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LA INIQUIDAD
Hay muy pocos estudios a cerca de la iniquidad,
muchos cristianos todavía ignoran la diferencia
entre pecado, rebeldía e iniquidad. Pero la
Biblia separa estos tres tipos de pecado. En un
estudio anterior escribí sobre esta diferencia, el
estudio se llama libre de iniquidad. El día de
hoy vamos a enfocarnos solamente en lo que es
en sí la iniquidad y la gravedad de lo que
ocasiona en la vida de cualquier persona la
iniquidad.
Aunque algunos han dicho que la iniquidad es
posible que se transfiera genéticamente por el ADN. Todavía no es posible
comprobarlo científicamente en su totalidad, al menos en lo que yo conozco.
Pero si tú vas al médico normalmente ellos preguntan si tus padecimientos los
tuvo alguien de tus padres o antepasados. La Biblia dice que las iniquidades
están grabadas en el corazón, además se transfieren de generación en
generación y están desde el nacimiento con la persona (Salmo 58). Es
sorprendente las veces que la Biblia hace esta separación entre pecado,
rebelión e iniquidad, a veces claramente y otras veces se pierde debido a las
traducciones, ya que iniquidad en la Biblia se puede encontrar como, pecado,
injusticia, maldición o maldad. En muchos otros pasajes se ha mantenido esta
separación o diferencia de términos.
“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: !!Jehová! !!Jehová!
fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en
misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona
la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por
inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos
y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta
generación”. Éxodo 34:6-7
¿Y si es lo mismo, porque Dios lo separa?
”Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años,
y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean
consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los
cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras
iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo”.
Números 14: 33-34
La iniquidad se transfiere de generación a generación:
Te recomiendo que leas mi estudio, libres de iniquidad, ahí explico que la
Biblia menciona claramente que el pecado en forma de iniquidad se transfiere
de una persona a otra de los padres a los hijos. Esa transferencia es como una
tendencia a repetir los pecados de los padres y ancestros. Es decir yo no
heredo los pecados de mis padres, pero si heredo la tendencia a pecar.
La biblia es clara que cada quien es responsable de su propio pecado. Así que
en ningún momento estoy negando la eficacia y el poder de la sangre de
Cristo. Pero el hecho que tú me digas que ya eres perdonado y fuiste
perdonado, eso no te hace perfecto y mucho menos te libera de la tendencia
pecaminosa. Si ese fuera el caso todos los cristianos seriamos unos santos y
automáticamente somos libres de la tendencia pecaminosa y no pecaríamos
jamás. El punto es que la iniquidad, es una tendencia a repetir los pecados de
los padres, de los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.
El pueblo de Israel fue liberado de Egipto mas sin embargo tenía una
tendencia muy arraigada en el corazón para pecar, para desobedecer, para
ser rebeldes. Eso les impidió entrar en la tierra prometida. Te das cuenta eran
libres por el poder de la sangre de Cristo (El cordero Pascual). Pero no del
corazón. El corazón estaba atado a Egipto.
Así el cristiano es salvo pero falta purificar el corazón, limpiar el corazón de
los pecados del pasado.
Jeremías 17:1 dice: “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y
con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los
cuernos de sus altares”.
No sé si te has fijado en este detalle:
”Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y
ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean
consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los
cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras
iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi
castigo”. Números 14: 33-34
Cuarenta años por cada día, llevaran vuestros hijos ¿Por qué los hijos? ¿Porque
cuarenta años, uno por cada día? Si eres estudioso de la Biblia te darás cuenta
que en la Biblia los detalles cuentan mucho. Por eso Jesus dijo, que ni una
pequeña tilde (‘) pasara sin que se cumpla la palabra de Dios. La razón por la
que Dios se enfureció tanto del pecado, la rebeldía e iniquidad del pueblo fue
porque no creyeron en su palabra. Para recibir las bendiciones de Dios hay
que creer la totalidad de su palabra. Para Dios es muy importante que se crea
en su palabra, no solo porque él lo dice, más bien porque es la verdad. Por
eso Jesus dijo: “Conoceréis la
verdad y la verdad os hará
libres”.
La iniquidad es iniquidad
aunque tu lo ignores
Cuando llegamos a Cristo hay
muchas áreas de nuestra vida
que no sabemos que necesitan
ser cambiadas, no sabíamos ni
siquiera que eran pecados o
maldición en nuestra vida. Por
ejemplo:
“Del fruto de la boca del
hombre se llenará su
vientre; Se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están
en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos”. Proverbios
18:20-21
¿Cuántas veces has maldecido tu vida con tus propias palabras? ¿Cuántas veces
has hablado cosas negativas a tu vida sin darte cuenta? Es increíble darte
cuenta cuando la gente se está maldiciendo así misma. No digamos con el
pensamiento, no digamos cuando eso sale del corazón. ¿Porque crees que en
la juventud o en la adolescencia se forman los complejos?. ¿Cuántas veces no
maldecimos las vidas de nuestros hijos o familia cuando les decimos cosas
negativas? En varias ocasiones he presenciado cuando un padre o una madre
enojada maldicen a sus propios hijos. Más tarde en la vida esos hijos repiten
lo mismo con sus hijos, esa es una cadena de iniquidad o maldición.
Fíjate en la gravedad del problema de iniquidad:
“Cuarenta años estuve disgustado con la nación, Y dije: Pueblo es que
divaga de corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi
furor Que no entrarían en mi reposo. Salmo 95:10-11
La iniquidad es una tendencia tan fuerte hacia el pecado que no te permite
ver lo que Dios esta haciendo y diciendo ahora mismo. Aun más grave, es un
problema que se transmite de generación en generación. Los mismos pecados
que la gente cometió en Egipto, eran los mismos que se estaban cometiendo
en el desierto. Tanto así que llegaron a decir que estaban mejor en Egipto y
que preferían ser esclavos otra vez. A eso agrégale que ellos decían que Dios
los sacó para matarlos en el desierto, cosa que Dios nunca dijo y mucho
menos planeó.
