purina, Chiclayo, Lambayeque
1981
Laboratorios farmacéuticos Alfa S.A., Lima, Lima
1981
IBM del Perú, tienda Camino Real, San Isidro, Lima
1982
Iglesia y centro parroquial, Magdalena, Lima
1982
IBM del Perú, tienda Banco Continental, Lima, Lima
1983
Edificio de oficinas EISA, San Isidro, Lima
1983
Colegio Médico del Perú, Miraflores, Lima
1983
Coliseo del colegio Markham, Miraflores, Lima
1984
Oficina Central de Higuereta, Surco, Lima
1984
Biblioteca y laboratorio del Colegio Reina de los Ángeles,
La Molina, Lima
1984
Iglesia y centro parroquial, Magdalena, Lima
1986
Taller de IV Escalón para el Ministerio de Marina, Ancón, Lima
1986
Cáritas de Lima, Arzobispado de Lima, Lima, Lima
1986
Casa de Comunidad de la Congregación de Madres María
Auxiliadora, Tumbes
1986
Congregación religiosa, Surco, Lima
1986
Fábrica de cierres Rey, ampliación, Callao
Cronología
31
1986
Country Club La Planicie, ampliación, La Molina, Lima
1986
Policlínico Infantería de Marina, Ancón, Lima
1986
Habitabilidad Oficiales de Marina, Ancón, Lima
1986
USAID – Estudio de Seguridad, Lima, Lima
1986
Compañía Química Suiza, ampliación, La Victoria, Lima
1987
Polígono de Tiro, techado, Chorrillos, Lima
1987
Piscina Olímpica del Colegio La Inmaculada, Surco, Lima
1987
Restaurante Turístico Sachún, Miraflores, Lima
1987
Santuario San José El Justo, Lima, Lima
1988
Cuartel de Bomberos, Salvadora Lima 10, Lima, Lima
1988
Polígono de Tiro, al aire libre, Callao
1988
Centro de Instrucción Técnica Naval, V Etapa, Callao
1988
Comedor y talleres de la parroquia Túpac Amaru, San Luis, Lima
1988
Coliseo, gimnasios y piscinas del Ministerio de Marina, Callao
1991
Cuadras de personal subalterno, FOE del Ministerio de Marina,
Callao
1994
Banco Interamericano de Finanzas, San Isidro, Lima
1994
Edificio de oficinas, Inmobiliaria Central S.A., San Isidro, Lima
1994
Hotel Oro Verde, San Isidro, Lima
1996
Telefónica del Perú, San Luis, Lima
1997
Hotel casino Golden Palace, San Isidro, Lima
1999
Hotel casino Golden Palace, ampliación, San Isidro, Lima
2000
Hotel casino Atlantic City, Miraflores, Lima
Ensayos
Ensayos
La modernidad viene en avión
Elio Martuccelli
La idea de lo público en la arquitectura
de Arana Orrego Torres
Sharif S. Kahatt
El TAO de AOT
Gonzalo Torres
Diálogo con Antenor Orrego
Michelle Llona, Fernando Mosquera
33
Ensayos
La modernidad viene en avión
Algunos comentarios sobre la obra
de Arana Orrego Torres
Elio Martuccelli
Arquitecto graduado de la Universidad Ricardo Palma y doctor en Teoría e Historia de la
Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid. Ejerce independientemente la profesión
de arquitecto desde 1992 y desarrolla proyectos de investigación. Profesor de pregrado en la
Universidad Ricardo Palma, Pontificia Universidad Católica del Perú y Universidad Peruana de
Ciencias Aplicadas; asimismo, en la Maestría de Arquitectura en la Universidad Nacional de
Ingeniería, y en la Maestría de Museología en la Universidad Ricardo Palma.
Es editor desde 1999 de la revista Arquitextos. Ha escrito artículos para diversas publicaciones
del Perú y del extranjero, y brinda conferencias en distintas ciudades. Como artista visual ha
realizado exposiciones individuales y colectivas, escenografías para teatro y televisión, así
como murales e intervenciones urbanas.
Carlos Arana, Antenor Orrego y Juan Torres estudiaron arquitectura en el único
lugar en el que entonces se podía aprender la profesión, precisamente en los años
en que se dieron cambios en la política educativa, los cuales repercutieron en la
carrera. Ellos son parte de aquellos alumnos que ingresaron al Departamento de
Arquitectura de la Escuela Nacional de Ingenieros y terminaron en la Facultad
de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería.
Arana, Orrego y Torres tendrían 20 años menos que Luis Miró Quesada,
y 10 menos que los miembros entonces jóvenes de la Agrupación Espacio,
como Santiago Agurto, Adolfo Córdova y Carlos Williams, por mencionar
algunos nombres.
En esa primera mitad de la década de 1950, luego de la reforma producida
en 1946, la nueva escuela estaba empapada de los preceptos del Movimiento
35
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
36
Moderno. Fernando Belaunde, jefe de Departamento, se convirtió en decano
en 1955, cuando empezó a funcionar la facultad. Varios de los que habían
participado en la Agrupación Espacio eran profesores y notables proyectistas
como Enrique Seoane y Mario Bianco enseñaban los cursos de diseño.
Las disputas con los antiguos maestros y los debates en torno a los métodos
anteriores de enseñanza prácticamente ya no ocurrían, y los postulados del
diseño moderno se habían aceptado. Una generación previa había forjado el
momento y otra aprovechaba sus frutos. En todo caso, le tocó a esta aplicar
lo aprendido y llevar dichas ideas a la realidad, con proyectos importantes.
A diferencia de la década anterior, las manifestaciones de arquitectura
moderna, desde 1950, habían ya cuajado y tenían expresiones cada vez más
logradas, algunas muy audaces. La arquitectura del movimiento moderno se
extiende entonces por otras ciudades del Perú.
Allí encontramos el Club Grau, en Piura, una de las primeras grandes obras
de Carlos Arana y Antenor Orrego. Ganada por concurso, está muy bien
resuelta como conjunto de volúmenes, espacios abiertos y áreas libres, con
todos los servicios necesarios.
La obra resiste al tiempo y a las multitudes. El Club Grau es un edificio que
recibe gran afluencia de usuarios todos los fines de semana, con un uso
intenso durante años.
A fines de la década de 1950 aparecieron las primeras obras de tres jóvenes
asociados en 1958, que serán conocidos desde entonces por las iniciales de sus
apellidos: AOT.
Algunos edificios, que son parte de nuestros paseos y recorridos por Lima,
son de su autoría. En el jirón de la Unión hay un par de galerías comerciales,
conocidas por todos, cuyos diseños les pertenecen. Y así varias obras más,
por toda la ciudad.
En su extensa lista de trabajos, sobre todo los que ganaron concursos o
recibieron premios, destacan algunos que con los años han alcanzado
reconocimiento en la historia de la arquitectura del siglo xx. Uno de ellos es el
Ensayos
37
laboratorio farmacéutico Parke Davis, construido en la Carretera Central, en
Ate, que obtuvo el Premio de Arquitectura Chavín, en 1962. Esto se publicó
en La arquitectura peruana a través de los siglos, un libro con formato de
revista grande, de 1964. En sus páginas se muestran buenas imágenes que
dan una idea clara del edificio, el cual comprendía oficinas, cafetería y planta
de fabricación. Un conjunto constituido de grandes volúmenes horizontales,
con áreas libres bien diseñadas.
Otro proyecto fundamental en la producción de esta oficina es el aeropuerto
Jorge Chávez, en el Callao, adjudicado mediante un concurso público al que
se presentaron, asociados con Luis Vásquez Pancorvo y Miguel Bao. La obra
mereció el premio Chavín en 1965; con lo que Arana, Orrego y Torres ganaron
dos veces el mismo premio en un intervalo de tres años.
En 1960 se inauguró el aeropuerto. Anteriormente se situaba en una zona
de la ciudad que ya no era conveniente, en Limatambo, ahora urbanización
Córpac, donde desde hace años funciona el Ministerio del Interior. El
aeropuerto se trasladó y empezó a operar sin haberse terminado. Una serie
de circunstancias tuvieron que darse para que, finalmente, fuera posible un
concurso abierto que incluyera a los arquitectos peruanos en la construcción
de la estación de pasajeros de este nuevo aeropuerto. La convocatoria se
realizó en 1960 y el edificio tomó forma bajo el primer gobierno de Belaunde,
cinco años después.
El proyecto ganador de Arana Orrego Torres —con Vásquez y Bao— apostó
por una horizontalidad impecable y totalmente lograda. Un volumen
principal de un piso con mezzanine, de aproximadamente 300 metros, en el
que casi todas las líneas guardan dirección horizontal, apenas contrastada
por las fuertes y esbeltas columnas que están hacia la fachada. Son ellas las
encargadas de dar verticalidad a un espacio absolutamente longitudinal. La
mezzanine albergaba locales comerciales, con vista al gran ambiente.
Por afuera, en contraste con el largo pabellón, se encuentra la torre de control
de ocho pisos, con bandas también horizontales, que remata en la cabina
de comando de forma octogonal. La generosa rampa celebraba el ingreso
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
38
al segundo nivel desde la gran playa de estacionamiento. Hacia las pistas
de aterrizaje, dos espigones servían para el embarque de pasajeros, como
terminales de vuelos nacionales e internacionales.
Una perspectiva de la época muestra una vista aérea de todos los elementos de
composición presentes en este aeropuerto; esto es, como si se viera desde un avión.
El proyecto original del aeropuerto era un ejemplo logrado de modernidad, de un
espacio grande; mejor dicho, de un gran espacio, amplio y fluido.
He hablado en tiempo pasado porque el aeropuerto en la actualidad no es el
que conocimos a inicios de la década de 1970, cuando todavía olía a nuevo.
Desde el 2000, el aeropuerto pasó a formar parte de una empresa privada.
Un proyecto de ampliación y remodelación, cuya primera etapa se inauguró
en el 2005, ha agrandado enormemente el área del aeropuerto (lo que no me
molesta), pero ha transformado radicalmente el edificio como monumento
moderno (lo que sí me molesta). En el 2006, además, en la parte de adelante
se construyó un hotel, para lo cual se demolió la rampa.
Las ampliaciones eran necesarias y le han dado al terminal de Lima
una importancia y un flujo de vuelos enorme como lugar de conexiones
internacionales. No hay problema con lo que se ha agregado, pero el primer
volumen podía haberse trabajado de mejor manera. Cuando veo las esbeltas
columnas ahora pintadas de naranja, antes cubiertas de mármol, no puedo
dejar de sentir cierta nostalgia por algunos detalles que eran mejores en su
estado original. Incluso modificado, el espacio guarda algunas dimensiones y
sensaciones de cuando se diseñó.
Revisando la lista de obras de AOT, estos mismos arquitectos diseñaron varios
aeropuertos más, así como otros laboratorios farmacéuticos; dos temas que
tienen que ver con la modernización de una sociedad. Un aeropuerto implica
transporte, flujo, comunicación. Un laboratorio une industria e investigación,
la ciencia ligada a la salud.
La modernidad de una sociedad está vinculada a cierto tipo de edificios, como
centros educativos, hospitales y vivienda colectiva. Tipologías que apuntan a
democratizar las relaciones entre ciudadanos.
Ensayos
39
Si bien esos tres tipos de edificios son imprescindibles en una visión moderna
de progreso y bienestar, también se necesitan otros.
Así como hay en la lista de AOT una buena cantidad de aeropuertos y laboratorios,
existen, asimismo, edificios de gran magnitud en otros rubros, como fábricas y
centros comerciales; proyectos que no se diseñan con frecuencia. Ellos lo hicieron,
aprovechando una coyuntura que lo hacía posible.
Entre todos los terminales aéreos, en varios lugares del Perú, solo mencionaré el
aeropuerto del Cusco, que sí tiene algunas referencias a la arquitectura del pasado.
El significado del lugar hizo que este aeropuerto no fuera como el de Lima.
Aquí se lucen, a lo largo de su fachada, una secuencia de vanos ligeramente
trapezoidales, con columnas cuyos lados son también levemente inclinados.
El volumen tiene una fuerte carga expresiva.
Este proyecto es de 1966, año significativo para la arquitectura porque
salieron los libros más reconocidos de Robert Venturi y Aldo Rossi. Me
atrevo a opinar que este aeropuerto ya estaba hablando, a su manera, de cierta
posmodernidad.
Igualmente, el proyecto para el Ministerio de Agricultura (1970), que ganó
un concurso y no se construyó, recuerda los andenes de nuestra historia, una
imagen ligada a las faenas agrícolas. En este caso la arquitectura propuesta,
con su volumetría escalonada, evoca dichas intervenciones en el paisaje.
Esas referencias —o analogías— se evidencian también en ciertas formas
piramidales realizadas entonces por otra oficina, paralela a esta, como fue la
de Jacques Crousse y Jorge Páez.
Mencionaré algunas obras emblemáticas de AOT en Lima. Por ejemplo, uno
no puede dejar de ver, cuando recorre la vía expresa, el edificio Química
Suiza (1967), un hito urbano, una edificación que por largos años tuvo gran
presencia en la ciudad, aunque ahora tenga la fuerte competencia de otra gran
obra como es el Interbank.
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
40
Siempre observo con agrado, igualmente, la sede del Acuerdo de Cartagena
(1970), juego volumétrico de gran plasticidad. Esos dos edificios han sido y
son clásicos de la vía expresa.
En otro lado de la ciudad, en la prolongación de la avenida Javier Prado, uno
encuentra el edificio de la IBM, de 1978, con sus enormes jardines diseñados
por Ernesto Gastelumendi. En una ciudad cada vez más apretada, este edificio
se mantiene holgado, con mucho espacio a su alrededor y su contundente
volumetría vidriada.
Uno más que no dejo de observar es el edificio esbelto, ovalado, ligeramente
curvo, en la avenida Canaval y Moreyra, que en un tiempo estuvo solitario.
Luego, otros edificios han venido a acompañarlo, pero mantiene hasta hoy
una presencia importante en la urbe. Esto es, si uno sigue observando la
obra de esta oficina ya en las décadas de 1970 y 1980, descubre ejemplos que
escapan a la rigurosidad y la ortodoxia del movimiento moderno, búsquedas
que van también por otros rumbos. La abstracción, en estado puro, pudo dar
paso con los años a otras propuestas.
La oficina siguió trabajando incluso luego de la muerte de Juan Torres, durante
toda la década de 1990. En una oficina de vida tan larga es inevitable encontrar
obras más logradas y de trascendencia que otras. El conjunto producido a lo
largo de más de cuatro décadas es ecléctico, con los vaivenes comerciales y
económicos de una oficina grande, con características de empresa.
No me quiero extender más. He tratado de hacer una especie de antología
personal de las obras de AOT; me he referido solo a algunas de ellas, las que
más conozco por mi trabajo de historiador, pero también como persona que
transita y observa edificios significativos en la ciudad.
La revista El arquitecto peruano, dirigida por Fernando Belaunde, es una
buena fuente para encontrar información sobre los edificios de esta oficina
que en su momento fueron inaugurados y publicados.
AOT fue una de las oficinas de arquitectura más organizadas del Perú, con
enorme trabajo; de obras privadas y públicas, muchas ganadas por concurso.
Ensayos
41
Con los años, sus actividades se ampliaron considerablemente. Los tres socios
desempeñaron, además, distintas actividades gremiales.
