Iniquidades I Parte Por: Juanita Cercone C Iniquidad es la conducta repetitiva de pecado, patrón de conducta que toma asidero en nuestra forma de ser y pasa de una generación a otra. Lo que nos impulsa a hacer lo que no queremos hacer, que nos inclinemos o cedamos ante su naturaleza destructora. Es una semilla destructora que pasa de una generación a otra, arraigándose cada vez más hasta que queda como un pecado escrito en nuestros corazones. “El pecado de Israel escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante, esculpido está en la tabla de su corazón y en los cuernos de sus altares” Mi pueblo peca como por encargo…Sus jóvenes no se olvidan de pecar….” Jeremías 17:1-3. Dice la versión Al Día. A través de la palabra constantemente el Señor nos exhorta a ser diligentes en nuestro caminar con El. A crecer, a buscarle, a mantenernos en Su presencia a deleitarnos en El, a buscar primeramente el Reino de Dios (la forma como Dios hace las cosas). El ser cristianos implica algo más que ser salvos y estar seguros de ir al cielo, incluso algo más que ir a la iglesia, leer la Biblia y orar todas las noches. Dios quiere perfeccionarnos, que la obra que El comenzó en nosotros se perfeccione hasta el día de Jesucristo, que vayamos de gloria en gloria. Sin embargo El nos dice que por falta de conocimiento su pueblo perece, pero el versículo continúa diciendo; “porque tú has rechazado el conocimiento”. Oseas 4:6 Y el hecho de que rechacemos el conocimiento no significa que estemos en rebeldía total contra Dios. Como cristianos creemos que estamos bien y que nosotros no tenemos ningún problema. Pero cuantas veces, nos quedamos viendo tele, o el Señor nos despierta en la madrugada y sabemos que El quiere que pasemos tiempo con El y simplemente damos media vuelta. Cuantas veces nos enfrascamos en conversaciones necias de queja, de crítica hacia otros y vivimos todos los días como todos los demás. Y nosotros no somos como todos los demás, somos hijos del Dios de dioses del Rey de Reyes y Señor y Señores, hemos sido llamado a ser reyes y sacerdotes nación santa, pueblo escogido por Dios. Nos gustan mucho todas las promesas que El tiene para nosotros ¿pero y los requisitos? Los privilegios que tenemos al nacer de nuevo implican obligaciones específicas y una de ellas es buscarlo, conocer la verdad y ser libres. Nadie puede alegar que tiene la verdad absoluta, somos un cuerpo y nos necesitamos unos a otros. Lo que el Señor enseña a uno lo puede complementar con la enseñanza de otro, o la experiencia de alguna otra persona en otro lugar del mundo. Gloria Copeland dice que ella ha aprendido a oír las insinuaciones del Espíritu Santo. Muchas veces nada más son frases, pequeños pensamientos, que si estamos sintonizados con el Espíritu Santo nos damos cuenta que El quiere decirnos algo. Por eso es tan importante estar constantemente expuestos a la palabra y a la enseñanza de su palabra, porque es ahí donde recibimos revelación. Y eso me pasó a mí. En una visita de la profeta Ana Méndez a Costa Rica hace más de cuatro años, le pido que ore por mí y el Señor le revela que mi enfermedad es producto de una iniquidad. Su enseñanza en cuanto a lo que son las iniquidades trae una liberación total de la manifestación de la iniquidad en mi vida, una maldición de muerte prematura, diez años después de que mi padre muere prematuramente recibo revelación. El pasaje que el Señor uso fue Isaías 59:1. He aquí no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír, pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro para no oír.” La definición que Ana Méndez tiene para describir las iniquidades y las maldiciones dice así: “La maldición es producto de un pecado que no se confesó y se engarza en el alma, produciendo enfermedades y toda clase de cautiverios. Esas son las iniquidades que se manifiestan como maldiciones a través de las generaciones. Es el cuerpo de pecado”. La palabra de Dios dice que ninguna maldición viene sin causa. Proverbios 26:2. Todo lo que nos sucede en nuestra vida como cristianos, como hijos de Dios, es producto de