Cuando una persona es salva, es perdonada de sus pecados inmediatamente y
tiene la promesa de ir al cielo con Dios. Mas sin embargo te podrás dar cuenta
que en la salvación inicia un proceso de aprendizaje y cambio. Más sin
embargo, ese cambio no se da en la misma velocidad en todas las personas.
Nunca es un proceso instantáneo.
El cristiano nace en el Egipto espiritual, es decir esclavo y acostumbrados a
los vicios y pecados de Egipto. Una persona recién salva no se da cuenta que
es cautiva o esclava de muchos pecados o hábitos pecaminosos. Inclusive
cristianos maduros de muchos años. Muchos ni sabíamos que era pecado
porque siempre lo vimos normal. Hasta que se da cuenta que es un esclavo de
los viejos hábitos, costumbres y pecados. Fueron cuatrocientos años de
esclavitud, cuatrocientos años de herencias en el pueblo de Israel como
esclavo. ¿Crees que ellos sabían vivir como libres? ¿Crees que ellos podían vivir
como Reyes y Sacerdotes en Israel inmediatamente?
Un esclavo clama a Dios para ser liberado, recibe la liberación de Dios, pero
inicia un viaje por el desierto. Es una preparación para purificar el corazón,
para preparar el corazón. En el desierto la iniquidad debe morir, no es posible
entrar a la tierra prometida con los pecados de Egipto. El cristiano debe pasar
por un proceso de liberación no nada más de los pecados, si no de las
iniquidades, maldiciones, etc.
En el estudio llamado “libres de iniquidad” explique el caso de Simón en el
nuevo testamento para los que creen que Iniquidad fue cosa del antiguo
testamento.
El Salmo 58 habla del problema de la iniquidad:
“Antes en el corazón maquináis iniquidades; Hacéis pesar la violencia de
vuestras manos en la tierra. Se apartaron los impíos desde la matriz; Se
descarriaron hablando mentira desde que nacieron.Veneno tienen como
veneno de serpiente; Son como el áspid sordo que cierra su oído, Que no
oye la voz de los que encantan, Por más hábil que el encantador sea”.
Salmo 58:2-5
Este es el relato de un malvado, que trae iniquidad desde el vientre de la
madre, y su maldad es como veneno. Cada persona es responsable de su
propio pecado, aunque recibes de los padres la tendencia a pecar y heredas
de los padres, costumbres pecaminosas y enfermedades. La sangre de Cristo
es suficiente, solo que hay que madurar y creer que la palabra de Dios es
poderosa y la obra de Dios se va a completar.
Iniquidad con derecho legal
No de manera automática, hay que tener fe. La idea de este estudio no es
mandar al infierno a nadie o sea, no es para condenar a nadie. Si acaso esta
batallando con pecados, con debilidades, con malos hábitos, malas
costumbres, un circulo vicioso que no te deja avanzar, entonces es posible
que haya iniquidad heredada de tus padres.
Si tu estas batallando con algún pecado, con alguna mala herencia, incluyendo
enfermedad. Debes reclamar la sangre de Cristo sobre esos pecados y sobre
esa enfermedad. Quiero aclararte que esas iniquidades tienen derecho legal
por lo que Dios dijo de la tercera y cuarta generación.
Dios te hizo libre de pecado, pero hay batallas que tu solo debes realizar. Dios
liberó al pueblo de Egipto, pero él quiso que la tierra prometida fuera
conquistada por ellos. Es decir ahora debe ser tomada por ti. ¿Recuerdas lo
que Dios le dijo a Josué para poseer la tierra?
“Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad
la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a
toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a
diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que
emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de
día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a
todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas
valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
dondequiera que vayas. Josué 1:6-9
Dios sabe con quién está tratando, tanto le recalcó a Josué de lo que se
requiere para poseer la tierra prometida. (Las promesas de Dios). Mi pregunta
seria ¿Sera igual contigo y conmigo, o será diferente? ¿Somos esforzados y
valientes para poseer las promesas de Dios?
Suponiendo que tu enfermedad fue heredada por la iniquidad de tus padres.
Eso solo Dios lo puede revelar. En una ocasión le preguntaron a Jesus, ¿peco él
o sus padres? (Hablando de un ciego que Jesus iba a sanar). Jesus les dijo,
ninguno, esta enfermedad es para que el nombre de Dios sea Glorificado. Por
eso debemos preguntar a Dios ¿Estoy ante una maldición o iniquidad? ¿O
simplemente es para que tu nombre sea glorificado? Dios te dará la respuesta.
El problema es cuando hacemos todo mecánicamente.
Dios quiere que seas libre de iniquidad y heredes bendición
Como padres tenemos una responsabilidad de no pasar iniquidades a nuestros
hijos. Sé que hay errores y Dios los perdona, pero también debo cancelar
cualquier enfermedad genética, pecado de iniquidad, maldición, etc., que se
aferre a mi familia, que sea generacional o que se transfiera. Debemos pedir
que nuestros errores no te transfieran a nuestros hijos, especialmente el
pecado que desconocemos.
Un ejemplo puede ser una señora cristiana que es divorciada y que mantiene a
sus hijos. Ella en su dolor ha decidido que nadie toque o lastime a sus hijos.
Ella en su estado cree que debe pelear y defender a sus hijos que fueron
lastimados por el divorcio, por la infidelidad y el rechazo. Esa persona se
comporta áspera y siempre a la defensiva, nadie debe volver a lastimar a mis
hijos. Hiriendo y lastimando a otras personas porque cree que le están
lastimando a sus hijos, pero ella cree que realmente los está defendiendo. Sus
hijos creen que para todo hay que defenderse y que todo mundo les quiere
hacer daño. Esta familia vive en problemas con todo mundo por su actitud
siempre a la defensiva. Realmente los pecados de odio, rencor, pleito, etc se
están siendo transferidos a los hijos. Tarde o temprano los hijos van a pagar
por estos pecados y se retransmitirán a sus hijos, si no cortan con la raíz de
iniquidad.
Una vez mas esta enseñanza no pretende mandar a nadie al infierno, es decir
no es de condenación. Simplemente si hay alguien que este batallando con un
pecado o atadura a un pecado repetitivo (eso se llama iniquidad), mi deseo es
que sea libre y hacerle ver la gravedad de la iniquidad aun para los creyentes
en Cristo.