En 1983, AOT publicó un folleto con ocasión de los primeros 25 años de la
oficina. Es el recuento de algunas obras realizadas, clasificadas por rubros
y categorías. Se trata de un folleto informativo que en su momento pudo
tener fines publicitarios. Esos documentos ayudan mucho cuando se quiere
escribir historias. En este caso, nos muestra que estamos frente a un grupo
de profesionales que entendieron y manejaron su oficina de arquitectura
también en términos empresariales.
La primera etapa de la oficina AOT se ubica en lo que podríamos denominar
un proyecto modernizador, que tiene que ver con una modernidad híbrida e
incompleta, pero que es la nuestra, la que se dio en nuestro país.
AOT es, sin ninguna duda, parte importante de esa etapa de modernización
que se vivió en el Perú, con esperanza en el progreso, enfrentada a los enormes
retos de ciudades en crecimiento informal, en particular Lima, donde se
juntan inevitablemente las propuestas de los arquitectos y las respuestas de
los pobladores.
Ellos aprovecharon una época de bienestar económico para llevar a cabo
algunos proyectos de envergadura en el país.
Ese es el contexto, nunca olvidarlo: una oficina que vivió, desde su trabajo
como proyectistas y constructores, las drásticas transformaciones del país
durante la segunda mitad del siglo pasado. No como espectadores, sino
directamente involucrados en cierta idea de desarrollo y que produjo en el
Perú una versión particular de modernidad.
Ensayos
La idea de lo público
en la arquitectura
de Arana Orrego Torres
Sharif S. Kahatt
Arquitecto urbanista. Profesor asociado en la Pontificia Universidad Católica del Perú; máster
en Diseño Urbano por la Universidad de Harvard y doctor en Arquitectura por la Universidad
Politécnica de Cataluña (ETSAB). Luego de trabajar en Alemania, España y Estados Unidos
cofundó K+M Arquitectura y Urbanismo en Lima, en 2010, para desarrollar proyectos urbanos
y arquitectónicos. Ha dado clases, conferencias y publicado artículos en medios especializados
de diversos países. Ha recibido el Premio de Publicaciones en la X Bienal Iberoamericana de
Arquitectura y Urbanismo (2016) y el Premio Bruno Zevi en Roma (2012). Ha sido el curador
del Pabellón del Perú en la 14.a Bienal de Venecia (2014), y ha publicado Edificios híbridos
en Lima (2014) y Utopías construidas: Las unidades vecinales de Lima (2015). Actualmente
es director de la Revista A-Arquitectura PUCP y comparte su tiempo entre la docencia, la
investigación y la práctica.
Hace cincuenta años se construyeron la gran mayoría de los edificios públicos
de todo el país. De esta manera, la arquitectura dio forma al proceso de
modernización de la sociedad peruana en las décadas de 1950 y 1960, con la
realización de importantes proyectos, como la Residencial San Felipe, el Centro
Cívico de Lima, el Ministerio de Pesquería, el Acuerdo de Cartagena. AOT
pertenece a ese grupo de arquitectos graduados en la Universidad Nacional
de Ingeniería en los años 1950 —cuando era decano Fernando Belaunde—
generación que emprendió la construcción del Perú moderno y consolidó, en
la década de 1970, la prestigiosa imagen de la arquitectura pública.
En este período es realmente admirable la forma en que esta oficina y los
arquitectos de su generación participaron activamente de este proceso. Mi
impresión es que todo este esfuerzo ha pasado un poco inadvertido en la
43
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
44
historia de la arquitectura peruana. Este texto, por ello, no solo busca situar
el trabajo de AOT en la historia, sino que además se plantea reflexionar sobre
la relevancia y la pertinencia —hoy en día— de hablar de “lo público” en la
arquitectura. Igualmente, se plantea identificar edificios que han sido y hoy
son claves en la construcción del imaginario moderno de Lima y la cultura
arquitectónica peruana, como el edificio de la sede del Acuerdo de Cartagena
(hoy Comunidad Andina) y el aeropuerto internacional Jorge Chávez —que
AOT proyectó junto con Luis Vásquez Pancorvo y Miguel Bao Payba— ambos
realizados con una década de diferencia, entre 1960 y 1970.
Figura 1: Aeropuerto Jorge Chávez, 1965
Fuente: Archivo Antenor Orrego
Ensayos
45
Figura 2: Sede del Acuerdo de Cartagena. AOT, 1970-1971
Fotografía: Jean Pierre Crousse
En este texto me interesa enfatizar aspectos que considero se han perdido
de vista en la arquitectura peruana y contemporánea en general. Reflexionar
sobre cuestiones importantes como la idea de “lo público”, “lo colectivo”,
y “lo urbano”, que han sido siempre, y aún son aspectos claves para la
convivencia, se vuelve trascendental para evaluar la pertinencia de estos
factores en la arquitectura actual. Sin duda, a mi entender, estos son elementos
arquitectónicos que se habían integrado al pensamiento disciplinar de
muchas —por no decir todas— obras del Estado en décadas anteriores a 1980,
y que ahora parecen inexistentes, en algunos casos, o en otros, imposibles
de alcanzar. Este ensayo pretende resaltar la significación de “la idea de lo
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
46
público”; es decir, busca poner en valor lo más destacable de la arquitectura
de Arana Orrego y Torres a través de un lente atemporal con el cual se puede
seguir observando estos trabajos sin importar el tiempo político o histórico.
Diversidad de programas, tipos y emplazamiento
Al revisar el trabajo de Arana Orrego Torres, y para no nombrar la extensa
lista de obras que realizaron (y que están presentados en la muestra), es preciso
indicar que la cantidad, variedad de obras y proyectos que presenta el acervo
de la oficina es impresionante. En las primeras dos décadas de trabajo, AOT ya
había desarrollado proyectos para fábricas, oficinas, estaciones de transporte,
escuelas, vivienda, y tantos otros programas asociados al desarrollo urbano y
social de la ciudad, que se podría decir que, literalmente, daban forma a la
modernización del país en sus programas más institucionales como ordinarios.
En estas propuestas y tempranas obras, la arquitectura de AOT se despliega
y avanza dentro de la tradición moderna que adopta, adapta y transforma en
su desarrollo. La arquitectura de AOT se apropia tanto de un gran abanico
de obras que van desde el repertorio de maestros emblemáticos como Le
Corbusier y Mies van der Rohe —en mayor medida— a otras menos difundidas
como son las de Paul Rudolph, I. M. Pei, entre otros, así como el trabajo de las
grandes figuras latinoamericanas como Niemeyer, Pani y Artigas.
AOT compartió con otras prestigiosas oficinas panamericanas esa capacidad
de explorar, adaptar y transformar un lenguaje moderno que está en el
subconsciente de todos los arquitectos influidos por las ideas europeas y
angloamericanas. Algunas de estas son Skidmore Owens Merrill (Estados
Unidos), Esguerra, Sáenz Urdaneta y Samper (Colombia) y Sallaberry,
Manteola, Sánchez Gómez, Santos, Solsona (Argentina), o Sordo Madaleno
(México). Se puede afirmar que varias obras de estos arquitectos van un poco
más allá de los cánones occidentales y desatan nuevas formas al tener que
enfrentarse a su compleja realidad, con medios precarios y, en muchos casos,
con circunstancias políticas y económicas adversas.
Ensayos
47
Por otra parte, muchos de los proyectos de AOT tienen cualidades urbanas
que deberían ser imprescindibles al momento de crear nuevos desarrollos.
Proyectos como el Club Grau de Piura (convertido en centralidad residencial)
o el edificio Química Suiza (que da el frente urbano y comercial de La
Victoria a San Isidro) son capaces de crear urbanidad, aunque no existan
condiciones previas, y establecen lineamientos que marcan el desarrollo de
esas zonas. Algo similar sucede con el proyecto de la escuela Senati, en Lima
norte, que se levantó en un territorio vacío (y con asentamientos marginales
en las cercanías), y su implantación supuso un modelo urbano que afecta el
desarrollo posterior de esta área. En esa situación, Senati instauró un sistema
de emplazamiento de volúmenes independientes que establece una escala
urbana, y una espacialidad abierta que le permite crecer y transformarse con
los futuros cambios de los lotes circundantes.
La exploración sobre los ideales y valores propuestos por la tradición urbana
moderna es —sin duda— desarrollada por AOT con bastante éxito, y con
una importante cuota de expresión formal. Igualmente, pienso que todas
las cualidades de su trabajo se condensan de la mejor forma en dos obras
seminales que he apuntado al inicio: el aeropuerto Jorge Chávez, que se obtuvo
por concurso de anteproyectos en 1961 junto con Vásquez y Bao; y el edificio
de la sede del Acuerdo de Cartagena, por concurso de experiencia en 1971.
El aeropuerto internacional Jorge Chávez
Con relación al proyecto del aeropuerto Jorge Chávez, quisiera resaltar
tres aspectos que me parecen valiosos, pues logran alcanzar cualidades
arquitectónicas dentro de un carácter abierto y público, y resuelven de forma
simple la complejidad de un gran edificio de infraestructura.
Resalta la claridad del planeamiento en su accesibilidad, recorrido, espacialidad
y estructura. A pesar de lo complejos que resultan muchos aeropuertos, en el
caso de Lima el acceso frontal y amplio resulta clave para su funcionamiento
simple y claro. En términos generales, se va directamente del ingreso a los
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
48
mostradores de registro (counters), y luego se camina hacia los extremos para
coger los muelles de embarque: internacional a la izquierda y nacional a la
derecha. En la vista interior (o sección transversal) se entiende fácilmente la
secuencia y el recorrido. Está el ingreso a la izquierda, la circulación al centro,
los mostradores al lado derecho; detrás de los mostradores a la derecha, la línea
de transporte de maletas que van a las puertas de embarque. La espacialidad
es contundente, se disfruta de una gran altura en el ingreso frontal y
rápidamente se baja la escala en los mostradores hacia el fondo. Además, las
estructuras responden claramente a un sistema constructivo modular, que
permite construir con pocos recursos una grilla y generar al interior grandes
espacios de dimensiones similares con funciones intercambiables.
Figura 3: Aeropuerto Jorge Chávez, octubre de 1965
Fuente: Servicio Aerofotográfico Nacional
Ensayos
49
1
2
3
4
5
6
Puente de peatones
Hall de ascensores a las oficinas
Repostería
Cafetería
Comedor
Cocina
7
8
9
10
11
12
Servicios higiénicos
Oficinas de aerolíeas
Personajes importantes
Hall de espera vuelos nacionales
Hall de espera vuelos internacionales
Terraza de observación
Figura 4: Planta general del aeropuerto Jorge Chávez
Fuente: Archivo Antenor Orrego
13
14
15
16
17
Terraza espigón internacional
Terraza espigón nacional
Vacío
Parte superior de la marquesina
Oratorio
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
50
Figura 5: AOT, sketch del anteproyecto
Fuente: Archivo Antenor Orrego
En segundo lugar, es adecuada la utilización de la monumentalidad en
la composición, tanto como herramienta de implantación y dominio del
territorio, como por su efecto espacial interior. Si observamos el paisaje
del territorio en el momento del concurso, el terreno se encuentra entre
campos de cultivos de grandes extensiones, que colindan con el mar, sin
ninguna referencia geoespacial o urbana. Al ver una situación tan extrema
para la creación de referentes que puedan concebir un “lugar” en medio
de un paisaje tan vasto, la torre de control junto a la gran marquesina que
genera el volumen central del aeropuerto aportan lo necesario para crear
sus propias referencias y sentido de lugar. Un gran horizontal y una vertical
marcan la fundación de un lugar en tierra agrícola y le dan su propio sentido
“conquistador”. Igualmente, a mi juicio es relevante para la lectura de la
experiencia monumental del proyecto la idea de subir las rampas de acceso al
Ensayos
51
volumen central del aeropuerto y caminar lentamente, es decir, ir subiendo
y aproximándose de a pocos hacia la torre que actúa como remate, y causa
un hito en la plenitud de los sembríos. El elemento vertical se convierte en
el punto de referencia, tanto para la llegada como para el transcurrir de los
limeños que asisten a su paso.
Figura 6: Perspectiva
Fuente: Archivo Antenor Orrego
El tercer aspecto que merece subrayarse es la transparencia del ingreso y su
espacialidad interior. El planteamiento de la gran nave prismática —que se
aprecia desde los primeros bocetos— consolida el efecto de la experiencia
monumental interior y posibilita la transparencia de este gran volumen en
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
52
sus dos frentes. Este es el espacio en el que la gente llega y se despide, no hay
obstrucciones ni controles longitudinales, solo transversales de acceso a los
viajeros1. Esto se reconoce en los apuntes y perspectivas del proyecto, donde
se nota la vocación de ser literalmente abierto, con huecos en los lados y el
techo del edificio, donde además se busca la toma directa de luz para evocar
un patio público2.
Figura 7: Aeropuerto Jorge Chávez
Fuente: Archivo Antenor Orrego
1 El espacio no presenta otras delimitaciones que el ingreso al área de espera de los vuelos, lo
que hoy resulta casi imposible de pensar en un edificio público del Estado, y con mayor razón si se
trata de un aeropuerto.
2 Es cierto que entonces no se sufría de la paranoia de los ataques terroristas y otros factores
que ahora complican la circulación y los accesos a todos los proyectos públicos, pero no por eso se
debe perder la claridad y simpleza espacial desarrollada por Vásquez, Bao y AOT en este proyecto.
Ensayos
53
Figura 8: Aeropuerto Jorge Chávez
Fuente: Archivo Antenor Orrego
De este modo, el proyecto del aeropuerto pasa de ser un “proyecto de
infraestructura”, como se entendía muchas veces este tipo de edificios, a un
“proyecto de calidad arquitectónica”, y quizás esto sea hoy en día lo más difícil
de alcanzar. No solamente por el hecho de que casi no ha habido concursos
arquitectónicos por décadas para este tipo de edificios, sino porque en las
licitaciones en las que “se concursa” la obra, el Gobierno solo busca resolver
problemas técnicos y presupuestarios, y deja la arquitectura al azar. En estos
proyectos de licitación difícilmente se cuestiona la experiencia vital del
edificio, que es la clave para convertir una construcción en arquitectura.
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
54
Sede del Acuerdo de Cartagena
La sede del Acuerdo de Cartagena es un proyecto que la oficina de AOT
desarrolló 10 años después de su colaboración con Vásquez y Bao en el
aeropuerto, y en la que se ve una marcada evolución en su práctica. Para
entonces, AOT ya había superado el minimalismo miesiano que guiaba su obra
en la década de 1960, y por estos años abrazaba el brutalismo lecorbusierano
que observaba e interpretaba a través de la obra de Paul Rudolph y sus
condicionantes enraizadas en la modernidad peruana.
Con una evidente claridad proyectual, AOT opta por la separación de
actividades típicas de atípicas y propone una volumetría capaz de responder
de forma contundente al insípido espacio urbano contiguo al “zanjón”
originado por esta vía, y la falta de carácter urbano con las construcciones
aledañas en los bordes de una Lima de menos de 3,5 millones de habitantes.
Precisamente en la intersección de la llamada vía expresa y la avenida
Aramburú, se proyectó en los años 1970 esta sede que basa su planteamiento
conceptualmente en una barra de oficinas y un gran pabellón de eventos. A
través de este partido arquitectónico, el proyecto ofrece tres aspectos claves
que consolidan su presencia urbana y su dimensión pública.