una causa, es un efecto. Muchas veces no sabemos porque nos suceden las cosas que nos suceden, oramos, ofrendamos, confesamos, ayunamos y la situación no cambia. Estas situaciones pueden ser consecuencias de las iniquidades, son maldiciones. Esa tendencia a mentir constantemente, a la ira y enojo desmedidos, a los pecados sexuales, al robo, la avaricia, la altivez, el orgullo, la idolatría etc. Talvez son pecados que solo usted sabe y que aún le da vergüenza que siendo cristiano tenga esas tendencias, esas inclinaciones. Precisamente esas son las iniquidades manifestándose en su vida. Por eso es tan importante reconocerlas, confesarlas y pedirle a Dios que nos libre, ya que sus consecuencias son graves, no solo para usted sino para sus generaciones futuras. Es así como vemos que el señor que es alcohólico, tuvo un padre alcohólico y su hijo es alcohólico, La madre soltera, fue producto de una relación ilegitima y su hija también tendrá hijos ilegítimos. Esta es la iniquidad que pasa de una generación a otra, produciendo una inclinación al pecado, que ya es parte de la familia. Otras veces lo que vemos en las familias son las consecuencias de la iniquidad, estas son las maldiciones, entonces vemos familias que son pobres a través de generaciones, otras con una propensidad al fracaso, con tendencia a enfermedades continuas o crónicas, con muertes prematuras, con tendencia a accidentes etc. El Salmo 109:18 “Se vistió de maldición (iniquidad) como de su vestido y entró como agua en sus entrañas como aceite en sus huesos.” Se mete en nuestro cuerpo. Isaías 59:4 “Conciben maldades y dan a luz iniquidad; incuban huevos de áspides y tejen telas de araña. El que coma de sus huevos morirá y si los rompen saldrán víboras.” La iniquidad, es como una vestidura que nos envuelve, como agua que entra en lo más profundo de nuestro ser, como aceite que se mete en los huesos. Isaías 59:4 habla de huevos de áspides, compara la iniquidad con huevos de serpientes que se van desarrollando dentro de nosotros, como telas de araña que todo lo envuelven. Esto produce cautiverios del alma. La mente, las emociones, y la voluntad trayendo enfermedades no solo del alma como depresiones, ansiedades, angustias, iras, enojos, locuras etc sino del cuerpo físico. Sin embargo si nos mantenemos en su palabra hay un tiempo de liberación. Isaías 49:8 “En tiempo aceptable te oí y en el día de salvación te ayude.” Eclesiastés 3:2 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Dios sigue siendo nuestro Padre, tierno y amoroso que nos creo, y que nos conoce mucho mejor de lo que nosotros nos conocemos. Podemos confiar en El. El quiere ayudarnos y si nos depositamos en Sus manos el nos va a guiar. El Salmista le pedía al Señor que lo librará aún de los pecados que le eran ocultos, porque nuestros caminos son correctos en nuestra propia opinión, pero el Señor es quien pesa los espíritus. “ ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.”Salmo 19:14 y Jeremías 17:9 Dice que engañoso es el corazón, más que todas las cosas y perverso ¿Quién lo conocerá? Pero yo Jehová que escudriño la mente que pruebo el corazón para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.” “Nada hay tan engañoso, ni tan absolutamente perverso (torcido, con inclinación) como el corazón. Nadie es capaz de conocer a fondo su maldad. Solo el Señor lo conoce. El escudriña todos los corazones y examina los más ocultos móviles…” versión Biblia al Día. ¿Cómo se nos ocurre pensar que podemos ocultarle algo a nuestro Dios? Como hijos e hijas de Dios debemos de presentarnos en humillación total, pidiéndole que nos enseñe aquellas áreas que tenemos que cambiar, aquellas inclinaciones y tendencias que nos hacen caer constantemente en conductas que no son correctas. Si nos depositamos en sus manos El nos enseñará. Pues la buena obra que comenzó en nosotros la terminará hasta el día de Jesucristo. El Salmo 32:8 dice “Te haré entender y te enseñaré el camino que debes andar” y Proverbios 28:5 “Mas los que buscan a Jehová entienden todas las cosas”. Busquemos al Señor de todo corazón.