Ahora bien donde hay iniquidad simplemente esa persona no puede llegar a
cumplir su potencial en Dios. Dios lo cuida y lo protege, y provee de un
cuidado especial por ellos así como en el desierto a su pueblo. Pero no se van
a poder desenvolver en la voluntad de Dios. Ahí está la gravedad del
problema.
Muchos cristianos creen que todo termina con la salvación, es decir recibo la
salvación y no hay nada más que hacer. La Biblia no enseña eso, si tu
escudriñas la escrituras te darás cuenta que hay un desarrollo o crecimiento
para el cristiano. Cuando tú recibes la salvación por gracia, inmediatamente
tu nombre es escrito en el libro de la vida. Pero tu manera de vivir debe ser
transformada (Rom 12) de acuerdo a las leyes de Dios (Su Justicia).
Cada quien es responsable de su pecado. Si tu heredas iniquidad es una
tendencia a pecar, pero tu decides si pecas, no tus papas o abuelos. El
cristiano tiene una lucha con pasiones y deseos, pero la decisión de pecar es
del individuo. Si tú quieres conocer como se compara la misericordia de Dios,
debes comparar que la iniquidad llega hasta la tercera y cuarta generación,
pero su misericordia alcanza mil generaciones. Ahí hay misericordia.
Tu naturaleza carnal no cambia el día que naciste en Jesucristo, tu
crecimiento en Cristo es gradual y Dios quiere desarrollar tus dones y
habilidades. En ese crecimiento hay descubrimientos, aprendizaje y sobre
todo debes dejar tu naturaleza carnal. Eso es en lo que Dios está trabajando
en todos nosotros.
Cristo no murió solo por tu salvación, hay muchas bendiciones que Jesus ganó
en la cruz por ti. Mas sin embargo no las tienes todas automáticas. Hay que
crecer, luchar en el espíritu por ellas. No con esfuerzo físico, sino con el
esfuerzo espiritual. No vas a luchar por ganarlos, ya están ganados, más bien
vas a pelear para recibirlos.
Recuerdas las parábolas de los jornaleros que trabajaron todo el día y los que
trabajaron una hora recibieron el mismo pago. ¿Crees que eso era injusto?
¿Injusto para quién?. La única Justicia es la que Dios estableció. ¿Tú crees que
es injusto que si yo peco toda mi vida y me arrepiento y voy al cielo y otra
persona fue buena toda la vida y nunca acepto a Jesucristo va al infierno, será
injusto eso?. La verdad es que la Justicia está en la palabra de Dios, la justicia
es lo que Dios estableció, eso es justicia. Creer en la palabra de Dios es
justicia. Si Dios lo dijo eso es Justo. Dios dijo que somos salvos al confesar que
Jesus murió por nosotros. Abraham creyó y le fue contado por Justicia. Justica
es creer en Dios y toda su palabra.
Mucha gente dice tengo fe en Dios. Mi pregunta es ¿Fe en qué? ¿Fe que Dios
me perdonó?, y que me va a sanar de enfermedades, que me va a proteger,
que me va a liberar… pero tengo que poner en práctica mi fe en sus promesas.
No es lo mismo decir tengo fe en Dios, a decir, tengo fe que el me va a sanar,
tengo fe que él me va a bendecir con una casa nueva, etc.
La iniquidad es verdadera y está operando en la vida de muchos cristianos,
especialmente en las que sus generaciones anteriores no había gente
salva.
No se trata de orar por gente muerta al pedir perdón por los pecados de los
padres, se trata de revocar el pecado que viene por generaciones, de
reconocer y humillarnos delante de Dios. Hay espíritus que se aferran a
generaciones, a familias enteras, tienen derechos legales sobre esas familias.
La oración por los pecados de los padres es válida y es escuchada por Dios
(Daniel 9:8, Nehemías 1:6).
Ser padre es de mucha responsabilidad, pero si yo como cristiano acostumbro
mentir, mis hijos aprenden que si se puede mentir aun siendo cristiano. ¿Qué
es lo que les estoy heredando a mis hijos?. Si yo como padre no me libero de
ese pecado, se lo heredo a mis hijos y a los hijos de mis hijos.
Hay demasiados cristianos dejando herencias terribles a sus hijos, es por eso
que necesitamos liberarnos de la iniquidad. Lo peor de todo es cuando esas
iniquidades no aparecen en los hijos sino en los nietos.
Recientemente una niña está viendo visiones de espíritus malignos en su casa
y sus padres no le creen. Creen que es su imaginación. Cuando le pregunte a
la niña que si alguien de sus familiares ve también cosas extrañas, la niña me
dijo que su abuelita veía espíritus. Esa niña siente que sus padres no la
entienden y si no la entienden no la van a poder ayudar. Si no entienden las
iniquidades tampoco la van a poder ayudar. Ni se ayudaran ellos.
En mi estudio “Salvación y bendición son cosas diferentes”, detallo el
ejemplo de la vida de Simón en el nuevo testamento. Par los que creen que
en Cristo ya no hay iniquidad. Pueden ver a este recién convertido, pero lleno
de herencias de pecado, maldad, amargura y egoísmo.
Solo el Espíritu Santo le pudo revelar a Pedro la iniquidad de Simón:
(Toma en cuenta que Simón ya se había convertido, había sido bautizado y
tenía ya un tiempo de andar con Felipe Hechos 8:13).
“Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado
que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni suerte en
este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete,
pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el
pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de
maldad veo que estás. Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad
vosotros por mí al Señor. Hechos 8:20-24
Esta prisión de maldad es iniquidad. ¿Ves como la iniquidad también opera en
los hijos de Dios? ¿O crees que no fue efectiva la sangre de Cristo cuando
Simón acepto la salvación? En ninguna manera esta es una contradicción a la
palabra de Dios. Dios es muy claro cuando dice su palabra:
“él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad”. 1 Juan 1:9
¿Te fijas? El es fiel y justo para PERDONAR nuestros pecados y LIMPIARNOS de
toda maldad, esta palabra maldad es iniquidad.