Primero, el edificio ofrece apertura, transparencia en su accesibilidad,
y acercamiento a la sociedad por medio de sus plazas, jardines y espacios
públicos alrededor de los volúmenes. Se entremezclan los jardines interiores
y exteriores con el retiro, las plazas, las veredas y la calle. Este espacio de
“amortiguamiento” entre la arquitectura y la ciudad se convierte en la antesala
de las reuniones de los representantes de los gobiernos. En el proyecto, la
relación entre espacio urbano interior y exterior está dada solo por la
vegetación del suelo y el diseño del pavimento. El edificio permanentemente
brinda la sensación de bienvenida.
Segundo, confiere claridad en el planteamiento. Separa los programas de las
oficinas (espacio típico) de las áreas de eventos y reuniones (espacios atípicos)
en dos volúmenes con expresiones formales y resoluciones tectónicas bien
diferenciados. En la barra se encuentran las áreas dedicadas principalmente a
Ensayos
55
Figura 9: Acuerdo de Cartagena, 1970
Fuente: Archivo Antenor Orrego
oficinas —con un programa muy estable—; y en la esquina, un volumen bajo
mucho más expresivo y permeable que actúa de lobby y de sala de reuniones
del conjunto, donde se congregan las personas en momentos de celebración.
El tercer punto está en que el proyecto utiliza la monumentalidad para
enfrentar una vía de alto tránsito que recibirá alta densidad en sus lotes
adyacentes. Sin sobredimensionar el programa de reuniones y acuerdos de
los cinco países, crea una barra alta que sobresale del pabellón de reuniones,
lo que da una ostensible referencia volumétrica a cada programa. Para ello, el
proyecto posee sus propias condiciones de espacialidad urbana: retranqueo
y el cambio de escala. Además, para enfatizar la diferencia de volúmenes y
acentuar la preponderancia del último piso cambia la expresión formal de
esta planta para ganar presencia en la composición. Igualmente, la volumetría
del pabellón exento tiene un lenguaje propio y contrasta la transparencia de
su base con la contundencia de su estructura en la parte superior.
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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PRIMER PISO
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Rampa de ingreso al sótano
Rampa de salida del sótano
Estacionamientos
Hall de ingreso
Hall de ascensores
Recepción
Sala de lectura
Jefe bibliotecario
Baño
Depósito
Oficina
Servicios higiénicos hombres
SEGUNDO PISO
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
Servicios higiénicos mujeres
Guardarropa
Despensa
Licores
Lavado
Cocina
Cafetería
Jardín
Jardinería
Vereda
Terraza
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
Hall de ascensores
Hall de reuniones
Secretaría
Oficinas
Sala de trabajo
Técnica
Jefe de unidad
Baño
Clóset
Auxiliares programación
Auxiliares industriales
Figura 10: AOT, Acuerdo de Cartagena
Fuente: Archivo Catálogo de Arquitectura del Movimiento Moderno del Perú (CAMMP)
35
36
37
38
39
40
41
Jefe unidad industrias
Auxiliares política económica
Servicios higiénicos hombres
Servicios higiénicos mujeres
Depósito
Café
Cuarto de basura y botadero
Ensayos
57
Para marcar la importancia del edificio público en esta esquina de la ciudad,
presenta un gran espacio abierto hacia el cruce de las avenidas —y otro detrás—
que prepara la llegada del visitante en todos los sentidos. Este aislamiento
de los bordes del lote, lejos de recluirse, genera la integración espacial a la
ciudad: proporciona el sentido de recepción para las personas que vienen por
la avenida Aramburú —que es una llegada abierta y trasparente— como en
el frente de la vía expresa, en donde también abre un frente y generan un
espacio de recepción. Cualquiera sea el camino del visitante, en ambos casos
se converge en este espacio central que se crea debajo del pabellón.
Finalmente, entre todos estos aspectos, es indudable que más allá de dotar el
área útil del edificio al interior, existe una gran preocupación por el espacio
exterior, por la transición entre la ciudad y la arquitectura, y el aporte de la
arquitectura por construir la ciudad. Por tal razón, a través del proyecto de
un edificio del Estado, ofrece un espacio urbano para los ciudadanos. Esto, en
efecto, es también algo que se ha perdido hoy en día en la ciudad, y peor aún,
en los edificios públicos.
Figura 11: Acuerdo de Cartagena, 1970-1972
Fuente: Archivo Antenor Orrego
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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La idea de lo público hoy
No obstante que hoy en día ambos proyectos han sido intervenidos y con ello
transformados, y así han perdido algunas de sus cualidades más intrínsecas
—como la apertura y receptividad—, todavía se mantienen otras cualidades
y elementos arquitectónicos que revelan sus virtudes. En ambos proyectos,
merece ahondarse en su vocación pública, elementos de diseño, así como el
valor de estos edificios para la ciudad. Esto nos lleva a preguntarnos ¿dónde
está la idea de lo público en la arquitectura peruana contemporánea?
Lo primero que uno ve es que en casi todos los edificios del Estado o de interés
público (bibliotecas, municipalidades, ministerios, entre otros) se presentan
los mismos defectos: múltiples elementos de seguridad —ya sea una reja, una
barrera, un cerco— que disuaden el ingreso a las personas. Ello nos lleva
a reconocer que hoy en día “lo que invita a ser visitado y experimentado”
y tiene éxito entre la sociedad es, paradójicamente, el espacio privado y
comercial. Ese tipo de edificaciones en donde se puede restringir el paso
(por ser de propiedad privada) son ahora los grandes espacios públicos de la
ciudad, y con los cuales la gente se identifica y utiliza frecuentemente para su
esparcimiento cotidiano. De ese modo, estos grandes espacios privados de
uso colectivo terminan ocupando el lugar de lo público en el subconsciente
colectivo social del Perú. Para decirlo más categóricamente, los edificios de
mayor acceso y uso público hoy en día son los centros comerciales, lo cual es
una situación, por decir lo menos, no ideal.
Así, la lógica del capital ha subsumido la arquitectura en el ámbito de lo
urbano. En esta idea hay que reconocer que, en lo colectivo, el espacio público
de Lima por excelencia es el centro comercial. Debido a ello, las preguntas
que quedan en el aire para los arquitectos, urbanistas, gestores culturales,
dirigentes políticos, entre otros actores sociales, son ¿por qué los espacios y
los edificios públicos que ya existen no tienen la capacidad de convocatoria
que manejan los espacios comerciales? ¿Por qué los nuevos edificios públicos
no realizan programas que puedan ser útiles a los ciudadanos y atraer su
atención? ¿Por qué la vida social de las ciudades está en manos de la inversión
privada, principalmente de los operadores de los centros comerciales?
Ensayos
59
Figura 12: Aeropuerto Jorge Chávez, 1965
Fuente: Archivo Antenor Orrego
Aparentemente, el proceso para hacer exitoso el uso público en los edificios
modernos peruanos es su “comercialización”. Un ejemplo paradigmático
es el Centro Cívico de Lima, que tras el ablandamiento de su carácter
arquitectónico ha logrado su éxito comercial. En términos económicos, los
programas comerciales y de entretenimiento parecen ser los únicos elementos
que activan los espacios urbanos.
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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Figura 13: Aeropuerto Jorge Chávez, 1980
Fuente: Archivo Antenor Orrego
Sin embargo, si aceptamos que la idea de lo público no existe, tenemos que
hacernos la pregunta de si es que volverá algún día, ¿o no? ¿Está en nuestras
manos que recupere su valor en la arquitectura peruana? Mientras tanto,
buscar la forma de mejorar la ciudad a través de distintos mecanismos
arquitectónicos, como el encuentro con la calle y el sentido de actividad urbana
para el encuentro colectivo, es tarea de todos los arquitectos y urbanistas.
Por ello, ahora es el momento perfecto para valorar estos proyectos de AOT,
como muchos otros de uso público promovidos por el Estado en busca de servir
Ensayos
61
a la ciudadanía. Por un lado, porque justamente ahora se está trabajando para
recuperar la tradición de los concursos públicos; y, por el otro, porque en la
actualidad se están haciendo grandes obras, como el Centro de Convenciones
de Lima, la nueva sede del Banco de la Nación, y se ha proyectado el nuevo
aeropuerto de Chinchero. Reconocer el trabajo efectuado por oficinas
peruanas como AOT que llevaron a cabo grandes obras a través de concursos,
vale la pena. De este modo, la revisión de estos edificios —como muchos otros
de sus coetáneos— puede ayudar a pensar en situaciones mejores para la vida
urbana y, con ello, tomar impulso para hacer una mejor arquitectura hoy.
Ensayos
63
El Tao de AOT
Gonzalo Torres
Hijo de Juan Luis Torres Higueras, publicista por el Instituto Peruano de Publicidad y actor en
la recordada serie televisiva Patacláun. Actualmente conduce el espacio radial Mañana maldita
y el programa de televisión por cable A la vuelta de la esquina, en el que recorre Lima y otras
ciudades del país, recordando las historias de cada lugar.
Anteproyecto
Seguramente era verano o alguna vacación colegial de mis tempranos seis
o siete años, pues recuerdo ir en el carro de papá a su oficina; una de tantas
veces, subiendo en el ascensor Otis, el olor al after shave Old Spice de mi padre
recién afeitado invadía el cubículo, las puertas se abrían e ingresábamos a la
recepción, la secretaria muy atenta inmediatamente me engreía con algún
mimo y me permitía jugar con el Ericofon Cobra, un teléfono de diseño en
bakelita de los años cincuenta, hecho en una pieza. El auricular y la bocina
estaban en el mismo mango, que se paraba sobre la superficie y el dial
descansaba escondido debajo. Una obra de arte. Subía luego al gran espacio
donde estarían diez o doce dibujantes cada uno en su mesa, de esas cuyo
tablero se inclina. Inmediatamente todos tenían que ver conmigo y yo curioso
repasaba no solo cada una de las labores en las que se encontraban, sino sus
objetos personales, sus colores, sus fotos pegadas en las paredes del costado;
en fin, su manera de personalizar su espacio. Me gustaban las maquetas, los
árboles de esponjita verde, los hombrecitos a escala. Me sentaban en uno de
esos bancos altos en los que nunca llegaba a tocar ni la barra de la mesa de
dibujo, me daban los papeles de dibujo más grandes que yo hubiera visto,
todos los colores que quisiera, reglas T, escuadras, reglas perforadas para
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
64
letras y números, y los plumones Design Art Markers de todos los colores,
esos gruesos, con punta afelpada y el característico olor a alcohol. Y allí sobre
esos papeles vírgenes hacía líneas infinitas, las más largas. Todo el tiempo que
quisiera, en medio del recuerdo del olor a amoníaco de esas grandes máquinas
de copiar planos con las líneas color morado. Salvo en otras realidades, ya no
hay oficinas de arquitectura así.
Volúmenes
El taoísmo es una filosofía oriental basada en el principio del Tao, definido
como camino, un flujo o línea vital que mantiene al universo en orden y
equilibrio. Del taoísmo se desprende el concepto del ying yang, que son dos
opuestos que forman otro, una tríada que hace que el universo (la unidad)
esté en tensión armónica. Cada vez que me he permitido pensar en la obra de
mi padre y del estudio al que perteneció, encuentro, no siendo yo arquitecto,
pero sí con una sensibilidad aprendida, una afinidad por las líneas puras
ininterrumpidas. Como las que me gustaba hacer en los papelógrafos de
pequeño. El Tao de AOT es esa persecución de la recta o de las grandes líneas
para definir grandes volúmenes en el espacio. Es la búsqueda de un artificio,
pues la recta es la mano de AOT sobre la naturaleza. Una recta no es natural, es
el hombre racionalizando la naturaleza para encontrar una tensión. Solemos
pensar que la línea y las rectas son parte del mundo natural, pero en realidad
muy pocas veces se encuentran esas formas en estado puro, y mucho menos
las rectas largas. El horizonte es la conversión de una curvatura en recta por
efectos de la óptica. Un árbol, por ejemplo, crecería en línea recta si no tuviese
fuerzas en oposición: la luz, el aire, la lluvia, los nutrientes, todo eso conspira
contra la recta. Por otro lado, los cristales que se forman a niveles macro y
micro sí tienen rectas, sobre todo aquellos que crecen en cuevas libres de
fuerzas externas. Las ondas de luz son rectas, pero no las vemos a simple vista,
solo vemos el efecto que estas tienen sobre los objetos. Esas son las rectas que
tenemos, una invisible y la otra escondida. El pintor francés Édouard Manet, el
eslabón entre el realismo y el impresionismo, alguna vez dijo: “No hay líneas en
Ensayos
65
la naturaleza, solo en las zonas de color, una contra otra”. Una brillante forma
de definir que la línea es el encuentro entre dos formas o dos sustancias, si se
quiere. Así veo yo, a grandes rasgos, el conjunto de la obra de Arana, Orrego
y Torres, un intento por dibujar líneas en el espacio, rectas que desafían a la
naturaleza. Es la construcción del espacio que a través de una estética y un
orden propios reconoce su artificialidad. No es la tensión interna del volumen,
sino la tensión externa que se crea. No es evidente, sino más bien una tensión
de opuestos complementarios, como el yin y el yang del taoísmo.
Cualquiera que hubiese tratado superficialmente a Juan Luis Torres Higueras,
Antenor Orrego Spelucín y Carlos Arana Holder diría que ellos fueron esa
línea armoniosa y orgánica, pero en realidad fueron tres personalidades
muy disímiles entre sí. El truco estaba en la complementariedad y, aun así,
me sorprende que esta se hubiera dado entre tres; la puedo entender en dos,
pero en tres debe de haber tenido sus retos. Solamente puedo entender su
amistad y su compañerismo profesional imaginándolos desde la juventud
en las aulas de la Universidad Nacional de Ingeniería, una amalgama que
únicamente se pudo juntar en esa edad y en ese entorno de principios de la
década del cincuenta. Los tres llenos de ambición y creatividad, empujando el
ideal estético y la pasión por una carrera no común para la época, aun a pesar
de los grandes ejemplos inmediatos que los antecedieron: Velarde, Seoane,
Miró Quesada, Linder, Agurto, Cron, entre otros. La UNI era recién ese
espacio de formación de arquitectos, con el departamento de Arquitectura
(ni siquiera facultad, eso vino en 1955), las ganas de trascender hicieron
que estos jóvenes entraran en sociedad desde sus trabajos universitarios.
Describir personalidades y adjetivos de cada uno de ellos sería hacer una
burda simulación y compartimentación arbitraria, siendo yo, además, hijo
de uno de ellos, tendería a ser subjetivo e hiperbólico con mi padre. Solo
puedo decir que eran arquitectos en todo el sentido de la profesión, que se
complementaban el uno al otro, en un oficio tan lleno de características
ajenas al mismo oficio como el conseguir clientes, las conexiones sociales, las
peculiaridades de los concursos, el trabajo creativo, el desarrollo de este, la
supervisión de los proyectos, los detalles de los materiales, el negocio mismo,
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
66
la gerencia y administración de un grupo grande de empleados, las relaciones
con los ingenieros, etc. Todo un teje y maneje para grandes proyectos que
no hubiera sido posible sin las extraordinarias cualidades de carácter y
personalidad de cada uno de ellos que —amalgamadas y en armonía— eran
un espectáculo de ver. Sus propias oficinas eran tan distintas la una de la
otra como sus personalidades. Tenían oficinas o cubículos separados, pero
solo lo suficiente: una tabiquería los aislaba a uno del otro, pero podían
conversar entre ellos sin verse, además (inclusive podían pasarse cosas a
través del espacio entre ventana y tabique), pues así se mantenían unidos en
la independencia. Intercambiaban bromas, que es un aspecto esencial de toda
relación laboral, pero sobre todo acumulaban un cariño y pasión por el oficio
de la arquitectura.