Por último para los que creen que la maldición o la iniquidad no se hereda,
esto es palabra de Jesucristo:
“!!Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes
mataron vuestros padres! De modo que sois testigos y consentidores de
los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y
vosotros edificáis sus sepulcros. Por eso la sabiduría de Dios también
dijo: Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos matarán y a
otros perseguirán, para que se demande de esta generación la sangre de
todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo,
desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el
altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación”.
Lucas 11:49-51
¡Wow! ¡Wow!¡Wow! Yo no he visto un pasaje más claro como este, en este
pasaje Jesus confirma lo que dice Éxodo 20 y 34 acerca de las iniquidades o
maldiciones que recogen los hijos por los pecados de los padres. Mis amigos,
son palabras de Jesus, esta es una palabra reveladora y simple y
sencillamente comprueba que las maldiciones e iniquidades traen
consecuencias sobre los hijos. No te engañes a ti mismo creyendo que Dios es
injusto y que no tiene misericordia. No te engañes que tu no heredas pecados
de padres y ancestros. Jesus ya hizo la obra solo necesitas creer y
arrepentirte de los pecados de tus ancestros. Principalmente idolatría,
religiosidad e incredulidad son los impedimentos mas grandes.
Yo no sé si tú no has podido avanzar en tu vida cristiana, ves que otros
avanzan más y tú te has quedado atrás. Te encuentras tu mismo en un pozo
de pecado, sales y pides perdón y vuelves a caer. Crees que Dios ya se dio por
vencido, cree que Dios ya no va a hacer nada contigo. Crees que Dios ya se
olvido de ti. Sientes que no avanzas y que hay problemas y los problemas te
persiguen. La enfermedad te persigue. No puedes perdonar, no puedes soltar
a las personas que te hicieron daño. Te sientes atrapado en un círculo vicioso
de pecado, te sientes aprisionado y crees que no vas a llegar a cumplir con la
voluntad de Dios para tu vida. Oremos por ti.
Oración:
Padre en esta hora venimos humillados delante de ti, creemos que toda tu
palabra es verdad. Lo que tú dices de los diezmos es verdad. Lo que tú dices
de perdonar es verdad, lo que tú dices de la iniquidades es verdad. Creo en
toda tu palabra. Creo en ti y me humillo delante de ti. Ayúdame a creer en ti.
Ayuda mi fe. Abre mi entendimiento y dame sabiduría e inteligencia
espiritual.
He leído tu palabra y creo que hay iniquidad en mi vida, solo tú conoces si ha
sido heredada o transmitida de mis antepasados. Espíritu Santo te pido que
me reveles los pecados ocultos de mis ancestros. Yo te pido perdón por el
pecado de mis padres, de mis abuelos, de mis tatarabuelos (Menciona los
pecados si te son conocidos o revelados por el Espíritu Santo).
Padre en esta hora renuncio a todo pecado de:_________________, etc, etc.
(menciona y rechaza todos estos pecados). Rechazo todo pecado en mi vida y
la de mis hijos, te pido que rompas estas cadenas de iniquidad en mi vida.
Cancelo por la sangre de Cristo todo derecho legal que Satanás tiene sobre
estos pecados.
En esta hora yo decido creer y confesar tu palabra, por el poder que tú me
das y ganaste en la cruz al derramar tu preciosa sangre, cancelo y rechazo
todo poder legar de Satanás sobre mi vida, la vida de mi esposa(o) y la vida de
mis hijos.
Te bendigo y te doy gracias, gracias por esa libertad que tu ganas te en la
cruz, no solo la salvación, sino la libertad, la salud, la prosperidad que
ganaste en la cruz. Te bendigo Dios Padre y te doy gracias en el nombre de
Jesucristo mi Salvador, Mi libertador y mi Sanador. Amen.
Laura lloró quedamente mientras releía, sin dar crédito a lo que veían sus ojos, el
resultado de los exámenes de laboratorio. Estaba comprobado: había sido contagiada
con sida. Ella misma no sabe quién en medio de una concatenación de noches de
desenfreno en los Carnavales de Río de Janeiro, donde compartió con varios chicos—en
hechos aislados—porque sintió que el ambiente era sensual e invitaba a “disfrutar la
noche”.
Gruesas lágrimas corrían por sus mejillas mientras por su mente pasaban muchos
pensamientos, entre ellos: ¿Cómo decírselo a los padres?¿Cuánto duraría con vida,
recibiendo diariamente retrovirales?¿Habría contagiado a su novio?
Como ella, los especialistas estiman que 600 mil personas se contagian
anualmente de Sida. Un hecho doloroso, pero real. Y la pregunta obligada: ¿Qué lleva a
que millares de personas se contagien de lujuria en celebraciones que aparentemente son
culturales? Igual: ¿Por qué muchas personas terminan arrastradas a zonas de
prostitución o de consumo de droga, aun cuando son concientes que pueden arruinar su
vida?
Hay explicaciones sociológicas, sicológicas, antropológicas y hasta culturales.
Permítame salir del común de las opiniones y referirme a algo que tal vez considere
extremo pero que tiene una alta carga de verdad: todo obedece a las fortalezas de
maldad que establecen Satanás sus huestes sobre países y ciudades y que explican
comportamientos reiterativos de decenas de personas, a pesar de saber que corren
peligro o que, moral y socialmente no está bien lo que hacen…
¿Cómo se afianzan esas fortalezas? Con el pecado del género humano que termina
expandiéndose por generaciones enteras como advierte el profeta: ““El pecado de
Israel escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante, esculpido está en la
tabla de su corazón y en los cuernos de sus altares” Mi pueblo peca como por
encargo…Sus jóvenes no se olvidan de pecar….” Jeremías 17:1-3, La Biblia al Día).
Esa conducta pecaminosa persistente y que alcanza las dimensiones de atadura
demoníaca, es lo que llamamos iniquidad.