Hay más cosas que unen la obra de Arana Orrego Torres: están esos detalles
de grandes ventanales (más adelante pioneros en los espejos en edificios),
espacios ininterrumpidos de visión enmarcados por una carpintería de
aluminio y, sin importar el estilo por el que estaban transitando, creo que
siempre están presentes esos detalles en la mayoría de sus obras.
Arana, Orrego y Torres fueron arquitectos viviendo su tiempo, montándose en
las olas y preocupaciones estilísticas de su era, pero con sello propio, trazando
a mano alzada su propia línea. No eran seguidores, pero tampoco rupturistas,
no hicieron una arquitectura peruanista, pero fueron peruanos en su
modernismo. Salvo algunas, sus obras nunca han ocupado los primeros lugares
de las listas de obras remarcables, nunca han sido demasiado llamativas. No ha
sido una arquitectura de statement, sino de funcionalidad estética, de simpleza
y transparencia, quizás por eso y también porque su obra no es la expresión de
una mente individual —más apegada, a veces, a la tiranía del ego—, sino la de
tres arquitectos tratando de dar soluciones funcionales subrayando su estética
simple, nunca simplista. Creo, además, presentir que entre los tres se dividían
las tareas creativas: uno de ellos más ducho en los volúmenes estéticos, otro en
los detalles y el otro en el desarrollo de los espacios. No sabría decir quién fue
qué, eso estará en el interior mismo de la sociedad, pero puedo intuir quién
hacía qué al ver sus proyectos personales. En general, creo, que hay algunas
Ensayos
67
obras que no han sido miradas en su totalidad, que han sido infravaloradas
en el imaginario colectivo de la urbe y quizás allí resida su encanto, en su
capacidad de entretejerse en la trama urbana, en estar y no estar… hasta que
alguien de verdad las observa. Diría, además, que, salvo algunas, son obras
que han trascendido en el tiempo y que han sabido envejecer sin quedar fuera
de tiempo, como alguna arquitectura demasiado atornillada a la teoría o
concedida a las veleidades de la estética y la moda.
Todos somos sujetos de influencias, los críticos y arquitectos sabrán mejor
que yo encasillar a AOT en los compartimentos estilísticos y los espejos de los
arquitectos internacionales, pero puedo mencionar —sin ánimo de empatar o
equiparar a mi padre y a sus socios— algunos nombres con los que sus mentes
y oficio hacían paralelos: Le Corbusier, Lloyd Wright, Niemeyer, Aalto, Van
der Rohe, Pei, también escuché de estilos como el Bauhaus, el internacional y
hasta el posmodernismo. Siempre los vi estar al día con los nuevos lenguajes
como el deconstructivismo que, aunque lo criticaran o no comulgaran con él,
trataban de entenderlo y asimilarlo. Era una oficina con biblioteca, enorme
además; abundaban, por supuesto, los Architectural Digest, pero también
libros de teoría y de arte, tantos que en algún momento tuvieron que contratar
a una bibliotecóloga para clasificarlos.
Quizás su obra más importante o más trascendente sea una que no fue
llevada a cabo. En 1962 quedaron sextos entre mil doscientos participantes
en un concurso mundial de anteproyectos para el edificio Peugeot de Buenos
Aires. La obra era un enorme rascacielos de sesenta pisos que finalmente no
llegó a construirse, pero que si uno llega a ver el proyecto ganador, el de AOT
(en colaboración con Vásquez Pancorbo) es, de lejos, mucho más moderno.
Lo más impresionante del hecho no es el puesto ni el planteamiento, sino la
osadía y la madurez estilística de tres jóvenes que frisaban con las justas los
treinta años (mi padre tenía veintinueve). Gracias a algunas conexiones de
mi abuelo ingeniero, Johnny, como le decían a mi padre, hizo un stage en
Nueva York, en las oficinas de Shreve, Lamb & Harmon en 1956, los mismos
constructores del Empire State, quizás algo de esa estadía le había dado la
seguridad de que proyectar un rascacielos (y llevarlo a término) no es algo de
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
68
temer. Otro proyecto que no se concretó fue un hotel en Machu Picchu en un
concurso nacional de 1975. El plano de elevación nos muestra un edificio de
líneas (nuevamente) parecido a un transatlántico, pero adherido a una ladera
y desplazado hacia esta como una andenería, un guiño a lo peruano, pero
abocado a la modernidad.
Los proyectos que más reflejan su personalidad han sido los del Club Grau
en Piura, obtenido por concurso a temprana edad en su sociedad, en 1957;
el edificio de la Química Suiza (1961), en el cruce de Javier Prado con Paseo
de la República (hoy empequeñecido por el edificio del Interbank); y el de
laboratorios Parke Davis, de 1962, ganador del Premio Chavín de ese año
en arquitectura. Estos tres edificios no solo se enmarcan dentro de las
características ya mencionadas de su arquitectura, sino que tienen, para la
época, una vocación modernista. Son atrevidos sin dejar de ser funcionales,
son la puerta de entrada a la estética de los sesenta. Me atrevería a decir que el
Club Grau fue el primer proyecto moderno en Piura. Como dato anecdótico,
he estado alguna vez, hace mucho tiempo, en el club sin saber que había sido
diseñado por el estudio de AOT y algo allí se me hacía muy familiar.
Estos tres proyectos prefiguran la que sería tal vez su obra más famosa,
hoy virtualmente desaparecida, el aeropuerto internacional Jorge Chávez.
Felizmente tengo memoria y conozco el proyecto original. Trabajado junto
con los arquitectos Bao y Vásquez (con este último ya habían participado en
el concurso Peugeot), mayores que ellos y con experiencia en concursos, se
llevaron de encuentro a todos los otros concursantes. Como la realización del
proyecto demoró, los socios viajaban a estudiar aeropuertos del mundo con el
fin de diseñar soluciones para su proyecto. Dentro del plan mismo, sé que fue
diseñado para ser expandido a futuro, pero como es el caso en este país, todo
se reinventa y no se construye sobre la experiencia previa, y el proyecto y la
fisionomía original han quedado desvirtuados por completo. El crecimiento
del aeropuerto se había proyectado para que emergieran más espigones a
partir de los originales, pero el frontis con la extensión de los espigones que se
entrelazaban curvándose para terminar sobre una fuente de acrílico no existe
más, en su puesto está un hotel que esconde el aeropuerto. ¿Qué proyectista
Ensayos
69
decide tapar una obra con otra de menor calidad? El aeropuerto, en sus mejores
momentos, fue una obra emblemática, de gran espacio interior, de ventanales
gigantes y carpintería de aluminio. Una obra que todo limeño que la conoció
admiró y gozó. ¿No es acaso bienestar y orgullo lo que una buena arquitectura
debe producir en la gente? Fue también el summum de la funcionalidad y la
estética, forma y función amalgamándose en un matrimonio de precisión.
Pudo haber trascendido con los cambios adecuados y respetando el patrimonio
histórico que debió ser, pero aquí sabemos que todos quieren tener siempre una
refundación. En el caso del aeropuerto no lo refundaron sino lo refundieron.
Es un producto más de una Lima que se va. El aeropuerto del Cusco es una
obra original de estética modernista, también de AOT, que le hace un guiño al
pasado, pero que se va desvirtuando con las ampliaciones.
El estudio también se aventuró por los caminos del brutalismo, ese estilo
arquitectónico tan empatado con el zeitgeist de los setenta y la personalidad
militar de esa década, salvo que la obra tenía una característica multinacional
por ser sede del Acuerdo de Cartagena (1970). El eslabón de esta obra con
la de sus inicios, en los sesenta, es el Centro Nacional Senati, de 1966, con
mención en la primera bienal de 1970. En esta obra, el concreto armado
expuesto tiene una especial preponderancia, si bien se encuentra morigerado
por las formas curvadas de sus paredes laterales y por la yuxtaposición de
otros elementos, como la piedra menuda y el ladrillo caravista. Ostenta,
además, esas grandes líneas o rectas en los frentes, los grandes ventanales
y la carpintería de aluminio, pero el uso de los materiales expuestos, como
el encofrado expuesto de la parte interna del techo, es también un detalle
estético de personalidad. Esa misma personalidad está manifiesta en el
edificio del Acuerdo de Cartagena en el cruce de la avenida Aramburú con
Paseo de la República, pues, a diferencia de sus pares, hay un mayor juego
de volúmenes aunque traicionan, creo yo, la mano de la oficina. Es una obra
atípica en su portafolio.
A mediados de los setenta, la firma se aventuró por los caminos de la industria,
al fundar una fábrica de producción de vidrios llamada TTX. Les fue mal. El
desconocimiento del manejo de una empresa de tales características, sumado
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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a un mal manejo gerencial por parte de otras personas, la llevó a la quiebra,
pero les dejó el interés por el vidrio y el espejo que ya se manifestaba en sus
proyectos. Este afán creativo los condujo a ser pioneros en el uso de edificios
espejados, que al principio combinaban con otros materiales, como el concreto
y el ladrillo. Hay tres ejemplos notables de este uso: el edificio Las Naciones,
de 1975, donde finalmente mudaron sus oficinas, en la avenida Central en San
Isidro, y los edificios Perulac y El Ejecutivo, ambos de 1976, en el Paseo de la
República. Estos se caracterizan por el uso del vidrio espejado como bloques
de construcción, que son la cara y su leitmotiv. Mención especial le cabría
a El Ejecutivo por el uso del vidrio curvo en las esquinas, un detalle que
envuelve al edificio en una sedosidad única. Todas estas obras prefiguran dos
en las que el estudio alcanza lo ejemplar del estilo: la sede central de IBM del
Perú (1978) y el edificio El Presidente (1980), casi en el cruce de las avenidas
República de Panamá y Canaval y Moreyra. El proyecto de IBM es una caja
chata de vidrio con dos volúmenes salientes en medio de un gran terreno
vacío. El respeto por el espacio, la sobriedad de la obra, la pulcritud y el ojo
por los detalles hacen que este proyecto resalte. El edificio El Presidente es
una obra en grande, la primera de este tipo que llamó a que otros edificios de
vidrio espejado se posicionaran posteriormente en la zona. Es oval o elíptico,
con los extremos truncos, que destaca por sus líneas o rectas verticales sobre
todo en los extremos, fue el primer edificio decididamente espejado en su
totalidad, pero además me parece de una estética sobria, pero moderna, aún
con el paso del tiempo sobre sus estructuras.
La modernidad para AOT ha sido siempre una preocupación, pero no aquella
falsa, de modas o teorías, sino la que es cómplice de su tiempo global, de su
trascendencia y posición. No es ostentosa, sino más bien respetuosa. Es la
modernidad entendida como contemporaneidad, el estar con los cimientos
bien puestos en el presente. Allí radica la permanencia en el tiempo de su obra.
Ensayos
71
Declaratoria de fábrica
Yo no salí con vocación de arquitecto, pero mi padre me enseñó a leer la ciudad.
De allí mi interés por el patrimonio y la historia urbanística de Lima, y esa
historia de nuestra ciudad también está narrada por la obra de AOT. Cada
vez que pienso en ella o la observo, le encuentro mayores cualidades, aquellas
del trío creativo y empresarial que formaron mi padre y mis tíos (de cariño).
Soy hijo de los tres en mi gusto por la estética y el diseño, pues cada uno me
sorprendía con sus objetos personales, era una oficina que respiraba creatividad
y eso me gustaba. Estoy orgulloso de esa herencia. El día que murió mi padre
se perdió esa complicidad, ese juego de a tres que hacía que una maquinaria
de gran magnitud, como ese estudio, funcionara a la perfección. Si bien la
oficina continuó, considero solo las obras que se hicieron en ese trío, pues así
lo pactaron desde su juventud ambiciosa. Ese fue el camino trazado por AOT,
su TAO de vida.
Ensayos
Diálogo con Antenor Orrego
Michelle Llona
Fernando Mosquera
¿Cuándo y dónde estudiaron?
Yo ingresé prácticamente dos años antes que Arana y Torres, Estudios
Generales era pura matemática, matemáticas analíticas, cálculo infinitesimal;
nos metían todas las matemáticas habidas y por haber. Terminé el primer año
e ingresé por concurso, por examen de ingreso, a Arquitectura y estudié el
primer año. Salí, no sé si un año o dos años a trabajar porque no tenía medios
económicos para seguir, empecé a trabajar en las empresas eléctricas, y después
renuncié, junté mi plata para seguir estudiando. Ingresé, no sé si al segundo o
al tercer año, eso debe haber sido en el 53, 54. Arana y Torres entraron en esa
época, allí nos encontramos, en el segundo año de Arquitectura.
¿Qué arquitectos nacionales o internacionales influyeron durante su
formación?
De los arquitectos nacionales, Seoane fue un paradigma que había que seguir en
esa época, porque él había montado una oficina grande. Era una de las primeras
oficinas que se montaron acá. Internacionalmente casi todos: Le Corbusier,
Frank Lloyd Wright; Niemeyer me impactó bastante y Mies van der Rohe guio
mucho nuestra línea de diseño, por la sencillez y todo.
73
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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¿Realizaron prácticas preprofesionales en alguna oficina de arquitectura?
Era la costumbre de Belaunde mandarnos a diferentes oficinas, fue una enseñanza interesante, pero no era fácil, porque no había muchas oficinas. Un
ratito estuve con Seoane y después busqué trabajo para sostenerme.
Torres estudió, y te puedo decir que llegó a ser presidente de la AIA (The
American Institute of Architects), Torres se dedicó mucho a las relaciones
internacionales, estuvo primero como vicepresidente y después como
presidente de la AIA, tuvo mucho contacto con la arquitectura internacional.
Nosotros no pudimos viajar mucho porque terminando la universidad nos
llenamos de trabajo, y seguimos trabajando.
Nos conocimos en la universidad y comenzamos a trabajar maquetas
paralelamente al estudio. Hicimos la del Centro Comercial Todos en San
Isidro. Fue para un arquitecto estadounidense que hizo el proyecto. Lo
curioso es que la maqueta estaba tan bien hecha que tuvieron que usarla para
la construcción.
Durante los cuatro años que estuvimos en la universidad nos dedicamos a
trabajar juntos y a estudiar juntos. Trabajábamos los tres en la casa de Carlos
Arana porque tenía un equipo de carpintería extraordinario, a su padre
le encantaba; lo tenía como hobbie. Allí trabajábamos los tres, a veces con
Mulanovich y con Javier Velarde.
¿Cómo deciden asociarse y fundar AOT?
La oficina se funda en 1958. Habíamos trabajado antes con Carlos Arana,
los dos juntos. Nosotros terminamos la universidad y, por suerte, gracias
a Belaunde, salíamos con título. Terminamos en diciembre y en julio ya
estábamos inscritos en la Sociedad de Arquitectos; así nos presentamos al
primer concurso nacional, que fue el del Club Grau de Piura. Ganamos algo
de plata y dijimos “vamos a trabajar juntos, vamos a poner una oficina”; ya
habíamos trabajado, ya sabíamos cómo trabajar y le escribimos a Torres, que
Ensayos
75
al terminar la universidad viajó a Estados Unidos a practicar y a trabajar un
año. A su regreso, el 58, fundamos oficialmente AOT. Eso cierra el trayecto.
Hasta esa época, salvo Seoane, a todos los arquitectos se los consideraba artistas.
Decían que no eran responsables; la idea de todos los clientes del mundo era
que los arquitectos hacían lo que querían. Entonces pensamos que había que
darle una seriedad y formar una firma que garantizara al cliente la estabilidad
del arquitecto y el servicio.