La iniquidad abre puertas al obrar de los demonios
Desde que hombres y mujeres abren sus puertas a una conducta pecaminosa,
nuestro Adversario espiritual: Satanás, generó unos anclajes de maldad que se
transfieren de padres a hijos por siglos. En esta inclinación a la maldad, la sociedad que
nos rodea se identifica con el comportamiento que caracterizó a Satanás desde el
momento en que se rebeló contra Dios: “Tu conducta fue perfecta desde el día en que
fuiste creado hasta que apareció en ti la maldad. Con la abundancia de tu comercio te
llenaste de violencia y de pecado. Entonces te eché de mi presencia; te expulsé del
monte de Dios, y el ser alado que te protegía te sacó de entre las estrellas. Tu belleza
te llenó de orgullo; tu esplendor echó a perder tu sabiduría. Yo te arrojé al suelo, te
expuse al ridículo en presencia de los reyes. Tantos pecados cometiste y tanto te
corrompiste con tu comercio, que llegaste a profanar tus templos. Entonces hice
brotar en medio de ti un fuego que te devorara. Todos pueden verte ahora en el suelo,
convertido en cenizas.”(Ezequiel 28:15-18, Dios habla hoy)
Iniquidad que se transmite, que no cesa, que sigue latente. Es una puerta de acceso
al mundo de las tinieblas. Cimienta el que se produzcan en la persona maldiciones
generaciones, como advirtió Moisés a los israelitas y que debemos tener en cuenta hoy
cuando les reconvino sobre la maldición desencadenada por la idolatría: “No te inclines
delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los
padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta
generación. Por el contrario, cuando me aman y cumplen mis mandamientos, les
muestro mi amor por mil generaciones.”(Éxodo 20:5, 6. Nueva Versión
Internacional)
Es probable que no se explique la razón de sus crisis emocional y física hoy día, y
tampoco a de sus hijos y nietos. “Esta situación del alcoholismo en José, mi hijo mayor,
me tiene al borde del desespero”, me escribió un catedrático universitario desde
Honduras. Tras revisar su historial encontramos que por años estuvo inmerso en la
embriaguez y la promiscuidad. Lo que estaba reproduciendo, en su generación, era la
maldad que por años lo gobernó a él.
“Pero me arrepentí de mis pecados y recibí a Cristo”, me dijo. Fue entonces que
revisamos las Escrituras. Es cierto que el rey Salomón enseña que “El que encubre sus
pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará
misericordia.”(Proverbios 28:13, La Biblia de Las Américas). Sin embargo, no
renunciamos a los pecados generacionales que siguen ejerciendo influencia al igual que
las maldiciones.
La iniquidad de muchos gobernantes transfiere pecado a sus gobernados. Una
investigación transmitida en un canal televisivo, reveló que en Colombia muchos
gobernantes y congresistas están inmersos en logias y grupos ligados a prácticas
ocultistas, trayendo consecuencias sobre el país.
Tiempo de buscar a Dios
Las maldiciones financieras—a nivel individual pero también colectivo--, las
enfermedades recurrentes e incurables, el incremento vertiginoso de los divorcios, la
alta accidentalidad que se focaliza en sectores específicos de países y ciudades así como
el afianzamiento de la inmoralidad en todas sus manifestaciones, ponen en evidencia las
consecuencias desatadas por la iniquidad. ¿Hay salida a la crisis? Por supuesto que sí.
Radica en volver la mirada a Dios, acogiendo lo que enseña la Biblia: “Pasó delante de
Moisés, diciendo en voz alta: – ¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo,
paciente y grande en amor y verdad! Por mil generaciones se mantiene fiel en su
amor y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al
culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los
bisnietos y en los tataranietos.”(Éxodo 34:6, 7. Dios habla hoy)
Dios es misericordioso. A pesar de nuestro pecado e iniquidad por generaciones,
siempre tiene extendidos sus brazos para recibirnos y romper toda atadura y deshacer
las maldiciones que han desencadenado nuestros ascendientes. ¿Cómo es posible?
Gracias a la obra del Señor Jesús en la cruz, como lo describe el profeta: “Y sin
embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros
propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado
y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a
causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas
alcanzamos la salud... El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento. y puesto que él se
entregó en sacrificio por el pecado, tendrá larga vida y llegará a ver a sus
descendientes; por medio de él tendrán éxito los planes del Señor. Después de tanta
aflicción verá la luz, y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor liberará
a muchos, pues cargará con la maldad de ellos.”(Isaías 53:4, 5-10, 11, Dios habla
hoy)
Es necesario arrepentirnos de nuestros pecados, pero también, esencial que
renunciemos a toda iniquidad generacional y las maldiciones que ha desatado. Ese
proceso inicia con una revisión de nuestros errores y pecados así como los de nuestros
ascendientes. Examinar de qué manera está asociado con las crisis por las que
atravesamos, y en el poder de Jesucristo, renunciar. Echar fuera de nosotros todo
aquello que genera un anclaje a Satanás para que libere maldad sobre nuestras
generaciones.
Su vida debe someterse a Cristo y, en oración—reconociendo el señorío de Jesús,
la autoridad que El le legó a usted y la decisión de ser libre-- declarar esa libertad sobre
su vida, la de su cónyuge, la de sus hijos e incluso, su ciudad y su país. ¡Es tiempo de
buscar a Dios y derribar esas fortalezas de maldad que desencadenó la iniquidad. Él,
nuestro amado Dios, nos hace libres.
Reciba a Jesucristo como Señor y Salvador
La decisión que trae liberación al ser humano, es recibir a Jesucristo como el único
y suficiente Salvador. Es una decisión de la que no nos arrepentiremos jamás. Además,
es muy fácil. Basta con decirle, allí donde se encuentra: “Señor Jesús, reconozco mi
pecado y que, producto de la iniquidad, me encuentro atado. Quiero ser libre y recibir
la libertad que me ofreces. Hoy renuncio voluntariamente a toda iniquidad mía y de
mis ascendientes, y te recibo Señor Jesucristo como mi único y suficiente Salvador.
Declaro que mi vida te pertenece. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea e
inscribe mi nombre en el libro de la vida. Amén”
“El misterio de la iniquidad”.
El Espíritu Santo, también llamado “Espíritu de verdad”, es el poder
divino que lleva a la realización de los misterios del reino celestial.
Tras la iniquidad hay otro espíritu, que en la Biblia se denomina
“espíritu de mentira”, el cual proviene de Satanás. Hasta la
actualidad, este poder maligno tiene limitaciones impuestas por el
Espíritu de verdad. Pablo, a quien le fue revelado esto, lo describió de
la siguiente manera: “Porque ya está en acción el misterio de la
iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a
su vez sea quitado de en medio” (2 Tesalonicenses 2:7).
La fuerza limitadora del Espíritu Santo se opone al poder del
maligno.
¿Qué o quién es esta fuerza limitadora, o detenedora, que refrena el
libre despliegue de la iniquidad? Podemos concluir, por los siguientes
versículos, que debe tratarse del Espíritu Santo – antítesis del espíritu
de mentira, el cual alcanzará su total despliegue cuando el Espíritu de
verdad sea retirado en el arrebatamiento. A partir de ese momento el
camino para el hombre de pecado, el hijo de perdición, estará
despejado y recién allí manifestará su verdadero ser. Lo leemos
claramente en 2. Tesalonicenses 2:3 y 8:
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que
antes venga la apostasía.
Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con
el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida”.
Pero, la persona que hoy en día se cierra conscientemente al
Espíritu de verdad, se está entregando innegablemente al poder de
Satanás, y con ello, al espíritu de mentira. Pablo expresa claramente
que el misterio de la iniquidad ya estaba obrando en aquella época en
la que escribió estas líneas. Sin embargo, su poder destructor recién
llegará a su total despliegue durante los tiempos finales.
El baluarte de la ley contra el poder del maligno:
Dios entregó a su pueblo Israel la ley, para protegerlo del pecado y
para que fuera un pueblo santo. Con relación a la obra redentora de
Cristo en la cruz del Gólgota, una y otra vez surge la pregunta: Para
el creyente en Jesucristo, ¿la ley aún es vigente? Después del Sermón
del Monte, adquirió aún una importancia mayor. Pablo la describe
como santa y buena, pero nunca ha de ser el motivo de nuestra
justificación ante Dios. Ya no es más la ley ortodoxa, sino la del
Espíritu. Pero, al igual que antaño, tiene la función de preservar al
hombre del poder del inicuo, de la mentira y del engaño, el cual,
según 2 Tesalonicenses 2:9, ha de venir acompañado de señales y
prodigios.
La acelerada destrucción del baluarte en estos tiempos finales:
No sólo la Palabra de Dios es la que nos da leyes y
reglamentos fundamentales para una vida que agrade a Dios. Según
Romanos 13, el Estado también tiene la comisión divina de velar por
la justicia y el orden. Pero, más y más podemos constatar, en la
actualidad, una socavación de los valores bíblicos. Los valores
divinos están siendo desvalorizados y mal interpretados, con la
“sabia” argumentación de que vivimos en tiempos distintos y más
modernos. Esta tendencia se evidencia con mayor descaro en la
homosexualidad, que hoy día hasta recibe frecuentemente la
bendición de la iglesia, en vez de ser reconocida como pecado tal
como la identifica claramente la Biblia. Cosas similares podemos
comprobar a nivel del sistema judicial estatal. Se habla acerca del
humanismo y se olvida el temor de Dios; se habla de derechos
humanos y se olvidan los mandamientos de Dios. La libertad de
expresión, por así decir, el desprendimiento de todos los valores
transmitidos, se convierte más y más en el mensaje de salvación que
promete el cielo en la tierra, relativizando la verdad de Dios. Detrás
de esto se encuentra el astuto engaño del diablo, que a través del
fraude y el engaño guía hacia la injusticia, como lo leemos en 2.
Tesalonicenses 2:9-10: “...inicuo cuyo advenimiento es por obra de
Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo
engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron
el amor de la vedad para ser salvos”.
Todo esto sólo es posible porque el amor a la verdad tiende a
desaparecer.
La caída inminente:
En el misterio de iniquidad, está implícita la realidad de que Dios
mismo permite el total despliegue de la misma, y con ello, del mal;
cosa que sucederá en el momento en que el Espíritu de verdad sea
quitado por mandato divino. Esto es lo que se puede extraer de 2Ts.
2:11: “Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la
mentira”. Si se echa un vistazo al mundo, es sorprendente todo lo
que es considerado verdadero, especialmente en el ámbito de la
religión. Pero aquello que ha de venir, sobrepasará todo lo existente
hasta el momento. Podemos ver cada vez con mayor claridad sus
inicios. Todo esto llevará a un sistema mundial babilónico de los
postreros tiempos (Apocalipsis 17).
Jesús mismo dijo acerca de estos últimos tiempos: “…y por haberse
multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo
24:12). Sin lugar a dudas, vivimos actualmente en esta era de la
“iniquidad”. Debemos velar para que, a pesar de la época adversa,
no se enfríe el amor que Cristo puso en nuestros corazones a través
del Espíritu Santo (Romanos 5:5). De esto se trata la advertencia de
Jesús. Para nosotros, que conocemos a Jesús y sus palabras, no es
ningún misterio ni tampoco una sorpresa que se incrementen
sobremanera la injusticia y la iniquidad, sino que, antes bien, es una
señal de que el arrebatamiento de la Iglesia está muy próximo.
Por otro lado, esta señal también es un desafío para que no
fracasemos en el corto trayecto que falta hasta Su regreso, sino que
atesoremos las palabras de Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin,
éste será salvo” (Mateo 24:13). ¡Quiera el Señor tener misericordia
de nosotros!
“Bienaventurado el hombre a
quien Jehová no culpa
de Iniquidad, Y en cuyo espíritu
no hay engaño”.
Salmo 32:2
Aunque en muchas ocasiones
había
leído
la
palabra Iniquidad en la Biblia,
nunca me había preocupado por
conocer con mayor detalle el significado de esta palabra. Fue cuando medité el
Salmo 32, que el Espíritu Santo me inquietó por primera vez con esta palabra
“Iniquidad”. En ese momento no sabía que quería decir el salmista y me
pregunté, ¿me culpará Jehová por iniquidad?.
¿Y cómo saberlo, si ni siquiera sabía qué era iniquidad?. Me preocupe más
cuando en otra ocasión leí Ezequiel 28:15-16 que declara: “Perfecto eras en
todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti
maldad.