¿Cuál era la función de Arana, la de Orrego y la de Torres dentro del equipo?
En principio nos repartíamos las responsabilidades de la oficina, Arana era
responsable del diseño, Torres de la parte financiera y de conseguir clientes, y yo
de hacer funcionar la oficina y de que todos los detalles de la oficina estuvieran
bien. Esas eran responsabilidades individuales para responder por cada cosa,
pero a la hora de los concursos nosotros trabajábamos 18 horas al día. Era
una oficina netamente para concursos, no era para trabajar con clientes. Ten
en cuenta que no trabajábamos 6 horas ni 12 horas, y había épocas en que no
íbamos a dormir a la casa. Eso nos daba una ventaja sobre todas las demás, esas
18 horas eran dedicadas a concursos, y participábamos en todos. Entre los tres
estudiábamos el concurso y el diseño total de cada proyecto.
¿Por qué decidieron dedicarse a concursos?
Porque no había clientes. En el Perú era obligatorio participar para tener clientes,
y eso nos generaba a la vez otros clientes, era una cadena. Los concursos eran
lo principal para nosotros, y nos dedicábamos. No solamente nosotros, había
otras oficinas.
¿Eran concursos solo del Estado o también había privados?
Mayormente del Estado. Hay que reconocer, primero, a la Sociedad de
Arquitectos, a Agurto y todo su grupo —el grupo Espacio— por pelear contra
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
76
el Estado. El aeropuerto salió a concurso por la pelea que dieron ellos, que
obligaron al Estado a sacar el concurso, porque si no el aeropuerto iba a
ser copia del aeropuerto de Medellín. La pelea la dieron Agurto y su grupo.
Santiago Agurto era un tipo peleador.
El concurso del aeropuerto era muy especial, nosotros éramos muy jóvenes y
teníamos que asociarnos con arquitectos mayores, que tuvieran experiencia.
Así nos asociamos con Bao y Vásquez. Nos presentábamos a tres o cuatro
concursos al año y perdíamos, por supuesto; por ejemplo el Palacio de Justicia
para Huánuco o para Junín, creo. Participamos, pero no figuramos. Nos
hemos presentado a todos los concursos, a todos, primero eran los concursos
y después los proyectos.
¿Los concursos por antecedentes fueron posteriores?
En toda nuestra trayectoria, junto con los concursos había concursos por
antecedentes; por ejemplo el edificio Perulac. Las compañías de seguros
comienzan a sacar en esa época también concursos para Sudamérica. El edificio
donde está la Sunat, en Wilson, ese también fue concurso por antecedentes.
Era indispensable tener una gran cantidad de gente, ten en cuenta que no
existía la computadora, que nos daban plazos de 60 días o tres meses máximo
para un concurso y el proyecto nos demoraba tiempo. Teníamos que reservar
los 10 últimos días para el dibujo. Cada tablero tenía que tener una lámina,
se iba dibujando a la vez que íbamos sacando las ideas, proyectando —“tú
avanzas por aquí, tú por acá, tú por allá”— y tenías que terminar el concurso
y entregar. Se proyectaba hasta cierto momento y los últimos días eran para
dibujar. Ese era el sistema.
¿Trabajaban con equipos multidiciplinarios?
Indudablemente, había que tener conocimiento de estructuras y teníamos que
estar apoyados. Normalmente lo hacía Gallegos, que tenía la oficina cerca.
Ensayos
77
Para la parte estructural debías tener un apoyo de instalaciones básicas, por lo
menos el concepto de instalaciones, aire acondicionado o ciertas redes.
¿Había rotación de trabajadores según la cantidad de proyectos?
Bueno, llegamos que tener de 30 a 40 personas trabajando, pero graduábamos
durante el año, porque ese era el grave problema. Si no había concursos,
no tenías trabajos y los gastos generales los tenías que mantener durante el
año, ese era el problema de tener una oficina. Hay que tener en cuenta que
durante los años 60 a 70, la economía sufrió subidas y bajadas. Cuando estaba
arriba había concursos, cuando bajaba no teníamos nada, nadie proyectaba
nada. Para mantenernos parejos teníamos que tener un crédito bancario,
cosa que desaparece en el 69-70. Entonces cambia totalmente la economía,
permanentemente teníamos que estar contratando y liquidando porque si no
los gastos generales nos comían. Llegamos a tener 30 arquitectos, pero llegado
un problema, teníamos que despedirlos.
¿Cómo percibían el mercado laboral y cuáles fueron sus estrategias para
entrar en él?
Al mercado entramos con los concursos. De vez en cuando caían, como el
caso de Parke Davis. Nosotros teníamos una oficina en la avenida Camaná,
cerca del Bolívar. Por estar cerca, uno de los representantes pasó por la oficina
y le caímos bien, y nos contrató. Fue interesante porque aprendimos cómo
proyectar laboratorios, con asesoría de él mismo. Esa era una forma de tener
trabajos adicionales.
¿A través de esos proyectos empezaron a tener más contactos?
Indudablemente, cada concurso que ganábamos era una amistad nueva. Si
eran concursos particulares, más aún. Qué te digo, por ejemplo, la Química
Suiza fue un cliente al que le gustó nuestro trabajo y ese cliente nos jaló a otro
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
78
cliente que era del mismo rubro, Richard O. Custer, que eran almacenes y
laboratorios. Ese laboratorio nos trajo otros laboratorios. Las relaciones se
forman así; la experiencia de hacer algo bien te trae otro cliente. Siempre es
así, tú haces una cosa chiquita, pero si la haces bien, ese cliente te recomienda
a otro. Eso es lo que debe buscar un arquitecto.
Si quedas bien con uno, indudablemente, se difunde: fábricas se comunican
entre fábricas, laboratorios se comunican entre laboratorios. En esa época era
muy importante, ten en cuenta que era la época en que el funcionamiento
primaba sobre la forma y la forma debería ser el resultado del funcionamiento.
Eso lo vas a ver reflejado en todos nuestros concursos. No es que yo busco una
forma y de allí saco el proyecto, después me acomodo. No, en esa época se
trabajaba al revés, la forma obedecía al proyecto, a cuáles eran las necesidades
del proyecto. Por ejemplo, el aeropuerto. En esa época la persona valía antes
que la carga y antes que el funcionamiento total del aeropuerto; entonces un
pasajero, desde que el carro lo dejaba, no debía caminar más de 30 metros
para llegar al mostrador con sus maletas. Eso se ve en todos los aeropuertos
iniciales, en el de México tú llegabas e inmediatamente estaba el mostrador.
Posteriormente, es tan grande el movimiento de los aeropuertos que el
pasajero pasa al tercer lugar. Ahora, por ejemplo, en Japón, la última vez que
estuve me dejaron en el terminal y caminé como seis cuadras, en veredas
móviles, hasta antes de llegar a aduanas e inmigración.
Cuarenta años después se hace la ampliación del aeropuerto, se moderniza,
pero ya con otro concepto, el concepto de la carga y de los aviones.
Aprender cómo funcionaba un ministerio, aprender cómo funciona Palacio de
Justicia, o aprender cómo funciona un aeropuerto cada vez te va transformando
en más arquitecto y tu cerebro se va adaptando a eso. En el concurso tenías que
aprenderte eso rápidamente para poder diseñar, es así como funcionaba.
Ensayos
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¿En qué momento AOT decide ir más allá del propio diseño arquitectónico?
Nosotros facturábamos 500, 600 dólares al año, entonces el banco nos mantenía
con un crédito de 600, 500, dólares sin poner garantías ni nada. El 69 viene una
devaluación que nadie se esperaba, ni los bancos ni nadie, y al día siguiente nos
cortaron el crédito. Simplemente “no hay plata” y nosotros acostumbrados a
siempre vivir de eso, no teníamos fondos, teníamos departamento, teníamos
carro, teníamos la oficina, pero no teníamos reservas para mantener al personal,
allí es cuando te das cuenta de la fragilidad de los arquitectos. Tú no tienes
sueldo todos los meses; eso nos hizo analizar muy bien esta figura. Claro que
inmediatamente ganamos otro concurso, en Arequipa, y otro concurso más.
Eso nos estabilizó, pero perder el crédito bancario nos dejó muy débiles. Sin
garantías era ideal, pero no comenzar a poner tu casa, tu carro y todo como
garantía para seguir funcionando, eso no tiene objeto.
Luego ganamos el concurso del Ministerio de Agricultura, que fue básico e
importante para dar este paso adicional. Decidimos comprar este terreno con
lo que ganamos.
¿Cómo fue la experiencia del proyecto Senati?
Senati nace de la necesidad de los industriales de contar con mano de obra.
Eso nos lo dijeron directamente. Nosotros ya éramos muy conocidos entre
los industriales por las fábricas, los laboratorios y nos fuimos a estudiar el
tema en Colombia, donde había un Senati. Allá no se llamaba Senati, pero era
donde enseñaban a obreros, los capacitaban para las fábricas.
¿Tenían mucha participación en la obra?
Ayudábamos mucho, tomábamos como una obligación ir a ver la obra, para
nosotros en los contratos decía “es una obligación del arquitecto ir a la obra”.
Sobre todo en obras que eran especiales, porque si dejabas hacer al constructor
lo que quería, por hacer rápido las cosas y ahorrar plata, lo hacía mal. Cuando
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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llegábamos lo hacíamos levantar —“está mal hecho, vuelve a hacerlo”—, a
veces nos odiaban, jajaja.
¿Cómo describe el proyecto de la compañía Richard O. Custer?
Richard O. Custer y Química Suiza eran empresas dedicadas a representar
productos farmacéuticos, entonces el gran volumen era el almacenaje; aparte
de eso estaban las oficinas administrativas. Todo lo han demolido, ya no existe,
hay un conjunto habitacional ahora, lo único que quedan son estas fotos.
¿Cómo fue la experiencia del proyecto de la compañía Química Suiza?
Es muy importante, son clientes suizos y tienen un respeto y un cariño por la
arquitectura que nunca he encontrado en otro cliente. Así son incapaces de
dejar abandonadas sus cosas, esas mayólicas, esas cerámicas las han mandado
a hacer a veces especialmente para volverlas a reponer; ellos han mantenido el
edificio, estamos hablando de 30 a 40 años y lo mantienen igual, desde el día
que lo construyeron está igualito, no han cambiado nada y han mantenido la
calidad de los materiales. Es un tipo de cliente especial.
¿Cómo fue la experiencia con la compañía IBM del Perú?
IBM es una experiencia entretenida. Ten en cuenta que era una empresa muy
poderosa, muy grande a nivel mundial y escogía con mucho cuidado los
arquitectos. En esa época, IBM era el impulsor de las primeras computadoras
PC, su organización era extraordinaria, era calculada para 400 empleados y
nosotros íbamos a hacer la primera etapa para 100 empleados. Es un proyecto
que se ve por alguna parte, no sé donde lo tengo… está preparado para 4
módulos de 400. Nosotros hicimos el primer módulo nada más.
Nosotros tuvimos que demostrar el proyecto en Nueva York, tuvimos que
llevar el proyecto y justificarlo en Nueva York. Tenían una gran oficina de
arquitectos de gran nivel, un nivel extraordinario, pero tuvimos que llegar y
Ensayos
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demostrar qué cosa queríamos hacer. Pero antes de eso, para poder proyectar,
nos hicieron viajar por varias ciudades del mundo, por Brasil, México, por
Nueva York, por no sé qué otro estado, por Los Ángeles, para engullirnos del
concepto de lo que era IBM, qué cosa significaba IBM para el proyecto. En
una de esas, en Nueva York, en White Plant, nos enseñaron un local que me
dejó realmente sorprendido, era para inventos. Había una serie de oficinas
en que trabajaban los tops de la ciencia y cada uno tenía su módulo de 5x8
con todas las necesidades y todos los servicios, tenían una biblioteca a su
disposición, laboratorios químicos y técnica industrial, para hacer lo que les
diera la gana; esa gente se dedicaba a pensar nada más, se agarraban a los
mejores de las universidades y los contrataban para pensar. Y eso en todo el
mundo, no ha sido solamente en Estados Unidos, de una de esas oficinas es
que sale el microchip, en Alemania, y eso pagó todos los gastos y transformó
la computación en todo el mundo. Me parece extraordinario que alguien
pague para pensar, bueno ojalá se haga acá alguna vez.
Es la parte positiva que yo saco de IBM, es decir lo que nos enseñaron a
hacer. Bueno y cambiaron los tiempos, con ese chip que cambió totalmente
el sistema, entraron las computadoras rápidas, llegaron las laptops y 20 años
después ya no se necesitó hacer ampliación, pues en el mismo local entraron
las 400 personas porque eran part time, cada una manejaba su computadora
en su casa. Igual ha pasado con los arquitectos, cada computadora ahora
equivale a cinco arquitectos, esa es la proporción, antes yo necesitaba 25
personas para hacer un proyecto, ahora se hace con cinco. La técnica avanza
y el que no está actualizado, muere.
¿Cómo fue la experiencia y propuesta de concurso para el hotel de turistas
de Machu Picchu?
A mí se me ha quedado un clavo. Es inconcebible que no se haya hecho y que
esté Machu Picchu como está ahora, que es un horror; lo que han hecho es
espantoso. La idea de sacar el concurso de Machu Picchu me pareció brillante
y la adaptación de eso debió hacerse, el asunto es que hubo mucha oposición.
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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Incluso hubo arquitectos que pensaron que iban a hacer torres de hoteles,
como se hacen en todo el mundo. Nosotros, después de analizar Machu
Picchu, encontramos un pequeño ensanchamiento en las subidas y en ese
ensanchamiento desarrollamos el hotel; con la diferencia de que, en lugar de
hacer una torre vertical, la recostamos al cerro. Bueno, no se hizo, pues, pero
no era una torre, era un hotel que se mimetizaba con el cerro.
Artículos
Artículos
Conversaciones con José Orrego,
un practicante en AOT
Daniel Rondinel
El edificio Química Suiza
Diseñar o el arte de encontrar la forma
más simple para un programa
Jorge Sánchez
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Artículos
Conversaciones con José Orrego,
un practicante en AOT
Daniel Rondinel
Obtuvo una maestría en Arquitectura con mención en Ecología (2011) en Cornell University,
Nueva York, Estados Unidos. Fue becario de la Fundación Fulbright 2010-2011. Es arquitecto
(2003), Universidad Ricardo Palma y miembro del Colegio de Arquitectos del Perú (2007). Está
asociado al U.S. Green Building Council desde el 2011. En el campo profesional, posee doce
años de experiencia en diseño, coordinación, gestión y desarrollo de proyectos como arquitecto
especializado en edificaciones sostenibles; ha trabajado en proyectos para entidades públicas y
privadas. En el campo académico, tiene once años de experiencia como docente; fue profesor
del curso Taller de Proyectos, en la Universidad Ricardo Palma, durante cinco años (20052009); también asistente de profesor en la Escuela de Arquitectura, Arte y Planeamiento, en
la Universidad de Cornell (2010-2011), cursos Environmental System 1 y 2; actualmente, es
profesor de la Carrera de Arquitectura en la Universidad de Lima, de los cursos Arquitectura
y Medio Ambiente (desde el 2011), Desarrollo de Proyecto (desde el 2013) y Taller de Diseño
(2014). Es miembro del Comité Académico de la Carrera de Arquitectura desde el 2016.