A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y
pecastes; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las
piedras del fuego, oh querubín protector.”
El versículo anterior se refiere a la caída del arcángel Luzbel (al que hoy
llamamos diablo o satanás). Este arcángel creado por Dios, lleno de belleza y
perfección, le dio cabida a un mal pensamiento que lo apartó totalmente de la
voluntad de Dios.
En efecto, la palabra Iniquidad, etimológicamente quiere decir: “lo torcido”, de
hecho podemos decir que es lo que se tuerce del camino recto y perfecto de
Dios. Y fue el arcángel Luzbel que antes estuvo lleno de belleza y perfección
quien con su pensamiento torcido dio origen a la maldad.
Bajo este contexto podemos decir que la iniquidad de Luzbel es la raíz del
pecado, es la mala semilla que se ha transmitido como estafeta de generación
en generación, sin embargo, también es el resultado de los pecados no
confesados y la conducta repetitiva de pecado que se arraigan en nosotros y
que se hereda a las futuras generaciones.
En otras palabras, la iniquidad es la semilla que el maligno sembró en nosotros
más el resultado de los pecados no confesados, los propios y los de nuestros
padres (pecados generacionales).
La iniquidad está ligada al mundo espiritual de las tinieblas, pero actúa
directamente en el mundo natural, ya que es la puerta abierta a las maldiciones
que se transfieren de padres a hijos, a nietos. Es a través de la iniquidad que el
maligno nos usa con deseos perversos y pecaminosos. A esto se le llama
concupiscencia.
Santiago 1: 13-15
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios;
porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que
cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a
luz el pecado, siendo consumado, da la luz la muerte”.
La fuerza de la iniquidad en nosotros nos seduce a la maldad, la cual si no es
desarraigada será el semillero de pecado y maldiciones en nuestra vida que a
su vez heredaremos a nuestras generaciones futuras.
Como padres (o madres), debemos de preocuparnos por la herencia espiritual
que les damos a nuestros hijos; pero también debemos estar en alerta para
cuidar su caminar, impidiendo que con su comportamiento llegue
más iniquidad a sus vidas la cual heredará a sus hijos.
La profeta Ana Méndez Ferrell, ejemplifica la Iniquidad como el cordón
umbilical (espiritual), a donde se van grabando todos los pecados del hombre y
lo que será su herencia a la siguiente generación. Estos a su vez, lo torcerán
aún más con sus propios pecados, y lo entregarán como una estafeta de
maldición a la subsiguiente generación.
En la Biblia encontramos un ejemplo muy claro de esta mala herencia, con el
pecado de los hijos de Elí y a su vez el de él como padre (Elí) que fue incapaz
de corregirlos con autoridad firme.
1 Samuel 3:11-14
“Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien
la oyere, le retiñirán ambos oídos.
Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa,
desde el principio hasta el fin.
Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él
sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado.
Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no
será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas”.
La casa de Elí desde su generación ancestral había sido designada por Jehová
como sacerdotes, sin embargo a causa de la iniquidad, vino la muerte de Elí y
sus hijos, así como la destitución a la generación futura. (leer 1 de Samuel
2:12-36)
La iniquidad de la casa de Elí fue tan grande ante los ojos de Jehová que
afectó toda su generación, ya que entre ellos ya no habría más sacerdotes.
Asimismo su iniquidad afectó a toda la nación de Israel, pues a causa de que
ellos eran sacerdotes impuros, la presencia de Dios se había alejado de su
pueblo, impidiéndoles la victoria en sus batallas.
1 Samuel 4:10-11
“Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a
sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron
de Israel treinta mil hombres de a pie.
Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y
Finees.”
Es entonces, la iniquidad un problema que no debemos tomar a la ligera, pues
es la raíz de maldad que heredamos y que tuerce la voluntad de Dios en
nuestras vidas, asimismo es el constante obstáculo para recibir a plenitud de
las bendiciones de Dios.
Como dice el Salmo 32: 3-4
Mientras callé, se envejecieron mis huesos
En mi gemir todo el día.
Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano;
Se volvió mi verdor en sequedades de verano.
Por mucho tiempo me pregunté, porqué si la voluntad de Dios es buena y
perfecta para con sus hijos, la gran mayoría de los cristianos vivimos como dice
el salmista en sequedades de verano? Es contradictorio ver cristianos fieles,
piadosos y comprometidos en la obra de Dios, que no tienen una vida
abundante en bendiciones!!!.
La repuesta a mi pregunta me la dio el Espíritu Santo cuando me llevó
a meditar el Salmo 32
Síiii, la voluntad de Dios para nuestras vidas es buena y perfecta, sin embargo
mientras la iniquidad no sea desarraigada en nosotros, seguiremos siendo
cristianos salvos, pero atados al fracaso, sufriendo dolores intensos con
enfermedades crónicas, con desiertos interminables, con deudas que nos
ahogan, otros con maldiciones como matrimonios que terminan en divorcios,
con hijos desobedientes que abandonan la casa paterna a temprana edad y se
alejan del buen camino, en fin cuantas maldiciones vivimos el pueblo de Dios,
sin darnos cuenta que es producto de la iniquidad no confesada!!!.
Es verdad que la obra redentora de Jesucristo actuando en nuestra vida nos
justifica y nos hace dignos de recibir todas las bendiciones de Dios, sin
embargo en nosotros existe el conflicto de las dos simientes: la mala semilla
sembrada por el maligno heredada de nuestros padres, que sujeta la carne; y
la divina que heredamos de Jesús en el momento que lo recibimos como
nuestro Salvador, que nos lleva a vivir por el Espíritu.
Estas dos simientes están en continuo conflicto hasta que una de las dos
muera. Será la simiente que más alimentemos la que prevalecerá en nosotros.
Escrito está
Romanos 8:13
Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis
morir las obras de la carne, viviréis.
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros
miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.