En el 2007, había terminado la tesis para titularme e iniciaba la vida laboral, más allá
de los trabajos eventuales. En ese entonces, sentía que a la carrera de Arquitectura,
que había terminado años antes en la Universidad Ricardo Palma, le faltaba una
dosis de práctica donde apoyarse. Se hablaba mucho de forma, de concepto; pero
al menos en mi caso dar el salto de la idea a la construcción era sortear un pozo
bastante grande y desconocido.
En mi búsqueda por llenar vacíos académicos y de formación, entendí que lo que
necesitaba era aprender más sobre el oficio, sobre todo cómo hacer realidad un
proyecto. Sobre esta inquietud, Enrique Bonilla —quien fue mi profesor primero, mi
asesor de tesis luego y un gran amigo siempre— me dijo que debería trabajar con
José Orrego, pues él debía de ser en la actualidad uno de los arquitectos con más
metros cuadrados construidos.
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Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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Lo poco que sabía acerca de la oficina que dirigía José Orrego, Metrópolis, era que
diseñaban los polémicos locales para la cadena de hamburguesas Bembos, que mal
que bien siempre terminaban llamando la atención. Así, tras una breve entrevista,
empecé a trabajar en Metrópolis; tres años después salí con varios buenos amigos
y conociendo mucho más sobre cómo hacer para que un proyecto sea no solo una
idea, sino cómo hacer para que un proyecto sea una idea construida.
Hoy es 27 de abril del 2015. Coordiné con Pepe hace algunas semanas para ir a su oficina
a entrevistarlo. Hemos tenido que reprogramar la entrevista varias veces debido a
viajes imprevistos, suyos en la mayoría de casos. Llego a Metrópolis diez minutos antes
de la hora pactada; Lirios me recibe con una sonrisa y me ofrece un café espresso. Han
pasado algo más de cinco años desde que dejé de trabajar en Metrópolis, y algunas
cosas cambiaron, como la nueva oficina en el Polo; sin embargo, encuentro caras
conocidas y sonrisas de bienvenida, e incluso hay tiempo para un selfie.
Paso a la sala de reuniones. Un televisor de 60 pulgadas en el otro extremo de la mesa,
de un directorio para diez personas, un equipo de aire acondicionado decorativo en
otra pared, con la foto de un proyecto de Metrópolis. Todo está limpio y ordenado.
El piso es de mármol y el ambiente predominantemente blanco inspira confianza y
respeto, con una dosis de amabilidad.
Algunos minutos más de espera y escucho pasos apurados. Pepe entra a la sala, me
pide disculpas por la demora, me saluda, da un rápido vistazo a la sala comprobando
que todo esté como debe estar. Un interruptor presenta una mancha y mientras pide
por teléfono un café se levanta para ver de qué se trata y la limpia. Luego conversamos
y nos ponemos un poco al día, han pasado dos años desde la última vez que lo vi.
Tras unos minutos, empiezo a comprender la visión que tiene José Orrego, espectador
privilegiado, de la historia de una de las empresas de arquitectura más importantes
que han existido en el Perú: AOT, Arana Orrego Torres.
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Los sesenta y la trascendencia de AOT son temas de los que desearía que
conversáramos en un momento. Quisiera empezar con algo más íntimo
primero, y casi básico. Me gustaría saber cuáles son los primeros recuerdos
que tienes de tu papá como arquitecto y de AOT. He averiguado que cuando
tú naciste él tenía 40 años y que AOT estaba en pleno crecimiento.
Es correcto, lo que recuerdo es que el local estaba ubicado frente al colegio
Alfonso Ugarte, en el edificio El Mirador, donde hoy se encuentra la ampliación
de las instalaciones de la empresa Casabonne y Arango. Era una época de
mucho entusiasmo frente a la arquitectura peruana, y tuve una relación bastante
personal con la arquitectura, debido a que solía ir a la oficina de mi papá.
Era una oficina grande, donde había varios tableros en forma lineal con gente
trabajando; tenían una zona donde hacían maquetas, tenían tres cubículos; era
una oficina, además, diseñada para arquitectos, llena de muchos detalles. Si
uno va hoy, puede ver unas puertas que en ese entonces me llamaban mucho la
atención, estaban diseñadas con el pomo embutido, con forro, con una cantidad
de detalles que hoy reconozco a la distancia. Me parecía una linda oficina.
Mi papá empezó dibujando planos con tiralíneas y regla T, luego pasó al
Rotring y yo recibí esa tecnología. Recuerdo todo el rito de dibujar: limpiar la
regla con bencina, alisar el papel, poner el plano en la mesa; todo ese proceso
que extraño porque desde siempre me gustó dibujar. Cuando tenía doce años,
mi papá me regaló un estuche con puntas Rotring. En el colegio era una rareza
que yo tuviera esas herramientas de dibujo que para mi papá eran del futuro.
Me regalaba, además, agendas que él no usaba y yo dibujaba con puntas 02 o
03. Mis hijos tienen hoy las agendas en las que yo dibujaba. Hay mucho del
dibujo que yo hacía en las cosas que ellos hacen, y todo nace con las visitas a
la oficina de mi padre.
No tenía manera de saber exactamente lo que era la arquitectura, yo era muy
chico. Entendía intuitivamente qué hacían en AOT, porque a veces a mi papá
le tocaba ir a ver una casa o algún otro proyecto. Recuerdo que el plan era
irnos el fin de semana a almorzar al aeropuerto. La gente iba a almorzar y a
ver cómo llegaban los aviones.
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El aeropuerto es un proyecto de 1958 y se inauguró a finales de 1965. ¿Qué
recuerdos tienes de él? Por lo que mencionas, las idas al aeropuerto eran casi
un paseo familiar.
No recuerdo exactamente el año, pero sí esas idas al aeropuerto, eran
una experiencia. Nadie me decía que eso era arquitectura, pero la veía. El
aeropuerto estaba en su mejor momento, cuando tenía la pileta donada por la
Embajada de Francia, que era una estructura espectacular.
Por eso, cuando decidí estudiar Arquitectura, estaba convencido de que
era eso lo que quería, sin ninguna duda. Es más, me di cuenta durante la
universidad de que ese conocimiento respecto de la carrera no lo tenía nadie,
salvo otros hijos de arquitectos. La mayoría entendía recién en quinto ciclo lo
que era la arquitectura.
¿Y cómo tomó tu papá la noticia de que querías estudiar Arquitectura?
¿Sentiste que él influyó en esa decisión o te lo pidió directamente?
Todo lo contrario; mi papá es una persona de poco hablar. Y, en general,
nunca interfirió en mis decisiones. En los últimos años de la carrera practiqué
en su oficina, pero él no albergaba expectativas de que trabajase en AOT. Ello
se debió, supongo, a que AOT era una sociedad.
No era su oficina, pertenecía a tres socios, uno de los cuales era él. Ahora, una
de las cosas que a mi papá le da más gusto es que yo hice las cosas por mi cuenta
y manejé mi oficina prácticamente desde el día que salí de la universidad.
Volviendo al tiempo en que practicaste en AOT, ¿qué recuerdos tienes de esa
etapa? ¿Cómo eran los socios y la dinámica de la oficina?
Practiqué en AOT solo mientras estuve en la universidad. Cuando terminé
mis estudios, empecé a armar mi oficina. De AOT, me sorprendía la cantidad
de tableros que tenían en su oficina, eran como 40. Puedo mencionar también
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que, producto de la práctica de muchos años, los socios tenían ciertos roles
que los diferenciaban.
Por ejemplo, noté que Carlos Arana era un diseñador nato. Eso no significa que
los otros socios no hayan sido diseñadores. Todos diseñaban y se hacían cargo
de ciertos proyectos. Cada socio tenía la responsabilidad de un proyecto, pero
todo se discutía en grupo y seguro el encargado sacaba el anteproyecto adelante.
Mi papá era más bien la persona que hacía que sucedieran las cosas una vez que
llegaban los proyectos. Él se encargaba de que la oficina marchara tanto en la
parte de gestión y administración como en la operatividad de la propia oficina.
Juan Torres, por su lado, era un relacionista público nato, un tipo tremendamente
carismático; dentro de AOT era la persona que ayudaba a mostrar el trabajo
que efectuaban. Él siempre estuvo preocupado de tomar slides de todos los
proyectos, algo que no era muy común en una oficina de arquitectura en esa
época. Por desgracia, falleció muy temprano y para AOT significó quedarse
sin vocero, alguien que divulgara lo que hacían. Creo que ahí se perdió la
oportunidad de dar a conocer el trabajo de AOT, pues quien tuvo siempre
voluntad de hacerlo fue Torres. Su anhelo era sacar un libro de AOT. Se llegó
hasta el folleto que se vio en la exposición, fruto de su esfuerzo por difundir la
obra que había hecho AOT. Es el material que existe y que él juntó.
En esa época, no era común que un arquitecto informara sobre su obra o la
publicitara; eso era hasta pecado. El mismo código lo impedía.
Torres estuvo vinculado con la UIA (Unión Internacional de Arquitectos),
fue presidente de la RAGA, decano del Colegio de Arquitectos y tuvo un rol
bastante importante dentro de la arquitectura peruana. Además, era un tipo
sumamente generoso, que siempre buscaba conciliar. Considero que cuando
falleció, la arquitectura peruana perdió mucho, porque él era el contrapeso
de quienes, en general, responden a egoísmos o a cofradías, en vez de la
generosidad con la que él traía las cosas. Torres hubiese sido el artífice de un
cambio importante en la arquitectura peruana.
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Ahora que mencionas esto de los roles, ¿crees que es posible conocer a los
socios o a tu papá a través de las obras de AOT? ¿Cuánto de Antenor hay en
las obras de AOT, cuánto de Carlos, cuánto de Juan?
Es difícil ver cuánto de cada socio hay en cada obra. Pero donde yo he podido
leer a mi padre, por ejemplo, es en nuestra casa, un lindo proyecto donde el
diseño fue enteramente suyo. En ese proyecto sí pudo hacer todo lo que él
quería, porque en los demás siempre intervenían los tres socios.
AOT manejó varios estilos a lo largo de los años. ¿Cuál es el de la casa
que diseñó tu padre? ¿Hubo influencia de Niemeyer como en los primeros
proyectos de AOT?
Lo más resaltante de la casa es el brutalismo y la exploración del concreto,
algo que había explorado en el proyecto del Acuerdo de Cartagena. En la
casa, que está ubicada en La Planicie, se logró un refinamiento en el empleo
del concreto que hasta hoy está vigente. Con el tiempo, yo he reconocido la
influencia de AOT en mi forma de diseñar. Pero hoy descubro que mucho
de lo que hago tiene influencia de mi padre. Por ejemplo, mi casa, donde he
empezado a reconocer una serie de elementos, como la madera o el puente, en
los que he visto reflejada la casa de mi padre.
¿Qué lecciones aprendiste durante el tiempo que trabajaste en AOT y qué
influencias hubo en tu trabajo?
Después de 25 años haciendo proyectos, empiezo a reconocer la influencia
que tuvo AOT en lo que hacemos en Metrópolis. En los años que estuve en la
oficina de mi papá, aprendí sobre el manejo de una oficina de arquitectura.
Una de las cosas que me marcó fue la oportunidad de ser parte de una gran
oficina de arquitectura. Muchos arquitectos jóvenes pueden imaginar hacer
una oficina, pero no tienen la oportunidad de ser parte de eso, y terminan
siendo derrotistas. Creo que eso ha sido para mí una gran experiencia, porque
nunca pensé “pucha, nunca lo voy a lograr”, sino que el hecho de ver que
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había una oficina grande posible en el Perú que llevaba a cabo proyectos
importantes me daba la seguridad de que yo podía hacer lo mismo. Pero eso
es algo que no es fácil de ver.
Siento que hay mucha influencia de AOT en mi historia personal, reconozco
los atributos de sus socios en mi propia oficina, replicando las tres fortalezas
de los socios de AOT: el diseñador, el gestor y el promotor en una sola oficina,
que es lo que hacemos en Metrópolis.
Debió de ser complicado iniciar con esa visión y hacer el trabajo de tres.
(Risas) Sabes que si ves el final de la película, es más fácil saber que eso es
posible. Eran cosas que yo pude ver durante la época que estuve en AOT.
Como dices, crecer viendo algo es totalmente diferente a crecer sin saber que
eso existe o que es posible. Estar acostumbrado o vivir en una realidad hace
que se tenga la confianza para iniciar y la fuerza para continuar.
Sí, Daniel, ese es un problema formativo. Y esto no es un cherry a la de Lima,
pero tú que enseñas ahí sabes que la Universidad de Lima fue la primera que
empezó eso. Yo observo que el enfoque que se está dando allí a la arquitectura
está más relacionado con el tema del emprendimiento, ya que no solo se trata
de formar egresados que sean genios diseñadores, sino que las oficinas que
quieran formar sean viables. El esfuerzo de la carrera tiene que valer la pena,
porque si te enseñan a hacer rascacielos y sales a hacer garajes, entonces el
golpe es muy fuerte.
Hay mucha gente que cree que el arquitecto es alguien que tiene que
conseguir proyectos para construir porque es la única forma de hacer plata
y en general escucho mucho arquitecto derrotista, que dice todo eso. Tras el
tiempo que estuve en AOT, decidí quedarme. Era la época del terrorismo y
hacer arquitectura era muy complicado. Muchos se iban. Para mí creer que
era posible hacer arquitectura, haberlo vivido, me permitió foguearme y salir
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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de una situación muy complicada. Es importante que esa sea la visión que
tengan los chicos.
¿Qué diferenciaba a AOT de otras oficinas?, ¿por qué su obra fue trascendental?,
¿qué factores influyeron en ese éxito?
Muchas veces mi papá me decía que, para el equipo, había una gran
diferencia entre su oficina respecto a otras, y era que ellos siempre enfocaron
la oficina como una empresa; en otras palabras, AOT era una empresa. Eso
no significaba que eran unos genios al descubrir esa fórmula. Lo aprendieron
de Seoane, vale decir que el modelo de AOT de cómo manejar una empresa
era el modelo de Seoane en su compañía, de corte más bien norteamericano
con un enfoque que buscaba cómo enfrentar una oficina, sacar adelante
los proyectos, y a la vez ser consistentes. Esa forma de ver una oficina de
arquitectura era diferente al enfoque que también se tenía en esa época, que
era más una visión europea donde la oficina era como el taller de arquitectura
en donde el arquitecto era la figura central, y estaba diseñando cosas, aislado,
y casi se iluminaba al diseñar.
Yo creo que eran esas dos las formas que se usaban para organizar una oficina
de arquitectura en esa época. Me explico; había arquitectos que tenían un
taller de arquitectura, y otros que gestionaban oficinas tipo AOT donde se
tenía claro el rol de socios, una estructura de administración de oficinas.
Era una época difícil, los tres socios se esforzaron mucho para hacerse de un
nombre, pero era también una época en la que se podía conseguir eso, pues
existía un portafolio de concursos públicos tan abundante que uno se daba el
lujo de escoger a cuál concurso entrar y a cuál no. Y participar en concursos y
lograr ganarlos te hacía de un prestigio y de un nombre, y te permitía además
vivir de eso. Ahora ello ya no es posible, y creo considero que hace mucha
falta. Una oficina como AOT fue una realidad porque existían concursos
públicos y parte del éxito de AOT y de su transcendencia se debió a estos.
Artículos
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Respecto de los concursos, pude ver la entrevista que le hicieron a tu papá
y efectivamente decía que la oficina sobrevivía por los concursos, cosa que
ahora es impensable. ¿Qué problemas conlleva la falta de concursos públicos?
Presumo que es el gran problema de la arquitectura peruana hoy en día. Es
imposible que una oficina se mantenga solo por concursos; las oficinas, por
ejemplo la mía, conseguimos trabajos recurrentes, pero dependemos de mil
estrategias en el tiempo para lograrlo.
Pero el problema es mayor cuando sales de la universidad, pues puede haber
gente muy capaz, con mucha vocación y dispuesta a hacer su mejor esfuerzo,
pero no tiene el espacio para demostrar eso.
Son justamente los concursos públicos los espacios para demostrar la capacidad
y la vocación. Es lo ideal en cualquier parte del mundo y el punto de partida
para seguir apostando por la carrera. Hay arquitectos con muchas capacidades
que pierden las esperanzas en el camino por la falta de oportunidades.
En la misma entrevista, tu papá menciona estas dos corrientes que
comentabas hace un momento. ¿Cómo esa forma de organizar una oficina
de AOT influyó en la creación de Metrópolis?
Fue la influencia de Seoane en AOT lo que les permitió hacer una empresa
de arquitectura que duró casi 50 años. Todo esto me hizo reflexionar sobre
la trascendencia de una oficina de arquitectura e influyó en la creación de
Metrópolis. Lo cierto es que en un primer momento firmaba como “José
Orrego, arquitecto”, y recuerdo que hice un libro de mis primeros proyectos,
que era amarillo y se llamaba José Orrego; la presentación estuvo a cargo de
Bernardo Fort Brescia. Conversando un día con él, le pregunté por qué su
oficina se llama Arquitectónica y no Bernardo Fort Brescia Arquitectos, y me
contestó algo que me marcó y que después supe reconocer también en AOT. Si
bien es cierto que la oficina se llamaba AOT Arquitectos, no era Arana, Orrego,
Torres, Arquitectos. Era AOT, y era un nombre corporativo, finalmente. En
el caso de Arquitectónica, tenía un ingrediente adicional: más que poner tu
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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apellido, como en un estudio de abogados, se trataba de buscar un nombre
que permitiera tener una imagen corporativa, pues esto permitía abrir oficinas
en cualquier parte del mundo y no necesariamente ser uno mismo quien está
detrás de todo o estar presente físicamente.
Vuelvo a la lección primera de Seoane, la que aprendió AOT y después usé
en Metrópolis, que es la razón por la cual busco una imagen corporativa.
Es algo que nunca se ha dado en el Perú; no hay ninguna oficina que haya
trascendido a su propio tiempo. Sí ocurre en Estados Unidos, donde hay
oficinas que tienen más de 100 años; no sé si también en Chile, pero sí lo he
visto en Argentina. Pero acá, en el Perú, nunca ha sucedido que una empresa
pase la posta a la siguiente generación.
En una oficina de arquitectura sabes que tienes trabajo porque alguien lo
encarga. En el caso de Metrópolis, alguien pide algo y tenemos que cumplir
el objetivo de la persona o la empresa que lo encarga. Además estamos en
la obligación de crear valor con ese requerimiento y sobre eso construir
intelectual o académicamente. Ante todo buscamos cumplir con el objetivo
de quien lo encarga y eso es lo que nos diferencia. Si no entiendes qué es lo
que el cliente necesita, como en el caso del arquitecto que hace lo que le da la
gana, simplemente nunca te volverán a llamar.
Nosotros estamos buscando el cliente recurrente, el que vea que nosotros
le damos un valor a su encargo, y que muchas veces no es necesariamente
arquitectura de autor. Aunque por supuesto también hacemos arquitectura
de autor, casas o edificios. Pero para que una oficina funcione debe tener la
capacidad de cumplir con los proyectos tipo encargo, que significa manejar
todas las variables que hacen posible un proyecto.
Claro, son justo esas variables, la parte técnica, lo que también da valor a un
proyecto. Pero creo que también es importante para una oficina que existan
proyectos de autor o incluso otras actividades que mantengan la parte
académica o de exploración siempre presente. ¿Cómo ves este tema de hacer
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encargos, pero a la vez hacer arquitectura de autor y explorar, investigar o
proponer? ¿Esto también se daba en AOT?
Después de 25 años, me doy cuenta de que he sido consecuente con lo que
quise y he logrado hacer una oficina como la que quería y más. Todo como
consecuencia de tener un enfoque empresarial, porque si eres un buen
empresario entiendes que no todo es hacer negocio. Encuentras otras cosas
que son valiosas y que, si tienes cierto nivel de gestión, puedes arriesgarte a
hacerlas. Y esto lo vi también en AOT.
Hoy, por ejemplo, además de Metrópolis, hago una serie de cosas que no tienen
nada que ver con el negocio de una oficina de arquitectura, como mi labor en
la Bienal de Venecia o en la Asociación Peruana de Estudios de Arquitectura,
que son cosas que hago porque quiero hacerlas, y estoy dispuesto a invertir
recursos y tiempo. Me compro pleitos como lo de la Bienal de Venecia, que
para bien o para mal tenemos un espacio ahí, en un evento internacional que
va a permitir que este año podamos convocar un concurso más amplio, que
haya propuestas de todo tipo y que puedan estar en Venecia.
Y eso también lo he aprendido de AOT. Por ejemplo, tuve la suerte de que
cuando estaba practicando allí, durante la universidad, me invitaron a un par
de concursos para jóvenes arquitectos, de la UBA. Torres estaba metido, pero
no era ningún negocio para ellos. Es más, le costábamos plata, tenían que
viajar y hacer una serie de cosas. Con eso entendí que más allá de esta gran
oficina había también concursos, exploraciones, publicaciones… Recuerdo
que, tras el concurso, Carlos Torres y yo empezamos a armar una revista
que se llamaba Umbral, que si hubiese seguido sería lo que es Arkinka hoy
en día, pues nació con los mismos principios. Por otro lado, en ese entonces
Torres fue nombrado decano de la UPC, pero fallece y fue reemplazado por
Cruchaga. Cuando Torres fue decano de la UPC me llamó y yo le paso la voz
a Juan Carlos Doblado para hacer un taller, pero, bueno, como ya no estaba
Torres, no se dio.
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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Han transcurrido 57 años desde que AOT inició su trabajo en 1958. ¿Qué
ha pasado desde entonces hasta ahora en la arquitectura peruana?, ¿cómo
ha cambiado? Entiendo que los socios de AOT fueron alumnos de Belaunde.
¿Cuánto influyó tener un presidente arquitecto en esa época?
Claro, fueron alumnos de Belaunde. Él tenía un grupo de gente con la que
se juntó y además eran del mismo partido, pero esto no influyó o benefició
a AOT, pues ellos no entraron en temas políticos. Lo que sí influyó fue el
hecho de haberlo tenido como profesor, el compartir un enfoque particular
de la arquitectura. Por eso se dio lo que yo considero la época dorada de
la arquitectura. Fueron unos años muy bonitos. Recuerdo que cuando se
funda el Colegio de Arquitectos mi papá me comentaba que los miembros
se reunían en un chifa. Esa era la escala de la agremiación, con lo cual ves
que el nivel personal de comunicación era tremendo porque hubo un grupo
muy compacto de gente que se conocía. Además, el Perú tuvo un primer
presidente arquitecto que decidió que todo era concursable entonces, había
pocos arquitectos con muchos concursos, si eras consistente en los concursos,
empezabas a ganarlos y no eran sobre ideas, sino proyectos construibles. Esos
fueron buenos tiempos porque la ley lo permitía. La ley obligaba a que todo
espacio público y edificio público sea asignado por concurso.
¿Y qué paso en el camino? ¿Por qué el tema de los concursos no sigue con esa
fuerza?
Un golpe muy fuerte que nadie ha podido poner en cifras de cómo impactó en
la arquitectura fue la crisis de los años ochenta y el hecho de que desaparecieran
los concursos. En esa época no se tenía la posibilidad de hacer nada. Hoy día
si pones una oficina de arquitectura consigues algo. Era otro tiempo que ya
no era el de mi papá, el de AOT, el de los concursos.
Cuando entra Fujimori, después del desastre económico de los años ochenta, se
busca la reducción del Estado y, debido a ello, se desmontan muchas entidades
dedicadas al planeamiento y se reconfigura la Ley de Incorporación del
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Estado que en ese momento se llamaba Conasuco y después se convierte en el
Consucode. Todo lo que estaba en el Conasuco, que organizaba los concursos
de arquitectura, que eran parte de todas las plataformas contratadas por el
Estado, se simplifica a concursos de precio.
En la actualidad, los proyectos públicos en el Perú se circunscriben a
expedientes técnicos que concursan al menor precio, con lo cual la arquitectura
no tiene ningún valor. No se privilegia la calidad y ese es un error estratégico.
Y el Colegio de Arquitectos fue el gran culpable en esa época porque sus
miembros estaban en ese momento en un conflicto interno y no tuvieron
ninguna participación ni defendieron la posición. Hoy en día, después de
veintitantos años, es muy difícil explicar la importancia de realizar concursos
de arquitectura. Además, ahora existen una serie de agentes interesados,
como los consultores, a los que no les interesa que todo esto cambie, ya que
disponen de toda una estructura dedicada a elaborar expedientes técnicos.
Y muchas veces se piensa que el arquitecto es un tipo complicado que va a
demorar más estos expedientes.
Se pueden hacer concursos públicos, pero bajo una forma totalmente
compleja, pues es la única forma que lo permite el Estado al no haber un
marco legal para efectuarlo de otra manera; ninguna autoridad cuenta con
concursos. Yo lo he visto, en tres oportunidades: el caso del Museo Nacional,
el de Machu Picchu y el del Archivo de la Nación. Para ponerlo simple, lo
que suele pasar en muchos casos es que te contacta el consultor, contrata al
arquitecto y se hace el edificio. Ese fue el caso del Museo de la Nación o del
Centro de Convenciones, que la consultora ya tiene su arquitecto y hacen su
proyecto y si tenemos suerte, se logra un buen trabajo.
Entonces, esa pérdida de concursos de arquitectura fue nefasta, y lo desafortunado, además, es que se generó una paradoja: la gran oportunidad para los
arquitectos en el Perú siempre fue participar en concursos de arquitectura,
pero al no haber concursos públicos el arquitecto queda circunscrito al ejercicio
privado, después de una crisis, con lo cual quedan pocas oficinas sobreviviendo
del diseño. Hoy calculo que no son más de 100 oficinas en el Perú que subsisten
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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y viven del diseño, todo ese espacio ha sido cubierto por otras opciones. En
paralelo, nunca antes han salido tantos alumnos de las escuelas de Arquitectura
que no tienen la oportunidad efectiva de ejercer la carrera. Para mí el recuperar
los concursos de arquitectura generaría un gran dinamismo que volvería a
colocar la arquitectura en la sociedad como una profesión necesaria y no como
una profesión de lujo que, al parecer, es la sensación que da actualmente.
Ahora quisiera hacerte unas preguntas rápidas, de ida y vuelta: ¿Cuál
consideras que es la obra más contemporánea de AOT, con un lenguaje y un
discurso que podría encajar en estos días?
El aeropuerto fue un proyecto de una trascendencia importante. A pesar de
que no ha mantenido sus características originales, es una obra que no ha
perdido la capacidad de reciclarse.
¿La obra más exitosa?
El edificio de IBM, porque fue una obra que de alguna manera fue muy visible
internacionalmente. Asimismo, incorporó una nueva forma de hacer oficinas
en el Perú.
¿La más controversial?
Probablemente el Acuerdo de Cartagena, porque fue uno de esos proyectos
donde exploraron mucho con el concreto y tenía bastante semejanza con
la Municipalidad de Boston. Es muy parecido en términos de imagen, la
expresión del material, similar volumetría.
¿El más logrado?
Yo creo que el edificio de Química Suiza, porque es un proyecto inmortal, fue
ganador del premio Chavín de Arquitectura. Se mantiene vigente.
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Cambiando de tema, entiendo que no conociste a tu abuelo; sin embargo,
quisiera saber cómo influyó su imagen en tu padre, en AOT y luego en ti. Tu
abuelo fue una persona muy influyente e importante, ¿alguna vez sentiste el
peso del apellido?
Yo tuve conciencia de quién era mi abuelo mucho tiempo después, cuando leí
sus libros. Más allá de ser figura de un partido político, era por excelencia un
filósofo, un pensador de los que ya no existen hoy en día. Como Haya de la
Torre, Mariátegui o Vallejo, gente que tenía una visión de país.
Mi abuelo era alguien que estaba en constante relación con el mundo de las ideas.
Hoy eso ya no se ve, lo que hay es gente que opina, pero no gente que imagina y
que tenga una visión filosófica de cómo enfrentar la vida, sacar adelante el país,
eso no existe. Yo he observado esa capacidad de reflexión después en mi papá,
porque para él esas épocas fueron duras, además mi abuelo era perseguido. A mi
padre le costó terminar la carrera y pagársela, luchó muchísimo. Me consta lo
duro que fue para él ejercer la arquitectura y hacer lo que hizo, a él y a sus socios.
Esa capacidad reflexiva que tenía mi abuelo y tiene mi padre para hacer todas
las cosas ha influido mucho en mí, es parte de lo que yo he heredado. Siempre
pensar un poco más, con la visión social que ambos me legaron, no buscar
solo el beneficio personal sino el común, y actuar correctamente.
Y al final la arquitectura debe tener mucho de eso también, ¿no?
Así es.
De alguna manera la política ha sido parte de tu familia, ya que tu abuelo
fue congresista y socio fundador del APRA y tu padre fue ministro. ¿Cómo
influyó el tema político en tu ejercicio profesional?, ¿cómo influye la política
en la arquitectura?
Siempre me he mantenido muy alejado del tema político, y si bien mi padre
tenía una posición política clara nunca fue abierto en inculcarla o mostrarla
Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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en la casa. Yo creo que él respetó el espacio de cada uno, de su posición
política, nunca hubo una sensación de imponer alguna idea.
Pero, más allá de eso, es evidente que sí existe una relación entre política y
arquitectura. Por ejemplo, los concursos públicos son, después de todo, una
decisión política.
Yo creo que sí. Para poder hacer arquitectura, es imprescindible el tema
político. Si bien a mí no me gusta la política, es necesaria la capacidad
de tener un discurso político. Es más, considero que es la única forma de
negociar y de poder hablar el mismo idioma. Si hablas con un discurso etéreo
hay poca posibilidad de que algún político se interese y que se concrete un
proyecto. Pero si el discurso usado tiene acentos políticos, los proyectos van
a ser posibles de lograrse.
Para terminar, quisiera saber qué opinas sobre esta investigación sobre el
trabajo de tu padre, sobre AOT. ¿Crees, como yo, que este libro también es
una forma de trascender?
Sí, yo también lo veo así, y pienso que es un justo tributo. Porque AOT, entre
las oficinas locales, no ha tenido suficiente difusión y reconocimiento, no se
ha valorado lo que significó para la historia de la arquitectura en el Perú.
Además, veo que su obra ha trascendido, y el hecho de que se publique un
libro es un justo homenaje a una de las oficinas más grandes de arquitectura
que han existido en el Perú.
Es una pena que no se haya hecho antes, porque hubiese sido bonito con todos
los socios en vida, para que puedan recibir este reconocimiento. Pero creo que
nos puede servir como una buena experiencia, por las mismas razones.
Esta es una buena oportunidad para las siguientes generaciones; contar
esta historia, y demostrar que es posible, puede motivar a hacer el esfuerzo
adicional que se requiere.