Romanos 6:12-14
Iniquidad es una palabra que poco se menciona en los estudios bíblicos o
enseñanzas. Buscando las raíces y significados me he dado cuenta que su
significado es mucho más profundo de lo que yo pensaba. Cuando Dios me
inquieto a escribir, a investigar y ensenar sobre estos temas, realmente yo no
sabía la profundidad y complicaciones de lo que es la iniquidad.
Del griego Adikia que significa injusticia (ilegalidad), equivocado,
inmoralidad, injusto. Esta palabra en el original Hebreo es avon #5771
Concordancia Strong. La definición de esta palabra incluye iniquidad,
perversidad, depravación, culpabilidad y castigo o castigo por la iniquidad o
consecuencias de la iniquidad.
Por las definiciones anteriores te darás cuenta que explicar la complejidad y
la gravedad de las iniquidades es todo un reto. Pero con la ayuda de Dios voy
seguir escribiendo sobre este tema. Puedes ver otros títulos que escribí
también en este blog.
Recientemente investigando y buscando sobre este tema encontré algo
sorprendente, lo cual voy a dejar tal y como viene en el original.
Este sitio menciona que el hebreo es concreto y la palabra de donde viene la
palabra iniquidad, es algo curvo o torcido. La primer letra es la letra ayin.
Esta letra originalmente eran dos letras diferentes cuando el hebreo era
escrito con un alfabeto pictográfico. Las letras ayin y la letra ghayin. La letra
ghayin es una figura de un cordón torcido y es claramente la letra original en
esta palabra.
Si tu puedes ver claramente el símbolo del la letra ghayin que es
precisamente el símbolo o la figura del ADN. Así la iniquidad, es decir lo
torcido o desviado son todos aquellos actos erróneos o torcidos que nos alejan
de hacer la voluntad de Dios. Dios diseñó un camino para el hombre,
un destino, una función, pero esa función o destino ha sido torcido por el
pecado. Es la maldad que permitimos en nuestra vida la que nos aparta de
estar en el propósito de Dios y el destino que él tiene para nosotros.
La biblia dice que nuestra iniquidades nos partan de Dios, aun no nos dejan
escuchar su voz:
“pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no
oír. Isaías 59:2
Pero lo que más me llama la atención es la sabiduría escrita en la biblia desde
tiempos antiguos, la biblia dice claramente que nuestra iniquidades afectan a
nuestros hijos hasta la tercera y cuarta generación. De esto ya escribí mucho
en otros escritos puedes ver la serie “Cadenas de Iniquidad”, donde escribo
que tenemos un ADN espiritual y un ADN físico que nos separa de Dios. Esta
realidad se manifiesta como una fuerte influencia o tendencia a pecar o por la
maldad. La concupiscencia es un deseo ardiente o un deseo de pecar que no
cesa, nunca satisface. Esta concupiscencia ya está con nosotros en nuestros
sentidos y nuestros deseos.
Según Wikipedia: En la teología cristiana, se llama concupiscencia
(del latín concupiscent?a, de cupere, desear, reforzado con el prefijo con) a
la propensión natural de los seres humanos a obrar el mal, como consecuencia
del pecado original.
Es decir esta concupiscencia es consecuencia del pecado desde Adan y Eva.
Con estas bases podemos entender mas el significado de este pasaje:
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros
miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos
vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros
miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se
enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.
Romanos 6:12-14
Así pues nosotros podemos ser instrumentos de iniquidad o ser instrumentos
de Justicia. Dos cosas opuestas. La iniquidad es todo lo torcido, todo lo
pervertido, todo lo que está afuera de la ley de Dios. Y la justicia es todo lo
correcto o recto delante de los ojos de Dios.
Si hablamos de un sistema legal que existe en todo reino o gobierno. La
justicia seria cumplir con las leyes de ese gobierno. Todo lo que está fuera de
las leyes de ese gobierno será ilegal, será injusticia o iniquidad por estar
torcido o pervertido.
“No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo
obedezcáis en sus concupiscencias…
No reine o no gobierne el pecado en nosotros, en nuestro cuerpo, en nuestra
vida, ya que el pecado quiere reinar hasta que le obedezcamos por completo,
así hacernos esclavos del pecado de tal modo que le obedezcamos.
…ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos
de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre
los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.
Cada vez que la concupiscencia quiera reinar o gobernar en tu vida, debes
presentarte a Dios como instrumento de justicia, como vivo entre los muertos.
Es decir ofrecerte a Dios en adoración y en ofrenda. Pídele a Dios que el
reine, pídele ayuda a Dios.
…Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la
ley, sino bajo la gracia”.
La manera en que vencerás el pecado es sometiéndote a la gracia de Dios.
Somete te a la gracia. La iniquidad cosechara culpabilidad y condenación,
frustración y temor. Someterte a la gracia es saber lo que Dios ha hecho por
ti, para que tú seas un vencedor. Reconoce hasta donde llegan tus fuerzas y
donde comienzan las fuerzas de Dios en tu vida.
Jesús te dice:
“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32
Conclusión:
No podemos culpar a nadie de nuestros pecados, de la iniquidades que hemos
dejado que nos gobiernen y nos alejen de Dios. Cada quien sabe su problema
de pecado y debilidad y debe ser tratado por la palabra de Dios. Si estas
luchando con tu debilidad, déjame decirte: Cada uno de nosotros
somos responsables de nuestros pecados, no podemos culpar a nadie aun
cuando el pecado de otros nos afecta. Debemos reconocer que nuestras
fuerzas están limitadas para luchar contra el pecado. Pero debemos
esforzarnos en la gracia que es de Dios para seguir buscando del poder de Dios
para vencer el pecado en nuestra vida. Conociendo mas la verdad que es
Jesús mismo.
Tú debes hacer todo lo que este de tu parte por apartarte de la iniquidad, y
donde se acaben tus fuerzas debes dejarle a Dios la parte que el promete.
“No te desampararé, ni te dejaré” Hebreos 13:5b
…Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la
ley, sino bajo la gracia”. Romanos 6:14
Es la gracia de Dios la que te dará fuerza para salir adelante, tienes todo: el
amor, el apoyo de Dios, la fortaleza y la gracia que Jesús gano en la cruz.
Ahora tu eres bendecido para luchar por entrar a la tierra prometida donde
fluye leche y miel.
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