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Creo que vale la pena hacer un libro sobre lo que significó AOT en la arquitectura
peruana, porque de repente, como ellos no estaban tan vinculados al tema
académico, muchas veces no se visualiza la trascendencia del trabajo que
hicieron, sobre todo en los años dorados de la arquitectura peruana, los sesenta.
Cuando termina la entrevista, Pepe se despide, pero antes me obsequia unos cuadernos
y blocks con el logo de Metrópolis, muy bien elaborados. La lección de Seoane, que
aprendió AOT y que ahora utiliza Metrópolis, está presente en esos cuadernos que
me regala. Además de todo lo enseñado en las escuelas, la arquitectura es arte,
ciencia, técnica y —por qué no decirlo— es también una empresa. Esa es también
una manera de trascender. Este libro que tienes en tus manos lo ha demostrado.
Artículos
El edificio Química Suiza
Diseñar o el arte de encontrar la forma
más simple para un programa
Jorge Sánchez
Arquitecto egresado de la UPC con una maestría en Vivienda y Urbanismo por la Architectural
Association de Londres. Socio fundador de Nómena Arquitectura, estudio dedicado a proyectos
de diversa índole y escala. Ha escrito columnas sobre arquitectura y urbanismo para el diario
El Comercio y actualmente para Publimetro. Ha sido profesor del taller de Diseño en UPC y
del taller de Diseño de Vivienda en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Lima. Es
investigador del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima y coautor del
libro Con posiciones: 20 aproximaciones a la arquitectura peruana.
“Diseñar es encontrar la forma de apariencia más simple para un programa
arquitectónico”. Esta sencilla pero potente frase resuena en mi cabeza desde
que la leí por primera vez en la introducción a la primera edición en inglés
de Metropolis Architecture. La cita corresponde a Friedrich Ostendorf, un
poco conocido personaje que tuvo entre sus connotados estudiantes a Ludwig
Hilberseimer, arquitecto alemán cuyo gran infortunio fue haber compartido
generación y nacionalidad con el gran Mies van der Rohe. Ahora, en tiempos
en que la arquitectura vale más por sus complicaciones o disfuerzos que por la
simpleza de sus formas, la frase de Ostendorf cobra más relevancia que nunca.
Cuando la Universidad de Lima me pidió elegir una obra de la oficina
Arana Orrego Torres para escribir un artículo, no dudé en escoger esa frase
como punto de partida. Dentro de la arquitectura peruana contemporánea,
¿qué mejor que el portafolio de AOT para tratar de explorar la síntesis de
programas complejos en formas “simples”? A lo largo de sus más de 40 años
de existencia, AOT desarrolló un portafolio en el que destacan edificios de
programas complejos, que van desde oficinas corporativas hasta aeropuertos.
Y, dentro de este portafolio, no parece haber un trabajo efectuado que
refleje esta síntesis con mayor contundencia que una de sus primeras obras
construidas: el edificio principal de Química Suiza.
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Arana Orrego Torres. Historia de un emprendimiento
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Un breve análisis de este sobrio pero notable edificio corporativo me ha
permitido encontrar una poco explorada filiación entre la esencia de su
arquitectura y la cultura relacionada a la empresa, o más bien a su origen.
Teniendo en cuenta la habitual dificultad para lograr que edificios corporativos
representen —o, en todo caso, sean capaces de materializar— algunos de los
valores de las empresas que albergan, en este caso se advierte que la comunión
entre AOT y Química Suiza fue una interesante excepción.
Los arquitectos corporativos
El edificio Química Suiza fue diseñado a comienzos de 1966, poco tiempo
después de que el grupo concluyera su proyecto más emblemático: el
aeropuerto internacional Jorge Chávez. Si bien el proyecto para el concurso fue
desarrollado con los experimentados Miguel Bao y Luis Vásquez Pancorvo,
el grupo conformado por Daniel Arana, Antenor Orrego y Juan Torres se
consolidaría como oficina a partir de ese momento.
A pesar de su relativa juventud (ninguno sobrepasaba los 36 años), la calidad
del trabajo llevado a cabo en el aeropuerto les posibilitó ganar rápido
reconocimiento. Luis Icaza, gerente administrativo de Química Suiza en
esos años, cuenta que la selección de una oficina de arquitectura no resultó
muy complicada para los propietarios. “En 1966, AOT no tenía más de
cuatro o cinco años de constituida, pero acababa de terminar el aeropuerto
internacional y las empresas comenzaban a fijarse en ellos”. Durante el largo
tiempo en que operó la firma, su reputación la llevaría a ser responsable de
diseñar varios de los principales edificios corporativos e institucionales del
país, algunos obtenidos por encargo directo, y muchos de ellos a través de
concursos públicos. Con el tiempo, esta constancia en el trabajo consiguió
que AOT alcanzara una coherencia profesional como muy pocas oficinas
peruanas han logrado.
Artículos
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El emplazamiento
Desde su fundación, a fines de los años 1930, hasta fines de los 1950, Química
Suiza funcionó en distintas instalaciones del Cercado de Lima. En 1949
mudaron sus oficinas al edificio Belén, un bello local estilo art déco ubicado
sobre un lote triangular aislado, junto a la avenida Uruguay. Con el crecimiento
de la empresa y la demanda de más espacio de oficinas y almacenaje, los
directores decidieron comprar el terreno de la urbanización Santa Catalina
en el distrito de La Victoria, en 1965. El lugar resultaba propicio, pues si bien
la esquina de Paseo de la República con Javier Prado era aún un “pampón”
desocupado, podía preverse la consolidación de un nuevo nodo comercial
para Lima. Además, paralelamente, se ponía en marcha la construcción
de la vía expresa del Paseo de la República —o simplemente zanjón—, que
conectaría el centro con los distintos distritos hacia el sur de la ciudad.
Si bien el edificio actual ocupa dos lotes sobre los que se construyen tres edificios
(dos originales y una posterior ampliación), Icaza comenta que los directores
pensaron en comprar un tercer lote para así poder —casi— completar la manzana,
aunque este fue finalmente adquirido por la desaparecida tienda Hogar.
Icaza explica que si bien el primer proyecto realizado por Orrego —el socio de
la oficina encargado del proyecto— tenía la misma organización rectangular en
planta, la construcción constaba solo de cuatro niveles de altura. “Ya con la obra
comenzada y los cimientos hechos, la municipalidad cambió los parámetros de
construcción, lo que facilitó levantar hasta quince pisos. Luego de consultar con
el calculista del proyecto, el ingeniero Héctor Gallegos, se determinó aumentar
dos pisos más, siendo el último de estructura liviana, que es como luce hoy”. A
pesar de su relativa baja altura, su estratégica ubicación, contundente volumetría
y particular recubrimiento fueron elementos que convirtieron al edificio en un
referente para todo aquel que cruzara por aquella transitada intersección. Sin
embargo, a comienzos del nuevo siglo la sede del banco Interbank le quitó el
protagonismo que mantuvo durante casi cuarenta años.
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Una cultura de simpleza, sobriedad y racionalidad
Si bien, debido al temprano reconocimiento de la joven oficina, puede haber
parecido “natural” que los directores de la empresa (de nacionalidad suiza)
eligieran a AOT para el encargo de diseñar sus nuevas oficinas, pienso que
influyó también la relación cultural de ambas empresas, aunque quizás no de
manera consciente. Planteo que, en todo caso, aquella relación se trató de una
“feliz coincidencia” de visiones sobre una cultura constructiva.
Icaza señala que el encargo del entonces director de Química Suiza, Federico
Mulder, consistió en que se levantara un edificio simple, sobrio, elegante, fino
y económico. Para AOT, el ser contratados para diseñar el edificio principal
de una compañía suiza puede haber caído como anillo al dedo en la idea
de proseguir un camino ya iniciado con edificios como el aeropuerto Jorge
Chávez: el de encontrar la forma de apariencia más simple para un programa
arquitectónico complejo. En efecto, podemos descubrir mucho de la tradición
constructiva suiza en las prácticas de AOT: la simpleza o reducción de las
formas, la persistencia y repetición de las ideas, el respeto por el trabajo
preciso con el material, entre otras.
Una modernidad madura
Si bien AOT no lo hace explícito, y sería más fácil encajar su trabajo dentro
de una “receta” sobre cómo hacer arquitectura moderna, las coincidencias
entre sus proyectos —particularmente en su etapa inicial—, así como las
características de una cultura arquitectónica suiza, no son pocas y se aprecian
notoriamente en el edificio de Química Suiza.
La elección de una forma “pura”, organizada mediante una grilla estructural
como punto de partida, no es solo una característica de este edificio. La
rigurosidad con la que se adecúan programas complejos a esta premisa se
evidencia también en edificios como el pabellón central de la Universidad
Cayetano Heredia, los laboratorios Parke Davis y, por supuesto, en el gran
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prisma del aeropuerto Jorge Chávez. La estructura aquí no se entiende
únicamente como el esqueleto que sostiene las funciones, sino como un
sistema que admite ordenar y simplificar la organización de las distintas
partes de un programa complejo. Si bien esta radicalidad en el manejo de
la forma-estructura podría rastrearse hasta Mies Van der Rohe, propongo
revisar el trabajo de arquitectos suizos —casualmente contemporáneos a la
oficina peruana— como Livio Vacchini o Luigi Snozzi que como clara fuente
de estudio tuvieron a los grandes maestros modernos Le Corbusier, Mies y
Kahn y supieron reinterpretarlos asentando las bases de la arquitectura suiza
contemporánea.
Tanto en los primeros edificios de AOT como en la vasta obra de Vacchini
y Snozzi se lee la repetición de las mismas formas, el intento de materializar
las mismas ideas. En estos la arquitectura es entendida como tipo, o más bien
como arquetipo. La función no determina la forma; la función puede venir
luego o incluso intercambiarse. Estos proyectos se alzan como estructuras
asépticas, más bien genéricas y hasta autorreferenciales. Dependen de un
orden y una organización espacial propia y no de ningún programa específico.
Si bien en la obra de Vacchini y Snozzi —y podríamos agregar igualmente
la obra de Aurelio Galfetti— se muestra la persistencia de la cultura de la
arquitectura moderna, se podría afirmar que existe también una constante
búsqueda por seguir una tradición. En su obra se intenta responder a la
pregunta sobre cómo ser moderno en un contexto local. En la arquitectura
suiza el dominio de la técnica y la “verdad constructiva” es la tradición por
seguir. Y aquí podemos trazar un paralelo más con las primeras obras de
AOT, y muy en particular con el edificio de Química Suiza.
Organización espacial
La planta del edificio principal es un rectángulo de organización central,
dividida en 12 cuadrantes. Los dos cuadrantes centrales están ocupados por 2
bloques servidores —escaleras y ascensores hacia el norte y baños y depósitos
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hacia el sur— y dejan los 10 cuadrantes restantes hacia el perímetro, con lo
cual se logra la iluminación natural de todos los ambientes y oficinas, debido
a la poca profundidad del espacio restante. Con esta simple pero muy lógica
organización, el edificio pudo adaptarse a las variaciones de sus funciones
en sus casi 50 años de existencia. Hoy, las oficinas y salas de gerencia siguen
ocupando el cuarto piso y, gracias a esta racionalidad estructural, el sótano
—pensado originalmente como almacén— es utilizado como estacionamiento.
Arquitectura entendida como construcción
Si uno revisa los posteriores proyectos de AOT, podría pensar que su obra
quedó atrapada en una modernidad entendida como estilo. Quizás Química
Suiza sea una de las excepciones, donde el dominio de la técnica constructiva
resulta un punto esencial en el diseño. Ajenos a los discursos teóricos
sobreelaborados, se observa que en AOT aprendían construyendo mediante la
repetición sucesiva de formas y detalles. Algunos ensayos que se efectuaron en
este edificio, como el uso del cerámico blanco, material bastante inusual para
un edificio corporativo, terminaron siendo una característica fundamental
del edificio. Otros, como el diseño de una carpintería exterior específica para
la obra, los acercan, asimismo, a la tradición de constructores suizos.
El edificio de Química Suiza se podría considerar no solo uno de los mejores
edificios diseñados por AOT, sino también un ejemplo entre los edificios
corporativos más elegantes construidos en Lima. La idea de entender el diseño
como el arte de encontrar la forma más simple para un programa se pone de
pleno manifiesto en este edificio, donde la precisión y la presencia conjugaron
para crear una arquitectura de sobria permanencia.
Imágenes de archivo
Imágenes de archivo
Club Grau, 1957
Aeropuerto Jorge Chávez, 1961
Parke Davis, 1962
Centro Cívico, 1965
Aeropuerto Velasco Astete, 1966
Edificio Faucett, 1966
Richard O. Custer, 1966
Senati, 1966
Edificio IBM, 1968
Química Suiza, 1968
Acuerdo de Cartagena, 1970
Las Naciones, 1975
El Ejecutivo, 1976
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Imágenes de archivo
Club Grau, 1957
Figura 1: Concurso Grau Piura
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 2: Concurso Grau Piura
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
Imágenes de archivo
Aeropuerto Jorge Chávez, 1961
Figura 1: Nota periodística
Fuente: Archivo Juan Torres
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Figura 2: Pista de aterrizaje
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 3: Torre de control
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 4: Terminal de pasajeros
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 5: Torre de control
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 6: Belaunde visita la obra
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 7: Rampa de ingreso
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 8: Terminal de pasajeros
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 9: Sala de espera
Fuente: Archivo Juan Torres
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Figura 10: Torre de control
Fuente: Archivo Juan Torres
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Figura 11: Maqueta
Fuente: Archivo Juan Torres
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Figura 12: Maqueta
Fuente: Archivo Juan Torres
Imágenes de archivo
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Figura 13: Elevaciones Sur y Este
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
Imágenes de archivo
Parke Davis, 1962
Figura 1: Ingreso
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 2: AOT y colaboradores
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 3: Exterior
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 4: AOT en su estudio
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
Imágenes de archivo
Centro Cívico, 1965
Figura 1: Perspectiva
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 2: Perspectiva
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Aeropuerto Velasco Astete, 1966
Figura 1: Encasetonado
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 2: Columnas definiendo la galería
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 3: En obra
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 4: Detalle de encasetonado
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 5: En obra
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 6: Interior
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 7: Galería
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 8: Vista aérea
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 9: Sala de embarque
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 10: Perspectiva
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Edificio Faucett, 1966
Figura 1: Ingreso
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Figura 2: Vista lateral de la galería
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Richard O. Custer, 1966
Figura 1: Vista desde los jardines
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Figura 2: Ingreso
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Figura 3: Jardín intermedio
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Figura 4: Espejo de agua
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Senati, 1966
Figura 1: Vista del patio desde la galería
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Figura 2: En obra
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Figura 3: Plot plan
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 4: Fachada
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 5: Exterior del conjunto
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Figura 6: Fachada lateral
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Edificio IBM, 1968
Figura 1: Perspectiva
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Figura 2: Vista general
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Figura 3: Ingreso
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Figura 4: Fachada hacia Javier Prado
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
Imágenes de archivo
Química Suiza, 1968
Figura 1: Vista general del proyecto
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Imágenes de archivo
Acuerdo de Cartagena, 1970
Figura 1: Ingreso
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Imágenes de archivo
Las Naciones, 1975
Figura 1: Perspectiva
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 2: Detalle del encasetonado
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
Imágenes de archivo
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Figura 3: Vaciado de techo
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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Figura 4: Detalle de fachada
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El Ejecutivo, 1976
Figura 1: Fachada
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Figura 2: Detalle del muro cortina
Fuente: Archivo Arana Orrego Torres
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